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-The Project Gutenberg EBook of Historia de las Indias (2 de 5), by
-Bartolomé de las Casas
-
-This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and most
-other parts of the world at no cost and with almost no restrictions
-whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of
-the Project Gutenberg License included with this eBook or online at
-www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you'll have
-to check the laws of the country where you are located before using this ebook.
-
-
-
-Title: Historia de las Indias (2 de 5)
-
-Author: Bartolomé de las Casas
-
-Release Date: October 31, 2015 [EBook #50351]
-
-Language: Spanish
-
-Character set encoding: UTF-8
-
-*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK HISTORIA DE LAS INDIAS (2 DE 5) ***
-
-
-
-
-Produced by Giovanni Fini, Josep Cols Canals and the Online
-Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This
-file was produced from images generously made available
-by The Internet Archive/American Libraries.)
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-
- NOTA DEL TRANSCRIPTOR:
-
-—Los errores obvios de impresión y puntuación han sido corregidos.
-
-—Se ha mantenido la acentuación del libro original, que difiere
- notablemente de la utilizada en español moderno.
-
-—El libro original falta del Capítulo CXXXI; ésta particularidad ha
- sido mantenida en éste proyecto.
-
-
-
-
- HISTORIA
-
- DE
-
- LAS INDIAS.
-
-
-
-
- HISTORIA
-
- DE
-
- LAS INDIAS
-
- ESCRITA POR
-
- FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS
-
- OBISPO DE CHIAPA
-
- AHORA POR PRIMERA VEZ DADA Á LUZ
-
- POR
-
- EL MARQUÉS DE LA FUENSANTA DEL VALLE
-
- Y D. JOSÉ SANCHO RAYON.
-
- TOMO II.
-
- MADRID
-
- IMPRENTA DE MIGUEL GINESTA
-
- calle de Campomanes, núm. 8
-
- 1875
-
-
-
-
-ADVERTENCIA PRELIMINAR.
-
-
-Siendo muy pocos los capítulos que, del 83 en adelante, tienen
-sumarios, hemos creido conveniente, para facilitar el uso del Indice,
-dar aquí un ligerísimo extracto de lo más importante que se contiene en
-este tomo.
-
-Sale de Cádiz para su segundo viaje, el Almirante, D. Cristóbal Colon,
-y llega á Santo Domingo, donde da principio á la fundacion de la
-Isabela (capítulos 83 al 88). Descríbese parte de la isla; relátase el
-viaje á Cuba y descubrimiento de Jamáica (89 al 96), la vuelta de Colon
-á la Española, donde encuentra á su hermano D. Bartolomé (97 al 100),
-que poco ántes habia llegado (101), y la visita del rey Guacanagarí
-al Almirante, enfermo, con la prision de Caonabo por Hojeda (102).
-Batalla en la Vega Real, contra cien mil indios (104), y escursion del
-Almirante por la isla, hasta sojuzgarla casi por completo (105 y 106).
-
-Para averiguar la verdad de ciertas quejas dadas en Castilla contra
-Colon, mandan los Reyes á Juan Aguado; vuelve éste á dar cuenta (107
-al 109), y poco despues el Almirante, dejando hechas varias fortalezas
-y encargado el gobierno á su hermano (110). Llegado á la presencia de
-los Reyes, le confirman sus privilegios, le hacen nuevas mercedes y le
-dan instrucciones para el gobierno (111-112 y 123 al 126); entre tanto,
-D. Bartolomé va á la provincia de Xaraguá, y hace tributario al rey
-Behechio (113 al 116); sublévasele el Alcalde de la Isabela, Francisco
-Roldan, con 70 españoles (117): cuéntanse otros varios sucesos
-ocurridos en la isla (118 y 119) y la guerra con los reyes Guarionex y
-Mayobanex, á quienes vence y prende el Adelantado, D. Bartolomé Colon
-(120 y 121).
-
-Disertacion histórico-crítica del autor sobre el monte Sopora, la
-provincia de Ofir y la isla Taprobana (128); otra científica, sobre el
-nacimiento del Nilo y su creciente y menguante (129), y otra, sobre el
-Paraíso terrenal y sus rios (141 al 146).
-
-Tercer viaje del Almirante (127 y 130 al 139), en el cual descubre la
-tierra firme; su vuelta á la Española (147 al 149), donde, sabido el
-levantamiento de Francisco Roldan (148 y 150), trata de reducirle por
-medios pacíficos (152 al 154). No lo consigue por entónces, y da cuenta
-de ello á los Reyes y del estado de la isla (155). Por fin, despues
-de varias tentativas infructuosas (156 y 158 al 160), conciértanse, y
-concluye el levantamiento de Roldan (161), acerca del cual y de una
-carta de Colon á los Reyes, expone nuestro autor varias consideraciones
-(162 y 163).
-
-Viaje á tierra firme de Hojeda con Américo Vespucio (164 al 168), del
-cual ya ántes (140) se habia tratado; paso de Hojeda, á la vuelta, por
-la isla de Santo Domingo, y disturbios que en ella causa (168 al 170).
-Viajes de Peralonso Niño y Cristóbal Guerra (171 y 172), de Vicente
-Yañez Pinzon (173), y de Diego de Lepe (174).
-
-Nombran los Reyes Gobernador al comendador Bobadilla, con poderes
-extraordinarios (177). Llega á Santo Domingo, prende al Almirante y
-á sus hermanos, y los manda á España con grillos (178 al 181). Carta
-notable de Colon, al ama del príncipe D. Juan (182), y su llegada á
-presencia de los Reyes, quienes manifiestan gran sentimiento por lo que
-con él se habia hecho (183).
-
-
-
-
-HISTORIA DE LAS INDIAS.
-
-
-
-
-CAPÍTULO LXXXIII.
-
-
-Cuando se partió de Barcelona el Almirante, dejó á los Reyes un libro;
-no pude saber qué libro fuese, sino que presumo que debia ser donde
-tenia colegidas muchas cosas secretas de los antiguos autores, por las
-cuales se guiaba, ó el libro de toda su navegacion y rumbos ó caminos
-que habia llevado y traido, en aquel su descubrimiento y primer viaje,
-para que se sacase un traslado que quedase en los Archivos reales,
-y, despues de trasladado, quedaron de enviárselo. Por este libro los
-Reyes, y las personas que de su Consejo llamaban, colegian más firmeza
-y daban más crédito á las cosas que el Almirante les afirmaba, y
-mayores las que habian de suceder esperaban. Y, porque los Embajadores
-de Portugal mucho insistian en los conciertos, y en impedir el camino
-segundo del Almirante, y, por otra parte, los Reyes eran informados
-que el rey de Portugal hacia armada, los Reyes los entretenian cuanto
-convenia y daban priesa en el despacho del Almirante, y, juntamente, de
-todo lo que se hacia le avisaban. Finalmente, la respuesta que llevaron
-los Embajadores fué que ellos enviarian los suyos al Rey, sobre ello,
-los cuales fueron dos caballeros, D. Pedro de Ayala y D. García de
-Carbajal, hermano del Cardenal de Sancta Cruz; y fué la respuesta,
-segun dice la dicha Historia portoguesa, que los Reyes enviaban agora á
-saber del todo la cualidad y ser destas tierras, y que á la vuelta de
-los navíos se trataria más dello, y se tomaria con el rey de Portugal
-el concierto final y resolucion de todo ello. Desta embajada no hobo
-el rey de Portugal placer alguno, y dijo á los Embajadores que aquella
-embajada de los Reyes, sus primos, no traia piés ni cabeza; y como los
-Reyes eran avisados del desabrimiento y dolor del rey de Portugal por
-haber perdido tal lance, proveian en todo lo que les parecia convenir
-para referirlo al Almirante, y, á este propósito, la Reina le escribió
-la siguiente carta:
-
-«La Reina.—D. Cristóbal Colon, mi Almirante del mar Océano, Visorey
-é Gobernador de las islas nuevamente halladas en las Indias: Con este
-correo vos envio un traslado del libro que acá dejastes, el cual ha
-tardado tanto porque se escribiese secretamente, para que estos que
-están aquí, de Portugal ni otro alguno, no supiese dello; y, á causa
-desto, porque más presto se hiciese, vá de dos letras, segun vereis.
-Ciertamente, segun lo que en este negocio acá se ha platicado y visto,
-cada dia se cognosce ser muy mayor y de gran calidad y substancia,
-y que vos nos habeis en ello mucho servido, y tenemos de vos grande
-cargo; y así, esperamos en Dios, que, demas de lo asentado con vos,
-que se ha de hacer y cumplir muy enteramente, que vos recibais de Nos
-mucha más honra, merced y acrecentamiento, como es razon y lo adeudan
-vuestros servicios y merecimientos. La carta del marear que habíades
-de hacer, si es acabada, me enviad luego, y por servicio mio deis gran
-priesa en vuestra partida, para que aquella, con la gracia de Nuestro
-Señor, se ponga en obra sin dilacion alguna, pues vedes cuanto cumple
-al bien del negocio; y de todo de allá nos escribid é faced siempre
-saber, que, de acá, de todo lo que hobiere vos avisaremos é vos lo
-faremos saber. En el negocio de Portugal no se ha tomado, con estos
-que aquí están, determinacion; aunque yo creo que el Rey se allegará
-á razon en ello, querria que pensásedes lo contrario, porque por ello
-no vos descuidedes ni dejeis de ir sobre aviso, á recaudo, que cumple,
-para que, en manera alguna, no podais recibir engaño. De Barcelona
-á cinco dias del mes de Setiembre de noventa y tres años.—Yo la
-Reina.—Por mandado de la Reina, Juan de la Parra.»
-
-Esta parece haber sido la postrera carta que el Almirante recibió de
-los Reyes, por aquel tiempo, ántes que se partiese, la cual recibida,
-como andaba ya al cabo de aprestarse, allegado el número de la gente,
-ordenados los Capitanes, hecha su alarde, mándalos todos embarcar, dada
-á cada uno de los pilotos su derrota y camino que habia de hacer, con
-su instruccion. Miércoles, á 25 dias de Setiembre del mismo año 1493,
-ántes que saliese el sol, hizo soltar las velas y salieron todos 17
-navíos y carabelas de la bahía de Cáliz; mandó gobernar los navíos al
-Sudueste, camino de las Canarias islas, y el miércoles siguiente, que
-se contaron 2 dias de Octubre, llegó á surgir en la isla de la Gran
-Canaria, que es la principal de las siete, pero no quiso parar allí, y
-por eso, á media noche, tornó á alzar las velas, y el sábado siguiente,
-á 5 de Octubre, tomó la isla de la Gomera, donde estuvo dos dias, en
-los cuales se proveyó á mucha priesa de algunos ganados, que él, y los
-que acá venian, compraban, como becerras, y cabras, y ovejas; y, entre
-otros, ciertos de los que venian allí, compraron ocho puercas á 70
-maravedís la pieza. Destas ocho puercas se han multiplicado todos los
-puercos que, hasta hoy, ha habido y hay en todas estas Indias, que han
-sido y son infinitos; metieron gallinas tambien, y esta fué la simiente
-de donde, todo lo que hoy hay acá de las cosas de Castilla, ha salido,
-lo mismo de las pepitas y simientes de naranjas, limones y cidras,
-melones y de toda hortaliza; proveyéronse de agua, y leña, y refrescos
-para toda el armada. Allí dió á cada piloto su instruccion cerrada y
-sellada, donde se contenia la derrota y camino que habian de hacer
-para hasta llegar á la tierra del rey Guacanagarí, donde dejó hecha la
-fortaleza y los 39 cristianos. Mandó á los pilotos que en ningun caso
-abriesen la dicha instruccion, sino, en caso que el tiempo les forzase
-apartarse de su compañía, entónces la abriesen para que supiesen donde
-habian de ir; en otra manera nó, porque no queria que nadie supiese
-aquellos caminos, porque no acaeciese, por ventura, ser avisado dellos
-el rey de Portugal.
-
-
-
-
-CAPÍTULO LXXXIV.
-
-
-Lúnes, á 7 de Octubre, mandó hacer alzar velas á toda su flota y
-armada, pasó la isla del Hierro, que está cerca de la Gomera y es la
-postrera de las Canarias; de allí tomó su vía, y caminó más á la parte
-austral, que es el primer viaje, cuando vino á descubrir; anduvo, hasta
-24 del mismo mes, que sentia que habria andado 450 leguas. Vieron
-una golondrina venir á los navíos, y más adelante comenzaron á venir
-algunos nublados y aguaceros ó turbiones de agua del cielo; sospechó
-que aquella mudanza no debia ser sino haber por allí cerca alguna
-tierra, por lo cual mandó quitar algunas velas, y estar sobre el aviso
-en la guarda del velar de noche. Domingo, 3 dias de Noviembre, ya que
-amaneció, vieron tierra toda la flota, con harto regocijo y alegría de
-todos, como si les abrieran los cielos. Esta tierra era una isla, á la
-cual puso nombre la Dominica, porque la descubrió dia de domingo; luego
-vido otra isla á la mano derecha de la Dominica, luego vieron otra, y
-escomenzaron á aparecer muchas. Dando todos infinitas gracias á Dios,
-cantan la _Salve regina_, luego, como la suelen cantar en los navíos
-cuando navegan, á prima noche; comienzan á salir olores de las flores
-de las islas, de que se maravillaban todos; ven infinitos papagayos
-verdes, que andan juntos como zorzales en su tiempo, con mucha grita
-que siempre van dando. Juzgaban que, desde la Gomera, en veintiun dias
-que la Dominica vieron, hasta 750 leguas, ó pocas más, habrian andado.
-No pareció haber puerto en la Dominica, por la parte del Levante, y por
-esto atravesó el Almirante á otra isla, que fué la segunda á que puso
-nombre, y fué Marigalante, porque la nao en que iba el Almirante así
-se llamaba. Salió allí en tierra con gente de su nao, y tomó posesion
-jurídica por los reyes de Castilla y Leon, ante todos, y autorizóla
-con fe de escribano. Partió de allí, otro dia, lúnes, y vido otra
-gran isla, y á esta puso nombre Guadalupe, á la cual se llegaron; y,
-hallando puerto, surgieron ó echaron anclas, y mandó que fuesen ciertas
-barcas á tierra, y ver un poblezuelo que parecia en la costa junto
-al mar, donde no hallaron á nadie, porque, como vieron los navíos,
-huyeron todos los vecinos dél á los montes. Allí hallaron los primeros
-papagayos que llamaban guacamayos, tan grandes como gallos, de muchos
-colores, y lo más es colorado, poco azul y blanco; estos nunca chirrían
-ni hablan, sino de cuando en cuando dan unos gritos desgraciados,
-y solamente se hallan en tierra firme en la costa de Paria, y por
-allí adelante. Hallaron en las casas un madero de navío, que llaman
-los marineros quodaste, de que todos se maravillaron, y no supieron
-imaginar como hobiese allí venido, sino que los vientos y los mares lo
-hobiesen allí traido, ó de las islas de Canaria, ó de la Española, de
-la nao que allí perdió el Almirante el primer viaje. Mártes, 5 dias del
-mes de Noviembre, mandó el Almirante salir dos barcas á tierra para ver
-si pudiesen tomar alguna persona, para saber los secretos de la gente
-y de la tierra, y para si le diesen nueva que tan léjos estaban de la
-isla Española; trujeron dos mancebos, y, por señas, hicieron entender
-al Almirante, que no eran de aquella isla, sino de Boriquen, y esta es
-la que agora llamamos la isla de Sant Juan; afirmaban, cuanto ellos
-podian con manos y ojos, y ménos, mostrar, y con gestos de amargas
-ánimas, que los de aquella isla eran caribes, y que los habian preso y
-traido de Boriquen para los comer, como lo solian acostumbrar. Tornaron
-las barcas por ciertos cristianos que se habian quedado, y hallaron
-con ellos seis mujeres que se venian huidas de los caribes, á ellos,
-por se escapar. El Almirante, no creyéndolo y por no alterar la gente
-de la isla, dió á las indias cuentas, y cascabeles, y espejos y otras
-cosas de rescate, y tornólas á enviar á tierra, las cuales los caribes
-despojaron de las cosas que les habia dado el Almirante, á vista de los
-de las barcas; tornando las barcas por agua, tornaron las mujeres á
-huirse con otros dos muchachos y un mozo, y rogaron á los cristianos
-que las llevasen á las naos. Dellas se coligió haber por allí otras
-muchas islas, y tierra grande que parecian significar á tierra firme,
-y nombraban á cada una por su nombre. Preguntóseles tambien por señas
-por la isla Española, que en lengua della y de las comarcanas, se
-llamaba Haytí, la última sílaba aguda; señalaron á la parte donde
-caia, y, aunque el Almirante, por su carta del descubrimiento primero,
-entendia y podia ir derecho allá, pero holgóse de óir dellas el paraje
-donde le demoraba. Quisiera luego alzar las velas, sino que le dijeron
-que Diego Marquez, el veedor, que iba por Capitan de un navío, habia
-saltado en tierra con ocho hombres, sin su licencia, y, aún con harta
-indiscrecion, ántes que amaneciese, y no era vuelto á los navíos. El
-Almirante hobo mucho enojo, y con justa razon; envió luego cuadrillas
-de gente para lo buscar, fueron aquel dia y no lo hallaron por la
-espesura de los muchos montes; acordó esperarlos todo aquel dia porque
-no se perdiesen, y, porque si dejaba el navío, despues no acertase á
-ir á la Española. Torna á enviar cuadrillas, cada una con su trompeta,
-porque oyesen donde estaban, y tambien tirar espingardas; andando
-perdidas aquel dia las cuadrillas, volviéronse, sin hallarlos, á los
-navíos. Hacíasele al Almirante cada hora un año, y, con gran pena,
-quiso dejarlos, pero al cabo no lo quiso hacer por no desmampararlos
-y los indios no los matasen ó padeciesen algun gran desastre; y por
-no aventurar el navío y la gente dél, si, por esperarlos, lo dejasen,
-mandó que todos los navíos se proveyesen de agua y leña, y los que
-quisiesen salir, á se recrear en tierra y lavar su ropa, saliesen, y
-determina enviar á Alonso de Hojeda, que iba por Capitan de una de las
-carabelas, que con 40 hombres los fuese á buscar, y de camino indagase
-lo que habia en la tierra. Díjose que habian hallado almástiga, y
-jengibre, y cera, y incienso, y gándalos, y otras cosas aromáticas,
-pero hasta agora no se ha sabido que tales cosas haya, ni allí ni en
-las otras islas; algodon hallaron mucho, como lo hay en todas estas
-islas y en tierra firme, donde es la tierra caliente y no fria. Dijeron
-que vieron alcones, y niblíes; milanos hay hartos en todas estas
-partes, y garzas, y grajas, palomas, tórtolas y dorales, ansares y
-ruiseñores; perdices, dijeron que habian visto, pero estas no se han
-hallado, sino solamente en la isla de Cuba. Certificaban que en seis
-leguas habian pasado veintiseis rios, muchos dellos hasta la cinta;
-bien podia ser uno y pasarle muchas veces, como el rio que se pasa
-cuatrocientas veces y más, del Nombre de Dios á Panamá. Finalmente, se
-volvieron aquestos sin hallarlos, y ellos, el viernes á 8 de Noviembre,
-vinieron y aportaron á los navíos; dijeron, que por los grandes montes
-y breñas se perdieron y no acertaron á volverse. El Almirante mandó
-prender al Capitan, y á los demas dar alguna pena. Salió el Almirante á
-tierra á unas casas que estaban por allí cerca, en las cuales hallaron
-mucho algodon hilado y por hilar, y una manera nueva de telares en
-que lo tejian, vieron muchas cabezas de hombres colgadas, y restos de
-huesos humanos. Debian ser de señores ó personas que ellos amaban,
-porque, decir que eran de los que comian, no es cosa probable, la razon
-es, porque si ellos comian tantos como dicen algunos, no cupieran en
-las casas los huesos y cabezas, y parece, que despues de comidos no
-habia para qué guardar las cabezas y huesos por reliquias, si quizá no
-fuesen de algunos sus muy capitales enemigos, y todo esto es adevinar.
-Las casas, dijeron que eran las de mejor hechura, y más llenas de
-comida y cosas necesarias, que se habian visto en las otras partes del
-primer viaje.
-
-
-
-
-CAPÍTULO LXXXV.
-
-
-El domingo siguiente, á 10 dias de Noviembre, mandó levantar las anclas
-y dar las velas, y fué costeando la misma isla de Guadalupe, la via
-del Norueste, en busca de la Española, y llegó á una isla muy alta, y
-nombróla Monserrate, porque parecia que tenia la figura de las peñas
-de Monserrate, y de allá descubrió cierta isla muy redonda, tajada por
-todas partes, que, sin escalas ó cuerdas hechadas de arriba, parece
-que es imposible subir á ella, y por esto púsole nombre Sancta María
-la Redonda, á otra llamó Sancta María de la Antigua, que tenia 15 ó 20
-leguas de costa; parecian por allí otras muchas islas, hácia la banda
-del Norte, muy altas y de grandes arboledas y frescuras; surgió en
-una, á la cual llamó Sant Martin, y cuando alzaban las anclas salian
-pegados á las uñas dellas pedazos de coral, segun les parecia; no dice
-el Almirante si era blanco ó colorado. El jueves, 14 de Noviembre,
-surgió en otra isla que llamó Sancta Cruz; mandó allí salir en tierra
-gente y que tomasen algunas personas para tomar lengua. Tomaron cuatro
-mujeres y dos niños, y á la vuelta con la barca toparon una canoa,
-dentro de la cual venian cuatro indios y una india, los cuales, visto
-que no podian huir, se comenzaron á defender y la india tambien con
-ellos, y tiraron sus flechas y hirieron dos cristianos de los de la
-barca, y la mujer pasó con la suya una adarga; embistieron con la
-canoa, y trastornáronla, y tomáronlos, y uno dellos, no perdiendo
-su arco, nadando tiraba los flechazos tan reciamente, poco ménos,
-que si estuviera en tierra. Uno destos vieron que tenia cortado su
-instrumento generativo, creian los cristianos que para que engordase
-mejor, como capon, y despues comerlo los caribes. Desde allí, andando
-el Almirante su viaje para la Española, vido muchas islas juntas que
-parecian sin número, á la mayor dellas puso nombre Sancta Ursula, y á
-todas las otras las Once mill Vírgenes; llegó de allí á otra grande,
-que llamó de Sant Juan Baptista, que ahora llamamos de Sant Juan, y
-arriba digimos que llamaban Boriquen los indios, en una bahía della,
-al Poniente, donde pescaron todos los navíos diversas especies de
-pescados, como sábalos, y sardinas algunas, y, en mucha cantidad,
-lizas, porque destas es la mayor abundancia que hay en estas Indias, en
-la mar y en los rios. Salieron en tierra algunos cristianos y fueron
-á unas casas por muy buen artificio hechas, todas, empero, de paja y
-madera, que tenian una plaza, con un camino, desde ella hasta la mar,
-muy limpio y seguido, hecho como una calle, y las paredes de cañas
-cruzadas ó tejidas, y por lo alto tambien con sus verduras graciosas,
-como si fueran parras, ó verjeles de naranjos ó cidros, como los hay
-en Valencia ó en Barcelona, y junto á la mar estaba un miradero alto,
-donde podian caber diez ó doce personas, de la misma manera bien
-labrado; debia ser casa de placer del señor de aquella isla, ó de
-aquella parte della. No dice aquí el Almirante que hobiesen visto allí
-alguna gente; por ventura, debian de huir cuando los navíos vieron.
-El viérnes, á 22 del mismo mes de Noviembre, tomó el Almirante la
-primera tierra de la isla Española, que está á la banda del Norte, y
-de la postrera de la isla de Sant Juan, obra de 15 leguas, y allí hizo
-echar en tierra un indio de los que traia de Castilla, encargándole
-que induciese á todos los indios de su tierra, que era la provincia de
-Samaná, que estaba de allí cerca, al amor de los cristianos, y contase
-la grandeza de los reyes de Castilla y las grandes cosas de aquellos
-reinos; él se ofreció de lo hacer, con muy buena voluntad, despues
-no se supo deste indio más, creyóse que se debió morir. Prosiguió su
-camino el Almirante y viniendo al Cabo, que, cuando el primer viaje lo
-descubrió, le puso nombre el cabo del Angel, como arriba en el capítulo
-67 se dijo, vinieron á los navíos algunos indios en sus canoas con
-comida y otras cosas, para rescatarlas con los cristianos, y, yendo á
-surgir á _Monte-Christi_ la flota, salió una barca, hácia tierra, á
-un rio que allí parecia; vido muertos dos hombres, el uno mancebo y el
-otro viejo, á lo que parecia, y el viejo tenia una soga de esparto,
-de las de Castilla, á la garganta, tendidos los brazos y atadas las
-manos á un palo como en cruz, pero no cognoscieron que fuesen indios ó
-cristianos, de donde el Almirante tomó gran sospecha y pena que fuesen
-muertos los 39 cristianos, ó dellos alguna parte. Otro dia, mártes, 26
-de Noviembre, tornó á enviar el Almirante por algunas partes algunos
-hombres, para saber qué nuevas habia de los de la fortaleza, vinieron
-muchos indios á hablar con los cristianos; muy segura y libremente, sin
-temor alguno, llegábanse á los cristianos y tocábanles al jubon y á la
-camisa diciendo, «jubon, camisa,» mostrando que sabian los nombres de
-aquellas cosas; con estas palabras y con no temer los indios aseguróse
-algo el Almirante de que no fuesen los de la fortaleza muertos. A la
-entrada del puerto de la Navidad surgió con los navíos, miércoles, á
-27 de Noviembre; hácia la media noche vino una canoa llena de indios
-y llegó á la nao del Almirante y preguntáronles por él, diciendo,
-«¡Almirante, Almirante!» respondiéronles que entrasen que allí estaba,
-ellos no quisieron hasta que el Almirante se paró al bordo de la
-nao, y desque lo cognoscieron, que era harto bien cognoscible por su
-autorizada persona, luego entraron en la nao dos dellos, y dánle sendas
-carátulas, que llaman guayças, muy bien hechas y con algun oro, como
-arriba fué dellas dicho, presentándoselas de parte del rey Guacanagarí
-con grandes encomiendas, las que pudieron significar; preguntándoles
-el Almirante por los cristianos, que era lo que le dolia, respondieron
-que algunos eran muertos de enfermedad, y otros se habian ido la
-tierra dentro con sus mujeres y áun con muchas mujeres. Bien sintió
-el Almirante que debian ser todos muertos, pero disimuló por entónces
-y tornólos á enviar, dándoles un presente de bacinetas de laton que
-siempre tuvieron en mucho, y otras menudencias que habian de agradar
-al señor Guacanagarí, y tambien á ellos dió cosas conque se fueron
-alegres, luego, aquella noche.
-
-
-
-
-CAPÍTULO LXXXVI.
-
-
-Entróse luego, el jueves, 28 de Noviembre, á la tarde, con toda su
-flota, dentro del puerto de la Navidad, acerca de donde habia dejado
-hecha la fortaleza, la cual vido toda quemada, de donde recibió
-grandísimo pesar y tristeza, viendo cierto argumento de la muerte de
-todos los 39 cristianos que en ella habia dejado, y por aquel dia no
-pareció persona alguna por todo aquello; otro dia salió en tierra el
-Almirante, por la mañana, con grande tristeza y angustia de ver quemada
-la fortaleza, y ninguno de los que con tanto placer y contentamiento de
-todos habia dejado. Habia algunas cosas de los cristianos, como arcas
-quebradas, y bornias, y unos que llaman arambeles, que ponen sobre las
-mesas los labradores; no viendo persona ninguna á quien preguntar, el
-Almirante, con ciertas barcas entró por un rio arriba, que cerca de
-allí estaba, y dejó mandado que limpiasen un pozo que dejó hecho en la
-fortaleza, para ver si los cristianos habian escondido allí algun oro,
-pero no se halló nada; el Almirante tampoco halló á quien preguntar,
-porque los indios todos huian de sus casas. Hallaron, empero, en ellas
-vestidos algunos de los cristianos, y dió la vuelta. Hallaron por cerca
-de la fortaleza siete ú ocho personas enterradas, y cerca de allí, por
-el campo, otras tres, y cognoscieron ser cristianos por estar vestidos,
-y parecia haber sido muertos de un mes atras, ó poco más. Andando por
-allí buscando escripturas ó otras cosas, de que pudiesen haber lengua
-de lo que habia pasado, vino un hermano del rey Guacanagarí, con
-algunos indios que ya sabian hablar y entender nuestra lengua algo,
-y nombraban por su nombre todos los cristianos que en la fortaleza
-quedaron, y tambien por lengua de los indios que traia de Castilla el
-Almirante, diéronle nuevas y relacion de todo el desastre. Dijeron
-que, luego que el Almirante se partió dellos, comenzaron entre sí á
-reñir é tener pendencias, y acuchillarse, y tomar cada uno las mujeres
-que queria y el oro que podia haber, y apartarse unos de otros; y que
-Pero Gutierrez y Escobedo mataron á un Jacome, y aquellos, con otros
-nueve, se habian ido con las mujeres que habian tomado y su hato, á la
-tierra de un señor que se llamaba Canabo, que señoreaba las minas (y
-creo que está corrupta la letra, que habia de decir Caonabo, señor y
-Rey muy esforzado de la Maguana, de quien hay bien que decir abajo),
-el cual los mató á todos diez ú once; dijeron más, que, despues de
-muchos dias, vino el dicho rey Caonabo con mucha gente á la fortaleza,
-donde no habia más de Diego de Arana, el Capitan, y otros cinco que
-quisieron permanecer con él para guarda de la fortaleza, porque todos
-los demas se habian desparcido por la isla, y de noche puso fuego á
-la fortaleza y á las casas donde aquellos estaban, porque no estaban,
-por ventura, en la fortaleza, las cuales, huyendo hácia la mar, se
-ahogaron. El rey Guacanagarí salió á pelear con él por defender los
-cristianos; salió mal herido, de lo que no estaba sano. Esto concordó
-todo con la relacion que trajeron otros cristianos, que el Almirante
-habia enviado por otra parte á saber nuevas de los 39 cristianos, y
-llegaron al pueblo principal de Guacanagarí, el cual vieron que estaba
-malo de las heridas susodichas, por lo cual se excusó que no pudo
-venir á ver al Almirante y darle cuenta de lo sucedido, despues que
-se partió para Castilla; y que la muerte dellos habia sido, porque
-luego que el Almirante se fué comenzaron á rifar y á tener discordias
-entre sí, tomaban las mujeres á sus maridos y iban á rescatar oro cada
-uno por sí. Juntáronse ciertos vizcainos contra los otros, y ansí se
-dividieron por la tierra, donde los mataron por sus culpas y malas
-obras; y esto es cierto, que si ellos estuvieran juntos estando en
-la tierra de Guacanagarí, é so su proteccion, y no exacerbaran los
-vecinos, tomándoles sus mujeres, que es con lo que más se injurian y
-agravian, como donde quiera, nunca ellos perecieran. Envió á rogar
-Guacanagarí al Almirante, con aquellos cristianos, que le fuese á ver
-porque él no salia de su casa por aquella indispusicion. El Almirante
-fué allá, el cual, con rostro muy triste contó al Almirante todo lo que
-dicho es, mostrando sus heridas, y de mucha de su gente que en aquella
-defensa habian sido heridos; y bien parecian las heridas ser de las
-armas que los indios usaban, que eran las tiraderas, como dardos, con
-un hueso de pescado por punta. Pasada la plática hizo un presente al
-Almirante de ochocientas cuentas menudas de piedra, que ellos preciaban
-mucho y las llamaban cibas, y ciento de oro, y una corona de oro y
-tres calabacillas, que llaman hibueras, llenas de granos de oro, que
-todo pesaria hasta cuatro marcos, que eran doscientos castellanos
-ó pesos de oro; el Almirante dió á Guacanagarí muchas cosas de las
-nuestras de Castilla, como cuentas de vidro, y cuchillos, y tijeras,
-cascabeles, alfileres, agujas, espejuelos, que valdria todo hasta
-cuatro ó cinco reales, y con ello pensaba Guacanagarí que quedaba muy
-rico. Quiso acompañar al Almirante á donde tenia su real; hiciéronle
-muy gran fiesta, donde se regocijó mucho, admirándose de los caballos,
-y de lo que los hombres con ellos hacian. Dice aquí el Almirante, que
-entendió allí que uno de los 39, que dejó, habia dicho á los indios y
-al mismo Guacanagarí algunas cosas en injuria y derogacion de nuestra
-sancta fe, y que le fué necesario rectificarle en ella, y le hizo
-traer al cuello una imágen de Nuestra Señora, de plata, que ántes no
-habia querido recibir. Dice más aquí el Almirante, que aquel padre
-fray Buil, y todos los demas, quisieran que lo prendiera, más no lo
-quiso hacer, aunque dice que bien pudiera, considerando que, pues los
-cristianos eran muertos, que la prision del rey Guacanagarí, ni los
-podia resucitar, ni enviar al Paraíso, si allá no estaban, y dice que
-le pareció que aquel Rey debia ser acá como los otros Reyes, entre los
-cristianos, que tienen otros Reyes parientes á quien con su prision
-injuriara, y que los Reyes lo enviaban á poblar, en lo que tanto habian
-gastado, y que sería impedimento para la poblacion, porque le saldrian
-de guerra y no dejarle asentar pueblo, y mayormente seria gran estorbo
-para la predicacion y conversion á nuestra sancta fe, que era á lo que
-principalmente los Reyes lo enviaban. Por manera, que, si era verdad
-lo que Guacanagarí decia, hiciérale gran injusticia, y toda la tierra
-lo tuviera en odio y rencor con todos los cristianos, teniendo al
-Almirante por ingrato del gran bien que habia recibido de aquel Rey,
-en el primer viaje, y más en defenderle los cristianos, con riesgo
-suyo, como sus heridas lo testificaban, y, finalmente, queria primero
-poblar, y que, despues de poblado y hecho en la tierra fuerte, y sabida
-la verdad, podria castigarlo si lo hallase culpado, etc. Estas son
-las razones que, para no seguir el parecer de los que le aconsejaban
-prenderle, dió el Almirante; y fué harta prudencia la suya, más que la
-del parecer contrario.
-
-
-
-
-CAPÍTULO LXXXVII.
-
-
-Antes que pasemos más adelante, porque, por ventura, no habrá otro
-lugar donde tan bien convenga ponerse, miéntras el Almirante hacia
-esta su segunda navegacion, concertóse entre los reyes de Castilla é
-Portugal que hobiese junta de la una parte y de la otra, para tratar
-de concierto y dar asiento en lo que destas mares y tierras habia
-de quedar por de cada uno de los reinos y de cada uno dellos; segun
-impropia y corrupta, y no ménos injustamente se ha acostumbrado á
-nombrar, lo que, en la verdad, si habemos de hablar y obrar como
-cristianos, no se ha de llamar conquista sino comision y precepto de
-la Iglesia y del Vicario de Cristo, que á cada uno destos señores se
-les manda y encarga que tengan cargo de convertir las gentes destos
-mundos de por acá; otra cosa diferente es la conquista de los infieles
-que nos impugnan y angustian cada dia. Así que, el rey de Portugal
-envió sus solenes Embajadores, con mucha compañía y autoridad, á los
-católicos reyes, que ya eran venidos de Barcelona y estaban en Medina
-del Campo, y presentada su embajada y finalmente, dando y tomando,
-yendo postas y viniendo posta, de Portugal á Castilla, hobo de haber
-fin y concluirse la siguiente determinacion y concierto, entre los
-reyes de Castilla D. Fernando y Doña Isabel y el rey D. Juan II de
-Portugal. El lugar que eligió para tratarse deste negocio fué la
-villa de Simancas, dos leguas y media de Valladolid; allí mandaron ir
-los reyes de Castilla á muchas personas que sabian de cosmografía y
-astrología, puesto que habia harto pocos entónces en aquellos reinos, y
-las personas de la mar que se pudieron haber (no pude saber los nombres
-dellas ni quién fueron), y allí envió el rey de Portugal las suyas,
-que debian tener, á lo que yo juzgué, más pericia y más experiencia
-de aquellas artes, al ménos de las cosas de la mar, que las nuestras.
-Ayuntáronse todos en la dicha villa de Simancas, y determinaron y
-asentaron, en conformidad, lo siguiente, en 20 dias de Junio, año del
-Señor de 1494. Fué el concierto y asiento: «Que si hasta los dichos 20
-dias de Junio hobiesen descubierto tierras algunas la gente ó navíos
-de los reyes de Castilla, dentro de 250 leguas, de 370 que se habian
-señalado, que fuesen y quedasen para el rey de Portugal, y si las
-descubriesen dentro de las 120 que restaban de las 370, quedasen para
-los reyes de Castilla. Item, fué concierto y asiento, que dentro de
-diez meses enviasen cuatro carabelas, una ó dos de cada parte, ó más
-ó ménos segun se acordase, las cuales se juntasen en la isla de Gran
-Canaria, y en cada una enviasen, de cada una de las partes, pilotos y
-astrólogos y marineros, con tanto que sean tantos de una parte como de
-otra; y que algunas personas de las dichas vayan, de las de Castilla,
-en los navíos de los portogueses, y otras de los portogueses vayan en
-los navíos de Castilla, tantos de una parte como de otra. Los cuales
-juntamente puedan ver y cognoscer la mar, y los vientos, y los rumbos,
-y los grados del sol y del Norte, y señalar las 370 leguas y límites,
-segun se pudiese hacer; á lo cual concurran todos juntos, y lleven
-los poderes de los Reyes. Y todos los navíos concurran juntamente y
-vayan á las islas de cabo Verde, y desde allí tomen su derrota derecha
-al Poniente, hasta las dichas 370 leguas, medidas como las dichas
-personas acordaren que se deben medir, é allí, donde se acabaren, se
-haga el punto é señal que convenga, por grados del sol ó del Norte, ó
-por singladuras de leguas, ó como mejor se pudiere concordar; la cual
-dicha raya, señalen de polo á polo. Y si caso fuere que la dicha raya
-ó límite de polo á polo topare en algunas islas ó tierra firme, que,
-al comienzo della ó dellas, se haga alguna señal ó torre donde topare
-la dicha raya, é que, en derecho de la tal señal ó torre, se continúen
-dende adelante otras señales por la tal isla ó tierra firme en derecha
-de la dicha raya, las cuales partan lo que á cada una de las partes
-perteneciere della, etc.» Este fué el concierto y asiento que en
-Simancas por aquel tiempo se hizo. Y es aquí de considerar la bondad de
-los reyes de Castilla y amor de la paz que tuvieron, que, como el Papa
-les concediese que todo lo que se contuviese del Occidente y Austro,
-despues de pasadas 100 leguas, de las islas de Cabo Verde, por bien de
-paz cedieron su derecho á concertarse con lo que se contuviese pasadas
-las 370 leguas, con las demas condiciones á que quisieron subiectarse
-por su propia voluntad. El traslado de los capítulos de este asiento
-enviaron los Reyes al Almirante en los primeros navíos que enviaron,
-despues que él partió con los 17 navíos, y quisieran que se hallaran él
-ó su hermano en tratar de aquello y asentar los dichos límites ó torre
-que se habia de hacer, hecha la línea que habian de imaginar, como
-abajo parecerá. Despues muchos años, el tiempo andando, en tiempo del
-Emperador D. Cárlos y Rey nuestro señor, se tractó de otra junta que se
-hizo en la ciudad de Badajoz, sobre los límites destas Indias, entre
-castellanos y portogueses, decirse ha abajo, con el favor de Dios, lo
-que en ello supiéremos que decir. Tratando deste asiento la Historia
-portoguesa, que refiere la vida del dicho rey D. Juan, y que escribió
-el susonombrado autor García de Reesende, en el cap. 166 dice, que
-deste asiento y conclusion se hicieron por los Reyes contratos jurados,
-y, con gran seguridad corroborados, de que mostraron ambas partes gran
-contentamiento, por excusar las diferencias y discordias que ya se
-comenzaban á revolver, contrarias de la paz que tenian asentada, y que
-cuando volvieron sus Embajadores, por Julio, el rey de Portugal los
-recibió con mucha alegría.....[1] Este historiador dice en el siguiente
-cap. 167, una cosa que quiero referir aquí, para aviso de los Reyes,
-porque es muy notable, y es, que tenia el rey de Portugal tanta parte
-en el Consejo de los reyes católicos de Castilla, Rey é Reina, que
-ninguna cosa se trataba en él, por secreta é importante que fuese,
-que no la supiese luego el rey de Portugal, y por esto, andando en
-estos tratos y conciertos, tenia el rey de Portugal muchas postas y
-gran industria desta manera: Trataban el Rey y la Reina en su Consejo
-lo que convenia tratar y determinarse; algunos traidores del Consejo,
-que allí tenia el rey de Portugal bien salariados, avisábanle luego de
-todo lo que pasaba; escribia luego el Rey á sus Embajadores, «mañana ó
-tal dia os han de decir ó responder el Rey é la Reina tal y tal cosa,
-respondereis de mi parte tal y tal cosa, y direis tales palabras;» los
-Embajadores, como veian que salia así todo, sin faltar palabra, estaban
-espantados, y no ménos el Rey y la Reina miraban en ello, viendo que
-los Embajadores daban tan determinadamente respuesta en cosas que
-requerian que con su Rey las consultasen. Y tenia esta industria el rey
-de Portugal, que enviaba al duque del Infantadgo y á otros Grandes, que
-sabia que no le ayudaban ni habian de ayudar, muchas joyas y presentes,
-públicamente para hacerlos sospechosos con los Reyes, y á los que tenia
-por sí en el Consejo de los Reyes, enviaba muchos dones y dádivas muy
-secretas, y pagaba sus salarios; y así no habia cosa que los Reyes
-hiciesen que no se lo revelaban. De donde parece cuanta es la maldad de
-los infieles consejeros, y como los Reyes viven y gobiernan en mucho
-trabajo.
-
-
-
-
-CAPÍTULO LXXXVIII.
-
-
-Visto por el Almirante que aquella provincia del Marien era tierra muy
-baja, y que no le parecia que habia piedra y materiales para hacer
-edificios, puesto que tenia muy buenos puertos y buenas aguas, deliberó
-de tornar hácia atras la costa arriba, al leste, á buscar un buen
-asiento donde provechosamente poblase; y, con este acuerdo, sábado, 7
-dias de Diciembre, salió con toda su flota del puerto de la Navidad, y
-fué á surgir aquella tarde cerca de unas isletas que están cerca del
-_Monte-Christi_, y, otro dia, domingo, sobre el monte, yendo mirando
-por la tierra donde Dios le deparase la dispusicion que buscaba para
-poblar, pero su intincion, principalmente, iba enderezada al Monte
-de Plata, porque se le figuraba, segun él dice, que era tierra más
-cercana á la provincia de Cibao, donde, segun el viaje primero habia
-entendido, estaban las minas ricas de oro, y quél estimaba ser Cipango,
-como arriba se dijo. Fuéronle los vientos muy contrarios despues que
-salió del puerto de _Monte-Christi_, que con muy grande trabajo y de
-muchos dias, y con toda el armada, se vido en gran pena y conflicto,
-porque la gente y los caballos venian todos con grande fatiga; por
-estas dificultades, no pudo pasar del puerto de Gracia, en el cual
-arriba digimos que habia estado Martin Alonso Pinzon, cuando en el
-primer viaje se apartó del Almirante, y que agora se llama el puerto
-ó rio de Martin Alonso, y está cinco ó seis leguas del puerto de la
-Plata; puesto que dice aquí el Almirante que está once, pero entónces
-no se sabia la tierra como agora. Este puerto dice el Almirante ser
-singularísimo, y quisiera, diz que, poblar en él, si sintiera que tenia
-rio suficiente de agua, ó fuente (y creo que tiene un arroyo pequeño),
-ó si supiera la buena tierra y comarca que alrededor tenia, como
-despues la supo. Por manera, que hobo de tornar atras tres leguas de
-allí, donde sale á la mar un rio grande y hay un buen puerto, aunque
-descubierto para el viento Norueste, pero para los demas bueno, donde
-acordó saltar en tierra, en un pueblo de indios que allí habia; y vido
-por el rio arriba una vega muy graciosa, y que el rio se podia sacar
-por acequias que pasasen por dentro del pueblo, y para hacer tambien
-en él aceñas y otras comodidades convenientes para edificar. Lo cual
-visto, en el nombre de la Sancta Trinidad, dice él, que determinó de
-poblar allí, é así mandó luego desembarcar toda la gente, que venia muy
-cansada y fatigada y los caballos muy perdidos, bastimentos y todas
-las otras cosas de la armada, lo cual todo mandó poner en un llano,
-que estaba junto á una peña bien aparejada para edificar en ella su
-fortaleza; en este asiento comenzó á fundar un pueblo ó villa que
-fué la primera de todas estas Indias, cuyo nombre quiso que fuese la
-Isabela, por memoria de la reina Doña Isabel, á quien él singularmente
-tenia en gran reverencia, y deseaba más servirla y agradarla que
-á otra persona del mundo. Dice aquí el Almirante, que, despues de
-haber asentado allí, daba infinitas gracias á Dios, por la buena
-dispusicion, que, para la poblacion, por aquel sitio hallaba; y tenia
-razon, porque hobo por allí muy buena piedra de cantería, y para hacer
-cal, y tierra buena para ladrillo y teja, y todos buenos materiales,
-y es tierra fertilísima y graciosísima y bienaventurada. Por este
-aparejo dióse grandísima prisa, y puso suma diligencia en edificar
-luego casa para los bastimentos y municiones del armada, é iglesia y
-hospital, y para su morada una casa fuerte, segun se pudo hacer; y
-repartió solares, ordenando sus calles y plaza, y avecindáronse las
-personas principales, y manda que cada uno haga su casa como mejor
-pudiere; las casas públicas se hicieron de piedra, las demas cada
-uno hacia de madera y paja, y como hacerse podia. Mas, como la gente
-venia fatigada de tan largo viaje, y no acostumbrado, de la mar, y
-luego, mayormente la trabajadora y oficiales mecánicos, fueron puestos
-en los grandes trabajos corporales de hacer las obras y edificios
-susodichos, y materiales para ellos, y la tierra, de necesidad, por la
-distancia tan grande que hay de España hasta aquí, é mudanza de los
-aires y diferentísimas regiones, los habia de probar, puesto que ella
-en sí es de naturaleza sanísima, como abajo se dirá en los capítulos
-90 y 91, á lo cual se llegó la tasa de los bastimentos, que todos se
-daban por estrecha órden y medida, como cosa que se traia de España,
-y que de los de la tierra, por ser tan diferentes de los nuestros,
-mayormente el pan, no habia esperanza que por entónces á ellos se
-arrostrase, comenzó la gente, tan de golpe, á caer enferma, y, por el
-poco refrigerio que habia para los enfermos, á morir tambien muchos
-dellos, que apénas quedaba hombre de los hidalgos y plebeyos, por muy
-robusto que fuese, que, de calenturas terribles, enfermo no cayese;
-porque á todos era igual, casi, el trabajo, como podrán bien adivinar
-todos aquellos que saben qué cosa sea, en especial en estas tierras,
-poblar de nuevo, lo cual en aquel tiempo, sin ninguna comparacion, más
-que en otro ni en otra parte, fué laborioso. Sobreveníales á sus males
-la grande angustia y tristeza que concebian de verse tan alongados
-de sus tierras, y tan sin esperanza de haber presto remedio, y verse
-defraudados tambien del oro y riquezas que se prometió á sí mismo, al
-tiempo que acá determinó pasar, cada uno. No se escapó el Almirante de
-caer, como los otros, en la cama, porque como por la mar solian ser sus
-trabajos incomparables, mayormente de no dormir, que es lo que más en
-aquella arte se requiere que tengan los que llevan oficio de pilotos,
-y el Almirante, no sólo llevaba sobre sí cargo de piloto, como quiera
-y como los pilotos suelen llevar en las navegaciones, adonde muchas
-veces han ido, pero en tal como esta, en aquel tiempo tan nueva y tan
-nunca otra tal vista ni oida, y que ninguno la sabia sino él, y por
-consiguiente, sobre sus hombros iba el cuidado de toda la flota, y
-que todos los otros pilotos habian de llevar, y, sin esto, lo mucho
-que ya más le iba que á todos, teniendo suspenso á todo el mundo, que
-esperaban como habia de responder la cosa comenzada; que, cierto, no
-era ménos, sino ántes más y mayor la obligacion, que de satisfacer á
-los reyes de Castilla y á toda la cristiandad, tenia, como mayores
-prendas se hobiesen ya metido, así de gastos como de gente, que la del
-primer viaje, así que todas estas consideraciones, que pasaban cada
-hora por su pensamiento, le compelian á que fuese mártir por la mar;
-y, sin duda, sus cuidados, vigilias, solicitud, temores, trabajos y
-angustias, no creo que se podrán comparar, de donde necesariamente se
-habia de seguir caer en grandes enfermedades, como abajo parecerá.
-Y de una cosa me parece que todos los que deste negocio tuvimos y
-tenemos noticia, entre todas las demas, nos debiamos más que de otras
-maravillar, y cognoscer la infalible providencia de Dios haber tenido
-singular modo de proveer aquesta negociacion, conviene á saber, que no
-solamente hobiese hecho tan fácil y breve, ansí en lo de la mar, sin
-tempestades, como en la clemencia y suavidad y favor de los vientos,
-en el primer descubrimiento y viaje, siendo, por la mayor parte, todos
-ó cuasi todos, los que despues se han hecho y hacen, tan peligrosos,
-impetuosos y llenos de tantos trabajos, como habemos muchas veces en
-nos y en otros experimentado, pero que nunca el Almirante, por todo él,
-á ida ni á venida, ni en la estada de España, ni agora en esta tornada
-de este segundo viaje, hasta que hobo enseñado á todos los demas á
-navegar estas mares, y puso en estas tierras la gente que trajo, cuasi
-como por arras de los que despues habian de venir á efectuar lo que
-Dios tenia determinado, nunca, digo, el Almirante, caudillo y guiador
-de aquesta divina hazaña, en todos los peligros y dificultades pasadas
-enfermase; y así, creo que es particular cosa esta, de las muchas que
-podemos hallar en el descubrimiento de estas Indias, no la menor que
-otra digna de profunda consideracion.
-
-
-
-
-CAPÍTULO LXXXIX.
-
-En el cual se tracta como el Almirante envió á un Alonso de Hojeda con
-15 hombres á descubrir la tierra, y saber de las minas de Cibao.—Como
-recibian los indios á los cristianos con mucha alegría.—Volvió Hojeda
-con nuevas de oro.—Alegróse el Almirante y toda la gente.—Como
-despachó el Almirante, de los 17, los 12 navíos para Castilla, con la
-relacion larga para los Reyes; y á quién envió por Capitan dellos, etc.
-
-
-Miéntra él ordenaba y entendia en la edificacion de la villa de la
-Isabela, porque no se perdiese tiempo ni se gastasen los mantenimientos
-en balde, y se supiese alguna nueva de lo que en la tierra habia,
-especialmente de su Cipango, informado de los indios que allí en un
-pueblo junto vivian, quienes afirmaban estar cerca de allí Cibao,
-determinó de enviar descubridores que supiesen lo que todos tanto
-deseaban, conviene á saber, las minas del oro, y para este ministerio
-eligió á Alonso de Hojeda, de quien arriba en el cap. 84 se hizo
-mencion. Con 15 hombres, luego, por el mes de Enero siguiente, mandó el
-Almirante que fuese á buscar y saber donde eran las minas de Cibao, y
-ver la dispusicion de la tierra, poblaciones y gentes della. Entretanto
-que Hojeda iba, entendió tambien el Almirante en despachar con brevedad
-los navíos que habian de ir á Castilla, y estos fueron 12 dejando 5,
-dos naos grandes y tres carabelas, que dejó consigo, de los 17, para
-las necesidades que se ofreciesen, y para ir á descubrir, como abajo se
-dirá. Volvió Alonso de Hojeda, á pocos dias, con buenas nuevas que á
-todos, en alguna manera, entre sus trabajos y enfermedades, alegraron,
-puesto que más quisieran, muchos y los más, y quizá todos, hallarse en
-el estado que estaban cuando se embarcaron en Castilla, como ya viesen
-que el poder ser ricos de oro iba á la larga, porque no pensaban sino
-que, á la costa de la mar, habian de hallar el oro, para hinchir
-sus costales, arrollado. Dió relacion Hojeda, que hasta los dos dias
-que habia hecho de camino, salido de la Isabela, habia tenido algun
-trabajo por ser despoblado, pero que, descendido un puerto, habia
-hallado muchas poblaciones á cada legua, y que los señores dellas y
-toda la gente los recibian como á ángeles, saliéndolos á recibir, y
-aposentándolos, y dándoles de comer de sus manjares, como si fueran
-todos sus hermanos. Este puerto es la sierra, que arriba digimos,
-fertilísima, que hace la vega por la parte del Norte, la cual toda era
-poblada, sino que, por aquella parte por donde fueron, debia ser el
-camino despoblado; como quiera que era todo poca distancia, porque no
-podian ser obra de ocho ó diez leguas hasta descender la vega abajo,
-la cual era, en admirable manera, poblada. Continuó Hojeda su camino,
-llegó á la provincia de Cibao en cinco ó seis dias, que está de la
-Isabela obra de 15 ó 20 leguas, porque se detenia por los pueblos por
-ser tan bien hospedado; llegado á la provincia, que luego comienza,
-pasado el rio grande que se llama Yaquí, al cual puso el Almirante Rio
-del Oro, cuando vido la boca dél en el puerto del _Monte-Christi_, el
-primer viaje, andando por los rios y arroyos della, los vecinos que
-en los puertos cercanos estaban y los que consigo por guias llevaban,
-en presencia del Hojeda y de los cristianos, cogian y cogieron muchas
-muestras de oro, que bastaron para creer y afirmar que era tierra
-de mucho oro; como en la verdad lo fué despues, de donde se sacó
-innumerable, y de lo más fino que hobo en el mundo, como, si Dios
-quiere, abajo se contará más largo. Con esta nueva, todos, como dije,
-recibieron un mezclado alegron; pero el Almirante fué el que más dello
-gustó, y determinó, despachados los navíos para Castilla, ir á ver la
-dicha provincia de Cibao, por los ojos, y dar á todos motivo de creer
-lo que viesen y palpasen, como Sancto Tomás. Hecha relacion larga de
-la tierra y del estado en que quedaba, y donde habia poblado, para los
-Reyes católicos, y enviándoles la muestra del oro que Guacanagarí le
-habia presentado, y la que Hojeda habia traido, é informándoles de todo
-lo que vido ser necesario, despachó á los 12 navíos dichos, poniendo
-por Capitan de todos ellos al susodicho Antonio de Torres, hermano del
-ama del príncipe D. Juan, á quien entregó el oro y todos sus despachos.
-Hiciéronse á la vela á los 2 dias de Febrero de 1494. Alguno dijo que
-envió con estos navíos á un Capitan que se decia Gorbalan pero no es
-así, lo cual ví, como está dicho, en una carta del mismo Almirante para
-los Reyes, cuyo traslado tuve yo en mi poder escrito de su propia mano.
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-CAPÍTULO XC.
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-En el cual se tracta como el Almirante salió por la tierra, con
-cierta gente española.—Dejó la gobernacion de la Isabela á su
-hermano D. Diego.—Como salió en forma de guerra, y así entraba y
-salia en los pueblos para mostrar su potencia y poner miedo en la
-gente indiana.—Como se quiso amotinar un contador, Bernal de Pisa,
-y hurtar ciertos navíos.—Los recibimientos que hacian los indios al
-Almirante y á los cristianos.—De su bondad y simplicidad en la manera
-que tenian.—De la hermosura de la vega á que puso nombre la Vega
-Real.—Los rios tan grandes y hermosos que habia, y el oro que en ellos
-se hallaba, etc.
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-Partidos los navíos para España, y el Almirante, de su indispusicion y
-enfermedad mejorado, acordando de salir á ver la tierra, en especial
-la provincia de Cibao, porque, estando enfermos algunos de los
-descontentos y trabajados, quisieron hurtar ó tomar por fuerza los
-cinco navíos que quedaban, ó algunos dellos, para se volver á España,
-cuyo movedor, diz que, habia sido un Bernal de Pisa, Alguacil de corte,
-á quien los Reyes habian hecho merced del oficio de Contador de aquesta
-isla, puesto quel Almirante, no pudiéndose la rebelion encubrir, hechó
-preso al Bernal de Pisa, y mandólo poner en una nao para enviarlo á
-Castilla con el proceso de lo que habia ordenado, y á los demas mandó
-castigarlos; por esta causa mandó poner toda la municion y artillería,
-y cosas más necesarias de la mar de los cuatro navíos, en la nao
-_Capitana_, y puso en ellas personas de buen recaudo. Y esta fué la
-primera rebelion que en estas Indias fué intentada, aunque luego,
-ántes que se perfeccionase, fué apagada. Tambien parece haber sido el
-origen de la contradiccion, que el Almirante y sus sucesores siempre
-tuvieron, de los que los Reyes proveian en estas tierras por sus
-oficiales, los cuales le hicieron, como se verá, grandísimos daños.
-Hallóse á este Bernal de Pisa una pesquisa escondida dentro de una
-boya, (que es un palo muy grueso que se echa con una cuerda, para que
-se sepa donde está el ancla, por si se le rompiere el cable) hecha
-contra el Almirante; y no se yo qué podia el Almirante haber cometido
-ó agravios hecho en tan pocos dias, que no habia dos meses que en la
-tierra estaba. Asimismo de los castigos, que, quizá por esto, hizo en
-los que por esta conjuracion halló culpados, comenzó la primera vez
-á ser tenido por riguroso juez, y, delante de los Reyes, y cuasi en
-todo el reino, por insufrible y cruel infamado; de lo cual yo bien
-me acuerdo, y áun ántes que pasase á estas partes ni cognosciese al
-Almirante, por tal en Castilla publicarse, y dado que no he visto los
-testigos que entónces hizo para certificarlos, pero he leido cartas
-suyas escritas á los Reyes, excusándose del rigor de la justicia que
-le imponian, de donde colijo que algun testigo debiera en aquellos
-de haber ejecutado; y, en la verdad, digno era de gran castigo aquel
-delito, siendo el primero y de tan mala y peligrosa especie y así
-muy grave, pero como los delincuentes, por gravemente que ofendan,
-querrian, del todo de las penas que merecen, escaparse, cuando se
-las ejecutan escuéceles, y siempre sus causas justifican y repútanse
-por agraviados. Volviendo al propósito, puesto recaudo en los cinco
-navios, y dejado cargo de la gobernacion á D. Diego, su hermano,
-con personas que en ella le aconsejasen y ayudasen, escogió toda la
-más gente y más sana que le pareció que habia de pié y de caballo,
-y trabajadores, albañiles y carpinteros, y otros oficiales, con las
-herramientas é instrumentos necesarios, así para probar á sacar oro,
-como para hacer alguna casa fuerte donde los cristianos se pudiesen
-defender si los indios intentasen algo. Salió de la Isabela, con toda
-su gente cristiana y con algunos indios del pueblo que habia junto á
-la Isabela, miércoles, á 12 de Marzo de 1494 años, y, por poner temor
-en la tierra, y mostrar que si algo intentasen eran poderosos para
-ofenderlos y dañarlos los cristianos, á la salida de la Isabela, mandó
-salir la gente en forma de guerra, con las banderas tendidas, y con sus
-trompetas, y, quizá, disparando espingardas, con las cuales quedarian
-los indios harto asombrados; y así hacia en cada pueblo al entrar y
-al salir, de los que en el camino hallaba. Fué aquel dia tres leguas
-de allí á dormir, al pié de un puerto harto áspero, todas de tierra
-llana, y porque los caminos, que los indios andaban, eran no más anchos
-que los que llamamos sendas, como ellos tengan poco embarazo de ropa
-ni de recuas ó carretas para tenerlos anchos, porque no lo son más de
-cuanto les caben los pies, mandó el Almirante ir á ciertos hidalgos,
-con gente de trabajo, delante, la sierra arriba, que dura obra de dos
-tiros buenos de ballesta, que con sus azadas y azadones lo ensanchasen,
-y, donde habia árboles, los cortasen y escombrasen, y por esta causa,
-puso nombre á aquel puerto, el Puerto de los Hidalgos. Otro dia,
-jueves, 13 de Marzo, subido el Puerto de los Hidalgos, vieron la gran
-vega, cosa que creo yo, y que creo no engañarme, ser una cosa de las
-más admirables cosas del mundo, y más digna, de las cosas mundanas y
-temporales, de ser encarecida con todas alabanzas, y por ella ir á
-prorumpir en bendiciones é infinitas gracias de aquel Criador della
-y de todas las cosas que tantas perfecciones, gracias y hermosura en
-ella puso; ella es de 80 leguas, y las 20 ó 30 dellas de una parte y
-de otra, de lo alto de aquella sierra, donde el Almirante y la gente
-estaban, se descubre; la vista della es tal, tan fresca, tan verde, tan
-descombrada, tan pintada, toda tan llena de hermosura, que ansí como
-la vieron les pareció que habian llegado á alguna region del Paraíso,
-bañados y regalados todos en entrañable y no comparable alegría, y
-el Almirante, que todas las cosas más profundamente consideraba, dió
-muchas gracias á Dios, y púsole nombre la Vega Real. Cuanto bien
-merezca este nombre y otro más digno si en la tierra lo hobiese, y que
-pudiese provocar las criaturas á nunca cesar de bendecir al Criador,
-despues parecerá cuando habláremos della en la descripcion desta isla.
-Descendieron luego la sierra abajo, que dura mucho más que la subida,
-con grande regocijo y alegría, y atravesaron la felicísima vega, cinco
-leguas que tiene de ancho por allí, pasando por muchas poblaciones,
-que, como á venidos del cielo, los recibian hasta que llegaron al
-rio grande y graciosísimo que los indios llamaban Yaquí, de tanta
-agua y tan poderoso como Ebro, por Tortosa, ó como por Cantillana,
-Guadalquivir; al cual llamó el Almirante el Rio de las Cañas, no se
-acordando que en el primer viaje lo nombró el Rio del Oro, cuando
-estuvo á su boca, que sale á _Monte-Christi_. A la ribera deste rio
-durmieron aquella noche todos, muy alegres y placenteros, lavándose
-y holgándose en él, y gozando de la vista y amenidad de tan felice y
-graciosa tierra y deleitosos aires, mayormente por aquel tiempo, que
-era Marzo, porque, aunque hay poca diferencia de un tiempo á otro
-en todo el año, en esta isla, como en otros muchos lugares y por la
-mayor parte destas Indias, pero aquellos meses desde Setiembre hasta
-Mayo, es su vivienda como de Paraiso, segun que, placiendo á Dios, más
-largo abajo será dicho. Cuando llegaban y pasaban por los pueblos, los
-indios de la Isabela que consigo el Almirante llevaba, entraban en
-las casas y tomaban todo lo que bien les parecia, con mucho placer de
-los dueños, como si todo fuera de todos, y los de los pueblos adonde
-entraban se iban á los cristianos, y les tomaban lo que les agradaba,
-creyendo que tambien se debia de usar entre nosotros en Castilla; de
-donde parece manifiesto, aunque despues se cognosció y experimentó más
-claro en diez mil partes destas Indias, cuanta era la paz, y amor, y
-liberalidad, y comunicacion benigna y fraternidad natural que, entre
-estas gentes, viviendo sin cognoscimiento del verdadero Dios, habia, y
-cuanto aparejo y dispusicion en ellos Dios habia puesto para imbuirlos
-en todas las virtudes, mayormente con la católica y cristiana doctrina,
-si los cristianos por fin principal lo tomáramos segun debiamos. Así
-que, otro dia, jueves, 14 de Marzo, pasado el rio Yaquí, con canoas
-y balsas, gente y fardaje, y los caballos por un vado hondo, aunque
-no nadando, sino fuera que viniera avenido, legua y media de allí
-llegaron á otro gran rio que llamó Rio del Oro, porque, diz que,
-hallaron ciertos granos de oro, en él, á la pasada; este rio parece
-ser, ó el que llamaban los indios Nicayagua, que está del rio Yaquí,
-el grande de atras y entra en él, obra de legua y media, pero este no
-es grande, salvo que debia de venir á la sazon, por ventura, avenido.
-Con este rio Nicayagua, que por sí es pequeño arroyo, se juntan tres
-otros arroyos; el uno Buenicún, que los cristianos, el tiempo andando,
-llamaron Rio Seco, el otro Coateniquím, el tercero Cibú, las últimas
-sílabas agudas; los cuales fueron riquísimos y del oro más fino, y
-estos fueron la principal riqueza de Cibao. Ó por ventura, era otro
-muy grande que en lengua de indios se nombraba Mao, que tambien mete
-su agua en el grande Yaquí. Este rio es muy gracioso y deleitable, y
-tuvo tambien muchas y ricas minas de oro; y más creo que fué Mao que no
-Nicayagua, considerando el camino del Puerto de los Hidalgos, por donde
-pudo á la Vega Real descender. Pasado, pues, este rio, segun cuenta
-el Almirante, con mucha dificultad, porque, cierto, debia de venir
-por las avenidas muy crecido, como algunas veces yo lo vide, allende
-ser por sí grande, fué á dar á una gran poblacion; de la cual, gran
-parte de la gente dió á huir, metiéndose en los más cercanos montes,
-como sintió los cristianos, otra parte de la gente quedó en el pueblo
-y se metian en sus casas de paja, y atravesaban con toda simplicidad
-unas cañuelas á las puertas, como si pusieran algunos carretones con
-culebrinas por las troneras de la muralla, haciendo cuenta, que, visto
-aquel impedimento de las cañuelas atravesadas, habian de cognoscer
-los cristianos que no era voluntad de los dueños que en sus casas
-entrasen, y que luego se habian de comedir á no querer entrar. ¿Qué
-mayor argumento de su inocencia y buena simplicidad? ¿qué más pudiera
-usarse en aquella edad dorada de que tantas maravillas y felicidades
-cantan los antiguos auctores, mayormente poetas? pero el Almirante,
-mandando que nadie entrase en las casas, y asegurando, en cuanto podia,
-los indios, iban perdiendo el temor y salian poco á poco á ver los
-cristianos; y porque pasando el rio Yaquí primero, grande, luego están
-sierras, debian guiar los indios que llevaba por el rio abajo, porque
-es todo llano, entre el rio y la sierra, obra de una legua, y á veces
-media, por llevar los cristianos por las poblaciones principales
-y grandes. Partió de aquella poblacion y llegó á otro hermoso rio,
-que era de tanta frescura, que le puso nombre Rio Verde; y tenia el
-suelo y ribera de unas piedras lisas guijeñas, todas redondas ó cuasi
-redondas, que lucian, y desta manera son cuasi los rios de Cibao; en
-este descansó toda la gente aquella noche. Otro dia, sábado, 15 de
-Marzo, entró por algunas poblaciones grandes, y la gente toda dellas,
-sin la que se ausentaba, ponian tambien palos atravesados á las puertas
-porque no entrase nadie, como en los pueblos pasados; llegaron aquella
-noche al pié de un gran puerto que llamó Puerto de Cibao, porque desde
-encima dél comienza la provincia de Cibao, por aquella parte, que es
-cuasi lo postrero della, porque atras, sobre la mano izquiérda, hácia
-el Mediodia, queda la mayor parte, y ellos iban la parte del rio Yaquí
-abajo, que tiraba el camino hácia el Norte ó polo Ártico; hicieron allí
-noche, porque ya la gente de pié iba fatigada. Estarian 11 leguas de la
-descendida del puerto pasado que nombró, por la parte de la subida en
-él, cuando salió de la Isabela, de los Hidalgos.
-
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-CAPÍTULO XCI.
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-En el cual se tracta como el Almirante subió á la provincia de Cibao, y
-de la etimología della, segun la lengua de los indios; de su hermosura,
-puesto que es aspérrima; los admirables y graciosísimos rios que tiene;
-los pinos infinitos de que está adornada; de su sanidad, salubérrimas
-aguas y aires, y alegría; del grandor della.—De los recibimientos y
-servicios que los indios en los pueblos le hacian.—Como en un gracioso
-rio y tierra halló minas de oro y de azul, y de cobre, y de ámbar, y
-especería.—Edificó una fortaleza.—De unos nidos de aves que hallaron
-en las cavas que hicieron, de que el Almirante se admiró, de lo cual
-tomó ocasion el auctor de decir como pudieron estar sin podrirse,
-y descubre muchos secretos de naturaleza.—Colige argumento de ser
-antiguas en estas tierras estas gentes.
-
-
-Antes que subiese aquel puerto envió á hacer el camino, como mejor
-adobarse pudo, para que los caballos pasasen, y desde aquí despachó
-ciertas bestias de carga para que tornasen á traer bastimentos de la
-Isabela; porque, como la gente no podia comer áun de los bastimentos
-de la tierra, gastábase mucho pan y vino, que era lo principal, y
-dello era necesario socorrerlos. Domingo, pues, de mañana, 16 de
-Marzo, subido el puerto, de donde tornaron á gozar de la graciosísima
-vista de la vega, porque se parece desde aquel puerto mejor áun que
-del primero, de cada banda sobre 40 leguas, entraron por la tierra de
-Cibao, tierra aspérrima, de grandes y aspérrimas sierras, todas de
-piedras grandes y chicas, cuan altas son; y bien la llamaron los indios
-Cibao, de ciba, que es piedra, cuasi pedregal, ó tierra de muchas
-piedras. Sobre la piedra hay nacida una corta hierba, que áun no cubre
-las piedras, puesto que en unas partes la hay más que en otras crecida;
-tiene toda aquella provincia infinitos rios y arroyos, en todos los
-cuales se halla oro; hay en ella pocas arboledas frescas, ántes es
-sequísima, comunmente, si no es en los bajos de los rios, salvo que
-abunda de infinitos pinos, muy raros y esparcidos y altísimos, que no
-llevan piñas, por tal órden por natura compuestos, como si fueran los
-aceitunos del Ajarafe de Sevilla, es toda esta provincia sanísima, los
-aires suavísimos, y las aguas, sin comparacion, delgadas y dulcísimas.
-Dice aquí el Almirante, que sería tan grande como el reino de Portugal
-esta provincia, pero yo, que la he andado y sé harto más y mejor que
-él, digo que creo ser mayor que tanto y medio que aquel reino. En
-cada arroyo que pasaban, hallaban granos de oro chiquitos, porque
-comunmente todo el oro de Cibao es menudo, puesto que en algunas partes
-y arroyos se han hallado granos crecidos, y uno se halló de 800 pesos
-de oro, que son diez y seis libras; y porque, como arriba en el cap.
-89 se dijo, habia enviado el Almirante á Alonso de Hojeda, pocos dias
-habia, que viese aquella provincia, y la gente della estaba ya avisada
-de la venida de los cristianos, y supieron que el Guamiquina de los
-cristianos venia (Guamiquina, llamaban al señor grande), por esta
-causa, por todos los pueblos que pasaban, salian á recibir al Almirante
-y á sus cristianos con grande alegría, trayéndoles presentes de comida
-y de lo que tenian, y, en especial, de oro en grano, que habian cogido
-despues que tuvieron noticia que aquella era la causa de su venida.
-Llegó desta hecha el Almirante hasta distar de la Isabela 18 leguas;
-halló y descubrió por allí, segun él dice en una carta que escribió á
-los Reyes, muchos mineros de oro, y uno de cobre, y otro de azul fino,
-y otro de ámbar, y algunas maneras de especería; destas no sabemos que
-haya otras sino la pimienta, que llamaban los indios desta isla axí.
-El azul fué poco, y el ámbar tambien, el oro, cierto, ha sido mucho; y
-como viese que cuanto más dentro de Cibao entraba, más áspera tierra
-y dificilísima de andar, mayormente para los caballos, se le ofrecia,
-porque no se pueden encarecer las sierras y altura, y aspereza dellas,
-que Cibao tiene, deliberó de hacer por allí donde estaba una casa
-fuerte, para que los cristianos tuviesen refugio y señoreasen aquella
-tierra de las minas, y escogió un sitio alegrísimo, en un cerro, cuasi
-poco ménos que cercado de un admirable y fresquísimo rio, no muy grande
-rio; el agua dél parece destilada, el sonido de sus raudales, á los
-oidos, suavísimo, la tierra enjuta, desabahada, airosa, que puede
-causar toda alegría, llámase Xanique aqueste rio, y de donde se ha
-sacado mucho oro, pero está en medio y comarca de muchos rios ricos.
-Allí mandó edificar una casa de madera y tapias, muy bien hecha, y,
-por la parte que no la cercaba el rio, cercóla de una cava, que, para
-contra indios, la casa ó torre era fortísima; al pié del asiento de
-esta fortaleza está un llano gracioso, que los indios llaman çabana, en
-la cual, algunos años despues de despoblada, hice y tuve yo, viviendo
-en otro estado, una heredad ó labranza, y, de un pequeño arroyo que
-estaba de cara de la fortaleza y que entraba en el dicho rio Xanique,
-hice coger algun oro; este arroyuelo hace á la entrada del rio una
-isleta de muy fértil y gruesa tierra, en la cual se hicieron entónces,
-de la semilla que aquellos primeros cristianos sembraron, traida de
-Castilla, las primeras cebollas de toda esta isla Española. Puso nombre
-á esta fortaleza el Almirante, la fortaleza de Sancto Tomás, dando
-á entender que la gente, que no creia que en esta isla hobiese oro,
-despues que lo vido con los ojos y palpó con sus mesmas manos, habia
-creido, como arriba se tocó. De una cosa hobo admiracion el Almirante y
-los que con él estaban, conviene á saber, que, abriendo los cimientos
-para una fortaleza, y haciendo la cava, cavando hondo bien un estado,
-y áun rompiendo á partes alguna peña, hallaron unos nidos de paja,
-como si hobiera pocos años que allí hobieran sido puestos, y, como por
-huevos, entre ellos, habia tres ó cuatro piedras redondas, casi como
-unas naranjas, de la manera que las pudieran haber hecho para pelotas
-de lombardas. Bien podia ser que la virtud mineral hobiese convertido
-los huevos en aquellas piedras, y ellas, despues, haber crecido, y los
-huevos estuviesen dentro dellas, por la misma virtud mineral, conforme
-á lo que arriba, en el capítulo 6.º, trujimos de Alberto Magno, puesto
-que, segun se puede colegir de Alberto Magno, las piedras no crecen,
-porque no viven, pero segun otros, sí; Alberto Magno en el libro I.
-cap. 7.º _De Mineralibus_, dice tambien, que en su tiempo en la mar de
-Dácia, cerca de la ciudad lubicense, se halló un ramo grande de árbol,
-en el cual estaba un nido de picazas, y en él picazas convertidas en
-piedras, que declinaban algo á color bermejo, lo que no pudo ser,
-segun dice, sino que, con alguna tormenta, las olas derrocaron el
-árbol al tiempo que tenia el nido, y cayeron las avecillas chiquitas
-en el agua, que no pudieron volar, y despues, por virtud del lugar en
-que cayeron, fué todo convertido en piedra; cuenta más, de una fuente
-que hay en Gotia, de la cual por virtud se certifica, que todo lo que
-en ella cae lo convierte en piedra, en tanto grado, que el emperador
-Frederico envió un guante suyo, sellado con su sello, para saber la
-verdad, del cual, como estuviese la mitad en el agua, y la mitad del
-sello, algunos dias, fué convertida aquella mitad, quedando la otra
-mitad cuero, como de ántes se era; y las gotas que caen á la orilla
-de aquella fuente se hacen piedras del tamaño de la gota, y ella no
-deja de correr. Vémoslo tambien manifiestamente, dice Alberto, en las
-altas sierras que perpétuamente tienen nieve, lo cual no podria ser
-sino por virtud mineral que abunda en aquellos lugares ó sierras; y
-Aristóteles en el libro _De Mineralibus_ dice, que algunas hierbas y
-plantas, y algunos animales tambien, se convierten en piedras por la
-virtud mineral, que tiene tal fuerza y virtud lapidificativa, conviene
-á saber, de convertir aquellas cosas en piedras, y esto dice que acaece
-en los lugares pedregosos; y como aquella provincia de Cibao fuese
-tan pedregosa, y tuviese y tenga tanta virtud mineral, fácil cosa
-era, segun natura, convertir los huevos de aquellos nidos en aquellas
-piedras, y despues, como dije, hacerse más grandes, si fuese verdad
-que viviesen, ó que las piedras los abrazasen y concluyesen dentro de
-sí, y esto parece lo más cierto, por lo que luego se dirá. La razon de
-engendrarse las piedras es esta: que como las concavidades, que las
-sierras ó montes tienen, sean naturalmente receptivas ó dispuestas
-para recibir en sí las aguas, como parece que de las sierras ó montes
-altos vemos salir fuentes y exprimir ó producir arroyos, ó caños de
-agua, y el agua cause ó haga lodo de la tierra, mayormente cuando la
-tierra es gruesa en sí é pegajosa como el barro, por tanto, deste lodo
-jugoso, y grueso, y pegajoso, y del calor ó vapor del lugar caliente
-que de su naturaleza es congregativo y conservativo del calor, ó que
-aquel calor se engendre por el movimiento de los vapores de la tierra,
-ó se engendre de los rayos del sol, destas dos cosas del lodo grueso
-y pegajoso, y del dicho vapor, son engendradas las piedras; y porque
-desto abundan los montes altos ó altas sierras, por eso en ellas se
-hallan grandes y muchas piedras, lo cual, cierto, se verifica bien en
-las sierras de Cibao. Esto es de Alberto Magno, en el cap. 5.º del
-tercero tratado «De las propiedades de los elementos.» Y dice más, que
-la señal y argumento de lo dicho es, que algunos miembros ó partes de
-animales de agua, como son pescados, y algunos instrumentos de navíos,
-así como timon ó gobernario, se han hallado dentro de algunas peñas,
-en lo hueco ó entrañas de algunas sierras ó montes, los cuales, sin
-duda, dice él, el agua con el lodo grueso y pegajoso allí los puso, y,
-por la frialdad y sequedad de la tal piedra ó peña, fueron conservadas
-aquellas cosas que no se pudriesen ó corrompiesen; y así pudieron estar
-dentro de las piedras los huevos, y si advirtiera el Almirante en esto
-y las hiciera quebrar, quizá se halláran dentro. A lo cual ayuda lo
-que el filósofo trae en el libro _De propietatibus elementorum_, que
-un filósofo, haciendo un pozo en su casa, llegando cavando al barro
-muy duro, y ahondando por él, halló un timon ó gobernario de una nao
-grande, como si allí se hobiera nacido, sobre lo cual dice Alberto,
-que aquello pudo acaecer, ó porque allí lo pusieron siendo entónces
-suelo aquel lugar ó la superficie de tierra, y despues, por tiempos,
-por causa de terremotos, ó por otra causa, echarse ó caer sobre aquel
-suelo mucha tierra, y, por la frialdad della, haber sido allí sin
-corromperse conservado, ó que antiguamente hobiese sido aquello mar, y
-por alguna causa accidental haberse desviado de allí la mar y quedar
-el lugar seco; y testifica él, que en Colonia vido cavar grandísimos
-hoyos, y, en lo más hondo dellos, hallarse paramentos con figuras
-de gran artificio y hermosura, de los cuales, ninguna duda hay que
-antiguamente los hobiesen puesto allí hombres, sino que despues, con
-los tiempos, caerse los edificios y sobrevenir mucha tierra, y así,
-lo que solia ser la superficie del suelo parecer y estar en hondura
-profunda. Por esta razon no son imposibles muchas cosas que se cuentan,
-puesto que, á los que no leen y saben estos principios, lo parecen;
-como lo que cuenta Fulgoso en el libro I de sus _Coletáneas_, que en el
-año de 1072, en los montes ó sierras de Suiza, léjos de la mar, cavando
-bien hondo, más de cient brazas, en unas minas de metales hallaron un
-navío enterrado con masteles y anclas de hierro, y, dentro del navío,
-los huesos de 40 hombres; algunos de los que lo vieron, diz que, decian
-que debia de quedar allí aquel navío desde el Diluvio, pero yo no lo
-creo, porque áun no se tenia tanta experiencia de navegar en la Edad
-del mundo primera. Otros afirmaban, que, anegado el navío, por las
-concavidades de la tierra la mar lo debió llevar allí, é despues, por
-discurso de luengos tiempos, crecer la tierra, desviándose el agua, y
-así quedar seca aquella comarca; y esto parece llegarse á lo susodicho
-y tener más color de verdad. Otros cuentan haberse hallado en una
-piedra de mármol una piedra preciosa, diamante, labrada y polida, y en
-otra, un sapo vivo; todo lo cual se debe reducir á la manera susodicha,
-y puede ser todo posible y certísimo. Yo he visto en las mismas minas
-de Cibao, á estado y dos estados en hondo de tierra vírgen, en llanos,
-al pié de algunos cerros, haber carbones y ceniza, como si hobiera
-pocos dias que se hobiera hecho allí fuego, y por la misma razon hemos
-de concluir que, en otros tiempos, iba por allí cerca el rio, y en
-aquel lugar hicieron fuego, y despues, apartándose más el agua del rio,
-amontonóse la tierra sobre él que con las lluvias descendia del cerro,
-y porque esto no pudo ser sino por gran discurso de años y antiquísimo
-tiempo, por eso es grande argumento que las gentes destas islas y
-tierra firme son antiquísimas. Tornando al propósito de los nidos, que
-en la cava de la fortaleza de Sancto Tomás halló el Almirante, queda
-bien averiguado, por los ejemplos naturales y razonables susodichos,
-que pudieron conservarse y no corromperse, aunque de paja eran, por la
-frialdad y sequedad de las piedras ó de la tierra. Dejó por Capitan y
-Alcaide á un caballero aragonés, y Comendador, que se llamaba D. Pedro
-Margarite, persona de mucha estima, y con él 52 hombres; despues envió
-más, y estuvieron hasta 300, entre oficiales, para que la fortaleza
-se acabase, y otros que la defendiesen. Y, dejada su instruccion y lo
-demas ordenado, tornó á tomar el camino para la Isabela, con intincion
-de se despachar lo más presto que pudiese para ir á descubrir, como
-se dirá; por lo cual, viérnes, 21 de Marzo, se partió, y en el camino
-halló la recua, que volvia con los bastimentos por qué habia enviado,
-la cual envió á la fortaleza, y porque los rios venian muy grandes con
-las avenidas, porque llovia mucho en las sierras, hobo de andar por los
-pueblos más despacio de lo que quisiera, y comenzó á comer la gente del
-caçabí, ó pan y ajes, y de los otros mantenimientos de los indios, que
-los indios les daban de muy buena voluntad, y mandábales dar por ellos
-de las contezuelas y otras cosillas de poco valor, que llevaba.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XCII.
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-En el cual se tracta como halló el Almirante la gente cristiana muy
-enferma, y muerta mucha della.—Como por hacer molinos y aceñas
-compelió á trabajar la gente, y por la tasa de los mantenimientos,
-que ya muy pocos habia, comenzó á ser aborrecido, y fué principio de
-ir siempre su estado descreciendo y áun no habiendo crecido.—De los
-que mucho daño le hicieron fué fray Buil, el legado que arriba se
-dijo.—Persuádese no tener hasta entónces el Almirante culpas por qué
-lo mereciese.—Dícense muchas angustias que allí los cristianos, de
-hambre, padecieron, y como morian cuasi desesperados.—De cierta vision
-que se publicó que algunos vieron.—Como vino mensajero de la fortaleza
-que un gran señor venia á cercarla.—De lo que el Almirante por remedio
-hizo.
-
-
-Sábado, 29 dias de Marzo, llegó el Almirante á la Isabela, donde halló
-toda la gente muy fatigada, porque, de muertos ó enfermos, pocos
-se escapaban, y los que del todo estaban sanos, al ménos estaban,
-de la poca comida, flacos, y cada hora temian venir al estado de
-los otros; y que no vinieran, sólo el dolor y compasion que habian
-en ver la mayor parte de todos en tan extrema necesidad y angustia
-era cosa triste, llorosa é incurable. Tantos más caian enfermos y
-morian, cuanto los mantenimientos eran ménos, y las raciones dellos
-más delgadas; estas se adelgazaban más de dia en dia, porque, cuando
-los desembarcaron, se hallaron muchos dañados y podridos; la culpa
-desto cargaba el Almirante, ó mucha parte della, á la negligencia ó
-descuido de los Capitanes de los navíos. Tambien los que restaron,
-con la mucha humedad y calor de la tierra, ménos que en Castilla sin
-corrupcion se detenian, y porque ya se acababa el bizcocho, y no
-tenian harina sino trigo, acordó hacer una presa en el rio grande de
-la Isabela para una aceña, y algunos molinos, y dentro de una buena
-legua no se hallaba lugar conveniente para ellos; y, porque de la
-gente de trabajo y los oficiales mecánicos, los más estaban enfermos y
-flacos, y hambrientos, y podian poco, por faltarles las fuerzas, era
-necesario que tambien ayudasen los hidalgos y gente del Palacio, ó
-de capa prieta, que tambien hambre y miseria padecia, y á los unos y
-á los otros se les hacia á par de muerte ir á trabajar con sus manos,
-en especial no comiendo; fuéle, pues, necesario al Almirante añadir
-al mando violencia, y, á poder de graves penas, constreñir á los unos
-y á los otros para que las semejantes obras públicas se hiciesen. De
-aquí no podia proceder sino que de todos, chicos y grandes, fuese
-aborrecido, de donde hobo principio y orígen ser infamado, ante los
-Reyes y en toda España, de cruel y de odioso á los españoles, y de
-toda gobernacion indigno, y que siempre fuese descreciendo, ni tuviese
-un dia de consuelo en toda la vida, y, finalmente, desta semilla se
-le originó su caida; por esta causa debió de indignarse contra él
-aquel padre, que, diz que, venia por legado, fray Buil, de la órden
-de Sant Benito, ó porque, como hombre perlado y libre, le reprendia
-los castigos que en los hombres hacia, ó porque apretaba más la mano,
-el Almirante en el repartir de las raciones de los bastimentos, que
-debiera, segun al padre fray Buil parecia, ó porque á él y á sus
-criados no daba mayores raciones como se las pedian. Y como ya fuese
-á todos ó á los más, por las causas susodichas, odioso, en especial
-al contador Bernal de Pisa, y así debia ser á los otros oficiales y
-caballeros, que más auctoridad en sí mismos presumian que tenian, á
-todos los cuales, sobre todo, creo yo que desplacia la tasa de los
-bastimentos, como parece por las disculpas que el Almirante á los
-Reyes por sus cartas de sí traia, que como muchos le importunaron en
-Castilla que los trajese consigo, y ellos trajesen más criados de los
-que podian mantener, no dándoles las raciones tantas ó tan largas como
-las quisieran, consiguiente cosa era, que los habia en ello, quien
-habia de cumplir con tantos, de desabrir. Allegábase otra calidad que
-hacia más desfavorable su partido, conviene á saber, ser extranjero y
-no tener en Castilla favor, por lo cual, de los españoles, mayormente
-de la gente de calidad, que en sí son altivos, como no le amasen, era
-en poco estimado; así que todo esto, junto con el descontento del padre
-fray Buil, hobo de hacer harto efecto para dañarle, y dende adelante
-su favor fuese disminuido. Y verdaderamente, yo, considerando lo que
-desto por mí sé, y á lo que á otros de aquellos tiempos he oido, y de
-propósito algo inquirido, y lo que la razon que juzguemos nos dicta,
-yo no sé qué culpas en tan poco tiempo (porque no habian pasado sino
-tres meses, y con tantas dificultades y necesidad involuntaria, y que
-sólo el tiempo y la novedad del negocio y de las tierras ofrecia), el
-Almirante, contra los españoles que consigo trujo, por entónces hobiese
-cometido, para que tanta infamia y desloor con razon incurriese, sino
-que fué guiado por oculto divino juicio. Tornando á la infelicidad de
-los cristianos que allí estaban, como fuese creciendo de dia en dia
-y de hora en hora, y disminuyéndoseles todo el socorro y refrigerio,
-no sólo de los manjares que para enfermos y de graves enfermedades
-se requerian, porque acaecia purgarse cinco con un huevo de gallina
-y con una caldera de cocidos garbanzos, pero los necesarios para no
-morir aunque estuvieran sanos, y lo mismo de cura y medicinas, puesto
-que algunas habia traido, pero no tantas ni tales que hobiese para
-tantos, ni conviniesen á todas complisiones, sobrevenia la carencia de
-quien los sirviese, porque ellos mesmos se habian de guisar la comida,
-ya que alguna tuviesen, aunque, por falta de la cual, era este su
-menor cuidado, y, finalmente, á sí mismos habian de hacer cualquiera
-necesario servicio. Y lo que en estos dias, en aquella gente, mas
-llorosa y digna de toda compasion hacia su desastrada suerte, fué,
-que como se veian, distantísimos de todo remedio y consuelo, morir,
-principalmente de hambre y sin quien les diese un jarro de agua, y
-cargados de muy penosas dolencias, que más, cierto, la hambre y falta
-de refrigerio para enfermos, les causó allí, é siempre (como se dirá
-placiendo á Dios), á los que han muerto y enfermado en todas estas
-Indias se les ha causado; así que, con todo género de adversidad
-afligidos, y que muchos dellos eran nobles y criados en regalos, y que
-no se habian visto en angustias semejantes, y, por ventura, que no
-habia pasado por ellos en toda su vida un dia malo, por lo cual, la
-menor de las penas que padecian, les era intolerable, morian muchos
-con grande impaciencia, y á lo que se teme totalmente desperados. Por
-esta causa, muchos tiempos, en esta isla Española, se tuvo por muchos
-ser cosa averiguada, no osar, sin gran temor y peligro, pasar alguno
-por la Isabela, despues de despoblada, porque se publicaba ver y oir de
-noche y de dia, los que por allí pasaban ó tenian que hacer, así como
-los que iban á montear puercos (que por allí despues hobo muchos), y
-otros que cerca de allí en el campo moraban, muchas voces temerosas
-de horrible espanto, por las cuales no osaban tornar por allí. Díjose
-tambien públicamente y entre la gente comun, al ménos, se platicaba
-y afirmaba, que una vez, yendo de dia un hombre ó dos por aquellos
-edificios de la Isabela, en una calle aparecieron dos rengleras, á
-manera de dos coros de hombres, que parecian todos como de gente noble
-y del Palacio, bien vestidos, ceñidas sus espadas, y rebozados con
-tocas de camino, de las que entónces en España se usaban, y estando
-admirados aquel ó aquellos, á quien esta vision parecia, como habian
-venido allí á aportar gente tan nueva y ataviada, sin haberse sabido en
-esta isla dellos nada, saludándolos y preguntándoles cuando y de donde
-venian, respondieron callando, solamente, echando mano á los sombreros
-para los resaludar, quitaron juntamente con los sombreros las cabezas
-de sus cuerpos, quedando descabezados, y luego desaparecieron; de la
-cual vision y turbacion quedaron los que los vieron cuasi muertos,
-y por muchos dias penados y asombrados. Tornando á tomar donde la
-historia dejamos, estando en estos principios de sus tribulaciones y
-angustias el Almirante, vínole un mensajero de la fortaleza de Sancto
-Tomás, enviado por el capitan Mosen Pedro Margarite, avisándoles como
-todos los indios de la tierra se huian y desamparaban sus pueblos, y
-que un señor de cierta provincia, que se llamaba Caonabo, se apercibia
-para venir sobre la fortaleza y matar los cristianos. Oidas estas
-nuevas por el Almirante, acordó enviar 70 hombres de los más sanos,
-y la recua cargada de bastimentos y armas, y otras cosas necesarias;
-los 25 para guarda de la recua, y los restantes para engrosar los que
-la fortaleza guardaban, y, de camino, hiciesen camino por otra parte,
-porque por el que habian comenzado á ir era muy áspero. Junto con esto
-deliberó enviar toda la gente que no estaba enferma, y la que podia
-andar, aunque no del todo muy sana, dejando solamente los oficiales
-mecánicos, y dióles por Capitan á Alonso de Hojeda, para que los
-llevase hasta la fortaleza de Sancto Tomás, y los entregase al dicho
-Mosen Pedro Margarite, para que con ella anduviesen por la tierra y la
-allanasen, mostrando las fuerzas y poder de los cristianos para que los
-indios temiesen y comenzasen á enseñarse á obedecerlos, mayormente por
-la Vega Real, donde, dice el Almirante, que habia innumerables gentes,
-y muchos Reyes y señores (y así era gran verdad, como se dijo en el
-cap. 90), y así tambien andando, se hiciesen los cristianos á comer de
-los mantenimientos de la tierra, pues ya todos los de Castilla se iban
-acabando, pero el Hojeda quedase por Alcaide de la dicha fortaleza.
-
-
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-CAPÍTULO XCIII.
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-En el cual se tracta como Alonso de Hojeda salió de la Isabela con 400
-hombres, para poner miedo á la gente de la tierra y sojuzgarla.—Como
-en llegando á un pueblo, pasado el Rio del Oro, prendió á un
-Cacique y señor, y á su hermano y sobrino por una cosa que hizo un
-indio.—Como cortó las orejas á un vasallo del mismo Cacique en su
-presencia.—Como condenó á muerte á los mismos, Cacique, hermano y
-sobrino.—Dánse razones como ya tenian los indios justa guerra contra
-los cristianos.—Cuán culpable fué deste hecho el Almirante, y cuan al
-revés entró y comenzó en estas tierras del camino de la ley evangélica,
-etc.
-
-
-Miércoles, 9 de Abril del mismo año de 1494, salió de la Isabela Alonso
-de Hojeda con la gente, que pasarian de 400 hombres, y, en llegando
-que llegó, al rio, y pasado de la otra parte, que el Almirante habia
-puesto Rio del Oro, que arriba digimos ser Mao, á lo que conjeturamos,
-porque sabemos muy bien aquella tierra, y cuantos y cuales rios tiene,
-y como se llamaban en lengua de indios, como, placiendo á Dios, abajo
-se nombrarán, prendió Hojeda al Cacique y señor del pueblo que allí
-estaba, y á un hermano y sobrino suyo, y presos, en cadenas, los
-envió á la Isabela, al Almirante; hizo más, que á un indio ó vasallo
-del dicho Cacique y señor, mandó cortar las orejas en medio de la
-plaza de su pueblo; la causa de hacer esta obra, diz que, fué porque
-viniendo tres cristianos de la dicha fortaleza para la Isabela, el
-dicho Cacique les dió cinco indios que les pasasen la ropa por el
-vado, y al medio del rio los dejaron, y volviéronse con ella á su
-pueblo, y, diz que, el Cacique no los castigó por ello, ántes la ropa
-se tomó para sí. Estaba otro pueblo destotra parte del rio, y el
-Cacique y señor dél, como vido que llevaban presos á aquel señor, su
-vecino, y á su hermano y á su sobrino, quísose ir con ellos á rogar
-al Almirante que no los hiciese mal, confiando que habia hecho muy
-buenas obras cuando el Almirante pasó, y ántes cuando Hojeda tambien,
-y que el Almirante recebiria sus ruegos. Llegados los presos á la
-Isabela, y él con ellos, mandó el Almirante que los presos llevasen á
-la plaza, y con voz de pregonero, les cortasen las cabezas; ¡hermosa
-justicia y sentencia, para comenzar en gente tan nueva á ser amados
-los cristianos, para traerlos al cognoscimiento de Dios, prender y
-atar á un Rey y señor en su mismo señorío y tierra, y, pared por medio
-della, condenarlos á muerte y á su hermano y sobrino, por una cosa
-en que, quizá, ninguna culpa tuvieron, y ya que la tuviesen, siendo
-tan leve, y habiendo de preceder mil comedimientos y justificaciones
-primero! Tambien ¿como se pudo averiguar, prendiéndolos luego como
-Hojeda llegó, y no sabiendo cosa ninguna de la lengua, que el Cacique
-tuviese la culpa, y su hermano y su sobrino que no fuesen inocentes?
-lo mismo fué gentil ejecucion de justicia, la cual hizo en presencia
-del mismo Cacique, y en su pueblo y señorío, cortando las orejas al
-vasallo ajeno, Hojeda; ¡buenas nuevas cundirian de la mansedumbre y
-bondad de los cristianos por toda la tierra! Así que, como vido el otro
-Cacique que llevaban al señor, su vecino, y quizá su padre, ó hermano y
-pariente, á la muerte, con muchas lágrimas rogaba al Almirante que no
-lo hiciese, prometiendo por señas, en cuanto él podia dar á entender,
-que nunca más otro tanto se haria; condescendió el Almirante á sus
-ruegos y alcanzólos la vida. En esto llegó uno de caballo que venia
-de la fortaleza, y dió nueva, como pasando por el pueblo del Cacique
-preso, sus vasallos tenian en mucho aprieto cercados, para matar, á
-cinco cristianos, y él con su caballo los descercó y le huyeron más
-de 400 indios, fué tras ellos é hirió algunos, é yo no dudo sino que
-habria otros muertos. Tambien se derramaría por toda la tierra buen
-rumor y buena fama de los cristianos, que un poco ántes estimaban haber
-descendido del cielo. Esta fué la primera injusticia, con presuncion
-vana y errónea de hacer justicia, que se cometió en estas Indias contra
-los indios, y el comienzo del derramamiento de sangre, que despues tan
-copioso fué en esta isla, como abajo parecerá, placiendo á Dios, y
-despues desta en todas las otras infinitas partes dellas. Ya, desde
-este dia, ninguna duda se puede tener por hombre que tenga buen seso,
-sino que aquel Cacique y su pueblo tenia justo título y derecho para
-contra los cristianos mover y sostener justa guerra, y este derecho
-comenzaban los indios de aquel pueblo justamente contra los cinco
-cristianos á ejercer; pues veian que les habian llevado su Rey é señor
-á la Isabela, preso, quisieron, por ventura, prenderlos, porque, por
-haberlos el Almirante, creian ser en su señor restituidos. ¿Qué título,
-ó qué derecho, ó qué razones tan necesarias que los convenciese, los
-podia haber dado el Almirante cuando llegó á su pueblo, en obra de dos
-ó tres horas que estuvo en él, mayormente los unos ni los otros no se
-entendiendo, para que no creyese el Cacique que le hacia muy buena
-obra en dejarle pasar por su tierra, y hacelle, como le hizo, buen
-recibimiento, entrando en ella sin pedirle licencia, mayormente siendo
-los cristianos gente tan nueva y de su vista primera feroz, y entrando
-en modo de armado ejército, y con caballos, animales tan fieros, que en
-viéndolos les tiemblan las carnes, creyendo que los habian de sorber?
-lo cual, en la verdad, injuria que se les hizo fué, y no hay gente hoy
-en el mundo ni la hobo en tónces que por injuria no lo tuviera, y, de
-_jure gentium_, resistir y vengar ó castigar por derecho natural no lo
-pudiera ó debiera. ¿Y qué, no se estimaría tambien por superior suyo
-y de los cristianos que traia, y á quién habia de ocurrir Hojeda que
-le hiciera justicia del indio que, del medio del rio, con la ropa de
-los cristianos, afirmaba que se les habia vuelto, y no hacerse juez
-supremo en tierra y jurisdiccion ajena, y, lo peor y gravísimo que es,
-prender al mismo señor y Rey, y estando seguro y pacífico, y en su
-señorío y jurisdiccion, casa y tierra, que fué hacer más atroz y feo
-el crímen, echarle en cadenas? La razon clara lo muestra, que no se
-habia de entrar tan de rondon ni como en su casa en estas tierras, ni
-en forma de guerra, y que no habia de salir el Almirante tan presto de
-la Isabela, sin primero enviar sus mensajeros por toda la tierra, dando
-cuenta de su venida á todos los Reyes y señores della, notificándoles
-venir por su bien, convidándolos á que viniesen á verlo, y que para
-los ir á ver le diesen licencia, enviándoles dádivas, como áun trajo
-en la instruccion y mandado que le dieron los Reyes, y hacer todos
-cuantos comedimientos, y tomar todos cuantos medios de paz, y amor, y
-dulzura, y para evitar escándalo y turbacion de los pusilos inocentes,
-nos enseña y manda la suave ley evangélica, cuyo ministro y mensajero
-él era; pero luego entrar poniendo temores y mostrar potencia, y en
-forma de guerra, y violar la jurisdiccion y preeminencia que de ley
-natural no era suya, sino ajena, paréceme á mí que no fué entrar por
-la puerta. No parece, cierto, esta primera entrada, que fué otra sino
-como si nó de los hombres, salvo de bestias fieras, estuvieran pobladas
-estas tierras; y, verdaderamente, yo no osaria culpar la intincion
-del Almirante, por lo mucho que dél conocí, porque, cierto, siempre
-la juzgué por buena, pero, como digimos en el cap. 41, el camino que
-llevó, y muchas cosas que hizo, dellas, creyendo que acertaba, de su
-voluntad, dellas, constreñido por las angustias que le sucedieron,
-como, placiendo á Dios, diremos, fué por error grandísimo que tuvo
-cerca del derecho. Es aquí mucho de considerar, para que se vea mejor
-el principio que siempre llevó este negocio de las Indias, que, como ha
-parecido en los capítulos precedentes, el Almirante y sus cristianos,
-y despues todos cuantos en todas estas tierras y reinos entraron y
-anduvieron, lo primero que trabajaron siempre, como cosa estimada
-dellos por principal y necesaria para conseguir sus intentos, fué
-arraigar y entrañar en los corazones de todas estas gentes su temor
-y miedo, de tal manera que, en oyendo cristianos, las carnes les
-extremeciesen; para lo cual, efectuar hicieron cosas hazañosas, nunca
-otras tales, ni tantas, vistas ni oidas, ni áun pensadas ni soñadas,
-como, Dios queriendo, se verá. Obra muy manifiesta ser contraria y
-enemiga de la por donde han de comenzar su camino, y su entrada, y
-su negociacion para inducir los infieles á que vengan á la fe, los
-que profesan la verdad y la benignidad, la suavidad y mansedumbre
-cristiana.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XCIV.
-
- En el cual se tracta como el Almirante determinó de ir á descubrir,
- como los Reyes le habían mucho encargado, cuando volvió el segundo
- viaje.—Como constituyó un Presidente y un Consejo para el regimiento
- desta isla.—Como partió de la Isabela y llegó á Cuba, por la parte
- del Sur.—Llegó á surgir á un puerto.—Vinieron á los navíos muchos
- indios á traer á los cristianos de lo que tenian, estimando que habian
- venido del cielo.—Como desde allí descubrió la isla de Jamáica;
- púsole nombre Santiago.—Salieron muchas canoas de indios, con
- alegría, para los navíos.—En un puerto salieron de guerra, queriendo
- impedir á los cristianos la entrada.—Como lo hacian con razon y
- justicia.—Como los cristianos asaetearon á ciertos indios, y cuan mal
- hecho fué, y como no se habian de ganar por esta via.—Como no se han
- de hacer males por algun fin bueno, aunque salgan dellos bienes.
-
-
-Porque, como el rey de Portugal vido descubiertas estas Indias, y
-hallarse burlado de no haber aceptado la empresa que la fortuna le
-habia ofrecido y puesto en sus manos, alegaba que este orbe caia debajo
-de su demarcacion y division que la Iglesia, los tiempos pasados,
-hecho habia, entre los reyes de Castilla y Portugal (no se cual ella
-entónces pudo ser, no teniendo de cosa, que por este mar Océano
-hobiese, noticia, más de Guinea), por lo cual pretendia mover pleito,
-y áun tenia una armada aparejada para venir acá, como arriba se dijo;
-por esta causa, el Rey é la Reina, al tiempo que este segundo viaje
-de los 17 navíos para poblar despacharon, al Almirante le mandaron
-y encargaron muy mucho, que lo más presto que pudiese trabajase de
-se despachar para ir á descubrir, mayormente á la isla de Cuba, que
-hasta entónces fué estimada por tierra firme, y descubriese cuanta
-más tierra firme ó islas pudiese, porque el rey de Portugal fuese en
-tiempo y posesion, y en derecho por consiguiente, prevenido, mayormente
-habiendo ya concedido la Sede Apostólica en especie todo este orbe de
-las Indias, y puesto límites y demarcacion, ó distribuido este mundo de
-por acá, entre ambos reyes de Portugal y de Castilla, segun que arriba
-queda en el capítulo 79 escrito. Así que, por cumplir el mando de Sus
-Altezas, y ejercitar el apetito é inclinacion que Dios le habia dado, y
-para lo que le habia escogido, determinó el Almirante de se despachar
-para descubrir, y para dejar la gobernacion de los Españoles ordenada,
-y lo demas que tocaba á los indios desta isla, segun la estima y
-opinion que dellos, para sujetarlos, tenia. Instituyó un Consejo de
-las personas que de mayor prudencia, y ser, y auctoridad le pareció,
-entre las cuales puso á su hermano, D. Diego Colon, por Presidente.
-Las personas fueron, el dicho padre fray Buil, que se dijo tener poder
-del Papa, como su legado, y Pero Hernandez Coronel, Alguacil mayor,
-y Alonso Sanchez de Carabajal, Regidor de Baza, y Juan de Luxan,
-de los caballeros de Madrid, criado de la Casa real; á estos cinco
-encomendó toda la gobernacion, y á Mosen Pedro Margarite, que con la
-gente que tenia, que eran, como dije, 400 hombres, anduviese y hollase
-y sojuzgase toda la isla, dando á todos sus instrucciones, segun que
-por entónces le pareció que, para el servicio de Dios y de Sus Altezas
-(como él dice, hablando dello), convenia; el cual, con un navío ó nao
-grande y dos carabelas, todos los tres bien aparejados, dejando los
-dos en el puerto para las necesidades que se ofreciesen, partió, en
-nombre de la Sancta Trinidad, dice él, jueves, 24 de Abril del mismo
-año de 1494, despues de comer, la vía del Poniente, y fué al puerto de
-_Monte-Christi_ á surgir. Otro dia fué al puerto de la Navidad, donde
-dejó los 39 cristianos, tierra del rey Guacanagarí, que tanta humanidad
-y buen acogimiento y caridad en el primer viaje, señaladamente en la
-pérdida de la nao, le hizo; el cual, con miedo, porque quizá no le
-viniese á hacer mal por la muerte de los cristianos, de que no tuvo
-culpa, como se dijo arriba, se escondió, puesto que preguntando por
-él el Almirante á los indios, sus vasallos, que luego á los navíos
-en sus canoas vinieron, fingieron que habia ido cierto camino, y que
-luego vernia. Finalmente, no curó de más esperar sino alzó sus velas
-el sábado; fué seis leguas de allí á la isla de la Tortuga, en par
-de la cual estuvo con calma y mucha mar, que venia del Oriente, y las
-corrientes, por el contrario, venian del Occidente, por lo cual toda
-la noche estuvo en harto trabajo. El domingo, con viento contrario,
-que creo que era Norueste, y con las corrientes que le venian por la
-proa, del Occidente, fué forzado tornar á surgir atras en el rio que
-en el viaje primero llamó Guadalquivir, de que arriba digimos; llegó
-al fin al puerto de Sant Nicolás, martes, 29 dias de Abril. De allí
-vido la punta ó cabo de Cuba, que él llamó el primer viaje, cuando la
-descubrió, _Alpha et Omega_, y agora se llama la Punta de Bayatiquirí,
-en lengua de los indios; atravesó por aquel golfo, entre Cuba y esta
-Española, que es de 18 leguas de punta á punta ó de cabo á cabo, y
-comienza á costear la isla de Cuba por la parte del Sur ó Austro.
-Vido luego una gran bahía y puerto grande, y así lo nombró Puerto
-Grande, cuya entrada era muy honda; ternia de boca 150 pasos. Surgió
-allí, donde los indios vinieron con canoas á los navios y trajeron
-mucho pescado, y de aquellos conejos de la isla, que llamamos arriba,
-capítulo 46, guaminiquinajes. Tornó á alzar sus velas, domingo, 1.º de
-Mayo, y fué costeando la isla, y vía, cada hora, maravillosos puertos,
-cuales los tiene, cierto, aquella isla; vian montañas muy altas y
-algunos rios que salian á la mar, y, porque iba muy cerca de tierra,
-eran sin número los indios de la isla que venian con sus canoas á los
-navíos, creyendo que habian descendido del cielo, trayéndoles del pan
-caçabí suyo, y agua, y pescado, y de lo que tenian, ofreciéndoselo á
-los cristianos con tanta alegría y regocijo, sin pedir cosa por ello,
-como si por cada cosa hobieran de salvar las ánimas, puesto que el
-Almirante mandaba que todo se lo pagasen dándoles cuentas de vidro, y
-cascabeles, y otras cosas de poco valor, de lo cual iban contentísimos,
-pensando que llevaban cosas del cielo. Y porque los indios que llevaba
-el Almirante consigo (que era, á lo que yo creo, un Diego Colon, de los
-que el viaje primero habia tomado en la isla de Guanahaní y lo habia
-llevado á Castilla y vuelto, el cual, despues vivió en esta isla muchos
-años conversando con nosotros), hacian mucho caso señalando hácia la
-parte donde estaba la isla Jamáica, afirmando que habia mucho oro, (y
-creo, cierto, que es la que llamaban el viaje primero Baneque, que
-tantas veces la nombraban, puesto que no veo que aquí el Almirante haga
-mencion de Baneque), así que, acordó el Almirante dar una vuelta hácia
-el Sueste, tomando parte del Sur, sábado, 13 de Mayo, y el domingo,
-luego, la vido, y el lúnes llegó á ella y surgió, aunque no en puerto.
-Desque la vido, dice el Almirante, que le pareció la más hermosa y
-graciosa de cuantas hasta entónces habia descubierto; eran sin número
-las canoas grandes y chicas que venian á los navíos. El lúnes procuró
-de buscar puerto, yendo la costa abajo, y, como enviase las barcas
-para que sondasen (esto es, echar la plomada para ver cuantas brazas
-tiene el fondo), las entradas de los puertos, salieron muchas canoas
-llenas de gente armada para les defender la tierra, y que en ella no
-saltasen; como gente prudente, que, de ley natural, puede defender
-su tierra de cualquiera gente no conocida, hasta ver quién es ó qué
-es lo que pretende, porque cada una república ó persona particular
-puede temer y proveer en el daño que le puede venir, de gente nueva
-ó personas que no conoce, como Josepho, con razon pudo decir á sus
-hermanos, como á gente de otro reino, extraña y fingiendo que no la
-conocia, «vosotros espías debeis de ser deste reino de Egipto para
-ver lo mas flaco dél, etc.,» como parece en el Génesis, cap. 42. Por
-esta razon se hicieron leyes por los Emperadores, que los romanos no
-fuesen osados, aunque fuese con títulos de llevar mercaduría, de ir á
-tierra de persas con quien no tenian paz ni que hacer, y la razon de
-la ley asignase en ella: «porque no parezca ó se diga que los romanos
-son espías ó especuladores de los reinos extraños.» Así lo dice la ley
-_Mercatores_, capítulo _De mercatoribus_. Así que, visto por los que
-iban en las barcas que los indios venian denodados para los impedir
-que no saltasen en tierra, y con armas, tornáronse á los navíos en su
-paz. De allí fué á otro puerto, el cual nombró Puerto Bueno, y como
-saliesen asimismo los indios con sus armas á resistir la entrada á los
-de las barcas, diz que, porque, mostrando temor los cristianos, sería
-causa que tuviesen mayor atrevimiento, acordaron de darles tal refriega
-de saetadas con las ballestas, que, habiéndoles herido seis ó siete
-(y Dios sabe cuantos más serian los heridos y muertos), que tuvieron
-por bien de cesar de la resistencia, y vinieron de las comarcas gran
-número de canoas llenas de indios á los navíos, pacíficos y humildes.
-Este fué otro yerro no chico; cierto, mejor fuera por otras vías
-darles á entender como no iban á hacerles mal ni daño, ó por señas,
-ó enviándoles de los indios que en los navíos llevaban, como muchas
-veces se aseguraron en muchos lugares de Cuba y desta isla Española y
-de las de los lucayos, en el primer viaje, como en diversos capítulos
-arriba ha parecido, que no matar ni herir, ni quebrar por ninguna
-manera con ellos; y cuando no pudieran por todas vías, eran obligados
-á irse á otra parte y dejarlos, porque los indios tenian justo título
-y justicia para defender su tierra de toda gente, y nunca se ha de
-hacer mal alguno, por chico que sea, por fin que del hayan de salir
-cuan grandes bienes los hombres pretendieren, cuanto más, que ya se
-tenia larga experiencia de la bondad y pacabilidad de los indios, cuan
-fáciles eran de aplacar y contentar, dándoles razon ó señales de que no
-venian á hacerles algun perjuicio, aunque al principio se ponian, de
-puro miedo, en resistir la entrada. Traian aquí de sus bastimentos y de
-lo que tenian, y lo daban á los cristianos por cualquiera cosa que les
-daban; en este se adobó el navío del Almirante de un agua que hacia por
-la quilla. Era este puerto de la forma de una herradura; puso nombre
-á esta isla de Jamáica, el Almirante, Santiago. Viernes, 9 de Mayo,
-tornó á salir deste puerto, yendo la costa de Jamáica abajo, la vía del
-Poniente, yendo tan junto con la costa, que muchas canoas iban con los
-navíos dando de sus cosas y recibiendo de las nuestras, con toda paz y
-alegría.
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-CAPÍTULO XCV.
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- En el cual se cuenta como el Almirante dejó á Jamáica y tornó sobre la
- isla de Cuba.—De un indio, que, dejados sus parientes, llamando, se
- quiso ir con los cristianos.—Como yendo por la costa de Cuba abajo
- tuvo grandes aguaceros y bajos para encallarle los navíos, donde
- padecieron grandes trabajos y peligros.—Hallaron infinitas islas
- pequeñas; púsoles nombre el Jardin de la Reina.—Vieron unas aves
- coloradas de la manera y hechura de grullas.—Vieron grullas, muchas
- tortugas, y de cierta pesquería dellas.—De la mansedumbre de los
- indios.—Toparon otros indios mansísimos.—Detuvo uno.—Informóle ser
- isla de Cuba, y nuevas que le dió de un Cacique que habla por señas á
- su gente, sin ser mudo.—De otros peligros que por allí padecieron.
-
-
-Y porque tenia los vientos muy contrarios, que no le dejaron más
-costear aquella isla, por esto acordó de dar la vuelta sobre la de
-Cuba, y ansí tornóse, mártes, 18 de Mayo, con intincion de andar por
-ella 500 ó 600 leguas, hasta experimentar si era isla ó tierra firme.
-El dia que dió la vuelta, vino un indio mancebo á los navíos, hablando
-por señas que se queria ir con ellos, tras él vinieron muchos parientes
-suyos y sus hermanos para rogarle que no fuese con los cristianos,
-pero no lo pudieron acabar con él, puesto que con muchas lágrimas
-se lo persuadian, ántes se metia en los lugares secretos del navío,
-donde no los viese llorar, y finalmente se quedó, y ellos se fueron
-desconsolados y tristes. Cierto, es de considerar, que no sin misterio
-esta inclinacion le quiso dar Dios para salvarlo por esta vía, porque
-es de creer que el Almirante le haria enseñar en las cosas de la fé y
-baptizarle, lo que no alcanzara si en su tierra quedara. Partido, pues,
-de Jamáica el Almirante con sus navíos, llegó á un Cabo de la isla de
-Cuba, que nombró cabo de Cruz, miércoles, 18 de Mayo. Yendo la costa
-abajo, tuvo grandes y contínuos aguaceros, con truenos y relámpagos, y
-con esta topaba muchos bajos, donde á cada paso temia encallar; estas
-dos cosas, concurriendo juntas, le pusieron en grandísimos peligros y
-trabajos, porque los remedios de ambas son contrarios, y, habiéndose
-de poner juntos, es imposible, sino por casi milagro, salvarse; la
-razon es, porque el remedio de los aguaceros, tan impetuosos como
-los hay en estas tierras, y de gran peligro, si en muy presto no se
-pone, es amainar las velas muy luego, y para no encallar, ó para
-despues de encallados salir de los bajos, es añadir á las veces velas;
-por manera, que si ambos á dos peligros concurren en un tiempo, es
-necesario, en uno dellos, y áun en ambos, perderse, sino por milagro.
-Cuanto más andaba la costa abajo, tanto más espesas parecian infinitas
-islas bajas, unas todas de arena, otras de arboleda, y muchas que no
-sobreaguaban nada; cuanto más estaban más cerca de la isla de Cuba, más
-altas, y más verdes, y graciosas parecian. Eran de una legua, y de dos,
-y de tres, y de cuatro; este dia vido muchas, y el siguiente muchas más
-y más grandes, y porque eran innumerables y no podia á cada una ponerle
-nombre, llamólas á todas juntas, el Jardin de la Reina; contáronse
-aquesta dia más de 160, de una parte y de otra, digo, de la parte del
-Norte, y del Norueste, y del Sudueste, y áun canales por entre ellas,
-con hondura, que podian pasar los navíos, de dos brazas, y de tres,
-y más. En muchas dellas hallaron unas aves como grullas, coloradas;
-estas aves no son grullas, sino de la misma manera y tan grandes como
-grullas, excepto que son al principio blancas (digo al principio,
-cuando áun no han llegado á cierta edad), y poco á poco se van tornando
-coloradas, y cuando comienzan á colorarse no parecen, de un poco léjos,
-sino manadas de obejas almagradas; solamente las hay estas aves en
-Cuba y en estas isletas, y no se mantienen sino del agua salada y de
-alguna cosa que en ella ó con ella hallan, y cuando alguna se toma y
-se tiene en casa, no la mantienen sino echándole un poco de caçabí,
-que es el pan de los indios, en un tiesto de agua con una escudilla de
-sal en ella. Hallaban eso mismo muchas tortugas, tan grandes como una
-gran rodela, y poco ménos que una adarga; destas hay infinitas entre
-aquellas isletas, de las cuales y de su nacimiento, ó como se crian,
-diremos, placiendo á Dios, cuando de la isla de Cuba hablaremos.
-Vieron grullas de las mismas de Castilla, y cuervos, y diversas aves
-que cantaban suavemente, y de las isletas salian suavísimos olores que
-los deleitaban. En una destas isletas vieron una canoa de indios que
-estaban pescando, los cuales, viendo á los cristianos que iban en la
-barca á ellos, se estuvieron seguros como si vieran á sus hermanos, y
-hiciéronles señas que se detuviesen; detuviéronse hasta que pescaron,
-y la pesquería era, que toman unos peces que se llaman revesos, que
-los mayores serán como una sardina, los cuales tienen en la barriga
-una aspereza, con la cual, donde quiera que se pegan, primero que se
-despeguen los hacen pedazos; estos ataban de la cola un hilo delgado,
-luengo de ciento y doscientas brazas, y váse el pece cuasi por encima
-del agua ó poco más bajo, y en llegando que llega adonde están las
-tortugas en el agua, pégansele en la concha baja, y tiran del cordel y
-traen una tortuga que pesa cuatro y cinco arrobas, y, en fin, allí se
-queda el pece pegado, si, como dije, no le despedazan; no sé si quizá
-él despues se despegaria por sí, si le dejasen. Lo mismo vemos cuando
-se toman tiburones, que son unas bestias crueles, carniceras, que comen
-hombres cuando los hallan, que vienen muchos de los peces revesos, que
-dije, en las barrigas de los tiburones pegados. Acabada la pesquería,
-vinieron los indios á la barca y hicieron los cristianos señas, que
-se viniesen con ellos á los navíos, los cuales vinieron de muy buena
-gana, y el Almirante les hizo dar de los rescates, y supo dellos
-haber adelante, de aquellas isletas, infinitas; daban todo cuanto
-tenian liberalísimamente, y así, se tornaron muy alegres. Prosiguió
-su camino todavía al Poniente por las islas inmensas que habia, y por
-los aguaceros y tormentas de aguas y truenos y relámpagos, cada tarde
-hasta el salir de la luna, y con todos los susodichos peligros, con
-lo cual pasó grandes trabajos y angustias, que sería dificultoso,
-como fueron, decirlas; y, puesto que ponia grandísima diligencia, y
-guarda, y vigilias suyas, y de atalayas que ponia en el mastel, muchas
-veces tocaba y áun atollaba la nao en que él venia, donde padecian
-nuevos trabajos y peligros para sacar la nao, tornando atras, y otras
-veces yendo adelante. Llegó a una isla mayor que las otras, la cual
-llamó Sancta María, en la cual habia una poblacion, y ninguno de los
-indios della osó parar por miedo de los cristianos. Hallaron en ella
-mucho pescado, y perros de los mudos que no ladran; vian por todas
-las islas muchas manadas de las grullas, muy coloradas, y papagayos y
-otras muchas aves. Teniendo falta de agua, dejó de andar por aquellas
-isletas, y llegóse á la costa de Cuba, á 3 dias de Junio, donde habia
-mucha espesura de árboles, por lo cual no pudieron cognoscer si habia
-poblacion alguna; saliendo un marinero con una ballesta, para matar
-alguna ave, topó con obra de 30 hombres con sus armas de lanzas y
-flechas, y unas como espadas, de forma de una paleta hasta el cabo, y
-del cabo hasta la empuñadura se viene ensangostando, no aguda de los
-cabos, sino chata; estas son de palma, porque las palmas no tienen las
-pencas como las de acá, sino lisas ó rasas, y son tan duras y pesadas,
-que de hueso y, cuasi de acero, no pueden ser más: llámanlas macanas.
-Dijo aquel marinero, que entre aquellos habia visto un indio con una
-túnica blanca vestido, y que hasta los piés le cubria. Dió voces el
-marinero á sus compañeros viéndose solo cerca de tantos, los cuales
-dieron á huir, como si vieran mil hombres tras ellos; y aunque otro
-dia envió el Almirante algunos cristianos para ver si hallaban algo,
-y llagaron obra de media legua dentro en la tierra, no pudieron, sino
-con trabajo, penetrar, por los montes ser espesos, y mayormente que
-habia cienagas que duraban cuasi dos leguas, segun les parecia, hasta
-llegar á los cerros y montañas. De allí prosigue al Poniente, y,
-andadas 10 leguas con sus navíos, vieron en la costa algunas casas, y
-la gente dellas vinieron en sus canoas á los navíos con comida y con
-muchas calabazas llenas de agua, todo lo cual mandó el Almirante que se
-les pagase, y hizo detener un indio, rogándole á él y á ellos, por la
-lengua, que lo tuviesen por bien hasta que les mostrase el camino y le
-preguntasen algunas cosas, y que despues le dejarian volver á su casa;
-los cuales, aunque con alguna tristeza, mostraron tenerlo por bueno,
-pues podian juzgar, que si no quisieran poco les aprovechara. Este
-le certificó que Cuba era isla que la mar cercaba, y, segun entendió
-el Almirante, que el Rey della, de la costa del Poniente abajo, con
-su gente, sino era por señas, no hablaba, pero que luego era hecha
-cualquiera cosa que mandase; si el señor que entónces vivía era ó no
-era mudo, ó quizá este hablar por señas acostumbraba, esto debe ser
-fábula, porque los que primero fuimos á descubrir por dentro de la
-tierra y á poblarla de cristianos, desde á quince á diez ó seis años,
-nunca tal cosa ni nueva de ella hallamos. Andando ansí, entran los
-navíos en un banco de arena que ternia una braza de agua, y de longura
-tanto trecho como dos navíos, donde se vieron en grande angustia
-y trabajo, tanto, que para pasarlos á una canal honda, tuvieron
-necesidad de armar con mucha dificultad todos los cabrestantes. Vieron
-innumerables tortugas muy grandes, que parecia dellas estar la mar
-cuajada; sobrevino una nubada de cuervos marinos, que cubrian la lumbre
-del sol, venian de hácia la mar, y daban consigo en tierra de Cuba; lo
-mismo pasaban innumerables palomas y gaviotas, y, de diversas especies,
-muchas aves. Otro dia vinieron á los navíos tan espesas las mariposas,
-que parecian espesar el aire; duraron hasta la noche y las disipó un
-gran aguacero de agua.
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-CAPÍTULO XCVI.
-
- En el cual se tracta como determinó el Almirante dar la vuelta para
- la Española.—De las leguas que descubrió de Cuba.—Que halló por las
- reglas de la Astronomía, como se halló de Cáliz tantas otras por la
- esfera.—Encalló con los navíos, padeció grandes angustias.—Del olor
- de estoraque que sintieron.—De un indio viejo que vino á hablar al
- Almirante, y de un teológico razonamiento que le hizo cerca de la otra
- vida; cosa es muy notable, aunque breve, por ser dicha por un indio.
-
-
-Como supo el Almirante por aquel indio, que duraban por aquella costa
-tanta infinidad de islas, y que tantos peligros y daños cada hora se le
-ofrecian, y tambien que los mantenimientos se le iban acabando, acordó
-de dar la vuelta por la Española y visitar la gente, y proseguir la
-villa de la Isabela, que dejó al mejor tiempo comenzada y no acabada,
-de lo cual tenia noches y dias intenso cuidado; para proveerse de
-agua, y de lo que pudiese haber de comida, fuése á una isla de hasta
-30 leguas en torno, á la cual habia puesto el Evangelista, y dice el
-Almirante, que distaba de la isla de la Dominica, al pié de 700 leguas.
-Esta isla del Evangelista creo que es la isla que despues llamamos,
-y hoy se llama, la isla de Pinos, que está cuasi frontero Norte-sur
-del principio de la Habana, y terná de luengo 20 leguas, porque, por
-toda la costa de la mar del Sur de Cuba, no hay isla sino aquella que
-sea tan grande, por manera, que poco le quedaba de descubrir del cabo
-de Cuba, al Almirante; quedar le habian obra de 35 ó 36 leguas por
-navegar hasta el cabo de Cuba. Esto tambien parece, por lo que dice el
-Almirante, en la relacion que deste descubrimiento de Cuba envió á los
-Reyes, que navegó y descubrió della 333 leguas, y midiendo su viaje
-por las reglas de la Astronomía, dice: «que desde el cabo de Cuba que
-se ve con la Española, que llamó Fin de Oriente, y por otro nombre
-_Alpha et Omega_, navegó hácia el Poniente, de la parte del Austro,
-hasta haber pasado el término de diez horas en la esfera, en manera
-que, estando él allí, cuando se le ponia el sol á él, se levantaba á
-los que vivian en Cáliz, en España, desde á dos horas, y dice que no
-pudo haber yerro alguno, porque hobo entónces eclipse de la luna, á
-14 de Setiembre, y que él estaba bien apercibido de instrumentos, y
-fué muy claro el cielo aquella noche.» Todas estas son sus palabras.
-Tornando al propósito, viernes, 13 de Junio, dió la vuelta por la
-vía del Sur ó del Austro, por salir de aquella espesura de islas,
-y saliendo por una canal que le pareció más honda y desembarazada,
-navegando por ella un poco del dia, hallaron la canal cerrada y los
-navíos, de islas y tierras, como en un corral, todos cercados; la gente
-toda quedó muy turbada y desmayada, viéndose en tanto peligro y con
-falta de bastimentos: bien es de creer que su miedo y angustia era muy
-grande, y la del Almirante mucho más que doblada. Confortóles á todos
-con las mejores palabras que pudo, y con harto trabajo tornaron á salir
-por donde entraron, y fueron á parar á la isla del Evangelista, donde
-habia reparádose de agua. Miércoles, 25 de Junio, partió della por
-la vía del Norueste, por ver unas isletas, que parecian de allí obra
-de cinco leguas, y, un poco más adelante, dieron en una mar manchada
-de verde y blanco, que parecia todo bajos, aunque habia de hondo dos
-brazas; desde á siete leguas, dan consigo en otra mar muy blanca,
-que aína les parecia ser toda cuajada; de allí á siete leguas, topan
-otra prieta como tinta, en que habia cinco brazas de fondo; por esta
-anduvo hasta que se llegó á Cuba. Todas estas diferencias de mar eran
-á los marineros grande espanto, como cosas que nunca habian visto ni
-experimentado, y por tanto, en cada una temian ser perdidos y anegados.
-Salió de Cuba la vía del Leste con vientos escasos, por canales, y
-todas llenas de bajos, y, estando escribiendo, como solia, todo lo
-que le acaecia en su viaje, á 30 de Junio, encalló su nao, la cual,
-no pudiéndola sacar con anclas y cables por popa, sacáronla por proa,
-y, por los golpes que dió en el arena, con harto daño; de allí, no
-llevando vía ordenada, sino segun los bajos y ranales y tambien el
-viento le daban lugar, navegaba todavía por la mar muy blanca, y, sobre
-todos aquellos reveses é inconvenientes, cada dia eran visitados al
-poner el sol de aguaceros terribles que los fatigaban. Con todo esto
-el Almirante andaba muy penado y angustiado; llegóse á la tierra de
-Cuba, por donde aquel camino hácia el Oriente habia comenzado, donde
-sintieron unos suavísimos olores como los habian sentido de ántes, y,
-cierto, estos olores mucho más se sienten y gozan en aquella isla que
-en ninguna destas otras, y creíamos que debia haber por ella, como sea
-muy montuosa, árboles de estoraque, porque ansí nos parecia olerlos,
-cuando en el descubrimiento della andábamos, cuasi todas las mañanas,
-y era de los palos ó leña que los indios quemaban. En 7 de Julio,
-salió el Almirante á tierra por oir Misa, y estándola oyendo, llegó un
-Cacique ó señor viejo, que parecia ser señor de toda aquella tierra ó
-provincia, el cual, mirando todos aquellos actos y ceremonias que el
-sacerdote hacia, y las señales de adoracion, y reverencia, y humildad
-que los cristianos mostraban, viendo dar la paz al Almirante y las
-reverencias por los que le servian, y tambien por la auctoridad de
-su persona, conoció que debia ser aquel la persona á quien los demas
-obedecian, y ofreciéndole una calabaza de las que llaman hibueras por
-aquellas islas, que sirven de escudillas, llena de cierta fruta de
-la tierra, asentóse cabe el Almirante en coclillas, porque así era
-la manera de asentar cuando no tenian los duhos, que eran unas bajas
-sillas, y comenzó á hacer este razonamiento: «Tú has venido con gran
-poder á estas tierras que nunca tú ántes viste, y, con tu venida, en
-todos los pueblos y gentes dellas has puesto gran temor, hágote saber,
-que, segun lo que acá sentimos, dos lugares hay en la otra vida donde
-van las ánimas de los cuerpos salidas, uno malo y lleno de tinieblas,
-guardado para los que turban y hacen mal al linaje de los hombres; otro
-lugar es alegre y bueno, donde se han de aposentar los que, miéntras
-acá vivieren, aman la paz y quietud de las gentes, y por tanto, si tú
-sientes que has de morir, y que á cada uno, segun lo que acá hiciere
-acullá le debe de responder el premio, no harás mal ni daño á quien
-contra tí mal ó daño no cometiere; y esto que aquí habeis hecho es
-muy bueno, porque me parece que es manera de dar gracias á Dios:»
-añidió, diz que, tambien como habia estado en la isla Española, y en
-la de Jamáica, y que habia ido la isla abajo de Cuba, y que el señor
-de aquella parte andaba como sacerdote vestido. Todo esto entendió
-el Almirante, segun le pudieron interpretar los indios que desta
-isla llevaba, mayormente Diego Colon, que habia llevado y tornado de
-Castilla. Maravillado el Almirante de tan prudente oracion del indio
-viejo, más alta, cierto, que la pudiera orar un filósofo gentil, sin
-fe, muy estudioso en filosofía, respondióle, que de muchos dias atras
-tenia, lo que habia dicho, bien entendido, conviene á saber, las ánimas
-vivir para siempre despues desta vida, y las malas ir á mal lugar, que
-se llamaba infierno, y las buenas á bueno, que los cristianos nombraban
-Paraíso, y que se holgaba mucho haber sabido que él y la gente de
-aquella tierra tenian de las cosas del otro siglo tan buena noticia, lo
-que ántes él no creia, y que le hacia saber que él era enviado por unos
-Reyes grandes, ricos y poderosos, sus señores, que eran señores de los
-reinos de Castilla, para buscar y saber de aquellas tierras, no para
-otro fin, sino para saber si algunos hobiese que hiciesen mal á otros,
-como habia oido decir que habia por estas mares algunas gentes que
-llaman caníbales ó caribes, que á otros mal hacian, para los refrenar
-é impedir que no lo hiciesen, y á los buenos honrarlos y defenderlos,
-y trabajar que todos viviesen, sin perjuicio de otros, pacíficos.
-Rescibió las palabras del Almirante, el prudente viejo, con lágrimas y
-mucha alegría, afirmando, que si no tuviera mujer y hijos se fuera con
-él á Castilla, y recibidas del Almirante algunas cosillas de rescates,
-hincábase de rodillas, haciendo meneos de grande admiracion, repitiendo
-muchas veces si era cielo ó si era tierra el lugar donde aquellos tales
-hombres nascian; todo esto en sentencia saqué, de lo que escribe D.
-Hernando Colon, hijo del dicho primer Almirante, y de las Décadas de
-Pedro Mártir, que lo dice más largo que D. Hernando, porque en aquel
-tiempo don Hernando era muy niño, y Pedro Mártir lo pudo muy bien
-saber del mismo Almirante, como supo mucho de lo que escribió, porque
-entónces Pedro Mártir residia en la corte, y era de los Reyes bien
-favorecido. No es de maravillar que aquel viejo dijese al Almirante
-tales cosas de la otra vida, porque comunmente todos los indios destas
-Indias tienen opinion de las almas no morir, mayormente aquellos de
-Cuba, de quien en su lugar, placiendo á Dios, diremos cosas de notar de
-las opiniones que tenian.
-
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-
-CAPÍTULO XCVII[2].
-
-
-Arriba hemos apuntado y dicho, algunas veces, los incomparables
-trabajos que el Almirante padeció en estos descubrimientos, y despues,
-cuando pensaba que habia servido y que podia descansar en la tierra
-ó en alguna parte ó rincon de los reinos que habia descubierto,
-muy mayores angustias y tormentos de espíritu, como se verá, se le
-ofrecieron; de tal manera, que en toda su vida fué como un luengo
-martirio. De donde los hombres, si quisieren, cognoscerán, cuan poco
-fruto y cuan poco descanso se halla, y, puesto que alguno parezca
-hallarse, cuan poco dura el placer dél en estos bienes terrenos,
-mundanos y temporales, si dentro del espíritu no se negocia y conversa
-el ánima con Dios; y porque aún restaban al Almirante otros pocos de
-más amargos peligrosos trabajos, ántes que llegase á la Española,
-donde pensaba un poquillo descansar, contaremos agora lo que, más que
-lo pasado, duro y angustioso le sucedió. Salido de aquel lugar donde
-aquel indio viejo le habló, parecia que todos los vientos y aguas se
-habian concordado para le fatigar y añadir angustias sobre angustias,
-penas sobre penas, y sobresaltos á sobresaltos, porque no tuviese
-tiempo ni sazon para poder resollar; entre muchos que padeció, vino
-sobre él un tan súpito y tan horrible y peligroso aguacero, que le hizo
-poner el bordo debajo del agua, y, con gran dificultad y que pareció
-sólo socorro de Dios, poder amainar las velas, y, juntamente, con las
-más pesadas anclas surgir. Entrábales mucha agua por el plan, que es
-lo más bajo de la nao, que acrecentaba sus peligros, y apénas los
-marineros podian vencerla con la bomba, porque, allende que andaban
-todos muy cansados de los continuos trabajos, faltábales la comida,
-que no comian sino una libra de podrido bizcocho, y un cuartillo de
-vino, ó de su brebaje, sino era cuando algun pescado acaso tomaban;
-esta era necesidad grande que padecian, y muy mayor la del Almirante,
-sobre quien la de los otros y la suya cargaba. Desta, dice él mismo
-en lo que escribió á los Reyes, desta navegacion, estas palabras:
-«Yo estoy tambien á la mesma razon, plega á Nuestro Señor que sea
-para su servicio, porque, por lo que á mí toca, no me pornia más á
-tantas penas é peligros, que no hay dia que no vea que llegamos todos
-á dar por tragada nuestra muerte.» Con estos peligros y aflicciones
-continuas llegó al Cabo que llamó al principio cabo de Cruz, á 18 de
-Julio, adonde los indios le hicieron muy buen recibimiento y luego
-le trujeron de su pan caçabí, y pescado, y frutas de la tierra y de
-todo lo que tenian, con grande alegría y placer, donde holgaron y
-descansaron dos ó tres dias. Y, mártes, 22 de Julio, aunque siempre con
-vientos contrarios, que no le dejaron volver su camino derecho para la
-Española, dió la vuelta sobre la isla de Jamáica; siguió la costa della
-por el Occidente abajo, y, yendo mirando y alabando á Dios todos de
-ver tanta frescura, y tan hermosa y felice tierra, vian toda la costa
-y tierra llena de pueblos y los puertos bonísimos, de legua á legua;
-seguian los navíos infinitos indios con sus canoas, trayéndoles y
-sirviéndoles con muchas cosas de comer, como si fueran todos sus padres
-y ellos hijos. Dice el Almirante, que juzgaba la gente ser muy mejores
-aquellos mantenimientos que cuantos hasta allí habian visto, pero cada
-tarde les sucedian los sobresaltos y penas de los aguaceros. Echábalo
-el Almirante á las muchas arboledas, y no hay duda dello; y dice, que
-á los principios así acaecia en las islas de Canaria, y de la Madera,
-y de los Azores, pero despues que fueron desmontadas y las humidades
-enjutas y consumidas, cesaron en mucha parte los aguaceros, y desto,
-en esta isla Española, tenemos larga experiencia. Encarecidamente
-loaba el Almirante la hermosura, y fertilidad, y frutas, y lo demas
-que traian los indios para comer, y la muchedumbre de pueblos de
-la isla de Jamáica, diciendo que ninguna otra se le igualaba de las
-que hasta entónces habia visto. Vido una bahía muy hermosa con siete
-isletas á la ribera de la mar, y que tenia la isla tierra altísima,
-que le parecia que excedia la media region del aire, donde se congelan
-las impresiones; toda la tierra muy poblada por todas partes. Juzgaba
-que bojaba 800 millas, pero despues que la vido bien, á otro viaje,
-declaró que ternía de largo 50 leguas y de ancho 20; mucho quisiera
-descubrirla y verla más, segun le parecia tan bien, sino por la falta
-de bastimentos y la mucha agua que los navíos hacian. Hízole buen
-tiempo y volvió hacia el leste, camino desta isla Española, mártes,
-19 de Agosto, y la postrera tierra della, que fué un Cabo que se mira
-con esta isla, le puso nombre el cabo del Farol; y miércoles, 20 de
-Agosto, vido el cabo ó punta occidental desta isla Española, al cual
-puso nombre cabo de Sant Miguel, que agora se llama el cabo ó punta del
-Tiburon, dista de la punta oriental de Jamáica 25 ó 30 leguas. Sábado,
-23 de Agosto, vino á los navíos un señor ó Cacique de aquella tierra,
-nombrando «Almirante, Almirante,» y otras palabras, de donde coligió el
-Almirante que aquella tierra que llamó cabo de Sant Miguel debia ser
-toda una con esta isla, porque hasta entónces no sabia que fuese esta
-isla Española. En fin deste mes de Agosto fué á surgir á una isleta
-que está junto á esta isla, que parece desde la mar como vela, porque
-es alta, y llamóla el Almirante Alto Velo, y dista de la isleta Beata,
-que así se llama, 12 leguas; mandó subir en lo alto de aquella isleta
-para descubrir los otros dos navíos que se le habian perdido de vista,
-y volviéndose los marineros á embarcar, mataron ocho lobos marinos que
-dormian en el arena descuidados, y muchas aves, porque no huian de la
-gente por no estar poblada, y así esperaban que las tomasen ó matasen;
-esperó allí á los otros dos navíos, los cuales, á cabo de seis dias,
-vinieron, y todos juntos, los navíos, fueron á la Beata, isleta, y de
-allí, costeando, pasaron hasta llegar á una ribera que tenia una muy
-hermosa vega toda llena de pueblos, y tan espesos que parecian todos
-ser uno, y esta tierra debia ser la que agora llaman de Cathalina, por
-una Cacica ó señora, que despues cognoscieron los cristianos, señora
-de aquella tierra; y es tierra hermosísima. Vinieron los indios de por
-allí en sus canoas, y dijeron que habian venido allí de los cristianos
-de la Isabela y que todos estaban buenos, de lo cual el Almirante
-recibió gran gozo y consolacion. Pasado del paraje del rio Hayna, que
-está tres leguas de Sancto Domingo, y por ventura fué allí cerca, mandó
-echar nueve hombres en tierra que atravesasen á la Isabela, que está
-derechamente de aquella costa Norte-sur, para que diesen nuevas de
-como venia bueno y de su compañía; de allí pasó adelante, todavía por
-el camino del leste ó Oriente, y parecia por allí una gran poblacion
-hácia la cual envió las barcas, por agua, y salieron los indios contra
-los cristianos en sus canoas, con arcos y flechas herboladas con hierba
-ponzoñosa, traian tambien unas cuerdas, haciendo ademanes que los
-habian de atar con ellas, y por esto creo, cierto, que esta tierra era
-la provincia de Higuey, porque la gente della era más belicosa, y tenia
-de la dicha hierba, y tambien por la distancia que habia andado y el
-paraje donde estaba; pero llegadas las barcas á tierra, dejaron los
-indios todas las armas, y vinieron muy pacíficos á traer agua y pan, y
-todo lo que tenian; preguntando que si venia allí el Almirante. Es de
-creer que salieron con armas creyendo que fuese otra gente extraña y no
-cristianos, pero, despues de cognoscido que era el Almirante y gente
-suya, tornaron á obras de paz y amistad.
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-CAPÍTULO XCVIII.
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-De allí pasaron adelante la costa del leste arriba, y ocurrióles, segun
-dice el Almirante, un pece admirable, tan grande como una ballena
-mediana; tenia en el pescuezo una concha grande como una de tortuga,
-que es poco ménos, como arriba se dijo, que un adarga; la cabeza dél,
-y que tenia de fuera, era tan disforme, que poco ménos grande era que
-una pipa ó bota, la cola como de atun y muy crecida, y con dos alas muy
-grandes á los costados. Cognosció el Almirante por aparecer este pece
-y por otras señales del cielo, que el tiempo queria hacer mudanza, por
-lo cual, trabajó de buscar algun puerto para surgir y estar seguro si
-tormenta se recreciese, y plugo á Dios que alcanzó á tomar una isleta
-que los indios llamaban Adamaney, que agora llamamos la Saona, el cual
-nombre creo que le puso el mismo Almirante ó su hermano el Adelantado.
-Esta isleta hace un estrecho de obra de una legua, ó poco más, entre
-ella y esta isla Española, y paréceme, si no me he olvidado, que durará
-en luengo este estrecho dos leguas, porque he estado yo en él, aunque
-há muchos años; allí entró, ya con recia tormenta, él sólo y surgió,
-á 15 de Setiembre; los otros dos navíos no pudieron entrar, y por
-eso pasaron harto peligro y trabajo. Aquella noche vido el Almirante
-eclipse de la luna, y afirma que hobo diferencia desde allí hasta
-Cáliz cinco horas y veintitres minutos, por lo cual, decia que duró
-tanto el temporal recio ó la tormenta dicha; estuvo en aquel puerto,
-por la tormenta, siete ó ocho dias, dentro de los cuales entraron los
-otros dos navíos, y, á 24 de Setiembre, partieron juntos y llegaron al
-cabo desta isla Española que agora se llama el cabo del Engaño, y el
-Almirante en su primer viaje le puso nombre el cabo de Sant Rafael,
-como arriba se dijo. De allí llegaron á una isleta que está cerca
-desta isla diez leguas, y ocho de la isla de Sant Juan, que llamaban
-los indios, á lo que yo creo, la Mona, y así se llama hoy la isla
-de la Mona; ó quizá le puso el Almirante aquel nombre Mona, por una
-isla que está cerca de Inglaterra, que tiene el mismo nombre, de la
-cual hace mencion Cornelio Tácito, libro XIV, página 320, _et in Vita
-Agricolæ_, página 693. Será de hasta seis leguas en circuitu; es toda
-peñas, y en las peñas tiene unos hoyos con tierra bermeja, y en estos
-hoyos se hacen las raíces de yuca y ajes, de que se hace el pan caçabí,
-tan gruesas, que cuan grande y capaz es el hoyo tan grande es el aje
-ó la yuca, por manera, que, partido por medio, acaece ser la mitad ó
-poco más, carga de un indio. Hácense tambien los melones de España tan
-grandes como botijas de las de media arroba de aceite, y finísimos;
-cierto, son cosa de ver y mejores de gustar. De donde parece que es
-grande la humidad que causan aquellas peñas que tienen cercada aquella
-tierra colorada, y por consiguiente, que la hacen ser tan fértil; desto
-digimos arriba cap. 98, hablando de la provincia de Higuey.
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-CAPÍTULO XCIX.
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-Dice el Almirante en una carta que escribió á los Reyes, que traia
-propósito deste viaje ir á las islas de los caníbales para las
-destruir, pero como habian sido tan grandes y tan contínuos los
-trabajos y vigilias, de noche y de dia sin una hora de descanso, que
-habia padecido en este descubrimiento de Cuba y Jamáica, y rodear
-esta Española hasta llegar á esta isleta de la Mona, especial, cuando
-andaba entre las muchas isletas y bajos cercanas á Cuba, que nombró el
-Jardin de la Reina, donde anduvo treinta y dos dias sin dormir sueño,
-que, salido de la Mona y ya que llegaba cerca de la isla de Sant Juan,
-súpitamente le dió una modorra pestilencial, que totalmente le quitó el
-uso de los sentidos y todas las fuerzas, y quedó muerto, y no pensaron
-que un dia durara; por esta causa los marineros, con cuanta diligencia
-pudieron, dejaron el camino que llevaba ó queria llevar el Almirante,
-y, con todos tres navíos, lo llevaron á la Isabela, donde llegó á 29
-dias de Setiembre del mismo año 1494. Lo que aquí dice el Almirante,
-que iba por destruir las islas de los caníbales, que eran de los que
-habia fama que comian carne humana, por ventura no aplacia á Dios que
-los habia criado y con su sangre redimido, porque ir á destruirlos
-no era el remedio que Dios pretendia para salvarlos, los que con
-el tiempo, por medio de la predicacion de la fe y con industrias
-humanas, como se tienen y saben tener muchas para alcanzar las cosas
-temporales, pudieran ser reducidos á tal vida, que pudieran algunos
-dellos ser salvos, ¿quién duda que dellos no tenga Dios algunos, y
-áun quizá muchos predestinados? Así que, por ventura, por esta razon
-quiso Dios, con esta enfermedad, estorbarlo, y por ventura está errada
-la letra, que por descubrir, dijo el que la escribió, destruir, lo
-cual parece tener semejanza de verdad, porque no venia la gente ni él
-en disposicion de destruir á nadie, por flaco que fuese, sino para
-descansar.
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-CAPÍTULO C.
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-Llegado á la Isabela de la manera dicha, estuvo cinco meses malo,
-y, al cabo dellos, dióle Nuestro Señor salud, porque áun le quedaba
-mucho de hacer por medio dél, y tambien, porque áun, con muchas más
-angustias y tribulaciones, habia de ser ejercitado y golpeado, cuando
-creyó que de sus tantos y tales trabajos con descanso habia de gozar
-y reposar. Dos cosas halló, de que llegó, nuevas, que le causaron
-diversas afecciones en su ánimo; la una, que era venido su hermano, D.
-Bartolomé Colon, con quien recibió grande alegría, y la otra, que la
-tierra estaba toda alborotada, espantada y puesta en horror y odio, y
-en armas contra los cristianos, por las violencias y vejaciones y robos
-que habian dellos recebido, despues de haberse partido el Almirante
-para este descubrimiento de Cuba y de Jamáica; por manera, que se le
-aguó bien el alegría que habia recebido con la venida de D. Bartolomé
-Colon, su hermano. La causa del alborotamiento y espanto de todas las
-gentes de la isla, bien pudiera bastar la justicia é sinjusticia que
-habia hecho Hojeda el año pasado, como se contó arriba en el cap.
-93, como quiera que, por aquel agravio y prision de los Caciques que
-allí se prendieron y trajeron á la Isabela, y que el Almirante queria
-justiciar, y que al cabo, con dificultad, por ruego del otro Cacique,
-hobo de soltar; pudieran todos los demas reconocer ó adivinar lo
-que á todos, el tiempo andando, les podia y habia de venir; por lo
-cual, cuanto más prudentes gentes fueran, tanto mayor diligencia y
-solicitud, y con mayor título de justicia, pudieran y debieran poner
-en no sufrir en sus tierras gente tan feroz, extraña y tan pesada, y
-de quien tan malos principios comenzaban á ver, y agravios á recibir,
-lo cual era señal harto evidente del perjuicio que á sus reinos y
-libertad y vidas se les podia recrecer. Que fuesen gentes sabias y
-prudentes, los indios vecinos y moradores de esta isla, parece por
-lo que el mismo Almirante dellos testifica en una carta que escribió
-á los Reyes, donde dice así: «Porque era de creer, dice él, que esta
-gente trabajaria de se volver á su libertad primera, y que bien que
-ellos sean desnudos de ropa, que en saber, sin letras, ninguna otra
-generacion los alcanza.» Estas son palabras del Almirante. Así que,
-como dejase proveidas las personas del Consejo el Almirante, al tiempo
-que para el dicho descubrimiento y para hacer lo que de suso en el cap.
-94 queda dicho, y á Mosen Pedro Margarite por Capitan general de los
-400 hombres, que anduviese por la tierra y sojuzgase las gentes de la
-isla; el Almirante partido, fuése á la Vega Real con ella, que está de
-la Isabela dos jornadas pequeñas, que son obra de diez leguas; como
-estuviese plenísima de innumerables gentes, pueblos y grandes señores
-en ella, y la tierra, como en el cap. 90 se dijo, fuese felicísima y
-delectabilísima, y la gente sin armas, y de su naturaleza mansísima y
-humilde, diéronse muy de rondon á la vida que suelen tener los hombres
-ociosos y que hallan materia copiosa y sin resistencia de sensuales
-deleites, no teniendo freno de razon ni de ley viva ó muerta que, á
-tanta libertad absoluta como gozaban, órden ni límites les pusiese. Y,
-porque los indios comunmente no trabajaban ni querian tener más comida
-de la que habian, para sí é para sus casas, menester (como la tierra
-para sus mantenimientos fuése fertilísima, que, con poco trabajo, donde
-quiera, tenian, cuanto al pan cumplido, y cuanto á la carne cabe casa,
-como en corral habian las hutias ó conejos, y del pescado llenos los
-rios), y uno de los españoles comia más en un dia, que toda la casa de
-un vecino en un mes, (¿qué harian cuatrocientos?) porque, no solo se
-contentaban ni se contentan tener lo necesario, pero mucho sobrado,
-y mucho que echan sin por qué ni para qué á perder, y sobre que los
-indios cumpliesen con ellos á su voluntad lo que les pedian, sobraban
-amenazas, y no faltaban bofetadas y palos, no solo á la gente comun,
-pero tambien á los hombres nobles y principales que llamaban nitaynos,
-hasta llegar tambien á poner amenazas y hacer grandes desacatos á los
-señores y Reyes; parecióles que aquella gente no habia nacido sino
-para comer, y que en su tierra no debian tener mantenimientos, y para
-salvar las vidas se vinieron á estas islas para se socorrer, allende
-de sentirlos por intolerables, terribles, feroces, crueles y de toda
-razon ajenos. Esto fué lo primero porque comenzaron á sentir los indios
-la conversacion de los cristianos serles horrible, conviene á saber,
-maltratarlos y angustiarlos por comerles y destruirles los bastimentos;
-y, porque no para y sosiega el vicio y pecado en sola la comida, porque
-con ella, faltando templanza y temor y amor de Dios, se derrueca y
-va á parar á los otros sensuales vicios, y más injuriosos, por ende,
-lo segundo con que mostraron los cristianos quién eran á los indios,
-fué tomarles las mujeres y las hijas por fuerza, sin haber respeto
-ni consideracion á persona ni dignidad, ni á estado, ni á vínculo de
-matrimonio, ni á especie diversa con que la honestidad se podia violar,
-sino sólamente á quien mejor le pareciese, y más parte tuviese de
-hermosura: tomábanles tambien los hijos para se servir, y todas las
-personas que habian menester, teniéndolas siempre en su casa. Viendo
-los indios tantos males, injurias y vejaciones sobre sí, no sufribles,
-haciendo tanto buen acogimiento y servicios á los cristianos, y
-recibiendo dellos obras de tan mal agradecimiento y galardon, y sobre
-todo, los señores y Caciques verse afrentados y menospreciados, y con
-doblado dolor y angustia de ver padecer sus súbditos y vasallos tan
-desaforados agravios é injusticias, y no los poder remediar; dellos,
-se iban y ausentaban, escondiéndose por no ver lo que pasaba; dellos,
-disimulaban, porque por la mucha gente cristiana y los caballos, que
-era lo principal que les hacia temblar, no se atrevian ni curaban de
-resistirles ni ponerse en armas para se vengar; y porque á los que no
-andan en el camino de Dios no les han de faltar ocasiones, por el mismo
-juicio divino, que son ofendículos en que caigan ó de pecados, porque
-un pecado permite Dios que se incurra en pena de otro pecado, ó de
-penas corporales ó espirituales, lo cual todo es pena por las ofensas
-que se hacen á Dios, y así paguen y áun en esta vida, ó para purgar
-en ella los crímines, ó para comenzar á penar lo que se ha de penar
-para siempre, en este tiempo comenzó á tener Mosen Pedro Margarite sus
-pundonores, y á se desgraciar con los del Consejo, que el Almirante
-para gobernar dejó, ó porque no queria ser mandado dellos, ó porque
-los queria mandar, ó porque le reprendian lo que hacia y consentia
-hacer contra los indios, ó porque se estaba quedo no andando por la
-isla señoreándola como el Almirante le habia dejado mandado por su
-instruccion. Esta discordia fué causa de otros mayores daños, y de gran
-parte, ó de la mayor, de la sedicion y despoblacion de esta isla que
-despues se siguió; y porque se habia desmesurado en cartas contra los
-que gobernaban, y mostrado quizá otras insolencias y cometido defectos
-dignos de reprehension; venidos ciertos navíos de Castilla, que creo
-que fueron los tres que trajo el dicho Adelantado, por no esperar al
-Almirante, dejó la gente que tenia consigo, que eran los 400 hombres, y
-viénese á la Isabela para se embarcar, y, con él, tambien se determinó
-de ir el padre fray Buil, que era uno de los del Consejo, y otros
-muchos, y ciertos religiosos con ellos. No sé si fueron los que arriba
-dije que eran borgoñones, y pudiéralo yo bien saber dellos mismos, pero
-no miré entónces en ello; los cuales, llegados á la corte, pusieron en
-mucho abatimiento é infamia las cosas destas Indias, publicando que
-no habia oro ni cosa de que se pudiese sacar provecho alguno, y que
-todo era burla cuanto el Almirante decia. Viéndose la gente sin el
-capitan Mosen Pedro, desparciéronse todos entre los indios, entrándose
-la tierra dentro de dos en dos y de tres en tres, y no porque fuesen
-pocos dejaban de cometer las fuerzas é insultos, é agravios en los
-indios que cuando estaban juntos cometian. Viendo los indios crecer
-sus agravios, daños é sinjusticias, y que no tenian remedio para los
-atajar, comenzaron á tomar por sí la venganza, y hacer justicia los
-Reyes y Caciques, cada uno en su tierra y distrito, como les competiese
-de derecho natural y de derecho de las gentes, confirmado, cierto, por
-el divino, la jurisdiccion; y así, mandaban matar á cuantos cristianos
-pudiesen, como á malhechores nocivos á sus vasallos y turbadores de
-sus repúblicas. Considere aquí el prudente lector, si aquellos Reyes
-y señores, siendo señores, y teniendo verdadera jurisdiccion, como,
-sin duda, como dije, por derecho natural y de las gentes, y confirmada
-por el divino les competia, hacian lo que debian á buenos y rectos
-jueces y señores, mandando hacer justicia de gente que tantos daños,
-y afrentas, y fuerzas, y turbaciones les causaban, y de su paz, y
-sosiego, y libertad eran usurpadores ¿qué gente, por bárbara ó por
-mansa y paciente, ó, por mejor decir, bestial, en el mundo fuera que lo
-mismo no hiciera? Así que, por esta razon, un Cacique que se llamaba
-Guatiguaná, cuyo pueblo era grande, puesto á la ribera del rio poderoso
-Yaquí, que, por ser graciosísimo asiento, hizo el Almirante hacer cerca
-ó junto dél una fortaleza que llamó la Magdalena, y estaba 10 ó 12
-leguas de donde fué y es agora asentada la villa de Santiago, mandó
-matar diez cristianos que pudo haber y envió secretamente á poner fuego
-á una casa de paja donde habia ciertos enfermos. En otras partes de la
-isla mandaron matar otros Caciques hasta seis ó siete cristianos que
-se habian derramado, por los robos y fuerzas que les hacian. Por estas
-obras excesivas, y tan contra razon natural y derecho de las gentes,
-(que naturalmente dicta á todos que vivan en paz, y á poseer sin daño
-ni turbacion sus tierras y casas, y haciendas suyas, pocas ó muchas,
-y que nadie les haga fuerza, injuria, ni otro algun mal), que hacian
-los cristianos á los vecinos naturales desta isla en cualquiera parte
-que estaban, ó por donde quiera que andaban; derramáronse por todos
-los reinos, provincias, lugares y rincones desta isla tan horribles y
-espantosas nuevas de la severidad y aspereza, iniquidad, inquietud é
-injusticia de aquella gente recien venida, que se llamaban cristianos,
-que toda la multitud de la gente comun temblaba, y sin verlos los
-aborrecia y deseaba nunca verlos ni oirlos, mayormente los cuatro
-reyes, Guarionex, Caonabo, Vehechio y Higuanamá, con todos los otros
-infinitos Reyes ó señores menores que á aquellos seguian y obedecian,
-deseaban echarlos desta tierra y por la muerte sacarlos del mundo. Sólo
-Guacanagarí, el rey del Marien, donde vino á perder la nao el Almirante
-el primer viaje, y dejó la fortaleza y lugar que llamó la Navidad,
-nunca hizo cosa penosa á los cristianos, ántes en todo este tiempo tuvo
-cien cristianos manteniéndolos en su tierra, como si cada uno fuera su
-hijo ó su padre, sufriéndoles sus injusticias ó fealdades, ó porque su
-bondad y virtud era incomparable, como parece, por el acogimiento y
-obras que hizo el dicho primer viaje al Almirante y á los cristianos, ó
-porque quizá era de ánimo flaco y cobarde que no se atrevia á resistir
-la ferocidad de los cristianos; pero, cierto, de creer es, que vivia
-harto amargo, y que de continuo sus aflicciones y de sus vasallos gemia
-y las lloraba.
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-CAPÍTULO CI.
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-Tornando á la venida de Bartolomé Colon, hermano del Almirante,
-ya digimos, mucho arriba, en el cap. 29, como cuando el Almirante
-determinó de buscar un Rey cristiano, que le favoreciese y ayudase
-para el descubrimiento que entendia hacer, envió á su hermano,
-Bartolomé Colon, que fuese por su parte á proponer su demanda al rey
-Enrico, que entónces reinaba en la isla de Inglaterra, el cual, por
-los naufragios é infortunios y tribulaciones que le ocurrieron, no
-pudo llegar allá sino despues de muchos años; dentro de los cuales,
-el Almirante, aunque tambien gastó años muchos estando siete en la
-corte, fué acogido, favorecido y despachado de los Reyes Católicos, y
-descubrió estas Indias, y despues tornó con los 17 navíos á poblar,
-que es del negocio que agora tratamos. Propuesta, pues, su empresa,
-Bartolomé Colon ante el rey de Inglaterra, no sabemos qué repulsas ó
-contrarios tuvo, ó cuanto tiempo tardó en su despacho, despues que lo
-comenzó (puesto que nos vimos en tiempo con D. Bartolomé Colon, que si
-nos ocurriera pensar escribir esta Historia lo pudiéramos bien saber),
-mas de que al fin el Rey se lo admitió y capituló con él, segun de
-ambas partes se concertaron; viniendo, pues, para Castilla en busca de
-su hermano, don Cristóbal Colon, que ya era Almirante y él no lo sabia
-(porque, cierto, debia el Almirante de tenerlo por muerto, pues en los
-siete años no habia sabido dél, ó por sus enfermedades ó porque, por
-sus infortunios, no habia todo aquel tiempo podido ir á Inglaterra),
-viniendo por París, como ya estuviese tendida la fama de haberse
-descubierto este Nuevo Mundo, el mismo rey de Francia Charles ó Cárlos,
-el que decian el Cabezudo, le dijo como su hermano habia descubierto
-unas grandes tierras que se decian las Indias: y, porque los Reyes
-sabian primero las nuevas que otros, pudo haber sido que el mismo rey
-de Inglaterra lo debia tambien saber, y no lo quiso decir al dicho
-Bartolomé Colon, ó por lo atraer á sí, y él atrajese al Almirante, su
-hermano, para su servicio, ó por dar á entender que para aceptar tan
-sumo y tan incierto negocio no le faltaba magnanimidad. Besando las
-manos, Bartolomé Colon, al rey de Francia por las buenas nuevas que
-le plugo dar, el Rey le mandó dar 100 escudos para ayuda á su camino.
-Oido que su hermano habia descubierto las tierras que buscaban, dióse
-prisa creyendo de lo alcanzar, pero no pudo, porque el Almirante ya
-era partido con sus 17 navíos, halló empero una instruccion que le
-dejaba el Almirante para si en algun tiempo Bartolomé Colon pareciera.
-Vista esta instruccion, partióse de Sevilla para la corte, que estaba
-en Valladolid, por el principio del año de 1494, y llevó consigo á
-dos hijos que tenia el Almirante, D. Diego Colon, el mayor, y que le
-sucedió en el estado y fué el segundo Almirante de las Indias, y á
-D. Hernando Colon, hijo menor, para que fuesen á servir al príncipe
-D. Juan, de pajes, porque así le habia hecho merced la Reina al
-Almirante. Llegado á besar las manos á los Reyes, Bartolomé Colon
-con los sobrinos, y ofrecidos todos á su servicio, recibiéronlo los
-católicos Reyes con mucha alegría y benignidad; llamáronle luego D.
-Bartolomé, y mandaron que fuese á servirles ayudando al Almirante, su
-hermano; para lo cual, le mandaron aparejar tres navíos con bastimentos
-y recaudo para engrosar las provisiones que habian dado al Almirante,
-su hermano; á los niños mandaron los Reyes que sirviesen al príncipe
-don Juan, de pajes. Llegó á esta isla Española en 14 dias de Abril
-del año de 1494. Así que, convalecido ya el Almirante de su gravísima
-enfermedad, y consolado mucho con la venida de su hermano D. Bartolomé
-Colon, acordó, como Visorey, pareciéndole tener auctoridad para ello,
-de criarlo é investirlo de la dignidad ó oficio real de Adelantado de
-las Indias como él lo era Almirante; pero los Reyes, sabido, no lo
-aprobaron, dando á entender al Almirante no pertenecer al oficio de
-Visorey criar tal dignidad, sino sólo á los Reyes, pero, por hacer á
-ambos merced, Sus Altezas, por sus cartas reales, lo intitularon de las
-Indias Adelantado, y, hasta que murió, por tal fué tenido y nombrado.
-La provision real de la institucion desta dignidad de Adelantado,
-concedida por los Reyes al dicho Bartolomé Colon, se hizo en Medina del
-Campo, á 22 dias del mes de Julio de 1497 años, el tenor de la cual
-quizá ponemos abajo. Era persona de muy buena dispusicion, alto de
-cuerpo, aunque no tanto como el Almirante, de buen gesto, puesto que
-algo severo, de buenas fuerzas y muy esforzado, muy sabio y prudente
-y recatado, y de mucha experiencia, y general en todo negocio; gran
-marinero, y creo, por los libros y cartas de marear glosados y notados
-de su letra, que debian ser suyos ó del Almirante, que era en aquella
-facultad tan docto, que no le hacia el Almirante mucha ventaja. Anduvo
-viajes al cabo de Buena Esperanza, cuando luego se descubrió, si no me
-olvido, el año de 1485, no sé si sólo él ó en compañía del Almirante;
-era muy buen escribano, mejor que el Almirante, porque en mi poder
-están muchas cosas de las manos de ambos. Parecíame á mí, cuanto á
-la condicion del Adelantado, las veces que le comunicaba, que era de
-más recia y seca condicion, y no tanta dulzura y benignidad como el
-Almirante. Ayudóse mucho de su consejo y parecer, en las cosas que le
-pareció emprender y en los trabajos del campo, el Almirante, y no hacia
-cosa sin él, y, por ventura, en las cosas que se imputaron despues al
-Almirante de rigor y crueldad, fué el Adelantado la causa; puesto que,
-como el Almirante y sus hermanos eran extranjeros y solos, y gobernaban
-á gente española, que aunque á sus naturales señores es subyectísima,
-pero ménos humilde y paciente y más dura de cerviz para tener sobre sí
-superiores de estraña nacion que otra, mayormente hallándose fuera de
-sus tierras, donde más muestran su dureza y ferocidad que ninguna, y
-por tanto, cualquiera cosa que no fuese á sabor de todos, en especial
-de muchos caballeros que con el Almirante habian ido y mucho más de
-los oficiales del Rey, que suelen subir con sus pensamientos más que
-otros, habia de serles juzgada y tenida por dura y ménos sufrible que
-si la hicieran ó ordenaran otros gobernadores de nuestra propia nacion,
-y así, quizá parecia al Adelantado convenir, por entónces, usar de
-aquellos rigores: cuanto al castigo de los españoles digo; porque, en
-los daños que se hicieron á los indios, poco cuidado siempre hobo de
-sentir que fuesen daños, y pocas acusaciones les pusieron dello.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CII.
-
-
-En este tiempo de la indispusicion del Almirante, pocos dias despues
-de llegado de su descubrimiento de Cuba y Jamáica, vínole á visitar
-el rey del Marien, Guacanagarí, mostrando gran pesar de su enfermedad
-y trabajos, y dando disculpa de sí, afirmando que él no habia sido
-en la muerte de los cristianos, que se habian muerto por mandado de
-los otros Reyes y señores, ni de los ayuntamientos de las gentes que
-estaban, en la Vega y en las otras partes, de guerra; y que no podia
-traer argumento de su buena voluntad y amor que tenia á él y á sus
-cristianos, que los tratamientos que les habia mandado hacer en su
-tierra, y las obras buenas que de sus vasallos habian recebido siempre,
-teniendo á la contina cient cristianos en ella, y siendo proveidos y
-servidos de todas las cosas necesarias que ellos tenian, como si fueran
-sus propios hijos, y que por esta causa estaba odioso á todos los Reyes
-y señores y gentes de la isla, y le trataban y perseguian su persona
-y nombre y vasallos como á enemigos, y habia recibido dellos muchos
-daños con este título. Y, en tocando en hablar en los 39 cristianos
-que quedaron en la fortaleza, en su tierra, cuando el Almirante tornó
-con las nuevas del descubrimiento destas tierras á Castilla, lloraba
-como si fueran todos sus hijos, excusándose de culpa, y acusándose por
-desdichado en no haberlos podido guardar hasta que viniera, que los
-hallara vivos. El Almirante le recibia su satisfaccion y cumplia con él
-lo mejor que le parecia, y no tenia duda de que no fuese verdad todo, ó
-lo más y lo principal de lo que decia; y porque el Almirante determinó
-de salir por la isla con la más gente cristiana que pudiese de guerra,
-para derramar las gentes ayuntadas y sojuzgar toda la tierra, ofrecióse
-á ir con él el rey Guacanagarí é llevar toda la gente suya que
-pudiese, para favor y ayuda de los cristianos, y así lo hizo. Es aquí
-de notar, para las personas que aman la verdad y justicia, que no son
-otras más, sino las que están desnudas de toda pasion, mayormente de
-temporal interese, que aunque para bien de los cristianos y para que
-pudiesen permanecer en la isla, el rey Guacanagarí les echase cargo
-en favorecerles y ayudarlos, y así, parezca en la superficie, á los
-que no penetran la razon del negocio, que el dicho Guacanagarí hacia
-bien y virtuosamente, pero en la verdad, considerada la obligacion que
-de ley natural todos los hombres tienen al bien comun, y libertad, y
-conservacion de su patria y estado público della (como parece por la
-Ley _Veluti_, párrafo _De justitia et jure_, donde dice que de derecho
-de las gentes, y así, por natural razon, la religion se debe á Dios, y
-la obediencia á los padres y á la patria, y así es uno de los preceptos
-naturales, que somos obligados á guardar, so pena de gravísimo pecado
-mortal), este rey Guacanagarí ofendia y violaba mucho la ley natural,
-y era traidor y destruidor de su patria y de las de los Reyes de la
-isla y de toda su nacion, y pecaba mortalmente ayudando y manteniendo,
-favoreciendo y conservando á los cristianos, y por consiguente, todos
-los Reyes y señores, y toda la otra gente de aquellos reinos, justa
-y lícitamente lo perseguian y tenian justa guerra contra él y contra
-su reino, como á capital enemigo suyo y público de todos, traidor
-y disipador de su patria y nacion, pues ayudaba, y favorecia, y
-conservaba á los hostes ó enemigos públicos de la suya, y de todas las
-otras de los otros reinos y repúblicas; gente áspera, dura, fuerte,
-extraña, que los inquietaba, turbaba, maltrataba, oprimia, ponia en
-dura servidumbre y, al cabo, los consumia, destruia y mataba, y era
-cosa probabilísima y certísima, que aquella gente extraña y que tales
-obras hacia, y tales indicios de sí en cada parte donde entraban daban,
-que, desque más se arraigasen y asentasen en la tierra, todo el estado
-de sus repúblicas de todos los reinos desta isla, como finalmente lo
-hicieron (segun es ya bien manifiesto), habian de subvertir ó destruir
-é asolar, y lo que más es, que su mismo reino, y sus mismos vasallos
-y súbditos, como á tal proditor y destruidor de su patria, y de todo
-el estado público de su reino, lo podian lícitamente matar, y tenian
-justa guerra contra él, y él, si se defendiera, injusta contra ellos
-y contra los otros Reyes que por esta causa le persiguieran. Por las
-razones dichas, se pone cuestion entre los doctores teólogos, si
-Raab, meretriz, pecó mortalmente encubriendo y salvando las espías ó
-exploradores de la tierra de promision que habia enviado Josué, y el
-ejército de los hijos de Israel, y concluyese que, en la verdad, fué
-traidora y destruidora de su patria y ciudad, Hiericó, en encubrir y
-salvar los dichos exploradores, y hizo contra el precepto del derecho
-natural, siendo obligada por el mismo derecho á entregarlos al Rey
-ó al pueblo, y áun matarlos ella, porque por ello merecian bien la
-muerte, por las leyes de cada república tácitas ó expresas que, sobre
-este caso, por ley natural tiene promulgadas, y pecára mortalmente, si
-no concurrieran otras causas que la excusaron; una de las cuales fué,
-porque, movida é inspirada por Dios, cognosció clarísimamente que el
-Dios de los judíos era omnipotentísimo, y que habia determinado de dar
-toda la tierra de los cananeos á los judíos, pueblo suyo, y por esto,
-siendo para ello alumbrada, quiso ayudar en ello y no repugnar á la
-voluntad de Dios, y tambien, ya que no podia escapar su ciudad toda,
-quiso al ménos escaparse á sí é á su casa de la muerte que esperaba
-que todos habian de pasar. Esto parece por el mismo texto de la
-Escriptura divina, Josué, II; dijo ella: _Novi quod Dominus tradiderit
-vobis terram.... Audivimus quod siccaverit Dominus aquas Maris Rubri
-ad vestrum introitum ..._ Et infra: _Dominus enim Deus vester ipse
-est Deus in cœœœlo sursum et in terra deorsum_, etc. Así que, por lo
-dicho, podrán cognoscer los leyentes algo de la justificacion que
-podrán tener las obras que los cristianos hicieron en aquellas gentes,
-de que estaba plenísima esta isla, que abajo se referirán. En estos
-dias envió el Almirante á hacer guerra al Cacique ó rey Guatigana,
-porque habia mandado matar los 10 cristianos, en cuya gente hicieron
-cruel matanza los cristianos, y él huyó. Tomáronse mucha gente á
-vida, de la cual envió á vender á Castilla más de 500 esclavos en los
-cuatro navíos que trujo Antonio de Torres, y se partió con ellos para
-Castilla, en 24 de Febrero de 1495. Hobo esta determinacion entre los
-españoles, dende adelante, la cual guardaban por ley inviolable, que
-por cada cristiano que matasen los indios hobiesen los cristianos
-de matar 100 indios; y pluguiera á Dios que no pasáran de 1.000 los
-que, por uno, desbarrigaban y mataban, y sin que alguno matasen, como
-despues, inhumanamente, yo vide muchas veces. Por ventura, poco ántes
-de lo dicho, fué Alonso de Hojeda, de quien arriba en el cap. 82
-hicimos mencion, y, si á Dios pluguiere, haremos adelante más larga;
-enviado por el Almirante disimuladamente con nueve cristianos él solo,
-á caballo, para visitar de su parte al rey Caonabo, de quien arriba
-digimos ser muy gran señor y muy más esforzado que otro alguno de
-esta isla, y á rogarle que le fuese á ver á la Isabela, y si pudiese
-prenderlo con un ardid que habia pensado. Porque á este Rey ó Cacique
-temia más que á otro de la isla el Almirante y los cristianos, porque
-tenia nuevas que trabajaba mostrar su valor y estado, en guerras y
-fuera dellas, preciándose de que se viese y estimase su magestad y
-auctoridad real en obras, y palabras, y gravedad; ayudábale á esto
-tener dos ó tres hermanos, muy valientes hombres, y mucha gente que lo
-corroboraba, por manera que, por guerra no se pensaba poderlo tan aína
-sojuzgar. El ardid fué aqueste: que como los indios llamasen al laton
-nuestro, turey, é á los otros metales que habiamos traido de Castilla,
-por la grande estima que dello tenian como cosa venida del cielo,
-porque llamaban turey al cielo, y ansí hacian joyas dellos, en especial
-de laton, llevó el dicho Alonso de Hojeda unos grillos y unas esposas
-muy bien hechas, sotiles y delgadas, y muy bruñidas y acicaladas, en
-lugar de presente que le enviaba el Almirante, diciéndole que era turey
-de Vizcaya, como si dijera cosa muy preciosa venida del cielo, que se
-llamaba turey de Vizcaya. Llegado Hojeda á la tierra y pueblo del rey
-Caonabo, que se decia la Maguana, y estaria de la Isabela obra de 60
-leguas ó 70, apeado de su caballo, y espantados todos los indios de
-lo ver, porque al principio pensaban que era hombre y caballo todo un
-animal, dijeron á Caonabo que eran venidos allí cristianos que enviaba
-el Almirante, Guamiquina de los cristianos, que queria decir, el señor
-ó el que era sobre los cristianos, y que le traian un presente de su
-parte, que llamaban turey de Vizcaya. Oido que le traian turey alegróse
-mucho, mayormente que como tenia nueva de una campana que estaba en
-la iglesia de la Isabela, y le decian los indios que la habian visto,
-que un turey que tenian los cristianos hablaba, estimando que, cuando
-tañían á misa y se allegaban todos los cristianos á la iglesia por el
-sonido della, que, porque la entendian, hablaba, y por eso deseábala
-mucho ver y porque se la trajesen á su casa la habia algunas veces,
-segun se dijo, enviado al Almirante á pedir; así que, holgó que Hojeda
-entrase donde él estaba, y dícese que Hojeda se hincó de rodillas y
-le besó las manos, y dijo á los compañeros: «hacé todos como yo.»
-Hízole entender que le traia turey de Vizcaya, y mostróle los grillos
-y esposas muy lucías y como plateadas, y, por señas y algunas palabras
-que ya el Hojeda entendia, hízole entender que aquel turey habia venido
-del cielo y tenia gran virtud secreta, y que los Guamiquinas ó reyes
-de Castilla se ponian aquello por gran joya cuando hacian areytes, que
-eran bailes, y festejaban, y suplicóle que fuese al rio á holgares y
-á lavarse, que era cosa que mucho usaban (y estaria del pueblo media
-legua y más por ventura, y era muy grande y gracioso, llamado Yaquí,
-porque nace de una sierra con el otro que digimos arriba, que sale
-á _Monte-Christi_, y el Almirante le puso el Rio del Oro), y que
-allí se los pondria donde los habia de traer, y que despues vernia
-caballero en el caballo, y pareceria ante sus vasallos como los Reyes
-ó Guamiquinas de Castilla. Determinó de lo hacer un dia, y fuese, con
-algunos criados de su casa y poca gente, al rio, harto descuidado y
-sin temor que nueve cristianos ó diez le podian hacer mal, estando en
-su tierra, donde tenia tanto poder y vasallos. Despues de se haber
-lavado y refrescado, quiso, de muy cudicioso, ver su presente de turey
-de Vizcaya y probar su virtud, y así Hojeda hace que se aparten, los
-que con él habian venido, un poco, y sube sobre su caballo, y al Rey
-pónenle sobre las ancas, y allí échanle los grillos y las esposas, los
-cristianos, con gran placer y alegría, y dá una ó dos vueltas cerca
-de donde estaban por disimular, y da la vuelta, los nueve cristianos
-juntos con él, al camino de la Isabela, como que se paseaban para
-volver, y, poco á poco, alejándose, hasta que los indios que lo miraban
-de léjos, porque siempre huian de estar cerca del caballo, lo perdieron
-de vista; y así le dió cantonada y la burla pasó á las veras. Sacan
-los cristianos las espadas y acometen á lo matar, sino calla y está
-quedo á que lo aten bien al Hojeda, con buenas cuerdas que llevaban,
-y, con toda la prisa que se podrá bien creer, dello por camino, dello
-por las montañas, fuera dél, hasta que despues de muchos trabajos,
-peligros y hambre, llegaron y lo pusieron en la Isabela, entregándolo
-al Almirante. Desta manera, y con esta industria, y por este ardid,
-del negro turey de Vizcaya, prendió al gran rey Caonabo, uno de los
-cinco principales reyes y señores desta isla, Alonso de Hojeda, segun
-era público y notorio, y así se platicaba, y muchas veces, como por
-cosa muy cierta lo hablábamos de que yo llegué á esta isla, que fué
-seis ó siete años despues desto acaecido. Pudieron pasar otras más ó
-ménos particularidades, sin las que yo aquí cuento, ó en otra manera,
-que en el rio lo prendiesen y echasen los grillos y esposas, pero al
-ménos esto lo escribo como lo sé, y que por cosa cierta teniamos en
-aquel tiempo, que el Hojeda lo habia preso y traido á la Isabela con
-la dicha industria de los grillos, turey de Vizcaya; D. Hernando dice,
-que cuando salió el Almirante á hacer guerra á la gente que estaba
-junta en la Vega (de que luego se dirá), lo prendió con otros muchos
-señores Caciques, pero yo, por lo dicho y por otras razones que hay, no
-lo tengo por cierto; y una es, que no habia de venir Caonabo tan léjos
-de su tierra 70 y 80 leguas, y en tierra ajena, de Guarionex, y con
-grandes dificultades, á dar guerra á los Españoles, no teniendo bestias
-para traer los bastimentos, cosa muy contraria de la costumbre y
-posibilidad de los indios, al ménos los destas islas. De otra manera lo
-cuenta esto Pedro Mártir en la primera de sus Décadas, que el Almirante
-envió á Hojeda, solamente á rogarle que le fuese á ver, y que determinó
-de irlo á ver con mucha gente armada, para si pudiera matarlo con todos
-los cristianos, y que le amenazaba Hojeda para provocarlo á que lo
-fuese á ver, con decirle, que sino tenia amistad con el Almirante, que
-por guerra él y los suyos serian muertos y destruidos. Estas no son
-palabras que sufriera Caonabo, segun era gran señor y esforzado, y no
-habia experimentado las fuerzas y lanzas y espadas de los españoles;
-y al cabo dice, Pedro Mártir, que yendo con su gente armado, en el
-camino Hojeda le prendió y llevó al Almirante, pero todo esto es imágen
-de verdad, por muchas razones, que de lo susodicho pueden sacarse;
-lo que platicábamos, el tiempo que digo, era que Caonabo respondió á
-Hojeda; «venga él acá y tráigame la campana ó turey que habla, que yo
-no tengo de ir allá;» esto concuerda más con la gravedad y auctoridad
-de Caonabo. Confírmase lo que yo digo por una cosa notable, que, por
-tan cierta como la primera se contaba dél, y es esta: que estando el
-rey Caonabo preso con hierros y cadenas en la casa del Almirante, donde
-á la entrada della todos le veian, porque no era de muchos aposentos,
-y cuando entraba el Almirante, á quien todos acataban y reverenciaban,
-y tenia persona muy autorizada (como al principio desta Historia
-se dijo), no se movia ni hacia cuenta dél, Caonabo, pero cuando
-entraba Hojeda, que tenia chica persona, se levantaba á él y lloraba,
-haciéndole gran reverencia, y como algunos españoles le dijesen que
-por qué hacía aquello siendo el Almirante Guamiquina y el señor, y
-Hojeda súbdito suyo como los otros, respondia, que el Almirante no
-habia osado ir á su casa á lo prender sino Hojeda, y por esta causa, á
-sólo Hojeda debia él esta reverencia y no al Almirante. Determinó el
-Almirante llevarlo á Castilla y con él otros muchos para esclavos que
-hinchiesen los navíos, por lo cual envió 80 cristianos hácia Cibao y
-á otras provincias, que tomasen por fuerza los que pudiesen, y hallo
-en mis memoriales que trajeron 600 indios, y la noche que llegó á la
-Isabela esta cabalgada, y teniendo ya embarcado al rey Caonabo en un
-navío de los que estaban para partir, en la Isabela, para mostrar Dios
-la injusticia de su prision y de todos aquellos inocentes, hizo una tan
-deshecha tormenta, que todos los navios que allí estaban con toda la
-gente que habia en ellos (salvo los españoles que pudieron escaparse),
-y el Rey Caonabo cargado de hierros, se ahogaron y hobieron de perecer;
-no supe si habian embarcado aquella noche los 600 indios. Vista por
-los hermanos de Caonabo su prision, y consideradas las obras que los
-cristianos, en todas las partes donde entraban ó estaban, hacian, y que
-los mismos, cuando no se catasen, habian de padecer, juntaron cuanta
-gente pudieron y determinaron de hacer á los cristianos guerra, cuan
-cruel pudiesen, para librar su hermano y señor, que ya era ahogado,
-y echarlos de la tierra y del mundo si pudiesen hacerlo. Perdidos
-los navíos, que fué gran angustia y dolor para el Almirante, dispuso
-luego de que se hiciesen dos carabelas, la una de las cuales yo vide,
-y llamóse la _India_, y él, porque era muy devoto de Sant Francisco,
-vistióse de pardo, y yo le vide en Sevilla al tiempo que llegó de acá,
-vestido cuasi como fraile de Sant Francisco.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CIII.
-
- En el cual se tracta de la llegada á Castilla, con los 12 navíos, de
- Antonio de Torres.
-
-
-Llegó á Castilla con sus 12 navíos Antonio de Torres, con muy buen
-viaje y breve, porque salió del puerto de la Isabela á 2 de Febrero,
-y llegó á Cáliz cuasi entrante ó á los 8 ó 10 de Abril. Recibieron
-los Reyes inestimable alegría con la venida de Antonio de Torres, por
-saber que el Almirante, con toda la flota, hobiese llegado á esta isla
-en salvamento, y más con las cartas y relacion del Almirante, y el
-oro que les enviaba, cogido de las mismas minas de Cibao con la gente
-que él habia enviado con Hojeda para verlas é descubrirlas, y, por
-vista de ojos, experimentar que lo hobiese en la misma tierra y sacado
-por mano dellos; y porque ya los Reyes, por ventura, habian mandado
-aparejar tres navíos para que fuesen tras el Almirante y su flota, por
-el deseo que tenian de saber dél, por el temor, quizá, quel armada que
-se decia tener el rey de Portugal no hobiese topado con él, los dichos
-tres navíos; llegado Antonio de Torres, mandaron, con muchas cosas de
-las que el Almirante pidió por sus cartas, despacharlos. Y en aquestos
-creo que vino Bartolomé Colon, porque por entónces no habian venido acá
-otros, y eran todos bien contados y deseados cada vez que acá venian,
-como se verá. En ellos escribieron los Reyes al Almirante, la presente
-carta ó epístola:
-
-«El Rey é la Reina.—D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante del mar
-Océano, é nuestro Visorey é Gobernador de las islas nuevamente falladas
-en la parte de las Indias: Vimos las cartas que nos enviastes con
-Antonio de Torres, con las cuales hobimos mucho placer, y damos muchas
-gracias á Nuestro Señor Dios que tan bien lo ha hecho, y en haberos
-en todo tan bien guiado. En mucho cargo y servicio vos tenemos lo que
-allá habeis fecho, que no puede ser mejor, y asimismo oimos al dicho
-Antonio de Torres, y recibimos todo lo que con él nos enviastes y Nos
-esperábamos de ver, segun la mucha voluntad y aficion que de vos se
-ha cognoscido y cognosce en las cosas de nuestro servicio. Sed cierto
-que nos tenemos de vos por mucho servidos y encargados en ello, para
-vos hacer mercedes, y honra, y acrecentamiento como vuestros grandes
-servicios lo requieren y adeudan; y porque el dicho Antonio de Torres
-tardó en venir aquí hasta agora, y no habiamos visto vuestras cartas,
-las cuales no nos habia enviado por las traer él á mejor recaudo, y
-por la prisa de la partida destos navíos que agora van, los cuales, á
-la hora que lo aquí supimos, los mandamos despachar con todo recaudo
-de las cosas que de allá enviastes por memorial, que cuanto más
-cumplidamente se pudiera facer sin detenerlos, y así se hará y cumplirá
-en todo lo otro que trujo á cargo, al tiempo y como él lo dijere.
-No há lugar de os responder como quisiéramos, pero cuando él vaya,
-placiendo á Dios, vos responderemos y mandaremos proveer en todo ello,
-como cumple. Nos habemos habido enojo de las cosas que allá se han
-hecho fuera de vuestra voluntad, las cuales mandaremos bien remediar é
-castigar. En el primer viaje que para acá se hiciere enviad á Bernal de
-Pisa, al cual Nos enviamos á mandar que ponga en obra su venida, y en
-el cargo que él llevó entienda en ello la persona que á vos y al padre
-fray Buil pareciere, en tanto que de acá se provee, que por la prisa
-de la partida de los dichos navíos no se pudo agora proveer en ello,
-pero en el primer viaje, si place á Dios, se proveerá de tal persona
-cual conviene para el dicho cargo. De Medina del Campo á diez y ocho de
-noventa y cuatro años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Por mandado del Rey é
-de la Reina, Juan de la Parra.»
-
-Parece por esta carta de los Reyes, que Antonio de Torres debia haber
-traido las quejas de Bernal de Pisa, y á esto contradice lo que arriba
-en el cap. 90 se dijo, que despues de partido de la Isabela con los
-12 navíos, Antonio de Torres, se quiso amotinar, con los cinco que
-quedaron, Bernal de Pisa. No tiene concordia ninguna, sino es que él
-debia de causar algunas inquietudes y alborotos, estando áun allí
-Antonio de Torres, y desto escribió quejas el Almirante á los Reyes,
-y, despues de partido Antonio de Torres, pasó adelante en quererse
-alzar con los cinco navíos; la razon es, porque no hobo navío alguno
-que volviese á Castilla, sino los 12 que volvieron y los cinco que
-quedaron. Mandaron los Reyes que, con toda la priesa y diligencia que
-posible fuese, se aparejasen cuatro navíos en que tornase Antonio
-de Torres, con todas las provisiones y recaudos que el Almirante,
-por su memorial, envió á suplicar y pedir á los Reyes, todo lo cual,
-hizo muy cumplidamente el Arcediano de Sevilla susodicho, D. Juan de
-Fonseca, y fué todo puesto á punto, por manera, que al fin de Agosto
-ó en principio de Setiembre, á lo que creo, se hizo Antonio de Torres
-con los cuatro navíos á la vela, con el cual escribieron los Reyes al
-Almirante la carta siguiente.
-
-«El Rey é la Reina.—D. Cristóbal Colon, Almirante mayor de las islas
-de las Indias: Vimos vuestras letras é memoriales que nos enviastes
-con Torres, y habemos habido mucho placer de saber todo lo que por
-ellas nos escribistes, y damos muchas gracias á Nuestro Señor por todo
-ello, porque, con su ayuda, este negocio vuestro será causa que nuestra
-sancta fe católica sea mucho más acrecentada. Y una de las principales
-cosas porque esto nos ha placido tanto, es, por ser inventada,
-principiada y habida por vuestra mano, trabajo é industria, y parécenos
-que todo lo que al principio nos dixistes que se podia alcanzar, por
-la mayor parte, todo ha salido cierto como si lo hobiérades visto
-ántes que nos lo dixérades; esperanza tenemos en Dios, que, en lo
-que queda por saber, así se continuará, de que por ello vos quedamos
-en mucho cargo para vos facer mercedes, por manera que vos seais muy
-bien contento: y, visto todo lo que nos escribistes, como quiera que
-asaz largamente decís todas las cosas, de que es mucho gozo y alegría
-verlas, pero algo más querriamos que nos escribiésedes, ansí en que
-sepamos cuantas islas fasta aquí se han fallado, y, á las que habeis
-puesto nombres, qué nombre á cada una, porque aunque nombrais algunas
-en vuestras cartas, no son todas, y á las otras, los nombres que les
-llaman los indios, y cuanto hay de una á otra, y todo lo que habeis
-fallado en cada una dellas, y lo que dicen que hay en ellas, y en lo
-que se ha enviado despues que allá fuistes, qué se ha habido, pues ya
-es pasado el tiempo que todas las cosas sembradas se han de coger; y
-principalmente, deseamos saber todos los tiempos del año qué tales son
-allá en cada mes por sí, porque á Nos parece, que, en lo que decís que
-hay allá, hay mucha diferencia en los tiempos á los de acá: algunos
-quieren decir si en un año hay dos inviernos y dos veranos. Todo nos
-lo escribid por nuestro servicio, y enviadnos todos los más halcones
-que de allá se pudieren enviar, y de todas las aves que allá hay y se
-pudieren haber, porque querríamoslas ver todas; y cuanto á las cosas
-que nos enviastes por memorial que se proveyesen y enviasen de acá,
-todas las mandamos proveer, como del dicho Torres sabreis y vereis por
-lo que él lleva. Querriamos, si os parece, que así para saber de vos y
-de toda la gente que allá está, como para que cada dia pudiésedes ser
-proveidos de lo que fuese menester, que cada mes viniese una carabela
-de allá, y de acá fuese otra, pues que las cosas de Portugal están
-asentadas, y los navíos podrán ir y venir seguramente; veldo, y si os
-pareciere que se debe hacer, haceldo vos, y escribidnos la manera que
-os pareciere, qué se debe enviar de acá. Y en lo que toca á la forma
-que allá debeis tener con la gente que allá teneis, bien nos parece lo
-que hasta agora habeis principiado, y así lo debeis continuar, dándoles
-el más contentamiento que ser pueda, pero no dándoles lugar que excedan
-en cosa alguna de las que hobieren de hacer é vos les mandedes de
-nuestra parte; y cuanto á la poblacion que hicistes, en aquello no hay
-quien pueda dar regla cierta ni enmendar cosa alguna desde acá, porque
-allá estariamos presentes, y tomariamos vuestro consejo y parecer en
-ello, cuanto más en absencia; por eso á vos lo remitimos. A todas las
-otras cosas contenidas en el memorial que trajo el dicho Torres, en
-las márgenes dél va respondido lo que convino que vos supiésedes la
-respuesta, á aquella vos remitimos; y cuanto á las cosas de Portugal,
-acá se tomó cierto asiento con sus Embajadores, que nos parecia que era
-más sin inconvenientes, y porque dello seais bien informado largamente,
-vos enviamos el treslado de los capítulos que sobre ello se hicieron,
-y por eso, aquí no conviene alargar en ello, sino que mandamos y
-encargamos que aquello guardeis enteramente, é fagais que por todos sea
-guardado, así como en los capítulos se contiene; y en lo de la raya
-ó límite que se ha de hacer, porque nos parece cosa muy dificultosa
-y de mucho saber y confianza, querriamos, si ser pudiese, que vos os
-hallásedes en ello, y la hiciésedes con los otros que por parte del
-rey de Portugal en ello han de entender, y si hay mucha dificultad
-en vuestra ida á esto, ó podria traer algun inconveniente en lo que
-ende estais, ved si vuestro hermano, ó otro alguno teneis ende que lo
-sepan, é informadlos muy bien por escripto, y áun por palabra, y por
-pintura, y por todas las maneras que mejor pudieran ser informados, é
-inviádnoslos acá luego con las primeras carabelas que vinieren, porque
-con ellos enviaremos otros de acá para el tiempo que está asentado; y
-quier hayais vos de ir á esto, ó nó, escribidnos muy largamente todo lo
-que en esto supiéredes y á vos pareciere que se debe hacer para nuestra
-informacion y para que todo se provea como cumple á nuestro servicio, y
-faced de manera que vuestras cartas y las que habeis de enviar vengan
-presto, porque puedan volver á donde se ha de hacer la raya, ántes
-que se cumpla el tiempo que tenemos asentado con el rey de Portugal,
-como vereis por la capitulacion. De Segovia á diez y seis de Agosto de
-noventa y cuatro años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Por mandato del Rey é
-de la Reina, Fernandalvarez.»
-
-Lo que en esto despues se hizo no lo pude saber, sólo esto fué
-cierto, que ni el Almirante ni su hermano pudieron ir á ello por el
-descubrimiento que hizo de Cuba y Jamáica, y enfermedad del Almirante,
-y otras adversidades que luego les vinieron, ó porque el tiempo del
-asiento era pasado, y áun creo que, principalmente, por lo que se dirá
-en los capítulos siguientes.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CIV[3]
-
-
-El Almirante, como cada dia sentia toda la tierra ponerse en armas,
-puesto que armas de burla en la verdad, y crecer en aborrecimiento de
-los cristianos, no mirando la grande razon y justicia que para ello
-los indios tenian, dióse cuanta más priesa pudo para salir al campo
-para derramar las gentes y sojuzgar por fuerza de armas la gente de
-toda esta isla, como ya digimos; para efecto de lo cual, escogió hasta
-200 hombres españoles, los más sanos (porque muchos estaban enfermos
-y flacos), hombres de pié y 20 de á caballo, con muchas ballestas y
-espingardas, lanzas y espadas, y otra mas terrible y espantable arma
-para con los indios, despues de los caballos, y esta fué 20 lebreles
-de presa, que luego en soltándolos ó diciéndolos «tómalo,» en una
-hora hacian cada uno á cien indios pedazos; porque como toda la gente
-desta isla tuviesen costumbre de andar desnudos totalmente, desde lo
-alto de la frente hasta lo bajo de los piés, bien se puede fácilmente
-juzgar qué y cuales obras podian hacer los lebreles ferocísimos,
-provocados y esforzados por los que los echaban y açomaban en cuerpos
-desnudos, ó en cueros, y muy delicados: harto mayor efecto, cierto,
-que en puercos duros de Carona ó venados. Esta invencion comenzó aquí
-escogitada, inventada y rodeada por el diablo, y cundió todas estas
-Indias, y acabará cuando no se hallare más tierra en este orbe, ni más
-gentes que sojuzgar y destruir, como otras exquisitas invenciones,
-gravísimas y dañosísimas á la mayor parte del linaje humano, que aquí
-comenzaron y pasaron y cundieron adelante para total destruccion de
-estas naciones, como parecerá. Es tambien aquí de notar, que como los
-indios anduviesen, como es dicho, desnudos en estas islas y en muchas
-partes de tierra firme, y en todas las demas no pase su vestido de una
-mantilla delgada de algodon, de vara y media, ó dos cuando más, en
-cuadro, y estas sean cuasi en todas las Indias (los pellejos suyos,
-digo, y las dichas mantillas), sus armas defensivas, las ballestas de
-los cristianos y las espingardas de los tiempos pasados, y más sin
-comparacion los arcabuces de agora, son para los indios increiblemente
-nocivas; pues de las espadas que cortaban y cortan hoy un indio desnudo
-por medio, no hay necesidad que se diga; los caballos, á gentes que
-nunca los vieron y que imaginaban ser todo, el hombre y caballo, un
-animal, bastaban de miedo enterrarse dentro de los abismos, vivos, y,
-por su mal, despues que los cognoscieron, vieron y ven hoy por obra
-en sus personas, casas, pueblos y reinos, lo que padecen dellos ó por
-ellos temian. Esto es cierto, que solos 10 de caballo, al ménos en
-esta isla (y en todas las demas partes destas Indias, si no es en las
-altas sierras), bastan para desbaratar y meterlos todos por las lanzas,
-100.000 hombres que se junten, contra los cristianos, de guerra, sin
-que 100 puedan huir; y esto se pudo bien efectuar en la Vega Real desta
-isla, por ser tierra tan llana como una mesa, como arriba en el cap.
-90 se dijo. Por manera, que ninguna de nuestras armas podemos contra
-los indios mover que no les sea perniciosísima: de las suyas, ofensivas
-contra nosotros, no es de hablar, porque, como arriba digimos, son las
-más como de juegos de niños.
-
-Teniendo, pues, la gente aparejada y lo demas para la guerra necesario,
-el Almirante, llevando consigo á D. Bartolomé Colon, su hermano, y
-al Rey Guacanagarí (no pude saber qué gente llevó de guerra, de sus
-vasallos), en 24 del mes de Marzo de 1495, salió de la Isabela, y á dos
-jornadas pequeñas, que son diez leguas como se dijo, entró en la Vega,
-donde la gente se habia juntado mucha, y dijeron que creian habia sobre
-100.000 hombres juntos. Partió la gente que llevaba con su hermano,
-el Adelantado, y dieron en ellos por dos partes, y soltando las
-ballestas y escopetas y los perros bravisimos, y el impetuoso poder
-de los de caballo con sus lanzas, y los peones con sus espadas, así
-los rompieron como si fueran manada de aves; en los cuales no hicieron
-ménos estragos que en un hato de ovejas en su aprisco acorraladas.
-Fué grande la multitud de gente que los de á caballo alancearon, y
-los demas, perros y espadas hicieron pedazos; todos los que le plugo
-tomar á vida, que fué gran multitud, condenaron por esclavos. Y es de
-saber que los indios siempre se engañan, señaladamente los que áun no
-tienen experiencia de las fuerzas y esfuerzo y armas de los cristianos,
-porque, como por sus espías que envian, les traen por cuenta cuantos
-son en número los cristianos, que es lo primero que hacen, y les traen
-por granos de maíz, que son como garbanzos, contados los cristianos,
-y por muchos que sean, no suben ó subian entónces de 200 ó 300, ó
-400, cuando más, y caben en el puño esos granos, como ven tan poco
-número dellos y de sí mismos son siempre tan innumerables, paréceles
-que no es posible que tan pocos puedan prevalescer contra tantos,
-pero despues, cuando vienen á las manos, cognoscen cuan con riesgo y
-estrago suyo se engañaron. Aquí es de advertir lo que en su Historia
-dice D. Hernando Colon en este paso, afeando primero la ida de Mosen
-Pedro Margarite, y despues las fuerzas é insultos que hacian en los
-indios los cristianos, por estas palabras: «De la ida de Mosen Pedro
-Margarite provino que cada uno se fuese entre los indios por do quiso,
-robándoles la hacienda, y tomándoles las mujeres, y haciéndoles tales
-desaguisados, que se atrevieron los indios á tomar venganza en los que
-tomaban solos ó desmandados; por manera que el Cacique de la Magdalena,
-llamado Guatiguana, mató 10 cristianos, etc.» Aunque despues, vuelto
-el Almirante se hizo gran castigo, y bien que él no se pudo haber,
-fueron presos y enviados á Castilla con los cuatro navíos que llevó
-Antonio de Torres, más de 500 esclavos y son sus vasallos; asimismo
-se hizo castigo por otros seis ó siete, que, por otras partes de la
-isla, otros Caciques habian muerto. Y más abajo, dice D. Hernando así:
-«Los más cristianos cometian mil excesos, por lo cual los indios les
-tenian entrañable ódio, y reusaban de venir á su obediencia, etc.»
-Estas son sus formales palabras; y dice más, que despues de vuelto
-el Almirante, hizo gran castigo por la muerte de los cristianos, y
-por la rebelion que habian hecho. Si confiesa D. Hernando que los
-cristianos robaban las haciendas y tomaban las mujeres, y hacian
-muchos desaguisados, y otros mil excesos á los indios, y no vian juez
-que lo remediase, otro, de ley natural y derecho de las gentes, sino
-á sí mismos (cuanto más que esta era defension natural que áun á las
-bestias y á las piedras insensibles es conocida, como prueba Brecio
-en el libro I, _De consolatione_, prosa 4.ª; y lo pudieron hacer,
-aunque recognoscieran por superior al Almirante ó á otro, pues él no
-lo remediaba), ¿como el Almirante pudo en ellos hacer castigo? Item,
-si áun entónces llegaba el Almirante y no lo habian visto en la isla
-sino solos los diez, ó doce, ó quince pueblos que estaban en 18 leguas,
-que anduvo cuando fué á ver las minas, ni habia probado á alguno por
-razon natural, ni por escriptura auténtica, ni le podia probar que le
-eran obligados á obedecer por superior, porque ni podia ni la tenia,
-ni tampoco los entendia, ni ellos á él, ¿como iba y fué y pudo ir por
-alguna razon divina ó humana á castigar la rebelion que D. Hernando
-dice? Los que no son súbditos ¿como pueden ser rebeldes? ¿Podrá decir,
-por razon, el rey de Francia á los naturales de Castilla, si, haciendo
-fuerzas y robos, insultos y excesos, usurpándoles sus haciendas, y
-tomándoles sus mujeres y hijos en sus mismas tierras y casas los
-franceses, si volviendo por sí ó por escaparse de quien tantos males
-vienen á hacerles, podrá, digo, el rey de Francia, con razon, decir
-que los Españoles le son rebeldes? Creo que no confesara esta rebelion
-Castilla. Luego, manifiesto es, que el Almirante ignoró en aquel
-tiempo, y áun mucho despues, como parecerá, lo que hacer debia, y á
-cuanto su poder se extendia, y D. Hernando Colon estuvo bien remoto del
-fin, ignorando muy profundamente el derecho humano y divino, al cual
-fin, el descubrimiento que su padre en estas tierras hizo, y el estado
-y oficio (aunque bien trabajado y bien merecido), que por ella alcanzó,
-y la comision y poderes que les Reyes le dieron y todo lo demas, se
-ordenaba y habia de ordenar y enderezar, como medios convenientes,
-segun arriba en el cap. 93 digimos. Si este fin D. Hernando
-cognosciera, y penetrara la justicia y derecho que los indios á
-defenderse á sí é á su patria tenian, mayormente experimentando tantos
-males é injusticias cada dia, de nueva y extraña gente á quien nunca
-ofendieron, ántes quien muchas y buenas obras les debia, y la poca ó
-ninguna que los cristianos pudieron tener para entrar por sus tierras y
-reinos por aquella vía, ciertamente, mejor mirara y ponderara lo que en
-este paso habia de decir, y así, callara lo que incautamente para loa
-del Almirante dijo, conviene á saber: «Que dieron los caballos por una
-parte y los lebreles por otra, y todos, siguiendo y matando, hicieron
-tal estrago, que en breve fué Dios servido tuviesen los nuestros tal
-victoria, que, siendo muchos muertos y otros presos y destruidos, etc.»
-Cierto, no fué Dios servido de tan execrable injusticia.
-
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-CAPÍTULO CV.
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-Anduvo el Almirante por gran parte de toda la isla, haciendo guerra
-cruel á todos los Reyes y pueblos que no le venian á obedecer,
-nueve ó diez meses, como él mismo, en cartas diversas que escribió
-á los Reyes y á otras personas, dice. En los cuales dias ó meses,
-grandísimos estragos ó matanzas de gentes y despoblaciones de pueblos
-se hicieron, en especial en el reino de Caonabo, por ser sus hermanos
-tan valientes, y porque todos los indios probaron todas sus fuerzas
-para ver si pudieran echar de sus tierras á gente tan nociva y cruel,
-y que totalmente vian que, sin causa ni razon alguna, y sin haberlos
-ofendido, que los despojaban de sus reinos y tierras, y libertad, y de
-sus mujeres y hijos, y de sus vidas y natural ser; pero como se viesen
-cada dia tan cruel é inhumanamente perecer, alcanzados tan fácilmente
-con los caballos y alanceados en un credo tantos, hechos pedazos con
-las espadas, cortados por medio, comidos y desgarrados de los perros,
-quemados muchos dellos vivos y padecer todas maneras exquisitas de
-inmisericordia é impiedad, acordaron muchas provincias, mayormente las
-que estaban en la Vega Real, donde reinaba Guarionex, y la Maguana,
-donde señoreaba Caonabo, que eran de los principales reinos y Reyes
-desta isla, como se ha dicho, de sufrir su infelice suerte, poniéndose
-en manos de sus enemigos á que hiciesen dellos lo que quisiesen, con
-que del todo no los extirpasen como quien no podia más; quedando muchas
-gentes de muchas partes y provincias de la isla huidos por los montes,
-y otras que áun los cristianos no habian tenido tiempo de llegar á
-ellas y las sojuzgar. Desta manera (como el Almirante mismo escribió
-á los Reyes), allanada la gente de la isla, la cual, dice, que era
-sin número, con fuerza y con maña, hobo la obediencia de todos los
-pueblos en nombre de Sus Altezas y como su Visorey, é obligacion de
-como pagarian tributo cada Rey ó Cacique, en la tierra que poseia,
-de lo que en ella habia; y se cogió el dicho tributo hasta el año
-de 1496. Estas todas son palabras del Almirante. Bien creo que los
-prudentes y doctos lectores cognoscerán aquí, cuan justamente fueron
-impuestos estos tributos, y cuan válidos de derecho, y como los eran
-los indios obligados á pagar, pues con tantas violencias, fuerzas y
-miedos, y precediendo tantas muertes y estragos, y disminucion de
-sus estados, de sus personas, mujeres y hijos, y libertad de todo
-su ser, y aniquilacion de su nacion, les fueron impuestos y ellos
-concedieron á los pagar. Impuso el Almirante á todos los vecinos de
-la provincia de Cibao y á los de la Vega Real, y á todos los cercanos
-á las minas, todos los de catorce años arriba, de tres en tres meses
-un cascabel de los de Flandes, digo lo hueco de un cascabel, lleno de
-oro, y sólo el rey Manicao ex daba cada mes una media calabaza de oro,
-llena, que pesaba tres marcos, que montan y valen 150 pesos de oro, ó
-castellanos; toda la otra gente no vecina de las minas, contribuyese
-con una arroba de algodon cada persona. Carga, cierto, y exaccion
-irracional, dificilísima, imposible é intolerable, no sólo para gente
-tan delicada y no usada á trabajos grandes, y cuidados tan importunos,
-y tan libre, y á quien no debia nada, y que se habia de traer y ganar
-por amor y mansedumbre, y dulzura, y blanda conversacion, á la fe y
-religion cristiana, pero áun para crueles turcos y moros, y que fueran
-los hugnos ó los vándalos que nos hobieran despojado de nuestros
-reinos y tierras, y destruido nuestras vidas, les fuera onerosísimo é
-imposible, y en sí ello irracionable y abominable. Ordenóse despues
-de hacer una cierta moneda de cobre ó de laton en la cual se hiciese
-una señal, y esta se mudase á cada tributo, para que cada indio de los
-tributarios la trajese al cuello, porque se cognosciese quién la habia
-pagado y quién no; por manera que, el que no la trajese habia de ser
-castigado, aunque, diz que, moderadamente, por no haber pagado el
-tributo. Pero esta invencion que parece asemejarse á la que hizo, en
-tiempo de nuestro Redentor, Octaviano Augusto, no pasó adelante, por
-las novedades y turbaciones que luego sucedieron, con que, para mostrar
-Dios haber sido deservido con tan intempestivas imposiciones, todo lo
-barajó, y así las deshizo; y es aquí de saber, que los indios desta
-isla no tenian industria ni artificio alguno para coger el oro, en los
-rios y tierra que lo habia, porque no cogian ni tenian en su poder
-más de lo que en las veras ó riberas de los arroyos ó rios, echando
-agua con las manos juntas y abiertas, de entre la tierra y cascajo,
-como acaso, se descubria, y esto era muy poquito, como unas hojitas ó
-granitos menudos, y granos más grandes que topaban, cuando acaecia; por
-lo cual, obligarlos á dar cada tres meses un cascabel de oro, lleno,
-que cabria por lo poco tres y cuatro pesos de oro, que valia y vale
-hoy cada peso 450 maravedís, érales de todo punto imposible, porque
-ni en seis ni en ocho meses, y hartas veces en un año, por faltarles
-la industria, no lo cogian, ni por manera alguna cogerlo ni allegarlo
-podian Por esta razon el rey Guarionex, señor de la gran vega, dijo
-muchas veces al Almirante, que si queria que hiciese un conuco, que
-era labranza de pan, para el Rey de Castilla, tan grande que durase ó
-llegase desde la Isabela hasta Sancto Domingo, que es de mar á mar, y
-hay de camino, buenas, 55 leguas, (y esto era tanto, que se mantuviera,
-cuanto al pan, diez años toda Castilla), que él la haría con su gente,
-con que no le pidiese oro porque sus vasallos cogerlo no sabian. Pero
-el Almirante, con el gran deseo que tenia de dar provecho á los reyes
-de Castilla para recompensar los grandes gastos que hasta entónces
-habian hecho y hacian, y eran menester cada dia hacerse en este negocio
-de las Indias, y por refrenar los murmuradores y personas que estaban
-cercanos á los Reyes, y que siempre desfavorecieron este negocio, que
-disuadian á Sus Altezas que no gastasen, porque era todo mal empleado
-y perdido, y que no habian de sacar fruto dello, y finalmente, daban
-al negocio cuantos disfavores y desvíos podian, no creo sino que con
-buena intencion, aunque, á lo que siento, con harto poco celo y sin
-consideracion de lo que los Reyes, aunque no sacaran provecho alguno,
-á la conversion y salud de aquellas ánimas, como católicos, debian,
-querer cumplir el Almirante con esto temporal, y como hombre extranjero
-y sólo (como él decia, desfavorecido), y que no parecia depender todo
-su favor sino de las riquezas que á los Reyes destas tierras les
-proviniesen, juntamente con su gran ceguedad é ignorancia del derecho
-que tuvo, creyendo que por sólo haberlas descubierto y los reyes de
-Castilla enviarlo á los traer á la fe y religion cristiana, eran
-privados de su libertad todos, y los Reyes y señores de sus dignidades
-y señoríos, y pudiera hacer dellos como si fueran venados ó novillos en
-dehesas valdías, como, y muy peor, lo hizo, le causó darse más prisa y
-exceder en la desórden que tuvo que quizá tuviera; porque, ciertamente,
-él era cristiano y virtuoso, y de muy buenos deseos, segun dél, los que
-amaban la verdad ó no tenian pasion ó aficion á sus propios juicios,
-cognoscian, así que no curaba de lo que Guarionex le importunaba y de
-las labranzas que ofrecia, sino del cascabel de oro que impuesto habia.
-Despues, cognosciendo el Almirante que los más de los indios, en la
-verdad, no lo podian cumplir, acordó de partir por medio el cascabel,
-y que aquella mitad llena diesen por tributo; algunos lo cumplian, y
-á otros no les era posible, y así, cayendo en más triste vida, unos
-se iban á los montes, otros, no cesando las violencias y agravios
-é injurias en ellos de los cristianos, mataban algun cristiano por
-especiales daños y tormentos que recibian, contra los cuales luego
-se procedia á la venganza que los cristianos llaman castigo, con el
-cual, no sólo los matadores, pero cuantos podian haber en aquel pueblo
-ó provincia, con muertes y con tormentos se punian, no considerando
-la justicia y razon natural humana y divina, con cuya auctoridad lo
-hacian.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CVI.
-
-
-Viendo los indios cada dia crecer sus no pensadas otras tales,
-calamidades, y que hacian fortalezas ó casas de tapias y edificios y no
-algunos navíos en el puerto de la Isabela, sino ya comidos y perdidos,
-cayó en ellos profundísima tristeza, y nunca hacian sino preguntar
-si pensaban en algun tiempo tornarse á su tierra. Consideraban que
-ninguna esperanza de libertad ni de blandura, ni remision, ni remedio
-de sus angustias, ni quien se doliese dellos, tenian, y como ya habian
-experimentado que los cristianos eran tan grandes comedores, y que solo
-habian venido de sus tierras á comer, y que ninguno era para cavar y
-trabajar por sus manos en la tierra, y que muchos estaban enfermos
-y que les faltaban los bastimentos de Castilla, determinaron muchos
-pueblos dellos de ayudarlos con un ardid ó aviso, ó para que muriesen
-ó se fuesen todos, como sabian que muchos se habian muerto y muchos
-ido; no cognosciendo la propiedad de los españoles, los cuales, cuanto
-más hambrientos tanto mayor teson tienen, y más duros son de sufrir
-y para sufrir. El aviso fué aqueste (aunque les salió al revés de lo
-que pensaron), conviene á saber, no sembrar ni hacer labranzas de su
-conuco, para que no se cogiese fruto alguno en la tierra, y ellos
-recogerse á los montes donde hay ciertas y muchas y buenas raíces,
-que se llaman guayaros, buenas de comer, y nascen sin sembrarlas, y
-con la caza de las hutias ó conejos de que estaban los montes y los
-llanos llenos, pasar como quiera su desventurada vida. Aprovechóles
-poco su ardid, porque, aunque los cristianos, de hambre terrible y de
-andar á montear y perseguir los tristes indios padecieron grandísimos
-trabajos y peligros, pero ni se fueron, ni se murieron, aunque algunos
-morian por las dichas causas, ántes, toda la miseria y calamidad hobo
-de caer sobre los mismos indios, porque, como anduviesen tan corridos
-y perseguidos con sus mujeres é hijos á cuestas, cansados, molidos,
-hambrientos, no se les dando lugar para cazar, ó pescar, ó buscar su
-pobre comida, y por las humidades de los montes y de los rios, donde
-siempre andaban huidos, y se escondian, vino sobre ellos tanta de
-enfermedad, muerte y miseria, de que murieron infelicemente de padres
-y madres y hijos, infinitos. Por manera, que, con las matanzas de las
-guerras, y por las hambres y enfermedades que procedieron por causa
-de aquellas, y de las fatigas y opresiones que despues sucedieron, y
-miserias, y sobre todo mucho dolor intrínseco, angustia y tristeza,
-no quedaron de las multitudes que en esta isla, de gentes, habia,
-desde el año de 94 hasta el de 6, segun se creia, la tercera parte de
-todas ellas. ¡Buena vendimia, y hecha harto bien apriesa! Ayudó mucho
-á esta despoblacion y perdicion, querer pagar los sueldos de la gente
-que aquí los ganaba, y pagar los mantenimientos y otras mercadurías
-traidas de Castilla, con dar de los indios por esclavos, por no pedir
-las costas y gastos; y tantos gastos y costas, á los Reyes, lo cual el
-Almirante mucho procuraba, por la razon susodicha, conviene á saber,
-por verse desfavorecido y porque no tuviesen tanto lugar los que
-desfavorecian este negocio de las Indias ante los Reyes, diciendo que
-gastaban y no adquirian: pero debiera más pesar el cumplimiento de la
-ley de Jesucristo, que el disfavor de los Reyes; mas la justicia contra
-tanta injuria y sinjusticia; mas la caridad y amor de los prójimos,
-que enviar á los Reyes dineros; mas el fin, que era la prosperidad y
-crecimiento temporal, y la conversion y salvacion espiritual destas
-gentes, para la consecucion del cual se ordenaba el descubrimiento que
-hizo destas Indias, y la vuelta suya á ellas, y todo lo demas, que
-todos eran medios, que hacer por fuerza y violentamente y con tantas
-matanzas y perdicion de ánimas y de cuerpos, y con tanta ignominia del
-nombre cristiano, que diesen, los que eran Reyes y señores naturales y
-todos sus súbditos, la obediencia y subyeccion y tributos al Rey, que
-nunca ofendieron, ni vieron, ni oyeron, ni le eran obligados por razon
-alguna jurídica á lo hacer, pues los infestaban sin causa, estando
-seguros en sus tierras, y sin darles razon por qué, y probársela, cosa
-tan dura y tan nueva y con tanta violencia é imperio durísimo, les
-pedian. Y puesto que se sacaron y enviaron muchos indios por esclavos
-á Castilla para lo susodicho, y sin voluntad de los Reyes, sin alguna
-duda, como abajo se mostrará, pero si nuestro Señor no ocurriera y á la
-mano fuera al Almirante, con las adversidades que luego le sucedieron
-(que se contarán, si Dios quisiere), para comenzar á mostrar ser
-injusto é inícuo cuanto contra estas inocentes gentes, vidas y estados
-y ser, se hacia, por esta sola vía de hacer esclavos para suplir las
-necesidades dichas, y relevar los Reyes de tantos gastos, en muy más
-breves dias se despoblara y consumiera la más de la gente desta isla,
-de la que restaba de la vendimia. Bien podria cualquiera que sea
-cuerdo, y mayormente si fuere medianamente letrado, cognoscer y juzgar
-como los tales indios padecian injusto captiverio, y uno ni ninguno no
-ser esclavo justamente, pues todas las guerras que se les hacian eran
-injustísimas, condenadas por toda ley humana, natural y divina.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CVII.
-
-
-Antes que tratemos de la materia de los capítulos siguientes, dos
-cosas quiero aquí referir, que debemos, cierto, á mí juicio, muy bien
-de notar. La una es, que como ántes que el Almirante volviese de
-descubrir, el cual, llegó á la Isabela, como arriba se dijo, á 29 dias
-de Setiembre del año de 94, se fueron á Castilla en los tres navíos
-en que habia venido don Bartolomé Colon, hermano del Almirante, aquel
-padre fray Buil y Mosen Pedro Margarite, y otros principales, estos
-tales fueron los que informaron y, con sus relaciones, atibiaron á
-los Reyes en la esperanza que tenian de las riquezas destas Indias,
-diciendo que era burla, que no era nada el oro que habia en esta
-isla, y que los gastos que Sus Altezas hacian eran grandes, nunca
-recompensables, y otras muchas cosas en deshacimiento del negocio y del
-crédito que los Reyes tenian del Almirante, porque luego, en llegando,
-no se habian vuelto cargados de oro en los navíos en que habian venido;
-no considerando que el oro no estaba ya sacado y puesto en las arcas,
-ó era fruta que habian de coger de los árboles (como se queja y con
-razon el Almirante), sino en minas y debajo de la tierra, y que nunca
-en parte del mundo, plata ni oro, ni otro metal, se sacó sin grande
-trabajo, sino fuese á sus dueños de sus arcas robado. Para testimonio
-de lo haber, bastaba y sobrebastaba las grandes muestras de oro que
-el primer viaje habia el Almirante llevado, y lo que con Antonio de
-Torres, cogido de las minas por propias manos de los cristianos y de
-lo que le dió Guacanagarí cuando tornó, habia enviado. Y ántes que
-fuese á descubrir, que fué á 24 de Abril del año de 94, como arriba
-queda dicho en el cap. 94, habiendo llegado á donde dispuso hacer la
-poblacion que llamó la Isabela, por el mes de Diciembre, año de 93,
-por manera, que no estuvo el Almirante en esta isla, estando presentes
-el padre fray Buil y Mosen Pedro y los demas que se fueron ántes que
-él volviese de descubrir, sino cuatro meses ó pocos dias más, ¿qué
-pudo el Almirante hacer de malos tratamientos á los españoles, y qué
-mala gobernacion pudo tener para que aquellos que así se fueron,
-y á los Reyes informaron, fuesen causa de que la fortuna y estado
-del Almirante, tan presto, y tan recientes y frescos sus grandes é
-incomparables servicios, diese la vuelta y á declinar comenzase? Pero
-cierto, si consideramos la providencia del muy Alto, que sabe las cosas
-futuras mucho ántes, y que á todas provee su reguardo, poco hay de
-que maravillarnos. Parece que en los cuatro navíos que trujo Antonio
-de Torres, y en que tornó á Castilla y llevó 500 indios, injustamente
-hechos esclavos, como se dijo, debieran de ir muchas más quejas contra
-el Almirante y sus hermanos de los agravios que decian que hacia á los
-españoles, lo cual ayudaria y moveria con mas eficacia á los Reyes para
-lo que luego se dirá. La segunda cosa digna de notar es esta: que en
-el mismo tiempo que el Almirante salia y salió á hacer en los indios,
-contra toda justicia y verdad los grandes estragos, se le urdia en
-Castilla la primera sofrenada y el primero, harto amargo, tártago.
-Él salió de la Isabela en 24 de Marzo del año de 495, segun parece
-arriba en el cap. 104, y en aquel mismo mes y año, estaban los Reyes
-(porque escrito está: _Cor regis in manu domini_, etc.), despachando
-á un repostero suyo de camas, que se llamó Juan Aguado, natural de
-Sevilla, ó al ménos allí despues avecindado, enviado sin jurisdiccion
-alguna, sino cuasi por espía y escudriñador de todo lo que pasaba, con
-cartas de gran crédito para todos los que aquí estaban. Este comenzó á
-aguar todos los placeres y prosperidad del Almirante, por manera, que
-cuando el Almirante iba á ofender á Dios en las guerras injustas que
-contra los indios mover queria, y así las movió, por las cuales tantas
-gentes mató y echó á los infiernos, habiendo venido para convertirlos,
-en aquellos mismos dias le ordenaba el comienzo de su castigo; y
-desta manera lo provee y ordena Dios con todos los hombres, y por eso
-todos, en no ofenderle, debemos estar muy sobre aviso, y deberíamos
-suplicarle íntimamente que nos dé á cognoscer por qué pecados contra
-nos se indigna, porque, cognosciéndolo, sin duda nos enmendariamos más
-aína, pero cuando Dios nos azota y aflige y el por qué no lo sentimos,
-verdaderamente mucho mayor y más cierto es nuestro peligro. Tornando
-al propósito de nuestra historia, los Reyes mandaron aparejar cuatro
-navíos y cargarlos de bastimentos y cosas que el Almirante habia
-escrito, para la gente que ganaba su sueldo en esta isla, y ordenaron
-que el dicho Juan Aguado, su repostero, fuese por Capitan dellos;
-diéronle sus provisiones é instruccion de lo que habia de hacer,
-y, para todos los que acá estaban, le dieron la siguiente carta de
-creencia:
-
-«El Rey é la Reina.—Caballeros y escuderos y otras personas que por
-nuestro mandado estais en las Indias, allá vos enviamos á Juan Aguado,
-nuestro repostero, el cual, de nuestra parte, vos hablará. Nos vos
-mandamos que le dedes fe y creencia. De Madrid á nueve de Abril de mil
-cuatro cientos noventa y cinco años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Por
-mandado del Rey é de la Reina, nuestros Señores, Hernandalvarez.»
-
-Llegó Juan Aguado á la Isabela por el mes de Octubre del dicho año de
-1495, estando el Almirante haciendo guerra á los hermanos y gente del
-Caonabo, en la provincia de la Maguana, que era su reino y tierra,
-donde agora está poblada, y siempre despues lo estuvo, una villa de
-españoles que se llamaba Sant Juan de la Maguana; el cual mostró,
-por palabras y actos exteriores de su persona, traer de los Reyes
-muchos poderes y autoridad mayor de la que le dieron, y con esto se
-entremetía en cosas de jurisdiccion que no tenia, como prender á
-algunas personas de la mar, de las que habian con él venido, y en
-reprender los oficiales del Almirante, mayormente haciendo muy poca
-cuenta y teniendo poca reverencia, á D. Bartolomé Colon, que habia
-dejado por Gobernador el Almirante, por su ausencia, como despues yo
-vide, con muchos testigos, probado. Quiso ir luego el dicho Juan Aguado
-en busca del Almirante, y tomó cierta gente de pié y de caballo. Díjose
-que por los caminos y pueblos de los indios, él, ó los que con él iban,
-echaban fama que era venido otro nuevo Almirante que habia de matar
-al viejo que acá estaba, y como los señores y gentes desta isla, en
-especial las de la comarca de la Isabela y de la Vega Real, y todos
-los vecinos y gentes de las minas, estaban agraviados y atribulados
-con las matanzas que en ellos habia hecho el Almirante, y los tributos
-del oro que les habia puesto, que como no tenian industria de cogerlo
-y ello se coge, donde quiera que está, con grandes trabajos, les era
-intolerable, bien creo que de la venida del nuevo Almirante se gozaban;
-porque apetito es comun de todos los que son pobres, y de los que
-padecen adversidades y servidumbre injusta, y más de los que están
-muy opresos y tiranizados, querer ver cada dia novedades, la razon es
-porque les parece, por el apetito natural y ansía que tienen salir de
-sus trabajos, que es más cierta la esperanza de que han de ser, poco
-que mucho, relevados, que el temor de que vernán con la novedad á más
-trabajoso estado. Por esta causa se hicieron algunos ayuntamientos
-de gentes de unos Caciques y señores con otros, en especial en casa
-de un gran señor que se llamó Manicaotex, que yo bien conocí y por
-muchos años, que señoreaba la tierra cerca del gran rio de Yaquí, tres
-leguas ó poco más de donde se fundó la fortaleza y ciudad, que despues
-diremos, de la Concepcion, donde trataban del Almirante viejo que los
-habia con tantos daños subiectado y atributado, y del nuevo, de quien
-esperaban ser aliviados; pero engañados estaban, porque cualquiera que
-fuera, y todos los que despues fueron, segun la ceguedad que Dios por
-nuestros pecados y los suyos en esta materia permitió, no librarlos ni
-darles lugar para resollar, sino añidirles tormentos á sus males y á su
-trabajosa y calamitosa vida (vida infernal siempre, hasta consumirlos
-á todos) procuraron. En este año de 1495, pidieron algunos marineros
-y otras personas, vecinos de Sevilla, licencia á los Reyes para poder
-venir á descubrir á estas Indias, islas y tierra firme que estuviesen
-descubiertas, la cual concedieron los Reyes con ciertas condiciones:
-La primera, que todos los navíos que hobiesen de ir á descubrir se
-presentasen ante los oficiales del Rey, que para ello estaban puestos
-en la ciudad y puerto de Cáliz, para que de allí vayan una ó dos
-personas por veedores; la segunda, que habian de llevar la décima parte
-de las toneladas con cargazon de los Reyes, sin que se les pagase por
-ello cosa alguna; la tercera, que aquello lo descargasen en la isla
-Española; la cuarta, que de todo lo que hallasen, diesen á los Reyes
-la décima parte cuando volviesen á Cáliz; la quinta, que habian de dar
-fianzas que así lo cumplirian todo; la sexta, que con cada siete navíos
-pudiese el Almirante cargar uno para sí para rescatar, como los otros
-que á ello fuesen, por la contratacion y merced hecha al Almirante que
-en cada navío pudiese cargar la octava parte. En esta provision tambien
-se contenia, que quien quisiese llevar mantenimientos á vender á los
-cristianos que estaban en esta isla Española, y en otras partes que
-estuviesen, los vendiesen francos de todo derecho, etc. Fué hecha en
-Madrid de diez dias de Abril de mil y cuatrocientos y noventa y cinco
-años.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CVIII.
-
-
-Sabido por el Almirante la venida de Juan Aguado, determinó de volverse
-á la Isabela, y no creo que anduvo mucho camino para ir donde estaba
-el Almirante, Juan Aguado. Despues de llegado dióle las cartas que
-le traia de los Reyes, y, para que presentase la creencia y otras
-cartas de los Reyes que traia, mandó el Almirante juntar toda la gente
-española que en la Villa habia y tocar las trompetas, porque con
-toda solemnidad, cuanta fué por entónces posible, la Cédula Real de
-su creencia, delante de todos y á todos se notificase. Muchas cosas
-pasaron en estos dias y tiempo que Juan Aguado estuvo en esta isla, en
-la Isabela, y todas de enojo y pena para el Almirante, porque el Juan
-Aguado se entrometía en cosas, con fiucia y color de su creencia, quel
-Almirante sentia por grandes agravios; decia y hacia cosas en desacato
-del Almirante y de su auctoridad, oficios y privilegios. El Almirante,
-con toda modestia y paciencia, lo sufria, y respondia y trataba al
-Juan Aguado siempre muy bien, como si fuera un Conde, segun vide de
-todo esto, hecha con muchos testigos, probanza. Decia Juan Aguado que
-el Almirante no habia obedecido ni recibido las Cédulas y creencia de
-los Reyes, con el acatamiento y reverencia debida, sino que, al tiempo
-que se presentaban, habia callado, y despues de presentadas, cinco
-meses habia, pedia á los escribanos la fe de la presentacion; y de la
-poca cuenta quel Almirante habia hecho dellas, y queria llevar los
-escribanos á su posada porque le diesen la fe en su presencia. Ellos
-no quisieron, sino que les enviase las Cédulas á su posada y que allí
-se la darian, él decia que no habia de fiar de nadie las cartas del
-Rey, y así, de dia en dia lo disimulaba; al cabo de cinco meses que
-se las envió, y dieron la fe y testimonio de como el Almirante las
-habia obedecido y reverenciado, como á cartas de sus Reyes y señores,
-fuélos á deshonrar con palabras injuriosas, diciendo que habian
-mentido y hecho y cometido falsedad, y que ellos serian castigados.
-Los escribanos dieron la fe, y despues, con juramento, confirmaron de
-nuevo el dicho testimonio y fe que habian dado haber sido verdadero,
-y probáronse las injurias que Juan Aguado les habia dicho. Destas y
-otras muchas cosas, y de la presuncion y auctoridad que mostraba el
-Juan Aguado, y de atreverse al Almirante más de lo que debiera, y de
-las palabras y amenazas que le hacia con los Reyes, toda la gente se
-remontaba y alteraba, por manera que ya no era el Almirante ni sus
-justicias tan acatado y obedecido como de ántes. Toda la gente que en
-toda esta isla entónces estaba, increiblemente estaba descontenta, en
-especial la que estaba en la Isabela, y, toda la más, por fuerza, por
-las hambres y enfermedades que padecian, y no se juraba otro juramento
-sino, «así Dios me lleve á Castilla;» no tenian otra cosa que comer
-sino la racion que les daban de la alhóndiga del Rey, que era una
-escudilla de trigo que lo habian de moler en una atahona de mano (y
-muchos lo comian cocido), y una tajada de tocino rancioso ó de queso
-podrido, y no se cuantas habas ó garbanzos, vino, como si no lo hobiera
-en el mundo; y con esto, como habian venido á sueldo de los Reyes, y
-tenia en ello parte el Almirante, mandábalos trabajar, hambrientos
-y flacos, y algunos enfermos, en hacer la fortaleza y la casa del
-Almirante y otros edificios, por manera que estaban todos angustiados y
-atribulados y desesperados, por lo cual se quejaban al Juan Aguado, y
-de allí tomaba él ocasion de tener que decir del Almirante y amenazarlo
-con los Reyes. La gente sana era la mejor librada cuanto á la comida,
-puesto que, á lo que tocaba al ánima, era la más malaventurada, porque
-andaban por la isla haciendo guerra y fuerzas, y robando, y todos los
-que tomaban á vida hacian esclavos. En este tiempo se perdieron en el
-puerto los cuatro navíos que trajo Juan Aguado, con gran tempestad, que
-era lo que llamaban los indios en su lengua huracan, y agora todos
-las llamamos huracanes, como quien, por la mar y por la tierra, cuasi
-todos los habemos experimentado; y porque estoy dudoso si entre los
-seis navíos, que arriba en fin del cap. 102 dijimos se perdieron en el
-puerto de la Isabela, fueron los cuatro de Juan Aguado, porque se me
-ha pasado de la memoria como há ya cincuenta y nueve años, no quiero
-afirmar que fuesen otros ó ellos, mas de que, á lo que me parece,
-que en los tiempos que yo allá estaba, que fué pocos años despues de
-perdidos, platicábamos que dos veces se perdieron navíos en el dicho
-puerto, y si así es, como me parece que es así, los postreros que
-se perdieron fueron los de Juan Aguado; pero que sea lo uno que sea
-lo otro, para tornar á Castilla ningun navío habia, sino solas las
-dos carabelas que mandó hacer allí, en el puerto de la Isabela, el
-Almirante.
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-CAPÍTULO CIX.
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-No dudando el Almirante que Juan Aguado habia de llevar muchas quejas
-de los españoles que allí por fuerza estaban, y tan necesitados, á los
-Reyes, contra el Almirante, y que no dejaria de añadir y encarecer
-mucho sus defectos, y que de secreto llevaria informaciones hechas
-contra él, y que sobre las relaciones ásperas y demasiadas, y por
-entónces, cierto, segun yo creo, no muy verdaderas, que pudieron decir,
-si las dijeron (lo cual se presume por haberse ido, tan sin tiempo y
-sin licencia del Almirante, y descontentos), y tambien porque no parece
-que los Reyes enviaran á Juan Aguado tan presto, sino por la relacion
-que harian en infamia desta isla y destas tierras, y en deshacimiento
-y disfavor del servicio que el Almirante habia hecho á los Reyes en su
-descubrimiento, el susodicho padre fray Buil y Mosen Pedro Margarite,
-y los demas que, ántes que el Almirante volviese de descubrir las
-islas, Cuba y Jamáica y las demas, se habian desta isla ido á Castilla,
-moverian y exasperarian los ánimos de los Reyes y disminuírseles ía la
-voluntad de hacer los gastos que eran necesarios para proseguir esta
-empresa, determinó el Almirante de ir á Castilla para informar á los
-Reyes del estado desta isla y del descubrimiento de Cuba y Jamáica,
-y de las cosas sucedidas, y responder á los obiectos que se habian
-puesto contra la bondad y felicidad y riquezas destas tierras, porque
-no hallaron tan á mano los montes de oro, como en España (al ménos
-los seglares, salvando al dicho padre fray Buil) se habian prometido,
-y, finalmente, para satisfacer á los Reyes y darles cuenta de sí, é
-tractar esomismo sobre ir á descubrir lo que mucho deseaba, por topar
-con tierra firme; por ventura, tambien pudo ser que los Reyes le
-escribieron en la carta que el dicho Juan Aguado le trujo, que así
-lo hiciese, porque se querian informar dél en todo lo susodicho. Pero
-que los Reyes le escribiesen que fuese á Castilla, nunca hombre lo
-supo ni tal he podido descubrir, ántes, por cosas que pasaron entre
-el Almirante y Juan Aguado públicas, que yo he visto en probanzas con
-autoridad de escribanos, parece el contrario, porque el Almirante decia
-públicamente, «yo quiero ir á Castilla á informar al Rey é á la Reina,
-nuestros señores, contra las mentiras que los que allá han ido les han
-dicho,» y no tuve yo á Juan Aguado por tal, que si él tuviera tal carta
-ó noticia della, qué no le dijera, cuando reñian y él se desmesuraba
-contra el Almirante, que iba á Castilla á su pesar, porque los Reyes
-así lo querian. Al ménos parece por esta razon claro un error que
-dice en su Historia, entre otros muchos, Gonzalo Hernandez de Oviedo
-en el cap. 13 del II, libro donde dice, que desde á pocos dias que
-llegó Juan Aguado, apregonada la creencia de los Reyes y ofrecidos los
-españoles á le favorecer en lo que de parte de los Reyes se dijese,
-dijo al Almirante que se aparejase para ir á España, lo cual dice que
-el Almirante sintió por cosa muy grave, é vistióse de pardo como fraile
-y dejóse crecer la barba, y que fué en manera de preso, puesto que no
-fué mandado prender; y que mandaron los Reyes tambien llamar al dicho
-padre fray Buil y á Mosen Pedro Margarite, y á otros que allí cuenta,
-que fuesen á Castilla entónces cuando el Almirante fué. Dice mas, que
-venido el Almirante de descubrir á Cuba y Jamáica, y pasados dos meses
-y medio, mandó llamar á Mosen Pedro Margarite, que era Alcaide de la
-fortaleza de Santo Tomás, y á otros que estaban con él, y venidos á
-esta ciudad de Santo Domingo, donde por la fertilidad y abundancia de
-la tierra se repararon y cobraron salud, y despues que todos fueron
-juntos, comenzaron á tener discordias entre si el Almirante y el
-padre fray Buil, y que hobieron estas discordias principio, porque el
-Almirante ahorcó á un aragonés que se llamaba Gaspar Ferim, por lo
-cual, cuando el Almirante hacia cosa que al fray Buil no pluguiese,
-ponia entredicho y cesacion del divino oficio; el Almirante quitaba
-la racion al fray Buil y á su familia, y que Mosen Pedro y otros los
-hacian amigos, pero que duraba el amistad pocos dias: todo esto dice
-Oviedo en el susodicho capítulo. Que todo sea falso, cuanto cerca desto
-dice, no serán menester muchos testigos, pues parecerá por muchas
-cosas arriba dichas; lo uno, porque cuando el Almirante partió para
-descubrir, áun no habia, en obra de cinco meses que estuvo en esta
-isla despues que llegó de España y enfermó, ahorcado hombre ninguno,
-ni nunca oí que tal dél se dijese, ni en las culpas que le opusieron
-despues y hombres que le acusaron que ahorcó y nombrados, el catálogo
-de los cuales yo vide y tuve en mi poder, pero nunca tal hombre vide
-nombrado entre ellos; lo otro, porque como arriba en los capítulos 99 y
-100 pareció, cuando el Almirante llegó á la Isabela de descubrir á Cuba
-y Jamáica, que fué á 29 de Abril del mismo año de 1494, ya eran idos
-el dicho padre fray Buil y Mosen Pedro Margarite, y otros, á Castilla,
-sin licencia del Almirante, luego no tuvieron pendencias ni discordias
-el Almirante y el padre fray Buil, para que el uno descomulgase y
-pusiese entredicho, y el otro negase las raciones y la comida al padre
-fray Buil y á su familia; lo otro, porque Oviedo, dice, que pasados
-dos meses y medio, poco más ó ménos, el Almirante envió á llamar á D.
-Pedro Margarite, y no tornó en sí de la grande enfermedad con que tornó
-del dicho descubrimiento de Cuba, en cinco meses, como parece arriba
-en el cap. 100; lo otro, porque Oviedo dice que vino el Almirante, del
-dicho descubrimiento, aquí á este puerto de Sancto Domingo, y no vino
-sino á la Isabela, porque este puerto áun no se sabia si lo habia en el
-mundo, ni jamás ántes el Almirante lo habia visto hasta el año de 1498
-que volvió de Castilla, y descubierta ya por él tierra firme, segun que
-parecerá abajo; lo otro, porque dice Oviedo que llegó el Adelantado D.
-Bartolomé Colon á este puerto, dia de Sancto Domingo, á 5 de Agosto
-del año 1494, y esto parece manifiesto ser falso, porque él llegó á
-esta isla, en 14 dias de Abril del mismo año 94, ántes que el Almirante
-viniese de descubrir á Cuba, como parece en el cap. 101, y no habia
-de volar luego á este puerto en tres meses, sin ver al Almirante,
-ni sin tener cargo alguno, como si hubiera rebeládosele estando en
-Castilla. Lo que dice de Miguel Diaz, que huyó del Adelantado por
-cierta travesura, y vino á parar aquí á este puerto y provincia, pudo
-ser, pero nunca tal oí, siendo yo tan propincuo á aquellos tiempos; mas
-de tener por amiga á la Cacica ó señora del pueblo que aquí estaba,
-y rogarle que fuese á llamar á los cristianos para que se pasasen
-de la Isabela á vivir aquí, es tan verdad, como ser el sol obscuro
-á medio dia. Donosa fama los españoles, por sus obras tan inhumanas
-tenian para que la Cacica ni hombre de todos los naturales desta isla
-los convidasen á venir á vivir á su tierra, ántes se quisieran meter
-en las entrañas de la tierra por no verlos ni oirlos. Así que, esto
-es todo fábula y añadiduras que hace Oviedo suyas, ó de los que no
-sabian el hecho, que se lo refirieron, fingidas; lo que desto yo puedo
-decir, es, que dejó mandado el Almirante cuando se partió esta segunda
-vez á Castilla, que el Adelantado enviase á Francisco de Garay y á
-Miguel Diaz á que poblasen á Sancto Domingo, y esto siento ser más
-verdad, vistos mis memoriales que tengo de las cosas que acaecieron
-ántes que yo viniese, de qué, los que las vieron ó supieron y tuvieron
-por ciertas, me informaron. Lo postrero, porque dice Oviedo que el
-Almirante, y el padre fray Buil, y Mosen Pedro Margarite, y Bernal de
-Pisa, y otros caballeros fueron juntos en la misma flota á Castilla;
-esto no es así, segun parece claramente por todo lo dicho, y mucho
-ménos es verdad que el Almirante fuese á manera de preso, porque áun
-no estaban tan olvidados en los corazones de los católicos Reyes sus
-grandes y tan recientes servicios.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CX.
-
-
-En estos tiempos el Almirante ya habia mandado hacer dos fortalezas,
-una que llamó la Magdalena, como dijimos en el cap. 100, en la
-provincia del Macorix, que llamábamos el Macorix de abajo, dentro de
-la Vega Real, que creo que fué asentada en un lugar y tierra de un
-señor que se llamaba Guanaoconel, tres ó cuatro leguas, ó poco más, de
-donde está agora asentada la villa de Santiago, en la cual puso por
-Alcaide á aquel hidalgo, que arriba en el cap. 82 dijimos, Luis de
-Artiaga. Nombrábamos el Macorix de abajo, á diferencia de otro Macorix
-de arriba, que era la gente de que estaba poblada la cordillera de las
-sierras que cercaban la Vega por la parte del Norte, y vertian las
-aguas en la misma provincia del Macorix de abajo; decíase Macorix en
-la lengua de los indios mas universal de esta isla, cuasi como lengua
-extraña y bárbara, porque la universal era mas pulida y regular ó
-clara, segun que dijimos en la descripcion desta isla, puesta arriba
-en los capítulos 90 y 91. Hizo otra, cerca de donde fué puesta despues
-la villa de Santiago, en la ribera ó cerca del rio Yaquí; otra hizo
-que llamó Sancta Catherina, fué Alcaide della un Fernando Navarro,
-natural de Logroño; esta no sé donde la edificó, por inadvertencia de
-en aquellos tiempos no preguntarlo. Otra hizo que llamó Esperanza,
-creo que la puso en la ribera del rio Yaquí, á la parte de Cibao. La
-otra fortaleza se edificó en la provincia y reino de Guarionex, 15
-leguas, ó algunas más, en la misma Vega, más al Oriente de la otra,
-donde se pobló despues la ciudad que se dijo y dice de la Concepcion,
-que ya está cuasi del todo despoblada, que tomó nombre de la misma
-fortaleza, á la cual el Almirante puso nombre la Concepcion; en esta
-puso por Alcaide á un hidalgo que se llamó Juan de Ayala, despues la
-tuvo un Miguel Ballester, catalan, natural de Tarragona, viejo y muy
-venerable persona. Por manera, que hobo en esta isla tres fortalezas,
-despues que el Almirante vino el segundo viaje á poblar con gente
-española, y si añidimos la que dejó hecha en el Puerto de la Navidad,
-donde quedaron los 39 cristianos, fueron cuatro; pero desta no es de
-hacer mencion, pues tan poco duró y ménos aprovechó, por culpa de los
-que en ella quedaron. La mejor de todas ellas fué la de la Isabela,
-porque fué de piedra ó cantería, de la cual, siendo yo Prior en Sancto
-Domingo de la villa de Puerto de Plata, hice traer una piedra grande,
-la cual hice poner por primera piedra del Monesterio que allí yo
-comencé á edificar, por memoria de aquella antigüedad. Está la dicha
-piedra en la esquina oriental del cuarto de abajo, que fué el primero
-que comencé á edificar más propincuo á la porteria y á la iglesia.
-Despues de aquella fortaleza de la Isabela fué la mejor la de la
-Concepcion de la Vega, que era de tapias y con sus almenas y buena
-hechura, la cual duró muchos años, hasta el año de 1512, si bien me
-acuerdo; todas las demas, muchos años ántes habia que se cayeron, y no
-hobo memoria dellas, como se fueron consumiendo los indios, con las
-crueles guerras, contra quien se procuraron hacer; la menor y ménos
-fuerte de las cuales, como no fuese de madera, sino de tierra, era más
-inespugnable para los indios que Salsas para franceses. Despues mandó
-hacer otra en la provincia del Bonao, que dista de la Concepcion ocho
-ó diez leguas, camino de Sancto Domingo, en la ribera del rio, que se
-llama en lengua de los indios desta isla, Yuna, pegada á la sierra que
-recibe el sol luego en naciendo á la mañana; por manera, que tuvo el
-Almirante, ántes que tornase á Castilla, hechas siete fortalezas en
-esta isla. Desta postrera, que fué la quinta, no estoy cierto, que la
-mandase hacer ántes ó despues de venido de Castilla el Almirante, y
-ántes creo, que despues de partido él la hizo D. Bartolomé Colon, su
-hermano. Como Guarionex y los otros señores se viesen tan fatigados
-con la carga de los tributos del cascabel de oro, que el Almirante
-á contribuir les forzaba, tenian todas las maneras que podian para
-excusarse, afirmando que sus gentes no tenian industria de cogerlo,
-sino lo que hallaban á caso ó buscándolo en las riberas de los arroyos
-ó rios, como arriba se dijo, sobre la arena, y finalmente lo que podian
-haber con poco trabajo. Avisaron al Almirante, que, hácia la parte
-del Mediodia ó del Sur, habia minas de mucho oro, que enviase allá de
-sus cristianos para buscallo. Deliberó el Almirante de hacerlo así,
-y díjose que habia enviado á Francisco de Garay y á Miguel Diaz, con
-cierto número de gente, para lo cual les dieron guías que los llevasen;
-partieron de la Isabela y vinieron á la fortaleza de la Magdalena, y de
-allí á la de la Concepcion, todo por la Vega Real, llano como la palma
-de la mano. De allí llegaron al puerto grande, de sierra muy hermosa,
-por la misma vega, que está tres leguas, buenas, de la dicha fortaleza
-de la Concepcion, la vega abajo por el pié de la sierra; subidos arriba
-del puerto, vieron de allí gran pedazo, y más se parecen de 30 leguas
-della, cosa dignísima para della sacar materia de dar muchas gracias
-á Dios, como arriba se dijo, hablando della. Dura el puerto hasta
-tornarlo á buscar á la parte de la provincia del Bonao, dos leguas, no
-grandes. Asomaron luego á otra vega, bien de 10 ó 12 leguas de largo y
-ancho, que, como arriba en la descripcion destas islas dijimos, que se
-llamaba en lengua de indios el señor della Bonao, y de aquí llamamos
-los españoles el pueblo que allí se hizo la villa del Bonao. En todos
-los pueblos que topaban de indios, les hacian muy buen acogimiento,
-dándoles de comer y haciéndoles todo el servicio, aunque los tenian por
-hombres infernales. Del Bonao, las guías los llevaron hasta otras 12
-leguas, las tres ó cuatro por tierra harto lodosa y áspera de cuestas
-y muchos rios y arroyos, que despues llamamos las lomas del Bonao;
-llegaron á un rio caudal que se llamaba y hoy le nombramos Hayna,
-gracioso y fertilísimo rio, en el cual les dijeron que habia mucho oro,
-ó por aquella comarca, y así fué, porque cavando en muchos lugares
-de los arroyos que entraban en el rio grande de Hayna, hallaron muy
-gran muestra de oro, de manera que juzgaron que un hombre trabajador,
-podia coger tres pesos de oro, y más adelante. Estas minas llamó el
-Almirante las minas de Sant Cristóbal, por una fortaleza que allí
-mandó hacer á su hermano, cuando se partió para Castilla, so este
-nombre, despues se llamaron las minas viejas, y hoy se llaman ansí,
-por respecto de otras que despues se descubrieron á la otra parte del
-rio Hayna, frontero destas, que se nombraron las minas nuevas; las
-viejas estaban al Poniente del rio, y las nuevas á la parte oriental.
-Estaba de allí la costa de la mar, y el rio, en cuya boca despues se
-edificó la ciudad, que hoy permanece, de Sancto Domingo, no más de
-ocho leguas. Anduvieron en este camino, desde la Isabela hasta las
-dichas minas viejas y primeras, como se dijo, 45 leguas. Finalmente,
-trujeron gran muestra de oro y granos algunos grandes, de los cuales
-despues, muchos y grandes, por la mayor parte, en estas y en las minas
-nuevas (como abajo parecerá), se hallaron, lo que no acaeció en las de
-Cibao, donde todo el oro que se halló allí, por la mayor parte, no fué
-sino como sal, menudo, puesto que hobo tambien algunos, buenos granos.
-Algunos granos grandes se hallaron, los tiempos andando, adelante de la
-tierra que propiamente se llamó Cibao, al cabo de las sierras mismas y
-cordillera que es continua de Cibao, que va á parar á la parte de la
-isla del Norte ó septentrional, mayormente en la provincia de Guahava,
-como, placiendo á Dios, abajo tambien se dirá.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXI.
-
-
-Acabadas las dos carabelas que habia mandado hacer el Almirante, y
-guarnecidas de bastimentos y agua, y de las otras cosas, segun que
-se pudo aparejar, necesarias, ordenadas las que convenian á la isla,
-encomendadas las fortalezas á las personas que le pareció ser para
-ellas, constiyó por Gobernador y Capitan general desta isla, en su
-lugar, con plenísimo poder, á D. Bartolomé Colon, su hermano, y
-desques dél á D. Diego Colon, su segundo hermano, rogando y mandando
-á todos que los obedeciesen, y á él, que, con su prudencia, con todo
-el contentamiento que se sufriese de la gente, á todos agradase y
-gobernase, y bien tratase; dejó por Alcalde mayor de la Isabela y de
-toda la isla, para el ejercicio de la justicia, á un escudero, criado
-suyo, bien entendido aunque no letrado, natural de la Torre de don
-Ximeno, que es cabe Jaen, que se llamó Francisco Roldan, porque le
-pareció que lo haria segun convenia, y lo habia hecho siendo Alcalde
-ordinario, y en otros cargos que le habia encomendado. Y porque los
-Reyes habian mandado que el Almirante dejase ir á Castilla los más
-enfermos y necesitados que en la isla estaban, y otros cuyos parientes
-y deudos y sus mujeres se habian á los Reyes quejado que no les daba
-licencia el Almirante para irse á sus tierras y casas, y otros por
-otros por ella suplicádoles, allegáronse hasta doscientos veinte y
-tantos hombres que en ambas carabelas se embarcaron; sobre muchos
-dellos, quién irian ó quién quedarian, teniendo iguales necesidades, y
-otros, que se encomendaban á Juan Aguado, Juan Aguado creia que, por
-la creencia Real que trujo, debia el Almirante conceder que fuesen los
-que nombraba ó queria, otras veces parecia que lo rogaba, aunque no con
-mucha humildad, para con el Almirante, otras, que con que irian ante
-los Reyes, lo amenazaba. Finalmente, tuvieron hartos enojos y barajas,
-pero al cabo no se hacia ni podia hacer más que lo que el Almirante
-mandaba, lo que no acaeciera, si Juan Aguado de los Reyes trajera,
-para ello, ni para otras cosas, en lo público, alguna autoridad. Al
-cabo de todos estos contrastes, se hobo de embarcar el Almirante en
-una destas dos carabelas, la principal, y Juan Aguado en la otra,
-repartidos los doscientos y veinte y tantos hombres, y más 30 indios,
-segun la órden que el Almirante dió, en ambas. Salió del puerto de la
-Isabela, jueves, á 10 dias de Marzo del año de 1496 años, y porque
-tenia noticia ya del puerto de Plata, que estaba siete ú ocho leguas
-de la Isabela, desde el primer viaje, quiso irlo á ver, y que fuese
-con él el Adelantado, y mandóle salir en tierra con 10 hombres para
-ver si habia agua, con intincion de hacer allí una poblacion. Hallaron
-dos arroyos de muy buen agua, pero el Adelantado, dijeron, que negó
-haber agua, porque no se impidiese la poblacion de Sancto Domingo;
-salióse para tornarse por tierra á la Isabela el Adelantado, y fuése
-su camino el Almirante. Subió hácia el Oriente con gran dificultad
-por los vientos contrarios Levantes y corrientes, que le desayudaban,
-hasta el Cabo de la isla, que creo es el que hoy llamamos el cabo del
-Engaño; y, mártes, 22 de Marzo, perdió de vista el dicho Cabo y tierra
-desta isla, y por tomar algun caçabí y bastimento de comida, porque
-no sacó tanta cuanta hobiera menester de la Isabela, quiso volver
-hácia el Sur por tomar las islas de por allí, é á 9 de Abril, sábado,
-surgió en la isla de Marigalante. De allí, otro dia, domingo, fué á
-parar y surgir á la isla de Guadalupe; envió las barcas en tierra bien
-armadas, y, ántes que llegasen, salieron del monte muchas mujeres con
-sus arcos y flechas para defender que no desembarcasen, y porque hacia
-mucha mar no quisieron llegar á tierra, sino enviaron dos indios de
-los que llevaban desta Española, que fuesen á nado, los cuales dijeron
-á las mujeres, que no querian sino cosas de comer, y no hacer mal á
-nadie; respondieron las mujeres que se fuesen á la otra parte de la
-isla donde estaban sus maridos en sus labranzas, y que allá hallarian
-recaudo. Yendo los navíos junto con la playa, salieron infinitos indios
-dando alaridos y echando millares de flechas á los navíos, aunque no
-alcanzaban; fueron las barcas á tierra, los indios resistieron con
-sus armas, tiráronles de los navíos ciertas lombardas, que derrocaron
-algunos; huyen todos á los montes viendo el daño, desamparadas sus
-casas. Entran los cristianos destruyendo y asolando cuanto hallaban,
-sino era lo que á ellos les habia de aprovechar; hallaron papagayos de
-los grandes, colorados, que arriba dijimos llamarse guacamayos, que son
-como gallos, aunque no tienen las piernas grandes, y dice el Almirante
-que hallaron miel y cera. Esta no creo que fuese de la misma isla,
-porque nunca, que yo sepa, se halló miel ni cera que en isla, sino en
-tierra firme, se criase; hallaron aparejo para hacer caçabí y cerca las
-labranzas. Dánse todos prisa, los indios que llevaba desta isla y los
-cristianos, á hacer pan; entretanto envió el Almirante 40 hombres que
-entrasen en la tierra á especularla, y tornaron otro dia con 10 mujeres
-y tres muchachos; la una era la señora del pueblo, y, por ventura,
-de toda la isla, que cuando la tomó un canario que el Almirante allí
-llevaba, corria tanto, que no parecia sino un gamo, la cual, viendo
-que la alcanzaba, vuelve á él como un perro rabiando y abrázalo y dá
-con él en el suelo, y, si no acudieran cristianos, lo ahogara. Creyó
-el Almirante que estas mujeres debian tener las costumbres que se
-cuentan de las Amazonas, por cosas que dice que allí vido y supo, las
-indias preguntadas; estuvo en esta isla de Guadalupe nueve dias, en
-los cuales hicieron mucho pan caçabí, é proveyéronse de agua y leña, y
-por dejar no tan agraviados los vecinos de la isla, porque, diz que,
-aquella isla estaba en el paso, envió las mujeres á tierra, con algunas
-cosillas de Castilla, de dádivas, sino sola la señora y una hija suya
-que, dijo el Almirante, habia quedado de su voluntad; esta voluntad
-sabe Dios que tal sería y qué consolados y satisfechos quedarian los
-vecinos, llevándoles sus enemigos á su señora. Finalmente, hizo vela el
-Almirante, de aquella isla, miércoles, á 20 dias de Abril, é comienza
-á seguir su camino, segun le daban lugar los vientos contrarios; fué
-mucho camino por 22°, más y ménos, segun el viento lugar le daba,
-no cognosciendo aún la cualidad del aquel viaje, porque como cuasi
-siempre todo el año corran por estas mares vientos brisas, y boreales
-y levantes, para huir dellos conviene meterse los navíos en 30° y
-más, donde se hallan los tiempos frescos y fríos, y así navegan por
-su propio camino hasta dar en las islas de los Azores las naos: esta
-navegacion no pudo fácilmente y luego en aquellos tiempos alcanzarse,
-la cual solamente la experiencia ha mostrado, así que, por esta falta
-hízosele más largo al Almirante su viaje, y, como iban mucha gente,
-padecieron última necesidad, de hambre, de manera que pensaron perecer.
-Vieron la isla de Santiago, una de los Azores, no la debian de poder
-tomar, segun creo; finalmente, plugo á Dios de darles la tierra,
-habiendo habido diferentes pareceres de los pilotos, donde estaban,
-el Almirante afirmando que se hallaba cerca del cabo de Sant Vicente,
-y así fué como él lo certificaba. Llegó y surgió en la bahía de Cáliz
-á 11 de Junio, por manera que tardó en el viaje tres meses menos un
-dia; halló en Cáliz tres navíos, ó dos carabelas y una nao, para
-partir, cargados de bastimentos, trigo, vino, tocinos y carne salada,
-habas y garbanzos, y otros cosas que los Reyes habian mandado cargar y
-enviar para mantenimiento de la gente que en esta isla estaba. Vistas
-las cartas y despachos que los Reyes enviaban al Almirante, proveyó
-y escribió largo todo lo que convenia hacer allá, á D. Bartolomé
-Colon, su hermano, con un Peralonso Niño, Maestre y Capitan de las
-dos carabelas y nao; y, dados los despachos, partiéronse cuatro dias
-despues quel Almirante á Cáliz habia llegado.
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-CAPÍTULO CXII.
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-El Almirante, con la mayor presteza que pudo, se partió de Cáliz
-para Sevilla, y de Sevilla para Búrgos, donde la corte estaba, ó los
-Consejos; el Rey estaba en Perpiñan en la guerra con Francia, porque
-el rey de Francia pasaba otra vez á Italia; la Reina era en Laredo
-ó en Vizcaya, despachando á la infanta Doña Juana para Flandes, que
-iba por archiduquesa de Austria, á casar con el archiduque D. Felipe,
-hijo del emperador Maximiliano, los cuales, despues fueron príncipes y
-reyes de Castilla, y engendraron al emperador y rey D. Cárlos, nuestro
-señor, con los demas señores Rey é Reinas, sus hermanos. La flota
-en que fué aquella señora Infanta y Archiduquesa, y despues Reina,
-nuestra señora, Doña Juana, era de 120 naos. Desde algunos dias que el
-Almirante llegó, los Reyes se volvieron á Búrgos á esperar á madama
-Margarita, hermana del susodicho señor Archiduque, para casar con el
-príncipe D. Juan. El Almirante besó las manos á Sus Altezas, con la
-venida del cual en grande manera se holgaron, porque mucho lo deseaban
-por saber las cosas desta isla y tierras, en particular de su misma
-persona, porque no lo habian sabido sino por sus cartas. Hiciéronle
-mucha honra, mostrándole mucha alegría y gran clemencia y benignidad.
-Dióles cuenta muy particular del estado en que estaba esta isla, del
-descubrimiento de Cuba y Jamáica, y de las otras muchas islas que
-descubiertas dejaba, y de lo que en aquel viaje habia pasado, y de la
-dispusicion dellas, y lo que de cada una sentia y esperaba; dió tambien
-á Sus Altezas noticia de las minas del oro y de las partes donde las
-habia hallado. Hízoles un buen presente de oro, por fundir, como de las
-minas se habia cogido, dello menudo, dello en granos como garbanzos,
-y dello mayores los granos, segun se dijo, que habas, y algunos,
-como nueces; presentóles muchas guayças ó carátulas de las que arriba
-dijimos en el cap. 60, con sus ojos y orejas de oro, y muchos papagayos
-y otras cosas de los indios, todo lo cual con mucha alegría los Reyes
-recibieron, y daban á Nuestro Señor, por todo, muchas gracias, y al
-Almirante, tenérselo todo en servicio, y en señalado servicio, en
-palabras y honrarle se lo mostraban. De cada cosa de las dichas,
-muchas particularidades y dudas le preguntaban, y á todas el Almirante
-les respondia, y con sus respuestas les satisfacia y contentaba. De
-las informaciones que Juan Aguado trujo y hizo á los Reyes contra el
-Almirante, muy poco se airaron, y así no hay qué más contar ni gastar
-tiempo de Juan Aguado. Propuso á Sus Altezas la intencion que tenia
-de servirlos mucho más de lo servido, yendo á descubrir otra vez,
-afirmando que, segun esperaba en Dios, les habia de dar descubierta,
-sin islas, grande tierra, que fuese otra, quizá, tierra firme (aunque
-ya tenia creido que la habia descubierto, teniendo á Cuba por tierra
-firme), lo cual les certificó que seria tan verdad como lo que les
-afirmó ántes que comenzase el primer viaje. Mandaron los Reyes que
-diese sus memoriales de todo lo que habia menester, así para su
-descubrimiento, como para las provisiones de la gente que en esta
-isla estaba, y la que de nuevo decia que convenia traer. Pidió ocho
-navíos; los dos, que viniesen luego cargados de bastimentos derechos
-á esta isla, con el ansia que tenia de que la gente de los cristianos
-estuviesen acá proveidos y contentos, para que la contratacion y
-prosperidad del negocio destas Indias creciese, y en fama y obra se
-prosperase, y los seis, tambien llenos de bastimentos, con la gente que
-habia de traer, él los trujese, y en el viaje que entendia de camino
-hacer, descubriendo, le acompañasen. Acordaron los Reyes, con parecer
-del Almirante, que estuviesen siempre en esta isla á sueldo y costa
-de Sus Altezas, por su voluntad empero, 330 personas desta calidad y
-oficios, y forma siguiente: 40 escuderos, 100 peones de guerra é de
-trabajo, 30 marineros, 30 grumetes, 20 artífices, ó que supiesen labrar
-de oro, 50 labradores del campo, 10 hortolanos, 20 oficiales de todos
-oficios y 30 mujeres. Á estos se mandó dar 600 maravedís de sueldo
-cada mes, y una hanega de trigo cada mes, y para lo demas 12 maravedís
-para comer cada dia; y, porque mejor se pudiesen gozar, mandaron que
-se buscasen alguna persona ó personas que se obligasen á traer y tener
-mantenimientos en esta isla, para que pudiesen la gente dellos, los que
-hobiesen menester comprar. Habíaseles de prestar á las tales personas
-ó mercaderes algunos dineros del Rey, segun pareciese al Almirante,
-para emplear en los dichos bastimentos, dando fianzas que traerian los
-dichos mantenimientos á esta isla, pero al riesgo de los Reyes, cuanto
-al riesgo de la mar, y despues de hechos dineros, habian de volver
-al Tesorero de los Reyes lo que se les habia prestado. Poníaseles
-tasa en los precios de las cosas que habian de vender; el vino á 15
-maravedís el azumbre, la libra de tocino é carne salada á 8 maravedís,
-é los otros mantenimientos y legumbres á los precios que al Almirante
-pareciese, ó á su Teniente, por manera que ellos hobiesen alguna
-ganancia y no perdiesen, y la gente no recibiese agravio comprando
-lo que hobiesen menester muy caro. Mandaron asimismo los Reyes, que
-viniesen religiosos é clérigos, buenas personas, para que administrasen
-los Sanctos Sacramentos á los cristianos que acá estuviesen, y para
-que procurasen convertir á nuestra sancta fe católica á los indios
-naturales destas Indias, é que trajese el Almirante, para ello, los
-aparejos é cosas que se requerian para el servicio del culto divino.
-Mandaron tambien traer un físico, é un boticario, é un herbolario, y
-tambien algunos instrumentos músicos, para que se alegrasen y pasasen
-tiempo la gente que acá habia de estar. Mandaron que en la Isabela y
-en la poblacion que despues se edificase, se hiciese alguna labranza y
-crianza para que mejor se mantuviese la gente que aquí estuviese, para
-lo cual, se habian de prestar á los labradores 50 hanegas de trigo para
-que lo sembrasen, y, á la cosecha, lo volviesen y pagasen el diezmo
-á Dios, y de lo demas se aprovechasen, vendiéndolo á los vecinos y
-gente que allá estuviese al precio razonable; para esto le mandaron
-librar en las tercias del Arzobispado de Sevilla 600 cahices de trigo.
-Mandaron tambien traer 50 cahices de harina, y 1.000 quintales de
-bizcocho para que comiese la gente, entretanto que se hacian molinos y
-atahonas para moler el trigo que traia, y el que se esperaba que daria
-la tierra; lo mismo se le mandó que, sobre las vacas y yeguas que habia
-en esta isla, trajese para cumplimiento de 20 yuntas de vacas y yeguas
-y asnos, para poder labrar los labradores la tierra. Dieron comision
-los Reyes al Almirante, para que, si le pareciese que convenia traer
-más gente de los 330 hombres, pudiese subir el número hasta 500, con
-tanto que á los demas de 330, se les pagase el sueldo y mantenimiento
-de cualesquier mercaderías é otras cosas de valor que hobiese en estas
-tierras, sin que los Reyes mandasen proveer y pagarles de otra parte
-alguna. Hicieron merced á todos los que quisiesen venir á estar y morar
-en esta isla, sin llevar sueldo alguno de sus Altezas, con tanto que
-no pasasen acá sin su licencia ó del que tuviese cargo de darla, que,
-de todo el oro que cogiesen y sacasen de las minas, con que no fuese
-de rescate ó conmutacion con los indios, llevasen la tercia parte, y
-con las dos acudiesen á los oficiales de sus Altezas. Bien parece por
-esto el poco dinero que habia por aquellos tiempos en Castilla, y por
-consiguiente, cuanto caso hacian los Reyes del oro destas Indias, lo
-poco que hasta entónces habia parecido; poco digo por respecto de lo
-que despues vimos. Hiciéronles tambien merced á los tales vecinos, que
-de todas las otras cosas de provecho que hallasen, que no fuese oro, en
-esta isla, diesen á los Reyes no más del diezmo. Estas cosas postreras
-se concedieron el año de 95 en Madrid, á 10 dias de Abril; y porque
-el Almirante consideraba que habia menester gente para su propósito
-en esta isla, y que la española era mal contentadiza, y que no habia
-mucho de perseverar la que acá estaba y la que agora traia, y por otra
-parte, temia que los Reyes se hartasen ó estrechasen en los gastos que
-con los sueldos hacian, pensó esta industria, para traer alguna parte
-de gente sin sueldo, y que tuviesen por bien, por trabajos que se
-les recreciesen, de vivir en esta isla: suplicó, pues; á los Reyes,
-que tuviesen por bien, de que los malhechores que en estos reinos
-hobiese, les perdonase sus delitos con tal condicion que viniesen á
-servir algunos años en esta isla, en lo que el Almirante, de su parte,
-les mandase. Proveyeron Sus Altezas dos provisiones sobre esto: la
-primera, que porque de la poblacion de cristianos en estas tierras,
-esperaban en Dios que saldria mucho fruto en la conversion destas
-gentes, y dilatacion, y ensalzamiento de nuestra santa fe, y sus reinos
-ensanchados, y para esto era más gente menester, sin la que daban
-sueldo, que acá viniese, y por usar tambien de clemencia, que todas é
-cualesquiera personas, hombres y mujeres, delincuentes, que hobiesen
-cometido hasta el dia de la publicacion de sus cartas, cualquiera
-crímen de muerte ó heridas, y otros cualesquiera delitos de cualquiera
-natura ó calidad que fuesen, salvo de herejía, ó _lesæ majestatis_, ó
-_perdulionis_, ó traicion, ó aleve, ó muerte segura, ó hecha con fuego
-ó con saeta, ó de falsa moneda, ó de sodomía, ó de sacar moneda, ó
-oro, ó plata, ó otras cosas vedadas fuera del reino, viniesen á servir
-acá, en lo que el Almirante, de parte de los Reyes, les mandase, y
-sirviesen á su costa en esta isla, los que mereciesen muerte, dos años,
-y los que no, un año, les perdonaban cualesquiera delitos, y pasado el
-dicho tiempo se pudiesen ir á Castilla libres. Destos cognoscí yo en
-esta isla á algunos, y áun alguno desorejado, y siempre le cognoscí
-harto hombre de bien. La otra provision fué, que mandaron los Reyes á
-todas las justicias del Reino, que todos los delincuentes que por sus
-delitos mereciesen ser desterrados á alguna isla ó á cavar metales,
-segun las leyes, los desterrasen para esta isla de la misma manera, y,
-lo mismo que los que no mereciese pena de muerte pero que mereciesen
-ser desterrados para esta isla, los desterrasen por el tiempo que les
-pareciese. Estas dos provisiones fueron despachadas en Medina del
-Campo, á 22 de Junio de 1497. Concedieron tambien los Reyes á los que
-se avecindasen en esta isla, de los que en ella estaban, y los que
-viniesen á ella de Castilla para se avecindar, que el Almirante les
-repartiese tierras, y montes, y aguas, para hacer casa, heredades,
-huertas, viñas, algodonales, olivares, cañaverales para hacer azúcar
-y otros árboles, molinos é ingenios para el dicho azúcar, y otros
-edificios necesarios para sí propios, y que dellos, en cualquiera
-manera, por venta ó donacion, ó trueque ó cambio, se aprovechasen,
-con que estuviesen y morasen en esta isla con su casa poblada cuatro
-años; con tanto, que las tales tierras, y montes, y aguas, no tengan
-jurisdiccion alguna civil ni criminal, ni cosa acotada, ni término
-redondo, más de aquello que tuvieren cercado de una tapia en alto, y
-que todo lo otro descercado, cogidos los fructos y esquilmo dellos,
-sea para pasto comun é valdío á todos. Reservaron para sí el oro y
-plata, y brasil, é otro cualquiera metal que en las tales tierras se
-hallase, ni que no hiciesen en ellas cargo ni descargo de oro y plata,
-ni de brasil, ni de otras cosas que á los Reyes perteneciesen. Esta
-provision fué hecha en Medina del Campo, mes é año susodicho. Para
-estos despachos, mandaron librar los Reyes al Almirante seis cuentos,
-los cuatro, para los bastimentos susodichos, y los dos para pagar la
-gente; estos seis cuentos, con grandísima dificultad y con grandes
-trabajos suyos y angustias, por las grandes necesidades de los Reyes,
-de guerras y los casamientos de sus hijas las señoras Infantas, se le
-libraron; pero porque despues para cobrarlos, tuvo mayores trabajos
-y dificultades, como se dirá adelante, dejemos aquí su despacho, y
-contemos lo que se hizo en esta isla despues que los tres navíos, que
-halló en Cáliz el Almirante para partir á la Isabela, llegaron.
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-
-CAPÍTULO CXIII.
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-Tornando á lo que en esta isla sucedió, ido el Almirante y llegados
-los tres navíos que halló de partida, decimos que llegaron al puerto
-de la Isabela por principio de Julio, con los cuales, y con lo que
-dentro traian, que todo era bastimentos, y con saber que habia llegado
-el Almirante con salud á Castilla, la gente y D. Bartolomé Colon y
-su hermano D. Diego recibieron regocijo inestimable é incomparable
-alegría. No habia cosa en aquellos tiempos que á la gente que acá
-estaba en tanto grado alegrase, aunque fuese abundancia de oro, como
-saber que venian navíos, y bastimentos en ellos, de Castilla; porque
-todos sus principales males eran de hambre, mayormente, como arriba
-dijimos, los que no andaban por la tierra guerreando, sino que estaban
-de contino en la Isabela en los trabajos en que allí los ocupaban, que
-comunmente eran trabajadores y oficiales. Estas hambres y desventuras
-causaron los malos tratamientos y angustias, que, desde luego que
-los cristianos entraron en esta isla, comenzaron y prosiguieron
-siempre á hacer á los indios, y querer el Almirante darse tanta prisa
-á subiectar Reyes y súbditos, y á todos hacer tributarios de quien
-nunca cognoscieron, ni oyeron, ni supieron causa ni razon por qué se
-los debian; porque si se entrara en esta isla como Cristo quiso, y
-entrarse debia, los indios vinieran á mantener y ayudar y servir en
-todas sus enfermedades y trabajos á los cristianos, con sus mujeres y
-hijos. Bien se prueba esto por el humanísimo y admirable, y más que de
-hombres comunes, hospedaje y obras paternales que hizo en el primer
-viaje al Almirante aquel tan virtuoso rey Guacanagarí, en quien tanto
-abrigo, ayuda, favor, mamparo y consuelo halló, pudiéndolo matar y que
-nunca hobiera memoria en el mundo dél ni de todos los cristianos que
-con él iban. Así que, volviendo á tejer nuestra historia, recibidas
-las cartas del Almirante, y con ellas las que convino enviar de los
-Reyes, su hermano, D. Bartolomé, con los dichos tres navios determinó
-de despacharlos con brevedad, hinchirlos de indios, hechos esclavos
-con la justicia y razon que arriba se ha dicho (y estos fueron 300
-inocentes indios), porque dijeron que el Almirante habia á los Reyes
-escrito que ciertos Reyes ó Caciques desta isla habian muerto ciertos
-cristianos, y no dijo cuantos él y los cristianos habian hecho pedazos;
-y los Reyes le respondieron, que todos los que hallase culpados los
-enviase á Castilla, creo yo que por esclavos como en buena guerra
-captivos, no considerando los Reyes ni su Consejo con qué justicia las
-guerras y males el Almirante habia hecho contra estas gentes pacíficas,
-que vivian en sus tierras sin ofensa de nadie, y de quien el mismo
-Almirante á Sus Altezas, pocos dias habia, en su primer viaje, tantas
-calidades de bondad, paz, simplicidad y mansedumbre habia predicado.
-Al ménos parece que se debiera de aquella justicia ó injusticia dudar,
-pero creyeron solamente al Almirante, y como no hobiese quien hablase
-por los indios, ni su derecho y justicia propusiese, defendiese y
-alegase, como abajo parecerá más largo y claro, quedaron juzgados y
-olvidados por delincuentes, desde el principio de su destruccion hasta
-que todos se acabaron, sin que nadie sintiese su muerte y perdicion, ni
-la tuviese por agravio. Debiera tambien haber escrito el Almirante á
-los Reyes como habia hallado muy buenas minas de oro á la parte desta
-isla austral, y que entendia de buscar por aquella costa de la mar
-algun puerto donde pudiesen las naos estar, y poblar en él un pueblo,
-y que, si se hallaba, traería grandes comodidades, porque, viniendo
-por aquella costa del descubrimiento de las islas Cuba y Jamáica, le
-habia parecido muy hermosa tierra, como lo es, y algunas entradas de la
-mar en la tierra, donde creia que habia muchos puertos; especialmente
-que no podian estar léjos de allí las minas que últimamente habian
-descubierto, á las cuales, como arriba se dijo, puso su nombre de Sant
-Cristóbal. Los Reyes le respondieron que hiciese lo que en ello mejor
-le pareciese, y que aquello ternian Sus Altezas por bueno, y se lo
-recibirian por servicio. Vista esta respuesta en Cáliz, el Almirante,
-escribió á su hermano D. Bartolomé Colon que luego lo pusiese por la
-obra y caminase á la parte del Sur, y con toda diligencia buscase
-algun puerto por allí para poblar en él, y, si tal fuese, pasase todo
-lo de la Isabela en él y la despoblase; el cual, visto el mandado del
-Almirante, determinó luego de se partir para la parte del Sur, y,
-dejado concierto y órden en la Isabela, y en su lugar, á su hermano
-D. Diego, como el Almirante hobo ordenado, y con la gente más sana
-que habia y el número que le pareció, se partió derecho á las minas
-de Sant Cristóbal. De allí, preguntando por lo más cercano de la mar,
-fué á aportar al rio de la Hoçama, que así lo llaman los indios, rio
-muy gracioso, y que estaba todo poblado de la una y de la otra parte;
-y este es el rio donde agora está el puerto y la ciudad de Sancto
-Domingo. Entró en canoas, que son los barquillos de los indios, sondó,
-que es decir experimentó con algun plomo ó piedra y cordel la hondura
-que el rio tenia, vido que podian entrar en el rio no sólo navíos
-pequeños, pero naos de 300 toneles, y más grandes, y, finalmente,
-cognosció ser muy buen puerto; fué grande el gozo que él hobo y los que
-con él iban. Determinó de comenzar allí una fortaleza de tapias sobre
-la barranca del rio y á la boca del puerto, á la parte del Oriente, no
-donde agora está la ciudad, porque está de la del Occidente; provee
-luego á la Isabela que se vengan los que señaló, para que se comience
-una poblacion la cual quiso que se llamase Sancto Domingo, porque el
-dia que llegó allí, fué domingo, y por ventura, dia de Sancto Domingo;
-aunque el Almirante, segun creo, quiso que se llamase la Isabela Nueva,
-porque así la nombró hasta que, el tercero viaje que hizo á estas
-Indias, cuando descubrió á tierra firme, vino á desembarcar en ella,
-como abajo parecerá. Quedaron en la Isabela los enfermos y oficiales
-de ribera que hacian dos carabelas; dejó allí 20 hombres comenzando á
-cortar madera y aparejando lo demas para hacer la fortaleza, y, venida
-la gente de la Isabela que mandó venir, la prosiguiesen, y él, con los
-demas, toma guías de los indios, por allí vecinos, para ir á la tierra
-y reino del rey Behechio, cuyo reino se llamaba Xaraguá, la última
-sílaba luenga, de quien y de su estado y policía, y de una su hermana,
-notable mujer, llamada Anacaona, maravillas habia oido.
-
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-
-CAPÍTULO CXIV.
-
-
-Partido del rio de la Hoçama y por otro nombre, ya nuestro, Sancto
-Domingo, D. Bartolomé Colon con su compañía, y, andadas 30 leguas,
-llegó á un rio muy poderoso, que se llamaba y hoy llamamos como los
-indios, Neyba, donde halló un ejército de infinitos indios con sus
-arcos y flechas, armados en son de guerra, puesto que desnudos en
-cueros; y notad qué guerra pueden hacer con las barrigas desnudas
-por broqueles. Parece que como el rey Behechio tuvo nueva que los
-cristianos venian, y habia oido las nuevas de sus obras, contra el rey
-Caonabo y su reino, hechas, envió aquella gente ó vino él tambien en
-persona con sus juegos de niños á resistirlos (que todas sus guerras,
-comunmente, son tales, mayormente las desta isla). Los cristianos,
-viendo el ejército, hizo D. Bartolomé señales de que no los venia á
-hacer mal, sino á verlos y holgarse con ellos, y que deseaba ver á
-su rey Behechio y su tierra, luego los indios se aseguraron como si
-ya tuvieran grandes prendas dellos y fuera imposible faltarles la
-palabra. Van luego volando mensajeros al rey Behechio, ó él, si allí
-iba, invia á mandar que salgan toda su corte y gente con su hermana
-Anacaona, señalada y comedida señora, á rescibir á los cristianos,
-y que les hagan todas las fiestas y alegrías que suelen á sus Reyes
-hacer, con cumplimiento de sus acostumbrados regocijos. Andadas
-otras 30 leguas, llegan á la ciudad y poblacion de Xaraguá, porque
-60 leguas dista de Sancto Domingo, como arriba queda dicho; salen
-infinitas gentes, y muchos señores y nobleza, que se ayuntaron de toda
-la provincia con el rey Behechio y la Reina, su hermana, Anacaona,
-cantando sus cantares y haciendo sus bailes, que llamaban areitos,
-cosa mucho alegre y agradable para ver, cuando se ayuntaban muchos
-en número especialmente; salieron delante 30 mujeres, las que tenia
-por mujeres el rey Behechio, todas desnudas en cueros, sólo cubiertas
-sus vergüenzas con unas medias faldillas de algodon, blancas y muy
-labradas, en la tejedura dellas, que llamaban naguas, que les cubrian
-desde la cintura hasta media pierna; traian ramos verdes en las manos,
-cantaban y bailaban, y saltaban con moderacion como á mujeres convenia,
-mostrando grandísimo placer, regocijo, fiesta y alegría. Llegáronse
-todas ante don Bartolomé Colon, y, las rodillas hincadas en tierra,
-con gran reverencia, dánle los ramos y palmas que traian en las manos;
-toda la gente demas, que era innumerable, hacen todos grandes bailes
-y alegrías, y, con toda esta fiesta y solemnidad, que parece no poder
-ser encarecida, llevaron á D. Bartolomé Colon á la casa real ó palacio
-del rey Behechio, donde ya estaba la cena bien larga aparejada, segun
-los manjares de la tierra, que era el pan de caçabí é hutias, los
-conejos de la isla, asadas y cocidas, é infinito pescado de la mar
-y del rio, que por allí pasa. Despues de cenar, vánse los españoles
-cada tres ó cuatro á las posadas que les habian dado, donde tenian
-ya sus camas puestas, que eran las hamacas de algodon, muy hermosas,
-y, para de lo que eran, ricas; destas, ya en el capítulo 42, queda,
-como son hechas, dicho. El D. Bartolomé con media docena de cristianos
-quedóse aposentado en la casa del rey Behechio. Otro dia tuvieron
-concertado en la plaza del pueblo hacerle otras muchas maneras de
-fiestas, y así llevaron al D. Bartolomé Colon y cristianos á verlas.
-Estando en ella salen súpitamente dos escuadrones de gente armada
-con sus arcos y flechas, desnudos empero, y comienzan á escaramuzar
-y jugar entre sí, al principio como en España cuando se juega á las
-cañas, poco á poco comienzan á encenderse, y, como si pelearan contra
-sus muy capitales enemigos, de tal manera se hirieron, que cayeron en
-breve espacio cuatro dellos muertos, y muchos bien heridos. Todo, con
-todo el regocijo y placer y alegría del mundo, no haciendo más caso
-de los heridos y muertos que si les dieran un papirote en la cara;
-durara más la burla y cayeran hartos más sin vida, sino que, á ruego
-de D. Bartolomé Colon y de los cristianos, mandó cesar el juego el rey
-Behechio. Esta manera de juegos escaramuzales se usaban antiguamente
-en Castilla, la que decimos Vieja, puesto que intervenian en Castilla
-caballos, que Estrabo llama _Gymnica certamina_, y debia ser más que
-juegos de cañas: y dice así en el libro III, pág. 104, de su Geografía:
-_Gymnica etiam conficiunt certamina, armis exercent ludos, et equis, et
-cæstibus, et cursibus, et tumultuaria pugna, et instructo per cohortes
-prœœœœlœio._
-
-Esta su hermana, Anacaona, fué una muy notable mujer, muy prudente, muy
-graciosa y palanciana en sus hablas, y artes, y meneos, y amicísima
-de los cristianos; fué tambien reina de la Maguana, porque fué mujer
-del rey Caonabo susodicho, como arriba todo esto fué á la larga
-dicho, cap. 86. Despues de todas estas fiestas y regocijos, habló D.
-Bartolomé Colon al rey Behechio y á esta señora, su hermana, Anacaona,
-como su hermano, el Almirante, habia sido enviado por los reyes de
-Castilla, que eran muy grandes Reyes y señores, y tenian muchos reinos
-y gentes debajo de su imperio, y que habia tornado á Castilla á verlos
-y notificarles, que muchos señores y gente desta isla le eran ya
-tributarios, y los tributos les pagaban, y por tanto, él venia á él
-y á su reino, para que lo mismo hiciese y los recibiese por señores,
-en señal de lo cual en cosas convenientes les tributasen. Pero de oir
-es, y notar, la respuesta que le dió (que como habian oido que el rey
-Guarionex y Guacanagarí, é los reyes de Cibao y sus gentes, tributaban
-oro, como si ya le hobiera mostrado y demostrado por naturales razones,
-que él no pudiera negar, sino que convencido del todo quedaba ser
-obligado, á Reyes ó gentes que nunca oyó ni creyó que eran en el mundo,
-tributar), respondió: «¿como puedo yo dar tributo, que en todo mi reino
-ni en alguna parte ni lugar dél nace ni se coge oro, ni saben mis
-gentes qué se es?» Creia, y no sin razon que no buscaban ni venian por
-otro fin los cristianos, sino por llevar oro á sus Reyes y señores.
-Respondió D. Bartolomé Colon: «no queremos ni es nuestra intencion
-imponer tributo á nadie, que no sea de aquellas cosas que tengan en sus
-tierras y puedan bien pagar; de lo que en vuestra provincia y reinos
-sabemos que abundais, que es mucho algodon y pan caçabí, queremos
-que tributeis é de lo que más en esta tierra hobiese, pero no de lo
-que no hay.» Oidas estas palabras, alegróse mucho, y respondió: «que
-de aquello cuanto él quisiese le daria hasta que no quisiese más.»
-Mandó luego, enviando mensajeros á todos los otros señores y pueblos,
-sus subiectos, que todos hiciesen sembrar y sembrasen en sus tierras
-y heredades mucho algodon para que hobiese grande abundancia dello,
-porque se habia de dar tributo á los reyes de Castilla, cuyo criado
-y enviado era el Almirante y su hermano, que agora venido habia y
-estaba en su casa. Dos cosas podemos aquí considerar y notar; la una,
-la innata bondad y simplicidad del rey Behechio, la cual manifiesta
-dos cosas muy claras; la una, que pudiera matar á D. Bartolomé y á
-todos los cristianos, los cuales, no creo que podian llegar á número
-de ciento, y él tenia millones de gentes, porque de gente, y términos
-de tierra larga, y corte y en muchas ventajas, era en esta isla el Rey
-más principal; la otra, en conceder tan fácilmente, recognoscer por
-superior y tributar á otro Rey extraño, que no sabia quién era ni quién
-no. ¿Quién de los reyes libres del mundo á la primer demanda ó palabra
-se querrá á otro Rey que nunca vido ni oido subiectar, y servirle como
-súbdito y vasallo, repugnando al apetito natural? Y si dijeres que
-fué por miedo y temor que hobo de D. Bartolomé y de los cristianos
-que consigo llevaba, por haber oido las guerras crueles, y estragos y
-muertes que el Almirante habia hecho en el Rey é gente de Caonabo y
-en otras partes, parece que no, pues pudiera sin duda matarlos, ó al
-ménos, acometerles y hacerles harto daño, lo cual nunca intentaron;
-y si porfiares que sí, por ende fueron más injustos y más contra ley
-natural los tributos que D. Bartolomé Colon le impuso, haciendo Rey
-libre, tributario por miedo, contra su voluntad, no siendo su súbdito
-ni debiéndole algo, lo que es propio de tiranos. La otra cosa que aquí
-se debe notar, es, cuan al revés y preposteramente hizo su entrada D.
-Bartolomé Colon en este reino de Xaraguá, dando, primeramente noticia
-á los infieles simplicísimos de los reyes de Castilla y de su grandeza
-y merecimientos que del verdadero Dios, y echarles ántes carga de
-tributos, que dándoles algo que en su provecho y utilidad resultase; no
-habiendo otra causa legitima para entrar cristianos en estos reinos y
-tierras, sino sólo para darles noticias y cognoscimiento de un solo y
-verdadero Dios y de Jesucristo, su hijo, universal Redentor; manifiesto
-es que aquellas gentes, ó habian de tener á los reyes de Castilla por
-dioses, pues se les predicaba primero que otra cosa su merecimiento
-y valor, y que se les debian de otros Reyes, tan grandes señores
-en tierras y gentes como ellos, recognoscimiento de superioridad y
-tributos, ó habian de creer que el fin que acá los cristianos, y no
-otro, traian, como cosa dellos amada sobre todo, era su propio interese
-y llevar á sus tierras, de los bienes agenos, tributos y oro. Muy por
-el contrario del camino que Cristo llevó y sus Apóstoles para traer
-á sí al mundo, que ante todas cosas predicaban á Dios, y no sólo no
-pedian tributo ni tomaban de hombre cosa, mas hacíanles grandes bienes,
-y daban sus vidas y dieron, por atraer y salvar á los que predicaban,
-y el hijo de Dios la suya por todos. Pero entró por la misma puerta y
-llevó el mesmo camino D. Bartolomé Colon, que su hermano el Almirante
-al principio entró y anduvo, cierto engañados no sé con qué; mas creo
-que sí sé, de una culpabilísima, que á ninguno excusa, del derecho
-natural y divino ignorancia.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXV.
-
-
-Dejó D. Bartolomé Colon muy contento, á lo que parecia, y Dios sabe
-si era así, al rey Behechio, y tributario y solícito de cumplir los
-tributos que se le habian pedido; y, con ánsia de saber lo que en la
-Isabela y aquestas partes desta isla de la Vega y Cibao habia sucedido,
-acordó partirse de Xaraguá para acá, y, llegado á la Isabela, halló
-que cerca de 300 hombres habian fallecido de diversas enfermedades.
-Rescibió desto D. Bartolomé grande trabajo, y aunmentábaselo tener muy
-pocos bastimentos y no venir navíos de Castilla; determinó de repartir
-y enviar todos los enfermos y flacos por las fortalezas que habia
-desde la Isabela hasta Sancto Domingo, y á los pueblos de los indios
-que cerca dellas estaban, porque al ménos ternian, sino médicos y
-boticarios, comida que los indios les darian y no les faltaria, y así
-pelearian solamente con la enfermedad, y no con ella y juntamente con
-la hambre: las fortalezas fueron la Magdalena, Santiago, la Concepcion,
-el Bonao, como se dijo en el cap. 110. Dejó en la Isabela los hombres
-más sanos, en especial oficiales, haciendo dos carabelas, y él tornó
-á visitar la fortaleza que dejó haciendo sobre el rio de Sancto
-Domingo, yendo cogiendo los tributos, por el camino, de los señores
-y sus vasallos á quien el Almirante y él los habian impuesto; donde,
-como estuviese algunos dias, los señores y gentes de la Vega y de las
-provincias comarcanas, no pudiendo sufrir la importuna carga de los
-tributos del oro que cada tres meses se les pedia, y la más onerosa y
-á ellos más intolerable, y aspérrima conversacion de los cristianos,
-de comerles cuanto tenian y no se contentar con lo que se les daban,
-sino, con malos tratamientos, miedos, amenazas, palos y bofetadas,
-llevarlos de unas partes á otras cargados, andarles tras las hijas é
-las mujeres, é otras vejaciones é injusticias semejantes, acordaron de
-se quejar al rey Guarionex y á inducirle á que mirase y considerase
-su universal captiverio y opresion, y vida tan malaventurada que
-pasaban con aquellos cristianos, que trabajasen de matarlos si pudiesen
-y libertarse. Hacian cuenta que mayor era el tormento que sufrian
-cuotidiano é inacabable que podian ser las muertes de pocos dias, que,
-si no salian con lo pensado, esperaban; y en fin, siempre creian de sí
-mismo haber vitoria de los cristianos, en lo cual siempre se engañaban.
-Guarionex, como era hombre de su naturaleza bueno y pacífico, y
-tambien prudente, y via y cognoscia las fuerzas de los cristianos, y
-la ligereza de los caballos, y lo que habian hecho al rey Caonabo y á
-su reino é á muchos otros de la provincia de Cibao, mucho lo rehusaba;
-pero al cabo, importunado de muchos, y, por ventura, amenazado de
-que harian Capitan otro que á él le pesase, con gran dificultad hobo
-de aceptarlo. Sintiéronse destos movimientos algunas señales por los
-cristianos que estaban en la fortaleza de la Concepcion; avisaron con
-indios que les fueron fieles á los cristianos de la fortaleza del
-Bonao, y aquellos despacharon otros mensajeros á Sancto Domingo, donde
-don Bartolomé estaba, el cual, á mucha prisa, vino á la Vega, ó á la
-Concepcion, que así se llamaba.
-
-Quiero contar una industria que tuvo un indio mensajero, que creo que
-fué esta vez, para salvar las cartas que llevaba de los cristianos
-de la Concepcion á los del Bonao. Diéronselas metidas en un palo que
-tenian para aquello, hueco por una parte, y como los indios ya tenian
-experiencia de que las cartas de los cristianos hablaban, ponian
-diligencia en tomarlas; el cual, como cayó en manos de las espías,
-que los caminos tenian tomados, fué cosa maravillosa la prudencia de
-que usó, que no fué á la del rey David muy desemejable. Hízose mudo y
-cojo, mudo para que no le pudiesen constreñir á que, lo que traia,
-ó de donde venia ó qué hacian ó qué pensaban hacer los cristianos,
-hablase, y cojo, porque el palo en que iban las cartas, que fingia
-traer por bordon necesario, no le quitasen; finalmente, hablando y
-respondiendo por señas, y cojeando, como que iba á su tierra con
-trabajo, hobo de salvarse á sí é á las cartas que llevaba, las cuales,
-si le tomaran y á él prendieran ó mataran, por ventura, no quedara, de
-los cristianos derramados por la Vega y aún de los de la fortaleza de
-la Concepcion, hombre vivo ni sano. Llegó, pues, D. Bartolomé con su
-gente á la fortaleza del Bonao, y allí fué, de lo que habia, avisado.
-De allí trasnocha y vá á entrar en la fortaleza de la Concepcion, que
-10 leguas buenas distaba; sale con toda la gente sanos y enfermos á
-dar en 15.000 indios que estaban con el rey Guarionex y otros muchos
-señores ayuntados, y, como estas tristes gentes vivian pacíficos, sin
-pendencias, rencillas, ni trafagos, no tenian necesidad de con muros
-y barbacanas, ni fosas de agua, tener sus pueblos cercados. Dieron en
-ellos de súbito, á media noche, porque los indios, nunca de noche, ni
-acometen, ni para guerra están muy aparejados, puesto que no dejan de
-tener sus velas y espías, y, en fin, para contra españoles harto poco
-recaudo; hicieron en ellos, como suelen, grandes estragos. Prenden
-al rey Guarionex y á otros muchos; mataron á muchos señores de los
-presos, de los que les pareció que habian sido los primeros movedores,
-no con otra pena, segun yo no dudo, sino con vivos quemarlos, porque
-esta es la que comunmente, y siempre y delante de mis ojos yo vide,
-muy usada. Traidos presos á la fortaleza de la Concepcion, vinieron
-5.000 hombres, todos desarmados, dando alaridos y haciendo dolorosos y
-amargos llantos, suplicando que les diesen á su rey Guarionex y á los
-otros sus señores, temiendo no los matasen ó quemasen. D. Bartolomé
-Colon, habiendo compasion dellos, y viendo la piedad suya para sus
-señores naturales, cognosciendo la bondad innata de Guarionex, cuan más
-inclinado era á sufrir y padecer con tolerancia inefable los agravios,
-fuerzas é injurias que le hacian los cristianos, que á pensar en hacer
-vengaza, dióles su Rey é á los otros sus señores, con que quedaron de
-sus angustias y miserias algo consolados, no curando del captiverio y
-opresion y vida infelice en que quedaban, ni de sus, cierto, futuras
-mayores calamidades.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXVI.
-
-
-Pasados algunos dias, poco despues que aqueste alboroto fué asosegado,
-aunque las gentes de aquella comarca de la Vega, con las cargas y
-trabajos que los cristianos continuamente les daban, por tenerlos
-en ménos, por haberlos guerreado y hostigado, como siempre lo han
-acostumbrado hacer, no muy alegres ni descansadas, vinieron mensajeros
-del rey Behechio y de Anacaona, su hermana, á D. Bartolomé Colon;
-haciéndole saber como los tributos del algodon y caçabí, que habia
-impuesto ó pedido á su reino, estaban aparejados, que viese lo que
-cerca dello mandaba; si no me he olvidado, creo que dentro de seis
-ó ocho meses, sembradas las pepitas del algodon, dan fruto; los
-arbolillos que dellos nacen, llegan á ser tan altos, los mayores, como
-un buen estado, puesto que desde más chicos comienzan á darlo. Acordó
-luego D. Bartolomé ir á Xaraguá, lo uno, por ver lo que Behechio,
-rey de aquel reino, le avisaba, y como habia cumplido su palabra; lo
-otro, por ir á comer á aquella tierra que no estaba trabajada, como
-tenian los cristianos la Vega y sus comarcas, puesto que les daba Dios
-siempre el pago, en los descontentos que siempre tenian por la falta de
-vestidos y de las cosas de Castilla, por las cuales siempre suspiraban
-y vivian todos, ó todos los más, como desesperados. Llegado al pueblo
-ó ciudad del rey Behechio, D. Bartolomé, sálenle á recibir el Rey y
-Anacaona, su hermana, y 32 señores muy principales, que para cuando
-viniese habian sido convocados, cada uno de los cuales habia mandado
-traer muchas cargas de algodon en pelo y hilado, con su presente de
-muchas hutias, que eran los conejos desta isla, y mucho pescado,
-todo asado; lo cual todo, cada uno le presentó, de que se hinchió,
-de algodon digo, una grande casa. Dióles á todos los señores muchas
-gracias, y al rey Behechio y á la señora su hermana, muchas más y más
-grandes, mostrando señales de grande agradecimiento, como era razon
-dárselas; ofreciéronse á traerle tanto pan caçabí que hinchiese otra
-casa y casas. Envia luego mensajeros á la Isabela, que, acabada la una
-de las dos carabelas, viniese luego á aquel puerto de Xaraguá, que es
-una grande ensenada ó entrada que hace la mar, partiendo esta isla
-en dos partes; la una, como arriba se dijo cap. 50, hace el cabo de
-Sant Nicolás, que tiene más de 30 leguas, y la otra tenia más de 60,
-que hace el Cabo que ahora se llama del Tiburon, y que llamaban de
-Sant Rafael cuando vino del descubrimiento de Cuba el Almirante. El
-rincon desta particion ó abertura que la mar por allí hace, distaba de
-la poblacion y casa real de Behechio, dos leguas, no más largo; allí
-mandó venir la carabela, y que la tornarian llena de caçabí. Desto
-recibieron los españoles, que en la Isabela estaban, grande alegría,
-por el socorro que para su hambre esperaban; diéronse priesa, vinieron
-al puerto de Xaraguá, donde los deseaban. Sabido por la señora reina
-Anacaona persuade al Rey, su hermano, que vayan á ver la canoa de los
-cristianos, de quien tantas cosas se les contaban. Tenia un lugarejo
-en medio del camino, Anacaona, donde quisieron dormir aquella noche;
-allí tenia esta señora una casa llena de mil cosas de algodon, de
-sillas y muchas vasijas y cosas de servicio de casa, hecha de madera,
-maravillosamente labradas, y era este lugar y casa, como su recámara.
-Presentó esta señora á D. Bartolomé muchas sillas, las más hermosas,
-que eran todas negras y bruñidas como si fueran de azabache; de todas
-las otras cosas para servicio de mesa, y naguas de algodon (que eran
-unas como faldillas que traian las mujeres desde la cinta hasta media
-pierna, tejidas y con labores del mismo algodon) blanco á maravilla,
-cuantas quiso llevar y que más le agradaban. Dióle cuatro ovillos de
-algodon hilado que apénas un hombre podia uno levantar; cierto, si
-oro tuviera y perlas, bien se creia entónces que lo diera con tanta
-liberalidad, segun todos los indios desta isla eran de su innata
-condicion dadivosos y liberales. Vánse á la playa ó ribera de la mar,
-manda D. Bartolomé venir la barca de la carabela á tierra; tenian al
-Rey é la Reina, su hermana, sendas canoas, muy grandes y muy pintadas y
-aparejadas, pero la señora, como era tan palanciana, no quiso ir en la
-canoa, sino con D. Bartolomé en la barca. Llegando cerca de la carabela
-sueltan ciertas lombardas; turbáronse los Reyes y sus muchos criados y
-privados en tanto grado, que les pareció que el cielo se venia abajo,
-y aína se echaran todos al agua, pero como vieron á D. Bartolomé
-reirse, algo se asosegaron. Llegados, como dicen los marineros, al
-bordo, que es junto á la carabela, comienzan á tañer un tamborino y la
-flauta, y otros instrumentos que allí llevaban, y era maravilla como
-se alegraban; miran la popa, miran la proa, suben arriba, descienden
-abajo, están, como atónitos, espantados. Manda D. Bartolomé alzar las
-anclas, desplegar las velas, dar la vuelta por la mar: aquí creo yo
-que no les quedó nada de sangre, temiendo no se los llevasen; pero
-desque dieron la vuelta hácia casa, quedaron sin temor y demasiadamente
-admirados, que sin remos, la carabela, tan grande, parecia que volase,
-y, sobre todo, que con un viento sólo fuese á una parte, y á otra
-contraria tornase. Tornáronse á Xaraguá; vinieron infinitos indios de
-todo el reino del pan caçabí cargados. Hinchen la carabela del pan y
-del algodon y de las otras cosas que el Rey é la Reina y los otros
-señores habian dado; partióse la carabela para hacer á la Isabela su
-viaje, y D. Bartolomé, con su gente, tambien acordó irse para allá con
-su compañía por tierra; dejó alegres al Rey é á la Reina, y, á todos
-los señores y gentes suyas, muy contentos.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXVII.
-
-
-Entretanto que D. Bartolomé Colon estaba en el reino de Xaraguá con el
-Behechio y hacia lo que en el precedente capítulo se dijo, Francisco
-Roldan, á quien, como arriba en el capítulo 111 dijimos, dejó el
-Almirante por Alcalde mayor en la Isabela, y, como tambien dije, de
-toda la isla, por descontentos que tuvo del Gobernador, D. Bartolomé
-Colon, ó por no sufrir las reglas y estrechura de los bastimentos de la
-Isabela, y querer vivir más á lo largo andando por la isla (ó tambien,
-hallo en mis memoriales, que tuvo principio este levantamiento porque
-uno de los principales, que consigo siempre trujo, se echó con la
-mujer del rey Guarionex, y porque le quiso el Adelantado castigar), ó
-porque era bullicioso y pretendia subir á más de lo que era, imaginando
-que el Almirante nunca volveria, porque hacia ya quince meses que era
-partido desta isla, y que era señal que los Reyes no lo dejarian volver
-acá, segun, por ventura, debiera Juan Aguado haber dicho y así se
-decia, acordó quitar la obediencia al dicho D. Bartolomé y levantarse
-contra él con hasta 70 hombres, los más sanos, gente comun, y algunos
-principales que él pudo atraer á sí, que pretendian lo mismo que él,
-de los cuales yo cognoscí los más, ó cuasi todos. Este Francisco
-Roldan fué, como dije, criado del Almirante y ganó su sueldo, y debia
-ser su oficio, á lo que entendí, como hombre que tenia cargo de andar
-sobre los trabajadores y oficiales para los hacer trabajar, salvo
-que, como fuese hombre entendido y hábil, cognosciendo el Almirante
-que era para tener cargos, y, por honrarlo y hacer en él, hízolo
-primero Alcalde ordinario de la Isabela, y despues Mayor de toda la
-isla, y él quiso, por agradecimiento, levantándose le dar el pago. La
-ocasion que para se desvergonzar tomar quiso, fué en dos maneras,
-para indignar é allegar y atraer á sí á los indios y á los cristianos
-contra el Adelantado y el Almirante. Para ganar los cristianos, fué
-esta su cálida industria: la carabela que habia traido el algodon y
-pan, y otras cosas de la provincia de Xaraguá, mandóla luego varar ó
-sacar en tierra fuera del agua, D. Diego Colon, porque, como la gente
-estaba siempre demasiadamente descontenta, temíase que no la tomasen
-y se fuesen muchos sin licencia y á pesar del D. Bartolomé, y de don
-Diego, y del Almirante tambien, con ella á Castilla; Francisco Roldan
-comienza á murmurar con la gente trabajadora y marineros, y la demas
-gente baja y que más descontenta estaba, porque la carabela no estaba
-en el agua, y que sería bien enviarla á Castilla con cartas á los
-Reyes, pues el Almirante no venia, para hacerles saber sus hambres y
-necesidades y los proveyesen, y que sino se hacia, que todos habian
-en esta isla de perecer, ó de hambre, ó que los indios los habian de
-consumir, é que D. Diego ni D. Bartolomé no la querian enviar por
-alzarse con la isla y tenerlos á todos ellos por esclavos, sirviéndose
-dellos en hacer sus casas y fortalezas, y acompañarse y coger los
-tributos de los indios y hacerse ricos del oro de la tierra, y,
-finalmente, para sólo su provecho é particular interese. Viendo la
-gente que el Alcalde mayor y quien lo mandaba todo, y á quien por la
-vara del Rey, como Justicia mayor, todos obedecian, que estaba de la
-opinion dellos, comienzan despues con mayor desenvuelta osadía y ménos
-temor, lo que en sí secretamente gruñian y no osaban, sino por los
-rincones, boquear, públicamente y sin miedo ninguno á decirlo. Vista la
-gente ya de su bando, persuadióles que le diesen las firmas para que
-se pudiese dar á entender como era sentencia de todos, que convenia
-al bien y salud comun de los cristianos que la carabela se echase al
-agua, aunque pesase al D. Diego y á quien más se lo quisiese estorbar;
-y todo esto, que este trabajaba ó porfiaba de echar la carabela al
-agua, no era porque se echase al agua ni fuese á Castilla, porque á él
-no le convenia que supiesen los Reyes su alzamiento y desobediencia á
-su Justicia mayor, que era D. Bartolomé y D. Diego, que al presente
-la Isabela gobernaba, sino por indignar y mover á la gente contra el
-Almirante y los que gobernaban, y que él tuviese gente y fuerzas para
-levantarse, y en su tiranía conservarse; hay desto muchos argumentos
-claros, como parecerá abajo. La otra ocasion ó título que tomó para
-atraer á sí, juntamente, indios y cristianos, fué, que decia á los
-cristianos que para que los indios sirviesen mejor á los cristianos,
-estando en paz con ellos, era cosa necesaria que se le quitasen los
-tributos que les habia impuesto el Almirante, y esto muchas veces
-lo decia él á D. Bartolomé Colon platicando; y, ciertamente, si él
-lo dijera con celo de virtud y de piedad para con los indios, decia
-gran verdad, porque los indios y los Reyes y señores suyos, vivian
-con los tributos que se les pedian cada tres meses, desesperados;
-y áun fuera, sin comparacion, grande utilidad para los cristianos,
-porque ni murieran de hambre ni padecieran de necesidad alguna en sus
-enfermedades, ni anduvieran en guerras por sierras y valles á cazar y
-matar indios, ni dellos algunos, los indios, como mataron, mataran,
-ántes los sirvieran de rodillas y adoraran, pero no lo decia el pecador
-sino por robar más á los indios y más señorearlos, y que á esto no
-le fuese Dios ni el Rey ni sus Ministros á la mano. Finalmente, D.
-Diego mandó al dicho Francisco Roldan que fuese con cierta gente á
-la Concepcion, por que se sonaba y temia que los indios y gente de
-Guarionex andaba mal segura y alborotada, como no podian sufrir los
-tributos; el cual se fué al pueblo del cacique Marque, donde tuvo
-lugar Roldan de concluir é publicar su traicion, de donde se vinieron
-muchos, que no quisieron consentir en ella, á la fortaleza de la
-Concepcion, á los cuales trató mal y tomó todas las armas. De aquí
-del pueblo Marque, tornó á la Isabela, y váse á la Alhóndiga del Rey,
-donde estaban los bastimentos y la municion de las armas, y, tomada
-la llave por fuerza á quien la tenia, que era un criado de D. Diego
-Colon (ó hizo las cerraduras pedazos, con 50 hombres, diciendo «viva
-el Rey»), toma todas las armas que le pareció haber menester para sí
-é para sus compañeros tiranos; y de los bastimentos, que con la guarda
-y regla y estrechura, porque así convenia, se guardaban y daban, y de
-todas cuantas cosas allí habia, sin medida repartia, y para sí tomaba.
-Sale D. Diego á le ir á la mano con ciertos hombres honrados á afearle
-tan grande insolencia y alboroto, al ménos, de palabra; vino tras él,
-y el D. Diego se retrujo con ellos á una casa fuerte, y miéntra en la
-Isabela estuvo Francisco Roldan y habia de hablar D. Diego con él,
-habia de ser con seguro que primero Roldan le daba. De allí fueron al
-hato de las vacas del Rey y mataron lo que dellas quisieron; que matar
-una en aquel tiempo era por gran daño estimado, porque las tenian para
-criar. Van tambien al hato de las yeguas, que eran tambien del Rey, y
-tomaron las yeguas ó potros ó caballos que á todos plugo tomar. Esto
-hecho, vánse por los pueblos de los indios, y á los señores y Caciques
-dellos, publícanles que el Almirante y sus hermanos les han cargado de
-tributos, y que Francisco Roldan y ellos han reñido con el D. Bartolomé
-Colon y D. Diego porque no se los quitaban, y que han acordado ellos
-de se los quitar y que no curen dende adelante darlos, que ellos se
-los defenderán del Almirante y sus hermanos, y para ello, si fuere
-menester, los matarán. Desde allí, diciendo «viva el Rey,» van por
-toda la Isla, y por toda se suena que el Alcalde Roldan es el que los
-liberta; y así, el Roldan decia que los habia recibido debajo de su
-mamparo, segun que un poco abajo se verá, y por todos los pueblos de
-los indios que pasaba, publicaba mal de don Bartolomé y del Almirante,
-y á todos los cristianos que topaba detraia y blasfemaba de D.
-Bartolomé, diciendo que era hombre duro, áspero y cruel, y cudicioso,
-y que con él no podia alguno medrar, y todos cuantos males podia decir
-acumulaba, dando por causas de se apartar dél. Y cosa fué esta, cierto,
-maravillosa y juicio de Dios muy claro, si con ojos limpios entónces lo
-vieran y agora lo miramos, que aquel Roldan, sin saber quien lo movia
-mediatamente, que era la divina Providencia, pero inmediata su propia
-ambicion cudicia y maldad, fuese profeta en la obra, como Caifás lo
-fué en la palabra, y á ambos movió la voluntad y providencia de Dios;
-Caifás, diciendo que convenia que Cristo muriese por todo el pueblo,
-porque toda la gente no pereciese, más por el odio que á Cristo tenia
-que por la salud comun, empero, sin saber lo que decia, profetizó;
-Roldan, por su propia malicia, permitida de lo alto, y por se hacer
-rico y señor, tomó y se arreó del oficio y título, sin saber lo que
-hacia, de los pueblos y gentes desta isla opresas, llamándose defensor
-y librador; manifiesto es por la lumbre natural sola que tuviésemos,
-cuanto más añidida la ley divina de justicia y de caridad, y aqueste
-Roldan y otro cualquiera cristiano, y áun gentil que fuera ó moro, si
-por el bien sólo y liberacion destas gentes, por la piedad natural se
-moviera, para las librar de las injurias y daños y tiranía que padecian
-con los insoportables é, sin justicia, impuestos tributos, tenia
-justísima guerra contra el Almirante y contra D. Bartolomé y D. Diego
-Colon; y muy mayor justicia y mérito le favoreciera, si con la piedad
-natural juntara hacerlo por la honra de Dios, porque como para entrar y
-tener que hacer en estos reinos y gentes los cristianos, no haya habido
-otro título ni derecho, chico ni grande, sino sólo la predicacion de la
-fe y conversion dellos, y traerlos á Cristo, en lo cual, nunca se dió
-puntada, grande ni chica, sino imponerles y cargarles y pedirles oro,
-y lo que se creia que valia oro, ¿quién de los que fuesen cristianos
-osará dudar que juntamente con las injurias y agravios tan grandes que
-hacian á los prójimos, no se ofendiese gravísimamente Dios? Luego,
-mucho mereciera Roldan delante de Dios, allende ser obligado de ley
-natural, moviendo guerra contra los que á estas gentes, con tantos y
-tan graves tributos, impuestos tan sin justicia, oprimian y amargaban,
-por su redencion, luego en tomar el oficio y apellido de redemptor;
-aunque por robar él y ser señor, como Caifás diciendo y él haciendo,
-profetizó. Pero fueron tantas las tiranías y maldades opresivas que en
-estas gentes despues hizo él y su compañía, que no con celo de piedad,
-sino con título para se levantar y señorear haberse movido, bien
-manifiestamente mostró.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXVIII.
-
-
-De la Isabela vino Francisco Roldan y su compañía á la Vega, al
-pueblo de un señor Cacique, que se llamaba Marque (que habia tomado
-el nombre de Diego Marque, el que dijimos arriba, cap. 82, que habia
-venido á esta isla por Veedor), el cual pueblo estaba dos leguas de la
-fortaleza de la Concepcion, para buscar tiempo y sazon para tomarla;
-la cual tomada, pensaba mejor señorearse de toda esta isla y haber al
-Bartolomé Colon á las manos, al cual temia él más que á otro, porque
-era hombre muy esforzado y de mucho valor, y por esto era público que
-lo andaba por matar. Vino Francisco Roldan con 60 ó 70 hombres, muy
-armados en forma de guerra, al pueblo del gran señor y rey Guarionex
-(cuya mujer y reina, se dijo, y el Almirante lo escribió á los
-Reyes, este Roldan tomó y usó mal della), el cual pueblo distaba de
-la fortaleza de la Concepcion obra de dos tiros de ballesta, donde
-estaba un capitan, García de Barrantes, que yo bien cognoscí, é tenia
-30 hombres á cargo (porque habia el Almirante, y despues su hermano
-D. Bartolomé Colon, como arriba se ha tocado, repartido la gente por
-los pueblos de los indios para comer, y tambien porque sintiesen los
-indios que velaban sobre ellos), y dijo allí á algunos que se pasasen
-á él. El capitan Barrantes metió dentro en una casa, por importunidad,
-ó por fuerza, ó por grado, á los 30 hombres, requiriendo al Francisco
-Roldan que se fuese con Dios, que ellos estaban en servicio del Rey,
-y él andaba como le placia; y respondióle Roldan, que juraba á Dios
-que lo habia de quemar á él y á todos los 30 que allí tenia dentro
-en la casa, y tomóle todas las cosas que tenia de comer, por fuerza.
-Fué á la fortaleza de la Concepcion, y quisiera entrar en ella; el
-Alcaide, que era Miguel Ballester, le cerró las puertas y no le
-quiso admitir, viéndole venir con tanta gente y tan armada. En estos
-dias llegó Bartolomé Colon á la fortaleza de la Magdalena, y allí
-supo la alteracion de Francisco Roldan, y á un Diego de Escobar que
-allí estaba, y creo que era Alcaide entónces della, el cual se habia
-desmesurado en palabras contra él (sospecho que porque sintió excusar
-al Francisco Roldan, ó algo semejante á esto, porque este Diego de
-Escobar fué de los principales alzados con Francisco Roldan), mandóle
-prender, y despues dióle la fortaleza por cárcel, aquel dia, y mandóle
-que otro dia se fuese tras él á la Isabela; el cual no curó de su
-mandado, sino envió un hombre de caballo, y debia ser á llamar á un
-Pedro de Valdivieso, el cual topó en el camino, y ambos se fueron al
-pueblo del Cacique Marque á juntar con el Francisco Roldan, y desde
-á pocos dias, vino un hidalgo que se llamaba Adrian de Muxica, con
-cierta gente, á la Magdalena, y toma al Diego de Escobar y vánse á
-juntar, en el dicho pueblo, con el dicho Francisco Roldan. De donde
-parece, que habia concierto entre todos ellos, dias habia ya tratado,
-de alzarse. Este Pedro de Valdivieso y el Adriano y Diego de Escobar
-eran de los principales hombres desta isla, los cuales yo cognoscí
-bien cognoscidos, y despues diré cosas dellos. Ido D. Bartolomé á
-la Isabela, como halló robada el Alhóndiga del Rey, é á su hermano
-desobedecido y maltratado, y supo los que seguian á Roldan, y que
-cada dia sentia que crecian en número, no osaba salir de la Isabela,
-temiendo que todos debian ser en la rebelion. Escribió á D. Bartolomé
-el Alcaide Ballester, de la Concepcion, que se guardase, porque,
-cierto, creia que lo habian de trabajar de matar, y que, si pudiese, lo
-más presto se viniese á su fortaleza de la Concepcion. Hízolo así, é á
-mucha priesa vínose y metióse en la fortaleza, que dista de la Isabela,
-como dije arriba, 15, ó pocas más leguas. Desque lo supo Roldan, vínose
-al Guaricano, que así se llamaba el asiento donde se puso primero y
-estaba entónces la villa de los cristianos, que llamaron especialmente
-la Vega, puesto que todo esto era en la Vega, y era pueblo aquello del
-rey Guarionex; distaba de la Concepcion ó fortaleza, media legua de
-muy llana tierra, que es alegría verlo, y parecíase lo uno de lo otro.
-Sabido por D. Bartolomé, envió á un caballero que se llamaba Malaaver,
-que yo cognoscí muy bien, al Francisco Roldan, que le hablase y de
-su parte le dijese que ¿por qué causaba tan grande daño y escándalo
-y confusion en toda la isla? que mirase cuanto deservicio se hacia á
-los Reyes haciendo cesar los tributos, y cuan mal contado le seria de
-todos los que lo supiesen, y el daño que hacia á todos los cristianos,
-porque los indios se ensoberbecerian y cobrarian ánimos mayores para
-les hacer guerra, y otras cosas á éste propósito, que le podian mover á
-cesar de su sedicioso propósito. Finalmente, le persuadió á que fuese
-á hablar á la fortaleza con D. Bartolomé, y dióle para ello seguro,
-de lo cual llevaba el dicho Malaaver comision. Vino á la fortaleza
-con su gente bien armado, y habló con D. Bartolomé, debia ser por las
-ventanas, D. Bartolomé, parado. Díjole, que ¿por qué juntaba con tanto
-escándalo aquella gente y inquietaba la isla? respondió Roldan, que no
-la juntaba para de servicio de los Reyes, sino para se defender del que
-le habian dicho que les queria cortar las cabezas; responde que no le
-habian dicho verdad; añadió Francisco Roldan, que él y sus compañeros
-estaban en servicio del Rey, por eso, que le dijese donde mandaba que
-fuesen á servir al Rey. Dice D. Bartolomé, que se vayan y estén en
-los pueblos del Cacique que tenia por nombre Diego Colon; responde
-Roldan, que no queria ir allí, porque no habia que comer; mandóle y
-prohibióle que no fuese mas Alcalde ni se llamase Alcalde, y que lo
-privaba del tal oficio, pues andaba contra el servicio del Rey. De
-aquí se fué mofando y más soberbio que vino, porque no pretendia sino
-proseguir su rebelion con los demas, y ser libres para que sus vicios
-y ambicion alcanzasen impunidad, é colora su alzamiento con alegar y
-sembrar, mentirosamente, que D. Bartolomé lo queria matar, estando
-70 ó 80 leguas de allí, en Xaraguá, como ha parecido, cuando ellos se
-alzaron. Tomando tambien por título y causa de su traicion, que porque
-no se echaba la carabela al agua, y que á los indios no se quitaban
-los tributos de que estaban muy cargados, como si se compadecieran
-más dellos que quien se los habia impuesto, pues ellos los robaban,
-y despues mucho más los robaron y hicieron incomparables daños y
-agravios, cuando el rey Manicaotex (de quien arriba hemos hablado que
-daba una calabaza llena, o media, de oro por tributo cada tres meses,
-que pesaba tres marcos), le daba otra tal medida, y mayor que aquella,
-al dicho Francisco Roldan, porque, como era Alcalde y con vara, y todos
-temblaban dél, no osaba hacer otra cosa. Desto hobo muchos testigos de
-oidas, que lo habian sabido de indios, y viéronse muchas conjeturas y
-argumentos dello; y una era, que tenia un hijo y un sobrino consigo
-del dicho rey Manicaotex, como en rehenes de su tributo, y otra, que
-buscaba todas las joyuelas y cositas que podia haber de Castilla, el
-Francisco Roldan, para darle al dicho Cacique, y llamábalo su hermano.
-Cosa pareció muy pensada y platicada de propósito, de muchos dias ántes
-y de algunas personas principales, con el Francisco Roldan, este motin
-ó alzamiento, creyendo que el Almirante nunca á esta isla volviera,
-segun lo que Juan Aguado habia dicho; y para mí tengo creido, que dió
-el Juan Aguado harta ocasion para ello, de donde procedió á toda esta
-tierra y gentes della tan grande daño y peligro. Luego que el Almirante
-de la Isabela partió, procuró Francisco Roldan hacer gran cantidad de
-herraje para los caballos, clavos y herraduras, lo que nunca ántes
-habia hecho, ni era entónces tan necesario como de ántes lo fué, segun
-parecia, y así lo juraron los testigos, en cierta probanza que, sobre
-esto de muchas y muy honradas personas que yo cognoscí, que fueron
-testigos, se hizo, la cual yo tuve muchos dias conmigo, y della saqué
-todo ó lo más que desta rebelion y alzamiento de Francisco Roldan y sus
-secuaces aquí digo. Visto D. Bartolomé en cuanto peligro estaba, por
-aficionar más á sí á los españoles mandóles que daria á cada uno un
-esclavo ó tantos esclavos; de aquí tomaron los que seguian á Francisco
-Roldan atrevimiento á más robar y oprimir á los tristes indios. Lo
-mismo hacian los que seguian al D. Bartolomé, y no osaba irles á la
-mano porque no lo dejasen y se alzasen con Francisco Roldan.
-
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-CAPÍTULO CXIX.
-
-
-Cada dia se le allegaba más gente á Francisco Roldan y más se engrosaba
-su partido, como su vida y la de los que con él andaban era tan ancha,
-gozando de todos los vicios que querian y, sobre todo, libertad y
-señorío, porque temblaban dellos los indios, por lo cual los adoraban y
-servian, y, con esto, él más soberbio y obstinado se hacia; y con esta
-pujanza, segun dijeron muchas veces muchos de su compañía, de terminaba
-de poner cerco á D. Bartolomé Colon, que estaba en la fortaleza de la
-Concepcion susodicha; y hombre de los suyos, que se llamaba Gonzalo
-Gomez Collado, tomó juramento á otro que habia nombre Gonzalo de
-la Rambla, y este fué de los que no quisieron seguir á Roldan, que
-dijese á don Bartolomé, y sino pudiese á D. Bartolomé, á D. Diego de
-Salamanca, que le avisase que mirase por sí, é que por ninguna manera
-saliese de la fortaleza, y en ella de quién se fiaba, por que supiese
-de cierto, que, de cualquiera manera que hacerlo pudiesen, lo habian
-de matar. Estando en este estado estas cosas, y D. Bartolomé en medio
-destos peligros y de sus angustias, cada dia esperando cuando habia de
-llegar Francisco Roldan á cercarlo, como Dios en esta vida no da todos
-los trabajos juntos, sino siempre, cognosciendo nuestra flaqueza, con
-alguna interpolacion, quiso dar algun resuello á D. Bartolomé y á los
-que con él perseveraban, y así, ordenó que llegaron dos carabelas con
-bastimentos llenas, y con 90 hombres de trabajo, de Castilla, que el
-Almirante, con el ánsia que tenia de enviar provision á los que acá
-estaban, creyendo que al ménos entre sí vivian en paz, inviaba; el
-Capitan de las cuales fué un caballero que se llamó Pero Hernandez
-Coronel, Alguacil mayor desta isla, que habia llevado consigo el
-Almirante, del cual, en el cap. 82, se hizo mencion. Así como el D.
-Bartolomé supo la venida de las carabelas, fué grande el consuelo que
-recibió él y los que con él estaban, y determinó de partirse para
-Sancto Domingo á poner recaudo en ellas y en lo que en ellas venia,
-y para saber nuevas del Almirante y recibir las cartas del Rey é lo
-que más convenia; súpolo tambien Francisco Roldan, y juntó la gente
-toda de sus alzados y rebeldes, que le seguian, y acuerda de ir
-tambien á Sancto Domingo para saber qué nuevas venian del Almirante y
-de Castilla, y qué gente de nuevo, y así proveer lo que le cumplia.
-Detúvose cinco ó seis leguas de la villa, porque no osó llegar allá,
-temiendo que contra D. Bartolomé no prevalesceria, por la gente que
-allí habia y la que en las carabelas venia. Rescibidas las cartas del
-Almirante, y visto el favor que los Reyes le habian dado, y mercedes
-de nuevo á él hechas, que abajo diremos, y entre ellas fué una, que
-instituian al dicho don Bartolomé por Adelantado de todas estas Indias,
-y como á mucha priesa el Almirante entendia en se despachar con otros
-seis navíos; rescibió el Adelantado, D. Bartolomé, ya constituido
-Adelantado, grandísimo favor y alegría, y los que le seguian, como si
-resucitaran de muerte á vida; y, porque el Almirante hallase la tierra
-sin los alborotos, confusion y daños en que estaba, como ya le esperase
-cada dia, y venido pudiese descansar de sus tan prolijos trabajos algo,
-con alegría, envió al dicho Capitan de las dichas carabelas y Alguacil
-mayor desta isla, Pero Hernandez Coronel, porque era hombre prudente
-y de auctoridad, y con él algunos otros que lo acompañasen, á que
-hablase á Francisco Roldan y á los demas que le seguian, sobre que se
-redujesen á la obediencia y so la gobernacion del dicho D. Bartolomé,
-que ya le podemos llamar el Adelantado, y para ello les diese seguro y
-prometiese perdon de la desobediencia y escándalos y daños pasados, y
-los que sustentaban de presente. Llegado á ellos, queriéndoles hablar,
-dijeron los principales, temiendo que la gente comun no se persuadiese
-oyéndolo, que se apartase y no hablase sino con quien habia de hablar,
-y se probó que habian dicho, «apartaos allá traidores,» si nó, que
-les tirarian con las ballestas y que si se tardaran las carabelas ocho
-dias, hobieran preso ó muerto al Adelantado, y que todos fueran ya
-unos; el Coronel habló con el Francisco Roldan y con los principales,
-encareciéndoles la desobediencia y escándalo, peligro y detrimento en
-que ponian toda la isla, y lo que Dios se ofendia y eran deservidos
-los Reyes, y otras cosas que les pudieron mover, pero, al cabo, con
-solas respuestas, no honestas y áun más que deshonestas, y de soberbios
-y obstinados, Pero Hernandez Coronel y los que fueron con él, se
-volvieron. Francisco Roldan y sus alzados tomaron el camino del reino
-y provincia de Xaraguá, donde, para cumplimiento de todos los vicios,
-hallaron el aparejo y paraíso, libertad é impunidad que buscaban.
-Desque D. Bartolomé vido que por bien no podia reducirlos, hizo proceso
-contra él y los que con él se alzaron, y, llamados por sus pregones, al
-cabo sentenciólos en rebeldía dándolos por traidores. Estos 90 hombres
-de trabajo, que en estos dos navíos envió el Almirante, vinieron con
-pacto y conveniencia de trabajar en todos los trabajos de las minas
-y en cortar brasil, lo que entónces se creia que habia mucho, y así,
-escribió el Almirante al Adelantado, su hermano, y yo ví la carta, que
-si hallase alguna persona de los que estaban acá y sabian de las minas,
-que le diese una cuadrilla de aquellos trabajadores, que sacasen oro,
-y que diesen cada dia cierta cantidad de oro, y lo demas que sacasen
-fuese para ellos; 14 dellos venian señalados para cultivar y labrar
-la tierra, y sembrar trigo y lo demas. De donde parece que nunca
-pensó el Almirante echar indios á las minas, como despues la maldad y
-cudicia inventó, sino que diesen tributo de oro ó de lo que tuviesen,
-como arriba pareció. Parece tambien que en aquel tiempo no habia la
-soberbia en los hombres de trabajo y labradores, que á estas tierras
-venian, como despues hobo, que, en pasando acá, luego presumieron, y
-hoy presumen, por gañanes y rústicos que sean, de no trabajar, sino
-holgazanear y comer de ajenos sudores; pero la causa desta desórden,
-soberbia y ambicion, y haraganía desproporcionada de sus estados y
-de toda razon, fué la tupida y cudiciosa y no excusable ceguedad del
-infelice inventor de aquella pestilencia vastativa de tanta parte y
-tan grande del linaje humano, que fué repartir los indios desta isla
-á los cristianos, como si fueran vacas ó cabras, como en el libro II,
-placiendo á Dios, se contará. Esta levantó los corazones de las viles y
-serviles personas á pensar y presumir de sí mismos, que habiendo nacido
-para servir y trabajar corporalmente y ser mandados, en poniendo el
-pié en esta tierra no asentaban con nadie, y ya que querian asentar,
-no para abajar el lomo en servicio alguno corporal, sino para estar y
-andar enhiestos, y, con una varilla en la mano, ser verdugos de los
-mansos y humildes indios, y mandar.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXX.
-
-
-Todos estos levantamientos y disensiones de entre estos alzados y no
-alzados, resultaban en grandes aflicciones, angustias, trabajos y
-daños de los indios, porque, donde quiera que llegaban los unos ó los
-otros, les comian los bastimentos, los llevaban con cargas de tres ó
-cuatro arrobas á cuestas, los hacian mil fuerzas y violencias en las
-personas y hijos y mujeres, mayormente los de Francisco Roldan, que más
-perdida y desenfrenada, en esto y en todo, tenian la vergüenza; en fin,
-los unos y los otros, sin temor de Dios ni mancilla destas inocentes
-gentes, los mataban y destruian por esquisitas y nuevas maneras de
-crueldad, y acaecia, no muy raras veces sino muchas y cada dia, que
-por su pasatiempo, asaeteaba el indio para probar si le pasaba con su
-ballesta, y hacian pasar un indio, para con su espada cortarlo por
-medio; pasaba el cordero y dábale un revés, y, porque no le cortaba de
-un golpe, tornaba á hacer que pasase otro y otros, y así despedazaban
-cuantos se les antojaba, riendo. Si con la carga de cuatro arrobas
-que llevaban se cansaban, dejarretábanlos, y echaban las cargas por
-sobrecargas á otros, y tambien á las mujeres, las cuales, por no poder
-llevar la carga, darle de estocadas y echar la carga de aquella sobre
-las otras, y caer otra con la que llevaba, y luego tambien matarla; y
-otras execrables crueldades, que nunca fueron por hombres imaginadas.
-Con estas vejaciones y malos tratamientos que sobrevinieron á las
-cargas de los tributos, pasadas y presentes, y á otras muchas que se
-les habian hecho (aunque Roldan publicaba santidad, que no tributasen,
-y que por aquesta causa se apartaban del Adelantado él y aquella su
-gente), los indios de toda la comarca de la Vega y del señorío del rey
-Guarionex, viendo tambien que por parte del Adelantado les pedian y
-amonestaban que pagasen el tributo al Rey, queriendo, de aborridos, dar
-en el suelo con la carga, no quisieran hacer guerra á los cristianos,
-ó porque tenian ya experimentado que les caia al cabo el daño sobre
-la cabeza, ó porque, en la verdad, Guarionex era hombre pacífico y
-manso; finalmente, acordó el Guarionex, é mucha de su gente, de se ir
-huyendo á guarecer al reino de otro Rey, señor de las sierras y tierra,
-aguas vertientes hasta la mar del Norte, pasado el anchor de la Vega,
-porque aguas vertientes al Mediodia, que es el Sur, era el reino de
-Guarionex. Aquel Rey é señor de las dichas sierras y tierra hasta la
-dicha mar, tenia por nombre Mayobanex, por otro nombre le llamaban los
-españoles el Cabron no sé otra causa, sino por escarnio, como solian
-poner nombres, á los señores, vituperiosos como los hallaron desnudos;
-segun que yo cognoscí hombre español, que al Cacique y señor con quien
-él pudiera vivir por mozo de espuelas llamaba Aon, que en la lengua
-de los indios quiere decir perro. Pedro Mártir dice en su Década
-primera, que Cabron se nombraba la casa, ó título de la casa, ó pueblo
-principal real del dicho Mayobanex, lo cual, yo que muchas veces lo oí
-nombrar, y yo, yéndome al hilo de la gente, lo nombré, no por honra
-sino por escarnio, Cabron entendí que le habian puesto. Este era señor
-de gran número de gente, que habitaba toda aquella grande serranía,
-que llamaban ciguayos, cuasi nazarenos como entre los judíos, porque
-nunca se cortaban ó pelaban pelo alguno de sus cabellos, y así traian
-las cabelleras crecidas hasta la cinta, y más abajo de sus cuerpos,
-y desta manera solian en Castilla la Vieja, hácia el reino de Leon,
-los leoneses, ó castellanos, antiguamente criar los cabellos como las
-mujeres, hasta abajo; ansí lo cuenta en su libro III Strabo: _longas ut
-fæminæ inferius diffundunt comas_. Estos ciguayos eran muy esforzados,
-aunque todos eran gallinas, al ménos para con los nuestros, como ni
-tuviesen armas y anduviesen desnudos en cueros, segun arriba, en la
-descripcion desta isla, de los ciguayos dijimos. Llegado Guarionex á
-la casa de Mayobanex, las quejas de las calamidades que padecia él
-y sus gentes de los cristianos, con lágrimas y dolor de su corazon,
-encarecidamente refiere, ruégale que le tome y reciba so su amparo
-y fe, porque ya no quiere sino salvar su persona sola y su mujer, y
-hijos, y parientes, desmamparados sus vasallos todos, pues no los
-podia defender, ni á los cristianos resistir; tambien se platicaba
-entre nosotros que cierto español le habia forzado y violado la mujer.
-Recíbele Mayobanex con gran benignidad y placer, óyele bien la relacion
-de sus fatigas, servidumbre y persecucion dél y los suyos tan cruel, y
-él, que se las sabia por las nuevas que cada dia le iban de las obras
-los cristianos, llora con él y prométele de lo defender y hacer todo
-cuanto pudiere por lo libertar; dónde y con quien halló más gracia y
-defensa, con benigno acogimiento, que en Alejandría con Ptolomeo, rey
-de Egipto, halló Pompeyo, como cuenta Julio César en sus Comentarios
-de las guerras civiles, un poco ántes del fin del lib. III. Hallado
-ménos Guarionex por los cristianos, y visto que mucha gente faltaba
-de los pueblos, y cada dia se iba más, escriben de la fortaleza de
-la Concepcion á Santo Domingo, al Adelantado, que era alzado el rey
-Guarionex. Rescibidas las cartas, como Guarionex era tan gran señor
-y toda su gente era vecina de las minas y de donde se cogia el mayor
-tributo, y, faltando él de acudir con ello, todo lo de los demas era
-poco, tomó luego con gran priesa el Adelantado 90 hombres de pié de los
-más sanos que habia en Sancto Domingo y algunos de caballo, y partióse
-para la Vega ó fortaleza de la Concepcion. Comienza luego á preguntar á
-los indios que topaba, y á otros que hacia buscar, dónde se habia ido
-Guarionex, responden que no saben; constríñenlos con amenazas, y, á lo
-que yo no dudo, con tormentos, como en estas tierras á cada paso se
-hizo y suele hacer, y descubren que está en la tierra de los ciguayos
-con el rey Mayobanex. Vá el Adelantado luego allá, sube las sierras con
-su gente, desciende á un valle grande por donde corre un rio caudaloso;
-halló dos indios espías, el uno se fué y el otro tomaron, quiérele dar
-tormento, confiesa sin él la verdad, y esta era, que poco despues de
-pasado el rio estaba gran multitud de gente, ciguayos, en un monte para
-dar en ellos esperándolos. Salieron con gran grita, y esta es, cierto,
-muy temerosa, disparan millares de flechas juntas, que parecia lluvia,
-pero como las tiran de léjos (porque, al ménos en esta isla, no osaban
-de, como cognoscieron el cortar de las espadas y más el correr de los
-caballos, llegarse mucho), ya llegaban cansadas y hacian poco fruto;
-van tras ellos, mayormente los de caballo, matan algunos, porque los
-montes tenian cerca por refugio. Desaparecieron aquella noche todos,
-y los cristianos durmieron en aquellos montes. Otro dia, tórnanse á
-la sierra en busca de los indios, llegaron á un pueblo que hallaron
-vacío, prendieron un indio que les dijo que de allí á tres ó cuatro
-leguas estaba el pueblo de Mayobanex, y él allí con gran escuadron de
-ciguayos, para pelear aparejado; llegaron á donde estaban. Desde los
-montes en que estaban, muchos flecharon á los cristianos y hirieron
-á algunos que no les dieron lugar á arrodelarse; fueron tras ellos,
-mataron muchos y asaetearon muchos con las ballestas, y con las espadas
-desbarrigaron y cortaron brazos y piernas á hartos, y no fueron pocos
-los que prendieron por esclavos; de los presos envió el Adelantado uno
-que dijese á Mayobanex, que no venia á hacerle guerra ni á los suyos,
-ántes deseaba tener su amistad, y la ternia siempre que él quisiese,
-sino en busca de Guarionex, el cual sabia que tenia escondido, y á su
-persuasion hacia á los cristianos guerra, por tanto, que le rogaba
-y requería que le entregase á Guarionex, y que le seria siempre su
-buen amigo y favoresceria siempre en lo que tocase á su reino y
-gentes dél, y si nó, que creyese que lo habia de perseguir á fuego y
-á sangre hasta destruirlo. Bien será, cierto, notar la respuesta de
-Mayobanex; respondió: «decidles á los cristianos, que Guarionex es
-hombre bueno y virtuoso, nunca hizo mal á nadie, como es público y
-notorio, y por eso dignísimo es de compasion de ser en sus necesidades
-y corrimiento ayudado, socorrido y defendido; ellos, empero, son malos
-hombres, tiranos, que no vienen sino á usurpar las tierras ajenas, y
-no saben sino derramar la sangre de los que nunca los ofendieron,
-y por eso, decidles que ni quiero su amistad, ni verlos, ni oirlos,
-ántes, en cuanto yo pudiere, con mi gente, favoresciendo á Guarionex,
-tengo de trabajar de destruirlos y echarlos desta tierra;» y porque
-aquesta respuesta deste Rey no piense alguno que la finjo de mi casa,
-verla han los que quisieren, en el cap. 6.º de la primera Década
-por Pedro Mártir, donde hace mencion della. ¿Qué mayor humanidad,
-hospitalidad, y clemencia, y compasion de la fortuna adversa ajena,
-pudo ser que aquesta? Cierto, no fué mayor la que el Senado romano
-tuvo con el rey Ptolomeo, que, despojado del reino por un su hermano
-menor, injustamente, viniendo por socorro á Roma, disimulado con viles
-vestidos y con pocos criados suyos, como se fué á posar á casa de un
-pintor, natural de Alejandría, sabido por el Senado, enviáronse á
-excusar de no haber enviado un Questor, como era costumbre en Roma,
-ni hecho todo el recibimiento que se debia, no por negligencia del
-Senado haber sido el defecto, sino por no saber con tiempo su venida;
-el cual, venido, mandáronlo aposentar segun merecia, y que le vistiesen
-de reales vestiduras, y cada dia se le diese lo que convenia á su
-sustentacion y de los suyos, suntuosa y abundantemente, prometiéndole
-tambien todo el favor y ayuda para recuperar su reino. Este ejemplo
-cuenta Valerio Máximo, lib. V, cap. 4.º, y otro semejante de Tigrano,
-rey de Armenia la mayor, al cual, como Mithridates, rey de Ponto, por
-el gran Pompeyo vencido y echado del reino, huyendo, fuese á pedir
-socorro, no sólo con benignidad señalada lo recibió, pero prometióle
-todo el favor necesario para cobrar su reino, y como lo prometió así
-lo cumplió, que, juntado grande ejército, hizo grandes estragos en los
-romanos ejércitos, segun cuenta Tullio en la «Oracion Pompeyana,» y
-Valerio en el libro susocitado, cap. 481, hace tambien mencion dello.
-Ciertamente, para entre aquellas gentes tan políticas y delgadas en
-ingenio, y enseñadas en ciencias y doctrinas, no parece mucho de
-maravillar todo esto, pero en estas tan ocultas y tan apartadas acá,
-desnudas, en cueros, sin letras, sin doctrina, bárbaras, aunque no sin
-suficiente policía, hallarse tanto socorro y abrigo, tanta defensa y
-clemencia con tanto su peligro, cosa es de admiracion, y de creencia
-que no carecen de razon y humanidad como cualesquiera otros hombres,
-harto digna.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXXI.
-
-
-Tornando á la prosecucion de la guerra, oida por el Adelantado la
-intencion del rey Mayobanex, mandó quemar y destruir cuanto hallasen;
-quemaron los pueblos que allí é por los alrededores habia. Fueron
-adelante; tornó el Adelantado á embiar mensajeros á Mayobanex, diciendo
-que le enviase algunas personas de sus mas privados, para tratar
-de paz, porque no queria destruirle su gente y su tierra. Envióle
-un principal y otros dos que le acompañasen, al cual el Adelantado
-habló largo, diciéndole que dijese á su señor Mayobanex que ¿por qué
-queria, por Guarionex, perder á sí é á su gente y á su reino, que era
-locura? no le pedia otra cosa, sino que le entregase á Guarionex,
-que habia incurrido en muchas penas, porque no pagaba los tributos
-que debia á los reyes de Castilla, impuestos por el Almirante, su
-hermano, y, demás desto, habíase huido y escondido, y que si se lo
-entregase siempre serian amigos, y que si nó que supiese de cierto que
-lo habia de destruir. Gentil título alegaba el Adelantado, y grandes
-culpas habia Guarionex cometido contra los reyes de Castilla; no
-haberles pagado los tributos que el Almirante le habia impuesto, con
-violencia y tiránicamente, y huirse y esconderse por no poder sufrir
-tan execrables injusticias, teniendo siempre justa guerra Guarionex
-contra él y contra los que con él andaban, y contra los reyes de
-Castilla, si, con su autoridad ó ratihabicion el Almirante se los
-imponia. Pero yo tengo por cierto, que si los Reyes advirtieran en
-ello y supieran con cuanto derramamiento de sangre humana, y escándalo
-de la fe y escarnio de la natural justicia, y cuan contra razon de
-hombres se les impusieron, que ni los consintieran, ni quisieran, ni
-de la aprobacion dellos ratihabicion tuvieran. Así que, oidas las
-palabras del mensajero, llamó Mayobanex á su gente; dáles parte de la
-mensajería y sentencia del Adelantado y de los cristianos, todos á una
-voz dicen que les entregue á Guarionex, pues por él los cristianos los
-persiguen y destruyen. Respondió Mayobanex, que no era razon entregarlo
-á sus enemigos, pues era bueno y á ninguno jamás hizo daño, y allende
-desto, él lo tenia y habia sido siempre su amigo, y le era en mucho
-cargo, porque á él y á la Reina, su mujer, habia enseñado el areyto de
-la Magua, que es á bailar los bailes de la Vega, que era el reino de
-Guarionex, que no se tenia ni estimaba en poco, mayormente habiéndose
-venido á socorrer dél y de su reino, y él haberle prometido defenderlo
-y guardarlo, y por tanto, que por ningun riesgo ni daño que le viniese,
-no lo habia de desmamparar. Llamó luego á Guarionex y comienzan ambos á
-llorar; consuélalo Mayobanex y esfuérzalo á no temer á los cristianos,
-porque él lo defenderá aunque sepa perder su Estado con la vida. Mandó
-poner sus espías y gente aparejada en todos los caminos por donde
-los cristianos podian venir, é cualesquiera mensajeros cristianos ó
-indios, no dejasen alguno con la vida. Envió luego el Adelantado dos
-mensajeros indios, uno de los captivos que habian tomado en la guerra,
-natural ciguayo, vasallo de Mayobanex, y otro cognoscido suyo de los
-de la Vega, y súbdito de Guarionex, y el Adelantado adelántase, algo
-tras ellos, con 10 hombres de pié y cuatro de caballo; desde á poco
-rato halla los dos mensajeros muertos en el camino. Rescibió dello
-el Adelantado grande enojo y aceleracion de ira contra Mayobanex y
-determina de lo destruir; allega toda la gente, y vá al puelo principal
-de Mayobanex, donde estaba con mucha gente para pelear, segun sus pocas
-ó ningunas armas, y en cueros vivos, con buen denuedo dispuesto. Llega
-el furor de los cristianos cerca, desmampara toda la gente á su propio
-Rey, como los que sabian por esperiencia que contra las ballestas y
-espadas, y ménos contra los caballos, no podian prevalecer, sino todos
-perecer; de que se vido sólo Mayobanex con los pocos que le quedaron,
-que eran sus deudos y más allegados, acuerda tambien en las montañas
-se valer. Indignada la gente de los ciguayos contra Guarionex, por
-ser causa de sus corrimientos y miserias, determinan de lo matar ó
-entregarlo á los cristianos, porque cesen sus tribulaciones; pero
-Guarionex tuvo modo sólo de escaparse, metiéndose entre peñas comiendo
-hierbas crudas ó unas raíces que se llaman guayaros, llorando su
-infelicidad y que tan sin causa ni razon padecia. En estas entremedias,
-los cristianos de deleites no curaban, quisieran mucho tener sólo
-caçabí en abundancia, padecian mucha hambre y andaban muy trabajados,
-porque, aunque ellos persiguen y fatigan los indios en aquellas
-estaciones andando, Dios, que es juez justo, con sus mismas obras
-dellos los azota y atribula, puesto que les parezca que andan de los
-míseros desnudos triunfando. Padecen grandísimas necesidades de sed y
-hambre por los montes y sierras (que son el refugio de los perseguidos
-y atribulados indios), padecen increibles trabajos, los cuales, cierto,
-son tales y tan duros y tan intolerables, que con ningun encarecimiento
-podrán ser significados; y, si como los pasan, por haber dineros y
-buscar con dineros el temporal descanso, y al cabo por llevar el camino
-del infierno, desembarazado, los padeciesen por conseguir el fin por
-el cual les fué lícito, y no para otro, entrar en estas partes, que
-no es otro sino traer á Cristo estas gentes, verdaderamente iguales
-se harian de verdaderos mártires. Así que, como anduviesen ya estos,
-que en esta caza y muertes de hombres andaban, cansados, hambrientos,
-y por tres meses muy fatigados, importunaban al Adelantado, que pues
-los indios iban ya desbaratados, que les diese licencia para irse á la
-Vega los que allí moraban, á descansar algun poco á sus casas; dióles
-licencia, y quedóse con 30 hombres, con los cuales andaba de pueblo en
-pueblo y de monte en monte buscando á ambos á dos señores, Mayobanex
-y Guarionex, y, entretanto que no los hallaban, matando y captivando
-todas las gentes que encontraban. El Adelantado traia indios hartos que
-le llevaban sus cargas y buscaban de comer, cazando de las hutias, que
-dijimos que eran los conejos desta isla, y los demas cristianos tambien
-traian los indios que podian, donde quiera que llegaban, por fuerza ó
-por grado haber, y si hallaban un perro de los de Castilla, inviaban á
-cazar miéntras ellos andaban hombres cazando; y acaso, ciertos destos
-cazadores topan con dos espías, y, sino eran espías, dos hombres que
-enviaba Mayobanex por pan y comida á algun lugar de sus vasallos, y
-estos tomáronlos. Tráenlos al Adelantado, amenázalos con tormentos, y
-quizá dáselos, lo que ha sido siempre en estas partes muy usado, porque
-los indios comunmente son tan obedientes á sus señores, y guárdanles
-tanto secreto de lo que les mandan, mayormente que no descubran donde
-están, que padecen y sufren grandes tormentos, ántes que confiesen algo
-de lo que les mandan callar, y muchos consienten que por ello los hagan
-pedazos; finalmente, á poder de tormentos ó de amenazas, confiesan
-que saben donde su señor Mayobanex está. Ofrécense á ir á traerlo
-preso 12 cristianos; desnúdanse en cueros, y úntanse con tinta ó tizne
-negra, y parte de colorado, que es una fruta de árboles que bixa se
-llama, como arriba se ha tocado, de la manera que andan los indios
-cuando se ocupan en guerras y ahuyentados. Tomaron sus guías con buen
-recaudo, llegaron á donde Mayobanex, con sola su mujer é hijos y poca
-familia, estaba bien descuidado; echan mano á sus espadas que llevaban
-envueltas en unas hojas de palmas que llamaban yaguas, que llevaban en
-los hombros como que llevasen á cuestas cargas, segun los indios las
-llevaban. Mayobanex, espantado, déjase prender por no verse á sí mismo
-ó á su mujer y hijos hacerse pedazos; llévanlos todos al Adelantado
-atraillados Rey é Reina é Infantes; huélgase de la presa más que puede
-ser relatado. Viénense á la Concepcion con ellos, y echan en grillos
-y cadenas al Rey é señor que por dar socorro é defensa y favor (segun
-que por la ley natural y la virtud, y la piedad tambien, que debia á
-su patria, era obligado), á otro Rey su vecino en suprema miseria y
-calamidad puesto, inhumanamente contra toda razon y justicia, por lo
-que habia de ser loado de moros y judíos, y gentiles y de bárbaros,
-y mucho más de los cristianos, era tan mal tractado, de su reino y
-señorío y libertad, con impiedad cruel, despojado. Andaba en estos
-corrimientos, trabajos, y persecucion, con Mayobanex y con su mujer
-é hijos, una su prima, ó hermana, que la habia dado por mujer á otro
-señor, su vecino, de cierta parte de aquella provincia de los ciguayos;
-díjose que era la más hermosa mujer de cuantas en esta isla se habian
-visto, aunque en ella hobo muchas de hermosura señalada; esta fué presa
-cuando Mayobanex y su casa, su marido della vivia por los montes,
-llorando y gimiendo noches y dias, que ningun remedio de su angustia ni
-consuelo en cosa ninguna hallaba. Determina de irse á la Vega y ponerse
-en las manos del Adelantado, rogándole y suplicándole, con lágrimas y
-tristísimo semblante, que le diese su mujer, y que él y toda su gente
-y casa le servirian como esclavos. Dióle libremente su mujer y algunos
-principales, que le trajeron presos al Adelantado. Comenzó luego á
-ser agradecido, y, de su propia voluntad, trae 4 ó 5.000 hombres, sin
-armas, sino solamente con sus coas, que son unos palos tostados que
-usan por azadas, y pide al Adelantado, que dónde quiere que le haga
-una gran labranza de pan. Señalándole el lugar, hinche de labranza un
-gran campo, que en quince ó veinte dias que pudo estar, le pudieron
-hacer tanta labranza de pan, que valiese entónces 30.000 castellanos.
-Sabido por la provincia de los ciguayos que se habia restituido la
-señora, mujer de aquel señor, que en toda la tierra era tan nombrada
-y tan estimada, parecia á todos los señores y principales de toda la
-tierra, que tambien alcanzarian libertad á su Rey é señor Mayobanex.
-Acuerdan de venir gran número dellos, y traen sus presentillos de pan,
-y hutias, y pescado, todo asado, porque no tenian otras riquezas, y
-porque nunca los indios jamás vienen á los cristianos, mayormente
-cuando han de pedir algo, vacías las manos; llegados, ruegan, suplican,
-importunan que su señor Mayobanex sea de las prisiones librado, y que
-siempre serán obedientes, y servirán al Adelantado y á los cristianos.
-Soltó el Adelantado á la Reina y á todos los presos de su casa, hijos
-y deudos y criados, pero, en que se soltase su Rey é señor de las
-prisiones, ninguna cosa los ruegos y lágrimas aprovecharon. Desde á
-pocos dias, como el rey Guarionex entre las peñas y cavernas de la
-tierra habitaba, y no pudiese sufrir más la triste vida que vivia, ni
-disimular, mayormente la hambre, salió á buscar de comer, donde no pudo
-sino mostrarse á alguno. Como venian cada dia gentes de los ciguayos
-á visitar al Rey, su señor, Mayobanex á la fortaleza de la Vega ó
-de la Concepcion, y traerle de comer, no faltó quien diese aviso al
-Adelantado que Guarionex estaba en tal parte. Envia cierta cuadrilla
-de españoles, y indios algunos, á buscarle; no con mucha dificultad
-le hallan, y preso á buen recaudo le traen. Métenlo en la fortaleza
-de la Concepcion, apartado de Mayobanex, y tiénenlo allí, de hierros,
-cadenas y grillos, y de grandes angustias, cargado, el que la mayor y
-mejor parte de toda esta grande isla señoreaba, sin culpa, y sin razon
-y justicia, en los lugares y tierras de su jurisdiccion, sobre otras
-mil y diez mil vejaciones, agravios y daños que desque los cristianos
-en esta isla entraron habia sufrido y pasado; y así, en aquel argástulo
-y cárcel estrechísima y amarga vida, lo tuvieron tres años, hasta que
-el año de 502 lo enviaron á Castilla en hierros, y fueron causa que
-en la mar pereciese, muriendo ahogado, segun que, placiendo á Nuestro
-Señor, en el libro siguiente será relatado. Del otro buen Rey é piadoso
-Mayobanex no advertí en preguntar, cuando pudiera y tractábamos de
-ambos, en qué habia parado, creo que murió en la cárcel; habria dos
-años que habia su prision y miseria acaecido, cuando yo á esta isla
-llegué.
-
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-CAPÍTULO CXXII.
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-
-Estas cosas se hacian en tanto quel Almirante negociaba en Castilla
-su despacho para venirse, y fueron semilla de donde nació su caida,
-como parecerá; y parece que Dios las permitia (salvos sus secretos y
-rectos juicios), por afligir al Almirante y á sus hermanos, por la
-injusticia, injurias, daños y crueldad que en las guerras con estas
-inocentes gentes habian cometido, y, despues dellas, en les imponer los
-tributos que no debian, y para obviar tambien, que, en lo porvenir, más
-no le ofendiesen, y la total consumacion dellas, que otros hicieron,
-á él ni á ellos no se imputase, usando de misericordia con él y con
-ellos. Porque, segun el ánsia que tenia el Almirante de que hobiesen
-provecho los Reyes, para que los gastos que habian hecho recompensasen,
-y los que hacian no los sintiesen, (de donde procedia gran disfavor
-y abatimiento y cuasi aniquilacion de la negociacion destas Indias,
-tomando dello los émulos del Almirante, á quien nunca él habia
-ofendido, ocasion para abatirlo, diciendo á los Reyes que era todo
-burla cuanto de las riquezas y oro destas Indias afirmaba y ofrecia,
-pues no hacian sino gastar en los sueldos de la gente que acá enviaban,
-y mantenimientos que proveian, y no sacaban provecho alguno de todo
-ello, de donde temia que los Reyes alzasen las manos del negocio, y
-así, sus grandes trabajos, y angustias, y malas noches, y peores dias
-que en los descubrimientos destas partes habia padecido, pereciesen,
-y él quedase ó cayese, del estado á que Dios le habia subido, en
-perpétua pobreza y sin abrigo), tengo por cierto, que, si no le fuera
-impedido con la gran adversidad que al cabo le vino, con hacer injusta
-y tiránicamente destas gentes esclavos, y sacarlos y pagar con ellos
-la gente que acá venia, y enviar dellos dineros á los Reyes, ó al
-ménos suplir los gastos que los Reyes hacian, él acabará en muy poco
-tiempo de consumir toda la gente desta isla, porque tenia determinado
-de cargar los navíos que viniesen de Castilla de esclavos, y enviarlos
-á vender á las islas de Canarias y de los Azores, y á las de Cabo
-Verde, y á donde quiera que bien se vendiesen; y sobre esta mercadería
-fundaba principalmente los aprovechamientos para suplir los dichos
-gastos y excusar á los Reyes de costa, como en principal grangería. Y
-en este error y ceguedad caia por ignorancia, como arriba creo que he
-dicho, no excusable, haciendo quizá cuenta que la gente destas tierras,
-por ser solamente infieles, eran de derecho más nuestras que las de
-Berbería, como, ni áun aquellas, si en paz con nosotros viviesen,
-tratarlas como á estas, haciéndoles guerra y captivándolas, no chica
-sino grande ofensa de Dios, ciertamente, sería. Pero pues ignoraban
-tan escura y perniciosamente aquesta injusticia los que los Reyes por
-ojos y lumbre tenian, que el Almirante la ignorase, que no era letrado,
-cierto, no era gran maravilla, puesto que, pues ninguno experimentó
-primero la bondad, mansedumbre, y humildad, y simplicidad y virtud
-destas gentes, ni la publicó á los Reyes, ni al Papa, ni al mundo,
-sino él, juzgado sólo por la razon natural y por sí mismo, segun las
-obras que al principio recibió dellas, y las que él despues, primero
-que otro, les hizo, él mismo y á sí mismo de gran culpa convencería;
-y verdaderamente, yo creo, segun que tambien arriba pienso que he
-dicho, que la intincion del Almirante, simplemente considerada, sin
-aplicarla á la obra, sino supuesto su error é ignorancia del derecho,
-que era rectísima. Y cosa es de maravillar, y, si fuera otra materia
-que no requiriera lloro, de reir, que escribia á su hermano sobrecargar
-los navíos de esclavos, y, para con la parte que habia de caber á los
-Reyes, decia estas palabras: «En esto y en todo es de tener muy justa
-cuenta, sin tomar á Sus Altezas nada, ni á otra persona, y mirar en
-todo el cargo de la conciencia, porque no hay otro bien salvo servir
-á Dios, que todas las cosas deste mundo son nada, y el otro es para
-siempre.» Estas son sus formales palabras en la carta que escribió al
-Adelantado en los dos susodichos navíos, y yo la vide, y de su misma
-letra y mano firmada; y no hacia cuenta, ni tenia por deservicio de
-Dios ni tomar á persona nada, hacer tantos inocentes esclavos, y
-que para tener por principal grangería y enviar los navíos llenos
-de esclavos, no sintiese que habia de tener con los tristes indios
-continuas guerras, ó tomarlos seguros de sus pueblos (como despues
-sucedió en muchas destas partes), para hinchir los navíos de esclavos.
-Y, para que se vea cuanto fundada estaba esta grangería en esta isla,
-de hacer esclavos, digo lo que ví é oí por mis mismos ojos y oidos:
-que el dia que yo llegué á esta isla con otros que veniamos, y echamos
-anclas en este puerto de Sancto Domingo, ántes que hombre de nosotros
-saltase en tierra, llegáronse á la playa algunos de los aquí vecinos,
-y los de la nao, algunos que habian estado acá, preguntando á los que
-cognoscian, á voz alta, «enhorabuena esteis;» responden los de tierra,
-«enhorabuena vengais;» los de la nao, «¿qué nuevas, qué nuevas hay
-en la tierra?» responden, «buenas, buenas, que hay mucho oro, que se
-cogió un grano de tantas libras, y que hay guerra con los indios porque
-habrá hartos esclavos, etc.» De las cuales nuevas hobo en la nao harta
-alegría y regocijo, porque veniamos á buen tiempo. Por aquí se verá
-la ceguedad que se habia, en todos los que aquí estaban, entablado,
-habiendo su orígen de la del Almirante. Y es verdad que, cognosciendo
-lo que cognoscí é noticia que tuve, fuera desta materia, de la bondad
-del Almirante y de su intincion, que parecia todas las cosas referirlas
-y encaminarlas á Dios, á mi me hace grandísima lástima verle, en
-esto, de la verdad y de la justicia tan remoto y desviado. Toda esta
-digresion he hecho aquí para mostrar, como tambien, si place á Dios,
-diré ó tocaré adelante, que no por lo que algunos pensaban, que era
-por el mal tratamiento de los españoles y otros defectos y culpas que
-le imponian y levantaban maliciosamente, los Reyes le desfavorecieron
-y quitaron el cargo y administracion de la justicia, que tan digna,
-agradecida y remuneratoriamente le habian concedido, y él, tan
-justamente y con tanta industria, sudores y laboriosísimos y ciertos
-peligros é incomparables trabajos habia merecido y ganado, sino que de
-lo alto le vino el castigo, divinalmente ordenado, por las injusticias
-susodichas, guerras primeras, y muertes, y captiverios sin causa ni
-razon alguna, ántes contra toda razon y ley natural, é imposicion de
-tributos indebidos que hizo y cometió, y fué causa que otros hiciesen,
-contra éstas y en éstas é inocentes naciones, que á él ni á otro del
-mundo nada debian, ántes él á ellos debia gran deuda, por el muy
-señalado recibimiento y hospedaje que le hicieron en el puerto de la
-Navidad, cuando se le perdió la nao, y Guacanagarí, el Rey de aquel
-reino, tanto lo remedió y consoló, como el mismo Almirante, arriba en
-el cap. 59, lo ha bien confesado y encarecido, pudiéndole, á él y á
-todos los cristianos que con él venian, hacer pedazos, sin que hombre
-del mundo supiera dellos, le quiso Dios, que es justo juez, afligir y
-derrocar en esta vida, y á sus hermanos, y áun á su casa y sucesores
-en ella, hasta la segunda, al ménos, generacion (de que somos testigos
-y adelante se verá, y tengo por cierto que ha de llegar á la cuarta),
-y quitarle la posibilidad de hacer más daños que, cierto, hiciera y
-es manifiesto, por lo que está dicho, con su buena intencion. Y es
-buena señal que Dios le quiso para sí en la otra vida, pues en esta le
-corrigió, y placerá á nuestro Señor, que es en todo bueno y piadoso
-para con los hombres, que acabado de lastar y purgar los sucesores del
-Almirante, por algunas generaciones, lo que les cupiere de las culpas
-pasadas, segun la medida del divino beneplácito, su casa será crecida
-y prosperada en suma futura sucesion; porque tan ilustre y preclara
-hazaña, que la Divina providencia quiso efectuar por él, parece ser
-cosa creible que su memoria no la ha de consentir perder.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXXIII.
-
-
-Tornando, pues, al hilo de la historia, contado lo que en esta isla
-sucedió, absente y en Castilla el Almirante, tornemos á coser lo que se
-hizo en su despacho, con lo que arriba en el cap. 112 dejamos. Dijimos
-allí como para el despacho del Almirante le mandaron librar los Reyes
-seis cuentos, para ocho navíos que habia pedido que pudiese traer
-llenos de bastimentos, y con 300 hombres y 30 mujeres, que acordaron
-los Reyes que siempre habitasen en esta isla y ganasen sueldo de los
-Reyes, á 600 maravedís cada mes, y 12 maravedís cada dia para su
-comida, y cada mes tambien una hanega de trigo, como arriba se dijo;
-puesto que no trajo deste viaje todos 300, considerando que algunos
-de los que acá estaban querrian por entónces quedar. Para todos los
-más de 300 traia mandado que los dejase irse á Castilla, si irse
-quisiesen, pagándoles los sueldos del tiempo que acá habian estado, y
-si quisiesen quedar más de los 300, se quedasen, pero que sueldo no
-ganasen, sino que trabajasen en la tierra de granjear y ayudarse de su
-industria y trabajo, pues la isla era tan fértil, y, de grangerías y
-muchos bienes y riquezas de oro y metales, capaz. Los cuatro cuentos,
-destos seis, eran para emplearlos en bastimentos, y los dos para pagar
-la gente (porque á los que venian en los navios, pagaron los seis
-meses), y lo que desto sobrase, para pagar á los que acá estaban que se
-hobiesen de ir á Castilla. Librados estos cuentos, aunque no cobrados,
-llegaron los tres navíos, que en el cap. 111 dijimos que halló el
-Almirante en la bahía de Cáliz, para acá, donde vino por piloto y
-Capitan Peralonso Niño, y en el cap. 113, que el Adelantado los habia
-hinchido de indios por esclavos; estos navíos llegaron de vuelta en
-Cáliz á 29 de Octubre de aquel año de 1496 años. Escribió luego, á
-priesa, el dicho Peralonso Niño á los Reyes y al Almirante, pidiendo
-albricias porque traia cantidad de oro, y debia llamar oro á los muchos
-indios que traia por esclavos, como quien dijera, oro es lo que oro
-vale; hizo dos grandes faltas y liviandades, indiscretamente, como
-marinero, y no como hombre criado en la corte ó en palacio; el uno,
-que se fué luego á la villa de Moguer á holgar á su casa, guardando
-siempre consigo las cartas que traia del Adelantado, y no llegó á la
-corte hasta fin de Deciembre, que estaban los Reyes ya enhadados de
-esperarlas, y el Almirante como de una escarpia colgado, porque no
-sabian cosa de lo que acá habia ó pasaba; el otro fué, hacer grandes
-asonadas que traia cantidad de oro, y despues hallóse que no traia
-cuasi nada. No sirvió su escribir pidiendo albricias sino de que, como
-el rey de Francia tomó aquellos dias una villa, creo que de Salses,
-del Condado, pienso, de Ruisellon, y tuvieron los Reyes necesidad
-de proveer gente de nuevo para fortalecer á Perpiñan, y no tenian
-dineros para ello, dijeron los Reyes al Almirante, que, «pues el piloto
-Peralonso traia oro en cantidad, dello se suplirá lo que os estaba
-librado, y más.» Tómanse los seis cuentos y gástanse para Perpiñan;
-llega el piloto, dá las cartas, y parece su liviandad. Hobieron harto
-enojo los Reyes, no tanto por no traer oro, cuanto por haber detenido
-tantos dias las cartas, segun escribió el Adelantado, en los dos
-navíos que arriba, cap. 119, se dijeron, al Almirante; y, á lo que yo
-conjeturo, hobieron, no alegría, sino aumento de su enojo por saber
-que traian tantos indios por esclavos, como en el libro II, placiendo
-á Dios, por buenos argumentos se cognoscerá. Pero el enojo y pena que
-el Almirante rescibió de la burla y vanidad del piloto, por no salir lo
-que habia escrito, de traer cantidad de oro, verdad, bien creo que fué
-mayor, que aguó y enturbió el placer que pensó recibir, ó recibió de
-haber enviado el Adelantado, su hermano, los navíos llenos de esclavos.
-Aquí dió otro vaiven la negociacion indiana, y sobrevinieron no chicos
-disfavores, de ser burla las cosas destas partes, como los émulos y
-no émulos estimaban ó murmuraban, al Almirante; y así lo escribió el
-Almirante á su hermano, el Adelantado, que este negocio de las Indias
-estaba en tanta infamia que era maravilla. ¿Como le habia de dar Dios
-favor ni alegría con la venida de los tres navíos, viniendo como venian
-llenos de inocentes hechos esclavos, que tantos moririan por la mar,
-sin fé y sin sacramentos, y que tantos, despues de llegados allá,
-sin cognoscimiento de su Criador, morian ántes que supiesen entender
-nuestra lengua, ni cosa hablar, como es cierto morir los más luego,
-por ser gente tan delicada? Tornó el Almirante á procurar los cuentos
-gastados para Perpiñan, con grandes angustias y trabajos y amarguras,
-tanto, que dijo que le habian hecho aborrecer la vida. A cabo de mucho
-tiempo, por las grandes necesidades que los Reyes tenian, dieron saca
-de trigo para Génova, y, con venderla, se pudieron juntar dos cuentos y
-ochocientos mil maravedís; faltaba lo demás para los cuatro cuentos que
-se habian de emplear en los bastimentos de las ocho naos ó navíos que
-habia de aparejar y llevar cargados; faltaban tambien los dineros, que
-se habian de dar, de los sueldos y fletamentos de los navíos y soldadas
-de marineros. Parecióme poner aquí las palabras que escribe cerca desto
-á su hermano: «Sabe nuestro Señor cuantas angustias por ello he pasado,
-por saber como estaríades; así que, estos inconvenientes, bien que yo
-los diga, prolijos, con péndola, muchos más fueron en ser, atanto que
-me hicieron aborrir la vida por la gran fatiga que yo sabia en que
-estaríades; en la cual me debeis de contar con vos juntamente, porque,
-cierto, bien que yo estuviese acá absente, allá tenia y tengo el ánima
-presente, sin pensar en otra cosa alguna, de contino, como nuestro
-Señor dello es testigo, ni creo que vos pongais ni vuestra ánima duda
-en ello, porque, allende la sangre y grande amor, el efecto del caso y
-la calidad del peligro y trabajo, en tan longincuas partes, amonesta y
-constrinje más el espíritu y sentido á doler cualquier fatiga que allá
-se pueda imaginar, que nó si fuese en otra parte. Aprovecharia mucho á
-esto si este sufrimiento se sufriese por cosa que redundase al servicio
-de nuestro Señor, por el cual deberíamos trabajar con alegre ánimo;
-ni desayudaría á pensar que ninguna cosa grande se puede llegar á
-efecto salvo con pena, y asimismo consuela á creer que todo aquello que
-se alcanza trabajosamente se posée y cuenta con mayor dulzura. Mucho
-habria que decir en esta causa, mas porque de vos no es la primera que
-hayais pasado ni yo visto, dejaré para hablar en ello más despacio y
-de palabra, etc.» Esto escribió el Almirante á su hermano. Ciertamente
-son de notar estas palabras, y, sobre todo, como todas sus cosas ponia
-en Dios; y, allende desto, podemos notar que nunca hombre, en muchos
-tiempos pasados, tanto trabajo padeció ni bebió tantas amarguras por
-hacer grande hazaña y obras heróicas, que ménos con dulzura ni con más
-amargura sus trabajos y sudores contase, ni pudiese contar, sino el
-Almirante. Del poseer lo que habia ganado con aquellos trabajos, cuan
-poco y momentáneo fué el tiempo desde que lo comenzó á gozar hasta que
-se lo quitaron, y aquello con cuantas zozobras y vida tan amarga y
-atribulada, por lo que está dicho y por lo que se dirá, se podrá bien
-adevinar. Finalmente, lo más que pudo trabajó, con los dineros primeros
-que le libraron, de hacer aparejar las dos carabelas, que arriba
-dijimos, que llevó Pero Hernandez Coronel con los 90 hombres, cargadas
-de bastimentos, y que llegaron á buen tiempo, cuando bien hobo menester
-el favor que llevaban el Adelantado, que Francisco Roldan determinaba
-en la fortaleza de la Concepcion cercarlo; y estas despachadas, dió
-priesa en lo demas que restaba para su despacho, que consistia en
-aparejar los seis navíos que quedaban.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXXIV.
-
-
-Los católicos Reyes, como muy agradecidos y virtuosísimos Príncipes,
-cognosciendo el gran servicio que habian del Almirante recibido, y
-vistos y considerados sus grandes trabajos y el poco provecho que habia
-hasta entónces habido, hiciéronle nuevas mercedes en todo aquello
-que él les suplicó, y áun otras que él no habia pedido, allende que
-le confirmaron de nuevo las viejas que le habian hecho, y todos sus
-privilegios al principio concedidos; y, lo primero, confirmáronle todos
-los capítulos y mercedes del contrato que hizo con los Reyes, ántes que
-viniese á descubrir, y todos los títulos y preeminencias que en Sancta
-Fé le concedieron, y despues, desde á pocos dias, se las ratificaron,
-entrados en la ciudad de Granada, y confirmaron en la ciudad de
-Barcelona, segun que en los capítulos 33 y 80 largamente pusimos; todo
-lo cual, agora de nuevo, en una Patente real referido y supuesto, los
-Reyes dicen así:
-
-«E agora, por cuanto vos el dicho D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante
-del mar Océano é nuestro Visorey é Gobernador de la tierra firme
-é islas, nos suplicastes y pedistes por merced que, porque mejor
-é mas cumplidamente vos fuese guardada la dicha Carta de merced á
-vos é á vuestros hijos é descendientes, que vos la confirmásemos é
-aprobásemos é vos mandásemos dar nuestra Carta de privilegio della,
-ó como la nuestra merced fuese, é Nos, acatando lo susodicho é los
-muchos é buenos, é leales é grandes é continuos servicios que vos, el
-dicho D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante é Visorey é Gobernador
-de las islas é tierra firme descubiertas é por descubrir en el mar
-Océano, en la parte de las Indias, nos habedes hecho y esperamos que
-nos fareis, especialmente en descubrir é traer á nuestro poder é so
-nuestro servicio las dichas islas é tierra firme, mayormente porque
-esperamos que, con ayuda de Dios, nuestro Señor, redundará en mucho
-servicio suyo, é honra nuestra, é pro, é utilidad de nuestros reinos,
-porque esperamos que los pobladores indios de las dichas Indias,
-se convertirán á nuestra sancta fe católica, tuvímoslo por bien, é
-por esta nuestra Carta de privilegio, ó por el dicho su treslado
-signado, como dicho es, de nuestro propio motivo é cierta sciencia é
-poderio real absoluto, de que en esta parte queremos usar, é usamos,
-é confirmamos, é aprobamos para agora é para siempre jamás, á vos el
-dicho D. Cristóbal Colon é á los dichos vuestros fijos é nietos é
-descendientes de vos é de los vuestros herederos, la sobredicha Carta
-nuestra Carta, suso encorporada, é la merced en ella contenida. É
-queremos é mandamos, y es nuestra merced é voluntad, que vos vala y sea
-guardada á vos é á los dichos vuestros fijos é descendientes, agora é
-de aquí adelante, inviolablemente para agora y para siempre jamás, é
-por todo bien é cumplidamente, segun é por la forma é manera que en
-ella se contiene. Y, si necesario es, agora de nuevo vos facemos la
-dicha merced, é defendemos firmemente que ninguno ni algunas personas
-no sean osadas de vos ir ni venir contra ella, ni contra parte della,
-por vos la quebrantar ni menguar, por tiempo alguno, ni por alguna
-manera, sobre lo cual mandamos al príncipe D. Juan, nuestro muy caro
-y muy amado hijo, é á los Infantes, Duques, Prelados, Marqueses,
-Condes, Ricos-homes, Maestres de las Órdenes, Priores, Comendadores,
-é Socomendadores, é á los de nuestro Consejo, Oidores de la nuestra
-Audiencia, Alguaciles é á otras Justicias cualesquiera de la nuestra
-casa é corte é Chancellería, é Alcaides de los castillos de casas
-fuertes é llanas, é todos los Concejos é Asistentes, é Corregidores,
-Alcaldes, Alguaciles, Merinos, Prebostes é otras Justicias de todas las
-ciudades, villas é lugares de los nuestros reinos é señoríos, é á cada
-uno dellos, que vos guarden é fagan guardar esta dicha nuestra Carta de
-priviligio é confirmacion, é la Carta de merced en ella contenida, é
-contra el tenor é forma de ella non vos vayan ni pasen, ni consientan
-ir ni pasar, en tiempo alguno, ni por alguna manera, so las penas,
-etc. Dada en la ciudad de Búrgos á veintitres dias del mes de Abril,
-año de mil y cuatrocientos y noventa y siete años.—Yo el Rey.—Yo la
-Reina.—Yo Fernandalvarez de Toledo, Secretario del Rey é de la Reina,
-nuestros señores, lo hice escribir por su mandado, etc.»
-
-Y porque el Almirante se agravió de haber dado los Reyes licencia
-general para venir á descubrir los que quisiesen á estas Indias (la
-cual licencia parece arriba en el cap. 107), alegando el Almirante
-haber sido dada en perjuicio de las mercedes que le habian sido
-hechas y privilegios sobre ellas concedidos, y los Reyes, como
-cristianísimos y agradecidos á tan señalados servicios, no entendian
-ni querian perjudicarle ni substraerle cosa de las concedidas, ántes
-confirmárselas, como ha parecido, por ende sobre esta razon, hecha
-relacion de _verbo ad verbum_ de la dicha licencia, dieron la presente
-Carta, y dice así:
-
-«La cual dicha nuestra Carta y provision, y lo en ella contenido, el
-dicho Almirante D. Cristóbal Colon dice, que fué dada en perjuicio
-de las dichas mercedes que de Nos tiene, é de las facultades que por
-ellas les dimos, é nos suplicó é pidió por merced que cerca dello
-mandásemos proveer de remedio como la nuestra merced fuese. É porque
-nuestra intincion é voluntad no fué ni es en perjudicar en cosa alguna
-al dicho D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante del mar Océano, ni ir,
-ni en que se vaya, ni pase contra los dichos asientos é privilegios é
-mercedes que le hicimos, ántes, por los servicios que nos ha fecho, le
-entendemos de facer más mercedes, por esta nuestra Carta, si necesario
-es, confirmamos é aprobamos los dichos asientos é privilegios, é
-mercedes por Nos al dicho Almirante fechas, é es nuestra merced é
-mandamos que en todo y por todo le sean guardadas y cumplidas segun
-en ellas se contienen. É defendemos firmemente que alguna ni algunas
-personas no sean osadas de ir ni pasar contra ellas ni contra parte
-dellas, en tiempo alguno, ni por alguna manera, so las penas en ellas
-contenidas. É si el tenor é forma della parte dello en algo perjudica
-la dicha provision que así mandamos dar, que de suso vá encorporada,
-por el presente la revocamos é queremos é mandamos que no haya fuerza
-ni efecto alguno en tiempo alguno, ni por alguna manera, en cuanto es
-en perjuicio del dicho Almirante é de lo que así tenemos otorgado é
-confirmado. De lo cual mandamos dar la presente, firmada de nuestros
-nombres é sellada con nuestro sello. Dada en la villa de Medina del
-Campo á dos dias del mes de Junio de mil cuatrocientos noventa y siete
-años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Yo Fernandalvarez de Toledo, etc.»
-
-Por esta provision como ha parecido, confirmaron los Reyes los
-privilegios y mercedes y asiento que hicieron con él y al mismo
-Almirante; y así son cinco veces las que, con la primera, cuando
-se hizo y celebró el dicho asiento y capitulacion los Reyes las
-ratificaron y confirmaron; la una, en la villa de Sancta Fé; la
-segunda, dentro en la ciudad de Granada; la tercera, en la ciudad
-de Barcelona; la cuarta, en la ciudad de Búrgos; la quinta, en la
-villa de Medina del Campo, sin otras muchas por cédulas y cartas que
-le enviaban, certificándole que las mercedes hechas se le habian de
-guardar y con otras acrecentárselas. La primera y segunda fueron
-en el año de 1492; la tercera en el año de 1493; la cuarta y la
-quinta en el de 1497, como está visto en los capítulos precedentes.
-Hiciéronle merced los Reyes, de nuevo, sin las concedidas al tiempo
-de la capitulacion y primero asiento, de 50 leguas de tierra en esta
-isla Española, del leste al gueste, que quiere decir de Levante hácia
-el Poniente; y de 25 del Ártico al Antártico, que es del Norte al
-Sur, ó Setentrion al Meridion ó Mediodia, con acrecentamiento de
-título, Duque ó Marqués y esto era grande y señalada merced. Y fuera
-mayor, los tiempos andando, porque tuviera dueño aquella tierra, y
-pudiera crecer y ser poblada de españoles, y lo estuviera ya y fuera
-riquísima, y esto, supuesto que los indios se hobieran de acabar como
-se acabaron; cuanto más, que si fuera suya propia y no hobiera de
-acudir á dar cuenta á los Reyes, y á darse prisa en suplir los gastos
-que hacian y darles provechos, que fué causa, como arriba es dicho, de
-usar mal della, imponiéndoles los tributos injustos é intempestivos,
-él la curara mejor y temiera que los indios, sus naturales vecinos y
-pobladores, haciéndoles guerra y captivándolos por esclavos, perecieran
-y menoscabaran. Dije «tuvieran dueño», porque nunca las Indias jamás
-lo tuvieron, como parecerá adelante. Dije «suya propia», entendiendo
-con esta condicion, si los Reyes la pudieran dar al Almirante por suya
-propia, pero no podian, porque era ajena, conviene á saber, de los
-indios vecinos y moradores naturales dellas y de los Reyes naturales
-suyos que en ellas reinaban; las cuales, ni los Reyes ni el Papa que
-les dió poder para entrar en ellas (lo cual con toda reverencia quiero
-que sea dicho), no los pudieron despojar de sus señoríos públicos y
-particulares, estados y libertad, porque no eran moros ó turcos que
-tuviesen nuestras tierras usurpadas, ó trabajasen de destruir la
-religion cristiana, ó con guerras injustas nos fatigasen é infestasen;
-y la ceguedad de aqueste error hizo al Almirante mucho mal, y á otros
-muchos que despues dél se han querido cegar, pero mucho mayor á estas
-naciones desventuradas, que por el susodicho error las han venido
-á estirpar. Suplicó el Almirante á Sus Altezas, que aquesta merced
-que le hacian de las 50 leguas no se la mandasen aceptar, no porque
-hobiese salido del dicho error y temiese tomar lo ajeno, sino por
-evitar pendencias con los oficiales del Rey, las cuales sentia bien
-que no le habian de faltar, levantándole que poblaba mejor su tierra y
-50 leguas que no la del Rey, ó que habia escogido la mejor; y en esto
-tenia, ciertamente, razon, porque, principalmente oficiales del Rey,
-le perseguian siempre con harta falta de justicia, y le quitaron su
-estado, y á su primer heredero despues dél, como yo sé harta parte,
-y así dice él: «Supliqué á Sus Altezas que no me las mandasen tomar,
-por evitar escándalo de maldecir y por no perder el resto, porque, por
-poco que en ellas se poblase, siempre dirian las malas lenguas que
-yo poblaba el mio y dejaba el suyo, y asimismo que habia tomado del
-mejor, por lo cual, nacerian enojos que redundarian á mi daño, que
-pues Sus Altezas me tienen hecha merced del diezmo y ochavo del mueble
-de todas las Indias, que no queria yo más.» Estas son sus palabras, y
-no muy polidas en nuestro romance, pero, cierto, no por eso dignas de
-despreciar.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXXV.
-
- Este capítulo prosigue las mercedes que los Reyes le hicieron este año
- de 1497.
-
-
-Hiciéronle los Reyes otra merced, que, porque habiéndose ocupado el
-Almirante hasta aquí en descubrir tierra por tierra y por mar, como el
-descubrimiento de Cuba y Jamáica, y en esta isla Española, por tierra,
-las provincias della, y otras ocupaciones que tuvo en ella (puesto
-que las más fueron de injustas guerras, que hizo á estas gentes, como
-arriba está dicho, lo cual los Reyes, ó no sabian cuantas y cuan
-malas eran, ó no lo entendian), y así, no habia habido el Almirante
-sino poco provecho é interese, y deseaban ayudarle y prosperarle,
-tuvieron por bien de le hacer merced, que, puesto que era obligado á
-contribuir en los gastos que los Reyes hacian, por la capitulacion
-primera, en la ochava parte, pues habia de gozar la ochava parte de los
-provechos, que no pagase cosa alguna de los gastos hasta allí hechos,
-sino que solamente bastase lo que puso en el primer viaje cuando vino
-á descubrir estas Indias, que puso, sobre un cuento que los Reyes
-pusieron, como se dijo arriba en el cap. 33, lo que más fué menester,
-que pasó de medio cuento, para aparejar y despacharse con la nao y dos
-carabelas con que descubrió esta isla y las demas, con que de lo que
-hasta entónces habia venido á los Reyes, no pidiese diezmo ni ochavo,
-que si pusiera el ochavo de los gastos, lo habia de haber de los
-provechos, y de lo que él se habia aprovechado hasta entónces le hacian
-tambien merced dello; asimismo le hicieron merced de que lo mismo
-fuese, que no pagase ochavo, de los gastos que en aqueste viaje que
-llevaba los ocho navíos, con los dos que habia enviado adelante, como
-ya hemos dicho, hasta llegar á esta isla. Item, le hicieron merced,
-que puesto que por la dicha primera capitulacion, de los provechos que
-se hobiesen se habian de sacar primero los gastos y costas, y despues
-habia de haber el Almirante el diezmo, y despues el ochavo, pero,
-por hacerle merced, quisieron que, por tres años, se sacase primero
-el ochavo, de los provechos de las cosas muebles, para él, sin costa
-alguna, y despues se sacasen las costas, y de lo restante se sacase
-el diezmo para el Almirante, pero pasados los tres años, quedase la
-órden dada en la dicha primera capitulacion; y con tanto que ningun
-derecho se le añidiese ni quitase por esta merced, sino que la dicha
-capitulacion quedase en su fuerza y vigor, como, ántes que se hiciese,
-estaba; la Cédula destas mercedes fué hecha en Medina del Campo á 2
-dias de Junio de 1497 años.
-
-Hiciéronle tambien merced, que, porque en el primer capítulo de la
-dicha primera capitulacion se contenia, que le hacian y criaban
-su Almirante, en todas las islas y tierras firmes que por su mano
-é industria se descubriesen ó ganasen en las mares Océanas, para
-durante su vida, y de sus sucesores perpétuamente, con todas aquellas
-preeminencias é prerogativas pertenecientes al tal oficio, é segun
-que D. Alonso Enriquez, Almirante mayor de Castilla y los otros
-predecesores lo tenian en sus distritos, mandáronle dar treslado
-autorizado de las mercedes y privilegios, honras, prerogativas,
-libertades, derechos é salarios que tenia y tiene y goza el dicho
-Almirante de Castilla, porque le habian hecho merced que las tuviese
-é gozase dellas en las Indias, como las gozaba el de Castilla en
-Castilla. Fué hecha esta Cédula en Búrgos á 23 de Abril de 1497 años,
-cuya substancia fué, que mandaba á Francisco de Soria, Lugarteniente
-del Almirante de Castilla, que residia en Sevilla, que, luego, sin
-dilacion, le diese un treslado autorizado, en manera que hiciese fe,
-de todos los privilegios é cartas de merced é confirmaciones que el
-Almirante de Castilla tenia, pertenecientes al dicho cargo y oficio
-de Almirante, por donde el Almirante de las Indias, é otros por él,
-llevasen é cogiesen los derechos é otras cosas á él pertenecientes
-con el dicho cargo; porque habia hecho merced al dicho D. Cristóbal
-Colon que hobiese é gozase de las mercedes, é honras, é prerogativas, é
-libertades, é derechos, é salarios, en el Almirantazgo de las Indias,
-que habia y tenia y gozaba el Almirante de Castilla, etc. Todo estaba
-y se contenia en la Cédula. Está una claúsula en el dicho privilegio
-rodado del Almirante de Castilla, entre otras, por la cual le hace
-merced el rey D. Juan, que, de todas las ganancias que en cualquiera
-flota ó armada que por mandado del Rey se hiciese, yendo la persona
-en ella del dicho Almirante, aunque la dicha flota, ó parte della
-se apartase por su mandado, ó sin su mandado, llevase y ganase la
-tercera parte, y las dos otras terceras partes fuesen del Rey. Por
-esta cláusula tuvo por cierto el Almirante don Cristóbal Colon, que
-le pertenecia la tercia parte de las ganancias, no solamente de los
-muebles, pero tambien de las tierras de todas las Indias; y así de la
-tercera parte de todas ellas, si esto fuera verdad, era Señor. Pero á
-esto se puede responder, que áun si fueran algunas dehesas de ganados
-que hallara en la mar ó tierras despobladas, habia duda si por la dicha
-cláusula de los privilegios del Almirante de Castilla le pertenecia la
-dicha tercia parte, porque, por la dicha cláusula, no parece que se
-conceden al Almirante de Castilla sino los muebles que por la mar se
-ganaren, como suelen ser los despojos de los enemigos, y aquellas cosas
-que en las batallas navales los que vencen suelen haber ó adquirir;
-ántes, creo yo, tener ménos duda que por los mismos privilegios
-concedidos al mesmo Almirante D. Cristóbal Colon, le perteneciera
-muy mejor la octava parte de las dichas dehesas, tierras, y raíces y
-ganados, y otras cosas, que sin dueños se hallaran por su persona en la
-mar, pero tener que le perteneciesen por cualquiera de los privilegios
-ó al Almirante de Castilla, ó al de las Indias, la tercia, ni ochava,
-ni décima parte destas tierras y gentes dellas, es error intolerable.
-La razon es clara: porque son ajenos y tienen dueños y señores propios
-naturales dellas, y cuanto al señorío particular de las cosas que
-cada persona privada tiene, y cuanto á los bienes y cosas públicas
-y jurisdicciones de los pueblos y de los Reyes, que les competen de
-derecho natural, y de todas las gentes, y conviniera que se le pidiera
-al Almirante, que ¿dónde halló tal derecho y quién se lo pudo haber
-concedido, por el cual, solamente por descubrir estos reinos y tierras,
-llenas de pacíficas y mansas gentes, que tienen sus señores y Reyes
-libres, que á ninguno jámas, fuera de sí, por Rey ni señor superior
-recognoscieron, se le trespasase luego todo el señorío particular y
-público, y el ser y vidas, en él, de todos ellos? Todas las causas que
-algunos asignar, de lo contrario desto, quisieron, son frívolas, vanas
-y de hombres sin razon y áun sin Dios, como ya por la misericordia de
-Dios se va entendiendo, así que, ni por la capitulacion de los Reyes
-que con el dicho Almirante D. Cristóbal Colon hicieron, ni por la que
-pertenece de los Reyes pasados al Almirante de Castilla, ni por los
-unos ni por otros privilegios, no compete al Almirante de las Indias,
-ni se le pudo dar por nadie, destas tierras ni reinos, ni de las gentes
-dellos, ni de otra cosa que sea raíz y se halle en ellos, un sólo pelo
-ni valor dello; lo que á él pertenece y se le debe por descubrirlas,
-es tanto, ante Dios y ante el mundo, y señaladamente ante los reyes
-de Castilla, que, salvo el premio que Dios le dará en el cielo, como
-yo espero, jámas en este mundo se le dará ni podrá dar digna ó igual
-recompensa.
-
-Fué otra merced que Sus Altezas le hicieron esta: que ninguna cosa
-se hiciese ni proveyese en los reinos de Castilla, tocante á la
-negociacion destas Indias, sin que asistiesen á ella, con los oficiales
-de los Reyes, la persona ó personas que el Almirante para ello nombrase
-y deputase, y su poder para ello tuviesen, con que se hiciese saber á
-Sus Altezas como tal ó tales personas eran deputadas y nombradas por
-el Almirante para ello; y esto pidió y suplicó el Almirante, porque
-hobiese mejor recaudo en la hacienda que á él pertenecia y habia de
-haber. Despachóse esta merced en Medina del Campo á 30 de Mayo el mismo
-año de 1497.
-
-Hicieron otra merced sin estas, que le dieron licencia y facultad
-que pudiese hacer instituir uno y muchos mayorazgos, cada y cuando
-quisiese; así en vida, por simple contrato y manda, como por donacion
-entre vivos, como por su testamento y postrimera voluntad, ó codicilo,
-por una ó dos ó tres escrituras, etc., de sus bienes, vasallos,
-heredamientos, oficios perpétuos, para que quedase memoria dél y de
-su casa y linaje, y porque los que dél viniesen fuesen honrados,
-acatando los muchos y buenos, y leales, y grandes, y continuos
-servicios que dél habian rescibido y rescibian cada dia, especialmente
-en descubrir y atraer á su poder y señorío las islas y tierra firme
-que habia descubierto en el mar Océano, mayormente porque esperaban
-que redundaria en mucho servicio de Dios, é á honra de los Reyes, é
-pró y utilidad de sus reinos, é porque se esperaba que los pobladores
-destas Indias se convertirian á nuestra sancta fe católica, y porque
-consideraban que de los Reyes y Príncipes, que no recognoscen
-superior, es propia cosa honrar y sublimar sus súbditos y naturales,
-especialmente aquellos que fiel y lealmente les sirven, y porque
-tambien en se hacer los tales mayorazgos es honra de la Corona real,
-etc. Y entre otras cláusulas, muchas necesarias y favorables dicen,
-que los bienes que incluyese en el mayorazgo ó mayorazgos, fuesen
-imprescriptibles é impartibles para siempre jamás, y que la persona
-ó personas en quien les hiciere ó instituyere, no los puedan vender,
-ni dar, ni donar, ni amenguar, ni dividir, ni apartar, ni los puedan
-perder ni pierdan por ninguna deuda que deban, ni por otra razon ni
-causa, ni por ningun delito ni crímen, ni exceso que cometan, salvo
-crímen _lesæ majestatis_, ó _perdulionis_, ó traicion, ó crímen de
-herejía, etc. Fué hecha en la ciudad de Búrgos á 23 de Abril del mismo
-año de 1497. Y hemos aquí de notar, que en esta provision y otras
-muchas, como de alguna parece arriba, hacen mencion los Reyes que les
-habia descubierto y dado á tierra firme, y no era así, porque no habia
-descubierto sino solas islas, cuasi teniendo por cierto que se la habia
-de descubrir, como agora en este viaje lo hizo.
-
-Finalmente, le hicieron los Reyes otra merced, que instituyeron á su
-hermano D. Bartolomé Colon, Adelantado de todas estas Indias islas y
-tierra firme, y la provision comienza:
-
-«D. Hernando y doña Isabel, etc., por Nos vistos y considerados los
-muchos y buenos y leales servicios que vos don Bartolomé Colon, hermano
-de D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante del mar Océano, é Visorey,
-é Gobernador de las islas nuevamente halladas en las Indias, nos
-habedes hecho é facedes de cada dia, é esperamos que nos hareis de
-aquí adelante, tenemos por bien y es nuestra merced y voluntad, que de
-aquí adelante vos llameis é intituleis Adelantado de las islas dichas
-nuevamente halladas en las dichas Indias, é podades usar é ejercer, é
-facer en las dichas islas é en cada una dellas, todas las cosas que
-los otros Adelantados de los dichos nuestros reinos pueden facer,
-é que hallades é gocedes, é vos sean guardadas todas las honras, y
-gracias, y mercedes, y preeminencias, y prerogativas que son debidas
-é se deben facer é guardar, segun las leyes por Nos fechas en las
-Córtes de Toledo, ó las otras leyes de nuestros reinos, á los otros
-nuestros Adelantados dellos, etc. Y Nos, por esta nuestra Carta, os
-criamos y facemos Adelantado de las dichas islas y tierra firme que así
-nuevamente se han hallado y descubierto en las Indias, é vos recibimos,
-é habemos por recibido al dicho oficio é al uso y ejercicio dél, y
-mandamos que en ello, ni en parte dello, embargo ni impedimento alguno
-vos non pongan, etc.»
-
-Fué hecha en Medina del Campo á 22 de Julio del dicho año 1497.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXXVI[4].
-
-
-Estando el Almirante para se despachar de la corte, y los Reyes
-que lo deseaban ver partido, acaeció que murió el rey D. Juan de
-Portogal, y sucedió en aquel reino el rey don Manuel, que era Duque
-de Verganza. Tractaron los Reyes de casar la princesa Doña Isabel,
-que fué reina de Portugal y princesa de Castilla, con el dicho rey
-D. Manuel, y, concluido, la Reina Católica, su madre, la llevó en
-fin de Setiembre deste año de 97 á Valencia de Alcántara, donde vino
-el rey de Portugal, y la recibió sin fiestas ningunas. La razon fué,
-porque yendo el Rey y la Reina juntos á llevar la dicha señora Reina
-Princesa á Ávila, por ver el monasterio de Sancto Tomás de Ávila, de
-la órden de Sancto Domingo, y que habia hecho el Prior de Sancta Cruz,
-fraile de la mesma órden, Inquisidor mayor, y el primero que hobo en
-España, como obra insigne y señalada y hecha de los bienes que se
-habian confiscado á los herejes que se habian quemado, supieron los
-Reyes que el príncipe D. Juan, que de Medina del Campo, de donde salió
-la corte, se habia ido con la Princesa, madama Margarita, su mujer,
-á Salamanca, se habia sentido enfermo; volvióse luego el Rey, é sola
-la Reina prosigió el camino con la Princesa, como dije, para Valencia
-de Alcántara. Desde á pocos dias ántes que la Reina volviese, plugo á
-nuestro Señor de atribular y poner en luto y en lloro á toda España,
-con la muerte del príncipe D. Juan, y desde á algunos dias, por el
-mes de Deciembre, permitió la divina clemencia otro azote, que poco
-ménos amargó á los Reyes y á los reinos que el primero, que quedando
-la princesa Margarita preñada, movió una hija muerta de siete meses.
-Los Reyes mostraron grandes ánimos de paciencia, y, como prudentísimos
-y animosos Príncipes, consolaban todos los pueblos por escrito y por
-palabra. Nombraron y declararon luego al rey de Portugal y á la Reina,
-su mujer, por Príncipes de aquellos reinos de Castilla, y así, aquella
-señora, Doña Isabel, hija de los católicos Reyes, fué llamada la
-Reina Princesa. El luto que se mandó poner por la muerte del Príncipe
-fué jerga blanca muy basta, que ver los grandes y pequeños que la
-traian era cosa extraña y penosísima de ver; despues desto, nunca se
-acostumbró más en España, por muerte de Rey ó Príncipe, traer por luto
-jerga. Todos estos trabajosos acaecimientos que venian á los Reyes
-y á aquellos reinos, eran penosísimos para el Almirante, por ser de
-su despacho retardativos, no viendo la hora de su partida, como que
-sospechara la confusion y perdicion que, por la rebelion de Francisco
-Roldan, en esta isla, entre los cristianos y en destruccion de los
-humildes y desamparados indios, habia. É fuele tambien impedimento,
-que acordaron los Reyes que no tuviese ya el cargo de las cosas destas
-Indias, en Sevilla, el susodicho Arcediano de aquella iglesia, D.
-Juan Rodriguez de Fonseca, que ya era Obispo de Badajoz, sino que lo
-tuviese el hermano del ama del Príncipe, Antonio de Torres, y porque
-pidió tantas condiciones y preeminencias si habia de tener aquel cargo,
-se enojaron los Reyes y lo aborrescieron; tornaron á confirmar en el
-encargo al dicho Obispo D. Juan de Fonseca, y como estaban hechos los
-despachos, suponiendo que habia de tener el encargo dicho Antonio de
-Torres, y rezaban con él muchas de las Cédulas y Cartas de los Reyes,
-hubiéronse de tornar á hacer, por manera que hobo de tener más tardanza
-el despacho. Finalmente, hóbose de despachar de la corte á 21 de Julio
-del dicho año de 1497, con sus provisiones é instrucciones de los Reyes.
-
-El primer capítulo de la Instruccion principal decia desta manera:
-
-Capítulo primero de la Instruccion que dieron los Reyes al Almirante
-el año de 1497.—Primeramente, que como seais en las dichas islas,
-Dios queriendo, proveereis con toda diligencia de animar é atraer á
-los naturales de las dichas Indias á toda paz é quietud, é que nos
-hayan de servir y estar so nuestro señorío é sujeccion benignamente. É
-principalmente que se conviertan á nuestra sancta fé católica, y que á
-ellos, y á los que han de ir á estas tierras en las dichas Indias, sean
-administrados los Sanctos Sacramentos por los religiosos y clérigos que
-allá están y fueren, por manera, que Dios nuestro Señor sea servido y
-sus conciencias se aseguren.»
-
-Por este capítulo y por el de la Instruccion primera del segundo viaje,
-que se puso arriba en el cap. 82 desta historia, parece claro que nunca
-la intencion de los Reyes fué que se hiciese guerra á estas gentes,
-ni tal jamás mandaron, por que fuera injustísima su entrada en estas
-tierras, ni tal intincion y mando fuera digno de tales y tan católicos
-Reyes, y no sólo ellos, pero ni sus sucesores, hasta estos tiempos del
-año de 1530, que su nieto, el rey D. Cárlos reina, como parecerá por
-el discurso desta historia; sino sola la cudicia y ambicion de los que
-á estas tierras vinieron, mayormente de los Gobernadores, fué la causa
-de inventar y mover las guerras contra estas desarmadas y pacíficas
-naciones, con las cuales han destruido este nuevo mundo.
-
-Otra cláusula llevó en esta Instruccion, que dice así:
-
-«Item, se debe procurar que vengan á las dichas Indias algunos
-religiosos y clérigos, buenas personas, para que allá administren los
-Sanctos Sacramentos á los que allá están, é procuren de convertir á
-nuestra sancta fé católica á los dichos indios naturales de las dichas
-Indias, é llevar para ello los aparejos é cosas que se requieren para
-el servicio del culto divino, é para la administracion de los Sanctos
-Sacramentos.»
-
-Otros capítulos, cuanto á la sustancia dellos, aunque no por órden,
-pusimos arriba en el cap. 113.
-
-Llegado el Almirante á la ciudad de Sevilla, juntóse con el Obispo
-de Badajoz, D. Juan Rodriguez de Fonseca, y, cuan presto pudieron,
-despacharon las dos carabelas, de que arriba, en el cap. 120,
-dijimos haber llegado á buen tiempo para favor del Adelantado contra
-Francisco Roldan, y partiéronse de Sanlúcar, mediado Enero, año de
-1498. Despachadas las dos carabelas, daba priesa en proveer los seis
-navíos que quedaban, que él habia de llevar consigo, y porque los
-negocios destas Indias iban cayendo, de golpe, en fama y disfavores de
-muchos, como arriba se ha tocado, en especial de los que más cercanos
-estaban de los Reyes, porque no iban los navíos cargados de oro (como
-si se hobiera de coger, como fruta, de los árboles, segun el Almirante
-se quejaba, y arriba se dijo); el acabar de cargar los seis navíos
-de los bastimentos, y lo demas que los Reyes habian mandado, fuéle
-laboriosísimo y dificilísimo, pasó grandes enojos, grandes zozobras,
-grandes angustias y fatigas; y porque de los oficiales de los Reyes
-algunos suelen ser más exentos y duros de atraer á la expedicion de
-los negocios, sino es cuando ellos quieren, por presumir de mayor
-auctoridad de la que quizá requieren sus oficios, algunos de los que en
-el despacho del Almirante, con él y con el Obispo entendian, diéronle
-más pena y más trabajo y dilacion que debieran, y quizá ponian de
-industria impedimentos en su partida, no considerando ni temiendo el
-daño y riesgo que á los que acá estaban se recrecia, y los gastos que
-con la gente que en Sevilla para pasar acá tenia, y los desconsuelos
-y aflicciones que causaban al mismo Almirante. Parece que uno debiera
-de, en estos reveses, y, por ventura, en palabras contra él y contra
-la negociacion destas Indias, más que otro señalarse, y segun entendí,
-no debiera ser cristiano viejo, y creo que se llamaba Ximeno, contra
-el cual debió el Almirante gravemente sentirse y enojarse, y aguardó
-el dia que se hizo á la vela, y, ó en la nao que entró, por ventura,
-el dicho oficial, ó en tierra cuando queria desembarcarse, arrebatólo
-el Almirante, y dále muchas coces ó remesones, por manera que lo trató
-mal; y á mi parecer, por esta causa principalmente, sobre otras quejas
-que fueron de acá, y cosas que murmuraron dél y contra él los que bien
-con él no estaban y le acumularon; los Reyes indignados proveyeron
-de quitarle la gobernacion, enviando al comendador Francisco de
-Bobadilla, que esta isla y todas estas tierras gobernase; y bien lo
-temió él, como parece por un capítulo de la carta primera que escribió
-á los Reyes desque llegó á esta isla, donde dice:
-
-«Tambien suplico á Vuestras Altezas, que manden á las personas que
-entienden en Sevilla en esta negociacion, que no le sean contrarios,
-y no la impidan; yo no sé lo que allá pasaria Ximeno, salvo que es de
-generacion que se ayudan á muerte y vida, é yo ausente y invidiado
-extranjero: no me desechen Vuestras Altezas, pues que siempre me
-sostuvieron.»
-
-Estas son sus palabras, donde parece temer lo que luego le vino, lo
-cual cansó al Almirante su total calamidad y caida, que es harta
-lástima de oir, como se verá, con el favor de nuestro Señor, en el
-principio del libro II.
-
-En este año de 1497, envió el rey D. Manuel de Portugal á descubrir
-la India, por la mar, cuatro navíos; salieron de Lisboa, sábado, á
-8 de Julio, habiendo primero el rey don Juan, su antecesor, enviado
-ciertos hombres por tierra, el año 1487, á que hobiesen y le trajesen
-alguna noticia del Preste Juan de las Indias, de quien tantas cosas
-y riquezas, por fama, oia decir. Pasadas las islas de Cabo Verde,
-anduvieron en Agosto y Setiembre y Octubre por la mar engolfados, por
-doblar el cabo de Buena Esperanza, con grandes tormentas; cuando vido
-que era tiempo, dieron la vuelta los cuatro navíos sobre la tierra, y
-á 4 de Noviembre, vieron tierra y gente, pequeños de cuerpo, de color
-bazos, los vestidos que traian eran de pieles de animales, como capas
-francesas, traian sus naturas y vergüenzas metidas en unas vainas de
-palo, muy bien labradas; las armas que tenian eran varas tostadas, con
-unos cuernos tostados por hierros; su mantenimiento era de unas raíces
-de hierbas y de lobos marinos, etc.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXXVII.
-
-
-Embarcado el Almirante y toda la gente, que seria cerca de 200 hombres,
-sin los marineros, en seis navíos, hízose á la vela en el puerto de
-Sant Lúcar, el dia que abajo se dirá, y comenzó, como solia, á escribir
-este su tercero viaje, hablando con los Reyes desta manera:
-
-«Serenísimos é muy altos é muy poderosos Rey é Reina, nuestros
-señores.—La Sancta Trinidad movió á Vuestras Altezas á esta empresa
-de las Indias, y, por su infinita bondad, hizo á mí mesajero dello,
-al cual vine con el embajada á su real conspectu, movido, como á los
-más altos Príncipes de cristianos, y que tanto se ejercitaban en la
-fé y acrecentamiento della. Las personas que entendieron en ello lo
-tuvieron por imposible, y el caudal hacian sobre bienes de fortuna, y
-allí echaron el clavo. Pasé en esto seis ó siete años de grave pena,
-amostrando, lo mejor que yo sabia, cuanto servicio se podia hacer á
-nuestro Señor en esto, en divulgar su sancto nombre y fé á tantos
-pueblos, lo que era todo cosa de tanta excelencia y buena fama y gran
-memoria para grandes Príncipes. Fué tambien necesario de hablar del
-temporal, á donde se les amostró el escrebir de tantos sabios dignos
-de fé, los cuales escribieron historias, los cuales contaban que en
-estas partes habia muchas riquezas; y asimesmo fué necesario traer á
-esto el decir y opinion de aquellos que escribieron y situaron este
-mundo. En fin, Vuestras Altezas determinaron que esto se pusiese en
-obra, á que mostraron el grande corazon que siempre ficieron en toda
-cosa grande, porque todos los que habian entendido en ello y oido esta
-plática, todos á una mano, lo tenian por burla, salvo dos frailes que
-siempre fueron constantes. Yo, bien que llevase fatiga, estaba bien
-seguro que esto no vernia á ménos, y estoy de contino, porque es
-verdad que todo pasará, y no la palabra de Dios, y se complirá todo lo
-que dijo; el cual tan claro habló destas tierras por la boca de Isaías
-en tantos lugares de su Escritura, afirmando que de España les sería
-divulgado su sancto nombre. É partí en nombre de la Sancta Trinidad, y
-volví muy presto, con la experiencia, de todo cuanto dije, en la mano.
-Tornáronme á enviar Vuestras Altezas, y en poco espacio digno, no de[5]
-le descubrí, por virtud divina, 333 leguas de la tierra firme, fin de
-Oriente, y 700 islas de nombre, allende de lo descubierto en el primer
-viaje, y le allané la isla Española, y boxa más que España, en que la
-gente della es sin cuento, y que todos le pagasen tributo. Nació allí
-maldecir y menosprecio de la empresa cometida en ello, porque no habia
-yo enviado luego los navíos cargados de oro, sin considerar la brevedad
-del tiempo, y lo otro, que yo dije, de tantos inconvenientes; y en
-esto, por mis pecados ó por mi salvacion creo que será, fué puesto en
-aborrecimiento y dado impedimento á cuanto yo decia y demandaba, por
-lo cual, acordé venir á Vuestras Altezas y maravillarme de todo, y
-mostrarles la razon que en todo habia, y les dije de los pueblos que yo
-habia visto, en qué, ó de qué, se podian salvar muchas ánimas; y les
-truje las obligaciones[6] de la gente de la isla Española, de como se
-obligaban á pagar tributo, y les tenian por sus Reyes y señores; y les
-truje abastante muestra de oro, y que hay mineros y granos muy grandes,
-y asimesmo de cobre; y les truje de muchas maneras de especería de que
-sería largo de escrebir, y les dije de la gran cantidad de brasil, y
-otras infinitas cosas. Todo no aprovechó para con algunas personas que
-tenian gana y dado comienzo á maldecir del negocio, ni entrar con
-fabla del servicio de nuestro Señor, con se salvar tantas ánimas[7], ni
-á decir que esto era grandeza de Vuestras Altezas, de la mejor calidad
-que hasta hoy haya usado Príncipe, porque el ejercicio é gasto era para
-el espiritual y temporal, y que no podia ser que, andando el tiempo,
-no hobiese la España de aquí grandes provechos, pues que se veian las
-señales que escribieron de lo de estas partidas, tan manifiestas,
-que tambien se llegaria á ver todo el otro cumplimiento, ni á decir
-cosas que usaron grandes Príncipes en el mundo para crecer su fama,
-así como Salomon, que envió desde Jerusalen, en fin de Oriente, á ver
-el monte Sopora, en que se detuvieron los navíos tres años, el cual
-tienen Vuestras Altezas agora en la isla Española. Ni de Alexandre,
-que envió á ver el regimiento de la isla de Taprobana en India, y Nero
-César á ver las fuentes de Nilo, y la razon porque crecian en el verano
-cuando las aguas son pocas, y otras muchas grandezas que hicieron
-Príncipes, y que á Príncipes son aquestas cosas dadas de hacer; ni
-valia decir que yo nunca habia leido que príncipes de Castilla jamás
-hobiesen ganado tierra fuera della, y que esta de acá es otro mundo en
-que se trabajaron romanos, y Alexandre, y griegos para la haber con
-grandes ejércitos, ni decir del presente, de los reyes de Portogal, que
-tuvieron corazon para sostener á Guinea, y del descubrir della, y que
-gastaron oro y gente, atanta, que quien contase toda la del reino, se
-hallaria que otra tanta como la mitad son muertos en Guinea, y todavia
-la continuaron hasta que les salió dello lo que parece; lo cual, todo,
-comenzaron de largo tiempo, y há muy poco que les da renta. Los cuales
-tambien osaron conquistar en œœÁfrica, y sostener la empresa, de Cepta,
-Tanjar, y Arguin, y Angola, y de contino dar guerra á los moros, y
-todo esto con grande gasto, sólo por hacer cosa de Príncipes, servir
-á Dios y acrecentar su señorío. Cuanto yo más decia, tanto más se
-doblaba á poner esto á vituperio, amostrando en ello aborrecimiento,
-sin considerar cuanto bien pareció en todo el mundo, y cuanto bien se
-dijo en todos los cristianos de Vuestras Altezas por haber tomado esta
-empresa, que no hobo grande ni pequeño que no quisiese dello carta;
-respondiéronme Vuestras Altezas riéndose y diciendo que yo no curase de
-nada, porque no daban auctoridad á quien mal les decia desta empresa.»
-
-Cerca de lo que hasta aquí ha dicho el Almirante con su simple y
-humilde manera de hablar, es bien apuntar y notar y declarar, para
-los que no tienen mucha noticia de antiguas historias, algunas cosas.
-Lo primero reza lo que dice, que los antiguos que escribieron que en
-estas tierras habia muchas riquezas, se ha de entender, segun que
-aquestas tierras son parte de la India, y lo último della, de que á
-mí duda ninguna queda, y así el Almirante lo sintia y en busca dellas
-venia; y dello se pueden colegir muchos argumentos, y uno es, por la
-grandeza de la India, que, segun Pomponio Mela, lib. III, cap. 7.º
-de su «Cosmografía,» y Plinio, que fué despues dél, libro VI de su
-«Natural Historia,» que desde derecho del monte Tauro, yendo hácia el
-Austro y volviendo al Occidente, tenian de ribera, de costa de mar,
-tanto camino cuanto los navíos podian andar en sesenta dias con sus
-noches, que, al ménos, podian ser más de 1.500 leguas y podian llegar
-á 2.000, (puesto que en Plinio se diga cuarenta dias, puede haberse
-errado en poner cuarenta por sesenta, poniendo la letra _X_ atras de
-la letra _L_); y por esta su grandeza fué muchos tiempos estimada la
-India por la tercera parte de todas las tierras, como dice Plinio, lib.
-VI, cap 17, y Solino en su Polistor, cap. 65. Dice más Pomponio Mela:
-que tanto se extienden las Indias hácia el Mediodia, que en alguna
-parte dellas no se pueden ver la Osa Menor, que llamamos la Bocina ó
-las Guardas, ni la Mayor, que es el Carro, que ambas á dos, en veinte y
-cuatro horas, dan una vuelta á la estrella del Norte y al mismo polo.
-Esto bien averiguado es ya en las islas de Mallorca y en algunas
-partes de nuestra tierra firme y en otras descubiertas por nos y por
-los portogueses. Es otro argumento, haber en estas islas y tierra firme
-papagayos verdes, los cuales, en ninguna parte del mundo se halla que
-sean verdes, segun dice Plinio, lib. X, cap. 42, y Solino en el lugar
-ya dicho. El otro argumento es, las grandes riquezas de oro, y plata, y
-perlas, y piedras que hay en estas islas y tierras firmes; y otro, las
-costumbres destas gentes, que concuerdan con muchas de las que cuentan
-los historiadores y cosmógrafos de las gentes de las tierras que se
-llamaron siempre Indias; desto, mucho más largo queda dicho en otros
-capítulos. Dice más, que estaba profetizado claro, por Isaías, que de
-España habia de ser el nombre de Cristo divulgado en estas Indias. Bien
-creemos que está profetizado por Isaías y por otros profetas, que de
-España habia de ser predicada nuestra sancta fé de Jesucristo en ellas,
-porque ningun misterio, tocante á la universal Iglesia, así ántes del
-advenimiento de Cristo, como despues de venido, se obró en su principio
-y edad primera, como en su augmento, que se celebra y perfecciona
-cuando los infieles son por conocimiento de Dios convertidos, ya á
-Cristo por la fé unidos, que por los profetas, y principalmente por
-Isaías, que más claro que otro, segun San Agustin y San Jerónimo, de la
-conversion de las gentes hablo, no haya sido ántes dicho; y á esto hace
-lo que dice San Gregorio en el lib. XXIII, cap. 19 de los Morales sobre
-aquellas palabras de Job: _Semel loquitur Deus, et secundo idipsum non
-repetit_, Job 33: _Non ergo Dominus ad omnia verba nobis respondet,
-quia semel loquitur et secundo idipsum non repetit, id est: his quæ
-per Scripturam sacram ad patres protulit, nos erudire curavit._ Por
-manera, que ninguna cosa en su Iglesia se hace, ni á persona particular
-acaece, que ya en la Sagrada Escriptura no esté comprehendida, y
-esto á la larga tracta San Gregorio en aquel capítulo; y así, hemos
-de creer, que el Espíritu Sancto, por boca de Isaías, habló que de
-España vernian los primeros que á estas gentes convertirian, pero que
-lo podamos señalar con cierto lugar de su profecía, no pienso que sin
-presuncion, sino fuese con nueva lumbre y nueva inteligencia divina,
-hacerlo podriamos. Dice otra cosa el Almirante, que del viaje segundo,
-quiere decir del que descubrió á Cuba y á Jamáica, dejó descubiertas
-333 leguas de tierra firme, fin de Oriente, y 700 islas; de las islas,
-ser muchas y casi no numerables las que vido por el renglen de la isla
-de Cuba, á las cuales puso nombre Jardin de la Reina, y que fuesen 700,
-él que las vido, y le costaron tantos trabajos, las contaria, pero en
-la verdad, estas leguas no fueron de tierra firme, sino de isla, y esta
-era la isla de Cuba, que agora llaman Fernandina, de donde parece que
-el Almirante, como no pudo pasar adelante de las 333 leguas della, por
-faltarle los bastimentos, y las grandes dificultades y peligros en que
-se vido cuando fué á descubrirla, como en el cap. 97 queda escrito,
-siempre creyó que la isla de Cuba era tierra firme, y nunca se averiguó
-ser isla, hasta que el Comendador mayor de Alcántara, Gobernador desta
-isla, envió á un caballero gallego, de que arriba se hizo mencion, que
-se llamaba Sebastian de Campo, á rodearla toda y descubrirla, como,
-placiendo á Dios, se dirá en el siguiente libro. La especería que dijo,
-no sabemos otra en estas islas de por aquí, sino la pimienta que los
-indios desta isla Española llamaban axí, la sílaba postrera aguda.
-Almáciga creo yo que hay mucha, digo árboles della, pero poco cuidado
-ha habido de gozar della, por que siempre se ha tenido el oro por mas
-lucido; del brasil, creyó ser mucho el Almirante y alguno se llevó á
-Castilla, pero despues no vide que se hiciese cuento dello, como ni del
-almáciga se hizo.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXXVIII.
-
-
-Dice tambien, que para provocar é inducir á las personas, que este su
-negocio desfavorescian, creyesen habian de salir dél muchos y grandes
-provechos, así de las ánimas que podian ganarse destas gentes, como
-tambiem utilidad corporal para los Reyes y para Castilla, persuadíalo
-asimesmo con traer á la memoria hechos hazañosos, que hicieron con
-costas y trabajos grandes y poderosos Príncipes, donde toca algunas
-historias que será bien aquí, en particular, referirlas. La primera,
-es de Salomon, que enviaba su flota de naos al monte Sopora, en fin de
-Oriente, desde Jerusalen, donde tardaban tres años; deste monte Sopora,
-no he podido hallar donde sea, ni autor cristiano ni gentil que dél
-haga mencion; lo que desta ida de la flota de Salomon, y traida de
-oro en gran cantidad, se puede decir, que, segun la Escritura Sagrada
-della refiere, ó á ella no contradiga, lo siguiente podemos tener: la
-Escritura no dice que las naos de Salomon fuesen al monte Sopora sino
-en Ophir; este Ophir, segun la glosa, era una provincia de las Indias,
-nombrada de Ophir, uno de los del linaje de Heber, de quien hubo
-principio el linaje de los judíos. Otros dicen que es isla, y Jacobo de
-Valencia, dice sobre aquel verso _Reges Tarsis et insule_, del salmo
-LXXI, y afirma ser la isla nominatisísima y riquísima de la Taprobana,
-de la cual Ptolomeo, Solino, Pomponio, Plinio y Strabon, maravillas
-dicen; que sea isla, que sea provincia, Salomon enviaba su flota que
-cargaba las naos de oro, y plata, y piedras preciosas, y pavones, y
-dientes de elefantes, que es marfil. Josepho en el libro III, _De
-Antiquitatibus_, cap. 7.º, dice, que tambien traian elefantes y simias,
-que llamamos gatos paules ó monas. Y porque dice Josepho que traian
-elefantes, y que trajese sólo los dientes dellos, parece concordar con
-lo susodicho, que aquella isla ó provincia de donde se traia el oro
-fuese la isla Taprobana, por lo que San Isidro dice en el libro XIV,
-cap. 3.º de las Etimologías, que la isla Taprobana hierve de perlas
-y de elefantes; tambien lo dice Plinio, libro VI, cap. 22, y que los
-elefantes de allí son mayores que los de las Indias, y el oro más fino,
-y las margaritas y perlas más preciosas: tambien lo afirma Solino, en
-el cap. 66 de su Polistor, en comarca de la Taprobana, ó al ménos por
-el sitio de las Indias. Estas dos islas, la una, se llamaba Chrisa,
-que abundaba en oro, y la otra, Argyra, en abundancia de plata; destas
-dos islas hacen mencion Pomponio Mela, libro III, cap. 7.º, y Plinio,
-libro VI, capítulo 21, y Solino, cap. 65, y tambien Sant Isidro, donde
-arriba se alegó, y todos los autores las ponen ó hablan de ellas,
-junto, ántes, ó despues de la Taprobana, y es argumento que deben estar
-juntas. En estas islas, como algunos dicen, y dellos es Sant Anselmo,
-donde abajo se alegará, ó en la Taprobana, por lo que dice Solino, que
-parte della de bestias y de elefantes es llena, y parte de hombres
-poblada, ó en cierta parte de la misma tierra firme de las Indias ya
-dichas, como refiere Pomponio, donde arriba, y concuerda la glosa
-última sobre el libro III, cap. 9.º de los Reyes, y Sant Isidro, libro
-XIV, cap. 3.º, de las Etimologías, y Sant Anselmo, libro I, cap. 10 _De
-Imagine mundi_, que aquella tierra se llama de oro ó dorada, porque
-tiene los montes de oro por abundar tanto dél, que como sea habitada
-de unas hormigas mayores que perros muy grandes, como dice Pomponio,
-(Herodoto, libro III, de su Historia, dice que son mayores que zorras,
-dellas hace mencion Strabon, libro II, y libro XV, y de grifos
-terribles y otras bestias venenosísimas); sacan con las uñas inmenso
-oro debajo la tierra, y puesto encima de la superficie, parécese
-desde la mar ser los montones todos de oro. Llegaban las naos de la
-flota de Salomon, y aguardaban cuando las bestias salian á buscar de
-comer, y con ímpetu, á gran priesa, cogian el oro y tierra que estaba
-pegada en él, y tornábanse de presto á las naos; y así, por veces y
-dias, cargaban las naos de oro y plata, ó de aquella tierra dorada y
-plateada, la cual despues con fuego, quemaban y apuraban. Esto siente
-la dicha glosa última que es de Rábano, en el libro III, cap, 9.º, de
-los Reyes; y Josepho dice que no se compraba ni vendia el oro y la
-plata, luego, tomábase como á escondidas y hurtado de dichos animales.
-Por lo susodicho parece que estos montes de oro y plata, debian estar
-en las dichas dos islas, Chrise, que en griego significa oro, y Argyra,
-plata; y de ellas llevarse el oro y la plata, y de la Taprobana
-los elefantes ó dientes dellos, que es el marfil, y las perlas y
-margaritas, y pavos, y los ximios, y la madera de tina, preciosísima,
-la cual, despues de labrada y acepillada, era tan blanca y tan lucia,
-que se miraban en ella como en espejo. Y dice la Escritura que hacian
-un viaje en tres años las naos, no porque estuviese tan léjos de
-Jerusalen que tardase tres años en la ida y venida (porque en un año se
-podria navegar hasta en cabo del mundo), sino que, ó no enviaba Salomon
-la flota sino de tres en tres años, ó cuando los enviaba tardaban
-aquel tiempo, aguardando que las bestias saliesen de sus cuevas para
-hurtarles el oro y la plata, y en contratar con los habitadores de
-la Taprobana, y haber dellos sus perlas y piedras, madera de tina,
-elefantes, ximios y pavos; lo que dice la Escritura que iban las naos
-en Tharsis, más debia ser nombre de la region que de la ciudad, por lo
-que dice Josepho, libro III, cap. 7.º _De Antiquitatibus_, que iba en
-el mar társico, dentro el cual debian estar las dichas islas. Aquella
-isla de Ophir ó monte de Sopora, dice aquí el Almirante ser aquesta
-isla Española que ya tenian Sus Altezas, pero engañóse, como por lo
-dicho parece, aunque tuvo alguna causa de se engañar, por ver esta
-isla tan grande y tan felice, y hermosa, y él hobiese en ella tan poco
-estado, que no habia sino poco más de año y medio, y eso en guerras y
-enfermedades ocupado; y creia que debia haber muy gran cantidad de oro
-y otros secretos de riquezas en ella. Alega tambien el Almirante á los
-Reyes el ejemplo de Alexandre, diciendo que habia inviado á saber el
-regimiento de la isla susomemorada Taprobana. Esta historia muchos de
-los antiguos la tocan, pero en especial Plinio libro VI, cap. 22, y
-Solino, cap. 66, y Strabo, libro XV y en otros lugares, hace mencion
-della, los cuales dice (y algo toca tambien Pomponio, libro III, cap.
-7.º), que ántes que la isla Taprobana fuese descubierta, por nuevas
-algunas que de ella se tenian, estimada era por el otro orbe todo
-entero y tierra firme que habitaban los antípodas, y esto fué hasta
-el tiempo de Alexandre Magno, el cual envió primero á descubrirla que
-otro, con una gran flota, por Capitan un filósofo muy su querido, que
-se llamaba Onesecritus, del cual, dice Diógenes, le creyó ser semejante
-á Xenofonte, en la privanza con Alexandre, que aquel con Ciro, y en
-seguirlo y en escribir su vida y alabanzas. Fué, pues, Onesecritus,
-enviado por Alexandre con su flota macedónica, para que supiese si era
-isla ó tierra firme, qué gente habitaba en ella, qué criaba y en sí
-contenia. Halló que isla era, y que tenia de luengo 7.000 estadios,
-que hacen 300 leguas, ó cerca dellas, y de anchura 5.000 estadios, que
-llegan á 200; halló que una parte de ella era llena de elefantes y
-otras bestias, como arriba se dijo, y lo demas poblada de gentes; Sant
-Isidro y otros dicen haber diez notables ciudades en ella. Contiene
-abundancia de margaritas y de perlas de todas especies; dista veinte
-dias de navegacion de la tierra firme, pero más camino seria, dice
-Strabon, si las naos fueran de las nuestras; hay entre ella y la tierra
-firme muchas otras islas, las cuales, segun refiere Ptolomeo en la
-tabla 12 de Asia, son mil y trescientas y setenta y ocho, puesto que
-ella es de todas australísima; su sitio es, parece ser, de la otra
-parte del trópico de Capricornio, porque dice Solino que en ella no
-se ven los Septentriones, que son la Osa Menor, y esta es la Bocina
-cuya boca son las Guardas que llamamos del Norte, y la Osa Mayor que
-llamamos el Carro; las cuales, ambas, se forman de siete estrellas que
-rodean en veinticuatro horas una vez el polo y la estrella dicha del
-Norte. Tampoco, segun Solino, se parecen las Siete Cabrillas en ella,
-puesto que hay quien desto dude; y esto baste cuanto á la historia que
-el Almirante toca de Alexandre, y de la Taprobana. Trae tambien otro
-ejemplo el Almirante á los Reyes, del emperador Nero, el cual envió
-á ver las fuentes del Nilo, rio señalado en el mundo, y el secreto de
-donde nascia, y como y por qué causas, contra la propiedad y naturaleza
-de todos los rios, en el verano crescia y hoy crece, trayendo tanta
-abundancia de aguas, que riega todo el reino de Egipto, como quiera
-que veamos todos los otros rios y fuentes, y pozos, en aquel tiempo
-menguar por la sequedad; y mengüe los inviernos cuando abundan las
-lluvias, que causan humidad grande, por cuya causa, todos los otros del
-mundo vienen crecientes, rios y fuentes. Aquesta Historia pone Séneca,
-en el libro VI, cap. 8.º, de las «Naturales Cuestiones,» bien á la
-larga, donde dice así: Que Nero, deseoso y curioso por saber la verdad
-de aquel secreto, envió dos Centuriones para inquirir el nacimiento
-del dicho Nilo, y las causas de aquella novedad; estos fueron al rey
-de Etiopía, y, dada cuenta de su embajada, el Rey los encaminó, y
-dió favor, barcas y compañía para los otros Reyes por cuyos reinos y
-tierras el rio pasaba, y, subiendo por él mucho arriba, llegaron á
-ciertos pueblos donde habia ciertos lagos ó lagunas muy grandes, de
-hondura profundísima, tan cubiertos y ocupados de hierba espesa, que
-les impidieron adelante pasar: vieron, empero, donde estaban grandes
-piedras dentro del agua, por las cuales, ó debajo dellas, manaba el
-agua con gran ímpetu, en abundancia, y preguntados los vecinos de la
-comarca, si sabian que aquellas lagunas ó lagos comenzaban allí, ó les
-viniese el agua de otra parte, respondieron que no sabian, y con sola
-esta noticia se volvieron á Roma. Y esto dice Séneca que oyó de los
-mismos Centuriones.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXXIX.
-
-
-Porque habemos dado en el augmento y descrecimiento del rio Nilo, y es
-una de las cosas que en el mundo hay admirables (admirable á los que la
-ven, increible á los que la oyen, como dice Diodoro), pues el Almirante
-D. Cristóbal Colon dió la ocasion á ello, donde muestra en esto y en
-las otras historias tocadas tener noticia de muchas antigüedades, y
-así convino, pues Dios le eligió para, por medio suyo, mostrar al
-mundo tan oculta hazaña, paréceme no ser cosa inconveniente á nuestra
-Historia, enjerir en ella lo que los antiguos sintieron diversamente
-del nascimiento del rio Nilo, y de su creciente y menguante, y, al
-cabo de muchas y varias opiniones referidas, colegir la falta que
-tuvieron ignorando la Divina Escritura, y dellas conocer cual fué
-la más probable y más allegada á lo natural. Egipto es toda tierra
-muy llana y campestre, y por eso la puede muy bien regar toda el rio
-Nilo; las ciudades, villas y lugares, los cortijos de los labradores
-y majadas de los ganados, están todas cercadas de valladares, no
-paredes de mucha resistencia, por no haberlo menester para se defender
-de la creciente del rio, que nunca crece sino con gran mansedumbre,
-suavemente. Cuando crece, como baña toda la tierra, parecen todas las
-ciudades y habitaciones de los hombres como si fuesen distintas islas;
-en tanto que dura la creciente tienen los ganados en establos, ó dentro
-de sus cercadas, donde les tienen para aquel tiempo su hierba y su
-comida; las otras bestias, no domésticas, si no se van con tiempo á
-buscar lugares altos, todas se ahogan con el agua. Dos veces en el año
-cresce y mengua el Nilo: la primera, comienza cuando el sol entra en
-el signo Cáncer, y esto es á 16 de Junio, y dura esta creciente por
-todo aquel signo, hasta que entra en el signo Leo; despues de entrado,
-y llega á la estrella Canícula, que es cuando comienzan los dias
-caniculares, cuasi mediado Julio, comienza poco á poco á descrecer de
-la manera que fué creciendo, hasta quedar en su curso y agua ordinaria.
-La segunda creciente hace, cuando entra el sol en el primer grado del
-signo Virgo, que es cuasi mediado Agosto, y dura por un mes, hasta
-que el sol entra en Libra; de allí se torna despues á su acostumbrado
-estado. Strabon dice que dura el agua más de cuarenta dias, y, pasados
-sesenta, queda la tierra enjuta y dispuesta para labrarla. Son estas
-crecientes tan necesarias para la tierra de Egipto, que sino las
-hobiese tan abundantes, segun el calor grande que allí hay por ser
-la tierra muy austral, y como nunca jamás llueva, la tierra seria
-toda polvo y estéril arena, como es alguna parte del mismo Egipto. La
-justa creciente es, cuando sube el agua de su curso ordinario 16 codos
-en alto; si son menores aguas, no lo riegan todo; si mayores, no se
-enjuga con tiempo la tierra y detiénese el fruto. Cuando sube no más
-de 12 padecen hambre, y cuando 13 lo mismo; 14 codos causa alegría; 15
-seguridad; 16 traen deleites con el abundancia. La mayor creciente, fué
-cuando llegó á 18 codos, en tiempo que imperaba Claudio, Emperador; y
-la más chica, de cinco, cuando andaba la guerra Pharsálica, conviene
-á saber, la de entre César y Pompeyo, segun dice Plinio. Los egipcios
-honran y adoran como Dios al rio Nilo, atribuyéndole algo de deidad,
-lo cual prueban porque por sus crecientes y menguantes pronostican
-los males ó bienes futuros, ó por mucha cantidad de agua, ó con la
-falta della. Con el limo mucho que siempre trae el Nilo, queda la
-tierra engrosada, pingüísima y fertilísima, de manera, que, con poco
-trabajo y costa ninguna, se reciben ubérrimos frutos de pan y vino,
-y frutas y todas las otras cosas; por la virtud y abundancia de la
-hierba paren dos veces las ovejas, y otras dos dan de sí lana. Entre
-tanto que dura la creciente y menguante, los Reyes y los que gobiernan,
-navegan por el rio: es cosa no decente; la gente comun toda se emplea
-en bailes, placeres y deleites. Cuán presto la tierra se enjuga, luego
-se ara y se siembra, y más presto en aquella parte donde más calor
-hace: todo lo susodicho es sacado de Plinio, libro V. cap. 9.º, y
-de Solino, cap. 45 de su Polistor, y de Estrabon, libro XVII, y de
-Diodoro, libro X, cap. 3.º En lo que toca al nascimiento deste rio
-Nilo, concluyó Séneca, despues de haber mucho disputado, en el lugar
-en el precedente capítulo dicho: Que como la tierra que está debajo
-de la superficie sea limosa y llena de humidades, cuando concurren
-juntamente en un lugar son causa que se hagan las grandes lagunas de
-mar, y donde los rios, despues, con impetuoso curso manan, y desta
-manera siente Séneca que todos los rios tienen su principio; pero como
-sea esta proposicion contra la Divina Escritura que suena otra cosa,
-mayormente cerca deste rio Nilo, falso es lo que dice Séneca; pero no
-es de maravillar, pues no se avalanzaba á más de lo que le parecia,
-segun su natural juicio. Así que, como aquel rio Nilo sea uno de los
-cuatro que salen del terrenal Paraíso y se llama Geon (como parece,
-Génesis, II, capítulo 4.º), que comunmente se llama Nilo, deste
-vocablo _nilon_, griego, que quiere decir, limoso, porque su agua es
-muy limosa, por lo cual hace por donde pasa fertilísima la tierra;
-por ende las lagunas ó lagos que los Centuriones vieron no era el
-nascimiento del Nilo, sino que salian allí sus aguas, que, más arriba,
-debajo de tierra se habian sumido, y desta manera se sume en muchas
-partes el mismo Nilo; y este discurso llevan Pomponio Mela, libro I,
-cap. 9.º, y Plinio, libro V, cap. 9.º, y Solino, cap. 45, puesto que
-no atinan de dónde traiga su orígen; y acá vemos en Castilla en el rio
-de Guadiana, que nasce bien léjos de Estremadura, donde á ratos se
-sume y va por bajo de tierra mucho camino, y, cuando sale descubierto,
-parece tener allí su principio. Cuanto á la razon de por qué en verano
-crece, mayormente en el principio de los meses y en sus fines, segun
-dice el Filósofo en el fin del libro II, de Metheoros, fueron las
-opiniones de los antiguos como dijimos; segun cuenta el Filósofo en el
-tractado especial que hizo del acrecentamiento del Nilo, y Solino en
-su Polistor, cap. 45, Herodoto, en el segundo libro de su Historia,
-y Diodoro en el primer libro, y Séneca en las dichas Cuestiones
-naturales, y Strabon en el libro XVII de su Geografía. Tales Milesius,
-uno de los siete sabios de Atenas, dice que los vientos que cada año
-corren por aquel tiempo allegaban las aguas de una parte á otra, y
-así parecian las aguas en mayor cantidad, puesto que, en la verdad,
-no fuesen mayores, como en una olla que hierve; Anaxágoras y otros
-dijeron que la causa es por las muchas nieves que están en los montes
-de Etiopía, que con el calor del sol en verano se derriten, y aquellas
-hacen crecer tanto el Nilo; y esta opinion fácilmente se derrueca,
-porque no podia haber tantas nieves, que tan gran cantidad de agua en
-el Nilo causasen; y esta opinion, dice Herodoto, ser falsísima puesto
-que, segun él dice, segun las otras, sea modestísima. La sentencia
-de Thalero, filósofo, fué que cuando vientan los vientos etesios,
-que son los que corren en los dias caniculares, los cuales, por su
-frialdad, espesan las nubes que están sobre la fuente que imagina en
-Etiopía, en el monte que se dice de la Luna, aquellas, con el aire, se
-convierten en agua, y que de allí proviene en aquel tiempo crecer el
-Nilo, y en el invierno que los dichos vientos no corren, menguar; á
-esto se dice que no parece posible, por viento alguno, que tanto aire
-se pueda convertir en agua, porque como de un puño de agua, cuando se
-convierte agua en aire, salgan diez de aire, manifiesto es que si tal
-conversion se hiciese, habria de hacerse gran cantidad de aire agua,
-lo que parece ser falso. Otra razon mejor: si aquellos vientos tanta
-cantidad de aire y de nubes convirtiesen en agua que hiciesen crecer
-al Nilo, como aquellos vientos no corran indivisiblemente, necesario
-se seguiria que las fuentes, arroyos y los rios que estuviesen cerca,
-un tiro de ballesta y de piedra, del Nilo, tambien crecerian; pues
-esto es falso, porque ninguna agua, por cercana que esté al Nilo,
-cresce, sino sola del Nilo. Pomponio dice, que los vientos etesios, ó
-ventando recio, detienen las aguas del Nilo que no salgan á la mar, y
-entónces suben en alto las aguas del Nilo, ó que los mismos vientos
-sean causa que cieguen las bocas del Nilo, por donde sale á la mar,
-con mucha arena, y así, lo hagan subir en alto; esta razon refiere
-Herodoto. Lo mismo afirma el historiador Amianno en el lib. XXII de su
-Historia. Esta sentencia siguió Beda en el libro de _De Natura rerum_,
-capítulo 43: _.....mense enim majo, dum ostiacius quibus in mare
-influit zephiro flante, undis ejectis arenarum cummulo præstruuntur,
-paulatim intumescens ac retro propulsus plana irrigat Egipti: vento
-autem cesante ruptisque arenarum cumulis suo redditur alveo._ Pero á
-esto se puede responder con la razon de arriba, que lo mismo acaesceria
-en los otros rios, pero pues no se hace no debe ser aquesta la causa
-en el Nilo, y esta respuesta es de Herodoto, diciendo que muchos rios
-están en Siria y muchos en África, que aquestos impedimentos padezcan;
-la misma respuesta da Diodoro, lib. I, cap. 4.º. San Gerónimo, sobre
-el profeta Amós, cap[8], cuasi parece declinar en esta sentencia; dice
-allí que el rio Nilo, una vez en el año, viene mucho avenido, tanto
-que riega toda Egipto, pero que esto se hace por divino milagro, sin
-algun aumento de agua, sino que se hacen grandes montones de arena en
-las bocas del Nilo por donde entra en la mar, y así el agua de arriba
-vuelve atras, y por acequias grandes que están hechas en la tierra
-de Egipto, vá el agua á la bañar. Solino da otra razon, y es, que el
-calor derribado del sol y de los otros planetas, levantan el agua del
-Nilo, haciéndola más sotil, de la manera que se levanta en la olla
-que hierve y hace parecer más de la que es, pero no lo es; á esto se
-dice que no es suficiente razon porque si por el calor que levanta el
-agua en alto, en tiempo de verano, el Nilo cresce, luego en todas las
-partes donde hobiere calor crescerán los rios; esto es falso, porque
-ántes vemos, con el calor, menguar los rios. Ephorus decia, que la
-causa era esta: que como la tierra de Egipto fuese toda de su natura
-seca y árida, y tenga muchas hendiduras y resquebrajaduras, rescibe
-y atrae los inviernos la humedad y frio del cielo, la cual como en
-el verano, por manera de sudor, la produzca, este sudor y humedad
-hace crecer al Nilo en el verano; pero desta burla Diodoro diciendo
-que no solamente Ephoro ignoró la region y la naturaleza de Egipto,
-pero ni áun oyó á los que la sabian, donde tambien prueba contra él
-haber mal dicho. Agatharchides Cnidius, allegándose más cerca de la
-verdad, segun opinion de Diodoro que lo recita, dice: que porque en
-los montes de Etiopía llueve grandes aguas desde el solsticio estival,
-que es á 14 de Junio ó á 14 dél, hasta el equinoccio del Otoño, que
-es á 14 de Setiembre, por esto no ser maravilla que en el invierno
-traiga el Nilo sola el agua ordinaria natural que mana de sus fuentes,
-y en el verano venga muy pujante; y en esta sentencia parece Diodoro
-declinar. Herodoto, en el segundo libro de su Historia, desta duda
-esta sentencia puso: que tiene quel sol en el verano, cuando está
-en medio del cielo, conviene á saber, en la equinoccial, vientos
-frios causa y trae á sí mucho humor, el cual humor derrama sobre la
-tierra hácia las fuentes del Nilo, que están puestas so el circuito
-de Capricornio, cuando viene al solsticio estival, que es, como se
-dijo, á 14 de Junio, cuando vientan los vientos Austro y áfricos, que
-naturalmente son pluviosos, y de aquí el Nilo cobra su creciente en
-los veranos; de aquí, cuando el sol torna al equinoccio autumnal, que
-es á 14 de Setiembre, trae á sí las lluvias y las aguas de la tierra
-y de los rios, pero no las derrama sobre las fuentes dichas, porque
-hácia allá va el sol y hace seca, secando los aires y las tierras, y
-en este tiempo, que es invierno, es necesario menguar el Nilo en su
-agua. Desta sentencia tambien murmura Diodoro, pero no responde á ella.
-Lucano, en el libro X, estima que deste crecimiento del Nilo ninguna
-otra razon suficiente se puede dar, sino que Dios quiso proveer al
-reino de Egipto del agua necesaria, por vía maravillosa, pues allí
-no quiso que lloviese, sin la cual no podia pasar; y esta no es muy
-indigna razon, y no discrepa mucho de la de San Jerónimo. Aristóteles
-en el dicho Tractado de la inundacion ó creciente y menguante del
-Nilo, recitadas muchas opiniones, dice la suya, y es: que en la madre
-del rio Nilo hay muchas secretas fuentes que en el invierno están
-cerradas sin manar, y en el verano se abren y manan, dando de sí tanta
-agua, que hacen al Nilo avenir con gran pujanza que toda la tierra
-de Egipto pueda bañar; pero ni Aristóteles, ni Solino, ni Herodoto,
-ni Séneca, ni los demás, dan suficientes razones, por ignorar el
-principio, que es el orígen del Nilo, el cual estimaban estar en
-alguno de los lugares desta nuestra tierra habitable, como nazca del
-Paraíso terrenal, el que todos ignoraron. Lo que más verdad parece, y
-ser causa de esta creciente y menguante en ciertos tiempos, es alguna
-virtud secreta natural, la cual se consigue allí inmediatamente, en
-su misma fuente, en el Paraíso, de donde nasce. Otro rio hay en el
-mundo que sólo á semejanza del Nilo cresce y mengua una vez en el año,
-conviene á saber, cuando el sol está en el vigésimo grado del signo
-de Cancrio, y dura esta cresciente por todo el Cancrio y el signo de
-Leon, hasta tanto que el sol quiere pasar al signo de Virgen; la causa
-desto, dice Solino en el cap. 50 de su Polistor, hablando del rio
-Euphrates, es porque Euphrates y el Nilo están constituidos debajo de
-semejantes paralelos del mundo, aunque en diversos lugares, y de aquí
-es que la misma virtud, en ambos á dos rios, el sol y todo el cielo
-influyen. Alguno contradice que estén debajo de semejantes, y á Solino
-responden que habla por opinion de otros, y así parece: _Quod gnomonici
-similibus paralellis accidere contendunt, quos pares et cœœœli et
-terrarum positione æqualitas normalis efecit lineæ, unde apparet ista
-duo flumina, scilicet, Nilus et Euphrates, admodum ejusdem perpendiculi
-constituta, licet e diversis manent plagis easdem incrementi causas
-habere._ Pero como, en la verdad, ambos á dos, estos rios, más juntos
-sean entre sí que los otros rios del Paraíso, parece que á la salida
-del Paraíso la misma virtud se les comunique; por manera que, segun
-nos, el principio y orígen del Nilo, cierto es ser en el Paraíso,
-pero segun los gentiles autores, que ingnoraron la Divina Escritura,
-diversas y dudosas opiniones tuvieron de su origen, y así dice Solino:
-_Ignari siderum et locorum varias de excesibus ejus (excesus vocat Nili
-incrementum), causas dederunt_. Y Diodoro tambien lo mismo afirma:
-_Itaque locorum inscitia errandi materiam priscis scriptoribus præbuit,
-Nili fontes locaque ex quibus fluit nullus ad hoc tempus neque vidisse
-se dicit, neque audisse ab aliis qui se assererent aspexisse, ex quo
-res ad opiniones et conjeturas pervenit._ La razon de la diversidad
-de opiniones es la que se ha tocado, que aunque aquellos cuatro rios
-su primer origen sea en el Paraíso pero como, despues de salidos dél,
-por algun espacio se oculten debajo de tierra y otra vez parezcan,
-por esta causa los gentiles creyeron que en aquellas bocas por donde
-salian estaban sus fuentes. Así que, segun la opinion de los gentiles,
-certísima y famosísima, segun declara Solino, cap. 45 _De Egipto_,
-cuanto á lo que ellos pudieron saber, ignorando la Divina Escritura,
-el rio Nilo tiene su origen en el monte de Mauritania la inferior, más
-cercana del mar Océano, que se llama el monte de la Luna, y hace allí
-un profundo lago que Nilides se nombra; y así lo dice Plinio, libro V,
-capítulo 9.º: _Nilus incertis ortus fontibus_; et infra: _Lacu protinus
-stagnante quem vocant Nilidem_; y esto prueba, porque las mismas
-hierbas y los mismos peces y bestias que cria y produce el Nilo, se
-hallan en el lago dicho, do sale y corre por algunos dias, despues se
-torna á encubrir, yendo por debajo de la tierra, y tórnase á descubrir
-en una gran cueva de Mauritania cesariense, con mucho más ímpetu de
-aguas y con las mismas señales de hierbas y peces y otras bestias, y
-allí se torna á encubrir, y no sale hasta llegar á Etiopía, y de allí
-saliendo, aparece todo el rio negro como la pez. Allí es el término
-y fin de África, y los vecinos de aquella region le llaman Astapun,
-que quiere decir agua de las tinieblas salida; de allí, corriendo por
-muchos y diversos lugares, hace muchas y diversas islas, la principal
-y más nombrada de las cuales es la isla Menor, donde se situa el clima
-primero, segun la division de los climas que hicieron los antiguos, que
-se dice Diameroes; despues entra en la tierra de Egipto, y hace las
-maravillas dichas, y al fin entra en la mar por siete bocas ó puertas,
-de las cuales se verá por Plinio en el cap. X del libro 5.º Y esto
-baste cuanto á la historia que toca al rio Nilo.
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-CAPÍTULO CXXX.
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-
-Dejada la digresion donde referimos algunas historias que tocó en
-sus palabras el Almirante, para dar noticia á quien no las sabia, y
-acordarlas á los que las leyeron, mayormente los secretos del Nilo, el
-fin que pretendemos dicta que tornemos á tomar nuestro hilo. Partió,
-pues, nuestro primer Almirante en nombre de la Santísima Trinidad
-(como él dice, y así siempre solia decir), del puerto de Sant Lúcar
-de Barrameda, miércoles, 30 dias de Mayo, año de 1498, con intento de
-descubrir tierra nueva, sin la descubierta, con sus seis navíos. Bien
-fatigado, dice él, de mi viaje, que donde esperaba descanso cuando yo
-partí destas Indias, se me dobló la pena; esto dice por los trabajos
-y nuevas resistencias y dificultades con que habia habido los dineros
-para despacharse, y los enojos recibidos sobre ello con los oficiales
-del Rey, y los disfavores y mal hablar que, las personas que le podian
-con los Reyes dañar, á estos negocios de las Indias daban; para remedio
-de lo cual le parecia que no le bastaba lo mucho trabajado, sino que
-de nuevo le convenia, para cobrar nuevo crédito, trabajar; y, porque
-entónces estaba rota la guerra con Francia, túvose nueva de una armada
-de Francia, que aguardaba sobre el cabo de Sant Vicente al Almirante,
-para tomarlo, por esta causa, deliberó de hurtarles el cuerpo, como
-dicen, y hace un rodeo enderezando su camino derecho á la isla de la
-Madera. Llegó á la isla del Puerto Sancto, jueves, 7 de Junio, donde
-paró á tomar leña, y agua, y refresco, y oyó misa, y hallóla toda
-alborotada y alzadas todas las haciendas, muebles, y ganados, temiendo
-no fuesen franceses; y luego, aquella noche, se partió para la isla
-de la Madera, que, como arriba dejamos dicho, está de allí unas 12
-ó 15 leguas, y llegó á ella el domingo siguiente, á 10 de Junio. En
-la villa le fué hecho muy buen recibimiento y mucha fiesta, por ser
-allí muy conocido, que fué vecino de ella en algun tiempo; estuvo allí
-proveyéndose cumplidamente de agua y leña, y lo demas necesario para
-su viaje, seis dias. El sábado, á 16 de Junio, partió con sus seis
-navíos de la isla de la Madera, y llegó, mártes siguiente, á la isla
-de la Gomera; en ella halló un corsario francés, con una nao francesa
-y dos navíos que habia tomado de castellanos, y, como vido los seis
-navíos del Almirante, dejó las anclas y el un navío, y dió de huir
-con el otro, el francés; envia tras él un navío, y como vieron, seis
-españoles que iban en el navío que llevaba tomado, ir un navío en su
-favor, arremeten con otros seis franceses que los iban guardando, y,
-por fuerza, métenlos debajo de cubierta, y así los trajeron. Aquí, en
-la isla de la Gomera, determinó el Almirante enviar los tres navíos
-derechos á esta isla Española, porque, si él se detuviese, diesen nueva
-de sí, é alegrar y consolar los cristianos con la provision de los
-bastimentos, mayormente dar alegría á sus hermanos, el Adelantado y D.
-Diego, que estaban por saber dél harto deseosos; puso por Capitan de
-un navío á un Pedro de Arana, natural de Córdoba, hombre muy honrado,
-y bien cuerdo, el cual yo muy bien cognoscí, hermano de la madre de
-D. Hernando Colon, hijo segundo del Almirante, y primo de Arana, el
-que quedó en la fortaleza con los 38 hombres que halló á la vuelta
-muertos el Almirante; el otro Capitan del otro navio, se llamó Alonso
-Sanchez de Carabajal, Regidor de la ciudad de Baeza, honrado caballero.
-El tercero, para el otro navío, fué Juan Antonio Columbo, ginovés,
-deudo del Almirante, hombre muy capaz y prudente, y de autoridad, con
-quien yo tuve frecuente conversacion; dióles sus instrucciones segun
-convenia, y en ellas les mandó, que, una semana uno, otra semana otro,
-fuese cada uno Capitan general de todos tres navíos, cuanto á la
-navegacion y á poner farol de noche, que es una lanterna con lumbre que
-ponen en la popa del navío, para que los otros navíos sepan y sigan por
-donde vá y guía la Capitana. Mandóles que fuesen al Oeste, cuarta del
-Sudueste, 850 leguas, y que entónces serian con la isla Dominica; de la
-Dominica, que navegasen Oest-Noroeste, y tomarian la isla de Sant Juan,
-y que fuesen por la parte del Sur della, porque aquel era el camino
-derecho para ir á la Isabela Nueva, que agora es Sancto Domingo. La
-isla de Sant Juan pasada, que dejasen la isla Mona al Norte, y de allí
-toparian luego la punta desta Española, que llamó de Sant Rafael, el
-cual agora es el cabo del Engaño; de allí á la Saona, la cual dice que
-hace buen puerto entre ella y esta Española. Siete leguas hay otra isla
-adelante, que se llama Sancta Catherina, y de allí á la isla Nueva,
-que es el puerto de Sancto Domingo, como dicho es, hay 25 leguas.
-Mandóles que donde quiera que llegasen y descendiesen á se refrescar,
-por rescate comprasen lo que hobiesen menester, y que á poco que diesen
-á los indios, aunque fuesen á los caníbales, que decian comer carne
-humana, habrian lo que quisiesen, y les darian los indios todo lo que
-tuviesen, pero si fuese por fuerza, lo esconderian y quedarian en
-enemistad. Dice más en la Instruccion, que él iba por las islas de Cabo
-Verde (las cuales, dice, que antiguamente se llamaban Gorgodes, ó segun
-otros, Hespéridos), y que iba, en nombre de la Santísima Trinidad,
-con propósito de navegar al Austro dellas hasta llegar debajo de la
-línea equinoccial, y seguir el camino del Poniente hasta que esta isla
-Española le quedase al Norueste, para ver si hay islas ó tierras.
-Nuestro Señor, dice él, me guie y me depare cosa que sea su servicio y
-del Rey y la Reina, nuestros señores, y honra de los cristianos, que
-creo que este camino jamás le haya hecho nadie, y sea esta mar muy
-incógnita. Y aquí acaba el Almirante su Instruccion.
-
-Tomada, pues, agua y leña y otras provisiones, quesos en especial,
-los cuales hay allí muchos y buenos, hízose á la vela el Almirante
-con sus seis navíos, jueves, 21 dias de Junio, la vía de la isla del
-Hierro, que dista de la Gomera obra de 15 leguas, y es, de las siete
-de las Canarias, hácia el Poniente, la postrera. Pasando della, tomó
-el Almirante su derrota, con una nao y dos carabelas, para las islas
-del Cabo Verde, y despidió los otros tres navíos en nombre de la Sancta
-Trinidad, y dice que le suplicó tuviese cargo dél y de todos ellos; y
-al poner del Sol se apartaron, y los tres navíos tomaron su vía para
-esta isla. Aquí el Almirante hace mencion á los Reyes del asiento que
-habia tomado con el rey de Portugal, que no pasasen los portugueses
-al Oeste de las islas de los Azores y Cabo Verde, y hace tambien
-mencion como los Reyes lo enviaron á llamar para que se hallase en
-los conciertos, con los que á la particion habian de concurrir, y que
-no pudo ir por la grave enfermedad que incurrió en el descubrimiento
-de la tierra firme de las Indias, conviene á saber, de Cuba, que tuvo
-siempre, como no la pudo rodear, aún hasta agora, por tierra firme;
-añide más, que luego sucedió la muerte del rey don Juan, ántes que
-pudiese aquello poner en obra. Debia ser, que como aquello se trató
-el año de 93 y 94, habria entretanto de entrambas partes impedimentos
-hasta el año de 97 que murió el rey D. Juan de Portugal, como arriba se
-vido, cap. 126, y por esto dice aquí el Almirante, que por la muerte
-del rey D. Juan no se pudo poner en obra. Siguiendo pues su camino
-el Almirante, llegó á las islas de Cabo Verde, las cuales, segun él
-dice, tienen falso nombre, porque nunca vido cosa alguna verde, sino
-todas secas y estériles. La primera que vido fué la isla de la Sal,
-miércoles, 27 de Junio, y es una isla pequeña; de allí fué á otra
-que tiene por nombre Buenavista, y es esterilísima, donde surgió
-en una bahía, y cabe ella esta una isleta chiquita; á esta isla se
-vienen á curar todos los leprosos de Portugal, y no hay en ella mas
-de seis ó siete casas. Mandó el Almirante sacar las barcas á tierra
-para se proveer de sal y carne, porque hay en ella gran número de
-cabras. Vino un Mayordomo, de cuya era aquella isla, llamado Rodrigo
-Alonso, escribano de la Hacienda del rey en Portugal, á los navíos á
-ofrecer al Almirante lo que en ella hobiese, que él hobiese menester;
-agradescióselo é hízole dar del refresco de Castilla con que se gozó
-mucho. Aquel le hizo relacion de como venian allí los leprosos á se
-curar de su lepra, por la abundancia grande que hay de tortugas en
-aquella isla, que comunmente son tan grandes como adargas; comiendo del
-pescado dellas, y lavándose con la sangre dellas muchas veces, sanan
-de la lepra; vienen allí tres meses del año, Junio, Julio y Agosto,
-infinitas tortugas de hácia la tierra firme, que es Etiopía, á desovar
-en la arena, las cuales, con las manecillas y piés, escarban en el
-arena y desovan sobre quinientos huevos y más, tan grandes como de
-gallina, salvo que no tienen la cáscara dura, sino un hollejo tierno
-que cubre la yema, como el hollejo que tienen los huevos de la gallina
-quitada la cáscara dura; cubren los huevos con el arena como si lo
-hiciese una persona, y allí el sol los ampolla, y, formados y vivos
-los tortuguitos, luego se van á buscar la mar, como si vivos y por sus
-piés hubieran salido della. Tomaban allí las tortugas de esta manera;
-que con lumbre de noche, que son hachas de leña seca, van buscando el
-rastro de la tortuga, que no lo hace chico, y hállanla durmiendo de
-cansada; llegan de presto y trastórnanla, volviendo la concha de la
-barriga arriba, y la del lomo abajo, y déjanla, porque segura queda que
-ella se pueda volver, y luego van á buscar otra: y lo mismo hacen los
-indios en la mar, que si llegan estando durmiendo y la vuelven, queda
-segura para tomarla cuando quisieren, puesto que otro mejor arte tienen
-los indios en tomarlas en la mar, como se dirá, si Dios quisiere,
-cuando trataremos de la descripcion de Cuba. Los sanos que vivian en
-aquella isla de Buenavista, como ni áun agua no tienen, sino salobre
-de unos pozos, eran seis ó siete vecinos, cuyo ejercicio era matar
-cabrones y salar los cueros para inviar á Portogal en las carabelas
-que allí por ellos vienen, de los cuales, les acaescia en un año matar
-tantos, y enviar tantos cueros, que valian 2.000 ducados al Escribano,
-cuya era la isla; habíanse criado tanta multitud de cabras y machos de
-solas ocho cabezas. Acaecíales á aquellos que allí vivian, estar cuatro
-y cinco meses que ni comian pan ni bebian vino, ni otra cosa, sino
-aquella carne cabruna, ó pescado, ó las tortugas; todo esto dijeron
-aquellos al Almirante. Partióse de allí, sábado, de noche, 30 de
-Junio, para la isla de Santiago, y domingo, á hora de vísperas, llegó
-á ella, porque dista 28 leguas; y esta es la principal de las de Cabo
-Verde. Quiso en esta tomar ganado vacuno, para traer á esta Española,
-porque los Reyes se lo habian mandado, y para ello estuvo allí ocho
-dias y no pudo haberlo; y porque la isla es enfermísima, porque se asan
-en ella los hombres, y le comenzaba su gente á enfermar, acordó de
-partirse. Torna el Almirante á decir que quiere ir al Austro, porque
-entiende, con ayuda de la Santísima Trinidad, hallar islas y tierras,
-con que Dios sea servido, y sus Altezas y la cristiandad hayan placer,
-y que quiere ver cual era la intincion del rey D. Juan de Portogal,
-que decia que al Austro habia tierra firme; y por esto dice que tuvo
-diferencias con los reyes de Castilla, y en fin, dice, que se concluyó
-que el rey de Portogal hobiese 370 leguas de las islas de los Azores y
-Cabo Verde, del Oeste al fin del Norte, de polo á polo; y dice más, que
-tenia el dicho rey D. Juan por cierto, que dentro de sus límites habia
-de hallar cosas y tierras famosas. Viniéronle á ver ciertos principales
-de aquella isla de Santiago, y dijéronle que al Sudoeste de la isla
-del Fuego, que es una de las mismas de Cabo Verde, que está desta 12
-leguas, se veia una isla, y que el rey D. Juan tenia gran inclinacion
-de enviar á descubrir al Sudoeste, y que se habian hallado canoas, que
-salian de la costa de Guinea, que navegaban al Oeste con mercadurías.
-Aquí torna el Almirante á decir, como que hablara con los Reyes: «Aquel
-que es trino y uno me guie, por su piedad y misericordia, en que yo
-le sirva, y á Vuestras Altezas dé algun placer grande y á toda la
-Cristiandad, así como fué de la fallada de las Indias, que sonó en todo
-el mundo.»
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXXXII.
-
-
-Miércoles, 4 dias de Julio, mandó alzar y dar las velas de aquella
-isla de Santiago, en la cual, dice que, despues que á ella llegó,
-nunca vido el sol ni las estrellas, sino los cielos cubiertos de tan
-espesa neblina, que parecia que la podian cortar con cuchillo, y
-calor intensísimo que los angustiaba, y mandó gobernar por la vía del
-Sudueste, que es camino que lleva desde aquellas islas al Austro y
-Mediodia, en nombre, dice él, de la Santa é individua Trinidad, porque
-entónces estaria Leste-Oeste con la tierra de la Sierra Leona y cabo
-de Sancta Ana, en Guinea, que es debajo de la línea equinoccial, donde
-dice que debajo de aquel paralelo del mundo se halla más oro y cosas
-de valor; y que despues navegarian, placiendo á Nuestro Señor, al
-Poniente, y de ahí pasaria á esta Española, en el cual camino veria
-la opinion del rey D. Juan, susodicha. Y que pensaba experimentar lo
-que decian los indios de esta Española, que habia venido á ella, de la
-parte del Austro y del Sueste, gente negra, y que trae los hierros de
-las açagayas de un metal que llaman guanin, de lo cual habia enviado
-á los Reyes hecho el ensayo, donde se halló que de las treinta y dos
-partes, las diez y ocho eran de oro, y las seis de plata, y las ocho
-de cobre. Prosiguiendo por este su camino del Sudoeste, comenzó á
-hallar hierbas de las que se topan camino derecho destas Indias; y
-dice aquí el Almirante, despues que anduvo 480 millas, que hacen 120
-leguas, que, en anocheciendo, tomó el altura, y halló que el estrella
-del Norte estaba en 5°; pero á mí parece, que debia haber andado más
-de 200 leguas, y que está errada la letra, porque más camino hay por
-aquel rumbo de 200, desde las islas de Cabo Verde y de la de Santiago,
-de donde partió, hasta ponerse un navío en 5° de la equinoccial, como
-verá cualquiera marinero que lo mirare por la carta y por el altura
-lo mismo. Y dice que allí, viernes, 13 dias de Julio, le desmamparó
-el viento, y entró en tanto calor y ardor, y tan vehemente, que temió
-que los navíos se le encenderian y la gente pereceria; fué todo tan
-de golpe y súbito, cesar el viento y sobrevenir el calor excesivo y
-desordenado, que no habia persona que osase asomar á entrar abajo de
-cubierta, para remediar la vasija del vino y agua, que se le reventaba
-rompiéndose los aros de las pipas; el trigo ardia como fuego; los
-tocinos y carne salada se asaban y podrecian; duróle aqueste ardor y
-fuego ocho dias. El primero fué claro con sol que los asaba; proveyóle
-Dios con menor daño, porque los siete siguientes llovió y hizo nublado,
-pero con todo esto no hallaban remedio para que esperasen que no habian
-de perecer de quemados, y si, como el primer dia hizo sol y claro, los
-siete lo hiciera, dice aquí el Almirante, que fuera imposible escapar
-con vida hombre dellos, y así, fueron divinalmente socorridos con
-lloverles algunos aguaceros y hacer aquellos dias nublados. Determinó,
-de que si Dios le diese viento para salir de aquella angustia, correr
-al Poniente algunos dias, y despues que se viese en alguna templanza,
-tornar hácia el Austro, que era el camino que proseguir deseaba.
-Nuestro Señor, dice él, me guie y dé gracia, que yo le sirva, y á
-Vuestras Altezas traiga nuevas de placer; dice que se acordó estando en
-estas ardientes brasas, que cuando venia á estas Indias en los viajes
-pasados, siempre que llegaba hácia el Poniente 100 leguas, en paraje
-de las islas de los Azores, hallaba mudamiento en la templanza de
-Septentrion al Austro, y por esto se queria ir al Poniente á poner en
-el dicho paraje. En el mismo paralelo debia de ir el Almirante, ó por
-mejor decir, meridiano, que llevó Hanon, Capitan de los cartagineses,
-con su flota, que saliendo de Cáliz y pasando al Océano, á la siniestra
-de Libia ó Etiopía, despues de treinta dias, yendo hácia el Mediodia,
-entre otras angustias que pasó, fué tanto el calor y fuego que padeció,
-que parescia que se asaban; oyeron tantos truenos y relámpagos, que
-los oidos les atormentaban y los ojos les cegaban, y no parecia sino
-que llamas de fuego caian del cielo. Esto dice Amiano, entre los
-historiadores griegos, seguidor de verdad, muy nombrado en la «Historia
-de la India» hácia el cabo, y refiérelo Ludovico Celio, en el lib.
-I, cap. 22 de las «Lectiones antiguas.» Así que, tornando á los dias
-trabajosos, el sábado, que se contaron 14 de Julio, estando las Guardas
-en el brazo izquierdo, dice que tenia el Norte en 7.º; vido grajos
-negros y blancos, que son aves que no se alejan mucho de la tierra, y
-por esto tiénense por señal de tierra. Enfermó en este camino de gota
-y de no dormir, pero no por eso dejaba de velar y trabajar con gran
-cuidado y diligencia. Domingo y lúnes vieron las mismas aves y más
-golondrinas, y parecieron unos peces que se llaman botos, que son poco
-más ó ménos que grandes terneras, que tienen la cabeza muy roma ó bota.
-Dice aquí el Almirante, incidentemente, que las islas de los Azores,
-que antiguamente se llamaban Casetérides, están situadas en fin del
-quinto clima. Juéves, 19 de Julio, hizo tan grande é intenso calor,
-que pensaron arderse los hombres con las naos; pero porque nuestro
-Señor, á vueltas de las aflicciones que dá, suele, con interpolacion
-del contrario, alivianarlas; socorrióle con su misericordia al cabo
-de aquellos siete ú ocho dias, dándole muy buen tiempo para desviarse
-de aquel fuego, con el cual buen viento navegó hácia Poniente diez
-y siete dias, siempre con intincion de tornar al Austro y ponerse,
-como arriba dijo, en tal region, que le quedase aquesta Española al
-Norte ó Setentrion donde pensaba que habia de hallar tierra, ántes ó
-despues del dicho paraje; y así entendia remediar los navíos que ya
-iban abiertos del calor pasado, y los bastimentos que en mucho tenia,
-por la necesidad que dellos tenia para traerlos á esta isla, y los
-muchos trabajos que al sacar de Castilla le costaron, é iban perdidos
-cuasi y dañados. El Domingo, 22 de Julio, á la tarde, ya que iba con
-el buen tiempo, vieron pasar innumerables aves del Oesudueste hácia
-el Nordeste; dice que era gran señal de tierra. Lo mismo vieron el
-lúnes siguiente y los dias despues, uno de los cuales vino á la nao
-del Almirante un alcatraz y otros muchos parecieron otro dia, y las
-otras aves que se llaman rabihorcados. Al décimo séptimo dia del buen
-tiempo que llevaba esperaba el Almirante ver tierra, por las dichas
-señales de las aves vistas, y como no la vido el lúnes, otro dia,
-mártes, 31 dias de Julio, como le faltase ya el agua, deliberó de mudar
-derrota, y esta era el Oeste y se acostar á la mano derecha, é ir á
-tomar á la isla Dominica, ó alguna de los caníbales, que hoy llaman los
-caribes; y así mandó gobernar al Norte, cuarta del Nordeste, y anduvo
-por aquel camino hasta medio dia, pero como su divina Majestad, dice
-él, haya siempre usado de misericordia conmigo, por acertamiento, y
-acaso, subió un marinero de Huelva, criado mio, que se llamaba Alonso
-Perez, á la gavia, y vido tierra al Oeste, y estaba 15 leguas della,
-y lo que pareció della fueron tres mogotes, ó tres montañas. Puso
-nombre á esta tierra, la isla de la Trinidad, porque así lo llevaba
-determinado, que la primera tierra que descubriese así se llamase, y
-plugo, dice él, á Nuestro Señor, por su alta Magestad, que la vista
-primera fueron todos juntos tres mogotes, digo, tres montañas, todas
-á un tiempo y en una vista. Su alta potencia por su piedad me guie,
-dice él, y en tal manera, que haya él mucho servicio, y Vuestras
-Altezas mucho placer; que es cierto que la fallada desta tierra, en
-esta parte, fué gran milagro, atanto como la fallada del primer viaje.
-Estas son sus palabras. Dió infinitas gracias á Dios, como tenia de
-costumbre, y todos alabaron á la bondad Divina, y con gran regocijo y
-alegría, dijeron, cantada, la _Salve Regina_, con otras coplas y prosas
-devotas que contienen alabanzas de Dios y de Nuestra Señora, segun la
-costumbre de los marineros, al ménos los nuestros de España, que con
-tribulaciones y alegrías suelen decirla. Aquí hace una digresion y
-epílogo de los servicios que ha hecho á los Reyes, y de la voluntad
-que siempre tuvo encendida de les servir, no como malas lenguas, dice
-él, y falsos testigos por invidia dijeron; y cierto yo creo que estos
-tales tomó Dios por instrumentos para le afligir, porque le quiso bien,
-porque muchos, sin por qué ni para qué, le infamaron y estorbaron estos
-negocios, y hicieron que los Reyes se atibiasen y cansasen de gastar y
-tener aficion y estima de que estas Indias habian de dar provecho, al
-ménos que fuese más que los gastos con augmento les viniesen. Repite
-el calor que padeció, y como áun iba hoy por el mismo camino paralelo,
-sino que por se llegar á la tierra por la vía que tomó cuando mandó
-gobernar al Poniente, porque la tierra echa de sí frescores que salen
-de sus fuentes y rios, y de sus aguas, causan templanza y suavidad, y
-por esta causa, dice que pueden navegar los portogueses que van á la
-Guinea, que está debajo de la línea equinoccial, porque van de luengo
-de tierra ó de costa, como es comun hablar; dice más, que agora estaba
-en el mismo paralelo de donde llevan el oro al rey de Portogal, por lo
-cual creyó que quien buscase aquellos mares hallaria cosas de valor.
-Confiesa aquí que no hay hombre en el mundo á quien Dios haya echo
-tanta merced, y le suplica que le depare cosa con que Sus Altezas
-reciban mucho placer y toda la cristiandad; y dice que, aunque otra
-cosa de provecho no hobiese, sino estas tierras tan hermosas, que son
-tan verdes y llenas de arboledas y palmas, que llevan ventaja á las
-huertas de Valencia por Mayo, se deberian mucho de estimar, y dice en
-esto verdad, y adelante lo encarecerá, con mucha razon, más. Dice, que
-cosa es de milagro que tan cerca de la equinoccial, como á 6°, tengan
-los reyes de Castilla tierras, estando la Isabela de la dicha línea
-distante 24°.
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-CAPÍTULO CXXXIII.
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-Vista, pues, la tierra, con gran consuelo de todos, deja el camino
-que queria llevar en busca de alguna de las islas de los caníbales
-para proveerse de agua, de que tenia gran necesidad, y da la vuelta
-sobre la tierra que habian visto, hácia un cabo que parecia estar al
-Poniente, al cual llamó cabo de la Galera, por una peña grande que
-tenia que desde léjos parecia galera que iba á la vela; llegaron allí á
-hora de completas; vieron buen puerto, sino que era hondo y pesóle al
-Almirante, por no poder en él entrar, siguió su camino á la punta que
-habia visto, que era hácia el Austro siete leguas, y no halló puerto.
-En toda la costa halló que las arboledas llegaban hasta la mar, la
-cosa mas hermosa que ojos vieron. Dice que esta isla debe ser grande;
-gente pareció, y una canoa cargada dellos de léjos, que debian estar
-pescando, fuéronse huyendo á tierra á unas casas que allí parecian; la
-tierra era muy labrada y alta, y hermosa. Miércoles, 1.º de Agosto,
-corrió la costa abajo hácia el Poniente, cinco leguas, y llegó á una
-punta, donde surgió con todos tres navíos, y tomaron agua de fuentes y
-de arroyos; hallaron rastro de gente, instrumento de pescar, y rastro
-de cabras, pero no eran sino de venados, que hay mucho por aquellas
-tierras; dice que hallaron lignaloes, y palmares grandes, y tierras muy
-hermosas, de que sean dadas infinitas gracias á la Sancta Trinidad;
-estas son sus palabras. Vido muchas labranzas por luengo de costa, y
-muchas poblaciones; vido desde allí, hácia la parte del Sur ó Austro,
-otra isla, que el luengo della iba más de 20 leguas; y bien pudiera
-decir 500, porque esta es la tierra firme, de la cual, como vido un
-pedazo, parecióle que seria isla, á esta puso nombre la isla Sancta.
-Dice aquí, que no quiso tomar algunos indios por no escandalizar
-la tierra. Del cabo de la Galera á la punta donde tomó el agua, que
-creo que la nombró la Punta de la Playa, dice que, habiendo sido gran
-camino, y corríase leste gueste (debe decir de Levante á Poniente se
-andaba), no habia puerto en todo aquel camino, pero era tierra muy bien
-poblada y labrada, y de muchas aguas y arboledas muy espesas, la cosa
-más hermosa del mundo, y los árboles hasta la mar. Es aquí de saber,
-que cuando los árboles de la tierra llegan hasta la mar, es señal que
-aquella costa de mar no es brava, porque cuando es brava, no hay árbol
-por allí ninguno, escombrado arenal. La corriente surgente, que es la
-que viene de arriba, y la montante, que es la que para arriba sube de
-abajo, dice que parece ser grande. La isla que le queda al Sur, dice
-ser grandísima, porque va ya descubriendo la tierra firme, aunque no
-estimaba sino que isla era. Dice que vino á buscar puerto de luengo
-de la isla de la Trinidad, jueves, 2 dias de Agosto, y llegó hasta el
-Cabo de la isla de la Trinidad, que es una punta, á la cual puso por
-nombre la Punta del Arenal, que está al Poniente; por manera que ya era
-entrado en el Golfo que llamó de la Ballena, donde padeció gran peligro
-de perder todos los navíos, y él aún no sabia que estaba cercado de
-tierra, como se verá. Este Golfo es cosa maravillosa, y peligrosa por
-el rio grandísimo que entra en él, que se llama Yuyaparí, la última
-sílaba luenga, este viene de más de 300 y creo que de 400 leguas, y las
-300 se han ido por él arriba, dello con nao, y dello con bergantines,
-y dello con grandes canoas; y como sea grandísimo el golpe del agua
-que trae siempre, mayormente en este tiempo de Julio y Agosto, en que
-por allí el Almirante andaba, que es tiempo de muchas aguas, como en
-Castilla por Octubre y Noviembre, y así queria naturalmente salir á
-la mar, la mar con su ímpetu grande, de su misma naturaleza, querria
-quebrar en la tierra, y como aquel Golfo esté cercado de tierra
-firme por una parte, y por otra la isla de la Trinidad, y así sea
-estrechísimo para tan impetuoso poder de aguas contrarias, es necesario
-que cuando se junten, haya entre ellas terrible pelea, y peligrosísimo
-para los que allí se hallaren, el combate. Dice aquí que la isla de la
-Trinidad es grande, porque desde el cabo de la Galera hasta la Punta
-del Arenal, donde al presente estaba, dice que habia 35 leguas; digo
-yo que hay más de 45, como verá el que lo quisiere ver por las cartas
-del marear, puesto que no tiene agora aquellos nombres escritos en
-las cartas, porque ya se han olvidado, y verlo hán, considerando el
-camino que el Almirante trujo hasta llegar allí, é por qué parte vido
-la primera tierra della, y de allí dónde fué á parar, y así coligirá
-cual llamó el cabo de la Galera, y cual la Punta del Arenal. No es de
-maravillar que el Almirante no tasase puntualmente las leguas de la
-isla, porque iba bajándola pedazo á pedazo. Mandó salir en esta Punta
-del Arenal y fin de la isla, hácia el Poniente, la gente en tierra
-para que se holgasen y recreasen, porque venian cansados y fatigados,
-los cuales hallaron la tierra muy hollada de venados, aunque ellos
-creian que eran cabras. Este jueves, 2 de Agosto, vino de hácia
-Oriente una gran canoa, en que venian 25 hombres, y llegados á tiro de
-lombarda dejaron de remar, y á voces dijeron muchas palabras; creia
-el Almirante, y yo así lo creo, que preguntarian qué gente eran, así
-como suelen los otros de las Indias, á lo cual respondieron, no con
-palabras, sino mostrándoles ciertas bacinetas de laton, y otras cosas
-lucias, para que se llegasen á la nao, con meneos y señas halagándoles.
-Acercáronse algo, y despues venian arredrados del navío; y, como no
-se quisiesen allegar, mandó el Almirante subir al castillo de popa
-un tamborino, y á los mancebos de la nao que bailasen, creyendo
-agradarles, pero no lo sintieron así, ántes como vieron tañer y bailar,
-tomáronlo por señal de guerra, y como si fuera desafiarlos; dejaron
-todos los remos y echaron mano á sus arcos y flechas, embrazó cada uno
-su tablachina, y comenzaron á tirarles una buena nubada de flechas.
-Visto esto por el Almirante, mandó cesar la fiesta de tañer y bailar, y
-sacar sobre cubierta algunas ballestas, y tirarles con dos ballestas,
-no más de para asombrarlos; los cuales, luego, tiradas las flechas, se
-fueron á una de las dos carabelas, y, de golpe, sin temor, se pusieron
-debajo la popa, y el piloto de la carabela, sin temor tambien alguno,
-se descolgó de la popa abajo, y entróse con ellos en la canoa con
-algunas cosas que les dió; y entre ellas dió un sayo y un bonete á uno
-dellos que parecia hombre principal. Ellos le tornaron en ella, y, como
-en reagradecimiento de lo que les habia dado, por señas, le dijeron
-que se fuese á tierra y que allí le traerian de lo que ellos tenian.
-Él aceptó que iria y ellos se fueron á tierra; el Piloto entró en la
-barca y fué á pedir licencia al Almirante á la nao, y desque vieron que
-no iba derecho á ellos, no lo esperaron más, y así se fueron y nunca
-más el Almirante ni otro los vido. Por haberse así alterado y enojado
-del tamborino y de los bailes, parece que aquello debian de tener entre
-sí por señal de guerra. Díjome un criado del Almirante, que se llamó
-Bernaldo de Ibarra, que vino este viaje allí con él, y me lo dió por
-escrito, y hoy lo tengo de su letra en mi poder, que vino al navío del
-Almirante un señor y Cacique desta isla de la Trinidad, que traia una
-diadema de oro en la cabeza, y váse al Almirante que tenía una gorra
-de carmesí, é hácele acatamiento é besa su diadema, y con la otra
-mano quita la gorra al Almirante y él pónele la diadema, y él puso en
-su cabeza la gorra de carmesí quedando muy rico y muy contento. Dice
-aquel Almirante, que estos todos eran mancebos, y muy bien dispuestos
-y ataviados, aunque no creo que traian mucha seda ni brocado, de lo
-cual, tambien creo que los españoles y el Almirante más se gozaran,
-pero venian ataviados de arcos y flechas y tablachinas; no eran tan
-bazos como otros, ántes más blancos que otros que hobiese visto en
-estas Indias, y de muy buenos gestos y hermosos cuerpos, los cabellos
-largos y llanos, cortados á la guisa de Castilla, traian la cabeza
-atada con un pañezuelo de algodon tejido de labores y colores, el cual
-creia el Almirante que era almaizar; otro destos pañezuelos, dice, que
-traian ceñido, y se cobijaban con él en lugar de pañetes; dice que no
-son negros, puesto que estan cerca de la equinoccial, sino de color
-indio, como todos los otros que ha hallado. Son de muy linda estatura,
-andan desnudos, son belicosos, traen los cabellos muy largos como las
-mujeres en Castilla, traen arcos y flechas con plumas, y al cabo dellas
-un hueso agudo con espina, como un anzuelo, y traen tablachinas, lo que
-hasta aquí no habia visto; y segun de las señas y meneos que hacian,
-dice que, lo pudo comprender, ellos creian que venia el Almirante de la
-parte del Sur, por lo cual juzgaba que á la parte del Sur debia haber
-tierras grandes, y decia bien, pues tan grande es la tierra firme que
-gran parte ocupa del Sur. La templanza desta tierra, dice que es muy
-grande, y muéstralo, segun él, la color de la gente y los cabellos que
-son todos correntios, y el arboleda muy espesa, que en toda parte hay;
-dice que es de creer, que pasada la comarca, 100 leguas al Oeste de
-los Azores, que muchas veces ha dicho que hace mudamiento el cielo, y
-la mar, y la templanza, y esto, dice, es manifiesto, porque aquí donde
-estaba, tan llegado á la equinoccial, cada mañana dice que habia frio,
-y era el sol en Leon. Dice gran verdad, porque yo que escribo esto, he
-estado allí ó cerca de allí, é habia menester ropa las noches y las
-mañanas, en especial por Navidad. Las aguas corrian al Poniente más
-que el rio de Sevilla, crecia y menguaba el agua de la mar 65 pasos
-y más, que en Barrameda, que podian poner á monte carracas; dice que
-aquella corriente va tan recia por ir entre aquellas dos islas, la
-Trinidad y la que llamó Santa, y despues adelante llamó isla de Gracia.
-Y dice isla á tierra firme, porque ya entraba por entrambas, que estan
-apartadas dos leguas, que es como un rio, como parece por la carta;
-hallaron fuentes de las desta Española, y los árboles y las tierras,
-y la templanza del cielo; en esta Española, pocas frutas se hallaron
-de las naturales de la tierra. La templanza mucha más es la de aquella
-tierra que no la desta Española sino es en las minas de Cibao y en
-algunas otras provincias della, como ya arriba queda dicho. Hallaron
-ostias ú ostras muy grandes, pescado infinito, papagayos grandes como
-pollas; dice que en esta tierra y en toda la tierra firme son los
-papagayos mayores que ninguno de los destas islas, y son verdes, la
-color muy clara como blancaza, pero los de las islas son más verdes,
-y color algo más oscuro; tienen todos los de la tierra firme los
-pescuezos de color amarillo como manchas, y las puntas de arriba de las
-alas con manchas coloradas, y algunas plumas amarillas por las mismas
-alas; los de estas islas, ninguna cosa tienen amarilla, los pescuezos
-tienen colorados á manchas; los de esta Española, tienen un poco blanco
-encima del pico; los de Cuba tienen aquello colorado y son más lindos;
-los de la isla de Sant Juan, creo que tiran á los desta isla, y no he
-mirado si tambien los de Jamáica; finalmente, parece que son en algo
-diferentes los de cada isla. En esta tierra firme, donde agora está el
-Almirante, hay una especie de papagayos que creo que no hay en otra
-parte, muy grandes, poco ménos que gallos, todos colorados con algunas
-plumas, en las alas, azules y algunas prietas; estos jamás hablan, no
-tienen otra cosa de que se goce dellos, sino de la vista, en lo demas
-son desgraciados; llámanse por los indios guacamayas: todos los demas
-es cosa maravillosa lo que parlan, si no son los muy chiquitos, que se
-llaman xaxaues, como arriba dijimos.
-
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-
-CAPÍTULO CXXXIV.
-
-
-Estando en esta Punta del Arenal, que es fin de la isla de la Trinidad,
-vido hácia el Norte, cuarta del Nordeste, á distancia de 15 leguas, un
-cabo ó punta de la misma tierra firme y esta fué la que se llama Paria.
-El Almirante, creyendo que era otra isla distinta, púsola nombre la
-isla de Gracia; la cual, dice que va al Oeste, que es el Poniente, y
-que es altísima tierra, y dijo verdad, porque por toda aquella tierra
-firme van grandes cordilleras de sierras muy altas. Sábado, 4 dias de
-Agosto, determina ir á ver la isla de Gracia, y levantó las anclas y
-dió las velas de la dicha Punta del Arenal, donde surgido estaba; y por
-aquella como angostura, por donde entró en el golfo de la Ballena (no
-era más de dos leguas, porque de una parte la Trinidad y de otra la
-tierra firme), salia el agua dulce muy corriente. Vino de hácia la del
-Arenal, de la isla de la Trinidad, una tan gran corriente, por la parte
-del Sur, como pujante avenida (y era del poder grande del rio Yuyaparí
-que al Sur está, y el áun no lo via), con tan grande estruendo y ruido
-que á todos espantó, del cual no pensaron escapar; y como el agua del
-mar resistió, viniendo por el contrario, se levantó la mar, haciendo
-una muy gran loma y muy alta, la cual levantó la nao y púsola encima de
-la loma, cosa que nunca jamás ni oyó ni vido, y al otro navío alzó las
-anclas, que áun debia de tener echadas, y echólo más á la mar, y con
-las velas anduvo hasta que salió de la dicha loma. Plugo á Dios que no
-les hizo daño, dice aquí el Almirante, y, cuando escribió este caso á
-los Reyes, dijo: «Áun hoy en dia tengo el miedo en el cuerpo, que no me
-trabucó la nao cuando llegó debajo della; por este gran peligro puse
-á esta boca nombre, la Boca de la Sierpe.» Llegado á la tierra firme
-que via por aquella parte, y creia que era isla, vido cabe aquel Cabo
-dos isletas en medio de otra boca, que hacen aquel Cabo de la tierra
-firme, el cual llamó cabo Boto por ser grueso y romo, y otro cabo de la
-Trinidad que nombró Boto; la una isleta nombró el Caracol, la otra el
-Delfin. Esta estrechura de la Punta ó cabo de la Punta de Paria, y el
-cabo Boto de la Trinidad, no tiene sino cinco leguas, y están en medio
-las dichas isletas; por la cual estrechura y el ímpetu del gran rio
-Yuyaparí, é las olas procelosas de la mar, hacen esta entrada y salida
-en grande manera peligrosa, y porque el Almirante con trabajo y peligro
-suyo tambien, lo experimentó, llamó aquella entrada angostura la Boca
-del Drago, y así se llama comunmente hoy. Fué de luengo de costa de la
-tierra firme de Paria, quél creia ser isla, y la nombró isla de Gracia,
-hácia la parte del Oeste, á buscar puerto. Desde la Punta del Arenal,
-que es el un cabo de la Trinidad, como se dijo, y está la vuelta del
-Sur, hasta el otro cabo Boto, que es de la misma isla de la Trinidad,
-que está á la mar, dice el Almirante haber 26 grandes leguas, y por
-aquesta parte parece ser el ancho de la dicha isla, y están los dichos
-cabos Norte y Sur. Habia grandes hileros de corrientes, el uno al
-contrario del otro; sobrevenian muchos aguaceros como era el tiempo de
-las aguas, como arriba dijimos. La isla de Gracia es, como está dicho,
-tierra firme, y dice el Almirante que es tierra altísima y toda llena
-de árboles, que llega hasta la mar; esto porque como aquel golfo está
-cercado de tierra, no hay resaca ni olas que quiebren en la tierra
-como donde están descubiertas las playas. Dice que, estando á la punta
-ó cabo della, vido una isla altísima al Nordeste, que estaría dél 26
-leguas, púsole nombre la Bellaforma, porque debia tener de léjos buen
-parecer, pero todo esto es la tierra firme, que como se mudaba con
-los navíos de una parte á otra dentro del golfo, cercado de tierra,
-hacíanse algunas abras que parecian hacer distincion de tierras que
-estuviesen apartadas, y estas llamaba el Almirante islas, porque ansí
-lo juzgaba. Navegó, domingo, 5 de Agosto, cinco leguas de la punta
-del cabo de la Paria, que es el cabo oriental desta isla de Gracia;
-vido muy buenos puertos, juntos unos de otros, y casi toda esta mar
-dice que es puerto, porque está cercada de islas y no hace ola alguna.
-Llamaba islas á las partes que se le abrian de tierra firme, porque no
-hay más de sola la isla de la Trinidad, y tierra firme, que cercan á
-este golfo quél dice agora mar. Envió á tierra las lanchas, y hallaron
-pescado y fuego, y rastro de gente, y una casa grande descubierta; de
-allí anduvo ocho leguas, donde halló puertos buenos. Esta parte desta
-isla de Gracia dice ser tierra altísima y hace muchos valles, y todo
-debe de ser poblado, dice él, porque lo vido todo labrado; los rios
-son muchos, porque cada valle tiene el suyo de legua á legua; hallaron
-muchas frutas y unas como uvas y de buen sabor, y mirabolanos muy
-buenos, y otras como manzanas, y otras, dice, como naranjas y lo de
-dentro es como higos; hallaron infinitos gatos paules; las aguas, dice,
-las mejores que se vieron. Esta isla, dice, es toda llena de puertos,
-esta mar es dulce, puesto que no del todo, sino salobre como la de
-Cartagena; más abajo dice que es dulce como la del rio de Sevilla, y
-esto causaba cuando topaba con alguna hilera del agua de la mar, que
-salobraba la del rio. Navegó á un ancon, lúnes, 6 dias de Agosto, cinco
-leguas, donde salió y vido gente, y vino luego una canoa con cuatro
-hombres á la carabela que estaba más cercana á tierra, y el piloto
-della llamó los indios como que queria ir á tierra con ellos, y, en
-allegando y entrando, anególes la canoa, y ellos andando nadando,
-cogió y trújolos al Almirante. Dice que son de la color de todos los
-otros de las Indias; traen dellos los cabellos muy largos, otros así
-como nosotros, ninguno hay tresquilado como en la Española y en las
-otras tierras. Son de muy linda estatura, y todos sobrecrecidos;
-traen el miembro genital atado y cubierto, y las mujeres van todas
-desnudas, como sus madres las parieron. Esto dice el Almirante, pero
-yo he estado, como arriba dije, cerca de aquella tierra, 30 leguas,
-pero nunca vide que las mujeres no tuviesen sus vergüenzas, al ménos,
-cubiertas; debe de querer decir el Almirante, que andaban como sus
-madres las parieron cuanto á lo demas del cuerpo. Estos indios, dice
-el Almirante, luego que aquí fueron, diles cascabeles y cuentas, y
-azúcar, y los invié á tierra, á donde estaba dellos una gran batalla,
-y despues que supieron el buen tratamiento todos querian venir á los
-navíos; vinieron los que tenian canoas, y fueron muchos, y á todos
-se les hizo buen acogimiento, y se les mostró amorosa conversacion,
-dándoles de las cosas que les agradaban; preguntábales el Almirante,
-y ellos respondian, pero no se entendian; trujéronles pan y agua, y
-unos brebajes, como vino verde; andan muy ataviados de arcos, flechas
-y tablachinas y las flechas traen casi todos con hierba. Mártes, 7 de
-Agosto, vinieron infinitos indios por mar y por tierra, y todos traian
-de su pan y maíz, y cosas de comer, y cántaros de brebaje, dello blanco
-como leche, de sabor de vino; dello verde, y dello de color colorado;
-cree que todo sea de frutas. Lo más ó todo hacen de maíz, sino que
-el maíz es blanco y morado y colorado, de aquí viene ser el vino de
-diversas colores; el verde, no sé de qué se haga. Traian todos sus
-arcos y flechas con hierba, muy á punto; no se daban nada por cuentas,
-dieran cuanto tuvieran por cascabeles, y otra cosa no demandaban.
-Hacian mucho por el laton; esto es cierto que lo estimaban mucho, y
-daban en esta Española por un poco de laton cuanto les pidieran de
-oro, que tuvieran, y así creo que fué siempre en todas estas Indias,
-á los principios; llamábanlo turey, cuasi venido del cielo, porque al
-cielo llamaban tureyro; hallan en él no se qué olor que á ellos mucho
-les agrada. Aquí dice ahora el Almirante que todo cuanto les daban, de
-Castilla, lo olian luego que se lo daban. Trajeron papagayos de dos
-ó tres maneras, en especial de los muy grandes que hay en la isla de
-Guadalupe, dice él, con la cola larga; trajeron pañizuelos de algodon
-muy labrados y tejidos, con colores y labores como los llevan de
-Guinea, de los rios á la Sierra Leona, sin diferencia, y dice que no
-debe comunicar con aquellos, porque hay de aquí donde él agora está,
-allá, más de 800 leguas; abajo dice que parecen almayzares.
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-
-CAPÍTULO CXXXV.
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-Deseaba, dice, tomar media docena de indios para llevar consigo, y
-dice que no pudo tomarlos, porque se fueron todos de los navíos ántes
-que anocheciese; pero mártes, luego, 8 de Agosto, vino una canoa con
-12 hombres á la carabela, y tomáronlos todos, y trajéronlos á la nao
-del Almirante, y dellos escogió seis y los otros seis invió á tierra;
-esto parece que lo hacia el Almirante sin escrúpulo, como otras muchas
-veces en el primer viaje lo hizo, no le pareciendo que era injusticia
-y ofensa de Dios y del prójimo, llevar los hombres libres contra su
-voluntad, quitando los padres á los hijos, y las mujeres á sus maridos,
-y que segun ley natural estaban casados, y que ellas otros, ni otras
-ellos, podian tomar sin pecar y quizá mortalmente, de lo cual era el
-Almirante causa eficaz; y otra circunstancia, que venian á los navíos
-aquellos so tácita seguridad y confianza prometida, la cual les debian
-guardar, allende el escándalo y aborrecimiento de los cristianos,
-que se podia seguir, no sólo en los de allí, pero de toda la tierra
-y gentes que lo supiesen. Dió luego la vela hácia una punta que dice
-del Aguja, el cual nombre no dice cuando le puso, y de allí, dice, que
-descubrió las más hermosas tierras que hayan visto y las más pobladas,
-y, en llegando á un lugar, al cual por su hermosura llamó Jardines,
-donde habia infinitas casas y gentes, los que habia tomado dijéronle
-que habia gente vestida, por lo cual acordó de surgir, y vinieron á los
-navíos infinitas canoas. Estas son sus palabras. Cada uno, dice, que
-traia su pañezuelo tan labrado de colores, que parecia un almayzar,
-con uno atada la cabeza, y con el otro cubrian lo demas, como ya se
-ha tocado; destas gentes que hoy vinieron á los navíos, algunos,
-dice, que traian algunas hojas de oro al pescuezo, y uno de aquellos
-indios que habia tomado le dijo que por allí habia mucho oro, y que
-hacian dello espejos grandes, y mostraba como lo cogian; dice espejos,
-porque debia dar el Almirante algunos espejos, y por señas debia el
-indio decir que del oro hacian de aquellos, no porque les entendiesen
-palabra. Dice que, porque andaba por allí de corrida, porque se le
-perdian los bastimentos que tanto trabajo alcanzar le habian costado,
-y esta isla Española estaba más de 300 leguas de allí, no se detenia,
-lo cual mucho él quisiera por descubrir mucha más tierra, y dice que
-todo es lleno de islas, y muy hermosas, y muy pobladas, y tierras muy
-grandes; la gente muy más política que la desta Española y guerreros,
-y casas hermosas. Si el Almirante hobiera visto el reino de Xaraguá
-como su hermano el Adelantado, y la corte del rey Behechio alguna
-excepcion hiciera en esto. Llegando á la Punta de la Aguja, dice que
-vido otra isla al Sur, 15 leguas, que iba al Sueste Norueste, muy
-grande, y tierra muy alta y llamóla Sabeta, y en la tarde vido otra al
-Poniente, tierra muy alta; todas estas islas entiendo ser pedazos de
-la tierra firme, por las abras y valles que se abrian, que parecian
-islas distintas, como quiera que él anduviese todavía por dentro del
-golfo que llamó de la Ballena, cercado, como dicho es, de tierra; y
-esto parece claro, porque estando como estaba dentro del dicho golfo
-ninguna tierra tenia al Sur, sino la tierra firme, luego las islas que
-decia no eran islas, sino pedazos de la misma tierra firme, que juzgaba
-ser islas. Surgió adonde llamó los Jardines, y luego vinieron infinitas
-canoas, grandes y pequeñas, llenas de gente, segun dice. Despues, á la
-tarde, vinieron más de toda la comarca, muchos de los cuales traian al
-pescuezo piezas de oro de hechura de herraduras; pareció que lo tenian
-en mucho, pero todo lo dieran, dice, por cascabeles y no los llevaba, y
-fué cosa esta de notar que un hombre tan proveido como el Almirante, y
-teniendo voluntad de venir á descubrir, no trujese rescates de diversas
-maneras, como trujo el primer viaje: todavía hobo alguno dellos, y era
-muy bajo que parescia sobredorado. Decian, segun podian entender por
-señas, que habia por allí algunas islas, donde habia mucho de aquel
-oro, pero que la gente eran caníbales, y dice aquí el Almirante, que
-este vocablo caníbales, tenian todos por allí por causa de enemistad,
-ó quizá porque no querian que fuesen allá los cristianos, sino que
-se estuviesen allí toda su vida. Vieron los cristianos á un indio un
-grano de oro tan grande como una manzana. Vinieron otra vez infinitas
-canoas cargadas de gente, y todos traian oro y collares, y cuentas de
-infinitas maneras, y atados los pañezuelos á las cabezas que les tienen
-los cabellos, y bien cortados, y paréceles muy bien; llovió mucho, y
-por eso cesaban gentes de ir y venir. Vinieron unas mujeres que traian
-en los brazos sartales de contezuelas, y entre ellas perlas ó aljófar,
-finísimas, no como las coloradas que se hallaron en las islas de
-Babueca; rescatáronse aquellas, y dice que las inviaria á Sus Altezas.
-Nunca supe destas perlas que se hallaron en las islas de Babueca, que
-son cerca del Puerto de Plata, en esta Española, y estas más son bajos
-debajo del agua, que no islas, que hacen harto daño á los navíos que
-por allí pasan, si no están sobre el aviso, y así tienen título Abre el
-Ojo. Preguntó el Almirante á los indios dónde las hallaban ó pescaban,
-y mostráronle de las nácaras donde nacen, y respondiéronle, por bien
-claras señas, que nacian y se cogian hácia el Poniente detras de
-aquella isla, que era el cabo de la playa de la Punta de Paria y tierra
-firme, que creia ser isla; y decian verdad, que 25 ó 30 leguas de allí,
-hácia el Poniente, está la isla de Cubagua, de que luego se dirá,
-donde las cogian. Envió las barcas á tierra para saber si habia cosa
-nueva que no hubiesen visto, y hallaron la gente tan tratable, dice el
-Almirante, que, «aunque los marineros no iban con propósito de salir
-en tierra, pero vinieron dos personas principales con todo el pueblo
-y les hicieron salir; llegaron á una casa grande, hecha á dos aguas,
-y no redonda, como tienda de campo, de la manera que son las de las
-islas, donde los recibieron muy bien y les hicieron fiesta y les dieron
-colacion, pan y frutas de muchas maneras, y el beber fué un brevaje
-blanco que tienen en gran precio, de que todos estos dias trujeron
-allí, y hay dello tinto, y mejor uno que otro, como entre nosotros el
-vino. Los hombres todos estaban juntos á un cabo de la casa, y las
-mujeres á otro. Recibida la colacion en aquella casa del más viejo,
-llevóles el más mozo á otra casa é hizo otro tanto; pareció que el uno
-debia ser el Cacique y señor, y el otro debia ser su hijo; despues se
-volvieron los marineros á las barcas, y con ellas á los navíos muy
-contentos desta gente.» Estas todas son palabras del Almirante. Dice
-más: «ellos son de muy linda estatura, y todos grandes á una mano,
-y más blanca gente que otra que hobiese visto en estas islas, y que
-ayer vido muchos tan blancos como nosotros, y mejores cabellos y bien
-cortados, y de muy buena conversacion; las tierras, en el mundo, no
-pueden ser más verdes y hermosas y pobladas; la templanza, otra tal,
-que desque estoy en esta isla, dice él, hé cada mañana frio, digo,
-para ropon enforrado, bien que esté tan cerca de la línea equinoccial;
-la mar todavía dulce; á la isla llaman Paria.» Todas son palabras del
-Almirante. Llama isla á tierra firme todavía, porque así lo creia.
-
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-
-CAPÍTULO CXXXVI.
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-
-Viérnes, 10 de Agosto, mandó dar las velas y fué al Poniente de la
-que pensaba ser isla, y anduvo cinco leguas y surgió; por temor de no
-hallar fondo, andaba á buscar boca por donde saliese de aquel golfo,
-dentro del cual andaba cercado de tierra firme y de islas, aunque él
-no creia ser tierra firme, y dice que es cierto que aquella era isla,
-que así lo decian los indios y así parece que no los entendian. De allí
-vido otra isla frontero al Sur, á la cual llamó Isabela, que va del
-Sueste á Norueste, despues otra que llamó la Tramontana, tierra alta y
-muy hermosa, y parecia que iba de Norte á Sur, parecia muy grande; todo
-esto era tierra firme. Decíanle los indios que él habia tomado, á lo
-quél entendia, que la gente de allí eran caníbales, y que allí habia ó
-nascia el oro, y las perlas de la parte del Norte de Paria, la vía del
-Poniente, se pescaban y habian habido las que al Almirante dieron. El
-agua de aquella mar era tan dulce, dice, como la del rio de Sevilla,
-y así turbia. Quisiera ir á aquellas islas, sino por no volver atras,
-por la prisa que tenia que se le perdian los bastimentos que llevaba
-para los cristianos de la Española, que con tanto trabajo, dificultad
-y gran fatiga los habia alcanzado; y, como cosa en que padeció grandes
-aflicciones, repite esto de estos bastimentos muchas veces. Dice,
-que cree que en aquellas islas que habia visto debe haber cosas de
-valor, porque todas son grandes y tierras altas, y valles y llanos, y
-de muchas aguas, y muy labradas, y pobladas, y la gente de muy buena
-conversacion, así como lo muestran sus gestos. Estas son palabras del
-Almirante. Dice tambien, que si las perlas nacen como dice Plinio del
-rocío que cae en las ostias que están abiertas, allí mucha razon hay
-para las haber, porque allí cae mucha rociada y hay infinitísimas
-ostias y muy grandes, y porque allí no hace tormenta, sino la mar esta
-siempre sosegada, señal de lo cual es haber los árboles hasta entrar
-en la mar, que muestran nunca entrar allí tormenta, y cada rama de
-los árboles que entran (y están tambien ciertas raíces de árboles
-en la mar, que, segun la lengua desta Española, se llaman mangles),
-estaban llenos de infinitas ostias, y tirando de una rama sale llena
-de ostias á ella pegadas; son blancas de dentro y el pescado dellas, y
-muy sabrosas, y no saladas sino dulces y que han menester alguna sal,
-y dice que no sabe si nacen en nácaras; donde quiera que nazcan, son,
-dice, finísimas, y las horadan como dentro, en Venecia; á esto que dice
-el Almirante que están llenas las ramas de ostias por allí, decimos que
-no son aquellas ostias que él vido, y están por aquellas ramas fuera de
-la mar y un poco dentro en el agua, las que crian las perlas, sino de
-otra especie, porque las que paren las perlas más cuidado tienen, por
-su natural instinto, de se esconder cuanto más bajo del agua pueden,
-que aquellas que vido en las ramas. Tomada ocasion desto que dice aquí
-el Almirante, quiero mezclar un poco de los secretos naturales que hay
-cerca del criar ó nacer de las perlas, lo que no creo que será á los
-leyentes desagradable; las perlas de que hablamos, en latin se llaman
-propiamente margaritas, porque se hallan en las conchas de la mar,
-segun dice Sant Isidro, libro XVI, cap. 10 de las «Ethimologías,» y es
-la primera y más principal de las piedras preciosas que son blancas, y
-las más blancas son las más finas y ménos rubias.
-
-Engéndranse desta manera: En ciertos tiempos del año, cuando tienen
-la inclinacion y apetito de concebir, sálense á la playa y ábrense, y
-allí esperan el rocío del cielo, cuasi como si esperasen y deseasen
-su marido; reciben aquel rocío del cual conciben y se empreñan, y
-tales producen sus hijos, que son las perlas ó margaritas, cual fuere
-la calidad del rocío; si puro fuere, nascen las perlas blancas,
-si fuere turbio, salen pardas ó escuras, y de aquí, dice Plinio y
-Solino, se colije tener el cielo más parte en este concebimiento que
-el agua de la mar tiene. Cuanto más el rocío fuere del alba ó de
-la mañana, tanto más blancas salen ellas, y cuanto más á la tarde ó
-noche llegaren á recebirlo, tanto más serán escuras; la edad tambien
-mucho ayuda á la blancura: cuanto más viejas fueren, tanto ménos
-blancas, y tanto más blancas, cuanto las conchas fueren más mozas ó
-más nuevas, y cuanto mayor cantidad de rocío recibieren, tanto mayor
-ternán la grandeza. Nunca mayores se dice hallarse que pesen más de
-media onza, ni pase de media nuez su medida; tienen las conchas tal
-sentido, naturalmente, que siempre temen no salgan maculadas sus
-perlas, y por tanto, cuando hace sol recio, porque no salgan negras
-ó rubias ó pardillas, ó su blancor en alguna manera se amancille,
-vánse al profundo huyendo del calor del sol cuanto más pueden; si
-hace relámpagos ó truena ántes que las conchas estén cerradas y del
-todo estén las perlas formadas, súbitamente, de temor, se afligen y
-aprietan y malparen, ó del todo echándolas de sí ó saliendo al cabo
-las perlas imperfectas y muy chiquitas. En el agua están las perlas
-tiernas, y sacadas de la ostia se endurecen; temen mucho las conchas
-la diligencia é instrumentos de los pescadores, y por eso se afijan
-y apegan y esconden siempre dentro de las más ásperas peñas; andan ó
-nadan en compañia, y tienen su rey como las abejas, segun dice Plinio
-y Solino, y otros filósofos. El rey ó guiador dellas es la mas vieja y
-la mayor; presa la guiadora ó guiadoras que van delante, fácilmente las
-demás con las redes son presas, y si se escapan algunas, á sus comarcas
-se vuelven. Desto dice Megastenes, filósofo: _Conchas in quibus
-margaritæ el uniones gignuntur retibus capi gregatimque multas veluti
-apes depasci, regemque suum habere. Ac si contingat regem comprehendi
-á piscatoribus, eas protinus circumfundi nec vim effugere: fugiente
-rege et ipsas effugere._ Cuando una sola perla se halla en la ostia
-es mas fina, y por esto se llama _unio_, y nunca se hallan dos juntas
-de aquella especie y excelencia; cuando muchas, no son uniones, sino
-gemas ó margaritas, pero no dejan de ser preciosas si son blancas, y
-redondas y pesadas, y mas preciosas si de sí mesmas son horadadas.
-Crecen y descrecen con la luna miéntras están vivas en las conchas;
-nacen dentro de la pulpa de la carne y debajo, y en cualquiera parte
-de la ostia; cuando la concha siente la mano de la persona, luego se
-encoge y cubre cuanto puede de sus riquezas, y porque siente que por
-ellas le tocan, apriétase cuanto puede, lastima y muerde. La virtud
-dellas es, que confortan los espíritus, y para restriñir el flujo de
-sangre y contra el flujo lientérico, y contra cardiaca, y sincopin
-y contra diaria; nacen las mejores en las Indias, y, no tales, en
-Bretaña, que es agora Inglaterra, y por haberlas tomó ocasion Julio
-César de pasar á ella, y por tiranía y violencia sojuzgarla. Todas las
-cosas dichas son sacadas de Fisiólogo, de Arnoldo, de Megastenes, de
-Plinio, lib. VI, cap. 35; de Solino, cap. 16 de su Polistor; de Sant
-Isidro, lib. XVI, cap. 10; de Alberto el Magno, lib. II, cap. 2.º _De
-mineralibus_; del Vincencio, _Speculo natural_, lib. IX, capítulos
-81 y 82, y del libro _De propietatibus rerum_, lib. XVI, cap. 62; y
-lo que dice postrero de Julio César, refiérelo Suetonio, en la vida
-del mismo Julio César, cap. 47, _Britanniam petisse spe margaritarum,
-quarum complitudinem conferentem interdum sua manu egisse pondus_.
-Algunos hay que duden, modernos, empero, y no de mucha auctoridad,
-criarse las perlas del rocío del cielo, como arriba se ha dicho,
-diciendo ser mas fábula que verdad; pero ni dan razon en contrario,
-ni asignan la causa de donde tengan orígen las perlas ó margaritas,
-y por tanto parece temeridad refragar sentencia de tantos y tales
-autores, que tan diligentes y solícitos fueron en inquirir é manifestar
-los secretos de la naturaleza. Pudieran, los que no admiten que del
-rocío se crien las perlas, asignar algunas causas naturales de donde
-pudiesen proceder; y es una, poderse criar en las mismas conchas por
-virtud de algun lugar, en el cual impriman los cuerpos celestiales
-virtud mineral y de la misma agua de la mar, de la manera que se
-crian las otras piedras preciosas y comunes. Para entendimiento desto
-débese saber, segun Alberto Magno en el lib. I, capítulos 7.º, 8.º y
-9.º, que las estrellas, por su cantidad y su lumbre, y por su sitio y
-por su movimiento, mueven y ordenan el mundo, segun toda materia y
-todo lugar, de las cosas que se engendran y corrompen. Esta virtud,
-así determinada, de las estrellas, se infunde y derrama en el lugar
-de la generacion de cada cosa que se engendra; el lugar recibe las
-virtudes de las estrellas, cuasi como la matriz ó la madre, que dicen,
-de las mujeres, rescibe la virtud formativa del embrion. Embrion es
-la criatura que tiene la hembra en el vientre, luego que comienza á
-vivir ántes que tenga la figura señalada de macho ó de hembra, segun
-su especie, y puédese decir, que es el parto crudo é imperfecto que
-la hembra tiene en el vientre; de aquí es que, segun los filósofos,
-el lugar es principio activo de la generacion. Esta virtud de las
-estrellas no en todas partes es una, ni es igual en todos los lugares,
-que sea tierra ó que sea agua, porque en unos lugares se influye y
-derrama más que en otros indiferentemente, como parece, que en unos
-se crian leones y no elefantes y en otros elefantes y no leones, y
-en unos oro y en otros plata y por el contrario; por esta manera, en
-unos lugares se halla virtud mineral para engendrar perlas y piedras
-preciosas, ó de las otras comunes, y en otras no, como es manifiesto.
-La virtud, pues, determinada á la generacion de las piedras en materia
-terrestre ó en materia de agua, es en la cual concurren todos los
-lugares, en los cuales las piedras se engendran; y así como en los
-animales que son engendrados de putrefaccion ó pudrimento y cosas
-podridas, como los ratones, segun la materia que se trata en el libro
-IV de los «Metauros,» las estrellas infunden su virtud vivificativa que
-les dá vida, por esta manera acaesce en la materia de que se engendran
-las piedras, sea agua ó sea tierra, se les infunde virtud formativa
-ó lapidificativa. Obra por esta manera la dicha virtud, conviene á
-saber, que así como los elementos se trasmutan ó traspasan unos en
-otros, como cuando la tierra convierte al agua en sí para que sea
-tierra, lo primero que se hace es, que la virtud de la tierra entra en
-la sustancia del agua, y altérala, y lo segundo, cuasi señoreándose
-de ella, tiénela, y entónces comienza el agua á estar queda y ponerse
-términos, como encogiéndose y embebiéndose, y hasta entónces no
-pierde su perspicuidad ó clareza, ó traslucimiento, pero de allí vá
-corrompiéndose, y así se hace tierra que ya rescibe las calidades de
-la tierra, que son, ser opaca ó espesa, y escura y seca, lo mismo es
-de los otros elementos. Por esta misma manera acaece de la virtud
-lapidificativa cuando se infunde en algun lugar, sea agua ó sea tierra,
-porque la materia agua ó tierra que la dicha virtud toca, primeramente
-la altera, y lo segundo señoréala y tiénela, y despues que la tiene y
-vence señoreándola, conviértela en piedra; por esta manera se pueden
-engendrar y criar las margaritas, uniones y perlas sin ser de rocío,
-como los autores nombrados dicen, que dentro de las ostias, ó en la
-misma peña, ó en el arena, ó en aquellos lugares donde las conchas
-se apacientan, infundan virtud, que comunmente se llama mineral, las
-estrellas; que la misma agua de la mar, ó alguna cosa que las mismas
-ostias coman para su mantenimiento altere y entre en la sustancia
-de aquella, y detenga y venza y señoree, y al cabo la convierta en
-margarita ó perla, porque como Platon dice, y Alberto, donde arriba en
-el cap. 5.º, lo alega, que, segun los méritos y disposicion de cada
-materia, se influyen las virtudes celestiales que obran las cosas de
-naturaleza, _secundum merita (inquit) materiæ infunduntur virtutes
-cœœœlestes quæ res naturæ operantur_, ó tambien la misma agua de la
-mar suele tener tal virtud, en sólo aquel lugar y comarca, que dentro
-de las ostias, de sus mismas gotas ó de otras cosas que en ellas haya,
-engendre las perlas. Y la señal desto Alberto Magno allí refiere,
-que hay algunas aguas, por la virtud mineral que aquel lugar donde
-corren contiene, tan fuertes, que corriendo por tales materias se
-embeben en las cosas minerales, ó que tienen vecindad con ellas, por
-lo cual el agua misma y las cosas que están en ella se convierten en
-piedras más presto ó más tarde, segun que es más fuerte ó más débil la
-virtud que forma las piedras, ó lapidificativa; pero si aquella misma
-agua la sacan de aquel lugar y la echan en otro, no se convertirá
-en piedras: la causa es, porque como esté fuera del lugar donde hay
-virtud mineral, evapórase y corrómpese, así como cualquiera otra cosa
-se corrompe estando fuera del lugar de su propia generacion. Por esta
-manera, dice Alberto allí, en el cap. 7.º, haberse experimentado en los
-montes Pirineos, que dividen á España de Francia, ser algunos lugares
-en los cuales el agua lluvia que cae se convierte en piedras, y si la
-misma lluvia cae ó echan en otro lugar, fuera de aquellos, quédase
-en agua como era. Por la misma razon hay algunas plantas y palos que
-están dentro de algunas aguas ó mares que se convierten en piedras,
-quedándoles la figura de palos ó de plantas, y algunas veces las
-plantas y arbolillos nascidas dentro de la mar son tan vecinas de la
-naturaleza de las piedras, que un poco secas al aire, se convierten en
-piedras; y la señal desto es bien manifiesto en el coral, el cual, sin
-duda ninguna, se engendra de palillos y plantas que están dentro de la
-mar. Plinio, en el libro XXXI, cap. 2.º, pone haber una fuente en Asia
-la Menor, que regando la tierra con su agua la torna piedra, y un rio,
-que los árboles con sus hojas hacia lo mismo. Ésto no puede en alguna
-manera ser sino por la virtud mineral en aquella tierra ó piedras ó
-peñas que están dentro del agua ó en la misma mar, como tambien vemos
-en sierras muy altas, que siempre hay perpétuas nieves, y en ellas
-se engendra el cristal, lo cual no seria posible, si no fuese por la
-virtud mineral que allí las estrellas infunden y derraman; desto, algo
-dejamos ya dicho arriba. Así que no es cosa imposible criarse las
-perlas en aquella mar sin rocío, de la manera que es dicha de suso. Las
-perlas que aquí el Almirante hobo se criaban y crian en la mar de una
-isleta, y al derredor della, que se llama Cubagua, que no tiene agua
-dulce, sino estéril y seca, y en toda ella habrá obra de dos leguas
-de tierra inhabitable, puesto que las perlas la hicieron habitada con
-más de 50 vecinos, españoles; miéntras duraron, iban por el agua siete
-leguas de allí, á la tierra firme. Dista esta isleta, de donde el
-Almirante agora andaba, 50 leguas abajo al Poniente; podia ser que allí
-en aquel golfo de la Ballena, por donde andaba, ó en la mar allegada á
-la Trinidad, ó á la tierra firme, que llamaba isla de Gracia, hobiese
-quizá algunas perlas, pero parece que no, pues los indios señalaban
-que al Poniente las cogian. Yo estuve en la dicha isleta y vide las
-conchas, y en ellas las perlas que tenian debajo de la carne; no era
-uniones sino margaritas, porque tenian cuatro ó cinco juntas, unas
-grandes y otras chicas; las ostias son del tamaño que las de Castilla,
-y la carne ó pescado dellas la misma, bien sabrosa: yo comí hartas de
-ellas. Adelante, placiendo á Dios, en el libro IV se dirá más desta
-isleta de Cubagua, y de las perlas, y lo que en ella en los tiempos
-pasados se ha hecho y ha acaecido.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXXXVII.
-
-
-Tornando á donde quedó el hilo de la historia, en este paso hace
-mencion el Almirante de muchas puntas de tierra é islas, é nombres que
-les habia puesto, pero no parece cuando, y en esto y en otras cosas
-que hay en sus Itinerarios, parece ser natural de otra lengua, porque
-no penetra del todo la significacion de los vocablos de la lengua
-castellana, ni del modo de hablar della; hace mencion aquí de la Punta
-Seca, de la isla Isabela, de la isla Tramontana, de la Punta Llana,
-de la Punta Sara, suponiéndolas, empero ninguna cosa ha dicho dellas,
-ó de alguna dellas. Dice que toda aquella mar es dulce, y que no sabe
-de donde proceda, porque no parecia haber disposicion de grandes rios
-(y que los hobiese, dice, que no dejaria de ser maravilla), pero
-engañábase en pensar que no habia rios, porque aquel rio Yuyaparí era
-tan caudal y poderoso, como está dicho, y otros que salen por allí.
-Deseando ya salir deste golfo de la Ballena, donde andaba cercado de
-tierra firme y de la Trinidad, como dicho queda, navegando al Poniente
-por aquella costa de tierra firme, que él llamaba de Gracia, hácia
-la Punta Seca, que no dice donde era, halló dos brazos de agua no
-más; envió la carabela pequeña para ver si habia salida al Norte,
-porque, frontero de la tierra firme y de la otra que llamó Isabela,
-al Poniente, parecia una isla muy alta y hermosa; volvió la carabela,
-y dijo que halló un golfo grande y en él cuatro grandes aberturas que
-parecian golfos pequeños, y á cabo de cada uno un rio. Á este golfo
-puso nombre Golfo de las Perlas, aunque no hay, creo yo, ninguna.
-Esto parece que era al rincon de todo este golfo grande, donde andaba
-el Almirante cercado de la tierra firme y de la isla de la Trinidad;
-aquellas cuatro abras ó oberturas, creia el Almirante que eran cuatro
-islas, y que no parecia que hobiese señal de rio que hiciese todo
-aquel golfo, de más de 40 leguas de mar todo dulce; pero los marineros
-afirmaban que aquellas aberturas eran bocas de rio, y decian verdad,
-al ménos en las dos, porque por la una salia el gran rio Yuyaparí,
-y por la otra sale otro grande que hoy se llama el rio de Camarí.
-Quisiera en gran manera el Almirante ver la verdad de este secreto,
-cual era la causa de haber 40 leguas en luengo y 26 de ancho, como
-tiene el dicho golfo, de agua dulce, lo cual, dice él, era cosa de
-admiracion, y razon, cierto, tenia; y tambien por penetrar los secretos
-de aquellas tierras, que no creia ser posible que no tuviesen cosas de
-valor, ó que no las habia en las Indias, mayormente habiendo hallado
-allí muestra de oro y de perlas, y las nuevas dellas, y descubierto
-tales tierras y tantas y tales gentes en ellas, por lo cual fácilmente
-las cosas dellas, y riquezas que habia se supieran; pero porque los
-mantenimientos que llevaba para la gente que estaba en esta Española,
-y la que traia para que comiesen en las minas, cogiendo oro, se le
-perdian, los cuales habia alcanzado con gran dificultad y fatiga, no
-le dejaban detenerse, y dice que, si tuviera esperanza de haber otros
-tan presto, todos los pospusiera, por descubrir más tierras y ver
-los secretos dellas. Y al fin acuerda seguir lo más cierto, y venir
-á esta isla y enviar della dineros á Castilla para traer bastimentos
-y gente á sueldo, y lo más presto que pudiese enviar tambien á su
-hermano el Adelantado á proseguir su descubrimiento y hallar grandes
-cosas, como esperaba que se hallarian, por servir á Nuestro señor y á
-los Reyes; pero al mejor tiempo se le cortó el hilo, como parescerá,
-destos sus buenos deseos, y dice así: «Nuestro Señor me guie por su
-piedad y me depare cosa con que él sea servido y Vuestras Altezas hayan
-mucho placer; y, cierto, débenlo de haber, porque acá tienen cosa tan
-notable y real para grandes Príncipes, y es gran yerro creer á quien
-les dice mal desta empresa, salvo aborrecerles, porque no se halla que
-Príncipe haya habido tanta gracia de Nuestro Señor, ni tanta victoria
-de cosa tan señalada, y dé tanta honra á su alto Estado y reinos, y
-por donde pueda recibir Dios eterno más servicios, y la gente de España
-más refrigerio y ganancias, que visto está que hay infinitas cosas de
-valor, y bien que agora no se conozca esto que yo digo, verná tiempo
-que se contará por grande excelencia, y á grande vituperio de las
-personas que á Vuestras Altezas son contra esto, que bien que hayan
-gastado algo en ello, ha sido en cosa más noble y de mayor estado que
-haya sido cosa de otro Príncipe hasta agora, ni era de se quitar de
-ella secamente, salvo proceder y darme ayuda y favor, porque los reyes
-de Portugal gastaron y tuvieron corazon para gastar en Guinea, fasta
-cuatro ó cinco años, dineros y gente, primero que recibiesen provecho,
-y despues les deparó Dios ganancias y oro. Que, cierto, si se cuenta la
-gente del reino de Portugal y las personas de los que son muertos en
-esta empresa de Guinea, se fallaria que son más de la mitad del reino;
-y, cierto, fuera grandísima grandeza atajar una renta en España, que
-se gastase en esta empresa, que ninguna cosa dejaran Vuestras Altezas
-de mayor memoria, y miren en ello; y que ningun Príncipe de Castilla
-se halla, ó yo no he hallado por escrito ni por palabra, que haya
-ganado jamás tierra alguna fuera de España, y Vuestras Altezas ganaron
-estas tierras que son otro mundo, y adonde habrá la cristiandad tanto
-placer, y nuestra fé, por tiempo, tanto acrecentamiento. Todo esto
-digo con muy sana intincion, y porque deseo que Vuestras Altezas sean
-los mayores señores del mundo, digo señores de todo él; y sea todo con
-mucho servicio y contentamiento de la Santísima Trinidad, porque en fin
-de sus dias hayan la gloria del Paraíso, y no por lo que á mí propio
-toca, que espero en su alta Majestad, que Vuestras Altezas presto
-verán la verdad dello, y cual es mi cudicia.» Todas estas son palabras
-formales del Almirante, sobre las cuales habria mucho que hablar,
-pero en breve quiero anotar algunas cosas: lo primero, es manifiesto
-la buena intincion que siempre tuvo el Almirante, para con Dios y con
-los Reyes, y con cuanta simplicidad de ello hablaba, y creo para mí
-que algo y mucho excedió en la intencion de agradarles á los Reyes,
-y por esta ser nimia demasiada no se agradó mucho Dios; y él mismo lo
-confiesa en una carta que escribió á los Reyes y á otras personas, que
-dice así: «Torno á decir con juramento, que yo he puesto más diligencia
-á servir á Vuestras Altezas, que no á ganar el Paraíso.» Estas son sus
-palabras. Lo segundo, se debe notar, que cerca de lo que dice aquí el
-Almirante, ser cosa real y notable estas tierras y riquezas dellas que
-habia descubierto, ciertamente, para encarecer la grandeza y dignidad
-destas cosas de las Indias, que Dios puso en manos de los Reyes de
-Castilla, necesario fuera tener la elocuencia y eficacia de Demóstenes,
-y para escribirlo, la mano de Ciceron; un orbe tantos siglos escondido,
-amplísimo y longuísimo, tan lleno y rebosante de inmensas y quietas
-gentes, todo él á una mano, felicísimas, fertilísimas, sanísimas y
-riquísimas tierras, ¿quién lo podrá explicar, loar y dar á entender?
-Lo tercero, que haya sido especial gracia y don señalado de Dios, y no
-comparable á cualquiera concedido á los Reyes de Castilla para grande
-honra suya y favor, y engrandecimiento de su alto Estado y reinos,
-como el Almirante dice, mayor suficiencia que la dicha se requiere
-para lo saber engrandecer, y esto, porque por disposicion divina
-fueron elegidos, más que otros ningunos Reyes, para ser ministros
-medianeros de los mayores servicios que Reyes cristianos á Dios eterno
-jamás hicieron. Desto se sigue lo cuarto que notarse debe; la razon
-que tuvieron de se alegrar y haber mucho placer, como el Almirante
-dice, y yo añido, que tienen estrechísima obligacion de referir por
-ello inmensos loores y gracias á Dios. Lo quinto es, que se note cuan
-indiscretamente se habian con los Reyes, y cuanto les deservian los que
-á Sus Altezas disuadian, por unos pocos de gastos que se hacian, que se
-dejasen desta empresa, pues habiendo parecido tierras tan grandes y tan
-felices, y que habian dado muestra de oro, no chica, y de temporales
-riquezas, mayormente no habiendo experimentado más de lo desta isla,
-debieran creer y áun tener por cierto, que en tantos reinos grandes
-bienes haber podria; y ciertamente, no ménos insensibles parece que
-eran, y que no les rebosaba mucho el cuidado, de la dilatacion de la
-fe por estas tierras y gentes dellas, ni su celo, pues no tenian el
-ojo á otro hito sino á que gastaban los Reyes y no recibian provecho,
-faltándoles consideracion de aquestas tierras y gentes, no para
-esquilmar el oro y riquezas temporales dellas, sino para divulgar
-el divino nombre, y convertir todas estas racionales ánimas de que
-están llenas, y las habia puesto Dios y su Iglesia en las manos de
-los católicos Reyes, y esto bien lo sentia y lloraba el Almirante.
-Y con razon, de los tales émulos tenia grande queja, y, como aquel
-que tantos sudores y trabajos le habia costado y costaba de presente
-aqueste mundo nuevo que descubria, y habia descubierto, y juntamente la
-buena intincion que en todo ello tenia; por lo cual todo le daba Dios
-claro cognoscimiento para que acertase en lo que estaba por venir, como
-hombre de gran prudencia, pues decia bien, «si que agora no se cognosce
-lo que yo digo, verná tiempo que se contará por gran escelencia.» ¿Qué
-se podrá contar en todo lo poblado del mundo, en este género, que se
-iguale con lo sucedido y procedido en las Indias y de las Indias en
-nuestros tiempos? lo cual, todo, ántes y despues de su descubrimiento,
-era estimado por vanísimo é increible, pero, como dije, dábalo Dios á
-cognoscer y á decir ántes que se cumpliese, al que, para lo principiar,
-y mostrar, con el dedo habia elegido. El ejemplo que trae de los Reyes
-de Portugal, que gastaron muchos dineros y gentes en el descubrimiento
-y trato de Guinea, ántes que della hobiesen provecho, verdad es; pero
-de las ganancias que de allí ha habido y hoy hay, ruego yo á Dios
-que no tenga yo parte ni quien bien ó mal me quiera. En aquello que
-dice que fuera grandísima grandeza atajar (pone atajar por señalar ó
-reservar), alguna renta en España para que se gastase en esta empresa,
-dice la mayor y más sustancial y prudente razon de cuantas ha dicho,
-el fundamento de todo el bien y causa de evitar el mal, mayormente á
-los principios, de todas estas Indias; porque si los católicos Reyes,
-aunque siempre vivian con necesidad, situaran ó señalaran cierta renta
-(que no era menester muy mucha), para que se gastara en la comunicacion
-y contratacion cristiana, humana, pacífica y razonable de Castilla con
-estas gentes, y no hobiera tanta priesa en los que les aconsejaban
-que fueran riquezas á aquellos reinos, ó en estimar que debian ir
-limpias de polvo y de paja, como si estos reinos, no por otra razon ni
-título, sino solamente porque acaeció ser descubiertos, lo debieran
-á aquellos, sin alguna duda los gastos que los Reyes hicieran, les
-fueran, cuando ménos provecho en estas tierras hubo, recompensados, y
-sobrepujara la recompensa, y poco á poco se fueran descubriendo las
-grandes riquezas que en estas tierras habia, y se ganaran todas para
-Castilla, ganadas primero las voluntades de los dueños dellas que con
-antiguo derecho y justicia las poseian, y entrando por esta puerta, que
-era la justa, verdadera y legítima, en estas tierras, estos reinos y
-aquellos fueran felicísimos. Pero harto hicieron los católicos Reyes
-teniendo consejeros, y los que en estos negocios entendian, tan ciegos,
-en no desmamparar del todo la prosecucion de esta demanda, como ellos,
-precipitándose inconsideradamente, les persuadian. Callo la ignorancia
-ó la inadvertencia no muy saludable que tuvieron en no entender que
-á estas naciones, solamente por ser hombres y gentiles, carecientes
-de lumbre de nuestra católica fé, de precepto divino de la caridad el
-celo y obra de darlos doctrina y convertirlos por la forma que Cristo
-estableció, se les debia; con tal parecer y consejo fueran causa
-que, con ninguna otra hazaña (puesto que fueron muchas y dignísimas
-las suyas), dejaran los Reyes mayor memoria, ni la cristiandad tanto
-placer, y nuestra fé, por tiempo, tanto acrescentamiento, y la
-Santísima Trinidad recibiera tanto servicio y contentamiento, como el
-Almirante con sus sinceras palabras dice.
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-CAPÍTULO CXXXVIII.
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-Así que, para salir deste golfo dentro del cual estaba de tierra
-por todas partes cercado, con el propósito ya dicho de salvar los
-bastimentos que traia, que se le perdian, viniéndose á esta isla
-Española, sábado, 11 de Agosto, al salir de la luna, levantó las
-anclas, y tendió las velas y navegó hácia el leste, que es hácia donde
-sale el sol (porque estaba en el rincon del rio Yuyaparí, como arriba
-se dijo), para ir á salir, por entre la Punta de Paria y tierra firme,
-que llamó la Punta ó cabo de la Playa, á la tierra isla de Gracia, y
-entre el Cabo á que dijo cabo Boto de la isla de la Trinidad, como
-parece arriba en el cap. 134. Llegó hasta un puerto muy bueno, que
-llamó Puerto de Gatos, que está junto con la boca donde están las dos
-isletas del Caracol y Delfin, entre los cabos de Lapa y cabo Boto; y
-esto, domingo, 12 de Agosto, surgió cerca del dicho puerto, para por
-la mañana salir por la dicha boca. Halló otro puerto cerca de allí,
-donde envió á verlo la barca; era muy bueno; hallaron ciertas casas de
-pescadores, y agua mucha y muy dulce, y púsole por nombre el Puerto
-de las Cabañas; hallaron, dice, mirabolanos en la tierra; junto á la
-mar, infinitas ostias pegadas á las ramas de los árboles que entran
-en la mar, las bocas abiertas para recibir el rocío que cae de las
-hojas, hasta que cae la gotera de que se engendran las piedras, segun
-dice Plinio y alega al Vocabulario que se llama _Catholicon_; pero
-ya queda dicho arriba en el cap. 136, que aquellas ostias no parece
-que son de la especie que crian las perlas. Lúnes, 13 de Agosto, en
-saliendo la luna, levantó las anclas de donde surgido estaba, y vino
-hácia el cabo de la Playa, que es el de Paria, para salir al Norte
-por la boca que llamó del Drago, por la siguiente causa y peligro en
-que allí se vido; la boca del Drago, dice, que es un estrecho que
-está entre la Punta de la Playa que es el fin de la isla de Gracia,
-que como muchas veces está dicho, es la punta de la tierra firme y de
-Paria, al Oriente, y entre el cabo Boto, que es el fin de la isla de la
-Trinidad, al Poniente; dice, que habrá entre medias de los dos cabos
-legua y media. Este debe ser pasadas cuatro isletas que dice haber
-allí en medio, atravesadas, aunque agora no vemos más de dos, por las
-cuales no debe haber salida, y sólo debe de quedar la angostura de la
-legua y media para poder salir los navíos por ella, porque de la Punta
-de la Lapa al cabo Boto cinco leguas hay, como en el cap. 134 dijimos.
-Llegando á la dicha boca á la hora de tercia, halló una gran pelea
-entre el agua dulce por salir á la mar, y el agua salada del mar por
-entrar dentro en el golfo, y era tan recia y temerosa, que levantaba
-una gran loma, como un cerro muy alto, y con esto traian un estruendo
-y ruido ambas aguas, de Levante á Poniente, muy largo y espantoso, con
-hilero de aguas, y tras uno venian cuatro hileros uno tras otro, que
-hacian corrientes que peleaban; donde pensaron perecer, no ménos que
-en la otra boca de la Sierpe del cabo del Arenal, cuando entraban en
-el golfo. Fué doblado este peligro más que el otro, porque les calmó
-el viento con que esperaban salir, y quisieran surgir, que les fuera
-algun remedio, aunque no sin peligro por los combates de las aguas,
-pero no hallaron fondo, porque era muy honda allí la mar; temieron,
-calmado el viento, no les echase el agua dulce ó salada á dar en las
-peñas con sus corrientes, donde no hubiesen algun remedio. Dicen, que
-dijo aquí el Almirante, aunque no lo hallé escrito de su mano, como
-hallé lo susodicho, que si de allí se escapaban, podian hacer cuenta
-que se escapaban de la boca del drago, y por esto se le quedó este
-nombre, y con razon. Plugo á la bondad de Dios que del mismo peligro
-les salió la salud y liberacion, porque la misma agua dulce, venciendo
-á la salada, echó sin sentir los navíos fuera, y así fueron puestos
-en salvo; porque cuando Dios quiere que uno ó muchos sean de vida, el
-agua les es medicina. Así que, salió, lúnes á 13 de Agosto, del dicho
-golfo y de la boca del Drago, peligrosa. Dice que hay desde la primera
-tierra de la Trinidad hasta el golfo que descubrieron los marineros que
-invió en la carabela, donde vieron los rios y él no los creia, al cual
-golfo llamó de las Perlas, y esto es al rincon de todo el golfo grande,
-que nombró de la Ballena, donde tantos dias anduvo, de tierra cercado,
-48 leguas; yo le añido que son buenas 50, como aparece de la carta del
-marear. Salido del golfo y de la boca del Drago y su peligro, acuerda
-de ir al Poniente por la costa abajo de la tierra firme, creyendo
-todavía que era isla de Gracia, para emparajar en el derecho de dicho
-golfo de las Perlas, Norte Sur, y rodearla y ver aquella abundancia
-de agua tan grande, de dónde venia, y si procedia de rios, como los
-marineros afirmaban, lo que él dice que no creia, porque ni el Ganjes,
-ni el Euphrates, ni el Nilo, no ha oido que tanta agua dulce trajesen.
-La razon que le movia era, porque no habia tierras tan grandes de donde
-pudiesen nacer tan grandes rios, salvo, dice él, si esta no es tierra
-firme; estas palabras son suyas. Por manera, que ya va sospechando que
-es tierra firme la tierra de Gracia que él creia ser isla, pero era y
-es, cierto, tierra firme, y los marineros habian dicho bien; de la cual
-procedia tanto golpe de agua por los rios Yuyaparí y el otro que sale
-cerca del que llamamos hoy Camarí, é otros que por allí deben salir.
-Así que, yendo en busca de aquel golfo de las Perlas, donde salen los
-dichos rios, creyendo de hallarlos rodeando la tierra, por estimar ser
-isla y ver si habia entrada por allí, ó salida para el Sur, y si no
-la hallase, dice, que afirmaria entónces que era rio, y que lo uno y
-lo otro era gran maravilla, fué la costa abajo aquel lúnes hasta el
-sol puesto. Vido que la tierra era llena de buenos puertos y tierra
-altísima; por aquella costa abajo, vido muchas islas hácia el Norte y
-muchos cabos en la tierra firme, á los cuales, todos, puso nombres: á
-uno, cabo de Conchas; á otro, cabo Luengo; á otro, cabo de Sabor; á
-otro, cabo Rico, tierra alta y muy hermosa; dice que en aquel camino
-hay muchos puertos y golfos muy grandes que deben ser poblados, y
-cuanto más iba al Poniente, via la tierra más llana y más hermosa. Al
-salir de la boca, vido una isla, al Norte, que estaria de la boca 26
-leguas, púsole nombre la isla de la Asuncion; vido otra isla y pusóle
-la Concepcion, y á otras tres isletas juntas llamó los Testigos, y
-estas, se llaman hoy así; á otra cabe ellas, llamó el Romero; á otras
-isletas pequeñas, nombró las Guardias. Despues llegó cerca de la isla
-Margarita, y llamóla Margarita, y á otra cerca della, puso nombre el
-Martinet. Esta Margarita es una isla que tiene de luengo 15 leguas, y
-de ancho cinco ó seis, y es muy verde y graciosa por de fuera, y por
-dentro es harto buena, por lo cual está poblada; tiene cabe sí, á la
-luenga, leste gueste, tres isletas, y dos detras dellas, Norte-Sur: el
-Almirante no vido más de las tres, como iba de la parte del Sur de la
-Margarita. Está seis ó siete leguas de la tierra firme, y por esto hace
-un golfete entre ella y la tierra firme, y en medio del golfete están
-dos isletas, leste gueste, que es de Levante á Poniente, junto la una
-á la otra; la una se llama Coche, que quiere decir venado, y la otra
-Cubagua, que es la que arriba en el cap. 136 dije, donde se han cogido
-infinitas perlas. De manera, que el Almirante, aunque no sabia que en
-aqueste golfete se criaban las perlas, parece que adivinó en llamarla
-Margarita; estuvo muy cerca della, puesto que no lo expresa, porque
-dice estaba nueve leguas de la isla Martinet, la cual estaba junto,
-dice él, á la Margarita, de la parte del Norte, y dice junto, porque
-como iba por la parte del Sur de la Margarita, parecia estar junto,
-aunque estaba ocho ó nueve leguas: y esta es la isleta de la parte
-del Norte, cercana á la Margarita, que agora se llama isla Blanca, y
-dista las ocho ó nueve leguas de la Margarita, como dije; por aquí
-parece que debia estar junto ó cerca de la Margarita, el Almirante, y
-creo que, porque le faltó el viento, por allí surgió. Finalmente, de
-todos los nombres que puso á islas y cabos de la tierra firme que tenia
-por isla de Gracia, no han quedado ni se platican hoy sino la isla
-de la Trinidad, y la boca del Drago, y los Testigos, y la Margarita.
-Aquí andaba el Almirante muy malo de los ojos, de no dormir, porque
-siempre, como andaba entre tantos peligros dentre islas, así lo tenia
-de costumbre, y lo debe de tener cualquiera que trae cargos de navío,
-por la mayor parte, como son pilotos, y dice, que más fatigado se vido
-aquí que cuando descubrió la otra tierra firme, que es la isla de Cuba
-(la cual áun pensaba que era tierra firme hasta agora), porque se
-le cubrieron los ojos de sangre, y así eran por la mar sus trabajos
-incomparables; por esta causa estuvo esta noche en la cama y luego
-se halló más fuera en la mar de lo que se hallara si él velara, por
-lo cual, no se descuidaba ni fiaba de los marineros, ni debe fiarse
-de nadie el que es diligente y perfecto piloto, porque á su cuenta y
-sobre su cabeza están todos los que van en la nao, y lo más propio y
-necesario que al ejercicio de su oficio pertenece es velar y no dormir,
-todo el tiempo que navega.
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-
-CAPÍTULO CXXXIX.
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-
-Parece haber andado el Almirante la costa abajo desde que salió de la
-boca del Drago, ayer lúnes y hoy mártes, hasta 30 ó 40 leguas cuando
-más, puesto que no lo dice, porque (como él se queja que no escrebia
-todo lo que debia describir), no podia por andar por aquí tan malo;
-y como via que la tierra iba muy extendida para abajo al Poniente, y
-parecia más llana y más hermosa, y el golfo de las Perlas que quedaba
-en la culata del golfo ó mar dulce, donde salia el rio de Yuyaparí, en
-cuya busca iba, no tenia salida, la cual esperaba ver, creyendo que
-esta tierra firme era isla, vino ya en cognoscimiento que tierra tan
-grande no era isla, sino tierra firme, y, como hablando con los Reyes,
-dice así: «Yo estoy creido que esta es tierra firme, grandísima, de
-que hasta hoy no se ha sabido, y la razon me ayuda grandemente por
-esto deste tan grande rio y mar, que es dulce, y despues me ayuda
-el decir de Esdras en el libro IV, cap. 6.º, que dice que las seis
-partes del mundo son de tierra enjuta, y la una de agua, el cual libro
-aprueba Sant Ambrosio en su _Examenon_, y Sant Agustin sobre aquel
-paso, _Morietur filius meus Christus_, como lo alega Francisco de
-Mayrones, y despues desto me ayuda el decir de muchos indios caníbales
-que yo he tomado otras veces, los cuales decian que al Austro dellos
-era tierra firme, y entónces estaba yo en la isla de Guadalupe, y
-tambien lo oí á otros de la isla de Sancta Cruz y la de Sant Juan, y
-decian que habia mucho oro, y, como Vuestras Altezas saben, muy poco
-ha que no se sabia otra tierra más de la que Ptolomeo escribió, y no
-habia en mi tiempo quien creyese que se podia navegar de España á las
-Indias, sobre lo cual anduve siete años en su corte, y no fueron pocos
-los que entendieron en ello; y en fin, sólo el grandísimo corazon de
-Vuestras Altezas lo hizo experimentar contra el parecer de cuantos
-lo contradecian, y agora parece la verdad, y parecerá ántes de mucho
-tiempo más larga: y, si esta es tierra firme, es cosa de admiracion, y
-será entre todos los sabios, pues tan grande rio sale que haga una mar
-dulce de 48 leguas.» Estas son sus palabras. Por manera, que la primera
-razon que le persuadia ser tierra firme, la que llamó Sancta cuando
-entró en el golfo por la boca de la Sierpe, cuando vido la Trinidad,
-y la que despues llamó isla de Gracia, fué salir tanta agua dulce
-que endulzaba tan grande golfo, y argüia muy bien, porque gran golpe
-de agua ó rio muy grande no se puede congregar, si no es de muchas
-fuentes, las muchas fuentes causan muchas quebradas, son causa de
-muchos arroyos, hacen muchos rios chicos y despues se ayuntan grandes;
-todo lo cual presupone necesariamente, grandísimo discurso y longura
-de tierra. Esta parece que no puede ser isla por grande que sea, luego
-parece que debe ser tierra firme; y era bonísima la conjetura por
-este argumento. La segunda razon tomaba de la autoridad de Esdras,
-que dice que las seis partes de la tierra quedaron enjutas, mandando
-Dios que todas las aguas se encerrasen en un lugar, que es la mar, y
-aquel testo dice así: _Et tertia die imperasti aquis congregari in
-septima parte terræ, sex vero partes siccasti et conservasti_, etc.
-Arguye, pues, así: la auctoridad de Esdras afirma ser las seis partes
-del mundo tierra, y la una de agua; toda la tierra que sabemos parece
-ser poca, segun la mar vemos tan grande; luego esta tierra debe ser
-grande, más que isla, que llamamos firme para que concuerde con la
-autoridad de Esdras, que tenga seis partes la tierra, respectivamente
-comparadas á una que ha de tener el agua, y por esto no es mucho ni
-difícil creer que esta sea tierra firme. No solamente el Almirante por
-la autoridad de Esdras se movia y argüia ser la tierra seis veces más
-grande que el agua, pero tambien doctísimos varones en todas ciencias
-hacian lo mismo, y della argüian ser la mayor parte del mundo tierra
-y habitable, contra Ptolomeo, que tuvo que solamente la sexta parte
-del mundo era habitable, y las otras cinco partes estaban cubiertas de
-agua, como parece en el libro de Ptolomeo, «De la disposicion de la
-esfera,» y en el «Almagesto,» libro II; y de ellos es Pedro de Aliaco,
-doctísimo varon en todas ciencias, el cual, en el libro _De imagine
-mundi_, cap. 8.º, alega la dicha autoridad de Esdras, diciendo que
-aquel libro los Santos tuvieron en reverencia, y por él las verdades
-sagradas confirmaron. Estas son sus palabras. Desto dijimos en el
-capítulo 6.º Lo mismo de Esdras alega Jacobo de Valencia, no poco docto
-en cosmografía, en el Salmo CIII, sobre el verso _Hoc mare magnum et
-spatiosum_, etc., probando que la tierra es seis veces mayor que la
-mar. Puede alguno decir á la autoridad de Esdras, que aquel libro IV es
-apócrifo y de ninguna autoridad, y á lo que dice Pedro de Aliaco, que
-los Santos lo tuvieron en reverencia, no lo probara con San Jerónimo,
-el cual, en la «Epístola contra Vigilancio,» dice que nunca aquel
-libro leyó, porque no conviene tomar en las manos lo que la Iglesia
-no recibe; estas son sus palabras. Sant Agustin, libro XVIII, cap. 36
-_De Civitate_, no aprueba aquel lib. IV de Esdras, sino el III, cap.
-3.º, diciendo que, por aventura, Esdras fué profeta en aquello que
-dijo, «que la verdad es más fuerte y poderosa que el Rey é las mujeres
-é el vino,» profetizando de Cristo, Nuestro Señor y Redentor, que es
-la verdadera verdad. Esto es lo que dice Sant Agustin; que escribiendo
-sobre aquellas palabras, _morietur filius meus Christus_, tratase de
-Esdras y lo aprobase, no sé donde Francisco Mairones lo halló. Y aquel
-lib. III tambien se pone por apócrifo, aunque no tanto como el IV, por
-no tenerse por cierto que Esdras lo escribió; Sant Ambrosio, no en el
-_Examenon_, como el Almirante dice, sino en el libro de _Bono mortis_,
-cap. 10, contra los gentiles que creian morir las ánimas juntamente
-con los cuerpos, parece aprobar tambien el IV, aunque da á entender
-con alguna condicion, sobre aquel artículo de nuestra fé, que en el
-tiempo del universal juicio, los muertos han, en sus cuerpos, propios,
-de resucitar; el cual toca allí en el cap. 7.º, Esdras, hablando del
-juicio, y que la tierra los ha de restituir á las ánimas: _Terra
-reddet quæ in ea dormiunt et pulvis quæ in eo silentio habitant et
-promptuaria reddent quæ in eis comendatæ sunt animæ et revelabitur
-Altissimus super sedem judicii_, etc. Donde dice así Sant Ambrosio:
-_Animarum autem superiora esse habitacula scriptura testimoniis valde
-probatur, siquidem in Esdræ libris legimus, quod cum venerit judicii
-dies reddet terra defunctorum corpora; et pulvis reddet eas quæ in
-tumulis requiescunt reliquas mortuorum_. Et infra. _Sed Esdræ usus
-sum scriptis ut cognoscant gentiles ea quæ in philosophiæ libris
-mirantur translata de nostris_, etc.; en esto que Sant Ambrosio dice,
-á la postre, usado he de los escritos de Esdras, porque cognoscan los
-gentiles que, de lo que se admiran de nuestras Escripturas salió,
-parece, algo, que si no fuera por confundirlos á ellos, lo de aquel
-libro IV alegará, pero puédese decir que ni contra los gentiles lícito
-era traer testimonio de lo que no tenia autoridad. Finalmente, aunque
-aquel libro sea apócrifo, que es tanto como sospechoso de contener
-algunos errores, no se sigue que no tenga algunas y muchas verdades,
-como es aquella del final juicio, y aquella _morietur filius meus
-Christus_; y así puede haber sido de la dicha autoridad, que la tierra
-sea seis veces mayor que la mar, é por esta razon se puede muy bien en
-esto alegar. Tuvo el Almirante otra razon para más se persuadir á que
-esta era tierra firme: las nuevas que dice que le dieron los vecinos de
-la isla de Guadalupe, y desta Española, y de la de Sant Juan.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXL.
-
-
-Por todo lo susodicho en los capítulos precedentes, asaz parece
-manifiesto haber sido el primero el Almirante D. Cristóbal Colon,
-por quien la divina Providencia tuvo por bien de descubrir aquesta
-nuestra grande tierra firme, así como lo tomó por instrumento y eligió
-por medio de que al mundo se mostrasen todas estas, tantos siglos,
-encubiertas océanas Indias. Vídola, miércoles, 1.º dia de Agosto, un
-dia despues que descubrió la isla de la Trinidad, año del nacimiento
-de nuestra salud, Jesucristo, de 1498 años, á la cual llamó la isla
-Santa, creyendo que era isla, desque comenzó á llegarse para entrar por
-la boca que llamó de la Sierpe, en el golfo de la Ballena, que nombró,
-que halló todo dulce, la cual boca hace la isla de la Trinidad, por
-aquella parte, y la misma tierra firme que llamó Santa; y el viérnes
-siguiente, que se contaron 3 dias del dicho mes de Agosto, descubrió la
-Punta de Paria, que llamó la Punta de la Paria, á la cual, estimando
-que tambien era isla, púsole nombre la isla de Gracia; como todo fuese
-tierra firme, como por sus dias y horas arriba ha parecido, y hoy
-más claramente, por la apariencia y vista de ojos, ser toda inmensa
-tierra firme, parece. Y es bien aquí de considerar, la injusticia y
-agravio que aquel Américo Vespucio parece haber hecho al Almirante,
-ó los que imprimieron sus cuatro navegaciones, atribuyendo á sí, ó
-no nombrando sino á sí sólo, el descubrimiento desta tierra firme;
-y por esto todos los extranjeros que destas Indias en latin ó en su
-lenguaje materno escriben, y pintan, ó hacen cartas ó mapas, llámanla
-América, como descubierta y primero hallada por Américo. Porque como
-Américo era latino y elocuente, supo encarecer el primer viaje que
-hizo, y aplicarlo á sí mismo, como si fuera él por principal y Capitan
-dél, habiendo ido por uno de los que fueron con el capitan Alonso de
-Hojeda, del que arriba hemos hablado, ó por marinero, ó porque puso
-como mercader alguna parte de dineros en el armada, mayormente cobró
-autoridad y nombre por haber dirigido las navegaciones que hizo al rey
-Renato, de Nápoles. Cierto, usurpan injustamente al Almirante la honra
-y honor y privilegios, que, por ser el primero que con sus trabajos,
-sudores y industria dió á España y al mundo el conocimiento desta
-tierra firme, como lo habia dado de todas estas occidentales Indias;
-merece, el cual privilegio y honor reservó la divina Providencia para
-el Almirante D. Cristóbal Colon, y no para otro, y por esto nadie
-debe presumir de se lo usurpar ni dar á sí ni á otro, sin agravio é
-injusticia y pecado, cometida en el Almirante, y, por consiguiente, sin
-ofensa de Dios.
-
-Y porque esta verdad manifiesta sea, referiré aquí fielmente la noticia
-verídica y no aficionada que dello tengo. Para entender esto, conviene
-presuponer la partida de Sant Lúcar del Almirante para hacer este
-viaje, que fué á 30 de Mayo del año 1498, como arriba queda dicho, y
-llegó á las islas de Cabo Verde, á 27 de Junio; y vido la isla de la
-Trinidad, mártes 31 dias de Julio, y luego, miércoles, 1.º de Agosto,
-vido al Sur la tierra firme por la angostura de dos leguas, que hace
-con la isla de la Trinidad, que llamó la boca de la Sierpe, y á la
-tierra firme, creyendo que era isla, nombró la isla Sancta, y luego,
-el viérnes siguiente, vido y descubrió á Paria, y llamóla isla de
-Gracia, por creer que tambien era isla. Toda esta navegacion y la
-figura y la pintura de la tierra, envió el Almirante á los Reyes. Esto
-así supuesto, veamos cuando partió Américo Vespucio, y con quién,
-para descubrir ó negociar en estas partes; para entendimiento de lo
-cual, sepan los que esta Historia leyeren, que en este tiempo estaba
-el susodicho Alonso de Hojeda en Castilla, y llegó la relacion deste
-descubrimiento y la figura de la tierra que el Almirante envió luego
-á los Reyes, lo cual todo venia á manos del Obispo D. Juan Rodriguez
-de Fonseca, que ya creo que era Obispo de Palencia, que tenia cargo
-de la expedicion y negocios destas Indias desde su principio, siendo
-él Arcediano de Sevilla, como arriba queda asaz dicho. El dicho Alonso
-de Hojeda era muy querido del Obispo, y como llegó la relacion del
-Almirante y la pintura dicha, inclinóse Alonso de Hojeda ir á descubrir
-más tierra por aquel mismo camino que el Almirante llevado habia,
-porque, descubierto el hilo y en la mano puesto, fácil cosa es llegar
-hasta el ovillo; ayudóle á ello haber él colegido de los avisos que
-el Almirante procuraba saber de los indios, cuando con el Almirante
-al primer viaje vino, que habia por estas tierras, y despues destas
-islas, tierra firme; y como tuvo el favor y voluntad del Obispo,
-buscó personas que le armasen algun navío ó navíos, porque á él no le
-sobraban los dineros, y halló en Sevilla (y por ventura en el puerto
-de Sancta María, y de allí partió para el dicho descubrimiento),
-donde él era cognoscido, y porque por sus obras de hombre esforzado
-valeroso era señalado, quien cuatro navíos le armase. Dánle los Reyes
-sus provisiones é instrucciones y constitúyenle por Capitan para que
-descubriese y rescatase oro y perlas y lo demas que hallase, dándoles
-el quinto á los Reyes, y tratase de paz y amistad con las gentes adonde
-llegar le acaeciese. Y así, el primero que despues del Almirante fué á
-descubrir, no fué otro sino Alonso de Hojeda; y, los que llevó y quiso
-llevar en su compañía, trabajó de llevar todas las personas que pudo,
-marineros, y que más de las navegaciones destas tierras sabian, que
-no eran otros sino los que habian venido y andado con el Almirante.
-Estos fueron los principales, en aquel tiempo: uno dellos, Juan de la
-Cossa, vizcaino, que vino con el Almirante cuando descubrió esta isla,
-y despues fué tambien con él al descubrimiento de las islas de Cuba
-y Jamáica, laboriosísimo viaje hasta entónces; llevó tambien Hojeda
-consigo al piloto Bartolomé Roldan, que en esta ciudad de Sancto
-Domingo fué muy nombrado y todos cognoscimos, el cual edificó desde
-sus cimientos gran parte de las casas que se hicieron y son vivas en
-las cuatro calles, y este habia venido con el Almirante en el viaje
-primero, y despues tambien al descubrimiento de Paria y tierra firme;
-trujo tambien Hojeda al dicho Américo, no sé si por piloto ó como
-hombre entendido en las cosas de la mar y docto en cosmografía, porque
-parece que el mismo Hojeda lo pone entre los pilotos que trujo consigo.
-Y lo que creo y colijo del prólogo que hace al rey Renato de Nápoles
-en el libro de sus «Cuatro navegaciones,» el dicho Américo, él era
-mercader, y así lo confiesa; debia, por aventura, poner algunos dineros
-en la armada de los cuatro navíos y tener parte en los provechos
-que de allí se hubiesen, y aunque Américo encarama mucho que el rey
-de Castilla hizo la armada y por su mandado iban á descubrir, no es
-así, sino que se juntaban tres ó cuatro, ó diez que tenian algunos
-dineros, y pedian y áun importunaban por licencia á los Reyes, para
-ir á descubrir é granjear, procurando sus provechos é intereses. Así
-que Hojeda, por traer la figura que el Almirante habia enviado, de
-la tierra firme que habia descubierto, á los Reyes, y por pilotos á
-los marineros que habian venido con el Almirante, vino á descubrir
-é descubrió la parte que abajo, cap. 166, se dirá, de tierra firme.
-Que haya ido Américo con Alonso de Hojeda, y Hojeda despues de haber
-descubierto la tierra firme el Almirante, es cosa muy averiguada y
-probada con muchos testigos, y por el mismo Alonso de Hojeda, el cual
-fué presentado por el Fiscal por testigo en favor del fisco, cuando
-el Almirante, D. Diego Colon, legítimo y primero sucesor del dicho
-Almirante D. Cristóbal Colon, movió pleito al Rey por todo su Estado
-de que habia su padre sido desposeido, y él lo estaba por esta causa;
-el cual Alonso de Hojeda dice así en su dicho á la segunda pregunta,
-por la cual era preguntado, ¿si sabia que el Almirante D. Cristóbal
-Colon no habia descubierto en lo que agora llaman tierra firme, sino
-una vez que tocó en la parte de la tierra que llaman Paria? etc.,
-responde Hojeda, que el Almirante D. Cristóbal Colon tocó en la isla
-de la Trinidad y pasó por entre la isla dicha y Boca del Drago, que es
-Paria, é que vió la isla de la Margarita; preguntado ¿como lo sabe?
-dijo, que lo sabe porque vió este testigo la figura que el dicho
-Almirante envió á Castilla, el dicho tiempo, al Rey é Reina, nuestros
-señores, de lo que habia descubierto, y porque este testigo luego vino
-á descubrir y halló que era verdad lo que dicho tiene, que el dicho
-Almirante descubrió; á la quinta pregunta, que contiene lo que el mismo
-Hojeda habia descubierto desde Paria abajo, dice así Hojeda, que la
-verdad desta pregunta es, que él vino á descubrir el primero despues
-que el Almirante descubrió, y que él fué hácia el Mediodia de la tierra
-firme, cuasi 200 leguas, y descendió despues hasta Paria y salió por
-la Boca del Drago, y allí conoció que el Almirante habia estado en la
-isla de la Trinidad, junto con la Boca del Drago; y abajo dice, que
-este viaje, que este testigo hizo, trujo consigo á Juan de la Cossa y
-á Américo Vespucio, é otros pilotos, etc. Esto dice Alonso de Hojeda,
-entre otras cosas, en su dicho y deposicion; por manera, que quedan
-averiguadas por el mismo Hojeda dos cosas: la una, que trujo á Américo
-consigo, y la otra, que vino á descubrir por la tierra firme despues de
-la haber descubierto el Almirante; y esta postrera está muy probada,
-conviene á saber, que el Almirante haya sido el primero que descubrió á
-Paria, y que en ella estuvo ántes que cristiano alguno llegase á ella
-ni á parte alguna de toda la tierra firme, ni tuviese noticia de cosa
-de ella, y esto tiene probado el Almirante, don Diego, su hijo, con
-60 testigos de oidas y 25 de vista, como parece por el proceso deste
-negocio y pleito, el cual yo he visto, y bien visto. Probó asimismo,
-que por haber el dicho Almirante D. Cristóbal Colon descubierto estas
-Indias é islas, y despues á Paria, que es la tierra firme, primero
-que otro alguno, se atrevieron á ir á descubrir los otros que despues
-dél fueron descubridores, y que creen y tienen por cierto, que nunca
-hombre se moviera á ir á descubrir, ni las Indias ni parte de ellas se
-descubrieran, si el Almirante descubierto no las hobiera. Esto prueba
-con 16 testigos de oidas y con 41 que lo creen, y con 20 que lo saben,
-y con 13 que afirman que descubrió primero que otro alguno, y que
-por aquello lo creen; testifícalo tambien Pedro Martir en su primera
-Década, capítulos 8.º y 9.º, al cual se le debe más crédito que á otro
-ninguno de los que escribieron en latin, porque se halló en Castilla
-por aquellos tiempos y hablaba con todos, y todos se holgaban de le dar
-cuenta de lo que vian y hallaban, como á hombre de autoridad, y él que
-tenia cuidado de preguntarlo, pues trataba de escribir, como dijimos
-en el prólogo de la Historia. De haber llegado á Paria el Américo en
-este su primer viaje, él mismo lo confiesa en su primera navegacion,
-diciendo: _Et provincia ipsa Parias ab ipsis nuncupata est_. Despues
-hizo tambien con el mismo Hojeda la segunda navegacion, como en el cap.
-162 parecerá. Aquí es agora mucho de notar y ver claro el error que
-cerca de Américo por el mundo hay, y digo así: que como ninguno ántes
-del Almirante hobiese llegado ni visto á Paria, ni cosa de aquella
-tierra, ni despues dél no llegó primero otro sino Hojeda, síguese, que
-Américo, ó fué con Hojeda, ó despues dél; si fué con Hojeda, y Hojeda
-despues del Almirante, y el Almirante partió de Sant Lúcar á 30 de
-Mayo, y llegó á ver la Trinidad y la tierra firme postrero de Julio, y
-primero y tercero de Agosto, como todo queda y es ya manifiesto, ¿como
-con la verdad se compadece que Américo diga en su primera navegacion,
-que partió de Cáliz á 20 de Mayo, año de nuestra salud, de 1497? Clara
-parece la falsedad, y si fué de industria hecha, maldad grande fué, y
-ya que no lo fuese, al ménos parécelo, pues muestra llevar diez dias de
-ventaja en el mes al Almirante, cerca de la partida de Cáliz, porque
-el Almirante partió de Sant Lúcar á 30 de Mayo, y Américo dice haber
-partido de Cáliz á 20 del dicho mes, y usúrpale tambien un año, porque
-el Almirante partió el año de 1498, y Américo finje que partió para
-su primera navegacion el año de 97. Verdad es que parece haber habido
-yerro y no malicia en esto, porque dice Américo que tardó en aquella su
-primera navegacion diez y ocho meses, y al cabo della dice que tornó
-á entrar de vuelta en Cáliz á 15 de Octubre, año de 499. Claro está,
-que si partieran de Cáliz á 20 de Mayo, año de 497, que tardaran en el
-viaje veintinueve meses; siete del año de 97 y todo el año de 98, y más
-diez meses del año de 99. Tambien se pudo errar la péndola en poner el
-año de 99 por el de 98 al fin, cuando trata de su vuelta á Castilla,
-y, si así fuera, era cierta la malicia. Desta falsedad ó yerro de
-péndola, ó lo que haya sido, y de saber bien, por buen estilo, relatar
-y parlar y encarecer Américo sus cosas y navegacion, y callar el nombre
-de su Capitan, que fué Hojeda, y no hacer más mencion que de sí mesmo,
-y escribir al rey Renato, han tomado los escritores extranjeros de
-nombrar la nuestra tierra firme América, como si Américo sólo, y no
-otro con él, y ántes que todos la hobiera descubierto; parece, pues,
-cuanta injusticia se hizo, si de industria se le usurpó lo que era
-suyo, al Almirante D. Cristóbal Colon, y con cuanta razon al Almirante
-D. Cristóbal Colon (despues de la bondad y providencia de Dios, que
-para esto le eligió), este descubrimiento y todo lo sucedido á ello se
-le debe, y como le pertenecia más á él, que se llamara la dicha tierra
-firme Columba, de Colon ó Columbo que la descubrió, ó la tierra Sancta
-ó de Gracia, que él mismo por nombre le puso, que no, de Américo,
-denominarla América.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXLI.
-
-
-Tornando al Almirante, no podia quitar de su imaginacion la grandeza
-de aquella agua dulce que halló y vido en aquel golfo de la Ballena,
-entre la tierra firme y la isla de la Trinidad, y dándose á pensar
-mucho en ello, y hallando sus razones, viene á parar en opinion que
-hácia aquella parte debia estar el Paraíso terrenal. De las razones que
-le movian, una era la grande templanza que andaba por aquella tierra
-y mar donde andaba, estando tan cerca de la línea equinoccial, la
-cual era juzgada de muchos autores como inhabitable, ó por habitable
-con dificultad; ántes, por allí, estando el sol en el signo Leo, por
-las mañanas hacia tanto frescor, que le sabia bien tomar un ropon
-enforrado. Otra razon era, que hallaba que, pasando 100 leguas de las
-islas de los Azores y en aquel paraje del Septentrion, al Austro,
-nordesteaban una cuarta las agujas y más, y, con ellas yendo al
-Poniente, iba creciendo la templanza y mediocridad de los tiempos
-suaves, y juzgaba que la mar iba subiendo y los navíos alzándose hácia
-el cielo suavemente; y la causa desta altura, dice ser la variedad
-del círculo que describe la estrella del Norte con las Guardas, y
-cuanto más van los navíos al Poniente, tanto más van alzándose, y
-subirán más en alto y más diferencia habrá en las estrellas y en los
-círculos dellas, segun dice. De aquí vino á concebir que el mundo no
-era redondo, contra toda la machina comun de astrólogos y filósofos,
-sino que el hemisferio que tenian Ptolomeo y los demas era redondo,
-pero este otro de por acá, de que ellos no tuvieron noticia, no lo era
-del todo, sino imaginábalo como media pera que tuviese el pezon alto,
-ó como una teta de mujer en una pelota redonda, y que esta parte deste
-pezon sea más alta y más propincua del aire y del cielo, y sea debajo
-la equinoccial; y sobre aquel pezon, le parecia podia estar situado
-el Paraíso terrenal, puesto que de allí, donde él estaba, estuviese
-muy léjos. Daba otra razon: hallar, dice él, esta gente más blanca ó
-ménos negra, y los cabellos largos y llanos, y gente más astuta y de
-mayor ingenio, é no cobardes; y da razon de esta razon, porque cuando
-en este viaje llegó en 20°, era la gente negra, y cuando á las islas
-de Cabo Verde, más negra, y cuando á los 5°, en derecho la línea de la
-Sierra Leona, muy más negra, pero cuando declinó hácia el Poniente y
-llegó á la Trinidad y tierra firme, que creyó ser el cabo de Oriente,
-por respecto del lugar donde estaba, donde acababan la tierra toda y
-las islas, halló mucha templanza y serenidad, y por consiguiente, de
-la manera que ha dicho la gente. Otra razon es, la multitud y grandeza
-desta agua dulce del golfo de la Ballena, que tiene 48 leguas della,
-la cual parece que podia venir de la fuente del Paraíso terrenal y
-descender á este golfo, aunque viniese desde muy léjos, y deste golfo
-nacer los cuatro rios Nilo, Tigre, Euphrates y Gánges, ó ir á ellos
-por sus cataratas debajo de tierra y de la mar tambien. Ciertamente,
-para estar este mundo destas Indias tan oculto y ser tan reciente su
-descubrimiento, y ver las cosas tan nuevas que via, no es de maravillar
-que el Almirante tanta, y de tan diversas y nuevas cosas, sospecha
-imaginaciones y sentencia nueva tuviese. A lo que en la segunda razon
-dijo, que yendo al Poniente iban los navíos alzándose, contradice lo
-que el Filósofo dice en el II, de los «Mechaoros», cap. 1.º, conviene
-á saber, que la tierra y la mar de Septentrion es más alta que la del
-Austro, y pruébalo, porque las mares y corrientes dellas, que vienen
-de aquellas partes, corren á otras mares más bajas, y de aquellas á
-este Océano; y da dello otra señal, que aquella tierra es más alta,
-porque los meteorológios, que quiere decir los estudiosos de las cosas
-altas, creyeron que el sol no andaba por debajo de aquella tierra,
-sino por cerca della, porque en el Septentrion los lugares de la
-tierra son altos; esto es del Filósofo. A lo que el Almirante infiere,
-que la tierra no es redonda, Aristóteles en el II, _De cœlo_, cap.
-14, y Ptolomeo en su _Almagesto_, _dictione_ 5.ªœ, cap. 16, Plinio,
-libro II, capítulos 66 y 67, y Alberto Magno, II, _De cœœlo_, tractado
-III, capítulos 9, 10 y 11, y el autor de la «Esphera,» y comunmente
-todos los más aprobados filósofos y astrólogos y matemáticos son en
-contrario, lo cual se muestra y prueba por razones demostrativas que
-no pueden por alguna manera negarse. Y una razon quiero aquí decir
-que experimentamos en las Indias cada dia, y es, que cuando pasamos
-por la latitud de los climas, que es del Norte ó Septentrion al Sur ó
-Austro, por poco que andemos, descubrimos algunas estrellas que están
-en aquella parte, y que perpétuamente no vemos y nunca vimos, y si
-tornamos de Austro al Septentrion, por poco que á él nos acerquemos,
-se nos descubren estrellas que nunca vimos, y esto parece, porque en
-Egipto y en la isla de Chipre y en Persia, que están hácia el Mediodia
-ó Austro, vénse muchas estrellas meridionales, las cuales no ven los
-que están en el sétimo clima, y por el contrario, muchas ven aquestos
-que los habitadores del Austro no ven ni verán jamás, estando en sus
-tierras. Así parece arriba, cap. 128, donde hablando de la isla de la
-Taprobana, dijimos, por sentencia de los antiguos, que no se vian los
-Septentriones, que son las Osas Mayor y Menor, ni las Cabrillas. Esto
-en ninguna manera podia ser si no fuese la tierra redonda, porque la
-misma redondez y cuesta y lomo que hace, se interpone entre las vistas
-nuestras y de los que están en aquellas partes, porque, sin duda, si
-la tierra fuese llana, de igual superficie, como algunos hubieron,
-grandes filósofos, y de los cristianos fué Lactancio en el libro de
-_Falsa sapitia_, cap. 24, donde quiera que el hombre estuviese, y en
-cualquiera parte de la tierra veria ambos á dos polos y todas las
-estrellas que están cerca dellos. Esta razon es del Filósofo, en el
-libro II, _De cœœœlo_, cap. 14, y Sancto Tomás, allí en la leccion
-última, y de Alberto Magno, donde arriba, cap. 11, y del autor de
-la«Esphera.» Ponen otra razon, de los eclipses, porque si la tierra
-fuera llana, en la misma hora que apareciera el eclipse á los de
-Oriente lo vieran los habitadores de Occidente, pero porque unos á
-una y otros á otra lo ven, los de Occidente lo ven ántes y los de
-Oriente despues, y por el contrario, porque primero les anochece á
-estos que á aquellos, lo cual no seria sino por el lomo ó altor ó
-embarazo que hace la tierra por ser redonda. Y ansí parece que el
-Almirante no argüia bien, por aquellas razones, que la tierra no fuese
-redonda, pero no es de maravillar, como viese tantas novedades, como
-dice, y tan admirables; y, por ventura, se movia tambien por razon de
-que no total y propia y perfectamente la tierra es esférica, de tal
-manera como lo es la propia y perfecta figura esférica, de cuyo punto
-medio, todas las líneas rectas que proceden y van á la superficie son
-iguales, como una bola que sea perfectamente redonda, pero la figura
-redonda es, que va ó se quiere asemejar á lo esférico, puesto que no
-sea esférico perfectamente como lo sea una manzana, aunque se puede
-decir redonda, pero no se dirá propiamente esférica; y esta es la
-diferencia entre lo esférico y lo redondo, y así, la tierra se dice
-redonda y no propiamente esférica. Esto parece que siente Plinio en el
-cap. 66 del libro II, _Orbem certe dicimus terræ globum quem verticibus
-includi fatemur. Neque absoluti orbis est forma in tanta montium
-excelsitate tanta camporum planicie._ Las mismas palabras dice Beda en
-el libro _De natura rerum_, cap. 46. En aquello que dice, no de forma
-absoluta, da á entender, que absolutamente no es la tierra esférica,
-sino con condicion, conviene á saber, si todas las partes de la tierra
-juntamente se ayuntasen con el anchura de las líneas, de tal manera,
-que las líneas vayan sobre toda la tierra en circuito, no descendiendo
-á los llanos ni campos y montes, resultaria entonces un ayuntamiento
-que seria de esférica figura; y porque el Almirante no ignoraba las
-razones que los antiguos daban de la redondez de la tierra, segun él
-dice aquí: «Yo siempre leí que el mundo, tierra y agua, era esférico,
-y las autoridades y esperiencias que Ptolomeo y todos los otros que
-escribieron deste sitio daban y amostraban para ello, así por eclipses
-de la luna y otras demostraciones que hacen de Oriente hasta Occidente,
-como de la elevacion del polo de Septentrion al Austro; agora ví tanta
-deformidad, como ya dije, y por eso me puse á tener eso del mundo, y
-fallé que no era redondo de la forma que escriben, salvo que es de
-forma de una pera que sea toda muy redonda, salvo que allí donde tiene
-el pezon allí tiene más alto, etc.» Estas son sus palabras. Donde
-muestra no ignorar en este caso lo que otros de la redondez de la
-tierra sabian, así que, como esto supiese, tambien habria visto esto
-que se dijo de Plinio, y con ello ayuntadas las mudanzas y novedades
-maravillosas que en la mar y en la tierra veia, no parece que será
-razon de imputarle á falta de saber porque dijese, que aunque sabia
-afirmar los pasados ser la tierra redonda, que no ser del todo esférica
-le parecia.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXLII.
-
-
-Cuanto á sospechar que podia ser que el Paraíso terrenal estuviera en
-parte de aquella region, tampoco el Almirante opinaba fuera de razon,
-supuestas las novedades y mudanzas que se le ofrecian, mayormente, la
-templanza y suavidad de los aires, y la frescura, verdura y lindeza
-de las arboledas, la disposicion graciosa y alegre de las tierras,
-que cada pedazo dellas parece un paraíso, la muchedumbre y grandeza
-impetuosa de tanta agua dulce, cosa tan nueva; la mansedumbre y bondad,
-simplicidad, liberalidad, humana y afable conversacion, blancura y
-compostura de la gente. De lo cual dice así: «La Sacra Escriptura
-significa que Nuestro Señor hizo el Paraíso terrenal, y en él puso
-el árbol de la vida, y dél sale una fuente de donde resultan en este
-mundo cuatro rios principales, Ganges y Euphrates, Tígris y Nilo. Yo
-no hallo ni jamás he hallado escritura de latinos ni de griegos que
-certificadamente diga el sitio en este mundo del Paraíso terrenal,
-ni he visto en ninguna mapamundi, salvo situado con autoridad de
-argumento; algunos le ponian allí donde son las fuentes del Nilo en
-Etiopía, mas otros anduvieron todas estas tierras, y no hallaron
-conformidad dello en la temperancia del cielo, en la altura hácia el
-cielo, porque se pudiese comprender que era allí. Algunos gentiles
-quisieron decir, por argumentos, que él era en las islas Fortunadas,
-que son las Canarias, etc.; Sant Isidro, y Beda, y Strabon y el Maestro
-de la «Historia escolástica,» y Sant Ambrosio, y Scoto, y todos los
-santos teólogos conciertan que el Paraíso está en el Oriente. Ya dije
-lo que yo hallaba deste hemisferio y de la hechura, y creo que si yo
-pasara por debajo de la línea equinoccial, que en llegando allí, en
-esto más alto, que hallara muy mayor temperancia y diversidad en las
-estrellas y en las aguas, no porque yo crea que allí donde es el altura
-del estremo sea navegable, ni agua, ni que se pueda subir allá, porque
-creo que allí es el Paraíso terrenal, á donde no puede llegar nadie,
-salvo por voluntad divina; y creo que esta tierra que agora mandaron
-descubrir Vuestras Altezas, sea grandísima, y haya otras muchas en el
-Austro, donde jamás se hobo noticia. Yo no tomo quel Paraíso terrenal
-sea en forma de montaña alta, áspera, como el escribir dello nos
-amuestra, salvo que sea en el colmo, allí donde dije la figura del
-pezon de la pera, y que poco á poco, andando hácia allí desde muy
-léjos, se va subiendo á él, y creo que pueda salir de allí esa agua,
-bien que sea léjos, y venga á parar allí, de donde yo vengo, y faga
-este lago. Grandes indicios son estos del Paraíso terrenal, porque
-el sitio es conforme á la opinion destos santos é sacros teólogos,
-y asimismo las señales son muy conformes, que nunca jamás leí ni oí
-que tanta cantidad de agua dulce fuese así, dentro é vecina de la
-salada, y en ello ayuda asimismo la suavísima temperancia; y si de
-allí del Paraíso no sale, parece aún mayor maravilla, porque no creo
-que se sepa en el mundo de rio tan grande y tan fondo.» Todas estas
-son palabras del Almirante, con su humilde, y falto de la propiedad de
-vocablos, estilo, como que en Castilla no habia nacido, por las cuales
-no parece muy oscuro, el Almirante no ser poco experimentado en la
-lectura divina y de historias antiguas y doctrina de santos doctores,
-y de autores tambien profanos. Para mostrar de esto algo, y para que
-se vea que no irracionablemente, sino con probables y razonables
-motivos, podia opinar y sospechar, al ménos, estar por aquella tierra
-firme, ó cerca, ó léjos della, la region donde está situado el Paraíso
-terrenal, cuatro cosas cerca dello quiero aquí, declarando algunas
-que toca el Almirante, decir: la una, lo que por los autores, de la
-altura del Paraíso terrenal, se dice; la otra, en qué sitio region ó
-parte de la tierra está, ó si en isla ó en tierra firme; la tercera,
-de la grandeza ó tamaño y capacidad dél; la cuarta, de las calidades
-(algunas, empero), que al propósito hacen, que tenia y hoy tiene.
-Cerca de lo primero, esta es sentencia comun de todos los doctores, que
-es el más alto lugar de la tierra, y así lo dice Damasceno, libro II,
-cap. 2.º, _De ortodoxa fide: In Oriente quidem omni terra celsior_,
-etc. Strabo, que fué hermano de Beda, sobre el «Génesis,» é pónese
-en la glosa ordinaria, dice, que tan alto, que llega al cielo de la
-Luna: _Locus remotissimus pertingens usque ad circulum Lunæ_, etc;
-y el Maestro de las historias, en el cap. 13, sobre el «Génesis,»
-afirma lo mismo; el Maestro de las Sciencias, en el II, distincion
-17, lo refiere. Muchas sentencias y diversas, nacieron de la altura
-del Paraíso, pero la verdadera es, que pues la Sagrada Escritura no
-explica cuanta sea, ninguno puede naturalmente definirla, y por esto
-lo que se ha de tener es, que tanta es su altura, cuanta convenia á
-la buena y salubre vivienda de los hombres en el Paraíso; esta era la
-templanza del lugar, que delectablemente allí se viviese, esto que ni
-hubiese calor ni afligiese el frio, sino que estas calidades fuesen
-reducidas á el medio, de donde procediese la sanidad, y las cosas que
-allí hobiese no se corrompiesen, ó no fácilmente fuesen corrompidas. La
-corrupcion se hace por la accion de la contrariedad, y, para impedir
-esta contrariedad, necesario era no estar el Paraíso en lugar de accion
-vehemente para causar contrariedad; y porque en el fuego hay extremo
-de contrariedad, que es el gran calor, y en el aire tambien caliginoso
-hay extremo de contrariedad, que es gran frio, y en la tierra, puesto
-que no hay extremo de contrariedad, sino una mezcla de frio y calor por
-la incidencia y reflexion de los rayos del sol, y por esta causa hay
-alguna templanza, pero es poca, y es con accion de contrariedad, por
-esta razon ni pudo ponerse el Paraíso terrenal que llegase al cielo
-de la luna, porque el elemento del fuego que llega al cóncavo de la
-luna quemara todas las cosas y á todo el Paraíso terrenal, ni tampoco
-ponerse entre el aire turbio y caliginoso, por la mucha frialdad, que
-todo tambien lo mortificara. En la tierra estuviera con ménos daño,
-porque hay en ella un poco de templanza, pero todavía por la mucha
-accion de contrariedad, muy presto en ella las cosas se corrompen,
-porque este lugar de nuestra habitacion tiene el aire turbulento, por
-los vapores y exhalaciones que salen de la tierra y del agua, por
-lo cual no puede haber mucha sanidad en él. Fué, luego, necesario
-dar tal sitio y lugar al Paraíso donde no hobiese alguna accion de
-contrariedad, pero mayor y menor temperancia y serenidad; este lugar,
-no es otro sino la tercera region del aire, que está luego sobre la del
-aire caliginoso y turbio, porque allí hay poca accion de contrariedad,
-la que basta para alguna generacion y corrupcion. Que este lugar se
-pueda, como es dicho, persuadir el Paraíso donde esté situado, conviene
-á saber, la tercera region del aire, parece así, porque otros montes
-hay en la tierra que llegan hasta allí; uno es, aquel tan nombrado y
-celebratísimo, y así admirable en altura, Olimpo, el cual es tan alto
-que parece llegar al cielo, y por esta causa, entre los griegos, el
-nombre del cielo y el del monte Olimpo, uno no más es, y así, la cumbre
-dél, llaman las gentes de aquella tierra, cielo; dice Olimpo, cuasi
-_olo lampus_, que quiere decir, cielo. Deste dice Sant Isidro, libro
-XIV, cap. 8º, de las «Etimologías,» que Olimpo es un monte de Macedonia
-demasiadamente alto, que las nubes se vean debajo dél; del cual canta
-Virgilio: _Et nubes excesit Olimpus_, y así parece que aquel monte suba
-sobre las nubes que están en la segunda region del aire, ó en el aire
-caliginoso; y más, se dice, que todas las pasiones y turbulencias del
-aire sobrepuje, por lo cual los filósofos que allí subian á contemplar
-los sitios y cursos de las estrellas, no podian vivir en aquel monte
-sino llevaban consigo esponjas con agua bien imbuidas y empapadas, de
-las cuales chupando y atrayendo á sí el agua, dice que espesaban el
-aire para lo atraer y poder respirar y vivir, porque por su sotileza
-de aquel aire superior y puro, no se podia atraer para respirar ó
-resollar, y así no podian los hombres vivir, ni las aves pudieran
-allí volar, por no poder sostener el peso del cuerpo dellas; así lo
-dice Sant Agustin sobre el _Genesi, ad literam_, cap. 14, en la obra
-imperfecta. Esto se trata tambien en el libro _De propietatibus rerum_,
-libro XIV, cap. 29, hablando del monte Olimpo, y alega al Maestro
-de las Historias, y no señala en qué lugar. Y que este monte Olimpo
-trascienda el aire caliginoso parece por un cierto argumento, porque
-allí ni hay jamás viento ni lluvias, y estaba en él un templo dedicado
-á Júpiter, donde, cuando se ofrecian los sacrificios, escribian
-ciertas letras en la ceniza ó en el polvo, y cuando volvian otro año,
-al tiempo de hacer las ceremonias de los sacrificios, se hallaban las
-mismas letras en la ceniza, sin haberse deshecho, lo que no pudiera
-ser si viento ó lluvia allí cayera; así lo toca Sant Agustin, donde
-dije arriba, y más largo lo dice Solino en su Polistor, cap. 13, y
-así parece que el monte Olimpo sobrepuja las impresiones del aire
-caliginoso y oscuro, y por consiguiente, llega á la tercia region del
-aire, que es toda serena, y con todo eso, no es tanta su altura que
-no pudiesen subir á él los filósofos á especular y los sacerdotes á
-ofrecer sacrificios. Y no solamente Olimpo, monte, sobrepuja las nubes,
-pero tambien el monte Athos en Macedonia ó en Tracia, del cual dice
-el mismo Solino en el cap 21, y Pomponio Mela, libro II, cap. 2.º,
-que es más alto que el lugar de donde descienden las lluvias, y este
-lugar es la media region del aire, de tal manera que: _capit opinio
-fidem quod de aris quas in vertice sustinet, non abluitur cinis sed
-quo relinquitur aggere manet_. Y tiene otra cosa que se tiene por una
-de las maravillas del mundo, que llega con su sombra hasta la isla
-Lemno, una de las del Archipiélago, que está dél 86 millas, que son más
-de 28 leguas. _Quod non frustra inter miracula notaverunt cum Athos
-Lemno sex et octoginta millibus pasuum separaretur._ Lo mismo dice Sant
-Isidro, libro XIV, cap. 8.º de las «Etimologías». Y, cierto, la isla
-de Tenerife en las Canarias, y la isla del Pico en las de los Azores,
-no creo que son muy ménos altas que las dichas, como quiera que las
-veamos, á lo ménos la del Pico, 40 leguas en la mar, y mucho más alta
-la cumbre dellas que las nubes, y que parecen por debajo dél. Pues si
-estas sierras ó montes ya dichos llegan á la tercera region del aire,
-que es toda serena y suave, no es difícil cosa de creer y conceder que
-el Paraíso terrenal suba encima de los vientos y de las lluvias en la
-region tercera del aire, al cual, con más razon podemos dar mayor
-altura que á los montes comunes de que ya tenemos cierta noticia.
-Finalmente, es de concluir que el Paraíso terrenal está en lo más
-alto de toda la tierra, y sobrepuja todos los otros altos montes por
-altos que sean, donde las aguas del Diluvio no pudieron llegar, ó por
-su altura, ó porque no convino que llegasen, las cuales sobrepujaron
-15 codos á todos los más altos, parece. _Génesis_, 7. Pues trayendo
-lo dicho al propósito, como el Almirante considerase la tierra no ser
-esférica del todo, como ya se probó, y la necesidad del lugar ó altura
-del Paraíso, pudo imaginar el dicho monte ó lugar ser como el pezon de
-la pera, como lo más alto de toda la tierra, puesto que la semejanza de
-las cosas en todas las particularidades no se pueda ni deba guardar,
-porque de otra manera, una cosa no seria semejante á otra sino ella
-misma.
-
-
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-
-CAPÍTULO CXLIII.
-
-
-Cuanto á lo segundo que propuse decir, en qué sitio ó region ó parte de
-la tierra, ó si en isla ó tierra firme, puesto sea el Paraíso terrenal,
-decimos: que en qué lugar ó debajo de qué parte del cielo sea su
-sitio, cierta, determinada y precisamente, nadie de los que vivimos y
-vivieron ántes de nos, miéntras vivian, ni lo sabemos ni lo supieron,
-sino fuesen aquellos á quien la divina voluntad quiso revelarlo, porque
-la Escritura divina no lo declara. Y por esta causa de incertidumbre,
-hubo diversas opiniones, no sólo entre gentiles, pero tambien entre
-católicos. Lo que la Escritura Sancta dice, es esto: _Plantaverat auten
-dominus Deus Paradisum voluptatis, à principio_ «Génesis. II.» Algunos
-exponen _à principio_, por en el Oriente, porque de allí comienza el
-movimiento del cielo que primero se mueve, ó que se llama _primum
-mobile_. De aquí entienden que el Paraíso sea situado en Oriente, y
-así lo dice Sant Isidro, cap. 3.º del libro XIV, de las «Etimologías:»
-_Paradisus est locus in Orientis partibus constitutus, cujus vocabulum
-ex græco in latinum vertitur, hortus. Porro hebraice Edem dicitur,
-quod in nostra lingua delitiæ interpretatur, quod utrumque junctum
-facit hortum delitiarum_, etc. San Juan Damasceno, _De ortodoxa fide_,
-libro II, cap. 2.º, _inter cetera_, dice: _Hic locus divinus est
-Paradisus, Dei manibus in Edem, id est delitiis el voluptate, plantatus
-in Oriente quidem omni terra celsior_, etc. La «Historia scolástica,»
-en el cap. 13, sobre el Génesis: _Plantavit Deus Paradisum herbis
-et arboribus insitum, à principio creationis, scilicet cum aparuit
-árida, et germinare terram fecit. Vel à principio id est à prima orbis
-parte unde alia translatio habet Paradisum. In Edem ad Orientem. In
-Edem, id est delitiis: à principio id est ad Orientem est autem locus
-amenissimus longo terræ et maris tractu á nostra habitabili zona
-secretus_, etc. Strabo tambien á lo mismo concuerda: _Paradisus est
-locus in Oriente positus, interjecto Oceano et montibus appositis,
-à regionibus quas incolunt homines secretus et remotissimus._ Lo
-mismo afirma Josefo, libro I, cap. 2.º, _De Antiquitatibus_: _Dicit
-autem etiam Deum plantasse ad Orientem Paradisum_, etc. Todas estas
-sentencias pretenden ser su asiento en las partes de Oriente, y ser
-secretísimo y apartado de toda poblacion de hombres por mucha lejura
-de tierra y de mar que esté en medio. Sancto Tomás dice en la primera
-parte, cuestion CII, art. 1.º, y en otros lugares, que convenientemente
-se afirma estar puesto el Paraíso terrenal en el Oriente, porque es de
-creer que en el más notable lugar de la tierra esté situado, y este es
-el Oriente, como sea la diestra parte del cielo, segun el Filósofo,
-en el libro II, _De cœœœlo et mundo_, y la diestra es más noble que
-la siniestra, y así, fué cosa conveniente que Dios allí lo pusiese.
-Estas son palabras de Sancto Tomás. Cerca de este punto es de notar,
-que, en cualquiera sitio que el Paraíso esté, se puede entender estar
-al Oriente; la razon es, porque cualquiera punto en la tierra se puede
-entender estar al Oriente, por respecto y en comparacion del cielo,
-ó por respecto de diversos sitios de la tierra, sino es por respecto
-de los dos polos, por ser inmovibles ó movibles; y por eso, por decir
-estar al Oriente, no por eso se determina cierto y preciso lugar de la
-tierra en que tenga su sitio el Paraíso. Otros hobo que tuvieron por
-opinion que estaba el Paraíso terrenal en alguna parte del Occidente,
-y este fué error de los gentiles que siguieron los versos y ficciones
-de los poetas, los cuales afirmaron estar en las islas de Canaria,
-por lo cual las llamaron Fortunadas y Bienaventuradas, cuasi diciendo
-que los que en ellas vivian eran felices y bienaventurados. Así lo
-testifica Sant Isidro en el libro XIV, cap. 6.º, de las Etimologias:
-_Fortunatarum insulæ vocabulo suo significant omnia fere bona quasi
-felices et beatæ fructuum ubertate: sua enim natura pretiosarum poma
-silvarum parturiunt, fortuniis vitibus juga colium vestiuntur. Ad
-herbarum vicem messis et olus vulgo est, unde gentilium error et
-secularium carmina poetarum, propter soli fecunditatem, easdem esse
-Paradissum putaverunt_, etc. Estas son sus palabras. Hesiodus, poeta
-que segun Plinio, en principio del libro XIV de la «Natural Historia,»
-fué el primero que dió preceptos ó reglas de agricultura, hace mencion
-que en las islas Canarias estaba el Paraíso, que llamaban los gentiles
-los Campos Elíseos, como arriba en el capítulo 20 largamente dijimos.
-Strabo, en el principio de su «Geografía,» hace la misma mencion destas
-islas Canarias, y tambien que en España, por su fertilidad, ponia
-Homero y tambien Platon los dichos Campos Elíseos, que llamamos el
-Paraíso. Pero podrá preguntar alguno, ¿como adivinaban los gentiles
-nuestro Paraíso por la suavidad y amenidad ó templanza y aspecto
-favorable de los cielos, que trataban de los Campos Elíseos, donde
-creian ir las ánimas de los que en esta vida justamente vivian?
-Responde Gregorio Nacianceno, en la oracion octava sobre la muerte de
-Sant Basilio y Eusebio, en el libro XII _De Evangelica preparatione_,
-que los griegos, y señaladamente Platon, aquello y otras muchas cosas
-tomaron de los libros de Moisén y de nuestra antigua Sagrada Escritura.
-_Sapientes (inquit Gregorius), qui fuissent in Eliseos Campos receptos
-aserebant terram sicilicet inmortalem, quo nomine appellabant
-nostrum Paradisum ex Mosaicis libris edocti: licet in apellando eo
-discreparent, Campum Elisium vel pratum herbosum illum vocantes_, etc.
-Pero dejado el lugar ó el sitio del Paraíso que aquestos decian, gran
-diferencia es la que hay entre la felicidad del Paraíso á las islas
-de Canaria, que llamaban Fortunadas, porque aunque muchas cualidades
-se cuentan por los antiguos dellas, fué por la gran licencia que los
-poetas se tomaron de fingir muchas más de las que en la verdad eran; lo
-cual se averigua, lo uno, por lo poco que las alaba de bienaventuradas
-Solino en el capítulo último de su Polistor, donde dice, que mucho
-más dice la fama que por sus nombres en la verdad tienen: _De harum
-nominibus expectari magnum mirum iror, sed infra famam vocabuli res
-est_, y referidas algunas buenas calidades suyas, dice al cabo:
-_Ideoque non penitus ad nuncupationem suam congruere insularum
-calitatem_. Y así, no son aquellas islas del nombre de Paraíso dignas,
-y por esto parece claro, los muy antiguos ninguna noticia haber tenido
-destas Indias sino fuese atinando, porque, si la tuvieran, con muy
-mayor razon pusieran en ellas los Campos Elíseos que en las islas
-de Canaria, ni en España, pues es manifiesta la ventaja, como cien
-mil partes á una, que á todas las del mundo, en felicidad, templanza
-de aires, aspecto de los cielos, aguas, frutas, frescura, suelo,
-disposicion de la misma tierra y otras naturales riquezas hacen estas
-Indias, como arriba en muchos capítulos ha parecido, y es harto buen
-argumento; y porque allí, donde el Almirante andaba, era maravillosa la
-frescura y temperancia de aires, y alegría de la tierra, cielo, aguas y
-arboledas, que por los ojos via, no era mucho que por allí concibiese,
-aunque habia navegado hácia el Poniente (puesto que tambien sentia ser
-el fin de Oriente), estar, no los Campos Elíseos como los gentiles,
-sino, como católico, el terrenal Paraíso.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXLIV.
-
-
-Fueron algunos otros que tuvieron opinion que estaba el Paraíso
-terrenal debajo de la línea ó en la línea equinoccial, y, para
-prueba dello, señalaban algunas razones: una era, porque, segun
-muchos filósofos, aquel lugar es temperatísimo por las razones que
-al principio el Almirante propuso ante los Reyes católicos, probando
-ser posible el descubrimiento deste orbe, las cuales pusimos en los
-capítulos 6.º y 7.º, y la verdad desta temperancia, cierto, más vemos
-por nuestros ojos que podemos leer en ningunos libros. Pues como el
-Paraíso haya de tener el más templado y felice lugar que se pueda
-hallar en la tierra, segun que arriba se ha visto, parecíales que
-allí debia estar situado el Paraíso terrenal, y confírmase por esta
-razon, y sea la segunda, porque en la línea equinoccial, ó cerca
-della, entre los trópicos, que se llama, segun Virgilio en el primero
-de las «Georgicas,» y Sant Jerónimo en la _Epistola ad Paulinum_, al
-principio, la Mesa del sol, está la ciudad de los filósofos, nombrada
-Arim, y otros lugares cuyos habitadores todos, por la mayor parte,
-se ocupan en ciencia de astrología y en especular los secretos de
-las cosas naturales; pues como, para entender y ejercitarse en esta
-especulacion y estudio, se requiriese vivir ó habitar en lugar suave
-y templado, ajeno de las perturbaciones é inquietudes que causan el
-excesivo frio y calor, como en el capítulo 142, hablando del monte
-Olimpo, se dijo, por esto les parecia que por aquella region debia de
-estar el Paraíso; y porque el Almirante habia ejercitado estas antiguas
-lecturas, y se via 5° de la línea equinoccial, y con tan maravillosa
-frescura, verdura, templanza, y tan sensible serenidad, pudo no sin
-mucha causa ser movido, al ménos, á sospechar que aquella tierra de
-Paria ó cerca della debia estar el Paraíso terrenal. Dícese allí la
-Mesa del sol, por una manera de metáfora, porque los filósofos, como en
-mesa de dulces manjares, se mantenian y recreaban del suave y deleitoso
-manjar de la sabiduría y ciencia de filosofía, penetrando y entendiendo
-los secretos, por ella, de los movimientos é influencias y virtudes de
-los cielos y estrellas, y de las otras cosas naturales; pero, en el
-sentido literal, la Mesa del sol se dice y dijo, porque en Etiopía,
-cerca de la isla Meroc, que hace el rio Nilo, la cual está cerca de la
-línea equinoccial, donde viven la gente que se llaman macrobios, gente
-amicísima de justicia, de verdad y de virtud, y que se adornan con
-joyas hechas de cobre, y las prisiones á los delincuentes hacen de oro,
-por tener en ménos estima el oro quel cobre, hay un prado ó campo en el
-cual de noche, los que gobiernan, mandan proveer y hinchir de muchas y
-diversas carnes asadas, en suma y grande abundancia, y, salido el sol,
-cada uno de los que quiere van á él y toman lo que dellas quieren, á
-su voluntad; piensan los ignorantes pueblos, que divinalmente aquello
-se les provee y nasce en aquel campo, y porque adoran al sol, llaman
-la Mesa del sol, estimando que el sol se lo provee. De aquí salió
-entre los antiguos este proverbio ó refran, que á toda abundancia ó
-provision copiosa de comida, ó cuando los ricos daban en sus casas bien
-de comer á los menesterosos, llamaban Mesa del sol. Por esto la llama
-Sant Jerónimo, donde dije arriba, _Famosissimam solis mensam_. Della
-hace mencion Herodoto en el libro III de su «Historia,» y Pomponio
-Mela, libro III, cap. 10, y Solino, cap. 43. Por ver á esta Mesa del
-sol envió Embajadores Cambises, rey de Persia, al rey de Etiopía,
-diciendo que la deseaba ver como cosa tan maravillosa; pero hacíalo por
-usurpar aquel señorío de Etiopía; el cual enviando sus Embajadores,
-más por espías para especular la tierra por dónde habia de entrar con
-su ejército, que con embajada, dióles muchos dones, ciertas vestiduras
-de carmesí, é collar de oro y ajorcas, que usaban los hombres en
-aquellos tiempos, y un alabastro de ungüento, y vino de Fenicia, muy
-precioso, que le presentasen de su parte y dijesen así: «Cambises,
-Rey de los persas, deseando ser tu amigo, querria tambien ser huesped
-tuyo; nos ha enviado y mandado que vengamos á te hablar de su parte,
-y te presentásemos estos dones, los cuales él tenia por muy preciosos
-y usa dellos como en cosa de que él se deleita, y porque te ama quiso
-con ellos agradarte.» Pero el rey de Etiopía, entendiendo que más por
-escudriñarle su reino, para usurpárselo los enviaba, respondióles:
-«Vuestro señor, el Rey de los persas, ni os envia porque él tenga
-en mucho ser mi huesped, ni vosotros decís verdad, porque no venís
-sino á especular nuestro imperio, ni vuestro Rey, que os envia, es
-bueno ni justo, porque, si justo fuese, no desearia usurpar el reino
-y region ajena, sino estaria con la suya contento, ni á los hombres
-que mal nunca le hicieron querria poner en servidumbre, y por tanto,
-vosotros tomad este arco y decidle: «El rey de Etiopía da este consejo
-al Rey de los persas, que cuando los persas trujeren tan fácilmente
-sus arcos, tan grandes como este, entónces con mayores ejércitos mueva
-guerra contra los macrobios etiopes, y, entretanto, haga gracias á
-los dioses que no inspiran ni mueven á los hijos de los etiopes, que,
-fuera de la suya, cudicien adquirir otra region.» Y dicho esto, dióles
-el arco. Y esto decia, porque eran todos aquellos macrobios hombres
-de gran estatura, y los arcos usaban muy gruesos y grandes, y el Rey
-siempre era elegido el que era mayor de cuerpo. Tomó la vestidura de
-púrpura, y sabido que con sangre de ciertas conchas se teñia, dijo:
-«Los hombres dolosos engañadores, de dolosos y engañosos vestidos se
-visten.» Preguntado para qué eran aquellas ajorcas y collar de oro,
-y respondido que para atavío de los Reyes, rióse creyendo que eran
-prisiones, y dijo: «Más fuertes son las prisiones de mis cárceles.»
-Preguntado por el ungüento, y le dijesen que de ciertas confecturas se
-hacia, dijo lo mismo que de la púrpura; cuando vinieron al vino gustólo
-y maravillosamente se deleitó. Preguntó qué cosas tenia por manjares
-su Rey, y qué tanto vivian en su tierra los hombres; respondiéronle
-que comian pan de trigo, dándole á entender qué era y como se hacia,
-y que á lo más que llegaba la vida eran ochenta años; respondió: «No
-es maravilla, pues comen estiércol, que vivan tan poco.» Preguntado
-el Rey por los Embajadores, que tantos vivian los hombres en aquel su
-reino, respondió, que ciento y veinte años, y más, porque no comian
-otra cosa sino carne cocida y bebian leche. Finalmente, tornados los
-Embajadores al rey Cambises, y sabida la respuesta, hecho furibundo
-y sin considerar lo que debiera hacer, junta grande ejército para
-ir contra el rey de Etiopía, que mal nunca le habia hecho; y, no
-proveyendo los mantenimientos necesarios, ántes que la quinta parte del
-camino anduviese, pasando por dificultosísimos lugares, acabáronseles
-las talegas; comenzó el ejército á comer hierba, y él no por eso dejó
-el camino hasta que llegaron á ciertos arenales, donde faltándole del
-todo la comida, acuerda el ejército de echar suertes sobre que de cada
-diez uno, dellos mismos, se comiesen. Oido por Cambises, acuerda de
-tornarse, habiendo muchos del ejército perecido. Vuelto á Thebas y de
-allí á Memphis, ciudad de Egipto, envió por la mar otro grande ejército
-contra los etiopes, que nunca le habian, como dicho es, ofendido,
-adonde hizo desatinos, y al cabo, allí, con rabia de no haber con su
-locura salido, del todo perdió el seso. Todo esto cuenta Herodoto en
-su libro III. Esto hemos referido por ocasion de la Mesa del sol que
-dijimos. De otra manera, y por otros efectos hablan los astrólogos y
-astrónomos de la Mesa del sol, y es esta: que partiendo y dividiendo la
-tierra toda en tres partes, la una es la parte austral, la segunda la
-aquilonar, la tercera la Mesa del sol. Todo lo que hay de tierra de esa
-parte del trópico de Capricornio hiemal, nombran austral; toda la parte
-que hay desta de trópico de Cancro estival, aquilonar; y todo lo que se
-contiene entre ambos á dos trópicos, llamaron la Mesa del sol; la razon
-es, porque el sol no sale de entre los dos trópicos, y entre ambos,
-cada dia natural de veinticuatro horas de Oriente á Poniente, por el
-movimiento del primer movible, parece que se apascienta y recrea como
-en una mesa; y en seis meses del año, con el movimiento propio, ándase
-del trópico hiemal al estival, y los otros seis meses del estival al
-hiemal; y así, por una manera de metáfora, llaman todo aquel aspacio
-de tierra de entre ambos trópicos la Mesa del sol, como dicho es. La
-tercera razon, que los que afirmaban estar el Paraíso en la línea
-equinoccial daban, colegian de los nascimientos del rio Nilo, arguyendo
-así: cierto es que el rio Nilo es Gion, uno de los cuatro que salen del
-Paraíso, pues vemos que este rio aparece y mana teniendo sus principios
-y fuentes de la etiopal, cerca de la línea equinoccial, el cual cerca
-toda la tierra de Etiopía, como dice la Escritura «Génesis» cap. 2.º, y
-despues allí riega la tierra de Egipto; luego señal es que debe allí,
-ó cerca de allí (conviene á saber, de la línea equinoccial), estar el
-Paraíso terrenal, y parece venir derecho camino de hácia allá. Destas
-tres razones aquí dichas, que alegan los que afirman estar el Paraíso
-en la línea equinoccial, las dos, primera y tercera, refiere, con
-aquellos, Sancto Tomás en el segundo escripto sobre las «Sentencias,»
-distincion 17, cuestion 3.ª, art. 2.º _In corpore_. Y aunque la razon
-postrera parece que arguye, con alguna sospecha, que por allí estará
-el Paraíso, por aparecer Nilo cerca de la equinoccial, pero no es muy
-eficaz; la razon es, porque muchos rios hay é fuentes que nacen en unas
-tierras y islas, y viénense á tornar á nacer á otras, aunque ellas
-estén muy apartadas, y entre ellas haya mucha distancia de tierra ó
-de mar, porque si la distancia es de tierra, puede venir, é de hecho
-viene, el agua por venas y soterráneos ocultos de la tierra, y en unas
-tierras aparecen, y en otras se sumen y corren sin verse ni sentirse,
-y en otras parece que de nuevo nacen, como si allí fuese su primer
-orígen; y si la distancia tambien es de mar, lo mismo acaece, porque
-viene, ó por los caminos soterráneos de la tierra que está debajo de la
-mar, ó por encima de la misma agua salada, porque el agua dulce anda
-siempre por encima de la salada por ser más liviana, y va su camino,
-y si algo toma de lo salobre, despues, pasando por las venas de la
-tierra, se torna á endulzorar. Desto un asaz patente ejemplo tenemos
-del rio Alpheo, que su fuente y nascimiento es en la Peloponense,
-provincia de Grecia, que se solia llamar Acaya, donde predicó Sant
-Andrés, agora se llama la Morea, y está entre dos mares Jonio y Egeo,
-cuasi como isla, de allí corre aquel rio Alpheo y va por la ciudad de
-Elide y por la de Pisa, ciudad de Arcadia; de allí se sume y va mucho
-camino por debajo la tierra, despues por debajo de la mar por grandes
-honduras, como son las del Archipiélago, y va á salir en la isla
-Oritigia, que tambien se llama Délos, la principal del Archipiélago,
-en manera de fuente, como si allí tuviese su primer nascimiento;
-despues deja á la Grecia, y va por debajo de la mar y sale por la
-fuente Aretusa, muy nombrada, que está en la isla de Cecilia, cerca
-de la ciudad Siracusana, y de allí entra en la mar, lo cual es cosa
-admirable. Esto se experimenta echando pajas ó otra cosa liviana en
-el principio y fuente del rio Alpheo, que es en Grecia, viene á salir
-por la dicha fuente Aretusa, en Sicilia. Así lo cuenta Virgilio en el
-III de las «Eneidas,» _Alpheum fama est Elidis amnen ocultas egisse
-vias subter mare; qui nunc ore Arethusa tuo confunditur undis_, y en
-el VII de «Las Bucólicas,» en la égloga última; y Ovidio, en el V de
-_Metamorphoseos_, al fin, y Strabo en el libro VIII, y Séneca tambien
-en el libro V de las «Cuestiones naturales.» Lo mismo y más eficazmente
-se prueba por los rios Tigris y Euphrates que salen del Paraíso
-terrenal, los cuales no se nos manifiestan luego como salen, ántes,
-por debajo de tierra y por mar, con luengo discurso, y no salen hasta
-la region de Armenia, donde ambos juntos se muestran por una fuente,
-como si allí fuese su primer principio, y de allí luego se dividen, y
-el Tigris va más al Oriente, hácia los Asirios, y Euphrates hácia los
-Caldeos; desto hace mencion Salustio y Boecio, libro V, metro primero,
-_De consolatione_: _Tigris et Euphrates uno se fonte resolvunt et mox
-adjunctis disociantur aquis; si coeant cursumque iterum revocentur in
-unum, confluat alterni quod trahit unda vadi_, etc. Y Sant Agustin,
-libro IX, cap. 6.º, sobre _Genesim ad literam_. Lo mismo parece del
-mismo rio Nilo, que en muchas partes se encierra y en muchas aparece, y
-nunca se ha podido tener certidumbre dónde sea su nacimiento, despues
-de que sale del Paraíso, segun arriba se ha visto. De todo lo dicho se
-sigue, que podrá estar el Paraíso en alguna isla cercada de mar, porque
-ninguna razon repugna, ántes parece apuntarse por el dicho de Strabo, y
-que dicen, que, _interjecto Oceano et montibus appositis_, etc., estar
-cercado de mar, y así ser isla; pero que sea en isla, ó esté situado en
-tierra firme, ni se ha sabido ni se puede saber, si Dios, que lo asentó
-en su lugar, no lo revela.
-
-Tambien hace á la prueba de lo arriba dicho, lo que refiere Sant
-Anselmo en el libro I, cap. 22, _De imagine mundi_, concuerda Sant
-Augustin, sobre _Genesim ad literam_, libro V, cap. 10, el cual dice,
-que el agua, de todas las fuentes y rios del mundo, dulce, de la fuente
-y cuatro rios del Paraíso procede, y que al abismo, que es la madre de
-donde la dicha fuente nasce, otra vez se torna; la cual, puesto que por
-todos los mares ande, no, empero, con el agua de la mar se mezcla, sino
-que como el agua dulce sea liviana, corre por encima de la salada, que
-es pesada, y por el discurso suyo, secreto, se torna; de aquí es lo que
-se dice _Ecclesiastes I_: _Ad locum unde exeunt flumina revertuntur ut
-iterum fluant: omnia flumina intrant in mare et mare non redundat_. Y
-así parece, que la postrera de las tres razones que traen para probar
-que el Paraíso terrenal está en la línea equinoccial, por nacer por
-allí cerca el rio Nilo, no urge mucho, puesto que podria estar so ella.
-Desta opinion hace mencion Sancto Tomás, primera parte, cuestion 102,
-art. 2.º, _in fine_, donde dice: _Quidquid autem de hoc sit credendum
-est: Paradisum in loco temperatissimo constitutum esse, vel sub
-equinocciali ut alibi_.
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-CAPÍTULO CXLV.
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-No faltaron algunos otros que sintieron estar el terrenal Paraíso á la
-parte austral de Mediodia, pasados ambos trópicos, y para persuadirlo
-trajeron algunas razones no fuera de razon, y principalmente hacen
-esta razon y es la misma que arriba, cap. 143, trujimos de Sancto
-Tomás: A la más noble parte de la tierra, como es el Paraíso terrenal,
-débensele, segun toda órden y razon natural, la cual guarda siempre la
-divina Providencia, la más noble parte del cielo, pues la más noble
-parte de toda la redondez de la tierra es el Paraíso terrenal, como
-arriba se ha visto, y abajo, de aquí á poco, en el cuarto artículo,
-se verá; luego el Paraíso terrenal está situado y constituido en
-la parte del mundo austral. Que se le deba la más noble parte del
-cielo á la más noble parte de la tierra, pruébase lo primero por
-el Filósofo en el IV de los «Físicos,» que el lugar y lo que se ha
-de poner en él han de ser ambas á dos cosas proporcionadas: _Locus
-et locatum debent proportionari_. Lo segundo se prueba, porque la
-nobleza, bondad, fertilidad y felicidad de la tierra, no le viene á
-la tierra principalmente, ni procede, sino de las nobles y felices
-influencias de las estrellas y aspecto favorable y benévolo del cielo,
-como de la causa universal, segun parece por lo que en los capítulos
-84 y otros se ha tractado, luego á la noble y felice tierra, noble y
-felice parte se le debe del cielo, y á la más noble más noble, y á la
-nobilísima nobilísima; pues el Paraíso y su tierra es la nobilísima
-parte del mundo, luego nobilísimo asiento se le debe por respecto del
-cielo. Que la más noble parte y más felice y felicísima del cielo
-sea la parte austral, de la otra parte de los trópicos y Mesa del
-sol, como lo llamaban los poetas y astrólogos, esto será menester
-probarlo; para la prueba de lo cual, debemos presuponer: Primero, que
-segun el Aristótel y Alberto Magno, en el II _De cœœœlo et mundo_, y
-segun Ptolomeo y todos los filósofos y astrólogos, comunmente todo el
-orbe juntamente es dividido con la tierra en dos partes principales,
-iguales, segun que la línea equinoccial lo divide en dos hemisferios,
-austral y aquilonar; y dicen que el austral es la cabeza y eminencia
-del mundo, y el aquilonar son los piés y lo bajo y cuasi sentina
-del mundo. La mano derecha es el Oriente, ó parte oriental donde
-comienza el movimiento del primer móvile, como ya se ha tocado; y la
-izquierda es el Occidente ó Poniente, donde va el movimiento. Esto
-supuesto, manifiesto es que la cabeza de todas las cosas naturales
-y artificiales, y áun civiles, siempre vemos ser más adornadas y de
-mejor hechura, y más dignas de donde procede la virtud é influencia á
-los otros miembros del cuerpo, en las cosas, al ménos, que viven, como
-una hormiga y un gusanito y en un árbol, que aunque tiene la cabeza
-debajo de la tierra, si aquella cabeza no tuviese vida, no la ternia
-todo el árbol, pues della depende al árbol el nutrimento y sustentacion
-con que vive, y, porque el arte imita la naturaleza en cuanto puede,
-vemos en las cosas artificiales tambien, que un pintor que pinta una
-imágen, cuanto más adorna y se esmera en hacer más perfecto el rostro
-y la cabeza, y el carpintero una arca, la cabeza, que parece ser la
-tapadera de encima, hace de mejor tabla y madera, y más dolada y limpia
-y labrada parece. En las civiles ó inanimadas ó ayuntamientos naturales
-de las gentes, tambien lo habemos experimentado y cada dia vemos,
-las ciudades que son cabezas de los reinos, cuanto más excelentes
-edificios y fuerzas, cuanto más labores y adornos tienen, cuanto más
-privilegiadas y ennoblecidas y exentas de pechos, cargas y servicios
-y derechos suelen ser por los Príncipes. Pues las civiles animadas,
-como entre los hombres, no es menester tardar en esto más, como veamos
-cuan más nobles y dignos son los que rigen, los Magistrados, los
-Príncipes, los Reyes, no por más sino por ser cabezas de los pueblos;
-por manera, que en las cosas naturales y en las artificiales, y en
-las civiles inanimadas y animadas, y, finalmente, en todas las cosas
-criadas, las cabezas son las más nobles, de más virtud y más dignas.
-Pues como los cielos sean la más excelente parte de todo el universo
-(de las cosas que no son racionales ni intelectuales hablando, y que
-no viven), como sin sus movimientos, ni los árboles, ni los animales,
-ni tampoco los hombres podrian tener vida, y otras muchas cosas
-no ternian ser, manifestísimo es que la parte que fuere su cabeza
-será, sobre todas las otras sus partes, necesariamente nobilísima,
-virtuosísima, y del mesmo Hacedor con abundancia de virtudes naturales
-y vigorosas privilegiatísima; pues esta es la parte austral y que los
-marineros llaman el Sur, luego aquella parte será y debe ser la más
-noble y más felice y más digna que el Oriente, ni el Occidente, ni
-la del Norte ó Septentrional. De aquí es, que Aristóteles y Alberto
-Magno en el II, cap. 2.º, _De cœœœlo et mundo_, y todos los filósofos
-de Etiopía que se llaman Bragmanes, y Gimnosophistas, que especulan
-aquella parte austral, mayormente Ptolomeo, afirman que las estrellas
-de aquella parte son mayores y más resplandecientes y más nobles y
-más perfectas, y, por consiguiente, de mayor virtud y felicidad y
-eficacia que las aquilonares. Y asimismo, que aquel polo Antártico
-y austral, es de mucha mayor cantidad y claridad y virtud que el
-nuestro, que llamamos el Norte; y la razon es, porque toda aquella
-parte es cabeza del mundo, luego las influencias y virtudes de allí
-son más nobles, y, por consiguiente, de mayor felicidad, eficacia y
-virtud. Es luego manifiesto ser la más felice y noble y digna parte del
-cielo la parte austral, y, por consiguiente, allí debe estar situado
-el Paraíso terrenal, y no al Occidente ni al Norte ó Septentrion, ni
-tampoco á la parte oriental, porque todas aquellas partes del cielo no
-tienen tanta nobleza, ni tanta virtud natural que cause y corresponda
-á la suavidad, templanza, deleite y felicidad que tuviéramos y hoy
-gozan Elías y Enoc en el Paraíso terrenal. Y á esto parece consonar
-aquellas palabras del «Génesis,» cap. 3.º, conviene á saber: que
-como Adan oyese la voz del Señor, que andaba paseándose, _ad auram
-post meridiem_, hacia el aire suavísimo de esa parte de Mediodia,
-escondióse, etc., porque el aire de aquel lugar dice aura, que es
-blandísimo, suavísimo, y delectabilísimo aire, y de temperatísima luz
-y deleitable. Dícese tambien estar despues del Mediodia, por razon
-del lugar, porque aquella region está situada de esa parte de ambos á
-dos trópicos, que decian los astrólogos Mesa del sol, como fué arriba
-dicho, la cual se dice _meridies_ ó Mediodia al ménos, segun imaginaban
-los antiguos que hacian la línea equinoccial tórrida zona, y calurosa
-demasiadamente. Esta es la diferencia por aquel respecto entre el
-Mediodia y la region que allí parece la Escriptura llamar aura, que
-el Mediodia es lo mismo que lumbre intensísima, con calor excesivo,
-lo cual imaginaban ser entre los trópicos, pero el aura es lo mesmo
-que aire suavísimo y vital, y templadamente lucido y cálido, como es
-el de aquel hemisferio, por el favor é favorables influencias de las
-estrellas y cuerpos celestiales, y así parece que por el aura, despues
-del Mediodia, donde aquestos afirmaban estar el Paraíso terrenal, se
-entiende la parte austral que es situada desa parte del Mediodia, que
-está pasado el trópico de Capricornio, en el cual se engendra fuego,
-mayormente cuando el sol está en los signos australes y se apropincua
-al opósito de auge. Y aquel trópico piensan algunos que es el gladio
-y cuchillo ígneo versátil que puso Dios entre nosotros y el Paraíso,
-para que Adan ni Eva, ni alguno de sus hijos pueda entrar allá. Pero
-el contrario es la verdad, que vemos por experiencia, que debajo del
-mismo trópico hay tierra excelentísima y muy poblada, en las provincias
-del Perú. Por todo lo que dicho es, parece quedar harto probable la
-opinion que tienen los que ponen el Paraíso de los deleites, de donde
-fueron echados nuestros primeros padres en este valle de lágrimas
-y amarguras, en la parte y hemisferio austral. Y pues hobo varones
-doctos que con tan probables razones quisiesen persuadirnos estar el
-Paraíso en aquella parte del mundo austral, y el Almirante viese que
-la tierra firme, ó, segun estimaba entónces, isla de Gracia, parecia
-en la parte austral, y la tierra tan felice y aires tan suaves y
-aguas tan dulces, y juntas tantas, no absurda ni no razonablemente,
-pudo pensar y juzgar, ó al ménos sospechar, estar por aquella parte
-el Paraíso terrenal. A lo que estos opinadores dicen, que el trópico
-de Capricornio engendra fuego, y que este debe ser ó es la espada
-ó cuchillo ígneo que defiende la entrada del Paraíso terrenal, el
-contrario podemos afirmar los que habemos pasado el dicho trópico, por
-estas Indias andando hácia la parte austral, donde no vemos el exceso
-del fuego ó del calor, ántes, hallamos tierra y mar bien templada.
-Puede ser por esta vía la contrariedad concordar: que, como luego se
-dirá, no parece que todo aquel hemisferio era necesario, segun algunos
-quisieron decir, ocupar el Paraíso terrenal, sino que alguna gran parte
-y aquella que ocupa, debe criar el dicho fuego ó calor, y no lo más,
-pues no hay necesidad, y porque, segun algunos escritores, en la region
-del Paraíso, fuera dél, muchos pueblos se cree morar.
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-CAPÍTULO CXLVI.
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-Cuanto á lo tercero que dije en el cap. 142, que entendia tratar,
-conviene á saber, de la grandeza ó tamaño y capacidad del Paraíso,
-esto parece que es lo más probable: que aquel lugar del Paraíso es
-muy grande, porque están en él inmensidad de árboles de todos géneros
-y de todas especies, con toda amenidad y frescura; es tambien el rio
-que riega todo el Paraíso muy grande, y dél se reparten los cuatro
-rios poderosos que arriba se han nombrado, y esto, por fuerza es que
-requiera lugar de capacidad grande. Item, si Adan no pecara habia de
-vivir y habitar en él todo el linaje de los hombres, porque ninguno
-habia de vivir en el mundo, donde agora moramos, porque esto se dejaba
-para habitacion de las bestias, pues para vivir y morar todos los
-hombres juntos, gran capacidad de lugar era menester. Por esta razon
-tuvieron algunos que el Paraíso terrenal era de tanta capacidad,
-cuanta tiene una gran provincia ó una parte de las principales, como
-es África ó Europa; otros, que todo aquel austral hemisferio era dado
-por Paraíso terrenal, por la razon en el precedente capítulo dicha,
-por la cual sentian ser toda aquella parte amenísima y felice; pero
-á estos se puede, segun parece, responder, que si tan grande y tan
-capaz fuera el Paraíso, no se pudiera de algunas gentes, y áun de la
-mayor parte de los hombres, encubrir. Item, lo de la multiplicacion de
-los hombres, no fuerza á tener que por ello hobiese de ser tan capaz
-como una provincia grande; la razon es, porque los hombres, aunque
-multiplicaran como ahora multiplican y quizas más, no habian siempre de
-permanecer juntos, hasta cumplido el número que Dios tenia determinado
-de salvar y fenecer el mundo, sino que, de generacion en generacion,
-los habia Dios de traspasar en la vida eterna y estado celestial, por
-dos ó de dos maneras, segun dice Sant Augustin en el libro IX, cap.
-6.º sobre _Genesim ad literam_, y tráelas el Maestro en el segundo de
-las «Sentencias,» distincion vigésima. La una es, ó que nascidos los
-hijos, é instruidos y llegando á la edad de los padres, los padres
-sin muerte fuesen transferidos; la otra, que á cabo de cierto tiempo
-y número, unos fuesen y otros quedasen, y desta manera no fuera tanta
-multitud de hombres en el Paraíso como es agora en el mundo. Puédese
-tambien decir, que aunque hubiese entónces grande número de hombres
-habitando en el Paraíso, no era necesario tener gran lugar como agora
-ocupamos, porque agora tenemos necesidad de tener con nosotros muchos
-animales para poder vivir, é para los animales tierra larga para en
-que quepan y hallen sus pastos, y tierra tambien para labrarla y haber
-los frutos della, y esta suele ser por tiempo estéril, y es menester
-por algunos dias mudar las labores y reservarla, y así, para pocos
-hombres, grande tierra y espaciosa es necesaria; todo lo cual, en el
-Paraíso cesaba, como los hombres se hubiesen de mantener de los frutos
-de los árboles, y así, poca tierra les bastaba, puesto que el Paraíso
-tiene un lugar bien capaz y grande, para que se pudiesen los hombres,
-con alegría, gozo, delectacion y consuelo, por muchas partes espaciar.
-Algunos sienten que terná espacio de 100 leguas en todo su ámbito, por
-manera que si así es su longura, será 30 leguas ó poco más, porque en
-el círculo ó figura redonda, desta manera sea la longura que es el
-diámetro á la línea circunferencial. Finalmente, ninguna cosa de las
-dichas tiene certidumbre, como quiera que la divina Escritura desto no
-haga mencion alguna, ni haya hombre que lo haya visto ni pueda ver ni
-saber, si no le fuese divinalmente revelado, porque segun Beda sobre
-el «Genesis,» de creer es que aquel lugar es remotísimo de la noticia
-de los hombres. Puesto que hay quien diga que cerca dél haya pueblos y
-poblaciones de hombres, sentencia es que no contradice á la Escritura,
-pues presupone poder algunos venir á él, pero no entrar por el muro de
-fuego, que llama Espada en manos del Cherubin. Parece que, si cerca
-de allí no hobiera pueblos algunos, no era necesario sino supérfluo
-poner guarda para que no osara entrar ninguno; parece tambien esto,
-porque segun el texto hebreo, «Genesis,» II, plantó Dios el Paraíso
-en Edem, que significa la tierra ó lugar donde lo plantó, la cual
-estaba poblada y habitada de gentes, como parece «Genesis,» cap. 4.º
-_Egresus Cain habitavit profugus ad Orientalem plagam Edem_; salió
-Caín huyendo y fué á morar á la provincia Edem, que está al Oriente:
-y en «Ezequiel,» cap. 27, donde se cuentan muchos pueblos y naciones
-que traian mercadurías á Jerusalen, entre ellos se nombran los pueblos
-de Edem y Charan, de donde se averigua ser provincia ó region poblada
-por entónces. Dícese así en Ecequiel: _Charam et Edem negotiatores
-tui_, etc., Edem cuasi provincia y region, donde está el Paraíso. Así
-dice Sant Juan Damasceno: _Hic locus divinus est Paradisus Dei manibus
-in Edem, id est, delitiis et voluptatibus_, etc. Y Sant Agustin, en
-el libro VIII, cap. 3.º, sobre _Genesim ad literam_: _Plantavit ergo
-Dominus Paradisum in delitiis, hoc est enim in Edem, ad Orientem_.
-Donde se da á entender que toda aquella provincia ó region era
-delectable y felice, donde moraban los hombres, pero, sobre todas las
-partes della, era felicísimo y delectabilísimo el Paraíso que plantó
-el Señor donde puso el hombre, el cual comunmente se nombra por los
-que escriben, Monte altísimo, como ha parecido arriba. Toman tambien
-otro argumento para decir que cerca del Paraíso estuvo, y por ventura
-está hoy, gente poblada, porque segun dicen que refiere Sant Basilio
-en su _Exameron_, y Sant Ambrosio en el suyo, que como el Paraíso esté
-constituido en monte altísimo, puesto que arriba sea él todo llano, cae
-el agua de la fuente que sale dél en un lago grande, de donde proceden
-despues los cuatro rios caudales, y es tanto y tan grande el estruendo
-y sonido que hace al caer, que todos los moradores de los pueblos
-vecinos del dicho lago ó laguna en que cae, nacen todos sordos por el
-exceso grande, que corrompe el sentido del oir. Pero esto no lo dicen
-Sant Basilio ni Sant Ambrosio en sus _Examerones_, ni en los libros que
-ambos hicieron del Paraíso terrenal; si en otra parte quizá de sus
-obras no está escrito, que yo no haya visto, solamente hallo que esto
-afirmaron decirlo los Sanctos susodichos á Bartolomé Anglico, autor del
-libro _De propietatibus rerum_, en el libro XV, cap. 112, y á otros que
-lo tomaron dél: como quiera que ello sea y cualquiera que lo diga, como
-no lo contradiga la Escritura, bien podemos pasar con ello. Todas estas
-cosas, puesto que remotas de nuestra Historia, he querido engerir aquí
-ofrecida ocasion de haber hablado el Almirante del Paraíso, para que
-los que no saben latin, de cosas que no leyeron tengan alguna noticia.
-Y por concluir con esta intincion cerca de lo cuarto que arriba en el
-cap. 142 prometí, digo, que de las cualidades del Paraíso dicen los
-Sanctos maravillas, porque en él habia copia de todos los bienes que
-pueden al hombre, para su consuelo, gozo, alegría y felice vida, en
-cuanto al cuerpo, convenir, de tal manera, que ninguna cosa pudiese
-desear que no la tuviese, ni aborrecer que no estuviese ausente dél,
-segun Sant Agustin, libro XIV, cap. 10, _De civitate Dei_: _¿Quid
-timere aut dolere poterant in tantorum tanta affluencia bonorum, ubi
-non aberat quicumque quod bona voluntas non adipisceretur; neque erat
-quod carnem vel animam hominis feliciter viventis ofenderet vel mali
-quo molestaret?_ Allí todos los sentidos se deleitaban, los ojos, con
-admirable claridad y en ver la hermosura de los árboles y frutas y
-otras cosas; los oidos, del cantar y música de las aves; el sentido
-del oler, con los aromáticos y diversos y suaves olores, y así los
-demas, todos juntos, con la templanza y suavidad del aire y amenidad
-del lugar, y templatísima concordia de los tiempos, donde concurrian
-la frescura del aire, los alimentos del verano, la alegría del otoño,
-la quietud de la primavera, la tierra gruesa y fructífera, las aguas
-delgadas y en gran manera dulces y apacibles. Allí, no violencia de
-vientos, no molestia de tiempos, no granizo ni nieve, no truenos ni
-relámpagos, no hielo de invierno, no calor de verano, ni otra cosa
-que les pudiese dar angustia ni afliccion ó fastidio; allí dicen que
-ninguna cosa puede morir. Estas y otras muchas, dulcísimas y alegres
-calidades pone Sant Basilio en el libro suso tocado del Paraíso,
-lo demas se lea en los lugares donde copiosamente, de propósito, la
-materia se escribe. Y así, queda largamente persuadido de haber tenido
-el Almirante muy urgentes razones para entre sí considerar, ó al ménos
-sospechar, que podia estar por allí, ó cerca, ó léjos de allí, en aquel
-paraje ó region de tierra firme, que él juzgaba ser isla, aunque ya
-iba creyendo que era tierra firme, el terrenal Paraíso; pues por otra
-parte habia leido y entendido, que unos lo ponian al Oriente, otros al
-Occidente, otros en la línea equinoccial, otros al Austro y Mediodia, y
-por otra sabia que habia navegado al Occidente, y despues tornado algo
-al Oriente, y por esto pensaba que aquello era el fin del Asia. Otra
-vez volvia al Sur ó Austro, y la tierra grande que primero vido despues
-de la isla de la Trinidad, y que llamó isla de Gracia, le pareció de
-hácia el Mediodia; de otra parte, hallábase 5° de la línea; por otra,
-experimentaba tanta frescura de tierras, tan verdes y deleitosas
-arboledas, tanta clemencia y amenidad de sotiles aires, tanta y tan
-impetuosa grandeza, y lago y ayuntamiento tan capaz y tan largo de
-tan delgadas y dulcísimas aguas, y allende todo esto, la bondad,
-liberalidad, simplicidad y mansedumbre de las gentes, ¿qué podia otra
-cosa juzgar ni determinar, sino que allí ó por allí, y áun cerca de
-allí, habia la divina Providencia constituido el Paraíso terrenal, y
-que aquel lago tan dulce era donde caia el rio y fuente del Paraíso
-y de donde se originaban los cuatro rios Euphrates, Gánges, Tigris y
-Nilo? Y quien todas estas razones considerara, y hobiera lo que el
-Almirante habia experimentado, leido y entendido, y entre sí, lo mismo
-no determinara ó al ménos sospechara, de ser juzgado por mentecapto
-fuera digno.
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-
-CAPÍTULO CXLVII.
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-Tornemos, pues, acabada esta digresion, á nuestra historia y á lo que
-el Almirante hacer, del lugar donde estaba, determina, y es que, á más
-andar, quiere venirse á esta Española por algunas razones que mucho
-le impelian; la una, porque andaba con grandísima pena y sospecha,
-como no habia tenido nueva del estado desta isla, tantos dias habia, y
-parece que le daba el ánima la desórden y los daños y trabajos, que,
-con el alzamiento de Francisco Roldan, toda esta tierra y sus hermanos
-padecian; la otra, por despachar luego á su hermano el Adelantado con
-tres navíos, para proseguir el descubrimiento que él dejaba comenzado
-de tierra firme. Y es cierto, que si Francisco Roldan con su rebelion
-y desvergüenza no lo impidiera, el Almirante, ó su hermano por él, la
-tierra firme hasta la Nueva España descubriera; pero no era llegada
-la hora de su descubrimiento, ni se habia de revocar la permision,
-por la cual muchos habian de señalarse en obras injustas, con color
-de descubrir, por la Providencia divina establecida. La tercera causa
-de darse priesa el Almirante á venir á esta isla, era ver que se le
-dañaban y perdian los bastimentos, de que tanta necesidad, para el
-socorro de los que aquí estaban, tenia, los cuales torna á llorar,
-encareciendo que los hobo con grandes angustias y fatigas, y dice,
-que si se le pierden que no tiene esperanzas de haber otros, por la
-gran contradiccion que siempre padecia de los que consejaban á los
-Reyes, los cuales, dice él aquí: «no son amigos ni desean la honra del
-Estado de Sus Altezas las personas que les han dicho mal de tan noble
-empresa, ni el gasto era tanto que no se pudiese gastar, puesto que tan
-presto no hubiese provecho para se recompensar, pues era grandísimo el
-servicio que se hacia á Nuestro Señor en divulgar su santo nombre en
-tierras incógnitas; y, allende desto, fuera para más gran memoria, que
-Príncipe hobo dejado, espiritual y temporal.» Dice más el Almirante:
-«y para esto fuera bien gastado la renta de un buen Obispado ó
-Arzobispado, y digo (dice él), la mejor de España, donde hay tantas
-rentas y no ningun Prelado, que, aunque han oido que acá hay pueblos
-infinitos, que se haya determinado de enviar acá personas doctas y
-de ingenio, y amigos de Cristo á tentar de los tornar cristianos ó
-dar comienzo á ello; el cual gasto, bien soy cierto, que placiendo á
-Nuestro Señor, presto saldrá de acá y para llevar allá.» Estas son
-sus palabras. Cuanta verdad diga y cuan claro argumento haya sido
-de la inadvertencia y remision, y atibiado hervor de caridad de los
-hombres de aquel tiempo, espirituales ó eclesiásticos y temporales, que
-tenian poder y facultad, no proveer al remedio y conversion destas tan
-dispuestas y aparejadas gentes para recibir la fe, el dia del universal
-Juicio parecerá. Fué la cuarta causa de venirse á esta isla y no
-detenerse en descubrir más, lo que mucho quisiera, como dice él, porque
-no venian para descubrir proveidos, la gente de la mar, porque dice,
-que no les osó decir en Castilla que venia con propósito de descubrir,
-porque no le pusiesen algun estorbo y porque no le pidiesen más dineros
-que él no tenia, y dice que andaba la gente muy cansada. La quinta
-causa, porque los navíos que traia eran grandes para descubrir, que el
-uno era de más de 100 toneles y el otro de más de 70, y no se requiere
-para descubrir sino de ménos; y por ser grande la nao que trajo el
-primer viaje, se le perdió en el Puerto de la Navidad, reino del rey
-Guacanagarí, como pareció arriba en el cap. 59. Fué tambien la sexta,
-que mucho le constriñó á dejar el descubrir é venirse á esta isla,
-tener los ojos cuasi del todo perdidos de no dormir, por las luengas y
-continuas velas ó vigilias que habia tenido; y en este paso dice así:
-«Plega á Nuestro Señor de me librar dellos (de los ojos dice), que bien
-sabe que yo no llevo estas fatigas por atesorar ni fallar tesoros para
-mí, que, cierto, yo conozco que todo es vano cuanto acá en este siglo
-se hace, salvo aquello que es honra y servicio de Dios, lo cual, no
-es de ayuntar riquezas ni soberbias, ni otras cosas muchas que usamos
-en este mundo, en las cuales más estamos inclinados que en las cosas
-que nos pueden salvar.» Estas son sus palabras. Verdaderamente este
-hombre tenia buena y cristiana intincion, y estaba harto contento con
-el estado que tenia, y quisiera con mediana pasada en el sustentarse
-y de tantos trabajos reposar, al cual habia subido tan meritamente,
-pero lo que sudaba y trabajaba era por echar mayor cargo á los Reyes;
-y no se qué mayor era necesario del que habia echado, y áun él los
-habia obligado, sino que via hacer tan poco caso de los señalados
-servicios que habia hecho, y que de golpe iba cayendo y aniquilándose
-la estimacion que destas Indias se habia comenzado, por los que á los
-oidos de los Reyes estaban, que temia cada dia mayores disfavores,
-y que del todo desmamparasen el negocio los Reyes, y así viese sus
-sudores y trabajos perdidos, y él, al cabo, muriese en pobreza.
-Determinando, pues, de venirse cuan presto pudiese á esta isla,
-miércoles, á 15 de Agosto, que fué de la Asuncion de Nuestra Señora,
-despues del sol salido, mandó alzar las anclas de donde habia surgido,
-que debia ser dentro del golfete que hace la Margarita y otras isletas
-con la tierra firme (y debia estar cerca de la Margarita, como dijimos
-arriba, cap. 139), y dió la vela camino desta isla; y, viniendo su
-camino, vido bien vista la Margarita y las isletas que por allí habia,
-y tambien, cuanto más se iba alejando, más tierra alta descubria de
-la tierra firme, y anduvo aquel dia, desde el sol salido hasta el sol
-puesto, 63 leguas, por las grandes corrientes que ayudaban al viento.
-Dejémosle agora venir hácia acá, donde pensaba de tener algun poco de
-descanso y placer de su tan laborioso camino é indisposicion corporal,
-holgándose con sus hermanos y amigos, lo que no hallará sino materia
-con que se le doblen nuevas y mayores angustias y amarguras, de donde
-se cognoscerá, lo que arriba alguna ó algunas veces habemos dicho,
-conviene á saber, que toda su vida fué un trabajoso martirio.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CXLVIII.
-
-
-Ya dejamos salido el Almirante de la tierra firme y de sus comarcanas
-islas; conviene al órden de nuestra historia, que contemos el viaje
-que hicieron los tres navíos que el Almirante despachó de las
-islas de Canaria, viniéndose él á las de Cabo Verde, para hacer el
-descubrimiento de la tierra firme, que agora hizo. Ya dijimos arriba en
-el cap. 120, como Francisco Roldan con los de su rebelion se fueron á
-la provincia de Xaraguá, reino del rey Behechio, estando allí haciendo
-vida nefanda, y espurcísima y tiránica, teniendo cada uno las mujeres
-que queria, tomadas por fuerza ó por grado á sus maridos, y á los
-padres sus hijas para camareras, lavanderas cocineras, y cuantos indios
-les parecia para servirse, y traer consigo, que le acompañasen, como
-si hobieran nacido de ilustres padres, haciendo fuerzas é importunas
-violencias donde quiera que estaban y andaban; matando y acuchillando
-fácilmente á cualesquiera tristes indios por cualquiera desabrimiento
-que dellos tuviesen. Así que, obrando estas heróicas obras y tales
-ejemplos de bien vivir á los infieles, que por las obras de los
-cristianos debieran bendecir al Padre celestial, dando por permision
-de Dios, que suele, segun los desmerecimientos de los que están en
-pecados, desampararlos de su mano, y ponerles ocasiones para que,
-perseverando en su malicia más profundamente, caigan, por la ignorancia
-de los pilotos, que entónces era harta, y por las corrientes grandes
-que por esta isla, al ménos por esta costa del Sur, van abajo, habiendo
-de venir á este puerto de Sancto Domingo, los dichos tres navíos fueron
-más de 170 leguas abajo, á donde estaban todos los alzados, donde se
-hallaron sin saber dónde estaban ni por dónde venian; y paréceme á mí,
-que aunque adrede lo quisieran hacer, no pudieran peor errarlo. Y,
-cierto, si hubiera sido posible deste alzamiento en Castilla haberse
-sabido algo, gran sospecha pudiera tenerse de malicia de los pilotos ó
-de los Capitanes, pero no pudo haberse algo sabido. Pues como Francisco
-Roldan y su compañía supieron de los navíos, parte temiendo y parte
-se alegrando, y algo dudando, quedaron espantados; fueron al puerto,
-que estaba dos leguas, disimularon estar en obediencia del Adelantado,
-preguntan como aportaron allí y qué nuevas habia del Almirante;
-responden que por yerro y por las corrientes, y que el Almirante sería
-presto en esta isla con otros tres navíos, que tantos dias habia que
-se apartó para ir á descubrir tierra hácia el Austro: entraron en los
-navíos y hablaron, y regocijáronse con los Capitanes, dos dias. Dióles
-el Capitan Alonso Sanchez refresco, y tornados á salir con buena paz
-en tierra como si no estuvieran rebelados, parecióles á los Capitanes
-que debia salir la gente que traian de sueldo para trabajar, y que se
-viniese por tierra á esta ciudad de Sancto Domingo, por la dificultad
-grande que habian de tener los navíos por las corrientes y brisas que
-siempre corrian, y, para guiarla, acordaron que el Capitan del un
-navío, Juan Antonio Columbo, los llevase, y el Capitan Arana trujese
-los navíos á este puerto. Saltaron 40 hombres, todos con sus ballestas,
-lanzas y espadas bien aderezadas, á los cuales fácilmente provocó
-Francisco Roldan y los suyos á que con él se quedasen, afirmándoles que
-los habian de hacer trabajar y cavar por fuerza, y con mucha hambre y
-laceria, pero allí en su compañía habian de tener la vida que vian que
-ellos tenian, la cual no era otra sino andar de pueblo en pueblo de los
-indios, cada uno con las mujeres que le placia tener, y los sirvientes
-cuantos querian, fuesen hijas ó hijos de los señores y Caciques, aunque
-les pesase, y haciendo cuanto querian sin que nadie les fuese á la
-mano, y del todo corrompiendo y alborotando la tierra y las gentes
-della, robándoles cuanto oro tenian y cualquiera cosa que tuviesen
-de valor, y cortando las orejas y matando á los que no les servian á
-su sabor, y otras cosas semejantes, infinitas. Con los cuales hobo
-poco que trabajar para haberlos de inducir, porque algunos, y hartos,
-eran homicianos, delincuentes, condenados á muerte por graves delitos,
-como en el cap. 112 dijimos, sino fueron siete ó ocho que no quisieron
-cometer tan gran vileza. Desque cognoscieron los Capitanes que estaban
-rebelados y andaban sin obediencia, perpetrando los daños que hacian,
-y desvergonzándose á sosacar los que nuevamente venian de Castilla,
-fueron á Francisco Roldan, en especial Juan Antonio, el Capitan, que
-parecia que más de veras aquella maldad sentia, y díjole que por qué
-hacia cosa tan contraria al servicio de los Reyes, pues tanto él
-afirmaba estar allí y andar en servicio dellos, que mirase que aquella
-gente enviaban los Reyes, que ganaban su sueldo, del cual en Castilla
-habian la mitad de un año recibido, para que le sirviesen en sacar oro
-de las minas y en otras cosas y oficios, para los cuales dedicados
-venian, y cuanto estorbo al servicio de los Reyes se causaria, por eso
-que no diese lugar á tanto daño, escándalo y confusion como dello se
-creceria. Roldan no curó de sus palabras ni de los daños que le ponian
-delante futuros, sino del provecho que al presente con tan buen lance
-se le ofrecia, porque se engrosaba y fortificaba para se defender
-del Almirante, á quien él harto temia (como á quien tanto habia sido
-ingrato y ofendido), allegándosele gente más de la que tenia. Estaban
-con él 75, y creo que algunos más hombres, y 40, pocos ménos, que allí
-le habian recrescido, tenia ya 100 y más, por manera que Juan Antonio
-acordó de volverse á los navíos, y él y Pedro de Arana pusieron recaudo
-en la otra gente que quedaba en ellos no se les saliese; y acordaron
-partir para este Puerto de Sancto Domingo, quedándose el Capitan
-Alonso Sanchez de Carvajal para venirse por tierra y trabajar con el
-Roldan, si pudiera á la obediencia reducirlo. En este tiempo alcanzó
-el Adelantado á saber, por nuevas y relacion de indios, como andaban
-tres navíos hácia el Poniente, luego sospechó que debian venir de
-Castilla y haber errado el camino; despachó luego una carabela para
-buscarlos y traerlos. Antes que estos tres navíos llegasen, habia
-escrito Francisco Roldan y los que con él estaban, á algunos amigos
-suyos de los que estaban con el Adelantado, que tuviesen manera con
-el Almirante, si viniese, de lo aplacar y reconciliar con él, y que
-él queria á la obediencia pristina reducirse; aunque despues tuvo mil
-mundanzas y engaños.
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-CAPÍTULO CXLIX.
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-Volvamos á la navegacion del Almirante, que dejamos partido del
-paraje de la isla Margarita, y anduvo aquel dia, miércoles, 63 leguas
-de sol á sol, como dicen. Otro dia, jueves, 16 de Agosto, navegó al
-Norueste, cuarta del Norte, 26 leguas, con la mar llana, gracias á
-Dios, como él siempre decia. Dice aquí una cosa maravillosa, que cuando
-partia de Canaria para esta Española, pasando 300 leguas al Oueste,
-luego nordesteaban las agujas una cuarta, y la estrella del Norte no
-se alzaba sino 5°, y agora en este viaje nunca le ha nordesteado,
-hasta anoche, que nordesteaba más de una cuarta y media, y algunas
-agujas nordesteaban medio viento, que son dos cuartas; y esto fué,
-todo de golpe, anoche. Y dice que cada noche estaban sobre el aviso
-maravillándose de tanto mudamiento del cielo, y de la temperancia dél,
-allí, tan cerca de la línea equinoccial, en todo este viaje, despues
-de haber hallado la tierra; mayormente estando el sol en Leo, donde,
-como arriba ha dicho, por las mañanas se vestia un ropon, y la gente de
-allí de Gracia ser más blancos que otros que haya visto en las Indias.
-Halló tambien allí, donde agora venia, que la estrella del Norte tenia
-en 14° cuando las Guardas habian pasado de la cabeza el término de
-dos horas y media. Aquí torna á exhortar á los Reyes que tengan este
-negocio en mucho, pues les ha mostrado haber en estas tierras oro, y
-mineros ha visto sin número dél, y que se quiere sacar con ingenio,
-industria y trabajo, porque áun el hierro, habiendo tanto como hay, no
-se saca sin él; y les ha llevado granos de veinte onzas y otros muchos,
-y que donde hay esto, algo se debe creer que hay: y que llevó á Sus
-Altezas grano de cobre de nacimiento, de seis arrobas, azul, lacar,
-ámbar, algodon, pimienta, canela, brasil infinito, estoraque, sándalos
-blancos y cetrinos, lino, aloes, jengibre, incienso, mirabolanos de
-toda especie, perlas finísimas y perlas bermejas, de que dice Marco
-Paulo que valen más que las blancas, y esto bien puede ser allá en
-algunas partidas, así como de las conchas que se pescan en Canaria
-y se venden en tanto precio en la Mina de Portugal; otras infinitas
-cosas he visto y hay de especería que no curo agora de decir por la
-prolijidad. Todas estas son sus palabras. Cerca de lo que dice de la
-canela, y aloes, y jengibre, incienso, mirabolanos, sándalos, nunca
-los ví en esta isla, al ménos, no los conocí; lo que dice del lino,
-debe querer decir la cabuya, que son unas pencas como las çavila, de
-que se hace hilo y se puede hacer tela ó lienzo dello, pero más se
-asemeja al cáñamo que al lino; hay dos maneras dello, cabuya y nequen:
-la cabuya es más gruesa y áspera, y el nequen más suave y delgado;
-ambos son vocablos desta isla Española. Estoraque, nunca lo olí sino en
-la isla de Cuba, pero no lo vide, y esto es cierto, que en Cuba debe
-haber árboles dello ó de resina que huela como ello, porque nunca lo
-olíamos sino en los fuegos que hacen los indios, de la leña que queman
-en sus casas, el cual es olor perfectísimo, cierto; incienso, nunca yo
-supe que en estas islas se hallase. Volviendo al camino, viernes, 17
-de Agosto, anduvo 37 leguas, la mar llana, á Dios nuestro señor, dice
-él, sean dadas infinitas gracias. Dice, que con no hallar ya islas se
-certifica, que aquella tierra de donde viene sea gran tierra firme,
-ó á donde está el Paraíso terrenal, porque todos dicen, dice él, que
-está en fin de Oriente, y es este, dice él. Sábado, entre dia y noche,
-andaria 39 leguas. Domingo, 19 de Agosto, anduvo en el dia y la noche
-33 leguas, y llegó á la tierra; y esta era una isleta chiquita que
-llamó Madama Beata, y hoy comunmente la nombran la Beata; es isleta
-de obra de legua y media, junto con esta isla Española, y dista deste
-puerto de Sancto Domingo cerca de 50 leguas, y del puerto de Yaquino
-15, que está más al Poniente. Está junto á ella otra más chiquita que
-tiene una serrezuela altilla, que desde léjos parece vela, y púsole
-nombre Alto Velo; creyó que la Beata era una isleta que llamó él Sancta
-Catherina cuando vino por esta costa del Sur, del descubrimiento de
-la isla de Cuba, y dista deste puerto de Sancto Domingo 25 leguas, y
-está junto á esta isla. Pesóle de haber tanto decaido, y dice que no se
-debe alguien de maravillar, porque como en las noches estaba al reparo
-barloventeando, por miedo de topar algunas islas ó bajos, como hasta
-entónces no estaban estos alrededores descubiertos, si habia en ellos
-en qué tropezar, y así, no andaba camino, las corrientes, que por aquí
-son muy grandes, que van para abajo hácia tierra firme y el Poniente,
-hobieron de llevar los navíos, sin sentirse, tan abajo. Corren tanto
-por allí hácia la Beata, que ha acaecido estar navío ocho meses en ella
-y por ella, que no pudo venir á este puerto, y esto de tardar mucho de
-allí aquí ha acaecido muy muchas veces; así que, surgió agora entre la
-Beata y esta isla, que hay dos leguas de mar entremedias, lúnes, 20 de
-Agosto. Envió luego las barcas á tierra á llamar indios, que por allí
-estaban poblaciones, para escribir al Adelantado su venida; venidos á
-medio dia, los despachó. Vinieron á la nao seis indios, en dos veces, y
-uno de ellos trujo una ballesta con su cuerda, y nuez y armatostes, que
-no le causó chico sobresalto, y dijo, plega á Dios que no sea de algun
-muerto, y porque debian de ver desde Sancto Domingo pasar los tres
-navíos hácia abajo, teniendo por cierto que era el Almirante, como cada
-dia lo esperaban, saltó el Adelantado luego en una carabela y alcanzó
-aquí al Almirante. Holgáronse muy mucho de verse ambos; preguntado
-por el estado de la tierra, dióle cuenta como Francisco Roldan era
-con 80 hombres levantado, con todo lo demas que en esta isla, despues
-que salió de ella, habia pasado. Lo que con tales nuevas sentiria,
-poca necesidad se ofrece de encarecerlo ni recitarlo. Partióse de
-allí, miércoles, 22 de Agosto, y, finalmente, con alguna dificultad
-por las muchas corrientes y las brisas que por allí son continuas y
-contrarias, llegó á este puerto de Sancto Domingo, viérnes, postrero
-dia de Agosto del dicho año de 1498, habiendo partido de la Isabela
-para Castilla, jueves, 10 dias del mes de Marzo, año de 1496 años. Por
-manera que tardó en volver á esta isla dos años y medio ménos nueve
-dias.
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-CAPÍTULO CL.
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-Llegado el Almirante á este dicho puerto de Sancto Domingo, todos sus
-amigos y criados salieron al desembarcadero, á esperarlo, con D. Diego,
-su hermano; con su venida hobieron grande alegría y placer, puesto
-que todo con gran tristeza, de partes dél y tambien dellos mezclado,
-porque creyendo que venia á descansar de sus tan grandes trabajos, via
-por delante cuanto para su descanso le faltaba, porque la Providencia
-divina tenia ordenado, que no sólo sus angustias y fatigas no se
-le acabasen, pero que de nuevo otras más duras y aflictivas, y de
-mayores desconsuelos y ménos sufribles se le aparejasen. Quiso ver la
-informacion y proceso que el Adelantado contra los alzados habia hecho,
-y las causas de su rebelde porfía, y, no contento con ella, deliberó
-de hacer otra por sí mismo; la cual yo vide y cognoscí muchos de los
-testigos, y todos confirmaron que nunca habian visto ni oido que el
-Adelantado hubiere hecho injuria ni mal tratamiento á Francisco Roldan,
-sino siempre honra y hacer mucha cuenta dél, y lo mismo afirmaron de
-los que con él se alzaron, y como, estando el Adelantado ausente en la
-provincia y reino de Xaraguá, se rebelaron é hicieron los desatinos y
-alborotos que arriba referimos, en los capítulos donde hablamos de su
-alzamiento. Desde á pocos dias que el Almirante llegó á este puerto
-y lugar, que entónces era villa y agora es ciudad, llegaron los tres
-navíos y la carabela que el Adelantado habia enviado para buscarlos. El
-uno dió en unos bajos y perdió el gobernario, y vino muy maltratado;
-y, porque se detuvieron muchos dias por las corrientes y vientos
-contrarios, perdiéronse cuasi todos los bastimentos que traian. Con
-la relacion que los Capitanes trujeron de como Francisco Roldan les
-habia tomado los 40 hombres, y se habia más ensoberbecido y maleado,
-rescibió el Almirante doblado pesar y vídose muy atribulado; comenzó á
-pensar si pudiese traerlos por bien perdonándoles su maldad, mayormente
-que le dijeron algunos de los que allí estaban, que, sin alguna duda
-Francisco Roldan, sabiendo que su señoría era venido, se vernia á
-poner en sus manos, porque habian escrito algunas cartas á sus amigos
-que fuesen intercesores, venido el Almirante, para que lo perdonase,
-y que se queria meter por sus puertas como criado, y de quien habia
-recibido siempre muchas honras y mercedes. En esto llega de Xaraguá
-Alonso Sanchez Carvajal, y rectificó la pertinacia de Francisco Roldan,
-diciendo lo que con él habia pasado. Como Francisco Roldan entendió
-que ya no podia tardar en venir el Almirante, ó por ventura, luego
-que supo que era venido, porque él tenia amigos en esta villa que le
-avisaban de todo lo nuevo que sucedia, ó porque tenia sus espías de
-indios ó de cristianos, y los indios vuelan donde quiera que están con
-nuevas, acordó de se acercar con buena parte de su gente á esta villa;
-y así se vino hácia la provincia del Bonao, donde hay una muy fértil
-y graciosa vega muy llena y poblada de gente de indios, abundantísima
-de comida y pan caçabí, donde ya estaban algunos cristianos poblados
-y despues se pobló la villa del Bonao. Esta provincia dista de Sancto
-Domingo 20 leguas, y de la Vega grande, digo, de la fortaleza de la
-Concepcion, que está en la Vega, 10. Y porque el Almirante deseaba
-por todas las vías y maneras que le fuesen posibles, quitar tan gran
-escándalo y turbacion como halló en esta isla, reduciendo aquellos á
-toda paz y obediencia suya, porque siempre temblaba, en la verdad,
-de que los Reyes supiesen cosa de esta isla de que hobiesen pesar, y
-via cada dia descrecer la estima desta su negociacion destas Indias,
-que tantos sudores y angustias le habian costado, y descreciendo la
-estima, como tenia tantos adversarios junto á los oidos de los Reyes,
-de necesidad habian de menguar los favores y socorros reales, los
-cuales menguando todo su estado se habia de deshacer; pensó comenzarlo
-desta manera. Ya está dicho arriba, que el mayor deseo que reinaba en
-todos los que en esta isla estaban, de nuestra nacion, era que se les
-diese licencia para se ir á Castilla, y que el juramento que más se
-usaba fué, «así Dios me lleve á Castilla», porque estaban por fuerza,
-contra su voluntad, y no se les daba licencia, por que no quedase la
-isla sola y los indios no matasen los pocos que quedaran, si alguno
-quisiera de voluntad quedar con el Almirante; así que, para dar alegría
-á todos los que habia en ella, y por consiguiente á los alzados con
-Francisco Roldan, mandó el Almirante pregonar en 12 dias de Setiembre,
-siguiente al mes de Agosto que él habia llegado, que en nombre de Sus
-Altezas daba licencia á todos los que se quisiesen ir á Castilla, y
-que les daria los bastimentos necesarios y navíos en que fuesen. Fué
-grande alegría la que todos, chicos y grandes, recibieron en este
-pueblo, y por toda la isla despues que lo supieron, mayormente que
-habia en este puerto de Sancto Domingo ocho ó diez navíos, los seis que
-el Almirante habia sacado consigo de Sant Lúcar y las dos carabelas
-que envió primero, y otra ó otras dos que el Adelantado aquí tenia;
-destos estaban cinco ya cuasi despachados y de camino para Castilla,
-y dos las vergas dalto, como dicen, ó al ménos muy propincuos á la
-partida, conque el Adelantado estaba para ir á proseguir lo que el
-Almirante dejaba comenzado de la tierra de Paria, para descubrir toda
-la tierra firme. Fué avisado el Almirante como Francisco Roldan venia
-hacia la fortaleza de la Concepcion de la Vega, y hácia el Bonao,
-donde tenian haciendas algunos de los de su cuadrilla. Avisó luego el
-Almirante al Alcaide della, que se llamaba Miguel Ballester, persona,
-como arriba me acuerdo haber dicho, muy honrada y venerable, porque
-bien viejo y lleno de canas, que estuviese sobre aviso teniendo en la
-fortaleza buen recaudo, y que, viniendo Francisco Roldan, de su parte
-le hablase, que él habia recibido mucho enojo de que él, á quien habia
-dejado en tan preeminente cargo de la justicia, que habia de tener y
-poner á los demas en paz y sosiego, anduviese de la manera que andaba
-con tanto escándalo, por sí, en daño y confusion de toda la isla, de
-donde gran deservicio resultaba á los Reyes; pero que no embargante
-todo lo acaecido, que él lo queria dar como si no hobiera pasado, y
-que le rogaria que se viniese á él, que él le recibiria como á criado
-que habia siempre amado como el más que todos, y todos eran dello
-testigos, y que si le parecia ser necesario que le enviase seguro, que
-lo escribiese él y se lo enviaria, conforme á su voluntad, firmado. El
-dicho Alcaide rescibió esta carta del Almirante, y fué al Bonao y no
-halló nada; tornóse á su fortaleza, y supo en la Vega como venian, uno
-que se llamaba Gomez, y Riquelme, y Adriano, que eran los principales,
-que cada uno traia gente, y Francisco Roldan venia por otra parte á la
-Vega con los demas, todos los cuales se habian de juntar en casa de
-Riquelme, que la tenia en el Bonao. Todo esto respondió el Alcaide al
-Almirante, y que él haria lo que más le mandaba, venidos que fuesen; y
-yo tengo en mi poder hoy, originalmente, esta respuesta ó carta.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLI.
-
-
-Porque el Almirante, ántes que se fuese á Castilla, el año de 96,
-por Marzo, ó el Adelantado, despues del Almirante ido, allende los
-tributos que los reyes y gentes suyas daban, ó quizá por tributos
-principales (porque esto no lo pude averiguar), imponia á ciertos Reyes
-y señores que tuviesen cargo de hacer las labranzas de los pueblos de
-los cristianos españoles, y les sirviesen con toda su gente para su
-mantenimiento y otros servicios personales, de aquí hobo orígen la
-pestilencia del repartimiento y encomienda que ha devastado y consumido
-todas estas Indias, como se verá, placiendo á Dios, en los libros
-siguientes. Cuando estos servicios cesaban los Reyes y sus gentes de
-dar, porque no los podian sufrir ó porque no los querian dar, porque se
-veian privados de su libertad y puestos en dura servidumbre, allende
-mil otras ordinarias vejaciones y aflicciones crueles y bestiales, é
-importunos tratamientos que de los cristianos cada hora padecian, luego
-los tenian por rebeldes y que se alzaban, y, por consiguiente, luego
-era la guerra tras ellos; y, muertos los que en ellas con increible
-inhumanidad se mataban, todos los que se podian tomar á vida se hacian
-esclavos, y esta era la principal granjeria del Almirante, con que
-pensaba y esperaba suplir los gastos que hacian los Reyes sustentando
-la gente española acá, y ofrecia por provechos y rentas á los Reyes,
-y por manera de que se aficionasen mercaderes á venir con mercadurías
-y gente á vivir acá, sin que quisiesen sueldo del Rey, ni de darlo
-á alguno hobiese necesidad. La segunda granjeria, decia, que era el
-brasil que habia en la provincia de Yaquimo, que es en esta costa
-del Sur, 80 ó pocas ménos leguas de aquí de Sancto Domingo, la costa
-abajo; y de ambas á dos granjerías escribió á los Reyes, agora con
-estos cinco navíos, que abajo diremos, que despachó, que de 4.000
-esclavos y de otros 4.000 quintales de brasil le habian certificado
-que se habrian 40 cuentos, y que fuesen 20 cuentos sería gran cosa;
-y dice así en aquella carta el trasumpto, de la cual, escrito de su
-misma mano, tengo en mi poder. «De acá se pueden, con el nombre de la
-Santísima Trinidad, enviar todos los esclavos que se pudiesen vender,
-y brasil, de los cuales, si la informacion que yo tengo es cierta,
-me dicen que se podrán vender 4.000, y que, á poco valer, valdrán 20
-cuentos, y 4.000 quintales de brasil, que pueden valer otro tanto, y
-el gasto puede ser aquí seis cuentos; así que, á prima haz, buenos
-serian 40 cuentos, si esto saliese así. Y cierto la razon que dan
-á ello parece auténtica, porque en Castilla y Portugal, y Aragon y
-Italia, y Sicilia, y las islas de Portugal, y Aragon y las Canarias,
-gastan muchos esclavos, y creo que de Guinea ya no vengan tantos;
-y que viniesen, uno destos vale por tres, segun se ve, é yo, estos
-dias que fuí á las islas de Cabo Verde, de donde la gente dellas
-tienen gran trato en los esclavos, y de contino envian navíos á los
-rescatar, y están á la puerta, yo ví que por el más ruin demandaban
-8.000 maravedís, y estos, como dije, para tener en cuenta, y aquellos
-no para que se vean. Del brasil, dicen que en Castilla, Aragon, Génova
-y Venecia hay grande suma, en Francia y en Flandes y en Inglaterra;
-así que, destas dos cosas, segun su parecer, se pueden sacar estos
-40 cuentos, sino hubiese falta de navíos que viniesen por esto, los
-cuales creo, con el ayuda de Nuestro Señor, que no habrá, si una vez
-se ceban en este viaje.» Y un poco más abajo dice: «así que aquí hay
-estos esclavos y brasil, que parece cosa viva, y aún oro, si place á
-Aquel que lo dió y lo dará cuando viere que convenga, etc.;» y más
-abajo dice: «acá no falta para haber la renta que encima dije, salvo
-que vengan navíos muchos para llevar estas cosas que dije, y yo creo
-que presto será la gente de la mar cebados en ello, que agora los
-Maestres y marineros (de los cincos navíos habia de decir), van todos
-ricos y con intencion de volver luego y llevar los esclavos á 1.500
-maravedís la pieza, y darles de comer, y la paga sea de los mesmos, de
-los primeros dineros que dellos salieren; y bien que mueran agora, así
-no será siempre desta manera, que así hacian los negros y los canarios
-á la primera, y áun aventajen estos (quiere decir que los indios hacen
-ventaja á los negros), que uno que escape no lo venderá su dueño por
-dinero que le den, etc.» Estas son sus palabras, puesto que defectuosas
-cuanto á nuestro lenguaje castellano, el cual no sabia bien, pero más
-insensiblemente dichas; y cosa es de maravillar, como algunas veces
-arriba he dicho, que un hombre, cierto no puedo decir sino bueno de
-su naturaleza, y de buena intincion, estuviese tan ciego en cosa tan
-clara; bien se me podia responder no ser maravilla que él se cegase,
-pues se cegaron tantos letrados que los Reyes cabe si tenian, en no
-alumbrarlo á él y reprenderle tanta ceguedad como tenia, en poner el
-principal fundamento de las rentas y provechos temporales de los Reyes
-y suyos, y de los españoles, y la prosperidad deste su negocio que
-habia descubierto, en la cargazon de indios inocentes (mejor diria en
-la sangre), malísima y detestablemente hechos esclavos como si fueran
-piezas, como él los llama, ó cabezas de cabras, como las que dijimos en
-el cap. 131 que habia monteses en las islas de Cabo Verde, y hinchir á
-Castilla, y á Portugal, y Aragon y Italia, y Sicilia, é las islas de
-Portugal y de Aragon, y las Canarias, donde dicen que gastan muchos
-esclavos; hinchir, digo, tantos reinos y provincias de indios con la
-dicha justicia y sanctidad hechos esclavos, y no tener escrúpulo de que
-se muriesen al presente algunos (y es cierto que de cada 100, á cabo
-de un año, no escapaban 10), porque así morian, dice él, los negros y
-los canarios, ¿qué mayor ni más supina insensibilidad y ceguedad que
-esta? Y lo bueno dello es, que dice que, con el nombre de la Sanctísima
-Trinidad se podian enviar todos los esclavos que se pudiesen vender
-en todos los dichos reinos; y muchas veces creí que aquesta ceguedad
-y corrupcion aprendió el Almirante y se le pegó de la que tuvieron y
-hoy tienen los portogueses en la negociacion, ó por verdad decir,
-execrabilísima tiranía en Guinea, como arriba, hablando della, se
-vido. Deste paso y de otros muchos en esta materia y granjería de
-esclavos que se dél, tuve para mí por averiguado que deseaba que los
-tristes inocentes indios dejasen de acudir con los tributos y servicios
-personales que les imponia, ó se huyesen ó alzasen, como él y los
-demas decian, y hoy dicen los españoles, ó resistiesen á él y á los
-demas cristianos, como justísimamente podian y debian hacerlo, como
-contra sus capitales hostes y manifiestos enemigos, por tener ocasion
-de hacerlos esclavos y cargar todos los navíos dellos, y engrosar y
-prosperar su granjería; y porque los letrados que estaban á par de los
-Reyes, que eran obligados á no ignorar tan gran tiranía y abyeccion
-y perdicion del linaje humano, habiéndose cometido á los Reyes, como
-á cristianísimos, aquesta parte dél tan sin número para atraerla y
-convertirla á Cristo, no alumbraron á Sus Altezas de la verdad y de
-la justicia; los Reyes no se lo reprendieron, pero proveyó por otra
-vía y con otra color, quitárselo de las manos al Almirante, la divina
-Providencia, el negocio, porque con tan vehemente vendimia no asolase
-en breve toda esta isla, sino que quedase algo para que se fuesen al
-infierno muchos otros matadores destas gentes, cayendo de ojos en tan
-lamentable ofendículo. He traido todo lo dicho en este capítulo para
-que se suponga á lo que agora quiero decir, y lo que dijere á lo que se
-dirá en el siguiente capítulo, y es: que porque cierto Cacique y gente
-suya, no se si el dedicado al servicio de la fortaleza de la Vega, ó á
-otra parte donde habia cristianos españoles, cesó de servir ó de traer
-la comida ó tributos, ó las cosas que les eran impuestas, ó se fué á
-los montes huyendo, ó no quiso más venir, luego, como el Almirante
-desembarcó, que lo supo, envió gente allá, y traenle una buena presa
-ó cabalgada de inocentes, para echar en estos cinco navíos, que agora
-cargar de esclavos y despachar para Castilla queria, y enviarlos á no
-dudosa, sino certísima, carnecería.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLII.
-
-
-Venido Francisco Roldan, y Pedro de Gamez, y Adrian de Muxica y
-otras principales, al Bonao, á la casa del Riquelme, donde se habian
-concertado juntar, fué luego el Alcaide Miguel Ballester á hablarles,
-como el Almirante le habia escrito, el cual les habló todo lo que
-convenia, ofreciéndoles de parte del Almirante todo perdon y buen
-tratamiento y olvido de todos los yerros pasados, exhortándolos con
-todas las razones que pudo, poniéndole convenientes é inconvenientes,
-y daños y escándolos delante, y cuanto, de la reduccion y obediencia
-dellos al Almirante, los Reyes serian servidos, y deservidos de lo
-contrario; pero el Francisco Roldan y los demas mostraron venir de
-otro propósito, diciéndole palabras, contra el Almirante, desvariadas,
-y de gran soberbia obstinada; entre las cuales fueron, que no venian
-á buscar paz sino guerra, y que él tenia al Almirante y á todo su
-estado en el puño para sostenerle ó deshacerle, que ninguno le hablase
-en cosa que tocase á hacer concierto y partido, hasta tanto que el
-Almirante le enviase la cabalgada que habia hecho llevar de indios
-presos por esclavos, porque él los tenia, so su mamparo y palabra,
-asegurados, y á él pertenecia el librarlos de quien tanto agravio les
-hacia injustamente; por eso, que luego se los enviasen, sino que haria
-y conteceria. Bien hay que notar aquí, como se dijo arriba en el cap.
-117, que si este Francisco Roldan y los que con él andaban robando
-los indios, y destruyendo por su parte toda la isla, se movieran
-contra el Almirante, _bona fide_, solamente por celo de la justicia,
-ó de librar aquellos sus prójimos de la servidumbre injusta en que el
-Almirante los condenaba, y de la muerte cierta que habian de padescer
-llevándolos á vender á Castilla, justísima fuera su guerra contra él,
-y merescieran que en esta vida los Reyes se lo agradecieran y hicieran
-mercedes, y en la otra que Dios les remunerara con eterno galardon; y
-así tuvieran mucha razon de no querer tomar partido ni asiento de paz
-y amistad con el Almirante, hasta que les enviara y restituyera en su
-libertad todos los indios de aquella cabalgada. Pero como Francisco
-Roldan y todos los que con él andaban eran, cierto, tiranos y rebeldes
-á su verdadero y jurídico superior, el Almirante, y no pretendian sino
-libertad por andar triunfando de los indios y de toda la isla, señores
-y súbditos, y gozar en sus vicios sin que hobiese quien les fuese á la
-mano, y buscar ocasiones y colores para justificar y dorar su rebelion
-y desobediencia, ni excusaban sus grandes pecados que, contra los
-indios, robándolos y afligiéndolos por otras mil partes y vías y contra
-el Almirante y sus mandamientos, que era su propio juez y superior,
-cometian; ni podian dorar ni colorar la causa que alegaban de no venir
-en concierto y partido, que se les diese la cabalgada por alguna vía.
-Tomada ocasion y color de su nueva pertinacia deste pedir la cabalgada
-(digo nueva pertinacia, porque los amigos que tenia con el Almirante
-le habian con instancia suplicado que les perdonase, y creia que se
-acercaban para más presto venir á su obediencia y besarle las manos),
-acuerda Roldan y otros tres, los principales, que eran propiamente
-criados del Almirante y ganaban su sueldo, de se desistir y renunciar
-el ser sus criados y el sueldo que ganaban, alegando muchos achaques, y
-estos fueron Roldan, y Adriano, y Pedro Gamez, y Diego de Escobar, los
-cuales le escribieron la siguiente carta:
-
-«Ilustre y muy magnífico señor: Vuestra señoría sabrá que por las cosas
-pasadas entre el Adelantado é mí, Francisco Roldan, é Pedro Gamez, é
-Adrian de Muxica, é Diego de Escobar, criados de vuestra señoría, é
-otros muchos que en esta compañía están, fué necesario de nos apartar
-de la ira del Adelantado, é segun los agravios habiamos rescibido, la
-gente que acá está proponia de ir contra él para le destruir; é mirando
-el servicio de vuestra señoría, los dichos Pedro de Gamez, é Adrian
-de Muxica, é Diego de Escobar, é Francisco Roldan, hemos trabajado de
-sostener en concordia y en amor toda la gente que en esta compañía
-está, poniéndoles muchas razones é diciendo cuanto complia al servicio
-del Rey é de la Reina, nuestros señores, no se entendiese en cosa
-ninguna, hasta que vuestra señoría viniese, porque entendíamos, que,
-venido que fuese, miraria la razon que ellos é nosotros teniamos de nos
-apartar, é con muchas razones que aquí no se dicen, hemos estado á una
-parte de la isla esperando su venida, é agora, há ya más de un mes que
-vuestra señoría está en la tierra y no nos ha escrito, mandándonos qué
-es lo que hubiésemos de hacer; por lo cual creemos está muy enojado de
-nosotros, é por muchas razones que se nos han dicho que vuestra señoría
-dice de nosotros, deseándonos maltratar é castigar, no mirando cuanto
-le hemos servido en evitar algun daño que pudiera hallar hecho. É pues
-que así es, hemos acordado, por remedio de nuestras honras é vidas, de
-no nos consentir maltratar, lo cual no podemos hacer limpiamente si
-fuésemos suyos, por ende suplicamos á vuestra señoría nos mande dar
-licencia, que de hoy en adelante no nos tenga por suyos, é así, nos
-despedimos de la vivienda que con vuestra señoría teniamos asentada,
-aunque se nos hace muy grave, pero ésnos forzado por cumplir con
-nuestras honras. Nuestro Señor guarde y prospere el estado de vuestra
-señoría como por él es deseado. Del Bonao, hoy miércoles, 17 dias del
-mes de Octubre de 98 años.—Francisco Roldan.—Y por Adrian de Muxica,
-Francisco Roldan.—Pedro de Gamez.—Diego de Escobar.»
-
-Esta es á la letra su carta, la cual originalmente tuve yo en mi poder
-firmada de sus nombres y propias firmas.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLIII.
-
-
-Hablado que hobo el Alcaide Ballester á Roldan y á su gente alzada,
-vínose para esta ciudad de Sancto Domingo á dar cuenta al Almirante de
-la respuesta que dieron, y, por ventura, trujo él la dicha su carta.
-Desque el Almirante supo la respuesta y cognosció no concordar con lo
-que los amigos de Roldan le habian rogado y suplicado y certificado,
-que queria venirse á él, y tambien porque habian dicho al Alcaide
-Ballester, que no querian que alguno viniese á ellos, ni tratase
-con ellos de parte del Almirante, sino Alonso Sanchez de Carvajal,
-comenzó el Almirante á sospechar vehementemente contra la fidelidad
-del Carvajal, y los que con el Almirante estaban, lo mismo, acumulando
-muchos indicios y conjeturas que parecian concluir é averiguar lo que
-sospechaban; y uno fué, no haber hecho tanto como parece que debiera,
-en no recobrar los 40 hombres, que de los que traia de Castilla se
-le habian pasado; lo segundo, por muchas pláticas que ambos habian
-tenido en el navío, estando juntos, y refrescos que le habia dado; el
-tercero, porque habia, segun parece por una carta que el Almirante
-escribió á los Reyes, habia procurado traer poder para ser acompañado
-del Almirante, como Juan Aguado debia de haber referido muchas quejas
-de los malos tratamientos que decian que habia hecho á los cristianos,
-y debia entónces, quizá, desto algo tratarse, y donde quiera que el
-Carvajal se hallaba, dijeron que se jactaba, publicando que venia por
-acompañado del Almirante; lo cuarto, porque idos los dos Capitanes con
-los tres navíos, y el Carvajal quedado para se venir por tierra á esta
-ciudad, envió Francisco Roldan con él cierta gente, y con ella por
-capitan á Pedro de Gamez, que era de los principales con quien habia
-mucho hablado y comunicado, cuando estuvo en los navíos, para que le
-acompañasen y guardasen, hasta seis leguas desta ciudad, por los indios
-que habia en el camino; lo quinto, porque se dijo que el mismo Carvajal
-indujo y provocó al Roldan y á los demas á que se viniesen hácia el
-Bonao, para que si el Almirante se tardase ó nunca viniese, que el
-Carvajal, como acompañado del Almirante, y Francisco Roldan, como
-Alcalde mayor, gobernasen esta isla, aunque pesase al Adelantado; lo
-sexto, porque venidos al Bonao, se carteaba con el Roldan, y los demas,
-y les enviaba cosas de las traidas de Castilla; lo sétimo, porque
-decian que no querian que interviniese otro con ellos sino Carvajal,
-y áun que lo tomarian por Capitan. Todos estos indicios parecian ser
-eficaces para dél sospechar; pero con todo esto, el Almirante, creyendo
-que pues era caballero haria como bueno, y tambien porque no podia
-más, porque se lo pedian ellos, acordó enviarlo juntamente con el
-Alcaide Ballester, para que les hablase de su parte y redujese á la
-razon, proponiéndoles los bienes que dello se siguirian y los daños del
-contrario delante; y ántes que supiese la respuesta de los dos escribió
-la presente carta á Francisco Roldan:
-
-«Caro amigo: Rescibí vuestra carta luego que aquí llegué. Despues de
-haber preguntado por el señor Adelantado y D. Diego, pregunté por vos
-como por aquel en quien tenia yo harta confianza, é dejé con tanta
-certeza de haber bien de temporar y asentar todas cosas que menester
-fuesen, y no me supieron dar nuevas de vos, salvo que todos á una
-voz me dijeron, que de algunas diferencias que acá habian pasado que
-por ello deseábades mi venida, como la salvacion del ánima; y yo,
-ciertamente, así lo creí, porque áun lo viera con el ojo y no creyera
-que vos habíades de trabajar hasta perder la vida, salvo en cosa que
-á mí cumpliese, y á esta causa fablé largo con el Alcaide, con mucha
-certeza que, segun las palabras que yo le habia dicho y os dijo, que
-luego verníades acá. Allende la cual venida, creí ántes desto que
-aunque acá se hobiesen pasado cosas más graves de las que estas puedan
-ser, que áun bien no llegaria, cuando seríades conmigo á me dar cuenta
-con placer de las cosas de vuestro cargo, así como lo hicieron todos
-los otros á quien cargo dejé, y como es de costumbre y honra dellos;
-veramente, si en ello habia impedimentos por palabras que le farian
-por escrito, y que no era menester seguro ni carta: y que fuera así,
-yo dije, luego que aquí llegué, que yo aseguraba á todos que cada uno
-pudiese venir á mí y decir lo que les placia, y de nuevo lo torno
-á decir y los aseguro. Y cuanto á lo otro que decís de la ida de
-Castilla, yo á vuestra causa y de las personas que están con vos,
-creyendo que algunos se querrian ir, he detenido los navíos diez y
-ocho dias más de la demora, y detuviera más, salvo que los indios que
-llevan les daban gran costa y se les morian; paréceme que no os debeis
-creer de ligero y debeis mirar á vuestras honras más de lo que me dicen
-que faceis, porque no hay nadie á quien más toque, y no dar causa que
-las personas que os quieren mal acá ó en vuestra tierra, hayan en qué
-decir, y evitar que el Rey é la Reina, nuestros señores, no hayan enojo
-de cosas en que esperaban placer. Por cierto, cuando me preguntaron por
-las personas de acá, en quien pudiese tener el señor Adelantado consejo
-y confianza, yo os nombré primero que á otro, y les puse vuestro
-servicio tan alto, que agora estoy con pena que con estos navíos haya
-de oir lo contrario; agora ved que es lo que se puede ó convenga al
-caso, y avisadme dello pues los navíos partieron. Nuestro Señor os haya
-en su guarda. De Sancto Domingo á 20 de Octubre.»
-
-Esto contiene aquella carta, por la cual parece que otra debiera el
-Almirante haber recibido de Roldan, la cual no vino á mis manos.
-Llegados el alcaide Ballester y Alonso Sanchez de Carvajal al Bonao,
-hablóles Carvajal muy elocuentemente á todos, y con tanta eficacia,
-que movió á Francisco Roldan y á los más principales á que fuesen á
-hablar al Almirante, donde todo se concluyera y asosegara sin duda,
-segun se creia; pero como la gente que traia, toda por la mayor parte,
-no tomaba placer de dejar la vida haragana y libre que traia, por ser
-gente viciosa y baja, mayormente los que habia tomado en Xaraguá, de
-los condenados que el Almirante habia enviado, ya que queria Roldan
-y los demas venir aquí á Sancto Domingo con Carvajal y el Almirante,
-saltan todos con voces altas, diciendo, «que juraban á tal que no
-habia de ser así, y que no habian de consentir que fuesen Roldan ni
-los demas, sino que si concierto se habia de hacer fuese allí público
-á todos, pues á todos tocaba»; porfiando Carvajal y el Alcaide por
-meterlos en razon por algunos dias, al cabo no aprovecharon nada.
-Finalmente, acordó Roldan de escribir al Almirante, como quisiera
-venir con Carvajal á le hacer reverencia él y otros de su compañía y
-que los demas no le consintieron que fuese, pero que porque él tenia
-que el Adelantado, ó otro por él, le haria alguna afrenta ó daño, no
-embargante el seguro que de palabra le enviaba, y porque las cosas
-despues de hechas, dijo él, no tienen remedio, por tanto, que le
-enviase un seguro firmado de su nombre, la forma del cual él enviaba
-escrito para él y para algunos mancebos de los que él tenia consigo y
-habia de traer; y allende desto, Carvajal y otros de los principales
-criados del Almirante, tomasen la fe y palabra fuerte y firme al
-Adelantado, que él, ni otra persona por él, les hará mal ni daño ni
-enojo alguno durante el seguro, y lo firmasen de sus nombres, y con
-esto así concedido, él vernia á besarle las manos y á hacer todo lo que
-mandase en el negocio, y que veria cuanto dél sería servido en ello.
-
-Con esta carta que debia traer Carvajal escribió el alcaide Ballester
-al Almirante la siguiente carta, cuyos traslados originales y firmados
-de sus propios nombres, tengo yo en mi poder; la cual dice así:
-
-«Ilustre y muy magnífico señor: Ayer lúnes, al medio dia, llegamos
-acá en el Bonao, y luego á la hora Carvajal habló largamente á toda
-esta gente, y su habla fué tan allegada al servicio de Dios y de Sus
-Altezas y de vuestra señoría, que Salomon ni doctor ninguno no hallara
-enmienda ninguna, y como quiera que la mayor parte desta gente hayan
-mas gana de guerra que de paz, á los tales no les parece bien, mas los
-que no querian errar á vuestra señoría, sino servirle, les pareció que
-era razon y justa cosa todo lo que Carvajal decia, los cuales eran
-Francisco Roldan, y Gamez, y Escobar, y dos ó tres otros, los cuales
-juntamente acordaron que fuese el Alcaide y Gamez á besar las manos á
-vuestra señoría y á concertar cosa justa y posible, por excusar y matar
-el fuego que se va encendiendo, más de lo encendido; y acordado esto,
-que ya queriamos cabalgar, y yo con ellos, porque á todos les pareció
-que yo debia volver con Carvajal y ellos; en aquel instante vinieron
-todos á requerir á Francisco Roldan y á Gamez, que habian acordado que
-no fuesen, sino que por escrito llevase Carvajal lo que pedian; y si en
-aquello vuestra señoría viniese, que aquello se hiciese, y otra cosa
-no. Y yo, señor, por lo que debe criado á su señoría, suplico á vuestra
-señoría concierte con ellos en todo caso, especialmente para que se
-vayan á Castilla, como ellos piden, porque otramente creo cierto que no
-se harian los hechos de vuestra señoría como era de razon, y querria,
-porque me parece que lo que dicen es verdad, que se han de pasar los
-más á ellos; y así me parece que se vá mostrando por la obra, que
-despues que yo pasé para ir á vuestra señoría se les han venido unos
-ocho, y diciéndoles que por qué no se acercan allá, que ellos saben
-que se pasarán más de 30; y esto les ha dicho García, aserrador y otro
-valenciano que se han pasado con ellos. Y yo, cierto, creo que despues
-de los hidalgos y hombres de pró que vuestra señoría tiene junto con
-sus criados, que aquellos que los terná vuestra señoría muy ciertos
-para morir en su servicio, y la otra gente de comun yo pornia mucha
-duda. Y á esta causa, señor, conviene al estado de vuestra señoría
-concierte su ida de una manera ú otra, pues ellos lo piden, y quien
-otra cosa á vuestra señoría consejare no querrá su servicio ó vivirá
-engañado, y si en algo de lo dicho he errado, será por dolerme del
-estado de vuestra señoría viéndolo en tan gran peligro, no haciendo
-iguala con esta gente; y quedo rogando á Nuestro Señor dé seso y
-saber á vuestra señoría, que las cosas se hagan á su sancto servicio y
-con acrecentamiento y dura del estado de vuestra señoría. Fecha en el
-Bonao, hoy mártes, á 16 de Octubre.—Miguel Ballester.»
-
-Esta es su carta, y bien parece que era catalan, porque hablaba
-imperfectamente, pero hombre virtuoso y honrado y de voluntad sincera y
-simple; yo le cognoscí mucho.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLIV.
-
-
-Vista esta carta y la relacion que Carvajal dió, grande fué el angustia
-que el Almirante recibió, y él sintió bien claro ser verdad que tenia
-pocos consigo que en la necesidad le siguiesen, porque, haciendo alarde
-para si conviniese ir al Bonao á prender á Francisco Roldan, no halló
-70 hombres que dijesen que harian lo que les mandase, de muchos de los
-cuales no tenia confianza, sino que al mejor tiempo le habian de dejar;
-y de los otros, uno se hacia cojo, y otro enfermo, y otro se excusaba
-con decir que tenia con Francisco Roldan su amigo y otro su pariente,
-por manera que ningun favor ni consuelo de alguna parte tenia.
-
-Por esta necesidad extrema que padecia, y por el ánsia que tenia de
-asentar la tierra, y que los indios tornasen á pagar los tributos,
-injustamente impuestos, como arriba se dijo, por enviar dineros á los
-Reyes y suplir, con rentas que acá tuviesen, los gastos que en proveer
-las cosas desta isla hacian, todo cuanto razonablemente los alzados le
-pidiesen, estaba para concederlo aparejatísimo; luego, pues, ordenó
-dos cosas, la una, puesto que fué la postrera, y pónese aquí primera
-por ser más general, y es, que hizo una carta de seguro general que
-todas las personas que se hobiesen llegado y seguido á Francisco Roldan
-en las diferencias pasadas, y el dicho Francisco Roldan, juntamente ó
-apartada, que quisiesen venir á servir á Sus Altezas como de ántes,
-pudiesen venir juntamente ó cada uno de por sí, que él, como Visorey
-de Sus Altezas, y en su nombre los aseguraba sus personas y bienes, y
-les prometia de no entender en cosa alguna de los casos pasados hasta
-el dia de la fecha; y en los casos venideros, si acaesciesen, les
-prometia que la justicia se habria humana y piadosamente con ellos, y
-les daba licencia que los que quisiesen irse á Castilla, cada y cuando
-ellos quisiesen irse, y les daria sus libranzas de los sueldos que se
-les debiesen; los cuales viniesen á gozar deste seguro dentro de diez y
-seis dias, y los que estuviesen primeros, siguientes, y si estuviesen
-algunos dellos distantes más de 30 leguas, fuesen obligados á venir
-dentro de treinta dias; donde no viniesen dentro los dichos términos,
-juntos ó cada uno por sí, que procederia contra ellos por la guisa que
-hallase que cumplia al servicio de Sus Altezas y á su justicia. Y mandó
-que se apregonase públicamente y estuviese fijada la dicha carta de
-seguro en la puerta de la fortaleza. Fué hecha en esta ciudad de Sancto
-Domingo, que estaba entónces de la otra parte del rio, viernes, 9 dias
-de Noviembre de 1498.
-
-Lo segundo que proveyó fué, que envió otra carta de seguro particular
-al dicho Roldan y á los que con él viniesen, del tenor que se la envió
-el dicho Roldan, y decia así: «Yo D. Cristóbal Colon, Almirante del
-Océano, Visorey y Gobernador perpétuo de las islas y tierra firme
-de las Indias, por el Rey é la Reina nuestros señores, é su Capitan
-general de la mar y del su Consejo: Por cuanto entre el Adelantado, mi
-hermano, y el Alcalde Francisco Roldan y su compañía ha habido ciertas
-diferencias en mi ausencia, estando yo en Castilla, é para dar medio
-en ello de manera que Sus Altezas sean servidos, es necesario que el
-dicho Alcalde venga ante mí é me faga relacion de todas las cosas,
-segun que han pasado, caso que yo de algo dello esté informado por el
-dicho Adelantado. E porque dicho Alcalde se recela por ser el dicho
-Adelantado, como es, mi hermano, por la presente, doy seguro en nombre
-de Sus Altezas al dicho Alcalde y á los que con él vinieren aquí á
-Sancto Domingo, donde yo estó, por venida y estada y vuelta al Bonao,
-donde él agora está, que no será enojado ni molestado por cosa alguna,
-ni de los que con él vinieren durante el dicho tiempo; lo cual prometo
-y doy mi fe y palabra, como caballero, segun uso de España, de lo
-cumplir y guardar este dicho seguro, como dicho es; en firmeza de lo
-cual, firmé esta escritura de mi nombre. Fecha en Sancto Domingo á 26
-dias del mes de Octubre.—El Almirante.»
-
-Andando en estos tratos, porque los cinco navíos no traian demora, por
-concierto que se suele hacer cuando les fletan, si no un mes, dentro
-del cual quedó el Almirante de despacharlos, y por esperar cada dia
-que se concluyera el concierto de que se trataba y el Almirante tanto
-deseaba, con venir Francisco Roldan y su compañía á la obediencia y
-sosiego que debian, los habia detenido diez y ocho dias más por enviar
-á los Reyes buenas nuevas de quedar la isla pacífica y dispuesta para
-tornar á enhilar los tributos en los indios della, que era lo que
-mucho dolia y deseaba, como está dicho, el Almirante; y los navíos
-tambien habia cargado de esclavos, de los cuales se morian muchos
-y los echaban á la mar por este rio abajo, lo uno, por la grande
-tristeza y angustia de verse sacar de sus tierras y dejar sus padres y
-mujeres y hijos, perder su libertad, y cobrar su servidumbre, puestos
-en poder de gente inhumana y cruel, como estimaban, y con justísima
-razon, los cristianos, y que los llevaban á donde y de donde jamás
-habian de volver; lo otro, por la falta de los mantenimientos, que
-no les daban sino un poco de caçabí seco, que, para sólo y sin otra
-cosa, es intolerable, y áun agua no les daban cuanta habian menester
-para remojarlo, porque, para el viaje tan largo, á los marineros no
-faltase; lo otro, porque como metian mucha gente y la ponian debajo
-de cubierta, cerradas las escotillas, que es como si en una mazmorra
-cerrasen todos los agujeros, juntamente con las ventanas, y la tierra
-caliente, y debajo de cubierta arden los navíos como vivas llamas,
-del ardor y fuego que dentro tenian, sin poder resollar, de angustia
-y apretamiento de los pechos se ahogaban; y desta manera han sido
-infinitos el número de las gentes destas Indias que han perecido, como
-en el libro III, si place á Dios, será relatado. Así que, por las
-razones susodichas fué constreñido el Almirante á despachar los dichos
-cinco navíos de indios cargados, los cuales fueron en tal hora, que,
-de su llegada á Castilla y de la relacion que á los Reyes hizo por sus
-mismas cartas el Almirante, luego se originó y proveyó que perdiese su
-estado, y le sucedieron mayores amarguras y disfavores y desconsuelos
-que hasta entónces habia padecido trabajos; no, cierto, por lo que
-habia ofendido á Francisco Roldan ni á los que con él andaban alzados,
-sino por las injusticias grandísimas, y no oidas otras tales, que
-contra estas inocentes gentes cometia y habia perpetrado, y, por su
-ejemplo, Francisco Roldan y los demas, quizá fué causa ocasional que
-perpetrasen. Porque, por ventura y áun sin ventura, si él no hubiera
-impuesto los tributos violentos é intempestivos, é para estas gentes
-más que insoportables, los Reyes desta isla y súbditos suyos no
-desamaran su venida y estada de los cristianos en sus tierras, ni
-exasperados de las vejaciones y fatigas que padecian, por defenderse
-de quien los oprimia, no se pusieran en armas, si armas se podian
-decir las suyas, y no más armillas de niños, por título que se alzaban
-á quien no debian nada, él no les hiciera guerras, en las cuales,
-comenzaron y mediaron y perfeccionaron diversas maneras, y muy nuevas,
-de crueldades en estos corderos, los cristianos, y para presumir
-más de sí, como se vian contra las gallinas gallos tan aventajados,
-crecíanles con la cruel ferocidad los ánimos, ni quizá cayera en él
-tanta ánsia de enviar, de indios hechos esclavos tan malamente, los
-navíos cargados; y así, lo primero cesante, lo último con lo del medio
-cesara, y, todo cesando, quizá no permitiera Dios que Francisco Roldan
-ni los demas rebeldes y tiranos contra él se levantaran, ni cometieran
-en estas mansas y humildes gentes tantos y tan grandes extragos, lo
-cual, no obstante él, floreciera y gozara felicemente del estado que
-misericordiosamente (como él siempre recognoscia y confesaba, y por
-ello á Dios alababa), le habia concedido, que al fin permitió, para su
-salvacion, cierto, segun creo, por las dichas causas fuese dél privado.
-Pero es de haber gran lástima que no advirtiese cual fuese de sus
-angustias y caimiento en la estima y nombre deste su negocio de las
-Indias, y de sus disfavores y adversidades, la causa; porque si la
-sintiera, no hay duda sino que, como era de buena intincion y deseaba
-no errar, y todo lo enderezaba á honor de Dios, y, como él siempre
-decia, de la Sanctísima Trinidad, todo lo enmendara, y tambien la
-bondad divina su sentencia y castigo ó lo revocara ó lo templara.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLV.
-
-
-Haciéndose á la vela los cinco navíos á 18 dias del mes de Octubre de
-aquel año de 498, en los cuales fué mi padre á Castilla, desta isla, y
-pasaron grandes trabajos y peligros, fueron, como es dicho, cargados
-de indios hechos esclavos; y serian por todos 600, y, por los fletes
-de los demas, dió á los Maestres 200 esclavos. En ellos escribió el
-Almirante á los Reyes muy largo, en dos cartas, haciéndoles relacion de
-la rebelion de Francisco Roldan y de los con él alzados, de los daños
-que habian hecho y hacian por la isla, haciendo robos y violencias, y
-que mataba á los que se les antojaba por no nada, tomando las mujeres
-ajenas y hijas, y otros muchos males perpetrando por donde andaban; y
-escribióles que le habian dicho, que cuasi toda la parte del Poniente
-desta isla, que es la donde reinaba el rey Behechio, que se llamaba
-Xaraguá, tenian muy alborotada y maltratada: y no dudo yo dello y que
-era mucho más que podia ser la fama. En todas las cartas que escribia,
-decia que esta tierra era la más fértil y abundosa que habia en el
-mundo, y para todos los vicios aparejada, y, por tanto, propia para
-hombres viciosos y haraganes; y en todo decia gran verdad, porque
-despues que se hicieron á la tierra los españoles, saliendo de las
-enfermedades que por fuerza los habia de probar, no por ser enferma,
-como arriba en el cap. 88 dijimos, sino por ser los aires más sotiles,
-y las aguas más delgadas, y los manjares de otras calidades, y en fin,
-por estar de las nuestras tan distantes, andando de pueblo en pueblo,
-y de lugar en lugar, comian á discrecion, tomaban los indios para su
-servicio, que querian, y las mujeres que bien les parecia, y hacíanse
-llevar á cuestas en hombros de hombres en hamacas, de las cuales ya
-dije qué tales son; tenian sus cazadores que les cazaban, y pescadores
-que les pescaban, y cuantos indios querian, como recuas, para les
-llevar las cargas, y sobre todo, de puro miedo, por las crueldades
-que en los tristes indios hacian, eran reverenciados y adorados, pero
-no amados, ántes aborrecidos como si fueran demonios infernales; y
-porque esta vida el Almirante sabia que aquí los españoles vivian,
-y hallaban en la tierra para ello aparejo cuanto desear podian, con
-razon juzgaba que era la mejor del mundo para hombres viciosos y
-haraganes. Entre otras viciosas desórdenes que en ellos abominaba, era
-comer los sábados carne, á lo cual no podia irles á la mano, por cuya
-causa suplicaba á los Reyes en muchas cartas, que enviasen acá algunos
-devotos religiosos, porque eran muy necesarios, más para reformar la
-fe en cristianos que para á los indios darla, y dice así: «Acá son muy
-necesarios devotos religiosos para reformar la fe en nos, más que por
-la dar á los indios, que ya sus costumbres nos han conquistado y les
-hacemos ventaja; y con esto un letrado, persona experimentada para
-la justicia, porque sin la justicia real creo que aprovecharán los
-religiosos poco.» Estas son sus palabras. Y en otra carta dice á los
-Reyes: «Presto habrá vecinos acá, porque esta tierra es abundosa de
-todas las cosas, en especial de pan y carne; aquí hay tanto pan de lo
-de los indios, que es maravilla, con el cual está nuestra gente más
-sanos que con el de trigo, y la carne es, que ya hay infinitísimos
-puercos y gallinas, y hay unas alimañas que son atanto como conejos,
-y mejor carne, y dellos hay tantos en toda la isla, que un mozo indio
-con un perro trae cada dia 15 ó 20 á su amo; en manera que no falta
-sino vino y vestuario, en lo demas es tierra de los mayores haraganes
-del mundo; é nuestra gente en ella, no hay bueno ni malo que no tenga
-dos y tres indios que le sirvan, y perros que le cacen, y bien que no
-sea para decir, y mujeres atan fermosas, que es maravilla. De la cual
-costumbre estoy muy descontento, porque me parece que no sea servicio
-de Dios, ni lo puedo remediar, como del comer de la carne en sábado,
-y otras malas costumbres que no son de buenos cristianos; para los
-cuales, acá aprovecharia mucho algunos devotos religiosos, más para
-reformar la fe en los cristianos que para darla é los indios; ni yo
-jamás lo podré bien castigar, salvo si de allá se me envia gente, en
-cada pasaje 50 ó 60, y yo envie allá otros tantos de los haraganes y
-desobedientes, como agora fago, y este es el mayor y mejor castigo, y
-con ménos cargo del ánima, que yo, vea, etc.» Esto todo repite en otras
-cartas, como via que cada dia se iban corrompiendo más la vida mala y
-nefanda de los españoles; y en la verdad, como fueron grandes quejas y
-debialas de llevar Juan Aguado, de quien en el cap. 107 hicimos larga
-mencion, de que habia tratado mal los españoles, ahorcando ó azotando
-muchos, como en fin deste libro ó al principio del segundo, placiendo
-á Dios, se verá, y tambien por estar levantado Francisco Roldan y los
-demas, estaba acobardado y no osaba corregir las malas costumbres ni
-castigar ó impedir los delitos y obras pésimas, de robos y crueldades,
-que tambien cometian en los indios los españoles que le seguian, como
-los de Francisco Roldan, y así llora mucho esto en sus cartas, y en una
-dice: «Yo he sido culpado en el poblar, en el tratar de la gente, y en
-otras cosas muchas, como pobre extranjero envidiado, etc.» Dice en el
-poblar, porque le imputaban por malo haber poblado el primer pueblo
-en la Isabela, como si él hobiera visto y andado toda esta isla, y de
-industria escoger aquel por el peor lugar; nunca él hobiera herrado en
-otra cosa sino en aquello, porque él vino á dar allí con los 17 navíos,
-cansados y molidos del viaje de Castilla, y los caballos y bestias que
-traia, y toda la gente afligida y medio enferma de tan luengo viaje,
-no acostumbrado, y tan nunca en la mar, sin ver tierra tantos dias,
-hasta entónces hombres se haber hallado; y es muy excelente y graciosa
-tierra, y harta digna de ser poblada, y más propincua y frontera de las
-minas de Cibao, por lo cual, cierto, más merecia gracias que serle á
-mal poblar imputado, sino que, segun le desfavorecian, los que podian
-hacerle daño de todo cuanto podian hechaban mano.
-
-Escribió tambien á los Reyes en la angustia en que quedaba con el
-levantamiento y rebelion de Francisco Roldan, y en los tratos que por
-atraerlo á obediencia y servicio de Sus Altezas andaba; escribió más
-á los Reyes, que porque decia Francisco Roldan que no tenia necesidad
-de perdon, porque no tenia culpa, y que el Almirante era hermano del
-Adelantado y era juez sospechoso, que trabajaba de concertar con él que
-fuese á Castilla, y que Sus Altezas fuesen los jueces; y que cuanto
-á la pesquisa é informacion sobre esto, para enviar á Sus Altezas,
-para que se hiciese con ménos duda y sospecha, estuviesen á hacerla
-presentes Alonso Sanchez de Carvajal con quien tenia pláticas, y el
-Alcaide Miguel Ballester, y esta pesquisa fuese á Castilla, y Roldan
-y sus compañeros enviasen un mensajero á la corte, y en tanto que
-volviese respuesta de los Reyes, se viniesen á servir como de ántes
-solian, y si esto no querian, que se fuesen á la isla de Sant Juan,
-que estaba cerca de aquí, porque no anduviesen destruyendo esta isla,
-como robando de continuo la tenian destruida. Dice más, que si estos
-Alcaides no venian en concierto, para que cesasen tantos males, que
-habia de trabajar de poner diligencia para los destruir; yo sospecho
-que esta cláusula y palabra, dió más prisa á los Reyes para enviar muy
-más presto á quitarle el cargo, creyendo que como le habian acusado de
-riguroso y cruel en la ejecucion de la justicia, que, si él pudiese,
-habia de hacer grandes estragos en aquellos rebeldes. Dice asimismo en
-una de sus cartas á los Reyes así: «Siempre temí del enemigo de nuestra
-sancta fe en esto, porque se ha puesto á desbaratar este tan grande
-negocio con toda su fuerza; él fué tan contrario en todo, ántes que se
-descubriese, que todos los que entendian en ello lo tenian por burla;
-despues la gente que vino conmigo acá, que del negocio y de mí dijeron
-mil testimonios, y agora se trabajó allá, que hubiese tanta dilacion é
-impedimentos á mi despacho, y poner tanta cizaña á que Vuestras Altezas
-hobiesen de temer la costa, la cual podia ser ya tan poca ó nada, como
-será, si place á Aquel que lo dió y que es superior dél y de todo el
-mundo, y el cual le sacará al fin por qué hizo el comienzo, y del cual
-se ve tan manifiesto que le sostiene y aumenta, que es cierto, si se
-mirasen las cosas que acá han pasado, se podria decir como y tanto como
-del pueblo de Israel.» Quiere decir, que así como los hijos y pueblos
-de Israel eran incrédulos contra Moisén y Aaron, así todos los que
-dudaron y creyeron ser burla y de poco fruto el descubrimiento destas
-Indias y desta negociacion; y añide más. «Podria yo todo replicarlo,
-mas creo que no hace mengua, porque hartas veces los he escrito bien
-largo, como agora, de la tierra que nuevamente dió Dios este viaje á
-Vuestras Altezas, la cual se debe creer que es infinita, de la cual y
-desta deben tomar grande alegría y darle infinitas gracias, y aborrecer
-quien diz que no gasten en ello, porque no son amigos de la honra de
-su alto Estado; porque allende de las tantas ánimas que se pueden
-esperar que se salvarán, de que son Vuestras Altezas causa, y que es el
-principal del caudal desto (y quiero fablar á la vana gloria del mundo,
-la cual se debe tener en nada, pues que la aborrece Dios poderoso), y
-digo que me respondan quién leyó las historias de griegos y romanos, si
-con tan poca cosa ensancharon su señorío tan grandemente, como agora
-hizo Vuestra Alteza aquel de la España con las Indias. Esta sola isla,
-que boja más de 700 leguas; Jamáica, con otras 700 islas, y tanta
-parte de la tierra firme, de los antiguos muy cognoscida y no ignota,
-como quieren decir los envidiosos ó ignorantes, y despues desto, otras
-islas muchas y grandes de aquí hácia Castilla, y agora esta, que es
-de grande excelencia, de la cual creo que se haya de hablar entre
-todos los cristianos por maravilla, con alegría. ¿Quién dirá, seyendo
-hombre de seso, que fué mal gastado, y que mal se gasta lo que en ello
-se despende? ¿qué memoria mayor en lo espiritual y temporal quedó ni
-pueda más quedar de Príncipes? Yo soy atónito y pierdo el seso cuando
-oigo y veo que esto no se considera, y que nadie diga que Vuestras
-Altezas deban hacer caudal de plata ó oro, ó otra cosa valiosa, salvo
-de proseguir tan alta y noble empresa, de que habrá Nuestro Señor
-tanto servicio, y los sucesores de Vuestras Altezas y sus pueblos
-tanto gozo: mírenlo bien Vuestras Altezas, que, á mi juicio, más le
-relieva (relieva dice por importa) que hacian las cosas de Francia
-ni de Italia.» Estas todas son sus palabras, y, en verdad, dignas de
-mucha consideracion, porque llenas de prudencia y de verdad, y testigos
-de pecho harto virtuoso, y de muy recta intincion, y hiciera grandes
-cosas y fruto inestimable en estas tierras, si no ignorara que estas
-gentes no le debian nada á él ni á otra persona del mundo, sólo porque
-los descubrió, aunque casi atinaba y confesaba el fin de haber podido
-jurídicamente volver acá, que no era otro que el bien destas gentes,
-salud y conversion; y finalmente ayudó á quél errase los disfavores que
-tenia de muchos, por zaherir los gastos que los Reyes hacian, y por
-excusarlos ó recompensarlos.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLVI.
-
- El cual trata del principio ó principios de donde hobo su orígen
- y procedió el repartimiento de los indios, que llamaron despues
- encomiendas, que han destruido estas Indias, donde se prueba que nunca
- los indios jamás se dieron para que los españoles los enseñasen, sino
- para que se sirviesen dellos y aprovechasen.
-
-
-Dice, allende lo susodicho, que ha de trabajar de tornar á asentar
-la gente desta isla, en que tornen á la obediencia y que paguen los
-tributos que solian pagar, y que Dios perdone á los que en la corte y
-en Sevilla fueron causa de tardar él tanto en se despachar, porque si
-él viniera con tiempo, como pudiera venir dentro de un año, y mucho
-ántes, ni se alzaran los indios, ni dejaran de pagar los tributos
-como los pagaban, porque siempre yo dije (dice él), que era necesario
-de andar sobre ellos tres ó cuatro años, hasta que lo tuvieran bien
-en uso, porque se debia de creer que se les haria fuerte. Mira que
-duda, digo yo, y añido, que aunque acá se hallara ántes, no dejara
-de haber los inconvenientes que hobo, y quizá mayores, porque tenia
-Dios determinado de lo afligir y quitarle el cargo, pues con tanta
-opresion y jactura destas gentes, que no le debian nada, dél usaba;
-donde tambien añide, haciendo relacion de que esta isla se iba en
-los mantenimientos mejorando, porque los ganados iban creciendo y
-los españoles haciéndose al pan de la tierra, que lo querian más que
-al de trigo, dice que agora tenian vida muy descansada, segun la
-pasada, porque ellos no trabajaban ni hacian cosa, sino que los indios
-lo trabajaban y hacian todo, casas y todo, y cuanta hacienda era
-necesaria, y que no habia necesidad de otra cosa sino de gente que los
-tuviese subyectos, por que si ellos viesen que éramos pocos, alzarian
-la obediencia, y ellos nos siembran el pan y los ajes y todo otro
-mantenimiento suyo, y el Adelantado tiene aquí más de 80.000 matas de
-yuca, de que hacen el pan, plantadas. Estas son palabras del Almirante.
-Dijo que hacian pozos, porque como estaba junto á la mar este pueblo,
-de la otra, como agora está desta, banda, no tenian agua dulce de rio,
-sino salada, y por eso hacian pozos, no para beber, porque es algo
-salobre ó gruesa, sino para el servicio de casa; para beber tenian
-una fuente, de que tambien hoy beben los que no tienen algibes, que
-es buen agua. Es aquí de notar, que estos fueron los principios de
-donde nació poco á poco el repartimiento que agora llaman encomiendas,
-y, por consiguiente, la total perdicion de todas estas tan infinitas
-naciones; porque como se enseñaron los españoles, áun los labradores,
-y que venian asoldados para cavar y labrar la tierra y sacar el oro
-de las minas (como arriba queda dicho), á haraganear y andar el lomo
-enhiesto, comiendo de los sudores de los indios, usurpando cada uno por
-fuerza tres y cuatro y diez que le sirviesen, por la mansedumbre de los
-indios que no podian ni sabian resistir (y, segun dice el Almirante
-en una destas cartas), Francisco Roldan y su gente alzada, traian más
-de 500 indios, y cuando se mudaban de una parte á otra, serian más de
-1.000 para llevarles las cargas, y los que estaban con el Adelantado, y
-despues de venido el Almirante, hacian lo mismo por aquella semejanza;
-y porque no se les pasasen á Roldan, todo esto y mucho más, y otras
-cosas peores, como eran violencias y matanzas, é infinitos desafueros,
-disimulaban, y no les osaban ir á la mano. Despues, cuando Roldan se
-redujo á la obediencia del Almirante, como quedaban del holgar y de
-la libertad que traian, y, de ser servidos de los indios y mandarles,
-mal vezados, comenzó Roldan á pedir al Almirante que tuviese por
-bien de que el rey Behechio, que, andando alzado el Roldan, lo tenia
-por sus tiranías amedrentado y hacia lo que queria dél con su gente,
-tuviese cargo de le hacer sus labranzas, como abajo, placiendo á Dios,
-se verá; ni poco ni mucho, como dicen, sino el rey Behechio, siendo
-de los mayores Reyes y señores de toda esta isla, y la corte de toda
-ella, como arriba en el cap. 114 se dijo, lo cual el Almirante no le
-pudo negar, porque todo estaba reciente y vedriado y en peligro, al
-ménos duraba el temor, y no sin causa, que no hobiese otra rebelion,
-y tambien hobo principio esta iniquidad, de aplicar el Almirante ó
-el Adelantado, como se dijo arriba, ciertos Caciques y señores que
-tuviesen cargo de hacer las labranzas y mantenimientos á las fortalezas
-y pueblos de los españoles, como parece en las 80.000 matas ó montones
-que arriba dijo el Almirante que habia hecho plantar el Adelantado
-aquí, cerca de Sancto Domingo, y tenia cargo deste servicio, creo que
-un gran Cacique y señor, cuya tierra y señorío era cinco ó seis leguas
-de aquí, la costa arriba hácia el Oriente, y llamábase Agueybana,
-y otros hacian que tuviesen cargo de enviar gente á las minas, así
-que despues de cesada la rebelion, mayormente cuando se comenzaron
-á avecindar y hacer pueblos, cada uno de ambas partes, así los que
-habian seguido á Roldan, como los que permanecido en la obediencia del
-Almirante, aunque fuese un gañan, y de los desorejados y homicianos
-que, por sus delitos, se habian desterrado de Castilla para acá, pedian
-que les diesen tal señor y Cacique con su gente para que le labrasen
-sus haciendas ayudase á granjear; y por le agradar y tener contento
-y seguro el Almirante, y porque asentase en la tierra sin sueldo del
-Rey, lo que él mucho deseaba y trabajaba, se lo concedia liberalmente,
-y á este fin enderezaba lo que en estas cartas de agora, con los cinco
-navíos, escrebia á los Reyes, que les suplicaba tuviesen por bien de
-que la gente que acá estaba se aprovechase un año ó dos, hasta que
-este negocio de las Indias se levantase, porque ya se enderezaba; y
-cerca desto dice así: «Suplico á Vuestras Altezas tengan por bien que
-esta gente se aproveche agora un año ó dos, fasta que este negocio
-esté en pié, que ya se endereza, que ven agora que esta gente de la
-mar y casi toda la de la tierra están contentos, y salieron agora
-dos ó tres Maestres de navíos que pusieron á la puerta cédulas para
-quién se queria obligar á les dar 1.500 maravedís en Sevilla, que
-les llevarian allí tantos esclavos y les farian la costa, y la paga
-seria de los dineros que dellos se sacasen. Plugo mucho á la gente
-toda, y yo lo acepté por todos y les protesto de les dar la carga, y
-así vernán y traerán bastimentos y cosas que son acá necesarias, y se
-aviará este negocio, el cual agora está muy perdido, porque la gente
-no sirve, ni los indios pagan tributo con esto que pasó y mi absencia,
-ni el Adelantado pudo más hacer, porque no tenia nadie consigo que no
-fuese en tal guisa que no se podia fiar, que todos se congojaban y
-maldecian, diciendo que eran cinco años que estaban acá y que no tenian
-para una camisa. Agora les he ensanchado la voluntad y les parece
-que lleva razon lo que les digo, que serán pagados presto, y podrán
-llevar su paga adelante.» Estas son sus palabras. Y en otra cláusula dá
-por nuevas buenas á los Reyes, que ya todos los españoles no querian
-estar por sueldo del Rey, sino avecindarse, y porque lo hiciesen, les
-ayudaba en cuanto podia á costa de los desventurados indios; así que,
-por lo dicho, parece que el aprovecharse la gente que acá estaba,
-española, era darles esclavos para que enviasen á Castilla á vender,
-los cuales llevaban los Maestres á 1.500 maravedís, y que les darian
-de comer; y negra comida seria la que ellos les darian, pues lo es
-siempre la que suelen dar á los pasajeros de su misma nacion. Item, el
-aprovechamiento tambien era dar Reyes y señores con sus gentes á los
-desorejados y desterrados (por ser dignos de muerte por sus pecados),
-que, sacada la crisma y ser bautizados, eran muy mejores que no ellos,
-para que les sirviesen haciendo sus labranzas y haciendas, y en todo
-cuanto ellos querian y decian que habian menester; concedida licencia
-que tal Cacique ó señor á este fulano le hiciese tantas labranzas,
-porque no se le daban para más, ellos se apoderaban y señoreaban tanto
-dellos, que á cabo de un mes eran ellos los Caciques y los Reyes, y
-temblaban los mismos señores delante dellos; de aquí tambien usurpaban
-enviarlos á las minas que les sacasen oro, y en todos los otros
-servicios de que juzgaban poder cebar sus codicias y ambiciones.
-De las vejaciones y aperreamientos y maltratarlos en todo género de
-rigor y austeridad, no quiero aquí decir más de lo que abajo se dirá;
-finalmente, todo el interese y utilidad temporal de los españoles,
-ponia en la sangre y sudores, y al cabo en perdicion y muerte desta
-gente desmamparada, y aunque, segun parece, la intincion del Almirante
-debia ser darles licencia para que les hiciesen las labranzas por algun
-tiempo, y no para más, pues dice á los Reyes que tengan por bien que
-sean aprovechados un año ó dos, en tanto que la negociacion estaba en
-pié ó se levantaba, pero como al Almirante, luego quitaron el cargo
-y gobernacion, y sucedió otro, como parecerá, ellos se encaminaron
-y apoderaron tanto de aquella licencia y posesion tiránica, que los
-sucesores en esta gobernacion, no de quitarla ni limitar, ántes
-cumplirla y confirmarla y estragarla más de lo que estaba, y hacerla
-universal, estudiaron. Y así, parece claro, de dónde y cuando tuvo su
-orígen y principio, y cuan sin pensarlo aquesta pestilencia vastativa
-de tan gran parte del linaje humano, que tanta inmensidad de gentes ha
-estirpado, el dicho repartimiento y encomiendas, digo, en el cual se
-encierran, y para sustentarlo se han cometido, todos los males, como
-claramente parecerá abajo. Tambien consta de lo arriba relatado, que
-nunca se dieron los indios á los españoles para que los enseñasen,
-sino para que se sirviesen dellos, y de sus sudores, y angustias, y
-trabajos se aprovechasen; porque manifiesto es, que, pues el Almirante
-decia á los Reyes que enviasen devotos religiosos, más para reformar
-la fe en los cristianos que para á los indios darla, que cognoscia
-el Almirante no ser, los tan pecadores cristianos, para doctrinar y
-dar la fe á los indios, capaces; luego no se los daba sino para que
-adquiriesen con ellos las riquezas porque rabiaban. Lo mismo hicieron
-los siguientes gobernadores, los cuales no ignoraban la vida que acá
-siempre hicieron los españoles, y sus vicios públicos y malos ejemplos,
-que siempre fueron de hombres bestiales, y si cuando se los daban les
-decian que con cargo que en las cosas de la fe los enseñasen, no era
-otra cosa sino hacer de la misma fe y religion cristiana, sacrílego
-y inesplicable escarnio; y merecieran los mismos gobernadores que los
-hicieran, no cuatro sino catorce cuartos. Todo esto, placiendo á Dios,
-se cognoscerá mucho mejor en el lib. II y más abajo.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLVII.
-
-
-Suplicaba encarecidamente á los Reyes muchas veces, y en todas sus
-cartas, que mandase á las personas que en Sevilla tenian cargo de las
-cosas destas Indias, que las favoreciesen, ó al ménos, que no las
-estorbasen ni infamasen, y esto creo yo que decia principalmente por
-el dicho D. Juan Rodriguez de Fonseca, que ya era Obispo de Badajoz, y
-de los otros oficiales; y, cierto, yo siempre oí y creí, y algo ví al
-dicho Obispo, haber sido y ser contrario á las cosas del Almirante, no
-sé con qué espíritu ni por qué causa, puesto que oí que dijo un dia el
-Almirante, cuando supo que era ya Obispo: «Dovos á Dios (este era su
-comun hablar), no seais fator de las Indias y non vos faran Obispo.»
-Y como tuvo el Almirante acá tantos desabridos, mayormente despues
-que vino Juan Aguado, debíanselo de decir ó escribir al Obispo (si,
-empero, lo uno y lo otro es verdad, que puede ser que no lo sea), y
-de allí haberle tomado, como dicen, ojeriza. Quiero decir, que pudo
-ser no ser por aquella causa ni con mal espíritu, pero de que justa ó
-injustamente el Obispo le desfavoreciese, yo no dudo; y tambien que el
-Obispo, como era hombre de linaje y de generoso ánimo, y de los Reyes
-muy privado y crecia cada dia en mayor estado, bastábale tomar opinion
-siniestra, sin otra causa y con título de que los Reyes gastaban y
-no se aprovechaban, para menospreciar ó no tener en la estima que
-debiera los trabajos del Almirante; por lo cual, dice á los Reyes el
-Almirante así: «Suplico á Vuestras Altezas manden á las personas que
-entienden en Sevilla en esta negociacion, que no le sean contrarios
-y no la impidan, porque ella estuviera más preciosa si mi dicha
-acertara á que allí hobiera persona en el cargo deste negocio, que lo
-tuviera amor, ó al ménos que no fuera contra ello y no se pusiera á
-lo destruir é lo difamar, y favorecer á quien otro tanto hacia, y ser
-contrario á quien decia bien dello, que, como se ve, la buena fama es
-aquella que despues de Dios hace las cosas, y yo he sido culpado en el
-poblar, en el tratar de la gente y en otras cosas muchas, como pobre
-extranjero envidiado, de lo cual todo se veia el contrario, y que era
-por voluntad, y con malicia, y atrevimiento, como ya parece en muchas
-cosas.» Estas son sus palabras. Escribió tambien á sus Altezas, como
-tenia aparejados tres navíos para enviar al Adelantado á la tierra de
-Paria que dejaba descubierta, y que estuviese por allá seis meses,
-dentro de los cuales, cierto, creyó que hiciera el Adelantado gran
-descubrimiento, y llevar al cabo la costa hasta la Nueva España, ó al
-ménos bien cerca, y partiérase con los cinco navíos juntamente el mismo
-dia, segun dice, sino por esperar la resolucion del concierto en que
-andaba con Roldan, porque el Adelantado era muy esforzado y hombre de
-guerra, y hasta que Roldan fuese reducido, no convenia al Almirante ni
-al bien de toda esta isla que estuviese ausente. Finalmente, concluyó
-sus cartas, y con ellas envió á los Reyes, un envoltorio en que iban
-unos pañezuelos de aquellos pintados que traian los indios de Paria,
-que dejaba descubierta, y ciertas perlas, y creo, segun entendí de
-otras partes, no de carta ni relacion del Almirante, fueron las perlas
-que envió 160 ó 170, y ciertas piezas de oro y el envoltorio sellado;
-y aquí dice, que aunque las perlas y oro que de allí envia sea en
-cantidad poco, pero por la calidad las envia, pues, hasta entónces,
-ninguno vido llevar perlas del Poniente; y así quiere dar á entender,
-que se deben tener en mucho. Envió tambien á los Reyes la pintura ó
-figura de la tierra que dejaba descubierta, con las islas distintas que
-cerca estaban, y, por escrito, todo su viaje. Por esta pintura ó debujo
-que á los Reyes envió de la dicha tierra de Paria, y por los rumbos y
-caminos que desde las islas de Cabo Verde habia llevado, vino Alonso
-de Hojeda y ordenó su viaje hasta dar en la isla de la Trinidad y la
-tierra firme de Paria, y allí halló rastro y nuevas del Almirante,
-como el mismo Hojeda confiesa y depone en su dicho juramentado, segun
-arriba en el cap. 140 habemos declarado, y no segun Américo, parece que
-quiso aplicarse á sí el descubrimiento de la dicha tierra firme, Paria,
-de donde provino poner nombre á la dicha tierra firme, América, los
-escritores que escriben fuera de España, lo cual, como allí se probó,
-es muy grande engaño. Con las cartas y la figura ó pintura y relacion
-de aquel viaje, y del estado en que todo lo de acá quedaba, se hicieron
-los dichos cinco navíos, á la vela, á 18 de Octubre de 1498, en los
-cuales, sospecho yo, que irian cartas de Francisco Roldan y de otras
-personas muchas, que eran sus amigos ocultos ó públicos, llenas de
-quejas del Adelantado que no hicieron al Almirante y á su estado, poco
-daño.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLVIII.
-
-
-Volviendo la pluma á contar el trato de Francisco Roldan y sus
-secuaces, recibida pues la carta del Almirante, Roldan, segun el cap.
-155, salió del Bonao con algunos de los de su compañía, y vino aquí
-á Sancto Domingo con su poca vergüenza, debajo del seguro, á hablar
-con el Almirante, y segun pareció (porque no concluyó nada), más para
-sacar gente que se le pasase, que para dar órden y concierto en su vida
-desordenada. No pude saber lo que con su venida, cuando pareció ante
-su amo y señor, el Almirante, y lo que dijo, ni como el Almirante le
-rescibió, porque de creer es que pasarian cosas notables. Finalmente,
-hablaron y trataron de concierto y de medios, y de creer es que él
-dió las quejas que tenia ó fingia tener del Adelantado, y que el
-Almirante le satisfaria á todas ellas y exhortaria á la obediencia y
-reconciliacion del Adelantado, y ofreceria largamente cuantos honestos
-partidos hallar pudiese, para verlo á él reducido y á la isla asentada,
-como parece por muchas cartas que ántes y despues desta vista le
-escribió el Almirante, algunas de las cuales, y las respuestas del
-mismo Francisco Roldan, de su nombre firmadas, he tenido é leido en
-mis manos. Despues de muy bien entre ambos, y delante de muchos de
-los que aquí estaban personas principales, platicado, pidiendo Roldan
-cosas que graves eran al Almirante, y respondídole lo que parecia
-razonable, quedó que lo platicaria con su compañía, y, segun lo que
-acordasen, su señoría lo sabria, y así se tornó al Bonao. Porque no
-se enfriase lo que tanto el Almirante deseaba concluir, envió con él
-un mayordomo suyo que se llamaba Diego de Salamanca, hombre cuerdo y
-bien honrado; llegados, trataron dello, y al fin acuerdan de enviar
-al Almirante ciertos capítulos muy indiscretos, no honestos, sino de
-hombres que no se daban mucho por vivir en paz y sosiego, ántes no
-querian dejar la vida que tenian de desmandados. El Almirante, desque
-los vió, cognoscido su atrevimiento y presuncion, no quiso aceptarlos,
-porque ni á su honra, ni autoridad, ni á servicio de los Reyes era
-cosa conveniente ni razonable, y para dárselo á entender, acordó
-enviar al susodicho Alonso Sanchez de Carvajal, señalándole razones
-claras y evidentes, por las cuales demostraba no ser cosa honesta ni
-servicio de los Reyes que él aquellos capítulos firmase; pero que
-mirasen cuanto él pudiese, salvo su honor y el servicio de los Reyes,
-firmar, firmaria de buena gana, y les haria todo el bien y tratamiento
-que debiese pidiendo cosas razonables. Fué Carvajal á la Concepcion,
-donde ya estaban y trataban de tomar la fortaleza cercando al Alcaide,
-para lo cual dicen que habian tirádole el agua; pero llegado Carvajal,
-moderáronse. Trató con Francisco Roldan y con los principales, y al
-cabo con todos, y concluyeron ciertos capítulos, el fin de los cuales,
-y que más deseaba el Almirante, fué, que se fuesen á Castilla por
-quitar de sí y desta isla gente ya tan corrupta y desmandada, con
-que les diese el Almirante dos navíos en el puerto de Xaraguá, bien
-aparejados, con bastimentos, y que les dejase á cada uno un esclavo y
-las mancebas que tenian preñadas y paridas en lugar de los esclavos que
-se les habian de dar, y que les diese carta de bien servidos ó haber
-servido bien, y se les restituyesen algunos bienes que se les habian
-tomado y otras cosas semejantes. El Almirante se las otorgó y firmó
-con que no recibiesen más españoles en su compañía de todos cuantos
-habia en la isla, y que dentro de cincuenta dias se embarcarian, y
-que no llevarian esclavo alguno por fuerza de los que se les habian
-de dar á merced, y que darian cuenta y razon á las personas que el
-Almirante enviase al dicho puerto de lo que en los navíos metiesen, y
-les entregarian todo lo que tuviesen de la hacienda del Rey. Firmólo
-todo esto Roldan en nombre de todos los de su compañía en sábado, 17
-de Noviembre de 1498, pero porque el Almirante estaba en esta villa
-de Sancto Domingo y los capítulos se hicieron en la Vega ó Concepcion
-con Alonso Sanchez de Carvajal y Diego de Salamanca, y habian de venir
-á que el Almirante los firmase, dijo Roldan, que cuanto á no admitir
-más gente en su compañía, lo firmaba con condicion, que, dentro de diez
-dias, le viniese la respuesta de como el Almirante lo firmaba, lo cual
-hizo á 21 del dicho mes. Envióles dentro de los diez dias la respuesta
-y firmados los capítulos, y ellos partiéronse para Xaraguá, diciendo,
-que iban á aparejar su partida, puesto que segun pareció, no tenian tal
-pensamiento; por ventura, el Roldan era el que lo queria, y los otros
-no. El Almirante, por el ánsia que tenia de verse libre de tan gran
-impedimento, para lo que queria y entendia hacer en la gobernacion y
-asiento desta isla, y tornar á hacer tributarios á los indios della,
-suspendió la ida del Adelantado á descubrir la tierra firme, que dejaba
-comenzada, como no tenia más de aquellos tres navíos, y mandó luego
-aderezar los dos, sacado dellos lo que tenia el Adelantado aparejado
-para su viaje, y puesto lo que les era obligado por la capitulacion á
-dar, y porque supo que algunos de aquellos de la compañía de Roldan
-decian que no querian ir á Castilla, mandó hacer un seguro muy cumplido
-y general, diciendo y prometiendo, que todos los que no quisiesen
-ir á Castilla y quedarse en esta isla, á sueldo, si sueldo del Rey
-quisiesen ganar, darles vecindad si se quisiesen avecindar; y por cosas
-y embarazos que ocurrieron, no se pudieron despachar los navíos hasta
-Enero del año siguiente de 1499. Mandó que Carvajal se fuese á Xaraguá
-por tierra, que, entretanto que los navíos llegaban, entendiese con él
-Francisco Roldan, en su despacho y aparejo para su partida. Partióse
-tambien el Almirante para la Isabela y la tierra dentro, á visitar
-la tierra y asegurar las gentes y disponerlas para que tornasen á
-servir con los tributos que solian, para ellos muy sabrosas nuevas.
-Dejó por su Teniente aquí en Sancto Domingo á su hermano D. Diego,
-con su instruccion de lo que habia de hacer. Partidos los dos navíos,
-dióles una dura tormenta que les hizo mucho daño, en especial al
-uno, por manera que se recogieron al puerto Hermoso, que está, deste
-de Sancto Domingo, 16 leguas, ó al de Azua, que está 20 ó pocas más,
-donde no pudieron reformarse para proseguir su viaje hasta Marzo y
-fin dél, y como ni el Roldan ni todos, ó al ménos los más dellos,
-tenian poco deseo de ir á Castilla, porque temian ser castigados por
-los Reyes, tomaron achaque de haber sido libres del asiento dado, y
-no ser obligados á cumplirlo, diciendo ser pasado el término de los
-cincuenta dias, é haber quedado por culpa é industria del Almirante,
-porque los queria engañar é buscar maneras para prenderlos, y otras
-alegaciones harto frívolas y desvariadas, y muy claramente contrarias
-de la intencion y fin del Almirante, como no desease cosa más que
-reducirlos, ó echarlos desta isla; y en todas estas dilaciones gastaba
-bastimentos y ocupaba gente, y cesaba de enviar al Adelantado, y se
-impedia de muchas cosas que hacer deseaba, mayormente asentar los
-tributos en los Caciques é indios. Esto no podia hacer ni otra cosa de
-provecho estando toda la isla turbada y desasosegada, estando ellos
-levantados y cometiendo en los indios cada dia tantos insultos y
-tantos daños; ¿en qué juicio podia caer que se pusiese el Almirante,
-en quedar, que enviaria los navíos con tantos gastos á Xaraguá, 200
-y más leguas por la mar, donde ellos estaban fuertes y eran señores,
-y despues, de industria, detenerlos y retardarlos? Bien parece claro
-que ellos eran los que andaban con cautelas mañosas, procrastinando
-y vacilando, ó engañando. Esto escribió, afirmándolo, Alonso Sanchez
-de Carvajal, que con ellos trataba su despacho, el cual les hizo
-requirimiento en forma, delante de Francisco de Garay, á quien dió
-poder y crió para esto el Almirante por escribano; pero ellos, como
-moros sin Rey, no curaron. Dice así Alonso de Carvajal en su carta,
-la cual firmada de su firma, tuve en mis manos: «Juntos Francisco
-Roldan y su compañía, yo acabé de cognoscer su voluntad, que era de no
-ir á Castilla por agora en estos navíos, y en fin de muchas pláticas
-pasadas entre ellos y mí, le requerí por ante Francisco Garay, y dije,
-como yo iba allí por mandado de vuestra señoría, á cumplir con él y
-con ellos, etc.» Estas son sus palabras. Escribió todo esto y la poca
-verdad que guardaban, y como huian de concierto, al Almirante; á 15
-de Mayo, el Almirante escribió una carta á Roldan y otra á Adrian de
-Muxica, con toda modestia, rogándoles y amonestándoles, que se quitasen
-de tan dañosa opinion como seguian, porque cesasen tantos escándalos,
-que se destruia la isla y cesaba el servicio de los Reyes, y otras
-muchas cosas buenas que moverlos podian; pero el Roldan, como serpiente
-sorda á los consejos, respondió al Almirante una carta harto arrogante
-y llena de presuncion, que le besaba las manos por su consejo, pero
-que no tenia necesidad dél, y otras cosas que mostraban su esencion y
-temeridad. Despues, dice Carvajal en aquella carta, que pasaron muchas
-cosas que por vía de consejo les dijo, que mirasen los daños que hacian
-en la tierra, y que les convenia tomar medios y reducirse; dice, que
-se persuadieron, y que dijeron que les placia, trataron dellas, pero
-ninguno, sino los que ellos daban, les agradaban. Pidieron una carabela
-para que enviasen sus mensajeros á los Reyes, concedióselo, de partes
-del Almirante, Alonso Sanchez de Carvajal, y venido, que se lo diesen
-por escrito, no quisieron, diciendo, que él no tenia poderes para ello.
-Finalmente, partiéndose Carvajal por tierra para aquí, donde ya estaba
-de vuelta de la tierra dentro el Almirante, y mandó á los dos navíos
-que se tornasen á este puerto de Sancto Domingo, salió Roldan con él
-á comer donde Carvajal comiese, despues no quiso llegar tanto léjos;
-apeáronse debajo de una sombra, y, hablando mucho en ello, dijo Roldan
-que queria tomar el consejo que muchas veces le habia dado, y que le
-enviase el Almirante un seguro firme con provision Real y sellado con
-el Real sello, y otro firmado de algunas personas principales que
-con el Almirante estaban, y que él iria á hablar con el Almirante, y
-concluiria el medio y concierto para que esto del todo se acabase, y
-que esto le decia en secreto, que no lo supiese nadie. Plúgole dello
-mucho á Carvajal, y quedó de enviárselo.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLIX.
-
-
-Creyendo el Almirante que el concierto hecho de las dos carabelas ó
-navíos que les envió se efectuara, acordó de escribir ciertas cartas á
-los Reyes de todo lo que habia pasado con Francisco Roldan y los demas,
-y avisando á Sus Altezas como lo que habia firmado habia sido contra
-su voluntad, y porque todas las personas principales que deseaban el
-servicio de Sus Altezas se lo habian aconsejado, segun vian en peligro
-esta isla de perderse, en indios y en cristianos, si aquellos no se
-iban de la tierra ó no se reducian, y aquel fuego desvergonzado, que
-cada dia se multiplicaba más, no se atajaba. Estas cartas habian de
-ir en los dos navíos escondidas por alguna persona fiel, que no lo
-sintiese Francisco Roldan ni alguno de su compañía: escribió que habia
-quitado á todos los indios el tributo, con título que los indios
-estaban para levantarse, para despues él haberlos por fuerza ó por
-grado, ó por rescate, y que habian hecho, y agora hacen, más grandes
-males en la tierra, porque roban y matan los indios, para los dejar
-todos alzados é indignados contra los cristianos, para que, despues
-de idos ellos, á los que quedasen matasen; y avisaba que era fama que
-llevaban mucho oro, porque habian andado por toda la isla rescatándolo,
-y no sólo ellos, pero que tenian ya indios amostrados que enviaban por
-otras partes á rescatarlo. Item, avisaba que llevaban muchas mujeres,
-hijas de señores Caciques, y que los que vinieron desterrados para
-acá por sus delitos, que él llama homicianos, eran los más crueles
-y desmandados, y decia que debian Sus Altezas de mandar estar sobre
-aviso, para que lo más presto que pudiere hacerse, les prendiesen y
-secuestrasen lo que llevaban, oro y esclavos, y lo demas que se les
-hallase, hasta que diesen cuenta de lo que acá habian cometido, y
-por qué causas; puesto que tenia, segun dicen, que no habian de osar
-ir al puerto de Cáliz, sino que forzarian los marineros para que los
-llevasen á otra parte, porque segun los crímenes que habian cometido,
-habian de rehusar que no los tomasen cuenta. Que ha padecido grandes
-angustias, enojos y trabajos despues que agora vino, por causa deste
-Roldan, y que áun agora era por el mes de Mayo de 1499, y no lo via
-comenzado. Llegado, pues, Carvajal á esta villa, donde estaba el
-Almirante, dióle cuenta de todo lo que en Xaraguá, con Roldan y los
-demas, habia pasado, y la última resolucion y secreta de Roldan. El
-Almirante, como no viese la hora de ver el negocio acabado, luego
-mandó hacer la patente real por D. Hernando y Doña Isabel, como se
-acostumbraba, para lo cual le habian concedido los Reyes poder y
-facultad, y sellada con el sello real, en que le daba el seguro muy
-cumplidamente, como Roldan la demandaba; y allende la provision real,
-que no se pone aquí por ser grande; ciertos caballeros de calidad,
-de los que estaban con el Almirante, por su mandado, le enviaron el
-presente seguro, que yo vide de sus propias firmas firmado: «Cognoscida
-cosa sea á todos los que la presente vieren, como, porque cumple al
-servicio del Rey y de la Reina, nuestros señores, que venga Francisco
-Roldan á Sancto Domingo á hablar é tomar asiento é concierto con el
-señor Almirante, el cual se teme del dicho señor Almirante y de su
-justicia, y del señor Adelantado, y los que aquí firmamos nuestros
-nombres, decimos que protestamos y damos nuestra fe, cada uno de nos
-como quien es, de no hacer mal ni daño al dicho Francisco Roldan ni á
-ninguno de los de su compañía, que con él vinieren, ni á sus bienes,
-ni consentiremos, á toda nuestra posibilidad, que le sea hecho ningun
-daño á las dichas sus personas y bienes, en todo el tiempo que él y
-ellos vinieren y estuvieren en el dicho Sancto Domingo, con condicion
-que él ni ninguno dellos no hagan cosa que sea deservicio de Sus
-Altezas ni del dicho señor Almirante. Fecha en la villa de Sancto
-Domingo á 3 de Agosto de 1499 años.—Alonso Sanchez de Carvajal.—Pero
-Fernandez Coronel.—Pedro de Terreros.—Alonso Malaver.—Diego de
-Alvarado.—Rafael Cataño.» Estos seguros, despachados á Francisco
-Roldan, porque más presto Roldan al concierto viniese, y el negocio tan
-deseado y necesario para la paz y sosiego desta isla se concluyese,
-acordó el Almirante de que lo hallasen más cercano, como lo era en
-el cuidado de verlo todo apaciguado, y así, metióse en un navío á 22
-dias de Agosto; llevó tambien otro navío con él, en los cuales llevó
-consigo algunas personas principales, como fué, Pero Hernandez Coronel,
-Miguel Ballester, Alcaide, García de Barrantes, Alcaide, Juan Malaver,
-Diego de Salamanca, Juan Dominguez, clérigo, Alonso Medel, piloto, y
-Cristóbal Rodriguez, la lengua, y otros muchos, y vase la costa abajo,
-hácia el Poniente, 20 ó 25 leguas desta villa, al puerto que se llama
-Azua, todas las cuales fué acercárseles. Donde vino Roldan y entró con
-algunos de los suyos en la carabela donde estaba el Almirante, y allí
-platicaron en su reduccion y sosiego; y el Almirante, induciéndoles y
-rogándoles á ellos que viniesen á servir á los Reyes como de ántes, y
-que él les haria toda honra y ayudaria en todo lo que pudiese que fuese
-servicio de los Reyes, como si ninguna cosa de las pasadas y presentes
-hobiera pasado, respondieron que les placia, dando buena respuesta,
-con que su señoría le concediese cuatro cosas, allende las otras que
-primero le habian enviado á demandar, que sumariamente se pusieron
-en el precedente capítulo. La primera, que en aquellos navíos queria
-enviar y fuesen á Castilla algunas personas, que no pasarian de 15;
-la segunda, que á todos los que quedasen, el Almirante les diese sus
-vecindades y tierras para labrar, y á cada uno su labranza, para que
-se les pagase el sueldo del Rey que se averiguase debérseles, como si
-todo el tiempo que habian sido rebeldes y anduvieron robando hobieran
-servido; la tercera, que el Almirante mandase apregonar públicamente,
-que si el dicho Francisco Roldan y su compañía habian hecho lo que
-hicieron, fué por falsos testimonios que les levantaron, personas que
-mal los querian y que no amaban el servicio de Sus Altezas; la cuarta,
-que el Almirante constituyese de nuevo, al dicho Francisco Roldan,
-Alcalde mayor por provision real. Esto, así concertado en la carabela,
-y el Almirante concedidas estas cosas por la necesidad en que se via,
-y asentadas por escrito, salió Roldan de la carabela á tierra, donde
-estaban aposentados él y su gente en el pueblo de los indios, donde
-dió parte á sus secuaces de lo que traia concedido del Almirante. A
-cabo de dos dias, usando de las industrias y reveses acostumbrados,
-que dél, ó quizá de los que con él andaban, salian, los cuales no
-querian paz, sino andar como andaban, por desbaratar lo concertado y
-nunca venir de conformidad, enviaron un tenor de una provision real que
-ellos ordenaron, llena de muchas cláusulas que añidieron, deshonestas
-y absurdas, creyendo que en ninguna manera las otorgara el Almirante,
-segun él siempre creyó y afirmó. Contenia todos los capítulos, arriba
-en el capítulo precedente y estas otras susodichas cuatro, y las que
-demas añidieron, intolerables; la postrera de las cuales, fué, que si
-el Almirante no cumpliese lo concertado cumplidamente á su voluntad,
-que les fuese lícito á él y á ellos juntarse y poner todas sus fuerzas
-por cualquiera forma é guisa que mejor pudiesen, para constreñir al
-Almirante para se las hacer por fuerza cumplir é guardar. De donde
-parecia colegirse argumento claro, que no tenian gana de se reducir á
-la obediencia del Almirante, por no tener superior que á la vida que
-traian les estorbase, y así, el Almirante, con razon parece que lo
-podia juzgar, pues tantas veces los asientos que se hacian, con nuevos
-motivos ó colores, desbarataban.
-
-Viéndose, pues, el Almirante, cercado de tantas angustias y de todas
-partes, porque por una parte via perderse la isla con los daños que
-aquellos hacian á los indios, por otra, cesar los provechos y tributos
-de los Reyes, que él tenia en el ánima por hacer los gastos que acá
-hacian con tanta dificultad y tan pesadamente; por otra, los disfavores
-y émulos grandes que tenia; por otra, que la gente comun que estaba
-con él, ó que no seguia actualmente á Roldan, andaba inquieta y en
-corrillos, y fué avisado que estaban dos cuadrillas dellos para se
-alzar é ir robando por la tierra, diciendo con despecho, que habiéndose
-alzado Francisco Roldan y los demas, cometiendo tan grandes crímenes y
-habiendo destruido esta isla, estaban ricos y se salian con todo ello,
-tambien ellos querian hacer lo mismo, y no andar en la obediencia del
-Almirante, perdidos, y via que no tenia gente de quien se fiase, sino
-era de muy pocos para les ir á la mano, prenderlos ó resistirlos, y
-queríanse ir á la provincia de Higuey, que está esta costa del Sur,
-al Levante, al Cabo que llamó el Almirante, de Sant Rafael, hácia la
-Saona, porque habian imaginado que allí serian ricos de oro. Item,
-porque debia haber venido algun navío de Castilla en el cual debia
-escribir el Obispo de Badajoz, don Juan Fonseca, al Almirante que
-estuviese la cosa suspensa, porque los Reyes presto lo remediarian,
-y esto debia ser por las nuevas que llevaron los cinco navíos, y
-esta suspension via el Almirante que no podia sufrirse, pues tanto
-los daños y escándalos crescian. Así que, considerando el Almirante
-todos estos inconvenientes, en medio de los cuales se hallaba, como
-entre las ondas de la mar, que algunas veces habia experimentado,
-cuasi zambullido, acordó de escoger, como menor mal, conceder todas
-las cosas, que contra toda razon y honestidad y justicia le pedian,
-con esperanza que tenia que los Reyes ternian informaciones de todo
-y cognoscerian las culpas dellos y la fuerza que á él se hacia, y á
-la justicia real desacato, pidiéndole cosas, estando en tan extrema
-necesidad, que toda razon aborrecian, y al fin, por concedérselas no
-le culparian. Todavía puso una cláusula el Almirante, que todo aquello
-que otorgaba, fuese con condicion que cumpliesen los mandamientos de
-Sus Altezas, y suyos, y de sus justicias, y á este propósito, dice el
-Almirante estas palabras: «Así que, por evitar este mal, con esperanza
-que Sus Altezas remediarian todo, y que será bien visto y manifiesto
-á quien leyere la dicha provision, que el tenor della ni lo que en
-ella está no lleva razon, y es contra toda órden de justicia y fuera
-della, y que forzosamente se les firmó y otorgó, así como la otra del
-oficio de Alcaldia, sobre lo cual, despues de asentado todo y firmado
-esta primera provision, porque él no queria que en ella fablase que
-habia de tener el dicho Roldan superior, se alzó con toda la gente
-dando voces, y que ahorcaria á mi gente que estaba en tierra, si luego
-no se embarcasen, por lo cual, hobe de firmar la dicha provision, como
-quiso, por el tiempo y causas susodichas.» Estas son sus palabras.
-Ciertamente, manifiesta parece la ambicion y malos respetos que aquel
-pobre Roldan pretendia, y la necesidad extrema en que el Almirante se
-via, y, cuan contra su voluntad, lo que firmaba concedia.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLX.
-
-
-Firmadas á su voluntad las provisiones en que se contenian los
-susodichos capítulos, y el Roldan Alcalde mayor constituido, aunque
-ninguna jurisdiccion tenia, y siempre fué persona privada y no pública,
-y tirano en todo cuanto hacia, porque determinacion es universal de
-todos los juristas, que para dar ó transferir ó prorogar jurisdiccion,
-ha de haber en el que la confiera, da ó proroga, consentimiento puro y
-totalmente libre, porque de otra manera, mezclándose cualquiera fuerza
-ó miedo, por chica que sea, es ninguna, y de ningun valor cosa que
-con ella se haga y _nihil_; pero no curó Roldan destos escrúpulos de
-juristas, ni de mirar ó tener dello escrúpulo fué digno, todo lo cual
-le trajo al fin que despues hizo. Así que, alcanzado del Almirante
-todo lo que Roldan y los demas que se alzaron querian, luego comenzó
-Francisco Roldan á usar el oficio de Alcalde mayor, y venido aquí
-á Sancto Domingo, y con las gentes que trujo consigo, allegó mucha
-otra de la que aquí estaba de su compañía, cuasi mostrando no estar
-descuidado, sino sobre aviso cada y cuando se le ofreciese, y con esta
-presuncion y soberbia, por que el Almirante tenia aquí un Teniente
-que se llamaba Rodrigo Perez, no lo consintió Roldan, diciendo al
-Almirante que no habia de haber Teniente ni tener vara ninguno en toda
-la isla sino los que el pusiese. El Almirante calló y sufrió, y y
-mandó al dicho su Teniente, Rodrigo Perez, que no trujese más la vara;
-por aquí se podrá ver la protervia y maldad de aquel, y la paciencia
-ó sufrimiento y angustias del Almirante. Miéntras estuvieron aquí,
-nunca se juntaban ni conversaban sino con los de su compañía, para
-con los otros siempre se mostraban zahareños, no se fiando de nadie,
-y velándose de noche, y no dejaban de hacer fieros y decir palabras
-temerarias y de alboroto, por lo cual mostraban bien claro no estar
-arrepentidos de sus maldades; y habiendo de enviar el Almirante cierta
-gente fuera á ver ciertas labranzas y traer pan, ninguno dellos quiso
-ir ni hacer lo que el Almirante enviaba á mandar; bien parece la vida
-quel Almirante podia entónces tener, y lo que sufria, y por esto aunque
-mataban y hacian fuerzas y robos á los indios, no osaba á ninguno
-castigar ni áun reprender. En 28 dias de Setiembre de aquel año de
-1499, se pregonó la provision del asiento que el Almirante habia tomado
-con Roldan y con ellos; díjose que Francisco Roldan habia repartido
-mucha cantidad de oro entre los que habian sido de su compañía.
-Despachó el Almirante navíos á Castilla, no supe cuantos, para cumplir
-con lo capitulado, y á los que Francisco Roldan envió, y se quisieron
-ir de su voluntad, repartió el Almirante, á tres esclavos á algunos,
-y á otros á uno, segun le pareció. En estos estuvo determinado el
-Almirante de se ir á Castilla y llevar consigo el Adelantado, segun
-entendí, para informar á los Reyes de todo lo que habia pasado con
-este Roldan, temiendo lo que no sabia que le estaba aparejado, y en
-gran manera lo acertara, como abajo se verá; pero porque sintió que
-una provincia desta isla, que era la de los Ciguayos, de que arriba
-se ha hecho mencion, á la cual el Adelantado habia hecho cruel guerra
-é injusta, y prendido al Rey della como se vido en el cap. 121, vino
-sobre los cristianos que estaban esparcidos por la Vega, dice el
-Almirante, que se quedó, y por su quedada, deliberó de enviar á Miguel
-Ballester, Alcaide de la Concepcion, y á García de Barrantes, Alcaide
-de Santiago, por procuradores é informadores de las cosas pasadas y
-presentes, como personas que habian sido testigos oculares de todo;
-con estos envió los procesos y testimonios que se habian hecho contra
-Roldan y los secuaces suyos, y escribió largo á los Reyes con ellos.
-Suplicaba á los Reyes que viesen aquellos procesos y mandasen inquirir
-y examinar de todo la verdad, y cognosciesen sus penas y trabajos, y
-hiciesen en ello lo que fuese su servicio; escribióles las razones por
-las cuales no debian de ser guardadas á Francisco Roldan, y demas
-que le siguieron en aquella tan escandalosa y dañosa rebelion, las
-condiciones y asiento que con ellos hizo el Almirante, y para esto
-daba nueve razones. La primera, porque si las concedió, no las hizo ni
-concedió de su propio motu y voluntad, sino, hechas y dictadas por él
-y por ellos, se las envió hechas, y le constriñó la necesidad en que
-se vido extrema, como ha parecido, á las firmar. La segunda, porque se
-firmaron en la carabela, y así en la mar, donde no se usa el oficio de
-Visorey, sino de Almirante. La tercera, porque sobre este alzamiento y
-rebelion estaban hecho dos procesos y dada una sentencia contra Roldan
-y los de su compañía, condenándoles por traidores, en lo cual no pudo
-el Almirante dispensar ni quitarles la infamia. Cuarta, porque en la
-provision trata sobre cosas de la hacienda de Sus Altezas, lo cual no
-se pudo hacer sin los oficiales de los Contadores mayores, como estaba
-por los Reyes ordenado y mandado. La quinta, porque pidieron que se
-diese pasaje á todos para Castilla y no se exceptuaron ni sacaron los
-delincuentes que habia enviado de Castilla y homicianos. La sexta,
-porque querian ser pagados del sueldo del Rey todos, y de todo el
-tiempo que anduvieron alzados y en deservicio de Sus Altezas, siendo
-como son obligados á pagar todos los daños y menoscabos que han hecho á
-los indios y á los cristianos, y á toda la isla, y á la hacienda real,
-y el cesar de los tributos que habian de pagar los indios, y la pérdida
-de las dos carabelas que fueron por ellos, por el primer asiento
-que ellos quebrantaron, á Xaraguá, y el sueldo y bastimento de los
-marineros, lo cual todo por su causa se perdió, y en ello ni en parte
-dello el Almirante no pudo dispensar. La sétima, porque son obligados
-á pagar, mayormente Roldan, los gastos que se hicieron en Castilla con
-pagar el sueldo de seis meses á los 40 hombres que tomó en los tres
-navíos, y los que despues se pasaron á él, venido el Almirante, los
-cuales venian cogidos y á sueldo de los Reyes para servir ó trabajar en
-las minas, y en otras cosas que se les mandasen para servicio de los
-Reyes, y más los bastimentos que comieron y los fletes de los navíos,
-trayéndolos acá, y fué causa que se engrosase con ellos y que no
-viniesen á obedecer muchos de los de su compañía, como habian escrito
-sobre ello cartas, y el mismo Roldan, y los primeros por quien negocia
-y pide partido é impunidad son aquellos, y con ellos los homicianos. La
-octava, por que el Roldan no mostró, ni señaló, ni nombró las personas
-de su compañía, porque, para que la provision que sobre este asiento el
-Almirante les dió, tuviese valor y alcanzase efecto, requeríase, segun
-dice el Almirante, que mostrase, por escritura firmada por ellos, como
-se ayuntaban y por qué fin hacian su ayuntamiento, y en qué tiempo, y
-las condiciones que todos pedian, los cuales se entenderian ser de la
-compañía de Roldan y no otros. La novena, porque el dicho Francisco
-Roldan, al tiempo que partió de Castilla él y los otros que entónces
-en el segundo viaje á estas Indias vinieron, hicieron juramento sobre
-un crucifijo y un misal, y dió la fe y hizo pleito homenaje de ser
-leal á Sus Altezas y guardar el bien y pró de su hacienda, por ante
-el Obispo de Badajoz, é yo y otros muchos (dice aquí el Almirante),
-que allí estaban, como más largo parecerá por el dicho juramento, el
-cual está escrito en el libro de los señores Contadores mayores; de
-lo cual, toda ha incurrido en el contrario, porque no han sido leal
-ni leales, y ha echado á perder la hacienda y sido causa que se haya
-perdido el tributo, y no solamente este, más el algodon de Sus Altezas,
-que estaba en Xaraguá, le han tomado, y quemado el brasil que estaba
-cogido y tomadas las velas y aparejos de los navíos y el ganado: estas
-son palabras del Almirante. Pone tambien á lo que Roldan y los que se
-alzaron eran obligados á guardar por virtud de la provision que del
-asiento dicho les dió: lo primero, á pagar todos los daños y menoscabos
-que se han recibido en la hacienda de Sus Altezas y las dos carabelas,
-por una cláusula que está, en ella, que dice que sean obligados á pagar
-todo lo que por derecho se hallare que deben; por otra cláusula son
-obligados á nunca jamás decir que fué bien hecho se alzar; por otra
-cláusula son obligados á cumplir los mandamientos de Sus Altezas y
-del Almirante, y si no lo cumpliesen no era nada el asiento ni seguro,
-y podiase proceder contra ellos, y por todos los delitos y alzamiento
-pasados, é incurrian en las penas que contenia la provision, y estas
-eran, perdimiento de la vida, de los bienes, de los oficios. Por manera
-que, por el primer mandamiento que no obedeciesen, dice el Almirante,
-que incurrian en todas las dichas penas, en perder las vidas, y todo
-lo que en su favor les fué concedido por la provision no les vale
-nada, y el Roldan pierde el Alcaldia. Puesto que por aquello no la
-perdiese, dice el Almirante, no podia usar della, porque se le dió por
-fuerza, lo cual es contra derecho, y tambien porque no habia de mandar
-en casos de justicia á la gente que estaba y habia siempre seguido al
-Adelantado y al Almirante, y estado en su obediencia y en servicio de
-los Reyes contra Roldan y sus secuaces, de los cuales habian recibido
-muchos agravios. Suplicaba en estas cartas muy afectuosamente á los
-Reyes que le enviasen un letrado, persona experimentada para ejercer
-el oficio de la justicia, porque la gente que en esta isla estaba,
-dice el Almirante, era muy desmandada, y como cognoscian quél no osaba
-irles á la mano ni castigarlos, por los testimonios que en Castilla
-injustamente le habian levantado, y fueron creidos (dice él), por
-tanto les suplicaba que tuviesen por bien de se lo enviar, y que él
-queria pagarle el salario, y que tambien con él juntamente proveyesen
-de dos personas virtuosas para Consejo, y que pluguiese á Sus Altezas
-de no darles sus preeminencias. Tambien avisaba que convenia enviar
-con ellos un Teniente de Contadores mayores y otro del Tesorero, que
-fuesen personas cuales conviniese, con quien se negociasen las cosas
-de la Hacienda real; por manera, que en aquel tiempo no habia en esta
-isla oficiales del Rey principales ó propios, sino tenientes de los de
-Castilla. Torna otra vez á decir en estas cartas, que muy necesaria
-era la justicia en esta isla, y, para administrarla, la persona que
-habia dicho, y con ella, dice, que suplicaba á Sus Altezas que mandasen
-mirar por su honra y guardar sus preeminencias: «yo no sé (dice
-él), si yerro, mas mi parecer es que los Príncipes deben hacer mucho
-favor á sus gobernadores en cuanto los tienen en el cargo, porque con
-disfavor todo se pierde.» Por estas palabras parecen dos cosas: la
-una, que, cierto, el Almirante deseaba tener ayuda en la gobernacion,
-mayormente cuanto á la administracion de la justicia, porque no
-tuviesen los españoles que decir mal dél, y porque via que, como
-extranjero, era dellos en ménos de lo que debieran tenido; porque esta
-es, creo que, peculiar condicion ó soberbia de España. La otra era,
-que él temia que los Reyes no le limitasen su oficio y preeminencia
-que le habian concedido, que resultase en agravio suyo y violencia de
-sus privilegios, que con tantos sudores y aflicciones habia ganado,
-como al fin aquello que temia, y mucho más que aquello adverso, fué lo
-que le vino. Estando en esto, vinieron nuevas al Almirante como habia
-llegado Alonso de Hojeda con ciertos navíos al puerto de Yaquimo, que
-está, la costa abajo, 80 leguas deste puerto de Sancto Domingo, donde
-hay ó habia brasil, y que habia llegado allí á 5 de Setiembre, y así
-lo escribió el Almirante á los Reyes en estas cartas. Desta venida de
-Hojeda tratará la historia en el cap. 164 y en el siguiente. Suplicó
-asimismo á los Reyes, que porque él estaba ya muy quebrantado y pasaba
-la peor vida que hombre del mundo, por lo cual iba descreciendo, y
-su hijo D. Diego Colon, que está en la corte, crescia en fuerza,
-haciéndose hombre para poder acá servirles, que le hiciesen merced le
-mandar que viniese acá á ayudarle, para que él descansase algo y Sus
-Altezas fuesen mejor servidos.
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-
-CAPÍTULO CLXI.
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-Partidos estos navíos con los mensajeros ó procuradores del Almirante,
-que fueron los dos Alcaides, Ballester y Barrantes, de mí bien
-cognoscidos, y los de Francisco Roldan, que no ménos cognoscí, con
-quien es de creer que se alargó en escribir sus quejas y ofensas, que
-partieron cuasi al principio de Octubre; á los 19 del dicho mes vino
-Francisco Roldan al Almirante con un memorial de toda la gente que
-habia andado con él, y entónces áun estaba en su compañía, que eran 102
-personas, y díjole que todos querian vecindad, y que la escogian en
-Xaraguá, donde habian harto más reinado que el Rey natural de aquella
-provincia, Behechio; y era la razon, porque allí, como algunas veces
-se ha dicho, era cuasi la corte real de toda esta isla, donde en la
-policía, y en la lengua, y en la conversacion, y en la hermosura de
-las gentes, hombres y mujeres, y en los aires, y amenidad y templanza
-de la tierra, á todas las provincias desta isla (aunque todas son
-admirables y dignísimas), excedia, y así, en aquella más que en las
-otras (puesto que tambien en todas), habia grande aparejo para vivir
-desenfrenadamente los pecadores hombres, zabullidos en vicios. Por
-entónces no quiso el Almirante darle licencia para se avecindar, porque
-temió quizá, que estando juntos no moviesen algun motin ó rebelion,
-como despues algo desto paresció y decirse ha. Avecindáronse algunos
-en el Bonao, y de aquí se comenzó allí la villa del Bonao; otros en la
-Vega, en medio della, donde tenia Guarionex, Rey della, que llamaban
-el guaricano, media legua abajo de la fortaleza que se nombraba la
-Concepcion, frontero cuasi hácia el Norte de la sierra, á la ribera
-del rio que llamaron Verde; á otros dió vecindad en Santiago, seis
-leguas de allí en la misma Vega, hácia el Norte, derechamente donde
-al presente está. A estos que se avecindaban repartia el Almirante
-tierras en los mismos términos y heredades de los indios, y de las
-mismas heredades y labranzas hechas y trabajadas por los indios, que
-tenian para sustentacion suya y de sus mujeres y hijos, repartia entre
-ellos, á uno 10.000, á otro 20.000, á otro más, á otro ménos, montones
-ó matas, como si dijésemos, tantas mil cepas de viña; sólo en esto
-diferia, porque las cepas de las viñas son perpetuas ó cuasi, pero las
-matas no duran ni dan más de fruto de pan, y esto puede durar uno y
-dos y hasta tres años, que pueden comer dello, como ya arriba dejamos
-dicho. Y este repartimiento destas labranzas y tierras, dábalas el
-Almirante por sus cédulas, diciendo que daba á fulano en el Cacique
-fulano tantas mil matas, ó montones, que es lo mismo, y lo peor y
-miserando que es y era, de donde comenzó la tiránica pestilencia, como
-arriba se dijo, del repartimiento que despues llamaron encomiendas,
-que decia en la cédula «que mandaba que aquel Cacique fulano é sus
-gentes le labrasen aquellas tierras», esto era, que acabadas aquellas
-matas y montones de comer, le plantasen otras, sin señalar número ni
-cuento ni medida; y á los que señalaba y daba de las labranzas de los
-indios ya plantadas, daba solo tierras y los indios que se las hiciesen
-y plantasen en ellas, y juntaba dos españoles ó tres en compañía, y
-aplicábales tal Cacique que les hiciese las dichas labranzas de comun,
-y despues el provecho dellas repartiesen. De aquí nacieron entre los
-españoles unas sanctas é inmaculadas compañías. Esta licencia dada
-por el Almirante teníanse ellos cargo de gastar aquellas labranzas en
-las minas, forzando á los indios que fuesen á coger oro, aunque les
-pesase, puesto que no iban sin otra licencia expresa del Almirante,
-dada por escrito, que decia que se daba licencia desde tal mes á tal
-mes, despues pedian que se les acrecentase la dicha licencia, en tal
-dia á tantos de tal mes se le acrecentó la licencia á fulano para
-coger oro hasta tal mes. Dada la licencia y señalado que tal Cacique
-hiciese las labranzas de fulano, español, de tal manera del Cacique
-y de su pueblo ó pueblos ó gente aquel hidalgo español se apoderaba,
-como si se los dieran todos por esclavos, ó por mejor decir, si fueran
-bestias cazadas y habidas del campo, no haciendo más cuenta del
-Cacique y señor natural que de sus vasallos; azotes, palos, cortar
-las orejas, y á otros matarlos si en tantito dellos se enojaban ó no
-acudian á hacer tan presto lo que se les mandaba; si los Caciques y
-señores tenian hijas, luego con ellas eran abarraganados, y desta
-manera estuvieron todos, yo presente, muchos años. Eran de todos los
-indios, por temor violentísimo, adorados, y, como de los demonios,
-delante dellos temblaban, y guay de aquellos que se huian, ó, como
-los españoles decian en su lenguaje, se alzaban, porque luego iban á
-buscarlos y guerrearlos, y hacian en ellos crueles matanzas, y los que
-á vida se tomaban vendian por esclavos, y destos iban á Castilla los
-navíos cargados; y porque Francisco Roldan no era el postrero en deseo
-de ser rico y querer aprovecharse, pidió al Almirante que le hiciese
-merced de las tierras que estaban en cierta parte, cerca de la Isabela,
-que se llama el Bauruco, tierra de cierto Cacique, y de las labranzas
-que en ellas estaban, porque dijo que ántes que se levantase eran
-suyas. De ver fuera si las labró él ó los esclavos moros de su padre, y
-tambien qué poder tenia el Almirante para darle las tierras ó labranzas
-ó haciendas ajenas de los tristes indios; pero no embargante todo
-esto, el Almirante se las dió en 29 de Octubre como hacia á los otros.
-Dióle tambien otras labranzas que estaban hechas por los indios en una
-tierra ó pago, en que habia hecho una estancia que en Castilla creo que
-llamaran casería, ó cortijo, ó heredad, donde se hacian las labranzas y
-dellas el pan, y se criaban gallinas, y hacian huertas, y todo lo demas
-que era menester para tener hacienda ó heredad los españoles, y buena
-vida, excepto los ganados que se tenian en otra parte; pienso que esta
-estancia era hecha en nombre del Rey, y con este título mandaban á los
-indios que la labrasen, y pusiéronle nombre Esperanza. Concedióle más
-el Almirante al Roldan, que el Cacique y señor que habia desorejado
-Alonso de Hojeda, como se dijo en el cap. 93, y su gente se las
-labrasen; veis aquí como se va entablando aquella tan justa gobernacion
-que llamaron repartimiento, y despues las honestas encomiendas. Dice
-aquí el Almirante, que todo esto hacia y daba para que hobiese tiempo
-de saber de Sus Altezas, qué es lo que mandaban hacer dél y de su
-compañía, pues, como prometieron, no se apartaban. Dióle asimismo dos
-vacas, y dos becerros, y dos yeguas, y veinte puercas, todo de lo del
-Rey, para comenzar á criar, porque se lo pedia, y áun creo que fueron
-dos pavos de los de Castilla; y no le osaba negar nada. Pero lo que más
-él pretendió por hinchir mejor las manos, y le concedió el Almirante,
-fué aquel gran rey Behechio con sus gentes y vasallos, en la provincia
-de Xaraguá, donde él, como dije, habia más que Behechio reinado, porque
-aunque por allí no habia oro, tenia infinitas gentes que pudiera enviar
-á las minas, donde todos los matara y cogiera entónces mucho dello, si
-del estado que como Rey tenia tan presto el hilo no se le cortara.
-
-Partióse de aquí de Santo Domingo, para visitar, la tierra adentro, con
-licencia del Almirante, la cual Dios sabe con qué corazon se la daba,
-y, llegando al Bonao, instituyó por Alcalde de aquella provincia, en
-su lugar, á Pedro de Riquelme, uno de los más á él llegados de los con
-él alzados, reservando para sí la jurisdiccion en lo criminal, y que,
-siendo necesario prender alguno en los criminales casos, lo prendiese y
-enviase á la fortaleza de la Concepcion, donde, hasta que él mandase lo
-que se habia de hacer, con prisiones le guardasen; cosa muy temeraria,
-y que él no podia hacer, aunque en la verdad se le hobiera dado el
-oficio jurídica y voluntariamente por el Almirante, cuanto más que
-ni en lo uno ni en lo otro tenia ni podia nada. Mucho sintió esto el
-Almirante, porque le usurpaba la superioridad de Visorey y Gobernador,
-y en la capitulacion y concierto hecho, y la provision á él dada, no
-se le habia concedido sino que sólo fuese Alcalde, y no que criase á
-otros Alcaldes. El Riquelme trabajaba, despues de ido Roldan, de hacer
-una fortaleza en un lugar fuerte en aquella provincia del Bonao, lo
-que debia ser artificio de ambos para se hacer más fuertes, cuando
-fuera menester, contra el Almirante; contradíjole un Pedro de Arana,
-hombre muy honrado, tio de D. Hernando, segundo hijo del Almirante,
-y escribiólo al Almirante, é yo vide la carta: luego el Almirante le
-envió á mandar que no hiciese cosa en ello hasta que se lo mandase.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLXII.
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-Quiero aquí volver el rayo de la consideracion, ántes que pase
-adelante, á la infalible y menuda providencia de Dios y sabiduría
-sempiterna, la cual, puesto que parece que no habla, clamores da,
-empero, en las plazas y en las puertas de las ciudades, en medio de las
-compañas, y en todas partes y lugar levanta su voz, como dice Salomon
-en el primero de sus «Proverbios,» ¿en qué habia ofendido de nuevo el
-Almirante, salido de Castilla con mucha gracia de los Reyes, y con
-poderes, favores y mercedes más abundantes, de camino haber descubierto
-la tierra de Paria, principio de toda la gran tierra firme de este
-orbe, con perlas y oro, con tan inmensos sudores, peligros y trabajos?
-Despues de llegado á esta isla, donde pensaba resollar y consolarse,
-halló materia de tanta tristeza y amarguras, sabido el levantamiento
-de Francisco Roldan, sin haber sido causa del; con cuanta diligencia,
-paciencia, solicitud, sufrimiento y cuidado trabajó de asegurarlo,
-perdiendo tanto de su autoridad, recibiendo muchos descomedimientos de
-los alzados, disimulando muchos defectos de los que consigo estaban,
-dignos de castigar, padeciendo cada dia nuevos temores de que los que
-tenia consigo le habian de dejar, como se ha contado. El dolor que
-sufria por el enojo que habian de recibir los Reyes, que era lo que
-más le solia atormentar, el disfavor que le habia de crecer de parte
-de los émulos y adversarios grandes que tenia en la corte sin por qué
-ni para qué, á los cuales, con estos reveses, se les ofrecia ocasion
-para, del todo, como lo hicieron, poderlo derrocar; finalmente, con
-su mucha prudencia y perseverante sufrimiento, hobo de concluir el
-reducimiento de Francisco Roldan. ¿En qué, pues, ofendió, y á quién de
-los españoles que allá estaban, y á los Reyes, desirvió despues que de
-aquí salió hasta que tornó acá, y en los trabajos y cuidado que tuvo,
-miéntras duró el atraimiento y reduccion de Roldan, que á 21 de Mayo
-estuviese leyendo, con angustia de su ánima, la carta de Alonso Sanchez
-de Carvajal, de como Roldan no cumplia el asiento de irse en las dos
-carabelas con sus alzados á Castilla, y que aquí, el mismo año, mes y
-dia, firmasen los Reyes las provisiones para quitarle la gobernacion,
-y por consiguiente le sucediesen (sacada la muerte), todos los otros
-desastrados é infelices males y daños, y que no bastasen para mover á
-los Reyes, á no del todo derrocarle, los servicios tan irrecompensables
-pasados, y este de agora tan grande, como fué haber descubierto la
-tierra firme y oro de nuevo hallado en ella, y más las perlas que hasta
-entónces no habian parecido, y pudieran esperar que tambien habian de
-haber de allí otras piedras y cosas preciosas? Esta cuestion no tiene
-otra respuesta que cuadre, sino que la divina sapiencia, en esto que á
-nosotros parece, parecia que callaba, y, en deponerle del estado que
-le habian dado, clamaba y levantaba su voz en las plazas, que no por
-los daños é injusticias que hacia á los cristianos (porque dado que le
-habian acusado de muchos que habia justiciado de ántes, quizá lo habian
-bien merecido, y eran 10 ó 12, ó quizá no tantos), sino por las grandes
-injusticias, y guerras, y imposicion de tributos, y agravios y no por
-persona humana, ni con haber ni riquezas del mundo, recompensables,
-que habia hecho á los indios, y actualmente hacia y tenia propósito
-de hacerles, con la granjería que trataba, de querer hinchir toda la
-Europa de estos inocentes indios, inícuamente hechos esclavos, aunque á
-él parecia que con intincion santa, y es cierto, yo creer, quél creia
-que no erraba. Por esta, digo, causa, verdaderamente no fué en mano de
-los Reyes, los cuales sin duda, como agradecidos Príncipes, le amaban,
-sino por voluntad y disposicion divina, el regimiento de este orbe, que
-muy bien al principio merecido tenia, le quitaron de las manos. ¡Oh
-cuan léjos y distantes, son los pensamientos y juicios de los hombres,
-de los del eterno é inmenso Dios! ¡Cuán engañosa ó engañable, incierta
-y variable suele salir la sentencia de nuestro parecer! ¡Cuán cierta é
-infalible, la provision universal de la divina sapiencia, que por una
-parte permitiendo y disimulando calle, y por otra parte, obrando hable,
-por otra, callando parece que aprueba, por otra, castigando, cuando
-ménos los hombres ofenden y más seguros están, sin duda reprueba, por
-otra, quitándonos las ocasiones de ofenderle, á los que no sienten por
-qué el azote les viene, concede señalado bien para que lastar tanto
-en esta ó en la otra vida no tengan, y á los que por don de su gracia
-lo entienden, misericordiosamente consuela! Así creo que se hobo, en
-disponer el estado del Almirante, la divina Providencia, porque cuando
-le permitia y disimulaba los males que á los indios hacia, parecia que,
-callando se los aprobaba, y él, así creo que lo creia, pero cuando
-ménos ofendia y en mayores angustias estaba, juntamente con enviarle
-algun castigo, le quitó la ocasion certísima y veemente de su damnacion
-eterna, si mucho tiempo más se lo disimulara. De aquí es de creer
-piadosamente, y dello hay hartas conjeturas, que como Nuestro Señor le
-concedió tener buena voluntad, y que todo lo que hacia y obraba parece
-que lo enderezaba finalmente al honor divino, que despues le diese
-cognoscimiento para que sintiese, que, por los grandes pecados que
-cometió contra estas gentes, y daños gravísimos, que con su ignorancia
-no excusable, les hizo, privacion de su estado (aunque no por sentencia
-pronunciada en contradictorio juicio, sino por voluntad de los Reyes),
-y las otras calamidades con todo lo demas, le vino. Y este es el primer
-principio, por el cual, de los celestiales bienes y de nuestra final
-salvacion, supuesta la gracia divina, nos hacemos dignos. Teniendo
-ya determinado los Reyes de quitarle la gobernacion, no creo que
-perpétuamente, y firmado las provisiones á 21 de Mayo de aquel año de
-1499, como dije, solamente movidos por las nuevas que tuvieron, que
-él escribió en los cinco navíos, de que llegado á esta isla halló que
-Francisco Roldan era levantado, puesto que creo tambien que debiera
-de escribir Francisco Roldan ó sus amigos, llegaron estos dos navios
-postreros, donde fueron los mensajeros, por cerca de Navidad. Los del
-Almirante hacen relacion á los Reyes del levantamiento y desobediencia
-de Francisco Roldan, y de los que le siguieron ser hombres facinerosos,
-viciosos, robadores, violentos, ladrones, forzadores de mujeres
-casadas, corrompedores de vírgenes, homicidas, falsos, perjuros,
-fementidos; de los robos, muertes, daños grandes y escándalos que
-en toda esta isla habian hecho, y de los trabajos y peligros que,
-sobre esto, el Adelantado, y despues el Almirante, padecieron. Los
-de Roldan, por el contrario, dieron del Almirante y de sus hermanos
-terribles quejas, llamándolos tiranos, injustos, crueles, que por
-cosas fáciles atormentaban los españoles, los degollaban, ahorcaban,
-azotaban, cortaban manos, sediendo la sangre castellana como capitales
-enemigos, deservidores de los Reyes, y que no procuraban sino alzarse
-con el imperio destas Indias, y daban esta conjetura: que no dejaban
-cojer el oro de las minas por haberlo todo ellos, y otras muchas
-abominaciones que afirmaban contra ellos para excusar su alzamiento y
-desvergüenza, diciendo que por estas causas se absentaron y apartaron
-dellos. Cerca de lo que yo sentí y entiendo de todo esto, abajo diré
-mi sentencia. Oidos los clamores y quejas de ambas partes, los Reyes,
-de lo que habian proveido y aún estaban proveyendo, en ningun cosa se
-arrepintieron, ántes se confirmaron en su propósito, y muchas otras
-cosas para el remedio, segun juzgaron ser necesario, proveyeron.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLXIII.
-
-
-Por este tiempo, en aquestos dos navíos ó en otros que envió poco
-despues, escribió el Almirante á los Reyes una carta muy larga, en la
-cual hizo un epílogo y abreviatura de todas las cosas que le habian
-acaecido despues que vino y estuvo en la corte, y propuso su empresa
-ante los Reyes de descubrir estas Indias, hasta estos presentes dias,
-de la cual quiero aquí referir algunos pedazos, porque me parece
-convenir é testificar con él mismo muchas cosas de las arriba dichas,
-y tambien porque sepan las quejas que de su fortuna y adversarios, con
-razon, tenia, y las razones y disculpas que para ello traia. Hablando
-de su venida deste viaje tercero que hizo, y de como llegó á esta
-isla Española y halló levantado á Roldan, entre otras cosas, dice:
-«Despues que vine, y, con tanta gente y poderes de Vuestras Altezas,
-él se mudase de su primero propósito y dijese esto, yo quisiera salir
-á él, más hallé que era la verdad, que la mayor parte de la gente que
-yo tenia eran de su bando; y como fuese gente de trabajo, y yo para
-trabajo los hobiese asueldado, este Roldan y los que con él eran, y
-los otros que ya estaban de su parte, tuvieron forma de los emponer
-que se pasasen con ellos porque no trabajarian y ternian rienda suelta
-y mucho comer y mujeres, y, sobre todo, libertad á hacer todo lo que
-quisieren; é así, fué necesario que yo disimulase, y en fin, vine en
-concierto que yo les diese, de las tres carabelas que habia de llevar
-el Adelantado á descubrir, las cuales estaban de partida, las dos,
-y cartas para Vuestras Altezas de bien servido y su sueldo, y otras
-cosas muchas deshonestas; é así se las envié allá al cabo del Poniente
-desta isla, allí donde ya tenian su asiento; é así he estado siempre
-en fatiga, de que yo vine hasta hoy dia, que es el mes de Mayo del
-99, porque áun no se ha ido, y tiene allá los navíos, y cada dia me
-hacen saltos y enojos: nuestro Señor lo remedie como fuere su servicio.
-Muy altos Príncipes, cuando yo vine acá, traje mucha gente para la
-conquista destas tierras, los cuales recibí todos por importunidad,
-diciendo ellos que servirian en ello muy bien y mejor que nadie, y
-era al revés, segun despues se ha visto; porque no venian, salvo con
-creencia que el oro que se decia que se hallaba, y especerías, que
-era á coger con pala, é las especias que eran dellas los lios hechos
-liados, y todo á la ribera de la mar, que no habia más salvo hecharlo
-en las naos, tanto los tenia ciegos la cudicia: é no pensaban, que,
-bien que hobiere oro, que sería en minas, y los otros metales, y las
-especias en los árboles, y que el oro seria necesario de cavarlo, y
-las especias cogerlas y curarlas. Lo cual todo les predicaba yo en
-Sevilla, porque eran tantos los que querian venir, é yo les cognoscia
-su fin, que hacia decirles esto, y todos los trabajos que suelen sufrir
-los que van á poblar nuevamente tierras de muy léjos. Á lo cual todos
-me respondian que á eso venian, y por ganar honra en ello, más como
-fuese el contrario, como yo dije, ellos, en llegando acá, que vieron
-que yo les habia dicho la verdad, é, que su cudicia no habia lugar de
-hartarse, quisiéranse volver luego, sin ver que fuera imposible de
-conquistar y señorear esto, y porque yo no se lo consentí, me tomaron
-odio, y no tenian razon, pues que por importunidad los habia traido y,
-hablado claro que yo venia á conquistar, y no por volver luego como
-aquel que ya habia visto otras semejantes, y que tenia cognoscida su
-intincion; y asimismo me tomaron odio porque yo no los consentia ir por
-la sierra adentro, derramados de dos en dos, ó tres en tres, y algunos
-solos, por lo cual los indios habian muerto muchos, á esta causa, por
-andar así derramados, y mataran más si yo no le remediara, como dije,
-y llegara su osadía á tanto, que me echaran sin debate de la tierra,
-si Nuestro Señor no lo proveyera. Rescibí en esto grande pena, así
-como en los bastimentos que yo les habia de proveer; y algunos que no
-podian dar de comer en Castilla á un mozo, querrian tener acá seis é
-siete hombres, y que yo se los gobernase y pagase sueldo, que no habia
-razon ni justicia que los hiciese satisfechos. Otros habian venido sin
-sueldo, digo (bien la cuarta parte), escondidos en las naos, á los
-cuales me fué necesario de contentar así como los otros; en manera,
-que, desde entónces, en mayor pena con los cristianos que con los
-indios, y hoy en dia no acabo, ántes por una parte se ha doblado y por
-otra se me alivia. Dóblaseme por este ingrato desconocido, Roldan, que
-vivia conmigo y los que con él son, á los cuales yo tenia hecha tanta
-honra, y á este Roldan (que no tenia nada), dado en tan pocos dias,
-que tenia ya más de un cuento, y á estotros que agora nuevamente se
-fueron allegando de Castilla, dado dineros y buena compañía, así que
-estos me tienen en pena; de otra parte estoy aliviado, porque la otra
-gente siembran y tienen ya muchos bastimentos, é saben ya la costumbre
-de la tierra, é se comienza á gustar de la nobleza della y fertilidad,
-muy al contrario de lo que hasta aquí se decia: que creo que no haya
-tierra en el mundo tan aparejada para haraganes como esta, é muy mejor
-para quien quisiere ayuntar hacienda, como despues diré, por no salir
-del propósito. Así que nuestra gente que vino acá, visto que no podian
-hinchir su cudicia, la cual era desordenada, y áun tanto que muchas
-veces he pensado y creido, que ella haya sido causa que Nuestro Señor
-nos haya cubierto el oro y las otras cosas; porque luego que acá salí
-al campo hice experimentar á los indios cuanto dello podian coger,
-y hallé que algunos que sabian bien dello cogian en cuatro dias una
-medida que cabia una onza y media, y así tenia yo asentado con todos
-los desta provincia de Cibao, y les aplacia de dar de tributo cada
-persona, hombre y mujer, de catorce años arriba hasta setenta, una
-medida destas que yo dije de tres en tres lunas, y le cogí yo este
-tributo hasta que fuí á Castilla, así que esto tengo yo imaginado que
-la cudicia haya sido causa que se pierda. Mas estoy muy cierto que
-Nuestro Señor, por su piedad, no mirará á nuestros pecados, é que en
-viendo tiempo para ello, luego lo volverá con ventaja; la cual gente
-nuestra, despues que vido que su parecer no les salia como tenian
-imaginado, siempre despues estaban con congoja para se volver á España,
-é así les daba yo lugar que fuesen en cada pasaje, y por mi desdicha,
-bien que de mi hobiesen recibido mucha honra y buen tratamiento, ellos,
-en llegando allá, decian de mí peor que de un moro, sin dar á ello
-ninguna razon, y me levantaron mil testimonios falsos, y dura esto
-hoy en dia: mas Dios Nuestro Señor, el cual sabe bien mi intencion
-y la verdad de todo, me salvará, ansí como hasta aquí hizo, porque
-hasta hoy no ha habido persona contra mí con malicia que no le haya él
-castigado, y por esto es bien de echar todo el cuidado en su servicio,
-que él le dará gobierno. Allá dijeron que yo habia asentado el pueblo
-en el peor lugar de la isla, y es el mejor della, y dicho de boca de
-todos los indios de la isla; y estos que esto decian, muchos dellos no
-habian salido fuera del cerco de la villa un tiro de lombarda: no sé
-qué fe podian dar dello. Decian que morian de sed, y pasa el rio allí
-junto por la villa, áun no tan léjos como de Sancta María, en Sevilla,
-al rio; decian que este lugar es el más doliente, y es el más sano;
-bien que toda esta tierra es la más sana y de más aguas y mejores
-aires, que otra que sea debajo del cielo, y se debe creer que es así,
-pues que en un paralelo y en una distancia de la línea equinoccial
-con las islas de Canaria: las cuales en esta distancia son conformes,
-mas no en las tierras, porque son todas sierras secas y altísimas,
-sin agua, ni sin fruto y sin cosa verde, las cuales fueron alabadas
-de sábios por estar en tan buena temperancia, debajo de tan buena
-parte del cielo, distantes de la equinoccial, como ya dije, mas esta
-Española es grandísima, que boja más que España, y muy llena de vegas,
-y campiñas, y montes, y sierras, y rios grandísimos, y otras muchas
-aguas y puertos, como la pintura della, que aquí irá, hará manifiesto,
-y toda populatísima de gente muy industriosa; así que creo que debajo
-del cielo no hay mejor tierra en el mundo. Dijeron que no habia
-bastimentos, y hay carne y pan y pescado, y de otras muchas maneras,
-en tanta abundancia, que despues de llegar acá, peones que se traen de
-allá para trabajar acá, que no quieren sueldo, y se mantienen á ellos
-y á indios que les sirven, y como se puede tomar por este Roldan, el
-cual va al campo, y es más de un año, con 120 personas, las cuales
-traen más de 500 indios que los sirven, é á todos los mantienen con
-mucha abundancia. Dijeron que yo habia tomado el ganado á la gente que
-lo trujo acá, y no trajo nadie dello, salvo yo ocho puercas, que eran
-de muchos; y porque estos eran personas que se querian volver luego á
-Castilla y las mataban, yo se lo defendí porque multiplicasen, mas no
-que no fuesen suyas, de que se ve agora que hay acá dellos sin cuento,
-que todos salieron desta casta, y los cuales yo truje en los navíos y
-les hice la costa, salvo el primer gasto, que fué 70 maravedís la pieza
-en la isla Gomera. Dijeron que la tierra de la Isabela, adonde es el
-asiento, que era muy mala y que no daba trigo; yo lo cogí y se comió
-el pan dello, y es la más fermosa tierra que se pueda cudiciar: una
-vega de 14 leguas de largo y dos de ancho, y tres y cuatro, entre dos
-sierras, y un rio muy caudaloso que pasa al luengo por medio della, y
-otros dos, no grandes, así como muchos arroyos que de la sierra vienen
-á ellos, ni por pan de trigo cura nadie, porque estotro es mucho y
-mejor para acá y se hace con ménos trabajo. De todo esto me acusaban
-contra toda justicia, como ya dije, y todo esto era porque Vuestras
-Altezas me aborreciesen á mí y al negocio; mas no fuera así si el
-autor del descubrir dello fuera converso, porque conversos, enemigos
-son de la prosperidad de Vuestras Altezas y de los cristianos, mas
-echaron esta fama y tuvieron forma que llegase á se perder del todo; y
-estos que son con este Roldan, que agora me da guerra, dicen que los
-más son dellos. Acusáronme de la justicia, la cual siempre hice con
-tanto temor de Dios y de Vuestras Altezas, más que los delincuentes
-sus feos y brutos delitos, por los cuales Nuestro Señor ha dado en el
-mundo tan fuerte castigo, y de los cuales tienen aquí los Alcaldes los
-procesos. Otros infinitos testimonios dijeron de mí y de la tierra,
-la cual se ve que Nuestro Señor la dió milagrosamente, y la cual es
-la más hermosa y fértil que haya debajo del cielo, en la cual hay oro
-y cobre, y de tantas maneras de especias y tanta cantidad de brasil,
-del cual, sólo con esclavos, me dicen estos mercaderes, que se puede
-haber cada año 40 cuentos, y dan razon dello, porque es la carga ahí
-más de tres veces tanto cada año; y en la cual puede vivir la gente
-con tanto descanso, como todo se verá muy presto. Y creo, que, segun
-las necesidades de Castilla y la abundancia de la Española, se haya de
-venir á ella muy presto de allá grande pueblo, y será el asiento en la
-Isabela, adonde fué el comienzo, porque es el más idóneo lugar y mejor
-que otro ninguno de la tierra, como se debe de creer pues que Nuestro
-Señor me llevó allí milagrosamente, que fué que no pude ir atras ni
-adelante con las naos, salvo descargar y hacer asiento; y la cual razon
-me movió á escribir esta escritura, por la cual dirán algunos que no
-era necesario de relatar fechos pasados, y los ternán por prolijos
-y son tan breves, mas yo comprendí que todo era necesario, así para
-Vuestras Altezas, como para otras personas que habian oido el maldecir
-con tanta malicia y engaño, lo cual se ha dicho sobre cada cosa de las
-escritas, y no solamente de las personas que fueron de acá, é más, con
-mucha crueldad, de algunos que no salieron de Castilla, los cuales
-tenian facultad de probar su malicia al oido de Vuestras Altezas, y
-todo con arte, y todo por me hacer mala obra, por envidia, como pobre
-extranjero; mas en todo me ha socorrido y socorre Aquel que es eterno,
-el cual siempre ha usado misericordia conmigo, pecador muy grande.»
-Todo lo dicho es del Almirante, y dice más abajo, describiendo ciertas
-sierras: «Estas sierras, ambas, son pobladas y eran populatísimas
-cuando yo vine acá, y se han algo despoblado, porque la gente dellas
-probaron guerra conmigo y nuestro Señor me dió victoria siempre, las
-cuales sierras, ambas, lo más dello son labradas y de preciosas tierras
-fertilísimas, etc.»
-
-Muchas cosas habia en esta carta de notar, pero porque algunas quedan
-dichas en otros capítulos, y por abreviar, solamente aquesta postrera
-que dice el Almirante se debe notar: que la tierra halló populatísima
-cuando vino, pero que estaba algo despoblada, porque probaron guerra
-contra él los indios; y quiere decir, que por la guerra que él les
-hizo la habia despoblado algo. Y no es maravilla que la despoblase,
-pues enviaba los navíos cargados de esclavos, y lo tenia y entendia
-tener por granjería, ignorando tan malamente la justicia que los indios
-tenian de hacerle á él guerra y echarlo de la tierra á él y á todos
-los cristianos, y tambien del mundo, pues tantos agravios y males,
-él y ellos, les hacian, y la servidumbre durísima en que los ponian
-estragándoles y desordenándoles totalmente su mansedumbre, su concierto
-pacífico, su ser todo, y humilde y natural policía, y finalmente con
-tanto daño de sus vidas, y de mujeres, y hijos; y él ni los cristianos
-contra ellos no tenian alguna justicia, ántes iniquísima y contra
-toda razon natural injusticia. A lo otro que dijo arriba, que habia
-avisado en Sevilla á los que querian venir acá, que no venia á esta
-isla, sino á conquistar, etc.; no mostrará el Almirante provision ni
-mandado de los Reyes, que le mandasen conquistar estas gentes, por
-vía de hacerles guerra y destruirlas por guerras, porque no se las
-encomendaba la Sede Apostólica para esto, sino para convertirlas y
-salvarlas, trayéndolas á Jesucristo muerto y vivo por ellas. Esto claro
-parece por el primer capítulo de la Instruccion que le dieron, que
-arriba en el cap. 81 pusimos. Item, ¿como habian de mandar los Reyes
-católicos y píos, que conquistase por guerras á gente que el Almirante
-mismo habia loado, predicado y encarecido por humilísimas, graciosas,
-humanas, hospitales, liberales, dadivosas, caritativas, bonísimas y
-simplicísimas? Manifiesto es que no se debe creer, que teniendo tal
-noticia, dada por el mismo Almirante, y con verdad y mucha razon, pues
-tan buen acogimiento halló en todos los lugares destas islas donde
-llegó, mayormente cuando perdió la nao en el puerto de la Navidad,
-reino del Rey piadoso Guacanagarí, como parece en los capítulos 59 y 60
-y en los siguientes, y esta relacion hicieron los Reyes al Papa, de la
-bondad y mansedumbre de estas naciones, que no le habian de mandar que
-las conquistase con guerra; y si los Reyes le dieron tal provision, él
-no la habia, como injusta, de cumplir, arbitrando que habian sido mal
-informados.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLXIV.
-
-
-Necesario es, ántes que pasemos adelante, tornar un poco atras para
-que la historia no deje olvidada cosa de las que son señaladas.
-Volviendo, pues, al efecto que salió, sin lo dicho, de los cinco navíos
-que despachó con las nuevas, el Almirante, del descubrimiento de la
-tierra de Paria y firme, y perlas, y del acaecimiento que mezcló el
-alegría que los Reyes recibieran de las tales nuevas, sino supieran la
-rebelion de Francisco Roldan; como Alonso de Hojeda, que ya estaba en
-Castilla, el cual, creo yo, que debiera de irse cuando mi tio Francisco
-de Peñalosa, supo que el Almirante habia la dicha tierra descubierto y
-las perlas, y vido la figura que el Almirante envió á los Reyes della,
-y decia en sus cartas que era isla, y con duda (ó alguna creencia)
-que era tierra firme, como le favorecia y era aficionado el Obispo de
-Badajoz, D. Juan de Fonseca, que todo lo rodeaba y proveia, suplicóle
-que le diese licencia para venir á descubrir por estas partes, islas
-ó tierra firme, ó lo que hallase. El Obispo se la dió firmada de su
-nombre y no de los Reyes, ó porque los Reyes se lo cometieron que él
-diese las tales licencias ó aquella sola, lo cual es duro de creer,
-ó porque de su propia autoridad se la quiso dar no dando parte á los
-Reyes dello, porque como el año de 95 el Almirante se habia quejado
-á los Reyes ser contra sus privilegios dar licencia á alguno para
-descubrir, porque muchos la pedian, y le dieron sobrecarta para que
-cerca de aquello se le guardasen sus privilegios, si era contra ellos,
-y así se suspendió, segun arriba en el cap. 125 dijimos, y dar esta
-licencia al Obispo de esta manera, no sé como lo pudo hacer; puesto
-que tambien siento, que como era hombre muy determinado y acelerado, y
-no estaba bien con las cosas del Almirante, que darla temerariamente,
-sin consultar los Reyes, pudo ser, pero todavía dudo de ello, porque,
-aunque era muy privado de los Reyes, cosa era esta que no osara por
-sola su autoridad hacer. Dióla, empero, con esta limitacion, que no
-tocase en tierra del rey de Portugal, ni en la tierra que el Almirante
-habia descubierto hasta el año de 95. Tambien ocurre aquí otra
-dificultad, que ¿porqué no salvaba la tierra que agora el Almirante
-habia descubierto, pues constaba por la pintura y cartas que della
-enviaba á los Reyes? A esto no sabré responder. De traer su licencia
-solamente firmada del dicho Obispo y no de los Reyes, ninguna duda
-hobo, porque Francisco Roldan la vido y lo escribió al Almirante, y yo
-vide la carta original, como luego se dirá. Habida, pues, la licencia
-Hojeda, hobo personas en Sevilla que le armasen cuatro carabelas ó
-navíos, porque habia muchos ávidos y codiciosos de ir á descubrir el
-ovillo por el hilo que le puso en las manos el Almirante, por haber
-sido el primero que abrió las puertas deste, cerrado tantos siglos
-habia, mar Océano. Partió del puerto de Sancta María ó de Cáliz, por el
-mes de Mayo, y, sino dice contra la verdad Américo Vespucio en los dias
-del mes, como no la dice cuanto al año, fué su partida á 20 de Mayo de
-499; no de 97 como Américo dice, usurpando la gloria y honra que al
-Almirante pertenecia, y aplicándosela á sí mismo sólo, queriendo dar á
-entender al mundo, que él habia sido el primer descubridor de la tierra
-firme de Paria, y no el Almirante, á quien todo el descubrimiento de
-todas estas Indias, islas y tierra firme, justa y debidamente se le
-debe, como arriba en el cap. 140 queda probado. En el cual capítulo
-trabajé de poner por dudoso, si el Américo habia de industria negado,
-tácitamente, este descubrimiento primero haber sido hecho por el
-Almirante y aplicado á sí sólo, porque no habia mirado lo que despues
-colegí de los mismos escritos del Américo, con otras escrituras que de
-aquellos tiempos tengo y he hallado, por lo cual digo haber sido gran
-falsedad y maldad la del Américo, queriendo usurpar, contra justicia,
-el honor debido al Almirante, y la prueba desta falsedad por esta
-manera y por el mismo Américo quedará clarificada. Supongamos lo que
-arriba en el cap. 140 queda probado, conviene á saber: Lo primero,
-el testimonio de tanta multitud numerosa de testigos, que de vistas
-sabian que el Almirante fué el primero que descubrió la tierra firme
-de Paria, y por consiguiente, ninguno por toda la tierra firme llegó
-ántes, y esto afirma tambien Pedro Mártir, en los capítulos 3.º y 9.º
-de su primera Década. Item, el mismo Hojeda, en su deposicion, tambien
-lo testifica sin poder negarlo, diciendo que, desque vido la figura ó
-pintura en Castilla, vino él á descubrir, é halló que habia llegado
-á Paria y salido por la Boca del Drago el Almirante. Lo segundo, que
-Américo vino con Hojeda, ó por piloto, ó que sabia algo de la mar,
-pues lo cuenta junto con Juan de la Cosa y otros pilotos, ó, por
-ventura, que vino como mercader poniendo algunos dineros y teniendo
-parte en el armada. Lo tercero, supongamos lo que Américo confiesa en
-su primera navegacion, y es, que llegó á la tierra que llamaban los
-indios moradores della, Paria; item, que en cierta parte ó provincia de
-la costa de la tierra firme, ó en la isla donde hicieron guerra, los
-indios della le hirieron 22 hombres y matáronle uno, y esto acaesció
-en el año 99, como luego se probará. Pues digamos así: el Almirante
-fué el primero que descubrió á tierra firme y Paria, Hojeda fué el
-primero despues del Almirante, y Américo fué con Hojeda, y confiesa que
-llegaron á Paria. Pues el Almirante partió de Sant Lúcar á 30 de Mayo
-de 98 años, luego Hojeda y Américo partieron de Cáliz el año siguiente
-de 99 años, porque si el Almirante partió á 30 de Mayo de Sant Lúcar, y
-Hojeda y Américo á 20 de Mayo de Cáliz, y el Almirante partió primero,
-no pudo ser la partida de Hojeda y Américo en aquel año de 98, sino en
-el siguiente de 99 años; ni se pudo decir en contra que pudo ser haber
-partido Hojeda y Américo primeramente á 20 de Mayo el año mesmo de
-98, que partió el Almirante, puesto que fuese verdad que el Almirante
-llegase primero y descubriese á Paria, porque ya terniamos confesado
-el intento, conviene á saber, que el Almirante hobiese descubierto á
-Paria, y quedaria el dicho de Américo falso tambien, por él confesado,
-que dice que partió el año de 97 años; luego, sin duda, ni partieron
-de Cáliz el año de 97, ni tampoco el de 98, sino el de 99, y por
-consiguiente, queda manifiesto que no fué Américo el que descubrió
-primero la tierra firme de Paria, ni otro ninguno sino el Almirante.
-Esto se confirma, por lo que arriba en el capítulo 140 se vido, que
-Hojeda en su deposicion tomado por testigo en favor del Fisco, dijo,
-conviene á saber, que despues que vido la pintura de la tierra, que el
-Almirante habia descubierto, en Castilla, vino á descubrir y halló ser
-verdad la tierra como en pintura la habia visto, y pues esta pintura
-y relacion envió el Almirante á los Reyes el mismo año de 98, á 18
-de Octubre que partieron los dichos navíos y llegaron por Navidad, y
-en ellos fué mi padre, como parece en el cap. 155, arriba. Luego si
-partió Hojeda y Américo por Mayo, á 20 dél, como escribe Américo mismo,
-no pudo ser sino al año siguiente del 99. Item, por otra razon se
-confirma: el Almirante fué avisado de los cristianos que estaban por
-la provincia de Yaquimo, que se decia la tierra del Brasil, que habia
-llegado allí Hojeda, á 5 de Setiembre, y así lo escribió el Almirante á
-los Reyes en los navíos donde fueron los Procuradores del Almirante y
-de Roldan; y esto fué en el año de 99, al tiempo que andaba acabándose
-ó era acabada la reduccion de Francisco Roldan y de su compañía á la
-obediencia del Almirante, y este es el primer viaje que Américo hizo
-con Hojeda; luego no pudo haber partido Hojeda ni Américo de Cáliz el
-año de 97, sino de 99. Que fuese este el primer viaje que hizo Hojeda
-y Américo en busca de la tierra firme, parece por las dos cosas que
-arriba se pusieron, que el mismo Américo en su primera navegacion
-dice; la una, que llegaron á la tierra que llamaban los moradores
-della, Paria; la segunda, que les hirieron los indios en cierta isla
-22 hombres y los mataron uno, y esto dijeron á Francisco Roldan los de
-la compañía de Hojeda cuando entró en los navíos de Hojeda el mismo
-Francisco Roldan, el cual envió el Almirante á ello luego que supo que
-habia llegado Hojeda á la tierra del Brasil, desta isla, como se dirá
-en el cap. 168. Escribió Francisco Roldan al Almirante, desde allá,
-estas, entre otras palabras, las cuales yo vide, firmadas del Francisco
-Roldan, y era su firma bien cognoscida de mí; comienza así la carta:
-«Hago saber á vuestra señoría, como yo llegué adonde estaba Hojeda, el
-domingo, que se contaron 29 de Setiembre, etc.» Y más abajo: «Así que,
-señor, yo hobe de ir á las carabelas y fallé en ellas á Juan Velazquez
-y á Juan Vizcaino, el cual me mostró una capitulacion que traian para
-descubrir, firmada del señor Obispo, en que le daba licencia para
-descubrir en estas partes, tanto que no tocase en tierra del señor rey
-de Portugal, ni en la tierra que vuestra señoría habia descubierto
-fasta el año de 95. Descubrieron en la tierra que agora nuevamente
-vuestra señoría descubrió; dice que pasaron por luengo de costa 600
-leguas, en que hallaron gente que peleaba, tantos con tantos, con
-ellos, y hirieron 20 hombres y mataron uno; en algunas partes saltaron
-en tierra y les hacian mucha honra, y en otras no les consentian saltar
-en tierra, etc.» Estas son palabras de Francisco Roldan al Almirante.
-Américo en su primera navegacion, dice aquestas: _Ex nostris autem
-interempto duntaxat uno, sed vulneratis vigint duobus; qui omnes ex Dei
-adjutorio sanitatem recuperaverunt_. Que Hojeda y Américo llegasen á
-esta isla Española, cuenta luego el mismo Américo, como luego parecerá.
-Resta, luego, claro, por el Américo dicho, y la concordancia de lo que
-dijeron sus compañeros á Francisco Roldan, conviene á saber, que le
-habian herido 20 ó 22 y muerto uno, que aqueste fué su primer viaje; y
-tambien por ambos que habian ido y visto á Paria, y tierra nuevamente
-por el Almirante descubierta. Pues si este fué su primer viaje de
-Américo y vino á esta isla el año de 99, á 5 de Setiembre, partido de
-Castilla á 20 de Mayo en el mismo año de 99, como queda claramente
-visto, síguese quedar Américo, de haber falsamente puesto que partió
-de Cáliz el año de 97, confusamente convencido. Á este propósito hace
-lo que escribió tambien á los Reyes el Almirante, como supo que era
-Hojeda venido y que habia partido por Mayo cinco meses habia, habiendo
-tan poco tiempo, y dijo así: «Hojeda llegó há cinco dias al puerto
-adonde es el brasil; dicen estos marineros que, segun la brevedad del
-tiempo que partió de Castilla, que no puede haber descubierto tierra,
-bien pudieran cargar de brasil ántes que se lo pudieran prohibir, é así
-como es él, así pueden hacer otros extranjeros.» Estas son palabras del
-Almirante, y yo las vide escritas de su propia mano; quiso decir, que
-en cinco meses poca tierra podia haber descubierto, y tambien, que si
-él no enviara á Francisco Roldan para que le prohibiera que no cargase
-los navíos de brasil, que pudiera cargarlos é irse, y que así podian
-hacer cualesquiera extranjeros, sino se ponia en ello remedio. Todas
-estas probaciones traidas de las cartas de Roldan y del Almirante,
-no pueden ser calumniadas porque son ciertísimas, y no hay que dudar
-de algunas dellas, porque nunca se pensó haberse de alegar y traer á
-este propósito, como haya cincuenta y seis ó cincuenta y siete años
-que fueron á otro propósito, refiriendo la verdad, escritas, ni habia
-para qué fingirlas. Pero lo que Américo escribia para cobrar nombre
-y aplicar á sí, usurpando tácitamente el descubrimiento de la tierra
-firme, que al Almirante pertenecia, de industria lo hacia; esto, por
-muchas razones puestas en este capítulo y en el 140, arriba, se colije,
-y dejadas las dichas, quiero asignar otras manifestísimas: una es, que
-trastrocó los viajes que hizo, aplicando lo del primero al segundo, y
-las cosas que en el uno les acaescian, como si en el otro acaescieran,
-las referia. Cuenta que en el primer viaje tardaron diez y ocho meses,
-y esto no es posible, porque á los cinco meses que habia partido de
-Castilla vino á esta isla, y de esta isla no podia volver á la tierra
-firme, para andar tanto por ella, por los vientos que siempre corren
-contrarios, que son las brisas y las corrientes, sino con grandísima
-dificultad y en mucho tiempo, por manera, que lo que anduvo por
-tierra firme, fué dentro de cinco meses, dentro de los cuales vino á
-ella, puesto que, como abajo se dirá, dijo el Hojeda á algunos de los
-españoles que aquí estaban, ántes que desta isla se partiesen, que iba
-á hacer una cabalgada, la cual hizo salteando los indios de algunas
-de las islas de estos alredadores, de las cuales llevó á Castilla,
-segun cuenta el mismo Américo, 222 esclavos, y esto dice en fin de su
-primera navegacion: _Nosque, Hispaniæ viam sequentes, Calicium tandem
-repetivimus portum, cum ducentis viginti duobus captivatis personis_,
-etc. Otra es, que ciertos daños y fuerzas que Hojeda hizo y los que
-con él vinieron, á indios y á los españoles en Xaraguá, en su primer
-viaje, púsolos en el segundo y segunda navegacion, en el fin de ella,
-donde dice: _Obplurimarun rerum nostrarum indigentiam venimusque ad
-Antigliæ insulam, quam paucis nuper ab annis Christophorus Columbus
-discooperuit: in qua reculas nostras ac navalia reficiendo, mensibus
-duobus et diebus totidem permansimus: plures interdum Christicolarum
-in ibi conversantium contumelias perpetrando, quas prolixas ne
-nimium fiam hic omitto_. Antilla llamaban los portugueses entónces
-esta isla Española, y porque este Américo escribia esto en Lisboa,
-la llama Antiglia. Que estas injurias que dicen que pasaron allí de
-los españoles, las cuales se excusa decir, porque no le cumple, y la
-causa por qué se las hicieron, lo cual luego se dirá en el capítulo
-siguiente, acaesciesen en el primer viaje, claro, luego, asimismo se
-verá. Otra es, que llegaron por 5 de Setiembre, como se dijo, á esta
-isla, y dice que estuvieron dos meses y dos dias en ella, y estos, de
-necesidad, habian de ser todo Setiembre y Octubre, y algun dia andado
-de Noviembre; y dice allí, que salieron desta isla á 22 de Julio y que
-tornaron al puerto de Cáliz á 8 de Setiembre; todo esto consta ser
-falsísimo. Lo mismo se puede averiguar de todos los otros números de
-los años, meses y dias que asigna de sus navegaciones, facilísimamente,
-y así, parece que de industria quiso llevar sólo la gloria y nombre
-del descubrimiento de la tierra firme, áun callando el nombre de su
-Capitan, Alonso de Hojeda, usurpando tácitamente, como queda dicho,
-el honor y gracias que al Almirante se le debe por este insigne
-hecho, engañando al mundo, como escribia en latin, y al rey Renato
-de Nápoles, y para fuera de España, y no habia (cubiertos los que
-entónces esto sabian), quien los resistiese y declarase. Y maravíllome
-yo de D. Hernando Colon, hijo del mismo Almirante, que siendo persona
-de muy buen ingenio y prudencia, y teniendo en su poder las mismas
-navegaciones de Américo, como lo sé yo, no advirtió en este hurto y
-usurpacion que Américo Vespucio hizo á su muy ilustre padre.
-
-
-
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-CAPÍTULO CLXV.
-
-
-Vista queda, porque largamente declarada, la industriosa cautela,
-no en la haz ni, segun creo, con facilidad pensada, sino por algun
-dia rumiada de Américo Vespucio, para que se le atribuyese haber
-descubierto la mayor parte deste indiano mundo, habiendo concedido Dios
-este privilegio al Almirante. De aquí conviene proseguir la historia
-de lo que acaesció á Alonso de Hojeda, con quien iba el Américo, su
-primer viaje. Partió, pues, con cuatro navíos, por el mes de Mayo, del
-puerto de Cáliz, Alonso de Hojeda, y Juan de la Cosa por piloto ya
-experimentado por los viajes que habia ido con el Almirante, y otros
-pilotos y personas que tambien se habian hallado en los dichos viajes,
-y tambien Américo, el cual, como arriba queda dicho en el cap. 140,
-ó fué como mercader ó como sabio en las cosas de cosmosgrafía y de
-la mar; partieron, digo, por Mayo, segun dice Américo, pero no como
-él dice año de 1497, sino el año de 99, como asaz queda averiguado.
-Su camino enderezaron hácia el Poniente, primero, desde las islas
-Canarias, despues la vía del Austro. En veintisiete dias llegaron
-(segun dice el mismo Américo) á vista de tierra, la cual juzgaron ser
-firme, y no estuvieron en ello engañados; llegados á la más propincua
-tierra, echaron anclas, obra de una legua de la ribera, por miedo de no
-dar en algun bajo. Echaron las barcas fuera y aparéjanse de sus armas,
-llegan á la ribera, ven infinito número de gente desnuda; ellos reciben
-inestimable gozo. Los indios páranselos á mirar como pasmados, pónense
-luego en huida al más propincuo monte; los cristianos, con señales
-de paz y amistad, los alagaban, pero ellos no curaban de creerlos, y
-porque habian echado las anclas en la playa y no en puerto, temiendo
-no padeciesen peligro, si viniese algun recio tiempo, alzaron y vánse
-la costa abajo á buscar puertos, viendo toda la ribera llena de gente,
-y al cabo de dos dias lo hallaron bueno. Surgieron media legua de
-tierra, pareció infinita multitud de gentes que venian á ver cosa tan
-nueva. Saltaron en tierra 40 hombres bien aparejados, llamaron las
-gentes como con señuelos, mostrándoles cascabeles y espejuelos y otras
-cosas de Castilla; ellos, siempre temiendo no fuesen cebo de anzuelo ó
-carne de buitrera no los creian, pero al cabo, algunos de los indios
-que se atrevieron, llegáronse á los cristianos, y las cosillas que les
-daban recibieron. Sobrevino la noche, volviéronse á las naos y los
-indios á sus pueblos, y, en esclaresciendo, estaba la playa llena de
-gente, hombres y mujeres con sus niños en los brazos, como unas ovejas
-y corderos, que era grande alegría verlos. Saltan los cristianos en
-sus barcas para salir en tierra, échanse los indios al agua, nadando,
-vienen á recibirlos un gran tiro de ballesta; llegados á tierra de tal
-manera, los recibieron, y con tanta confianza y seguridad ó descuido
-se juntaban los indios con ellos, como si fueran sus padres los unos
-de los otros, y toda su vida hubieran vivido y conversado con ellos.
-Era esta gente de mediana estatura, bien proporcionados, las caras
-no muy hermosas por tenerlas anchas; la color de la carne que tira á
-rubia como los pelos del leon, de manera que, á ser y andar vestidos,
-serian poco ménos blancos que nosotros; pelo alguno no le consienten
-en todo su cuerpo, porque lo tienen por cosa bestial; ligerísimos,
-hombres y mujeres, grandes nadadores, y más las mujeres que los
-hombres, más que puede ser encarecido, porque nadan dos leguas sin
-descansar. Entendieron los nuestros ser muy guerreros; sus armas son
-arcos y flechas muy agudas de huesos de peces, y tiran muy al cierto;
-llevaban sus mujeres á la guerra, no para pelear, sino para llevarles
-las comidas, y lo que más suelen consigo llevar; no tienen Reyes, ni
-señores, ni capitanes en las guerras, sino unos á otros se llaman
-y convocan y exhortan cuando han de pelear contra sus enemigos; la
-causa de sus guerras entendieron ser contra los de otra lengua, si
-les mataron algun pariente y amigo, y el querelloso, que es el más
-antiguo pariente, en las plazas llama y convoca á los vecinos que le
-ayuden contra los que tiene por enemigos. No guardan hora ni regla en
-el comer, sino todas las veces que lo han gana, y esto es porque cada
-vez comen poco, y siéntanse en el suelo á comer; la comida, carne ó
-pescado, pónenla en ciertas escudillas de barro que hacen, ó en medias
-calabazas; duermen en hamacas hechas de algodon, de las que arriba,
-hablando de esta isla dijimos; son honestísimos en la conversacion de
-las mujeres, como dijimos de los desta isla, que ninguna persona del
-mundo lo ha de sentir, y, cuanto en aquello son honestos, usan de gran
-deshonestidad en el orinar ellos y ellas, porque no se apartan, sino en
-presencia de todos; y lo mismo no se curan de hacer el estruendo del
-vientre. No tenian órden ni ley en los mantenimientos; tomaban ellos
-cuantos querian y ellas tambien, y dejábanse cuando les placia, sin
-que á ninguno se haga injuria ni la reciba del otro. No eran celosos
-ellos ni ellas, sino todos vivian á su placer, sin recibir enojo del
-otro. Multiplicaban mucho, y las mujeres preñadas no por eso dejan de
-trabajar; cuando paren tienen muy chicos y cuasi insensibles dolores.
-Si hoy paren, mañana se levantan, tan sin pena, como si no parieran;
-en pariendo, vánse luego al rio á lavar, y luego se hallan limpias y
-sanas. Si se enojan de sus maridos, fácilmente, con ciertas hierbas
-ó zumos, abortan, echando muertas las criaturas; y, aunque andan
-desnudas, lo que es vergonzoso de tal manera lo tienen cubierto con
-hojas, ó con tela, ó con cierto trapillo de algodon, que no se parece,
-y los hombres y las mujeres no se mueven más porque todo lo secreto
-y vergonzoso se vea ó ande descubierto, que nosotros nos movemos
-viendo los rostros ó manos de los hombres. Son limpísimos en todos sus
-cuerpos ellos y ellas, por lavarse muchas veces. Religion alguna no
-les vieron que tuviesen, ni templos ó casas de oracion. Las casas en
-que moraban eran comunes á todos, y tan capaces, que cabian y vieron
-en ellas 600 personas, y ocho dellas que cupieran 10.000 ánimas. Eran
-de madera fortísimas, aunque cubiertas de hojas de palmas; la hechura
-como á manera de campana; de ocho á ocho años, dicen que se mudaban
-de unos lugares á otros, porque con el calor del sol excesísimo se
-inficionaban los aires y causaban grandes enfermedades. Todas sus
-riquezas eran plumas de aves de colores diversos, y unas cuentas hechas
-de huesos de peces y de unas piedras verdes y blancas, las cuales se
-ponian en las orejas y labios; el oro y perlas y otras cosas ricas, ni
-las buscan ni las quieren, ántes las deshechan como cosas que tienen
-en poco. Ningun trato y compra ni venta ni conmutaciones usan, sino
-sólo aquellas cosas que para sus necesidades naturales les produce y
-ministra la naturaleza; cuanto tienen y poseen dan liberalísimamente á
-cualquiera que se lo pide; y así como en el dar son muy liberales, de
-aquella manera de pedir y recibir, de los que tienen por amigos, son
-cupidísimos. Por señal de gran amistad tienen entre sí, comunicar sus
-mujeres é hijas con sus amigos y huéspedes. El padre y la madre tienen
-por gran honra que cualquiera tenga por bien de llevarles su hija,
-aunque sea vírgen, y tenerla por amiga, y esto estiman por confirmacion
-de amistad entre sí. Diversas maneras de enterrar los difuntos entre sí
-tienen; unos los entierran con agua en las sepulturas, poniéndoles á la
-cabecera mucha comida, creyendo que para el camino de la otra vida, ó
-en ella, de aquello se mantengan; lloro, ninguno, ni sentimiento hacen
-por los que se mueren. Otros tienen aqueste uso, que cuando les parece
-que el enfermo está cercano á la muerte, sus parientes más cercanos
-lo llevan en una hamaca al monte, y allí, colgada la hamaca de dos
-árboles, un dia entero les hacen muchos bailes y cantos, y viniendo la
-noche, pónenle á la cabecera agua y de comer cuanto le podrá bastar
-para tres ó cuatro dias, y, dejándolo allí, vánse, y nunca más lo
-visitan. Si el enfermo come y bebe de aquello, y al cabo convalece y se
-vuelve, de su casa con grandes alegrías y ceremonias lo reciben; pero
-pocos deben ser los que escapan, pues nadie, despues de puestos allí,
-los ayuda y visita. En el curar los enfermos se han desta manera:
-que cuando están con el mayor calor de calentura, métenlo en agua muy
-fria, y allí lo bañan; despues pónenlo al fuego, que hacen muy grande,
-por dos horas buenas, hasta que esté bien caliente; de aquí hácenle,
-aunque le pese, dar grandes carreras en ida y venida; despues échanlo
-á dormir. Con esta medicina y modo de curar, muchos escapan y sanan;
-usan mucho de la dieta, porque se están tres y cuatro dias sin comer
-ni beber. Sángranse muchas veces, no de los brazos, sino de los lomos
-y de las pantorrillas; tambien acostumbran vómitos con ciertas hierbas
-que traen en la boca; abundan en mucha sangre y flemático humor, por
-ser su comida de raíces y hierbas y cosas terrestres, y de pescado;
-hacen el pan de las raíces que en esta Española llamaban yuca; grano,
-dijeron que no tenian; carne pocas veces comian, sino era la humana,
-lo cual mucho tenian en uso, y esta era la de sus enemigos, los cuales
-se maravillaban de que los cristianos la de sus enemigos no comiesen.
-Hallaron en esta tierra poca señal de oro, aunque alguna, ni de otra
-cosa que fuese de valor; echábanlo á que no entendian la lengua,
-mayormente, que hallaban diversas lenguas en una provincia. Del sitio
-y disposicion y hermosura de la tierra, dicen que no puede ser mejor.
-Todas estas cosas cuenta Américo en su primera navegacion, muchas de
-las cuales no era posible en dos ni tres, ni en diez dias que podian
-estar ó estaban entre los indios, no entendiéndoles palabra una ni
-ninguna, como él aquí confiesa, saberlas, como es aquella de que en
-ocho años se mudaban de tierra en tierra por el ardor del sol, y que
-cuando se enojaban de sus maridos, movian las criaturas las mujeres,
-y que no tenian ley ni órden en los matrimonios, y ni Rey, ni señor,
-ni Capitan en las guerras, y otras semejantes; y por eso, sólo aquello
-que por los ojos vian, y podian ver, como era lo que comian y bebian,
-y andaban desnudos y eran de color tal, y grandes nadadores, y otros
-actos exteriores, es lo que podemos creer; lo demas parece todo
-ficciones.
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-CAPÍTULO CLXVI.
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-Dejaron estas gentes y vánse la costa abajo, muchas veces saltando en
-tierra y viendo y conversando diversas gentes, hasta que llegaron á
-un puerto, en el cual, como entraron, vieron un pueblo sobre el agua
-fundado como Venecia; en el cual, dice Américo, que habia 20 casas muy
-grandes de la hechura de las otras, en forma de campana, puestas sobre
-postes validísimos, á las puertas de las cuales tenian sus puentes
-levadizas, por los cuales, como por calles, pasaban y andaban de una
-casa á otra. Los vecinos della, así como vieron los navíos y la gente
-dellos, á lo que pareció, alzaron luego sus puentes todas, y luego en
-sus casas se recogieron, y estando los cristianos mirando y admirándose
-desto, ven venir 12 canoas ó barquillos de los de un madero, llenas de
-gente que se venian á ellos; y, llegados, páranselos á mirar rodeando
-los navíos de una parte á otra, maravillados y como pasmados de verlos.
-Hiciéronles los cristianos señas de amistad y que se viniesen á ellos,
-no quisieron; vánse los cristianos hácia ellos, pero no quisieron
-esperar, sino dándose priesa á huir, y con las manos haciendo señas
-como que los esperasen y volverian, salen de sus canoas y vánse á
-una sierra, y vuelven con 16 doncellas, y viénense con ellas á los
-navíos en sus canoas, y poniendo en cada navío cuatro, ofrécenselas,
-y así de buena amistad, dentro de sus canoas, entrando y saliendo á
-los navíos, conversaron con ellos. En esto salen de las casas que
-habian visto mucha gente, y échanse á la mar, nadando veníanse hácia
-los navíos, y ya que llegaban cerca, páranse ciertas mujeres viejas
-y dan tantos gritos y voces, hacen tantos clamores, mesábanse los
-cabellos, mostraban tanto dolor y angustia, que parecia que rasgaban
-los cielos; viendo esto las doncellas, súbito, se dejan caer á la
-mar, y los indios que estaban en las canoas comenzaron á apartarse
-de los navíos y á tirarles flechazos muy á menudo, y los que venian
-nadando, diz que, traian sus lanzas con el agua encubiertas. Debia ser
-tirar las flechas y traer las lanzas por defensa de las muchachas, ya
-que se arrepentian de se las haber dado, porque no se las tornasen á
-tomar. Visto esto, los cristianos que no sufren á los indios muchos
-juguetes, saltan en las barcas y van tras ellos; embisten las canoas
-y anéganselas, matan 20 dellos, y acuchillan y alancéanles muchos,
-no del todo muertos. Sálvanse á nado todos los que pudieron; de los
-cristianos quedaron heridos cinco, pero no padecieron peligro alguno.
-Cogieron de las muchachas dos, y tres de los hombres prendieron; van
-luego á las casas, no hallaron más de dos viejas y un hombre enfermo;
-no quisieron quemar las casas porque les pareció tener escrúpulo de
-conciencia, dice Américo. Harto fuera mejor, y con ménos escrúpulo de
-conciencia se hiciera, dejarlos ir y mostrarles mansedumbre, y darles
-á entender que no les querian hacer mal, por señas, ni venian á eso,
-enviándoles de las cosillas de Castilla, y vencieran el mal con bien,
-é fuera cristiano ejemplo, pero no iban á esto sino á buscar oro y
-perlas. Volviéronse á sus navíos con sus cinco captivos, echaron los
-tres hombres en hierros; una noche, las dos muchachas y uno de los
-presos, que se soltó sotilmente, se echaron en la mar y dellos se
-descabulleron. Alzan las velas de este puerto, y vánse 80 leguas la
-costa abajo, y esta fué la tierra de Paria, que habia descubierto el
-Almirante, como pareció arriba, donde hallaron otra gente, de aquella,
-en lengua y conversacion, muy diversa; surgieron con sus anclas,
-saltaron en las barcas para ir á tierra, vieron sobre 4.000 personas
-en la ribera. No esperaron los indios de miedo, ántes á los montes,
-dejando cuanto que tenian, huyeron. Salidos los cristianos á tierra
-vánse por unos caminos, hallaron ciertas chozas y muchas, que fuesen
-de pescadores creyeron; hallaron muchos fuegos, y en ellos pescados de
-diversas maneras, y asándose una de las iguanas que arriba dijimos,
-de que se asombraron, creyendo que era alguna bravísima sierpe. El pan
-que comia esta gente, dice Américo, que lo hacian de pescado en agua
-hirviente algo cocido, despues lo golpean y amasan, y, hecho de aquella
-masa panecillos, pónenlo sobre las ascuas, y así allí los cuecen, y
-era muy buen pan, á su juicio. Muchas maneras de manjares y de hierbas
-y de frutas de árboles hallaron, y ninguna cosa dellas les tomaron,
-ántes les dejaron en sus ranchos y chozas cosillas de las de Castilla,
-para, si pudiesen, asegurarles del miedo que tenian, y volviéronse á
-sus navíos. Otro dia, en saliendo el sol, comienza á venir á la playa
-infinita gente; salieron á tierra los cristianos de los navíos, esperan
-los indios, aunque todavía muy tímidos; lléganse los cristianos, y poco
-á poco pierden el miedo, y por señas les dicen que aquellas chozas no
-son sus casas principales, más de para venir á pescar hechas, y que
-les rogaban fuesen con ellos á sus pueblos. Vista la instancia que
-hacian é su importunidad, y que parecia proceder de buena voluntad,
-acordaron de ir 23 hombres, bien armados, con determinacion de morir
-cuando la necesidad les compeliese, empleando primero en ellos bien sus
-personas. Estuvieron allí con ellos tres dias en gran conversacion de
-amistad, puesto que ni una palabra se entendian. Fuéronse con ellos la
-tierra dentro, tres leguas, á un pueblo que estaba allí, donde fueron
-recibidos con tantos bailes, cantares, alegría y regocijos, y servidos
-de tantos manjares y comida de los que tenian, que dice Américo que
-no tenia péndola que lo pudiese escribir. Dice más, que aquella noche
-durmieron allí, y que sus propias mujeres, con toda prodigalidad les
-ofrecian, y esto con tanta importunidad que no bastaban á resistirles;
-como allí estuviesen aquella noche y otro dia hasta medio dia, fué
-tanto y tan admirable el pueblo que á verlos de otras poblaciones de
-la tierra vino, y verlos absortos en mirarlos, rodearlos y tocarlos,
-que era una cosa de maravilla. Ciertos hombres ancianos, que debian
-ser los señores, les rogaron con la misma importunidad que se fuesen
-con ellos á sus pueblos, lo cual les concedieron, donde fácil cosa de
-contar no es, dice Américo, cuantos honores y buen tratamiento les
-hicieron. Estuvieron en muchas poblaciones suyas, por nueve dias,
-dentro de los cuales los que quedaron en los navíos estuvieron harto
-penados, temiendo no les hobiese la ida sucedido mal. Despues de los
-nueve dias, que gastaron andando por muchos pueblos, acordaron á sus
-navíos volverse; fué cosa cuasi increible la gente que con ellos en
-su compañía vino hasta la mar, hombres y mujeres; cuando se cansaba
-alguno de los cristianos, ellos los levantaban, y en las hamacas los
-traian á cuestas, como quien anda en litera, y áun con harto ménos
-peligro y más descanso, ellos los llevaban. Á las pasadas de los rios,
-que habia muchos y muy grandes, con balsas y otros sus artificios,
-con tanta seguridad y enjuteza los pasaban como si fueran por tierra.
-Vinieron con muchas cosas cargados muchos, que á los cristianos en sus
-pueblos dieron, como muchos arcos y flechas, muchas cosas de pluma; de
-papagayos gran número, de diversas colores; otros traian sus alhajas
-cuantas tenian para darles y dejarles cuando á sus casas se volviesen;
-otros, dice Américo, traian sus animales consigo; estos animales no
-puedo yo entender cuales fuesen. Y cuenta una cosa, entre las otras,
-muy admirable: que cada uno de los indios se tenia por felice, si á las
-pasadas de los rios que se vadeaban, pasa el cristiano en sus hombros,
-y aquel que más veces ó más cristianos pasaba por más bienaventurado
-se estimaba. Así como llegaron á la playa, que vinieron las barcas
-de los navíos á tomar los cristianos, y quisieron entrar en ellas, y
-tanta gente cargó y con tanta prisa entrar quisieran, unos primero que
-otros, que aína se anegáran las barcas; fueron tantos los que entraron
-en las barcas con los cristianos y los que iban nadando, que pasaban
-de mil, y daban alguna molestia con su importunidad y frecuencia á
-los cristianos. Entraron en los navíos y estuvieron en ellos, aunque
-desnudos y sin armas, dice Américo; de ver los navíos y las járcias
-y todos los instrumentos y aparatos de las naos, y de su grandeza,
-no acababan de se admirar. Estando así admirados, acuerdan los de
-un navío, y debia de ser del navío del capitan Hojeda, burlando ó de
-veras espantarlos más; soltaron ciertas lombardas, pegando fuego, y,
-con el terrible tronido que dieron, la mayor parte de todos ellos
-dan consigo en la mar, de la misma manera que las ranas que estan en
-seco en la ribera, oyendo algun estruendo, súbitamente saltan luego
-á zabullirse en el agua; y de tal manera quedaron atónitos y sin
-habla, que ya á los cristianos de la burla les comenzaba á pesar;
-comenzáronse á reir y alagarlos, hasta que vieron que aquello era
-burlando, haciéndoles entender por señas, que aquellas armas eran para
-las guerras que solian tener contra sus enemigos. Estuvieron allí
-todo aquel dia, con gran contentamiento, y que no los podian despedir
-de sí hasta que les dijeron por señas que se fuesen, porque aquella
-noche se querian partir; fuéronse muy alegres y contentos, y con gran
-amor y benevolencia de los cristianos. Dice Américo aquí, que aquella
-tierra era de gente muy poblada y de muchos y diversos animales llena,
-pocos que se parecian á los nuestros de España, sacados los leones,
-osos, ciervos, puercos, cabras monteses y gamos, que tenian cierta
-deformidad, diferentes de los nuestros; pero, en la verdad, yo no
-creo que él vido leones ni osos, porque leones son muy raros, y no
-pudieron estar tanto que los viesen, ni osos; cabras, nunca hombre en
-estas Indias las vido, ni sé como pudo ver la diferencia que hay de
-ciervos á los gamos, si alguna es, ni puercos porque no los hay en
-estas partes; ciervos ó gamos, de léjos, bien pudo ver muchos, porque
-los hay infinitos en toda la tierra firme; caballos, mulas, asnos,
-vacas, ni ovejas, ni perros, dice que no hay y dice verdad, puesto
-que perros de cierta especie, que no la de acá, háilos en algunas
-partes. De otros muchos animales de varios géneros, silvestres, dice
-que hay gran abundancia; pero si no eran conejos, pudo él dar poco
-verdadero testimonio de haberlos visto. De aves de diversas colores y
-especies y hermosura, dice que vieron muchas, y así lo creo, porque
-las hay infinitas. De la region de la tierra, dice ser amenísima y
-fructífera, de selvas y florestas grandes llena, las cuales en todo
-el tiempo del año están verdes y con sus hojas que jamás se caen;
-frutos, innumerables y diversos de los nuestros: y todo es verdad.
-Torna á repetir (no sé si lo dice de aquella misma tierra, que parece
-que sí, ó de otra, y parece que su decir confunde la relacion por
-lo que ha dicho arriba, que se habian de partir aquella noche), que
-vino mucho pueblo á los contemplar por ver sus gestos, personas y
-blancura, y que les preguntaban que de dónde venian, ellos respondian
-que habian descendido del cielo por ver las cosas de la tierra, lo
-cual sin duda los indios creyeron. Cometieron aquí los cristianos un
-grande sacrilegio, estimando hacer á Dios agradable sacrificio, que
-como vieron aquellas gentes tan tratables, mansuetas y benignas, no
-las entendiendo, ni ellas á ellos, ni sola una palabra, por lo cual
-no pudieron darles alguna chica ni grande doctrina, baptizaron, dice
-Américo, infinitos; de donde parece lo poco que Américo y los que
-allí iban, de la práctica de los Sacramentos y la reverencia que se
-les debia tener, y la disposicion y idoneidad que para recibirlos se
-requeria, sabian, porque si el Sacramento del baptismo recibieron y
-el carácter se les imprimió, como parece que sí, porque no tuvieron
-ficion alguna, sino ántes voluntad positiva, expresa, de recibir lo que
-aquellos hombres cristianos les daban, é implícita de lo que la Iglesia
-les diera si fueran los ministros discretos, y si ellos supieran qué
-cosa era Iglesia y baptismo, precediendo en ellos suficiente doctrina,
-sin duda tuvieran la voluntad é intencion expresa. Es manifiesto que
-cometieron aquellos cristianos, en baptizarlos, contra Dios gran
-ofensa; la razon es clara, porque fueron causa aquellos que fueron
-ministros del baptismo, que aquellos indios ya cristianos, que poco
-que mucho eran idólatras, y que estarian en muchos pecados, quizá de
-diversas especies, como gente careciente de lumbre de fe y de doctrina,
-desde adelante fuesen á idolatrar con injuria del Sacramento, y así,
-con gran sacrilegio, imputable á los que tan indiscretamente los
-baptizaron, no á los baptizados indios; y si no recibieron el carácter
-y baptismo, tambien ofendieron á Dios, porque administraron fuera
-del caso de necesidad en cuanto en sí era el Sacramento en balde é
-indebidamente, por faltar la necesaria disposicion en el sujeto,
-por lo cual se instituyeron, con culpable indiscrecion, en idóneos
-ministros. Dice Américo, que, despues de baptizados, decian los indios,
-charaybí, que suena en su lengua, llamando á sí mismos, varones de
-gran sabiduría; cosa es esta de reir, porque áun no entendian qué
-vocablo tenian por pan ó por agua, que es lo primero que de aquellas
-lenguas á los principios aprendemos, y en dos dias ó diez que allí
-estuvieron, que quizá no llegaron á seis, quiere Américo hacer entender
-que entendia que charaybí queria decir varones de gran sabiduría. Aquí
-declara Américo, que aquella tierra llamaban los naturales de ella,
-Paria, y disimula lo que allí pasó de las nuevas que supieron, como
-habia estado allí tantos dias el Almirante, y vieron las cosas que les
-habia dado de las de Castilla, y fuera razon que no lo callara. Bien
-será que todos los que aqueste paso leyeren, y todo el discurso de
-aquesta historia, hagan aquí pié, y noten como verdaderos cristianos y
-prudentes, desembarazados y libres de afeccion, la bondad y mansedumbre
-y hospitalidad natural de estas gentes, todas, digo, las de estas
-Indias, y como resciben los cristianos en sus tierras al principio,
-ántes que los cognoscan por sus obras no cristianas ni de cristianos,
-sino de hombres, puros hombres, inventadas y adquiridas por sus
-corruptas costumbres; consideren tambien los lectores, la disposicion
-tan buena y tan propíncua que tenian para recibir nuestra católica fe,
-y con cuan poco trabajo, y con ninguna resistencia se hicieran todas
-las naciones deste orbe, infinitas, cristianas, y se convirtieran á su
-Criador y Redentor, Jesucristo, si entráramos en ellas como verdaderos
-cristianos. Pero pasemos adelante, porque antigua cuestion y lamentable
-materia es esta.
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-CAPÍTULO CLXVII.
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-Acordaron de salir deste puerto, y debia ser el golfo dulce, de que
-arriba se ha hecho larga mencion, que hace la isla de la Trinidad con
-la tierra de Paria, dentro de la boca del Drago, y sospecho que, como
-cosa que era señalada y notorio haberla descubierto el Almirante, calló
-Américo, de industria, el nombre de la boca del Drago; porque esto es
-cierto, que Hojeda y Américo estuvieron dentro deste puerto, como el
-mismo Hojeda, en la susodicha su deposicion, con juramento lo confiesa,
-y otros muchos testigos, asimismo con juramento, en la probanza que
-hizo el Fiscal, lo afirman; y aquí dice Américo, que habia ya trece
-meses que andaban por allí, pero yo no lo creo, y si dice verdad en
-los meses, fueron en el segundo viaje, que despues con el mismo Hojeda
-hizo, á lo que tengo entendido, y no en este primero, como parece
-por muchas razones arriba traidas, y por las que más se trujeren.
-Finalmente, salidos, desde Paria vánse la costa abajo, y llegan á la
-Margarita, que el Almirante habia visto y nombrado Margarita, puesto
-que no llegó á ella, y saltó en ella Hojeda, y paseó parte della por
-sus piés, como él mismo dice, y estos mismos testigos, que con él
-fueron, tambien dicen que llegó á ella, puesto que no niegan ni lo
-afirman que saltase en ella; y desto no hay que dudar, sino que la
-pasearia, porque es muy graciosa isla, y tenia espacio para ello:
-y poco hace al caso esto. Allí es de creer que rescataron perlas,
-puesto que no lo dice, pues otros descubridores que luego despues de
-él vinieron, las rescataron en la dicha Margarita. Extendió su viaje
-Hojeda hasta la provincia y golfo de Cuquibacoa, en lengua de indios,
-que agora se llama en nuestro lenguaje, Venezuela, y de allí al cabo de
-la Vela, donde agora se pescan las perlas, y él le puso aquel nombre,
-cabo de la Vela, y hoy permanece, con una renglera de islas que van de
-Oriente á Poniente, alguna de las cuales llamó Hojeda de los Gigantes.
-Por manera que anduvo costeando por la tierra firme 400 leguas, 200 al
-Levante de Paria, donde recognosció la primera tierra, y esta, él sólo
-primero que otro alguno, con los que con él iban y fueron, la descubrió
-y descubrieron; y 200 que hay de Paria al cabo de la Vela. Paria
-estaba descubierta, y la Margarita, por el Almirante, ocularmente, y
-grande parte de las dichas 200 leguas de la Margarita al cabo de la
-Vela, porque el Almirante vido como iba la tierra y la cordillera de
-las sierras hácia el Poniente, y así todo este descubrimiento á él se
-le debe, porque no se sigue que para que se dijese haber descubierto
-una tierra ó isla, era menester que la paseara toda; como la isla de
-Cuba, claro está que la descubrió por su persona, pero no se requeria
-que anduviese todos los rincones della, y lo mismo desta isla Española
-y de las demas, y así de toda la tierra firme, cuanto grande sea
-y cuanto más se extienda, el Almirante la descubrió. De lo dicho
-parece, manifiestamente, que Américo se alargó en lo que en su primera
-navegacion afirma, que costearon 860 leguas: esto no es verdad, por
-confesion del mismo Hojeda, el cual no quiso perder algo de su gloria
-y derecho, empero, dice en su dicho, como pareció en el cap. 140, que
-arriba de Paria descubrió 200 leguas, y de Paria á Cuquibacoa, que hoy
-es Venezuela; yo le añido hasta el cabo de la Vela, porque lo hallé
-así depuesto en el susodicho proceso por algunos testigos que supieron
-bien despues toda aquella tierra, é trataban con los descubridores é
-iban en los descubrimientos, aunque no aquel viaje con Hojeda, pero
-era todo esto entónces muy reciente, y por esto muy manifiesto. No
-hizo mencion Hojeda del cabo de la Vela, porque está cerca del golfo
-de la Venezuela y es toda una tierra, y del golfo y provincia, como
-cosa señalada y notable, que, como se dijo, se llamaba por los indios
-Cuquibacoa, principalmente la hizo. De toda esta tierra ó ribera de
-mar que anduvo Hojeda y Américo y su compañía, oro y perlas, por
-rescates y conmutaciones, hobieron; la cantidad no la supe ni las obras
-que por la tierra hicieron. Dejada, pues, la Margarita, vinieron á
-Cumaná y Maracapana, que está de la Margarita, 7 leguas el primero y
-20 el segundo. Estos son pueblos que están á ribera de la mar, y ántes
-del Cumaná entra un golfo, haciendo un gran rincon el agua del mar, de
-14 leguas, dentro en la tierra; estaba cercado de pueblos de infinita
-gente, y el primero, cuasi á la boca ó entrada, estaba Cumaná, que dije
-ser el primer pueblo. Sale un rio junto al pueblo, poderoso, y hay en
-él infinitos que llamamos lagartos, pero no son sino naturalísimos
-cocodrilos de los del rio Nilo. Y, porque tenian necesidad de adobar
-los navíos, porque estaban defectuosos para navegar á España tanto
-camino, y de bastimentos para la mayor parte de su viaje, llegaron á
-un puerto que el Américo dice que era el mejor del mundo, y no dice á
-qué parte ó lugar, ni tampoco lo toca Hojeda, y segun yo me quiero, de
-cuarenta y tres años atras, acordar, cuando hablábamos en el viaje de
-Hojeda (y áun quizá son más de cincuenta años), sospecho que debia ser
-en el golfo que arriba dije de Cariaco, que entra 14 leguas la tierra
-dentro, y está la boca de él 7 leguas de la Margarita, en la tierra
-firme, junto á Cumaná. Por otra parte, me parece que oí en aquel tiempo
-que habia Hojeda entrado y adobado los navíos y hecho un bergantin en
-el puerto y pueblo que nombré Maracapana; pero este, aunque es puerto,
-no es el mejor del mundo.
-
-Finalmente, surgieron allí donde quiera que sea, dentro de aquellas 200
-leguas de tierra firme, de Paria abajo; fueron recibidos y servidos
-de las gentes de aquella comarca, que dice Américo eran infinitas,
-como si fueran ángeles del cielo, y ellos, como Abrahan cognosció los
-tres, por ángeles los conocieran. Descargaron los navíos, y llegáronlos
-á tierra, todo con ayuda y trabajos de los indios; limpiáronlos y
-diéronles carena, y hacen un bergantin de nuevo. Diéronles todo el
-tiempo que en esto estuvieron, que fueron treinta y siete dias, de
-comer de su pan y venados y pescado, y otras cosas de sus comidas, que
-gastar de sus mantenimientos de Castilla ninguna necesidad tuvieron,
-por manera que, sino no les proveyeran, dice Américo, que no tuvieran
-para tornar en España, sin gran necesidad de bastimentos, que comieran.
-En todo el tiempo que estuvieron, se iban por la tierra dentro á los
-pueblos, en los cuales les hacian caritativos recibimientos, honras,
-servicios y fiestas. Y esto es cierto, como abajo, en el discurso
-desta historia, se verá, placiendo á Dios todo poderoso, que todas
-estas gentes de las Indias, como sean de su naturaleza mitíssimas y
-simplicísimas, así saben servir é agradar á los que en sus casas y
-tierras, cuando los tienen por amigos, resciben, que ninguna otra les
-hace en esto ventaja, y quizá ni llega á serles en esto vecina. Ya que
-determinaban, remediados sus navíos y hecho el bergantin, partirse para
-Castilla, dice aquí Américo, que aquellos sus buenos huéspedes les
-dieron grandes quejas de otra cierta gente feroz y cruel, habitadora de
-cierta isla, que de allí 100 leguas estaria, que venia en cierto tiempo
-del año por la mar á hacerles guerra y los cautivaba, y llevándolos
-consigo, los mataba y los comia. Con tanta instancia y afeccion y dolor
-parece que lo representaban, dice Américo, que los movió á compasion
-y se ofrecieron á vengarlos dellos. Holgáronse, dice Américo, en gran
-manera, y dijeron que querian ir con ellos, pero los cristianos, por
-muchas consideraciones, consentir no lo quisieron, sino siete dellos,
-con tal condicion que no fuesen obligados á volverlos á sus tierras,
-sino que ellos con sus canoas sólos se volviesen, y así, dice que, con
-la condicion los unos y los otros consintieron. No sé yo quién era
-destos contratos y de todas las demas palabras, pues en treinta y siete
-dias no pudieron saber su lengua, el intérprete. ¿Y qué sabian Hojeda
-y Américo y los de su compañía, si tenian los de aquella isla contra
-estos, por alguna justa causa, justa guerra? ¿tan ciertos estuvieron
-de la justicia destos, sólo porque se les quejaron, que luego, sin
-más tardar, á vengarlos se se les ofrecieron? Plega á Dios que no les
-pluguiese tener achaques, para hinchir los navíos de gente, para
-venderlos por esclavos, como al cabo en Cáliz lo hicieron; obra que
-siempre en estas desdichadas gentes y tierras, por los nuestros, á
-cada paso se usó. Salieron, pues, de allí, y, en siete dias, topando
-en el camino muchas islas, dellas pobladas y dellas despobladas, dice
-Américo, llegaron á la donde iban. Estas islas no pudieron ser otras,
-sino las que topamos viniendo de Castilla, como son la Dominica y
-Guadalupe, y las otras que están en aquella renglera. Vieron luego en
-ella, dice él, gran monton de gente, la cual, como vió los navíos y las
-barcas que iban á tierra, puesto que bien aparejadas con sus tiros de
-pólvora, y los cristianos bien armados, llegáronse á la ribera obra de
-400 indios, desnudos, y muchas mujeres, con sus arcos y flechas, y con
-sus rodelas, y, todos de diversos colores pintados, y con unas alas y
-plumas de aves grandes, que parecian muy belicosos y fieros, y, como
-se acercasen las barcas á un tiro de ballesta, entran en el agua y
-disparan infinitas flechas para resistirles la entrada. Los cristianos,
-que no les popan, disparan los tiros de pólvora en ellos, y derruecan
-muertos muchos dellos. Vistos los muertos, y el estruendo del fuego y
-de los tiros, luego dejan el agua y se meten todos en tierra. Saltan
-42 hombres de las barcas, y van tras dellos; ellos varonilmente, no
-huyeron, sino, como leones, hacen cara y resisten y pelean fuertemente,
-defendiendo á sí y á su patria. Pelearon dos horas grandes, y con las
-ballestas y espingardas, y despues con las espadas y lanzas, mataron
-muy muchos, y no pudiéndolos más sufrir, por no perecer todos, los
-que pudieron huyeron á los montes, y así quedaron los cristianos
-victoriosos. Tornáronse á los navíos con gran alegría de haber echado
-al infierno los que nunca les habian ofendido. Otro dia, de mañana,
-vieron venir copiosa multitud dellos, atronando los aires con cuernos
-y bocinas, pintados y aparejados para la segunda pelea, puesto que las
-barrigas y pellejos de fuera, porque desnudos como suelen andar en
-cueros.
-
-Determinaron salir á ellos 57 hombres hechos cuatro cuadrillas, cada
-una con su Capitan, con intencion, dice Américo, que si los pudiese
-hacer sus amigos, bien, pero si no que como á hostes y enemigos los
-tratarian y, cuantos dellos haber pudiesen, harian sus esclavos
-perpétuos. Esto dice así Américo, y es de notar aquí el escarnio que
-quiere hacer Américo de la verdad y justicia, y de los leyentes, como
-si cuando se movieron á venir 100 leguas, habiendo prometido á los
-otros de los vengar y hacer guerra, vinieran á tratar amistad con
-ellos, ó para tener ocasion de cumplir con sus cudicias, que era á lo
-que de Castilla venian. Estas son las astucias y condenadas cautelas
-que siempre se han tenido para consumir estas gentes.
-
-Salieron, pues, en tierra, pero los indios, por los tiros de fuego,
-no les osaron impedir la salida, sino espéranlos con gran denuedo:
-pelearon los desnudos contra los vestidos, fortísimamente, por mucho
-tiempo, mataron é hirieron de los desnudos los vestidos, inmensos,
-porque las espadas empléanse bien en los desnudos cuerpos; viéndose
-así hacer pedazos, huyeron el resto. Van tras ellos hasta un pueblo;
-prenden los que pudieron, que fueron 25; vuélvense con su victoria,
-puesto que aguada todavía, por dejar de su compañía uno muerto y
-traer 22 heridos. Despidieron á los 7 que habian venido con ellos de
-la tierra firme; partieron, dice Américo, con ellos la presa, porque
-les dieron 7 personas, 3 hombres y 4 mujeres de los cautivos, y los
-enviaron muy alegres, admirados de aquella hazaña que los cristianos
-hicieron y de sus fuerzas. Todo esto cuenta Américo, añidiendo que de
-allí se volvieron á España y llegaron á Cáliz con 222 indios cautivos,
-donde fueron, segun él dice, con mucha alegría recibidos, y allí sus
-esclavos todos vendieron. ¿Quién le preguntara agora que de dónde
-robaron y hobieron ó saltearon los 200 de aquellos? porque esto, como
-otras cosas, pásalo en silencio Américo. Nótese, pues, aquí, por los
-leyentes, que saben algo de lo que contiene en sí la recta y natural
-justicia, aunque sean sin fe, gentiles, con qué derecho y causa
-hicieron estos, con quien Américo iba, guerra á los de aquella isla,
-y hicieron y llevaron estos esclavos, sin les haber injuria hecho,
-ni en cosa chica ni grande ofendido, ignorando tambien si justa ó
-injustamente los de la tierra firme acusaban á los desta isla, y qué
-fama y amor quedaria derramada y sembrada de los cristianos en las
-gentes, y por los moradores della y de las comarcanas, quedando tan
-asombrados, lastimados y ofendidos; pero vamos adelante, que, acerca
-desto, _grandis restat nobis via_.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLXVIII.
-
-
-De aquí queda nuestro Américo asaz claramente de falsedad convencido,
-porque, de aquesta isla que escandalizó y en ella tan gran daño hizo,
-dice que se volvieron á Castilla, no haciendo mencion de haber venido
-primero á esta Española, como vino; la cual venida á su segundo viaje
-aplica, pero no es verdad, como en el cap. 162 probé arriba. Puesto que
-pudo decir verdad, que de aquella isla que guerrearon y maltrataron
-fuese su venida para Castilla, pero no por el discurso que hasta
-agora ha dicho; lo cual pruebo y parece así, por los testigos que se
-tomaron por parte del Fiscal del Rey en el pleito que el almirante D.
-Diego Colon trujo con el Rey, sobre la guarda y cumplimiento de sus
-privilegios, de que he hecho muchas veces mencion arriba; depusieron
-que Alonso de Hojeda, con quien venia Américo en su primer viaje,
-corrió la costa de la mar hasta Cuquibacoa, que es Venezuela, y el
-cabo de la Vela, y que de allí se vino á esta isla, y así lo juró un
-testigo que se llamó Andrés de Morales, que yo bien cognoscí, principal
-piloto y viejo en estas Indias, vecino desta ciudad de Sancto Domingo,
-el cual, en su dicho dice así: «Andrés de Morales etc.,» á la quinta
-pregunta dijo: «Que la sabe como en ella se contiene»; preguntado como
-la sabe, dijo: «Que la sabe porque se ha hallado muchas veces con Juan
-de la Cosa é con Alonso de Hojeda en las navegaciones de aquel viaje
-etc., y que los sobredichos partieron desta isla de Roquemes, en las de
-Canaria, é fueron á dar en la tierra firme encima de la provincia de
-Paria, é descubrieron por la costa abajo á la dicha provincia de Paria,
-é pasaron más abajo á la dicha isla Margarita, y de ahí á Maracapana,
-descubriendo la costa hasta el dicho Cacique Ayarayte, y desde allí,
-de puerto en puerto, hasta la isla de los Gigantes, y desde allí
-descubrieron á la provincia de Cuquibacoa hasta el cabo de la Vela, el
-cual nombre le pusieron el dicho Juan de la Cosa é Hojeda, é que de
-allí se vinieron á la isla Española.» Estas son sus palabras. Luego no
-pudo de allí tan abajo tornar á la isla que alborotaron, porque aquella
-no pudo ser sino alguna de las que están hácia el Oriente, comenzando
-de donde ellos estaban, como es la de Guadalupe y sus comarcanas,
-como arriba dijimos; y era dificilísimo subir de bajo arriba, por las
-grandes corrientes y contrarios vientos que por allí son continuos. Y
-esto se confirma porque fueron á parar al Brasil desta isla, que es al
-puerto de Yaquimo, esta costa abajo de Sancto Domingo, y es la propia y
-buena navegacion desde el cabo de la Vela hasta allí. Item, si habian,
-en aquel puerto ó tierra susodicha, adobado tan poco, habia sus navíos
-y tomado bastimentos, ¿como traian necesidad de adobarlos y de comida,
-como luego se dirá, á esta isla? Item, ¿como los testigos, y especial
-el piloto Andrés de Morales, que parece decir que iba con ellos, como
-no tocó ni otro ninguno en decir que Hojeda habia en algun puerto de
-aquella tierra firme hecho el bergantin y adobado sus navíos, siendo
-cosa señalada, y que daba más vigor á la verdad de sus dichos, que les
-pedian para que constase haber él descubierto aquella tierra firme, que
-era el fin que el Fiscal contra el Almirante pretendia? Luego, cierto,
-Américo trastrueca las cosas que les acaecieron y obraron en el primer
-viaje, al segundo, y las del segundo atribuye al primero, como arriba
-en el cap. 142 mostramos evidentemente, callando muchas y añidiendo
-otras que no convienen. De aquí parece, que el hacer del bergantin y
-adobar los navíos en aquella tierra firme, lo cual cierto fué, y yo lo
-sé por ser en aquel tiempo notoriamente manifiesto, esto hicieron en el
-segundo viaje y no en el primero; y venir á esta isla Española, y donde
-acaecieron ciertos escándalos que causó Hojeda en ella, que luego se
-dirán, fué en el primero y no en el segundo, como quiso fingir Américo,
-y más digo, que nunca vino Hojeda á descubrir é rescatar, é á poblar en
-tierra firme, que de vuelta no viniese á parar á esta isla, como abajo
-parecerá, y la venida del viaje primero niega ó disimula Américo debajo
-de silencio. Item, despues que Hojeda salió de España, hasta llegar
-á esta isla, no pasaron más de cinco meses, como arriba ha parecido,
-luego no tuvo tiempo para todo lo que dice que hicieron en aquel primer
-viaje.
-
-Tornando, pues, á proseguir el primer viaje de Hojeda, con quien iba
-Américo, por recta vía, y no por el camino torcido ó interpolado y
-confuso, como Américo lo escribe, decimos que, de la provincia de
-Cuquibacoa, que ahora se nombra Venezuela, y del cabo de la Vela,
-vino á tomar esta isla Española, y fué á surgir á 5 del mes de
-Setiembre, como arriba queda dicho en el cap. 164, al Brasil, que es
-á la provincia de Yaquimo, y áun creo que más abajo, cerca de la que
-se llama ahora la Çabana, tierra y reino de un Rey y señor que se
-llamaba Haniguayabá; supiéronlo luego los españoles que estaban por
-aquella provincia de Yaquimo, por indios, ó porque vieron venir los
-navíos por la mar, y supieron que era Hojeda, y hacen luego mandado
-al Almirante, que estaba aquí en Sancto Domingo, recien hecha la paz
-con Francisco Roldan y su compañía; luégo el Almirante mandó aparejar
-dos carabelas ó tres, y envió á Francisco Roldan con gente para que le
-prohibiese cortar brasil, sospechando que los cargaria dello, y que no
-hiciese algun otro daño, como sabia que Hojeda era más atrevido de lo
-que él quisiera, y dicho y hecho, como dicen. Llegó Roldan al puerto
-de Yaquimo, ó, por allí cerca, más abajo, con sus carabelas ó navíos,
-y saltó en tierra en 29 de aquel mes de Setiembre, y allí supo, de
-los indios, como estaba cerca de allí Hojeda; Roldan, con 26 hombres
-de su gente, púsose dél legua y media, y envió de noche por espías
-cinco hombres para ver qué gente estaba con él; halláronlo alborotado
-y que venia ya camino á ver á Francisco Roldan, porque le habian dado
-aviso los indios que habian venido tres carabelas y en ellas Francisco
-Roldan con mucha gente; como Roldan era por toda aquella tierra tan
-cognoscido, que temblaban dél, y dijeron al Hojeda, que Roldan lo
-enviaba á llamar y que fuese á donde él estaba, lo cual no fué así.
-Hojeda, como no tenia consigo sino 15 hombres, porque los demas habia
-dejado en sus cuatro navíos, que estaban en un puerto ocho leguas de
-allí, porque habia venido á hacer en aquel pueblo del Cacique y señor
-Haniguayabá, pan, y lo estaba haciendo hacer, no osó hacer otra cosa,
-y temió harto no lo viniese Roldan á prender. Hojeda, con cinco ó seis
-hombres, venido á donde Roldan estaba, y habladas cosas generales,
-pregúntale Roldan, que como venia á esta isla, y mayormente por aquella
-trasera parte, sin licencia del Almirante, y no ir primero á la parte
-donde el Almirante estaba; respondió Hojeda, que él venia de descubrir
-é traia gran necesidad de comida, y los navíos para adobar y habia de
-remediarlos, y no pudo ir á otra más cercana parte. Tornó Roldan á
-preguntarle, que con qué licencia venia á descubrir, si traia provision
-Real que se la mostrase para poder proveerse en esta isla, sin demandar
-licencia al que la gobernaba; dijo que sí traia, pero que la traia en
-las carabelas, ocho leguas de allí; dijo Roldan que se la mostrase,
-porque de otra manera no podia dar buena cuenta, segun debia, al
-Almirante, pues para aquello habia sido por él enviado. Cumplió Hojeda
-con él cuanto pudo, diciendo que, en despachándose de allí, habia de
-ir á hacer reverencia al Almirante, y á hablarle muchas cosas que le
-tocaban, de las cuales dijo algunas al Roldan; y estas eran, segun yo
-no dudo, las que ya en la corte se trataban, quitar la gobernacion al
-Almirante, porque segun le escribió el Roldan, eran cosas que no se
-habian de fiar de cartas.
-
-Roldan dejó allí á Hojeda, y váse con sus carabelas á los navíos del
-Hojeda, y halló algunas personas de las que habian estado en esta isla
-con el Almirante y venido al descubrimiento de Paria, y que se habian
-tornado en los cinco navíos, en especial á un Juan Velazquez y Juan
-Vizcaino, los cuales le mostraron la provision ó capitulacion, firmada
-del Obispo D. Juan de Fonseca, que arriba en el cap. 164 dijimos, y
-allí le informaron de todo su viaje, y lo que habian por la tierra
-firme bojado y navegado, y las señas de un hombre que les habian
-muerto, y los veinte y tantos heridos, como pareció en el dicho 164
-capítulo, en el cual se probó haber aportado á esta isla el Hojeda, y
-la guerra, donde le mataron al hombre y los demas heridos, en el primer
-viaje de Hojeda todo haber acaecido. Supo tambien Francisco Roldan
-dellos, haber hallado oro y traerlo en guanines, que eran ciertas joyas
-muy bien hechas y artificiadas, como se supieran labrar en Castilla,
-puesto que el oro era bajo de valor; trujeron cuernos de venado, y
-dijeron que los vieron, y conejos, y un cuero de onza, que debia de
-ser de tigre, y un collar hecho de uñas de animales; todo lo cual fué
-muy nuevo de oir para ellos y todos los que estaban en esta isla.
-Roldan, esto sabido, creyendo que Hojeda cumpliera lo que le dijo, que
-en haciendo pan en aquel pueblo se habia de partir á ver al Almirante,
-á este puerto de Sancto Domingo, debióse de tornar al Almirante por
-tierra, ordenado á las carabelas lo que habian de hacer, y creo yo que
-sería que se cargasen del brasil. Él vino de Yaquimo á Xaraguá, que son
-18 leguas, y visitó la gente de los cristianos, que repartida estaba
-por los pueblos de los indios, y hizo lo que más le pareció, y vínose
-á dar cuenta al Almirante de las cosas que le habia dicho Hojeda, que
-no debian ser las mejores nuevas del mundo, pues se trataba entónces
-en la corte, despues de llegados los cinco navíos con las nuevas de la
-rebelion de Roldan, la deposicion del estado del Almirante; cosa que no
-fué Hojeda el postrero que lo supiese, como fué favorecido del Obispo
-D. Juan de Fonseca, y ambos no aficionados á las cosas del Almirante.
-Del Obispo, arriba queda dicho que así era cuasi notorio, y yo lo vide
-con mis ojos, y sentí con mis sentidos, y entendí con mi entendimiento.
-Del Hojeda, despues pareció que debia de irse desta isla, del Almirante
-descontento.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLXIX.
-
-
-Despedido Roldan de Hojeda, creyendo que era todo oro lo que relucia,
-Hojeda, hecho su pan segun vido que le convenia, en lugar de tomar la
-vía de Sancto Domingo, á ver al Almirante y darle cuenta de lo que
-habia hecho en su viaje, como mostró y quedó con Roldan, y á darle
-relacion de las nuevas que habia en Castilla, váse con sus cuatro
-navíos hácia el Poniente y da la vuelta al golfo y puerto de Xaraguá;
-los cristianos que por allí estaban, por los pueblos de los Caciques,
-lo recibieron con alegría y le dieron todo lo que hobo menester él y
-los suyos, aunque no de sus sudores propios, sino del de los indios,
-porque deste suelen acá ser los españoles muy liberales. Y, porque
-una de sus carabelas traia muy perdida, que no se podia tener sobre
-el agua, hicieron hacer pez á los indios, y ayudáronle mucho hasta
-que la restauró, con todo lo demas que menester hobo. Entre tanto que
-allí estaba, como debia de haber por allí la gente mal vezada de las
-reliquias, que áun eran muy frescas, de la vida suelta que tuvieron con
-Roldan, maldiciendo de las cosas del Almirante, mayormente que siempre
-andaban descontentos, como no hinchian las manos de lo que deseaban (y
-una queja ordinaria suya era, que no se les pagaba el sueldo), comienza
-Hojeda, ó movido por el aparejo que en aquellos halló, ó porque él lo
-tenia de su cosecha en voluntad, á derramar mucha simiente de cizaña,
-diciendo que se juntasen con él, y, con la gente que él traia, vernian
-al Almirante y le requeririan que les pagase, de parte de los Reyes, y
-le constreñirian á pagar aunque no quisiese. Para lo cual, dijo, que
-él traia poder de Sus Altezas para lo hacer, y que se lo habian dado
-á él y á Alonso de Carvajal, cuando el Almirante tornó el año de 98,
-para que viniesen con él á constreñirle que luego pagase; y otras
-muchas razones añidió, y palabras dijo demasiadas, segun dijeron,
-en mucho perjuicio del Almirante, y para provocar la gente á lo que
-pretendia inclinarla, de la cual, toda la mayor parte trujo á sí, como
-á hombres mal asentados, amigos de bullicios é inquietud, y sin temor
-de Dios ni de los daños y escándalos que, en esta isla, á indios y á
-cristianos habian de suceder. Y porque algunos hobo que no quisieron
-seguir la locura y maldad de Hojeda, y destos estaba parte en cierta
-estancia ó lugar cerca de Xaraguá, como todos, segun dije, andaban y
-estaban á manadas, repartidos por los pueblos y lugares de los indios,
-por comer y ser servidos dellos, porque muchos juntos no los podian
-sufrir ni mantener, ó porque aquellos le debian de haber contradicho
-cuando los provocaba por cartas ó por palabra, ó porque tenia entre
-ellos á quien él bien no queria desde los tiempos pasados, acordó una
-noche, con el favor de los que ya habia allegado á sí, dar en ellos y
-prenderlos ó hacer dellos alguna venganza ó otro semejante mal recaudo,
-y así lo puso por obra; de manera, que mató y le mataron, hirió y le
-hirieron ciertos hombres de ambas partes. Causó grande escándalo en la
-tierra en indios y en cristianos, de donde se comenzó otra turbacion
-muy peor que la pasada de Roldan, si Dios, por medio del mismo Roldan,
-no la obviara. Tornaba ya Roldan de Sancto Domingo para Xaraguá, y,
-ó porque el Almirante sospechó que Hojeda todavía podia revolver
-algo y causar algunos daños á indios y á cristianos, como estuviese
-cierto que era ido desta isla, ó porque dello fué avisado, porque en
-ocho dias y á cada ocho dias lo podia saber por mensajeros indios que
-enviaban algunos cristianos de los que le obedecian, envió, finalmente,
-al dicho Roldan á Xaraguá, el cual en el camino supo el insulto, y
-daño y escándalo que habia intentado y causado Hojeda, y el fin que
-pretendia. Proveyó luego Roldan de avisar á un Diego de Escobar, hombre
-principal, de los que le habian siempre seguido, y que recogiese la
-más gente que pudiese de los que creyese que no estaban inficionados
-de Hojeda, y se viniese á Xaraguá; y él, de camino recogió, por los
-pueblos donde estaban derramados los cristianos, los que pudo, y así
-llegaron los dos un dia despues del otro á Xaraguá: Hojeda ya se
-habia recogido á los navíos. Escribióle una carta Francisco Roldan,
-exajerando aquellos escándalos, muertes y daños que habia hecho, que
-mirase el deservicio que recibian los Reyes, la turbacion y alborotos
-de la tierra, la voluntad que tenia el Almirante para con él, que era
-buena, no quisiese dar causa que todos se perdiesen, y, por tanto, que
-le rogaba que diese manera para que se viesen ambos, porque los daños
-hechos se olvidasen, pues no se podian restaurar, y, al ménos, los por
-venir se excusasen. No curó Hojeda de ponerse en aquel peligro, porque
-debia cognoscer á Roldan, que era hombre bien esforzado y astuto,
-y no poco entendido. Envió Francisco Roldan á Diego de Escobar, á
-hablarle, y este no era ménos sábio que ambos, el cual yo bien y por
-muchos años conocí, el cual afeó á Hojeda lo que habia hecho lo mejor
-que él pudo, y persuadióle que se viese con Roldan; respondióle que
-él lo deseaba y queria. Volvióse Escobar sin poder hacer concierto:
-creyendo Roldan que lo haria, envióle, para entender en las vistas, á
-un Diego de Trujillo, al cual, entrando en los navíos, prendió y echó
-en unos grillos. Sale luego con 20 hombres armados, y viene á Xaraguá,
-donde estaba un Toribio de Linares, que tambien yo bien conocí, al
-cual prendió, y llévalo consigo á los navíos, donde le echó otro par
-de grillos; vánlo á decir los indios luego á Roldan, que estaba una
-legua de allí. Salió de presto Roldan con la gente que tenia, bien
-aparejado, tras él, pero Hojeda ya estaba en su guarida. Tornó á
-enviar un Hernando de Estepa, lo mismo muy conocido de mí, al cual
-respondió, que si no le daban un Juan Pintor, que se le habia salido
-de los navíos, que no ménos yo que á los demas conocí, y áun no tenia
-sino una mano, juraba que habia de ahorcar á los dos que tenia, de
-la manera dicha, con grillos. Mirad qué culpa tenian los otros, que
-mereciesen que él los ahorcase, porque el Juan Pintor se le hubiese
-salido. Hízose á la vela Hojeda con sus navíos, y váse la costa abajo,
-hácia unos pueblos y provincia que llamaba el Cahay, tierra y gente
-graciosísima, que estaria de Xaraguá 10 ó 12 leguas, donde salió en
-tierra con 40 hombres y tomó por fuerza todo el bastimento que quiso,
-en especial, ajes y batatas, que son las raíces de que arriba hablamos
-en el cap. 45, y allí son las más nobles y delicadas de toda la isla,
-dejando á los indios y cristianos, que allí estaban, muy desabridos.
-Viendo que se hacia á la vela, envia Roldan tras él, por la ribera de
-la mar, á Diego de Escobar con 25 hombres, y, porque llegaron noche, ya
-el Hojeda era en sus navíos recogido; otro dia, luego, pártese Roldan
-tras él con 20 hombres, y llegado al Cahay, Roldan halló una carta que
-Hojeda habia escrito á Diego de Escobar, en la cual afirmaba que habia
-de ahorcar los susodichos, si su Juan Pintor no se le restituia. Rogó
-Roldan á Diego de Escobar que entrase en una canoa esquifada, como los
-marineros dicen, de remadores indios, y fuese hácia los navíos atanto
-cerca que le oyesen, y dijese á Hojeda, de partes de Roldan, que pues
-él no se queria fiar de él y venir á hablar con él, que él lo queria
-hacer, é ir á los navíos, confiándose de él mismo, y para esto que le
-enviase un batel. Pareció á Hojeda que tenia ya su juego hecho, pero
-otro piensa el que lo ensilla, y este era Francisco Roldan, que los
-atabales á cuestas, como dicen, traido habia. Envió, pues, Hojeda, un
-muy buen batel, que otro tal no tenia, con ocho hombres muy valientes
-de la mar, dentro, con sus lanzas y espadas y tablachinas, los cuales,
-llegando con su batel un tiro de piedra de la ribera, dijeron que
-entrase Roldan. Preguntó Roldan, ¿cuantos mandó el señor Capitan que
-entrasen conmigo? respondieron: cinco ó seis hombres. Mandó luego
-Roldan que entrasen primero Diego de Escobar, y Pero Bello, y Montoya,
-y Hernan Brabo, y Bolaños, y no consentian que entrasen más. Entónces
-dijo Roldan á un Pedro de Illanes que le metiese acuestas en la barca,
-y, como que le iba teniendo de un lado, llevaba otro que se decia
-Salvador. Entrados en el batel todos, disimuladamente dijo Roldan á
-los que remaban que remasen hácia tierra; ellos no quisieron. Echan
-él y los suyos mano á las espadas, y dan tan de golpe en ellos, que,
-acuchillados y muertos, á lo que se dijo, algunos, hácenlos saltar al
-agua y tórnanlos presos á todos, y á un indio flechero que traia de las
-islas robado, escapándoseles otro nadando, y llévanlos á tierra; y así,
-queda sin la principal barca ó batel de que mayor necesidad tenia, y
-juntamente sin tanta soberbia y presuncion, Hojeda. Visto Hojeda que
-se le habia desecho su artificio y salido en vano sus pensamientos,
-acordó de llevar el negocio por más mansedumbre, y métese en un
-barquillo que traia, y Juan de la Cosa, su principal piloto, con él,
-y un espingardero y otros cuatro con él que remaban, y viénese hácia
-tierra. Francisco Roldan, como le conocia ser travieso y valiente y
-atrevido, áun pensando que los osara acometer, hace aparejar el batel
-con siete remeros y 15 hombres para pelear, y una buena canoa en que
-podian ir otros 15, todos á pique, como es lenguaje de marineros, ó
-aparejados, estuvieron á la lengua del agua. Teniéndose á fuera en
-el agua, cuanto podia ser oido, dijo Hojeda, que queria hablar con
-Francisco Roldan; llegóse más, y Francisco Roldan le dijo, que por
-qué hacia aquellas cosas tan escandalosas y culpables; respondió,
-que porque le habian dicho que tenia mandamiento del Almirante para
-lo prender. Roldan le certificó ser falsedad, y que el Almirante no
-tenia propósito de dañarle, sino ántes de le ayudar y honrar en lo que
-pudiera, y si él viniera á Sancto Domingo, como le habia prometido, por
-experiencia lo viera; finalmente, vino á rogarle que le restituyese
-su batel y sus hombres, que en él le habia prendido, no curando ya
-del Juan Pintor, pues via que sin el batel no le era posible volver á
-Castilla. Francisco Roldan, viendo la necesidad que Hojeda tenia, y
-porque en estos dias habia hecho terrible tormenta y habia garrado, que
-quiere decir, arrastrado el ancla, de donde la primera vez la echaron,
-el navío mayor que Hojeda tenia, más de dos tiros de ballesta hácia
-la tierra, donde y cuando se suelen los navíos perder y la gente con
-ellos, y porque, si daban al través y Hojeda y su gente se quedaban
-allí, era quedar la confusion en la isla para que fuera peor que la
-pasada del mismo Roldan, acordó Roldan darle el batel y sus hombres,
-y que él restituyese los dos que él habia malamente, al uno detenido
-y al otro salteado, y así se hizo que destrocaron. Partióse luego á
-hacer una cabalgada que decia que habia de hacer, y segun dijo un
-clérigo que traia consigo, y otros tres ó cuatro hombres de bien que
-se quedaron, la cabalgada que traia fabricada, era la que pensaba
-hacer en la persona y en las cosas del Almirante, y este atrevimiento,
-creo yo, que cobró él, de saber que los Reyes trataban de remover al
-Almirante de su estado, y con el favor que él tenia del Obispo Fonseca,
-y, por el contrario, el disfavor que el mismo Obispo dió siempre á el
-Almirante, justa ó injustamente, cuanto á los hombres digo, Dios lo
-sabe. Y, á lo que yo sospecho, salido de allí Hojeda, fué á cargar los
-navíos de indios en alguna parte desta isla, ó de la isla de Sant Juan,
-ó de otra de las comarcanas, pues llevó á Castilla y vendió en Cáliz
-222 esclavos, como Américo arriba tiene y en su primera navegacion
-confesado; y esta fué, con los otros daños y escándalos que á los
-indios y cristianos dejó hechos Hojeda, su cabalgada. Por lo que en
-este capítulo se ha visto, parece la falsedad industriosa de Américo,
-y su encubrir las tiranías que en aquel su primer viaje hicieron, en
-las cuales él á Hojeda acompañaba, y su trastrocar de los hechos que
-hicieron en sus dos viajes, como ya hemos dicho, más que el sol clara.
-Dice de esta brega y escándalos que Hojeda causó, Américo, en el fin de
-su segunda navegacion, y acaeció en la primera, desta manera: _Necnon
-gente illa quam nobis amicam efeceramus relicta hinc, ab eis excessimus
-ob plurimarum rerum nostrarum indigentiam; venimus ad Antigliæ insulam,
-quam paucis nuper ab annis Christophorus Columbus discooperuit; in
-qua reculas nostras ac navalia reficiendo mensibus duobus et diebus
-totidem permansimus: plures interdum Christicolarum inibi conversantium
-contumelias perpendimus, quas, prolixus ne nimium fiam, hic omitto:
-eandem vero insulam vigessima secunda Julii deserentes_, etc. Todo esto
-es falso, porque dice, que las injurias ó afrentas que padecieron
-no las dice por no ser prolijo, dando á entender que injustamente se
-le hicieron, y no dice por qué, y qué fueron los insultos que ellos
-cometieron; lo segundo, cuanto á poner estos escándalos en el segundo
-viaje, es muy falso, como arriba demasiadamente queda probado; lo
-tercero, asimismo, decir que partieron desta isla á 22 de Julio, es más
-que falso, porque no partieron sino cuasi en fin de Febrero, entrante
-el año de 500, y áun creo que en Marzo, como parece por las cartas que
-yo vide y tuve en mi poder, y cognosco la firma de Francisco Roldan que
-escribia cada ocho ó quince dias, cuando andaba revuelto con Hojeda,
-hasta que se fué, al Almirante. De manera, que la fecha que debió ser
-en el segundo puso en el primero, y los alborotos y daños que hicieron
-en el primero, puso por afrentas y contumelias, recibidas sin culpa, en
-el segundo viaje.
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-CAPÍTULO CLXX.
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-Partido de allí del Cahay, donde le tomaron la barca con sus navíos,
-Hojeda, Francisco Roldan, como hombre astuto, diligente y de guerra,
-estúvose por allí algunos dias hasta ver si volvia á hacer algun
-salto Hojeda en la tierra, porque cognoscia dél que era hombre para
-hacerlo, y desde á pocos dias recibió aviso que habia saltado en
-cierta parte, la costa abajo, creo yo, donde procuró de hacer pan para
-su camino. Escribiólo Roldan luego al Almirante, y determina de ir á
-prenderle, y apareja seis canoas, en las cuales dijo que podian caber
-80 hombres; y, porque envió dos mancebos hábiles y sueltos en una
-canoa por la mar para espiar y especular lo cierto dello, y vide otras
-cartas de Roldan para el Almirante, escritas despues, luego, desto,
-y no hacian mencion de la estada de Hojeda, estimo que debia de ser
-ya ido cuando llegaron los mancebos. Con este favor de haber echado á
-Hojeda de la tierra, dijeron algunos, ó los más que allí estaban, á
-Francisco Roldan, que se querian allí avecindar; Roldan les dijo que se
-escribiesen y que enviaria al Almirante la memoria, y enviaria quien
-les repartiese las tierras en que hobiesen de labrar, y porque se les
-hacia grave esperar tanto, señálales él á cada uno en que labrase,
-como si aquellas tierras no tuvieran dueños; y ¡ojalá aquí parara la
-tiranía! Pidiéronle más, porque ellos no entendian abajar el lomo, que
-les diese quien les ayudase á labrar; él, viendo, dice él, que era
-bien contentarlos, díjoles que queria hacer con ellos una liberalidad,
-conviene á saber, que el Almirante le habia hecho merced de que el rey
-Behechio con toda su gente le sirviesen de las cosas de sus labores,
-y no á otro ninguno, que los tomasen ellos y se sirviesen dellos en
-sus labores y los contentasen: estas son palabras del mismo Roldan
-al Almirante, que yo vide firmadas de su nombre. El contentamiento
-era, que les habian de servir aunque les pesase, y darles despues un
-espejuelo y un cuchillo, ó unas tijeras; veis aquí el repartimiento
-claro como se va entablando. Y que se diga que á un tan gran Rey
-como Behechio, que el Almirante diese para que sirviese á Roldan, y
-Roldan lo diese á los hombres viles, y quizá entre ellos azotados,
-para los servir, é que repartiesen entre sí sus vasallos, ¿qué mayor
-tiránica maldad? Pero pasemos adelante. Así que, tornando al propósito,
-todavía mandó el Almirante á Roldan que estuviese por allí algunos
-dias, porque se queria ir á donde el Almirante estaba, sospechando el
-Almirante que tornaria Hojeda. Muy bien lo hizo Francisco Roldan en
-todo este negocio en aventar á Hojeda de la tierra, porque, cierto,
-si Hojeda prevaleciera, yo creo que fueran peores los escándalos y
-turbaciones, daños y destruccion más vehemente de indios que la hobo,
-aunque mucha fué, en tiempo del alzamiento de Roldan, porque todos
-los más de los españoles que acá estaban, estaban corruptísimos y
-depravados, y cudiciosísimos de alborotos y guerras, enemigos de toda
-concordia y paz, y esto no era sino porque Dios los habia dejado de
-su mano, por las guerras y agravios, opresiones y muertes injustas,
-y violencias que hacian sin cesar á los indios; la razon es, porque
-tiene Dios esta regla en su universal é infalible providencia, que
-cada uno sea punido por lo que, y de la manera que, peca y le ofende,
-y en aquello que él damnifica á su prójimo. El medio é instrumento que
-aquellos tenian para nunca dejar de tratar de revueltas y desasosiegos
-entre sí mismos, era la ociosidad y vida deliciosa y holgada que
-tenian, y el señorío que habian usurpado sobre los indios humildes y
-mansísimos, por lo cual se hacian elatos y soberbios y presumidores
-de sí mismos, y menospreciadores de los otros, de donde se habia de
-seguir, de necesidad, las disensiones, reyertas y confusion entre
-sí, y no pensar en otra cosa sino en reñir y en supeditar los unos á
-los otros, como vemos cada dia en la gente de guerra; y esta excedia
-todas las otras de aquella calidad y oficio, en tanto grado, cuanto
-más ofendian á Dios en destruir estas inocentes gentes, sin causa ni
-razon, y más alongados estaban de su Rey, á quien temiesen, y con mayor
-licencia y libertad estaban atollados y zabullidos en las espurcicias
-y fealdades de los vicios bestiales, en que conversaban con grandísima
-injuria de sus prójimos, tomándoles sus propias mujeres y hijas, con
-toda ignominiosa violencia. Por aquí considerará cualquiera, que sea
-fiel y verdadero cristiano, qué doctrina, qué ejemplo, qué fama, qué
-estima cobrarian estas gentes de la religion cristiana, y qué amor, y
-afeccion, y cudicia temian para recibirla, y cuan al revés, y por el
-contrario de como se debia, se entró en estas tierras y reinos ajenos,
-no siendo otra la causa legítima para poderse entrar en ellos, sino
-la paz, sosiego, edificacion, conversion y salvacion dellos. Y porque
-no falte otro testigo de todo esto, estaba entónces en esta isla un
-caballero que tenia por nombre D. Hernando de Guevara, primo de Adrian
-de Muxica, que arriba nombramos y abajo diremos, y este Adrian era uno
-de los alzados con Roldan; no me acuerdo si el D. Hernando, que yo
-bien cognoscí en esta isla, y á sus hermanos en Castilla, si anduvo
-alzado con Roldan; finalmente, por no andar muy quieto, el Almirante
-le mandó que saliese de la tierra, y, en cumplimiento de su mandado,
-sabiendo como Hojeda andaba por la provincia de Xaraguá, fuése allá,
-por irse con él, pero cuando llegó ya Hojeda era ido. Francisco Roldan
-le dijo que viese y escogiese la estancia donde le placia estar, con
-los cristianos que estaban por los pueblos de los indios, haciendo la
-vida que arriba dijimos, repartidos, y que allí se fuese hasta que
-el Almirante mandase otra cosa. El cual eligió el Cahay, que arriba
-nombramos (donde Hojeda perdió el batel y blandeó su entereza), porque
-Adrian, dijo D. Hernando, tiene allí ciertas aves y perros; estos
-perros, traidos de Castilla, eran acá muy preciosos para cazar las
-hutias, que arriba dijimos ser los conejos. Aceptada por Roldan la
-eleccion de su estado, díjole que se fuese en hora buena á holgar á
-allí, é con esto se despidió D. Hernando de Roldan. D. Hernando se
-fué por casa de la señora Anacaona, hermana del rey Behechio, y tomóle
-una hija muy hermosa que tenia, que se llamó Higueymota, puesto que
-dijo D. Hernando que su madre se la dió, y es de creer, porque creia
-que la daba por su mujer, y D. Hernando era muy gentil hombre y de
-autoridad, y parecia bien ser de generosa casta. Recibida ó tomada
-la señora Higueymota, detúvose allí con ella dos dias, sin saberlo
-Roldan, y envió por un clérigo, para que la bautizase, porque desta
-manera se administraban entónces los Sanctos Sacramentos, en especial
-el del bautismo. Sabido por Roldan hobo mucho enojo, de quien tambien
-me dijeron que la tenia el Roldan por amiga, y porque estaba enfermo
-de los ojos, envióle á decir que se maravillaba dél, y lo mal que lo
-hacia, y que le rogaba que se fuese á la estancia que habia escogido,
-y que mirase que habia defendido aquella señora siempre, que no le
-fuese hecha injuria, y el daño que le hacia, y cuanto enojo dello
-recibiria el Almirante. Vino D. Hernando, con poco sentimiento y con
-poca vergüenza de su pecado, á contar á Francisco Roldan con mucho
-placer lo que le habia acaecido, y que le rogaba que le dejase estar
-allí; Roldan le dijo, como hombre prudente, que aquello era en sí malo,
-y, allende de esto, que el Almirante se indignaria contra él porque
-se lo habia consentido, y más, que como él estuviese en desgracia del
-Almirante, á él no le convenia que allí estuviese con él porque el
-Almirante no sospechase que no andaba en su obediencia con simplicidad,
-y otras razones con que se convenció D. Hernando, y así se fué á donde
-le estaba señalado; pero, porque los que están fuera de la gracia de
-Dios y en un pecado no pueden asosegar sin que cometan otros peores
-y más graves, desde á tres dias, con cuatro ó cinco hombres, tórnase
-á su querencia, como animal bruto, D. Hernando. Sabida por Roldan la
-tornada de D. Hernando, envióle con dos hombres á decir cuan mal lo
-hacia, y que le rogaba y mandaba, de parte de la justicia, que se
-fuese de allí adonde le estaba señalado; D. Hernando comenzó á hablar
-desmandado, y, entre otras palabras, decia que Roldan tenia necesidad
-de tener amigos, porque él sabia de cierto que el Almirante le andaba
-tras cortar la cabeza, y otras semejantes, indiscretas, escandalosas
-palabras y desvariadas. Dícenlo á Roldan, envíale á mandar que se vaya
-luego de la provincia, y se vaya á se presentar al Almirante. Humíllase
-á Roldan y ruégale que lo deje por agora hasta que el Roldan fuese á
-donde el Almirante estaba; concédeselo Roldan para más justificar su
-causa. Era necesario, por la regla arriba dicha, que Dios dejase á D.
-Hernando derrumbarse á mayores pecados. Acuerda de matar á Francisco
-Roldan, ó sacarle los ojos, por vengarse de la injuria que le hizo
-en no haberle castigado y desterrado, luego que supo que á la señora
-Higueymota habia por manceba tomado, y porque, para hacer cosa tan
-atrevida y para salvarse, habia menester no pocos que contra el
-Almirante y la justicia le ayudasen, él, por su parte, y otros que
-habia por sí y á sí allegado, anduvieron persuadiendo y solevantando
-á muchos (que habia poco que trabajar, para á rebelion cualquiera
-levantarlos), y así comenzaba otra peor que las pasadas. No quiso Dios
-permitirlo, puesto que los unos y los otros merecian que se consumieran
-y despedazaran, como habian hecho y hacian en los indios á cada paso.
-Fué avisado Roldan, y, como diligente y astutísimo, y bien proveido,
-prevínolos, y, con buena manera que en ello tuvo, prendió luego á D.
-Hernando y siete de los más principalmente culpados. Hácelo saber
-al Almirante para que le escriba lo que manda; porque, como hombre
-muy bien sabido, no quiso hacer cosa por su autoridad; lo uno, por
-el acatamiento y preeminencia del Almirante, la cual, mucho, despues
-de reducido, guardaba, lo otro, porque reusaba ser juez en su causa
-propia, y con razon lo consideraba. El Almirante le escribió mandándole
-que se los enviase presos á la fortaleza desta villa ó ciudad de
-Sancto Domingo. Entretanto, como supiese Adrian de Muxica que estaba
-preso su primo D. Hernando, andaba por la Vega y por los lugares donde
-estaban los cristianos, por los pueblos de los indios; derramados,
-haciendo juntas y bullicios, provocándolos á levantamiento, ó sólo
-para libertar á D. Hernando, ó con otros intentos que él hoy se sabe,
-donde quiera que Dios le haya puesto, si es salvo ó condenado; la fama
-pública fué, que tenia propósito de soltar á D. Hernando, y matar á
-Francisco Roldan y al Almirante. Juntó en pocos dias muchos de pié y de
-caballo; el Almirante, que estaba en la fortaleza de la Concepcion, fué
-avisado de uno dellos, que se llamó Villasancta, que yo bien cognoscí
-por muchos años, y, no teniendo consigo sino seis ó siete criados de
-su casa y tres escuderos de los que ganaban sueldo del Rey, supo dónde
-estaban, y va una noche, y dá sobre ellos y desbarátalos, donde prendió
-al Adrian y á otros, y, traidos á la fortaleza, mandó luego al Adrian
-ahorcar; y, diciendo él que le dejasen confesar, dijo el Almirante que
-le confesase un clérigo que allí estaba, y, cuando el clérigo se ponia
-á confesarle, se detenia y no queria confesar, y esto hizo algunas
-veces. Viendo el Almirante que lo hacia por dilatar su muerte, mandó
-que lo echasen de una almena abajo, y así lo hicieron; daba voces que
-lo dejasen confesar, porque, por temor de la muerte, no se acordaba de
-sus pecados, y que dejaba condenados á muchos que no tenian culpa, pero
-no le aprovechó nada. Esto era entre nosotros público, y se platicaba
-así por muchos como cosa cierta y fresca, porque no habia obra de año
-y medio ó dos que habia acaecido cuando yo vine á esta isla. Otros
-mandó tambien ahorcar, y prendió muchos el Adelantado, de los del
-concierto, y fué tras otros que se huyeron, cuando prendió á Adrian,
-á Xaraguá; despues vide yo cierto proceso, donde hobo muchos testigos
-que dijeron lo que aquí he dicho. Prendió en Xaraguá, el Adelantado,
-muchos, y creo que oí muchas veces que habian sido 16, los cuales metió
-en un hoyo, como pozo, hecho para aquel fin, é los tenia para ahorcar,
-sino que vino á la sazon quien se lo impidió, como se dirá, queriendo
-Dios. Mandó prender el Almirante á Pedro de Riquelme, el muy amigo de
-Francisco Roldan, que tenia su casa en el Bonao, y á otros, y ponerlos
-en la fortaleza de Sancto Domingo, los cuales estaban muy propincuos
-para ahorcarlos con D. Hernando; todas estas cosas se hacian por el
-mes de Junio, y Julio, y Agosto del año de 1500. Y dejemos agora aquí
-el estado desta isla en estas inquietudes, y como andaba el Almirante
-y el Adelantado á caza de los que se huian, que debian de haber
-consentido, ó al ménos presumíase, en los alborotos que habia renovado
-Adrian, y á todos los que tomaban se daban priesa en despacharlos; y
-será bien tornar un poco atras, á lo que más sucedió en el año de 1499,
-y tratar de los otros descubridores ó cudiciosos allegadores, que se
-movian en el tiempo que Hojeda se movió, por las nuevas que fueron en
-los cinco navíos, de haber descubierto á tierra firme y las perlas, el
-Almirante.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLXXI.
-
-
-Publicado en Sevilla el descubrimiento de la tierra firme y de las
-perlas, hecho por el Almirante, las nuevas del cual llevaron, como
-se ha dicho muchas veces, los cinco navíos, y visto que Hojeda tenia
-licencia del Obispo Fonseca, y aparejaba navíos para venir por acá,
-hobo en Sevilla algunos que se hallaban con alguna hacienda, más que
-otros, vecinos especialmente de Triana, que presumieron de se atrever á
-tomar el hilo en la mano que el Almirante les habia mostrado, y venir
-por este Océano á descubrir adelante, más por allegar oro y perlas,
-como creo que no será pecado sospechar, que por dar nuevas de las
-mercedes que de Dios habian recibido en traerlos primero á su sancta
-fe, que á estas naciones que tuvo por bien llamar tan á la tarde; y
-ojalá, ya que no iban á hacerles bien, no les hicieran males y daños.
-Unos de los primeros que, á par cuasi de Hojeda, vinieron á descubrir,
-fueron, un Peralonso Niño y un Cristóbal Guerra, vecinos, el Guerra, de
-Sevilla, y el Peralonso, creo que era del Condado. Este Peralonso Niño,
-vino, cierto, con el Almirante al descubrimiento de Paria, y debióse de
-tornar á Castilla en los cinco navíos, y esto está probado con testigos
-contestes, y yo he visto sus dichos en el susodicho proceso; y uno que
-dijo, que no habia ido en aquel viaje Peralonso Niño con el Almirante,
-yo se que, para contra el Almirante, por derecho de juicio, podia ser
-repelido. Así que, Peralonso Niño, habida licencia del Rey ó del Obispo
-para descubrir, con instruccion y mandado que no surgiese con su navío
-ni saltase en tierra, con 50 leguas, de la tierra que habia descubierto
-el Almirante, como no tuviese dineros como habia menester, ó quizá
-ningunos, tractó con un Luis Guerra, vecino de Sevilla, que tenia
-hacienda, que le armase un navío; el Luis Guerra se ofreció á hacerlo,
-y, entre otras condiciones, fué con tanto que su hermano Cristóbal
-Guerra fuese por Capitan dél. Partió, pues, Peralonso Niño por piloto,
-y Cristóbal Guerra por Capitan, del Condado, que debia de ser de Palos
-ó de Moguer, poco tiempo despues que Hojeda y Juan de la Cosa y Américo
-partieron del puerto de Sancta María ó de Cáliz, y así lo testificaron
-los testigos que se tomaron por parte del Fiscal en el su susodicho
-proceso. Fueron estos, como Hojeda, hácia el rastro 200 ó 300 leguas,
-y allí vieron tierra, y, por la costa abajo descendiendo, llegaron
-obra de quince dias despues que habia llegado Hojeda á la provincia ó
-tierra de Paria, y, segun dice un testigo en su dicho, allí saltaron en
-tierra, como los indios habia dejado el Almirante pacíficos, y despues
-el mismo Hojeda, y cortaron brasil, contra lo que por la instruccion
-llevaban mandado; de allí van la costa de la mar abajo, entraron en
-el golfo, que llamó Hojeda de las Perlas, que hace la isla de la
-Margarita, y en ella rescataron muchas perlas. De allí, lléganse á
-Cumaná, pueblo y provincia de la tierra firme, siete ú ochos leguas de
-la Margarita; ven la gente toda desnuda, escepto lo principal de las
-vergüenzas, que lo traen metido en unas calabacitas, con un cordelejo
-delgado que las tienen ceñido al rededor de los lomos, y así los vide
-yo, despues algunos años que estuve por algun tiempo en aquella tierra.
-Vieron ellos tambien, y yo despues, que acostumbran los hombres traer
-en la boca cierta hierba todo el dia mascando, la que, teniendo los
-dientes blanquísimos comunmente, se les pone una costra en ellos más
-negra que la más negra azabaja que puede ser; traen esta hierba en
-la boca por sanidad, y fuerzas, y mantenimiento, segun yo entendido
-tengo, pero es muy sucia cosa y engendra grande asco verla, á nosotros,
-digo; cuando la echan, despues de muy bien mascada, lávanse la boca y
-tornan á tomar otra, y teniéndola en la boca hablan, harto oscuramente,
-como quien la lengua tiene tan ocupada. Venian sin temor alguno á
-los navíos con collares hechos de perlas, y dellas en las narices y
-en las orejas. Comenzaron á cebarlos los cristianos con cascabeles,
-y anillos, y manillas de laton, agujas, y alfileres, y espejuelos,
-cuentas de vidrio de diversos colores; dábanlas por casi no nada, no
-curaban de regatear, ni de muchas contiendas, sino daban todas las que
-traian, y tomaban por ellas lo que les daban. De allí, de Cumaná y
-Maracapana, que está de Cumaná 15 leguas, hobieron mucha cantidad de
-perlas. Navegan la costa abajo, y llegaron hasta unas poblaciones que
-llamaban los indios Curianá, junto donde agora es Coro; finalmente,
-hasta cerca de la provincia que agora llamamos Venezuela, obra de 130
-leguas abajo de Paria y de la boca del Drago. Aquí surgieron en una
-bahía como la de Cáliz, donde en las gentes desta tierra hallaron
-humanísima hospitalidad y gracioso recogimiento; vieron en tierra pocas
-casas, que serian ocho ó diez, pero vinieron de una legua de allí, la
-costa abajo, hasta 50 hombres desnudos, con una persona principal que
-debia ser el señor, ó enviado por el señor, el cual, de parte de todos,
-le ruega con importunidad al capitan Cristóbal Guerra y á los demas,
-que vayan con el navío á surgir á su pueblo. Saltaron en tierra, dánles
-de sus cascabeles, cuentas y bujerías; diéronles cuantas perlas, en los
-brazos y gargantas, y en todo su cuerpo traian; pesaron, solas aquellas
-que en obra de una hora les dieron, quince onzas, valdria lo que les
-dieron por ellas, obra de 200 maravedís. Levantaron las anclas otro
-dia, y fueron á surgir junto con el pueblo. Concurre todo el pueblo,
-rogando á los cristianos que salten en tierra, pero ellos, como no
-eran más de 33, viendo gran multitud de gente, no osaron salir, ni
-fiarse dellos, sino por señas les decian que viniesen al navío con sus
-canoas ó barquillos; vinieron muchos sin temor alguno, trayendo consigo
-cuantas perlas tenian, por haber los diges de Castilla. De que vieron
-su simplicidad, su inocencia y humanidad, salieron los cristianos en
-tierra; hácenles mil caricias, mil regalos, en tanta manera, que no lo
-sabian encarecer. Estuvieron veinte dias con ellos dentro de sus mismas
-casas, como si fueran padres y hijos; la abundancia de la comida, de
-venados, de conejos, ansares, ánades, papagayos, pescados, y el pan
-de maíz, no se podria fácilmente todo decir; cuantos venados y conejos
-y otras cosas les pedian que trujesen, tantos luego les traian. De
-ver ciervos ó venados y conejos, que fuese tierra firme aquella, por
-cierto, creian, como aquellos animales no se hobiesen visto hasta
-entónces en las islas; hallaron que tenian estos sus mercados ó ferias
-donde, cada pueblo y vecinos dél, á vender lo que tenian, traian.
-Traian tinajas, cántaros, ollas, platos y escudillas, y otros vasos
-de diversas formas, para su servicio, á vender. Entre otras cosas,
-traian, á vueltas de las perlas, hechas avecitas, ranas, y otras
-figuras muy bien artificiadas, de oro; ver esto, no pesó á quien por
-haberlo pasaba tantas mares, y con tantos peligros. Preguntaban á los
-indios, que dónde se cogia aquel estiercol; respondieron que seis dias
-de allí, de andadura. Acordaron de ir allá con su navío, y dijeron que
-hallaron la misma provincia; esta no supe dónde seria, sino creo que
-fuese la provincia de Venezuela, que habria de Curianá los seis dias de
-andadura de un indio, á siete ó ocho leguas cada dia, dijeron que se
-llamaba Cauchieto. Como vieron venir el navío, sin sospecha ni temer
-mal alguno, como si fueran sus hermanos, así se descolgaban con sus
-canoas llenas dellos, y se entraban seguros en el navío, por verlos;
-el dia y la noche, nunca cesaban de venir unos, y ir otros, entrar
-unos, y salir otros, con grande alegría, seguridad y regocijo. Parecian
-celosos, cuando alguno que no cognoscian les venia á visitar, siempre
-las mujeres ponian detras de sí. Trajéronles algun oro, que rescataron,
-y joyas hechas dél, no tanto cuanto los que lo buscaban querian; traian
-consigo perlas, pero estas no las querian vender, como ni los de
-Curianá conmutaban el oro. Diéronles aquí gatos paules, muy hermosos, y
-papagayos muchos, de diversas colores. Dejada esta provincia, quisieron
-pasar más adelante, y llegaron á cierta parte, donde les salieron,
-segun dijeron, sobre 2.000 hombres desnudos, con sus arcos y flechas,
-á defenderles la saltada. Ellos, por señas, y mostrándoles las cosas
-de Castilla, trabajaron de halagarlos, pero nunca pudieron, y con
-esto dijeron que se tornaron á Curianá, donde, con harta alegría y
-placer, y abundancia de comidas, estuvieron otros veinte dias. Quiero
-aquí decir una cosa graciosa que se me olvidaba, que cuando daban los
-alfileres y agujas á los desta provincia de Curianá, cognoscian los
-indios que aquellos eran instrumentos para coser ó tener una cosa con
-otra; decian á los cristianos por señas, que aquello no sabian para qué
-lo habian menester, pues andaban desnudos. Respondieron los cristianos,
-señalando, que aquellos eran buenos para sacarse las espinas de los
-piés ó de otra parte, porque allí habia muchas, y es así verdad; de
-que cayeron en ello, comenzáronse á reir, é á pedir más, y por este
-aviso fueron dellos los alfileres y agujas, no ménos que las otras
-cosas, estimadas. Toda esta tierra está en 7° y 8°; por Noviembre y
-por Navidad no hace frio, ántes es temperatísima. Quedando los indios
-muy contentos, pensando que iban los cristianos engañados, porque les
-habian dado gran número de perlas, que, sino me engaño, pesaban más de
-ciento cincuenta libras ó marcos, entre ellas, muchas eran tan grandes
-como avellanas, muy claras y hermosas, puesto que mal horadadas por
-los indios, no tenian convenientes instrumentos para las horadar, como
-careciesen de hierro, y habíanles dado por ellos valor de hasta 10 ó 12
-ducados, y los noventa y seis marcos ó libras, se dijo que les costaron
-en Curianá obra de cinco reales, en aquellas cosillas de Castilla, y
-los cristianos, teniéndose por bien pagados y cada hora consintieran
-en tal engaño; acuérdanse de volver á Castilla, y dan la vuelta hácia
-Paria y la boca del Drago. En el camino, subiendo la costa arriba, por
-donde habian bajado, está una punta que se llama la Punta de Araya,
-Norte Sur con la puerta occidental de la isla de la Margarita, donde
-vieron unas salinas, y las hay hoy, porque son perpétuas, dignas de
-harta maravilla. Está en aquella punta una laguna, á diez ó quince
-pasos de la ribera y agua de la mar toda salada, y siempre debajo del
-agua llena de sal y encima tambien, cuando há dos dias que no llueve.
-Algunos pensaron que el agua que está dentro la sacan los vientos de
-la mar, como está tan propincua, y la echan en la laguna, pero no
-parece que es así, sino que tiene ojos, á cuanto yo puedo entender, por
-los cuales sube el agua y se ceba de la mar. Esta sal es muy blanca y
-sala mucho, y, cuando hace tiempo de buenos soles, se pueden cargar y
-cargan muchos navíos, y yo, en otro tiempo que estuve allí, los hice
-cargar. Vienen á sus tiempos del año, de hácia abajo, á parar á esta
-punta infinitas multitudes de lizas, que acá es muy bueno y sabroso
-pescado, y otra infinidad de sardinas, como las que traen á Sevilla
-de Setubal y del Condado, salvo que son pequeñas pero muy sabrosas,
-mayormente las lizas y ellas recien saladas; en los barcos y por allí
-suelen andar. Saltan de la mar las lizas muchas veces, que no es
-menester pescarlas, tantas hay. A cabo de dos meses que partieron de
-Curianá, que fué á 6 de Febrero de 1501, llegaron á Galicia, donde
-Hernando de Vega, varon en prudencia y virtud en Castilla señalado, era
-Gobernador, ante el cual fué acusado Peralonso Niño, y no sé si tambien
-Cristóbal Guerra, de los mismos que venian en su compañía, que habia
-encubierto cierto número de perlas de gran precio, y así, defraudado el
-quinto que pertenecia á los Reyes; mandólo prender Hernando de Vega, y
-estuvo mucho tiempo preso. Al cabo lo soltaron, y vino á Sevilla, y no
-sé en qué paró lo que le imponian.
-
-
-
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-CAPÍTULO CLXXII.
-
-
-Cerca de este Cristóbal Guerra, quiero aquí referir algunas cosas
-estrañas que hizo por aquella costa de tierra firme, porque despues,
-quizá, no caerán en su lugar, por no saber yo la certidumbre del año en
-que las hizo, aunque tambien no dudo que no fuesen cometidas despues
-del año de 500 y dentro de los diez, y perteneceria la historia dellas
-al libro siguiente; pero, pues el capítulo precedente se ha ocupado en
-él, parecióme que este presente no hable sino dél. Algunos indicios
-tengo que me daban sospecha que, lo que diré, lo hobiese hecho en este
-primer viaje, porque, aunque parece, por lo dicho en el precedente
-capítulo, que dejaba contentas las gentes que tanta hospitalidad
-le hacian, como nunca los que cometian insultos, y robos, y daños
-á los indios, en Castilla lo decian, sino que solos eran ellos los
-malhechores juntamente, y testigos, y ellos no se acusaban delante de
-los Reyes ni de otros jueces á sí mismos, podian estos en este viaje
-haber, las abominaciones que hicieron, cometido, y publicado que
-dejaban muy contentos y pagados, y en mucha amistad consigo unidos, los
-indios. Un indicio y conjetura vehemente, hay de esto que aquí digo,
-conviene á saber, que, habiendo dejado el Almirante la gente de la
-provincia de Paria en amistad de los cristianos, segura y muy contenta,
-y á lo que yo he juzgado, de la mesma manera la dejó Hojeda, puesto
-que no estoy muy seguro dello, el cual fué despues del Almirante, como
-arriba se ha dicho, el que llegó á la dicha provincia primero (lo mismo
-digo de Rodrigo de Bastidas, que fué tercero, como se dirá abajo),
-cuando vino á ella, en breve, Vicente Yañez, de quien se tratará
-despues desto, hallóla toda puesta en armas y brava, porque les habian
-muerto mucha gente, no parece que hiciese otro matanza sino Cristóbal
-Guerra. Así lo dicen los testigos en el susodicho proceso, conviene á
-saber, que cuando vinieron Vicente Yañez y su compañía á Paria, querian
-saltar en ella, y que no osaron, porque les habian muerto mucha gente
-ántes que llegasen á ella; y dicen más, que los indios de allí no
-querian entrar dentro de los navíos, salvo que decian, sal, Capitan,
-como si los llamaran para vengarse dellos, á lo que parece; y dice más
-un testigo, que en esto vino otro descubridor, que se dice Diego de
-Lepe, allí, é para probar el Fiscal, que Diego de Lepe habia tambien
-descubierto tierra, y no toda el Almirante, dicen los testigos, que
-llegaron á Paria el dicho Diego de Lepe y su compañía, y que tomaron
-allí ciertos indios, los cuales despues él entregó en Sevilla al Obispo
-D. Juan de Fonseca. Estos no los pudo él tomar sino haciendo escándalo,
-injusticia y violencia, y fuera bien, que el Obispo lo examinara y áun
-ahorcara sobre ello, pero nunca el señor Obispo de esto tuvo mucho
-cuidado en todo su tiempo.
-
-Así que, como Vicente Yañez fuese el cuarto descubridor, y hallase así
-maltratados, y amedrentados, y escandalizados los vecinos de aquella
-provincia, y hecha matanza en ella, y parezca haber presuncion contra
-Cristóbal Guerra, por lo que contaremos que hizo, y de los otros que
-ántes dél á aquella tierra fueron, haya probabilidad alguna que no lo
-hicieron, parece que podria haber sido, aunque lo disimulase, y en
-Castilla, entónces cuando él fué, no se supiese, como otras infinitas
-maldades, daños y menoscabos, muertes y estragos execrables, allí, por
-muchos han sido encubiertos, que tambien agora en este viaje Cristóbal
-Guerra, lo que diré, hiciese y estuviese hasta hoy encubierto. Lo que
-haya en contrario son tres cosas: la una, que, cierto, en el viaje,
-cuando cometió los daños y agravios que diremos, traia dos navíos,
-y los testigos no afirman sino que trujo un navío en este; la otra,
-el llevar á Castilla agora tantas perlas, porque en el otro viaje se
-cree que no llevó ninguna, porque todas se le perdieron, segun creo;
-la tercera, que en aquel viaje trujo á su hermano, Luis Guerra, y
-murió en la mar, y en este primero no haberle traido, por el dicho
-que los testigos depusieron, parece que suena. Pero, como quiera y
-cuando quiera que ello haya sido, el Almirante, quejándose á los Reyes
-por cierto memorial que les dió de los daños que habia incurrido,
-por haber dado los Reyes licencia para ir á rescatar sin que á él
-se le diese parte, como se le debia de dar por sus privilegios, y
-por los escándalos que habian en la tierra aquellos causado, señala
-el Almirante al dicho Cristóbal Guerra, y, despues de otros, dice:
-«Las cuales personas que llevaron licencia para rescatar, han hecho
-grandísimo daño en la tierra firme y islas, porque, en llegando
-que llegaban, mataban los indios y los prendian por fuerza, y los
-atormentaban porque se rescatasen, y algunos, cuando no hallaban
-rescate, acuchillábanlos y matábanlos, diciendo, «pese á tal, pues de
-aquí no llevamos provecho, hagamos que si aquí vinieren otros navíos
-tampoco lo hallen, como nosotros.» Otros hobo, que despues que los
-indios humanamente les daban lo que tenian, y les cargaban los navíos
-de brasil y de lo que mandaban, estando seguros, como personas que les
-habian bien servido, y muy alegres y contentos, los mataron y pusieron
-todos á espada, sin otra causa. Otros cargaban los navíos dellos, por
-manera, que en cuanto vivan los vivos, los indios de aquella tierra
-no obedecerán á Sus Altezas, ni serán amigos de los cristianos; por
-donde, dice el dicho Almirante, que le redunda mucho daño, etc.» Estas
-son palabras formales del dicho memorial que dió el Almirante; por
-aquí se verá qué principios llevaron las cosas destas Indias. Vamos,
-pues, á contar el caso, segun que me lo contó, más há de treinta
-años, persona que se halló en ello, y si fué en el segundo viaje, lo
-que más probable parece, guióse desta manera: Como Cristóbal Guerra
-y Peralonso Niño fueron riquillos á Castilla, y con el paladar dulce
-ó endulzorado de las perlas, acordaron de tornar á armar, y armaron,
-dos buenas carabelas; no sé si Peralonso Niño vino este segundo viaje
-con el Cristóbal Guerra, porque no me acuerdo. Entónces, como era
-el principal en este negocio su hermano, Luis Guerra, porque él era
-rico, y puso los gastos primeros del primer viaje, de su hacienda,
-determinó en el segundo, con la hacienda arriesgar la vida. Partieron
-de Cáliz, ó de Sant Lucar, el Luis Guerra, en un navío ó carabela, y
-el Cristóbal Guerra en el otro, y llegados á Paria, porque aquella
-tierra llevaban todos por terrero é hito, van la costa abajo, al
-golfo de las Perlas, que, como ya dijimos, aquel golfo hace la isleta
-Margarita, de una parte, y de la otra tierra firme, y comienzan á
-rescatar perlas y oro, y en la Margarita, y por Cumaná, y Maracapana, y
-todos aquellos pueblos; y no sólo se contentaban con lo que rescataban,
-pero hacian muchas fuerzas y robaban lo que podian, segun creo queme
-informaron (porque, como creo há ya cerca de cuarenta años, porque sin
-duda son treinta y nueve, y no lo oso afirmar esto absolutamente);
-por manera que allegaron cuasi un costal de perlas. Pero lo que hace
-al caso, y dello no tengo duda, porque bien me acuerdo, llegaron á
-cierta provincia, y creo que fué entre la que llamamos Sancta Marta
-y Cartagena, y como los indios no habian experimentado por allí las
-obras de los nuestros, veníanse á los navíos como gentes simples y
-confiadas, como en muchos lugares desta historia habemos visto. Vínose
-un señor ó Cacique, y creo que era el señor de aquella tierra de
-Cartagena, á los navíos, con ciertas gentes, y á la entrada le recibió
-el Cristóbal Guerra muy bien y halagadamente; y dijéronle por señas que
-trajese oro y que le daria cosas de Castilla. Dijo el Cacique, que sí
-traeria, y queríase salir fuera, pero prendiólo el Cristóbal Guerra,
-y díjole que enviase de aquellos indios, sus criados, por ello, y que
-él no habia de salir de allí hasta que lo trujesen, y hasta que le
-hinchiesen de piezas de oro un cesto de los de uvas, grande, con que
-hacen las vendimias en Castilla, que traian en el navío; y atraviesan
-un palo por el gollete del cesto, dándole aquello por medida que
-hasta allí hinchiesen, y que luego lo soltarian. Desque el inocente
-y confiado Cacique, más de lo que debiera, se vido preso, y que se
-habia de rescatar con hinchir de oro el cesto hasta el gollete, mandó
-á sus criados que allí tenia, que fuesen luego y trujesen el oro que
-hallar pudiesen para el cesto; van llorando y angustiados, y con gran
-diligencia, y apellidan toda la tierra que el Rey y señor habian los
-cristianos preso, y, que si querian verlo vivo y suelto, que habia de
-ser con rescatarlo á oro, dando tanto que se hinchiese cierta gran
-medida. Traen sus criados de su casa todo el oro que él tenia; vienen
-muchos de sus vasallos, cada uno con su pedacillo de oro, segun que
-cada cual poseia, ofrécenlo en el gazofilacio del cesto, pero apénas
-el suelo del cesto se cubria; tornan á salir fuera del navío é ir
-pregonando por toda la tierra que trujesen todos el oro que tuviesen,
-si querian ver á su señor vivo. Andan todos de noche y de dia; tornan
-al navío con más oro, hecho muy lindas figuras y hermosas piezas,
-échanlas en el cesto, y era poco lo que crecia, segun era barrigudo
-el cesto. Tornánse á tierra más tristes y llorosos que venian, y
-entretanto, bien es de considerar, su mujer, la Reina, y sus hijos,
-los Infantes, qué sentirian. Para meterlos mayor temor, y porque se
-diesen más prisa á hinchir el cesto, ó para llegarse quizá más cerca de
-algunos pueblos, de hácia donde venian los indios de buscar oro para
-ofrecer al cesto, alzan las velas; el triste señor comienza á llorar y
-á plantear, diciendo que por qué lo llevan. Sus gentes, que lo veian,
-daban gritos pidiendo á Dios lícitamente, aunque no lo cognoscian, que
-le hiciese justicia, pues, tan injustamente, tan gran injusticia le
-hacian. Tornan á cargar los navíos ciertas leguas de allí, vienen los
-indios con su ofrenda para el cesto; finalmente, yendo unos y viniendo
-otros, llegan con sus piezas de oro al gollete del cesto, donde estaba
-el palo atravesado, por medida. No por eso sueltan al Rey de la tierra,
-ni cumplieron la palabra de soltarlo como habian prometido, ántes
-les dicen, que, pues tampoco les quedaba por hinchir del cesto, que
-trujesen lo demas y que luego le soltarian. Van llorando y gimiendo
-de nuevo, angustiados, no sabiendo qué se hacer, porque no tenian ni
-hallaban que traer, y decir que no tenian ni hallaban má sera por demas
-creérselo. Buscan por las casas y por los rincones dellas, anclan
-por toda la tierra escudriñando el oro que pueden haber, traen lo que
-hallaron, y entre ello, algunas piezas mohosas y escuras, que toparon
-por los rincones, de muchos años ya olvidadas, afirmando con lágrimas
-que no tenian ni podian haber más, que les diesen su señor. Desque vido
-Cristóbal Guerra que traian aquellas piezas ahumadas y como cogidas del
-estiercol, acordó creerlos que no tenian más, y sueltan al Cacique,
-y, en una canoa, sólo, con un hacha de hierro que por satisfaccion le
-dieron, se fué á tierra; y por esto creo habérseme dicho, cuando este
-caso se me contaba, que áun no quisieron darles, á los que trujeron el
-oro postrero, á su señor, sino que fuesen por más, y desque tan aína no
-volvieron, dejáronlo, como es dicho, ir sólo, creyendo que no tenian
-más que dar. Y es cierto, que creo que yo dejo mucho por decir de las
-fealdades y crueldad que con este Cacique usaron, porque, como há tanto
-tiempo que lo supe, se me ha mucho más olvidado, y siempre tuve aqueste
-caso, aunque muchos he visto y se han hecho crueles en estas gentes,
-é inhumanos, como abajo asaz parecerá, por uno de los más injustos,
-feos, y en maldad más calificado. Pesaria el oro del cesto seiscientos
-marcos, que valen 30.000 pesos de oro, ó castellanos de á 450
-maravedís. Pero porque no dormia Dios cuando estas injusticias aquellos
-pecadores Guerras cometian, mayormente Cristóbal Guerra, que debia ser
-el más sin piedad, ó, al ménos, el que debia guiar la danza, porque no
-se fuesen mucho gozando de tanta impiedad, quiso la divina justicia,
-luego, por el castigo temporal sin el eterno, si despues no les valió
-penitencia, obra tan perversa y nefanda, reprobar. Debia de estar
-enfermo el Luis Guerra, hermano mayor, y que habia dado los dineros y
-puesto de su hacienda para armar la primera vez, y la segunda ayudar;
-luego, alzadas las anclas y hechos á la vela, espiró, perdida la vida,
-y su sepultura fué en un seron, y fuera mejor ponerlo en el cesto, en
-que le echaron á la mar. Desde á pocos dias, navegando ambos navíos
-para España, por allí, cerca de la tierra que habian robado, como
-andaban poco, y forcejando contra viento y corrientes, como entónces no
-sabian tanto como ahora navegar, ni habia rodeos para la Habana, el un
-navío tropieza, creo que de noche, ó de dia, en una peña ó isleta que
-no vieron, ni cognoscian en aquel tiempo los peligros de por allí, y
-ábrese por medio, y vuestro cesto, de oro lleno, y el costal de perlas,
-y la mucha parte de la gente, vá todo á los abismos á parar. Divino y
-manifestísimo juicio de Dios, todo poderoso, por el cual, quiso que tan
-poco se gozase lo que con tanta ignominia de la cristiana religion, y
-contra la natural justicia, se habia usurpado, cometiendo contra su
-simple y pacífico prójimo, y áun Rey, tanta fealdad. ¿Qué concepto
-formarian aquellas gentes simplicísimas de nuestra cristiandad? ¿Qué
-nuevas volverian por la tierra dentro, de nuestra justicia y bondad?
-Alguna gente de la del navío quedó asida en la mitad dél, porque se
-abrió por medio, y otros algunos asiéronse á las tablas, que cada uno
-cerca de sí pudo hallar. Como el otro navío vido perdido á el otro,
-aunque estaba dél bien apartado, tuvo este aviso é industria de ponerse
-hácia el medio, por donde las corrientes venian de la mar, y andando
-barloventeando, llega el medio navío, con la gente que encima traia, y
-cógenla toda, y cuantos venian en tablas desta manera se hobieron de
-salvar. Destos acaeció, que un padre y un hijo, juntamente, tomaron una
-tabla, y no era tan larga ó capaz que por ella, juntos ambos, pudiesen
-escapar; dijo el padre al hijo: «hijo, sálvate tú con la bendicion de
-Dios, y déjame á mí, que soy viejo, ahogar;» y así fué, que el hijo
-tomó la tabla y se salvó, y el padre se ahogó: y este mismo hijo me
-refirió todo cuanto arriba he dicho deste caso, y otras muchas cosas
-más.
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-
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-CAPÍTULO CLXXIII.
-
-
-Despues de Cristóbal Guerra, ó poco despues que salió de Castilla
-para su primer viaje, por el mes de Diciembre y fin del año de 1499,
-Vicente Yañez Pinzon, hermano de Martin Alonso Pinzon, que vinieron con
-el Almirante al principio del descubrimiento de estas Indias, segun
-que arriba se há largamente contado, con cuatro navíos ó carabelas,
-proveidas á su costa porque era hombre de hacienda, salió del puerto
-de Palos, para ir á descubrir, por principio de Diciembre, año de
-1499; el cual, tomado el camino de las Canarias, y de allí á las de
-Cabo Verde, y salido de la de Santiago, que es una dellas, á 13 dias
-de Enero de 1500 años, tomaron la vía del Austro y despues al Levante,
-y andadas, segun dijeron, 700 leguas, perdieron el Norte y pasaron la
-línea equinoccial. Pasados della, tuvieron una terribilísima tormenta
-que pensaron perecer; anduvieron por aquella vía del Oriente ó Levante
-otras 240 leguas, y á 26 de Enero vieron tierra bien léjos; esta fué
-el Cabo que agora se llama de Sant Agustin, y los portugueses la
-tierra del Brasil: púsole Vicente Yañez, entónces, por nombre, cabo de
-Consolacion. Hallaron la mar turbia y blancaza como de rio, echaron la
-sonda, que es una plomada con su cordel ó volantin, y halláronse en 16
-brazas; van á la tierra y saltaron en ella, y no pareció gente alguna,
-puesto que rastros de hombres, que, como vieron los navíos, huyeron.
-Allí Vicente Yañez tomó posesion de la tierra en nombre de los reyes de
-Castilla, cortando ramas y árboles, y paseándose por ella, y haciendo
-semejantes actos posesionales jurídicos; aquella noche, hicieron cerca
-de allí muchos fuegos, como que se velaban. El sol salido, otro dia, de
-los cristianos 40 hombres, bien armados, salieron en tierra, y van á
-los indios; de los indios salen á ellos treinta y tantos con sus arcos
-y flechas, con grande denuedo, para pelear, y tras estos otros muchos.
-Los cristianos comenzaron á halagarlos, por señas, y mostrándoles
-cascabeles, espejos y cuentas, y otras cosas de rescates, pero ellos
-no curaban dello, ántes se mostraban muy feroces y á cada momento se
-denodaban para pelear; eran, segun dijeron, muy altos de cuerpo, más
-que ninguno de los que allí iban de los cristianos. Finalmente, sin
-reñir, se apartaron los unos y los otros, los indios se volvieron la
-tierra dentro, y los cristianos á sus navíos; venida la noche, los
-indios huyeron, que por todo aquel pedazo de tierra, no pareció persona
-alguna; afirmaba Vicente Yañez, que la pisada de los piés de aquellos
-era tan grande como dos piés medianos de los de nosotros. Alzaron las
-velas y fueron más adelante, y hallaron un rio bajo, donde no pudieron
-entrar los navíos; surgieron en la boca ó cerca della, salieron en las
-barcas, con que entraron en el rio, la gente que pudo caber, bien á
-recaudo, para tomar lengua y saber los secretos de la tierra; vieron
-luego en una cuesta mucha gente desnuda, como es por allí toda ella,
-hácia la cual enviaron un hombre bien aderezado de las armas que pudo
-llevar, para que, con los meneos y señas de amistad que pudiese,
-los halagase y persuadiese á que se llegasen á conversacion. El que
-enviaron, llegóse algo á ellos, y echóles un cascabel para que con
-él se cebasen y se allegasen; ellos echáronle una vara de dos palmos
-dorada, y, como él se abajase á tomarla, arremeten todos ellos á lo
-prender, cercándolo todos al derredor, pero, con su espada y rodela,
-de tal manera se dió priesa á se defender, que no les dejó llegar,
-hasta que los de las barcas, que estaban á vista y cerca, vinieron á
-le socorrer; pero los indios vuelven sobre los cristianos con tanta
-priesa, y disparan sus flechas tan espesas, que, ántes que se pudiesen
-unos á otros guarecer, mataron dellos 8 ó 10, y algunos dijeron que
-11, y otros muchos hirieron. Van luego á las barcas, y, dentro en el
-agua, las cercan; llegan con gran esfuerzo hasta tomar los remos
-dellas. Tomáronles una barca y asaetearon al que la guardaba dentro,
-y muere; pero los cristianos con sus lanzas y espadas, desbarrigan y
-matan los más dellos, como no tuviesen otras armas defensivas, sino
-los pellejos. Bien pudieran excusar los cristianos estas muertes y
-revueltas; ¿qué necesidad tenian de poner aquel cristiano en aquel
-peligro, y por consiguiente, á todos ellos, sino que, si vian que no
-querian los indios trato ni conversacion con ellos, fuéranse? pero
-como no iban por fin de Dios alguno, sino pretendiendo su provecho
-temporal, así curaban de llevar los medios, y, por tanto, fueron
-reos de la perdicion suya y de aquellos. Viendo, pues, los nuestros
-que tan mal les iba con aquellos, con harta tristeza de perder los
-compañeros, alzaron las velas, y, por la costa abajo, 40 leguas al
-Poniente descendieron; allí hallaron tanta abundancia, dentro en la
-mar, de agua dulce, que todas las vasijas que tenian vacías hincheron.
-Llegaba este agua dulce, como Vicente Yañez depone en su dicho, en el
-muchas veces alegado proceso, dentro en la mar, 40 leguas, y otros
-de los que fueron con él, dicen 30 (y áun muchas más es cuasi comun
-opinion de los que yo via tratar deste rio en aquellos tiempos);
-admirados de ver tan gran golpe de agua dulce, y, queriendo saber el
-secreto della, llegáronse á tierra, y hallan muchas islas que están en
-ella, todas graciosísimas, frescas y deleitables, y llenas de gentes
-pintadas, segun dicen los que allí fueron, las cuales se venian á
-ellos tan seguras como si toda su vida hobieran conversado amablemente
-con ellos. Este rio es aquel muy nombrado Marañon; no sé por quién ni
-por qué causa se le puso aquel nombre; tiene de boca y anchura, á la
-entrada, segun dicen, 30 leguas, y algunos dicen muchas más. Estando
-en él surtos los navíos, con el gran ímpetu y fuerza del agua dulce y
-la de la mar, que le resistia, hacian un terrible ruido, y levantaba
-los navíos cuatro estados en alto, donde no padecieron chico peligro;
-parece aquí lo que acaeció al Almirante cuando entró por la boca de
-la Sierpe y salió por la boca del Drago, y el mismo combate y pelea
-juntamente, y peligro, hay donde el agua dulce se junta con la de
-la mar, cuando la dulce corre con ímpetu y es mucha, y la playa es
-descubierta, mayormente si la mar es de tumbo. Visto que por aquella
-tierra y rio de Marañon, y gente della, no habia oro ni perlas, ni cosa
-de provecho, que era el fin que los traia, acuerda tomar captivos 36
-personas, que tomar pudieron, de aquellos humildes y mansos inocentes,
-confesado por ellos, que á los navíos seguramente se les venian, para
-que no quedase pedazo de tierra ni gente della, que no pudiese bien,
-y con verdad, contar sus obras pésimas, y los que hoy, sin ceguedad,
-las oimos podamos afirmar, sin escrúpulo de conciencia, haberse movido
-estos á hacer estos descubrimientos, más por robar y hacerse ricos,
-con daños y escándalos, captiverios y muertes destas gentes, que por
-convertirlos; harto ciego, sin duda, de malicia será el que dudare
-desto, aunque poco ménos les dió Dios el pago que á Cristóbal Guerra.
-De allí, del rio Marañon, vinieron la costa abajo, la vuelta de Paria,
-y en el camino hallaron otro rio poderoso, aunque no tan grande como el
-Marañon, y, porque se bebió el agua dulce otras 25 ó 30 leguas en la
-mar, le pusieron el rio Dulce. Creo que es este rio un brazo grande del
-gran rio Yuyaparí, el cual dijimos en el cap. 134, que hace la mar ó
-golfo Dulce que está entre Paria y la isla de la Trinidad, que estimaba
-el Almirante salir del Paraíso terrenal; y aquel brazo y rio dulce que
-de aqueste camino halló Vicente Yañez, tambien juzgo que es el rio
-donde habita aquella gente buena, que nombramos los aruacas. Pasaron
-adelante y entraron en Paria, y creo que tomaron allí brasil; aunque,
-como hallaron la gente de Paria escandalizada por haberles muerto mucha
-gente Cristóbal Guerra, ó otro salteador de los que allí llegaron,
-segun arriba dijimos, y lo dijeron con juramento los mismos que fueron
-con Vicente Yañez, y no osaban saltar en tierra, no sé como lo pudieron
-tomar. De Paria navegaron á ciertas islas de las que están por el
-camino de la Española, no supe con qué intencion, ni si en la costa de
-Paria, ó en alguna de las islas dichas, le acaeció la tribulacion que
-le vino: por el mes de Julio, estando surtos todos cuatro navíos en la
-parte ó tierra donde era, súbitamente vino una tan desaforada tormenta,
-que, á los ojos de todos, se hundieron los dos navíos con la gente;
-el otro, arrebatólo el viento, rompiendo las amarras de las anclas, y
-llévalo el viento con 18 hombres, y desaparece. El cuarto, sobre las
-anclas, que debian ser grandes y buenos cables, tantos golpes dió en
-él la mar, que, pensando que se hiciera pedazos, saltaron en la barca
-y viniéronse á tierra, no les quedando de él alguna esperanza. Dijeron
-que comenzaron á tratar, los pocos que allí estaban, que seria bien
-matar á todos los indios que por allí moraban, porque no convocasen
-los comarcanos y los viniesen todos á matar. Ellos pensaban en aquella
-tierra buscar manera para vivir y remediarse; gentil remedio habian
-hallado matando las gentes que no les habian ofendido en nada, por
-ellos imaginar por aquella vía de salvarse, para que Dios les ayudase;
-pero la bondad del misericordioso Dios no dió lugar á que cometiesen
-tanta maldad, porque el navío que se habia desaparecido con los 18
-hombres, volvió, y el que estaba allí presente, amansando la tormenta,
-no se hundió. Con los dos navíos, vinieron á esta isla Española,
-donde se rehicieron de lo que habian menester, y de aquí tomaron el
-camino y llegaron á España en fin de Setiembre de 1500 años, tristes,
-angustiados, lesas las conciencias, pobres, gastados los dineros que
-puso de su hacienda Vicente Yañez en el armada, muertos los más de los
-compañeros, dejando alborotada y escandalizada la tierra por donde
-habian andado, é infamado la gente cristiana, y agraviados los que
-habian hecho pedazos, y echándoles al infierno las ánimas, sin causa, y
-los demas inocentes que captivaron, sacados y traidos de sus tierras,
-privándoles de su libertad y de sus mujeres y hijos, padres y madres,
-y de las vidas, por esclavos, solamente, que habian descubierto 600
-leguas de costa de mar hasta Paria, gloriándose.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLXXIV.
-
-
-Tras Vicente Yañez salió otro descubridor, ó quizá destruidor, por
-el mismo mes de Diciembre y año de 1499 años. Este fué un Diego de
-Lepe, vecino del Condado, no sé si de Lepe ó de Palos y Moguer, pero
-la más gente que fué con él, dicen, haber sido de Palos; llevó dos
-navíos aderezados. De la isla del Fuego, que es una de las de Cabo
-Verde, siguió hácia el Mediodia algo, y despues al Levante, por el
-camino que hizo Vicente Yañez; llegaron al cabo de Sant Agustin, y
-dicen que lo doblaron, pasando adelante algo. El Diego de Lepe tomó
-posesion por los reyes de Castilla, haciendo en todos los lugares que
-llegaba actos que se llaman posesionales, segun derecho necesarios; uno
-dellos fué, que escribió su nombre en un árbol de grandeza extraña,
-del cual, dijeron, que 16 hombres asidos de las manos, extendidos los
-brazos, no pudieron abarcarlo. Cosa es esta increible pero posible,
-porque los mayores los hay en estas islas y tierra firme, que parece no
-haberlos en otras partes del mundo hallado, y todos los que por ellas
-hemos andado, y visto las ceynas, que son muchos y grandes árboles,
-como los hay, no nos espantamos. Entraron en el rio Marañon, y allí
-robaron y saltearon la gente que pudieron, donde Vicente Yañez habia
-tambien tomado con injusticia las 36 ánimas, que se venian pacíficos
-é confiados á los navíos, y traídolos por esclavos. Parece, que como
-quedaron del Vicente Yañez agraviados y experimentados, llegando el
-Diego de Lepe, pusiéronse en armas, matáronle 11 hombres, y porque
-siempre han de quedar los indios más lastimados, debian de matar muchos
-dellos y prender los que más pudiesen por esclavos. Del rio Marañon,
-viniéronse costeando la tierra firme por el camino que habia hecho
-Vicente Yañez; de creer es que saltaria en algunos lugares, y lo
-que allí saltearon y mal hicieron ellos se lo saben, y áun hoy mejor
-que entónces, que ya son todos en la mar ó en la tierra sepultados.
-Llegaron á Paria, y como hallaron las gentes della extrañadas y
-alborotadas, por los muchos que le habian muerto, en pocos dias habia,
-de los pasados (segun lo dice hombre de los mismos de Diego de Lepe y
-en el cap. 171 fué tocado), debian de hacerles guerra y captivar los
-que pudieron haber á las manos; y así lo confiesa otro de los que con
-ellos se hallaron, y debia el Obispo de Badajoz de sabello, D. Juan
-de Fonseca digo, y tomárselos, por eso dice aquel en su dicho, que
-en la Paria tomó Diego de Lepe ciertos indios, los cuales, el dicho
-Diego de Lepe, trajo en los navíos y los entregó al Obispo D. Juan de
-Fonseca en esta ciudad de Sevilla. Estas son sus palabras; y fuera
-justo que el Obispo lo castigara, y quizá lo hizo, si por ventura su
-ceguedad, que en este negocio de las Indias siempre tuvo, no se lo
-estorbaba. No supe destos qué más hicieron ni en qué pararon, porque,
-en estos dias mismos, despues de los dichos descubridores castellanos
-de aquella tierra firme, acaeció hacer el rey de Portugal armada para
-ir á la India, y acaso descubrir la misma tierra, que ya los nuestros
-habian descubierto y bojado, como dicen los marineros, y parecióme
-no dejar de dar aquí noticia dello, puesto que sea obra de los
-portugueses, porque al ménos no pretendan, por sólo su descubrimiento,
-aquella tierra pertenecerles, y en Castilla no lo ignoremos. Envió,
-pues, el rey de Portugal, D. Manuel, el primero de aquel nombre,
-una bien proveida armada de trece velas grandes y menores, en las
-cuales irian hasta 1.200 hombres, entre marineros y gente de armas,
-toda gente muy lucida, y á vueltas de las armas materiales, dice
-su historia, que mandó proveer de las espirituales, y estas fueron
-ocho religiosos de la órden de San Francisco, cuyo Guardian fué fray
-Enrique, el cual, despues, fué Obispo de Cepta y confesor del Rey,
-varon de vida muy religiosa y gran prudencia. Envió eso mismo ocho
-Capellanes y un Vicario para que administrasen los Santos Sacramentos
-en una fortaleza que el rey de Portugal mandaba hacer, todos varones
-escogidos, cuales convenia para aquella obra evangélica. Y dice el
-historiador portugués, Juan de Barros, que el principal capítulo de
-la instruccion que llevaba el Capitan de la Armada, que se llamaba
-Pedro Álvarez Cabral, era, que primero que acometiese á los moros y á
-los idólatras, con el cuchillo material y seglar, haciéndoles guerra,
-dejase á los religiosos y sacerdotes usar del suyo espiritual, que
-era denunciarles el Evangelio con amonestaciones y requirimientos de
-partes de la Iglesia romana, pidiéndoles que dejasen sus idolatrías,
-y diabólicos ritos y costumbres, y se convirtiesen á la fe de Cristo,
-para que todos fuésemos unidos y ayuntados en caridad de ley y amor,
-pues todos éramos obra de un Criador y redimidos por un Redentor,
-que era Jesucristo, prometido por los Profetas y esperado por los
-Patriarcas tantos mil años ántes que viniese, para lo cual, trujesen
-todas las razones naturales y legales, usando de aquellas ceremonias y
-actos que el derecho canónico dispone; y cuando fuesen tan contumaces
-que no aceptasen esta ley de fe, y negasen la ley de paz que se debe
-tener entre los hombres para conservacion de la especie humana, y
-defendiesen el comercio ó conmutacion, que es el medio por el cual se
-adquiere, y trata y conserva la paz y amor entre todos los hombres,
-por ser este comercio el fundamento de toda humana policía, pero
-con que los contratantes no difieran en ley y creencia de la verdad
-que cada uno es obligado á tener y creer de Dios, que, en tal caso,
-les pudiesen hacer guerra cruel á fuego y sangre. Esto dice aquella
-Historia de Juan de Barros, libro V, cap. 1.º de su primera Década.
-Por manera, que á porradas habian de recibir la fe, aunque les pesase,
-como Mahoma introdujo en el mundo su secta, y tambien que, aunque
-no quisiesen, habian de usar el comercio y trocar sus cosas por las
-ajenas, si no tenian necesidad dellas. Miedo tengo que los portugueses
-buscaban achaques, con color de dilatar la religion cristiana, para
-despojar la India del oro y plata y especería que tenia, y otras
-riquezas, y usurpar á los Reyes naturales sus señoríos y libertad,
-como nosotros los castellanos habemos hallado para estirpar y asolar
-nuestras Indias, y todo procede de la grande y espesa ceguedad, que,
-por nuestros pecados, en Portugal y Castilla caer há Dios permitido;
-y es manifiesto, que primero comenzó en Portugal que en Castilla,
-como parece clarísimo en los principios, y medios, y fines que han
-tenido los portugueses en la tierra de Guinea, como pareció arriba en
-los capítulos 19, 22, 24 y 25. Gran ceguedad es, y plega á Dios que
-no intervenga grande malicia, querer que los infieles de cualquiera
-supersticiosa religion que puedan ser, fuera de herejes, que la fe
-católica una vez hayan voluntariamente recibido, la reciban con
-requerimientos y protestaciones y amenazas que si no la reciben,
-aunque les sea persuadida por cuantas razones naturales quisiéremos,
-por el mismo caso pierdan las haciendas, los cuerpos y las ánimas,
-perdiendo miserandamente, por guerras crueles, las vidas; ¿qué otra
-cosa esta se puede nombrar, sino que la paz, mansedumbre, humildad
-y benignidad de Jesucristo, que, señaladamente y en particular, nos
-mandó que de él aprendiésemos, y usásemos con todos los hombres
-indiferentemente, y la religion cristiana, sin cesar, cada dia nos lo
-acuerda, amonesta y predica, las convertiamos en la furibunda y cruel
-ferocidad y costumbre espurcísima mahomética? Gentiles milagros se
-hallaban los portugueses para confirmar la doctrina que los religiosos
-habian predicado, roballos, captivallos, quemallos y hacellos pedazos;
-fuera bien preguntalles, si fueron por esta vía y con estas amenazas,
-ellos á la fe llamados: perniciosísima y muy palpable insensibilidad
-fué á los principios y agora es esta. Poco ménos materia es decir ó
-creer que los comercios y conmutaciones hayan de hacer las gentes
-con otros no cognoscidos hombres, no voluntaria, sino contra toda su
-voluntad y libertad; pero porque desta materia y destos errores, y
-de la averiguacion y claridad dellos, habemos, con el favor divino,
-largamente grandes volúmenes escrito, no es cosa conveniente á la
-historia, en ello más alargar de lo dicho.
-
-Partió, pues, la flota portuguesa, cuyo capitan fué Pedro Álvarez
-Cabral, de Lisboa, lunes, á 9 dias del mes de Marzo, año de 1500, y
-tomó su derrota para las islas de Cabo Verde, y de allí, por huir de la
-costa Guinea, donde hay muchas y prolijas calmerías, metióse mucho á
-la mar, que quiere decir á la mano derecha, hácia el Austro, y tambien
-porque como sale muy mucho en la mar el cabo de Buena Esperanza, para
-podello mejor doblar; y habiendo ya un mes que navegaba, siempre
-metiéndose á la mar, en las ochavas de Pascua, que entónces fueron á
-24 de Abril, fué á dar en la costa de tierra firme, la cual, segun
-estimaban los pilotos, podia distar de la costa de Guinea 450 leguas,
-y en altura del Polo antártico, de la parte de Sur, 10°. No podian
-creer los pilotos que aquella era tierra firme, sino alguna gran
-isla, como esta isla Española, que llamaban los portugueses Antella,
-y para experimentallo, fueron por luengo de la costa un dia; echaron
-un batel fuera, llegaron á la tierra y vieron infinita gente desnuda,
-no prieta ni de cabellos torcidos como los de Guinea, sino luengo y
-correntio y como el nuestro, cosa que les pareció muy nueva. Tornóse
-luego el batel á dar nuevas dello, y que parecia buen puerto donde
-podian surgir; llegóse la flota á tierra, y el Capitan mandó que
-tornase allá, y, si pudiese, tomase alguna persona, pero ellos fuéronse
-huyendo á un cerro, y juntos, esperaban qué querrian los portugueses
-hacer; queriendo echar más bateles fuera y gente, vino un grande viento
-y alzaron las anclas, y vánse por luengo de costa la vuelta del Sur,
-donde les servia el viento, y surgieron en un buen puerto. Envió un
-batel y tomó dos indios en una canoa; mandólos vestir de piés á cabeza
-y enviólos á tierra: vinieron gran número de gente cantando, bailando
-y tañendo ciertos cuernos y bocinas, haciendo saltos y bailes de
-grande alegría y regocijo, que verlo era maravilla. Salió en tierra el
-Capitan con la más de la gente, dia de Pascua, y al pié de un grande
-árbol hicieron un altar, y dijo misa cantada el susodicho Guardian;
-llegáronse los indios muy pacíficos y confiados, como si fuesen los
-cristianos de ántes sus muy grandes amigos, y como vieron que los
-cristianos se hincaban de rodillas y daban en los pechos, y todos los
-otros actos que les veian hacer, todos ellos los hacian. Al sermon que
-predicó el Guardian estaban atentísimos, como si lo entendieran, y
-con tanta quietud y sosiego y silencio, que dice el historiador, que
-movia á los portugueses á contemplacion y devocion, considerando cuan
-dispuesta y aparejada estaba aquella gente para recibir doctrina y
-religion cristiana. Despachó luego de allí el Capitan un navío al rey
-de Portugal, el cual dice que recibió grande alegría con las nuevas
-de la tierra nuevamente descubierta, y todo el reino. Dió licencia el
-Capitan á la gente de los navíos aquel dia, despues de comer, para que
-saliesen en tierra y se holgasen, y rescatasen con los indios cada uno
-lo que quisiese; á trueque de papel y de pedazos de paño, y de otras
-cosillas, les daban los indios papagayos y otras aves muy pintadas y
-muy hermosas, de que habian muchas, de las plumas de las cuales tenian
-sombreros y otras cosas muy lindas y hermosas hechas: dábanles ajes ó
-patatas, y otras frutas, que habian, muchas. Fueron algunos portugueses
-á las poblaciones, vieron infinitas arboledas, aguas y frescuras, y
-tierra viciosísima y deleitable, muy abastada de maíz y otras cosas de
-comer, y donde se hacia mucho algodon. Vieron allí un pece más grueso
-que un tonel, de longura de dos toneles, la cabeza y ojos como de
-puerco, las orejas como de elefante, no tenia dientes, en la parte de
-abajo tenia dos agujeros, la cola de un codo y de ancho otro tanto, el
-cuero era como de puerco de gordor de un dedo. En esta tierra mandó el
-Capitan poner una cruz muy alta y muy bien hecha, y por esto se llamó
-aquella tierra de Sancta Cruz, por los portugueses, algunos de años;
-despues, el tiempo andando, como hallaron en ella brasil, llamaron
-y hoy se llama la tierra del Brasil. Traia el Capitan 20 hombres
-desterrados por malhechores, y acordó dejar allí dos dellos para que
-supiesen los secretos de la tierra y aprendiesen la lengua, los cuales
-los indios trataron muy bien, y, despues, el uno dellos sirvió de
-lengua ó intérprete mucho tiempo en Portugal. Todo lo que aquí desto
-he dicho, lo saqué de dos historiadores portugueses que escribieron
-toda la historia, desde su principio, de la India; el uno es Juan de
-Barros, en el libro V, cap. 2.º de su primera Década, y el otro es
-Fernan Lopez de Castañeda, en el libro I, cap. 29 de la «Historia de la
-India.» Parece, pues, bien probada manifiestamente la bondad natural,
-simplicidad, hospitalidad, paz y mansedumbre de los indios y gente
-de cuasi toda esta nuestra tierra firme, y cuan aparejados estaban,
-ántes que hobiesen recibido agravios y daños de los cristianos, y
-experimentado sus injusticias, para recibir la doctrina de nuestra
-fe, y ser imbuidos en la religion cristiana, y á Cristo, criador
-universal, todos atraidos, no solamente por testimonio de infinitos
-que los hemos experimentado y visto, y abajo, en muchas partes desta
-historia, larguísimamente se verá, y de todos los mismos castellanos
-descubridores, de los cuales muchos eran dellos escandalizadores y
-destruidores, que para que lo confesasen de su propio motivo, la
-misma razon y fuerza de la verdad los constreñia, pero tambien ordenó
-Dios que los portugueses fuesen desta verdad, por vista de ojos y
-experiencia, testigos. Y esto se verá bien claro en los siguientes
-capítulos.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLXXV.
-
-
-Si bien miramos, en todas las cosas que en este mundo visible acaecen,
-hallaremos por experiencia lo que la Escritura divina nos enseña cerca
-de la infalible providencia de Dios, conviene á saber, que uno de los
-principales cuidados que Dios tiene, si se puede decir, porque con un
-cuidado y un sólo acto lo gobierna y rige todo, es cerca de la prueba
-y de la guarda y conservacion de la verdad; de aquí es lo que dice el
-salmista David: _qui custodit veritatem in sæculum_, y por Esdras:
-_veritas manet, et invalescit in æternum et vivit et obtinet in sæcula
-sæculorum_. Por manera, que para que esta verdad, de ser estas gentes
-dóciles, pacíficas, benignas de su natural, y aparejadas, tan bien
-y muy más que otras, para ser doctrinadas y acostumbradas en toda
-virtud moral, y, por consiguiente, capaces y fácilmente atraibles á
-la fe católica y religion cristiana, si les es propuesta y predicada
-como Cristo lo estableció, y á todas las otras naciones del mundo
-la Iglesia universal la ha propuesto siempre y predicado, ha tenido
-por bien la divina Providencia, de que no sólo por experiencia los
-religiosos y siervos de Dios castellanos, y descubridores seglares y
-profanos, que sólo han venido á estas tierras por cudicia de amontonar
-riquezas temporales, y no sólo tambien habiendo llegado á una parte
-destas Indias y visto una gente, pero á muchas, y en muchas varias y
-diversas lenguas y naciones, pero que la gente portuguesa, seglares
-y religiosos, y personas de todo trato y profesion, confiesen todos,
-sin lo poder negar, que aquestas gentes no son otras sino aquellas
-que sucedieron de nuestro primer padre Adan, y esto basta para que
-con ellas se deban guardar los preceptos divinos y naturales, y las
-reglas de caridad que han sido guardadas y usadas con nosotros,
-á quien Dios ha hecho tantos bienes y mercedes, que primero que
-ellas fuésemos llamados y traidos á la cristiandad. Vista, pues,
-la disposicion tan afable y apta para recibir todo bien moral y
-espiritual, que de aquellas gentes, moradores y habitadores en aquella
-tierra firme, aquestos portugueses, primeros que allí llegaron este
-año de 500, testificaron conforme á la que hallaron, y no callaron
-nuestros castellanos, refiramos en este capítulo y en el siguiente,
-la que vieron y trataron y experimentaron, y el fruto que por ella,
-con el divino favor, hicieron ciertos predicadores portugueses, que se
-llamaban de la Compañía de Jesus, despues deste tiempo muchos años;
-ciertos de los cuales, haciendo relacion del fruto que Dios sacaba de
-sus manos, escribieron á Portugal, á los de su profesion, las cosas
-siguientes, por muchas cartas, y dicen así:
-
-«La informacion que de aquestas partes del Brasil se puede dar, padres
-y hermanos carísimos, es que tiene esta tierra 1.000 leguas de costa,
-poblada de gente que anda desnuda, así mujeres como hombres, tirando
-algunas partes muy léjos, donde yo estoy, á donde las mujeres andan
-vestidas al traje de gitanas, con paños de algodon, por la tierra
-ser más fria que esta, la cual aquí es muy templada, de tal manera,
-que el invierno no es frio ni caliente, y el verano, aunque sea más
-caliente, bien se puede sufrir; empero, es tierra muy húmeda, por las
-muchas aguas que llueve en todo tiempo, muy á menudo, por lo cual los
-árboles y las hierbas están siempre verdes, y por aquesto es la tierra
-muy fresca. En parte es muy áspera, por los montes y matas que siempre
-están verdes; hay en ella diversas frutas, que comen los de la tierra,
-aunque no sean tan buenas como las de allá, las cuales tambien creo
-se darian acá si se plantasen, porque veo darse parras, uvas, y áun
-dos veces en el año, empero, son pocas, por causa de las hormigas, que
-hacen mucho daño, así en esto como en otras cosas. Cidras, naranjas,
-limones, dánse en mucha abundancia, y higos tan buenos como los de
-allá; el mantenimiento comun de la tierra es una raíz de palo, que
-llaman mandioca, del cual hacen una harina de que comemos todos, y da
-tambien mijo (este debe ser maíz), el cual, mezclado con la harina,
-hace un pan que excusa el de trigo. Hay mucho pescado, y tambien
-marisco, de que se mantienen los de la tierra, y mucha caza de matos y
-gansos, que crian los indios; bueyes, vacas, ovejas, cabras y gallinas,
-se dan tambien en la tierra, y hay dellos mucha copia. Los gentiles
-son de diversas castas, unos se llaman goyaneces, otros carijos; este
-es un gentío mejor que hay en esta costa, á los cuales fueron, no há
-muchos años, dos frailes castellanos á los enseñar, y tan bien tomaron
-su doctrina que tenian ya casas de recogimiento para mujeres, como
-monjas, y otra de hombres, como de frailes, y esto duró mucho tiempo,
-hasta que el demonio llevó allí una nao de salteadores y captivaron
-muchos dellos. Trabajamos por recoger los salteados, y algunos tenemos
-ya para los llevar á su tierra, con los cuales iba un padre de los
-nuestros. Hay otra casta de gentiles, que se llama caymures, y es
-gente que habita por los montes; ninguna comunicacion tienen con los
-cristianos, por lo cual se espantan cuando nos ven, y dicen que somos
-sus hermanos, por cuanto traemos barba como ellos, la cual no traen
-todos los otros, ántes se rapan hasta las pestañas, y hacen agujeros en
-los bezos y ventanas de las narices, y ponen unos huesos en ellos que
-parecen demonios, y así, algunos, principalmente los hechiceros, traen
-el rostro lleno dellos. Estos gentiles son como gigantes, traen un arco
-muy fuerte en la mano, y en la otra un palo muy grueso, con que pelean
-con los contrarios, y fácilmente los despedazan, y huyen para los
-montes, y son muy temidos entre todos los otros. Los que comunican con
-nosotros, hasta agora, son dos castas, unos se llaman tupeniques y los
-otros tupinambas. Estos tienen casas de palmas muy grandes, y dellas
-en que posarán 50 indios casados con sus mujeres é hijos. Duermen en
-redes de algodon, sobre sí, junto de los fuegos, que en toda la noche
-tienen encendidos, así por el frio, porque andan desnudos, como tambien
-por los demonios, que dicen huir del fuego, por la cual causa traen
-tizones de noche cuando van fuera. Esta gentilidad á ninguna cosa
-adora, ni cognosce á Dios, solamente á los truenos llaman tupana, que
-es como quien dice cosa divina; y así, nos no tenemos otro vocábulo más
-conveniente, para los traer al cognoscimiento de Dios, que llamarle
-Padre Tupana. Solamente, entre ellos, se hacen unas ceremonias de la
-manera siguiente: de ciertos en ciertos años, vienen unos hechiceros
-de luengas tierras, fingiendo traer santidad, y, al tiempo de su
-venida, los mandan á limpiar los caminos y vánlos á recibir con danzas
-y fiestas segun su costumbre, y, ántes que lleguen al lugar, andan las
-mujeres de dos en dos por las casas, diciendo públicamente las faltas
-que hicieron á sus maridos, y unas á otras pidiendo perdon dellas; en
-llegando el hechicero, con mucha fiesta, al lugar, éntrase en una casa
-oscura, y pone una calabaza que trae en figura humana, en parte más
-conveniente para sus engaños, y mudando su propia voz, como de niño,
-y junto de la calabaza, les dice, que no curen de trabajar ni vayan á
-la roca, que el mantenimiento por sí crescerá y que nunca les faltará
-que comer y que por sí vendrá á casa, y que las aguijadas se irán á
-cavar, y las flechas se irán al monte por caza para su señor, y que
-han de matar muchos de sus contrarios, y captivarán muchos para sus
-comeres, y promételes larga vida, y que las viejas se han de tornar
-mozas, y que las hijas que las den á quien quisieren; y otras cosas
-semejantes les dice y promete, con que los engaña, de manera, que
-creen haber dentro, en la calabaza, alguna cosa santa y divina, que
-les dice aquellas cosas. Y acabando de hablar el hechicero, comienzan
-á temblar, principalmente las mujeres, con grandes temblores en su
-cuerpo que parecen demoniadas, como de cierto lo son, echándose en
-tierra, espumando por las bocas, y en aquesto les suade el hechicero
-que entónces les da santidad; y á quien esto no hace tiénenlo á mal, y
-despues le ofrecen muchas cosas, y en las enfermedades de los gentiles
-usan tambien estos hechiceros de muchos engaños y hechicerías. Estos
-son los mayores contrarios que acá tenemos, y hacen creer algunas
-veces á los dolientes que nosotros les metemos en el cuerpo cuchillos,
-tijeras y cosas semejantes, y que con esto los matamos. En sus guerras,
-aconséjanse con ellos, allende de agüeros que tienen de ciertas aves;
-cuando captivan alguno, tráenle con grande fiesta, con una soga á la
-garganta, y dánle por mujer la hija del principal ó cualquiera otra
-que más le contenta, y pónenlo á cebar como puerco, hasta que lo han
-de matar, para lo cual se ajuntan todos los de la comarca á ver la
-fiesta, y, un dia ántes que lo maten, lávanlo todo, y el dia siguiente
-lo sacan y pónenlo en un terrero, atado por la cintura con una cuerda,
-y viene uno dellos muy bien ataviado, y le hace una plática de sus
-antepasados, y, acabada, el que está para morir le responde, diciendo,
-que de los valientes es no temer la muerte, y que él tambien matara
-muchos de los suyos, y que acá quedaban sus parientes que lo vengarán,
-y otras cosas semejantes, y, muerto, córtanle luego el dedo pulgar,
-porque con aquel tiraba las flechas, y lo demas hacen en pedazos para
-lo comer asado ó cocido. Cuando muere alguno de los suyos, pónenles
-sobre las sepulturas platos llenos de viandas, y una red en que ellos
-duermen, muy bien lavada, esto porque creen, dicen, que despues que
-mueren, tornan á comer y descansar sobre su sepultura; échanlos en
-cuevas redondas, y si son principales, hácenlos una choza de palma.
-No tienen cognoscimiento de gloria ni infierno, solamente dicen, que,
-despues de morir, van á descansar á un buen lugar, y en muchas cosas
-guardan la ley natural. Ninguna cosa propia tienen que no sea comun,
-y lo que uno tiene ha de partir con los otros, principalmente si son
-cosas de comer, de las cuales ninguna cosa guardan para otro dia, ni
-curan de atesorar riquezas. A sus hijos ninguna cosa dan en casamiento,
-ántes los yernos quedan obligados á servir á sus suegros; cualquier
-cristiano que entra en sus casas, dánle á comer de lo que tienen y
-una red lavada en que duerma. Son castas las mujeres á sus maridos;
-tienen memoria del diluvio, empero, falsamente, porque dicen, que,
-cubriéndose la tierra de agua, una mujer con su marido subieron en
-un pino, y despues de menguadas las aguas descendieron, y de aquestos
-procedieron todos los hombres y mujeres. Tienen muy pocos vocablos para
-les poder bien declarar nuestra fe, mas con todo, dámossela á entender
-lo mejor que podemos, y algunas cosas los declaramos por rodeos. Están
-muy apegados con las cosas sensuales; muchas veces me preguntan, si
-Dios tiene cabeza, y cuerpo, y mujer, y si come, y de qué se viste, y
-otras cosas semejantes. Dicen ellos, que Sancto Tomás, á quien llaman
-Zome, pasó por aquí; esto les quedó por dicho de sus antepasados, y que
-sus pisadas, están señaladas cabe un rio, las cuales yo fuí á ver por
-más certeza de la verdad, y ví, con los propios ojos, cuatro pisadas
-muy señaladas, con sus dedos, las cuales, algunas veces, cubre el rio
-cuando hinche; dicen tambien, que cuando dejó estas pisadas iba huyendo
-de los indios que le querian flechar, y llegando allí, se le abrió el
-rio y pasara por medio dél, sin se mojar, á la otra parte, y de allí
-fué para la India: asimismo cuentan, que cuando le querian flechar
-los indios, las flechas se volvian para ellos, y los montes le hacian
-camino por do pasase. Otros cuentan esto como por escarnio. Dicen
-tambien, que les prometió que habia de tornar otra vez á verlos, ¡él
-los vea del cielo y sea intercesor por ellos á Dios, para que vengan
-en cognoscimiento suyo y reciban la sancta fe, como esperamos!» Todas
-estas son palabras de la dicha carta de los predicadores portugueses.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLXXVI.
-
-
-Por esta carta, en el capítulo precedente referida, parecen algunas
-malas costumbres de estas gentes, aunque otras hobo en el mundo más
-depravadas, como arriba en el capítulo 7.º y en otros mostramos
-bien largo; agora digamos el fructo que Dios sacó, por medio de sus
-ministros, de aquellos que crió con ánimas racionales, capaces de su
-bienaventuranza, y por consiguiente, del medio para alcanzalla, que
-es la fe y doctrina cristiana, refiriendo otras cartas ó pedazos de
-cartas; y dice así otra carta: «La gracia y amor de Nuestro Señor
-sea siempre en nuestro contino favor y ayuda, amen. Por algunas
-cartas que el año pasado os escribimos, os dimos larga informacion
-destas partes del Brasil, y de algunas cosas que Nuestro Señor, por
-sus siervos, que, por la santa obediencia, de esas partes han sido
-enviados, ha querido obrar, los cuales, al presente, estan repartidos
-por diversas Capitanías desta costa; ya de las cosas quel Señor, por
-cada uno dellos, obra, sereis por sus cartas sabidores, solamente os
-quiero yo dar cuenta de lo que en la Bahía se ha acontecido despues
-que los postreros navíos se han partido, y tambien desta Capitania
-de Perambuco, adonde habia pocos dias quel padre Nobrega y yo somos
-llegados. Primeramente, sabreis quel padre Nobrega ha llegado á
-esta Bahía de visitar y correr las Capitanías, y luego ordenó quel
-padre Navarro fuese al puerto Seguro, á trasladar las oraciones y
-sermones en la lengua desta tierra, con algunos buenos intérpretes,
-las cuales trasladó bien; y es mucho para dar alabanzas al Señor,
-viéndole predicar, en lo cual á todos nos lleva la ventaja, y en esto
-tenemos todos mucha falta en carecer de la lengua y no saber declarar
-á los indios lo que queremos, por falta de intérpretes. Muchos de los
-gentiles piden el agua del baptismo, mas el padre Nobrega ha ordenado,
-que primero se les hagan los catecismos y exhorcismos, hasta tanto que
-cognoscamos en ellos firmeza y que de todo corazon crean en Cristo,
-y tambien que primero enmienden sus malas costumbres; son tales los
-baptizados que perseveran, que es mucho para dar gracias á Nuestro
-Señor, porque, aunque deshonrados y vituperados de los suyos, no dejen
-de perseverar en nuestra obediencia y crecer en buenas costumbres.
-El pueblo gentil, al principio, nos daba poco crédito, y le parecia
-que les mentiamos y engañábamos, que los padres y tambien los legos,
-ministros de satanás, que al principio á esta tierra vinieron, les
-predicaban y decian por interés de sus abominables rescates; agora que
-comienzan á cognoscer la verdad y ver el continuo amor con que los
-padres los tratan y conversan (los padres llama aquí los predicadores),
-y el trabajo que por la salvacion de sus ánimas resciben, van cayendo
-en la cuenta y quieren ser cristianos con muy mayor voluntad y más
-firme intencion que al principio. Tambien Nuestro Señor ha mostrado
-cosas, y muestra cada dia, por donde se van desengañando á no nos
-tener en la cuenta que ántes tenian; los cristianos que permanecen
-son tan nuestros, que contra sus naturales hermanos pelearan por nos
-defender, y están tan subjetos, que no tienen cuenta con padres ni
-parientes; saben muy bien las oraciones, y tienen mejor cuenta con los
-domingos y fiestas que otros muchos cristianos. En nuestra casa se
-disciplinan todos los viérnes, y algunos de los nuevamente convertidos
-se vienen á disciplinar con grandes deseos. En la procesion de la
-Semana Santa se disciplinaron algunos, así de los nuestros como de los
-nuevos convertidos, y de aquí adelante se comenzarán á confesar con
-el padre Navarro en su lengua, porque hay ya muchos que lo quieren y
-desean. Estos han de ser un fundamento grande para todos los otros se
-convertir; ya empiezan á ir por las aldeas con los padres, predicando
-la fe y desengañando á los suyos de las malas costumbres en que viven.
-Muchas cosas en particular pudiera escribir, que, por mi grande frieza
-y por no pensar haber de ser yo el escriptor, no las escribo, así
-por no las tener en la memoria, como por no las saber estimar por
-falta de caridad. Grande es la envidia que los gentiles tienen á estos
-nuevos convertidos, porque ven cuan favorecidos son del Gobernador y
-de otras principales personas, y si quisiésemos abrir la puerta al
-baptismo, cuasi todos se vernian, lo cual no hacemos si no cognoscemos
-ser aptos para eso, y que vienen con devocion y contricion de las
-malas costumbres en que se han criado, y tambien, porque no tornen
-á retroceder, sino que queden contentos y firmes. Mucho más fructo
-se pudiera hacer si hobiera obreros, así que mucha es la mies que se
-pierde por falta de segadores. Entre otras cosas, os quiero contar una
-de un principal desta tierra, el cual há algunos dias que pedia el agua
-del baptismo, y porque tenia dos mujeres no se la queriamos dar, aunque
-sabiamos que la una dellas no la tenia sino para se servir della; un
-dia con gran priesa y eficacia pidió el baptismo, al cual baptizó el
-padre Navarro, y de ahí á seis ó siete dias enfermó de cámaras, y se
-iba consumiendo hasta que cognosció que habia de morir, y dos noches
-ántes que muriese envió á llamar al padre Navarro para lo acompañar y
-enseñar como habia de morir, y decíale que nombrase muchas veces el
-nombre de Jesus y de Sancta María, Nuestra Señora, y él tambien decia
-con el padre estos santos nombres, hasta perder la habla, y, ántes
-que la perdiese, vistió una ropa que tenia y mandó á los suyos que le
-enterrasen con ella y en sagrado, como era costumbre de los cristianos,
-y dió el espíritu á Dios, estando el padre Navarro diciendo misa por
-él, por lo cual no se pudo hallar presente á su muerte. Dijo una su
-hermana, que se halló presente á su muerte, al padre Navarro, que le
-habia dicho el muerto, ántes que perdiese el habla: «hermana, ¿no
-veis?» y ella respondió que no veia nada, y tornándole á preguntar lo
-mismo, ella respondió de la misma manera, hasta que él, con grande
-alegría, le dijo: «veo, hermana mia, los gusanos holgando en la tierra,
-y en los cielos grandes alegrías y placeres, quédate enhorabuena,
-que me quiero ir»; y así acabó. Enterrámoslo en una iglesia que
-teniamos hecha para los nuevamente convertidos. Este nos ha dado
-entrada en esta tierra, y en su manera de vivir no era fuera de la
-ley natural y de razon; quedó un hermano suyo por principal, el cual
-há por nombre Simon, y el muerto don Juan, con el cual metemos acá en
-vergüenza á los malos cristianos, porque es muy virtuoso y fuera de
-las costumbres de los otros, y tambien su mujer y hijos, los cuales
-nos tiene prometidos para que los enseñemos, y, por falta de casa y
-mantenimientos, no lo podemos hacer.» Dice más abajo: «Ya comienzan
-los hijos de los gentiles á huir de sus padres y venirse á nos, y, por
-más que hacen, no los pueden apartar de la conversacion de los otros
-niños, y vino un niño descalabrado y sin comer un dia todo, huyendo de
-su padre, á nos. Cantan todos una misa cada dia, y ocúpanse en otras
-cosas semejantes. Es tan grande el temor en algunos destas aldeas, y
-reverencia que tienen á los padres, que no osan abiertamente comer
-carne humana; de manera, que están estos gentiles, principalmente
-los de la Bahía, aparejados para se hacer en ellos grande fruto, mas
-estamos acá tan pocos, y tan repartidos, y las necesidades son tantas
-entre los cristianos, á las cuales somos más obligados á acudir, que
-no sé como sufrís, carísimos hermanos, estar tanto tiempo en esa
-casa, estando acá tantas necesidades esperando por vos, etc.» Otras
-muchas y notables cosas dice aquesta carta, que por no alargar mucho,
-no las quiero referir. Otro de aquellos predicadores dice así en
-otra: «En estas partes, despues que acá estamos, carísimos padres y
-hermanos, se ha hecho mucho fruto. Los gentiles, que parece que ponian
-la bienaventuranza en matar sus contrarios y comer carne humana, y
-tener muchas mujeres, se van mucho enmendando, y todo nuestro trabajo
-consiste en los apartar desto, porque todo lo demas es fácil, pues no
-tienen ídolos, aunque hay entre ellos algunos que se hacen santos, y
-les prometen salud y victoria contra sus enemigos. Con cuantos gentiles
-tengo hablado en esta costa, en ninguno hallé repugnancia á lo que le
-decia, todos quieren y desean ser cristianos, pero dejar sus costumbres
-les parece áspero; van, con todo, poco á poco, cayendo en la verdad,
-hácense muchos casamientos entre los gentiles, los cuales, en la Bahía
-están junto á la ciudad y tienen su iglesia cabe una casa á donde nos
-recogemos. Estos determinamos tomar por medio de otros muchos, los
-cuales esperamos, con la ayuda del Señor, hacer cristianos, etc.» Otro
-en otra carta dice: «Fuimos á una aldea de los gentiles y procuramos
-que se ayuntasen todos, y, despues de juntos, les hicimos una plática
-por una lengua, y acabada les enseñamos la doctrina cristiana, y
-queriéndonos dellos despedir, yo les hice primero santiguar, y viendo
-las piedras preciosas que traian en los bezos y en el rostro, les
-dije, como riendo, que les estorbaban á se persignar, lo cual, ellos,
-tomaron de veras, y siendo de mucho precio, las echaron á donde nunca
-más parecieron, lo cual me consoló mucho. El dia del Angel se determinó
-que se baptizasen los que quisiesen, y baptizamos muchos, así hombres
-como mujeres, y cuasi nos faltaban nombres de santos para dar á cada
-uno el suyo. Entre ellos baptizamos un hechicero, asaz viejo, y le
-pusimos por nombre Amaro.» Otro dice, en otra epístola, estas palabras:
-«Despues desto nos fuimos dar con los indios á sus aldeas, que estaban
-cuatro ó cinco leguas de ahí, y, yendo, hallamos haciendo el camino
-por donde habiamos de ir, y quedaron muy tristes porque no lo tenian
-acabado; llegando al aldea, se vino el principal de ahí y me llevó por
-fuerza á su casa, y luego se hinchió la casa de indios, y otros que
-no cabian quedaron fuera, y trabajaron mucho por me ver. Considerad
-vos, hermanos mios en Cristo, lo que mi ánima sentiria, viendo tantas
-ánimas perdidas por falta de quien las socorriese; algunas pláticas
-les hice aparejándolos para el cognoscimiento de la fe, y les dije,
-por la tristeza que mostraban por me yo haber luego de ir, que no
-iba sino á verlos, y que otras muchas veces los visitaria si tuviese
-tiempo, etc.» Estas son las palabras. Otras muchas cosas notables se
-dicen en las susodichas cartas, y en otras que no he querido relatar
-por dar fin á esta relacion y testimonio de los portugueses, tocante
-á la prueba desta verdad, conviene á saber, que estas gentes gentiles
-destas nuestras Indias, son naciones humanas, razonables, dóciles,
-conversables con otros hombres, reducibles á toda ley de razon y
-convertibles á nuestra santa fe católica, si se les propone por el
-modo que la razon natural dicta y enseña que debe ser propuesta y
-persuadida, á los principios, cualquiera cosa nueva, mayormente difícil
-á los hombres racionales, los cuales naturalmente son aptos y nacidos
-para ser atraidos á la virtud por bien, por blandura y mansedumbre, y
-desta propiedad humana y universal ninguna nacion del mundo excluyó
-la divina Providencia, por bárbaros, brutos, y agrestes y corruptos
-en costumbres que sean, con que sean hombres; y esto más copiosa
-é irrefragablemente pareció arriba, por razones, y parecerá en el
-discurso desta historia, por obras y por ejemplos tan patentes y tan
-sin número, que no se pueda más dudar dello, que dudar que todos los
-hombres desciendan de Adan.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLXXVII.
-
-
-Referido habemos los descubridores ó rescatadores que vinieron el año
-de 1499 y 500 á la tierra firme, despues que supieron que el Almirante
-la habia descubierto (aunque, creyendo que era isla, nombróla isla
-ó tierra de Gracia, como se ha visto arriba), y tambien, como acaso
-descubrieron los portugueses, yendo á la India, un pedazo della,
-que llaman ellos hoy el Brasil, y nosotros el cabo de Sant Agustin,
-el cual, por concierto de los reyes de Castilla y Portugal, cupo, y
-así es hoy, de los portugueses; incidentemente, tambien trujimos lo
-que manifestaron de la condicion y hospitalidad pacífica, y humana
-conversacion, que en los vecinos y moradores de aquella tierra
-hallaron, conformándose con lo que los nuestros castellanos, Vicente
-Yañez y Diego de Lepe, dellos, en la misma materia, dijeron; de allí
-añadimos, infiriendo y probando por ejemplos, que testifican los
-predicadores tambien portugueses, la disposicion é idoneidad para
-recibir nuestra sancta fe que hay en ellos, por el fruto grande que
-Dios siempre saca, por medio de los trabajos de sus predicadores:
-requiere, pues, la órden de los dias y meses del dicho año de 500,
-tornar á tratar y continuar las angustias, y adversidades y caida total
-del Almirante, y que, más amargas y aflictivas, entre todas las que
-toda su vida tuvo, le lastimaron y afligieron. Ya dijimos arriba, en
-el cap. 161, como despues de llegados los cinco navíos á Castilla quel
-Almirante despachó, venido del descubrimiento de Paria, con las nuevas
-del levantamiento de Francisco Roldan, luego, por Mayo, determinaron
-los Reyes de enviar otro Gobernador á esta isla, y quitalle á él la
-gobernacion, y tomaron los Reyes color de que él mismo escribió á Sus
-Altezas, que les suplicaba que enviasen Juez pesquisidor, para que
-hiciese informacion de los delitos é insultos y levantamiento del
-dicho Roldan y de sus secuaces, y tambien juez que tuviese cargo de
-la administracion de la justicia, como se dijo en el cap. 159, y allí
-les suplicaba que tuviesen respecto á sus servicios, y que no se le
-perjudicase á sus preeminencias; donde parece que temia lo que le vino
-y no lo habia él por tanto. Eligieron á un Comendador de la órden de
-Calatrava, que se llamó Francisco de Bobadilla, y diéronle provisiones
-y nombre de Pesquisidor, con que al principio en esta isla entrase, y
-tambien de Gobernador, que, cuando fuese tiempo, publicase y usase.
-Comenzáronse los despachos en Madrid, por Mayo del año de 99, luego
-que llegaron los cinco navíos, como algunas veces se ha dicho, pero
-no lo despacharon hasta el mes de Junio del año siguiente de 1500,
-que vinieron el Rey y la Reina á Sevilla, y de allí á la ciudad de
-Granada, sobre el levantamiento de los moros ó moriscos del Lanjarón,
-ó Sierra Bermeja, donde acaesció, que yendo sobre ellos D. Alonso de
-Aguilar, caballero muy señalado en prudencia y esfuerzo, de quien
-procede la casa de Aguilar y marqués de Pliego, lo mataron, desastre
-que mucho pesar dió á los Reyes y á todo el reino. Por manera, que
-tardó su despacho todo un año, porque debian los Reyes, por ventura,
-ó de esperar algun navío que fuese de acá con nueva de estar Roldan y
-su compañía reducidos, y esta isla sosegada, ó, que como enviasen á
-deponer al Almirante de su estado, quitándole la gobernacion, cosa,
-cierto, muy grande para quien tanto se le debia y les habia merecido,
-y con tan inmensos trabajos, querian muy bien mirallo, y hacíaseles
-de mal efectuallo; pero como llegaron las dos carabelas donde venian
-los procuradores de los alzados y del Almirante, aunque ya quedaba
-Francisco Roldan reducido y asosegado, vistas las quejas que dieron del
-Almirante y los daños pasados, y supieron cosas muchas que los unos
-y los otros relataban, y que convenia remediallas, determinaron, que
-el comendador Bobadilla prosiguiese su viaje; diéronle muy cumplidos
-despachos, y, entre ellos, muchas cartas y cédulas en blanco. Como
-por las cartas postreras del Almirante, que vinieron en los dos dichos
-navíos, supiese la Reina, de gloriosa memoria, que el Almirante habia
-dado á cada uno de los que allí venian un indio por esclavo, y que, si
-no se me ha olvidado, eran 300 hombres, hobo muy gran enojo, diciendo
-estas palabras: «¿qué poder tiene mio el Almirante para dar á nadie
-mis vasallos?» y otras semejantes; mandó luego apregonar en Granada
-y en Sevilla, donde ya estaba la corte, que todos los que hobiesen
-llevado indios á Castilla, que les hobiese dado el Almirante, los
-volviesen luego acá, so pena de muerte, en los primeros navíos, ó los
-enviasen; y mi padre, á quien el Almirante habia dado uno y lo habia
-llevado en el susodicho viaje de los dos navíos ó carabelas, que yo
-en Castilla tuve, y algunos dias anduvo conmigo, tornó á esta isla,
-con el mismo comendador Bobadilla, y lo trajo, y despues yo lo vide
-y traté acá. Yo no sé por qué más estos 300 indios quel Almirante
-habia dado por esclavos, mandó la Reina tornar con tanto enojo y
-rigor grande, y no otros muchos que el Almirante habia enviado, y
-el Adelantado, como arriba puede verse; no hallo otra razon, sino
-que los que hasta entónces se habian llevado, creia la Reina, por
-las informaciones erradas que el Almirante á los Reyes enviaba, que
-eran en buena guerra tomados, pero esta ceguedad del Almirante, y
-suponer la Reina que podia el Almirante hacelles guerra, procedia y
-siempre procedió de la del Consejo, y letrados que en él los Reyes
-tenian, la cual en ellos era intolerable y más que culpable, porque
-no les era lícito ellos ignorar el derecho y justicia destas gentes,
-que consistia en ser pueblos libres que tenian sus reinos y Reyes y
-señores, dominios y jurisdicciones, y que les pertenecian de derecho
-natural y de las gentes, y que no los perdian solamente por carecer
-de fe y no ser cristianos, ni los podian los reyes de Castilla dellos
-privar, solamente por habellos descubierto el Almirante, ni tampoco
-porque la Sede apostólica se los hobiese encomendado para convertillos,
-y que vivian en su paz en sus tierras y casas, sin ofensa de nadie,
-y, por consiguiente, que no debian, por guerra, ó daño, ó injuria,
-que fuera de sí mismos hobiesen otros hecho, algo á alguien. Y si por
-300 indios que dió el Almirante, injustamente, á los españoles que por
-entónces vinieron, por esclavos, la Reina, de buena memoria, tanto
-enojo recibió, y tan grave pena como la de muerte mandó poner, porque
-todos los tornasen, y áun quizá fué aqueste enojo, de indignarse más
-contra el Almirante, harta causa; ¿como sintiera, y como sufriera, y
-qué indignacion recibiera, y qué penas pusiera cuando llegara á su
-noticia que se hacian y se hicieron iniquísimamente, sobre más de seis
-cuentos de ánimas, esclavos? Pero pasemos adelante, porque la historia
-lo referirá, si á Dios place. Tornando al ristre la lanza, enviaron
-los Reyes con el dicho comendador Bobadilla cierta gente á sueldo,
-para que viniese acompañado, no supe el número cuanto; y, como dije,
-hízose á la vela con dos navíos ó carabelas, creo que, mediado ó en
-fin de Junio de 1500 años. Entre tanto andaba el Almirante, con toda
-solicitud, haciendo prender los nuevamente alzados, como arriba dije,
-y el Adelantado por su parte, y, los que podian prender, ahorcando, y
-para ahorcarlos, donde quiera que los hallase, traia un clérigo consigo
-para confesarlos; todo á fin de, teniendo en obediencia los cristianos,
-sojuzgar los indios y constreñilles á que pagasen el tributo á que los
-habia obligado, y el Francisco Roldan hobo por su rebelion quitado.
-Y el fin de los fines del Almirante no era otro, sino dar y enviar á
-los Reyes dinero, por servillos y contentallos, y recompensarles los
-gastos que hacian, para que tambien cerrasen las bocas sus adversarios.
-Y así, dijo él á los Reyes que este año de 500, que habia traido toda
-la gente desta isla Española, porque era, dice él, sin número, por
-virtud divinal, á que estuviese debajo de su real señorío y obediendía,
-en tanto grado, que se iba por toda ella, que es mayor, dice él, que
-toda España, sin temor alguno, un sólo cristiano, y mandaba al mayor
-Cacique que en ella habia, y era obedecido; y dice más, que en este
-año mismo de 500, tenia ordenado de juntar los pueblos de los indios
-en pueblos gruesos, y que se tornasen todos cristianos y sirviesen á
-Sus Altezas como los vasallos de Castilla, en manera que, sin agravio
-suyo, y sin premia desordenada, sino con muy mucha templanza, rentarian
-cada un año 60 cuentos; y que el año de 503, hobiesen los Reyes de
-renta, en oro, 120.000 pesos, y que hace juramento (y esta era su
-manera de jurar, «hago juramento»), que lo tenia esto por tan cierto,
-como tener 10.000 pesos. Más pensaba hacer en este año de 500; enviar
-á edificar una fortaleza en la tierra de Paria, por la pesquería de
-las perlas, de donde pudiese á Sus Altezas enviar cada un año una gran
-cantidad dellas, porque no se podia decir el número y peso y valor que
-tenian, y que cuando las descubrió, sino fuera por los bastimentos que
-se le dañaban, tenia por cierto que enviara una pipa, dellas llena; y
-entónces, á mi parecer, no fuera mucho enviar grande número dellas.
-Todo lo susodicho, y otras muchas cosas, dice el Almirante que habia
-de hacer aqueste año de 500, sino que, cuando urdia, cortóle Dios la
-urdiente de la tela que disponia tejer.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLXXVIII.
-
-
-Estando el Almirante en estos pensamientos, y en la Vega, ó la
-Concepcion de la Vega, que era la fortaleza, ó en el Guaricano, que
-estaba media legua, el llano abajo, donde habia algunas casas hechas
-en que moraban algunos cristianos, y donde fué primero el asiento de
-la villa que llamaron de la Concepcion, y el Adelantado en Xaraguá
-con Francisco Roldan, prendiendo á los que podian haber de los que
-se conjuraron con D. Hernando para matar á Francisco Roldan, y D.
-Diego, hermano del Almirante y Adelantado, en esta ciudad, ó villa
-que entónces era, de Sancto Domingo, recogiendo los que prendian y
-enviaban acá, y ahorcando, domingo que se contaron 23 de Agosto del
-mismo año de 500, á la hora de las siete ó de las ocho de la mañana,
-asomaron los dos navíos ó carabelas, que se llamaban, la una, la
-_Gorda_, y la otra, el _Antigua_, donde venia el comendador Bobadilla;
-y andando barloventeando de una parte á otra, porque no podian entrar
-en el puerto á aquella hora, porque es el viento terral, ó de la
-tierra, hasta las diez ó las once, que torna de la mar, mandó luego
-D. Diego que fuese una canoa; y en ella tres cristianos: un Cristóbal
-Rodriguez, que tenia por sobrenombre, la Lengua, porque fué el primero
-que supo la lengua de los indios desta isla, y era marinero, el cual
-habia estado ciertos años, de industria, entre los indios, sin hablar
-con cristiano alguno, por la aprender, y los otros se llamaban Juan
-Arraez y Nicolás de Gaeta, y los indios que fueron menester para remar,
-y fuesen á los navíos ó carabelas, que andaban obra de una legua de
-tierra, y supiesen quién venia en ellas, y si venia el hijo mayor del
-Almirante, D. Diego; porque, como arriba dijimos, el Almirante, por
-sus cartas, envió á suplicar á los Reyes que se lo enviasen, porque
-él se hallaba cansado, y para que le ayudase á servirles, pues le
-habia en sus oficios de suceder. Llegaron, pues, en su canoa, los
-tres, y preguntando quién venia en las carabelas, y si venia D. Diego,
-asomóse el comendador Bobadilla, que venia en la carabela _Gorda_, y
-dijo que él venia enviado por los Reyes, por Pesquisidor sobre los que
-andaban alzados en esta isla; el Maestre de la carabela _Gorda_, que
-se llamaba Andrés Martin de la Gorda, preguntóles por nuevas de la
-tierra, respondieron que aquella semana habian ahorcado siete hombres
-españoles, y que en la fortaleza de aquí estaban presos otros cinco
-para los ahorcar, y estos eran D. Hernando de Guevara y Pedro Riquelme,
-y otros tres, que todos eran de los levantados. El comendador Bobadilla
-preguntó á los de la canoa si estaba aquí el Almirante, y sus hermanos;
-dijeron que no, sino sólo D. Diego, y el Almirante habia ido á la Vega
-ó Concepcion, y el Adelantado á la provincia de Xaraguá tras los que
-andaban alzados, para prendellos, y con propósito de, donde quiera
-que hallasen á cada uno, ahorcallo, para lo cual llevaban un clérigo
-que los confesase. Cristóbal de la Lengua preguntó al Pesquisidor,
-como se llamaba y quién diria que era; respondió que tenia por nombre
-Francisco de Bobadilla, y así, se tornó la canoa á dar nuevas á D.
-Diego y á los que las esperaban. Todos los que aquí estaban, ó los
-más dellos, como se suele decir, de los pobres, que siempre desean
-novedades, porque silogizan que no les puede venir cosa nueva que sea
-peor que la pobreza que tienen á cuestas, y siempre se prometen con lo
-nuevo mejoría, estaban muy ávidos y solícitos de que volviese la canoa
-por saber las nuevas, porque pocos eran los que no estaban entónces
-por esta isla descontentos, y muchos, por fuerza más que por voluntad,
-detenidos. Sabido que venia Pesquisidor, los que sabian que cognoscian
-en sí culpas, no les faltó temor y tristeza; los que se tenian por
-agraviados del Almirante y sus hermanos, y todos los involuntarios,
-mayormente los que ganaban sueldo del Rey, porque no se les pagaba,
-y padecian gran necesidad de comida y vestidos y cosas necesarias
-de Castilla, reventábales el alegría, y así andaba toda la gente á
-cada paso haciendo corrillos. Desde á tres ó cuatro horas, que cesó,
-como es ordinaria cosa, el viento terral, y tornó el embate que llama
-virazon ó marero, entraron las carabelas en este rio y puerto, y luego
-parecieron dos horcas, la una desta parte del rio, donde agora está
-edificada esta ciudad, que es de la parte del Occidente, y la otra de
-la otra banda, donde entónces estaba la villa, en las cuales estaban
-dos hombres cristianos ahorcados, frescos de pocos dias; iban y venian
-gentes á los de los navíos, hacian sus comedimientos y reverencia al
-pesquisidor Bobadilla, preguntaban y respondian, pero todos siempre con
-recatamiento, hasta ver qué mundo sucedia. No quiso salir el Comendador
-aquel dia, hasta otro dia, lúnes, 24 de Agosto, que mandó salir toda
-la gente que consigo traia, y con ellos fuese á la iglesia á oir misa,
-donde halló á D. Diego, hermano del Almirante, y á Rodrigo Perez, que
-era Teniente ó Alcalde mayor por el Almirante, y otros muchos desta
-isla; y acabada la misa, salidos á la puerta de la iglesia, estando
-presente D. Diego y Rodrigo Perez, y mucha gente de la isla, y la que
-el Comendador traia, mandó leer el Comendador al Escribano del Rey, que
-consigo trujo, que se llamaba Gomez de Rivera, una Patente firmada de
-los Reyes, y sellada con su real sello, del tenor siguiente:
-
-«D. Hernando y Doña Isabel, por la gracia de Dios, Rey y Reina de
-Castilla y Leon, etc.: A vos, el comendador Francisco Bobadilla, salud
-y gracia: Sepades, que D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante del mar
-Océano de las islas y tierra firme de las Indias, nos envió á hacer
-relacion, diciendo, que estando él absente de las dichas islas en
-nuestra corte, diz que, algunas personas de las que estaban en ellas
-y un Alcalde con ellas, se levantaron en las dichas islas contra el
-dicho Almirante y las Justicias que en nuestro nombre tiene puestas en
-ellas, y que no embargante que fueron requeridas las tales personas y
-el dicho Alcalde, que no hiciesen el dicho levantamiento y escándalo,
-diz que, no lo quisieron dejar de hacer, ántes se estuvieron y están
-en la dicha rebelion, y andan por las dichas islas robando y haciendo
-otros males, y daños y fuerzas en deservicio de Dios, Nuestro Señor, y
-nuestro; lo cual, por Nos visto, porque fué y es cosa de mal ejemplo
-y digno de punicion y castigo, y á Nos como Rey y Reina y señores en
-ello pertenece proveer y remediar, mandamos dar esta nuestra Carta
-para vos en la dicha razon, por la cual, vos mandamos que luego vades
-á las dichas islas y tierra firme de las Indias, y hagais vuestra
-informacion, y, por cuantas partes y maneras mejor y más cumplidamente
-lo pudiéredes saber, vos informeis y sepais la verdad de todo lo
-susodicho, quién y cuales personas fueron las que se levantaron contra
-el dicho Almirante y nuestras justicias, y por qué causa y razon, y
-qué robos, y males y daños han hecho, y de todo lo otro que cerca
-desto vos viéredes ser menester saber para ser mejor informado, y, la
-informacion habida y la verdad sabida, á los que por ella halláredes
-culpantes, prendedles los cuerpos y secrestadles los bienes, y así
-presos, procedades contra ellos y contra los absentes, á las mayores
-penas civiles y criminales que halláredes por derecho. Y mandamos
-á las personas, de quien cerca de lo susodicho entendiéredes ser
-informado, que vengan y parezcan ante vos á vuestros llamamientos y
-emplazamientos, y digan sus dichos y deposiciones á los plazos y so
-las penas que vos de nuestra parte les pusiéredes, las cuales Nos, por
-la presente, les ponemos y habemos por puestas; para lo cual, todo
-que dicho es, y para cada una cosa y parte dello, vos damos nuestro
-poder complido por esta nuestra Carta con todas sus incidencias, etc.;
-y si para hacer, y cumplir y ejecutar todo lo susodicho, menester
-hobiéredes favor y ayuda, por esta nuestra Carta mandamos al dicho
-nuestro Almirante y á los Concejos, Justicias, Regidores, Caballeros,
-Escuderos, Oficiales y homes buenos de las dichas islas y tierra firme,
-que vos lo den y hagan dar, y que en ello, ni en parte dello, embargo
-ni contrario alguno vos no pongan, ni consientan poner, y vos ni los
-otros, no fagades ni fagan ende al por alguna manera, so pena de la
-nuestra pena y de la nuestra merced, y de 10.000 maravedís para la
-nuestra Cámara, etc. Dada en la noble villa de Madrid, á 21 dias del
-mes de Marzo año del nascimiento de Nuestro Señor Jesucristo de 1499
-años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Yo Miguel Perez de Almazán, Secretario
-del Rey y de la Reina, nuestros señores, la hice escribir por su
-mandado.—Registrada.—Gomez Xuarez, Chanciller.»
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLXXIX.
-
-
-Notificada la dicha Carta patente real, dijo luego el comendador
-Bobadilla, como Pesquisidor, que, pues allí no estaba el Almirante, que
-requeria al dicho D. Diego, su hermano, y al Alcalde y Alcaldes, en
-nombre de los Reyes, que por cuanto habia sabido que en la fortaleza
-de aquella villa de Sancto Domingo estaban presos, para ahorcar, D.
-Hernando de Guevara y Pedro de Riquelme y otros tres, que se los
-diesen y entregasen luego, con los procesos que contra ellos estaban
-hechos, y pareciesen las partes que los acusaban, y por cuyo mandado
-estaban presos, porque Sus Altezas lo enviaban acá á sólo esto para
-los redimir; porque, vistos los dichos procesos y causas de cada
-uno, él, como Pesquisidor, en nombre de Sus Altezas, queria tomar el
-cognoscimiento de las causas y estaba presto de hacer todo cumplimiento
-de justicia. Respondieron D. Diego y Rodrigo Perez, quel Almirante
-tenia de Sus Altezas otras Cartas, y poderes mayores y más fuertes que
-podian mostrar, y que allí no habia Alcalde alguno, y que D. Diego no
-tenia poder del Almirante para hacer cosa alguna, y que pedian que les
-diese traslado de la Carta de Sus Altezas para la enviar al Almirante,
-á quien todo aquello competia. Respondió el Comendador, que pues no
-tenian poder para ninguna cosa, que no era menester darles traslado,
-y que se lo denegaba; y como vido el Comendador que el nombre y uso
-de Pesquisidor parecia que no tenia mucha eficacia, quiso darles á
-entender á todos el nombre y obra de Gobernador, para que cognosciesen
-que ya el Almirante allí no tenia nada en la jurisdiccion, y que sólo
-él habia de tener la gobernacion, y les podia en todo mandar y vedar,
-no solamente á ellos, pero tambien al Almirante, como á su súbdito,
-para lo cual, otro dia, mártes, 25 del mismo mes de Agosto, acabada la
-misa, saliéndose á la puerta de la iglesia, estando presentes D. Diego
-y Rodrigo Perez, y todos los demas, porque en estos dias era grande la
-devocion que todos tenian de oir y ver novedades, y por eso ninguno ó
-pocos faltaban á la misa, sacó el Comendador otra Patente ó provision
-Real, y mandóla leer y notificar en presencia de todos, la cual decia
-así:
-
-«D. Hernando y Doña Isabel, por la gracia de Dios, etc.: A vos, los
-Concejos, Justicias, Regidores, Caballeros y Escuderos, Oficiales y
-homes buenos de todas las islas y tierra firme de las Indias, y á
-cada uno de vos, salud y gracia: Sepades que Nos, entendiendo ser
-así complidero al servicio de Dios y nuestro, y á la ejecucion de
-la nuestra justicia y á la paz y sosiego y buena gobernacion desas
-dichas islas y tierra firme, nuestra merced y voluntad es, que el
-comendador Francisco de Bobadilla tenga, por Nos, la gobernacion y
-oficio del Juzgado desas dichas islas y tierra firme, por todo el
-tiempo que nuestra merced y voluntad fuere, con los oficios de justicia
-y jurisdiccion civil y criminal, Alcaldias y alguacilazgos dellas, por
-que vos mandamos á todos y á cada uno de vos, que luego, vista esta
-nuestra Carta, sin otra alegacion ni tardanza ni jusion, recíbades
-del dicho Comendador el juramento y solemnidad que en tal caso se
-acostumbra hacer, el cual por él hecho, le rescibais por nuestro Juez
-Gobernador desas dichas islas y tierra firme, y lo dejeis y consintais
-libremente usar y ejercer el dicho oficio de Gobernador, y cumplir y
-ejecutar la nuestra justicia en esas dichas islas y tierra firme, y en
-cada una dellas, por sí y por sus Oficiales y Lugares tenientes, que
-es nuestra merced que los dichos oficios de Alcaldias y alguacilazgos,
-y otros oficios á la dicha gobernacion anejos, pueda poner, los cuales
-pueda quitar y remover, cada y cuando viere que al nuestro servicio
-y á la ejecucion de la nuestra justicia cumpla, y poner y subrogar
-otros en su lugar, y oir y librar y determinar, y oigan y libren y
-determinen todos los pleitos y causas, así civiles como criminales,
-que en las dichas islas y tierra firme están pendientes, comenzados y
-movidos, y se movieren y comenzaren de aquí adelante cuando por Nos el
-dicho oficio trujere, y haber y llevar los salarios acostumbrados y
-á los dichos oficios justamente pertenecientes, y se hagan cualquier
-pesquisas en los casos de derecho, permisos y todas las otras cosas
-al dicho oficio pertenecientes, y que entienda él, ó quien su poder
-hobiere, que á nuestro servicio y á la ejecucion de nuestra justicia
-cumpla; y para usar y ejercer el dicho oficio, y cumplir y ejecutar
-la nuestra justicia, todos vos conformedes con él, y, con vuestras
-personas y gentes, le dedes y fagades dar todo el favor y ayuda que vos
-pidiere y menester hobiere, y que en ello, ni en parte dello, embargo
-ni contrario alguno le non pongades ni consintades poner, ca Nos, por
-la presente, le rescibimos y habemos por rescibido al dicho oficio
-y al uso y ejercicio dél, y le damos poder cumplido para lo usar y
-ejercer y cumplir, y ejecutar la nuestra justicia en las dichas islas
-y tierra firme, y en cada una dellas, caso que por vosotros, ó por
-alguno de vos, no sea rescibido. Y, por esta nuestra Carta, mandamos
-á cualesquier persona ó personas que tienen las varas de nuestra
-justicia y de los oficios de Alcaldias y alguacilazgos de todas las
-dichas islas y tierra firme, y de cada una dellas, que luego que por
-el dicho comendador, Francisco de Bobadilla, fueren requeridos, se las
-entreguen y no usen más dellas sin nuestra licencia y especial mandado,
-so las penas en que caen é incurren las personas privadas que usan de
-oficios públicos para que no tienen poder ni facultad, ca Nos por la
-presente los suspendemos y habemos por suspensos. Y otrosi es nuestra
-merced, que si el dicho comendador Francisco de Bobadilla entendiere
-ser cumplidero á nuestro oficio y á la ejecucion de nuestra justicia,
-que cualesquier caballeros y otras personas de los que agora están y
-de aquí adelante en las dichas islas y tierra firme, salgan dellas
-y que no entren ni estén en ellas, y que se vengan y presenten ante
-Nos, que lo él pueda mandar de nuestra parte y los haga dellas salir;
-á los cuales, y á quien lo él mandáre, Nos por la presente mandamos,
-que luego, sin sobre ello nos requerir ni consultar, ni esperar
-otra nuestra Carta ni mandamiento, y sin interponer dello apelacion
-ni suplicacion, lo pongan en obra, segun que lo él dijere y mandáre,
-so las penas que les pusiere de nuestra parte, las cuales, Nos, por
-la presente, les ponemos y habemos por puestas, y le damos poder y
-facultad para las ejecutar en los que remisos é inobedientes fueren, y
-en sus bienes. Para lo cual todo, que dicho es, y para cada una cosa
-y parte dello, y para usar y ejercer el dicho oficio, y cumplir y
-ejecutar la nuestra justicia en esas dichas islas y tierra firme, y en
-cada una dellas, le damos, por esta nuestra Carta, poder cumplido, con
-todas sus incidencias y dependencias, anexidades y conexidades, etc.
-Dada en la noble villa de Madrid, á 21 dias del mes de Mayo, año del
-nascimiento de Nuestro Señor Jesucristo de 1499 años.—Yo el Rey.—Yo
-la Reina.—Yo Miguel Perez de Almazán, Secretario, etc.»
-
-Despues de leida la susopuesta Carta, juró en forma de derecho, y
-hizo la solemnidad que se requeria, el Comendador, como los Reyes lo
-mandaban; y luego requirió al don Diego y á Rodrigo Perez, teniente
-del Almirante, y á la otra gente que allí estaba, que la obedeciesen y
-cumpliesen, y que, en cumplimiento della, el dicho D. Diego y Rodrigo
-Perez le diesen y entregasen los presos que tenian para ahorcar, en la
-fortaleza, con los procesos que contra ellos habia. Respondieron D.
-Diego y Rodrigo Perez, que la obedecian como á Carta de sus Reyes y
-señores, y, cuanto al cumplimiento, que decian lo que dicho tenian á
-la primera, que ellos no tenian poder del Almirante para cosa ninguna,
-y que otras Cartas y poderes tenia el Almirante más firmes y fuertes
-que aquella. Y porque parecia que la gente ponia duda en todas las
-provisiones y requerimientos dichos, para provocalla y atraella más á
-sí, y quitalle el temor que sospechaba que tenian del Almirante y de
-sus hermanos, y porque lo que más ansiaban, por entónces, era que se
-les pagase lo que se les debia del sueldo, y pagárselo era para ellos
-alegrísima nueva, y que les podia mover á negar al Almirante, aunque
-mucho le quisiesen, mandó leer en presencia de todos las Provision y
-Cédula que se siguen:
-
-«D. Fernando y Doña Isabel, por la gracia de Dios, etc.: A vos, D.
-Cristobal Colon, nuestro Almirante del mar Océano, de todas las
-islas y tierra firme de las Indias, y á vos, los hermanos del dicho
-Almirante, que estais en ellas, y á otras cualesquier personas en cuyo
-poder están las fortalezas, y casas, y navíos, y armas, y pertrechos,
-y mantenimientos, y caballos, y ganados, y otras cualesquier cosas
-nuestras, que Nos tenemos en las dichas islas y tierra firme, y á
-cada uno de vos, salud y gracia: Sepades que Nos enviamos por nuestro
-Gobernador desas islas y tierra firme, al comendador Francisco de
-Bobadilla, y es nuestra merced y voluntad, que el tiempo que él tuviere
-por Nos el dicho oficio, tenga por Nos y en nuestro nombre las dichas
-fortalezas, y casas y navíos, y las otras cosas susodichas, por que vos
-mandamos á todos y á cada uno de vos, que luego que con esta nuestra
-Carta fuéredes requeridos, que, sin otra excusa ni dilacion alguna,
-dedes y entreguedes y fagades dar y entregar las dichas fortalezas, y
-casas, y navíos, y armas, y pertrechos, y mantenimientos, y caballos,
-y ganados, y otras cualesquier cosas nuestras que Nos tenemos en
-las dichas islas y están en vuestro poder, al dicho Comendador ó á
-las personas ó persona que su poder tuvieren para las rescibir, y
-lo apodereis en lo alto y bajo, y fuerte de las dichas fortalezas,
-y casas, y navíos, y en todo lo otro susodicho, á toda su voluntad;
-lo cual, todo, mandamos al dicho Comendador que tome y resciba por
-inventario, y ante Escribano público, y no acuda con ello ni con cosa
-alguna, ni parte dello á persona alguna sin nuestra licencia especial:
-lo cual todo vos mandamos que hagades y cumplades, no embargante que
-en la dicha entrega de las dichas fortalezas no intervenga portero
-cognoscido de nuestra Casa, ni las otras solemnidades ni cosas que
-en tal caso se requieren. Y haciéndolo y cumpliéndolo así, Nos, por
-la presente, vos alzamos cualquier pleito homenaje, y seguridad, y
-solemnidad que á Nos ó á otra cualquier persona tengais fecho, y
-vos damos por libres y quitos de todo ello, á vosotros y á vuestros
-descendientes, y á vuestros bienes, y á los suyos, para agora y para
-siempre jamás; lo cual, todo, vos mandamos que fagades, so pena de caer
-en mal caso, y en las otras penas y casos en que caen y incurren los
-que no entregan fortalezas y otras casas, siéndoles demandadas por su
-Rey y Reina, y señores naturales, y los unos y los otros no fagades ni
-fagan ende al, por alguna manera, so pena de la nuestra merced, y de
-10.000 maravedís para la nuestra Cámara, etc. Dada en la noble villa
-de Madrid, á 21 dias del mes de Mayo, año del nascimiento de Nuestro
-Salvador, Jesucristo, de 1499 años.—Yo el Rey.—Yo la Reina, etc.»
-
-«Comendador Francisco de Bobadilla: Por que de la gente que ha estado
-y está en las islas y tierra firme de las Indias, á donde vais por
-nuestro mandado, ha estado y está alguna á nuestro sueldo, y la otra
-está á cargo de pagar del Almirante, segun lo que con él se asentó por
-nuestro mandado, y nuestra merced es que la que fuere á nuestro cargo,
-hasta agora, y la que agora llevais á nuestro sueldo, se pague de lo
-que se ha cogido y cobrado, y se cogiere y cobrare en las dichas islas
-de aquí adelante, y pertenece y perteneciere á Nos; vos mandamos que
-averigüeis la gente que ha estado á nuestro sueldo hasta aquí, y lo que
-le fuere debido de su sueldo, y, así averiguado, lo pagueis, con la
-gente que agora llevais, de lo que se ha cogido para Nos en las dichas
-islas, y cogiéredes y cobráredes de aquí adelante; y la que halláredes
-que es á cargo de pagar del dicho Almirante la pague él, por manera
-que la dicha gente cobre lo que le fuere debido, y no tenga razon de
-quejarse, para lo cual, si necesario es, vos damos poder cumplido por
-esta nuestra Cédula, y no fagades ende al. De Sevilla, á 30 dias de
-Mayo, de 500 años.—Yo el Rey.—Yo la Reina, etc.»
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLXXX.
-
-
-Leidas esta Carta y Cédula reales, mucho gozo rescibieron los que
-llevaban sueldo del Rey, porque esperaban ser pagados, y se ofrecieron
-á todo lo que el Comendador mandase de parte de Sus Altezas, porque
-no pudiera por entónces venirles otra mejor nueva. Tornó de nuevo una
-y más veces el Comendador á requerir á D. Diego y á Rodrigo Perez,
-teniente del Almirante, y á otros Alcaldes, si alguno más habia,
-que le diesen los presos y los procesos, y que él queria determinar
-su justicia como los Reyes le mandaban, donde no que protestaba de
-sacallos por fuerza; á todo y todas las veces respondia D. Diego y
-Rodrigo Perez, que obedecian las provisiones y Cédula de Sus Altezas,
-pero que, cuanto al cumplimiento, no tenian poder para los dar,
-por estar presos por el Almirante, y que el Almirante tenia otras
-mejores y más firmes Cartas y poderes que él traia, etc. De aquí
-fué á la fortaleza, y mandó que las provisiones se notificasen al
-Alcaide, que era Miguel Diaz, el cual se paró entre las almenas, y
-oida, y recognoscidas las firmas y sello de los Reyes, desde arriba,
-y requerido que diese los presos y la fortaleza, como los Reyes lo
-mandaban, respondió que le diesen traslado dellas: dijo el Comendador,
-que no era tiempo, ni sufria dilacion para dalle traslado, porque
-aquellos presos estaban en peligro de ser ahorcados, porque, segun
-habia sabido, el Almirante habia mandado que los ahorcasen, por tanto
-que luego los diese y entregase, sino que él haria lo que debia hacer
-hasta sacallos, por lo cual le protestaba que, si daños ó muertes
-se siguiesen, fuese á su culpa, etc. Responde el Alcaide, que pedia
-plazo y traslado para responder á dicha Carta, por cuanto él tenia la
-dicha fortaleza por el Rey, por mandado del Almirante, su señor, el
-cual habia ganado estas tierras y isla, y que viniendo él, él haria
-todo lo que le mandase. Despues que vido que no tenia remedio que le
-diesen los presos por los requerimientos y protestaciones y diligencias
-hechas, juntó toda la gente que de Castilla traia á sueldo del Rey, é
-los marineros de las carabelas, y requirióles y mandóles, y á todas
-las otras personas que en la villa estaban, que fuesen con él con sus
-armas, y le diesen todo el favor y ayuda, y guardasen su persona, para
-entrar la fortaleza sin hacer daño en ella ni en persona alguna, si
-no le fuese defendida la entrada. Luego, toda la gente, dijeron que
-allí estaban prestos y aparejados para hacer todo lo que de parte de
-los Reyes les mandase, con toda buena voluntad; y así, aquel mártes,
-á hora de vísperas, fué con toda la gente á la fortaleza, y mandó
-y requirió al Alcaide que le abriese las puertas. Paróse entre las
-almenas el Alcaide, y con él, Diego de Alvarado, con las espadas
-sacadas, y dijo el Alcaide que respondia lo que tenia dicho y en
-ello se retificaba; y como la fortaleza no tenia tanta costilla como
-Salsas, por ser hecha contra gente desnuda y sin armas, desventurada,
-llegó el Comendador y la gente, y, con el gran ímpetu que dieron á la
-puerta principal, quebraron luego el cerrojo y cerradura que tenia por
-de dentro; puestas escalas tambien por otras partes para entrar por
-las ventanas, pero no fueron necesarias porque la puerta dió libre,
-luego, la entrada. El Alcaide y Diego de Alvarado, que estaban dentro,
-y que se mostraron á las almenas con las espadas sacadas, ninguna
-resistencia hicieron. El Comendador, luego entrando, preguntó á dónde
-los presos estaban, y hallólos en una cámara, con sus grillos á los
-piés; subióse á lo alto de la fortaleza, é hízolos subir allá, donde
-les hizo algunas preguntas; despues los entregó con los grillos al
-alguacil, Juan de Espinosa, mandándole que los tuviese á buen recaudo.
-Cuando el Almirante supo la venida de Bobadilla, y lo que comenzó hacer
-en Sancto Domingo y las provisiones que mostraba, y haber tomado la
-fortaleza y lo demas, porque luego le avisaba de todo su hermano D.
-Diego, no podia creer que los Reyes tales cosas hobiesen proveido, por
-las cuales, así totalmente lo quisieron deshacer sin haber de nuevo
-en cosa ofendido, ántes obligádolos con nuevos trabajos y servicios
-con el descubrimiento de la tierra firme, y perlas de Paria, y otras
-islas, y sospechó no fuese algun fingimiento del Bobadilla, como fué
-el de Hojeda, que, para revolver la gente contra el Almirante, fingia
-que traia poderes de los Reyes para gobernar con él y constreñille á
-que pagase los sueldos á los que lo ganaban del Rey, como arriba en el
-cap. 169 pareció. Y, ciertamente, cosa fué aquesta de gran turbacion
-y sobresalto y amargura para el Almirante, y fuera para cualquiera
-otra persona, por prudente que fuera, que habiendo servido de nuevo
-tanto, y no delinquido hasta entónces de nuevo más de lo que Juan
-Aguado habia á los Reyes notificado, el cual llevó cuanto llevar
-pudo, de quejas y de los agravios que hasta entónces decian que habia
-hecho á los cristianos, horribilísima y dolorosísima cosa era verse
-así, sin ser oido ni vencido, de todo su estado, absolutamente, por
-los Reyes tan católicos, á quien tanto tenia obligados, desposeido y
-despojado; pero como arriba en algunos capítulos se ha dicho, hacello
-los Reyes no fué en su mano, ántes para bien del mismo Almirante,
-divinal y misericordiosamente ordenado. Y por la sospecha que hobo, de
-no fuese, por ventura, otra invencion como la de Hojeda, dijeron que
-habia mandado apercibir á los Caciques y señores indios, que tuviesen
-apercibida gente de guerra para cuando él los llamase; porque de los
-cristianos, cuanto á la mayor parte, poco confiaba, como anduviese
-tras muchos á caza que andaban levantados, y cada dia temia que se le
-habian de levantar más, siendo tambien tan fresco el levantamiento de
-Francisco Roldan que tanto habia durado. Finalmente acordó de acercarse
-á Sancto Domingo, para lo cual se vino al Bonao, 10 leguas más cerca
-de la Vega donde estaba, donde estaban algunos cristianos como
-avecindados, que tenian por allí labranzas que tomaban á los indios, y
-otras que les forzaban á hacérselas aunque les pesase, y comenzaba ya á
-llamarse la villa del Bonao. El comendador Bobadilla, que ya era y lo
-llamaban á boca llena, Gobernador, despachó un Alcalde con vara, con
-sus poderes y los traslados de las provisiones, la tierra adentro, para
-que las notificase al Almirante y á los que por allá hallase, el cual
-lo tomó ya venido al Bonao: no le escribió carta ninguna notificándole
-su venida. El Almirante le escribió diciéndole que fuese bien venido,
-y nunca hobo respuesta dél, lo cual fué grande descomedimiento y señal
-de traer contra el Almirante propósito muy malo; y lo peor que es, que
-escribió á Francisco Roldan, que estaba en Xaraguá, y á otros quizá
-de los alzados, de lo que mucho el Almirante se quejaba. Notificadas
-las provisiones reales, dijeron que respondió el Almirante, que él era
-Visorey y Gobernador general, y que las provisiones y poderes que el
-Comendador traia no eran sino para lo que tocaba á la administracion de
-la justicia, y por tanto requirió al mismo Alcalde que el Comendador
-enviaba, y á la otra gente del Bonao, que se juntasen con él y á él
-obedeciesen en lo universal, y al Comendador en lo que le perteneciese
-como á Juez y administrador de justicia, y que todo lo que respondió
-fué por escrito. Desde á pocos dias llegaron, un religioso de San
-Francisco, que se llamaba fray Juan de Trasierra, y Juan Velazquez,
-Tesorero de los Reyes, con quien el Comendador le envió una carta de
-los Reyes que decia lo siguiente:
-
-«D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante del mar Océano: Nos habemos
-mandado al comendador Francisco de Bobadilla, llevador de esta, que vos
-hable de nuestra parte algunas cosas que él dirá; rogamos os que le
-deis fe y creencia, y aquello pongais en obra. De Madrid á 26 de Mayo
-de 99 años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Y por su mandado, Miguel Perez
-de Almazán.»
-
-Rescibida esta carta y platicadas muchas cosas entre él y el religioso
-y el Tesorero, que fueron los mensajeros, determinó de venirse con
-ellos á Sancto Domingo; entretanto, el Comendador hizo gran pesquisa
-y examinacion de testigos, sobre la hacienda que era del Rey, y quién
-la tenia en cargo, y lo que era del Almirante, al cual tomó las arcas
-y toda la hacienda que tenia de oro, y plata, y joyas, y aderezos
-de su casa, y áun se aposentó en su misma casa y se apoderó en ella
-y en todo lo que del Almirante era. Tomóle ciertas piedras doradas,
-que eran como madres de oro, que por tiempo se convirtieran en oro,
-todas, como hemos visto muchas dellas que, partiéndose por medio, está
-el oro entreverado, en unas partes más oro que piedra, y en otras
-más piedra que oro, por manera que á la clara parece que toda la tal
-piedra se va convirtiendo en oro; tomóle tambien las yeguas y caballos
-y todo lo que más halló ser suyo, con todos los libros y escrituras
-públicas y secretas que tenia en sus arcas, lo que más dolor le dió
-que todo, y nunca le quiso dar una ni ninguna. Esto dijo que tomaba
-para pagar el sueldo á los que se les debia, que pagarlo era á cargo
-del Almirante, por las cláusulas que venian en los poderes que arriba
-quedan recitados. En estos dias, toda la gente española que habia
-en la Vega y en el Bonao, y en otras partes comarcanas, cuanto más
-podia, se descolgaba hácia Sancto Domingo á ver al Gobernador nuevo
-y gozar de las novedades. Para atraer á toda la gente á sí, mandó
-apregonar franqueza del oro, conviene á saber, que todos los que
-quisiesen ir á cogerlo no pagasen al Rey más de la undécima parte por
-veinte años, pero caro le costó, como en el siguiente libro se verá;
-la misma franqueza concedió de los diezmos que entónces se pagaban al
-Rey. Item, apregonó que venia á pagar los sueldos que se les debia
-por el Rey, y constreñir que pagase el Almirante los que eran á su
-cargo; con estas nuevas negaban y renegaban de sus padres. Vido buen
-aparejo el Comendador, como todos los más estuviesen descontentos y
-muy indignados del Almirante y de sus hermanos, y lo viesen ya caido
-de la Gobernacion y de su estado, y fuesen al Gobernador con quejas y
-acusaciones, y representasen sus agravios; hizo de su oficio pesquisa
-secreta contra él y ellos, para la cual halló á todos voluntarios y
-bien aparejados. Y porque, como dice Boecio, lo primero que desmampara
-á los infelices es la buena estimacion, y sucede el menosprecio y
-corrimiento y disfavores, comenzando á tomar testigos, las piedras
-se levantaban contra sus hermanos y él: _Quo fit ut existimatio
-bona prima omnium deserat infelices. Qui nunc populi rumores, quam
-dissonæ, multiplicesque sententiæ, piget reminisci. Hoc tantum
-dixerim, ultimam esse adversæ fortunæ sarcinam, quod dum miseris
-aliquod crímen affingitur, quæ perferunt, meruisse creduntur._ Boecio,
-cuarta prosa del libro I; la cual sentencia hace harto al propósito
-de la infelicidad y desdicha del Almirante, que, desque se comenzó la
-pesquisa, no sólo secretamente pero pública, era acusado y vituperado,
-y se decian y clamaban sus defectos, afirmando que de todo mal y pena
-era dignísimo. Acusáronlo de malos y crueles tratamientos que habia
-hecho á los cristianos en la Isabela, cuando allí pobló, haciendo por
-fuerza trabajar los hombres sin dalles de comer, enfermos y flacos, en
-hacer la fortaleza y casa suya, y molinos, y aceña, y otros edificios,
-y en la fortaleza de la Vega, que fué la de la Concepcion, y en
-otras partes, por lo cual murió mucha gente de hambre, y flaqueza,
-y enfermedades, de no darles los bastimentos segun las necesidades
-que cada uno padecia; que mandaba azotar y afrentar muchos hombres
-por cosas livianísimas, como porque hurtaban un celemin de trigo,
-muriendo de hambre, ó porque iban á buscar de comer. Item, porque se
-iban algunos á buscar de comer, á donde andaban algunas Capitanías
-de cristianos, habiéndole pedido licencia para ello, y él negándola,
-y no pudiendo sufrir la hambre, que los mandaba ahorcar; que fueron
-muchos los que ahorcó por ésto, y por otras causas, injustamente. Que
-no consentia que se baptizasen los indios que querian los clérigos
-y frailes baptizar, porque queria más esclavos que cristianos; pero
-esto podia impedir justamente, si los querian baptizar sin doctrina,
-porque era gran sacrilegio dar el baptismo á quien no sabia lo que
-rescibia. Acusáronle que hacia guerra á los indios, ó que era causa
-della injustamente, y que hacia muchos esclavos para enviar á Castilla.
-Item, acusáronle que no queria dar licencia para sacar oro, por
-encobrir las riquezas desta isla y de las Indias, por alzarse con ellas
-con favor de algun otro Rey cristiano. La falsedad desta acusacion
-está bien clara, por muchas razones arriba dichas, y algunas veces
-referidas, donde parece que ántes moria y trabajaba por enviar á los
-Reyes nuevas de minas ricas, y por envialles oro para suplir los gastos
-que hacian; y esto tenia por principal interés y provecho suyo, porque
-via que todos los que lo desfavorecian para con los Reyes no alegaban
-otra causa sino que gastaban y que no recibian utilidad ninguna, y
-así, estaba infamada y caida toda la estimacion deste negocio de las
-Indias, de donde todo el mal y daño suyo procedia: y así, no parece
-tener color de verdad este delito que le imputaban. Acusáronle más, que
-habia mandado juntar muchos indios armados para resistir al Comendador
-y hacelle tornar á Castilla, y otras muchas culpas é injusticias y
-crueldades en los españoles cometidas, pero en la honestidad de su
-persona ninguno tocó, ni cosa contra ella dijo, porque ninguna cosa
-dello que decir habia; pero poca cuenta tenian los que le acusaban de
-hacer mencion de las que habian ellos cometido, y él en mandallo, en
-las guerras injustas y malos y asperísimos tratamientos en los tristes
-indios. Y esta fué insensibilidad y bestialidad general de todos los
-jueces que han venido y tenido cargo de tomar cuenta y residencia á
-otros jueces en estas Indias, que nunca ponian por cargos (sino de muy
-pocos años atras, hasta que fueron personas religiosas que clamaron
-en Castilla), muertes, ni opresiones, ni crueldades cometidas en
-los indios, sino los agravios de nonadas que unos españoles á otros
-se hacian, y otras cosas, que, por graves y gravísimas que fuesen,
-eran aire y accidentes livianísimos, comparadas á las más chicas que
-padecian los indios, las cuales, como sustanciales, asolaban como han
-asolado, todas estas Indias. Muchas destas y otras, tambien acusaron á
-sus hermanos; yo vide el proceso ó pesquisa y della muchos testigos,
-y los cognoscí muchos años, que dijeron las cosas susodichas. Dios
-sabe las que eran verdad, y con qué razon é intencion se tomaban y
-deponian, puesto que yo no dudo sino que el Almirante y sus hermanos
-no usaron de la modestia y discrecion, en el gobernar los españoles,
-que debieran, y que muchos defectos tuvieron, y rigores y escaseza en
-repartir los bastimentos á la gente, pues no los daban los Reyes sino
-para mantenimientos de todos, y que se distribuyeran segun el menester
-y necesidad de cada uno, por lo cual todo cobraron contra ellos, la
-gente española, tanta enemistad; pero como el Almirante y ellos, tan
-perniciosamente, cerca de la entrada en estas tierras y tratamientos
-destas gentes, cuyas eran, y que ni pudieron, ni supieron, ni tuvieron
-á quien se quejar, erraron, no podia ser ménos, por justo juicio
-divino, sino que tambien cerca de la gobernacion y tratamiento de los
-españoles errasen, para que, sabiendo y pudiendo y teniendo á quien
-quejarse, hobiese ocasion para cortar el hilo que el Almirante llevaba
-de disminuirlas, y con quitárselas de las manos con tanta pérdida,
-desconsuelo y deshonor suyo, por las culpas ya cometidas, se castigase,
-y porque, al fin, otros las habian de consumir, permitiéndolo así
-la divinísima justicia, por los secretos juicios que Dios se sabe,
-ménos parece ser ordenado divinalmente para utilidad dellas, que del
-Almirante.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLXXXI.
-
-
-El Comendador, sabiendo que el Almirante venia para Sancto Domingo,
-mandó prender á su hermano D. Diego, y, con unos grillos, échalo en una
-carabela de las que él habia traido, sin decille por qué ni para qué,
-ni dalle cargo ni esperar ni oir descargo; llegó el Almirante y vále á
-ver, y el rescibimiento que le hizo fué mandalle poner unos grillos,
-y metelle en la fortaleza, donde ni él lo vido ni le habló más, ni
-consintió que hombre jamás le hablase. Cosa pareció esta absurdísima,
-descomedida, y detestable juntamente, y miseranda y miserable, que
-una persona en tanta dignidad subida, como era Visorey y Gobernador
-perpétuo de todo este orbe, y por muy remerecido renombre Almirante del
-mar Océano, y que, con tantos trabajos, peligros y sudores, aquellos
-títulos, por singular privilegio de Dios escogido, habia ganado, y
-con mostrar al mundo este mundo, tantos siglos encubierto al mundo,
-porque así lo diga y peculiarmente á los Reyes y reinos de Castilla,
-con vínculo antidotal y por natural razon establecido, á perpétuo
-agradecimiento habia obligado, que tan inhumana y descomedidamente,
-y con tanto deshonor haya sido tratado, cosa, por cierto, indigna
-de razon recta fué, y más que monstruosa. Tenia el Adelantado ya en
-Xaraguá y Francisco Roldan, presos, de los que de nuevo se alzaban,
-pienso que oí por aquellos tiempos decir que eran 16, metidos en
-un hoyo ó pozo, para los ahorcar. Envió el Comendador á decir al
-Almirante que escribiese al Adelantado que no tocase en ellos por
-manera del mundo, y lo enviase á llamar, y así lo hizo, mandándole
-que viniese con toda paz y obediencia á los mandamientos Reales, y no
-curase de su prision, que á Castilla irian, y los Reyes remediarian
-sus agravios. Llegado el Adelantado á Sancto Domingo, halló en
-el Comendador el hospedaje que habia dado al Almirante. Preso el
-Almirante con sus dos hermanos, y en las carabelas aherrojados, los
-que más mal les querian tuvieron aparejo para cumplidamente dellos
-vengarse, porque no les bastó gozarse de vellos con tanto deshonor
-y abatimiento angustiados, pero áun por escrito y por palabras, con
-larga licencia, de dia y de noche no cesaban, poniendo líbelos famosos
-por los cantones y leyéndolos públicamente, de maldecir y escarnecer
-dellos, y blasfemallos, y lo que más duro les pudo ser, que algunos
-de los que esto tan temeraria é impiamente hacian, habian comido su
-pan y llevado su sueldo, y eran sus criados; y, lo que no sin gran
-lástima y dolor se puede ni conviene decir, cuando querian echar los
-grillos al Almirante, no se hallaba presente quien por su reverencia
-y de compasion se los echase, sino fué un cocinero suyo descognoscido
-y desvergonzado, el cual, con tan deslavada frente se los echó, como
-si le sirviera con algunos platos de nuevos y preciosos manjares. Este
-yo le cogsnoscí muy bien, y llamábase Espinosa, sino me he olvidado.
-Estos grillos guardó mucho el Almirante, y mandó que con sus huesos
-se enterrasen, en testimonio de lo quel mundo suele dar, á los que en
-él viven, por pago. Ciertamente, cosa es esta digna de con morosidad
-ser considerada, para que los hombres, ni confien de sus servicios y
-hazañas, ni esperen estar seguros, porque mucho tengan los Príncipes
-ó Reyes por ellas obligados, porque al cabo son hombres y mudables,
-y tanto más mudables, cuanto su ánimo real de muchos es golpeado, y
-pocas veces complidamente á los verdaderos servicios, con mercedes
-condignas satisfacen, y muchas con disfavores y amortiguada y obliviosa
-gratitud las que han hecho deshacen. Por esta causa, el profeta
-David clamaba: _Nolite confidere in principibus in filiis hominum in
-quibus non est salus_. Sólo Dios es el que hace las mercedes y no las
-impropera ni las deshace, como dice San Pablo, cuando verdaderamente
-dél no nos desviamos, y el que no engaña ni puede ser engañado, aunque
-tenga muchos privados. Y puesto que los católicos Reyes fuesen mucho
-agradecidos á los servicios del Almirante, y les pesase, como abajo
-se declarará, de su prision y el mal tratamiento que el Comendador
-hizo á él y á sus hermanos, empero, en la verdad, fueron tan largos
-y exorbitantes los poderes que le dieron, y pusieron en él tanta
-confianza, que, si más de lo que hizo contra el Almirante y sus
-hermanos hiciera, y peor de lo que los tractó los tractara, para todo
-parece, por los mismos poderes, que tuvo poder y mando. Parece que
-los católicos Reyes debieran exceptuar que no tocara en la persona
-del Almirante, pero creo que, como cosa que de sí era manifiesta no
-incluirse en los dichos poderes, segun buen juicio, y áun segun reglas
-del derecho, de hacer tal excepcion no curaron. En fin, poco ménos
-calamitoso fué el fruto y galardon que reportó el Almirante de sus tan
-grandes trabajos, y de haber mostrado este orbe nuevo al mundo, que
-hobo aquel fortísimo é industriosísimo Belisario, gran Capitan del
-emperador Justiniano, el cual, despues de vencidos los persas en el
-Oriente y los vándalos en Africa, y traidos en triunfo, y los godos en
-Italia, y otra vez los mismos vándalos postrados y echados de Africa,
-y á Totila, rey de los godos, dos veces resistido, y Roma, otra vez
-que estuvo cercada un año, de los mismos godos, la descercó y envió
-las llaves al Emperador, y dejando de ser Rey de los godos, porque lo
-elegian por Rey y le ofrecian todo servicio y favor para que tomase el
-reino de Italia, y hecho en servicio y defensa y aumento del Imperio
-romano muchas otras hazañas, al cabo rescibió el galardon que suelen
-haber muchas veces los varones meritísimos, que por el bien universal
-se aventuran, y trabajan por las repúblicas; este fué, que como fuese
-de los que no le amaban, envidiado, y levantádole que queria alzarse
-con el ejército y quitar la obediencia á Justiniano, y señorearse de
-Italia, no bastando que por esta sospecha que el Emperador tuvo, le
-envió á llamar, él fué luego con muchos despojos y con Vittige, rey
-dellos, y otros muchos presos de los godos principales, y quitada la
-sospecha que tuvo el Emperador, del todo, por entónces, finalmente, ó
-porque se lo tornó á renovar, ó por odio que le tuvo, no se recordando
-de sus generosos y dignos servicios, le mandó sacar los ojos y privar
-de cuanto tenia, de donde vino á tal estado, que hobo de mendigar por
-la extrema necesidad. Esto postrero, dice Volaterano en los comentarios
-de su _Anthropología_, libro XXIII; lo demas, Procopio en los libros de
-la «Guerra de los godos,» y en los de la «Guerra de Persia,» y en los
-de la «Guerra contra los vándalos en África,» larguísimamente lo trata,
-y otros muchos, despues de él, historiadores. Al Almirante, pues, no
-le mandaron sacar los ojos, ni creo que su prision, pero ya que aquel
-Comendador le prendió, y con tanto deshonor en hierros le envió,
-privado de todo su estado y honra, y de toda su hacienda, hermanos,
-amigos y criados, como hiciera á Francisco Roldan ó á otro de los
-más bajos hombres y delincuentes que con él habian estado rebelados,
-nunca, miéntras vivió, los Reyes sus pérdidas y deshonra ni estado
-recompensaron, ántes, habiendo añadido otros admirables acerbísimos
-y muchos trabajos y peligros, en nuevos descubrimientos que despues
-hizo por servilles, al fin, en gran necesidad, disfavor y pobreza,
-como en el siguiente libro se dirá, murió; y lo que más amargo y más
-doloroso que sacarle los ojos sintió, y con razon, fué el sobresalto
-y angustia, que, cuando de la fortaleza le sacaron para llevarle al
-navío, creyendo que le sacaban á degollar, rescibió. Y así, llegando
-Alonso de Vallejo, un hidalgo, persona honrada, de quien luego más se
-dirá, á sacalle y llevalle al navío, preguntóle, con rostro doloroso
-y profunda tristeza, que mostraba bien la vehemencia de su temor:
-«Vallejo ¿dónde me lleváis?» respondió Vallejo: «señor, al navío vá
-vuestra señoría á se embarcar;» repitió, dudando el Almirante: «Vallejo
-¿es verdad?» responde Vallejo: «por vida de vuestra señoría, que es
-verdad que se vá á embarcar.» Con la cual palabra se conhortó, y cuasi
-de muerte á vida resucitó. ¿Qué mayor dolor pudo nadie sentir? ¿Qué más
-vehemente turbacion le pudo cosa causar? Creo que tuviera entónces por
-pena liviana que los ojos le sacaran como á Belisario, si de la muerte
-Vallejo le asegurara. Tan súpitamente derriballo de la dignidad de
-Visorey, que á todos los gobernaba y mandaba, sin cometer, como arriba
-algunas veces se ha dicho, nuevas culpas (cuanto á los españoles digo,
-que eran las que por culpas se estimaban y porque le maltrataban),
-ántes él habia recibido, despues que vino, ofensas y desobediencias y
-daños grandes, y sin ponelle cargos ni él descargarse, á tan miserable
-y abatido estado, que temiese ser, por un hombre, particular juez,
-justiciado, no pudo sino incomparable materia de angustia, y amargura,
-y estupenda turbacion causarle. A Francisco Roldan, autor de todos los
-alborotos y levantamientos pasados, y á D. Hernando de Guevara, que
-ahora se habia alzado, y á los demas que estaban para ahorcar, no supe
-que penase ni castigase en nada, los cuales yo vide pocos dias despues
-desto, que yo á esta isla vine, sanos y salvos, y harto más que el
-Almirante y sus hermanos prosperados, si llamarse puede, aquella vida
-que tenian prosperidad y no más infelicidad. Metido en la carabela ó
-navío el Almirante y sus hermanos, aherrojados, dió cargo dellos el
-Comendador y envió por Capitan de las dos carabelas que habia traido,
-al dicho Alonso de Vallejo, mandándole, que así, con sus hierros y
-los procesos ó pesquisas que hizo, los entregase al obispo D. Juan de
-Fonseca en llegando á Cáliz. Este Alonso de Vallejo, persona, como
-dije, prudente, hidalgo y muy honrado, y harto mi amigo, era criado de
-un caballero de Sevilla, que se llamaba Gonzalo Gomez de Cervantes,
-tio, segun se decia, del mismo obispo D. Juan, y de aquí debió de venir
-que el comendador Bobadilla, quiso, por agradar al Obispo, dar cargo á
-Vallejo que llevase preso al Almirante. Sospecha hobo harto vehemente
-quel Comendador hobiese hecho tanta vejacion y mal tractamiento al
-Almirante, con favor y por causa del dicho obispo D. Juan, y si así fué
-no le arrendaria al señor Obispo la ganancia.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLXXXII.
-
-
-Partieron las carabelas del puerto de Sancto Domingo para Castilla,
-con el Almirante preso y sus hermanos, al principio del mes de Octubre
-de 1500 años. Quiso Nuestro Señor de no alargalles mucho el viaje, por
-acortalles la prision, porque llegaron á 20 ó 25 dias de Noviembre á
-Cáliz. En el camino, del Alonso de Vallejo y del Maestre, que dije
-arriba llamarse Andrés Martin de la Gorda, por su carabela que se llamó
-así, el cual creo que tambien traia mandado el recaudo del Almirante
-y de sus hermanos, fué el Almirante y sus hermanos bien tratados;
-quisieron quitarle los grillos, pero no consintió el Almirante hasta
-que los Reyes se los mandasen quitar, y, segun en aquel tiempo oí
-decir, el dicho maestre Andrés Martin, llegando á Cáliz, dió lugar que
-saliese secretamente un criado del Almirante, con sus cartas para los
-Reyes y para otras personas, ántes que los procesos entregase, creyendo
-que los Reyes se moverian por sus cartas, rescibiéndolas primero que
-las del Comendador, y proveerian lo que conviniese al Almirante, puesto
-que, como católicos y agradecidos Príncipes, no dejaran, sin aquello,
-de proveer lo que mandaron. No hallé original ni minuta de carta suya,
-que escribiese desde Cáliz el Almirante á los Reyes; por ventura, no
-quiso escribilles, sino que de otros lo supiesen, por verse así tan
-afrentado por sus poderes, creyendo quizá, tambien, que de su voluntad
-su prision habia sucedido. Escribió, empero, una carta larga al ama del
-príncipe D. Juan, que sea en gloria, la cual mucho queria al Almirante,
-y en cuanto podia lo favorecia con la Reina, y el tenor de la carta
-es el siguiente, por el principio de la cual parece la llaneza del
-Almirante, y la poca presuncion que de la vanidad de los títulos, de
-que agora usa España, entónces habia.
-
-«Muy virtuosa señora: Si mi queja del mundo es nueva, su uso de
-maltratar; es de antiguo; mil combates me ha dado, y á todos resistí,
-fasta agora que no me aprovechó armas ni avisos; con crueldad me tiene
-echado al fondo; la esperanza de Aquel que crió á todos, me sostiene;
-su socorro fué siempre muy presto; otra vez, y no de léjos, estando
-yo más bajo, me levantó con su brazo derecho, diciendo: «¡oh hombre
-de poca fe, levántate, que yo soy, no hayas miedo!» Yo vine con amor
-tan entrañable á servir á estos Príncipes, y he servido de servicio
-de que jamás se oyó ni vido. Del nuevo cielo y tierra que decia
-Nuestro Señor, por Sant Juan, en el Apocalipsi, despues de dicho por
-boca de Isaías, me hizo mensajero, y amostró aquella parte. En todos
-hobo incredulidad, y á la Reina, mi señora, dió dello el espíritu de
-inteligencia y esfuerzo grande, y lo hizo de todo heredera, como á cara
-y muy amada hija; la posesion de todo esto fuí yo á tomar en su real
-nombre. La ignorancia en que habian estado todos, quisieron enmendallo
-traspasando el poco saber á fablar en inconvenientes y gastos, Su
-Alteza lo aprobaba, al contrario, y lo sostuvo hasta que pudo. Siete
-años se pasaron en la plática, y nueve ejecutando cosas señaladas
-y dignas de memoria, se pasaron en este tiempo; de todo no se fizo
-concepto; llegué yo, y estoy que no hay nadie tan vil que no piense
-de ultrajarme, por virtud se contará en el mundo, á quien puede no
-consentillo. Si yo robara las Indias y tierra que fan faze en ello, de
-que agora es la fabla del altar de Sant Pedro, y las diera á los moros,
-no pudieran en España amostrarme mayor enemiga. ¿Quién creyera tal, á
-donde hobo tanta nobleza? Yo mucho quisiera despedir del negocio, si
-fuera honesto para con mi Reina, el esfuerzo de Nuestro Señor y de Su
-Alteza fizo que continuase, y por aliviarle algo de los enojos en que
-á causa de la muerte estaba (esto dice, porque era entónces muerto
-el príncipe D. Juan), cometí viaje nuevo al nuevo cielo y mundo que
-fasta entónces estaba en oculto, y sino es tenido allí en estima, así
-como los otros de las Indias, no es maravilla, porque salió á parecer
-de mi industria. Este viaje de Paria, creí que apaciguara algo por
-las perlas, y la fallada del oro en la Española; las perlas mandé yo
-ayuntar y pescar á las gentes, con quien quedó el concierto de mi
-vuelta por ellas, y, á mi comprender, á medida de fanega; esto me salió
-como otras cosas muchas, no las perdiera, ni mi honra, si buscara yo mi
-bien propio y dejara perder la Española, ó se guardaran mis privilegios
-y asientos, y otro tanto digo del oro que yo tenia agora junto, que con
-tantas muertes y trabajos, por virtud divinal, he allegado á perfecto.
-Cuando yo fuí á Paria, fallé cuasi la mitad de la gente en la Española,
-alzados, y me han guerreado fasta agora como á moro, y los indios, por
-otro cabo, gravemente[9]. En esto vino Hojeda y probó á echar el sello,
-y dijo que Sus Altezas lo enviaban con promesas de dádivas y franquezas
-y paga; allegó gran cuadrilla que en toda la Española muy pocos hay,
-salvo vagabundos, y ninguno con mujer y fijos. Este Hojeda me trabajó
-harto, y fuéle necesario de se ir, y dejó dicho que luego sería de
-vuelta con más navíos y gente, y que dejaba la Real persona de la Reina
-á la muerte; y en esto llegó Vicente Yañez, con cuatro carabelas; hobo
-alboroto y sospecha, mas no daño. Despues, una nueva de seis otras
-carabelas, que traia un hermano del Alcalde, mas fué con malicia, y
-esto fué ya á la postre, cuando ya estaba muy rota la esperanza que Sus
-Altezas hobiesen jamás de enviar navío á las Indias, y que vulgarmente
-decia que Su Alteza..... Un Adrian, en este tiempo, probó alzarse otra
-vez, como de ántes, mas Nuestro Señor no quiso que llegase á efecto
-su mal propósito; yo tenia propuesto en mí de no tocar el cabello de
-nadie, y á este, por su ingratitud, con lágrimas, no se pudo guardar
-así como yo lo tenia pensado; á mi hermano no hiciera ménos, si me
-quisiera matar y robar el señorío que mi Rey é Reina me tenian dado
-en guarda. Seis meses habia que yo estaba despachado para venir á
-Sus Altezas con las buenas nuevas del oro, y huir de gobernar gente
-disoluta, que no teme á Dios, ni á su Rey y Reina, llena de achaques y
-de malicias; ántes de mi partida supliqué tantas veces á Sus Altezas
-que enviasen allá, á mi costa, quien tuviere cargo de la justicia, y
-despues que fallé alzado al Alcalde, se lo supliqué de nuevo (ó por
-alguna gente, ó al ménos, algun criado con cartas), porque mi fama es
-tal, que aunque yo faga iglesias y hospitales, siempre serán dichas
-espeluncas para latrones. Proveyeron ya, al fin, y fué muy contrario
-de lo que la negociacion demandaba; vaya en buena hora, pues que es á
-su grado. Yo estuve allá dos años, sin poder ganar una provision de
-favor para mí, ni por los que allá fuesen, y este llevó una arca llena;
-si parirán todas á su servicio, Dios lo sabe. Ya, por comienzos, hay
-franquezas por veinte años, que es la edad de un hombre, y se coge el
-oro; que hobo persona de cinco marcos en cuatro horas, de que diré
-despues, más largo; si pluguiese á Sus Altezas de desfacer un vulgo de
-los que saben mis fatigas, que mayor daño me ha hecho el mal decir de
-las gentes, que no me ha aprovechado el mucho servir y guardar facienda
-y señorío, sería limosna, é yo restituido en mi honra, é se fablaria
-dello en todo el mundo, porque el negocio es de calidad que cada dia
-ha de ser más sonado y en alta estima. En esto vino el comendador
-Bobadilla á Sancto Domingo; yo estaba en la Vega, y el Adelantado en
-Xaraguá, donde este Adrian habian hecho cabeza, mas ya todo era llano,
-y la tierra rica y todos en paz. El segundo dia que llegó, se crió
-Gobernador y fizo oficiales y ejecuciones, y apregonó franquezas del
-oro y diezmos, y, generalmente, de toda otra cosa, por veinte años,
-que es la edad de un hombre; y que venia por pagar á todos, bien que
-no habian servido llenamente hasta ese dia, y publicó que á mí habia
-de enviar en fierros, y á mis hermanos, así como lo ha fecho, y que
-nunca yo volveria más allí, ni otro de mi linaje, diciendo de mí mil
-deshonestidades y descorteses cosas. Esto todo fué el segundo dia que
-llegó, como dije, y estando yo léjos, absente, sin saber dél ni de
-su venida; unas cartas de Sus Altezas, firmadas en blanco, de que él
-llevaba una cantidad, hinchió y envió al Alcalde y á su compañía, con
-favores y encomiendas; á mí nunca me envió carta ni mensajero, ni me
-ha dado fasta hoy. Piense qué pensaría quien tuviere mi cargo, honrar
-y favorecer á quien probó á robar á Sus Altezas y ha fecho tanto mal
-y daño, y arrastrar á quien con tantos peligros se lo sostuvo[10].
-Cuando yo supe esto, creí que esto sería como lo de Hojeda, ó uno de
-los otros, templóme que supe de los frailes, de cierto, que Sus Altezas
-lo enviaban; escribíle yo que su venida fuese en buena hora, y que yo
-estaba despachado para ir á la corte y fecho almoneda de cuanto yo
-tenia, y que en esto de las franquezas, que no se acelerase, que esto
-y el gobierno yo se lo daria luego tan llano como la palma, y así lo
-escribí á los religiosos. Ni él ni ellos me dieron respuesta, ántes
-se puso él en son de guerra, y apremiaba á cuantos allí iban que le
-jurasen por Gobernador, dijéronme, que por veinte años. Luego que yo
-supe estas franquezas, pensé de adobar un yerro tan grande, y que él
-seria contento, las cuales dió sin necesidad y causa, de cosa tan
-gruesa, y á gente vagabunda, que fuera demasiado para quien trujera
-mujer é hijos; publiqué por palabra y por cartas que él no podia usar
-de sus provisiones, porque las mias eran las fuertes, y les mostré
-las franquezas que llevó Juan Aguado. Todo esto que yo fice era por
-dilatar, porque Sus Altezas fuesen sabidores del estado de la tierra,
-que hobiesen lugar de tornar á mandar en ello lo que fuese de su
-servicio. Tales franquezas excusado es de las apregonar en las Indias:
-los vecinos que han tomado vecindad, es logro, porque se les dan las
-mejores tierras, y á poco valerán 200.000 maravedís, de los cuatro
-años que la vecindad se acaba, sin que den una azadonada en ellas.
-No diria yo así si los vecinos fuesen casados, mas no hay seis entre
-todos que no estén sobre el aviso de ayuntar lo que pudieren y se ir en
-buena hora[11]. De Castilla sería bien que fuesen, y áun saber quién
-y como, y se poblase de gente honrada. Yo tenia asentado con estos
-vecinos que pagarian el tercio del oro y los diezmos y esto á su ruego,
-y lo recibieron en grande merced de Sus Altezas; é reprendíles cuando
-yo oí que se dejaban dello y esperaban que el Comendador faria otro
-tanto, mas fué el contrario, indignólos contra mí, diciendo que yo les
-queria quitar lo que Sus Altezas les daban, y trabajó de me los echar á
-cuestas, y lo hizo, y que escribiesen á Sus Altezas que no me enviasen
-más al cargo, y así se lo suplico por mí y por toda cosa mia, en cuanto
-no haya otro pueblo; y me ordenó él, con ellos, pesquisas de maldades,
-que al infierno nunca se supo de las semejantes. Allí está Nuestro
-Señor que escapó á Daniel y á los tres muchachos, con tanto saber y
-fuerza como tenia, y con tanto aparejo, si le pluguiere, como con su
-gana, supiera yo remediar todo esto y lo otro de que está dicho y ha
-pasado despues que estoy en las Indias, si me consintiera la voluntad
-á procurar por mi bien propio, y me fuera honesto, mas el sostener de
-la justicia y acrecentar el señorío de Sus Altezas fasta agora me tiene
-al fondo; hoy en dia que se falla tanto oro, hay division en qué haya
-mas ganancia, ó ir robando, ó ir á las minas. Por una mujer tambien
-se fallan 100 castellanos, como por una labranza, y es mucho en uso,
-y há ya fartos mercaderes que andan buscando muchachas; de nueve á
-diez son agora en precio, de todas edades ha de tener un bueno. Digo
-que la fuerza del mal decir de desconcertados, me ha hecho más daño
-que mis servicios fecho provecho, mal ejemplo es por lo presente y
-por lo futuro; fago juramento que cantidad de hombres han ido á las
-Indias, que no merescian el agua para con Dios y con el mundo, y agora
-vuelven allá. Enemistólos á ellos conmigo, y él, parece, segun se hobo
-y segun sus formas, que ya lo tenia bien entendido, ó es que se dice
-que ha gastado mucho por venir á este negocio; no se dello más de
-lo que oigo. Yo nunca oí que el Pesquisidor allegase los rebeldes y
-los tomase por testigos contra aquel que gobierna á ellos, y á otros
-sin fe, ni dignos della. Si Sus Altezas mandasen hacer una pesquisa
-general, allí, vos digo yo, que verian por gran maravilla como la isla
-no se funde; yo creo que se acordará vuesamerced cuando la tormenta
-sin velas me echó en Lisboa, que fuí acusado falsamente que habia yo
-ido allá al Rey para darle las Indias; despues supieron Sus Altezas el
-contrario, y que todo fué con malicia. Bien que yo sepa poco, no sé
-quién me tenga por tan torpe que yo no conozca que, aunque las Indias
-fuesen mias, que yo no me pudiera sostener sin ayuda de Príncipe; si
-esto es así, ¿á dónde pudiera yo tener mejor arrimo y seguridad que en
-el Rey y Reina, nuestros señores, que de nada me han puesto en tanta
-honra, y son los más altos Príncipes, por la mar y por la tierra, del
-mundo, y los cuales tienen que yo les haya servido, y me guardan mis
-privilegios y mercedes, y, si alguien me los quebranta, Sus Altezas me
-los acrescientan con aventaja, como se vido en lo de Juan Aguado, y me
-mandar hacer mucha honra; y, como dije, ya Sus Altezas rescibieron de
-mí servicios, y tienen mis hijos sus criados, lo que en ninguna manera
-pudiera esto llegar con otro Príncipe, porque á donde no hay amor todo
-lo otro cesa? Dije yo ahora así contra un mal decir, con malicia y
-contra mi voluntad, porque es cosa que ni en sueños debiera allegar
-á memoria, porque las formas y fechos del comendador Bobadilla, con
-malicia las quiere alumbrar en esto, mas yo le faré ver con el brazo
-izquierdo, que su poco saber y gran cobardía con desordenada cudicia
-le ha fecho caer en ello. Ya dije como yo le escribí y á los frailes,
-y luego partí, así como le dije, muy sólo, porque toda la gente estaba
-con el Adelantado, y tambien por le quitar de sospecha. Él, cuando lo
-supo, echó á D. Diego preso en una carabela, cargado de fierros, y á
-mí, en llegando, hizo otro tanto, y despues al Adelantado cuando vino;
-ni le fablé mas á él, ni consintió que hasta hoy nadie me haya fablado,
-y fago juramento que no puedo pensar por qué sea yo preso. La primera
-diligencia que hizo, fué á tomar el oro, el cual hobo sin medida ni
-peso, é yo absente; dijo que queria él pagar dello á la gente, y segun
-oí, para sí fizo la primera parte, y envia por rescate rescatadores
-nuevos; deste oro tenia yo apartado ciertas muestras, granos muy
-gruesos, como huevos, como de ansar ó de gallina, y de pollos, y de
-otras muchas fechuras, que algunas personas tenian cogido en breve
-espacio, con que se alegrasen Sus Altezas, y por ello comprendiesen
-el negocio, con una cantidad de piedras grandes, llenas de oro. Este
-fué el primero á se dar con malicia, porque Sus Altezas no tuviesen
-este negocio en algo, que él tuviese fecho el nido de que se da buena
-priesa. El oro que está por fundir, mengua al fuego, una cadena que
-pesaria hasta 20 marcos, nunca se ha visto; yo he sido muy agraviado
-en esto del oro, más áun que de las perlas, porque no las he traido
-á Sus Altezas. El Comendador, en todo que le pareció que me dañaria,
-luego fué puesto en obra. Con 600.000 maravedís pagara á todos, sin
-robar á nadie, y habia más de cuatro cuentos de diezmos y alguacilazgo,
-sin tocar en el oro; hizo unas larguezas que son de risa, bien que
-creo que encomenzó en sí la primera parte: allá lo sabrán Sus Altezas
-cuando le mandaren tomar cuenta, en especial, si yo estuviese á ella.
-Él no face sino decir que se debe gran suma, y es la que yo dije, y
-no tanto. Yo he sido muy agraviado en que se haya enviado Pesquisidor
-sobre mí, que sepa que si la pesquisa que él enviare fuere muy grave
-que él quedará en el Gobierno. Pluguiera á Nuestro Señor, que Sus
-Altezas le enviaran á él ó á otro, dos años há, porque sé que yo fuera
-ya libre de escándalo y de infamia, y no se me quitara mi honra, ni la
-perdiera. Dios es justo, y ha de hacer que se sepa por qué y como allí
-me juzgan, como Gobernador que fué á Cecilia ó ciudad ó villa puesta
-en regimiento, y á donde las leyes se pueden guardar por entero, sin
-temor que se pierda todo, y rescibo grande agravio. Yo debo ser juzgado
-como Capitan, que fué de España á conquistar, fasta las Indias, á gente
-belicosa[12], y mucha, y de costumbres y secta muy contraria, donde,
-por voluntad divina[13], he puesto so el señorío del Rey y de la Reina,
-nuestros señores, otro mundo, y por donde la España, que era dicha
-pobre, es la más rica[14]; yo debo de ser juzgado como Capitan que de
-tanto tiempo fasta hoy trae las armas á cuestas, sin las dejar una
-hora, y de caballeros de conquistas, y del uso, y no de letras, salvo
-si fuesen griegos, ó de romanos, ó de otros modernos, de que hay tantos
-y tan nobles en España, ó, de otra guisa, rescibo grande agravio,
-porque en las Indias no hay pueblo ni asiento. Del oro y perlas,
-ya está abierta la puerta, y cantidad de todo, piedras preciosas y
-especería, y de otras mil cosas se pueden esperar firmemente. Las
-nuevas del oro, que yo dije que daria, son que, dia de Navidad, estando
-yo muy afligido, guerreado de los malos cristianos y de indios, en
-término de dejar todo y escapar, si pudiese, la vida, me consoló
-Nuestro Señor milagrosamente, y dijo: «esfuerza, no temas, yo proveeré
-en todos los siete años, del término del oro, no son pasados, y en
-ellos y en lo otro, te dará remedio»: ese dia supe que habia 80 leguas
-de tierra, y en todas, cabo ellas, minas: el parecer agora, es que sea
-todavía. Algunos han cogido 120 castellanos en un dia, y otros 90, y se
-han cogido fasta 250, y 50 fasta 70, y otros muchos de 20 fasta 50; es
-tenido por buen jornal, y muchos lo continúan, el comun es de 6 fasta
-12, y quien de aquí abaja no va contento. Parece tambien que estas
-minas son como las otras, que responden en los dias no igualmente, las
-minas son nuevas, y los cogedores; el parecer de todos es que, aunque
-vaya allá toda Castilla, que, por torpe que sea la persona, que no
-abajará de un castellano ó dos cada dia, y agora es esto así en fresco;
-es verdad que el que tiene algun indio[15] coge esto, mas el negocio
-consiste en el cristiano[16]. Ved qué discrecion fué de Bobadilla
-dar todo por ninguno, y cuatro cuentos de diezmos, sin causa ni ser
-requerido, sin primero lo notificar á Sus Altezas; y el daño no es este
-sólo. Yo sé que mis yerros no han sido con fin de facer mal, y creo
-que Sus Altezas lo tienen así, como yo lo digo, y sé y veo que usan de
-misericordia con quien maliciosamente les sirve: yo creo y tengo por
-muy cierto, que muy mejor y más piedad habrán conmigo, que caí en ello
-con inocencia y forzosamente, como sabrá despues por entero, y el cual
-soy su fechura, y mirarán á mis servicios y cognoscerán de cada dia que
-son muy aventajados. Todo pornán en una balanza, así como nos cuenta
-la Sancta Escritura que será el bien con el mal en el dia del juicio.
-Si todavía mandan que otro me juzgue, lo cual no espero, y que sea por
-pesquisa de las Indias, humilmente les suplico que envien allá dos
-personas de consciencia y honrados, á mi costa, los cuales fallarán de
-ligero agora que se halla el oro cinco marcos en cuatro horas; con esto
-y sin ello, es necesario que lo provean. El Comendador, en llegando
-á Sancto Domingo, se aposentó en mi casa; así como la falló, así dió
-todo por suyo. Vaya en buena hora, quizá lo habia menester; corsario
-nunca tal usó con mercader. De mis escrituras tengo yo mayor queja,
-que así me las haya tomado, que jamás se le pudo sacar una, y aquellas
-de más mi disculpa, esas tenia más ocultas; ved qué justo y honesto
-Pesquisidor. Cosa de cuantas él haya hecho, me dicen que haya seido
-con término de justicia, salvo absolutamente. Dios, Nuestro Señor,
-está con sus fuerzas, como solia, y castiga en todo cabo, en especial
-la ingratitud de injurias.» Esto, así todo, contenia la carta del
-Almirante para el ama del Príncipe.
-
-
-
-
-CAPÍTULO CLXXXIII.
-
-
-Ciertamente, graves angustias padeció el Almirante, y agravios, parece
-que le hizo el Comendador, muy grandes, y, si fuese cierto que el
-fin de los hombres, felice ó desastrado, testifica estos ó aquellos
-pecados, bien podriamos decir, que, porque los Reyes le habian enviado,
-no le habian de castigar por estas cosas de que se queja el Almirante,
-si ante los Reyes fueran culpables; por ellas quiso Dios por su mano
-castigallo, porque se ahogó en la mar, salido de Sancto Domingo, como
-se dirá en el libro siguiente, porque así lo diga, cuasi á cien pasos.
-Pero esto no es cosa cierta, como el juicio Divino sea profundo, y
-considere los méritos de los hombres muy diferentemente del humano;
-porque muchas veces dá Dios, por el abismo de su sabiduría y bondad,
-fin á algunos, que parece malo, y no por los pecados que acá juzgamos,
-sino por las virtudes que aquellos tuvieron, por las cuales merecieron
-que lo que por otras sus culpas habian de penar con mayor costa en la
-otra, en esta vida lo pagasen; á otros suele conceder airados fines ó
-acabamientos, segun el juicio de los hombres, gloriosos, por pagalles
-acá algunas buenas obras que viviendo hicieron, porque no merecieron
-que en el siglo venidero se les remunerasen, y estos se cuentan con los
-malaventurados.
-
-Tornando al propósito, como los Reyes, que á la sazon estaban en
-Granada, supieron la llegada y prision del Almirante y de sus hermanos,
-la cual debian saber, lo primero, del ama del Príncipe, porque á ella
-debia de enviar el Almirante su criado, y tambien por carta del Alonso
-de Vallejo, ó del corregidor de Cáliz; hobieron mucho pesar de que
-viniese preso y mal tractado, y proveyeron luego que lo soltasen, y,
-segun oí decir, mandáronle proveer de dineros con que viniese á la
-corte, y áun que fueron los dineros 2.000 ducados; mandáronle escrebir
-que se viniese á la corte, á donde llegó él y sus hermanos, á 17 de
-Diciembre, y los recibieron muy benignamente, mostrando compasion de
-su adversidad y trabajos, dándoles todo el consuelo que al presente
-pudieron dalles, en especial al Almirante, certificándole que su
-prision no habia procedido de su voluntad, y con palabras muy amorosas
-é eficaces le prometieron que mandarian deshacer y remediar sus
-agravios, y que en todo y por todo sus privilegios y mercedes, que le
-habian hecho, le serian guardados; y en esto, la serenísima Reina era
-la que se aventajaba en consolalle y certificalle su pesar, porque,
-en la verdad, ella fué siempre la que más que el Rey lo favoreció y
-defendió, y así el Almirante tenia en ella principalmente su esperanza.
-Él, no pudiendo hablar por un rato, lleno de sollozos y lágrimas,
-hincado de rodillas, mandáronle levantar; comienza su plática, harto
-dolorosa, mostrando y afirmando el entrañable amor y deseo que siempre
-tuvo de les servir con toda fidelidad, y que nunca, de propósito ni
-industria, hizo cosa en que ofender su servicio pensase, y si por
-yerros algunas obras suyas eran estimadas y juzgadas, no las habia
-hecho sino con no alcanzar más, y siempre creyendo que hacia lo
-que debia, y en hacerlo que acertaba. Que sea verdad lo susodicho,
-cerca de no haber sido la prision del Almirante hecha por voluntad y
-mandado de los Reyes, sino por sólo querer y auctoridad del comendador
-Bobadilla, y que hobiese á Sus Altezas della mucho pesado, mostráronlo
-bien expresamente los Reyes católicos, en una su real Carta que le
-escribieron de Valencia de la Torre, cuando estaba de partida para su
-cuarto viaje, de que abajo se dirá. Entre otras cosas, dice así en un
-capítulo de la dicha Carta:
-
-«Cuanto á lo otro contenido en vuestros memoriales y letras, tocante
-á vos, y á vuestros hijos y hermanos, porque como vedes, á causa que
-Nos estamos en camino y vos de partida no se puede entender en ello
-fasta que paremos de asiento en alguna parte, é si esto hobiésedes
-de esperar, se perderia el viaje á que agora vais, por esto es mejor,
-que, pues de todo lo necesario para vuestro viaje estais despachado,
-vos partais luego sin detenimiento, y quede á vuestro hijo el cargo
-de solicitar lo contenido en los dichos memoriales. Y tened por
-cierto, que de vuestra prision nos pesó mucho, y bien lo vistes vos
-y lo cognoscieron todos claramente, pues que luego que lo supimos lo
-mandamos remediar; y sabeis el favor con que vos habemos mandado tratar
-siempre, y agora estamos mucho más en vos honrar y tratar muy bien, y
-las mercedes que vos tenemos fechas vos serán guardadas enteramente,
-segun forma y tenor de nuestros privilegios, que dellas teneis, sin ir
-en cosa contra ellas. Y vos y vuestros hijos gozareis dellas, como es
-razon y, si necesario fuere confirmarlas de nuevo, las confirmaremos, y
-á vuestro hijo mandaremos poner en la posesion de todo ello, y en más,
-que esto tenemos voluntad de vos honrar y facer mercedes; y de vuestros
-fijos y hermanos. Nos ternemos el cuidado que es razon. Y todo esto
-se podrá facer yéndovos en buena hora, y quedando el cargo á vuestro
-fijo, como está dicho, y así vos rogamos que en vuestra partida no haya
-dilacion. De Valencia de la Torre á 14 dias de Marzo de 502 años.—Yo
-el Rey.—Yo la Reina, etc.»
-
-Asaz manifiesto parece, por estas palabras reales, no haber procedido
-de su voluntad, ni haberle dado poder al Comendador para la prision
-del Almirante y de sus hermanos, y haberles en gran manera, della y de
-su mal tractamiento, pesado, y parece que, para en cuenta y recompensa
-della y descargo suyo, los felices Príncipes le escribian y hacian
-estas palabras como regalos. Por consiguiente, parece que el Comendador
-excedió y fué muy descomedido en gran manera contra la honra, persona y
-hacienda del Almirante y sus hermanos; sólo me parece que aquí debemos
-considerar, juzgando este negocio por las altísimas causas donde
-conviene ir á parar, que ni en mano de los Reyes, ni del comendador
-Bobadilla, ni de los que al Almirante acusaron, ni tampoco por los
-agravios que á los españoles hacia, que como arriba tocamos, quizás los
-castigos y daños hechos, que á muchos dicen que hizo, los merecian por
-sus delitos, insultos ó inobediencias y pecados, que los por hacer eran
-remediables, mayormente con haber escrito é importunado á los Reyes
-que enviasen acá quien la justicia administrase, sino solamente por
-la disposicion divina que quiso preservalle de muchos mayores males,
-que, con la ignorancia que tuvo, á estas gentes inocentes hiciera, como
-arriba tambien habemos tocado, determinó de le privar, como al cabo le
-privó, de todo su estado, no sólo en su persona, pero tambien en sus
-herederos y sucesores, como parecerá adelante. Señal y conjetura, segun
-la divina Escriptura y sentencia de los Sanctos averiguada, de tenello
-Dios contado en el número de los predestinados; y ¡guay de aquellos
-que la divina permision escojió para castigo y azote destas miserables
-naciones, y en el tal oficio los olvida y perseveran hasta que la vida
-se les acaba!
-
-Y con esto, á gloria y honra de Dios, y para provecho de las ánimas, y
-testimonio de la verdad de las cosas que en estas Indias han pasado,
-que es el fin destos nuestros voluntarios trabajos, queremos dar
-conclusion al primer libro desta nuestra historia, para que, así como
-este libro tuvo principio y comienzo de los principios que contamos,
-y que tuvo en las cosas destas Indias el Almirante, lo cerremos, y
-asimismo tenga su fin, en lo tocante al Almirante. Por lo cual damos
-á nuestro Dios y Señor, no cuantas debemos, pero al ménos las que
-podemos, y estas querriamos que fuesen innumerables é infinitas,
-gracias.
-
-
- FIN DEL TOMO SEGUNDO.
-
-
-
-
- ÍNDICE.
-
-
- Páginas.
-
- ADVERTENCIA PRELIMINAR. V
-
- LIBRO PRIMERO—Capítulo LXXXIII. 1
-
- Cap. LXXXIV. 5
-
- Cap. LXXXV. 9
-
- Cap. LXXXVI. 12
-
- Cap. LXXXVII. 16
-
- Cap. LXXXVIII. 20
-
- Cap. LXXXIX.—En el cual se tracta como el Almirante envió á un
- Alonso de Hojeda con 15 hombres á descubrir la tierra, y saber de
- las minas de Cibao.—Como recibian los indios á los cristianos
- con mucha alegría.—Volvió Hojeda con nuevas de oro.—Alegróse el
- Almirante y toda la gente.—Como despachó el Almirante, de los
- 17, los 12 navíos para Castilla, con la relacion larga para los
- Reyes; y á quién envió por Capitan dellos, etc. 24
-
- Cap. XC.—En el cual se tracta como el Almirante salió por la
- tierra, con cierta gente española.—Dejó la gobernacion de la
- Isabela á su hermano D. Diego.—Como salió en forma de guerra,
- y así entraba y salia en los pueblos para mostrar su potencia
- y poner miedo en la gente indiana.—Como se quiso amotinar
- un contador, Bernal de Pisa, y hurtar ciertos navíos.—Los
- recibimientos que hacian los indios al Almirante y á los
- cristianos.—De su bondad y simplicidad en la manera que
- tenian.—De la hermosura de la vega á que puso nombre la Vega
- Real.—Los rios tan grandes y hermosos que habia, y el oro que en
- ellos se hallaba, etc. 27
-
- Cap. XCI.—En el cual se tracta como el Almirante subió á la
- provincia de Cibao, y de la etimología della, segun la lengua
- de los indios; de su hermosura, puesto que es aspérrima; los
- admirables y graciosísimos rios que tiene; los pinos infinitos
- de que está adornada; de su sanidad, salubérrimas aguas y
- aires, y alegría; del grandor della.—De los recibimientos y
- servicios que los indios en los pueblos le hacian.—Como en
- un gracioso rio y tierra halló minas de oro y de azul, y de
- cobre, y de ámbar, y especería.—Edificó una fortaleza.—De
- unos nidos de aves que hallaron en las cavas que hicieron,
- de que el Almirante se admiró, de lo cual tomó ocasion el
- auctor de decir como pudieron estar sin podrirse, y descubre
- muchos secretos de naturaleza.—Colige argumento de ser antiguas
- en estas tierras estas gentes. 33
-
- Cap. XCII.—En el cual se tracta como halló el Almirante la gente
- cristiana muy enferma, y muerta mucha della.—Como por hacer
- molinos y aceñas compelió á trabajar la gente, y por la tasa
- de los mantenimientos, que ya muy pocos habia, comenzó á ser
- aborrecido, y fué principio de ir siempre su estado descreciendo
- y áun no habiendo crecido.—De los que mucho daño le hicieron fué
- fray Buil, el legado que arriba se dijo.—Persuádese no tener
- hasta entónces el Almirante culpas por qué lo mereciese.—Dícense
- muchas angustias que allí los cristianos, de hambre, padecieron,
- y como morian cuasi desesperados.—De cierta vision que se
- publicó que algunos vieron.—Como vino mensajero de la fortaleza
- que un gran señor venia á cercarla.—De lo que el Almirante por
- remedio hizo. 40
-
- Cap. XCIII.—En el cual se tracta como Alonso de Hojeda salió de
- la Isabela con 400 hombres, para poner miedo á la gente de la
- tierra y sojuzgarla.—Como en llegando á un pueblo, pasado el Rio
- del Oro, prendió un Cacique y señor, y á su hermano y sobrino por
- una cosa que hizo un indio.—Como cortó las orejas á un vasallo
- del mismo Cacique en su presencia.—Como condenó á muerte á los
- mismos, Cacique, hermano y sobrino.—Dánse razones como ya tenian
- los indios justa guerra contra los cristianos.—Cuán culpable
- fué deste hecho el Almirante, y cuan al revés entró y comenzó en
- estas tierras del camino de la ley evangélica, etc. 45
-
- Cap. XCIV.—En el cual se tracta como el Almirante determinó
- de ir á descubrir, como los Reyes le habian mucho encargado,
- cuando volvió el segundo viaje.—Como constituyó un Presidente
- y un Consejo para el regimiento desta isla.—Como partió de la
- Isabela y llegó á Cuba, por la parte del Sur.—Llegó á surgir á
- un puerto.—Vinieron á los navíos muchos indios á traer á los
- cristianos de lo que tenian, estimando que habian venido del
- cielo.—Como desde allí descubrió la isla de Jamáica; púsole
- nombre Santiago.—Salieron muchas canoas de indios, con alegría,
- para los navíos.—En un puerto salieron de guerra, queriendo
- impedir á los cristianos la entrada.—Como lo hacian con razon
- y justicia.—Como los cristianos asaetearon á ciertos indios,
- y cuan mal hecho fué, y como no se habian de ganar por esta
- vía.—Como no se han de hacer males por algun fin bueno, aunque
- salgan dellos bienes. 49
-
- Cap. XCV.—En el cual se cuenta como el Almirante dejó á Jamáica
- y tornó sobre la isla de Cuba.—De un indio, que, dejados sus
- parientes, llamando, se quiso ir con los cristianos.—Como
- yendo por la costa de Cuba abajo tuvo grandes aguaceros y bajos
- para encallarle los navíos, donde padecieron grandes trabajos y
- peligros.—Hallaron infinitas islas pequeñas; púsoles nombre el
- Jardin de la Reina.—Vieron unas aves coloradas de la manera y
- hechura de grullas.—Vieron grullas, muchas tortugas, y de cierta
- pesquería dellas.—De la mansedumbre de los indios.—Toparon
- otros indios mansísimos.—Detuvo uno.—Informóle ser isla Cuba, y
- nuevas que le dió de un Cacique que habla por señas á su gente,
- sin ser mudo.—De otros peligros que por allí padecieron. 54
-
- Cap. XCVI.—En el cual se tracta como determinó el Almirante
- dar la vuelta para la Española.—De las leguas que descubrió
- de Cuba.—Que halló por las reglas de la Astronomía, como se
- halló de Cáliz tantas otras por la esfera.—Encalló con los
- navíos, padeció grandes angustias.—Del olor de estoraque que
- sintieron.—De un indio viejo que vino á hablar al Almirante, y
- de un teológico razonamiento que le hizo cerca de la otra vida;
- cosa es muy notable, aunque breve, por ser dicha por un indio. 59
-
- Cap. XCVII. 64
-
- Cap. XCVIII. 68
-
- Cap. XCIX. 70
-
- Cap. C. 72
-
- Cap. CI. 78
-
- Cap. CII. 82
-
- Cap. CIII.—En el cual se tracta de la llegada á Castilla, con
- los 12 navíos, de Antonio de Torres. 90
-
- Cap. CIV. 96
-
- Cap. CV. 101
-
- Cap. CVI. 105
-
- Cap. CVII. 108
-
- Cap. CVIII. 113
-
- Cap. CIX. 116
-
- Cap. CX. 120
-
- Cap. CXI. 124
-
- Cap. CXII. 128
-
- Cap. CXIII. 134
-
- Cap. CXIV. 138
-
- Cap. CXV. 143
-
- Cap. CXVI. 147
-
- Cap. CXVII. 150
-
- Cap. CXVIII. 155
-
- Cap. CXIX. 160
-
- Cap. CXX. 164
-
- Cap. CXXI. 170
-
- Cap. CXXII. 176
-
- Cap. CXXIII. 180
-
- Cap. CXXIV. 184
-
- Cap. CXXV.—Este capítulo prosigue las mercedes que los Reyes le
- hicieron este año de 1497. 190
-
- Cap. CXXVI. 196
-
- Cap. CXXVII. 201
-
- Cap. CXXVIII. 207
-
- Cap. CXXIX. 212
-
- Cap. CXXX. 220
-
- Cap. CXXXII. 226
-
- Cap. CXXXIII. 231
-
- Cap. CXXXIV. 237
-
- Cap. CXXXV. 241
-
- Cap. CXXXVI. 245
-
- Cap. CXXXVII. 253
-
- Cap. CXXXVIII. 259
-
- Cap. CXXXIX. 264
-
- Cap. CXL. 268
-
- Cap. CXLI. 275
-
- Cap. CXLII. 280
-
- Cap. CXLIII. 286
-
- Cap. CXLIV. 290
-
- Cap. CXLV. 297
-
- Cap. CXLVI. 302
-
- Cap. CXLVII. 307
-
- Cap. CXLVIII. 310
-
- Cap. CXLIX. 314
-
- Cap. CL. 318
-
- Cap. CLI. 322
-
- Cap. CLII. 326
-
- Cap. CLIII. 329
-
- Cap. CLIV. 335
-
- Cap. CLV. 340
-
- Cap. CLVI.—El cual trata del principio de donde hobo su orígen
- y procedió el repartimiento de los indios, que llamaron despues
- encomiendas, que han destruido estas Indias, donde se prueba
- que nunca los indios jamás se dieron para que los españoles los
- enseñasen, sino para que se sirviesen dellos y aprovechasen. 346
-
- Cap. CLVII. 352
-
- Cap. CLVIII. 355
-
- Cap. CLIX. 360
-
- Cap. CLX. 366
-
- Cap. CLXI. 372
-
- Cap. CLXII. 377
-
- Cap. CLXIII. 381
-
- Cap. CLXIV. 389
-
- Cap. CLXV. 397
-
- Cap. CLXVI. 402
-
- Cap. CLXVII. 409
-
- Cap. CLXVIII. 416
-
- Cap. CLXIX. 421
-
- Cap. CLXX. 428
-
- Cap. CLXXI. 435
-
- Cap. CLXXII. 441
-
- Cap. CLXXIII. 448
-
- Cap. CLXXIV. 453
-
- Cap. CLXXV. 460
-
- Cap. CLXXVI. 466
-
- Cap. CLXXVII. 472
-
- Cap. CLXXVIII. 477
-
- Cap. CLXXIX. 482
-
- Cap. CLXXX. 488
-
- Cap. CLXXXI. 496
-
- Cap. CLXXXII. 501
-
- Cap. CLXXXIII. 511
-
-
-
-
-FOOTNOTES:
-
-[1] Aquí falta medio renglon, cortado al encuadernarse el manuscrito.
-
-[2] A este y á los siguientes capítulos, hasta el 102, les falta el
-Sumario.
-
-[3] Á este y á los siguientes capítulos, hasta el 124, les falta el
-Sumario.
-
-[4] Desde este hasta el 182, y último de la primera parte, no hay más
-Sumario que el del capítulo 156.
-
-[5] Esta palabra no pude sacar en limpio del original del mismo
-Almirante. (_Nota puesta al márgen, aunque no de letra de Las Casas._)
-
-[6] Estas obligaciones fueron violentas y tiránicas, y nunca de su
-voluntad hicieron ni supieron obligarse ni á qué se obligaban, ni
-podian de derecho natural y de las gentes obligarse, los súbditos
-sin sus Reyes, ni los Reyes sin sus súbditos, y esto nunca lo hobo.
-(_Idem_, _id._)
-
-[7] Bien creo yo cierto que se tuvo poco cuidado y miramiento en
-aquellos tiempos al salvar estas ánimas, ni se tuvo esto por fin último
-y principal, como debiera tenerse. (_Nota al márgen, aunque no de letra
-de Las Casas._)
-
-[8] Está en blanco en el original.
-
-[9] ¿Para qué los guerreábades y oprimíades injustamente? á los indios,
-digo. (_Nota al márgen, aunque no de letra de Las Casas._)
-
-[10] Cierto, en esto tuvo el Almirante más que razon. (_Nota al márgen,
-aunque no de letra de Las Casas._)
-
-[11] Esto ha sido causa grande para perderse más aína las Indias, no
-estar en ellas más de cuanto pudieren apañar lo que desean. (_Idem,
-id._)
-
-[12] No decia el Almirante que era belicosa cuando Guacanagarí le salvó
-la persona y hacienda, perdida su nao; admirable fué la ignorancia del
-Almirante en esta materia. (_Nota al márgen, aunque no de letra de Las
-Casas._)
-
-[13] Voluntad permisiva, no agradable. (_Nota al márgen, aunque no de
-letra de Las Casas._)
-
-[14] Por esa riqueza injusta, y de lo mal adquirida, verná á ser la más
-pobre del mundo. (_Idem, id._)
-
-[15] No tenian uno, sino muchos indios que lo sudaban y morian en ello.
-(_Idem, id._)
-
-[16] Consistir el negocio en el cristiano era tenellos por fuerza y
-dalles de palos y azotes, y no haber misericordia dellos. (_Nota al
-márgen, aunque no de letra de Las Casas._)
-
-
-
-
-
-
-
-End of the Project Gutenberg EBook of Historia de las Indias (2 de 5), by
-Bartolomé de las Casas
-
-*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK HISTORIA DE LAS INDIAS (2 DE 5) ***
-
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- The Project Gutenberg eBook of Historia De Las Indias, by Fray Bartolomé De Las Casas.
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-<body>
-
-
-<pre>
-
-The Project Gutenberg EBook of Historia de las Indias (2 de 5), by
-Bartolomé de las Casas
-
-This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and most
-other parts of the world at no cost and with almost no restrictions
-whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of
-the Project Gutenberg License included with this eBook or online at
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-to check the laws of the country where you are located before using this ebook.
-
-
-
-Title: Historia de las Indias (2 de 5)
-
-Author: Bartolomé de las Casas
-
-Release Date: October 31, 2015 [EBook #50351]
-
-Language: Spanish
-
-Character set encoding: UTF-8
-
-*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK HISTORIA DE LAS INDIAS (2 DE 5) ***
-
-
-
-
-Produced by Giovanni Fini, Josep Cols Canals and the Online
-Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This
-file was produced from images generously made available
-by The Internet Archive/American Libraries.)
-
-
-
-
-
-
-</pre>
-
-<div class="limit">
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_i" id="Page_i">[i]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<div class="transnote p4">
-
-<p class="pc large">NOTA DEL TRANSCRIPTOR:</p>
-
-<p class="ptn">&mdash;Los errores obvios de impresión y puntuación han sido corregidos.</p>
-
-<p class="ptn">&mdash;Se ha mantenido la acentuación del libro original, que difiere
-notablemente de la utilizada en español moderno.</p>
-
-<p class="ptn">&mdash;El libro original falta del Capítulo CXXXI; ésta particularidad ha
-sido mantenida en éste proyecto.</p>
-
-<p class="ptn">&mdash;El transcriptor de este libro creó la imagen de tapa utilizando
-la portada del libro original. La nueva imagen pertenece al dominio
-público.</p>
-</div></div>
-
-<hr class="chap" />
-
-<div class="chapter">
-
-<p class="pc4 large">HISTORIA</p>
-<p class="pc1">DE</p>
-<p class="pc xlarge">LAS INDIAS.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_ii" id="Page_ii">[ii]</a></span></p>
-
-<p>&nbsp;</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_iii" id="Page_iii">[iii]</a></span></p>
-
-<h1 class="p4">HISTORIA<br />
-<span class="small">DE</span><br />
-<span class="large">LAS INDIAS</span></h1>
-
-<p class="pc4">ESCRITA POR</p>
-<p class="pc1 mid">FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS</p>
-<p class="pc1 large">OBISPO DE CHIAPA</p>
-<p class="pc1">AHORA POR PRIMERA VEZ DADA Á LUZ</p>
-<p class="pc2 reduct">POR</p>
-<p class="pc1 lmid">EL MARQUÉS DE LA FUENSANTA DEL VALLE</p>
-<p class="pc1 lmid">Y D. JOSÉ SANCHO RAYON.</p>
-
-<hr class="dec1" />
-
-<p class="pc mid">TOMO II.</p>
-
-<hr class="dec2" />
-
-<p class="pc mid">MADRID</p>
-<p class="pc">IMPRENTA DE MIGUEL GINESTA</p>
-<p class="pc reduct">calle de Campomanes, núm. 8</p>
-
-<hr class="dec3" />
-
-<p class="pc lmid">1875</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_iv" id="Page_iv">[iv]</a></span></p>
-
-<p>&nbsp;</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_v" id="Page_v">[v]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">ADVERTENCIA PRELIMINAR.</h2>
-
-<hr class="dec4" />
-
-<p class="p2">Siendo muy pocos los capítulos que, del 83 en
-adelante, tienen sumarios, hemos creido conveniente,
-para facilitar el uso del Indice, dar aquí un ligerísimo
-extracto de lo más importante que se contiene
-en este tomo.</p>
-
-<p>Sale de Cádiz para su segundo viaje, el Almirante,
-D. Cristóbal Colon, y llega á Santo Domingo,
-donde da principio á la fundacion de la Isabela
-(capítulos 83 al 88). Descríbese parte de la isla; relátase
-el viaje á Cuba y descubrimiento de Jamáica
-(89 al 96), la vuelta de Colon á la Española, donde
-encuentra á su hermano D. Bartolomé (97 al 100),
-que poco ántes habia llegado (101), y la visita del
-rey Guacanagarí al Almirante, enfermo, con la prision
-de Caonabo por Hojeda (102). Batalla en la
-Vega Real, contra cien mil indios (104), y escursion
-del Almirante por la isla, hasta sojuzgarla casi por
-completo (105 y 106).</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_vi" id="Page_vi">[vi]</a></span></p>
-
-<p>Para averiguar la verdad de ciertas quejas dadas
-en Castilla contra Colon, mandan los Reyes á Juan
-Aguado; vuelve éste á dar cuenta (107 al 109), y
-poco despues el Almirante, dejando hechas varias
-fortalezas y encargado el gobierno á su hermano
-(110). Llegado á la presencia de los Reyes, le confirman
-sus privilegios, le hacen nuevas mercedes y
-le dan instrucciones para el gobierno (111-112 y
-123 al 126); entre tanto, D. Bartolomé va á la provincia
-de Xaraguá, y hace tributario al rey Behechio
-(113 al 116); sublévasele el Alcalde de la Isabela,
-Francisco Roldan, con 70 españoles (117):
-cuéntanse otros varios sucesos ocurridos en la isla
-(118 y 119) y la guerra con los reyes Guarionex y
-Mayobanex, á quienes vence y prende el Adelantado,
-D. Bartolomé Colon (120 y 121).</p>
-
-<p>Disertacion histórico-crítica del autor sobre el
-monte Sopora, la provincia de Ofir y la isla Taprobana
-(128); otra científica, sobre el nacimiento
-del Nilo y su creciente y menguante (129), y otra,
-sobre el Paraíso terrenal y sus rios (141 al 146).</p>
-
-<p>Tercer viaje del Almirante (127 y 130 al 139),
-en el cual descubre la tierra firme; su vuelta á la
-Española (147 al 149), donde, sabido el levantamiento
-de Francisco Roldan (148 y 150), trata de reducirle
-por medios pacíficos (152 al 154). No lo consigue
-por entónces, y da cuenta de ello á los Reyes y
-del estado de la isla (155). Por fin, despues de varias
-tentativas infructuosas (156 y 158 al 160), conciértanse,
-y concluye el levantamiento de Roldan (161),
-acerca del cual y de una carta de Colon á los Reyes,
-expone nuestro autor varias consideraciones (162
-y 163).</p>
-
-<p>Viaje á tierra firme de Hojeda con Américo Vespucio
-(164 al 168), del cual ya ántes (140) se habia
-tratado; paso de Hojeda, á la vuelta, por la isla de<span class="pagenum"><a name="Page_vii" id="Page_vii">[vii]</a></span>
-Santo Domingo, y disturbios que en ella causa (168
-al 170). Viajes de Peralonso Niño y Cristóbal Guerra
-(171 y 172), de Vicente Yañez Pinzon (173), y de
-Diego de Lepe (174).</p>
-
-<p>Nombran los Reyes Gobernador al comendador
-Bobadilla, con poderes extraordinarios (177). Llega
-á Santo Domingo, prende al Almirante y á sus hermanos,
-y los manda á España con grillos (178 al
-181). Carta notable de Colon, al ama del príncipe
-D. Juan (182), y su llegada á presencia de los Reyes,
-quienes manifiestan gran sentimiento por lo que con
-él se habia hecho (183).</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_viii" id="Page_viii">[viii]</a></span></p>
-
-<p>&nbsp;</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_1" id="Page_1">[1]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<p class="pc4 mid"><b>HISTORIA</b></p>
-
-<p class="pc1 elarge"><b>DE LAS INDIAS.</b></p>
-
-<div class="figcenter">
- <img src="images/d1.jpg" width="150" height="45"
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- title="" />
-</div>
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO LXXXIII.</h2>
-
-<p class="p2">Cuando se partió de Barcelona el Almirante, dejó á los Reyes
-un libro; no pude saber qué libro fuese, sino que presumo
-que debia ser donde tenia colegidas muchas cosas secretas
-de los antiguos autores, por las cuales se guiaba, ó el libro de
-toda su navegacion y rumbos ó caminos que habia llevado
-y traido, en aquel su descubrimiento y primer viaje, para que
-se sacase un traslado que quedase en los Archivos reales, y,
-despues de trasladado, quedaron de enviárselo. Por este libro
-los Reyes, y las personas que de su Consejo llamaban, colegian
-más firmeza y daban más crédito á las cosas que el Almirante
-les afirmaba, y mayores las que habian de suceder
-esperaban. Y, porque los Embajadores de Portugal mucho insistian
-en los conciertos, y en impedir el camino segundo
-del Almirante, y, por otra parte, los Reyes eran informados
-que el rey de Portugal hacia armada, los Reyes los entretenian
-cuanto convenia y daban priesa en el despacho del
-Almirante, y, juntamente, de todo lo que se hacia le avisaban.
-Finalmente, la respuesta que llevaron los Embajadores fué
-que ellos enviarian los suyos al Rey, sobre ello, los cuales<span class="pagenum"><a name="Page_2" id="Page_2">[2]</a></span>
-fueron dos caballeros, D. Pedro de Ayala y D. García de Carbajal,
-hermano del Cardenal de Sancta Cruz; y fué la respuesta,
-segun dice la dicha Historia portoguesa, que los Reyes
-enviaban agora á saber del todo la cualidad y ser destas tierras,
-y que á la vuelta de los navíos se trataria más dello, y se
-tomaria con el rey de Portugal el concierto final y resolucion
-de todo ello. Desta embajada no hobo el rey de Portugal placer
-alguno, y dijo á los Embajadores que aquella embajada
-de los Reyes, sus primos, no traia piés ni cabeza; y como los
-Reyes eran avisados del desabrimiento y dolor del rey de
-Portugal por haber perdido tal lance, proveian en todo lo que
-les parecia convenir para referirlo al Almirante, y, á este propósito,
-la Reina le escribió la siguiente carta:</p>
-
-<p>«La Reina.&mdash;D. Cristóbal Colon, mi Almirante del mar
-Océano, Visorey é Gobernador de las islas nuevamente halladas
-en las Indias: Con este correo vos envio un traslado
-del libro que acá dejastes, el cual ha tardado tanto porque se
-escribiese secretamente, para que estos que están aquí, de
-Portugal ni otro alguno, no supiese dello; y, á causa desto, porque
-más presto se hiciese, vá de dos letras, segun vereis.
-Ciertamente, segun lo que en este negocio acá se ha platicado
-y visto, cada dia se cognosce ser muy mayor y de gran calidad
-y substancia, y que vos nos habeis en ello mucho servido,
-y tenemos de vos grande cargo; y así, esperamos en
-Dios, que, demas de lo asentado con vos, que se ha de hacer
-y cumplir muy enteramente, que vos recibais de Nos mucha más
-honra, merced y acrecentamiento, como es razon y lo adeudan
-vuestros servicios y merecimientos. La carta del marear que habíades
-de hacer, si es acabada, me enviad luego, y por servicio
-mio deis gran priesa en vuestra partida, para que aquella,
-con la gracia de Nuestro Señor, se ponga en obra sin dilacion
-alguna, pues vedes cuanto cumple al bien del negocio; y
-de todo de allá nos escribid é faced siempre saber, que, de
-acá, de todo lo que hobiere vos avisaremos é vos lo faremos
-saber. En el negocio de Portugal no se ha tomado, con estos
-que aquí están, determinacion; aunque yo creo que el Rey se<span class="pagenum"><a name="Page_3" id="Page_3">[3]</a></span>
-allegará á razon en ello, querria que pensásedes lo contrario,
-porque por ello no vos descuidedes ni dejeis de ir sobre
-aviso, á recaudo, que cumple, para que, en manera alguna, no
-podais recibir engaño. De Barcelona á cinco dias del mes de
-Setiembre de noventa y tres años.&mdash;Yo la Reina.&mdash;Por mandado
-de la Reina, Juan de la Parra.»</p>
-
-<p>Esta parece haber sido la postrera carta que el Almirante
-recibió de los Reyes, por aquel tiempo, ántes que se partiese,
-la cual recibida, como andaba ya al cabo de aprestarse, allegado
-el número de la gente, ordenados los Capitanes, hecha
-su alarde, mándalos todos embarcar, dada á cada uno de los
-pilotos su derrota y camino que habia de hacer, con su instruccion.
-Miércoles, á 25 dias de Setiembre del mismo año
-1493, ántes que saliese el sol, hizo soltar las velas y salieron
-todos 17 navíos y carabelas de la bahía de Cáliz; mandó gobernar
-los navíos al Sudueste, camino de las Canarias islas, y
-el miércoles siguiente, que se contaron 2 dias de Octubre,
-llegó á surgir en la isla de la Gran Canaria, que es la principal
-de las siete, pero no quiso parar allí, y por eso, á media
-noche, tornó á alzar las velas, y el sábado siguiente, á 5 de
-Octubre, tomó la isla de la Gomera, donde estuvo dos dias, en
-los cuales se proveyó á mucha priesa de algunos ganados, que
-él, y los que acá venian, compraban, como becerras, y
-cabras, y ovejas; y, entre otros, ciertos de los que venian allí,
-compraron ocho puercas á 70 maravedís la pieza. Destas
-ocho puercas se han multiplicado todos los puercos que, hasta
-hoy, ha habido y hay en todas estas Indias, que han sido
-y son infinitos; metieron gallinas tambien, y esta fué la simiente
-de donde, todo lo que hoy hay acá de las cosas de Castilla,
-ha salido, lo mismo de las pepitas y simientes de naranjas,
-limones y cidras, melones y de toda hortaliza; proveyéronse
-de agua, y leña, y refrescos para toda el armada. Allí dió á
-cada piloto su instruccion cerrada y sellada, donde se contenia
-la derrota y camino que habian de hacer para hasta llegar á
-la tierra del rey Guacanagarí, donde dejó hecha la fortaleza y los
-39 cristianos. Mandó á los pilotos que en ningun caso abriesen<span class="pagenum"><a name="Page_4" id="Page_4">[4]</a></span>
-la dicha instruccion, sino, en caso que el tiempo les forzase
-apartarse de su compañía, entónces la abriesen para
-que supiesen donde habian de ir; en otra manera nó, porque
-no queria que nadie supiese aquellos caminos, porque no
-acaeciese, por ventura, ser avisado dellos el rey de Portugal.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_5" id="Page_5">[5]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO LXXXIV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Lúnes, á 7 de Octubre, mandó hacer alzar velas á toda
-su flota y armada, pasó la isla del Hierro, que está cerca de
-la Gomera y es la postrera de las Canarias; de allí tomó su vía,
-y caminó más á la parte austral, que es el primer viaje, cuando
-vino á descubrir; anduvo, hasta 24 del mismo mes, que
-sentia que habria andado 450 leguas. Vieron una golondrina
-venir á los navíos, y más adelante comenzaron á venir algunos
-nublados y aguaceros ó turbiones de agua del cielo; sospechó
-que aquella mudanza no debia ser sino haber por allí
-cerca alguna tierra, por lo cual mandó quitar algunas velas, y
-estar sobre el aviso en la guarda del velar de noche. Domingo,
-3 dias de Noviembre, ya que amaneció, vieron tierra toda la
-flota, con harto regocijo y alegría de todos, como si les abrieran
-los cielos. Esta tierra era una isla, á la cual puso nombre
-la Dominica, porque la descubrió dia de domingo; luego vido
-otra isla á la mano derecha de la Dominica, luego vieron otra,
-y escomenzaron á aparecer muchas. Dando todos infinitas
-gracias á Dios, cantan la <i>Salve regina</i>, luego, como la suelen
-cantar en los navíos cuando navegan, á prima noche; comienzan
-á salir olores de las flores de las islas, de que se maravillaban
-todos; ven infinitos papagayos verdes, que andan juntos
-como zorzales en su tiempo, con mucha grita que siempre
-van dando. Juzgaban que, desde la Gomera, en veintiun
-dias que la Dominica vieron, hasta 750 leguas, ó pocas
-más, habrian andado. No pareció haber puerto en la Dominica,
-por la parte del Levante, y por esto atravesó el Almirante á
-otra isla, que fué la segunda á que puso nombre, y fué Marigalante,
-porque la nao en que iba el Almirante así se llamaba.
-Salió allí en tierra con gente de su nao, y tomó posesion<span class="pagenum"><a name="Page_6" id="Page_6">[6]</a></span>
-jurídica por los reyes de Castilla y Leon, ante todos, y autorizóla
-con fe de escribano. Partió de allí, otro dia, lúnes, y
-vido otra gran isla, y á esta puso nombre Guadalupe, á
-la cual se llegaron; y, hallando puerto, surgieron ó echaron
-anclas, y mandó que fuesen ciertas barcas á tierra, y ver un
-poblezuelo que parecia en la costa junto al mar, donde no
-hallaron á nadie, porque, como vieron los navíos, huyeron todos
-los vecinos dél á los montes. Allí hallaron los primeros papagayos
-que llamaban guacamayos, tan grandes como gallos, de
-muchos colores, y lo más es colorado, poco azul y blanco;
-estos nunca chirrían ni hablan, sino de cuando en cuando dan
-unos gritos desgraciados, y solamente se hallan en tierra firme
-en la costa de Paria, y por allí adelante. Hallaron en las
-casas un madero de navío, que llaman los marineros quodaste,
-de que todos se maravillaron, y no supieron imaginar como
-hobiese allí venido, sino que los vientos y los mares lo hobiesen
-allí traido, ó de las islas de Canaria, ó de la Española, de
-la nao que allí perdió el Almirante el primer viaje. Mártes, 5
-dias del mes de Noviembre, mandó el Almirante salir dos barcas
-á tierra para ver si pudiesen tomar alguna persona, para
-saber los secretos de la gente y de la tierra, y para si le diesen
-nueva que tan léjos estaban de la isla Española; trujeron dos
-mancebos, y, por señas, hicieron entender al Almirante, que
-no eran de aquella isla, sino de Boriquen, y esta es la que agora
-llamamos la isla de Sant Juan; afirmaban, cuanto ellos podian
-con manos y ojos, y ménos, mostrar, y con gestos de amargas
-ánimas, que los de aquella isla eran caribes, y que los habian
-preso y traido de Boriquen para los comer, como lo solian acostumbrar.
-Tornaron las barcas por ciertos cristianos que se habian
-quedado, y hallaron con ellos seis mujeres que se venian
-huidas de los caribes, á ellos, por se escapar. El Almirante, no
-creyéndolo y por no alterar la gente de la isla, dió á las indias
-cuentas, y cascabeles, y espejos y otras cosas de rescate, y tornólas
-á enviar á tierra, las cuales los caribes despojaron de las
-cosas que les habia dado el Almirante, á vista de los de las barcas;
-tornando las barcas por agua, tornaron las mujeres á huirse<span class="pagenum"><a name="Page_7" id="Page_7">[7]</a></span>
-con otros dos muchachos y un mozo, y rogaron á los cristianos
-que las llevasen á las naos. Dellas se coligió haber por allí
-otras muchas islas, y tierra grande que parecian significar á
-tierra firme, y nombraban á cada una por su nombre. Preguntóseles
-tambien por señas por la isla Española, que en lengua
-della y de las comarcanas, se llamaba Haytí, la última sílaba
-aguda; señalaron á la parte donde caia, y, aunque el Almirante,
-por su carta del descubrimiento primero, entendia y
-podia ir derecho allá, pero holgóse de óir dellas el paraje
-donde le demoraba. Quisiera luego alzar las velas, sino que
-le dijeron que Diego Marquez, el veedor, que iba por Capitan
-de un navío, habia saltado en tierra con ocho hombres, sin su
-licencia, y, aún con harta indiscrecion, ántes que amaneciese,
-y no era vuelto á los navíos. El Almirante hobo mucho enojo, y
-con justa razon; envió luego cuadrillas de gente para lo buscar,
-fueron aquel dia y no lo hallaron por la espesura de los
-muchos montes; acordó esperarlos todo aquel dia porque no
-se perdiesen, y, porque si dejaba el navío, despues no acertase
-á ir á la Española. Torna á enviar cuadrillas, cada una con su
-trompeta, porque oyesen donde estaban, y tambien tirar espingardas;
-andando perdidas aquel dia las cuadrillas, volviéronse,
-sin hallarlos, á los navíos. Hacíasele al Almirante cada
-hora un año, y, con gran pena, quiso dejarlos, pero al cabo no
-lo quiso hacer por no desmampararlos y los indios no los matasen
-ó padeciesen algun gran desastre; y por no aventurar el
-navío y la gente dél, si, por esperarlos, lo dejasen, mandó que
-todos los navíos se proveyesen de agua y leña, y los que quisiesen
-salir, á se recrear en tierra y lavar su ropa, saliesen, y
-determina enviar á Alonso de Hojeda, que iba por Capitan de
-una de las carabelas, que con 40 hombres los fuese á buscar,
-y de camino indagase lo que habia en la tierra. Díjose que
-habian hallado almástiga, y jengibre, y cera, y incienso, y
-gándalos, y otras cosas aromáticas, pero hasta agora no se ha
-sabido que tales cosas haya, ni allí ni en las otras islas; algodon
-hallaron mucho, como lo hay en todas estas islas y en
-tierra firme, donde es la tierra caliente y no fria. Dijeron que<span class="pagenum"><a name="Page_8" id="Page_8">[8]</a></span>
-vieron alcones, y niblíes; milanos hay hartos en todas estas
-partes, y garzas, y grajas, palomas, tórtolas y dorales, ansares
-y ruiseñores; perdices, dijeron que habian visto, pero
-estas no se han hallado, sino solamente en la isla de Cuba.
-Certificaban que en seis leguas habian pasado veintiseis rios,
-muchos dellos hasta la cinta; bien podia ser uno y pasarle
-muchas veces, como el rio que se pasa cuatrocientas veces y
-más, del Nombre de Dios á Panamá. Finalmente, se volvieron
-aquestos sin hallarlos, y ellos, el viernes á 8 de Noviembre,
-vinieron y aportaron á los navíos; dijeron, que por los
-grandes montes y breñas se perdieron y no acertaron á volverse.
-El Almirante mandó prender al Capitan, y á los demas
-dar alguna pena. Salió el Almirante á tierra á unas casas que
-estaban por allí cerca, en las cuales hallaron mucho algodon
-hilado y por hilar, y una manera nueva de telares en que lo
-tejian, vieron muchas cabezas de hombres colgadas, y restos
-de huesos humanos. Debian ser de señores ó personas que
-ellos amaban, porque, decir que eran de los que comian, no
-es cosa probable, la razon es, porque si ellos comian tantos
-como dicen algunos, no cupieran en las casas los huesos y
-cabezas, y parece, que despues de comidos no habia para qué
-guardar las cabezas y huesos por reliquias, si quizá no fuesen
-de algunos sus muy capitales enemigos, y todo esto es
-adevinar. Las casas, dijeron que eran las de mejor hechura, y
-más llenas de comida y cosas necesarias, que se habian visto
-en las otras partes del primer viaje.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_9" id="Page_9">[9]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO LXXXV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>El domingo siguiente, á 10 dias de Noviembre, mandó levantar
-las anclas y dar las velas, y fué costeando la misma
-isla de Guadalupe, la via del Norueste, en busca de la Española,
-y llegó á una isla muy alta, y nombróla Monserrate,
-porque parecia que tenia la figura de las peñas de Monserrate,
-y de allá descubrió cierta isla muy redonda, tajada por todas
-partes, que, sin escalas ó cuerdas hechadas de arriba, parece
-que es imposible subir á ella, y por esto púsole nombre Sancta
-María la Redonda, á otra llamó Sancta María de la Antigua,
-que tenia 15 ó 20 leguas de costa; parecian por allí otras muchas
-islas, hácia la banda del Norte, muy altas y de grandes
-arboledas y frescuras; surgió en una, á la cual llamó Sant
-Martin, y cuando alzaban las anclas salian pegados á las uñas
-dellas pedazos de coral, segun les parecia; no dice el Almirante
-si era blanco ó colorado. El jueves, 14 de Noviembre,
-surgió en otra isla que llamó Sancta Cruz; mandó allí salir en
-tierra gente y que tomasen algunas personas para tomar lengua.
-Tomaron cuatro mujeres y dos niños, y á la vuelta con
-la barca toparon una canoa, dentro de la cual venian cuatro
-indios y una india, los cuales, visto que no podian huir, se
-comenzaron á defender y la india tambien con ellos, y tiraron
-sus flechas y hirieron dos cristianos de los de la barca, y la
-mujer pasó con la suya una adarga; embistieron con la canoa,
-y trastornáronla, y tomáronlos, y uno dellos, no perdiendo su
-arco, nadando tiraba los flechazos tan reciamente, poco ménos,
-que si estuviera en tierra. Uno destos vieron que tenia cortado
-su instrumento generativo, creian los cristianos que para que
-engordase mejor, como capon, y despues comerlo los caribes.
-Desde allí, andando el Almirante su viaje para la Española,<span class="pagenum"><a name="Page_10" id="Page_10">[10]</a></span>
-vido muchas islas juntas que parecian sin número, á la mayor
-dellas puso nombre Sancta Ursula, y á todas las otras las Once
-mill Vírgenes; llegó de allí á otra grande, que llamó de Sant Juan
-Baptista, que ahora llamamos de Sant Juan, y arriba digimos
-que llamaban Boriquen los indios, en una bahía della, al Poniente,
-donde pescaron todos los navíos diversas especies de
-pescados, como sábalos, y sardinas algunas, y, en mucha cantidad,
-lizas, porque destas es la mayor abundancia que hay en
-estas Indias, en la mar y en los rios. Salieron en tierra algunos
-cristianos y fueron á unas casas por muy buen artificio
-hechas, todas, empero, de paja y madera, que tenian una plaza,
-con un camino, desde ella hasta la mar, muy limpio y seguido,
-hecho como una calle, y las paredes de cañas cruzadas ó tejidas,
-y por lo alto tambien con sus verduras graciosas, como
-si fueran parras, ó verjeles de naranjos ó cidros, como los hay
-en Valencia ó en Barcelona, y junto á la mar estaba un miradero
-alto, donde podian caber diez ó doce personas, de la misma
-manera bien labrado; debia ser casa de placer del señor de
-aquella isla, ó de aquella parte della. No dice aquí el Almirante
-que hobiesen visto allí alguna gente; por ventura, debian de
-huir cuando los navíos vieron. El viérnes, á 22 del mismo
-mes de Noviembre, tomó el Almirante la primera tierra de la
-isla Española, que está á la banda del Norte, y de la postrera
-de la isla de Sant Juan, obra de 15 leguas, y allí hizo echar
-en tierra un indio de los que traia de Castilla, encargándole
-que induciese á todos los indios de su tierra, que era la provincia
-de Samaná, que estaba de allí cerca, al amor de los
-cristianos, y contase la grandeza de los reyes de Castilla y las
-grandes cosas de aquellos reinos; él se ofreció de lo hacer, con
-muy buena voluntad, despues no se supo deste indio más,
-creyóse que se debió morir. Prosiguió su camino el Almirante
-y viniendo al Cabo, que, cuando el primer viaje lo descubrió,
-le puso nombre el cabo del Angel, como arriba en el capítulo
-67 se dijo, vinieron á los navíos algunos indios en sus canoas
-con comida y otras cosas, para rescatarlas con los cristianos,
-y, yendo á surgir á <i>Monte-Christi</i> la flota, salió una<span class="pagenum"><a name="Page_11" id="Page_11">[11]</a></span>
-barca, hácia tierra, á un rio que allí parecia; vido muertos dos
-hombres, el uno mancebo y el otro viejo, á lo que parecia, y
-el viejo tenia una soga de esparto, de las de Castilla, á la garganta,
-tendidos los brazos y atadas las manos á un palo como
-en cruz, pero no cognoscieron que fuesen indios ó cristianos,
-de donde el Almirante tomó gran sospecha y pena que fuesen
-muertos los 39 cristianos, ó dellos alguna parte. Otro dia,
-mártes, 26 de Noviembre, tornó á enviar el Almirante por
-algunas partes algunos hombres, para saber qué nuevas habia
-de los de la fortaleza, vinieron muchos indios á hablar con
-los cristianos; muy segura y libremente, sin temor alguno, llegábanse
-á los cristianos y tocábanles al jubon y á la camisa
-diciendo, «jubon, camisa,» mostrando que sabian los nombres
-de aquellas cosas; con estas palabras y con no temer los indios
-aseguróse algo el Almirante de que no fuesen los de la fortaleza
-muertos. A la entrada del puerto de la Navidad surgió
-con los navíos, miércoles, á 27 de Noviembre; hácia la media
-noche vino una canoa llena de indios y llegó á la nao del
-Almirante y preguntáronles por él, diciendo, «¡Almirante, Almirante!»
-respondiéronles que entrasen que allí estaba, ellos
-no quisieron hasta que el Almirante se paró al bordo de la
-nao, y desque lo cognoscieron, que era harto bien cognoscible
-por su autorizada persona, luego entraron en la nao dos
-dellos, y dánle sendas carátulas, que llaman guayças, muy
-bien hechas y con algun oro, como arriba fué dellas dicho,
-presentándoselas de parte del rey Guacanagarí con grandes
-encomiendas, las que pudieron significar; preguntándoles el
-Almirante por los cristianos, que era lo que le dolia, respondieron
-que algunos eran muertos de enfermedad, y otros se
-habian ido la tierra dentro con sus mujeres y áun con muchas
-mujeres. Bien sintió el Almirante que debian ser todos muertos,
-pero disimuló por entónces y tornólos á enviar, dándoles
-un presente de bacinetas de laton que siempre tuvieron en
-mucho, y otras menudencias que habian de agradar al señor
-Guacanagarí, y tambien á ellos dió cosas conque se fueron
-alegres, luego, aquella noche.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_12" id="Page_12">[12]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO LXXXVI.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Entróse luego, el jueves, 28 de Noviembre, á la tarde, con
-toda su flota, dentro del puerto de la Navidad, acerca de donde
-habia dejado hecha la fortaleza, la cual vido toda quemada,
-de donde recibió grandísimo pesar y tristeza, viendo cierto
-argumento de la muerte de todos los 39 cristianos que en
-ella habia dejado, y por aquel dia no pareció persona alguna
-por todo aquello; otro dia salió en tierra el Almirante, por la
-mañana, con grande tristeza y angustia de ver quemada la fortaleza,
-y ninguno de los que con tanto placer y contentamiento
-de todos habia dejado. Habia algunas cosas de los cristianos,
-como arcas quebradas, y bornias, y unos que llaman arambeles,
-que ponen sobre las mesas los labradores; no viendo
-persona ninguna á quien preguntar, el Almirante, con ciertas
-barcas entró por un rio arriba, que cerca de allí estaba, y
-dejó mandado que limpiasen un pozo que dejó hecho en la
-fortaleza, para ver si los cristianos habian escondido allí algun
-oro, pero no se halló nada; el Almirante tampoco halló
-á quien preguntar, porque los indios todos huian de sus casas.
-Hallaron, empero, en ellas vestidos algunos de los cristianos,
-y dió la vuelta. Hallaron por cerca de la fortaleza siete ú ocho
-personas enterradas, y cerca de allí, por el campo, otras tres,
-y cognoscieron ser cristianos por estar vestidos, y parecia
-haber sido muertos de un mes atras, ó poco más. Andando
-por allí buscando escripturas ó otras cosas, de que pudiesen
-haber lengua de lo que habia pasado, vino un hermano del
-rey Guacanagarí, con algunos indios que ya sabian hablar y
-entender nuestra lengua algo, y nombraban por su nombre
-todos los cristianos que en la fortaleza quedaron, y tambien
-por lengua de los indios que traia de Castilla el Almirante, diéronle<span class="pagenum"><a name="Page_13" id="Page_13">[13]</a></span>
-nuevas y relacion de todo el desastre. Dijeron que, luego
-que el Almirante se partió dellos, comenzaron entre sí á reñir
-é tener pendencias, y acuchillarse, y tomar cada uno las mujeres
-que queria y el oro que podia haber, y apartarse unos de
-otros; y que Pero Gutierrez y Escobedo mataron á un Jacome,
-y aquellos, con otros nueve, se habian ido con las mujeres que
-habian tomado y su hato, á la tierra de un señor que se llamaba
-Canabo, que señoreaba las minas (y creo que está corrupta
-la letra, que habia de decir Caonabo, señor y Rey muy
-esforzado de la Maguana, de quien hay bien que decir abajo),
-el cual los mató á todos diez ú once; dijeron más, que, despues
-de muchos dias, vino el dicho rey Caonabo con mucha
-gente á la fortaleza, donde no habia más de Diego de Arana,
-el Capitan, y otros cinco que quisieron permanecer con él para
-guarda de la fortaleza, porque todos los demas se habian
-desparcido por la isla, y de noche puso fuego á la fortaleza
-y á las casas donde aquellos estaban, porque no estaban, por
-ventura, en la fortaleza, las cuales, huyendo hácia la mar, se
-ahogaron. El rey Guacanagarí salió á pelear con él por defender
-los cristianos; salió mal herido, de lo que no estaba sano.
-Esto concordó todo con la relacion que trajeron otros cristianos,
-que el Almirante habia enviado por otra parte á saber nuevas
-de los 39 cristianos, y llegaron al pueblo principal de Guacanagarí,
-el cual vieron que estaba malo de las heridas susodichas,
-por lo cual se excusó que no pudo venir á ver al Almirante
-y darle cuenta de lo sucedido, despues que se partió
-para Castilla; y que la muerte dellos habia sido, porque luego
-que el Almirante se fué comenzaron á rifar y á tener discordias
-entre sí, tomaban las mujeres á sus maridos y iban á rescatar
-oro cada uno por sí. Juntáronse ciertos vizcainos contra los
-otros, y ansí se dividieron por la tierra, donde los mataron por
-sus culpas y malas obras; y esto es cierto, que si ellos estuvieran
-juntos estando en la tierra de Guacanagarí, é so su proteccion,
-y no exacerbaran los vecinos, tomándoles sus mujeres, que es
-con lo que más se injurian y agravian, como donde quiera,
-nunca ellos perecieran. Envió á rogar Guacanagarí al Almirante,<span class="pagenum"><a name="Page_14" id="Page_14">[14]</a></span>
-con aquellos cristianos, que le fuese á ver porque él no
-salia de su casa por aquella indispusicion. El Almirante fué
-allá, el cual, con rostro muy triste contó al Almirante todo lo
-que dicho es, mostrando sus heridas, y de mucha de su gente
-que en aquella defensa habian sido heridos; y bien parecian
-las heridas ser de las armas que los indios usaban, que eran
-las tiraderas, como dardos, con un hueso de pescado por punta.
-Pasada la plática hizo un presente al Almirante de ochocientas
-cuentas menudas de piedra, que ellos preciaban mucho
-y las llamaban cibas, y ciento de oro, y una corona de oro
-y tres calabacillas, que llaman hibueras, llenas de granos de
-oro, que todo pesaria hasta cuatro marcos, que eran doscientos
-castellanos ó pesos de oro; el Almirante dió á Guacanagarí
-muchas cosas de las nuestras de Castilla, como cuentas
-de vidro, y cuchillos, y tijeras, cascabeles, alfileres, agujas,
-espejuelos, que valdria todo hasta cuatro ó cinco reales, y con
-ello pensaba Guacanagarí que quedaba muy rico. Quiso acompañar
-al Almirante á donde tenia su real; hiciéronle muy gran
-fiesta, donde se regocijó mucho, admirándose de los caballos,
-y de lo que los hombres con ellos hacian. Dice aquí el Almirante,
-que entendió allí que uno de los 39, que dejó, habia
-dicho á los indios y al mismo Guacanagarí algunas cosas en
-injuria y derogacion de nuestra sancta fe, y que le fué necesario
-rectificarle en ella, y le hizo traer al cuello una
-imágen de Nuestra Señora, de plata, que ántes no habia querido
-recibir. Dice más aquí el Almirante, que aquel padre
-fray Buil, y todos los demas, quisieran que lo prendiera,
-más no lo quiso hacer, aunque dice que bien pudiera, considerando
-que, pues los cristianos eran muertos, que la prision
-del rey Guacanagarí, ni los podia resucitar, ni enviar al Paraíso,
-si allá no estaban, y dice que le pareció que aquel Rey
-debia ser acá como los otros Reyes, entre los cristianos, que
-tienen otros Reyes parientes á quien con su prision injuriara,
-y que los Reyes lo enviaban á poblar, en lo que tanto habian
-gastado, y que sería impedimento para la poblacion, porque le
-saldrian de guerra y no dejarle asentar pueblo, y mayormente<span class="pagenum"><a name="Page_15" id="Page_15">[15]</a></span>
-seria gran estorbo para la predicacion y conversion á
-nuestra sancta fe, que era á lo que principalmente los Reyes
-lo enviaban. Por manera, que, si era verdad lo que Guacanagarí
-decia, hiciérale gran injusticia, y toda la tierra lo tuviera
-en odio y rencor con todos los cristianos, teniendo al Almirante
-por ingrato del gran bien que habia recibido de aquel
-Rey, en el primer viaje, y más en defenderle los cristianos,
-con riesgo suyo, como sus heridas lo testificaban, y, finalmente,
-queria primero poblar, y que, despues de poblado y hecho
-en la tierra fuerte, y sabida la verdad, podria castigarlo si
-lo hallase culpado, etc. Estas son las razones que, para no seguir
-el parecer de los que le aconsejaban prenderle, dió el
-Almirante; y fué harta prudencia la suya, más que la del parecer
-contrario.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_16" id="Page_16">[16]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO LXXXVII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Antes que pasemos más adelante, porque, por ventura, no
-habrá otro lugar donde tan bien convenga ponerse, miéntras
-el Almirante hacia esta su segunda navegacion, concertóse
-entre los reyes de Castilla é Portugal que hobiese junta de la
-una parte y de la otra, para tratar de concierto y dar asiento
-en lo que destas mares y tierras habia de quedar por de
-cada uno de los reinos y de cada uno dellos; segun impropia
-y corrupta, y no ménos injustamente se ha acostumbrado á
-nombrar, lo que, en la verdad, si habemos de hablar y
-obrar como cristianos, no se ha de llamar conquista sino comision
-y precepto de la Iglesia y del Vicario de Cristo, que
-á cada uno destos señores se les manda y encarga que tengan
-cargo de convertir las gentes destos mundos de por acá;
-otra cosa diferente es la conquista de los infieles que nos
-impugnan y angustian cada dia. Así que, el rey de Portugal
-envió sus solenes Embajadores, con mucha compañía y autoridad,
-á los católicos reyes, que ya eran venidos de Barcelona
-y estaban en Medina del Campo, y presentada su embajada
-y finalmente, dando y tomando, yendo postas y viniendo
-posta, de Portugal á Castilla, hobo de haber fin y concluirse
-la siguiente determinacion y concierto, entre los reyes de Castilla
-D. Fernando y Doña Isabel y el rey D. Juan II de Portugal.
-El lugar que eligió para tratarse deste negocio fué la
-villa de Simancas, dos leguas y media de Valladolid; allí
-mandaron ir los reyes de Castilla á muchas personas que sabian
-de cosmografía y astrología, puesto que habia harto
-pocos entónces en aquellos reinos, y las personas de la mar
-que se pudieron haber (no pude saber los nombres dellas ni
-quién fueron), y allí envió el rey de Portugal las suyas, que<span class="pagenum"><a name="Page_17" id="Page_17">[17]</a></span>
-debian tener, á lo que yo juzgué, más pericia y más experiencia
-de aquellas artes, al ménos de las cosas de la mar,
-que las nuestras. Ayuntáronse todos en la dicha villa de Simancas,
-y determinaron y asentaron, en conformidad, lo siguiente,
-en 20 dias de Junio, año del Señor de 1494. Fué el
-concierto y asiento: «Que si hasta los dichos 20 dias de Junio
-hobiesen descubierto tierras algunas la gente ó navíos de los
-reyes de Castilla, dentro de 250 leguas, de 370 que se habian
-señalado, que fuesen y quedasen para el rey de Portugal, y
-si las descubriesen dentro de las 120 que restaban de las 370,
-quedasen para los reyes de Castilla. Item, fué concierto y
-asiento, que dentro de diez meses enviasen cuatro carabelas,
-una ó dos de cada parte, ó más ó ménos segun se acordase,
-las cuales se juntasen en la isla de Gran Canaria, y en cada
-una enviasen, de cada una de las partes, pilotos y astrólogos
-y marineros, con tanto que sean tantos de una parte como de
-otra; y que algunas personas de las dichas vayan, de las de
-Castilla, en los navíos de los portogueses, y otras de los portogueses
-vayan en los navíos de Castilla, tantos de una parte como
-de otra. Los cuales juntamente puedan ver y cognoscer la mar,
-y los vientos, y los rumbos, y los grados del sol y del Norte, y
-señalar las 370 leguas y límites, segun se pudiese hacer; á lo
-cual concurran todos juntos, y lleven los poderes de los Reyes.
-Y todos los navíos concurran juntamente y vayan á las
-islas de cabo Verde, y desde allí tomen su derrota derecha al
-Poniente, hasta las dichas 370 leguas, medidas como las dichas
-personas acordaren que se deben medir, é allí, donde se
-acabaren, se haga el punto é señal que convenga, por grados
-del sol ó del Norte, ó por singladuras de leguas, ó como mejor
-se pudiere concordar; la cual dicha raya, señalen de
-polo á polo. Y si caso fuere que la dicha raya ó límite de
-polo á polo topare en algunas islas ó tierra firme, que, al comienzo
-della ó dellas, se haga alguna señal ó torre donde topare
-la dicha raya, é que, en derecho de la tal señal ó torre, se
-continúen dende adelante otras señales por la tal isla ó tierra
-firme en derecha de la dicha raya, las cuales partan lo que á<span class="pagenum"><a name="Page_18" id="Page_18">[18]</a></span>
-cada una de las partes perteneciere della, etc.» Este fué el
-concierto y asiento que en Simancas por aquel tiempo se hizo.
-Y es aquí de considerar la bondad de los reyes de Castilla y
-amor de la paz que tuvieron, que, como el Papa les concediese
-que todo lo que se contuviese del Occidente y Austro,
-despues de pasadas 100 leguas, de las islas de Cabo Verde,
-por bien de paz cedieron su derecho á concertarse con lo que
-se contuviese pasadas las 370 leguas, con las demas condiciones
-á que quisieron subiectarse por su propia voluntad. El traslado
-de los capítulos de este asiento enviaron los Reyes al Almirante
-en los primeros navíos que enviaron, despues que él
-partió con los 17 navíos, y quisieran que se hallaran él ó su
-hermano en tratar de aquello y asentar los dichos límites ó
-torre que se habia de hacer, hecha la línea que habian de imaginar,
-como abajo parecerá. Despues muchos años, el tiempo
-andando, en tiempo del Emperador D. Cárlos y Rey nuestro
-señor, se tractó de otra junta que se hizo en la ciudad de
-Badajoz, sobre los límites destas Indias, entre castellanos y
-portogueses, decirse ha abajo, con el favor de Dios, lo que en
-ello supiéremos que decir. Tratando deste asiento la Historia
-portoguesa, que refiere la vida del dicho rey D. Juan, y que
-escribió el susonombrado autor García de Reesende, en el
-cap. 166 dice, que deste asiento y conclusion se hicieron por
-los Reyes contratos jurados, y, con gran seguridad corroborados,
-de que mostraron ambas partes gran contentamiento,
-por excusar las diferencias y discordias que ya se comenzaban
-á revolver, contrarias de la paz que tenian asentada, y que
-cuando volvieron sus Embajadores, por Julio, el rey de Portugal
-los recibió con mucha alegría.....<a name="FNanchor_1_1" id="FNanchor_1_1"></a><a href="#Footnote_1_1" class="fnanchor">[1]</a> Este historiador
-dice en el siguiente cap. 167, una cosa que quiero referir aquí,
-para aviso de los Reyes, porque es muy notable, y es, que
-tenia el rey de Portugal tanta parte en el Consejo de los reyes
-católicos de Castilla, Rey é Reina, que ninguna cosa se trataba
-en él, por secreta é importante que fuese, que no la supiese<span class="pagenum"><a name="Page_19" id="Page_19">[19]</a></span>
-luego el rey de Portugal, y por esto, andando en estos tratos
-y conciertos, tenia el rey de Portugal muchas postas y gran
-industria desta manera: Trataban el Rey y la Reina en su Consejo
-lo que convenia tratar y determinarse; algunos traidores
-del Consejo, que allí tenia el rey de Portugal bien salariados,
-avisábanle luego de todo lo que pasaba; escribia luego el Rey
-á sus Embajadores, «mañana ó tal dia os han de decir ó responder
-el Rey é la Reina tal y tal cosa, respondereis de mi
-parte tal y tal cosa, y direis tales palabras;» los Embajadores,
-como veian que salia así todo, sin faltar palabra, estaban espantados,
-y no ménos el Rey y la Reina miraban en ello,
-viendo que los Embajadores daban tan determinadamente
-respuesta en cosas que requerian que con su Rey las consultasen.
-Y tenia esta industria el rey de Portugal, que enviaba
-al duque del Infantadgo y á otros Grandes, que sabia que no le
-ayudaban ni habian de ayudar, muchas joyas y presentes, públicamente
-para hacerlos sospechosos con los Reyes, y á los que
-tenia por sí en el Consejo de los Reyes, enviaba muchos dones
-y dádivas muy secretas, y pagaba sus salarios; y así no habia
-cosa que los Reyes hiciesen que no se lo revelaban. De donde
-parece cuanta es la maldad de los infieles consejeros, y como
-los Reyes viven y gobiernan en mucho trabajo.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_20" id="Page_20">[20]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO LXXXVIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Visto por el Almirante que aquella provincia del Marien
-era tierra muy baja, y que no le parecia que habia piedra y
-materiales para hacer edificios, puesto que tenia muy buenos
-puertos y buenas aguas, deliberó de tornar hácia atras la costa
-arriba, al leste, á buscar un buen asiento donde provechosamente
-poblase; y, con este acuerdo, sábado, 7 dias de Diciembre,
-salió con toda su flota del puerto de la Navidad, y
-fué á surgir aquella tarde cerca de unas isletas que están
-cerca del <i>Monte-Christi</i>, y, otro dia, domingo, sobre el monte,
-yendo mirando por la tierra donde Dios le deparase la dispusicion
-que buscaba para poblar, pero su intincion, principalmente,
-iba enderezada al Monte de Plata, porque se le figuraba,
-segun él dice, que era tierra más cercana á la provincia
-de Cibao, donde, segun el viaje primero habia entendido, estaban
-las minas ricas de oro, y quél estimaba ser Cipango,
-como arriba se dijo. Fuéronle los vientos muy contrarios despues
-que salió del puerto de <i>Monte-Christi</i>, que con muy grande
-trabajo y de muchos dias, y con toda el armada, se vido en
-gran pena y conflicto, porque la gente y los caballos venian
-todos con grande fatiga; por estas dificultades, no pudo pasar
-del puerto de Gracia, en el cual arriba digimos que habia estado
-Martin Alonso Pinzon, cuando en el primer viaje se
-apartó del Almirante, y que agora se llama el puerto ó rio de
-Martin Alonso, y está cinco ó seis leguas del puerto de la Plata;
-puesto que dice aquí el Almirante que está once, pero entónces
-no se sabia la tierra como agora. Este puerto dice el Almirante
-ser singularísimo, y quisiera, diz que, poblar en él,
-si sintiera que tenia rio suficiente de agua, ó fuente (y creo
-que tiene un arroyo pequeño), ó si supiera la buena tierra y<span class="pagenum"><a name="Page_21" id="Page_21">[21]</a></span>
-comarca que alrededor tenia, como despues la supo. Por manera,
-que hobo de tornar atras tres leguas de allí, donde sale
-á la mar un rio grande y hay un buen puerto, aunque descubierto
-para el viento Norueste, pero para los demas bueno,
-donde acordó saltar en tierra, en un pueblo de indios que allí
-habia; y vido por el rio arriba una vega muy graciosa, y que
-el rio se podia sacar por acequias que pasasen por dentro del
-pueblo, y para hacer tambien en él aceñas y otras comodidades
-convenientes para edificar. Lo cual visto, en el nombre de
-la Sancta Trinidad, dice él, que determinó de poblar allí, é
-así mandó luego desembarcar toda la gente, que venia muy
-cansada y fatigada y los caballos muy perdidos, bastimentos
-y todas las otras cosas de la armada, lo cual todo mandó poner
-en un llano, que estaba junto á una peña bien aparejada
-para edificar en ella su fortaleza; en este asiento comenzó á
-fundar un pueblo ó villa que fué la primera de todas estas
-Indias, cuyo nombre quiso que fuese la Isabela, por memoria
-de la reina Doña Isabel, á quien él singularmente tenia en
-gran reverencia, y deseaba más servirla y agradarla que á
-otra persona del mundo. Dice aquí el Almirante, que, despues
-de haber asentado allí, daba infinitas gracias á Dios, por la
-buena dispusicion, que, para la poblacion, por aquel sitio hallaba;
-y tenia razon, porque hobo por allí muy buena piedra
-de cantería, y para hacer cal, y tierra buena para ladrillo y teja,
-y todos buenos materiales, y es tierra fertilísima y graciosísima
-y bienaventurada. Por este aparejo dióse grandísima prisa, y
-puso suma diligencia en edificar luego casa para los bastimentos
-y municiones del armada, é iglesia y hospital, y para su
-morada una casa fuerte, segun se pudo hacer; y repartió solares,
-ordenando sus calles y plaza, y avecindáronse las personas
-principales, y manda que cada uno haga su casa como mejor
-pudiere; las casas públicas se hicieron de piedra, las demas
-cada uno hacia de madera y paja, y como hacerse podia.
-Mas, como la gente venia fatigada de tan largo viaje, y no
-acostumbrado, de la mar, y luego, mayormente la trabajadora
-y oficiales mecánicos, fueron puestos en los grandes trabajos<span class="pagenum"><a name="Page_22" id="Page_22">[22]</a></span>
-corporales de hacer las obras y edificios susodichos, y materiales
-para ellos, y la tierra, de necesidad, por la distancia tan
-grande que hay de España hasta aquí, é mudanza de los
-aires y diferentísimas regiones, los habia de probar, puesto que
-ella en sí es de naturaleza sanísima, como abajo se dirá en
-los capítulos 90 y 91, á lo cual se llegó la tasa de los bastimentos,
-que todos se daban por estrecha órden y medida,
-como cosa que se traia de España, y que de los de la tierra,
-por ser tan diferentes de los nuestros, mayormente el pan, no
-habia esperanza que por entónces á ellos se arrostrase, comenzó
-la gente, tan de golpe, á caer enferma, y, por el poco refrigerio
-que habia para los enfermos, á morir tambien muchos
-dellos, que apénas quedaba hombre de los hidalgos y plebeyos,
-por muy robusto que fuese, que, de calenturas terribles, enfermo
-no cayese; porque á todos era igual, casi, el trabajo,
-como podrán bien adivinar todos aquellos que saben qué cosa
-sea, en especial en estas tierras, poblar de nuevo, lo cual en
-aquel tiempo, sin ninguna comparacion, más que en otro ni
-en otra parte, fué laborioso. Sobreveníales á sus males la
-grande angustia y tristeza que concebian de verse tan alongados
-de sus tierras, y tan sin esperanza de haber presto remedio,
-y verse defraudados tambien del oro y riquezas que se
-prometió á sí mismo, al tiempo que acá determinó pasar, cada
-uno. No se escapó el Almirante de caer, como los otros, en la
-cama, porque como por la mar solian ser sus trabajos incomparables,
-mayormente de no dormir, que es lo que más en
-aquella arte se requiere que tengan los que llevan oficio de
-pilotos, y el Almirante, no sólo llevaba sobre sí cargo de piloto,
-como quiera y como los pilotos suelen llevar en las navegaciones,
-adonde muchas veces han ido, pero en tal como
-esta, en aquel tiempo tan nueva y tan nunca otra tal vista ni
-oida, y que ninguno la sabia sino él, y por consiguiente, sobre
-sus hombros iba el cuidado de toda la flota, y que todos
-los otros pilotos habian de llevar, y, sin esto, lo mucho que ya
-más le iba que á todos, teniendo suspenso á todo el mundo, que
-esperaban como habia de responder la cosa comenzada; que,<span class="pagenum"><a name="Page_23" id="Page_23">[23]</a></span>
-cierto, no era ménos, sino ántes más y mayor la obligacion,
-que de satisfacer á los reyes de Castilla y á toda la cristiandad,
-tenia, como mayores prendas se hobiesen ya metido, así de
-gastos como de gente, que la del primer viaje, así que todas
-estas consideraciones, que pasaban cada hora por su pensamiento,
-le compelian á que fuese mártir por la mar; y, sin
-duda, sus cuidados, vigilias, solicitud, temores, trabajos y
-angustias, no creo que se podrán comparar, de donde necesariamente
-se habia de seguir caer en grandes enfermedades,
-como abajo parecerá. Y de una cosa me parece que todos los
-que deste negocio tuvimos y tenemos noticia, entre todas las
-demas, nos debiamos más que de otras maravillar, y cognoscer
-la infalible providencia de Dios haber tenido singular
-modo de proveer aquesta negociacion, conviene á saber, que
-no solamente hobiese hecho tan fácil y breve, ansí en lo de
-la mar, sin tempestades, como en la clemencia y suavidad y
-favor de los vientos, en el primer descubrimiento y viaje,
-siendo, por la mayor parte, todos ó cuasi todos, los que despues
-se han hecho y hacen, tan peligrosos, impetuosos y llenos de
-tantos trabajos, como habemos muchas veces en nos y en
-otros experimentado, pero que nunca el Almirante, por todo
-él, á ida ni á venida, ni en la estada de España, ni agora en
-esta tornada de este segundo viaje, hasta que hobo enseñado
-á todos los demas á navegar estas mares, y puso en estas
-tierras la gente que trajo, cuasi como por arras de los que
-despues habian de venir á efectuar lo que Dios tenia determinado,
-nunca, digo, el Almirante, caudillo y guiador de aquesta
-divina hazaña, en todos los peligros y dificultades pasadas
-enfermase; y así, creo que es particular cosa esta, de las muchas
-que podemos hallar en el descubrimiento de estas Indias,
-no la menor que otra digna de profunda consideracion.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_24" id="Page_24">[24]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO LXXXIX.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p class="pch">En el cual se tracta como el Almirante envió á un Alonso de Hojeda con 15 hombres á descubrir
-la tierra, y saber de las minas de Cibao.&mdash;Como recibian los indios á los cristianos
-con mucha alegría.&mdash;Volvió Hojeda con nuevas de oro.&mdash;Alegróse el Almirante y
-toda la gente.&mdash;Como despachó el Almirante, de los 17, los 12 navíos para Castilla, con
-la relacion larga para los Reyes; y á quién envió por Capitan dellos, etc.</p>
-
-<p>Miéntra él ordenaba y entendia en la edificacion de la
-villa de la Isabela, porque no se perdiese tiempo ni se gastasen
-los mantenimientos en balde, y se supiese alguna nueva de
-lo que en la tierra habia, especialmente de su Cipango, informado
-de los indios que allí en un pueblo junto vivian, quienes
-afirmaban estar cerca de allí Cibao, determinó de enviar descubridores
-que supiesen lo que todos tanto deseaban, conviene
-á saber, las minas del oro, y para este ministerio eligió
-á Alonso de Hojeda, de quien arriba en el cap. 84 se hizo
-mencion. Con 15 hombres, luego, por el mes de Enero siguiente,
-mandó el Almirante que fuese á buscar y saber
-donde eran las minas de Cibao, y ver la dispusicion de la tierra,
-poblaciones y gentes della. Entretanto que Hojeda iba, entendió
-tambien el Almirante en despachar con brevedad los navíos
-que habian de ir á Castilla, y estos fueron 12 dejando 5,
-dos naos grandes y tres carabelas, que dejó consigo, de los 17,
-para las necesidades que se ofreciesen, y para ir á descubrir,
-como abajo se dirá. Volvió Alonso de Hojeda, á pocos dias,
-con buenas nuevas que á todos, en alguna manera, entre sus
-trabajos y enfermedades, alegraron, puesto que más quisieran,
-muchos y los más, y quizá todos, hallarse en el estado que
-estaban cuando se embarcaron en Castilla, como ya viesen que
-el poder ser ricos de oro iba á la larga, porque no pensaban
-sino que, á la costa de la mar, habian de hallar el oro,<span class="pagenum"><a name="Page_25" id="Page_25">[25]</a></span>
-para hinchir sus costales, arrollado. Dió relacion Hojeda, que
-hasta los dos dias que habia hecho de camino, salido de
-la Isabela, habia tenido algun trabajo por ser despoblado,
-pero que, descendido un puerto, habia hallado muchas
-poblaciones á cada legua, y que los señores dellas y toda
-la gente los recibian como á ángeles, saliéndolos á recibir, y
-aposentándolos, y dándoles de comer de sus manjares,
-como si fueran todos sus hermanos. Este puerto es la sierra,
-que arriba digimos, fertilísima, que hace la vega por la parte
-del Norte, la cual toda era poblada, sino que, por aquella
-parte por donde fueron, debia ser el camino despoblado; como
-quiera que era todo poca distancia, porque no podian ser
-obra de ocho ó diez leguas hasta descender la vega abajo, la
-cual era, en admirable manera, poblada. Continuó Hojeda su
-camino, llegó á la provincia de Cibao en cinco ó seis dias, que
-está de la Isabela obra de 15 ó 20 leguas, porque se detenia
-por los pueblos por ser tan bien hospedado; llegado á la provincia,
-que luego comienza, pasado el rio grande que se llama
-Yaquí, al cual puso el Almirante Rio del Oro, cuando vido la
-boca dél en el puerto del <i>Monte-Christi</i>, el primer viaje, andando
-por los rios y arroyos della, los vecinos que en los
-puertos cercanos estaban y los que consigo por guias llevaban,
-en presencia del Hojeda y de los cristianos, cogian y cogieron
-muchas muestras de oro, que bastaron para creer y afirmar
-que era tierra de mucho oro; como en la verdad lo fué despues,
-de donde se sacó innumerable, y de lo más fino que hobo en
-el mundo, como, si Dios quiere, abajo se contará más largo. Con
-esta nueva, todos, como dije, recibieron un mezclado alegron;
-pero el Almirante fué el que más dello gustó, y determinó,
-despachados los navíos para Castilla, ir á ver la dicha provincia
-de Cibao, por los ojos, y dar á todos motivo de creer lo
-que viesen y palpasen, como Sancto Tomás. Hecha relacion
-larga de la tierra y del estado en que quedaba, y donde habia
-poblado, para los Reyes católicos, y enviándoles la muestra del
-oro que Guacanagarí le habia presentado, y la que Hojeda habia
-traido, é informándoles de todo lo que vido ser necesario,<span class="pagenum"><a name="Page_26" id="Page_26">[26]</a></span>
-despachó á los 12 navíos dichos, poniendo por Capitan de
-todos ellos al susodicho Antonio de Torres, hermano del ama
-del príncipe D. Juan, á quien entregó el oro y todos sus despachos.
-Hiciéronse á la vela á los 2 dias de Febrero de 1494.
-Alguno dijo que envió con estos navíos á un Capitan que se
-decia Gorbalan pero no es así, lo cual ví, como está dicho,
-en una carta del mismo Almirante para los Reyes, cuyo traslado
-tuve yo en mi poder escrito de su propia mano.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_27" id="Page_27">[27]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO XC.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p class="pch">En el cual se tracta como el Almirante salió por la tierra, con cierta gente española.&mdash;Dejó
-la gobernacion de la Isabela á su hermano D. Diego.&mdash;Como salió en forma de guerra,
-y así entraba y salia en los pueblos para mostrar su potencia y poner miedo en la gente
-indiana.&mdash;Como se quiso amotinar un contador, Bernal de Pisa, y hurtar ciertos navíos.&mdash;Los
-recibimientos que hacian los indios al Almirante y á los cristianos.&mdash;De su
-bondad y simplicidad en la manera que tenian.&mdash;De la hermosura de la vega á que puso
-nombre la Vega Real.&mdash;Los rios tan grandes y hermosos que habia, y el oro que en ellos
-se hallaba, etc.</p>
-
-<p>Partidos los navíos para España, y el Almirante, de su indispusicion
-y enfermedad mejorado, acordando de salir á ver
-la tierra, en especial la provincia de Cibao, porque, estando
-enfermos algunos de los descontentos y trabajados, quisieron
-hurtar ó tomar por fuerza los cinco navíos que quedaban, ó
-algunos dellos, para se volver á España, cuyo movedor, diz
-que, habia sido un Bernal de Pisa, Alguacil de corte, á quien
-los Reyes habian hecho merced del oficio de Contador de
-aquesta isla, puesto quel Almirante, no pudiéndose la rebelion
-encubrir, hechó preso al Bernal de Pisa, y mandólo poner
-en una nao para enviarlo á Castilla con el proceso de lo que
-habia ordenado, y á los demas mandó castigarlos; por esta
-causa mandó poner toda la municion y artillería, y cosas más
-necesarias de la mar de los cuatro navíos, en la nao <i>Capitana</i>,
-y puso en ellas personas de buen recaudo. Y esta fué la primera
-rebelion que en estas Indias fué intentada, aunque luego,
-ántes que se perfeccionase, fué apagada. Tambien parece haber
-sido el origen de la contradiccion, que el Almirante y sus sucesores
-siempre tuvieron, de los que los Reyes proveian en estas
-tierras por sus oficiales, los cuales le hicieron, como se verá,
-grandísimos daños. Hallóse á este Bernal de Pisa una pesquisa
-escondida dentro de una boya, (que es un palo muy<span class="pagenum"><a name="Page_28" id="Page_28">[28]</a></span>
-grueso que se echa con una cuerda, para que se sepa donde
-está el ancla, por si se le rompiere el cable) hecha contra
-el Almirante; y no se yo qué podia el Almirante haber cometido
-ó agravios hecho en tan pocos dias, que no habia dos
-meses que en la tierra estaba. Asimismo de los castigos, que,
-quizá por esto, hizo en los que por esta conjuracion halló culpados,
-comenzó la primera vez á ser tenido por riguroso juez,
-y, delante de los Reyes, y cuasi en todo el reino, por insufrible
-y cruel infamado; de lo cual yo bien me acuerdo, y áun ántes
-que pasase á estas partes ni cognosciese al Almirante, por tal
-en Castilla publicarse, y dado que no he visto los testigos que
-entónces hizo para certificarlos, pero he leido cartas suyas
-escritas á los Reyes, excusándose del rigor de la justicia que
-le imponian, de donde colijo que algun testigo debiera en
-aquellos de haber ejecutado; y, en la verdad, digno era de gran
-castigo aquel delito, siendo el primero y de tan mala y peligrosa
-especie y así muy grave, pero como los delincuentes,
-por gravemente que ofendan, querrian, del todo de las penas
-que merecen, escaparse, cuando se las ejecutan escuéceles, y
-siempre sus causas justifican y repútanse por agraviados. Volviendo
-al propósito, puesto recaudo en los cinco navios, y
-dejado cargo de la gobernacion á D. Diego, su hermano, con
-personas que en ella le aconsejasen y ayudasen, escogió toda
-la más gente y más sana que le pareció que habia de pié y
-de caballo, y trabajadores, albañiles y carpinteros, y otros
-oficiales, con las herramientas é instrumentos necesarios, así
-para probar á sacar oro, como para hacer alguna casa fuerte
-donde los cristianos se pudiesen defender si los indios intentasen
-algo. Salió de la Isabela, con toda su gente cristiana y con
-algunos indios del pueblo que habia junto á la Isabela, miércoles,
-á 12 de Marzo de 1494 años, y, por poner temor en la
-tierra, y mostrar que si algo intentasen eran poderosos para
-ofenderlos y dañarlos los cristianos, á la salida de la Isabela,
-mandó salir la gente en forma de guerra, con las banderas
-tendidas, y con sus trompetas, y, quizá, disparando espingardas,
-con las cuales quedarian los indios harto asombrados; y<span class="pagenum"><a name="Page_29" id="Page_29">[29]</a></span>
-así hacia en cada pueblo al entrar y al salir, de los que en el
-camino hallaba. Fué aquel dia tres leguas de allí á dormir,
-al pié de un puerto harto áspero, todas de tierra llana, y porque
-los caminos, que los indios andaban, eran no más anchos
-que los que llamamos sendas, como ellos tengan poco embarazo
-de ropa ni de recuas ó carretas para tenerlos anchos,
-porque no lo son más de cuanto les caben los pies, mandó
-el Almirante ir á ciertos hidalgos, con gente de trabajo, delante,
-la sierra arriba, que dura obra de dos tiros buenos de ballesta,
-que con sus azadas y azadones lo ensanchasen, y, donde
-habia árboles, los cortasen y escombrasen, y por esta causa,
-puso nombre á aquel puerto, el Puerto de los Hidalgos. Otro
-dia, jueves, 13 de Marzo, subido el Puerto de los Hidalgos,
-vieron la gran vega, cosa que creo yo, y que creo no engañarme,
-ser una cosa de las más admirables cosas del mundo,
-y más digna, de las cosas mundanas y temporales, de ser
-encarecida con todas alabanzas, y por ella ir á prorumpir
-en bendiciones é infinitas gracias de aquel Criador della
-y de todas las cosas que tantas perfecciones, gracias y hermosura
-en ella puso; ella es de 80 leguas, y las 20 ó 30 dellas
-de una parte y de otra, de lo alto de aquella sierra, donde el
-Almirante y la gente estaban, se descubre; la vista della es
-tal, tan fresca, tan verde, tan descombrada, tan pintada, toda
-tan llena de hermosura, que ansí como la vieron les pareció
-que habian llegado á alguna region del Paraíso, bañados y
-regalados todos en entrañable y no comparable alegría, y el Almirante,
-que todas las cosas más profundamente consideraba,
-dió muchas gracias á Dios, y púsole nombre la Vega Real.
-Cuanto bien merezca este nombre y otro más digno si en la tierra
-lo hobiese, y que pudiese provocar las criaturas á nunca cesar
-de bendecir al Criador, despues parecerá cuando habláremos
-della en la descripcion desta isla. Descendieron luego la sierra
-abajo, que dura mucho más que la subida, con grande regocijo
-y alegría, y atravesaron la felicísima vega, cinco leguas que
-tiene de ancho por allí, pasando por muchas poblaciones,
-que, como á venidos del cielo, los recibian hasta que llegaron<span class="pagenum"><a name="Page_30" id="Page_30">[30]</a></span>
-al rio grande y graciosísimo que los indios llamaban Yaquí, de
-tanta agua y tan poderoso como Ebro, por Tortosa, ó como
-por Cantillana, Guadalquivir; al cual llamó el Almirante el Rio
-de las Cañas, no se acordando que en el primer viaje lo nombró
-el Rio del Oro, cuando estuvo á su boca, que sale á <i>Monte-Christi</i>.
-A la ribera deste rio durmieron aquella noche todos,
-muy alegres y placenteros, lavándose y holgándose en él, y
-gozando de la vista y amenidad de tan felice y graciosa tierra
-y deleitosos aires, mayormente por aquel tiempo, que era
-Marzo, porque, aunque hay poca diferencia de un tiempo á
-otro en todo el año, en esta isla, como en otros muchos lugares
-y por la mayor parte destas Indias, pero aquellos meses
-desde Setiembre hasta Mayo, es su vivienda como de Paraiso,
-segun que, placiendo á Dios, más largo abajo será dicho. Cuando
-llegaban y pasaban por los pueblos, los indios de la Isabela
-que consigo el Almirante llevaba, entraban en las casas y tomaban
-todo lo que bien les parecia, con mucho placer de los
-dueños, como si todo fuera de todos, y los de los pueblos
-adonde entraban se iban á los cristianos, y les tomaban lo
-que les agradaba, creyendo que tambien se debia de usar
-entre nosotros en Castilla; de donde parece manifiesto, aunque
-despues se cognosció y experimentó más claro en diez mil
-partes destas Indias, cuanta era la paz, y amor, y liberalidad,
-y comunicacion benigna y fraternidad natural que, entre estas
-gentes, viviendo sin cognoscimiento del verdadero Dios, habia,
-y cuanto aparejo y dispusicion en ellos Dios habia puesto para
-imbuirlos en todas las virtudes, mayormente con la católica y
-cristiana doctrina, si los cristianos por fin principal lo tomáramos
-segun debiamos. Así que, otro dia, jueves, 14 de Marzo,
-pasado el rio Yaquí, con canoas y balsas, gente y fardaje,
-y los caballos por un vado hondo, aunque no nadando, sino
-fuera que viniera avenido, legua y media de allí llegaron á
-otro gran rio que llamó Rio del Oro, porque, diz que, hallaron
-ciertos granos de oro, en él, á la pasada; este rio parece ser,
-ó el que llamaban los indios Nicayagua, que está del rio Yaquí,
-el grande de atras y entra en él, obra de legua y media, pero<span class="pagenum"><a name="Page_31" id="Page_31">[31]</a></span>
-este no es grande, salvo que debia de venir á la sazon, por ventura,
-avenido. Con este rio Nicayagua, que por sí es pequeño arroyo,
-se juntan tres otros arroyos; el uno Buenicún, que los cristianos,
-el tiempo andando, llamaron Rio Seco, el otro Coateniquím,
-el tercero Cibú, las últimas sílabas agudas; los cuales
-fueron riquísimos y del oro más fino, y estos fueron la principal
-riqueza de Cibao. Ó por ventura, era otro muy grande que en
-lengua de indios se nombraba Mao, que tambien mete su agua
-en el grande Yaquí. Este rio es muy gracioso y deleitable, y
-tuvo tambien muchas y ricas minas de oro; y más creo que
-fué Mao que no Nicayagua, considerando el camino del Puerto
-de los Hidalgos, por donde pudo á la Vega Real descender.
-Pasado, pues, este rio, segun cuenta el Almirante, con mucha
-dificultad, porque, cierto, debia de venir por las avenidas
-muy crecido, como algunas veces yo lo vide, allende ser
-por sí grande, fué á dar á una gran poblacion; de la cual,
-gran parte de la gente dió á huir, metiéndose en los más
-cercanos montes, como sintió los cristianos, otra parte
-de la gente quedó en el pueblo y se metian en sus casas
-de paja, y atravesaban con toda simplicidad unas cañuelas
-á las puertas, como si pusieran algunos carretones
-con culebrinas por las troneras de la muralla, haciendo
-cuenta, que, visto aquel impedimento de las cañuelas atravesadas,
-habian de cognoscer los cristianos que no era voluntad
-de los dueños que en sus casas entrasen, y que luego se habian
-de comedir á no querer entrar. ¿Qué mayor argumento
-de su inocencia y buena simplicidad? ¿qué más pudiera usarse
-en aquella edad dorada de que tantas maravillas y felicidades
-cantan los antiguos auctores, mayormente poetas? pero
-el Almirante, mandando que nadie entrase en las casas, y asegurando,
-en cuanto podia, los indios, iban perdiendo el temor
-y salian poco á poco á ver los cristianos; y porque pasando
-el rio Yaquí primero, grande, luego están sierras, debian
-guiar los indios que llevaba por el rio abajo, porque es todo
-llano, entre el rio y la sierra, obra de una legua, y á veces
-media, por llevar los cristianos por las poblaciones principales<span class="pagenum"><a name="Page_32" id="Page_32">[32]</a></span>
-y grandes. Partió de aquella poblacion y llegó á otro hermoso
-rio, que era de tanta frescura, que le puso nombre Rio Verde;
-y tenia el suelo y ribera de unas piedras lisas guijeñas, todas
-redondas ó cuasi redondas, que lucian, y desta manera son
-cuasi los rios de Cibao; en este descansó toda la gente aquella
-noche. Otro dia, sábado, 15 de Marzo, entró por algunas poblaciones
-grandes, y la gente toda dellas, sin la que se ausentaba,
-ponian tambien palos atravesados á las puertas porque
-no entrase nadie, como en los pueblos pasados; llegaron
-aquella noche al pié de un gran puerto que llamó Puerto de
-Cibao, porque desde encima dél comienza la provincia de
-Cibao, por aquella parte, que es cuasi lo postrero della, porque
-atras, sobre la mano izquiérda, hácia el Mediodia, queda
-la mayor parte, y ellos iban la parte del rio Yaquí abajo, que
-tiraba el camino hácia el Norte ó polo Ártico; hicieron allí
-noche, porque ya la gente de pié iba fatigada. Estarian 11
-leguas de la descendida del puerto pasado que nombró, por
-la parte de la subida en él, cuando salió de la Isabela, de los
-Hidalgos.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_33" id="Page_33">[33]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO XCI.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p class="pch">En el cual se tracta como el Almirante subió á la provincia de Cibao, y de la etimología
-della, segun la lengua de los indios; de su hermosura, puesto que es aspérrima; los admirables
-y graciosísimos rios que tiene; los pinos infinitos de que está adornada; de su
-sanidad, salubérrimas aguas y aires, y alegría; del grandor della.&mdash;De los recibimientos
-y servicios que los indios en los pueblos le hacian.&mdash;Como en un gracioso rio y tierra
-halló minas de oro y de azul, y de cobre, y de ámbar, y especería.&mdash;Edificó una fortaleza.&mdash;De
-unos nidos de aves que hallaron en las cavas que hicieron, de que el Almirante
-se admiró, de lo cual tomó ocasion el auctor de decir como pudieron estar sin podrirse,
-y descubre muchos secretos de naturaleza.&mdash;Colige argumento de ser antiguas en
-estas tierras estas gentes.</p>
-
-<p>Antes que subiese aquel puerto envió á hacer el camino,
-como mejor adobarse pudo, para que los caballos pasasen, y
-desde aquí despachó ciertas bestias de carga para que tornasen
-á traer bastimentos de la Isabela; porque, como la gente
-no podia comer áun de los bastimentos de la tierra, gastábase
-mucho pan y vino, que era lo principal, y dello era necesario
-socorrerlos. Domingo, pues, de mañana, 16 de Marzo, subido
-el puerto, de donde tornaron á gozar de la graciosísima vista
-de la vega, porque se parece desde aquel puerto mejor áun
-que del primero, de cada banda sobre 40 leguas, entraron por
-la tierra de Cibao, tierra aspérrima, de grandes y aspérrimas
-sierras, todas de piedras grandes y chicas, cuan altas son; y
-bien la llamaron los indios Cibao, de ciba, que es piedra, cuasi
-pedregal, ó tierra de muchas piedras. Sobre la piedra hay
-nacida una corta hierba, que áun no cubre las piedras, puesto
-que en unas partes la hay más que en otras crecida; tiene toda
-aquella provincia infinitos rios y arroyos, en todos los cuales
-se halla oro; hay en ella pocas arboledas frescas, ántes es
-sequísima, comunmente, si no es en los bajos de los rios, salvo
-que abunda de infinitos pinos, muy raros y esparcidos y altísimos,
-que no llevan piñas, por tal órden por natura compuestos,<span class="pagenum"><a name="Page_34" id="Page_34">[34]</a></span>
-como si fueran los aceitunos del Ajarafe de Sevilla,
-es toda esta provincia sanísima, los aires suavísimos, y las
-aguas, sin comparacion, delgadas y dulcísimas. Dice aquí el
-Almirante, que sería tan grande como el reino de Portugal esta
-provincia, pero yo, que la he andado y sé harto más y mejor
-que él, digo que creo ser mayor que tanto y medio que aquel
-reino. En cada arroyo que pasaban, hallaban granos de oro
-chiquitos, porque comunmente todo el oro de Cibao es menudo,
-puesto que en algunas partes y arroyos se han hallado
-granos crecidos, y uno se halló de 800 pesos de oro, que
-son diez y seis libras; y porque, como arriba en el cap. 89
-se dijo, habia enviado el Almirante á Alonso de Hojeda, pocos
-dias habia, que viese aquella provincia, y la gente della estaba
-ya avisada de la venida de los cristianos, y supieron que el
-Guamiquina de los cristianos venia (Guamiquina, llamaban al
-señor grande), por esta causa, por todos los pueblos que pasaban,
-salian á recibir al Almirante y á sus cristianos con
-grande alegría, trayéndoles presentes de comida y de lo que
-tenian, y, en especial, de oro en grano, que habian cogido
-despues que tuvieron noticia que aquella era la causa de su
-venida. Llegó desta hecha el Almirante hasta distar de la
-Isabela 18 leguas; halló y descubrió por allí, segun él dice
-en una carta que escribió á los Reyes, muchos mineros
-de oro, y uno de cobre, y otro de azul fino, y otro de
-ámbar, y algunas maneras de especería; destas no sabemos
-que haya otras sino la pimienta, que llamaban los
-indios desta isla axí. El azul fué poco, y el ámbar tambien,
-el oro, cierto, ha sido mucho; y como viese que cuanto más
-dentro de Cibao entraba, más áspera tierra y dificilísima de
-andar, mayormente para los caballos, se le ofrecia, porque
-no se pueden encarecer las sierras y altura, y aspereza dellas,
-que Cibao tiene, deliberó de hacer por allí donde estaba
-una casa fuerte, para que los cristianos tuviesen refugio y
-señoreasen aquella tierra de las minas, y escogió un sitio alegrísimo,
-en un cerro, cuasi poco ménos que cercado de un
-admirable y fresquísimo rio, no muy grande rio; el agua dél<span class="pagenum"><a name="Page_35" id="Page_35">[35]</a></span>
-parece destilada, el sonido de sus raudales, á los oidos, suavísimo,
-la tierra enjuta, desabahada, airosa, que puede causar
-toda alegría, llámase Xanique aqueste rio, y de donde se ha
-sacado mucho oro, pero está en medio y comarca de muchos
-rios ricos. Allí mandó edificar una casa de madera y tapias,
-muy bien hecha, y, por la parte que no la cercaba el rio, cercóla
-de una cava, que, para contra indios, la casa ó torre era
-fortísima; al pié del asiento de esta fortaleza está un llano
-gracioso, que los indios llaman çabana, en la cual, algunos
-años despues de despoblada, hice y tuve yo, viviendo en otro
-estado, una heredad ó labranza, y, de un pequeño arroyo que
-estaba de cara de la fortaleza y que entraba en el dicho rio
-Xanique, hice coger algun oro; este arroyuelo hace á la entrada
-del rio una isleta de muy fértil y gruesa tierra, en la
-cual se hicieron entónces, de la semilla que aquellos primeros
-cristianos sembraron, traida de Castilla, las primeras cebollas
-de toda esta isla Española. Puso nombre á esta fortaleza el
-Almirante, la fortaleza de Sancto Tomás, dando á entender
-que la gente, que no creia que en esta isla hobiese oro, despues
-que lo vido con los ojos y palpó con sus mesmas manos,
-habia creido, como arriba se tocó. De una cosa hobo admiracion
-el Almirante y los que con él estaban, conviene á saber,
-que, abriendo los cimientos para una fortaleza, y haciendo la
-cava, cavando hondo bien un estado, y áun rompiendo á partes
-alguna peña, hallaron unos nidos de paja, como si hobiera
-pocos años que allí hobieran sido puestos, y, como por huevos,
-entre ellos, habia tres ó cuatro piedras redondas, casi como
-unas naranjas, de la manera que las pudieran haber hecho para
-pelotas de lombardas. Bien podia ser que la virtud mineral
-hobiese convertido los huevos en aquellas piedras, y ellas,
-despues, haber crecido, y los huevos estuviesen dentro dellas,
-por la misma virtud mineral, conforme á lo que arriba, en el
-capítulo 6.º, trujimos de Alberto Magno, puesto que, segun
-se puede colegir de Alberto Magno, las piedras no crecen,
-porque no viven, pero segun otros, sí; Alberto Magno en el
-libro I. cap. 7.º <i>De Mineralibus</i>, dice tambien, que en su tiempo<span class="pagenum"><a name="Page_36" id="Page_36">[36]</a></span>
-en la mar de Dácia, cerca de la ciudad lubicense, se halló un
-ramo grande de árbol, en el cual estaba un nido de picazas,
-y en él picazas convertidas en piedras, que declinaban algo á
-color bermejo, lo que no pudo ser, segun dice, sino que, con
-alguna tormenta, las olas derrocaron el árbol al tiempo que
-tenia el nido, y cayeron las avecillas chiquitas en el agua, que
-no pudieron volar, y despues, por virtud del lugar en que
-cayeron, fué todo convertido en piedra; cuenta más, de una
-fuente que hay en Gotia, de la cual por virtud se certifica, que
-todo lo que en ella cae lo convierte en piedra, en tanto grado,
-que el emperador Frederico envió un guante suyo, sellado con
-su sello, para saber la verdad, del cual, como estuviese la mitad
-en el agua, y la mitad del sello, algunos dias, fué convertida
-aquella mitad, quedando la otra mitad cuero, como de ántes se
-era; y las gotas que caen á la orilla de aquella fuente se hacen
-piedras del tamaño de la gota, y ella no deja de correr. Vémoslo
-tambien manifiestamente, dice Alberto, en las altas sierras
-que perpétuamente tienen nieve, lo cual no podria ser sino
-por virtud mineral que abunda en aquellos lugares ó sierras; y
-Aristóteles en el libro <i>De Mineralibus</i> dice, que algunas hierbas
-y plantas, y algunos animales tambien, se convierten en piedras
-por la virtud mineral, que tiene tal fuerza y virtud lapidificativa,
-conviene á saber, de convertir aquellas cosas en piedras,
-y esto dice que acaece en los lugares pedregosos; y como aquella
-provincia de Cibao fuese tan pedregosa, y tuviese y tenga
-tanta virtud mineral, fácil cosa era, segun natura, convertir los
-huevos de aquellos nidos en aquellas piedras, y despues, como
-dije, hacerse más grandes, si fuese verdad que viviesen, ó que
-las piedras los abrazasen y concluyesen dentro de sí, y esto parece
-lo más cierto, por lo que luego se dirá. La razon de engendrarse
-las piedras es esta: que como las concavidades, que
-las sierras ó montes tienen, sean naturalmente receptivas ó
-dispuestas para recibir en sí las aguas, como parece que de
-las sierras ó montes altos vemos salir fuentes y exprimir ó
-producir arroyos, ó caños de agua, y el agua cause ó haga
-lodo de la tierra, mayormente cuando la tierra es gruesa en<span class="pagenum"><a name="Page_37" id="Page_37">[37]</a></span>
-sí é pegajosa como el barro, por tanto, deste lodo jugoso, y
-grueso, y pegajoso, y del calor ó vapor del lugar caliente que
-de su naturaleza es congregativo y conservativo del calor, ó
-que aquel calor se engendre por el movimiento de los vapores
-de la tierra, ó se engendre de los rayos del sol, destas dos
-cosas del lodo grueso y pegajoso, y del dicho vapor, son engendradas
-las piedras; y porque desto abundan los montes
-altos ó altas sierras, por eso en ellas se hallan grandes y muchas
-piedras, lo cual, cierto, se verifica bien en las sierras de
-Cibao. Esto es de Alberto Magno, en el cap. 5.º del tercero
-tratado «De las propiedades de los elementos.» Y dice más, que
-la señal y argumento de lo dicho es, que algunos miembros
-ó partes de animales de agua, como son pescados, y algunos
-instrumentos de navíos, así como timon ó gobernario, se han
-hallado dentro de algunas peñas, en lo hueco ó entrañas
-de algunas sierras ó montes, los cuales, sin duda, dice él,
-el agua con el lodo grueso y pegajoso allí los puso, y, por la
-frialdad y sequedad de la tal piedra ó peña, fueron conservadas
-aquellas cosas que no se pudriesen ó corrompiesen; y así
-pudieron estar dentro de las piedras los huevos, y si advirtiera
-el Almirante en esto y las hiciera quebrar, quizá se
-halláran dentro. A lo cual ayuda lo que el filósofo trae en el
-libro <i>De propietatibus elementorum</i>, que un filósofo, haciendo un
-pozo en su casa, llegando cavando al barro muy duro, y ahondando
-por él, halló un timon ó gobernario de una nao grande,
-como si allí se hobiera nacido, sobre lo cual dice Alberto, que
-aquello pudo acaecer, ó porque allí lo pusieron siendo entónces
-suelo aquel lugar ó la superficie de tierra, y despues, por tiempos,
-por causa de terremotos, ó por otra causa, echarse ó caer
-sobre aquel suelo mucha tierra, y, por la frialdad della, haber
-sido allí sin corromperse conservado, ó que antiguamente hobiese
-sido aquello mar, y por alguna causa accidental haberse
-desviado de allí la mar y quedar el lugar seco; y testifica él, que
-en Colonia vido cavar grandísimos hoyos, y, en lo más hondo
-dellos, hallarse paramentos con figuras de gran artificio y hermosura,
-de los cuales, ninguna duda hay que antiguamente<span class="pagenum"><a name="Page_38" id="Page_38">[38]</a></span>
-los hobiesen puesto allí hombres, sino que despues, con
-los tiempos, caerse los edificios y sobrevenir mucha tierra, y
-así, lo que solia ser la superficie del suelo parecer y estar en
-hondura profunda. Por esta razon no son imposibles muchas
-cosas que se cuentan, puesto que, á los que no leen y saben
-estos principios, lo parecen; como lo que cuenta Fulgoso en
-el libro I de sus <i>Coletáneas</i>, que en el año de 1072, en los
-montes ó sierras de Suiza, léjos de la mar, cavando bien
-hondo, más de cient brazas, en unas minas de metales
-hallaron un navío enterrado con masteles y anclas de hierro,
-y, dentro del navío, los huesos de 40 hombres; algunos de los
-que lo vieron, diz que, decian que debia de quedar allí aquel
-navío desde el Diluvio, pero yo no lo creo, porque áun no se
-tenia tanta experiencia de navegar en la Edad del mundo
-primera. Otros afirmaban, que, anegado el navío, por las concavidades
-de la tierra la mar lo debió llevar allí, é despues,
-por discurso de luengos tiempos, crecer la tierra, desviándose
-el agua, y así quedar seca aquella comarca; y esto
-parece llegarse á lo susodicho y tener más color de verdad.
-Otros cuentan haberse hallado en una piedra de mármol una
-piedra preciosa, diamante, labrada y polida, y en otra, un
-sapo vivo; todo lo cual se debe reducir á la manera susodicha,
-y puede ser todo posible y certísimo. Yo he visto en las mismas
-minas de Cibao, á estado y dos estados en hondo de
-tierra vírgen, en llanos, al pié de algunos cerros, haber carbones
-y ceniza, como si hobiera pocos dias que se hobiera hecho
-allí fuego, y por la misma razon hemos de concluir que, en
-otros tiempos, iba por allí cerca el rio, y en aquel lugar
-hicieron fuego, y despues, apartándose más el agua del rio,
-amontonóse la tierra sobre él que con las lluvias descendia
-del cerro, y porque esto no pudo ser sino por gran discurso
-de años y antiquísimo tiempo, por eso es grande argumento
-que las gentes destas islas y tierra firme son antiquísimas.
-Tornando al propósito de los nidos, que en la cava de la fortaleza
-de Sancto Tomás halló el Almirante, queda bien averiguado,
-por los ejemplos naturales y razonables susodichos, que<span class="pagenum"><a name="Page_39" id="Page_39">[39]</a></span>
-pudieron conservarse y no corromperse, aunque de paja eran,
-por la frialdad y sequedad de las piedras ó de la tierra. Dejó
-por Capitan y Alcaide á un caballero aragonés, y Comendador,
-que se llamaba D. Pedro Margarite, persona de mucha estima,
-y con él 52 hombres; despues envió más, y estuvieron
-hasta 300, entre oficiales, para que la fortaleza se acabase, y
-otros que la defendiesen. Y, dejada su instruccion y lo demas
-ordenado, tornó á tomar el camino para la Isabela, con
-intincion de se despachar lo más presto que pudiese para
-ir á descubrir, como se dirá; por lo cual, viérnes, 21 de
-Marzo, se partió, y en el camino halló la recua, que volvia
-con los bastimentos por qué habia enviado, la cual envió á
-la fortaleza, y porque los rios venian muy grandes con las
-avenidas, porque llovia mucho en las sierras, hobo de andar
-por los pueblos más despacio de lo que quisiera, y comenzó
-á comer la gente del caçabí, ó pan y ajes, y de los otros mantenimientos
-de los indios, que los indios les daban de muy
-buena voluntad, y mandábales dar por ellos de las contezuelas
-y otras cosillas de poco valor, que llevaba.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_40" id="Page_40">[40]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO XCII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p class="pch">En el cual se tracta como halló el Almirante la gente cristiana muy enferma, y muerta
-mucha della.&mdash;Como por hacer molinos y aceñas compelió á trabajar la gente, y por
-la tasa de los mantenimientos, que ya muy pocos habia, comenzó á ser aborrecido, y fué
-principio de ir siempre su estado descreciendo y áun no habiendo crecido.&mdash;De los que
-mucho daño le hicieron fué fray Buil, el legado que arriba se dijo.&mdash;Persuádese no tener
-hasta entónces el Almirante culpas por qué lo mereciese.&mdash;Dícense muchas angustias
-que allí los cristianos, de hambre, padecieron, y como morian cuasi desesperados.&mdash;De
-cierta vision que se publicó que algunos vieron.&mdash;Como vino mensajero de la fortaleza
-que un gran señor venia á cercarla.&mdash;De lo que el Almirante por remedio hizo.</p>
-
-<p>Sábado, 29 dias de Marzo, llegó el Almirante á la Isabela,
-donde halló toda la gente muy fatigada, porque, de muertos ó
-enfermos, pocos se escapaban, y los que del todo estaban sanos,
-al ménos estaban, de la poca comida, flacos, y cada hora
-temian venir al estado de los otros; y que no vinieran, sólo el
-dolor y compasion que habian en ver la mayor parte de todos
-en tan extrema necesidad y angustia era cosa triste, llorosa
-é incurable. Tantos más caian enfermos y morian, cuanto los
-mantenimientos eran ménos, y las raciones dellos más delgadas;
-estas se adelgazaban más de dia en dia, porque, cuando
-los desembarcaron, se hallaron muchos dañados y podridos;
-la culpa desto cargaba el Almirante, ó mucha parte della, á la
-negligencia ó descuido de los Capitanes de los navíos. Tambien
-los que restaron, con la mucha humedad y calor de la tierra,
-ménos que en Castilla sin corrupcion se detenian, y porque
-ya se acababa el bizcocho, y no tenian harina sino trigo,
-acordó hacer una presa en el rio grande de la Isabela para
-una aceña, y algunos molinos, y dentro de una buena legua
-no se hallaba lugar conveniente para ellos; y, porque de la
-gente de trabajo y los oficiales mecánicos, los más estaban enfermos
-y flacos, y hambrientos, y podian poco, por faltarles
-las fuerzas, era necesario que tambien ayudasen los hidalgos<span class="pagenum"><a name="Page_41" id="Page_41">[41]</a></span>
-y gente del Palacio, ó de capa prieta, que tambien hambre y
-miseria padecia, y á los unos y á los otros se les hacia á par
-de muerte ir á trabajar con sus manos, en especial no comiendo;
-fuéle, pues, necesario al Almirante añadir al mando violencia,
-y, á poder de graves penas, constreñir á los unos y á los otros
-para que las semejantes obras públicas se hiciesen. De aquí
-no podia proceder sino que de todos, chicos y grandes, fuese
-aborrecido, de donde hobo principio y orígen ser infamado,
-ante los Reyes y en toda España, de cruel y de odioso á los
-españoles, y de toda gobernacion indigno, y que siempre fuese
-descreciendo, ni tuviese un dia de consuelo en toda la vida,
-y, finalmente, desta semilla se le originó su caida; por esta
-causa debió de indignarse contra él aquel padre, que, diz que,
-venia por legado, fray Buil, de la órden de Sant Benito, ó porque,
-como hombre perlado y libre, le reprendia los castigos
-que en los hombres hacia, ó porque apretaba más la mano, el
-Almirante en el repartir de las raciones de los bastimentos,
-que debiera, segun al padre fray Buil parecia, ó porque á él
-y á sus criados no daba mayores raciones como se las pedian.
-Y como ya fuese á todos ó á los más, por las causas susodichas,
-odioso, en especial al contador Bernal de Pisa, y así debia
-ser á los otros oficiales y caballeros, que más auctoridad en sí
-mismos presumian que tenian, á todos los cuales, sobre todo,
-creo yo que desplacia la tasa de los bastimentos, como parece
-por las disculpas que el Almirante á los Reyes por sus
-cartas de sí traia, que como muchos le importunaron en Castilla
-que los trajese consigo, y ellos trajesen más criados de
-los que podian mantener, no dándoles las raciones tantas ó
-tan largas como las quisieran, consiguiente cosa era, que los
-habia en ello, quien habia de cumplir con tantos, de desabrir.
-Allegábase otra calidad que hacia más desfavorable su partido,
-conviene á saber, ser extranjero y no tener en Castilla
-favor, por lo cual, de los españoles, mayormente de la gente
-de calidad, que en sí son altivos, como no le amasen, era en
-poco estimado; así que todo esto, junto con el descontento
-del padre fray Buil, hobo de hacer harto efecto para dañarle,<span class="pagenum"><a name="Page_42" id="Page_42">[42]</a></span>
-y dende adelante su favor fuese disminuido. Y verdaderamente,
-yo, considerando lo que desto por mí sé, y á lo que
-á otros de aquellos tiempos he oido, y de propósito algo inquirido,
-y lo que la razon que juzguemos nos dicta, yo no sé
-qué culpas en tan poco tiempo (porque no habian pasado sino
-tres meses, y con tantas dificultades y necesidad involuntaria,
-y que sólo el tiempo y la novedad del negocio y de
-las tierras ofrecia), el Almirante, contra los españoles que consigo
-trujo, por entónces hobiese cometido, para que tanta infamia
-y desloor con razon incurriese, sino que fué guiado por
-oculto divino juicio. Tornando á la infelicidad de los cristianos
-que allí estaban, como fuese creciendo de dia en dia y de
-hora en hora, y disminuyéndoseles todo el socorro y refrigerio,
-no sólo de los manjares que para enfermos y de graves
-enfermedades se requerian, porque acaecia purgarse cinco con
-un huevo de gallina y con una caldera de cocidos garbanzos,
-pero los necesarios para no morir aunque estuvieran sanos, y
-lo mismo de cura y medicinas, puesto que algunas habia traido,
-pero no tantas ni tales que hobiese para tantos, ni conviniesen
-á todas complisiones, sobrevenia la carencia de quien los sirviese,
-porque ellos mesmos se habian de guisar la comida, ya
-que alguna tuviesen, aunque, por falta de la cual, era este su
-menor cuidado, y, finalmente, á sí mismos habian de hacer
-cualquiera necesario servicio. Y lo que en estos dias, en aquella
-gente, mas llorosa y digna de toda compasion hacia su desastrada
-suerte, fué, que como se veian, distantísimos de todo
-remedio y consuelo, morir, principalmente de hambre y sin
-quien les diese un jarro de agua, y cargados de muy penosas
-dolencias, que más, cierto, la hambre y falta de refrigerio
-para enfermos, les causó allí, é siempre (como se dirá
-placiendo á Dios), á los que han muerto y enfermado en todas
-estas Indias se les ha causado; así que, con todo género de
-adversidad afligidos, y que muchos dellos eran nobles y criados
-en regalos, y que no se habian visto en angustias semejantes,
-y, por ventura, que no habia pasado por ellos en toda su vida
-un dia malo, por lo cual, la menor de las penas que padecian,<span class="pagenum"><a name="Page_43" id="Page_43">[43]</a></span>
-les era intolerable, morian muchos con grande impaciencia,
-y á lo que se teme totalmente desperados. Por esta causa,
-muchos tiempos, en esta isla Española, se tuvo por muchos ser
-cosa averiguada, no osar, sin gran temor y peligro, pasar alguno
-por la Isabela, despues de despoblada, porque se publicaba
-ver y oir de noche y de dia, los que por allí pasaban
-ó tenian que hacer, así como los que iban á montear puercos
-(que por allí despues hobo muchos), y otros que cerca de allí
-en el campo moraban, muchas voces temerosas de horrible
-espanto, por las cuales no osaban tornar por allí. Díjose tambien
-públicamente y entre la gente comun, al ménos, se platicaba
-y afirmaba, que una vez, yendo de dia un hombre ó
-dos por aquellos edificios de la Isabela, en una calle aparecieron
-dos rengleras, á manera de dos coros de hombres, que
-parecian todos como de gente noble y del Palacio, bien vestidos,
-ceñidas sus espadas, y rebozados con tocas de camino,
-de las que entónces en España se usaban, y estando admirados
-aquel ó aquellos, á quien esta vision parecia, como habian
-venido allí á aportar gente tan nueva y ataviada, sin
-haberse sabido en esta isla dellos nada, saludándolos y
-preguntándoles cuando y de donde venian, respondieron callando,
-solamente, echando mano á los sombreros para los
-resaludar, quitaron juntamente con los sombreros las cabezas
-de sus cuerpos, quedando descabezados, y luego desaparecieron;
-de la cual vision y turbacion quedaron los que los
-vieron cuasi muertos, y por muchos dias penados y asombrados.
-Tornando á tomar donde la historia dejamos, estando en
-estos principios de sus tribulaciones y angustias el Almirante,
-vínole un mensajero de la fortaleza de Sancto Tomás, enviado
-por el capitan Mosen Pedro Margarite, avisándoles como todos
-los indios de la tierra se huian y desamparaban sus pueblos,
-y que un señor de cierta provincia, que se llamaba Caonabo,
-se apercibia para venir sobre la fortaleza y matar los cristianos.
-Oidas estas nuevas por el Almirante, acordó enviar
-70 hombres de los más sanos, y la recua cargada de bastimentos
-y armas, y otras cosas necesarias; los 25 para guarda<span class="pagenum"><a name="Page_44" id="Page_44">[44]</a></span>
-de la recua, y los restantes para engrosar los que la fortaleza
-guardaban, y, de camino, hiciesen camino por otra parte,
-porque por el que habian comenzado á ir era muy áspero.
-Junto con esto deliberó enviar toda la gente que no estaba
-enferma, y la que podia andar, aunque no del todo muy sana,
-dejando solamente los oficiales mecánicos, y dióles por Capitan
-á Alonso de Hojeda, para que los llevase hasta la fortaleza
-de Sancto Tomás, y los entregase al dicho Mosen Pedro Margarite,
-para que con ella anduviesen por la tierra y la allanasen,
-mostrando las fuerzas y poder de los cristianos para que
-los indios temiesen y comenzasen á enseñarse á obedecerlos,
-mayormente por la Vega Real, donde, dice el Almirante, que
-habia innumerables gentes, y muchos Reyes y señores (y así
-era gran verdad, como se dijo en el cap. 90), y así tambien
-andando, se hiciesen los cristianos á comer de los mantenimientos
-de la tierra, pues ya todos los de Castilla se iban acabando,
-pero el Hojeda quedase por Alcaide de la dicha fortaleza.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_45" id="Page_45">[45]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO XCIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p class="pch">En el cual se tracta como Alonso de Hojeda salió de la Isabela con 400 hombres, para poner
-miedo á la gente de la tierra y sojuzgarla.&mdash;Como en llegando á un pueblo, pasado el
-Rio del Oro, prendió á un Cacique y señor, y á su hermano y sobrino por una cosa que
-hizo un indio.&mdash;Como cortó las orejas á un vasallo del mismo Cacique en su presencia.&mdash;Como
-condenó á muerte á los mismos, Cacique, hermano y sobrino.&mdash;Dánse razones
-como ya tenian los indios justa guerra contra los cristianos.&mdash;Cuán culpable fué deste
-hecho el Almirante, y cuan al revés entró y comenzó en estas tierras del camino de
-la ley evangélica, etc.</p>
-
-
-<p>Miércoles, 9 de Abril del mismo año de 1494, salió de
-la Isabela Alonso de Hojeda con la gente, que pasarian de
-400 hombres, y, en llegando que llegó, al rio, y pasado de la
-otra parte, que el Almirante habia puesto Rio del Oro, que
-arriba digimos ser Mao, á lo que conjeturamos, porque sabemos
-muy bien aquella tierra, y cuantos y cuales rios tiene, y
-como se llamaban en lengua de indios, como, placiendo á
-Dios, abajo se nombrarán, prendió Hojeda al Cacique y señor
-del pueblo que allí estaba, y á un hermano y sobrino suyo,
-y presos, en cadenas, los envió á la Isabela, al Almirante; hizo
-más, que á un indio ó vasallo del dicho Cacique y señor,
-mandó cortar las orejas en medio de la plaza de su pueblo; la
-causa de hacer esta obra, diz que, fué porque viniendo tres
-cristianos de la dicha fortaleza para la Isabela, el dicho Cacique
-les dió cinco indios que les pasasen la ropa por el vado,
-y al medio del rio los dejaron, y volviéronse con ella á su
-pueblo, y, diz que, el Cacique no los castigó por ello, ántes
-la ropa se tomó para sí. Estaba otro pueblo destotra parte del
-rio, y el Cacique y señor dél, como vido que llevaban presos
-á aquel señor, su vecino, y á su hermano y á su sobrino, quísose
-ir con ellos á rogar al Almirante que no los hiciese mal,
-confiando que habia hecho muy buenas obras cuando el Almirante<span class="pagenum"><a name="Page_46" id="Page_46">[46]</a></span>
-pasó, y ántes cuando Hojeda tambien, y que el Almirante
-recebiria sus ruegos. Llegados los presos á la Isabela,
-y él con ellos, mandó el Almirante que los presos llevasen á
-la plaza, y con voz de pregonero, les cortasen las cabezas;
-¡hermosa justicia y sentencia, para comenzar en gente tan nueva
-á ser amados los cristianos, para traerlos al cognoscimiento de
-Dios, prender y atar á un Rey y señor en su mismo señorío y
-tierra, y, pared por medio della, condenarlos á muerte y á su
-hermano y sobrino, por una cosa en que, quizá, ninguna culpa
-tuvieron, y ya que la tuviesen, siendo tan leve, y habiendo
-de preceder mil comedimientos y justificaciones primero! Tambien
-¿como se pudo averiguar, prendiéndolos luego como Hojeda
-llegó, y no sabiendo cosa ninguna de la lengua, que el
-Cacique tuviese la culpa, y su hermano y su sobrino que no
-fuesen inocentes? lo mismo fué gentil ejecucion de justicia, la
-cual hizo en presencia del mismo Cacique, y en su pueblo y
-señorío, cortando las orejas al vasallo ajeno, Hojeda; ¡buenas
-nuevas cundirian de la mansedumbre y bondad de los cristianos
-por toda la tierra! Así que, como vido el otro Cacique que llevaban
-al señor, su vecino, y quizá su padre, ó hermano y
-pariente, á la muerte, con muchas lágrimas rogaba al Almirante
-que no lo hiciese, prometiendo por señas, en cuanto él
-podia dar á entender, que nunca más otro tanto se haria;
-condescendió el Almirante á sus ruegos y alcanzólos la vida.
-En esto llegó uno de caballo que venia de la fortaleza, y dió
-nueva, como pasando por el pueblo del Cacique preso, sus
-vasallos tenian en mucho aprieto cercados, para matar, á cinco
-cristianos, y él con su caballo los descercó y le huyeron más
-de 400 indios, fué tras ellos é hirió algunos, é yo no dudo sino
-que habria otros muertos. Tambien se derramaría por toda la
-tierra buen rumor y buena fama de los cristianos, que un poco
-ántes estimaban haber descendido del cielo. Esta fué la primera
-injusticia, con presuncion vana y errónea de hacer justicia, que
-se cometió en estas Indias contra los indios, y el comienzo del
-derramamiento de sangre, que despues tan copioso fué en
-esta isla, como abajo parecerá, placiendo á Dios, y despues<span class="pagenum"><a name="Page_47" id="Page_47">[47]</a></span>
-desta en todas las otras infinitas partes dellas. Ya, desde este
-dia, ninguna duda se puede tener por hombre que tenga buen
-seso, sino que aquel Cacique y su pueblo tenia justo título y
-derecho para contra los cristianos mover y sostener justa
-guerra, y este derecho comenzaban los indios de aquel pueblo
-justamente contra los cinco cristianos á ejercer; pues veian
-que les habian llevado su Rey é señor á la Isabela, preso, quisieron,
-por ventura, prenderlos, porque, por haberlos el Almirante,
-creian ser en su señor restituidos. ¿Qué título, ó qué
-derecho, ó qué razones tan necesarias que los convenciese, los
-podia haber dado el Almirante cuando llegó á su pueblo, en
-obra de dos ó tres horas que estuvo en él, mayormente los
-unos ni los otros no se entendiendo, para que no creyese el
-Cacique que le hacia muy buena obra en dejarle pasar por
-su tierra, y hacelle, como le hizo, buen recibimiento, entrando
-en ella sin pedirle licencia, mayormente siendo los
-cristianos gente tan nueva y de su vista primera feroz, y entrando
-en modo de armado ejército, y con caballos, animales
-tan fieros, que en viéndolos les tiemblan las carnes, creyendo
-que los habian de sorber? lo cual, en la verdad, injuria que
-se les hizo fué, y no hay gente hoy en el mundo ni la hobo en
-tónces que por injuria no lo tuviera, y, de <i>jure gentium</i>, resistir
-y vengar ó castigar por derecho natural no lo pudiera ó debiera.
-¿Y qué, no se estimaría tambien por superior suyo y de
-los cristianos que traia, y á quién habia de ocurrir Hojeda
-que le hiciera justicia del indio que, del medio del rio, con la
-ropa de los cristianos, afirmaba que se les habia vuelto, y no
-hacerse juez supremo en tierra y jurisdiccion ajena, y, lo peor
-y gravísimo que es, prender al mismo señor y Rey, y estando
-seguro y pacífico, y en su señorío y jurisdiccion, casa y tierra,
-que fué hacer más atroz y feo el crímen, echarle en cadenas?
-La razon clara lo muestra, que no se habia de entrar tan de
-rondon ni como en su casa en estas tierras, ni en forma de
-guerra, y que no habia de salir el Almirante tan presto de la
-Isabela, sin primero enviar sus mensajeros por toda la tierra,
-dando cuenta de su venida á todos los Reyes y señores della,<span class="pagenum"><a name="Page_48" id="Page_48">[48]</a></span>
-notificándoles venir por su bien, convidándolos á que viniesen
-á verlo, y que para los ir á ver le diesen licencia, enviándoles
-dádivas, como áun trajo en la instruccion y mandado que le dieron
-los Reyes, y hacer todos cuantos comedimientos, y tomar
-todos cuantos medios de paz, y amor, y dulzura, y para evitar
-escándalo y turbacion de los pusilos inocentes, nos enseña y
-manda la suave ley evangélica, cuyo ministro y mensajero
-él era; pero luego entrar poniendo temores y mostrar
-potencia, y en forma de guerra, y violar la jurisdiccion y preeminencia
-que de ley natural no era suya, sino ajena, paréceme
-á mí que no fué entrar por la puerta. No parece, cierto,
-esta primera entrada, que fué otra sino como si nó de los hombres,
-salvo de bestias fieras, estuvieran pobladas estas tierras;
-y, verdaderamente, yo no osaria culpar la intincion del Almirante,
-por lo mucho que dél conocí, porque, cierto, siempre
-la juzgué por buena, pero, como digimos en el cap. 41, el
-camino que llevó, y muchas cosas que hizo, dellas, creyendo
-que acertaba, de su voluntad, dellas, constreñido por las angustias
-que le sucedieron, como, placiendo á Dios, diremos,
-fué por error grandísimo que tuvo cerca del derecho. Es aquí
-mucho de considerar, para que se vea mejor el principio que
-siempre llevó este negocio de las Indias, que, como ha parecido
-en los capítulos precedentes, el Almirante y sus cristianos,
-y despues todos cuantos en todas estas tierras y reinos entraron
-y anduvieron, lo primero que trabajaron siempre, como
-cosa estimada dellos por principal y necesaria para conseguir
-sus intentos, fué arraigar y entrañar en los corazones de todas
-estas gentes su temor y miedo, de tal manera que, en oyendo
-cristianos, las carnes les extremeciesen; para lo cual, efectuar
-hicieron cosas hazañosas, nunca otras tales, ni tantas,
-vistas ni oidas, ni áun pensadas ni soñadas, como, Dios queriendo,
-se verá. Obra muy manifiesta ser contraria y enemiga
-de la por donde han de comenzar su camino, y su entrada,
-y su negociacion para inducir los infieles á que vengan
-á la fe, los que profesan la verdad y la benignidad, la suavidad
-y mansedumbre cristiana.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_49" id="Page_49">[49]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO XCIV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p class="pch">En el cual se tracta como el Almirante determinó de ir á descubrir, como los Reyes le habían
-mucho encargado, cuando volvió el segundo viaje.&mdash;Como constituyó un Presidente
-y un Consejo para el regimiento desta isla.&mdash;Como partió de la Isabela y llegó á Cuba,
-por la parte del Sur.&mdash;Llegó á surgir á un puerto.&mdash;Vinieron á los navíos muchos indios
-á traer á los cristianos de lo que tenian, estimando que habian venido del cielo.&mdash;Como
-desde allí descubrió la isla de Jamáica; púsole nombre Santiago.&mdash;Salieron muchas canoas
-de indios, con alegría, para los navíos.&mdash;En un puerto salieron de guerra, queriendo
-impedir á los cristianos la entrada.&mdash;Como lo hacian con razon y justicia.&mdash;Como
-los cristianos asaetearon á ciertos indios, y cuan mal hecho fué, y como no se habian
-de ganar por esta via.&mdash;Como no se han de hacer males por algun fin bueno, aunque salgan
-dellos bienes.</p>
-
-<p>Porque, como el rey de Portugal vido descubiertas estas
-Indias, y hallarse burlado de no haber aceptado la empresa
-que la fortuna le habia ofrecido y puesto en sus manos, alegaba
-que este orbe caia debajo de su demarcacion y division
-que la Iglesia, los tiempos pasados, hecho habia, entre los
-reyes de Castilla y Portugal (no se cual ella entónces pudo ser,
-no teniendo de cosa, que por este mar Océano hobiese, noticia,
-más de Guinea), por lo cual pretendia mover pleito, y áun
-tenia una armada aparejada para venir acá, como arriba se
-dijo; por esta causa, el Rey é la Reina, al tiempo que este segundo
-viaje de los 17 navíos para poblar despacharon, al Almirante
-le mandaron y encargaron muy mucho, que lo más
-presto que pudiese trabajase de se despachar para ir á descubrir,
-mayormente á la isla de Cuba, que hasta entónces fué
-estimada por tierra firme, y descubriese cuanta más tierra
-firme ó islas pudiese, porque el rey de Portugal fuese en tiempo
-y posesion, y en derecho por consiguiente, prevenido, mayormente
-habiendo ya concedido la Sede Apostólica en especie
-todo este orbe de las Indias, y puesto límites y demarcacion,
-ó distribuido este mundo de por acá, entre ambos reyes de<span class="pagenum"><a name="Page_50" id="Page_50">[50]</a></span>
-Portugal y de Castilla, segun que arriba queda en el capítulo 79
-escrito. Así que, por cumplir el mando de Sus Altezas, y ejercitar
-el apetito é inclinacion que Dios le habia dado, y para lo
-que le habia escogido, determinó el Almirante de se despachar
-para descubrir, y para dejar la gobernacion de los Españoles
-ordenada, y lo demas que tocaba á los indios desta isla,
-segun la estima y opinion que dellos, para sujetarlos, tenia.
-Instituyó un Consejo de las personas que de mayor prudencia,
-y ser, y auctoridad le pareció, entre las cuales puso á su
-hermano, D. Diego Colon, por Presidente. Las personas fueron,
-el dicho padre fray Buil, que se dijo tener poder del Papa, como
-su legado, y Pero Hernandez Coronel, Alguacil mayor, y
-Alonso Sanchez de Carabajal, Regidor de Baza, y Juan de
-Luxan, de los caballeros de Madrid, criado de la Casa real;
-á estos cinco encomendó toda la gobernacion, y á Mosen
-Pedro Margarite, que con la gente que tenia, que eran, como
-dije, 400 hombres, anduviese y hollase y sojuzgase toda la isla,
-dando á todos sus instrucciones, segun que por entónces le
-pareció que, para el servicio de Dios y de Sus Altezas (como
-él dice, hablando dello), convenia; el cual, con un navío ó
-nao grande y dos carabelas, todos los tres bien aparejados,
-dejando los dos en el puerto para las necesidades que se
-ofreciesen, partió, en nombre de la Sancta Trinidad, dice él,
-jueves, 24 de Abril del mismo año de 1494, despues de
-comer, la vía del Poniente, y fué al puerto de <i>Monte-Christi</i> á
-surgir. Otro dia fué al puerto de la Navidad, donde dejó los 39
-cristianos, tierra del rey Guacanagarí, que tanta humanidad
-y buen acogimiento y caridad en el primer viaje, señaladamente
-en la pérdida de la nao, le hizo; el cual, con miedo,
-porque quizá no le viniese á hacer mal por la muerte de los
-cristianos, de que no tuvo culpa, como se dijo arriba, se escondió,
-puesto que preguntando por él el Almirante á los
-indios, sus vasallos, que luego á los navíos en sus canoas vinieron,
-fingieron que habia ido cierto camino, y que luego
-vernia. Finalmente, no curó de más esperar sino alzó sus velas
-el sábado; fué seis leguas de allí á la isla de la Tortuga, en par<span class="pagenum"><a name="Page_51" id="Page_51">[51]</a></span>
-de la cual estuvo con calma y mucha mar, que venia del Oriente,
-y las corrientes, por el contrario, venian del Occidente, por
-lo cual toda la noche estuvo en harto trabajo. El domingo, con
-viento contrario, que creo que era Norueste, y con las corrientes
-que le venian por la proa, del Occidente, fué forzado tornar
-á surgir atras en el rio que en el viaje primero llamó Guadalquivir,
-de que arriba digimos; llegó al fin al puerto de Sant
-Nicolás, martes, 29 dias de Abril. De allí vido la punta ó cabo
-de Cuba, que él llamó el primer viaje, cuando la descubrió,
-<i>Alpha et Omega</i>, y agora se llama la Punta de Bayatiquirí, en
-lengua de los indios; atravesó por aquel golfo, entre Cuba y
-esta Española, que es de 18 leguas de punta á punta ó de
-cabo á cabo, y comienza á costear la isla de Cuba por la
-parte del Sur ó Austro. Vido luego una gran bahía y puerto
-grande, y así lo nombró Puerto Grande, cuya entrada era
-muy honda; ternia de boca 150 pasos. Surgió allí, donde los
-indios vinieron con canoas á los navios y trajeron mucho pescado,
-y de aquellos conejos de la isla, que llamamos arriba,
-capítulo 46, guaminiquinajes. Tornó á alzar sus velas, domingo,
-1.º de Mayo, y fué costeando la isla, y vía, cada hora,
-maravillosos puertos, cuales los tiene, cierto, aquella isla;
-vian montañas muy altas y algunos rios que salian á la mar, y,
-porque iba muy cerca de tierra, eran sin número los indios
-de la isla que venian con sus canoas á los navíos, creyendo
-que habian descendido del cielo, trayéndoles del pan caçabí
-suyo, y agua, y pescado, y de lo que tenian, ofreciéndoselo
-á los cristianos con tanta alegría y regocijo, sin pedir cosa
-por ello, como si por cada cosa hobieran de salvar las ánimas,
-puesto que el Almirante mandaba que todo se lo pagasen
-dándoles cuentas de vidro, y cascabeles, y otras cosas de
-poco valor, de lo cual iban contentísimos, pensando que llevaban
-cosas del cielo. Y porque los indios que llevaba el Almirante
-consigo (que era, á lo que yo creo, un Diego Colon, de
-los que el viaje primero habia tomado en la isla de Guanahaní
-y lo habia llevado á Castilla y vuelto, el cual, despues vivió en
-esta isla muchos años conversando con nosotros), hacian mucho<span class="pagenum"><a name="Page_52" id="Page_52">[52]</a></span>
-caso señalando hácia la parte donde estaba la isla Jamáica,
-afirmando que habia mucho oro, (y creo, cierto, que es la que
-llamaban el viaje primero Baneque, que tantas veces la
-nombraban, puesto que no veo que aquí el Almirante haga
-mencion de Baneque), así que, acordó el Almirante dar una
-vuelta hácia el Sueste, tomando parte del Sur, sábado, 13 de
-Mayo, y el domingo, luego, la vido, y el lúnes llegó á ella y
-surgió, aunque no en puerto. Desque la vido, dice el Almirante,
-que le pareció la más hermosa y graciosa de cuantas hasta
-entónces habia descubierto; eran sin número las canoas grandes
-y chicas que venian á los navíos. El lúnes procuró de
-buscar puerto, yendo la costa abajo, y, como enviase las barcas
-para que sondasen (esto es, echar la plomada para ver
-cuantas brazas tiene el fondo), las entradas de los puertos,
-salieron muchas canoas llenas de gente armada para les defender
-la tierra, y que en ella no saltasen; como gente prudente,
-que, de ley natural, puede defender su tierra de cualquiera
-gente no conocida, hasta ver quién es ó qué es lo que
-pretende, porque cada una república ó persona particular puede
-temer y proveer en el daño que le puede venir, de gente
-nueva ó personas que no conoce, como Josepho, con razon
-pudo decir á sus hermanos, como á gente de otro reino, extraña
-y fingiendo que no la conocia, «vosotros espías debeis de
-ser deste reino de Egipto para ver lo mas flaco dél, etc.,» como
-parece en el Génesis, cap. 42. Por esta razon se hicieron leyes
-por los Emperadores, que los romanos no fuesen osados, aunque
-fuese con títulos de llevar mercaduría, de ir á tierra de
-persas con quien no tenian paz ni que hacer, y la razon de
-la ley asignase en ella: «porque no parezca ó se diga que
-los romanos son espías ó especuladores de los reinos extraños.»
-Así lo dice la ley <i>Mercatores</i>, capítulo <i>De mercatoribus</i>.
-Así que, visto por los que iban en las barcas que los indios venian
-denodados para los impedir que no saltasen en tierra, y
-con armas, tornáronse á los navíos en su paz. De allí fué á otro
-puerto, el cual nombró Puerto Bueno, y como saliesen asimismo
-los indios con sus armas á resistir la entrada á los de las<span class="pagenum"><a name="Page_53" id="Page_53">[53]</a></span>
-barcas, diz que, porque, mostrando temor los cristianos, sería
-causa que tuviesen mayor atrevimiento, acordaron de darles tal
-refriega de saetadas con las ballestas, que, habiéndoles herido
-seis ó siete (y Dios sabe cuantos más serian los heridos y muertos),
-que tuvieron por bien de cesar de la resistencia, y vinieron
-de las comarcas gran número de canoas llenas de indios á los
-navíos, pacíficos y humildes. Este fué otro yerro no chico;
-cierto, mejor fuera por otras vías darles á entender como no
-iban á hacerles mal ni daño, ó por señas, ó enviándoles de
-los indios que en los navíos llevaban, como muchas veces se
-aseguraron en muchos lugares de Cuba y desta isla Española y
-de las de los lucayos, en el primer viaje, como en diversos capítulos
-arriba ha parecido, que no matar ni herir, ni quebrar
-por ninguna manera con ellos; y cuando no pudieran por todas
-vías, eran obligados á irse á otra parte y dejarlos, porque los
-indios tenian justo título y justicia para defender su tierra de
-toda gente, y nunca se ha de hacer mal alguno, por chico que
-sea, por fin que del hayan de salir cuan grandes bienes los
-hombres pretendieren, cuanto más, que ya se tenia larga experiencia
-de la bondad y pacabilidad de los indios, cuan fáciles
-eran de aplacar y contentar, dándoles razon ó señales
-de que no venian á hacerles algun perjuicio, aunque al principio
-se ponian, de puro miedo, en resistir la entrada. Traian
-aquí de sus bastimentos y de lo que tenian, y lo daban á los
-cristianos por cualquiera cosa que les daban; en este se adobó
-el navío del Almirante de un agua que hacia por la quilla.
-Era este puerto de la forma de una herradura; puso nombre
-á esta isla de Jamáica, el Almirante, Santiago. Viernes, 9 de
-Mayo, tornó á salir deste puerto, yendo la costa de Jamáica
-abajo, la vía del Poniente, yendo tan junto con la costa, que
-muchas canoas iban con los navíos dando de sus cosas y recibiendo
-de las nuestras, con toda paz y alegría.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_54" id="Page_54">[54]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO XCV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p class="pch">En el cual se cuenta como el Almirante dejó á Jamáica y tornó sobre la isla de Cuba.&mdash;De
-un indio, que, dejados sus parientes, llamando, se quiso ir con los cristianos.&mdash;Como
-yendo por la costa de Cuba abajo tuvo grandes aguaceros y bajos para encallarle los navíos,
-donde padecieron grandes trabajos y peligros.&mdash;Hallaron infinitas islas pequeñas;
-púsoles nombre el Jardin de la Reina.&mdash;Vieron unas aves coloradas de la manera y hechura
-de grullas.&mdash;Vieron grullas, muchas tortugas, y de cierta pesquería dellas.&mdash;De
-la mansedumbre de los indios.&mdash;Toparon otros indios mansísimos.&mdash;Detuvo uno.&mdash;Informóle
-ser isla de Cuba, y nuevas que le dió de un Cacique que habla por señas á su
-gente, sin ser mudo.&mdash;De otros peligros que por allí padecieron.</p>
-
-<p>Y porque tenia los vientos muy contrarios, que no le dejaron
-más costear aquella isla, por esto acordó de dar la vuelta
-sobre la de Cuba, y ansí tornóse, mártes, 18 de Mayo, con
-intincion de andar por ella 500 ó 600 leguas, hasta experimentar
-si era isla ó tierra firme. El dia que dió la vuelta, vino un
-indio mancebo á los navíos, hablando por señas que se queria
-ir con ellos, tras él vinieron muchos parientes suyos y sus
-hermanos para rogarle que no fuese con los cristianos, pero no
-lo pudieron acabar con él, puesto que con muchas lágrimas
-se lo persuadian, ántes se metia en los lugares secretos del
-navío, donde no los viese llorar, y finalmente se quedó, y
-ellos se fueron desconsolados y tristes. Cierto, es de considerar,
-que no sin misterio esta inclinacion le quiso dar Dios para
-salvarlo por esta vía, porque es de creer que el Almirante le
-haria enseñar en las cosas de la fé y baptizarle, lo que no alcanzara
-si en su tierra quedara. Partido, pues, de Jamáica el
-Almirante con sus navíos, llegó á un Cabo de la isla de Cuba,
-que nombró cabo de Cruz, miércoles, 18 de Mayo. Yendo
-la costa abajo, tuvo grandes y contínuos aguaceros, con truenos
-y relámpagos, y con esta topaba muchos bajos, donde á
-cada paso temia encallar; estas dos cosas, concurriendo juntas,
-le pusieron en grandísimos peligros y trabajos, porque los<span class="pagenum"><a name="Page_55" id="Page_55">[55]</a></span>
-remedios de ambas son contrarios, y, habiéndose de poner
-juntos, es imposible, sino por casi milagro, salvarse; la razon es,
-porque el remedio de los aguaceros, tan impetuosos como los
-hay en estas tierras, y de gran peligro, si en muy presto no
-se pone, es amainar las velas muy luego, y para no encallar,
-ó para despues de encallados salir de los bajos, es añadir á
-las veces velas; por manera, que si ambos á dos peligros concurren
-en un tiempo, es necesario, en uno dellos, y áun en
-ambos, perderse, sino por milagro. Cuanto más andaba la costa
-abajo, tanto más espesas parecian infinitas islas bajas, unas
-todas de arena, otras de arboleda, y muchas que no sobreaguaban
-nada; cuanto más estaban más cerca de la isla de
-Cuba, más altas, y más verdes, y graciosas parecian. Eran
-de una legua, y de dos, y de tres, y de cuatro; este dia
-vido muchas, y el siguiente muchas más y más grandes, y
-porque eran innumerables y no podia á cada una ponerle
-nombre, llamólas á todas juntas, el Jardin de la Reina; contáronse
-aquesta dia más de 160, de una parte y de otra, digo,
-de la parte del Norte, y del Norueste, y del Sudueste, y áun
-canales por entre ellas, con hondura, que podian pasar los
-navíos, de dos brazas, y de tres, y más. En muchas dellas hallaron
-unas aves como grullas, coloradas; estas aves no son
-grullas, sino de la misma manera y tan grandes como grullas,
-excepto que son al principio blancas (digo al principio,
-cuando áun no han llegado á cierta edad), y poco á poco
-se van tornando coloradas, y cuando comienzan á colorarse
-no parecen, de un poco léjos, sino manadas de obejas almagradas;
-solamente las hay estas aves en Cuba y en estas isletas,
-y no se mantienen sino del agua salada y de alguna cosa
-que en ella ó con ella hallan, y cuando alguna se toma y se
-tiene en casa, no la mantienen sino echándole un poco de caçabí,
-que es el pan de los indios, en un tiesto de agua con una
-escudilla de sal en ella. Hallaban eso mismo muchas tortugas,
-tan grandes como una gran rodela, y poco ménos que
-una adarga; destas hay infinitas entre aquellas isletas, de las
-cuales y de su nacimiento, ó como se crian, diremos, placiendo<span class="pagenum"><a name="Page_56" id="Page_56">[56]</a></span>
-á Dios, cuando de la isla de Cuba hablaremos. Vieron
-grullas de las mismas de Castilla, y cuervos, y diversas
-aves que cantaban suavemente, y de las isletas salian suavísimos
-olores que los deleitaban. En una destas isletas vieron una
-canoa de indios que estaban pescando, los cuales, viendo á los
-cristianos que iban en la barca á ellos, se estuvieron seguros
-como si vieran á sus hermanos, y hiciéronles señas que se
-detuviesen; detuviéronse hasta que pescaron, y la pesquería
-era, que toman unos peces que se llaman revesos, que los
-mayores serán como una sardina, los cuales tienen en la barriga
-una aspereza, con la cual, donde quiera que se pegan,
-primero que se despeguen los hacen pedazos; estos ataban de
-la cola un hilo delgado, luengo de ciento y doscientas brazas,
-y váse el pece cuasi por encima del agua ó poco más bajo, y
-en llegando que llega adonde están las tortugas en el agua,
-pégansele en la concha baja, y tiran del cordel y traen una
-tortuga que pesa cuatro y cinco arrobas, y, en fin, allí se
-queda el pece pegado, si, como dije, no le despedazan; no sé
-si quizá él despues se despegaria por sí, si le dejasen. Lo mismo
-vemos cuando se toman tiburones, que son unas bestias crueles,
-carniceras, que comen hombres cuando los hallan, que
-vienen muchos de los peces revesos, que dije, en las barrigas
-de los tiburones pegados. Acabada la pesquería, vinieron los
-indios á la barca y hicieron los cristianos señas, que se viniesen
-con ellos á los navíos, los cuales vinieron de muy buena
-gana, y el Almirante les hizo dar de los rescates, y supo
-dellos haber adelante, de aquellas isletas, infinitas; daban
-todo cuanto tenian liberalísimamente, y así, se tornaron muy
-alegres. Prosiguió su camino todavía al Poniente por las islas
-inmensas que habia, y por los aguaceros y tormentas de
-aguas y truenos y relámpagos, cada tarde hasta el salir de la
-luna, y con todos los susodichos peligros, con lo cual pasó
-grandes trabajos y angustias, que sería dificultoso, como fueron,
-decirlas; y, puesto que ponia grandísima diligencia, y
-guarda, y vigilias suyas, y de atalayas que ponia en el mastel,
-muchas veces tocaba y áun atollaba la nao en que él venia,<span class="pagenum"><a name="Page_57" id="Page_57">[57]</a></span>
-donde padecian nuevos trabajos y peligros para sacar la
-nao, tornando atras, y otras veces yendo adelante. Llegó a
-una isla mayor que las otras, la cual llamó Sancta María, en
-la cual habia una poblacion, y ninguno de los indios della
-osó parar por miedo de los cristianos. Hallaron en ella mucho
-pescado, y perros de los mudos que no ladran; vian por todas
-las islas muchas manadas de las grullas, muy coloradas, y
-papagayos y otras muchas aves. Teniendo falta de agua, dejó
-de andar por aquellas isletas, y llegóse á la costa de Cuba,
-á 3 dias de Junio, donde habia mucha espesura de árboles,
-por lo cual no pudieron cognoscer si habia poblacion alguna;
-saliendo un marinero con una ballesta, para matar alguna ave,
-topó con obra de 30 hombres con sus armas de lanzas y flechas,
-y unas como espadas, de forma de una paleta hasta el
-cabo, y del cabo hasta la empuñadura se viene ensangostando,
-no aguda de los cabos, sino chata; estas son de palma, porque
-las palmas no tienen las pencas como las de acá, sino
-lisas ó rasas, y son tan duras y pesadas, que de hueso y, cuasi
-de acero, no pueden ser más: llámanlas macanas. Dijo aquel
-marinero, que entre aquellos habia visto un indio con una
-túnica blanca vestido, y que hasta los piés le cubria. Dió voces
-el marinero á sus compañeros viéndose solo cerca de tantos,
-los cuales dieron á huir, como si vieran mil hombres tras
-ellos; y aunque otro dia envió el Almirante algunos cristianos
-para ver si hallaban algo, y llagaron obra de media legua
-dentro en la tierra, no pudieron, sino con trabajo, penetrar,
-por los montes ser espesos, y mayormente que habia cienagas
-que duraban cuasi dos leguas, segun les parecia, hasta llegar
-á los cerros y montañas. De allí prosigue al Poniente, y, andadas
-10 leguas con sus navíos, vieron en la costa algunas casas,
-y la gente dellas vinieron en sus canoas á los navíos con comida
-y con muchas calabazas llenas de agua, todo lo cual
-mandó el Almirante que se les pagase, y hizo detener un indio,
-rogándole á él y á ellos, por la lengua, que lo tuviesen por
-bien hasta que les mostrase el camino y le preguntasen algunas
-cosas, y que despues le dejarian volver á su casa; los<span class="pagenum"><a name="Page_58" id="Page_58">[58]</a></span>
-cuales, aunque con alguna tristeza, mostraron tenerlo por
-bueno, pues podian juzgar, que si no quisieran poco les aprovechara.
-Este le certificó que Cuba era isla que la mar cercaba,
-y, segun entendió el Almirante, que el Rey della, de la
-costa del Poniente abajo, con su gente, sino era por señas, no
-hablaba, pero que luego era hecha cualquiera cosa que mandase;
-si el señor que entónces vivía era ó no era mudo, ó
-quizá este hablar por señas acostumbraba, esto debe ser fábula,
-porque los que primero fuimos á descubrir por dentro de la
-tierra y á poblarla de cristianos, desde á quince á diez ó seis
-años, nunca tal cosa ni nueva de ella hallamos. Andando ansí,
-entran los navíos en un banco de arena que ternia una braza
-de agua, y de longura tanto trecho como dos navíos, donde se
-vieron en grande angustia y trabajo, tanto, que para pasarlos
-á una canal honda, tuvieron necesidad de armar con mucha
-dificultad todos los cabrestantes. Vieron innumerables tortugas
-muy grandes, que parecia dellas estar la mar cuajada;
-sobrevino una nubada de cuervos marinos, que cubrian la
-lumbre del sol, venian de hácia la mar, y daban consigo en
-tierra de Cuba; lo mismo pasaban innumerables palomas y
-gaviotas, y, de diversas especies, muchas aves. Otro dia vinieron
-á los navíos tan espesas las mariposas, que parecian
-espesar el aire; duraron hasta la noche y las disipó un gran
-aguacero de agua.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_59" id="Page_59">[59]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO XCVI.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p class="pch">En el cual se tracta como determinó el Almirante dar la vuelta para la Española.&mdash;De las
-leguas que descubrió de Cuba.&mdash;Que halló por las reglas de la Astronomía, como se
-halló de Cáliz tantas otras por la esfera.&mdash;Encalló con los navíos, padeció grandes angustias.&mdash;Del
-olor de estoraque que sintieron.&mdash;De un indio viejo que vino á hablar al
-Almirante, y de un teológico razonamiento que le hizo cerca de la otra vida; cosa es
-muy notable, aunque breve, por ser dicha por un indio.</p>
-
-<p>Como supo el Almirante por aquel indio, que duraban por
-aquella costa tanta infinidad de islas, y que tantos peligros y
-daños cada hora se le ofrecian, y tambien que los mantenimientos
-se le iban acabando, acordó de dar la vuelta por la
-Española y visitar la gente, y proseguir la villa de la Isabela,
-que dejó al mejor tiempo comenzada y no acabada, de lo
-cual tenia noches y dias intenso cuidado; para proveerse de
-agua, y de lo que pudiese haber de comida, fuése á una isla
-de hasta 30 leguas en torno, á la cual habia puesto el Evangelista,
-y dice el Almirante, que distaba de la isla de la Dominica,
-al pié de 700 leguas. Esta isla del Evangelista creo
-que es la isla que despues llamamos, y hoy se llama, la isla
-de Pinos, que está cuasi frontero Norte-sur del principio de
-la Habana, y terná de luengo 20 leguas, porque, por toda la
-costa de la mar del Sur de Cuba, no hay isla sino aquella que
-sea tan grande, por manera, que poco le quedaba de descubrir
-del cabo de Cuba, al Almirante; quedar le habian obra
-de 35 ó 36 leguas por navegar hasta el cabo de Cuba. Esto
-tambien parece, por lo que dice el Almirante, en la relacion
-que deste descubrimiento de Cuba envió á los Reyes, que navegó
-y descubrió della 333 leguas, y midiendo su viaje por
-las reglas de la Astronomía, dice: «que desde el cabo de Cuba
-que se ve con la Española, que llamó Fin de Oriente, y por
-otro nombre <i>Alpha et Omega</i>, navegó hácia el Poniente, de la<span class="pagenum"><a name="Page_60" id="Page_60">[60]</a></span>
-parte del Austro, hasta haber pasado el término de diez horas
-en la esfera, en manera que, estando él allí, cuando se le
-ponia el sol á él, se levantaba á los que vivian en Cáliz, en
-España, desde á dos horas, y dice que no pudo haber yerro
-alguno, porque hobo entónces eclipse de la luna, á 14 de Setiembre,
-y que él estaba bien apercibido de instrumentos, y
-fué muy claro el cielo aquella noche.» Todas estas son sus
-palabras. Tornando al propósito, viernes, 13 de Junio, dió la
-vuelta por la vía del Sur ó del Austro, por salir de aquella
-espesura de islas, y saliendo por una canal que le pareció
-más honda y desembarazada, navegando por ella un poco del
-dia, hallaron la canal cerrada y los navíos, de islas y tierras,
-como en un corral, todos cercados; la gente toda quedó muy
-turbada y desmayada, viéndose en tanto peligro y con falta
-de bastimentos: bien es de creer que su miedo y angustia era
-muy grande, y la del Almirante mucho más que doblada. Confortóles
-á todos con las mejores palabras que pudo, y con
-harto trabajo tornaron á salir por donde entraron, y fueron á
-parar á la isla del Evangelista, donde habia reparádose de
-agua. Miércoles, 25 de Junio, partió della por la vía del Norueste,
-por ver unas isletas, que parecian de allí obra de cinco
-leguas, y, un poco más adelante, dieron en una mar manchada
-de verde y blanco, que parecia todo bajos, aunque habia
-de hondo dos brazas; desde á siete leguas, dan consigo en otra
-mar muy blanca, que aína les parecia ser toda cuajada; de
-allí á siete leguas, topan otra prieta como tinta, en que habia
-cinco brazas de fondo; por esta anduvo hasta que se llegó á
-Cuba. Todas estas diferencias de mar eran á los marineros
-grande espanto, como cosas que nunca habian visto ni experimentado,
-y por tanto, en cada una temian ser perdidos y anegados.
-Salió de Cuba la vía del Leste con vientos escasos, por
-canales, y todas llenas de bajos, y, estando escribiendo, como
-solia, todo lo que le acaecia en su viaje, á 30 de Junio, encalló
-su nao, la cual, no pudiéndola sacar con anclas y cables
-por popa, sacáronla por proa, y, por los golpes que dió en el
-arena, con harto daño; de allí, no llevando vía ordenada, sino<span class="pagenum"><a name="Page_61" id="Page_61">[61]</a></span>
-segun los bajos y ranales y tambien el viento le daban lugar,
-navegaba todavía por la mar muy blanca, y, sobre todos
-aquellos reveses é inconvenientes, cada dia eran visitados al
-poner el sol de aguaceros terribles que los fatigaban. Con todo
-esto el Almirante andaba muy penado y angustiado; llegóse á
-la tierra de Cuba, por donde aquel camino hácia el Oriente
-habia comenzado, donde sintieron unos suavísimos olores
-como los habian sentido de ántes, y, cierto, estos olores mucho
-más se sienten y gozan en aquella isla que en ninguna destas
-otras, y creíamos que debia haber por ella, como sea muy
-montuosa, árboles de estoraque, porque ansí nos parecia olerlos,
-cuando en el descubrimiento della andábamos, cuasi todas
-las mañanas, y era de los palos ó leña que los indios quemaban.
-En 7 de Julio, salió el Almirante á tierra por oir Misa,
-y estándola oyendo, llegó un Cacique ó señor viejo, que parecia
-ser señor de toda aquella tierra ó provincia, el cual, mirando
-todos aquellos actos y ceremonias que el sacerdote hacia,
-y las señales de adoracion, y reverencia, y humildad que
-los cristianos mostraban, viendo dar la paz al Almirante y las
-reverencias por los que le servian, y tambien por la auctoridad
-de su persona, conoció que debia ser aquel la persona
-á quien los demas obedecian, y ofreciéndole una calabaza de
-las que llaman hibueras por aquellas islas, que sirven de escudillas,
-llena de cierta fruta de la tierra, asentóse cabe el
-Almirante en coclillas, porque así era la manera de asentar
-cuando no tenian los duhos, que eran unas bajas sillas, y
-comenzó á hacer este razonamiento: «Tú has venido con gran
-poder á estas tierras que nunca tú ántes viste, y, con tu venida,
-en todos los pueblos y gentes dellas has puesto gran temor,
-hágote saber, que, segun lo que acá sentimos, dos lugares
-hay en la otra vida donde van las ánimas de los cuerpos salidas,
-uno malo y lleno de tinieblas, guardado para los que
-turban y hacen mal al linaje de los hombres; otro lugar es
-alegre y bueno, donde se han de aposentar los que, miéntras
-acá vivieren, aman la paz y quietud de las gentes, y por tanto,
-si tú sientes que has de morir, y que á cada uno, segun lo que<span class="pagenum"><a name="Page_62" id="Page_62">[62]</a></span>
-acá hiciere acullá le debe de responder el premio, no harás
-mal ni daño á quien contra tí mal ó daño no cometiere; y
-esto que aquí habeis hecho es muy bueno, porque me parece
-que es manera de dar gracias á Dios:» añidió, diz que, tambien
-como habia estado en la isla Española, y en la de Jamáica, y
-que habia ido la isla abajo de Cuba, y que el señor de aquella
-parte andaba como sacerdote vestido. Todo esto entendió el
-Almirante, segun le pudieron interpretar los indios que desta
-isla llevaba, mayormente Diego Colon, que habia llevado y
-tornado de Castilla. Maravillado el Almirante de tan prudente
-oracion del indio viejo, más alta, cierto, que la pudiera orar
-un filósofo gentil, sin fe, muy estudioso en filosofía, respondióle,
-que de muchos dias atras tenia, lo que habia dicho,
-bien entendido, conviene á saber, las ánimas vivir para
-siempre despues desta vida, y las malas ir á mal lugar, que
-se llamaba infierno, y las buenas á bueno, que los cristianos
-nombraban Paraíso, y que se holgaba mucho haber sabido
-que él y la gente de aquella tierra tenian de las cosas del
-otro siglo tan buena noticia, lo que ántes él no creia, y que
-le hacia saber que él era enviado por unos Reyes grandes,
-ricos y poderosos, sus señores, que eran señores de los reinos
-de Castilla, para buscar y saber de aquellas tierras, no para
-otro fin, sino para saber si algunos hobiese que hiciesen mal á
-otros, como habia oido decir que habia por estas mares algunas
-gentes que llaman caníbales ó caribes, que á otros mal
-hacian, para los refrenar é impedir que no lo hiciesen, y á
-los buenos honrarlos y defenderlos, y trabajar que todos viviesen,
-sin perjuicio de otros, pacíficos. Rescibió las palabras
-del Almirante, el prudente viejo, con lágrimas y mucha alegría,
-afirmando, que si no tuviera mujer y hijos se fuera con él á
-Castilla, y recibidas del Almirante algunas cosillas de rescates,
-hincábase de rodillas, haciendo meneos de grande admiracion,
-repitiendo muchas veces si era cielo ó si era tierra el lugar
-donde aquellos tales hombres nascian; todo esto en sentencia
-saqué, de lo que escribe D. Hernando Colon, hijo del dicho
-primer Almirante, y de las Décadas de Pedro Mártir, que lo<span class="pagenum"><a name="Page_63" id="Page_63">[63]</a></span>
-dice más largo que D. Hernando, porque en aquel tiempo don
-Hernando era muy niño, y Pedro Mártir lo pudo muy bien
-saber del mismo Almirante, como supo mucho de lo que escribió,
-porque entónces Pedro Mártir residia en la corte, y
-era de los Reyes bien favorecido. No es de maravillar que
-aquel viejo dijese al Almirante tales cosas de la otra vida,
-porque comunmente todos los indios destas Indias tienen opinion
-de las almas no morir, mayormente aquellos de Cuba,
-de quien en su lugar, placiendo á Dios, diremos cosas de notar
-de las opiniones que tenian.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_64" id="Page_64">[64]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO XCVII<a name="FNanchor_2_2" id="FNanchor_2_2"></a><a href="#Footnote_2_2" class="fnanchor"><span class="small">[2]</span></a>.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Arriba hemos apuntado y dicho, algunas veces, los incomparables
-trabajos que el Almirante padeció en estos descubrimientos,
-y despues, cuando pensaba que habia servido y
-que podia descansar en la tierra ó en alguna parte ó rincon
-de los reinos que habia descubierto, muy mayores angustias
-y tormentos de espíritu, como se verá, se le ofrecieron; de tal
-manera, que en toda su vida fué como un luengo martirio. De
-donde los hombres, si quisieren, cognoscerán, cuan poco fruto
-y cuan poco descanso se halla, y, puesto que alguno parezca
-hallarse, cuan poco dura el placer dél en estos bienes terrenos,
-mundanos y temporales, si dentro del espíritu no se negocia
-y conversa el ánima con Dios; y porque aún restaban al
-Almirante otros pocos de más amargos peligrosos trabajos, ántes
-que llegase á la Española, donde pensaba un poquillo descansar,
-contaremos agora lo que, más que lo pasado, duro y angustioso
-le sucedió. Salido de aquel lugar donde aquel indio viejo
-le habló, parecia que todos los vientos y aguas se habian
-concordado para le fatigar y añadir angustias sobre angustias,
-penas sobre penas, y sobresaltos á sobresaltos, porque no
-tuviese tiempo ni sazon para poder resollar; entre muchos que
-padeció, vino sobre él un tan súpito y tan horrible y peligroso
-aguacero, que le hizo poner el bordo debajo del agua, y, con
-gran dificultad y que pareció sólo socorro de Dios, poder
-amainar las velas, y, juntamente, con las más pesadas anclas
-surgir. Entrábales mucha agua por el plan, que es lo más bajo
-de la nao, que acrecentaba sus peligros, y apénas los marineros
-podian vencerla con la bomba, porque, allende que andaban<span class="pagenum"><a name="Page_65" id="Page_65">[65]</a></span>
-todos muy cansados de los continuos trabajos, faltábales
-la comida, que no comian sino una libra de podrido
-bizcocho, y un cuartillo de vino, ó de su brebaje, sino era
-cuando algun pescado acaso tomaban; esta era necesidad
-grande que padecian, y muy mayor la del Almirante, sobre
-quien la de los otros y la suya cargaba. Desta, dice él
-mismo en lo que escribió á los Reyes, desta navegacion, estas
-palabras: «Yo estoy tambien á la mesma razon, plega á Nuestro
-Señor que sea para su servicio, porque, por lo que á mí toca,
-no me pornia más á tantas penas é peligros, que no hay dia
-que no vea que llegamos todos á dar por tragada nuestra
-muerte.» Con estos peligros y aflicciones continuas llegó al
-Cabo que llamó al principio cabo de Cruz, á 18 de Julio,
-adonde los indios le hicieron muy buen recibimiento y luego le
-trujeron de su pan caçabí, y pescado, y frutas de la tierra y
-de todo lo que tenian, con grande alegría y placer, donde holgaron
-y descansaron dos ó tres dias. Y, mártes, 22 de Julio,
-aunque siempre con vientos contrarios, que no le dejaron volver
-su camino derecho para la Española, dió la vuelta sobre
-la isla de Jamáica; siguió la costa della por el Occidente abajo,
-y, yendo mirando y alabando á Dios todos de ver tanta frescura,
-y tan hermosa y felice tierra, vian toda la costa y tierra llena
-de pueblos y los puertos bonísimos, de legua á legua; seguian
-los navíos infinitos indios con sus canoas, trayéndoles y sirviéndoles
-con muchas cosas de comer, como si fueran todos
-sus padres y ellos hijos. Dice el Almirante, que juzgaba la
-gente ser muy mejores aquellos mantenimientos que cuantos
-hasta allí habian visto, pero cada tarde les sucedian los sobresaltos
-y penas de los aguaceros. Echábalo el Almirante á las
-muchas arboledas, y no hay duda dello; y dice, que á los principios
-así acaecia en las islas de Canaria, y de la Madera, y
-de los Azores, pero despues que fueron desmontadas y las
-humidades enjutas y consumidas, cesaron en mucha parte
-los aguaceros, y desto, en esta isla Española, tenemos larga
-experiencia. Encarecidamente loaba el Almirante la hermosura,
-y fertilidad, y frutas, y lo demas que traian los indios<span class="pagenum"><a name="Page_66" id="Page_66">[66]</a></span>
-para comer, y la muchedumbre de pueblos de la isla de Jamáica,
-diciendo que ninguna otra se le igualaba de las que
-hasta entónces habia visto. Vido una bahía muy hermosa con
-siete isletas á la ribera de la mar, y que tenia la isla tierra
-altísima, que le parecia que excedia la media region del
-aire, donde se congelan las impresiones; toda la tierra muy
-poblada por todas partes. Juzgaba que bojaba 800 millas,
-pero despues que la vido bien, á otro viaje, declaró que ternía
-de largo 50 leguas y de ancho 20; mucho quisiera descubrirla
-y verla más, segun le parecia tan bien, sino por la
-falta de bastimentos y la mucha agua que los navíos hacian.
-Hízole buen tiempo y volvió hacia el leste, camino desta isla
-Española, mártes, 19 de Agosto, y la postrera tierra della,
-que fué un Cabo que se mira con esta isla, le puso nombre el
-cabo del Farol; y miércoles, 20 de Agosto, vido el cabo ó
-punta occidental desta isla Española, al cual puso nombre
-cabo de Sant Miguel, que agora se llama el cabo ó punta del
-Tiburon, dista de la punta oriental de Jamáica 25 ó 30 leguas.
-Sábado, 23 de Agosto, vino á los navíos un señor ó Cacique
-de aquella tierra, nombrando «Almirante, Almirante,» y otras
-palabras, de donde coligió el Almirante que aquella tierra que
-llamó cabo de Sant Miguel debia ser toda una con esta isla,
-porque hasta entónces no sabia que fuese esta isla Española.
-En fin deste mes de Agosto fué á surgir á una isleta que está
-junto á esta isla, que parece desde la mar como vela, porque
-es alta, y llamóla el Almirante Alto Velo, y dista de la isleta
-Beata, que así se llama, 12 leguas; mandó subir en lo alto de
-aquella isleta para descubrir los otros dos navíos que se le
-habian perdido de vista, y volviéndose los marineros á embarcar,
-mataron ocho lobos marinos que dormian en el arena
-descuidados, y muchas aves, porque no huian de la gente por
-no estar poblada, y así esperaban que las tomasen ó matasen;
-esperó allí á los otros dos navíos, los cuales, á cabo de
-seis dias, vinieron, y todos juntos, los navíos, fueron á la Beata,
-isleta, y de allí, costeando, pasaron hasta llegar á una ribera
-que tenia una muy hermosa vega toda llena de pueblos, y tan<span class="pagenum"><a name="Page_67" id="Page_67">[67]</a></span>
-espesos que parecian todos ser uno, y esta tierra debia ser la
-que agora llaman de Cathalina, por una Cacica ó señora, que
-despues cognoscieron los cristianos, señora de aquella tierra;
-y es tierra hermosísima. Vinieron los indios de por allí en sus
-canoas, y dijeron que habian venido allí de los cristianos de
-la Isabela y que todos estaban buenos, de lo cual el Almirante
-recibió gran gozo y consolacion. Pasado del paraje del
-rio Hayna, que está tres leguas de Sancto Domingo, y por ventura
-fué allí cerca, mandó echar nueve hombres en tierra que
-atravesasen á la Isabela, que está derechamente de aquella
-costa Norte-sur, para que diesen nuevas de como venia bueno
-y de su compañía; de allí pasó adelante, todavía por el camino
-del leste ó Oriente, y parecia por allí una gran poblacion
-hácia la cual envió las barcas, por agua, y salieron los
-indios contra los cristianos en sus canoas, con arcos y flechas
-herboladas con hierba ponzoñosa, traian tambien unas cuerdas,
-haciendo ademanes que los habian de atar con ellas, y
-por esto creo, cierto, que esta tierra era la provincia de Higuey,
-porque la gente della era más belicosa, y tenia de la dicha
-hierba, y tambien por la distancia que habia andado y el
-paraje donde estaba; pero llegadas las barcas á tierra, dejaron
-los indios todas las armas, y vinieron muy pacíficos á
-traer agua y pan, y todo lo que tenian; preguntando que si
-venia allí el Almirante. Es de creer que salieron con armas
-creyendo que fuese otra gente extraña y no cristianos, pero,
-despues de cognoscido que era el Almirante y gente suya,
-tornaron á obras de paz y amistad.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_68" id="Page_68">[68]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO XCVIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>De allí pasaron adelante la costa del leste arriba, y ocurrióles,
-segun dice el Almirante, un pece admirable, tan grande
-como una ballena mediana; tenia en el pescuezo una concha
-grande como una de tortuga, que es poco ménos, como arriba
-se dijo, que un adarga; la cabeza dél, y que tenia de fuera,
-era tan disforme, que poco ménos grande era que una pipa ó
-bota, la cola como de atun y muy crecida, y con dos alas
-muy grandes á los costados. Cognosció el Almirante por aparecer
-este pece y por otras señales del cielo, que el tiempo
-queria hacer mudanza, por lo cual, trabajó de buscar algun
-puerto para surgir y estar seguro si tormenta se recreciese,
-y plugo á Dios que alcanzó á tomar una isleta que los indios
-llamaban Adamaney, que agora llamamos la Saona, el cual
-nombre creo que le puso el mismo Almirante ó su hermano
-el Adelantado. Esta isleta hace un estrecho de obra de una
-legua, ó poco más, entre ella y esta isla Española, y paréceme,
-si no me he olvidado, que durará en luengo este estrecho dos
-leguas, porque he estado yo en él, aunque há muchos años;
-allí entró, ya con recia tormenta, él sólo y surgió, á 15 de
-Setiembre; los otros dos navíos no pudieron entrar, y por eso
-pasaron harto peligro y trabajo. Aquella noche vido el Almirante
-eclipse de la luna, y afirma que hobo diferencia desde
-allí hasta Cáliz cinco horas y veintitres minutos, por lo cual,
-decia que duró tanto el temporal recio ó la tormenta dicha;
-estuvo en aquel puerto, por la tormenta, siete ó ocho dias, dentro
-de los cuales entraron los otros dos navíos, y, á 24 de Setiembre,
-partieron juntos y llegaron al cabo desta isla Española
-que agora se llama el cabo del Engaño, y el Almirante en su
-primer viaje le puso nombre el cabo de Sant Rafael, como arriba<span class="pagenum"><a name="Page_69" id="Page_69">[69]</a></span>
-se dijo. De allí llegaron á una isleta que está cerca desta
-isla diez leguas, y ocho de la isla de Sant Juan, que llamaban
-los indios, á lo que yo creo, la Mona, y así se llama hoy la isla
-de la Mona; ó quizá le puso el Almirante aquel nombre Mona,
-por una isla que está cerca de Inglaterra, que tiene el mismo
-nombre, de la cual hace mencion Cornelio Tácito, libro XIV,
-página 320, <i>et in Vita Agricolæ</i>, página 693. Será de hasta seis
-leguas en circuitu; es toda peñas, y en las peñas tiene unos
-hoyos con tierra bermeja, y en estos hoyos se hacen las raíces
-de yuca y ajes, de que se hace el pan caçabí, tan gruesas, que
-cuan grande y capaz es el hoyo tan grande es el aje ó la yuca,
-por manera, que, partido por medio, acaece ser la mitad ó
-poco más, carga de un indio. Hácense tambien los melones de
-España tan grandes como botijas de las de media arroba de
-aceite, y finísimos; cierto, son cosa de ver y mejores de gustar.
-De donde parece que es grande la humidad que causan
-aquellas peñas que tienen cercada aquella tierra colorada, y
-por consiguiente, que la hacen ser tan fértil; desto digimos arriba
-cap. 98, hablando de la provincia de Higuey.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_70" id="Page_70">[70]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO XCIX.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Dice el Almirante en una carta que escribió á los Reyes,
-que traia propósito deste viaje ir á las islas de los caníbales
-para las destruir, pero como habian sido tan grandes y tan
-contínuos los trabajos y vigilias, de noche y de dia sin una
-hora de descanso, que habia padecido en este descubrimiento
-de Cuba y Jamáica, y rodear esta Española hasta llegar á esta
-isleta de la Mona, especial, cuando andaba entre las muchas
-isletas y bajos cercanas á Cuba, que nombró el Jardin de la
-Reina, donde anduvo treinta y dos dias sin dormir sueño, que,
-salido de la Mona y ya que llegaba cerca de la isla de Sant
-Juan, súpitamente le dió una modorra pestilencial, que totalmente
-le quitó el uso de los sentidos y todas las fuerzas, y
-quedó muerto, y no pensaron que un dia durara; por esta
-causa los marineros, con cuanta diligencia pudieron, dejaron
-el camino que llevaba ó queria llevar el Almirante, y, con
-todos tres navíos, lo llevaron á la Isabela, donde llegó á 29 dias
-de Setiembre del mismo año 1494. Lo que aquí dice el Almirante,
-que iba por destruir las islas de los caníbales, que eran
-de los que habia fama que comian carne humana, por ventura
-no aplacia á Dios que los habia criado y con su sangre redimido,
-porque ir á destruirlos no era el remedio que Dios
-pretendia para salvarlos, los que con el tiempo, por medio de
-la predicacion de la fe y con industrias humanas, como se
-tienen y saben tener muchas para alcanzar las cosas temporales,
-pudieran ser reducidos á tal vida, que pudieran algunos
-dellos ser salvos, ¿quién duda que dellos no tenga Dios
-algunos, y áun quizá muchos predestinados? Así que, por
-ventura, por esta razon quiso Dios, con esta enfermedad, estorbarlo,<span class="pagenum"><a name="Page_71" id="Page_71">[71]</a></span>
-y por ventura está errada la letra, que por descubrir,
-dijo el que la escribió, destruir, lo cual parece tener semejanza
-de verdad, porque no venia la gente ni él en disposicion
-de destruir á nadie, por flaco que fuese, sino para
-descansar.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_72" id="Page_72">[72]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO C.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Llegado á la Isabela de la manera dicha, estuvo cinco
-meses malo, y, al cabo dellos, dióle Nuestro Señor salud, porque
-áun le quedaba mucho de hacer por medio dél, y tambien,
-porque áun, con muchas más angustias y tribulaciones, habia
-de ser ejercitado y golpeado, cuando creyó que de sus tantos
-y tales trabajos con descanso habia de gozar y reposar. Dos
-cosas halló, de que llegó, nuevas, que le causaron diversas
-afecciones en su ánimo; la una, que era venido su hermano,
-D. Bartolomé Colon, con quien recibió grande alegría, y la
-otra, que la tierra estaba toda alborotada, espantada y puesta
-en horror y odio, y en armas contra los cristianos, por las
-violencias y vejaciones y robos que habian dellos recebido,
-despues de haberse partido el Almirante para este descubrimiento
-de Cuba y de Jamáica; por manera, que se le aguó
-bien el alegría que habia recebido con la venida de D. Bartolomé
-Colon, su hermano. La causa del alborotamiento y espanto
-de todas las gentes de la isla, bien pudiera bastar la justicia
-é sinjusticia que habia hecho Hojeda el año pasado, como se
-contó arriba en el cap. 93, como quiera que, por aquel agravio
-y prision de los Caciques que allí se prendieron y trajeron
-á la Isabela, y que el Almirante queria justiciar, y que al
-cabo, con dificultad, por ruego del otro Cacique, hobo de soltar;
-pudieran todos los demas reconocer ó adivinar lo que á todos,
-el tiempo andando, les podia y habia de venir; por lo cual,
-cuanto más prudentes gentes fueran, tanto mayor diligencia
-y solicitud, y con mayor título de justicia, pudieran y
-debieran poner en no sufrir en sus tierras gente tan feroz,
-extraña y tan pesada, y de quien tan malos principios comenzaban
-á ver, y agravios á recibir, lo cual era señal harto evidente<span class="pagenum"><a name="Page_73" id="Page_73">[73]</a></span>
-del perjuicio que á sus reinos y libertad y vidas se les
-podia recrecer. Que fuesen gentes sabias y prudentes, los indios
-vecinos y moradores de esta isla, parece por lo que el mismo
-Almirante dellos testifica en una carta que escribió á los Reyes,
-donde dice así: «Porque era de creer, dice él, que esta gente
-trabajaria de se volver á su libertad primera, y que bien que
-ellos sean desnudos de ropa, que en saber, sin letras, ninguna
-otra generacion los alcanza.» Estas son palabras del Almirante.
-Así que, como dejase proveidas las personas del Consejo el
-Almirante, al tiempo que para el dicho descubrimiento y para
-hacer lo que de suso en el cap. 94 queda dicho, y á Mosen Pedro
-Margarite por Capitan general de los 400 hombres, que anduviese
-por la tierra y sojuzgase las gentes de la isla; el Almirante
-partido, fuése á la Vega Real con ella, que está de la
-Isabela dos jornadas pequeñas, que son obra de diez leguas;
-como estuviese plenísima de innumerables gentes, pueblos y
-grandes señores en ella, y la tierra, como en el cap. 90 se dijo,
-fuese felicísima y delectabilísima, y la gente sin armas, y de su
-naturaleza mansísima y humilde, diéronse muy de rondon á la
-vida que suelen tener los hombres ociosos y que hallan materia
-copiosa y sin resistencia de sensuales deleites, no teniendo
-freno de razon ni de ley viva ó muerta que, á tanta libertad absoluta
-como gozaban, órden ni límites les pusiese. Y, porque los
-indios comunmente no trabajaban ni querian tener más comida
-de la que habian, para sí é para sus casas, menester (como la
-tierra para sus mantenimientos fuése fertilísima, que, con poco
-trabajo, donde quiera, tenian, cuanto al pan cumplido, y
-cuanto á la carne cabe casa, como en corral habian las hutias
-ó conejos, y del pescado llenos los rios), y uno de los españoles
-comia más en un dia, que toda la casa de un vecino en
-un mes, (¿qué harian cuatrocientos?) porque, no solo se contentaban
-ni se contentan tener lo necesario, pero mucho sobrado,
-y mucho que echan sin por qué ni para qué á perder, y sobre
-que los indios cumpliesen con ellos á su voluntad lo que
-les pedian, sobraban amenazas, y no faltaban bofetadas y
-palos, no solo á la gente comun, pero tambien á los hombres<span class="pagenum"><a name="Page_74" id="Page_74">[74]</a></span>
-nobles y principales que llamaban nitaynos, hasta llegar tambien
-á poner amenazas y hacer grandes desacatos á los señores
-y Reyes; parecióles que aquella gente no habia nacido
-sino para comer, y que en su tierra no debian tener mantenimientos,
-y para salvar las vidas se vinieron á estas islas para
-se socorrer, allende de sentirlos por intolerables, terribles,
-feroces, crueles y de toda razon ajenos. Esto fué lo primero
-porque comenzaron á sentir los indios la conversacion de los
-cristianos serles horrible, conviene á saber, maltratarlos y
-angustiarlos por comerles y destruirles los bastimentos; y, porque
-no para y sosiega el vicio y pecado en sola la comida,
-porque con ella, faltando templanza y temor y amor de Dios,
-se derrueca y va á parar á los otros sensuales vicios, y más
-injuriosos, por ende, lo segundo con que mostraron los cristianos
-quién eran á los indios, fué tomarles las mujeres y las
-hijas por fuerza, sin haber respeto ni consideracion á persona
-ni dignidad, ni á estado, ni á vínculo de matrimonio, ni á
-especie diversa con que la honestidad se podia violar, sino
-sólamente á quien mejor le pareciese, y más parte tuviese de
-hermosura: tomábanles tambien los hijos para se servir, y
-todas las personas que habian menester, teniéndolas siempre
-en su casa. Viendo los indios tantos males, injurias y vejaciones
-sobre sí, no sufribles, haciendo tanto buen acogimiento y
-servicios á los cristianos, y recibiendo dellos obras de tan mal
-agradecimiento y galardon, y sobre todo, los señores y Caciques
-verse afrentados y menospreciados, y con doblado dolor
-y angustia de ver padecer sus súbditos y vasallos tan desaforados
-agravios é injusticias, y no los poder remediar; dellos,
-se iban y ausentaban, escondiéndose por no ver lo que pasaba;
-dellos, disimulaban, porque por la mucha gente cristiana
-y los caballos, que era lo principal que les hacia temblar, no
-se atrevian ni curaban de resistirles ni ponerse en armas para
-se vengar; y porque á los que no andan en el camino de Dios
-no les han de faltar ocasiones, por el mismo juicio divino, que
-son ofendículos en que caigan ó de pecados, porque un pecado
-permite Dios que se incurra en pena de otro pecado, ó de<span class="pagenum"><a name="Page_75" id="Page_75">[75]</a></span>
-penas corporales ó espirituales, lo cual todo es pena por las
-ofensas que se hacen á Dios, y así paguen y áun en esta vida,
-ó para purgar en ella los crímines, ó para comenzar á penar
-lo que se ha de penar para siempre, en este tiempo comenzó
-á tener Mosen Pedro Margarite sus pundonores, y á se desgraciar
-con los del Consejo, que el Almirante para gobernar
-dejó, ó porque no queria ser mandado dellos, ó porque
-los queria mandar, ó porque le reprendian lo que hacia y
-consentia hacer contra los indios, ó porque se estaba quedo
-no andando por la isla señoreándola como el Almirante le
-habia dejado mandado por su instruccion. Esta discordia fué
-causa de otros mayores daños, y de gran parte, ó de la
-mayor, de la sedicion y despoblacion de esta isla que despues
-se siguió; y porque se habia desmesurado en cartas contra
-los que gobernaban, y mostrado quizá otras insolencias y
-cometido defectos dignos de reprehension; venidos ciertos navíos
-de Castilla, que creo que fueron los tres que trajo el
-dicho Adelantado, por no esperar al Almirante, dejó la gente
-que tenia consigo, que eran los 400 hombres, y viénese á la
-Isabela para se embarcar, y, con él, tambien se determinó de
-ir el padre fray Buil, que era uno de los del Consejo, y otros
-muchos, y ciertos religiosos con ellos. No sé si fueron los que
-arriba dije que eran borgoñones, y pudiéralo yo bien saber
-dellos mismos, pero no miré entónces en ello; los cuales, llegados
-á la corte, pusieron en mucho abatimiento é infamia
-las cosas destas Indias, publicando que no habia oro ni cosa
-de que se pudiese sacar provecho alguno, y que todo era
-burla cuanto el Almirante decia. Viéndose la gente sin el capitan
-Mosen Pedro, desparciéronse todos entre los indios, entrándose
-la tierra dentro de dos en dos y de tres en tres, y
-no porque fuesen pocos dejaban de cometer las fuerzas é insultos,
-é agravios en los indios que cuando estaban juntos cometian.
-Viendo los indios crecer sus agravios, daños é sinjusticias,
-y que no tenian remedio para los atajar, comenzaron á
-tomar por sí la venganza, y hacer justicia los Reyes y Caciques,
-cada uno en su tierra y distrito, como les competiese de<span class="pagenum"><a name="Page_76" id="Page_76">[76]</a></span>
-derecho natural y de derecho de las gentes, confirmado, cierto,
-por el divino, la jurisdiccion; y así, mandaban matar á
-cuantos cristianos pudiesen, como á malhechores nocivos á
-sus vasallos y turbadores de sus repúblicas. Considere aquí el
-prudente lector, si aquellos Reyes y señores, siendo señores,
-y teniendo verdadera jurisdiccion, como, sin duda, como dije,
-por derecho natural y de las gentes, y confirmada por el divino
-les competia, hacian lo que debian á buenos y rectos
-jueces y señores, mandando hacer justicia de gente que tantos
-daños, y afrentas, y fuerzas, y turbaciones les causaban,
-y de su paz, y sosiego, y libertad eran usurpadores ¿qué
-gente, por bárbara ó por mansa y paciente, ó, por mejor decir,
-bestial, en el mundo fuera que lo mismo no hiciera? Así
-que, por esta razon, un Cacique que se llamaba Guatiguaná,
-cuyo pueblo era grande, puesto á la ribera del rio poderoso
-Yaquí, que, por ser graciosísimo asiento, hizo el Almirante
-hacer cerca ó junto dél una fortaleza que llamó la Magdalena,
-y estaba 10 ó 12 leguas de donde fué y es agora asentada la
-villa de Santiago, mandó matar diez cristianos que pudo haber
-y envió secretamente á poner fuego á una casa de paja
-donde habia ciertos enfermos. En otras partes de la isla mandaron
-matar otros Caciques hasta seis ó siete cristianos que
-se habian derramado, por los robos y fuerzas que les hacian.
-Por estas obras excesivas, y tan contra razon natural y derecho
-de las gentes, (que naturalmente dicta á todos que vivan
-en paz, y á poseer sin daño ni turbacion sus tierras y casas, y
-haciendas suyas, pocas ó muchas, y que nadie les haga fuerza,
-injuria, ni otro algun mal), que hacian los cristianos á los vecinos
-naturales desta isla en cualquiera parte que estaban, ó
-por donde quiera que andaban; derramáronse por todos los
-reinos, provincias, lugares y rincones desta isla tan horribles
-y espantosas nuevas de la severidad y aspereza, iniquidad,
-inquietud é injusticia de aquella gente recien venida, que se
-llamaban cristianos, que toda la multitud de la gente comun
-temblaba, y sin verlos los aborrecia y deseaba nunca verlos
-ni oirlos, mayormente los cuatro reyes, Guarionex, Caonabo,<span class="pagenum"><a name="Page_77" id="Page_77">[77]</a></span>
-Vehechio y Higuanamá, con todos los otros infinitos Reyes ó señores
-menores que á aquellos seguian y obedecian, deseaban
-echarlos desta tierra y por la muerte sacarlos del mundo. Sólo
-Guacanagarí, el rey del Marien, donde vino á perder la nao
-el Almirante el primer viaje, y dejó la fortaleza y lugar que
-llamó la Navidad, nunca hizo cosa penosa á los cristianos, ántes
-en todo este tiempo tuvo cien cristianos manteniéndolos
-en su tierra, como si cada uno fuera su hijo ó su padre, sufriéndoles
-sus injusticias ó fealdades, ó porque su bondad y
-virtud era incomparable, como parece, por el acogimiento
-y obras que hizo el dicho primer viaje al Almirante y á los
-cristianos, ó porque quizá era de ánimo flaco y cobarde que
-no se atrevia á resistir la ferocidad de los cristianos; pero,
-cierto, de creer es, que vivia harto amargo, y que de continuo
-sus aflicciones y de sus vasallos gemia y las lloraba.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_78" id="Page_78">[78]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CI.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Tornando á la venida de Bartolomé Colon, hermano del
-Almirante, ya digimos, mucho arriba, en el cap. 29, como
-cuando el Almirante determinó de buscar un Rey cristiano,
-que le favoreciese y ayudase para el descubrimiento que entendia
-hacer, envió á su hermano, Bartolomé Colon, que fuese
-por su parte á proponer su demanda al rey Enrico, que
-entónces reinaba en la isla de Inglaterra, el cual, por los naufragios
-é infortunios y tribulaciones que le ocurrieron, no
-pudo llegar allá sino despues de muchos años; dentro de los
-cuales, el Almirante, aunque tambien gastó años muchos estando
-siete en la corte, fué acogido, favorecido y despachado
-de los Reyes Católicos, y descubrió estas Indias, y despues
-tornó con los 17 navíos á poblar, que es del negocio que agora
-tratamos. Propuesta, pues, su empresa, Bartolomé Colon
-ante el rey de Inglaterra, no sabemos qué repulsas ó contrarios
-tuvo, ó cuanto tiempo tardó en su despacho, despues que
-lo comenzó (puesto que nos vimos en tiempo con D. Bartolomé
-Colon, que si nos ocurriera pensar escribir esta Historia
-lo pudiéramos bien saber), mas de que al fin el Rey se lo admitió
-y capituló con él, segun de ambas partes se concertaron;
-viniendo, pues, para Castilla en busca de su hermano, don
-Cristóbal Colon, que ya era Almirante y él no lo sabia (porque,
-cierto, debia el Almirante de tenerlo por muerto, pues
-en los siete años no habia sabido dél, ó por sus enfermedades
-ó porque, por sus infortunios, no habia todo aquel tiempo podido
-ir á Inglaterra), viniendo por París, como ya estuviese
-tendida la fama de haberse descubierto este Nuevo Mundo, el
-mismo rey de Francia Charles ó Cárlos, el que decian el Cabezudo,
-le dijo como su hermano habia descubierto unas<span class="pagenum"><a name="Page_79" id="Page_79">[79]</a></span>
-grandes tierras que se decian las Indias: y, porque los Reyes
-sabian primero las nuevas que otros, pudo haber sido que el
-mismo rey de Inglaterra lo debia tambien saber, y no lo quiso
-decir al dicho Bartolomé Colon, ó por lo atraer á sí, y él atrajese
-al Almirante, su hermano, para su servicio, ó por dar á
-entender que para aceptar tan sumo y tan incierto negocio no
-le faltaba magnanimidad. Besando las manos, Bartolomé Colon,
-al rey de Francia por las buenas nuevas que le plugo dar, el
-Rey le mandó dar 100 escudos para ayuda á su camino.
-Oido que su hermano habia descubierto las tierras que buscaban,
-dióse prisa creyendo de lo alcanzar, pero no pudo,
-porque el Almirante ya era partido con sus 17 navíos, halló
-empero una instruccion que le dejaba el Almirante para si
-en algun tiempo Bartolomé Colon pareciera. Vista esta instruccion,
-partióse de Sevilla para la corte, que estaba en
-Valladolid, por el principio del año de 1494, y llevó consigo
-á dos hijos que tenia el Almirante, D. Diego Colon,
-el mayor, y que le sucedió en el estado y fué el segundo
-Almirante de las Indias, y á D. Hernando Colon, hijo menor,
-para que fuesen á servir al príncipe D. Juan, de pajes, porque
-así le habia hecho merced la Reina al Almirante. Llegado
-á besar las manos á los Reyes, Bartolomé Colon con los
-sobrinos, y ofrecidos todos á su servicio, recibiéronlo los católicos
-Reyes con mucha alegría y benignidad; llamáronle
-luego D. Bartolomé, y mandaron que fuese á servirles ayudando
-al Almirante, su hermano; para lo cual, le mandaron
-aparejar tres navíos con bastimentos y recaudo para engrosar
-las provisiones que habian dado al Almirante, su hermano;
-á los niños mandaron los Reyes que sirviesen al príncipe
-don Juan, de pajes. Llegó á esta isla Española en 14 dias de
-Abril del año de 1494. Así que, convalecido ya el Almirante
-de su gravísima enfermedad, y consolado mucho con la venida
-de su hermano D. Bartolomé Colon, acordó, como Visorey,
-pareciéndole tener auctoridad para ello, de criarlo é investirlo
-de la dignidad ó oficio real de Adelantado de las Indias como
-él lo era Almirante; pero los Reyes, sabido, no lo aprobaron,<span class="pagenum"><a name="Page_80" id="Page_80">[80]</a></span>
-dando á entender al Almirante no pertenecer al oficio de Visorey
-criar tal dignidad, sino sólo á los Reyes, pero, por hacer
-á ambos merced, Sus Altezas, por sus cartas reales, lo intitularon
-de las Indias Adelantado, y, hasta que murió, por tal
-fué tenido y nombrado. La provision real de la institucion
-desta dignidad de Adelantado, concedida por los Reyes al dicho
-Bartolomé Colon, se hizo en Medina del Campo, á 22 dias
-del mes de Julio de 1497 años, el tenor de la cual quizá
-ponemos abajo. Era persona de muy buena dispusicion, alto
-de cuerpo, aunque no tanto como el Almirante, de buen gesto,
-puesto que algo severo, de buenas fuerzas y muy esforzado,
-muy sabio y prudente y recatado, y de mucha experiencia,
-y general en todo negocio; gran marinero, y creo, por
-los libros y cartas de marear glosados y notados de su letra,
-que debian ser suyos ó del Almirante, que era en aquella facultad
-tan docto, que no le hacia el Almirante mucha ventaja.
-Anduvo viajes al cabo de Buena Esperanza, cuando luego
-se descubrió, si no me olvido, el año de 1485, no sé si sólo él
-ó en compañía del Almirante; era muy buen escribano, mejor
-que el Almirante, porque en mi poder están muchas cosas
-de las manos de ambos. Parecíame á mí, cuanto á la condicion
-del Adelantado, las veces que le comunicaba, que era
-de más recia y seca condicion, y no tanta dulzura y benignidad
-como el Almirante. Ayudóse mucho de su consejo y parecer,
-en las cosas que le pareció emprender y en los trabajos
-del campo, el Almirante, y no hacia cosa sin él, y, por ventura,
-en las cosas que se imputaron despues al Almirante de
-rigor y crueldad, fué el Adelantado la causa; puesto que,
-como el Almirante y sus hermanos eran extranjeros y solos, y
-gobernaban á gente española, que aunque á sus naturales
-señores es subyectísima, pero ménos humilde y paciente y
-más dura de cerviz para tener sobre sí superiores de estraña
-nacion que otra, mayormente hallándose fuera de sus tierras,
-donde más muestran su dureza y ferocidad que ninguna, y
-por tanto, cualquiera cosa que no fuese á sabor de todos, en
-especial de muchos caballeros que con el Almirante habian<span class="pagenum"><a name="Page_81" id="Page_81">[81]</a></span>
-ido y mucho más de los oficiales del Rey, que suelen subir
-con sus pensamientos más que otros, habia de serles juzgada
-y tenida por dura y ménos sufrible que si la hicieran ó ordenaran
-otros gobernadores de nuestra propia nacion, y así,
-quizá parecia al Adelantado convenir, por entónces, usar de
-aquellos rigores: cuanto al castigo de los españoles digo; porque,
-en los daños que se hicieron á los indios, poco cuidado
-siempre hobo de sentir que fuesen daños, y pocas acusaciones
-les pusieron dello.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_82" id="Page_82">[82]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>En este tiempo de la indispusicion del Almirante, pocos dias
-despues de llegado de su descubrimiento de Cuba y Jamáica,
-vínole á visitar el rey del Marien, Guacanagarí, mostrando
-gran pesar de su enfermedad y trabajos, y dando disculpa de
-sí, afirmando que él no habia sido en la muerte de los cristianos,
-que se habian muerto por mandado de los otros Reyes
-y señores, ni de los ayuntamientos de las gentes que estaban,
-en la Vega y en las otras partes, de guerra; y que no podia
-traer argumento de su buena voluntad y amor que tenia á él
-y á sus cristianos, que los tratamientos que les habia mandado
-hacer en su tierra, y las obras buenas que de sus vasallos
-habian recebido siempre, teniendo á la contina cient cristianos
-en ella, y siendo proveidos y servidos de todas las cosas
-necesarias que ellos tenian, como si fueran sus propios hijos, y
-que por esta causa estaba odioso á todos los Reyes y señores
-y gentes de la isla, y le trataban y perseguian su persona
-y nombre y vasallos como á enemigos, y habia recibido dellos
-muchos daños con este título. Y, en tocando en hablar en
-los 39 cristianos que quedaron en la fortaleza, en su tierra,
-cuando el Almirante tornó con las nuevas del descubrimiento
-destas tierras á Castilla, lloraba como si fueran todos sus hijos,
-excusándose de culpa, y acusándose por desdichado en no
-haberlos podido guardar hasta que viniera, que los hallara
-vivos. El Almirante le recibia su satisfaccion y cumplia con él
-lo mejor que le parecia, y no tenia duda de que no fuese
-verdad todo, ó lo más y lo principal de lo que decia; y porque
-el Almirante determinó de salir por la isla con la más
-gente cristiana que pudiese de guerra, para derramar las gentes
-ayuntadas y sojuzgar toda la tierra, ofrecióse á ir con él<span class="pagenum"><a name="Page_83" id="Page_83">[83]</a></span>
-el rey Guacanagarí é llevar toda la gente suya que pudiese,
-para favor y ayuda de los cristianos, y así lo hizo. Es aquí de
-notar, para las personas que aman la verdad y justicia, que
-no son otras más, sino las que están desnudas de toda pasion,
-mayormente de temporal interese, que aunque para bien
-de los cristianos y para que pudiesen permanecer en la isla,
-el rey Guacanagarí les echase cargo en favorecerles y ayudarlos,
-y así, parezca en la superficie, á los que no penetran la
-razon del negocio, que el dicho Guacanagarí hacia bien y virtuosamente,
-pero en la verdad, considerada la obligacion que
-de ley natural todos los hombres tienen al bien comun, y libertad,
-y conservacion de su patria y estado público della (como
-parece por la Ley <i>Veluti</i>, párrafo <i>De justitia et jure</i>, donde
-dice que de derecho de las gentes, y así, por natural razon, la
-religion se debe á Dios, y la obediencia á los padres y á la patria,
-y así es uno de los preceptos naturales, que somos obligados
-á guardar, so pena de gravísimo pecado mortal), este rey
-Guacanagarí ofendia y violaba mucho la ley natural, y era
-traidor y destruidor de su patria y de las de los Reyes de la
-isla y de toda su nacion, y pecaba mortalmente ayudando y
-manteniendo, favoreciendo y conservando á los cristianos, y
-por consiguente, todos los Reyes y señores, y toda la otra gente
-de aquellos reinos, justa y lícitamente lo perseguian y tenian
-justa guerra contra él y contra su reino, como á capital enemigo
-suyo y público de todos, traidor y disipador de su patria y
-nacion, pues ayudaba, y favorecia, y conservaba á los hostes ó
-enemigos públicos de la suya, y de todas las otras de los otros
-reinos y repúblicas; gente áspera, dura, fuerte, extraña, que
-los inquietaba, turbaba, maltrataba, oprimia, ponia en dura
-servidumbre y, al cabo, los consumia, destruia y mataba, y
-era cosa probabilísima y certísima, que aquella gente extraña
-y que tales obras hacia, y tales indicios de sí en cada parte
-donde entraban daban, que, desque más se arraigasen y
-asentasen en la tierra, todo el estado de sus repúblicas de
-todos los reinos desta isla, como finalmente lo hicieron (segun
-es ya bien manifiesto), habian de subvertir ó destruir é asolar,<span class="pagenum"><a name="Page_84" id="Page_84">[84]</a></span>
-y lo que más es, que su mismo reino, y sus mismos vasallos
-y súbditos, como á tal proditor y destruidor de su patria, y
-de todo el estado público de su reino, lo podian lícitamente
-matar, y tenian justa guerra contra él, y él, si se defendiera,
-injusta contra ellos y contra los otros Reyes que por esta
-causa le persiguieran. Por las razones dichas, se pone cuestion
-entre los doctores teólogos, si Raab, meretriz, pecó mortalmente
-encubriendo y salvando las espías ó exploradores de
-la tierra de promision que habia enviado Josué, y el ejército de
-los hijos de Israel, y concluyese que, en la verdad, fué traidora
-y destruidora de su patria y ciudad, Hiericó, en encubrir
-y salvar los dichos exploradores, y hizo contra el precepto
-del derecho natural, siendo obligada por el mismo derecho á
-entregarlos al Rey ó al pueblo, y áun matarlos ella, porque
-por ello merecian bien la muerte, por las leyes de cada república
-tácitas ó expresas que, sobre este caso, por ley natural
-tiene promulgadas, y pecára mortalmente, si no concurrieran
-otras causas que la excusaron; una de las cuales fué, porque,
-movida é inspirada por Dios, cognosció clarísimamente que el
-Dios de los judíos era omnipotentísimo, y que habia determinado
-de dar toda la tierra de los cananeos á los judíos, pueblo
-suyo, y por esto, siendo para ello alumbrada, quiso ayudar
-en ello y no repugnar á la voluntad de Dios, y tambien, ya
-que no podia escapar su ciudad toda, quiso al ménos escaparse
-á sí é á su casa de la muerte que esperaba que todos habian
-de pasar. Esto parece por el mismo texto de la Escriptura divina,
-Josué, II; dijo ella: <i>Novi quod Dominus tradiderit vobis terram....
-Audivimus quod siccaverit Dominus aquas Maris Rubri
-ad vestrum introitum ...</i> Et infra: <i>Dominus enim Deus vester ipse
-est Deus in cœœœlo sursum et in terra deorsum</i>, etc. Así que, por lo
-dicho, podrán cognoscer los leyentes algo de la justificacion que
-podrán tener las obras que los cristianos hicieron en aquellas
-gentes, de que estaba plenísima esta isla, que abajo se referirán.
-En estos dias envió el Almirante á hacer guerra al Cacique
-ó rey Guatigana, porque habia mandado matar los 10
-cristianos, en cuya gente hicieron cruel matanza los cristianos,<span class="pagenum"><a name="Page_85" id="Page_85">[85]</a></span>
-y él huyó. Tomáronse mucha gente á vida, de la cual envió á
-vender á Castilla más de 500 esclavos en los cuatro navíos que
-trujo Antonio de Torres, y se partió con ellos para Castilla,
-en 24 de Febrero de 1495. Hobo esta determinacion entre los
-españoles, dende adelante, la cual guardaban por ley inviolable,
-que por cada cristiano que matasen los indios hobiesen
-los cristianos de matar 100 indios; y pluguiera á Dios que no
-pasáran de 1.000 los que, por uno, desbarrigaban y mataban,
-y sin que alguno matasen, como despues, inhumanamente,
-yo vide muchas veces. Por ventura, poco ántes de lo dicho, fué
-Alonso de Hojeda, de quien arriba en el cap. 82 hicimos mencion,
-y, si á Dios pluguiere, haremos adelante más larga; enviado
-por el Almirante disimuladamente con nueve cristianos él
-solo, á caballo, para visitar de su parte al rey Caonabo, de
-quien arriba digimos ser muy gran señor y muy más esforzado
-que otro alguno de esta isla, y á rogarle que le fuese á ver á la
-Isabela, y si pudiese prenderlo con un ardid que habia pensado.
-Porque á este Rey ó Cacique temia más que á otro de la isla
-el Almirante y los cristianos, porque tenia nuevas que trabajaba
-mostrar su valor y estado, en guerras y fuera dellas, preciándose
-de que se viese y estimase su magestad y auctoridad
-real en obras, y palabras, y gravedad; ayudábale á esto tener
-dos ó tres hermanos, muy valientes hombres, y mucha gente
-que lo corroboraba, por manera que, por guerra no se pensaba
-poderlo tan aína sojuzgar. El ardid fué aqueste: que como
-los indios llamasen al laton nuestro, turey, é á los otros metales
-que habiamos traido de Castilla, por la grande estima que
-dello tenian como cosa venida del cielo, porque llamaban turey
-al cielo, y ansí hacian joyas dellos, en especial de laton,
-llevó el dicho Alonso de Hojeda unos grillos y unas esposas
-muy bien hechas, sotiles y delgadas, y muy bruñidas y acicaladas,
-en lugar de presente que le enviaba el Almirante, diciéndole
-que era turey de Vizcaya, como si dijera cosa muy
-preciosa venida del cielo, que se llamaba turey de Vizcaya.
-Llegado Hojeda á la tierra y pueblo del rey Caonabo, que se
-decia la Maguana, y estaria de la Isabela obra de 60 leguas<span class="pagenum"><a name="Page_86" id="Page_86">[86]</a></span>
-ó 70, apeado de su caballo, y espantados todos los indios de lo
-ver, porque al principio pensaban que era hombre y caballo
-todo un animal, dijeron á Caonabo que eran venidos allí
-cristianos que enviaba el Almirante, Guamiquina de los cristianos,
-que queria decir, el señor ó el que era sobre los cristianos,
-y que le traian un presente de su parte, que llamaban
-turey de Vizcaya. Oido que le traian turey alegróse mucho,
-mayormente que como tenia nueva de una campana que estaba
-en la iglesia de la Isabela, y le decian los indios que la
-habian visto, que un turey que tenian los cristianos hablaba,
-estimando que, cuando tañían á misa y se allegaban todos los
-cristianos á la iglesia por el sonido della, que, porque la entendian,
-hablaba, y por eso deseábala mucho ver y porque se
-la trajesen á su casa la habia algunas veces, segun se dijo,
-enviado al Almirante á pedir; así que, holgó que Hojeda entrase
-donde él estaba, y dícese que Hojeda se hincó de rodillas
-y le besó las manos, y dijo á los compañeros: «hacé todos
-como yo.» Hízole entender que le traia turey de Vizcaya, y mostróle
-los grillos y esposas muy lucías y como plateadas, y, por
-señas y algunas palabras que ya el Hojeda entendia, hízole
-entender que aquel turey habia venido del cielo y tenia gran
-virtud secreta, y que los Guamiquinas ó reyes de Castilla
-se ponian aquello por gran joya cuando hacian areytes, que
-eran bailes, y festejaban, y suplicóle que fuese al rio á holgares
-y á lavarse, que era cosa que mucho usaban (y estaria del
-pueblo media legua y más por ventura, y era muy grande y
-gracioso, llamado Yaquí, porque nace de una sierra con el
-otro que digimos arriba, que sale á <i>Monte-Christi</i>, y el Almirante
-le puso el Rio del Oro), y que allí se los pondria donde
-los habia de traer, y que despues vernia caballero en el caballo,
-y pareceria ante sus vasallos como los Reyes ó Guamiquinas
-de Castilla. Determinó de lo hacer un dia, y fuese, con algunos
-criados de su casa y poca gente, al rio, harto descuidado y sin
-temor que nueve cristianos ó diez le podian hacer mal, estando
-en su tierra, donde tenia tanto poder y vasallos. Despues de se
-haber lavado y refrescado, quiso, de muy cudicioso, ver su<span class="pagenum"><a name="Page_87" id="Page_87">[87]</a></span>
-presente de turey de Vizcaya y probar su virtud, y así Hojeda
-hace que se aparten, los que con él habian venido, un poco,
-y sube sobre su caballo, y al Rey pónenle sobre las ancas, y
-allí échanle los grillos y las esposas, los cristianos, con gran
-placer y alegría, y dá una ó dos vueltas cerca de donde
-estaban por disimular, y da la vuelta, los nueve cristianos
-juntos con él, al camino de la Isabela, como que se paseaban
-para volver, y, poco á poco, alejándose, hasta que los
-indios que lo miraban de léjos, porque siempre huian de estar
-cerca del caballo, lo perdieron de vista; y así le dió cantonada
-y la burla pasó á las veras. Sacan los cristianos las espadas
-y acometen á lo matar, sino calla y está quedo á que lo aten
-bien al Hojeda, con buenas cuerdas que llevaban, y, con toda
-la prisa que se podrá bien creer, dello por camino, dello por
-las montañas, fuera dél, hasta que despues de muchos trabajos,
-peligros y hambre, llegaron y lo pusieron en la Isabela, entregándolo
-al Almirante. Desta manera, y con esta industria,
-y por este ardid, del negro turey de Vizcaya, prendió al gran
-rey Caonabo, uno de los cinco principales reyes y señores
-desta isla, Alonso de Hojeda, segun era público y notorio, y
-así se platicaba, y muchas veces, como por cosa muy cierta lo
-hablábamos de que yo llegué á esta isla, que fué seis ó siete
-años despues desto acaecido. Pudieron pasar otras más ó ménos
-particularidades, sin las que yo aquí cuento, ó en otra manera,
-que en el rio lo prendiesen y echasen los grillos y esposas,
-pero al ménos esto lo escribo como lo sé, y que por
-cosa cierta teniamos en aquel tiempo, que el Hojeda lo habia
-preso y traido á la Isabela con la dicha industria de los grillos,
-turey de Vizcaya; D. Hernando dice, que cuando salió el Almirante
-á hacer guerra á la gente que estaba junta en la Vega
-(de que luego se dirá), lo prendió con otros muchos señores
-Caciques, pero yo, por lo dicho y por otras razones que hay, no
-lo tengo por cierto; y una es, que no habia de venir Caonabo
-tan léjos de su tierra 70 y 80 leguas, y en tierra ajena, de
-Guarionex, y con grandes dificultades, á dar guerra á los Españoles,
-no teniendo bestias para traer los bastimentos, cosa<span class="pagenum"><a name="Page_88" id="Page_88">[88]</a></span>
-muy contraria de la costumbre y posibilidad de los indios, al
-ménos los destas islas. De otra manera lo cuenta esto Pedro
-Mártir en la primera de sus Décadas, que el Almirante envió
-á Hojeda, solamente á rogarle que le fuese á ver, y que determinó
-de irlo á ver con mucha gente armada, para si pudiera
-matarlo con todos los cristianos, y que le amenazaba
-Hojeda para provocarlo á que lo fuese á ver, con decirle, que
-sino tenia amistad con el Almirante, que por guerra él y los suyos
-serian muertos y destruidos. Estas no son palabras que sufriera
-Caonabo, segun era gran señor y esforzado, y no habia
-experimentado las fuerzas y lanzas y espadas de los españoles;
-y al cabo dice, Pedro Mártir, que yendo con su gente armado,
-en el camino Hojeda le prendió y llevó al Almirante,
-pero todo esto es imágen de verdad, por muchas razones,
-que de lo susodicho pueden sacarse; lo que platicábamos,
-el tiempo que digo, era que Caonabo respondió á Hojeda;
-«venga él acá y tráigame la campana ó turey que habla, que
-yo no tengo de ir allá;» esto concuerda más con la gravedad
-y auctoridad de Caonabo. Confírmase lo que yo digo
-por una cosa notable, que, por tan cierta como la primera se
-contaba dél, y es esta: que estando el rey Caonabo preso con
-hierros y cadenas en la casa del Almirante, donde á la
-entrada della todos le veian, porque no era de muchos
-aposentos, y cuando entraba el Almirante, á quien todos acataban
-y reverenciaban, y tenia persona muy autorizada (como
-al principio desta Historia se dijo), no se movia ni hacia cuenta
-dél, Caonabo, pero cuando entraba Hojeda, que tenia chica
-persona, se levantaba á él y lloraba, haciéndole gran reverencia,
-y como algunos españoles le dijesen que por qué hacía
-aquello siendo el Almirante Guamiquina y el señor, y Hojeda
-súbdito suyo como los otros, respondia, que el Almirante
-no habia osado ir á su casa á lo prender sino Hojeda, y por
-esta causa, á sólo Hojeda debia él esta reverencia y no al Almirante.
-Determinó el Almirante llevarlo á Castilla y con él
-otros muchos para esclavos que hinchiesen los navíos, por lo
-cual envió 80 cristianos hácia Cibao y á otras provincias, que<span class="pagenum"><a name="Page_89" id="Page_89">[89]</a></span>
-tomasen por fuerza los que pudiesen, y hallo en mis memoriales
-que trajeron 600 indios, y la noche que llegó á la Isabela
-esta cabalgada, y teniendo ya embarcado al rey Caonabo en
-un navío de los que estaban para partir, en la Isabela, para
-mostrar Dios la injusticia de su prision y de todos aquellos
-inocentes, hizo una tan deshecha tormenta, que todos los navios
-que allí estaban con toda la gente que habia en ellos (salvo
-los españoles que pudieron escaparse), y el Rey Caonabo
-cargado de hierros, se ahogaron y hobieron de perecer; no
-supe si habian embarcado aquella noche los 600 indios. Vista
-por los hermanos de Caonabo su prision, y consideradas las
-obras que los cristianos, en todas las partes donde entraban
-ó estaban, hacian, y que los mismos, cuando no se catasen, habian
-de padecer, juntaron cuanta gente pudieron y determinaron
-de hacer á los cristianos guerra, cuan cruel pudiesen,
-para librar su hermano y señor, que ya era ahogado, y echarlos
-de la tierra y del mundo si pudiesen hacerlo. Perdidos los
-navíos, que fué gran angustia y dolor para el Almirante, dispuso
-luego de que se hiciesen dos carabelas, la una de las
-cuales yo vide, y llamóse la <i>India</i>, y él, porque era muy devoto
-de Sant Francisco, vistióse de pardo, y yo le vide en Sevilla
-al tiempo que llegó de acá, vestido cuasi como fraile de
-Sant Francisco.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_90" id="Page_90">[90]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p class="pch">En el cual se tracta de la llegada á Castilla, con los 12 navíos, de Antonio de Torres.</p>
-
-<p>Llegó á Castilla con sus 12 navíos Antonio de Torres,
-con muy buen viaje y breve, porque salió del puerto de la
-Isabela á 2 de Febrero, y llegó á Cáliz cuasi entrante ó á los 8
-ó 10 de Abril. Recibieron los Reyes inestimable alegría con la
-venida de Antonio de Torres, por saber que el Almirante, con
-toda la flota, hobiese llegado á esta isla en salvamento, y más
-con las cartas y relacion del Almirante, y el oro que les enviaba,
-cogido de las mismas minas de Cibao con la gente que
-él habia enviado con Hojeda para verlas é descubrirlas, y, por
-vista de ojos, experimentar que lo hobiese en la misma tierra
-y sacado por mano dellos; y porque ya los Reyes, por
-ventura, habian mandado aparejar tres navíos para que fuesen
-tras el Almirante y su flota, por el deseo que tenian de saber
-dél, por el temor, quizá, quel armada que se decia tener el rey
-de Portugal no hobiese topado con él, los dichos tres navíos;
-llegado Antonio de Torres, mandaron, con muchas cosas de
-las que el Almirante pidió por sus cartas, despacharlos. Y en
-aquestos creo que vino Bartolomé Colon, porque por entónces
-no habian venido acá otros, y eran todos bien contados
-y deseados cada vez que acá venian, como se verá. En
-ellos escribieron los Reyes al Almirante, la presente carta ó
-epístola:</p>
-
-<p>«El Rey é la Reina.&mdash;D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante
-del mar Océano, é nuestro Visorey é Gobernador de las islas
-nuevamente falladas en la parte de las Indias: Vimos las cartas<span class="pagenum"><a name="Page_91" id="Page_91">[91]</a></span>
-que nos enviastes con Antonio de Torres, con las cuales
-hobimos mucho placer, y damos muchas gracias á Nuestro
-Señor Dios que tan bien lo ha hecho, y en haberos en todo tan
-bien guiado. En mucho cargo y servicio vos tenemos lo que
-allá habeis fecho, que no puede ser mejor, y asimismo oimos
-al dicho Antonio de Torres, y recibimos todo lo que con él
-nos enviastes y Nos esperábamos de ver, segun la mucha voluntad
-y aficion que de vos se ha cognoscido y cognosce en
-las cosas de nuestro servicio. Sed cierto que nos tenemos de
-vos por mucho servidos y encargados en ello, para vos hacer
-mercedes, y honra, y acrecentamiento como vuestros grandes
-servicios lo requieren y adeudan; y porque el dicho Antonio
-de Torres tardó en venir aquí hasta agora, y no habiamos
-visto vuestras cartas, las cuales no nos habia enviado por las
-traer él á mejor recaudo, y por la prisa de la partida destos
-navíos que agora van, los cuales, á la hora que lo aquí supimos,
-los mandamos despachar con todo recaudo de las cosas
-que de allá enviastes por memorial, que cuanto más cumplidamente
-se pudiera facer sin detenerlos, y así se hará y cumplirá
-en todo lo otro que trujo á cargo, al tiempo y como él
-lo dijere. No há lugar de os responder como quisiéramos, pero
-cuando él vaya, placiendo á Dios, vos responderemos y mandaremos
-proveer en todo ello, como cumple. Nos habemos habido
-enojo de las cosas que allá se han hecho fuera de vuestra
-voluntad, las cuales mandaremos bien remediar é castigar.
-En el primer viaje que para acá se hiciere enviad á Bernal de
-Pisa, al cual Nos enviamos á mandar que ponga en obra su
-venida, y en el cargo que él llevó entienda en ello la persona
-que á vos y al padre fray Buil pareciere, en tanto que de acá
-se provee, que por la prisa de la partida de los dichos navíos
-no se pudo agora proveer en ello, pero en el primer viaje, si
-place á Dios, se proveerá de tal persona cual conviene para
-el dicho cargo. De Medina del Campo á diez y ocho de noventa
-y cuatro años.&mdash;Yo el Rey.&mdash;Yo la Reina.&mdash;Por mandado
-del Rey é de la Reina, Juan de la Parra.»</p>
-
-<p>Parece por esta carta de los Reyes, que Antonio de Torres<span class="pagenum"><a name="Page_92" id="Page_92">[92]</a></span>
-debia haber traido las quejas de Bernal de Pisa, y á esto
-contradice lo que arriba en el cap. 90 se dijo, que despues
-de partido de la Isabela con los 12 navíos, Antonio de Torres,
-se quiso amotinar, con los cinco que quedaron, Bernal de Pisa.
-No tiene concordia ninguna, sino es que él debia de causar algunas
-inquietudes y alborotos, estando áun allí Antonio de
-Torres, y desto escribió quejas el Almirante á los Reyes, y,
-despues de partido Antonio de Torres, pasó adelante en quererse
-alzar con los cinco navíos; la razon es, porque no hobo navío
-alguno que volviese á Castilla, sino los 12 que volvieron y
-los cinco que quedaron. Mandaron los Reyes que, con toda la
-priesa y diligencia que posible fuese, se aparejasen cuatro navíos
-en que tornase Antonio de Torres, con todas las provisiones
-y recaudos que el Almirante, por su memorial, envió á
-suplicar y pedir á los Reyes, todo lo cual, hizo muy cumplidamente
-el Arcediano de Sevilla susodicho, D. Juan de Fonseca,
-y fué todo puesto á punto, por manera, que al fin de
-Agosto ó en principio de Setiembre, á lo que creo, se hizo
-Antonio de Torres con los cuatro navíos á la vela, con el cual
-escribieron los Reyes al Almirante la carta siguiente.</p>
-
-<p>«El Rey é la Reina.&mdash;D. Cristóbal Colon, Almirante mayor
-de las islas de las Indias: Vimos vuestras letras é memoriales
-que nos enviastes con Torres, y habemos habido mucho
-placer de saber todo lo que por ellas nos escribistes, y damos
-muchas gracias á Nuestro Señor por todo ello, porque, con su
-ayuda, este negocio vuestro será causa que nuestra sancta fe
-católica sea mucho más acrecentada. Y una de las principales
-cosas porque esto nos ha placido tanto, es, por ser inventada,
-principiada y habida por vuestra mano, trabajo é industria,
-y parécenos que todo lo que al principio nos dixistes
-que se podia alcanzar, por la mayor parte, todo ha salido cierto
-como si lo hobiérades visto ántes que nos lo dixérades;
-esperanza tenemos en Dios, que, en lo que queda por saber,
-así se continuará, de que por ello vos quedamos en mucho
-cargo para vos facer mercedes, por manera que vos seais muy
-bien contento: y, visto todo lo que nos escribistes, como quiera<span class="pagenum"><a name="Page_93" id="Page_93">[93]</a></span>
-que asaz largamente decís todas las cosas, de que es mucho
-gozo y alegría verlas, pero algo más querriamos que nos escribiésedes,
-ansí en que sepamos cuantas islas fasta aquí se
-han fallado, y, á las que habeis puesto nombres, qué nombre á
-cada una, porque aunque nombrais algunas en vuestras cartas,
-no son todas, y á las otras, los nombres que les llaman los
-indios, y cuanto hay de una á otra, y todo lo que habeis fallado
-en cada una dellas, y lo que dicen que hay en ellas, y
-en lo que se ha enviado despues que allá fuistes, qué se ha
-habido, pues ya es pasado el tiempo que todas las cosas sembradas
-se han de coger; y principalmente, deseamos saber
-todos los tiempos del año qué tales son allá en cada mes por
-sí, porque á Nos parece, que, en lo que decís que hay allá, hay
-mucha diferencia en los tiempos á los de acá: algunos quieren
-decir si en un año hay dos inviernos y dos veranos. Todo nos
-lo escribid por nuestro servicio, y enviadnos todos los más
-halcones que de allá se pudieren enviar, y de todas las aves
-que allá hay y se pudieren haber, porque querríamoslas ver
-todas; y cuanto á las cosas que nos enviastes por memorial
-que se proveyesen y enviasen de acá, todas las mandamos proveer,
-como del dicho Torres sabreis y vereis por lo que él lleva.
-Querriamos, si os parece, que así para saber de vos y de toda
-la gente que allá está, como para que cada dia pudiésedes ser
-proveidos de lo que fuese menester, que cada mes viniese una
-carabela de allá, y de acá fuese otra, pues que las cosas de
-Portugal están asentadas, y los navíos podrán ir y venir seguramente;
-veldo, y si os pareciere que se debe hacer, haceldo
-vos, y escribidnos la manera que os pareciere, qué se debe
-enviar de acá. Y en lo que toca á la forma que allá debeis
-tener con la gente que allá teneis, bien nos parece lo que
-hasta agora habeis principiado, y así lo debeis continuar,
-dándoles el más contentamiento que ser pueda, pero no dándoles
-lugar que excedan en cosa alguna de las que hobieren
-de hacer é vos les mandedes de nuestra parte; y cuanto á la
-poblacion que hicistes, en aquello no hay quien pueda dar
-regla cierta ni enmendar cosa alguna desde acá, porque allá<span class="pagenum"><a name="Page_94" id="Page_94">[94]</a></span>
-estariamos presentes, y tomariamos vuestro consejo y parecer
-en ello, cuanto más en absencia; por eso á vos lo remitimos. A
-todas las otras cosas contenidas en el memorial que trajo el
-dicho Torres, en las márgenes dél va respondido lo que convino
-que vos supiésedes la respuesta, á aquella vos remitimos; y
-cuanto á las cosas de Portugal, acá se tomó cierto asiento con
-sus Embajadores, que nos parecia que era más sin inconvenientes,
-y porque dello seais bien informado largamente, vos enviamos
-el treslado de los capítulos que sobre ello se hicieron, y
-por eso, aquí no conviene alargar en ello, sino que mandamos
-y encargamos que aquello guardeis enteramente, é fagais
-que por todos sea guardado, así como en los capítulos se contiene;
-y en lo de la raya ó límite que se ha de hacer, porque
-nos parece cosa muy dificultosa y de mucho saber y confianza,
-querriamos, si ser pudiese, que vos os hallásedes en ello, y
-la hiciésedes con los otros que por parte del rey de Portugal
-en ello han de entender, y si hay mucha dificultad en vuestra
-ida á esto, ó podria traer algun inconveniente en lo que
-ende estais, ved si vuestro hermano, ó otro alguno teneis ende
-que lo sepan, é informadlos muy bien por escripto, y áun por
-palabra, y por pintura, y por todas las maneras que mejor
-pudieran ser informados, é inviádnoslos acá luego con las
-primeras carabelas que vinieren, porque con ellos enviaremos
-otros de acá para el tiempo que está asentado; y quier hayais
-vos de ir á esto, ó nó, escribidnos muy largamente todo lo
-que en esto supiéredes y á vos pareciere que se debe hacer
-para nuestra informacion y para que todo se provea como
-cumple á nuestro servicio, y faced de manera que vuestras
-cartas y las que habeis de enviar vengan presto, porque puedan
-volver á donde se ha de hacer la raya, ántes que se cumpla
-el tiempo que tenemos asentado con el rey de Portugal,
-como vereis por la capitulacion. De Segovia á diez y seis de
-Agosto de noventa y cuatro años.&mdash;Yo el Rey.&mdash;Yo la Reina.&mdash;Por
-mandato del Rey é de la Reina, Fernandalvarez.»</p>
-
-<p>Lo que en esto despues se hizo no lo pude saber, sólo esto
-fué cierto, que ni el Almirante ni su hermano pudieron ir á<span class="pagenum"><a name="Page_95" id="Page_95">[95]</a></span>
-ello por el descubrimiento que hizo de Cuba y Jamáica, y enfermedad
-del Almirante, y otras adversidades que luego les
-vinieron, ó porque el tiempo del asiento era pasado, y áun
-creo que, principalmente, por lo que se dirá en los capítulos
-siguientes.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p class="p4"><span class="pagenum"><a name="Page_96" id="Page_96">[96]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2>CAPÍTULO CIV<a name="FNanchor_3_3" id="FNanchor_3_3"></a><a href="#Footnote_3_3" class="fnanchor"><span class="small">[3]</span></a></h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>El Almirante, como cada dia sentia toda la tierra ponerse
-en armas, puesto que armas de burla en la verdad, y crecer
-en aborrecimiento de los cristianos, no mirando la grande
-razon y justicia que para ello los indios tenian, dióse cuanta
-más priesa pudo para salir al campo para derramar las gentes y
-sojuzgar por fuerza de armas la gente de toda esta isla, como
-ya digimos; para efecto de lo cual, escogió hasta 200 hombres
-españoles, los más sanos (porque muchos estaban enfermos y
-flacos), hombres de pié y 20 de á caballo, con muchas ballestas
-y espingardas, lanzas y espadas, y otra mas terrible y
-espantable arma para con los indios, despues de los caballos,
-y esta fué 20 lebreles de presa, que luego en soltándolos ó diciéndolos
-«tómalo,» en una hora hacian cada uno á cien indios
-pedazos; porque como toda la gente desta isla tuviesen costumbre
-de andar desnudos totalmente, desde lo alto de la frente
-hasta lo bajo de los piés, bien se puede fácilmente juzgar qué
-y cuales obras podian hacer los lebreles ferocísimos, provocados
-y esforzados por los que los echaban y açomaban en
-cuerpos desnudos, ó en cueros, y muy delicados: harto mayor
-efecto, cierto, que en puercos duros de Carona ó venados. Esta
-invencion comenzó aquí escogitada, inventada y rodeada por
-el diablo, y cundió todas estas Indias, y acabará cuando no
-se hallare más tierra en este orbe, ni más gentes que sojuzgar
-y destruir, como otras exquisitas invenciones, gravísimas y
-dañosísimas á la mayor parte del linaje humano, que aquí comenzaron
-y pasaron y cundieron adelante para total destruccion
-de estas naciones, como parecerá. Es tambien aquí de<span class="pagenum"><a name="Page_97" id="Page_97">[97]</a></span>
-notar, que como los indios anduviesen, como es dicho, desnudos
-en estas islas y en muchas partes de tierra firme, y en
-todas las demas no pase su vestido de una mantilla delgada
-de algodon, de vara y media, ó dos cuando más, en cuadro,
-y estas sean cuasi en todas las Indias (los pellejos suyos, digo,
-y las dichas mantillas), sus armas defensivas, las ballestas de
-los cristianos y las espingardas de los tiempos pasados, y más sin
-comparacion los arcabuces de agora, son para los indios increiblemente
-nocivas; pues de las espadas que cortaban y cortan
-hoy un indio desnudo por medio, no hay necesidad que
-se diga; los caballos, á gentes que nunca los vieron y que
-imaginaban ser todo, el hombre y caballo, un animal, bastaban
-de miedo enterrarse dentro de los abismos, vivos, y, por su
-mal, despues que los cognoscieron, vieron y ven hoy por obra
-en sus personas, casas, pueblos y reinos, lo que padecen dellos
-ó por ellos temian. Esto es cierto, que solos 10 de caballo, al
-ménos en esta isla (y en todas las demas partes destas Indias,
-si no es en las altas sierras), bastan para desbaratar y meterlos
-todos por las lanzas, 100.000 hombres que se junten, contra
-los cristianos, de guerra, sin que 100 puedan huir; y esto
-se pudo bien efectuar en la Vega Real desta isla, por ser tierra
-tan llana como una mesa, como arriba en el cap. 90 se dijo.
-Por manera, que ninguna de nuestras armas podemos contra
-los indios mover que no les sea perniciosísima: de las suyas,
-ofensivas contra nosotros, no es de hablar, porque, como arriba
-digimos, son las más como de juegos de niños.</p>
-
-<p>Teniendo, pues, la gente aparejada y lo demas para la
-guerra necesario, el Almirante, llevando consigo á D. Bartolomé
-Colon, su hermano, y al Rey Guacanagarí (no pude saber
-qué gente llevó de guerra, de sus vasallos), en 24 del mes de
-Marzo de 1495, salió de la Isabela, y á dos jornadas pequeñas,
-que son diez leguas como se dijo, entró en la Vega, donde
-la gente se habia juntado mucha, y dijeron que creian habia
-sobre 100.000 hombres juntos. Partió la gente que llevaba con
-su hermano, el Adelantado, y dieron en ellos por dos partes, y
-soltando las ballestas y escopetas y los perros bravisimos, y<span class="pagenum"><a name="Page_98" id="Page_98">[98]</a></span>
-el impetuoso poder de los de caballo con sus lanzas, y los peones
-con sus espadas, así los rompieron como si fueran manada
-de aves; en los cuales no hicieron ménos estragos que en un
-hato de ovejas en su aprisco acorraladas. Fué grande la multitud
-de gente que los de á caballo alancearon, y los demas,
-perros y espadas hicieron pedazos; todos los que le plugo
-tomar á vida, que fué gran multitud, condenaron por esclavos.
-Y es de saber que los indios siempre se engañan, señaladamente
-los que áun no tienen experiencia de las fuerzas y esfuerzo
-y armas de los cristianos, porque, como por sus espías
-que envian, les traen por cuenta cuantos son en número los
-cristianos, que es lo primero que hacen, y les traen por granos
-de maíz, que son como garbanzos, contados los cristianos, y
-por muchos que sean, no suben ó subian entónces de 200
-ó 300, ó 400, cuando más, y caben en el puño esos granos, como
-ven tan poco número dellos y de sí mismos son siempre tan
-innumerables, paréceles que no es posible que tan pocos puedan
-prevalescer contra tantos, pero despues, cuando vienen á
-las manos, cognoscen cuan con riesgo y estrago suyo se engañaron.
-Aquí es de advertir lo que en su Historia dice D. Hernando
-Colon en este paso, afeando primero la ida de Mosen Pedro Margarite,
-y despues las fuerzas é insultos que hacian en los indios
-los cristianos, por estas palabras: «De la ida de Mosen Pedro
-Margarite provino que cada uno se fuese entre los indios por
-do quiso, robándoles la hacienda, y tomándoles las mujeres,
-y haciéndoles tales desaguisados, que se atrevieron los indios
-á tomar venganza en los que tomaban solos ó desmandados;
-por manera que el Cacique de la Magdalena, llamado Guatiguana,
-mató 10 cristianos, etc.» Aunque despues, vuelto el
-Almirante se hizo gran castigo, y bien que él no se pudo haber,
-fueron presos y enviados á Castilla con los cuatro navíos que
-llevó Antonio de Torres, más de 500 esclavos y son sus vasallos;
-asimismo se hizo castigo por otros seis ó siete, que, por
-otras partes de la isla, otros Caciques habian muerto. Y más
-abajo, dice D. Hernando así: «Los más cristianos cometian mil
-excesos, por lo cual los indios les tenian entrañable ódio, y<span class="pagenum"><a name="Page_99" id="Page_99">[99]</a></span>
-reusaban de venir á su obediencia, etc.» Estas son sus formales
-palabras; y dice más, que despues de vuelto el Almirante, hizo
-gran castigo por la muerte de los cristianos, y por la rebelion
-que habian hecho. Si confiesa D. Hernando que los cristianos
-robaban las haciendas y tomaban las mujeres, y hacian muchos
-desaguisados, y otros mil excesos á los indios, y no vian juez
-que lo remediase, otro, de ley natural y derecho de las gentes,
-sino á sí mismos (cuanto más que esta era defension natural que
-áun á las bestias y á las piedras insensibles es conocida, como
-prueba Brecio en el libro I, <i>De consolatione</i>, prosa 4.ª; y lo
-pudieron hacer, aunque recognoscieran por superior al Almirante
-ó á otro, pues él no lo remediaba), ¿como el Almirante
-pudo en ellos hacer castigo? Item, si áun entónces llegaba el
-Almirante y no lo habian visto en la isla sino solos los diez, ó
-doce, ó quince pueblos que estaban en 18 leguas, que anduvo
-cuando fué á ver las minas, ni habia probado á alguno por razon
-natural, ni por escriptura auténtica, ni le podia probar que
-le eran obligados á obedecer por superior, porque ni podia
-ni la tenia, ni tampoco los entendia, ni ellos á él, ¿como iba
-y fué y pudo ir por alguna razon divina ó humana á castigar
-la rebelion que D. Hernando dice? Los que no son súbditos
-¿como pueden ser rebeldes? ¿Podrá decir, por razon, el rey
-de Francia á los naturales de Castilla, si, haciendo fuerzas y
-robos, insultos y excesos, usurpándoles sus haciendas, y tomándoles
-sus mujeres y hijos en sus mismas tierras y casas
-los franceses, si volviendo por sí ó por escaparse de quien
-tantos males vienen á hacerles, podrá, digo, el rey de Francia,
-con razon, decir que los Españoles le son rebeldes? Creo que
-no confesara esta rebelion Castilla. Luego, manifiesto es, que
-el Almirante ignoró en aquel tiempo, y áun mucho despues,
-como parecerá, lo que hacer debia, y á cuanto su poder
-se extendia, y D. Hernando Colon estuvo bien remoto del
-fin, ignorando muy profundamente el derecho humano y divino,
-al cual fin, el descubrimiento que su padre en estas
-tierras hizo, y el estado y oficio (aunque bien trabajado y bien
-merecido), que por ella alcanzó, y la comision y poderes que<span class="pagenum"><a name="Page_100" id="Page_100">[100]</a></span>
-les Reyes le dieron y todo lo demas, se ordenaba y habia de
-ordenar y enderezar, como medios convenientes, segun arriba
-en el cap. 93 digimos. Si este fin D. Hernando cognosciera, y
-penetrara la justicia y derecho que los indios á defenderse
-á sí é á su patria tenian, mayormente experimentando tantos
-males é injusticias cada dia, de nueva y extraña gente á quien
-nunca ofendieron, ántes quien muchas y buenas obras les debia,
-y la poca ó ninguna que los cristianos pudieron tener
-para entrar por sus tierras y reinos por aquella vía, ciertamente,
-mejor mirara y ponderara lo que en este paso habia
-de decir, y así, callara lo que incautamente para loa del Almirante
-dijo, conviene á saber: «Que dieron los caballos por
-una parte y los lebreles por otra, y todos, siguiendo y matando,
-hicieron tal estrago, que en breve fué Dios servido tuviesen
-los nuestros tal victoria, que, siendo muchos muertos
-y otros presos y destruidos, etc.» Cierto, no fué Dios servido
-de tan execrable injusticia.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_101" id="Page_101">[101]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Anduvo el Almirante por gran parte de toda la isla, haciendo
-guerra cruel á todos los Reyes y pueblos que no le venian á
-obedecer, nueve ó diez meses, como él mismo, en cartas diversas
-que escribió á los Reyes y á otras personas, dice. En
-los cuales dias ó meses, grandísimos estragos ó matanzas de
-gentes y despoblaciones de pueblos se hicieron, en especial
-en el reino de Caonabo, por ser sus hermanos tan valientes, y
-porque todos los indios probaron todas sus fuerzas para ver si
-pudieran echar de sus tierras á gente tan nociva y cruel, y
-que totalmente vian que, sin causa ni razon alguna, y sin haberlos
-ofendido, que los despojaban de sus reinos y tierras, y
-libertad, y de sus mujeres y hijos, y de sus vidas y natural ser;
-pero como se viesen cada dia tan cruel é inhumanamente perecer,
-alcanzados tan fácilmente con los caballos y alanceados
-en un credo tantos, hechos pedazos con las espadas, cortados
-por medio, comidos y desgarrados de los perros, quemados
-muchos dellos vivos y padecer todas maneras exquisitas de
-inmisericordia é impiedad, acordaron muchas provincias, mayormente
-las que estaban en la Vega Real, donde reinaba
-Guarionex, y la Maguana, donde señoreaba Caonabo, que
-eran de los principales reinos y Reyes desta isla, como se ha
-dicho, de sufrir su infelice suerte, poniéndose en manos de
-sus enemigos á que hiciesen dellos lo que quisiesen, con que
-del todo no los extirpasen como quien no podia más; quedando
-muchas gentes de muchas partes y provincias de la isla huidos
-por los montes, y otras que áun los cristianos no habian tenido
-tiempo de llegar á ellas y las sojuzgar. Desta manera
-(como el Almirante mismo escribió á los Reyes), allanada la
-gente de la isla, la cual, dice, que era sin número, con<span class="pagenum"><a name="Page_102" id="Page_102">[102]</a></span>
-fuerza y con maña, hobo la obediencia de todos los pueblos
-en nombre de Sus Altezas y como su Visorey, é obligacion de
-como pagarian tributo cada Rey ó Cacique, en la tierra que
-poseia, de lo que en ella habia; y se cogió el dicho tributo hasta
-el año de 1496. Estas todas son palabras del Almirante. Bien
-creo que los prudentes y doctos lectores cognoscerán aquí,
-cuan justamente fueron impuestos estos tributos, y cuan válidos
-de derecho, y como los eran los indios obligados á pagar,
-pues con tantas violencias, fuerzas y miedos, y precediendo
-tantas muertes y estragos, y disminucion de sus estados, de
-sus personas, mujeres y hijos, y libertad de todo su ser, y
-aniquilacion de su nacion, les fueron impuestos y ellos concedieron
-á los pagar. Impuso el Almirante á todos los vecinos
-de la provincia de Cibao y á los de la Vega Real, y á todos los
-cercanos á las minas, todos los de catorce años arriba, de tres en
-tres meses un cascabel de los de Flandes, digo lo hueco de
-un cascabel, lleno de oro, y sólo el rey Manicao ex daba cada
-mes una media calabaza de oro, llena, que pesaba tres marcos,
-que montan y valen 150 pesos de oro, ó castellanos; toda la
-otra gente no vecina de las minas, contribuyese con una arroba
-de algodon cada persona. Carga, cierto, y exaccion irracional,
-dificilísima, imposible é intolerable, no sólo para
-gente tan delicada y no usada á trabajos grandes, y cuidados
-tan importunos, y tan libre, y á quien no debia nada, y
-que se habia de traer y ganar por amor y mansedumbre, y
-dulzura, y blanda conversacion, á la fe y religion cristiana,
-pero áun para crueles turcos y moros, y que fueran
-los hugnos ó los vándalos que nos hobieran despojado de
-nuestros reinos y tierras, y destruido nuestras vidas, les fuera
-onerosísimo é imposible, y en sí ello irracionable y abominable.
-Ordenóse despues de hacer una cierta moneda de cobre
-ó de laton en la cual se hiciese una señal, y esta se mudase
-á cada tributo, para que cada indio de los tributarios la trajese
-al cuello, porque se cognosciese quién la habia pagado y
-quién no; por manera que, el que no la trajese habia de ser
-castigado, aunque, diz que, moderadamente, por no haber<span class="pagenum"><a name="Page_103" id="Page_103">[103]</a></span>
-pagado el tributo. Pero esta invencion que parece asemejarse
-á la que hizo, en tiempo de nuestro Redentor, Octaviano Augusto,
-no pasó adelante, por las novedades y turbaciones que
-luego sucedieron, con que, para mostrar Dios haber sido deservido
-con tan intempestivas imposiciones, todo lo barajó, y así
-las deshizo; y es aquí de saber, que los indios desta isla no
-tenian industria ni artificio alguno para coger el oro, en los
-rios y tierra que lo habia, porque no cogian ni tenian en su
-poder más de lo que en las veras ó riberas de los arroyos ó
-rios, echando agua con las manos juntas y abiertas, de entre
-la tierra y cascajo, como acaso, se descubria, y esto era muy
-poquito, como unas hojitas ó granitos menudos, y granos más
-grandes que topaban, cuando acaecia; por lo cual, obligarlos
-á dar cada tres meses un cascabel de oro, lleno, que cabria
-por lo poco tres y cuatro pesos de oro, que valia y vale hoy
-cada peso 450 maravedís, érales de todo punto imposible,
-porque ni en seis ni en ocho meses, y hartas veces en un año,
-por faltarles la industria, no lo cogian, ni por manera alguna
-cogerlo ni allegarlo podian Por esta razon el rey Guarionex,
-señor de la gran vega, dijo muchas veces al Almirante, que
-si queria que hiciese un conuco, que era labranza de pan,
-para el Rey de Castilla, tan grande que durase ó llegase desde
-la Isabela hasta Sancto Domingo, que es de mar á mar, y
-hay de camino, buenas, 55 leguas, (y esto era tanto, que se
-mantuviera, cuanto al pan, diez años toda Castilla), que él la haría
-con su gente, con que no le pidiese oro porque sus vasallos
-cogerlo no sabian. Pero el Almirante, con el gran deseo
-que tenia de dar provecho á los reyes de Castilla para recompensar
-los grandes gastos que hasta entónces habian hecho
-y hacian, y eran menester cada dia hacerse en este negocio
-de las Indias, y por refrenar los murmuradores y personas
-que estaban cercanos á los Reyes, y que siempre desfavorecieron
-este negocio, que disuadian á Sus Altezas que no gastasen,
-porque era todo mal empleado y perdido, y que no habian
-de sacar fruto dello, y finalmente, daban al negocio cuantos
-disfavores y desvíos podian, no creo sino que con buena intencion,<span class="pagenum"><a name="Page_104" id="Page_104">[104]</a></span>
-aunque, á lo que siento, con harto poco celo y sin consideracion
-de lo que los Reyes, aunque no sacaran provecho alguno,
-á la conversion y salud de aquellas ánimas, como católicos,
-debian, querer cumplir el Almirante con esto temporal, y
-como hombre extranjero y sólo (como él decia, desfavorecido),
-y que no parecia depender todo su favor sino de las riquezas
-que á los Reyes destas tierras les proviniesen, juntamente
-con su gran ceguedad é ignorancia del derecho que
-tuvo, creyendo que por sólo haberlas descubierto y los reyes
-de Castilla enviarlo á los traer á la fe y religion cristiana, eran
-privados de su libertad todos, y los Reyes y señores de sus
-dignidades y señoríos, y pudiera hacer dellos como si fueran
-venados ó novillos en dehesas valdías, como, y muy peor, lo
-hizo, le causó darse más prisa y exceder en la desórden que
-tuvo que quizá tuviera; porque, ciertamente, él era cristiano
-y virtuoso, y de muy buenos deseos, segun dél, los que amaban
-la verdad ó no tenian pasion ó aficion á sus propios juicios,
-cognoscian, así que no curaba de lo que Guarionex le
-importunaba y de las labranzas que ofrecia, sino del cascabel
-de oro que impuesto habia. Despues, cognosciendo el Almirante
-que los más de los indios, en la verdad, no lo podian
-cumplir, acordó de partir por medio el cascabel, y que aquella
-mitad llena diesen por tributo; algunos lo cumplian, y á
-otros no les era posible, y así, cayendo en más triste vida,
-unos se iban á los montes, otros, no cesando las violencias y
-agravios é injurias en ellos de los cristianos, mataban algun
-cristiano por especiales daños y tormentos que recibian, contra
-los cuales luego se procedia á la venganza que los cristianos
-llaman castigo, con el cual, no sólo los matadores, pero
-cuantos podian haber en aquel pueblo ó provincia, con muertes
-y con tormentos se punian, no considerando la justicia y
-razon natural humana y divina, con cuya auctoridad lo
-hacian.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_105" id="Page_105">[105]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CVI.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Viendo los indios cada dia crecer sus no pensadas otras
-tales, calamidades, y que hacian fortalezas ó casas de tapias y
-edificios y no algunos navíos en el puerto de la Isabela, sino
-ya comidos y perdidos, cayó en ellos profundísima tristeza,
-y nunca hacian sino preguntar si pensaban en algun tiempo
-tornarse á su tierra. Consideraban que ninguna esperanza de
-libertad ni de blandura, ni remision, ni remedio de sus angustias,
-ni quien se doliese dellos, tenian, y como ya habian
-experimentado que los cristianos eran tan grandes comedores,
-y que solo habian venido de sus tierras á comer, y que ninguno
-era para cavar y trabajar por sus manos en la tierra, y
-que muchos estaban enfermos y que les faltaban los bastimentos
-de Castilla, determinaron muchos pueblos dellos de
-ayudarlos con un ardid ó aviso, ó para que muriesen ó se
-fuesen todos, como sabian que muchos se habian muerto y
-muchos ido; no cognosciendo la propiedad de los españoles,
-los cuales, cuanto más hambrientos tanto mayor teson tienen, y
-más duros son de sufrir y para sufrir. El aviso fué aqueste (aunque
-les salió al revés de lo que pensaron), conviene á saber,
-no sembrar ni hacer labranzas de su conuco, para que no se
-cogiese fruto alguno en la tierra, y ellos recogerse á los montes
-donde hay ciertas y muchas y buenas raíces, que se llaman
-guayaros, buenas de comer, y nascen sin sembrarlas, y con la
-caza de las hutias ó conejos de que estaban los montes y los
-llanos llenos, pasar como quiera su desventurada vida. Aprovechóles
-poco su ardid, porque, aunque los cristianos, de hambre
-terrible y de andar á montear y perseguir los tristes indios padecieron
-grandísimos trabajos y peligros, pero ni se fueron, ni se
-murieron, aunque algunos morian por las dichas causas, ántes,<span class="pagenum"><a name="Page_106" id="Page_106">[106]</a></span>
-toda la miseria y calamidad hobo de caer sobre los mismos
-indios, porque, como anduviesen tan corridos y perseguidos
-con sus mujeres é hijos á cuestas, cansados, molidos, hambrientos,
-no se les dando lugar para cazar, ó pescar, ó buscar su
-pobre comida, y por las humidades de los montes y de los
-rios, donde siempre andaban huidos, y se escondian, vino
-sobre ellos tanta de enfermedad, muerte y miseria, de que
-murieron infelicemente de padres y madres y hijos, infinitos.
-Por manera, que, con las matanzas de las guerras, y por las
-hambres y enfermedades que procedieron por causa de aquellas,
-y de las fatigas y opresiones que despues sucedieron,
-y miserias, y sobre todo mucho dolor intrínseco, angustia
-y tristeza, no quedaron de las multitudes que en esta isla,
-de gentes, habia, desde el año de 94 hasta el de 6, segun se
-creia, la tercera parte de todas ellas. ¡Buena vendimia, y
-hecha harto bien apriesa! Ayudó mucho á esta despoblacion
-y perdicion, querer pagar los sueldos de la gente que
-aquí los ganaba, y pagar los mantenimientos y otras mercadurías
-traidas de Castilla, con dar de los indios por esclavos,
-por no pedir las costas y gastos; y tantos gastos y costas, á los
-Reyes, lo cual el Almirante mucho procuraba, por la razon
-susodicha, conviene á saber, por verse desfavorecido y porque
-no tuviesen tanto lugar los que desfavorecian este negocio
-de las Indias ante los Reyes, diciendo que gastaban y no adquirian:
-pero debiera más pesar el cumplimiento de la ley de
-Jesucristo, que el disfavor de los Reyes; mas la justicia
-contra tanta injuria y sinjusticia; mas la caridad y amor de
-los prójimos, que enviar á los Reyes dineros; mas el fin,
-que era la prosperidad y crecimiento temporal, y la conversion
-y salvacion espiritual destas gentes, para la consecucion
-del cual se ordenaba el descubrimiento que hizo destas Indias,
-y la vuelta suya á ellas, y todo lo demas, que todos eran medios,
-que hacer por fuerza y violentamente y con tantas matanzas
-y perdicion de ánimas y de cuerpos, y con tanta ignominia
-del nombre cristiano, que diesen, los que eran Reyes y
-señores naturales y todos sus súbditos, la obediencia y subyeccion<span class="pagenum"><a name="Page_107" id="Page_107">[107]</a></span>
-y tributos al Rey, que nunca ofendieron, ni vieron,
-ni oyeron, ni le eran obligados por razon alguna jurídica á lo
-hacer, pues los infestaban sin causa, estando seguros en sus
-tierras, y sin darles razon por qué, y probársela, cosa tan dura
-y tan nueva y con tanta violencia é imperio durísimo, les pedian.
-Y puesto que se sacaron y enviaron muchos indios por
-esclavos á Castilla para lo susodicho, y sin voluntad de los Reyes,
-sin alguna duda, como abajo se mostrará, pero si nuestro
-Señor no ocurriera y á la mano fuera al Almirante, con las adversidades
-que luego le sucedieron (que se contarán, si Dios
-quisiere), para comenzar á mostrar ser injusto é inícuo cuanto
-contra estas inocentes gentes, vidas y estados y ser, se hacia,
-por esta sola vía de hacer esclavos para suplir las necesidades
-dichas, y relevar los Reyes de tantos gastos, en muy más breves
-dias se despoblara y consumiera la más de la gente desta
-isla, de la que restaba de la vendimia. Bien podria cualquiera
-que sea cuerdo, y mayormente si fuere medianamente letrado,
-cognoscer y juzgar como los tales indios padecian injusto captiverio,
-y uno ni ninguno no ser esclavo justamente, pues
-todas las guerras que se les hacian eran injustísimas, condenadas
-por toda ley humana, natural y divina.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_108" id="Page_108">[108]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CVII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Antes que tratemos de la materia de los capítulos siguientes,
-dos cosas quiero aquí referir, que debemos, cierto, á mí
-juicio, muy bien de notar. La una es, que como ántes que el
-Almirante volviese de descubrir, el cual, llegó á la Isabela,
-como arriba se dijo, á 29 dias de Setiembre del año de 94, se
-fueron á Castilla en los tres navíos en que habia venido don
-Bartolomé Colon, hermano del Almirante, aquel padre fray
-Buil y Mosen Pedro Margarite, y otros principales, estos tales
-fueron los que informaron y, con sus relaciones, atibiaron
-á los Reyes en la esperanza que tenian de las riquezas destas
-Indias, diciendo que era burla, que no era nada el oro que
-habia en esta isla, y que los gastos que Sus Altezas hacian
-eran grandes, nunca recompensables, y otras muchas cosas en
-deshacimiento del negocio y del crédito que los Reyes tenian
-del Almirante, porque luego, en llegando, no se habian vuelto
-cargados de oro en los navíos en que habian venido; no considerando
-que el oro no estaba ya sacado y puesto en las arcas,
-ó era fruta que habian de coger de los árboles (como se
-queja y con razon el Almirante), sino en minas y debajo de la
-tierra, y que nunca en parte del mundo, plata ni oro, ni otro
-metal, se sacó sin grande trabajo, sino fuese á sus dueños
-de sus arcas robado. Para testimonio de lo haber, bastaba y
-sobrebastaba las grandes muestras de oro que el primer viaje
-habia el Almirante llevado, y lo que con Antonio de Torres, cogido
-de las minas por propias manos de los cristianos y de lo
-que le dió Guacanagarí cuando tornó, habia enviado. Y ántes
-que fuese á descubrir, que fué á 24 de Abril del año de 94,
-como arriba queda dicho en el cap. 94, habiendo llegado á
-donde dispuso hacer la poblacion que llamó la Isabela, por<span class="pagenum"><a name="Page_109" id="Page_109">[109]</a></span>
-el mes de Diciembre, año de 93, por manera, que no estuvo el
-Almirante en esta isla, estando presentes el padre fray Buil y
-Mosen Pedro y los demas que se fueron ántes que él volviese
-de descubrir, sino cuatro meses ó pocos dias más, ¿qué pudo
-el Almirante hacer de malos tratamientos á los españoles, y
-qué mala gobernacion pudo tener para que aquellos que así
-se fueron, y á los Reyes informaron, fuesen causa de que la
-fortuna y estado del Almirante, tan presto, y tan recientes y
-frescos sus grandes é incomparables servicios, diese la vuelta
-y á declinar comenzase? Pero cierto, si consideramos la providencia
-del muy Alto, que sabe las cosas futuras mucho ántes,
-y que á todas provee su reguardo, poco hay de que maravillarnos.
-Parece que en los cuatro navíos que trujo Antonio de
-Torres, y en que tornó á Castilla y llevó 500 indios, injustamente
-hechos esclavos, como se dijo, debieran de ir muchas
-más quejas contra el Almirante y sus hermanos de los agravios
-que decian que hacia á los españoles, lo cual ayudaria y
-moveria con mas eficacia á los Reyes para lo que luego se
-dirá. La segunda cosa digna de notar es esta: que en el mismo
-tiempo que el Almirante salia y salió á hacer en los indios,
-contra toda justicia y verdad los grandes estragos, se le
-urdia en Castilla la primera sofrenada y el primero, harto
-amargo, tártago. Él salió de la Isabela en 24 de Marzo del año
-de 495, segun parece arriba en el cap. 104, y en aquel mismo
-mes y año, estaban los Reyes (porque escrito está: <i>Cor regis in
-manu domini</i>, etc.), despachando á un repostero suyo de camas,
-que se llamó Juan Aguado, natural de Sevilla, ó al ménos allí
-despues avecindado, enviado sin jurisdiccion alguna, sino
-cuasi por espía y escudriñador de todo lo que pasaba, con
-cartas de gran crédito para todos los que aquí estaban. Este
-comenzó á aguar todos los placeres y prosperidad del Almirante,
-por manera, que cuando el Almirante iba á ofender á
-Dios en las guerras injustas que contra los indios mover queria,
-y así las movió, por las cuales tantas gentes mató y echó
-á los infiernos, habiendo venido para convertirlos, en aquellos
-mismos dias le ordenaba el comienzo de su castigo; y desta<span class="pagenum"><a name="Page_110" id="Page_110">[110]</a></span>
-manera lo provee y ordena Dios con todos los hombres, y
-por eso todos, en no ofenderle, debemos estar muy sobre
-aviso, y deberíamos suplicarle íntimamente que nos dé á
-cognoscer por qué pecados contra nos se indigna, porque,
-cognosciéndolo, sin duda nos enmendariamos más aína, pero
-cuando Dios nos azota y aflige y el por qué no lo sentimos,
-verdaderamente mucho mayor y más cierto es nuestro peligro.
-Tornando al propósito de nuestra historia, los Reyes
-mandaron aparejar cuatro navíos y cargarlos de bastimentos
-y cosas que el Almirante habia escrito, para la gente que ganaba
-su sueldo en esta isla, y ordenaron que el dicho Juan
-Aguado, su repostero, fuese por Capitan dellos; diéronle sus
-provisiones é instruccion de lo que habia de hacer, y, para
-todos los que acá estaban, le dieron la siguiente carta de
-creencia:</p>
-
-<p>«El Rey é la Reina.&mdash;Caballeros y escuderos y otras personas
-que por nuestro mandado estais en las Indias, allá vos
-enviamos á Juan Aguado, nuestro repostero, el cual, de nuestra
-parte, vos hablará. Nos vos mandamos que le dedes fe y
-creencia. De Madrid á nueve de Abril de mil cuatro cientos
-noventa y cinco años.&mdash;Yo el Rey.&mdash;Yo la Reina.&mdash;Por
-mandado del Rey é de la Reina, nuestros Señores, Hernandalvarez.»</p>
-
-<p>Llegó Juan Aguado á la Isabela por el mes de Octubre del
-dicho año de 1495, estando el Almirante haciendo guerra
-á los hermanos y gente del Caonabo, en la provincia de la
-Maguana, que era su reino y tierra, donde agora está poblada,
-y siempre despues lo estuvo, una villa de españoles
-que se llamaba Sant Juan de la Maguana; el cual mostró,
-por palabras y actos exteriores de su persona, traer de los
-Reyes muchos poderes y autoridad mayor de la que le
-dieron, y con esto se entremetía en cosas de jurisdiccion que
-no tenia, como prender á algunas personas de la mar, de
-las que habian con él venido, y en reprender los oficiales
-del Almirante, mayormente haciendo muy poca cuenta y
-teniendo poca reverencia, á D. Bartolomé Colon, que habia<span class="pagenum"><a name="Page_111" id="Page_111">[111]</a></span>
-dejado por Gobernador el Almirante, por su ausencia, como
-despues yo vide, con muchos testigos, probado. Quiso ir luego
-el dicho Juan Aguado en busca del Almirante, y tomó cierta
-gente de pié y de caballo. Díjose que por los caminos y pueblos
-de los indios, él, ó los que con él iban, echaban fama que
-era venido otro nuevo Almirante que habia de matar al viejo
-que acá estaba, y como los señores y gentes desta isla, en especial
-las de la comarca de la Isabela y de la Vega Real, y
-todos los vecinos y gentes de las minas, estaban agraviados y
-atribulados con las matanzas que en ellos habia hecho el Almirante,
-y los tributos del oro que les habia puesto, que como
-no tenian industria de cogerlo y ello se coge, donde quiera
-que está, con grandes trabajos, les era intolerable, bien creo
-que de la venida del nuevo Almirante se gozaban; porque
-apetito es comun de todos los que son pobres, y de los que
-padecen adversidades y servidumbre injusta, y más de los
-que están muy opresos y tiranizados, querer ver cada dia novedades,
-la razon es porque les parece, por el apetito natural
-y ansía que tienen salir de sus trabajos, que es más cierta
-la esperanza de que han de ser, poco que mucho, relevados,
-que el temor de que vernán con la novedad á más
-trabajoso estado. Por esta causa se hicieron algunos ayuntamientos
-de gentes de unos Caciques y señores con otros, en especial
-en casa de un gran señor que se llamó Manicaotex, que
-yo bien conocí y por muchos años, que señoreaba la tierra
-cerca del gran rio de Yaquí, tres leguas ó poco más de donde
-se fundó la fortaleza y ciudad, que despues diremos, de la Concepcion,
-donde trataban del Almirante viejo que los habia con
-tantos daños subiectado y atributado, y del nuevo, de quien
-esperaban ser aliviados; pero engañados estaban, porque cualquiera
-que fuera, y todos los que despues fueron, segun la
-ceguedad que Dios por nuestros pecados y los suyos en esta
-materia permitió, no librarlos ni darles lugar para resollar,
-sino añidirles tormentos á sus males y á su trabajosa y calamitosa
-vida (vida infernal siempre, hasta consumirlos á todos)
-procuraron. En este año de 1495, pidieron algunos marineros<span class="pagenum"><a name="Page_112" id="Page_112">[112]</a></span>
-y otras personas, vecinos de Sevilla, licencia á los Reyes para
-poder venir á descubrir á estas Indias, islas y tierra firme que
-estuviesen descubiertas, la cual concedieron los Reyes con
-ciertas condiciones: La primera, que todos los navíos que hobiesen
-de ir á descubrir se presentasen ante los oficiales del
-Rey, que para ello estaban puestos en la ciudad y puerto de
-Cáliz, para que de allí vayan una ó dos personas por veedores;
-la segunda, que habian de llevar la décima parte de las
-toneladas con cargazon de los Reyes, sin que se les pagase
-por ello cosa alguna; la tercera, que aquello lo descargasen
-en la isla Española; la cuarta, que de todo lo que hallasen,
-diesen á los Reyes la décima parte cuando volviesen á Cáliz;
-la quinta, que habian de dar fianzas que así lo cumplirian
-todo; la sexta, que con cada siete navíos pudiese el Almirante
-cargar uno para sí para rescatar, como los otros que á ello fuesen,
-por la contratacion y merced hecha al Almirante que
-en cada navío pudiese cargar la octava parte. En esta provision
-tambien se contenia, que quien quisiese llevar mantenimientos
-á vender á los cristianos que estaban en esta isla
-Española, y en otras partes que estuviesen, los vendiesen francos
-de todo derecho, etc. Fué hecha en Madrid de diez dias
-de Abril de mil y cuatrocientos y noventa y cinco años.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_113" id="Page_113">[113]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CVIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Sabido por el Almirante la venida de Juan Aguado, determinó
-de volverse á la Isabela, y no creo que anduvo mucho
-camino para ir donde estaba el Almirante, Juan Aguado. Despues
-de llegado dióle las cartas que le traia de los Reyes, y,
-para que presentase la creencia y otras cartas de los Reyes
-que traia, mandó el Almirante juntar toda la gente española
-que en la Villa habia y tocar las trompetas, porque con toda
-solemnidad, cuanta fué por entónces posible, la Cédula Real de
-su creencia, delante de todos y á todos se notificase. Muchas
-cosas pasaron en estos dias y tiempo que Juan Aguado estuvo
-en esta isla, en la Isabela, y todas de enojo y pena para el Almirante,
-porque el Juan Aguado se entrometía en cosas, con
-fiucia y color de su creencia, quel Almirante sentia por grandes
-agravios; decia y hacia cosas en desacato del Almirante y
-de su auctoridad, oficios y privilegios. El Almirante, con toda
-modestia y paciencia, lo sufria, y respondia y trataba al Juan
-Aguado siempre muy bien, como si fuera un Conde, segun vide
-de todo esto, hecha con muchos testigos, probanza. Decia Juan
-Aguado que el Almirante no habia obedecido ni recibido las
-Cédulas y creencia de los Reyes, con el acatamiento y reverencia
-debida, sino que, al tiempo que se presentaban, habia
-callado, y despues de presentadas, cinco meses habia, pedia á
-los escribanos la fe de la presentacion; y de la poca cuenta
-quel Almirante habia hecho dellas, y queria llevar los escribanos
-á su posada porque le diesen la fe en su presencia.
-Ellos no quisieron, sino que les enviase las Cédulas á su posada
-y que allí se la darian, él decia que no habia de fiar de nadie
-las cartas del Rey, y así, de dia en dia lo disimulaba; al cabo
-de cinco meses que se las envió, y dieron la fe y testimonio<span class="pagenum"><a name="Page_114" id="Page_114">[114]</a></span>
-de como el Almirante las habia obedecido y reverenciado,
-como á cartas de sus Reyes y señores, fuélos á deshonrar
-con palabras injuriosas, diciendo que habian mentido
-y hecho y cometido falsedad, y que ellos serian castigados.
-Los escribanos dieron la fe, y despues, con juramento, confirmaron
-de nuevo el dicho testimonio y fe que habian dado
-haber sido verdadero, y probáronse las injurias que Juan
-Aguado les habia dicho. Destas y otras muchas cosas, y de la
-presuncion y auctoridad que mostraba el Juan Aguado, y de
-atreverse al Almirante más de lo que debiera, y de las palabras
-y amenazas que le hacia con los Reyes, toda la gente se
-remontaba y alteraba, por manera que ya no era el Almirante
-ni sus justicias tan acatado y obedecido como de ántes. Toda
-la gente que en toda esta isla entónces estaba, increiblemente
-estaba descontenta, en especial la que estaba en la Isabela, y,
-toda la más, por fuerza, por las hambres y enfermedades que
-padecian, y no se juraba otro juramento sino, «así Dios me
-lleve á Castilla;» no tenian otra cosa que comer sino la racion
-que les daban de la alhóndiga del Rey, que era una escudilla
-de trigo que lo habian de moler en una atahona de mano (y
-muchos lo comian cocido), y una tajada de tocino rancioso ó
-de queso podrido, y no se cuantas habas ó garbanzos, vino,
-como si no lo hobiera en el mundo; y con esto, como habian
-venido á sueldo de los Reyes, y tenia en ello parte el Almirante,
-mandábalos trabajar, hambrientos y flacos, y algunos
-enfermos, en hacer la fortaleza y la casa del Almirante y otros
-edificios, por manera que estaban todos angustiados y atribulados
-y desesperados, por lo cual se quejaban al Juan Aguado,
-y de allí tomaba él ocasion de tener que decir del Almirante
-y amenazarlo con los Reyes. La gente sana era la mejor librada
-cuanto á la comida, puesto que, á lo que tocaba al
-ánima, era la más malaventurada, porque andaban por la
-isla haciendo guerra y fuerzas, y robando, y todos los que
-tomaban á vida hacian esclavos. En este tiempo se perdieron
-en el puerto los cuatro navíos que trajo Juan Aguado, con
-gran tempestad, que era lo que llamaban los indios en su<span class="pagenum"><a name="Page_115" id="Page_115">[115]</a></span>
-lengua huracan, y agora todos las llamamos huracanes, como
-quien, por la mar y por la tierra, cuasi todos los habemos experimentado;
-y porque estoy dudoso si entre los seis navíos,
-que arriba en fin del cap. 102 dijimos se perdieron en el
-puerto de la Isabela, fueron los cuatro de Juan Aguado, porque
-se me ha pasado de la memoria como há ya cincuenta y
-nueve años, no quiero afirmar que fuesen otros ó ellos, mas
-de que, á lo que me parece, que en los tiempos que yo allá
-estaba, que fué pocos años despues de perdidos, platicábamos
-que dos veces se perdieron navíos en el dicho puerto, y si así
-es, como me parece que es así, los postreros que se perdieron
-fueron los de Juan Aguado; pero que sea lo uno que sea lo
-otro, para tornar á Castilla ningun navío habia, sino solas las
-dos carabelas que mandó hacer allí, en el puerto de la Isabela,
-el Almirante.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_116" id="Page_116">[116]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CIX.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>No dudando el Almirante que Juan Aguado habia de llevar
-muchas quejas de los españoles que allí por fuerza estaban,
-y tan necesitados, á los Reyes, contra el Almirante, y que no
-dejaria de añadir y encarecer mucho sus defectos, y que de
-secreto llevaria informaciones hechas contra él, y que sobre
-las relaciones ásperas y demasiadas, y por entónces, cierto, segun
-yo creo, no muy verdaderas, que pudieron decir, si las dijeron
-(lo cual se presume por haberse ido, tan sin tiempo y sin
-licencia del Almirante, y descontentos), y tambien porque no
-parece que los Reyes enviaran á Juan Aguado tan presto, sino
-por la relacion que harian en infamia desta isla y destas tierras,
-y en deshacimiento y disfavor del servicio que el Almirante
-habia hecho á los Reyes en su descubrimiento, el susodicho
-padre fray Buil y Mosen Pedro Margarite, y los demas
-que, ántes que el Almirante volviese de descubrir las islas,
-Cuba y Jamáica y las demas, se habian desta isla ido á Castilla,
-moverian y exasperarian los ánimos de los Reyes y disminuírseles
-ía la voluntad de hacer los gastos que eran necesarios
-para proseguir esta empresa, determinó el Almirante de
-ir á Castilla para informar á los Reyes del estado desta
-isla y del descubrimiento de Cuba y Jamáica, y de las cosas
-sucedidas, y responder á los obiectos que se habian puesto
-contra la bondad y felicidad y riquezas destas tierras, porque
-no hallaron tan á mano los montes de oro, como en
-España (al ménos los seglares, salvando al dicho padre fray
-Buil) se habian prometido, y, finalmente, para satisfacer á los
-Reyes y darles cuenta de sí, é tractar esomismo sobre ir á
-descubrir lo que mucho deseaba, por topar con tierra firme;
-por ventura, tambien pudo ser que los Reyes le escribieron en<span class="pagenum"><a name="Page_117" id="Page_117">[117]</a></span>
-la carta que el dicho Juan Aguado le trujo, que así lo hiciese,
-porque se querian informar dél en todo lo susodicho. Pero que
-los Reyes le escribiesen que fuese á Castilla, nunca hombre lo
-supo ni tal he podido descubrir, ántes, por cosas que pasaron
-entre el Almirante y Juan Aguado públicas, que yo he visto
-en probanzas con autoridad de escribanos, parece el contrario,
-porque el Almirante decia públicamente, «yo quiero ir á
-Castilla á informar al Rey é á la Reina, nuestros señores, contra
-las mentiras que los que allá han ido les han dicho,» y no
-tuve yo á Juan Aguado por tal, que si él tuviera tal carta ó
-noticia della, qué no le dijera, cuando reñian y él se desmesuraba
-contra el Almirante, que iba á Castilla á su pesar, porque
-los Reyes así lo querian. Al ménos parece por esta razon claro
-un error que dice en su Historia, entre otros muchos, Gonzalo
-Hernandez de Oviedo en el cap. 13 del II, libro donde dice,
-que desde á pocos dias que llegó Juan Aguado, apregonada
-la creencia de los Reyes y ofrecidos los españoles á le favorecer
-en lo que de parte de los Reyes se dijese, dijo al Almirante
-que se aparejase para ir á España, lo cual dice que el
-Almirante sintió por cosa muy grave, é vistióse de pardo como
-fraile y dejóse crecer la barba, y que fué en manera de
-preso, puesto que no fué mandado prender; y que mandaron
-los Reyes tambien llamar al dicho padre fray Buil y á
-Mosen Pedro Margarite, y á otros que allí cuenta, que fuesen
-á Castilla entónces cuando el Almirante fué. Dice mas,
-que venido el Almirante de descubrir á Cuba y Jamáica, y
-pasados dos meses y medio, mandó llamar á Mosen Pedro
-Margarite, que era Alcaide de la fortaleza de Santo Tomás, y á
-otros que estaban con él, y venidos á esta ciudad de Santo
-Domingo, donde por la fertilidad y abundancia de la tierra se
-repararon y cobraron salud, y despues que todos fueron juntos,
-comenzaron á tener discordias entre si el Almirante y el padre
-fray Buil, y que hobieron estas discordias principio, porque el
-Almirante ahorcó á un aragonés que se llamaba Gaspar Ferim,
-por lo cual, cuando el Almirante hacia cosa que al fray
-Buil no pluguiese, ponia entredicho y cesacion del divino<span class="pagenum"><a name="Page_118" id="Page_118">[118]</a></span>
-oficio; el Almirante quitaba la racion al fray Buil y á su familia,
-y que Mosen Pedro y otros los hacian amigos, pero
-que duraba el amistad pocos dias: todo esto dice Oviedo en
-el susodicho capítulo. Que todo sea falso, cuanto cerca desto
-dice, no serán menester muchos testigos, pues parecerá por
-muchas cosas arriba dichas; lo uno, porque cuando el Almirante
-partió para descubrir, áun no habia, en obra de cinco
-meses que estuvo en esta isla despues que llegó de España y
-enfermó, ahorcado hombre ninguno, ni nunca oí que tal dél
-se dijese, ni en las culpas que le opusieron despues y hombres
-que le acusaron que ahorcó y nombrados, el catálogo de
-los cuales yo vide y tuve en mi poder, pero nunca tal hombre
-vide nombrado entre ellos; lo otro, porque como arriba en los
-capítulos 99 y 100 pareció, cuando el Almirante llegó á la
-Isabela de descubrir á Cuba y Jamáica, que fué á 29 de Abril
-del mismo año de 1494, ya eran idos el dicho padre fray Buil
-y Mosen Pedro Margarite, y otros, á Castilla, sin licencia del
-Almirante, luego no tuvieron pendencias ni discordias el Almirante
-y el padre fray Buil, para que el uno descomulgase
-y pusiese entredicho, y el otro negase las raciones y la comida
-al padre fray Buil y á su familia; lo otro, porque Oviedo,
-dice, que pasados dos meses y medio, poco más ó ménos, el
-Almirante envió á llamar á D. Pedro Margarite, y no tornó en
-sí de la grande enfermedad con que tornó del dicho descubrimiento
-de Cuba, en cinco meses, como parece arriba en el
-cap. 100; lo otro, porque Oviedo dice que vino el Almirante,
-del dicho descubrimiento, aquí á este puerto de Sancto
-Domingo, y no vino sino á la Isabela, porque este puerto
-áun no se sabia si lo habia en el mundo, ni jamás ántes
-el Almirante lo habia visto hasta el año de 1498 que volvió
-de Castilla, y descubierta ya por él tierra firme, segun que
-parecerá abajo; lo otro, porque dice Oviedo que llegó el
-Adelantado D. Bartolomé Colon á este puerto, dia de Sancto
-Domingo, á 5 de Agosto del año 1494, y esto parece manifiesto
-ser falso, porque él llegó á esta isla, en 14 dias de
-Abril del mismo año 94, ántes que el Almirante viniese de<span class="pagenum"><a name="Page_119" id="Page_119">[119]</a></span>
-descubrir á Cuba, como parece en el cap. 101, y no habia
-de volar luego á este puerto en tres meses, sin ver al Almirante,
-ni sin tener cargo alguno, como si hubiera rebeládosele
-estando en Castilla. Lo que dice de Miguel Diaz, que huyó del
-Adelantado por cierta travesura, y vino á parar aquí á este
-puerto y provincia, pudo ser, pero nunca tal oí, siendo yo tan
-propincuo á aquellos tiempos; mas de tener por amiga á la
-Cacica ó señora del pueblo que aquí estaba, y rogarle que
-fuese á llamar á los cristianos para que se pasasen de la Isabela
-á vivir aquí, es tan verdad, como ser el sol obscuro á
-medio dia. Donosa fama los españoles, por sus obras tan inhumanas
-tenian para que la Cacica ni hombre de todos los naturales
-desta isla los convidasen á venir á vivir á su tierra, ántes
-se quisieran meter en las entrañas de la tierra por no verlos ni
-oirlos. Así que, esto es todo fábula y añadiduras que hace Oviedo
-suyas, ó de los que no sabian el hecho, que se lo refirieron,
-fingidas; lo que desto yo puedo decir, es, que dejó mandado
-el Almirante cuando se partió esta segunda vez á Castilla, que
-el Adelantado enviase á Francisco de Garay y á Miguel Diaz á
-que poblasen á Sancto Domingo, y esto siento ser más verdad,
-vistos mis memoriales que tengo de las cosas que acaecieron
-ántes que yo viniese, de qué, los que las vieron ó supieron y
-tuvieron por ciertas, me informaron. Lo postrero, porque dice
-Oviedo que el Almirante, y el padre fray Buil, y Mosen Pedro
-Margarite, y Bernal de Pisa, y otros caballeros fueron juntos
-en la misma flota á Castilla; esto no es así, segun parece claramente
-por todo lo dicho, y mucho ménos es verdad que el
-Almirante fuese á manera de preso, porque áun no estaban
-tan olvidados en los corazones de los católicos Reyes sus grandes
-y tan recientes servicios.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_120" id="Page_120">[120]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CX.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>En estos tiempos el Almirante ya habia mandado hacer
-dos fortalezas, una que llamó la Magdalena, como dijimos en
-el cap. 100, en la provincia del Macorix, que llamábamos el
-Macorix de abajo, dentro de la Vega Real, que creo que fué
-asentada en un lugar y tierra de un señor que se llamaba
-Guanaoconel, tres ó cuatro leguas, ó poco más, de donde está
-agora asentada la villa de Santiago, en la cual puso por Alcaide
-á aquel hidalgo, que arriba en el cap. 82 dijimos, Luis
-de Artiaga. Nombrábamos el Macorix de abajo, á diferencia
-de otro Macorix de arriba, que era la gente de que estaba
-poblada la cordillera de las sierras que cercaban la Vega por
-la parte del Norte, y vertian las aguas en la misma provincia
-del Macorix de abajo; decíase Macorix en la lengua de los indios
-mas universal de esta isla, cuasi como lengua extraña
-y bárbara, porque la universal era mas pulida y regular
-ó clara, segun que dijimos en la descripcion desta isla,
-puesta arriba en los capítulos 90 y 91. Hizo otra, cerca de
-donde fué puesta despues la villa de Santiago, en la ribera ó
-cerca del rio Yaquí; otra hizo que llamó Sancta Catherina,
-fué Alcaide della un Fernando Navarro, natural de Logroño;
-esta no sé donde la edificó, por inadvertencia de en aquellos
-tiempos no preguntarlo. Otra hizo que llamó Esperanza, creo
-que la puso en la ribera del rio Yaquí, á la parte de Cibao.
-La otra fortaleza se edificó en la provincia y reino de Guarionex,
-15 leguas, ó algunas más, en la misma Vega, más al Oriente
-de la otra, donde se pobló despues la ciudad que se dijo y
-dice de la Concepcion, que ya está cuasi del todo despoblada,
-que tomó nombre de la misma fortaleza, á la cual el Almirante
-puso nombre la Concepcion; en esta puso por Alcaide<span class="pagenum"><a name="Page_121" id="Page_121">[121]</a></span>
-á un hidalgo que se llamó Juan de Ayala, despues la tuvo
-un Miguel Ballester, catalan, natural de Tarragona, viejo y
-muy venerable persona. Por manera, que hobo en esta isla
-tres fortalezas, despues que el Almirante vino el segundo viaje
-á poblar con gente española, y si añidimos la que dejó hecha
-en el Puerto de la Navidad, donde quedaron los 39 cristianos,
-fueron cuatro; pero desta no es de hacer mencion, pues tan
-poco duró y ménos aprovechó, por culpa de los que en ella
-quedaron. La mejor de todas ellas fué la de la Isabela, porque
-fué de piedra ó cantería, de la cual, siendo yo Prior en
-Sancto Domingo de la villa de Puerto de Plata, hice traer una
-piedra grande, la cual hice poner por primera piedra del
-Monesterio que allí yo comencé á edificar, por memoria de
-aquella antigüedad. Está la dicha piedra en la esquina oriental
-del cuarto de abajo, que fué el primero que comencé á
-edificar más propincuo á la porteria y á la iglesia. Despues
-de aquella fortaleza de la Isabela fué la mejor la de la Concepcion
-de la Vega, que era de tapias y con sus almenas
-y buena hechura, la cual duró muchos años, hasta el año
-de 1512, si bien me acuerdo; todas las demas, muchos años
-ántes habia que se cayeron, y no hobo memoria dellas,
-como se fueron consumiendo los indios, con las crueles guerras,
-contra quien se procuraron hacer; la menor y ménos fuerte
-de las cuales, como no fuese de madera, sino de tierra, era
-más inespugnable para los indios que Salsas para franceses.
-Despues mandó hacer otra en la provincia del Bonao, que
-dista de la Concepcion ocho ó diez leguas, camino de Sancto
-Domingo, en la ribera del rio, que se llama en lengua de los
-indios desta isla, Yuna, pegada á la sierra que recibe el sol
-luego en naciendo á la mañana; por manera, que tuvo el Almirante,
-ántes que tornase á Castilla, hechas siete fortalezas
-en esta isla. Desta postrera, que fué la quinta, no estoy cierto,
-que la mandase hacer ántes ó despues de venido de Castilla
-el Almirante, y ántes creo, que despues de partido él
-la hizo D. Bartolomé Colon, su hermano. Como Guarionex
-y los otros señores se viesen tan fatigados con la carga de<span class="pagenum"><a name="Page_122" id="Page_122">[122]</a></span>
-los tributos del cascabel de oro, que el Almirante á contribuir
-les forzaba, tenian todas las maneras que podian para excusarse,
-afirmando que sus gentes no tenian industria de cogerlo,
-sino lo que hallaban á caso ó buscándolo en las riberas de
-los arroyos ó rios, como arriba se dijo, sobre la arena, y
-finalmente lo que podian haber con poco trabajo. Avisaron al
-Almirante, que, hácia la parte del Mediodia ó del Sur, habia
-minas de mucho oro, que enviase allá de sus cristianos para
-buscallo. Deliberó el Almirante de hacerlo así, y díjose que
-habia enviado á Francisco de Garay y á Miguel Diaz, con
-cierto número de gente, para lo cual les dieron guías que los
-llevasen; partieron de la Isabela y vinieron á la fortaleza de
-la Magdalena, y de allí á la de la Concepcion, todo por la
-Vega Real, llano como la palma de la mano. De allí llegaron
-al puerto grande, de sierra muy hermosa, por la misma vega,
-que está tres leguas, buenas, de la dicha fortaleza de la Concepcion,
-la vega abajo por el pié de la sierra; subidos arriba
-del puerto, vieron de allí gran pedazo, y más se parecen de 30
-leguas della, cosa dignísima para della sacar materia de dar
-muchas gracias á Dios, como arriba se dijo, hablando della.
-Dura el puerto hasta tornarlo á buscar á la parte de la provincia
-del Bonao, dos leguas, no grandes. Asomaron luego á
-otra vega, bien de 10 ó 12 leguas de largo y ancho, que, como
-arriba en la descripcion destas islas dijimos, que se llamaba
-en lengua de indios el señor della Bonao, y de aquí llamamos
-los españoles el pueblo que allí se hizo la villa del Bonao.
-En todos los pueblos que topaban de indios, les hacian muy
-buen acogimiento, dándoles de comer y haciéndoles todo el
-servicio, aunque los tenian por hombres infernales. Del Bonao,
-las guías los llevaron hasta otras 12 leguas, las tres ó cuatro
-por tierra harto lodosa y áspera de cuestas y muchos rios y
-arroyos, que despues llamamos las lomas del Bonao; llegaron
-á un rio caudal que se llamaba y hoy le nombramos Hayna,
-gracioso y fertilísimo rio, en el cual les dijeron que habia
-mucho oro, ó por aquella comarca, y así fué, porque cavando
-en muchos lugares de los arroyos que entraban en el rio<span class="pagenum"><a name="Page_123" id="Page_123">[123]</a></span>
-grande de Hayna, hallaron muy gran muestra de oro, de manera
-que juzgaron que un hombre trabajador, podia coger
-tres pesos de oro, y más adelante. Estas minas llamó el Almirante
-las minas de Sant Cristóbal, por una fortaleza que allí
-mandó hacer á su hermano, cuando se partió para Castilla,
-so este nombre, despues se llamaron las minas viejas, y hoy
-se llaman ansí, por respecto de otras que despues se descubrieron
-á la otra parte del rio Hayna, frontero destas, que se
-nombraron las minas nuevas; las viejas estaban al Poniente
-del rio, y las nuevas á la parte oriental. Estaba de allí la costa
-de la mar, y el rio, en cuya boca despues se edificó la ciudad,
-que hoy permanece, de Sancto Domingo, no más de ocho
-leguas. Anduvieron en este camino, desde la Isabela hasta las
-dichas minas viejas y primeras, como se dijo, 45 leguas. Finalmente,
-trujeron gran muestra de oro y granos algunos
-grandes, de los cuales despues, muchos y grandes, por la mayor
-parte, en estas y en las minas nuevas (como abajo parecerá),
-se hallaron, lo que no acaeció en las de Cibao, donde
-todo el oro que se halló allí, por la mayor parte, no fué sino
-como sal, menudo, puesto que hobo tambien algunos, buenos
-granos. Algunos granos grandes se hallaron, los tiempos andando,
-adelante de la tierra que propiamente se llamó Cibao,
-al cabo de las sierras mismas y cordillera que es continua de
-Cibao, que va á parar á la parte de la isla del Norte ó septentrional,
-mayormente en la provincia de Guahava, como, placiendo
-á Dios, abajo tambien se dirá.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_124" id="Page_124">[124]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXI.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Acabadas las dos carabelas que habia mandado hacer el
-Almirante, y guarnecidas de bastimentos y agua, y de las
-otras cosas, segun que se pudo aparejar, necesarias, ordenadas
-las que convenian á la isla, encomendadas las fortalezas á las
-personas que le pareció ser para ellas, constiyó por Gobernador
-y Capitan general desta isla, en su lugar, con plenísimo
-poder, á D. Bartolomé Colon, su hermano, y desques dél á
-D. Diego Colon, su segundo hermano, rogando y mandando á
-todos que los obedeciesen, y á él, que, con su prudencia, con
-todo el contentamiento que se sufriese de la gente, á todos
-agradase y gobernase, y bien tratase; dejó por Alcalde mayor
-de la Isabela y de toda la isla, para el ejercicio de la justicia,
-á un escudero, criado suyo, bien entendido aunque no
-letrado, natural de la Torre de don Ximeno, que es cabe Jaen,
-que se llamó Francisco Roldan, porque le pareció que lo haria
-segun convenia, y lo habia hecho siendo Alcalde ordinario, y en
-otros cargos que le habia encomendado. Y porque los Reyes
-habian mandado que el Almirante dejase ir á Castilla los más
-enfermos y necesitados que en la isla estaban, y otros cuyos
-parientes y deudos y sus mujeres se habian á los Reyes quejado
-que no les daba licencia el Almirante para irse á sus
-tierras y casas, y otros por otros por ella suplicádoles, allegáronse
-hasta doscientos veinte y tantos hombres que en ambas
-carabelas se embarcaron; sobre muchos dellos, quién irian ó
-quién quedarian, teniendo iguales necesidades, y otros, que se
-encomendaban á Juan Aguado, Juan Aguado creia que, por la
-creencia Real que trujo, debia el Almirante conceder que fuesen
-los que nombraba ó queria, otras veces parecia que lo
-rogaba, aunque no con mucha humildad, para con el Almirante,<span class="pagenum"><a name="Page_125" id="Page_125">[125]</a></span>
-otras, que con que irian ante los Reyes, lo amenazaba. Finalmente,
-tuvieron hartos enojos y barajas, pero al cabo no
-se hacia ni podia hacer más que lo que el Almirante mandaba,
-lo que no acaeciera, si Juan Aguado de los Reyes trajera,
-para ello, ni para otras cosas, en lo público, alguna autoridad.
-Al cabo de todos estos contrastes, se hobo de embarcar el Almirante
-en una destas dos carabelas, la principal, y Juan
-Aguado en la otra, repartidos los doscientos y veinte y tantos
-hombres, y más 30 indios, segun la órden que el Almirante
-dió, en ambas. Salió del puerto de la Isabela, jueves, á 10 dias
-de Marzo del año de 1496 años, y porque tenia noticia ya
-del puerto de Plata, que estaba siete ú ocho leguas de la Isabela,
-desde el primer viaje, quiso irlo á ver, y que fuese con
-él el Adelantado, y mandóle salir en tierra con 10 hombres
-para ver si habia agua, con intincion de hacer allí una poblacion.
-Hallaron dos arroyos de muy buen agua, pero el Adelantado,
-dijeron, que negó haber agua, porque no se impidiese
-la poblacion de Sancto Domingo; salióse para tornarse por
-tierra á la Isabela el Adelantado, y fuése su camino el Almirante.
-Subió hácia el Oriente con gran dificultad por los vientos
-contrarios Levantes y corrientes, que le desayudaban, hasta
-el Cabo de la isla, que creo es el que hoy llamamos el cabo
-del Engaño; y, mártes, 22 de Marzo, perdió de vista el dicho
-Cabo y tierra desta isla, y por tomar algun caçabí y bastimento
-de comida, porque no sacó tanta cuanta hobiera menester
-de la Isabela, quiso volver hácia el Sur por tomar las
-islas de por allí, é á 9 de Abril, sábado, surgió en la isla de
-Marigalante. De allí, otro dia, domingo, fué á parar y surgir
-á la isla de Guadalupe; envió las barcas en tierra bien armadas,
-y, ántes que llegasen, salieron del monte muchas mujeres
-con sus arcos y flechas para defender que no desembarcasen,
-y porque hacia mucha mar no quisieron llegar á tierra,
-sino enviaron dos indios de los que llevaban desta Española,
-que fuesen á nado, los cuales dijeron á las mujeres, que no
-querian sino cosas de comer, y no hacer mal á nadie; respondieron
-las mujeres que se fuesen á la otra parte de la isla<span class="pagenum"><a name="Page_126" id="Page_126">[126]</a></span>
-donde estaban sus maridos en sus labranzas, y que allá hallarian
-recaudo. Yendo los navíos junto con la playa, salieron infinitos
-indios dando alaridos y echando millares de flechas á
-los navíos, aunque no alcanzaban; fueron las barcas á tierra,
-los indios resistieron con sus armas, tiráronles de los navíos
-ciertas lombardas, que derrocaron algunos; huyen todos á los
-montes viendo el daño, desamparadas sus casas. Entran los cristianos
-destruyendo y asolando cuanto hallaban, sino era lo que
-á ellos les habia de aprovechar; hallaron papagayos de los grandes,
-colorados, que arriba dijimos llamarse guacamayos, que
-son como gallos, aunque no tienen las piernas grandes, y dice
-el Almirante que hallaron miel y cera. Esta no creo que fuese
-de la misma isla, porque nunca, que yo sepa, se halló miel ni
-cera que en isla, sino en tierra firme, se criase; hallaron aparejo
-para hacer caçabí y cerca las labranzas. Dánse todos prisa,
-los indios que llevaba desta isla y los cristianos, á hacer pan;
-entretanto envió el Almirante 40 hombres que entrasen en
-la tierra á especularla, y tornaron otro dia con 10 mujeres y
-tres muchachos; la una era la señora del pueblo, y, por ventura,
-de toda la isla, que cuando la tomó un canario que el
-Almirante allí llevaba, corria tanto, que no parecia sino un
-gamo, la cual, viendo que la alcanzaba, vuelve á él como un
-perro rabiando y abrázalo y dá con él en el suelo, y, si no acudieran
-cristianos, lo ahogara. Creyó el Almirante que estas
-mujeres debian tener las costumbres que se cuentan de las
-Amazonas, por cosas que dice que allí vido y supo, las indias
-preguntadas; estuvo en esta isla de Guadalupe nueve dias, en
-los cuales hicieron mucho pan caçabí, é proveyéronse de agua
-y leña, y por dejar no tan agraviados los vecinos de la isla,
-porque, diz que, aquella isla estaba en el paso, envió las mujeres
-á tierra, con algunas cosillas de Castilla, de dádivas, sino
-sola la señora y una hija suya que, dijo el Almirante, habia
-quedado de su voluntad; esta voluntad sabe Dios que tal sería y
-qué consolados y satisfechos quedarian los vecinos, llevándoles
-sus enemigos á su señora. Finalmente, hizo vela el Almirante, de
-aquella isla, miércoles, á 20 dias de Abril, é comienza á seguir<span class="pagenum"><a name="Page_127" id="Page_127">[127]</a></span>
-su camino, segun le daban lugar los vientos contrarios; fué mucho
-camino por 22°, más y ménos, segun el viento lugar le daba,
-no cognosciendo aún la cualidad del aquel viaje, porque como
-cuasi siempre todo el año corran por estas mares vientos brisas,
-y boreales y levantes, para huir dellos conviene meterse los
-navíos en 30° y más, donde se hallan los tiempos frescos y fríos,
-y así navegan por su propio camino hasta dar en las islas de
-los Azores las naos: esta navegacion no pudo fácilmente y
-luego en aquellos tiempos alcanzarse, la cual solamente la
-experiencia ha mostrado, así que, por esta falta hízosele más
-largo al Almirante su viaje, y, como iban mucha gente, padecieron
-última necesidad, de hambre, de manera que pensaron
-perecer. Vieron la isla de Santiago, una de los Azores, no la
-debian de poder tomar, segun creo; finalmente, plugo á Dios de
-darles la tierra, habiendo habido diferentes pareceres de los
-pilotos, donde estaban, el Almirante afirmando que se hallaba
-cerca del cabo de Sant Vicente, y así fué como él lo certificaba.
-Llegó y surgió en la bahía de Cáliz á 11 de Junio, por manera
-que tardó en el viaje tres meses menos un dia; halló en
-Cáliz tres navíos, ó dos carabelas y una nao, para partir, cargados
-de bastimentos, trigo, vino, tocinos y carne salada,
-habas y garbanzos, y otros cosas que los Reyes habian mandado
-cargar y enviar para mantenimiento de la gente que en
-esta isla estaba. Vistas las cartas y despachos que los Reyes
-enviaban al Almirante, proveyó y escribió largo todo lo que
-convenia hacer allá, á D. Bartolomé Colon, su hermano, con
-un Peralonso Niño, Maestre y Capitan de las dos carabelas y
-nao; y, dados los despachos, partiéronse cuatro dias despues
-quel Almirante á Cáliz habia llegado.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_128" id="Page_128">[128]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>El Almirante, con la mayor presteza que pudo, se partió
-de Cáliz para Sevilla, y de Sevilla para Búrgos, donde la
-corte estaba, ó los Consejos; el Rey estaba en Perpiñan en la
-guerra con Francia, porque el rey de Francia pasaba otra
-vez á Italia; la Reina era en Laredo ó en Vizcaya, despachando
-á la infanta Doña Juana para Flandes, que iba por archiduquesa
-de Austria, á casar con el archiduque D. Felipe, hijo
-del emperador Maximiliano, los cuales, despues fueron príncipes
-y reyes de Castilla, y engendraron al emperador y rey
-D. Cárlos, nuestro señor, con los demas señores Rey é Reinas,
-sus hermanos. La flota en que fué aquella señora Infanta y
-Archiduquesa, y despues Reina, nuestra señora, Doña Juana,
-era de 120 naos. Desde algunos dias que el Almirante llegó,
-los Reyes se volvieron á Búrgos á esperar á madama Margarita,
-hermana del susodicho señor Archiduque, para casar con el
-príncipe D. Juan. El Almirante besó las manos á Sus Altezas,
-con la venida del cual en grande manera se holgaron, porque
-mucho lo deseaban por saber las cosas desta isla y tierras, en
-particular de su misma persona, porque no lo habian sabido
-sino por sus cartas. Hiciéronle mucha honra, mostrándole
-mucha alegría y gran clemencia y benignidad. Dióles cuenta
-muy particular del estado en que estaba esta isla, del descubrimiento
-de Cuba y Jamáica, y de las otras muchas islas que
-descubiertas dejaba, y de lo que en aquel viaje habia pasado,
-y de la dispusicion dellas, y lo que de cada una sentia y esperaba;
-dió tambien á Sus Altezas noticia de las minas del
-oro y de las partes donde las habia hallado. Hízoles un buen
-presente de oro, por fundir, como de las minas se habia cogido,
-dello menudo, dello en granos como garbanzos, y dello<span class="pagenum"><a name="Page_129" id="Page_129">[129]</a></span>
-mayores los granos, segun se dijo, que habas, y algunos,
-como nueces; presentóles muchas guayças ó carátulas de las
-que arriba dijimos en el cap. 60, con sus ojos y orejas de oro,
-y muchos papagayos y otras cosas de los indios, todo lo cual
-con mucha alegría los Reyes recibieron, y daban á Nuestro
-Señor, por todo, muchas gracias, y al Almirante, tenérselo todo
-en servicio, y en señalado servicio, en palabras y honrarle se
-lo mostraban. De cada cosa de las dichas, muchas particularidades
-y dudas le preguntaban, y á todas el Almirante les respondia,
-y con sus respuestas les satisfacia y contentaba. De
-las informaciones que Juan Aguado trujo y hizo á los Reyes
-contra el Almirante, muy poco se airaron, y así no hay qué
-más contar ni gastar tiempo de Juan Aguado. Propuso á Sus
-Altezas la intencion que tenia de servirlos mucho más de lo
-servido, yendo á descubrir otra vez, afirmando que, segun
-esperaba en Dios, les habia de dar descubierta, sin islas, grande
-tierra, que fuese otra, quizá, tierra firme (aunque ya tenia
-creido que la habia descubierto, teniendo á Cuba por tierra
-firme), lo cual les certificó que seria tan verdad como lo que
-les afirmó ántes que comenzase el primer viaje. Mandaron los
-Reyes que diese sus memoriales de todo lo que habia menester,
-así para su descubrimiento, como para las provisiones de
-la gente que en esta isla estaba, y la que de nuevo decia que
-convenia traer. Pidió ocho navíos; los dos, que viniesen luego
-cargados de bastimentos derechos á esta isla, con el ansia que
-tenia de que la gente de los cristianos estuviesen acá proveidos
-y contentos, para que la contratacion y prosperidad del
-negocio destas Indias creciese, y en fama y obra se prosperase,
-y los seis, tambien llenos de bastimentos, con la gente que
-habia de traer, él los trujese, y en el viaje que entendia de
-camino hacer, descubriendo, le acompañasen. Acordaron los
-Reyes, con parecer del Almirante, que estuviesen siempre en
-esta isla á sueldo y costa de Sus Altezas, por su voluntad empero,
-330 personas desta calidad y oficios, y forma siguiente:
-40 escuderos, 100 peones de guerra é de trabajo, 30 marineros,
-30 grumetes, 20 artífices, ó que supiesen labrar de oro,<span class="pagenum"><a name="Page_130" id="Page_130">[130]</a></span>
-50 labradores del campo, 10 hortolanos, 20 oficiales de todos
-oficios y 30 mujeres. Á estos se mandó dar 600 maravedís de
-sueldo cada mes, y una hanega de trigo cada mes, y para lo
-demas 12 maravedís para comer cada dia; y, porque mejor se
-pudiesen gozar, mandaron que se buscasen alguna persona ó
-personas que se obligasen á traer y tener mantenimientos en
-esta isla, para que pudiesen la gente dellos, los que hobiesen
-menester comprar. Habíaseles de prestar á las tales personas ó
-mercaderes algunos dineros del Rey, segun pareciese al Almirante,
-para emplear en los dichos bastimentos, dando fianzas
-que traerian los dichos mantenimientos á esta isla, pero
-al riesgo de los Reyes, cuanto al riesgo de la mar, y despues
-de hechos dineros, habian de volver al Tesorero de los Reyes lo
-que se les habia prestado. Poníaseles tasa en los precios de
-las cosas que habian de vender; el vino á 15 maravedís el
-azumbre, la libra de tocino é carne salada á 8 maravedís, é
-los otros mantenimientos y legumbres á los precios que al Almirante
-pareciese, ó á su Teniente, por manera que ellos hobiesen
-alguna ganancia y no perdiesen, y la gente no recibiese
-agravio comprando lo que hobiesen menester muy caro.
-Mandaron asimismo los Reyes, que viniesen religiosos é clérigos,
-buenas personas, para que administrasen los Sanctos
-Sacramentos á los cristianos que acá estuviesen, y para que
-procurasen convertir á nuestra sancta fe católica á los indios
-naturales destas Indias, é que trajese el Almirante, para ello,
-los aparejos é cosas que se requerian para el servicio del culto
-divino. Mandaron tambien traer un físico, é un boticario, é un
-herbolario, y tambien algunos instrumentos músicos, para
-que se alegrasen y pasasen tiempo la gente que acá habia
-de estar. Mandaron que en la Isabela y en la poblacion que
-despues se edificase, se hiciese alguna labranza y crianza
-para que mejor se mantuviese la gente que aquí estuviese,
-para lo cual, se habian de prestar á los labradores 50 hanegas
-de trigo para que lo sembrasen, y, á la cosecha, lo volviesen
-y pagasen el diezmo á Dios, y de lo demas se aprovechasen,
-vendiéndolo á los vecinos y gente que allá estuviese<span class="pagenum"><a name="Page_131" id="Page_131">[131]</a></span>
-al precio razonable; para esto le mandaron librar en
-las tercias del Arzobispado de Sevilla 600 cahices de trigo.
-Mandaron tambien traer 50 cahices de harina, y 1.000 quintales
-de bizcocho para que comiese la gente, entretanto que
-se hacian molinos y atahonas para moler el trigo que traia, y
-el que se esperaba que daria la tierra; lo mismo se le mandó
-que, sobre las vacas y yeguas que habia en esta isla, trajese
-para cumplimiento de 20 yuntas de vacas y yeguas y
-asnos, para poder labrar los labradores la tierra. Dieron comision
-los Reyes al Almirante, para que, si le pareciese que
-convenia traer más gente de los 330 hombres, pudiese subir
-el número hasta 500, con tanto que á los demas de 330, se
-les pagase el sueldo y mantenimiento de cualesquier mercaderías
-é otras cosas de valor que hobiese en estas tierras, sin
-que los Reyes mandasen proveer y pagarles de otra parte
-alguna. Hicieron merced á todos los que quisiesen venir á
-estar y morar en esta isla, sin llevar sueldo alguno de sus Altezas,
-con tanto que no pasasen acá sin su licencia ó del que
-tuviese cargo de darla, que, de todo el oro que cogiesen y
-sacasen de las minas, con que no fuese de rescate ó conmutacion
-con los indios, llevasen la tercia parte, y con las dos acudiesen
-á los oficiales de sus Altezas. Bien parece por esto el
-poco dinero que habia por aquellos tiempos en Castilla, y por
-consiguiente, cuanto caso hacian los Reyes del oro destas Indias,
-lo poco que hasta entónces habia parecido; poco digo por
-respecto de lo que despues vimos. Hiciéronles tambien merced
-á los tales vecinos, que de todas las otras cosas de provecho
-que hallasen, que no fuese oro, en esta isla, diesen á
-los Reyes no más del diezmo. Estas cosas postreras se concedieron
-el año de 95 en Madrid, á 10 dias de Abril; y porque el
-Almirante consideraba que habia menester gente para su propósito
-en esta isla, y que la española era mal contentadiza, y
-que no habia mucho de perseverar la que acá estaba y la que
-agora traia, y por otra parte, temia que los Reyes se hartasen
-ó estrechasen en los gastos que con los sueldos hacian, pensó
-esta industria, para traer alguna parte de gente sin sueldo, y<span class="pagenum"><a name="Page_132" id="Page_132">[132]</a></span>
-que tuviesen por bien, por trabajos que se les recreciesen, de
-vivir en esta isla: suplicó, pues; á los Reyes, que tuviesen por
-bien, de que los malhechores que en estos reinos hobiese, les
-perdonase sus delitos con tal condicion que viniesen á servir
-algunos años en esta isla, en lo que el Almirante, de su parte,
-les mandase. Proveyeron Sus Altezas dos provisiones sobre
-esto: la primera, que porque de la poblacion de cristianos en
-estas tierras, esperaban en Dios que saldria mucho fruto en
-la conversion destas gentes, y dilatacion, y ensalzamiento de
-nuestra santa fe, y sus reinos ensanchados, y para esto era
-más gente menester, sin la que daban sueldo, que acá viniese,
-y por usar tambien de clemencia, que todas é cualesquiera
-personas, hombres y mujeres, delincuentes, que hobiesen cometido
-hasta el dia de la publicacion de sus cartas, cualquiera
-crímen de muerte ó heridas, y otros cualesquiera delitos de
-cualquiera natura ó calidad que fuesen, salvo de herejía, ó
-<i>lesæ majestatis</i>, ó <i>perdulionis</i>, ó traicion, ó aleve, ó muerte segura,
-ó hecha con fuego ó con saeta, ó de falsa moneda, ó de
-sodomía, ó de sacar moneda, ó oro, ó plata, ó otras cosas vedadas
-fuera del reino, viniesen á servir acá, en lo que el Almirante,
-de parte de los Reyes, les mandase, y sirviesen á su costa
-en esta isla, los que mereciesen muerte, dos años, y los que
-no, un año, les perdonaban cualesquiera delitos, y pasado el
-dicho tiempo se pudiesen ir á Castilla libres. Destos cognoscí
-yo en esta isla á algunos, y áun alguno desorejado, y siempre
-le cognoscí harto hombre de bien. La otra provision fué, que
-mandaron los Reyes á todas las justicias del Reino, que todos los
-delincuentes que por sus delitos mereciesen ser desterrados
-á alguna isla ó á cavar metales, segun las leyes, los desterrasen
-para esta isla de la misma manera, y, lo mismo que los
-que no mereciese pena de muerte pero que mereciesen ser
-desterrados para esta isla, los desterrasen por el tiempo
-que les pareciese. Estas dos provisiones fueron despachadas
-en Medina del Campo, á 22 de Junio de 1497. Concedieron
-tambien los Reyes á los que se avecindasen en esta
-isla, de los que en ella estaban, y los que viniesen á ella de<span class="pagenum"><a name="Page_133" id="Page_133">[133]</a></span>
-Castilla para se avecindar, que el Almirante les repartiese
-tierras, y montes, y aguas, para hacer casa, heredades,
-huertas, viñas, algodonales, olivares, cañaverales para hacer
-azúcar y otros árboles, molinos é ingenios para el dicho
-azúcar, y otros edificios necesarios para sí propios, y que
-dellos, en cualquiera manera, por venta ó donacion, ó trueque
-ó cambio, se aprovechasen, con que estuviesen y morasen en
-esta isla con su casa poblada cuatro años; con tanto, que las
-tales tierras, y montes, y aguas, no tengan jurisdiccion alguna
-civil ni criminal, ni cosa acotada, ni término redondo, más
-de aquello que tuvieren cercado de una tapia en alto, y que
-todo lo otro descercado, cogidos los fructos y esquilmo dellos,
-sea para pasto comun é valdío á todos. Reservaron para sí
-el oro y plata, y brasil, é otro cualquiera metal que en las
-tales tierras se hallase, ni que no hiciesen en ellas cargo ni
-descargo de oro y plata, ni de brasil, ni de otras cosas que á
-los Reyes perteneciesen. Esta provision fué hecha en Medina
-del Campo, mes é año susodicho. Para estos despachos, mandaron
-librar los Reyes al Almirante seis cuentos, los cuatro,
-para los bastimentos susodichos, y los dos para pagar la gente;
-estos seis cuentos, con grandísima dificultad y con grandes
-trabajos suyos y angustias, por las grandes necesidades de los
-Reyes, de guerras y los casamientos de sus hijas las señoras
-Infantas, se le libraron; pero porque despues para cobrarlos,
-tuvo mayores trabajos y dificultades, como se dirá adelante,
-dejemos aquí su despacho, y contemos lo que se hizo en esta
-isla despues que los tres navíos, que halló en Cáliz el Almirante
-para partir á la Isabela, llegaron.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_134" id="Page_134">[134]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Tornando á lo que en esta isla sucedió, ido el Almirante
-y llegados los tres navíos que halló de partida, decimos que
-llegaron al puerto de la Isabela por principio de Julio, con
-los cuales, y con lo que dentro traian, que todo era bastimentos,
-y con saber que habia llegado el Almirante con salud á
-Castilla, la gente y D. Bartolomé Colon y su hermano D. Diego
-recibieron regocijo inestimable é incomparable alegría. No
-habia cosa en aquellos tiempos que á la gente que acá estaba
-en tanto grado alegrase, aunque fuese abundancia de oro,
-como saber que venian navíos, y bastimentos en ellos, de Castilla;
-porque todos sus principales males eran de hambre,
-mayormente, como arriba dijimos, los que no andaban por
-la tierra guerreando, sino que estaban de contino en la Isabela
-en los trabajos en que allí los ocupaban, que comunmente
-eran trabajadores y oficiales. Estas hambres y desventuras
-causaron los malos tratamientos y angustias, que, desde luego
-que los cristianos entraron en esta isla, comenzaron y prosiguieron
-siempre á hacer á los indios, y querer el Almirante
-darse tanta prisa á subiectar Reyes y súbditos, y á todos hacer
-tributarios de quien nunca cognoscieron, ni oyeron, ni supieron
-causa ni razon por qué se los debian; porque si se entrara
-en esta isla como Cristo quiso, y entrarse debia, los indios
-vinieran á mantener y ayudar y servir en todas sus enfermedades
-y trabajos á los cristianos, con sus mujeres y hijos. Bien
-se prueba esto por el humanísimo y admirable, y más que de
-hombres comunes, hospedaje y obras paternales que hizo en
-el primer viaje al Almirante aquel tan virtuoso rey Guacanagarí,
-en quien tanto abrigo, ayuda, favor, mamparo y consuelo
-halló, pudiéndolo matar y que nunca hobiera memoria<span class="pagenum"><a name="Page_135" id="Page_135">[135]</a></span>
-en el mundo dél ni de todos los cristianos que con él iban.
-Así que, volviendo á tejer nuestra historia, recibidas las cartas
-del Almirante, y con ellas las que convino enviar de los
-Reyes, su hermano, D. Bartolomé, con los dichos tres navios
-determinó de despacharlos con brevedad, hinchirlos de indios,
-hechos esclavos con la justicia y razon que arriba se ha dicho
-(y estos fueron 300 inocentes indios), porque dijeron que
-el Almirante habia á los Reyes escrito que ciertos Reyes ó Caciques
-desta isla habian muerto ciertos cristianos, y no dijo
-cuantos él y los cristianos habian hecho pedazos; y los Reyes
-le respondieron, que todos los que hallase culpados los
-enviase á Castilla, creo yo que por esclavos como en buena
-guerra captivos, no considerando los Reyes ni su Consejo con
-qué justicia las guerras y males el Almirante habia hecho
-contra estas gentes pacíficas, que vivian en sus tierras sin
-ofensa de nadie, y de quien el mismo Almirante á Sus Altezas,
-pocos dias habia, en su primer viaje, tantas calidades de
-bondad, paz, simplicidad y mansedumbre habia predicado.
-Al ménos parece que se debiera de aquella justicia ó injusticia
-dudar, pero creyeron solamente al Almirante, y como no hobiese
-quien hablase por los indios, ni su derecho y justicia
-propusiese, defendiese y alegase, como abajo parecerá más
-largo y claro, quedaron juzgados y olvidados por delincuentes,
-desde el principio de su destruccion hasta que todos se
-acabaron, sin que nadie sintiese su muerte y perdicion, ni
-la tuviese por agravio. Debiera tambien haber escrito el Almirante
-á los Reyes como habia hallado muy buenas minas
-de oro á la parte desta isla austral, y que entendia de buscar
-por aquella costa de la mar algun puerto donde pudiesen las
-naos estar, y poblar en él un pueblo, y que, si se hallaba,
-traería grandes comodidades, porque, viniendo por aquella
-costa del descubrimiento de las islas Cuba y Jamáica,
-le habia parecido muy hermosa tierra, como lo es, y
-algunas entradas de la mar en la tierra, donde creia que habia
-muchos puertos; especialmente que no podian estar léjos de
-allí las minas que últimamente habian descubierto, á las cuales,<span class="pagenum"><a name="Page_136" id="Page_136">[136]</a></span>
-como arriba se dijo, puso su nombre de Sant Cristóbal. Los
-Reyes le respondieron que hiciese lo que en ello mejor le pareciese,
-y que aquello ternian Sus Altezas por bueno, y se lo
-recibirian por servicio. Vista esta respuesta en Cáliz, el Almirante,
-escribió á su hermano D. Bartolomé Colon que luego
-lo pusiese por la obra y caminase á la parte del Sur, y con
-toda diligencia buscase algun puerto por allí para poblar en
-él, y, si tal fuese, pasase todo lo de la Isabela en él y la despoblase;
-el cual, visto el mandado del Almirante, determinó
-luego de se partir para la parte del Sur, y, dejado concierto
-y órden en la Isabela, y en su lugar, á su hermano D. Diego,
-como el Almirante hobo ordenado, y con la gente más sana
-que habia y el número que le pareció, se partió derecho á
-las minas de Sant Cristóbal. De allí, preguntando por lo más
-cercano de la mar, fué á aportar al rio de la Hoçama, que así
-lo llaman los indios, rio muy gracioso, y que estaba todo poblado
-de la una y de la otra parte; y este es el rio donde agora
-está el puerto y la ciudad de Sancto Domingo. Entró en canoas,
-que son los barquillos de los indios, sondó, que es decir experimentó
-con algun plomo ó piedra y cordel la hondura que el
-rio tenia, vido que podian entrar en el rio no sólo navíos pequeños,
-pero naos de 300 toneles, y más grandes, y, finalmente,
-cognosció ser muy buen puerto; fué grande el gozo
-que él hobo y los que con él iban. Determinó de comenzar
-allí una fortaleza de tapias sobre la barranca del rio y á la
-boca del puerto, á la parte del Oriente, no donde agora está
-la ciudad, porque está de la del Occidente; provee luego á
-la Isabela que se vengan los que señaló, para que se comience
-una poblacion la cual quiso que se llamase Sancto
-Domingo, porque el dia que llegó allí, fué domingo, y por
-ventura, dia de Sancto Domingo; aunque el Almirante, segun
-creo, quiso que se llamase la Isabela Nueva, porque así la
-nombró hasta que, el tercero viaje que hizo á estas Indias,
-cuando descubrió á tierra firme, vino á desembarcar en ella,
-como abajo parecerá. Quedaron en la Isabela los enfermos y
-oficiales de ribera que hacian dos carabelas; dejó allí 20 hombres<span class="pagenum"><a name="Page_137" id="Page_137">[137]</a></span>
-comenzando á cortar madera y aparejando lo demas para
-hacer la fortaleza, y, venida la gente de la Isabela que mandó
-venir, la prosiguiesen, y él, con los demas, toma guías de
-los indios, por allí vecinos, para ir á la tierra y reino del rey
-Behechio, cuyo reino se llamaba Xaraguá, la última sílaba
-luenga, de quien y de su estado y policía, y de una su
-hermana, notable mujer, llamada Anacaona, maravillas habia
-oido.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_138" id="Page_138">[138]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXIV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Partido del rio de la Hoçama y por otro nombre, ya nuestro,
-Sancto Domingo, D. Bartolomé Colon con su compañía, y,
-andadas 30 leguas, llegó á un rio muy poderoso, que se llamaba
-y hoy llamamos como los indios, Neyba, donde halló
-un ejército de infinitos indios con sus arcos y flechas, armados
-en son de guerra, puesto que desnudos en cueros; y notad
-qué guerra pueden hacer con las barrigas desnudas por
-broqueles. Parece que como el rey Behechio tuvo nueva que
-los cristianos venian, y habia oido las nuevas de sus obras,
-contra el rey Caonabo y su reino, hechas, envió aquella gente
-ó vino él tambien en persona con sus juegos de niños á resistirlos
-(que todas sus guerras, comunmente, son tales, mayormente
-las desta isla). Los cristianos, viendo el ejército, hizo
-D. Bartolomé señales de que no los venia á hacer mal, sino
-á verlos y holgarse con ellos, y que deseaba ver á su rey Behechio
-y su tierra, luego los indios se aseguraron como si ya
-tuvieran grandes prendas dellos y fuera imposible faltarles la
-palabra. Van luego volando mensajeros al rey Behechio, ó él, si
-allí iba, invia á mandar que salgan toda su corte y gente con
-su hermana Anacaona, señalada y comedida señora, á rescibir
-á los cristianos, y que les hagan todas las fiestas y alegrías
-que suelen á sus Reyes hacer, con cumplimiento de sus
-acostumbrados regocijos. Andadas otras 30 leguas, llegan á la
-ciudad y poblacion de Xaraguá, porque 60 leguas dista de
-Sancto Domingo, como arriba queda dicho; salen infinitas
-gentes, y muchos señores y nobleza, que se ayuntaron de
-toda la provincia con el rey Behechio y la Reina, su hermana,
-Anacaona, cantando sus cantares y haciendo sus bailes, que
-llamaban areitos, cosa mucho alegre y agradable para ver,<span class="pagenum"><a name="Page_139" id="Page_139">[139]</a></span>
-cuando se ayuntaban muchos en número especialmente; salieron
-delante 30 mujeres, las que tenia por mujeres el rey
-Behechio, todas desnudas en cueros, sólo cubiertas sus vergüenzas
-con unas medias faldillas de algodon, blancas y muy
-labradas, en la tejedura dellas, que llamaban naguas, que
-les cubrian desde la cintura hasta media pierna; traian ramos
-verdes en las manos, cantaban y bailaban, y saltaban con
-moderacion como á mujeres convenia, mostrando grandísimo
-placer, regocijo, fiesta y alegría. Llegáronse todas ante don
-Bartolomé Colon, y, las rodillas hincadas en tierra, con gran
-reverencia, dánle los ramos y palmas que traian en las manos;
-toda la gente demas, que era innumerable, hacen todos
-grandes bailes y alegrías, y, con toda esta fiesta y solemnidad,
-que parece no poder ser encarecida, llevaron á D. Bartolomé
-Colon á la casa real ó palacio del rey Behechio, donde ya estaba
-la cena bien larga aparejada, segun los manjares de la
-tierra, que era el pan de caçabí é hutias, los conejos de la
-isla, asadas y cocidas, é infinito pescado de la mar y del rio,
-que por allí pasa. Despues de cenar, vánse los españoles cada
-tres ó cuatro á las posadas que les habian dado, donde tenian
-ya sus camas puestas, que eran las hamacas de algodon, muy
-hermosas, y, para de lo que eran, ricas; destas, ya en el capítulo
-42, queda, como son hechas, dicho. El D. Bartolomé con
-media docena de cristianos quedóse aposentado en la casa
-del rey Behechio. Otro dia tuvieron concertado en la plaza
-del pueblo hacerle otras muchas maneras de fiestas, y así
-llevaron al D. Bartolomé Colon y cristianos á verlas. Estando
-en ella salen súpitamente dos escuadrones de gente armada
-con sus arcos y flechas, desnudos empero, y comienzan
-á escaramuzar y jugar entre sí, al principio como en España
-cuando se juega á las cañas, poco á poco comienzan á
-encenderse, y, como si pelearan contra sus muy capitales
-enemigos, de tal manera se hirieron, que cayeron en breve
-espacio cuatro dellos muertos, y muchos bien heridos. Todo,
-con todo el regocijo y placer y alegría del mundo, no haciendo
-más caso de los heridos y muertos que si les dieran<span class="pagenum"><a name="Page_140" id="Page_140">[140]</a></span>
-un papirote en la cara; durara más la burla y cayeran hartos
-más sin vida, sino que, á ruego de D. Bartolomé Colon y de
-los cristianos, mandó cesar el juego el rey Behechio. Esta manera
-de juegos escaramuzales se usaban antiguamente en
-Castilla, la que decimos Vieja, puesto que intervenian en Castilla
-caballos, que Estrabo llama <i>Gymnica certamina</i>, y debia ser
-más que juegos de cañas: y dice así en el libro III, pág. 104,
-de su Geografía: <i>Gymnica etiam conficiunt certamina, armis
-exercent ludos, et equis, et cæstibus, et cursibus, et tumultuaria
-pugna, et instructo per cohortes prœœœœlœio.</i></p>
-
-<p>Esta su hermana, Anacaona, fué una muy notable mujer,
-muy prudente, muy graciosa y palanciana en sus hablas, y
-artes, y meneos, y amicísima de los cristianos; fué tambien
-reina de la Maguana, porque fué mujer del rey Caonabo susodicho,
-como arriba todo esto fué á la larga dicho, cap. 86. Despues
-de todas estas fiestas y regocijos, habló D. Bartolomé Colon
-al rey Behechio y á esta señora, su hermana, Anacaona,
-como su hermano, el Almirante, habia sido enviado por los
-reyes de Castilla, que eran muy grandes Reyes y señores, y
-tenian muchos reinos y gentes debajo de su imperio, y que habia
-tornado á Castilla á verlos y notificarles, que muchos
-señores y gente desta isla le eran ya tributarios, y los tributos
-les pagaban, y por tanto, él venia á él y á su reino, para
-que lo mismo hiciese y los recibiese por señores, en señal de
-lo cual en cosas convenientes les tributasen. Pero de oir es, y
-notar, la respuesta que le dió (que como habian oido que el
-rey Guarionex y Guacanagarí, é los reyes de Cibao y sus
-gentes, tributaban oro, como si ya le hobiera mostrado y demostrado
-por naturales razones, que él no pudiera negar, sino
-que convencido del todo quedaba ser obligado, á Reyes ó gentes
-que nunca oyó ni creyó que eran en el mundo, tributar),
-respondió: «¿como puedo yo dar tributo, que en todo mi reino
-ni en alguna parte ni lugar dél nace ni se coge oro, ni saben
-mis gentes qué se es?» Creia, y no sin razon que no buscaban
-ni venian por otro fin los cristianos, sino por llevar oro á sus
-Reyes y señores. Respondió D. Bartolomé Colon: «no queremos<span class="pagenum"><a name="Page_141" id="Page_141">[141]</a></span>
-ni es nuestra intencion imponer tributo á nadie, que no sea
-de aquellas cosas que tengan en sus tierras y puedan bien pagar;
-de lo que en vuestra provincia y reinos sabemos que
-abundais, que es mucho algodon y pan caçabí, queremos que
-tributeis é de lo que más en esta tierra hobiese, pero no de lo
-que no hay.» Oidas estas palabras, alegróse mucho, y respondió:
-«que de aquello cuanto él quisiese le daria hasta que no
-quisiese más.» Mandó luego, enviando mensajeros á todos los
-otros señores y pueblos, sus subiectos, que todos hiciesen sembrar
-y sembrasen en sus tierras y heredades mucho algodon
-para que hobiese grande abundancia dello, porque se habia de
-dar tributo á los reyes de Castilla, cuyo criado y enviado era el
-Almirante y su hermano, que agora venido habia y estaba en
-su casa. Dos cosas podemos aquí considerar y notar; la una, la
-innata bondad y simplicidad del rey Behechio, la cual manifiesta
-dos cosas muy claras; la una, que pudiera matar á
-D. Bartolomé y á todos los cristianos, los cuales, no creo que
-podian llegar á número de ciento, y él tenia millones de
-gentes, porque de gente, y términos de tierra larga, y corte
-y en muchas ventajas, era en esta isla el Rey más principal; la
-otra, en conceder tan fácilmente, recognoscer por superior y
-tributar á otro Rey extraño, que no sabia quién era ni quién
-no. ¿Quién de los reyes libres del mundo á la primer demanda
-ó palabra se querrá á otro Rey que nunca vido ni oido subiectar,
-y servirle como súbdito y vasallo, repugnando al apetito
-natural? Y si dijeres que fué por miedo y temor que hobo
-de D. Bartolomé y de los cristianos que consigo llevaba, por
-haber oido las guerras crueles, y estragos y muertes que el Almirante
-habia hecho en el Rey é gente de Caonabo y en otras
-partes, parece que no, pues pudiera sin duda matarlos, ó al
-ménos, acometerles y hacerles harto daño, lo cual nunca intentaron;
-y si porfiares que sí, por ende fueron más injustos
-y más contra ley natural los tributos que D. Bartolomé Colon
-le impuso, haciendo Rey libre, tributario por miedo, contra su
-voluntad, no siendo su súbdito ni debiéndole algo, lo que es
-propio de tiranos. La otra cosa que aquí se debe notar, es,<span class="pagenum"><a name="Page_142" id="Page_142">[142]</a></span>
-cuan al revés y preposteramente hizo su entrada D. Bartolomé
-Colon en este reino de Xaraguá, dando, primeramente noticia
-á los infieles simplicísimos de los reyes de Castilla y de su grandeza
-y merecimientos que del verdadero Dios, y echarles ántes
-carga de tributos, que dándoles algo que en su provecho
-y utilidad resultase; no habiendo otra causa legitima para entrar
-cristianos en estos reinos y tierras, sino sólo para darles
-noticias y cognoscimiento de un solo y verdadero Dios y de
-Jesucristo, su hijo, universal Redentor; manifiesto es que aquellas
-gentes, ó habian de tener á los reyes de Castilla por dioses,
-pues se les predicaba primero que otra cosa su merecimiento
-y valor, y que se les debian de otros Reyes, tan grandes
-señores en tierras y gentes como ellos, recognoscimiento
-de superioridad y tributos, ó habian de creer que el fin que
-acá los cristianos, y no otro, traian, como cosa dellos amada
-sobre todo, era su propio interese y llevar á sus tierras, de
-los bienes agenos, tributos y oro. Muy por el contrario del
-camino que Cristo llevó y sus Apóstoles para traer á sí al
-mundo, que ante todas cosas predicaban á Dios, y no sólo no
-pedian tributo ni tomaban de hombre cosa, mas hacíanles
-grandes bienes, y daban sus vidas y dieron, por atraer y
-salvar á los que predicaban, y el hijo de Dios la suya por todos.
-Pero entró por la misma puerta y llevó el mesmo camino
-D. Bartolomé Colon, que su hermano el Almirante al
-principio entró y anduvo, cierto engañados no sé con qué;
-mas creo que sí sé, de una culpabilísima, que á ninguno excusa,
-del derecho natural y divino ignorancia.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_143" id="Page_143">[143]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Dejó D. Bartolomé Colon muy contento, á lo que parecia,
-y Dios sabe si era así, al rey Behechio, y tributario y solícito
-de cumplir los tributos que se le habian pedido; y, con ánsia
-de saber lo que en la Isabela y aquestas partes desta isla de
-la Vega y Cibao habia sucedido, acordó partirse de Xaraguá
-para acá, y, llegado á la Isabela, halló que cerca de 300 hombres
-habian fallecido de diversas enfermedades. Rescibió desto
-D. Bartolomé grande trabajo, y aunmentábaselo tener muy
-pocos bastimentos y no venir navíos de Castilla; determinó
-de repartir y enviar todos los enfermos y flacos por las fortalezas
-que habia desde la Isabela hasta Sancto Domingo, y á
-los pueblos de los indios que cerca dellas estaban, porque al
-ménos ternian, sino médicos y boticarios, comida que los
-indios les darian y no les faltaria, y así pelearian solamente
-con la enfermedad, y no con ella y juntamente con la hambre:
-las fortalezas fueron la Magdalena, Santiago, la Concepcion,
-el Bonao, como se dijo en el cap. 110. Dejó en la Isabela los
-hombres más sanos, en especial oficiales, haciendo dos carabelas,
-y él tornó á visitar la fortaleza que dejó haciendo sobre
-el rio de Sancto Domingo, yendo cogiendo los tributos, por el
-camino, de los señores y sus vasallos á quien el Almirante y
-él los habian impuesto; donde, como estuviese algunos dias,
-los señores y gentes de la Vega y de las provincias comarcanas,
-no pudiendo sufrir la importuna carga de los tributos del
-oro que cada tres meses se les pedia, y la más onerosa y á
-ellos más intolerable, y aspérrima conversacion de los cristianos,<span class="pagenum"><a name="Page_144" id="Page_144">[144]</a></span>
-de comerles cuanto tenian y no se contentar con lo
-que se les daban, sino, con malos tratamientos, miedos, amenazas,
-palos y bofetadas, llevarlos de unas partes á otras cargados,
-andarles tras las hijas é las mujeres, é otras vejaciones
-é injusticias semejantes, acordaron de se quejar al rey Guarionex
-y á inducirle á que mirase y considerase su universal captiverio
-y opresion, y vida tan malaventurada que pasaban con
-aquellos cristianos, que trabajasen de matarlos si pudiesen y libertarse.
-Hacian cuenta que mayor era el tormento que sufrian
-cuotidiano é inacabable que podian ser las muertes de pocos
-dias, que, si no salian con lo pensado, esperaban; y en fin,
-siempre creian de sí mismo haber vitoria de los cristianos, en
-lo cual siempre se engañaban. Guarionex, como era hombre
-de su naturaleza bueno y pacífico, y tambien prudente, y
-via y cognoscia las fuerzas de los cristianos, y la ligereza de
-los caballos, y lo que habian hecho al rey Caonabo y á su
-reino é á muchos otros de la provincia de Cibao, mucho lo
-rehusaba; pero al cabo, importunado de muchos, y, por ventura,
-amenazado de que harian Capitan otro que á él le pesase,
-con gran dificultad hobo de aceptarlo. Sintiéronse destos
-movimientos algunas señales por los cristianos que estaban en
-la fortaleza de la Concepcion; avisaron con indios que les fueron
-fieles á los cristianos de la fortaleza del Bonao, y aquellos
-despacharon otros mensajeros á Sancto Domingo, donde don
-Bartolomé estaba, el cual, á mucha prisa, vino á la Vega, ó á
-la Concepcion, que así se llamaba.</p>
-
-<p>Quiero contar una industria que tuvo un indio mensajero,
-que creo que fué esta vez, para salvar las cartas que
-llevaba de los cristianos de la Concepcion á los del Bonao. Diéronselas
-metidas en un palo que tenian para aquello, hueco
-por una parte, y como los indios ya tenian experiencia de
-que las cartas de los cristianos hablaban, ponian diligencia
-en tomarlas; el cual, como cayó en manos de las espías,
-que los caminos tenian tomados, fué cosa maravillosa
-la prudencia de que usó, que no fué á la del rey David muy
-desemejable. Hízose mudo y cojo, mudo para que no le pudiesen<span class="pagenum"><a name="Page_145" id="Page_145">[145]</a></span>
-constreñir á que, lo que traia, ó de donde venia ó qué
-hacian ó qué pensaban hacer los cristianos, hablase, y cojo,
-porque el palo en que iban las cartas, que fingia traer por
-bordon necesario, no le quitasen; finalmente, hablando y
-respondiendo por señas, y cojeando, como que iba á su tierra
-con trabajo, hobo de salvarse á sí é á las cartas que llevaba,
-las cuales, si le tomaran y á él prendieran ó mataran,
-por ventura, no quedara, de los cristianos derramados por la
-Vega y aún de los de la fortaleza de la Concepcion, hombre
-vivo ni sano. Llegó, pues, D. Bartolomé con su gente á la fortaleza
-del Bonao, y allí fué, de lo que habia, avisado. De allí
-trasnocha y vá á entrar en la fortaleza de la Concepcion,
-que 10 leguas buenas distaba; sale con toda la gente sanos y
-enfermos á dar en 15.000 indios que estaban con el rey
-Guarionex y otros muchos señores ayuntados, y, como estas
-tristes gentes vivian pacíficos, sin pendencias, rencillas, ni
-trafagos, no tenian necesidad de con muros y barbacanas,
-ni fosas de agua, tener sus pueblos cercados. Dieron en ellos
-de súbito, á media noche, porque los indios, nunca de noche,
-ni acometen, ni para guerra están muy aparejados, puesto
-que no dejan de tener sus velas y espías, y, en fin, para contra
-españoles harto poco recaudo; hicieron en ellos, como
-suelen, grandes estragos. Prenden al rey Guarionex y á otros
-muchos; mataron á muchos señores de los presos, de los
-que les pareció que habian sido los primeros movedores, no
-con otra pena, segun yo no dudo, sino con vivos quemarlos,
-porque esta es la que comunmente, y siempre y delante de
-mis ojos yo vide, muy usada. Traidos presos á la fortaleza
-de la Concepcion, vinieron 5.000 hombres, todos desarmados,
-dando alaridos y haciendo dolorosos y amargos llantos, suplicando
-que les diesen á su rey Guarionex y á los otros sus
-señores, temiendo no los matasen ó quemasen. D. Bartolomé
-Colon, habiendo compasion dellos, y viendo la piedad suya
-para sus señores naturales, cognosciendo la bondad innata de
-Guarionex, cuan más inclinado era á sufrir y padecer con
-tolerancia inefable los agravios, fuerzas é injurias que le hacian<span class="pagenum"><a name="Page_146" id="Page_146">[146]</a></span>
-los cristianos, que á pensar en hacer vengaza, dióles su Rey
-é á los otros sus señores, con que quedaron de sus angustias
-y miserias algo consolados, no curando del captiverio y opresion
-y vida infelice en que quedaban, ni de sus, cierto, futuras
-mayores calamidades.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_147" id="Page_147">[147]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXVI.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Pasados algunos dias, poco despues que aqueste alboroto fué
-asosegado, aunque las gentes de aquella comarca de la Vega,
-con las cargas y trabajos que los cristianos continuamente les
-daban, por tenerlos en ménos, por haberlos guerreado y hostigado,
-como siempre lo han acostumbrado hacer, no muy
-alegres ni descansadas, vinieron mensajeros del rey Behechio y
-de Anacaona, su hermana, á D. Bartolomé Colon; haciéndole
-saber como los tributos del algodon y caçabí, que habia impuesto
-ó pedido á su reino, estaban aparejados, que viese lo que
-cerca dello mandaba; si no me he olvidado, creo que dentro de
-seis ó ocho meses, sembradas las pepitas del algodon, dan fruto;
-los arbolillos que dellos nacen, llegan á ser tan altos, los mayores,
-como un buen estado, puesto que desde más chicos comienzan
-á darlo. Acordó luego D. Bartolomé ir á Xaraguá, lo
-uno, por ver lo que Behechio, rey de aquel reino, le avisaba,
-y como habia cumplido su palabra; lo otro, por ir á comer á
-aquella tierra que no estaba trabajada, como tenian los cristianos
-la Vega y sus comarcas, puesto que les daba Dios siempre
-el pago, en los descontentos que siempre tenian por la
-falta de vestidos y de las cosas de Castilla, por las cuales
-siempre suspiraban y vivian todos, ó todos los más, como
-desesperados. Llegado al pueblo ó ciudad del rey Behechio,
-D. Bartolomé, sálenle á recibir el Rey y Anacaona, su hermana,
-y 32 señores muy principales, que para cuando viniese
-habian sido convocados, cada uno de los cuales habia
-mandado traer muchas cargas de algodon en pelo y hilado,
-con su presente de muchas hutias, que eran los conejos desta
-isla, y mucho pescado, todo asado; lo cual todo, cada uno
-le presentó, de que se hinchió, de algodon digo, una grande<span class="pagenum"><a name="Page_148" id="Page_148">[148]</a></span>
-casa. Dióles á todos los señores muchas gracias, y al rey Behechio
-y á la señora su hermana, muchas más y más grandes,
-mostrando señales de grande agradecimiento, como era razon
-dárselas; ofreciéronse á traerle tanto pan caçabí que hinchiese
-otra casa y casas. Envia luego mensajeros á la Isabela, que,
-acabada la una de las dos carabelas, viniese luego á aquel
-puerto de Xaraguá, que es una grande ensenada ó entrada
-que hace la mar, partiendo esta isla en dos partes; la una,
-como arriba se dijo cap. 50, hace el cabo de Sant Nicolás,
-que tiene más de 30 leguas, y la otra tenia más de 60, que
-hace el Cabo que ahora se llama del Tiburon, y que llamaban
-de Sant Rafael cuando vino del descubrimiento de Cuba el
-Almirante. El rincon desta particion ó abertura que la mar
-por allí hace, distaba de la poblacion y casa real de Behechio,
-dos leguas, no más largo; allí mandó venir la carabela, y que
-la tornarian llena de caçabí. Desto recibieron los españoles,
-que en la Isabela estaban, grande alegría, por el socorro que
-para su hambre esperaban; diéronse priesa, vinieron al puerto
-de Xaraguá, donde los deseaban. Sabido por la señora reina
-Anacaona persuade al Rey, su hermano, que vayan á ver la
-canoa de los cristianos, de quien tantas cosas se les contaban.
-Tenia un lugarejo en medio del camino, Anacaona, donde
-quisieron dormir aquella noche; allí tenia esta señora una
-casa llena de mil cosas de algodon, de sillas y muchas vasijas
-y cosas de servicio de casa, hecha de madera, maravillosamente
-labradas, y era este lugar y casa, como su recámara.
-Presentó esta señora á D. Bartolomé muchas sillas,
-las más hermosas, que eran todas negras y bruñidas como
-si fueran de azabache; de todas las otras cosas para servicio
-de mesa, y naguas de algodon (que eran unas como faldillas
-que traian las mujeres desde la cinta hasta media pierna,
-tejidas y con labores del mismo algodon) blanco á maravilla,
-cuantas quiso llevar y que más le agradaban. Dióle cuatro
-ovillos de algodon hilado que apénas un hombre podia uno levantar;
-cierto, si oro tuviera y perlas, bien se creia entónces
-que lo diera con tanta liberalidad, segun todos los indios desta<span class="pagenum"><a name="Page_149" id="Page_149">[149]</a></span>
-isla eran de su innata condicion dadivosos y liberales. Vánse
-á la playa ó ribera de la mar, manda D. Bartolomé venir la
-barca de la carabela á tierra; tenian al Rey é la Reina, su
-hermana, sendas canoas, muy grandes y muy pintadas y
-aparejadas, pero la señora, como era tan palanciana, no
-quiso ir en la canoa, sino con D. Bartolomé en la barca. Llegando
-cerca de la carabela sueltan ciertas lombardas; turbáronse
-los Reyes y sus muchos criados y privados en tanto
-grado, que les pareció que el cielo se venia abajo, y aína se
-echaran todos al agua, pero como vieron á D. Bartolomé
-reirse, algo se asosegaron. Llegados, como dicen los marineros,
-al bordo, que es junto á la carabela, comienzan á tañer
-un tamborino y la flauta, y otros instrumentos que allí llevaban,
-y era maravilla como se alegraban; miran la popa, miran
-la proa, suben arriba, descienden abajo, están, como atónitos,
-espantados. Manda D. Bartolomé alzar las anclas, desplegar
-las velas, dar la vuelta por la mar: aquí creo yo que no les
-quedó nada de sangre, temiendo no se los llevasen; pero
-desque dieron la vuelta hácia casa, quedaron sin temor y
-demasiadamente admirados, que sin remos, la carabela, tan
-grande, parecia que volase, y, sobre todo, que con un viento
-sólo fuese á una parte, y á otra contraria tornase. Tornáronse
-á Xaraguá; vinieron infinitos indios de todo el reino
-del pan caçabí cargados. Hinchen la carabela del pan y del
-algodon y de las otras cosas que el Rey é la Reina y los otros
-señores habian dado; partióse la carabela para hacer á la
-Isabela su viaje, y D. Bartolomé, con su gente, tambien acordó
-irse para allá con su compañía por tierra; dejó alegres al Rey
-é á la Reina, y, á todos los señores y gentes suyas, muy contentos.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_150" id="Page_150">[150]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXVII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Entretanto que D. Bartolomé Colon estaba en el reino de
-Xaraguá con el Behechio y hacia lo que en el precedente capítulo
-se dijo, Francisco Roldan, á quien, como arriba en el
-capítulo 111 dijimos, dejó el Almirante por Alcalde mayor
-en la Isabela, y, como tambien dije, de toda la isla, por descontentos
-que tuvo del Gobernador, D. Bartolomé Colon, ó
-por no sufrir las reglas y estrechura de los bastimentos de la
-Isabela, y querer vivir más á lo largo andando por la isla (ó
-tambien, hallo en mis memoriales, que tuvo principio este
-levantamiento porque uno de los principales, que consigo
-siempre trujo, se echó con la mujer del rey Guarionex, y porque
-le quiso el Adelantado castigar), ó porque era bullicioso
-y pretendia subir á más de lo que era, imaginando que el
-Almirante nunca volveria, porque hacia ya quince meses que
-era partido desta isla, y que era señal que los Reyes no lo
-dejarian volver acá, segun, por ventura, debiera Juan Aguado
-haber dicho y así se decia, acordó quitar la obediencia al
-dicho D. Bartolomé y levantarse contra él con hasta 70 hombres,
-los más sanos, gente comun, y algunos principales que
-él pudo atraer á sí, que pretendian lo mismo que él, de los
-cuales yo cognoscí los más, ó cuasi todos. Este Francisco Roldan
-fué, como dije, criado del Almirante y ganó su sueldo,
-y debia ser su oficio, á lo que entendí, como hombre que tenia
-cargo de andar sobre los trabajadores y oficiales para los
-hacer trabajar, salvo que, como fuese hombre entendido y
-hábil, cognosciendo el Almirante que era para tener cargos,
-y, por honrarlo y hacer en él, hízolo primero Alcalde ordinario
-de la Isabela, y despues Mayor de toda la isla, y él quiso,
-por agradecimiento, levantándose le dar el pago. La ocasion
-que para se desvergonzar tomar quiso, fué en dos maneras,<span class="pagenum"><a name="Page_151" id="Page_151">[151]</a></span>
-para indignar é allegar y atraer á sí á los indios y á los cristianos
-contra el Adelantado y el Almirante. Para ganar los
-cristianos, fué esta su cálida industria: la carabela que habia
-traido el algodon y pan, y otras cosas de la provincia de Xaraguá,
-mandóla luego varar ó sacar en tierra fuera del agua,
-D. Diego Colon, porque, como la gente estaba siempre demasiadamente
-descontenta, temíase que no la tomasen y se fuesen
-muchos sin licencia y á pesar del D. Bartolomé, y de don
-Diego, y del Almirante tambien, con ella á Castilla; Francisco
-Roldan comienza á murmurar con la gente trabajadora y marineros,
-y la demas gente baja y que más descontenta estaba,
-porque la carabela no estaba en el agua, y que sería bien enviarla
-á Castilla con cartas á los Reyes, pues el Almirante
-no venia, para hacerles saber sus hambres y necesidades y
-los proveyesen, y que sino se hacia, que todos habian en esta
-isla de perecer, ó de hambre, ó que los indios los habian de
-consumir, é que D. Diego ni D. Bartolomé no la querian enviar
-por alzarse con la isla y tenerlos á todos ellos por esclavos,
-sirviéndose dellos en hacer sus casas y fortalezas, y
-acompañarse y coger los tributos de los indios y hacerse ricos
-del oro de la tierra, y, finalmente, para sólo su provecho
-é particular interese. Viendo la gente que el Alcalde mayor y
-quien lo mandaba todo, y á quien por la vara del Rey, como
-Justicia mayor, todos obedecian, que estaba de la opinion
-dellos, comienzan despues con mayor desenvuelta osadía y
-ménos temor, lo que en sí secretamente gruñian y no osaban,
-sino por los rincones, boquear, públicamente y sin miedo ninguno
-á decirlo. Vista la gente ya de su bando, persuadióles
-que le diesen las firmas para que se pudiese dar á entender
-como era sentencia de todos, que convenia al bien y salud comun
-de los cristianos que la carabela se echase al agua,
-aunque pesase al D. Diego y á quien más se lo quisiese estorbar;
-y todo esto, que este trabajaba ó porfiaba de echar
-la carabela al agua, no era porque se echase al agua ni
-fuese á Castilla, porque á él no le convenia que supiesen
-los Reyes su alzamiento y desobediencia á su Justicia<span class="pagenum"><a name="Page_152" id="Page_152">[152]</a></span>
-mayor, que era D. Bartolomé y D. Diego, que al presente
-la Isabela gobernaba, sino por indignar y mover á la
-gente contra el Almirante y los que gobernaban, y que él
-tuviese gente y fuerzas para levantarse, y en su tiranía
-conservarse; hay desto muchos argumentos claros, como
-parecerá abajo. La otra ocasion ó título que tomó para
-atraer á sí, juntamente, indios y cristianos, fué, que decia á
-los cristianos que para que los indios sirviesen mejor á los
-cristianos, estando en paz con ellos, era cosa necesaria que se
-le quitasen los tributos que les habia impuesto el Almirante,
-y esto muchas veces lo decia él á D. Bartolomé Colon platicando;
-y, ciertamente, si él lo dijera con celo de virtud y de
-piedad para con los indios, decia gran verdad, porque los indios
-y los Reyes y señores suyos, vivian con los tributos
-que se les pedian cada tres meses, desesperados; y áun fuera,
-sin comparacion, grande utilidad para los cristianos, porque
-ni murieran de hambre ni padecieran de necesidad alguna en
-sus enfermedades, ni anduvieran en guerras por sierras y valles
-á cazar y matar indios, ni dellos algunos, los indios, como mataron,
-mataran, ántes los sirvieran de rodillas y adoraran, pero
-no lo decia el pecador sino por robar más á los indios y más
-señorearlos, y que á esto no le fuese Dios ni el Rey ni sus Ministros
-á la mano. Finalmente, D. Diego mandó al dicho Francisco
-Roldan que fuese con cierta gente á la Concepcion, por
-que se sonaba y temia que los indios y gente de Guarionex
-andaba mal segura y alborotada, como no podian sufrir los
-tributos; el cual se fué al pueblo del cacique Marque, donde
-tuvo lugar Roldan de concluir é publicar su traicion, de donde
-se vinieron muchos, que no quisieron consentir en ella, á
-la fortaleza de la Concepcion, á los cuales trató mal y tomó
-todas las armas. De aquí del pueblo Marque, tornó á la Isabela,
-y váse á la Alhóndiga del Rey, donde estaban los bastimentos
-y la municion de las armas, y, tomada la llave por fuerza
-á quien la tenia, que era un criado de D. Diego Colon (ó hizo
-las cerraduras pedazos, con 50 hombres, diciendo «viva el
-Rey»), toma todas las armas que le pareció haber menester<span class="pagenum"><a name="Page_153" id="Page_153">[153]</a></span>
-para sí é para sus compañeros tiranos; y de los bastimentos,
-que con la guarda y regla y estrechura, porque así convenia,
-se guardaban y daban, y de todas cuantas cosas allí habia,
-sin medida repartia, y para sí tomaba. Sale D. Diego á le ir á
-la mano con ciertos hombres honrados á afearle tan grande
-insolencia y alboroto, al ménos, de palabra; vino tras él, y el
-D. Diego se retrujo con ellos á una casa fuerte, y miéntra en
-la Isabela estuvo Francisco Roldan y habia de hablar D. Diego
-con él, habia de ser con seguro que primero Roldan le daba.
-De allí fueron al hato de las vacas del Rey y mataron lo que
-dellas quisieron; que matar una en aquel tiempo era por gran
-daño estimado, porque las tenian para criar. Van tambien al
-hato de las yeguas, que eran tambien del Rey, y tomaron las
-yeguas ó potros ó caballos que á todos plugo tomar. Esto hecho,
-vánse por los pueblos de los indios, y á los señores y Caciques
-dellos, publícanles que el Almirante y sus hermanos les han
-cargado de tributos, y que Francisco Roldan y ellos han reñido
-con el D. Bartolomé Colon y D. Diego porque no se los
-quitaban, y que han acordado ellos de se los quitar y que no
-curen dende adelante darlos, que ellos se los defenderán del
-Almirante y sus hermanos, y para ello, si fuere menester, los
-matarán. Desde allí, diciendo «viva el Rey,» van por toda la
-Isla, y por toda se suena que el Alcalde Roldan es el que los
-liberta; y así, el Roldan decia que los habia recibido debajo de
-su mamparo, segun que un poco abajo se verá, y por todos
-los pueblos de los indios que pasaba, publicaba mal de don
-Bartolomé y del Almirante, y á todos los cristianos que topaba
-detraia y blasfemaba de D. Bartolomé, diciendo que era hombre
-duro, áspero y cruel, y cudicioso, y que con él no podia alguno
-medrar, y todos cuantos males podia decir acumulaba,
-dando por causas de se apartar dél. Y cosa fué esta, cierto,
-maravillosa y juicio de Dios muy claro, si con ojos limpios
-entónces lo vieran y agora lo miramos, que aquel Roldan, sin
-saber quien lo movia mediatamente, que era la divina Providencia,
-pero inmediata su propia ambicion cudicia y maldad,
-fuese profeta en la obra, como Caifás lo fué en la palabra,<span class="pagenum"><a name="Page_154" id="Page_154">[154]</a></span>
-y á ambos movió la voluntad y providencia de Dios;
-Caifás, diciendo que convenia que Cristo muriese por todo el
-pueblo, porque toda la gente no pereciese, más por el odio
-que á Cristo tenia que por la salud comun, empero, sin saber
-lo que decia, profetizó; Roldan, por su propia malicia, permitida
-de lo alto, y por se hacer rico y señor, tomó y se arreó
-del oficio y título, sin saber lo que hacia, de los pueblos y
-gentes desta isla opresas, llamándose defensor y librador;
-manifiesto es por la lumbre natural sola que tuviésemos,
-cuanto más añidida la ley divina de justicia y de caridad,
-y aqueste Roldan y otro cualquiera cristiano, y áun gentil que
-fuera ó moro, si por el bien sólo y liberacion destas gentes,
-por la piedad natural se moviera, para las librar de las injurias
-y daños y tiranía que padecian con los insoportables é,
-sin justicia, impuestos tributos, tenia justísima guerra contra
-el Almirante y contra D. Bartolomé y D. Diego Colon; y muy
-mayor justicia y mérito le favoreciera, si con la piedad natural
-juntara hacerlo por la honra de Dios, porque como para entrar
-y tener que hacer en estos reinos y gentes los cristianos, no
-haya habido otro título ni derecho, chico ni grande, sino sólo
-la predicacion de la fe y conversion dellos, y traerlos á Cristo,
-en lo cual, nunca se dió puntada, grande ni chica, sino imponerles
-y cargarles y pedirles oro, y lo que se creia que valia
-oro, ¿quién de los que fuesen cristianos osará dudar que
-juntamente con las injurias y agravios tan grandes que hacian
-á los prójimos, no se ofendiese gravísimamente Dios? Luego,
-mucho mereciera Roldan delante de Dios, allende ser obligado
-de ley natural, moviendo guerra contra los que á estas
-gentes, con tantos y tan graves tributos, impuestos tan sin
-justicia, oprimian y amargaban, por su redencion, luego en
-tomar el oficio y apellido de redemptor; aunque por robar
-él y ser señor, como Caifás diciendo y él haciendo, profetizó.
-Pero fueron tantas las tiranías y maldades opresivas que
-en estas gentes despues hizo él y su compañía, que no con
-celo de piedad, sino con título para se levantar y señorear
-haberse movido, bien manifiestamente mostró.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_155" id="Page_155">[155]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXVIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>De la Isabela vino Francisco Roldan y su compañía á la
-Vega, al pueblo de un señor Cacique, que se llamaba Marque
-(que habia tomado el nombre de Diego Marque, el que dijimos
-arriba, cap. 82, que habia venido á esta isla por Veedor),
-el cual pueblo estaba dos leguas de la fortaleza de la Concepcion,
-para buscar tiempo y sazon para tomarla; la cual
-tomada, pensaba mejor señorearse de toda esta isla y haber
-al Bartolomé Colon á las manos, al cual temia él más que á
-otro, porque era hombre muy esforzado y de mucho valor, y
-por esto era público que lo andaba por matar. Vino Francisco
-Roldan con 60 ó 70 hombres, muy armados en forma de
-guerra, al pueblo del gran señor y rey Guarionex (cuya mujer
-y reina, se dijo, y el Almirante lo escribió á los Reyes, este
-Roldan tomó y usó mal della), el cual pueblo distaba de la
-fortaleza de la Concepcion obra de dos tiros de ballesta, donde
-estaba un capitan, García de Barrantes, que yo bien cognoscí,
-é tenia 30 hombres á cargo (porque habia el Almirante, y despues
-su hermano D. Bartolomé Colon, como arriba se ha tocado,
-repartido la gente por los pueblos de los indios para
-comer, y tambien porque sintiesen los indios que velaban
-sobre ellos), y dijo allí á algunos que se pasasen á él. El capitan
-Barrantes metió dentro en una casa, por importunidad, ó
-por fuerza, ó por grado, á los 30 hombres, requiriendo al
-Francisco Roldan que se fuese con Dios, que ellos estaban en
-servicio del Rey, y él andaba como le placia; y respondióle
-Roldan, que juraba á Dios que lo habia de quemar á él y á<span class="pagenum"><a name="Page_156" id="Page_156">[156]</a></span>
-todos los 30 que allí tenia dentro en la casa, y tomóle todas
-las cosas que tenia de comer, por fuerza. Fué á la fortaleza de
-la Concepcion, y quisiera entrar en ella; el Alcaide, que era
-Miguel Ballester, le cerró las puertas y no le quiso admitir,
-viéndole venir con tanta gente y tan armada. En estos dias
-llegó Bartolomé Colon á la fortaleza de la Magdalena, y allí
-supo la alteracion de Francisco Roldan, y á un Diego de Escobar
-que allí estaba, y creo que era Alcaide entónces della,
-el cual se habia desmesurado en palabras contra él (sospecho
-que porque sintió excusar al Francisco Roldan, ó algo semejante
-á esto, porque este Diego de Escobar fué de los principales
-alzados con Francisco Roldan), mandóle prender, y despues
-dióle la fortaleza por cárcel, aquel dia, y mandóle que
-otro dia se fuese tras él á la Isabela; el cual no curó de su
-mandado, sino envió un hombre de caballo, y debia ser á llamar
-á un Pedro de Valdivieso, el cual topó en el camino, y
-ambos se fueron al pueblo del Cacique Marque á juntar con el
-Francisco Roldan, y desde á pocos dias, vino un hidalgo que
-se llamaba Adrian de Muxica, con cierta gente, á la Magdalena,
-y toma al Diego de Escobar y vánse á juntar, en el dicho
-pueblo, con el dicho Francisco Roldan. De donde parece, que
-habia concierto entre todos ellos, dias habia ya tratado, de
-alzarse. Este Pedro de Valdivieso y el Adriano y Diego de Escobar
-eran de los principales hombres desta isla, los cuales
-yo cognoscí bien cognoscidos, y despues diré cosas dellos.
-Ido D. Bartolomé á la Isabela, como halló robada el Alhóndiga
-del Rey, é á su hermano desobedecido y maltratado, y supo
-los que seguian á Roldan, y que cada dia sentia que crecian
-en número, no osaba salir de la Isabela, temiendo que todos
-debian ser en la rebelion. Escribió á D. Bartolomé el Alcaide
-Ballester, de la Concepcion, que se guardase, porque, cierto,
-creia que lo habian de trabajar de matar, y que, si pudiese,
-lo más presto se viniese á su fortaleza de la Concepcion. Hízolo
-así, é á mucha priesa vínose y metióse en la fortaleza,
-que dista de la Isabela, como dije arriba, 15, ó pocas más leguas.
-Desque lo supo Roldan, vínose al Guaricano, que así se<span class="pagenum"><a name="Page_157" id="Page_157">[157]</a></span>
-llamaba el asiento donde se puso primero y estaba entónces
-la villa de los cristianos, que llamaron especialmente la Vega,
-puesto que todo esto era en la Vega, y era pueblo aquello del
-rey Guarionex; distaba de la Concepcion ó fortaleza, media legua
-de muy llana tierra, que es alegría verlo, y parecíase lo uno
-de lo otro. Sabido por D. Bartolomé, envió á un caballero que
-se llamaba Malaaver, que yo cognoscí muy bien, al Francisco
-Roldan, que le hablase y de su parte le dijese que ¿por qué
-causaba tan grande daño y escándalo y confusion en toda la isla?
-que mirase cuanto deservicio se hacia á los Reyes haciendo
-cesar los tributos, y cuan mal contado le seria de todos los
-que lo supiesen, y el daño que hacia á todos los cristianos,
-porque los indios se ensoberbecerian y cobrarian ánimos mayores
-para les hacer guerra, y otras cosas á éste propósito,
-que le podian mover á cesar de su sedicioso propósito. Finalmente,
-le persuadió á que fuese á hablar á la fortaleza con
-D. Bartolomé, y dióle para ello seguro, de lo cual llevaba el
-dicho Malaaver comision. Vino á la fortaleza con su gente bien
-armado, y habló con D. Bartolomé, debia ser por las ventanas,
-D. Bartolomé, parado. Díjole, que ¿por qué juntaba con tanto escándalo
-aquella gente y inquietaba la isla? respondió Roldan,
-que no la juntaba para de servicio de los Reyes, sino para se
-defender del que le habian dicho que les queria cortar las cabezas;
-responde que no le habian dicho verdad; añadió Francisco
-Roldan, que él y sus compañeros estaban en servicio del
-Rey, por eso, que le dijese donde mandaba que fuesen á servir
-al Rey. Dice D. Bartolomé, que se vayan y estén en los
-pueblos del Cacique que tenia por nombre Diego Colon;
-responde Roldan, que no queria ir allí, porque no habia que
-comer; mandóle y prohibióle que no fuese mas Alcalde ni
-se llamase Alcalde, y que lo privaba del tal oficio, pues andaba
-contra el servicio del Rey. De aquí se fué mofando y más
-soberbio que vino, porque no pretendia sino proseguir su rebelion
-con los demas, y ser libres para que sus vicios y ambicion
-alcanzasen impunidad, é colora su alzamiento con alegar
-y sembrar, mentirosamente, que D. Bartolomé lo queria<span class="pagenum"><a name="Page_158" id="Page_158">[158]</a></span>
-matar, estando 70 ó 80 leguas de allí, en Xaraguá, como ha
-parecido, cuando ellos se alzaron. Tomando tambien por título
-y causa de su traicion, que porque no se echaba la carabela
-al agua, y que á los indios no se quitaban los tributos
-de que estaban muy cargados, como si se compadecieran más
-dellos que quien se los habia impuesto, pues ellos los robaban,
-y despues mucho más los robaron y hicieron incomparables
-daños y agravios, cuando el rey Manicaotex (de quien
-arriba hemos hablado que daba una calabaza llena, o media,
-de oro por tributo cada tres meses, que pesaba tres marcos),
-le daba otra tal medida, y mayor que aquella, al dicho Francisco
-Roldan, porque, como era Alcalde y con vara, y todos
-temblaban dél, no osaba hacer otra cosa. Desto hobo muchos
-testigos de oidas, que lo habian sabido de indios, y viéronse
-muchas conjeturas y argumentos dello; y una era, que tenia
-un hijo y un sobrino consigo del dicho rey Manicaotex, como
-en rehenes de su tributo, y otra, que buscaba todas las joyuelas
-y cositas que podia haber de Castilla, el Francisco Roldan,
-para darle al dicho Cacique, y llamábalo su hermano. Cosa
-pareció muy pensada y platicada de propósito, de muchos
-dias ántes y de algunas personas principales, con el Francisco
-Roldan, este motin ó alzamiento, creyendo que el Almirante
-nunca á esta isla volviera, segun lo que Juan Aguado habia
-dicho; y para mí tengo creido, que dió el Juan Aguado harta
-ocasion para ello, de donde procedió á toda esta tierra y gentes
-della tan grande daño y peligro. Luego que el Almirante
-de la Isabela partió, procuró Francisco Roldan hacer gran
-cantidad de herraje para los caballos, clavos y herraduras, lo
-que nunca ántes habia hecho, ni era entónces tan necesario
-como de ántes lo fué, segun parecia, y así lo juraron los testigos,
-en cierta probanza que, sobre esto de muchas y muy
-honradas personas que yo cognoscí, que fueron testigos, se
-hizo, la cual yo tuve muchos dias conmigo, y della saqué todo
-ó lo más que desta rebelion y alzamiento de Francisco Roldan
-y sus secuaces aquí digo. Visto D. Bartolomé en cuanto peligro
-estaba, por aficionar más á sí á los españoles mandóles<span class="pagenum"><a name="Page_159" id="Page_159">[159]</a></span>
-que daria á cada uno un esclavo ó tantos esclavos; de aquí
-tomaron los que seguian á Francisco Roldan atrevimiento á
-más robar y oprimir á los tristes indios. Lo mismo hacian los
-que seguian al D. Bartolomé, y no osaba irles á la mano porque
-no lo dejasen y se alzasen con Francisco Roldan.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_160" id="Page_160">[160]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXIX.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Cada dia se le allegaba más gente á Francisco Roldan y más
-se engrosaba su partido, como su vida y la de los que con
-él andaban era tan ancha, gozando de todos los vicios que
-querian y, sobre todo, libertad y señorío, porque temblaban
-dellos los indios, por lo cual los adoraban y servian, y, con
-esto, él más soberbio y obstinado se hacia; y con esta pujanza,
-segun dijeron muchas veces muchos de su compañía, de
-terminaba de poner cerco á D. Bartolomé Colon, que estaba
-en la fortaleza de la Concepcion susodicha; y hombre de los
-suyos, que se llamaba Gonzalo Gomez Collado, tomó juramento
-á otro que habia nombre Gonzalo de la Rambla, y este
-fué de los que no quisieron seguir á Roldan, que dijese á don
-Bartolomé, y sino pudiese á D. Bartolomé, á D. Diego de Salamanca,
-que le avisase que mirase por sí, é que por ninguna
-manera saliese de la fortaleza, y en ella de quién se fiaba, por
-que supiese de cierto, que, de cualquiera manera que hacerlo
-pudiesen, lo habian de matar. Estando en este estado estas cosas,
-y D. Bartolomé en medio destos peligros y de sus angustias,
-cada dia esperando cuando habia de llegar Francisco Roldan
-á cercarlo, como Dios en esta vida no da todos los trabajos
-juntos, sino siempre, cognosciendo nuestra flaqueza, con alguna
-interpolacion, quiso dar algun resuello á D. Bartolomé
-y á los que con él perseveraban, y así, ordenó que llegaron
-dos carabelas con bastimentos llenas, y con 90 hombres de trabajo,
-de Castilla, que el Almirante, con el ánsia que tenia de
-enviar provision á los que acá estaban, creyendo que al ménos
-entre sí vivian en paz, inviaba; el Capitan de las cuales fué
-un caballero que se llamó Pero Hernandez Coronel, Alguacil
-mayor desta isla, que habia llevado consigo el Almirante, del<span class="pagenum"><a name="Page_161" id="Page_161">[161]</a></span>
-cual, en el cap. 82, se hizo mencion. Así como el D. Bartolomé
-supo la venida de las carabelas, fué grande el consuelo que
-recibió él y los que con él estaban, y determinó de partirse
-para Sancto Domingo á poner recaudo en ellas y en lo que en
-ellas venia, y para saber nuevas del Almirante y recibir las
-cartas del Rey é lo que más convenia; súpolo tambien Francisco
-Roldan, y juntó la gente toda de sus alzados y rebeldes,
-que le seguian, y acuerda de ir tambien á Sancto Domingo
-para saber qué nuevas venian del Almirante y de Castilla, y
-qué gente de nuevo, y así proveer lo que le cumplia. Detúvose
-cinco ó seis leguas de la villa, porque no osó llegar allá,
-temiendo que contra D. Bartolomé no prevalesceria, por la
-gente que allí habia y la que en las carabelas venia. Rescibidas
-las cartas del Almirante, y visto el favor que los Reyes le
-habian dado, y mercedes de nuevo á él hechas, que abajo
-diremos, y entre ellas fué una, que instituian al dicho don
-Bartolomé por Adelantado de todas estas Indias, y como á
-mucha priesa el Almirante entendia en se despachar con otros
-seis navíos; rescibió el Adelantado, D. Bartolomé, ya constituido
-Adelantado, grandísimo favor y alegría, y los que le seguian,
-como si resucitaran de muerte á vida; y, porque el Almirante
-hallase la tierra sin los alborotos, confusion y daños
-en que estaba, como ya le esperase cada dia, y venido pudiese
-descansar de sus tan prolijos trabajos algo, con alegría,
-envió al dicho Capitan de las dichas carabelas y Alguacil mayor
-desta isla, Pero Hernandez Coronel, porque era hombre
-prudente y de auctoridad, y con él algunos otros que lo
-acompañasen, á que hablase á Francisco Roldan y á los demas
-que le seguian, sobre que se redujesen á la obediencia y
-so la gobernacion del dicho D. Bartolomé, que ya le podemos
-llamar el Adelantado, y para ello les diese seguro y prometiese
-perdon de la desobediencia y escándalos y daños pasados,
-y los que sustentaban de presente. Llegado á ellos, queriéndoles
-hablar, dijeron los principales, temiendo que la gente
-comun no se persuadiese oyéndolo, que se apartase y no hablase
-sino con quien habia de hablar, y se probó que habian<span class="pagenum"><a name="Page_162" id="Page_162">[162]</a></span>
-dicho, «apartaos allá traidores,» si nó, que les tirarian con
-las ballestas y que si se tardaran las carabelas ocho dias,
-hobieran preso ó muerto al Adelantado, y que todos fueran
-ya unos; el Coronel habló con el Francisco Roldan
-y con los principales, encareciéndoles la desobediencia y
-escándalo, peligro y detrimento en que ponian toda la isla,
-y lo que Dios se ofendia y eran deservidos los Reyes, y otras
-cosas que les pudieron mover, pero, al cabo, con solas respuestas,
-no honestas y áun más que deshonestas, y de soberbios
-y obstinados, Pero Hernandez Coronel y los que fueron con
-él, se volvieron. Francisco Roldan y sus alzados tomaron el
-camino del reino y provincia de Xaraguá, donde, para cumplimiento
-de todos los vicios, hallaron el aparejo y paraíso,
-libertad é impunidad que buscaban. Desque D. Bartolomé vido
-que por bien no podia reducirlos, hizo proceso contra él y los
-que con él se alzaron, y, llamados por sus pregones, al cabo
-sentenciólos en rebeldía dándolos por traidores. Estos 90 hombres
-de trabajo, que en estos dos navíos envió el Almirante,
-vinieron con pacto y conveniencia de trabajar en todos los
-trabajos de las minas y en cortar brasil, lo que entónces se
-creia que habia mucho, y así, escribió el Almirante al Adelantado,
-su hermano, y yo ví la carta, que si hallase alguna
-persona de los que estaban acá y sabian de las minas,
-que le diese una cuadrilla de aquellos trabajadores, que sacasen
-oro, y que diesen cada dia cierta cantidad de oro, y lo
-demas que sacasen fuese para ellos; 14 dellos venian señalados
-para cultivar y labrar la tierra, y sembrar trigo y lo demas.
-De donde parece que nunca pensó el Almirante echar
-indios á las minas, como despues la maldad y cudicia inventó,
-sino que diesen tributo de oro ó de lo que tuviesen, como
-arriba pareció. Parece tambien que en aquel tiempo no habia
-la soberbia en los hombres de trabajo y labradores, que á estas
-tierras venian, como despues hobo, que, en pasando acá, luego
-presumieron, y hoy presumen, por gañanes y rústicos que
-sean, de no trabajar, sino holgazanear y comer de ajenos
-sudores; pero la causa desta desórden, soberbia y ambicion,<span class="pagenum"><a name="Page_163" id="Page_163">[163]</a></span>
-y haraganía desproporcionada de sus estados y de toda
-razon, fué la tupida y cudiciosa y no excusable ceguedad del
-infelice inventor de aquella pestilencia vastativa de tanta parte
-y tan grande del linaje humano, que fué repartir los indios
-desta isla á los cristianos, como si fueran vacas ó cabras, como
-en el libro II, placiendo á Dios, se contará. Esta levantó los
-corazones de las viles y serviles personas á pensar y presumir
-de sí mismos, que habiendo nacido para servir y trabajar
-corporalmente y ser mandados, en poniendo el pié en esta
-tierra no asentaban con nadie, y ya que querian asentar, no
-para abajar el lomo en servicio alguno corporal, sino para
-estar y andar enhiestos, y, con una varilla en la mano, ser verdugos
-de los mansos y humildes indios, y mandar.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_164" id="Page_164">[164]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXX.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Todos estos levantamientos y disensiones de entre estos
-alzados y no alzados, resultaban en grandes aflicciones, angustias,
-trabajos y daños de los indios, porque, donde quiera
-que llegaban los unos ó los otros, les comian los bastimentos,
-los llevaban con cargas de tres ó cuatro arrobas á cuestas,
-los hacian mil fuerzas y violencias en las personas y hijos y
-mujeres, mayormente los de Francisco Roldan, que más perdida
-y desenfrenada, en esto y en todo, tenian la vergüenza;
-en fin, los unos y los otros, sin temor de Dios ni mancilla
-destas inocentes gentes, los mataban y destruian por esquisitas
-y nuevas maneras de crueldad, y acaecia, no muy raras
-veces sino muchas y cada dia, que por su pasatiempo, asaeteaba
-el indio para probar si le pasaba con su ballesta, y hacian
-pasar un indio, para con su espada cortarlo por medio;
-pasaba el cordero y dábale un revés, y, porque no le cortaba
-de un golpe, tornaba á hacer que pasase otro y otros, y así
-despedazaban cuantos se les antojaba, riendo. Si con la carga
-de cuatro arrobas que llevaban se cansaban, dejarretábanlos,
-y echaban las cargas por sobrecargas á otros, y tambien á
-las mujeres, las cuales, por no poder llevar la carga, darle
-de estocadas y echar la carga de aquella sobre las otras, y
-caer otra con la que llevaba, y luego tambien matarla; y otras
-execrables crueldades, que nunca fueron por hombres imaginadas.
-Con estas vejaciones y malos tratamientos que sobrevinieron
-á las cargas de los tributos, pasadas y presentes, y
-á otras muchas que se les habian hecho (aunque Roldan publicaba
-santidad, que no tributasen, y que por aquesta
-causa se apartaban del Adelantado él y aquella su gente),
-los indios de toda la comarca de la Vega y del señorío del<span class="pagenum"><a name="Page_165" id="Page_165">[165]</a></span>
-rey Guarionex, viendo tambien que por parte del Adelantado
-les pedian y amonestaban que pagasen el tributo al Rey,
-queriendo, de aborridos, dar en el suelo con la carga, no quisieran
-hacer guerra á los cristianos, ó porque tenian ya
-experimentado que les caia al cabo el daño sobre la cabeza, ó
-porque, en la verdad, Guarionex era hombre pacífico y manso;
-finalmente, acordó el Guarionex, é mucha de su gente, de se ir
-huyendo á guarecer al reino de otro Rey, señor de las sierras
-y tierra, aguas vertientes hasta la mar del Norte, pasado el
-anchor de la Vega, porque aguas vertientes al Mediodia, que
-es el Sur, era el reino de Guarionex. Aquel Rey é señor de
-las dichas sierras y tierra hasta la dicha mar, tenia por nombre
-Mayobanex, por otro nombre le llamaban los españoles el
-Cabron no sé otra causa, sino por escarnio, como solian poner
-nombres, á los señores, vituperiosos como los hallaron desnudos;
-segun que yo cognoscí hombre español, que al Cacique
-y señor con quien él pudiera vivir por mozo de espuelas
-llamaba Aon, que en la lengua de los indios quiere decir
-perro. Pedro Mártir dice en su Década primera, que Cabron
-se nombraba la casa, ó título de la casa, ó pueblo principal
-real del dicho Mayobanex, lo cual, yo que muchas veces lo
-oí nombrar, y yo, yéndome al hilo de la gente, lo nombré, no
-por honra sino por escarnio, Cabron entendí que le habian
-puesto. Este era señor de gran número de gente, que habitaba
-toda aquella grande serranía, que llamaban ciguayos, cuasi
-nazarenos como entre los judíos, porque nunca se cortaban ó
-pelaban pelo alguno de sus cabellos, y así traian las cabelleras
-crecidas hasta la cinta, y más abajo de sus cuerpos, y desta
-manera solian en Castilla la Vieja, hácia el reino de Leon,
-los leoneses, ó castellanos, antiguamente criar los cabellos
-como las mujeres, hasta abajo; ansí lo cuenta en su libro III
-Strabo: <i>longas ut fæminæ inferius diffundunt comas</i>. Estos ciguayos
-eran muy esforzados, aunque todos eran gallinas, al ménos
-para con los nuestros, como ni tuviesen armas y anduviesen
-desnudos en cueros, segun arriba, en la descripcion
-desta isla, de los ciguayos dijimos. Llegado Guarionex á la<span class="pagenum"><a name="Page_166" id="Page_166">[166]</a></span>
-casa de Mayobanex, las quejas de las calamidades que padecia
-él y sus gentes de los cristianos, con lágrimas y dolor de su
-corazon, encarecidamente refiere, ruégale que le tome y reciba
-so su amparo y fe, porque ya no quiere sino salvar su persona
-sola y su mujer, y hijos, y parientes, desmamparados sus vasallos
-todos, pues no los podia defender, ni á los cristianos resistir;
-tambien se platicaba entre nosotros que cierto español le habia
-forzado y violado la mujer. Recíbele Mayobanex con gran benignidad
-y placer, óyele bien la relacion de sus fatigas, servidumbre
-y persecucion dél y los suyos tan cruel, y él, que se
-las sabia por las nuevas que cada dia le iban de las obras
-los cristianos, llora con él y prométele de lo defender y hacer
-todo cuanto pudiere por lo libertar; dónde y con quien halló
-más gracia y defensa, con benigno acogimiento, que en Alejandría
-con Ptolomeo, rey de Egipto, halló Pompeyo, como
-cuenta Julio César en sus Comentarios de las guerras civiles,
-un poco ántes del fin del lib. III. Hallado ménos Guarionex por
-los cristianos, y visto que mucha gente faltaba de los pueblos,
-y cada dia se iba más, escriben de la fortaleza de la Concepcion
-á Santo Domingo, al Adelantado, que era alzado el rey
-Guarionex. Rescibidas las cartas, como Guarionex era tan gran
-señor y toda su gente era vecina de las minas y de donde se
-cogia el mayor tributo, y, faltando él de acudir con ello, todo
-lo de los demas era poco, tomó luego con gran priesa el Adelantado
-90 hombres de pié de los más sanos que habia en
-Sancto Domingo y algunos de caballo, y partióse para la
-Vega ó fortaleza de la Concepcion. Comienza luego á preguntar
-á los indios que topaba, y á otros que hacia buscar, dónde
-se habia ido Guarionex, responden que no saben; constríñenlos
-con amenazas, y, á lo que yo no dudo, con tormentos,
-como en estas tierras á cada paso se hizo y suele hacer, y descubren
-que está en la tierra de los ciguayos con el rey Mayobanex.
-Vá el Adelantado luego allá, sube las sierras con su
-gente, desciende á un valle grande por donde corre un rio
-caudaloso; halló dos indios espías, el uno se fué y el otro tomaron,
-quiérele dar tormento, confiesa sin él la verdad, y esta<span class="pagenum"><a name="Page_167" id="Page_167">[167]</a></span>
-era, que poco despues de pasado el rio estaba gran multitud
-de gente, ciguayos, en un monte para dar en ellos esperándolos.
-Salieron con gran grita, y esta es, cierto, muy temerosa,
-disparan millares de flechas juntas, que parecia lluvia, pero
-como las tiran de léjos (porque, al ménos en esta isla, no osaban
-de, como cognoscieron el cortar de las espadas y más el
-correr de los caballos, llegarse mucho), ya llegaban cansadas
-y hacian poco fruto; van tras ellos, mayormente los de caballo,
-matan algunos, porque los montes tenian cerca por refugio.
-Desaparecieron aquella noche todos, y los cristianos
-durmieron en aquellos montes. Otro dia, tórnanse á la sierra
-en busca de los indios, llegaron á un pueblo que hallaron
-vacío, prendieron un indio que les dijo que de allí á tres ó cuatro
-leguas estaba el pueblo de Mayobanex, y él allí con gran
-escuadron de ciguayos, para pelear aparejado; llegaron á
-donde estaban. Desde los montes en que estaban, muchos flecharon
-á los cristianos y hirieron á algunos que no les dieron lugar
-á arrodelarse; fueron tras ellos, mataron muchos y asaetearon
-muchos con las ballestas, y con las espadas desbarrigaron
-y cortaron brazos y piernas á hartos, y no fueron pocos los que
-prendieron por esclavos; de los presos envió el Adelantado
-uno que dijese á Mayobanex, que no venia á hacerle guerra
-ni á los suyos, ántes deseaba tener su amistad, y la ternia
-siempre que él quisiese, sino en busca de Guarionex, el cual
-sabia que tenia escondido, y á su persuasion hacia á los
-cristianos guerra, por tanto, que le rogaba y requería que le
-entregase á Guarionex, y que le seria siempre su buen amigo
-y favoresceria siempre en lo que tocase á su reino y gentes
-dél, y si nó, que creyese que lo habia de perseguir á fuego y
-á sangre hasta destruirlo. Bien será, cierto, notar la respuesta
-de Mayobanex; respondió: «decidles á los cristianos,
-que Guarionex es hombre bueno y virtuoso, nunca hizo mal
-á nadie, como es público y notorio, y por eso dignísimo es de
-compasion de ser en sus necesidades y corrimiento ayudado,
-socorrido y defendido; ellos, empero, son malos hombres, tiranos,
-que no vienen sino á usurpar las tierras ajenas, y no<span class="pagenum"><a name="Page_168" id="Page_168">[168]</a></span>
-saben sino derramar la sangre de los que nunca los ofendieron,
-y por eso, decidles que ni quiero su amistad, ni verlos, ni
-oirlos, ántes, en cuanto yo pudiere, con mi gente, favoresciendo
-á Guarionex, tengo de trabajar de destruirlos y echarlos
-desta tierra;» y porque aquesta respuesta deste Rey no piense
-alguno que la finjo de mi casa, verla han los que quisieren,
-en el cap. 6.º de la primera Década por Pedro Mártir, donde
-hace mencion della. ¿Qué mayor humanidad, hospitalidad, y
-clemencia, y compasion de la fortuna adversa ajena, pudo
-ser que aquesta? Cierto, no fué mayor la que el Senado romano
-tuvo con el rey Ptolomeo, que, despojado del reino por
-un su hermano menor, injustamente, viniendo por socorro á
-Roma, disimulado con viles vestidos y con pocos criados suyos,
-como se fué á posar á casa de un pintor, natural de Alejandría,
-sabido por el Senado, enviáronse á excusar de no
-haber enviado un Questor, como era costumbre en Roma, ni
-hecho todo el recibimiento que se debia, no por negligencia
-del Senado haber sido el defecto, sino por no saber con
-tiempo su venida; el cual, venido, mandáronlo aposentar segun
-merecia, y que le vistiesen de reales vestiduras, y cada
-dia se le diese lo que convenia á su sustentacion y de los suyos,
-suntuosa y abundantemente, prometiéndole tambien todo
-el favor y ayuda para recuperar su reino. Este ejemplo cuenta
-Valerio Máximo, lib. V, cap. 4.º, y otro semejante de Tigrano,
-rey de Armenia la mayor, al cual, como Mithridates, rey de
-Ponto, por el gran Pompeyo vencido y echado del reino,
-huyendo, fuese á pedir socorro, no sólo con benignidad señalada
-lo recibió, pero prometióle todo el favor necesario para
-cobrar su reino, y como lo prometió así lo cumplió, que,
-juntado grande ejército, hizo grandes estragos en los romanos
-ejércitos, segun cuenta Tullio en la «Oracion Pompeyana,»
-y Valerio en el libro susocitado, cap. 481, hace tambien
-mencion dello. Ciertamente, para entre aquellas gentes tan
-políticas y delgadas en ingenio, y enseñadas en ciencias y
-doctrinas, no parece mucho de maravillar todo esto, pero en
-estas tan ocultas y tan apartadas acá, desnudas, en cueros,<span class="pagenum"><a name="Page_169" id="Page_169">[169]</a></span>
-sin letras, sin doctrina, bárbaras, aunque no sin suficiente
-policía, hallarse tanto socorro y abrigo, tanta defensa y clemencia
-con tanto su peligro, cosa es de admiracion, y de
-creencia que no carecen de razon y humanidad como cualesquiera
-otros hombres, harto digna.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_170" id="Page_170">[170]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXI.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Tornando á la prosecucion de la guerra, oida por el Adelantado
-la intencion del rey Mayobanex, mandó quemar y
-destruir cuanto hallasen; quemaron los pueblos que allí é por
-los alrededores habia. Fueron adelante; tornó el Adelantado á
-embiar mensajeros á Mayobanex, diciendo que le enviase
-algunas personas de sus mas privados, para tratar de paz,
-porque no queria destruirle su gente y su tierra. Envióle un
-principal y otros dos que le acompañasen, al cual el Adelantado
-habló largo, diciéndole que dijese á su señor Mayobanex
-que ¿por qué queria, por Guarionex, perder á sí é á su gente y
-á su reino, que era locura? no le pedia otra cosa, sino que le
-entregase á Guarionex, que habia incurrido en muchas penas,
-porque no pagaba los tributos que debia á los reyes de
-Castilla, impuestos por el Almirante, su hermano, y, demás
-desto, habíase huido y escondido, y que si se lo entregase
-siempre serian amigos, y que si nó que supiese de cierto que
-lo habia de destruir. Gentil título alegaba el Adelantado, y grandes
-culpas habia Guarionex cometido contra los reyes de Castilla;
-no haberles pagado los tributos que el Almirante le habia
-impuesto, con violencia y tiránicamente, y huirse y esconderse
-por no poder sufrir tan execrables injusticias, teniendo siempre
-justa guerra Guarionex contra él y contra los que con él
-andaban, y contra los reyes de Castilla, si, con su autoridad
-ó ratihabicion el Almirante se los imponia. Pero yo tengo por
-cierto, que si los Reyes advirtieran en ello y supieran con
-cuanto derramamiento de sangre humana, y escándalo de la fe
-y escarnio de la natural justicia, y cuan contra razon de hombres
-se les impusieron, que ni los consintieran, ni quisieran, ni de
-la aprobacion dellos ratihabicion tuvieran. Así que, oidas las<span class="pagenum"><a name="Page_171" id="Page_171">[171]</a></span>
-palabras del mensajero, llamó Mayobanex á su gente; dáles
-parte de la mensajería y sentencia del Adelantado y de los
-cristianos, todos á una voz dicen que les entregue á Guarionex,
-pues por él los cristianos los persiguen y destruyen. Respondió
-Mayobanex, que no era razon entregarlo á sus enemigos,
-pues era bueno y á ninguno jamás hizo daño, y allende
-desto, él lo tenia y habia sido siempre su amigo, y le era en
-mucho cargo, porque á él y á la Reina, su mujer, habia enseñado
-el areyto de la Magua, que es á bailar los bailes de la
-Vega, que era el reino de Guarionex, que no se tenia ni estimaba
-en poco, mayormente habiéndose venido á socorrer dél
-y de su reino, y él haberle prometido defenderlo y guardarlo,
-y por tanto, que por ningun riesgo ni daño que le viniese, no
-lo habia de desmamparar. Llamó luego á Guarionex y comienzan
-ambos á llorar; consuélalo Mayobanex y esfuérzalo
-á no temer á los cristianos, porque él lo defenderá aunque
-sepa perder su Estado con la vida. Mandó poner sus espías y
-gente aparejada en todos los caminos por donde los cristianos
-podian venir, é cualesquiera mensajeros cristianos ó indios,
-no dejasen alguno con la vida. Envió luego el Adelantado
-dos mensajeros indios, uno de los captivos que habian tomado
-en la guerra, natural ciguayo, vasallo de Mayobanex, y otro
-cognoscido suyo de los de la Vega, y súbdito de Guarionex,
-y el Adelantado adelántase, algo tras ellos, con 10 hombres de
-pié y cuatro de caballo; desde á poco rato halla los dos mensajeros
-muertos en el camino. Rescibió dello el Adelantado grande
-enojo y aceleracion de ira contra Mayobanex y determina de
-lo destruir; allega toda la gente, y vá al puelo principal de Mayobanex,
-donde estaba con mucha gente para pelear, segun sus
-pocas ó ningunas armas, y en cueros vivos, con buen denuedo
-dispuesto. Llega el furor de los cristianos cerca, desmampara
-toda la gente á su propio Rey, como los que sabian por esperiencia
-que contra las ballestas y espadas, y ménos contra los
-caballos, no podian prevalecer, sino todos perecer; de que se
-vido sólo Mayobanex con los pocos que le quedaron, que eran
-sus deudos y más allegados, acuerda tambien en las montañas se<span class="pagenum"><a name="Page_172" id="Page_172">[172]</a></span>
-valer. Indignada la gente de los ciguayos contra Guarionex, por
-ser causa de sus corrimientos y miserias, determinan de lo matar
-ó entregarlo á los cristianos, porque cesen sus tribulaciones;
-pero Guarionex tuvo modo sólo de escaparse, metiéndose entre
-peñas comiendo hierbas crudas ó unas raíces que se llaman
-guayaros, llorando su infelicidad y que tan sin causa ni razon
-padecia. En estas entremedias, los cristianos de deleites no
-curaban, quisieran mucho tener sólo caçabí en abundancia,
-padecian mucha hambre y andaban muy trabajados, porque,
-aunque ellos persiguen y fatigan los indios en aquellas estaciones
-andando, Dios, que es juez justo, con sus mismas obras
-dellos los azota y atribula, puesto que les parezca que andan
-de los míseros desnudos triunfando. Padecen grandísimas necesidades
-de sed y hambre por los montes y sierras (que son
-el refugio de los perseguidos y atribulados indios), padecen
-increibles trabajos, los cuales, cierto, son tales y tan duros y
-tan intolerables, que con ningun encarecimiento podrán ser
-significados; y, si como los pasan, por haber dineros y buscar
-con dineros el temporal descanso, y al cabo por llevar el camino
-del infierno, desembarazado, los padeciesen por conseguir
-el fin por el cual les fué lícito, y no para otro, entrar en
-estas partes, que no es otro sino traer á Cristo estas gentes,
-verdaderamente iguales se harian de verdaderos mártires. Así
-que, como anduviesen ya estos, que en esta caza y muertes de
-hombres andaban, cansados, hambrientos, y por tres meses
-muy fatigados, importunaban al Adelantado, que pues los
-indios iban ya desbaratados, que les diese licencia para irse
-á la Vega los que allí moraban, á descansar algun poco á sus
-casas; dióles licencia, y quedóse con 30 hombres, con los
-cuales andaba de pueblo en pueblo y de monte en monte buscando
-á ambos á dos señores, Mayobanex y Guarionex, y, entretanto
-que no los hallaban, matando y captivando todas las
-gentes que encontraban. El Adelantado traia indios hartos que
-le llevaban sus cargas y buscaban de comer, cazando de las
-hutias, que dijimos que eran los conejos desta isla, y los demas
-cristianos tambien traian los indios que podian, donde<span class="pagenum"><a name="Page_173" id="Page_173">[173]</a></span>
-quiera que llegaban, por fuerza ó por grado haber, y si hallaban
-un perro de los de Castilla, inviaban á cazar miéntras
-ellos andaban hombres cazando; y acaso, ciertos destos cazadores
-topan con dos espías, y, sino eran espías, dos hombres
-que enviaba Mayobanex por pan y comida á algun lugar de
-sus vasallos, y estos tomáronlos. Tráenlos al Adelantado, amenázalos
-con tormentos, y quizá dáselos, lo que ha sido siempre
-en estas partes muy usado, porque los indios comunmente
-son tan obedientes á sus señores, y guárdanles tanto secreto
-de lo que les mandan, mayormente que no descubran donde
-están, que padecen y sufren grandes tormentos, ántes que
-confiesen algo de lo que les mandan callar, y muchos consienten
-que por ello los hagan pedazos; finalmente, á poder de
-tormentos ó de amenazas, confiesan que saben donde su señor
-Mayobanex está. Ofrécense á ir á traerlo preso 12 cristianos;
-desnúdanse en cueros, y úntanse con tinta ó tizne negra,
-y parte de colorado, que es una fruta de árboles que bixa se
-llama, como arriba se ha tocado, de la manera que andan los
-indios cuando se ocupan en guerras y ahuyentados. Tomaron
-sus guías con buen recaudo, llegaron á donde Mayobanex, con
-sola su mujer é hijos y poca familia, estaba bien descuidado;
-echan mano á sus espadas que llevaban envueltas en unas
-hojas de palmas que llamaban yaguas, que llevaban en los
-hombros como que llevasen á cuestas cargas, segun los indios
-las llevaban. Mayobanex, espantado, déjase prender por no
-verse á sí mismo ó á su mujer y hijos hacerse pedazos; llévanlos
-todos al Adelantado atraillados Rey é Reina é Infantes;
-huélgase de la presa más que puede ser relatado. Viénense á
-la Concepcion con ellos, y echan en grillos y cadenas al Rey
-é señor que por dar socorro é defensa y favor (segun que por
-la ley natural y la virtud, y la piedad tambien, que debia á su
-patria, era obligado), á otro Rey su vecino en suprema miseria
-y calamidad puesto, inhumanamente contra toda razon y
-justicia, por lo que habia de ser loado de moros y judíos, y
-gentiles y de bárbaros, y mucho más de los cristianos, era tan
-mal tractado, de su reino y señorío y libertad, con impiedad<span class="pagenum"><a name="Page_174" id="Page_174">[174]</a></span>
-cruel, despojado. Andaba en estos corrimientos, trabajos, y
-persecucion, con Mayobanex y con su mujer é hijos, una su
-prima, ó hermana, que la habia dado por mujer á otro señor,
-su vecino, de cierta parte de aquella provincia de los ciguayos;
-díjose que era la más hermosa mujer de cuantas en esta isla
-se habian visto, aunque en ella hobo muchas de hermosura
-señalada; esta fué presa cuando Mayobanex y su casa, su marido
-della vivia por los montes, llorando y gimiendo noches y
-dias, que ningun remedio de su angustia ni consuelo en cosa
-ninguna hallaba. Determina de irse á la Vega y ponerse en
-las manos del Adelantado, rogándole y suplicándole, con lágrimas
-y tristísimo semblante, que le diese su mujer, y que
-él y toda su gente y casa le servirian como esclavos. Dióle
-libremente su mujer y algunos principales, que le trajeron
-presos al Adelantado. Comenzó luego á ser agradecido, y, de
-su propia voluntad, trae 4 ó 5.000 hombres, sin armas, sino
-solamente con sus coas, que son unos palos tostados que usan
-por azadas, y pide al Adelantado, que dónde quiere que le
-haga una gran labranza de pan. Señalándole el lugar, hinche
-de labranza un gran campo, que en quince ó veinte dias
-que pudo estar, le pudieron hacer tanta labranza de pan, que
-valiese entónces 30.000 castellanos. Sabido por la provincia
-de los ciguayos que se habia restituido la señora, mujer
-de aquel señor, que en toda la tierra era tan nombrada y tan
-estimada, parecia á todos los señores y principales de toda la
-tierra, que tambien alcanzarian libertad á su Rey é señor
-Mayobanex. Acuerdan de venir gran número dellos, y traen
-sus presentillos de pan, y hutias, y pescado, todo asado,
-porque no tenian otras riquezas, y porque nunca los indios
-jamás vienen á los cristianos, mayormente cuando han de pedir
-algo, vacías las manos; llegados, ruegan, suplican, importunan
-que su señor Mayobanex sea de las prisiones librado,
-y que siempre serán obedientes, y servirán al Adelantado y
-á los cristianos. Soltó el Adelantado á la Reina y á todos los
-presos de su casa, hijos y deudos y criados, pero, en que se
-soltase su Rey é señor de las prisiones, ninguna cosa los ruegos<span class="pagenum"><a name="Page_175" id="Page_175">[175]</a></span>
-y lágrimas aprovecharon. Desde á pocos dias, como el rey
-Guarionex entre las peñas y cavernas de la tierra habitaba, y
-no pudiese sufrir más la triste vida que vivia, ni disimular,
-mayormente la hambre, salió á buscar de comer, donde no
-pudo sino mostrarse á alguno. Como venian cada dia gentes
-de los ciguayos á visitar al Rey, su señor, Mayobanex á la fortaleza
-de la Vega ó de la Concepcion, y traerle de comer, no
-faltó quien diese aviso al Adelantado que Guarionex estaba en
-tal parte. Envia cierta cuadrilla de españoles, y indios algunos,
-á buscarle; no con mucha dificultad le hallan, y preso á buen
-recaudo le traen. Métenlo en la fortaleza de la Concepcion,
-apartado de Mayobanex, y tiénenlo allí, de hierros, cadenas
-y grillos, y de grandes angustias, cargado, el que la mayor y
-mejor parte de toda esta grande isla señoreaba, sin culpa, y
-sin razon y justicia, en los lugares y tierras de su jurisdiccion,
-sobre otras mil y diez mil vejaciones, agravios y daños
-que desque los cristianos en esta isla entraron habia sufrido
-y pasado; y así, en aquel argástulo y cárcel estrechísima y
-amarga vida, lo tuvieron tres años, hasta que el año de 502
-lo enviaron á Castilla en hierros, y fueron causa que en la
-mar pereciese, muriendo ahogado, segun que, placiendo á
-Nuestro Señor, en el libro siguiente será relatado. Del otro
-buen Rey é piadoso Mayobanex no advertí en preguntar, cuando
-pudiera y tractábamos de ambos, en qué habia parado,
-creo que murió en la cárcel; habria dos años que habia su
-prision y miseria acaecido, cuando yo á esta isla llegué.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_176" id="Page_176">[176]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Estas cosas se hacian en tanto quel Almirante negociaba en
-Castilla su despacho para venirse, y fueron semilla de donde nació
-su caida, como parecerá; y parece que Dios las permitia (salvos
-sus secretos y rectos juicios), por afligir al Almirante y á sus
-hermanos, por la injusticia, injurias, daños y crueldad que en
-las guerras con estas inocentes gentes habian cometido, y, despues
-dellas, en les imponer los tributos que no debian, y para
-obviar tambien, que, en lo porvenir, más no le ofendiesen, y
-la total consumacion dellas, que otros hicieron, á él ni á ellos
-no se imputase, usando de misericordia con él y con ellos.
-Porque, segun el ánsia que tenia el Almirante de que hobiesen
-provecho los Reyes, para que los gastos que habian hecho
-recompensasen, y los que hacian no los sintiesen, (de donde
-procedia gran disfavor y abatimiento y cuasi aniquilacion de
-la negociacion destas Indias, tomando dello los émulos del
-Almirante, á quien nunca él habia ofendido, ocasion para
-abatirlo, diciendo á los Reyes que era todo burla cuanto de
-las riquezas y oro destas Indias afirmaba y ofrecia, pues no
-hacian sino gastar en los sueldos de la gente que acá enviaban,
-y mantenimientos que proveian, y no sacaban provecho alguno
-de todo ello, de donde temia que los Reyes alzasen
-las manos del negocio, y así, sus grandes trabajos, y angustias,
-y malas noches, y peores dias que en los descubrimientos
-destas partes habia padecido, pereciesen, y él
-quedase ó cayese, del estado á que Dios le habia subido,
-en perpétua pobreza y sin abrigo), tengo por cierto,
-que, si no le fuera impedido con la gran adversidad que al
-cabo le vino, con hacer injusta y tiránicamente destas gentes
-esclavos, y sacarlos y pagar con ellos la gente que acá venia,<span class="pagenum"><a name="Page_177" id="Page_177">[177]</a></span>
-y enviar dellos dineros á los Reyes, ó al ménos suplir los
-gastos que los Reyes hacian, él acabará en muy poco tiempo
-de consumir toda la gente desta isla, porque tenia determinado
-de cargar los navíos que viniesen de Castilla de esclavos,
-y enviarlos á vender á las islas de Canarias y de los Azores,
-y á las de Cabo Verde, y á donde quiera que bien se vendiesen;
-y sobre esta mercadería fundaba principalmente los
-aprovechamientos para suplir los dichos gastos y excusar á
-los Reyes de costa, como en principal grangería. Y en este error
-y ceguedad caia por ignorancia, como arriba creo que he dicho,
-no excusable, haciendo quizá cuenta que la gente destas
-tierras, por ser solamente infieles, eran de derecho más nuestras
-que las de Berbería, como, ni áun aquellas, si en paz
-con nosotros viviesen, tratarlas como á estas, haciéndoles
-guerra y captivándolas, no chica sino grande ofensa de Dios,
-ciertamente, sería. Pero pues ignoraban tan escura y perniciosamente
-aquesta injusticia los que los Reyes por ojos y
-lumbre tenian, que el Almirante la ignorase, que no era letrado,
-cierto, no era gran maravilla, puesto que, pues ninguno
-experimentó primero la bondad, mansedumbre, y humildad,
-y simplicidad y virtud destas gentes, ni la publicó á los Reyes,
-ni al Papa, ni al mundo, sino él, juzgado sólo por la razon
-natural y por sí mismo, segun las obras que al principio recibió
-dellas, y las que él despues, primero que otro, les hizo,
-él mismo y á sí mismo de gran culpa convencería; y verdaderamente,
-yo creo, segun que tambien arriba pienso que he
-dicho, que la intincion del Almirante, simplemente considerada,
-sin aplicarla á la obra, sino supuesto su error é ignorancia
-del derecho, que era rectísima. Y cosa es de maravillar,
-y, si fuera otra materia que no requiriera lloro, de reir, que
-escribia á su hermano sobrecargar los navíos de esclavos, y,
-para con la parte que habia de caber á los Reyes, decia estas
-palabras: «En esto y en todo es de tener muy justa cuenta, sin
-tomar á Sus Altezas nada, ni á otra persona, y mirar en todo el
-cargo de la conciencia, porque no hay otro bien salvo servir á
-Dios, que todas las cosas deste mundo son nada, y el otro es<span class="pagenum"><a name="Page_178" id="Page_178">[178]</a></span>
-para siempre.» Estas son sus formales palabras en la carta
-que escribió al Adelantado en los dos susodichos navíos,
-y yo la vide, y de su misma letra y mano firmada; y no
-hacia cuenta, ni tenia por deservicio de Dios ni tomar á
-persona nada, hacer tantos inocentes esclavos, y que para
-tener por principal grangería y enviar los navíos llenos de
-esclavos, no sintiese que habia de tener con los tristes indios
-continuas guerras, ó tomarlos seguros de sus pueblos (como
-despues sucedió en muchas destas partes), para hinchir
-los navíos de esclavos. Y, para que se vea cuanto fundada
-estaba esta grangería en esta isla, de hacer esclavos, digo
-lo que ví é oí por mis mismos ojos y oidos: que el dia que
-yo llegué á esta isla con otros que veniamos, y echamos anclas
-en este puerto de Sancto Domingo, ántes que hombre
-de nosotros saltase en tierra, llegáronse á la playa algunos
-de los aquí vecinos, y los de la nao, algunos que habian estado
-acá, preguntando á los que cognoscian, á voz alta, «enhorabuena
-esteis;» responden los de tierra, «enhorabuena
-vengais;» los de la nao, «¿qué nuevas, qué nuevas hay en la
-tierra?» responden, «buenas, buenas, que hay mucho oro, que
-se cogió un grano de tantas libras, y que hay guerra con los
-indios porque habrá hartos esclavos, etc.» De las cuales nuevas
-hobo en la nao harta alegría y regocijo, porque veniamos
-á buen tiempo. Por aquí se verá la ceguedad que se habia,
-en todos los que aquí estaban, entablado, habiendo su orígen
-de la del Almirante. Y es verdad que, cognosciendo lo que
-cognoscí é noticia que tuve, fuera desta materia, de la bondad
-del Almirante y de su intincion, que parecia todas las
-cosas referirlas y encaminarlas á Dios, á mi me hace grandísima
-lástima verle, en esto, de la verdad y de la justicia tan
-remoto y desviado. Toda esta digresion he hecho aquí para
-mostrar, como tambien, si place á Dios, diré ó tocaré adelante,
-que no por lo que algunos pensaban, que era por el mal tratamiento
-de los españoles y otros defectos y culpas que le
-imponian y levantaban maliciosamente, los Reyes le desfavorecieron
-y quitaron el cargo y administracion de la justicia,<span class="pagenum"><a name="Page_179" id="Page_179">[179]</a></span>
-que tan digna, agradecida y remuneratoriamente le habian
-concedido, y él, tan justamente y con tanta industria, sudores
-y laboriosísimos y ciertos peligros é incomparables trabajos
-habia merecido y ganado, sino que de lo alto le vino el castigo,
-divinalmente ordenado, por las injusticias susodichas,
-guerras primeras, y muertes, y captiverios sin causa ni razon
-alguna, ántes contra toda razon y ley natural, é imposicion
-de tributos indebidos que hizo y cometió, y fué causa que
-otros hiciesen, contra éstas y en éstas é inocentes naciones,
-que á él ni á otro del mundo nada debian, ántes él á ellos
-debia gran deuda, por el muy señalado recibimiento y hospedaje
-que le hicieron en el puerto de la Navidad, cuando se
-le perdió la nao, y Guacanagarí, el Rey de aquel reino, tanto
-lo remedió y consoló, como el mismo Almirante, arriba en el
-cap. 59, lo ha bien confesado y encarecido, pudiéndole, á él
-y á todos los cristianos que con él venian, hacer pedazos, sin
-que hombre del mundo supiera dellos, le quiso Dios, que es
-justo juez, afligir y derrocar en esta vida, y á sus hermanos,
-y áun á su casa y sucesores en ella, hasta la segunda, al ménos,
-generacion (de que somos testigos y adelante se verá, y
-tengo por cierto que ha de llegar á la cuarta), y quitarle la
-posibilidad de hacer más daños que, cierto, hiciera y es manifiesto,
-por lo que está dicho, con su buena intencion. Y es
-buena señal que Dios le quiso para sí en la otra vida, pues
-en esta le corrigió, y placerá á nuestro Señor, que es en todo
-bueno y piadoso para con los hombres, que acabado de lastar
-y purgar los sucesores del Almirante, por algunas generaciones,
-lo que les cupiere de las culpas pasadas, segun la medida
-del divino beneplácito, su casa será crecida y prosperada en
-suma futura sucesion; porque tan ilustre y preclara hazaña,
-que la Divina providencia quiso efectuar por él, parece ser
-cosa creible que su memoria no la ha de consentir perder.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_180" id="Page_180">[180]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Tornando, pues, al hilo de la historia, contado lo que en
-esta isla sucedió, absente y en Castilla el Almirante, tornemos
-á coser lo que se hizo en su despacho, con lo que arriba en el
-cap. 112 dejamos. Dijimos allí como para el despacho del
-Almirante le mandaron librar los Reyes seis cuentos, para ocho
-navíos que habia pedido que pudiese traer llenos de bastimentos,
-y con 300 hombres y 30 mujeres, que acordaron los Reyes
-que siempre habitasen en esta isla y ganasen sueldo de
-los Reyes, á 600 maravedís cada mes, y 12 maravedís cada dia
-para su comida, y cada mes tambien una hanega de trigo,
-como arriba se dijo; puesto que no trajo deste viaje todos
-300, considerando que algunos de los que acá estaban querrian
-por entónces quedar. Para todos los más de 300 traia mandado
-que los dejase irse á Castilla, si irse quisiesen, pagándoles
-los sueldos del tiempo que acá habian estado, y si quisiesen
-quedar más de los 300, se quedasen, pero que sueldo no ganasen,
-sino que trabajasen en la tierra de granjear y ayudarse
-de su industria y trabajo, pues la isla era tan fértil, y, de grangerías
-y muchos bienes y riquezas de oro y metales, capaz. Los
-cuatro cuentos, destos seis, eran para emplearlos en bastimentos,
-y los dos para pagar la gente (porque á los que venian
-en los navios, pagaron los seis meses), y lo que desto sobrase,
-para pagar á los que acá estaban que se hobiesen de ir á Castilla.
-Librados estos cuentos, aunque no cobrados, llegaron los
-tres navíos, que en el cap. 111 dijimos que halló el Almirante
-en la bahía de Cáliz, para acá, donde vino por piloto y Capitan
-Peralonso Niño, y en el cap. 113, que el Adelantado los
-habia hinchido de indios por esclavos; estos navíos llegaron
-de vuelta en Cáliz á 29 de Octubre de aquel año de 1496<span class="pagenum"><a name="Page_181" id="Page_181">[181]</a></span>
-años. Escribió luego, á priesa, el dicho Peralonso Niño á los Reyes
-y al Almirante, pidiendo albricias porque traia cantidad
-de oro, y debia llamar oro á los muchos indios que traia
-por esclavos, como quien dijera, oro es lo que oro vale; hizo
-dos grandes faltas y liviandades, indiscretamente, como marinero,
-y no como hombre criado en la corte ó en palacio; el
-uno, que se fué luego á la villa de Moguer á holgar á su casa,
-guardando siempre consigo las cartas que traia del Adelantado,
-y no llegó á la corte hasta fin de Deciembre, que estaban
-los Reyes ya enhadados de esperarlas, y el Almirante como de
-una escarpia colgado, porque no sabian cosa de lo que acá
-habia ó pasaba; el otro fué, hacer grandes asonadas que traia
-cantidad de oro, y despues hallóse que no traia cuasi nada. No
-sirvió su escribir pidiendo albricias sino de que, como el rey
-de Francia tomó aquellos dias una villa, creo que de Salses,
-del Condado, pienso, de Ruisellon, y tuvieron los Reyes necesidad
-de proveer gente de nuevo para fortalecer á Perpiñan,
-y no tenian dineros para ello, dijeron los Reyes al Almirante,
-que, «pues el piloto Peralonso traia oro en cantidad, dello se
-suplirá lo que os estaba librado, y más.» Tómanse los seis cuentos
-y gástanse para Perpiñan; llega el piloto, dá las cartas,
-y parece su liviandad. Hobieron harto enojo los Reyes, no tanto
-por no traer oro, cuanto por haber detenido tantos dias las
-cartas, segun escribió el Adelantado, en los dos navíos que arriba,
-cap. 119, se dijeron, al Almirante; y, á lo que yo conjeturo,
-hobieron, no alegría, sino aumento de su enojo por
-saber que traian tantos indios por esclavos, como en el libro
-II, placiendo á Dios, por buenos argumentos se cognoscerá.
-Pero el enojo y pena que el Almirante rescibió de la burla y
-vanidad del piloto, por no salir lo que habia escrito, de traer
-cantidad de oro, verdad, bien creo que fué mayor, que aguó
-y enturbió el placer que pensó recibir, ó recibió de haber enviado
-el Adelantado, su hermano, los navíos llenos de esclavos.
-Aquí dió otro vaiven la negociacion indiana, y sobrevinieron
-no chicos disfavores, de ser burla las cosas destas partes,
-como los émulos y no émulos estimaban ó murmuraban, al<span class="pagenum"><a name="Page_182" id="Page_182">[182]</a></span>
-Almirante; y así lo escribió el Almirante á su hermano, el
-Adelantado, que este negocio de las Indias estaba en tanta
-infamia que era maravilla. ¿Como le habia de dar Dios favor
-ni alegría con la venida de los tres navíos, viniendo como venian
-llenos de inocentes hechos esclavos, que tantos moririan
-por la mar, sin fé y sin sacramentos, y que tantos, despues
-de llegados allá, sin cognoscimiento de su Criador, morian
-ántes que supiesen entender nuestra lengua, ni cosa hablar,
-como es cierto morir los más luego, por ser gente tan delicada?
-Tornó el Almirante á procurar los cuentos gastados
-para Perpiñan, con grandes angustias y trabajos y amarguras,
-tanto, que dijo que le habian hecho aborrecer la vida. A
-cabo de mucho tiempo, por las grandes necesidades que los
-Reyes tenian, dieron saca de trigo para Génova, y, con venderla,
-se pudieron juntar dos cuentos y ochocientos mil maravedís;
-faltaba lo demás para los cuatro cuentos que se habian
-de emplear en los bastimentos de las ocho naos ó navíos que
-habia de aparejar y llevar cargados; faltaban tambien los dineros,
-que se habian de dar, de los sueldos y fletamentos de
-los navíos y soldadas de marineros. Parecióme poner aquí las
-palabras que escribe cerca desto á su hermano: «Sabe nuestro
-Señor cuantas angustias por ello he pasado, por saber como
-estaríades; así que, estos inconvenientes, bien que yo los diga,
-prolijos, con péndola, muchos más fueron en ser, atanto que
-me hicieron aborrir la vida por la gran fatiga que yo sabia en
-que estaríades; en la cual me debeis de contar con vos juntamente,
-porque, cierto, bien que yo estuviese acá absente,
-allá tenia y tengo el ánima presente, sin pensar en otra cosa
-alguna, de contino, como nuestro Señor dello es testigo, ni
-creo que vos pongais ni vuestra ánima duda en ello, porque,
-allende la sangre y grande amor, el efecto del caso y la
-calidad del peligro y trabajo, en tan longincuas partes, amonesta
-y constrinje más el espíritu y sentido á doler cualquier
-fatiga que allá se pueda imaginar, que nó si fuese
-en otra parte. Aprovecharia mucho á esto si este sufrimiento
-se sufriese por cosa que redundase al servicio de<span class="pagenum"><a name="Page_183" id="Page_183">[183]</a></span>
-nuestro Señor, por el cual deberíamos trabajar con alegre
-ánimo; ni desayudaría á pensar que ninguna cosa grande se
-puede llegar á efecto salvo con pena, y asimismo consuela á
-creer que todo aquello que se alcanza trabajosamente se posée
-y cuenta con mayor dulzura. Mucho habria que decir en esta
-causa, mas porque de vos no es la primera que hayais pasado
-ni yo visto, dejaré para hablar en ello más despacio y de palabra,
-etc.» Esto escribió el Almirante á su hermano. Ciertamente
-son de notar estas palabras, y, sobre todo, como todas
-sus cosas ponia en Dios; y, allende desto, podemos notar que
-nunca hombre, en muchos tiempos pasados, tanto trabajo padeció
-ni bebió tantas amarguras por hacer grande hazaña y
-obras heróicas, que ménos con dulzura ni con más amargura
-sus trabajos y sudores contase, ni pudiese contar, sino el Almirante.
-Del poseer lo que habia ganado con aquellos trabajos,
-cuan poco y momentáneo fué el tiempo desde que lo comenzó
-á gozar hasta que se lo quitaron, y aquello con cuantas
-zozobras y vida tan amarga y atribulada, por lo que está
-dicho y por lo que se dirá, se podrá bien adevinar. Finalmente,
-lo más que pudo trabajó, con los dineros primeros que
-le libraron, de hacer aparejar las dos carabelas, que arriba
-dijimos, que llevó Pero Hernandez Coronel con los 90 hombres,
-cargadas de bastimentos, y que llegaron á buen tiempo,
-cuando bien hobo menester el favor que llevaban el Adelantado,
-que Francisco Roldan determinaba en la fortaleza de la
-Concepcion cercarlo; y estas despachadas, dió priesa en lo
-demas que restaba para su despacho, que consistia en aparejar
-los seis navíos que quedaban.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_184" id="Page_184">[184]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXIV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Los católicos Reyes, como muy agradecidos y virtuosísimos
-Príncipes, cognosciendo el gran servicio que habian del
-Almirante recibido, y vistos y considerados sus grandes trabajos
-y el poco provecho que habia hasta entónces habido,
-hiciéronle nuevas mercedes en todo aquello que él les suplicó,
-y áun otras que él no habia pedido, allende que le confirmaron
-de nuevo las viejas que le habian hecho, y todos sus privilegios
-al principio concedidos; y, lo primero, confirmáronle
-todos los capítulos y mercedes del contrato que hizo con los
-Reyes, ántes que viniese á descubrir, y todos los títulos y
-preeminencias que en Sancta Fé le concedieron, y despues,
-desde á pocos dias, se las ratificaron, entrados en la ciudad
-de Granada, y confirmaron en la ciudad de Barcelona, segun
-que en los capítulos 33 y 80 largamente pusimos; todo lo
-cual, agora de nuevo, en una Patente real referido y supuesto,
-los Reyes dicen así:</p>
-
-<p>«E agora, por cuanto vos el dicho D. Cristóbal Colon,
-nuestro Almirante del mar Océano é nuestro Visorey é Gobernador
-de la tierra firme é islas, nos suplicastes y pedistes por
-merced que, porque mejor é mas cumplidamente vos fuese
-guardada la dicha Carta de merced á vos é á vuestros hijos
-é descendientes, que vos la confirmásemos é aprobásemos é
-vos mandásemos dar nuestra Carta de privilegio della, ó como
-la nuestra merced fuese, é Nos, acatando lo susodicho é los
-muchos é buenos, é leales é grandes é continuos servicios
-que vos, el dicho D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante é Visorey
-é Gobernador de las islas é tierra firme descubiertas é
-por descubrir en el mar Océano, en la parte de las Indias, nos
-habedes hecho y esperamos que nos fareis, especialmente en<span class="pagenum"><a name="Page_185" id="Page_185">[185]</a></span>
-descubrir é traer á nuestro poder é so nuestro servicio las
-dichas islas é tierra firme, mayormente porque esperamos
-que, con ayuda de Dios, nuestro Señor, redundará en mucho
-servicio suyo, é honra nuestra, é pro, é utilidad de nuestros
-reinos, porque esperamos que los pobladores indios de las
-dichas Indias, se convertirán á nuestra sancta fe católica, tuvímoslo
-por bien, é por esta nuestra Carta de privilegio, ó por
-el dicho su treslado signado, como dicho es, de nuestro propio
-motivo é cierta sciencia é poderio real absoluto, de que
-en esta parte queremos usar, é usamos, é confirmamos, é
-aprobamos para agora é para siempre jamás, á vos el dicho
-D. Cristóbal Colon é á los dichos vuestros fijos é nietos é descendientes
-de vos é de los vuestros herederos, la sobredicha
-Carta nuestra Carta, suso encorporada, é la merced en ella
-contenida. É queremos é mandamos, y es nuestra merced é
-voluntad, que vos vala y sea guardada á vos é á los dichos
-vuestros fijos é descendientes, agora é de aquí adelante, inviolablemente
-para agora y para siempre jamás, é por todo
-bien é cumplidamente, segun é por la forma é manera que
-en ella se contiene. Y, si necesario es, agora de nuevo vos
-facemos la dicha merced, é defendemos firmemente que ninguno
-ni algunas personas no sean osadas de vos ir ni venir
-contra ella, ni contra parte della, por vos la quebrantar ni
-menguar, por tiempo alguno, ni por alguna manera, sobre
-lo cual mandamos al príncipe D. Juan, nuestro muy caro y
-muy amado hijo, é á los Infantes, Duques, Prelados, Marqueses,
-Condes, Ricos-homes, Maestres de las Órdenes, Priores,
-Comendadores, é Socomendadores, é á los de nuestro Consejo,
-Oidores de la nuestra Audiencia, Alguaciles é á otras Justicias
-cualesquiera de la nuestra casa é corte é Chancellería, é Alcaides
-de los castillos de casas fuertes é llanas, é todos los Concejos
-é Asistentes, é Corregidores, Alcaldes, Alguaciles, Merinos,
-Prebostes é otras Justicias de todas las ciudades, villas é lugares
-de los nuestros reinos é señoríos, é á cada uno dellos,
-que vos guarden é fagan guardar esta dicha nuestra Carta de
-priviligio é confirmacion, é la Carta de merced en ella contenida,<span class="pagenum"><a name="Page_186" id="Page_186">[186]</a></span>
-é contra el tenor é forma de ella non vos vayan ni pasen,
-ni consientan ir ni pasar, en tiempo alguno, ni por alguna
-manera, so las penas, etc. Dada en la ciudad de Búrgos á
-veintitres dias del mes de Abril, año de mil y cuatrocientos y
-noventa y siete años.&mdash;Yo el Rey.&mdash;Yo la Reina.&mdash;Yo Fernandalvarez
-de Toledo, Secretario del Rey é de la Reina, nuestros
-señores, lo hice escribir por su mandado, etc.»</p>
-
-<p>Y porque el Almirante se agravió de haber dado los Reyes
-licencia general para venir á descubrir los que quisiesen á
-estas Indias (la cual licencia parece arriba en el cap. 107),
-alegando el Almirante haber sido dada en perjuicio de las
-mercedes que le habian sido hechas y privilegios sobre ellas
-concedidos, y los Reyes, como cristianísimos y agradecidos á
-tan señalados servicios, no entendian ni querian perjudicarle
-ni substraerle cosa de las concedidas, ántes confirmárselas,
-como ha parecido, por ende sobre esta razon, hecha relacion
-de <i>verbo ad verbum</i> de la dicha licencia, dieron la presente
-Carta, y dice así:</p>
-
-<p>«La cual dicha nuestra Carta y provision, y lo en ella contenido,
-el dicho Almirante D. Cristóbal Colon dice, que fué
-dada en perjuicio de las dichas mercedes que de Nos tiene, é
-de las facultades que por ellas les dimos, é nos suplicó é pidió
-por merced que cerca dello mandásemos proveer de remedio
-como la nuestra merced fuese. É porque nuestra intincion
-é voluntad no fué ni es en perjudicar en cosa alguna al
-dicho D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante del mar Océano,
-ni ir, ni en que se vaya, ni pase contra los dichos asientos é privilegios
-é mercedes que le hicimos, ántes, por los servicios que
-nos ha fecho, le entendemos de facer más mercedes, por esta
-nuestra Carta, si necesario es, confirmamos é aprobamos los
-dichos asientos é privilegios, é mercedes por Nos al dicho Almirante
-fechas, é es nuestra merced é mandamos que en todo
-y por todo le sean guardadas y cumplidas segun en ellas se contienen.
-É defendemos firmemente que alguna ni algunas personas
-no sean osadas de ir ni pasar contra ellas ni contra parte
-dellas, en tiempo alguno, ni por alguna manera, so las penas<span class="pagenum"><a name="Page_187" id="Page_187">[187]</a></span>
-en ellas contenidas. É si el tenor é forma della parte dello en
-algo perjudica la dicha provision que así mandamos dar, que
-de suso vá encorporada, por el presente la revocamos é queremos
-é mandamos que no haya fuerza ni efecto alguno en tiempo
-alguno, ni por alguna manera, en cuanto es en perjuicio del
-dicho Almirante é de lo que así tenemos otorgado é confirmado.
-De lo cual mandamos dar la presente, firmada de nuestros
-nombres é sellada con nuestro sello. Dada en la villa de
-Medina del Campo á dos dias del mes de Junio de mil cuatrocientos
-noventa y siete años.&mdash;Yo el Rey.&mdash;Yo la Reina.&mdash;Yo
-Fernandalvarez de Toledo, etc.»</p>
-
-<p>Por esta provision como ha parecido, confirmaron los Reyes
-los privilegios y mercedes y asiento que hicieron con él y al
-mismo Almirante; y así son cinco veces las que, con la primera,
-cuando se hizo y celebró el dicho asiento y capitulacion
-los Reyes las ratificaron y confirmaron; la una, en la
-villa de Sancta Fé; la segunda, dentro en la ciudad de Granada;
-la tercera, en la ciudad de Barcelona; la cuarta, en la
-ciudad de Búrgos; la quinta, en la villa de Medina del Campo,
-sin otras muchas por cédulas y cartas que le enviaban, certificándole
-que las mercedes hechas se le habian de guardar y
-con otras acrecentárselas. La primera y segunda fueron en el
-año de 1492; la tercera en el año de 1493; la cuarta y la
-quinta en el de 1497, como está visto en los capítulos precedentes.
-Hiciéronle merced los Reyes, de nuevo, sin las concedidas
-al tiempo de la capitulacion y primero asiento, de 50
-leguas de tierra en esta isla Española, del leste al gueste,
-que quiere decir de Levante hácia el Poniente; y de
-25 del Ártico al Antártico, que es del Norte al Sur, ó Setentrion
-al Meridion ó Mediodia, con acrecentamiento de título,
-Duque ó Marqués y esto era grande y señalada merced. Y
-fuera mayor, los tiempos andando, porque tuviera dueño
-aquella tierra, y pudiera crecer y ser poblada de españoles,
-y lo estuviera ya y fuera riquísima, y esto, supuesto que
-los indios se hobieran de acabar como se acabaron; cuanto
-más, que si fuera suya propia y no hobiera de acudir á dar<span class="pagenum"><a name="Page_188" id="Page_188">[188]</a></span>
-cuenta á los Reyes, y á darse prisa en suplir los gastos
-que hacian y darles provechos, que fué causa, como arriba
-es dicho, de usar mal della, imponiéndoles los tributos injustos
-é intempestivos, él la curara mejor y temiera que los indios,
-sus naturales vecinos y pobladores, haciéndoles guerra
-y captivándolos por esclavos, perecieran y menoscabaran.
-Dije «tuvieran dueño», porque nunca las Indias jamás lo tuvieron,
-como parecerá adelante. Dije «suya propia», entendiendo
-con esta condicion, si los Reyes la pudieran dar al Almirante
-por suya propia, pero no podian, porque era ajena, conviene
-á saber, de los indios vecinos y moradores naturales dellas y
-de los Reyes naturales suyos que en ellas reinaban; las cuales,
-ni los Reyes ni el Papa que les dió poder para entrar en
-ellas (lo cual con toda reverencia quiero que sea dicho), no
-los pudieron despojar de sus señoríos públicos y particulares,
-estados y libertad, porque no eran moros ó turcos que tuviesen
-nuestras tierras usurpadas, ó trabajasen de destruir la religion
-cristiana, ó con guerras injustas nos fatigasen é infestasen;
-y la ceguedad de aqueste error hizo al Almirante mucho
-mal, y á otros muchos que despues dél se han querido
-cegar, pero mucho mayor á estas naciones desventuradas,
-que por el susodicho error las han venido á estirpar. Suplicó
-el Almirante á Sus Altezas, que aquesta merced que le hacian
-de las 50 leguas no se la mandasen aceptar, no porque hobiese
-salido del dicho error y temiese tomar lo ajeno, sino
-por evitar pendencias con los oficiales del Rey, las cuales
-sentia bien que no le habian de faltar, levantándole que poblaba
-mejor su tierra y 50 leguas que no la del Rey, ó que
-habia escogido la mejor; y en esto tenia, ciertamente, razon,
-porque, principalmente oficiales del Rey, le perseguian siempre
-con harta falta de justicia, y le quitaron su estado, y á
-su primer heredero despues dél, como yo sé harta parte, y
-así dice él: «Supliqué á Sus Altezas que no me las mandasen
-tomar, por evitar escándalo de maldecir y por no perder el
-resto, porque, por poco que en ellas se poblase, siempre dirian
-las malas lenguas que yo poblaba el mio y dejaba el<span class="pagenum"><a name="Page_189" id="Page_189">[189]</a></span>
-suyo, y asimismo que habia tomado del mejor, por lo cual,
-nacerian enojos que redundarian á mi daño, que pues Sus
-Altezas me tienen hecha merced del diezmo y ochavo del
-mueble de todas las Indias, que no queria yo más.» Estas
-son sus palabras, y no muy polidas en nuestro romance, pero,
-cierto, no por eso dignas de despreciar.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_190" id="Page_190">[190]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p class="pch">Este capítulo prosigue las mercedes que los Reyes le hicieron este año de 1497.</p>
-
-<p>Hiciéronle los Reyes otra merced, que, porque habiéndose
-ocupado el Almirante hasta aquí en descubrir tierra por tierra
-y por mar, como el descubrimiento de Cuba y Jamáica, y en
-esta isla Española, por tierra, las provincias della, y otras ocupaciones
-que tuvo en ella (puesto que las más fueron de injustas
-guerras, que hizo á estas gentes, como arriba está dicho,
-lo cual los Reyes, ó no sabian cuantas y cuan malas eran, ó
-no lo entendian), y así, no habia habido el Almirante sino poco
-provecho é interese, y deseaban ayudarle y prosperarle, tuvieron
-por bien de le hacer merced, que, puesto que era obligado
-á contribuir en los gastos que los Reyes hacian, por la
-capitulacion primera, en la ochava parte, pues habia de
-gozar la ochava parte de los provechos, que no pagase
-cosa alguna de los gastos hasta allí hechos, sino que solamente
-bastase lo que puso en el primer viaje cuando vino
-á descubrir estas Indias, que puso, sobre un cuento que
-los Reyes pusieron, como se dijo arriba en el cap. 33, lo
-que más fué menester, que pasó de medio cuento, para
-aparejar y despacharse con la nao y dos carabelas con que
-descubrió esta isla y las demas, con que de lo que hasta entónces
-habia venido á los Reyes, no pidiese diezmo ni ochavo,
-que si pusiera el ochavo de los gastos, lo habia de haber de
-los provechos, y de lo que él se habia aprovechado hasta entónces
-le hacian tambien merced dello; asimismo le hicieron
-merced de que lo mismo fuese, que no pagase ochavo, de los
-gastos que en aqueste viaje que llevaba los ocho navíos, con
-los dos que habia enviado adelante, como ya hemos dicho,<span class="pagenum"><a name="Page_191" id="Page_191">[191]</a></span>
-hasta llegar á esta isla. Item, le hicieron merced, que puesto
-que por la dicha primera capitulacion, de los provechos que
-se hobiesen se habian de sacar primero los gastos y costas, y
-despues habia de haber el Almirante el diezmo, y despues el
-ochavo, pero, por hacerle merced, quisieron que, por tres
-años, se sacase primero el ochavo, de los provechos de las cosas
-muebles, para él, sin costa alguna, y despues se sacasen las
-costas, y de lo restante se sacase el diezmo para el Almirante,
-pero pasados los tres años, quedase la órden dada en la
-dicha primera capitulacion; y con tanto que ningun derecho
-se le añidiese ni quitase por esta merced, sino que la dicha
-capitulacion quedase en su fuerza y vigor, como, ántes que se
-hiciese, estaba; la Cédula destas mercedes fué hecha en Medina
-del Campo á 2 dias de Junio de 1497 años.</p>
-
-<p>Hiciéronle tambien merced, que, porque en el primer capítulo
-de la dicha primera capitulacion se contenia, que le
-hacian y criaban su Almirante, en todas las islas y tierras firmes
-que por su mano é industria se descubriesen ó ganasen
-en las mares Océanas, para durante su vida, y de sus sucesores
-perpétuamente, con todas aquellas preeminencias é prerogativas
-pertenecientes al tal oficio, é segun que D. Alonso
-Enriquez, Almirante mayor de Castilla y los otros predecesores
-lo tenian en sus distritos, mandáronle dar treslado autorizado
-de las mercedes y privilegios, honras, prerogativas, libertades,
-derechos é salarios que tenia y tiene y goza el dicho
-Almirante de Castilla, porque le habian hecho merced que las
-tuviese é gozase dellas en las Indias, como las gozaba el de Castilla
-en Castilla. Fué hecha esta Cédula en Búrgos á 23 de Abril
-de 1497 años, cuya substancia fué, que mandaba á Francisco
-de Soria, Lugarteniente del Almirante de Castilla, que residia en
-Sevilla, que, luego, sin dilacion, le diese un treslado autorizado,
-en manera que hiciese fe, de todos los privilegios é cartas de
-merced é confirmaciones que el Almirante de Castilla tenia,
-pertenecientes al dicho cargo y oficio de Almirante, por donde
-el Almirante de las Indias, é otros por él, llevasen é cogiesen
-los derechos é otras cosas á él pertenecientes con el dicho cargo;<span class="pagenum"><a name="Page_192" id="Page_192">[192]</a></span>
-porque habia hecho merced al dicho D. Cristóbal Colon
-que hobiese é gozase de las mercedes, é honras, é prerogativas,
-é libertades, é derechos, é salarios, en el Almirantazgo
-de las Indias, que habia y tenia y gozaba el Almirante de
-Castilla, etc. Todo estaba y se contenia en la Cédula. Está una
-claúsula en el dicho privilegio rodado del Almirante de Castilla,
-entre otras, por la cual le hace merced el rey D. Juan,
-que, de todas las ganancias que en cualquiera flota ó armada
-que por mandado del Rey se hiciese, yendo la persona en
-ella del dicho Almirante, aunque la dicha flota, ó parte della
-se apartase por su mandado, ó sin su mandado, llevase y ganase
-la tercera parte, y las dos otras terceras partes fuesen
-del Rey. Por esta cláusula tuvo por cierto el Almirante don
-Cristóbal Colon, que le pertenecia la tercia parte de las ganancias,
-no solamente de los muebles, pero tambien de las
-tierras de todas las Indias; y así de la tercera parte de todas
-ellas, si esto fuera verdad, era Señor. Pero á esto se puede
-responder, que áun si fueran algunas dehesas de ganados que
-hallara en la mar ó tierras despobladas, habia duda si por la
-dicha cláusula de los privilegios del Almirante de Castilla le
-pertenecia la dicha tercia parte, porque, por la dicha cláusula,
-no parece que se conceden al Almirante de Castilla sino
-los muebles que por la mar se ganaren, como suelen ser los
-despojos de los enemigos, y aquellas cosas que en las batallas
-navales los que vencen suelen haber ó adquirir; ántes, creo
-yo, tener ménos duda que por los mismos privilegios concedidos
-al mesmo Almirante D. Cristóbal Colon, le perteneciera
-muy mejor la octava parte de las dichas dehesas, tierras, y
-raíces y ganados, y otras cosas, que sin dueños se hallaran por
-su persona en la mar, pero tener que le perteneciesen por
-cualquiera de los privilegios ó al Almirante de Castilla, ó al
-de las Indias, la tercia, ni ochava, ni décima parte destas tierras
-y gentes dellas, es error intolerable. La razon es clara:
-porque son ajenos y tienen dueños y señores propios naturales
-dellas, y cuanto al señorío particular de las cosas que
-cada persona privada tiene, y cuanto á los bienes y cosas públicas<span class="pagenum"><a name="Page_193" id="Page_193">[193]</a></span>
-y jurisdicciones de los pueblos y de los Reyes, que les
-competen de derecho natural, y de todas las gentes, y conviniera
-que se le pidiera al Almirante, que ¿dónde halló tal
-derecho y quién se lo pudo haber concedido, por el cual, solamente
-por descubrir estos reinos y tierras, llenas de pacíficas
-y mansas gentes, que tienen sus señores y Reyes libres,
-que á ninguno jámas, fuera de sí, por Rey ni señor superior
-recognoscieron, se le trespasase luego todo el señorío particular
-y público, y el ser y vidas, en él, de todos ellos? Todas
-las causas que algunos asignar, de lo contrario desto, quisieron,
-son frívolas, vanas y de hombres sin razon y áun sin
-Dios, como ya por la misericordia de Dios se va entendiendo,
-así que, ni por la capitulacion de los Reyes que con el dicho
-Almirante D. Cristóbal Colon hicieron, ni por la que pertenece
-de los Reyes pasados al Almirante de Castilla, ni por los unos
-ni por otros privilegios, no compete al Almirante de las Indias,
-ni se le pudo dar por nadie, destas tierras ni reinos, ni de las
-gentes dellos, ni de otra cosa que sea raíz y se halle en ellos,
-un sólo pelo ni valor dello; lo que á él pertenece y se le debe
-por descubrirlas, es tanto, ante Dios y ante el mundo, y señaladamente
-ante los reyes de Castilla, que, salvo el premio
-que Dios le dará en el cielo, como yo espero, jámas en este
-mundo se le dará ni podrá dar digna ó igual recompensa.</p>
-
-<p>Fué otra merced que Sus Altezas le hicieron esta: que
-ninguna cosa se hiciese ni proveyese en los reinos de Castilla,
-tocante á la negociacion destas Indias, sin que asistiesen á
-ella, con los oficiales de los Reyes, la persona ó personas que
-el Almirante para ello nombrase y deputase, y su poder para
-ello tuviesen, con que se hiciese saber á Sus Altezas como tal
-ó tales personas eran deputadas y nombradas por el Almirante
-para ello; y esto pidió y suplicó el Almirante, porque hobiese
-mejor recaudo en la hacienda que á él pertenecia y habia de
-haber. Despachóse esta merced en Medina del Campo á 30 de
-Mayo el mismo año de 1497.</p>
-
-<p>Hicieron otra merced sin estas, que le dieron licencia y
-facultad que pudiese hacer instituir uno y muchos mayorazgos,<span class="pagenum"><a name="Page_194" id="Page_194">[194]</a></span>
-cada y cuando quisiese; así en vida, por simple contrato
-y manda, como por donacion entre vivos, como por su testamento
-y postrimera voluntad, ó codicilo, por una ó dos ó tres
-escrituras, etc., de sus bienes, vasallos, heredamientos, oficios
-perpétuos, para que quedase memoria dél y de su casa
-y linaje, y porque los que dél viniesen fuesen honrados, acatando
-los muchos y buenos, y leales, y grandes, y continuos
-servicios que dél habian rescibido y rescibian cada dia, especialmente
-en descubrir y atraer á su poder y señorío las
-islas y tierra firme que habia descubierto en el mar Océano,
-mayormente porque esperaban que redundaria en mucho
-servicio de Dios, é á honra de los Reyes, é pró y utilidad de
-sus reinos, é porque se esperaba que los pobladores destas
-Indias se convertirian á nuestra sancta fe católica, y porque
-consideraban que de los Reyes y Príncipes, que no recognoscen
-superior, es propia cosa honrar y sublimar sus súbditos
-y naturales, especialmente aquellos que fiel y lealmente les
-sirven, y porque tambien en se hacer los tales mayorazgos
-es honra de la Corona real, etc. Y entre otras cláusulas, muchas
-necesarias y favorables dicen, que los bienes que incluyese
-en el mayorazgo ó mayorazgos, fuesen imprescriptibles
-é impartibles para siempre jamás, y que la persona ó personas
-en quien les hiciere ó instituyere, no los puedan vender,
-ni dar, ni donar, ni amenguar, ni dividir, ni apartar,
-ni los puedan perder ni pierdan por ninguna deuda que
-deban, ni por otra razon ni causa, ni por ningun delito ni
-crímen, ni exceso que cometan, salvo crímen <i>lesæ majestatis</i>,
-ó <i>perdulionis</i>, ó traicion, ó crímen de herejía, etc. Fué hecha
-en la ciudad de Búrgos á 23 de Abril del mismo año de 1497.
-Y hemos aquí de notar, que en esta provision y otras muchas,
-como de alguna parece arriba, hacen mencion los Reyes que
-les habia descubierto y dado á tierra firme, y no era así, porque
-no habia descubierto sino solas islas, cuasi teniendo por
-cierto que se la habia de descubrir, como agora en este viaje
-lo hizo.</p>
-
-<p>Finalmente, le hicieron los Reyes otra merced, que instituyeron<span class="pagenum"><a name="Page_195" id="Page_195">[195]</a></span>
-á su hermano D. Bartolomé Colon, Adelantado de
-todas estas Indias islas y tierra firme, y la provision comienza:</p>
-
-<p>«D. Hernando y doña Isabel, etc., por Nos vistos y considerados
-los muchos y buenos y leales servicios que vos don
-Bartolomé Colon, hermano de D. Cristóbal Colon, nuestro
-Almirante del mar Océano, é Visorey, é Gobernador de las islas
-nuevamente halladas en las Indias, nos habedes hecho é
-facedes de cada dia, é esperamos que nos hareis de aquí
-adelante, tenemos por bien y es nuestra merced y voluntad,
-que de aquí adelante vos llameis é intituleis Adelantado de
-las islas dichas nuevamente halladas en las dichas Indias, é
-podades usar é ejercer, é facer en las dichas islas é en cada
-una dellas, todas las cosas que los otros Adelantados de los
-dichos nuestros reinos pueden facer, é que hallades é gocedes,
-é vos sean guardadas todas las honras, y gracias, y mercedes,
-y preeminencias, y prerogativas que son debidas é se deben
-facer é guardar, segun las leyes por Nos fechas en las Córtes
-de Toledo, ó las otras leyes de nuestros reinos, á los otros
-nuestros Adelantados dellos, etc. Y Nos, por esta nuestra
-Carta, os criamos y facemos Adelantado de las dichas islas y
-tierra firme que así nuevamente se han hallado y descubierto
-en las Indias, é vos recibimos, é habemos por recibido al
-dicho oficio é al uso y ejercicio dél, y mandamos que en ello,
-ni en parte dello, embargo ni impedimento alguno vos non
-pongan, etc.»</p>
-
-<p>Fué hecha en Medina del Campo á 22 de Julio del dicho
-año 1497.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_196" id="Page_196">[196]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXVI<a name="FNanchor_4_4" id="FNanchor_4_4"></a><a href="#Footnote_4_4" class="fnanchor"><span class="small">[4]</span></a>.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Estando el Almirante para se despachar de la corte, y los
-Reyes que lo deseaban ver partido, acaeció que murió el rey
-D. Juan de Portogal, y sucedió en aquel reino el rey don
-Manuel, que era Duque de Verganza. Tractaron los Reyes de
-casar la princesa Doña Isabel, que fué reina de Portugal y
-princesa de Castilla, con el dicho rey D. Manuel, y, concluido,
-la Reina Católica, su madre, la llevó en fin de Setiembre deste
-año de 97 á Valencia de Alcántara, donde vino el rey de Portugal,
-y la recibió sin fiestas ningunas. La razon fué, porque
-yendo el Rey y la Reina juntos á llevar la dicha señora Reina
-Princesa á Ávila, por ver el monasterio de Sancto Tomás de
-Ávila, de la órden de Sancto Domingo, y que habia hecho el
-Prior de Sancta Cruz, fraile de la mesma órden, Inquisidor
-mayor, y el primero que hobo en España, como obra insigne
-y señalada y hecha de los bienes que se habian confiscado á
-los herejes que se habian quemado, supieron los Reyes que
-el príncipe D. Juan, que de Medina del Campo, de donde salió
-la corte, se habia ido con la Princesa, madama Margarita, su
-mujer, á Salamanca, se habia sentido enfermo; volvióse luego
-el Rey, é sola la Reina prosigió el camino con la Princesa,
-como dije, para Valencia de Alcántara. Desde á pocos dias
-ántes que la Reina volviese, plugo á nuestro Señor de atribular
-y poner en luto y en lloro á toda España, con la muerte
-del príncipe D. Juan, y desde á algunos dias, por el mes de
-Deciembre, permitió la divina clemencia otro azote, que poco
-ménos amargó á los Reyes y á los reinos que el primero, que<span class="pagenum"><a name="Page_197" id="Page_197">[197]</a></span>
-quedando la princesa Margarita preñada, movió una hija
-muerta de siete meses. Los Reyes mostraron grandes ánimos
-de paciencia, y, como prudentísimos y animosos Príncipes,
-consolaban todos los pueblos por escrito y por palabra. Nombraron
-y declararon luego al rey de Portugal y á la Reina, su
-mujer, por Príncipes de aquellos reinos de Castilla, y así, aquella
-señora, Doña Isabel, hija de los católicos Reyes, fué llamada
-la Reina Princesa. El luto que se mandó poner por la muerte
-del Príncipe fué jerga blanca muy basta, que ver los grandes
-y pequeños que la traian era cosa extraña y penosísima de
-ver; despues desto, nunca se acostumbró más en España, por
-muerte de Rey ó Príncipe, traer por luto jerga. Todos estos
-trabajosos acaecimientos que venian á los Reyes y á aquellos
-reinos, eran penosísimos para el Almirante, por ser de su
-despacho retardativos, no viendo la hora de su partida, como
-que sospechara la confusion y perdicion que, por la rebelion
-de Francisco Roldan, en esta isla, entre los cristianos y en destruccion
-de los humildes y desamparados indios, habia. É
-fuele tambien impedimento, que acordaron los Reyes que no
-tuviese ya el cargo de las cosas destas Indias, en Sevilla, el
-susodicho Arcediano de aquella iglesia, D. Juan Rodriguez de
-Fonseca, que ya era Obispo de Badajoz, sino que lo tuviese
-el hermano del ama del Príncipe, Antonio de Torres, y porque
-pidió tantas condiciones y preeminencias si habia de tener
-aquel cargo, se enojaron los Reyes y lo aborrescieron;
-tornaron á confirmar en el encargo al dicho Obispo D. Juan
-de Fonseca, y como estaban hechos los despachos, suponiendo
-que habia de tener el encargo dicho Antonio de Torres, y
-rezaban con él muchas de las Cédulas y Cartas de los Reyes,
-hubiéronse de tornar á hacer, por manera que hobo de tener
-más tardanza el despacho. Finalmente, hóbose de despachar
-de la corte á 21 de Julio del dicho año de 1497, con sus provisiones
-é instrucciones de los Reyes.</p>
-
-<p>El primer capítulo de la Instruccion principal decia desta
-manera:</p>
-
-<p>Capítulo primero de la Instruccion que dieron los Reyes<span class="pagenum"><a name="Page_198" id="Page_198">[198]</a></span>
-al Almirante el año de 1497.&mdash;Primeramente, que como seais
-en las dichas islas, Dios queriendo, proveereis con toda diligencia
-de animar é atraer á los naturales de las dichas Indias
-á toda paz é quietud, é que nos hayan de servir y estar so
-nuestro señorío é sujeccion benignamente. É principalmente
-que se conviertan á nuestra sancta fé católica, y que á ellos,
-y á los que han de ir á estas tierras en las dichas Indias, sean
-administrados los Sanctos Sacramentos por los religiosos y
-clérigos que allá están y fueren, por manera, que Dios nuestro
-Señor sea servido y sus conciencias se aseguren.»</p>
-
-<p>Por este capítulo y por el de la Instruccion primera del
-segundo viaje, que se puso arriba en el cap. 82 desta historia,
-parece claro que nunca la intencion de los Reyes fué que
-se hiciese guerra á estas gentes, ni tal jamás mandaron, por
-que fuera injustísima su entrada en estas tierras, ni tal intincion
-y mando fuera digno de tales y tan católicos Reyes, y
-no sólo ellos, pero ni sus sucesores, hasta estos tiempos del
-año de 1530, que su nieto, el rey D. Cárlos reina, como parecerá
-por el discurso desta historia; sino sola la cudicia y
-ambicion de los que á estas tierras vinieron, mayormente de
-los Gobernadores, fué la causa de inventar y mover las guerras
-contra estas desarmadas y pacíficas naciones, con las cuales
-han destruido este nuevo mundo.</p>
-
-<p>Otra cláusula llevó en esta Instruccion, que dice así:</p>
-
-<p>«Item, se debe procurar que vengan á las dichas Indias
-algunos religiosos y clérigos, buenas personas, para que allá
-administren los Sanctos Sacramentos á los que allá están, é
-procuren de convertir á nuestra sancta fé católica á los dichos
-indios naturales de las dichas Indias, é llevar para ello los
-aparejos é cosas que se requieren para el servicio del culto
-divino, é para la administracion de los Sanctos Sacramentos.»</p>
-
-<p>Otros capítulos, cuanto á la sustancia dellos, aunque no
-por órden, pusimos arriba en el cap. 113.</p>
-
-<p>Llegado el Almirante á la ciudad de Sevilla, juntóse con
-el Obispo de Badajoz, D. Juan Rodriguez de Fonseca, y, cuan
-presto pudieron, despacharon las dos carabelas, de que arriba,<span class="pagenum"><a name="Page_199" id="Page_199">[199]</a></span>
-en el cap. 120, dijimos haber llegado á buen tiempo para
-favor del Adelantado contra Francisco Roldan, y partiéronse
-de Sanlúcar, mediado Enero, año de 1498. Despachadas las
-dos carabelas, daba priesa en proveer los seis navíos que quedaban,
-que él habia de llevar consigo, y porque los negocios
-destas Indias iban cayendo, de golpe, en fama y disfavores de
-muchos, como arriba se ha tocado, en especial de los que más
-cercanos estaban de los Reyes, porque no iban los navíos cargados
-de oro (como si se hobiera de coger, como fruta, de los
-árboles, segun el Almirante se quejaba, y arriba se dijo); el
-acabar de cargar los seis navíos de los bastimentos, y lo demas
-que los Reyes habian mandado, fuéle laboriosísimo y dificilísimo,
-pasó grandes enojos, grandes zozobras, grandes angustias
-y fatigas; y porque de los oficiales de los Reyes algunos
-suelen ser más exentos y duros de atraer á la expedicion de
-los negocios, sino es cuando ellos quieren, por presumir de
-mayor auctoridad de la que quizá requieren sus oficios, algunos
-de los que en el despacho del Almirante, con él y con el
-Obispo entendian, diéronle más pena y más trabajo y dilacion
-que debieran, y quizá ponian de industria impedimentos en
-su partida, no considerando ni temiendo el daño y riesgo que
-á los que acá estaban se recrecia, y los gastos que con la gente
-que en Sevilla para pasar acá tenia, y los desconsuelos y aflicciones
-que causaban al mismo Almirante. Parece que uno debiera
-de, en estos reveses, y, por ventura, en palabras contra
-él y contra la negociacion destas Indias, más que otro señalarse,
-y segun entendí, no debiera ser cristiano viejo, y creo
-que se llamaba Ximeno, contra el cual debió el Almirante
-gravemente sentirse y enojarse, y aguardó el dia que se hizo á
-la vela, y, ó en la nao que entró, por ventura, el dicho oficial,
-ó en tierra cuando queria desembarcarse, arrebatólo el Almirante,
-y dále muchas coces ó remesones, por manera que lo
-trató mal; y á mi parecer, por esta causa principalmente, sobre
-otras quejas que fueron de acá, y cosas que murmuraron
-dél y contra él los que bien con él no estaban y le acumularon;
-los Reyes indignados proveyeron de quitarle la gobernacion,<span class="pagenum"><a name="Page_200" id="Page_200">[200]</a></span>
-enviando al comendador Francisco de Bobadilla, que
-esta isla y todas estas tierras gobernase; y bien lo temió él,
-como parece por un capítulo de la carta primera que escribió
-á los Reyes desque llegó á esta isla, donde dice:</p>
-
-<p>«Tambien suplico á Vuestras Altezas, que manden á las
-personas que entienden en Sevilla en esta negociacion, que
-no le sean contrarios, y no la impidan; yo no sé lo que allá
-pasaria Ximeno, salvo que es de generacion que se ayudan á
-muerte y vida, é yo ausente y invidiado extranjero: no me
-desechen Vuestras Altezas, pues que siempre me sostuvieron.»</p>
-
-<p>Estas son sus palabras, donde parece temer lo que luego
-le vino, lo cual cansó al Almirante su total calamidad y caida,
-que es harta lástima de oir, como se verá, con el favor de
-nuestro Señor, en el principio del libro II.</p>
-
-<p>En este año de 1497, envió el rey D. Manuel de Portugal
-á descubrir la India, por la mar, cuatro navíos; salieron de
-Lisboa, sábado, á 8 de Julio, habiendo primero el rey don
-Juan, su antecesor, enviado ciertos hombres por tierra, el
-año 1487, á que hobiesen y le trajesen alguna noticia del
-Preste Juan de las Indias, de quien tantas cosas y riquezas,
-por fama, oia decir. Pasadas las islas de Cabo Verde, anduvieron
-en Agosto y Setiembre y Octubre por la mar engolfados,
-por doblar el cabo de Buena Esperanza, con grandes tormentas;
-cuando vido que era tiempo, dieron la vuelta los
-cuatro navíos sobre la tierra, y á 4 de Noviembre, vieron
-tierra y gente, pequeños de cuerpo, de color bazos, los vestidos
-que traian eran de pieles de animales, como capas francesas,
-traian sus naturas y vergüenzas metidas en unas vainas
-de palo, muy bien labradas; las armas que tenian eran varas
-tostadas, con unos cuernos tostados por hierros; su mantenimiento
-era de unas raíces de hierbas y de lobos marinos, etc.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_201" id="Page_201">[201]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXVII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Embarcado el Almirante y toda la gente, que seria cerca
-de 200 hombres, sin los marineros, en seis navíos, hízose á la
-vela en el puerto de Sant Lúcar, el dia que abajo se dirá, y
-comenzó, como solia, á escribir este su tercero viaje, hablando
-con los Reyes desta manera:</p>
-
-<p>«Serenísimos é muy altos é muy poderosos Rey é Reina,
-nuestros señores.&mdash;La Sancta Trinidad movió á Vuestras Altezas
-á esta empresa de las Indias, y, por su infinita bondad,
-hizo á mí mesajero dello, al cual vine con el embajada á su
-real conspectu, movido, como á los más altos Príncipes de
-cristianos, y que tanto se ejercitaban en la fé y acrecentamiento
-della. Las personas que entendieron en ello lo tuvieron
-por imposible, y el caudal hacian sobre bienes de fortuna,
-y allí echaron el clavo. Pasé en esto seis ó siete años de grave
-pena, amostrando, lo mejor que yo sabia, cuanto servicio se
-podia hacer á nuestro Señor en esto, en divulgar su sancto
-nombre y fé á tantos pueblos, lo que era todo cosa de tanta
-excelencia y buena fama y gran memoria para grandes Príncipes.
-Fué tambien necesario de hablar del temporal, á donde
-se les amostró el escrebir de tantos sabios dignos de fé, los
-cuales escribieron historias, los cuales contaban que en estas
-partes habia muchas riquezas; y asimesmo fué necesario traer
-á esto el decir y opinion de aquellos que escribieron y situaron
-este mundo. En fin, Vuestras Altezas determinaron que
-esto se pusiese en obra, á que mostraron el grande corazon
-que siempre ficieron en toda cosa grande, porque todos los
-que habian entendido en ello y oido esta plática, todos á una
-mano, lo tenian por burla, salvo dos frailes que siempre fueron
-constantes. Yo, bien que llevase fatiga, estaba bien seguro<span class="pagenum"><a name="Page_202" id="Page_202">[202]</a></span>
-que esto no vernia á ménos, y estoy de contino, porque es
-verdad que todo pasará, y no la palabra de Dios, y se complirá
-todo lo que dijo; el cual tan claro habló destas tierras
-por la boca de Isaías en tantos lugares de su Escritura, afirmando
-que de España les sería divulgado su sancto nombre.
-É partí en nombre de la Sancta Trinidad, y volví muy presto,
-con la experiencia, de todo cuanto dije, en la mano. Tornáronme
-á enviar Vuestras Altezas, y en poco espacio digno,
-no de<a name="FNanchor_5_5" id="FNanchor_5_5"></a><a href="#Footnote_5_5" class="fnanchor">[5]</a> le descubrí, por virtud divina, 333 leguas de la
-tierra firme, fin de Oriente, y 700 islas de nombre, allende
-de lo descubierto en el primer viaje, y le allané la isla Española,
-y boxa más que España, en que la gente della es sin
-cuento, y que todos le pagasen tributo. Nació allí maldecir y
-menosprecio de la empresa cometida en ello, porque no habia
-yo enviado luego los navíos cargados de oro, sin considerar
-la brevedad del tiempo, y lo otro, que yo dije, de tantos
-inconvenientes; y en esto, por mis pecados ó por mi salvacion
-creo que será, fué puesto en aborrecimiento y dado impedimento
-á cuanto yo decia y demandaba, por lo cual, acordé
-venir á Vuestras Altezas y maravillarme de todo, y mostrarles
-la razon que en todo habia, y les dije de los pueblos
-que yo habia visto, en qué, ó de qué, se podian salvar muchas
-ánimas; y les truje las obligaciones<a name="FNanchor_6_6" id="FNanchor_6_6"></a><a href="#Footnote_6_6" class="fnanchor">[6]</a> de la gente de la
-isla Española, de como se obligaban á pagar tributo, y les tenian
-por sus Reyes y señores; y les truje abastante muestra
-de oro, y que hay mineros y granos muy grandes, y asimesmo
-de cobre; y les truje de muchas maneras de especería de
-que sería largo de escrebir, y les dije de la gran cantidad de
-brasil, y otras infinitas cosas. Todo no aprovechó para con algunas
-personas que tenian gana y dado comienzo á maldecir<span class="pagenum"><a name="Page_203" id="Page_203">[203]</a></span>
-del negocio, ni entrar con fabla del servicio de nuestro Señor,
-con se salvar tantas ánimas<a name="FNanchor_7_7" id="FNanchor_7_7"></a><a href="#Footnote_7_7" class="fnanchor">[7]</a>, ni á decir que esto era grandeza
-de Vuestras Altezas, de la mejor calidad que hasta hoy
-haya usado Príncipe, porque el ejercicio é gasto era para el
-espiritual y temporal, y que no podia ser que, andando el
-tiempo, no hobiese la España de aquí grandes provechos, pues
-que se veian las señales que escribieron de lo de estas partidas,
-tan manifiestas, que tambien se llegaria á ver todo el otro
-cumplimiento, ni á decir cosas que usaron grandes Príncipes
-en el mundo para crecer su fama, así como Salomon, que
-envió desde Jerusalen, en fin de Oriente, á ver el monte Sopora,
-en que se detuvieron los navíos tres años, el cual tienen
-Vuestras Altezas agora en la isla Española. Ni de Alexandre,
-que envió á ver el regimiento de la isla de Taprobana en India,
-y Nero César á ver las fuentes de Nilo, y la razon porque
-crecian en el verano cuando las aguas son pocas, y otras
-muchas grandezas que hicieron Príncipes, y que á Príncipes
-son aquestas cosas dadas de hacer; ni valia decir que yo
-nunca habia leido que príncipes de Castilla jamás hobiesen
-ganado tierra fuera della, y que esta de acá es otro mundo
-en que se trabajaron romanos, y Alexandre, y griegos para
-la haber con grandes ejércitos, ni decir del presente, de los
-reyes de Portogal, que tuvieron corazon para sostener á Guinea,
-y del descubrir della, y que gastaron oro y gente, atanta,
-que quien contase toda la del reino, se hallaria que otra
-tanta como la mitad son muertos en Guinea, y todavia la
-continuaron hasta que les salió dello lo que parece; lo cual,
-todo, comenzaron de largo tiempo, y há muy poco que les
-da renta. Los cuales tambien osaron conquistar en œœÁfrica,
-y sostener la empresa, de Cepta, Tanjar, y Arguin, y Angola,
-y de contino dar guerra á los moros, y todo esto con
-grande gasto, sólo por hacer cosa de Príncipes, servir á Dios<span class="pagenum"><a name="Page_204" id="Page_204">[204]</a></span>
-y acrecentar su señorío. Cuanto yo más decia, tanto más se
-doblaba á poner esto á vituperio, amostrando en ello aborrecimiento,
-sin considerar cuanto bien pareció en todo el mundo,
-y cuanto bien se dijo en todos los cristianos de Vuestras Altezas
-por haber tomado esta empresa, que no hobo grande ni
-pequeño que no quisiese dello carta; respondiéronme Vuestras
-Altezas riéndose y diciendo que yo no curase de nada,
-porque no daban auctoridad á quien mal les decia desta
-empresa.»</p>
-
-<p>Cerca de lo que hasta aquí ha dicho el Almirante con su
-simple y humilde manera de hablar, es bien apuntar y notar
-y declarar, para los que no tienen mucha noticia de antiguas
-historias, algunas cosas. Lo primero reza lo que dice, que los
-antiguos que escribieron que en estas tierras habia muchas
-riquezas, se ha de entender, segun que aquestas tierras son
-parte de la India, y lo último della, de que á mí duda ninguna
-queda, y así el Almirante lo sintia y en busca dellas venia;
-y dello se pueden colegir muchos argumentos, y uno es,
-por la grandeza de la India, que, segun Pomponio Mela, lib. III,
-cap. 7.º de su «Cosmografía,» y Plinio, que fué despues dél, libro
-VI de su «Natural Historia,» que desde derecho del monte
-Tauro, yendo hácia el Austro y volviendo al Occidente, tenian
-de ribera, de costa de mar, tanto camino cuanto los navíos
-podian andar en sesenta dias con sus noches, que, al ménos,
-podian ser más de 1.500 leguas y podian llegar á 2.000, (puesto
-que en Plinio se diga cuarenta dias, puede haberse errado en
-poner cuarenta por sesenta, poniendo la letra <i>X</i> atras de la
-letra <i>L</i>); y por esta su grandeza fué muchos tiempos estimada
-la India por la tercera parte de todas las tierras, como dice
-Plinio, lib. VI, cap 17, y Solino en su Polistor, cap. 65. Dice
-más Pomponio Mela: que tanto se extienden las Indias hácia
-el Mediodia, que en alguna parte dellas no se pueden ver la
-Osa Menor, que llamamos la Bocina ó las Guardas, ni la Mayor,
-que es el Carro, que ambas á dos, en veinte y cuatro
-horas, dan una vuelta á la estrella del Norte y al mismo polo.
-Esto bien averiguado es ya en las islas de Mallorca y en algunas<span class="pagenum"><a name="Page_205" id="Page_205">[205]</a></span>
-partes de nuestra tierra firme y en otras descubiertas
-por nos y por los portogueses. Es otro argumento, haber en
-estas islas y tierra firme papagayos verdes, los cuales, en ninguna
-parte del mundo se halla que sean verdes, segun dice
-Plinio, lib. X, cap. 42, y Solino en el lugar ya dicho. El otro
-argumento es, las grandes riquezas de oro, y plata, y perlas,
-y piedras que hay en estas islas y tierras firmes; y otro, las
-costumbres destas gentes, que concuerdan con muchas de las
-que cuentan los historiadores y cosmógrafos de las gentes de
-las tierras que se llamaron siempre Indias; desto, mucho más
-largo queda dicho en otros capítulos. Dice más, que estaba profetizado
-claro, por Isaías, que de España habia de ser el nombre
-de Cristo divulgado en estas Indias. Bien creemos que está
-profetizado por Isaías y por otros profetas, que de España habia
-de ser predicada nuestra sancta fé de Jesucristo en ellas,
-porque ningun misterio, tocante á la universal Iglesia, así ántes
-del advenimiento de Cristo, como despues de venido, se
-obró en su principio y edad primera, como en su augmento,
-que se celebra y perfecciona cuando los infieles son por conocimiento
-de Dios convertidos, ya á Cristo por la fé unidos,
-que por los profetas, y principalmente por Isaías, que más
-claro que otro, segun San Agustin y San Jerónimo, de la conversion
-de las gentes hablo, no haya sido ántes dicho; y á
-esto hace lo que dice San Gregorio en el lib. XXIII, cap. 19
-de los Morales sobre aquellas palabras de Job: <i>Semel loquitur
-Deus, et secundo idipsum non repetit</i>, Job 33: <i>Non ergo Dominus
-ad omnia verba nobis respondet, quia semel loquitur et secundo
-idipsum non repetit, id est: his quæ per Scripturam sacram ad
-patres protulit, nos erudire curavit.</i> Por manera, que ninguna
-cosa en su Iglesia se hace, ni á persona particular acaece, que
-ya en la Sagrada Escriptura no esté comprehendida, y esto á la
-larga tracta San Gregorio en aquel capítulo; y así, hemos de
-creer, que el Espíritu Sancto, por boca de Isaías, habló que
-de España vernian los primeros que á estas gentes convertirian,
-pero que lo podamos señalar con cierto lugar de su profecía,
-no pienso que sin presuncion, sino fuese con nueva<span class="pagenum"><a name="Page_206" id="Page_206">[206]</a></span>
-lumbre y nueva inteligencia divina, hacerlo podriamos. Dice
-otra cosa el Almirante, que del viaje segundo, quiere decir
-del que descubrió á Cuba y á Jamáica, dejó descubiertas 333
-leguas de tierra firme, fin de Oriente, y 700 islas; de las
-islas, ser muchas y casi no numerables las que vido por el
-renglen de la isla de Cuba, á las cuales puso nombre Jardin
-de la Reina, y que fuesen 700, él que las vido, y le costaron
-tantos trabajos, las contaria, pero en la verdad, estas leguas no
-fueron de tierra firme, sino de isla, y esta era la isla de Cuba,
-que agora llaman Fernandina, de donde parece que el Almirante,
-como no pudo pasar adelante de las 333 leguas della,
-por faltarle los bastimentos, y las grandes dificultades y peligros
-en que se vido cuando fué á descubrirla, como en el
-cap. 97 queda escrito, siempre creyó que la isla de Cuba era
-tierra firme, y nunca se averiguó ser isla, hasta que el Comendador
-mayor de Alcántara, Gobernador desta isla, envió
-á un caballero gallego, de que arriba se hizo mencion, que se
-llamaba Sebastian de Campo, á rodearla toda y descubrirla,
-como, placiendo á Dios, se dirá en el siguiente libro. La especería
-que dijo, no sabemos otra en estas islas de por aquí, sino
-la pimienta que los indios desta isla Española llamaban axí, la
-sílaba postrera aguda. Almáciga creo yo que hay mucha, digo
-árboles della, pero poco cuidado ha habido de gozar della, por
-que siempre se ha tenido el oro por mas lucido; del brasil,
-creyó ser mucho el Almirante y alguno se llevó á Castilla,
-pero despues no vide que se hiciese cuento dello, como ni
-del almáciga se hizo.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_207" id="Page_207">[207]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXVIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Dice tambien, que para provocar é inducir á las personas,
-que este su negocio desfavorescian, creyesen habian de salir
-dél muchos y grandes provechos, así de las ánimas que podian
-ganarse destas gentes, como tambiem utilidad corporal para
-los Reyes y para Castilla, persuadíalo asimesmo con traer á
-la memoria hechos hazañosos, que hicieron con costas y trabajos
-grandes y poderosos Príncipes, donde toca algunas historias
-que será bien aquí, en particular, referirlas. La primera,
-es de Salomon, que enviaba su flota de naos al monte Sopora,
-en fin de Oriente, desde Jerusalen, donde tardaban tres
-años; deste monte Sopora, no he podido hallar donde sea, ni
-autor cristiano ni gentil que dél haga mencion; lo que desta
-ida de la flota de Salomon, y traida de oro en gran cantidad,
-se puede decir, que, segun la Escritura Sagrada della refiere,
-ó á ella no contradiga, lo siguiente podemos tener: la Escritura
-no dice que las naos de Salomon fuesen al monte Sopora
-sino en Ophir; este Ophir, segun la glosa, era una provincia de
-las Indias, nombrada de Ophir, uno de los del linaje de Heber,
-de quien hubo principio el linaje de los judíos. Otros dicen
-que es isla, y Jacobo de Valencia, dice sobre aquel verso
-<i>Reges Tarsis et insule</i>, del salmo LXXI, y afirma ser la isla nominatisísima
-y riquísima de la Taprobana, de la cual Ptolomeo,
-Solino, Pomponio, Plinio y Strabon, maravillas dicen;
-que sea isla, que sea provincia, Salomon enviaba su flota que
-cargaba las naos de oro, y plata, y piedras preciosas, y pavones,
-y dientes de elefantes, que es marfil. Josepho en el libro
-III, <i>De Antiquitatibus</i>, cap. 7.º, dice, que tambien traian elefantes
-y simias, que llamamos gatos paules ó monas. Y porque
-dice Josepho que traian elefantes, y que trajese sólo los dientes<span class="pagenum"><a name="Page_208" id="Page_208">[208]</a></span>
-dellos, parece concordar con lo susodicho, que aquella isla
-ó provincia de donde se traia el oro fuese la isla Taprobana,
-por lo que San Isidro dice en el libro XIV, cap. 3.º de las
-Etimologías, que la isla Taprobana hierve de perlas y de elefantes;
-tambien lo dice Plinio, libro VI, cap. 22, y que los
-elefantes de allí son mayores que los de las Indias, y el oro más
-fino, y las margaritas y perlas más preciosas: tambien lo
-afirma Solino, en el cap. 66 de su Polistor, en comarca de la
-Taprobana, ó al ménos por el sitio de las Indias. Estas dos islas,
-la una, se llamaba Chrisa, que abundaba en oro, y la otra,
-Argyra, en abundancia de plata; destas dos islas hacen mencion
-Pomponio Mela, libro III, cap. 7.º, y Plinio, libro VI, capítulo
-21, y Solino, cap. 65, y tambien Sant Isidro, donde arriba
-se alegó, y todos los autores las ponen ó hablan de ellas,
-junto, ántes, ó despues de la Taprobana, y es argumento que
-deben estar juntas. En estas islas, como algunos dicen, y dellos
-es Sant Anselmo, donde abajo se alegará, ó en la Taprobana,
-por lo que dice Solino, que parte della de bestias y de elefantes
-es llena, y parte de hombres poblada, ó en cierta parte
-de la misma tierra firme de las Indias ya dichas, como refiere
-Pomponio, donde arriba, y concuerda la glosa última sobre el
-libro III, cap. 9.º de los Reyes, y Sant Isidro, libro XIV, cap. 3.º,
-de las Etimologías, y Sant Anselmo, libro I, cap. 10 <i>De Imagine
-mundi</i>, que aquella tierra se llama de oro ó dorada, porque
-tiene los montes de oro por abundar tanto dél, que como sea
-habitada de unas hormigas mayores que perros muy grandes,
-como dice Pomponio, (Herodoto, libro III, de su Historia, dice
-que son mayores que zorras, dellas hace mencion Strabon,
-libro II, y libro XV, y de grifos terribles y otras bestias venenosísimas);
-sacan con las uñas inmenso oro debajo la tierra, y
-puesto encima de la superficie, parécese desde la mar ser los
-montones todos de oro. Llegaban las naos de la flota de Salomon,
-y aguardaban cuando las bestias salian á buscar de comer,
-y con ímpetu, á gran priesa, cogian el oro y tierra que
-estaba pegada en él, y tornábanse de presto á las naos; y así,
-por veces y dias, cargaban las naos de oro y plata, ó de aquella<span class="pagenum"><a name="Page_209" id="Page_209">[209]</a></span>
-tierra dorada y plateada, la cual despues con fuego, quemaban
-y apuraban. Esto siente la dicha glosa última que es de Rábano,
-en el libro III, cap, 9.º, de los Reyes; y Josepho dice que
-no se compraba ni vendia el oro y la plata, luego, tomábase
-como á escondidas y hurtado de dichos animales. Por lo susodicho
-parece que estos montes de oro y plata, debian estar
-en las dichas dos islas, Chrise, que en griego significa oro, y
-Argyra, plata; y de ellas llevarse el oro y la plata, y de la Taprobana
-los elefantes ó dientes dellos, que es el marfil, y las
-perlas y margaritas, y pavos, y los ximios, y la madera de
-tina, preciosísima, la cual, despues de labrada y acepillada,
-era tan blanca y tan lucia, que se miraban en ella como en espejo.
-Y dice la Escritura que hacian un viaje en tres años las
-naos, no porque estuviese tan léjos de Jerusalen que tardase
-tres años en la ida y venida (porque en un año se podria navegar
-hasta en cabo del mundo), sino que, ó no enviaba Salomon
-la flota sino de tres en tres años, ó cuando los enviaba
-tardaban aquel tiempo, aguardando que las bestias saliesen
-de sus cuevas para hurtarles el oro y la plata, y en contratar
-con los habitadores de la Taprobana, y haber dellos sus perlas
-y piedras, madera de tina, elefantes, ximios y pavos; lo
-que dice la Escritura que iban las naos en Tharsis, más debia ser
-nombre de la region que de la ciudad, por lo que dice Josepho,
-libro III, cap. 7.º <i>De Antiquitatibus</i>, que iba en el mar társico,
-dentro el cual debian estar las dichas islas. Aquella isla de
-Ophir ó monte de Sopora, dice aquí el Almirante ser aquesta
-isla Española que ya tenian Sus Altezas, pero engañóse, como
-por lo dicho parece, aunque tuvo alguna causa de se engañar,
-por ver esta isla tan grande y tan felice, y hermosa, y él hobiese
-en ella tan poco estado, que no habia sino poco más de
-año y medio, y eso en guerras y enfermedades ocupado; y creia
-que debia haber muy gran cantidad de oro y otros secretos
-de riquezas en ella. Alega tambien el Almirante á los Reyes
-el ejemplo de Alexandre, diciendo que habia inviado á saber
-el regimiento de la isla susomemorada Taprobana. Esta historia
-muchos de los antiguos la tocan, pero en especial Plinio libro<span class="pagenum"><a name="Page_210" id="Page_210">[210]</a></span>
-VI, cap. 22, y Solino, cap. 66, y Strabo, libro XV y en
-otros lugares, hace mencion della, los cuales dice (y algo toca
-tambien Pomponio, libro III, cap. 7.º), que ántes que la isla Taprobana
-fuese descubierta, por nuevas algunas que de ella se
-tenian, estimada era por el otro orbe todo entero y tierra firme
-que habitaban los antípodas, y esto fué hasta el tiempo de
-Alexandre Magno, el cual envió primero á descubrirla que
-otro, con una gran flota, por Capitan un filósofo muy su querido,
-que se llamaba Onesecritus, del cual, dice Diógenes, le
-creyó ser semejante á Xenofonte, en la privanza con Alexandre,
-que aquel con Ciro, y en seguirlo y en escribir su vida y
-alabanzas. Fué, pues, Onesecritus, enviado por Alexandre con su
-flota macedónica, para que supiese si era isla ó tierra firme,
-qué gente habitaba en ella, qué criaba y en sí contenia. Halló
-que isla era, y que tenia de luengo 7.000 estadios, que hacen
-300 leguas, ó cerca dellas, y de anchura 5.000 estadios, que
-llegan á 200; halló que una parte de ella era llena de elefantes
-y otras bestias, como arriba se dijo, y lo demas poblada
-de gentes; Sant Isidro y otros dicen haber diez notables
-ciudades en ella. Contiene abundancia de margaritas y de
-perlas de todas especies; dista veinte dias de navegacion de
-la tierra firme, pero más camino seria, dice Strabon, si las
-naos fueran de las nuestras; hay entre ella y la tierra firme
-muchas otras islas, las cuales, segun refiere Ptolomeo en la
-tabla 12 de Asia, son mil y trescientas y setenta y ocho, puesto
-que ella es de todas australísima; su sitio es, parece ser, de la
-otra parte del trópico de Capricornio, porque dice Solino que
-en ella no se ven los Septentriones, que son la Osa Menor, y
-esta es la Bocina cuya boca son las Guardas que llamamos del
-Norte, y la Osa Mayor que llamamos el Carro; las cuales, ambas,
-se forman de siete estrellas que rodean en veinticuatro
-horas una vez el polo y la estrella dicha del Norte. Tampoco,
-segun Solino, se parecen las Siete Cabrillas en ella, puesto que
-hay quien desto dude; y esto baste cuanto á la historia que el
-Almirante toca de Alexandre, y de la Taprobana. Trae tambien
-otro ejemplo el Almirante á los Reyes, del emperador Nero, el<span class="pagenum"><a name="Page_211" id="Page_211">[211]</a></span>
-cual envió á ver las fuentes del Nilo, rio señalado en el mundo,
-y el secreto de donde nascia, y como y por qué causas,
-contra la propiedad y naturaleza de todos los rios, en el verano
-crescia y hoy crece, trayendo tanta abundancia de aguas,
-que riega todo el reino de Egipto, como quiera que veamos todos
-los otros rios y fuentes, y pozos, en aquel tiempo menguar
-por la sequedad; y mengüe los inviernos cuando abundan las
-lluvias, que causan humidad grande, por cuya causa, todos los
-otros del mundo vienen crecientes, rios y fuentes. Aquesta Historia
-pone Séneca, en el libro VI, cap. 8.º, de las «Naturales Cuestiones,»
-bien á la larga, donde dice así: Que Nero, deseoso y
-curioso por saber la verdad de aquel secreto, envió dos Centuriones
-para inquirir el nacimiento del dicho Nilo, y las causas
-de aquella novedad; estos fueron al rey de Etiopía, y, dada
-cuenta de su embajada, el Rey los encaminó, y dió favor,
-barcas y compañía para los otros Reyes por cuyos reinos y
-tierras el rio pasaba, y, subiendo por él mucho arriba, llegaron
-á ciertos pueblos donde habia ciertos lagos ó lagunas muy
-grandes, de hondura profundísima, tan cubiertos y ocupados
-de hierba espesa, que les impidieron adelante pasar: vieron,
-empero, donde estaban grandes piedras dentro del agua, por
-las cuales, ó debajo dellas, manaba el agua con gran ímpetu,
-en abundancia, y preguntados los vecinos de la comarca, si
-sabian que aquellas lagunas ó lagos comenzaban allí, ó les
-viniese el agua de otra parte, respondieron que no sabian, y
-con sola esta noticia se volvieron á Roma. Y esto dice Séneca
-que oyó de los mismos Centuriones.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_212" id="Page_212">[212]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXIX.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Porque habemos dado en el augmento y descrecimiento del
-rio Nilo, y es una de las cosas que en el mundo hay admirables
-(admirable á los que la ven, increible á los que la oyen,
-como dice Diodoro), pues el Almirante D. Cristóbal Colon dió
-la ocasion á ello, donde muestra en esto y en las otras historias
-tocadas tener noticia de muchas antigüedades, y así convino,
-pues Dios le eligió para, por medio suyo, mostrar al
-mundo tan oculta hazaña, paréceme no ser cosa inconveniente
-á nuestra Historia, enjerir en ella lo que los antiguos sintieron
-diversamente del nascimiento del rio Nilo, y de su creciente
-y menguante, y, al cabo de muchas y varias opiniones
-referidas, colegir la falta que tuvieron ignorando la Divina
-Escritura, y dellas conocer cual fué la más probable y más
-allegada á lo natural. Egipto es toda tierra muy llana y campestre,
-y por eso la puede muy bien regar toda el rio Nilo;
-las ciudades, villas y lugares, los cortijos de los labradores
-y majadas de los ganados, están todas cercadas de valladares,
-no paredes de mucha resistencia, por no haberlo menester
-para se defender de la creciente del rio, que nunca crece
-sino con gran mansedumbre, suavemente. Cuando crece, como
-baña toda la tierra, parecen todas las ciudades y habitaciones
-de los hombres como si fuesen distintas islas; en tanto que
-dura la creciente tienen los ganados en establos, ó dentro de
-sus cercadas, donde les tienen para aquel tiempo su hierba y su
-comida; las otras bestias, no domésticas, si no se van con tiempo
-á buscar lugares altos, todas se ahogan con el agua. Dos
-veces en el año cresce y mengua el Nilo: la primera, comienza
-cuando el sol entra en el signo Cáncer, y esto es á 16 de
-Junio, y dura esta creciente por todo aquel signo, hasta que<span class="pagenum"><a name="Page_213" id="Page_213">[213]</a></span>
-entra en el signo Leo; despues de entrado, y llega á la estrella
-Canícula, que es cuando comienzan los dias caniculares,
-cuasi mediado Julio, comienza poco á poco á descrecer de
-la manera que fué creciendo, hasta quedar en su curso y agua
-ordinaria. La segunda creciente hace, cuando entra el sol
-en el primer grado del signo Virgo, que es cuasi mediado
-Agosto, y dura por un mes, hasta que el sol entra en Libra;
-de allí se torna despues á su acostumbrado estado. Strabon
-dice que dura el agua más de cuarenta dias, y, pasados sesenta,
-queda la tierra enjuta y dispuesta para labrarla. Son estas
-crecientes tan necesarias para la tierra de Egipto, que sino las hobiese
-tan abundantes, segun el calor grande que allí hay por ser
-la tierra muy austral, y como nunca jamás llueva, la tierra
-seria toda polvo y estéril arena, como es alguna parte del mismo
-Egipto. La justa creciente es, cuando sube el agua de su curso
-ordinario 16 codos en alto; si son menores aguas, no lo riegan
-todo; si mayores, no se enjuga con tiempo la tierra y detiénese
-el fruto. Cuando sube no más de 12 padecen hambre,
-y cuando 13 lo mismo; 14 codos causa alegría; 15 seguridad;
-16 traen deleites con el abundancia. La mayor creciente, fué
-cuando llegó á 18 codos, en tiempo que imperaba Claudio,
-Emperador; y la más chica, de cinco, cuando andaba la guerra
-Pharsálica, conviene á saber, la de entre César y Pompeyo,
-segun dice Plinio. Los egipcios honran y adoran como Dios al
-rio Nilo, atribuyéndole algo de deidad, lo cual prueban porque
-por sus crecientes y menguantes pronostican los males ó
-bienes futuros, ó por mucha cantidad de agua, ó con la falta
-della. Con el limo mucho que siempre trae el Nilo, queda la
-tierra engrosada, pingüísima y fertilísima, de manera, que,
-con poco trabajo y costa ninguna, se reciben ubérrimos frutos
-de pan y vino, y frutas y todas las otras cosas; por la virtud y
-abundancia de la hierba paren dos veces las ovejas, y otras
-dos dan de sí lana. Entre tanto que dura la creciente y menguante,
-los Reyes y los que gobiernan, navegan por el rio: es cosa
-no decente; la gente comun toda se emplea en bailes, placeres
-y deleites. Cuán presto la tierra se enjuga, luego se ara y<span class="pagenum"><a name="Page_214" id="Page_214">[214]</a></span>
-se siembra, y más presto en aquella parte donde más calor
-hace: todo lo susodicho es sacado de Plinio, libro V. cap. 9.º,
-y de Solino, cap. 45 de su Polistor, y de Estrabon, libro XVII, y
-de Diodoro, libro X, cap. 3.º En lo que toca al nascimiento
-deste rio Nilo, concluyó Séneca, despues de haber mucho disputado,
-en el lugar en el precedente capítulo dicho: Que como
-la tierra que está debajo de la superficie sea limosa y llena de
-humidades, cuando concurren juntamente en un lugar son
-causa que se hagan las grandes lagunas de mar, y donde los
-rios, despues, con impetuoso curso manan, y desta manera
-siente Séneca que todos los rios tienen su principio; pero como
-sea esta proposicion contra la Divina Escritura que suena otra
-cosa, mayormente cerca deste rio Nilo, falso es lo que dice
-Séneca; pero no es de maravillar, pues no se avalanzaba á
-más de lo que le parecia, segun su natural juicio. Así que,
-como aquel rio Nilo sea uno de los cuatro que salen del terrenal
-Paraíso y se llama Geon (como parece, Génesis, II, capítulo
-4.º), que comunmente se llama Nilo, deste vocablo <i>nilon</i>,
-griego, que quiere decir, limoso, porque su agua es muy
-limosa, por lo cual hace por donde pasa fertilísima la tierra;
-por ende las lagunas ó lagos que los Centuriones vieron no
-era el nascimiento del Nilo, sino que salian allí sus aguas,
-que, más arriba, debajo de tierra se habian sumido, y desta
-manera se sume en muchas partes el mismo Nilo; y este discurso
-llevan Pomponio Mela, libro I, cap. 9.º, y Plinio, libro V,
-cap. 9.º, y Solino, cap. 45, puesto que no atinan de dónde
-traiga su orígen; y acá vemos en Castilla en el rio de Guadiana,
-que nasce bien léjos de Estremadura, donde á ratos se
-sume y va por bajo de tierra mucho camino, y, cuando sale
-descubierto, parece tener allí su principio. Cuanto á la razon
-de por qué en verano crece, mayormente en el principio de
-los meses y en sus fines, segun dice el Filósofo en el fin del
-libro II, de Metheoros, fueron las opiniones de los antiguos
-como dijimos; segun cuenta el Filósofo en el tractado especial
-que hizo del acrecentamiento del Nilo, y Solino en su Polistor,
-cap. 45, Herodoto, en el segundo libro de su Historia, y<span class="pagenum"><a name="Page_215" id="Page_215">[215]</a></span>
-Diodoro en el primer libro, y Séneca en las dichas Cuestiones
-naturales, y Strabon en el libro XVII de su Geografía. Tales
-Milesius, uno de los siete sabios de Atenas, dice que los vientos
-que cada año corren por aquel tiempo allegaban las aguas de
-una parte á otra, y así parecian las aguas en mayor cantidad,
-puesto que, en la verdad, no fuesen mayores, como en una
-olla que hierve; Anaxágoras y otros dijeron que la causa es
-por las muchas nieves que están en los montes de Etiopía, que
-con el calor del sol en verano se derriten, y aquellas hacen
-crecer tanto el Nilo; y esta opinion fácilmente se derrueca,
-porque no podia haber tantas nieves, que tan gran cantidad de
-agua en el Nilo causasen; y esta opinion, dice Herodoto, ser falsísima
-puesto que, segun él dice, segun las otras, sea modestísima.
-La sentencia de Thalero, filósofo, fué que cuando vientan los
-vientos etesios, que son los que corren en los dias caniculares,
-los cuales, por su frialdad, espesan las nubes que están sobre la
-fuente que imagina en Etiopía, en el monte que se dice de la
-Luna, aquellas, con el aire, se convierten en agua, y que de
-allí proviene en aquel tiempo crecer el Nilo, y en el invierno
-que los dichos vientos no corren, menguar; á esto se dice que
-no parece posible, por viento alguno, que tanto aire se pueda
-convertir en agua, porque como de un puño de agua, cuando
-se convierte agua en aire, salgan diez de aire, manifiesto es
-que si tal conversion se hiciese, habria de hacerse gran cantidad
-de aire agua, lo que parece ser falso. Otra razon mejor:
-si aquellos vientos tanta cantidad de aire y de nubes convirtiesen
-en agua que hiciesen crecer al Nilo, como aquellos
-vientos no corran indivisiblemente, necesario se seguiria que
-las fuentes, arroyos y los rios que estuviesen cerca, un tiro
-de ballesta y de piedra, del Nilo, tambien crecerian; pues esto
-es falso, porque ninguna agua, por cercana que esté al Nilo,
-cresce, sino sola del Nilo. Pomponio dice, que los vientos
-etesios, ó ventando recio, detienen las aguas del Nilo que no
-salgan á la mar, y entónces suben en alto las aguas del Nilo,
-ó que los mismos vientos sean causa que cieguen las bocas
-del Nilo, por donde sale á la mar, con mucha arena, y así, lo<span class="pagenum"><a name="Page_216" id="Page_216">[216]</a></span>
-hagan subir en alto; esta razon refiere Herodoto. Lo mismo
-afirma el historiador Amianno en el lib. XXII de su Historia.
-Esta sentencia siguió Beda en el libro de <i>De Natura rerum</i>, capítulo
-43: <i>.....mense enim majo, dum ostiacius quibus in mare influit
-zephiro flante, undis ejectis arenarum cummulo præstruuntur,
-paulatim intumescens ac retro propulsus plana irrigat Egipti:
-vento autem cesante ruptisque arenarum cumulis suo redditur
-alveo.</i> Pero á esto se puede responder con la razon de arriba,
-que lo mismo acaesceria en los otros rios, pero pues no se hace
-no debe ser aquesta la causa en el Nilo, y esta respuesta
-es de Herodoto, diciendo que muchos rios están en Siria
-y muchos en África, que aquestos impedimentos padezcan; la
-misma respuesta da Diodoro, lib. I, cap. 4.º. San Gerónimo,
-sobre el profeta Amós, cap<a name="FNanchor_8_8" id="FNanchor_8_8"></a><a href="#Footnote_8_8" class="fnanchor">[8]</a>, cuasi parece declinar en esta
-sentencia; dice allí que el rio Nilo, una vez en el año, viene mucho
-avenido, tanto que riega toda Egipto, pero que esto se hace
-por divino milagro, sin algun aumento de agua, sino que se
-hacen grandes montones de arena en las bocas del Nilo por
-donde entra en la mar, y así el agua de arriba vuelve atras,
-y por acequias grandes que están hechas en la tierra de Egipto,
-vá el agua á la bañar. Solino da otra razon, y es, que el calor
-derribado del sol y de los otros planetas, levantan el agua del
-Nilo, haciéndola más sotil, de la manera que se levanta en la olla
-que hierve y hace parecer más de la que es, pero no lo es; á
-esto se dice que no es suficiente razon porque si por el calor
-que levanta el agua en alto, en tiempo de verano, el Nilo cresce,
-luego en todas las partes donde hobiere calor crescerán los
-rios; esto es falso, porque ántes vemos, con el calor, menguar
-los rios. Ephorus decia, que la causa era esta: que como la
-tierra de Egipto fuese toda de su natura seca y árida, y tenga
-muchas hendiduras y resquebrajaduras, rescibe y atrae
-los inviernos la humedad y frio del cielo, la cual como en el
-verano, por manera de sudor, la produzca, este sudor y humedad
-hace crecer al Nilo en el verano; pero desta burla<span class="pagenum"><a name="Page_217" id="Page_217">[217]</a></span>
-Diodoro diciendo que no solamente Ephoro ignoró la region y
-la naturaleza de Egipto, pero ni áun oyó á los que la sabian,
-donde tambien prueba contra él haber mal dicho. Agatharchides
-Cnidius, allegándose más cerca de la verdad, segun opinion
-de Diodoro que lo recita, dice: que porque en los montes de
-Etiopía llueve grandes aguas desde el solsticio estival, que es
-á 14 de Junio ó á 14 dél, hasta el equinoccio del Otoño, que
-es á 14 de Setiembre, por esto no ser maravilla que en el invierno
-traiga el Nilo sola el agua ordinaria natural que mana
-de sus fuentes, y en el verano venga muy pujante; y en esta
-sentencia parece Diodoro declinar. Herodoto, en el segundo libro
-de su Historia, desta duda esta sentencia puso: que tiene
-quel sol en el verano, cuando está en medio del cielo, conviene
-á saber, en la equinoccial, vientos frios causa y trae á sí mucho
-humor, el cual humor derrama sobre la tierra hácia las fuentes
-del Nilo, que están puestas so el circuito de Capricornio,
-cuando viene al solsticio estival, que es, como se dijo, á 14 de
-Junio, cuando vientan los vientos Austro y áfricos, que naturalmente
-son pluviosos, y de aquí el Nilo cobra su creciente
-en los veranos; de aquí, cuando el sol torna al equinoccio
-autumnal, que es á 14 de Setiembre, trae á sí las lluvias y las
-aguas de la tierra y de los rios, pero no las derrama sobre las
-fuentes dichas, porque hácia allá va el sol y hace seca, secando
-los aires y las tierras, y en este tiempo, que es invierno,
-es necesario menguar el Nilo en su agua. Desta sentencia tambien
-murmura Diodoro, pero no responde á ella. Lucano, en el
-libro X, estima que deste crecimiento del Nilo ninguna otra
-razon suficiente se puede dar, sino que Dios quiso proveer al
-reino de Egipto del agua necesaria, por vía maravillosa, pues
-allí no quiso que lloviese, sin la cual no podia pasar; y esta
-no es muy indigna razon, y no discrepa mucho de la de San
-Jerónimo. Aristóteles en el dicho Tractado de la inundacion ó
-creciente y menguante del Nilo, recitadas muchas opiniones,
-dice la suya, y es: que en la madre del rio Nilo hay muchas
-secretas fuentes que en el invierno están cerradas sin manar, y
-en el verano se abren y manan, dando de sí tanta agua, que<span class="pagenum"><a name="Page_218" id="Page_218">[218]</a></span>
-hacen al Nilo avenir con gran pujanza que toda la tierra de
-Egipto pueda bañar; pero ni Aristóteles, ni Solino, ni Herodoto,
-ni Séneca, ni los demás, dan suficientes razones, por ignorar
-el principio, que es el orígen del Nilo, el cual estimaban
-estar en alguno de los lugares desta nuestra tierra habitable,
-como nazca del Paraíso terrenal, el que todos ignoraron. Lo que
-más verdad parece, y ser causa de esta creciente y menguante
-en ciertos tiempos, es alguna virtud secreta natural, la cual
-se consigue allí inmediatamente, en su misma fuente, en el
-Paraíso, de donde nasce. Otro rio hay en el mundo que sólo á
-semejanza del Nilo cresce y mengua una vez en el año, conviene
-á saber, cuando el sol está en el vigésimo grado del signo de
-Cancrio, y dura esta cresciente por todo el Cancrio y el signo
-de Leon, hasta tanto que el sol quiere pasar al signo de Virgen;
-la causa desto, dice Solino en el cap. 50 de su Polistor, hablando
-del rio Euphrates, es porque Euphrates y el Nilo están
-constituidos debajo de semejantes paralelos del mundo, aunque
-en diversos lugares, y de aquí es que la misma virtud, en
-ambos á dos rios, el sol y todo el cielo influyen. Alguno contradice
-que estén debajo de semejantes, y á Solino responden
-que habla por opinion de otros, y así parece: <i>Quod gnomonici
-similibus paralellis accidere contendunt, quos pares et cœœœli et
-terrarum positione æqualitas normalis efecit lineæ, unde apparet
-ista duo flumina, scilicet, Nilus et Euphrates, admodum ejusdem
-perpendiculi constituta, licet e diversis manent plagis easdem
-incrementi causas habere.</i> Pero como, en la verdad, ambos á
-dos, estos rios, más juntos sean entre sí que los otros rios del
-Paraíso, parece que á la salida del Paraíso la misma virtud
-se les comunique; por manera que, segun nos, el principio y
-orígen del Nilo, cierto es ser en el Paraíso, pero segun los
-gentiles autores, que ingnoraron la Divina Escritura, diversas
-y dudosas opiniones tuvieron de su origen, y así dice Solino:
-<i>Ignari siderum et locorum varias de excesibus ejus (excesus vocat
-Nili incrementum), causas dederunt</i>. Y Diodoro tambien lo
-mismo afirma: <i>Itaque locorum inscitia errandi materiam priscis
-scriptoribus præbuit, Nili fontes locaque ex quibus fluit nullus<span class="pagenum"><a name="Page_219" id="Page_219">[219]</a></span>
-ad hoc tempus neque vidisse se dicit, neque audisse ab aliis qui
-se assererent aspexisse, ex quo res ad opiniones et conjeturas pervenit.</i>
-La razon de la diversidad de opiniones es la que se ha
-tocado, que aunque aquellos cuatro rios su primer origen sea
-en el Paraíso pero como, despues de salidos dél, por algun
-espacio se oculten debajo de tierra y otra vez parezcan, por
-esta causa los gentiles creyeron que en aquellas bocas por
-donde salian estaban sus fuentes. Así que, segun la opinion de
-los gentiles, certísima y famosísima, segun declara Solino,
-cap. 45 <i>De Egipto</i>, cuanto á lo que ellos pudieron saber, ignorando
-la Divina Escritura, el rio Nilo tiene su origen en el
-monte de Mauritania la inferior, más cercana del mar Océano,
-que se llama el monte de la Luna, y hace allí un profundo
-lago que Nilides se nombra; y así lo dice Plinio, libro V, capítulo
-9.º: <i>Nilus incertis ortus fontibus</i>; et infra: <i>Lacu protinus
-stagnante quem vocant Nilidem</i>; y esto prueba, porque las mismas
-hierbas y los mismos peces y bestias que cria y produce
-el Nilo, se hallan en el lago dicho, do sale y corre por algunos
-dias, despues se torna á encubrir, yendo por debajo de la
-tierra, y tórnase á descubrir en una gran cueva de Mauritania
-cesariense, con mucho más ímpetu de aguas y con las
-mismas señales de hierbas y peces y otras bestias, y allí se
-torna á encubrir, y no sale hasta llegar á Etiopía, y de allí saliendo,
-aparece todo el rio negro como la pez. Allí es el término
-y fin de África, y los vecinos de aquella region le llaman Astapun,
-que quiere decir agua de las tinieblas salida; de allí,
-corriendo por muchos y diversos lugares, hace muchas y diversas
-islas, la principal y más nombrada de las cuales es la isla
-Menor, donde se situa el clima primero, segun la division de los
-climas que hicieron los antiguos, que se dice Diameroes; despues
-entra en la tierra de Egipto, y hace las maravillas dichas,
-y al fin entra en la mar por siete bocas ó puertas, de las
-cuales se verá por Plinio en el cap. X del libro 5.º Y esto
-baste cuanto á la historia que toca al rio Nilo.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_220" id="Page_220">[220]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXX.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Dejada la digresion donde referimos algunas historias que
-tocó en sus palabras el Almirante, para dar noticia á quien
-no las sabia, y acordarlas á los que las leyeron, mayormente
-los secretos del Nilo, el fin que pretendemos dicta que tornemos
-á tomar nuestro hilo. Partió, pues, nuestro primer
-Almirante en nombre de la Santísima Trinidad (como él dice,
-y así siempre solia decir), del puerto de Sant Lúcar de Barrameda,
-miércoles, 30 dias de Mayo, año de 1498, con intento
-de descubrir tierra nueva, sin la descubierta, con sus seis
-navíos. Bien fatigado, dice él, de mi viaje, que donde esperaba
-descanso cuando yo partí destas Indias, se me dobló la
-pena; esto dice por los trabajos y nuevas resistencias y dificultades
-con que habia habido los dineros para despacharse,
-y los enojos recibidos sobre ello con los oficiales del Rey, y
-los disfavores y mal hablar que, las personas que le podian
-con los Reyes dañar, á estos negocios de las Indias daban;
-para remedio de lo cual le parecia que no le bastaba lo mucho
-trabajado, sino que de nuevo le convenia, para cobrar
-nuevo crédito, trabajar; y, porque entónces estaba rota la
-guerra con Francia, túvose nueva de una armada de Francia,
-que aguardaba sobre el cabo de Sant Vicente al Almirante,
-para tomarlo, por esta causa, deliberó de hurtarles el
-cuerpo, como dicen, y hace un rodeo enderezando su camino
-derecho á la isla de la Madera. Llegó á la isla del Puerto
-Sancto, jueves, 7 de Junio, donde paró á tomar leña, y agua, y
-refresco, y oyó misa, y hallóla toda alborotada y alzadas todas
-las haciendas, muebles, y ganados, temiendo no fuesen
-franceses; y luego, aquella noche, se partió para la isla de la
-Madera, que, como arriba dejamos dicho, está de allí unas 12<span class="pagenum"><a name="Page_221" id="Page_221">[221]</a></span>
-ó 15 leguas, y llegó á ella el domingo siguiente, á 10 de Junio.
-En la villa le fué hecho muy buen recibimiento y mucha
-fiesta, por ser allí muy conocido, que fué vecino de ella en algun
-tiempo; estuvo allí proveyéndose cumplidamente de agua
-y leña, y lo demas necesario para su viaje, seis dias. El sábado,
-á 16 de Junio, partió con sus seis navíos de la isla de la
-Madera, y llegó, mártes siguiente, á la isla de la Gomera; en
-ella halló un corsario francés, con una nao francesa y dos
-navíos que habia tomado de castellanos, y, como vido los seis
-navíos del Almirante, dejó las anclas y el un navío, y dió de
-huir con el otro, el francés; envia tras él un navío, y como
-vieron, seis españoles que iban en el navío que llevaba tomado,
-ir un navío en su favor, arremeten con otros seis franceses
-que los iban guardando, y, por fuerza, métenlos debajo de
-cubierta, y así los trajeron. Aquí, en la isla de la Gomera, determinó
-el Almirante enviar los tres navíos derechos á esta
-isla Española, porque, si él se detuviese, diesen nueva de sí, é
-alegrar y consolar los cristianos con la provision de los bastimentos,
-mayormente dar alegría á sus hermanos, el Adelantado
-y D. Diego, que estaban por saber dél harto deseosos;
-puso por Capitan de un navío á un Pedro de Arana, natural
-de Córdoba, hombre muy honrado, y bien cuerdo, el cual
-yo muy bien cognoscí, hermano de la madre de D. Hernando
-Colon, hijo segundo del Almirante, y primo de Arana, el que
-quedó en la fortaleza con los 38 hombres que halló á la vuelta
-muertos el Almirante; el otro Capitan del otro navio, se llamó
-Alonso Sanchez de Carabajal, Regidor de la ciudad de Baeza,
-honrado caballero. El tercero, para el otro navío, fué Juan
-Antonio Columbo, ginovés, deudo del Almirante, hombre muy
-capaz y prudente, y de autoridad, con quien yo tuve frecuente
-conversacion; dióles sus instrucciones segun convenia, y
-en ellas les mandó, que, una semana uno, otra semana otro,
-fuese cada uno Capitan general de todos tres navíos, cuanto
-á la navegacion y á poner farol de noche, que es una lanterna
-con lumbre que ponen en la popa del navío, para que los
-otros navíos sepan y sigan por donde vá y guía la Capitana.<span class="pagenum"><a name="Page_222" id="Page_222">[222]</a></span>
-Mandóles que fuesen al Oeste, cuarta del Sudueste, 850
-leguas, y que entónces serian con la isla Dominica; de la Dominica,
-que navegasen Oest-Noroeste, y tomarian la isla de
-Sant Juan, y que fuesen por la parte del Sur della, porque
-aquel era el camino derecho para ir á la Isabela Nueva, que
-agora es Sancto Domingo. La isla de Sant Juan pasada, que
-dejasen la isla Mona al Norte, y de allí toparian luego la punta
-desta Española, que llamó de Sant Rafael, el cual agora es
-el cabo del Engaño; de allí á la Saona, la cual dice que hace
-buen puerto entre ella y esta Española. Siete leguas hay otra
-isla adelante, que se llama Sancta Catherina, y de allí á la isla
-Nueva, que es el puerto de Sancto Domingo, como dicho es,
-hay 25 leguas. Mandóles que donde quiera que llegasen y descendiesen
-á se refrescar, por rescate comprasen lo que hobiesen
-menester, y que á poco que diesen á los indios, aunque
-fuesen á los caníbales, que decian comer carne humana,
-habrian lo que quisiesen, y les darian los indios todo lo
-que tuviesen, pero si fuese por fuerza, lo esconderian y quedarian
-en enemistad. Dice más en la Instruccion, que él iba
-por las islas de Cabo Verde (las cuales, dice, que antiguamente
-se llamaban Gorgodes, ó segun otros, Hespéridos), y que iba, en
-nombre de la Santísima Trinidad, con propósito de navegar
-al Austro dellas hasta llegar debajo de la línea equinoccial, y
-seguir el camino del Poniente hasta que esta isla Española le
-quedase al Norueste, para ver si hay islas ó tierras. Nuestro
-Señor, dice él, me guie y me depare cosa que sea su servicio
-y del Rey y la Reina, nuestros señores, y honra de los cristianos,
-que creo que este camino jamás le haya hecho nadie, y
-sea esta mar muy incógnita. Y aquí acaba el Almirante su
-Instruccion.</p>
-
-<p>Tomada, pues, agua y leña y otras provisiones, quesos en
-especial, los cuales hay allí muchos y buenos, hízose á la vela
-el Almirante con sus seis navíos, jueves, 21 dias de Junio, la
-vía de la isla del Hierro, que dista de la Gomera obra de 15
-leguas, y es, de las siete de las Canarias, hácia el Poniente, la
-postrera. Pasando della, tomó el Almirante su derrota, con<span class="pagenum"><a name="Page_223" id="Page_223">[223]</a></span>
-una nao y dos carabelas, para las islas del Cabo Verde, y despidió
-los otros tres navíos en nombre de la Sancta Trinidad, y
-dice que le suplicó tuviese cargo dél y de todos ellos; y al
-poner del Sol se apartaron, y los tres navíos tomaron su vía
-para esta isla. Aquí el Almirante hace mencion á los Reyes del
-asiento que habia tomado con el rey de Portugal, que no pasasen
-los portugueses al Oeste de las islas de los Azores y Cabo
-Verde, y hace tambien mencion como los Reyes lo enviaron
-á llamar para que se hallase en los conciertos, con los que á
-la particion habian de concurrir, y que no pudo ir por la
-grave enfermedad que incurrió en el descubrimiento de la tierra
-firme de las Indias, conviene á saber, de Cuba, que tuvo
-siempre, como no la pudo rodear, aún hasta agora, por tierra
-firme; añide más, que luego sucedió la muerte del rey don
-Juan, ántes que pudiese aquello poner en obra. Debia ser, que
-como aquello se trató el año de 93 y 94, habria entretanto de
-entrambas partes impedimentos hasta el año de 97 que murió
-el rey D. Juan de Portugal, como arriba se vido, cap. 126,
-y por esto dice aquí el Almirante, que por la muerte del
-rey D. Juan no se pudo poner en obra. Siguiendo pues su
-camino el Almirante, llegó á las islas de Cabo Verde, las cuales,
-segun él dice, tienen falso nombre, porque nunca vido cosa
-alguna verde, sino todas secas y estériles. La primera que vido
-fué la isla de la Sal, miércoles, 27 de Junio, y es una isla pequeña;
-de allí fué á otra que tiene por nombre Buenavista, y es
-esterilísima, donde surgió en una bahía, y cabe ella esta una
-isleta chiquita; á esta isla se vienen á curar todos los leprosos
-de Portugal, y no hay en ella mas de seis ó siete casas. Mandó
-el Almirante sacar las barcas á tierra para se proveer de sal
-y carne, porque hay en ella gran número de cabras. Vino un
-Mayordomo, de cuya era aquella isla, llamado Rodrigo Alonso,
-escribano de la Hacienda del rey en Portugal, á los navíos á
-ofrecer al Almirante lo que en ella hobiese, que él hobiese menester;
-agradescióselo é hízole dar del refresco de Castilla
-con que se gozó mucho. Aquel le hizo relacion de como venian
-allí los leprosos á se curar de su lepra, por la abundancia grande<span class="pagenum"><a name="Page_224" id="Page_224">[224]</a></span>
-que hay de tortugas en aquella isla, que comunmente son
-tan grandes como adargas; comiendo del pescado dellas, y
-lavándose con la sangre dellas muchas veces, sanan de la
-lepra; vienen allí tres meses del año, Junio, Julio y Agosto,
-infinitas tortugas de hácia la tierra firme, que es Etiopía,
-á desovar en la arena, las cuales, con las manecillas y
-piés, escarban en el arena y desovan sobre quinientos huevos
-y más, tan grandes como de gallina, salvo que no tienen
-la cáscara dura, sino un hollejo tierno que cubre la yema,
-como el hollejo que tienen los huevos de la gallina quitada
-la cáscara dura; cubren los huevos con el arena como si lo
-hiciese una persona, y allí el sol los ampolla, y, formados y
-vivos los tortuguitos, luego se van á buscar la mar, como si
-vivos y por sus piés hubieran salido della. Tomaban allí las
-tortugas de esta manera; que con lumbre de noche, que son
-hachas de leña seca, van buscando el rastro de la tortuga, que
-no lo hace chico, y hállanla durmiendo de cansada; llegan de
-presto y trastórnanla, volviendo la concha de la barriga arriba,
-y la del lomo abajo, y déjanla, porque segura queda que
-ella se pueda volver, y luego van á buscar otra: y lo mismo
-hacen los indios en la mar, que si llegan estando durmiendo y
-la vuelven, queda segura para tomarla cuando quisieren,
-puesto que otro mejor arte tienen los indios en tomarlas en
-la mar, como se dirá, si Dios quisiere, cuando trataremos de la
-descripcion de Cuba. Los sanos que vivian en aquella isla de
-Buenavista, como ni áun agua no tienen, sino salobre de unos
-pozos, eran seis ó siete vecinos, cuyo ejercicio era matar cabrones
-y salar los cueros para inviar á Portogal en las carabelas
-que allí por ellos vienen, de los cuales, les acaescia
-en un año matar tantos, y enviar tantos cueros, que valian
-2.000 ducados al Escribano, cuya era la isla; habíanse criado
-tanta multitud de cabras y machos de solas ocho cabezas.
-Acaecíales á aquellos que allí vivian, estar cuatro y cinco meses
-que ni comian pan ni bebian vino, ni otra cosa, sino
-aquella carne cabruna, ó pescado, ó las tortugas; todo esto dijeron
-aquellos al Almirante. Partióse de allí, sábado, de noche,<span class="pagenum"><a name="Page_225" id="Page_225">[225]</a></span>
-30 de Junio, para la isla de Santiago, y domingo, á hora de vísperas,
-llegó á ella, porque dista 28 leguas; y esta es la principal
-de las de Cabo Verde. Quiso en esta tomar ganado vacuno,
-para traer á esta Española, porque los Reyes se lo habian
-mandado, y para ello estuvo allí ocho dias y no pudo haberlo;
-y porque la isla es enfermísima, porque se asan en
-ella los hombres, y le comenzaba su gente á enfermar, acordó
-de partirse. Torna el Almirante á decir que quiere ir al Austro,
-porque entiende, con ayuda de la Santísima Trinidad, hallar
-islas y tierras, con que Dios sea servido, y sus Altezas y la
-cristiandad hayan placer, y que quiere ver cual era la intincion
-del rey D. Juan de Portogal, que decia que al Austro habia
-tierra firme; y por esto dice que tuvo diferencias con los reyes
-de Castilla, y en fin, dice, que se concluyó que el rey de
-Portogal hobiese 370 leguas de las islas de los Azores y Cabo
-Verde, del Oeste al fin del Norte, de polo á polo; y dice más,
-que tenia el dicho rey D. Juan por cierto, que dentro de sus
-límites habia de hallar cosas y tierras famosas. Viniéronle á
-ver ciertos principales de aquella isla de Santiago, y dijéronle
-que al Sudoeste de la isla del Fuego, que es una de las mismas
-de Cabo Verde, que está desta 12 leguas, se veia una isla, y
-que el rey D. Juan tenia gran inclinacion de enviar á descubrir
-al Sudoeste, y que se habian hallado canoas, que salian
-de la costa de Guinea, que navegaban al Oeste con mercadurías.
-Aquí torna el Almirante á decir, como que hablara con
-los Reyes: «Aquel que es trino y uno me guie, por su piedad y
-misericordia, en que yo le sirva, y á Vuestras Altezas dé
-algun placer grande y á toda la Cristiandad, así como fué de
-la fallada de las Indias, que sonó en todo el mundo.»</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_226" id="Page_226">[226]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXXII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Miércoles, 4 dias de Julio, mandó alzar y dar las velas
-de aquella isla de Santiago, en la cual, dice que, despues que
-á ella llegó, nunca vido el sol ni las estrellas, sino los cielos
-cubiertos de tan espesa neblina, que parecia que la podian
-cortar con cuchillo, y calor intensísimo que los angustiaba,
-y mandó gobernar por la vía del Sudueste, que es camino que
-lleva desde aquellas islas al Austro y Mediodia, en nombre,
-dice él, de la Santa é individua Trinidad, porque entónces estaria
-Leste-Oeste con la tierra de la Sierra Leona y cabo de
-Sancta Ana, en Guinea, que es debajo de la línea equinoccial,
-donde dice que debajo de aquel paralelo del mundo se halla
-más oro y cosas de valor; y que despues navegarian, placiendo
-á Nuestro Señor, al Poniente, y de ahí pasaria á esta Española,
-en el cual camino veria la opinion del rey D. Juan, susodicha.
-Y que pensaba experimentar lo que decian los indios de esta
-Española, que habia venido á ella, de la parte del Austro y del
-Sueste, gente negra, y que trae los hierros de las açagayas de
-un metal que llaman guanin, de lo cual habia enviado á los
-Reyes hecho el ensayo, donde se halló que de las treinta y dos
-partes, las diez y ocho eran de oro, y las seis de plata, y las
-ocho de cobre. Prosiguiendo por este su camino del Sudoeste,
-comenzó á hallar hierbas de las que se topan camino derecho
-destas Indias; y dice aquí el Almirante, despues que anduvo
-480 millas, que hacen 120 leguas, que, en anocheciendo,
-tomó el altura, y halló que el estrella del Norte estaba en 5°;
-pero á mí parece, que debia haber andado más de 200 leguas,
-y que está errada la letra, porque más camino hay por aquel
-rumbo de 200, desde las islas de Cabo Verde y de la de Santiago,
-de donde partió, hasta ponerse un navío en 5° de la equinoccial,<span class="pagenum"><a name="Page_227" id="Page_227">[227]</a></span>
-como verá cualquiera marinero que lo mirare por la
-carta y por el altura lo mismo. Y dice que allí, viernes, 13 dias
-de Julio, le desmamparó el viento, y entró en tanto calor y ardor,
-y tan vehemente, que temió que los navíos se le encenderian
-y la gente pereceria; fué todo tan de golpe y súbito, cesar
-el viento y sobrevenir el calor excesivo y desordenado, que no
-habia persona que osase asomar á entrar abajo de cubierta,
-para remediar la vasija del vino y agua, que se le reventaba
-rompiéndose los aros de las pipas; el trigo ardia como fuego;
-los tocinos y carne salada se asaban y podrecian; duróle aqueste
-ardor y fuego ocho dias. El primero fué claro con sol que los
-asaba; proveyóle Dios con menor daño, porque los siete siguientes
-llovió y hizo nublado, pero con todo esto no hallaban
-remedio para que esperasen que no habian de perecer
-de quemados, y si, como el primer dia hizo sol y claro, los
-siete lo hiciera, dice aquí el Almirante, que fuera imposible
-escapar con vida hombre dellos, y así, fueron divinalmente
-socorridos con lloverles algunos aguaceros y hacer aquellos dias
-nublados. Determinó, de que si Dios le diese viento para salir
-de aquella angustia, correr al Poniente algunos dias, y despues
-que se viese en alguna templanza, tornar hácia el Austro,
-que era el camino que proseguir deseaba. Nuestro Señor, dice
-él, me guie y dé gracia, que yo le sirva, y á Vuestras Altezas
-traiga nuevas de placer; dice que se acordó estando en estas
-ardientes brasas, que cuando venia á estas Indias en los viajes
-pasados, siempre que llegaba hácia el Poniente 100 leguas,
-en paraje de las islas de los Azores, hallaba mudamiento en
-la templanza de Septentrion al Austro, y por esto se queria ir
-al Poniente á poner en el dicho paraje. En el mismo paralelo
-debia de ir el Almirante, ó por mejor decir, meridiano, que
-llevó Hanon, Capitan de los cartagineses, con su flota, que
-saliendo de Cáliz y pasando al Océano, á la siniestra de
-Libia ó Etiopía, despues de treinta dias, yendo hácia el Mediodia,
-entre otras angustias que pasó, fué tanto el calor y
-fuego que padeció, que parescia que se asaban; oyeron tantos
-truenos y relámpagos, que los oidos les atormentaban y los<span class="pagenum"><a name="Page_228" id="Page_228">[228]</a></span>
-ojos les cegaban, y no parecia sino que llamas de fuego caian
-del cielo. Esto dice Amiano, entre los historiadores griegos, seguidor
-de verdad, muy nombrado en la «Historia de la India»
-hácia el cabo, y refiérelo Ludovico Celio, en el lib. I, cap. 22
-de las «Lectiones antiguas.» Así que, tornando á los dias trabajosos,
-el sábado, que se contaron 14 de Julio, estando las
-Guardas en el brazo izquierdo, dice que tenia el Norte en 7.º;
-vido grajos negros y blancos, que son aves que no se alejan
-mucho de la tierra, y por esto tiénense por señal de tierra.
-Enfermó en este camino de gota y de no dormir, pero no por
-eso dejaba de velar y trabajar con gran cuidado y diligencia.
-Domingo y lúnes vieron las mismas aves y más golondrinas,
-y parecieron unos peces que se llaman botos, que son poco
-más ó ménos que grandes terneras, que tienen la cabeza muy
-roma ó bota. Dice aquí el Almirante, incidentemente, que las
-islas de los Azores, que antiguamente se llamaban Casetérides,
-están situadas en fin del quinto clima. Juéves, 19 de Julio, hizo
-tan grande é intenso calor, que pensaron arderse los hombres
-con las naos; pero porque nuestro Señor, á vueltas de las aflicciones
-que dá, suele, con interpolacion del contrario, alivianarlas;
-socorrióle con su misericordia al cabo de aquellos
-siete ú ocho dias, dándole muy buen tiempo para desviarse
-de aquel fuego, con el cual buen viento navegó hácia Poniente
-diez y siete dias, siempre con intincion de tornar al
-Austro y ponerse, como arriba dijo, en tal region, que le quedase
-aquesta Española al Norte ó Setentrion donde pensaba que
-habia de hallar tierra, ántes ó despues del dicho paraje; y así
-entendia remediar los navíos que ya iban abiertos del calor pasado,
-y los bastimentos que en mucho tenia, por la necesidad
-que dellos tenia para traerlos á esta isla, y los muchos trabajos
-que al sacar de Castilla le costaron, é iban perdidos cuasi y dañados.
-El Domingo, 22 de Julio, á la tarde, ya que iba con el
-buen tiempo, vieron pasar innumerables aves del Oesudueste
-hácia el Nordeste; dice que era gran señal de tierra. Lo mismo
-vieron el lúnes siguiente y los dias despues, uno de los
-cuales vino á la nao del Almirante un alcatraz y otros muchos<span class="pagenum"><a name="Page_229" id="Page_229">[229]</a></span>
-parecieron otro dia, y las otras aves que se llaman rabihorcados.
-Al décimo séptimo dia del buen tiempo que llevaba
-esperaba el Almirante ver tierra, por las dichas señales de las
-aves vistas, y como no la vido el lúnes, otro dia, mártes, 31 dias
-de Julio, como le faltase ya el agua, deliberó de mudar derrota,
-y esta era el Oeste y se acostar á la mano derecha, é ir á tomar
-á la isla Dominica, ó alguna de los caníbales, que hoy
-llaman los caribes; y así mandó gobernar al Norte, cuarta
-del Nordeste, y anduvo por aquel camino hasta medio dia,
-pero como su divina Majestad, dice él, haya siempre usado de
-misericordia conmigo, por acertamiento, y acaso, subió un
-marinero de Huelva, criado mio, que se llamaba Alonso Perez,
-á la gavia, y vido tierra al Oeste, y estaba 15 leguas della, y
-lo que pareció della fueron tres mogotes, ó tres montañas.
-Puso nombre á esta tierra, la isla de la Trinidad, porque así
-lo llevaba determinado, que la primera tierra que descubriese
-así se llamase, y plugo, dice él, á Nuestro Señor, por su
-alta Magestad, que la vista primera fueron todos juntos tres
-mogotes, digo, tres montañas, todas á un tiempo y en una
-vista. Su alta potencia por su piedad me guie, dice él, y en tal
-manera, que haya él mucho servicio, y Vuestras Altezas mucho
-placer; que es cierto que la fallada desta tierra, en esta
-parte, fué gran milagro, atanto como la fallada del primer
-viaje. Estas son sus palabras. Dió infinitas gracias á Dios, como
-tenia de costumbre, y todos alabaron á la bondad Divina, y
-con gran regocijo y alegría, dijeron, cantada, la <i>Salve Regina</i>,
-con otras coplas y prosas devotas que contienen alabanzas de
-Dios y de Nuestra Señora, segun la costumbre de los marineros,
-al ménos los nuestros de España, que con tribulaciones
-y alegrías suelen decirla. Aquí hace una digresion y epílogo
-de los servicios que ha hecho á los Reyes, y de la voluntad
-que siempre tuvo encendida de les servir, no como malas lenguas,
-dice él, y falsos testigos por invidia dijeron; y cierto yo
-creo que estos tales tomó Dios por instrumentos para le afligir,
-porque le quiso bien, porque muchos, sin por qué ni para qué,
-le infamaron y estorbaron estos negocios, y hicieron que los<span class="pagenum"><a name="Page_230" id="Page_230">[230]</a></span>
-Reyes se atibiasen y cansasen de gastar y tener aficion y estima
-de que estas Indias habian de dar provecho, al ménos que
-fuese más que los gastos con augmento les viniesen. Repite el
-calor que padeció, y como áun iba hoy por el mismo camino
-paralelo, sino que por se llegar á la tierra por la vía que tomó
-cuando mandó gobernar al Poniente, porque la tierra echa de
-sí frescores que salen de sus fuentes y rios, y de sus aguas,
-causan templanza y suavidad, y por esta causa, dice que
-pueden navegar los portogueses que van á la Guinea, que está
-debajo de la línea equinoccial, porque van de luengo de tierra
-ó de costa, como es comun hablar; dice más, que agora
-estaba en el mismo paralelo de donde llevan el oro al rey de
-Portogal, por lo cual creyó que quien buscase aquellos mares
-hallaria cosas de valor. Confiesa aquí que no hay hombre en
-el mundo á quien Dios haya echo tanta merced, y le suplica
-que le depare cosa con que Sus Altezas reciban mucho placer
-y toda la cristiandad; y dice que, aunque otra cosa de provecho
-no hobiese, sino estas tierras tan hermosas, que son tan verdes
-y llenas de arboledas y palmas, que llevan ventaja á las huertas
-de Valencia por Mayo, se deberian mucho de estimar, y
-dice en esto verdad, y adelante lo encarecerá, con mucha razon,
-más. Dice, que cosa es de milagro que tan cerca de la
-equinoccial, como á 6°, tengan los reyes de Castilla tierras, estando
-la Isabela de la dicha línea distante 24°.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_231" id="Page_231">[231]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXXIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Vista, pues, la tierra, con gran consuelo de todos, deja el
-camino que queria llevar en busca de alguna de las islas de
-los caníbales para proveerse de agua, de que tenia gran necesidad,
-y da la vuelta sobre la tierra que habian visto, hácia
-un cabo que parecia estar al Poniente, al cual llamó cabo de
-la Galera, por una peña grande que tenia que desde léjos parecia
-galera que iba á la vela; llegaron allí á hora de completas;
-vieron buen puerto, sino que era hondo y pesóle al
-Almirante, por no poder en él entrar, siguió su camino á la
-punta que habia visto, que era hácia el Austro siete leguas, y
-no halló puerto. En toda la costa halló que las arboledas llegaban
-hasta la mar, la cosa mas hermosa que ojos vieron.
-Dice que esta isla debe ser grande; gente pareció, y una canoa
-cargada dellos de léjos, que debian estar pescando, fuéronse
-huyendo á tierra á unas casas que allí parecian; la tierra
-era muy labrada y alta, y hermosa. Miércoles, 1.º de Agosto,
-corrió la costa abajo hácia el Poniente, cinco leguas, y llegó á
-una punta, donde surgió con todos tres navíos, y tomaron agua
-de fuentes y de arroyos; hallaron rastro de gente, instrumento
-de pescar, y rastro de cabras, pero no eran sino de venados,
-que hay mucho por aquellas tierras; dice que hallaron
-lignaloes, y palmares grandes, y tierras muy hermosas, de que
-sean dadas infinitas gracias á la Sancta Trinidad; estas son sus
-palabras. Vido muchas labranzas por luengo de costa, y muchas
-poblaciones; vido desde allí, hácia la parte del Sur ó
-Austro, otra isla, que el luengo della iba más de 20 leguas;
-y bien pudiera decir 500, porque esta es la tierra firme, de
-la cual, como vido un pedazo, parecióle que seria isla, á esta
-puso nombre la isla Sancta. Dice aquí, que no quiso tomar algunos<span class="pagenum"><a name="Page_232" id="Page_232">[232]</a></span>
-indios por no escandalizar la tierra. Del cabo de la Galera
-á la punta donde tomó el agua, que creo que la nombró la
-Punta de la Playa, dice que, habiendo sido gran camino, y
-corríase leste gueste (debe decir de Levante á Poniente se andaba),
-no habia puerto en todo aquel camino, pero era tierra
-muy bien poblada y labrada, y de muchas aguas y arboledas
-muy espesas, la cosa más hermosa del mundo, y los árboles
-hasta la mar. Es aquí de saber, que cuando los árboles
-de la tierra llegan hasta la mar, es señal que aquella costa
-de mar no es brava, porque cuando es brava, no hay árbol
-por allí ninguno, escombrado arenal. La corriente surgente,
-que es la que viene de arriba, y la montante, que es la
-que para arriba sube de abajo, dice que parece ser grande.
-La isla que le queda al Sur, dice ser grandísima, porque
-va ya descubriendo la tierra firme, aunque no estimaba
-sino que isla era. Dice que vino á buscar puerto de luengo
-de la isla de la Trinidad, jueves, 2 dias de Agosto, y llegó
-hasta el Cabo de la isla de la Trinidad, que es una punta,
-á la cual puso por nombre la Punta del Arenal, que está al
-Poniente; por manera que ya era entrado en el Golfo que
-llamó de la Ballena, donde padeció gran peligro de perder
-todos los navíos, y él aún no sabia que estaba cercado de
-tierra, como se verá. Este Golfo es cosa maravillosa, y peligrosa
-por el rio grandísimo que entra en él, que se llama Yuyaparí,
-la última sílaba luenga, este viene de más de 300 y
-creo que de 400 leguas, y las 300 se han ido por él arriba,
-dello con nao, y dello con bergantines, y dello con grandes
-canoas; y como sea grandísimo el golpe del agua que trae
-siempre, mayormente en este tiempo de Julio y Agosto, en
-que por allí el Almirante andaba, que es tiempo de muchas
-aguas, como en Castilla por Octubre y Noviembre, y así queria
-naturalmente salir á la mar, la mar con su ímpetu grande,
-de su misma naturaleza, querria quebrar en la tierra, y como
-aquel Golfo esté cercado de tierra firme por una parte, y por
-otra la isla de la Trinidad, y así sea estrechísimo para tan
-impetuoso poder de aguas contrarias, es necesario que cuando<span class="pagenum"><a name="Page_233" id="Page_233">[233]</a></span>
-se junten, haya entre ellas terrible pelea, y peligrosísimo para
-los que allí se hallaren, el combate. Dice aquí que la isla de
-la Trinidad es grande, porque desde el cabo de la Galera
-hasta la Punta del Arenal, donde al presente estaba, dice que
-habia 35 leguas; digo yo que hay más de 45, como verá el
-que lo quisiere ver por las cartas del marear, puesto que no
-tiene agora aquellos nombres escritos en las cartas, porque
-ya se han olvidado, y verlo hán, considerando el camino que
-el Almirante trujo hasta llegar allí, é por qué parte vido la
-primera tierra della, y de allí dónde fué á parar, y así coligirá
-cual llamó el cabo de la Galera, y cual la Punta del
-Arenal. No es de maravillar que el Almirante no tasase puntualmente
-las leguas de la isla, porque iba bajándola pedazo
-á pedazo. Mandó salir en esta Punta del Arenal y fin de la
-isla, hácia el Poniente, la gente en tierra para que se holgasen
-y recreasen, porque venian cansados y fatigados, los cuales
-hallaron la tierra muy hollada de venados, aunque ellos
-creian que eran cabras. Este jueves, 2 de Agosto, vino de hácia
-Oriente una gran canoa, en que venian 25 hombres, y
-llegados á tiro de lombarda dejaron de remar, y á voces dijeron
-muchas palabras; creia el Almirante, y yo así lo creo,
-que preguntarian qué gente eran, así como suelen los otros
-de las Indias, á lo cual respondieron, no con palabras, sino
-mostrándoles ciertas bacinetas de laton, y otras cosas lucias,
-para que se llegasen á la nao, con meneos y señas halagándoles.
-Acercáronse algo, y despues venian arredrados del
-navío; y, como no se quisiesen allegar, mandó el Almirante
-subir al castillo de popa un tamborino, y á los mancebos de
-la nao que bailasen, creyendo agradarles, pero no lo sintieron
-así, ántes como vieron tañer y bailar, tomáronlo por señal
-de guerra, y como si fuera desafiarlos; dejaron todos los
-remos y echaron mano á sus arcos y flechas, embrazó cada
-uno su tablachina, y comenzaron á tirarles una buena nubada
-de flechas. Visto esto por el Almirante, mandó cesar la fiesta
-de tañer y bailar, y sacar sobre cubierta algunas ballestas,
-y tirarles con dos ballestas, no más de para asombrarlos; los<span class="pagenum"><a name="Page_234" id="Page_234">[234]</a></span>
-cuales, luego, tiradas las flechas, se fueron á una de las dos
-carabelas, y, de golpe, sin temor, se pusieron debajo la popa,
-y el piloto de la carabela, sin temor tambien alguno, se descolgó
-de la popa abajo, y entróse con ellos en la canoa con
-algunas cosas que les dió; y entre ellas dió un sayo y un bonete
-á uno dellos que parecia hombre principal. Ellos le tornaron
-en ella, y, como en reagradecimiento de lo que les habia
-dado, por señas, le dijeron que se fuese á tierra y que allí le
-traerian de lo que ellos tenian. Él aceptó que iria y ellos se fueron
-á tierra; el Piloto entró en la barca y fué á pedir licencia
-al Almirante á la nao, y desque vieron que no iba derecho á
-ellos, no lo esperaron más, y así se fueron y nunca más el
-Almirante ni otro los vido. Por haberse así alterado y enojado
-del tamborino y de los bailes, parece que aquello debian de
-tener entre sí por señal de guerra. Díjome un criado del Almirante,
-que se llamó Bernaldo de Ibarra, que vino este viaje
-allí con él, y me lo dió por escrito, y hoy lo tengo de su letra
-en mi poder, que vino al navío del Almirante un señor y Cacique
-desta isla de la Trinidad, que traia una diadema de oro en
-la cabeza, y váse al Almirante que tenía una gorra de carmesí,
-é hácele acatamiento é besa su diadema, y con la otra mano
-quita la gorra al Almirante y él pónele la diadema, y él puso
-en su cabeza la gorra de carmesí quedando muy rico y muy
-contento. Dice aquel Almirante, que estos todos eran mancebos,
-y muy bien dispuestos y ataviados, aunque no creo que traian
-mucha seda ni brocado, de lo cual, tambien creo que los españoles
-y el Almirante más se gozaran, pero venian ataviados de
-arcos y flechas y tablachinas; no eran tan bazos como otros, ántes
-más blancos que otros que hobiese visto en estas Indias, y
-de muy buenos gestos y hermosos cuerpos, los cabellos largos
-y llanos, cortados á la guisa de Castilla, traian la cabeza atada
-con un pañezuelo de algodon tejido de labores y colores, el cual
-creia el Almirante que era almaizar; otro destos pañezuelos, dice,
-que traian ceñido, y se cobijaban con él en lugar de pañetes;
-dice que no son negros, puesto que estan cerca de la equinoccial,
-sino de color indio, como todos los otros que ha hallado. Son de<span class="pagenum"><a name="Page_235" id="Page_235">[235]</a></span>
-muy linda estatura, andan desnudos, son belicosos, traen los
-cabellos muy largos como las mujeres en Castilla, traen arcos y
-flechas con plumas, y al cabo dellas un hueso agudo con espina,
-como un anzuelo, y traen tablachinas, lo que hasta aquí no
-habia visto; y segun de las señas y meneos que hacian, dice que,
-lo pudo comprender, ellos creian que venia el Almirante de la
-parte del Sur, por lo cual juzgaba que á la parte del Sur debia
-haber tierras grandes, y decia bien, pues tan grande es la
-tierra firme que gran parte ocupa del Sur. La templanza desta
-tierra, dice que es muy grande, y muéstralo, segun él, la color
-de la gente y los cabellos que son todos correntios, y el arboleda
-muy espesa, que en toda parte hay; dice que es de
-creer, que pasada la comarca, 100 leguas al Oeste de los Azores,
-que muchas veces ha dicho que hace mudamiento el cielo,
-y la mar, y la templanza, y esto, dice, es manifiesto, porque aquí
-donde estaba, tan llegado á la equinoccial, cada mañana dice
-que habia frio, y era el sol en Leon. Dice gran verdad, porque
-yo que escribo esto, he estado allí ó cerca de allí, é habia menester
-ropa las noches y las mañanas, en especial por Navidad.
-Las aguas corrian al Poniente más que el rio de Sevilla, crecia
-y menguaba el agua de la mar 65 pasos y más, que en Barrameda,
-que podian poner á monte carracas; dice que aquella
-corriente va tan recia por ir entre aquellas dos islas, la Trinidad
-y la que llamó Santa, y despues adelante llamó isla de
-Gracia. Y dice isla á tierra firme, porque ya entraba por entrambas,
-que estan apartadas dos leguas, que es como un rio,
-como parece por la carta; hallaron fuentes de las desta Española,
-y los árboles y las tierras, y la templanza del cielo; en esta
-Española, pocas frutas se hallaron de las naturales de la tierra.
-La templanza mucha más es la de aquella tierra que no la desta
-Española sino es en las minas de Cibao y en algunas otras provincias
-della, como ya arriba queda dicho. Hallaron ostias ú
-ostras muy grandes, pescado infinito, papagayos grandes como
-pollas; dice que en esta tierra y en toda la tierra firme son
-los papagayos mayores que ninguno de los destas islas, y son
-verdes, la color muy clara como blancaza, pero los de las islas<span class="pagenum"><a name="Page_236" id="Page_236">[236]</a></span>
-son más verdes, y color algo más oscuro; tienen todos los de la
-tierra firme los pescuezos de color amarillo como manchas, y
-las puntas de arriba de las alas con manchas coloradas, y algunas
-plumas amarillas por las mismas alas; los de estas islas,
-ninguna cosa tienen amarilla, los pescuezos tienen colorados á
-manchas; los de esta Española, tienen un poco blanco encima
-del pico; los de Cuba tienen aquello colorado y son más lindos;
-los de la isla de Sant Juan, creo que tiran á los desta isla, y no
-he mirado si tambien los de Jamáica; finalmente, parece que
-son en algo diferentes los de cada isla. En esta tierra firme,
-donde agora está el Almirante, hay una especie de papagayos
-que creo que no hay en otra parte, muy grandes, poco ménos
-que gallos, todos colorados con algunas plumas, en las alas,
-azules y algunas prietas; estos jamás hablan, no tienen otra
-cosa de que se goce dellos, sino de la vista, en lo demas son
-desgraciados; llámanse por los indios guacamayas: todos los
-demas es cosa maravillosa lo que parlan, si no son los muy
-chiquitos, que se llaman xaxaues, como arriba dijimos.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_237" id="Page_237">[237]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXXIV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Estando en esta Punta del Arenal, que es fin de la isla de
-la Trinidad, vido hácia el Norte, cuarta del Nordeste, á distancia
-de 15 leguas, un cabo ó punta de la misma tierra firme
-y esta fué la que se llama Paria. El Almirante, creyendo que
-era otra isla distinta, púsola nombre la isla de Gracia; la cual,
-dice que va al Oeste, que es el Poniente, y que es altísima
-tierra, y dijo verdad, porque por toda aquella tierra firme
-van grandes cordilleras de sierras muy altas. Sábado, 4 dias
-de Agosto, determina ir á ver la isla de Gracia, y levantó las
-anclas y dió las velas de la dicha Punta del Arenal, donde
-surgido estaba; y por aquella como angostura, por donde
-entró en el golfo de la Ballena (no era más de dos leguas, porque
-de una parte la Trinidad y de otra la tierra firme), salia
-el agua dulce muy corriente. Vino de hácia la del Arenal, de
-la isla de la Trinidad, una tan gran corriente, por la parte
-del Sur, como pujante avenida (y era del poder grande del
-rio Yuyaparí que al Sur está, y el áun no lo via), con tan
-grande estruendo y ruido que á todos espantó, del cual no
-pensaron escapar; y como el agua del mar resistió, viniendo
-por el contrario, se levantó la mar, haciendo una muy gran
-loma y muy alta, la cual levantó la nao y púsola encima de
-la loma, cosa que nunca jamás ni oyó ni vido, y al otro
-navío alzó las anclas, que áun debia de tener echadas, y echólo
-más á la mar, y con las velas anduvo hasta que salió de la
-dicha loma. Plugo á Dios que no les hizo daño, dice aquí el
-Almirante, y, cuando escribió este caso á los Reyes, dijo:
-«Áun hoy en dia tengo el miedo en el cuerpo, que no me trabucó
-la nao cuando llegó debajo della; por este gran peligro
-puse á esta boca nombre, la Boca de la Sierpe.» Llegado á la<span class="pagenum"><a name="Page_238" id="Page_238">[238]</a></span>
-tierra firme que via por aquella parte, y creia que era isla,
-vido cabe aquel Cabo dos isletas en medio de otra boca, que
-hacen aquel Cabo de la tierra firme, el cual llamó cabo Boto
-por ser grueso y romo, y otro cabo de la Trinidad que nombró
-Boto; la una isleta nombró el Caracol, la otra el Delfin.
-Esta estrechura de la Punta ó cabo de la Punta de Paria,
-y el cabo Boto de la Trinidad, no tiene sino cinco leguas, y
-están en medio las dichas isletas; por la cual estrechura y el
-ímpetu del gran rio Yuyaparí, é las olas procelosas de la mar,
-hacen esta entrada y salida en grande manera peligrosa, y
-porque el Almirante con trabajo y peligro suyo tambien, lo
-experimentó, llamó aquella entrada angostura la Boca del
-Drago, y así se llama comunmente hoy. Fué de luengo de
-costa de la tierra firme de Paria, quél creia ser isla, y la
-nombró isla de Gracia, hácia la parte del Oeste, á buscar
-puerto. Desde la Punta del Arenal, que es el un cabo de la
-Trinidad, como se dijo, y está la vuelta del Sur, hasta el otro
-cabo Boto, que es de la misma isla de la Trinidad, que está
-á la mar, dice el Almirante haber 26 grandes leguas, y por
-aquesta parte parece ser el ancho de la dicha isla, y están los
-dichos cabos Norte y Sur. Habia grandes hileros de corrientes,
-el uno al contrario del otro; sobrevenian muchos aguaceros
-como era el tiempo de las aguas, como arriba dijimos. La isla
-de Gracia es, como está dicho, tierra firme, y dice el Almirante
-que es tierra altísima y toda llena de árboles, que llega
-hasta la mar; esto porque como aquel golfo está cercado de
-tierra, no hay resaca ni olas que quiebren en la tierra como
-donde están descubiertas las playas. Dice que, estando á la
-punta ó cabo della, vido una isla altísima al Nordeste, que
-estaría dél 26 leguas, púsole nombre la Bellaforma, porque
-debia tener de léjos buen parecer, pero todo esto es la tierra
-firme, que como se mudaba con los navíos de una parte á
-otra dentro del golfo, cercado de tierra, hacíanse algunas abras
-que parecian hacer distincion de tierras que estuviesen apartadas,
-y estas llamaba el Almirante islas, porque ansí lo juzgaba.
-Navegó, domingo, 5 de Agosto, cinco leguas de la<span class="pagenum"><a name="Page_239" id="Page_239">[239]</a></span>
-punta del cabo de la Paria, que es el cabo oriental desta isla
-de Gracia; vido muy buenos puertos, juntos unos de otros, y
-casi toda esta mar dice que es puerto, porque está cercada
-de islas y no hace ola alguna. Llamaba islas á las partes que
-se le abrian de tierra firme, porque no hay más de sola la
-isla de la Trinidad, y tierra firme, que cercan á este golfo quél
-dice agora mar. Envió á tierra las lanchas, y hallaron pescado
-y fuego, y rastro de gente, y una casa grande descubierta; de
-allí anduvo ocho leguas, donde halló puertos buenos. Esta
-parte desta isla de Gracia dice ser tierra altísima y hace muchos
-valles, y todo debe de ser poblado, dice él, porque lo
-vido todo labrado; los rios son muchos, porque cada valle
-tiene el suyo de legua á legua; hallaron muchas frutas y unas
-como uvas y de buen sabor, y mirabolanos muy buenos, y otras
-como manzanas, y otras, dice, como naranjas y lo de dentro es
-como higos; hallaron infinitos gatos paules; las aguas, dice, las
-mejores que se vieron. Esta isla, dice, es toda llena de puertos,
-esta mar es dulce, puesto que no del todo, sino salobre como
-la de Cartagena; más abajo dice que es dulce como la del rio
-de Sevilla, y esto causaba cuando topaba con alguna hilera del
-agua de la mar, que salobraba la del rio. Navegó á un ancon,
-lúnes, 6 dias de Agosto, cinco leguas, donde salió y vido gente,
-y vino luego una canoa con cuatro hombres á la carabela que
-estaba más cercana á tierra, y el piloto della llamó los indios
-como que queria ir á tierra con ellos, y, en allegando y entrando,
-anególes la canoa, y ellos andando nadando, cogió y
-trújolos al Almirante. Dice que son de la color de todos los otros
-de las Indias; traen dellos los cabellos muy largos, otros así
-como nosotros, ninguno hay tresquilado como en la Española
-y en las otras tierras. Son de muy linda estatura, y todos sobrecrecidos;
-traen el miembro genital atado y cubierto, y
-las mujeres van todas desnudas, como sus madres las parieron.
-Esto dice el Almirante, pero yo he estado, como
-arriba dije, cerca de aquella tierra, 30 leguas, pero nunca
-vide que las mujeres no tuviesen sus vergüenzas, al ménos,
-cubiertas; debe de querer decir el Almirante, que<span class="pagenum"><a name="Page_240" id="Page_240">[240]</a></span>
-andaban como sus madres las parieron cuanto á lo demas
-del cuerpo. Estos indios, dice el Almirante, luego que aquí
-fueron, diles cascabeles y cuentas, y azúcar, y los invié á
-tierra, á donde estaba dellos una gran batalla, y despues
-que supieron el buen tratamiento todos querian venir á los
-navíos; vinieron los que tenian canoas, y fueron muchos, y
-á todos se les hizo buen acogimiento, y se les mostró amorosa
-conversacion, dándoles de las cosas que les agradaban;
-preguntábales el Almirante, y ellos respondian, pero no se
-entendian; trujéronles pan y agua, y unos brebajes, como vino
-verde; andan muy ataviados de arcos, flechas y tablachinas y
-las flechas traen casi todos con hierba. Mártes, 7 de Agosto,
-vinieron infinitos indios por mar y por tierra, y todos traian de
-su pan y maíz, y cosas de comer, y cántaros de brebaje, dello
-blanco como leche, de sabor de vino; dello verde, y dello de
-color colorado; cree que todo sea de frutas. Lo más ó todo
-hacen de maíz, sino que el maíz es blanco y morado y colorado,
-de aquí viene ser el vino de diversas colores; el verde, no
-sé de qué se haga. Traian todos sus arcos y flechas con hierba,
-muy á punto; no se daban nada por cuentas, dieran cuanto
-tuvieran por cascabeles, y otra cosa no demandaban. Hacian
-mucho por el laton; esto es cierto que lo estimaban mucho, y
-daban en esta Española por un poco de laton cuanto les pidieran
-de oro, que tuvieran, y así creo que fué siempre en todas
-estas Indias, á los principios; llamábanlo turey, cuasi venido del
-cielo, porque al cielo llamaban tureyro; hallan en él no se qué
-olor que á ellos mucho les agrada. Aquí dice ahora el Almirante
-que todo cuanto les daban, de Castilla, lo olian luego que
-se lo daban. Trajeron papagayos de dos ó tres maneras, en
-especial de los muy grandes que hay en la isla de Guadalupe,
-dice él, con la cola larga; trajeron pañizuelos de algodon muy
-labrados y tejidos, con colores y labores como los llevan de
-Guinea, de los rios á la Sierra Leona, sin diferencia, y dice
-que no debe comunicar con aquellos, porque hay de aquí
-donde él agora está, allá, más de 800 leguas; abajo dice que
-parecen almayzares.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_241" id="Page_241">[241]</a></span></p>
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-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXXV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Deseaba, dice, tomar media docena de indios para llevar
-consigo, y dice que no pudo tomarlos, porque se fueron todos
-de los navíos ántes que anocheciese; pero mártes, luego, 8 de
-Agosto, vino una canoa con 12 hombres á la carabela, y tomáronlos
-todos, y trajéronlos á la nao del Almirante, y dellos
-escogió seis y los otros seis invió á tierra; esto parece que
-lo hacia el Almirante sin escrúpulo, como otras muchas veces
-en el primer viaje lo hizo, no le pareciendo que era injusticia
-y ofensa de Dios y del prójimo, llevar los hombres libres contra
-su voluntad, quitando los padres á los hijos, y las mujeres
-á sus maridos, y que segun ley natural estaban casados, y que
-ellas otros, ni otras ellos, podian tomar sin pecar y quizá
-mortalmente, de lo cual era el Almirante causa eficaz; y otra
-circunstancia, que venian á los navíos aquellos so tácita seguridad
-y confianza prometida, la cual les debian guardar,
-allende el escándalo y aborrecimiento de los cristianos, que
-se podia seguir, no sólo en los de allí, pero de toda la tierra y
-gentes que lo supiesen. Dió luego la vela hácia una punta que
-dice del Aguja, el cual nombre no dice cuando le puso, y de
-allí, dice, que descubrió las más hermosas tierras que hayan
-visto y las más pobladas, y, en llegando á un lugar, al cual
-por su hermosura llamó Jardines, donde habia infinitas casas
-y gentes, los que habia tomado dijéronle que habia gente
-vestida, por lo cual acordó de surgir, y vinieron á los navíos
-infinitas canoas. Estas son sus palabras. Cada uno, dice, que
-traia su pañezuelo tan labrado de colores, que parecia un
-almayzar, con uno atada la cabeza, y con el otro cubrian lo
-demas, como ya se ha tocado; destas gentes que hoy vinieron
-á los navíos, algunos, dice, que traian algunas hojas de oro al<span class="pagenum"><a name="Page_242" id="Page_242">[242]</a></span>
-pescuezo, y uno de aquellos indios que habia tomado le dijo
-que por allí habia mucho oro, y que hacian dello espejos
-grandes, y mostraba como lo cogian; dice espejos, porque debia
-dar el Almirante algunos espejos, y por señas debia el
-indio decir que del oro hacian de aquellos, no porque les entendiesen
-palabra. Dice que, porque andaba por allí de corrida,
-porque se le perdian los bastimentos que tanto trabajo
-alcanzar le habian costado, y esta isla Española estaba más
-de 300 leguas de allí, no se detenia, lo cual mucho él quisiera
-por descubrir mucha más tierra, y dice que todo es lleno
-de islas, y muy hermosas, y muy pobladas, y tierras muy
-grandes; la gente muy más política que la desta Española y
-guerreros, y casas hermosas. Si el Almirante hobiera visto
-el reino de Xaraguá como su hermano el Adelantado, y la
-corte del rey Behechio alguna excepcion hiciera en esto. Llegando
-á la Punta de la Aguja, dice que vido otra isla al Sur,
-15 leguas, que iba al Sueste Norueste, muy grande, y tierra
-muy alta y llamóla Sabeta, y en la tarde vido otra al Poniente,
-tierra muy alta; todas estas islas entiendo ser pedazos de la
-tierra firme, por las abras y valles que se abrian, que parecian
-islas distintas, como quiera que él anduviese todavía por dentro
-del golfo que llamó de la Ballena, cercado, como dicho es, de
-tierra; y esto parece claro, porque estando como estaba dentro
-del dicho golfo ninguna tierra tenia al Sur, sino la tierra
-firme, luego las islas que decia no eran islas, sino pedazos de
-la misma tierra firme, que juzgaba ser islas. Surgió adonde
-llamó los Jardines, y luego vinieron infinitas canoas, grandes
-y pequeñas, llenas de gente, segun dice. Despues, á la tarde, vinieron
-más de toda la comarca, muchos de los cuales traian al
-pescuezo piezas de oro de hechura de herraduras; pareció que
-lo tenian en mucho, pero todo lo dieran, dice, por cascabeles y
-no los llevaba, y fué cosa esta de notar que un hombre tan
-proveido como el Almirante, y teniendo voluntad de venir á
-descubrir, no trujese rescates de diversas maneras, como trujo
-el primer viaje: todavía hobo alguno dellos, y era muy bajo
-que parescia sobredorado. Decian, segun podian entender por<span class="pagenum"><a name="Page_243" id="Page_243">[243]</a></span>
-señas, que habia por allí algunas islas, donde habia mucho de
-aquel oro, pero que la gente eran caníbales, y dice aquí el
-Almirante, que este vocablo caníbales, tenian todos por allí
-por causa de enemistad, ó quizá porque no querian que fuesen
-allá los cristianos, sino que se estuviesen allí toda su
-vida. Vieron los cristianos á un indio un grano de oro tan
-grande como una manzana. Vinieron otra vez infinitas canoas
-cargadas de gente, y todos traian oro y collares, y cuentas
-de infinitas maneras, y atados los pañezuelos á las cabezas que
-les tienen los cabellos, y bien cortados, y paréceles muy
-bien; llovió mucho, y por eso cesaban gentes de ir y venir.
-Vinieron unas mujeres que traian en los brazos sartales de
-contezuelas, y entre ellas perlas ó aljófar, finísimas, no como
-las coloradas que se hallaron en las islas de Babueca; rescatáronse
-aquellas, y dice que las inviaria á Sus Altezas.
-Nunca supe destas perlas que se hallaron en las islas de Babueca,
-que son cerca del Puerto de Plata, en esta Española,
-y estas más son bajos debajo del agua, que no islas, que
-hacen harto daño á los navíos que por allí pasan, si no están
-sobre el aviso, y así tienen título Abre el Ojo. Preguntó
-el Almirante á los indios dónde las hallaban ó pescaban, y
-mostráronle de las nácaras donde nacen, y respondiéronle,
-por bien claras señas, que nacian y se cogian hácia el Poniente
-detras de aquella isla, que era el cabo de la playa de la
-Punta de Paria y tierra firme, que creia ser isla; y decian
-verdad, que 25 ó 30 leguas de allí, hácia el Poniente, está
-la isla de Cubagua, de que luego se dirá, donde las cogian.
-Envió las barcas á tierra para saber si habia cosa nueva que
-no hubiesen visto, y hallaron la gente tan tratable, dice el
-Almirante, que, «aunque los marineros no iban con propósito
-de salir en tierra, pero vinieron dos personas principales
-con todo el pueblo y les hicieron salir; llegaron á una casa
-grande, hecha á dos aguas, y no redonda, como tienda de
-campo, de la manera que son las de las islas, donde los recibieron
-muy bien y les hicieron fiesta y les dieron colacion,
-pan y frutas de muchas maneras, y el beber fué un brevaje<span class="pagenum"><a name="Page_244" id="Page_244">[244]</a></span>
-blanco que tienen en gran precio, de que todos estos dias
-trujeron allí, y hay dello tinto, y mejor uno que otro, como
-entre nosotros el vino. Los hombres todos estaban juntos á un
-cabo de la casa, y las mujeres á otro. Recibida la colacion en
-aquella casa del más viejo, llevóles el más mozo á otra casa
-é hizo otro tanto; pareció que el uno debia ser el Cacique y
-señor, y el otro debia ser su hijo; despues se volvieron los
-marineros á las barcas, y con ellas á los navíos muy contentos
-desta gente.» Estas todas son palabras del Almirante. Dice más:
-«ellos son de muy linda estatura, y todos grandes á una mano,
-y más blanca gente que otra que hobiese visto en estas islas,
-y que ayer vido muchos tan blancos como nosotros, y mejores
-cabellos y bien cortados, y de muy buena conversacion;
-las tierras, en el mundo, no pueden ser más verdes y hermosas
-y pobladas; la templanza, otra tal, que desque estoy
-en esta isla, dice él, hé cada mañana frio, digo, para ropon
-enforrado, bien que esté tan cerca de la línea equinoccial; la
-mar todavía dulce; á la isla llaman Paria.» Todas son palabras
-del Almirante. Llama isla á tierra firme todavía, porque así
-lo creia.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_245" id="Page_245">[245]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXXVI.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Viérnes, 10 de Agosto, mandó dar las velas y fué al Poniente
-de la que pensaba ser isla, y anduvo cinco leguas y
-surgió; por temor de no hallar fondo, andaba á buscar boca
-por donde saliese de aquel golfo, dentro del cual andaba cercado
-de tierra firme y de islas, aunque él no creia ser tierra firme,
-y dice que es cierto que aquella era isla, que así lo decian los
-indios y así parece que no los entendian. De allí vido otra
-isla frontero al Sur, á la cual llamó Isabela, que va del Sueste
-á Norueste, despues otra que llamó la Tramontana, tierra alta
-y muy hermosa, y parecia que iba de Norte á Sur, parecia muy
-grande; todo esto era tierra firme. Decíanle los indios que él
-habia tomado, á lo quél entendia, que la gente de allí eran
-caníbales, y que allí habia ó nascia el oro, y las perlas de la parte
-del Norte de Paria, la vía del Poniente, se pescaban y habian
-habido las que al Almirante dieron. El agua de aquella mar
-era tan dulce, dice, como la del rio de Sevilla, y así turbia.
-Quisiera ir á aquellas islas, sino por no volver atras, por la prisa
-que tenia que se le perdian los bastimentos que llevaba para
-los cristianos de la Española, que con tanto trabajo, dificultad
-y gran fatiga los habia alcanzado; y, como cosa en que padeció
-grandes aflicciones, repite esto de estos bastimentos muchas veces.
-Dice, que cree que en aquellas islas que habia visto debe
-haber cosas de valor, porque todas son grandes y tierras altas,
-y valles y llanos, y de muchas aguas, y muy labradas, y pobladas,
-y la gente de muy buena conversacion, así como lo
-muestran sus gestos. Estas son palabras del Almirante. Dice
-tambien, que si las perlas nacen como dice Plinio del rocío
-que cae en las ostias que están abiertas, allí mucha razon hay
-para las haber, porque allí cae mucha rociada y hay infinitísimas<span class="pagenum"><a name="Page_246" id="Page_246">[246]</a></span>
-ostias y muy grandes, y porque allí no hace tormenta,
-sino la mar esta siempre sosegada, señal de lo cual es haber
-los árboles hasta entrar en la mar, que muestran nunca entrar
-allí tormenta, y cada rama de los árboles que entran (y están
-tambien ciertas raíces de árboles en la mar, que, segun la lengua
-desta Española, se llaman mangles), estaban llenos de infinitas
-ostias, y tirando de una rama sale llena de ostias á
-ella pegadas; son blancas de dentro y el pescado dellas,
-y muy sabrosas, y no saladas sino dulces y que han menester
-alguna sal, y dice que no sabe si nacen en nácaras; donde
-quiera que nazcan, son, dice, finísimas, y las horadan como
-dentro, en Venecia; á esto que dice el Almirante que están
-llenas las ramas de ostias por allí, decimos que no son aquellas
-ostias que él vido, y están por aquellas ramas fuera de
-la mar y un poco dentro en el agua, las que crian las perlas,
-sino de otra especie, porque las que paren las perlas más cuidado
-tienen, por su natural instinto, de se esconder cuanto más
-bajo del agua pueden, que aquellas que vido en las ramas. Tomada
-ocasion desto que dice aquí el Almirante, quiero mezclar
-un poco de los secretos naturales que hay cerca del criar ó nacer
-de las perlas, lo que no creo que será á los leyentes desagradable;
-las perlas de que hablamos, en latin se llaman
-propiamente margaritas, porque se hallan en las conchas de la
-mar, segun dice Sant Isidro, libro XVI, cap. 10 de las «Ethimologías,»
-y es la primera y más principal de las piedras preciosas
-que son blancas, y las más blancas son las más finas y
-ménos rubias.</p>
-
-<p>Engéndranse desta manera: En ciertos tiempos del año,
-cuando tienen la inclinacion y apetito de concebir, sálense á
-la playa y ábrense, y allí esperan el rocío del cielo, cuasi como
-si esperasen y deseasen su marido; reciben aquel rocío del
-cual conciben y se empreñan, y tales producen sus hijos, que
-son las perlas ó margaritas, cual fuere la calidad del rocío; si
-puro fuere, nascen las perlas blancas, si fuere turbio, salen pardas
-ó escuras, y de aquí, dice Plinio y Solino, se colije tener
-el cielo más parte en este concebimiento que el agua de la mar<span class="pagenum"><a name="Page_247" id="Page_247">[247]</a></span>
-tiene. Cuanto más el rocío fuere del alba ó de la mañana, tanto
-más blancas salen ellas, y cuanto más á la tarde ó noche llegaren
-á recebirlo, tanto más serán escuras; la edad tambien
-mucho ayuda á la blancura: cuanto más viejas fueren, tanto
-ménos blancas, y tanto más blancas, cuanto las conchas fueren
-más mozas ó más nuevas, y cuanto mayor cantidad de
-rocío recibieren, tanto mayor ternán la grandeza. Nunca
-mayores se dice hallarse que pesen más de media onza, ni
-pase de media nuez su medida; tienen las conchas tal
-sentido, naturalmente, que siempre temen no salgan maculadas
-sus perlas, y por tanto, cuando hace sol recio, porque no
-salgan negras ó rubias ó pardillas, ó su blancor en alguna
-manera se amancille, vánse al profundo huyendo del calor
-del sol cuanto más pueden; si hace relámpagos ó truena ántes
-que las conchas estén cerradas y del todo estén las perlas formadas,
-súbitamente, de temor, se afligen y aprietan y malparen,
-ó del todo echándolas de sí ó saliendo al cabo las perlas imperfectas
-y muy chiquitas. En el agua están las perlas tiernas, y
-sacadas de la ostia se endurecen; temen mucho las conchas
-la diligencia é instrumentos de los pescadores, y por eso se
-afijan y apegan y esconden siempre dentro de las más ásperas
-peñas; andan ó nadan en compañia, y tienen su rey como
-las abejas, segun dice Plinio y Solino, y otros filósofos. El rey
-ó guiador dellas es la mas vieja y la mayor; presa la guiadora
-ó guiadoras que van delante, fácilmente las demás con las
-redes son presas, y si se escapan algunas, á sus comarcas se
-vuelven. Desto dice Megastenes, filósofo: <i>Conchas in quibus
-margaritæ el uniones gignuntur retibus capi gregatimque multas
-veluti apes depasci, regemque suum habere. Ac si contingat
-regem comprehendi á piscatoribus, eas protinus circumfundi
-nec vim effugere: fugiente rege et ipsas effugere.</i> Cuando
-una sola perla se halla en la ostia es mas fina, y por esto se
-llama <i>unio</i>, y nunca se hallan dos juntas de aquella especie
-y excelencia; cuando muchas, no son uniones, sino gemas ó
-margaritas, pero no dejan de ser preciosas si son blancas, y
-redondas y pesadas, y mas preciosas si de sí mesmas son horadadas.<span class="pagenum"><a name="Page_248" id="Page_248">[248]</a></span>
-Crecen y descrecen con la luna miéntras están vivas
-en las conchas; nacen dentro de la pulpa de la carne y debajo,
-y en cualquiera parte de la ostia; cuando la concha siente
-la mano de la persona, luego se encoge y cubre cuanto puede
-de sus riquezas, y porque siente que por ellas le tocan, apriétase
-cuanto puede, lastima y muerde. La virtud dellas es, que
-confortan los espíritus, y para restriñir el flujo de sangre y
-contra el flujo lientérico, y contra cardiaca, y sincopin y contra
-diaria; nacen las mejores en las Indias, y, no tales, en Bretaña,
-que es agora Inglaterra, y por haberlas tomó ocasion
-Julio César de pasar á ella, y por tiranía y violencia sojuzgarla.
-Todas las cosas dichas son sacadas de Fisiólogo, de Arnoldo,
-de Megastenes, de Plinio, lib. VI, cap. 35; de Solino,
-cap. 16 de su Polistor; de Sant Isidro, lib. XVI, cap. 10; de
-Alberto el Magno, lib. II, cap. 2.º <i>De mineralibus</i>; del Vincencio,
-<i>Speculo natural</i>, lib. IX, capítulos 81 y 82, y del libro
-<i>De propietatibus rerum</i>, lib. XVI, cap. 62; y lo que dice postrero
-de Julio César, refiérelo Suetonio, en la vida del mismo
-Julio César, cap. 47, <i>Britanniam petisse spe margaritarum,
-quarum complitudinem conferentem interdum sua manu
-egisse pondus</i>. Algunos hay que duden, modernos, empero, y
-no de mucha auctoridad, criarse las perlas del rocío del cielo,
-como arriba se ha dicho, diciendo ser mas fábula que verdad;
-pero ni dan razon en contrario, ni asignan la causa de donde
-tengan orígen las perlas ó margaritas, y por tanto parece temeridad
-refragar sentencia de tantos y tales autores, que tan
-diligentes y solícitos fueron en inquirir é manifestar los secretos
-de la naturaleza. Pudieran, los que no admiten que del
-rocío se crien las perlas, asignar algunas causas naturales de
-donde pudiesen proceder; y es una, poderse criar en las mismas
-conchas por virtud de algun lugar, en el cual impriman
-los cuerpos celestiales virtud mineral y de la misma agua de
-la mar, de la manera que se crian las otras piedras preciosas
-y comunes. Para entendimiento desto débese saber, segun
-Alberto Magno en el lib. I, capítulos 7.º, 8.º y 9.º, que las estrellas,
-por su cantidad y su lumbre, y por su sitio y por su<span class="pagenum"><a name="Page_249" id="Page_249">[249]</a></span>
-movimiento, mueven y ordenan el mundo, segun toda materia
-y todo lugar, de las cosas que se engendran y corrompen.
-Esta virtud, así determinada, de las estrellas, se infunde y
-derrama en el lugar de la generacion de cada cosa que se engendra;
-el lugar recibe las virtudes de las estrellas, cuasi
-como la matriz ó la madre, que dicen, de las mujeres, rescibe
-la virtud formativa del embrion. Embrion es la criatura
-que tiene la hembra en el vientre, luego que comienza
-á vivir ántes que tenga la figura señalada de macho ó de
-hembra, segun su especie, y puédese decir, que es el parto
-crudo é imperfecto que la hembra tiene en el vientre; de aquí
-es que, segun los filósofos, el lugar es principio activo de la
-generacion. Esta virtud de las estrellas no en todas partes es
-una, ni es igual en todos los lugares, que sea tierra ó que sea
-agua, porque en unos lugares se influye y derrama más que
-en otros indiferentemente, como parece, que en unos se crian
-leones y no elefantes y en otros elefantes y no leones, y en unos
-oro y en otros plata y por el contrario; por esta manera, en
-unos lugares se halla virtud mineral para engendrar perlas y
-piedras preciosas, ó de las otras comunes, y en otras no, como
-es manifiesto. La virtud, pues, determinada á la generacion de
-las piedras en materia terrestre ó en materia de agua, es en la
-cual concurren todos los lugares, en los cuales las piedras se
-engendran; y así como en los animales que son engendrados de
-putrefaccion ó pudrimento y cosas podridas, como los ratones,
-segun la materia que se trata en el libro IV de los «Metauros,»
-las estrellas infunden su virtud vivificativa que les dá vida,
-por esta manera acaesce en la materia de que se engendran
-las piedras, sea agua ó sea tierra, se les infunde virtud formativa
-ó lapidificativa. Obra por esta manera la dicha virtud,
-conviene á saber, que así como los elementos se trasmutan ó
-traspasan unos en otros, como cuando la tierra convierte al
-agua en sí para que sea tierra, lo primero que se hace es, que
-la virtud de la tierra entra en la sustancia del agua, y altérala,
-y lo segundo, cuasi señoreándose de ella, tiénela, y
-entónces comienza el agua á estar queda y ponerse términos,<span class="pagenum"><a name="Page_250" id="Page_250">[250]</a></span>
-como encogiéndose y embebiéndose, y hasta entónces no
-pierde su perspicuidad ó clareza, ó traslucimiento, pero de
-allí vá corrompiéndose, y así se hace tierra que ya rescibe
-las calidades de la tierra, que son, ser opaca ó espesa,
-y escura y seca, lo mismo es de los otros elementos. Por esta
-misma manera acaece de la virtud lapidificativa cuando se
-infunde en algun lugar, sea agua ó sea tierra, porque la materia
-agua ó tierra que la dicha virtud toca, primeramente la
-altera, y lo segundo señoréala y tiénela, y despues que la tiene
-y vence señoreándola, conviértela en piedra; por esta manera
-se pueden engendrar y criar las margaritas, uniones y perlas
-sin ser de rocío, como los autores nombrados dicen, que dentro
-de las ostias, ó en la misma peña, ó en el arena, ó en aquellos
-lugares donde las conchas se apacientan, infundan virtud,
-que comunmente se llama mineral, las estrellas; que la misma
-agua de la mar, ó alguna cosa que las mismas ostias coman
-para su mantenimiento altere y entre en la sustancia de aquella,
-y detenga y venza y señoree, y al cabo la convierta en
-margarita ó perla, porque como Platon dice, y Alberto, donde
-arriba en el cap. 5.º, lo alega, que, segun los méritos y disposicion
-de cada materia, se influyen las virtudes celestiales que
-obran las cosas de naturaleza, <i>secundum merita (inquit) materiæ
-infunduntur virtutes cœœœlestes quæ res naturæ operantur</i>, ó tambien
-la misma agua de la mar suele tener tal virtud, en sólo aquel
-lugar y comarca, que dentro de las ostias, de sus mismas
-gotas ó de otras cosas que en ellas haya, engendre las perlas.
-Y la señal desto Alberto Magno allí refiere, que hay algunas
-aguas, por la virtud mineral que aquel lugar donde corren
-contiene, tan fuertes, que corriendo por tales materias se embeben
-en las cosas minerales, ó que tienen vecindad con ellas,
-por lo cual el agua misma y las cosas que están en ella se
-convierten en piedras más presto ó más tarde, segun que es
-más fuerte ó más débil la virtud que forma las piedras, ó lapidificativa;
-pero si aquella misma agua la sacan de aquel
-lugar y la echan en otro, no se convertirá en piedras: la
-causa es, porque como esté fuera del lugar donde hay virtud<span class="pagenum"><a name="Page_251" id="Page_251">[251]</a></span>
-mineral, evapórase y corrómpese, así como cualquiera otra
-cosa se corrompe estando fuera del lugar de su propia generacion.
-Por esta manera, dice Alberto allí, en el cap. 7.º, haberse
-experimentado en los montes Pirineos, que dividen á
-España de Francia, ser algunos lugares en los cuales el agua
-lluvia que cae se convierte en piedras, y si la misma lluvia cae
-ó echan en otro lugar, fuera de aquellos, quédase en agua como
-era. Por la misma razon hay algunas plantas y palos que están
-dentro de algunas aguas ó mares que se convierten en piedras,
-quedándoles la figura de palos ó de plantas, y algunas
-veces las plantas y arbolillos nascidas dentro de la mar son tan
-vecinas de la naturaleza de las piedras, que un poco secas al
-aire, se convierten en piedras; y la señal desto es bien manifiesto
-en el coral, el cual, sin duda ninguna, se engendra
-de palillos y plantas que están dentro de la mar. Plinio, en
-el libro XXXI, cap. 2.º, pone haber una fuente en Asia la Menor,
-que regando la tierra con su agua la torna piedra, y
-un rio, que los árboles con sus hojas hacia lo mismo. Ésto no
-puede en alguna manera ser sino por la virtud mineral en
-aquella tierra ó piedras ó peñas que están dentro del agua ó
-en la misma mar, como tambien vemos en sierras muy altas,
-que siempre hay perpétuas nieves, y en ellas se engendra el
-cristal, lo cual no seria posible, si no fuese por la virtud
-mineral que allí las estrellas infunden y derraman; desto,
-algo dejamos ya dicho arriba. Así que no es cosa imposible
-criarse las perlas en aquella mar sin rocío, de la manera que
-es dicha de suso. Las perlas que aquí el Almirante hobo se
-criaban y crian en la mar de una isleta, y al derredor della,
-que se llama Cubagua, que no tiene agua dulce, sino estéril y
-seca, y en toda ella habrá obra de dos leguas de tierra inhabitable,
-puesto que las perlas la hicieron habitada con más de
-50 vecinos, españoles; miéntras duraron, iban por el agua siete
-leguas de allí, á la tierra firme. Dista esta isleta, de donde el
-Almirante agora andaba, 50 leguas abajo al Poniente; podia
-ser que allí en aquel golfo de la Ballena, por donde andaba,
-ó en la mar allegada á la Trinidad, ó á la tierra firme, que<span class="pagenum"><a name="Page_252" id="Page_252">[252]</a></span>
-llamaba isla de Gracia, hobiese quizá algunas perlas, pero
-parece que no, pues los indios señalaban que al Poniente las
-cogian. Yo estuve en la dicha isleta y vide las conchas, y en
-ellas las perlas que tenian debajo de la carne; no era uniones sino
-margaritas, porque tenian cuatro ó cinco juntas, unas grandes
-y otras chicas; las ostias son del tamaño que las de Castilla, y
-la carne ó pescado dellas la misma, bien sabrosa: yo comí
-hartas de ellas. Adelante, placiendo á Dios, en el libro IV se
-dirá más desta isleta de Cubagua, y de las perlas, y lo que
-en ella en los tiempos pasados se ha hecho y ha acaecido.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_253" id="Page_253">[253]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXXVII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Tornando á donde quedó el hilo de la historia, en este
-paso hace mencion el Almirante de muchas puntas de tierra é
-islas, é nombres que les habia puesto, pero no parece cuando,
-y en esto y en otras cosas que hay en sus Itinerarios, parece
-ser natural de otra lengua, porque no penetra del todo la significacion
-de los vocablos de la lengua castellana, ni del modo
-de hablar della; hace mencion aquí de la Punta Seca, de la isla
-Isabela, de la isla Tramontana, de la Punta Llana, de la Punta
-Sara, suponiéndolas, empero ninguna cosa ha dicho dellas, ó
-de alguna dellas. Dice que toda aquella mar es dulce, y que no
-sabe de donde proceda, porque no parecia haber disposicion de
-grandes rios (y que los hobiese, dice, que no dejaria de ser
-maravilla), pero engañábase en pensar que no habia rios, porque
-aquel rio Yuyaparí era tan caudal y poderoso, como está
-dicho, y otros que salen por allí. Deseando ya salir deste golfo
-de la Ballena, donde andaba cercado de tierra firme y de
-la Trinidad, como dicho queda, navegando al Poniente por
-aquella costa de tierra firme, que él llamaba de Gracia, hácia
-la Punta Seca, que no dice donde era, halló dos brazos de
-agua no más; envió la carabela pequeña para ver si habia salida
-al Norte, porque, frontero de la tierra firme y de la otra
-que llamó Isabela, al Poniente, parecia una isla muy alta y
-hermosa; volvió la carabela, y dijo que halló un golfo grande
-y en él cuatro grandes aberturas que parecian golfos pequeños,
-y á cabo de cada uno un rio. Á este golfo puso nombre
-Golfo de las Perlas, aunque no hay, creo yo, ninguna. Esto
-parece que era al rincon de todo este golfo grande, donde andaba
-el Almirante cercado de la tierra firme y de la isla de
-la Trinidad; aquellas cuatro abras ó oberturas, creia el Almirante<span class="pagenum"><a name="Page_254" id="Page_254">[254]</a></span>
-que eran cuatro islas, y que no parecia que hobiese señal
-de rio que hiciese todo aquel golfo, de más de 40 leguas
-de mar todo dulce; pero los marineros afirmaban que aquellas
-aberturas eran bocas de rio, y decian verdad, al ménos en las
-dos, porque por la una salia el gran rio Yuyaparí, y por la otra
-sale otro grande que hoy se llama el rio de Camarí. Quisiera
-en gran manera el Almirante ver la verdad de este secreto,
-cual era la causa de haber 40 leguas en luengo y 26 de ancho,
-como tiene el dicho golfo, de agua dulce, lo cual, dice
-él, era cosa de admiracion, y razon, cierto, tenia; y tambien
-por penetrar los secretos de aquellas tierras, que no creia ser
-posible que no tuviesen cosas de valor, ó que no las habia en
-las Indias, mayormente habiendo hallado allí muestra de oro
-y de perlas, y las nuevas dellas, y descubierto tales tierras
-y tantas y tales gentes en ellas, por lo cual fácilmente las cosas
-dellas, y riquezas que habia se supieran; pero porque los mantenimientos
-que llevaba para la gente que estaba en esta Española,
-y la que traia para que comiesen en las minas, cogiendo
-oro, se le perdian, los cuales habia alcanzado con gran dificultad
-y fatiga, no le dejaban detenerse, y dice que, si tuviera esperanza
-de haber otros tan presto, todos los pospusiera, por
-descubrir más tierras y ver los secretos dellas. Y al fin acuerda
-seguir lo más cierto, y venir á esta isla y enviar della dineros
-á Castilla para traer bastimentos y gente á sueldo, y lo más
-presto que pudiese enviar tambien á su hermano el Adelantado
-á proseguir su descubrimiento y hallar grandes cosas,
-como esperaba que se hallarian, por servir á Nuestro señor
-y á los Reyes; pero al mejor tiempo se le cortó el hilo, como
-parescerá, destos sus buenos deseos, y dice así: «Nuestro Señor
-me guie por su piedad y me depare cosa con que él sea
-servido y Vuestras Altezas hayan mucho placer; y, cierto, débenlo
-de haber, porque acá tienen cosa tan notable y real
-para grandes Príncipes, y es gran yerro creer á quien les dice
-mal desta empresa, salvo aborrecerles, porque no se halla
-que Príncipe haya habido tanta gracia de Nuestro Señor, ni
-tanta victoria de cosa tan señalada, y dé tanta honra á su<span class="pagenum"><a name="Page_255" id="Page_255">[255]</a></span>
-alto Estado y reinos, y por donde pueda recibir Dios eterno
-más servicios, y la gente de España más refrigerio y ganancias,
-que visto está que hay infinitas cosas de valor, y bien
-que agora no se conozca esto que yo digo, verná tiempo que
-se contará por grande excelencia, y á grande vituperio de las
-personas que á Vuestras Altezas son contra esto, que bien que
-hayan gastado algo en ello, ha sido en cosa más noble y de
-mayor estado que haya sido cosa de otro Príncipe hasta
-agora, ni era de se quitar de ella secamente, salvo proceder
-y darme ayuda y favor, porque los reyes de Portugal gastaron
-y tuvieron corazon para gastar en Guinea, fasta cuatro ó
-cinco años, dineros y gente, primero que recibiesen provecho,
-y despues les deparó Dios ganancias y oro. Que, cierto, si se
-cuenta la gente del reino de Portugal y las personas de los
-que son muertos en esta empresa de Guinea, se fallaria que
-son más de la mitad del reino; y, cierto, fuera grandísima
-grandeza atajar una renta en España, que se gastase en esta
-empresa, que ninguna cosa dejaran Vuestras Altezas de mayor
-memoria, y miren en ello; y que ningun Príncipe de Castilla se
-halla, ó yo no he hallado por escrito ni por palabra, que haya
-ganado jamás tierra alguna fuera de España, y Vuestras Altezas
-ganaron estas tierras que son otro mundo, y adonde
-habrá la cristiandad tanto placer, y nuestra fé, por tiempo,
-tanto acrecentamiento. Todo esto digo con muy sana intincion,
-y porque deseo que Vuestras Altezas sean los mayores
-señores del mundo, digo señores de todo él; y sea todo con
-mucho servicio y contentamiento de la Santísima Trinidad,
-porque en fin de sus dias hayan la gloria del Paraíso, y no
-por lo que á mí propio toca, que espero en su alta Majestad,
-que Vuestras Altezas presto verán la verdad dello, y
-cual es mi cudicia.» Todas estas son palabras formales del
-Almirante, sobre las cuales habria mucho que hablar, pero en
-breve quiero anotar algunas cosas: lo primero, es manifiesto
-la buena intincion que siempre tuvo el Almirante, para con
-Dios y con los Reyes, y con cuanta simplicidad de ello hablaba,
-y creo para mí que algo y mucho excedió en la intencion<span class="pagenum"><a name="Page_256" id="Page_256">[256]</a></span>
-de agradarles á los Reyes, y por esta ser nimia demasiada
-no se agradó mucho Dios; y él mismo lo confiesa en una carta
-que escribió á los Reyes y á otras personas, que dice así:
-«Torno á decir con juramento, que yo he puesto más diligencia
-á servir á Vuestras Altezas, que no á ganar el Paraíso.»
-Estas son sus palabras. Lo segundo, se debe notar, que cerca
-de lo que dice aquí el Almirante, ser cosa real y notable estas
-tierras y riquezas dellas que habia descubierto, ciertamente,
-para encarecer la grandeza y dignidad destas cosas
-de las Indias, que Dios puso en manos de los Reyes de Castilla,
-necesario fuera tener la elocuencia y eficacia de Demóstenes,
-y para escribirlo, la mano de Ciceron; un orbe tantos
-siglos escondido, amplísimo y longuísimo, tan lleno y rebosante
-de inmensas y quietas gentes, todo él á una mano, felicísimas,
-fertilísimas, sanísimas y riquísimas tierras, ¿quién
-lo podrá explicar, loar y dar á entender? Lo tercero, que haya
-sido especial gracia y don señalado de Dios, y no comparable
-á cualquiera concedido á los Reyes de Castilla para grande
-honra suya y favor, y engrandecimiento de su alto Estado y
-reinos, como el Almirante dice, mayor suficiencia que la
-dicha se requiere para lo saber engrandecer, y esto, porque
-por disposicion divina fueron elegidos, más que otros ningunos
-Reyes, para ser ministros medianeros de los mayores
-servicios que Reyes cristianos á Dios eterno jamás hicieron.
-Desto se sigue lo cuarto que notarse debe; la razon que tuvieron
-de se alegrar y haber mucho placer, como el Almirante
-dice, y yo añido, que tienen estrechísima obligacion
-de referir por ello inmensos loores y gracias á Dios. Lo
-quinto es, que se note cuan indiscretamente se habian con
-los Reyes, y cuanto les deservian los que á Sus Altezas
-disuadian, por unos pocos de gastos que se hacian, que se
-dejasen desta empresa, pues habiendo parecido tierras tan
-grandes y tan felices, y que habian dado muestra de oro, no
-chica, y de temporales riquezas, mayormente no habiendo
-experimentado más de lo desta isla, debieran creer y áun tener
-por cierto, que en tantos reinos grandes bienes haber podria;<span class="pagenum"><a name="Page_257" id="Page_257">[257]</a></span>
-y ciertamente, no ménos insensibles parece que eran, y que
-no les rebosaba mucho el cuidado, de la dilatacion de la fe por
-estas tierras y gentes dellas, ni su celo, pues no tenian el ojo
-á otro hito sino á que gastaban los Reyes y no recibian provecho,
-faltándoles consideracion de aquestas tierras y gentes,
-no para esquilmar el oro y riquezas temporales dellas, sino
-para divulgar el divino nombre, y convertir todas estas racionales
-ánimas de que están llenas, y las habia puesto Dios y su
-Iglesia en las manos de los católicos Reyes, y esto bien lo
-sentia y lloraba el Almirante. Y con razon, de los tales émulos
-tenia grande queja, y, como aquel que tantos sudores
-y trabajos le habia costado y costaba de presente aqueste
-mundo nuevo que descubria, y habia descubierto, y juntamente
-la buena intincion que en todo ello tenia; por lo cual
-todo le daba Dios claro cognoscimiento para que acertase en
-lo que estaba por venir, como hombre de gran prudencia,
-pues decia bien, «si que agora no se cognosce lo que yo digo,
-verná tiempo que se contará por gran escelencia.» ¿Qué se podrá
-contar en todo lo poblado del mundo, en este género, que
-se iguale con lo sucedido y procedido en las Indias y de las
-Indias en nuestros tiempos? lo cual, todo, ántes y despues
-de su descubrimiento, era estimado por vanísimo é increible,
-pero, como dije, dábalo Dios á cognoscer y á decir ántes que
-se cumpliese, al que, para lo principiar, y mostrar, con el dedo
-habia elegido. El ejemplo que trae de los Reyes de Portugal,
-que gastaron muchos dineros y gentes en el descubrimiento
-y trato de Guinea, ántes que della hobiesen provecho,
-verdad es; pero de las ganancias que de allí ha habido y hoy
-hay, ruego yo á Dios que no tenga yo parte ni quien bien ó
-mal me quiera. En aquello que dice que fuera grandísima
-grandeza atajar (pone atajar por señalar ó reservar), alguna
-renta en España para que se gastase en esta empresa, dice la
-mayor y más sustancial y prudente razon de cuantas ha dicho,
-el fundamento de todo el bien y causa de evitar el mal, mayormente
-á los principios, de todas estas Indias; porque si los
-católicos Reyes, aunque siempre vivian con necesidad, situaran<span class="pagenum"><a name="Page_258" id="Page_258">[258]</a></span>
-ó señalaran cierta renta (que no era menester muy mucha),
-para que se gastara en la comunicacion y contratacion cristiana,
-humana, pacífica y razonable de Castilla con estas gentes, y
-no hobiera tanta priesa en los que les aconsejaban que fueran
-riquezas á aquellos reinos, ó en estimar que debian ir limpias
-de polvo y de paja, como si estos reinos, no por otra razon
-ni título, sino solamente porque acaeció ser descubiertos, lo
-debieran á aquellos, sin alguna duda los gastos que los Reyes
-hicieran, les fueran, cuando ménos provecho en estas tierras
-hubo, recompensados, y sobrepujara la recompensa, y poco
-á poco se fueran descubriendo las grandes riquezas que en
-estas tierras habia, y se ganaran todas para Castilla, ganadas
-primero las voluntades de los dueños dellas que con antiguo
-derecho y justicia las poseian, y entrando por esta puerta,
-que era la justa, verdadera y legítima, en estas tierras, estos
-reinos y aquellos fueran felicísimos. Pero harto hicieron los
-católicos Reyes teniendo consejeros, y los que en estos negocios
-entendian, tan ciegos, en no desmamparar del todo la
-prosecucion de esta demanda, como ellos, precipitándose inconsideradamente,
-les persuadian. Callo la ignorancia ó la
-inadvertencia no muy saludable que tuvieron en no entender
-que á estas naciones, solamente por ser hombres y gentiles,
-carecientes de lumbre de nuestra católica fé, de precepto divino
-de la caridad el celo y obra de darlos doctrina y convertirlos
-por la forma que Cristo estableció, se les debia; con tal parecer
-y consejo fueran causa que, con ninguna otra hazaña (puesto
-que fueron muchas y dignísimas las suyas), dejaran los Reyes
-mayor memoria, ni la cristiandad tanto placer, y nuestra fé,
-por tiempo, tanto acrescentamiento, y la Santísima Trinidad
-recibiera tanto servicio y contentamiento, como el Almirante
-con sus sinceras palabras dice.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_259" id="Page_259">[259]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXXVIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Así que, para salir deste golfo dentro del cual estaba de tierra
-por todas partes cercado, con el propósito ya dicho de salvar
-los bastimentos que traia, que se le perdian, viniéndose á
-esta isla Española, sábado, 11 de Agosto, al salir de la luna,
-levantó las anclas, y tendió las velas y navegó hácia el leste,
-que es hácia donde sale el sol (porque estaba en el rincon
-del rio Yuyaparí, como arriba se dijo), para ir á salir, por entre
-la Punta de Paria y tierra firme, que llamó la Punta ó cabo de
-la Playa, á la tierra isla de Gracia, y entre el Cabo á que dijo
-cabo Boto de la isla de la Trinidad, como parece arriba en el
-cap. 134. Llegó hasta un puerto muy bueno, que llamó Puerto
-de Gatos, que está junto con la boca donde están las dos isletas
-del Caracol y Delfin, entre los cabos de Lapa y cabo Boto;
-y esto, domingo, 12 de Agosto, surgió cerca del dicho puerto,
-para por la mañana salir por la dicha boca. Halló otro puerto
-cerca de allí, donde envió á verlo la barca; era muy bueno;
-hallaron ciertas casas de pescadores, y agua mucha y muy
-dulce, y púsole por nombre el Puerto de las Cabañas; hallaron,
-dice, mirabolanos en la tierra; junto á la mar, infinitas ostias
-pegadas á las ramas de los árboles que entran en la mar, las
-bocas abiertas para recibir el rocío que cae de las hojas, hasta
-que cae la gotera de que se engendran las piedras, segun dice
-Plinio y alega al Vocabulario que se llama <i>Catholicon</i>; pero
-ya queda dicho arriba en el cap. 136, que aquellas ostias no
-parece que son de la especie que crian las perlas. Lúnes, 13
-de Agosto, en saliendo la luna, levantó las anclas de donde
-surgido estaba, y vino hácia el cabo de la Playa, que es el de
-Paria, para salir al Norte por la boca que llamó del Drago,
-por la siguiente causa y peligro en que allí se vido; la boca<span class="pagenum"><a name="Page_260" id="Page_260">[260]</a></span>
-del Drago, dice, que es un estrecho que está entre la Punta de
-la Playa que es el fin de la isla de Gracia, que como muchas
-veces está dicho, es la punta de la tierra firme y de Paria, al
-Oriente, y entre el cabo Boto, que es el fin de la isla de la
-Trinidad, al Poniente; dice, que habrá entre medias de los dos
-cabos legua y media. Este debe ser pasadas cuatro isletas que
-dice haber allí en medio, atravesadas, aunque agora no vemos
-más de dos, por las cuales no debe haber salida, y sólo debe
-de quedar la angostura de la legua y media para poder salir
-los navíos por ella, porque de la Punta de la Lapa al cabo
-Boto cinco leguas hay, como en el cap. 134 dijimos. Llegando
-á la dicha boca á la hora de tercia, halló una gran pelea
-entre el agua dulce por salir á la mar, y el agua salada del
-mar por entrar dentro en el golfo, y era tan recia y temerosa,
-que levantaba una gran loma, como un cerro muy alto,
-y con esto traian un estruendo y ruido ambas aguas, de Levante
-á Poniente, muy largo y espantoso, con hilero de aguas,
-y tras uno venian cuatro hileros uno tras otro, que hacian corrientes
-que peleaban; donde pensaron perecer, no ménos que
-en la otra boca de la Sierpe del cabo del Arenal, cuando entraban
-en el golfo. Fué doblado este peligro más que el otro,
-porque les calmó el viento con que esperaban salir, y quisieran
-surgir, que les fuera algun remedio, aunque no sin peligro
-por los combates de las aguas, pero no hallaron fondo, porque
-era muy honda allí la mar; temieron, calmado el viento, no
-les echase el agua dulce ó salada á dar en las peñas con sus
-corrientes, donde no hubiesen algun remedio. Dicen, que dijo
-aquí el Almirante, aunque no lo hallé escrito de su mano, como
-hallé lo susodicho, que si de allí se escapaban, podian hacer
-cuenta que se escapaban de la boca del drago, y por esto se
-le quedó este nombre, y con razon. Plugo á la bondad de
-Dios que del mismo peligro les salió la salud y liberacion,
-porque la misma agua dulce, venciendo á la salada, echó sin
-sentir los navíos fuera, y así fueron puestos en salvo; porque
-cuando Dios quiere que uno ó muchos sean de vida, el agua
-les es medicina. Así que, salió, lúnes á 13 de Agosto, del dicho<span class="pagenum"><a name="Page_261" id="Page_261">[261]</a></span>
-golfo y de la boca del Drago, peligrosa. Dice que hay
-desde la primera tierra de la Trinidad hasta el golfo que
-descubrieron los marineros que invió en la carabela, donde
-vieron los rios y él no los creia, al cual golfo llamó de las
-Perlas, y esto es al rincon de todo el golfo grande, que nombró
-de la Ballena, donde tantos dias anduvo, de tierra
-cercado, 48 leguas; yo le añido que son buenas 50, como
-aparece de la carta del marear. Salido del golfo y de la boca
-del Drago y su peligro, acuerda de ir al Poniente por la costa
-abajo de la tierra firme, creyendo todavía que era isla de
-Gracia, para emparajar en el derecho de dicho golfo de las
-Perlas, Norte Sur, y rodearla y ver aquella abundancia de
-agua tan grande, de dónde venia, y si procedia de rios, como
-los marineros afirmaban, lo que él dice que no creia, porque
-ni el Ganjes, ni el Euphrates, ni el Nilo, no ha oido que tanta
-agua dulce trajesen. La razon que le movia era, porque no
-habia tierras tan grandes de donde pudiesen nacer tan grandes
-rios, salvo, dice él, si esta no es tierra firme; estas palabras
-son suyas. Por manera, que ya va sospechando que es
-tierra firme la tierra de Gracia que él creia ser isla, pero era
-y es, cierto, tierra firme, y los marineros habian dicho bien;
-de la cual procedia tanto golpe de agua por los rios Yuyaparí
-y el otro que sale cerca del que llamamos hoy Camarí, é otros
-que por allí deben salir. Así que, yendo en busca de aquel
-golfo de las Perlas, donde salen los dichos rios, creyendo de
-hallarlos rodeando la tierra, por estimar ser isla y ver si habia
-entrada por allí, ó salida para el Sur, y si no la hallase,
-dice, que afirmaria entónces que era rio, y que lo uno y
-lo otro era gran maravilla, fué la costa abajo aquel lúnes
-hasta el sol puesto. Vido que la tierra era llena de buenos
-puertos y tierra altísima; por aquella costa abajo, vido muchas
-islas hácia el Norte y muchos cabos en la tierra firme,
-á los cuales, todos, puso nombres: á uno, cabo de Conchas;
-á otro, cabo Luengo; á otro, cabo de Sabor; á otro, cabo Rico,
-tierra alta y muy hermosa; dice que en aquel camino hay muchos
-puertos y golfos muy grandes que deben ser poblados, y<span class="pagenum"><a name="Page_262" id="Page_262">[262]</a></span>
-cuanto más iba al Poniente, via la tierra más llana y más
-hermosa. Al salir de la boca, vido una isla, al Norte, que estaria
-de la boca 26 leguas, púsole nombre la isla de la Asuncion;
-vido otra isla y pusóle la Concepcion, y á otras tres isletas
-juntas llamó los Testigos, y estas, se llaman hoy así; á
-otra cabe ellas, llamó el Romero; á otras isletas pequeñas,
-nombró las Guardias. Despues llegó cerca de la isla Margarita,
-y llamóla Margarita, y á otra cerca della, puso nombre el
-Martinet. Esta Margarita es una isla que tiene de luengo 15
-leguas, y de ancho cinco ó seis, y es muy verde y graciosa
-por de fuera, y por dentro es harto buena, por lo cual está
-poblada; tiene cabe sí, á la luenga, leste gueste, tres isletas,
-y dos detras dellas, Norte-Sur: el Almirante no vido más de
-las tres, como iba de la parte del Sur de la Margarita. Está
-seis ó siete leguas de la tierra firme, y por esto hace un
-golfete entre ella y la tierra firme, y en medio del golfete
-están dos isletas, leste gueste, que es de Levante á Poniente,
-junto la una á la otra; la una se llama Coche, que quiere decir
-venado, y la otra Cubagua, que es la que arriba en el
-cap. 136 dije, donde se han cogido infinitas perlas. De manera,
-que el Almirante, aunque no sabia que en aqueste golfete
-se criaban las perlas, parece que adivinó en llamarla
-Margarita; estuvo muy cerca della, puesto que no lo expresa,
-porque dice estaba nueve leguas de la isla Martinet, la cual
-estaba junto, dice él, á la Margarita, de la parte del Norte, y
-dice junto, porque como iba por la parte del Sur de la Margarita,
-parecia estar junto, aunque estaba ocho ó nueve leguas:
-y esta es la isleta de la parte del Norte, cercana á la
-Margarita, que agora se llama isla Blanca, y dista las ocho ó
-nueve leguas de la Margarita, como dije; por aquí parece que
-debia estar junto ó cerca de la Margarita, el Almirante, y creo
-que, porque le faltó el viento, por allí surgió. Finalmente, de
-todos los nombres que puso á islas y cabos de la tierra firme
-que tenia por isla de Gracia, no han quedado ni se platican
-hoy sino la isla de la Trinidad, y la boca del Drago, y los
-Testigos, y la Margarita. Aquí andaba el Almirante muy malo<span class="pagenum"><a name="Page_263" id="Page_263">[263]</a></span>
-de los ojos, de no dormir, porque siempre, como andaba entre
-tantos peligros dentre islas, así lo tenia de costumbre, y
-lo debe de tener cualquiera que trae cargos de navío, por la
-mayor parte, como son pilotos, y dice, que más fatigado se
-vido aquí que cuando descubrió la otra tierra firme, que es
-la isla de Cuba (la cual áun pensaba que era tierra firme hasta
-agora), porque se le cubrieron los ojos de sangre, y así eran
-por la mar sus trabajos incomparables; por esta causa estuvo
-esta noche en la cama y luego se halló más fuera en la mar de
-lo que se hallara si él velara, por lo cual, no se descuidaba ni
-fiaba de los marineros, ni debe fiarse de nadie el que es diligente
-y perfecto piloto, porque á su cuenta y sobre su cabeza
-están todos los que van en la nao, y lo más propio y necesario
-que al ejercicio de su oficio pertenece es velar y no dormir,
-todo el tiempo que navega.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_264" id="Page_264">[264]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXXIX.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Parece haber andado el Almirante la costa abajo desde
-que salió de la boca del Drago, ayer lúnes y hoy mártes, hasta
-30 ó 40 leguas cuando más, puesto que no lo dice, porque
-(como él se queja que no escrebia todo lo que debia describir),
-no podia por andar por aquí tan malo; y como via que
-la tierra iba muy extendida para abajo al Poniente, y parecia
-más llana y más hermosa, y el golfo de las Perlas que quedaba
-en la culata del golfo ó mar dulce, donde salia el rio de Yuyaparí,
-en cuya busca iba, no tenia salida, la cual esperaba ver,
-creyendo que esta tierra firme era isla, vino ya en cognoscimiento
-que tierra tan grande no era isla, sino tierra firme, y,
-como hablando con los Reyes, dice así: «Yo estoy creido que
-esta es tierra firme, grandísima, de que hasta hoy no se ha
-sabido, y la razon me ayuda grandemente por esto deste tan
-grande rio y mar, que es dulce, y despues me ayuda el decir
-de Esdras en el libro IV, cap. 6.º, que dice que las seis partes del
-mundo son de tierra enjuta, y la una de agua, el cual libro
-aprueba Sant Ambrosio en su <i>Examenon</i>, y Sant Agustin sobre
-aquel paso, <i>Morietur filius meus Christus</i>, como lo alega
-Francisco de Mayrones, y despues desto me ayuda el decir de
-muchos indios caníbales que yo he tomado otras veces, los
-cuales decian que al Austro dellos era tierra firme, y entónces
-estaba yo en la isla de Guadalupe, y tambien lo oí á otros de
-la isla de Sancta Cruz y la de Sant Juan, y decian que habia
-mucho oro, y, como Vuestras Altezas saben, muy poco ha que
-no se sabia otra tierra más de la que Ptolomeo escribió, y no
-habia en mi tiempo quien creyese que se podia navegar de
-España á las Indias, sobre lo cual anduve siete años en su
-corte, y no fueron pocos los que entendieron en ello; y en<span class="pagenum"><a name="Page_265" id="Page_265">[265]</a></span>
-fin, sólo el grandísimo corazon de Vuestras Altezas lo hizo experimentar
-contra el parecer de cuantos lo contradecian, y
-agora parece la verdad, y parecerá ántes de mucho tiempo
-más larga: y, si esta es tierra firme, es cosa de admiracion, y
-será entre todos los sabios, pues tan grande rio sale que haga
-una mar dulce de 48 leguas.» Estas son sus palabras. Por manera,
-que la primera razon que le persuadia ser tierra firme,
-la que llamó Sancta cuando entró en el golfo por la boca de
-la Sierpe, cuando vido la Trinidad, y la que despues llamó
-isla de Gracia, fué salir tanta agua dulce que endulzaba
-tan grande golfo, y argüia muy bien, porque gran golpe de
-agua ó rio muy grande no se puede congregar, si no es de
-muchas fuentes, las muchas fuentes causan muchas quebradas,
-son causa de muchos arroyos, hacen muchos rios chicos
-y despues se ayuntan grandes; todo lo cual presupone necesariamente,
-grandísimo discurso y longura de tierra. Esta parece
-que no puede ser isla por grande que sea, luego parece
-que debe ser tierra firme; y era bonísima la conjetura por este
-argumento. La segunda razon tomaba de la autoridad de Esdras,
-que dice que las seis partes de la tierra quedaron enjutas,
-mandando Dios que todas las aguas se encerrasen en un
-lugar, que es la mar, y aquel testo dice así: <i>Et tertia die imperasti
-aquis congregari in septima parte terræ, sex vero partes
-siccasti et conservasti</i>, etc. Arguye, pues, así: la auctoridad de
-Esdras afirma ser las seis partes del mundo tierra, y la una
-de agua; toda la tierra que sabemos parece ser poca, segun
-la mar vemos tan grande; luego esta tierra debe ser grande,
-más que isla, que llamamos firme para que concuerde con la
-autoridad de Esdras, que tenga seis partes la tierra, respectivamente
-comparadas á una que ha de tener el agua, y por
-esto no es mucho ni difícil creer que esta sea tierra firme. No
-solamente el Almirante por la autoridad de Esdras se movia y
-argüia ser la tierra seis veces más grande que el agua, pero
-tambien doctísimos varones en todas ciencias hacian lo mismo,
-y della argüian ser la mayor parte del mundo tierra y habitable,
-contra Ptolomeo, que tuvo que solamente la sexta<span class="pagenum"><a name="Page_266" id="Page_266">[266]</a></span>
-parte del mundo era habitable, y las otras cinco partes estaban
-cubiertas de agua, como parece en el libro de Ptolomeo, «De
-la disposicion de la esfera,» y en el «Almagesto,» libro II; y
-de ellos es Pedro de Aliaco, doctísimo varon en todas ciencias,
-el cual, en el libro <i>De imagine mundi</i>, cap. 8.º, alega la
-dicha autoridad de Esdras, diciendo que aquel libro los Santos
-tuvieron en reverencia, y por él las verdades sagradas
-confirmaron. Estas son sus palabras. Desto dijimos en el capítulo
-6.º Lo mismo de Esdras alega Jacobo de Valencia, no
-poco docto en cosmografía, en el Salmo CIII, sobre el verso
-<i>Hoc mare magnum et spatiosum</i>, etc., probando que la tierra
-es seis veces mayor que la mar. Puede alguno decir á la autoridad
-de Esdras, que aquel libro IV es apócrifo y de ninguna
-autoridad, y á lo que dice Pedro de Aliaco, que los Santos lo
-tuvieron en reverencia, no lo probara con San Jerónimo, el
-cual, en la «Epístola contra Vigilancio,» dice que nunca aquel
-libro leyó, porque no conviene tomar en las manos lo que la
-Iglesia no recibe; estas son sus palabras. Sant Agustin, libro
-XVIII, cap. 36 <i>De Civitate</i>, no aprueba aquel lib. IV de
-Esdras, sino el III, cap. 3.º, diciendo que, por aventura, Esdras
-fué profeta en aquello que dijo, «que la verdad es más
-fuerte y poderosa que el Rey é las mujeres é el vino,» profetizando
-de Cristo, Nuestro Señor y Redentor, que es la verdadera
-verdad. Esto es lo que dice Sant Agustin; que escribiendo
-sobre aquellas palabras, <i>morietur filius meus Christus</i>,
-tratase de Esdras y lo aprobase, no sé donde Francisco Mairones
-lo halló. Y aquel lib. III tambien se pone por apócrifo,
-aunque no tanto como el IV, por no tenerse por cierto que
-Esdras lo escribió; Sant Ambrosio, no en el <i>Examenon</i>, como el
-Almirante dice, sino en el libro de <i>Bono mortis</i>, cap. 10, contra
-los gentiles que creian morir las ánimas juntamente con los
-cuerpos, parece aprobar tambien el IV, aunque da á entender
-con alguna condicion, sobre aquel artículo de nuestra fé,
-que en el tiempo del universal juicio, los muertos han, en sus
-cuerpos, propios, de resucitar; el cual toca allí en el cap. 7.º,
-Esdras, hablando del juicio, y que la tierra los ha de restituir<span class="pagenum"><a name="Page_267" id="Page_267">[267]</a></span>
-á las ánimas: <i>Terra reddet quæ in ea dormiunt et pulvis quæ
-in eo silentio habitant et promptuaria reddent quæ in eis comendatæ
-sunt animæ et revelabitur Altissimus super sedem judicii</i>, etc.
-Donde dice así Sant Ambrosio: <i>Animarum autem superiora esse
-habitacula scriptura testimoniis valde probatur, siquidem in Esdræ
-libris legimus, quod cum venerit judicii dies reddet terra defunctorum
-corpora; et pulvis reddet eas quæ in tumulis requiescunt
-reliquas mortuorum</i>. Et infra. <i>Sed Esdræ usus sum scriptis
-ut cognoscant gentiles ea quæ in philosophiæ libris mirantur
-translata de nostris</i>, etc.; en esto que Sant Ambrosio dice, á
-la postre, usado he de los escritos de Esdras, porque cognoscan
-los gentiles que, de lo que se admiran de nuestras Escripturas
-salió, parece, algo, que si no fuera por confundirlos á
-ellos, lo de aquel libro IV alegará, pero puédese decir que
-ni contra los gentiles lícito era traer testimonio de lo que no
-tenia autoridad. Finalmente, aunque aquel libro sea apócrifo,
-que es tanto como sospechoso de contener algunos errores,
-no se sigue que no tenga algunas y muchas verdades,
-como es aquella del final juicio, y aquella <i>morietur filius meus
-Christus</i>; y así puede haber sido de la dicha autoridad, que
-la tierra sea seis veces mayor que la mar, é por esta razon se
-puede muy bien en esto alegar. Tuvo el Almirante otra razon
-para más se persuadir á que esta era tierra firme: las nuevas
-que dice que le dieron los vecinos de la isla de Guadalupe, y
-desta Española, y de la de Sant Juan.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_268" id="Page_268">[268]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXL.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Por todo lo susodicho en los capítulos precedentes, asaz
-parece manifiesto haber sido el primero el Almirante D. Cristóbal
-Colon, por quien la divina Providencia tuvo por bien
-de descubrir aquesta nuestra grande tierra firme, así como
-lo tomó por instrumento y eligió por medio de que al mundo
-se mostrasen todas estas, tantos siglos, encubiertas océanas
-Indias. Vídola, miércoles, 1.º dia de Agosto, un dia despues
-que descubrió la isla de la Trinidad, año del nacimiento de
-nuestra salud, Jesucristo, de 1498 años, á la cual llamó la
-isla Santa, creyendo que era isla, desque comenzó á llegarse
-para entrar por la boca que llamó de la Sierpe, en el golfo
-de la Ballena, que nombró, que halló todo dulce, la cual
-boca hace la isla de la Trinidad, por aquella parte, y la misma
-tierra firme que llamó Santa; y el viérnes siguiente, que se
-contaron 3 dias del dicho mes de Agosto, descubrió la Punta
-de Paria, que llamó la Punta de la Paria, á la cual, estimando
-que tambien era isla, púsole nombre la isla de Gracia;
-como todo fuese tierra firme, como por sus dias y horas arriba
-ha parecido, y hoy más claramente, por la apariencia y
-vista de ojos, ser toda inmensa tierra firme, parece. Y es bien
-aquí de considerar, la injusticia y agravio que aquel Américo
-Vespucio parece haber hecho al Almirante, ó los que imprimieron
-sus cuatro navegaciones, atribuyendo á sí, ó no
-nombrando sino á sí sólo, el descubrimiento desta tierra firme;
-y por esto todos los extranjeros que destas Indias en latin
-ó en su lenguaje materno escriben, y pintan, ó hacen cartas
-ó mapas, llámanla América, como descubierta y primero hallada
-por Américo. Porque como Américo era latino y elocuente,
-supo encarecer el primer viaje que hizo, y aplicarlo<span class="pagenum"><a name="Page_269" id="Page_269">[269]</a></span>
-á sí mismo, como si fuera él por principal y Capitan dél, habiendo
-ido por uno de los que fueron con el capitan Alonso
-de Hojeda, del que arriba hemos hablado, ó por marinero,
-ó porque puso como mercader alguna parte de dineros en el
-armada, mayormente cobró autoridad y nombre por haber
-dirigido las navegaciones que hizo al rey Renato, de Nápoles.
-Cierto, usurpan injustamente al Almirante la honra y honor
-y privilegios, que, por ser el primero que con sus trabajos, sudores
-y industria dió á España y al mundo el conocimiento
-desta tierra firme, como lo habia dado de todas estas occidentales
-Indias; merece, el cual privilegio y honor reservó la
-divina Providencia para el Almirante D. Cristóbal Colon, y
-no para otro, y por esto nadie debe presumir de se lo usurpar
-ni dar á sí ni á otro, sin agravio é injusticia y pecado, cometida
-en el Almirante, y, por consiguiente, sin ofensa de Dios.</p>
-
-<p>Y porque esta verdad manifiesta sea, referiré aquí fielmente
-la noticia verídica y no aficionada que dello tengo. Para entender
-esto, conviene presuponer la partida de Sant Lúcar
-del Almirante para hacer este viaje, que fué á 30 de Mayo del
-año 1498, como arriba queda dicho, y llegó á las islas de
-Cabo Verde, á 27 de Junio; y vido la isla de la Trinidad, mártes
-31 dias de Julio, y luego, miércoles, 1.º de Agosto, vido
-al Sur la tierra firme por la angostura de dos leguas, que hace
-con la isla de la Trinidad, que llamó la boca de la Sierpe, y
-á la tierra firme, creyendo que era isla, nombró la isla Sancta,
-y luego, el viérnes siguiente, vido y descubrió á Paria, y
-llamóla isla de Gracia, por creer que tambien era isla. Toda
-esta navegacion y la figura y la pintura de la tierra, envió el
-Almirante á los Reyes. Esto así supuesto, veamos cuando partió
-Américo Vespucio, y con quién, para descubrir ó negociar
-en estas partes; para entendimiento de lo cual, sepan los que
-esta Historia leyeren, que en este tiempo estaba el susodicho
-Alonso de Hojeda en Castilla, y llegó la relacion deste descubrimiento
-y la figura de la tierra que el Almirante envió
-luego á los Reyes, lo cual todo venia á manos del Obispo
-D. Juan Rodriguez de Fonseca, que ya creo que era<span class="pagenum"><a name="Page_270" id="Page_270">[270]</a></span>
-Obispo de Palencia, que tenia cargo de la expedicion y
-negocios destas Indias desde su principio, siendo él Arcediano
-de Sevilla, como arriba queda asaz dicho. El dicho
-Alonso de Hojeda era muy querido del Obispo, y como
-llegó la relacion del Almirante y la pintura dicha, inclinóse
-Alonso de Hojeda ir á descubrir más tierra por aquel
-mismo camino que el Almirante llevado habia, porque, descubierto
-el hilo y en la mano puesto, fácil cosa es llegar hasta
-el ovillo; ayudóle á ello haber él colegido de los avisos que
-el Almirante procuraba saber de los indios, cuando con el Almirante
-al primer viaje vino, que habia por estas tierras, y
-despues destas islas, tierra firme; y como tuvo el favor y voluntad
-del Obispo, buscó personas que le armasen algun navío
-ó navíos, porque á él no le sobraban los dineros, y halló
-en Sevilla (y por ventura en el puerto de Sancta María, y de
-allí partió para el dicho descubrimiento), donde él era cognoscido,
-y porque por sus obras de hombre esforzado valeroso
-era señalado, quien cuatro navíos le armase. Dánle los Reyes
-sus provisiones é instrucciones y constitúyenle por Capitan
-para que descubriese y rescatase oro y perlas y lo demas que
-hallase, dándoles el quinto á los Reyes, y tratase de paz y
-amistad con las gentes adonde llegar le acaeciese. Y así, el
-primero que despues del Almirante fué á descubrir, no fué
-otro sino Alonso de Hojeda; y, los que llevó y quiso llevar en
-su compañía, trabajó de llevar todas las personas que pudo,
-marineros, y que más de las navegaciones destas tierras sabian,
-que no eran otros sino los que habian venido y andado
-con el Almirante. Estos fueron los principales, en aquel tiempo:
-uno dellos, Juan de la Cossa, vizcaino, que vino con el
-Almirante cuando descubrió esta isla, y despues fué tambien
-con él al descubrimiento de las islas de Cuba y Jamáica, laboriosísimo
-viaje hasta entónces; llevó tambien Hojeda consigo al
-piloto Bartolomé Roldan, que en esta ciudad de Sancto Domingo
-fué muy nombrado y todos cognoscimos, el cual edificó
-desde sus cimientos gran parte de las casas que se hicieron
-y son vivas en las cuatro calles, y este habia venido con el<span class="pagenum"><a name="Page_271" id="Page_271">[271]</a></span>
-Almirante en el viaje primero, y despues tambien al descubrimiento
-de Paria y tierra firme; trujo tambien Hojeda al dicho
-Américo, no sé si por piloto ó como hombre entendido en las
-cosas de la mar y docto en cosmografía, porque parece que el
-mismo Hojeda lo pone entre los pilotos que trujo consigo. Y lo
-que creo y colijo del prólogo que hace al rey Renato de Nápoles
-en el libro de sus «Cuatro navegaciones,» el dicho Américo,
-él era mercader, y así lo confiesa; debia, por aventura,
-poner algunos dineros en la armada de los cuatro navíos y tener
-parte en los provechos que de allí se hubiesen, y aunque
-Américo encarama mucho que el rey de Castilla hizo la armada
-y por su mandado iban á descubrir, no es así, sino que
-se juntaban tres ó cuatro, ó diez que tenian algunos dineros,
-y pedian y áun importunaban por licencia á los Reyes, para
-ir á descubrir é granjear, procurando sus provechos é intereses.
-Así que Hojeda, por traer la figura que el Almirante
-habia enviado, de la tierra firme que habia descubierto, á los
-Reyes, y por pilotos á los marineros que habian venido con el
-Almirante, vino á descubrir é descubrió la parte que abajo,
-cap. 166, se dirá, de tierra firme. Que haya ido Américo con
-Alonso de Hojeda, y Hojeda despues de haber descubierto la
-tierra firme el Almirante, es cosa muy averiguada y probada
-con muchos testigos, y por el mismo Alonso de Hojeda, el cual
-fué presentado por el Fiscal por testigo en favor del fisco, cuando
-el Almirante, D. Diego Colon, legítimo y primero sucesor
-del dicho Almirante D. Cristóbal Colon, movió pleito al Rey
-por todo su Estado de que habia su padre sido desposeido, y él
-lo estaba por esta causa; el cual Alonso de Hojeda dice así en
-su dicho á la segunda pregunta, por la cual era preguntado, ¿si
-sabia que el Almirante D. Cristóbal Colon no habia descubierto
-en lo que agora llaman tierra firme, sino una vez que
-tocó en la parte de la tierra que llaman Paria? etc., responde
-Hojeda, que el Almirante D. Cristóbal Colon tocó en la isla
-de la Trinidad y pasó por entre la isla dicha y Boca del Drago,
-que es Paria, é que vió la isla de la Margarita; preguntado
-¿como lo sabe? dijo, que lo sabe porque vió este testigo la figura<span class="pagenum"><a name="Page_272" id="Page_272">[272]</a></span>
-que el dicho Almirante envió á Castilla, el dicho tiempo, al
-Rey é Reina, nuestros señores, de lo que habia descubierto,
-y porque este testigo luego vino á descubrir y halló que era
-verdad lo que dicho tiene, que el dicho Almirante descubrió;
-á la quinta pregunta, que contiene lo que el mismo Hojeda
-habia descubierto desde Paria abajo, dice así Hojeda, que la
-verdad desta pregunta es, que él vino á descubrir el primero
-despues que el Almirante descubrió, y que él fué hácia el
-Mediodia de la tierra firme, cuasi 200 leguas, y descendió despues
-hasta Paria y salió por la Boca del Drago, y allí conoció
-que el Almirante habia estado en la isla de la Trinidad,
-junto con la Boca del Drago; y abajo dice, que este viaje,
-que este testigo hizo, trujo consigo á Juan de la Cossa y á
-Américo Vespucio, é otros pilotos, etc. Esto dice Alonso de Hojeda,
-entre otras cosas, en su dicho y deposicion; por manera,
-que quedan averiguadas por el mismo Hojeda dos cosas: la
-una, que trujo á Américo consigo, y la otra, que vino á descubrir
-por la tierra firme despues de la haber descubierto el
-Almirante; y esta postrera está muy probada, conviene á saber,
-que el Almirante haya sido el primero que descubrió á
-Paria, y que en ella estuvo ántes que cristiano alguno llegase
-á ella ni á parte alguna de toda la tierra firme, ni tuviese noticia
-de cosa de ella, y esto tiene probado el Almirante, don
-Diego, su hijo, con 60 testigos de oidas y 25 de vista, como
-parece por el proceso deste negocio y pleito, el cual yo he
-visto, y bien visto. Probó asimismo, que por haber el dicho
-Almirante D. Cristóbal Colon descubierto estas Indias é islas,
-y despues á Paria, que es la tierra firme, primero que otro
-alguno, se atrevieron á ir á descubrir los otros que despues
-dél fueron descubridores, y que creen y tienen por cierto, que
-nunca hombre se moviera á ir á descubrir, ni las Indias ni parte
-de ellas se descubrieran, si el Almirante descubierto no las
-hobiera. Esto prueba con 16 testigos de oidas y con 41 que lo
-creen, y con 20 que lo saben, y con 13 que afirman que descubrió
-primero que otro alguno, y que por aquello lo creen; testifícalo
-tambien Pedro Martir en su primera Década, capítulos<span class="pagenum"><a name="Page_273" id="Page_273">[273]</a></span>
-8.º y 9.º, al cual se le debe más crédito que á otro ninguno
-de los que escribieron en latin, porque se halló en Castilla por
-aquellos tiempos y hablaba con todos, y todos se holgaban de
-le dar cuenta de lo que vian y hallaban, como á hombre de
-autoridad, y él que tenia cuidado de preguntarlo, pues trataba
-de escribir, como dijimos en el prólogo de la Historia. De haber
-llegado á Paria el Américo en este su primer viaje, él mismo lo
-confiesa en su primera navegacion, diciendo: <i>Et provincia ipsa
-Parias ab ipsis nuncupata est</i>. Despues hizo tambien con el
-mismo Hojeda la segunda navegacion, como en el cap. 162
-parecerá. Aquí es agora mucho de notar y ver claro el error
-que cerca de Américo por el mundo hay, y digo así: que
-como ninguno ántes del Almirante hobiese llegado ni visto á
-Paria, ni cosa de aquella tierra, ni despues dél no llegó primero
-otro sino Hojeda, síguese, que Américo, ó fué con Hojeda,
-ó despues dél; si fué con Hojeda, y Hojeda despues del
-Almirante, y el Almirante partió de Sant Lúcar á 30 de Mayo,
-y llegó á ver la Trinidad y la tierra firme postrero de Julio, y
-primero y tercero de Agosto, como todo queda y es ya manifiesto,
-¿como con la verdad se compadece que Américo diga
-en su primera navegacion, que partió de Cáliz á 20 de Mayo,
-año de nuestra salud, de 1497? Clara parece la falsedad, y
-si fué de industria hecha, maldad grande fué, y ya que no
-lo fuese, al ménos parécelo, pues muestra llevar diez dias de
-ventaja en el mes al Almirante, cerca de la partida de Cáliz,
-porque el Almirante partió de Sant Lúcar á 30 de Mayo, y
-Américo dice haber partido de Cáliz á 20 del dicho mes, y
-usúrpale tambien un año, porque el Almirante partió el año
-de 1498, y Américo finje que partió para su primera navegacion
-el año de 97. Verdad es que parece haber habido yerro
-y no malicia en esto, porque dice Américo que tardó en
-aquella su primera navegacion diez y ocho meses, y al cabo
-della dice que tornó á entrar de vuelta en Cáliz á 15 de
-Octubre, año de 499. Claro está, que si partieran de Cáliz á
-20 de Mayo, año de 497, que tardaran en el viaje veintinueve
-meses; siete del año de 97 y todo el año de 98, y más diez<span class="pagenum"><a name="Page_274" id="Page_274">[274]</a></span>
-meses del año de 99. Tambien se pudo errar la péndola en poner
-el año de 99 por el de 98 al fin, cuando trata de su vuelta
-á Castilla, y, si así fuera, era cierta la malicia. Desta falsedad
-ó yerro de péndola, ó lo que haya sido, y de saber bien, por
-buen estilo, relatar y parlar y encarecer Américo sus cosas y
-navegacion, y callar el nombre de su Capitan, que fué Hojeda,
-y no hacer más mencion que de sí mesmo, y escribir al
-rey Renato, han tomado los escritores extranjeros de nombrar
-la nuestra tierra firme América, como si Américo sólo, y no
-otro con él, y ántes que todos la hobiera descubierto; parece,
-pues, cuanta injusticia se hizo, si de industria se le usurpó lo
-que era suyo, al Almirante D. Cristóbal Colon, y con cuanta
-razon al Almirante D. Cristóbal Colon (despues de la bondad
-y providencia de Dios, que para esto le eligió), este descubrimiento
-y todo lo sucedido á ello se le debe, y como le pertenecia
-más á él, que se llamara la dicha tierra firme Columba,
-de Colon ó Columbo que la descubrió, ó la tierra Sancta ó de
-Gracia, que él mismo por nombre le puso, que no, de Américo,
-denominarla América.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_275" id="Page_275">[275]</a></span></p>
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-<div class="chapter">
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-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXLI.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Tornando al Almirante, no podia quitar de su imaginacion
-la grandeza de aquella agua dulce que halló y vido en aquel
-golfo de la Ballena, entre la tierra firme y la isla de la Trinidad,
-y dándose á pensar mucho en ello, y hallando sus
-razones, viene á parar en opinion que hácia aquella parte
-debia estar el Paraíso terrenal. De las razones que le movian,
-una era la grande templanza que andaba por aquella tierra
-y mar donde andaba, estando tan cerca de la línea equinoccial,
-la cual era juzgada de muchos autores como inhabitable,
-ó por habitable con dificultad; ántes, por allí, estando
-el sol en el signo Leo, por las mañanas hacia tanto frescor,
-que le sabia bien tomar un ropon enforrado. Otra razon era,
-que hallaba que, pasando 100 leguas de las islas de los Azores
-y en aquel paraje del Septentrion, al Austro, nordesteaban
-una cuarta las agujas y más, y, con ellas yendo al Poniente,
-iba creciendo la templanza y mediocridad de los
-tiempos suaves, y juzgaba que la mar iba subiendo y los navíos
-alzándose hácia el cielo suavemente; y la causa desta altura,
-dice ser la variedad del círculo que describe la estrella
-del Norte con las Guardas, y cuanto más van los navíos al Poniente,
-tanto más van alzándose, y subirán más en alto y más
-diferencia habrá en las estrellas y en los círculos dellas, segun
-dice. De aquí vino á concebir que el mundo no era redondo,
-contra toda la machina comun de astrólogos y filósofos, sino
-que el hemisferio que tenian Ptolomeo y los demas era redondo,
-pero este otro de por acá, de que ellos no tuvieron noticia,
-no lo era del todo, sino imaginábalo como media pera que tuviese
-el pezon alto, ó como una teta de mujer en una pelota
-redonda, y que esta parte deste pezon sea más alta y más propincua<span class="pagenum"><a name="Page_276" id="Page_276">[276]</a></span>
-del aire y del cielo, y sea debajo la equinoccial; y
-sobre aquel pezon, le parecia podia estar situado el Paraíso
-terrenal, puesto que de allí, donde él estaba, estuviese muy
-léjos. Daba otra razon: hallar, dice él, esta gente más blanca
-ó ménos negra, y los cabellos largos y llanos, y gente más
-astuta y de mayor ingenio, é no cobardes; y da razon de esta
-razon, porque cuando en este viaje llegó en 20°, era la gente
-negra, y cuando á las islas de Cabo Verde, más negra, y cuando
-á los 5°, en derecho la línea de la Sierra Leona, muy más
-negra, pero cuando declinó hácia el Poniente y llegó á la Trinidad
-y tierra firme, que creyó ser el cabo de Oriente, por
-respecto del lugar donde estaba, donde acababan la tierra toda
-y las islas, halló mucha templanza y serenidad, y por consiguiente,
-de la manera que ha dicho la gente. Otra razon es, la
-multitud y grandeza desta agua dulce del golfo de la Ballena,
-que tiene 48 leguas della, la cual parece que podia venir de
-la fuente del Paraíso terrenal y descender á este golfo, aunque
-viniese desde muy léjos, y deste golfo nacer los cuatro rios
-Nilo, Tigre, Euphrates y Gánges, ó ir á ellos por sus cataratas
-debajo de tierra y de la mar tambien. Ciertamente, para estar
-este mundo destas Indias tan oculto y ser tan reciente su descubrimiento,
-y ver las cosas tan nuevas que via, no es de
-maravillar que el Almirante tanta, y de tan diversas y nuevas
-cosas, sospecha imaginaciones y sentencia nueva tuviese. A lo
-que en la segunda razon dijo, que yendo al Poniente iban los
-navíos alzándose, contradice lo que el Filósofo dice en el II,
-de los «Mechaoros», cap. 1.º, conviene á saber, que la tierra
-y la mar de Septentrion es más alta que la del Austro, y pruébalo,
-porque las mares y corrientes dellas, que vienen de
-aquellas partes, corren á otras mares más bajas, y de aquellas
-á este Océano; y da dello otra señal, que aquella tierra
-es más alta, porque los meteorológios, que quiere decir los
-estudiosos de las cosas altas, creyeron que el sol no andaba
-por debajo de aquella tierra, sino por cerca della, porque en
-el Septentrion los lugares de la tierra son altos; esto es del
-Filósofo. A lo que el Almirante infiere, que la tierra no es<span class="pagenum"><a name="Page_277" id="Page_277">[277]</a></span>
-redonda, Aristóteles en el II, <i>De cœlo</i>, cap. 14, y Ptolomeo en
-su <i>Almagesto</i>, <i>dictione</i> 5.ªœ, cap. 16, Plinio, libro II, capítulos
-66 y 67, y Alberto Magno, II, <i>De cœœlo</i>, tractado III, capítulos
-9, 10 y 11, y el autor de la «Esphera,» y comunmente
-todos los más aprobados filósofos y astrólogos y matemáticos
-son en contrario, lo cual se muestra y prueba por razones demostrativas
-que no pueden por alguna manera negarse. Y una
-razon quiero aquí decir que experimentamos en las Indias cada
-dia, y es, que cuando pasamos por la latitud de los climas,
-que es del Norte ó Septentrion al Sur ó Austro, por poco que
-andemos, descubrimos algunas estrellas que están en aquella
-parte, y que perpétuamente no vemos y nunca vimos, y si
-tornamos de Austro al Septentrion, por poco que á él nos acerquemos,
-se nos descubren estrellas que nunca vimos, y esto
-parece, porque en Egipto y en la isla de Chipre y en Persia,
-que están hácia el Mediodia ó Austro, vénse muchas estrellas
-meridionales, las cuales no ven los que están en el sétimo clima,
-y por el contrario, muchas ven aquestos que los habitadores
-del Austro no ven ni verán jamás, estando en sus tierras.
-Así parece arriba, cap. 128, donde hablando de la isla de la
-Taprobana, dijimos, por sentencia de los antiguos, que no
-se vian los Septentriones, que son las Osas Mayor y Menor,
-ni las Cabrillas. Esto en ninguna manera podia ser si no fuese
-la tierra redonda, porque la misma redondez y cuesta y lomo
-que hace, se interpone entre las vistas nuestras y de los que
-están en aquellas partes, porque, sin duda, si la tierra fuese
-llana, de igual superficie, como algunos hubieron, grandes
-filósofos, y de los cristianos fué Lactancio en el libro de <i>Falsa
-sapitia</i>, cap. 24, donde quiera que el hombre estuviese, y en
-cualquiera parte de la tierra veria ambos á dos polos y todas
-las estrellas que están cerca dellos. Esta razon es del Filósofo,
-en el libro II, <i>De cœœœlo</i>, cap. 14, y Sancto Tomás, allí en la
-leccion última, y de Alberto Magno, donde arriba, cap. 11,
-y del autor de la«Esphera.» Ponen otra razon, de los eclipses,
-porque si la tierra fuera llana, en la misma hora que apareciera
-el eclipse á los de Oriente lo vieran los habitadores de<span class="pagenum"><a name="Page_278" id="Page_278">[278]</a></span>
-Occidente, pero porque unos á una y otros á otra lo ven, los
-de Occidente lo ven ántes y los de Oriente despues, y por el
-contrario, porque primero les anochece á estos que á aquellos,
-lo cual no seria sino por el lomo ó altor ó embarazo
-que hace la tierra por ser redonda. Y ansí parece que el Almirante
-no argüia bien, por aquellas razones, que la tierra
-no fuese redonda, pero no es de maravillar, como viese
-tantas novedades, como dice, y tan admirables; y, por ventura,
-se movia tambien por razon de que no total y propia y
-perfectamente la tierra es esférica, de tal manera como lo es
-la propia y perfecta figura esférica, de cuyo punto medio, todas
-las líneas rectas que proceden y van á la superficie son
-iguales, como una bola que sea perfectamente redonda, pero
-la figura redonda es, que va ó se quiere asemejar á lo esférico,
-puesto que no sea esférico perfectamente como lo sea una
-manzana, aunque se puede decir redonda, pero no se dirá
-propiamente esférica; y esta es la diferencia entre lo esférico
-y lo redondo, y así, la tierra se dice redonda y no propiamente
-esférica. Esto parece que siente Plinio en el cap. 66 del
-libro II, <i>Orbem certe dicimus terræ globum quem verticibus includi
-fatemur. Neque absoluti orbis est forma in tanta montium
-excelsitate tanta camporum planicie.</i> Las mismas palabras dice
-Beda en el libro <i>De natura rerum</i>, cap. 46. En aquello que
-dice, no de forma absoluta, da á entender, que absolutamente
-no es la tierra esférica, sino con condicion, conviene á saber,
-si todas las partes de la tierra juntamente se ayuntasen con
-el anchura de las líneas, de tal manera, que las líneas vayan
-sobre toda la tierra en circuito, no descendiendo á los llanos
-ni campos y montes, resultaria entonces un ayuntamiento que
-seria de esférica figura; y porque el Almirante no ignoraba
-las razones que los antiguos daban de la redondez de la tierra,
-segun él dice aquí: «Yo siempre leí que el mundo, tierra
-y agua, era esférico, y las autoridades y esperiencias que Ptolomeo
-y todos los otros que escribieron deste sitio daban y
-amostraban para ello, así por eclipses de la luna y otras demostraciones
-que hacen de Oriente hasta Occidente, como de<span class="pagenum"><a name="Page_279" id="Page_279">[279]</a></span>
-la elevacion del polo de Septentrion al Austro; agora ví tanta
-deformidad, como ya dije, y por eso me puse á tener eso del
-mundo, y fallé que no era redondo de la forma que escriben,
-salvo que es de forma de una pera que sea toda muy redonda,
-salvo que allí donde tiene el pezon allí tiene más alto, etc.»
-Estas son sus palabras. Donde muestra no ignorar en este caso
-lo que otros de la redondez de la tierra sabian, así que, como
-esto supiese, tambien habria visto esto que se dijo de Plinio,
-y con ello ayuntadas las mudanzas y novedades maravillosas
-que en la mar y en la tierra veia, no parece que será razon
-de imputarle á falta de saber porque dijese, que aunque
-sabia afirmar los pasados ser la tierra redonda, que no ser del
-todo esférica le parecia.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_280" id="Page_280">[280]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXLII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Cuanto á sospechar que podia ser que el Paraíso terrenal
-estuviera en parte de aquella region, tampoco el Almirante
-opinaba fuera de razon, supuestas las novedades y mudanzas
-que se le ofrecian, mayormente, la templanza y suavidad de
-los aires, y la frescura, verdura y lindeza de las arboledas,
-la disposicion graciosa y alegre de las tierras, que cada pedazo
-dellas parece un paraíso, la muchedumbre y grandeza
-impetuosa de tanta agua dulce, cosa tan nueva; la mansedumbre
-y bondad, simplicidad, liberalidad, humana y afable
-conversacion, blancura y compostura de la gente. De lo cual
-dice así: «La Sacra Escriptura significa que Nuestro Señor
-hizo el Paraíso terrenal, y en él puso el árbol de la vida, y
-dél sale una fuente de donde resultan en este mundo cuatro
-rios principales, Ganges y Euphrates, Tígris y Nilo. Yo no
-hallo ni jamás he hallado escritura de latinos ni de griegos
-que certificadamente diga el sitio en este mundo del Paraíso
-terrenal, ni he visto en ninguna mapamundi, salvo situado con
-autoridad de argumento; algunos le ponian allí donde son las
-fuentes del Nilo en Etiopía, mas otros anduvieron todas estas
-tierras, y no hallaron conformidad dello en la temperancia del
-cielo, en la altura hácia el cielo, porque se pudiese comprender
-que era allí. Algunos gentiles quisieron decir, por argumentos,
-que él era en las islas Fortunadas, que son las Canarias, etc.;
-Sant Isidro, y Beda, y Strabon y el Maestro de la «Historia
-escolástica,» y Sant Ambrosio, y Scoto, y todos los santos teólogos
-conciertan que el Paraíso está en el Oriente. Ya dije lo
-que yo hallaba deste hemisferio y de la hechura, y creo que si
-yo pasara por debajo de la línea equinoccial, que en llegando
-allí, en esto más alto, que hallara muy mayor temperancia<span class="pagenum"><a name="Page_281" id="Page_281">[281]</a></span>
-y diversidad en las estrellas y en las aguas, no porque yo crea
-que allí donde es el altura del estremo sea navegable, ni agua,
-ni que se pueda subir allá, porque creo que allí es el Paraíso
-terrenal, á donde no puede llegar nadie, salvo por voluntad
-divina; y creo que esta tierra que agora mandaron descubrir
-Vuestras Altezas, sea grandísima, y haya otras muchas
-en el Austro, donde jamás se hobo noticia. Yo no tomo quel
-Paraíso terrenal sea en forma de montaña alta, áspera, como el
-escribir dello nos amuestra, salvo que sea en el colmo, allí
-donde dije la figura del pezon de la pera, y que poco á poco,
-andando hácia allí desde muy léjos, se va subiendo á él, y
-creo que pueda salir de allí esa agua, bien que sea léjos, y
-venga á parar allí, de donde yo vengo, y faga este lago. Grandes
-indicios son estos del Paraíso terrenal, porque el sitio es
-conforme á la opinion destos santos é sacros teólogos, y asimismo
-las señales son muy conformes, que nunca jamás leí ni oí
-que tanta cantidad de agua dulce fuese así, dentro é vecina
-de la salada, y en ello ayuda asimismo la suavísima temperancia;
-y si de allí del Paraíso no sale, parece aún mayor
-maravilla, porque no creo que se sepa en el mundo de rio tan
-grande y tan fondo.» Todas estas son palabras del Almirante,
-con su humilde, y falto de la propiedad de vocablos, estilo,
-como que en Castilla no habia nacido, por las cuales no parece
-muy oscuro, el Almirante no ser poco experimentado en
-la lectura divina y de historias antiguas y doctrina de santos
-doctores, y de autores tambien profanos. Para mostrar de esto
-algo, y para que se vea que no irracionablemente, sino con
-probables y razonables motivos, podia opinar y sospechar, al
-ménos, estar por aquella tierra firme, ó cerca, ó léjos della,
-la region donde está situado el Paraíso terrenal, cuatro cosas
-cerca dello quiero aquí, declarando algunas que toca el Almirante,
-decir: la una, lo que por los autores, de la altura del
-Paraíso terrenal, se dice; la otra, en qué sitio region ó parte
-de la tierra está, ó si en isla ó en tierra firme; la tercera, de
-la grandeza ó tamaño y capacidad dél; la cuarta, de las calidades
-(algunas, empero), que al propósito hacen, que tenia<span class="pagenum"><a name="Page_282" id="Page_282">[282]</a></span>
-y hoy tiene. Cerca de lo primero, esta es sentencia comun de
-todos los doctores, que es el más alto lugar de la tierra, y así
-lo dice Damasceno, libro II, cap. 2.º, <i>De ortodoxa fide: In Oriente
-quidem omni terra celsior</i>, etc. Strabo, que fué hermano de Beda,
-sobre el «Génesis,» é pónese en la glosa ordinaria, dice, que
-tan alto, que llega al cielo de la Luna: <i>Locus remotissimus pertingens
-usque ad circulum Lunæ</i>, etc; y el Maestro de las historias,
-en el cap. 13, sobre el «Génesis,» afirma lo mismo; el
-Maestro de las Sciencias, en el II, distincion 17, lo refiere. Muchas
-sentencias y diversas, nacieron de la altura del Paraíso,
-pero la verdadera es, que pues la Sagrada Escritura no explica
-cuanta sea, ninguno puede naturalmente definirla, y por esto
-lo que se ha de tener es, que tanta es su altura, cuanta convenia
-á la buena y salubre vivienda de los hombres en el
-Paraíso; esta era la templanza del lugar, que delectablemente
-allí se viviese, esto que ni hubiese calor ni afligiese el frio,
-sino que estas calidades fuesen reducidas á el medio, de donde
-procediese la sanidad, y las cosas que allí hobiese no se
-corrompiesen, ó no fácilmente fuesen corrompidas. La corrupcion
-se hace por la accion de la contrariedad, y, para impedir
-esta contrariedad, necesario era no estar el Paraíso en
-lugar de accion vehemente para causar contrariedad; y porque
-en el fuego hay extremo de contrariedad, que es el gran calor,
-y en el aire tambien caliginoso hay extremo de contrariedad,
-que es gran frio, y en la tierra, puesto que no hay extremo
-de contrariedad, sino una mezcla de frio y calor por la incidencia
-y reflexion de los rayos del sol, y por esta causa hay
-alguna templanza, pero es poca, y es con accion de contrariedad,
-por esta razon ni pudo ponerse el Paraíso terrenal
-que llegase al cielo de la luna, porque el elemento del fuego
-que llega al cóncavo de la luna quemara todas las cosas y á
-todo el Paraíso terrenal, ni tampoco ponerse entre el aire
-turbio y caliginoso, por la mucha frialdad, que todo tambien
-lo mortificara. En la tierra estuviera con ménos daño, porque
-hay en ella un poco de templanza, pero todavía por la mucha
-accion de contrariedad, muy presto en ella las cosas se<span class="pagenum"><a name="Page_283" id="Page_283">[283]</a></span>
-corrompen, porque este lugar de nuestra habitacion tiene el
-aire turbulento, por los vapores y exhalaciones que salen de la
-tierra y del agua, por lo cual no puede haber mucha sanidad
-en él. Fué, luego, necesario dar tal sitio y lugar al Paraíso
-donde no hobiese alguna accion de contrariedad, pero mayor
-y menor temperancia y serenidad; este lugar, no es otro sino
-la tercera region del aire, que está luego sobre la del aire caliginoso
-y turbio, porque allí hay poca accion de contrariedad,
-la que basta para alguna generacion y corrupcion. Que
-este lugar se pueda, como es dicho, persuadir el Paraíso
-donde esté situado, conviene á saber, la tercera region del
-aire, parece así, porque otros montes hay en la tierra que
-llegan hasta allí; uno es, aquel tan nombrado y celebratísimo,
-y así admirable en altura, Olimpo, el cual es tan alto que parece
-llegar al cielo, y por esta causa, entre los griegos, el nombre
-del cielo y el del monte Olimpo, uno no más es, y así, la
-cumbre dél, llaman las gentes de aquella tierra, cielo; dice
-Olimpo, cuasi <i>olo lampus</i>, que quiere decir, cielo. Deste dice
-Sant Isidro, libro XIV, cap. 8º, de las «Etimologías,» que
-Olimpo es un monte de Macedonia demasiadamente alto, que
-las nubes se vean debajo dél; del cual canta Virgilio: <i>Et nubes
-excesit Olimpus</i>, y así parece que aquel monte suba sobre las
-nubes que están en la segunda region del aire, ó en el aire caliginoso;
-y más, se dice, que todas las pasiones y turbulencias
-del aire sobrepuje, por lo cual los filósofos que allí subian á
-contemplar los sitios y cursos de las estrellas, no podian vivir
-en aquel monte sino llevaban consigo esponjas con agua bien
-imbuidas y empapadas, de las cuales chupando y atrayendo
-á sí el agua, dice que espesaban el aire para lo atraer y poder
-respirar y vivir, porque por su sotileza de aquel aire superior
-y puro, no se podia atraer para respirar ó resollar, y así no
-podian los hombres vivir, ni las aves pudieran allí volar, por
-no poder sostener el peso del cuerpo dellas; así lo dice Sant
-Agustin sobre el <i>Genesi, ad literam</i>, cap. 14, en la obra imperfecta.
-Esto se trata tambien en el libro <i>De propietatibus
-rerum</i>, libro XIV, cap. 29, hablando del monte Olimpo, y alega<span class="pagenum"><a name="Page_284" id="Page_284">[284]</a></span>
-al Maestro de las Historias, y no señala en qué lugar. Y que
-este monte Olimpo trascienda el aire caliginoso parece por un
-cierto argumento, porque allí ni hay jamás viento ni lluvias,
-y estaba en él un templo dedicado á Júpiter, donde, cuando
-se ofrecian los sacrificios, escribian ciertas letras en la ceniza
-ó en el polvo, y cuando volvian otro año, al tiempo de hacer
-las ceremonias de los sacrificios, se hallaban las mismas letras
-en la ceniza, sin haberse deshecho, lo que no pudiera ser si
-viento ó lluvia allí cayera; así lo toca Sant Agustin, donde dije
-arriba, y más largo lo dice Solino en su Polistor, cap. 13, y
-así parece que el monte Olimpo sobrepuja las impresiones del
-aire caliginoso y oscuro, y por consiguiente, llega á la tercia
-region del aire, que es toda serena, y con todo eso, no es
-tanta su altura que no pudiesen subir á él los filósofos á especular
-y los sacerdotes á ofrecer sacrificios. Y no solamente
-Olimpo, monte, sobrepuja las nubes, pero tambien el monte
-Athos en Macedonia ó en Tracia, del cual dice el mismo Solino
-en el cap 21, y Pomponio Mela, libro II, cap. 2.º, que es más
-alto que el lugar de donde descienden las lluvias, y este lugar
-es la media region del aire, de tal manera que: <i>capit opinio
-fidem quod de aris quas in vertice sustinet, non abluitur cinis sed
-quo relinquitur aggere manet</i>. Y tiene otra cosa que se tiene
-por una de las maravillas del mundo, que llega con su sombra
-hasta la isla Lemno, una de las del Archipiélago, que está dél
-86 millas, que son más de 28 leguas. <i>Quod non frustra inter miracula
-notaverunt cum Athos Lemno sex et octoginta millibus pasuum
-separaretur.</i> Lo mismo dice Sant Isidro, libro XIV, cap. 8.º
-de las «Etimologías». Y, cierto, la isla de Tenerife en las Canarias,
-y la isla del Pico en las de los Azores, no creo que son muy
-ménos altas que las dichas, como quiera que las veamos, á lo
-ménos la del Pico, 40 leguas en la mar, y mucho más alta la
-cumbre dellas que las nubes, y que parecen por debajo dél.
-Pues si estas sierras ó montes ya dichos llegan á la tercera region
-del aire, que es toda serena y suave, no es difícil cosa de
-creer y conceder que el Paraíso terrenal suba encima de los
-vientos y de las lluvias en la region tercera del aire, al cual, con<span class="pagenum"><a name="Page_285" id="Page_285">[285]</a></span>
-más razon podemos dar mayor altura que á los montes comunes
-de que ya tenemos cierta noticia. Finalmente, es de concluir
-que el Paraíso terrenal está en lo más alto de toda la tierra, y
-sobrepuja todos los otros altos montes por altos que sean, donde
-las aguas del Diluvio no pudieron llegar, ó por su altura, ó
-porque no convino que llegasen, las cuales sobrepujaron 15
-codos á todos los más altos, parece. <i>Génesis</i>, 7. Pues trayendo
-lo dicho al propósito, como el Almirante considerase la tierra
-no ser esférica del todo, como ya se probó, y la necesidad del
-lugar ó altura del Paraíso, pudo imaginar el dicho monte ó
-lugar ser como el pezon de la pera, como lo más alto de toda la
-tierra, puesto que la semejanza de las cosas en todas las particularidades
-no se pueda ni deba guardar, porque de otra
-manera, una cosa no seria semejante á otra sino ella misma.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_286" id="Page_286">[286]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXLIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Cuanto á lo segundo que propuse decir, en qué sitio ó
-region ó parte de la tierra, ó si en isla ó tierra firme, puesto
-sea el Paraíso terrenal, decimos: que en qué lugar ó debajo
-de qué parte del cielo sea su sitio, cierta, determinada y precisamente,
-nadie de los que vivimos y vivieron ántes de nos,
-miéntras vivian, ni lo sabemos ni lo supieron, sino fuesen
-aquellos á quien la divina voluntad quiso revelarlo, porque la
-Escritura divina no lo declara. Y por esta causa de incertidumbre,
-hubo diversas opiniones, no sólo entre gentiles,
-pero tambien entre católicos. Lo que la Escritura Sancta dice,
-es esto: <i>Plantaverat auten dominus Deus Paradisum voluptatis, à
-principio</i> «Génesis. II.» Algunos exponen <i>à principio</i>, por en
-el Oriente, porque de allí comienza el movimiento del cielo
-que primero se mueve, ó que se llama <i>primum mobile</i>. De
-aquí entienden que el Paraíso sea situado en Oriente, y así
-lo dice Sant Isidro, cap. 3.º del libro XIV, de las «Etimologías:»
-<i>Paradisus est locus in Orientis partibus constitutus,
-cujus vocabulum ex græco in latinum vertitur, hortus. Porro hebraice
-Edem dicitur, quod in nostra lingua delitiæ interpretatur,
-quod utrumque junctum facit hortum delitiarum</i>, etc. San Juan
-Damasceno, <i>De ortodoxa fide</i>, libro II, cap. 2.º, <i>inter cetera</i>, dice:
-<i>Hic locus divinus est Paradisus, Dei manibus in Edem, id est delitiis
-el voluptate, plantatus in Oriente quidem omni terra celsior</i>,
-etc. La «Historia scolástica,» en el cap. 13, sobre el Génesis:
-<i>Plantavit Deus Paradisum herbis et arboribus insitum, à
-principio creationis, scilicet cum aparuit árida, et germinare
-terram fecit. Vel à principio id est à prima orbis parte unde alia
-translatio habet Paradisum. In Edem ad Orientem. In Edem, id est
-delitiis: à principio id est ad Orientem est autem locus amenissimus<span class="pagenum"><a name="Page_287" id="Page_287">[287]</a></span>
-longo terræ et maris tractu á nostra habitabili zona secretus</i>, etc.
-Strabo tambien á lo mismo concuerda: <i>Paradisus est locus in
-Oriente positus, interjecto Oceano et montibus appositis, à regionibus
-quas incolunt homines secretus et remotissimus.</i> Lo mismo
-afirma Josefo, libro I, cap. 2.º, <i>De Antiquitatibus</i>: <i>Dicit autem
-etiam Deum plantasse ad Orientem Paradisum</i>, etc. Todas estas
-sentencias pretenden ser su asiento en las partes de Oriente, y
-ser secretísimo y apartado de toda poblacion de hombres por
-mucha lejura de tierra y de mar que esté en medio. Sancto
-Tomás dice en la primera parte, cuestion CII, art. 1.º, y en
-otros lugares, que convenientemente se afirma estar puesto
-el Paraíso terrenal en el Oriente, porque es de creer que
-en el más notable lugar de la tierra esté situado, y este
-es el Oriente, como sea la diestra parte del cielo, segun
-el Filósofo, en el libro II, <i>De cœœœlo et mundo</i>, y la diestra
-es más noble que la siniestra, y así, fué cosa conveniente
-que Dios allí lo pusiese. Estas son palabras de Sancto Tomás.
-Cerca de este punto es de notar, que, en cualquiera sitio
-que el Paraíso esté, se puede entender estar al Oriente; la
-razon es, porque cualquiera punto en la tierra se puede entender
-estar al Oriente, por respecto y en comparacion del
-cielo, ó por respecto de diversos sitios de la tierra, sino es
-por respecto de los dos polos, por ser inmovibles ó movibles;
-y por eso, por decir estar al Oriente, no por eso se determina
-cierto y preciso lugar de la tierra en que tenga su sitio
-el Paraíso. Otros hobo que tuvieron por opinion que estaba el
-Paraíso terrenal en alguna parte del Occidente, y este fué
-error de los gentiles que siguieron los versos y ficciones de
-los poetas, los cuales afirmaron estar en las islas de Canaria,
-por lo cual las llamaron Fortunadas y Bienaventuradas, cuasi
-diciendo que los que en ellas vivian eran felices y bienaventurados.
-Así lo testifica Sant Isidro en el libro XIV, cap. 6.º,
-de las Etimologias: <i>Fortunatarum insulæ vocabulo suo significant
-omnia fere bona quasi felices et beatæ fructuum ubertate:
-sua enim natura pretiosarum poma silvarum parturiunt, fortuniis
-vitibus juga colium vestiuntur. Ad herbarum vicem messis et<span class="pagenum"><a name="Page_288" id="Page_288">[288]</a></span>
-olus vulgo est, unde gentilium error et secularium carmina poetarum,
-propter soli fecunditatem, easdem esse Paradissum putaverunt</i>,
-etc. Estas son sus palabras. Hesiodus, poeta que segun
-Plinio, en principio del libro XIV de la «Natural Historia,»
-fué el primero que dió preceptos ó reglas de agricultura, hace
-mencion que en las islas Canarias estaba el Paraíso, que llamaban
-los gentiles los Campos Elíseos, como arriba en el capítulo
-20 largamente dijimos. Strabo, en el principio de su
-«Geografía,» hace la misma mencion destas islas Canarias, y
-tambien que en España, por su fertilidad, ponia Homero y
-tambien Platon los dichos Campos Elíseos, que llamamos el
-Paraíso. Pero podrá preguntar alguno, ¿como adivinaban los
-gentiles nuestro Paraíso por la suavidad y amenidad ó templanza
-y aspecto favorable de los cielos, que trataban de
-los Campos Elíseos, donde creian ir las ánimas de los que en
-esta vida justamente vivian? Responde Gregorio Nacianceno,
-en la oracion octava sobre la muerte de Sant Basilio y Eusebio,
-en el libro XII <i>De Evangelica preparatione</i>, que los griegos, y
-señaladamente Platon, aquello y otras muchas cosas tomaron
-de los libros de Moisén y de nuestra antigua Sagrada Escritura.
-<i>Sapientes (inquit Gregorius), qui fuissent in Eliseos Campos receptos
-aserebant terram sicilicet inmortalem, quo nomine appellabant
-nostrum Paradisum ex Mosaicis libris edocti: licet in apellando
-eo discreparent, Campum Elisium vel pratum herbosum illum
-vocantes</i>, etc. Pero dejado el lugar ó el sitio del Paraíso que
-aquestos decian, gran diferencia es la que hay entre la felicidad
-del Paraíso á las islas de Canaria, que llamaban Fortunadas,
-porque aunque muchas cualidades se cuentan por los antiguos
-dellas, fué por la gran licencia que los poetas se tomaron
-de fingir muchas más de las que en la verdad eran; lo cual
-se averigua, lo uno, por lo poco que las alaba de bienaventuradas
-Solino en el capítulo último de su Polistor, donde dice,
-que mucho más dice la fama que por sus nombres en la verdad
-tienen: <i>De harum nominibus expectari magnum mirum
-iror, sed infra famam vocabuli res est</i>, y referidas algunas buenas
-calidades suyas, dice al cabo: <i>Ideoque non penitus ad<span class="pagenum"><a name="Page_289" id="Page_289">[289]</a></span>
-nuncupationem suam congruere insularum calitatem</i>. Y así,
-no son aquellas islas del nombre de Paraíso dignas, y por esto
-parece claro, los muy antiguos ninguna noticia haber tenido
-destas Indias sino fuese atinando, porque, si la tuvieran, con
-muy mayor razon pusieran en ellas los Campos Elíseos que
-en las islas de Canaria, ni en España, pues es manifiesta la
-ventaja, como cien mil partes á una, que á todas las del mundo,
-en felicidad, templanza de aires, aspecto de los cielos, aguas,
-frutas, frescura, suelo, disposicion de la misma tierra y otras
-naturales riquezas hacen estas Indias, como arriba en muchos
-capítulos ha parecido, y es harto buen argumento; y
-porque allí, donde el Almirante andaba, era maravillosa la
-frescura y temperancia de aires, y alegría de la tierra, cielo,
-aguas y arboledas, que por los ojos via, no era mucho que
-por allí concibiese, aunque habia navegado hácia el Poniente
-(puesto que tambien sentia ser el fin de Oriente), estar, no los
-Campos Elíseos como los gentiles, sino, como católico, el terrenal
-Paraíso.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_290" id="Page_290">[290]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXLIV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Fueron algunos otros que tuvieron opinion que estaba
-el Paraíso terrenal debajo de la línea ó en la línea equinoccial,
-y, para prueba dello, señalaban algunas razones: una era,
-porque, segun muchos filósofos, aquel lugar es temperatísimo
-por las razones que al principio el Almirante propuso ante
-los Reyes católicos, probando ser posible el descubrimiento
-deste orbe, las cuales pusimos en los capítulos 6.º y 7.º, y
-la verdad desta temperancia, cierto, más vemos por nuestros
-ojos que podemos leer en ningunos libros. Pues como el Paraíso
-haya de tener el más templado y felice lugar que se
-pueda hallar en la tierra, segun que arriba se ha visto, parecíales
-que allí debia estar situado el Paraíso terrenal, y
-confírmase por esta razon, y sea la segunda, porque en la
-línea equinoccial, ó cerca della, entre los trópicos, que se llama,
-segun Virgilio en el primero de las «Georgicas,» y Sant
-Jerónimo en la <i>Epistola ad Paulinum</i>, al principio, la Mesa
-del sol, está la ciudad de los filósofos, nombrada Arim, y otros
-lugares cuyos habitadores todos, por la mayor parte, se ocupan
-en ciencia de astrología y en especular los secretos de
-las cosas naturales; pues como, para entender y ejercitarse
-en esta especulacion y estudio, se requiriese vivir ó habitar
-en lugar suave y templado, ajeno de las perturbaciones é
-inquietudes que causan el excesivo frio y calor, como en el
-capítulo 142, hablando del monte Olimpo, se dijo, por esto
-les parecia que por aquella region debia de estar el Paraíso;
-y porque el Almirante habia ejercitado estas antiguas lecturas,
-y se via 5° de la línea equinoccial, y con tan maravillosa
-frescura, verdura, templanza, y tan sensible serenidad, pudo
-no sin mucha causa ser movido, al ménos, á sospechar que<span class="pagenum"><a name="Page_291" id="Page_291">[291]</a></span>
-aquella tierra de Paria ó cerca della debia estar el Paraíso terrenal.
-Dícese allí la Mesa del sol, por una manera de metáfora,
-porque los filósofos, como en mesa de dulces manjares,
-se mantenian y recreaban del suave y deleitoso manjar de la
-sabiduría y ciencia de filosofía, penetrando y entendiendo los
-secretos, por ella, de los movimientos é influencias y virtudes
-de los cielos y estrellas, y de las otras cosas naturales; pero,
-en el sentido literal, la Mesa del sol se dice y dijo, porque en
-Etiopía, cerca de la isla Meroc, que hace el rio Nilo, la
-cual está cerca de la línea equinoccial, donde viven la gente
-que se llaman macrobios, gente amicísima de justicia, de verdad
-y de virtud, y que se adornan con joyas hechas de cobre,
-y las prisiones á los delincuentes hacen de oro, por tener en
-ménos estima el oro quel cobre, hay un prado ó campo en
-el cual de noche, los que gobiernan, mandan proveer y hinchir
-de muchas y diversas carnes asadas, en suma y grande
-abundancia, y, salido el sol, cada uno de los que quiere van á él
-y toman lo que dellas quieren, á su voluntad; piensan los ignorantes
-pueblos, que divinalmente aquello se les provee y nasce
-en aquel campo, y porque adoran al sol, llaman la Mesa del sol,
-estimando que el sol se lo provee. De aquí salió entre los antiguos
-este proverbio ó refran, que á toda abundancia ó provision
-copiosa de comida, ó cuando los ricos daban en sus casas
-bien de comer á los menesterosos, llamaban Mesa del sol. Por
-esto la llama Sant Jerónimo, donde dije arriba, <i>Famosissimam
-solis mensam</i>. Della hace mencion Herodoto en el libro III de su
-«Historia,» y Pomponio Mela, libro III, cap. 10, y Solino,
-cap. 43. Por ver á esta Mesa del sol envió Embajadores Cambises,
-rey de Persia, al rey de Etiopía, diciendo que la deseaba
-ver como cosa tan maravillosa; pero hacíalo por usurpar aquel
-señorío de Etiopía; el cual enviando sus Embajadores, más por
-espías para especular la tierra por dónde habia de entrar con
-su ejército, que con embajada, dióles muchos dones, ciertas
-vestiduras de carmesí, é collar de oro y ajorcas, que usaban los
-hombres en aquellos tiempos, y un alabastro de ungüento,
-y vino de Fenicia, muy precioso, que le presentasen de su<span class="pagenum"><a name="Page_292" id="Page_292">[292]</a></span>
-parte y dijesen así: «Cambises, Rey de los persas, deseando
-ser tu amigo, querria tambien ser huesped tuyo; nos ha
-enviado y mandado que vengamos á te hablar de su parte, y
-te presentásemos estos dones, los cuales él tenia por muy
-preciosos y usa dellos como en cosa de que él se deleita, y
-porque te ama quiso con ellos agradarte.» Pero el rey de
-Etiopía, entendiendo que más por escudriñarle su reino, para
-usurpárselo los enviaba, respondióles: «Vuestro señor, el
-Rey de los persas, ni os envia porque él tenga en mucho ser
-mi huesped, ni vosotros decís verdad, porque no venís sino
-á especular nuestro imperio, ni vuestro Rey, que os envia,
-es bueno ni justo, porque, si justo fuese, no desearia usurpar
-el reino y region ajena, sino estaria con la suya contento,
-ni á los hombres que mal nunca le hicieron querria poner
-en servidumbre, y por tanto, vosotros tomad este arco y decidle:
-«El rey de Etiopía da este consejo al Rey de los persas,
-que cuando los persas trujeren tan fácilmente sus arcos,
-tan grandes como este, entónces con mayores ejércitos mueva
-guerra contra los macrobios etiopes, y, entretanto, haga gracias
-á los dioses que no inspiran ni mueven á los hijos de los
-etiopes, que, fuera de la suya, cudicien adquirir otra region.»
-Y dicho esto, dióles el arco. Y esto decia, porque eran todos
-aquellos macrobios hombres de gran estatura, y los arcos usaban
-muy gruesos y grandes, y el Rey siempre era elegido el que
-era mayor de cuerpo. Tomó la vestidura de púrpura, y sabido
-que con sangre de ciertas conchas se teñia, dijo: «Los hombres
-dolosos engañadores, de dolosos y engañosos vestidos se
-visten.» Preguntado para qué eran aquellas ajorcas y collar de
-oro, y respondido que para atavío de los Reyes, rióse creyendo
-que eran prisiones, y dijo: «Más fuertes son las prisiones
-de mis cárceles.» Preguntado por el ungüento, y le dijesen
-que de ciertas confecturas se hacia, dijo lo mismo que de
-la púrpura; cuando vinieron al vino gustólo y maravillosamente
-se deleitó. Preguntó qué cosas tenia por manjares su Rey,
-y qué tanto vivian en su tierra los hombres; respondiéronle
-que comian pan de trigo, dándole á entender qué era y como se<span class="pagenum"><a name="Page_293" id="Page_293">[293]</a></span>
-hacia, y que á lo más que llegaba la vida eran ochenta años;
-respondió: «No es maravilla, pues comen estiércol, que vivan
-tan poco.» Preguntado el Rey por los Embajadores, que tantos
-vivian los hombres en aquel su reino, respondió, que
-ciento y veinte años, y más, porque no comian otra cosa sino
-carne cocida y bebian leche. Finalmente, tornados los Embajadores
-al rey Cambises, y sabida la respuesta, hecho furibundo
-y sin considerar lo que debiera hacer, junta grande ejército
-para ir contra el rey de Etiopía, que mal nunca le habia hecho;
-y, no proveyendo los mantenimientos necesarios, ántes
-que la quinta parte del camino anduviese, pasando por dificultosísimos
-lugares, acabáronseles las talegas; comenzó el
-ejército á comer hierba, y él no por eso dejó el camino hasta
-que llegaron á ciertos arenales, donde faltándole del todo la
-comida, acuerda el ejército de echar suertes sobre que de cada
-diez uno, dellos mismos, se comiesen. Oido por Cambises,
-acuerda de tornarse, habiendo muchos del ejército perecido.
-Vuelto á Thebas y de allí á Memphis, ciudad de Egipto, envió
-por la mar otro grande ejército contra los etiopes, que nunca
-le habian, como dicho es, ofendido, adonde hizo desatinos, y
-al cabo, allí, con rabia de no haber con su locura salido, del
-todo perdió el seso. Todo esto cuenta Herodoto en su libro III.
-Esto hemos referido por ocasion de la Mesa del sol que dijimos.
-De otra manera, y por otros efectos hablan los astrólogos
-y astrónomos de la Mesa del sol, y es esta: que partiendo
-y dividiendo la tierra toda en tres partes, la una es la parte
-austral, la segunda la aquilonar, la tercera la Mesa del sol.
-Todo lo que hay de tierra de esa parte del trópico de Capricornio
-hiemal, nombran austral; toda la parte que hay desta
-de trópico de Cancro estival, aquilonar; y todo lo que se contiene
-entre ambos á dos trópicos, llamaron la Mesa del sol;
-la razon es, porque el sol no sale de entre los dos trópicos,
-y entre ambos, cada dia natural de veinticuatro horas de
-Oriente á Poniente, por el movimiento del primer movible, parece
-que se apascienta y recrea como en una mesa; y en seis
-meses del año, con el movimiento propio, ándase del trópico<span class="pagenum"><a name="Page_294" id="Page_294">[294]</a></span>
-hiemal al estival, y los otros seis meses del estival al hiemal;
-y así, por una manera de metáfora, llaman todo aquel aspacio
-de tierra de entre ambos trópicos la Mesa del sol, como dicho
-es. La tercera razon, que los que afirmaban estar el Paraíso en
-la línea equinoccial daban, colegian de los nascimientos del
-rio Nilo, arguyendo así: cierto es que el rio Nilo es Gion, uno
-de los cuatro que salen del Paraíso, pues vemos que este rio
-aparece y mana teniendo sus principios y fuentes de la etiopal,
-cerca de la línea equinoccial, el cual cerca toda la tierra
-de Etiopía, como dice la Escritura «Génesis» cap. 2.º, y despues
-allí riega la tierra de Egipto; luego señal es que debe
-allí, ó cerca de allí (conviene á saber, de la línea equinoccial),
-estar el Paraíso terrenal, y parece venir derecho camino de
-hácia allá. Destas tres razones aquí dichas, que alegan los que
-afirman estar el Paraíso en la línea equinoccial, las dos, primera
-y tercera, refiere, con aquellos, Sancto Tomás en el segundo
-escripto sobre las «Sentencias,» distincion 17, cuestion 3.ª,
-art. 2.º <i>In corpore</i>. Y aunque la razon postrera parece que arguye,
-con alguna sospecha, que por allí estará el Paraíso, por
-aparecer Nilo cerca de la equinoccial, pero no es muy eficaz; la
-razon es, porque muchos rios hay é fuentes que nacen en
-unas tierras y islas, y viénense á tornar á nacer á otras, aunque
-ellas estén muy apartadas, y entre ellas haya mucha distancia de
-tierra ó de mar, porque si la distancia es de tierra, puede venir,
-é de hecho viene, el agua por venas y soterráneos ocultos de la
-tierra, y en unas tierras aparecen, y en otras se sumen y corren
-sin verse ni sentirse, y en otras parece que de nuevo nacen,
-como si allí fuese su primer orígen; y si la distancia tambien
-es de mar, lo mismo acaece, porque viene, ó por los caminos
-soterráneos de la tierra que está debajo de la mar, ó por encima
-de la misma agua salada, porque el agua dulce anda
-siempre por encima de la salada por ser más liviana, y va
-su camino, y si algo toma de lo salobre, despues, pasando
-por las venas de la tierra, se torna á endulzorar. Desto un
-asaz patente ejemplo tenemos del rio Alpheo, que su fuente
-y nascimiento es en la Peloponense, provincia de Grecia, que<span class="pagenum"><a name="Page_295" id="Page_295">[295]</a></span>
-se solia llamar Acaya, donde predicó Sant Andrés, agora se
-llama la Morea, y está entre dos mares Jonio y Egeo, cuasi
-como isla, de allí corre aquel rio Alpheo y va por la ciudad
-de Elide y por la de Pisa, ciudad de Arcadia; de allí se
-sume y va mucho camino por debajo la tierra, despues por debajo
-de la mar por grandes honduras, como son las del Archipiélago,
-y va á salir en la isla Oritigia, que tambien se llama
-Délos, la principal del Archipiélago, en manera de fuente,
-como si allí tuviese su primer nascimiento; despues deja á la
-Grecia, y va por debajo de la mar y sale por la fuente Aretusa,
-muy nombrada, que está en la isla de Cecilia, cerca de
-la ciudad Siracusana, y de allí entra en la mar, lo cual es
-cosa admirable. Esto se experimenta echando pajas ó otra cosa
-liviana en el principio y fuente del rio Alpheo, que es en Grecia,
-viene á salir por la dicha fuente Aretusa, en Sicilia. Así lo
-cuenta Virgilio en el III de las «Eneidas,» <i>Alpheum fama est
-Elidis amnen ocultas egisse vias subter mare; qui nunc ore Arethusa
-tuo confunditur undis</i>, y en el VII de «Las Bucólicas,» en
-la égloga última; y Ovidio, en el V de <i>Metamorphoseos</i>, al fin,
-y Strabo en el libro VIII, y Séneca tambien en el libro V de
-las «Cuestiones naturales.» Lo mismo y más eficazmente se
-prueba por los rios Tigris y Euphrates que salen del Paraíso
-terrenal, los cuales no se nos manifiestan luego como salen,
-ántes, por debajo de tierra y por mar, con luengo discurso, y
-no salen hasta la region de Armenia, donde ambos juntos se
-muestran por una fuente, como si allí fuese su primer principio,
-y de allí luego se dividen, y el Tigris va más al Oriente,
-hácia los Asirios, y Euphrates hácia los Caldeos; desto hace
-mencion Salustio y Boecio, libro V, metro primero, <i>De consolatione</i>:
-<i>Tigris et Euphrates uno se fonte resolvunt et mox adjunctis
-disociantur aquis; si coeant cursumque iterum revocentur in
-unum, confluat alterni quod trahit unda vadi</i>, etc. Y Sant Agustin,
-libro IX, cap. 6.º, sobre <i>Genesim ad literam</i>. Lo mismo
-parece del mismo rio Nilo, que en muchas partes se encierra
-y en muchas aparece, y nunca se ha podido tener certidumbre
-dónde sea su nacimiento, despues de que sale del Paraíso,<span class="pagenum"><a name="Page_296" id="Page_296">[296]</a></span>
-segun arriba se ha visto. De todo lo dicho se sigue, que podrá
-estar el Paraíso en alguna isla cercada de mar, porque ninguna
-razon repugna, ántes parece apuntarse por el dicho
-de Strabo, y que dicen, que, <i>interjecto Oceano et montibus appositis</i>,
-etc., estar cercado de mar, y así ser isla; pero que
-sea en isla, ó esté situado en tierra firme, ni se ha sabido ni
-se puede saber, si Dios, que lo asentó en su lugar, no lo
-revela.</p>
-
-<p>Tambien hace á la prueba de lo arriba dicho, lo que refiere
-Sant Anselmo en el libro I, cap. 22, <i>De imagine mundi</i>,
-concuerda Sant Augustin, sobre <i>Genesim ad literam</i>, libro V,
-cap. 10, el cual dice, que el agua, de todas las fuentes y rios
-del mundo, dulce, de la fuente y cuatro rios del Paraíso procede,
-y que al abismo, que es la madre de donde la dicha
-fuente nasce, otra vez se torna; la cual, puesto que por todos
-los mares ande, no, empero, con el agua de la mar se mezcla,
-sino que como el agua dulce sea liviana, corre por encima de
-la salada, que es pesada, y por el discurso suyo, secreto, se
-torna; de aquí es lo que se dice <i>Ecclesiastes I</i>: <i>Ad locum unde
-exeunt flumina revertuntur ut iterum fluant: omnia flumina intrant
-in mare et mare non redundat</i>. Y así parece, que la postrera
-de las tres razones que traen para probar que el Paraíso
-terrenal está en la línea equinoccial, por nacer por allí cerca
-el rio Nilo, no urge mucho, puesto que podria estar so ella.
-Desta opinion hace mencion Sancto Tomás, primera parte,
-cuestion 102, art. 2.º, <i>in fine</i>, donde dice: <i>Quidquid autem de
-hoc sit credendum est: Paradisum in loco temperatissimo constitutum
-esse, vel sub equinocciali ut alibi</i>.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_297" id="Page_297">[297]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXLV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>No faltaron algunos otros que sintieron estar el terrenal
-Paraíso á la parte austral de Mediodia, pasados ambos trópicos,
-y para persuadirlo trajeron algunas razones no fuera de
-razon, y principalmente hacen esta razon y es la misma
-que arriba, cap. 143, trujimos de Sancto Tomás: A la más noble
-parte de la tierra, como es el Paraíso terrenal, débensele,
-segun toda órden y razon natural, la cual guarda siempre la
-divina Providencia, la más noble parte del cielo, pues la más
-noble parte de toda la redondez de la tierra es el Paraíso terrenal,
-como arriba se ha visto, y abajo, de aquí á poco, en el
-cuarto artículo, se verá; luego el Paraíso terrenal está situado
-y constituido en la parte del mundo austral. Que se le deba la
-más noble parte del cielo á la más noble parte de la tierra,
-pruébase lo primero por el Filósofo en el IV de los «Físicos,»
-que el lugar y lo que se ha de poner en él han de ser ambas á
-dos cosas proporcionadas: <i>Locus et locatum debent proportionari</i>.
-Lo segundo se prueba, porque la nobleza, bondad, fertilidad
-y felicidad de la tierra, no le viene á la tierra principalmente,
-ni procede, sino de las nobles y felices influencias de las estrellas
-y aspecto favorable y benévolo del cielo, como de la causa
-universal, segun parece por lo que en los capítulos 84 y otros
-se ha tractado, luego á la noble y felice tierra, noble y felice
-parte se le debe del cielo, y á la más noble más noble, y
-á la nobilísima nobilísima; pues el Paraíso y su tierra es la
-nobilísima parte del mundo, luego nobilísimo asiento se le
-debe por respecto del cielo. Que la más noble parte y más
-felice y felicísima del cielo sea la parte austral, de la otra parte
-de los trópicos y Mesa del sol, como lo llamaban los poetas
-y astrólogos, esto será menester probarlo; para la prueba de<span class="pagenum"><a name="Page_298" id="Page_298">[298]</a></span>
-lo cual, debemos presuponer: Primero, que segun el Aristótel
-y Alberto Magno, en el II <i>De cœœœlo et mundo</i>, y segun Ptolomeo
-y todos los filósofos y astrólogos, comunmente todo el orbe
-juntamente es dividido con la tierra en dos partes principales,
-iguales, segun que la línea equinoccial lo divide en dos
-hemisferios, austral y aquilonar; y dicen que el austral es la
-cabeza y eminencia del mundo, y el aquilonar son los piés y
-lo bajo y cuasi sentina del mundo. La mano derecha es el
-Oriente, ó parte oriental donde comienza el movimiento del
-primer móvile, como ya se ha tocado; y la izquierda es el
-Occidente ó Poniente, donde va el movimiento. Esto supuesto,
-manifiesto es que la cabeza de todas las cosas naturales y artificiales,
-y áun civiles, siempre vemos ser más adornadas y de
-mejor hechura, y más dignas de donde procede la virtud é influencia
-á los otros miembros del cuerpo, en las cosas, al ménos,
-que viven, como una hormiga y un gusanito y en un árbol, que
-aunque tiene la cabeza debajo de la tierra, si aquella cabeza no
-tuviese vida, no la ternia todo el árbol, pues della depende al
-árbol el nutrimento y sustentacion con que vive, y, porque el arte
-imita la naturaleza en cuanto puede, vemos en las cosas artificiales
-tambien, que un pintor que pinta una imágen, cuanto más
-adorna y se esmera en hacer más perfecto el rostro y la cabeza,
-y el carpintero una arca, la cabeza, que parece ser la tapadera
-de encima, hace de mejor tabla y madera, y más dolada y
-limpia y labrada parece. En las civiles ó inanimadas ó ayuntamientos
-naturales de las gentes, tambien lo habemos experimentado
-y cada dia vemos, las ciudades que son cabezas de los
-reinos, cuanto más excelentes edificios y fuerzas, cuanto más
-labores y adornos tienen, cuanto más privilegiadas y ennoblecidas
-y exentas de pechos, cargas y servicios y derechos suelen
-ser por los Príncipes. Pues las civiles animadas, como entre
-los hombres, no es menester tardar en esto más, como veamos
-cuan más nobles y dignos son los que rigen, los Magistrados,
-los Príncipes, los Reyes, no por más sino por ser cabezas de
-los pueblos; por manera, que en las cosas naturales y en las
-artificiales, y en las civiles inanimadas y animadas, y, finalmente,<span class="pagenum"><a name="Page_299" id="Page_299">[299]</a></span>
-en todas las cosas criadas, las cabezas son las más nobles,
-de más virtud y más dignas. Pues como los cielos sean la
-más excelente parte de todo el universo (de las cosas que no son
-racionales ni intelectuales hablando, y que no viven), como
-sin sus movimientos, ni los árboles, ni los animales, ni tampoco
-los hombres podrian tener vida, y otras muchas cosas no ternian
-ser, manifestísimo es que la parte que fuere su cabeza
-será, sobre todas las otras sus partes, necesariamente nobilísima,
-virtuosísima, y del mesmo Hacedor con abundancia
-de virtudes naturales y vigorosas privilegiatísima; pues esta
-es la parte austral y que los marineros llaman el Sur, luego
-aquella parte será y debe ser la más noble y más felice y más
-digna que el Oriente, ni el Occidente, ni la del Norte ó Septentrional.
-De aquí es, que Aristóteles y Alberto Magno en
-el II, cap. 2.º, <i>De cœœœlo et mundo</i>, y todos los filósofos de Etiopía
-que se llaman Bragmanes, y Gimnosophistas, que especulan
-aquella parte austral, mayormente Ptolomeo, afirman que las
-estrellas de aquella parte son mayores y más resplandecientes
-y más nobles y más perfectas, y, por consiguiente, de mayor
-virtud y felicidad y eficacia que las aquilonares. Y asimismo,
-que aquel polo Antártico y austral, es de mucha mayor cantidad
-y claridad y virtud que el nuestro, que llamamos el Norte;
-y la razon es, porque toda aquella parte es cabeza del mundo,
-luego las influencias y virtudes de allí son más nobles, y, por
-consiguiente, de mayor felicidad, eficacia y virtud. Es luego
-manifiesto ser la más felice y noble y digna parte del cielo la
-parte austral, y, por consiguiente, allí debe estar situado el
-Paraíso terrenal, y no al Occidente ni al Norte ó Septentrion,
-ni tampoco á la parte oriental, porque todas aquellas partes
-del cielo no tienen tanta nobleza, ni tanta virtud natural que
-cause y corresponda á la suavidad, templanza, deleite y felicidad
-que tuviéramos y hoy gozan Elías y Enoc en el Paraíso terrenal.
-Y á esto parece consonar aquellas palabras del «Génesis,»
-cap. 3.º, conviene á saber: que como Adan oyese la voz del
-Señor, que andaba paseándose, <i>ad auram post meridiem</i>, hacia
-el aire suavísimo de esa parte de Mediodia, escondióse, etc.,<span class="pagenum"><a name="Page_300" id="Page_300">[300]</a></span>
-porque el aire de aquel lugar dice aura, que es blandísimo,
-suavísimo, y delectabilísimo aire, y de temperatísima luz y
-deleitable. Dícese tambien estar despues del Mediodia, por
-razon del lugar, porque aquella region está situada de esa
-parte de ambos á dos trópicos, que decian los astrólogos Mesa
-del sol, como fué arriba dicho, la cual se dice <i>meridies</i> ó Mediodia
-al ménos, segun imaginaban los antiguos que hacian
-la línea equinoccial tórrida zona, y calurosa demasiadamente.
-Esta es la diferencia por aquel respecto entre el Mediodia y
-la region que allí parece la Escriptura llamar aura, que el Mediodia
-es lo mismo que lumbre intensísima, con calor excesivo,
-lo cual imaginaban ser entre los trópicos, pero el aura es lo
-mesmo que aire suavísimo y vital, y templadamente lucido y
-cálido, como es el de aquel hemisferio, por el favor é favorables
-influencias de las estrellas y cuerpos celestiales, y así
-parece que por el aura, despues del Mediodia, donde aquestos
-afirmaban estar el Paraíso terrenal, se entiende la parte
-austral que es situada desa parte del Mediodia, que está pasado
-el trópico de Capricornio, en el cual se engendra fuego,
-mayormente cuando el sol está en los signos australes y se
-apropincua al opósito de auge. Y aquel trópico piensan algunos
-que es el gladio y cuchillo ígneo versátil que puso Dios
-entre nosotros y el Paraíso, para que Adan ni Eva, ni alguno
-de sus hijos pueda entrar allá. Pero el contrario es la verdad,
-que vemos por experiencia, que debajo del mismo trópico hay
-tierra excelentísima y muy poblada, en las provincias del Perú.
-Por todo lo que dicho es, parece quedar harto probable la
-opinion que tienen los que ponen el Paraíso de los deleites, de
-donde fueron echados nuestros primeros padres en este valle
-de lágrimas y amarguras, en la parte y hemisferio austral. Y
-pues hobo varones doctos que con tan probables razones quisiesen
-persuadirnos estar el Paraíso en aquella parte del mundo
-austral, y el Almirante viese que la tierra firme, ó, segun
-estimaba entónces, isla de Gracia, parecia en la parte austral,
-y la tierra tan felice y aires tan suaves y aguas tan dulces, y
-juntas tantas, no absurda ni no razonablemente, pudo pensar y<span class="pagenum"><a name="Page_301" id="Page_301">[301]</a></span>
-juzgar, ó al ménos sospechar, estar por aquella parte el Paraíso
-terrenal. A lo que estos opinadores dicen, que el trópico de
-Capricornio engendra fuego, y que este debe ser ó es la espada
-ó cuchillo ígneo que defiende la entrada del Paraíso terrenal,
-el contrario podemos afirmar los que habemos pasado el dicho
-trópico, por estas Indias andando hácia la parte austral, donde
-no vemos el exceso del fuego ó del calor, ántes, hallamos
-tierra y mar bien templada. Puede ser por esta vía la contrariedad
-concordar: que, como luego se dirá, no parece que
-todo aquel hemisferio era necesario, segun algunos quisieron
-decir, ocupar el Paraíso terrenal, sino que alguna gran parte
-y aquella que ocupa, debe criar el dicho fuego ó calor, y no
-lo más, pues no hay necesidad, y porque, segun algunos escritores,
-en la region del Paraíso, fuera dél, muchos pueblos
-se cree morar.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_302" id="Page_302">[302]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXLVI.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Cuanto á lo tercero que dije en el cap. 142, que entendia
-tratar, conviene á saber, de la grandeza ó tamaño y capacidad
-del Paraíso, esto parece que es lo más probable: que aquel
-lugar del Paraíso es muy grande, porque están en él inmensidad
-de árboles de todos géneros y de todas especies, con
-toda amenidad y frescura; es tambien el rio que riega todo el
-Paraíso muy grande, y dél se reparten los cuatro rios poderosos
-que arriba se han nombrado, y esto, por fuerza es que requiera
-lugar de capacidad grande. Item, si Adan no pecara
-habia de vivir y habitar en él todo el linaje de los hombres,
-porque ninguno habia de vivir en el mundo, donde agora
-moramos, porque esto se dejaba para habitacion de las bestias,
-pues para vivir y morar todos los hombres juntos, gran capacidad
-de lugar era menester. Por esta razon tuvieron algunos
-que el Paraíso terrenal era de tanta capacidad, cuanta tiene
-una gran provincia ó una parte de las principales, como es
-África ó Europa; otros, que todo aquel austral hemisferio era
-dado por Paraíso terrenal, por la razon en el precedente capítulo
-dicha, por la cual sentian ser toda aquella parte amenísima
-y felice; pero á estos se puede, segun parece, responder,
-que si tan grande y tan capaz fuera el Paraíso, no se
-pudiera de algunas gentes, y áun de la mayor parte de los
-hombres, encubrir. Item, lo de la multiplicacion de los hombres,
-no fuerza á tener que por ello hobiese de ser tan capaz
-como una provincia grande; la razon es, porque los hombres,
-aunque multiplicaran como ahora multiplican y quizas más,
-no habian siempre de permanecer juntos, hasta cumplido el
-número que Dios tenia determinado de salvar y fenecer el
-mundo, sino que, de generacion en generacion, los habia Dios<span class="pagenum"><a name="Page_303" id="Page_303">[303]</a></span>
-de traspasar en la vida eterna y estado celestial, por dos ó de
-dos maneras, segun dice Sant Augustin en el libro IX, cap. 6.º
-sobre <i>Genesim ad literam</i>, y tráelas el Maestro en el segundo
-de las «Sentencias,» distincion vigésima. La una es, ó que nascidos
-los hijos, é instruidos y llegando á la edad de los padres,
-los padres sin muerte fuesen transferidos; la otra, que á cabo de
-cierto tiempo y número, unos fuesen y otros quedasen, y desta
-manera no fuera tanta multitud de hombres en el Paraíso como
-es agora en el mundo. Puédese tambien decir, que aunque
-hubiese entónces grande número de hombres habitando en el
-Paraíso, no era necesario tener gran lugar como agora ocupamos,
-porque agora tenemos necesidad de tener con nosotros
-muchos animales para poder vivir, é para los animales
-tierra larga para en que quepan y hallen sus pastos, y tierra
-tambien para labrarla y haber los frutos della, y esta suele
-ser por tiempo estéril, y es menester por algunos dias mudar
-las labores y reservarla, y así, para pocos hombres,
-grande tierra y espaciosa es necesaria; todo lo cual, en el Paraíso
-cesaba, como los hombres se hubiesen de mantener de
-los frutos de los árboles, y así, poca tierra les bastaba, puesto
-que el Paraíso tiene un lugar bien capaz y grande, para que
-se pudiesen los hombres, con alegría, gozo, delectacion y consuelo,
-por muchas partes espaciar. Algunos sienten que terná
-espacio de 100 leguas en todo su ámbito, por manera que si
-así es su longura, será 30 leguas ó poco más, porque en el
-círculo ó figura redonda, desta manera sea la longura que
-es el diámetro á la línea circunferencial. Finalmente, ninguna
-cosa de las dichas tiene certidumbre, como quiera que la
-divina Escritura desto no haga mencion alguna, ni haya hombre
-que lo haya visto ni pueda ver ni saber, si no le fuese
-divinalmente revelado, porque segun Beda sobre el «Genesis,»
-de creer es que aquel lugar es remotísimo de la noticia de
-los hombres. Puesto que hay quien diga que cerca dél haya
-pueblos y poblaciones de hombres, sentencia es que no contradice
-á la Escritura, pues presupone poder algunos venir á
-él, pero no entrar por el muro de fuego, que llama Espada<span class="pagenum"><a name="Page_304" id="Page_304">[304]</a></span>
-en manos del Cherubin. Parece que, si cerca de allí no hobiera
-pueblos algunos, no era necesario sino supérfluo poner guarda
-para que no osara entrar ninguno; parece tambien esto, porque
-segun el texto hebreo, «Genesis,» II, plantó Dios el Paraíso en
-Edem, que significa la tierra ó lugar donde lo plantó, la cual
-estaba poblada y habitada de gentes, como parece «Genesis,»
-cap. 4.º <i>Egresus Cain habitavit profugus ad Orientalem plagam
-Edem</i>; salió Caín huyendo y fué á morar á la provincia
-Edem, que está al Oriente: y en «Ezequiel,» cap. 27, donde se
-cuentan muchos pueblos y naciones que traian mercadurías
-á Jerusalen, entre ellos se nombran los pueblos de Edem y
-Charan, de donde se averigua ser provincia ó region poblada
-por entónces. Dícese así en Ecequiel: <i>Charam et Edem negotiatores
-tui</i>, etc., Edem cuasi provincia y region, donde está el
-Paraíso. Así dice Sant Juan Damasceno: <i>Hic locus divinus est
-Paradisus Dei manibus in Edem, id est, delitiis et voluptatibus</i>, etc.
-Y Sant Agustin, en el libro VIII, cap. 3.º, sobre <i>Genesim ad
-literam</i>: <i>Plantavit ergo Dominus Paradisum in delitiis, hoc est
-enim in Edem, ad Orientem</i>. Donde se da á entender que toda
-aquella provincia ó region era delectable y felice, donde moraban
-los hombres, pero, sobre todas las partes della, era felicísimo
-y delectabilísimo el Paraíso que plantó el Señor donde
-puso el hombre, el cual comunmente se nombra por los que
-escriben, Monte altísimo, como ha parecido arriba. Toman tambien
-otro argumento para decir que cerca del Paraíso estuvo,
-y por ventura está hoy, gente poblada, porque segun dicen que
-refiere Sant Basilio en su <i>Exameron</i>, y Sant Ambrosio en el
-suyo, que como el Paraíso esté constituido en monte altísimo,
-puesto que arriba sea él todo llano, cae el agua de la fuente
-que sale dél en un lago grande, de donde proceden despues
-los cuatro rios caudales, y es tanto y tan grande el estruendo
-y sonido que hace al caer, que todos los moradores de los
-pueblos vecinos del dicho lago ó laguna en que cae, nacen
-todos sordos por el exceso grande, que corrompe el sentido
-del oir. Pero esto no lo dicen Sant Basilio ni Sant Ambrosio
-en sus <i>Examerones</i>, ni en los libros que ambos hicieron del<span class="pagenum"><a name="Page_305" id="Page_305">[305]</a></span>
-Paraíso terrenal; si en otra parte quizá de sus obras no está
-escrito, que yo no haya visto, solamente hallo que esto afirmaron
-decirlo los Sanctos susodichos á Bartolomé Anglico, autor
-del libro <i>De propietatibus rerum</i>, en el libro XV, cap. 112, y á
-otros que lo tomaron dél: como quiera que ello sea y cualquiera
-que lo diga, como no lo contradiga la Escritura, bien
-podemos pasar con ello. Todas estas cosas, puesto que remotas
-de nuestra Historia, he querido engerir aquí ofrecida ocasion
-de haber hablado el Almirante del Paraíso, para que los
-que no saben latin, de cosas que no leyeron tengan alguna noticia.
-Y por concluir con esta intincion cerca de lo cuarto que
-arriba en el cap. 142 prometí, digo, que de las cualidades del
-Paraíso dicen los Sanctos maravillas, porque en él habia copia
-de todos los bienes que pueden al hombre, para su consuelo,
-gozo, alegría y felice vida, en cuanto al cuerpo, convenir, de
-tal manera, que ninguna cosa pudiese desear que no la tuviese,
-ni aborrecer que no estuviese ausente dél, segun Sant
-Agustin, libro XIV, cap. 10, <i>De civitate Dei</i>: <i>¿Quid timere aut dolere
-poterant in tantorum tanta affluencia bonorum, ubi non aberat
-quicumque quod bona voluntas non adipisceretur; neque erat
-quod carnem vel animam hominis feliciter viventis ofenderet vel
-mali quo molestaret?</i> Allí todos los sentidos se deleitaban, los
-ojos, con admirable claridad y en ver la hermosura de los árboles
-y frutas y otras cosas; los oidos, del cantar y música de
-las aves; el sentido del oler, con los aromáticos y diversos y
-suaves olores, y así los demas, todos juntos, con la templanza
-y suavidad del aire y amenidad del lugar, y templatísima
-concordia de los tiempos, donde concurrian la frescura del
-aire, los alimentos del verano, la alegría del otoño, la quietud
-de la primavera, la tierra gruesa y fructífera, las aguas delgadas
-y en gran manera dulces y apacibles. Allí, no violencia
-de vientos, no molestia de tiempos, no granizo ni nieve, no
-truenos ni relámpagos, no hielo de invierno, no calor de verano,
-ni otra cosa que les pudiese dar angustia ni afliccion ó
-fastidio; allí dicen que ninguna cosa puede morir. Estas y otras
-muchas, dulcísimas y alegres calidades pone Sant Basilio en<span class="pagenum"><a name="Page_306" id="Page_306">[306]</a></span>
-el libro suso tocado del Paraíso, lo demas se lea en los lugares
-donde copiosamente, de propósito, la materia se escribe.
-Y así, queda largamente persuadido de haber tenido el
-Almirante muy urgentes razones para entre sí considerar, ó al
-ménos sospechar, que podia estar por allí, ó cerca, ó léjos de
-allí, en aquel paraje ó region de tierra firme, que él juzgaba
-ser isla, aunque ya iba creyendo que era tierra firme, el terrenal
-Paraíso; pues por otra parte habia leido y entendido,
-que unos lo ponian al Oriente, otros al Occidente, otros en la
-línea equinoccial, otros al Austro y Mediodia, y por otra sabia
-que habia navegado al Occidente, y despues tornado algo al
-Oriente, y por esto pensaba que aquello era el fin del Asia.
-Otra vez volvia al Sur ó Austro, y la tierra grande que primero
-vido despues de la isla de la Trinidad, y que llamó isla
-de Gracia, le pareció de hácia el Mediodia; de otra parte, hallábase
-5° de la línea; por otra, experimentaba tanta frescura
-de tierras, tan verdes y deleitosas arboledas, tanta clemencia
-y amenidad de sotiles aires, tanta y tan impetuosa
-grandeza, y lago y ayuntamiento tan capaz y tan largo de tan
-delgadas y dulcísimas aguas, y allende todo esto, la bondad,
-liberalidad, simplicidad y mansedumbre de las gentes, ¿qué
-podia otra cosa juzgar ni determinar, sino que allí ó por allí,
-y áun cerca de allí, habia la divina Providencia constituido el
-Paraíso terrenal, y que aquel lago tan dulce era donde caia
-el rio y fuente del Paraíso y de donde se originaban los cuatro
-rios Euphrates, Gánges, Tigris y Nilo? Y quien todas estas
-razones considerara, y hobiera lo que el Almirante habia experimentado,
-leido y entendido, y entre sí, lo mismo no determinara
-ó al ménos sospechara, de ser juzgado por mentecapto
-fuera digno.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_307" id="Page_307">[307]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXLVII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Tornemos, pues, acabada esta digresion, á nuestra historia
-y á lo que el Almirante hacer, del lugar donde estaba, determina,
-y es que, á más andar, quiere venirse á esta Española
-por algunas razones que mucho le impelian; la una, porque
-andaba con grandísima pena y sospecha, como no habia
-tenido nueva del estado desta isla, tantos dias habia, y parece
-que le daba el ánima la desórden y los daños y trabajos, que,
-con el alzamiento de Francisco Roldan, toda esta tierra y sus
-hermanos padecian; la otra, por despachar luego á su hermano
-el Adelantado con tres navíos, para proseguir el descubrimiento
-que él dejaba comenzado de tierra firme. Y es cierto, que si
-Francisco Roldan con su rebelion y desvergüenza no lo impidiera,
-el Almirante, ó su hermano por él, la tierra firme
-hasta la Nueva España descubriera; pero no era llegada la
-hora de su descubrimiento, ni se habia de revocar la permision,
-por la cual muchos habian de señalarse en obras injustas,
-con color de descubrir, por la Providencia divina establecida.
-La tercera causa de darse priesa el Almirante á venir
-á esta isla, era ver que se le dañaban y perdian los bastimentos,
-de que tanta necesidad, para el socorro de los que aquí
-estaban, tenia, los cuales torna á llorar, encareciendo que los
-hobo con grandes angustias y fatigas, y dice, que si se le
-pierden que no tiene esperanzas de haber otros, por la gran
-contradiccion que siempre padecia de los que consejaban á los
-Reyes, los cuales, dice él aquí: «no son amigos ni desean la
-honra del Estado de Sus Altezas las personas que les han dicho
-mal de tan noble empresa, ni el gasto era tanto que no se
-pudiese gastar, puesto que tan presto no hubiese provecho
-para se recompensar, pues era grandísimo el servicio que se<span class="pagenum"><a name="Page_308" id="Page_308">[308]</a></span>
-hacia á Nuestro Señor en divulgar su santo nombre en tierras
-incógnitas; y, allende desto, fuera para más gran memoria,
-que Príncipe hobo dejado, espiritual y temporal.» Dice más el
-Almirante: «y para esto fuera bien gastado la renta de un buen
-Obispado ó Arzobispado, y digo (dice él), la mejor de España,
-donde hay tantas rentas y no ningun Prelado, que, aunque
-han oido que acá hay pueblos infinitos, que se haya determinado
-de enviar acá personas doctas y de ingenio, y amigos
-de Cristo á tentar de los tornar cristianos ó dar comienzo á
-ello; el cual gasto, bien soy cierto, que placiendo á Nuestro
-Señor, presto saldrá de acá y para llevar allá.» Estas son sus
-palabras. Cuanta verdad diga y cuan claro argumento haya
-sido de la inadvertencia y remision, y atibiado hervor de caridad
-de los hombres de aquel tiempo, espirituales ó eclesiásticos
-y temporales, que tenian poder y facultad, no proveer al
-remedio y conversion destas tan dispuestas y aparejadas gentes
-para recibir la fe, el dia del universal Juicio parecerá. Fué la
-cuarta causa de venirse á esta isla y no detenerse en descubrir
-más, lo que mucho quisiera, como dice él, porque no
-venian para descubrir proveidos, la gente de la mar, porque
-dice, que no les osó decir en Castilla que venia con propósito
-de descubrir, porque no le pusiesen algun estorbo y porque
-no le pidiesen más dineros que él no tenia, y dice que andaba
-la gente muy cansada. La quinta causa, porque los navíos
-que traia eran grandes para descubrir, que el uno era de más
-de 100 toneles y el otro de más de 70, y no se requiere para
-descubrir sino de ménos; y por ser grande la nao que trajo
-el primer viaje, se le perdió en el Puerto de la Navidad,
-reino del rey Guacanagarí, como pareció arriba en el cap. 59.
-Fué tambien la sexta, que mucho le constriñó á dejar el
-descubrir é venirse á esta isla, tener los ojos cuasi del todo
-perdidos de no dormir, por las luengas y continuas velas
-ó vigilias que habia tenido; y en este paso dice así: «Plega
-á Nuestro Señor de me librar dellos (de los ojos dice), que
-bien sabe que yo no llevo estas fatigas por atesorar ni fallar
-tesoros para mí, que, cierto, yo conozco que todo es vano<span class="pagenum"><a name="Page_309" id="Page_309">[309]</a></span>
-cuanto acá en este siglo se hace, salvo aquello que es honra
-y servicio de Dios, lo cual, no es de ayuntar riquezas ni soberbias,
-ni otras cosas muchas que usamos en este mundo, en
-las cuales más estamos inclinados que en las cosas que nos
-pueden salvar.» Estas son sus palabras. Verdaderamente este
-hombre tenia buena y cristiana intincion, y estaba harto contento
-con el estado que tenia, y quisiera con mediana pasada
-en el sustentarse y de tantos trabajos reposar, al cual habia
-subido tan meritamente, pero lo que sudaba y trabajaba era
-por echar mayor cargo á los Reyes; y no se qué mayor era
-necesario del que habia echado, y áun él los habia obligado,
-sino que via hacer tan poco caso de los señalados servicios
-que habia hecho, y que de golpe iba cayendo y aniquilándose
-la estimacion que destas Indias se habia comenzado, por los
-que á los oidos de los Reyes estaban, que temia cada dia mayores
-disfavores, y que del todo desmamparasen el negocio
-los Reyes, y así viese sus sudores y trabajos perdidos, y él,
-al cabo, muriese en pobreza. Determinando, pues, de venirse
-cuan presto pudiese á esta isla, miércoles, á 15 de Agosto,
-que fué de la Asuncion de Nuestra Señora, despues del sol
-salido, mandó alzar las anclas de donde habia surgido, que debia
-ser dentro del golfete que hace la Margarita y otras isletas
-con la tierra firme (y debia estar cerca de la Margarita, como dijimos
-arriba, cap. 139), y dió la vela camino desta isla; y, viniendo
-su camino, vido bien vista la Margarita y las isletas que por
-allí habia, y tambien, cuanto más se iba alejando, más tierra
-alta descubria de la tierra firme, y anduvo aquel dia, desde
-el sol salido hasta el sol puesto, 63 leguas, por las grandes
-corrientes que ayudaban al viento. Dejémosle agora venir
-hácia acá, donde pensaba de tener algun poco de descanso y
-placer de su tan laborioso camino é indisposicion corporal,
-holgándose con sus hermanos y amigos, lo que no hallará sino
-materia con que se le doblen nuevas y mayores angustias y
-amarguras, de donde se cognoscerá, lo que arriba alguna ó
-algunas veces habemos dicho, conviene á saber, que toda su
-vida fué un trabajoso martirio.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_310" id="Page_310">[310]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXLVIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Ya dejamos salido el Almirante de la tierra firme y de sus
-comarcanas islas; conviene al órden de nuestra historia, que
-contemos el viaje que hicieron los tres navíos que el Almirante
-despachó de las islas de Canaria, viniéndose él á las de
-Cabo Verde, para hacer el descubrimiento de la tierra firme,
-que agora hizo. Ya dijimos arriba en el cap. 120, como Francisco
-Roldan con los de su rebelion se fueron á la provincia
-de Xaraguá, reino del rey Behechio, estando allí haciendo
-vida nefanda, y espurcísima y tiránica, teniendo cada uno las
-mujeres que queria, tomadas por fuerza ó por grado á sus
-maridos, y á los padres sus hijas para camareras, lavanderas
-cocineras, y cuantos indios les parecia para servirse, y
-traer consigo, que le acompañasen, como si hobieran nacido
-de ilustres padres, haciendo fuerzas é importunas violencias
-donde quiera que estaban y andaban; matando y acuchillando
-fácilmente á cualesquiera tristes indios por cualquiera
-desabrimiento que dellos tuviesen. Así que, obrando estas
-heróicas obras y tales ejemplos de bien vivir á los infieles, que
-por las obras de los cristianos debieran bendecir al Padre celestial,
-dando por permision de Dios, que suele, segun los
-desmerecimientos de los que están en pecados, desampararlos
-de su mano, y ponerles ocasiones para que, perseverando en
-su malicia más profundamente, caigan, por la ignorancia de
-los pilotos, que entónces era harta, y por las corrientes grandes
-que por esta isla, al ménos por esta costa del Sur, van
-abajo, habiendo de venir á este puerto de Sancto Domingo,
-los dichos tres navíos fueron más de 170 leguas abajo, á
-donde estaban todos los alzados, donde se hallaron sin saber
-dónde estaban ni por dónde venian; y paréceme á mí, que<span class="pagenum"><a name="Page_311" id="Page_311">[311]</a></span>
-aunque adrede lo quisieran hacer, no pudieran peor errarlo.
-Y, cierto, si hubiera sido posible deste alzamiento en Castilla
-haberse sabido algo, gran sospecha pudiera tenerse de malicia
-de los pilotos ó de los Capitanes, pero no pudo haberse algo
-sabido. Pues como Francisco Roldan y su compañía supieron
-de los navíos, parte temiendo y parte se alegrando, y algo
-dudando, quedaron espantados; fueron al puerto, que estaba
-dos leguas, disimularon estar en obediencia del Adelantado,
-preguntan como aportaron allí y qué nuevas habia del Almirante;
-responden que por yerro y por las corrientes, y que
-el Almirante sería presto en esta isla con otros tres navíos, que
-tantos dias habia que se apartó para ir á descubrir tierra hácia
-el Austro: entraron en los navíos y hablaron, y regocijáronse
-con los Capitanes, dos dias. Dióles el Capitan Alonso Sanchez
-refresco, y tornados á salir con buena paz en tierra como si
-no estuvieran rebelados, parecióles á los Capitanes que debia
-salir la gente que traian de sueldo para trabajar, y que se viniese
-por tierra á esta ciudad de Sancto Domingo, por la dificultad
-grande que habian de tener los navíos por las corrientes
-y brisas que siempre corrian, y, para guiarla, acordaron
-que el Capitan del un navío, Juan Antonio Columbo, los llevase,
-y el Capitan Arana trujese los navíos á este puerto.
-Saltaron 40 hombres, todos con sus ballestas, lanzas y espadas
-bien aderezadas, á los cuales fácilmente provocó Francisco
-Roldan y los suyos á que con él se quedasen, afirmándoles
-que los habian de hacer trabajar y cavar por fuerza, y
-con mucha hambre y laceria, pero allí en su compañía habian
-de tener la vida que vian que ellos tenian, la cual no era
-otra sino andar de pueblo en pueblo de los indios, cada uno
-con las mujeres que le placia tener, y los sirvientes cuantos
-querian, fuesen hijas ó hijos de los señores y Caciques, aunque
-les pesase, y haciendo cuanto querian sin que nadie les fuese
-á la mano, y del todo corrompiendo y alborotando la tierra
-y las gentes della, robándoles cuanto oro tenian y cualquiera
-cosa que tuviesen de valor, y cortando las orejas y matando
-á los que no les servian á su sabor, y otras cosas semejantes,<span class="pagenum"><a name="Page_312" id="Page_312">[312]</a></span>
-infinitas. Con los cuales hobo poco que trabajar para haberlos
-de inducir, porque algunos, y hartos, eran homicianos, delincuentes,
-condenados á muerte por graves delitos, como en el
-cap. 112 dijimos, sino fueron siete ó ocho que no quisieron
-cometer tan gran vileza. Desque cognoscieron los Capitanes
-que estaban rebelados y andaban sin obediencia, perpetrando
-los daños que hacian, y desvergonzándose á sosacar los que
-nuevamente venian de Castilla, fueron á Francisco Roldan,
-en especial Juan Antonio, el Capitan, que parecia que más de
-veras aquella maldad sentia, y díjole que por qué hacia cosa
-tan contraria al servicio de los Reyes, pues tanto él afirmaba
-estar allí y andar en servicio dellos, que mirase que aquella
-gente enviaban los Reyes, que ganaban su sueldo, del cual en
-Castilla habian la mitad de un año recibido, para que le sirviesen
-en sacar oro de las minas y en otras cosas y oficios, para
-los cuales dedicados venian, y cuanto estorbo al servicio de
-los Reyes se causaria, por eso que no diese lugar á tanto daño,
-escándalo y confusion como dello se creceria. Roldan no curó
-de sus palabras ni de los daños que le ponian delante futuros,
-sino del provecho que al presente con tan buen lance se le
-ofrecia, porque se engrosaba y fortificaba para se defender
-del Almirante, á quien él harto temia (como á quien tanto
-habia sido ingrato y ofendido), allegándosele gente más de la
-que tenia. Estaban con él 75, y creo que algunos más hombres,
-y 40, pocos ménos, que allí le habian recrescido, tenia
-ya 100 y más, por manera que Juan Antonio acordó de volverse
-á los navíos, y él y Pedro de Arana pusieron recaudo
-en la otra gente que quedaba en ellos no se les saliese; y
-acordaron partir para este Puerto de Sancto Domingo, quedándose
-el Capitan Alonso Sanchez de Carvajal para venirse
-por tierra y trabajar con el Roldan, si pudiera á la obediencia
-reducirlo. En este tiempo alcanzó el Adelantado á saber,
-por nuevas y relacion de indios, como andaban tres navíos
-hácia el Poniente, luego sospechó que debian venir de Castilla
-y haber errado el camino; despachó luego una carabela
-para buscarlos y traerlos. Antes que estos tres navíos llegasen,<span class="pagenum"><a name="Page_313" id="Page_313">[313]</a></span>
-habia escrito Francisco Roldan y los que con él estaban, á algunos
-amigos suyos de los que estaban con el Adelantado,
-que tuviesen manera con el Almirante, si viniese, de lo aplacar
-y reconciliar con él, y que él queria á la obediencia pristina
-reducirse; aunque despues tuvo mil mundanzas y engaños.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_314" id="Page_314">[314]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CXLIX.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Volvamos á la navegacion del Almirante, que dejamos
-partido del paraje de la isla Margarita, y anduvo aquel dia,
-miércoles, 63 leguas de sol á sol, como dicen. Otro dia,
-jueves, 16 de Agosto, navegó al Norueste, cuarta del Norte,
-26 leguas, con la mar llana, gracias á Dios, como él siempre
-decia. Dice aquí una cosa maravillosa, que cuando partia de
-Canaria para esta Española, pasando 300 leguas al Oueste,
-luego nordesteaban las agujas una cuarta, y la estrella del
-Norte no se alzaba sino 5°, y agora en este viaje nunca le ha
-nordesteado, hasta anoche, que nordesteaba más de una cuarta
-y media, y algunas agujas nordesteaban medio viento, que
-son dos cuartas; y esto fué, todo de golpe, anoche. Y dice que
-cada noche estaban sobre el aviso maravillándose de tanto mudamiento
-del cielo, y de la temperancia dél, allí, tan cerca
-de la línea equinoccial, en todo este viaje, despues de haber
-hallado la tierra; mayormente estando el sol en Leo, donde,
-como arriba ha dicho, por las mañanas se vestia un ropon, y
-la gente de allí de Gracia ser más blancos que otros que haya
-visto en las Indias. Halló tambien allí, donde agora venia, que
-la estrella del Norte tenia en 14° cuando las Guardas habian
-pasado de la cabeza el término de dos horas y media. Aquí
-torna á exhortar á los Reyes que tengan este negocio en mucho,
-pues les ha mostrado haber en estas tierras oro, y mineros ha
-visto sin número dél, y que se quiere sacar con ingenio, industria
-y trabajo, porque áun el hierro, habiendo tanto como
-hay, no se saca sin él; y les ha llevado granos de veinte onzas
-y otros muchos, y que donde hay esto, algo se debe creer que<span class="pagenum"><a name="Page_315" id="Page_315">[315]</a></span>
-hay: y que llevó á Sus Altezas grano de cobre de nacimiento,
-de seis arrobas, azul, lacar, ámbar, algodon, pimienta, canela,
-brasil infinito, estoraque, sándalos blancos y cetrinos,
-lino, aloes, jengibre, incienso, mirabolanos de toda especie,
-perlas finísimas y perlas bermejas, de que dice Marco Paulo
-que valen más que las blancas, y esto bien puede ser allá en
-algunas partidas, así como de las conchas que se pescan en
-Canaria y se venden en tanto precio en la Mina de Portugal;
-otras infinitas cosas he visto y hay de especería que
-no curo agora de decir por la prolijidad. Todas estas son sus
-palabras. Cerca de lo que dice de la canela, y aloes, y jengibre,
-incienso, mirabolanos, sándalos, nunca los ví en esta
-isla, al ménos, no los conocí; lo que dice del lino, debe querer
-decir la cabuya, que son unas pencas como las çavila, de
-que se hace hilo y se puede hacer tela ó lienzo dello, pero
-más se asemeja al cáñamo que al lino; hay dos maneras dello,
-cabuya y nequen: la cabuya es más gruesa y áspera, y el
-nequen más suave y delgado; ambos son vocablos desta isla
-Española. Estoraque, nunca lo olí sino en la isla de Cuba,
-pero no lo vide, y esto es cierto, que en Cuba debe haber
-árboles dello ó de resina que huela como ello, porque
-nunca lo olíamos sino en los fuegos que hacen los indios, de
-la leña que queman en sus casas, el cual es olor perfectísimo,
-cierto; incienso, nunca yo supe que en estas islas
-se hallase. Volviendo al camino, viernes, 17 de Agosto, anduvo
-37 leguas, la mar llana, á Dios nuestro señor, dice
-él, sean dadas infinitas gracias. Dice, que con no hallar ya islas
-se certifica, que aquella tierra de donde viene sea gran tierra
-firme, ó á donde está el Paraíso terrenal, porque todos
-dicen, dice él, que está en fin de Oriente, y es este, dice él.
-Sábado, entre dia y noche, andaria 39 leguas. Domingo, 19
-de Agosto, anduvo en el dia y la noche 33 leguas, y llegó á
-la tierra; y esta era una isleta chiquita que llamó Madama
-Beata, y hoy comunmente la nombran la Beata; es isleta de
-obra de legua y media, junto con esta isla Española, y dista
-deste puerto de Sancto Domingo cerca de 50 leguas, y del<span class="pagenum"><a name="Page_316" id="Page_316">[316]</a></span>
-puerto de Yaquino 15, que está más al Poniente. Está junto á
-ella otra más chiquita que tiene una serrezuela altilla, que
-desde léjos parece vela, y púsole nombre Alto Velo; creyó
-que la Beata era una isleta que llamó él Sancta Catherina
-cuando vino por esta costa del Sur, del descubrimiento de la
-isla de Cuba, y dista deste puerto de Sancto Domingo 25 leguas,
-y está junto á esta isla. Pesóle de haber tanto decaido,
-y dice que no se debe alguien de maravillar, porque como
-en las noches estaba al reparo barloventeando, por miedo de
-topar algunas islas ó bajos, como hasta entónces no estaban
-estos alrededores descubiertos, si habia en ellos en qué tropezar,
-y así, no andaba camino, las corrientes, que por aquí
-son muy grandes, que van para abajo hácia tierra firme y el
-Poniente, hobieron de llevar los navíos, sin sentirse, tan abajo.
-Corren tanto por allí hácia la Beata, que ha acaecido estar
-navío ocho meses en ella y por ella, que no pudo venir á este
-puerto, y esto de tardar mucho de allí aquí ha acaecido muy
-muchas veces; así que, surgió agora entre la Beata y esta isla,
-que hay dos leguas de mar entremedias, lúnes, 20 de Agosto.
-Envió luego las barcas á tierra á llamar indios, que por allí estaban
-poblaciones, para escribir al Adelantado su venida; venidos
-á medio dia, los despachó. Vinieron á la nao seis indios,
-en dos veces, y uno de ellos trujo una ballesta con su cuerda,
-y nuez y armatostes, que no le causó chico sobresalto, y dijo,
-plega á Dios que no sea de algun muerto, y porque debian de
-ver desde Sancto Domingo pasar los tres navíos hácia abajo,
-teniendo por cierto que era el Almirante, como cada dia lo esperaban,
-saltó el Adelantado luego en una carabela y alcanzó
-aquí al Almirante. Holgáronse muy mucho de verse ambos;
-preguntado por el estado de la tierra, dióle cuenta como
-Francisco Roldan era con 80 hombres levantado, con todo lo
-demas que en esta isla, despues que salió de ella, habia pasado.
-Lo que con tales nuevas sentiria, poca necesidad se
-ofrece de encarecerlo ni recitarlo. Partióse de allí, miércoles,
-22 de Agosto, y, finalmente, con alguna dificultad por las muchas
-corrientes y las brisas que por allí son continuas y contrarias,<span class="pagenum"><a name="Page_317" id="Page_317">[317]</a></span>
-llegó á este puerto de Sancto Domingo, viérnes, postrero
-dia de Agosto del dicho año de 1498, habiendo partido
-de la Isabela para Castilla, jueves, 10 dias del mes de Marzo,
-año de 1496 años. Por manera que tardó en volver á esta isla
-dos años y medio ménos nueve dias.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_318" id="Page_318">[318]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CL.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Llegado el Almirante á este dicho puerto de Sancto Domingo,
-todos sus amigos y criados salieron al desembarcadero,
-á esperarlo, con D. Diego, su hermano; con su venida
-hobieron grande alegría y placer, puesto que todo con gran
-tristeza, de partes dél y tambien dellos mezclado, porque creyendo
-que venia á descansar de sus tan grandes trabajos, via
-por delante cuanto para su descanso le faltaba, porque la Providencia
-divina tenia ordenado, que no sólo sus angustias y
-fatigas no se le acabasen, pero que de nuevo otras más duras
-y aflictivas, y de mayores desconsuelos y ménos sufribles se
-le aparejasen. Quiso ver la informacion y proceso que el Adelantado
-contra los alzados habia hecho, y las causas de su
-rebelde porfía, y, no contento con ella, deliberó de hacer otra
-por sí mismo; la cual yo vide y cognoscí muchos de los testigos,
-y todos confirmaron que nunca habian visto ni oido que
-el Adelantado hubiere hecho injuria ni mal tratamiento á
-Francisco Roldan, sino siempre honra y hacer mucha cuenta
-dél, y lo mismo afirmaron de los que con él se alzaron, y
-como, estando el Adelantado ausente en la provincia y reino
-de Xaraguá, se rebelaron é hicieron los desatinos y alborotos
-que arriba referimos, en los capítulos donde hablamos de su
-alzamiento. Desde á pocos dias que el Almirante llegó á este
-puerto y lugar, que entónces era villa y agora es ciudad, llegaron
-los tres navíos y la carabela que el Adelantado habia
-enviado para buscarlos. El uno dió en unos bajos y perdió
-el gobernario, y vino muy maltratado; y, porque se detuvieron
-muchos dias por las corrientes y vientos contrarios,
-perdiéronse cuasi todos los bastimentos que traian. Con la
-relacion que los Capitanes trujeron de como Francisco Roldan<span class="pagenum"><a name="Page_319" id="Page_319">[319]</a></span>
-les habia tomado los 40 hombres, y se habia más ensoberbecido
-y maleado, rescibió el Almirante doblado pesar y vídose
-muy atribulado; comenzó á pensar si pudiese traerlos por
-bien perdonándoles su maldad, mayormente que le dijeron
-algunos de los que allí estaban, que, sin alguna duda Francisco
-Roldan, sabiendo que su señoría era venido, se vernia
-á poner en sus manos, porque habian escrito algunas cartas
-á sus amigos que fuesen intercesores, venido el Almirante,
-para que lo perdonase, y que se queria meter por sus puertas
-como criado, y de quien habia recibido siempre muchas honras
-y mercedes. En esto llega de Xaraguá Alonso Sanchez
-Carvajal, y rectificó la pertinacia de Francisco Roldan, diciendo
-lo que con él habia pasado. Como Francisco Roldan
-entendió que ya no podia tardar en venir el Almirante, ó por
-ventura, luego que supo que era venido, porque él tenia
-amigos en esta villa que le avisaban de todo lo nuevo que
-sucedia, ó porque tenia sus espías de indios ó de cristianos,
-y los indios vuelan donde quiera que están con nuevas, acordó
-de se acercar con buena parte de su gente á esta villa; y
-así se vino hácia la provincia del Bonao, donde hay una muy
-fértil y graciosa vega muy llena y poblada de gente de indios,
-abundantísima de comida y pan caçabí, donde ya estaban
-algunos cristianos poblados y despues se pobló la villa del
-Bonao. Esta provincia dista de Sancto Domingo 20 leguas, y
-de la Vega grande, digo, de la fortaleza de la Concepcion, que
-está en la Vega, 10. Y porque el Almirante deseaba por todas
-las vías y maneras que le fuesen posibles, quitar tan gran escándalo
-y turbacion como halló en esta isla, reduciendo aquellos
-á toda paz y obediencia suya, porque siempre temblaba,
-en la verdad, de que los Reyes supiesen cosa de esta isla de
-que hobiesen pesar, y via cada dia descrecer la estima desta
-su negociacion destas Indias, que tantos sudores y angustias
-le habian costado, y descreciendo la estima, como tenia tantos
-adversarios junto á los oidos de los Reyes, de necesidad
-habian de menguar los favores y socorros reales, los cuales
-menguando todo su estado se habia de deshacer; pensó comenzarlo<span class="pagenum"><a name="Page_320" id="Page_320">[320]</a></span>
-desta manera. Ya está dicho arriba, que el mayor
-deseo que reinaba en todos los que en esta isla estaban, de
-nuestra nacion, era que se les diese licencia para se ir á Castilla,
-y que el juramento que más se usaba fué, «así Dios me
-lleve á Castilla», porque estaban por fuerza, contra su voluntad,
-y no se les daba licencia, por que no quedase la isla
-sola y los indios no matasen los pocos que quedaran, si alguno
-quisiera de voluntad quedar con el Almirante; así que, para
-dar alegría á todos los que habia en ella, y por consiguiente á
-los alzados con Francisco Roldan, mandó el Almirante pregonar
-en 12 dias de Setiembre, siguiente al mes de Agosto que él habia
-llegado, que en nombre de Sus Altezas daba licencia á todos
-los que se quisiesen ir á Castilla, y que les daria los bastimentos
-necesarios y navíos en que fuesen. Fué grande alegría la que
-todos, chicos y grandes, recibieron en este pueblo, y por toda
-la isla despues que lo supieron, mayormente que habia en
-este puerto de Sancto Domingo ocho ó diez navíos, los seis
-que el Almirante habia sacado consigo de Sant Lúcar y las
-dos carabelas que envió primero, y otra ó otras dos que el
-Adelantado aquí tenia; destos estaban cinco ya cuasi despachados
-y de camino para Castilla, y dos las vergas dalto, como
-dicen, ó al ménos muy propincuos á la partida, conque el
-Adelantado estaba para ir á proseguir lo que el Almirante dejaba
-comenzado de la tierra de Paria, para descubrir toda la
-tierra firme. Fué avisado el Almirante como Francisco Roldan
-venia hacia la fortaleza de la Concepcion de la Vega, y
-hácia el Bonao, donde tenian haciendas algunos de los de su
-cuadrilla. Avisó luego el Almirante al Alcaide della, que se
-llamaba Miguel Ballester, persona, como arriba me acuerdo
-haber dicho, muy honrada y venerable, porque bien viejo y
-lleno de canas, que estuviese sobre aviso teniendo en la fortaleza
-buen recaudo, y que, viniendo Francisco Roldan, de su
-parte le hablase, que él habia recibido mucho enojo de que
-él, á quien habia dejado en tan preeminente cargo de la justicia,
-que habia de tener y poner á los demas en paz y sosiego, anduviese
-de la manera que andaba con tanto escándalo, por<span class="pagenum"><a name="Page_321" id="Page_321">[321]</a></span>
-sí, en daño y confusion de toda la isla, de donde gran deservicio
-resultaba á los Reyes; pero que no embargante todo lo acaecido,
-que él lo queria dar como si no hobiera pasado, y que le
-rogaria que se viniese á él, que él le recibiria como á criado
-que habia siempre amado como el más que todos, y todos
-eran dello testigos, y que si le parecia ser necesario que le
-enviase seguro, que lo escribiese él y se lo enviaria, conforme
-á su voluntad, firmado. El dicho Alcaide rescibió esta carta del
-Almirante, y fué al Bonao y no halló nada; tornóse á su fortaleza,
-y supo en la Vega como venian, uno que se llamaba
-Gomez, y Riquelme, y Adriano, que eran los principales, que
-cada uno traia gente, y Francisco Roldan venia por otra parte
-á la Vega con los demas, todos los cuales se habian de juntar
-en casa de Riquelme, que la tenia en el Bonao. Todo esto respondió
-el Alcaide al Almirante, y que él haria lo que más le
-mandaba, venidos que fuesen; y yo tengo en mi poder hoy,
-originalmente, esta respuesta ó carta.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_322" id="Page_322">[322]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLI.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Porque el Almirante, ántes que se fuese á Castilla, el año
-de 96, por Marzo, ó el Adelantado, despues del Almirante
-ido, allende los tributos que los reyes y gentes suyas daban,
-ó quizá por tributos principales (porque esto no lo pude
-averiguar), imponia á ciertos Reyes y señores que tuviesen
-cargo de hacer las labranzas de los pueblos de los cristianos
-españoles, y les sirviesen con toda su gente para su mantenimiento
-y otros servicios personales, de aquí hobo orígen la
-pestilencia del repartimiento y encomienda que ha devastado
-y consumido todas estas Indias, como se verá, placiendo á
-Dios, en los libros siguientes. Cuando estos servicios cesaban
-los Reyes y sus gentes de dar, porque no los podian sufrir ó
-porque no los querian dar, porque se veian privados de su libertad
-y puestos en dura servidumbre, allende mil otras ordinarias
-vejaciones y aflicciones crueles y bestiales, é importunos
-tratamientos que de los cristianos cada hora padecian,
-luego los tenian por rebeldes y que se alzaban, y, por consiguiente,
-luego era la guerra tras ellos; y, muertos los que en
-ellas con increible inhumanidad se mataban, todos los que se
-podian tomar á vida se hacian esclavos, y esta era la principal
-granjeria del Almirante, con que pensaba y esperaba suplir
-los gastos que hacian los Reyes sustentando la gente
-española acá, y ofrecia por provechos y rentas á los Reyes,
-y por manera de que se aficionasen mercaderes á venir con
-mercadurías y gente á vivir acá, sin que quisiesen sueldo del
-Rey, ni de darlo á alguno hobiese necesidad. La segunda
-granjeria, decia, que era el brasil que habia en la provincia
-de Yaquimo, que es en esta costa del Sur, 80 ó pocas ménos
-leguas de aquí de Sancto Domingo, la costa abajo; y de<span class="pagenum"><a name="Page_323" id="Page_323">[323]</a></span>
-ambas á dos granjerías escribió á los Reyes, agora con estos
-cinco navíos, que abajo diremos, que despachó, que de 4.000
-esclavos y de otros 4.000 quintales de brasil le habian certificado
-que se habrian 40 cuentos, y que fuesen 20 cuentos
-sería gran cosa; y dice así en aquella carta el trasumpto,
-de la cual, escrito de su misma mano, tengo en mi poder. «De
-acá se pueden, con el nombre de la Santísima Trinidad, enviar
-todos los esclavos que se pudiesen vender, y brasil, de
-los cuales, si la informacion que yo tengo es cierta, me dicen
-que se podrán vender 4.000, y que, á poco valer, valdrán 20
-cuentos, y 4.000 quintales de brasil, que pueden valer otro
-tanto, y el gasto puede ser aquí seis cuentos; así que, á prima
-haz, buenos serian 40 cuentos, si esto saliese así. Y cierto
-la razon que dan á ello parece auténtica, porque en Castilla
-y Portugal, y Aragon y Italia, y Sicilia, y las islas de
-Portugal, y Aragon y las Canarias, gastan muchos esclavos, y
-creo que de Guinea ya no vengan tantos; y que viniesen, uno
-destos vale por tres, segun se ve, é yo, estos dias que fuí á
-las islas de Cabo Verde, de donde la gente dellas tienen gran
-trato en los esclavos, y de contino envian navíos á los rescatar,
-y están á la puerta, yo ví que por el más ruin demandaban
-8.000 maravedís, y estos, como dije, para tener en cuenta,
-y aquellos no para que se vean. Del brasil, dicen que en Castilla,
-Aragon, Génova y Venecia hay grande suma, en Francia
-y en Flandes y en Inglaterra; así que, destas dos cosas,
-segun su parecer, se pueden sacar estos 40 cuentos, sino hubiese
-falta de navíos que viniesen por esto, los cuales creo,
-con el ayuda de Nuestro Señor, que no habrá, si una vez se
-ceban en este viaje.» Y un poco más abajo dice: «así que aquí
-hay estos esclavos y brasil, que parece cosa viva, y aún oro,
-si place á Aquel que lo dió y lo dará cuando viere que convenga,
-etc.;» y más abajo dice: «acá no falta para haber la renta
-que encima dije, salvo que vengan navíos muchos para llevar
-estas cosas que dije, y yo creo que presto será la gente de
-la mar cebados en ello, que agora los Maestres y marineros
-(de los cincos navíos habia de decir), van todos ricos y con intencion<span class="pagenum"><a name="Page_324" id="Page_324">[324]</a></span>
-de volver luego y llevar los esclavos á 1.500 maravedís
-la pieza, y darles de comer, y la paga sea de los mesmos,
-de los primeros dineros que dellos salieren; y bien que
-mueran agora, así no será siempre desta manera, que así hacian
-los negros y los canarios á la primera, y áun aventajen
-estos (quiere decir que los indios hacen ventaja á los negros),
-que uno que escape no lo venderá su dueño por dinero que le
-den, etc.» Estas son sus palabras, puesto que defectuosas
-cuanto á nuestro lenguaje castellano, el cual no sabia bien,
-pero más insensiblemente dichas; y cosa es de maravillar,
-como algunas veces arriba he dicho, que un hombre, cierto
-no puedo decir sino bueno de su naturaleza, y de buena
-intincion, estuviese tan ciego en cosa tan clara; bien se me
-podia responder no ser maravilla que él se cegase, pues se
-cegaron tantos letrados que los Reyes cabe si tenian, en no
-alumbrarlo á él y reprenderle tanta ceguedad como tenia, en
-poner el principal fundamento de las rentas y provechos temporales
-de los Reyes y suyos, y de los españoles, y la prosperidad
-deste su negocio que habia descubierto, en la cargazon
-de indios inocentes (mejor diria en la sangre), malísima y detestablemente
-hechos esclavos como si fueran piezas, como él los
-llama, ó cabezas de cabras, como las que dijimos en el cap. 131
-que habia monteses en las islas de Cabo Verde, y hinchir
-á Castilla, y á Portugal, y Aragon y Italia, y Sicilia, é las
-islas de Portugal y de Aragon, y las Canarias, donde dicen
-que gastan muchos esclavos; hinchir, digo, tantos reinos y provincias
-de indios con la dicha justicia y sanctidad hechos esclavos,
-y no tener escrúpulo de que se muriesen al presente
-algunos (y es cierto que de cada 100, á cabo de un año,
-no escapaban 10), porque así morian, dice él, los negros y los
-canarios, ¿qué mayor ni más supina insensibilidad y ceguedad
-que esta? Y lo bueno dello es, que dice que, con el nombre de
-la Sanctísima Trinidad se podian enviar todos los esclavos que
-se pudiesen vender en todos los dichos reinos; y muchas veces
-creí que aquesta ceguedad y corrupcion aprendió el Almirante
-y se le pegó de la que tuvieron y hoy tienen los portogueses<span class="pagenum"><a name="Page_325" id="Page_325">[325]</a></span>
-en la negociacion, ó por verdad decir, execrabilísima
-tiranía en Guinea, como arriba, hablando della, se vido. Deste
-paso y de otros muchos en esta materia y granjería de esclavos
-que se dél, tuve para mí por averiguado que deseaba que
-los tristes inocentes indios dejasen de acudir con los tributos
-y servicios personales que les imponia, ó se huyesen ó alzasen,
-como él y los demas decian, y hoy dicen los españoles, ó
-resistiesen á él y á los demas cristianos, como justísimamente
-podian y debian hacerlo, como contra sus capitales hostes y manifiestos
-enemigos, por tener ocasion de hacerlos esclavos y cargar
-todos los navíos dellos, y engrosar y prosperar su granjería;
-y porque los letrados que estaban á par de los Reyes, que eran
-obligados á no ignorar tan gran tiranía y abyeccion y perdicion
-del linaje humano, habiéndose cometido á los Reyes,
-como á cristianísimos, aquesta parte dél tan sin número para
-atraerla y convertirla á Cristo, no alumbraron á Sus Altezas
-de la verdad y de la justicia; los Reyes no se lo reprendieron,
-pero proveyó por otra vía y con otra color, quitárselo de las
-manos al Almirante, la divina Providencia, el negocio, porque
-con tan vehemente vendimia no asolase en breve toda esta
-isla, sino que quedase algo para que se fuesen al infierno muchos
-otros matadores destas gentes, cayendo de ojos en tan
-lamentable ofendículo. He traido todo lo dicho en este capítulo
-para que se suponga á lo que agora quiero decir, y lo que dijere
-á lo que se dirá en el siguiente capítulo, y es: que porque
-cierto Cacique y gente suya, no se si el dedicado al servicio
-de la fortaleza de la Vega, ó á otra parte donde habia cristianos
-españoles, cesó de servir ó de traer la comida ó tributos,
-ó las cosas que les eran impuestas, ó se fué á los montes
-huyendo, ó no quiso más venir, luego, como el Almirante
-desembarcó, que lo supo, envió gente allá, y traenle una
-buena presa ó cabalgada de inocentes, para echar en estos
-cinco navíos, que agora cargar de esclavos y despachar para
-Castilla queria, y enviarlos á no dudosa, sino certísima, carnecería.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_326" id="Page_326">[326]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Venido Francisco Roldan, y Pedro de Gamez, y Adrian
-de Muxica y otras principales, al Bonao, á la casa del Riquelme,
-donde se habian concertado juntar, fué luego el Alcaide
-Miguel Ballester á hablarles, como el Almirante le habia escrito,
-el cual les habló todo lo que convenia, ofreciéndoles de
-parte del Almirante todo perdon y buen tratamiento y olvido
-de todos los yerros pasados, exhortándolos con todas las razones
-que pudo, poniéndole convenientes é inconvenientes, y
-daños y escándolos delante, y cuanto, de la reduccion y obediencia
-dellos al Almirante, los Reyes serian servidos, y
-deservidos de lo contrario; pero el Francisco Roldan y los
-demas mostraron venir de otro propósito, diciéndole palabras,
-contra el Almirante, desvariadas, y de gran soberbia obstinada;
-entre las cuales fueron, que no venian á buscar paz sino
-guerra, y que él tenia al Almirante y á todo su estado en el
-puño para sostenerle ó deshacerle, que ninguno le hablase
-en cosa que tocase á hacer concierto y partido, hasta tanto que
-el Almirante le enviase la cabalgada que habia hecho llevar
-de indios presos por esclavos, porque él los tenia, so su mamparo
-y palabra, asegurados, y á él pertenecia el librarlos de
-quien tanto agravio les hacia injustamente; por eso, que luego
-se los enviasen, sino que haria y conteceria. Bien hay que
-notar aquí, como se dijo arriba en el cap. 117, que si este
-Francisco Roldan y los que con él andaban robando los indios,
-y destruyendo por su parte toda la isla, se movieran contra el
-Almirante, <i>bona fide</i>, solamente por celo de la justicia, ó de librar
-aquellos sus prójimos de la servidumbre injusta en que
-el Almirante los condenaba, y de la muerte cierta que habian
-de padescer llevándolos á vender á Castilla, justísima fuera<span class="pagenum"><a name="Page_327" id="Page_327">[327]</a></span>
-su guerra contra él, y merescieran que en esta vida los Reyes
-se lo agradecieran y hicieran mercedes, y en la otra que
-Dios les remunerara con eterno galardon; y así tuvieran mucha
-razon de no querer tomar partido ni asiento de paz y amistad
-con el Almirante, hasta que les enviara y restituyera en su
-libertad todos los indios de aquella cabalgada. Pero como Francisco
-Roldan y todos los que con él andaban eran, cierto, tiranos
-y rebeldes á su verdadero y jurídico superior, el Almirante,
-y no pretendian sino libertad por andar triunfando de
-los indios y de toda la isla, señores y súbditos, y gozar en sus
-vicios sin que hobiese quien les fuese á la mano, y buscar
-ocasiones y colores para justificar y dorar su rebelion y desobediencia,
-ni excusaban sus grandes pecados que, contra
-los indios, robándolos y afligiéndolos por otras mil partes y vías
-y contra el Almirante y sus mandamientos, que era su propio
-juez y superior, cometian; ni podian dorar ni colorar la causa
-que alegaban de no venir en concierto y partido, que se les
-diese la cabalgada por alguna vía. Tomada ocasion y color de
-su nueva pertinacia deste pedir la cabalgada (digo nueva pertinacia,
-porque los amigos que tenia con el Almirante le
-habian con instancia suplicado que les perdonase, y creia que
-se acercaban para más presto venir á su obediencia y besarle
-las manos), acuerda Roldan y otros tres, los principales, que
-eran propiamente criados del Almirante y ganaban su sueldo,
-de se desistir y renunciar el ser sus criados y el sueldo que
-ganaban, alegando muchos achaques, y estos fueron Roldan,
-y Adriano, y Pedro Gamez, y Diego de Escobar, los cuales le
-escribieron la siguiente carta:</p>
-
-<p>«Ilustre y muy magnífico señor: Vuestra señoría sabrá
-que por las cosas pasadas entre el Adelantado é mí, Francisco
-Roldan, é Pedro Gamez, é Adrian de Muxica, é Diego de
-Escobar, criados de vuestra señoría, é otros muchos que en
-esta compañía están, fué necesario de nos apartar de la ira
-del Adelantado, é segun los agravios habiamos rescibido, la
-gente que acá está proponia de ir contra él para le destruir;
-é mirando el servicio de vuestra señoría, los dichos Pedro de<span class="pagenum"><a name="Page_328" id="Page_328">[328]</a></span>
-Gamez, é Adrian de Muxica, é Diego de Escobar, é Francisco
-Roldan, hemos trabajado de sostener en concordia y en
-amor toda la gente que en esta compañía está, poniéndoles
-muchas razones é diciendo cuanto complia al servicio del Rey
-é de la Reina, nuestros señores, no se entendiese en cosa
-ninguna, hasta que vuestra señoría viniese, porque entendíamos,
-que, venido que fuese, miraria la razon que ellos
-é nosotros teniamos de nos apartar, é con muchas razones
-que aquí no se dicen, hemos estado á una parte de la isla
-esperando su venida, é agora, há ya más de un mes que
-vuestra señoría está en la tierra y no nos ha escrito, mandándonos
-qué es lo que hubiésemos de hacer; por lo cual
-creemos está muy enojado de nosotros, é por muchas razones
-que se nos han dicho que vuestra señoría dice de nosotros,
-deseándonos maltratar é castigar, no mirando cuanto le hemos
-servido en evitar algun daño que pudiera hallar hecho. É pues
-que así es, hemos acordado, por remedio de nuestras honras
-é vidas, de no nos consentir maltratar, lo cual no podemos
-hacer limpiamente si fuésemos suyos, por ende suplicamos
-á vuestra señoría nos mande dar licencia, que de hoy en adelante
-no nos tenga por suyos, é así, nos despedimos de la
-vivienda que con vuestra señoría teniamos asentada, aunque
-se nos hace muy grave, pero ésnos forzado por cumplir con
-nuestras honras. Nuestro Señor guarde y prospere el estado
-de vuestra señoría como por él es deseado. Del Bonao, hoy
-miércoles, 17 dias del mes de Octubre de 98 años.&mdash;Francisco
-Roldan.&mdash;Y por Adrian de Muxica, Francisco Roldan.&mdash;Pedro
-de Gamez.&mdash;Diego de Escobar.»</p>
-
-<p>Esta es á la letra su carta, la cual originalmente tuve yo
-en mi poder firmada de sus nombres y propias firmas.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_329" id="Page_329">[329]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Hablado que hobo el Alcaide Ballester á Roldan y á su
-gente alzada, vínose para esta ciudad de Sancto Domingo á
-dar cuenta al Almirante de la respuesta que dieron, y, por
-ventura, trujo él la dicha su carta. Desque el Almirante supo
-la respuesta y cognosció no concordar con lo que los amigos
-de Roldan le habian rogado y suplicado y certificado, que
-queria venirse á él, y tambien porque habian dicho al Alcaide
-Ballester, que no querian que alguno viniese á ellos, ni
-tratase con ellos de parte del Almirante, sino Alonso Sanchez
-de Carvajal, comenzó el Almirante á sospechar vehementemente
-contra la fidelidad del Carvajal, y los que con el Almirante
-estaban, lo mismo, acumulando muchos indicios y
-conjeturas que parecian concluir é averiguar lo que sospechaban;
-y uno fué, no haber hecho tanto como parece que
-debiera, en no recobrar los 40 hombres, que de los que traia
-de Castilla se le habian pasado; lo segundo, por muchas pláticas
-que ambos habian tenido en el navío, estando juntos, y
-refrescos que le habia dado; el tercero, porque habia, segun
-parece por una carta que el Almirante escribió á los Reyes,
-habia procurado traer poder para ser acompañado del Almirante,
-como Juan Aguado debia de haber referido muchas
-quejas de los malos tratamientos que decian que habia hecho
-á los cristianos, y debia entónces, quizá, desto algo tratarse, y
-donde quiera que el Carvajal se hallaba, dijeron que se jactaba,
-publicando que venia por acompañado del Almirante; lo
-cuarto, porque idos los dos Capitanes con los tres navíos, y
-el Carvajal quedado para se venir por tierra á esta ciudad,
-envió Francisco Roldan con él cierta gente, y con ella
-por capitan á Pedro de Gamez, que era de los principales<span class="pagenum"><a name="Page_330" id="Page_330">[330]</a></span>
-con quien habia mucho hablado y comunicado, cuando estuvo
-en los navíos, para que le acompañasen y guardasen,
-hasta seis leguas desta ciudad, por los indios que habia en
-el camino; lo quinto, porque se dijo que el mismo Carvajal
-indujo y provocó al Roldan y á los demas á que se
-viniesen hácia el Bonao, para que si el Almirante se tardase
-ó nunca viniese, que el Carvajal, como acompañado del
-Almirante, y Francisco Roldan, como Alcalde mayor, gobernasen
-esta isla, aunque pesase al Adelantado; lo sexto, porque
-venidos al Bonao, se carteaba con el Roldan, y los demas,
-y les enviaba cosas de las traidas de Castilla; lo sétimo, porque
-decian que no querian que interviniese otro con ellos
-sino Carvajal, y áun que lo tomarian por Capitan. Todos estos
-indicios parecian ser eficaces para dél sospechar; pero con
-todo esto, el Almirante, creyendo que pues era caballero
-haria como bueno, y tambien porque no podia más, porque
-se lo pedian ellos, acordó enviarlo juntamente con el
-Alcaide Ballester, para que les hablase de su parte y redujese
-á la razon, proponiéndoles los bienes que dello se
-siguirian y los daños del contrario delante; y ántes que supiese
-la respuesta de los dos escribió la presente carta á Francisco
-Roldan:</p>
-
-<p>«Caro amigo: Rescibí vuestra carta luego que aquí llegué.
-Despues de haber preguntado por el señor Adelantado
-y D. Diego, pregunté por vos como por aquel en quien tenia
-yo harta confianza, é dejé con tanta certeza de haber bien de
-temporar y asentar todas cosas que menester fuesen, y no
-me supieron dar nuevas de vos, salvo que todos á una voz
-me dijeron, que de algunas diferencias que acá habian pasado
-que por ello deseábades mi venida, como la salvacion del
-ánima; y yo, ciertamente, así lo creí, porque áun lo viera
-con el ojo y no creyera que vos habíades de trabajar hasta
-perder la vida, salvo en cosa que á mí cumpliese, y á esta
-causa fablé largo con el Alcaide, con mucha certeza que, segun
-las palabras que yo le habia dicho y os dijo, que luego
-verníades acá. Allende la cual venida, creí ántes desto que<span class="pagenum"><a name="Page_331" id="Page_331">[331]</a></span>
-aunque acá se hobiesen pasado cosas más graves de las que
-estas puedan ser, que áun bien no llegaria, cuando seríades
-conmigo á me dar cuenta con placer de las cosas de vuestro
-cargo, así como lo hicieron todos los otros á quien cargo
-dejé, y como es de costumbre y honra dellos; veramente, si
-en ello habia impedimentos por palabras que le farian por escrito,
-y que no era menester seguro ni carta: y que fuera
-así, yo dije, luego que aquí llegué, que yo aseguraba á todos
-que cada uno pudiese venir á mí y decir lo que les placia, y
-de nuevo lo torno á decir y los aseguro. Y cuanto á lo otro
-que decís de la ida de Castilla, yo á vuestra causa y de las
-personas que están con vos, creyendo que algunos se querrian
-ir, he detenido los navíos diez y ocho dias más de la
-demora, y detuviera más, salvo que los indios que llevan les
-daban gran costa y se les morian; paréceme que no os debeis
-creer de ligero y debeis mirar á vuestras honras más de lo que
-me dicen que faceis, porque no hay nadie á quien más toque,
-y no dar causa que las personas que os quieren mal acá ó en
-vuestra tierra, hayan en qué decir, y evitar que el Rey é la
-Reina, nuestros señores, no hayan enojo de cosas en que esperaban
-placer. Por cierto, cuando me preguntaron por las personas
-de acá, en quien pudiese tener el señor Adelantado consejo
-y confianza, yo os nombré primero que á otro, y les puse
-vuestro servicio tan alto, que agora estoy con pena que con estos
-navíos haya de oir lo contrario; agora ved que es lo que se
-puede ó convenga al caso, y avisadme dello pues los navíos
-partieron. Nuestro Señor os haya en su guarda. De Sancto Domingo
-á 20 de Octubre.»</p>
-
-<p>Esto contiene aquella carta, por la cual parece que otra
-debiera el Almirante haber recibido de Roldan, la cual no
-vino á mis manos. Llegados el alcaide Ballester y Alonso
-Sanchez de Carvajal al Bonao, hablóles Carvajal muy elocuentemente
-á todos, y con tanta eficacia, que movió á Francisco
-Roldan y á los más principales á que fuesen á hablar al
-Almirante, donde todo se concluyera y asosegara sin duda,
-segun se creia; pero como la gente que traia, toda por la<span class="pagenum"><a name="Page_332" id="Page_332">[332]</a></span>
-mayor parte, no tomaba placer de dejar la vida haragana
-y libre que traia, por ser gente viciosa y baja, mayormente
-los que habia tomado en Xaraguá, de los condenados que el
-Almirante habia enviado, ya que queria Roldan y los demas
-venir aquí á Sancto Domingo con Carvajal y el Almirante, saltan
-todos con voces altas, diciendo, «que juraban á tal que no
-habia de ser así, y que no habian de consentir que fuesen
-Roldan ni los demas, sino que si concierto se habia de hacer
-fuese allí público á todos, pues á todos tocaba»; porfiando Carvajal
-y el Alcaide por meterlos en razon por algunos dias, al
-cabo no aprovecharon nada. Finalmente, acordó Roldan de escribir
-al Almirante, como quisiera venir con Carvajal á le hacer
-reverencia él y otros de su compañía y que los demas no le
-consintieron que fuese, pero que porque él tenia que el Adelantado,
-ó otro por él, le haria alguna afrenta ó daño, no embargante
-el seguro que de palabra le enviaba, y porque las cosas
-despues de hechas, dijo él, no tienen remedio, por tanto, que
-le enviase un seguro firmado de su nombre, la forma del cual
-él enviaba escrito para él y para algunos mancebos de los que
-él tenia consigo y habia de traer; y allende desto, Carvajal y
-otros de los principales criados del Almirante, tomasen la fe
-y palabra fuerte y firme al Adelantado, que él, ni otra persona
-por él, les hará mal ni daño ni enojo alguno durante el
-seguro, y lo firmasen de sus nombres, y con esto así concedido,
-él vernia á besarle las manos y á hacer todo lo que mandase
-en el negocio, y que veria cuanto dél sería servido en
-ello.</p>
-
-<p>Con esta carta que debia traer Carvajal escribió el alcaide
-Ballester al Almirante la siguiente carta, cuyos traslados
-originales y firmados de sus propios nombres, tengo yo en mi
-poder; la cual dice así:</p>
-
-<p>«Ilustre y muy magnífico señor: Ayer lúnes, al medio dia,
-llegamos acá en el Bonao, y luego á la hora Carvajal habló
-largamente á toda esta gente, y su habla fué tan allegada al
-servicio de Dios y de Sus Altezas y de vuestra señoría, que
-Salomon ni doctor ninguno no hallara enmienda ninguna, y<span class="pagenum"><a name="Page_333" id="Page_333">[333]</a></span>
-como quiera que la mayor parte desta gente hayan mas gana
-de guerra que de paz, á los tales no les parece bien, mas los
-que no querian errar á vuestra señoría, sino servirle, les pareció
-que era razon y justa cosa todo lo que Carvajal
-decia, los cuales eran Francisco Roldan, y Gamez, y Escobar,
-y dos ó tres otros, los cuales juntamente acordaron
-que fuese el Alcaide y Gamez á besar las manos á vuestra señoría
-y á concertar cosa justa y posible, por excusar y matar
-el fuego que se va encendiendo, más de lo encendido; y acordado
-esto, que ya queriamos cabalgar, y yo con ellos, porque
-á todos les pareció que yo debia volver con Carvajal y ellos;
-en aquel instante vinieron todos á requerir á Francisco Roldan
-y á Gamez, que habian acordado que no fuesen, sino que
-por escrito llevase Carvajal lo que pedian; y si en aquello
-vuestra señoría viniese, que aquello se hiciese, y otra cosa no.
-Y yo, señor, por lo que debe criado á su señoría, suplico á
-vuestra señoría concierte con ellos en todo caso, especialmente
-para que se vayan á Castilla, como ellos piden, porque otramente
-creo cierto que no se harian los hechos de vuestra señoría
-como era de razon, y querria, porque me parece que lo que
-dicen es verdad, que se han de pasar los más á ellos; y así
-me parece que se vá mostrando por la obra, que despues que
-yo pasé para ir á vuestra señoría se les han venido unos
-ocho, y diciéndoles que por qué no se acercan allá, que ellos
-saben que se pasarán más de 30; y esto les ha dicho García,
-aserrador y otro valenciano que se han pasado con ellos. Y yo,
-cierto, creo que despues de los hidalgos y hombres de pró que
-vuestra señoría tiene junto con sus criados, que aquellos que los
-terná vuestra señoría muy ciertos para morir en su servicio, y
-la otra gente de comun yo pornia mucha duda. Y á esta
-causa, señor, conviene al estado de vuestra señoría concierte
-su ida de una manera ú otra, pues ellos lo piden, y quien
-otra cosa á vuestra señoría consejare no querrá su servicio ó
-vivirá engañado, y si en algo de lo dicho he errado, será por
-dolerme del estado de vuestra señoría viéndolo en tan gran
-peligro, no haciendo iguala con esta gente; y quedo rogando<span class="pagenum"><a name="Page_334" id="Page_334">[334]</a></span>
-á Nuestro Señor dé seso y saber á vuestra señoría, que las
-cosas se hagan á su sancto servicio y con acrecentamiento
-y dura del estado de vuestra señoría. Fecha en el Bonao, hoy
-mártes, á 16 de Octubre.&mdash;Miguel Ballester.»</p>
-
-<p>Esta es su carta, y bien parece que era catalan, porque
-hablaba imperfectamente, pero hombre virtuoso y honrado y
-de voluntad sincera y simple; yo le cognoscí mucho.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_335" id="Page_335">[335]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLIV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Vista esta carta y la relacion que Carvajal dió, grande fué
-el angustia que el Almirante recibió, y él sintió bien claro ser
-verdad que tenia pocos consigo que en la necesidad le siguiesen,
-porque, haciendo alarde para si conviniese ir al Bonao á
-prender á Francisco Roldan, no halló 70 hombres que dijesen
-que harian lo que les mandase, de muchos de los cuales no tenia
-confianza, sino que al mejor tiempo le habian de dejar; y
-de los otros, uno se hacia cojo, y otro enfermo, y otro se excusaba
-con decir que tenia con Francisco Roldan su amigo y
-otro su pariente, por manera que ningun favor ni consuelo
-de alguna parte tenia.</p>
-
-<p>Por esta necesidad extrema que padecia, y por el ánsia que
-tenia de asentar la tierra, y que los indios tornasen á pagar
-los tributos, injustamente impuestos, como arriba se dijo, por
-enviar dineros á los Reyes y suplir, con rentas que acá tuviesen,
-los gastos que en proveer las cosas desta isla hacian, todo
-cuanto razonablemente los alzados le pidiesen, estaba para concederlo
-aparejatísimo; luego, pues, ordenó dos cosas, la una,
-puesto que fué la postrera, y pónese aquí primera por ser
-más general, y es, que hizo una carta de seguro general que
-todas las personas que se hobiesen llegado y seguido á Francisco
-Roldan en las diferencias pasadas, y el dicho Francisco
-Roldan, juntamente ó apartada, que quisiesen venir á servir
-á Sus Altezas como de ántes, pudiesen venir juntamente ó
-cada uno de por sí, que él, como Visorey de Sus Altezas, y en
-su nombre los aseguraba sus personas y bienes, y les prometia
-de no entender en cosa alguna de los casos pasados hasta el
-dia de la fecha; y en los casos venideros, si acaesciesen, les<span class="pagenum"><a name="Page_336" id="Page_336">[336]</a></span>
-prometia que la justicia se habria humana y piadosamente
-con ellos, y les daba licencia que los que quisiesen irse á Castilla,
-cada y cuando ellos quisiesen irse, y les daria sus libranzas
-de los sueldos que se les debiesen; los cuales viniesen á
-gozar deste seguro dentro de diez y seis dias, y los que estuviesen
-primeros, siguientes, y si estuviesen algunos dellos distantes
-más de 30 leguas, fuesen obligados á venir dentro de treinta
-dias; donde no viniesen dentro los dichos términos, juntos ó
-cada uno por sí, que procederia contra ellos por la guisa que
-hallase que cumplia al servicio de Sus Altezas y á su justicia. Y
-mandó que se apregonase públicamente y estuviese fijada la dicha
-carta de seguro en la puerta de la fortaleza. Fué hecha en
-esta ciudad de Sancto Domingo, que estaba entónces de la
-otra parte del rio, viernes, 9 dias de Noviembre de 1498.</p>
-
-<p>Lo segundo que proveyó fué, que envió otra carta de seguro
-particular al dicho Roldan y á los que con él viniesen,
-del tenor que se la envió el dicho Roldan, y decia así: «Yo
-D. Cristóbal Colon, Almirante del Océano, Visorey y Gobernador
-perpétuo de las islas y tierra firme de las Indias, por
-el Rey é la Reina nuestros señores, é su Capitan general de
-la mar y del su Consejo: Por cuanto entre el Adelantado, mi
-hermano, y el Alcalde Francisco Roldan y su compañía ha
-habido ciertas diferencias en mi ausencia, estando yo en Castilla,
-é para dar medio en ello de manera que Sus Altezas
-sean servidos, es necesario que el dicho Alcalde venga ante
-mí é me faga relacion de todas las cosas, segun que han pasado,
-caso que yo de algo dello esté informado por el dicho
-Adelantado. E porque dicho Alcalde se recela por ser el dicho
-Adelantado, como es, mi hermano, por la presente, doy seguro
-en nombre de Sus Altezas al dicho Alcalde y á los que con
-él vinieren aquí á Sancto Domingo, donde yo estó, por venida
-y estada y vuelta al Bonao, donde él agora está, que no
-será enojado ni molestado por cosa alguna, ni de los que con
-él vinieren durante el dicho tiempo; lo cual prometo y doy mi
-fe y palabra, como caballero, segun uso de España, de lo
-cumplir y guardar este dicho seguro, como dicho es; en firmeza<span class="pagenum"><a name="Page_337" id="Page_337">[337]</a></span>
-de lo cual, firmé esta escritura de mi nombre. Fecha
-en Sancto Domingo á 26 dias del mes de Octubre.&mdash;El Almirante.»</p>
-
-<p>Andando en estos tratos, porque los cinco navíos no traian
-demora, por concierto que se suele hacer cuando les fletan,
-si no un mes, dentro del cual quedó el Almirante de despacharlos,
-y por esperar cada dia que se concluyera el concierto
-de que se trataba y el Almirante tanto deseaba, con
-venir Francisco Roldan y su compañía á la obediencia y sosiego
-que debian, los habia detenido diez y ocho dias más
-por enviar á los Reyes buenas nuevas de quedar la isla pacífica
-y dispuesta para tornar á enhilar los tributos en los indios
-della, que era lo que mucho dolia y deseaba, como está dicho,
-el Almirante; y los navíos tambien habia cargado de
-esclavos, de los cuales se morian muchos y los echaban á la
-mar por este rio abajo, lo uno, por la grande tristeza y angustia
-de verse sacar de sus tierras y dejar sus padres y mujeres
-y hijos, perder su libertad, y cobrar su servidumbre,
-puestos en poder de gente inhumana y cruel, como estimaban,
-y con justísima razon, los cristianos, y que los llevaban
-á donde y de donde jamás habian de volver; lo otro, por la
-falta de los mantenimientos, que no les daban sino un poco
-de caçabí seco, que, para sólo y sin otra cosa, es intolerable,
-y áun agua no les daban cuanta habian menester para remojarlo,
-porque, para el viaje tan largo, á los marineros no faltase;
-lo otro, porque como metian mucha gente y la ponian
-debajo de cubierta, cerradas las escotillas, que es como si en
-una mazmorra cerrasen todos los agujeros, juntamente con
-las ventanas, y la tierra caliente, y debajo de cubierta
-arden los navíos como vivas llamas, del ardor y fuego que
-dentro tenian, sin poder resollar, de angustia y apretamiento
-de los pechos se ahogaban; y desta manera han sido infinitos
-el número de las gentes destas Indias que han perecido, como
-en el libro III, si place á Dios, será relatado. Así que, por las
-razones susodichas fué constreñido el Almirante á despachar
-los dichos cinco navíos de indios cargados, los cuales fueron<span class="pagenum"><a name="Page_338" id="Page_338">[338]</a></span>
-en tal hora, que, de su llegada á Castilla y de la relacion que
-á los Reyes hizo por sus mismas cartas el Almirante, luego se
-originó y proveyó que perdiese su estado, y le sucedieron
-mayores amarguras y disfavores y desconsuelos que hasta
-entónces habia padecido trabajos; no, cierto, por lo que habia
-ofendido á Francisco Roldan ni á los que con él andaban alzados,
-sino por las injusticias grandísimas, y no oidas otras
-tales, que contra estas inocentes gentes cometia y habia perpetrado,
-y, por su ejemplo, Francisco Roldan y los demas,
-quizá fué causa ocasional que perpetrasen. Porque, por ventura
-y áun sin ventura, si él no hubiera impuesto los tributos
-violentos é intempestivos, é para estas gentes más que insoportables,
-los Reyes desta isla y súbditos suyos no desamaran
-su venida y estada de los cristianos en sus tierras, ni exasperados
-de las vejaciones y fatigas que padecian, por defenderse
-de quien los oprimia, no se pusieran en armas, si armas se
-podian decir las suyas, y no más armillas de niños, por título
-que se alzaban á quien no debian nada, él no les hiciera guerras,
-en las cuales, comenzaron y mediaron y perfeccionaron
-diversas maneras, y muy nuevas, de crueldades en estos corderos,
-los cristianos, y para presumir más de sí, como se vian
-contra las gallinas gallos tan aventajados, crecíanles con la
-cruel ferocidad los ánimos, ni quizá cayera en él tanta ánsia
-de enviar, de indios hechos esclavos tan malamente, los navíos
-cargados; y así, lo primero cesante, lo último con lo del medio
-cesara, y, todo cesando, quizá no permitiera Dios que Francisco
-Roldan ni los demas rebeldes y tiranos contra él se levantaran,
-ni cometieran en estas mansas y humildes gentes tantos
-y tan grandes extragos, lo cual, no obstante él, floreciera y
-gozara felicemente del estado que misericordiosamente (como
-él siempre recognoscia y confesaba, y por ello á Dios alababa),
-le habia concedido, que al fin permitió, para su salvacion,
-cierto, segun creo, por las dichas causas fuese dél privado.
-Pero es de haber gran lástima que no advirtiese cual fuese de
-sus angustias y caimiento en la estima y nombre deste su
-negocio de las Indias, y de sus disfavores y adversidades, la<span class="pagenum"><a name="Page_339" id="Page_339">[339]</a></span>
-causa; porque si la sintiera, no hay duda sino que, como era
-de buena intincion y deseaba no errar, y todo lo enderezaba
-á honor de Dios, y, como él siempre decia, de la Sanctísima
-Trinidad, todo lo enmendara, y tambien la bondad divina su
-sentencia y castigo ó lo revocara ó lo templara.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_340" id="Page_340">[340]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Haciéndose á la vela los cinco navíos á 18 dias del mes
-de Octubre de aquel año de 498, en los cuales fué mi padre
-á Castilla, desta isla, y pasaron grandes trabajos y peligros,
-fueron, como es dicho, cargados de indios hechos esclavos; y
-serian por todos 600, y, por los fletes de los demas, dió á los
-Maestres 200 esclavos. En ellos escribió el Almirante á los Reyes
-muy largo, en dos cartas, haciéndoles relacion de la rebelion
-de Francisco Roldan y de los con él alzados, de los
-daños que habian hecho y hacian por la isla, haciendo robos
-y violencias, y que mataba á los que se les antojaba por no
-nada, tomando las mujeres ajenas y hijas, y otros muchos
-males perpetrando por donde andaban; y escribióles que le
-habian dicho, que cuasi toda la parte del Poniente desta isla,
-que es la donde reinaba el rey Behechio, que se llamaba Xaraguá,
-tenian muy alborotada y maltratada: y no dudo yo dello
-y que era mucho más que podia ser la fama. En todas las cartas
-que escribia, decia que esta tierra era la más fértil y abundosa
-que habia en el mundo, y para todos los vicios aparejada,
-y, por tanto, propia para hombres viciosos y haraganes; y
-en todo decia gran verdad, porque despues que se hicieron
-á la tierra los españoles, saliendo de las enfermedades que
-por fuerza los habia de probar, no por ser enferma, como
-arriba en el cap. 88 dijimos, sino por ser los aires más sotiles,
-y las aguas más delgadas, y los manjares de otras calidades,
-y en fin, por estar de las nuestras tan distantes, andando
-de pueblo en pueblo, y de lugar en lugar, comian á
-discrecion, tomaban los indios para su servicio, que querian,
-y las mujeres que bien les parecia, y hacíanse llevar á cuestas<span class="pagenum"><a name="Page_341" id="Page_341">[341]</a></span>
-en hombros de hombres en hamacas, de las cuales ya dije qué
-tales son; tenian sus cazadores que les cazaban, y pescadores
-que les pescaban, y cuantos indios querian, como recuas,
-para les llevar las cargas, y sobre todo, de puro miedo, por
-las crueldades que en los tristes indios hacian, eran reverenciados
-y adorados, pero no amados, ántes aborrecidos como
-si fueran demonios infernales; y porque esta vida el Almirante
-sabia que aquí los españoles vivian, y hallaban en la
-tierra para ello aparejo cuanto desear podian, con razon juzgaba
-que era la mejor del mundo para hombres viciosos y
-haraganes. Entre otras viciosas desórdenes que en ellos abominaba,
-era comer los sábados carne, á lo cual no podia irles á
-la mano, por cuya causa suplicaba á los Reyes en muchas
-cartas, que enviasen acá algunos devotos religiosos, porque
-eran muy necesarios, más para reformar la fe en cristianos
-que para á los indios darla, y dice así: «Acá son muy necesarios
-devotos religiosos para reformar la fe en nos, más que
-por la dar á los indios, que ya sus costumbres nos han conquistado
-y les hacemos ventaja; y con esto un letrado, persona
-experimentada para la justicia, porque sin la justicia real
-creo que aprovecharán los religiosos poco.» Estas son sus palabras.
-Y en otra carta dice á los Reyes: «Presto habrá vecinos
-acá, porque esta tierra es abundosa de todas las cosas,
-en especial de pan y carne; aquí hay tanto pan de lo de los
-indios, que es maravilla, con el cual está nuestra gente más
-sanos que con el de trigo, y la carne es, que ya hay
-infinitísimos puercos y gallinas, y hay unas alimañas que
-son atanto como conejos, y mejor carne, y dellos hay tantos
-en toda la isla, que un mozo indio con un perro trae
-cada dia 15 ó 20 á su amo; en manera que no falta sino vino
-y vestuario, en lo demas es tierra de los mayores haraganes
-del mundo; é nuestra gente en ella, no hay bueno ni
-malo que no tenga dos y tres indios que le sirvan, y perros
-que le cacen, y bien que no sea para decir, y mujeres
-atan fermosas, que es maravilla. De la cual costumbre
-estoy muy descontento, porque me parece que no sea servicio<span class="pagenum"><a name="Page_342" id="Page_342">[342]</a></span>
-de Dios, ni lo puedo remediar, como del comer de la
-carne en sábado, y otras malas costumbres que no son de
-buenos cristianos; para los cuales, acá aprovecharia mucho
-algunos devotos religiosos, más para reformar la fe en los
-cristianos que para darla é los indios; ni yo jamás lo podré
-bien castigar, salvo si de allá se me envia gente, en
-cada pasaje 50 ó 60, y yo envie allá otros tantos de los haraganes
-y desobedientes, como agora fago, y este es el mayor
-y mejor castigo, y con ménos cargo del ánima, que yo,
-vea, etc.» Esto todo repite en otras cartas, como via que cada
-dia se iban corrompiendo más la vida mala y nefanda de los
-españoles; y en la verdad, como fueron grandes quejas y debialas
-de llevar Juan Aguado, de quien en el cap. 107 hicimos
-larga mencion, de que habia tratado mal los españoles, ahorcando
-ó azotando muchos, como en fin deste libro ó al principio
-del segundo, placiendo á Dios, se verá, y tambien por
-estar levantado Francisco Roldan y los demas, estaba acobardado
-y no osaba corregir las malas costumbres ni castigar ó
-impedir los delitos y obras pésimas, de robos y crueldades,
-que tambien cometian en los indios los españoles que le seguian,
-como los de Francisco Roldan, y así llora mucho esto
-en sus cartas, y en una dice: «Yo he sido culpado en el poblar,
-en el tratar de la gente, y en otras cosas muchas,
-como pobre extranjero envidiado, etc.» Dice en el poblar, porque
-le imputaban por malo haber poblado el primer pueblo
-en la Isabela, como si él hobiera visto y andado toda esta
-isla, y de industria escoger aquel por el peor lugar; nunca
-él hobiera herrado en otra cosa sino en aquello, porque él
-vino á dar allí con los 17 navíos, cansados y molidos del viaje
-de Castilla, y los caballos y bestias que traia, y toda la
-gente afligida y medio enferma de tan luengo viaje, no acostumbrado,
-y tan nunca en la mar, sin ver tierra tantos dias,
-hasta entónces hombres se haber hallado; y es muy excelente
-y graciosa tierra, y harta digna de ser poblada, y más propincua
-y frontera de las minas de Cibao, por lo cual, cierto,
-más merecia gracias que serle á mal poblar imputado, sino<span class="pagenum"><a name="Page_343" id="Page_343">[343]</a></span>
-que, segun le desfavorecian, los que podian hacerle daño de
-todo cuanto podian hechaban mano.</p>
-
-<p>Escribió tambien á los Reyes en la angustia en que quedaba
-con el levantamiento y rebelion de Francisco Roldan,
-y en los tratos que por atraerlo á obediencia y servicio de Sus
-Altezas andaba; escribió más á los Reyes, que porque decia
-Francisco Roldan que no tenia necesidad de perdon, porque
-no tenia culpa, y que el Almirante era hermano del Adelantado
-y era juez sospechoso, que trabajaba de concertar con él que
-fuese á Castilla, y que Sus Altezas fuesen los jueces; y que
-cuanto á la pesquisa é informacion sobre esto, para enviar á
-Sus Altezas, para que se hiciese con ménos duda y sospecha,
-estuviesen á hacerla presentes Alonso Sanchez de Carvajal
-con quien tenia pláticas, y el Alcaide Miguel Ballester, y esta
-pesquisa fuese á Castilla, y Roldan y sus compañeros enviasen
-un mensajero á la corte, y en tanto que volviese respuesta
-de los Reyes, se viniesen á servir como de ántes solian, y
-si esto no querian, que se fuesen á la isla de Sant Juan, que
-estaba cerca de aquí, porque no anduviesen destruyendo esta
-isla, como robando de continuo la tenian destruida. Dice más,
-que si estos Alcaides no venian en concierto, para que cesasen
-tantos males, que habia de trabajar de poner diligencia para
-los destruir; yo sospecho que esta cláusula y palabra, dió más
-prisa á los Reyes para enviar muy más presto á quitarle el
-cargo, creyendo que como le habian acusado de riguroso y
-cruel en la ejecucion de la justicia, que, si él pudiese, habia
-de hacer grandes estragos en aquellos rebeldes. Dice asimismo
-en una de sus cartas á los Reyes así: «Siempre temí del
-enemigo de nuestra sancta fe en esto, porque se ha puesto á
-desbaratar este tan grande negocio con toda su fuerza; él
-fué tan contrario en todo, ántes que se descubriese, que todos
-los que entendian en ello lo tenian por burla; despues la
-gente que vino conmigo acá, que del negocio y de mí dijeron
-mil testimonios, y agora se trabajó allá, que hubiese tanta
-dilacion é impedimentos á mi despacho, y poner tanta cizaña
-á que Vuestras Altezas hobiesen de temer la costa, la<span class="pagenum"><a name="Page_344" id="Page_344">[344]</a></span>
-cual podia ser ya tan poca ó nada, como será, si place á
-Aquel que lo dió y que es superior dél y de todo el mundo,
-y el cual le sacará al fin por qué hizo el comienzo, y
-del cual se ve tan manifiesto que le sostiene y aumenta, que
-es cierto, si se mirasen las cosas que acá han pasado, se podria
-decir como y tanto como del pueblo de Israel.» Quiere
-decir, que así como los hijos y pueblos de Israel eran incrédulos
-contra Moisén y Aaron, así todos los que dudaron
-y creyeron ser burla y de poco fruto el descubrimiento destas
-Indias y desta negociacion; y añide más. «Podria yo
-todo replicarlo, mas creo que no hace mengua, porque hartas
-veces los he escrito bien largo, como agora, de la tierra
-que nuevamente dió Dios este viaje á Vuestras Altezas, la
-cual se debe creer que es infinita, de la cual y desta deben
-tomar grande alegría y darle infinitas gracias, y aborrecer
-quien diz que no gasten en ello, porque no son amigos de
-la honra de su alto Estado; porque allende de las tantas
-ánimas que se pueden esperar que se salvarán, de que son
-Vuestras Altezas causa, y que es el principal del caudal
-desto (y quiero fablar á la vana gloria del mundo, la cual
-se debe tener en nada, pues que la aborrece Dios poderoso),
-y digo que me respondan quién leyó las historias de
-griegos y romanos, si con tan poca cosa ensancharon su señorío
-tan grandemente, como agora hizo Vuestra Alteza aquel
-de la España con las Indias. Esta sola isla, que boja más de 700
-leguas; Jamáica, con otras 700 islas, y tanta parte de la
-tierra firme, de los antiguos muy cognoscida y no ignota,
-como quieren decir los envidiosos ó ignorantes, y despues
-desto, otras islas muchas y grandes de aquí hácia Castilla,
-y agora esta, que es de grande excelencia, de la cual creo
-que se haya de hablar entre todos los cristianos por maravilla,
-con alegría. ¿Quién dirá, seyendo hombre de seso, que fué
-mal gastado, y que mal se gasta lo que en ello se despende?
-¿qué memoria mayor en lo espiritual y temporal quedó ni
-pueda más quedar de Príncipes? Yo soy atónito y pierdo el
-seso cuando oigo y veo que esto no se considera, y que nadie<span class="pagenum"><a name="Page_345" id="Page_345">[345]</a></span>
-diga que Vuestras Altezas deban hacer caudal de plata ó oro,
-ó otra cosa valiosa, salvo de proseguir tan alta y noble empresa,
-de que habrá Nuestro Señor tanto servicio, y los sucesores
-de Vuestras Altezas y sus pueblos tanto gozo: mírenlo
-bien Vuestras Altezas, que, á mi juicio, más le relieva (relieva
-dice por importa) que hacian las cosas de Francia ni de Italia.»
-Estas todas son sus palabras, y, en verdad, dignas de mucha
-consideracion, porque llenas de prudencia y de verdad, y
-testigos de pecho harto virtuoso, y de muy recta intincion,
-y hiciera grandes cosas y fruto inestimable en estas tierras,
-si no ignorara que estas gentes no le debian nada á él ni á
-otra persona del mundo, sólo porque los descubrió, aunque
-casi atinaba y confesaba el fin de haber podido jurídicamente
-volver acá, que no era otro que el bien destas gentes,
-salud y conversion; y finalmente ayudó á quél errase los
-disfavores que tenia de muchos, por zaherir los gastos que
-los Reyes hacian, y por excusarlos ó recompensarlos.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_346" id="Page_346">[346]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLVI.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p class="pch">El cual trata del principio ó principios de donde hobo su orígen y procedió el repartimiento
-de los indios, que llamaron despues encomiendas, que han destruido estas Indias,
-donde se prueba que nunca los indios jamás se dieron para que los españoles los enseñasen,
-sino para que se sirviesen dellos y aprovechasen.</p>
-
-<p>Dice, allende lo susodicho, que ha de trabajar de tornar
-á asentar la gente desta isla, en que tornen á la obediencia y
-que paguen los tributos que solian pagar, y que Dios perdone
-á los que en la corte y en Sevilla fueron causa de tardar él
-tanto en se despachar, porque si él viniera con tiempo, como
-pudiera venir dentro de un año, y mucho ántes, ni se alzaran
-los indios, ni dejaran de pagar los tributos como los pagaban,
-porque siempre yo dije (dice él), que era necesario de
-andar sobre ellos tres ó cuatro años, hasta que lo tuvieran
-bien en uso, porque se debia de creer que se les haria fuerte.
-Mira que duda, digo yo, y añido, que aunque acá se hallara
-ántes, no dejara de haber los inconvenientes que hobo, y
-quizá mayores, porque tenia Dios determinado de lo afligir y
-quitarle el cargo, pues con tanta opresion y jactura destas
-gentes, que no le debian nada, dél usaba; donde tambien
-añide, haciendo relacion de que esta isla se iba en los mantenimientos
-mejorando, porque los ganados iban creciendo y
-los españoles haciéndose al pan de la tierra, que lo querian
-más que al de trigo, dice que agora tenian vida muy descansada,
-segun la pasada, porque ellos no trabajaban ni hacian
-cosa, sino que los indios lo trabajaban y hacian todo,
-casas y todo, y cuanta hacienda era necesaria, y que no habia
-necesidad de otra cosa sino de gente que los tuviese subyectos,
-por que si ellos viesen que éramos pocos, alzarian la<span class="pagenum"><a name="Page_347" id="Page_347">[347]</a></span>
-obediencia, y ellos nos siembran el pan y los ajes y todo
-otro mantenimiento suyo, y el Adelantado tiene aquí más de
-80.000 matas de yuca, de que hacen el pan, plantadas. Estas
-son palabras del Almirante. Dijo que hacian pozos, porque
-como estaba junto á la mar este pueblo, de la otra, como
-agora está desta, banda, no tenian agua dulce de rio, sino
-salada, y por eso hacian pozos, no para beber, porque es
-algo salobre ó gruesa, sino para el servicio de casa; para
-beber tenian una fuente, de que tambien hoy beben los que
-no tienen algibes, que es buen agua. Es aquí de notar, que
-estos fueron los principios de donde nació poco á poco el
-repartimiento que agora llaman encomiendas, y, por consiguiente,
-la total perdicion de todas estas tan infinitas naciones;
-porque como se enseñaron los españoles, áun los labradores,
-y que venian asoldados para cavar y labrar la tierra
-y sacar el oro de las minas (como arriba queda dicho), á
-haraganear y andar el lomo enhiesto, comiendo de los sudores
-de los indios, usurpando cada uno por fuerza tres y
-cuatro y diez que le sirviesen, por la mansedumbre de los
-indios que no podian ni sabian resistir (y, segun dice el Almirante
-en una destas cartas), Francisco Roldan y su gente
-alzada, traian más de 500 indios, y cuando se mudaban de
-una parte á otra, serian más de 1.000 para llevarles las cargas,
-y los que estaban con el Adelantado, y despues de venido
-el Almirante, hacian lo mismo por aquella semejanza; y
-porque no se les pasasen á Roldan, todo esto y mucho más,
-y otras cosas peores, como eran violencias y matanzas, é infinitos
-desafueros, disimulaban, y no les osaban ir á la mano.
-Despues, cuando Roldan se redujo á la obediencia del Almirante,
-como quedaban del holgar y de la libertad que traian,
-y, de ser servidos de los indios y mandarles, mal vezados,
-comenzó Roldan á pedir al Almirante que tuviese por bien de
-que el rey Behechio, que, andando alzado el Roldan, lo tenia
-por sus tiranías amedrentado y hacia lo que queria dél con su
-gente, tuviese cargo de le hacer sus labranzas, como abajo, placiendo
-á Dios, se verá; ni poco ni mucho, como dicen, sino el<span class="pagenum"><a name="Page_348" id="Page_348">[348]</a></span>
-rey Behechio, siendo de los mayores Reyes y señores de toda
-esta isla, y la corte de toda ella, como arriba en el cap. 114
-se dijo, lo cual el Almirante no le pudo negar, porque todo
-estaba reciente y vedriado y en peligro, al ménos duraba el
-temor, y no sin causa, que no hobiese otra rebelion, y tambien
-hobo principio esta iniquidad, de aplicar el Almirante ó
-el Adelantado, como se dijo arriba, ciertos Caciques y señores
-que tuviesen cargo de hacer las labranzas y mantenimientos
-á las fortalezas y pueblos de los españoles, como parece en
-las 80.000 matas ó montones que arriba dijo el Almirante
-que habia hecho plantar el Adelantado aquí, cerca de Sancto
-Domingo, y tenia cargo deste servicio, creo que un gran Cacique
-y señor, cuya tierra y señorío era cinco ó seis leguas
-de aquí, la costa arriba hácia el Oriente, y llamábase Agueybana,
-y otros hacian que tuviesen cargo de enviar gente
-á las minas, así que despues de cesada la rebelion, mayormente
-cuando se comenzaron á avecindar y hacer pueblos,
-cada uno de ambas partes, así los que habian seguido
-á Roldan, como los que permanecido en la obediencia del
-Almirante, aunque fuese un gañan, y de los desorejados y
-homicianos que, por sus delitos, se habian desterrado de Castilla
-para acá, pedian que les diesen tal señor y Cacique con
-su gente para que le labrasen sus haciendas ayudase á granjear;
-y por le agradar y tener contento y seguro el Almirante,
-y porque asentase en la tierra sin sueldo del Rey, lo que él
-mucho deseaba y trabajaba, se lo concedia liberalmente, y á
-este fin enderezaba lo que en estas cartas de agora, con los
-cinco navíos, escrebia á los Reyes, que les suplicaba tuviesen
-por bien de que la gente que acá estaba se aprovechase
-un año ó dos, hasta que este negocio de las Indias se
-levantase, porque ya se enderezaba; y cerca desto dice
-así: «Suplico á Vuestras Altezas tengan por bien que esta
-gente se aproveche agora un año ó dos, fasta que este negocio
-esté en pié, que ya se endereza, que ven agora que esta gente
-de la mar y casi toda la de la tierra están contentos, y salieron
-agora dos ó tres Maestres de navíos que pusieron á la puerta<span class="pagenum"><a name="Page_349" id="Page_349">[349]</a></span>
-cédulas para quién se queria obligar á les dar 1.500 maravedís
-en Sevilla, que les llevarian allí tantos esclavos y les farian
-la costa, y la paga seria de los dineros que dellos se sacasen.
-Plugo mucho á la gente toda, y yo lo acepté por todos y les
-protesto de les dar la carga, y así vernán y traerán bastimentos
-y cosas que son acá necesarias, y se aviará este negocio, el cual
-agora está muy perdido, porque la gente no sirve, ni los indios
-pagan tributo con esto que pasó y mi absencia, ni el Adelantado
-pudo más hacer, porque no tenia nadie consigo que no
-fuese en tal guisa que no se podia fiar, que todos se congojaban
-y maldecian, diciendo que eran cinco años que estaban acá
-y que no tenian para una camisa. Agora les he ensanchado la
-voluntad y les parece que lleva razon lo que les digo, que serán
-pagados presto, y podrán llevar su paga adelante.» Estas son
-sus palabras. Y en otra cláusula dá por nuevas buenas á los Reyes,
-que ya todos los españoles no querian estar por sueldo del
-Rey, sino avecindarse, y porque lo hiciesen, les ayudaba en
-cuanto podia á costa de los desventurados indios; así que, por
-lo dicho, parece que el aprovecharse la gente que acá estaba,
-española, era darles esclavos para que enviasen á Castilla á vender,
-los cuales llevaban los Maestres á 1.500 maravedís, y que
-les darian de comer; y negra comida seria la que ellos les darian,
-pues lo es siempre la que suelen dar á los pasajeros de su
-misma nacion. Item, el aprovechamiento tambien era dar Reyes
-y señores con sus gentes á los desorejados y desterrados
-(por ser dignos de muerte por sus pecados), que, sacada la
-crisma y ser bautizados, eran muy mejores que no ellos, para
-que les sirviesen haciendo sus labranzas y haciendas, y en todo
-cuanto ellos querian y decian que habian menester; concedida
-licencia que tal Cacique ó señor á este fulano le hiciese
-tantas labranzas, porque no se le daban para más, ellos se
-apoderaban y señoreaban tanto dellos, que á cabo de un mes
-eran ellos los Caciques y los Reyes, y temblaban los mismos
-señores delante dellos; de aquí tambien usurpaban enviarlos
-á las minas que les sacasen oro, y en todos los otros servicios
-de que juzgaban poder cebar sus codicias y ambiciones.<span class="pagenum"><a name="Page_350" id="Page_350">[350]</a></span>
-De las vejaciones y aperreamientos y maltratarlos en todo
-género de rigor y austeridad, no quiero aquí decir más de lo
-que abajo se dirá; finalmente, todo el interese y utilidad
-temporal de los españoles, ponia en la sangre y sudores,
-y al cabo en perdicion y muerte desta gente desmamparada,
-y aunque, segun parece, la intincion del Almirante
-debia ser darles licencia para que les hiciesen las labranzas
-por algun tiempo, y no para más, pues dice á los Reyes que
-tengan por bien que sean aprovechados un año ó dos, en
-tanto que la negociacion estaba en pié ó se levantaba, pero
-como al Almirante, luego quitaron el cargo y gobernacion,
-y sucedió otro, como parecerá, ellos se encaminaron y apoderaron
-tanto de aquella licencia y posesion tiránica, que los
-sucesores en esta gobernacion, no de quitarla ni limitar, ántes
-cumplirla y confirmarla y estragarla más de lo que estaba,
-y hacerla universal, estudiaron. Y así, parece claro,
-de dónde y cuando tuvo su orígen y principio, y cuan sin
-pensarlo aquesta pestilencia vastativa de tan gran parte del
-linaje humano, que tanta inmensidad de gentes ha estirpado,
-el dicho repartimiento y encomiendas, digo, en el cual se encierran,
-y para sustentarlo se han cometido, todos los males,
-como claramente parecerá abajo. Tambien consta de lo arriba
-relatado, que nunca se dieron los indios á los españoles para
-que los enseñasen, sino para que se sirviesen dellos, y de sus
-sudores, y angustias, y trabajos se aprovechasen; porque
-manifiesto es, que, pues el Almirante decia á los Reyes que
-enviasen devotos religiosos, más para reformar la fe en los
-cristianos que para á los indios darla, que cognoscia el Almirante
-no ser, los tan pecadores cristianos, para doctrinar y
-dar la fe á los indios, capaces; luego no se los daba sino para
-que adquiriesen con ellos las riquezas porque rabiaban. Lo
-mismo hicieron los siguientes gobernadores, los cuales no ignoraban
-la vida que acá siempre hicieron los españoles, y sus
-vicios públicos y malos ejemplos, que siempre fueron de hombres
-bestiales, y si cuando se los daban les decian que con
-cargo que en las cosas de la fe los enseñasen, no era otra cosa<span class="pagenum"><a name="Page_351" id="Page_351">[351]</a></span>
-sino hacer de la misma fe y religion cristiana, sacrílego y
-inesplicable escarnio; y merecieran los mismos gobernadores
-que los hicieran, no cuatro sino catorce cuartos. Todo esto,
-placiendo á Dios, se cognoscerá mucho mejor en el lib. II y
-más abajo.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_352" id="Page_352">[352]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLVII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Suplicaba encarecidamente á los Reyes muchas veces, y
-en todas sus cartas, que mandase á las personas que en Sevilla
-tenian cargo de las cosas destas Indias, que las favoreciesen, ó
-al ménos, que no las estorbasen ni infamasen, y esto creo yo
-que decia principalmente por el dicho D. Juan Rodriguez de
-Fonseca, que ya era Obispo de Badajoz, y de los otros oficiales;
-y, cierto, yo siempre oí y creí, y algo ví al dicho Obispo,
-haber sido y ser contrario á las cosas del Almirante, no sé
-con qué espíritu ni por qué causa, puesto que oí que dijo un
-dia el Almirante, cuando supo que era ya Obispo: «Dovos á
-Dios (este era su comun hablar), no seais fator de las Indias y
-non vos faran Obispo.» Y como tuvo el Almirante acá tantos
-desabridos, mayormente despues que vino Juan Aguado, debíanselo
-de decir ó escribir al Obispo (si, empero, lo uno y lo
-otro es verdad, que puede ser que no lo sea), y de allí haberle
-tomado, como dicen, ojeriza. Quiero decir, que pudo ser no
-ser por aquella causa ni con mal espíritu, pero de que justa
-ó injustamente el Obispo le desfavoreciese, yo no dudo; y
-tambien que el Obispo, como era hombre de linaje y de generoso
-ánimo, y de los Reyes muy privado y crecia cada dia
-en mayor estado, bastábale tomar opinion siniestra, sin otra
-causa y con título de que los Reyes gastaban y no se aprovechaban,
-para menospreciar ó no tener en la estima que debiera
-los trabajos del Almirante; por lo cual, dice á los Reyes el
-Almirante así: «Suplico á Vuestras Altezas manden á las personas
-que entienden en Sevilla en esta negociacion, que no le
-sean contrarios y no la impidan, porque ella estuviera más
-preciosa si mi dicha acertara á que allí hobiera persona en el
-cargo deste negocio, que lo tuviera amor, ó al ménos que<span class="pagenum"><a name="Page_353" id="Page_353">[353]</a></span>
-no fuera contra ello y no se pusiera á lo destruir é lo difamar,
-y favorecer á quien otro tanto hacia, y ser contrario á quien
-decia bien dello, que, como se ve, la buena fama es aquella
-que despues de Dios hace las cosas, y yo he sido culpado en
-el poblar, en el tratar de la gente y en otras cosas muchas,
-como pobre extranjero envidiado, de lo cual todo se veia el
-contrario, y que era por voluntad, y con malicia, y atrevimiento,
-como ya parece en muchas cosas.» Estas son sus palabras.
-Escribió tambien á sus Altezas, como tenia aparejados
-tres navíos para enviar al Adelantado á la tierra de Paria que
-dejaba descubierta, y que estuviese por allá seis meses, dentro
-de los cuales, cierto, creyó que hiciera el Adelantado gran
-descubrimiento, y llevar al cabo la costa hasta la Nueva España,
-ó al ménos bien cerca, y partiérase con los cinco navíos
-juntamente el mismo dia, segun dice, sino por esperar la
-resolucion del concierto en que andaba con Roldan, porque
-el Adelantado era muy esforzado y hombre de guerra,
-y hasta que Roldan fuese reducido, no convenia al Almirante
-ni al bien de toda esta isla que estuviese ausente. Finalmente,
-concluyó sus cartas, y con ellas envió á los Reyes, un
-envoltorio en que iban unos pañezuelos de aquellos pintados
-que traian los indios de Paria, que dejaba descubierta, y ciertas
-perlas, y creo, segun entendí de otras partes, no de carta
-ni relacion del Almirante, fueron las perlas que envió 160
-ó 170, y ciertas piezas de oro y el envoltorio sellado; y
-aquí dice, que aunque las perlas y oro que de allí envia sea
-en cantidad poco, pero por la calidad las envia, pues, hasta
-entónces, ninguno vido llevar perlas del Poniente; y así
-quiere dar á entender, que se deben tener en mucho. Envió
-tambien á los Reyes la pintura ó figura de la tierra que
-dejaba descubierta, con las islas distintas que cerca estaban,
-y, por escrito, todo su viaje. Por esta pintura ó debujo
-que á los Reyes envió de la dicha tierra de Paria, y por los
-rumbos y caminos que desde las islas de Cabo Verde habia
-llevado, vino Alonso de Hojeda y ordenó su viaje hasta dar en
-la isla de la Trinidad y la tierra firme de Paria, y allí halló<span class="pagenum"><a name="Page_354" id="Page_354">[354]</a></span>
-rastro y nuevas del Almirante, como el mismo Hojeda confiesa
-y depone en su dicho juramentado, segun arriba en el
-cap. 140 habemos declarado, y no segun Américo, parece que
-quiso aplicarse á sí el descubrimiento de la dicha tierra firme,
-Paria, de donde provino poner nombre á la dicha tierra firme,
-América, los escritores que escriben fuera de España, lo
-cual, como allí se probó, es muy grande engaño. Con las cartas
-y la figura ó pintura y relacion de aquel viaje, y del estado
-en que todo lo de acá quedaba, se hicieron los dichos
-cinco navíos, á la vela, á 18 de Octubre de 1498, en los cuales,
-sospecho yo, que irian cartas de Francisco Roldan y de
-otras personas muchas, que eran sus amigos ocultos ó públicos,
-llenas de quejas del Adelantado que no hicieron al Almirante
-y á su estado, poco daño.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_355" id="Page_355">[355]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLVIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Volviendo la pluma á contar el trato de Francisco Roldan
-y sus secuaces, recibida pues la carta del Almirante, Roldan,
-segun el cap. 155, salió del Bonao con algunos de los de su
-compañía, y vino aquí á Sancto Domingo con su poca vergüenza,
-debajo del seguro, á hablar con el Almirante, y segun
-pareció (porque no concluyó nada), más para sacar gente que
-se le pasase, que para dar órden y concierto en su vida desordenada.
-No pude saber lo que con su venida, cuando pareció
-ante su amo y señor, el Almirante, y lo que dijo, ni
-como el Almirante le rescibió, porque de creer es que pasarian
-cosas notables. Finalmente, hablaron y trataron de concierto
-y de medios, y de creer es que él dió las quejas que tenia ó
-fingia tener del Adelantado, y que el Almirante le satisfaria á
-todas ellas y exhortaria á la obediencia y reconciliacion del
-Adelantado, y ofreceria largamente cuantos honestos partidos
-hallar pudiese, para verlo á él reducido y á la isla asentada,
-como parece por muchas cartas que ántes y despues desta
-vista le escribió el Almirante, algunas de las cuales, y las respuestas
-del mismo Francisco Roldan, de su nombre firmadas,
-he tenido é leido en mis manos. Despues de muy bien entre
-ambos, y delante de muchos de los que aquí estaban personas
-principales, platicado, pidiendo Roldan cosas que graves eran
-al Almirante, y respondídole lo que parecia razonable, quedó
-que lo platicaria con su compañía, y, segun lo que acordasen,
-su señoría lo sabria, y así se tornó al Bonao. Porque no
-se enfriase lo que tanto el Almirante deseaba concluir, envió
-con él un mayordomo suyo que se llamaba Diego de Salamanca,
-hombre cuerdo y bien honrado; llegados, trataron
-dello, y al fin acuerdan de enviar al Almirante ciertos capítulos<span class="pagenum"><a name="Page_356" id="Page_356">[356]</a></span>
-muy indiscretos, no honestos, sino de hombres que no se
-daban mucho por vivir en paz y sosiego, ántes no querian dejar
-la vida que tenian de desmandados. El Almirante, desque los
-vió, cognoscido su atrevimiento y presuncion, no quiso aceptarlos,
-porque ni á su honra, ni autoridad, ni á servicio de los
-Reyes era cosa conveniente ni razonable, y para dárselo á
-entender, acordó enviar al susodicho Alonso Sanchez de Carvajal,
-señalándole razones claras y evidentes, por las cuales
-demostraba no ser cosa honesta ni servicio de los Reyes que
-él aquellos capítulos firmase; pero que mirasen cuanto él pudiese,
-salvo su honor y el servicio de los Reyes, firmar, firmaria
-de buena gana, y les haria todo el bien y tratamiento
-que debiese pidiendo cosas razonables. Fué Carvajal á la Concepcion,
-donde ya estaban y trataban de tomar la fortaleza
-cercando al Alcaide, para lo cual dicen que habian tirádole el
-agua; pero llegado Carvajal, moderáronse. Trató con Francisco
-Roldan y con los principales, y al cabo con todos, y
-concluyeron ciertos capítulos, el fin de los cuales, y que más
-deseaba el Almirante, fué, que se fuesen á Castilla por quitar de
-sí y desta isla gente ya tan corrupta y desmandada, con que les
-diese el Almirante dos navíos en el puerto de Xaraguá, bien
-aparejados, con bastimentos, y que les dejase á cada uno un
-esclavo y las mancebas que tenian preñadas y paridas en lugar
-de los esclavos que se les habian de dar, y que les diese
-carta de bien servidos ó haber servido bien, y se les restituyesen
-algunos bienes que se les habian tomado y otras
-cosas semejantes. El Almirante se las otorgó y firmó con que
-no recibiesen más españoles en su compañía de todos cuantos
-habia en la isla, y que dentro de cincuenta dias se embarcarian,
-y que no llevarian esclavo alguno por fuerza de los
-que se les habian de dar á merced, y que darian cuenta y
-razon á las personas que el Almirante enviase al dicho puerto
-de lo que en los navíos metiesen, y les entregarian todo lo
-que tuviesen de la hacienda del Rey. Firmólo todo esto Roldan
-en nombre de todos los de su compañía en sábado, 17 de
-Noviembre de 1498, pero porque el Almirante estaba en esta<span class="pagenum"><a name="Page_357" id="Page_357">[357]</a></span>
-villa de Sancto Domingo y los capítulos se hicieron en la Vega
-ó Concepcion con Alonso Sanchez de Carvajal y Diego de Salamanca,
-y habian de venir á que el Almirante los firmase,
-dijo Roldan, que cuanto á no admitir más gente en su compañía,
-lo firmaba con condicion, que, dentro de diez dias, le
-viniese la respuesta de como el Almirante lo firmaba, lo cual
-hizo á 21 del dicho mes. Envióles dentro de los diez dias la
-respuesta y firmados los capítulos, y ellos partiéronse para
-Xaraguá, diciendo, que iban á aparejar su partida, puesto
-que segun pareció, no tenian tal pensamiento; por ventura,
-el Roldan era el que lo queria, y los otros no. El Almirante,
-por el ánsia que tenia de verse libre de tan gran impedimento,
-para lo que queria y entendia hacer en la gobernacion y
-asiento desta isla, y tornar á hacer tributarios á los indios
-della, suspendió la ida del Adelantado á descubrir la tierra
-firme, que dejaba comenzada, como no tenia más de aquellos
-tres navíos, y mandó luego aderezar los dos, sacado dellos lo
-que tenia el Adelantado aparejado para su viaje, y puesto lo
-que les era obligado por la capitulacion á dar, y porque
-supo que algunos de aquellos de la compañía de Roldan decian
-que no querian ir á Castilla, mandó hacer un seguro
-muy cumplido y general, diciendo y prometiendo, que todos
-los que no quisiesen ir á Castilla y quedarse en esta isla,
-á sueldo, si sueldo del Rey quisiesen ganar, darles vecindad
-si se quisiesen avecindar; y por cosas y embarazos que
-ocurrieron, no se pudieron despachar los navíos hasta Enero
-del año siguiente de 1499. Mandó que Carvajal se fuese á
-Xaraguá por tierra, que, entretanto que los navíos llegaban,
-entendiese con él Francisco Roldan, en su despacho y aparejo
-para su partida. Partióse tambien el Almirante para la
-Isabela y la tierra dentro, á visitar la tierra y asegurar las
-gentes y disponerlas para que tornasen á servir con los tributos
-que solian, para ellos muy sabrosas nuevas. Dejó por
-su Teniente aquí en Sancto Domingo á su hermano D. Diego,
-con su instruccion de lo que habia de hacer. Partidos los dos
-navíos, dióles una dura tormenta que les hizo mucho daño,<span class="pagenum"><a name="Page_358" id="Page_358">[358]</a></span>
-en especial al uno, por manera que se recogieron al puerto
-Hermoso, que está, deste de Sancto Domingo, 16 leguas, ó al
-de Azua, que está 20 ó pocas más, donde no pudieron reformarse
-para proseguir su viaje hasta Marzo y fin dél, y como
-ni el Roldan ni todos, ó al ménos los más dellos, tenian poco
-deseo de ir á Castilla, porque temian ser castigados por los
-Reyes, tomaron achaque de haber sido libres del asiento dado,
-y no ser obligados á cumplirlo, diciendo ser pasado el término
-de los cincuenta dias, é haber quedado por culpa é industria
-del Almirante, porque los queria engañar é buscar
-maneras para prenderlos, y otras alegaciones harto frívolas y
-desvariadas, y muy claramente contrarias de la intencion y
-fin del Almirante, como no desease cosa más que reducirlos,
-ó echarlos desta isla; y en todas estas dilaciones gastaba bastimentos
-y ocupaba gente, y cesaba de enviar al Adelantado,
-y se impedia de muchas cosas que hacer deseaba, mayormente
-asentar los tributos en los Caciques é indios. Esto no
-podia hacer ni otra cosa de provecho estando toda la isla
-turbada y desasosegada, estando ellos levantados y cometiendo
-en los indios cada dia tantos insultos y tantos daños;
-¿en qué juicio podia caer que se pusiese el Almirante, en quedar,
-que enviaria los navíos con tantos gastos á Xaraguá, 200
-y más leguas por la mar, donde ellos estaban fuertes y
-eran señores, y despues, de industria, detenerlos y retardarlos?
-Bien parece claro que ellos eran los que andaban con
-cautelas mañosas, procrastinando y vacilando, ó engañando.
-Esto escribió, afirmándolo, Alonso Sanchez de Carvajal, que
-con ellos trataba su despacho, el cual les hizo requirimiento
-en forma, delante de Francisco de Garay, á quien dió poder
-y crió para esto el Almirante por escribano; pero ellos, como
-moros sin Rey, no curaron. Dice así Alonso de Carvajal en su
-carta, la cual firmada de su firma, tuve en mis manos: «Juntos
-Francisco Roldan y su compañía, yo acabé de cognoscer
-su voluntad, que era de no ir á Castilla por agora en estos
-navíos, y en fin de muchas pláticas pasadas entre ellos y mí,
-le requerí por ante Francisco Garay, y dije, como yo iba<span class="pagenum"><a name="Page_359" id="Page_359">[359]</a></span>
-allí por mandado de vuestra señoría, á cumplir con él y con
-ellos, etc.» Estas son sus palabras. Escribió todo esto y la poca
-verdad que guardaban, y como huian de concierto, al Almirante;
-á 15 de Mayo, el Almirante escribió una carta á Roldan
-y otra á Adrian de Muxica, con toda modestia, rogándoles
-y amonestándoles, que se quitasen de tan dañosa opinion
-como seguian, porque cesasen tantos escándalos, que se destruia
-la isla y cesaba el servicio de los Reyes, y otras muchas
-cosas buenas que moverlos podian; pero el Roldan, como serpiente
-sorda á los consejos, respondió al Almirante una carta
-harto arrogante y llena de presuncion, que le besaba las manos
-por su consejo, pero que no tenia necesidad dél, y otras
-cosas que mostraban su esencion y temeridad. Despues, dice
-Carvajal en aquella carta, que pasaron muchas cosas que
-por vía de consejo les dijo, que mirasen los daños que hacian
-en la tierra, y que les convenia tomar medios y reducirse;
-dice, que se persuadieron, y que dijeron que les placia, trataron
-dellas, pero ninguno, sino los que ellos daban, les agradaban.
-Pidieron una carabela para que enviasen sus mensajeros
-á los Reyes, concedióselo, de partes del Almirante,
-Alonso Sanchez de Carvajal, y venido, que se lo diesen por
-escrito, no quisieron, diciendo, que él no tenia poderes para
-ello. Finalmente, partiéndose Carvajal por tierra para aquí,
-donde ya estaba de vuelta de la tierra dentro el Almirante, y
-mandó á los dos navíos que se tornasen á este puerto de
-Sancto Domingo, salió Roldan con él á comer donde Carvajal
-comiese, despues no quiso llegar tanto léjos; apeáronse debajo
-de una sombra, y, hablando mucho en ello, dijo Roldan que
-queria tomar el consejo que muchas veces le habia dado, y
-que le enviase el Almirante un seguro firme con provision
-Real y sellado con el Real sello, y otro firmado de algunas
-personas principales que con el Almirante estaban, y que él
-iria á hablar con el Almirante, y concluiria el medio y concierto
-para que esto del todo se acabase, y que esto le decia
-en secreto, que no lo supiese nadie. Plúgole dello mucho á
-Carvajal, y quedó de enviárselo.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_360" id="Page_360">[360]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLIX.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Creyendo el Almirante que el concierto hecho de las dos
-carabelas ó navíos que les envió se efectuara, acordó de escribir
-ciertas cartas á los Reyes de todo lo que habia pasado
-con Francisco Roldan y los demas, y avisando á Sus Altezas
-como lo que habia firmado habia sido contra su voluntad, y
-porque todas las personas principales que deseaban el servicio
-de Sus Altezas se lo habian aconsejado, segun vian en
-peligro esta isla de perderse, en indios y en cristianos, si
-aquellos no se iban de la tierra ó no se reducian, y aquel
-fuego desvergonzado, que cada dia se multiplicaba más, no
-se atajaba. Estas cartas habian de ir en los dos navíos escondidas
-por alguna persona fiel, que no lo sintiese Francisco
-Roldan ni alguno de su compañía: escribió que habia quitado
-á todos los indios el tributo, con título que los indios estaban
-para levantarse, para despues él haberlos por fuerza ó por
-grado, ó por rescate, y que habian hecho, y agora hacen,
-más grandes males en la tierra, porque roban y matan los
-indios, para los dejar todos alzados é indignados contra los
-cristianos, para que, despues de idos ellos, á los que quedasen
-matasen; y avisaba que era fama que llevaban mucho oro,
-porque habian andado por toda la isla rescatándolo, y no sólo
-ellos, pero que tenian ya indios amostrados que enviaban por
-otras partes á rescatarlo. Item, avisaba que llevaban muchas
-mujeres, hijas de señores Caciques, y que los que vinieron
-desterrados para acá por sus delitos, que él llama homicianos,
-eran los más crueles y desmandados, y decia que debian
-Sus Altezas de mandar estar sobre aviso, para que lo más
-presto que pudiere hacerse, les prendiesen y secuestrasen
-lo que llevaban, oro y esclavos, y lo demas que se les<span class="pagenum"><a name="Page_361" id="Page_361">[361]</a></span>
-hallase, hasta que diesen cuenta de lo que acá habian cometido,
-y por qué causas; puesto que tenia, segun dicen,
-que no habian de osar ir al puerto de Cáliz, sino que forzarian
-los marineros para que los llevasen á otra parte, porque
-segun los crímenes que habian cometido, habian de rehusar
-que no los tomasen cuenta. Que ha padecido grandes angustias,
-enojos y trabajos despues que agora vino, por causa deste
-Roldan, y que áun agora era por el mes de Mayo de 1499,
-y no lo via comenzado. Llegado, pues, Carvajal á esta villa,
-donde estaba el Almirante, dióle cuenta de todo lo que en
-Xaraguá, con Roldan y los demas, habia pasado, y la última
-resolucion y secreta de Roldan. El Almirante, como no viese
-la hora de ver el negocio acabado, luego mandó hacer la
-patente real por D. Hernando y Doña Isabel, como se acostumbraba,
-para lo cual le habian concedido los Reyes poder
-y facultad, y sellada con el sello real, en que le daba el seguro
-muy cumplidamente, como Roldan la demandaba; y
-allende la provision real, que no se pone aquí por ser grande;
-ciertos caballeros de calidad, de los que estaban con el Almirante,
-por su mandado, le enviaron el presente seguro, que
-yo vide de sus propias firmas firmado: «Cognoscida cosa sea
-á todos los que la presente vieren, como, porque cumple al
-servicio del Rey y de la Reina, nuestros señores, que venga
-Francisco Roldan á Sancto Domingo á hablar é tomar asiento
-é concierto con el señor Almirante, el cual se teme del dicho
-señor Almirante y de su justicia, y del señor Adelantado, y los
-que aquí firmamos nuestros nombres, decimos que protestamos
-y damos nuestra fe, cada uno de nos como quien es, de no
-hacer mal ni daño al dicho Francisco Roldan ni á ninguno de
-los de su compañía, que con él vinieren, ni á sus bienes, ni
-consentiremos, á toda nuestra posibilidad, que le sea hecho
-ningun daño á las dichas sus personas y bienes, en todo el
-tiempo que él y ellos vinieren y estuvieren en el dicho Sancto
-Domingo, con condicion que él ni ninguno dellos no hagan
-cosa que sea deservicio de Sus Altezas ni del dicho señor Almirante.
-Fecha en la villa de Sancto Domingo á 3 de Agosto<span class="pagenum"><a name="Page_362" id="Page_362">[362]</a></span>
-de 1499 años.&mdash;Alonso Sanchez de Carvajal.&mdash;Pero Fernandez
-Coronel.&mdash;Pedro de Terreros.&mdash;Alonso Malaver.&mdash;Diego
-de Alvarado.&mdash;Rafael Cataño.» Estos seguros, despachados á
-Francisco Roldan, porque más presto Roldan al concierto viniese,
-y el negocio tan deseado y necesario para la paz y
-sosiego desta isla se concluyese, acordó el Almirante de que
-lo hallasen más cercano, como lo era en el cuidado de verlo
-todo apaciguado, y así, metióse en un navío á 22 dias de
-Agosto; llevó tambien otro navío con él, en los cuales llevó
-consigo algunas personas principales, como fué, Pero Hernandez
-Coronel, Miguel Ballester, Alcaide, García de Barrantes,
-Alcaide, Juan Malaver, Diego de Salamanca, Juan
-Dominguez, clérigo, Alonso Medel, piloto, y Cristóbal Rodriguez,
-la lengua, y otros muchos, y vase la costa abajo,
-hácia el Poniente, 20 ó 25 leguas desta villa, al puerto
-que se llama Azua, todas las cuales fué acercárseles. Donde
-vino Roldan y entró con algunos de los suyos en la carabela
-donde estaba el Almirante, y allí platicaron en su
-reduccion y sosiego; y el Almirante, induciéndoles y rogándoles
-á ellos que viniesen á servir á los Reyes como
-de ántes, y que él les haria toda honra y ayudaria en todo
-lo que pudiese que fuese servicio de los Reyes, como si
-ninguna cosa de las pasadas y presentes hobiera pasado,
-respondieron que les placia, dando buena respuesta, con
-que su señoría le concediese cuatro cosas, allende las otras
-que primero le habian enviado á demandar, que sumariamente
-se pusieron en el precedente capítulo. La primera, que
-en aquellos navíos queria enviar y fuesen á Castilla algunas
-personas, que no pasarian de 15; la segunda, que á todos
-los que quedasen, el Almirante les diese sus vecindades
-y tierras para labrar, y á cada uno su labranza, para que se
-les pagase el sueldo del Rey que se averiguase debérseles,
-como si todo el tiempo que habian sido rebeldes y anduvieron
-robando hobieran servido; la tercera, que el Almirante
-mandase apregonar públicamente, que si el dicho Francisco
-Roldan y su compañía habian hecho lo que hicieron, fué por<span class="pagenum"><a name="Page_363" id="Page_363">[363]</a></span>
-falsos testimonios que les levantaron, personas que mal los
-querian y que no amaban el servicio de Sus Altezas; la cuarta,
-que el Almirante constituyese de nuevo, al dicho Francisco
-Roldan, Alcalde mayor por provision real. Esto, así
-concertado en la carabela, y el Almirante concedidas estas
-cosas por la necesidad en que se via, y asentadas por escrito,
-salió Roldan de la carabela á tierra, donde estaban aposentados
-él y su gente en el pueblo de los indios, donde dió
-parte á sus secuaces de lo que traia concedido del Almirante.
-A cabo de dos dias, usando de las industrias y reveses
-acostumbrados, que dél, ó quizá de los que con él andaban,
-salian, los cuales no querian paz, sino andar como andaban,
-por desbaratar lo concertado y nunca venir de conformidad,
-enviaron un tenor de una provision real que ellos ordenaron,
-llena de muchas cláusulas que añidieron, deshonestas y absurdas,
-creyendo que en ninguna manera las otorgara el Almirante,
-segun él siempre creyó y afirmó. Contenia todos los
-capítulos, arriba en el capítulo precedente y estas otras susodichas
-cuatro, y las que demas añidieron, intolerables; la
-postrera de las cuales, fué, que si el Almirante no cumpliese
-lo concertado cumplidamente á su voluntad, que les fuese lícito
-á él y á ellos juntarse y poner todas sus fuerzas por cualquiera
-forma é guisa que mejor pudiesen, para constreñir al
-Almirante para se las hacer por fuerza cumplir é guardar. De
-donde parecia colegirse argumento claro, que no tenian gana
-de se reducir á la obediencia del Almirante, por no tener superior
-que á la vida que traian les estorbase, y así, el Almirante,
-con razon parece que lo podia juzgar, pues tantas
-veces los asientos que se hacian, con nuevos motivos ó colores,
-desbarataban.</p>
-
-<p>Viéndose, pues, el Almirante, cercado de tantas angustias
-y de todas partes, porque por una parte via perderse la isla
-con los daños que aquellos hacian á los indios, por otra, cesar
-los provechos y tributos de los Reyes, que él tenia en el ánima
-por hacer los gastos que acá hacian con tanta dificultad
-y tan pesadamente; por otra, los disfavores y émulos grandes<span class="pagenum"><a name="Page_364" id="Page_364">[364]</a></span>
-que tenia; por otra, que la gente comun que estaba con él, ó
-que no seguia actualmente á Roldan, andaba inquieta y en
-corrillos, y fué avisado que estaban dos cuadrillas dellos para
-se alzar é ir robando por la tierra, diciendo con despecho,
-que habiéndose alzado Francisco Roldan y los demas, cometiendo
-tan grandes crímenes y habiendo destruido esta isla,
-estaban ricos y se salian con todo ello, tambien ellos querian
-hacer lo mismo, y no andar en la obediencia del Almirante,
-perdidos, y via que no tenia gente de quien se fiase, sino era
-de muy pocos para les ir á la mano, prenderlos ó resistirlos, y
-queríanse ir á la provincia de Higuey, que está esta costa del
-Sur, al Levante, al Cabo que llamó el Almirante, de Sant Rafael,
-hácia la Saona, porque habian imaginado que allí serian
-ricos de oro. Item, porque debia haber venido algun navío de
-Castilla en el cual debia escribir el Obispo de Badajoz, don
-Juan Fonseca, al Almirante que estuviese la cosa suspensa,
-porque los Reyes presto lo remediarian, y esto debia ser por
-las nuevas que llevaron los cinco navíos, y esta suspension
-via el Almirante que no podia sufrirse, pues tanto los daños
-y escándalos crescian. Así que, considerando el Almirante todos
-estos inconvenientes, en medio de los cuales se hallaba,
-como entre las ondas de la mar, que algunas veces habia experimentado,
-cuasi zambullido, acordó de escoger, como menor
-mal, conceder todas las cosas, que contra toda razon y
-honestidad y justicia le pedian, con esperanza que tenia que
-los Reyes ternian informaciones de todo y cognoscerian las
-culpas dellos y la fuerza que á él se hacia, y á la justicia real
-desacato, pidiéndole cosas, estando en tan extrema necesidad,
-que toda razon aborrecian, y al fin, por concedérselas no le
-culparian. Todavía puso una cláusula el Almirante, que todo
-aquello que otorgaba, fuese con condicion que cumpliesen los
-mandamientos de Sus Altezas, y suyos, y de sus justicias, y
-á este propósito, dice el Almirante estas palabras: «Así que,
-por evitar este mal, con esperanza que Sus Altezas remediarian
-todo, y que será bien visto y manifiesto á quien leyere
-la dicha provision, que el tenor della ni lo que en ella está no<span class="pagenum"><a name="Page_365" id="Page_365">[365]</a></span>
-lleva razon, y es contra toda órden de justicia y fuera della,
-y que forzosamente se les firmó y otorgó, así como la otra del
-oficio de Alcaldia, sobre lo cual, despues de asentado todo y
-firmado esta primera provision, porque él no queria que en ella
-fablase que habia de tener el dicho Roldan superior, se alzó
-con toda la gente dando voces, y que ahorcaria á mi gente
-que estaba en tierra, si luego no se embarcasen, por lo cual,
-hobe de firmar la dicha provision, como quiso, por el tiempo
-y causas susodichas.» Estas son sus palabras. Ciertamente, manifiesta
-parece la ambicion y malos respetos que aquel pobre
-Roldan pretendia, y la necesidad extrema en que el Almirante
-se via, y, cuan contra su voluntad, lo que firmaba concedia.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_366" id="Page_366">[366]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLX.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Firmadas á su voluntad las provisiones en que se contenian
-los susodichos capítulos, y el Roldan Alcalde mayor constituido,
-aunque ninguna jurisdiccion tenia, y siempre fué persona
-privada y no pública, y tirano en todo cuanto hacia, porque
-determinacion es universal de todos los juristas, que para
-dar ó transferir ó prorogar jurisdiccion, ha de haber en el que
-la confiera, da ó proroga, consentimiento puro y totalmente libre,
-porque de otra manera, mezclándose cualquiera fuerza ó
-miedo, por chica que sea, es ninguna, y de ningun valor cosa
-que con ella se haga y <i>nihil</i>; pero no curó Roldan destos escrúpulos
-de juristas, ni de mirar ó tener dello escrúpulo fué
-digno, todo lo cual le trajo al fin que despues hizo. Así que,
-alcanzado del Almirante todo lo que Roldan y los demas que
-se alzaron querian, luego comenzó Francisco Roldan á
-usar el oficio de Alcalde mayor, y venido aquí á Sancto
-Domingo, y con las gentes que trujo consigo, allegó mucha
-otra de la que aquí estaba de su compañía, cuasi mostrando
-no estar descuidado, sino sobre aviso cada y cuando
-se le ofreciese, y con esta presuncion y soberbia, por
-que el Almirante tenia aquí un Teniente que se llamaba Rodrigo
-Perez, no lo consintió Roldan, diciendo al Almirante que
-no habia de haber Teniente ni tener vara ninguno en toda la
-isla sino los que el pusiese. El Almirante calló y sufrió, y
-y mandó al dicho su Teniente, Rodrigo Perez, que no trujese
-más la vara; por aquí se podrá ver la protervia y maldad de
-aquel, y la paciencia ó sufrimiento y angustias del Almirante.
-Miéntras estuvieron aquí, nunca se juntaban ni conversaban sino
-con los de su compañía, para con los otros siempre se mostraban
-zahareños, no se fiando de nadie, y velándose de noche,<span class="pagenum"><a name="Page_367" id="Page_367">[367]</a></span>
-y no dejaban de hacer fieros y decir palabras temerarias y de
-alboroto, por lo cual mostraban bien claro no estar arrepentidos
-de sus maldades; y habiendo de enviar el Almirante
-cierta gente fuera á ver ciertas labranzas y traer pan, ninguno
-dellos quiso ir ni hacer lo que el Almirante enviaba á mandar;
-bien parece la vida quel Almirante podia entónces tener,
-y lo que sufria, y por esto aunque mataban y hacian fuerzas
-y robos á los indios, no osaba á ninguno castigar ni áun reprender.
-En 28 dias de Setiembre de aquel año de 1499, se pregonó
-la provision del asiento que el Almirante habia tomado
-con Roldan y con ellos; díjose que Francisco Roldan habia
-repartido mucha cantidad de oro entre los que habian sido de
-su compañía. Despachó el Almirante navíos á Castilla, no supe
-cuantos, para cumplir con lo capitulado, y á los que Francisco
-Roldan envió, y se quisieron ir de su voluntad, repartió el
-Almirante, á tres esclavos á algunos, y á otros á uno, segun le
-pareció. En estos estuvo determinado el Almirante de se ir á
-Castilla y llevar consigo el Adelantado, segun entendí, para
-informar á los Reyes de todo lo que habia pasado con este Roldan,
-temiendo lo que no sabia que le estaba aparejado, y en
-gran manera lo acertara, como abajo se verá; pero porque
-sintió que una provincia desta isla, que era la de los Ciguayos,
-de que arriba se ha hecho mencion, á la cual el Adelantado
-habia hecho cruel guerra é injusta, y prendido al Rey della
-como se vido en el cap. 121, vino sobre los cristianos que estaban
-esparcidos por la Vega, dice el Almirante, que se quedó,
-y por su quedada, deliberó de enviar á Miguel Ballester, Alcaide
-de la Concepcion, y á García de Barrantes, Alcaide de Santiago,
-por procuradores é informadores de las cosas pasadas y
-presentes, como personas que habian sido testigos oculares de
-todo; con estos envió los procesos y testimonios que se habian
-hecho contra Roldan y los secuaces suyos, y escribió largo á
-los Reyes con ellos. Suplicaba á los Reyes que viesen aquellos
-procesos y mandasen inquirir y examinar de todo la verdad,
-y cognosciesen sus penas y trabajos, y hiciesen en ello lo que
-fuese su servicio; escribióles las razones por las cuales no<span class="pagenum"><a name="Page_368" id="Page_368">[368]</a></span>
-debian de ser guardadas á Francisco Roldan, y demas que le
-siguieron en aquella tan escandalosa y dañosa rebelion, las
-condiciones y asiento que con ellos hizo el Almirante, y para
-esto daba nueve razones. La primera, porque si las concedió,
-no las hizo ni concedió de su propio motu y voluntad, sino,
-hechas y dictadas por él y por ellos, se las envió hechas,
-y le constriñó la necesidad en que se vido extrema,
-como ha parecido, á las firmar. La segunda, porque se
-firmaron en la carabela, y así en la mar, donde no se
-usa el oficio de Visorey, sino de Almirante. La tercera, porque
-sobre este alzamiento y rebelion estaban hecho dos procesos
-y dada una sentencia contra Roldan y los de su compañía,
-condenándoles por traidores, en lo cual no pudo el Almirante
-dispensar ni quitarles la infamia. Cuarta, porque en la provision
-trata sobre cosas de la hacienda de Sus Altezas, lo cual no
-se pudo hacer sin los oficiales de los Contadores mayores,
-como estaba por los Reyes ordenado y mandado. La quinta,
-porque pidieron que se diese pasaje á todos para Castilla y
-no se exceptuaron ni sacaron los delincuentes que habia enviado
-de Castilla y homicianos. La sexta, porque querian ser
-pagados del sueldo del Rey todos, y de todo el tiempo que
-anduvieron alzados y en deservicio de Sus Altezas, siendo
-como son obligados á pagar todos los daños y menoscabos que
-han hecho á los indios y á los cristianos, y á toda la isla, y á la
-hacienda real, y el cesar de los tributos que habian de pagar
-los indios, y la pérdida de las dos carabelas que fueron por
-ellos, por el primer asiento que ellos quebrantaron, á Xaraguá,
-y el sueldo y bastimento de los marineros, lo cual todo por
-su causa se perdió, y en ello ni en parte dello el Almirante
-no pudo dispensar. La sétima, porque son obligados á pagar,
-mayormente Roldan, los gastos que se hicieron en Castilla
-con pagar el sueldo de seis meses á los 40 hombres que tomó
-en los tres navíos, y los que despues se pasaron á él, venido
-el Almirante, los cuales venian cogidos y á sueldo de los Reyes
-para servir ó trabajar en las minas, y en otras cosas que
-se les mandasen para servicio de los Reyes, y más los bastimentos<span class="pagenum"><a name="Page_369" id="Page_369">[369]</a></span>
-que comieron y los fletes de los navíos, trayéndolos
-acá, y fué causa que se engrosase con ellos y que no viniesen
-á obedecer muchos de los de su compañía, como habian
-escrito sobre ello cartas, y el mismo Roldan, y los primeros
-por quien negocia y pide partido é impunidad son aquellos,
-y con ellos los homicianos. La octava, por que el Roldan no
-mostró, ni señaló, ni nombró las personas de su compañía,
-porque, para que la provision que sobre este asiento el Almirante
-les dió, tuviese valor y alcanzase efecto, requeríase,
-segun dice el Almirante, que mostrase, por escritura firmada
-por ellos, como se ayuntaban y por qué fin hacian su ayuntamiento,
-y en qué tiempo, y las condiciones que todos pedian,
-los cuales se entenderian ser de la compañía de Roldan
-y no otros. La novena, porque el dicho Francisco Roldan,
-al tiempo que partió de Castilla él y los otros que entónces
-en el segundo viaje á estas Indias vinieron, hicieron juramento
-sobre un crucifijo y un misal, y dió la fe y hizo pleito
-homenaje de ser leal á Sus Altezas y guardar el bien y pró
-de su hacienda, por ante el Obispo de Badajoz, é yo y otros
-muchos (dice aquí el Almirante), que allí estaban, como más
-largo parecerá por el dicho juramento, el cual está escrito
-en el libro de los señores Contadores mayores; de lo cual,
-toda ha incurrido en el contrario, porque no han sido leal ni
-leales, y ha echado á perder la hacienda y sido causa que se
-haya perdido el tributo, y no solamente este, más el algodon
-de Sus Altezas, que estaba en Xaraguá, le han tomado, y quemado
-el brasil que estaba cogido y tomadas las velas y aparejos
-de los navíos y el ganado: estas son palabras del Almirante.
-Pone tambien á lo que Roldan y los que se alzaron
-eran obligados á guardar por virtud de la provision que del
-asiento dicho les dió: lo primero, á pagar todos los daños y
-menoscabos que se han recibido en la hacienda de Sus Altezas
-y las dos carabelas, por una cláusula que está, en ella,
-que dice que sean obligados á pagar todo lo que por derecho
-se hallare que deben; por otra cláusula son obligados á nunca
-jamás decir que fué bien hecho se alzar; por otra cláusula<span class="pagenum"><a name="Page_370" id="Page_370">[370]</a></span>
-son obligados á cumplir los mandamientos de Sus Altezas y
-del Almirante, y si no lo cumpliesen no era nada el asiento
-ni seguro, y podiase proceder contra ellos, y por todos los
-delitos y alzamiento pasados, é incurrian en las penas que contenia
-la provision, y estas eran, perdimiento de la vida, de
-los bienes, de los oficios. Por manera que, por el primer mandamiento
-que no obedeciesen, dice el Almirante, que incurrian
-en todas las dichas penas, en perder las vidas, y todo lo
-que en su favor les fué concedido por la provision no les
-vale nada, y el Roldan pierde el Alcaldia. Puesto que por
-aquello no la perdiese, dice el Almirante, no podia usar
-della, porque se le dió por fuerza, lo cual es contra derecho,
-y tambien porque no habia de mandar en casos de justicia á
-la gente que estaba y habia siempre seguido al Adelantado y
-al Almirante, y estado en su obediencia y en servicio de los
-Reyes contra Roldan y sus secuaces, de los cuales habian recibido
-muchos agravios. Suplicaba en estas cartas muy afectuosamente
-á los Reyes que le enviasen un letrado, persona
-experimentada para ejercer el oficio de la justicia, porque la
-gente que en esta isla estaba, dice el Almirante, era muy desmandada,
-y como cognoscian quél no osaba irles á la mano ni
-castigarlos, por los testimonios que en Castilla injustamente le
-habian levantado, y fueron creidos (dice él), por tanto les suplicaba
-que tuviesen por bien de se lo enviar, y que él queria
-pagarle el salario, y que tambien con él juntamente proveyesen
-de dos personas virtuosas para Consejo, y que pluguiese á Sus
-Altezas de no darles sus preeminencias. Tambien avisaba que
-convenia enviar con ellos un Teniente de Contadores mayores
-y otro del Tesorero, que fuesen personas cuales conviniese,
-con quien se negociasen las cosas de la Hacienda real; por
-manera, que en aquel tiempo no habia en esta isla oficiales
-del Rey principales ó propios, sino tenientes de los de Castilla.
-Torna otra vez á decir en estas cartas, que muy necesaria
-era la justicia en esta isla, y, para administrarla, la persona
-que habia dicho, y con ella, dice, que suplicaba á Sus
-Altezas que mandasen mirar por su honra y guardar sus preeminencias:<span class="pagenum"><a name="Page_371" id="Page_371">[371]</a></span>
-«yo no sé (dice él), si yerro, mas mi parecer es
-que los Príncipes deben hacer mucho favor á sus gobernadores
-en cuanto los tienen en el cargo, porque con disfavor todo se
-pierde.» Por estas palabras parecen dos cosas: la una, que,
-cierto, el Almirante deseaba tener ayuda en la gobernacion,
-mayormente cuanto á la administracion de la justicia, porque
-no tuviesen los españoles que decir mal dél, y porque via que,
-como extranjero, era dellos en ménos de lo que debieran tenido;
-porque esta es, creo que, peculiar condicion ó soberbia
-de España. La otra era, que él temia que los Reyes no le
-limitasen su oficio y preeminencia que le habian concedido,
-que resultase en agravio suyo y violencia de sus privilegios,
-que con tantos sudores y aflicciones habia ganado, como al fin
-aquello que temia, y mucho más que aquello adverso, fué lo
-que le vino. Estando en esto, vinieron nuevas al Almirante como
-habia llegado Alonso de Hojeda con ciertos navíos al puerto
-de Yaquimo, que está, la costa abajo, 80 leguas deste puerto
-de Sancto Domingo, donde hay ó habia brasil, y que habia
-llegado allí á 5 de Setiembre, y así lo escribió el Almirante á
-los Reyes en estas cartas. Desta venida de Hojeda tratará la
-historia en el cap. 164 y en el siguiente. Suplicó asimismo á los
-Reyes, que porque él estaba ya muy quebrantado y pasaba
-la peor vida que hombre del mundo, por lo cual iba descreciendo,
-y su hijo D. Diego Colon, que está en la corte, crescia
-en fuerza, haciéndose hombre para poder acá servirles, que
-le hiciesen merced le mandar que viniese acá á ayudarle, para
-que él descansase algo y Sus Altezas fuesen mejor servidos.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_372" id="Page_372">[372]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXI.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Partidos estos navíos con los mensajeros ó procuradores
-del Almirante, que fueron los dos Alcaides, Ballester y Barrantes,
-de mí bien cognoscidos, y los de Francisco Roldan,
-que no ménos cognoscí, con quien es de creer que se alargó
-en escribir sus quejas y ofensas, que partieron cuasi al principio
-de Octubre; á los 19 del dicho mes vino Francisco Roldan
-al Almirante con un memorial de toda la gente que habia
-andado con él, y entónces áun estaba en su compañía, que
-eran 102 personas, y díjole que todos querian vecindad, y
-que la escogian en Xaraguá, donde habian harto más reinado
-que el Rey natural de aquella provincia, Behechio; y era la
-razon, porque allí, como algunas veces se ha dicho, era cuasi
-la corte real de toda esta isla, donde en la policía, y en la
-lengua, y en la conversacion, y en la hermosura de las gentes,
-hombres y mujeres, y en los aires, y amenidad y templanza
-de la tierra, á todas las provincias desta isla (aunque
-todas son admirables y dignísimas), excedia, y así, en aquella
-más que en las otras (puesto que tambien en todas), habia
-grande aparejo para vivir desenfrenadamente los pecadores
-hombres, zabullidos en vicios. Por entónces no quiso el Almirante
-darle licencia para se avecindar, porque temió quizá,
-que estando juntos no moviesen algun motin ó rebelion, como
-despues algo desto paresció y decirse ha. Avecindáronse algunos
-en el Bonao, y de aquí se comenzó allí la villa del
-Bonao; otros en la Vega, en medio della, donde tenia Guarionex,
-Rey della, que llamaban el guaricano, media legua
-abajo de la fortaleza que se nombraba la Concepcion, frontero
-cuasi hácia el Norte de la sierra, á la ribera del rio que llamaron
-Verde; á otros dió vecindad en Santiago, seis leguas<span class="pagenum"><a name="Page_373" id="Page_373">[373]</a></span>
-de allí en la misma Vega, hácia el Norte, derechamente donde
-al presente está. A estos que se avecindaban repartia el
-Almirante tierras en los mismos términos y heredades de los
-indios, y de las mismas heredades y labranzas hechas y trabajadas
-por los indios, que tenian para sustentacion suya y
-de sus mujeres y hijos, repartia entre ellos, á uno 10.000, á
-otro 20.000, á otro más, á otro ménos, montones ó matas,
-como si dijésemos, tantas mil cepas de viña; sólo en esto
-diferia, porque las cepas de las viñas son perpetuas ó cuasi,
-pero las matas no duran ni dan más de fruto de pan, y esto
-puede durar uno y dos y hasta tres años, que pueden comer
-dello, como ya arriba dejamos dicho. Y este repartimiento
-destas labranzas y tierras, dábalas el Almirante
-por sus cédulas, diciendo que daba á fulano en el Cacique
-fulano tantas mil matas, ó montones, que es lo mismo, y lo
-peor y miserando que es y era, de donde comenzó la tiránica
-pestilencia, como arriba se dijo, del repartimiento que
-despues llamaron encomiendas, que decia en la cédula «que
-mandaba que aquel Cacique fulano é sus gentes le labrasen
-aquellas tierras», esto era, que acabadas aquellas matas y montones
-de comer, le plantasen otras, sin señalar número ni
-cuento ni medida; y á los que señalaba y daba de las labranzas
-de los indios ya plantadas, daba solo tierras y los indios que
-se las hiciesen y plantasen en ellas, y juntaba dos españoles
-ó tres en compañía, y aplicábales tal Cacique que les hiciese
-las dichas labranzas de comun, y despues el provecho dellas
-repartiesen. De aquí nacieron entre los españoles unas sanctas
-é inmaculadas compañías. Esta licencia dada por el Almirante
-teníanse ellos cargo de gastar aquellas labranzas en las minas,
-forzando á los indios que fuesen á coger oro, aunque les pesase,
-puesto que no iban sin otra licencia expresa del Almirante,
-dada por escrito, que decia que se daba licencia desde tal mes
-á tal mes, despues pedian que se les acrecentase la dicha licencia,
-en tal dia á tantos de tal mes se le acrecentó la licencia á
-fulano para coger oro hasta tal mes. Dada la licencia y señalado
-que tal Cacique hiciese las labranzas de fulano, español,<span class="pagenum"><a name="Page_374" id="Page_374">[374]</a></span>
-de tal manera del Cacique y de su pueblo ó pueblos ó gente
-aquel hidalgo español se apoderaba, como si se los dieran
-todos por esclavos, ó por mejor decir, si fueran bestias cazadas
-y habidas del campo, no haciendo más cuenta del Cacique y
-señor natural que de sus vasallos; azotes, palos, cortar las
-orejas, y á otros matarlos si en tantito dellos se enojaban ó
-no acudian á hacer tan presto lo que se les mandaba; si los
-Caciques y señores tenian hijas, luego con ellas eran abarraganados,
-y desta manera estuvieron todos, yo presente, muchos
-años. Eran de todos los indios, por temor violentísimo,
-adorados, y, como de los demonios, delante dellos temblaban,
-y guay de aquellos que se huian, ó, como los españoles decian
-en su lenguaje, se alzaban, porque luego iban á buscarlos y
-guerrearlos, y hacian en ellos crueles matanzas, y los que á vida
-se tomaban vendian por esclavos, y destos iban á Castilla los
-navíos cargados; y porque Francisco Roldan no era el postrero
-en deseo de ser rico y querer aprovecharse, pidió al
-Almirante que le hiciese merced de las tierras que estaban en
-cierta parte, cerca de la Isabela, que se llama el Bauruco, tierra
-de cierto Cacique, y de las labranzas que en ellas estaban,
-porque dijo que ántes que se levantase eran suyas. De ver
-fuera si las labró él ó los esclavos moros de su padre, y tambien
-qué poder tenia el Almirante para darle las tierras ó labranzas
-ó haciendas ajenas de los tristes indios; pero no embargante
-todo esto, el Almirante se las dió en 29 de Octubre
-como hacia á los otros. Dióle tambien otras labranzas que estaban
-hechas por los indios en una tierra ó pago, en que habia
-hecho una estancia que en Castilla creo que llamaran casería,
-ó cortijo, ó heredad, donde se hacian las labranzas y dellas
-el pan, y se criaban gallinas, y hacian huertas, y todo lo
-demas que era menester para tener hacienda ó heredad los españoles,
-y buena vida, excepto los ganados que se tenian en otra
-parte; pienso que esta estancia era hecha en nombre del Rey,
-y con este título mandaban á los indios que la labrasen, y pusiéronle
-nombre Esperanza. Concedióle más el Almirante
-al Roldan, que el Cacique y señor que habia desorejado Alonso<span class="pagenum"><a name="Page_375" id="Page_375">[375]</a></span>
-de Hojeda, como se dijo en el cap. 93, y su gente se las labrasen;
-veis aquí como se va entablando aquella tan justa gobernacion
-que llamaron repartimiento, y despues las honestas
-encomiendas. Dice aquí el Almirante, que todo esto hacia
-y daba para que hobiese tiempo de saber de Sus Altezas, qué
-es lo que mandaban hacer dél y de su compañía, pues, como
-prometieron, no se apartaban. Dióle asimismo dos vacas, y
-dos becerros, y dos yeguas, y veinte puercas, todo de lo del
-Rey, para comenzar á criar, porque se lo pedia, y áun creo
-que fueron dos pavos de los de Castilla; y no le osaba negar
-nada. Pero lo que más él pretendió por hinchir mejor las manos,
-y le concedió el Almirante, fué aquel gran rey Behechio
-con sus gentes y vasallos, en la provincia de Xaraguá, donde
-él, como dije, habia más que Behechio reinado, porque aunque
-por allí no habia oro, tenia infinitas gentes que pudiera
-enviar á las minas, donde todos los matara y cogiera entónces
-mucho dello, si del estado que como Rey tenia tan presto
-el hilo no se le cortara.</p>
-
-<p>Partióse de aquí de Santo Domingo, para visitar, la tierra
-adentro, con licencia del Almirante, la cual Dios sabe con qué
-corazon se la daba, y, llegando al Bonao, instituyó por Alcalde
-de aquella provincia, en su lugar, á Pedro de Riquelme,
-uno de los más á él llegados de los con él alzados, reservando
-para sí la jurisdiccion en lo criminal, y que, siendo necesario
-prender alguno en los criminales casos, lo prendiese y enviase
-á la fortaleza de la Concepcion, donde, hasta que él mandase
-lo que se habia de hacer, con prisiones le guardasen; cosa
-muy temeraria, y que él no podia hacer, aunque en la verdad
-se le hobiera dado el oficio jurídica y voluntariamente por
-el Almirante, cuanto más que ni en lo uno ni en lo otro tenia
-ni podia nada. Mucho sintió esto el Almirante, porque le usurpaba
-la superioridad de Visorey y Gobernador, y en la capitulacion
-y concierto hecho, y la provision á él dada, no se le
-habia concedido sino que sólo fuese Alcalde, y no que criase
-á otros Alcaldes. El Riquelme trabajaba, despues de ido Roldan,
-de hacer una fortaleza en un lugar fuerte en aquella provincia<span class="pagenum"><a name="Page_376" id="Page_376">[376]</a></span>
-del Bonao, lo que debia ser artificio de ambos para se hacer
-más fuertes, cuando fuera menester, contra el Almirante; contradíjole
-un Pedro de Arana, hombre muy honrado, tio de
-D. Hernando, segundo hijo del Almirante, y escribiólo al Almirante,
-é yo vide la carta: luego el Almirante le envió á
-mandar que no hiciese cosa en ello hasta que se lo mandase.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_377" id="Page_377">[377]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Quiero aquí volver el rayo de la consideracion, ántes que
-pase adelante, á la infalible y menuda providencia de Dios y sabiduría
-sempiterna, la cual, puesto que parece que no habla,
-clamores da, empero, en las plazas y en las puertas de las
-ciudades, en medio de las compañas, y en todas partes y lugar
-levanta su voz, como dice Salomon en el primero de
-sus «Proverbios,» ¿en qué habia ofendido de nuevo el Almirante,
-salido de Castilla con mucha gracia de los Reyes, y
-con poderes, favores y mercedes más abundantes, de camino
-haber descubierto la tierra de Paria, principio de toda la
-gran tierra firme de este orbe, con perlas y oro, con tan inmensos
-sudores, peligros y trabajos? Despues de llegado á
-esta isla, donde pensaba resollar y consolarse, halló materia
-de tanta tristeza y amarguras, sabido el levantamiento de
-Francisco Roldan, sin haber sido causa del; con cuanta diligencia,
-paciencia, solicitud, sufrimiento y cuidado trabajó de
-asegurarlo, perdiendo tanto de su autoridad, recibiendo muchos
-descomedimientos de los alzados, disimulando muchos
-defectos de los que consigo estaban, dignos de castigar, padeciendo
-cada dia nuevos temores de que los que tenia consigo
-le habian de dejar, como se ha contado. El dolor que sufria
-por el enojo que habian de recibir los Reyes, que era
-lo que más le solia atormentar, el disfavor que le habia
-de crecer de parte de los émulos y adversarios grandes
-que tenia en la corte sin por qué ni para qué, á los cuales,
-con estos reveses, se les ofrecia ocasion para, del todo, como
-lo hicieron, poderlo derrocar; finalmente, con su mucha prudencia
-y perseverante sufrimiento, hobo de concluir el reducimiento
-de Francisco Roldan. ¿En qué, pues, ofendió, y<span class="pagenum"><a name="Page_378" id="Page_378">[378]</a></span>
-á quién de los españoles que allá estaban, y á los Reyes, desirvió
-despues que de aquí salió hasta que tornó acá, y en
-los trabajos y cuidado que tuvo, miéntras duró el atraimiento
-y reduccion de Roldan, que á 21 de Mayo estuviese leyendo,
-con angustia de su ánima, la carta de Alonso Sanchez de
-Carvajal, de como Roldan no cumplia el asiento de irse en
-las dos carabelas con sus alzados á Castilla, y que aquí, el
-mismo año, mes y dia, firmasen los Reyes las provisiones
-para quitarle la gobernacion, y por consiguiente le sucediesen
-(sacada la muerte), todos los otros desastrados é infelices
-males y daños, y que no bastasen para mover á los Reyes, á
-no del todo derrocarle, los servicios tan irrecompensables pasados,
-y este de agora tan grande, como fué haber descubierto
-la tierra firme y oro de nuevo hallado en ella, y más
-las perlas que hasta entónces no habian parecido, y pudieran
-esperar que tambien habian de haber de allí otras piedras y
-cosas preciosas? Esta cuestion no tiene otra respuesta que
-cuadre, sino que la divina sapiencia, en esto que á nosotros
-parece, parecia que callaba, y, en deponerle del estado que le
-habian dado, clamaba y levantaba su voz en las plazas, que
-no por los daños é injusticias que hacia á los cristianos (porque
-dado que le habian acusado de muchos que habia justiciado
-de ántes, quizá lo habian bien merecido, y eran 10 ó 12,
-ó quizá no tantos), sino por las grandes injusticias, y guerras,
-y imposicion de tributos, y agravios y no por persona humana,
-ni con haber ni riquezas del mundo, recompensables, que
-habia hecho á los indios, y actualmente hacia y tenia propósito
-de hacerles, con la granjería que trataba, de querer
-hinchir toda la Europa de estos inocentes indios, inícuamente
-hechos esclavos, aunque á él parecia que con intincion santa,
-y es cierto, yo creer, quél creia que no erraba. Por esta, digo,
-causa, verdaderamente no fué en mano de los Reyes, los cuales
-sin duda, como agradecidos Príncipes, le amaban, sino
-por voluntad y disposicion divina, el regimiento de este orbe,
-que muy bien al principio merecido tenia, le quitaron de las
-manos. ¡Oh cuan léjos y distantes, son los pensamientos y<span class="pagenum"><a name="Page_379" id="Page_379">[379]</a></span>
-juicios de los hombres, de los del eterno é inmenso Dios!
-¡Cuán engañosa ó engañable, incierta y variable suele salir
-la sentencia de nuestro parecer! ¡Cuán cierta é infalible, la
-provision universal de la divina sapiencia, que por una parte
-permitiendo y disimulando calle, y por otra parte, obrando
-hable, por otra, callando parece que aprueba, por otra, castigando,
-cuando ménos los hombres ofenden y más seguros
-están, sin duda reprueba, por otra, quitándonos las ocasiones
-de ofenderle, á los que no sienten por qué el azote les viene,
-concede señalado bien para que lastar tanto en esta ó en la
-otra vida no tengan, y á los que por don de su gracia lo entienden,
-misericordiosamente consuela! Así creo que se hobo,
-en disponer el estado del Almirante, la divina Providencia,
-porque cuando le permitia y disimulaba los males que á los
-indios hacia, parecia que, callando se los aprobaba, y él, así
-creo que lo creia, pero cuando ménos ofendia y en mayores
-angustias estaba, juntamente con enviarle algun castigo, le
-quitó la ocasion certísima y veemente de su damnacion eterna,
-si mucho tiempo más se lo disimulara. De aquí es de
-creer piadosamente, y dello hay hartas conjeturas, que como
-Nuestro Señor le concedió tener buena voluntad, y que todo
-lo que hacia y obraba parece que lo enderezaba finalmente
-al honor divino, que despues le diese cognoscimiento para
-que sintiese, que, por los grandes pecados que cometió contra
-estas gentes, y daños gravísimos, que con su ignorancia no excusable,
-les hizo, privacion de su estado (aunque no por sentencia
-pronunciada en contradictorio juicio, sino por voluntad
-de los Reyes), y las otras calamidades con todo lo demas,
-le vino. Y este es el primer principio, por el cual, de los celestiales
-bienes y de nuestra final salvacion, supuesta la gracia
-divina, nos hacemos dignos. Teniendo ya determinado los Reyes
-de quitarle la gobernacion, no creo que perpétuamente,
-y firmado las provisiones á 21 de Mayo de aquel año de 1499,
-como dije, solamente movidos por las nuevas que tuvieron,
-que él escribió en los cinco navíos, de que llegado á
-esta isla halló que Francisco Roldan era levantado, puesto<span class="pagenum"><a name="Page_380" id="Page_380">[380]</a></span>
-que creo tambien que debiera de escribir Francisco Roldan
-ó sus amigos, llegaron estos dos navios postreros, donde
-fueron los mensajeros, por cerca de Navidad. Los del Almirante
-hacen relacion á los Reyes del levantamiento y
-desobediencia de Francisco Roldan, y de los que le siguieron
-ser hombres facinerosos, viciosos, robadores, violentos, ladrones,
-forzadores de mujeres casadas, corrompedores de
-vírgenes, homicidas, falsos, perjuros, fementidos; de los robos,
-muertes, daños grandes y escándalos que en toda esta isla
-habian hecho, y de los trabajos y peligros que, sobre esto,
-el Adelantado, y despues el Almirante, padecieron. Los de
-Roldan, por el contrario, dieron del Almirante y de sus
-hermanos terribles quejas, llamándolos tiranos, injustos, crueles,
-que por cosas fáciles atormentaban los españoles, los
-degollaban, ahorcaban, azotaban, cortaban manos, sediendo
-la sangre castellana como capitales enemigos, deservidores de
-los Reyes, y que no procuraban sino alzarse con el imperio
-destas Indias, y daban esta conjetura: que no dejaban cojer
-el oro de las minas por haberlo todo ellos, y otras muchas
-abominaciones que afirmaban contra ellos para excusar su
-alzamiento y desvergüenza, diciendo que por estas causas se
-absentaron y apartaron dellos. Cerca de lo que yo sentí y
-entiendo de todo esto, abajo diré mi sentencia. Oidos los clamores
-y quejas de ambas partes, los Reyes, de lo que habian
-proveido y aún estaban proveyendo, en ningun cosa se arrepintieron,
-ántes se confirmaron en su propósito, y muchas
-otras cosas para el remedio, segun juzgaron ser necesario,
-proveyeron.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_381" id="Page_381">[381]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Por este tiempo, en aquestos dos navíos ó en otros que
-envió poco despues, escribió el Almirante á los Reyes una
-carta muy larga, en la cual hizo un epílogo y abreviatura
-de todas las cosas que le habian acaecido despues que vino y
-estuvo en la corte, y propuso su empresa ante los Reyes de
-descubrir estas Indias, hasta estos presentes dias, de la cual
-quiero aquí referir algunos pedazos, porque me parece convenir
-é testificar con él mismo muchas cosas de las arriba
-dichas, y tambien porque sepan las quejas que de su fortuna
-y adversarios, con razon, tenia, y las razones y disculpas
-que para ello traia. Hablando de su venida deste viaje tercero
-que hizo, y de como llegó á esta isla Española y halló
-levantado á Roldan, entre otras cosas, dice: «Despues que
-vine, y, con tanta gente y poderes de Vuestras Altezas, él se
-mudase de su primero propósito y dijese esto, yo quisiera
-salir á él, más hallé que era la verdad, que la mayor parte
-de la gente que yo tenia eran de su bando; y como fuese
-gente de trabajo, y yo para trabajo los hobiese asueldado,
-este Roldan y los que con él eran, y los otros que ya estaban
-de su parte, tuvieron forma de los emponer que se pasasen
-con ellos porque no trabajarian y ternian rienda suelta y mucho
-comer y mujeres, y, sobre todo, libertad á hacer todo lo
-que quisieren; é así, fué necesario que yo disimulase, y en
-fin, vine en concierto que yo les diese, de las tres carabelas
-que habia de llevar el Adelantado á descubrir, las cuales estaban
-de partida, las dos, y cartas para Vuestras Altezas de
-bien servido y su sueldo, y otras cosas muchas deshonestas;
-é así se las envié allá al cabo del Poniente desta isla, allí
-donde ya tenian su asiento; é así he estado siempre en fatiga,<span class="pagenum"><a name="Page_382" id="Page_382">[382]</a></span>
-de que yo vine hasta hoy dia, que es el mes de Mayo del 99,
-porque áun no se ha ido, y tiene allá los navíos, y cada dia
-me hacen saltos y enojos: nuestro Señor lo remedie como
-fuere su servicio. Muy altos Príncipes, cuando yo vine acá,
-traje mucha gente para la conquista destas tierras, los cuales
-recibí todos por importunidad, diciendo ellos que servirian
-en ello muy bien y mejor que nadie, y era al revés, segun
-despues se ha visto; porque no venian, salvo con creencia
-que el oro que se decia que se hallaba, y especerías, que era
-á coger con pala, é las especias que eran dellas los lios hechos
-liados, y todo á la ribera de la mar, que no habia más salvo
-hecharlo en las naos, tanto los tenia ciegos la cudicia: é no
-pensaban, que, bien que hobiere oro, que sería en minas, y los
-otros metales, y las especias en los árboles, y que el oro seria
-necesario de cavarlo, y las especias cogerlas y curarlas. Lo cual
-todo les predicaba yo en Sevilla, porque eran tantos los que
-querian venir, é yo les cognoscia su fin, que hacia decirles esto,
-y todos los trabajos que suelen sufrir los que van á poblar
-nuevamente tierras de muy léjos. Á lo cual todos me respondian
-que á eso venian, y por ganar honra en ello, más como
-fuese el contrario, como yo dije, ellos, en llegando acá, que
-vieron que yo les habia dicho la verdad, é, que su cudicia no
-habia lugar de hartarse, quisiéranse volver luego, sin ver que
-fuera imposible de conquistar y señorear esto, y porque yo
-no se lo consentí, me tomaron odio, y no tenian razon, pues
-que por importunidad los habia traido y, hablado claro que
-yo venia á conquistar, y no por volver luego como aquel que ya
-habia visto otras semejantes, y que tenia cognoscida su intincion;
-y asimismo me tomaron odio porque yo no los consentia
-ir por la sierra adentro, derramados de dos en dos, ó tres
-en tres, y algunos solos, por lo cual los indios habian muerto
-muchos, á esta causa, por andar así derramados, y mataran más
-si yo no le remediara, como dije, y llegara su osadía á tanto,
-que me echaran sin debate de la tierra, si Nuestro Señor no lo
-proveyera. Rescibí en esto grande pena, así como en los bastimentos
-que yo les habia de proveer; y algunos que no podian<span class="pagenum"><a name="Page_383" id="Page_383">[383]</a></span>
-dar de comer en Castilla á un mozo, querrian tener acá
-seis é siete hombres, y que yo se los gobernase y pagase sueldo,
-que no habia razon ni justicia que los hiciese satisfechos. Otros
-habian venido sin sueldo, digo (bien la cuarta parte), escondidos
-en las naos, á los cuales me fué necesario de contentar así
-como los otros; en manera, que, desde entónces, en mayor pena
-con los cristianos que con los indios, y hoy en dia no acabo,
-ántes por una parte se ha doblado y por otra se me alivia.
-Dóblaseme por este ingrato desconocido, Roldan, que vivia
-conmigo y los que con él son, á los cuales yo tenia hecha
-tanta honra, y á este Roldan (que no tenia nada), dado en
-tan pocos dias, que tenia ya más de un cuento, y á estotros que
-agora nuevamente se fueron allegando de Castilla, dado dineros
-y buena compañía, así que estos me tienen en pena; de
-otra parte estoy aliviado, porque la otra gente siembran y
-tienen ya muchos bastimentos, é saben ya la costumbre de
-la tierra, é se comienza á gustar de la nobleza della y fertilidad,
-muy al contrario de lo que hasta aquí se decia: que
-creo que no haya tierra en el mundo tan aparejada para haraganes
-como esta, é muy mejor para quien quisiere ayuntar hacienda,
-como despues diré, por no salir del propósito. Así que
-nuestra gente que vino acá, visto que no podian hinchir su
-cudicia, la cual era desordenada, y áun tanto que muchas veces
-he pensado y creido, que ella haya sido causa que Nuestro
-Señor nos haya cubierto el oro y las otras cosas; porque luego
-que acá salí al campo hice experimentar á los indios cuanto
-dello podian coger, y hallé que algunos que sabian bien dello
-cogian en cuatro dias una medida que cabia una onza y media,
-y así tenia yo asentado con todos los desta provincia de
-Cibao, y les aplacia de dar de tributo cada persona, hombre
-y mujer, de catorce años arriba hasta setenta, una medida
-destas que yo dije de tres en tres lunas, y le cogí yo este tributo
-hasta que fuí á Castilla, así que esto tengo yo imaginado que la
-cudicia haya sido causa que se pierda. Mas estoy muy cierto que
-Nuestro Señor, por su piedad, no mirará á nuestros pecados, é
-que en viendo tiempo para ello, luego lo volverá con ventaja;<span class="pagenum"><a name="Page_384" id="Page_384">[384]</a></span>
-la cual gente nuestra, despues que vido que su parecer no
-les salia como tenian imaginado, siempre despues estaban con
-congoja para se volver á España, é así les daba yo lugar que
-fuesen en cada pasaje, y por mi desdicha, bien que de mi hobiesen
-recibido mucha honra y buen tratamiento, ellos, en
-llegando allá, decian de mí peor que de un moro, sin dar á
-ello ninguna razon, y me levantaron mil testimonios falsos, y
-dura esto hoy en dia: mas Dios Nuestro Señor, el cual sabe
-bien mi intencion y la verdad de todo, me salvará, ansí como
-hasta aquí hizo, porque hasta hoy no ha habido persona
-contra mí con malicia que no le haya él castigado, y por
-esto es bien de echar todo el cuidado en su servicio, que él
-le dará gobierno. Allá dijeron que yo habia asentado el pueblo
-en el peor lugar de la isla, y es el mejor della, y dicho
-de boca de todos los indios de la isla; y estos que esto decian,
-muchos dellos no habian salido fuera del cerco de la
-villa un tiro de lombarda: no sé qué fe podian dar dello.
-Decian que morian de sed, y pasa el rio allí junto por la villa,
-áun no tan léjos como de Sancta María, en Sevilla, al rio;
-decian que este lugar es el más doliente, y es el más sano;
-bien que toda esta tierra es la más sana y de más aguas y
-mejores aires, que otra que sea debajo del cielo, y se debe
-creer que es así, pues que en un paralelo y en una distancia
-de la línea equinoccial con las islas de Canaria: las cuales en
-esta distancia son conformes, mas no en las tierras, porque
-son todas sierras secas y altísimas, sin agua, ni sin fruto y sin
-cosa verde, las cuales fueron alabadas de sábios por estar en
-tan buena temperancia, debajo de tan buena parte del cielo,
-distantes de la equinoccial, como ya dije, mas esta Española
-es grandísima, que boja más que España, y muy llena de
-vegas, y campiñas, y montes, y sierras, y rios grandísimos,
-y otras muchas aguas y puertos, como la pintura della, que
-aquí irá, hará manifiesto, y toda populatísima de gente muy
-industriosa; así que creo que debajo del cielo no hay mejor
-tierra en el mundo. Dijeron que no habia bastimentos, y hay
-carne y pan y pescado, y de otras muchas maneras, en<span class="pagenum"><a name="Page_385" id="Page_385">[385]</a></span>
-tanta abundancia, que despues de llegar acá, peones que se
-traen de allá para trabajar acá, que no quieren sueldo, y se
-mantienen á ellos y á indios que les sirven, y como se puede
-tomar por este Roldan, el cual va al campo, y es más de un
-año, con 120 personas, las cuales traen más de 500 indios
-que los sirven, é á todos los mantienen con mucha abundancia.
-Dijeron que yo habia tomado el ganado á la gente que lo
-trujo acá, y no trajo nadie dello, salvo yo ocho puercas, que
-eran de muchos; y porque estos eran personas que se querian
-volver luego á Castilla y las mataban, yo se lo defendí
-porque multiplicasen, mas no que no fuesen suyas, de que se
-ve agora que hay acá dellos sin cuento, que todos salieron
-desta casta, y los cuales yo truje en los navíos y les hice la
-costa, salvo el primer gasto, que fué 70 maravedís la pieza
-en la isla Gomera. Dijeron que la tierra de la Isabela, adonde
-es el asiento, que era muy mala y que no daba trigo;
-yo lo cogí y se comió el pan dello, y es la más fermosa tierra
-que se pueda cudiciar: una vega de 14 leguas de largo y dos
-de ancho, y tres y cuatro, entre dos sierras, y un rio muy caudaloso
-que pasa al luengo por medio della, y otros dos, no
-grandes, así como muchos arroyos que de la sierra vienen á
-ellos, ni por pan de trigo cura nadie, porque estotro es mucho
-y mejor para acá y se hace con ménos trabajo. De todo esto me
-acusaban contra toda justicia, como ya dije, y todo esto era
-porque Vuestras Altezas me aborreciesen á mí y al negocio;
-mas no fuera así si el autor del descubrir dello fuera converso,
-porque conversos, enemigos son de la prosperidad de
-Vuestras Altezas y de los cristianos, mas echaron esta fama
-y tuvieron forma que llegase á se perder del todo; y estos
-que son con este Roldan, que agora me da guerra, dicen que
-los más son dellos. Acusáronme de la justicia, la cual siempre
-hice con tanto temor de Dios y de Vuestras Altezas, más
-que los delincuentes sus feos y brutos delitos, por los cuales
-Nuestro Señor ha dado en el mundo tan fuerte castigo, y de
-los cuales tienen aquí los Alcaldes los procesos. Otros infinitos
-testimonios dijeron de mí y de la tierra, la cual se ve<span class="pagenum"><a name="Page_386" id="Page_386">[386]</a></span>
-que Nuestro Señor la dió milagrosamente, y la cual es la más
-hermosa y fértil que haya debajo del cielo, en la cual hay oro
-y cobre, y de tantas maneras de especias y tanta cantidad de
-brasil, del cual, sólo con esclavos, me dicen estos mercaderes,
-que se puede haber cada año 40 cuentos, y dan razon dello,
-porque es la carga ahí más de tres veces tanto cada año; y
-en la cual puede vivir la gente con tanto descanso, como todo
-se verá muy presto. Y creo, que, segun las necesidades de
-Castilla y la abundancia de la Española, se haya de venir á
-ella muy presto de allá grande pueblo, y será el asiento en la
-Isabela, adonde fué el comienzo, porque es el más idóneo
-lugar y mejor que otro ninguno de la tierra, como se debe de
-creer pues que Nuestro Señor me llevó allí milagrosamente,
-que fué que no pude ir atras ni adelante con las naos, salvo
-descargar y hacer asiento; y la cual razon me movió á escribir
-esta escritura, por la cual dirán algunos que no era
-necesario de relatar fechos pasados, y los ternán por prolijos
-y son tan breves, mas yo comprendí que todo era necesario,
-así para Vuestras Altezas, como para otras personas
-que habian oido el maldecir con tanta malicia y engaño, lo
-cual se ha dicho sobre cada cosa de las escritas, y no solamente
-de las personas que fueron de acá, é más, con mucha
-crueldad, de algunos que no salieron de Castilla, los
-cuales tenian facultad de probar su malicia al oido de
-Vuestras Altezas, y todo con arte, y todo por me hacer
-mala obra, por envidia, como pobre extranjero; mas en todo
-me ha socorrido y socorre Aquel que es eterno, el cual siempre
-ha usado misericordia conmigo, pecador muy grande.»
-Todo lo dicho es del Almirante, y dice más abajo, describiendo
-ciertas sierras: «Estas sierras, ambas, son pobladas y
-eran populatísimas cuando yo vine acá, y se han algo despoblado,
-porque la gente dellas probaron guerra conmigo y
-nuestro Señor me dió victoria siempre, las cuales sierras,
-ambas, lo más dello son labradas y de preciosas tierras fertilísimas,
-etc.»</p>
-
-<p>Muchas cosas habia en esta carta de notar, pero porque<span class="pagenum"><a name="Page_387" id="Page_387">[387]</a></span>
-algunas quedan dichas en otros capítulos, y por abreviar,
-solamente aquesta postrera que dice el Almirante se debe
-notar: que la tierra halló populatísima cuando vino, pero que
-estaba algo despoblada, porque probaron guerra contra él los
-indios; y quiere decir, que por la guerra que él les hizo la
-habia despoblado algo. Y no es maravilla que la despoblase,
-pues enviaba los navíos cargados de esclavos, y lo tenia y
-entendia tener por granjería, ignorando tan malamente la
-justicia que los indios tenian de hacerle á él guerra y echarlo
-de la tierra á él y á todos los cristianos, y tambien del
-mundo, pues tantos agravios y males, él y ellos, les hacian,
-y la servidumbre durísima en que los ponian estragándoles
-y desordenándoles totalmente su mansedumbre, su concierto
-pacífico, su ser todo, y humilde y natural policía, y finalmente
-con tanto daño de sus vidas, y de mujeres, y hijos; y él ni los
-cristianos contra ellos no tenian alguna justicia, ántes iniquísima
-y contra toda razon natural injusticia. A lo otro que
-dijo arriba, que habia avisado en Sevilla á los que querian
-venir acá, que no venia á esta isla, sino á conquistar, etc.; no
-mostrará el Almirante provision ni mandado de los Reyes,
-que le mandasen conquistar estas gentes, por vía de hacerles
-guerra y destruirlas por guerras, porque no se las encomendaba
-la Sede Apostólica para esto, sino para convertirlas y
-salvarlas, trayéndolas á Jesucristo muerto y vivo por ellas.
-Esto claro parece por el primer capítulo de la Instruccion que
-le dieron, que arriba en el cap. 81 pusimos. Item, ¿como habian
-de mandar los Reyes católicos y píos, que conquistase por
-guerras á gente que el Almirante mismo habia loado, predicado
-y encarecido por humilísimas, graciosas, humanas, hospitales,
-liberales, dadivosas, caritativas, bonísimas y simplicísimas?
-Manifiesto es que no se debe creer, que teniendo tal
-noticia, dada por el mismo Almirante, y con verdad y mucha
-razon, pues tan buen acogimiento halló en todos los lugares
-destas islas donde llegó, mayormente cuando perdió la nao
-en el puerto de la Navidad, reino del Rey piadoso Guacanagarí,
-como parece en los capítulos 59 y 60 y en los siguientes,<span class="pagenum"><a name="Page_388" id="Page_388">[388]</a></span>
-y esta relacion hicieron los Reyes al Papa, de la bondad
-y mansedumbre de estas naciones, que no le habian de mandar
-que las conquistase con guerra; y si los Reyes le dieron
-tal provision, él no la habia, como injusta, de cumplir, arbitrando
-que habian sido mal informados.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_389" id="Page_389">[389]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXIV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Necesario es, ántes que pasemos adelante, tornar un poco
-atras para que la historia no deje olvidada cosa de las que son
-señaladas. Volviendo, pues, al efecto que salió, sin lo dicho,
-de los cinco navíos que despachó con las nuevas, el Almirante,
-del descubrimiento de la tierra de Paria y firme, y perlas,
-y del acaecimiento que mezcló el alegría que los Reyes recibieran
-de las tales nuevas, sino supieran la rebelion de Francisco
-Roldan; como Alonso de Hojeda, que ya estaba en Castilla,
-el cual, creo yo, que debiera de irse cuando mi tio Francisco
-de Peñalosa, supo que el Almirante habia la dicha tierra descubierto
-y las perlas, y vido la figura que el Almirante envió
-á los Reyes della, y decia en sus cartas que era isla,
-y con duda (ó alguna creencia) que era tierra firme, como le
-favorecia y era aficionado el Obispo de Badajoz, D. Juan de
-Fonseca, que todo lo rodeaba y proveia, suplicóle que le
-diese licencia para venir á descubrir por estas partes, islas ó
-tierra firme, ó lo que hallase. El Obispo se la dió firmada de
-su nombre y no de los Reyes, ó porque los Reyes se lo cometieron
-que él diese las tales licencias ó aquella sola, lo
-cual es duro de creer, ó porque de su propia autoridad se la
-quiso dar no dando parte á los Reyes dello, porque como
-el año de 95 el Almirante se habia quejado á los Reyes ser
-contra sus privilegios dar licencia á alguno para descubrir,
-porque muchos la pedian, y le dieron sobrecarta para
-que cerca de aquello se le guardasen sus privilegios, si era
-contra ellos, y así se suspendió, segun arriba en el cap. 125
-dijimos, y dar esta licencia al Obispo de esta manera, no sé
-como lo pudo hacer; puesto que tambien siento, que como era
-hombre muy determinado y acelerado, y no estaba bien con<span class="pagenum"><a name="Page_390" id="Page_390">[390]</a></span>
-las cosas del Almirante, que darla temerariamente, sin consultar
-los Reyes, pudo ser, pero todavía dudo de ello, porque,
-aunque era muy privado de los Reyes, cosa era esta que no
-osara por sola su autoridad hacer. Dióla, empero, con esta limitacion,
-que no tocase en tierra del rey de Portugal, ni en
-la tierra que el Almirante habia descubierto hasta el año
-de 95. Tambien ocurre aquí otra dificultad, que ¿porqué no
-salvaba la tierra que agora el Almirante habia descubierto,
-pues constaba por la pintura y cartas que della enviaba á
-los Reyes? A esto no sabré responder. De traer su licencia
-solamente firmada del dicho Obispo y no de los Reyes, ninguna
-duda hobo, porque Francisco Roldan la vido y lo escribió
-al Almirante, y yo vide la carta original, como luego se
-dirá. Habida, pues, la licencia Hojeda, hobo personas en Sevilla
-que le armasen cuatro carabelas ó navíos, porque
-habia muchos ávidos y codiciosos de ir á descubrir el ovillo
-por el hilo que le puso en las manos el Almirante, por
-haber sido el primero que abrió las puertas deste, cerrado
-tantos siglos habia, mar Océano. Partió del puerto de Sancta
-María ó de Cáliz, por el mes de Mayo, y, sino dice contra la
-verdad Américo Vespucio en los dias del mes, como no la
-dice cuanto al año, fué su partida á 20 de Mayo de 499; no
-de 97 como Américo dice, usurpando la gloria y honra que al
-Almirante pertenecia, y aplicándosela á sí mismo sólo, queriendo
-dar á entender al mundo, que él habia sido el primer
-descubridor de la tierra firme de Paria, y no el Almirante, á
-quien todo el descubrimiento de todas estas Indias, islas y
-tierra firme, justa y debidamente se le debe, como arriba en
-el cap. 140 queda probado. En el cual capítulo trabajé de poner
-por dudoso, si el Américo habia de industria negado, tácitamente,
-este descubrimiento primero haber sido hecho por
-el Almirante y aplicado á sí sólo, porque no habia mirado lo
-que despues colegí de los mismos escritos del Américo, con
-otras escrituras que de aquellos tiempos tengo y he hallado,
-por lo cual digo haber sido gran falsedad y maldad
-la del Américo, queriendo usurpar, contra justicia, el honor<span class="pagenum"><a name="Page_391" id="Page_391">[391]</a></span>
-debido al Almirante, y la prueba desta falsedad por esta manera
-y por el mismo Américo quedará clarificada. Supongamos
-lo que arriba en el cap. 140 queda probado, conviene á
-saber: Lo primero, el testimonio de tanta multitud numerosa
-de testigos, que de vistas sabian que el Almirante fué el primero
-que descubrió la tierra firme de Paria, y por consiguiente,
-ninguno por toda la tierra firme llegó ántes, y esto afirma
-tambien Pedro Mártir, en los capítulos 3.º y 9.º de su primera
-Década. Item, el mismo Hojeda, en su deposicion, tambien lo
-testifica sin poder negarlo, diciendo que, desque vido la figura
-ó pintura en Castilla, vino él á descubrir, é halló que habia
-llegado á Paria y salido por la Boca del Drago el Almirante.
-Lo segundo, que Américo vino con Hojeda, ó por piloto, ó que
-sabia algo de la mar, pues lo cuenta junto con Juan de la
-Cosa y otros pilotos, ó, por ventura, que vino como mercader
-poniendo algunos dineros y teniendo parte en el armada. Lo
-tercero, supongamos lo que Américo confiesa en su primera
-navegacion, y es, que llegó á la tierra que llamaban los indios
-moradores della, Paria; item, que en cierta parte ó provincia
-de la costa de la tierra firme, ó en la isla donde hicieron
-guerra, los indios della le hirieron 22 hombres y matáronle
-uno, y esto acaesció en el año 99, como luego se probará. Pues
-digamos así: el Almirante fué el primero que descubrió á
-tierra firme y Paria, Hojeda fué el primero despues del Almirante,
-y Américo fué con Hojeda, y confiesa que llegaron á
-Paria. Pues el Almirante partió de Sant Lúcar á 30 de Mayo
-de 98 años, luego Hojeda y Américo partieron de Cáliz el año
-siguiente de 99 años, porque si el Almirante partió á 30 de
-Mayo de Sant Lúcar, y Hojeda y Américo á 20 de Mayo de
-Cáliz, y el Almirante partió primero, no pudo ser la partida
-de Hojeda y Américo en aquel año de 98, sino en el siguiente
-de 99 años; ni se pudo decir en contra que pudo ser haber
-partido Hojeda y Américo primeramente á 20 de Mayo el año
-mesmo de 98, que partió el Almirante, puesto que fuese verdad
-que el Almirante llegase primero y descubriese á Paria,
-porque ya terniamos confesado el intento, conviene á saber,<span class="pagenum"><a name="Page_392" id="Page_392">[392]</a></span>
-que el Almirante hobiese descubierto á Paria, y quedaria el
-dicho de Américo falso tambien, por él confesado, que dice que
-partió el año de 97 años; luego, sin duda, ni partieron de Cáliz
-el año de 97, ni tampoco el de 98, sino el de 99, y por consiguiente,
-queda manifiesto que no fué Américo el que descubrió
-primero la tierra firme de Paria, ni otro ninguno sino
-el Almirante. Esto se confirma, por lo que arriba en el capítulo
-140 se vido, que Hojeda en su deposicion tomado por testigo
-en favor del Fisco, dijo, conviene á saber, que despues que
-vido la pintura de la tierra, que el Almirante habia descubierto,
-en Castilla, vino á descubrir y halló ser verdad la tierra como
-en pintura la habia visto, y pues esta pintura y relacion envió
-el Almirante á los Reyes el mismo año de 98, á 18 de Octubre
-que partieron los dichos navíos y llegaron por Navidad, y en
-ellos fué mi padre, como parece en el cap. 155, arriba. Luego
-si partió Hojeda y Américo por Mayo, á 20 dél, como escribe
-Américo mismo, no pudo ser sino al año siguiente del 99.
-Item, por otra razon se confirma: el Almirante fué avisado de
-los cristianos que estaban por la provincia de Yaquimo, que
-se decia la tierra del Brasil, que habia llegado allí Hojeda,
-á 5 de Setiembre, y así lo escribió el Almirante á los Reyes
-en los navíos donde fueron los Procuradores del Almirante y
-de Roldan; y esto fué en el año de 99, al tiempo que andaba
-acabándose ó era acabada la reduccion de Francisco Roldan
-y de su compañía á la obediencia del Almirante, y este es el
-primer viaje que Américo hizo con Hojeda; luego no pudo haber
-partido Hojeda ni Américo de Cáliz el año de 97, sino
-de 99. Que fuese este el primer viaje que hizo Hojeda y Américo
-en busca de la tierra firme, parece por las dos cosas que
-arriba se pusieron, que el mismo Américo en su primera navegacion
-dice; la una, que llegaron á la tierra que llamaban
-los moradores della, Paria; la segunda, que les hirieron los
-indios en cierta isla 22 hombres y los mataron uno, y esto dijeron
-á Francisco Roldan los de la compañía de Hojeda
-cuando entró en los navíos de Hojeda el mismo Francisco Roldan,
-el cual envió el Almirante á ello luego que supo que habia<span class="pagenum"><a name="Page_393" id="Page_393">[393]</a></span>
-llegado Hojeda á la tierra del Brasil, desta isla, como se
-dirá en el cap. 168. Escribió Francisco Roldan al Almirante,
-desde allá, estas, entre otras palabras, las cuales yo vide,
-firmadas del Francisco Roldan, y era su firma bien cognoscida
-de mí; comienza así la carta: «Hago saber á vuestra
-señoría, como yo llegué adonde estaba Hojeda, el domingo,
-que se contaron 29 de Setiembre, etc.» Y más abajo: «Así que,
-señor, yo hobe de ir á las carabelas y fallé en ellas á Juan
-Velazquez y á Juan Vizcaino, el cual me mostró una capitulacion
-que traian para descubrir, firmada del señor Obispo, en
-que le daba licencia para descubrir en estas partes, tanto que
-no tocase en tierra del señor rey de Portugal, ni en la tierra
-que vuestra señoría habia descubierto fasta el año de 95. Descubrieron
-en la tierra que agora nuevamente vuestra señoría
-descubrió; dice que pasaron por luengo de costa 600 leguas,
-en que hallaron gente que peleaba, tantos con tantos, con ellos,
-y hirieron 20 hombres y mataron uno; en algunas partes saltaron
-en tierra y les hacian mucha honra, y en otras no les
-consentian saltar en tierra, etc.» Estas son palabras de Francisco
-Roldan al Almirante. Américo en su primera navegacion,
-dice aquestas: <i>Ex nostris autem interempto duntaxat uno, sed
-vulneratis vigint duobus; qui omnes ex Dei adjutorio sanitatem
-recuperaverunt</i>. Que Hojeda y Américo llegasen á esta
-isla Española, cuenta luego el mismo Américo, como luego
-parecerá. Resta, luego, claro, por el Américo dicho, y la
-concordancia de lo que dijeron sus compañeros á Francisco
-Roldan, conviene á saber, que le habian herido 20 ó 22
-y muerto uno, que aqueste fué su primer viaje; y tambien
-por ambos que habian ido y visto á Paria, y tierra nuevamente
-por el Almirante descubierta. Pues si este fué su primer
-viaje de Américo y vino á esta isla el año de 99, á 5 de
-Setiembre, partido de Castilla á 20 de Mayo en el mismo año
-de 99, como queda claramente visto, síguese quedar Américo,
-de haber falsamente puesto que partió de Cáliz el año de 97,
-confusamente convencido. Á este propósito hace lo que escribió
-tambien á los Reyes el Almirante, como supo que era Hojeda<span class="pagenum"><a name="Page_394" id="Page_394">[394]</a></span>
-venido y que habia partido por Mayo cinco meses habia,
-habiendo tan poco tiempo, y dijo así: «Hojeda llegó há cinco
-dias al puerto adonde es el brasil; dicen estos marineros que,
-segun la brevedad del tiempo que partió de Castilla, que no
-puede haber descubierto tierra, bien pudieran cargar de brasil
-ántes que se lo pudieran prohibir, é así como es él, así pueden
-hacer otros extranjeros.» Estas son palabras del Almirante,
-y yo las vide escritas de su propia mano; quiso
-decir, que en cinco meses poca tierra podia haber descubierto,
-y tambien, que si él no enviara á Francisco Roldan para
-que le prohibiera que no cargase los navíos de brasil, que
-pudiera cargarlos é irse, y que así podian hacer cualesquiera
-extranjeros, sino se ponia en ello remedio. Todas estas probaciones
-traidas de las cartas de Roldan y del Almirante, no
-pueden ser calumniadas porque son ciertísimas, y no hay que
-dudar de algunas dellas, porque nunca se pensó haberse de
-alegar y traer á este propósito, como haya cincuenta y seis
-ó cincuenta y siete años que fueron á otro propósito, refiriendo
-la verdad, escritas, ni habia para qué fingirlas. Pero lo
-que Américo escribia para cobrar nombre y aplicar á sí, usurpando
-tácitamente el descubrimiento de la tierra firme, que
-al Almirante pertenecia, de industria lo hacia; esto, por
-muchas razones puestas en este capítulo y en el 140, arriba,
-se colije, y dejadas las dichas, quiero asignar otras manifestísimas:
-una es, que trastrocó los viajes que hizo, aplicando lo
-del primero al segundo, y las cosas que en el uno les acaescian,
-como si en el otro acaescieran, las referia. Cuenta que
-en el primer viaje tardaron diez y ocho meses, y esto no
-es posible, porque á los cinco meses que habia partido de
-Castilla vino á esta isla, y de esta isla no podia volver á la
-tierra firme, para andar tanto por ella, por los vientos que
-siempre corren contrarios, que son las brisas y las corrientes,
-sino con grandísima dificultad y en mucho tiempo, por manera,
-que lo que anduvo por tierra firme, fué dentro de cinco
-meses, dentro de los cuales vino á ella, puesto que, como
-abajo se dirá, dijo el Hojeda á algunos de los españoles que<span class="pagenum"><a name="Page_395" id="Page_395">[395]</a></span>
-aquí estaban, ántes que desta isla se partiesen, que iba á hacer
-una cabalgada, la cual hizo salteando los indios de algunas
-de las islas de estos alredadores, de las cuales llevó á Castilla, segun
-cuenta el mismo Américo, 222 esclavos, y esto dice en
-fin de su primera navegacion: <i>Nosque, Hispaniæ viam sequentes,
-Calicium tandem repetivimus portum, cum ducentis viginti
-duobus captivatis personis</i>, etc. Otra es, que ciertos daños y
-fuerzas que Hojeda hizo y los que con él vinieron, á indios y
-á los españoles en Xaraguá, en su primer viaje, púsolos en el
-segundo y segunda navegacion, en el fin de ella, donde dice:
-<i>Obplurimarun rerum nostrarum indigentiam venimusque ad Antigliæ
-insulam, quam paucis nuper ab annis Christophorus Columbus
-discooperuit: in qua reculas nostras ac navalia reficiendo,
-mensibus duobus et diebus totidem permansimus: plures interdum
-Christicolarum in ibi conversantium contumelias perpetrando,
-quas prolixas ne nimium fiam hic omitto</i>. Antilla llamaban los
-portugueses entónces esta isla Española, y porque este Américo
-escribia esto en Lisboa, la llama Antiglia. Que estas injurias
-que dicen que pasaron allí de los españoles, las cuales se excusa
-decir, porque no le cumple, y la causa por qué se las hicieron,
-lo cual luego se dirá en el capítulo siguiente, acaesciesen
-en el primer viaje, claro, luego, asimismo se verá. Otra es,
-que llegaron por 5 de Setiembre, como se dijo, á esta isla, y
-dice que estuvieron dos meses y dos dias en ella, y estos, de
-necesidad, habian de ser todo Setiembre y Octubre, y algun
-dia andado de Noviembre; y dice allí, que salieron desta isla
-á 22 de Julio y que tornaron al puerto de Cáliz á 8 de Setiembre;
-todo esto consta ser falsísimo. Lo mismo se puede
-averiguar de todos los otros números de los años, meses y
-dias que asigna de sus navegaciones, facilísimamente, y así,
-parece que de industria quiso llevar sólo la gloria y nombre
-del descubrimiento de la tierra firme, áun callando el nombre
-de su Capitan, Alonso de Hojeda, usurpando tácitamente,
-como queda dicho, el honor y gracias que al Almirante se le
-debe por este insigne hecho, engañando al mundo, como escribia
-en latin, y al rey Renato de Nápoles, y para fuera de<span class="pagenum"><a name="Page_396" id="Page_396">[396]</a></span>
-España, y no habia (cubiertos los que entónces esto sabian),
-quien los resistiese y declarase. Y maravíllome yo de D. Hernando
-Colon, hijo del mismo Almirante, que siendo persona
-de muy buen ingenio y prudencia, y teniendo en su poder las
-mismas navegaciones de Américo, como lo sé yo, no advirtió
-en este hurto y usurpacion que Américo Vespucio hizo á su
-muy ilustre padre.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_397" id="Page_397">[397]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Vista queda, porque largamente declarada, la industriosa
-cautela, no en la haz ni, segun creo, con facilidad pensada,
-sino por algun dia rumiada de Américo Vespucio, para que
-se le atribuyese haber descubierto la mayor parte deste indiano
-mundo, habiendo concedido Dios este privilegio al Almirante.
-De aquí conviene proseguir la historia de lo que
-acaesció á Alonso de Hojeda, con quien iba el Américo, su
-primer viaje. Partió, pues, con cuatro navíos, por el mes de
-Mayo, del puerto de Cáliz, Alonso de Hojeda, y Juan de la
-Cosa por piloto ya experimentado por los viajes que habia
-ido con el Almirante, y otros pilotos y personas que tambien
-se habian hallado en los dichos viajes, y tambien Américo, el
-cual, como arriba queda dicho en el cap. 140, ó fué como
-mercader ó como sabio en las cosas de cosmosgrafía y de la
-mar; partieron, digo, por Mayo, segun dice Américo, pero
-no como él dice año de 1497, sino el año de 99, como asaz
-queda averiguado. Su camino enderezaron hácia el Poniente,
-primero, desde las islas Canarias, despues la vía del Austro. En
-veintisiete dias llegaron (segun dice el mismo Américo) á vista
-de tierra, la cual juzgaron ser firme, y no estuvieron en ello
-engañados; llegados á la más propincua tierra, echaron anclas,
-obra de una legua de la ribera, por miedo de no dar en algun
-bajo. Echaron las barcas fuera y aparéjanse de sus armas,
-llegan á la ribera, ven infinito número de gente desnuda; ellos
-reciben inestimable gozo. Los indios páranselos á mirar como
-pasmados, pónense luego en huida al más propincuo monte;
-los cristianos, con señales de paz y amistad, los alagaban, pero
-ellos no curaban de creerlos, y porque habian echado las
-anclas en la playa y no en puerto, temiendo no padeciesen<span class="pagenum"><a name="Page_398" id="Page_398">[398]</a></span>
-peligro, si viniese algun recio tiempo, alzaron y vánse la costa
-abajo á buscar puertos, viendo toda la ribera llena de gente,
-y al cabo de dos dias lo hallaron bueno. Surgieron media
-legua de tierra, pareció infinita multitud de gentes que venian
-á ver cosa tan nueva. Saltaron en tierra 40 hombres bien
-aparejados, llamaron las gentes como con señuelos, mostrándoles
-cascabeles y espejuelos y otras cosas de Castilla; ellos,
-siempre temiendo no fuesen cebo de anzuelo ó carne de
-buitrera no los creian, pero al cabo, algunos de los indios que
-se atrevieron, llegáronse á los cristianos, y las cosillas que
-les daban recibieron. Sobrevino la noche, volviéronse á las
-naos y los indios á sus pueblos, y, en esclaresciendo, estaba la
-playa llena de gente, hombres y mujeres con sus niños en
-los brazos, como unas ovejas y corderos, que era grande
-alegría verlos. Saltan los cristianos en sus barcas para salir
-en tierra, échanse los indios al agua, nadando, vienen á recibirlos
-un gran tiro de ballesta; llegados á tierra de tal manera,
-los recibieron, y con tanta confianza y seguridad ó
-descuido se juntaban los indios con ellos, como si fueran sus
-padres los unos de los otros, y toda su vida hubieran vivido
-y conversado con ellos. Era esta gente de mediana estatura,
-bien proporcionados, las caras no muy hermosas por tenerlas
-anchas; la color de la carne que tira á rubia como los pelos
-del leon, de manera que, á ser y andar vestidos, serian poco
-ménos blancos que nosotros; pelo alguno no le consienten en
-todo su cuerpo, porque lo tienen por cosa bestial; ligerísimos,
-hombres y mujeres, grandes nadadores, y más las mujeres
-que los hombres, más que puede ser encarecido, porque nadan
-dos leguas sin descansar. Entendieron los nuestros ser
-muy guerreros; sus armas son arcos y flechas muy agudas de
-huesos de peces, y tiran muy al cierto; llevaban sus mujeres
-á la guerra, no para pelear, sino para llevarles las comidas, y
-lo que más suelen consigo llevar; no tienen Reyes, ni señores,
-ni capitanes en las guerras, sino unos á otros se llaman y
-convocan y exhortan cuando han de pelear contra sus enemigos;
-la causa de sus guerras entendieron ser contra los de<span class="pagenum"><a name="Page_399" id="Page_399">[399]</a></span>
-otra lengua, si les mataron algun pariente y amigo, y el querelloso,
-que es el más antiguo pariente, en las plazas llama
-y convoca á los vecinos que le ayuden contra los que tiene
-por enemigos. No guardan hora ni regla en el comer, sino todas
-las veces que lo han gana, y esto es porque cada vez
-comen poco, y siéntanse en el suelo á comer; la comida,
-carne ó pescado, pónenla en ciertas escudillas de barro que
-hacen, ó en medias calabazas; duermen en hamacas hechas
-de algodon, de las que arriba, hablando de esta isla dijimos;
-son honestísimos en la conversacion de las mujeres, como dijimos
-de los desta isla, que ninguna persona del mundo lo
-ha de sentir, y, cuanto en aquello son honestos, usan de
-gran deshonestidad en el orinar ellos y ellas, porque no se
-apartan, sino en presencia de todos; y lo mismo no se curan
-de hacer el estruendo del vientre. No tenian órden ni ley en
-los mantenimientos; tomaban ellos cuantos querian y ellas
-tambien, y dejábanse cuando les placia, sin que á ninguno
-se haga injuria ni la reciba del otro. No eran celosos ellos ni
-ellas, sino todos vivian á su placer, sin recibir enojo del otro.
-Multiplicaban mucho, y las mujeres preñadas no por eso dejan
-de trabajar; cuando paren tienen muy chicos y cuasi
-insensibles dolores. Si hoy paren, mañana se levantan, tan
-sin pena, como si no parieran; en pariendo, vánse luego al
-rio á lavar, y luego se hallan limpias y sanas. Si se enojan de
-sus maridos, fácilmente, con ciertas hierbas ó zumos, abortan,
-echando muertas las criaturas; y, aunque andan desnudas, lo
-que es vergonzoso de tal manera lo tienen cubierto con hojas,
-ó con tela, ó con cierto trapillo de algodon, que no se parece,
-y los hombres y las mujeres no se mueven más porque todo
-lo secreto y vergonzoso se vea ó ande descubierto, que nosotros
-nos movemos viendo los rostros ó manos de los hombres.
-Son limpísimos en todos sus cuerpos ellos y ellas, por
-lavarse muchas veces. Religion alguna no les vieron que tuviesen,
-ni templos ó casas de oracion. Las casas en que moraban
-eran comunes á todos, y tan capaces, que cabian y
-vieron en ellas 600 personas, y ocho dellas que cupieran<span class="pagenum"><a name="Page_400" id="Page_400">[400]</a></span>
-10.000 ánimas. Eran de madera fortísimas, aunque cubiertas
-de hojas de palmas; la hechura como á manera de
-campana; de ocho á ocho años, dicen que se mudaban de
-unos lugares á otros, porque con el calor del sol excesísimo
-se inficionaban los aires y causaban grandes enfermedades.
-Todas sus riquezas eran plumas de aves de colores diversos,
-y unas cuentas hechas de huesos de peces y de unas
-piedras verdes y blancas, las cuales se ponian en las orejas
-y labios; el oro y perlas y otras cosas ricas, ni las buscan
-ni las quieren, ántes las deshechan como cosas que tienen en
-poco. Ningun trato y compra ni venta ni conmutaciones usan,
-sino sólo aquellas cosas que para sus necesidades naturales
-les produce y ministra la naturaleza; cuanto tienen y poseen
-dan liberalísimamente á cualquiera que se lo pide; y así
-como en el dar son muy liberales, de aquella manera de pedir
-y recibir, de los que tienen por amigos, son cupidísimos.
-Por señal de gran amistad tienen entre sí, comunicar sus mujeres
-é hijas con sus amigos y huéspedes. El padre y la madre
-tienen por gran honra que cualquiera tenga por bien de
-llevarles su hija, aunque sea vírgen, y tenerla por amiga, y
-esto estiman por confirmacion de amistad entre sí. Diversas
-maneras de enterrar los difuntos entre sí tienen; unos los
-entierran con agua en las sepulturas, poniéndoles á la cabecera
-mucha comida, creyendo que para el camino de la otra
-vida, ó en ella, de aquello se mantengan; lloro, ninguno, ni
-sentimiento hacen por los que se mueren. Otros tienen aqueste
-uso, que cuando les parece que el enfermo está cercano á
-la muerte, sus parientes más cercanos lo llevan en una hamaca
-al monte, y allí, colgada la hamaca de dos árboles, un
-dia entero les hacen muchos bailes y cantos, y viniendo la
-noche, pónenle á la cabecera agua y de comer cuanto le podrá
-bastar para tres ó cuatro dias, y, dejándolo allí, vánse, y
-nunca más lo visitan. Si el enfermo come y bebe de aquello,
-y al cabo convalece y se vuelve, de su casa con grandes alegrías
-y ceremonias lo reciben; pero pocos deben ser los que
-escapan, pues nadie, despues de puestos allí, los ayuda y<span class="pagenum"><a name="Page_401" id="Page_401">[401]</a></span>
-visita. En el curar los enfermos se han desta manera: que
-cuando están con el mayor calor de calentura, métenlo en
-agua muy fria, y allí lo bañan; despues pónenlo al fuego,
-que hacen muy grande, por dos horas buenas, hasta que esté
-bien caliente; de aquí hácenle, aunque le pese, dar grandes
-carreras en ida y venida; despues échanlo á dormir. Con
-esta medicina y modo de curar, muchos escapan y sanan;
-usan mucho de la dieta, porque se están tres y cuatro dias
-sin comer ni beber. Sángranse muchas veces, no de los brazos,
-sino de los lomos y de las pantorrillas; tambien acostumbran
-vómitos con ciertas hierbas que traen en la boca;
-abundan en mucha sangre y flemático humor, por ser su comida
-de raíces y hierbas y cosas terrestres, y de pescado;
-hacen el pan de las raíces que en esta Española llamaban
-yuca; grano, dijeron que no tenian; carne pocas veces comian,
-sino era la humana, lo cual mucho tenian en uso, y esta era
-la de sus enemigos, los cuales se maravillaban de que los
-cristianos la de sus enemigos no comiesen. Hallaron en esta
-tierra poca señal de oro, aunque alguna, ni de otra cosa que
-fuese de valor; echábanlo á que no entendian la lengua, mayormente,
-que hallaban diversas lenguas en una provincia.
-Del sitio y disposicion y hermosura de la tierra, dicen que no
-puede ser mejor. Todas estas cosas cuenta Américo en su primera
-navegacion, muchas de las cuales no era posible en dos
-ni tres, ni en diez dias que podian estar ó estaban entre los
-indios, no entendiéndoles palabra una ni ninguna, como él
-aquí confiesa, saberlas, como es aquella de que en ocho años
-se mudaban de tierra en tierra por el ardor del sol, y que
-cuando se enojaban de sus maridos, movian las criaturas las
-mujeres, y que no tenian ley ni órden en los matrimonios, y
-ni Rey, ni señor, ni Capitan en las guerras, y otras semejantes;
-y por eso, sólo aquello que por los ojos vian, y podian
-ver, como era lo que comian y bebian, y andaban desnudos y
-eran de color tal, y grandes nadadores, y otros actos exteriores,
-es lo que podemos creer; lo demas parece todo ficciones.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_402" id="Page_402">[402]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXVI.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Dejaron estas gentes y vánse la costa abajo, muchas veces
-saltando en tierra y viendo y conversando diversas gentes,
-hasta que llegaron á un puerto, en el cual, como entraron,
-vieron un pueblo sobre el agua fundado como Venecia; en el
-cual, dice Américo, que habia 20 casas muy grandes de la
-hechura de las otras, en forma de campana, puestas sobre
-postes validísimos, á las puertas de las cuales tenian sus
-puentes levadizas, por los cuales, como por calles, pasaban y
-andaban de una casa á otra. Los vecinos della, así como
-vieron los navíos y la gente dellos, á lo que pareció, alzaron
-luego sus puentes todas, y luego en sus casas se recogieron,
-y estando los cristianos mirando y admirándose desto,
-ven venir 12 canoas ó barquillos de los de un madero, llenas
-de gente que se venian á ellos; y, llegados, páranselos á mirar
-rodeando los navíos de una parte á otra, maravillados y como
-pasmados de verlos. Hiciéronles los cristianos señas de amistad
-y que se viniesen á ellos, no quisieron; vánse los cristianos
-hácia ellos, pero no quisieron esperar, sino dándose
-priesa á huir, y con las manos haciendo señas como que los
-esperasen y volverian, salen de sus canoas y vánse á una
-sierra, y vuelven con 16 doncellas, y viénense con ellas á
-los navíos en sus canoas, y poniendo en cada navío cuatro,
-ofrécenselas, y así de buena amistad, dentro de sus canoas,
-entrando y saliendo á los navíos, conversaron con ellos. En
-esto salen de las casas que habian visto mucha gente, y
-échanse á la mar, nadando veníanse hácia los navíos, y ya
-que llegaban cerca, páranse ciertas mujeres viejas y dan
-tantos gritos y voces, hacen tantos clamores, mesábanse los
-cabellos, mostraban tanto dolor y angustia, que parecia que<span class="pagenum"><a name="Page_403" id="Page_403">[403]</a></span>
-rasgaban los cielos; viendo esto las doncellas, súbito, se dejan
-caer á la mar, y los indios que estaban en las canoas comenzaron
-á apartarse de los navíos y á tirarles flechazos muy
-á menudo, y los que venian nadando, diz que, traian sus
-lanzas con el agua encubiertas. Debia ser tirar las flechas y
-traer las lanzas por defensa de las muchachas, ya que se arrepentian
-de se las haber dado, porque no se las tornasen á
-tomar. Visto esto, los cristianos que no sufren á los indios
-muchos juguetes, saltan en las barcas y van tras ellos; embisten
-las canoas y anéganselas, matan 20 dellos, y acuchillan
-y alancéanles muchos, no del todo muertos. Sálvanse
-á nado todos los que pudieron; de los cristianos quedaron
-heridos cinco, pero no padecieron peligro alguno. Cogieron
-de las muchachas dos, y tres de los hombres prendieron; van
-luego á las casas, no hallaron más de dos viejas y un hombre
-enfermo; no quisieron quemar las casas porque les pareció
-tener escrúpulo de conciencia, dice Américo. Harto fuera mejor,
-y con ménos escrúpulo de conciencia se hiciera, dejarlos ir
-y mostrarles mansedumbre, y darles á entender que no les
-querian hacer mal, por señas, ni venian á eso, enviándoles
-de las cosillas de Castilla, y vencieran el mal con bien, é fuera
-cristiano ejemplo, pero no iban á esto sino á buscar oro
-y perlas. Volviéronse á sus navíos con sus cinco captivos,
-echaron los tres hombres en hierros; una noche, las dos
-muchachas y uno de los presos, que se soltó sotilmente, se
-echaron en la mar y dellos se descabulleron. Alzan las velas
-de este puerto, y vánse 80 leguas la costa abajo, y esta fué
-la tierra de Paria, que habia descubierto el Almirante, como
-pareció arriba, donde hallaron otra gente, de aquella, en lengua
-y conversacion, muy diversa; surgieron con sus anclas,
-saltaron en las barcas para ir á tierra, vieron sobre 4.000
-personas en la ribera. No esperaron los indios de miedo, ántes
-á los montes, dejando cuanto que tenian, huyeron. Salidos
-los cristianos á tierra vánse por unos caminos, hallaron ciertas
-chozas y muchas, que fuesen de pescadores creyeron;
-hallaron muchos fuegos, y en ellos pescados de diversas maneras,<span class="pagenum"><a name="Page_404" id="Page_404">[404]</a></span>
-y asándose una de las iguanas que arriba dijimos, de que
-se asombraron, creyendo que era alguna bravísima sierpe. El
-pan que comia esta gente, dice Américo, que lo hacian de pescado
-en agua hirviente algo cocido, despues lo golpean y amasan,
-y, hecho de aquella masa panecillos, pónenlo sobre las
-ascuas, y así allí los cuecen, y era muy buen pan, á su juicio.
-Muchas maneras de manjares y de hierbas y de frutas
-de árboles hallaron, y ninguna cosa dellas les tomaron,
-ántes les dejaron en sus ranchos y chozas cosillas de
-las de Castilla, para, si pudiesen, asegurarles del miedo que
-tenian, y volviéronse á sus navíos. Otro dia, en saliendo
-el sol, comienza á venir á la playa infinita gente; salieron
-á tierra los cristianos de los navíos, esperan los indios,
-aunque todavía muy tímidos; lléganse los cristianos, y poco
-á poco pierden el miedo, y por señas les dicen que aquellas
-chozas no son sus casas principales, más de para venir á
-pescar hechas, y que les rogaban fuesen con ellos á sus pueblos.
-Vista la instancia que hacian é su importunidad, y que
-parecia proceder de buena voluntad, acordaron de ir 23 hombres,
-bien armados, con determinacion de morir cuando la
-necesidad les compeliese, empleando primero en ellos bien sus
-personas. Estuvieron allí con ellos tres dias en gran conversacion
-de amistad, puesto que ni una palabra se entendian.
-Fuéronse con ellos la tierra dentro, tres leguas, á un pueblo
-que estaba allí, donde fueron recibidos con tantos bailes,
-cantares, alegría y regocijos, y servidos de tantos manjares
-y comida de los que tenian, que dice Américo que no tenia
-péndola que lo pudiese escribir. Dice más, que aquella noche
-durmieron allí, y que sus propias mujeres, con toda prodigalidad
-les ofrecian, y esto con tanta importunidad que no
-bastaban á resistirles; como allí estuviesen aquella noche y
-otro dia hasta medio dia, fué tanto y tan admirable el pueblo
-que á verlos de otras poblaciones de la tierra vino, y verlos
-absortos en mirarlos, rodearlos y tocarlos, que era una cosa
-de maravilla. Ciertos hombres ancianos, que debian ser los
-señores, les rogaron con la misma importunidad que se fuesen<span class="pagenum"><a name="Page_405" id="Page_405">[405]</a></span>
-con ellos á sus pueblos, lo cual les concedieron, donde
-fácil cosa de contar no es, dice Américo, cuantos honores y
-buen tratamiento les hicieron. Estuvieron en muchas poblaciones
-suyas, por nueve dias, dentro de los cuales los que
-quedaron en los navíos estuvieron harto penados, temiendo
-no les hobiese la ida sucedido mal. Despues de los nueve dias,
-que gastaron andando por muchos pueblos, acordaron á sus
-navíos volverse; fué cosa cuasi increible la gente que con ellos
-en su compañía vino hasta la mar, hombres y mujeres; cuando
-se cansaba alguno de los cristianos, ellos los levantaban, y
-en las hamacas los traian á cuestas, como quien anda en litera,
-y áun con harto ménos peligro y más descanso, ellos los llevaban.
-Á las pasadas de los rios, que habia muchos y muy
-grandes, con balsas y otros sus artificios, con tanta seguridad
-y enjuteza los pasaban como si fueran por tierra. Vinieron con
-muchas cosas cargados muchos, que á los cristianos en sus
-pueblos dieron, como muchos arcos y flechas, muchas cosas
-de pluma; de papagayos gran número, de diversas colores;
-otros traian sus alhajas cuantas tenian para darles y
-dejarles cuando á sus casas se volviesen; otros, dice Américo,
-traian sus animales consigo; estos animales no puedo yo entender
-cuales fuesen. Y cuenta una cosa, entre las otras, muy
-admirable: que cada uno de los indios se tenia por felice, si á
-las pasadas de los rios que se vadeaban, pasa el cristiano en
-sus hombros, y aquel que más veces ó más cristianos pasaba
-por más bienaventurado se estimaba. Así como llegaron á la
-playa, que vinieron las barcas de los navíos á tomar los cristianos,
-y quisieron entrar en ellas, y tanta gente cargó y con tanta
-prisa entrar quisieran, unos primero que otros, que aína se
-anegáran las barcas; fueron tantos los que entraron en las
-barcas con los cristianos y los que iban nadando, que pasaban
-de mil, y daban alguna molestia con su importunidad y
-frecuencia á los cristianos. Entraron en los navíos y estuvieron
-en ellos, aunque desnudos y sin armas, dice Américo; de
-ver los navíos y las járcias y todos los instrumentos y aparatos
-de las naos, y de su grandeza, no acababan de se admirar.<span class="pagenum"><a name="Page_406" id="Page_406">[406]</a></span>
-Estando así admirados, acuerdan los de un navío, y debia
-de ser del navío del capitan Hojeda, burlando ó de veras
-espantarlos más; soltaron ciertas lombardas, pegando fuego, y,
-con el terrible tronido que dieron, la mayor parte de todos
-ellos dan consigo en la mar, de la misma manera que las ranas
-que estan en seco en la ribera, oyendo algun estruendo,
-súbitamente saltan luego á zabullirse en el agua; y de tal
-manera quedaron atónitos y sin habla, que ya á los cristianos
-de la burla les comenzaba á pesar; comenzáronse á reir y alagarlos,
-hasta que vieron que aquello era burlando, haciéndoles
-entender por señas, que aquellas armas eran para las guerras
-que solian tener contra sus enemigos. Estuvieron allí todo aquel
-dia, con gran contentamiento, y que no los podian despedir de
-sí hasta que les dijeron por señas que se fuesen, porque aquella
-noche se querian partir; fuéronse muy alegres y contentos,
-y con gran amor y benevolencia de los cristianos. Dice Américo
-aquí, que aquella tierra era de gente muy poblada y de
-muchos y diversos animales llena, pocos que se parecian á
-los nuestros de España, sacados los leones, osos, ciervos, puercos,
-cabras monteses y gamos, que tenian cierta deformidad,
-diferentes de los nuestros; pero, en la verdad, yo no creo que
-él vido leones ni osos, porque leones son muy raros, y no
-pudieron estar tanto que los viesen, ni osos; cabras, nunca
-hombre en estas Indias las vido, ni sé como pudo ver la diferencia
-que hay de ciervos á los gamos, si alguna es, ni
-puercos porque no los hay en estas partes; ciervos ó gamos,
-de léjos, bien pudo ver muchos, porque los hay infinitos en
-toda la tierra firme; caballos, mulas, asnos, vacas, ni ovejas,
-ni perros, dice que no hay y dice verdad, puesto que perros
-de cierta especie, que no la de acá, háilos en algunas
-partes. De otros muchos animales de varios géneros, silvestres,
-dice que hay gran abundancia; pero si no eran conejos,
-pudo él dar poco verdadero testimonio de haberlos visto. De
-aves de diversas colores y especies y hermosura, dice que
-vieron muchas, y así lo creo, porque las hay infinitas. De la
-region de la tierra, dice ser amenísima y fructífera, de selvas<span class="pagenum"><a name="Page_407" id="Page_407">[407]</a></span>
-y florestas grandes llena, las cuales en todo el tiempo del
-año están verdes y con sus hojas que jamás se caen; frutos, innumerables
-y diversos de los nuestros: y todo es verdad. Torna
-á repetir (no sé si lo dice de aquella misma tierra, que parece
-que sí, ó de otra, y parece que su decir confunde la relacion
-por lo que ha dicho arriba, que se habian de partir aquella
-noche), que vino mucho pueblo á los contemplar por ver sus
-gestos, personas y blancura, y que les preguntaban que de
-dónde venian, ellos respondian que habian descendido del
-cielo por ver las cosas de la tierra, lo cual sin duda los indios
-creyeron. Cometieron aquí los cristianos un grande sacrilegio,
-estimando hacer á Dios agradable sacrificio, que
-como vieron aquellas gentes tan tratables, mansuetas y benignas,
-no las entendiendo, ni ellas á ellos, ni sola una palabra,
-por lo cual no pudieron darles alguna chica ni grande doctrina,
-baptizaron, dice Américo, infinitos; de donde parece lo
-poco que Américo y los que allí iban, de la práctica de los
-Sacramentos y la reverencia que se les debia tener, y la disposicion
-y idoneidad que para recibirlos se requeria, sabian,
-porque si el Sacramento del baptismo recibieron y el carácter
-se les imprimió, como parece que sí, porque no tuvieron
-ficion alguna, sino ántes voluntad positiva, expresa, de recibir
-lo que aquellos hombres cristianos les daban, é implícita de
-lo que la Iglesia les diera si fueran los ministros discretos, y
-si ellos supieran qué cosa era Iglesia y baptismo, precediendo
-en ellos suficiente doctrina, sin duda tuvieran la voluntad
-é intencion expresa. Es manifiesto que cometieron aquellos
-cristianos, en baptizarlos, contra Dios gran ofensa; la razon
-es clara, porque fueron causa aquellos que fueron ministros
-del baptismo, que aquellos indios ya cristianos, que
-poco que mucho eran idólatras, y que estarian en muchos pecados,
-quizá de diversas especies, como gente careciente de
-lumbre de fe y de doctrina, desde adelante fuesen á idolatrar
-con injuria del Sacramento, y así, con gran sacrilegio, imputable
-á los que tan indiscretamente los baptizaron, no á
-los baptizados indios; y si no recibieron el carácter y baptismo,<span class="pagenum"><a name="Page_408" id="Page_408">[408]</a></span>
-tambien ofendieron á Dios, porque administraron fuera
-del caso de necesidad en cuanto en sí era el Sacramento en
-balde é indebidamente, por faltar la necesaria disposicion en
-el sujeto, por lo cual se instituyeron, con culpable indiscrecion,
-en idóneos ministros. Dice Américo, que, despues de
-baptizados, decian los indios, charaybí, que suena en su lengua,
-llamando á sí mismos, varones de gran sabiduría; cosa es
-esta de reir, porque áun no entendian qué vocablo tenian por
-pan ó por agua, que es lo primero que de aquellas lenguas á
-los principios aprendemos, y en dos dias ó diez que allí estuvieron,
-que quizá no llegaron á seis, quiere Américo hacer
-entender que entendia que charaybí queria decir varones
-de gran sabiduría. Aquí declara Américo, que aquella tierra
-llamaban los naturales de ella, Paria, y disimula lo que allí
-pasó de las nuevas que supieron, como habia estado allí tantos
-dias el Almirante, y vieron las cosas que les habia dado
-de las de Castilla, y fuera razon que no lo callara. Bien será
-que todos los que aqueste paso leyeren, y todo el discurso de
-aquesta historia, hagan aquí pié, y noten como verdaderos
-cristianos y prudentes, desembarazados y libres de afeccion,
-la bondad y mansedumbre y hospitalidad natural de estas
-gentes, todas, digo, las de estas Indias, y como resciben los
-cristianos en sus tierras al principio, ántes que los cognoscan
-por sus obras no cristianas ni de cristianos, sino de hombres,
-puros hombres, inventadas y adquiridas por sus corruptas costumbres;
-consideren tambien los lectores, la disposicion tan
-buena y tan propíncua que tenian para recibir nuestra católica
-fe, y con cuan poco trabajo, y con ninguna resistencia se hicieran
-todas las naciones deste orbe, infinitas, cristianas, y se
-convirtieran á su Criador y Redentor, Jesucristo, si entráramos
-en ellas como verdaderos cristianos. Pero pasemos adelante,
-porque antigua cuestion y lamentable materia es esta.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_409" id="Page_409">[409]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXVII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Acordaron de salir deste puerto, y debia ser el golfo dulce,
-de que arriba se ha hecho larga mencion, que hace la isla
-de la Trinidad con la tierra de Paria, dentro de la boca del
-Drago, y sospecho que, como cosa que era señalada y notorio
-haberla descubierto el Almirante, calló Américo, de industria,
-el nombre de la boca del Drago; porque esto es
-cierto, que Hojeda y Américo estuvieron dentro deste puerto,
-como el mismo Hojeda, en la susodicha su deposicion, con
-juramento lo confiesa, y otros muchos testigos, asimismo con
-juramento, en la probanza que hizo el Fiscal, lo afirman; y
-aquí dice Américo, que habia ya trece meses que andaban
-por allí, pero yo no lo creo, y si dice verdad en los meses,
-fueron en el segundo viaje, que despues con el mismo Hojeda
-hizo, á lo que tengo entendido, y no en este primero, como
-parece por muchas razones arriba traidas, y por las que más
-se trujeren. Finalmente, salidos, desde Paria vánse la costa
-abajo, y llegan á la Margarita, que el Almirante habia visto y
-nombrado Margarita, puesto que no llegó á ella, y saltó en
-ella Hojeda, y paseó parte della por sus piés, como él mismo
-dice, y estos mismos testigos, que con él fueron, tambien
-dicen que llegó á ella, puesto que no niegan ni lo afirman
-que saltase en ella; y desto no hay que dudar, sino que la
-pasearia, porque es muy graciosa isla, y tenia espacio para
-ello: y poco hace al caso esto. Allí es de creer que rescataron
-perlas, puesto que no lo dice, pues otros descubridores que
-luego despues de él vinieron, las rescataron en la dicha Margarita.
-Extendió su viaje Hojeda hasta la provincia y golfo de
-Cuquibacoa, en lengua de indios, que agora se llama en
-nuestro lenguaje, Venezuela, y de allí al cabo de la Vela,<span class="pagenum"><a name="Page_410" id="Page_410">[410]</a></span>
-donde agora se pescan las perlas, y él le puso aquel nombre,
-cabo de la Vela, y hoy permanece, con una renglera de islas
-que van de Oriente á Poniente, alguna de las cuales llamó
-Hojeda de los Gigantes. Por manera que anduvo costeando
-por la tierra firme 400 leguas, 200 al Levante de Paria, donde
-recognosció la primera tierra, y esta, él sólo primero que
-otro alguno, con los que con él iban y fueron, la descubrió
-y descubrieron; y 200 que hay de Paria al cabo de la Vela.
-Paria estaba descubierta, y la Margarita, por el Almirante,
-ocularmente, y grande parte de las dichas 200 leguas de
-la Margarita al cabo de la Vela, porque el Almirante vido
-como iba la tierra y la cordillera de las sierras hácia el
-Poniente, y así todo este descubrimiento á él se le debe,
-porque no se sigue que para que se dijese haber descubierto
-una tierra ó isla, era menester que la paseara toda;
-como la isla de Cuba, claro está que la descubrió por su persona,
-pero no se requeria que anduviese todos los rincones
-della, y lo mismo desta isla Española y de las demas, y así
-de toda la tierra firme, cuanto grande sea y cuanto más se extienda,
-el Almirante la descubrió. De lo dicho parece, manifiestamente,
-que Américo se alargó en lo que en su primera
-navegacion afirma, que costearon 860 leguas: esto no es verdad,
-por confesion del mismo Hojeda, el cual no quiso perder
-algo de su gloria y derecho, empero, dice en su dicho, como
-pareció en el cap. 140, que arriba de Paria descubrió 200 leguas,
-y de Paria á Cuquibacoa, que hoy es Venezuela; yo le
-añido hasta el cabo de la Vela, porque lo hallé así depuesto
-en el susodicho proceso por algunos testigos que supieron
-bien despues toda aquella tierra, é trataban con los descubridores
-é iban en los descubrimientos, aunque no aquel
-viaje con Hojeda, pero era todo esto entónces muy reciente,
-y por esto muy manifiesto. No hizo mencion Hojeda del cabo
-de la Vela, porque está cerca del golfo de la Venezuela y es
-toda una tierra, y del golfo y provincia, como cosa señalada y
-notable, que, como se dijo, se llamaba por los indios Cuquibacoa,
-principalmente la hizo. De toda esta tierra ó ribera de mar<span class="pagenum"><a name="Page_411" id="Page_411">[411]</a></span>
-que anduvo Hojeda y Américo y su compañía, oro y perlas,
-por rescates y conmutaciones, hobieron; la cantidad no la
-supe ni las obras que por la tierra hicieron. Dejada, pues, la
-Margarita, vinieron á Cumaná y Maracapana, que está de la
-Margarita, 7 leguas el primero y 20 el segundo. Estos son
-pueblos que están á ribera de la mar, y ántes del Cumaná
-entra un golfo, haciendo un gran rincon el agua del mar,
-de 14 leguas, dentro en la tierra; estaba cercado de pueblos
-de infinita gente, y el primero, cuasi á la boca ó entrada, estaba
-Cumaná, que dije ser el primer pueblo. Sale un rio junto
-al pueblo, poderoso, y hay en él infinitos que llamamos lagartos,
-pero no son sino naturalísimos cocodrilos de los del rio
-Nilo. Y, porque tenian necesidad de adobar los navíos, porque
-estaban defectuosos para navegar á España tanto camino, y
-de bastimentos para la mayor parte de su viaje, llegaron á un
-puerto que el Américo dice que era el mejor del mundo, y no
-dice á qué parte ó lugar, ni tampoco lo toca Hojeda, y segun
-yo me quiero, de cuarenta y tres años atras, acordar, cuando
-hablábamos en el viaje de Hojeda (y áun quizá son más de
-cincuenta años), sospecho que debia ser en el golfo que arriba
-dije de Cariaco, que entra 14 leguas la tierra dentro, y está
-la boca de él 7 leguas de la Margarita, en la tierra firme,
-junto á Cumaná. Por otra parte, me parece que oí en aquel
-tiempo que habia Hojeda entrado y adobado los navíos y
-hecho un bergantin en el puerto y pueblo que nombré Maracapana;
-pero este, aunque es puerto, no es el mejor del
-mundo.</p>
-
-<p>Finalmente, surgieron allí donde quiera que sea, dentro
-de aquellas 200 leguas de tierra firme, de Paria abajo; fueron
-recibidos y servidos de las gentes de aquella comarca, que
-dice Américo eran infinitas, como si fueran ángeles del cielo,
-y ellos, como Abrahan cognosció los tres, por ángeles los conocieran.
-Descargaron los navíos, y llegáronlos á tierra, todo
-con ayuda y trabajos de los indios; limpiáronlos y diéronles
-carena, y hacen un bergantin de nuevo. Diéronles todo el
-tiempo que en esto estuvieron, que fueron treinta y siete dias,<span class="pagenum"><a name="Page_412" id="Page_412">[412]</a></span>
-de comer de su pan y venados y pescado, y otras cosas de
-sus comidas, que gastar de sus mantenimientos de Castilla
-ninguna necesidad tuvieron, por manera que, sino no les
-proveyeran, dice Américo, que no tuvieran para tornar en
-España, sin gran necesidad de bastimentos, que comieran.
-En todo el tiempo que estuvieron, se iban por la tierra dentro
-á los pueblos, en los cuales les hacian caritativos recibimientos,
-honras, servicios y fiestas. Y esto es cierto, como abajo,
-en el discurso desta historia, se verá, placiendo á Dios todo
-poderoso, que todas estas gentes de las Indias, como sean de
-su naturaleza mitíssimas y simplicísimas, así saben servir é
-agradar á los que en sus casas y tierras, cuando los tienen
-por amigos, resciben, que ninguna otra les hace en esto ventaja,
-y quizá ni llega á serles en esto vecina. Ya que determinaban,
-remediados sus navíos y hecho el bergantin, partirse
-para Castilla, dice aquí Américo, que aquellos sus buenos
-huéspedes les dieron grandes quejas de otra cierta gente
-feroz y cruel, habitadora de cierta isla, que de allí 100 leguas
-estaria, que venia en cierto tiempo del año por la mar á hacerles
-guerra y los cautivaba, y llevándolos consigo, los mataba
-y los comia. Con tanta instancia y afeccion y dolor parece
-que lo representaban, dice Américo, que los movió á
-compasion y se ofrecieron á vengarlos dellos. Holgáronse,
-dice Américo, en gran manera, y dijeron que querian ir con
-ellos, pero los cristianos, por muchas consideraciones, consentir
-no lo quisieron, sino siete dellos, con tal condicion que
-no fuesen obligados á volverlos á sus tierras, sino que ellos
-con sus canoas sólos se volviesen, y así, dice que, con la
-condicion los unos y los otros consintieron. No sé yo quién
-era destos contratos y de todas las demas palabras, pues en
-treinta y siete dias no pudieron saber su lengua, el intérprete.
-¿Y qué sabian Hojeda y Américo y los de su compañía,
-si tenian los de aquella isla contra estos, por alguna justa
-causa, justa guerra? ¿tan ciertos estuvieron de la justicia
-destos, sólo porque se les quejaron, que luego, sin más tardar,
-á vengarlos se se les ofrecieron? Plega á Dios que no les pluguiese<span class="pagenum"><a name="Page_413" id="Page_413">[413]</a></span>
-tener achaques, para hinchir los navíos de gente, para
-venderlos por esclavos, como al cabo en Cáliz lo hicieron;
-obra que siempre en estas desdichadas gentes y tierras, por
-los nuestros, á cada paso se usó. Salieron, pues, de allí,
-y, en siete dias, topando en el camino muchas islas, dellas
-pobladas y dellas despobladas, dice Américo, llegaron á la
-donde iban. Estas islas no pudieron ser otras, sino las que
-topamos viniendo de Castilla, como son la Dominica y Guadalupe,
-y las otras que están en aquella renglera. Vieron
-luego en ella, dice él, gran monton de gente, la cual, como
-vió los navíos y las barcas que iban á tierra, puesto que bien
-aparejadas con sus tiros de pólvora, y los cristianos bien
-armados, llegáronse á la ribera obra de 400 indios, desnudos,
-y muchas mujeres, con sus arcos y flechas, y con sus
-rodelas, y, todos de diversos colores pintados, y con unas
-alas y plumas de aves grandes, que parecian muy belicosos
-y fieros, y, como se acercasen las barcas á un tiro de ballesta,
-entran en el agua y disparan infinitas flechas para resistirles
-la entrada. Los cristianos, que no les popan, disparan los
-tiros de pólvora en ellos, y derruecan muertos muchos dellos.
-Vistos los muertos, y el estruendo del fuego y de los tiros,
-luego dejan el agua y se meten todos en tierra. Saltan 42
-hombres de las barcas, y van tras dellos; ellos varonilmente,
-no huyeron, sino, como leones, hacen cara y resisten y pelean
-fuertemente, defendiendo á sí y á su patria. Pelearon dos
-horas grandes, y con las ballestas y espingardas, y despues
-con las espadas y lanzas, mataron muy muchos, y no pudiéndolos
-más sufrir, por no perecer todos, los que pudieron
-huyeron á los montes, y así quedaron los cristianos victoriosos.
-Tornáronse á los navíos con gran alegría de haber echado
-al infierno los que nunca les habian ofendido. Otro dia, de
-mañana, vieron venir copiosa multitud dellos, atronando los
-aires con cuernos y bocinas, pintados y aparejados para la
-segunda pelea, puesto que las barrigas y pellejos de fuera,
-porque desnudos como suelen andar en cueros.</p>
-
-<p>Determinaron salir á ellos 57 hombres hechos cuatro cuadrillas,<span class="pagenum"><a name="Page_414" id="Page_414">[414]</a></span>
-cada una con su Capitan, con intencion, dice Américo,
-que si los pudiese hacer sus amigos, bien, pero si no
-que como á hostes y enemigos los tratarian y, cuantos dellos
-haber pudiesen, harian sus esclavos perpétuos. Esto dice así
-Américo, y es de notar aquí el escarnio que quiere hacer
-Américo de la verdad y justicia, y de los leyentes, como si
-cuando se movieron á venir 100 leguas, habiendo prometido
-á los otros de los vengar y hacer guerra, vinieran á tratar
-amistad con ellos, ó para tener ocasion de cumplir con sus
-cudicias, que era á lo que de Castilla venian. Estas son las
-astucias y condenadas cautelas que siempre se han tenido para
-consumir estas gentes.</p>
-
-<p>Salieron, pues, en tierra, pero los indios, por los tiros de
-fuego, no les osaron impedir la salida, sino espéranlos con
-gran denuedo: pelearon los desnudos contra los vestidos, fortísimamente,
-por mucho tiempo, mataron é hirieron de los
-desnudos los vestidos, inmensos, porque las espadas empléanse
-bien en los desnudos cuerpos; viéndose así hacer pedazos,
-huyeron el resto. Van tras ellos hasta un pueblo; prenden los
-que pudieron, que fueron 25; vuélvense con su victoria,
-puesto que aguada todavía, por dejar de su compañía uno
-muerto y traer 22 heridos. Despidieron á los 7 que habian
-venido con ellos de la tierra firme; partieron, dice Américo,
-con ellos la presa, porque les dieron 7 personas, 3 hombres
-y 4 mujeres de los cautivos, y los enviaron muy alegres, admirados
-de aquella hazaña que los cristianos hicieron y de
-sus fuerzas. Todo esto cuenta Américo, añidiendo que de allí
-se volvieron á España y llegaron á Cáliz con 222 indios cautivos,
-donde fueron, segun él dice, con mucha alegría recibidos,
-y allí sus esclavos todos vendieron. ¿Quién le preguntara
-agora que de dónde robaron y hobieron ó saltearon
-los 200 de aquellos? porque esto, como otras cosas, pásalo
-en silencio Américo. Nótese, pues, aquí, por los leyentes, que
-saben algo de lo que contiene en sí la recta y natural justicia,
-aunque sean sin fe, gentiles, con qué derecho y causa
-hicieron estos, con quien Américo iba, guerra á los de aquella<span class="pagenum"><a name="Page_415" id="Page_415">[415]</a></span>
-isla, y hicieron y llevaron estos esclavos, sin les haber
-injuria hecho, ni en cosa chica ni grande ofendido, ignorando
-tambien si justa ó injustamente los de la tierra firme acusaban
-á los desta isla, y qué fama y amor quedaria derramada
-y sembrada de los cristianos en las gentes, y por los moradores
-della y de las comarcanas, quedando tan asombrados,
-lastimados y ofendidos; pero vamos adelante, que, acerca
-desto, <i>grandis restat nobis via</i>.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_416" id="Page_416">[416]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXVIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>De aquí queda nuestro Américo asaz claramente de falsedad
-convencido, porque, de aquesta isla que escandalizó y en
-ella tan gran daño hizo, dice que se volvieron á Castilla, no
-haciendo mencion de haber venido primero á esta Española,
-como vino; la cual venida á su segundo viaje aplica, pero no
-es verdad, como en el cap. 162 probé arriba. Puesto que pudo
-decir verdad, que de aquella isla que guerrearon y maltrataron
-fuese su venida para Castilla, pero no por el discurso que
-hasta agora ha dicho; lo cual pruebo y parece así, por los testigos
-que se tomaron por parte del Fiscal del Rey en el pleito
-que el almirante D. Diego Colon trujo con el Rey, sobre la guarda
-y cumplimiento de sus privilegios, de que he hecho muchas
-veces mencion arriba; depusieron que Alonso de Hojeda, con
-quien venia Américo en su primer viaje, corrió la costa de la
-mar hasta Cuquibacoa, que es Venezuela, y el cabo de la Vela,
-y que de allí se vino á esta isla, y así lo juró un testigo que se
-llamó Andrés de Morales, que yo bien cognoscí, principal piloto
-y viejo en estas Indias, vecino desta ciudad de Sancto Domingo,
-el cual, en su dicho dice así: «Andrés de Morales etc.,» á la
-quinta pregunta dijo: «Que la sabe como en ella se contiene»;
-preguntado como la sabe, dijo: «Que la sabe porque se ha
-hallado muchas veces con Juan de la Cosa é con Alonso de
-Hojeda en las navegaciones de aquel viaje etc., y que los sobredichos
-partieron desta isla de Roquemes, en las de Canaria,
-é fueron á dar en la tierra firme encima de la provincia de
-Paria, é descubrieron por la costa abajo á la dicha provincia
-de Paria, é pasaron más abajo á la dicha isla Margarita, y de
-ahí á Maracapana, descubriendo la costa hasta el dicho Cacique
-Ayarayte, y desde allí, de puerto en puerto, hasta la isla<span class="pagenum"><a name="Page_417" id="Page_417">[417]</a></span>
-de los Gigantes, y desde allí descubrieron á la provincia de
-Cuquibacoa hasta el cabo de la Vela, el cual nombre le pusieron
-el dicho Juan de la Cosa é Hojeda, é que de allí se vinieron
-á la isla Española.» Estas son sus palabras. Luego no
-pudo de allí tan abajo tornar á la isla que alborotaron, porque
-aquella no pudo ser sino alguna de las que están hácia el
-Oriente, comenzando de donde ellos estaban, como es la de
-Guadalupe y sus comarcanas, como arriba dijimos; y era dificilísimo
-subir de bajo arriba, por las grandes corrientes y contrarios
-vientos que por allí son continuos. Y esto se confirma
-porque fueron á parar al Brasil desta isla, que es al puerto de
-Yaquimo, esta costa abajo de Sancto Domingo, y es la propia
-y buena navegacion desde el cabo de la Vela hasta allí. Item,
-si habian, en aquel puerto ó tierra susodicha, adobado tan poco,
-habia sus navíos y tomado bastimentos, ¿como traian necesidad
-de adobarlos y de comida, como luego se dirá, á esta isla?
-Item, ¿como los testigos, y especial el piloto Andrés de Morales,
-que parece decir que iba con ellos, como no tocó ni otro
-ninguno en decir que Hojeda habia en algun puerto de aquella
-tierra firme hecho el bergantin y adobado sus navíos, siendo
-cosa señalada, y que daba más vigor á la verdad de sus dichos,
-que les pedian para que constase haber él descubierto aquella
-tierra firme, que era el fin que el Fiscal contra el Almirante
-pretendia? Luego, cierto, Américo trastrueca las cosas que
-les acaecieron y obraron en el primer viaje, al segundo, y las
-del segundo atribuye al primero, como arriba en el cap. 142
-mostramos evidentemente, callando muchas y añidiendo otras
-que no convienen. De aquí parece, que el hacer del bergantin
-y adobar los navíos en aquella tierra firme, lo cual cierto
-fué, y yo lo sé por ser en aquel tiempo notoriamente manifiesto,
-esto hicieron en el segundo viaje y no en el primero;
-y venir á esta isla Española, y donde acaecieron ciertos escándalos
-que causó Hojeda en ella, que luego se dirán, fué
-en el primero y no en el segundo, como quiso fingir Américo,
-y más digo, que nunca vino Hojeda á descubrir é rescatar, é
-á poblar en tierra firme, que de vuelta no viniese á parar á<span class="pagenum"><a name="Page_418" id="Page_418">[418]</a></span>
-esta isla, como abajo parecerá, y la venida del viaje primero
-niega ó disimula Américo debajo de silencio. Item, despues
-que Hojeda salió de España, hasta llegar á esta isla, no pasaron
-más de cinco meses, como arriba ha parecido, luego no
-tuvo tiempo para todo lo que dice que hicieron en aquel primer
-viaje.</p>
-
-<p>Tornando, pues, á proseguir el primer viaje de Hojeda,
-con quien iba Américo, por recta vía, y no por el camino torcido
-ó interpolado y confuso, como Américo lo escribe, decimos
-que, de la provincia de Cuquibacoa, que ahora se nombra
-Venezuela, y del cabo de la Vela, vino á tomar esta isla
-Española, y fué á surgir á 5 del mes de Setiembre, como
-arriba queda dicho en el cap. 164, al Brasil, que es á la provincia
-de Yaquimo, y áun creo que más abajo, cerca de la
-que se llama ahora la Çabana, tierra y reino de un Rey y
-señor que se llamaba Haniguayabá; supiéronlo luego los españoles
-que estaban por aquella provincia de Yaquimo, por
-indios, ó porque vieron venir los navíos por la mar, y supieron
-que era Hojeda, y hacen luego mandado al Almirante,
-que estaba aquí en Sancto Domingo, recien hecha la paz con
-Francisco Roldan y su compañía; luégo el Almirante mandó
-aparejar dos carabelas ó tres, y envió á Francisco Roldan con
-gente para que le prohibiese cortar brasil, sospechando que
-los cargaria dello, y que no hiciese algun otro daño, como
-sabia que Hojeda era más atrevido de lo que él quisiera, y
-dicho y hecho, como dicen. Llegó Roldan al puerto de Yaquimo,
-ó, por allí cerca, más abajo, con sus carabelas ó
-navíos, y saltó en tierra en 29 de aquel mes de Setiembre, y
-allí supo, de los indios, como estaba cerca de allí Hojeda;
-Roldan, con 26 hombres de su gente, púsose dél legua y media,
-y envió de noche por espías cinco hombres para ver
-qué gente estaba con él; halláronlo alborotado y que venia
-ya camino á ver á Francisco Roldan, porque le habian
-dado aviso los indios que habian venido tres carabelas y
-en ellas Francisco Roldan con mucha gente; como Roldan
-era por toda aquella tierra tan cognoscido, que temblaban<span class="pagenum"><a name="Page_419" id="Page_419">[419]</a></span>
-dél, y dijeron al Hojeda, que Roldan lo enviaba á llamar
-y que fuese á donde él estaba, lo cual no fué así. Hojeda,
-como no tenia consigo sino 15 hombres, porque los demas
-habia dejado en sus cuatro navíos, que estaban en un puerto
-ocho leguas de allí, porque habia venido á hacer en aquel
-pueblo del Cacique y señor Haniguayabá, pan, y lo estaba
-haciendo hacer, no osó hacer otra cosa, y temió harto no lo
-viniese Roldan á prender. Hojeda, con cinco ó seis hombres,
-venido á donde Roldan estaba, y habladas cosas generales,
-pregúntale Roldan, que como venia á esta isla, y mayormente
-por aquella trasera parte, sin licencia del Almirante, y
-no ir primero á la parte donde el Almirante estaba; respondió
-Hojeda, que él venia de descubrir é traia gran necesidad
-de comida, y los navíos para adobar y habia de remediarlos,
-y no pudo ir á otra más cercana parte. Tornó Roldan á preguntarle,
-que con qué licencia venia á descubrir, si traia
-provision Real que se la mostrase para poder proveerse en
-esta isla, sin demandar licencia al que la gobernaba; dijo que
-sí traia, pero que la traia en las carabelas, ocho leguas de
-allí; dijo Roldan que se la mostrase, porque de otra manera
-no podia dar buena cuenta, segun debia, al Almirante, pues
-para aquello habia sido por él enviado. Cumplió Hojeda con
-él cuanto pudo, diciendo que, en despachándose de allí, habia
-de ir á hacer reverencia al Almirante, y á hablarle muchas
-cosas que le tocaban, de las cuales dijo algunas al Roldan;
-y estas eran, segun yo no dudo, las que ya en la corte
-se trataban, quitar la gobernacion al Almirante, porque segun
-le escribió el Roldan, eran cosas que no se habian de
-fiar de cartas.</p>
-
-<p>Roldan dejó allí á Hojeda, y váse con sus carabelas á los
-navíos del Hojeda, y halló algunas personas de las que habian
-estado en esta isla con el Almirante y venido al descubrimiento
-de Paria, y que se habian tornado en los cinco navíos,
-en especial á un Juan Velazquez y Juan Vizcaino, los cuales
-le mostraron la provision ó capitulacion, firmada del Obispo
-D. Juan de Fonseca, que arriba en el cap. 164 dijimos, y allí<span class="pagenum"><a name="Page_420" id="Page_420">[420]</a></span>
-le informaron de todo su viaje, y lo que habian por la tierra
-firme bojado y navegado, y las señas de un hombre que les
-habian muerto, y los veinte y tantos heridos, como pareció en
-el dicho 164 capítulo, en el cual se probó haber aportado á
-esta isla el Hojeda, y la guerra, donde le mataron al hombre
-y los demas heridos, en el primer viaje de Hojeda todo haber
-acaecido. Supo tambien Francisco Roldan dellos, haber hallado
-oro y traerlo en guanines, que eran ciertas joyas muy bien
-hechas y artificiadas, como se supieran labrar en Castilla,
-puesto que el oro era bajo de valor; trujeron cuernos de venado,
-y dijeron que los vieron, y conejos, y un cuero de onza,
-que debia de ser de tigre, y un collar hecho de uñas de animales;
-todo lo cual fué muy nuevo de oir para ellos y todos
-los que estaban en esta isla. Roldan, esto sabido, creyendo
-que Hojeda cumpliera lo que le dijo, que en haciendo pan en
-aquel pueblo se habia de partir á ver al Almirante, á este
-puerto de Sancto Domingo, debióse de tornar al Almirante por
-tierra, ordenado á las carabelas lo que habian de hacer, y
-creo yo que sería que se cargasen del brasil. Él vino de Yaquimo
-á Xaraguá, que son 18 leguas, y visitó la gente de los
-cristianos, que repartida estaba por los pueblos de los indios,
-y hizo lo que más le pareció, y vínose á dar cuenta al Almirante
-de las cosas que le habia dicho Hojeda, que no debian
-ser las mejores nuevas del mundo, pues se trataba entónces
-en la corte, despues de llegados los cinco navíos con las nuevas
-de la rebelion de Roldan, la deposicion del estado del
-Almirante; cosa que no fué Hojeda el postrero que lo supiese,
-como fué favorecido del Obispo D. Juan de Fonseca, y ambos
-no aficionados á las cosas del Almirante. Del Obispo, arriba
-queda dicho que así era cuasi notorio, y yo lo vide con mis
-ojos, y sentí con mis sentidos, y entendí con mi entendimiento.
-Del Hojeda, despues pareció que debia de irse desta isla, del
-Almirante descontento.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_421" id="Page_421">[421]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXIX.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Despedido Roldan de Hojeda, creyendo que era todo oro lo
-que relucia, Hojeda, hecho su pan segun vido que le convenia,
-en lugar de tomar la vía de Sancto Domingo, á ver al Almirante
-y darle cuenta de lo que habia hecho en su viaje, como
-mostró y quedó con Roldan, y á darle relacion de las nuevas
-que habia en Castilla, váse con sus cuatro navíos hácia el Poniente
-y da la vuelta al golfo y puerto de Xaraguá; los cristianos
-que por allí estaban, por los pueblos de los Caciques,
-lo recibieron con alegría y le dieron todo lo que hobo menester
-él y los suyos, aunque no de sus sudores propios, sino
-del de los indios, porque deste suelen acá ser los españoles muy
-liberales. Y, porque una de sus carabelas traia muy perdida,
-que no se podia tener sobre el agua, hicieron hacer pez á los
-indios, y ayudáronle mucho hasta que la restauró, con todo
-lo demas que menester hobo. Entre tanto que allí estaba, como
-debia de haber por allí la gente mal vezada de las reliquias,
-que áun eran muy frescas, de la vida suelta que tuvieron con
-Roldan, maldiciendo de las cosas del Almirante, mayormente
-que siempre andaban descontentos, como no hinchian las manos
-de lo que deseaban (y una queja ordinaria suya era, que
-no se les pagaba el sueldo), comienza Hojeda, ó movido por
-el aparejo que en aquellos halló, ó porque él lo tenia de su
-cosecha en voluntad, á derramar mucha simiente de cizaña,
-diciendo que se juntasen con él, y, con la gente que él traia,
-vernian al Almirante y le requeririan que les pagase, de parte
-de los Reyes, y le constreñirian á pagar aunque no quisiese.
-Para lo cual, dijo, que él traia poder de Sus Altezas para lo
-hacer, y que se lo habian dado á él y á Alonso de Carvajal,
-cuando el Almirante tornó el año de 98, para que viniesen con<span class="pagenum"><a name="Page_422" id="Page_422">[422]</a></span>
-él á constreñirle que luego pagase; y otras muchas razones
-añidió, y palabras dijo demasiadas, segun dijeron, en mucho
-perjuicio del Almirante, y para provocar la gente á lo que pretendia
-inclinarla, de la cual, toda la mayor parte trujo á sí, como
-á hombres mal asentados, amigos de bullicios é inquietud, y
-sin temor de Dios ni de los daños y escándalos que, en esta
-isla, á indios y á cristianos habian de suceder. Y porque algunos
-hobo que no quisieron seguir la locura y maldad de
-Hojeda, y destos estaba parte en cierta estancia ó lugar cerca
-de Xaraguá, como todos, segun dije, andaban y estaban á
-manadas, repartidos por los pueblos y lugares de los indios,
-por comer y ser servidos dellos, porque muchos juntos no los
-podian sufrir ni mantener, ó porque aquellos le debian de
-haber contradicho cuando los provocaba por cartas ó por palabra,
-ó porque tenia entre ellos á quien él bien no queria
-desde los tiempos pasados, acordó una noche, con el favor
-de los que ya habia allegado á sí, dar en ellos y prenderlos
-ó hacer dellos alguna venganza ó otro semejante mal recaudo,
-y así lo puso por obra; de manera, que mató y le
-mataron, hirió y le hirieron ciertos hombres de ambas partes.
-Causó grande escándalo en la tierra en indios y en cristianos,
-de donde se comenzó otra turbacion muy peor que la pasada
-de Roldan, si Dios, por medio del mismo Roldan, no la obviara.
-Tornaba ya Roldan de Sancto Domingo para Xaraguá,
-y, ó porque el Almirante sospechó que Hojeda todavía podia
-revolver algo y causar algunos daños á indios y á cristianos,
-como estuviese cierto que era ido desta isla, ó porque dello
-fué avisado, porque en ocho dias y á cada ocho dias lo podia
-saber por mensajeros indios que enviaban algunos cristianos
-de los que le obedecian, envió, finalmente, al dicho Roldan á
-Xaraguá, el cual en el camino supo el insulto, y daño y escándalo
-que habia intentado y causado Hojeda, y el fin que pretendia.
-Proveyó luego Roldan de avisar á un Diego de Escobar,
-hombre principal, de los que le habian siempre seguido, y que
-recogiese la más gente que pudiese de los que creyese que no
-estaban inficionados de Hojeda, y se viniese á Xaraguá; y él,<span class="pagenum"><a name="Page_423" id="Page_423">[423]</a></span>
-de camino recogió, por los pueblos donde estaban derramados
-los cristianos, los que pudo, y así llegaron los dos un
-dia despues del otro á Xaraguá: Hojeda ya se habia recogido
-á los navíos. Escribióle una carta Francisco Roldan, exajerando
-aquellos escándalos, muertes y daños que habia
-hecho, que mirase el deservicio que recibian los Reyes, la
-turbacion y alborotos de la tierra, la voluntad que tenia el
-Almirante para con él, que era buena, no quisiese dar causa
-que todos se perdiesen, y, por tanto, que le rogaba que diese
-manera para que se viesen ambos, porque los daños hechos se
-olvidasen, pues no se podian restaurar, y, al ménos, los por
-venir se excusasen. No curó Hojeda de ponerse en aquel peligro,
-porque debia cognoscer á Roldan, que era hombre
-bien esforzado y astuto, y no poco entendido. Envió Francisco
-Roldan á Diego de Escobar, á hablarle, y este no era
-ménos sábio que ambos, el cual yo bien y por muchos años
-conocí, el cual afeó á Hojeda lo que habia hecho lo mejor
-que él pudo, y persuadióle que se viese con Roldan; respondióle
-que él lo deseaba y queria. Volvióse Escobar sin poder
-hacer concierto: creyendo Roldan que lo haria, envióle, para
-entender en las vistas, á un Diego de Trujillo, al cual, entrando
-en los navíos, prendió y echó en unos grillos. Sale
-luego con 20 hombres armados, y viene á Xaraguá, donde
-estaba un Toribio de Linares, que tambien yo bien conocí,
-al cual prendió, y llévalo consigo á los navíos, donde le echó
-otro par de grillos; vánlo á decir los indios luego á Roldan,
-que estaba una legua de allí. Salió de presto Roldan con la
-gente que tenia, bien aparejado, tras él, pero Hojeda ya estaba
-en su guarida. Tornó á enviar un Hernando de Estepa,
-lo mismo muy conocido de mí, al cual respondió, que si no
-le daban un Juan Pintor, que se le habia salido de los navíos,
-que no ménos yo que á los demas conocí, y áun no tenia
-sino una mano, juraba que habia de ahorcar á los dos que
-tenia, de la manera dicha, con grillos. Mirad qué culpa tenian
-los otros, que mereciesen que él los ahorcase, porque
-el Juan Pintor se le hubiese salido. Hízose á la vela Hojeda<span class="pagenum"><a name="Page_424" id="Page_424">[424]</a></span>
-con sus navíos, y váse la costa abajo, hácia unos pueblos y
-provincia que llamaba el Cahay, tierra y gente graciosísima,
-que estaria de Xaraguá 10 ó 12 leguas, donde salió en tierra
-con 40 hombres y tomó por fuerza todo el bastimento que
-quiso, en especial, ajes y batatas, que son las raíces de que
-arriba hablamos en el cap. 45, y allí son las más nobles y
-delicadas de toda la isla, dejando á los indios y cristianos, que
-allí estaban, muy desabridos. Viendo que se hacia á la vela,
-envia Roldan tras él, por la ribera de la mar, á Diego de Escobar
-con 25 hombres, y, porque llegaron noche, ya el Hojeda
-era en sus navíos recogido; otro dia, luego, pártese Roldan
-tras él con 20 hombres, y llegado al Cahay, Roldan halló
-una carta que Hojeda habia escrito á Diego de Escobar, en la
-cual afirmaba que habia de ahorcar los susodichos, si su Juan
-Pintor no se le restituia. Rogó Roldan á Diego de Escobar
-que entrase en una canoa esquifada, como los marineros dicen,
-de remadores indios, y fuese hácia los navíos atanto
-cerca que le oyesen, y dijese á Hojeda, de partes de Roldan,
-que pues él no se queria fiar de él y venir á hablar con él,
-que él lo queria hacer, é ir á los navíos, confiándose de él
-mismo, y para esto que le enviase un batel. Pareció á Hojeda
-que tenia ya su juego hecho, pero otro piensa el que lo ensilla,
-y este era Francisco Roldan, que los atabales á cuestas,
-como dicen, traido habia. Envió, pues, Hojeda, un muy buen
-batel, que otro tal no tenia, con ocho hombres muy valientes
-de la mar, dentro, con sus lanzas y espadas y tablachinas,
-los cuales, llegando con su batel un tiro de piedra de la ribera,
-dijeron que entrase Roldan. Preguntó Roldan, ¿cuantos mandó
-el señor Capitan que entrasen conmigo? respondieron: cinco
-ó seis hombres. Mandó luego Roldan que entrasen primero
-Diego de Escobar, y Pero Bello, y Montoya, y Hernan Brabo,
-y Bolaños, y no consentian que entrasen más. Entónces dijo
-Roldan á un Pedro de Illanes que le metiese acuestas en la
-barca, y, como que le iba teniendo de un lado, llevaba otro
-que se decia Salvador. Entrados en el batel todos, disimuladamente
-dijo Roldan á los que remaban que remasen hácia<span class="pagenum"><a name="Page_425" id="Page_425">[425]</a></span>
-tierra; ellos no quisieron. Echan él y los suyos mano á las
-espadas, y dan tan de golpe en ellos, que, acuchillados
-y muertos, á lo que se dijo, algunos, hácenlos saltar al
-agua y tórnanlos presos á todos, y á un indio flechero que
-traia de las islas robado, escapándoseles otro nadando, y
-llévanlos á tierra; y así, queda sin la principal barca ó batel
-de que mayor necesidad tenia, y juntamente sin tanta soberbia
-y presuncion, Hojeda. Visto Hojeda que se le habia
-desecho su artificio y salido en vano sus pensamientos, acordó
-de llevar el negocio por más mansedumbre, y métese en
-un barquillo que traia, y Juan de la Cosa, su principal piloto,
-con él, y un espingardero y otros cuatro con él que remaban,
-y viénese hácia tierra. Francisco Roldan, como le conocia
-ser travieso y valiente y atrevido, áun pensando que los osara
-acometer, hace aparejar el batel con siete remeros y 15
-hombres para pelear, y una buena canoa en que podian ir
-otros 15, todos á pique, como es lenguaje de marineros, ó aparejados,
-estuvieron á la lengua del agua. Teniéndose á fuera
-en el agua, cuanto podia ser oido, dijo Hojeda, que queria
-hablar con Francisco Roldan; llegóse más, y Francisco
-Roldan le dijo, que por qué hacia aquellas cosas tan escandalosas
-y culpables; respondió, que porque le habian dicho
-que tenia mandamiento del Almirante para lo prender. Roldan
-le certificó ser falsedad, y que el Almirante no tenia
-propósito de dañarle, sino ántes de le ayudar y honrar en lo
-que pudiera, y si él viniera á Sancto Domingo, como le habia
-prometido, por experiencia lo viera; finalmente, vino á
-rogarle que le restituyese su batel y sus hombres, que en él
-le habia prendido, no curando ya del Juan Pintor, pues via
-que sin el batel no le era posible volver á Castilla. Francisco
-Roldan, viendo la necesidad que Hojeda tenia, y porque en
-estos dias habia hecho terrible tormenta y habia garrado, que
-quiere decir, arrastrado el ancla, de donde la primera vez la
-echaron, el navío mayor que Hojeda tenia, más de dos tiros
-de ballesta hácia la tierra, donde y cuando se suelen los navíos
-perder y la gente con ellos, y porque, si daban al través y<span class="pagenum"><a name="Page_426" id="Page_426">[426]</a></span>
-Hojeda y su gente se quedaban allí, era quedar la confusion
-en la isla para que fuera peor que la pasada del mismo Roldan,
-acordó Roldan darle el batel y sus hombres, y que él
-restituyese los dos que él habia malamente, al uno detenido
-y al otro salteado, y así se hizo que destrocaron. Partióse
-luego á hacer una cabalgada que decia que habia de hacer,
-y segun dijo un clérigo que traia consigo, y otros tres ó cuatro
-hombres de bien que se quedaron, la cabalgada que traia
-fabricada, era la que pensaba hacer en la persona y en las
-cosas del Almirante, y este atrevimiento, creo yo, que cobró
-él, de saber que los Reyes trataban de remover al Almirante
-de su estado, y con el favor que él tenia del Obispo Fonseca,
-y, por el contrario, el disfavor que el mismo Obispo dió siempre
-á el Almirante, justa ó injustamente, cuanto á los hombres
-digo, Dios lo sabe. Y, á lo que yo sospecho, salido de allí
-Hojeda, fué á cargar los navíos de indios en alguna parte desta
-isla, ó de la isla de Sant Juan, ó de otra de las comarcanas,
-pues llevó á Castilla y vendió en Cáliz 222 esclavos, como
-Américo arriba tiene y en su primera navegacion confesado;
-y esta fué, con los otros daños y escándalos que á los indios
-y cristianos dejó hechos Hojeda, su cabalgada. Por lo que
-en este capítulo se ha visto, parece la falsedad industriosa
-de Américo, y su encubrir las tiranías que en aquel su primer
-viaje hicieron, en las cuales él á Hojeda acompañaba, y
-su trastrocar de los hechos que hicieron en sus dos viajes,
-como ya hemos dicho, más que el sol clara. Dice de esta brega
-y escándalos que Hojeda causó, Américo, en el fin de su
-segunda navegacion, y acaeció en la primera, desta manera:
-<i>Necnon gente illa quam nobis amicam efeceramus relicta hinc, ab
-eis excessimus ob plurimarum rerum nostrarum indigentiam; venimus
-ad Antigliæ insulam, quam paucis nuper ab annis Christophorus
-Columbus discooperuit; in qua reculas nostras ac navalia
-reficiendo mensibus duobus et diebus totidem permansimus: plures
-interdum Christicolarum inibi conversantium contumelias perpendimus,
-quas, prolixus ne nimium fiam, hic omitto: eandem vero
-insulam vigessima secunda Julii deserentes</i>, etc. Todo esto es<span class="pagenum"><a name="Page_427" id="Page_427">[427]</a></span>
-falso, porque dice, que las injurias ó afrentas que padecieron
-no las dice por no ser prolijo, dando á entender que injustamente
-se le hicieron, y no dice por qué, y qué fueron los insultos
-que ellos cometieron; lo segundo, cuanto á poner estos
-escándalos en el segundo viaje, es muy falso, como arriba demasiadamente
-queda probado; lo tercero, asimismo, decir
-que partieron desta isla á 22 de Julio, es más que falso, porque
-no partieron sino cuasi en fin de Febrero, entrante el año
-de 500, y áun creo que en Marzo, como parece por las cartas
-que yo vide y tuve en mi poder, y cognosco la firma de
-Francisco Roldan que escribia cada ocho ó quince dias, cuando
-andaba revuelto con Hojeda, hasta que se fué, al Almirante.
-De manera, que la fecha que debió ser en el segundo puso
-en el primero, y los alborotos y daños que hicieron en el primero,
-puso por afrentas y contumelias, recibidas sin culpa, en
-el segundo viaje.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_428" id="Page_428">[428]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXX.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Partido de allí del Cahay, donde le tomaron la barca con
-sus navíos, Hojeda, Francisco Roldan, como hombre astuto,
-diligente y de guerra, estúvose por allí algunos dias hasta ver
-si volvia á hacer algun salto Hojeda en la tierra, porque cognoscia
-dél que era hombre para hacerlo, y desde á pocos dias
-recibió aviso que habia saltado en cierta parte, la costa abajo,
-creo yo, donde procuró de hacer pan para su camino. Escribiólo
-Roldan luego al Almirante, y determina de ir á prenderle,
-y apareja seis canoas, en las cuales dijo que podian caber 80
-hombres; y, porque envió dos mancebos hábiles y sueltos en
-una canoa por la mar para espiar y especular lo cierto dello,
-y vide otras cartas de Roldan para el Almirante, escritas despues,
-luego, desto, y no hacian mencion de la estada de Hojeda,
-estimo que debia de ser ya ido cuando llegaron los mancebos.
-Con este favor de haber echado á Hojeda de la tierra,
-dijeron algunos, ó los más que allí estaban, á Francisco Roldan,
-que se querian allí avecindar; Roldan les dijo que se escribiesen
-y que enviaria al Almirante la memoria, y enviaria
-quien les repartiese las tierras en que hobiesen de labrar, y
-porque se les hacia grave esperar tanto, señálales él á cada uno
-en que labrase, como si aquellas tierras no tuvieran dueños;
-y ¡ojalá aquí parara la tiranía! Pidiéronle más, porque ellos
-no entendian abajar el lomo, que les diese quien les ayudase
-á labrar; él, viendo, dice él, que era bien contentarlos,
-díjoles que queria hacer con ellos una liberalidad, conviene
-á saber, que el Almirante le habia hecho merced de que el
-rey Behechio con toda su gente le sirviesen de las cosas de
-sus labores, y no á otro ninguno, que los tomasen ellos y se
-sirviesen dellos en sus labores y los contentasen: estas son palabras<span class="pagenum"><a name="Page_429" id="Page_429">[429]</a></span>
-del mismo Roldan al Almirante, que yo vide firmadas
-de su nombre. El contentamiento era, que les habian de servir
-aunque les pesase, y darles despues un espejuelo y un
-cuchillo, ó unas tijeras; veis aquí el repartimiento claro como
-se va entablando. Y que se diga que á un tan gran Rey como
-Behechio, que el Almirante diese para que sirviese á Roldan,
-y Roldan lo diese á los hombres viles, y quizá entre ellos azotados,
-para los servir, é que repartiesen entre sí sus vasallos,
-¿qué mayor tiránica maldad? Pero pasemos adelante. Así que,
-tornando al propósito, todavía mandó el Almirante á Roldan
-que estuviese por allí algunos dias, porque se queria ir á donde
-el Almirante estaba, sospechando el Almirante que tornaria
-Hojeda. Muy bien lo hizo Francisco Roldan en todo este negocio
-en aventar á Hojeda de la tierra, porque, cierto, si Hojeda
-prevaleciera, yo creo que fueran peores los escándalos
-y turbaciones, daños y destruccion más vehemente de indios
-que la hobo, aunque mucha fué, en tiempo del alzamiento
-de Roldan, porque todos los más de los españoles que acá
-estaban, estaban corruptísimos y depravados, y cudiciosísimos
-de alborotos y guerras, enemigos de toda concordia y paz, y
-esto no era sino porque Dios los habia dejado de su mano,
-por las guerras y agravios, opresiones y muertes injustas, y
-violencias que hacian sin cesar á los indios; la razon es, porque
-tiene Dios esta regla en su universal é infalible providencia,
-que cada uno sea punido por lo que, y de la manera
-que, peca y le ofende, y en aquello que él damnifica á su
-prójimo. El medio é instrumento que aquellos tenian para
-nunca dejar de tratar de revueltas y desasosiegos entre sí
-mismos, era la ociosidad y vida deliciosa y holgada que tenian,
-y el señorío que habian usurpado sobre los indios humildes
-y mansísimos, por lo cual se hacian elatos y soberbios
-y presumidores de sí mismos, y menospreciadores de los
-otros, de donde se habia de seguir, de necesidad, las disensiones,
-reyertas y confusion entre sí, y no pensar en otra
-cosa sino en reñir y en supeditar los unos á los otros, como
-vemos cada dia en la gente de guerra; y esta excedia todas<span class="pagenum"><a name="Page_430" id="Page_430">[430]</a></span>
-las otras de aquella calidad y oficio, en tanto grado, cuanto
-más ofendian á Dios en destruir estas inocentes gentes, sin
-causa ni razon, y más alongados estaban de su Rey, á quien
-temiesen, y con mayor licencia y libertad estaban atollados
-y zabullidos en las espurcicias y fealdades de los vicios
-bestiales, en que conversaban con grandísima injuria de sus
-prójimos, tomándoles sus propias mujeres y hijas, con toda
-ignominiosa violencia. Por aquí considerará cualquiera, que
-sea fiel y verdadero cristiano, qué doctrina, qué ejemplo,
-qué fama, qué estima cobrarian estas gentes de la religion
-cristiana, y qué amor, y afeccion, y cudicia temian para recibirla,
-y cuan al revés, y por el contrario de como se debia,
-se entró en estas tierras y reinos ajenos, no siendo otra la
-causa legítima para poderse entrar en ellos, sino la paz, sosiego,
-edificacion, conversion y salvacion dellos. Y porque
-no falte otro testigo de todo esto, estaba entónces en esta isla
-un caballero que tenia por nombre D. Hernando de Guevara,
-primo de Adrian de Muxica, que arriba nombramos y abajo
-diremos, y este Adrian era uno de los alzados con Roldan;
-no me acuerdo si el D. Hernando, que yo bien cognoscí en
-esta isla, y á sus hermanos en Castilla, si anduvo alzado con
-Roldan; finalmente, por no andar muy quieto, el Almirante
-le mandó que saliese de la tierra, y, en cumplimiento de su
-mandado, sabiendo como Hojeda andaba por la provincia de
-Xaraguá, fuése allá, por irse con él, pero cuando llegó ya
-Hojeda era ido. Francisco Roldan le dijo que viese y escogiese
-la estancia donde le placia estar, con los cristianos que estaban
-por los pueblos de los indios, haciendo la vida que arriba
-dijimos, repartidos, y que allí se fuese hasta que el Almirante
-mandase otra cosa. El cual eligió el Cahay, que arriba
-nombramos (donde Hojeda perdió el batel y blandeó su entereza),
-porque Adrian, dijo D. Hernando, tiene allí ciertas
-aves y perros; estos perros, traidos de Castilla, eran acá muy
-preciosos para cazar las hutias, que arriba dijimos ser los
-conejos. Aceptada por Roldan la eleccion de su estado, díjole
-que se fuese en hora buena á holgar á allí, é con esto se despidió<span class="pagenum"><a name="Page_431" id="Page_431">[431]</a></span>
-D. Hernando de Roldan. D. Hernando se fué por casa de
-la señora Anacaona, hermana del rey Behechio, y tomóle una
-hija muy hermosa que tenia, que se llamó Higueymota, puesto
-que dijo D. Hernando que su madre se la dió, y es de creer,
-porque creia que la daba por su mujer, y D. Hernando era
-muy gentil hombre y de autoridad, y parecia bien ser de generosa
-casta. Recibida ó tomada la señora Higueymota, detúvose
-allí con ella dos dias, sin saberlo Roldan, y envió por un
-clérigo, para que la bautizase, porque desta manera se administraban
-entónces los Sanctos Sacramentos, en especial el del
-bautismo. Sabido por Roldan hobo mucho enojo, de quien
-tambien me dijeron que la tenia el Roldan por amiga, y porque
-estaba enfermo de los ojos, envióle á decir que se maravillaba
-dél, y lo mal que lo hacia, y que le rogaba que se
-fuese á la estancia que habia escogido, y que mirase que habia
-defendido aquella señora siempre, que no le fuese hecha injuria,
-y el daño que le hacia, y cuanto enojo dello recibiria el
-Almirante. Vino D. Hernando, con poco sentimiento y con
-poca vergüenza de su pecado, á contar á Francisco Roldan
-con mucho placer lo que le habia acaecido, y que le rogaba
-que le dejase estar allí; Roldan le dijo, como hombre prudente,
-que aquello era en sí malo, y, allende de esto, que el
-Almirante se indignaria contra él porque se lo habia consentido,
-y más, que como él estuviese en desgracia del Almirante,
-á él no le convenia que allí estuviese con él porque
-el Almirante no sospechase que no andaba en su obediencia
-con simplicidad, y otras razones con que se convenció
-D. Hernando, y así se fué á donde le estaba señalado; pero,
-porque los que están fuera de la gracia de Dios y en un pecado
-no pueden asosegar sin que cometan otros peores y más graves,
-desde á tres dias, con cuatro ó cinco hombres, tórnase á
-su querencia, como animal bruto, D. Hernando. Sabida por
-Roldan la tornada de D. Hernando, envióle con dos hombres
-á decir cuan mal lo hacia, y que le rogaba y mandaba, de
-parte de la justicia, que se fuese de allí adonde le estaba señalado;
-D. Hernando comenzó á hablar desmandado, y, entre<span class="pagenum"><a name="Page_432" id="Page_432">[432]</a></span>
-otras palabras, decia que Roldan tenia necesidad de tener
-amigos, porque él sabia de cierto que el Almirante le andaba
-tras cortar la cabeza, y otras semejantes, indiscretas, escandalosas
-palabras y desvariadas. Dícenlo á Roldan, envíale
-á mandar que se vaya luego de la provincia, y se vaya á
-se presentar al Almirante. Humíllase á Roldan y ruégale
-que lo deje por agora hasta que el Roldan fuese á donde el
-Almirante estaba; concédeselo Roldan para más justificar
-su causa. Era necesario, por la regla arriba dicha, que Dios
-dejase á D. Hernando derrumbarse á mayores pecados. Acuerda
-de matar á Francisco Roldan, ó sacarle los ojos, por vengarse
-de la injuria que le hizo en no haberle castigado y desterrado,
-luego que supo que á la señora Higueymota habia por manceba
-tomado, y porque, para hacer cosa tan atrevida y para
-salvarse, habia menester no pocos que contra el Almirante y
-la justicia le ayudasen, él, por su parte, y otros que habia por
-sí y á sí allegado, anduvieron persuadiendo y solevantando
-á muchos (que habia poco que trabajar, para á rebelion cualquiera
-levantarlos), y así comenzaba otra peor que las pasadas.
-No quiso Dios permitirlo, puesto que los unos y los otros
-merecian que se consumieran y despedazaran, como habian
-hecho y hacian en los indios á cada paso. Fué avisado Roldan,
-y, como diligente y astutísimo, y bien proveido, prevínolos, y,
-con buena manera que en ello tuvo, prendió luego á D. Hernando
-y siete de los más principalmente culpados. Hácelo saber
-al Almirante para que le escriba lo que manda; porque,
-como hombre muy bien sabido, no quiso hacer cosa por su
-autoridad; lo uno, por el acatamiento y preeminencia del Almirante,
-la cual, mucho, despues de reducido, guardaba, lo
-otro, porque reusaba ser juez en su causa propia, y con razon
-lo consideraba. El Almirante le escribió mandándole que se los
-enviase presos á la fortaleza desta villa ó ciudad de Sancto
-Domingo. Entretanto, como supiese Adrian de Muxica que estaba
-preso su primo D. Hernando, andaba por la Vega y por
-los lugares donde estaban los cristianos, por los pueblos de
-los indios; derramados, haciendo juntas y bullicios, provocándolos<span class="pagenum"><a name="Page_433" id="Page_433">[433]</a></span>
-á levantamiento, ó sólo para libertar á D. Hernando,
-ó con otros intentos que él hoy se sabe, donde quiera que
-Dios le haya puesto, si es salvo ó condenado; la fama pública
-fué, que tenia propósito de soltar á D. Hernando, y matar
-á Francisco Roldan y al Almirante. Juntó en pocos dias
-muchos de pié y de caballo; el Almirante, que estaba en la
-fortaleza de la Concepcion, fué avisado de uno dellos, que se
-llamó Villasancta, que yo bien cognoscí por muchos años, y, no
-teniendo consigo sino seis ó siete criados de su casa y tres escuderos
-de los que ganaban sueldo del Rey, supo dónde estaban,
-y va una noche, y dá sobre ellos y desbarátalos, donde
-prendió al Adrian y á otros, y, traidos á la fortaleza, mandó luego
-al Adrian ahorcar; y, diciendo él que le dejasen confesar,
-dijo el Almirante que le confesase un clérigo que allí estaba, y,
-cuando el clérigo se ponia á confesarle, se detenia y no queria
-confesar, y esto hizo algunas veces. Viendo el Almirante
-que lo hacia por dilatar su muerte, mandó que lo echasen de
-una almena abajo, y así lo hicieron; daba voces que lo dejasen
-confesar, porque, por temor de la muerte, no se acordaba
-de sus pecados, y que dejaba condenados á muchos que
-no tenian culpa, pero no le aprovechó nada. Esto era entre
-nosotros público, y se platicaba así por muchos como cosa
-cierta y fresca, porque no habia obra de año y medio ó dos
-que habia acaecido cuando yo vine á esta isla. Otros mandó
-tambien ahorcar, y prendió muchos el Adelantado, de los del
-concierto, y fué tras otros que se huyeron, cuando prendió á
-Adrian, á Xaraguá; despues vide yo cierto proceso, donde
-hobo muchos testigos que dijeron lo que aquí he dicho. Prendió
-en Xaraguá, el Adelantado, muchos, y creo que oí muchas
-veces que habian sido 16, los cuales metió en un hoyo, como
-pozo, hecho para aquel fin, é los tenia para ahorcar, sino que
-vino á la sazon quien se lo impidió, como se dirá, queriendo
-Dios. Mandó prender el Almirante á Pedro de Riquelme, el
-muy amigo de Francisco Roldan, que tenia su casa en el Bonao,
-y á otros, y ponerlos en la fortaleza de Sancto Domingo,
-los cuales estaban muy propincuos para ahorcarlos con<span class="pagenum"><a name="Page_434" id="Page_434">[434]</a></span>
-D. Hernando; todas estas cosas se hacian por el mes de Junio,
-y Julio, y Agosto del año de 1500. Y dejemos agora aquí el
-estado desta isla en estas inquietudes, y como andaba el Almirante
-y el Adelantado á caza de los que se huian, que
-debian de haber consentido, ó al ménos presumíase, en los
-alborotos que habia renovado Adrian, y á todos los que tomaban
-se daban priesa en despacharlos; y será bien tornar
-un poco atras, á lo que más sucedió en el año de 1499, y
-tratar de los otros descubridores ó cudiciosos allegadores, que
-se movian en el tiempo que Hojeda se movió, por las nuevas
-que fueron en los cinco navíos, de haber descubierto á tierra
-firme y las perlas, el Almirante.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_435" id="Page_435">[435]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXI.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Publicado en Sevilla el descubrimiento de la tierra firme
-y de las perlas, hecho por el Almirante, las nuevas del cual
-llevaron, como se ha dicho muchas veces, los cinco navíos, y
-visto que Hojeda tenia licencia del Obispo Fonseca, y aparejaba
-navíos para venir por acá, hobo en Sevilla algunos que
-se hallaban con alguna hacienda, más que otros, vecinos especialmente
-de Triana, que presumieron de se atrever á tomar
-el hilo en la mano que el Almirante les habia mostrado,
-y venir por este Océano á descubrir adelante, más por
-allegar oro y perlas, como creo que no será pecado sospechar,
-que por dar nuevas de las mercedes que de Dios habian recibido
-en traerlos primero á su sancta fe, que á estas naciones
-que tuvo por bien llamar tan á la tarde; y ojalá, ya que no
-iban á hacerles bien, no les hicieran males y daños. Unos de
-los primeros que, á par cuasi de Hojeda, vinieron á descubrir,
-fueron, un Peralonso Niño y un Cristóbal Guerra, vecinos,
-el Guerra, de Sevilla, y el Peralonso, creo que era del
-Condado. Este Peralonso Niño, vino, cierto, con el Almirante
-al descubrimiento de Paria, y debióse de tornar á Castilla en
-los cinco navíos, y esto está probado con testigos contestes,
-y yo he visto sus dichos en el susodicho proceso; y uno que
-dijo, que no habia ido en aquel viaje Peralonso Niño con el
-Almirante, yo se que, para contra el Almirante, por derecho
-de juicio, podia ser repelido. Así que, Peralonso Niño, habida
-licencia del Rey ó del Obispo para descubrir, con instruccion
-y mandado que no surgiese con su navío ni saltase en tierra,
-con 50 leguas, de la tierra que habia descubierto el Almirante,
-como no tuviese dineros como habia menester, ó quizá
-ningunos, tractó con un Luis Guerra, vecino de Sevilla, que<span class="pagenum"><a name="Page_436" id="Page_436">[436]</a></span>
-tenia hacienda, que le armase un navío; el Luis Guerra se
-ofreció á hacerlo, y, entre otras condiciones, fué con tanto
-que su hermano Cristóbal Guerra fuese por Capitan dél. Partió,
-pues, Peralonso Niño por piloto, y Cristóbal Guerra por
-Capitan, del Condado, que debia de ser de Palos ó de Moguer,
-poco tiempo despues que Hojeda y Juan de la Cosa y
-Américo partieron del puerto de Sancta María ó de Cáliz, y
-así lo testificaron los testigos que se tomaron por parte del
-Fiscal en el su susodicho proceso. Fueron estos, como Hojeda,
-hácia el rastro 200 ó 300 leguas, y allí vieron tierra, y, por
-la costa abajo descendiendo, llegaron obra de quince dias despues
-que habia llegado Hojeda á la provincia ó tierra de Paria,
-y, segun dice un testigo en su dicho, allí saltaron en
-tierra, como los indios habia dejado el Almirante pacíficos, y
-despues el mismo Hojeda, y cortaron brasil, contra lo que
-por la instruccion llevaban mandado; de allí van la costa de
-la mar abajo, entraron en el golfo, que llamó Hojeda de las
-Perlas, que hace la isla de la Margarita, y en ella rescataron
-muchas perlas. De allí, lléganse á Cumaná, pueblo y provincia
-de la tierra firme, siete ú ochos leguas de la Margarita;
-ven la gente toda desnuda, escepto lo principal de las vergüenzas,
-que lo traen metido en unas calabacitas, con un cordelejo
-delgado que las tienen ceñido al rededor de los lomos,
-y así los vide yo, despues algunos años que estuve por algun
-tiempo en aquella tierra. Vieron ellos tambien, y yo despues,
-que acostumbran los hombres traer en la boca cierta hierba
-todo el dia mascando, la que, teniendo los dientes blanquísimos
-comunmente, se les pone una costra en ellos más negra
-que la más negra azabaja que puede ser; traen esta hierba
-en la boca por sanidad, y fuerzas, y mantenimiento, segun
-yo entendido tengo, pero es muy sucia cosa y engendra grande
-asco verla, á nosotros, digo; cuando la echan, despues de muy
-bien mascada, lávanse la boca y tornan á tomar otra, y teniéndola
-en la boca hablan, harto oscuramente, como quien la
-lengua tiene tan ocupada. Venian sin temor alguno á los navíos
-con collares hechos de perlas, y dellas en las narices y<span class="pagenum"><a name="Page_437" id="Page_437">[437]</a></span>
-en las orejas. Comenzaron á cebarlos los cristianos con cascabeles,
-y anillos, y manillas de laton, agujas, y alfileres, y espejuelos,
-cuentas de vidrio de diversos colores; dábanlas por casi no
-nada, no curaban de regatear, ni de muchas contiendas, sino
-daban todas las que traian, y tomaban por ellas lo que les daban.
-De allí, de Cumaná y Maracapana, que está de Cumaná
-15 leguas, hobieron mucha cantidad de perlas. Navegan la
-costa abajo, y llegaron hasta unas poblaciones que llamaban
-los indios Curianá, junto donde agora es Coro; finalmente,
-hasta cerca de la provincia que agora llamamos Venezuela,
-obra de 130 leguas abajo de Paria y de la boca del Drago.
-Aquí surgieron en una bahía como la de Cáliz, donde en las
-gentes desta tierra hallaron humanísima hospitalidad y gracioso
-recogimiento; vieron en tierra pocas casas, que serian
-ocho ó diez, pero vinieron de una legua de allí, la costa
-abajo, hasta 50 hombres desnudos, con una persona principal
-que debia ser el señor, ó enviado por el señor, el cual, de
-parte de todos, le ruega con importunidad al capitan Cristóbal
-Guerra y á los demas, que vayan con el navío á surgir á
-su pueblo. Saltaron en tierra, dánles de sus cascabeles, cuentas
-y bujerías; diéronles cuantas perlas, en los brazos y gargantas,
-y en todo su cuerpo traian; pesaron, solas aquellas
-que en obra de una hora les dieron, quince onzas, valdria lo
-que les dieron por ellas, obra de 200 maravedís. Levantaron
-las anclas otro dia, y fueron á surgir junto con el pueblo.
-Concurre todo el pueblo, rogando á los cristianos que salten
-en tierra, pero ellos, como no eran más de 33, viendo gran
-multitud de gente, no osaron salir, ni fiarse dellos, sino por
-señas les decian que viniesen al navío con sus canoas ó barquillos;
-vinieron muchos sin temor alguno, trayendo consigo
-cuantas perlas tenian, por haber los diges de Castilla. De que
-vieron su simplicidad, su inocencia y humanidad, salieron
-los cristianos en tierra; hácenles mil caricias, mil regalos, en
-tanta manera, que no lo sabian encarecer. Estuvieron veinte
-dias con ellos dentro de sus mismas casas, como si fueran
-padres y hijos; la abundancia de la comida, de venados, de<span class="pagenum"><a name="Page_438" id="Page_438">[438]</a></span>
-conejos, ansares, ánades, papagayos, pescados, y el pan de
-maíz, no se podria fácilmente todo decir; cuantos venados y
-conejos y otras cosas les pedian que trujesen, tantos luego
-les traian. De ver ciervos ó venados y conejos, que fuese
-tierra firme aquella, por cierto, creian, como aquellos animales
-no se hobiesen visto hasta entónces en las islas; hallaron
-que tenian estos sus mercados ó ferias donde, cada pueblo
-y vecinos dél, á vender lo que tenian, traian. Traian tinajas,
-cántaros, ollas, platos y escudillas, y otros vasos de diversas
-formas, para su servicio, á vender. Entre otras cosas, traian,
-á vueltas de las perlas, hechas avecitas, ranas, y otras figuras
-muy bien artificiadas, de oro; ver esto, no pesó á quien
-por haberlo pasaba tantas mares, y con tantos peligros. Preguntaban
-á los indios, que dónde se cogia aquel estiercol;
-respondieron que seis dias de allí, de andadura. Acordaron
-de ir allá con su navío, y dijeron que hallaron la misma provincia;
-esta no supe dónde seria, sino creo que fuese la provincia
-de Venezuela, que habria de Curianá los seis dias de
-andadura de un indio, á siete ó ocho leguas cada dia, dijeron
-que se llamaba Cauchieto. Como vieron venir el navío, sin
-sospecha ni temer mal alguno, como si fueran sus hermanos,
-así se descolgaban con sus canoas llenas dellos, y se entraban
-seguros en el navío, por verlos; el dia y la noche, nunca
-cesaban de venir unos, y ir otros, entrar unos, y salir otros,
-con grande alegría, seguridad y regocijo. Parecian celosos,
-cuando alguno que no cognoscian les venia á visitar, siempre
-las mujeres ponian detras de sí. Trajéronles algun oro,
-que rescataron, y joyas hechas dél, no tanto cuanto los que
-lo buscaban querian; traian consigo perlas, pero estas no las
-querian vender, como ni los de Curianá conmutaban el oro.
-Diéronles aquí gatos paules, muy hermosos, y papagayos
-muchos, de diversas colores. Dejada esta provincia, quisieron
-pasar más adelante, y llegaron á cierta parte, donde les salieron,
-segun dijeron, sobre 2.000 hombres desnudos, con
-sus arcos y flechas, á defenderles la saltada. Ellos, por señas,
-y mostrándoles las cosas de Castilla, trabajaron de halagarlos,<span class="pagenum"><a name="Page_439" id="Page_439">[439]</a></span>
-pero nunca pudieron, y con esto dijeron que se tornaron
-á Curianá, donde, con harta alegría y placer, y abundancia
-de comidas, estuvieron otros veinte dias. Quiero aquí
-decir una cosa graciosa que se me olvidaba, que cuando daban
-los alfileres y agujas á los desta provincia de Curianá, cognoscian
-los indios que aquellos eran instrumentos para coser ó tener
-una cosa con otra; decian á los cristianos por señas, que
-aquello no sabian para qué lo habian menester, pues andaban
-desnudos. Respondieron los cristianos, señalando, que aquellos
-eran buenos para sacarse las espinas de los piés ó de otra parte,
-porque allí habia muchas, y es así verdad; de que cayeron
-en ello, comenzáronse á reir, é á pedir más, y por este aviso
-fueron dellos los alfileres y agujas, no ménos que las otras cosas,
-estimadas. Toda esta tierra está en 7° y 8°; por Noviembre y por
-Navidad no hace frio, ántes es temperatísima. Quedando los
-indios muy contentos, pensando que iban los cristianos engañados,
-porque les habian dado gran número de perlas, que,
-sino me engaño, pesaban más de ciento cincuenta libras ó marcos,
-entre ellas, muchas eran tan grandes como avellanas,
-muy claras y hermosas, puesto que mal horadadas por los indios,
-no tenian convenientes instrumentos para las horadar,
-como careciesen de hierro, y habíanles dado por ellos valor
-de hasta 10 ó 12 ducados, y los noventa y seis marcos ó libras,
-se dijo que les costaron en Curianá obra de cinco reales,
-en aquellas cosillas de Castilla, y los cristianos, teniéndose por
-bien pagados y cada hora consintieran en tal engaño; acuérdanse
-de volver á Castilla, y dan la vuelta hácia Paria y la boca
-del Drago. En el camino, subiendo la costa arriba, por donde
-habian bajado, está una punta que se llama la Punta de Araya,
-Norte Sur con la puerta occidental de la isla de la Margarita,
-donde vieron unas salinas, y las hay hoy, porque son
-perpétuas, dignas de harta maravilla. Está en aquella punta
-una laguna, á diez ó quince pasos de la ribera y agua de la
-mar toda salada, y siempre debajo del agua llena de sal y
-encima tambien, cuando há dos dias que no llueve. Algunos
-pensaron que el agua que está dentro la sacan los vientos de<span class="pagenum"><a name="Page_440" id="Page_440">[440]</a></span>
-la mar, como está tan propincua, y la echan en la laguna, pero
-no parece que es así, sino que tiene ojos, á cuanto yo puedo
-entender, por los cuales sube el agua y se ceba de la mar.
-Esta sal es muy blanca y sala mucho, y, cuando hace tiempo
-de buenos soles, se pueden cargar y cargan muchos navíos, y
-yo, en otro tiempo que estuve allí, los hice cargar. Vienen á
-sus tiempos del año, de hácia abajo, á parar á esta punta infinitas
-multitudes de lizas, que acá es muy bueno y sabroso
-pescado, y otra infinidad de sardinas, como las que traen á
-Sevilla de Setubal y del Condado, salvo que son pequeñas
-pero muy sabrosas, mayormente las lizas y ellas recien saladas;
-en los barcos y por allí suelen andar. Saltan de la mar
-las lizas muchas veces, que no es menester pescarlas, tantas
-hay. A cabo de dos meses que partieron de Curianá, que fué
-á 6 de Febrero de 1501, llegaron á Galicia, donde Hernando
-de Vega, varon en prudencia y virtud en Castilla señalado,
-era Gobernador, ante el cual fué acusado Peralonso Niño, y
-no sé si tambien Cristóbal Guerra, de los mismos que venian
-en su compañía, que habia encubierto cierto número de perlas
-de gran precio, y así, defraudado el quinto que pertenecia
-á los Reyes; mandólo prender Hernando de Vega, y estuvo
-mucho tiempo preso. Al cabo lo soltaron, y vino á Sevilla,
-y no sé en qué paró lo que le imponian.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_441" id="Page_441">[441]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Cerca de este Cristóbal Guerra, quiero aquí referir algunas
-cosas estrañas que hizo por aquella costa de tierra firme,
-porque despues, quizá, no caerán en su lugar, por no saber yo
-la certidumbre del año en que las hizo, aunque tambien no
-dudo que no fuesen cometidas despues del año de 500 y
-dentro de los diez, y perteneceria la historia dellas al libro siguiente;
-pero, pues el capítulo precedente se ha ocupado en
-él, parecióme que este presente no hable sino dél. Algunos indicios
-tengo que me daban sospecha que, lo que diré, lo hobiese
-hecho en este primer viaje, porque, aunque parece, por
-lo dicho en el precedente capítulo, que dejaba contentas las
-gentes que tanta hospitalidad le hacian, como nunca los que cometian
-insultos, y robos, y daños á los indios, en Castilla lo decian,
-sino que solos eran ellos los malhechores juntamente, y
-testigos, y ellos no se acusaban delante de los Reyes ni de
-otros jueces á sí mismos, podian estos en este viaje haber, las
-abominaciones que hicieron, cometido, y publicado que dejaban
-muy contentos y pagados, y en mucha amistad consigo
-unidos, los indios. Un indicio y conjetura vehemente, hay de
-esto que aquí digo, conviene á saber, que, habiendo dejado
-el Almirante la gente de la provincia de Paria en amistad
-de los cristianos, segura y muy contenta, y á lo que yo he
-juzgado, de la mesma manera la dejó Hojeda, puesto que no
-estoy muy seguro dello, el cual fué despues del Almirante,
-como arriba se ha dicho, el que llegó á la dicha provincia
-primero (lo mismo digo de Rodrigo de Bastidas, que fué tercero,
-como se dirá abajo), cuando vino á ella, en breve, Vicente
-Yañez, de quien se tratará despues desto, hallóla toda
-puesta en armas y brava, porque les habian muerto mucha<span class="pagenum"><a name="Page_442" id="Page_442">[442]</a></span>
-gente, no parece que hiciese otro matanza sino Cristóbal
-Guerra. Así lo dicen los testigos en el susodicho proceso, conviene
-á saber, que cuando vinieron Vicente Yañez y su compañía
-á Paria, querian saltar en ella, y que no osaron, porque
-les habian muerto mucha gente ántes que llegasen á
-ella; y dicen más, que los indios de allí no querian entrar
-dentro de los navíos, salvo que decian, sal, Capitan, como si
-los llamaran para vengarse dellos, á lo que parece; y dice
-más un testigo, que en esto vino otro descubridor, que se
-dice Diego de Lepe, allí, é para probar el Fiscal, que Diego de
-Lepe habia tambien descubierto tierra, y no toda el Almirante,
-dicen los testigos, que llegaron á Paria el dicho Diego
-de Lepe y su compañía, y que tomaron allí ciertos indios, los
-cuales despues él entregó en Sevilla al Obispo D. Juan de
-Fonseca. Estos no los pudo él tomar sino haciendo escándalo,
-injusticia y violencia, y fuera bien, que el Obispo lo examinara
-y áun ahorcara sobre ello, pero nunca el señor Obispo
-de esto tuvo mucho cuidado en todo su tiempo.</p>
-
-<p>Así que, como Vicente Yañez fuese el cuarto descubridor,
-y hallase así maltratados, y amedrentados, y escandalizados
-los vecinos de aquella provincia, y hecha matanza en ella, y
-parezca haber presuncion contra Cristóbal Guerra, por lo que
-contaremos que hizo, y de los otros que ántes dél á aquella
-tierra fueron, haya probabilidad alguna que no lo hicieron,
-parece que podria haber sido, aunque lo disimulase, y en
-Castilla, entónces cuando él fué, no se supiese, como otras infinitas
-maldades, daños y menoscabos, muertes y estragos
-execrables, allí, por muchos han sido encubiertos, que tambien
-agora en este viaje Cristóbal Guerra, lo que diré, hiciese
-y estuviese hasta hoy encubierto. Lo que haya en contrario
-son tres cosas: la una, que, cierto, en el viaje, cuando cometió
-los daños y agravios que diremos, traia dos navíos, y los testigos
-no afirman sino que trujo un navío en este; la otra, el
-llevar á Castilla agora tantas perlas, porque en el otro viaje
-se cree que no llevó ninguna, porque todas se le perdieron,
-segun creo; la tercera, que en aquel viaje trujo á su hermano,<span class="pagenum"><a name="Page_443" id="Page_443">[443]</a></span>
-Luis Guerra, y murió en la mar, y en este primero no haberle
-traido, por el dicho que los testigos depusieron, parece
-que suena. Pero, como quiera y cuando quiera que ello haya
-sido, el Almirante, quejándose á los Reyes por cierto memorial
-que les dió de los daños que habia incurrido, por haber
-dado los Reyes licencia para ir á rescatar sin que á él se le
-diese parte, como se le debia de dar por sus privilegios,
-y por los escándalos que habian en la tierra aquellos causado,
-señala el Almirante al dicho Cristóbal Guerra, y, despues
-de otros, dice: «Las cuales personas que llevaron licencia
-para rescatar, han hecho grandísimo daño en la tierra
-firme y islas, porque, en llegando que llegaban, mataban
-los indios y los prendian por fuerza, y los atormentaban
-porque se rescatasen, y algunos, cuando no hallaban rescate,
-acuchillábanlos y matábanlos, diciendo, «pese á tal, pues de
-aquí no llevamos provecho, hagamos que si aquí vinieren
-otros navíos tampoco lo hallen, como nosotros.» Otros hobo,
-que despues que los indios humanamente les daban lo que
-tenian, y les cargaban los navíos de brasil y de lo que mandaban,
-estando seguros, como personas que les habian bien
-servido, y muy alegres y contentos, los mataron y pusieron
-todos á espada, sin otra causa. Otros cargaban los navíos
-dellos, por manera, que en cuanto vivan los vivos, los indios
-de aquella tierra no obedecerán á Sus Altezas, ni serán amigos
-de los cristianos; por donde, dice el dicho Almirante, que
-le redunda mucho daño, etc.» Estas son palabras formales del
-dicho memorial que dió el Almirante; por aquí se verá qué
-principios llevaron las cosas destas Indias. Vamos, pues, á
-contar el caso, segun que me lo contó, más há de treinta
-años, persona que se halló en ello, y si fué en el segundo
-viaje, lo que más probable parece, guióse desta manera:
-Como Cristóbal Guerra y Peralonso Niño fueron riquillos á
-Castilla, y con el paladar dulce ó endulzorado de las perlas,
-acordaron de tornar á armar, y armaron, dos buenas carabelas;
-no sé si Peralonso Niño vino este segundo viaje con el
-Cristóbal Guerra, porque no me acuerdo. Entónces, como<span class="pagenum"><a name="Page_444" id="Page_444">[444]</a></span>
-era el principal en este negocio su hermano, Luis Guerra,
-porque él era rico, y puso los gastos primeros del primer viaje,
-de su hacienda, determinó en el segundo, con la hacienda
-arriesgar la vida. Partieron de Cáliz, ó de Sant Lucar, el
-Luis Guerra, en un navío ó carabela, y el Cristóbal Guerra
-en el otro, y llegados á Paria, porque aquella tierra llevaban
-todos por terrero é hito, van la costa abajo, al golfo de las
-Perlas, que, como ya dijimos, aquel golfo hace la isleta Margarita,
-de una parte, y de la otra tierra firme, y comienzan á
-rescatar perlas y oro, y en la Margarita, y por Cumaná, y Maracapana,
-y todos aquellos pueblos; y no sólo se contentaban
-con lo que rescataban, pero hacian muchas fuerzas y robaban
-lo que podian, segun creo queme informaron (porque,
-como creo há ya cerca de cuarenta años, porque sin duda
-son treinta y nueve, y no lo oso afirmar esto absolutamente);
-por manera que allegaron cuasi un costal de perlas. Pero lo
-que hace al caso, y dello no tengo duda, porque bien me
-acuerdo, llegaron á cierta provincia, y creo que fué entre la
-que llamamos Sancta Marta y Cartagena, y como los indios no
-habian experimentado por allí las obras de los nuestros, veníanse
-á los navíos como gentes simples y confiadas, como
-en muchos lugares desta historia habemos visto. Vínose un
-señor ó Cacique, y creo que era el señor de aquella tierra de
-Cartagena, á los navíos, con ciertas gentes, y á la entrada le
-recibió el Cristóbal Guerra muy bien y halagadamente; y
-dijéronle por señas que trajese oro y que le daria cosas de
-Castilla. Dijo el Cacique, que sí traeria, y queríase salir fuera,
-pero prendiólo el Cristóbal Guerra, y díjole que enviase de
-aquellos indios, sus criados, por ello, y que él no habia de
-salir de allí hasta que lo trujesen, y hasta que le hinchiesen
-de piezas de oro un cesto de los de uvas, grande, con que
-hacen las vendimias en Castilla, que traian en el navío; y
-atraviesan un palo por el gollete del cesto, dándole aquello
-por medida que hasta allí hinchiesen, y que luego lo soltarian.
-Desque el inocente y confiado Cacique, más de lo que
-debiera, se vido preso, y que se habia de rescatar con hinchir<span class="pagenum"><a name="Page_445" id="Page_445">[445]</a></span>
-de oro el cesto hasta el gollete, mandó á sus criados
-que allí tenia, que fuesen luego y trujesen el oro que hallar
-pudiesen para el cesto; van llorando y angustiados, y con
-gran diligencia, y apellidan toda la tierra que el Rey y señor
-habian los cristianos preso, y, que si querian verlo vivo y
-suelto, que habia de ser con rescatarlo á oro, dando tanto
-que se hinchiese cierta gran medida. Traen sus criados de su
-casa todo el oro que él tenia; vienen muchos de sus vasallos,
-cada uno con su pedacillo de oro, segun que cada cual poseia,
-ofrécenlo en el gazofilacio del cesto, pero apénas el suelo
-del cesto se cubria; tornan á salir fuera del navío é ir pregonando
-por toda la tierra que trujesen todos el oro que tuviesen,
-si querian ver á su señor vivo. Andan todos de noche y
-de dia; tornan al navío con más oro, hecho muy lindas figuras
-y hermosas piezas, échanlas en el cesto, y era poco lo
-que crecia, segun era barrigudo el cesto. Tornánse á tierra
-más tristes y llorosos que venian, y entretanto, bien es de
-considerar, su mujer, la Reina, y sus hijos, los Infantes,
-qué sentirian. Para meterlos mayor temor, y porque se diesen
-más prisa á hinchir el cesto, ó para llegarse quizá más
-cerca de algunos pueblos, de hácia donde venian los indios
-de buscar oro para ofrecer al cesto, alzan las velas; el triste
-señor comienza á llorar y á plantear, diciendo que por qué lo
-llevan. Sus gentes, que lo veian, daban gritos pidiendo á Dios
-lícitamente, aunque no lo cognoscian, que le hiciese justicia,
-pues, tan injustamente, tan gran injusticia le hacian. Tornan á
-cargar los navíos ciertas leguas de allí, vienen los indios con
-su ofrenda para el cesto; finalmente, yendo unos y viniendo
-otros, llegan con sus piezas de oro al gollete del cesto, donde
-estaba el palo atravesado, por medida. No por eso sueltan al
-Rey de la tierra, ni cumplieron la palabra de soltarlo como
-habian prometido, ántes les dicen, que, pues tampoco les quedaba
-por hinchir del cesto, que trujesen lo demas y que luego le
-soltarian. Van llorando y gimiendo de nuevo, angustiados, no
-sabiendo qué se hacer, porque no tenian ni hallaban que traer,
-y decir que no tenian ni hallaban má sera por demas creérselo.<span class="pagenum"><a name="Page_446" id="Page_446">[446]</a></span>
-Buscan por las casas y por los rincones dellas, anclan por toda
-la tierra escudriñando el oro que pueden haber, traen lo que
-hallaron, y entre ello, algunas piezas mohosas y escuras, que
-toparon por los rincones, de muchos años ya olvidadas, afirmando
-con lágrimas que no tenian ni podian haber más, que
-les diesen su señor. Desque vido Cristóbal Guerra que traian
-aquellas piezas ahumadas y como cogidas del estiercol, acordó
-creerlos que no tenian más, y sueltan al Cacique, y, en una
-canoa, sólo, con un hacha de hierro que por satisfaccion le
-dieron, se fué á tierra; y por esto creo habérseme dicho,
-cuando este caso se me contaba, que áun no quisieron darles,
-á los que trujeron el oro postrero, á su señor, sino que fuesen
-por más, y desque tan aína no volvieron, dejáronlo, como es
-dicho, ir sólo, creyendo que no tenian más que dar. Y es
-cierto, que creo que yo dejo mucho por decir de las fealdades
-y crueldad que con este Cacique usaron, porque, como há
-tanto tiempo que lo supe, se me ha mucho más olvidado, y
-siempre tuve aqueste caso, aunque muchos he visto y se han
-hecho crueles en estas gentes, é inhumanos, como abajo asaz
-parecerá, por uno de los más injustos, feos, y en maldad
-más calificado. Pesaria el oro del cesto seiscientos marcos, que
-valen 30.000 pesos de oro, ó castellanos de á 450 maravedís.
-Pero porque no dormia Dios cuando estas injusticias
-aquellos pecadores Guerras cometian, mayormente Cristóbal
-Guerra, que debia ser el más sin piedad, ó, al ménos, el que
-debia guiar la danza, porque no se fuesen mucho gozando
-de tanta impiedad, quiso la divina justicia, luego, por el castigo
-temporal sin el eterno, si despues no les valió penitencia,
-obra tan perversa y nefanda, reprobar. Debia de estar enfermo
-el Luis Guerra, hermano mayor, y que habia dado los
-dineros y puesto de su hacienda para armar la primera vez,
-y la segunda ayudar; luego, alzadas las anclas y hechos á la
-vela, espiró, perdida la vida, y su sepultura fué en un seron,
-y fuera mejor ponerlo en el cesto, en que le echaron
-á la mar. Desde á pocos dias, navegando ambos navíos para
-España, por allí, cerca de la tierra que habian robado, como<span class="pagenum"><a name="Page_447" id="Page_447">[447]</a></span>
-andaban poco, y forcejando contra viento y corrientes, como
-entónces no sabian tanto como ahora navegar, ni habia rodeos
-para la Habana, el un navío tropieza, creo que de noche,
-ó de dia, en una peña ó isleta que no vieron, ni cognoscian
-en aquel tiempo los peligros de por allí, y ábrese
-por medio, y vuestro cesto, de oro lleno, y el costal de perlas,
-y la mucha parte de la gente, vá todo á los abismos á
-parar. Divino y manifestísimo juicio de Dios, todo poderoso,
-por el cual, quiso que tan poco se gozase lo que con tanta
-ignominia de la cristiana religion, y contra la natural justicia,
-se habia usurpado, cometiendo contra su simple y pacífico
-prójimo, y áun Rey, tanta fealdad. ¿Qué concepto formarian
-aquellas gentes simplicísimas de nuestra cristiandad?
-¿Qué nuevas volverian por la tierra dentro, de nuestra justicia
-y bondad? Alguna gente de la del navío quedó asida en la
-mitad dél, porque se abrió por medio, y otros algunos asiéronse
-á las tablas, que cada uno cerca de sí pudo hallar. Como
-el otro navío vido perdido á el otro, aunque estaba dél bien
-apartado, tuvo este aviso é industria de ponerse hácia el medio,
-por donde las corrientes venian de la mar, y andando barloventeando,
-llega el medio navío, con la gente que encima traia,
-y cógenla toda, y cuantos venian en tablas desta manera se
-hobieron de salvar. Destos acaeció, que un padre y un hijo,
-juntamente, tomaron una tabla, y no era tan larga ó capaz
-que por ella, juntos ambos, pudiesen escapar; dijo el padre al
-hijo: «hijo, sálvate tú con la bendicion de Dios, y déjame á mí,
-que soy viejo, ahogar;» y así fué, que el hijo tomó la tabla y
-se salvó, y el padre se ahogó: y este mismo hijo me refirió
-todo cuanto arriba he dicho deste caso, y otras muchas cosas
-más.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_448" id="Page_448">[448]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Despues de Cristóbal Guerra, ó poco despues que salió de
-Castilla para su primer viaje, por el mes de Diciembre y fin
-del año de 1499, Vicente Yañez Pinzon, hermano de Martin
-Alonso Pinzon, que vinieron con el Almirante al principio del
-descubrimiento de estas Indias, segun que arriba se há largamente
-contado, con cuatro navíos ó carabelas, proveidas
-á su costa porque era hombre de hacienda, salió del puerto
-de Palos, para ir á descubrir, por principio de Diciembre,
-año de 1499; el cual, tomado el camino de las Canarias, y de
-allí á las de Cabo Verde, y salido de la de Santiago, que es
-una dellas, á 13 dias de Enero de 1500 años, tomaron la vía
-del Austro y despues al Levante, y andadas, segun dijeron,
-700 leguas, perdieron el Norte y pasaron la línea equinoccial.
-Pasados della, tuvieron una terribilísima tormenta
-que pensaron perecer; anduvieron por aquella vía del Oriente
-ó Levante otras 240 leguas, y á 26 de Enero vieron tierra
-bien léjos; esta fué el Cabo que agora se llama de Sant Agustin,
-y los portugueses la tierra del Brasil: púsole Vicente Yañez,
-entónces, por nombre, cabo de Consolacion. Hallaron la
-mar turbia y blancaza como de rio, echaron la sonda, que es
-una plomada con su cordel ó volantin, y halláronse en 16
-brazas; van á la tierra y saltaron en ella, y no pareció gente
-alguna, puesto que rastros de hombres, que, como vieron los
-navíos, huyeron. Allí Vicente Yañez tomó posesion de la tierra
-en nombre de los reyes de Castilla, cortando ramas y árboles,
-y paseándose por ella, y haciendo semejantes actos posesionales
-jurídicos; aquella noche, hicieron cerca de allí
-muchos fuegos, como que se velaban. El sol salido, otro dia,
-de los cristianos 40 hombres, bien armados, salieron en tierra,<span class="pagenum"><a name="Page_449" id="Page_449">[449]</a></span>
-y van á los indios; de los indios salen á ellos treinta y
-tantos con sus arcos y flechas, con grande denuedo, para pelear,
-y tras estos otros muchos. Los cristianos comenzaron á
-halagarlos, por señas, y mostrándoles cascabeles, espejos y
-cuentas, y otras cosas de rescates, pero ellos no curaban
-dello, ántes se mostraban muy feroces y á cada momento
-se denodaban para pelear; eran, segun dijeron, muy altos
-de cuerpo, más que ninguno de los que allí iban de los
-cristianos. Finalmente, sin reñir, se apartaron los unos y los
-otros, los indios se volvieron la tierra dentro, y los cristianos
-á sus navíos; venida la noche, los indios huyeron,
-que por todo aquel pedazo de tierra, no pareció persona alguna;
-afirmaba Vicente Yañez, que la pisada de los piés de
-aquellos era tan grande como dos piés medianos de los de
-nosotros. Alzaron las velas y fueron más adelante, y hallaron
-un rio bajo, donde no pudieron entrar los navíos; surgieron
-en la boca ó cerca della, salieron en las barcas, con
-que entraron en el rio, la gente que pudo caber, bien á
-recaudo, para tomar lengua y saber los secretos de la tierra;
-vieron luego en una cuesta mucha gente desnuda, como
-es por allí toda ella, hácia la cual enviaron un hombre bien
-aderezado de las armas que pudo llevar, para que, con
-los meneos y señas de amistad que pudiese, los halagase y
-persuadiese á que se llegasen á conversacion. El que enviaron,
-llegóse algo á ellos, y echóles un cascabel para que con
-él se cebasen y se allegasen; ellos echáronle una vara de dos
-palmos dorada, y, como él se abajase á tomarla, arremeten todos
-ellos á lo prender, cercándolo todos al derredor, pero, con
-su espada y rodela, de tal manera se dió priesa á se defender,
-que no les dejó llegar, hasta que los de las barcas, que estaban
-á vista y cerca, vinieron á le socorrer; pero los indios
-vuelven sobre los cristianos con tanta priesa, y disparan sus
-flechas tan espesas, que, ántes que se pudiesen unos á otros
-guarecer, mataron dellos 8 ó 10, y algunos dijeron que 11, y
-otros muchos hirieron. Van luego á las barcas, y, dentro en el
-agua, las cercan; llegan con gran esfuerzo hasta tomar los remos<span class="pagenum"><a name="Page_450" id="Page_450">[450]</a></span>
-dellas. Tomáronles una barca y asaetearon al que la guardaba
-dentro, y muere; pero los cristianos con sus lanzas y espadas,
-desbarrigan y matan los más dellos, como no tuviesen
-otras armas defensivas, sino los pellejos. Bien pudieran excusar
-los cristianos estas muertes y revueltas; ¿qué necesidad
-tenian de poner aquel cristiano en aquel peligro, y por consiguiente,
-á todos ellos, sino que, si vian que no querian los
-indios trato ni conversacion con ellos, fuéranse? pero como
-no iban por fin de Dios alguno, sino pretendiendo su provecho
-temporal, así curaban de llevar los medios, y, por tanto, fueron
-reos de la perdicion suya y de aquellos. Viendo, pues, los
-nuestros que tan mal les iba con aquellos, con harta tristeza
-de perder los compañeros, alzaron las velas, y, por la costa
-abajo, 40 leguas al Poniente descendieron; allí hallaron tanta
-abundancia, dentro en la mar, de agua dulce, que todas las
-vasijas que tenian vacías hincheron. Llegaba este agua dulce,
-como Vicente Yañez depone en su dicho, en el muchas veces
-alegado proceso, dentro en la mar, 40 leguas, y otros de los
-que fueron con él, dicen 30 (y áun muchas más es cuasi
-comun opinion de los que yo via tratar deste rio en aquellos
-tiempos); admirados de ver tan gran golpe de agua dulce, y,
-queriendo saber el secreto della, llegáronse á tierra, y hallan
-muchas islas que están en ella, todas graciosísimas, frescas
-y deleitables, y llenas de gentes pintadas, segun dicen los
-que allí fueron, las cuales se venian á ellos tan seguras como
-si toda su vida hobieran conversado amablemente con ellos.
-Este rio es aquel muy nombrado Marañon; no sé por quién
-ni por qué causa se le puso aquel nombre; tiene de boca y
-anchura, á la entrada, segun dicen, 30 leguas, y algunos dicen
-muchas más. Estando en él surtos los navíos, con el gran ímpetu
-y fuerza del agua dulce y la de la mar, que le resistia,
-hacian un terrible ruido, y levantaba los navíos cuatro estados
-en alto, donde no padecieron chico peligro; parece aquí lo
-que acaeció al Almirante cuando entró por la boca de la Sierpe
-y salió por la boca del Drago, y el mismo combate y pelea
-juntamente, y peligro, hay donde el agua dulce se junta con<span class="pagenum"><a name="Page_451" id="Page_451">[451]</a></span>
-la de la mar, cuando la dulce corre con ímpetu y es mucha,
-y la playa es descubierta, mayormente si la mar es de tumbo.
-Visto que por aquella tierra y rio de Marañon, y gente
-della, no habia oro ni perlas, ni cosa de provecho, que era
-el fin que los traia, acuerda tomar captivos 36 personas, que
-tomar pudieron, de aquellos humildes y mansos inocentes,
-confesado por ellos, que á los navíos seguramente se les venian,
-para que no quedase pedazo de tierra ni gente della,
-que no pudiese bien, y con verdad, contar sus obras pésimas,
-y los que hoy, sin ceguedad, las oimos podamos afirmar, sin
-escrúpulo de conciencia, haberse movido estos á hacer estos
-descubrimientos, más por robar y hacerse ricos, con daños y
-escándalos, captiverios y muertes destas gentes, que por
-convertirlos; harto ciego, sin duda, de malicia será el que
-dudare desto, aunque poco ménos les dió Dios el pago que á
-Cristóbal Guerra. De allí, del rio Marañon, vinieron la costa
-abajo, la vuelta de Paria, y en el camino hallaron otro rio
-poderoso, aunque no tan grande como el Marañon, y, porque
-se bebió el agua dulce otras 25 ó 30 leguas en la mar, le
-pusieron el rio Dulce. Creo que es este rio un brazo grande
-del gran rio Yuyaparí, el cual dijimos en el cap. 134, que
-hace la mar ó golfo Dulce que está entre Paria y la isla de la
-Trinidad, que estimaba el Almirante salir del Paraíso terrenal;
-y aquel brazo y rio dulce que de aqueste camino halló
-Vicente Yañez, tambien juzgo que es el rio donde habita
-aquella gente buena, que nombramos los aruacas. Pasaron
-adelante y entraron en Paria, y creo que tomaron allí brasil;
-aunque, como hallaron la gente de Paria escandalizada por
-haberles muerto mucha gente Cristóbal Guerra, ó otro salteador
-de los que allí llegaron, segun arriba dijimos, y lo dijeron
-con juramento los mismos que fueron con Vicente Yañez,
-y no osaban saltar en tierra, no sé como lo pudieron tomar.
-De Paria navegaron á ciertas islas de las que están por el
-camino de la Española, no supe con qué intencion, ni si en
-la costa de Paria, ó en alguna de las islas dichas, le acaeció la
-tribulacion que le vino: por el mes de Julio, estando surtos<span class="pagenum"><a name="Page_452" id="Page_452">[452]</a></span>
-todos cuatro navíos en la parte ó tierra donde era, súbitamente
-vino una tan desaforada tormenta, que, á los ojos de
-todos, se hundieron los dos navíos con la gente; el otro, arrebatólo
-el viento, rompiendo las amarras de las anclas, y llévalo
-el viento con 18 hombres, y desaparece. El cuarto, sobre
-las anclas, que debian ser grandes y buenos cables, tantos golpes
-dió en él la mar, que, pensando que se hiciera pedazos,
-saltaron en la barca y viniéronse á tierra, no les quedando
-de él alguna esperanza. Dijeron que comenzaron á tratar, los
-pocos que allí estaban, que seria bien matar á todos los indios
-que por allí moraban, porque no convocasen los comarcanos
-y los viniesen todos á matar. Ellos pensaban en aquella tierra
-buscar manera para vivir y remediarse; gentil remedio habian
-hallado matando las gentes que no les habian ofendido
-en nada, por ellos imaginar por aquella vía de salvarse, para
-que Dios les ayudase; pero la bondad del misericordioso Dios
-no dió lugar á que cometiesen tanta maldad, porque el navío
-que se habia desaparecido con los 18 hombres, volvió, y el
-que estaba allí presente, amansando la tormenta, no se hundió.
-Con los dos navíos, vinieron á esta isla Española, donde
-se rehicieron de lo que habian menester, y de aquí tomaron
-el camino y llegaron á España en fin de Setiembre de 1500
-años, tristes, angustiados, lesas las conciencias, pobres, gastados
-los dineros que puso de su hacienda Vicente Yañez en
-el armada, muertos los más de los compañeros, dejando alborotada
-y escandalizada la tierra por donde habian andado,
-é infamado la gente cristiana, y agraviados los que habian
-hecho pedazos, y echándoles al infierno las ánimas, sin causa,
-y los demas inocentes que captivaron, sacados y traidos de
-sus tierras, privándoles de su libertad y de sus mujeres y
-hijos, padres y madres, y de las vidas, por esclavos, solamente,
-que habian descubierto 600 leguas de costa de mar
-hasta Paria, gloriándose.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_453" id="Page_453">[453]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXIV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Tras Vicente Yañez salió otro descubridor, ó quizá destruidor,
-por el mismo mes de Diciembre y año de 1499 años.
-Este fué un Diego de Lepe, vecino del Condado, no sé si de
-Lepe ó de Palos y Moguer, pero la más gente que fué con él,
-dicen, haber sido de Palos; llevó dos navíos aderezados. De la
-isla del Fuego, que es una de las de Cabo Verde, siguió hácia
-el Mediodia algo, y despues al Levante, por el camino que
-hizo Vicente Yañez; llegaron al cabo de Sant Agustin, y dicen
-que lo doblaron, pasando adelante algo. El Diego de Lepe
-tomó posesion por los reyes de Castilla, haciendo en todos
-los lugares que llegaba actos que se llaman posesionales, segun
-derecho necesarios; uno dellos fué, que escribió su nombre
-en un árbol de grandeza extraña, del cual, dijeron, que
-16 hombres asidos de las manos, extendidos los brazos, no
-pudieron abarcarlo. Cosa es esta increible pero posible, porque
-los mayores los hay en estas islas y tierra firme, que parece
-no haberlos en otras partes del mundo hallado, y todos
-los que por ellas hemos andado, y visto las ceynas, que son
-muchos y grandes árboles, como los hay, no nos espantamos.
-Entraron en el rio Marañon, y allí robaron y saltearon la gente
-que pudieron, donde Vicente Yañez habia tambien tomado
-con injusticia las 36 ánimas, que se venian pacíficos é confiados
-á los navíos, y traídolos por esclavos. Parece, que como quedaron
-del Vicente Yañez agraviados y experimentados, llegando
-el Diego de Lepe, pusiéronse en armas, matáronle 11 hombres,
-y porque siempre han de quedar los indios más lastimados,
-debian de matar muchos dellos y prender los que más pudiesen
-por esclavos. Del rio Marañon, viniéronse costeando la
-tierra firme por el camino que habia hecho Vicente Yañez; de<span class="pagenum"><a name="Page_454" id="Page_454">[454]</a></span>
-creer es que saltaria en algunos lugares, y lo que allí saltearon
-y mal hicieron ellos se lo saben, y áun hoy mejor que entónces,
-que ya son todos en la mar ó en la tierra sepultados.
-Llegaron á Paria, y como hallaron las gentes della extrañadas
-y alborotadas, por los muchos que le habian muerto, en pocos
-dias habia, de los pasados (segun lo dice hombre de los mismos
-de Diego de Lepe y en el cap. 171 fué tocado), debian
-de hacerles guerra y captivar los que pudieron haber á las
-manos; y así lo confiesa otro de los que con ellos se hallaron,
-y debia el Obispo de Badajoz de sabello, D. Juan de Fonseca
-digo, y tomárselos, por eso dice aquel en su dicho, que en
-la Paria tomó Diego de Lepe ciertos indios, los cuales, el dicho
-Diego de Lepe, trajo en los navíos y los entregó al Obispo
-D. Juan de Fonseca en esta ciudad de Sevilla. Estas son sus
-palabras; y fuera justo que el Obispo lo castigara, y quizá lo
-hizo, si por ventura su ceguedad, que en este negocio de las
-Indias siempre tuvo, no se lo estorbaba. No supe destos qué
-más hicieron ni en qué pararon, porque, en estos dias mismos,
-despues de los dichos descubridores castellanos de aquella
-tierra firme, acaeció hacer el rey de Portugal armada para
-ir á la India, y acaso descubrir la misma tierra, que ya los
-nuestros habian descubierto y bojado, como dicen los marineros,
-y parecióme no dejar de dar aquí noticia dello, puesto
-que sea obra de los portugueses, porque al ménos no pretendan,
-por sólo su descubrimiento, aquella tierra pertenecerles,
-y en Castilla no lo ignoremos. Envió, pues, el rey de Portugal,
-D. Manuel, el primero de aquel nombre, una bien proveida
-armada de trece velas grandes y menores, en las cuales
-irian hasta 1.200 hombres, entre marineros y gente de
-armas, toda gente muy lucida, y á vueltas de las armas materiales,
-dice su historia, que mandó proveer de las espirituales,
-y estas fueron ocho religiosos de la órden de San Francisco,
-cuyo Guardian fué fray Enrique, el cual, despues, fué
-Obispo de Cepta y confesor del Rey, varon de vida muy religiosa
-y gran prudencia. Envió eso mismo ocho Capellanes y
-un Vicario para que administrasen los Santos Sacramentos en<span class="pagenum"><a name="Page_455" id="Page_455">[455]</a></span>
-una fortaleza que el rey de Portugal mandaba hacer, todos
-varones escogidos, cuales convenia para aquella obra evangélica.
-Y dice el historiador portugués, Juan de Barros, que
-el principal capítulo de la instruccion que llevaba el Capitan
-de la Armada, que se llamaba Pedro Álvarez Cabral,
-era, que primero que acometiese á los moros y á los
-idólatras, con el cuchillo material y seglar, haciéndoles
-guerra, dejase á los religiosos y sacerdotes usar del suyo
-espiritual, que era denunciarles el Evangelio con amonestaciones
-y requirimientos de partes de la Iglesia romana, pidiéndoles
-que dejasen sus idolatrías, y diabólicos ritos y costumbres,
-y se convirtiesen á la fe de Cristo, para que todos fuésemos
-unidos y ayuntados en caridad de ley y amor, pues
-todos éramos obra de un Criador y redimidos por un Redentor,
-que era Jesucristo, prometido por los Profetas y esperado
-por los Patriarcas tantos mil años ántes que viniese, para lo
-cual, trujesen todas las razones naturales y legales, usando de
-aquellas ceremonias y actos que el derecho canónico dispone;
-y cuando fuesen tan contumaces que no aceptasen esta ley de
-fe, y negasen la ley de paz que se debe tener entre los hombres
-para conservacion de la especie humana, y defendiesen
-el comercio ó conmutacion, que es el medio por el cual se adquiere,
-y trata y conserva la paz y amor entre todos los hombres,
-por ser este comercio el fundamento de toda humana policía,
-pero con que los contratantes no difieran en ley y creencia
-de la verdad que cada uno es obligado á tener y creer de
-Dios, que, en tal caso, les pudiesen hacer guerra cruel á fuego
-y sangre. Esto dice aquella Historia de Juan de Barros,
-libro V, cap. 1.º de su primera Década. Por manera, que á
-porradas habian de recibir la fe, aunque les pesase, como
-Mahoma introdujo en el mundo su secta, y tambien que, aunque
-no quisiesen, habian de usar el comercio y trocar sus cosas
-por las ajenas, si no tenian necesidad dellas. Miedo tengo
-que los portugueses buscaban achaques, con color de dilatar la
-religion cristiana, para despojar la India del oro y plata y especería
-que tenia, y otras riquezas, y usurpar á los Reyes naturales<span class="pagenum"><a name="Page_456" id="Page_456">[456]</a></span>
-sus señoríos y libertad, como nosotros los castellanos
-habemos hallado para estirpar y asolar nuestras Indias, y todo
-procede de la grande y espesa ceguedad, que, por nuestros
-pecados, en Portugal y Castilla caer há Dios permitido; y es
-manifiesto, que primero comenzó en Portugal que en Castilla,
-como parece clarísimo en los principios, y medios, y fines que
-han tenido los portugueses en la tierra de Guinea, como pareció
-arriba en los capítulos 19, 22, 24 y 25. Gran ceguedad
-es, y plega á Dios que no intervenga grande malicia, querer
-que los infieles de cualquiera supersticiosa religion que
-puedan ser, fuera de herejes, que la fe católica una vez hayan
-voluntariamente recibido, la reciban con requerimientos y
-protestaciones y amenazas que si no la reciben, aunque les
-sea persuadida por cuantas razones naturales quisiéremos, por
-el mismo caso pierdan las haciendas, los cuerpos y las ánimas,
-perdiendo miserandamente, por guerras crueles, las vidas; ¿qué
-otra cosa esta se puede nombrar, sino que la paz, mansedumbre,
-humildad y benignidad de Jesucristo, que, señaladamente
-y en particular, nos mandó que de él aprendiésemos, y usásemos
-con todos los hombres indiferentemente, y la religion
-cristiana, sin cesar, cada dia nos lo acuerda, amonesta y predica,
-las convertiamos en la furibunda y cruel ferocidad y costumbre
-espurcísima mahomética? Gentiles milagros se hallaban
-los portugueses para confirmar la doctrina que los religiosos
-habian predicado, roballos, captivallos, quemallos y hacellos
-pedazos; fuera bien preguntalles, si fueron por esta vía y con
-estas amenazas, ellos á la fe llamados: perniciosísima y muy
-palpable insensibilidad fué á los principios y agora es esta.
-Poco ménos materia es decir ó creer que los comercios y
-conmutaciones hayan de hacer las gentes con otros no cognoscidos
-hombres, no voluntaria, sino contra toda su voluntad y
-libertad; pero porque desta materia y destos errores, y de
-la averiguacion y claridad dellos, habemos, con el favor divino,
-largamente grandes volúmenes escrito, no es cosa conveniente
-á la historia, en ello más alargar de lo dicho.</p>
-
-<p>Partió, pues, la flota portuguesa, cuyo capitan fué Pedro<span class="pagenum"><a name="Page_457" id="Page_457">[457]</a></span>
-Álvarez Cabral, de Lisboa, lunes, á 9 dias del mes de Marzo,
-año de 1500, y tomó su derrota para las islas de Cabo Verde,
-y de allí, por huir de la costa Guinea, donde hay muchas y
-prolijas calmerías, metióse mucho á la mar, que quiere decir
-á la mano derecha, hácia el Austro, y tambien porque como
-sale muy mucho en la mar el cabo de Buena Esperanza, para
-podello mejor doblar; y habiendo ya un mes que navegaba,
-siempre metiéndose á la mar, en las ochavas de Pascua, que
-entónces fueron á 24 de Abril, fué á dar en la costa de tierra
-firme, la cual, segun estimaban los pilotos, podia distar de la
-costa de Guinea 450 leguas, y en altura del Polo antártico, de
-la parte de Sur, 10°. No podian creer los pilotos que aquella
-era tierra firme, sino alguna gran isla, como esta isla Española,
-que llamaban los portugueses Antella, y para experimentallo,
-fueron por luengo de la costa un dia; echaron un batel
-fuera, llegaron á la tierra y vieron infinita gente desnuda,
-no prieta ni de cabellos torcidos como los de Guinea, sino
-luengo y correntio y como el nuestro, cosa que les pareció muy
-nueva. Tornóse luego el batel á dar nuevas dello, y que parecia
-buen puerto donde podian surgir; llegóse la flota á tierra,
-y el Capitan mandó que tornase allá, y, si pudiese, tomase
-alguna persona, pero ellos fuéronse huyendo á un cerro, y juntos,
-esperaban qué querrian los portugueses hacer; queriendo
-echar más bateles fuera y gente, vino un grande viento y
-alzaron las anclas, y vánse por luengo de costa la vuelta del
-Sur, donde les servia el viento, y surgieron en un buen puerto.
-Envió un batel y tomó dos indios en una canoa; mandólos
-vestir de piés á cabeza y enviólos á tierra: vinieron gran número
-de gente cantando, bailando y tañendo ciertos cuernos
-y bocinas, haciendo saltos y bailes de grande alegría y regocijo,
-que verlo era maravilla. Salió en tierra el Capitan con la
-más de la gente, dia de Pascua, y al pié de un grande árbol
-hicieron un altar, y dijo misa cantada el susodicho Guardian;
-llegáronse los indios muy pacíficos y confiados, como si fuesen
-los cristianos de ántes sus muy grandes amigos, y como
-vieron que los cristianos se hincaban de rodillas y daban en<span class="pagenum"><a name="Page_458" id="Page_458">[458]</a></span>
-los pechos, y todos los otros actos que les veian hacer, todos
-ellos los hacian. Al sermon que predicó el Guardian estaban
-atentísimos, como si lo entendieran, y con tanta quietud y sosiego
-y silencio, que dice el historiador, que movia á los portugueses
-á contemplacion y devocion, considerando cuan dispuesta
-y aparejada estaba aquella gente para recibir doctrina y
-religion cristiana. Despachó luego de allí el Capitan un navío
-al rey de Portugal, el cual dice que recibió grande alegría
-con las nuevas de la tierra nuevamente descubierta, y todo el
-reino. Dió licencia el Capitan á la gente de los navíos aquel
-dia, despues de comer, para que saliesen en tierra y se holgasen,
-y rescatasen con los indios cada uno lo que quisiese;
-á trueque de papel y de pedazos de paño, y de otras cosillas,
-les daban los indios papagayos y otras aves muy pintadas y
-muy hermosas, de que habian muchas, de las plumas de las
-cuales tenian sombreros y otras cosas muy lindas y hermosas
-hechas: dábanles ajes ó patatas, y otras frutas, que habian,
-muchas. Fueron algunos portugueses á las poblaciones, vieron
-infinitas arboledas, aguas y frescuras, y tierra viciosísima y
-deleitable, muy abastada de maíz y otras cosas de comer, y
-donde se hacia mucho algodon. Vieron allí un pece más grueso
-que un tonel, de longura de dos toneles, la cabeza y ojos
-como de puerco, las orejas como de elefante, no tenia dientes,
-en la parte de abajo tenia dos agujeros, la cola de un
-codo y de ancho otro tanto, el cuero era como de puerco de
-gordor de un dedo. En esta tierra mandó el Capitan poner una
-cruz muy alta y muy bien hecha, y por esto se llamó aquella
-tierra de Sancta Cruz, por los portugueses, algunos de años;
-despues, el tiempo andando, como hallaron en ella brasil,
-llamaron y hoy se llama la tierra del Brasil. Traia el Capitan
-20 hombres desterrados por malhechores, y acordó dejar
-allí dos dellos para que supiesen los secretos de la tierra y
-aprendiesen la lengua, los cuales los indios trataron muy bien,
-y, despues, el uno dellos sirvió de lengua ó intérprete mucho
-tiempo en Portugal. Todo lo que aquí desto he dicho, lo saqué
-de dos historiadores portugueses que escribieron toda la historia,<span class="pagenum"><a name="Page_459" id="Page_459">[459]</a></span>
-desde su principio, de la India; el uno es Juan de Barros,
-en el libro V, cap. 2.º de su primera Década, y el otro
-es Fernan Lopez de Castañeda, en el libro I, cap. 29 de la
-«Historia de la India.» Parece, pues, bien probada manifiestamente
-la bondad natural, simplicidad, hospitalidad, paz y
-mansedumbre de los indios y gente de cuasi toda esta nuestra
-tierra firme, y cuan aparejados estaban, ántes que hobiesen
-recibido agravios y daños de los cristianos, y experimentado
-sus injusticias, para recibir la doctrina de nuestra fe, y ser
-imbuidos en la religion cristiana, y á Cristo, criador universal,
-todos atraidos, no solamente por testimonio de infinitos
-que los hemos experimentado y visto, y abajo, en muchas
-partes desta historia, larguísimamente se verá, y de todos los
-mismos castellanos descubridores, de los cuales muchos eran
-dellos escandalizadores y destruidores, que para que lo confesasen
-de su propio motivo, la misma razon y fuerza de la
-verdad los constreñia, pero tambien ordenó Dios que los portugueses
-fuesen desta verdad, por vista de ojos y experiencia,
-testigos. Y esto se verá bien claro en los siguientes capítulos.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_460" id="Page_460">[460]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXV.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Si bien miramos, en todas las cosas que en este mundo
-visible acaecen, hallaremos por experiencia lo que la Escritura
-divina nos enseña cerca de la infalible providencia de
-Dios, conviene á saber, que uno de los principales cuidados
-que Dios tiene, si se puede decir, porque con un cuidado y
-un sólo acto lo gobierna y rige todo, es cerca de la prueba
-y de la guarda y conservacion de la verdad; de aquí es lo que
-dice el salmista David: <i>qui custodit veritatem in sæculum</i>, y
-por Esdras: <i>veritas manet, et invalescit in æternum et vivit et
-obtinet in sæcula sæculorum</i>. Por manera, que para que esta
-verdad, de ser estas gentes dóciles, pacíficas, benignas de
-su natural, y aparejadas, tan bien y muy más que otras,
-para ser doctrinadas y acostumbradas en toda virtud moral,
-y, por consiguiente, capaces y fácilmente atraibles á la fe católica
-y religion cristiana, si les es propuesta y predicada
-como Cristo lo estableció, y á todas las otras naciones del
-mundo la Iglesia universal la ha propuesto siempre y predicado,
-ha tenido por bien la divina Providencia, de que no
-sólo por experiencia los religiosos y siervos de Dios castellanos,
-y descubridores seglares y profanos, que sólo han venido
-á estas tierras por cudicia de amontonar riquezas temporales,
-y no sólo tambien habiendo llegado á una parte destas Indias
-y visto una gente, pero á muchas, y en muchas varias y diversas
-lenguas y naciones, pero que la gente portuguesa, seglares
-y religiosos, y personas de todo trato y profesion, confiesen
-todos, sin lo poder negar, que aquestas gentes no son
-otras sino aquellas que sucedieron de nuestro primer padre
-Adan, y esto basta para que con ellas se deban guardar los
-preceptos divinos y naturales, y las reglas de caridad que<span class="pagenum"><a name="Page_461" id="Page_461">[461]</a></span>
-han sido guardadas y usadas con nosotros, á quien Dios ha
-hecho tantos bienes y mercedes, que primero que ellas fuésemos
-llamados y traidos á la cristiandad. Vista, pues, la disposicion
-tan afable y apta para recibir todo bien moral y espiritual,
-que de aquellas gentes, moradores y habitadores
-en aquella tierra firme, aquestos portugueses, primeros que
-allí llegaron este año de 500, testificaron conforme á la que
-hallaron, y no callaron nuestros castellanos, refiramos en
-este capítulo y en el siguiente, la que vieron y trataron y experimentaron,
-y el fruto que por ella, con el divino favor,
-hicieron ciertos predicadores portugueses, que se llamaban de
-la Compañía de Jesus, despues deste tiempo muchos años;
-ciertos de los cuales, haciendo relacion del fruto que Dios
-sacaba de sus manos, escribieron á Portugal, á los de su profesion,
-las cosas siguientes, por muchas cartas, y dicen así:</p>
-
-<p>«La informacion que de aquestas partes del Brasil se puede
-dar, padres y hermanos carísimos, es que tiene esta tierra
-1.000 leguas de costa, poblada de gente que anda desnuda,
-así mujeres como hombres, tirando algunas partes muy
-léjos, donde yo estoy, á donde las mujeres andan vestidas al
-traje de gitanas, con paños de algodon, por la tierra ser más
-fria que esta, la cual aquí es muy templada, de tal manera,
-que el invierno no es frio ni caliente, y el verano, aunque
-sea más caliente, bien se puede sufrir; empero, es tierra muy
-húmeda, por las muchas aguas que llueve en todo tiempo,
-muy á menudo, por lo cual los árboles y las hierbas están
-siempre verdes, y por aquesto es la tierra muy fresca. En
-parte es muy áspera, por los montes y matas que siempre
-están verdes; hay en ella diversas frutas, que comen los de
-la tierra, aunque no sean tan buenas como las de allá, las
-cuales tambien creo se darian acá si se plantasen, porque veo
-darse parras, uvas, y áun dos veces en el año, empero, son
-pocas, por causa de las hormigas, que hacen mucho daño,
-así en esto como en otras cosas. Cidras, naranjas, limones,
-dánse en mucha abundancia, y higos tan buenos como los
-de allá; el mantenimiento comun de la tierra es una raíz de<span class="pagenum"><a name="Page_462" id="Page_462">[462]</a></span>
-palo, que llaman mandioca, del cual hacen una harina de
-que comemos todos, y da tambien mijo (este debe ser maíz),
-el cual, mezclado con la harina, hace un pan que excusa el
-de trigo. Hay mucho pescado, y tambien marisco, de que se
-mantienen los de la tierra, y mucha caza de matos y gansos,
-que crian los indios; bueyes, vacas, ovejas, cabras y gallinas,
-se dan tambien en la tierra, y hay dellos mucha copia.
-Los gentiles son de diversas castas, unos se llaman goyaneces,
-otros carijos; este es un gentío mejor que hay en esta
-costa, á los cuales fueron, no há muchos años, dos frailes castellanos
-á los enseñar, y tan bien tomaron su doctrina que
-tenian ya casas de recogimiento para mujeres, como monjas,
-y otra de hombres, como de frailes, y esto duró mucho tiempo,
-hasta que el demonio llevó allí una nao de salteadores y
-captivaron muchos dellos. Trabajamos por recoger los salteados,
-y algunos tenemos ya para los llevar á su tierra, con
-los cuales iba un padre de los nuestros. Hay otra casta de
-gentiles, que se llama caymures, y es gente que habita por
-los montes; ninguna comunicacion tienen con los cristianos,
-por lo cual se espantan cuando nos ven, y dicen que somos
-sus hermanos, por cuanto traemos barba como ellos, la cual
-no traen todos los otros, ántes se rapan hasta las pestañas, y
-hacen agujeros en los bezos y ventanas de las narices, y ponen
-unos huesos en ellos que parecen demonios, y así, algunos,
-principalmente los hechiceros, traen el rostro lleno
-dellos. Estos gentiles son como gigantes, traen un arco muy
-fuerte en la mano, y en la otra un palo muy grueso, con que
-pelean con los contrarios, y fácilmente los despedazan, y
-huyen para los montes, y son muy temidos entre todos los
-otros. Los que comunican con nosotros, hasta agora, son dos
-castas, unos se llaman tupeniques y los otros tupinambas.
-Estos tienen casas de palmas muy grandes, y dellas en que
-posarán 50 indios casados con sus mujeres é hijos. Duermen
-en redes de algodon, sobre sí, junto de los fuegos, que en
-toda la noche tienen encendidos, así por el frio, porque andan
-desnudos, como tambien por los demonios, que dicen huir<span class="pagenum"><a name="Page_463" id="Page_463">[463]</a></span>
-del fuego, por la cual causa traen tizones de noche cuando
-van fuera. Esta gentilidad á ninguna cosa adora, ni cognosce
-á Dios, solamente á los truenos llaman tupana, que es como
-quien dice cosa divina; y así, nos no tenemos otro vocábulo
-más conveniente, para los traer al cognoscimiento de Dios, que
-llamarle Padre Tupana. Solamente, entre ellos, se hacen
-unas ceremonias de la manera siguiente: de ciertos en ciertos
-años, vienen unos hechiceros de luengas tierras, fingiendo
-traer santidad, y, al tiempo de su venida, los mandan á limpiar
-los caminos y vánlos á recibir con danzas y fiestas segun
-su costumbre, y, ántes que lleguen al lugar, andan las mujeres
-de dos en dos por las casas, diciendo públicamente las
-faltas que hicieron á sus maridos, y unas á otras pidiendo
-perdon dellas; en llegando el hechicero, con mucha fiesta,
-al lugar, éntrase en una casa oscura, y pone una calabaza
-que trae en figura humana, en parte más conveniente para
-sus engaños, y mudando su propia voz, como de niño, y junto
-de la calabaza, les dice, que no curen de trabajar ni vayan
-á la roca, que el mantenimiento por sí crescerá y que nunca
-les faltará que comer y que por sí vendrá á casa, y que las
-aguijadas se irán á cavar, y las flechas se irán al monte por
-caza para su señor, y que han de matar muchos de sus contrarios,
-y captivarán muchos para sus comeres, y promételes
-larga vida, y que las viejas se han de tornar mozas, y que las
-hijas que las den á quien quisieren; y otras cosas semejantes les
-dice y promete, con que los engaña, de manera, que creen
-haber dentro, en la calabaza, alguna cosa santa y divina, que
-les dice aquellas cosas. Y acabando de hablar el hechicero, comienzan
-á temblar, principalmente las mujeres, con grandes
-temblores en su cuerpo que parecen demoniadas, como de
-cierto lo son, echándose en tierra, espumando por las bocas,
-y en aquesto les suade el hechicero que entónces les da santidad;
-y á quien esto no hace tiénenlo á mal, y despues le ofrecen
-muchas cosas, y en las enfermedades de los gentiles usan
-tambien estos hechiceros de muchos engaños y hechicerías.
-Estos son los mayores contrarios que acá tenemos, y hacen<span class="pagenum"><a name="Page_464" id="Page_464">[464]</a></span>
-creer algunas veces á los dolientes que nosotros les metemos
-en el cuerpo cuchillos, tijeras y cosas semejantes, y que con
-esto los matamos. En sus guerras, aconséjanse con ellos, allende
-de agüeros que tienen de ciertas aves; cuando captivan
-alguno, tráenle con grande fiesta, con una soga á la garganta,
-y dánle por mujer la hija del principal ó cualquiera otra que
-más le contenta, y pónenlo á cebar como puerco, hasta que
-lo han de matar, para lo cual se ajuntan todos los de la comarca
-á ver la fiesta, y, un dia ántes que lo maten, lávanlo
-todo, y el dia siguiente lo sacan y pónenlo en un terrero,
-atado por la cintura con una cuerda, y viene uno dellos muy
-bien ataviado, y le hace una plática de sus antepasados, y, acabada,
-el que está para morir le responde, diciendo, que de
-los valientes es no temer la muerte, y que él tambien matara
-muchos de los suyos, y que acá quedaban sus parientes que
-lo vengarán, y otras cosas semejantes, y, muerto, córtanle luego
-el dedo pulgar, porque con aquel tiraba las flechas, y lo
-demas hacen en pedazos para lo comer asado ó cocido. Cuando
-muere alguno de los suyos, pónenles sobre las sepulturas
-platos llenos de viandas, y una red en que ellos duermen,
-muy bien lavada, esto porque creen, dicen, que despues que
-mueren, tornan á comer y descansar sobre su sepultura;
-échanlos en cuevas redondas, y si son principales, hácenlos
-una choza de palma. No tienen cognoscimiento de gloria ni infierno,
-solamente dicen, que, despues de morir, van á descansar
-á un buen lugar, y en muchas cosas guardan la ley
-natural. Ninguna cosa propia tienen que no sea comun, y lo
-que uno tiene ha de partir con los otros, principalmente si son
-cosas de comer, de las cuales ninguna cosa guardan para
-otro dia, ni curan de atesorar riquezas. A sus hijos ninguna
-cosa dan en casamiento, ántes los yernos quedan obligados
-á servir á sus suegros; cualquier cristiano que entra en sus
-casas, dánle á comer de lo que tienen y una red lavada en que
-duerma. Son castas las mujeres á sus maridos; tienen memoria
-del diluvio, empero, falsamente, porque dicen, que, cubriéndose
-la tierra de agua, una mujer con su marido subieron<span class="pagenum"><a name="Page_465" id="Page_465">[465]</a></span>
-en un pino, y despues de menguadas las aguas descendieron,
-y de aquestos procedieron todos los hombres y mujeres.
-Tienen muy pocos vocablos para les poder bien declarar
-nuestra fe, mas con todo, dámossela á entender lo mejor que
-podemos, y algunas cosas los declaramos por rodeos. Están
-muy apegados con las cosas sensuales; muchas veces me preguntan,
-si Dios tiene cabeza, y cuerpo, y mujer, y si come, y
-de qué se viste, y otras cosas semejantes. Dicen ellos, que
-Sancto Tomás, á quien llaman Zome, pasó por aquí; esto les
-quedó por dicho de sus antepasados, y que sus pisadas, están
-señaladas cabe un rio, las cuales yo fuí á ver por más certeza
-de la verdad, y ví, con los propios ojos, cuatro pisadas
-muy señaladas, con sus dedos, las cuales, algunas veces, cubre
-el rio cuando hinche; dicen tambien, que cuando dejó estas
-pisadas iba huyendo de los indios que le querian flechar, y
-llegando allí, se le abrió el rio y pasara por medio dél, sin se
-mojar, á la otra parte, y de allí fué para la India: asimismo
-cuentan, que cuando le querian flechar los indios, las flechas
-se volvian para ellos, y los montes le hacian camino por do
-pasase. Otros cuentan esto como por escarnio. Dicen tambien,
-que les prometió que habia de tornar otra vez á verlos, ¡él los
-vea del cielo y sea intercesor por ellos á Dios, para que vengan
-en cognoscimiento suyo y reciban la sancta fe, como esperamos!»
-Todas estas son palabras de la dicha carta de los
-predicadores portugueses.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_466" id="Page_466">[466]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXVI.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Por esta carta, en el capítulo precedente referida, parecen
-algunas malas costumbres de estas gentes, aunque otras hobo
-en el mundo más depravadas, como arriba en el capítulo
-7.º y en otros mostramos bien largo; agora digamos el
-fructo que Dios sacó, por medio de sus ministros, de aquellos
-que crió con ánimas racionales, capaces de su bienaventuranza,
-y por consiguiente, del medio para alcanzalla, que es la fe y
-doctrina cristiana, refiriendo otras cartas ó pedazos de cartas;
-y dice así otra carta: «La gracia y amor de Nuestro Señor sea
-siempre en nuestro contino favor y ayuda, amen. Por algunas
-cartas que el año pasado os escribimos, os dimos larga informacion
-destas partes del Brasil, y de algunas cosas que Nuestro
-Señor, por sus siervos, que, por la santa obediencia, de esas
-partes han sido enviados, ha querido obrar, los cuales, al presente,
-estan repartidos por diversas Capitanías desta costa; ya
-de las cosas quel Señor, por cada uno dellos, obra, sereis por
-sus cartas sabidores, solamente os quiero yo dar cuenta de lo
-que en la Bahía se ha acontecido despues que los postreros
-navíos se han partido, y tambien desta Capitania de Perambuco,
-adonde habia pocos dias quel padre Nobrega y yo somos
-llegados. Primeramente, sabreis quel padre Nobrega ha
-llegado á esta Bahía de visitar y correr las Capitanías, y luego
-ordenó quel padre Navarro fuese al puerto Seguro, á trasladar
-las oraciones y sermones en la lengua desta tierra, con algunos
-buenos intérpretes, las cuales trasladó bien; y es mucho
-para dar alabanzas al Señor, viéndole predicar, en lo cual
-á todos nos lleva la ventaja, y en esto tenemos todos mucha
-falta en carecer de la lengua y no saber declarar á los indios
-lo que queremos, por falta de intérpretes. Muchos de los gentiles<span class="pagenum"><a name="Page_467" id="Page_467">[467]</a></span>
-piden el agua del baptismo, mas el padre Nobrega ha ordenado,
-que primero se les hagan los catecismos y exhorcismos,
-hasta tanto que cognoscamos en ellos firmeza y que de todo
-corazon crean en Cristo, y tambien que primero enmienden
-sus malas costumbres; son tales los baptizados que perseveran,
-que es mucho para dar gracias á Nuestro Señor, porque, aunque
-deshonrados y vituperados de los suyos, no dejen de perseverar
-en nuestra obediencia y crecer en buenas costumbres.
-El pueblo gentil, al principio, nos daba poco crédito, y le parecia
-que les mentiamos y engañábamos, que los padres y tambien
-los legos, ministros de satanás, que al principio á esta tierra
-vinieron, les predicaban y decian por interés de sus abominables
-rescates; agora que comienzan á cognoscer la verdad y
-ver el continuo amor con que los padres los tratan y conversan
-(los padres llama aquí los predicadores), y el trabajo que
-por la salvacion de sus ánimas resciben, van cayendo en la
-cuenta y quieren ser cristianos con muy mayor voluntad y
-más firme intencion que al principio. Tambien Nuestro Señor
-ha mostrado cosas, y muestra cada dia, por donde se van desengañando
-á no nos tener en la cuenta que ántes tenian; los
-cristianos que permanecen son tan nuestros, que contra sus
-naturales hermanos pelearan por nos defender, y están tan
-subjetos, que no tienen cuenta con padres ni parientes; saben
-muy bien las oraciones, y tienen mejor cuenta con los domingos
-y fiestas que otros muchos cristianos. En nuestra casa se
-disciplinan todos los viérnes, y algunos de los nuevamente
-convertidos se vienen á disciplinar con grandes deseos. En la
-procesion de la Semana Santa se disciplinaron algunos, así de
-los nuestros como de los nuevos convertidos, y de aquí adelante
-se comenzarán á confesar con el padre Navarro en su lengua,
-porque hay ya muchos que lo quieren y desean. Estos han de
-ser un fundamento grande para todos los otros se convertir; ya
-empiezan á ir por las aldeas con los padres, predicando la fe
-y desengañando á los suyos de las malas costumbres en que
-viven. Muchas cosas en particular pudiera escribir, que, por
-mi grande frieza y por no pensar haber de ser yo el escriptor,<span class="pagenum"><a name="Page_468" id="Page_468">[468]</a></span>
-no las escribo, así por no las tener en la memoria, como
-por no las saber estimar por falta de caridad. Grande es la envidia
-que los gentiles tienen á estos nuevos convertidos, porque
-ven cuan favorecidos son del Gobernador y de otras principales
-personas, y si quisiésemos abrir la puerta al baptismo, cuasi
-todos se vernian, lo cual no hacemos si no cognoscemos ser
-aptos para eso, y que vienen con devocion y contricion de
-las malas costumbres en que se han criado, y tambien, porque
-no tornen á retroceder, sino que queden contentos y firmes.
-Mucho más fructo se pudiera hacer si hobiera obreros, así
-que mucha es la mies que se pierde por falta de segadores. Entre
-otras cosas, os quiero contar una de un principal desta tierra,
-el cual há algunos dias que pedia el agua del baptismo, y porque
-tenia dos mujeres no se la queriamos dar, aunque sabiamos
-que la una dellas no la tenia sino para se servir della; un dia con
-gran priesa y eficacia pidió el baptismo, al cual baptizó el padre
-Navarro, y de ahí á seis ó siete dias enfermó de cámaras, y se iba
-consumiendo hasta que cognosció que habia de morir, y dos noches
-ántes que muriese envió á llamar al padre Navarro para lo
-acompañar y enseñar como habia de morir, y decíale que nombrase
-muchas veces el nombre de Jesus y de Sancta María,
-Nuestra Señora, y él tambien decia con el padre estos santos
-nombres, hasta perder la habla, y, ántes que la perdiese, vistió
-una ropa que tenia y mandó á los suyos que le enterrasen con
-ella y en sagrado, como era costumbre de los cristianos, y dió
-el espíritu á Dios, estando el padre Navarro diciendo misa por
-él, por lo cual no se pudo hallar presente á su muerte. Dijo
-una su hermana, que se halló presente á su muerte, al padre
-Navarro, que le habia dicho el muerto, ántes que perdiese el
-habla: «hermana, ¿no veis?» y ella respondió que no veia
-nada, y tornándole á preguntar lo mismo, ella respondió de la
-misma manera, hasta que él, con grande alegría, le dijo:
-«veo, hermana mia, los gusanos holgando en la tierra, y en los
-cielos grandes alegrías y placeres, quédate enhorabuena, que
-me quiero ir»; y así acabó. Enterrámoslo en una iglesia que
-teniamos hecha para los nuevamente convertidos. Este nos ha<span class="pagenum"><a name="Page_469" id="Page_469">[469]</a></span>
-dado entrada en esta tierra, y en su manera de vivir no era
-fuera de la ley natural y de razon; quedó un hermano suyo
-por principal, el cual há por nombre Simon, y el muerto don
-Juan, con el cual metemos acá en vergüenza á los malos
-cristianos, porque es muy virtuoso y fuera de las costumbres
-de los otros, y tambien su mujer y hijos, los cuales nos tiene
-prometidos para que los enseñemos, y, por falta de casa y
-mantenimientos, no lo podemos hacer.» Dice más abajo: «Ya
-comienzan los hijos de los gentiles á huir de sus padres y venirse
-á nos, y, por más que hacen, no los pueden apartar de la
-conversacion de los otros niños, y vino un niño descalabrado
-y sin comer un dia todo, huyendo de su padre, á nos. Cantan
-todos una misa cada dia, y ocúpanse en otras cosas semejantes.
-Es tan grande el temor en algunos destas aldeas, y reverencia
-que tienen á los padres, que no osan abiertamente
-comer carne humana; de manera, que están estos gentiles,
-principalmente los de la Bahía, aparejados para se hacer en
-ellos grande fruto, mas estamos acá tan pocos, y tan repartidos,
-y las necesidades son tantas entre los cristianos, á las
-cuales somos más obligados á acudir, que no sé como sufrís,
-carísimos hermanos, estar tanto tiempo en esa casa, estando
-acá tantas necesidades esperando por vos, etc.» Otras muchas
-y notables cosas dice aquesta carta, que por no alargar mucho,
-no las quiero referir. Otro de aquellos predicadores dice
-así en otra: «En estas partes, despues que acá estamos, carísimos
-padres y hermanos, se ha hecho mucho fruto. Los gentiles,
-que parece que ponian la bienaventuranza en matar sus
-contrarios y comer carne humana, y tener muchas mujeres,
-se van mucho enmendando, y todo nuestro trabajo consiste
-en los apartar desto, porque todo lo demas es fácil, pues no
-tienen ídolos, aunque hay entre ellos algunos que se hacen
-santos, y les prometen salud y victoria contra sus enemigos.
-Con cuantos gentiles tengo hablado en esta costa, en ninguno
-hallé repugnancia á lo que le decia, todos quieren y desean
-ser cristianos, pero dejar sus costumbres les parece áspero;
-van, con todo, poco á poco, cayendo en la verdad, hácense<span class="pagenum"><a name="Page_470" id="Page_470">[470]</a></span>
-muchos casamientos entre los gentiles, los cuales, en la Bahía
-están junto á la ciudad y tienen su iglesia cabe una casa
-á donde nos recogemos. Estos determinamos tomar por medio
-de otros muchos, los cuales esperamos, con la ayuda del Señor,
-hacer cristianos, etc.» Otro en otra carta dice: «Fuimos
-á una aldea de los gentiles y procuramos que se ayuntasen
-todos, y, despues de juntos, les hicimos una plática por una
-lengua, y acabada les enseñamos la doctrina cristiana, y queriéndonos
-dellos despedir, yo les hice primero santiguar, y
-viendo las piedras preciosas que traian en los bezos y en el
-rostro, les dije, como riendo, que les estorbaban á se persignar,
-lo cual, ellos, tomaron de veras, y siendo de mucho
-precio, las echaron á donde nunca más parecieron, lo cual me
-consoló mucho. El dia del Angel se determinó que se baptizasen
-los que quisiesen, y baptizamos muchos, así hombres
-como mujeres, y cuasi nos faltaban nombres de santos para
-dar á cada uno el suyo. Entre ellos baptizamos un hechicero,
-asaz viejo, y le pusimos por nombre Amaro.» Otro dice, en
-otra epístola, estas palabras: «Despues desto nos fuimos dar
-con los indios á sus aldeas, que estaban cuatro ó cinco leguas
-de ahí, y, yendo, hallamos haciendo el camino por donde habiamos
-de ir, y quedaron muy tristes porque no lo tenian
-acabado; llegando al aldea, se vino el principal de ahí y me
-llevó por fuerza á su casa, y luego se hinchió la casa de indios,
-y otros que no cabian quedaron fuera, y trabajaron
-mucho por me ver. Considerad vos, hermanos mios en Cristo,
-lo que mi ánima sentiria, viendo tantas ánimas perdidas por
-falta de quien las socorriese; algunas pláticas les hice aparejándolos
-para el cognoscimiento de la fe, y les dije, por la
-tristeza que mostraban por me yo haber luego de ir, que no
-iba sino á verlos, y que otras muchas veces los visitaria si tuviese
-tiempo, etc.» Estas son las palabras. Otras muchas cosas
-notables se dicen en las susodichas cartas, y en otras que
-no he querido relatar por dar fin á esta relacion y testimonio
-de los portugueses, tocante á la prueba desta verdad, conviene
-á saber, que estas gentes gentiles destas nuestras Indias,<span class="pagenum"><a name="Page_471" id="Page_471">[471]</a></span>
-son naciones humanas, razonables, dóciles, conversables con
-otros hombres, reducibles á toda ley de razon y convertibles
-á nuestra santa fe católica, si se les propone por el modo que
-la razon natural dicta y enseña que debe ser propuesta y persuadida,
-á los principios, cualquiera cosa nueva, mayormente
-difícil á los hombres racionales, los cuales naturalmente son
-aptos y nacidos para ser atraidos á la virtud por bien, por
-blandura y mansedumbre, y desta propiedad humana y universal
-ninguna nacion del mundo excluyó la divina Providencia,
-por bárbaros, brutos, y agrestes y corruptos en costumbres
-que sean, con que sean hombres; y esto más copiosa é irrefragablemente
-pareció arriba, por razones, y parecerá en el discurso
-desta historia, por obras y por ejemplos tan patentes y
-tan sin número, que no se pueda más dudar dello, que dudar
-que todos los hombres desciendan de Adan.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_472" id="Page_472">[472]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXVII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Referido habemos los descubridores ó rescatadores que
-vinieron el año de 1499 y 500 á la tierra firme, despues que
-supieron que el Almirante la habia descubierto (aunque, creyendo
-que era isla, nombróla isla ó tierra de Gracia, como se
-ha visto arriba), y tambien, como acaso descubrieron los portugueses,
-yendo á la India, un pedazo della, que llaman ellos
-hoy el Brasil, y nosotros el cabo de Sant Agustin, el cual, por
-concierto de los reyes de Castilla y Portugal, cupo, y así es
-hoy, de los portugueses; incidentemente, tambien trujimos lo
-que manifestaron de la condicion y hospitalidad pacífica, y humana
-conversacion, que en los vecinos y moradores de aquella
-tierra hallaron, conformándose con lo que los nuestros
-castellanos, Vicente Yañez y Diego de Lepe, dellos, en la misma
-materia, dijeron; de allí añadimos, infiriendo y probando
-por ejemplos, que testifican los predicadores tambien portugueses,
-la disposicion é idoneidad para recibir nuestra sancta
-fe que hay en ellos, por el fruto grande que Dios siempre
-saca, por medio de los trabajos de sus predicadores: requiere,
-pues, la órden de los dias y meses del dicho año de 500,
-tornar á tratar y continuar las angustias, y adversidades y
-caida total del Almirante, y que, más amargas y aflictivas,
-entre todas las que toda su vida tuvo, le lastimaron y afligieron.
-Ya dijimos arriba, en el cap. 161, como despues de llegados
-los cinco navíos á Castilla quel Almirante despachó,
-venido del descubrimiento de Paria, con las nuevas del levantamiento
-de Francisco Roldan, luego, por Mayo, determinaron
-los Reyes de enviar otro Gobernador á esta isla, y
-quitalle á él la gobernacion, y tomaron los Reyes color de
-que él mismo escribió á Sus Altezas, que les suplicaba que<span class="pagenum"><a name="Page_473" id="Page_473">[473]</a></span>
-enviasen Juez pesquisidor, para que hiciese informacion de
-los delitos é insultos y levantamiento del dicho Roldan y de
-sus secuaces, y tambien juez que tuviese cargo de la administracion
-de la justicia, como se dijo en el cap. 159, y allí
-les suplicaba que tuviesen respecto á sus servicios, y que no
-se le perjudicase á sus preeminencias; donde parece que temia
-lo que le vino y no lo habia él por tanto. Eligieron á un Comendador
-de la órden de Calatrava, que se llamó Francisco
-de Bobadilla, y diéronle provisiones y nombre de Pesquisidor,
-con que al principio en esta isla entrase, y tambien de
-Gobernador, que, cuando fuese tiempo, publicase y usase. Comenzáronse
-los despachos en Madrid, por Mayo del año de 99,
-luego que llegaron los cinco navíos, como algunas veces se ha
-dicho, pero no lo despacharon hasta el mes de Junio del año
-siguiente de 1500, que vinieron el Rey y la Reina á Sevilla, y
-de allí á la ciudad de Granada, sobre el levantamiento de los
-moros ó moriscos del Lanjarón, ó Sierra Bermeja, donde acaesció,
-que yendo sobre ellos D. Alonso de Aguilar, caballero
-muy señalado en prudencia y esfuerzo, de quien procede la
-casa de Aguilar y marqués de Pliego, lo mataron, desastre
-que mucho pesar dió á los Reyes y á todo el reino. Por manera,
-que tardó su despacho todo un año, porque debian los
-Reyes, por ventura, ó de esperar algun navío que fuese de acá
-con nueva de estar Roldan y su compañía reducidos, y esta
-isla sosegada, ó, que como enviasen á deponer al Almirante de
-su estado, quitándole la gobernacion, cosa, cierto, muy grande
-para quien tanto se le debia y les habia merecido, y con tan
-inmensos trabajos, querian muy bien mirallo, y hacíaseles de
-mal efectuallo; pero como llegaron las dos carabelas donde
-venian los procuradores de los alzados y del Almirante, aunque
-ya quedaba Francisco Roldan reducido y asosegado, vistas
-las quejas que dieron del Almirante y los daños pasados, y
-supieron cosas muchas que los unos y los otros relataban, y
-que convenia remediallas, determinaron, que el comendador
-Bobadilla prosiguiese su viaje; diéronle muy cumplidos despachos,
-y, entre ellos, muchas cartas y cédulas en blanco.<span class="pagenum"><a name="Page_474" id="Page_474">[474]</a></span>
-Como por las cartas postreras del Almirante, que vinieron en
-los dos dichos navíos, supiese la Reina, de gloriosa memoria,
-que el Almirante habia dado á cada uno de los que allí
-venian un indio por esclavo, y que, si no se me ha olvidado,
-eran 300 hombres, hobo muy gran enojo, diciendo estas palabras:
-«¿qué poder tiene mio el Almirante para dar á nadie
-mis vasallos?» y otras semejantes; mandó luego apregonar en
-Granada y en Sevilla, donde ya estaba la corte, que todos los
-que hobiesen llevado indios á Castilla, que les hobiese dado
-el Almirante, los volviesen luego acá, so pena de muerte, en
-los primeros navíos, ó los enviasen; y mi padre, á quien el
-Almirante habia dado uno y lo habia llevado en el susodicho
-viaje de los dos navíos ó carabelas, que yo en Castilla
-tuve, y algunos dias anduvo conmigo, tornó á esta isla,
-con el mismo comendador Bobadilla, y lo trajo, y despues
-yo lo vide y traté acá. Yo no sé por qué más estos 300 indios
-quel Almirante habia dado por esclavos, mandó la
-Reina tornar con tanto enojo y rigor grande, y no otros muchos
-que el Almirante habia enviado, y el Adelantado, como
-arriba puede verse; no hallo otra razon, sino que los que hasta
-entónces se habian llevado, creia la Reina, por las informaciones
-erradas que el Almirante á los Reyes enviaba, que eran
-en buena guerra tomados, pero esta ceguedad del Almirante,
-y suponer la Reina que podia el Almirante hacelles guerra,
-procedia y siempre procedió de la del Consejo, y letrados que
-en él los Reyes tenian, la cual en ellos era intolerable y más
-que culpable, porque no les era lícito ellos ignorar el derecho
-y justicia destas gentes, que consistia en ser pueblos
-libres que tenian sus reinos y Reyes y señores, dominios y
-jurisdicciones, y que les pertenecian de derecho natural y de
-las gentes, y que no los perdian solamente por carecer de fe
-y no ser cristianos, ni los podian los reyes de Castilla dellos
-privar, solamente por habellos descubierto el Almirante, ni
-tampoco porque la Sede apostólica se los hobiese encomendado
-para convertillos, y que vivian en su paz en sus tierras
-y casas, sin ofensa de nadie, y, por consiguiente, que no debian,<span class="pagenum"><a name="Page_475" id="Page_475">[475]</a></span>
-por guerra, ó daño, ó injuria, que fuera de sí mismos
-hobiesen otros hecho, algo á alguien. Y si por 300 indios que
-dió el Almirante, injustamente, á los españoles que por entónces
-vinieron, por esclavos, la Reina, de buena memoria,
-tanto enojo recibió, y tan grave pena como la de muerte
-mandó poner, porque todos los tornasen, y áun quizá fué
-aqueste enojo, de indignarse más contra el Almirante, harta
-causa; ¿como sintiera, y como sufriera, y qué indignacion
-recibiera, y qué penas pusiera cuando llegara á su noticia
-que se hacian y se hicieron iniquísimamente, sobre más de
-seis cuentos de ánimas, esclavos? Pero pasemos adelante, porque
-la historia lo referirá, si á Dios place. Tornando al ristre
-la lanza, enviaron los Reyes con el dicho comendador Bobadilla
-cierta gente á sueldo, para que viniese acompañado,
-no supe el número cuanto; y, como dije, hízose á la vela con
-dos navíos ó carabelas, creo que, mediado ó en fin de Junio
-de 1500 años. Entre tanto andaba el Almirante, con toda solicitud,
-haciendo prender los nuevamente alzados, como arriba
-dije, y el Adelantado por su parte, y, los que podian prender,
-ahorcando, y para ahorcarlos, donde quiera que los hallase,
-traia un clérigo consigo para confesarlos; todo á fin de, teniendo
-en obediencia los cristianos, sojuzgar los indios y constreñilles
-á que pagasen el tributo á que los habia obligado, y
-el Francisco Roldan hobo por su rebelion quitado. Y el fin de
-los fines del Almirante no era otro, sino dar y enviar á los
-Reyes dinero, por servillos y contentallos, y recompensarles
-los gastos que hacian, para que tambien cerrasen las bocas
-sus adversarios. Y así, dijo él á los Reyes que este año de 500,
-que habia traido toda la gente desta isla Española, porque
-era, dice él, sin número, por virtud divinal, á que estuviese
-debajo de su real señorío y obediendía, en tanto grado, que
-se iba por toda ella, que es mayor, dice él, que toda España,
-sin temor alguno, un sólo cristiano, y mandaba al mayor
-Cacique que en ella habia, y era obedecido; y dice más, que
-en este año mismo de 500, tenia ordenado de juntar los pueblos
-de los indios en pueblos gruesos, y que se tornasen todos<span class="pagenum"><a name="Page_476" id="Page_476">[476]</a></span>
-cristianos y sirviesen á Sus Altezas como los vasallos de Castilla,
-en manera que, sin agravio suyo, y sin premia desordenada,
-sino con muy mucha templanza, rentarian cada un
-año 60 cuentos; y que el año de 503, hobiesen los Reyes de
-renta, en oro, 120.000 pesos, y que hace juramento (y esta era
-su manera de jurar, «hago juramento»), que lo tenia esto por
-tan cierto, como tener 10.000 pesos. Más pensaba hacer en
-este año de 500; enviar á edificar una fortaleza en la tierra
-de Paria, por la pesquería de las perlas, de donde pudiese á
-Sus Altezas enviar cada un año una gran cantidad dellas,
-porque no se podia decir el número y peso y valor que tenian,
-y que cuando las descubrió, sino fuera por los bastimentos
-que se le dañaban, tenia por cierto que enviara una
-pipa, dellas llena; y entónces, á mi parecer, no fuera mucho
-enviar grande número dellas. Todo lo susodicho, y otras muchas
-cosas, dice el Almirante que habia de hacer aqueste año
-de 500, sino que, cuando urdia, cortóle Dios la urdiente de la
-tela que disponia tejer.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_477" id="Page_477">[477]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXVIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Estando el Almirante en estos pensamientos, y en la Vega,
-ó la Concepcion de la Vega, que era la fortaleza, ó en el Guaricano,
-que estaba media legua, el llano abajo, donde habia
-algunas casas hechas en que moraban algunos cristianos, y
-donde fué primero el asiento de la villa que llamaron de la
-Concepcion, y el Adelantado en Xaraguá con Francisco Roldan,
-prendiendo á los que podian haber de los que se conjuraron
-con D. Hernando para matar á Francisco Roldan, y
-D. Diego, hermano del Almirante y Adelantado, en esta ciudad,
-ó villa que entónces era, de Sancto Domingo, recogiendo
-los que prendian y enviaban acá, y ahorcando, domingo
-que se contaron 23 de Agosto del mismo año de 500, á la
-hora de las siete ó de las ocho de la mañana, asomaron los
-dos navíos ó carabelas, que se llamaban, la una, la <i>Gorda</i>, y
-la otra, el <i>Antigua</i>, donde venia el comendador Bobadilla; y
-andando barloventeando de una parte á otra, porque no podian
-entrar en el puerto á aquella hora, porque es el viento
-terral, ó de la tierra, hasta las diez ó las once, que torna
-de la mar, mandó luego D. Diego que fuese una canoa; y en
-ella tres cristianos: un Cristóbal Rodriguez, que tenia por
-sobrenombre, la Lengua, porque fué el primero que supo la
-lengua de los indios desta isla, y era marinero, el cual habia
-estado ciertos años, de industria, entre los indios, sin hablar
-con cristiano alguno, por la aprender, y los otros se llamaban
-Juan Arraez y Nicolás de Gaeta, y los indios que fueron
-menester para remar, y fuesen á los navíos ó carabelas, que
-andaban obra de una legua de tierra, y supiesen quién venia
-en ellas, y si venia el hijo mayor del Almirante, D. Diego;
-porque, como arriba dijimos, el Almirante, por sus cartas,<span class="pagenum"><a name="Page_478" id="Page_478">[478]</a></span>
-envió á suplicar á los Reyes que se lo enviasen, porque él se
-hallaba cansado, y para que le ayudase á servirles, pues le
-habia en sus oficios de suceder. Llegaron, pues, en su canoa,
-los tres, y preguntando quién venia en las carabelas, y si
-venia D. Diego, asomóse el comendador Bobadilla, que venia
-en la carabela <i>Gorda</i>, y dijo que él venia enviado por los Reyes,
-por Pesquisidor sobre los que andaban alzados en esta
-isla; el Maestre de la carabela <i>Gorda</i>, que se llamaba Andrés
-Martin de la Gorda, preguntóles por nuevas de la tierra, respondieron
-que aquella semana habian ahorcado siete hombres
-españoles, y que en la fortaleza de aquí estaban presos
-otros cinco para los ahorcar, y estos eran D. Hernando de
-Guevara y Pedro Riquelme, y otros tres, que todos eran de
-los levantados. El comendador Bobadilla preguntó á los de la
-canoa si estaba aquí el Almirante, y sus hermanos; dijeron
-que no, sino sólo D. Diego, y el Almirante habia ido á la
-Vega ó Concepcion, y el Adelantado á la provincia de Xaraguá
-tras los que andaban alzados, para prendellos, y con
-propósito de, donde quiera que hallasen á cada uno, ahorcallo,
-para lo cual llevaban un clérigo que los confesase.
-Cristóbal de la Lengua preguntó al Pesquisidor, como se llamaba
-y quién diria que era; respondió que tenia por nombre
-Francisco de Bobadilla, y así, se tornó la canoa á dar
-nuevas á D. Diego y á los que las esperaban. Todos los que
-aquí estaban, ó los más dellos, como se suele decir, de los
-pobres, que siempre desean novedades, porque silogizan que
-no les puede venir cosa nueva que sea peor que la pobreza
-que tienen á cuestas, y siempre se prometen con lo nuevo
-mejoría, estaban muy ávidos y solícitos de que volviese la
-canoa por saber las nuevas, porque pocos eran los que no
-estaban entónces por esta isla descontentos, y muchos, por
-fuerza más que por voluntad, detenidos. Sabido que venia
-Pesquisidor, los que sabian que cognoscian en sí culpas, no
-les faltó temor y tristeza; los que se tenian por agraviados del
-Almirante y sus hermanos, y todos los involuntarios, mayormente
-los que ganaban sueldo del Rey, porque no se les pagaba,<span class="pagenum"><a name="Page_479" id="Page_479">[479]</a></span>
-y padecian gran necesidad de comida y vestidos y
-cosas necesarias de Castilla, reventábales el alegría, y así
-andaba toda la gente á cada paso haciendo corrillos. Desde á
-tres ó cuatro horas, que cesó, como es ordinaria cosa, el viento
-terral, y tornó el embate que llama virazon ó marero, entraron
-las carabelas en este rio y puerto, y luego parecieron
-dos horcas, la una desta parte del rio, donde agora está edificada
-esta ciudad, que es de la parte del Occidente, y la
-otra de la otra banda, donde entónces estaba la villa, en las
-cuales estaban dos hombres cristianos ahorcados, frescos de
-pocos dias; iban y venian gentes á los de los navíos, hacian
-sus comedimientos y reverencia al pesquisidor Bobadilla,
-preguntaban y respondian, pero todos siempre con recatamiento,
-hasta ver qué mundo sucedia. No quiso salir el Comendador
-aquel dia, hasta otro dia, lúnes, 24 de Agosto, que
-mandó salir toda la gente que consigo traia, y con ellos fuese
-á la iglesia á oir misa, donde halló á D. Diego, hermano del
-Almirante, y á Rodrigo Perez, que era Teniente ó Alcalde
-mayor por el Almirante, y otros muchos desta isla; y acabada
-la misa, salidos á la puerta de la iglesia, estando presente
-D. Diego y Rodrigo Perez, y mucha gente de la isla, y la que
-el Comendador traia, mandó leer el Comendador al Escribano
-del Rey, que consigo trujo, que se llamaba Gomez de Rivera,
-una Patente firmada de los Reyes, y sellada con su real sello,
-del tenor siguiente:</p>
-
-<p>«D. Hernando y Doña Isabel, por la gracia de Dios, Rey y
-Reina de Castilla y Leon, etc.: A vos, el comendador Francisco
-Bobadilla, salud y gracia: Sepades, que D. Cristóbal Colon,
-nuestro Almirante del mar Océano de las islas y tierra firme
-de las Indias, nos envió á hacer relacion, diciendo, que estando
-él absente de las dichas islas en nuestra corte, diz que,
-algunas personas de las que estaban en ellas y un Alcalde con
-ellas, se levantaron en las dichas islas contra el dicho Almirante
-y las Justicias que en nuestro nombre tiene puestas en
-ellas, y que no embargante que fueron requeridas las tales personas
-y el dicho Alcalde, que no hiciesen el dicho levantamiento<span class="pagenum"><a name="Page_480" id="Page_480">[480]</a></span>
-y escándalo, diz que, no lo quisieron dejar de hacer, ántes se
-estuvieron y están en la dicha rebelion, y andan por las dichas
-islas robando y haciendo otros males, y daños y fuerzas
-en deservicio de Dios, Nuestro Señor, y nuestro; lo cual, por
-Nos visto, porque fué y es cosa de mal ejemplo y digno de
-punicion y castigo, y á Nos como Rey y Reina y señores en
-ello pertenece proveer y remediar, mandamos dar esta nuestra
-Carta para vos en la dicha razon, por la cual, vos mandamos
-que luego vades á las dichas islas y tierra firme de las Indias,
-y hagais vuestra informacion, y, por cuantas partes y maneras
-mejor y más cumplidamente lo pudiéredes saber, vos informeis
-y sepais la verdad de todo lo susodicho, quién y cuales
-personas fueron las que se levantaron contra el dicho Almirante
-y nuestras justicias, y por qué causa y razon, y qué
-robos, y males y daños han hecho, y de todo lo otro que cerca
-desto vos viéredes ser menester saber para ser mejor informado,
-y, la informacion habida y la verdad sabida, á los
-que por ella halláredes culpantes, prendedles los cuerpos y
-secrestadles los bienes, y así presos, procedades contra ellos
-y contra los absentes, á las mayores penas civiles y criminales
-que halláredes por derecho. Y mandamos á las personas, de
-quien cerca de lo susodicho entendiéredes ser informado, que
-vengan y parezcan ante vos á vuestros llamamientos y emplazamientos,
-y digan sus dichos y deposiciones á los plazos
-y so las penas que vos de nuestra parte les pusiéredes, las cuales
-Nos, por la presente, les ponemos y habemos por puestas;
-para lo cual, todo que dicho es, y para cada una cosa y parte
-dello, vos damos nuestro poder complido por esta nuestra
-Carta con todas sus incidencias, etc.; y si para hacer, y cumplir
-y ejecutar todo lo susodicho, menester hobiéredes favor y
-ayuda, por esta nuestra Carta mandamos al dicho nuestro
-Almirante y á los Concejos, Justicias, Regidores, Caballeros,
-Escuderos, Oficiales y homes buenos de las dichas islas y tierra
-firme, que vos lo den y hagan dar, y que en ello, ni en
-parte dello, embargo ni contrario alguno vos no pongan, ni
-consientan poner, y vos ni los otros, no fagades ni fagan ende<span class="pagenum"><a name="Page_481" id="Page_481">[481]</a></span>
-al por alguna manera, so pena de la nuestra pena y de la
-nuestra merced, y de 10.000 maravedís para la nuestra Cámara,
-etc. Dada en la noble villa de Madrid, á 21 dias del
-mes de Marzo año del nascimiento de Nuestro Señor Jesucristo
-de 1499 años.&mdash;Yo el Rey.&mdash;Yo la Reina.&mdash;Yo Miguel
-Perez de Almazán, Secretario del Rey y de la Reina, nuestros
-señores, la hice escribir por su mandado.&mdash;Registrada.&mdash;Gomez
-Xuarez, Chanciller.»</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_482" id="Page_482">[482]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXIX.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Notificada la dicha Carta patente real, dijo luego el comendador
-Bobadilla, como Pesquisidor, que, pues allí no estaba
-el Almirante, que requeria al dicho D. Diego, su hermano, y
-al Alcalde y Alcaldes, en nombre de los Reyes, que por cuanto
-habia sabido que en la fortaleza de aquella villa de Sancto
-Domingo estaban presos, para ahorcar, D. Hernando de Guevara
-y Pedro de Riquelme y otros tres, que se los diesen y
-entregasen luego, con los procesos que contra ellos estaban
-hechos, y pareciesen las partes que los acusaban, y por cuyo
-mandado estaban presos, porque Sus Altezas lo enviaban acá
-á sólo esto para los redimir; porque, vistos los dichos procesos
-y causas de cada uno, él, como Pesquisidor, en nombre de Sus
-Altezas, queria tomar el cognoscimiento de las causas y estaba
-presto de hacer todo cumplimiento de justicia. Respondieron
-D. Diego y Rodrigo Perez, quel Almirante tenia de Sus
-Altezas otras Cartas, y poderes mayores y más fuertes que
-podian mostrar, y que allí no habia Alcalde alguno, y que
-D. Diego no tenia poder del Almirante para hacer cosa alguna,
-y que pedian que les diese traslado de la Carta de Sus Altezas
-para la enviar al Almirante, á quien todo aquello competia.
-Respondió el Comendador, que pues no tenian poder
-para ninguna cosa, que no era menester darles traslado, y que
-se lo denegaba; y como vido el Comendador que el nombre
-y uso de Pesquisidor parecia que no tenia mucha eficacia,
-quiso darles á entender á todos el nombre y obra de Gobernador,
-para que cognosciesen que ya el Almirante allí no tenia
-nada en la jurisdiccion, y que sólo él habia de tener la
-gobernacion, y les podia en todo mandar y vedar, no solamente
-á ellos, pero tambien al Almirante, como á su súbdito,<span class="pagenum"><a name="Page_483" id="Page_483">[483]</a></span>
-para lo cual, otro dia, mártes, 25 del mismo mes de Agosto,
-acabada la misa, saliéndose á la puerta de la iglesia, estando
-presentes D. Diego y Rodrigo Perez, y todos los demas, porque
-en estos dias era grande la devocion que todos tenian de
-oir y ver novedades, y por eso ninguno ó pocos faltaban á
-la misa, sacó el Comendador otra Patente ó provision Real,
-y mandóla leer y notificar en presencia de todos, la cual
-decia así:</p>
-
-<p>«D. Hernando y Doña Isabel, por la gracia de Dios, etc.:
-A vos, los Concejos, Justicias, Regidores, Caballeros y Escuderos,
-Oficiales y homes buenos de todas las islas y tierra
-firme de las Indias, y á cada uno de vos, salud y gracia: Sepades
-que Nos, entendiendo ser así complidero al servicio de
-Dios y nuestro, y á la ejecucion de la nuestra justicia y á la
-paz y sosiego y buena gobernacion desas dichas islas y tierra
-firme, nuestra merced y voluntad es, que el comendador
-Francisco de Bobadilla tenga, por Nos, la gobernacion y oficio
-del Juzgado desas dichas islas y tierra firme, por todo el
-tiempo que nuestra merced y voluntad fuere, con los oficios
-de justicia y jurisdiccion civil y criminal, Alcaldias y alguacilazgos
-dellas, por que vos mandamos á todos y á cada uno
-de vos, que luego, vista esta nuestra Carta, sin otra alegacion
-ni tardanza ni jusion, recíbades del dicho Comendador el juramento
-y solemnidad que en tal caso se acostumbra hacer,
-el cual por él hecho, le rescibais por nuestro Juez Gobernador
-desas dichas islas y tierra firme, y lo dejeis y consintais libremente
-usar y ejercer el dicho oficio de Gobernador, y cumplir
-y ejecutar la nuestra justicia en esas dichas islas y tierra
-firme, y en cada una dellas, por sí y por sus Oficiales y Lugares
-tenientes, que es nuestra merced que los dichos oficios
-de Alcaldias y alguacilazgos, y otros oficios á la dicha gobernacion
-anejos, pueda poner, los cuales pueda quitar y remover,
-cada y cuando viere que al nuestro servicio y á la ejecucion
-de la nuestra justicia cumpla, y poner y subrogar otros en
-su lugar, y oir y librar y determinar, y oigan y libren y determinen
-todos los pleitos y causas, así civiles como criminales,<span class="pagenum"><a name="Page_484" id="Page_484">[484]</a></span>
-que en las dichas islas y tierra firme están pendientes, comenzados
-y movidos, y se movieren y comenzaren de aquí adelante
-cuando por Nos el dicho oficio trujere, y haber y llevar los
-salarios acostumbrados y á los dichos oficios justamente pertenecientes,
-y se hagan cualquier pesquisas en los casos de
-derecho, permisos y todas las otras cosas al dicho oficio pertenecientes,
-y que entienda él, ó quien su poder hobiere, que á
-nuestro servicio y á la ejecucion de nuestra justicia cumpla; y
-para usar y ejercer el dicho oficio, y cumplir y ejecutar la
-nuestra justicia, todos vos conformedes con él, y, con vuestras
-personas y gentes, le dedes y fagades dar todo el favor y ayuda
-que vos pidiere y menester hobiere, y que en ello, ni en parte
-dello, embargo ni contrario alguno le non pongades ni consintades
-poner, ca Nos, por la presente, le rescibimos y habemos
-por rescibido al dicho oficio y al uso y ejercicio dél, y le
-damos poder cumplido para lo usar y ejercer y cumplir, y
-ejecutar la nuestra justicia en las dichas islas y tierra firme, y
-en cada una dellas, caso que por vosotros, ó por alguno de
-vos, no sea rescibido. Y, por esta nuestra Carta, mandamos á
-cualesquier persona ó personas que tienen las varas de nuestra
-justicia y de los oficios de Alcaldias y alguacilazgos de
-todas las dichas islas y tierra firme, y de cada una dellas,
-que luego que por el dicho comendador, Francisco de Bobadilla,
-fueren requeridos, se las entreguen y no usen más
-dellas sin nuestra licencia y especial mandado, so las penas en
-que caen é incurren las personas privadas que usan de oficios
-públicos para que no tienen poder ni facultad, ca Nos por la
-presente los suspendemos y habemos por suspensos. Y otrosi
-es nuestra merced, que si el dicho comendador Francisco de
-Bobadilla entendiere ser cumplidero á nuestro oficio y á la ejecucion
-de nuestra justicia, que cualesquier caballeros y otras
-personas de los que agora están y de aquí adelante en las dichas
-islas y tierra firme, salgan dellas y que no entren ni estén
-en ellas, y que se vengan y presenten ante Nos, que lo él pueda
-mandar de nuestra parte y los haga dellas salir; á los cuales,
-y á quien lo él mandáre, Nos por la presente mandamos, que<span class="pagenum"><a name="Page_485" id="Page_485">[485]</a></span>
-luego, sin sobre ello nos requerir ni consultar, ni esperar otra
-nuestra Carta ni mandamiento, y sin interponer dello apelacion
-ni suplicacion, lo pongan en obra, segun que lo él dijere y mandáre,
-so las penas que les pusiere de nuestra parte, las cuales,
-Nos, por la presente, les ponemos y habemos por puestas,
-y le damos poder y facultad para las ejecutar en los
-que remisos é inobedientes fueren, y en sus bienes. Para lo
-cual todo, que dicho es, y para cada una cosa y parte dello,
-y para usar y ejercer el dicho oficio, y cumplir y ejecutar la
-nuestra justicia en esas dichas islas y tierra firme, y en cada
-una dellas, le damos, por esta nuestra Carta, poder cumplido,
-con todas sus incidencias y dependencias, anexidades y conexidades,
-etc. Dada en la noble villa de Madrid, á 21 dias
-del mes de Mayo, año del nascimiento de Nuestro Señor Jesucristo
-de 1499 años.&mdash;Yo el Rey.&mdash;Yo la Reina.&mdash;Yo Miguel
-Perez de Almazán, Secretario, etc.»</p>
-
-<p>Despues de leida la susopuesta Carta, juró en forma de
-derecho, y hizo la solemnidad que se requeria, el Comendador,
-como los Reyes lo mandaban; y luego requirió al don
-Diego y á Rodrigo Perez, teniente del Almirante, y á la otra
-gente que allí estaba, que la obedeciesen y cumpliesen, y
-que, en cumplimiento della, el dicho D. Diego y Rodrigo Perez
-le diesen y entregasen los presos que tenian para ahorcar, en
-la fortaleza, con los procesos que contra ellos habia. Respondieron
-D. Diego y Rodrigo Perez, que la obedecian como á
-Carta de sus Reyes y señores, y, cuanto al cumplimiento, que
-decian lo que dicho tenian á la primera, que ellos no tenian
-poder del Almirante para cosa ninguna, y que otras Cartas y
-poderes tenia el Almirante más firmes y fuertes que aquella.
-Y porque parecia que la gente ponia duda en todas las provisiones
-y requerimientos dichos, para provocalla y atraella
-más á sí, y quitalle el temor que sospechaba que tenian del
-Almirante y de sus hermanos, y porque lo que más ansiaban,
-por entónces, era que se les pagase lo que se les debia del
-sueldo, y pagárselo era para ellos alegrísima nueva, y que les
-podia mover á negar al Almirante, aunque mucho le quisiesen,<span class="pagenum"><a name="Page_486" id="Page_486">[486]</a></span>
-mandó leer en presencia de todos las Provision y Cédula que
-se siguen:</p>
-
-<p>«D. Fernando y Doña Isabel, por la gracia de Dios, etc.: A
-vos, D. Cristobal Colon, nuestro Almirante del mar Océano, de
-todas las islas y tierra firme de las Indias, y á vos, los hermanos
-del dicho Almirante, que estais en ellas, y á otras cualesquier
-personas en cuyo poder están las fortalezas, y casas, y
-navíos, y armas, y pertrechos, y mantenimientos, y caballos,
-y ganados, y otras cualesquier cosas nuestras, que Nos tenemos
-en las dichas islas y tierra firme, y á cada uno de vos,
-salud y gracia: Sepades que Nos enviamos por nuestro Gobernador
-desas islas y tierra firme, al comendador Francisco de
-Bobadilla, y es nuestra merced y voluntad, que el tiempo que
-él tuviere por Nos el dicho oficio, tenga por Nos y en nuestro
-nombre las dichas fortalezas, y casas y navíos, y las otras
-cosas susodichas, por que vos mandamos á todos y á cada uno
-de vos, que luego que con esta nuestra Carta fuéredes requeridos,
-que, sin otra excusa ni dilacion alguna, dedes y entreguedes
-y fagades dar y entregar las dichas fortalezas, y casas,
-y navíos, y armas, y pertrechos, y mantenimientos, y caballos,
-y ganados, y otras cualesquier cosas nuestras que Nos
-tenemos en las dichas islas y están en vuestro poder, al
-dicho Comendador ó á las personas ó persona que su poder
-tuvieren para las rescibir, y lo apodereis en lo alto y bajo, y
-fuerte de las dichas fortalezas, y casas, y navíos, y en todo
-lo otro susodicho, á toda su voluntad; lo cual, todo, mandamos
-al dicho Comendador que tome y resciba por inventario,
-y ante Escribano público, y no acuda con ello ni con cosa
-alguna, ni parte dello á persona alguna sin nuestra licencia
-especial: lo cual todo vos mandamos que hagades y cumplades,
-no embargante que en la dicha entrega de las dichas fortalezas
-no intervenga portero cognoscido de nuestra Casa,
-ni las otras solemnidades ni cosas que en tal caso se requieren.
-Y haciéndolo y cumpliéndolo así, Nos, por la presente,
-vos alzamos cualquier pleito homenaje, y seguridad, y solemnidad
-que á Nos ó á otra cualquier persona tengais fecho,<span class="pagenum"><a name="Page_487" id="Page_487">[487]</a></span>
-y vos damos por libres y quitos de todo ello, á vosotros y á
-vuestros descendientes, y á vuestros bienes, y á los suyos,
-para agora y para siempre jamás; lo cual, todo, vos mandamos
-que fagades, so pena de caer en mal caso, y en las otras
-penas y casos en que caen y incurren los que no entregan
-fortalezas y otras casas, siéndoles demandadas por su Rey y
-Reina, y señores naturales, y los unos y los otros no fagades
-ni fagan ende al, por alguna manera, so pena de la nuestra
-merced, y de 10.000 maravedís para la nuestra Cámara, etc.
-Dada en la noble villa de Madrid, á 21 dias del mes de
-Mayo, año del nascimiento de Nuestro Salvador, Jesucristo,
-de 1499 años.&mdash;Yo el Rey.&mdash;Yo la Reina, etc.»</p>
-
-<p>«Comendador Francisco de Bobadilla: Por que de la gente
-que ha estado y está en las islas y tierra firme de las Indias,
-á donde vais por nuestro mandado, ha estado y está alguna
-á nuestro sueldo, y la otra está á cargo de pagar del Almirante,
-segun lo que con él se asentó por nuestro mandado, y
-nuestra merced es que la que fuere á nuestro cargo, hasta
-agora, y la que agora llevais á nuestro sueldo, se pague de lo
-que se ha cogido y cobrado, y se cogiere y cobrare en las
-dichas islas de aquí adelante, y pertenece y perteneciere á
-Nos; vos mandamos que averigüeis la gente que ha estado á
-nuestro sueldo hasta aquí, y lo que le fuere debido de su
-sueldo, y, así averiguado, lo pagueis, con la gente que agora
-llevais, de lo que se ha cogido para Nos en las dichas islas, y
-cogiéredes y cobráredes de aquí adelante; y la que halláredes
-que es á cargo de pagar del dicho Almirante la pague él, por
-manera que la dicha gente cobre lo que le fuere debido, y
-no tenga razon de quejarse, para lo cual, si necesario es, vos
-damos poder cumplido por esta nuestra Cédula, y no fagades
-ende al. De Sevilla, á 30 dias de Mayo, de 500 años.&mdash;Yo el
-Rey.&mdash;Yo la Reina, etc.»</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_488" id="Page_488">[488]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXX.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Leidas esta Carta y Cédula reales, mucho gozo rescibieron
-los que llevaban sueldo del Rey, porque esperaban ser pagados,
-y se ofrecieron á todo lo que el Comendador mandase
-de parte de Sus Altezas, porque no pudiera por entónces venirles
-otra mejor nueva. Tornó de nuevo una y más veces el
-Comendador á requerir á D. Diego y á Rodrigo Perez, teniente
-del Almirante, y á otros Alcaldes, si alguno más habia,
-que le diesen los presos y los procesos, y que él queria determinar
-su justicia como los Reyes le mandaban, donde no
-que protestaba de sacallos por fuerza; á todo y todas las veces
-respondia D. Diego y Rodrigo Perez, que obedecian las
-provisiones y Cédula de Sus Altezas, pero que, cuanto al cumplimiento,
-no tenian poder para los dar, por estar presos por
-el Almirante, y que el Almirante tenia otras mejores y más
-firmes Cartas y poderes que él traia, etc. De aquí fué á la fortaleza,
-y mandó que las provisiones se notificasen al Alcaide,
-que era Miguel Diaz, el cual se paró entre las almenas, y oida,
-y recognoscidas las firmas y sello de los Reyes, desde arriba,
-y requerido que diese los presos y la fortaleza, como los Reyes
-lo mandaban, respondió que le diesen traslado dellas:
-dijo el Comendador, que no era tiempo, ni sufria dilacion
-para dalle traslado, porque aquellos presos estaban en peligro
-de ser ahorcados, porque, segun habia sabido, el Almirante
-habia mandado que los ahorcasen, por tanto que luego
-los diese y entregase, sino que él haria lo que debia hacer
-hasta sacallos, por lo cual le protestaba que, si daños ó
-muertes se siguiesen, fuese á su culpa, etc. Responde el Alcaide,
-que pedia plazo y traslado para responder á dicha
-Carta, por cuanto él tenia la dicha fortaleza por el Rey, por<span class="pagenum"><a name="Page_489" id="Page_489">[489]</a></span>
-mandado del Almirante, su señor, el cual habia ganado estas
-tierras y isla, y que viniendo él, él haria todo lo que le mandase.
-Despues que vido que no tenia remedio que le diesen
-los presos por los requerimientos y protestaciones y diligencias
-hechas, juntó toda la gente que de Castilla traia á sueldo
-del Rey, é los marineros de las carabelas, y requirióles y
-mandóles, y á todas las otras personas que en la villa estaban,
-que fuesen con él con sus armas, y le diesen todo el
-favor y ayuda, y guardasen su persona, para entrar la fortaleza
-sin hacer daño en ella ni en persona alguna, si no le
-fuese defendida la entrada. Luego, toda la gente, dijeron que
-allí estaban prestos y aparejados para hacer todo lo que de
-parte de los Reyes les mandase, con toda buena voluntad;
-y así, aquel mártes, á hora de vísperas, fué con toda la gente
-á la fortaleza, y mandó y requirió al Alcaide que le abriese
-las puertas. Paróse entre las almenas el Alcaide, y con él,
-Diego de Alvarado, con las espadas sacadas, y dijo el Alcaide
-que respondia lo que tenia dicho y en ello se retificaba; y
-como la fortaleza no tenia tanta costilla como Salsas, por ser
-hecha contra gente desnuda y sin armas, desventurada, llegó
-el Comendador y la gente, y, con el gran ímpetu que dieron
-á la puerta principal, quebraron luego el cerrojo y cerradura
-que tenia por de dentro; puestas escalas tambien por otras
-partes para entrar por las ventanas, pero no fueron necesarias
-porque la puerta dió libre, luego, la entrada. El Alcaide y Diego
-de Alvarado, que estaban dentro, y que se mostraron á las almenas
-con las espadas sacadas, ninguna resistencia hicieron.
-El Comendador, luego entrando, preguntó á dónde los presos
-estaban, y hallólos en una cámara, con sus grillos á los piés;
-subióse á lo alto de la fortaleza, é hízolos subir allá, donde les
-hizo algunas preguntas; despues los entregó con los grillos al
-alguacil, Juan de Espinosa, mandándole que los tuviese á buen
-recaudo. Cuando el Almirante supo la venida de Bobadilla, y
-lo que comenzó hacer en Sancto Domingo y las provisiones
-que mostraba, y haber tomado la fortaleza y lo demas, porque
-luego le avisaba de todo su hermano D. Diego, no podia<span class="pagenum"><a name="Page_490" id="Page_490">[490]</a></span>
-creer que los Reyes tales cosas hobiesen proveido, por las
-cuales, así totalmente lo quisieron deshacer sin haber de nuevo
-en cosa ofendido, ántes obligádolos con nuevos trabajos
-y servicios con el descubrimiento de la tierra firme, y perlas
-de Paria, y otras islas, y sospechó no fuese algun fingimiento
-del Bobadilla, como fué el de Hojeda, que, para revolver la
-gente contra el Almirante, fingia que traia poderes de los Reyes
-para gobernar con él y constreñille á que pagase los sueldos
-á los que lo ganaban del Rey, como arriba en el cap. 169
-pareció. Y, ciertamente, cosa fué aquesta de gran turbacion y
-sobresalto y amargura para el Almirante, y fuera para cualquiera
-otra persona, por prudente que fuera, que habiendo
-servido de nuevo tanto, y no delinquido hasta entónces de
-nuevo más de lo que Juan Aguado habia á los Reyes notificado,
-el cual llevó cuanto llevar pudo, de quejas y de los agravios
-que hasta entónces decian que habia hecho á los cristianos,
-horribilísima y dolorosísima cosa era verse así, sin ser
-oido ni vencido, de todo su estado, absolutamente, por los Reyes
-tan católicos, á quien tanto tenia obligados, desposeido y
-despojado; pero como arriba en algunos capítulos se ha dicho,
-hacello los Reyes no fué en su mano, ántes para bien del
-mismo Almirante, divinal y misericordiosamente ordenado. Y
-por la sospecha que hobo, de no fuese, por ventura, otra invencion
-como la de Hojeda, dijeron que habia mandado apercibir
-á los Caciques y señores indios, que tuviesen apercibida
-gente de guerra para cuando él los llamase; porque de los
-cristianos, cuanto á la mayor parte, poco confiaba, como anduviese
-tras muchos á caza que andaban levantados, y cada dia
-temia que se le habian de levantar más, siendo tambien tan
-fresco el levantamiento de Francisco Roldan que tanto habia durado.
-Finalmente acordó de acercarse á Sancto Domingo, para lo
-cual se vino al Bonao, 10 leguas más cerca de la Vega donde estaba,
-donde estaban algunos cristianos como avecindados, que
-tenian por allí labranzas que tomaban á los indios, y otras que les
-forzaban á hacérselas aunque les pesase, y comenzaba ya á llamarse
-la villa del Bonao. El comendador Bobadilla, que ya era y lo<span class="pagenum"><a name="Page_491" id="Page_491">[491]</a></span>
-llamaban á boca llena, Gobernador, despachó un Alcalde con
-vara, con sus poderes y los traslados de las provisiones, la
-tierra adentro, para que las notificase al Almirante y á los
-que por allá hallase, el cual lo tomó ya venido al Bonao: no
-le escribió carta ninguna notificándole su venida. El Almirante
-le escribió diciéndole que fuese bien venido, y nunca
-hobo respuesta dél, lo cual fué grande descomedimiento y señal
-de traer contra el Almirante propósito muy malo; y lo
-peor que es, que escribió á Francisco Roldan, que estaba en
-Xaraguá, y á otros quizá de los alzados, de lo que mucho el
-Almirante se quejaba. Notificadas las provisiones reales, dijeron
-que respondió el Almirante, que él era Visorey y Gobernador
-general, y que las provisiones y poderes que el Comendador
-traia no eran sino para lo que tocaba á la administracion
-de la justicia, y por tanto requirió al mismo Alcalde que
-el Comendador enviaba, y á la otra gente del Bonao, que se
-juntasen con él y á él obedeciesen en lo universal, y al
-Comendador en lo que le perteneciese como á Juez y administrador
-de justicia, y que todo lo que respondió fué por
-escrito. Desde á pocos dias llegaron, un religioso de San Francisco,
-que se llamaba fray Juan de Trasierra, y Juan Velazquez,
-Tesorero de los Reyes, con quien el Comendador le envió
-una carta de los Reyes que decia lo siguiente:</p>
-
-<p>«D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante del mar Océano:
-Nos habemos mandado al comendador Francisco de Bobadilla,
-llevador de esta, que vos hable de nuestra parte algunas
-cosas que él dirá; rogamos os que le deis fe y creencia,
-y aquello pongais en obra. De Madrid á 26 de Mayo de 99
-años.&mdash;Yo el Rey.&mdash;Yo la Reina.&mdash;Y por su mandado, Miguel
-Perez de Almazán.»</p>
-
-<p>Rescibida esta carta y platicadas muchas cosas entre él y
-el religioso y el Tesorero, que fueron los mensajeros, determinó
-de venirse con ellos á Sancto Domingo; entretanto, el
-Comendador hizo gran pesquisa y examinacion de testigos,
-sobre la hacienda que era del Rey, y quién la tenia en cargo,
-y lo que era del Almirante, al cual tomó las arcas y toda la<span class="pagenum"><a name="Page_492" id="Page_492">[492]</a></span>
-hacienda que tenia de oro, y plata, y joyas, y aderezos de su
-casa, y áun se aposentó en su misma casa y se apoderó en
-ella y en todo lo que del Almirante era. Tomóle ciertas piedras
-doradas, que eran como madres de oro, que por tiempo
-se convirtieran en oro, todas, como hemos visto muchas dellas
-que, partiéndose por medio, está el oro entreverado, en unas
-partes más oro que piedra, y en otras más piedra que oro,
-por manera que á la clara parece que toda la tal piedra se va
-convirtiendo en oro; tomóle tambien las yeguas y caballos y
-todo lo que más halló ser suyo, con todos los libros y escrituras
-públicas y secretas que tenia en sus arcas, lo que más
-dolor le dió que todo, y nunca le quiso dar una ni ninguna.
-Esto dijo que tomaba para pagar el sueldo á los que se les
-debia, que pagarlo era á cargo del Almirante, por las cláusulas
-que venian en los poderes que arriba quedan recitados.
-En estos dias, toda la gente española que habia en la Vega
-y en el Bonao, y en otras partes comarcanas, cuanto más
-podia, se descolgaba hácia Sancto Domingo á ver al Gobernador
-nuevo y gozar de las novedades. Para atraer á toda la
-gente á sí, mandó apregonar franqueza del oro, conviene á
-saber, que todos los que quisiesen ir á cogerlo no pagasen
-al Rey más de la undécima parte por veinte años, pero caro
-le costó, como en el siguiente libro se verá; la misma franqueza
-concedió de los diezmos que entónces se pagaban al
-Rey. Item, apregonó que venia á pagar los sueldos que se les
-debia por el Rey, y constreñir que pagase el Almirante los que
-eran á su cargo; con estas nuevas negaban y renegaban de
-sus padres. Vido buen aparejo el Comendador, como todos
-los más estuviesen descontentos y muy indignados del Almirante
-y de sus hermanos, y lo viesen ya caido de la Gobernacion
-y de su estado, y fuesen al Gobernador con quejas y acusaciones,
-y representasen sus agravios; hizo de su oficio pesquisa
-secreta contra él y ellos, para la cual halló á todos voluntarios
-y bien aparejados. Y porque, como dice Boecio, lo
-primero que desmampara á los infelices es la buena estimacion,
-y sucede el menosprecio y corrimiento y disfavores, comenzando<span class="pagenum"><a name="Page_493" id="Page_493">[493]</a></span>
-á tomar testigos, las piedras se levantaban contra
-sus hermanos y él: <i>Quo fit ut existimatio bona prima omnium
-deserat infelices. Qui nunc populi rumores, quam dissonæ, multiplicesque
-sententiæ, piget reminisci. Hoc tantum dixerim, ultimam
-esse adversæ fortunæ sarcinam, quod dum miseris aliquod
-crímen affingitur, quæ perferunt, meruisse creduntur.</i> Boecio,
-cuarta prosa del libro I; la cual sentencia hace harto al propósito
-de la infelicidad y desdicha del Almirante, que, desque
-se comenzó la pesquisa, no sólo secretamente pero pública,
-era acusado y vituperado, y se decian y clamaban sus defectos,
-afirmando que de todo mal y pena era dignísimo. Acusáronlo
-de malos y crueles tratamientos que habia hecho á los cristianos
-en la Isabela, cuando allí pobló, haciendo por fuerza
-trabajar los hombres sin dalles de comer, enfermos y flacos,
-en hacer la fortaleza y casa suya, y molinos, y aceña, y otros
-edificios, y en la fortaleza de la Vega, que fué la de la Concepcion,
-y en otras partes, por lo cual murió mucha gente
-de hambre, y flaqueza, y enfermedades, de no darles los
-bastimentos segun las necesidades que cada uno padecia; que
-mandaba azotar y afrentar muchos hombres por cosas livianísimas,
-como porque hurtaban un celemin de trigo, muriendo
-de hambre, ó porque iban á buscar de comer. Item, porque se
-iban algunos á buscar de comer, á donde andaban algunas Capitanías
-de cristianos, habiéndole pedido licencia para ello, y
-él negándola, y no pudiendo sufrir la hambre, que los mandaba
-ahorcar; que fueron muchos los que ahorcó por ésto, y
-por otras causas, injustamente. Que no consentia que se baptizasen
-los indios que querian los clérigos y frailes baptizar,
-porque queria más esclavos que cristianos; pero esto podia
-impedir justamente, si los querian baptizar sin doctrina,
-porque era gran sacrilegio dar el baptismo á quien no
-sabia lo que rescibia. Acusáronle que hacia guerra á los
-indios, ó que era causa della injustamente, y que hacia
-muchos esclavos para enviar á Castilla. Item, acusáronle que
-no queria dar licencia para sacar oro, por encobrir las riquezas
-desta isla y de las Indias, por alzarse con ellas con<span class="pagenum"><a name="Page_494" id="Page_494">[494]</a></span>
-favor de algun otro Rey cristiano. La falsedad desta acusacion
-está bien clara, por muchas razones arriba dichas, y
-algunas veces referidas, donde parece que ántes moria y trabajaba
-por enviar á los Reyes nuevas de minas ricas, y por
-envialles oro para suplir los gastos que hacian; y esto tenia
-por principal interés y provecho suyo, porque via que todos
-los que lo desfavorecian para con los Reyes no alegaban otra
-causa sino que gastaban y que no recibian utilidad ninguna,
-y así, estaba infamada y caida toda la estimacion deste negocio
-de las Indias, de donde todo el mal y daño suyo procedia:
-y así, no parece tener color de verdad este delito que
-le imputaban. Acusáronle más, que habia mandado juntar
-muchos indios armados para resistir al Comendador y hacelle
-tornar á Castilla, y otras muchas culpas é injusticias
-y crueldades en los españoles cometidas, pero en la honestidad
-de su persona ninguno tocó, ni cosa contra ella
-dijo, porque ninguna cosa dello que decir habia; pero poca
-cuenta tenian los que le acusaban de hacer mencion de las
-que habian ellos cometido, y él en mandallo, en las guerras
-injustas y malos y asperísimos tratamientos en los tristes indios.
-Y esta fué insensibilidad y bestialidad general de todos
-los jueces que han venido y tenido cargo de tomar cuenta y
-residencia á otros jueces en estas Indias, que nunca ponian
-por cargos (sino de muy pocos años atras, hasta que fueron
-personas religiosas que clamaron en Castilla), muertes, ni
-opresiones, ni crueldades cometidas en los indios, sino los
-agravios de nonadas que unos españoles á otros se hacian, y
-otras cosas, que, por graves y gravísimas que fuesen, eran
-aire y accidentes livianísimos, comparadas á las más chicas
-que padecian los indios, las cuales, como sustanciales, asolaban
-como han asolado, todas estas Indias. Muchas destas y
-otras, tambien acusaron á sus hermanos; yo vide el proceso
-ó pesquisa y della muchos testigos, y los cognoscí muchos
-años, que dijeron las cosas susodichas. Dios sabe las que eran
-verdad, y con qué razon é intencion se tomaban y deponian,
-puesto que yo no dudo sino que el Almirante y sus hermanos<span class="pagenum"><a name="Page_495" id="Page_495">[495]</a></span>
-no usaron de la modestia y discrecion, en el gobernar los
-españoles, que debieran, y que muchos defectos tuvieron, y
-rigores y escaseza en repartir los bastimentos á la gente, pues
-no los daban los Reyes sino para mantenimientos de todos, y
-que se distribuyeran segun el menester y necesidad de cada
-uno, por lo cual todo cobraron contra ellos, la gente española,
-tanta enemistad; pero como el Almirante y ellos, tan
-perniciosamente, cerca de la entrada en estas tierras y tratamientos
-destas gentes, cuyas eran, y que ni pudieron, ni supieron,
-ni tuvieron á quien se quejar, erraron, no podia ser
-ménos, por justo juicio divino, sino que tambien cerca de la
-gobernacion y tratamiento de los españoles errasen, para que,
-sabiendo y pudiendo y teniendo á quien quejarse, hobiese
-ocasion para cortar el hilo que el Almirante llevaba de disminuirlas,
-y con quitárselas de las manos con tanta pérdida,
-desconsuelo y deshonor suyo, por las culpas ya cometidas, se
-castigase, y porque, al fin, otros las habian de consumir, permitiéndolo
-así la divinísima justicia, por los secretos juicios
-que Dios se sabe, ménos parece ser ordenado divinalmente
-para utilidad dellas, que del Almirante.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_496" id="Page_496">[496]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXXI.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>El Comendador, sabiendo que el Almirante venia para
-Sancto Domingo, mandó prender á su hermano D. Diego, y, con
-unos grillos, échalo en una carabela de las que él habia
-traido, sin decille por qué ni para qué, ni dalle cargo ni esperar
-ni oir descargo; llegó el Almirante y vále á ver, y el rescibimiento
-que le hizo fué mandalle poner unos grillos, y
-metelle en la fortaleza, donde ni él lo vido ni le habló más,
-ni consintió que hombre jamás le hablase. Cosa pareció esta
-absurdísima, descomedida, y detestable juntamente, y miseranda
-y miserable, que una persona en tanta dignidad
-subida, como era Visorey y Gobernador perpétuo de todo este
-orbe, y por muy remerecido renombre Almirante del mar
-Océano, y que, con tantos trabajos, peligros y sudores, aquellos
-títulos, por singular privilegio de Dios escogido, habia ganado,
-y con mostrar al mundo este mundo, tantos siglos encubierto
-al mundo, porque así lo diga y peculiarmente á los
-Reyes y reinos de Castilla, con vínculo antidotal y por natural
-razon establecido, á perpétuo agradecimiento habia
-obligado, que tan inhumana y descomedidamente, y con tanto
-deshonor haya sido tratado, cosa, por cierto, indigna de razon
-recta fué, y más que monstruosa. Tenia el Adelantado ya en
-Xaraguá y Francisco Roldan, presos, de los que de nuevo se
-alzaban, pienso que oí por aquellos tiempos decir que eran
-16, metidos en un hoyo ó pozo, para los ahorcar. Envió el
-Comendador á decir al Almirante que escribiese al Adelantado
-que no tocase en ellos por manera del mundo, y lo enviase
-á llamar, y así lo hizo, mandándole que viniese con toda paz
-y obediencia á los mandamientos Reales, y no curase de su
-prision, que á Castilla irian, y los Reyes remediarian sus<span class="pagenum"><a name="Page_497" id="Page_497">[497]</a></span>
-agravios. Llegado el Adelantado á Sancto Domingo, halló en el
-Comendador el hospedaje que habia dado al Almirante. Preso
-el Almirante con sus dos hermanos, y en las carabelas aherrojados,
-los que más mal les querian tuvieron aparejo para
-cumplidamente dellos vengarse, porque no les bastó gozarse
-de vellos con tanto deshonor y abatimiento angustiados, pero
-áun por escrito y por palabras, con larga licencia, de dia y de
-noche no cesaban, poniendo líbelos famosos por los cantones
-y leyéndolos públicamente, de maldecir y escarnecer dellos, y
-blasfemallos, y lo que más duro les pudo ser, que algunos de
-los que esto tan temeraria é impiamente hacian, habian comido
-su pan y llevado su sueldo, y eran sus criados; y, lo que
-no sin gran lástima y dolor se puede ni conviene decir, cuando
-querian echar los grillos al Almirante, no se hallaba presente
-quien por su reverencia y de compasion se los echase,
-sino fué un cocinero suyo descognoscido y desvergonzado, el
-cual, con tan deslavada frente se los echó, como si le sirviera
-con algunos platos de nuevos y preciosos manjares. Este
-yo le cogsnoscí muy bien, y llamábase Espinosa, sino me he
-olvidado. Estos grillos guardó mucho el Almirante, y mandó
-que con sus huesos se enterrasen, en testimonio de lo quel
-mundo suele dar, á los que en él viven, por pago. Ciertamente,
-cosa es esta digna de con morosidad ser considerada, para
-que los hombres, ni confien de sus servicios y hazañas, ni esperen
-estar seguros, porque mucho tengan los Príncipes ó
-Reyes por ellas obligados, porque al cabo son hombres y mudables,
-y tanto más mudables, cuanto su ánimo real de muchos
-es golpeado, y pocas veces complidamente á los verdaderos
-servicios, con mercedes condignas satisfacen, y muchas
-con disfavores y amortiguada y obliviosa gratitud las que han
-hecho deshacen. Por esta causa, el profeta David clamaba:
-<i>Nolite confidere in principibus in filiis hominum in quibus non est
-salus</i>. Sólo Dios es el que hace las mercedes y no las impropera
-ni las deshace, como dice San Pablo, cuando verdaderamente
-dél no nos desviamos, y el que no engaña ni puede
-ser engañado, aunque tenga muchos privados. Y puesto que<span class="pagenum"><a name="Page_498" id="Page_498">[498]</a></span>
-los católicos Reyes fuesen mucho agradecidos á los servicios
-del Almirante, y les pesase, como abajo se declarará, de su
-prision y el mal tratamiento que el Comendador hizo á él y á
-sus hermanos, empero, en la verdad, fueron tan largos y
-exorbitantes los poderes que le dieron, y pusieron en él tanta
-confianza, que, si más de lo que hizo contra el Almirante y sus
-hermanos hiciera, y peor de lo que los tractó los tractara,
-para todo parece, por los mismos poderes, que tuvo poder
-y mando. Parece que los católicos Reyes debieran exceptuar
-que no tocara en la persona del Almirante, pero creo
-que, como cosa que de sí era manifiesta no incluirse en los
-dichos poderes, segun buen juicio, y áun segun reglas del
-derecho, de hacer tal excepcion no curaron. En fin, poco ménos
-calamitoso fué el fruto y galardon que reportó el Almirante
-de sus tan grandes trabajos, y de haber mostrado este
-orbe nuevo al mundo, que hobo aquel fortísimo é industriosísimo
-Belisario, gran Capitan del emperador Justiniano,
-el cual, despues de vencidos los persas en el Oriente y los
-vándalos en Africa, y traidos en triunfo, y los godos en Italia,
-y otra vez los mismos vándalos postrados y echados de Africa,
-y á Totila, rey de los godos, dos veces resistido, y Roma,
-otra vez que estuvo cercada un año, de los mismos godos, la
-descercó y envió las llaves al Emperador, y dejando de ser
-Rey de los godos, porque lo elegian por Rey y le ofrecian todo
-servicio y favor para que tomase el reino de Italia, y hecho
-en servicio y defensa y aumento del Imperio romano muchas
-otras hazañas, al cabo rescibió el galardon que suelen haber
-muchas veces los varones meritísimos, que por el bien universal
-se aventuran, y trabajan por las repúblicas; este fué,
-que como fuese de los que no le amaban, envidiado, y levantádole
-que queria alzarse con el ejército y quitar la obediencia
-á Justiniano, y señorearse de Italia, no bastando que por
-esta sospecha que el Emperador tuvo, le envió á llamar, él
-fué luego con muchos despojos y con Vittige, rey dellos, y
-otros muchos presos de los godos principales, y quitada la
-sospecha que tuvo el Emperador, del todo, por entónces,<span class="pagenum"><a name="Page_499" id="Page_499">[499]</a></span>
-finalmente, ó porque se lo tornó á renovar, ó por odio que le
-tuvo, no se recordando de sus generosos y dignos servicios,
-le mandó sacar los ojos y privar de cuanto tenia, de donde
-vino á tal estado, que hobo de mendigar por la extrema necesidad.
-Esto postrero, dice Volaterano en los comentarios de su
-<i>Anthropología</i>, libro XXIII; lo demas, Procopio en los libros
-de la «Guerra de los godos,» y en los de la «Guerra de Persia,»
-y en los de la «Guerra contra los vándalos en África,»
-larguísimamente lo trata, y otros muchos, despues de él, historiadores.
-Al Almirante, pues, no le mandaron sacar los ojos,
-ni creo que su prision, pero ya que aquel Comendador le
-prendió, y con tanto deshonor en hierros le envió, privado de
-todo su estado y honra, y de toda su hacienda, hermanos,
-amigos y criados, como hiciera á Francisco Roldan ó á otro
-de los más bajos hombres y delincuentes que con él habian
-estado rebelados, nunca, miéntras vivió, los Reyes sus pérdidas
-y deshonra ni estado recompensaron, ántes, habiendo
-añadido otros admirables acerbísimos y muchos trabajos y
-peligros, en nuevos descubrimientos que despues hizo por
-servilles, al fin, en gran necesidad, disfavor y pobreza, como
-en el siguiente libro se dirá, murió; y lo que más amargo
-y más doloroso que sacarle los ojos sintió, y con razon, fué
-el sobresalto y angustia, que, cuando de la fortaleza le sacaron
-para llevarle al navío, creyendo que le sacaban á degollar,
-rescibió. Y así, llegando Alonso de Vallejo, un hidalgo,
-persona honrada, de quien luego más se dirá, á sacalle y
-llevalle al navío, preguntóle, con rostro doloroso y profunda
-tristeza, que mostraba bien la vehemencia de su temor: «Vallejo
-¿dónde me lleváis?» respondió Vallejo: «señor, al navío
-vá vuestra señoría á se embarcar;» repitió, dudando el Almirante:
-«Vallejo ¿es verdad?» responde Vallejo: «por vida
-de vuestra señoría, que es verdad que se vá á embarcar.»
-Con la cual palabra se conhortó, y cuasi de muerte á vida resucitó.
-¿Qué mayor dolor pudo nadie sentir? ¿Qué más vehemente
-turbacion le pudo cosa causar? Creo que tuviera
-entónces por pena liviana que los ojos le sacaran como á Belisario,<span class="pagenum"><a name="Page_500" id="Page_500">[500]</a></span>
-si de la muerte Vallejo le asegurara. Tan súpitamente
-derriballo de la dignidad de Visorey, que á todos los gobernaba
-y mandaba, sin cometer, como arriba algunas veces se
-ha dicho, nuevas culpas (cuanto á los españoles digo, que eran
-las que por culpas se estimaban y porque le maltrataban), ántes
-él habia recibido, despues que vino, ofensas y desobediencias
-y daños grandes, y sin ponelle cargos ni él descargarse,
-á tan miserable y abatido estado, que temiese ser, por un hombre,
-particular juez, justiciado, no pudo sino incomparable
-materia de angustia, y amargura, y estupenda turbacion causarle.
-A Francisco Roldan, autor de todos los alborotos y levantamientos
-pasados, y á D. Hernando de Guevara, que ahora
-se habia alzado, y á los demas que estaban para ahorcar, no
-supe que penase ni castigase en nada, los cuales yo vide pocos
-dias despues desto, que yo á esta isla vine, sanos y salvos,
-y harto más que el Almirante y sus hermanos prosperados, si
-llamarse puede, aquella vida que tenian prosperidad y no
-más infelicidad. Metido en la carabela ó navío el Almirante y
-sus hermanos, aherrojados, dió cargo dellos el Comendador y
-envió por Capitan de las dos carabelas que habia traido, al
-dicho Alonso de Vallejo, mandándole, que así, con sus hierros
-y los procesos ó pesquisas que hizo, los entregase al
-obispo D. Juan de Fonseca en llegando á Cáliz. Este Alonso de
-Vallejo, persona, como dije, prudente, hidalgo y muy honrado,
-y harto mi amigo, era criado de un caballero de Sevilla, que
-se llamaba Gonzalo Gomez de Cervantes, tio, segun se decia,
-del mismo obispo D. Juan, y de aquí debió de venir que el
-comendador Bobadilla, quiso, por agradar al Obispo, dar
-cargo á Vallejo que llevase preso al Almirante. Sospecha hobo
-harto vehemente quel Comendador hobiese hecho tanta vejacion
-y mal tractamiento al Almirante, con favor y por causa
-del dicho obispo D. Juan, y si así fué no le arrendaria al señor
-Obispo la ganancia.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_501" id="Page_501">[501]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXXII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Partieron las carabelas del puerto de Sancto Domingo
-para Castilla, con el Almirante preso y sus hermanos, al principio
-del mes de Octubre de 1500 años. Quiso Nuestro Señor
-de no alargalles mucho el viaje, por acortalles la prision,
-porque llegaron á 20 ó 25 dias de Noviembre á Cáliz. En el camino,
-del Alonso de Vallejo y del Maestre, que dije arriba
-llamarse Andrés Martin de la Gorda, por su carabela que se
-llamó así, el cual creo que tambien traia mandado el recaudo
-del Almirante y de sus hermanos, fué el Almirante y sus
-hermanos bien tratados; quisieron quitarle los grillos, pero
-no consintió el Almirante hasta que los Reyes se los mandasen
-quitar, y, segun en aquel tiempo oí decir, el dicho maestre
-Andrés Martin, llegando á Cáliz, dió lugar que saliese secretamente
-un criado del Almirante, con sus cartas para los
-Reyes y para otras personas, ántes que los procesos entregase,
-creyendo que los Reyes se moverian por sus cartas, rescibiéndolas
-primero que las del Comendador, y proveerian lo
-que conviniese al Almirante, puesto que, como católicos y
-agradecidos Príncipes, no dejaran, sin aquello, de proveer lo
-que mandaron. No hallé original ni minuta de carta suya, que
-escribiese desde Cáliz el Almirante á los Reyes; por ventura,
-no quiso escribilles, sino que de otros lo supiesen, por verse
-así tan afrentado por sus poderes, creyendo quizá, tambien,
-que de su voluntad su prision habia sucedido. Escribió, empero,
-una carta larga al ama del príncipe D. Juan, que sea
-en gloria, la cual mucho queria al Almirante, y en cuanto
-podia lo favorecia con la Reina, y el tenor de la carta es el
-siguiente, por el principio de la cual parece la llaneza del
-Almirante, y la poca presuncion que de la vanidad de los títulos,
-de que agora usa España, entónces habia.</p>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_502" id="Page_502">[502]</a></span></p>
-
-<p>«Muy virtuosa señora: Si mi queja del mundo es nueva, su
-uso de maltratar; es de antiguo; mil combates me ha dado, y á
-todos resistí, fasta agora que no me aprovechó armas ni avisos;
-con crueldad me tiene echado al fondo; la esperanza de Aquel
-que crió á todos, me sostiene; su socorro fué siempre muy
-presto; otra vez, y no de léjos, estando yo más bajo, me levantó
-con su brazo derecho, diciendo: «¡oh hombre de poca fe, levántate,
-que yo soy, no hayas miedo!» Yo vine con amor tan
-entrañable á servir á estos Príncipes, y he servido de servicio
-de que jamás se oyó ni vido. Del nuevo cielo y tierra que
-decia Nuestro Señor, por Sant Juan, en el Apocalipsi, despues
-de dicho por boca de Isaías, me hizo mensajero, y
-amostró aquella parte. En todos hobo incredulidad, y á la
-Reina, mi señora, dió dello el espíritu de inteligencia y esfuerzo
-grande, y lo hizo de todo heredera, como á cara y
-muy amada hija; la posesion de todo esto fuí yo á tomar en
-su real nombre. La ignorancia en que habian estado todos,
-quisieron enmendallo traspasando el poco saber á fablar en
-inconvenientes y gastos, Su Alteza lo aprobaba, al contrario,
-y lo sostuvo hasta que pudo. Siete años se pasaron en la plática,
-y nueve ejecutando cosas señaladas y dignas de memoria,
-se pasaron en este tiempo; de todo no se fizo concepto;
-llegué yo, y estoy que no hay nadie tan vil que no piense de
-ultrajarme, por virtud se contará en el mundo, á quien puede
-no consentillo. Si yo robara las Indias y tierra que fan faze
-en ello, de que agora es la fabla del altar de Sant Pedro, y
-las diera á los moros, no pudieran en España amostrarme
-mayor enemiga. ¿Quién creyera tal, á donde hobo tanta nobleza?
-Yo mucho quisiera despedir del negocio, si fuera honesto
-para con mi Reina, el esfuerzo de Nuestro Señor y de
-Su Alteza fizo que continuase, y por aliviarle algo de los
-enojos en que á causa de la muerte estaba (esto dice, porque
-era entónces muerto el príncipe D. Juan), cometí viaje nuevo
-al nuevo cielo y mundo que fasta entónces estaba en oculto,
-y sino es tenido allí en estima, así como los otros de las Indias,
-no es maravilla, porque salió á parecer de mi industria.<span class="pagenum"><a name="Page_503" id="Page_503">[503]</a></span>
-Este viaje de Paria, creí que apaciguara algo por las perlas, y
-la fallada del oro en la Española; las perlas mandé yo ayuntar
-y pescar á las gentes, con quien quedó el concierto de
-mi vuelta por ellas, y, á mi comprender, á medida de fanega;
-esto me salió como otras cosas muchas, no las perdiera, ni
-mi honra, si buscara yo mi bien propio y dejara perder la
-Española, ó se guardaran mis privilegios y asientos, y otro
-tanto digo del oro que yo tenia agora junto, que con tantas
-muertes y trabajos, por virtud divinal, he allegado á perfecto.
-Cuando yo fuí á Paria, fallé cuasi la mitad de la gente en la Española,
-alzados, y me han guerreado fasta agora como á moro,
-y los indios, por otro cabo, gravemente<a name="FNanchor_9_9" id="FNanchor_9_9"></a><a href="#Footnote_9_9" class="fnanchor">[9]</a>. En esto vino Hojeda
-y probó á echar el sello, y dijo que Sus Altezas lo enviaban con
-promesas de dádivas y franquezas y paga; allegó gran cuadrilla
-que en toda la Española muy pocos hay, salvo vagabundos, y
-ninguno con mujer y fijos. Este Hojeda me trabajó harto, y
-fuéle necesario de se ir, y dejó dicho que luego sería de
-vuelta con más navíos y gente, y que dejaba la Real persona
-de la Reina á la muerte; y en esto llegó Vicente Yañez, con
-cuatro carabelas; hobo alboroto y sospecha, mas no daño.
-Despues, una nueva de seis otras carabelas, que traia un hermano
-del Alcalde, mas fué con malicia, y esto fué ya á la postre,
-cuando ya estaba muy rota la esperanza que Sus Altezas
-hobiesen jamás de enviar navío á las Indias, y que vulgarmente
-decia que Su Alteza..... Un Adrian, en este tiempo, probó
-alzarse otra vez, como de ántes, mas Nuestro Señor no quiso
-que llegase á efecto su mal propósito; yo tenia propuesto en
-mí de no tocar el cabello de nadie, y á este, por su ingratitud,
-con lágrimas, no se pudo guardar así como yo lo tenia pensado;
-á mi hermano no hiciera ménos, si me quisiera matar y
-robar el señorío que mi Rey é Reina me tenian dado en guarda.
-Seis meses habia que yo estaba despachado para venir á
-Sus Altezas con las buenas nuevas del oro, y huir de gobernar<span class="pagenum"><a name="Page_504" id="Page_504">[504]</a></span>
-gente disoluta, que no teme á Dios, ni á su Rey y Reina,
-llena de achaques y de malicias; ántes de mi partida supliqué
-tantas veces á Sus Altezas que enviasen allá, á mi costa, quien
-tuviere cargo de la justicia, y despues que fallé alzado al
-Alcalde, se lo supliqué de nuevo (ó por alguna gente, ó al
-ménos, algun criado con cartas), porque mi fama es tal, que
-aunque yo faga iglesias y hospitales, siempre serán dichas
-espeluncas para latrones. Proveyeron ya, al fin, y fué muy
-contrario de lo que la negociacion demandaba; vaya en buena
-hora, pues que es á su grado. Yo estuve allá dos años, sin poder
-ganar una provision de favor para mí, ni por los que allá fuesen,
-y este llevó una arca llena; si parirán todas á su servicio,
-Dios lo sabe. Ya, por comienzos, hay franquezas por
-veinte años, que es la edad de un hombre, y se coge el oro;
-que hobo persona de cinco marcos en cuatro horas, de que
-diré despues, más largo; si pluguiese á Sus Altezas de desfacer
-un vulgo de los que saben mis fatigas, que mayor daño
-me ha hecho el mal decir de las gentes, que no me ha aprovechado
-el mucho servir y guardar facienda y señorío, sería
-limosna, é yo restituido en mi honra, é se fablaria dello en todo
-el mundo, porque el negocio es de calidad que cada dia ha
-de ser más sonado y en alta estima. En esto vino el comendador
-Bobadilla á Sancto Domingo; yo estaba en la Vega, y el
-Adelantado en Xaraguá, donde este Adrian habian hecho
-cabeza, mas ya todo era llano, y la tierra rica y todos en paz.
-El segundo dia que llegó, se crió Gobernador y fizo oficiales y
-ejecuciones, y apregonó franquezas del oro y diezmos, y,
-generalmente, de toda otra cosa, por veinte años, que es la
-edad de un hombre; y que venia por pagar á todos, bien que
-no habian servido llenamente hasta ese dia, y publicó que á
-mí habia de enviar en fierros, y á mis hermanos, así como lo
-ha fecho, y que nunca yo volveria más allí, ni otro de mi
-linaje, diciendo de mí mil deshonestidades y descorteses cosas.
-Esto todo fué el segundo dia que llegó, como dije, y estando
-yo léjos, absente, sin saber dél ni de su venida; unas cartas
-de Sus Altezas, firmadas en blanco, de que él llevaba una<span class="pagenum"><a name="Page_505" id="Page_505">[505]</a></span>
-cantidad, hinchió y envió al Alcalde y á su compañía, con
-favores y encomiendas; á mí nunca me envió carta ni mensajero,
-ni me ha dado fasta hoy. Piense qué pensaría quien tuviere
-mi cargo, honrar y favorecer á quien probó á robar á
-Sus Altezas y ha fecho tanto mal y daño, y arrastrar á quien
-con tantos peligros se lo sostuvo<a name="FNanchor_10_10" id="FNanchor_10_10"></a><a href="#Footnote_10_10" class="fnanchor">[10]</a>. Cuando yo supe esto, creí
-que esto sería como lo de Hojeda, ó uno de los otros, templóme
-que supe de los frailes, de cierto, que Sus Altezas lo
-enviaban; escribíle yo que su venida fuese en buena hora, y
-que yo estaba despachado para ir á la corte y fecho almoneda
-de cuanto yo tenia, y que en esto de las franquezas, que no
-se acelerase, que esto y el gobierno yo se lo daria luego tan
-llano como la palma, y así lo escribí á los religiosos. Ni él ni
-ellos me dieron respuesta, ántes se puso él en son de guerra,
-y apremiaba á cuantos allí iban que le jurasen por Gobernador,
-dijéronme, que por veinte años. Luego que yo supe estas
-franquezas, pensé de adobar un yerro tan grande, y que él
-seria contento, las cuales dió sin necesidad y causa, de cosa
-tan gruesa, y á gente vagabunda, que fuera demasiado para
-quien trujera mujer é hijos; publiqué por palabra y por cartas
-que él no podia usar de sus provisiones, porque las mias
-eran las fuertes, y les mostré las franquezas que llevó Juan
-Aguado. Todo esto que yo fice era por dilatar, porque Sus Altezas
-fuesen sabidores del estado de la tierra, que hobiesen
-lugar de tornar á mandar en ello lo que fuese de su servicio.
-Tales franquezas excusado es de las apregonar en las Indias:
-los vecinos que han tomado vecindad, es logro, porque se les
-dan las mejores tierras, y á poco valerán 200.000 maravedís,
-de los cuatro años que la vecindad se acaba, sin que den una
-azadonada en ellas. No diria yo así si los vecinos fuesen casados,
-mas no hay seis entre todos que no estén sobre el
-aviso de ayuntar lo que pudieren y se ir en buena hora<a name="FNanchor_11_11" id="FNanchor_11_11"></a><a href="#Footnote_11_11" class="fnanchor">[11]</a>.<span class="pagenum"><a name="Page_506" id="Page_506">[506]</a></span>
-De Castilla sería bien que fuesen, y áun saber quién y
-como, y se poblase de gente honrada. Yo tenia asentado con
-estos vecinos que pagarian el tercio del oro y los diezmos
-y esto á su ruego, y lo recibieron en grande merced de Sus
-Altezas; é reprendíles cuando yo oí que se dejaban dello y
-esperaban que el Comendador faria otro tanto, mas fué el
-contrario, indignólos contra mí, diciendo que yo les queria
-quitar lo que Sus Altezas les daban, y trabajó de me los echar
-á cuestas, y lo hizo, y que escribiesen á Sus Altezas que
-no me enviasen más al cargo, y así se lo suplico por mí y
-por toda cosa mia, en cuanto no haya otro pueblo; y me ordenó
-él, con ellos, pesquisas de maldades, que al infierno
-nunca se supo de las semejantes. Allí está Nuestro Señor que
-escapó á Daniel y á los tres muchachos, con tanto saber y
-fuerza como tenia, y con tanto aparejo, si le pluguiere, como
-con su gana, supiera yo remediar todo esto y lo otro de que
-está dicho y ha pasado despues que estoy en las Indias, si me
-consintiera la voluntad á procurar por mi bien propio, y me
-fuera honesto, mas el sostener de la justicia y acrecentar el señorío
-de Sus Altezas fasta agora me tiene al fondo; hoy en
-dia que se falla tanto oro, hay division en qué haya mas ganancia,
-ó ir robando, ó ir á las minas. Por una mujer tambien
-se fallan 100 castellanos, como por una labranza, y es
-mucho en uso, y há ya fartos mercaderes que andan buscando
-muchachas; de nueve á diez son agora en precio, de todas
-edades ha de tener un bueno. Digo que la fuerza del mal decir
-de desconcertados, me ha hecho más daño que mis servicios
-fecho provecho, mal ejemplo es por lo presente y por lo futuro;
-fago juramento que cantidad de hombres han ido á las
-Indias, que no merescian el agua para con Dios y con el mundo,
-y agora vuelven allá. Enemistólos á ellos conmigo, y él, parece,
-segun se hobo y segun sus formas, que ya lo tenia bien entendido,
-ó es que se dice que ha gastado mucho por venir á
-este negocio; no se dello más de lo que oigo. Yo nunca oí que
-el Pesquisidor allegase los rebeldes y los tomase por testigos
-contra aquel que gobierna á ellos, y á otros sin fe, ni dignos<span class="pagenum"><a name="Page_507" id="Page_507">[507]</a></span>
-della. Si Sus Altezas mandasen hacer una pesquisa general,
-allí, vos digo yo, que verian por gran maravilla como la isla
-no se funde; yo creo que se acordará vuesamerced cuando
-la tormenta sin velas me echó en Lisboa, que fuí acusado
-falsamente que habia yo ido allá al Rey para darle las Indias;
-despues supieron Sus Altezas el contrario, y que todo fué con
-malicia. Bien que yo sepa poco, no sé quién me tenga por
-tan torpe que yo no conozca que, aunque las Indias fuesen
-mias, que yo no me pudiera sostener sin ayuda de Príncipe;
-si esto es así, ¿á dónde pudiera yo tener mejor arrimo y seguridad
-que en el Rey y Reina, nuestros señores, que de nada
-me han puesto en tanta honra, y son los más altos Príncipes,
-por la mar y por la tierra, del mundo, y los cuales tienen
-que yo les haya servido, y me guardan mis privilegios y
-mercedes, y, si alguien me los quebranta, Sus Altezas me
-los acrescientan con aventaja, como se vido en lo de Juan
-Aguado, y me mandar hacer mucha honra; y, como dije, ya
-Sus Altezas rescibieron de mí servicios, y tienen mis hijos
-sus criados, lo que en ninguna manera pudiera esto llegar
-con otro Príncipe, porque á donde no hay amor todo lo otro
-cesa? Dije yo ahora así contra un mal decir, con malicia y contra
-mi voluntad, porque es cosa que ni en sueños debiera allegar
-á memoria, porque las formas y fechos del comendador
-Bobadilla, con malicia las quiere alumbrar en esto, mas yo
-le faré ver con el brazo izquierdo, que su poco saber y gran
-cobardía con desordenada cudicia le ha fecho caer en ello.
-Ya dije como yo le escribí y á los frailes, y luego partí, así
-como le dije, muy sólo, porque toda la gente estaba con el
-Adelantado, y tambien por le quitar de sospecha. Él, cuando
-lo supo, echó á D. Diego preso en una carabela, cargado de
-fierros, y á mí, en llegando, hizo otro tanto, y despues al Adelantado
-cuando vino; ni le fablé mas á él, ni consintió que
-hasta hoy nadie me haya fablado, y fago juramento que no
-puedo pensar por qué sea yo preso. La primera diligencia que
-hizo, fué á tomar el oro, el cual hobo sin medida ni peso, é yo
-absente; dijo que queria él pagar dello á la gente, y segun<span class="pagenum"><a name="Page_508" id="Page_508">[508]</a></span>
-oí, para sí fizo la primera parte, y envia por rescate rescatadores
-nuevos; deste oro tenia yo apartado ciertas muestras, granos
-muy gruesos, como huevos, como de ansar ó de gallina, y
-de pollos, y de otras muchas fechuras, que algunas personas
-tenian cogido en breve espacio, con que se alegrasen Sus Altezas,
-y por ello comprendiesen el negocio, con una cantidad de
-piedras grandes, llenas de oro. Este fué el primero á se dar con
-malicia, porque Sus Altezas no tuviesen este negocio en algo,
-que él tuviese fecho el nido de que se da buena priesa. El oro
-que está por fundir, mengua al fuego, una cadena que pesaria
-hasta 20 marcos, nunca se ha visto; yo he sido muy
-agraviado en esto del oro, más áun que de las perlas, porque
-no las he traido á Sus Altezas. El Comendador, en todo
-que le pareció que me dañaria, luego fué puesto en obra.
-Con 600.000 maravedís pagara á todos, sin robar á nadie, y
-habia más de cuatro cuentos de diezmos y alguacilazgo, sin tocar
-en el oro; hizo unas larguezas que son de risa, bien que creo
-que encomenzó en sí la primera parte: allá lo sabrán Sus Altezas
-cuando le mandaren tomar cuenta, en especial, si yo
-estuviese á ella. Él no face sino decir que se debe gran suma,
-y es la que yo dije, y no tanto. Yo he sido muy agraviado en
-que se haya enviado Pesquisidor sobre mí, que sepa que si
-la pesquisa que él enviare fuere muy grave que él quedará
-en el Gobierno. Pluguiera á Nuestro Señor, que Sus Altezas le
-enviaran á él ó á otro, dos años há, porque sé que yo fuera
-ya libre de escándalo y de infamia, y no se me quitara mi
-honra, ni la perdiera. Dios es justo, y ha de hacer que se sepa
-por qué y como allí me juzgan, como Gobernador que fué á
-Cecilia ó ciudad ó villa puesta en regimiento, y á donde las
-leyes se pueden guardar por entero, sin temor que se pierda
-todo, y rescibo grande agravio. Yo debo ser juzgado como Capitan,
-que fué de España á conquistar, fasta las Indias, á gente
-belicosa<a name="FNanchor_12_12" id="FNanchor_12_12"></a><a href="#Footnote_12_12" class="fnanchor">[12]</a>, y mucha, y de costumbres y secta muy contraria,<span class="pagenum"><a name="Page_509" id="Page_509">[509]</a></span>
-donde, por voluntad divina<a name="FNanchor_13_13" id="FNanchor_13_13"></a><a href="#Footnote_13_13" class="fnanchor">[13]</a>, he puesto so el señorío del Rey y
-de la Reina, nuestros señores, otro mundo, y por donde la España,
-que era dicha pobre, es la más rica<a name="FNanchor_14_14" id="FNanchor_14_14"></a><a href="#Footnote_14_14" class="fnanchor">[14]</a>; yo debo de ser
-juzgado como Capitan que de tanto tiempo fasta hoy trae las
-armas á cuestas, sin las dejar una hora, y de caballeros de
-conquistas, y del uso, y no de letras, salvo si fuesen griegos,
-ó de romanos, ó de otros modernos, de que hay tantos y tan
-nobles en España, ó, de otra guisa, rescibo grande agravio,
-porque en las Indias no hay pueblo ni asiento. Del oro y perlas,
-ya está abierta la puerta, y cantidad de todo, piedras
-preciosas y especería, y de otras mil cosas se pueden esperar
-firmemente. Las nuevas del oro, que yo dije que daria,
-son que, dia de Navidad, estando yo muy afligido, guerreado
-de los malos cristianos y de indios, en término de dejar
-todo y escapar, si pudiese, la vida, me consoló Nuestro Señor
-milagrosamente, y dijo: «esfuerza, no temas, yo proveeré
-en todos los siete años, del término del oro, no son pasados,
-y en ellos y en lo otro, te dará remedio»: ese dia supe que
-habia 80 leguas de tierra, y en todas, cabo ellas, minas: el
-parecer agora, es que sea todavía. Algunos han cogido 120
-castellanos en un dia, y otros 90, y se han cogido fasta 250,
-y 50 fasta 70, y otros muchos de 20 fasta 50; es tenido por
-buen jornal, y muchos lo continúan, el comun es de 6
-fasta 12, y quien de aquí abaja no va contento. Parece tambien
-que estas minas son como las otras, que responden en
-los dias no igualmente, las minas son nuevas, y los cogedores;
-el parecer de todos es que, aunque vaya allá toda Castilla,
-que, por torpe que sea la persona, que no abajará de
-un castellano ó dos cada dia, y agora es esto así en fresco;
-es verdad que el que tiene algun indio<a name="FNanchor_15_15" id="FNanchor_15_15"></a><a href="#Footnote_15_15" class="fnanchor">[15]</a> coge esto, mas el<span class="pagenum"><a name="Page_510" id="Page_510">[510]</a></span>
-negocio consiste en el cristiano<a name="FNanchor_16_16" id="FNanchor_16_16"></a><a href="#Footnote_16_16" class="fnanchor">[16]</a>. Ved qué discrecion fué de
-Bobadilla dar todo por ninguno, y cuatro cuentos de diezmos,
-sin causa ni ser requerido, sin primero lo notificar á Sus Altezas;
-y el daño no es este sólo. Yo sé que mis yerros no han
-sido con fin de facer mal, y creo que Sus Altezas lo tienen así,
-como yo lo digo, y sé y veo que usan de misericordia con quien
-maliciosamente les sirve: yo creo y tengo por muy cierto,
-que muy mejor y más piedad habrán conmigo, que caí en
-ello con inocencia y forzosamente, como sabrá despues por
-entero, y el cual soy su fechura, y mirarán á mis servicios y
-cognoscerán de cada dia que son muy aventajados. Todo
-pornán en una balanza, así como nos cuenta la Sancta Escritura
-que será el bien con el mal en el dia del juicio. Si todavía
-mandan que otro me juzgue, lo cual no espero, y que
-sea por pesquisa de las Indias, humilmente les suplico que
-envien allá dos personas de consciencia y honrados, á mi
-costa, los cuales fallarán de ligero agora que se halla el oro
-cinco marcos en cuatro horas; con esto y sin ello, es necesario
-que lo provean. El Comendador, en llegando á Sancto Domingo,
-se aposentó en mi casa; así como la falló, así dió todo
-por suyo. Vaya en buena hora, quizá lo habia menester; corsario
-nunca tal usó con mercader. De mis escrituras tengo
-yo mayor queja, que así me las haya tomado, que jamás se le
-pudo sacar una, y aquellas de más mi disculpa, esas tenia
-más ocultas; ved qué justo y honesto Pesquisidor. Cosa de
-cuantas él haya hecho, me dicen que haya seido con término
-de justicia, salvo absolutamente. Dios, Nuestro Señor, está
-con sus fuerzas, como solia, y castiga en todo cabo, en especial
-la ingratitud de injurias.» Esto, así todo, contenia la
-carta del Almirante para el ama del Príncipe.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_511" id="Page_511">[511]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXXIII.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<p>Ciertamente, graves angustias padeció el Almirante, y
-agravios, parece que le hizo el Comendador, muy grandes, y,
-si fuese cierto que el fin de los hombres, felice ó desastrado,
-testifica estos ó aquellos pecados, bien podriamos decir, que,
-porque los Reyes le habian enviado, no le habian de castigar
-por estas cosas de que se queja el Almirante, si ante los Reyes
-fueran culpables; por ellas quiso Dios por su mano castigallo,
-porque se ahogó en la mar, salido de Sancto Domingo, como
-se dirá en el libro siguiente, porque así lo diga, cuasi á
-cien pasos. Pero esto no es cosa cierta, como el juicio Divino
-sea profundo, y considere los méritos de los hombres muy
-diferentemente del humano; porque muchas veces dá Dios,
-por el abismo de su sabiduría y bondad, fin á algunos, que
-parece malo, y no por los pecados que acá juzgamos, sino
-por las virtudes que aquellos tuvieron, por las cuales merecieron
-que lo que por otras sus culpas habian de penar con
-mayor costa en la otra, en esta vida lo pagasen; á otros suele
-conceder airados fines ó acabamientos, segun el juicio de los
-hombres, gloriosos, por pagalles acá algunas buenas obras
-que viviendo hicieron, porque no merecieron que en el siglo
-venidero se les remunerasen, y estos se cuentan con los malaventurados.</p>
-
-<p>Tornando al propósito, como los Reyes, que á la sazon
-estaban en Granada, supieron la llegada y prision del Almirante
-y de sus hermanos, la cual debian saber, lo primero, del
-ama del Príncipe, porque á ella debia de enviar el Almirante
-su criado, y tambien por carta del Alonso de Vallejo, ó del corregidor
-de Cáliz; hobieron mucho pesar de que viniese preso
-y mal tractado, y proveyeron luego que lo soltasen, y, segun<span class="pagenum"><a name="Page_512" id="Page_512">[512]</a></span>
-oí decir, mandáronle proveer de dineros con que viniese á la
-corte, y áun que fueron los dineros 2.000 ducados; mandáronle
-escrebir que se viniese á la corte, á donde llegó él y sus hermanos,
-á 17 de Diciembre, y los recibieron muy benignamente,
-mostrando compasion de su adversidad y trabajos, dándoles
-todo el consuelo que al presente pudieron dalles, en especial
-al Almirante, certificándole que su prision no habia procedido
-de su voluntad, y con palabras muy amorosas é eficaces le
-prometieron que mandarian deshacer y remediar sus agravios,
-y que en todo y por todo sus privilegios y mercedes, que le
-habian hecho, le serian guardados; y en esto, la serenísima
-Reina era la que se aventajaba en consolalle y certificalle su
-pesar, porque, en la verdad, ella fué siempre la que más que
-el Rey lo favoreció y defendió, y así el Almirante tenia en
-ella principalmente su esperanza. Él, no pudiendo hablar por
-un rato, lleno de sollozos y lágrimas, hincado de rodillas,
-mandáronle levantar; comienza su plática, harto dolorosa,
-mostrando y afirmando el entrañable amor y deseo que siempre
-tuvo de les servir con toda fidelidad, y que nunca, de
-propósito ni industria, hizo cosa en que ofender su servicio
-pensase, y si por yerros algunas obras suyas eran estimadas y
-juzgadas, no las habia hecho sino con no alcanzar más, y siempre
-creyendo que hacia lo que debia, y en hacerlo que acertaba.
-Que sea verdad lo susodicho, cerca de no haber sido
-la prision del Almirante hecha por voluntad y mandado de
-los Reyes, sino por sólo querer y auctoridad del comendador
-Bobadilla, y que hobiese á Sus Altezas della mucho
-pesado, mostráronlo bien expresamente los Reyes católicos,
-en una su real Carta que le escribieron de Valencia de la
-Torre, cuando estaba de partida para su cuarto viaje, de que
-abajo se dirá. Entre otras cosas, dice así en un capítulo de la
-dicha Carta:</p>
-
-<p>«Cuanto á lo otro contenido en vuestros memoriales y letras,
-tocante á vos, y á vuestros hijos y hermanos, porque como
-vedes, á causa que Nos estamos en camino y vos de partida
-no se puede entender en ello fasta que paremos de asiento en<span class="pagenum"><a name="Page_513" id="Page_513">[513]</a></span>
-alguna parte, é si esto hobiésedes de esperar, se perderia el
-viaje á que agora vais, por esto es mejor, que, pues de
-todo lo necesario para vuestro viaje estais despachado, vos
-partais luego sin detenimiento, y quede á vuestro hijo el cargo
-de solicitar lo contenido en los dichos memoriales. Y tened
-por cierto, que de vuestra prision nos pesó mucho, y bien lo
-vistes vos y lo cognoscieron todos claramente, pues que luego
-que lo supimos lo mandamos remediar; y sabeis el favor con
-que vos habemos mandado tratar siempre, y agora estamos
-mucho más en vos honrar y tratar muy bien, y las mercedes
-que vos tenemos fechas vos serán guardadas enteramente, segun
-forma y tenor de nuestros privilegios, que dellas teneis, sin
-ir en cosa contra ellas. Y vos y vuestros hijos gozareis dellas,
-como es razon y, si necesario fuere confirmarlas de nuevo, las
-confirmaremos, y á vuestro hijo mandaremos poner en la posesion
-de todo ello, y en más, que esto tenemos voluntad de
-vos honrar y facer mercedes; y de vuestros fijos y hermanos.
-Nos ternemos el cuidado que es razon. Y todo esto se podrá
-facer yéndovos en buena hora, y quedando el cargo á vuestro
-fijo, como está dicho, y así vos rogamos que en vuestra
-partida no haya dilacion. De Valencia de la Torre á 14 dias
-de Marzo de 502 años.&mdash;Yo el Rey.&mdash;Yo la Reina, etc.»</p>
-
-<p>Asaz manifiesto parece, por estas palabras reales, no haber
-procedido de su voluntad, ni haberle dado poder al Comendador
-para la prision del Almirante y de sus hermanos, y haberles
-en gran manera, della y de su mal tractamiento, pesado,
-y parece que, para en cuenta y recompensa della y descargo
-suyo, los felices Príncipes le escribian y hacian estas palabras
-como regalos. Por consiguiente, parece que el Comendador excedió
-y fué muy descomedido en gran manera contra la honra,
-persona y hacienda del Almirante y sus hermanos; sólo me parece
-que aquí debemos considerar, juzgando este negocio por
-las altísimas causas donde conviene ir á parar, que ni en mano
-de los Reyes, ni del comendador Bobadilla, ni de los que al
-Almirante acusaron, ni tampoco por los agravios que á los españoles
-hacia, que como arriba tocamos, quizás los castigos y<span class="pagenum"><a name="Page_514" id="Page_514">[514]</a></span>
-daños hechos, que á muchos dicen que hizo, los merecian por
-sus delitos, insultos ó inobediencias y pecados, que los por
-hacer eran remediables, mayormente con haber escrito é importunado
-á los Reyes que enviasen acá quien la justicia administrase,
-sino solamente por la disposicion divina que quiso
-preservalle de muchos mayores males, que, con la ignorancia
-que tuvo, á estas gentes inocentes hiciera, como arriba tambien
-habemos tocado, determinó de le privar, como al cabo le privó,
-de todo su estado, no sólo en su persona, pero tambien en sus
-herederos y sucesores, como parecerá adelante. Señal y conjetura,
-segun la divina Escriptura y sentencia de los Sanctos
-averiguada, de tenello Dios contado en el número de los predestinados;
-y ¡guay de aquellos que la divina permision escojió
-para castigo y azote destas miserables naciones, y en el
-tal oficio los olvida y perseveran hasta que la vida se les acaba!</p>
-
-<p>Y con esto, á gloria y honra de Dios, y para provecho de
-las ánimas, y testimonio de la verdad de las cosas que en estas
-Indias han pasado, que es el fin destos nuestros voluntarios
-trabajos, queremos dar conclusion al primer libro desta
-nuestra historia, para que, así como este libro tuvo principio y
-comienzo de los principios que contamos, y que tuvo en las
-cosas destas Indias el Almirante, lo cerremos, y asimismo tenga
-su fin, en lo tocante al Almirante. Por lo cual damos á nuestro
-Dios y Señor, no cuantas debemos, pero al ménos las que
-podemos, y estas querriamos que fuesen innumerables é infinitas,
-gracias.</p>
-
-
-<p class="pc4 mid">FIN DEL TOMO SEGUNDO.</p>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<p><span class="pagenum"><a name="Page_515" id="Page_515">[515]</a></span></p>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">ÍNDICE.</h2>
-
-<hr class="dec5" />
-
-<table id="toc" summary="cont">
-
- <tr>
- <td></td>
- <td class="tdrl"><span class="reduct u">Páginas.</span></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt"><span class="smcap">Advertencia preliminar</span>.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_v"><span class="smcap">v</span></a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt"><span class="smcap">Libro primero</span>&mdash;
-Capítulo LXXXIII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_1">1</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. LXXXIV.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_5">5</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. LXXXV.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_9">9</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. LXXXVI.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_12">12</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. LXXXVII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_16">16</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. LXXXVIII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_20">20</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. LXXXIX.&mdash;En el cual se tracta como el Almirante envió
-á un Alonso de Hojeda con 15 hombres á descubrir la tierra,
-y saber de las minas de Cibao.&mdash;Como recibian los indios á
-los cristianos con mucha alegría.&mdash;Volvió Hojeda con nuevas
-de oro.&mdash;Alegróse el Almirante y toda la gente.&mdash;Como despachó
-el Almirante, de los 17, los 12 navíos para Castilla,
-con la relacion larga para los Reyes; y á quién envió por
-Capitan dellos, etc.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_24">24</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. XC.&mdash;En el cual se tracta como el Almirante salió por la
-tierra, con cierta gente española.&mdash;Dejó la gobernacion de la
-Isabela á su hermano D. Diego.&mdash;Como salió en forma de
-guerra, y así entraba y salia en los pueblos para mostrar su
-potencia y poner miedo en la gente indiana.&mdash;Como se quiso
-amotinar un contador, Bernal de Pisa, y hurtar ciertos navíos.&mdash;Los
-recibimientos que hacian los indios al Almirante
-y á los cristianos.&mdash;De su bondad y simplicidad en la manera
-que tenian.&mdash;De la hermosura de la vega á que puso nombre
-la Vega Real.&mdash;Los rios tan grandes y hermosos que habia, y
-el oro que en ellos se hallaba, etc.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_27">27</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. XCI.&mdash;En el cual se tracta como el Almirante subió á la
-provincia de Cibao, y de la etimología della, segun la lengua
-de los indios; de su hermosura, puesto que es aspérrima; los
-<span class="pagenum"><a name="Page_516" id="Page_516">[516]</a></span>admirables y graciosísimos rios que tiene; los pinos infinitos
-de que está adornada; de su sanidad, salubérrimas aguas y
-aires, y alegría; del grandor della.&mdash;De los recibimientos y
-servicios que los indios en los pueblos le hacian.&mdash;Como en
-un gracioso rio y tierra halló minas de oro y de azul, y de
-cobre, y de ámbar, y especería.&mdash;Edificó una fortaleza.&mdash;De
-unos nidos de aves que hallaron en las cavas que hicieron,
-de que el Almirante se admiró, de lo cual tomó ocasion el
-auctor de decir como pudieron estar sin podrirse, y descubre
-muchos secretos de naturaleza.&mdash;Colige argumento de ser antiguas
-en estas tierras estas gentes.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_33">33</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. XCII.&mdash;En el cual se tracta como halló el Almirante la
-gente cristiana muy enferma, y muerta mucha della.&mdash;Como
-por hacer molinos y aceñas compelió á trabajar la gente, y por
-la tasa de los mantenimientos, que ya muy pocos habia, comenzó
-á ser aborrecido, y fué principio de ir siempre su estado
-descreciendo y áun no habiendo crecido.&mdash;De los que mucho
-daño le hicieron fué fray Buil, el legado que arriba se
-dijo.&mdash;Persuádese no tener hasta entónces el Almirante culpas
-por qué lo mereciese.&mdash;Dícense muchas angustias que
-allí los cristianos, de hambre, padecieron, y como morian
-cuasi desesperados.&mdash;De cierta vision que se publicó que algunos
-vieron.&mdash;Como vino mensajero de la fortaleza que un
-gran señor venia á cercarla.&mdash;De lo que el Almirante por
-remedio hizo.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_40">40</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. XCIII.&mdash;En el cual se tracta como Alonso de Hojeda salió
-de la Isabela con 400 hombres, para poner miedo á la gente
-de la tierra y sojuzgarla.&mdash;Como en llegando á un pueblo,
-pasado el Rio del Oro, prendió un Cacique y señor, y á su
-hermano y sobrino por una cosa que hizo un indio.&mdash;Como
-cortó las orejas á un vasallo del mismo Cacique en su presencia.&mdash;Como
-condenó á muerte á los mismos, Cacique, hermano
-y sobrino.&mdash;Dánse razones como ya tenian los indios
-justa guerra contra los cristianos.&mdash;Cuán culpable fué deste
-hecho el Almirante, y cuan al revés entró y comenzó en estas
-tierras del camino de la ley evangélica, etc.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_45">45</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. XCIV.&mdash;En el cual se tracta como el Almirante determinó
-de ir á descubrir, como los Reyes le habian mucho encargado,
-<span class="pagenum"><a name="Page_517" id="Page_517">[517]</a></span>cuando volvió el segundo viaje.&mdash;Como constituyó un
-Presidente y un Consejo para el regimiento desta isla.&mdash;Como
-partió de la Isabela y llegó á Cuba, por la parte del Sur.&mdash;Llegó
-á surgir á un puerto.&mdash;Vinieron á los navíos muchos
-indios á traer á los cristianos de lo que tenian, estimando que
-habian venido del cielo.&mdash;Como desde allí descubrió la isla de
-Jamáica; púsole nombre Santiago.&mdash;Salieron muchas canoas
-de indios, con alegría, para los navíos.&mdash;En un puerto salieron
-de guerra, queriendo impedir á los cristianos la entrada.&mdash;Como
-lo hacian con razon y justicia.&mdash;Como los cristianos
-asaetearon á ciertos indios, y cuan mal hecho fué, y como no
-se habian de ganar por esta vía.&mdash;Como no se han de hacer
-males por algun fin bueno, aunque salgan dellos bienes.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_49">49</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. XCV.&mdash;En el cual se cuenta como el Almirante dejó á Jamáica
-y tornó sobre la isla de Cuba.&mdash;De un indio, que, dejados
-sus parientes, llamando, se quiso ir con los cristianos.&mdash;Como
-yendo por la costa de Cuba abajo tuvo grandes aguaceros
-y bajos para encallarle los navíos, donde padecieron
-grandes trabajos y peligros.&mdash;Hallaron infinitas islas pequeñas;
-púsoles nombre el Jardin de la Reina.&mdash;Vieron unas
-aves coloradas de la manera y hechura de grullas.&mdash;Vieron
-grullas, muchas tortugas, y de cierta pesquería dellas.&mdash;De
-la mansedumbre de los indios.&mdash;Toparon otros indios mansísimos.&mdash;Detuvo
-uno.&mdash;Informóle ser isla Cuba, y nuevas que
-le dió de un Cacique que habla por señas á su gente, sin ser
-mudo.&mdash;De otros peligros que por allí padecieron.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_54">54</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. XCVI.&mdash;En el cual se tracta como determinó el Almirante
-dar la vuelta para la Española.&mdash;De las leguas que descubrió
-de Cuba.&mdash;Que halló por las reglas de la Astronomía,
-como se halló de Cáliz tantas otras por la esfera.&mdash;Encalló
-con los navíos, padeció grandes angustias.&mdash;Del olor de estoraque
-que sintieron.&mdash;De un indio viejo que vino á hablar al
-Almirante, y de un teológico razonamiento que le hizo cerca
-de la otra vida; cosa es muy notable, aunque breve, por ser
-dicha por un indio.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_59">59</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. XCVII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_64">64</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. XCVIII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_68">68</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. XCIX.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_70">70</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. C.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_72">72</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CI.<span class="pagenum"><a name="Page_518" id="Page_518">[518]</a></span></td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_78">78</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_82">82</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CIII.&mdash;En el cual se tracta de la llegada á Castilla, con
-los 12 navíos, de Antonio de Torres.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_90">90</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CIV.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_96">96</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CV.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_101">101</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CVI.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_105">105</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CVII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_108">108</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CVIII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_113">113</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CIX.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_116">116</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CX.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_120">120</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXI.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_124">124</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_128">128</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXIII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_134">134</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXIV.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_138">138</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXV.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_143">143</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXVI.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_147">147</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXVII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_150">150</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXVIII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_155">155</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXIX.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_160">160</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXX.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_164">164</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXXI.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_170">170</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXXII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_176">176</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXXIII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_180">180</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXXIV.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_184">184</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXXV.&mdash;Este capítulo prosigue las mercedes que los Reyes
-le hicieron este año de 1497.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_190">190</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXXVI.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_196">196</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXXVII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_201">201</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXXVIII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_207">207</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXXIX.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_212">212</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXXX.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_220">220</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXXXII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_226">226</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXXXIII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_231">231</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXXXIV.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_237">237</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXXXV.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_241">241</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXXXVI.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_245">245</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXXXVII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_253">253</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXXXVIII.<span class="pagenum"><a name="Page_519" id="Page_519">[519]</a></span></td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_259">259</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXXXIX.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_264">264</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXL.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_268">268</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXLI.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_275">275</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXLII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_280">280</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXLIII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_286">286</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXLIV.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_290">290</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXLV.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_297">297</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXLVI.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_302">302</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXLVII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_307">307</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXLVIII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_310">310</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CXLIX.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_314">314</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CL.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_318">318</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLI.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_322">322</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_326">326</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLIII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_329">329</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLIV.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_335">335</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLV.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_340">340</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLVI.&mdash;El cual trata del principio de donde hobo su orígen
-y procedió el repartimiento de los indios, que llamaron
-despues encomiendas, que han destruido estas Indias, donde
-se prueba que nunca los indios jamás se dieron para que los
-españoles los enseñasen, sino para que se sirviesen dellos y
-aprovechasen.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_346">346</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLVII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_352">352</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLVIII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_355">355</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLIX.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_360">360</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLX.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_366">366</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXI.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_372">372</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_377">377</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXIII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_381">381</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXIV.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_389">389</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXV.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_397">397</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXVI.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_402">402</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXVII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_409">409</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXVIII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_416">416</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXIX.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_421">421</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXX.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_428">428</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXXI.<span class="pagenum"><a name="Page_520" id="Page_520">[520]</a></span></td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_435">435</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXXII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_441">441</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXXIII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_448">448</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXXIV.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_453">453</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXXV.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_460">460</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXXVI.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_466">466</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXXVII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_472">472</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXXVIII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_477">477</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXXIX.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_482">482</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXXX.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_488">488</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXXXI.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_496">496</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXXXII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_501">501</a></td>
- </tr>
-
- <tr>
- <td class="tdt">Cap. CLXXXIII.</td>
- <td class="tdrl"><a href="#Page_511">511</a></td>
- </tr>
-
-</table>
-
-<hr class="chap" />
-
-</div>
-
-<div class="chapter">
-
-<h2 class="p4">FOOTNOTES:</h2>
-
-<div class="footnotes">
-
-<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_1_1" id="Footnote_1_1"></a><a href="#FNanchor_1_1"><span class="label">[1]</span></a></span>
-Aquí falta medio renglon, cortado al encuadernarse el manuscrito.</p>
-
-<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_2_2" id="Footnote_2_2"></a><a href="#FNanchor_2_2"><span class="label">[2]</span></a></span>
-A este y á los siguientes capítulos, hasta el 102, les falta el Sumario.</p>
-
-<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_3_3" id="Footnote_3_3"></a><a href="#FNanchor_3_3"><span class="label">[3]</span></a></span>
-Á este y á los siguientes capítulos, hasta el 124, les falta el Sumario.</p>
-
-<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_4_4" id="Footnote_4_4"></a><a href="#FNanchor_4_4"><span class="label">[4]</span></a></span>
-Desde este hasta el 182, y último de la primera parte, no hay más Sumario
-que el del capítulo 156.</p>
-
-<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_5_5" id="Footnote_5_5"></a><a href="#FNanchor_5_5"><span class="label">[5]</span></a></span>
-Esta palabra no pude sacar en limpio del original del mismo Almirante.
-(<i>Nota puesta al márgen, aunque no de letra de Las Casas.</i>)</p>
-
-<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_6_6" id="Footnote_6_6"></a><a href="#FNanchor_6_6"><span class="label">[6]</span></a></span>
-Estas obligaciones fueron violentas y tiránicas, y nunca de su voluntad
-hicieron ni supieron obligarse ni á qué se obligaban, ni podian de derecho natural
-y de las gentes obligarse, los súbditos sin sus Reyes, ni los Reyes sin sus súbditos,
-y esto nunca lo hobo. (<i>Idem</i>, <i>id.</i>)</p>
-
-<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_7_7" id="Footnote_7_7"></a><a href="#FNanchor_7_7"><span class="label">[7]</span></a></span>
-Bien creo yo cierto que se tuvo poco cuidado y miramiento en aquellos
-tiempos al salvar estas ánimas, ni se tuvo esto por fin último y principal, como
-debiera tenerse. (<i>Nota al márgen, aunque no de letra de Las Casas.</i>)</p>
-
-<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_8_8" id="Footnote_8_8"></a><a href="#FNanchor_8_8"><span class="label">[8]</span></a></span>
-Está en blanco en el original.</p>
-
-<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_9_9" id="Footnote_9_9"></a><a href="#FNanchor_9_9"><span class="label">[9]</span></a></span>
-¿Para qué los guerreábades y oprimíades injustamente? á los indios, digo.
-(<i>Nota al márgen, aunque no de letra de Las Casas.</i>)</p>
-
-<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_10_10" id="Footnote_10_10"></a><a href="#FNanchor_10_10"><span class="label">[10]</span></a></span>
-Cierto, en esto tuvo el Almirante más que razon. (<i>Nota al márgen, aunque
-no de letra de Las Casas.</i>)</p>
-
-<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_11_11" id="Footnote_11_11"></a><a href="#FNanchor_11_11"><span class="label">[11]</span></a></span>
-Esto ha sido causa grande para perderse más aína las Indias, no estar en
-ellas más de cuanto pudieren apañar lo que desean. (<i>Idem, id.</i>)</p>
-
-<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_12_12" id="Footnote_12_12"></a><a href="#FNanchor_12_12"><span class="label">[12]</span></a></span>
-No decia el Almirante que era belicosa cuando Guacanagarí le salvó la
-persona y hacienda, perdida su nao; admirable fué la ignorancia del Almirante
-en esta materia. (<i>Nota al márgen, aunque no de letra de Las Casas.</i>)</p>
-
-<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_13_13" id="Footnote_13_13"></a><a href="#FNanchor_13_13"><span class="label">[13]</span></a></span>
-Voluntad permisiva, no agradable. (<i>Nota al márgen, aunque no de letra
-de Las Casas.</i>)</p>
-
-<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_14_14" id="Footnote_14_14"></a><a href="#FNanchor_14_14"><span class="label">[14]</span></a></span>
-Por esa riqueza injusta, y de lo mal adquirida, verná á ser la más pobre
-del mundo. (<i>Idem, id.</i>)</p>
-
-<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_15_15" id="Footnote_15_15"></a><a href="#FNanchor_15_15"><span class="label">[15]</span></a></span>
-No tenian uno, sino muchos indios que lo sudaban y morian en ello.
-(<i>Idem, id.</i>)</p>
-
-<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_16_16" id="Footnote_16_16"></a><a href="#FNanchor_16_16"><span class="label">[16]</span></a></span>
-Consistir el negocio en el cristiano era tenellos por fuerza y dalles de palos
-y azotes, y no haber misericordia dellos. (<i>Nota al márgen, aunque no de
-letra de Las Casas.</i>)</p>
-</div></div>
-
-</div>
-
-
-
-
-
-
-
-<pre>
-
-
-
-
-
-End of the Project Gutenberg EBook of Historia de las Indias (2 de 5), by
-Bartolomé de las Casas
-
-*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK HISTORIA DE LAS INDIAS (2 DE 5) ***
-
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