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If you are not located in the United States, you'll have -to check the laws of the country where you are located before using this ebook. - - - -Title: Historia de las Indias (2 de 5) - -Author: Bartolomé de las Casas - -Release Date: October 31, 2015 [EBook #50351] - -Language: Spanish - -Character set encoding: UTF-8 - -*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK HISTORIA DE LAS INDIAS (2 DE 5) *** - - - - -Produced by Giovanni Fini, Josep Cols Canals and the Online -Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This -file was produced from images generously made available -by The Internet Archive/American Libraries.) - - - - - - - - NOTA DEL TRANSCRIPTOR: - -—Los errores obvios de impresión y puntuación han sido corregidos. - -—Se ha mantenido la acentuación del libro original, que difiere - notablemente de la utilizada en español moderno. - -—El libro original falta del Capítulo CXXXI; ésta particularidad ha - sido mantenida en éste proyecto. - - - - - HISTORIA - - DE - - LAS INDIAS. - - - - - HISTORIA - - DE - - LAS INDIAS - - ESCRITA POR - - FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS - - OBISPO DE CHIAPA - - AHORA POR PRIMERA VEZ DADA Á LUZ - - POR - - EL MARQUÉS DE LA FUENSANTA DEL VALLE - - Y D. JOSÉ SANCHO RAYON. - - TOMO II. - - MADRID - - IMPRENTA DE MIGUEL GINESTA - - calle de Campomanes, núm. 8 - - 1875 - - - - -ADVERTENCIA PRELIMINAR. - - -Siendo muy pocos los capítulos que, del 83 en adelante, tienen -sumarios, hemos creido conveniente, para facilitar el uso del Indice, -dar aquí un ligerísimo extracto de lo más importante que se contiene en -este tomo. - -Sale de Cádiz para su segundo viaje, el Almirante, D. Cristóbal Colon, -y llega á Santo Domingo, donde da principio á la fundacion de la -Isabela (capítulos 83 al 88). Descríbese parte de la isla; relátase el -viaje á Cuba y descubrimiento de Jamáica (89 al 96), la vuelta de Colon -á la Española, donde encuentra á su hermano D. Bartolomé (97 al 100), -que poco ántes habia llegado (101), y la visita del rey Guacanagarí -al Almirante, enfermo, con la prision de Caonabo por Hojeda (102). -Batalla en la Vega Real, contra cien mil indios (104), y escursion del -Almirante por la isla, hasta sojuzgarla casi por completo (105 y 106). - -Para averiguar la verdad de ciertas quejas dadas en Castilla contra -Colon, mandan los Reyes á Juan Aguado; vuelve éste á dar cuenta (107 -al 109), y poco despues el Almirante, dejando hechas varias fortalezas -y encargado el gobierno á su hermano (110). Llegado á la presencia de -los Reyes, le confirman sus privilegios, le hacen nuevas mercedes y le -dan instrucciones para el gobierno (111-112 y 123 al 126); entre tanto, -D. Bartolomé va á la provincia de Xaraguá, y hace tributario al rey -Behechio (113 al 116); sublévasele el Alcalde de la Isabela, Francisco -Roldan, con 70 españoles (117): cuéntanse otros varios sucesos -ocurridos en la isla (118 y 119) y la guerra con los reyes Guarionex y -Mayobanex, á quienes vence y prende el Adelantado, D. Bartolomé Colon -(120 y 121). - -Disertacion histórico-crítica del autor sobre el monte Sopora, la -provincia de Ofir y la isla Taprobana (128); otra científica, sobre el -nacimiento del Nilo y su creciente y menguante (129), y otra, sobre el -Paraíso terrenal y sus rios (141 al 146). - -Tercer viaje del Almirante (127 y 130 al 139), en el cual descubre la -tierra firme; su vuelta á la Española (147 al 149), donde, sabido el -levantamiento de Francisco Roldan (148 y 150), trata de reducirle por -medios pacíficos (152 al 154). No lo consigue por entónces, y da cuenta -de ello á los Reyes y del estado de la isla (155). Por fin, despues -de varias tentativas infructuosas (156 y 158 al 160), conciértanse, y -concluye el levantamiento de Roldan (161), acerca del cual y de una -carta de Colon á los Reyes, expone nuestro autor varias consideraciones -(162 y 163). - -Viaje á tierra firme de Hojeda con Américo Vespucio (164 al 168), del -cual ya ántes (140) se habia tratado; paso de Hojeda, á la vuelta, por -la isla de Santo Domingo, y disturbios que en ella causa (168 al 170). -Viajes de Peralonso Niño y Cristóbal Guerra (171 y 172), de Vicente -Yañez Pinzon (173), y de Diego de Lepe (174). - -Nombran los Reyes Gobernador al comendador Bobadilla, con poderes -extraordinarios (177). Llega á Santo Domingo, prende al Almirante y -á sus hermanos, y los manda á España con grillos (178 al 181). Carta -notable de Colon, al ama del príncipe D. Juan (182), y su llegada á -presencia de los Reyes, quienes manifiestan gran sentimiento por lo que -con él se habia hecho (183). - - - - -HISTORIA DE LAS INDIAS. - - - - -CAPÍTULO LXXXIII. - - -Cuando se partió de Barcelona el Almirante, dejó á los Reyes un libro; -no pude saber qué libro fuese, sino que presumo que debia ser donde -tenia colegidas muchas cosas secretas de los antiguos autores, por las -cuales se guiaba, ó el libro de toda su navegacion y rumbos ó caminos -que habia llevado y traido, en aquel su descubrimiento y primer viaje, -para que se sacase un traslado que quedase en los Archivos reales, -y, despues de trasladado, quedaron de enviárselo. Por este libro los -Reyes, y las personas que de su Consejo llamaban, colegian más firmeza -y daban más crédito á las cosas que el Almirante les afirmaba, y -mayores las que habian de suceder esperaban. Y, porque los Embajadores -de Portugal mucho insistian en los conciertos, y en impedir el camino -segundo del Almirante, y, por otra parte, los Reyes eran informados -que el rey de Portugal hacia armada, los Reyes los entretenian cuanto -convenia y daban priesa en el despacho del Almirante, y, juntamente, de -todo lo que se hacia le avisaban. Finalmente, la respuesta que llevaron -los Embajadores fué que ellos enviarian los suyos al Rey, sobre ello, -los cuales fueron dos caballeros, D. Pedro de Ayala y D. García de -Carbajal, hermano del Cardenal de Sancta Cruz; y fué la respuesta, -segun dice la dicha Historia portoguesa, que los Reyes enviaban agora á -saber del todo la cualidad y ser destas tierras, y que á la vuelta de -los navíos se trataria más dello, y se tomaria con el rey de Portugal -el concierto final y resolucion de todo ello. Desta embajada no hobo -el rey de Portugal placer alguno, y dijo á los Embajadores que aquella -embajada de los Reyes, sus primos, no traia piés ni cabeza; y como los -Reyes eran avisados del desabrimiento y dolor del rey de Portugal por -haber perdido tal lance, proveian en todo lo que les parecia convenir -para referirlo al Almirante, y, á este propósito, la Reina le escribió -la siguiente carta: - -«La Reina.—D. Cristóbal Colon, mi Almirante del mar Océano, Visorey -é Gobernador de las islas nuevamente halladas en las Indias: Con este -correo vos envio un traslado del libro que acá dejastes, el cual ha -tardado tanto porque se escribiese secretamente, para que estos que -están aquí, de Portugal ni otro alguno, no supiese dello; y, á causa -desto, porque más presto se hiciese, vá de dos letras, segun vereis. -Ciertamente, segun lo que en este negocio acá se ha platicado y visto, -cada dia se cognosce ser muy mayor y de gran calidad y substancia, -y que vos nos habeis en ello mucho servido, y tenemos de vos grande -cargo; y así, esperamos en Dios, que, demas de lo asentado con vos, -que se ha de hacer y cumplir muy enteramente, que vos recibais de Nos -mucha más honra, merced y acrecentamiento, como es razon y lo adeudan -vuestros servicios y merecimientos. La carta del marear que habíades -de hacer, si es acabada, me enviad luego, y por servicio mio deis gran -priesa en vuestra partida, para que aquella, con la gracia de Nuestro -Señor, se ponga en obra sin dilacion alguna, pues vedes cuanto cumple -al bien del negocio; y de todo de allá nos escribid é faced siempre -saber, que, de acá, de todo lo que hobiere vos avisaremos é vos lo -faremos saber. En el negocio de Portugal no se ha tomado, con estos -que aquí están, determinacion; aunque yo creo que el Rey se allegará -á razon en ello, querria que pensásedes lo contrario, porque por ello -no vos descuidedes ni dejeis de ir sobre aviso, á recaudo, que cumple, -para que, en manera alguna, no podais recibir engaño. De Barcelona -á cinco dias del mes de Setiembre de noventa y tres años.—Yo la -Reina.—Por mandado de la Reina, Juan de la Parra.» - -Esta parece haber sido la postrera carta que el Almirante recibió de -los Reyes, por aquel tiempo, ántes que se partiese, la cual recibida, -como andaba ya al cabo de aprestarse, allegado el número de la gente, -ordenados los Capitanes, hecha su alarde, mándalos todos embarcar, dada -á cada uno de los pilotos su derrota y camino que habia de hacer, con -su instruccion. Miércoles, á 25 dias de Setiembre del mismo año 1493, -ántes que saliese el sol, hizo soltar las velas y salieron todos 17 -navíos y carabelas de la bahía de Cáliz; mandó gobernar los navíos al -Sudueste, camino de las Canarias islas, y el miércoles siguiente, que -se contaron 2 dias de Octubre, llegó á surgir en la isla de la Gran -Canaria, que es la principal de las siete, pero no quiso parar allí, y -por eso, á media noche, tornó á alzar las velas, y el sábado siguiente, -á 5 de Octubre, tomó la isla de la Gomera, donde estuvo dos dias, en -los cuales se proveyó á mucha priesa de algunos ganados, que él, y los -que acá venian, compraban, como becerras, y cabras, y ovejas; y, entre -otros, ciertos de los que venian allí, compraron ocho puercas á 70 -maravedís la pieza. Destas ocho puercas se han multiplicado todos los -puercos que, hasta hoy, ha habido y hay en todas estas Indias, que han -sido y son infinitos; metieron gallinas tambien, y esta fué la simiente -de donde, todo lo que hoy hay acá de las cosas de Castilla, ha salido, -lo mismo de las pepitas y simientes de naranjas, limones y cidras, -melones y de toda hortaliza; proveyéronse de agua, y leña, y refrescos -para toda el armada. Allí dió á cada piloto su instruccion cerrada y -sellada, donde se contenia la derrota y camino que habian de hacer -para hasta llegar á la tierra del rey Guacanagarí, donde dejó hecha la -fortaleza y los 39 cristianos. Mandó á los pilotos que en ningun caso -abriesen la dicha instruccion, sino, en caso que el tiempo les forzase -apartarse de su compañía, entónces la abriesen para que supiesen donde -habian de ir; en otra manera nó, porque no queria que nadie supiese -aquellos caminos, porque no acaeciese, por ventura, ser avisado dellos -el rey de Portugal. - - - - -CAPÍTULO LXXXIV. - - -Lúnes, á 7 de Octubre, mandó hacer alzar velas á toda su flota y -armada, pasó la isla del Hierro, que está cerca de la Gomera y es la -postrera de las Canarias; de allí tomó su vía, y caminó más á la parte -austral, que es el primer viaje, cuando vino á descubrir; anduvo, hasta -24 del mismo mes, que sentia que habria andado 450 leguas. Vieron -una golondrina venir á los navíos, y más adelante comenzaron á venir -algunos nublados y aguaceros ó turbiones de agua del cielo; sospechó -que aquella mudanza no debia ser sino haber por allí cerca alguna -tierra, por lo cual mandó quitar algunas velas, y estar sobre el aviso -en la guarda del velar de noche. Domingo, 3 dias de Noviembre, ya que -amaneció, vieron tierra toda la flota, con harto regocijo y alegría de -todos, como si les abrieran los cielos. Esta tierra era una isla, á la -cual puso nombre la Dominica, porque la descubrió dia de domingo; luego -vido otra isla á la mano derecha de la Dominica, luego vieron otra, y -escomenzaron á aparecer muchas. Dando todos infinitas gracias á Dios, -cantan la _Salve regina_, luego, como la suelen cantar en los navíos -cuando navegan, á prima noche; comienzan á salir olores de las flores -de las islas, de que se maravillaban todos; ven infinitos papagayos -verdes, que andan juntos como zorzales en su tiempo, con mucha grita -que siempre van dando. Juzgaban que, desde la Gomera, en veintiun dias -que la Dominica vieron, hasta 750 leguas, ó pocas más, habrian andado. -No pareció haber puerto en la Dominica, por la parte del Levante, y por -esto atravesó el Almirante á otra isla, que fué la segunda á que puso -nombre, y fué Marigalante, porque la nao en que iba el Almirante así -se llamaba. Salió allí en tierra con gente de su nao, y tomó posesion -jurídica por los reyes de Castilla y Leon, ante todos, y autorizóla -con fe de escribano. Partió de allí, otro dia, lúnes, y vido otra -gran isla, y á esta puso nombre Guadalupe, á la cual se llegaron; y, -hallando puerto, surgieron ó echaron anclas, y mandó que fuesen ciertas -barcas á tierra, y ver un poblezuelo que parecia en la costa junto -al mar, donde no hallaron á nadie, porque, como vieron los navíos, -huyeron todos los vecinos dél á los montes. Allí hallaron los primeros -papagayos que llamaban guacamayos, tan grandes como gallos, de muchos -colores, y lo más es colorado, poco azul y blanco; estos nunca chirrían -ni hablan, sino de cuando en cuando dan unos gritos desgraciados, -y solamente se hallan en tierra firme en la costa de Paria, y por -allí adelante. Hallaron en las casas un madero de navío, que llaman -los marineros quodaste, de que todos se maravillaron, y no supieron -imaginar como hobiese allí venido, sino que los vientos y los mares lo -hobiesen allí traido, ó de las islas de Canaria, ó de la Española, de -la nao que allí perdió el Almirante el primer viaje. Mártes, 5 dias del -mes de Noviembre, mandó el Almirante salir dos barcas á tierra para ver -si pudiesen tomar alguna persona, para saber los secretos de la gente -y de la tierra, y para si le diesen nueva que tan léjos estaban de la -isla Española; trujeron dos mancebos, y, por señas, hicieron entender -al Almirante, que no eran de aquella isla, sino de Boriquen, y esta es -la que agora llamamos la isla de Sant Juan; afirmaban, cuanto ellos -podian con manos y ojos, y ménos, mostrar, y con gestos de amargas -ánimas, que los de aquella isla eran caribes, y que los habian preso y -traido de Boriquen para los comer, como lo solian acostumbrar. Tornaron -las barcas por ciertos cristianos que se habian quedado, y hallaron -con ellos seis mujeres que se venian huidas de los caribes, á ellos, -por se escapar. El Almirante, no creyéndolo y por no alterar la gente -de la isla, dió á las indias cuentas, y cascabeles, y espejos y otras -cosas de rescate, y tornólas á enviar á tierra, las cuales los caribes -despojaron de las cosas que les habia dado el Almirante, á vista de los -de las barcas; tornando las barcas por agua, tornaron las mujeres á -huirse con otros dos muchachos y un mozo, y rogaron á los cristianos -que las llevasen á las naos. Dellas se coligió haber por allí otras -muchas islas, y tierra grande que parecian significar á tierra firme, -y nombraban á cada una por su nombre. Preguntóseles tambien por señas -por la isla Española, que en lengua della y de las comarcanas, se -llamaba Haytí, la última sílaba aguda; señalaron á la parte donde -caia, y, aunque el Almirante, por su carta del descubrimiento primero, -entendia y podia ir derecho allá, pero holgóse de óir dellas el paraje -donde le demoraba. Quisiera luego alzar las velas, sino que le dijeron -que Diego Marquez, el veedor, que iba por Capitan de un navío, habia -saltado en tierra con ocho hombres, sin su licencia, y, aún con harta -indiscrecion, ántes que amaneciese, y no era vuelto á los navíos. El -Almirante hobo mucho enojo, y con justa razon; envió luego cuadrillas -de gente para lo buscar, fueron aquel dia y no lo hallaron por la -espesura de los muchos montes; acordó esperarlos todo aquel dia porque -no se perdiesen, y, porque si dejaba el navío, despues no acertase á -ir á la Española. Torna á enviar cuadrillas, cada una con su trompeta, -porque oyesen donde estaban, y tambien tirar espingardas; andando -perdidas aquel dia las cuadrillas, volviéronse, sin hallarlos, á los -navíos. Hacíasele al Almirante cada hora un año, y, con gran pena, -quiso dejarlos, pero al cabo no lo quiso hacer por no desmampararlos -y los indios no los matasen ó padeciesen algun gran desastre; y por -no aventurar el navío y la gente dél, si, por esperarlos, lo dejasen, -mandó que todos los navíos se proveyesen de agua y leña, y los que -quisiesen salir, á se recrear en tierra y lavar su ropa, saliesen, y -determina enviar á Alonso de Hojeda, que iba por Capitan de una de las -carabelas, que con 40 hombres los fuese á buscar, y de camino indagase -lo que habia en la tierra. Díjose que habian hallado almástiga, y -jengibre, y cera, y incienso, y gándalos, y otras cosas aromáticas, -pero hasta agora no se ha sabido que tales cosas haya, ni allí ni en -las otras islas; algodon hallaron mucho, como lo hay en todas estas -islas y en tierra firme, donde es la tierra caliente y no fria. Dijeron -que vieron alcones, y niblíes; milanos hay hartos en todas estas -partes, y garzas, y grajas, palomas, tórtolas y dorales, ansares y -ruiseñores; perdices, dijeron que habian visto, pero estas no se han -hallado, sino solamente en la isla de Cuba. Certificaban que en seis -leguas habian pasado veintiseis rios, muchos dellos hasta la cinta; -bien podia ser uno y pasarle muchas veces, como el rio que se pasa -cuatrocientas veces y más, del Nombre de Dios á Panamá. Finalmente, se -volvieron aquestos sin hallarlos, y ellos, el viernes á 8 de Noviembre, -vinieron y aportaron á los navíos; dijeron, que por los grandes montes -y breñas se perdieron y no acertaron á volverse. El Almirante mandó -prender al Capitan, y á los demas dar alguna pena. Salió el Almirante á -tierra á unas casas que estaban por allí cerca, en las cuales hallaron -mucho algodon hilado y por hilar, y una manera nueva de telares en -que lo tejian, vieron muchas cabezas de hombres colgadas, y restos de -huesos humanos. Debian ser de señores ó personas que ellos amaban, -porque, decir que eran de los que comian, no es cosa probable, la razon -es, porque si ellos comian tantos como dicen algunos, no cupieran en -las casas los huesos y cabezas, y parece, que despues de comidos no -habia para qué guardar las cabezas y huesos por reliquias, si quizá no -fuesen de algunos sus muy capitales enemigos, y todo esto es adevinar. -Las casas, dijeron que eran las de mejor hechura, y más llenas de -comida y cosas necesarias, que se habian visto en las otras partes del -primer viaje. - - - - -CAPÍTULO LXXXV. - - -El domingo siguiente, á 10 dias de Noviembre, mandó levantar las anclas -y dar las velas, y fué costeando la misma isla de Guadalupe, la via -del Norueste, en busca de la Española, y llegó á una isla muy alta, y -nombróla Monserrate, porque parecia que tenia la figura de las peñas -de Monserrate, y de allá descubrió cierta isla muy redonda, tajada por -todas partes, que, sin escalas ó cuerdas hechadas de arriba, parece -que es imposible subir á ella, y por esto púsole nombre Sancta María -la Redonda, á otra llamó Sancta María de la Antigua, que tenia 15 ó 20 -leguas de costa; parecian por allí otras muchas islas, hácia la banda -del Norte, muy altas y de grandes arboledas y frescuras; surgió en -una, á la cual llamó Sant Martin, y cuando alzaban las anclas salian -pegados á las uñas dellas pedazos de coral, segun les parecia; no dice -el Almirante si era blanco ó colorado. El jueves, 14 de Noviembre, -surgió en otra isla que llamó Sancta Cruz; mandó allí salir en tierra -gente y que tomasen algunas personas para tomar lengua. Tomaron cuatro -mujeres y dos niños, y á la vuelta con la barca toparon una canoa, -dentro de la cual venian cuatro indios y una india, los cuales, visto -que no podian huir, se comenzaron á defender y la india tambien con -ellos, y tiraron sus flechas y hirieron dos cristianos de los de la -barca, y la mujer pasó con la suya una adarga; embistieron con la -canoa, y trastornáronla, y tomáronlos, y uno dellos, no perdiendo -su arco, nadando tiraba los flechazos tan reciamente, poco ménos, -que si estuviera en tierra. Uno destos vieron que tenia cortado su -instrumento generativo, creian los cristianos que para que engordase -mejor, como capon, y despues comerlo los caribes. Desde allí, andando -el Almirante su viaje para la Española, vido muchas islas juntas que -parecian sin número, á la mayor dellas puso nombre Sancta Ursula, y á -todas las otras las Once mill Vírgenes; llegó de allí á otra grande, -que llamó de Sant Juan Baptista, que ahora llamamos de Sant Juan, y -arriba digimos que llamaban Boriquen los indios, en una bahía della, -al Poniente, donde pescaron todos los navíos diversas especies de -pescados, como sábalos, y sardinas algunas, y, en mucha cantidad, -lizas, porque destas es la mayor abundancia que hay en estas Indias, en -la mar y en los rios. Salieron en tierra algunos cristianos y fueron -á unas casas por muy buen artificio hechas, todas, empero, de paja y -madera, que tenian una plaza, con un camino, desde ella hasta la mar, -muy limpio y seguido, hecho como una calle, y las paredes de cañas -cruzadas ó tejidas, y por lo alto tambien con sus verduras graciosas, -como si fueran parras, ó verjeles de naranjos ó cidros, como los hay -en Valencia ó en Barcelona, y junto á la mar estaba un miradero alto, -donde podian caber diez ó doce personas, de la misma manera bien -labrado; debia ser casa de placer del señor de aquella isla, ó de -aquella parte della. No dice aquí el Almirante que hobiesen visto allí -alguna gente; por ventura, debian de huir cuando los navíos vieron. -El viérnes, á 22 del mismo mes de Noviembre, tomó el Almirante la -primera tierra de la isla Española, que está á la banda del Norte, y -de la postrera de la isla de Sant Juan, obra de 15 leguas, y allí hizo -echar en tierra un indio de los que traia de Castilla, encargándole -que induciese á todos los indios de su tierra, que era la provincia de -Samaná, que estaba de allí cerca, al amor de los cristianos, y contase -la grandeza de los reyes de Castilla y las grandes cosas de aquellos -reinos; él se ofreció de lo hacer, con muy buena voluntad, despues -no se supo deste indio más, creyóse que se debió morir. Prosiguió su -camino el Almirante y viniendo al Cabo, que, cuando el primer viaje lo -descubrió, le puso nombre el cabo del Angel, como arriba en el capítulo -67 se dijo, vinieron á los navíos algunos indios en sus canoas con -comida y otras cosas, para rescatarlas con los cristianos, y, yendo á -surgir á _Monte-Christi_ la flota, salió una barca, hácia tierra, á -un rio que allí parecia; vido muertos dos hombres, el uno mancebo y el -otro viejo, á lo que parecia, y el viejo tenia una soga de esparto, -de las de Castilla, á la garganta, tendidos los brazos y atadas las -manos á un palo como en cruz, pero no cognoscieron que fuesen indios ó -cristianos, de donde el Almirante tomó gran sospecha y pena que fuesen -muertos los 39 cristianos, ó dellos alguna parte. Otro dia, mártes, 26 -de Noviembre, tornó á enviar el Almirante por algunas partes algunos -hombres, para saber qué nuevas habia de los de la fortaleza, vinieron -muchos indios á hablar con los cristianos; muy segura y libremente, sin -temor alguno, llegábanse á los cristianos y tocábanles al jubon y á la -camisa diciendo, «jubon, camisa,» mostrando que sabian los nombres de -aquellas cosas; con estas palabras y con no temer los indios aseguróse -algo el Almirante de que no fuesen los de la fortaleza muertos. A la -entrada del puerto de la Navidad surgió con los navíos, miércoles, á -27 de Noviembre; hácia la media noche vino una canoa llena de indios -y llegó á la nao del Almirante y preguntáronles por él, diciendo, -«¡Almirante, Almirante!» respondiéronles que entrasen que allí estaba, -ellos no quisieron hasta que el Almirante se paró al bordo de la -nao, y desque lo cognoscieron, que era harto bien cognoscible por su -autorizada persona, luego entraron en la nao dos dellos, y dánle sendas -carátulas, que llaman guayças, muy bien hechas y con algun oro, como -arriba fué dellas dicho, presentándoselas de parte del rey Guacanagarí -con grandes encomiendas, las que pudieron significar; preguntándoles -el Almirante por los cristianos, que era lo que le dolia, respondieron -que algunos eran muertos de enfermedad, y otros se habian ido la -tierra dentro con sus mujeres y áun con muchas mujeres. Bien sintió -el Almirante que debian ser todos muertos, pero disimuló por entónces -y tornólos á enviar, dándoles un presente de bacinetas de laton que -siempre tuvieron en mucho, y otras menudencias que habian de agradar -al señor Guacanagarí, y tambien á ellos dió cosas conque se fueron -alegres, luego, aquella noche. - - - - -CAPÍTULO LXXXVI. - - -Entróse luego, el jueves, 28 de Noviembre, á la tarde, con toda su -flota, dentro del puerto de la Navidad, acerca de donde habia dejado -hecha la fortaleza, la cual vido toda quemada, de donde recibió -grandísimo pesar y tristeza, viendo cierto argumento de la muerte de -todos los 39 cristianos que en ella habia dejado, y por aquel dia no -pareció persona alguna por todo aquello; otro dia salió en tierra el -Almirante, por la mañana, con grande tristeza y angustia de ver quemada -la fortaleza, y ninguno de los que con tanto placer y contentamiento de -todos habia dejado. Habia algunas cosas de los cristianos, como arcas -quebradas, y bornias, y unos que llaman arambeles, que ponen sobre las -mesas los labradores; no viendo persona ninguna á quien preguntar, el -Almirante, con ciertas barcas entró por un rio arriba, que cerca de -allí estaba, y dejó mandado que limpiasen un pozo que dejó hecho en la -fortaleza, para ver si los cristianos habian escondido allí algun oro, -pero no se halló nada; el Almirante tampoco halló á quien preguntar, -porque los indios todos huian de sus casas. Hallaron, empero, en ellas -vestidos algunos de los cristianos, y dió la vuelta. Hallaron por cerca -de la fortaleza siete ú ocho personas enterradas, y cerca de allí, por -el campo, otras tres, y cognoscieron ser cristianos por estar vestidos, -y parecia haber sido muertos de un mes atras, ó poco más. Andando por -allí buscando escripturas ó otras cosas, de que pudiesen haber lengua -de lo que habia pasado, vino un hermano del rey Guacanagarí, con -algunos indios que ya sabian hablar y entender nuestra lengua algo, -y nombraban por su nombre todos los cristianos que en la fortaleza -quedaron, y tambien por lengua de los indios que traia de Castilla el -Almirante, diéronle nuevas y relacion de todo el desastre. Dijeron -que, luego que el Almirante se partió dellos, comenzaron entre sí á -reñir é tener pendencias, y acuchillarse, y tomar cada uno las mujeres -que queria y el oro que podia haber, y apartarse unos de otros; y que -Pero Gutierrez y Escobedo mataron á un Jacome, y aquellos, con otros -nueve, se habian ido con las mujeres que habian tomado y su hato, á la -tierra de un señor que se llamaba Canabo, que señoreaba las minas (y -creo que está corrupta la letra, que habia de decir Caonabo, señor y -Rey muy esforzado de la Maguana, de quien hay bien que decir abajo), -el cual los mató á todos diez ú once; dijeron más, que, despues de -muchos dias, vino el dicho rey Caonabo con mucha gente á la fortaleza, -donde no habia más de Diego de Arana, el Capitan, y otros cinco que -quisieron permanecer con él para guarda de la fortaleza, porque todos -los demas se habian desparcido por la isla, y de noche puso fuego á -la fortaleza y á las casas donde aquellos estaban, porque no estaban, -por ventura, en la fortaleza, las cuales, huyendo hácia la mar, se -ahogaron. El rey Guacanagarí salió á pelear con él por defender los -cristianos; salió mal herido, de lo que no estaba sano. Esto concordó -todo con la relacion que trajeron otros cristianos, que el Almirante -habia enviado por otra parte á saber nuevas de los 39 cristianos, y -llegaron al pueblo principal de Guacanagarí, el cual vieron que estaba -malo de las heridas susodichas, por lo cual se excusó que no pudo -venir á ver al Almirante y darle cuenta de lo sucedido, despues que -se partió para Castilla; y que la muerte dellos habia sido, porque -luego que el Almirante se fué comenzaron á rifar y á tener discordias -entre sí, tomaban las mujeres á sus maridos y iban á rescatar oro cada -uno por sí. Juntáronse ciertos vizcainos contra los otros, y ansí se -dividieron por la tierra, donde los mataron por sus culpas y malas -obras; y esto es cierto, que si ellos estuvieran juntos estando en -la tierra de Guacanagarí, é so su proteccion, y no exacerbaran los -vecinos, tomándoles sus mujeres, que es con lo que más se injurian y -agravian, como donde quiera, nunca ellos perecieran. Envió á rogar -Guacanagarí al Almirante, con aquellos cristianos, que le fuese á ver -porque él no salia de su casa por aquella indispusicion. El Almirante -fué allá, el cual, con rostro muy triste contó al Almirante todo lo que -dicho es, mostrando sus heridas, y de mucha de su gente que en aquella -defensa habian sido heridos; y bien parecian las heridas ser de las -armas que los indios usaban, que eran las tiraderas, como dardos, con -un hueso de pescado por punta. Pasada la plática hizo un presente al -Almirante de ochocientas cuentas menudas de piedra, que ellos preciaban -mucho y las llamaban cibas, y ciento de oro, y una corona de oro y -tres calabacillas, que llaman hibueras, llenas de granos de oro, que -todo pesaria hasta cuatro marcos, que eran doscientos castellanos -ó pesos de oro; el Almirante dió á Guacanagarí muchas cosas de las -nuestras de Castilla, como cuentas de vidro, y cuchillos, y tijeras, -cascabeles, alfileres, agujas, espejuelos, que valdria todo hasta -cuatro ó cinco reales, y con ello pensaba Guacanagarí que quedaba muy -rico. Quiso acompañar al Almirante á donde tenia su real; hiciéronle -muy gran fiesta, donde se regocijó mucho, admirándose de los caballos, -y de lo que los hombres con ellos hacian. Dice aquí el Almirante, que -entendió allí que uno de los 39, que dejó, habia dicho á los indios y -al mismo Guacanagarí algunas cosas en injuria y derogacion de nuestra -sancta fe, y que le fué necesario rectificarle en ella, y le hizo -traer al cuello una imágen de Nuestra Señora, de plata, que ántes no -habia querido recibir. Dice más aquí el Almirante, que aquel padre -fray Buil, y todos los demas, quisieran que lo prendiera, más no lo -quiso hacer, aunque dice que bien pudiera, considerando que, pues los -cristianos eran muertos, que la prision del rey Guacanagarí, ni los -podia resucitar, ni enviar al Paraíso, si allá no estaban, y dice que -le pareció que aquel Rey debia ser acá como los otros Reyes, entre los -cristianos, que tienen otros Reyes parientes á quien con su prision -injuriara, y que los Reyes lo enviaban á poblar, en lo que tanto habian -gastado, y que sería impedimento para la poblacion, porque le saldrian -de guerra y no dejarle asentar pueblo, y mayormente seria gran estorbo -para la predicacion y conversion á nuestra sancta fe, que era á lo que -principalmente los Reyes lo enviaban. Por manera, que, si era verdad -lo que Guacanagarí decia, hiciérale gran injusticia, y toda la tierra -lo tuviera en odio y rencor con todos los cristianos, teniendo al -Almirante por ingrato del gran bien que habia recibido de aquel Rey, -en el primer viaje, y más en defenderle los cristianos, con riesgo -suyo, como sus heridas lo testificaban, y, finalmente, queria primero -poblar, y que, despues de poblado y hecho en la tierra fuerte, y sabida -la verdad, podria castigarlo si lo hallase culpado, etc. Estas son -las razones que, para no seguir el parecer de los que le aconsejaban -prenderle, dió el Almirante; y fué harta prudencia la suya, más que la -del parecer contrario. - - - - -CAPÍTULO LXXXVII. - - -Antes que pasemos más adelante, porque, por ventura, no habrá otro -lugar donde tan bien convenga ponerse, miéntras el Almirante hacia -esta su segunda navegacion, concertóse entre los reyes de Castilla é -Portugal que hobiese junta de la una parte y de la otra, para tratar -de concierto y dar asiento en lo que destas mares y tierras habia -de quedar por de cada uno de los reinos y de cada uno dellos; segun -impropia y corrupta, y no ménos injustamente se ha acostumbrado á -nombrar, lo que, en la verdad, si habemos de hablar y obrar como -cristianos, no se ha de llamar conquista sino comision y precepto de -la Iglesia y del Vicario de Cristo, que á cada uno destos señores se -les manda y encarga que tengan cargo de convertir las gentes destos -mundos de por acá; otra cosa diferente es la conquista de los infieles -que nos impugnan y angustian cada dia. Así que, el rey de Portugal -envió sus solenes Embajadores, con mucha compañía y autoridad, á los -católicos reyes, que ya eran venidos de Barcelona y estaban en Medina -del Campo, y presentada su embajada y finalmente, dando y tomando, -yendo postas y viniendo posta, de Portugal á Castilla, hobo de haber -fin y concluirse la siguiente determinacion y concierto, entre los -reyes de Castilla D. Fernando y Doña Isabel y el rey D. Juan II de -Portugal. El lugar que eligió para tratarse deste negocio fué la -villa de Simancas, dos leguas y media de Valladolid; allí mandaron ir -los reyes de Castilla á muchas personas que sabian de cosmografía y -astrología, puesto que habia harto pocos entónces en aquellos reinos, y -las personas de la mar que se pudieron haber (no pude saber los nombres -dellas ni quién fueron), y allí envió el rey de Portugal las suyas, -que debian tener, á lo que yo juzgué, más pericia y más experiencia -de aquellas artes, al ménos de las cosas de la mar, que las nuestras. -Ayuntáronse todos en la dicha villa de Simancas, y determinaron y -asentaron, en conformidad, lo siguiente, en 20 dias de Junio, año del -Señor de 1494. Fué el concierto y asiento: «Que si hasta los dichos 20 -dias de Junio hobiesen descubierto tierras algunas la gente ó navíos -de los reyes de Castilla, dentro de 250 leguas, de 370 que se habian -señalado, que fuesen y quedasen para el rey de Portugal, y si las -descubriesen dentro de las 120 que restaban de las 370, quedasen para -los reyes de Castilla. Item, fué concierto y asiento, que dentro de -diez meses enviasen cuatro carabelas, una ó dos de cada parte, ó más -ó ménos segun se acordase, las cuales se juntasen en la isla de Gran -Canaria, y en cada una enviasen, de cada una de las partes, pilotos y -astrólogos y marineros, con tanto que sean tantos de una parte como de -otra; y que algunas personas de las dichas vayan, de las de Castilla, -en los navíos de los portogueses, y otras de los portogueses vayan en -los navíos de Castilla, tantos de una parte como de otra. Los cuales -juntamente puedan ver y cognoscer la mar, y los vientos, y los rumbos, -y los grados del sol y del Norte, y señalar las 370 leguas y límites, -segun se pudiese hacer; á lo cual concurran todos juntos, y lleven -los poderes de los Reyes. Y todos los navíos concurran juntamente y -vayan á las islas de cabo Verde, y desde allí tomen su derrota derecha -al Poniente, hasta las dichas 370 leguas, medidas como las dichas -personas acordaren que se deben medir, é allí, donde se acabaren, se -haga el punto é señal que convenga, por grados del sol ó del Norte, ó -por singladuras de leguas, ó como mejor se pudiere concordar; la cual -dicha raya, señalen de polo á polo. Y si caso fuere que la dicha raya -ó límite de polo á polo topare en algunas islas ó tierra firme, que, -al comienzo della ó dellas, se haga alguna señal ó torre donde topare -la dicha raya, é que, en derecho de la tal señal ó torre, se continúen -dende adelante otras señales por la tal isla ó tierra firme en derecha -de la dicha raya, las cuales partan lo que á cada una de las partes -perteneciere della, etc.» Este fué el concierto y asiento que en -Simancas por aquel tiempo se hizo. Y es aquí de considerar la bondad de -los reyes de Castilla y amor de la paz que tuvieron, que, como el Papa -les concediese que todo lo que se contuviese del Occidente y Austro, -despues de pasadas 100 leguas, de las islas de Cabo Verde, por bien de -paz cedieron su derecho á concertarse con lo que se contuviese pasadas -las 370 leguas, con las demas condiciones á que quisieron subiectarse -por su propia voluntad. El traslado de los capítulos de este asiento -enviaron los Reyes al Almirante en los primeros navíos que enviaron, -despues que él partió con los 17 navíos, y quisieran que se hallaran él -ó su hermano en tratar de aquello y asentar los dichos límites ó torre -que se habia de hacer, hecha la línea que habian de imaginar, como -abajo parecerá. Despues muchos años, el tiempo andando, en tiempo del -Emperador D. Cárlos y Rey nuestro señor, se tractó de otra junta que se -hizo en la ciudad de Badajoz, sobre los límites destas Indias, entre -castellanos y portogueses, decirse ha abajo, con el favor de Dios, lo -que en ello supiéremos que decir. Tratando deste asiento la Historia -portoguesa, que refiere la vida del dicho rey D. Juan, y que escribió -el susonombrado autor García de Reesende, en el cap. 166 dice, que -deste asiento y conclusion se hicieron por los Reyes contratos jurados, -y, con gran seguridad corroborados, de que mostraron ambas partes gran -contentamiento, por excusar las diferencias y discordias que ya se -comenzaban á revolver, contrarias de la paz que tenian asentada, y que -cuando volvieron sus Embajadores, por Julio, el rey de Portugal los -recibió con mucha alegría.....[1] Este historiador dice en el siguiente -cap. 167, una cosa que quiero referir aquí, para aviso de los Reyes, -porque es muy notable, y es, que tenia el rey de Portugal tanta parte -en el Consejo de los reyes católicos de Castilla, Rey é Reina, que -ninguna cosa se trataba en él, por secreta é importante que fuese, -que no la supiese luego el rey de Portugal, y por esto, andando en -estos tratos y conciertos, tenia el rey de Portugal muchas postas y -gran industria desta manera: Trataban el Rey y la Reina en su Consejo -lo que convenia tratar y determinarse; algunos traidores del Consejo, -que allí tenia el rey de Portugal bien salariados, avisábanle luego de -todo lo que pasaba; escribia luego el Rey á sus Embajadores, «mañana ó -tal dia os han de decir ó responder el Rey é la Reina tal y tal cosa, -respondereis de mi parte tal y tal cosa, y direis tales palabras;» los -Embajadores, como veian que salia así todo, sin faltar palabra, estaban -espantados, y no ménos el Rey y la Reina miraban en ello, viendo que -los Embajadores daban tan determinadamente respuesta en cosas que -requerian que con su Rey las consultasen. Y tenia esta industria el rey -de Portugal, que enviaba al duque del Infantadgo y á otros Grandes, que -sabia que no le ayudaban ni habian de ayudar, muchas joyas y presentes, -públicamente para hacerlos sospechosos con los Reyes, y á los que tenia -por sí en el Consejo de los Reyes, enviaba muchos dones y dádivas muy -secretas, y pagaba sus salarios; y así no habia cosa que los Reyes -hiciesen que no se lo revelaban. De donde parece cuanta es la maldad de -los infieles consejeros, y como los Reyes viven y gobiernan en mucho -trabajo. - - - - -CAPÍTULO LXXXVIII. - - -Visto por el Almirante que aquella provincia del Marien era tierra muy -baja, y que no le parecia que habia piedra y materiales para hacer -edificios, puesto que tenia muy buenos puertos y buenas aguas, deliberó -de tornar hácia atras la costa arriba, al leste, á buscar un buen -asiento donde provechosamente poblase; y, con este acuerdo, sábado, 7 -dias de Diciembre, salió con toda su flota del puerto de la Navidad, y -fué á surgir aquella tarde cerca de unas isletas que están cerca del -_Monte-Christi_, y, otro dia, domingo, sobre el monte, yendo mirando -por la tierra donde Dios le deparase la dispusicion que buscaba para -poblar, pero su intincion, principalmente, iba enderezada al Monte -de Plata, porque se le figuraba, segun él dice, que era tierra más -cercana á la provincia de Cibao, donde, segun el viaje primero habia -entendido, estaban las minas ricas de oro, y quél estimaba ser Cipango, -como arriba se dijo. Fuéronle los vientos muy contrarios despues que -salió del puerto de _Monte-Christi_, que con muy grande trabajo y de -muchos dias, y con toda el armada, se vido en gran pena y conflicto, -porque la gente y los caballos venian todos con grande fatiga; por -estas dificultades, no pudo pasar del puerto de Gracia, en el cual -arriba digimos que habia estado Martin Alonso Pinzon, cuando en el -primer viaje se apartó del Almirante, y que agora se llama el puerto -ó rio de Martin Alonso, y está cinco ó seis leguas del puerto de la -Plata; puesto que dice aquí el Almirante que está once, pero entónces -no se sabia la tierra como agora. Este puerto dice el Almirante ser -singularísimo, y quisiera, diz que, poblar en él, si sintiera que tenia -rio suficiente de agua, ó fuente (y creo que tiene un arroyo pequeño), -ó si supiera la buena tierra y comarca que alrededor tenia, como -despues la supo. Por manera, que hobo de tornar atras tres leguas de -allí, donde sale á la mar un rio grande y hay un buen puerto, aunque -descubierto para el viento Norueste, pero para los demas bueno, donde -acordó saltar en tierra, en un pueblo de indios que allí habia; y vido -por el rio arriba una vega muy graciosa, y que el rio se podia sacar -por acequias que pasasen por dentro del pueblo, y para hacer tambien -en él aceñas y otras comodidades convenientes para edificar. Lo cual -visto, en el nombre de la Sancta Trinidad, dice él, que determinó de -poblar allí, é así mandó luego desembarcar toda la gente, que venia muy -cansada y fatigada y los caballos muy perdidos, bastimentos y todas -las otras cosas de la armada, lo cual todo mandó poner en un llano, -que estaba junto á una peña bien aparejada para edificar en ella su -fortaleza; en este asiento comenzó á fundar un pueblo ó villa que -fué la primera de todas estas Indias, cuyo nombre quiso que fuese la -Isabela, por memoria de la reina Doña Isabel, á quien él singularmente -tenia en gran reverencia, y deseaba más servirla y agradarla que -á otra persona del mundo. Dice aquí el Almirante, que, despues de -haber asentado allí, daba infinitas gracias á Dios, por la buena -dispusicion, que, para la poblacion, por aquel sitio hallaba; y tenia -razon, porque hobo por allí muy buena piedra de cantería, y para hacer -cal, y tierra buena para ladrillo y teja, y todos buenos materiales, -y es tierra fertilísima y graciosísima y bienaventurada. Por este -aparejo dióse grandísima prisa, y puso suma diligencia en edificar -luego casa para los bastimentos y municiones del armada, é iglesia y -hospital, y para su morada una casa fuerte, segun se pudo hacer; y -repartió solares, ordenando sus calles y plaza, y avecindáronse las -personas principales, y manda que cada uno haga su casa como mejor -pudiere; las casas públicas se hicieron de piedra, las demas cada -uno hacia de madera y paja, y como hacerse podia. Mas, como la gente -venia fatigada de tan largo viaje, y no acostumbrado, de la mar, y -luego, mayormente la trabajadora y oficiales mecánicos, fueron puestos -en los grandes trabajos corporales de hacer las obras y edificios -susodichos, y materiales para ellos, y la tierra, de necesidad, por la -distancia tan grande que hay de España hasta aquí, é mudanza de los -aires y diferentísimas regiones, los habia de probar, puesto que ella -en sí es de naturaleza sanísima, como abajo se dirá en los capítulos -90 y 91, á lo cual se llegó la tasa de los bastimentos, que todos se -daban por estrecha órden y medida, como cosa que se traia de España, -y que de los de la tierra, por ser tan diferentes de los nuestros, -mayormente el pan, no habia esperanza que por entónces á ellos se -arrostrase, comenzó la gente, tan de golpe, á caer enferma, y, por el -poco refrigerio que habia para los enfermos, á morir tambien muchos -dellos, que apénas quedaba hombre de los hidalgos y plebeyos, por muy -robusto que fuese, que, de calenturas terribles, enfermo no cayese; -porque á todos era igual, casi, el trabajo, como podrán bien adivinar -todos aquellos que saben qué cosa sea, en especial en estas tierras, -poblar de nuevo, lo cual en aquel tiempo, sin ninguna comparacion, más -que en otro ni en otra parte, fué laborioso. Sobreveníales á sus males -la grande angustia y tristeza que concebian de verse tan alongados -de sus tierras, y tan sin esperanza de haber presto remedio, y verse -defraudados tambien del oro y riquezas que se prometió á sí mismo, al -tiempo que acá determinó pasar, cada uno. No se escapó el Almirante de -caer, como los otros, en la cama, porque como por la mar solian ser sus -trabajos incomparables, mayormente de no dormir, que es lo que más en -aquella arte se requiere que tengan los que llevan oficio de pilotos, -y el Almirante, no sólo llevaba sobre sí cargo de piloto, como quiera -y como los pilotos suelen llevar en las navegaciones, adonde muchas -veces han ido, pero en tal como esta, en aquel tiempo tan nueva y tan -nunca otra tal vista ni oida, y que ninguno la sabia sino él, y por -consiguiente, sobre sus hombros iba el cuidado de toda la flota, y -que todos los otros pilotos habian de llevar, y, sin esto, lo mucho -que ya más le iba que á todos, teniendo suspenso á todo el mundo, que -esperaban como habia de responder la cosa comenzada; que, cierto, no -era ménos, sino ántes más y mayor la obligacion, que de satisfacer á -los reyes de Castilla y á toda la cristiandad, tenia, como mayores -prendas se hobiesen ya metido, así de gastos como de gente, que la del -primer viaje, así que todas estas consideraciones, que pasaban cada -hora por su pensamiento, le compelian á que fuese mártir por la mar; -y, sin duda, sus cuidados, vigilias, solicitud, temores, trabajos y -angustias, no creo que se podrán comparar, de donde necesariamente se -habia de seguir caer en grandes enfermedades, como abajo parecerá. -Y de una cosa me parece que todos los que deste negocio tuvimos y -tenemos noticia, entre todas las demas, nos debiamos más que de otras -maravillar, y cognoscer la infalible providencia de Dios haber tenido -singular modo de proveer aquesta negociacion, conviene á saber, que no -solamente hobiese hecho tan fácil y breve, ansí en lo de la mar, sin -tempestades, como en la clemencia y suavidad y favor de los vientos, -en el primer descubrimiento y viaje, siendo, por la mayor parte, todos -ó cuasi todos, los que despues se han hecho y hacen, tan peligrosos, -impetuosos y llenos de tantos trabajos, como habemos muchas veces en -nos y en otros experimentado, pero que nunca el Almirante, por todo él, -á ida ni á venida, ni en la estada de España, ni agora en esta tornada -de este segundo viaje, hasta que hobo enseñado á todos los demas á -navegar estas mares, y puso en estas tierras la gente que trajo, cuasi -como por arras de los que despues habian de venir á efectuar lo que -Dios tenia determinado, nunca, digo, el Almirante, caudillo y guiador -de aquesta divina hazaña, en todos los peligros y dificultades pasadas -enfermase; y así, creo que es particular cosa esta, de las muchas que -podemos hallar en el descubrimiento de estas Indias, no la menor que -otra digna de profunda consideracion. - - - - -CAPÍTULO LXXXIX. - -En el cual se tracta como el Almirante envió á un Alonso de Hojeda con -15 hombres á descubrir la tierra, y saber de las minas de Cibao.—Como -recibian los indios á los cristianos con mucha alegría.—Volvió Hojeda -con nuevas de oro.—Alegróse el Almirante y toda la gente.—Como -despachó el Almirante, de los 17, los 12 navíos para Castilla, con la -relacion larga para los Reyes; y á quién envió por Capitan dellos, etc. - - -Miéntra él ordenaba y entendia en la edificacion de la villa de la -Isabela, porque no se perdiese tiempo ni se gastasen los mantenimientos -en balde, y se supiese alguna nueva de lo que en la tierra habia, -especialmente de su Cipango, informado de los indios que allí en un -pueblo junto vivian, quienes afirmaban estar cerca de allí Cibao, -determinó de enviar descubridores que supiesen lo que todos tanto -deseaban, conviene á saber, las minas del oro, y para este ministerio -eligió á Alonso de Hojeda, de quien arriba en el cap. 84 se hizo -mencion. Con 15 hombres, luego, por el mes de Enero siguiente, mandó el -Almirante que fuese á buscar y saber donde eran las minas de Cibao, y -ver la dispusicion de la tierra, poblaciones y gentes della. Entretanto -que Hojeda iba, entendió tambien el Almirante en despachar con brevedad -los navíos que habian de ir á Castilla, y estos fueron 12 dejando 5, -dos naos grandes y tres carabelas, que dejó consigo, de los 17, para -las necesidades que se ofreciesen, y para ir á descubrir, como abajo se -dirá. Volvió Alonso de Hojeda, á pocos dias, con buenas nuevas que á -todos, en alguna manera, entre sus trabajos y enfermedades, alegraron, -puesto que más quisieran, muchos y los más, y quizá todos, hallarse en -el estado que estaban cuando se embarcaron en Castilla, como ya viesen -que el poder ser ricos de oro iba á la larga, porque no pensaban sino -que, á la costa de la mar, habian de hallar el oro, para hinchir -sus costales, arrollado. Dió relacion Hojeda, que hasta los dos dias -que habia hecho de camino, salido de la Isabela, habia tenido algun -trabajo por ser despoblado, pero que, descendido un puerto, habia -hallado muchas poblaciones á cada legua, y que los señores dellas y -toda la gente los recibian como á ángeles, saliéndolos á recibir, y -aposentándolos, y dándoles de comer de sus manjares, como si fueran -todos sus hermanos. Este puerto es la sierra, que arriba digimos, -fertilísima, que hace la vega por la parte del Norte, la cual toda era -poblada, sino que, por aquella parte por donde fueron, debia ser el -camino despoblado; como quiera que era todo poca distancia, porque no -podian ser obra de ocho ó diez leguas hasta descender la vega abajo, -la cual era, en admirable manera, poblada. Continuó Hojeda su camino, -llegó á la provincia de Cibao en cinco ó seis dias, que está de la -Isabela obra de 15 ó 20 leguas, porque se detenia por los pueblos por -ser tan bien hospedado; llegado á la provincia, que luego comienza, -pasado el rio grande que se llama Yaquí, al cual puso el Almirante Rio -del Oro, cuando vido la boca dél en el puerto del _Monte-Christi_, el -primer viaje, andando por los rios y arroyos della, los vecinos que -en los puertos cercanos estaban y los que consigo por guias llevaban, -en presencia del Hojeda y de los cristianos, cogian y cogieron muchas -muestras de oro, que bastaron para creer y afirmar que era tierra -de mucho oro; como en la verdad lo fué despues, de donde se sacó -innumerable, y de lo más fino que hobo en el mundo, como, si Dios -quiere, abajo se contará más largo. Con esta nueva, todos, como dije, -recibieron un mezclado alegron; pero el Almirante fué el que más dello -gustó, y determinó, despachados los navíos para Castilla, ir á ver la -dicha provincia de Cibao, por los ojos, y dar á todos motivo de creer -lo que viesen y palpasen, como Sancto Tomás. Hecha relacion larga de -la tierra y del estado en que quedaba, y donde habia poblado, para los -Reyes católicos, y enviándoles la muestra del oro que Guacanagarí le -habia presentado, y la que Hojeda habia traido, é informándoles de todo -lo que vido ser necesario, despachó á los 12 navíos dichos, poniendo -por Capitan de todos ellos al susodicho Antonio de Torres, hermano del -ama del príncipe D. Juan, á quien entregó el oro y todos sus despachos. -Hiciéronse á la vela á los 2 dias de Febrero de 1494. Alguno dijo que -envió con estos navíos á un Capitan que se decia Gorbalan pero no es -así, lo cual ví, como está dicho, en una carta del mismo Almirante para -los Reyes, cuyo traslado tuve yo en mi poder escrito de su propia mano. - - - - -CAPÍTULO XC. - -En el cual se tracta como el Almirante salió por la tierra, con -cierta gente española.—Dejó la gobernacion de la Isabela á su -hermano D. Diego.—Como salió en forma de guerra, y así entraba y -salia en los pueblos para mostrar su potencia y poner miedo en la -gente indiana.—Como se quiso amotinar un contador, Bernal de Pisa, -y hurtar ciertos navíos.—Los recibimientos que hacian los indios al -Almirante y á los cristianos.—De su bondad y simplicidad en la manera -que tenian.—De la hermosura de la vega á que puso nombre la Vega -Real.—Los rios tan grandes y hermosos que habia, y el oro que en ellos -se hallaba, etc. - - -Partidos los navíos para España, y el Almirante, de su indispusicion y -enfermedad mejorado, acordando de salir á ver la tierra, en especial -la provincia de Cibao, porque, estando enfermos algunos de los -descontentos y trabajados, quisieron hurtar ó tomar por fuerza los -cinco navíos que quedaban, ó algunos dellos, para se volver á España, -cuyo movedor, diz que, habia sido un Bernal de Pisa, Alguacil de corte, -á quien los Reyes habian hecho merced del oficio de Contador de aquesta -isla, puesto quel Almirante, no pudiéndose la rebelion encubrir, hechó -preso al Bernal de Pisa, y mandólo poner en una nao para enviarlo á -Castilla con el proceso de lo que habia ordenado, y á los demas mandó -castigarlos; por esta causa mandó poner toda la municion y artillería, -y cosas más necesarias de la mar de los cuatro navíos, en la nao -_Capitana_, y puso en ellas personas de buen recaudo. Y esta fué la -primera rebelion que en estas Indias fué intentada, aunque luego, -ántes que se perfeccionase, fué apagada. Tambien parece haber sido el -origen de la contradiccion, que el Almirante y sus sucesores siempre -tuvieron, de los que los Reyes proveian en estas tierras por sus -oficiales, los cuales le hicieron, como se verá, grandísimos daños. -Hallóse á este Bernal de Pisa una pesquisa escondida dentro de una -boya, (que es un palo muy grueso que se echa con una cuerda, para que -se sepa donde está el ancla, por si se le rompiere el cable) hecha -contra el Almirante; y no se yo qué podia el Almirante haber cometido -ó agravios hecho en tan pocos dias, que no habia dos meses que en la -tierra estaba. Asimismo de los castigos, que, quizá por esto, hizo en -los que por esta conjuracion halló culpados, comenzó la primera vez -á ser tenido por riguroso juez, y, delante de los Reyes, y cuasi en -todo el reino, por insufrible y cruel infamado; de lo cual yo bien -me acuerdo, y áun ántes que pasase á estas partes ni cognosciese al -Almirante, por tal en Castilla publicarse, y dado que no he visto los -testigos que entónces hizo para certificarlos, pero he leido cartas -suyas escritas á los Reyes, excusándose del rigor de la justicia que -le imponian, de donde colijo que algun testigo debiera en aquellos -de haber ejecutado; y, en la verdad, digno era de gran castigo aquel -delito, siendo el primero y de tan mala y peligrosa especie y así -muy grave, pero como los delincuentes, por gravemente que ofendan, -querrian, del todo de las penas que merecen, escaparse, cuando se -las ejecutan escuéceles, y siempre sus causas justifican y repútanse -por agraviados. Volviendo al propósito, puesto recaudo en los cinco -navios, y dejado cargo de la gobernacion á D. Diego, su hermano, -con personas que en ella le aconsejasen y ayudasen, escogió toda la -más gente y más sana que le pareció que habia de pié y de caballo, -y trabajadores, albañiles y carpinteros, y otros oficiales, con las -herramientas é instrumentos necesarios, así para probar á sacar oro, -como para hacer alguna casa fuerte donde los cristianos se pudiesen -defender si los indios intentasen algo. Salió de la Isabela, con toda -su gente cristiana y con algunos indios del pueblo que habia junto á -la Isabela, miércoles, á 12 de Marzo de 1494 años, y, por poner temor -en la tierra, y mostrar que si algo intentasen eran poderosos para -ofenderlos y dañarlos los cristianos, á la salida de la Isabela, mandó -salir la gente en forma de guerra, con las banderas tendidas, y con sus -trompetas, y, quizá, disparando espingardas, con las cuales quedarian -los indios harto asombrados; y así hacia en cada pueblo al entrar y -al salir, de los que en el camino hallaba. Fué aquel dia tres leguas -de allí á dormir, al pié de un puerto harto áspero, todas de tierra -llana, y porque los caminos, que los indios andaban, eran no más anchos -que los que llamamos sendas, como ellos tengan poco embarazo de ropa -ni de recuas ó carretas para tenerlos anchos, porque no lo son más de -cuanto les caben los pies, mandó el Almirante ir á ciertos hidalgos, -con gente de trabajo, delante, la sierra arriba, que dura obra de dos -tiros buenos de ballesta, que con sus azadas y azadones lo ensanchasen, -y, donde habia árboles, los cortasen y escombrasen, y por esta causa, -puso nombre á aquel puerto, el Puerto de los Hidalgos. Otro dia, -jueves, 13 de Marzo, subido el Puerto de los Hidalgos, vieron la gran -vega, cosa que creo yo, y que creo no engañarme, ser una cosa de las -más admirables cosas del mundo, y más digna, de las cosas mundanas y -temporales, de ser encarecida con todas alabanzas, y por ella ir á -prorumpir en bendiciones é infinitas gracias de aquel Criador della -y de todas las cosas que tantas perfecciones, gracias y hermosura en -ella puso; ella es de 80 leguas, y las 20 ó 30 dellas de una parte y -de otra, de lo alto de aquella sierra, donde el Almirante y la gente -estaban, se descubre; la vista della es tal, tan fresca, tan verde, tan -descombrada, tan pintada, toda tan llena de hermosura, que ansí como -la vieron les pareció que habian llegado á alguna region del Paraíso, -bañados y regalados todos en entrañable y no comparable alegría, y -el Almirante, que todas las cosas más profundamente consideraba, dió -muchas gracias á Dios, y púsole nombre la Vega Real. Cuanto bien -merezca este nombre y otro más digno si en la tierra lo hobiese, y que -pudiese provocar las criaturas á nunca cesar de bendecir al Criador, -despues parecerá cuando habláremos della en la descripcion desta isla. -Descendieron luego la sierra abajo, que dura mucho más que la subida, -con grande regocijo y alegría, y atravesaron la felicísima vega, cinco -leguas que tiene de ancho por allí, pasando por muchas poblaciones, -que, como á venidos del cielo, los recibian hasta que llegaron al -rio grande y graciosísimo que los indios llamaban Yaquí, de tanta -agua y tan poderoso como Ebro, por Tortosa, ó como por Cantillana, -Guadalquivir; al cual llamó el Almirante el Rio de las Cañas, no se -acordando que en el primer viaje lo nombró el Rio del Oro, cuando -estuvo á su boca, que sale á _Monte-Christi_. A la ribera deste rio -durmieron aquella noche todos, muy alegres y placenteros, lavándose -y holgándose en él, y gozando de la vista y amenidad de tan felice y -graciosa tierra y deleitosos aires, mayormente por aquel tiempo, que -era Marzo, porque, aunque hay poca diferencia de un tiempo á otro -en todo el año, en esta isla, como en otros muchos lugares y por la -mayor parte destas Indias, pero aquellos meses desde Setiembre hasta -Mayo, es su vivienda como de Paraiso, segun que, placiendo á Dios, más -largo abajo será dicho. Cuando llegaban y pasaban por los pueblos, los -indios de la Isabela que consigo el Almirante llevaba, entraban en -las casas y tomaban todo lo que bien les parecia, con mucho placer de -los dueños, como si todo fuera de todos, y los de los pueblos adonde -entraban se iban á los cristianos, y les tomaban lo que les agradaba, -creyendo que tambien se debia de usar entre nosotros en Castilla; de -donde parece manifiesto, aunque despues se cognosció y experimentó más -claro en diez mil partes destas Indias, cuanta era la paz, y amor, y -liberalidad, y comunicacion benigna y fraternidad natural que, entre -estas gentes, viviendo sin cognoscimiento del verdadero Dios, habia, y -cuanto aparejo y dispusicion en ellos Dios habia puesto para imbuirlos -en todas las virtudes, mayormente con la católica y cristiana doctrina, -si los cristianos por fin principal lo tomáramos segun debiamos. Así -que, otro dia, jueves, 14 de Marzo, pasado el rio Yaquí, con canoas -y balsas, gente y fardaje, y los caballos por un vado hondo, aunque -no nadando, sino fuera que viniera avenido, legua y media de allí -llegaron á otro gran rio que llamó Rio del Oro, porque, diz que, -hallaron ciertos granos de oro, en él, á la pasada; este rio parece -ser, ó el que llamaban los indios Nicayagua, que está del rio Yaquí, -el grande de atras y entra en él, obra de legua y media, pero este no -es grande, salvo que debia de venir á la sazon, por ventura, avenido. -Con este rio Nicayagua, que por sí es pequeño arroyo, se juntan tres -otros arroyos; el uno Buenicún, que los cristianos, el tiempo andando, -llamaron Rio Seco, el otro Coateniquím, el tercero Cibú, las últimas -sílabas agudas; los cuales fueron riquísimos y del oro más fino, y -estos fueron la principal riqueza de Cibao. Ó por ventura, era otro -muy grande que en lengua de indios se nombraba Mao, que tambien mete -su agua en el grande Yaquí. Este rio es muy gracioso y deleitable, y -tuvo tambien muchas y ricas minas de oro; y más creo que fué Mao que no -Nicayagua, considerando el camino del Puerto de los Hidalgos, por donde -pudo á la Vega Real descender. Pasado, pues, este rio, segun cuenta -el Almirante, con mucha dificultad, porque, cierto, debia de venir -por las avenidas muy crecido, como algunas veces yo lo vide, allende -ser por sí grande, fué á dar á una gran poblacion; de la cual, gran -parte de la gente dió á huir, metiéndose en los más cercanos montes, -como sintió los cristianos, otra parte de la gente quedó en el pueblo -y se metian en sus casas de paja, y atravesaban con toda simplicidad -unas cañuelas á las puertas, como si pusieran algunos carretones con -culebrinas por las troneras de la muralla, haciendo cuenta, que, visto -aquel impedimento de las cañuelas atravesadas, habian de cognoscer -los cristianos que no era voluntad de los dueños que en sus casas -entrasen, y que luego se habian de comedir á no querer entrar. ¿Qué -mayor argumento de su inocencia y buena simplicidad? ¿qué más pudiera -usarse en aquella edad dorada de que tantas maravillas y felicidades -cantan los antiguos auctores, mayormente poetas? pero el Almirante, -mandando que nadie entrase en las casas, y asegurando, en cuanto podia, -los indios, iban perdiendo el temor y salian poco á poco á ver los -cristianos; y porque pasando el rio Yaquí primero, grande, luego están -sierras, debian guiar los indios que llevaba por el rio abajo, porque -es todo llano, entre el rio y la sierra, obra de una legua, y á veces -media, por llevar los cristianos por las poblaciones principales -y grandes. Partió de aquella poblacion y llegó á otro hermoso rio, -que era de tanta frescura, que le puso nombre Rio Verde; y tenia el -suelo y ribera de unas piedras lisas guijeñas, todas redondas ó cuasi -redondas, que lucian, y desta manera son cuasi los rios de Cibao; en -este descansó toda la gente aquella noche. Otro dia, sábado, 15 de -Marzo, entró por algunas poblaciones grandes, y la gente toda dellas, -sin la que se ausentaba, ponian tambien palos atravesados á las puertas -porque no entrase nadie, como en los pueblos pasados; llegaron aquella -noche al pié de un gran puerto que llamó Puerto de Cibao, porque desde -encima dél comienza la provincia de Cibao, por aquella parte, que es -cuasi lo postrero della, porque atras, sobre la mano izquiérda, hácia -el Mediodia, queda la mayor parte, y ellos iban la parte del rio Yaquí -abajo, que tiraba el camino hácia el Norte ó polo Ártico; hicieron allí -noche, porque ya la gente de pié iba fatigada. Estarian 11 leguas de la -descendida del puerto pasado que nombró, por la parte de la subida en -él, cuando salió de la Isabela, de los Hidalgos. - - - - -CAPÍTULO XCI. - -En el cual se tracta como el Almirante subió á la provincia de Cibao, y -de la etimología della, segun la lengua de los indios; de su hermosura, -puesto que es aspérrima; los admirables y graciosísimos rios que tiene; -los pinos infinitos de que está adornada; de su sanidad, salubérrimas -aguas y aires, y alegría; del grandor della.—De los recibimientos y -servicios que los indios en los pueblos le hacian.—Como en un gracioso -rio y tierra halló minas de oro y de azul, y de cobre, y de ámbar, y -especería.—Edificó una fortaleza.—De unos nidos de aves que hallaron -en las cavas que hicieron, de que el Almirante se admiró, de lo cual -tomó ocasion el auctor de decir como pudieron estar sin podrirse, -y descubre muchos secretos de naturaleza.—Colige argumento de ser -antiguas en estas tierras estas gentes. - - -Antes que subiese aquel puerto envió á hacer el camino, como mejor -adobarse pudo, para que los caballos pasasen, y desde aquí despachó -ciertas bestias de carga para que tornasen á traer bastimentos de la -Isabela; porque, como la gente no podia comer áun de los bastimentos -de la tierra, gastábase mucho pan y vino, que era lo principal, y -dello era necesario socorrerlos. Domingo, pues, de mañana, 16 de -Marzo, subido el puerto, de donde tornaron á gozar de la graciosísima -vista de la vega, porque se parece desde aquel puerto mejor áun que -del primero, de cada banda sobre 40 leguas, entraron por la tierra de -Cibao, tierra aspérrima, de grandes y aspérrimas sierras, todas de -piedras grandes y chicas, cuan altas son; y bien la llamaron los indios -Cibao, de ciba, que es piedra, cuasi pedregal, ó tierra de muchas -piedras. Sobre la piedra hay nacida una corta hierba, que áun no cubre -las piedras, puesto que en unas partes la hay más que en otras crecida; -tiene toda aquella provincia infinitos rios y arroyos, en todos los -cuales se halla oro; hay en ella pocas arboledas frescas, ántes es -sequísima, comunmente, si no es en los bajos de los rios, salvo que -abunda de infinitos pinos, muy raros y esparcidos y altísimos, que no -llevan piñas, por tal órden por natura compuestos, como si fueran los -aceitunos del Ajarafe de Sevilla, es toda esta provincia sanísima, los -aires suavísimos, y las aguas, sin comparacion, delgadas y dulcísimas. -Dice aquí el Almirante, que sería tan grande como el reino de Portugal -esta provincia, pero yo, que la he andado y sé harto más y mejor que -él, digo que creo ser mayor que tanto y medio que aquel reino. En -cada arroyo que pasaban, hallaban granos de oro chiquitos, porque -comunmente todo el oro de Cibao es menudo, puesto que en algunas partes -y arroyos se han hallado granos crecidos, y uno se halló de 800 pesos -de oro, que son diez y seis libras; y porque, como arriba en el cap. -89 se dijo, habia enviado el Almirante á Alonso de Hojeda, pocos dias -habia, que viese aquella provincia, y la gente della estaba ya avisada -de la venida de los cristianos, y supieron que el Guamiquina de los -cristianos venia (Guamiquina, llamaban al señor grande), por esta -causa, por todos los pueblos que pasaban, salian á recibir al Almirante -y á sus cristianos con grande alegría, trayéndoles presentes de comida -y de lo que tenian, y, en especial, de oro en grano, que habian cogido -despues que tuvieron noticia que aquella era la causa de su venida. -Llegó desta hecha el Almirante hasta distar de la Isabela 18 leguas; -halló y descubrió por allí, segun él dice en una carta que escribió á -los Reyes, muchos mineros de oro, y uno de cobre, y otro de azul fino, -y otro de ámbar, y algunas maneras de especería; destas no sabemos que -haya otras sino la pimienta, que llamaban los indios desta isla axí. -El azul fué poco, y el ámbar tambien, el oro, cierto, ha sido mucho; y -como viese que cuanto más dentro de Cibao entraba, más áspera tierra -y dificilísima de andar, mayormente para los caballos, se le ofrecia, -porque no se pueden encarecer las sierras y altura, y aspereza dellas, -que Cibao tiene, deliberó de hacer por allí donde estaba una casa -fuerte, para que los cristianos tuviesen refugio y señoreasen aquella -tierra de las minas, y escogió un sitio alegrísimo, en un cerro, cuasi -poco ménos que cercado de un admirable y fresquísimo rio, no muy grande -rio; el agua dél parece destilada, el sonido de sus raudales, á los -oidos, suavísimo, la tierra enjuta, desabahada, airosa, que puede -causar toda alegría, llámase Xanique aqueste rio, y de donde se ha -sacado mucho oro, pero está en medio y comarca de muchos rios ricos. -Allí mandó edificar una casa de madera y tapias, muy bien hecha, y, -por la parte que no la cercaba el rio, cercóla de una cava, que, para -contra indios, la casa ó torre era fortísima; al pié del asiento de -esta fortaleza está un llano gracioso, que los indios llaman çabana, en -la cual, algunos años despues de despoblada, hice y tuve yo, viviendo -en otro estado, una heredad ó labranza, y, de un pequeño arroyo que -estaba de cara de la fortaleza y que entraba en el dicho rio Xanique, -hice coger algun oro; este arroyuelo hace á la entrada del rio una -isleta de muy fértil y gruesa tierra, en la cual se hicieron entónces, -de la semilla que aquellos primeros cristianos sembraron, traida de -Castilla, las primeras cebollas de toda esta isla Española. Puso nombre -á esta fortaleza el Almirante, la fortaleza de Sancto Tomás, dando -á entender que la gente, que no creia que en esta isla hobiese oro, -despues que lo vido con los ojos y palpó con sus mesmas manos, habia -creido, como arriba se tocó. De una cosa hobo admiracion el Almirante y -los que con él estaban, conviene á saber, que, abriendo los cimientos -para una fortaleza, y haciendo la cava, cavando hondo bien un estado, -y áun rompiendo á partes alguna peña, hallaron unos nidos de paja, -como si hobiera pocos años que allí hobieran sido puestos, y, como por -huevos, entre ellos, habia tres ó cuatro piedras redondas, casi como -unas naranjas, de la manera que las pudieran haber hecho para pelotas -de lombardas. Bien podia ser que la virtud mineral hobiese convertido -los huevos en aquellas piedras, y ellas, despues, haber crecido, y los -huevos estuviesen dentro dellas, por la misma virtud mineral, conforme -á lo que arriba, en el capítulo 6.º, trujimos de Alberto Magno, puesto -que, segun se puede colegir de Alberto Magno, las piedras no crecen, -porque no viven, pero segun otros, sí; Alberto Magno en el libro I. -cap. 7.º _De Mineralibus_, dice tambien, que en su tiempo en la mar de -Dácia, cerca de la ciudad lubicense, se halló un ramo grande de árbol, -en el cual estaba un nido de picazas, y en él picazas convertidas en -piedras, que declinaban algo á color bermejo, lo que no pudo ser, -segun dice, sino que, con alguna tormenta, las olas derrocaron el -árbol al tiempo que tenia el nido, y cayeron las avecillas chiquitas -en el agua, que no pudieron volar, y despues, por virtud del lugar en -que cayeron, fué todo convertido en piedra; cuenta más, de una fuente -que hay en Gotia, de la cual por virtud se certifica, que todo lo que -en ella cae lo convierte en piedra, en tanto grado, que el emperador -Frederico envió un guante suyo, sellado con su sello, para saber la -verdad, del cual, como estuviese la mitad en el agua, y la mitad del -sello, algunos dias, fué convertida aquella mitad, quedando la otra -mitad cuero, como de ántes se era; y las gotas que caen á la orilla -de aquella fuente se hacen piedras del tamaño de la gota, y ella no -deja de correr. Vémoslo tambien manifiestamente, dice Alberto, en las -altas sierras que perpétuamente tienen nieve, lo cual no podria ser -sino por virtud mineral que abunda en aquellos lugares ó sierras; y -Aristóteles en el libro _De Mineralibus_ dice, que algunas hierbas y -plantas, y algunos animales tambien, se convierten en piedras por la -virtud mineral, que tiene tal fuerza y virtud lapidificativa, conviene -á saber, de convertir aquellas cosas en piedras, y esto dice que acaece -en los lugares pedregosos; y como aquella provincia de Cibao fuese -tan pedregosa, y tuviese y tenga tanta virtud mineral, fácil cosa -era, segun natura, convertir los huevos de aquellos nidos en aquellas -piedras, y despues, como dije, hacerse más grandes, si fuese verdad -que viviesen, ó que las piedras los abrazasen y concluyesen dentro de -sí, y esto parece lo más cierto, por lo que luego se dirá. La razon de -engendrarse las piedras es esta: que como las concavidades, que las -sierras ó montes tienen, sean naturalmente receptivas ó dispuestas -para recibir en sí las aguas, como parece que de las sierras ó montes -altos vemos salir fuentes y exprimir ó producir arroyos, ó caños de -agua, y el agua cause ó haga lodo de la tierra, mayormente cuando la -tierra es gruesa en sí é pegajosa como el barro, por tanto, deste lodo -jugoso, y grueso, y pegajoso, y del calor ó vapor del lugar caliente -que de su naturaleza es congregativo y conservativo del calor, ó que -aquel calor se engendre por el movimiento de los vapores de la tierra, -ó se engendre de los rayos del sol, destas dos cosas del lodo grueso -y pegajoso, y del dicho vapor, son engendradas las piedras; y porque -desto abundan los montes altos ó altas sierras, por eso en ellas se -hallan grandes y muchas piedras, lo cual, cierto, se verifica bien en -las sierras de Cibao. Esto es de Alberto Magno, en el cap. 5.º del -tercero tratado «De las propiedades de los elementos.» Y dice más, que -la señal y argumento de lo dicho es, que algunos miembros ó partes de -animales de agua, como son pescados, y algunos instrumentos de navíos, -así como timon ó gobernario, se han hallado dentro de algunas peñas, -en lo hueco ó entrañas de algunas sierras ó montes, los cuales, sin -duda, dice él, el agua con el lodo grueso y pegajoso allí los puso, y, -por la frialdad y sequedad de la tal piedra ó peña, fueron conservadas -aquellas cosas que no se pudriesen ó corrompiesen; y así pudieron estar -dentro de las piedras los huevos, y si advirtiera el Almirante en esto -y las hiciera quebrar, quizá se halláran dentro. A lo cual ayuda lo -que el filósofo trae en el libro _De propietatibus elementorum_, que -un filósofo, haciendo un pozo en su casa, llegando cavando al barro -muy duro, y ahondando por él, halló un timon ó gobernario de una nao -grande, como si allí se hobiera nacido, sobre lo cual dice Alberto, -que aquello pudo acaecer, ó porque allí lo pusieron siendo entónces -suelo aquel lugar ó la superficie de tierra, y despues, por tiempos, -por causa de terremotos, ó por otra causa, echarse ó caer sobre aquel -suelo mucha tierra, y, por la frialdad della, haber sido allí sin -corromperse conservado, ó que antiguamente hobiese sido aquello mar, y -por alguna causa accidental haberse desviado de allí la mar y quedar -el lugar seco; y testifica él, que en Colonia vido cavar grandísimos -hoyos, y, en lo más hondo dellos, hallarse paramentos con figuras -de gran artificio y hermosura, de los cuales, ninguna duda hay que -antiguamente los hobiesen puesto allí hombres, sino que despues, con -los tiempos, caerse los edificios y sobrevenir mucha tierra, y así, -lo que solia ser la superficie del suelo parecer y estar en hondura -profunda. Por esta razon no son imposibles muchas cosas que se cuentan, -puesto que, á los que no leen y saben estos principios, lo parecen; -como lo que cuenta Fulgoso en el libro I de sus _Coletáneas_, que en el -año de 1072, en los montes ó sierras de Suiza, léjos de la mar, cavando -bien hondo, más de cient brazas, en unas minas de metales hallaron un -navío enterrado con masteles y anclas de hierro, y, dentro del navío, -los huesos de 40 hombres; algunos de los que lo vieron, diz que, decian -que debia de quedar allí aquel navío desde el Diluvio, pero yo no lo -creo, porque áun no se tenia tanta experiencia de navegar en la Edad -del mundo primera. Otros afirmaban, que, anegado el navío, por las -concavidades de la tierra la mar lo debió llevar allí, é despues, por -discurso de luengos tiempos, crecer la tierra, desviándose el agua, y -así quedar seca aquella comarca; y esto parece llegarse á lo susodicho -y tener más color de verdad. Otros cuentan haberse hallado en una -piedra de mármol una piedra preciosa, diamante, labrada y polida, y en -otra, un sapo vivo; todo lo cual se debe reducir á la manera susodicha, -y puede ser todo posible y certísimo. Yo he visto en las mismas minas -de Cibao, á estado y dos estados en hondo de tierra vírgen, en llanos, -al pié de algunos cerros, haber carbones y ceniza, como si hobiera -pocos dias que se hobiera hecho allí fuego, y por la misma razon hemos -de concluir que, en otros tiempos, iba por allí cerca el rio, y en -aquel lugar hicieron fuego, y despues, apartándose más el agua del rio, -amontonóse la tierra sobre él que con las lluvias descendia del cerro, -y porque esto no pudo ser sino por gran discurso de años y antiquísimo -tiempo, por eso es grande argumento que las gentes destas islas y -tierra firme son antiquísimas. Tornando al propósito de los nidos, que -en la cava de la fortaleza de Sancto Tomás halló el Almirante, queda -bien averiguado, por los ejemplos naturales y razonables susodichos, -que pudieron conservarse y no corromperse, aunque de paja eran, por la -frialdad y sequedad de las piedras ó de la tierra. Dejó por Capitan y -Alcaide á un caballero aragonés, y Comendador, que se llamaba D. Pedro -Margarite, persona de mucha estima, y con él 52 hombres; despues envió -más, y estuvieron hasta 300, entre oficiales, para que la fortaleza -se acabase, y otros que la defendiesen. Y, dejada su instruccion y lo -demas ordenado, tornó á tomar el camino para la Isabela, con intincion -de se despachar lo más presto que pudiese para ir á descubrir, como -se dirá; por lo cual, viérnes, 21 de Marzo, se partió, y en el camino -halló la recua, que volvia con los bastimentos por qué habia enviado, -la cual envió á la fortaleza, y porque los rios venian muy grandes con -las avenidas, porque llovia mucho en las sierras, hobo de andar por los -pueblos más despacio de lo que quisiera, y comenzó á comer la gente del -caçabí, ó pan y ajes, y de los otros mantenimientos de los indios, que -los indios les daban de muy buena voluntad, y mandábales dar por ellos -de las contezuelas y otras cosillas de poco valor, que llevaba. - - - - -CAPÍTULO XCII. - -En el cual se tracta como halló el Almirante la gente cristiana muy -enferma, y muerta mucha della.—Como por hacer molinos y aceñas -compelió á trabajar la gente, y por la tasa de los mantenimientos, -que ya muy pocos habia, comenzó á ser aborrecido, y fué principio de -ir siempre su estado descreciendo y áun no habiendo crecido.—De los -que mucho daño le hicieron fué fray Buil, el legado que arriba se -dijo.—Persuádese no tener hasta entónces el Almirante culpas por qué -lo mereciese.—Dícense muchas angustias que allí los cristianos, de -hambre, padecieron, y como morian cuasi desesperados.—De cierta vision -que se publicó que algunos vieron.—Como vino mensajero de la fortaleza -que un gran señor venia á cercarla.—De lo que el Almirante por remedio -hizo. - - -Sábado, 29 dias de Marzo, llegó el Almirante á la Isabela, donde halló -toda la gente muy fatigada, porque, de muertos ó enfermos, pocos -se escapaban, y los que del todo estaban sanos, al ménos estaban, -de la poca comida, flacos, y cada hora temian venir al estado de -los otros; y que no vinieran, sólo el dolor y compasion que habian -en ver la mayor parte de todos en tan extrema necesidad y angustia -era cosa triste, llorosa é incurable. Tantos más caian enfermos y -morian, cuanto los mantenimientos eran ménos, y las raciones dellos -más delgadas; estas se adelgazaban más de dia en dia, porque, cuando -los desembarcaron, se hallaron muchos dañados y podridos; la culpa -desto cargaba el Almirante, ó mucha parte della, á la negligencia ó -descuido de los Capitanes de los navíos. Tambien los que restaron, -con la mucha humedad y calor de la tierra, ménos que en Castilla sin -corrupcion se detenian, y porque ya se acababa el bizcocho, y no -tenian harina sino trigo, acordó hacer una presa en el rio grande de -la Isabela para una aceña, y algunos molinos, y dentro de una buena -legua no se hallaba lugar conveniente para ellos; y, porque de la -gente de trabajo y los oficiales mecánicos, los más estaban enfermos y -flacos, y hambrientos, y podian poco, por faltarles las fuerzas, era -necesario que tambien ayudasen los hidalgos y gente del Palacio, ó -de capa prieta, que tambien hambre y miseria padecia, y á los unos y -á los otros se les hacia á par de muerte ir á trabajar con sus manos, -en especial no comiendo; fuéle, pues, necesario al Almirante añadir -al mando violencia, y, á poder de graves penas, constreñir á los unos -y á los otros para que las semejantes obras públicas se hiciesen. De -aquí no podia proceder sino que de todos, chicos y grandes, fuese -aborrecido, de donde hobo principio y orígen ser infamado, ante los -Reyes y en toda España, de cruel y de odioso á los españoles, y de -toda gobernacion indigno, y que siempre fuese descreciendo, ni tuviese -un dia de consuelo en toda la vida, y, finalmente, desta semilla se -le originó su caida; por esta causa debió de indignarse contra él -aquel padre, que, diz que, venia por legado, fray Buil, de la órden -de Sant Benito, ó porque, como hombre perlado y libre, le reprendia -los castigos que en los hombres hacia, ó porque apretaba más la mano, -el Almirante en el repartir de las raciones de los bastimentos, que -debiera, segun al padre fray Buil parecia, ó porque á él y á sus -criados no daba mayores raciones como se las pedian. Y como ya fuese -á todos ó á los más, por las causas susodichas, odioso, en especial -al contador Bernal de Pisa, y así debia ser á los otros oficiales y -caballeros, que más auctoridad en sí mismos presumian que tenian, á -todos los cuales, sobre todo, creo yo que desplacia la tasa de los -bastimentos, como parece por las disculpas que el Almirante á los -Reyes por sus cartas de sí traia, que como muchos le importunaron en -Castilla que los trajese consigo, y ellos trajesen más criados de los -que podian mantener, no dándoles las raciones tantas ó tan largas como -las quisieran, consiguiente cosa era, que los habia en ello, quien -habia de cumplir con tantos, de desabrir. Allegábase otra calidad que -hacia más desfavorable su partido, conviene á saber, ser extranjero y -no tener en Castilla favor, por lo cual, de los españoles, mayormente -de la gente de calidad, que en sí son altivos, como no le amasen, era -en poco estimado; así que todo esto, junto con el descontento del padre -fray Buil, hobo de hacer harto efecto para dañarle, y dende adelante -su favor fuese disminuido. Y verdaderamente, yo, considerando lo que -desto por mí sé, y á lo que á otros de aquellos tiempos he oido, y de -propósito algo inquirido, y lo que la razon que juzguemos nos dicta, -yo no sé qué culpas en tan poco tiempo (porque no habian pasado sino -tres meses, y con tantas dificultades y necesidad involuntaria, y que -sólo el tiempo y la novedad del negocio y de las tierras ofrecia), el -Almirante, contra los españoles que consigo trujo, por entónces hobiese -cometido, para que tanta infamia y desloor con razon incurriese, sino -que fué guiado por oculto divino juicio. Tornando á la infelicidad de -los cristianos que allí estaban, como fuese creciendo de dia en dia -y de hora en hora, y disminuyéndoseles todo el socorro y refrigerio, -no sólo de los manjares que para enfermos y de graves enfermedades -se requerian, porque acaecia purgarse cinco con un huevo de gallina -y con una caldera de cocidos garbanzos, pero los necesarios para no -morir aunque estuvieran sanos, y lo mismo de cura y medicinas, puesto -que algunas habia traido, pero no tantas ni tales que hobiese para -tantos, ni conviniesen á todas complisiones, sobrevenia la carencia de -quien los sirviese, porque ellos mesmos se habian de guisar la comida, -ya que alguna tuviesen, aunque, por falta de la cual, era este su -menor cuidado, y, finalmente, á sí mismos habian de hacer cualquiera -necesario servicio. Y lo que en estos dias, en aquella gente, mas -llorosa y digna de toda compasion hacia su desastrada suerte, fué, -que como se veian, distantísimos de todo remedio y consuelo, morir, -principalmente de hambre y sin quien les diese un jarro de agua, y -cargados de muy penosas dolencias, que más, cierto, la hambre y falta -de refrigerio para enfermos, les causó allí, é siempre (como se dirá -placiendo á Dios), á los que han muerto y enfermado en todas estas -Indias se les ha causado; así que, con todo género de adversidad -afligidos, y que muchos dellos eran nobles y criados en regalos, y que -no se habian visto en angustias semejantes, y, por ventura, que no -habia pasado por ellos en toda su vida un dia malo, por lo cual, la -menor de las penas que padecian, les era intolerable, morian muchos -con grande impaciencia, y á lo que se teme totalmente desperados. Por -esta causa, muchos tiempos, en esta isla Española, se tuvo por muchos -ser cosa averiguada, no osar, sin gran temor y peligro, pasar alguno -por la Isabela, despues de despoblada, porque se publicaba ver y oir de -noche y de dia, los que por allí pasaban ó tenian que hacer, así como -los que iban á montear puercos (que por allí despues hobo muchos), y -otros que cerca de allí en el campo moraban, muchas voces temerosas -de horrible espanto, por las cuales no osaban tornar por allí. Díjose -tambien públicamente y entre la gente comun, al ménos, se platicaba -y afirmaba, que una vez, yendo de dia un hombre ó dos por aquellos -edificios de la Isabela, en una calle aparecieron dos rengleras, á -manera de dos coros de hombres, que parecian todos como de gente noble -y del Palacio, bien vestidos, ceñidas sus espadas, y rebozados con -tocas de camino, de las que entónces en España se usaban, y estando -admirados aquel ó aquellos, á quien esta vision parecia, como habian -venido allí á aportar gente tan nueva y ataviada, sin haberse sabido en -esta isla dellos nada, saludándolos y preguntándoles cuando y de donde -venian, respondieron callando, solamente, echando mano á los sombreros -para los resaludar, quitaron juntamente con los sombreros las cabezas -de sus cuerpos, quedando descabezados, y luego desaparecieron; de la -cual vision y turbacion quedaron los que los vieron cuasi muertos, -y por muchos dias penados y asombrados. Tornando á tomar donde la -historia dejamos, estando en estos principios de sus tribulaciones y -angustias el Almirante, vínole un mensajero de la fortaleza de Sancto -Tomás, enviado por el capitan Mosen Pedro Margarite, avisándoles como -todos los indios de la tierra se huian y desamparaban sus pueblos, y -que un señor de cierta provincia, que se llamaba Caonabo, se apercibia -para venir sobre la fortaleza y matar los cristianos. Oidas estas -nuevas por el Almirante, acordó enviar 70 hombres de los más sanos, -y la recua cargada de bastimentos y armas, y otras cosas necesarias; -los 25 para guarda de la recua, y los restantes para engrosar los que -la fortaleza guardaban, y, de camino, hiciesen camino por otra parte, -porque por el que habian comenzado á ir era muy áspero. Junto con esto -deliberó enviar toda la gente que no estaba enferma, y la que podia -andar, aunque no del todo muy sana, dejando solamente los oficiales -mecánicos, y dióles por Capitan á Alonso de Hojeda, para que los -llevase hasta la fortaleza de Sancto Tomás, y los entregase al dicho -Mosen Pedro Margarite, para que con ella anduviesen por la tierra y la -allanasen, mostrando las fuerzas y poder de los cristianos para que los -indios temiesen y comenzasen á enseñarse á obedecerlos, mayormente por -la Vega Real, donde, dice el Almirante, que habia innumerables gentes, -y muchos Reyes y señores (y así era gran verdad, como se dijo en el -cap. 90), y así tambien andando, se hiciesen los cristianos á comer de -los mantenimientos de la tierra, pues ya todos los de Castilla se iban -acabando, pero el Hojeda quedase por Alcaide de la dicha fortaleza. - - - - -CAPÍTULO XCIII. - -En el cual se tracta como Alonso de Hojeda salió de la Isabela con 400 -hombres, para poner miedo á la gente de la tierra y sojuzgarla.—Como -en llegando á un pueblo, pasado el Rio del Oro, prendió á un -Cacique y señor, y á su hermano y sobrino por una cosa que hizo un -indio.—Como cortó las orejas á un vasallo del mismo Cacique en su -presencia.—Como condenó á muerte á los mismos, Cacique, hermano y -sobrino.—Dánse razones como ya tenian los indios justa guerra contra -los cristianos.—Cuán culpable fué deste hecho el Almirante, y cuan al -revés entró y comenzó en estas tierras del camino de la ley evangélica, -etc. - - -Miércoles, 9 de Abril del mismo año de 1494, salió de la Isabela Alonso -de Hojeda con la gente, que pasarian de 400 hombres, y, en llegando -que llegó, al rio, y pasado de la otra parte, que el Almirante habia -puesto Rio del Oro, que arriba digimos ser Mao, á lo que conjeturamos, -porque sabemos muy bien aquella tierra, y cuantos y cuales rios tiene, -y como se llamaban en lengua de indios, como, placiendo á Dios, abajo -se nombrarán, prendió Hojeda al Cacique y señor del pueblo que allí -estaba, y á un hermano y sobrino suyo, y presos, en cadenas, los -envió á la Isabela, al Almirante; hizo más, que á un indio ó vasallo -del dicho Cacique y señor, mandó cortar las orejas en medio de la -plaza de su pueblo; la causa de hacer esta obra, diz que, fué porque -viniendo tres cristianos de la dicha fortaleza para la Isabela, el -dicho Cacique les dió cinco indios que les pasasen la ropa por el -vado, y al medio del rio los dejaron, y volviéronse con ella á su -pueblo, y, diz que, el Cacique no los castigó por ello, ántes la ropa -se tomó para sí. Estaba otro pueblo destotra parte del rio, y el -Cacique y señor dél, como vido que llevaban presos á aquel señor, su -vecino, y á su hermano y á su sobrino, quísose ir con ellos á rogar -al Almirante que no los hiciese mal, confiando que habia hecho muy -buenas obras cuando el Almirante pasó, y ántes cuando Hojeda tambien, -y que el Almirante recebiria sus ruegos. Llegados los presos á la -Isabela, y él con ellos, mandó el Almirante que los presos llevasen á -la plaza, y con voz de pregonero, les cortasen las cabezas; ¡hermosa -justicia y sentencia, para comenzar en gente tan nueva á ser amados -los cristianos, para traerlos al cognoscimiento de Dios, prender y -atar á un Rey y señor en su mismo señorío y tierra, y, pared por medio -della, condenarlos á muerte y á su hermano y sobrino, por una cosa -en que, quizá, ninguna culpa tuvieron, y ya que la tuviesen, siendo -tan leve, y habiendo de preceder mil comedimientos y justificaciones -primero! Tambien ¿como se pudo averiguar, prendiéndolos luego como -Hojeda llegó, y no sabiendo cosa ninguna de la lengua, que el Cacique -tuviese la culpa, y su hermano y su sobrino que no fuesen inocentes? -lo mismo fué gentil ejecucion de justicia, la cual hizo en presencia -del mismo Cacique, y en su pueblo y señorío, cortando las orejas al -vasallo ajeno, Hojeda; ¡buenas nuevas cundirian de la mansedumbre y -bondad de los cristianos por toda la tierra! Así que, como vido el otro -Cacique que llevaban al señor, su vecino, y quizá su padre, ó hermano y -pariente, á la muerte, con muchas lágrimas rogaba al Almirante que no -lo hiciese, prometiendo por señas, en cuanto él podia dar á entender, -que nunca más otro tanto se haria; condescendió el Almirante á sus -ruegos y alcanzólos la vida. En esto llegó uno de caballo que venia -de la fortaleza, y dió nueva, como pasando por el pueblo del Cacique -preso, sus vasallos tenian en mucho aprieto cercados, para matar, á -cinco cristianos, y él con su caballo los descercó y le huyeron más -de 400 indios, fué tras ellos é hirió algunos, é yo no dudo sino que -habria otros muertos. Tambien se derramaría por toda la tierra buen -rumor y buena fama de los cristianos, que un poco ántes estimaban haber -descendido del cielo. Esta fué la primera injusticia, con presuncion -vana y errónea de hacer justicia, que se cometió en estas Indias contra -los indios, y el comienzo del derramamiento de sangre, que despues tan -copioso fué en esta isla, como abajo parecerá, placiendo á Dios, y -despues desta en todas las otras infinitas partes dellas. Ya, desde -este dia, ninguna duda se puede tener por hombre que tenga buen seso, -sino que aquel Cacique y su pueblo tenia justo título y derecho para -contra los cristianos mover y sostener justa guerra, y este derecho -comenzaban los indios de aquel pueblo justamente contra los cinco -cristianos á ejercer; pues veian que les habian llevado su Rey é señor -á la Isabela, preso, quisieron, por ventura, prenderlos, porque, por -haberlos el Almirante, creian ser en su señor restituidos. ¿Qué título, -ó qué derecho, ó qué razones tan necesarias que los convenciese, los -podia haber dado el Almirante cuando llegó á su pueblo, en obra de dos -ó tres horas que estuvo en él, mayormente los unos ni los otros no se -entendiendo, para que no creyese el Cacique que le hacia muy buena -obra en dejarle pasar por su tierra, y hacelle, como le hizo, buen -recibimiento, entrando en ella sin pedirle licencia, mayormente siendo -los cristianos gente tan nueva y de su vista primera feroz, y entrando -en modo de armado ejército, y con caballos, animales tan fieros, que en -viéndolos les tiemblan las carnes, creyendo que los habian de sorber? -lo cual, en la verdad, injuria que se les hizo fué, y no hay gente hoy -en el mundo ni la hobo en tónces que por injuria no lo tuviera, y, de -_jure gentium_, resistir y vengar ó castigar por derecho natural no lo -pudiera ó debiera. ¿Y qué, no se estimaría tambien por superior suyo -y de los cristianos que traia, y á quién habia de ocurrir Hojeda que -le hiciera justicia del indio que, del medio del rio, con la ropa de -los cristianos, afirmaba que se les habia vuelto, y no hacerse juez -supremo en tierra y jurisdiccion ajena, y, lo peor y gravísimo que es, -prender al mismo señor y Rey, y estando seguro y pacífico, y en su -señorío y jurisdiccion, casa y tierra, que fué hacer más atroz y feo -el crímen, echarle en cadenas? La razon clara lo muestra, que no se -habia de entrar tan de rondon ni como en su casa en estas tierras, ni -en forma de guerra, y que no habia de salir el Almirante tan presto de -la Isabela, sin primero enviar sus mensajeros por toda la tierra, dando -cuenta de su venida á todos los Reyes y señores della, notificándoles -venir por su bien, convidándolos á que viniesen á verlo, y que para -los ir á ver le diesen licencia, enviándoles dádivas, como áun trajo -en la instruccion y mandado que le dieron los Reyes, y hacer todos -cuantos comedimientos, y tomar todos cuantos medios de paz, y amor, y -dulzura, y para evitar escándalo y turbacion de los pusilos inocentes, -nos enseña y manda la suave ley evangélica, cuyo ministro y mensajero -él era; pero luego entrar poniendo temores y mostrar potencia, y en -forma de guerra, y violar la jurisdiccion y preeminencia que de ley -natural no era suya, sino ajena, paréceme á mí que no fué entrar por -la puerta. No parece, cierto, esta primera entrada, que fué otra sino -como si nó de los hombres, salvo de bestias fieras, estuvieran pobladas -estas tierras; y, verdaderamente, yo no osaria culpar la intincion -del Almirante, por lo mucho que dél conocí, porque, cierto, siempre -la juzgué por buena, pero, como digimos en el cap. 41, el camino que -llevó, y muchas cosas que hizo, dellas, creyendo que acertaba, de su -voluntad, dellas, constreñido por las angustias que le sucedieron, -como, placiendo á Dios, diremos, fué por error grandísimo que tuvo -cerca del derecho. Es aquí mucho de considerar, para que se vea mejor -el principio que siempre llevó este negocio de las Indias, que, como ha -parecido en los capítulos precedentes, el Almirante y sus cristianos, -y despues todos cuantos en todas estas tierras y reinos entraron y -anduvieron, lo primero que trabajaron siempre, como cosa estimada -dellos por principal y necesaria para conseguir sus intentos, fué -arraigar y entrañar en los corazones de todas estas gentes su temor -y miedo, de tal manera que, en oyendo cristianos, las carnes les -extremeciesen; para lo cual, efectuar hicieron cosas hazañosas, nunca -otras tales, ni tantas, vistas ni oidas, ni áun pensadas ni soñadas, -como, Dios queriendo, se verá. Obra muy manifiesta ser contraria y -enemiga de la por donde han de comenzar su camino, y su entrada, y -su negociacion para inducir los infieles á que vengan á la fe, los -que profesan la verdad y la benignidad, la suavidad y mansedumbre -cristiana. - - - - -CAPÍTULO XCIV. - - En el cual se tracta como el Almirante determinó de ir á descubrir, - como los Reyes le habían mucho encargado, cuando volvió el segundo - viaje.—Como constituyó un Presidente y un Consejo para el regimiento - desta isla.—Como partió de la Isabela y llegó á Cuba, por la parte - del Sur.—Llegó á surgir á un puerto.—Vinieron á los navíos muchos - indios á traer á los cristianos de lo que tenian, estimando que habian - venido del cielo.—Como desde allí descubrió la isla de Jamáica; - púsole nombre Santiago.—Salieron muchas canoas de indios, con - alegría, para los navíos.—En un puerto salieron de guerra, queriendo - impedir á los cristianos la entrada.—Como lo hacian con razon y - justicia.—Como los cristianos asaetearon á ciertos indios, y cuan mal - hecho fué, y como no se habian de ganar por esta via.—Como no se han - de hacer males por algun fin bueno, aunque salgan dellos bienes. - - -Porque, como el rey de Portugal vido descubiertas estas Indias, y -hallarse burlado de no haber aceptado la empresa que la fortuna le -habia ofrecido y puesto en sus manos, alegaba que este orbe caia debajo -de su demarcacion y division que la Iglesia, los tiempos pasados, -hecho habia, entre los reyes de Castilla y Portugal (no se cual ella -entónces pudo ser, no teniendo de cosa, que por este mar Océano -hobiese, noticia, más de Guinea), por lo cual pretendia mover pleito, -y áun tenia una armada aparejada para venir acá, como arriba se dijo; -por esta causa, el Rey é la Reina, al tiempo que este segundo viaje -de los 17 navíos para poblar despacharon, al Almirante le mandaron -y encargaron muy mucho, que lo más presto que pudiese trabajase de -se despachar para ir á descubrir, mayormente á la isla de Cuba, que -hasta entónces fué estimada por tierra firme, y descubriese cuanta -más tierra firme ó islas pudiese, porque el rey de Portugal fuese en -tiempo y posesion, y en derecho por consiguiente, prevenido, mayormente -habiendo ya concedido la Sede Apostólica en especie todo este orbe de -las Indias, y puesto límites y demarcacion, ó distribuido este mundo de -por acá, entre ambos reyes de Portugal y de Castilla, segun que arriba -queda en el capítulo 79 escrito. Así que, por cumplir el mando de Sus -Altezas, y ejercitar el apetito é inclinacion que Dios le habia dado, y -para lo que le habia escogido, determinó el Almirante de se despachar -para descubrir, y para dejar la gobernacion de los Españoles ordenada, -y lo demas que tocaba á los indios desta isla, segun la estima y -opinion que dellos, para sujetarlos, tenia. Instituyó un Consejo de -las personas que de mayor prudencia, y ser, y auctoridad le pareció, -entre las cuales puso á su hermano, D. Diego Colon, por Presidente. -Las personas fueron, el dicho padre fray Buil, que se dijo tener poder -del Papa, como su legado, y Pero Hernandez Coronel, Alguacil mayor, -y Alonso Sanchez de Carabajal, Regidor de Baza, y Juan de Luxan, -de los caballeros de Madrid, criado de la Casa real; á estos cinco -encomendó toda la gobernacion, y á Mosen Pedro Margarite, que con la -gente que tenia, que eran, como dije, 400 hombres, anduviese y hollase -y sojuzgase toda la isla, dando á todos sus instrucciones, segun que -por entónces le pareció que, para el servicio de Dios y de Sus Altezas -(como él dice, hablando dello), convenia; el cual, con un navío ó nao -grande y dos carabelas, todos los tres bien aparejados, dejando los -dos en el puerto para las necesidades que se ofreciesen, partió, en -nombre de la Sancta Trinidad, dice él, jueves, 24 de Abril del mismo -año de 1494, despues de comer, la vía del Poniente, y fué al puerto de -_Monte-Christi_ á surgir. Otro dia fué al puerto de la Navidad, donde -dejó los 39 cristianos, tierra del rey Guacanagarí, que tanta humanidad -y buen acogimiento y caridad en el primer viaje, señaladamente en la -pérdida de la nao, le hizo; el cual, con miedo, porque quizá no le -viniese á hacer mal por la muerte de los cristianos, de que no tuvo -culpa, como se dijo arriba, se escondió, puesto que preguntando por -él el Almirante á los indios, sus vasallos, que luego á los navíos -en sus canoas vinieron, fingieron que habia ido cierto camino, y que -luego vernia. Finalmente, no curó de más esperar sino alzó sus velas -el sábado; fué seis leguas de allí á la isla de la Tortuga, en par -de la cual estuvo con calma y mucha mar, que venia del Oriente, y las -corrientes, por el contrario, venian del Occidente, por lo cual toda -la noche estuvo en harto trabajo. El domingo, con viento contrario, -que creo que era Norueste, y con las corrientes que le venian por la -proa, del Occidente, fué forzado tornar á surgir atras en el rio que -en el viaje primero llamó Guadalquivir, de que arriba digimos; llegó -al fin al puerto de Sant Nicolás, martes, 29 dias de Abril. De allí -vido la punta ó cabo de Cuba, que él llamó el primer viaje, cuando la -descubrió, _Alpha et Omega_, y agora se llama la Punta de Bayatiquirí, -en lengua de los indios; atravesó por aquel golfo, entre Cuba y esta -Española, que es de 18 leguas de punta á punta ó de cabo á cabo, y -comienza á costear la isla de Cuba por la parte del Sur ó Austro. -Vido luego una gran bahía y puerto grande, y así lo nombró Puerto -Grande, cuya entrada era muy honda; ternia de boca 150 pasos. Surgió -allí, donde los indios vinieron con canoas á los navios y trajeron -mucho pescado, y de aquellos conejos de la isla, que llamamos arriba, -capítulo 46, guaminiquinajes. Tornó á alzar sus velas, domingo, 1.º de -Mayo, y fué costeando la isla, y vía, cada hora, maravillosos puertos, -cuales los tiene, cierto, aquella isla; vian montañas muy altas y -algunos rios que salian á la mar, y, porque iba muy cerca de tierra, -eran sin número los indios de la isla que venian con sus canoas á los -navíos, creyendo que habian descendido del cielo, trayéndoles del pan -caçabí suyo, y agua, y pescado, y de lo que tenian, ofreciéndoselo á -los cristianos con tanta alegría y regocijo, sin pedir cosa por ello, -como si por cada cosa hobieran de salvar las ánimas, puesto que el -Almirante mandaba que todo se lo pagasen dándoles cuentas de vidro, y -cascabeles, y otras cosas de poco valor, de lo cual iban contentísimos, -pensando que llevaban cosas del cielo. Y porque los indios que llevaba -el Almirante consigo (que era, á lo que yo creo, un Diego Colon, de los -que el viaje primero habia tomado en la isla de Guanahaní y lo habia -llevado á Castilla y vuelto, el cual, despues vivió en esta isla muchos -años conversando con nosotros), hacian mucho caso señalando hácia la -parte donde estaba la isla Jamáica, afirmando que habia mucho oro, (y -creo, cierto, que es la que llamaban el viaje primero Baneque, que -tantas veces la nombraban, puesto que no veo que aquí el Almirante haga -mencion de Baneque), así que, acordó el Almirante dar una vuelta hácia -el Sueste, tomando parte del Sur, sábado, 13 de Mayo, y el domingo, -luego, la vido, y el lúnes llegó á ella y surgió, aunque no en puerto. -Desque la vido, dice el Almirante, que le pareció la más hermosa y -graciosa de cuantas hasta entónces habia descubierto; eran sin número -las canoas grandes y chicas que venian á los navíos. El lúnes procuró -de buscar puerto, yendo la costa abajo, y, como enviase las barcas -para que sondasen (esto es, echar la plomada para ver cuantas brazas -tiene el fondo), las entradas de los puertos, salieron muchas canoas -llenas de gente armada para les defender la tierra, y que en ella no -saltasen; como gente prudente, que, de ley natural, puede defender -su tierra de cualquiera gente no conocida, hasta ver quién es ó qué -es lo que pretende, porque cada una república ó persona particular -puede temer y proveer en el daño que le puede venir, de gente nueva -ó personas que no conoce, como Josepho, con razon pudo decir á sus -hermanos, como á gente de otro reino, extraña y fingiendo que no la -conocia, «vosotros espías debeis de ser deste reino de Egipto para -ver lo mas flaco dél, etc.,» como parece en el Génesis, cap. 42. Por -esta razon se hicieron leyes por los Emperadores, que los romanos no -fuesen osados, aunque fuese con títulos de llevar mercaduría, de ir á -tierra de persas con quien no tenian paz ni que hacer, y la razon de -la ley asignase en ella: «porque no parezca ó se diga que los romanos -son espías ó especuladores de los reinos extraños.» Así lo dice la ley -_Mercatores_, capítulo _De mercatoribus_. Así que, visto por los que -iban en las barcas que los indios venian denodados para los impedir -que no saltasen en tierra, y con armas, tornáronse á los navíos en su -paz. De allí fué á otro puerto, el cual nombró Puerto Bueno, y como -saliesen asimismo los indios con sus armas á resistir la entrada á los -de las barcas, diz que, porque, mostrando temor los cristianos, sería -causa que tuviesen mayor atrevimiento, acordaron de darles tal refriega -de saetadas con las ballestas, que, habiéndoles herido seis ó siete -(y Dios sabe cuantos más serian los heridos y muertos), que tuvieron -por bien de cesar de la resistencia, y vinieron de las comarcas gran -número de canoas llenas de indios á los navíos, pacíficos y humildes. -Este fué otro yerro no chico; cierto, mejor fuera por otras vías -darles á entender como no iban á hacerles mal ni daño, ó por señas, -ó enviándoles de los indios que en los navíos llevaban, como muchas -veces se aseguraron en muchos lugares de Cuba y desta isla Española y -de las de los lucayos, en el primer viaje, como en diversos capítulos -arriba ha parecido, que no matar ni herir, ni quebrar por ninguna -manera con ellos; y cuando no pudieran por todas vías, eran obligados -á irse á otra parte y dejarlos, porque los indios tenian justo título -y justicia para defender su tierra de toda gente, y nunca se ha de -hacer mal alguno, por chico que sea, por fin que del hayan de salir -cuan grandes bienes los hombres pretendieren, cuanto más, que ya se -tenia larga experiencia de la bondad y pacabilidad de los indios, cuan -fáciles eran de aplacar y contentar, dándoles razon ó señales de que no -venian á hacerles algun perjuicio, aunque al principio se ponian, de -puro miedo, en resistir la entrada. Traian aquí de sus bastimentos y de -lo que tenian, y lo daban á los cristianos por cualquiera cosa que les -daban; en este se adobó el navío del Almirante de un agua que hacia por -la quilla. Era este puerto de la forma de una herradura; puso nombre -á esta isla de Jamáica, el Almirante, Santiago. Viernes, 9 de Mayo, -tornó á salir deste puerto, yendo la costa de Jamáica abajo, la vía del -Poniente, yendo tan junto con la costa, que muchas canoas iban con los -navíos dando de sus cosas y recibiendo de las nuestras, con toda paz y -alegría. - - - - -CAPÍTULO XCV. - - En el cual se cuenta como el Almirante dejó á Jamáica y tornó sobre la - isla de Cuba.—De un indio, que, dejados sus parientes, llamando, se - quiso ir con los cristianos.—Como yendo por la costa de Cuba abajo - tuvo grandes aguaceros y bajos para encallarle los navíos, donde - padecieron grandes trabajos y peligros.—Hallaron infinitas islas - pequeñas; púsoles nombre el Jardin de la Reina.—Vieron unas aves - coloradas de la manera y hechura de grullas.—Vieron grullas, muchas - tortugas, y de cierta pesquería dellas.—De la mansedumbre de los - indios.—Toparon otros indios mansísimos.—Detuvo uno.—Informóle ser - isla de Cuba, y nuevas que le dió de un Cacique que habla por señas á - su gente, sin ser mudo.—De otros peligros que por allí padecieron. - - -Y porque tenia los vientos muy contrarios, que no le dejaron más -costear aquella isla, por esto acordó de dar la vuelta sobre la de -Cuba, y ansí tornóse, mártes, 18 de Mayo, con intincion de andar por -ella 500 ó 600 leguas, hasta experimentar si era isla ó tierra firme. -El dia que dió la vuelta, vino un indio mancebo á los navíos, hablando -por señas que se queria ir con ellos, tras él vinieron muchos parientes -suyos y sus hermanos para rogarle que no fuese con los cristianos, -pero no lo pudieron acabar con él, puesto que con muchas lágrimas -se lo persuadian, ántes se metia en los lugares secretos del navío, -donde no los viese llorar, y finalmente se quedó, y ellos se fueron -desconsolados y tristes. Cierto, es de considerar, que no sin misterio -esta inclinacion le quiso dar Dios para salvarlo por esta vía, porque -es de creer que el Almirante le haria enseñar en las cosas de la fé y -baptizarle, lo que no alcanzara si en su tierra quedara. Partido, pues, -de Jamáica el Almirante con sus navíos, llegó á un Cabo de la isla de -Cuba, que nombró cabo de Cruz, miércoles, 18 de Mayo. Yendo la costa -abajo, tuvo grandes y contínuos aguaceros, con truenos y relámpagos, y -con esta topaba muchos bajos, donde á cada paso temia encallar; estas -dos cosas, concurriendo juntas, le pusieron en grandísimos peligros y -trabajos, porque los remedios de ambas son contrarios, y, habiéndose -de poner juntos, es imposible, sino por casi milagro, salvarse; la -razon es, porque el remedio de los aguaceros, tan impetuosos como -los hay en estas tierras, y de gran peligro, si en muy presto no se -pone, es amainar las velas muy luego, y para no encallar, ó para -despues de encallados salir de los bajos, es añadir á las veces velas; -por manera, que si ambos á dos peligros concurren en un tiempo, es -necesario, en uno dellos, y áun en ambos, perderse, sino por milagro. -Cuanto más andaba la costa abajo, tanto más espesas parecian infinitas -islas bajas, unas todas de arena, otras de arboleda, y muchas que no -sobreaguaban nada; cuanto más estaban más cerca de la isla de Cuba, más -altas, y más verdes, y graciosas parecian. Eran de una legua, y de dos, -y de tres, y de cuatro; este dia vido muchas, y el siguiente muchas más -y más grandes, y porque eran innumerables y no podia á cada una ponerle -nombre, llamólas á todas juntas, el Jardin de la Reina; contáronse -aquesta dia más de 160, de una parte y de otra, digo, de la parte del -Norte, y del Norueste, y del Sudueste, y áun canales por entre ellas, -con hondura, que podian pasar los navíos, de dos brazas, y de tres, -y más. En muchas dellas hallaron unas aves como grullas, coloradas; -estas aves no son grullas, sino de la misma manera y tan grandes como -grullas, excepto que son al principio blancas (digo al principio, -cuando áun no han llegado á cierta edad), y poco á poco se van tornando -coloradas, y cuando comienzan á colorarse no parecen, de un poco léjos, -sino manadas de obejas almagradas; solamente las hay estas aves en -Cuba y en estas isletas, y no se mantienen sino del agua salada y de -alguna cosa que en ella ó con ella hallan, y cuando alguna se toma y -se tiene en casa, no la mantienen sino echándole un poco de caçabí, -que es el pan de los indios, en un tiesto de agua con una escudilla de -sal en ella. Hallaban eso mismo muchas tortugas, tan grandes como una -gran rodela, y poco ménos que una adarga; destas hay infinitas entre -aquellas isletas, de las cuales y de su nacimiento, ó como se crian, -diremos, placiendo á Dios, cuando de la isla de Cuba hablaremos. -Vieron grullas de las mismas de Castilla, y cuervos, y diversas aves -que cantaban suavemente, y de las isletas salian suavísimos olores que -los deleitaban. En una destas isletas vieron una canoa de indios que -estaban pescando, los cuales, viendo á los cristianos que iban en la -barca á ellos, se estuvieron seguros como si vieran á sus hermanos, y -hiciéronles señas que se detuviesen; detuviéronse hasta que pescaron, -y la pesquería era, que toman unos peces que se llaman revesos, que -los mayores serán como una sardina, los cuales tienen en la barriga -una aspereza, con la cual, donde quiera que se pegan, primero que se -despeguen los hacen pedazos; estos ataban de la cola un hilo delgado, -luengo de ciento y doscientas brazas, y váse el pece cuasi por encima -del agua ó poco más bajo, y en llegando que llega adonde están las -tortugas en el agua, pégansele en la concha baja, y tiran del cordel y -traen una tortuga que pesa cuatro y cinco arrobas, y, en fin, allí se -queda el pece pegado, si, como dije, no le despedazan; no sé si quizá -él despues se despegaria por sí, si le dejasen. Lo mismo vemos cuando -se toman tiburones, que son unas bestias crueles, carniceras, que comen -hombres cuando los hallan, que vienen muchos de los peces revesos, que -dije, en las barrigas de los tiburones pegados. Acabada la pesquería, -vinieron los indios á la barca y hicieron los cristianos señas, que -se viniesen con ellos á los navíos, los cuales vinieron de muy buena -gana, y el Almirante les hizo dar de los rescates, y supo dellos -haber adelante, de aquellas isletas, infinitas; daban todo cuanto -tenian liberalísimamente, y así, se tornaron muy alegres. Prosiguió -su camino todavía al Poniente por las islas inmensas que habia, y por -los aguaceros y tormentas de aguas y truenos y relámpagos, cada tarde -hasta el salir de la luna, y con todos los susodichos peligros, con -lo cual pasó grandes trabajos y angustias, que sería dificultoso, -como fueron, decirlas; y, puesto que ponia grandísima diligencia, y -guarda, y vigilias suyas, y de atalayas que ponia en el mastel, muchas -veces tocaba y áun atollaba la nao en que él venia, donde padecian -nuevos trabajos y peligros para sacar la nao, tornando atras, y otras -veces yendo adelante. Llegó a una isla mayor que las otras, la cual -llamó Sancta María, en la cual habia una poblacion, y ninguno de los -indios della osó parar por miedo de los cristianos. Hallaron en ella -mucho pescado, y perros de los mudos que no ladran; vian por todas -las islas muchas manadas de las grullas, muy coloradas, y papagayos y -otras muchas aves. Teniendo falta de agua, dejó de andar por aquellas -isletas, y llegóse á la costa de Cuba, á 3 dias de Junio, donde habia -mucha espesura de árboles, por lo cual no pudieron cognoscer si habia -poblacion alguna; saliendo un marinero con una ballesta, para matar -alguna ave, topó con obra de 30 hombres con sus armas de lanzas y -flechas, y unas como espadas, de forma de una paleta hasta el cabo, y -del cabo hasta la empuñadura se viene ensangostando, no aguda de los -cabos, sino chata; estas son de palma, porque las palmas no tienen las -pencas como las de acá, sino lisas ó rasas, y son tan duras y pesadas, -que de hueso y, cuasi de acero, no pueden ser más: llámanlas macanas. -Dijo aquel marinero, que entre aquellos habia visto un indio con una -túnica blanca vestido, y que hasta los piés le cubria. Dió voces el -marinero á sus compañeros viéndose solo cerca de tantos, los cuales -dieron á huir, como si vieran mil hombres tras ellos; y aunque otro -dia envió el Almirante algunos cristianos para ver si hallaban algo, -y llagaron obra de media legua dentro en la tierra, no pudieron, sino -con trabajo, penetrar, por los montes ser espesos, y mayormente que -habia cienagas que duraban cuasi dos leguas, segun les parecia, hasta -llegar á los cerros y montañas. De allí prosigue al Poniente, y, -andadas 10 leguas con sus navíos, vieron en la costa algunas casas, y -la gente dellas vinieron en sus canoas á los navíos con comida y con -muchas calabazas llenas de agua, todo lo cual mandó el Almirante que se -les pagase, y hizo detener un indio, rogándole á él y á ellos, por la -lengua, que lo tuviesen por bien hasta que les mostrase el camino y le -preguntasen algunas cosas, y que despues le dejarian volver á su casa; -los cuales, aunque con alguna tristeza, mostraron tenerlo por bueno, -pues podian juzgar, que si no quisieran poco les aprovechara. Este -le certificó que Cuba era isla que la mar cercaba, y, segun entendió -el Almirante, que el Rey della, de la costa del Poniente abajo, con -su gente, sino era por señas, no hablaba, pero que luego era hecha -cualquiera cosa que mandase; si el señor que entónces vivía era ó no -era mudo, ó quizá este hablar por señas acostumbraba, esto debe ser -fábula, porque los que primero fuimos á descubrir por dentro de la -tierra y á poblarla de cristianos, desde á quince á diez ó seis años, -nunca tal cosa ni nueva de ella hallamos. Andando ansí, entran los -navíos en un banco de arena que ternia una braza de agua, y de longura -tanto trecho como dos navíos, donde se vieron en grande angustia -y trabajo, tanto, que para pasarlos á una canal honda, tuvieron -necesidad de armar con mucha dificultad todos los cabrestantes. Vieron -innumerables tortugas muy grandes, que parecia dellas estar la mar -cuajada; sobrevino una nubada de cuervos marinos, que cubrian la lumbre -del sol, venian de hácia la mar, y daban consigo en tierra de Cuba; lo -mismo pasaban innumerables palomas y gaviotas, y, de diversas especies, -muchas aves. Otro dia vinieron á los navíos tan espesas las mariposas, -que parecian espesar el aire; duraron hasta la noche y las disipó un -gran aguacero de agua. - - - - -CAPÍTULO XCVI. - - En el cual se tracta como determinó el Almirante dar la vuelta para - la Española.—De las leguas que descubrió de Cuba.—Que halló por las - reglas de la Astronomía, como se halló de Cáliz tantas otras por la - esfera.—Encalló con los navíos, padeció grandes angustias.—Del olor - de estoraque que sintieron.—De un indio viejo que vino á hablar al - Almirante, y de un teológico razonamiento que le hizo cerca de la otra - vida; cosa es muy notable, aunque breve, por ser dicha por un indio. - - -Como supo el Almirante por aquel indio, que duraban por aquella costa -tanta infinidad de islas, y que tantos peligros y daños cada hora se le -ofrecian, y tambien que los mantenimientos se le iban acabando, acordó -de dar la vuelta por la Española y visitar la gente, y proseguir la -villa de la Isabela, que dejó al mejor tiempo comenzada y no acabada, -de lo cual tenia noches y dias intenso cuidado; para proveerse de -agua, y de lo que pudiese haber de comida, fuése á una isla de hasta -30 leguas en torno, á la cual habia puesto el Evangelista, y dice el -Almirante, que distaba de la isla de la Dominica, al pié de 700 leguas. -Esta isla del Evangelista creo que es la isla que despues llamamos, -y hoy se llama, la isla de Pinos, que está cuasi frontero Norte-sur -del principio de la Habana, y terná de luengo 20 leguas, porque, por -toda la costa de la mar del Sur de Cuba, no hay isla sino aquella que -sea tan grande, por manera, que poco le quedaba de descubrir del cabo -de Cuba, al Almirante; quedar le habian obra de 35 ó 36 leguas por -navegar hasta el cabo de Cuba. Esto tambien parece, por lo que dice el -Almirante, en la relacion que deste descubrimiento de Cuba envió á los -Reyes, que navegó y descubrió della 333 leguas, y midiendo su viaje -por las reglas de la Astronomía, dice: «que desde el cabo de Cuba que -se ve con la Española, que llamó Fin de Oriente, y por otro nombre -_Alpha et Omega_, navegó hácia el Poniente, de la parte del Austro, -hasta haber pasado el término de diez horas en la esfera, en manera -que, estando él allí, cuando se le ponia el sol á él, se levantaba á -los que vivian en Cáliz, en España, desde á dos horas, y dice que no -pudo haber yerro alguno, porque hobo entónces eclipse de la luna, á -14 de Setiembre, y que él estaba bien apercibido de instrumentos, y -fué muy claro el cielo aquella noche.» Todas estas son sus palabras. -Tornando al propósito, viernes, 13 de Junio, dió la vuelta por la -vía del Sur ó del Austro, por salir de aquella espesura de islas, -y saliendo por una canal que le pareció más honda y desembarazada, -navegando por ella un poco del dia, hallaron la canal cerrada y los -navíos, de islas y tierras, como en un corral, todos cercados; la gente -toda quedó muy turbada y desmayada, viéndose en tanto peligro y con -falta de bastimentos: bien es de creer que su miedo y angustia era muy -grande, y la del Almirante mucho más que doblada. Confortóles á todos -con las mejores palabras que pudo, y con harto trabajo tornaron á salir -por donde entraron, y fueron á parar á la isla del Evangelista, donde -habia reparádose de agua. Miércoles, 25 de Junio, partió della por -la vía del Norueste, por ver unas isletas, que parecian de allí obra -de cinco leguas, y, un poco más adelante, dieron en una mar manchada -de verde y blanco, que parecia todo bajos, aunque habia de hondo dos -brazas; desde á siete leguas, dan consigo en otra mar muy blanca, -que aína les parecia ser toda cuajada; de allí á siete leguas, topan -otra prieta como tinta, en que habia cinco brazas de fondo; por esta -anduvo hasta que se llegó á Cuba. Todas estas diferencias de mar eran -á los marineros grande espanto, como cosas que nunca habian visto ni -experimentado, y por tanto, en cada una temian ser perdidos y anegados. -Salió de Cuba la vía del Leste con vientos escasos, por canales, y -todas llenas de bajos, y, estando escribiendo, como solia, todo lo -que le acaecia en su viaje, á 30 de Junio, encalló su nao, la cual, -no pudiéndola sacar con anclas y cables por popa, sacáronla por proa, -y, por los golpes que dió en el arena, con harto daño; de allí, no -llevando vía ordenada, sino segun los bajos y ranales y tambien el -viento le daban lugar, navegaba todavía por la mar muy blanca, y, sobre -todos aquellos reveses é inconvenientes, cada dia eran visitados al -poner el sol de aguaceros terribles que los fatigaban. Con todo esto -el Almirante andaba muy penado y angustiado; llegóse á la tierra de -Cuba, por donde aquel camino hácia el Oriente habia comenzado, donde -sintieron unos suavísimos olores como los habian sentido de ántes, y, -cierto, estos olores mucho más se sienten y gozan en aquella isla que -en ninguna destas otras, y creíamos que debia haber por ella, como sea -muy montuosa, árboles de estoraque, porque ansí nos parecia olerlos, -cuando en el descubrimiento della andábamos, cuasi todas las mañanas, -y era de los palos ó leña que los indios quemaban. En 7 de Julio, -salió el Almirante á tierra por oir Misa, y estándola oyendo, llegó un -Cacique ó señor viejo, que parecia ser señor de toda aquella tierra ó -provincia, el cual, mirando todos aquellos actos y ceremonias que el -sacerdote hacia, y las señales de adoracion, y reverencia, y humildad -que los cristianos mostraban, viendo dar la paz al Almirante y las -reverencias por los que le servian, y tambien por la auctoridad de -su persona, conoció que debia ser aquel la persona á quien los demas -obedecian, y ofreciéndole una calabaza de las que llaman hibueras por -aquellas islas, que sirven de escudillas, llena de cierta fruta de -la tierra, asentóse cabe el Almirante en coclillas, porque así era -la manera de asentar cuando no tenian los duhos, que eran unas bajas -sillas, y comenzó á hacer este razonamiento: «Tú has venido con gran -poder á estas tierras que nunca tú ántes viste, y, con tu venida, en -todos los pueblos y gentes dellas has puesto gran temor, hágote saber, -que, segun lo que acá sentimos, dos lugares hay en la otra vida donde -van las ánimas de los cuerpos salidas, uno malo y lleno de tinieblas, -guardado para los que turban y hacen mal al linaje de los hombres; otro -lugar es alegre y bueno, donde se han de aposentar los que, miéntras -acá vivieren, aman la paz y quietud de las gentes, y por tanto, si tú -sientes que has de morir, y que á cada uno, segun lo que acá hiciere -acullá le debe de responder el premio, no harás mal ni daño á quien -contra tí mal ó daño no cometiere; y esto que aquí habeis hecho es -muy bueno, porque me parece que es manera de dar gracias á Dios:» -añidió, diz que, tambien como habia estado en la isla Española, y en -la de Jamáica, y que habia ido la isla abajo de Cuba, y que el señor -de aquella parte andaba como sacerdote vestido. Todo esto entendió -el Almirante, segun le pudieron interpretar los indios que desta -isla llevaba, mayormente Diego Colon, que habia llevado y tornado de -Castilla. Maravillado el Almirante de tan prudente oracion del indio -viejo, más alta, cierto, que la pudiera orar un filósofo gentil, sin -fe, muy estudioso en filosofía, respondióle, que de muchos dias atras -tenia, lo que habia dicho, bien entendido, conviene á saber, las ánimas -vivir para siempre despues desta vida, y las malas ir á mal lugar, que -se llamaba infierno, y las buenas á bueno, que los cristianos nombraban -Paraíso, y que se holgaba mucho haber sabido que él y la gente de -aquella tierra tenian de las cosas del otro siglo tan buena noticia, lo -que ántes él no creia, y que le hacia saber que él era enviado por unos -Reyes grandes, ricos y poderosos, sus señores, que eran señores de los -reinos de Castilla, para buscar y saber de aquellas tierras, no para -otro fin, sino para saber si algunos hobiese que hiciesen mal á otros, -como habia oido decir que habia por estas mares algunas gentes que -llaman caníbales ó caribes, que á otros mal hacian, para los refrenar -é impedir que no lo hiciesen, y á los buenos honrarlos y defenderlos, -y trabajar que todos viviesen, sin perjuicio de otros, pacíficos. -Rescibió las palabras del Almirante, el prudente viejo, con lágrimas y -mucha alegría, afirmando, que si no tuviera mujer y hijos se fuera con -él á Castilla, y recibidas del Almirante algunas cosillas de rescates, -hincábase de rodillas, haciendo meneos de grande admiracion, repitiendo -muchas veces si era cielo ó si era tierra el lugar donde aquellos tales -hombres nascian; todo esto en sentencia saqué, de lo que escribe D. -Hernando Colon, hijo del dicho primer Almirante, y de las Décadas de -Pedro Mártir, que lo dice más largo que D. Hernando, porque en aquel -tiempo don Hernando era muy niño, y Pedro Mártir lo pudo muy bien -saber del mismo Almirante, como supo mucho de lo que escribió, porque -entónces Pedro Mártir residia en la corte, y era de los Reyes bien -favorecido. No es de maravillar que aquel viejo dijese al Almirante -tales cosas de la otra vida, porque comunmente todos los indios destas -Indias tienen opinion de las almas no morir, mayormente aquellos de -Cuba, de quien en su lugar, placiendo á Dios, diremos cosas de notar de -las opiniones que tenian. - - - - -CAPÍTULO XCVII[2]. - - -Arriba hemos apuntado y dicho, algunas veces, los incomparables -trabajos que el Almirante padeció en estos descubrimientos, y despues, -cuando pensaba que habia servido y que podia descansar en la tierra -ó en alguna parte ó rincon de los reinos que habia descubierto, -muy mayores angustias y tormentos de espíritu, como se verá, se le -ofrecieron; de tal manera, que en toda su vida fué como un luengo -martirio. De donde los hombres, si quisieren, cognoscerán, cuan poco -fruto y cuan poco descanso se halla, y, puesto que alguno parezca -hallarse, cuan poco dura el placer dél en estos bienes terrenos, -mundanos y temporales, si dentro del espíritu no se negocia y conversa -el ánima con Dios; y porque aún restaban al Almirante otros pocos de -más amargos peligrosos trabajos, ántes que llegase á la Española, -donde pensaba un poquillo descansar, contaremos agora lo que, más que -lo pasado, duro y angustioso le sucedió. Salido de aquel lugar donde -aquel indio viejo le habló, parecia que todos los vientos y aguas se -habian concordado para le fatigar y añadir angustias sobre angustias, -penas sobre penas, y sobresaltos á sobresaltos, porque no tuviese -tiempo ni sazon para poder resollar; entre muchos que padeció, vino -sobre él un tan súpito y tan horrible y peligroso aguacero, que le hizo -poner el bordo debajo del agua, y, con gran dificultad y que pareció -sólo socorro de Dios, poder amainar las velas, y, juntamente, con las -más pesadas anclas surgir. Entrábales mucha agua por el plan, que es -lo más bajo de la nao, que acrecentaba sus peligros, y apénas los -marineros podian vencerla con la bomba, porque, allende que andaban -todos muy cansados de los continuos trabajos, faltábales la comida, -que no comian sino una libra de podrido bizcocho, y un cuartillo de -vino, ó de su brebaje, sino era cuando algun pescado acaso tomaban; -esta era necesidad grande que padecian, y muy mayor la del Almirante, -sobre quien la de los otros y la suya cargaba. Desta, dice él mismo -en lo que escribió á los Reyes, desta navegacion, estas palabras: -«Yo estoy tambien á la mesma razon, plega á Nuestro Señor que sea -para su servicio, porque, por lo que á mí toca, no me pornia más á -tantas penas é peligros, que no hay dia que no vea que llegamos todos -á dar por tragada nuestra muerte.» Con estos peligros y aflicciones -continuas llegó al Cabo que llamó al principio cabo de Cruz, á 18 de -Julio, adonde los indios le hicieron muy buen recibimiento y luego -le trujeron de su pan caçabí, y pescado, y frutas de la tierra y de -todo lo que tenian, con grande alegría y placer, donde holgaron y -descansaron dos ó tres dias. Y, mártes, 22 de Julio, aunque siempre con -vientos contrarios, que no le dejaron volver su camino derecho para la -Española, dió la vuelta sobre la isla de Jamáica; siguió la costa della -por el Occidente abajo, y, yendo mirando y alabando á Dios todos de -ver tanta frescura, y tan hermosa y felice tierra, vian toda la costa -y tierra llena de pueblos y los puertos bonísimos, de legua á legua; -seguian los navíos infinitos indios con sus canoas, trayéndoles y -sirviéndoles con muchas cosas de comer, como si fueran todos sus padres -y ellos hijos. Dice el Almirante, que juzgaba la gente ser muy mejores -aquellos mantenimientos que cuantos hasta allí habian visto, pero cada -tarde les sucedian los sobresaltos y penas de los aguaceros. Echábalo -el Almirante á las muchas arboledas, y no hay duda dello; y dice, que -á los principios así acaecia en las islas de Canaria, y de la Madera, -y de los Azores, pero despues que fueron desmontadas y las humidades -enjutas y consumidas, cesaron en mucha parte los aguaceros, y desto, -en esta isla Española, tenemos larga experiencia. Encarecidamente -loaba el Almirante la hermosura, y fertilidad, y frutas, y lo demas -que traian los indios para comer, y la muchedumbre de pueblos de -la isla de Jamáica, diciendo que ninguna otra se le igualaba de las -que hasta entónces habia visto. Vido una bahía muy hermosa con siete -isletas á la ribera de la mar, y que tenia la isla tierra altísima, -que le parecia que excedia la media region del aire, donde se congelan -las impresiones; toda la tierra muy poblada por todas partes. Juzgaba -que bojaba 800 millas, pero despues que la vido bien, á otro viaje, -declaró que ternía de largo 50 leguas y de ancho 20; mucho quisiera -descubrirla y verla más, segun le parecia tan bien, sino por la falta -de bastimentos y la mucha agua que los navíos hacian. Hízole buen -tiempo y volvió hacia el leste, camino desta isla Española, mártes, -19 de Agosto, y la postrera tierra della, que fué un Cabo que se mira -con esta isla, le puso nombre el cabo del Farol; y miércoles, 20 de -Agosto, vido el cabo ó punta occidental desta isla Española, al cual -puso nombre cabo de Sant Miguel, que agora se llama el cabo ó punta del -Tiburon, dista de la punta oriental de Jamáica 25 ó 30 leguas. Sábado, -23 de Agosto, vino á los navíos un señor ó Cacique de aquella tierra, -nombrando «Almirante, Almirante,» y otras palabras, de donde coligió el -Almirante que aquella tierra que llamó cabo de Sant Miguel debia ser -toda una con esta isla, porque hasta entónces no sabia que fuese esta -isla Española. En fin deste mes de Agosto fué á surgir á una isleta -que está junto á esta isla, que parece desde la mar como vela, porque -es alta, y llamóla el Almirante Alto Velo, y dista de la isleta Beata, -que así se llama, 12 leguas; mandó subir en lo alto de aquella isleta -para descubrir los otros dos navíos que se le habian perdido de vista, -y volviéndose los marineros á embarcar, mataron ocho lobos marinos que -dormian en el arena descuidados, y muchas aves, porque no huian de la -gente por no estar poblada, y así esperaban que las tomasen ó matasen; -esperó allí á los otros dos navíos, los cuales, á cabo de seis dias, -vinieron, y todos juntos, los navíos, fueron á la Beata, isleta, y de -allí, costeando, pasaron hasta llegar á una ribera que tenia una muy -hermosa vega toda llena de pueblos, y tan espesos que parecian todos -ser uno, y esta tierra debia ser la que agora llaman de Cathalina, por -una Cacica ó señora, que despues cognoscieron los cristianos, señora -de aquella tierra; y es tierra hermosísima. Vinieron los indios de por -allí en sus canoas, y dijeron que habian venido allí de los cristianos -de la Isabela y que todos estaban buenos, de lo cual el Almirante -recibió gran gozo y consolacion. Pasado del paraje del rio Hayna, que -está tres leguas de Sancto Domingo, y por ventura fué allí cerca, mandó -echar nueve hombres en tierra que atravesasen á la Isabela, que está -derechamente de aquella costa Norte-sur, para que diesen nuevas de -como venia bueno y de su compañía; de allí pasó adelante, todavía por -el camino del leste ó Oriente, y parecia por allí una gran poblacion -hácia la cual envió las barcas, por agua, y salieron los indios contra -los cristianos en sus canoas, con arcos y flechas herboladas con hierba -ponzoñosa, traian tambien unas cuerdas, haciendo ademanes que los -habian de atar con ellas, y por esto creo, cierto, que esta tierra era -la provincia de Higuey, porque la gente della era más belicosa, y tenia -de la dicha hierba, y tambien por la distancia que habia andado y el -paraje donde estaba; pero llegadas las barcas á tierra, dejaron los -indios todas las armas, y vinieron muy pacíficos á traer agua y pan, y -todo lo que tenian; preguntando que si venia allí el Almirante. Es de -creer que salieron con armas creyendo que fuese otra gente extraña y no -cristianos, pero, despues de cognoscido que era el Almirante y gente -suya, tornaron á obras de paz y amistad. - - - - -CAPÍTULO XCVIII. - - -De allí pasaron adelante la costa del leste arriba, y ocurrióles, segun -dice el Almirante, un pece admirable, tan grande como una ballena -mediana; tenia en el pescuezo una concha grande como una de tortuga, -que es poco ménos, como arriba se dijo, que un adarga; la cabeza dél, -y que tenia de fuera, era tan disforme, que poco ménos grande era que -una pipa ó bota, la cola como de atun y muy crecida, y con dos alas muy -grandes á los costados. Cognosció el Almirante por aparecer este pece -y por otras señales del cielo, que el tiempo queria hacer mudanza, por -lo cual, trabajó de buscar algun puerto para surgir y estar seguro si -tormenta se recreciese, y plugo á Dios que alcanzó á tomar una isleta -que los indios llamaban Adamaney, que agora llamamos la Saona, el cual -nombre creo que le puso el mismo Almirante ó su hermano el Adelantado. -Esta isleta hace un estrecho de obra de una legua, ó poco más, entre -ella y esta isla Española, y paréceme, si no me he olvidado, que durará -en luengo este estrecho dos leguas, porque he estado yo en él, aunque -há muchos años; allí entró, ya con recia tormenta, él sólo y surgió, -á 15 de Setiembre; los otros dos navíos no pudieron entrar, y por -eso pasaron harto peligro y trabajo. Aquella noche vido el Almirante -eclipse de la luna, y afirma que hobo diferencia desde allí hasta -Cáliz cinco horas y veintitres minutos, por lo cual, decia que duró -tanto el temporal recio ó la tormenta dicha; estuvo en aquel puerto, -por la tormenta, siete ó ocho dias, dentro de los cuales entraron los -otros dos navíos, y, á 24 de Setiembre, partieron juntos y llegaron al -cabo desta isla Española que agora se llama el cabo del Engaño, y el -Almirante en su primer viaje le puso nombre el cabo de Sant Rafael, -como arriba se dijo. De allí llegaron á una isleta que está cerca -desta isla diez leguas, y ocho de la isla de Sant Juan, que llamaban -los indios, á lo que yo creo, la Mona, y así se llama hoy la isla -de la Mona; ó quizá le puso el Almirante aquel nombre Mona, por una -isla que está cerca de Inglaterra, que tiene el mismo nombre, de la -cual hace mencion Cornelio Tácito, libro XIV, página 320, _et in Vita -Agricolæ_, página 693. Será de hasta seis leguas en circuitu; es toda -peñas, y en las peñas tiene unos hoyos con tierra bermeja, y en estos -hoyos se hacen las raíces de yuca y ajes, de que se hace el pan caçabí, -tan gruesas, que cuan grande y capaz es el hoyo tan grande es el aje -ó la yuca, por manera, que, partido por medio, acaece ser la mitad ó -poco más, carga de un indio. Hácense tambien los melones de España tan -grandes como botijas de las de media arroba de aceite, y finísimos; -cierto, son cosa de ver y mejores de gustar. De donde parece que es -grande la humidad que causan aquellas peñas que tienen cercada aquella -tierra colorada, y por consiguiente, que la hacen ser tan fértil; desto -digimos arriba cap. 98, hablando de la provincia de Higuey. - - - - -CAPÍTULO XCIX. - - -Dice el Almirante en una carta que escribió á los Reyes, que traia -propósito deste viaje ir á las islas de los caníbales para las -destruir, pero como habian sido tan grandes y tan contínuos los -trabajos y vigilias, de noche y de dia sin una hora de descanso, que -habia padecido en este descubrimiento de Cuba y Jamáica, y rodear -esta Española hasta llegar á esta isleta de la Mona, especial, cuando -andaba entre las muchas isletas y bajos cercanas á Cuba, que nombró el -Jardin de la Reina, donde anduvo treinta y dos dias sin dormir sueño, -que, salido de la Mona y ya que llegaba cerca de la isla de Sant Juan, -súpitamente le dió una modorra pestilencial, que totalmente le quitó el -uso de los sentidos y todas las fuerzas, y quedó muerto, y no pensaron -que un dia durara; por esta causa los marineros, con cuanta diligencia -pudieron, dejaron el camino que llevaba ó queria llevar el Almirante, -y, con todos tres navíos, lo llevaron á la Isabela, donde llegó á 29 -dias de Setiembre del mismo año 1494. Lo que aquí dice el Almirante, -que iba por destruir las islas de los caníbales, que eran de los que -habia fama que comian carne humana, por ventura no aplacia á Dios que -los habia criado y con su sangre redimido, porque ir á destruirlos -no era el remedio que Dios pretendia para salvarlos, los que con -el tiempo, por medio de la predicacion de la fe y con industrias -humanas, como se tienen y saben tener muchas para alcanzar las cosas -temporales, pudieran ser reducidos á tal vida, que pudieran algunos -dellos ser salvos, ¿quién duda que dellos no tenga Dios algunos, y -áun quizá muchos predestinados? Así que, por ventura, por esta razon -quiso Dios, con esta enfermedad, estorbarlo, y por ventura está errada -la letra, que por descubrir, dijo el que la escribió, destruir, lo -cual parece tener semejanza de verdad, porque no venia la gente ni él -en disposicion de destruir á nadie, por flaco que fuese, sino para -descansar. - - - - -CAPÍTULO C. - - -Llegado á la Isabela de la manera dicha, estuvo cinco meses malo, -y, al cabo dellos, dióle Nuestro Señor salud, porque áun le quedaba -mucho de hacer por medio dél, y tambien, porque áun, con muchas más -angustias y tribulaciones, habia de ser ejercitado y golpeado, cuando -creyó que de sus tantos y tales trabajos con descanso habia de gozar -y reposar. Dos cosas halló, de que llegó, nuevas, que le causaron -diversas afecciones en su ánimo; la una, que era venido su hermano, D. -Bartolomé Colon, con quien recibió grande alegría, y la otra, que la -tierra estaba toda alborotada, espantada y puesta en horror y odio, y -en armas contra los cristianos, por las violencias y vejaciones y robos -que habian dellos recebido, despues de haberse partido el Almirante -para este descubrimiento de Cuba y de Jamáica; por manera, que se le -aguó bien el alegría que habia recebido con la venida de D. Bartolomé -Colon, su hermano. La causa del alborotamiento y espanto de todas las -gentes de la isla, bien pudiera bastar la justicia é sinjusticia que -habia hecho Hojeda el año pasado, como se contó arriba en el cap. -93, como quiera que, por aquel agravio y prision de los Caciques que -allí se prendieron y trajeron á la Isabela, y que el Almirante queria -justiciar, y que al cabo, con dificultad, por ruego del otro Cacique, -hobo de soltar; pudieran todos los demas reconocer ó adivinar lo -que á todos, el tiempo andando, les podia y habia de venir; por lo -cual, cuanto más prudentes gentes fueran, tanto mayor diligencia y -solicitud, y con mayor título de justicia, pudieran y debieran poner -en no sufrir en sus tierras gente tan feroz, extraña y tan pesada, y -de quien tan malos principios comenzaban á ver, y agravios á recibir, -lo cual era señal harto evidente del perjuicio que á sus reinos y -libertad y vidas se les podia recrecer. Que fuesen gentes sabias y -prudentes, los indios vecinos y moradores de esta isla, parece por -lo que el mismo Almirante dellos testifica en una carta que escribió -á los Reyes, donde dice así: «Porque era de creer, dice él, que esta -gente trabajaria de se volver á su libertad primera, y que bien que -ellos sean desnudos de ropa, que en saber, sin letras, ninguna otra -generacion los alcanza.» Estas son palabras del Almirante. Así que, -como dejase proveidas las personas del Consejo el Almirante, al tiempo -que para el dicho descubrimiento y para hacer lo que de suso en el cap. -94 queda dicho, y á Mosen Pedro Margarite por Capitan general de los -400 hombres, que anduviese por la tierra y sojuzgase las gentes de la -isla; el Almirante partido, fuése á la Vega Real con ella, que está de -la Isabela dos jornadas pequeñas, que son obra de diez leguas; como -estuviese plenísima de innumerables gentes, pueblos y grandes señores -en ella, y la tierra, como en el cap. 90 se dijo, fuese felicísima y -delectabilísima, y la gente sin armas, y de su naturaleza mansísima y -humilde, diéronse muy de rondon á la vida que suelen tener los hombres -ociosos y que hallan materia copiosa y sin resistencia de sensuales -deleites, no teniendo freno de razon ni de ley viva ó muerta que, á -tanta libertad absoluta como gozaban, órden ni límites les pusiese. Y, -porque los indios comunmente no trabajaban ni querian tener más comida -de la que habian, para sí é para sus casas, menester (como la tierra -para sus mantenimientos fuése fertilísima, que, con poco trabajo, donde -quiera, tenian, cuanto al pan cumplido, y cuanto á la carne cabe casa, -como en corral habian las hutias ó conejos, y del pescado llenos los -rios), y uno de los españoles comia más en un dia, que toda la casa de -un vecino en un mes, (¿qué harian cuatrocientos?) porque, no solo se -contentaban ni se contentan tener lo necesario, pero mucho sobrado, -y mucho que echan sin por qué ni para qué á perder, y sobre que los -indios cumpliesen con ellos á su voluntad lo que les pedian, sobraban -amenazas, y no faltaban bofetadas y palos, no solo á la gente comun, -pero tambien á los hombres nobles y principales que llamaban nitaynos, -hasta llegar tambien á poner amenazas y hacer grandes desacatos á los -señores y Reyes; parecióles que aquella gente no habia nacido sino -para comer, y que en su tierra no debian tener mantenimientos, y para -salvar las vidas se vinieron á estas islas para se socorrer, allende -de sentirlos por intolerables, terribles, feroces, crueles y de toda -razon ajenos. Esto fué lo primero porque comenzaron á sentir los indios -la conversacion de los cristianos serles horrible, conviene á saber, -maltratarlos y angustiarlos por comerles y destruirles los bastimentos; -y, porque no para y sosiega el vicio y pecado en sola la comida, porque -con ella, faltando templanza y temor y amor de Dios, se derrueca y -va á parar á los otros sensuales vicios, y más injuriosos, por ende, -lo segundo con que mostraron los cristianos quién eran á los indios, -fué tomarles las mujeres y las hijas por fuerza, sin haber respeto -ni consideracion á persona ni dignidad, ni á estado, ni á vínculo de -matrimonio, ni á especie diversa con que la honestidad se podia violar, -sino sólamente á quien mejor le pareciese, y más parte tuviese de -hermosura: tomábanles tambien los hijos para se servir, y todas las -personas que habian menester, teniéndolas siempre en su casa. Viendo -los indios tantos males, injurias y vejaciones sobre sí, no sufribles, -haciendo tanto buen acogimiento y servicios á los cristianos, y -recibiendo dellos obras de tan mal agradecimiento y galardon, y sobre -todo, los señores y Caciques verse afrentados y menospreciados, y con -doblado dolor y angustia de ver padecer sus súbditos y vasallos tan -desaforados agravios é injusticias, y no los poder remediar; dellos, -se iban y ausentaban, escondiéndose por no ver lo que pasaba; dellos, -disimulaban, porque por la mucha gente cristiana y los caballos, que -era lo principal que les hacia temblar, no se atrevian ni curaban de -resistirles ni ponerse en armas para se vengar; y porque á los que no -andan en el camino de Dios no les han de faltar ocasiones, por el mismo -juicio divino, que son ofendículos en que caigan ó de pecados, porque -un pecado permite Dios que se incurra en pena de otro pecado, ó de -penas corporales ó espirituales, lo cual todo es pena por las ofensas -que se hacen á Dios, y así paguen y áun en esta vida, ó para purgar -en ella los crímines, ó para comenzar á penar lo que se ha de penar -para siempre, en este tiempo comenzó á tener Mosen Pedro Margarite sus -pundonores, y á se desgraciar con los del Consejo, que el Almirante -para gobernar dejó, ó porque no queria ser mandado dellos, ó porque -los queria mandar, ó porque le reprendian lo que hacia y consentia -hacer contra los indios, ó porque se estaba quedo no andando por la -isla señoreándola como el Almirante le habia dejado mandado por su -instruccion. Esta discordia fué causa de otros mayores daños, y de gran -parte, ó de la mayor, de la sedicion y despoblacion de esta isla que -despues se siguió; y porque se habia desmesurado en cartas contra los -que gobernaban, y mostrado quizá otras insolencias y cometido defectos -dignos de reprehension; venidos ciertos navíos de Castilla, que creo -que fueron los tres que trajo el dicho Adelantado, por no esperar al -Almirante, dejó la gente que tenia consigo, que eran los 400 hombres, y -viénese á la Isabela para se embarcar, y, con él, tambien se determinó -de ir el padre fray Buil, que era uno de los del Consejo, y otros -muchos, y ciertos religiosos con ellos. No sé si fueron los que arriba -dije que eran borgoñones, y pudiéralo yo bien saber dellos mismos, pero -no miré entónces en ello; los cuales, llegados á la corte, pusieron en -mucho abatimiento é infamia las cosas destas Indias, publicando que -no habia oro ni cosa de que se pudiese sacar provecho alguno, y que -todo era burla cuanto el Almirante decia. Viéndose la gente sin el -capitan Mosen Pedro, desparciéronse todos entre los indios, entrándose -la tierra dentro de dos en dos y de tres en tres, y no porque fuesen -pocos dejaban de cometer las fuerzas é insultos, é agravios en los -indios que cuando estaban juntos cometian. Viendo los indios crecer -sus agravios, daños é sinjusticias, y que no tenian remedio para los -atajar, comenzaron á tomar por sí la venganza, y hacer justicia los -Reyes y Caciques, cada uno en su tierra y distrito, como les competiese -de derecho natural y de derecho de las gentes, confirmado, cierto, por -el divino, la jurisdiccion; y así, mandaban matar á cuantos cristianos -pudiesen, como á malhechores nocivos á sus vasallos y turbadores de -sus repúblicas. Considere aquí el prudente lector, si aquellos Reyes -y señores, siendo señores, y teniendo verdadera jurisdiccion, como, -sin duda, como dije, por derecho natural y de las gentes, y confirmada -por el divino les competia, hacian lo que debian á buenos y rectos -jueces y señores, mandando hacer justicia de gente que tantos daños, -y afrentas, y fuerzas, y turbaciones les causaban, y de su paz, y -sosiego, y libertad eran usurpadores ¿qué gente, por bárbara ó por -mansa y paciente, ó, por mejor decir, bestial, en el mundo fuera que lo -mismo no hiciera? Así que, por esta razon, un Cacique que se llamaba -Guatiguaná, cuyo pueblo era grande, puesto á la ribera del rio poderoso -Yaquí, que, por ser graciosísimo asiento, hizo el Almirante hacer cerca -ó junto dél una fortaleza que llamó la Magdalena, y estaba 10 ó 12 -leguas de donde fué y es agora asentada la villa de Santiago, mandó -matar diez cristianos que pudo haber y envió secretamente á poner fuego -á una casa de paja donde habia ciertos enfermos. En otras partes de la -isla mandaron matar otros Caciques hasta seis ó siete cristianos que -se habian derramado, por los robos y fuerzas que les hacian. Por estas -obras excesivas, y tan contra razon natural y derecho de las gentes, -(que naturalmente dicta á todos que vivan en paz, y á poseer sin daño -ni turbacion sus tierras y casas, y haciendas suyas, pocas ó muchas, -y que nadie les haga fuerza, injuria, ni otro algun mal), que hacian -los cristianos á los vecinos naturales desta isla en cualquiera parte -que estaban, ó por donde quiera que andaban; derramáronse por todos -los reinos, provincias, lugares y rincones desta isla tan horribles y -espantosas nuevas de la severidad y aspereza, iniquidad, inquietud é -injusticia de aquella gente recien venida, que se llamaban cristianos, -que toda la multitud de la gente comun temblaba, y sin verlos los -aborrecia y deseaba nunca verlos ni oirlos, mayormente los cuatro -reyes, Guarionex, Caonabo, Vehechio y Higuanamá, con todos los otros -infinitos Reyes ó señores menores que á aquellos seguian y obedecian, -deseaban echarlos desta tierra y por la muerte sacarlos del mundo. Sólo -Guacanagarí, el rey del Marien, donde vino á perder la nao el Almirante -el primer viaje, y dejó la fortaleza y lugar que llamó la Navidad, -nunca hizo cosa penosa á los cristianos, ántes en todo este tiempo tuvo -cien cristianos manteniéndolos en su tierra, como si cada uno fuera su -hijo ó su padre, sufriéndoles sus injusticias ó fealdades, ó porque su -bondad y virtud era incomparable, como parece, por el acogimiento y -obras que hizo el dicho primer viaje al Almirante y á los cristianos, ó -porque quizá era de ánimo flaco y cobarde que no se atrevia á resistir -la ferocidad de los cristianos; pero, cierto, de creer es, que vivia -harto amargo, y que de continuo sus aflicciones y de sus vasallos gemia -y las lloraba. - - - - -CAPÍTULO CI. - - -Tornando á la venida de Bartolomé Colon, hermano del Almirante, -ya digimos, mucho arriba, en el cap. 29, como cuando el Almirante -determinó de buscar un Rey cristiano, que le favoreciese y ayudase -para el descubrimiento que entendia hacer, envió á su hermano, -Bartolomé Colon, que fuese por su parte á proponer su demanda al rey -Enrico, que entónces reinaba en la isla de Inglaterra, el cual, por -los naufragios é infortunios y tribulaciones que le ocurrieron, no -pudo llegar allá sino despues de muchos años; dentro de los cuales, -el Almirante, aunque tambien gastó años muchos estando siete en la -corte, fué acogido, favorecido y despachado de los Reyes Católicos, y -descubrió estas Indias, y despues tornó con los 17 navíos á poblar, -que es del negocio que agora tratamos. Propuesta, pues, su empresa, -Bartolomé Colon ante el rey de Inglaterra, no sabemos qué repulsas ó -contrarios tuvo, ó cuanto tiempo tardó en su despacho, despues que lo -comenzó (puesto que nos vimos en tiempo con D. Bartolomé Colon, que si -nos ocurriera pensar escribir esta Historia lo pudiéramos bien saber), -mas de que al fin el Rey se lo admitió y capituló con él, segun de -ambas partes se concertaron; viniendo, pues, para Castilla en busca de -su hermano, don Cristóbal Colon, que ya era Almirante y él no lo sabia -(porque, cierto, debia el Almirante de tenerlo por muerto, pues en los -siete años no habia sabido dél, ó por sus enfermedades ó porque, por -sus infortunios, no habia todo aquel tiempo podido ir á Inglaterra), -viniendo por París, como ya estuviese tendida la fama de haberse -descubierto este Nuevo Mundo, el mismo rey de Francia Charles ó Cárlos, -el que decian el Cabezudo, le dijo como su hermano habia descubierto -unas grandes tierras que se decian las Indias: y, porque los Reyes -sabian primero las nuevas que otros, pudo haber sido que el mismo rey -de Inglaterra lo debia tambien saber, y no lo quiso decir al dicho -Bartolomé Colon, ó por lo atraer á sí, y él atrajese al Almirante, su -hermano, para su servicio, ó por dar á entender que para aceptar tan -sumo y tan incierto negocio no le faltaba magnanimidad. Besando las -manos, Bartolomé Colon, al rey de Francia por las buenas nuevas que -le plugo dar, el Rey le mandó dar 100 escudos para ayuda á su camino. -Oido que su hermano habia descubierto las tierras que buscaban, dióse -prisa creyendo de lo alcanzar, pero no pudo, porque el Almirante ya -era partido con sus 17 navíos, halló empero una instruccion que le -dejaba el Almirante para si en algun tiempo Bartolomé Colon pareciera. -Vista esta instruccion, partióse de Sevilla para la corte, que estaba -en Valladolid, por el principio del año de 1494, y llevó consigo á -dos hijos que tenia el Almirante, D. Diego Colon, el mayor, y que le -sucedió en el estado y fué el segundo Almirante de las Indias, y á -D. Hernando Colon, hijo menor, para que fuesen á servir al príncipe -D. Juan, de pajes, porque así le habia hecho merced la Reina al -Almirante. Llegado á besar las manos á los Reyes, Bartolomé Colon -con los sobrinos, y ofrecidos todos á su servicio, recibiéronlo los -católicos Reyes con mucha alegría y benignidad; llamáronle luego D. -Bartolomé, y mandaron que fuese á servirles ayudando al Almirante, su -hermano; para lo cual, le mandaron aparejar tres navíos con bastimentos -y recaudo para engrosar las provisiones que habian dado al Almirante, -su hermano; á los niños mandaron los Reyes que sirviesen al príncipe -don Juan, de pajes. Llegó á esta isla Española en 14 dias de Abril -del año de 1494. Así que, convalecido ya el Almirante de su gravísima -enfermedad, y consolado mucho con la venida de su hermano D. Bartolomé -Colon, acordó, como Visorey, pareciéndole tener auctoridad para ello, -de criarlo é investirlo de la dignidad ó oficio real de Adelantado de -las Indias como él lo era Almirante; pero los Reyes, sabido, no lo -aprobaron, dando á entender al Almirante no pertenecer al oficio de -Visorey criar tal dignidad, sino sólo á los Reyes, pero, por hacer á -ambos merced, Sus Altezas, por sus cartas reales, lo intitularon de las -Indias Adelantado, y, hasta que murió, por tal fué tenido y nombrado. -La provision real de la institucion desta dignidad de Adelantado, -concedida por los Reyes al dicho Bartolomé Colon, se hizo en Medina del -Campo, á 22 dias del mes de Julio de 1497 años, el tenor de la cual -quizá ponemos abajo. Era persona de muy buena dispusicion, alto de -cuerpo, aunque no tanto como el Almirante, de buen gesto, puesto que -algo severo, de buenas fuerzas y muy esforzado, muy sabio y prudente -y recatado, y de mucha experiencia, y general en todo negocio; gran -marinero, y creo, por los libros y cartas de marear glosados y notados -de su letra, que debian ser suyos ó del Almirante, que era en aquella -facultad tan docto, que no le hacia el Almirante mucha ventaja. Anduvo -viajes al cabo de Buena Esperanza, cuando luego se descubrió, si no me -olvido, el año de 1485, no sé si sólo él ó en compañía del Almirante; -era muy buen escribano, mejor que el Almirante, porque en mi poder -están muchas cosas de las manos de ambos. Parecíame á mí, cuanto á -la condicion del Adelantado, las veces que le comunicaba, que era de -más recia y seca condicion, y no tanta dulzura y benignidad como el -Almirante. Ayudóse mucho de su consejo y parecer, en las cosas que le -pareció emprender y en los trabajos del campo, el Almirante, y no hacia -cosa sin él, y, por ventura, en las cosas que se imputaron despues al -Almirante de rigor y crueldad, fué el Adelantado la causa; puesto que, -como el Almirante y sus hermanos eran extranjeros y solos, y gobernaban -á gente española, que aunque á sus naturales señores es subyectísima, -pero ménos humilde y paciente y más dura de cerviz para tener sobre sí -superiores de estraña nacion que otra, mayormente hallándose fuera de -sus tierras, donde más muestran su dureza y ferocidad que ninguna, y -por tanto, cualquiera cosa que no fuese á sabor de todos, en especial -de muchos caballeros que con el Almirante habian ido y mucho más de -los oficiales del Rey, que suelen subir con sus pensamientos más que -otros, habia de serles juzgada y tenida por dura y ménos sufrible que -si la hicieran ó ordenaran otros gobernadores de nuestra propia nacion, -y así, quizá parecia al Adelantado convenir, por entónces, usar de -aquellos rigores: cuanto al castigo de los españoles digo; porque, en -los daños que se hicieron á los indios, poco cuidado siempre hobo de -sentir que fuesen daños, y pocas acusaciones les pusieron dello. - - - - -CAPÍTULO CII. - - -En este tiempo de la indispusicion del Almirante, pocos dias despues -de llegado de su descubrimiento de Cuba y Jamáica, vínole á visitar -el rey del Marien, Guacanagarí, mostrando gran pesar de su enfermedad -y trabajos, y dando disculpa de sí, afirmando que él no habia sido -en la muerte de los cristianos, que se habian muerto por mandado de -los otros Reyes y señores, ni de los ayuntamientos de las gentes que -estaban, en la Vega y en las otras partes, de guerra; y que no podia -traer argumento de su buena voluntad y amor que tenia á él y á sus -cristianos, que los tratamientos que les habia mandado hacer en su -tierra, y las obras buenas que de sus vasallos habian recebido siempre, -teniendo á la contina cient cristianos en ella, y siendo proveidos y -servidos de todas las cosas necesarias que ellos tenian, como si fueran -sus propios hijos, y que por esta causa estaba odioso á todos los Reyes -y señores y gentes de la isla, y le trataban y perseguian su persona -y nombre y vasallos como á enemigos, y habia recibido dellos muchos -daños con este título. Y, en tocando en hablar en los 39 cristianos -que quedaron en la fortaleza, en su tierra, cuando el Almirante tornó -con las nuevas del descubrimiento destas tierras á Castilla, lloraba -como si fueran todos sus hijos, excusándose de culpa, y acusándose por -desdichado en no haberlos podido guardar hasta que viniera, que los -hallara vivos. El Almirante le recibia su satisfaccion y cumplia con él -lo mejor que le parecia, y no tenia duda de que no fuese verdad todo, ó -lo más y lo principal de lo que decia; y porque el Almirante determinó -de salir por la isla con la más gente cristiana que pudiese de guerra, -para derramar las gentes ayuntadas y sojuzgar toda la tierra, ofrecióse -á ir con él el rey Guacanagarí é llevar toda la gente suya que -pudiese, para favor y ayuda de los cristianos, y así lo hizo. Es aquí -de notar, para las personas que aman la verdad y justicia, que no son -otras más, sino las que están desnudas de toda pasion, mayormente de -temporal interese, que aunque para bien de los cristianos y para que -pudiesen permanecer en la isla, el rey Guacanagarí les echase cargo -en favorecerles y ayudarlos, y así, parezca en la superficie, á los -que no penetran la razon del negocio, que el dicho Guacanagarí hacia -bien y virtuosamente, pero en la verdad, considerada la obligacion que -de ley natural todos los hombres tienen al bien comun, y libertad, y -conservacion de su patria y estado público della (como parece por la -Ley _Veluti_, párrafo _De justitia et jure_, donde dice que de derecho -de las gentes, y así, por natural razon, la religion se debe á Dios, y -la obediencia á los padres y á la patria, y así es uno de los preceptos -naturales, que somos obligados á guardar, so pena de gravísimo pecado -mortal), este rey Guacanagarí ofendia y violaba mucho la ley natural, -y era traidor y destruidor de su patria y de las de los Reyes de la -isla y de toda su nacion, y pecaba mortalmente ayudando y manteniendo, -favoreciendo y conservando á los cristianos, y por consiguente, todos -los Reyes y señores, y toda la otra gente de aquellos reinos, justa -y lícitamente lo perseguian y tenian justa guerra contra él y contra -su reino, como á capital enemigo suyo y público de todos, traidor -y disipador de su patria y nacion, pues ayudaba, y favorecia, y -conservaba á los hostes ó enemigos públicos de la suya, y de todas las -otras de los otros reinos y repúblicas; gente áspera, dura, fuerte, -extraña, que los inquietaba, turbaba, maltrataba, oprimia, ponia en -dura servidumbre y, al cabo, los consumia, destruia y mataba, y era -cosa probabilísima y certísima, que aquella gente extraña y que tales -obras hacia, y tales indicios de sí en cada parte donde entraban daban, -que, desque más se arraigasen y asentasen en la tierra, todo el estado -de sus repúblicas de todos los reinos desta isla, como finalmente lo -hicieron (segun es ya bien manifiesto), habian de subvertir ó destruir -é asolar, y lo que más es, que su mismo reino, y sus mismos vasallos -y súbditos, como á tal proditor y destruidor de su patria, y de todo -el estado público de su reino, lo podian lícitamente matar, y tenian -justa guerra contra él, y él, si se defendiera, injusta contra ellos -y contra los otros Reyes que por esta causa le persiguieran. Por las -razones dichas, se pone cuestion entre los doctores teólogos, si -Raab, meretriz, pecó mortalmente encubriendo y salvando las espías ó -exploradores de la tierra de promision que habia enviado Josué, y el -ejército de los hijos de Israel, y concluyese que, en la verdad, fué -traidora y destruidora de su patria y ciudad, Hiericó, en encubrir y -salvar los dichos exploradores, y hizo contra el precepto del derecho -natural, siendo obligada por el mismo derecho á entregarlos al Rey -ó al pueblo, y áun matarlos ella, porque por ello merecian bien la -muerte, por las leyes de cada república tácitas ó expresas que, sobre -este caso, por ley natural tiene promulgadas, y pecára mortalmente, si -no concurrieran otras causas que la excusaron; una de las cuales fué, -porque, movida é inspirada por Dios, cognosció clarísimamente que el -Dios de los judíos era omnipotentísimo, y que habia determinado de dar -toda la tierra de los cananeos á los judíos, pueblo suyo, y por esto, -siendo para ello alumbrada, quiso ayudar en ello y no repugnar á la -voluntad de Dios, y tambien, ya que no podia escapar su ciudad toda, -quiso al ménos escaparse á sí é á su casa de la muerte que esperaba -que todos habian de pasar. Esto parece por el mismo texto de la -Escriptura divina, Josué, II; dijo ella: _Novi quod Dominus tradiderit -vobis terram.... Audivimus quod siccaverit Dominus aquas Maris Rubri -ad vestrum introitum ..._ Et infra: _Dominus enim Deus vester ipse -est Deus in cœlo sursum et in terra deorsum_, etc. Así que, por lo -dicho, podrán cognoscer los leyentes algo de la justificacion que -podrán tener las obras que los cristianos hicieron en aquellas gentes, -de que estaba plenísima esta isla, que abajo se referirán. En estos -dias envió el Almirante á hacer guerra al Cacique ó rey Guatigana, -porque habia mandado matar los 10 cristianos, en cuya gente hicieron -cruel matanza los cristianos, y él huyó. Tomáronse mucha gente á -vida, de la cual envió á vender á Castilla más de 500 esclavos en los -cuatro navíos que trujo Antonio de Torres, y se partió con ellos para -Castilla, en 24 de Febrero de 1495. Hobo esta determinacion entre los -españoles, dende adelante, la cual guardaban por ley inviolable, que -por cada cristiano que matasen los indios hobiesen los cristianos -de matar 100 indios; y pluguiera á Dios que no pasáran de 1.000 los -que, por uno, desbarrigaban y mataban, y sin que alguno matasen, como -despues, inhumanamente, yo vide muchas veces. Por ventura, poco ántes -de lo dicho, fué Alonso de Hojeda, de quien arriba en el cap. 82 -hicimos mencion, y, si á Dios pluguiere, haremos adelante más larga; -enviado por el Almirante disimuladamente con nueve cristianos él solo, -á caballo, para visitar de su parte al rey Caonabo, de quien arriba -digimos ser muy gran señor y muy más esforzado que otro alguno de -esta isla, y á rogarle que le fuese á ver á la Isabela, y si pudiese -prenderlo con un ardid que habia pensado. Porque á este Rey ó Cacique -temia más que á otro de la isla el Almirante y los cristianos, porque -tenia nuevas que trabajaba mostrar su valor y estado, en guerras y -fuera dellas, preciándose de que se viese y estimase su magestad y -auctoridad real en obras, y palabras, y gravedad; ayudábale á esto -tener dos ó tres hermanos, muy valientes hombres, y mucha gente que lo -corroboraba, por manera que, por guerra no se pensaba poderlo tan aína -sojuzgar. El ardid fué aqueste: que como los indios llamasen al laton -nuestro, turey, é á los otros metales que habiamos traido de Castilla, -por la grande estima que dello tenian como cosa venida del cielo, -porque llamaban turey al cielo, y ansí hacian joyas dellos, en especial -de laton, llevó el dicho Alonso de Hojeda unos grillos y unas esposas -muy bien hechas, sotiles y delgadas, y muy bruñidas y acicaladas, en -lugar de presente que le enviaba el Almirante, diciéndole que era turey -de Vizcaya, como si dijera cosa muy preciosa venida del cielo, que se -llamaba turey de Vizcaya. Llegado Hojeda á la tierra y pueblo del rey -Caonabo, que se decia la Maguana, y estaria de la Isabela obra de 60 -leguas ó 70, apeado de su caballo, y espantados todos los indios de -lo ver, porque al principio pensaban que era hombre y caballo todo un -animal, dijeron á Caonabo que eran venidos allí cristianos que enviaba -el Almirante, Guamiquina de los cristianos, que queria decir, el señor -ó el que era sobre los cristianos, y que le traian un presente de su -parte, que llamaban turey de Vizcaya. Oido que le traian turey alegróse -mucho, mayormente que como tenia nueva de una campana que estaba en -la iglesia de la Isabela, y le decian los indios que la habian visto, -que un turey que tenian los cristianos hablaba, estimando que, cuando -tañían á misa y se allegaban todos los cristianos á la iglesia por el -sonido della, que, porque la entendian, hablaba, y por eso deseábala -mucho ver y porque se la trajesen á su casa la habia algunas veces, -segun se dijo, enviado al Almirante á pedir; así que, holgó que Hojeda -entrase donde él estaba, y dícese que Hojeda se hincó de rodillas y -le besó las manos, y dijo á los compañeros: «hacé todos como yo.» -Hízole entender que le traia turey de Vizcaya, y mostróle los grillos -y esposas muy lucías y como plateadas, y, por señas y algunas palabras -que ya el Hojeda entendia, hízole entender que aquel turey habia venido -del cielo y tenia gran virtud secreta, y que los Guamiquinas ó reyes -de Castilla se ponian aquello por gran joya cuando hacian areytes, que -eran bailes, y festejaban, y suplicóle que fuese al rio á holgares y -á lavarse, que era cosa que mucho usaban (y estaria del pueblo media -legua y más por ventura, y era muy grande y gracioso, llamado Yaquí, -porque nace de una sierra con el otro que digimos arriba, que sale -á _Monte-Christi_, y el Almirante le puso el Rio del Oro), y que -allí se los pondria donde los habia de traer, y que despues vernia -caballero en el caballo, y pareceria ante sus vasallos como los Reyes -ó Guamiquinas de Castilla. Determinó de lo hacer un dia, y fuese, con -algunos criados de su casa y poca gente, al rio, harto descuidado y -sin temor que nueve cristianos ó diez le podian hacer mal, estando en -su tierra, donde tenia tanto poder y vasallos. Despues de se haber -lavado y refrescado, quiso, de muy cudicioso, ver su presente de turey -de Vizcaya y probar su virtud, y así Hojeda hace que se aparten, los -que con él habian venido, un poco, y sube sobre su caballo, y al Rey -pónenle sobre las ancas, y allí échanle los grillos y las esposas, los -cristianos, con gran placer y alegría, y dá una ó dos vueltas cerca -de donde estaban por disimular, y da la vuelta, los nueve cristianos -juntos con él, al camino de la Isabela, como que se paseaban para -volver, y, poco á poco, alejándose, hasta que los indios que lo miraban -de léjos, porque siempre huian de estar cerca del caballo, lo perdieron -de vista; y así le dió cantonada y la burla pasó á las veras. Sacan -los cristianos las espadas y acometen á lo matar, sino calla y está -quedo á que lo aten bien al Hojeda, con buenas cuerdas que llevaban, -y, con toda la prisa que se podrá bien creer, dello por camino, dello -por las montañas, fuera dél, hasta que despues de muchos trabajos, -peligros y hambre, llegaron y lo pusieron en la Isabela, entregándolo -al Almirante. Desta manera, y con esta industria, y por este ardid, -del negro turey de Vizcaya, prendió al gran rey Caonabo, uno de los -cinco principales reyes y señores desta isla, Alonso de Hojeda, segun -era público y notorio, y así se platicaba, y muchas veces, como por -cosa muy cierta lo hablábamos de que yo llegué á esta isla, que fué -seis ó siete años despues desto acaecido. Pudieron pasar otras más ó -ménos particularidades, sin las que yo aquí cuento, ó en otra manera, -que en el rio lo prendiesen y echasen los grillos y esposas, pero al -ménos esto lo escribo como lo sé, y que por cosa cierta teniamos en -aquel tiempo, que el Hojeda lo habia preso y traido á la Isabela con -la dicha industria de los grillos, turey de Vizcaya; D. Hernando dice, -que cuando salió el Almirante á hacer guerra á la gente que estaba -junta en la Vega (de que luego se dirá), lo prendió con otros muchos -señores Caciques, pero yo, por lo dicho y por otras razones que hay, no -lo tengo por cierto; y una es, que no habia de venir Caonabo tan léjos -de su tierra 70 y 80 leguas, y en tierra ajena, de Guarionex, y con -grandes dificultades, á dar guerra á los Españoles, no teniendo bestias -para traer los bastimentos, cosa muy contraria de la costumbre y -posibilidad de los indios, al ménos los destas islas. De otra manera lo -cuenta esto Pedro Mártir en la primera de sus Décadas, que el Almirante -envió á Hojeda, solamente á rogarle que le fuese á ver, y que determinó -de irlo á ver con mucha gente armada, para si pudiera matarlo con todos -los cristianos, y que le amenazaba Hojeda para provocarlo á que lo -fuese á ver, con decirle, que sino tenia amistad con el Almirante, que -por guerra él y los suyos serian muertos y destruidos. Estas no son -palabras que sufriera Caonabo, segun era gran señor y esforzado, y no -habia experimentado las fuerzas y lanzas y espadas de los españoles; -y al cabo dice, Pedro Mártir, que yendo con su gente armado, en el -camino Hojeda le prendió y llevó al Almirante, pero todo esto es imágen -de verdad, por muchas razones, que de lo susodicho pueden sacarse; -lo que platicábamos, el tiempo que digo, era que Caonabo respondió á -Hojeda; «venga él acá y tráigame la campana ó turey que habla, que yo -no tengo de ir allá;» esto concuerda más con la gravedad y auctoridad -de Caonabo. Confírmase lo que yo digo por una cosa notable, que, por -tan cierta como la primera se contaba dél, y es esta: que estando el -rey Caonabo preso con hierros y cadenas en la casa del Almirante, donde -á la entrada della todos le veian, porque no era de muchos aposentos, -y cuando entraba el Almirante, á quien todos acataban y reverenciaban, -y tenia persona muy autorizada (como al principio desta Historia -se dijo), no se movia ni hacia cuenta dél, Caonabo, pero cuando -entraba Hojeda, que tenia chica persona, se levantaba á él y lloraba, -haciéndole gran reverencia, y como algunos españoles le dijesen que -por qué hacía aquello siendo el Almirante Guamiquina y el señor, y -Hojeda súbdito suyo como los otros, respondia, que el Almirante no -habia osado ir á su casa á lo prender sino Hojeda, y por esta causa, á -sólo Hojeda debia él esta reverencia y no al Almirante. Determinó el -Almirante llevarlo á Castilla y con él otros muchos para esclavos que -hinchiesen los navíos, por lo cual envió 80 cristianos hácia Cibao y -á otras provincias, que tomasen por fuerza los que pudiesen, y hallo -en mis memoriales que trajeron 600 indios, y la noche que llegó á la -Isabela esta cabalgada, y teniendo ya embarcado al rey Caonabo en un -navío de los que estaban para partir, en la Isabela, para mostrar Dios -la injusticia de su prision y de todos aquellos inocentes, hizo una tan -deshecha tormenta, que todos los navios que allí estaban con toda la -gente que habia en ellos (salvo los españoles que pudieron escaparse), -y el Rey Caonabo cargado de hierros, se ahogaron y hobieron de perecer; -no supe si habian embarcado aquella noche los 600 indios. Vista por -los hermanos de Caonabo su prision, y consideradas las obras que los -cristianos, en todas las partes donde entraban ó estaban, hacian, y que -los mismos, cuando no se catasen, habian de padecer, juntaron cuanta -gente pudieron y determinaron de hacer á los cristianos guerra, cuan -cruel pudiesen, para librar su hermano y señor, que ya era ahogado, -y echarlos de la tierra y del mundo si pudiesen hacerlo. Perdidos -los navíos, que fué gran angustia y dolor para el Almirante, dispuso -luego de que se hiciesen dos carabelas, la una de las cuales yo vide, -y llamóse la _India_, y él, porque era muy devoto de Sant Francisco, -vistióse de pardo, y yo le vide en Sevilla al tiempo que llegó de acá, -vestido cuasi como fraile de Sant Francisco. - - - - -CAPÍTULO CIII. - - En el cual se tracta de la llegada á Castilla, con los 12 navíos, de - Antonio de Torres. - - -Llegó á Castilla con sus 12 navíos Antonio de Torres, con muy buen -viaje y breve, porque salió del puerto de la Isabela á 2 de Febrero, -y llegó á Cáliz cuasi entrante ó á los 8 ó 10 de Abril. Recibieron -los Reyes inestimable alegría con la venida de Antonio de Torres, por -saber que el Almirante, con toda la flota, hobiese llegado á esta isla -en salvamento, y más con las cartas y relacion del Almirante, y el -oro que les enviaba, cogido de las mismas minas de Cibao con la gente -que él habia enviado con Hojeda para verlas é descubrirlas, y, por -vista de ojos, experimentar que lo hobiese en la misma tierra y sacado -por mano dellos; y porque ya los Reyes, por ventura, habian mandado -aparejar tres navíos para que fuesen tras el Almirante y su flota, por -el deseo que tenian de saber dél, por el temor, quizá, quel armada que -se decia tener el rey de Portugal no hobiese topado con él, los dichos -tres navíos; llegado Antonio de Torres, mandaron, con muchas cosas de -las que el Almirante pidió por sus cartas, despacharlos. Y en aquestos -creo que vino Bartolomé Colon, porque por entónces no habian venido acá -otros, y eran todos bien contados y deseados cada vez que acá venian, -como se verá. En ellos escribieron los Reyes al Almirante, la presente -carta ó epístola: - -«El Rey é la Reina.—D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante del mar -Océano, é nuestro Visorey é Gobernador de las islas nuevamente falladas -en la parte de las Indias: Vimos las cartas que nos enviastes con -Antonio de Torres, con las cuales hobimos mucho placer, y damos muchas -gracias á Nuestro Señor Dios que tan bien lo ha hecho, y en haberos -en todo tan bien guiado. En mucho cargo y servicio vos tenemos lo que -allá habeis fecho, que no puede ser mejor, y asimismo oimos al dicho -Antonio de Torres, y recibimos todo lo que con él nos enviastes y Nos -esperábamos de ver, segun la mucha voluntad y aficion que de vos se -ha cognoscido y cognosce en las cosas de nuestro servicio. Sed cierto -que nos tenemos de vos por mucho servidos y encargados en ello, para -vos hacer mercedes, y honra, y acrecentamiento como vuestros grandes -servicios lo requieren y adeudan; y porque el dicho Antonio de Torres -tardó en venir aquí hasta agora, y no habiamos visto vuestras cartas, -las cuales no nos habia enviado por las traer él á mejor recaudo, y -por la prisa de la partida destos navíos que agora van, los cuales, á -la hora que lo aquí supimos, los mandamos despachar con todo recaudo -de las cosas que de allá enviastes por memorial, que cuanto más -cumplidamente se pudiera facer sin detenerlos, y así se hará y cumplirá -en todo lo otro que trujo á cargo, al tiempo y como él lo dijere. -No há lugar de os responder como quisiéramos, pero cuando él vaya, -placiendo á Dios, vos responderemos y mandaremos proveer en todo ello, -como cumple. Nos habemos habido enojo de las cosas que allá se han -hecho fuera de vuestra voluntad, las cuales mandaremos bien remediar é -castigar. En el primer viaje que para acá se hiciere enviad á Bernal de -Pisa, al cual Nos enviamos á mandar que ponga en obra su venida, y en -el cargo que él llevó entienda en ello la persona que á vos y al padre -fray Buil pareciere, en tanto que de acá se provee, que por la prisa -de la partida de los dichos navíos no se pudo agora proveer en ello, -pero en el primer viaje, si place á Dios, se proveerá de tal persona -cual conviene para el dicho cargo. De Medina del Campo á diez y ocho de -noventa y cuatro años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Por mandado del Rey é -de la Reina, Juan de la Parra.» - -Parece por esta carta de los Reyes, que Antonio de Torres debia haber -traido las quejas de Bernal de Pisa, y á esto contradice lo que arriba -en el cap. 90 se dijo, que despues de partido de la Isabela con los -12 navíos, Antonio de Torres, se quiso amotinar, con los cinco que -quedaron, Bernal de Pisa. No tiene concordia ninguna, sino es que él -debia de causar algunas inquietudes y alborotos, estando áun allí -Antonio de Torres, y desto escribió quejas el Almirante á los Reyes, -y, despues de partido Antonio de Torres, pasó adelante en quererse -alzar con los cinco navíos; la razon es, porque no hobo navío alguno -que volviese á Castilla, sino los 12 que volvieron y los cinco que -quedaron. Mandaron los Reyes que, con toda la priesa y diligencia que -posible fuese, se aparejasen cuatro navíos en que tornase Antonio -de Torres, con todas las provisiones y recaudos que el Almirante, -por su memorial, envió á suplicar y pedir á los Reyes, todo lo cual, -hizo muy cumplidamente el Arcediano de Sevilla susodicho, D. Juan de -Fonseca, y fué todo puesto á punto, por manera, que al fin de Agosto -ó en principio de Setiembre, á lo que creo, se hizo Antonio de Torres -con los cuatro navíos á la vela, con el cual escribieron los Reyes al -Almirante la carta siguiente. - -«El Rey é la Reina.—D. Cristóbal Colon, Almirante mayor de las islas -de las Indias: Vimos vuestras letras é memoriales que nos enviastes -con Torres, y habemos habido mucho placer de saber todo lo que por -ellas nos escribistes, y damos muchas gracias á Nuestro Señor por todo -ello, porque, con su ayuda, este negocio vuestro será causa que nuestra -sancta fe católica sea mucho más acrecentada. Y una de las principales -cosas porque esto nos ha placido tanto, es, por ser inventada, -principiada y habida por vuestra mano, trabajo é industria, y parécenos -que todo lo que al principio nos dixistes que se podia alcanzar, por -la mayor parte, todo ha salido cierto como si lo hobiérades visto -ántes que nos lo dixérades; esperanza tenemos en Dios, que, en lo -que queda por saber, así se continuará, de que por ello vos quedamos -en mucho cargo para vos facer mercedes, por manera que vos seais muy -bien contento: y, visto todo lo que nos escribistes, como quiera que -asaz largamente decís todas las cosas, de que es mucho gozo y alegría -verlas, pero algo más querriamos que nos escribiésedes, ansí en que -sepamos cuantas islas fasta aquí se han fallado, y, á las que habeis -puesto nombres, qué nombre á cada una, porque aunque nombrais algunas -en vuestras cartas, no son todas, y á las otras, los nombres que les -llaman los indios, y cuanto hay de una á otra, y todo lo que habeis -fallado en cada una dellas, y lo que dicen que hay en ellas, y en lo -que se ha enviado despues que allá fuistes, qué se ha habido, pues ya -es pasado el tiempo que todas las cosas sembradas se han de coger; y -principalmente, deseamos saber todos los tiempos del año qué tales son -allá en cada mes por sí, porque á Nos parece, que, en lo que decís que -hay allá, hay mucha diferencia en los tiempos á los de acá: algunos -quieren decir si en un año hay dos inviernos y dos veranos. Todo nos -lo escribid por nuestro servicio, y enviadnos todos los más halcones -que de allá se pudieren enviar, y de todas las aves que allá hay y se -pudieren haber, porque querríamoslas ver todas; y cuanto á las cosas -que nos enviastes por memorial que se proveyesen y enviasen de acá, -todas las mandamos proveer, como del dicho Torres sabreis y vereis por -lo que él lleva. Querriamos, si os parece, que así para saber de vos y -de toda la gente que allá está, como para que cada dia pudiésedes ser -proveidos de lo que fuese menester, que cada mes viniese una carabela -de allá, y de acá fuese otra, pues que las cosas de Portugal están -asentadas, y los navíos podrán ir y venir seguramente; veldo, y si os -pareciere que se debe hacer, haceldo vos, y escribidnos la manera que -os pareciere, qué se debe enviar de acá. Y en lo que toca á la forma -que allá debeis tener con la gente que allá teneis, bien nos parece lo -que hasta agora habeis principiado, y así lo debeis continuar, dándoles -el más contentamiento que ser pueda, pero no dándoles lugar que excedan -en cosa alguna de las que hobieren de hacer é vos les mandedes de -nuestra parte; y cuanto á la poblacion que hicistes, en aquello no hay -quien pueda dar regla cierta ni enmendar cosa alguna desde acá, porque -allá estariamos presentes, y tomariamos vuestro consejo y parecer en -ello, cuanto más en absencia; por eso á vos lo remitimos. A todas las -otras cosas contenidas en el memorial que trajo el dicho Torres, en -las márgenes dél va respondido lo que convino que vos supiésedes la -respuesta, á aquella vos remitimos; y cuanto á las cosas de Portugal, -acá se tomó cierto asiento con sus Embajadores, que nos parecia que era -más sin inconvenientes, y porque dello seais bien informado largamente, -vos enviamos el treslado de los capítulos que sobre ello se hicieron, -y por eso, aquí no conviene alargar en ello, sino que mandamos y -encargamos que aquello guardeis enteramente, é fagais que por todos sea -guardado, así como en los capítulos se contiene; y en lo de la raya -ó límite que se ha de hacer, porque nos parece cosa muy dificultosa -y de mucho saber y confianza, querriamos, si ser pudiese, que vos os -hallásedes en ello, y la hiciésedes con los otros que por parte del -rey de Portugal en ello han de entender, y si hay mucha dificultad -en vuestra ida á esto, ó podria traer algun inconveniente en lo que -ende estais, ved si vuestro hermano, ó otro alguno teneis ende que lo -sepan, é informadlos muy bien por escripto, y áun por palabra, y por -pintura, y por todas las maneras que mejor pudieran ser informados, é -inviádnoslos acá luego con las primeras carabelas que vinieren, porque -con ellos enviaremos otros de acá para el tiempo que está asentado; y -quier hayais vos de ir á esto, ó nó, escribidnos muy largamente todo lo -que en esto supiéredes y á vos pareciere que se debe hacer para nuestra -informacion y para que todo se provea como cumple á nuestro servicio, y -faced de manera que vuestras cartas y las que habeis de enviar vengan -presto, porque puedan volver á donde se ha de hacer la raya, ántes -que se cumpla el tiempo que tenemos asentado con el rey de Portugal, -como vereis por la capitulacion. De Segovia á diez y seis de Agosto de -noventa y cuatro años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Por mandato del Rey é -de la Reina, Fernandalvarez.» - -Lo que en esto despues se hizo no lo pude saber, sólo esto fué -cierto, que ni el Almirante ni su hermano pudieron ir á ello por el -descubrimiento que hizo de Cuba y Jamáica, y enfermedad del Almirante, -y otras adversidades que luego les vinieron, ó porque el tiempo del -asiento era pasado, y áun creo que, principalmente, por lo que se dirá -en los capítulos siguientes. - - - - -CAPÍTULO CIV[3] - - -El Almirante, como cada dia sentia toda la tierra ponerse en armas, -puesto que armas de burla en la verdad, y crecer en aborrecimiento de -los cristianos, no mirando la grande razon y justicia que para ello -los indios tenian, dióse cuanta más priesa pudo para salir al campo -para derramar las gentes y sojuzgar por fuerza de armas la gente de -toda esta isla, como ya digimos; para efecto de lo cual, escogió hasta -200 hombres españoles, los más sanos (porque muchos estaban enfermos -y flacos), hombres de pié y 20 de á caballo, con muchas ballestas y -espingardas, lanzas y espadas, y otra mas terrible y espantable arma -para con los indios, despues de los caballos, y esta fué 20 lebreles -de presa, que luego en soltándolos ó diciéndolos «tómalo,» en una -hora hacian cada uno á cien indios pedazos; porque como toda la gente -desta isla tuviesen costumbre de andar desnudos totalmente, desde lo -alto de la frente hasta lo bajo de los piés, bien se puede fácilmente -juzgar qué y cuales obras podian hacer los lebreles ferocísimos, -provocados y esforzados por los que los echaban y açomaban en cuerpos -desnudos, ó en cueros, y muy delicados: harto mayor efecto, cierto, -que en puercos duros de Carona ó venados. Esta invencion comenzó aquí -escogitada, inventada y rodeada por el diablo, y cundió todas estas -Indias, y acabará cuando no se hallare más tierra en este orbe, ni más -gentes que sojuzgar y destruir, como otras exquisitas invenciones, -gravísimas y dañosísimas á la mayor parte del linaje humano, que aquí -comenzaron y pasaron y cundieron adelante para total destruccion de -estas naciones, como parecerá. Es tambien aquí de notar, que como los -indios anduviesen, como es dicho, desnudos en estas islas y en muchas -partes de tierra firme, y en todas las demas no pase su vestido de una -mantilla delgada de algodon, de vara y media, ó dos cuando más, en -cuadro, y estas sean cuasi en todas las Indias (los pellejos suyos, -digo, y las dichas mantillas), sus armas defensivas, las ballestas de -los cristianos y las espingardas de los tiempos pasados, y más sin -comparacion los arcabuces de agora, son para los indios increiblemente -nocivas; pues de las espadas que cortaban y cortan hoy un indio desnudo -por medio, no hay necesidad que se diga; los caballos, á gentes que -nunca los vieron y que imaginaban ser todo, el hombre y caballo, un -animal, bastaban de miedo enterrarse dentro de los abismos, vivos, y, -por su mal, despues que los cognoscieron, vieron y ven hoy por obra -en sus personas, casas, pueblos y reinos, lo que padecen dellos ó por -ellos temian. Esto es cierto, que solos 10 de caballo, al ménos en -esta isla (y en todas las demas partes destas Indias, si no es en las -altas sierras), bastan para desbaratar y meterlos todos por las lanzas, -100.000 hombres que se junten, contra los cristianos, de guerra, sin -que 100 puedan huir; y esto se pudo bien efectuar en la Vega Real desta -isla, por ser tierra tan llana como una mesa, como arriba en el cap. -90 se dijo. Por manera, que ninguna de nuestras armas podemos contra -los indios mover que no les sea perniciosísima: de las suyas, ofensivas -contra nosotros, no es de hablar, porque, como arriba digimos, son las -más como de juegos de niños. - -Teniendo, pues, la gente aparejada y lo demas para la guerra necesario, -el Almirante, llevando consigo á D. Bartolomé Colon, su hermano, y -al Rey Guacanagarí (no pude saber qué gente llevó de guerra, de sus -vasallos), en 24 del mes de Marzo de 1495, salió de la Isabela, y á dos -jornadas pequeñas, que son diez leguas como se dijo, entró en la Vega, -donde la gente se habia juntado mucha, y dijeron que creian habia sobre -100.000 hombres juntos. Partió la gente que llevaba con su hermano, -el Adelantado, y dieron en ellos por dos partes, y soltando las -ballestas y escopetas y los perros bravisimos, y el impetuoso poder -de los de caballo con sus lanzas, y los peones con sus espadas, así -los rompieron como si fueran manada de aves; en los cuales no hicieron -ménos estragos que en un hato de ovejas en su aprisco acorraladas. -Fué grande la multitud de gente que los de á caballo alancearon, y -los demas, perros y espadas hicieron pedazos; todos los que le plugo -tomar á vida, que fué gran multitud, condenaron por esclavos. Y es de -saber que los indios siempre se engañan, señaladamente los que áun no -tienen experiencia de las fuerzas y esfuerzo y armas de los cristianos, -porque, como por sus espías que envian, les traen por cuenta cuantos -son en número los cristianos, que es lo primero que hacen, y les traen -por granos de maíz, que son como garbanzos, contados los cristianos, -y por muchos que sean, no suben ó subian entónces de 200 ó 300, ó -400, cuando más, y caben en el puño esos granos, como ven tan poco -número dellos y de sí mismos son siempre tan innumerables, paréceles -que no es posible que tan pocos puedan prevalescer contra tantos, -pero despues, cuando vienen á las manos, cognoscen cuan con riesgo y -estrago suyo se engañaron. Aquí es de advertir lo que en su Historia -dice D. Hernando Colon en este paso, afeando primero la ida de Mosen -Pedro Margarite, y despues las fuerzas é insultos que hacian en los -indios los cristianos, por estas palabras: «De la ida de Mosen Pedro -Margarite provino que cada uno se fuese entre los indios por do quiso, -robándoles la hacienda, y tomándoles las mujeres, y haciéndoles tales -desaguisados, que se atrevieron los indios á tomar venganza en los que -tomaban solos ó desmandados; por manera que el Cacique de la Magdalena, -llamado Guatiguana, mató 10 cristianos, etc.» Aunque despues, vuelto -el Almirante se hizo gran castigo, y bien que él no se pudo haber, -fueron presos y enviados á Castilla con los cuatro navíos que llevó -Antonio de Torres, más de 500 esclavos y son sus vasallos; asimismo -se hizo castigo por otros seis ó siete, que, por otras partes de la -isla, otros Caciques habian muerto. Y más abajo, dice D. Hernando así: -«Los más cristianos cometian mil excesos, por lo cual los indios les -tenian entrañable ódio, y reusaban de venir á su obediencia, etc.» -Estas son sus formales palabras; y dice más, que despues de vuelto -el Almirante, hizo gran castigo por la muerte de los cristianos, y -por la rebelion que habian hecho. Si confiesa D. Hernando que los -cristianos robaban las haciendas y tomaban las mujeres, y hacian -muchos desaguisados, y otros mil excesos á los indios, y no vian juez -que lo remediase, otro, de ley natural y derecho de las gentes, sino -á sí mismos (cuanto más que esta era defension natural que áun á las -bestias y á las piedras insensibles es conocida, como prueba Brecio -en el libro I, _De consolatione_, prosa 4.ª; y lo pudieron hacer, -aunque recognoscieran por superior al Almirante ó á otro, pues él no -lo remediaba), ¿como el Almirante pudo en ellos hacer castigo? Item, -si áun entónces llegaba el Almirante y no lo habian visto en la isla -sino solos los diez, ó doce, ó quince pueblos que estaban en 18 leguas, -que anduvo cuando fué á ver las minas, ni habia probado á alguno por -razon natural, ni por escriptura auténtica, ni le podia probar que le -eran obligados á obedecer por superior, porque ni podia ni la tenia, -ni tampoco los entendia, ni ellos á él, ¿como iba y fué y pudo ir por -alguna razon divina ó humana á castigar la rebelion que D. Hernando -dice? Los que no son súbditos ¿como pueden ser rebeldes? ¿Podrá decir, -por razon, el rey de Francia á los naturales de Castilla, si, haciendo -fuerzas y robos, insultos y excesos, usurpándoles sus haciendas, y -tomándoles sus mujeres y hijos en sus mismas tierras y casas los -franceses, si volviendo por sí ó por escaparse de quien tantos males -vienen á hacerles, podrá, digo, el rey de Francia, con razon, decir -que los Españoles le son rebeldes? Creo que no confesara esta rebelion -Castilla. Luego, manifiesto es, que el Almirante ignoró en aquel -tiempo, y áun mucho despues, como parecerá, lo que hacer debia, y á -cuanto su poder se extendia, y D. Hernando Colon estuvo bien remoto del -fin, ignorando muy profundamente el derecho humano y divino, al cual -fin, el descubrimiento que su padre en estas tierras hizo, y el estado -y oficio (aunque bien trabajado y bien merecido), que por ella alcanzó, -y la comision y poderes que les Reyes le dieron y todo lo demas, se -ordenaba y habia de ordenar y enderezar, como medios convenientes, -segun arriba en el cap. 93 digimos. Si este fin D. Hernando -cognosciera, y penetrara la justicia y derecho que los indios á -defenderse á sí é á su patria tenian, mayormente experimentando tantos -males é injusticias cada dia, de nueva y extraña gente á quien nunca -ofendieron, ántes quien muchas y buenas obras les debia, y la poca ó -ninguna que los cristianos pudieron tener para entrar por sus tierras y -reinos por aquella vía, ciertamente, mejor mirara y ponderara lo que en -este paso habia de decir, y así, callara lo que incautamente para loa -del Almirante dijo, conviene á saber: «Que dieron los caballos por una -parte y los lebreles por otra, y todos, siguiendo y matando, hicieron -tal estrago, que en breve fué Dios servido tuviesen los nuestros tal -victoria, que, siendo muchos muertos y otros presos y destruidos, etc.» -Cierto, no fué Dios servido de tan execrable injusticia. - - - - -CAPÍTULO CV. - - -Anduvo el Almirante por gran parte de toda la isla, haciendo guerra -cruel á todos los Reyes y pueblos que no le venian á obedecer, -nueve ó diez meses, como él mismo, en cartas diversas que escribió -á los Reyes y á otras personas, dice. En los cuales dias ó meses, -grandísimos estragos ó matanzas de gentes y despoblaciones de pueblos -se hicieron, en especial en el reino de Caonabo, por ser sus hermanos -tan valientes, y porque todos los indios probaron todas sus fuerzas -para ver si pudieran echar de sus tierras á gente tan nociva y cruel, -y que totalmente vian que, sin causa ni razon alguna, y sin haberlos -ofendido, que los despojaban de sus reinos y tierras, y libertad, y de -sus mujeres y hijos, y de sus vidas y natural ser; pero como se viesen -cada dia tan cruel é inhumanamente perecer, alcanzados tan fácilmente -con los caballos y alanceados en un credo tantos, hechos pedazos con -las espadas, cortados por medio, comidos y desgarrados de los perros, -quemados muchos dellos vivos y padecer todas maneras exquisitas de -inmisericordia é impiedad, acordaron muchas provincias, mayormente las -que estaban en la Vega Real, donde reinaba Guarionex, y la Maguana, -donde señoreaba Caonabo, que eran de los principales reinos y Reyes -desta isla, como se ha dicho, de sufrir su infelice suerte, poniéndose -en manos de sus enemigos á que hiciesen dellos lo que quisiesen, con -que del todo no los extirpasen como quien no podia más; quedando muchas -gentes de muchas partes y provincias de la isla huidos por los montes, -y otras que áun los cristianos no habian tenido tiempo de llegar á -ellas y las sojuzgar. Desta manera (como el Almirante mismo escribió -á los Reyes), allanada la gente de la isla, la cual, dice, que era -sin número, con fuerza y con maña, hobo la obediencia de todos los -pueblos en nombre de Sus Altezas y como su Visorey, é obligacion de -como pagarian tributo cada Rey ó Cacique, en la tierra que poseia, -de lo que en ella habia; y se cogió el dicho tributo hasta el año -de 1496. Estas todas son palabras del Almirante. Bien creo que los -prudentes y doctos lectores cognoscerán aquí, cuan justamente fueron -impuestos estos tributos, y cuan válidos de derecho, y como los eran -los indios obligados á pagar, pues con tantas violencias, fuerzas y -miedos, y precediendo tantas muertes y estragos, y disminucion de -sus estados, de sus personas, mujeres y hijos, y libertad de todo -su ser, y aniquilacion de su nacion, les fueron impuestos y ellos -concedieron á los pagar. Impuso el Almirante á todos los vecinos de -la provincia de Cibao y á los de la Vega Real, y á todos los cercanos -á las minas, todos los de catorce años arriba, de tres en tres meses -un cascabel de los de Flandes, digo lo hueco de un cascabel, lleno de -oro, y sólo el rey Manicao ex daba cada mes una media calabaza de oro, -llena, que pesaba tres marcos, que montan y valen 150 pesos de oro, ó -castellanos; toda la otra gente no vecina de las minas, contribuyese -con una arroba de algodon cada persona. Carga, cierto, y exaccion -irracional, dificilísima, imposible é intolerable, no sólo para gente -tan delicada y no usada á trabajos grandes, y cuidados tan importunos, -y tan libre, y á quien no debia nada, y que se habia de traer y ganar -por amor y mansedumbre, y dulzura, y blanda conversacion, á la fe y -religion cristiana, pero áun para crueles turcos y moros, y que fueran -los hugnos ó los vándalos que nos hobieran despojado de nuestros -reinos y tierras, y destruido nuestras vidas, les fuera onerosísimo é -imposible, y en sí ello irracionable y abominable. Ordenóse despues -de hacer una cierta moneda de cobre ó de laton en la cual se hiciese -una señal, y esta se mudase á cada tributo, para que cada indio de los -tributarios la trajese al cuello, porque se cognosciese quién la habia -pagado y quién no; por manera que, el que no la trajese habia de ser -castigado, aunque, diz que, moderadamente, por no haber pagado el -tributo. Pero esta invencion que parece asemejarse á la que hizo, en -tiempo de nuestro Redentor, Octaviano Augusto, no pasó adelante, por -las novedades y turbaciones que luego sucedieron, con que, para mostrar -Dios haber sido deservido con tan intempestivas imposiciones, todo lo -barajó, y así las deshizo; y es aquí de saber, que los indios desta -isla no tenian industria ni artificio alguno para coger el oro, en los -rios y tierra que lo habia, porque no cogian ni tenian en su poder -más de lo que en las veras ó riberas de los arroyos ó rios, echando -agua con las manos juntas y abiertas, de entre la tierra y cascajo, -como acaso, se descubria, y esto era muy poquito, como unas hojitas ó -granitos menudos, y granos más grandes que topaban, cuando acaecia; por -lo cual, obligarlos á dar cada tres meses un cascabel de oro, lleno, -que cabria por lo poco tres y cuatro pesos de oro, que valia y vale -hoy cada peso 450 maravedís, érales de todo punto imposible, porque -ni en seis ni en ocho meses, y hartas veces en un año, por faltarles -la industria, no lo cogian, ni por manera alguna cogerlo ni allegarlo -podian Por esta razon el rey Guarionex, señor de la gran vega, dijo -muchas veces al Almirante, que si queria que hiciese un conuco, que -era labranza de pan, para el Rey de Castilla, tan grande que durase ó -llegase desde la Isabela hasta Sancto Domingo, que es de mar á mar, y -hay de camino, buenas, 55 leguas, (y esto era tanto, que se mantuviera, -cuanto al pan, diez años toda Castilla), que él la haría con su gente, -con que no le pidiese oro porque sus vasallos cogerlo no sabian. Pero -el Almirante, con el gran deseo que tenia de dar provecho á los reyes -de Castilla para recompensar los grandes gastos que hasta entónces -habian hecho y hacian, y eran menester cada dia hacerse en este negocio -de las Indias, y por refrenar los murmuradores y personas que estaban -cercanos á los Reyes, y que siempre desfavorecieron este negocio, que -disuadian á Sus Altezas que no gastasen, porque era todo mal empleado -y perdido, y que no habian de sacar fruto dello, y finalmente, daban -al negocio cuantos disfavores y desvíos podian, no creo sino que con -buena intencion, aunque, á lo que siento, con harto poco celo y sin -consideracion de lo que los Reyes, aunque no sacaran provecho alguno, -á la conversion y salud de aquellas ánimas, como católicos, debian, -querer cumplir el Almirante con esto temporal, y como hombre extranjero -y sólo (como él decia, desfavorecido), y que no parecia depender todo -su favor sino de las riquezas que á los Reyes destas tierras les -proviniesen, juntamente con su gran ceguedad é ignorancia del derecho -que tuvo, creyendo que por sólo haberlas descubierto y los reyes de -Castilla enviarlo á los traer á la fe y religion cristiana, eran -privados de su libertad todos, y los Reyes y señores de sus dignidades -y señoríos, y pudiera hacer dellos como si fueran venados ó novillos en -dehesas valdías, como, y muy peor, lo hizo, le causó darse más prisa y -exceder en la desórden que tuvo que quizá tuviera; porque, ciertamente, -él era cristiano y virtuoso, y de muy buenos deseos, segun dél, los que -amaban la verdad ó no tenian pasion ó aficion á sus propios juicios, -cognoscian, así que no curaba de lo que Guarionex le importunaba y de -las labranzas que ofrecia, sino del cascabel de oro que impuesto habia. -Despues, cognosciendo el Almirante que los más de los indios, en la -verdad, no lo podian cumplir, acordó de partir por medio el cascabel, -y que aquella mitad llena diesen por tributo; algunos lo cumplian, y -á otros no les era posible, y así, cayendo en más triste vida, unos -se iban á los montes, otros, no cesando las violencias y agravios -é injurias en ellos de los cristianos, mataban algun cristiano por -especiales daños y tormentos que recibian, contra los cuales luego -se procedia á la venganza que los cristianos llaman castigo, con el -cual, no sólo los matadores, pero cuantos podian haber en aquel pueblo -ó provincia, con muertes y con tormentos se punian, no considerando -la justicia y razon natural humana y divina, con cuya auctoridad lo -hacian. - - - - -CAPÍTULO CVI. - - -Viendo los indios cada dia crecer sus no pensadas otras tales, -calamidades, y que hacian fortalezas ó casas de tapias y edificios y no -algunos navíos en el puerto de la Isabela, sino ya comidos y perdidos, -cayó en ellos profundísima tristeza, y nunca hacian sino preguntar -si pensaban en algun tiempo tornarse á su tierra. Consideraban que -ninguna esperanza de libertad ni de blandura, ni remision, ni remedio -de sus angustias, ni quien se doliese dellos, tenian, y como ya habian -experimentado que los cristianos eran tan grandes comedores, y que solo -habian venido de sus tierras á comer, y que ninguno era para cavar y -trabajar por sus manos en la tierra, y que muchos estaban enfermos -y que les faltaban los bastimentos de Castilla, determinaron muchos -pueblos dellos de ayudarlos con un ardid ó aviso, ó para que muriesen -ó se fuesen todos, como sabian que muchos se habian muerto y muchos -ido; no cognosciendo la propiedad de los españoles, los cuales, cuanto -más hambrientos tanto mayor teson tienen, y más duros son de sufrir -y para sufrir. El aviso fué aqueste (aunque les salió al revés de lo -que pensaron), conviene á saber, no sembrar ni hacer labranzas de su -conuco, para que no se cogiese fruto alguno en la tierra, y ellos -recogerse á los montes donde hay ciertas y muchas y buenas raíces, -que se llaman guayaros, buenas de comer, y nascen sin sembrarlas, y -con la caza de las hutias ó conejos de que estaban los montes y los -llanos llenos, pasar como quiera su desventurada vida. Aprovechóles -poco su ardid, porque, aunque los cristianos, de hambre terrible y de -andar á montear y perseguir los tristes indios padecieron grandísimos -trabajos y peligros, pero ni se fueron, ni se murieron, aunque algunos -morian por las dichas causas, ántes, toda la miseria y calamidad hobo -de caer sobre los mismos indios, porque, como anduviesen tan corridos -y perseguidos con sus mujeres é hijos á cuestas, cansados, molidos, -hambrientos, no se les dando lugar para cazar, ó pescar, ó buscar su -pobre comida, y por las humidades de los montes y de los rios, donde -siempre andaban huidos, y se escondian, vino sobre ellos tanta de -enfermedad, muerte y miseria, de que murieron infelicemente de padres -y madres y hijos, infinitos. Por manera, que, con las matanzas de las -guerras, y por las hambres y enfermedades que procedieron por causa -de aquellas, y de las fatigas y opresiones que despues sucedieron, y -miserias, y sobre todo mucho dolor intrínseco, angustia y tristeza, -no quedaron de las multitudes que en esta isla, de gentes, habia, -desde el año de 94 hasta el de 6, segun se creia, la tercera parte de -todas ellas. ¡Buena vendimia, y hecha harto bien apriesa! Ayudó mucho -á esta despoblacion y perdicion, querer pagar los sueldos de la gente -que aquí los ganaba, y pagar los mantenimientos y otras mercadurías -traidas de Castilla, con dar de los indios por esclavos, por no pedir -las costas y gastos; y tantos gastos y costas, á los Reyes, lo cual el -Almirante mucho procuraba, por la razon susodicha, conviene á saber, -por verse desfavorecido y porque no tuviesen tanto lugar los que -desfavorecian este negocio de las Indias ante los Reyes, diciendo que -gastaban y no adquirian: pero debiera más pesar el cumplimiento de la -ley de Jesucristo, que el disfavor de los Reyes; mas la justicia contra -tanta injuria y sinjusticia; mas la caridad y amor de los prójimos, -que enviar á los Reyes dineros; mas el fin, que era la prosperidad y -crecimiento temporal, y la conversion y salvacion espiritual destas -gentes, para la consecucion del cual se ordenaba el descubrimiento que -hizo destas Indias, y la vuelta suya á ellas, y todo lo demas, que -todos eran medios, que hacer por fuerza y violentamente y con tantas -matanzas y perdicion de ánimas y de cuerpos, y con tanta ignominia del -nombre cristiano, que diesen, los que eran Reyes y señores naturales y -todos sus súbditos, la obediencia y subyeccion y tributos al Rey, que -nunca ofendieron, ni vieron, ni oyeron, ni le eran obligados por razon -alguna jurídica á lo hacer, pues los infestaban sin causa, estando -seguros en sus tierras, y sin darles razon por qué, y probársela, cosa -tan dura y tan nueva y con tanta violencia é imperio durísimo, les -pedian. Y puesto que se sacaron y enviaron muchos indios por esclavos -á Castilla para lo susodicho, y sin voluntad de los Reyes, sin alguna -duda, como abajo se mostrará, pero si nuestro Señor no ocurriera y á la -mano fuera al Almirante, con las adversidades que luego le sucedieron -(que se contarán, si Dios quisiere), para comenzar á mostrar ser -injusto é inícuo cuanto contra estas inocentes gentes, vidas y estados -y ser, se hacia, por esta sola vía de hacer esclavos para suplir las -necesidades dichas, y relevar los Reyes de tantos gastos, en muy más -breves dias se despoblara y consumiera la más de la gente desta isla, -de la que restaba de la vendimia. Bien podria cualquiera que sea -cuerdo, y mayormente si fuere medianamente letrado, cognoscer y juzgar -como los tales indios padecian injusto captiverio, y uno ni ninguno no -ser esclavo justamente, pues todas las guerras que se les hacian eran -injustísimas, condenadas por toda ley humana, natural y divina. - - - - -CAPÍTULO CVII. - - -Antes que tratemos de la materia de los capítulos siguientes, dos -cosas quiero aquí referir, que debemos, cierto, á mí juicio, muy bien -de notar. La una es, que como ántes que el Almirante volviese de -descubrir, el cual, llegó á la Isabela, como arriba se dijo, á 29 dias -de Setiembre del año de 94, se fueron á Castilla en los tres navíos -en que habia venido don Bartolomé Colon, hermano del Almirante, aquel -padre fray Buil y Mosen Pedro Margarite, y otros principales, estos -tales fueron los que informaron y, con sus relaciones, atibiaron á -los Reyes en la esperanza que tenian de las riquezas destas Indias, -diciendo que era burla, que no era nada el oro que habia en esta -isla, y que los gastos que Sus Altezas hacian eran grandes, nunca -recompensables, y otras muchas cosas en deshacimiento del negocio y del -crédito que los Reyes tenian del Almirante, porque luego, en llegando, -no se habian vuelto cargados de oro en los navíos en que habian venido; -no considerando que el oro no estaba ya sacado y puesto en las arcas, -ó era fruta que habian de coger de los árboles (como se queja y con -razon el Almirante), sino en minas y debajo de la tierra, y que nunca -en parte del mundo, plata ni oro, ni otro metal, se sacó sin grande -trabajo, sino fuese á sus dueños de sus arcas robado. Para testimonio -de lo haber, bastaba y sobrebastaba las grandes muestras de oro que -el primer viaje habia el Almirante llevado, y lo que con Antonio de -Torres, cogido de las minas por propias manos de los cristianos y de -lo que le dió Guacanagarí cuando tornó, habia enviado. Y ántes que -fuese á descubrir, que fué á 24 de Abril del año de 94, como arriba -queda dicho en el cap. 94, habiendo llegado á donde dispuso hacer la -poblacion que llamó la Isabela, por el mes de Diciembre, año de 93, -por manera, que no estuvo el Almirante en esta isla, estando presentes -el padre fray Buil y Mosen Pedro y los demas que se fueron ántes que -él volviese de descubrir, sino cuatro meses ó pocos dias más, ¿qué -pudo el Almirante hacer de malos tratamientos á los españoles, y qué -mala gobernacion pudo tener para que aquellos que así se fueron, -y á los Reyes informaron, fuesen causa de que la fortuna y estado -del Almirante, tan presto, y tan recientes y frescos sus grandes é -incomparables servicios, diese la vuelta y á declinar comenzase? Pero -cierto, si consideramos la providencia del muy Alto, que sabe las cosas -futuras mucho ántes, y que á todas provee su reguardo, poco hay de -que maravillarnos. Parece que en los cuatro navíos que trujo Antonio -de Torres, y en que tornó á Castilla y llevó 500 indios, injustamente -hechos esclavos, como se dijo, debieran de ir muchas más quejas contra -el Almirante y sus hermanos de los agravios que decian que hacia á los -españoles, lo cual ayudaria y moveria con mas eficacia á los Reyes para -lo que luego se dirá. La segunda cosa digna de notar es esta: que en -el mismo tiempo que el Almirante salia y salió á hacer en los indios, -contra toda justicia y verdad los grandes estragos, se le urdia en -Castilla la primera sofrenada y el primero, harto amargo, tártago. -Él salió de la Isabela en 24 de Marzo del año de 495, segun parece -arriba en el cap. 104, y en aquel mismo mes y año, estaban los Reyes -(porque escrito está: _Cor regis in manu domini_, etc.), despachando -á un repostero suyo de camas, que se llamó Juan Aguado, natural de -Sevilla, ó al ménos allí despues avecindado, enviado sin jurisdiccion -alguna, sino cuasi por espía y escudriñador de todo lo que pasaba, con -cartas de gran crédito para todos los que aquí estaban. Este comenzó á -aguar todos los placeres y prosperidad del Almirante, por manera, que -cuando el Almirante iba á ofender á Dios en las guerras injustas que -contra los indios mover queria, y así las movió, por las cuales tantas -gentes mató y echó á los infiernos, habiendo venido para convertirlos, -en aquellos mismos dias le ordenaba el comienzo de su castigo; y -desta manera lo provee y ordena Dios con todos los hombres, y por eso -todos, en no ofenderle, debemos estar muy sobre aviso, y deberíamos -suplicarle íntimamente que nos dé á cognoscer por qué pecados contra -nos se indigna, porque, cognosciéndolo, sin duda nos enmendariamos más -aína, pero cuando Dios nos azota y aflige y el por qué no lo sentimos, -verdaderamente mucho mayor y más cierto es nuestro peligro. Tornando -al propósito de nuestra historia, los Reyes mandaron aparejar cuatro -navíos y cargarlos de bastimentos y cosas que el Almirante habia -escrito, para la gente que ganaba su sueldo en esta isla, y ordenaron -que el dicho Juan Aguado, su repostero, fuese por Capitan dellos; -diéronle sus provisiones é instruccion de lo que habia de hacer, -y, para todos los que acá estaban, le dieron la siguiente carta de -creencia: - -«El Rey é la Reina.—Caballeros y escuderos y otras personas que por -nuestro mandado estais en las Indias, allá vos enviamos á Juan Aguado, -nuestro repostero, el cual, de nuestra parte, vos hablará. Nos vos -mandamos que le dedes fe y creencia. De Madrid á nueve de Abril de mil -cuatro cientos noventa y cinco años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Por -mandado del Rey é de la Reina, nuestros Señores, Hernandalvarez.» - -Llegó Juan Aguado á la Isabela por el mes de Octubre del dicho año de -1495, estando el Almirante haciendo guerra á los hermanos y gente del -Caonabo, en la provincia de la Maguana, que era su reino y tierra, -donde agora está poblada, y siempre despues lo estuvo, una villa de -españoles que se llamaba Sant Juan de la Maguana; el cual mostró, -por palabras y actos exteriores de su persona, traer de los Reyes -muchos poderes y autoridad mayor de la que le dieron, y con esto se -entremetía en cosas de jurisdiccion que no tenia, como prender á -algunas personas de la mar, de las que habian con él venido, y en -reprender los oficiales del Almirante, mayormente haciendo muy poca -cuenta y teniendo poca reverencia, á D. Bartolomé Colon, que habia -dejado por Gobernador el Almirante, por su ausencia, como despues yo -vide, con muchos testigos, probado. Quiso ir luego el dicho Juan Aguado -en busca del Almirante, y tomó cierta gente de pié y de caballo. Díjose -que por los caminos y pueblos de los indios, él, ó los que con él iban, -echaban fama que era venido otro nuevo Almirante que habia de matar -al viejo que acá estaba, y como los señores y gentes desta isla, en -especial las de la comarca de la Isabela y de la Vega Real, y todos -los vecinos y gentes de las minas, estaban agraviados y atribulados -con las matanzas que en ellos habia hecho el Almirante, y los tributos -del oro que les habia puesto, que como no tenian industria de cogerlo -y ello se coge, donde quiera que está, con grandes trabajos, les era -intolerable, bien creo que de la venida del nuevo Almirante se gozaban; -porque apetito es comun de todos los que son pobres, y de los que -padecen adversidades y servidumbre injusta, y más de los que están -muy opresos y tiranizados, querer ver cada dia novedades, la razon es -porque les parece, por el apetito natural y ansía que tienen salir de -sus trabajos, que es más cierta la esperanza de que han de ser, poco -que mucho, relevados, que el temor de que vernán con la novedad á más -trabajoso estado. Por esta causa se hicieron algunos ayuntamientos -de gentes de unos Caciques y señores con otros, en especial en casa -de un gran señor que se llamó Manicaotex, que yo bien conocí y por -muchos años, que señoreaba la tierra cerca del gran rio de Yaquí, tres -leguas ó poco más de donde se fundó la fortaleza y ciudad, que despues -diremos, de la Concepcion, donde trataban del Almirante viejo que los -habia con tantos daños subiectado y atributado, y del nuevo, de quien -esperaban ser aliviados; pero engañados estaban, porque cualquiera que -fuera, y todos los que despues fueron, segun la ceguedad que Dios por -nuestros pecados y los suyos en esta materia permitió, no librarlos ni -darles lugar para resollar, sino añidirles tormentos á sus males y á su -trabajosa y calamitosa vida (vida infernal siempre, hasta consumirlos -á todos) procuraron. En este año de 1495, pidieron algunos marineros -y otras personas, vecinos de Sevilla, licencia á los Reyes para poder -venir á descubrir á estas Indias, islas y tierra firme que estuviesen -descubiertas, la cual concedieron los Reyes con ciertas condiciones: -La primera, que todos los navíos que hobiesen de ir á descubrir se -presentasen ante los oficiales del Rey, que para ello estaban puestos -en la ciudad y puerto de Cáliz, para que de allí vayan una ó dos -personas por veedores; la segunda, que habian de llevar la décima parte -de las toneladas con cargazon de los Reyes, sin que se les pagase por -ello cosa alguna; la tercera, que aquello lo descargasen en la isla -Española; la cuarta, que de todo lo que hallasen, diesen á los Reyes -la décima parte cuando volviesen á Cáliz; la quinta, que habian de dar -fianzas que así lo cumplirian todo; la sexta, que con cada siete navíos -pudiese el Almirante cargar uno para sí para rescatar, como los otros -que á ello fuesen, por la contratacion y merced hecha al Almirante que -en cada navío pudiese cargar la octava parte. En esta provision tambien -se contenia, que quien quisiese llevar mantenimientos á vender á los -cristianos que estaban en esta isla Española, y en otras partes que -estuviesen, los vendiesen francos de todo derecho, etc. Fué hecha en -Madrid de diez dias de Abril de mil y cuatrocientos y noventa y cinco -años. - - - - -CAPÍTULO CVIII. - - -Sabido por el Almirante la venida de Juan Aguado, determinó de volverse -á la Isabela, y no creo que anduvo mucho camino para ir donde estaba -el Almirante, Juan Aguado. Despues de llegado dióle las cartas que -le traia de los Reyes, y, para que presentase la creencia y otras -cartas de los Reyes que traia, mandó el Almirante juntar toda la gente -española que en la Villa habia y tocar las trompetas, porque con -toda solemnidad, cuanta fué por entónces posible, la Cédula Real de -su creencia, delante de todos y á todos se notificase. Muchas cosas -pasaron en estos dias y tiempo que Juan Aguado estuvo en esta isla, en -la Isabela, y todas de enojo y pena para el Almirante, porque el Juan -Aguado se entrometía en cosas, con fiucia y color de su creencia, quel -Almirante sentia por grandes agravios; decia y hacia cosas en desacato -del Almirante y de su auctoridad, oficios y privilegios. El Almirante, -con toda modestia y paciencia, lo sufria, y respondia y trataba al -Juan Aguado siempre muy bien, como si fuera un Conde, segun vide de -todo esto, hecha con muchos testigos, probanza. Decia Juan Aguado que -el Almirante no habia obedecido ni recibido las Cédulas y creencia de -los Reyes, con el acatamiento y reverencia debida, sino que, al tiempo -que se presentaban, habia callado, y despues de presentadas, cinco -meses habia, pedia á los escribanos la fe de la presentacion; y de la -poca cuenta quel Almirante habia hecho dellas, y queria llevar los -escribanos á su posada porque le diesen la fe en su presencia. Ellos -no quisieron, sino que les enviase las Cédulas á su posada y que allí -se la darian, él decia que no habia de fiar de nadie las cartas del -Rey, y así, de dia en dia lo disimulaba; al cabo de cinco meses que -se las envió, y dieron la fe y testimonio de como el Almirante las -habia obedecido y reverenciado, como á cartas de sus Reyes y señores, -fuélos á deshonrar con palabras injuriosas, diciendo que habian -mentido y hecho y cometido falsedad, y que ellos serian castigados. -Los escribanos dieron la fe, y despues, con juramento, confirmaron de -nuevo el dicho testimonio y fe que habian dado haber sido verdadero, -y probáronse las injurias que Juan Aguado les habia dicho. Destas y -otras muchas cosas, y de la presuncion y auctoridad que mostraba el -Juan Aguado, y de atreverse al Almirante más de lo que debiera, y de -las palabras y amenazas que le hacia con los Reyes, toda la gente se -remontaba y alteraba, por manera que ya no era el Almirante ni sus -justicias tan acatado y obedecido como de ántes. Toda la gente que en -toda esta isla entónces estaba, increiblemente estaba descontenta, en -especial la que estaba en la Isabela, y, toda la más, por fuerza, por -las hambres y enfermedades que padecian, y no se juraba otro juramento -sino, «así Dios me lleve á Castilla;» no tenian otra cosa que comer -sino la racion que les daban de la alhóndiga del Rey, que era una -escudilla de trigo que lo habian de moler en una atahona de mano (y -muchos lo comian cocido), y una tajada de tocino rancioso ó de queso -podrido, y no se cuantas habas ó garbanzos, vino, como si no lo hobiera -en el mundo; y con esto, como habian venido á sueldo de los Reyes, y -tenia en ello parte el Almirante, mandábalos trabajar, hambrientos -y flacos, y algunos enfermos, en hacer la fortaleza y la casa del -Almirante y otros edificios, por manera que estaban todos angustiados y -atribulados y desesperados, por lo cual se quejaban al Juan Aguado, y -de allí tomaba él ocasion de tener que decir del Almirante y amenazarlo -con los Reyes. La gente sana era la mejor librada cuanto á la comida, -puesto que, á lo que tocaba al ánima, era la más malaventurada, porque -andaban por la isla haciendo guerra y fuerzas, y robando, y todos los -que tomaban á vida hacian esclavos. En este tiempo se perdieron en el -puerto los cuatro navíos que trajo Juan Aguado, con gran tempestad, que -era lo que llamaban los indios en su lengua huracan, y agora todos -las llamamos huracanes, como quien, por la mar y por la tierra, cuasi -todos los habemos experimentado; y porque estoy dudoso si entre los -seis navíos, que arriba en fin del cap. 102 dijimos se perdieron en el -puerto de la Isabela, fueron los cuatro de Juan Aguado, porque se me -ha pasado de la memoria como há ya cincuenta y nueve años, no quiero -afirmar que fuesen otros ó ellos, mas de que, á lo que me parece, -que en los tiempos que yo allá estaba, que fué pocos años despues de -perdidos, platicábamos que dos veces se perdieron navíos en el dicho -puerto, y si así es, como me parece que es así, los postreros que -se perdieron fueron los de Juan Aguado; pero que sea lo uno que sea -lo otro, para tornar á Castilla ningun navío habia, sino solas las -dos carabelas que mandó hacer allí, en el puerto de la Isabela, el -Almirante. - - - - -CAPÍTULO CIX. - - -No dudando el Almirante que Juan Aguado habia de llevar muchas quejas -de los españoles que allí por fuerza estaban, y tan necesitados, á los -Reyes, contra el Almirante, y que no dejaria de añadir y encarecer -mucho sus defectos, y que de secreto llevaria informaciones hechas -contra él, y que sobre las relaciones ásperas y demasiadas, y por -entónces, cierto, segun yo creo, no muy verdaderas, que pudieron decir, -si las dijeron (lo cual se presume por haberse ido, tan sin tiempo y -sin licencia del Almirante, y descontentos), y tambien porque no parece -que los Reyes enviaran á Juan Aguado tan presto, sino por la relacion -que harian en infamia desta isla y destas tierras, y en deshacimiento -y disfavor del servicio que el Almirante habia hecho á los Reyes en su -descubrimiento, el susodicho padre fray Buil y Mosen Pedro Margarite, -y los demas que, ántes que el Almirante volviese de descubrir las -islas, Cuba y Jamáica y las demas, se habian desta isla ido á Castilla, -moverian y exasperarian los ánimos de los Reyes y disminuírseles ía la -voluntad de hacer los gastos que eran necesarios para proseguir esta -empresa, determinó el Almirante de ir á Castilla para informar á los -Reyes del estado desta isla y del descubrimiento de Cuba y Jamáica, -y de las cosas sucedidas, y responder á los obiectos que se habian -puesto contra la bondad y felicidad y riquezas destas tierras, porque -no hallaron tan á mano los montes de oro, como en España (al ménos -los seglares, salvando al dicho padre fray Buil) se habian prometido, -y, finalmente, para satisfacer á los Reyes y darles cuenta de sí, é -tractar esomismo sobre ir á descubrir lo que mucho deseaba, por topar -con tierra firme; por ventura, tambien pudo ser que los Reyes le -escribieron en la carta que el dicho Juan Aguado le trujo, que así -lo hiciese, porque se querian informar dél en todo lo susodicho. Pero -que los Reyes le escribiesen que fuese á Castilla, nunca hombre lo -supo ni tal he podido descubrir, ántes, por cosas que pasaron entre -el Almirante y Juan Aguado públicas, que yo he visto en probanzas con -autoridad de escribanos, parece el contrario, porque el Almirante decia -públicamente, «yo quiero ir á Castilla á informar al Rey é á la Reina, -nuestros señores, contra las mentiras que los que allá han ido les han -dicho,» y no tuve yo á Juan Aguado por tal, que si él tuviera tal carta -ó noticia della, qué no le dijera, cuando reñian y él se desmesuraba -contra el Almirante, que iba á Castilla á su pesar, porque los Reyes -así lo querian. Al ménos parece por esta razon claro un error que -dice en su Historia, entre otros muchos, Gonzalo Hernandez de Oviedo -en el cap. 13 del II, libro donde dice, que desde á pocos dias que -llegó Juan Aguado, apregonada la creencia de los Reyes y ofrecidos los -españoles á le favorecer en lo que de parte de los Reyes se dijese, -dijo al Almirante que se aparejase para ir á España, lo cual dice que -el Almirante sintió por cosa muy grave, é vistióse de pardo como fraile -y dejóse crecer la barba, y que fué en manera de preso, puesto que no -fué mandado prender; y que mandaron los Reyes tambien llamar al dicho -padre fray Buil y á Mosen Pedro Margarite, y á otros que allí cuenta, -que fuesen á Castilla entónces cuando el Almirante fué. Dice mas, que -venido el Almirante de descubrir á Cuba y Jamáica, y pasados dos meses -y medio, mandó llamar á Mosen Pedro Margarite, que era Alcaide de la -fortaleza de Santo Tomás, y á otros que estaban con él, y venidos á -esta ciudad de Santo Domingo, donde por la fertilidad y abundancia de -la tierra se repararon y cobraron salud, y despues que todos fueron -juntos, comenzaron á tener discordias entre si el Almirante y el -padre fray Buil, y que hobieron estas discordias principio, porque el -Almirante ahorcó á un aragonés que se llamaba Gaspar Ferim, por lo -cual, cuando el Almirante hacia cosa que al fray Buil no pluguiese, -ponia entredicho y cesacion del divino oficio; el Almirante quitaba -la racion al fray Buil y á su familia, y que Mosen Pedro y otros los -hacian amigos, pero que duraba el amistad pocos dias: todo esto dice -Oviedo en el susodicho capítulo. Que todo sea falso, cuanto cerca desto -dice, no serán menester muchos testigos, pues parecerá por muchas -cosas arriba dichas; lo uno, porque cuando el Almirante partió para -descubrir, áun no habia, en obra de cinco meses que estuvo en esta -isla despues que llegó de España y enfermó, ahorcado hombre ninguno, -ni nunca oí que tal dél se dijese, ni en las culpas que le opusieron -despues y hombres que le acusaron que ahorcó y nombrados, el catálogo -de los cuales yo vide y tuve en mi poder, pero nunca tal hombre vide -nombrado entre ellos; lo otro, porque como arriba en los capítulos 99 y -100 pareció, cuando el Almirante llegó á la Isabela de descubrir á Cuba -y Jamáica, que fué á 29 de Abril del mismo año de 1494, ya eran idos -el dicho padre fray Buil y Mosen Pedro Margarite, y otros, á Castilla, -sin licencia del Almirante, luego no tuvieron pendencias ni discordias -el Almirante y el padre fray Buil, para que el uno descomulgase y -pusiese entredicho, y el otro negase las raciones y la comida al padre -fray Buil y á su familia; lo otro, porque Oviedo, dice, que pasados -dos meses y medio, poco más ó ménos, el Almirante envió á llamar á D. -Pedro Margarite, y no tornó en sí de la grande enfermedad con que tornó -del dicho descubrimiento de Cuba, en cinco meses, como parece arriba -en el cap. 100; lo otro, porque Oviedo dice que vino el Almirante, del -dicho descubrimiento, aquí á este puerto de Sancto Domingo, y no vino -sino á la Isabela, porque este puerto áun no se sabia si lo habia en el -mundo, ni jamás ántes el Almirante lo habia visto hasta el año de 1498 -que volvió de Castilla, y descubierta ya por él tierra firme, segun que -parecerá abajo; lo otro, porque dice Oviedo que llegó el Adelantado D. -Bartolomé Colon á este puerto, dia de Sancto Domingo, á 5 de Agosto -del año 1494, y esto parece manifiesto ser falso, porque él llegó á -esta isla, en 14 dias de Abril del mismo año 94, ántes que el Almirante -viniese de descubrir á Cuba, como parece en el cap. 101, y no habia -de volar luego á este puerto en tres meses, sin ver al Almirante, -ni sin tener cargo alguno, como si hubiera rebeládosele estando en -Castilla. Lo que dice de Miguel Diaz, que huyó del Adelantado por -cierta travesura, y vino á parar aquí á este puerto y provincia, pudo -ser, pero nunca tal oí, siendo yo tan propincuo á aquellos tiempos; mas -de tener por amiga á la Cacica ó señora del pueblo que aquí estaba, -y rogarle que fuese á llamar á los cristianos para que se pasasen -de la Isabela á vivir aquí, es tan verdad, como ser el sol obscuro -á medio dia. Donosa fama los españoles, por sus obras tan inhumanas -tenian para que la Cacica ni hombre de todos los naturales desta isla -los convidasen á venir á vivir á su tierra, ántes se quisieran meter -en las entrañas de la tierra por no verlos ni oirlos. Así que, esto -es todo fábula y añadiduras que hace Oviedo suyas, ó de los que no -sabian el hecho, que se lo refirieron, fingidas; lo que desto yo puedo -decir, es, que dejó mandado el Almirante cuando se partió esta segunda -vez á Castilla, que el Adelantado enviase á Francisco de Garay y á -Miguel Diaz á que poblasen á Sancto Domingo, y esto siento ser más -verdad, vistos mis memoriales que tengo de las cosas que acaecieron -ántes que yo viniese, de qué, los que las vieron ó supieron y tuvieron -por ciertas, me informaron. Lo postrero, porque dice Oviedo que el -Almirante, y el padre fray Buil, y Mosen Pedro Margarite, y Bernal de -Pisa, y otros caballeros fueron juntos en la misma flota á Castilla; -esto no es así, segun parece claramente por todo lo dicho, y mucho -ménos es verdad que el Almirante fuese á manera de preso, porque áun -no estaban tan olvidados en los corazones de los católicos Reyes sus -grandes y tan recientes servicios. - - - - -CAPÍTULO CX. - - -En estos tiempos el Almirante ya habia mandado hacer dos fortalezas, -una que llamó la Magdalena, como dijimos en el cap. 100, en la -provincia del Macorix, que llamábamos el Macorix de abajo, dentro de -la Vega Real, que creo que fué asentada en un lugar y tierra de un -señor que se llamaba Guanaoconel, tres ó cuatro leguas, ó poco más, de -donde está agora asentada la villa de Santiago, en la cual puso por -Alcaide á aquel hidalgo, que arriba en el cap. 82 dijimos, Luis de -Artiaga. Nombrábamos el Macorix de abajo, á diferencia de otro Macorix -de arriba, que era la gente de que estaba poblada la cordillera de las -sierras que cercaban la Vega por la parte del Norte, y vertian las -aguas en la misma provincia del Macorix de abajo; decíase Macorix en -la lengua de los indios mas universal de esta isla, cuasi como lengua -extraña y bárbara, porque la universal era mas pulida y regular ó -clara, segun que dijimos en la descripcion desta isla, puesta arriba -en los capítulos 90 y 91. Hizo otra, cerca de donde fué puesta despues -la villa de Santiago, en la ribera ó cerca del rio Yaquí; otra hizo -que llamó Sancta Catherina, fué Alcaide della un Fernando Navarro, -natural de Logroño; esta no sé donde la edificó, por inadvertencia de -en aquellos tiempos no preguntarlo. Otra hizo que llamó Esperanza, -creo que la puso en la ribera del rio Yaquí, á la parte de Cibao. La -otra fortaleza se edificó en la provincia y reino de Guarionex, 15 -leguas, ó algunas más, en la misma Vega, más al Oriente de la otra, -donde se pobló despues la ciudad que se dijo y dice de la Concepcion, -que ya está cuasi del todo despoblada, que tomó nombre de la misma -fortaleza, á la cual el Almirante puso nombre la Concepcion; en esta -puso por Alcaide á un hidalgo que se llamó Juan de Ayala, despues la -tuvo un Miguel Ballester, catalan, natural de Tarragona, viejo y muy -venerable persona. Por manera, que hobo en esta isla tres fortalezas, -despues que el Almirante vino el segundo viaje á poblar con gente -española, y si añidimos la que dejó hecha en el Puerto de la Navidad, -donde quedaron los 39 cristianos, fueron cuatro; pero desta no es de -hacer mencion, pues tan poco duró y ménos aprovechó, por culpa de los -que en ella quedaron. La mejor de todas ellas fué la de la Isabela, -porque fué de piedra ó cantería, de la cual, siendo yo Prior en Sancto -Domingo de la villa de Puerto de Plata, hice traer una piedra grande, -la cual hice poner por primera piedra del Monesterio que allí yo -comencé á edificar, por memoria de aquella antigüedad. Está la dicha -piedra en la esquina oriental del cuarto de abajo, que fué el primero -que comencé á edificar más propincuo á la porteria y á la iglesia. -Despues de aquella fortaleza de la Isabela fué la mejor la de la -Concepcion de la Vega, que era de tapias y con sus almenas y buena -hechura, la cual duró muchos años, hasta el año de 1512, si bien me -acuerdo; todas las demas, muchos años ántes habia que se cayeron, y no -hobo memoria dellas, como se fueron consumiendo los indios, con las -crueles guerras, contra quien se procuraron hacer; la menor y ménos -fuerte de las cuales, como no fuese de madera, sino de tierra, era más -inespugnable para los indios que Salsas para franceses. Despues mandó -hacer otra en la provincia del Bonao, que dista de la Concepcion ocho -ó diez leguas, camino de Sancto Domingo, en la ribera del rio, que se -llama en lengua de los indios desta isla, Yuna, pegada á la sierra que -recibe el sol luego en naciendo á la mañana; por manera, que tuvo el -Almirante, ántes que tornase á Castilla, hechas siete fortalezas en -esta isla. Desta postrera, que fué la quinta, no estoy cierto, que la -mandase hacer ántes ó despues de venido de Castilla el Almirante, y -ántes creo, que despues de partido él la hizo D. Bartolomé Colon, su -hermano. Como Guarionex y los otros señores se viesen tan fatigados -con la carga de los tributos del cascabel de oro, que el Almirante -á contribuir les forzaba, tenian todas las maneras que podian para -excusarse, afirmando que sus gentes no tenian industria de cogerlo, -sino lo que hallaban á caso ó buscándolo en las riberas de los arroyos -ó rios, como arriba se dijo, sobre la arena, y finalmente lo que podian -haber con poco trabajo. Avisaron al Almirante, que, hácia la parte -del Mediodia ó del Sur, habia minas de mucho oro, que enviase allá de -sus cristianos para buscallo. Deliberó el Almirante de hacerlo así, -y díjose que habia enviado á Francisco de Garay y á Miguel Diaz, con -cierto número de gente, para lo cual les dieron guías que los llevasen; -partieron de la Isabela y vinieron á la fortaleza de la Magdalena, y de -allí á la de la Concepcion, todo por la Vega Real, llano como la palma -de la mano. De allí llegaron al puerto grande, de sierra muy hermosa, -por la misma vega, que está tres leguas, buenas, de la dicha fortaleza -de la Concepcion, la vega abajo por el pié de la sierra; subidos arriba -del puerto, vieron de allí gran pedazo, y más se parecen de 30 leguas -della, cosa dignísima para della sacar materia de dar muchas gracias -á Dios, como arriba se dijo, hablando della. Dura el puerto hasta -tornarlo á buscar á la parte de la provincia del Bonao, dos leguas, no -grandes. Asomaron luego á otra vega, bien de 10 ó 12 leguas de largo y -ancho, que, como arriba en la descripcion destas islas dijimos, que se -llamaba en lengua de indios el señor della Bonao, y de aquí llamamos -los españoles el pueblo que allí se hizo la villa del Bonao. En todos -los pueblos que topaban de indios, les hacian muy buen acogimiento, -dándoles de comer y haciéndoles todo el servicio, aunque los tenian por -hombres infernales. Del Bonao, las guías los llevaron hasta otras 12 -leguas, las tres ó cuatro por tierra harto lodosa y áspera de cuestas -y muchos rios y arroyos, que despues llamamos las lomas del Bonao; -llegaron á un rio caudal que se llamaba y hoy le nombramos Hayna, -gracioso y fertilísimo rio, en el cual les dijeron que habia mucho oro, -ó por aquella comarca, y así fué, porque cavando en muchos lugares -de los arroyos que entraban en el rio grande de Hayna, hallaron muy -gran muestra de oro, de manera que juzgaron que un hombre trabajador, -podia coger tres pesos de oro, y más adelante. Estas minas llamó el -Almirante las minas de Sant Cristóbal, por una fortaleza que allí -mandó hacer á su hermano, cuando se partió para Castilla, so este -nombre, despues se llamaron las minas viejas, y hoy se llaman ansí, -por respecto de otras que despues se descubrieron á la otra parte del -rio Hayna, frontero destas, que se nombraron las minas nuevas; las -viejas estaban al Poniente del rio, y las nuevas á la parte oriental. -Estaba de allí la costa de la mar, y el rio, en cuya boca despues se -edificó la ciudad, que hoy permanece, de Sancto Domingo, no más de -ocho leguas. Anduvieron en este camino, desde la Isabela hasta las -dichas minas viejas y primeras, como se dijo, 45 leguas. Finalmente, -trujeron gran muestra de oro y granos algunos grandes, de los cuales -despues, muchos y grandes, por la mayor parte, en estas y en las minas -nuevas (como abajo parecerá), se hallaron, lo que no acaeció en las de -Cibao, donde todo el oro que se halló allí, por la mayor parte, no fué -sino como sal, menudo, puesto que hobo tambien algunos, buenos granos. -Algunos granos grandes se hallaron, los tiempos andando, adelante de la -tierra que propiamente se llamó Cibao, al cabo de las sierras mismas y -cordillera que es continua de Cibao, que va á parar á la parte de la -isla del Norte ó septentrional, mayormente en la provincia de Guahava, -como, placiendo á Dios, abajo tambien se dirá. - - - - -CAPÍTULO CXI. - - -Acabadas las dos carabelas que habia mandado hacer el Almirante, y -guarnecidas de bastimentos y agua, y de las otras cosas, segun que -se pudo aparejar, necesarias, ordenadas las que convenian á la isla, -encomendadas las fortalezas á las personas que le pareció ser para -ellas, constiyó por Gobernador y Capitan general desta isla, en su -lugar, con plenísimo poder, á D. Bartolomé Colon, su hermano, y -desques dél á D. Diego Colon, su segundo hermano, rogando y mandando -á todos que los obedeciesen, y á él, que, con su prudencia, con todo -el contentamiento que se sufriese de la gente, á todos agradase y -gobernase, y bien tratase; dejó por Alcalde mayor de la Isabela y de -toda la isla, para el ejercicio de la justicia, á un escudero, criado -suyo, bien entendido aunque no letrado, natural de la Torre de don -Ximeno, que es cabe Jaen, que se llamó Francisco Roldan, porque le -pareció que lo haria segun convenia, y lo habia hecho siendo Alcalde -ordinario, y en otros cargos que le habia encomendado. Y porque los -Reyes habian mandado que el Almirante dejase ir á Castilla los más -enfermos y necesitados que en la isla estaban, y otros cuyos parientes -y deudos y sus mujeres se habian á los Reyes quejado que no les daba -licencia el Almirante para irse á sus tierras y casas, y otros por -otros por ella suplicádoles, allegáronse hasta doscientos veinte y -tantos hombres que en ambas carabelas se embarcaron; sobre muchos -dellos, quién irian ó quién quedarian, teniendo iguales necesidades, y -otros, que se encomendaban á Juan Aguado, Juan Aguado creia que, por -la creencia Real que trujo, debia el Almirante conceder que fuesen los -que nombraba ó queria, otras veces parecia que lo rogaba, aunque no con -mucha humildad, para con el Almirante, otras, que con que irian ante -los Reyes, lo amenazaba. Finalmente, tuvieron hartos enojos y barajas, -pero al cabo no se hacia ni podia hacer más que lo que el Almirante -mandaba, lo que no acaeciera, si Juan Aguado de los Reyes trajera, -para ello, ni para otras cosas, en lo público, alguna autoridad. Al -cabo de todos estos contrastes, se hobo de embarcar el Almirante en -una destas dos carabelas, la principal, y Juan Aguado en la otra, -repartidos los doscientos y veinte y tantos hombres, y más 30 indios, -segun la órden que el Almirante dió, en ambas. Salió del puerto de la -Isabela, jueves, á 10 dias de Marzo del año de 1496 años, y porque -tenia noticia ya del puerto de Plata, que estaba siete ú ocho leguas -de la Isabela, desde el primer viaje, quiso irlo á ver, y que fuese -con él el Adelantado, y mandóle salir en tierra con 10 hombres para -ver si habia agua, con intincion de hacer allí una poblacion. Hallaron -dos arroyos de muy buen agua, pero el Adelantado, dijeron, que negó -haber agua, porque no se impidiese la poblacion de Sancto Domingo; -salióse para tornarse por tierra á la Isabela el Adelantado, y fuése -su camino el Almirante. Subió hácia el Oriente con gran dificultad -por los vientos contrarios Levantes y corrientes, que le desayudaban, -hasta el Cabo de la isla, que creo es el que hoy llamamos el cabo del -Engaño; y, mártes, 22 de Marzo, perdió de vista el dicho Cabo y tierra -desta isla, y por tomar algun caçabí y bastimento de comida, porque -no sacó tanta cuanta hobiera menester de la Isabela, quiso volver -hácia el Sur por tomar las islas de por allí, é á 9 de Abril, sábado, -surgió en la isla de Marigalante. De allí, otro dia, domingo, fué á -parar y surgir á la isla de Guadalupe; envió las barcas en tierra bien -armadas, y, ántes que llegasen, salieron del monte muchas mujeres con -sus arcos y flechas para defender que no desembarcasen, y porque hacia -mucha mar no quisieron llegar á tierra, sino enviaron dos indios de -los que llevaban desta Española, que fuesen á nado, los cuales dijeron -á las mujeres, que no querian sino cosas de comer, y no hacer mal á -nadie; respondieron las mujeres que se fuesen á la otra parte de la -isla donde estaban sus maridos en sus labranzas, y que allá hallarian -recaudo. Yendo los navíos junto con la playa, salieron infinitos indios -dando alaridos y echando millares de flechas á los navíos, aunque no -alcanzaban; fueron las barcas á tierra, los indios resistieron con -sus armas, tiráronles de los navíos ciertas lombardas, que derrocaron -algunos; huyen todos á los montes viendo el daño, desamparadas sus -casas. Entran los cristianos destruyendo y asolando cuanto hallaban, -sino era lo que á ellos les habia de aprovechar; hallaron papagayos de -los grandes, colorados, que arriba dijimos llamarse guacamayos, que son -como gallos, aunque no tienen las piernas grandes, y dice el Almirante -que hallaron miel y cera. Esta no creo que fuese de la misma isla, -porque nunca, que yo sepa, se halló miel ni cera que en isla, sino en -tierra firme, se criase; hallaron aparejo para hacer caçabí y cerca las -labranzas. Dánse todos prisa, los indios que llevaba desta isla y los -cristianos, á hacer pan; entretanto envió el Almirante 40 hombres que -entrasen en la tierra á especularla, y tornaron otro dia con 10 mujeres -y tres muchachos; la una era la señora del pueblo, y, por ventura, -de toda la isla, que cuando la tomó un canario que el Almirante allí -llevaba, corria tanto, que no parecia sino un gamo, la cual, viendo -que la alcanzaba, vuelve á él como un perro rabiando y abrázalo y dá -con él en el suelo, y, si no acudieran cristianos, lo ahogara. Creyó -el Almirante que estas mujeres debian tener las costumbres que se -cuentan de las Amazonas, por cosas que dice que allí vido y supo, las -indias preguntadas; estuvo en esta isla de Guadalupe nueve dias, en -los cuales hicieron mucho pan caçabí, é proveyéronse de agua y leña, y -por dejar no tan agraviados los vecinos de la isla, porque, diz que, -aquella isla estaba en el paso, envió las mujeres á tierra, con algunas -cosillas de Castilla, de dádivas, sino sola la señora y una hija suya -que, dijo el Almirante, habia quedado de su voluntad; esta voluntad -sabe Dios que tal sería y qué consolados y satisfechos quedarian los -vecinos, llevándoles sus enemigos á su señora. Finalmente, hizo vela el -Almirante, de aquella isla, miércoles, á 20 dias de Abril, é comienza -á seguir su camino, segun le daban lugar los vientos contrarios; fué -mucho camino por 22°, más y ménos, segun el viento lugar le daba, -no cognosciendo aún la cualidad del aquel viaje, porque como cuasi -siempre todo el año corran por estas mares vientos brisas, y boreales -y levantes, para huir dellos conviene meterse los navíos en 30° y -más, donde se hallan los tiempos frescos y fríos, y así navegan por -su propio camino hasta dar en las islas de los Azores las naos: esta -navegacion no pudo fácilmente y luego en aquellos tiempos alcanzarse, -la cual solamente la experiencia ha mostrado, así que, por esta falta -hízosele más largo al Almirante su viaje, y, como iban mucha gente, -padecieron última necesidad, de hambre, de manera que pensaron perecer. -Vieron la isla de Santiago, una de los Azores, no la debian de poder -tomar, segun creo; finalmente, plugo á Dios de darles la tierra, -habiendo habido diferentes pareceres de los pilotos, donde estaban, -el Almirante afirmando que se hallaba cerca del cabo de Sant Vicente, -y así fué como él lo certificaba. Llegó y surgió en la bahía de Cáliz -á 11 de Junio, por manera que tardó en el viaje tres meses menos un -dia; halló en Cáliz tres navíos, ó dos carabelas y una nao, para -partir, cargados de bastimentos, trigo, vino, tocinos y carne salada, -habas y garbanzos, y otros cosas que los Reyes habian mandado cargar y -enviar para mantenimiento de la gente que en esta isla estaba. Vistas -las cartas y despachos que los Reyes enviaban al Almirante, proveyó -y escribió largo todo lo que convenia hacer allá, á D. Bartolomé -Colon, su hermano, con un Peralonso Niño, Maestre y Capitan de las -dos carabelas y nao; y, dados los despachos, partiéronse cuatro dias -despues quel Almirante á Cáliz habia llegado. - - - - -CAPÍTULO CXII. - - -El Almirante, con la mayor presteza que pudo, se partió de Cáliz -para Sevilla, y de Sevilla para Búrgos, donde la corte estaba, ó los -Consejos; el Rey estaba en Perpiñan en la guerra con Francia, porque -el rey de Francia pasaba otra vez á Italia; la Reina era en Laredo -ó en Vizcaya, despachando á la infanta Doña Juana para Flandes, que -iba por archiduquesa de Austria, á casar con el archiduque D. Felipe, -hijo del emperador Maximiliano, los cuales, despues fueron príncipes y -reyes de Castilla, y engendraron al emperador y rey D. Cárlos, nuestro -señor, con los demas señores Rey é Reinas, sus hermanos. La flota -en que fué aquella señora Infanta y Archiduquesa, y despues Reina, -nuestra señora, Doña Juana, era de 120 naos. Desde algunos dias que el -Almirante llegó, los Reyes se volvieron á Búrgos á esperar á madama -Margarita, hermana del susodicho señor Archiduque, para casar con el -príncipe D. Juan. El Almirante besó las manos á Sus Altezas, con la -venida del cual en grande manera se holgaron, porque mucho lo deseaban -por saber las cosas desta isla y tierras, en particular de su misma -persona, porque no lo habian sabido sino por sus cartas. Hiciéronle -mucha honra, mostrándole mucha alegría y gran clemencia y benignidad. -Dióles cuenta muy particular del estado en que estaba esta isla, del -descubrimiento de Cuba y Jamáica, y de las otras muchas islas que -descubiertas dejaba, y de lo que en aquel viaje habia pasado, y de la -dispusicion dellas, y lo que de cada una sentia y esperaba; dió tambien -á Sus Altezas noticia de las minas del oro y de las partes donde las -habia hallado. Hízoles un buen presente de oro, por fundir, como de las -minas se habia cogido, dello menudo, dello en granos como garbanzos, -y dello mayores los granos, segun se dijo, que habas, y algunos, -como nueces; presentóles muchas guayças ó carátulas de las que arriba -dijimos en el cap. 60, con sus ojos y orejas de oro, y muchos papagayos -y otras cosas de los indios, todo lo cual con mucha alegría los Reyes -recibieron, y daban á Nuestro Señor, por todo, muchas gracias, y al -Almirante, tenérselo todo en servicio, y en señalado servicio, en -palabras y honrarle se lo mostraban. De cada cosa de las dichas, -muchas particularidades y dudas le preguntaban, y á todas el Almirante -les respondia, y con sus respuestas les satisfacia y contentaba. De -las informaciones que Juan Aguado trujo y hizo á los Reyes contra el -Almirante, muy poco se airaron, y así no hay qué más contar ni gastar -tiempo de Juan Aguado. Propuso á Sus Altezas la intencion que tenia -de servirlos mucho más de lo servido, yendo á descubrir otra vez, -afirmando que, segun esperaba en Dios, les habia de dar descubierta, -sin islas, grande tierra, que fuese otra, quizá, tierra firme (aunque -ya tenia creido que la habia descubierto, teniendo á Cuba por tierra -firme), lo cual les certificó que seria tan verdad como lo que les -afirmó ántes que comenzase el primer viaje. Mandaron los Reyes que -diese sus memoriales de todo lo que habia menester, así para su -descubrimiento, como para las provisiones de la gente que en esta -isla estaba, y la que de nuevo decia que convenia traer. Pidió ocho -navíos; los dos, que viniesen luego cargados de bastimentos derechos -á esta isla, con el ansia que tenia de que la gente de los cristianos -estuviesen acá proveidos y contentos, para que la contratacion y -prosperidad del negocio destas Indias creciese, y en fama y obra se -prosperase, y los seis, tambien llenos de bastimentos, con la gente que -habia de traer, él los trujese, y en el viaje que entendia de camino -hacer, descubriendo, le acompañasen. Acordaron los Reyes, con parecer -del Almirante, que estuviesen siempre en esta isla á sueldo y costa -de Sus Altezas, por su voluntad empero, 330 personas desta calidad y -oficios, y forma siguiente: 40 escuderos, 100 peones de guerra é de -trabajo, 30 marineros, 30 grumetes, 20 artífices, ó que supiesen labrar -de oro, 50 labradores del campo, 10 hortolanos, 20 oficiales de todos -oficios y 30 mujeres. Á estos se mandó dar 600 maravedís de sueldo -cada mes, y una hanega de trigo cada mes, y para lo demas 12 maravedís -para comer cada dia; y, porque mejor se pudiesen gozar, mandaron que -se buscasen alguna persona ó personas que se obligasen á traer y tener -mantenimientos en esta isla, para que pudiesen la gente dellos, los que -hobiesen menester comprar. Habíaseles de prestar á las tales personas -ó mercaderes algunos dineros del Rey, segun pareciese al Almirante, -para emplear en los dichos bastimentos, dando fianzas que traerian los -dichos mantenimientos á esta isla, pero al riesgo de los Reyes, cuanto -al riesgo de la mar, y despues de hechos dineros, habian de volver -al Tesorero de los Reyes lo que se les habia prestado. Poníaseles -tasa en los precios de las cosas que habian de vender; el vino á 15 -maravedís el azumbre, la libra de tocino é carne salada á 8 maravedís, -é los otros mantenimientos y legumbres á los precios que al Almirante -pareciese, ó á su Teniente, por manera que ellos hobiesen alguna -ganancia y no perdiesen, y la gente no recibiese agravio comprando -lo que hobiesen menester muy caro. Mandaron asimismo los Reyes, que -viniesen religiosos é clérigos, buenas personas, para que administrasen -los Sanctos Sacramentos á los cristianos que acá estuviesen, y para -que procurasen convertir á nuestra sancta fe católica á los indios -naturales destas Indias, é que trajese el Almirante, para ello, los -aparejos é cosas que se requerian para el servicio del culto divino. -Mandaron tambien traer un físico, é un boticario, é un herbolario, y -tambien algunos instrumentos músicos, para que se alegrasen y pasasen -tiempo la gente que acá habia de estar. Mandaron que en la Isabela y -en la poblacion que despues se edificase, se hiciese alguna labranza y -crianza para que mejor se mantuviese la gente que aquí estuviese, para -lo cual, se habian de prestar á los labradores 50 hanegas de trigo para -que lo sembrasen, y, á la cosecha, lo volviesen y pagasen el diezmo -á Dios, y de lo demas se aprovechasen, vendiéndolo á los vecinos y -gente que allá estuviese al precio razonable; para esto le mandaron -librar en las tercias del Arzobispado de Sevilla 600 cahices de trigo. -Mandaron tambien traer 50 cahices de harina, y 1.000 quintales de -bizcocho para que comiese la gente, entretanto que se hacian molinos y -atahonas para moler el trigo que traia, y el que se esperaba que daria -la tierra; lo mismo se le mandó que, sobre las vacas y yeguas que habia -en esta isla, trajese para cumplimiento de 20 yuntas de vacas y yeguas -y asnos, para poder labrar los labradores la tierra. Dieron comision -los Reyes al Almirante, para que, si le pareciese que convenia traer -más gente de los 330 hombres, pudiese subir el número hasta 500, con -tanto que á los demas de 330, se les pagase el sueldo y mantenimiento -de cualesquier mercaderías é otras cosas de valor que hobiese en estas -tierras, sin que los Reyes mandasen proveer y pagarles de otra parte -alguna. Hicieron merced á todos los que quisiesen venir á estar y morar -en esta isla, sin llevar sueldo alguno de sus Altezas, con tanto que -no pasasen acá sin su licencia ó del que tuviese cargo de darla, que, -de todo el oro que cogiesen y sacasen de las minas, con que no fuese -de rescate ó conmutacion con los indios, llevasen la tercia parte, y -con las dos acudiesen á los oficiales de sus Altezas. Bien parece por -esto el poco dinero que habia por aquellos tiempos en Castilla, y por -consiguiente, cuanto caso hacian los Reyes del oro destas Indias, lo -poco que hasta entónces habia parecido; poco digo por respecto de lo -que despues vimos. Hiciéronles tambien merced á los tales vecinos, que -de todas las otras cosas de provecho que hallasen, que no fuese oro, en -esta isla, diesen á los Reyes no más del diezmo. Estas cosas postreras -se concedieron el año de 95 en Madrid, á 10 dias de Abril; y porque -el Almirante consideraba que habia menester gente para su propósito -en esta isla, y que la española era mal contentadiza, y que no habia -mucho de perseverar la que acá estaba y la que agora traia, y por otra -parte, temia que los Reyes se hartasen ó estrechasen en los gastos que -con los sueldos hacian, pensó esta industria, para traer alguna parte -de gente sin sueldo, y que tuviesen por bien, por trabajos que se -les recreciesen, de vivir en esta isla: suplicó, pues; á los Reyes, -que tuviesen por bien, de que los malhechores que en estos reinos -hobiese, les perdonase sus delitos con tal condicion que viniesen á -servir algunos años en esta isla, en lo que el Almirante, de su parte, -les mandase. Proveyeron Sus Altezas dos provisiones sobre esto: la -primera, que porque de la poblacion de cristianos en estas tierras, -esperaban en Dios que saldria mucho fruto en la conversion destas -gentes, y dilatacion, y ensalzamiento de nuestra santa fe, y sus reinos -ensanchados, y para esto era más gente menester, sin la que daban -sueldo, que acá viniese, y por usar tambien de clemencia, que todas é -cualesquiera personas, hombres y mujeres, delincuentes, que hobiesen -cometido hasta el dia de la publicacion de sus cartas, cualquiera -crímen de muerte ó heridas, y otros cualesquiera delitos de cualquiera -natura ó calidad que fuesen, salvo de herejía, ó _lesæ majestatis_, ó -_perdulionis_, ó traicion, ó aleve, ó muerte segura, ó hecha con fuego -ó con saeta, ó de falsa moneda, ó de sodomía, ó de sacar moneda, ó -oro, ó plata, ó otras cosas vedadas fuera del reino, viniesen á servir -acá, en lo que el Almirante, de parte de los Reyes, les mandase, y -sirviesen á su costa en esta isla, los que mereciesen muerte, dos años, -y los que no, un año, les perdonaban cualesquiera delitos, y pasado el -dicho tiempo se pudiesen ir á Castilla libres. Destos cognoscí yo en -esta isla á algunos, y áun alguno desorejado, y siempre le cognoscí -harto hombre de bien. La otra provision fué, que mandaron los Reyes á -todas las justicias del Reino, que todos los delincuentes que por sus -delitos mereciesen ser desterrados á alguna isla ó á cavar metales, -segun las leyes, los desterrasen para esta isla de la misma manera, y, -lo mismo que los que no mereciese pena de muerte pero que mereciesen -ser desterrados para esta isla, los desterrasen por el tiempo que les -pareciese. Estas dos provisiones fueron despachadas en Medina del -Campo, á 22 de Junio de 1497. Concedieron tambien los Reyes á los que -se avecindasen en esta isla, de los que en ella estaban, y los que -viniesen á ella de Castilla para se avecindar, que el Almirante les -repartiese tierras, y montes, y aguas, para hacer casa, heredades, -huertas, viñas, algodonales, olivares, cañaverales para hacer azúcar -y otros árboles, molinos é ingenios para el dicho azúcar, y otros -edificios necesarios para sí propios, y que dellos, en cualquiera -manera, por venta ó donacion, ó trueque ó cambio, se aprovechasen, -con que estuviesen y morasen en esta isla con su casa poblada cuatro -años; con tanto, que las tales tierras, y montes, y aguas, no tengan -jurisdiccion alguna civil ni criminal, ni cosa acotada, ni término -redondo, más de aquello que tuvieren cercado de una tapia en alto, y -que todo lo otro descercado, cogidos los fructos y esquilmo dellos, -sea para pasto comun é valdío á todos. Reservaron para sí el oro y -plata, y brasil, é otro cualquiera metal que en las tales tierras se -hallase, ni que no hiciesen en ellas cargo ni descargo de oro y plata, -ni de brasil, ni de otras cosas que á los Reyes perteneciesen. Esta -provision fué hecha en Medina del Campo, mes é año susodicho. Para -estos despachos, mandaron librar los Reyes al Almirante seis cuentos, -los cuatro, para los bastimentos susodichos, y los dos para pagar la -gente; estos seis cuentos, con grandísima dificultad y con grandes -trabajos suyos y angustias, por las grandes necesidades de los Reyes, -de guerras y los casamientos de sus hijas las señoras Infantas, se le -libraron; pero porque despues para cobrarlos, tuvo mayores trabajos -y dificultades, como se dirá adelante, dejemos aquí su despacho, y -contemos lo que se hizo en esta isla despues que los tres navíos, que -halló en Cáliz el Almirante para partir á la Isabela, llegaron. - - - - -CAPÍTULO CXIII. - - -Tornando á lo que en esta isla sucedió, ido el Almirante y llegados -los tres navíos que halló de partida, decimos que llegaron al puerto -de la Isabela por principio de Julio, con los cuales, y con lo que -dentro traian, que todo era bastimentos, y con saber que habia llegado -el Almirante con salud á Castilla, la gente y D. Bartolomé Colon y -su hermano D. Diego recibieron regocijo inestimable é incomparable -alegría. No habia cosa en aquellos tiempos que á la gente que acá -estaba en tanto grado alegrase, aunque fuese abundancia de oro, como -saber que venian navíos, y bastimentos en ellos, de Castilla; porque -todos sus principales males eran de hambre, mayormente, como arriba -dijimos, los que no andaban por la tierra guerreando, sino que estaban -de contino en la Isabela en los trabajos en que allí los ocupaban, que -comunmente eran trabajadores y oficiales. Estas hambres y desventuras -causaron los malos tratamientos y angustias, que, desde luego que -los cristianos entraron en esta isla, comenzaron y prosiguieron -siempre á hacer á los indios, y querer el Almirante darse tanta prisa -á subiectar Reyes y súbditos, y á todos hacer tributarios de quien -nunca cognoscieron, ni oyeron, ni supieron causa ni razon por qué se -los debian; porque si se entrara en esta isla como Cristo quiso, y -entrarse debia, los indios vinieran á mantener y ayudar y servir en -todas sus enfermedades y trabajos á los cristianos, con sus mujeres y -hijos. Bien se prueba esto por el humanísimo y admirable, y más que de -hombres comunes, hospedaje y obras paternales que hizo en el primer -viaje al Almirante aquel tan virtuoso rey Guacanagarí, en quien tanto -abrigo, ayuda, favor, mamparo y consuelo halló, pudiéndolo matar y que -nunca hobiera memoria en el mundo dél ni de todos los cristianos que -con él iban. Así que, volviendo á tejer nuestra historia, recibidas -las cartas del Almirante, y con ellas las que convino enviar de los -Reyes, su hermano, D. Bartolomé, con los dichos tres navios determinó -de despacharlos con brevedad, hinchirlos de indios, hechos esclavos -con la justicia y razon que arriba se ha dicho (y estos fueron 300 -inocentes indios), porque dijeron que el Almirante habia á los Reyes -escrito que ciertos Reyes ó Caciques desta isla habian muerto ciertos -cristianos, y no dijo cuantos él y los cristianos habian hecho pedazos; -y los Reyes le respondieron, que todos los que hallase culpados los -enviase á Castilla, creo yo que por esclavos como en buena guerra -captivos, no considerando los Reyes ni su Consejo con qué justicia las -guerras y males el Almirante habia hecho contra estas gentes pacíficas, -que vivian en sus tierras sin ofensa de nadie, y de quien el mismo -Almirante á Sus Altezas, pocos dias habia, en su primer viaje, tantas -calidades de bondad, paz, simplicidad y mansedumbre habia predicado. -Al ménos parece que se debiera de aquella justicia ó injusticia dudar, -pero creyeron solamente al Almirante, y como no hobiese quien hablase -por los indios, ni su derecho y justicia propusiese, defendiese y -alegase, como abajo parecerá más largo y claro, quedaron juzgados y -olvidados por delincuentes, desde el principio de su destruccion hasta -que todos se acabaron, sin que nadie sintiese su muerte y perdicion, ni -la tuviese por agravio. Debiera tambien haber escrito el Almirante á -los Reyes como habia hallado muy buenas minas de oro á la parte desta -isla austral, y que entendia de buscar por aquella costa de la mar -algun puerto donde pudiesen las naos estar, y poblar en él un pueblo, -y que, si se hallaba, traería grandes comodidades, porque, viniendo -por aquella costa del descubrimiento de las islas Cuba y Jamáica, le -habia parecido muy hermosa tierra, como lo es, y algunas entradas de la -mar en la tierra, donde creia que habia muchos puertos; especialmente -que no podian estar léjos de allí las minas que últimamente habian -descubierto, á las cuales, como arriba se dijo, puso su nombre de Sant -Cristóbal. Los Reyes le respondieron que hiciese lo que en ello mejor -le pareciese, y que aquello ternian Sus Altezas por bueno, y se lo -recibirian por servicio. Vista esta respuesta en Cáliz, el Almirante, -escribió á su hermano D. Bartolomé Colon que luego lo pusiese por la -obra y caminase á la parte del Sur, y con toda diligencia buscase -algun puerto por allí para poblar en él, y, si tal fuese, pasase todo -lo de la Isabela en él y la despoblase; el cual, visto el mandado del -Almirante, determinó luego de se partir para la parte del Sur, y, -dejado concierto y órden en la Isabela, y en su lugar, á su hermano -D. Diego, como el Almirante hobo ordenado, y con la gente más sana -que habia y el número que le pareció, se partió derecho á las minas -de Sant Cristóbal. De allí, preguntando por lo más cercano de la mar, -fué á aportar al rio de la Hoçama, que así lo llaman los indios, rio -muy gracioso, y que estaba todo poblado de la una y de la otra parte; -y este es el rio donde agora está el puerto y la ciudad de Sancto -Domingo. Entró en canoas, que son los barquillos de los indios, sondó, -que es decir experimentó con algun plomo ó piedra y cordel la hondura -que el rio tenia, vido que podian entrar en el rio no sólo navíos -pequeños, pero naos de 300 toneles, y más grandes, y, finalmente, -cognosció ser muy buen puerto; fué grande el gozo que él hobo y los que -con él iban. Determinó de comenzar allí una fortaleza de tapias sobre -la barranca del rio y á la boca del puerto, á la parte del Oriente, no -donde agora está la ciudad, porque está de la del Occidente; provee -luego á la Isabela que se vengan los que señaló, para que se comience -una poblacion la cual quiso que se llamase Sancto Domingo, porque el -dia que llegó allí, fué domingo, y por ventura, dia de Sancto Domingo; -aunque el Almirante, segun creo, quiso que se llamase la Isabela Nueva, -porque así la nombró hasta que, el tercero viaje que hizo á estas -Indias, cuando descubrió á tierra firme, vino á desembarcar en ella, -como abajo parecerá. Quedaron en la Isabela los enfermos y oficiales -de ribera que hacian dos carabelas; dejó allí 20 hombres comenzando á -cortar madera y aparejando lo demas para hacer la fortaleza, y, venida -la gente de la Isabela que mandó venir, la prosiguiesen, y él, con los -demas, toma guías de los indios, por allí vecinos, para ir á la tierra -y reino del rey Behechio, cuyo reino se llamaba Xaraguá, la última -sílaba luenga, de quien y de su estado y policía, y de una su hermana, -notable mujer, llamada Anacaona, maravillas habia oido. - - - - -CAPÍTULO CXIV. - - -Partido del rio de la Hoçama y por otro nombre, ya nuestro, Sancto -Domingo, D. Bartolomé Colon con su compañía, y, andadas 30 leguas, -llegó á un rio muy poderoso, que se llamaba y hoy llamamos como los -indios, Neyba, donde halló un ejército de infinitos indios con sus -arcos y flechas, armados en son de guerra, puesto que desnudos en -cueros; y notad qué guerra pueden hacer con las barrigas desnudas -por broqueles. Parece que como el rey Behechio tuvo nueva que los -cristianos venian, y habia oido las nuevas de sus obras, contra el rey -Caonabo y su reino, hechas, envió aquella gente ó vino él tambien en -persona con sus juegos de niños á resistirlos (que todas sus guerras, -comunmente, son tales, mayormente las desta isla). Los cristianos, -viendo el ejército, hizo D. Bartolomé señales de que no los venia á -hacer mal, sino á verlos y holgarse con ellos, y que deseaba ver á -su rey Behechio y su tierra, luego los indios se aseguraron como si -ya tuvieran grandes prendas dellos y fuera imposible faltarles la -palabra. Van luego volando mensajeros al rey Behechio, ó él, si allí -iba, invia á mandar que salgan toda su corte y gente con su hermana -Anacaona, señalada y comedida señora, á rescibir á los cristianos, -y que les hagan todas las fiestas y alegrías que suelen á sus Reyes -hacer, con cumplimiento de sus acostumbrados regocijos. Andadas -otras 30 leguas, llegan á la ciudad y poblacion de Xaraguá, porque -60 leguas dista de Sancto Domingo, como arriba queda dicho; salen -infinitas gentes, y muchos señores y nobleza, que se ayuntaron de toda -la provincia con el rey Behechio y la Reina, su hermana, Anacaona, -cantando sus cantares y haciendo sus bailes, que llamaban areitos, -cosa mucho alegre y agradable para ver, cuando se ayuntaban muchos -en número especialmente; salieron delante 30 mujeres, las que tenia -por mujeres el rey Behechio, todas desnudas en cueros, sólo cubiertas -sus vergüenzas con unas medias faldillas de algodon, blancas y muy -labradas, en la tejedura dellas, que llamaban naguas, que les cubrian -desde la cintura hasta media pierna; traian ramos verdes en las manos, -cantaban y bailaban, y saltaban con moderacion como á mujeres convenia, -mostrando grandísimo placer, regocijo, fiesta y alegría. Llegáronse -todas ante don Bartolomé Colon, y, las rodillas hincadas en tierra, -con gran reverencia, dánle los ramos y palmas que traian en las manos; -toda la gente demas, que era innumerable, hacen todos grandes bailes -y alegrías, y, con toda esta fiesta y solemnidad, que parece no poder -ser encarecida, llevaron á D. Bartolomé Colon á la casa real ó palacio -del rey Behechio, donde ya estaba la cena bien larga aparejada, segun -los manjares de la tierra, que era el pan de caçabí é hutias, los -conejos de la isla, asadas y cocidas, é infinito pescado de la mar -y del rio, que por allí pasa. Despues de cenar, vánse los españoles -cada tres ó cuatro á las posadas que les habian dado, donde tenian -ya sus camas puestas, que eran las hamacas de algodon, muy hermosas, -y, para de lo que eran, ricas; destas, ya en el capítulo 42, queda, -como son hechas, dicho. El D. Bartolomé con media docena de cristianos -quedóse aposentado en la casa del rey Behechio. Otro dia tuvieron -concertado en la plaza del pueblo hacerle otras muchas maneras de -fiestas, y así llevaron al D. Bartolomé Colon y cristianos á verlas. -Estando en ella salen súpitamente dos escuadrones de gente armada -con sus arcos y flechas, desnudos empero, y comienzan á escaramuzar -y jugar entre sí, al principio como en España cuando se juega á las -cañas, poco á poco comienzan á encenderse, y, como si pelearan contra -sus muy capitales enemigos, de tal manera se hirieron, que cayeron en -breve espacio cuatro dellos muertos, y muchos bien heridos. Todo, con -todo el regocijo y placer y alegría del mundo, no haciendo más caso -de los heridos y muertos que si les dieran un papirote en la cara; -durara más la burla y cayeran hartos más sin vida, sino que, á ruego -de D. Bartolomé Colon y de los cristianos, mandó cesar el juego el rey -Behechio. Esta manera de juegos escaramuzales se usaban antiguamente -en Castilla, la que decimos Vieja, puesto que intervenian en Castilla -caballos, que Estrabo llama _Gymnica certamina_, y debia ser más que -juegos de cañas: y dice así en el libro III, pág. 104, de su Geografía: -_Gymnica etiam conficiunt certamina, armis exercent ludos, et equis, et -cæstibus, et cursibus, et tumultuaria pugna, et instructo per cohortes -prœlio._ - -Esta su hermana, Anacaona, fué una muy notable mujer, muy prudente, muy -graciosa y palanciana en sus hablas, y artes, y meneos, y amicísima -de los cristianos; fué tambien reina de la Maguana, porque fué mujer -del rey Caonabo susodicho, como arriba todo esto fué á la larga -dicho, cap. 86. Despues de todas estas fiestas y regocijos, habló D. -Bartolomé Colon al rey Behechio y á esta señora, su hermana, Anacaona, -como su hermano, el Almirante, habia sido enviado por los reyes de -Castilla, que eran muy grandes Reyes y señores, y tenian muchos reinos -y gentes debajo de su imperio, y que habia tornado á Castilla á verlos -y notificarles, que muchos señores y gente desta isla le eran ya -tributarios, y los tributos les pagaban, y por tanto, él venia á él -y á su reino, para que lo mismo hiciese y los recibiese por señores, -en señal de lo cual en cosas convenientes les tributasen. Pero de oir -es, y notar, la respuesta que le dió (que como habian oido que el rey -Guarionex y Guacanagarí, é los reyes de Cibao y sus gentes, tributaban -oro, como si ya le hobiera mostrado y demostrado por naturales razones, -que él no pudiera negar, sino que convencido del todo quedaba ser -obligado, á Reyes ó gentes que nunca oyó ni creyó que eran en el mundo, -tributar), respondió: «¿como puedo yo dar tributo, que en todo mi reino -ni en alguna parte ni lugar dél nace ni se coge oro, ni saben mis -gentes qué se es?» Creia, y no sin razon que no buscaban ni venian por -otro fin los cristianos, sino por llevar oro á sus Reyes y señores. -Respondió D. Bartolomé Colon: «no queremos ni es nuestra intencion -imponer tributo á nadie, que no sea de aquellas cosas que tengan en sus -tierras y puedan bien pagar; de lo que en vuestra provincia y reinos -sabemos que abundais, que es mucho algodon y pan caçabí, queremos -que tributeis é de lo que más en esta tierra hobiese, pero no de lo -que no hay.» Oidas estas palabras, alegróse mucho, y respondió: «que -de aquello cuanto él quisiese le daria hasta que no quisiese más.» -Mandó luego, enviando mensajeros á todos los otros señores y pueblos, -sus subiectos, que todos hiciesen sembrar y sembrasen en sus tierras -y heredades mucho algodon para que hobiese grande abundancia dello, -porque se habia de dar tributo á los reyes de Castilla, cuyo criado -y enviado era el Almirante y su hermano, que agora venido habia y -estaba en su casa. Dos cosas podemos aquí considerar y notar; la una, -la innata bondad y simplicidad del rey Behechio, la cual manifiesta -dos cosas muy claras; la una, que pudiera matar á D. Bartolomé y á -todos los cristianos, los cuales, no creo que podian llegar á número -de ciento, y él tenia millones de gentes, porque de gente, y términos -de tierra larga, y corte y en muchas ventajas, era en esta isla el Rey -más principal; la otra, en conceder tan fácilmente, recognoscer por -superior y tributar á otro Rey extraño, que no sabia quién era ni quién -no. ¿Quién de los reyes libres del mundo á la primer demanda ó palabra -se querrá á otro Rey que nunca vido ni oido subiectar, y servirle como -súbdito y vasallo, repugnando al apetito natural? Y si dijeres que -fué por miedo y temor que hobo de D. Bartolomé y de los cristianos -que consigo llevaba, por haber oido las guerras crueles, y estragos y -muertes que el Almirante habia hecho en el Rey é gente de Caonabo y -en otras partes, parece que no, pues pudiera sin duda matarlos, ó al -ménos, acometerles y hacerles harto daño, lo cual nunca intentaron; -y si porfiares que sí, por ende fueron más injustos y más contra ley -natural los tributos que D. Bartolomé Colon le impuso, haciendo Rey -libre, tributario por miedo, contra su voluntad, no siendo su súbdito -ni debiéndole algo, lo que es propio de tiranos. La otra cosa que aquí -se debe notar, es, cuan al revés y preposteramente hizo su entrada D. -Bartolomé Colon en este reino de Xaraguá, dando, primeramente noticia -á los infieles simplicísimos de los reyes de Castilla y de su grandeza -y merecimientos que del verdadero Dios, y echarles ántes carga de -tributos, que dándoles algo que en su provecho y utilidad resultase; no -habiendo otra causa legitima para entrar cristianos en estos reinos y -tierras, sino sólo para darles noticias y cognoscimiento de un solo y -verdadero Dios y de Jesucristo, su hijo, universal Redentor; manifiesto -es que aquellas gentes, ó habian de tener á los reyes de Castilla por -dioses, pues se les predicaba primero que otra cosa su merecimiento -y valor, y que se les debian de otros Reyes, tan grandes señores -en tierras y gentes como ellos, recognoscimiento de superioridad y -tributos, ó habian de creer que el fin que acá los cristianos, y no -otro, traian, como cosa dellos amada sobre todo, era su propio interese -y llevar á sus tierras, de los bienes agenos, tributos y oro. Muy por -el contrario del camino que Cristo llevó y sus Apóstoles para traer -á sí al mundo, que ante todas cosas predicaban á Dios, y no sólo no -pedian tributo ni tomaban de hombre cosa, mas hacíanles grandes bienes, -y daban sus vidas y dieron, por atraer y salvar á los que predicaban, -y el hijo de Dios la suya por todos. Pero entró por la misma puerta y -llevó el mesmo camino D. Bartolomé Colon, que su hermano el Almirante -al principio entró y anduvo, cierto engañados no sé con qué; mas creo -que sí sé, de una culpabilísima, que á ninguno excusa, del derecho -natural y divino ignorancia. - - - - -CAPÍTULO CXV. - - -Dejó D. Bartolomé Colon muy contento, á lo que parecia, y Dios sabe -si era así, al rey Behechio, y tributario y solícito de cumplir los -tributos que se le habian pedido; y, con ánsia de saber lo que en la -Isabela y aquestas partes desta isla de la Vega y Cibao habia sucedido, -acordó partirse de Xaraguá para acá, y, llegado á la Isabela, halló -que cerca de 300 hombres habian fallecido de diversas enfermedades. -Rescibió desto D. Bartolomé grande trabajo, y aunmentábaselo tener muy -pocos bastimentos y no venir navíos de Castilla; determinó de repartir -y enviar todos los enfermos y flacos por las fortalezas que habia -desde la Isabela hasta Sancto Domingo, y á los pueblos de los indios -que cerca dellas estaban, porque al ménos ternian, sino médicos y -boticarios, comida que los indios les darian y no les faltaria, y así -pelearian solamente con la enfermedad, y no con ella y juntamente con -la hambre: las fortalezas fueron la Magdalena, Santiago, la Concepcion, -el Bonao, como se dijo en el cap. 110. Dejó en la Isabela los hombres -más sanos, en especial oficiales, haciendo dos carabelas, y él tornó -á visitar la fortaleza que dejó haciendo sobre el rio de Sancto -Domingo, yendo cogiendo los tributos, por el camino, de los señores -y sus vasallos á quien el Almirante y él los habian impuesto; donde, -como estuviese algunos dias, los señores y gentes de la Vega y de las -provincias comarcanas, no pudiendo sufrir la importuna carga de los -tributos del oro que cada tres meses se les pedia, y la más onerosa y -á ellos más intolerable, y aspérrima conversacion de los cristianos, -de comerles cuanto tenian y no se contentar con lo que se les daban, -sino, con malos tratamientos, miedos, amenazas, palos y bofetadas, -llevarlos de unas partes á otras cargados, andarles tras las hijas é -las mujeres, é otras vejaciones é injusticias semejantes, acordaron de -se quejar al rey Guarionex y á inducirle á que mirase y considerase -su universal captiverio y opresion, y vida tan malaventurada que -pasaban con aquellos cristianos, que trabajasen de matarlos si pudiesen -y libertarse. Hacian cuenta que mayor era el tormento que sufrian -cuotidiano é inacabable que podian ser las muertes de pocos dias, que, -si no salian con lo pensado, esperaban; y en fin, siempre creian de sí -mismo haber vitoria de los cristianos, en lo cual siempre se engañaban. -Guarionex, como era hombre de su naturaleza bueno y pacífico, y -tambien prudente, y via y cognoscia las fuerzas de los cristianos, y -la ligereza de los caballos, y lo que habian hecho al rey Caonabo y á -su reino é á muchos otros de la provincia de Cibao, mucho lo rehusaba; -pero al cabo, importunado de muchos, y, por ventura, amenazado de -que harian Capitan otro que á él le pesase, con gran dificultad hobo -de aceptarlo. Sintiéronse destos movimientos algunas señales por los -cristianos que estaban en la fortaleza de la Concepcion; avisaron con -indios que les fueron fieles á los cristianos de la fortaleza del -Bonao, y aquellos despacharon otros mensajeros á Sancto Domingo, donde -don Bartolomé estaba, el cual, á mucha prisa, vino á la Vega, ó á la -Concepcion, que así se llamaba. - -Quiero contar una industria que tuvo un indio mensajero, que creo que -fué esta vez, para salvar las cartas que llevaba de los cristianos -de la Concepcion á los del Bonao. Diéronselas metidas en un palo que -tenian para aquello, hueco por una parte, y como los indios ya tenian -experiencia de que las cartas de los cristianos hablaban, ponian -diligencia en tomarlas; el cual, como cayó en manos de las espías, -que los caminos tenian tomados, fué cosa maravillosa la prudencia de -que usó, que no fué á la del rey David muy desemejable. Hízose mudo y -cojo, mudo para que no le pudiesen constreñir á que, lo que traia, -ó de donde venia ó qué hacian ó qué pensaban hacer los cristianos, -hablase, y cojo, porque el palo en que iban las cartas, que fingia -traer por bordon necesario, no le quitasen; finalmente, hablando y -respondiendo por señas, y cojeando, como que iba á su tierra con -trabajo, hobo de salvarse á sí é á las cartas que llevaba, las cuales, -si le tomaran y á él prendieran ó mataran, por ventura, no quedara, de -los cristianos derramados por la Vega y aún de los de la fortaleza de -la Concepcion, hombre vivo ni sano. Llegó, pues, D. Bartolomé con su -gente á la fortaleza del Bonao, y allí fué, de lo que habia, avisado. -De allí trasnocha y vá á entrar en la fortaleza de la Concepcion, que -10 leguas buenas distaba; sale con toda la gente sanos y enfermos á -dar en 15.000 indios que estaban con el rey Guarionex y otros muchos -señores ayuntados, y, como estas tristes gentes vivian pacíficos, sin -pendencias, rencillas, ni trafagos, no tenian necesidad de con muros -y barbacanas, ni fosas de agua, tener sus pueblos cercados. Dieron en -ellos de súbito, á media noche, porque los indios, nunca de noche, ni -acometen, ni para guerra están muy aparejados, puesto que no dejan de -tener sus velas y espías, y, en fin, para contra españoles harto poco -recaudo; hicieron en ellos, como suelen, grandes estragos. Prenden -al rey Guarionex y á otros muchos; mataron á muchos señores de los -presos, de los que les pareció que habian sido los primeros movedores, -no con otra pena, segun yo no dudo, sino con vivos quemarlos, porque -esta es la que comunmente, y siempre y delante de mis ojos yo vide, -muy usada. Traidos presos á la fortaleza de la Concepcion, vinieron -5.000 hombres, todos desarmados, dando alaridos y haciendo dolorosos y -amargos llantos, suplicando que les diesen á su rey Guarionex y á los -otros sus señores, temiendo no los matasen ó quemasen. D. Bartolomé -Colon, habiendo compasion dellos, y viendo la piedad suya para sus -señores naturales, cognosciendo la bondad innata de Guarionex, cuan más -inclinado era á sufrir y padecer con tolerancia inefable los agravios, -fuerzas é injurias que le hacian los cristianos, que á pensar en hacer -vengaza, dióles su Rey é á los otros sus señores, con que quedaron de -sus angustias y miserias algo consolados, no curando del captiverio y -opresion y vida infelice en que quedaban, ni de sus, cierto, futuras -mayores calamidades. - - - - -CAPÍTULO CXVI. - - -Pasados algunos dias, poco despues que aqueste alboroto fué asosegado, -aunque las gentes de aquella comarca de la Vega, con las cargas y -trabajos que los cristianos continuamente les daban, por tenerlos -en ménos, por haberlos guerreado y hostigado, como siempre lo han -acostumbrado hacer, no muy alegres ni descansadas, vinieron mensajeros -del rey Behechio y de Anacaona, su hermana, á D. Bartolomé Colon; -haciéndole saber como los tributos del algodon y caçabí, que habia -impuesto ó pedido á su reino, estaban aparejados, que viese lo que -cerca dello mandaba; si no me he olvidado, creo que dentro de seis -ó ocho meses, sembradas las pepitas del algodon, dan fruto; los -arbolillos que dellos nacen, llegan á ser tan altos, los mayores, como -un buen estado, puesto que desde más chicos comienzan á darlo. Acordó -luego D. Bartolomé ir á Xaraguá, lo uno, por ver lo que Behechio, -rey de aquel reino, le avisaba, y como habia cumplido su palabra; lo -otro, por ir á comer á aquella tierra que no estaba trabajada, como -tenian los cristianos la Vega y sus comarcas, puesto que les daba Dios -siempre el pago, en los descontentos que siempre tenian por la falta de -vestidos y de las cosas de Castilla, por las cuales siempre suspiraban -y vivian todos, ó todos los más, como desesperados. Llegado al pueblo -ó ciudad del rey Behechio, D. Bartolomé, sálenle á recibir el Rey y -Anacaona, su hermana, y 32 señores muy principales, que para cuando -viniese habian sido convocados, cada uno de los cuales habia mandado -traer muchas cargas de algodon en pelo y hilado, con su presente de -muchas hutias, que eran los conejos desta isla, y mucho pescado, -todo asado; lo cual todo, cada uno le presentó, de que se hinchió, -de algodon digo, una grande casa. Dióles á todos los señores muchas -gracias, y al rey Behechio y á la señora su hermana, muchas más y más -grandes, mostrando señales de grande agradecimiento, como era razon -dárselas; ofreciéronse á traerle tanto pan caçabí que hinchiese otra -casa y casas. Envia luego mensajeros á la Isabela, que, acabada la una -de las dos carabelas, viniese luego á aquel puerto de Xaraguá, que es -una grande ensenada ó entrada que hace la mar, partiendo esta isla -en dos partes; la una, como arriba se dijo cap. 50, hace el cabo de -Sant Nicolás, que tiene más de 30 leguas, y la otra tenia más de 60, -que hace el Cabo que ahora se llama del Tiburon, y que llamaban de -Sant Rafael cuando vino del descubrimiento de Cuba el Almirante. El -rincon desta particion ó abertura que la mar por allí hace, distaba de -la poblacion y casa real de Behechio, dos leguas, no más largo; allí -mandó venir la carabela, y que la tornarian llena de caçabí. Desto -recibieron los españoles, que en la Isabela estaban, grande alegría, -por el socorro que para su hambre esperaban; diéronse priesa, vinieron -al puerto de Xaraguá, donde los deseaban. Sabido por la señora reina -Anacaona persuade al Rey, su hermano, que vayan á ver la canoa de los -cristianos, de quien tantas cosas se les contaban. Tenia un lugarejo -en medio del camino, Anacaona, donde quisieron dormir aquella noche; -allí tenia esta señora una casa llena de mil cosas de algodon, de -sillas y muchas vasijas y cosas de servicio de casa, hecha de madera, -maravillosamente labradas, y era este lugar y casa, como su recámara. -Presentó esta señora á D. Bartolomé muchas sillas, las más hermosas, -que eran todas negras y bruñidas como si fueran de azabache; de todas -las otras cosas para servicio de mesa, y naguas de algodon (que eran -unas como faldillas que traian las mujeres desde la cinta hasta media -pierna, tejidas y con labores del mismo algodon) blanco á maravilla, -cuantas quiso llevar y que más le agradaban. Dióle cuatro ovillos de -algodon hilado que apénas un hombre podia uno levantar; cierto, si -oro tuviera y perlas, bien se creia entónces que lo diera con tanta -liberalidad, segun todos los indios desta isla eran de su innata -condicion dadivosos y liberales. Vánse á la playa ó ribera de la mar, -manda D. Bartolomé venir la barca de la carabela á tierra; tenian al -Rey é la Reina, su hermana, sendas canoas, muy grandes y muy pintadas y -aparejadas, pero la señora, como era tan palanciana, no quiso ir en la -canoa, sino con D. Bartolomé en la barca. Llegando cerca de la carabela -sueltan ciertas lombardas; turbáronse los Reyes y sus muchos criados y -privados en tanto grado, que les pareció que el cielo se venia abajo, -y aína se echaran todos al agua, pero como vieron á D. Bartolomé -reirse, algo se asosegaron. Llegados, como dicen los marineros, al -bordo, que es junto á la carabela, comienzan á tañer un tamborino y la -flauta, y otros instrumentos que allí llevaban, y era maravilla como -se alegraban; miran la popa, miran la proa, suben arriba, descienden -abajo, están, como atónitos, espantados. Manda D. Bartolomé alzar las -anclas, desplegar las velas, dar la vuelta por la mar: aquí creo yo -que no les quedó nada de sangre, temiendo no se los llevasen; pero -desque dieron la vuelta hácia casa, quedaron sin temor y demasiadamente -admirados, que sin remos, la carabela, tan grande, parecia que volase, -y, sobre todo, que con un viento sólo fuese á una parte, y á otra -contraria tornase. Tornáronse á Xaraguá; vinieron infinitos indios de -todo el reino del pan caçabí cargados. Hinchen la carabela del pan y -del algodon y de las otras cosas que el Rey é la Reina y los otros -señores habian dado; partióse la carabela para hacer á la Isabela su -viaje, y D. Bartolomé, con su gente, tambien acordó irse para allá con -su compañía por tierra; dejó alegres al Rey é á la Reina, y, á todos -los señores y gentes suyas, muy contentos. - - - - -CAPÍTULO CXVII. - - -Entretanto que D. Bartolomé Colon estaba en el reino de Xaraguá con el -Behechio y hacia lo que en el precedente capítulo se dijo, Francisco -Roldan, á quien, como arriba en el capítulo 111 dijimos, dejó el -Almirante por Alcalde mayor en la Isabela, y, como tambien dije, de -toda la isla, por descontentos que tuvo del Gobernador, D. Bartolomé -Colon, ó por no sufrir las reglas y estrechura de los bastimentos de la -Isabela, y querer vivir más á lo largo andando por la isla (ó tambien, -hallo en mis memoriales, que tuvo principio este levantamiento porque -uno de los principales, que consigo siempre trujo, se echó con la -mujer del rey Guarionex, y porque le quiso el Adelantado castigar), ó -porque era bullicioso y pretendia subir á más de lo que era, imaginando -que el Almirante nunca volveria, porque hacia ya quince meses que era -partido desta isla, y que era señal que los Reyes no lo dejarian volver -acá, segun, por ventura, debiera Juan Aguado haber dicho y así se -decia, acordó quitar la obediencia al dicho D. Bartolomé y levantarse -contra él con hasta 70 hombres, los más sanos, gente comun, y algunos -principales que él pudo atraer á sí, que pretendian lo mismo que él, -de los cuales yo cognoscí los más, ó cuasi todos. Este Francisco -Roldan fué, como dije, criado del Almirante y ganó su sueldo, y debia -ser su oficio, á lo que entendí, como hombre que tenia cargo de andar -sobre los trabajadores y oficiales para los hacer trabajar, salvo -que, como fuese hombre entendido y hábil, cognosciendo el Almirante -que era para tener cargos, y, por honrarlo y hacer en él, hízolo -primero Alcalde ordinario de la Isabela, y despues Mayor de toda la -isla, y él quiso, por agradecimiento, levantándose le dar el pago. La -ocasion que para se desvergonzar tomar quiso, fué en dos maneras, -para indignar é allegar y atraer á sí á los indios y á los cristianos -contra el Adelantado y el Almirante. Para ganar los cristianos, fué -esta su cálida industria: la carabela que habia traido el algodon y -pan, y otras cosas de la provincia de Xaraguá, mandóla luego varar ó -sacar en tierra fuera del agua, D. Diego Colon, porque, como la gente -estaba siempre demasiadamente descontenta, temíase que no la tomasen -y se fuesen muchos sin licencia y á pesar del D. Bartolomé, y de don -Diego, y del Almirante tambien, con ella á Castilla; Francisco Roldan -comienza á murmurar con la gente trabajadora y marineros, y la demas -gente baja y que más descontenta estaba, porque la carabela no estaba -en el agua, y que sería bien enviarla á Castilla con cartas á los -Reyes, pues el Almirante no venia, para hacerles saber sus hambres y -necesidades y los proveyesen, y que sino se hacia, que todos habian -en esta isla de perecer, ó de hambre, ó que los indios los habian de -consumir, é que D. Diego ni D. Bartolomé no la querian enviar por -alzarse con la isla y tenerlos á todos ellos por esclavos, sirviéndose -dellos en hacer sus casas y fortalezas, y acompañarse y coger los -tributos de los indios y hacerse ricos del oro de la tierra, y, -finalmente, para sólo su provecho é particular interese. Viendo la -gente que el Alcalde mayor y quien lo mandaba todo, y á quien por la -vara del Rey, como Justicia mayor, todos obedecian, que estaba de la -opinion dellos, comienzan despues con mayor desenvuelta osadía y ménos -temor, lo que en sí secretamente gruñian y no osaban, sino por los -rincones, boquear, públicamente y sin miedo ninguno á decirlo. Vista la -gente ya de su bando, persuadióles que le diesen las firmas para que -se pudiese dar á entender como era sentencia de todos, que convenia -al bien y salud comun de los cristianos que la carabela se echase al -agua, aunque pesase al D. Diego y á quien más se lo quisiese estorbar; -y todo esto, que este trabajaba ó porfiaba de echar la carabela al -agua, no era porque se echase al agua ni fuese á Castilla, porque á él -no le convenia que supiesen los Reyes su alzamiento y desobediencia á -su Justicia mayor, que era D. Bartolomé y D. Diego, que al presente -la Isabela gobernaba, sino por indignar y mover á la gente contra el -Almirante y los que gobernaban, y que él tuviese gente y fuerzas para -levantarse, y en su tiranía conservarse; hay desto muchos argumentos -claros, como parecerá abajo. La otra ocasion ó título que tomó para -atraer á sí, juntamente, indios y cristianos, fué, que decia á los -cristianos que para que los indios sirviesen mejor á los cristianos, -estando en paz con ellos, era cosa necesaria que se le quitasen los -tributos que les habia impuesto el Almirante, y esto muchas veces -lo decia él á D. Bartolomé Colon platicando; y, ciertamente, si él -lo dijera con celo de virtud y de piedad para con los indios, decia -gran verdad, porque los indios y los Reyes y señores suyos, vivian -con los tributos que se les pedian cada tres meses, desesperados; -y áun fuera, sin comparacion, grande utilidad para los cristianos, -porque ni murieran de hambre ni padecieran de necesidad alguna en sus -enfermedades, ni anduvieran en guerras por sierras y valles á cazar y -matar indios, ni dellos algunos, los indios, como mataron, mataran, -ántes los sirvieran de rodillas y adoraran, pero no lo decia el pecador -sino por robar más á los indios y más señorearlos, y que á esto no -le fuese Dios ni el Rey ni sus Ministros á la mano. Finalmente, D. -Diego mandó al dicho Francisco Roldan que fuese con cierta gente á -la Concepcion, por que se sonaba y temia que los indios y gente de -Guarionex andaba mal segura y alborotada, como no podian sufrir los -tributos; el cual se fué al pueblo del cacique Marque, donde tuvo -lugar Roldan de concluir é publicar su traicion, de donde se vinieron -muchos, que no quisieron consentir en ella, á la fortaleza de la -Concepcion, á los cuales trató mal y tomó todas las armas. De aquí -del pueblo Marque, tornó á la Isabela, y váse á la Alhóndiga del Rey, -donde estaban los bastimentos y la municion de las armas, y, tomada -la llave por fuerza á quien la tenia, que era un criado de D. Diego -Colon (ó hizo las cerraduras pedazos, con 50 hombres, diciendo «viva -el Rey»), toma todas las armas que le pareció haber menester para sí -é para sus compañeros tiranos; y de los bastimentos, que con la guarda -y regla y estrechura, porque así convenia, se guardaban y daban, y de -todas cuantas cosas allí habia, sin medida repartia, y para sí tomaba. -Sale D. Diego á le ir á la mano con ciertos hombres honrados á afearle -tan grande insolencia y alboroto, al ménos, de palabra; vino tras él, -y el D. Diego se retrujo con ellos á una casa fuerte, y miéntra en la -Isabela estuvo Francisco Roldan y habia de hablar D. Diego con él, -habia de ser con seguro que primero Roldan le daba. De allí fueron al -hato de las vacas del Rey y mataron lo que dellas quisieron; que matar -una en aquel tiempo era por gran daño estimado, porque las tenian para -criar. Van tambien al hato de las yeguas, que eran tambien del Rey, y -tomaron las yeguas ó potros ó caballos que á todos plugo tomar. Esto -hecho, vánse por los pueblos de los indios, y á los señores y Caciques -dellos, publícanles que el Almirante y sus hermanos les han cargado de -tributos, y que Francisco Roldan y ellos han reñido con el D. Bartolomé -Colon y D. Diego porque no se los quitaban, y que han acordado ellos -de se los quitar y que no curen dende adelante darlos, que ellos se -los defenderán del Almirante y sus hermanos, y para ello, si fuere -menester, los matarán. Desde allí, diciendo «viva el Rey,» van por -toda la Isla, y por toda se suena que el Alcalde Roldan es el que los -liberta; y así, el Roldan decia que los habia recibido debajo de su -mamparo, segun que un poco abajo se verá, y por todos los pueblos de -los indios que pasaba, publicaba mal de don Bartolomé y del Almirante, -y á todos los cristianos que topaba detraia y blasfemaba de D. -Bartolomé, diciendo que era hombre duro, áspero y cruel, y cudicioso, -y que con él no podia alguno medrar, y todos cuantos males podia decir -acumulaba, dando por causas de se apartar dél. Y cosa fué esta, cierto, -maravillosa y juicio de Dios muy claro, si con ojos limpios entónces lo -vieran y agora lo miramos, que aquel Roldan, sin saber quien lo movia -mediatamente, que era la divina Providencia, pero inmediata su propia -ambicion cudicia y maldad, fuese profeta en la obra, como Caifás lo -fué en la palabra, y á ambos movió la voluntad y providencia de Dios; -Caifás, diciendo que convenia que Cristo muriese por todo el pueblo, -porque toda la gente no pereciese, más por el odio que á Cristo tenia -que por la salud comun, empero, sin saber lo que decia, profetizó; -Roldan, por su propia malicia, permitida de lo alto, y por se hacer -rico y señor, tomó y se arreó del oficio y título, sin saber lo que -hacia, de los pueblos y gentes desta isla opresas, llamándose defensor -y librador; manifiesto es por la lumbre natural sola que tuviésemos, -cuanto más añidida la ley divina de justicia y de caridad, y aqueste -Roldan y otro cualquiera cristiano, y áun gentil que fuera ó moro, si -por el bien sólo y liberacion destas gentes, por la piedad natural se -moviera, para las librar de las injurias y daños y tiranía que padecian -con los insoportables é, sin justicia, impuestos tributos, tenia -justísima guerra contra el Almirante y contra D. Bartolomé y D. Diego -Colon; y muy mayor justicia y mérito le favoreciera, si con la piedad -natural juntara hacerlo por la honra de Dios, porque como para entrar y -tener que hacer en estos reinos y gentes los cristianos, no haya habido -otro título ni derecho, chico ni grande, sino sólo la predicacion de la -fe y conversion dellos, y traerlos á Cristo, en lo cual, nunca se dió -puntada, grande ni chica, sino imponerles y cargarles y pedirles oro, -y lo que se creia que valia oro, ¿quién de los que fuesen cristianos -osará dudar que juntamente con las injurias y agravios tan grandes que -hacian á los prójimos, no se ofendiese gravísimamente Dios? Luego, -mucho mereciera Roldan delante de Dios, allende ser obligado de ley -natural, moviendo guerra contra los que á estas gentes, con tantos y -tan graves tributos, impuestos tan sin justicia, oprimian y amargaban, -por su redencion, luego en tomar el oficio y apellido de redemptor; -aunque por robar él y ser señor, como Caifás diciendo y él haciendo, -profetizó. Pero fueron tantas las tiranías y maldades opresivas que en -estas gentes despues hizo él y su compañía, que no con celo de piedad, -sino con título para se levantar y señorear haberse movido, bien -manifiestamente mostró. - - - - -CAPÍTULO CXVIII. - - -De la Isabela vino Francisco Roldan y su compañía á la Vega, al -pueblo de un señor Cacique, que se llamaba Marque (que habia tomado -el nombre de Diego Marque, el que dijimos arriba, cap. 82, que habia -venido á esta isla por Veedor), el cual pueblo estaba dos leguas de la -fortaleza de la Concepcion, para buscar tiempo y sazon para tomarla; -la cual tomada, pensaba mejor señorearse de toda esta isla y haber al -Bartolomé Colon á las manos, al cual temia él más que á otro, porque -era hombre muy esforzado y de mucho valor, y por esto era público que -lo andaba por matar. Vino Francisco Roldan con 60 ó 70 hombres, muy -armados en forma de guerra, al pueblo del gran señor y rey Guarionex -(cuya mujer y reina, se dijo, y el Almirante lo escribió á los -Reyes, este Roldan tomó y usó mal della), el cual pueblo distaba de -la fortaleza de la Concepcion obra de dos tiros de ballesta, donde -estaba un capitan, García de Barrantes, que yo bien cognoscí, é tenia -30 hombres á cargo (porque habia el Almirante, y despues su hermano -D. Bartolomé Colon, como arriba se ha tocado, repartido la gente por -los pueblos de los indios para comer, y tambien porque sintiesen los -indios que velaban sobre ellos), y dijo allí á algunos que se pasasen -á él. El capitan Barrantes metió dentro en una casa, por importunidad, -ó por fuerza, ó por grado, á los 30 hombres, requiriendo al Francisco -Roldan que se fuese con Dios, que ellos estaban en servicio del Rey, -y él andaba como le placia; y respondióle Roldan, que juraba á Dios -que lo habia de quemar á él y á todos los 30 que allí tenia dentro -en la casa, y tomóle todas las cosas que tenia de comer, por fuerza. -Fué á la fortaleza de la Concepcion, y quisiera entrar en ella; el -Alcaide, que era Miguel Ballester, le cerró las puertas y no le -quiso admitir, viéndole venir con tanta gente y tan armada. En estos -dias llegó Bartolomé Colon á la fortaleza de la Magdalena, y allí -supo la alteracion de Francisco Roldan, y á un Diego de Escobar que -allí estaba, y creo que era Alcaide entónces della, el cual se habia -desmesurado en palabras contra él (sospecho que porque sintió excusar -al Francisco Roldan, ó algo semejante á esto, porque este Diego de -Escobar fué de los principales alzados con Francisco Roldan), mandóle -prender, y despues dióle la fortaleza por cárcel, aquel dia, y mandóle -que otro dia se fuese tras él á la Isabela; el cual no curó de su -mandado, sino envió un hombre de caballo, y debia ser á llamar á un -Pedro de Valdivieso, el cual topó en el camino, y ambos se fueron al -pueblo del Cacique Marque á juntar con el Francisco Roldan, y desde -á pocos dias, vino un hidalgo que se llamaba Adrian de Muxica, con -cierta gente, á la Magdalena, y toma al Diego de Escobar y vánse á -juntar, en el dicho pueblo, con el dicho Francisco Roldan. De donde -parece, que habia concierto entre todos ellos, dias habia ya tratado, -de alzarse. Este Pedro de Valdivieso y el Adriano y Diego de Escobar -eran de los principales hombres desta isla, los cuales yo cognoscí -bien cognoscidos, y despues diré cosas dellos. Ido D. Bartolomé á -la Isabela, como halló robada el Alhóndiga del Rey, é á su hermano -desobedecido y maltratado, y supo los que seguian á Roldan, y que -cada dia sentia que crecian en número, no osaba salir de la Isabela, -temiendo que todos debian ser en la rebelion. Escribió á D. Bartolomé -el Alcaide Ballester, de la Concepcion, que se guardase, porque, -cierto, creia que lo habian de trabajar de matar, y que, si pudiese, lo -más presto se viniese á su fortaleza de la Concepcion. Hízolo así, é á -mucha priesa vínose y metióse en la fortaleza, que dista de la Isabela, -como dije arriba, 15, ó pocas más leguas. Desque lo supo Roldan, vínose -al Guaricano, que así se llamaba el asiento donde se puso primero y -estaba entónces la villa de los cristianos, que llamaron especialmente -la Vega, puesto que todo esto era en la Vega, y era pueblo aquello del -rey Guarionex; distaba de la Concepcion ó fortaleza, media legua de -muy llana tierra, que es alegría verlo, y parecíase lo uno de lo otro. -Sabido por D. Bartolomé, envió á un caballero que se llamaba Malaaver, -que yo cognoscí muy bien, al Francisco Roldan, que le hablase y de -su parte le dijese que ¿por qué causaba tan grande daño y escándalo -y confusion en toda la isla? que mirase cuanto deservicio se hacia á -los Reyes haciendo cesar los tributos, y cuan mal contado le seria de -todos los que lo supiesen, y el daño que hacia á todos los cristianos, -porque los indios se ensoberbecerian y cobrarian ánimos mayores para -les hacer guerra, y otras cosas á éste propósito, que le podian mover á -cesar de su sedicioso propósito. Finalmente, le persuadió á que fuese -á hablar á la fortaleza con D. Bartolomé, y dióle para ello seguro, -de lo cual llevaba el dicho Malaaver comision. Vino á la fortaleza -con su gente bien armado, y habló con D. Bartolomé, debia ser por las -ventanas, D. Bartolomé, parado. Díjole, que ¿por qué juntaba con tanto -escándalo aquella gente y inquietaba la isla? respondió Roldan, que no -la juntaba para de servicio de los Reyes, sino para se defender del que -le habian dicho que les queria cortar las cabezas; responde que no le -habian dicho verdad; añadió Francisco Roldan, que él y sus compañeros -estaban en servicio del Rey, por eso, que le dijese donde mandaba que -fuesen á servir al Rey. Dice D. Bartolomé, que se vayan y estén en -los pueblos del Cacique que tenia por nombre Diego Colon; responde -Roldan, que no queria ir allí, porque no habia que comer; mandóle y -prohibióle que no fuese mas Alcalde ni se llamase Alcalde, y que lo -privaba del tal oficio, pues andaba contra el servicio del Rey. De -aquí se fué mofando y más soberbio que vino, porque no pretendia sino -proseguir su rebelion con los demas, y ser libres para que sus vicios -y ambicion alcanzasen impunidad, é colora su alzamiento con alegar y -sembrar, mentirosamente, que D. Bartolomé lo queria matar, estando -70 ó 80 leguas de allí, en Xaraguá, como ha parecido, cuando ellos se -alzaron. Tomando tambien por título y causa de su traicion, que porque -no se echaba la carabela al agua, y que á los indios no se quitaban -los tributos de que estaban muy cargados, como si se compadecieran -más dellos que quien se los habia impuesto, pues ellos los robaban, -y despues mucho más los robaron y hicieron incomparables daños y -agravios, cuando el rey Manicaotex (de quien arriba hemos hablado que -daba una calabaza llena, o media, de oro por tributo cada tres meses, -que pesaba tres marcos), le daba otra tal medida, y mayor que aquella, -al dicho Francisco Roldan, porque, como era Alcalde y con vara, y todos -temblaban dél, no osaba hacer otra cosa. Desto hobo muchos testigos de -oidas, que lo habian sabido de indios, y viéronse muchas conjeturas y -argumentos dello; y una era, que tenia un hijo y un sobrino consigo -del dicho rey Manicaotex, como en rehenes de su tributo, y otra, que -buscaba todas las joyuelas y cositas que podia haber de Castilla, el -Francisco Roldan, para darle al dicho Cacique, y llamábalo su hermano. -Cosa pareció muy pensada y platicada de propósito, de muchos dias ántes -y de algunas personas principales, con el Francisco Roldan, este motin -ó alzamiento, creyendo que el Almirante nunca á esta isla volviera, -segun lo que Juan Aguado habia dicho; y para mí tengo creido, que dió -el Juan Aguado harta ocasion para ello, de donde procedió á toda esta -tierra y gentes della tan grande daño y peligro. Luego que el Almirante -de la Isabela partió, procuró Francisco Roldan hacer gran cantidad de -herraje para los caballos, clavos y herraduras, lo que nunca ántes -habia hecho, ni era entónces tan necesario como de ántes lo fué, segun -parecia, y así lo juraron los testigos, en cierta probanza que, sobre -esto de muchas y muy honradas personas que yo cognoscí, que fueron -testigos, se hizo, la cual yo tuve muchos dias conmigo, y della saqué -todo ó lo más que desta rebelion y alzamiento de Francisco Roldan y sus -secuaces aquí digo. Visto D. Bartolomé en cuanto peligro estaba, por -aficionar más á sí á los españoles mandóles que daria á cada uno un -esclavo ó tantos esclavos; de aquí tomaron los que seguian á Francisco -Roldan atrevimiento á más robar y oprimir á los tristes indios. Lo -mismo hacian los que seguian al D. Bartolomé, y no osaba irles á la -mano porque no lo dejasen y se alzasen con Francisco Roldan. - - - - -CAPÍTULO CXIX. - - -Cada dia se le allegaba más gente á Francisco Roldan y más se engrosaba -su partido, como su vida y la de los que con él andaban era tan ancha, -gozando de todos los vicios que querian y, sobre todo, libertad y -señorío, porque temblaban dellos los indios, por lo cual los adoraban y -servian, y, con esto, él más soberbio y obstinado se hacia; y con esta -pujanza, segun dijeron muchas veces muchos de su compañía, de terminaba -de poner cerco á D. Bartolomé Colon, que estaba en la fortaleza de la -Concepcion susodicha; y hombre de los suyos, que se llamaba Gonzalo -Gomez Collado, tomó juramento á otro que habia nombre Gonzalo de -la Rambla, y este fué de los que no quisieron seguir á Roldan, que -dijese á don Bartolomé, y sino pudiese á D. Bartolomé, á D. Diego de -Salamanca, que le avisase que mirase por sí, é que por ninguna manera -saliese de la fortaleza, y en ella de quién se fiaba, por que supiese -de cierto, que, de cualquiera manera que hacerlo pudiesen, lo habian -de matar. Estando en este estado estas cosas, y D. Bartolomé en medio -destos peligros y de sus angustias, cada dia esperando cuando habia de -llegar Francisco Roldan á cercarlo, como Dios en esta vida no da todos -los trabajos juntos, sino siempre, cognosciendo nuestra flaqueza, con -alguna interpolacion, quiso dar algun resuello á D. Bartolomé y á los -que con él perseveraban, y así, ordenó que llegaron dos carabelas con -bastimentos llenas, y con 90 hombres de trabajo, de Castilla, que el -Almirante, con el ánsia que tenia de enviar provision á los que acá -estaban, creyendo que al ménos entre sí vivian en paz, inviaba; el -Capitan de las cuales fué un caballero que se llamó Pero Hernandez -Coronel, Alguacil mayor desta isla, que habia llevado consigo el -Almirante, del cual, en el cap. 82, se hizo mencion. Así como el D. -Bartolomé supo la venida de las carabelas, fué grande el consuelo que -recibió él y los que con él estaban, y determinó de partirse para -Sancto Domingo á poner recaudo en ellas y en lo que en ellas venia, -y para saber nuevas del Almirante y recibir las cartas del Rey é lo -que más convenia; súpolo tambien Francisco Roldan, y juntó la gente -toda de sus alzados y rebeldes, que le seguian, y acuerda de ir -tambien á Sancto Domingo para saber qué nuevas venian del Almirante y -de Castilla, y qué gente de nuevo, y así proveer lo que le cumplia. -Detúvose cinco ó seis leguas de la villa, porque no osó llegar allá, -temiendo que contra D. Bartolomé no prevalesceria, por la gente que -allí habia y la que en las carabelas venia. Rescibidas las cartas del -Almirante, y visto el favor que los Reyes le habian dado, y mercedes -de nuevo á él hechas, que abajo diremos, y entre ellas fué una, que -instituian al dicho don Bartolomé por Adelantado de todas estas Indias, -y como á mucha priesa el Almirante entendia en se despachar con otros -seis navíos; rescibió el Adelantado, D. Bartolomé, ya constituido -Adelantado, grandísimo favor y alegría, y los que le seguian, como si -resucitaran de muerte á vida; y, porque el Almirante hallase la tierra -sin los alborotos, confusion y daños en que estaba, como ya le esperase -cada dia, y venido pudiese descansar de sus tan prolijos trabajos algo, -con alegría, envió al dicho Capitan de las dichas carabelas y Alguacil -mayor desta isla, Pero Hernandez Coronel, porque era hombre prudente -y de auctoridad, y con él algunos otros que lo acompañasen, á que -hablase á Francisco Roldan y á los demas que le seguian, sobre que se -redujesen á la obediencia y so la gobernacion del dicho D. Bartolomé, -que ya le podemos llamar el Adelantado, y para ello les diese seguro y -prometiese perdon de la desobediencia y escándalos y daños pasados, y -los que sustentaban de presente. Llegado á ellos, queriéndoles hablar, -dijeron los principales, temiendo que la gente comun no se persuadiese -oyéndolo, que se apartase y no hablase sino con quien habia de hablar, -y se probó que habian dicho, «apartaos allá traidores,» si nó, que -les tirarian con las ballestas y que si se tardaran las carabelas ocho -dias, hobieran preso ó muerto al Adelantado, y que todos fueran ya -unos; el Coronel habló con el Francisco Roldan y con los principales, -encareciéndoles la desobediencia y escándalo, peligro y detrimento en -que ponian toda la isla, y lo que Dios se ofendia y eran deservidos -los Reyes, y otras cosas que les pudieron mover, pero, al cabo, con -solas respuestas, no honestas y áun más que deshonestas, y de soberbios -y obstinados, Pero Hernandez Coronel y los que fueron con él, se -volvieron. Francisco Roldan y sus alzados tomaron el camino del reino -y provincia de Xaraguá, donde, para cumplimiento de todos los vicios, -hallaron el aparejo y paraíso, libertad é impunidad que buscaban. -Desque D. Bartolomé vido que por bien no podia reducirlos, hizo proceso -contra él y los que con él se alzaron, y, llamados por sus pregones, al -cabo sentenciólos en rebeldía dándolos por traidores. Estos 90 hombres -de trabajo, que en estos dos navíos envió el Almirante, vinieron con -pacto y conveniencia de trabajar en todos los trabajos de las minas -y en cortar brasil, lo que entónces se creia que habia mucho, y así, -escribió el Almirante al Adelantado, su hermano, y yo ví la carta, que -si hallase alguna persona de los que estaban acá y sabian de las minas, -que le diese una cuadrilla de aquellos trabajadores, que sacasen oro, -y que diesen cada dia cierta cantidad de oro, y lo demas que sacasen -fuese para ellos; 14 dellos venian señalados para cultivar y labrar -la tierra, y sembrar trigo y lo demas. De donde parece que nunca -pensó el Almirante echar indios á las minas, como despues la maldad y -cudicia inventó, sino que diesen tributo de oro ó de lo que tuviesen, -como arriba pareció. Parece tambien que en aquel tiempo no habia la -soberbia en los hombres de trabajo y labradores, que á estas tierras -venian, como despues hobo, que, en pasando acá, luego presumieron, y -hoy presumen, por gañanes y rústicos que sean, de no trabajar, sino -holgazanear y comer de ajenos sudores; pero la causa desta desórden, -soberbia y ambicion, y haraganía desproporcionada de sus estados y -de toda razon, fué la tupida y cudiciosa y no excusable ceguedad del -infelice inventor de aquella pestilencia vastativa de tanta parte y -tan grande del linaje humano, que fué repartir los indios desta isla -á los cristianos, como si fueran vacas ó cabras, como en el libro II, -placiendo á Dios, se contará. Esta levantó los corazones de las viles y -serviles personas á pensar y presumir de sí mismos, que habiendo nacido -para servir y trabajar corporalmente y ser mandados, en poniendo el -pié en esta tierra no asentaban con nadie, y ya que querian asentar, -no para abajar el lomo en servicio alguno corporal, sino para estar y -andar enhiestos, y, con una varilla en la mano, ser verdugos de los -mansos y humildes indios, y mandar. - - - - -CAPÍTULO CXX. - - -Todos estos levantamientos y disensiones de entre estos alzados y no -alzados, resultaban en grandes aflicciones, angustias, trabajos y -daños de los indios, porque, donde quiera que llegaban los unos ó los -otros, les comian los bastimentos, los llevaban con cargas de tres ó -cuatro arrobas á cuestas, los hacian mil fuerzas y violencias en las -personas y hijos y mujeres, mayormente los de Francisco Roldan, que más -perdida y desenfrenada, en esto y en todo, tenian la vergüenza; en fin, -los unos y los otros, sin temor de Dios ni mancilla destas inocentes -gentes, los mataban y destruian por esquisitas y nuevas maneras de -crueldad, y acaecia, no muy raras veces sino muchas y cada dia, que -por su pasatiempo, asaeteaba el indio para probar si le pasaba con su -ballesta, y hacian pasar un indio, para con su espada cortarlo por -medio; pasaba el cordero y dábale un revés, y, porque no le cortaba de -un golpe, tornaba á hacer que pasase otro y otros, y así despedazaban -cuantos se les antojaba, riendo. Si con la carga de cuatro arrobas -que llevaban se cansaban, dejarretábanlos, y echaban las cargas por -sobrecargas á otros, y tambien á las mujeres, las cuales, por no poder -llevar la carga, darle de estocadas y echar la carga de aquella sobre -las otras, y caer otra con la que llevaba, y luego tambien matarla; y -otras execrables crueldades, que nunca fueron por hombres imaginadas. -Con estas vejaciones y malos tratamientos que sobrevinieron á las -cargas de los tributos, pasadas y presentes, y á otras muchas que se -les habian hecho (aunque Roldan publicaba santidad, que no tributasen, -y que por aquesta causa se apartaban del Adelantado él y aquella su -gente), los indios de toda la comarca de la Vega y del señorío del rey -Guarionex, viendo tambien que por parte del Adelantado les pedian y -amonestaban que pagasen el tributo al Rey, queriendo, de aborridos, dar -en el suelo con la carga, no quisieran hacer guerra á los cristianos, -ó porque tenian ya experimentado que les caia al cabo el daño sobre -la cabeza, ó porque, en la verdad, Guarionex era hombre pacífico y -manso; finalmente, acordó el Guarionex, é mucha de su gente, de se ir -huyendo á guarecer al reino de otro Rey, señor de las sierras y tierra, -aguas vertientes hasta la mar del Norte, pasado el anchor de la Vega, -porque aguas vertientes al Mediodia, que es el Sur, era el reino de -Guarionex. Aquel Rey é señor de las dichas sierras y tierra hasta la -dicha mar, tenia por nombre Mayobanex, por otro nombre le llamaban los -españoles el Cabron no sé otra causa, sino por escarnio, como solian -poner nombres, á los señores, vituperiosos como los hallaron desnudos; -segun que yo cognoscí hombre español, que al Cacique y señor con quien -él pudiera vivir por mozo de espuelas llamaba Aon, que en la lengua -de los indios quiere decir perro. Pedro Mártir dice en su Década -primera, que Cabron se nombraba la casa, ó título de la casa, ó pueblo -principal real del dicho Mayobanex, lo cual, yo que muchas veces lo oí -nombrar, y yo, yéndome al hilo de la gente, lo nombré, no por honra -sino por escarnio, Cabron entendí que le habian puesto. Este era señor -de gran número de gente, que habitaba toda aquella grande serranía, -que llamaban ciguayos, cuasi nazarenos como entre los judíos, porque -nunca se cortaban ó pelaban pelo alguno de sus cabellos, y así traian -las cabelleras crecidas hasta la cinta, y más abajo de sus cuerpos, -y desta manera solian en Castilla la Vieja, hácia el reino de Leon, -los leoneses, ó castellanos, antiguamente criar los cabellos como las -mujeres, hasta abajo; ansí lo cuenta en su libro III Strabo: _longas ut -fæminæ inferius diffundunt comas_. Estos ciguayos eran muy esforzados, -aunque todos eran gallinas, al ménos para con los nuestros, como ni -tuviesen armas y anduviesen desnudos en cueros, segun arriba, en la -descripcion desta isla, de los ciguayos dijimos. Llegado Guarionex á -la casa de Mayobanex, las quejas de las calamidades que padecia él -y sus gentes de los cristianos, con lágrimas y dolor de su corazon, -encarecidamente refiere, ruégale que le tome y reciba so su amparo -y fe, porque ya no quiere sino salvar su persona sola y su mujer, y -hijos, y parientes, desmamparados sus vasallos todos, pues no los -podia defender, ni á los cristianos resistir; tambien se platicaba -entre nosotros que cierto español le habia forzado y violado la mujer. -Recíbele Mayobanex con gran benignidad y placer, óyele bien la relacion -de sus fatigas, servidumbre y persecucion dél y los suyos tan cruel, y -él, que se las sabia por las nuevas que cada dia le iban de las obras -los cristianos, llora con él y prométele de lo defender y hacer todo -cuanto pudiere por lo libertar; dónde y con quien halló más gracia y -defensa, con benigno acogimiento, que en Alejandría con Ptolomeo, rey -de Egipto, halló Pompeyo, como cuenta Julio César en sus Comentarios -de las guerras civiles, un poco ántes del fin del lib. III. Hallado -ménos Guarionex por los cristianos, y visto que mucha gente faltaba -de los pueblos, y cada dia se iba más, escriben de la fortaleza de -la Concepcion á Santo Domingo, al Adelantado, que era alzado el rey -Guarionex. Rescibidas las cartas, como Guarionex era tan gran señor -y toda su gente era vecina de las minas y de donde se cogia el mayor -tributo, y, faltando él de acudir con ello, todo lo de los demas era -poco, tomó luego con gran priesa el Adelantado 90 hombres de pié de los -más sanos que habia en Sancto Domingo y algunos de caballo, y partióse -para la Vega ó fortaleza de la Concepcion. Comienza luego á preguntar á -los indios que topaba, y á otros que hacia buscar, dónde se habia ido -Guarionex, responden que no saben; constríñenlos con amenazas, y, á lo -que yo no dudo, con tormentos, como en estas tierras á cada paso se -hizo y suele hacer, y descubren que está en la tierra de los ciguayos -con el rey Mayobanex. Vá el Adelantado luego allá, sube las sierras con -su gente, desciende á un valle grande por donde corre un rio caudaloso; -halló dos indios espías, el uno se fué y el otro tomaron, quiérele dar -tormento, confiesa sin él la verdad, y esta era, que poco despues de -pasado el rio estaba gran multitud de gente, ciguayos, en un monte para -dar en ellos esperándolos. Salieron con gran grita, y esta es, cierto, -muy temerosa, disparan millares de flechas juntas, que parecia lluvia, -pero como las tiran de léjos (porque, al ménos en esta isla, no osaban -de, como cognoscieron el cortar de las espadas y más el correr de los -caballos, llegarse mucho), ya llegaban cansadas y hacian poco fruto; -van tras ellos, mayormente los de caballo, matan algunos, porque los -montes tenian cerca por refugio. Desaparecieron aquella noche todos, -y los cristianos durmieron en aquellos montes. Otro dia, tórnanse á -la sierra en busca de los indios, llegaron á un pueblo que hallaron -vacío, prendieron un indio que les dijo que de allí á tres ó cuatro -leguas estaba el pueblo de Mayobanex, y él allí con gran escuadron de -ciguayos, para pelear aparejado; llegaron á donde estaban. Desde los -montes en que estaban, muchos flecharon á los cristianos y hirieron -á algunos que no les dieron lugar á arrodelarse; fueron tras ellos, -mataron muchos y asaetearon muchos con las ballestas, y con las espadas -desbarrigaron y cortaron brazos y piernas á hartos, y no fueron pocos -los que prendieron por esclavos; de los presos envió el Adelantado uno -que dijese á Mayobanex, que no venia á hacerle guerra ni á los suyos, -ántes deseaba tener su amistad, y la ternia siempre que él quisiese, -sino en busca de Guarionex, el cual sabia que tenia escondido, y á su -persuasion hacia á los cristianos guerra, por tanto, que le rogaba -y requería que le entregase á Guarionex, y que le seria siempre su -buen amigo y favoresceria siempre en lo que tocase á su reino y -gentes dél, y si nó, que creyese que lo habia de perseguir á fuego y -á sangre hasta destruirlo. Bien será, cierto, notar la respuesta de -Mayobanex; respondió: «decidles á los cristianos, que Guarionex es -hombre bueno y virtuoso, nunca hizo mal á nadie, como es público y -notorio, y por eso dignísimo es de compasion de ser en sus necesidades -y corrimiento ayudado, socorrido y defendido; ellos, empero, son malos -hombres, tiranos, que no vienen sino á usurpar las tierras ajenas, y -no saben sino derramar la sangre de los que nunca los ofendieron, -y por eso, decidles que ni quiero su amistad, ni verlos, ni oirlos, -ántes, en cuanto yo pudiere, con mi gente, favoresciendo á Guarionex, -tengo de trabajar de destruirlos y echarlos desta tierra;» y porque -aquesta respuesta deste Rey no piense alguno que la finjo de mi casa, -verla han los que quisieren, en el cap. 6.º de la primera Década -por Pedro Mártir, donde hace mencion della. ¿Qué mayor humanidad, -hospitalidad, y clemencia, y compasion de la fortuna adversa ajena, -pudo ser que aquesta? Cierto, no fué mayor la que el Senado romano -tuvo con el rey Ptolomeo, que, despojado del reino por un su hermano -menor, injustamente, viniendo por socorro á Roma, disimulado con viles -vestidos y con pocos criados suyos, como se fué á posar á casa de un -pintor, natural de Alejandría, sabido por el Senado, enviáronse á -excusar de no haber enviado un Questor, como era costumbre en Roma, -ni hecho todo el recibimiento que se debia, no por negligencia del -Senado haber sido el defecto, sino por no saber con tiempo su venida; -el cual, venido, mandáronlo aposentar segun merecia, y que le vistiesen -de reales vestiduras, y cada dia se le diese lo que convenia á su -sustentacion y de los suyos, suntuosa y abundantemente, prometiéndole -tambien todo el favor y ayuda para recuperar su reino. Este ejemplo -cuenta Valerio Máximo, lib. V, cap. 4.º, y otro semejante de Tigrano, -rey de Armenia la mayor, al cual, como Mithridates, rey de Ponto, por -el gran Pompeyo vencido y echado del reino, huyendo, fuese á pedir -socorro, no sólo con benignidad señalada lo recibió, pero prometióle -todo el favor necesario para cobrar su reino, y como lo prometió así -lo cumplió, que, juntado grande ejército, hizo grandes estragos en los -romanos ejércitos, segun cuenta Tullio en la «Oracion Pompeyana,» y -Valerio en el libro susocitado, cap. 481, hace tambien mencion dello. -Ciertamente, para entre aquellas gentes tan políticas y delgadas en -ingenio, y enseñadas en ciencias y doctrinas, no parece mucho de -maravillar todo esto, pero en estas tan ocultas y tan apartadas acá, -desnudas, en cueros, sin letras, sin doctrina, bárbaras, aunque no sin -suficiente policía, hallarse tanto socorro y abrigo, tanta defensa y -clemencia con tanto su peligro, cosa es de admiracion, y de creencia -que no carecen de razon y humanidad como cualesquiera otros hombres, -harto digna. - - - - -CAPÍTULO CXXI. - - -Tornando á la prosecucion de la guerra, oida por el Adelantado la -intencion del rey Mayobanex, mandó quemar y destruir cuanto hallasen; -quemaron los pueblos que allí é por los alrededores habia. Fueron -adelante; tornó el Adelantado á embiar mensajeros á Mayobanex, diciendo -que le enviase algunas personas de sus mas privados, para tratar -de paz, porque no queria destruirle su gente y su tierra. Envióle -un principal y otros dos que le acompañasen, al cual el Adelantado -habló largo, diciéndole que dijese á su señor Mayobanex que ¿por qué -queria, por Guarionex, perder á sí é á su gente y á su reino, que era -locura? no le pedia otra cosa, sino que le entregase á Guarionex, -que habia incurrido en muchas penas, porque no pagaba los tributos -que debia á los reyes de Castilla, impuestos por el Almirante, su -hermano, y, demás desto, habíase huido y escondido, y que si se lo -entregase siempre serian amigos, y que si nó que supiese de cierto que -lo habia de destruir. Gentil título alegaba el Adelantado, y grandes -culpas habia Guarionex cometido contra los reyes de Castilla; no -haberles pagado los tributos que el Almirante le habia impuesto, con -violencia y tiránicamente, y huirse y esconderse por no poder sufrir -tan execrables injusticias, teniendo siempre justa guerra Guarionex -contra él y contra los que con él andaban, y contra los reyes de -Castilla, si, con su autoridad ó ratihabicion el Almirante se los -imponia. Pero yo tengo por cierto, que si los Reyes advirtieran en -ello y supieran con cuanto derramamiento de sangre humana, y escándalo -de la fe y escarnio de la natural justicia, y cuan contra razon de -hombres se les impusieron, que ni los consintieran, ni quisieran, ni -de la aprobacion dellos ratihabicion tuvieran. Así que, oidas las -palabras del mensajero, llamó Mayobanex á su gente; dáles parte de la -mensajería y sentencia del Adelantado y de los cristianos, todos á una -voz dicen que les entregue á Guarionex, pues por él los cristianos los -persiguen y destruyen. Respondió Mayobanex, que no era razon entregarlo -á sus enemigos, pues era bueno y á ninguno jamás hizo daño, y allende -desto, él lo tenia y habia sido siempre su amigo, y le era en mucho -cargo, porque á él y á la Reina, su mujer, habia enseñado el areyto de -la Magua, que es á bailar los bailes de la Vega, que era el reino de -Guarionex, que no se tenia ni estimaba en poco, mayormente habiéndose -venido á socorrer dél y de su reino, y él haberle prometido defenderlo -y guardarlo, y por tanto, que por ningun riesgo ni daño que le viniese, -no lo habia de desmamparar. Llamó luego á Guarionex y comienzan ambos á -llorar; consuélalo Mayobanex y esfuérzalo á no temer á los cristianos, -porque él lo defenderá aunque sepa perder su Estado con la vida. Mandó -poner sus espías y gente aparejada en todos los caminos por donde -los cristianos podian venir, é cualesquiera mensajeros cristianos ó -indios, no dejasen alguno con la vida. Envió luego el Adelantado dos -mensajeros indios, uno de los captivos que habian tomado en la guerra, -natural ciguayo, vasallo de Mayobanex, y otro cognoscido suyo de los -de la Vega, y súbdito de Guarionex, y el Adelantado adelántase, algo -tras ellos, con 10 hombres de pié y cuatro de caballo; desde á poco -rato halla los dos mensajeros muertos en el camino. Rescibió dello -el Adelantado grande enojo y aceleracion de ira contra Mayobanex y -determina de lo destruir; allega toda la gente, y vá al puelo principal -de Mayobanex, donde estaba con mucha gente para pelear, segun sus pocas -ó ningunas armas, y en cueros vivos, con buen denuedo dispuesto. Llega -el furor de los cristianos cerca, desmampara toda la gente á su propio -Rey, como los que sabian por esperiencia que contra las ballestas y -espadas, y ménos contra los caballos, no podian prevalecer, sino todos -perecer; de que se vido sólo Mayobanex con los pocos que le quedaron, -que eran sus deudos y más allegados, acuerda tambien en las montañas -se valer. Indignada la gente de los ciguayos contra Guarionex, por -ser causa de sus corrimientos y miserias, determinan de lo matar ó -entregarlo á los cristianos, porque cesen sus tribulaciones; pero -Guarionex tuvo modo sólo de escaparse, metiéndose entre peñas comiendo -hierbas crudas ó unas raíces que se llaman guayaros, llorando su -infelicidad y que tan sin causa ni razon padecia. En estas entremedias, -los cristianos de deleites no curaban, quisieran mucho tener sólo -caçabí en abundancia, padecian mucha hambre y andaban muy trabajados, -porque, aunque ellos persiguen y fatigan los indios en aquellas -estaciones andando, Dios, que es juez justo, con sus mismas obras -dellos los azota y atribula, puesto que les parezca que andan de los -míseros desnudos triunfando. Padecen grandísimas necesidades de sed y -hambre por los montes y sierras (que son el refugio de los perseguidos -y atribulados indios), padecen increibles trabajos, los cuales, cierto, -son tales y tan duros y tan intolerables, que con ningun encarecimiento -podrán ser significados; y, si como los pasan, por haber dineros y -buscar con dineros el temporal descanso, y al cabo por llevar el camino -del infierno, desembarazado, los padeciesen por conseguir el fin por -el cual les fué lícito, y no para otro, entrar en estas partes, que -no es otro sino traer á Cristo estas gentes, verdaderamente iguales -se harian de verdaderos mártires. Así que, como anduviesen ya estos, -que en esta caza y muertes de hombres andaban, cansados, hambrientos, -y por tres meses muy fatigados, importunaban al Adelantado, que pues -los indios iban ya desbaratados, que les diese licencia para irse á la -Vega los que allí moraban, á descansar algun poco á sus casas; dióles -licencia, y quedóse con 30 hombres, con los cuales andaba de pueblo en -pueblo y de monte en monte buscando á ambos á dos señores, Mayobanex -y Guarionex, y, entretanto que no los hallaban, matando y captivando -todas las gentes que encontraban. El Adelantado traia indios hartos que -le llevaban sus cargas y buscaban de comer, cazando de las hutias, que -dijimos que eran los conejos desta isla, y los demas cristianos tambien -traian los indios que podian, donde quiera que llegaban, por fuerza ó -por grado haber, y si hallaban un perro de los de Castilla, inviaban á -cazar miéntras ellos andaban hombres cazando; y acaso, ciertos destos -cazadores topan con dos espías, y, sino eran espías, dos hombres que -enviaba Mayobanex por pan y comida á algun lugar de sus vasallos, y -estos tomáronlos. Tráenlos al Adelantado, amenázalos con tormentos, y -quizá dáselos, lo que ha sido siempre en estas partes muy usado, porque -los indios comunmente son tan obedientes á sus señores, y guárdanles -tanto secreto de lo que les mandan, mayormente que no descubran donde -están, que padecen y sufren grandes tormentos, ántes que confiesen algo -de lo que les mandan callar, y muchos consienten que por ello los hagan -pedazos; finalmente, á poder de tormentos ó de amenazas, confiesan -que saben donde su señor Mayobanex está. Ofrécense á ir á traerlo -preso 12 cristianos; desnúdanse en cueros, y úntanse con tinta ó tizne -negra, y parte de colorado, que es una fruta de árboles que bixa se -llama, como arriba se ha tocado, de la manera que andan los indios -cuando se ocupan en guerras y ahuyentados. Tomaron sus guías con buen -recaudo, llegaron á donde Mayobanex, con sola su mujer é hijos y poca -familia, estaba bien descuidado; echan mano á sus espadas que llevaban -envueltas en unas hojas de palmas que llamaban yaguas, que llevaban en -los hombros como que llevasen á cuestas cargas, segun los indios las -llevaban. Mayobanex, espantado, déjase prender por no verse á sí mismo -ó á su mujer y hijos hacerse pedazos; llévanlos todos al Adelantado -atraillados Rey é Reina é Infantes; huélgase de la presa más que puede -ser relatado. Viénense á la Concepcion con ellos, y echan en grillos -y cadenas al Rey é señor que por dar socorro é defensa y favor (segun -que por la ley natural y la virtud, y la piedad tambien, que debia á -su patria, era obligado), á otro Rey su vecino en suprema miseria y -calamidad puesto, inhumanamente contra toda razon y justicia, por lo -que habia de ser loado de moros y judíos, y gentiles y de bárbaros, -y mucho más de los cristianos, era tan mal tractado, de su reino y -señorío y libertad, con impiedad cruel, despojado. Andaba en estos -corrimientos, trabajos, y persecucion, con Mayobanex y con su mujer -é hijos, una su prima, ó hermana, que la habia dado por mujer á otro -señor, su vecino, de cierta parte de aquella provincia de los ciguayos; -díjose que era la más hermosa mujer de cuantas en esta isla se habian -visto, aunque en ella hobo muchas de hermosura señalada; esta fué presa -cuando Mayobanex y su casa, su marido della vivia por los montes, -llorando y gimiendo noches y dias, que ningun remedio de su angustia ni -consuelo en cosa ninguna hallaba. Determina de irse á la Vega y ponerse -en las manos del Adelantado, rogándole y suplicándole, con lágrimas y -tristísimo semblante, que le diese su mujer, y que él y toda su gente -y casa le servirian como esclavos. Dióle libremente su mujer y algunos -principales, que le trajeron presos al Adelantado. Comenzó luego á -ser agradecido, y, de su propia voluntad, trae 4 ó 5.000 hombres, sin -armas, sino solamente con sus coas, que son unos palos tostados que -usan por azadas, y pide al Adelantado, que dónde quiere que le haga -una gran labranza de pan. Señalándole el lugar, hinche de labranza un -gran campo, que en quince ó veinte dias que pudo estar, le pudieron -hacer tanta labranza de pan, que valiese entónces 30.000 castellanos. -Sabido por la provincia de los ciguayos que se habia restituido la -señora, mujer de aquel señor, que en toda la tierra era tan nombrada -y tan estimada, parecia á todos los señores y principales de toda la -tierra, que tambien alcanzarian libertad á su Rey é señor Mayobanex. -Acuerdan de venir gran número dellos, y traen sus presentillos de pan, -y hutias, y pescado, todo asado, porque no tenian otras riquezas, y -porque nunca los indios jamás vienen á los cristianos, mayormente -cuando han de pedir algo, vacías las manos; llegados, ruegan, suplican, -importunan que su señor Mayobanex sea de las prisiones librado, y que -siempre serán obedientes, y servirán al Adelantado y á los cristianos. -Soltó el Adelantado á la Reina y á todos los presos de su casa, hijos -y deudos y criados, pero, en que se soltase su Rey é señor de las -prisiones, ninguna cosa los ruegos y lágrimas aprovecharon. Desde á -pocos dias, como el rey Guarionex entre las peñas y cavernas de la -tierra habitaba, y no pudiese sufrir más la triste vida que vivia, ni -disimular, mayormente la hambre, salió á buscar de comer, donde no pudo -sino mostrarse á alguno. Como venian cada dia gentes de los ciguayos -á visitar al Rey, su señor, Mayobanex á la fortaleza de la Vega ó -de la Concepcion, y traerle de comer, no faltó quien diese aviso al -Adelantado que Guarionex estaba en tal parte. Envia cierta cuadrilla -de españoles, y indios algunos, á buscarle; no con mucha dificultad -le hallan, y preso á buen recaudo le traen. Métenlo en la fortaleza -de la Concepcion, apartado de Mayobanex, y tiénenlo allí, de hierros, -cadenas y grillos, y de grandes angustias, cargado, el que la mayor y -mejor parte de toda esta grande isla señoreaba, sin culpa, y sin razon -y justicia, en los lugares y tierras de su jurisdiccion, sobre otras -mil y diez mil vejaciones, agravios y daños que desque los cristianos -en esta isla entraron habia sufrido y pasado; y así, en aquel argástulo -y cárcel estrechísima y amarga vida, lo tuvieron tres años, hasta que -el año de 502 lo enviaron á Castilla en hierros, y fueron causa que -en la mar pereciese, muriendo ahogado, segun que, placiendo á Nuestro -Señor, en el libro siguiente será relatado. Del otro buen Rey é piadoso -Mayobanex no advertí en preguntar, cuando pudiera y tractábamos de -ambos, en qué habia parado, creo que murió en la cárcel; habria dos -años que habia su prision y miseria acaecido, cuando yo á esta isla -llegué. - - - - -CAPÍTULO CXXII. - - -Estas cosas se hacian en tanto quel Almirante negociaba en Castilla -su despacho para venirse, y fueron semilla de donde nació su caida, -como parecerá; y parece que Dios las permitia (salvos sus secretos y -rectos juicios), por afligir al Almirante y á sus hermanos, por la -injusticia, injurias, daños y crueldad que en las guerras con estas -inocentes gentes habian cometido, y, despues dellas, en les imponer los -tributos que no debian, y para obviar tambien, que, en lo porvenir, más -no le ofendiesen, y la total consumacion dellas, que otros hicieron, -á él ni á ellos no se imputase, usando de misericordia con él y con -ellos. Porque, segun el ánsia que tenia el Almirante de que hobiesen -provecho los Reyes, para que los gastos que habian hecho recompensasen, -y los que hacian no los sintiesen, (de donde procedia gran disfavor -y abatimiento y cuasi aniquilacion de la negociacion destas Indias, -tomando dello los émulos del Almirante, á quien nunca él habia -ofendido, ocasion para abatirlo, diciendo á los Reyes que era todo -burla cuanto de las riquezas y oro destas Indias afirmaba y ofrecia, -pues no hacian sino gastar en los sueldos de la gente que acá enviaban, -y mantenimientos que proveian, y no sacaban provecho alguno de todo -ello, de donde temia que los Reyes alzasen las manos del negocio, y -así, sus grandes trabajos, y angustias, y malas noches, y peores dias -que en los descubrimientos destas partes habia padecido, pereciesen, -y él quedase ó cayese, del estado á que Dios le habia subido, en -perpétua pobreza y sin abrigo), tengo por cierto, que, si no le fuera -impedido con la gran adversidad que al cabo le vino, con hacer injusta -y tiránicamente destas gentes esclavos, y sacarlos y pagar con ellos -la gente que acá venia, y enviar dellos dineros á los Reyes, ó al -ménos suplir los gastos que los Reyes hacian, él acabará en muy poco -tiempo de consumir toda la gente desta isla, porque tenia determinado -de cargar los navíos que viniesen de Castilla de esclavos, y enviarlos -á vender á las islas de Canarias y de los Azores, y á las de Cabo -Verde, y á donde quiera que bien se vendiesen; y sobre esta mercadería -fundaba principalmente los aprovechamientos para suplir los dichos -gastos y excusar á los Reyes de costa, como en principal grangería. Y -en este error y ceguedad caia por ignorancia, como arriba creo que he -dicho, no excusable, haciendo quizá cuenta que la gente destas tierras, -por ser solamente infieles, eran de derecho más nuestras que las de -Berbería, como, ni áun aquellas, si en paz con nosotros viviesen, -tratarlas como á estas, haciéndoles guerra y captivándolas, no chica -sino grande ofensa de Dios, ciertamente, sería. Pero pues ignoraban -tan escura y perniciosamente aquesta injusticia los que los Reyes por -ojos y lumbre tenian, que el Almirante la ignorase, que no era letrado, -cierto, no era gran maravilla, puesto que, pues ninguno experimentó -primero la bondad, mansedumbre, y humildad, y simplicidad y virtud -destas gentes, ni la publicó á los Reyes, ni al Papa, ni al mundo, -sino él, juzgado sólo por la razon natural y por sí mismo, segun las -obras que al principio recibió dellas, y las que él despues, primero -que otro, les hizo, él mismo y á sí mismo de gran culpa convencería; -y verdaderamente, yo creo, segun que tambien arriba pienso que he -dicho, que la intincion del Almirante, simplemente considerada, sin -aplicarla á la obra, sino supuesto su error é ignorancia del derecho, -que era rectísima. Y cosa es de maravillar, y, si fuera otra materia -que no requiriera lloro, de reir, que escribia á su hermano sobrecargar -los navíos de esclavos, y, para con la parte que habia de caber á los -Reyes, decia estas palabras: «En esto y en todo es de tener muy justa -cuenta, sin tomar á Sus Altezas nada, ni á otra persona, y mirar en -todo el cargo de la conciencia, porque no hay otro bien salvo servir -á Dios, que todas las cosas deste mundo son nada, y el otro es para -siempre.» Estas son sus formales palabras en la carta que escribió al -Adelantado en los dos susodichos navíos, y yo la vide, y de su misma -letra y mano firmada; y no hacia cuenta, ni tenia por deservicio de -Dios ni tomar á persona nada, hacer tantos inocentes esclavos, y -que para tener por principal grangería y enviar los navíos llenos -de esclavos, no sintiese que habia de tener con los tristes indios -continuas guerras, ó tomarlos seguros de sus pueblos (como despues -sucedió en muchas destas partes), para hinchir los navíos de esclavos. -Y, para que se vea cuanto fundada estaba esta grangería en esta isla, -de hacer esclavos, digo lo que ví é oí por mis mismos ojos y oidos: -que el dia que yo llegué á esta isla con otros que veniamos, y echamos -anclas en este puerto de Sancto Domingo, ántes que hombre de nosotros -saltase en tierra, llegáronse á la playa algunos de los aquí vecinos, -y los de la nao, algunos que habian estado acá, preguntando á los que -cognoscian, á voz alta, «enhorabuena esteis;» responden los de tierra, -«enhorabuena vengais;» los de la nao, «¿qué nuevas, qué nuevas hay -en la tierra?» responden, «buenas, buenas, que hay mucho oro, que se -cogió un grano de tantas libras, y que hay guerra con los indios porque -habrá hartos esclavos, etc.» De las cuales nuevas hobo en la nao harta -alegría y regocijo, porque veniamos á buen tiempo. Por aquí se verá -la ceguedad que se habia, en todos los que aquí estaban, entablado, -habiendo su orígen de la del Almirante. Y es verdad que, cognosciendo -lo que cognoscí é noticia que tuve, fuera desta materia, de la bondad -del Almirante y de su intincion, que parecia todas las cosas referirlas -y encaminarlas á Dios, á mi me hace grandísima lástima verle, en -esto, de la verdad y de la justicia tan remoto y desviado. Toda esta -digresion he hecho aquí para mostrar, como tambien, si place á Dios, -diré ó tocaré adelante, que no por lo que algunos pensaban, que era -por el mal tratamiento de los españoles y otros defectos y culpas que -le imponian y levantaban maliciosamente, los Reyes le desfavorecieron -y quitaron el cargo y administracion de la justicia, que tan digna, -agradecida y remuneratoriamente le habian concedido, y él, tan -justamente y con tanta industria, sudores y laboriosísimos y ciertos -peligros é incomparables trabajos habia merecido y ganado, sino que de -lo alto le vino el castigo, divinalmente ordenado, por las injusticias -susodichas, guerras primeras, y muertes, y captiverios sin causa ni -razon alguna, ántes contra toda razon y ley natural, é imposicion de -tributos indebidos que hizo y cometió, y fué causa que otros hiciesen, -contra éstas y en éstas é inocentes naciones, que á él ni á otro del -mundo nada debian, ántes él á ellos debia gran deuda, por el muy -señalado recibimiento y hospedaje que le hicieron en el puerto de la -Navidad, cuando se le perdió la nao, y Guacanagarí, el Rey de aquel -reino, tanto lo remedió y consoló, como el mismo Almirante, arriba en -el cap. 59, lo ha bien confesado y encarecido, pudiéndole, á él y á -todos los cristianos que con él venian, hacer pedazos, sin que hombre -del mundo supiera dellos, le quiso Dios, que es justo juez, afligir y -derrocar en esta vida, y á sus hermanos, y áun á su casa y sucesores -en ella, hasta la segunda, al ménos, generacion (de que somos testigos -y adelante se verá, y tengo por cierto que ha de llegar á la cuarta), -y quitarle la posibilidad de hacer más daños que, cierto, hiciera y -es manifiesto, por lo que está dicho, con su buena intencion. Y es -buena señal que Dios le quiso para sí en la otra vida, pues en esta le -corrigió, y placerá á nuestro Señor, que es en todo bueno y piadoso -para con los hombres, que acabado de lastar y purgar los sucesores del -Almirante, por algunas generaciones, lo que les cupiere de las culpas -pasadas, segun la medida del divino beneplácito, su casa será crecida -y prosperada en suma futura sucesion; porque tan ilustre y preclara -hazaña, que la Divina providencia quiso efectuar por él, parece ser -cosa creible que su memoria no la ha de consentir perder. - - - - -CAPÍTULO CXXIII. - - -Tornando, pues, al hilo de la historia, contado lo que en esta isla -sucedió, absente y en Castilla el Almirante, tornemos á coser lo que se -hizo en su despacho, con lo que arriba en el cap. 112 dejamos. Dijimos -allí como para el despacho del Almirante le mandaron librar los Reyes -seis cuentos, para ocho navíos que habia pedido que pudiese traer -llenos de bastimentos, y con 300 hombres y 30 mujeres, que acordaron -los Reyes que siempre habitasen en esta isla y ganasen sueldo de los -Reyes, á 600 maravedís cada mes, y 12 maravedís cada dia para su -comida, y cada mes tambien una hanega de trigo, como arriba se dijo; -puesto que no trajo deste viaje todos 300, considerando que algunos -de los que acá estaban querrian por entónces quedar. Para todos los -más de 300 traia mandado que los dejase irse á Castilla, si irse -quisiesen, pagándoles los sueldos del tiempo que acá habian estado, y -si quisiesen quedar más de los 300, se quedasen, pero que sueldo no -ganasen, sino que trabajasen en la tierra de granjear y ayudarse de su -industria y trabajo, pues la isla era tan fértil, y, de grangerías y -muchos bienes y riquezas de oro y metales, capaz. Los cuatro cuentos, -destos seis, eran para emplearlos en bastimentos, y los dos para pagar -la gente (porque á los que venian en los navios, pagaron los seis -meses), y lo que desto sobrase, para pagar á los que acá estaban que se -hobiesen de ir á Castilla. Librados estos cuentos, aunque no cobrados, -llegaron los tres navíos, que en el cap. 111 dijimos que halló el -Almirante en la bahía de Cáliz, para acá, donde vino por piloto y -Capitan Peralonso Niño, y en el cap. 113, que el Adelantado los habia -hinchido de indios por esclavos; estos navíos llegaron de vuelta en -Cáliz á 29 de Octubre de aquel año de 1496 años. Escribió luego, á -priesa, el dicho Peralonso Niño á los Reyes y al Almirante, pidiendo -albricias porque traia cantidad de oro, y debia llamar oro á los muchos -indios que traia por esclavos, como quien dijera, oro es lo que oro -vale; hizo dos grandes faltas y liviandades, indiscretamente, como -marinero, y no como hombre criado en la corte ó en palacio; el uno, -que se fué luego á la villa de Moguer á holgar á su casa, guardando -siempre consigo las cartas que traia del Adelantado, y no llegó á la -corte hasta fin de Deciembre, que estaban los Reyes ya enhadados de -esperarlas, y el Almirante como de una escarpia colgado, porque no -sabian cosa de lo que acá habia ó pasaba; el otro fué, hacer grandes -asonadas que traia cantidad de oro, y despues hallóse que no traia -cuasi nada. No sirvió su escribir pidiendo albricias sino de que, como -el rey de Francia tomó aquellos dias una villa, creo que de Salses, -del Condado, pienso, de Ruisellon, y tuvieron los Reyes necesidad -de proveer gente de nuevo para fortalecer á Perpiñan, y no tenian -dineros para ello, dijeron los Reyes al Almirante, que, «pues el piloto -Peralonso traia oro en cantidad, dello se suplirá lo que os estaba -librado, y más.» Tómanse los seis cuentos y gástanse para Perpiñan; -llega el piloto, dá las cartas, y parece su liviandad. Hobieron harto -enojo los Reyes, no tanto por no traer oro, cuanto por haber detenido -tantos dias las cartas, segun escribió el Adelantado, en los dos -navíos que arriba, cap. 119, se dijeron, al Almirante; y, á lo que yo -conjeturo, hobieron, no alegría, sino aumento de su enojo por saber -que traian tantos indios por esclavos, como en el libro II, placiendo -á Dios, por buenos argumentos se cognoscerá. Pero el enojo y pena que -el Almirante rescibió de la burla y vanidad del piloto, por no salir lo -que habia escrito, de traer cantidad de oro, verdad, bien creo que fué -mayor, que aguó y enturbió el placer que pensó recibir, ó recibió de -haber enviado el Adelantado, su hermano, los navíos llenos de esclavos. -Aquí dió otro vaiven la negociacion indiana, y sobrevinieron no chicos -disfavores, de ser burla las cosas destas partes, como los émulos y -no émulos estimaban ó murmuraban, al Almirante; y así lo escribió el -Almirante á su hermano, el Adelantado, que este negocio de las Indias -estaba en tanta infamia que era maravilla. ¿Como le habia de dar Dios -favor ni alegría con la venida de los tres navíos, viniendo como venian -llenos de inocentes hechos esclavos, que tantos moririan por la mar, -sin fé y sin sacramentos, y que tantos, despues de llegados allá, -sin cognoscimiento de su Criador, morian ántes que supiesen entender -nuestra lengua, ni cosa hablar, como es cierto morir los más luego, -por ser gente tan delicada? Tornó el Almirante á procurar los cuentos -gastados para Perpiñan, con grandes angustias y trabajos y amarguras, -tanto, que dijo que le habian hecho aborrecer la vida. A cabo de mucho -tiempo, por las grandes necesidades que los Reyes tenian, dieron saca -de trigo para Génova, y, con venderla, se pudieron juntar dos cuentos y -ochocientos mil maravedís; faltaba lo demás para los cuatro cuentos que -se habian de emplear en los bastimentos de las ocho naos ó navíos que -habia de aparejar y llevar cargados; faltaban tambien los dineros, que -se habian de dar, de los sueldos y fletamentos de los navíos y soldadas -de marineros. Parecióme poner aquí las palabras que escribe cerca desto -á su hermano: «Sabe nuestro Señor cuantas angustias por ello he pasado, -por saber como estaríades; así que, estos inconvenientes, bien que yo -los diga, prolijos, con péndola, muchos más fueron en ser, atanto que -me hicieron aborrir la vida por la gran fatiga que yo sabia en que -estaríades; en la cual me debeis de contar con vos juntamente, porque, -cierto, bien que yo estuviese acá absente, allá tenia y tengo el ánima -presente, sin pensar en otra cosa alguna, de contino, como nuestro -Señor dello es testigo, ni creo que vos pongais ni vuestra ánima duda -en ello, porque, allende la sangre y grande amor, el efecto del caso y -la calidad del peligro y trabajo, en tan longincuas partes, amonesta y -constrinje más el espíritu y sentido á doler cualquier fatiga que allá -se pueda imaginar, que nó si fuese en otra parte. Aprovecharia mucho á -esto si este sufrimiento se sufriese por cosa que redundase al servicio -de nuestro Señor, por el cual deberíamos trabajar con alegre ánimo; -ni desayudaría á pensar que ninguna cosa grande se puede llegar á -efecto salvo con pena, y asimismo consuela á creer que todo aquello que -se alcanza trabajosamente se posée y cuenta con mayor dulzura. Mucho -habria que decir en esta causa, mas porque de vos no es la primera que -hayais pasado ni yo visto, dejaré para hablar en ello más despacio y -de palabra, etc.» Esto escribió el Almirante á su hermano. Ciertamente -son de notar estas palabras, y, sobre todo, como todas sus cosas ponia -en Dios; y, allende desto, podemos notar que nunca hombre, en muchos -tiempos pasados, tanto trabajo padeció ni bebió tantas amarguras por -hacer grande hazaña y obras heróicas, que ménos con dulzura ni con más -amargura sus trabajos y sudores contase, ni pudiese contar, sino el -Almirante. Del poseer lo que habia ganado con aquellos trabajos, cuan -poco y momentáneo fué el tiempo desde que lo comenzó á gozar hasta que -se lo quitaron, y aquello con cuantas zozobras y vida tan amarga y -atribulada, por lo que está dicho y por lo que se dirá, se podrá bien -adevinar. Finalmente, lo más que pudo trabajó, con los dineros primeros -que le libraron, de hacer aparejar las dos carabelas, que arriba -dijimos, que llevó Pero Hernandez Coronel con los 90 hombres, cargadas -de bastimentos, y que llegaron á buen tiempo, cuando bien hobo menester -el favor que llevaban el Adelantado, que Francisco Roldan determinaba -en la fortaleza de la Concepcion cercarlo; y estas despachadas, dió -priesa en lo demas que restaba para su despacho, que consistia en -aparejar los seis navíos que quedaban. - - - - -CAPÍTULO CXXIV. - - -Los católicos Reyes, como muy agradecidos y virtuosísimos Príncipes, -cognosciendo el gran servicio que habian del Almirante recibido, y -vistos y considerados sus grandes trabajos y el poco provecho que habia -hasta entónces habido, hiciéronle nuevas mercedes en todo aquello -que él les suplicó, y áun otras que él no habia pedido, allende que -le confirmaron de nuevo las viejas que le habian hecho, y todos sus -privilegios al principio concedidos; y, lo primero, confirmáronle todos -los capítulos y mercedes del contrato que hizo con los Reyes, ántes que -viniese á descubrir, y todos los títulos y preeminencias que en Sancta -Fé le concedieron, y despues, desde á pocos dias, se las ratificaron, -entrados en la ciudad de Granada, y confirmaron en la ciudad de -Barcelona, segun que en los capítulos 33 y 80 largamente pusimos; todo -lo cual, agora de nuevo, en una Patente real referido y supuesto, los -Reyes dicen así: - -«E agora, por cuanto vos el dicho D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante -del mar Océano é nuestro Visorey é Gobernador de la tierra firme -é islas, nos suplicastes y pedistes por merced que, porque mejor -é mas cumplidamente vos fuese guardada la dicha Carta de merced á -vos é á vuestros hijos é descendientes, que vos la confirmásemos é -aprobásemos é vos mandásemos dar nuestra Carta de privilegio della, -ó como la nuestra merced fuese, é Nos, acatando lo susodicho é los -muchos é buenos, é leales é grandes é continuos servicios que vos, el -dicho D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante é Visorey é Gobernador -de las islas é tierra firme descubiertas é por descubrir en el mar -Océano, en la parte de las Indias, nos habedes hecho y esperamos que -nos fareis, especialmente en descubrir é traer á nuestro poder é so -nuestro servicio las dichas islas é tierra firme, mayormente porque -esperamos que, con ayuda de Dios, nuestro Señor, redundará en mucho -servicio suyo, é honra nuestra, é pro, é utilidad de nuestros reinos, -porque esperamos que los pobladores indios de las dichas Indias, -se convertirán á nuestra sancta fe católica, tuvímoslo por bien, é -por esta nuestra Carta de privilegio, ó por el dicho su treslado -signado, como dicho es, de nuestro propio motivo é cierta sciencia é -poderio real absoluto, de que en esta parte queremos usar, é usamos, -é confirmamos, é aprobamos para agora é para siempre jamás, á vos el -dicho D. Cristóbal Colon é á los dichos vuestros fijos é nietos é -descendientes de vos é de los vuestros herederos, la sobredicha Carta -nuestra Carta, suso encorporada, é la merced en ella contenida. É -queremos é mandamos, y es nuestra merced é voluntad, que vos vala y sea -guardada á vos é á los dichos vuestros fijos é descendientes, agora é -de aquí adelante, inviolablemente para agora y para siempre jamás, é -por todo bien é cumplidamente, segun é por la forma é manera que en -ella se contiene. Y, si necesario es, agora de nuevo vos facemos la -dicha merced, é defendemos firmemente que ninguno ni algunas personas -no sean osadas de vos ir ni venir contra ella, ni contra parte della, -por vos la quebrantar ni menguar, por tiempo alguno, ni por alguna -manera, sobre lo cual mandamos al príncipe D. Juan, nuestro muy caro -y muy amado hijo, é á los Infantes, Duques, Prelados, Marqueses, -Condes, Ricos-homes, Maestres de las Órdenes, Priores, Comendadores, -é Socomendadores, é á los de nuestro Consejo, Oidores de la nuestra -Audiencia, Alguaciles é á otras Justicias cualesquiera de la nuestra -casa é corte é Chancellería, é Alcaides de los castillos de casas -fuertes é llanas, é todos los Concejos é Asistentes, é Corregidores, -Alcaldes, Alguaciles, Merinos, Prebostes é otras Justicias de todas las -ciudades, villas é lugares de los nuestros reinos é señoríos, é á cada -uno dellos, que vos guarden é fagan guardar esta dicha nuestra Carta de -priviligio é confirmacion, é la Carta de merced en ella contenida, é -contra el tenor é forma de ella non vos vayan ni pasen, ni consientan -ir ni pasar, en tiempo alguno, ni por alguna manera, so las penas, -etc. Dada en la ciudad de Búrgos á veintitres dias del mes de Abril, -año de mil y cuatrocientos y noventa y siete años.—Yo el Rey.—Yo la -Reina.—Yo Fernandalvarez de Toledo, Secretario del Rey é de la Reina, -nuestros señores, lo hice escribir por su mandado, etc.» - -Y porque el Almirante se agravió de haber dado los Reyes licencia -general para venir á descubrir los que quisiesen á estas Indias (la -cual licencia parece arriba en el cap. 107), alegando el Almirante -haber sido dada en perjuicio de las mercedes que le habian sido -hechas y privilegios sobre ellas concedidos, y los Reyes, como -cristianísimos y agradecidos á tan señalados servicios, no entendian -ni querian perjudicarle ni substraerle cosa de las concedidas, ántes -confirmárselas, como ha parecido, por ende sobre esta razon, hecha -relacion de _verbo ad verbum_ de la dicha licencia, dieron la presente -Carta, y dice así: - -«La cual dicha nuestra Carta y provision, y lo en ella contenido, el -dicho Almirante D. Cristóbal Colon dice, que fué dada en perjuicio -de las dichas mercedes que de Nos tiene, é de las facultades que por -ellas les dimos, é nos suplicó é pidió por merced que cerca dello -mandásemos proveer de remedio como la nuestra merced fuese. É porque -nuestra intincion é voluntad no fué ni es en perjudicar en cosa alguna -al dicho D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante del mar Océano, ni ir, -ni en que se vaya, ni pase contra los dichos asientos é privilegios é -mercedes que le hicimos, ántes, por los servicios que nos ha fecho, le -entendemos de facer más mercedes, por esta nuestra Carta, si necesario -es, confirmamos é aprobamos los dichos asientos é privilegios, é -mercedes por Nos al dicho Almirante fechas, é es nuestra merced é -mandamos que en todo y por todo le sean guardadas y cumplidas segun -en ellas se contienen. É defendemos firmemente que alguna ni algunas -personas no sean osadas de ir ni pasar contra ellas ni contra parte -dellas, en tiempo alguno, ni por alguna manera, so las penas en ellas -contenidas. É si el tenor é forma della parte dello en algo perjudica -la dicha provision que así mandamos dar, que de suso vá encorporada, -por el presente la revocamos é queremos é mandamos que no haya fuerza -ni efecto alguno en tiempo alguno, ni por alguna manera, en cuanto es -en perjuicio del dicho Almirante é de lo que así tenemos otorgado é -confirmado. De lo cual mandamos dar la presente, firmada de nuestros -nombres é sellada con nuestro sello. Dada en la villa de Medina del -Campo á dos dias del mes de Junio de mil cuatrocientos noventa y siete -años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Yo Fernandalvarez de Toledo, etc.» - -Por esta provision como ha parecido, confirmaron los Reyes los -privilegios y mercedes y asiento que hicieron con él y al mismo -Almirante; y así son cinco veces las que, con la primera, cuando -se hizo y celebró el dicho asiento y capitulacion los Reyes las -ratificaron y confirmaron; la una, en la villa de Sancta Fé; la -segunda, dentro en la ciudad de Granada; la tercera, en la ciudad -de Barcelona; la cuarta, en la ciudad de Búrgos; la quinta, en la -villa de Medina del Campo, sin otras muchas por cédulas y cartas que -le enviaban, certificándole que las mercedes hechas se le habian de -guardar y con otras acrecentárselas. La primera y segunda fueron -en el año de 1492; la tercera en el año de 1493; la cuarta y la -quinta en el de 1497, como está visto en los capítulos precedentes. -Hiciéronle merced los Reyes, de nuevo, sin las concedidas al tiempo -de la capitulacion y primero asiento, de 50 leguas de tierra en esta -isla Española, del leste al gueste, que quiere decir de Levante hácia -el Poniente; y de 25 del Ártico al Antártico, que es del Norte al -Sur, ó Setentrion al Meridion ó Mediodia, con acrecentamiento de -título, Duque ó Marqués y esto era grande y señalada merced. Y fuera -mayor, los tiempos andando, porque tuviera dueño aquella tierra, y -pudiera crecer y ser poblada de españoles, y lo estuviera ya y fuera -riquísima, y esto, supuesto que los indios se hobieran de acabar como -se acabaron; cuanto más, que si fuera suya propia y no hobiera de -acudir á dar cuenta á los Reyes, y á darse prisa en suplir los gastos -que hacian y darles provechos, que fué causa, como arriba es dicho, de -usar mal della, imponiéndoles los tributos injustos é intempestivos, -él la curara mejor y temiera que los indios, sus naturales vecinos y -pobladores, haciéndoles guerra y captivándolos por esclavos, perecieran -y menoscabaran. Dije «tuvieran dueño», porque nunca las Indias jamás -lo tuvieron, como parecerá adelante. Dije «suya propia», entendiendo -con esta condicion, si los Reyes la pudieran dar al Almirante por suya -propia, pero no podian, porque era ajena, conviene á saber, de los -indios vecinos y moradores naturales dellas y de los Reyes naturales -suyos que en ellas reinaban; las cuales, ni los Reyes ni el Papa que -les dió poder para entrar en ellas (lo cual con toda reverencia quiero -que sea dicho), no los pudieron despojar de sus señoríos públicos y -particulares, estados y libertad, porque no eran moros ó turcos que -tuviesen nuestras tierras usurpadas, ó trabajasen de destruir la -religion cristiana, ó con guerras injustas nos fatigasen é infestasen; -y la ceguedad de aqueste error hizo al Almirante mucho mal, y á otros -muchos que despues dél se han querido cegar, pero mucho mayor á estas -naciones desventuradas, que por el susodicho error las han venido -á estirpar. Suplicó el Almirante á Sus Altezas, que aquesta merced -que le hacian de las 50 leguas no se la mandasen aceptar, no porque -hobiese salido del dicho error y temiese tomar lo ajeno, sino por -evitar pendencias con los oficiales del Rey, las cuales sentia bien -que no le habian de faltar, levantándole que poblaba mejor su tierra y -50 leguas que no la del Rey, ó que habia escogido la mejor; y en esto -tenia, ciertamente, razon, porque, principalmente oficiales del Rey, -le perseguian siempre con harta falta de justicia, y le quitaron su -estado, y á su primer heredero despues dél, como yo sé harta parte, -y así dice él: «Supliqué á Sus Altezas que no me las mandasen tomar, -por evitar escándalo de maldecir y por no perder el resto, porque, por -poco que en ellas se poblase, siempre dirian las malas lenguas que -yo poblaba el mio y dejaba el suyo, y asimismo que habia tomado del -mejor, por lo cual, nacerian enojos que redundarian á mi daño, que -pues Sus Altezas me tienen hecha merced del diezmo y ochavo del mueble -de todas las Indias, que no queria yo más.» Estas son sus palabras, y -no muy polidas en nuestro romance, pero, cierto, no por eso dignas de -despreciar. - - - - -CAPÍTULO CXXV. - - Este capítulo prosigue las mercedes que los Reyes le hicieron este año - de 1497. - - -Hiciéronle los Reyes otra merced, que, porque habiéndose ocupado el -Almirante hasta aquí en descubrir tierra por tierra y por mar, como el -descubrimiento de Cuba y Jamáica, y en esta isla Española, por tierra, -las provincias della, y otras ocupaciones que tuvo en ella (puesto -que las más fueron de injustas guerras, que hizo á estas gentes, como -arriba está dicho, lo cual los Reyes, ó no sabian cuantas y cuan -malas eran, ó no lo entendian), y así, no habia habido el Almirante -sino poco provecho é interese, y deseaban ayudarle y prosperarle, -tuvieron por bien de le hacer merced, que, puesto que era obligado á -contribuir en los gastos que los Reyes hacian, por la capitulacion -primera, en la ochava parte, pues habia de gozar la ochava parte de los -provechos, que no pagase cosa alguna de los gastos hasta allí hechos, -sino que solamente bastase lo que puso en el primer viaje cuando vino -á descubrir estas Indias, que puso, sobre un cuento que los Reyes -pusieron, como se dijo arriba en el cap. 33, lo que más fué menester, -que pasó de medio cuento, para aparejar y despacharse con la nao y dos -carabelas con que descubrió esta isla y las demas, con que de lo que -hasta entónces habia venido á los Reyes, no pidiese diezmo ni ochavo, -que si pusiera el ochavo de los gastos, lo habia de haber de los -provechos, y de lo que él se habia aprovechado hasta entónces le hacian -tambien merced dello; asimismo le hicieron merced de que lo mismo -fuese, que no pagase ochavo, de los gastos que en aqueste viaje que -llevaba los ocho navíos, con los dos que habia enviado adelante, como -ya hemos dicho, hasta llegar á esta isla. Item, le hicieron merced, -que puesto que por la dicha primera capitulacion, de los provechos que -se hobiesen se habian de sacar primero los gastos y costas, y despues -habia de haber el Almirante el diezmo, y despues el ochavo, pero, -por hacerle merced, quisieron que, por tres años, se sacase primero -el ochavo, de los provechos de las cosas muebles, para él, sin costa -alguna, y despues se sacasen las costas, y de lo restante se sacase -el diezmo para el Almirante, pero pasados los tres años, quedase la -órden dada en la dicha primera capitulacion; y con tanto que ningun -derecho se le añidiese ni quitase por esta merced, sino que la dicha -capitulacion quedase en su fuerza y vigor, como, ántes que se hiciese, -estaba; la Cédula destas mercedes fué hecha en Medina del Campo á 2 -dias de Junio de 1497 años. - -Hiciéronle tambien merced, que, porque en el primer capítulo de la -dicha primera capitulacion se contenia, que le hacian y criaban -su Almirante, en todas las islas y tierras firmes que por su mano -é industria se descubriesen ó ganasen en las mares Océanas, para -durante su vida, y de sus sucesores perpétuamente, con todas aquellas -preeminencias é prerogativas pertenecientes al tal oficio, é segun -que D. Alonso Enriquez, Almirante mayor de Castilla y los otros -predecesores lo tenian en sus distritos, mandáronle dar treslado -autorizado de las mercedes y privilegios, honras, prerogativas, -libertades, derechos é salarios que tenia y tiene y goza el dicho -Almirante de Castilla, porque le habian hecho merced que las tuviese -é gozase dellas en las Indias, como las gozaba el de Castilla en -Castilla. Fué hecha esta Cédula en Búrgos á 23 de Abril de 1497 años, -cuya substancia fué, que mandaba á Francisco de Soria, Lugarteniente -del Almirante de Castilla, que residia en Sevilla, que, luego, sin -dilacion, le diese un treslado autorizado, en manera que hiciese fe, -de todos los privilegios é cartas de merced é confirmaciones que el -Almirante de Castilla tenia, pertenecientes al dicho cargo y oficio -de Almirante, por donde el Almirante de las Indias, é otros por él, -llevasen é cogiesen los derechos é otras cosas á él pertenecientes -con el dicho cargo; porque habia hecho merced al dicho D. Cristóbal -Colon que hobiese é gozase de las mercedes, é honras, é prerogativas, é -libertades, é derechos, é salarios, en el Almirantazgo de las Indias, -que habia y tenia y gozaba el Almirante de Castilla, etc. Todo estaba -y se contenia en la Cédula. Está una claúsula en el dicho privilegio -rodado del Almirante de Castilla, entre otras, por la cual le hace -merced el rey D. Juan, que, de todas las ganancias que en cualquiera -flota ó armada que por mandado del Rey se hiciese, yendo la persona -en ella del dicho Almirante, aunque la dicha flota, ó parte della -se apartase por su mandado, ó sin su mandado, llevase y ganase la -tercera parte, y las dos otras terceras partes fuesen del Rey. Por -esta cláusula tuvo por cierto el Almirante don Cristóbal Colon, que -le pertenecia la tercia parte de las ganancias, no solamente de los -muebles, pero tambien de las tierras de todas las Indias; y así de la -tercera parte de todas ellas, si esto fuera verdad, era Señor. Pero á -esto se puede responder, que áun si fueran algunas dehesas de ganados -que hallara en la mar ó tierras despobladas, habia duda si por la dicha -cláusula de los privilegios del Almirante de Castilla le pertenecia la -dicha tercia parte, porque, por la dicha cláusula, no parece que se -conceden al Almirante de Castilla sino los muebles que por la mar se -ganaren, como suelen ser los despojos de los enemigos, y aquellas cosas -que en las batallas navales los que vencen suelen haber ó adquirir; -ántes, creo yo, tener ménos duda que por los mismos privilegios -concedidos al mesmo Almirante D. Cristóbal Colon, le perteneciera -muy mejor la octava parte de las dichas dehesas, tierras, y raíces y -ganados, y otras cosas, que sin dueños se hallaran por su persona en la -mar, pero tener que le perteneciesen por cualquiera de los privilegios -ó al Almirante de Castilla, ó al de las Indias, la tercia, ni ochava, -ni décima parte destas tierras y gentes dellas, es error intolerable. -La razon es clara: porque son ajenos y tienen dueños y señores propios -naturales dellas, y cuanto al señorío particular de las cosas que -cada persona privada tiene, y cuanto á los bienes y cosas públicas -y jurisdicciones de los pueblos y de los Reyes, que les competen de -derecho natural, y de todas las gentes, y conviniera que se le pidiera -al Almirante, que ¿dónde halló tal derecho y quién se lo pudo haber -concedido, por el cual, solamente por descubrir estos reinos y tierras, -llenas de pacíficas y mansas gentes, que tienen sus señores y Reyes -libres, que á ninguno jámas, fuera de sí, por Rey ni señor superior -recognoscieron, se le trespasase luego todo el señorío particular y -público, y el ser y vidas, en él, de todos ellos? Todas las causas que -algunos asignar, de lo contrario desto, quisieron, son frívolas, vanas -y de hombres sin razon y áun sin Dios, como ya por la misericordia de -Dios se va entendiendo, así que, ni por la capitulacion de los Reyes -que con el dicho Almirante D. Cristóbal Colon hicieron, ni por la que -pertenece de los Reyes pasados al Almirante de Castilla, ni por los -unos ni por otros privilegios, no compete al Almirante de las Indias, -ni se le pudo dar por nadie, destas tierras ni reinos, ni de las gentes -dellos, ni de otra cosa que sea raíz y se halle en ellos, un sólo pelo -ni valor dello; lo que á él pertenece y se le debe por descubrirlas, -es tanto, ante Dios y ante el mundo, y señaladamente ante los reyes -de Castilla, que, salvo el premio que Dios le dará en el cielo, como -yo espero, jámas en este mundo se le dará ni podrá dar digna ó igual -recompensa. - -Fué otra merced que Sus Altezas le hicieron esta: que ninguna cosa -se hiciese ni proveyese en los reinos de Castilla, tocante á la -negociacion destas Indias, sin que asistiesen á ella, con los oficiales -de los Reyes, la persona ó personas que el Almirante para ello nombrase -y deputase, y su poder para ello tuviesen, con que se hiciese saber á -Sus Altezas como tal ó tales personas eran deputadas y nombradas por -el Almirante para ello; y esto pidió y suplicó el Almirante, porque -hobiese mejor recaudo en la hacienda que á él pertenecia y habia de -haber. Despachóse esta merced en Medina del Campo á 30 de Mayo el mismo -año de 1497. - -Hicieron otra merced sin estas, que le dieron licencia y facultad -que pudiese hacer instituir uno y muchos mayorazgos, cada y cuando -quisiese; así en vida, por simple contrato y manda, como por donacion -entre vivos, como por su testamento y postrimera voluntad, ó codicilo, -por una ó dos ó tres escrituras, etc., de sus bienes, vasallos, -heredamientos, oficios perpétuos, para que quedase memoria dél y de -su casa y linaje, y porque los que dél viniesen fuesen honrados, -acatando los muchos y buenos, y leales, y grandes, y continuos -servicios que dél habian rescibido y rescibian cada dia, especialmente -en descubrir y atraer á su poder y señorío las islas y tierra firme -que habia descubierto en el mar Océano, mayormente porque esperaban -que redundaria en mucho servicio de Dios, é á honra de los Reyes, é -pró y utilidad de sus reinos, é porque se esperaba que los pobladores -destas Indias se convertirian á nuestra sancta fe católica, y porque -consideraban que de los Reyes y Príncipes, que no recognoscen -superior, es propia cosa honrar y sublimar sus súbditos y naturales, -especialmente aquellos que fiel y lealmente les sirven, y porque -tambien en se hacer los tales mayorazgos es honra de la Corona real, -etc. Y entre otras cláusulas, muchas necesarias y favorables dicen, -que los bienes que incluyese en el mayorazgo ó mayorazgos, fuesen -imprescriptibles é impartibles para siempre jamás, y que la persona -ó personas en quien les hiciere ó instituyere, no los puedan vender, -ni dar, ni donar, ni amenguar, ni dividir, ni apartar, ni los puedan -perder ni pierdan por ninguna deuda que deban, ni por otra razon ni -causa, ni por ningun delito ni crímen, ni exceso que cometan, salvo -crímen _lesæ majestatis_, ó _perdulionis_, ó traicion, ó crímen de -herejía, etc. Fué hecha en la ciudad de Búrgos á 23 de Abril del mismo -año de 1497. Y hemos aquí de notar, que en esta provision y otras -muchas, como de alguna parece arriba, hacen mencion los Reyes que les -habia descubierto y dado á tierra firme, y no era así, porque no habia -descubierto sino solas islas, cuasi teniendo por cierto que se la habia -de descubrir, como agora en este viaje lo hizo. - -Finalmente, le hicieron los Reyes otra merced, que instituyeron á su -hermano D. Bartolomé Colon, Adelantado de todas estas Indias islas y -tierra firme, y la provision comienza: - -«D. Hernando y doña Isabel, etc., por Nos vistos y considerados los -muchos y buenos y leales servicios que vos don Bartolomé Colon, hermano -de D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante del mar Océano, é Visorey, -é Gobernador de las islas nuevamente halladas en las Indias, nos -habedes hecho é facedes de cada dia, é esperamos que nos hareis de -aquí adelante, tenemos por bien y es nuestra merced y voluntad, que de -aquí adelante vos llameis é intituleis Adelantado de las islas dichas -nuevamente halladas en las dichas Indias, é podades usar é ejercer, é -facer en las dichas islas é en cada una dellas, todas las cosas que -los otros Adelantados de los dichos nuestros reinos pueden facer, -é que hallades é gocedes, é vos sean guardadas todas las honras, y -gracias, y mercedes, y preeminencias, y prerogativas que son debidas -é se deben facer é guardar, segun las leyes por Nos fechas en las -Córtes de Toledo, ó las otras leyes de nuestros reinos, á los otros -nuestros Adelantados dellos, etc. Y Nos, por esta nuestra Carta, os -criamos y facemos Adelantado de las dichas islas y tierra firme que así -nuevamente se han hallado y descubierto en las Indias, é vos recibimos, -é habemos por recibido al dicho oficio é al uso y ejercicio dél, y -mandamos que en ello, ni en parte dello, embargo ni impedimento alguno -vos non pongan, etc.» - -Fué hecha en Medina del Campo á 22 de Julio del dicho año 1497. - - - - -CAPÍTULO CXXVI[4]. - - -Estando el Almirante para se despachar de la corte, y los Reyes -que lo deseaban ver partido, acaeció que murió el rey D. Juan de -Portogal, y sucedió en aquel reino el rey don Manuel, que era Duque -de Verganza. Tractaron los Reyes de casar la princesa Doña Isabel, -que fué reina de Portugal y princesa de Castilla, con el dicho rey -D. Manuel, y, concluido, la Reina Católica, su madre, la llevó en -fin de Setiembre deste año de 97 á Valencia de Alcántara, donde vino -el rey de Portugal, y la recibió sin fiestas ningunas. La razon fué, -porque yendo el Rey y la Reina juntos á llevar la dicha señora Reina -Princesa á Ávila, por ver el monasterio de Sancto Tomás de Ávila, de -la órden de Sancto Domingo, y que habia hecho el Prior de Sancta Cruz, -fraile de la mesma órden, Inquisidor mayor, y el primero que hobo en -España, como obra insigne y señalada y hecha de los bienes que se -habian confiscado á los herejes que se habian quemado, supieron los -Reyes que el príncipe D. Juan, que de Medina del Campo, de donde salió -la corte, se habia ido con la Princesa, madama Margarita, su mujer, -á Salamanca, se habia sentido enfermo; volvióse luego el Rey, é sola -la Reina prosigió el camino con la Princesa, como dije, para Valencia -de Alcántara. Desde á pocos dias ántes que la Reina volviese, plugo á -nuestro Señor de atribular y poner en luto y en lloro á toda España, -con la muerte del príncipe D. Juan, y desde á algunos dias, por el -mes de Deciembre, permitió la divina clemencia otro azote, que poco -ménos amargó á los Reyes y á los reinos que el primero, que quedando -la princesa Margarita preñada, movió una hija muerta de siete meses. -Los Reyes mostraron grandes ánimos de paciencia, y, como prudentísimos -y animosos Príncipes, consolaban todos los pueblos por escrito y por -palabra. Nombraron y declararon luego al rey de Portugal y á la Reina, -su mujer, por Príncipes de aquellos reinos de Castilla, y así, aquella -señora, Doña Isabel, hija de los católicos Reyes, fué llamada la -Reina Princesa. El luto que se mandó poner por la muerte del Príncipe -fué jerga blanca muy basta, que ver los grandes y pequeños que la -traian era cosa extraña y penosísima de ver; despues desto, nunca se -acostumbró más en España, por muerte de Rey ó Príncipe, traer por luto -jerga. Todos estos trabajosos acaecimientos que venian á los Reyes -y á aquellos reinos, eran penosísimos para el Almirante, por ser de -su despacho retardativos, no viendo la hora de su partida, como que -sospechara la confusion y perdicion que, por la rebelion de Francisco -Roldan, en esta isla, entre los cristianos y en destruccion de los -humildes y desamparados indios, habia. É fuele tambien impedimento, -que acordaron los Reyes que no tuviese ya el cargo de las cosas destas -Indias, en Sevilla, el susodicho Arcediano de aquella iglesia, D. -Juan Rodriguez de Fonseca, que ya era Obispo de Badajoz, sino que lo -tuviese el hermano del ama del Príncipe, Antonio de Torres, y porque -pidió tantas condiciones y preeminencias si habia de tener aquel cargo, -se enojaron los Reyes y lo aborrescieron; tornaron á confirmar en el -encargo al dicho Obispo D. Juan de Fonseca, y como estaban hechos los -despachos, suponiendo que habia de tener el encargo dicho Antonio de -Torres, y rezaban con él muchas de las Cédulas y Cartas de los Reyes, -hubiéronse de tornar á hacer, por manera que hobo de tener más tardanza -el despacho. Finalmente, hóbose de despachar de la corte á 21 de Julio -del dicho año de 1497, con sus provisiones é instrucciones de los Reyes. - -El primer capítulo de la Instruccion principal decia desta manera: - -Capítulo primero de la Instruccion que dieron los Reyes al Almirante -el año de 1497.—Primeramente, que como seais en las dichas islas, -Dios queriendo, proveereis con toda diligencia de animar é atraer á -los naturales de las dichas Indias á toda paz é quietud, é que nos -hayan de servir y estar so nuestro señorío é sujeccion benignamente. É -principalmente que se conviertan á nuestra sancta fé católica, y que á -ellos, y á los que han de ir á estas tierras en las dichas Indias, sean -administrados los Sanctos Sacramentos por los religiosos y clérigos que -allá están y fueren, por manera, que Dios nuestro Señor sea servido y -sus conciencias se aseguren.» - -Por este capítulo y por el de la Instruccion primera del segundo viaje, -que se puso arriba en el cap. 82 desta historia, parece claro que nunca -la intencion de los Reyes fué que se hiciese guerra á estas gentes, -ni tal jamás mandaron, por que fuera injustísima su entrada en estas -tierras, ni tal intincion y mando fuera digno de tales y tan católicos -Reyes, y no sólo ellos, pero ni sus sucesores, hasta estos tiempos del -año de 1530, que su nieto, el rey D. Cárlos reina, como parecerá por -el discurso desta historia; sino sola la cudicia y ambicion de los que -á estas tierras vinieron, mayormente de los Gobernadores, fué la causa -de inventar y mover las guerras contra estas desarmadas y pacíficas -naciones, con las cuales han destruido este nuevo mundo. - -Otra cláusula llevó en esta Instruccion, que dice así: - -«Item, se debe procurar que vengan á las dichas Indias algunos -religiosos y clérigos, buenas personas, para que allá administren los -Sanctos Sacramentos á los que allá están, é procuren de convertir á -nuestra sancta fé católica á los dichos indios naturales de las dichas -Indias, é llevar para ello los aparejos é cosas que se requieren para -el servicio del culto divino, é para la administracion de los Sanctos -Sacramentos.» - -Otros capítulos, cuanto á la sustancia dellos, aunque no por órden, -pusimos arriba en el cap. 113. - -Llegado el Almirante á la ciudad de Sevilla, juntóse con el Obispo -de Badajoz, D. Juan Rodriguez de Fonseca, y, cuan presto pudieron, -despacharon las dos carabelas, de que arriba, en el cap. 120, -dijimos haber llegado á buen tiempo para favor del Adelantado contra -Francisco Roldan, y partiéronse de Sanlúcar, mediado Enero, año de -1498. Despachadas las dos carabelas, daba priesa en proveer los seis -navíos que quedaban, que él habia de llevar consigo, y porque los -negocios destas Indias iban cayendo, de golpe, en fama y disfavores de -muchos, como arriba se ha tocado, en especial de los que más cercanos -estaban de los Reyes, porque no iban los navíos cargados de oro (como -si se hobiera de coger, como fruta, de los árboles, segun el Almirante -se quejaba, y arriba se dijo); el acabar de cargar los seis navíos -de los bastimentos, y lo demas que los Reyes habian mandado, fuéle -laboriosísimo y dificilísimo, pasó grandes enojos, grandes zozobras, -grandes angustias y fatigas; y porque de los oficiales de los Reyes -algunos suelen ser más exentos y duros de atraer á la expedicion de -los negocios, sino es cuando ellos quieren, por presumir de mayor -auctoridad de la que quizá requieren sus oficios, algunos de los que en -el despacho del Almirante, con él y con el Obispo entendian, diéronle -más pena y más trabajo y dilacion que debieran, y quizá ponian de -industria impedimentos en su partida, no considerando ni temiendo el -daño y riesgo que á los que acá estaban se recrecia, y los gastos que -con la gente que en Sevilla para pasar acá tenia, y los desconsuelos -y aflicciones que causaban al mismo Almirante. Parece que uno debiera -de, en estos reveses, y, por ventura, en palabras contra él y contra -la negociacion destas Indias, más que otro señalarse, y segun entendí, -no debiera ser cristiano viejo, y creo que se llamaba Ximeno, contra -el cual debió el Almirante gravemente sentirse y enojarse, y aguardó -el dia que se hizo á la vela, y, ó en la nao que entró, por ventura, -el dicho oficial, ó en tierra cuando queria desembarcarse, arrebatólo -el Almirante, y dále muchas coces ó remesones, por manera que lo trató -mal; y á mi parecer, por esta causa principalmente, sobre otras quejas -que fueron de acá, y cosas que murmuraron dél y contra él los que bien -con él no estaban y le acumularon; los Reyes indignados proveyeron -de quitarle la gobernacion, enviando al comendador Francisco de -Bobadilla, que esta isla y todas estas tierras gobernase; y bien lo -temió él, como parece por un capítulo de la carta primera que escribió -á los Reyes desque llegó á esta isla, donde dice: - -«Tambien suplico á Vuestras Altezas, que manden á las personas que -entienden en Sevilla en esta negociacion, que no le sean contrarios, -y no la impidan; yo no sé lo que allá pasaria Ximeno, salvo que es de -generacion que se ayudan á muerte y vida, é yo ausente y invidiado -extranjero: no me desechen Vuestras Altezas, pues que siempre me -sostuvieron.» - -Estas son sus palabras, donde parece temer lo que luego le vino, lo -cual cansó al Almirante su total calamidad y caida, que es harta -lástima de oir, como se verá, con el favor de nuestro Señor, en el -principio del libro II. - -En este año de 1497, envió el rey D. Manuel de Portugal á descubrir -la India, por la mar, cuatro navíos; salieron de Lisboa, sábado, á -8 de Julio, habiendo primero el rey don Juan, su antecesor, enviado -ciertos hombres por tierra, el año 1487, á que hobiesen y le trajesen -alguna noticia del Preste Juan de las Indias, de quien tantas cosas -y riquezas, por fama, oia decir. Pasadas las islas de Cabo Verde, -anduvieron en Agosto y Setiembre y Octubre por la mar engolfados, por -doblar el cabo de Buena Esperanza, con grandes tormentas; cuando vido -que era tiempo, dieron la vuelta los cuatro navíos sobre la tierra, y -á 4 de Noviembre, vieron tierra y gente, pequeños de cuerpo, de color -bazos, los vestidos que traian eran de pieles de animales, como capas -francesas, traian sus naturas y vergüenzas metidas en unas vainas de -palo, muy bien labradas; las armas que tenian eran varas tostadas, con -unos cuernos tostados por hierros; su mantenimiento era de unas raíces -de hierbas y de lobos marinos, etc. - - - - -CAPÍTULO CXXVII. - - -Embarcado el Almirante y toda la gente, que seria cerca de 200 hombres, -sin los marineros, en seis navíos, hízose á la vela en el puerto de -Sant Lúcar, el dia que abajo se dirá, y comenzó, como solia, á escribir -este su tercero viaje, hablando con los Reyes desta manera: - -«Serenísimos é muy altos é muy poderosos Rey é Reina, nuestros -señores.—La Sancta Trinidad movió á Vuestras Altezas á esta empresa -de las Indias, y, por su infinita bondad, hizo á mí mesajero dello, -al cual vine con el embajada á su real conspectu, movido, como á los -más altos Príncipes de cristianos, y que tanto se ejercitaban en la -fé y acrecentamiento della. Las personas que entendieron en ello lo -tuvieron por imposible, y el caudal hacian sobre bienes de fortuna, y -allí echaron el clavo. Pasé en esto seis ó siete años de grave pena, -amostrando, lo mejor que yo sabia, cuanto servicio se podia hacer á -nuestro Señor en esto, en divulgar su sancto nombre y fé á tantos -pueblos, lo que era todo cosa de tanta excelencia y buena fama y gran -memoria para grandes Príncipes. Fué tambien necesario de hablar del -temporal, á donde se les amostró el escrebir de tantos sabios dignos -de fé, los cuales escribieron historias, los cuales contaban que en -estas partes habia muchas riquezas; y asimesmo fué necesario traer á -esto el decir y opinion de aquellos que escribieron y situaron este -mundo. En fin, Vuestras Altezas determinaron que esto se pusiese en -obra, á que mostraron el grande corazon que siempre ficieron en toda -cosa grande, porque todos los que habian entendido en ello y oido esta -plática, todos á una mano, lo tenian por burla, salvo dos frailes que -siempre fueron constantes. Yo, bien que llevase fatiga, estaba bien -seguro que esto no vernia á ménos, y estoy de contino, porque es -verdad que todo pasará, y no la palabra de Dios, y se complirá todo lo -que dijo; el cual tan claro habló destas tierras por la boca de Isaías -en tantos lugares de su Escritura, afirmando que de España les sería -divulgado su sancto nombre. É partí en nombre de la Sancta Trinidad, y -volví muy presto, con la experiencia, de todo cuanto dije, en la mano. -Tornáronme á enviar Vuestras Altezas, y en poco espacio digno, no de[5] -le descubrí, por virtud divina, 333 leguas de la tierra firme, fin de -Oriente, y 700 islas de nombre, allende de lo descubierto en el primer -viaje, y le allané la isla Española, y boxa más que España, en que la -gente della es sin cuento, y que todos le pagasen tributo. Nació allí -maldecir y menosprecio de la empresa cometida en ello, porque no habia -yo enviado luego los navíos cargados de oro, sin considerar la brevedad -del tiempo, y lo otro, que yo dije, de tantos inconvenientes; y en -esto, por mis pecados ó por mi salvacion creo que será, fué puesto en -aborrecimiento y dado impedimento á cuanto yo decia y demandaba, por -lo cual, acordé venir á Vuestras Altezas y maravillarme de todo, y -mostrarles la razon que en todo habia, y les dije de los pueblos que yo -habia visto, en qué, ó de qué, se podian salvar muchas ánimas; y les -truje las obligaciones[6] de la gente de la isla Española, de como se -obligaban á pagar tributo, y les tenian por sus Reyes y señores; y les -truje abastante muestra de oro, y que hay mineros y granos muy grandes, -y asimesmo de cobre; y les truje de muchas maneras de especería de que -sería largo de escrebir, y les dije de la gran cantidad de brasil, y -otras infinitas cosas. Todo no aprovechó para con algunas personas que -tenian gana y dado comienzo á maldecir del negocio, ni entrar con -fabla del servicio de nuestro Señor, con se salvar tantas ánimas[7], ni -á decir que esto era grandeza de Vuestras Altezas, de la mejor calidad -que hasta hoy haya usado Príncipe, porque el ejercicio é gasto era para -el espiritual y temporal, y que no podia ser que, andando el tiempo, -no hobiese la España de aquí grandes provechos, pues que se veian las -señales que escribieron de lo de estas partidas, tan manifiestas, -que tambien se llegaria á ver todo el otro cumplimiento, ni á decir -cosas que usaron grandes Príncipes en el mundo para crecer su fama, -así como Salomon, que envió desde Jerusalen, en fin de Oriente, á ver -el monte Sopora, en que se detuvieron los navíos tres años, el cual -tienen Vuestras Altezas agora en la isla Española. Ni de Alexandre, -que envió á ver el regimiento de la isla de Taprobana en India, y Nero -César á ver las fuentes de Nilo, y la razon porque crecian en el verano -cuando las aguas son pocas, y otras muchas grandezas que hicieron -Príncipes, y que á Príncipes son aquestas cosas dadas de hacer; ni -valia decir que yo nunca habia leido que príncipes de Castilla jamás -hobiesen ganado tierra fuera della, y que esta de acá es otro mundo en -que se trabajaron romanos, y Alexandre, y griegos para la haber con -grandes ejércitos, ni decir del presente, de los reyes de Portogal, que -tuvieron corazon para sostener á Guinea, y del descubrir della, y que -gastaron oro y gente, atanta, que quien contase toda la del reino, se -hallaria que otra tanta como la mitad son muertos en Guinea, y todavia -la continuaron hasta que les salió dello lo que parece; lo cual, todo, -comenzaron de largo tiempo, y há muy poco que les da renta. Los cuales -tambien osaron conquistar en África, y sostener la empresa, de Cepta, -Tanjar, y Arguin, y Angola, y de contino dar guerra á los moros, y -todo esto con grande gasto, sólo por hacer cosa de Príncipes, servir -á Dios y acrecentar su señorío. Cuanto yo más decia, tanto más se -doblaba á poner esto á vituperio, amostrando en ello aborrecimiento, -sin considerar cuanto bien pareció en todo el mundo, y cuanto bien se -dijo en todos los cristianos de Vuestras Altezas por haber tomado esta -empresa, que no hobo grande ni pequeño que no quisiese dello carta; -respondiéronme Vuestras Altezas riéndose y diciendo que yo no curase de -nada, porque no daban auctoridad á quien mal les decia desta empresa.» - -Cerca de lo que hasta aquí ha dicho el Almirante con su simple y -humilde manera de hablar, es bien apuntar y notar y declarar, para -los que no tienen mucha noticia de antiguas historias, algunas cosas. -Lo primero reza lo que dice, que los antiguos que escribieron que en -estas tierras habia muchas riquezas, se ha de entender, segun que -aquestas tierras son parte de la India, y lo último della, de que á -mí duda ninguna queda, y así el Almirante lo sintia y en busca dellas -venia; y dello se pueden colegir muchos argumentos, y uno es, por la -grandeza de la India, que, segun Pomponio Mela, lib. III, cap. 7.º -de su «Cosmografía,» y Plinio, que fué despues dél, libro VI de su -«Natural Historia,» que desde derecho del monte Tauro, yendo hácia el -Austro y volviendo al Occidente, tenian de ribera, de costa de mar, -tanto camino cuanto los navíos podian andar en sesenta dias con sus -noches, que, al ménos, podian ser más de 1.500 leguas y podian llegar -á 2.000, (puesto que en Plinio se diga cuarenta dias, puede haberse -errado en poner cuarenta por sesenta, poniendo la letra _X_ atras de -la letra _L_); y por esta su grandeza fué muchos tiempos estimada la -India por la tercera parte de todas las tierras, como dice Plinio, lib. -VI, cap 17, y Solino en su Polistor, cap. 65. Dice más Pomponio Mela: -que tanto se extienden las Indias hácia el Mediodia, que en alguna -parte dellas no se pueden ver la Osa Menor, que llamamos la Bocina ó -las Guardas, ni la Mayor, que es el Carro, que ambas á dos, en veinte y -cuatro horas, dan una vuelta á la estrella del Norte y al mismo polo. -Esto bien averiguado es ya en las islas de Mallorca y en algunas -partes de nuestra tierra firme y en otras descubiertas por nos y por -los portogueses. Es otro argumento, haber en estas islas y tierra firme -papagayos verdes, los cuales, en ninguna parte del mundo se halla que -sean verdes, segun dice Plinio, lib. X, cap. 42, y Solino en el lugar -ya dicho. El otro argumento es, las grandes riquezas de oro, y plata, y -perlas, y piedras que hay en estas islas y tierras firmes; y otro, las -costumbres destas gentes, que concuerdan con muchas de las que cuentan -los historiadores y cosmógrafos de las gentes de las tierras que se -llamaron siempre Indias; desto, mucho más largo queda dicho en otros -capítulos. Dice más, que estaba profetizado claro, por Isaías, que de -España habia de ser el nombre de Cristo divulgado en estas Indias. Bien -creemos que está profetizado por Isaías y por otros profetas, que de -España habia de ser predicada nuestra sancta fé de Jesucristo en ellas, -porque ningun misterio, tocante á la universal Iglesia, así ántes del -advenimiento de Cristo, como despues de venido, se obró en su principio -y edad primera, como en su augmento, que se celebra y perfecciona -cuando los infieles son por conocimiento de Dios convertidos, ya á -Cristo por la fé unidos, que por los profetas, y principalmente por -Isaías, que más claro que otro, segun San Agustin y San Jerónimo, de la -conversion de las gentes hablo, no haya sido ántes dicho; y á esto hace -lo que dice San Gregorio en el lib. XXIII, cap. 19 de los Morales sobre -aquellas palabras de Job: _Semel loquitur Deus, et secundo idipsum non -repetit_, Job 33: _Non ergo Dominus ad omnia verba nobis respondet, -quia semel loquitur et secundo idipsum non repetit, id est: his quæ -per Scripturam sacram ad patres protulit, nos erudire curavit._ Por -manera, que ninguna cosa en su Iglesia se hace, ni á persona particular -acaece, que ya en la Sagrada Escriptura no esté comprehendida, y -esto á la larga tracta San Gregorio en aquel capítulo; y así, hemos -de creer, que el Espíritu Sancto, por boca de Isaías, habló que de -España vernian los primeros que á estas gentes convertirian, pero que -lo podamos señalar con cierto lugar de su profecía, no pienso que sin -presuncion, sino fuese con nueva lumbre y nueva inteligencia divina, -hacerlo podriamos. Dice otra cosa el Almirante, que del viaje segundo, -quiere decir del que descubrió á Cuba y á Jamáica, dejó descubiertas -333 leguas de tierra firme, fin de Oriente, y 700 islas; de las islas, -ser muchas y casi no numerables las que vido por el renglen de la isla -de Cuba, á las cuales puso nombre Jardin de la Reina, y que fuesen 700, -él que las vido, y le costaron tantos trabajos, las contaria, pero en -la verdad, estas leguas no fueron de tierra firme, sino de isla, y esta -era la isla de Cuba, que agora llaman Fernandina, de donde parece que -el Almirante, como no pudo pasar adelante de las 333 leguas della, por -faltarle los bastimentos, y las grandes dificultades y peligros en que -se vido cuando fué á descubrirla, como en el cap. 97 queda escrito, -siempre creyó que la isla de Cuba era tierra firme, y nunca se averiguó -ser isla, hasta que el Comendador mayor de Alcántara, Gobernador desta -isla, envió á un caballero gallego, de que arriba se hizo mencion, que -se llamaba Sebastian de Campo, á rodearla toda y descubrirla, como, -placiendo á Dios, se dirá en el siguiente libro. La especería que dijo, -no sabemos otra en estas islas de por aquí, sino la pimienta que los -indios desta isla Española llamaban axí, la sílaba postrera aguda. -Almáciga creo yo que hay mucha, digo árboles della, pero poco cuidado -ha habido de gozar della, por que siempre se ha tenido el oro por mas -lucido; del brasil, creyó ser mucho el Almirante y alguno se llevó á -Castilla, pero despues no vide que se hiciese cuento dello, como ni del -almáciga se hizo. - - - - -CAPÍTULO CXXVIII. - - -Dice tambien, que para provocar é inducir á las personas, que este su -negocio desfavorescian, creyesen habian de salir dél muchos y grandes -provechos, así de las ánimas que podian ganarse destas gentes, como -tambiem utilidad corporal para los Reyes y para Castilla, persuadíalo -asimesmo con traer á la memoria hechos hazañosos, que hicieron con -costas y trabajos grandes y poderosos Príncipes, donde toca algunas -historias que será bien aquí, en particular, referirlas. La primera, -es de Salomon, que enviaba su flota de naos al monte Sopora, en fin de -Oriente, desde Jerusalen, donde tardaban tres años; deste monte Sopora, -no he podido hallar donde sea, ni autor cristiano ni gentil que dél -haga mencion; lo que desta ida de la flota de Salomon, y traida de -oro en gran cantidad, se puede decir, que, segun la Escritura Sagrada -della refiere, ó á ella no contradiga, lo siguiente podemos tener: la -Escritura no dice que las naos de Salomon fuesen al monte Sopora sino -en Ophir; este Ophir, segun la glosa, era una provincia de las Indias, -nombrada de Ophir, uno de los del linaje de Heber, de quien hubo -principio el linaje de los judíos. Otros dicen que es isla, y Jacobo de -Valencia, dice sobre aquel verso _Reges Tarsis et insule_, del salmo -LXXI, y afirma ser la isla nominatisísima y riquísima de la Taprobana, -de la cual Ptolomeo, Solino, Pomponio, Plinio y Strabon, maravillas -dicen; que sea isla, que sea provincia, Salomon enviaba su flota que -cargaba las naos de oro, y plata, y piedras preciosas, y pavones, y -dientes de elefantes, que es marfil. Josepho en el libro III, _De -Antiquitatibus_, cap. 7.º, dice, que tambien traian elefantes y simias, -que llamamos gatos paules ó monas. Y porque dice Josepho que traian -elefantes, y que trajese sólo los dientes dellos, parece concordar con -lo susodicho, que aquella isla ó provincia de donde se traia el oro -fuese la isla Taprobana, por lo que San Isidro dice en el libro XIV, -cap. 3.º de las Etimologías, que la isla Taprobana hierve de perlas -y de elefantes; tambien lo dice Plinio, libro VI, cap. 22, y que los -elefantes de allí son mayores que los de las Indias, y el oro más fino, -y las margaritas y perlas más preciosas: tambien lo afirma Solino, en -el cap. 66 de su Polistor, en comarca de la Taprobana, ó al ménos por -el sitio de las Indias. Estas dos islas, la una, se llamaba Chrisa, -que abundaba en oro, y la otra, Argyra, en abundancia de plata; destas -dos islas hacen mencion Pomponio Mela, libro III, cap. 7.º, y Plinio, -libro VI, capítulo 21, y Solino, cap. 65, y tambien Sant Isidro, donde -arriba se alegó, y todos los autores las ponen ó hablan de ellas, -junto, ántes, ó despues de la Taprobana, y es argumento que deben estar -juntas. En estas islas, como algunos dicen, y dellos es Sant Anselmo, -donde abajo se alegará, ó en la Taprobana, por lo que dice Solino, que -parte della de bestias y de elefantes es llena, y parte de hombres -poblada, ó en cierta parte de la misma tierra firme de las Indias ya -dichas, como refiere Pomponio, donde arriba, y concuerda la glosa -última sobre el libro III, cap. 9.º de los Reyes, y Sant Isidro, libro -XIV, cap. 3.º, de las Etimologías, y Sant Anselmo, libro I, cap. 10 _De -Imagine mundi_, que aquella tierra se llama de oro ó dorada, porque -tiene los montes de oro por abundar tanto dél, que como sea habitada -de unas hormigas mayores que perros muy grandes, como dice Pomponio, -(Herodoto, libro III, de su Historia, dice que son mayores que zorras, -dellas hace mencion Strabon, libro II, y libro XV, y de grifos -terribles y otras bestias venenosísimas); sacan con las uñas inmenso -oro debajo la tierra, y puesto encima de la superficie, parécese -desde la mar ser los montones todos de oro. Llegaban las naos de la -flota de Salomon, y aguardaban cuando las bestias salian á buscar de -comer, y con ímpetu, á gran priesa, cogian el oro y tierra que estaba -pegada en él, y tornábanse de presto á las naos; y así, por veces y -dias, cargaban las naos de oro y plata, ó de aquella tierra dorada y -plateada, la cual despues con fuego, quemaban y apuraban. Esto siente -la dicha glosa última que es de Rábano, en el libro III, cap, 9.º, de -los Reyes; y Josepho dice que no se compraba ni vendia el oro y la -plata, luego, tomábase como á escondidas y hurtado de dichos animales. -Por lo susodicho parece que estos montes de oro y plata, debian estar -en las dichas dos islas, Chrise, que en griego significa oro, y Argyra, -plata; y de ellas llevarse el oro y la plata, y de la Taprobana -los elefantes ó dientes dellos, que es el marfil, y las perlas y -margaritas, y pavos, y los ximios, y la madera de tina, preciosísima, -la cual, despues de labrada y acepillada, era tan blanca y tan lucia, -que se miraban en ella como en espejo. Y dice la Escritura que hacian -un viaje en tres años las naos, no porque estuviese tan léjos de -Jerusalen que tardase tres años en la ida y venida (porque en un año se -podria navegar hasta en cabo del mundo), sino que, ó no enviaba Salomon -la flota sino de tres en tres años, ó cuando los enviaba tardaban -aquel tiempo, aguardando que las bestias saliesen de sus cuevas para -hurtarles el oro y la plata, y en contratar con los habitadores de -la Taprobana, y haber dellos sus perlas y piedras, madera de tina, -elefantes, ximios y pavos; lo que dice la Escritura que iban las naos -en Tharsis, más debia ser nombre de la region que de la ciudad, por lo -que dice Josepho, libro III, cap. 7.º _De Antiquitatibus_, que iba en -el mar társico, dentro el cual debian estar las dichas islas. Aquella -isla de Ophir ó monte de Sopora, dice aquí el Almirante ser aquesta -isla Española que ya tenian Sus Altezas, pero engañóse, como por lo -dicho parece, aunque tuvo alguna causa de se engañar, por ver esta -isla tan grande y tan felice, y hermosa, y él hobiese en ella tan poco -estado, que no habia sino poco más de año y medio, y eso en guerras y -enfermedades ocupado; y creia que debia haber muy gran cantidad de oro -y otros secretos de riquezas en ella. Alega tambien el Almirante á los -Reyes el ejemplo de Alexandre, diciendo que habia inviado á saber el -regimiento de la isla susomemorada Taprobana. Esta historia muchos de -los antiguos la tocan, pero en especial Plinio libro VI, cap. 22, y -Solino, cap. 66, y Strabo, libro XV y en otros lugares, hace mencion -della, los cuales dice (y algo toca tambien Pomponio, libro III, cap. -7.º), que ántes que la isla Taprobana fuese descubierta, por nuevas -algunas que de ella se tenian, estimada era por el otro orbe todo -entero y tierra firme que habitaban los antípodas, y esto fué hasta -el tiempo de Alexandre Magno, el cual envió primero á descubrirla que -otro, con una gran flota, por Capitan un filósofo muy su querido, que -se llamaba Onesecritus, del cual, dice Diógenes, le creyó ser semejante -á Xenofonte, en la privanza con Alexandre, que aquel con Ciro, y en -seguirlo y en escribir su vida y alabanzas. Fué, pues, Onesecritus, -enviado por Alexandre con su flota macedónica, para que supiese si era -isla ó tierra firme, qué gente habitaba en ella, qué criaba y en sí -contenia. Halló que isla era, y que tenia de luengo 7.000 estadios, -que hacen 300 leguas, ó cerca dellas, y de anchura 5.000 estadios, que -llegan á 200; halló que una parte de ella era llena de elefantes y -otras bestias, como arriba se dijo, y lo demas poblada de gentes; Sant -Isidro y otros dicen haber diez notables ciudades en ella. Contiene -abundancia de margaritas y de perlas de todas especies; dista veinte -dias de navegacion de la tierra firme, pero más camino seria, dice -Strabon, si las naos fueran de las nuestras; hay entre ella y la tierra -firme muchas otras islas, las cuales, segun refiere Ptolomeo en la -tabla 12 de Asia, son mil y trescientas y setenta y ocho, puesto que -ella es de todas australísima; su sitio es, parece ser, de la otra -parte del trópico de Capricornio, porque dice Solino que en ella no -se ven los Septentriones, que son la Osa Menor, y esta es la Bocina -cuya boca son las Guardas que llamamos del Norte, y la Osa Mayor que -llamamos el Carro; las cuales, ambas, se forman de siete estrellas que -rodean en veinticuatro horas una vez el polo y la estrella dicha del -Norte. Tampoco, segun Solino, se parecen las Siete Cabrillas en ella, -puesto que hay quien desto dude; y esto baste cuanto á la historia que -el Almirante toca de Alexandre, y de la Taprobana. Trae tambien otro -ejemplo el Almirante á los Reyes, del emperador Nero, el cual envió -á ver las fuentes del Nilo, rio señalado en el mundo, y el secreto de -donde nascia, y como y por qué causas, contra la propiedad y naturaleza -de todos los rios, en el verano crescia y hoy crece, trayendo tanta -abundancia de aguas, que riega todo el reino de Egipto, como quiera -que veamos todos los otros rios y fuentes, y pozos, en aquel tiempo -menguar por la sequedad; y mengüe los inviernos cuando abundan las -lluvias, que causan humidad grande, por cuya causa, todos los otros del -mundo vienen crecientes, rios y fuentes. Aquesta Historia pone Séneca, -en el libro VI, cap. 8.º, de las «Naturales Cuestiones,» bien á la -larga, donde dice así: Que Nero, deseoso y curioso por saber la verdad -de aquel secreto, envió dos Centuriones para inquirir el nacimiento -del dicho Nilo, y las causas de aquella novedad; estos fueron al rey -de Etiopía, y, dada cuenta de su embajada, el Rey los encaminó, y -dió favor, barcas y compañía para los otros Reyes por cuyos reinos y -tierras el rio pasaba, y, subiendo por él mucho arriba, llegaron á -ciertos pueblos donde habia ciertos lagos ó lagunas muy grandes, de -hondura profundísima, tan cubiertos y ocupados de hierba espesa, que -les impidieron adelante pasar: vieron, empero, donde estaban grandes -piedras dentro del agua, por las cuales, ó debajo dellas, manaba el -agua con gran ímpetu, en abundancia, y preguntados los vecinos de la -comarca, si sabian que aquellas lagunas ó lagos comenzaban allí, ó les -viniese el agua de otra parte, respondieron que no sabian, y con sola -esta noticia se volvieron á Roma. Y esto dice Séneca que oyó de los -mismos Centuriones. - - - - -CAPÍTULO CXXIX. - - -Porque habemos dado en el augmento y descrecimiento del rio Nilo, y es -una de las cosas que en el mundo hay admirables (admirable á los que la -ven, increible á los que la oyen, como dice Diodoro), pues el Almirante -D. Cristóbal Colon dió la ocasion á ello, donde muestra en esto y en -las otras historias tocadas tener noticia de muchas antigüedades, y -así convino, pues Dios le eligió para, por medio suyo, mostrar al -mundo tan oculta hazaña, paréceme no ser cosa inconveniente á nuestra -Historia, enjerir en ella lo que los antiguos sintieron diversamente -del nascimiento del rio Nilo, y de su creciente y menguante, y, al -cabo de muchas y varias opiniones referidas, colegir la falta que -tuvieron ignorando la Divina Escritura, y dellas conocer cual fué -la más probable y más allegada á lo natural. Egipto es toda tierra -muy llana y campestre, y por eso la puede muy bien regar toda el rio -Nilo; las ciudades, villas y lugares, los cortijos de los labradores -y majadas de los ganados, están todas cercadas de valladares, no -paredes de mucha resistencia, por no haberlo menester para se defender -de la creciente del rio, que nunca crece sino con gran mansedumbre, -suavemente. Cuando crece, como baña toda la tierra, parecen todas las -ciudades y habitaciones de los hombres como si fuesen distintas islas; -en tanto que dura la creciente tienen los ganados en establos, ó dentro -de sus cercadas, donde les tienen para aquel tiempo su hierba y su -comida; las otras bestias, no domésticas, si no se van con tiempo á -buscar lugares altos, todas se ahogan con el agua. Dos veces en el año -cresce y mengua el Nilo: la primera, comienza cuando el sol entra en -el signo Cáncer, y esto es á 16 de Junio, y dura esta creciente por -todo aquel signo, hasta que entra en el signo Leo; despues de entrado, -y llega á la estrella Canícula, que es cuando comienzan los dias -caniculares, cuasi mediado Julio, comienza poco á poco á descrecer de -la manera que fué creciendo, hasta quedar en su curso y agua ordinaria. -La segunda creciente hace, cuando entra el sol en el primer grado del -signo Virgo, que es cuasi mediado Agosto, y dura por un mes, hasta -que el sol entra en Libra; de allí se torna despues á su acostumbrado -estado. Strabon dice que dura el agua más de cuarenta dias, y, pasados -sesenta, queda la tierra enjuta y dispuesta para labrarla. Son estas -crecientes tan necesarias para la tierra de Egipto, que sino las -hobiese tan abundantes, segun el calor grande que allí hay por ser -la tierra muy austral, y como nunca jamás llueva, la tierra seria -toda polvo y estéril arena, como es alguna parte del mismo Egipto. La -justa creciente es, cuando sube el agua de su curso ordinario 16 codos -en alto; si son menores aguas, no lo riegan todo; si mayores, no se -enjuga con tiempo la tierra y detiénese el fruto. Cuando sube no más -de 12 padecen hambre, y cuando 13 lo mismo; 14 codos causa alegría; 15 -seguridad; 16 traen deleites con el abundancia. La mayor creciente, fué -cuando llegó á 18 codos, en tiempo que imperaba Claudio, Emperador; y -la más chica, de cinco, cuando andaba la guerra Pharsálica, conviene -á saber, la de entre César y Pompeyo, segun dice Plinio. Los egipcios -honran y adoran como Dios al rio Nilo, atribuyéndole algo de deidad, -lo cual prueban porque por sus crecientes y menguantes pronostican -los males ó bienes futuros, ó por mucha cantidad de agua, ó con la -falta della. Con el limo mucho que siempre trae el Nilo, queda la -tierra engrosada, pingüísima y fertilísima, de manera, que, con poco -trabajo y costa ninguna, se reciben ubérrimos frutos de pan y vino, -y frutas y todas las otras cosas; por la virtud y abundancia de la -hierba paren dos veces las ovejas, y otras dos dan de sí lana. Entre -tanto que dura la creciente y menguante, los Reyes y los que gobiernan, -navegan por el rio: es cosa no decente; la gente comun toda se emplea -en bailes, placeres y deleites. Cuán presto la tierra se enjuga, luego -se ara y se siembra, y más presto en aquella parte donde más calor -hace: todo lo susodicho es sacado de Plinio, libro V. cap. 9.º, y -de Solino, cap. 45 de su Polistor, y de Estrabon, libro XVII, y de -Diodoro, libro X, cap. 3.º En lo que toca al nascimiento deste rio -Nilo, concluyó Séneca, despues de haber mucho disputado, en el lugar -en el precedente capítulo dicho: Que como la tierra que está debajo -de la superficie sea limosa y llena de humidades, cuando concurren -juntamente en un lugar son causa que se hagan las grandes lagunas de -mar, y donde los rios, despues, con impetuoso curso manan, y desta -manera siente Séneca que todos los rios tienen su principio; pero como -sea esta proposicion contra la Divina Escritura que suena otra cosa, -mayormente cerca deste rio Nilo, falso es lo que dice Séneca; pero no -es de maravillar, pues no se avalanzaba á más de lo que le parecia, -segun su natural juicio. Así que, como aquel rio Nilo sea uno de los -cuatro que salen del terrenal Paraíso y se llama Geon (como parece, -Génesis, II, capítulo 4.º), que comunmente se llama Nilo, deste -vocablo _nilon_, griego, que quiere decir, limoso, porque su agua es -muy limosa, por lo cual hace por donde pasa fertilísima la tierra; -por ende las lagunas ó lagos que los Centuriones vieron no era el -nascimiento del Nilo, sino que salian allí sus aguas, que, más arriba, -debajo de tierra se habian sumido, y desta manera se sume en muchas -partes el mismo Nilo; y este discurso llevan Pomponio Mela, libro I, -cap. 9.º, y Plinio, libro V, cap. 9.º, y Solino, cap. 45, puesto que -no atinan de dónde traiga su orígen; y acá vemos en Castilla en el rio -de Guadiana, que nasce bien léjos de Estremadura, donde á ratos se -sume y va por bajo de tierra mucho camino, y, cuando sale descubierto, -parece tener allí su principio. Cuanto á la razon de por qué en verano -crece, mayormente en el principio de los meses y en sus fines, segun -dice el Filósofo en el fin del libro II, de Metheoros, fueron las -opiniones de los antiguos como dijimos; segun cuenta el Filósofo en el -tractado especial que hizo del acrecentamiento del Nilo, y Solino en -su Polistor, cap. 45, Herodoto, en el segundo libro de su Historia, -y Diodoro en el primer libro, y Séneca en las dichas Cuestiones -naturales, y Strabon en el libro XVII de su Geografía. Tales Milesius, -uno de los siete sabios de Atenas, dice que los vientos que cada año -corren por aquel tiempo allegaban las aguas de una parte á otra, y -así parecian las aguas en mayor cantidad, puesto que, en la verdad, -no fuesen mayores, como en una olla que hierve; Anaxágoras y otros -dijeron que la causa es por las muchas nieves que están en los montes -de Etiopía, que con el calor del sol en verano se derriten, y aquellas -hacen crecer tanto el Nilo; y esta opinion fácilmente se derrueca, -porque no podia haber tantas nieves, que tan gran cantidad de agua en -el Nilo causasen; y esta opinion, dice Herodoto, ser falsísima puesto -que, segun él dice, segun las otras, sea modestísima. La sentencia -de Thalero, filósofo, fué que cuando vientan los vientos etesios, -que son los que corren en los dias caniculares, los cuales, por su -frialdad, espesan las nubes que están sobre la fuente que imagina en -Etiopía, en el monte que se dice de la Luna, aquellas, con el aire, se -convierten en agua, y que de allí proviene en aquel tiempo crecer el -Nilo, y en el invierno que los dichos vientos no corren, menguar; á -esto se dice que no parece posible, por viento alguno, que tanto aire -se pueda convertir en agua, porque como de un puño de agua, cuando se -convierte agua en aire, salgan diez de aire, manifiesto es que si tal -conversion se hiciese, habria de hacerse gran cantidad de aire agua, -lo que parece ser falso. Otra razon mejor: si aquellos vientos tanta -cantidad de aire y de nubes convirtiesen en agua que hiciesen crecer -al Nilo, como aquellos vientos no corran indivisiblemente, necesario -se seguiria que las fuentes, arroyos y los rios que estuviesen cerca, -un tiro de ballesta y de piedra, del Nilo, tambien crecerian; pues -esto es falso, porque ninguna agua, por cercana que esté al Nilo, -cresce, sino sola del Nilo. Pomponio dice, que los vientos etesios, ó -ventando recio, detienen las aguas del Nilo que no salgan á la mar, y -entónces suben en alto las aguas del Nilo, ó que los mismos vientos -sean causa que cieguen las bocas del Nilo, por donde sale á la mar, -con mucha arena, y así, lo hagan subir en alto; esta razon refiere -Herodoto. Lo mismo afirma el historiador Amianno en el lib. XXII de su -Historia. Esta sentencia siguió Beda en el libro de _De Natura rerum_, -capítulo 43: _.....mense enim majo, dum ostiacius quibus in mare -influit zephiro flante, undis ejectis arenarum cummulo præstruuntur, -paulatim intumescens ac retro propulsus plana irrigat Egipti: vento -autem cesante ruptisque arenarum cumulis suo redditur alveo._ Pero á -esto se puede responder con la razon de arriba, que lo mismo acaesceria -en los otros rios, pero pues no se hace no debe ser aquesta la causa -en el Nilo, y esta respuesta es de Herodoto, diciendo que muchos rios -están en Siria y muchos en África, que aquestos impedimentos padezcan; -la misma respuesta da Diodoro, lib. I, cap. 4.º. San Gerónimo, sobre -el profeta Amós, cap[8], cuasi parece declinar en esta sentencia; dice -allí que el rio Nilo, una vez en el año, viene mucho avenido, tanto -que riega toda Egipto, pero que esto se hace por divino milagro, sin -algun aumento de agua, sino que se hacen grandes montones de arena en -las bocas del Nilo por donde entra en la mar, y así el agua de arriba -vuelve atras, y por acequias grandes que están hechas en la tierra -de Egipto, vá el agua á la bañar. Solino da otra razon, y es, que el -calor derribado del sol y de los otros planetas, levantan el agua del -Nilo, haciéndola más sotil, de la manera que se levanta en la olla -que hierve y hace parecer más de la que es, pero no lo es; á esto se -dice que no es suficiente razon porque si por el calor que levanta el -agua en alto, en tiempo de verano, el Nilo cresce, luego en todas las -partes donde hobiere calor crescerán los rios; esto es falso, porque -ántes vemos, con el calor, menguar los rios. Ephorus decia, que la -causa era esta: que como la tierra de Egipto fuese toda de su natura -seca y árida, y tenga muchas hendiduras y resquebrajaduras, rescibe -y atrae los inviernos la humedad y frio del cielo, la cual como en -el verano, por manera de sudor, la produzca, este sudor y humedad -hace crecer al Nilo en el verano; pero desta burla Diodoro diciendo -que no solamente Ephoro ignoró la region y la naturaleza de Egipto, -pero ni áun oyó á los que la sabian, donde tambien prueba contra él -haber mal dicho. Agatharchides Cnidius, allegándose más cerca de la -verdad, segun opinion de Diodoro que lo recita, dice: que porque en -los montes de Etiopía llueve grandes aguas desde el solsticio estival, -que es á 14 de Junio ó á 14 dél, hasta el equinoccio del Otoño, que -es á 14 de Setiembre, por esto no ser maravilla que en el invierno -traiga el Nilo sola el agua ordinaria natural que mana de sus fuentes, -y en el verano venga muy pujante; y en esta sentencia parece Diodoro -declinar. Herodoto, en el segundo libro de su Historia, desta duda -esta sentencia puso: que tiene quel sol en el verano, cuando está -en medio del cielo, conviene á saber, en la equinoccial, vientos -frios causa y trae á sí mucho humor, el cual humor derrama sobre la -tierra hácia las fuentes del Nilo, que están puestas so el circuito -de Capricornio, cuando viene al solsticio estival, que es, como se -dijo, á 14 de Junio, cuando vientan los vientos Austro y áfricos, que -naturalmente son pluviosos, y de aquí el Nilo cobra su creciente en -los veranos; de aquí, cuando el sol torna al equinoccio autumnal, que -es á 14 de Setiembre, trae á sí las lluvias y las aguas de la tierra -y de los rios, pero no las derrama sobre las fuentes dichas, porque -hácia allá va el sol y hace seca, secando los aires y las tierras, y -en este tiempo, que es invierno, es necesario menguar el Nilo en su -agua. Desta sentencia tambien murmura Diodoro, pero no responde á ella. -Lucano, en el libro X, estima que deste crecimiento del Nilo ninguna -otra razon suficiente se puede dar, sino que Dios quiso proveer al -reino de Egipto del agua necesaria, por vía maravillosa, pues allí -no quiso que lloviese, sin la cual no podia pasar; y esta no es muy -indigna razon, y no discrepa mucho de la de San Jerónimo. Aristóteles -en el dicho Tractado de la inundacion ó creciente y menguante del -Nilo, recitadas muchas opiniones, dice la suya, y es: que en la madre -del rio Nilo hay muchas secretas fuentes que en el invierno están -cerradas sin manar, y en el verano se abren y manan, dando de sí tanta -agua, que hacen al Nilo avenir con gran pujanza que toda la tierra -de Egipto pueda bañar; pero ni Aristóteles, ni Solino, ni Herodoto, -ni Séneca, ni los demás, dan suficientes razones, por ignorar el -principio, que es el orígen del Nilo, el cual estimaban estar en -alguno de los lugares desta nuestra tierra habitable, como nazca del -Paraíso terrenal, el que todos ignoraron. Lo que más verdad parece, y -ser causa de esta creciente y menguante en ciertos tiempos, es alguna -virtud secreta natural, la cual se consigue allí inmediatamente, en -su misma fuente, en el Paraíso, de donde nasce. Otro rio hay en el -mundo que sólo á semejanza del Nilo cresce y mengua una vez en el año, -conviene á saber, cuando el sol está en el vigésimo grado del signo -de Cancrio, y dura esta cresciente por todo el Cancrio y el signo de -Leon, hasta tanto que el sol quiere pasar al signo de Virgen; la causa -desto, dice Solino en el cap. 50 de su Polistor, hablando del rio -Euphrates, es porque Euphrates y el Nilo están constituidos debajo de -semejantes paralelos del mundo, aunque en diversos lugares, y de aquí -es que la misma virtud, en ambos á dos rios, el sol y todo el cielo -influyen. Alguno contradice que estén debajo de semejantes, y á Solino -responden que habla por opinion de otros, y así parece: _Quod gnomonici -similibus paralellis accidere contendunt, quos pares et cœli et -terrarum positione æqualitas normalis efecit lineæ, unde apparet ista -duo flumina, scilicet, Nilus et Euphrates, admodum ejusdem perpendiculi -constituta, licet e diversis manent plagis easdem incrementi causas -habere._ Pero como, en la verdad, ambos á dos, estos rios, más juntos -sean entre sí que los otros rios del Paraíso, parece que á la salida -del Paraíso la misma virtud se les comunique; por manera que, segun -nos, el principio y orígen del Nilo, cierto es ser en el Paraíso, -pero segun los gentiles autores, que ingnoraron la Divina Escritura, -diversas y dudosas opiniones tuvieron de su origen, y así dice Solino: -_Ignari siderum et locorum varias de excesibus ejus (excesus vocat Nili -incrementum), causas dederunt_. Y Diodoro tambien lo mismo afirma: -_Itaque locorum inscitia errandi materiam priscis scriptoribus præbuit, -Nili fontes locaque ex quibus fluit nullus ad hoc tempus neque vidisse -se dicit, neque audisse ab aliis qui se assererent aspexisse, ex quo -res ad opiniones et conjeturas pervenit._ La razon de la diversidad -de opiniones es la que se ha tocado, que aunque aquellos cuatro rios -su primer origen sea en el Paraíso pero como, despues de salidos dél, -por algun espacio se oculten debajo de tierra y otra vez parezcan, -por esta causa los gentiles creyeron que en aquellas bocas por donde -salian estaban sus fuentes. Así que, segun la opinion de los gentiles, -certísima y famosísima, segun declara Solino, cap. 45 _De Egipto_, -cuanto á lo que ellos pudieron saber, ignorando la Divina Escritura, -el rio Nilo tiene su origen en el monte de Mauritania la inferior, más -cercana del mar Océano, que se llama el monte de la Luna, y hace allí -un profundo lago que Nilides se nombra; y así lo dice Plinio, libro V, -capítulo 9.º: _Nilus incertis ortus fontibus_; et infra: _Lacu protinus -stagnante quem vocant Nilidem_; y esto prueba, porque las mismas -hierbas y los mismos peces y bestias que cria y produce el Nilo, se -hallan en el lago dicho, do sale y corre por algunos dias, despues se -torna á encubrir, yendo por debajo de la tierra, y tórnase á descubrir -en una gran cueva de Mauritania cesariense, con mucho más ímpetu de -aguas y con las mismas señales de hierbas y peces y otras bestias, y -allí se torna á encubrir, y no sale hasta llegar á Etiopía, y de allí -saliendo, aparece todo el rio negro como la pez. Allí es el término -y fin de África, y los vecinos de aquella region le llaman Astapun, -que quiere decir agua de las tinieblas salida; de allí, corriendo por -muchos y diversos lugares, hace muchas y diversas islas, la principal -y más nombrada de las cuales es la isla Menor, donde se situa el clima -primero, segun la division de los climas que hicieron los antiguos, que -se dice Diameroes; despues entra en la tierra de Egipto, y hace las -maravillas dichas, y al fin entra en la mar por siete bocas ó puertas, -de las cuales se verá por Plinio en el cap. X del libro 5.º Y esto -baste cuanto á la historia que toca al rio Nilo. - - - - -CAPÍTULO CXXX. - - -Dejada la digresion donde referimos algunas historias que tocó en -sus palabras el Almirante, para dar noticia á quien no las sabia, y -acordarlas á los que las leyeron, mayormente los secretos del Nilo, el -fin que pretendemos dicta que tornemos á tomar nuestro hilo. Partió, -pues, nuestro primer Almirante en nombre de la Santísima Trinidad -(como él dice, y así siempre solia decir), del puerto de Sant Lúcar -de Barrameda, miércoles, 30 dias de Mayo, año de 1498, con intento de -descubrir tierra nueva, sin la descubierta, con sus seis navíos. Bien -fatigado, dice él, de mi viaje, que donde esperaba descanso cuando yo -partí destas Indias, se me dobló la pena; esto dice por los trabajos -y nuevas resistencias y dificultades con que habia habido los dineros -para despacharse, y los enojos recibidos sobre ello con los oficiales -del Rey, y los disfavores y mal hablar que, las personas que le podian -con los Reyes dañar, á estos negocios de las Indias daban; para remedio -de lo cual le parecia que no le bastaba lo mucho trabajado, sino que -de nuevo le convenia, para cobrar nuevo crédito, trabajar; y, porque -entónces estaba rota la guerra con Francia, túvose nueva de una armada -de Francia, que aguardaba sobre el cabo de Sant Vicente al Almirante, -para tomarlo, por esta causa, deliberó de hurtarles el cuerpo, como -dicen, y hace un rodeo enderezando su camino derecho á la isla de la -Madera. Llegó á la isla del Puerto Sancto, jueves, 7 de Junio, donde -paró á tomar leña, y agua, y refresco, y oyó misa, y hallóla toda -alborotada y alzadas todas las haciendas, muebles, y ganados, temiendo -no fuesen franceses; y luego, aquella noche, se partió para la isla -de la Madera, que, como arriba dejamos dicho, está de allí unas 12 -ó 15 leguas, y llegó á ella el domingo siguiente, á 10 de Junio. En -la villa le fué hecho muy buen recibimiento y mucha fiesta, por ser -allí muy conocido, que fué vecino de ella en algun tiempo; estuvo allí -proveyéndose cumplidamente de agua y leña, y lo demas necesario para -su viaje, seis dias. El sábado, á 16 de Junio, partió con sus seis -navíos de la isla de la Madera, y llegó, mártes siguiente, á la isla -de la Gomera; en ella halló un corsario francés, con una nao francesa -y dos navíos que habia tomado de castellanos, y, como vido los seis -navíos del Almirante, dejó las anclas y el un navío, y dió de huir -con el otro, el francés; envia tras él un navío, y como vieron, seis -españoles que iban en el navío que llevaba tomado, ir un navío en su -favor, arremeten con otros seis franceses que los iban guardando, y, -por fuerza, métenlos debajo de cubierta, y así los trajeron. Aquí, en -la isla de la Gomera, determinó el Almirante enviar los tres navíos -derechos á esta isla Española, porque, si él se detuviese, diesen nueva -de sí, é alegrar y consolar los cristianos con la provision de los -bastimentos, mayormente dar alegría á sus hermanos, el Adelantado y D. -Diego, que estaban por saber dél harto deseosos; puso por Capitan de -un navío á un Pedro de Arana, natural de Córdoba, hombre muy honrado, -y bien cuerdo, el cual yo muy bien cognoscí, hermano de la madre de -D. Hernando Colon, hijo segundo del Almirante, y primo de Arana, el -que quedó en la fortaleza con los 38 hombres que halló á la vuelta -muertos el Almirante; el otro Capitan del otro navio, se llamó Alonso -Sanchez de Carabajal, Regidor de la ciudad de Baeza, honrado caballero. -El tercero, para el otro navío, fué Juan Antonio Columbo, ginovés, -deudo del Almirante, hombre muy capaz y prudente, y de autoridad, con -quien yo tuve frecuente conversacion; dióles sus instrucciones segun -convenia, y en ellas les mandó, que, una semana uno, otra semana otro, -fuese cada uno Capitan general de todos tres navíos, cuanto á la -navegacion y á poner farol de noche, que es una lanterna con lumbre que -ponen en la popa del navío, para que los otros navíos sepan y sigan por -donde vá y guía la Capitana. Mandóles que fuesen al Oeste, cuarta del -Sudueste, 850 leguas, y que entónces serian con la isla Dominica; de la -Dominica, que navegasen Oest-Noroeste, y tomarian la isla de Sant Juan, -y que fuesen por la parte del Sur della, porque aquel era el camino -derecho para ir á la Isabela Nueva, que agora es Sancto Domingo. La -isla de Sant Juan pasada, que dejasen la isla Mona al Norte, y de allí -toparian luego la punta desta Española, que llamó de Sant Rafael, el -cual agora es el cabo del Engaño; de allí á la Saona, la cual dice que -hace buen puerto entre ella y esta Española. Siete leguas hay otra isla -adelante, que se llama Sancta Catherina, y de allí á la isla Nueva, -que es el puerto de Sancto Domingo, como dicho es, hay 25 leguas. -Mandóles que donde quiera que llegasen y descendiesen á se refrescar, -por rescate comprasen lo que hobiesen menester, y que á poco que diesen -á los indios, aunque fuesen á los caníbales, que decian comer carne -humana, habrian lo que quisiesen, y les darian los indios todo lo que -tuviesen, pero si fuese por fuerza, lo esconderian y quedarian en -enemistad. Dice más en la Instruccion, que él iba por las islas de Cabo -Verde (las cuales, dice, que antiguamente se llamaban Gorgodes, ó segun -otros, Hespéridos), y que iba, en nombre de la Santísima Trinidad, -con propósito de navegar al Austro dellas hasta llegar debajo de la -línea equinoccial, y seguir el camino del Poniente hasta que esta isla -Española le quedase al Norueste, para ver si hay islas ó tierras. -Nuestro Señor, dice él, me guie y me depare cosa que sea su servicio y -del Rey y la Reina, nuestros señores, y honra de los cristianos, que -creo que este camino jamás le haya hecho nadie, y sea esta mar muy -incógnita. Y aquí acaba el Almirante su Instruccion. - -Tomada, pues, agua y leña y otras provisiones, quesos en especial, -los cuales hay allí muchos y buenos, hízose á la vela el Almirante -con sus seis navíos, jueves, 21 dias de Junio, la vía de la isla del -Hierro, que dista de la Gomera obra de 15 leguas, y es, de las siete -de las Canarias, hácia el Poniente, la postrera. Pasando della, tomó -el Almirante su derrota, con una nao y dos carabelas, para las islas -del Cabo Verde, y despidió los otros tres navíos en nombre de la Sancta -Trinidad, y dice que le suplicó tuviese cargo dél y de todos ellos; y -al poner del Sol se apartaron, y los tres navíos tomaron su vía para -esta isla. Aquí el Almirante hace mencion á los Reyes del asiento que -habia tomado con el rey de Portugal, que no pasasen los portugueses -al Oeste de las islas de los Azores y Cabo Verde, y hace tambien -mencion como los Reyes lo enviaron á llamar para que se hallase en -los conciertos, con los que á la particion habian de concurrir, y que -no pudo ir por la grave enfermedad que incurrió en el descubrimiento -de la tierra firme de las Indias, conviene á saber, de Cuba, que tuvo -siempre, como no la pudo rodear, aún hasta agora, por tierra firme; -añide más, que luego sucedió la muerte del rey don Juan, ántes que -pudiese aquello poner en obra. Debia ser, que como aquello se trató -el año de 93 y 94, habria entretanto de entrambas partes impedimentos -hasta el año de 97 que murió el rey D. Juan de Portugal, como arriba se -vido, cap. 126, y por esto dice aquí el Almirante, que por la muerte -del rey D. Juan no se pudo poner en obra. Siguiendo pues su camino -el Almirante, llegó á las islas de Cabo Verde, las cuales, segun él -dice, tienen falso nombre, porque nunca vido cosa alguna verde, sino -todas secas y estériles. La primera que vido fué la isla de la Sal, -miércoles, 27 de Junio, y es una isla pequeña; de allí fué á otra -que tiene por nombre Buenavista, y es esterilísima, donde surgió -en una bahía, y cabe ella esta una isleta chiquita; á esta isla se -vienen á curar todos los leprosos de Portugal, y no hay en ella mas -de seis ó siete casas. Mandó el Almirante sacar las barcas á tierra -para se proveer de sal y carne, porque hay en ella gran número de -cabras. Vino un Mayordomo, de cuya era aquella isla, llamado Rodrigo -Alonso, escribano de la Hacienda del rey en Portugal, á los navíos á -ofrecer al Almirante lo que en ella hobiese, que él hobiese menester; -agradescióselo é hízole dar del refresco de Castilla con que se gozó -mucho. Aquel le hizo relacion de como venian allí los leprosos á se -curar de su lepra, por la abundancia grande que hay de tortugas en -aquella isla, que comunmente son tan grandes como adargas; comiendo del -pescado dellas, y lavándose con la sangre dellas muchas veces, sanan -de la lepra; vienen allí tres meses del año, Junio, Julio y Agosto, -infinitas tortugas de hácia la tierra firme, que es Etiopía, á desovar -en la arena, las cuales, con las manecillas y piés, escarban en el -arena y desovan sobre quinientos huevos y más, tan grandes como de -gallina, salvo que no tienen la cáscara dura, sino un hollejo tierno -que cubre la yema, como el hollejo que tienen los huevos de la gallina -quitada la cáscara dura; cubren los huevos con el arena como si lo -hiciese una persona, y allí el sol los ampolla, y, formados y vivos -los tortuguitos, luego se van á buscar la mar, como si vivos y por sus -piés hubieran salido della. Tomaban allí las tortugas de esta manera; -que con lumbre de noche, que son hachas de leña seca, van buscando el -rastro de la tortuga, que no lo hace chico, y hállanla durmiendo de -cansada; llegan de presto y trastórnanla, volviendo la concha de la -barriga arriba, y la del lomo abajo, y déjanla, porque segura queda que -ella se pueda volver, y luego van á buscar otra: y lo mismo hacen los -indios en la mar, que si llegan estando durmiendo y la vuelven, queda -segura para tomarla cuando quisieren, puesto que otro mejor arte tienen -los indios en tomarlas en la mar, como se dirá, si Dios quisiere, -cuando trataremos de la descripcion de Cuba. Los sanos que vivian en -aquella isla de Buenavista, como ni áun agua no tienen, sino salobre -de unos pozos, eran seis ó siete vecinos, cuyo ejercicio era matar -cabrones y salar los cueros para inviar á Portogal en las carabelas -que allí por ellos vienen, de los cuales, les acaescia en un año matar -tantos, y enviar tantos cueros, que valian 2.000 ducados al Escribano, -cuya era la isla; habíanse criado tanta multitud de cabras y machos de -solas ocho cabezas. Acaecíales á aquellos que allí vivian, estar cuatro -y cinco meses que ni comian pan ni bebian vino, ni otra cosa, sino -aquella carne cabruna, ó pescado, ó las tortugas; todo esto dijeron -aquellos al Almirante. Partióse de allí, sábado, de noche, 30 de -Junio, para la isla de Santiago, y domingo, á hora de vísperas, llegó -á ella, porque dista 28 leguas; y esta es la principal de las de Cabo -Verde. Quiso en esta tomar ganado vacuno, para traer á esta Española, -porque los Reyes se lo habian mandado, y para ello estuvo allí ocho -dias y no pudo haberlo; y porque la isla es enfermísima, porque se asan -en ella los hombres, y le comenzaba su gente á enfermar, acordó de -partirse. Torna el Almirante á decir que quiere ir al Austro, porque -entiende, con ayuda de la Santísima Trinidad, hallar islas y tierras, -con que Dios sea servido, y sus Altezas y la cristiandad hayan placer, -y que quiere ver cual era la intincion del rey D. Juan de Portogal, -que decia que al Austro habia tierra firme; y por esto dice que tuvo -diferencias con los reyes de Castilla, y en fin, dice, que se concluyó -que el rey de Portogal hobiese 370 leguas de las islas de los Azores y -Cabo Verde, del Oeste al fin del Norte, de polo á polo; y dice más, que -tenia el dicho rey D. Juan por cierto, que dentro de sus límites habia -de hallar cosas y tierras famosas. Viniéronle á ver ciertos principales -de aquella isla de Santiago, y dijéronle que al Sudoeste de la isla -del Fuego, que es una de las mismas de Cabo Verde, que está desta 12 -leguas, se veia una isla, y que el rey D. Juan tenia gran inclinacion -de enviar á descubrir al Sudoeste, y que se habian hallado canoas, que -salian de la costa de Guinea, que navegaban al Oeste con mercadurías. -Aquí torna el Almirante á decir, como que hablara con los Reyes: «Aquel -que es trino y uno me guie, por su piedad y misericordia, en que yo -le sirva, y á Vuestras Altezas dé algun placer grande y á toda la -Cristiandad, así como fué de la fallada de las Indias, que sonó en todo -el mundo.» - - - - -CAPÍTULO CXXXII. - - -Miércoles, 4 dias de Julio, mandó alzar y dar las velas de aquella -isla de Santiago, en la cual, dice que, despues que á ella llegó, -nunca vido el sol ni las estrellas, sino los cielos cubiertos de tan -espesa neblina, que parecia que la podian cortar con cuchillo, y -calor intensísimo que los angustiaba, y mandó gobernar por la vía del -Sudueste, que es camino que lleva desde aquellas islas al Austro y -Mediodia, en nombre, dice él, de la Santa é individua Trinidad, porque -entónces estaria Leste-Oeste con la tierra de la Sierra Leona y cabo -de Sancta Ana, en Guinea, que es debajo de la línea equinoccial, donde -dice que debajo de aquel paralelo del mundo se halla más oro y cosas -de valor; y que despues navegarian, placiendo á Nuestro Señor, al -Poniente, y de ahí pasaria á esta Española, en el cual camino veria -la opinion del rey D. Juan, susodicha. Y que pensaba experimentar lo -que decian los indios de esta Española, que habia venido á ella, de la -parte del Austro y del Sueste, gente negra, y que trae los hierros de -las açagayas de un metal que llaman guanin, de lo cual habia enviado -á los Reyes hecho el ensayo, donde se halló que de las treinta y dos -partes, las diez y ocho eran de oro, y las seis de plata, y las ocho -de cobre. Prosiguiendo por este su camino del Sudoeste, comenzó á -hallar hierbas de las que se topan camino derecho destas Indias; y -dice aquí el Almirante, despues que anduvo 480 millas, que hacen 120 -leguas, que, en anocheciendo, tomó el altura, y halló que el estrella -del Norte estaba en 5°; pero á mí parece, que debia haber andado más -de 200 leguas, y que está errada la letra, porque más camino hay por -aquel rumbo de 200, desde las islas de Cabo Verde y de la de Santiago, -de donde partió, hasta ponerse un navío en 5° de la equinoccial, como -verá cualquiera marinero que lo mirare por la carta y por el altura -lo mismo. Y dice que allí, viernes, 13 dias de Julio, le desmamparó -el viento, y entró en tanto calor y ardor, y tan vehemente, que temió -que los navíos se le encenderian y la gente pereceria; fué todo tan -de golpe y súbito, cesar el viento y sobrevenir el calor excesivo y -desordenado, que no habia persona que osase asomar á entrar abajo de -cubierta, para remediar la vasija del vino y agua, que se le reventaba -rompiéndose los aros de las pipas; el trigo ardia como fuego; los -tocinos y carne salada se asaban y podrecian; duróle aqueste ardor y -fuego ocho dias. El primero fué claro con sol que los asaba; proveyóle -Dios con menor daño, porque los siete siguientes llovió y hizo nublado, -pero con todo esto no hallaban remedio para que esperasen que no habian -de perecer de quemados, y si, como el primer dia hizo sol y claro, los -siete lo hiciera, dice aquí el Almirante, que fuera imposible escapar -con vida hombre dellos, y así, fueron divinalmente socorridos con -lloverles algunos aguaceros y hacer aquellos dias nublados. Determinó, -de que si Dios le diese viento para salir de aquella angustia, correr -al Poniente algunos dias, y despues que se viese en alguna templanza, -tornar hácia el Austro, que era el camino que proseguir deseaba. -Nuestro Señor, dice él, me guie y dé gracia, que yo le sirva, y á -Vuestras Altezas traiga nuevas de placer; dice que se acordó estando en -estas ardientes brasas, que cuando venia á estas Indias en los viajes -pasados, siempre que llegaba hácia el Poniente 100 leguas, en paraje -de las islas de los Azores, hallaba mudamiento en la templanza de -Septentrion al Austro, y por esto se queria ir al Poniente á poner en -el dicho paraje. En el mismo paralelo debia de ir el Almirante, ó por -mejor decir, meridiano, que llevó Hanon, Capitan de los cartagineses, -con su flota, que saliendo de Cáliz y pasando al Océano, á la siniestra -de Libia ó Etiopía, despues de treinta dias, yendo hácia el Mediodia, -entre otras angustias que pasó, fué tanto el calor y fuego que padeció, -que parescia que se asaban; oyeron tantos truenos y relámpagos, que -los oidos les atormentaban y los ojos les cegaban, y no parecia sino -que llamas de fuego caian del cielo. Esto dice Amiano, entre los -historiadores griegos, seguidor de verdad, muy nombrado en la «Historia -de la India» hácia el cabo, y refiérelo Ludovico Celio, en el lib. -I, cap. 22 de las «Lectiones antiguas.» Así que, tornando á los dias -trabajosos, el sábado, que se contaron 14 de Julio, estando las Guardas -en el brazo izquierdo, dice que tenia el Norte en 7.º; vido grajos -negros y blancos, que son aves que no se alejan mucho de la tierra, y -por esto tiénense por señal de tierra. Enfermó en este camino de gota -y de no dormir, pero no por eso dejaba de velar y trabajar con gran -cuidado y diligencia. Domingo y lúnes vieron las mismas aves y más -golondrinas, y parecieron unos peces que se llaman botos, que son poco -más ó ménos que grandes terneras, que tienen la cabeza muy roma ó bota. -Dice aquí el Almirante, incidentemente, que las islas de los Azores, -que antiguamente se llamaban Casetérides, están situadas en fin del -quinto clima. Juéves, 19 de Julio, hizo tan grande é intenso calor, -que pensaron arderse los hombres con las naos; pero porque nuestro -Señor, á vueltas de las aflicciones que dá, suele, con interpolacion -del contrario, alivianarlas; socorrióle con su misericordia al cabo -de aquellos siete ú ocho dias, dándole muy buen tiempo para desviarse -de aquel fuego, con el cual buen viento navegó hácia Poniente diez -y siete dias, siempre con intincion de tornar al Austro y ponerse, -como arriba dijo, en tal region, que le quedase aquesta Española al -Norte ó Setentrion donde pensaba que habia de hallar tierra, ántes ó -despues del dicho paraje; y así entendia remediar los navíos que ya -iban abiertos del calor pasado, y los bastimentos que en mucho tenia, -por la necesidad que dellos tenia para traerlos á esta isla, y los -muchos trabajos que al sacar de Castilla le costaron, é iban perdidos -cuasi y dañados. El Domingo, 22 de Julio, á la tarde, ya que iba con -el buen tiempo, vieron pasar innumerables aves del Oesudueste hácia -el Nordeste; dice que era gran señal de tierra. Lo mismo vieron el -lúnes siguiente y los dias despues, uno de los cuales vino á la nao -del Almirante un alcatraz y otros muchos parecieron otro dia, y las -otras aves que se llaman rabihorcados. Al décimo séptimo dia del buen -tiempo que llevaba esperaba el Almirante ver tierra, por las dichas -señales de las aves vistas, y como no la vido el lúnes, otro dia, -mártes, 31 dias de Julio, como le faltase ya el agua, deliberó de mudar -derrota, y esta era el Oeste y se acostar á la mano derecha, é ir á -tomar á la isla Dominica, ó alguna de los caníbales, que hoy llaman los -caribes; y así mandó gobernar al Norte, cuarta del Nordeste, y anduvo -por aquel camino hasta medio dia, pero como su divina Majestad, dice -él, haya siempre usado de misericordia conmigo, por acertamiento, y -acaso, subió un marinero de Huelva, criado mio, que se llamaba Alonso -Perez, á la gavia, y vido tierra al Oeste, y estaba 15 leguas della, -y lo que pareció della fueron tres mogotes, ó tres montañas. Puso -nombre á esta tierra, la isla de la Trinidad, porque así lo llevaba -determinado, que la primera tierra que descubriese así se llamase, y -plugo, dice él, á Nuestro Señor, por su alta Magestad, que la vista -primera fueron todos juntos tres mogotes, digo, tres montañas, todas -á un tiempo y en una vista. Su alta potencia por su piedad me guie, -dice él, y en tal manera, que haya él mucho servicio, y Vuestras -Altezas mucho placer; que es cierto que la fallada desta tierra, en -esta parte, fué gran milagro, atanto como la fallada del primer viaje. -Estas son sus palabras. Dió infinitas gracias á Dios, como tenia de -costumbre, y todos alabaron á la bondad Divina, y con gran regocijo y -alegría, dijeron, cantada, la _Salve Regina_, con otras coplas y prosas -devotas que contienen alabanzas de Dios y de Nuestra Señora, segun la -costumbre de los marineros, al ménos los nuestros de España, que con -tribulaciones y alegrías suelen decirla. Aquí hace una digresion y -epílogo de los servicios que ha hecho á los Reyes, y de la voluntad -que siempre tuvo encendida de les servir, no como malas lenguas, dice -él, y falsos testigos por invidia dijeron; y cierto yo creo que estos -tales tomó Dios por instrumentos para le afligir, porque le quiso bien, -porque muchos, sin por qué ni para qué, le infamaron y estorbaron estos -negocios, y hicieron que los Reyes se atibiasen y cansasen de gastar y -tener aficion y estima de que estas Indias habian de dar provecho, al -ménos que fuese más que los gastos con augmento les viniesen. Repite -el calor que padeció, y como áun iba hoy por el mismo camino paralelo, -sino que por se llegar á la tierra por la vía que tomó cuando mandó -gobernar al Poniente, porque la tierra echa de sí frescores que salen -de sus fuentes y rios, y de sus aguas, causan templanza y suavidad, y -por esta causa, dice que pueden navegar los portogueses que van á la -Guinea, que está debajo de la línea equinoccial, porque van de luengo -de tierra ó de costa, como es comun hablar; dice más, que agora estaba -en el mismo paralelo de donde llevan el oro al rey de Portogal, por lo -cual creyó que quien buscase aquellos mares hallaria cosas de valor. -Confiesa aquí que no hay hombre en el mundo á quien Dios haya echo -tanta merced, y le suplica que le depare cosa con que Sus Altezas -reciban mucho placer y toda la cristiandad; y dice que, aunque otra -cosa de provecho no hobiese, sino estas tierras tan hermosas, que son -tan verdes y llenas de arboledas y palmas, que llevan ventaja á las -huertas de Valencia por Mayo, se deberian mucho de estimar, y dice en -esto verdad, y adelante lo encarecerá, con mucha razon, más. Dice, que -cosa es de milagro que tan cerca de la equinoccial, como á 6°, tengan -los reyes de Castilla tierras, estando la Isabela de la dicha línea -distante 24°. - - - - -CAPÍTULO CXXXIII. - - -Vista, pues, la tierra, con gran consuelo de todos, deja el camino -que queria llevar en busca de alguna de las islas de los caníbales -para proveerse de agua, de que tenia gran necesidad, y da la vuelta -sobre la tierra que habian visto, hácia un cabo que parecia estar al -Poniente, al cual llamó cabo de la Galera, por una peña grande que -tenia que desde léjos parecia galera que iba á la vela; llegaron allí á -hora de completas; vieron buen puerto, sino que era hondo y pesóle al -Almirante, por no poder en él entrar, siguió su camino á la punta que -habia visto, que era hácia el Austro siete leguas, y no halló puerto. -En toda la costa halló que las arboledas llegaban hasta la mar, la -cosa mas hermosa que ojos vieron. Dice que esta isla debe ser grande; -gente pareció, y una canoa cargada dellos de léjos, que debian estar -pescando, fuéronse huyendo á tierra á unas casas que allí parecian; la -tierra era muy labrada y alta, y hermosa. Miércoles, 1.º de Agosto, -corrió la costa abajo hácia el Poniente, cinco leguas, y llegó á una -punta, donde surgió con todos tres navíos, y tomaron agua de fuentes y -de arroyos; hallaron rastro de gente, instrumento de pescar, y rastro -de cabras, pero no eran sino de venados, que hay mucho por aquellas -tierras; dice que hallaron lignaloes, y palmares grandes, y tierras muy -hermosas, de que sean dadas infinitas gracias á la Sancta Trinidad; -estas son sus palabras. Vido muchas labranzas por luengo de costa, y -muchas poblaciones; vido desde allí, hácia la parte del Sur ó Austro, -otra isla, que el luengo della iba más de 20 leguas; y bien pudiera -decir 500, porque esta es la tierra firme, de la cual, como vido un -pedazo, parecióle que seria isla, á esta puso nombre la isla Sancta. -Dice aquí, que no quiso tomar algunos indios por no escandalizar -la tierra. Del cabo de la Galera á la punta donde tomó el agua, que -creo que la nombró la Punta de la Playa, dice que, habiendo sido gran -camino, y corríase leste gueste (debe decir de Levante á Poniente se -andaba), no habia puerto en todo aquel camino, pero era tierra muy bien -poblada y labrada, y de muchas aguas y arboledas muy espesas, la cosa -más hermosa del mundo, y los árboles hasta la mar. Es aquí de saber, -que cuando los árboles de la tierra llegan hasta la mar, es señal que -aquella costa de mar no es brava, porque cuando es brava, no hay árbol -por allí ninguno, escombrado arenal. La corriente surgente, que es la -que viene de arriba, y la montante, que es la que para arriba sube de -abajo, dice que parece ser grande. La isla que le queda al Sur, dice -ser grandísima, porque va ya descubriendo la tierra firme, aunque no -estimaba sino que isla era. Dice que vino á buscar puerto de luengo -de la isla de la Trinidad, jueves, 2 dias de Agosto, y llegó hasta el -Cabo de la isla de la Trinidad, que es una punta, á la cual puso por -nombre la Punta del Arenal, que está al Poniente; por manera que ya era -entrado en el Golfo que llamó de la Ballena, donde padeció gran peligro -de perder todos los navíos, y él aún no sabia que estaba cercado de -tierra, como se verá. Este Golfo es cosa maravillosa, y peligrosa por -el rio grandísimo que entra en él, que se llama Yuyaparí, la última -sílaba luenga, este viene de más de 300 y creo que de 400 leguas, y las -300 se han ido por él arriba, dello con nao, y dello con bergantines, -y dello con grandes canoas; y como sea grandísimo el golpe del agua -que trae siempre, mayormente en este tiempo de Julio y Agosto, en que -por allí el Almirante andaba, que es tiempo de muchas aguas, como en -Castilla por Octubre y Noviembre, y así queria naturalmente salir á -la mar, la mar con su ímpetu grande, de su misma naturaleza, querria -quebrar en la tierra, y como aquel Golfo esté cercado de tierra -firme por una parte, y por otra la isla de la Trinidad, y así sea -estrechísimo para tan impetuoso poder de aguas contrarias, es necesario -que cuando se junten, haya entre ellas terrible pelea, y peligrosísimo -para los que allí se hallaren, el combate. Dice aquí que la isla de la -Trinidad es grande, porque desde el cabo de la Galera hasta la Punta -del Arenal, donde al presente estaba, dice que habia 35 leguas; digo -yo que hay más de 45, como verá el que lo quisiere ver por las cartas -del marear, puesto que no tiene agora aquellos nombres escritos en -las cartas, porque ya se han olvidado, y verlo hán, considerando el -camino que el Almirante trujo hasta llegar allí, é por qué parte vido -la primera tierra della, y de allí dónde fué á parar, y así coligirá -cual llamó el cabo de la Galera, y cual la Punta del Arenal. No es de -maravillar que el Almirante no tasase puntualmente las leguas de la -isla, porque iba bajándola pedazo á pedazo. Mandó salir en esta Punta -del Arenal y fin de la isla, hácia el Poniente, la gente en tierra -para que se holgasen y recreasen, porque venian cansados y fatigados, -los cuales hallaron la tierra muy hollada de venados, aunque ellos -creian que eran cabras. Este jueves, 2 de Agosto, vino de hácia -Oriente una gran canoa, en que venian 25 hombres, y llegados á tiro de -lombarda dejaron de remar, y á voces dijeron muchas palabras; creia -el Almirante, y yo así lo creo, que preguntarian qué gente eran, así -como suelen los otros de las Indias, á lo cual respondieron, no con -palabras, sino mostrándoles ciertas bacinetas de laton, y otras cosas -lucias, para que se llegasen á la nao, con meneos y señas halagándoles. -Acercáronse algo, y despues venian arredrados del navío; y, como no -se quisiesen allegar, mandó el Almirante subir al castillo de popa -un tamborino, y á los mancebos de la nao que bailasen, creyendo -agradarles, pero no lo sintieron así, ántes como vieron tañer y bailar, -tomáronlo por señal de guerra, y como si fuera desafiarlos; dejaron -todos los remos y echaron mano á sus arcos y flechas, embrazó cada uno -su tablachina, y comenzaron á tirarles una buena nubada de flechas. -Visto esto por el Almirante, mandó cesar la fiesta de tañer y bailar, y -sacar sobre cubierta algunas ballestas, y tirarles con dos ballestas, -no más de para asombrarlos; los cuales, luego, tiradas las flechas, se -fueron á una de las dos carabelas, y, de golpe, sin temor, se pusieron -debajo la popa, y el piloto de la carabela, sin temor tambien alguno, -se descolgó de la popa abajo, y entróse con ellos en la canoa con -algunas cosas que les dió; y entre ellas dió un sayo y un bonete á uno -dellos que parecia hombre principal. Ellos le tornaron en ella, y, como -en reagradecimiento de lo que les habia dado, por señas, le dijeron -que se fuese á tierra y que allí le traerian de lo que ellos tenian. -Él aceptó que iria y ellos se fueron á tierra; el Piloto entró en la -barca y fué á pedir licencia al Almirante á la nao, y desque vieron que -no iba derecho á ellos, no lo esperaron más, y así se fueron y nunca -más el Almirante ni otro los vido. Por haberse así alterado y enojado -del tamborino y de los bailes, parece que aquello debian de tener entre -sí por señal de guerra. Díjome un criado del Almirante, que se llamó -Bernaldo de Ibarra, que vino este viaje allí con él, y me lo dió por -escrito, y hoy lo tengo de su letra en mi poder, que vino al navío del -Almirante un señor y Cacique desta isla de la Trinidad, que traia una -diadema de oro en la cabeza, y váse al Almirante que tenía una gorra -de carmesí, é hácele acatamiento é besa su diadema, y con la otra -mano quita la gorra al Almirante y él pónele la diadema, y él puso en -su cabeza la gorra de carmesí quedando muy rico y muy contento. Dice -aquel Almirante, que estos todos eran mancebos, y muy bien dispuestos -y ataviados, aunque no creo que traian mucha seda ni brocado, de lo -cual, tambien creo que los españoles y el Almirante más se gozaran, -pero venian ataviados de arcos y flechas y tablachinas; no eran tan -bazos como otros, ántes más blancos que otros que hobiese visto en -estas Indias, y de muy buenos gestos y hermosos cuerpos, los cabellos -largos y llanos, cortados á la guisa de Castilla, traian la cabeza -atada con un pañezuelo de algodon tejido de labores y colores, el cual -creia el Almirante que era almaizar; otro destos pañezuelos, dice, que -traian ceñido, y se cobijaban con él en lugar de pañetes; dice que no -son negros, puesto que estan cerca de la equinoccial, sino de color -indio, como todos los otros que ha hallado. Son de muy linda estatura, -andan desnudos, son belicosos, traen los cabellos muy largos como las -mujeres en Castilla, traen arcos y flechas con plumas, y al cabo dellas -un hueso agudo con espina, como un anzuelo, y traen tablachinas, lo que -hasta aquí no habia visto; y segun de las señas y meneos que hacian, -dice que, lo pudo comprender, ellos creian que venia el Almirante de la -parte del Sur, por lo cual juzgaba que á la parte del Sur debia haber -tierras grandes, y decia bien, pues tan grande es la tierra firme que -gran parte ocupa del Sur. La templanza desta tierra, dice que es muy -grande, y muéstralo, segun él, la color de la gente y los cabellos que -son todos correntios, y el arboleda muy espesa, que en toda parte hay; -dice que es de creer, que pasada la comarca, 100 leguas al Oeste de -los Azores, que muchas veces ha dicho que hace mudamiento el cielo, y -la mar, y la templanza, y esto, dice, es manifiesto, porque aquí donde -estaba, tan llegado á la equinoccial, cada mañana dice que habia frio, -y era el sol en Leon. Dice gran verdad, porque yo que escribo esto, he -estado allí ó cerca de allí, é habia menester ropa las noches y las -mañanas, en especial por Navidad. Las aguas corrian al Poniente más -que el rio de Sevilla, crecia y menguaba el agua de la mar 65 pasos -y más, que en Barrameda, que podian poner á monte carracas; dice que -aquella corriente va tan recia por ir entre aquellas dos islas, la -Trinidad y la que llamó Santa, y despues adelante llamó isla de Gracia. -Y dice isla á tierra firme, porque ya entraba por entrambas, que estan -apartadas dos leguas, que es como un rio, como parece por la carta; -hallaron fuentes de las desta Española, y los árboles y las tierras, -y la templanza del cielo; en esta Española, pocas frutas se hallaron -de las naturales de la tierra. La templanza mucha más es la de aquella -tierra que no la desta Española sino es en las minas de Cibao y en -algunas otras provincias della, como ya arriba queda dicho. Hallaron -ostias ú ostras muy grandes, pescado infinito, papagayos grandes como -pollas; dice que en esta tierra y en toda la tierra firme son los -papagayos mayores que ninguno de los destas islas, y son verdes, la -color muy clara como blancaza, pero los de las islas son más verdes, -y color algo más oscuro; tienen todos los de la tierra firme los -pescuezos de color amarillo como manchas, y las puntas de arriba de las -alas con manchas coloradas, y algunas plumas amarillas por las mismas -alas; los de estas islas, ninguna cosa tienen amarilla, los pescuezos -tienen colorados á manchas; los de esta Española, tienen un poco blanco -encima del pico; los de Cuba tienen aquello colorado y son más lindos; -los de la isla de Sant Juan, creo que tiran á los desta isla, y no he -mirado si tambien los de Jamáica; finalmente, parece que son en algo -diferentes los de cada isla. En esta tierra firme, donde agora está el -Almirante, hay una especie de papagayos que creo que no hay en otra -parte, muy grandes, poco ménos que gallos, todos colorados con algunas -plumas, en las alas, azules y algunas prietas; estos jamás hablan, no -tienen otra cosa de que se goce dellos, sino de la vista, en lo demas -son desgraciados; llámanse por los indios guacamayas: todos los demas -es cosa maravillosa lo que parlan, si no son los muy chiquitos, que se -llaman xaxaues, como arriba dijimos. - - - - -CAPÍTULO CXXXIV. - - -Estando en esta Punta del Arenal, que es fin de la isla de la Trinidad, -vido hácia el Norte, cuarta del Nordeste, á distancia de 15 leguas, un -cabo ó punta de la misma tierra firme y esta fué la que se llama Paria. -El Almirante, creyendo que era otra isla distinta, púsola nombre la -isla de Gracia; la cual, dice que va al Oeste, que es el Poniente, y -que es altísima tierra, y dijo verdad, porque por toda aquella tierra -firme van grandes cordilleras de sierras muy altas. Sábado, 4 dias de -Agosto, determina ir á ver la isla de Gracia, y levantó las anclas y -dió las velas de la dicha Punta del Arenal, donde surgido estaba; y por -aquella como angostura, por donde entró en el golfo de la Ballena (no -era más de dos leguas, porque de una parte la Trinidad y de otra la -tierra firme), salia el agua dulce muy corriente. Vino de hácia la del -Arenal, de la isla de la Trinidad, una tan gran corriente, por la parte -del Sur, como pujante avenida (y era del poder grande del rio Yuyaparí -que al Sur está, y el áun no lo via), con tan grande estruendo y ruido -que á todos espantó, del cual no pensaron escapar; y como el agua del -mar resistió, viniendo por el contrario, se levantó la mar, haciendo -una muy gran loma y muy alta, la cual levantó la nao y púsola encima de -la loma, cosa que nunca jamás ni oyó ni vido, y al otro navío alzó las -anclas, que áun debia de tener echadas, y echólo más á la mar, y con -las velas anduvo hasta que salió de la dicha loma. Plugo á Dios que no -les hizo daño, dice aquí el Almirante, y, cuando escribió este caso á -los Reyes, dijo: «Áun hoy en dia tengo el miedo en el cuerpo, que no me -trabucó la nao cuando llegó debajo della; por este gran peligro puse -á esta boca nombre, la Boca de la Sierpe.» Llegado á la tierra firme -que via por aquella parte, y creia que era isla, vido cabe aquel Cabo -dos isletas en medio de otra boca, que hacen aquel Cabo de la tierra -firme, el cual llamó cabo Boto por ser grueso y romo, y otro cabo de la -Trinidad que nombró Boto; la una isleta nombró el Caracol, la otra el -Delfin. Esta estrechura de la Punta ó cabo de la Punta de Paria, y el -cabo Boto de la Trinidad, no tiene sino cinco leguas, y están en medio -las dichas isletas; por la cual estrechura y el ímpetu del gran rio -Yuyaparí, é las olas procelosas de la mar, hacen esta entrada y salida -en grande manera peligrosa, y porque el Almirante con trabajo y peligro -suyo tambien, lo experimentó, llamó aquella entrada angostura la Boca -del Drago, y así se llama comunmente hoy. Fué de luengo de costa de la -tierra firme de Paria, quél creia ser isla, y la nombró isla de Gracia, -hácia la parte del Oeste, á buscar puerto. Desde la Punta del Arenal, -que es el un cabo de la Trinidad, como se dijo, y está la vuelta del -Sur, hasta el otro cabo Boto, que es de la misma isla de la Trinidad, -que está á la mar, dice el Almirante haber 26 grandes leguas, y por -aquesta parte parece ser el ancho de la dicha isla, y están los dichos -cabos Norte y Sur. Habia grandes hileros de corrientes, el uno al -contrario del otro; sobrevenian muchos aguaceros como era el tiempo de -las aguas, como arriba dijimos. La isla de Gracia es, como está dicho, -tierra firme, y dice el Almirante que es tierra altísima y toda llena -de árboles, que llega hasta la mar; esto porque como aquel golfo está -cercado de tierra, no hay resaca ni olas que quiebren en la tierra -como donde están descubiertas las playas. Dice que, estando á la punta -ó cabo della, vido una isla altísima al Nordeste, que estaría dél 26 -leguas, púsole nombre la Bellaforma, porque debia tener de léjos buen -parecer, pero todo esto es la tierra firme, que como se mudaba con -los navíos de una parte á otra dentro del golfo, cercado de tierra, -hacíanse algunas abras que parecian hacer distincion de tierras que -estuviesen apartadas, y estas llamaba el Almirante islas, porque ansí -lo juzgaba. Navegó, domingo, 5 de Agosto, cinco leguas de la punta -del cabo de la Paria, que es el cabo oriental desta isla de Gracia; -vido muy buenos puertos, juntos unos de otros, y casi toda esta mar -dice que es puerto, porque está cercada de islas y no hace ola alguna. -Llamaba islas á las partes que se le abrian de tierra firme, porque no -hay más de sola la isla de la Trinidad, y tierra firme, que cercan á -este golfo quél dice agora mar. Envió á tierra las lanchas, y hallaron -pescado y fuego, y rastro de gente, y una casa grande descubierta; de -allí anduvo ocho leguas, donde halló puertos buenos. Esta parte desta -isla de Gracia dice ser tierra altísima y hace muchos valles, y todo -debe de ser poblado, dice él, porque lo vido todo labrado; los rios -son muchos, porque cada valle tiene el suyo de legua á legua; hallaron -muchas frutas y unas como uvas y de buen sabor, y mirabolanos muy -buenos, y otras como manzanas, y otras, dice, como naranjas y lo de -dentro es como higos; hallaron infinitos gatos paules; las aguas, dice, -las mejores que se vieron. Esta isla, dice, es toda llena de puertos, -esta mar es dulce, puesto que no del todo, sino salobre como la de -Cartagena; más abajo dice que es dulce como la del rio de Sevilla, y -esto causaba cuando topaba con alguna hilera del agua de la mar, que -salobraba la del rio. Navegó á un ancon, lúnes, 6 dias de Agosto, cinco -leguas, donde salió y vido gente, y vino luego una canoa con cuatro -hombres á la carabela que estaba más cercana á tierra, y el piloto -della llamó los indios como que queria ir á tierra con ellos, y, en -allegando y entrando, anególes la canoa, y ellos andando nadando, -cogió y trújolos al Almirante. Dice que son de la color de todos los -otros de las Indias; traen dellos los cabellos muy largos, otros así -como nosotros, ninguno hay tresquilado como en la Española y en las -otras tierras. Son de muy linda estatura, y todos sobrecrecidos; -traen el miembro genital atado y cubierto, y las mujeres van todas -desnudas, como sus madres las parieron. Esto dice el Almirante, pero -yo he estado, como arriba dije, cerca de aquella tierra, 30 leguas, -pero nunca vide que las mujeres no tuviesen sus vergüenzas, al ménos, -cubiertas; debe de querer decir el Almirante, que andaban como sus -madres las parieron cuanto á lo demas del cuerpo. Estos indios, dice -el Almirante, luego que aquí fueron, diles cascabeles y cuentas, y -azúcar, y los invié á tierra, á donde estaba dellos una gran batalla, -y despues que supieron el buen tratamiento todos querian venir á los -navíos; vinieron los que tenian canoas, y fueron muchos, y á todos -se les hizo buen acogimiento, y se les mostró amorosa conversacion, -dándoles de las cosas que les agradaban; preguntábales el Almirante, -y ellos respondian, pero no se entendian; trujéronles pan y agua, y -unos brebajes, como vino verde; andan muy ataviados de arcos, flechas -y tablachinas y las flechas traen casi todos con hierba. Mártes, 7 de -Agosto, vinieron infinitos indios por mar y por tierra, y todos traian -de su pan y maíz, y cosas de comer, y cántaros de brebaje, dello blanco -como leche, de sabor de vino; dello verde, y dello de color colorado; -cree que todo sea de frutas. Lo más ó todo hacen de maíz, sino que -el maíz es blanco y morado y colorado, de aquí viene ser el vino de -diversas colores; el verde, no sé de qué se haga. Traian todos sus -arcos y flechas con hierba, muy á punto; no se daban nada por cuentas, -dieran cuanto tuvieran por cascabeles, y otra cosa no demandaban. -Hacian mucho por el laton; esto es cierto que lo estimaban mucho, y -daban en esta Española por un poco de laton cuanto les pidieran de -oro, que tuvieran, y así creo que fué siempre en todas estas Indias, -á los principios; llamábanlo turey, cuasi venido del cielo, porque al -cielo llamaban tureyro; hallan en él no se qué olor que á ellos mucho -les agrada. Aquí dice ahora el Almirante que todo cuanto les daban, de -Castilla, lo olian luego que se lo daban. Trajeron papagayos de dos -ó tres maneras, en especial de los muy grandes que hay en la isla de -Guadalupe, dice él, con la cola larga; trajeron pañizuelos de algodon -muy labrados y tejidos, con colores y labores como los llevan de -Guinea, de los rios á la Sierra Leona, sin diferencia, y dice que no -debe comunicar con aquellos, porque hay de aquí donde él agora está, -allá, más de 800 leguas; abajo dice que parecen almayzares. - - - - -CAPÍTULO CXXXV. - - -Deseaba, dice, tomar media docena de indios para llevar consigo, y -dice que no pudo tomarlos, porque se fueron todos de los navíos ántes -que anocheciese; pero mártes, luego, 8 de Agosto, vino una canoa con -12 hombres á la carabela, y tomáronlos todos, y trajéronlos á la nao -del Almirante, y dellos escogió seis y los otros seis invió á tierra; -esto parece que lo hacia el Almirante sin escrúpulo, como otras muchas -veces en el primer viaje lo hizo, no le pareciendo que era injusticia -y ofensa de Dios y del prójimo, llevar los hombres libres contra su -voluntad, quitando los padres á los hijos, y las mujeres á sus maridos, -y que segun ley natural estaban casados, y que ellas otros, ni otras -ellos, podian tomar sin pecar y quizá mortalmente, de lo cual era el -Almirante causa eficaz; y otra circunstancia, que venian á los navíos -aquellos so tácita seguridad y confianza prometida, la cual les debian -guardar, allende el escándalo y aborrecimiento de los cristianos, -que se podia seguir, no sólo en los de allí, pero de toda la tierra -y gentes que lo supiesen. Dió luego la vela hácia una punta que dice -del Aguja, el cual nombre no dice cuando le puso, y de allí, dice, que -descubrió las más hermosas tierras que hayan visto y las más pobladas, -y, en llegando á un lugar, al cual por su hermosura llamó Jardines, -donde habia infinitas casas y gentes, los que habia tomado dijéronle -que habia gente vestida, por lo cual acordó de surgir, y vinieron á los -navíos infinitas canoas. Estas son sus palabras. Cada uno, dice, que -traia su pañezuelo tan labrado de colores, que parecia un almayzar, -con uno atada la cabeza, y con el otro cubrian lo demas, como ya se -ha tocado; destas gentes que hoy vinieron á los navíos, algunos, -dice, que traian algunas hojas de oro al pescuezo, y uno de aquellos -indios que habia tomado le dijo que por allí habia mucho oro, y que -hacian dello espejos grandes, y mostraba como lo cogian; dice espejos, -porque debia dar el Almirante algunos espejos, y por señas debia el -indio decir que del oro hacian de aquellos, no porque les entendiesen -palabra. Dice que, porque andaba por allí de corrida, porque se le -perdian los bastimentos que tanto trabajo alcanzar le habian costado, -y esta isla Española estaba más de 300 leguas de allí, no se detenia, -lo cual mucho él quisiera por descubrir mucha más tierra, y dice que -todo es lleno de islas, y muy hermosas, y muy pobladas, y tierras muy -grandes; la gente muy más política que la desta Española y guerreros, -y casas hermosas. Si el Almirante hobiera visto el reino de Xaraguá -como su hermano el Adelantado, y la corte del rey Behechio alguna -excepcion hiciera en esto. Llegando á la Punta de la Aguja, dice que -vido otra isla al Sur, 15 leguas, que iba al Sueste Norueste, muy -grande, y tierra muy alta y llamóla Sabeta, y en la tarde vido otra al -Poniente, tierra muy alta; todas estas islas entiendo ser pedazos de -la tierra firme, por las abras y valles que se abrian, que parecian -islas distintas, como quiera que él anduviese todavía por dentro del -golfo que llamó de la Ballena, cercado, como dicho es, de tierra; y -esto parece claro, porque estando como estaba dentro del dicho golfo -ninguna tierra tenia al Sur, sino la tierra firme, luego las islas que -decia no eran islas, sino pedazos de la misma tierra firme, que juzgaba -ser islas. Surgió adonde llamó los Jardines, y luego vinieron infinitas -canoas, grandes y pequeñas, llenas de gente, segun dice. Despues, á la -tarde, vinieron más de toda la comarca, muchos de los cuales traian al -pescuezo piezas de oro de hechura de herraduras; pareció que lo tenian -en mucho, pero todo lo dieran, dice, por cascabeles y no los llevaba, y -fué cosa esta de notar que un hombre tan proveido como el Almirante, y -teniendo voluntad de venir á descubrir, no trujese rescates de diversas -maneras, como trujo el primer viaje: todavía hobo alguno dellos, y era -muy bajo que parescia sobredorado. Decian, segun podian entender por -señas, que habia por allí algunas islas, donde habia mucho de aquel -oro, pero que la gente eran caníbales, y dice aquí el Almirante, que -este vocablo caníbales, tenian todos por allí por causa de enemistad, -ó quizá porque no querian que fuesen allá los cristianos, sino que -se estuviesen allí toda su vida. Vieron los cristianos á un indio un -grano de oro tan grande como una manzana. Vinieron otra vez infinitas -canoas cargadas de gente, y todos traian oro y collares, y cuentas de -infinitas maneras, y atados los pañezuelos á las cabezas que les tienen -los cabellos, y bien cortados, y paréceles muy bien; llovió mucho, y -por eso cesaban gentes de ir y venir. Vinieron unas mujeres que traian -en los brazos sartales de contezuelas, y entre ellas perlas ó aljófar, -finísimas, no como las coloradas que se hallaron en las islas de -Babueca; rescatáronse aquellas, y dice que las inviaria á Sus Altezas. -Nunca supe destas perlas que se hallaron en las islas de Babueca, que -son cerca del Puerto de Plata, en esta Española, y estas más son bajos -debajo del agua, que no islas, que hacen harto daño á los navíos que -por allí pasan, si no están sobre el aviso, y así tienen título Abre el -Ojo. Preguntó el Almirante á los indios dónde las hallaban ó pescaban, -y mostráronle de las nácaras donde nacen, y respondiéronle, por bien -claras señas, que nacian y se cogian hácia el Poniente detras de -aquella isla, que era el cabo de la playa de la Punta de Paria y tierra -firme, que creia ser isla; y decian verdad, que 25 ó 30 leguas de allí, -hácia el Poniente, está la isla de Cubagua, de que luego se dirá, -donde las cogian. Envió las barcas á tierra para saber si habia cosa -nueva que no hubiesen visto, y hallaron la gente tan tratable, dice el -Almirante, que, «aunque los marineros no iban con propósito de salir -en tierra, pero vinieron dos personas principales con todo el pueblo -y les hicieron salir; llegaron á una casa grande, hecha á dos aguas, -y no redonda, como tienda de campo, de la manera que son las de las -islas, donde los recibieron muy bien y les hicieron fiesta y les dieron -colacion, pan y frutas de muchas maneras, y el beber fué un brevaje -blanco que tienen en gran precio, de que todos estos dias trujeron -allí, y hay dello tinto, y mejor uno que otro, como entre nosotros el -vino. Los hombres todos estaban juntos á un cabo de la casa, y las -mujeres á otro. Recibida la colacion en aquella casa del más viejo, -llevóles el más mozo á otra casa é hizo otro tanto; pareció que el uno -debia ser el Cacique y señor, y el otro debia ser su hijo; despues se -volvieron los marineros á las barcas, y con ellas á los navíos muy -contentos desta gente.» Estas todas son palabras del Almirante. Dice -más: «ellos son de muy linda estatura, y todos grandes á una mano, -y más blanca gente que otra que hobiese visto en estas islas, y que -ayer vido muchos tan blancos como nosotros, y mejores cabellos y bien -cortados, y de muy buena conversacion; las tierras, en el mundo, no -pueden ser más verdes y hermosas y pobladas; la templanza, otra tal, -que desque estoy en esta isla, dice él, hé cada mañana frio, digo, -para ropon enforrado, bien que esté tan cerca de la línea equinoccial; -la mar todavía dulce; á la isla llaman Paria.» Todas son palabras del -Almirante. Llama isla á tierra firme todavía, porque así lo creia. - - - - -CAPÍTULO CXXXVI. - - -Viérnes, 10 de Agosto, mandó dar las velas y fué al Poniente de la -que pensaba ser isla, y anduvo cinco leguas y surgió; por temor de no -hallar fondo, andaba á buscar boca por donde saliese de aquel golfo, -dentro del cual andaba cercado de tierra firme y de islas, aunque él -no creia ser tierra firme, y dice que es cierto que aquella era isla, -que así lo decian los indios y así parece que no los entendian. De allí -vido otra isla frontero al Sur, á la cual llamó Isabela, que va del -Sueste á Norueste, despues otra que llamó la Tramontana, tierra alta y -muy hermosa, y parecia que iba de Norte á Sur, parecia muy grande; todo -esto era tierra firme. Decíanle los indios que él habia tomado, á lo -quél entendia, que la gente de allí eran caníbales, y que allí habia ó -nascia el oro, y las perlas de la parte del Norte de Paria, la vía del -Poniente, se pescaban y habian habido las que al Almirante dieron. El -agua de aquella mar era tan dulce, dice, como la del rio de Sevilla, -y así turbia. Quisiera ir á aquellas islas, sino por no volver atras, -por la prisa que tenia que se le perdian los bastimentos que llevaba -para los cristianos de la Española, que con tanto trabajo, dificultad -y gran fatiga los habia alcanzado; y, como cosa en que padeció grandes -aflicciones, repite esto de estos bastimentos muchas veces. Dice, -que cree que en aquellas islas que habia visto debe haber cosas de -valor, porque todas son grandes y tierras altas, y valles y llanos, y -de muchas aguas, y muy labradas, y pobladas, y la gente de muy buena -conversacion, así como lo muestran sus gestos. Estas son palabras del -Almirante. Dice tambien, que si las perlas nacen como dice Plinio del -rocío que cae en las ostias que están abiertas, allí mucha razon hay -para las haber, porque allí cae mucha rociada y hay infinitísimas -ostias y muy grandes, y porque allí no hace tormenta, sino la mar esta -siempre sosegada, señal de lo cual es haber los árboles hasta entrar -en la mar, que muestran nunca entrar allí tormenta, y cada rama de -los árboles que entran (y están tambien ciertas raíces de árboles -en la mar, que, segun la lengua desta Española, se llaman mangles), -estaban llenos de infinitas ostias, y tirando de una rama sale llena -de ostias á ella pegadas; son blancas de dentro y el pescado dellas, y -muy sabrosas, y no saladas sino dulces y que han menester alguna sal, -y dice que no sabe si nacen en nácaras; donde quiera que nazcan, son, -dice, finísimas, y las horadan como dentro, en Venecia; á esto que dice -el Almirante que están llenas las ramas de ostias por allí, decimos que -no son aquellas ostias que él vido, y están por aquellas ramas fuera de -la mar y un poco dentro en el agua, las que crian las perlas, sino de -otra especie, porque las que paren las perlas más cuidado tienen, por -su natural instinto, de se esconder cuanto más bajo del agua pueden, -que aquellas que vido en las ramas. Tomada ocasion desto que dice aquí -el Almirante, quiero mezclar un poco de los secretos naturales que hay -cerca del criar ó nacer de las perlas, lo que no creo que será á los -leyentes desagradable; las perlas de que hablamos, en latin se llaman -propiamente margaritas, porque se hallan en las conchas de la mar, -segun dice Sant Isidro, libro XVI, cap. 10 de las «Ethimologías,» y es -la primera y más principal de las piedras preciosas que son blancas, y -las más blancas son las más finas y ménos rubias. - -Engéndranse desta manera: En ciertos tiempos del año, cuando tienen -la inclinacion y apetito de concebir, sálense á la playa y ábrense, y -allí esperan el rocío del cielo, cuasi como si esperasen y deseasen -su marido; reciben aquel rocío del cual conciben y se empreñan, y -tales producen sus hijos, que son las perlas ó margaritas, cual fuere -la calidad del rocío; si puro fuere, nascen las perlas blancas, -si fuere turbio, salen pardas ó escuras, y de aquí, dice Plinio y -Solino, se colije tener el cielo más parte en este concebimiento que -el agua de la mar tiene. Cuanto más el rocío fuere del alba ó de -la mañana, tanto más blancas salen ellas, y cuanto más á la tarde ó -noche llegaren á recebirlo, tanto más serán escuras; la edad tambien -mucho ayuda á la blancura: cuanto más viejas fueren, tanto ménos -blancas, y tanto más blancas, cuanto las conchas fueren más mozas ó -más nuevas, y cuanto mayor cantidad de rocío recibieren, tanto mayor -ternán la grandeza. Nunca mayores se dice hallarse que pesen más de -media onza, ni pase de media nuez su medida; tienen las conchas tal -sentido, naturalmente, que siempre temen no salgan maculadas sus -perlas, y por tanto, cuando hace sol recio, porque no salgan negras -ó rubias ó pardillas, ó su blancor en alguna manera se amancille, -vánse al profundo huyendo del calor del sol cuanto más pueden; si -hace relámpagos ó truena ántes que las conchas estén cerradas y del -todo estén las perlas formadas, súbitamente, de temor, se afligen y -aprietan y malparen, ó del todo echándolas de sí ó saliendo al cabo -las perlas imperfectas y muy chiquitas. En el agua están las perlas -tiernas, y sacadas de la ostia se endurecen; temen mucho las conchas -la diligencia é instrumentos de los pescadores, y por eso se afijan -y apegan y esconden siempre dentro de las más ásperas peñas; andan ó -nadan en compañia, y tienen su rey como las abejas, segun dice Plinio -y Solino, y otros filósofos. El rey ó guiador dellas es la mas vieja y -la mayor; presa la guiadora ó guiadoras que van delante, fácilmente las -demás con las redes son presas, y si se escapan algunas, á sus comarcas -se vuelven. Desto dice Megastenes, filósofo: _Conchas in quibus -margaritæ el uniones gignuntur retibus capi gregatimque multas veluti -apes depasci, regemque suum habere. Ac si contingat regem comprehendi -á piscatoribus, eas protinus circumfundi nec vim effugere: fugiente -rege et ipsas effugere._ Cuando una sola perla se halla en la ostia -es mas fina, y por esto se llama _unio_, y nunca se hallan dos juntas -de aquella especie y excelencia; cuando muchas, no son uniones, sino -gemas ó margaritas, pero no dejan de ser preciosas si son blancas, y -redondas y pesadas, y mas preciosas si de sí mesmas son horadadas. -Crecen y descrecen con la luna miéntras están vivas en las conchas; -nacen dentro de la pulpa de la carne y debajo, y en cualquiera parte -de la ostia; cuando la concha siente la mano de la persona, luego se -encoge y cubre cuanto puede de sus riquezas, y porque siente que por -ellas le tocan, apriétase cuanto puede, lastima y muerde. La virtud -dellas es, que confortan los espíritus, y para restriñir el flujo de -sangre y contra el flujo lientérico, y contra cardiaca, y sincopin -y contra diaria; nacen las mejores en las Indias, y, no tales, en -Bretaña, que es agora Inglaterra, y por haberlas tomó ocasion Julio -César de pasar á ella, y por tiranía y violencia sojuzgarla. Todas las -cosas dichas son sacadas de Fisiólogo, de Arnoldo, de Megastenes, de -Plinio, lib. VI, cap. 35; de Solino, cap. 16 de su Polistor; de Sant -Isidro, lib. XVI, cap. 10; de Alberto el Magno, lib. II, cap. 2.º _De -mineralibus_; del Vincencio, _Speculo natural_, lib. IX, capítulos -81 y 82, y del libro _De propietatibus rerum_, lib. XVI, cap. 62; y -lo que dice postrero de Julio César, refiérelo Suetonio, en la vida -del mismo Julio César, cap. 47, _Britanniam petisse spe margaritarum, -quarum complitudinem conferentem interdum sua manu egisse pondus_. -Algunos hay que duden, modernos, empero, y no de mucha auctoridad, -criarse las perlas del rocío del cielo, como arriba se ha dicho, -diciendo ser mas fábula que verdad; pero ni dan razon en contrario, -ni asignan la causa de donde tengan orígen las perlas ó margaritas, -y por tanto parece temeridad refragar sentencia de tantos y tales -autores, que tan diligentes y solícitos fueron en inquirir é manifestar -los secretos de la naturaleza. Pudieran, los que no admiten que del -rocío se crien las perlas, asignar algunas causas naturales de donde -pudiesen proceder; y es una, poderse criar en las mismas conchas por -virtud de algun lugar, en el cual impriman los cuerpos celestiales -virtud mineral y de la misma agua de la mar, de la manera que se -crian las otras piedras preciosas y comunes. Para entendimiento desto -débese saber, segun Alberto Magno en el lib. I, capítulos 7.º, 8.º y -9.º, que las estrellas, por su cantidad y su lumbre, y por su sitio y -por su movimiento, mueven y ordenan el mundo, segun toda materia y -todo lugar, de las cosas que se engendran y corrompen. Esta virtud, -así determinada, de las estrellas, se infunde y derrama en el lugar -de la generacion de cada cosa que se engendra; el lugar recibe las -virtudes de las estrellas, cuasi como la matriz ó la madre, que dicen, -de las mujeres, rescibe la virtud formativa del embrion. Embrion es -la criatura que tiene la hembra en el vientre, luego que comienza á -vivir ántes que tenga la figura señalada de macho ó de hembra, segun -su especie, y puédese decir, que es el parto crudo é imperfecto que -la hembra tiene en el vientre; de aquí es que, segun los filósofos, -el lugar es principio activo de la generacion. Esta virtud de las -estrellas no en todas partes es una, ni es igual en todos los lugares, -que sea tierra ó que sea agua, porque en unos lugares se influye y -derrama más que en otros indiferentemente, como parece, que en unos -se crian leones y no elefantes y en otros elefantes y no leones, y -en unos oro y en otros plata y por el contrario; por esta manera, en -unos lugares se halla virtud mineral para engendrar perlas y piedras -preciosas, ó de las otras comunes, y en otras no, como es manifiesto. -La virtud, pues, determinada á la generacion de las piedras en materia -terrestre ó en materia de agua, es en la cual concurren todos los -lugares, en los cuales las piedras se engendran; y así como en los -animales que son engendrados de putrefaccion ó pudrimento y cosas -podridas, como los ratones, segun la materia que se trata en el libro -IV de los «Metauros,» las estrellas infunden su virtud vivificativa que -les dá vida, por esta manera acaesce en la materia de que se engendran -las piedras, sea agua ó sea tierra, se les infunde virtud formativa -ó lapidificativa. Obra por esta manera la dicha virtud, conviene á -saber, que así como los elementos se trasmutan ó traspasan unos en -otros, como cuando la tierra convierte al agua en sí para que sea -tierra, lo primero que se hace es, que la virtud de la tierra entra en -la sustancia del agua, y altérala, y lo segundo, cuasi señoreándose -de ella, tiénela, y entónces comienza el agua á estar queda y ponerse -términos, como encogiéndose y embebiéndose, y hasta entónces no -pierde su perspicuidad ó clareza, ó traslucimiento, pero de allí vá -corrompiéndose, y así se hace tierra que ya rescibe las calidades de -la tierra, que son, ser opaca ó espesa, y escura y seca, lo mismo es -de los otros elementos. Por esta misma manera acaece de la virtud -lapidificativa cuando se infunde en algun lugar, sea agua ó sea tierra, -porque la materia agua ó tierra que la dicha virtud toca, primeramente -la altera, y lo segundo señoréala y tiénela, y despues que la tiene y -vence señoreándola, conviértela en piedra; por esta manera se pueden -engendrar y criar las margaritas, uniones y perlas sin ser de rocío, -como los autores nombrados dicen, que dentro de las ostias, ó en la -misma peña, ó en el arena, ó en aquellos lugares donde las conchas -se apacientan, infundan virtud, que comunmente se llama mineral, las -estrellas; que la misma agua de la mar, ó alguna cosa que las mismas -ostias coman para su mantenimiento altere y entre en la sustancia -de aquella, y detenga y venza y señoree, y al cabo la convierta en -margarita ó perla, porque como Platon dice, y Alberto, donde arriba en -el cap. 5.º, lo alega, que, segun los méritos y disposicion de cada -materia, se influyen las virtudes celestiales que obran las cosas de -naturaleza, _secundum merita (inquit) materiæ infunduntur virtutes -cœlestes quæ res naturæ operantur_, ó tambien la misma agua de la -mar suele tener tal virtud, en sólo aquel lugar y comarca, que dentro -de las ostias, de sus mismas gotas ó de otras cosas que en ellas haya, -engendre las perlas. Y la señal desto Alberto Magno allí refiere, -que hay algunas aguas, por la virtud mineral que aquel lugar donde -corren contiene, tan fuertes, que corriendo por tales materias se -embeben en las cosas minerales, ó que tienen vecindad con ellas, por -lo cual el agua misma y las cosas que están en ella se convierten en -piedras más presto ó más tarde, segun que es más fuerte ó más débil la -virtud que forma las piedras, ó lapidificativa; pero si aquella misma -agua la sacan de aquel lugar y la echan en otro, no se convertirá -en piedras: la causa es, porque como esté fuera del lugar donde hay -virtud mineral, evapórase y corrómpese, así como cualquiera otra cosa -se corrompe estando fuera del lugar de su propia generacion. Por esta -manera, dice Alberto allí, en el cap. 7.º, haberse experimentado en los -montes Pirineos, que dividen á España de Francia, ser algunos lugares -en los cuales el agua lluvia que cae se convierte en piedras, y si la -misma lluvia cae ó echan en otro lugar, fuera de aquellos, quédase -en agua como era. Por la misma razon hay algunas plantas y palos que -están dentro de algunas aguas ó mares que se convierten en piedras, -quedándoles la figura de palos ó de plantas, y algunas veces las -plantas y arbolillos nascidas dentro de la mar son tan vecinas de la -naturaleza de las piedras, que un poco secas al aire, se convierten en -piedras; y la señal desto es bien manifiesto en el coral, el cual, sin -duda ninguna, se engendra de palillos y plantas que están dentro de la -mar. Plinio, en el libro XXXI, cap. 2.º, pone haber una fuente en Asia -la Menor, que regando la tierra con su agua la torna piedra, y un rio, -que los árboles con sus hojas hacia lo mismo. Ésto no puede en alguna -manera ser sino por la virtud mineral en aquella tierra ó piedras ó -peñas que están dentro del agua ó en la misma mar, como tambien vemos -en sierras muy altas, que siempre hay perpétuas nieves, y en ellas -se engendra el cristal, lo cual no seria posible, si no fuese por la -virtud mineral que allí las estrellas infunden y derraman; desto, algo -dejamos ya dicho arriba. Así que no es cosa imposible criarse las -perlas en aquella mar sin rocío, de la manera que es dicha de suso. Las -perlas que aquí el Almirante hobo se criaban y crian en la mar de una -isleta, y al derredor della, que se llama Cubagua, que no tiene agua -dulce, sino estéril y seca, y en toda ella habrá obra de dos leguas -de tierra inhabitable, puesto que las perlas la hicieron habitada con -más de 50 vecinos, españoles; miéntras duraron, iban por el agua siete -leguas de allí, á la tierra firme. Dista esta isleta, de donde el -Almirante agora andaba, 50 leguas abajo al Poniente; podia ser que allí -en aquel golfo de la Ballena, por donde andaba, ó en la mar allegada á -la Trinidad, ó á la tierra firme, que llamaba isla de Gracia, hobiese -quizá algunas perlas, pero parece que no, pues los indios señalaban -que al Poniente las cogian. Yo estuve en la dicha isleta y vide las -conchas, y en ellas las perlas que tenian debajo de la carne; no era -uniones sino margaritas, porque tenian cuatro ó cinco juntas, unas -grandes y otras chicas; las ostias son del tamaño que las de Castilla, -y la carne ó pescado dellas la misma, bien sabrosa: yo comí hartas de -ellas. Adelante, placiendo á Dios, en el libro IV se dirá más desta -isleta de Cubagua, y de las perlas, y lo que en ella en los tiempos -pasados se ha hecho y ha acaecido. - - - - -CAPÍTULO CXXXVII. - - -Tornando á donde quedó el hilo de la historia, en este paso hace -mencion el Almirante de muchas puntas de tierra é islas, é nombres que -les habia puesto, pero no parece cuando, y en esto y en otras cosas -que hay en sus Itinerarios, parece ser natural de otra lengua, porque -no penetra del todo la significacion de los vocablos de la lengua -castellana, ni del modo de hablar della; hace mencion aquí de la Punta -Seca, de la isla Isabela, de la isla Tramontana, de la Punta Llana, -de la Punta Sara, suponiéndolas, empero ninguna cosa ha dicho dellas, -ó de alguna dellas. Dice que toda aquella mar es dulce, y que no sabe -de donde proceda, porque no parecia haber disposicion de grandes rios -(y que los hobiese, dice, que no dejaria de ser maravilla), pero -engañábase en pensar que no habia rios, porque aquel rio Yuyaparí era -tan caudal y poderoso, como está dicho, y otros que salen por allí. -Deseando ya salir deste golfo de la Ballena, donde andaba cercado de -tierra firme y de la Trinidad, como dicho queda, navegando al Poniente -por aquella costa de tierra firme, que él llamaba de Gracia, hácia -la Punta Seca, que no dice donde era, halló dos brazos de agua no -más; envió la carabela pequeña para ver si habia salida al Norte, -porque, frontero de la tierra firme y de la otra que llamó Isabela, -al Poniente, parecia una isla muy alta y hermosa; volvió la carabela, -y dijo que halló un golfo grande y en él cuatro grandes aberturas que -parecian golfos pequeños, y á cabo de cada uno un rio. Á este golfo -puso nombre Golfo de las Perlas, aunque no hay, creo yo, ninguna. -Esto parece que era al rincon de todo este golfo grande, donde andaba -el Almirante cercado de la tierra firme y de la isla de la Trinidad; -aquellas cuatro abras ó oberturas, creia el Almirante que eran cuatro -islas, y que no parecia que hobiese señal de rio que hiciese todo -aquel golfo, de más de 40 leguas de mar todo dulce; pero los marineros -afirmaban que aquellas aberturas eran bocas de rio, y decian verdad, -al ménos en las dos, porque por la una salia el gran rio Yuyaparí, -y por la otra sale otro grande que hoy se llama el rio de Camarí. -Quisiera en gran manera el Almirante ver la verdad de este secreto, -cual era la causa de haber 40 leguas en luengo y 26 de ancho, como -tiene el dicho golfo, de agua dulce, lo cual, dice él, era cosa de -admiracion, y razon, cierto, tenia; y tambien por penetrar los secretos -de aquellas tierras, que no creia ser posible que no tuviesen cosas de -valor, ó que no las habia en las Indias, mayormente habiendo hallado -allí muestra de oro y de perlas, y las nuevas dellas, y descubierto -tales tierras y tantas y tales gentes en ellas, por lo cual fácilmente -las cosas dellas, y riquezas que habia se supieran; pero porque los -mantenimientos que llevaba para la gente que estaba en esta Española, -y la que traia para que comiesen en las minas, cogiendo oro, se le -perdian, los cuales habia alcanzado con gran dificultad y fatiga, no -le dejaban detenerse, y dice que, si tuviera esperanza de haber otros -tan presto, todos los pospusiera, por descubrir más tierras y ver -los secretos dellas. Y al fin acuerda seguir lo más cierto, y venir -á esta isla y enviar della dineros á Castilla para traer bastimentos -y gente á sueldo, y lo más presto que pudiese enviar tambien á su -hermano el Adelantado á proseguir su descubrimiento y hallar grandes -cosas, como esperaba que se hallarian, por servir á Nuestro señor y á -los Reyes; pero al mejor tiempo se le cortó el hilo, como parescerá, -destos sus buenos deseos, y dice así: «Nuestro Señor me guie por su -piedad y me depare cosa con que él sea servido y Vuestras Altezas hayan -mucho placer; y, cierto, débenlo de haber, porque acá tienen cosa tan -notable y real para grandes Príncipes, y es gran yerro creer á quien -les dice mal desta empresa, salvo aborrecerles, porque no se halla que -Príncipe haya habido tanta gracia de Nuestro Señor, ni tanta victoria -de cosa tan señalada, y dé tanta honra á su alto Estado y reinos, y -por donde pueda recibir Dios eterno más servicios, y la gente de España -más refrigerio y ganancias, que visto está que hay infinitas cosas de -valor, y bien que agora no se conozca esto que yo digo, verná tiempo -que se contará por grande excelencia, y á grande vituperio de las -personas que á Vuestras Altezas son contra esto, que bien que hayan -gastado algo en ello, ha sido en cosa más noble y de mayor estado que -haya sido cosa de otro Príncipe hasta agora, ni era de se quitar de -ella secamente, salvo proceder y darme ayuda y favor, porque los reyes -de Portugal gastaron y tuvieron corazon para gastar en Guinea, fasta -cuatro ó cinco años, dineros y gente, primero que recibiesen provecho, -y despues les deparó Dios ganancias y oro. Que, cierto, si se cuenta la -gente del reino de Portugal y las personas de los que son muertos en -esta empresa de Guinea, se fallaria que son más de la mitad del reino; -y, cierto, fuera grandísima grandeza atajar una renta en España, que -se gastase en esta empresa, que ninguna cosa dejaran Vuestras Altezas -de mayor memoria, y miren en ello; y que ningun Príncipe de Castilla -se halla, ó yo no he hallado por escrito ni por palabra, que haya -ganado jamás tierra alguna fuera de España, y Vuestras Altezas ganaron -estas tierras que son otro mundo, y adonde habrá la cristiandad tanto -placer, y nuestra fé, por tiempo, tanto acrecentamiento. Todo esto -digo con muy sana intincion, y porque deseo que Vuestras Altezas sean -los mayores señores del mundo, digo señores de todo él; y sea todo con -mucho servicio y contentamiento de la Santísima Trinidad, porque en fin -de sus dias hayan la gloria del Paraíso, y no por lo que á mí propio -toca, que espero en su alta Majestad, que Vuestras Altezas presto -verán la verdad dello, y cual es mi cudicia.» Todas estas son palabras -formales del Almirante, sobre las cuales habria mucho que hablar, -pero en breve quiero anotar algunas cosas: lo primero, es manifiesto -la buena intincion que siempre tuvo el Almirante, para con Dios y con -los Reyes, y con cuanta simplicidad de ello hablaba, y creo para mí -que algo y mucho excedió en la intencion de agradarles á los Reyes, -y por esta ser nimia demasiada no se agradó mucho Dios; y él mismo lo -confiesa en una carta que escribió á los Reyes y á otras personas, que -dice así: «Torno á decir con juramento, que yo he puesto más diligencia -á servir á Vuestras Altezas, que no á ganar el Paraíso.» Estas son sus -palabras. Lo segundo, se debe notar, que cerca de lo que dice aquí el -Almirante, ser cosa real y notable estas tierras y riquezas dellas que -habia descubierto, ciertamente, para encarecer la grandeza y dignidad -destas cosas de las Indias, que Dios puso en manos de los Reyes de -Castilla, necesario fuera tener la elocuencia y eficacia de Demóstenes, -y para escribirlo, la mano de Ciceron; un orbe tantos siglos escondido, -amplísimo y longuísimo, tan lleno y rebosante de inmensas y quietas -gentes, todo él á una mano, felicísimas, fertilísimas, sanísimas y -riquísimas tierras, ¿quién lo podrá explicar, loar y dar á entender? -Lo tercero, que haya sido especial gracia y don señalado de Dios, y no -comparable á cualquiera concedido á los Reyes de Castilla para grande -honra suya y favor, y engrandecimiento de su alto Estado y reinos, -como el Almirante dice, mayor suficiencia que la dicha se requiere -para lo saber engrandecer, y esto, porque por disposicion divina -fueron elegidos, más que otros ningunos Reyes, para ser ministros -medianeros de los mayores servicios que Reyes cristianos á Dios eterno -jamás hicieron. Desto se sigue lo cuarto que notarse debe; la razon -que tuvieron de se alegrar y haber mucho placer, como el Almirante -dice, y yo añido, que tienen estrechísima obligacion de referir por -ello inmensos loores y gracias á Dios. Lo quinto es, que se note cuan -indiscretamente se habian con los Reyes, y cuanto les deservian los que -á Sus Altezas disuadian, por unos pocos de gastos que se hacian, que se -dejasen desta empresa, pues habiendo parecido tierras tan grandes y tan -felices, y que habian dado muestra de oro, no chica, y de temporales -riquezas, mayormente no habiendo experimentado más de lo desta isla, -debieran creer y áun tener por cierto, que en tantos reinos grandes -bienes haber podria; y ciertamente, no ménos insensibles parece que -eran, y que no les rebosaba mucho el cuidado, de la dilatacion de la -fe por estas tierras y gentes dellas, ni su celo, pues no tenian el -ojo á otro hito sino á que gastaban los Reyes y no recibian provecho, -faltándoles consideracion de aquestas tierras y gentes, no para -esquilmar el oro y riquezas temporales dellas, sino para divulgar -el divino nombre, y convertir todas estas racionales ánimas de que -están llenas, y las habia puesto Dios y su Iglesia en las manos de -los católicos Reyes, y esto bien lo sentia y lloraba el Almirante. -Y con razon, de los tales émulos tenia grande queja, y, como aquel -que tantos sudores y trabajos le habia costado y costaba de presente -aqueste mundo nuevo que descubria, y habia descubierto, y juntamente la -buena intincion que en todo ello tenia; por lo cual todo le daba Dios -claro cognoscimiento para que acertase en lo que estaba por venir, como -hombre de gran prudencia, pues decia bien, «si que agora no se cognosce -lo que yo digo, verná tiempo que se contará por gran escelencia.» ¿Qué -se podrá contar en todo lo poblado del mundo, en este género, que se -iguale con lo sucedido y procedido en las Indias y de las Indias en -nuestros tiempos? lo cual, todo, ántes y despues de su descubrimiento, -era estimado por vanísimo é increible, pero, como dije, dábalo Dios á -cognoscer y á decir ántes que se cumpliese, al que, para lo principiar, -y mostrar, con el dedo habia elegido. El ejemplo que trae de los Reyes -de Portugal, que gastaron muchos dineros y gentes en el descubrimiento -y trato de Guinea, ántes que della hobiesen provecho, verdad es; pero -de las ganancias que de allí ha habido y hoy hay, ruego yo á Dios -que no tenga yo parte ni quien bien ó mal me quiera. En aquello que -dice que fuera grandísima grandeza atajar (pone atajar por señalar ó -reservar), alguna renta en España para que se gastase en esta empresa, -dice la mayor y más sustancial y prudente razon de cuantas ha dicho, -el fundamento de todo el bien y causa de evitar el mal, mayormente á -los principios, de todas estas Indias; porque si los católicos Reyes, -aunque siempre vivian con necesidad, situaran ó señalaran cierta renta -(que no era menester muy mucha), para que se gastara en la comunicacion -y contratacion cristiana, humana, pacífica y razonable de Castilla con -estas gentes, y no hobiera tanta priesa en los que les aconsejaban -que fueran riquezas á aquellos reinos, ó en estimar que debian ir -limpias de polvo y de paja, como si estos reinos, no por otra razon ni -título, sino solamente porque acaeció ser descubiertos, lo debieran -á aquellos, sin alguna duda los gastos que los Reyes hicieran, les -fueran, cuando ménos provecho en estas tierras hubo, recompensados, y -sobrepujara la recompensa, y poco á poco se fueran descubriendo las -grandes riquezas que en estas tierras habia, y se ganaran todas para -Castilla, ganadas primero las voluntades de los dueños dellas que con -antiguo derecho y justicia las poseian, y entrando por esta puerta, que -era la justa, verdadera y legítima, en estas tierras, estos reinos y -aquellos fueran felicísimos. Pero harto hicieron los católicos Reyes -teniendo consejeros, y los que en estos negocios entendian, tan ciegos, -en no desmamparar del todo la prosecucion de esta demanda, como ellos, -precipitándose inconsideradamente, les persuadian. Callo la ignorancia -ó la inadvertencia no muy saludable que tuvieron en no entender que -á estas naciones, solamente por ser hombres y gentiles, carecientes -de lumbre de nuestra católica fé, de precepto divino de la caridad el -celo y obra de darlos doctrina y convertirlos por la forma que Cristo -estableció, se les debia; con tal parecer y consejo fueran causa -que, con ninguna otra hazaña (puesto que fueron muchas y dignísimas -las suyas), dejaran los Reyes mayor memoria, ni la cristiandad tanto -placer, y nuestra fé, por tiempo, tanto acrescentamiento, y la -Santísima Trinidad recibiera tanto servicio y contentamiento, como el -Almirante con sus sinceras palabras dice. - - - - -CAPÍTULO CXXXVIII. - - -Así que, para salir deste golfo dentro del cual estaba de tierra -por todas partes cercado, con el propósito ya dicho de salvar los -bastimentos que traia, que se le perdian, viniéndose á esta isla -Española, sábado, 11 de Agosto, al salir de la luna, levantó las -anclas, y tendió las velas y navegó hácia el leste, que es hácia donde -sale el sol (porque estaba en el rincon del rio Yuyaparí, como arriba -se dijo), para ir á salir, por entre la Punta de Paria y tierra firme, -que llamó la Punta ó cabo de la Playa, á la tierra isla de Gracia, y -entre el Cabo á que dijo cabo Boto de la isla de la Trinidad, como -parece arriba en el cap. 134. Llegó hasta un puerto muy bueno, que -llamó Puerto de Gatos, que está junto con la boca donde están las dos -isletas del Caracol y Delfin, entre los cabos de Lapa y cabo Boto; y -esto, domingo, 12 de Agosto, surgió cerca del dicho puerto, para por -la mañana salir por la dicha boca. Halló otro puerto cerca de allí, -donde envió á verlo la barca; era muy bueno; hallaron ciertas casas de -pescadores, y agua mucha y muy dulce, y púsole por nombre el Puerto -de las Cabañas; hallaron, dice, mirabolanos en la tierra; junto á la -mar, infinitas ostias pegadas á las ramas de los árboles que entran -en la mar, las bocas abiertas para recibir el rocío que cae de las -hojas, hasta que cae la gotera de que se engendran las piedras, segun -dice Plinio y alega al Vocabulario que se llama _Catholicon_; pero -ya queda dicho arriba en el cap. 136, que aquellas ostias no parece -que son de la especie que crian las perlas. Lúnes, 13 de Agosto, en -saliendo la luna, levantó las anclas de donde surgido estaba, y vino -hácia el cabo de la Playa, que es el de Paria, para salir al Norte -por la boca que llamó del Drago, por la siguiente causa y peligro en -que allí se vido; la boca del Drago, dice, que es un estrecho que -está entre la Punta de la Playa que es el fin de la isla de Gracia, -que como muchas veces está dicho, es la punta de la tierra firme y de -Paria, al Oriente, y entre el cabo Boto, que es el fin de la isla de la -Trinidad, al Poniente; dice, que habrá entre medias de los dos cabos -legua y media. Este debe ser pasadas cuatro isletas que dice haber -allí en medio, atravesadas, aunque agora no vemos más de dos, por las -cuales no debe haber salida, y sólo debe de quedar la angostura de la -legua y media para poder salir los navíos por ella, porque de la Punta -de la Lapa al cabo Boto cinco leguas hay, como en el cap. 134 dijimos. -Llegando á la dicha boca á la hora de tercia, halló una gran pelea -entre el agua dulce por salir á la mar, y el agua salada del mar por -entrar dentro en el golfo, y era tan recia y temerosa, que levantaba -una gran loma, como un cerro muy alto, y con esto traian un estruendo -y ruido ambas aguas, de Levante á Poniente, muy largo y espantoso, con -hilero de aguas, y tras uno venian cuatro hileros uno tras otro, que -hacian corrientes que peleaban; donde pensaron perecer, no ménos que -en la otra boca de la Sierpe del cabo del Arenal, cuando entraban en -el golfo. Fué doblado este peligro más que el otro, porque les calmó -el viento con que esperaban salir, y quisieran surgir, que les fuera -algun remedio, aunque no sin peligro por los combates de las aguas, -pero no hallaron fondo, porque era muy honda allí la mar; temieron, -calmado el viento, no les echase el agua dulce ó salada á dar en las -peñas con sus corrientes, donde no hubiesen algun remedio. Dicen, que -dijo aquí el Almirante, aunque no lo hallé escrito de su mano, como -hallé lo susodicho, que si de allí se escapaban, podian hacer cuenta -que se escapaban de la boca del drago, y por esto se le quedó este -nombre, y con razon. Plugo á la bondad de Dios que del mismo peligro -les salió la salud y liberacion, porque la misma agua dulce, venciendo -á la salada, echó sin sentir los navíos fuera, y así fueron puestos -en salvo; porque cuando Dios quiere que uno ó muchos sean de vida, el -agua les es medicina. Así que, salió, lúnes á 13 de Agosto, del dicho -golfo y de la boca del Drago, peligrosa. Dice que hay desde la primera -tierra de la Trinidad hasta el golfo que descubrieron los marineros que -invió en la carabela, donde vieron los rios y él no los creia, al cual -golfo llamó de las Perlas, y esto es al rincon de todo el golfo grande, -que nombró de la Ballena, donde tantos dias anduvo, de tierra cercado, -48 leguas; yo le añido que son buenas 50, como aparece de la carta del -marear. Salido del golfo y de la boca del Drago y su peligro, acuerda -de ir al Poniente por la costa abajo de la tierra firme, creyendo -todavía que era isla de Gracia, para emparajar en el derecho de dicho -golfo de las Perlas, Norte Sur, y rodearla y ver aquella abundancia -de agua tan grande, de dónde venia, y si procedia de rios, como los -marineros afirmaban, lo que él dice que no creia, porque ni el Ganjes, -ni el Euphrates, ni el Nilo, no ha oido que tanta agua dulce trajesen. -La razon que le movia era, porque no habia tierras tan grandes de donde -pudiesen nacer tan grandes rios, salvo, dice él, si esta no es tierra -firme; estas palabras son suyas. Por manera, que ya va sospechando que -es tierra firme la tierra de Gracia que él creia ser isla, pero era y -es, cierto, tierra firme, y los marineros habian dicho bien; de la cual -procedia tanto golpe de agua por los rios Yuyaparí y el otro que sale -cerca del que llamamos hoy Camarí, é otros que por allí deben salir. -Así que, yendo en busca de aquel golfo de las Perlas, donde salen los -dichos rios, creyendo de hallarlos rodeando la tierra, por estimar ser -isla y ver si habia entrada por allí, ó salida para el Sur, y si no -la hallase, dice, que afirmaria entónces que era rio, y que lo uno y -lo otro era gran maravilla, fué la costa abajo aquel lúnes hasta el -sol puesto. Vido que la tierra era llena de buenos puertos y tierra -altísima; por aquella costa abajo, vido muchas islas hácia el Norte y -muchos cabos en la tierra firme, á los cuales, todos, puso nombres: á -uno, cabo de Conchas; á otro, cabo Luengo; á otro, cabo de Sabor; á -otro, cabo Rico, tierra alta y muy hermosa; dice que en aquel camino -hay muchos puertos y golfos muy grandes que deben ser poblados, y -cuanto más iba al Poniente, via la tierra más llana y más hermosa. Al -salir de la boca, vido una isla, al Norte, que estaria de la boca 26 -leguas, púsole nombre la isla de la Asuncion; vido otra isla y pusóle -la Concepcion, y á otras tres isletas juntas llamó los Testigos, y -estas, se llaman hoy así; á otra cabe ellas, llamó el Romero; á otras -isletas pequeñas, nombró las Guardias. Despues llegó cerca de la isla -Margarita, y llamóla Margarita, y á otra cerca della, puso nombre el -Martinet. Esta Margarita es una isla que tiene de luengo 15 leguas, y -de ancho cinco ó seis, y es muy verde y graciosa por de fuera, y por -dentro es harto buena, por lo cual está poblada; tiene cabe sí, á la -luenga, leste gueste, tres isletas, y dos detras dellas, Norte-Sur: el -Almirante no vido más de las tres, como iba de la parte del Sur de la -Margarita. Está seis ó siete leguas de la tierra firme, y por esto hace -un golfete entre ella y la tierra firme, y en medio del golfete están -dos isletas, leste gueste, que es de Levante á Poniente, junto la una -á la otra; la una se llama Coche, que quiere decir venado, y la otra -Cubagua, que es la que arriba en el cap. 136 dije, donde se han cogido -infinitas perlas. De manera, que el Almirante, aunque no sabia que en -aqueste golfete se criaban las perlas, parece que adivinó en llamarla -Margarita; estuvo muy cerca della, puesto que no lo expresa, porque -dice estaba nueve leguas de la isla Martinet, la cual estaba junto, -dice él, á la Margarita, de la parte del Norte, y dice junto, porque -como iba por la parte del Sur de la Margarita, parecia estar junto, -aunque estaba ocho ó nueve leguas: y esta es la isleta de la parte -del Norte, cercana á la Margarita, que agora se llama isla Blanca, y -dista las ocho ó nueve leguas de la Margarita, como dije; por aquí -parece que debia estar junto ó cerca de la Margarita, el Almirante, y -creo que, porque le faltó el viento, por allí surgió. Finalmente, de -todos los nombres que puso á islas y cabos de la tierra firme que tenia -por isla de Gracia, no han quedado ni se platican hoy sino la isla -de la Trinidad, y la boca del Drago, y los Testigos, y la Margarita. -Aquí andaba el Almirante muy malo de los ojos, de no dormir, porque -siempre, como andaba entre tantos peligros dentre islas, así lo tenia -de costumbre, y lo debe de tener cualquiera que trae cargos de navío, -por la mayor parte, como son pilotos, y dice, que más fatigado se vido -aquí que cuando descubrió la otra tierra firme, que es la isla de Cuba -(la cual áun pensaba que era tierra firme hasta agora), porque se -le cubrieron los ojos de sangre, y así eran por la mar sus trabajos -incomparables; por esta causa estuvo esta noche en la cama y luego -se halló más fuera en la mar de lo que se hallara si él velara, por -lo cual, no se descuidaba ni fiaba de los marineros, ni debe fiarse -de nadie el que es diligente y perfecto piloto, porque á su cuenta y -sobre su cabeza están todos los que van en la nao, y lo más propio y -necesario que al ejercicio de su oficio pertenece es velar y no dormir, -todo el tiempo que navega. - - - - -CAPÍTULO CXXXIX. - - -Parece haber andado el Almirante la costa abajo desde que salió de la -boca del Drago, ayer lúnes y hoy mártes, hasta 30 ó 40 leguas cuando -más, puesto que no lo dice, porque (como él se queja que no escrebia -todo lo que debia describir), no podia por andar por aquí tan malo; -y como via que la tierra iba muy extendida para abajo al Poniente, y -parecia más llana y más hermosa, y el golfo de las Perlas que quedaba -en la culata del golfo ó mar dulce, donde salia el rio de Yuyaparí, en -cuya busca iba, no tenia salida, la cual esperaba ver, creyendo que -esta tierra firme era isla, vino ya en cognoscimiento que tierra tan -grande no era isla, sino tierra firme, y, como hablando con los Reyes, -dice así: «Yo estoy creido que esta es tierra firme, grandísima, de -que hasta hoy no se ha sabido, y la razon me ayuda grandemente por -esto deste tan grande rio y mar, que es dulce, y despues me ayuda -el decir de Esdras en el libro IV, cap. 6.º, que dice que las seis -partes del mundo son de tierra enjuta, y la una de agua, el cual libro -aprueba Sant Ambrosio en su _Examenon_, y Sant Agustin sobre aquel -paso, _Morietur filius meus Christus_, como lo alega Francisco de -Mayrones, y despues desto me ayuda el decir de muchos indios caníbales -que yo he tomado otras veces, los cuales decian que al Austro dellos -era tierra firme, y entónces estaba yo en la isla de Guadalupe, y -tambien lo oí á otros de la isla de Sancta Cruz y la de Sant Juan, y -decian que habia mucho oro, y, como Vuestras Altezas saben, muy poco -ha que no se sabia otra tierra más de la que Ptolomeo escribió, y no -habia en mi tiempo quien creyese que se podia navegar de España á las -Indias, sobre lo cual anduve siete años en su corte, y no fueron pocos -los que entendieron en ello; y en fin, sólo el grandísimo corazon de -Vuestras Altezas lo hizo experimentar contra el parecer de cuantos -lo contradecian, y agora parece la verdad, y parecerá ántes de mucho -tiempo más larga: y, si esta es tierra firme, es cosa de admiracion, y -será entre todos los sabios, pues tan grande rio sale que haga una mar -dulce de 48 leguas.» Estas son sus palabras. Por manera, que la primera -razon que le persuadia ser tierra firme, la que llamó Sancta cuando -entró en el golfo por la boca de la Sierpe, cuando vido la Trinidad, -y la que despues llamó isla de Gracia, fué salir tanta agua dulce -que endulzaba tan grande golfo, y argüia muy bien, porque gran golpe -de agua ó rio muy grande no se puede congregar, si no es de muchas -fuentes, las muchas fuentes causan muchas quebradas, son causa de -muchos arroyos, hacen muchos rios chicos y despues se ayuntan grandes; -todo lo cual presupone necesariamente, grandísimo discurso y longura -de tierra. Esta parece que no puede ser isla por grande que sea, luego -parece que debe ser tierra firme; y era bonísima la conjetura por -este argumento. La segunda razon tomaba de la autoridad de Esdras, -que dice que las seis partes de la tierra quedaron enjutas, mandando -Dios que todas las aguas se encerrasen en un lugar, que es la mar, y -aquel testo dice así: _Et tertia die imperasti aquis congregari in -septima parte terræ, sex vero partes siccasti et conservasti_, etc. -Arguye, pues, así: la auctoridad de Esdras afirma ser las seis partes -del mundo tierra, y la una de agua; toda la tierra que sabemos parece -ser poca, segun la mar vemos tan grande; luego esta tierra debe ser -grande, más que isla, que llamamos firme para que concuerde con la -autoridad de Esdras, que tenga seis partes la tierra, respectivamente -comparadas á una que ha de tener el agua, y por esto no es mucho ni -difícil creer que esta sea tierra firme. No solamente el Almirante por -la autoridad de Esdras se movia y argüia ser la tierra seis veces más -grande que el agua, pero tambien doctísimos varones en todas ciencias -hacian lo mismo, y della argüian ser la mayor parte del mundo tierra -y habitable, contra Ptolomeo, que tuvo que solamente la sexta parte -del mundo era habitable, y las otras cinco partes estaban cubiertas de -agua, como parece en el libro de Ptolomeo, «De la disposicion de la -esfera,» y en el «Almagesto,» libro II; y de ellos es Pedro de Aliaco, -doctísimo varon en todas ciencias, el cual, en el libro _De imagine -mundi_, cap. 8.º, alega la dicha autoridad de Esdras, diciendo que -aquel libro los Santos tuvieron en reverencia, y por él las verdades -sagradas confirmaron. Estas son sus palabras. Desto dijimos en el -capítulo 6.º Lo mismo de Esdras alega Jacobo de Valencia, no poco docto -en cosmografía, en el Salmo CIII, sobre el verso _Hoc mare magnum et -spatiosum_, etc., probando que la tierra es seis veces mayor que la -mar. Puede alguno decir á la autoridad de Esdras, que aquel libro IV es -apócrifo y de ninguna autoridad, y á lo que dice Pedro de Aliaco, que -los Santos lo tuvieron en reverencia, no lo probara con San Jerónimo, -el cual, en la «Epístola contra Vigilancio,» dice que nunca aquel -libro leyó, porque no conviene tomar en las manos lo que la Iglesia -no recibe; estas son sus palabras. Sant Agustin, libro XVIII, cap. 36 -_De Civitate_, no aprueba aquel lib. IV de Esdras, sino el III, cap. -3.º, diciendo que, por aventura, Esdras fué profeta en aquello que -dijo, «que la verdad es más fuerte y poderosa que el Rey é las mujeres -é el vino,» profetizando de Cristo, Nuestro Señor y Redentor, que es -la verdadera verdad. Esto es lo que dice Sant Agustin; que escribiendo -sobre aquellas palabras, _morietur filius meus Christus_, tratase de -Esdras y lo aprobase, no sé donde Francisco Mairones lo halló. Y aquel -lib. III tambien se pone por apócrifo, aunque no tanto como el IV, por -no tenerse por cierto que Esdras lo escribió; Sant Ambrosio, no en el -_Examenon_, como el Almirante dice, sino en el libro de _Bono mortis_, -cap. 10, contra los gentiles que creian morir las ánimas juntamente -con los cuerpos, parece aprobar tambien el IV, aunque da á entender -con alguna condicion, sobre aquel artículo de nuestra fé, que en el -tiempo del universal juicio, los muertos han, en sus cuerpos, propios, -de resucitar; el cual toca allí en el cap. 7.º, Esdras, hablando del -juicio, y que la tierra los ha de restituir á las ánimas: _Terra -reddet quæ in ea dormiunt et pulvis quæ in eo silentio habitant et -promptuaria reddent quæ in eis comendatæ sunt animæ et revelabitur -Altissimus super sedem judicii_, etc. Donde dice así Sant Ambrosio: -_Animarum autem superiora esse habitacula scriptura testimoniis valde -probatur, siquidem in Esdræ libris legimus, quod cum venerit judicii -dies reddet terra defunctorum corpora; et pulvis reddet eas quæ in -tumulis requiescunt reliquas mortuorum_. Et infra. _Sed Esdræ usus -sum scriptis ut cognoscant gentiles ea quæ in philosophiæ libris -mirantur translata de nostris_, etc.; en esto que Sant Ambrosio dice, -á la postre, usado he de los escritos de Esdras, porque cognoscan los -gentiles que, de lo que se admiran de nuestras Escripturas salió, -parece, algo, que si no fuera por confundirlos á ellos, lo de aquel -libro IV alegará, pero puédese decir que ni contra los gentiles lícito -era traer testimonio de lo que no tenia autoridad. Finalmente, aunque -aquel libro sea apócrifo, que es tanto como sospechoso de contener -algunos errores, no se sigue que no tenga algunas y muchas verdades, -como es aquella del final juicio, y aquella _morietur filius meus -Christus_; y así puede haber sido de la dicha autoridad, que la tierra -sea seis veces mayor que la mar, é por esta razon se puede muy bien en -esto alegar. Tuvo el Almirante otra razon para más se persuadir á que -esta era tierra firme: las nuevas que dice que le dieron los vecinos de -la isla de Guadalupe, y desta Española, y de la de Sant Juan. - - - - -CAPÍTULO CXL. - - -Por todo lo susodicho en los capítulos precedentes, asaz parece -manifiesto haber sido el primero el Almirante D. Cristóbal Colon, -por quien la divina Providencia tuvo por bien de descubrir aquesta -nuestra grande tierra firme, así como lo tomó por instrumento y eligió -por medio de que al mundo se mostrasen todas estas, tantos siglos, -encubiertas océanas Indias. Vídola, miércoles, 1.º dia de Agosto, un -dia despues que descubrió la isla de la Trinidad, año del nacimiento -de nuestra salud, Jesucristo, de 1498 años, á la cual llamó la isla -Santa, creyendo que era isla, desque comenzó á llegarse para entrar por -la boca que llamó de la Sierpe, en el golfo de la Ballena, que nombró, -que halló todo dulce, la cual boca hace la isla de la Trinidad, por -aquella parte, y la misma tierra firme que llamó Santa; y el viérnes -siguiente, que se contaron 3 dias del dicho mes de Agosto, descubrió la -Punta de Paria, que llamó la Punta de la Paria, á la cual, estimando -que tambien era isla, púsole nombre la isla de Gracia; como todo fuese -tierra firme, como por sus dias y horas arriba ha parecido, y hoy -más claramente, por la apariencia y vista de ojos, ser toda inmensa -tierra firme, parece. Y es bien aquí de considerar, la injusticia y -agravio que aquel Américo Vespucio parece haber hecho al Almirante, -ó los que imprimieron sus cuatro navegaciones, atribuyendo á sí, ó -no nombrando sino á sí sólo, el descubrimiento desta tierra firme; -y por esto todos los extranjeros que destas Indias en latin ó en su -lenguaje materno escriben, y pintan, ó hacen cartas ó mapas, llámanla -América, como descubierta y primero hallada por Américo. Porque como -Américo era latino y elocuente, supo encarecer el primer viaje que -hizo, y aplicarlo á sí mismo, como si fuera él por principal y Capitan -dél, habiendo ido por uno de los que fueron con el capitan Alonso de -Hojeda, del que arriba hemos hablado, ó por marinero, ó porque puso -como mercader alguna parte de dineros en el armada, mayormente cobró -autoridad y nombre por haber dirigido las navegaciones que hizo al rey -Renato, de Nápoles. Cierto, usurpan injustamente al Almirante la honra -y honor y privilegios, que, por ser el primero que con sus trabajos, -sudores y industria dió á España y al mundo el conocimiento desta -tierra firme, como lo habia dado de todas estas occidentales Indias; -merece, el cual privilegio y honor reservó la divina Providencia para -el Almirante D. Cristóbal Colon, y no para otro, y por esto nadie -debe presumir de se lo usurpar ni dar á sí ni á otro, sin agravio é -injusticia y pecado, cometida en el Almirante, y, por consiguiente, sin -ofensa de Dios. - -Y porque esta verdad manifiesta sea, referiré aquí fielmente la noticia -verídica y no aficionada que dello tengo. Para entender esto, conviene -presuponer la partida de Sant Lúcar del Almirante para hacer este -viaje, que fué á 30 de Mayo del año 1498, como arriba queda dicho, y -llegó á las islas de Cabo Verde, á 27 de Junio; y vido la isla de la -Trinidad, mártes 31 dias de Julio, y luego, miércoles, 1.º de Agosto, -vido al Sur la tierra firme por la angostura de dos leguas, que hace -con la isla de la Trinidad, que llamó la boca de la Sierpe, y á la -tierra firme, creyendo que era isla, nombró la isla Sancta, y luego, -el viérnes siguiente, vido y descubrió á Paria, y llamóla isla de -Gracia, por creer que tambien era isla. Toda esta navegacion y la -figura y la pintura de la tierra, envió el Almirante á los Reyes. Esto -así supuesto, veamos cuando partió Américo Vespucio, y con quién, -para descubrir ó negociar en estas partes; para entendimiento de lo -cual, sepan los que esta Historia leyeren, que en este tiempo estaba -el susodicho Alonso de Hojeda en Castilla, y llegó la relacion deste -descubrimiento y la figura de la tierra que el Almirante envió luego -á los Reyes, lo cual todo venia á manos del Obispo D. Juan Rodriguez -de Fonseca, que ya creo que era Obispo de Palencia, que tenia cargo -de la expedicion y negocios destas Indias desde su principio, siendo -él Arcediano de Sevilla, como arriba queda asaz dicho. El dicho Alonso -de Hojeda era muy querido del Obispo, y como llegó la relacion del -Almirante y la pintura dicha, inclinóse Alonso de Hojeda ir á descubrir -más tierra por aquel mismo camino que el Almirante llevado habia, -porque, descubierto el hilo y en la mano puesto, fácil cosa es llegar -hasta el ovillo; ayudóle á ello haber él colegido de los avisos que -el Almirante procuraba saber de los indios, cuando con el Almirante -al primer viaje vino, que habia por estas tierras, y despues destas -islas, tierra firme; y como tuvo el favor y voluntad del Obispo, -buscó personas que le armasen algun navío ó navíos, porque á él no le -sobraban los dineros, y halló en Sevilla (y por ventura en el puerto -de Sancta María, y de allí partió para el dicho descubrimiento), -donde él era cognoscido, y porque por sus obras de hombre esforzado -valeroso era señalado, quien cuatro navíos le armase. Dánle los Reyes -sus provisiones é instrucciones y constitúyenle por Capitan para que -descubriese y rescatase oro y perlas y lo demas que hallase, dándoles -el quinto á los Reyes, y tratase de paz y amistad con las gentes adonde -llegar le acaeciese. Y así, el primero que despues del Almirante fué á -descubrir, no fué otro sino Alonso de Hojeda; y, los que llevó y quiso -llevar en su compañía, trabajó de llevar todas las personas que pudo, -marineros, y que más de las navegaciones destas tierras sabian, que -no eran otros sino los que habian venido y andado con el Almirante. -Estos fueron los principales, en aquel tiempo: uno dellos, Juan de la -Cossa, vizcaino, que vino con el Almirante cuando descubrió esta isla, -y despues fué tambien con él al descubrimiento de las islas de Cuba -y Jamáica, laboriosísimo viaje hasta entónces; llevó tambien Hojeda -consigo al piloto Bartolomé Roldan, que en esta ciudad de Sancto -Domingo fué muy nombrado y todos cognoscimos, el cual edificó desde -sus cimientos gran parte de las casas que se hicieron y son vivas en -las cuatro calles, y este habia venido con el Almirante en el viaje -primero, y despues tambien al descubrimiento de Paria y tierra firme; -trujo tambien Hojeda al dicho Américo, no sé si por piloto ó como -hombre entendido en las cosas de la mar y docto en cosmografía, porque -parece que el mismo Hojeda lo pone entre los pilotos que trujo consigo. -Y lo que creo y colijo del prólogo que hace al rey Renato de Nápoles -en el libro de sus «Cuatro navegaciones,» el dicho Américo, él era -mercader, y así lo confiesa; debia, por aventura, poner algunos dineros -en la armada de los cuatro navíos y tener parte en los provechos -que de allí se hubiesen, y aunque Américo encarama mucho que el rey -de Castilla hizo la armada y por su mandado iban á descubrir, no es -así, sino que se juntaban tres ó cuatro, ó diez que tenian algunos -dineros, y pedian y áun importunaban por licencia á los Reyes, para -ir á descubrir é granjear, procurando sus provechos é intereses. Así -que Hojeda, por traer la figura que el Almirante habia enviado, de -la tierra firme que habia descubierto, á los Reyes, y por pilotos á -los marineros que habian venido con el Almirante, vino á descubrir -é descubrió la parte que abajo, cap. 166, se dirá, de tierra firme. -Que haya ido Américo con Alonso de Hojeda, y Hojeda despues de haber -descubierto la tierra firme el Almirante, es cosa muy averiguada y -probada con muchos testigos, y por el mismo Alonso de Hojeda, el cual -fué presentado por el Fiscal por testigo en favor del fisco, cuando -el Almirante, D. Diego Colon, legítimo y primero sucesor del dicho -Almirante D. Cristóbal Colon, movió pleito al Rey por todo su Estado -de que habia su padre sido desposeido, y él lo estaba por esta causa; -el cual Alonso de Hojeda dice así en su dicho á la segunda pregunta, -por la cual era preguntado, ¿si sabia que el Almirante D. Cristóbal -Colon no habia descubierto en lo que agora llaman tierra firme, sino -una vez que tocó en la parte de la tierra que llaman Paria? etc., -responde Hojeda, que el Almirante D. Cristóbal Colon tocó en la isla -de la Trinidad y pasó por entre la isla dicha y Boca del Drago, que es -Paria, é que vió la isla de la Margarita; preguntado ¿como lo sabe? -dijo, que lo sabe porque vió este testigo la figura que el dicho -Almirante envió á Castilla, el dicho tiempo, al Rey é Reina, nuestros -señores, de lo que habia descubierto, y porque este testigo luego vino -á descubrir y halló que era verdad lo que dicho tiene, que el dicho -Almirante descubrió; á la quinta pregunta, que contiene lo que el mismo -Hojeda habia descubierto desde Paria abajo, dice así Hojeda, que la -verdad desta pregunta es, que él vino á descubrir el primero despues -que el Almirante descubrió, y que él fué hácia el Mediodia de la tierra -firme, cuasi 200 leguas, y descendió despues hasta Paria y salió por -la Boca del Drago, y allí conoció que el Almirante habia estado en la -isla de la Trinidad, junto con la Boca del Drago; y abajo dice, que -este viaje, que este testigo hizo, trujo consigo á Juan de la Cossa y -á Américo Vespucio, é otros pilotos, etc. Esto dice Alonso de Hojeda, -entre otras cosas, en su dicho y deposicion; por manera, que quedan -averiguadas por el mismo Hojeda dos cosas: la una, que trujo á Américo -consigo, y la otra, que vino á descubrir por la tierra firme despues de -la haber descubierto el Almirante; y esta postrera está muy probada, -conviene á saber, que el Almirante haya sido el primero que descubrió á -Paria, y que en ella estuvo ántes que cristiano alguno llegase á ella -ni á parte alguna de toda la tierra firme, ni tuviese noticia de cosa -de ella, y esto tiene probado el Almirante, don Diego, su hijo, con -60 testigos de oidas y 25 de vista, como parece por el proceso deste -negocio y pleito, el cual yo he visto, y bien visto. Probó asimismo, -que por haber el dicho Almirante D. Cristóbal Colon descubierto estas -Indias é islas, y despues á Paria, que es la tierra firme, primero -que otro alguno, se atrevieron á ir á descubrir los otros que despues -dél fueron descubridores, y que creen y tienen por cierto, que nunca -hombre se moviera á ir á descubrir, ni las Indias ni parte de ellas se -descubrieran, si el Almirante descubierto no las hobiera. Esto prueba -con 16 testigos de oidas y con 41 que lo creen, y con 20 que lo saben, -y con 13 que afirman que descubrió primero que otro alguno, y que -por aquello lo creen; testifícalo tambien Pedro Martir en su primera -Década, capítulos 8.º y 9.º, al cual se le debe más crédito que á otro -ninguno de los que escribieron en latin, porque se halló en Castilla -por aquellos tiempos y hablaba con todos, y todos se holgaban de le dar -cuenta de lo que vian y hallaban, como á hombre de autoridad, y él que -tenia cuidado de preguntarlo, pues trataba de escribir, como dijimos -en el prólogo de la Historia. De haber llegado á Paria el Américo en -este su primer viaje, él mismo lo confiesa en su primera navegacion, -diciendo: _Et provincia ipsa Parias ab ipsis nuncupata est_. Despues -hizo tambien con el mismo Hojeda la segunda navegacion, como en el cap. -162 parecerá. Aquí es agora mucho de notar y ver claro el error que -cerca de Américo por el mundo hay, y digo así: que como ninguno ántes -del Almirante hobiese llegado ni visto á Paria, ni cosa de aquella -tierra, ni despues dél no llegó primero otro sino Hojeda, síguese, que -Américo, ó fué con Hojeda, ó despues dél; si fué con Hojeda, y Hojeda -despues del Almirante, y el Almirante partió de Sant Lúcar á 30 de -Mayo, y llegó á ver la Trinidad y la tierra firme postrero de Julio, y -primero y tercero de Agosto, como todo queda y es ya manifiesto, ¿como -con la verdad se compadece que Américo diga en su primera navegacion, -que partió de Cáliz á 20 de Mayo, año de nuestra salud, de 1497? Clara -parece la falsedad, y si fué de industria hecha, maldad grande fué, y -ya que no lo fuese, al ménos parécelo, pues muestra llevar diez dias de -ventaja en el mes al Almirante, cerca de la partida de Cáliz, porque -el Almirante partió de Sant Lúcar á 30 de Mayo, y Américo dice haber -partido de Cáliz á 20 del dicho mes, y usúrpale tambien un año, porque -el Almirante partió el año de 1498, y Américo finje que partió para -su primera navegacion el año de 97. Verdad es que parece haber habido -yerro y no malicia en esto, porque dice Américo que tardó en aquella su -primera navegacion diez y ocho meses, y al cabo della dice que tornó -á entrar de vuelta en Cáliz á 15 de Octubre, año de 499. Claro está, -que si partieran de Cáliz á 20 de Mayo, año de 497, que tardaran en el -viaje veintinueve meses; siete del año de 97 y todo el año de 98, y más -diez meses del año de 99. Tambien se pudo errar la péndola en poner el -año de 99 por el de 98 al fin, cuando trata de su vuelta á Castilla, -y, si así fuera, era cierta la malicia. Desta falsedad ó yerro de -péndola, ó lo que haya sido, y de saber bien, por buen estilo, relatar -y parlar y encarecer Américo sus cosas y navegacion, y callar el nombre -de su Capitan, que fué Hojeda, y no hacer más mencion que de sí mesmo, -y escribir al rey Renato, han tomado los escritores extranjeros de -nombrar la nuestra tierra firme América, como si Américo sólo, y no -otro con él, y ántes que todos la hobiera descubierto; parece, pues, -cuanta injusticia se hizo, si de industria se le usurpó lo que era -suyo, al Almirante D. Cristóbal Colon, y con cuanta razon al Almirante -D. Cristóbal Colon (despues de la bondad y providencia de Dios, que -para esto le eligió), este descubrimiento y todo lo sucedido á ello se -le debe, y como le pertenecia más á él, que se llamara la dicha tierra -firme Columba, de Colon ó Columbo que la descubrió, ó la tierra Sancta -ó de Gracia, que él mismo por nombre le puso, que no, de Américo, -denominarla América. - - - - -CAPÍTULO CXLI. - - -Tornando al Almirante, no podia quitar de su imaginacion la grandeza -de aquella agua dulce que halló y vido en aquel golfo de la Ballena, -entre la tierra firme y la isla de la Trinidad, y dándose á pensar -mucho en ello, y hallando sus razones, viene á parar en opinion que -hácia aquella parte debia estar el Paraíso terrenal. De las razones que -le movian, una era la grande templanza que andaba por aquella tierra -y mar donde andaba, estando tan cerca de la línea equinoccial, la -cual era juzgada de muchos autores como inhabitable, ó por habitable -con dificultad; ántes, por allí, estando el sol en el signo Leo, por -las mañanas hacia tanto frescor, que le sabia bien tomar un ropon -enforrado. Otra razon era, que hallaba que, pasando 100 leguas de las -islas de los Azores y en aquel paraje del Septentrion, al Austro, -nordesteaban una cuarta las agujas y más, y, con ellas yendo al -Poniente, iba creciendo la templanza y mediocridad de los tiempos -suaves, y juzgaba que la mar iba subiendo y los navíos alzándose hácia -el cielo suavemente; y la causa desta altura, dice ser la variedad -del círculo que describe la estrella del Norte con las Guardas, y -cuanto más van los navíos al Poniente, tanto más van alzándose, y -subirán más en alto y más diferencia habrá en las estrellas y en los -círculos dellas, segun dice. De aquí vino á concebir que el mundo no -era redondo, contra toda la machina comun de astrólogos y filósofos, -sino que el hemisferio que tenian Ptolomeo y los demas era redondo, -pero este otro de por acá, de que ellos no tuvieron noticia, no lo era -del todo, sino imaginábalo como media pera que tuviese el pezon alto, -ó como una teta de mujer en una pelota redonda, y que esta parte deste -pezon sea más alta y más propincua del aire y del cielo, y sea debajo -la equinoccial; y sobre aquel pezon, le parecia podia estar situado -el Paraíso terrenal, puesto que de allí, donde él estaba, estuviese -muy léjos. Daba otra razon: hallar, dice él, esta gente más blanca ó -ménos negra, y los cabellos largos y llanos, y gente más astuta y de -mayor ingenio, é no cobardes; y da razon de esta razon, porque cuando -en este viaje llegó en 20°, era la gente negra, y cuando á las islas -de Cabo Verde, más negra, y cuando á los 5°, en derecho la línea de la -Sierra Leona, muy más negra, pero cuando declinó hácia el Poniente y -llegó á la Trinidad y tierra firme, que creyó ser el cabo de Oriente, -por respecto del lugar donde estaba, donde acababan la tierra toda y -las islas, halló mucha templanza y serenidad, y por consiguiente, de -la manera que ha dicho la gente. Otra razon es, la multitud y grandeza -desta agua dulce del golfo de la Ballena, que tiene 48 leguas della, -la cual parece que podia venir de la fuente del Paraíso terrenal y -descender á este golfo, aunque viniese desde muy léjos, y deste golfo -nacer los cuatro rios Nilo, Tigre, Euphrates y Gánges, ó ir á ellos -por sus cataratas debajo de tierra y de la mar tambien. Ciertamente, -para estar este mundo destas Indias tan oculto y ser tan reciente su -descubrimiento, y ver las cosas tan nuevas que via, no es de maravillar -que el Almirante tanta, y de tan diversas y nuevas cosas, sospecha -imaginaciones y sentencia nueva tuviese. A lo que en la segunda razon -dijo, que yendo al Poniente iban los navíos alzándose, contradice lo -que el Filósofo dice en el II, de los «Mechaoros», cap. 1.º, conviene -á saber, que la tierra y la mar de Septentrion es más alta que la del -Austro, y pruébalo, porque las mares y corrientes dellas, que vienen -de aquellas partes, corren á otras mares más bajas, y de aquellas á -este Océano; y da dello otra señal, que aquella tierra es más alta, -porque los meteorológios, que quiere decir los estudiosos de las cosas -altas, creyeron que el sol no andaba por debajo de aquella tierra, -sino por cerca della, porque en el Septentrion los lugares de la -tierra son altos; esto es del Filósofo. A lo que el Almirante infiere, -que la tierra no es redonda, Aristóteles en el II, _De cœlo_, cap. -14, y Ptolomeo en su _Almagesto_, _dictione_ 5.ª, cap. 16, Plinio, -libro II, capítulos 66 y 67, y Alberto Magno, II, _De cœlo_, tractado -III, capítulos 9, 10 y 11, y el autor de la «Esphera,» y comunmente -todos los más aprobados filósofos y astrólogos y matemáticos son en -contrario, lo cual se muestra y prueba por razones demostrativas que -no pueden por alguna manera negarse. Y una razon quiero aquí decir -que experimentamos en las Indias cada dia, y es, que cuando pasamos -por la latitud de los climas, que es del Norte ó Septentrion al Sur ó -Austro, por poco que andemos, descubrimos algunas estrellas que están -en aquella parte, y que perpétuamente no vemos y nunca vimos, y si -tornamos de Austro al Septentrion, por poco que á él nos acerquemos, -se nos descubren estrellas que nunca vimos, y esto parece, porque en -Egipto y en la isla de Chipre y en Persia, que están hácia el Mediodia -ó Austro, vénse muchas estrellas meridionales, las cuales no ven los -que están en el sétimo clima, y por el contrario, muchas ven aquestos -que los habitadores del Austro no ven ni verán jamás, estando en sus -tierras. Así parece arriba, cap. 128, donde hablando de la isla de la -Taprobana, dijimos, por sentencia de los antiguos, que no se vian los -Septentriones, que son las Osas Mayor y Menor, ni las Cabrillas. Esto -en ninguna manera podia ser si no fuese la tierra redonda, porque la -misma redondez y cuesta y lomo que hace, se interpone entre las vistas -nuestras y de los que están en aquellas partes, porque, sin duda, si -la tierra fuese llana, de igual superficie, como algunos hubieron, -grandes filósofos, y de los cristianos fué Lactancio en el libro de -_Falsa sapitia_, cap. 24, donde quiera que el hombre estuviese, y en -cualquiera parte de la tierra veria ambos á dos polos y todas las -estrellas que están cerca dellos. Esta razon es del Filósofo, en el -libro II, _De cœlo_, cap. 14, y Sancto Tomás, allí en la leccion -última, y de Alberto Magno, donde arriba, cap. 11, y del autor de -la«Esphera.» Ponen otra razon, de los eclipses, porque si la tierra -fuera llana, en la misma hora que apareciera el eclipse á los de -Oriente lo vieran los habitadores de Occidente, pero porque unos á -una y otros á otra lo ven, los de Occidente lo ven ántes y los de -Oriente despues, y por el contrario, porque primero les anochece á -estos que á aquellos, lo cual no seria sino por el lomo ó altor ó -embarazo que hace la tierra por ser redonda. Y ansí parece que el -Almirante no argüia bien, por aquellas razones, que la tierra no fuese -redonda, pero no es de maravillar, como viese tantas novedades, como -dice, y tan admirables; y, por ventura, se movia tambien por razon de -que no total y propia y perfectamente la tierra es esférica, de tal -manera como lo es la propia y perfecta figura esférica, de cuyo punto -medio, todas las líneas rectas que proceden y van á la superficie son -iguales, como una bola que sea perfectamente redonda, pero la figura -redonda es, que va ó se quiere asemejar á lo esférico, puesto que no -sea esférico perfectamente como lo sea una manzana, aunque se puede -decir redonda, pero no se dirá propiamente esférica; y esta es la -diferencia entre lo esférico y lo redondo, y así, la tierra se dice -redonda y no propiamente esférica. Esto parece que siente Plinio en el -cap. 66 del libro II, _Orbem certe dicimus terræ globum quem verticibus -includi fatemur. Neque absoluti orbis est forma in tanta montium -excelsitate tanta camporum planicie._ Las mismas palabras dice Beda en -el libro _De natura rerum_, cap. 46. En aquello que dice, no de forma -absoluta, da á entender, que absolutamente no es la tierra esférica, -sino con condicion, conviene á saber, si todas las partes de la tierra -juntamente se ayuntasen con el anchura de las líneas, de tal manera, -que las líneas vayan sobre toda la tierra en circuito, no descendiendo -á los llanos ni campos y montes, resultaria entonces un ayuntamiento -que seria de esférica figura; y porque el Almirante no ignoraba las -razones que los antiguos daban de la redondez de la tierra, segun él -dice aquí: «Yo siempre leí que el mundo, tierra y agua, era esférico, -y las autoridades y esperiencias que Ptolomeo y todos los otros que -escribieron deste sitio daban y amostraban para ello, así por eclipses -de la luna y otras demostraciones que hacen de Oriente hasta Occidente, -como de la elevacion del polo de Septentrion al Austro; agora ví tanta -deformidad, como ya dije, y por eso me puse á tener eso del mundo, y -fallé que no era redondo de la forma que escriben, salvo que es de -forma de una pera que sea toda muy redonda, salvo que allí donde tiene -el pezon allí tiene más alto, etc.» Estas son sus palabras. Donde -muestra no ignorar en este caso lo que otros de la redondez de la -tierra sabian, así que, como esto supiese, tambien habria visto esto -que se dijo de Plinio, y con ello ayuntadas las mudanzas y novedades -maravillosas que en la mar y en la tierra veia, no parece que será -razon de imputarle á falta de saber porque dijese, que aunque sabia -afirmar los pasados ser la tierra redonda, que no ser del todo esférica -le parecia. - - - - -CAPÍTULO CXLII. - - -Cuanto á sospechar que podia ser que el Paraíso terrenal estuviera en -parte de aquella region, tampoco el Almirante opinaba fuera de razon, -supuestas las novedades y mudanzas que se le ofrecian, mayormente, la -templanza y suavidad de los aires, y la frescura, verdura y lindeza -de las arboledas, la disposicion graciosa y alegre de las tierras, -que cada pedazo dellas parece un paraíso, la muchedumbre y grandeza -impetuosa de tanta agua dulce, cosa tan nueva; la mansedumbre y bondad, -simplicidad, liberalidad, humana y afable conversacion, blancura y -compostura de la gente. De lo cual dice así: «La Sacra Escriptura -significa que Nuestro Señor hizo el Paraíso terrenal, y en él puso -el árbol de la vida, y dél sale una fuente de donde resultan en este -mundo cuatro rios principales, Ganges y Euphrates, Tígris y Nilo. Yo -no hallo ni jamás he hallado escritura de latinos ni de griegos que -certificadamente diga el sitio en este mundo del Paraíso terrenal, -ni he visto en ninguna mapamundi, salvo situado con autoridad de -argumento; algunos le ponian allí donde son las fuentes del Nilo en -Etiopía, mas otros anduvieron todas estas tierras, y no hallaron -conformidad dello en la temperancia del cielo, en la altura hácia el -cielo, porque se pudiese comprender que era allí. Algunos gentiles -quisieron decir, por argumentos, que él era en las islas Fortunadas, -que son las Canarias, etc.; Sant Isidro, y Beda, y Strabon y el Maestro -de la «Historia escolástica,» y Sant Ambrosio, y Scoto, y todos los -santos teólogos conciertan que el Paraíso está en el Oriente. Ya dije -lo que yo hallaba deste hemisferio y de la hechura, y creo que si yo -pasara por debajo de la línea equinoccial, que en llegando allí, en -esto más alto, que hallara muy mayor temperancia y diversidad en las -estrellas y en las aguas, no porque yo crea que allí donde es el altura -del estremo sea navegable, ni agua, ni que se pueda subir allá, porque -creo que allí es el Paraíso terrenal, á donde no puede llegar nadie, -salvo por voluntad divina; y creo que esta tierra que agora mandaron -descubrir Vuestras Altezas, sea grandísima, y haya otras muchas en el -Austro, donde jamás se hobo noticia. Yo no tomo quel Paraíso terrenal -sea en forma de montaña alta, áspera, como el escribir dello nos -amuestra, salvo que sea en el colmo, allí donde dije la figura del -pezon de la pera, y que poco á poco, andando hácia allí desde muy -léjos, se va subiendo á él, y creo que pueda salir de allí esa agua, -bien que sea léjos, y venga á parar allí, de donde yo vengo, y faga -este lago. Grandes indicios son estos del Paraíso terrenal, porque -el sitio es conforme á la opinion destos santos é sacros teólogos, -y asimismo las señales son muy conformes, que nunca jamás leí ni oí -que tanta cantidad de agua dulce fuese así, dentro é vecina de la -salada, y en ello ayuda asimismo la suavísima temperancia; y si de -allí del Paraíso no sale, parece aún mayor maravilla, porque no creo -que se sepa en el mundo de rio tan grande y tan fondo.» Todas estas -son palabras del Almirante, con su humilde, y falto de la propiedad de -vocablos, estilo, como que en Castilla no habia nacido, por las cuales -no parece muy oscuro, el Almirante no ser poco experimentado en la -lectura divina y de historias antiguas y doctrina de santos doctores, -y de autores tambien profanos. Para mostrar de esto algo, y para que -se vea que no irracionablemente, sino con probables y razonables -motivos, podia opinar y sospechar, al ménos, estar por aquella tierra -firme, ó cerca, ó léjos della, la region donde está situado el Paraíso -terrenal, cuatro cosas cerca dello quiero aquí, declarando algunas -que toca el Almirante, decir: la una, lo que por los autores, de la -altura del Paraíso terrenal, se dice; la otra, en qué sitio region ó -parte de la tierra está, ó si en isla ó en tierra firme; la tercera, -de la grandeza ó tamaño y capacidad dél; la cuarta, de las calidades -(algunas, empero), que al propósito hacen, que tenia y hoy tiene. -Cerca de lo primero, esta es sentencia comun de todos los doctores, que -es el más alto lugar de la tierra, y así lo dice Damasceno, libro II, -cap. 2.º, _De ortodoxa fide: In Oriente quidem omni terra celsior_, -etc. Strabo, que fué hermano de Beda, sobre el «Génesis,» é pónese -en la glosa ordinaria, dice, que tan alto, que llega al cielo de la -Luna: _Locus remotissimus pertingens usque ad circulum Lunæ_, etc; -y el Maestro de las historias, en el cap. 13, sobre el «Génesis,» -afirma lo mismo; el Maestro de las Sciencias, en el II, distincion -17, lo refiere. Muchas sentencias y diversas, nacieron de la altura -del Paraíso, pero la verdadera es, que pues la Sagrada Escritura no -explica cuanta sea, ninguno puede naturalmente definirla, y por esto -lo que se ha de tener es, que tanta es su altura, cuanta convenia á -la buena y salubre vivienda de los hombres en el Paraíso; esta era la -templanza del lugar, que delectablemente allí se viviese, esto que ni -hubiese calor ni afligiese el frio, sino que estas calidades fuesen -reducidas á el medio, de donde procediese la sanidad, y las cosas que -allí hobiese no se corrompiesen, ó no fácilmente fuesen corrompidas. La -corrupcion se hace por la accion de la contrariedad, y, para impedir -esta contrariedad, necesario era no estar el Paraíso en lugar de accion -vehemente para causar contrariedad; y porque en el fuego hay extremo -de contrariedad, que es el gran calor, y en el aire tambien caliginoso -hay extremo de contrariedad, que es gran frio, y en la tierra, puesto -que no hay extremo de contrariedad, sino una mezcla de frio y calor por -la incidencia y reflexion de los rayos del sol, y por esta causa hay -alguna templanza, pero es poca, y es con accion de contrariedad, por -esta razon ni pudo ponerse el Paraíso terrenal que llegase al cielo -de la luna, porque el elemento del fuego que llega al cóncavo de la -luna quemara todas las cosas y á todo el Paraíso terrenal, ni tampoco -ponerse entre el aire turbio y caliginoso, por la mucha frialdad, que -todo tambien lo mortificara. En la tierra estuviera con ménos daño, -porque hay en ella un poco de templanza, pero todavía por la mucha -accion de contrariedad, muy presto en ella las cosas se corrompen, -porque este lugar de nuestra habitacion tiene el aire turbulento, por -los vapores y exhalaciones que salen de la tierra y del agua, por -lo cual no puede haber mucha sanidad en él. Fué, luego, necesario -dar tal sitio y lugar al Paraíso donde no hobiese alguna accion de -contrariedad, pero mayor y menor temperancia y serenidad; este lugar, -no es otro sino la tercera region del aire, que está luego sobre la del -aire caliginoso y turbio, porque allí hay poca accion de contrariedad, -la que basta para alguna generacion y corrupcion. Que este lugar se -pueda, como es dicho, persuadir el Paraíso donde esté situado, conviene -á saber, la tercera region del aire, parece así, porque otros montes -hay en la tierra que llegan hasta allí; uno es, aquel tan nombrado y -celebratísimo, y así admirable en altura, Olimpo, el cual es tan alto -que parece llegar al cielo, y por esta causa, entre los griegos, el -nombre del cielo y el del monte Olimpo, uno no más es, y así, la cumbre -dél, llaman las gentes de aquella tierra, cielo; dice Olimpo, cuasi -_olo lampus_, que quiere decir, cielo. Deste dice Sant Isidro, libro -XIV, cap. 8º, de las «Etimologías,» que Olimpo es un monte de Macedonia -demasiadamente alto, que las nubes se vean debajo dél; del cual canta -Virgilio: _Et nubes excesit Olimpus_, y así parece que aquel monte suba -sobre las nubes que están en la segunda region del aire, ó en el aire -caliginoso; y más, se dice, que todas las pasiones y turbulencias del -aire sobrepuje, por lo cual los filósofos que allí subian á contemplar -los sitios y cursos de las estrellas, no podian vivir en aquel monte -sino llevaban consigo esponjas con agua bien imbuidas y empapadas, de -las cuales chupando y atrayendo á sí el agua, dice que espesaban el -aire para lo atraer y poder respirar y vivir, porque por su sotileza -de aquel aire superior y puro, no se podia atraer para respirar ó -resollar, y así no podian los hombres vivir, ni las aves pudieran -allí volar, por no poder sostener el peso del cuerpo dellas; así lo -dice Sant Agustin sobre el _Genesi, ad literam_, cap. 14, en la obra -imperfecta. Esto se trata tambien en el libro _De propietatibus rerum_, -libro XIV, cap. 29, hablando del monte Olimpo, y alega al Maestro -de las Historias, y no señala en qué lugar. Y que este monte Olimpo -trascienda el aire caliginoso parece por un cierto argumento, porque -allí ni hay jamás viento ni lluvias, y estaba en él un templo dedicado -á Júpiter, donde, cuando se ofrecian los sacrificios, escribian -ciertas letras en la ceniza ó en el polvo, y cuando volvian otro año, -al tiempo de hacer las ceremonias de los sacrificios, se hallaban las -mismas letras en la ceniza, sin haberse deshecho, lo que no pudiera -ser si viento ó lluvia allí cayera; así lo toca Sant Agustin, donde -dije arriba, y más largo lo dice Solino en su Polistor, cap. 13, y -así parece que el monte Olimpo sobrepuja las impresiones del aire -caliginoso y oscuro, y por consiguiente, llega á la tercia region del -aire, que es toda serena, y con todo eso, no es tanta su altura que -no pudiesen subir á él los filósofos á especular y los sacerdotes á -ofrecer sacrificios. Y no solamente Olimpo, monte, sobrepuja las nubes, -pero tambien el monte Athos en Macedonia ó en Tracia, del cual dice -el mismo Solino en el cap 21, y Pomponio Mela, libro II, cap. 2.º, -que es más alto que el lugar de donde descienden las lluvias, y este -lugar es la media region del aire, de tal manera que: _capit opinio -fidem quod de aris quas in vertice sustinet, non abluitur cinis sed -quo relinquitur aggere manet_. Y tiene otra cosa que se tiene por una -de las maravillas del mundo, que llega con su sombra hasta la isla -Lemno, una de las del Archipiélago, que está dél 86 millas, que son más -de 28 leguas. _Quod non frustra inter miracula notaverunt cum Athos -Lemno sex et octoginta millibus pasuum separaretur._ Lo mismo dice Sant -Isidro, libro XIV, cap. 8.º de las «Etimologías». Y, cierto, la isla -de Tenerife en las Canarias, y la isla del Pico en las de los Azores, -no creo que son muy ménos altas que las dichas, como quiera que las -veamos, á lo ménos la del Pico, 40 leguas en la mar, y mucho más alta -la cumbre dellas que las nubes, y que parecen por debajo dél. Pues si -estas sierras ó montes ya dichos llegan á la tercera region del aire, -que es toda serena y suave, no es difícil cosa de creer y conceder que -el Paraíso terrenal suba encima de los vientos y de las lluvias en la -region tercera del aire, al cual, con más razon podemos dar mayor -altura que á los montes comunes de que ya tenemos cierta noticia. -Finalmente, es de concluir que el Paraíso terrenal está en lo más -alto de toda la tierra, y sobrepuja todos los otros altos montes por -altos que sean, donde las aguas del Diluvio no pudieron llegar, ó por -su altura, ó porque no convino que llegasen, las cuales sobrepujaron -15 codos á todos los más altos, parece. _Génesis_, 7. Pues trayendo -lo dicho al propósito, como el Almirante considerase la tierra no ser -esférica del todo, como ya se probó, y la necesidad del lugar ó altura -del Paraíso, pudo imaginar el dicho monte ó lugar ser como el pezon de -la pera, como lo más alto de toda la tierra, puesto que la semejanza de -las cosas en todas las particularidades no se pueda ni deba guardar, -porque de otra manera, una cosa no seria semejante á otra sino ella -misma. - - - - -CAPÍTULO CXLIII. - - -Cuanto á lo segundo que propuse decir, en qué sitio ó region ó parte de -la tierra, ó si en isla ó tierra firme, puesto sea el Paraíso terrenal, -decimos: que en qué lugar ó debajo de qué parte del cielo sea su -sitio, cierta, determinada y precisamente, nadie de los que vivimos y -vivieron ántes de nos, miéntras vivian, ni lo sabemos ni lo supieron, -sino fuesen aquellos á quien la divina voluntad quiso revelarlo, porque -la Escritura divina no lo declara. Y por esta causa de incertidumbre, -hubo diversas opiniones, no sólo entre gentiles, pero tambien entre -católicos. Lo que la Escritura Sancta dice, es esto: _Plantaverat auten -dominus Deus Paradisum voluptatis, à principio_ «Génesis. II.» Algunos -exponen _à principio_, por en el Oriente, porque de allí comienza el -movimiento del cielo que primero se mueve, ó que se llama _primum -mobile_. De aquí entienden que el Paraíso sea situado en Oriente, y -así lo dice Sant Isidro, cap. 3.º del libro XIV, de las «Etimologías:» -_Paradisus est locus in Orientis partibus constitutus, cujus vocabulum -ex græco in latinum vertitur, hortus. Porro hebraice Edem dicitur, -quod in nostra lingua delitiæ interpretatur, quod utrumque junctum -facit hortum delitiarum_, etc. San Juan Damasceno, _De ortodoxa fide_, -libro II, cap. 2.º, _inter cetera_, dice: _Hic locus divinus est -Paradisus, Dei manibus in Edem, id est delitiis el voluptate, plantatus -in Oriente quidem omni terra celsior_, etc. La «Historia scolástica,» -en el cap. 13, sobre el Génesis: _Plantavit Deus Paradisum herbis -et arboribus insitum, à principio creationis, scilicet cum aparuit -árida, et germinare terram fecit. Vel à principio id est à prima orbis -parte unde alia translatio habet Paradisum. In Edem ad Orientem. In -Edem, id est delitiis: à principio id est ad Orientem est autem locus -amenissimus longo terræ et maris tractu á nostra habitabili zona -secretus_, etc. Strabo tambien á lo mismo concuerda: _Paradisus est -locus in Oriente positus, interjecto Oceano et montibus appositis, -à regionibus quas incolunt homines secretus et remotissimus._ Lo -mismo afirma Josefo, libro I, cap. 2.º, _De Antiquitatibus_: _Dicit -autem etiam Deum plantasse ad Orientem Paradisum_, etc. Todas estas -sentencias pretenden ser su asiento en las partes de Oriente, y ser -secretísimo y apartado de toda poblacion de hombres por mucha lejura -de tierra y de mar que esté en medio. Sancto Tomás dice en la primera -parte, cuestion CII, art. 1.º, y en otros lugares, que convenientemente -se afirma estar puesto el Paraíso terrenal en el Oriente, porque es de -creer que en el más notable lugar de la tierra esté situado, y este es -el Oriente, como sea la diestra parte del cielo, segun el Filósofo, -en el libro II, _De cœlo et mundo_, y la diestra es más noble que -la siniestra, y así, fué cosa conveniente que Dios allí lo pusiese. -Estas son palabras de Sancto Tomás. Cerca de este punto es de notar, -que, en cualquiera sitio que el Paraíso esté, se puede entender estar -al Oriente; la razon es, porque cualquiera punto en la tierra se puede -entender estar al Oriente, por respecto y en comparacion del cielo, -ó por respecto de diversos sitios de la tierra, sino es por respecto -de los dos polos, por ser inmovibles ó movibles; y por eso, por decir -estar al Oriente, no por eso se determina cierto y preciso lugar de la -tierra en que tenga su sitio el Paraíso. Otros hobo que tuvieron por -opinion que estaba el Paraíso terrenal en alguna parte del Occidente, -y este fué error de los gentiles que siguieron los versos y ficciones -de los poetas, los cuales afirmaron estar en las islas de Canaria, -por lo cual las llamaron Fortunadas y Bienaventuradas, cuasi diciendo -que los que en ellas vivian eran felices y bienaventurados. Así lo -testifica Sant Isidro en el libro XIV, cap. 6.º, de las Etimologias: -_Fortunatarum insulæ vocabulo suo significant omnia fere bona quasi -felices et beatæ fructuum ubertate: sua enim natura pretiosarum poma -silvarum parturiunt, fortuniis vitibus juga colium vestiuntur. Ad -herbarum vicem messis et olus vulgo est, unde gentilium error et -secularium carmina poetarum, propter soli fecunditatem, easdem esse -Paradissum putaverunt_, etc. Estas son sus palabras. Hesiodus, poeta -que segun Plinio, en principio del libro XIV de la «Natural Historia,» -fué el primero que dió preceptos ó reglas de agricultura, hace mencion -que en las islas Canarias estaba el Paraíso, que llamaban los gentiles -los Campos Elíseos, como arriba en el capítulo 20 largamente dijimos. -Strabo, en el principio de su «Geografía,» hace la misma mencion destas -islas Canarias, y tambien que en España, por su fertilidad, ponia -Homero y tambien Platon los dichos Campos Elíseos, que llamamos el -Paraíso. Pero podrá preguntar alguno, ¿como adivinaban los gentiles -nuestro Paraíso por la suavidad y amenidad ó templanza y aspecto -favorable de los cielos, que trataban de los Campos Elíseos, donde -creian ir las ánimas de los que en esta vida justamente vivian? -Responde Gregorio Nacianceno, en la oracion octava sobre la muerte de -Sant Basilio y Eusebio, en el libro XII _De Evangelica preparatione_, -que los griegos, y señaladamente Platon, aquello y otras muchas cosas -tomaron de los libros de Moisén y de nuestra antigua Sagrada Escritura. -_Sapientes (inquit Gregorius), qui fuissent in Eliseos Campos receptos -aserebant terram sicilicet inmortalem, quo nomine appellabant -nostrum Paradisum ex Mosaicis libris edocti: licet in apellando eo -discreparent, Campum Elisium vel pratum herbosum illum vocantes_, etc. -Pero dejado el lugar ó el sitio del Paraíso que aquestos decian, gran -diferencia es la que hay entre la felicidad del Paraíso á las islas -de Canaria, que llamaban Fortunadas, porque aunque muchas cualidades -se cuentan por los antiguos dellas, fué por la gran licencia que los -poetas se tomaron de fingir muchas más de las que en la verdad eran; lo -cual se averigua, lo uno, por lo poco que las alaba de bienaventuradas -Solino en el capítulo último de su Polistor, donde dice, que mucho -más dice la fama que por sus nombres en la verdad tienen: _De harum -nominibus expectari magnum mirum iror, sed infra famam vocabuli res -est_, y referidas algunas buenas calidades suyas, dice al cabo: -_Ideoque non penitus ad nuncupationem suam congruere insularum -calitatem_. Y así, no son aquellas islas del nombre de Paraíso dignas, -y por esto parece claro, los muy antiguos ninguna noticia haber tenido -destas Indias sino fuese atinando, porque, si la tuvieran, con muy -mayor razon pusieran en ellas los Campos Elíseos que en las islas -de Canaria, ni en España, pues es manifiesta la ventaja, como cien -mil partes á una, que á todas las del mundo, en felicidad, templanza -de aires, aspecto de los cielos, aguas, frutas, frescura, suelo, -disposicion de la misma tierra y otras naturales riquezas hacen estas -Indias, como arriba en muchos capítulos ha parecido, y es harto buen -argumento; y porque allí, donde el Almirante andaba, era maravillosa la -frescura y temperancia de aires, y alegría de la tierra, cielo, aguas y -arboledas, que por los ojos via, no era mucho que por allí concibiese, -aunque habia navegado hácia el Poniente (puesto que tambien sentia ser -el fin de Oriente), estar, no los Campos Elíseos como los gentiles, -sino, como católico, el terrenal Paraíso. - - - - -CAPÍTULO CXLIV. - - -Fueron algunos otros que tuvieron opinion que estaba el Paraíso -terrenal debajo de la línea ó en la línea equinoccial, y, para -prueba dello, señalaban algunas razones: una era, porque, segun -muchos filósofos, aquel lugar es temperatísimo por las razones que -al principio el Almirante propuso ante los Reyes católicos, probando -ser posible el descubrimiento deste orbe, las cuales pusimos en los -capítulos 6.º y 7.º, y la verdad desta temperancia, cierto, más vemos -por nuestros ojos que podemos leer en ningunos libros. Pues como el -Paraíso haya de tener el más templado y felice lugar que se pueda -hallar en la tierra, segun que arriba se ha visto, parecíales que -allí debia estar situado el Paraíso terrenal, y confírmase por esta -razon, y sea la segunda, porque en la línea equinoccial, ó cerca -della, entre los trópicos, que se llama, segun Virgilio en el primero -de las «Georgicas,» y Sant Jerónimo en la _Epistola ad Paulinum_, al -principio, la Mesa del sol, está la ciudad de los filósofos, nombrada -Arim, y otros lugares cuyos habitadores todos, por la mayor parte, -se ocupan en ciencia de astrología y en especular los secretos de -las cosas naturales; pues como, para entender y ejercitarse en esta -especulacion y estudio, se requiriese vivir ó habitar en lugar suave -y templado, ajeno de las perturbaciones é inquietudes que causan el -excesivo frio y calor, como en el capítulo 142, hablando del monte -Olimpo, se dijo, por esto les parecia que por aquella region debia de -estar el Paraíso; y porque el Almirante habia ejercitado estas antiguas -lecturas, y se via 5° de la línea equinoccial, y con tan maravillosa -frescura, verdura, templanza, y tan sensible serenidad, pudo no sin -mucha causa ser movido, al ménos, á sospechar que aquella tierra de -Paria ó cerca della debia estar el Paraíso terrenal. Dícese allí la -Mesa del sol, por una manera de metáfora, porque los filósofos, como en -mesa de dulces manjares, se mantenian y recreaban del suave y deleitoso -manjar de la sabiduría y ciencia de filosofía, penetrando y entendiendo -los secretos, por ella, de los movimientos é influencias y virtudes de -los cielos y estrellas, y de las otras cosas naturales; pero, en el -sentido literal, la Mesa del sol se dice y dijo, porque en Etiopía, -cerca de la isla Meroc, que hace el rio Nilo, la cual está cerca de la -línea equinoccial, donde viven la gente que se llaman macrobios, gente -amicísima de justicia, de verdad y de virtud, y que se adornan con -joyas hechas de cobre, y las prisiones á los delincuentes hacen de oro, -por tener en ménos estima el oro quel cobre, hay un prado ó campo en el -cual de noche, los que gobiernan, mandan proveer y hinchir de muchas y -diversas carnes asadas, en suma y grande abundancia, y, salido el sol, -cada uno de los que quiere van á él y toman lo que dellas quieren, á -su voluntad; piensan los ignorantes pueblos, que divinalmente aquello -se les provee y nasce en aquel campo, y porque adoran al sol, llaman -la Mesa del sol, estimando que el sol se lo provee. De aquí salió -entre los antiguos este proverbio ó refran, que á toda abundancia ó -provision copiosa de comida, ó cuando los ricos daban en sus casas bien -de comer á los menesterosos, llamaban Mesa del sol. Por esto la llama -Sant Jerónimo, donde dije arriba, _Famosissimam solis mensam_. Della -hace mencion Herodoto en el libro III de su «Historia,» y Pomponio -Mela, libro III, cap. 10, y Solino, cap. 43. Por ver á esta Mesa del -sol envió Embajadores Cambises, rey de Persia, al rey de Etiopía, -diciendo que la deseaba ver como cosa tan maravillosa; pero hacíalo por -usurpar aquel señorío de Etiopía; el cual enviando sus Embajadores, -más por espías para especular la tierra por dónde habia de entrar con -su ejército, que con embajada, dióles muchos dones, ciertas vestiduras -de carmesí, é collar de oro y ajorcas, que usaban los hombres en -aquellos tiempos, y un alabastro de ungüento, y vino de Fenicia, muy -precioso, que le presentasen de su parte y dijesen así: «Cambises, -Rey de los persas, deseando ser tu amigo, querria tambien ser huesped -tuyo; nos ha enviado y mandado que vengamos á te hablar de su parte, -y te presentásemos estos dones, los cuales él tenia por muy preciosos -y usa dellos como en cosa de que él se deleita, y porque te ama quiso -con ellos agradarte.» Pero el rey de Etiopía, entendiendo que más por -escudriñarle su reino, para usurpárselo los enviaba, respondióles: -«Vuestro señor, el Rey de los persas, ni os envia porque él tenga -en mucho ser mi huesped, ni vosotros decís verdad, porque no venís -sino á especular nuestro imperio, ni vuestro Rey, que os envia, es -bueno ni justo, porque, si justo fuese, no desearia usurpar el reino -y region ajena, sino estaria con la suya contento, ni á los hombres -que mal nunca le hicieron querria poner en servidumbre, y por tanto, -vosotros tomad este arco y decidle: «El rey de Etiopía da este consejo -al Rey de los persas, que cuando los persas trujeren tan fácilmente -sus arcos, tan grandes como este, entónces con mayores ejércitos mueva -guerra contra los macrobios etiopes, y, entretanto, haga gracias á -los dioses que no inspiran ni mueven á los hijos de los etiopes, que, -fuera de la suya, cudicien adquirir otra region.» Y dicho esto, dióles -el arco. Y esto decia, porque eran todos aquellos macrobios hombres -de gran estatura, y los arcos usaban muy gruesos y grandes, y el Rey -siempre era elegido el que era mayor de cuerpo. Tomó la vestidura de -púrpura, y sabido que con sangre de ciertas conchas se teñia, dijo: -«Los hombres dolosos engañadores, de dolosos y engañosos vestidos se -visten.» Preguntado para qué eran aquellas ajorcas y collar de oro, -y respondido que para atavío de los Reyes, rióse creyendo que eran -prisiones, y dijo: «Más fuertes son las prisiones de mis cárceles.» -Preguntado por el ungüento, y le dijesen que de ciertas confecturas se -hacia, dijo lo mismo que de la púrpura; cuando vinieron al vino gustólo -y maravillosamente se deleitó. Preguntó qué cosas tenia por manjares -su Rey, y qué tanto vivian en su tierra los hombres; respondiéronle -que comian pan de trigo, dándole á entender qué era y como se hacia, -y que á lo más que llegaba la vida eran ochenta años; respondió: «No -es maravilla, pues comen estiércol, que vivan tan poco.» Preguntado -el Rey por los Embajadores, que tantos vivian los hombres en aquel su -reino, respondió, que ciento y veinte años, y más, porque no comian -otra cosa sino carne cocida y bebian leche. Finalmente, tornados los -Embajadores al rey Cambises, y sabida la respuesta, hecho furibundo -y sin considerar lo que debiera hacer, junta grande ejército para -ir contra el rey de Etiopía, que mal nunca le habia hecho; y, no -proveyendo los mantenimientos necesarios, ántes que la quinta parte del -camino anduviese, pasando por dificultosísimos lugares, acabáronseles -las talegas; comenzó el ejército á comer hierba, y él no por eso dejó -el camino hasta que llegaron á ciertos arenales, donde faltándole del -todo la comida, acuerda el ejército de echar suertes sobre que de cada -diez uno, dellos mismos, se comiesen. Oido por Cambises, acuerda de -tornarse, habiendo muchos del ejército perecido. Vuelto á Thebas y de -allí á Memphis, ciudad de Egipto, envió por la mar otro grande ejército -contra los etiopes, que nunca le habian, como dicho es, ofendido, -adonde hizo desatinos, y al cabo, allí, con rabia de no haber con su -locura salido, del todo perdió el seso. Todo esto cuenta Herodoto en -su libro III. Esto hemos referido por ocasion de la Mesa del sol que -dijimos. De otra manera, y por otros efectos hablan los astrólogos y -astrónomos de la Mesa del sol, y es esta: que partiendo y dividiendo la -tierra toda en tres partes, la una es la parte austral, la segunda la -aquilonar, la tercera la Mesa del sol. Todo lo que hay de tierra de esa -parte del trópico de Capricornio hiemal, nombran austral; toda la parte -que hay desta de trópico de Cancro estival, aquilonar; y todo lo que se -contiene entre ambos á dos trópicos, llamaron la Mesa del sol; la razon -es, porque el sol no sale de entre los dos trópicos, y entre ambos, -cada dia natural de veinticuatro horas de Oriente á Poniente, por el -movimiento del primer movible, parece que se apascienta y recrea como -en una mesa; y en seis meses del año, con el movimiento propio, ándase -del trópico hiemal al estival, y los otros seis meses del estival al -hiemal; y así, por una manera de metáfora, llaman todo aquel aspacio -de tierra de entre ambos trópicos la Mesa del sol, como dicho es. La -tercera razon, que los que afirmaban estar el Paraíso en la línea -equinoccial daban, colegian de los nascimientos del rio Nilo, arguyendo -así: cierto es que el rio Nilo es Gion, uno de los cuatro que salen del -Paraíso, pues vemos que este rio aparece y mana teniendo sus principios -y fuentes de la etiopal, cerca de la línea equinoccial, el cual cerca -toda la tierra de Etiopía, como dice la Escritura «Génesis» cap. 2.º, y -despues allí riega la tierra de Egipto; luego señal es que debe allí, -ó cerca de allí (conviene á saber, de la línea equinoccial), estar el -Paraíso terrenal, y parece venir derecho camino de hácia allá. Destas -tres razones aquí dichas, que alegan los que afirman estar el Paraíso -en la línea equinoccial, las dos, primera y tercera, refiere, con -aquellos, Sancto Tomás en el segundo escripto sobre las «Sentencias,» -distincion 17, cuestion 3.ª, art. 2.º _In corpore_. Y aunque la razon -postrera parece que arguye, con alguna sospecha, que por allí estará -el Paraíso, por aparecer Nilo cerca de la equinoccial, pero no es muy -eficaz; la razon es, porque muchos rios hay é fuentes que nacen en unas -tierras y islas, y viénense á tornar á nacer á otras, aunque ellas -estén muy apartadas, y entre ellas haya mucha distancia de tierra ó -de mar, porque si la distancia es de tierra, puede venir, é de hecho -viene, el agua por venas y soterráneos ocultos de la tierra, y en unas -tierras aparecen, y en otras se sumen y corren sin verse ni sentirse, -y en otras parece que de nuevo nacen, como si allí fuese su primer -orígen; y si la distancia tambien es de mar, lo mismo acaece, porque -viene, ó por los caminos soterráneos de la tierra que está debajo de la -mar, ó por encima de la misma agua salada, porque el agua dulce anda -siempre por encima de la salada por ser más liviana, y va su camino, -y si algo toma de lo salobre, despues, pasando por las venas de la -tierra, se torna á endulzorar. Desto un asaz patente ejemplo tenemos -del rio Alpheo, que su fuente y nascimiento es en la Peloponense, -provincia de Grecia, que se solia llamar Acaya, donde predicó Sant -Andrés, agora se llama la Morea, y está entre dos mares Jonio y Egeo, -cuasi como isla, de allí corre aquel rio Alpheo y va por la ciudad de -Elide y por la de Pisa, ciudad de Arcadia; de allí se sume y va mucho -camino por debajo la tierra, despues por debajo de la mar por grandes -honduras, como son las del Archipiélago, y va á salir en la isla -Oritigia, que tambien se llama Délos, la principal del Archipiélago, -en manera de fuente, como si allí tuviese su primer nascimiento; -despues deja á la Grecia, y va por debajo de la mar y sale por la -fuente Aretusa, muy nombrada, que está en la isla de Cecilia, cerca -de la ciudad Siracusana, y de allí entra en la mar, lo cual es cosa -admirable. Esto se experimenta echando pajas ó otra cosa liviana en -el principio y fuente del rio Alpheo, que es en Grecia, viene á salir -por la dicha fuente Aretusa, en Sicilia. Así lo cuenta Virgilio en el -III de las «Eneidas,» _Alpheum fama est Elidis amnen ocultas egisse -vias subter mare; qui nunc ore Arethusa tuo confunditur undis_, y en -el VII de «Las Bucólicas,» en la égloga última; y Ovidio, en el V de -_Metamorphoseos_, al fin, y Strabo en el libro VIII, y Séneca tambien -en el libro V de las «Cuestiones naturales.» Lo mismo y más eficazmente -se prueba por los rios Tigris y Euphrates que salen del Paraíso -terrenal, los cuales no se nos manifiestan luego como salen, ántes, -por debajo de tierra y por mar, con luengo discurso, y no salen hasta -la region de Armenia, donde ambos juntos se muestran por una fuente, -como si allí fuese su primer principio, y de allí luego se dividen, y -el Tigris va más al Oriente, hácia los Asirios, y Euphrates hácia los -Caldeos; desto hace mencion Salustio y Boecio, libro V, metro primero, -_De consolatione_: _Tigris et Euphrates uno se fonte resolvunt et mox -adjunctis disociantur aquis; si coeant cursumque iterum revocentur in -unum, confluat alterni quod trahit unda vadi_, etc. Y Sant Agustin, -libro IX, cap. 6.º, sobre _Genesim ad literam_. Lo mismo parece del -mismo rio Nilo, que en muchas partes se encierra y en muchas aparece, y -nunca se ha podido tener certidumbre dónde sea su nacimiento, despues -de que sale del Paraíso, segun arriba se ha visto. De todo lo dicho se -sigue, que podrá estar el Paraíso en alguna isla cercada de mar, porque -ninguna razon repugna, ántes parece apuntarse por el dicho de Strabo, y -que dicen, que, _interjecto Oceano et montibus appositis_, etc., estar -cercado de mar, y así ser isla; pero que sea en isla, ó esté situado en -tierra firme, ni se ha sabido ni se puede saber, si Dios, que lo asentó -en su lugar, no lo revela. - -Tambien hace á la prueba de lo arriba dicho, lo que refiere Sant -Anselmo en el libro I, cap. 22, _De imagine mundi_, concuerda Sant -Augustin, sobre _Genesim ad literam_, libro V, cap. 10, el cual dice, -que el agua, de todas las fuentes y rios del mundo, dulce, de la fuente -y cuatro rios del Paraíso procede, y que al abismo, que es la madre de -donde la dicha fuente nasce, otra vez se torna; la cual, puesto que por -todos los mares ande, no, empero, con el agua de la mar se mezcla, sino -que como el agua dulce sea liviana, corre por encima de la salada, que -es pesada, y por el discurso suyo, secreto, se torna; de aquí es lo que -se dice _Ecclesiastes I_: _Ad locum unde exeunt flumina revertuntur ut -iterum fluant: omnia flumina intrant in mare et mare non redundat_. Y -así parece, que la postrera de las tres razones que traen para probar -que el Paraíso terrenal está en la línea equinoccial, por nacer por -allí cerca el rio Nilo, no urge mucho, puesto que podria estar so ella. -Desta opinion hace mencion Sancto Tomás, primera parte, cuestion 102, -art. 2.º, _in fine_, donde dice: _Quidquid autem de hoc sit credendum -est: Paradisum in loco temperatissimo constitutum esse, vel sub -equinocciali ut alibi_. - - - - -CAPÍTULO CXLV. - - -No faltaron algunos otros que sintieron estar el terrenal Paraíso á la -parte austral de Mediodia, pasados ambos trópicos, y para persuadirlo -trajeron algunas razones no fuera de razon, y principalmente hacen -esta razon y es la misma que arriba, cap. 143, trujimos de Sancto -Tomás: A la más noble parte de la tierra, como es el Paraíso terrenal, -débensele, segun toda órden y razon natural, la cual guarda siempre la -divina Providencia, la más noble parte del cielo, pues la más noble -parte de toda la redondez de la tierra es el Paraíso terrenal, como -arriba se ha visto, y abajo, de aquí á poco, en el cuarto artículo, -se verá; luego el Paraíso terrenal está situado y constituido en -la parte del mundo austral. Que se le deba la más noble parte del -cielo á la más noble parte de la tierra, pruébase lo primero por -el Filósofo en el IV de los «Físicos,» que el lugar y lo que se ha -de poner en él han de ser ambas á dos cosas proporcionadas: _Locus -et locatum debent proportionari_. Lo segundo se prueba, porque la -nobleza, bondad, fertilidad y felicidad de la tierra, no le viene á -la tierra principalmente, ni procede, sino de las nobles y felices -influencias de las estrellas y aspecto favorable y benévolo del cielo, -como de la causa universal, segun parece por lo que en los capítulos -84 y otros se ha tractado, luego á la noble y felice tierra, noble y -felice parte se le debe del cielo, y á la más noble más noble, y á la -nobilísima nobilísima; pues el Paraíso y su tierra es la nobilísima -parte del mundo, luego nobilísimo asiento se le debe por respecto del -cielo. Que la más noble parte y más felice y felicísima del cielo -sea la parte austral, de la otra parte de los trópicos y Mesa del -sol, como lo llamaban los poetas y astrólogos, esto será menester -probarlo; para la prueba de lo cual, debemos presuponer: Primero, que -segun el Aristótel y Alberto Magno, en el II _De cœlo et mundo_, y -segun Ptolomeo y todos los filósofos y astrólogos, comunmente todo el -orbe juntamente es dividido con la tierra en dos partes principales, -iguales, segun que la línea equinoccial lo divide en dos hemisferios, -austral y aquilonar; y dicen que el austral es la cabeza y eminencia -del mundo, y el aquilonar son los piés y lo bajo y cuasi sentina -del mundo. La mano derecha es el Oriente, ó parte oriental donde -comienza el movimiento del primer móvile, como ya se ha tocado; y la -izquierda es el Occidente ó Poniente, donde va el movimiento. Esto -supuesto, manifiesto es que la cabeza de todas las cosas naturales -y artificiales, y áun civiles, siempre vemos ser más adornadas y de -mejor hechura, y más dignas de donde procede la virtud é influencia á -los otros miembros del cuerpo, en las cosas, al ménos, que viven, como -una hormiga y un gusanito y en un árbol, que aunque tiene la cabeza -debajo de la tierra, si aquella cabeza no tuviese vida, no la ternia -todo el árbol, pues della depende al árbol el nutrimento y sustentacion -con que vive, y, porque el arte imita la naturaleza en cuanto puede, -vemos en las cosas artificiales tambien, que un pintor que pinta una -imágen, cuanto más adorna y se esmera en hacer más perfecto el rostro -y la cabeza, y el carpintero una arca, la cabeza, que parece ser la -tapadera de encima, hace de mejor tabla y madera, y más dolada y limpia -y labrada parece. En las civiles ó inanimadas ó ayuntamientos naturales -de las gentes, tambien lo habemos experimentado y cada dia vemos, -las ciudades que son cabezas de los reinos, cuanto más excelentes -edificios y fuerzas, cuanto más labores y adornos tienen, cuanto más -privilegiadas y ennoblecidas y exentas de pechos, cargas y servicios -y derechos suelen ser por los Príncipes. Pues las civiles animadas, -como entre los hombres, no es menester tardar en esto más, como veamos -cuan más nobles y dignos son los que rigen, los Magistrados, los -Príncipes, los Reyes, no por más sino por ser cabezas de los pueblos; -por manera, que en las cosas naturales y en las artificiales, y en -las civiles inanimadas y animadas, y, finalmente, en todas las cosas -criadas, las cabezas son las más nobles, de más virtud y más dignas. -Pues como los cielos sean la más excelente parte de todo el universo -(de las cosas que no son racionales ni intelectuales hablando, y que -no viven), como sin sus movimientos, ni los árboles, ni los animales, -ni tampoco los hombres podrian tener vida, y otras muchas cosas -no ternian ser, manifestísimo es que la parte que fuere su cabeza -será, sobre todas las otras sus partes, necesariamente nobilísima, -virtuosísima, y del mesmo Hacedor con abundancia de virtudes naturales -y vigorosas privilegiatísima; pues esta es la parte austral y que los -marineros llaman el Sur, luego aquella parte será y debe ser la más -noble y más felice y más digna que el Oriente, ni el Occidente, ni -la del Norte ó Septentrional. De aquí es, que Aristóteles y Alberto -Magno en el II, cap. 2.º, _De cœlo et mundo_, y todos los filósofos -de Etiopía que se llaman Bragmanes, y Gimnosophistas, que especulan -aquella parte austral, mayormente Ptolomeo, afirman que las estrellas -de aquella parte son mayores y más resplandecientes y más nobles y -más perfectas, y, por consiguiente, de mayor virtud y felicidad y -eficacia que las aquilonares. Y asimismo, que aquel polo Antártico -y austral, es de mucha mayor cantidad y claridad y virtud que el -nuestro, que llamamos el Norte; y la razon es, porque toda aquella -parte es cabeza del mundo, luego las influencias y virtudes de allí -son más nobles, y, por consiguiente, de mayor felicidad, eficacia y -virtud. Es luego manifiesto ser la más felice y noble y digna parte del -cielo la parte austral, y, por consiguiente, allí debe estar situado -el Paraíso terrenal, y no al Occidente ni al Norte ó Septentrion, ni -tampoco á la parte oriental, porque todas aquellas partes del cielo no -tienen tanta nobleza, ni tanta virtud natural que cause y corresponda -á la suavidad, templanza, deleite y felicidad que tuviéramos y hoy -gozan Elías y Enoc en el Paraíso terrenal. Y á esto parece consonar -aquellas palabras del «Génesis,» cap. 3.º, conviene á saber: que -como Adan oyese la voz del Señor, que andaba paseándose, _ad auram -post meridiem_, hacia el aire suavísimo de esa parte de Mediodia, -escondióse, etc., porque el aire de aquel lugar dice aura, que es -blandísimo, suavísimo, y delectabilísimo aire, y de temperatísima luz -y deleitable. Dícese tambien estar despues del Mediodia, por razon -del lugar, porque aquella region está situada de esa parte de ambos á -dos trópicos, que decian los astrólogos Mesa del sol, como fué arriba -dicho, la cual se dice _meridies_ ó Mediodia al ménos, segun imaginaban -los antiguos que hacian la línea equinoccial tórrida zona, y calurosa -demasiadamente. Esta es la diferencia por aquel respecto entre el -Mediodia y la region que allí parece la Escriptura llamar aura, que -el Mediodia es lo mismo que lumbre intensísima, con calor excesivo, -lo cual imaginaban ser entre los trópicos, pero el aura es lo mesmo -que aire suavísimo y vital, y templadamente lucido y cálido, como es -el de aquel hemisferio, por el favor é favorables influencias de las -estrellas y cuerpos celestiales, y así parece que por el aura, despues -del Mediodia, donde aquestos afirmaban estar el Paraíso terrenal, se -entiende la parte austral que es situada desa parte del Mediodia, que -está pasado el trópico de Capricornio, en el cual se engendra fuego, -mayormente cuando el sol está en los signos australes y se apropincua -al opósito de auge. Y aquel trópico piensan algunos que es el gladio -y cuchillo ígneo versátil que puso Dios entre nosotros y el Paraíso, -para que Adan ni Eva, ni alguno de sus hijos pueda entrar allá. Pero -el contrario es la verdad, que vemos por experiencia, que debajo del -mismo trópico hay tierra excelentísima y muy poblada, en las provincias -del Perú. Por todo lo que dicho es, parece quedar harto probable la -opinion que tienen los que ponen el Paraíso de los deleites, de donde -fueron echados nuestros primeros padres en este valle de lágrimas -y amarguras, en la parte y hemisferio austral. Y pues hobo varones -doctos que con tan probables razones quisiesen persuadirnos estar el -Paraíso en aquella parte del mundo austral, y el Almirante viese que -la tierra firme, ó, segun estimaba entónces, isla de Gracia, parecia -en la parte austral, y la tierra tan felice y aires tan suaves y -aguas tan dulces, y juntas tantas, no absurda ni no razonablemente, -pudo pensar y juzgar, ó al ménos sospechar, estar por aquella parte -el Paraíso terrenal. A lo que estos opinadores dicen, que el trópico -de Capricornio engendra fuego, y que este debe ser ó es la espada -ó cuchillo ígneo que defiende la entrada del Paraíso terrenal, el -contrario podemos afirmar los que habemos pasado el dicho trópico, por -estas Indias andando hácia la parte austral, donde no vemos el exceso -del fuego ó del calor, ántes, hallamos tierra y mar bien templada. -Puede ser por esta vía la contrariedad concordar: que, como luego se -dirá, no parece que todo aquel hemisferio era necesario, segun algunos -quisieron decir, ocupar el Paraíso terrenal, sino que alguna gran parte -y aquella que ocupa, debe criar el dicho fuego ó calor, y no lo más, -pues no hay necesidad, y porque, segun algunos escritores, en la region -del Paraíso, fuera dél, muchos pueblos se cree morar. - - - - -CAPÍTULO CXLVI. - - -Cuanto á lo tercero que dije en el cap. 142, que entendia tratar, -conviene á saber, de la grandeza ó tamaño y capacidad del Paraíso, -esto parece que es lo más probable: que aquel lugar del Paraíso es -muy grande, porque están en él inmensidad de árboles de todos géneros -y de todas especies, con toda amenidad y frescura; es tambien el rio -que riega todo el Paraíso muy grande, y dél se reparten los cuatro -rios poderosos que arriba se han nombrado, y esto, por fuerza es que -requiera lugar de capacidad grande. Item, si Adan no pecara habia de -vivir y habitar en él todo el linaje de los hombres, porque ninguno -habia de vivir en el mundo, donde agora moramos, porque esto se dejaba -para habitacion de las bestias, pues para vivir y morar todos los -hombres juntos, gran capacidad de lugar era menester. Por esta razon -tuvieron algunos que el Paraíso terrenal era de tanta capacidad, -cuanta tiene una gran provincia ó una parte de las principales, como -es África ó Europa; otros, que todo aquel austral hemisferio era dado -por Paraíso terrenal, por la razon en el precedente capítulo dicha, -por la cual sentian ser toda aquella parte amenísima y felice; pero -á estos se puede, segun parece, responder, que si tan grande y tan -capaz fuera el Paraíso, no se pudiera de algunas gentes, y áun de la -mayor parte de los hombres, encubrir. Item, lo de la multiplicacion de -los hombres, no fuerza á tener que por ello hobiese de ser tan capaz -como una provincia grande; la razon es, porque los hombres, aunque -multiplicaran como ahora multiplican y quizas más, no habian siempre de -permanecer juntos, hasta cumplido el número que Dios tenia determinado -de salvar y fenecer el mundo, sino que, de generacion en generacion, -los habia Dios de traspasar en la vida eterna y estado celestial, por -dos ó de dos maneras, segun dice Sant Augustin en el libro IX, cap. -6.º sobre _Genesim ad literam_, y tráelas el Maestro en el segundo de -las «Sentencias,» distincion vigésima. La una es, ó que nascidos los -hijos, é instruidos y llegando á la edad de los padres, los padres -sin muerte fuesen transferidos; la otra, que á cabo de cierto tiempo -y número, unos fuesen y otros quedasen, y desta manera no fuera tanta -multitud de hombres en el Paraíso como es agora en el mundo. Puédese -tambien decir, que aunque hubiese entónces grande número de hombres -habitando en el Paraíso, no era necesario tener gran lugar como agora -ocupamos, porque agora tenemos necesidad de tener con nosotros muchos -animales para poder vivir, é para los animales tierra larga para en -que quepan y hallen sus pastos, y tierra tambien para labrarla y haber -los frutos della, y esta suele ser por tiempo estéril, y es menester -por algunos dias mudar las labores y reservarla, y así, para pocos -hombres, grande tierra y espaciosa es necesaria; todo lo cual, en el -Paraíso cesaba, como los hombres se hubiesen de mantener de los frutos -de los árboles, y así, poca tierra les bastaba, puesto que el Paraíso -tiene un lugar bien capaz y grande, para que se pudiesen los hombres, -con alegría, gozo, delectacion y consuelo, por muchas partes espaciar. -Algunos sienten que terná espacio de 100 leguas en todo su ámbito, por -manera que si así es su longura, será 30 leguas ó poco más, porque en -el círculo ó figura redonda, desta manera sea la longura que es el -diámetro á la línea circunferencial. Finalmente, ninguna cosa de las -dichas tiene certidumbre, como quiera que la divina Escritura desto no -haga mencion alguna, ni haya hombre que lo haya visto ni pueda ver ni -saber, si no le fuese divinalmente revelado, porque segun Beda sobre -el «Genesis,» de creer es que aquel lugar es remotísimo de la noticia -de los hombres. Puesto que hay quien diga que cerca dél haya pueblos y -poblaciones de hombres, sentencia es que no contradice á la Escritura, -pues presupone poder algunos venir á él, pero no entrar por el muro de -fuego, que llama Espada en manos del Cherubin. Parece que, si cerca -de allí no hobiera pueblos algunos, no era necesario sino supérfluo -poner guarda para que no osara entrar ninguno; parece tambien esto, -porque segun el texto hebreo, «Genesis,» II, plantó Dios el Paraíso -en Edem, que significa la tierra ó lugar donde lo plantó, la cual -estaba poblada y habitada de gentes, como parece «Genesis,» cap. 4.º -_Egresus Cain habitavit profugus ad Orientalem plagam Edem_; salió -Caín huyendo y fué á morar á la provincia Edem, que está al Oriente: -y en «Ezequiel,» cap. 27, donde se cuentan muchos pueblos y naciones -que traian mercadurías á Jerusalen, entre ellos se nombran los pueblos -de Edem y Charan, de donde se averigua ser provincia ó region poblada -por entónces. Dícese así en Ecequiel: _Charam et Edem negotiatores -tui_, etc., Edem cuasi provincia y region, donde está el Paraíso. Así -dice Sant Juan Damasceno: _Hic locus divinus est Paradisus Dei manibus -in Edem, id est, delitiis et voluptatibus_, etc. Y Sant Agustin, en -el libro VIII, cap. 3.º, sobre _Genesim ad literam_: _Plantavit ergo -Dominus Paradisum in delitiis, hoc est enim in Edem, ad Orientem_. -Donde se da á entender que toda aquella provincia ó region era -delectable y felice, donde moraban los hombres, pero, sobre todas las -partes della, era felicísimo y delectabilísimo el Paraíso que plantó -el Señor donde puso el hombre, el cual comunmente se nombra por los -que escriben, Monte altísimo, como ha parecido arriba. Toman tambien -otro argumento para decir que cerca del Paraíso estuvo, y por ventura -está hoy, gente poblada, porque segun dicen que refiere Sant Basilio -en su _Exameron_, y Sant Ambrosio en el suyo, que como el Paraíso esté -constituido en monte altísimo, puesto que arriba sea él todo llano, cae -el agua de la fuente que sale dél en un lago grande, de donde proceden -despues los cuatro rios caudales, y es tanto y tan grande el estruendo -y sonido que hace al caer, que todos los moradores de los pueblos -vecinos del dicho lago ó laguna en que cae, nacen todos sordos por el -exceso grande, que corrompe el sentido del oir. Pero esto no lo dicen -Sant Basilio ni Sant Ambrosio en sus _Examerones_, ni en los libros que -ambos hicieron del Paraíso terrenal; si en otra parte quizá de sus -obras no está escrito, que yo no haya visto, solamente hallo que esto -afirmaron decirlo los Sanctos susodichos á Bartolomé Anglico, autor del -libro _De propietatibus rerum_, en el libro XV, cap. 112, y á otros que -lo tomaron dél: como quiera que ello sea y cualquiera que lo diga, como -no lo contradiga la Escritura, bien podemos pasar con ello. Todas estas -cosas, puesto que remotas de nuestra Historia, he querido engerir aquí -ofrecida ocasion de haber hablado el Almirante del Paraíso, para que -los que no saben latin, de cosas que no leyeron tengan alguna noticia. -Y por concluir con esta intincion cerca de lo cuarto que arriba en el -cap. 142 prometí, digo, que de las cualidades del Paraíso dicen los -Sanctos maravillas, porque en él habia copia de todos los bienes que -pueden al hombre, para su consuelo, gozo, alegría y felice vida, en -cuanto al cuerpo, convenir, de tal manera, que ninguna cosa pudiese -desear que no la tuviese, ni aborrecer que no estuviese ausente dél, -segun Sant Agustin, libro XIV, cap. 10, _De civitate Dei_: _¿Quid -timere aut dolere poterant in tantorum tanta affluencia bonorum, ubi -non aberat quicumque quod bona voluntas non adipisceretur; neque erat -quod carnem vel animam hominis feliciter viventis ofenderet vel mali -quo molestaret?_ Allí todos los sentidos se deleitaban, los ojos, con -admirable claridad y en ver la hermosura de los árboles y frutas y -otras cosas; los oidos, del cantar y música de las aves; el sentido -del oler, con los aromáticos y diversos y suaves olores, y así los -demas, todos juntos, con la templanza y suavidad del aire y amenidad -del lugar, y templatísima concordia de los tiempos, donde concurrian -la frescura del aire, los alimentos del verano, la alegría del otoño, -la quietud de la primavera, la tierra gruesa y fructífera, las aguas -delgadas y en gran manera dulces y apacibles. Allí, no violencia de -vientos, no molestia de tiempos, no granizo ni nieve, no truenos ni -relámpagos, no hielo de invierno, no calor de verano, ni otra cosa -que les pudiese dar angustia ni afliccion ó fastidio; allí dicen que -ninguna cosa puede morir. Estas y otras muchas, dulcísimas y alegres -calidades pone Sant Basilio en el libro suso tocado del Paraíso, -lo demas se lea en los lugares donde copiosamente, de propósito, la -materia se escribe. Y así, queda largamente persuadido de haber tenido -el Almirante muy urgentes razones para entre sí considerar, ó al ménos -sospechar, que podia estar por allí, ó cerca, ó léjos de allí, en aquel -paraje ó region de tierra firme, que él juzgaba ser isla, aunque ya -iba creyendo que era tierra firme, el terrenal Paraíso; pues por otra -parte habia leido y entendido, que unos lo ponian al Oriente, otros al -Occidente, otros en la línea equinoccial, otros al Austro y Mediodia, y -por otra sabia que habia navegado al Occidente, y despues tornado algo -al Oriente, y por esto pensaba que aquello era el fin del Asia. Otra -vez volvia al Sur ó Austro, y la tierra grande que primero vido despues -de la isla de la Trinidad, y que llamó isla de Gracia, le pareció de -hácia el Mediodia; de otra parte, hallábase 5° de la línea; por otra, -experimentaba tanta frescura de tierras, tan verdes y deleitosas -arboledas, tanta clemencia y amenidad de sotiles aires, tanta y tan -impetuosa grandeza, y lago y ayuntamiento tan capaz y tan largo de -tan delgadas y dulcísimas aguas, y allende todo esto, la bondad, -liberalidad, simplicidad y mansedumbre de las gentes, ¿qué podia otra -cosa juzgar ni determinar, sino que allí ó por allí, y áun cerca de -allí, habia la divina Providencia constituido el Paraíso terrenal, y -que aquel lago tan dulce era donde caia el rio y fuente del Paraíso -y de donde se originaban los cuatro rios Euphrates, Gánges, Tigris y -Nilo? Y quien todas estas razones considerara, y hobiera lo que el -Almirante habia experimentado, leido y entendido, y entre sí, lo mismo -no determinara ó al ménos sospechara, de ser juzgado por mentecapto -fuera digno. - - - - -CAPÍTULO CXLVII. - - -Tornemos, pues, acabada esta digresion, á nuestra historia y á lo que -el Almirante hacer, del lugar donde estaba, determina, y es que, á más -andar, quiere venirse á esta Española por algunas razones que mucho -le impelian; la una, porque andaba con grandísima pena y sospecha, -como no habia tenido nueva del estado desta isla, tantos dias habia, y -parece que le daba el ánima la desórden y los daños y trabajos, que, -con el alzamiento de Francisco Roldan, toda esta tierra y sus hermanos -padecian; la otra, por despachar luego á su hermano el Adelantado con -tres navíos, para proseguir el descubrimiento que él dejaba comenzado -de tierra firme. Y es cierto, que si Francisco Roldan con su rebelion -y desvergüenza no lo impidiera, el Almirante, ó su hermano por él, la -tierra firme hasta la Nueva España descubriera; pero no era llegada -la hora de su descubrimiento, ni se habia de revocar la permision, -por la cual muchos habian de señalarse en obras injustas, con color -de descubrir, por la Providencia divina establecida. La tercera causa -de darse priesa el Almirante á venir á esta isla, era ver que se le -dañaban y perdian los bastimentos, de que tanta necesidad, para el -socorro de los que aquí estaban, tenia, los cuales torna á llorar, -encareciendo que los hobo con grandes angustias y fatigas, y dice, -que si se le pierden que no tiene esperanzas de haber otros, por la -gran contradiccion que siempre padecia de los que consejaban á los -Reyes, los cuales, dice él aquí: «no son amigos ni desean la honra del -Estado de Sus Altezas las personas que les han dicho mal de tan noble -empresa, ni el gasto era tanto que no se pudiese gastar, puesto que tan -presto no hubiese provecho para se recompensar, pues era grandísimo el -servicio que se hacia á Nuestro Señor en divulgar su santo nombre en -tierras incógnitas; y, allende desto, fuera para más gran memoria, que -Príncipe hobo dejado, espiritual y temporal.» Dice más el Almirante: -«y para esto fuera bien gastado la renta de un buen Obispado ó -Arzobispado, y digo (dice él), la mejor de España, donde hay tantas -rentas y no ningun Prelado, que, aunque han oido que acá hay pueblos -infinitos, que se haya determinado de enviar acá personas doctas y -de ingenio, y amigos de Cristo á tentar de los tornar cristianos ó -dar comienzo á ello; el cual gasto, bien soy cierto, que placiendo á -Nuestro Señor, presto saldrá de acá y para llevar allá.» Estas son -sus palabras. Cuanta verdad diga y cuan claro argumento haya sido -de la inadvertencia y remision, y atibiado hervor de caridad de los -hombres de aquel tiempo, espirituales ó eclesiásticos y temporales, que -tenian poder y facultad, no proveer al remedio y conversion destas tan -dispuestas y aparejadas gentes para recibir la fe, el dia del universal -Juicio parecerá. Fué la cuarta causa de venirse á esta isla y no -detenerse en descubrir más, lo que mucho quisiera, como dice él, porque -no venian para descubrir proveidos, la gente de la mar, porque dice, -que no les osó decir en Castilla que venia con propósito de descubrir, -porque no le pusiesen algun estorbo y porque no le pidiesen más dineros -que él no tenia, y dice que andaba la gente muy cansada. La quinta -causa, porque los navíos que traia eran grandes para descubrir, que el -uno era de más de 100 toneles y el otro de más de 70, y no se requiere -para descubrir sino de ménos; y por ser grande la nao que trajo el -primer viaje, se le perdió en el Puerto de la Navidad, reino del rey -Guacanagarí, como pareció arriba en el cap. 59. Fué tambien la sexta, -que mucho le constriñó á dejar el descubrir é venirse á esta isla, -tener los ojos cuasi del todo perdidos de no dormir, por las luengas y -continuas velas ó vigilias que habia tenido; y en este paso dice así: -«Plega á Nuestro Señor de me librar dellos (de los ojos dice), que bien -sabe que yo no llevo estas fatigas por atesorar ni fallar tesoros para -mí, que, cierto, yo conozco que todo es vano cuanto acá en este siglo -se hace, salvo aquello que es honra y servicio de Dios, lo cual, no -es de ayuntar riquezas ni soberbias, ni otras cosas muchas que usamos -en este mundo, en las cuales más estamos inclinados que en las cosas -que nos pueden salvar.» Estas son sus palabras. Verdaderamente este -hombre tenia buena y cristiana intincion, y estaba harto contento con -el estado que tenia, y quisiera con mediana pasada en el sustentarse -y de tantos trabajos reposar, al cual habia subido tan meritamente, -pero lo que sudaba y trabajaba era por echar mayor cargo á los Reyes; -y no se qué mayor era necesario del que habia echado, y áun él los -habia obligado, sino que via hacer tan poco caso de los señalados -servicios que habia hecho, y que de golpe iba cayendo y aniquilándose -la estimacion que destas Indias se habia comenzado, por los que á los -oidos de los Reyes estaban, que temia cada dia mayores disfavores, -y que del todo desmamparasen el negocio los Reyes, y así viese sus -sudores y trabajos perdidos, y él, al cabo, muriese en pobreza. -Determinando, pues, de venirse cuan presto pudiese á esta isla, -miércoles, á 15 de Agosto, que fué de la Asuncion de Nuestra Señora, -despues del sol salido, mandó alzar las anclas de donde habia surgido, -que debia ser dentro del golfete que hace la Margarita y otras isletas -con la tierra firme (y debia estar cerca de la Margarita, como dijimos -arriba, cap. 139), y dió la vela camino desta isla; y, viniendo su -camino, vido bien vista la Margarita y las isletas que por allí habia, -y tambien, cuanto más se iba alejando, más tierra alta descubria de -la tierra firme, y anduvo aquel dia, desde el sol salido hasta el sol -puesto, 63 leguas, por las grandes corrientes que ayudaban al viento. -Dejémosle agora venir hácia acá, donde pensaba de tener algun poco de -descanso y placer de su tan laborioso camino é indisposicion corporal, -holgándose con sus hermanos y amigos, lo que no hallará sino materia -con que se le doblen nuevas y mayores angustias y amarguras, de donde -se cognoscerá, lo que arriba alguna ó algunas veces habemos dicho, -conviene á saber, que toda su vida fué un trabajoso martirio. - - - - -CAPÍTULO CXLVIII. - - -Ya dejamos salido el Almirante de la tierra firme y de sus comarcanas -islas; conviene al órden de nuestra historia, que contemos el viaje -que hicieron los tres navíos que el Almirante despachó de las -islas de Canaria, viniéndose él á las de Cabo Verde, para hacer el -descubrimiento de la tierra firme, que agora hizo. Ya dijimos arriba en -el cap. 120, como Francisco Roldan con los de su rebelion se fueron á -la provincia de Xaraguá, reino del rey Behechio, estando allí haciendo -vida nefanda, y espurcísima y tiránica, teniendo cada uno las mujeres -que queria, tomadas por fuerza ó por grado á sus maridos, y á los -padres sus hijas para camareras, lavanderas cocineras, y cuantos indios -les parecia para servirse, y traer consigo, que le acompañasen, como -si hobieran nacido de ilustres padres, haciendo fuerzas é importunas -violencias donde quiera que estaban y andaban; matando y acuchillando -fácilmente á cualesquiera tristes indios por cualquiera desabrimiento -que dellos tuviesen. Así que, obrando estas heróicas obras y tales -ejemplos de bien vivir á los infieles, que por las obras de los -cristianos debieran bendecir al Padre celestial, dando por permision -de Dios, que suele, segun los desmerecimientos de los que están en -pecados, desampararlos de su mano, y ponerles ocasiones para que, -perseverando en su malicia más profundamente, caigan, por la ignorancia -de los pilotos, que entónces era harta, y por las corrientes grandes -que por esta isla, al ménos por esta costa del Sur, van abajo, habiendo -de venir á este puerto de Sancto Domingo, los dichos tres navíos fueron -más de 170 leguas abajo, á donde estaban todos los alzados, donde se -hallaron sin saber dónde estaban ni por dónde venian; y paréceme á mí, -que aunque adrede lo quisieran hacer, no pudieran peor errarlo. Y, -cierto, si hubiera sido posible deste alzamiento en Castilla haberse -sabido algo, gran sospecha pudiera tenerse de malicia de los pilotos ó -de los Capitanes, pero no pudo haberse algo sabido. Pues como Francisco -Roldan y su compañía supieron de los navíos, parte temiendo y parte -se alegrando, y algo dudando, quedaron espantados; fueron al puerto, -que estaba dos leguas, disimularon estar en obediencia del Adelantado, -preguntan como aportaron allí y qué nuevas habia del Almirante; -responden que por yerro y por las corrientes, y que el Almirante sería -presto en esta isla con otros tres navíos, que tantos dias habia que -se apartó para ir á descubrir tierra hácia el Austro: entraron en los -navíos y hablaron, y regocijáronse con los Capitanes, dos dias. Dióles -el Capitan Alonso Sanchez refresco, y tornados á salir con buena paz -en tierra como si no estuvieran rebelados, parecióles á los Capitanes -que debia salir la gente que traian de sueldo para trabajar, y que se -viniese por tierra á esta ciudad de Sancto Domingo, por la dificultad -grande que habian de tener los navíos por las corrientes y brisas que -siempre corrian, y, para guiarla, acordaron que el Capitan del un -navío, Juan Antonio Columbo, los llevase, y el Capitan Arana trujese -los navíos á este puerto. Saltaron 40 hombres, todos con sus ballestas, -lanzas y espadas bien aderezadas, á los cuales fácilmente provocó -Francisco Roldan y los suyos á que con él se quedasen, afirmándoles que -los habian de hacer trabajar y cavar por fuerza, y con mucha hambre y -laceria, pero allí en su compañía habian de tener la vida que vian que -ellos tenian, la cual no era otra sino andar de pueblo en pueblo de los -indios, cada uno con las mujeres que le placia tener, y los sirvientes -cuantos querian, fuesen hijas ó hijos de los señores y Caciques, aunque -les pesase, y haciendo cuanto querian sin que nadie les fuese á la -mano, y del todo corrompiendo y alborotando la tierra y las gentes -della, robándoles cuanto oro tenian y cualquiera cosa que tuviesen -de valor, y cortando las orejas y matando á los que no les servian á -su sabor, y otras cosas semejantes, infinitas. Con los cuales hobo -poco que trabajar para haberlos de inducir, porque algunos, y hartos, -eran homicianos, delincuentes, condenados á muerte por graves delitos, -como en el cap. 112 dijimos, sino fueron siete ó ocho que no quisieron -cometer tan gran vileza. Desque cognoscieron los Capitanes que estaban -rebelados y andaban sin obediencia, perpetrando los daños que hacian, -y desvergonzándose á sosacar los que nuevamente venian de Castilla, -fueron á Francisco Roldan, en especial Juan Antonio, el Capitan, que -parecia que más de veras aquella maldad sentia, y díjole que por qué -hacia cosa tan contraria al servicio de los Reyes, pues tanto él -afirmaba estar allí y andar en servicio dellos, que mirase que aquella -gente enviaban los Reyes, que ganaban su sueldo, del cual en Castilla -habian la mitad de un año recibido, para que le sirviesen en sacar oro -de las minas y en otras cosas y oficios, para los cuales dedicados -venian, y cuanto estorbo al servicio de los Reyes se causaria, por eso -que no diese lugar á tanto daño, escándalo y confusion como dello se -creceria. Roldan no curó de sus palabras ni de los daños que le ponian -delante futuros, sino del provecho que al presente con tan buen lance -se le ofrecia, porque se engrosaba y fortificaba para se defender -del Almirante, á quien él harto temia (como á quien tanto habia sido -ingrato y ofendido), allegándosele gente más de la que tenia. Estaban -con él 75, y creo que algunos más hombres, y 40, pocos ménos, que allí -le habian recrescido, tenia ya 100 y más, por manera que Juan Antonio -acordó de volverse á los navíos, y él y Pedro de Arana pusieron recaudo -en la otra gente que quedaba en ellos no se les saliese; y acordaron -partir para este Puerto de Sancto Domingo, quedándose el Capitan -Alonso Sanchez de Carvajal para venirse por tierra y trabajar con el -Roldan, si pudiera á la obediencia reducirlo. En este tiempo alcanzó -el Adelantado á saber, por nuevas y relacion de indios, como andaban -tres navíos hácia el Poniente, luego sospechó que debian venir de -Castilla y haber errado el camino; despachó luego una carabela para -buscarlos y traerlos. Antes que estos tres navíos llegasen, habia -escrito Francisco Roldan y los que con él estaban, á algunos amigos -suyos de los que estaban con el Adelantado, que tuviesen manera con -el Almirante, si viniese, de lo aplacar y reconciliar con él, y que -él queria á la obediencia pristina reducirse; aunque despues tuvo mil -mundanzas y engaños. - - - - -CAPÍTULO CXLIX. - - -Volvamos á la navegacion del Almirante, que dejamos partido del -paraje de la isla Margarita, y anduvo aquel dia, miércoles, 63 leguas -de sol á sol, como dicen. Otro dia, jueves, 16 de Agosto, navegó al -Norueste, cuarta del Norte, 26 leguas, con la mar llana, gracias á -Dios, como él siempre decia. Dice aquí una cosa maravillosa, que cuando -partia de Canaria para esta Española, pasando 300 leguas al Oueste, -luego nordesteaban las agujas una cuarta, y la estrella del Norte no -se alzaba sino 5°, y agora en este viaje nunca le ha nordesteado, -hasta anoche, que nordesteaba más de una cuarta y media, y algunas -agujas nordesteaban medio viento, que son dos cuartas; y esto fué, -todo de golpe, anoche. Y dice que cada noche estaban sobre el aviso -maravillándose de tanto mudamiento del cielo, y de la temperancia dél, -allí, tan cerca de la línea equinoccial, en todo este viaje, despues -de haber hallado la tierra; mayormente estando el sol en Leo, donde, -como arriba ha dicho, por las mañanas se vestia un ropon, y la gente de -allí de Gracia ser más blancos que otros que haya visto en las Indias. -Halló tambien allí, donde agora venia, que la estrella del Norte tenia -en 14° cuando las Guardas habian pasado de la cabeza el término de -dos horas y media. Aquí torna á exhortar á los Reyes que tengan este -negocio en mucho, pues les ha mostrado haber en estas tierras oro, y -mineros ha visto sin número dél, y que se quiere sacar con ingenio, -industria y trabajo, porque áun el hierro, habiendo tanto como hay, no -se saca sin él; y les ha llevado granos de veinte onzas y otros muchos, -y que donde hay esto, algo se debe creer que hay: y que llevó á Sus -Altezas grano de cobre de nacimiento, de seis arrobas, azul, lacar, -ámbar, algodon, pimienta, canela, brasil infinito, estoraque, sándalos -blancos y cetrinos, lino, aloes, jengibre, incienso, mirabolanos de -toda especie, perlas finísimas y perlas bermejas, de que dice Marco -Paulo que valen más que las blancas, y esto bien puede ser allá en -algunas partidas, así como de las conchas que se pescan en Canaria -y se venden en tanto precio en la Mina de Portugal; otras infinitas -cosas he visto y hay de especería que no curo agora de decir por la -prolijidad. Todas estas son sus palabras. Cerca de lo que dice de la -canela, y aloes, y jengibre, incienso, mirabolanos, sándalos, nunca -los ví en esta isla, al ménos, no los conocí; lo que dice del lino, -debe querer decir la cabuya, que son unas pencas como las çavila, de -que se hace hilo y se puede hacer tela ó lienzo dello, pero más se -asemeja al cáñamo que al lino; hay dos maneras dello, cabuya y nequen: -la cabuya es más gruesa y áspera, y el nequen más suave y delgado; -ambos son vocablos desta isla Española. Estoraque, nunca lo olí sino en -la isla de Cuba, pero no lo vide, y esto es cierto, que en Cuba debe -haber árboles dello ó de resina que huela como ello, porque nunca lo -olíamos sino en los fuegos que hacen los indios, de la leña que queman -en sus casas, el cual es olor perfectísimo, cierto; incienso, nunca yo -supe que en estas islas se hallase. Volviendo al camino, viernes, 17 -de Agosto, anduvo 37 leguas, la mar llana, á Dios nuestro señor, dice -él, sean dadas infinitas gracias. Dice, que con no hallar ya islas se -certifica, que aquella tierra de donde viene sea gran tierra firme, -ó á donde está el Paraíso terrenal, porque todos dicen, dice él, que -está en fin de Oriente, y es este, dice él. Sábado, entre dia y noche, -andaria 39 leguas. Domingo, 19 de Agosto, anduvo en el dia y la noche -33 leguas, y llegó á la tierra; y esta era una isleta chiquita que -llamó Madama Beata, y hoy comunmente la nombran la Beata; es isleta -de obra de legua y media, junto con esta isla Española, y dista deste -puerto de Sancto Domingo cerca de 50 leguas, y del puerto de Yaquino -15, que está más al Poniente. Está junto á ella otra más chiquita que -tiene una serrezuela altilla, que desde léjos parece vela, y púsole -nombre Alto Velo; creyó que la Beata era una isleta que llamó él Sancta -Catherina cuando vino por esta costa del Sur, del descubrimiento de -la isla de Cuba, y dista deste puerto de Sancto Domingo 25 leguas, y -está junto á esta isla. Pesóle de haber tanto decaido, y dice que no se -debe alguien de maravillar, porque como en las noches estaba al reparo -barloventeando, por miedo de topar algunas islas ó bajos, como hasta -entónces no estaban estos alrededores descubiertos, si habia en ellos -en qué tropezar, y así, no andaba camino, las corrientes, que por aquí -son muy grandes, que van para abajo hácia tierra firme y el Poniente, -hobieron de llevar los navíos, sin sentirse, tan abajo. Corren tanto -por allí hácia la Beata, que ha acaecido estar navío ocho meses en ella -y por ella, que no pudo venir á este puerto, y esto de tardar mucho de -allí aquí ha acaecido muy muchas veces; así que, surgió agora entre la -Beata y esta isla, que hay dos leguas de mar entremedias, lúnes, 20 de -Agosto. Envió luego las barcas á tierra á llamar indios, que por allí -estaban poblaciones, para escribir al Adelantado su venida; venidos á -medio dia, los despachó. Vinieron á la nao seis indios, en dos veces, y -uno de ellos trujo una ballesta con su cuerda, y nuez y armatostes, que -no le causó chico sobresalto, y dijo, plega á Dios que no sea de algun -muerto, y porque debian de ver desde Sancto Domingo pasar los tres -navíos hácia abajo, teniendo por cierto que era el Almirante, como cada -dia lo esperaban, saltó el Adelantado luego en una carabela y alcanzó -aquí al Almirante. Holgáronse muy mucho de verse ambos; preguntado -por el estado de la tierra, dióle cuenta como Francisco Roldan era -con 80 hombres levantado, con todo lo demas que en esta isla, despues -que salió de ella, habia pasado. Lo que con tales nuevas sentiria, -poca necesidad se ofrece de encarecerlo ni recitarlo. Partióse de -allí, miércoles, 22 de Agosto, y, finalmente, con alguna dificultad -por las muchas corrientes y las brisas que por allí son continuas y -contrarias, llegó á este puerto de Sancto Domingo, viérnes, postrero -dia de Agosto del dicho año de 1498, habiendo partido de la Isabela -para Castilla, jueves, 10 dias del mes de Marzo, año de 1496 años. Por -manera que tardó en volver á esta isla dos años y medio ménos nueve -dias. - - - - -CAPÍTULO CL. - - -Llegado el Almirante á este dicho puerto de Sancto Domingo, todos sus -amigos y criados salieron al desembarcadero, á esperarlo, con D. Diego, -su hermano; con su venida hobieron grande alegría y placer, puesto -que todo con gran tristeza, de partes dél y tambien dellos mezclado, -porque creyendo que venia á descansar de sus tan grandes trabajos, via -por delante cuanto para su descanso le faltaba, porque la Providencia -divina tenia ordenado, que no sólo sus angustias y fatigas no se -le acabasen, pero que de nuevo otras más duras y aflictivas, y de -mayores desconsuelos y ménos sufribles se le aparejasen. Quiso ver la -informacion y proceso que el Adelantado contra los alzados habia hecho, -y las causas de su rebelde porfía, y, no contento con ella, deliberó -de hacer otra por sí mismo; la cual yo vide y cognoscí muchos de los -testigos, y todos confirmaron que nunca habian visto ni oido que el -Adelantado hubiere hecho injuria ni mal tratamiento á Francisco Roldan, -sino siempre honra y hacer mucha cuenta dél, y lo mismo afirmaron de -los que con él se alzaron, y como, estando el Adelantado ausente en la -provincia y reino de Xaraguá, se rebelaron é hicieron los desatinos y -alborotos que arriba referimos, en los capítulos donde hablamos de su -alzamiento. Desde á pocos dias que el Almirante llegó á este puerto -y lugar, que entónces era villa y agora es ciudad, llegaron los tres -navíos y la carabela que el Adelantado habia enviado para buscarlos. El -uno dió en unos bajos y perdió el gobernario, y vino muy maltratado; -y, porque se detuvieron muchos dias por las corrientes y vientos -contrarios, perdiéronse cuasi todos los bastimentos que traian. Con -la relacion que los Capitanes trujeron de como Francisco Roldan les -habia tomado los 40 hombres, y se habia más ensoberbecido y maleado, -rescibió el Almirante doblado pesar y vídose muy atribulado; comenzó á -pensar si pudiese traerlos por bien perdonándoles su maldad, mayormente -que le dijeron algunos de los que allí estaban, que, sin alguna duda -Francisco Roldan, sabiendo que su señoría era venido, se vernia á -poner en sus manos, porque habian escrito algunas cartas á sus amigos -que fuesen intercesores, venido el Almirante, para que lo perdonase, -y que se queria meter por sus puertas como criado, y de quien habia -recibido siempre muchas honras y mercedes. En esto llega de Xaraguá -Alonso Sanchez Carvajal, y rectificó la pertinacia de Francisco Roldan, -diciendo lo que con él habia pasado. Como Francisco Roldan entendió -que ya no podia tardar en venir el Almirante, ó por ventura, luego -que supo que era venido, porque él tenia amigos en esta villa que le -avisaban de todo lo nuevo que sucedia, ó porque tenia sus espías de -indios ó de cristianos, y los indios vuelan donde quiera que están con -nuevas, acordó de se acercar con buena parte de su gente á esta villa; -y así se vino hácia la provincia del Bonao, donde hay una muy fértil -y graciosa vega muy llena y poblada de gente de indios, abundantísima -de comida y pan caçabí, donde ya estaban algunos cristianos poblados -y despues se pobló la villa del Bonao. Esta provincia dista de Sancto -Domingo 20 leguas, y de la Vega grande, digo, de la fortaleza de la -Concepcion, que está en la Vega, 10. Y porque el Almirante deseaba -por todas las vías y maneras que le fuesen posibles, quitar tan gran -escándalo y turbacion como halló en esta isla, reduciendo aquellos á -toda paz y obediencia suya, porque siempre temblaba, en la verdad, -de que los Reyes supiesen cosa de esta isla de que hobiesen pesar, y -via cada dia descrecer la estima desta su negociacion destas Indias, -que tantos sudores y angustias le habian costado, y descreciendo la -estima, como tenia tantos adversarios junto á los oidos de los Reyes, -de necesidad habian de menguar los favores y socorros reales, los -cuales menguando todo su estado se habia de deshacer; pensó comenzarlo -desta manera. Ya está dicho arriba, que el mayor deseo que reinaba en -todos los que en esta isla estaban, de nuestra nacion, era que se les -diese licencia para se ir á Castilla, y que el juramento que más se -usaba fué, «así Dios me lleve á Castilla», porque estaban por fuerza, -contra su voluntad, y no se les daba licencia, por que no quedase la -isla sola y los indios no matasen los pocos que quedaran, si alguno -quisiera de voluntad quedar con el Almirante; así que, para dar alegría -á todos los que habia en ella, y por consiguiente á los alzados con -Francisco Roldan, mandó el Almirante pregonar en 12 dias de Setiembre, -siguiente al mes de Agosto que él habia llegado, que en nombre de Sus -Altezas daba licencia á todos los que se quisiesen ir á Castilla, y -que les daria los bastimentos necesarios y navíos en que fuesen. Fué -grande alegría la que todos, chicos y grandes, recibieron en este -pueblo, y por toda la isla despues que lo supieron, mayormente que -habia en este puerto de Sancto Domingo ocho ó diez navíos, los seis que -el Almirante habia sacado consigo de Sant Lúcar y las dos carabelas -que envió primero, y otra ó otras dos que el Adelantado aquí tenia; -destos estaban cinco ya cuasi despachados y de camino para Castilla, -y dos las vergas dalto, como dicen, ó al ménos muy propincuos á la -partida, conque el Adelantado estaba para ir á proseguir lo que el -Almirante dejaba comenzado de la tierra de Paria, para descubrir toda -la tierra firme. Fué avisado el Almirante como Francisco Roldan venia -hacia la fortaleza de la Concepcion de la Vega, y hácia el Bonao, -donde tenian haciendas algunos de los de su cuadrilla. Avisó luego el -Almirante al Alcaide della, que se llamaba Miguel Ballester, persona, -como arriba me acuerdo haber dicho, muy honrada y venerable, porque -bien viejo y lleno de canas, que estuviese sobre aviso teniendo en la -fortaleza buen recaudo, y que, viniendo Francisco Roldan, de su parte -le hablase, que él habia recibido mucho enojo de que él, á quien habia -dejado en tan preeminente cargo de la justicia, que habia de tener y -poner á los demas en paz y sosiego, anduviese de la manera que andaba -con tanto escándalo, por sí, en daño y confusion de toda la isla, de -donde gran deservicio resultaba á los Reyes; pero que no embargante -todo lo acaecido, que él lo queria dar como si no hobiera pasado, y -que le rogaria que se viniese á él, que él le recibiria como á criado -que habia siempre amado como el más que todos, y todos eran dello -testigos, y que si le parecia ser necesario que le enviase seguro, que -lo escribiese él y se lo enviaria, conforme á su voluntad, firmado. El -dicho Alcaide rescibió esta carta del Almirante, y fué al Bonao y no -halló nada; tornóse á su fortaleza, y supo en la Vega como venian, uno -que se llamaba Gomez, y Riquelme, y Adriano, que eran los principales, -que cada uno traia gente, y Francisco Roldan venia por otra parte á la -Vega con los demas, todos los cuales se habian de juntar en casa de -Riquelme, que la tenia en el Bonao. Todo esto respondió el Alcaide al -Almirante, y que él haria lo que más le mandaba, venidos que fuesen; y -yo tengo en mi poder hoy, originalmente, esta respuesta ó carta. - - - - -CAPÍTULO CLI. - - -Porque el Almirante, ántes que se fuese á Castilla, el año de 96, -por Marzo, ó el Adelantado, despues del Almirante ido, allende los -tributos que los reyes y gentes suyas daban, ó quizá por tributos -principales (porque esto no lo pude averiguar), imponia á ciertos Reyes -y señores que tuviesen cargo de hacer las labranzas de los pueblos de -los cristianos españoles, y les sirviesen con toda su gente para su -mantenimiento y otros servicios personales, de aquí hobo orígen la -pestilencia del repartimiento y encomienda que ha devastado y consumido -todas estas Indias, como se verá, placiendo á Dios, en los libros -siguientes. Cuando estos servicios cesaban los Reyes y sus gentes de -dar, porque no los podian sufrir ó porque no los querian dar, porque se -veian privados de su libertad y puestos en dura servidumbre, allende -mil otras ordinarias vejaciones y aflicciones crueles y bestiales, é -importunos tratamientos que de los cristianos cada hora padecian, luego -los tenian por rebeldes y que se alzaban, y, por consiguiente, luego -era la guerra tras ellos; y, muertos los que en ellas con increible -inhumanidad se mataban, todos los que se podian tomar á vida se hacian -esclavos, y esta era la principal granjeria del Almirante, con que -pensaba y esperaba suplir los gastos que hacian los Reyes sustentando -la gente española acá, y ofrecia por provechos y rentas á los Reyes, -y por manera de que se aficionasen mercaderes á venir con mercadurías -y gente á vivir acá, sin que quisiesen sueldo del Rey, ni de darlo -á alguno hobiese necesidad. La segunda granjeria, decia, que era el -brasil que habia en la provincia de Yaquimo, que es en esta costa -del Sur, 80 ó pocas ménos leguas de aquí de Sancto Domingo, la costa -abajo; y de ambas á dos granjerías escribió á los Reyes, agora con -estos cinco navíos, que abajo diremos, que despachó, que de 4.000 -esclavos y de otros 4.000 quintales de brasil le habian certificado -que se habrian 40 cuentos, y que fuesen 20 cuentos sería gran cosa; -y dice así en aquella carta el trasumpto, de la cual, escrito de su -misma mano, tengo en mi poder. «De acá se pueden, con el nombre de la -Santísima Trinidad, enviar todos los esclavos que se pudiesen vender, -y brasil, de los cuales, si la informacion que yo tengo es cierta, -me dicen que se podrán vender 4.000, y que, á poco valer, valdrán 20 -cuentos, y 4.000 quintales de brasil, que pueden valer otro tanto, y -el gasto puede ser aquí seis cuentos; así que, á prima haz, buenos -serian 40 cuentos, si esto saliese así. Y cierto la razon que dan -á ello parece auténtica, porque en Castilla y Portugal, y Aragon y -Italia, y Sicilia, y las islas de Portugal, y Aragon y las Canarias, -gastan muchos esclavos, y creo que de Guinea ya no vengan tantos; -y que viniesen, uno destos vale por tres, segun se ve, é yo, estos -dias que fuí á las islas de Cabo Verde, de donde la gente dellas -tienen gran trato en los esclavos, y de contino envian navíos á los -rescatar, y están á la puerta, yo ví que por el más ruin demandaban -8.000 maravedís, y estos, como dije, para tener en cuenta, y aquellos -no para que se vean. Del brasil, dicen que en Castilla, Aragon, Génova -y Venecia hay grande suma, en Francia y en Flandes y en Inglaterra; -así que, destas dos cosas, segun su parecer, se pueden sacar estos -40 cuentos, sino hubiese falta de navíos que viniesen por esto, los -cuales creo, con el ayuda de Nuestro Señor, que no habrá, si una vez -se ceban en este viaje.» Y un poco más abajo dice: «así que aquí hay -estos esclavos y brasil, que parece cosa viva, y aún oro, si place á -Aquel que lo dió y lo dará cuando viere que convenga, etc.;» y más -abajo dice: «acá no falta para haber la renta que encima dije, salvo -que vengan navíos muchos para llevar estas cosas que dije, y yo creo -que presto será la gente de la mar cebados en ello, que agora los -Maestres y marineros (de los cincos navíos habia de decir), van todos -ricos y con intencion de volver luego y llevar los esclavos á 1.500 -maravedís la pieza, y darles de comer, y la paga sea de los mesmos, de -los primeros dineros que dellos salieren; y bien que mueran agora, así -no será siempre desta manera, que así hacian los negros y los canarios -á la primera, y áun aventajen estos (quiere decir que los indios hacen -ventaja á los negros), que uno que escape no lo venderá su dueño por -dinero que le den, etc.» Estas son sus palabras, puesto que defectuosas -cuanto á nuestro lenguaje castellano, el cual no sabia bien, pero más -insensiblemente dichas; y cosa es de maravillar, como algunas veces -arriba he dicho, que un hombre, cierto no puedo decir sino bueno de -su naturaleza, y de buena intincion, estuviese tan ciego en cosa tan -clara; bien se me podia responder no ser maravilla que él se cegase, -pues se cegaron tantos letrados que los Reyes cabe si tenian, en no -alumbrarlo á él y reprenderle tanta ceguedad como tenia, en poner el -principal fundamento de las rentas y provechos temporales de los Reyes -y suyos, y de los españoles, y la prosperidad deste su negocio que -habia descubierto, en la cargazon de indios inocentes (mejor diria en -la sangre), malísima y detestablemente hechos esclavos como si fueran -piezas, como él los llama, ó cabezas de cabras, como las que dijimos en -el cap. 131 que habia monteses en las islas de Cabo Verde, y hinchir á -Castilla, y á Portugal, y Aragon y Italia, y Sicilia, é las islas de -Portugal y de Aragon, y las Canarias, donde dicen que gastan muchos -esclavos; hinchir, digo, tantos reinos y provincias de indios con la -dicha justicia y sanctidad hechos esclavos, y no tener escrúpulo de que -se muriesen al presente algunos (y es cierto que de cada 100, á cabo -de un año, no escapaban 10), porque así morian, dice él, los negros y -los canarios, ¿qué mayor ni más supina insensibilidad y ceguedad que -esta? Y lo bueno dello es, que dice que, con el nombre de la Sanctísima -Trinidad se podian enviar todos los esclavos que se pudiesen vender -en todos los dichos reinos; y muchas veces creí que aquesta ceguedad -y corrupcion aprendió el Almirante y se le pegó de la que tuvieron y -hoy tienen los portogueses en la negociacion, ó por verdad decir, -execrabilísima tiranía en Guinea, como arriba, hablando della, se -vido. Deste paso y de otros muchos en esta materia y granjería de -esclavos que se dél, tuve para mí por averiguado que deseaba que los -tristes inocentes indios dejasen de acudir con los tributos y servicios -personales que les imponia, ó se huyesen ó alzasen, como él y los -demas decian, y hoy dicen los españoles, ó resistiesen á él y á los -demas cristianos, como justísimamente podian y debian hacerlo, como -contra sus capitales hostes y manifiestos enemigos, por tener ocasion -de hacerlos esclavos y cargar todos los navíos dellos, y engrosar y -prosperar su granjería; y porque los letrados que estaban á par de los -Reyes, que eran obligados á no ignorar tan gran tiranía y abyeccion -y perdicion del linaje humano, habiéndose cometido á los Reyes, como -á cristianísimos, aquesta parte dél tan sin número para atraerla y -convertirla á Cristo, no alumbraron á Sus Altezas de la verdad y de -la justicia; los Reyes no se lo reprendieron, pero proveyó por otra -vía y con otra color, quitárselo de las manos al Almirante, la divina -Providencia, el negocio, porque con tan vehemente vendimia no asolase -en breve toda esta isla, sino que quedase algo para que se fuesen al -infierno muchos otros matadores destas gentes, cayendo de ojos en tan -lamentable ofendículo. He traido todo lo dicho en este capítulo para -que se suponga á lo que agora quiero decir, y lo que dijere á lo que se -dirá en el siguiente capítulo, y es: que porque cierto Cacique y gente -suya, no se si el dedicado al servicio de la fortaleza de la Vega, ó á -otra parte donde habia cristianos españoles, cesó de servir ó de traer -la comida ó tributos, ó las cosas que les eran impuestas, ó se fué á -los montes huyendo, ó no quiso más venir, luego, como el Almirante -desembarcó, que lo supo, envió gente allá, y traenle una buena presa -ó cabalgada de inocentes, para echar en estos cinco navíos, que agora -cargar de esclavos y despachar para Castilla queria, y enviarlos á no -dudosa, sino certísima, carnecería. - - - - -CAPÍTULO CLII. - - -Venido Francisco Roldan, y Pedro de Gamez, y Adrian de Muxica y -otras principales, al Bonao, á la casa del Riquelme, donde se habian -concertado juntar, fué luego el Alcaide Miguel Ballester á hablarles, -como el Almirante le habia escrito, el cual les habló todo lo que -convenia, ofreciéndoles de parte del Almirante todo perdon y buen -tratamiento y olvido de todos los yerros pasados, exhortándolos con -todas las razones que pudo, poniéndole convenientes é inconvenientes, -y daños y escándolos delante, y cuanto, de la reduccion y obediencia -dellos al Almirante, los Reyes serian servidos, y deservidos de lo -contrario; pero el Francisco Roldan y los demas mostraron venir de -otro propósito, diciéndole palabras, contra el Almirante, desvariadas, -y de gran soberbia obstinada; entre las cuales fueron, que no venian -á buscar paz sino guerra, y que él tenia al Almirante y á todo su -estado en el puño para sostenerle ó deshacerle, que ninguno le hablase -en cosa que tocase á hacer concierto y partido, hasta tanto que el -Almirante le enviase la cabalgada que habia hecho llevar de indios -presos por esclavos, porque él los tenia, so su mamparo y palabra, -asegurados, y á él pertenecia el librarlos de quien tanto agravio les -hacia injustamente; por eso, que luego se los enviasen, sino que haria -y conteceria. Bien hay que notar aquí, como se dijo arriba en el cap. -117, que si este Francisco Roldan y los que con él andaban robando -los indios, y destruyendo por su parte toda la isla, se movieran -contra el Almirante, _bona fide_, solamente por celo de la justicia, -ó de librar aquellos sus prójimos de la servidumbre injusta en que el -Almirante los condenaba, y de la muerte cierta que habian de padescer -llevándolos á vender á Castilla, justísima fuera su guerra contra él, -y merescieran que en esta vida los Reyes se lo agradecieran y hicieran -mercedes, y en la otra que Dios les remunerara con eterno galardon; y -así tuvieran mucha razon de no querer tomar partido ni asiento de paz -y amistad con el Almirante, hasta que les enviara y restituyera en su -libertad todos los indios de aquella cabalgada. Pero como Francisco -Roldan y todos los que con él andaban eran, cierto, tiranos y rebeldes -á su verdadero y jurídico superior, el Almirante, y no pretendian sino -libertad por andar triunfando de los indios y de toda la isla, señores -y súbditos, y gozar en sus vicios sin que hobiese quien les fuese á la -mano, y buscar ocasiones y colores para justificar y dorar su rebelion -y desobediencia, ni excusaban sus grandes pecados que, contra los -indios, robándolos y afligiéndolos por otras mil partes y vías y contra -el Almirante y sus mandamientos, que era su propio juez y superior, -cometian; ni podian dorar ni colorar la causa que alegaban de no venir -en concierto y partido, que se les diese la cabalgada por alguna vía. -Tomada ocasion y color de su nueva pertinacia deste pedir la cabalgada -(digo nueva pertinacia, porque los amigos que tenia con el Almirante -le habian con instancia suplicado que les perdonase, y creia que se -acercaban para más presto venir á su obediencia y besarle las manos), -acuerda Roldan y otros tres, los principales, que eran propiamente -criados del Almirante y ganaban su sueldo, de se desistir y renunciar -el ser sus criados y el sueldo que ganaban, alegando muchos achaques, y -estos fueron Roldan, y Adriano, y Pedro Gamez, y Diego de Escobar, los -cuales le escribieron la siguiente carta: - -«Ilustre y muy magnífico señor: Vuestra señoría sabrá que por las cosas -pasadas entre el Adelantado é mí, Francisco Roldan, é Pedro Gamez, é -Adrian de Muxica, é Diego de Escobar, criados de vuestra señoría, é -otros muchos que en esta compañía están, fué necesario de nos apartar -de la ira del Adelantado, é segun los agravios habiamos rescibido, la -gente que acá está proponia de ir contra él para le destruir; é mirando -el servicio de vuestra señoría, los dichos Pedro de Gamez, é Adrian -de Muxica, é Diego de Escobar, é Francisco Roldan, hemos trabajado de -sostener en concordia y en amor toda la gente que en esta compañía -está, poniéndoles muchas razones é diciendo cuanto complia al servicio -del Rey é de la Reina, nuestros señores, no se entendiese en cosa -ninguna, hasta que vuestra señoría viniese, porque entendíamos, que, -venido que fuese, miraria la razon que ellos é nosotros teniamos de nos -apartar, é con muchas razones que aquí no se dicen, hemos estado á una -parte de la isla esperando su venida, é agora, há ya más de un mes que -vuestra señoría está en la tierra y no nos ha escrito, mandándonos qué -es lo que hubiésemos de hacer; por lo cual creemos está muy enojado de -nosotros, é por muchas razones que se nos han dicho que vuestra señoría -dice de nosotros, deseándonos maltratar é castigar, no mirando cuanto -le hemos servido en evitar algun daño que pudiera hallar hecho. É pues -que así es, hemos acordado, por remedio de nuestras honras é vidas, de -no nos consentir maltratar, lo cual no podemos hacer limpiamente si -fuésemos suyos, por ende suplicamos á vuestra señoría nos mande dar -licencia, que de hoy en adelante no nos tenga por suyos, é así, nos -despedimos de la vivienda que con vuestra señoría teniamos asentada, -aunque se nos hace muy grave, pero ésnos forzado por cumplir con -nuestras honras. Nuestro Señor guarde y prospere el estado de vuestra -señoría como por él es deseado. Del Bonao, hoy miércoles, 17 dias del -mes de Octubre de 98 años.—Francisco Roldan.—Y por Adrian de Muxica, -Francisco Roldan.—Pedro de Gamez.—Diego de Escobar.» - -Esta es á la letra su carta, la cual originalmente tuve yo en mi poder -firmada de sus nombres y propias firmas. - - - - -CAPÍTULO CLIII. - - -Hablado que hobo el Alcaide Ballester á Roldan y á su gente alzada, -vínose para esta ciudad de Sancto Domingo á dar cuenta al Almirante de -la respuesta que dieron, y, por ventura, trujo él la dicha su carta. -Desque el Almirante supo la respuesta y cognosció no concordar con lo -que los amigos de Roldan le habian rogado y suplicado y certificado, -que queria venirse á él, y tambien porque habian dicho al Alcaide -Ballester, que no querian que alguno viniese á ellos, ni tratase -con ellos de parte del Almirante, sino Alonso Sanchez de Carvajal, -comenzó el Almirante á sospechar vehementemente contra la fidelidad -del Carvajal, y los que con el Almirante estaban, lo mismo, acumulando -muchos indicios y conjeturas que parecian concluir é averiguar lo que -sospechaban; y uno fué, no haber hecho tanto como parece que debiera, -en no recobrar los 40 hombres, que de los que traia de Castilla se -le habian pasado; lo segundo, por muchas pláticas que ambos habian -tenido en el navío, estando juntos, y refrescos que le habia dado; el -tercero, porque habia, segun parece por una carta que el Almirante -escribió á los Reyes, habia procurado traer poder para ser acompañado -del Almirante, como Juan Aguado debia de haber referido muchas quejas -de los malos tratamientos que decian que habia hecho á los cristianos, -y debia entónces, quizá, desto algo tratarse, y donde quiera que el -Carvajal se hallaba, dijeron que se jactaba, publicando que venia por -acompañado del Almirante; lo cuarto, porque idos los dos Capitanes con -los tres navíos, y el Carvajal quedado para se venir por tierra á esta -ciudad, envió Francisco Roldan con él cierta gente, y con ella por -capitan á Pedro de Gamez, que era de los principales con quien habia -mucho hablado y comunicado, cuando estuvo en los navíos, para que le -acompañasen y guardasen, hasta seis leguas desta ciudad, por los indios -que habia en el camino; lo quinto, porque se dijo que el mismo Carvajal -indujo y provocó al Roldan y á los demas á que se viniesen hácia el -Bonao, para que si el Almirante se tardase ó nunca viniese, que el -Carvajal, como acompañado del Almirante, y Francisco Roldan, como -Alcalde mayor, gobernasen esta isla, aunque pesase al Adelantado; lo -sexto, porque venidos al Bonao, se carteaba con el Roldan, y los demas, -y les enviaba cosas de las traidas de Castilla; lo sétimo, porque -decian que no querian que interviniese otro con ellos sino Carvajal, -y áun que lo tomarian por Capitan. Todos estos indicios parecian ser -eficaces para dél sospechar; pero con todo esto, el Almirante, creyendo -que pues era caballero haria como bueno, y tambien porque no podia -más, porque se lo pedian ellos, acordó enviarlo juntamente con el -Alcaide Ballester, para que les hablase de su parte y redujese á la -razon, proponiéndoles los bienes que dello se siguirian y los daños del -contrario delante; y ántes que supiese la respuesta de los dos escribió -la presente carta á Francisco Roldan: - -«Caro amigo: Rescibí vuestra carta luego que aquí llegué. Despues de -haber preguntado por el señor Adelantado y D. Diego, pregunté por vos -como por aquel en quien tenia yo harta confianza, é dejé con tanta -certeza de haber bien de temporar y asentar todas cosas que menester -fuesen, y no me supieron dar nuevas de vos, salvo que todos á una -voz me dijeron, que de algunas diferencias que acá habian pasado que -por ello deseábades mi venida, como la salvacion del ánima; y yo, -ciertamente, así lo creí, porque áun lo viera con el ojo y no creyera -que vos habíades de trabajar hasta perder la vida, salvo en cosa que -á mí cumpliese, y á esta causa fablé largo con el Alcaide, con mucha -certeza que, segun las palabras que yo le habia dicho y os dijo, que -luego verníades acá. Allende la cual venida, creí ántes desto que -aunque acá se hobiesen pasado cosas más graves de las que estas puedan -ser, que áun bien no llegaria, cuando seríades conmigo á me dar cuenta -con placer de las cosas de vuestro cargo, así como lo hicieron todos -los otros á quien cargo dejé, y como es de costumbre y honra dellos; -veramente, si en ello habia impedimentos por palabras que le farian -por escrito, y que no era menester seguro ni carta: y que fuera así, -yo dije, luego que aquí llegué, que yo aseguraba á todos que cada uno -pudiese venir á mí y decir lo que les placia, y de nuevo lo torno -á decir y los aseguro. Y cuanto á lo otro que decís de la ida de -Castilla, yo á vuestra causa y de las personas que están con vos, -creyendo que algunos se querrian ir, he detenido los navíos diez y -ocho dias más de la demora, y detuviera más, salvo que los indios que -llevan les daban gran costa y se les morian; paréceme que no os debeis -creer de ligero y debeis mirar á vuestras honras más de lo que me dicen -que faceis, porque no hay nadie á quien más toque, y no dar causa que -las personas que os quieren mal acá ó en vuestra tierra, hayan en qué -decir, y evitar que el Rey é la Reina, nuestros señores, no hayan enojo -de cosas en que esperaban placer. Por cierto, cuando me preguntaron por -las personas de acá, en quien pudiese tener el señor Adelantado consejo -y confianza, yo os nombré primero que á otro, y les puse vuestro -servicio tan alto, que agora estoy con pena que con estos navíos haya -de oir lo contrario; agora ved que es lo que se puede ó convenga al -caso, y avisadme dello pues los navíos partieron. Nuestro Señor os haya -en su guarda. De Sancto Domingo á 20 de Octubre.» - -Esto contiene aquella carta, por la cual parece que otra debiera el -Almirante haber recibido de Roldan, la cual no vino á mis manos. -Llegados el alcaide Ballester y Alonso Sanchez de Carvajal al Bonao, -hablóles Carvajal muy elocuentemente á todos, y con tanta eficacia, -que movió á Francisco Roldan y á los más principales á que fuesen á -hablar al Almirante, donde todo se concluyera y asosegara sin duda, -segun se creia; pero como la gente que traia, toda por la mayor parte, -no tomaba placer de dejar la vida haragana y libre que traia, por ser -gente viciosa y baja, mayormente los que habia tomado en Xaraguá, de -los condenados que el Almirante habia enviado, ya que queria Roldan -y los demas venir aquí á Sancto Domingo con Carvajal y el Almirante, -saltan todos con voces altas, diciendo, «que juraban á tal que no -habia de ser así, y que no habian de consentir que fuesen Roldan ni -los demas, sino que si concierto se habia de hacer fuese allí público -á todos, pues á todos tocaba»; porfiando Carvajal y el Alcaide por -meterlos en razon por algunos dias, al cabo no aprovecharon nada. -Finalmente, acordó Roldan de escribir al Almirante, como quisiera -venir con Carvajal á le hacer reverencia él y otros de su compañía y -que los demas no le consintieron que fuese, pero que porque él tenia -que el Adelantado, ó otro por él, le haria alguna afrenta ó daño, no -embargante el seguro que de palabra le enviaba, y porque las cosas -despues de hechas, dijo él, no tienen remedio, por tanto, que le -enviase un seguro firmado de su nombre, la forma del cual él enviaba -escrito para él y para algunos mancebos de los que él tenia consigo y -habia de traer; y allende desto, Carvajal y otros de los principales -criados del Almirante, tomasen la fe y palabra fuerte y firme al -Adelantado, que él, ni otra persona por él, les hará mal ni daño ni -enojo alguno durante el seguro, y lo firmasen de sus nombres, y con -esto así concedido, él vernia á besarle las manos y á hacer todo lo que -mandase en el negocio, y que veria cuanto dél sería servido en ello. - -Con esta carta que debia traer Carvajal escribió el alcaide Ballester -al Almirante la siguiente carta, cuyos traslados originales y firmados -de sus propios nombres, tengo yo en mi poder; la cual dice así: - -«Ilustre y muy magnífico señor: Ayer lúnes, al medio dia, llegamos -acá en el Bonao, y luego á la hora Carvajal habló largamente á toda -esta gente, y su habla fué tan allegada al servicio de Dios y de Sus -Altezas y de vuestra señoría, que Salomon ni doctor ninguno no hallara -enmienda ninguna, y como quiera que la mayor parte desta gente hayan -mas gana de guerra que de paz, á los tales no les parece bien, mas los -que no querian errar á vuestra señoría, sino servirle, les pareció que -era razon y justa cosa todo lo que Carvajal decia, los cuales eran -Francisco Roldan, y Gamez, y Escobar, y dos ó tres otros, los cuales -juntamente acordaron que fuese el Alcaide y Gamez á besar las manos á -vuestra señoría y á concertar cosa justa y posible, por excusar y matar -el fuego que se va encendiendo, más de lo encendido; y acordado esto, -que ya queriamos cabalgar, y yo con ellos, porque á todos les pareció -que yo debia volver con Carvajal y ellos; en aquel instante vinieron -todos á requerir á Francisco Roldan y á Gamez, que habian acordado que -no fuesen, sino que por escrito llevase Carvajal lo que pedian; y si en -aquello vuestra señoría viniese, que aquello se hiciese, y otra cosa -no. Y yo, señor, por lo que debe criado á su señoría, suplico á vuestra -señoría concierte con ellos en todo caso, especialmente para que se -vayan á Castilla, como ellos piden, porque otramente creo cierto que no -se harian los hechos de vuestra señoría como era de razon, y querria, -porque me parece que lo que dicen es verdad, que se han de pasar los -más á ellos; y así me parece que se vá mostrando por la obra, que -despues que yo pasé para ir á vuestra señoría se les han venido unos -ocho, y diciéndoles que por qué no se acercan allá, que ellos saben -que se pasarán más de 30; y esto les ha dicho García, aserrador y otro -valenciano que se han pasado con ellos. Y yo, cierto, creo que despues -de los hidalgos y hombres de pró que vuestra señoría tiene junto con -sus criados, que aquellos que los terná vuestra señoría muy ciertos -para morir en su servicio, y la otra gente de comun yo pornia mucha -duda. Y á esta causa, señor, conviene al estado de vuestra señoría -concierte su ida de una manera ú otra, pues ellos lo piden, y quien -otra cosa á vuestra señoría consejare no querrá su servicio ó vivirá -engañado, y si en algo de lo dicho he errado, será por dolerme del -estado de vuestra señoría viéndolo en tan gran peligro, no haciendo -iguala con esta gente; y quedo rogando á Nuestro Señor dé seso y -saber á vuestra señoría, que las cosas se hagan á su sancto servicio y -con acrecentamiento y dura del estado de vuestra señoría. Fecha en el -Bonao, hoy mártes, á 16 de Octubre.—Miguel Ballester.» - -Esta es su carta, y bien parece que era catalan, porque hablaba -imperfectamente, pero hombre virtuoso y honrado y de voluntad sincera y -simple; yo le cognoscí mucho. - - - - -CAPÍTULO CLIV. - - -Vista esta carta y la relacion que Carvajal dió, grande fué el angustia -que el Almirante recibió, y él sintió bien claro ser verdad que tenia -pocos consigo que en la necesidad le siguiesen, porque, haciendo alarde -para si conviniese ir al Bonao á prender á Francisco Roldan, no halló -70 hombres que dijesen que harian lo que les mandase, de muchos de los -cuales no tenia confianza, sino que al mejor tiempo le habian de dejar; -y de los otros, uno se hacia cojo, y otro enfermo, y otro se excusaba -con decir que tenia con Francisco Roldan su amigo y otro su pariente, -por manera que ningun favor ni consuelo de alguna parte tenia. - -Por esta necesidad extrema que padecia, y por el ánsia que tenia de -asentar la tierra, y que los indios tornasen á pagar los tributos, -injustamente impuestos, como arriba se dijo, por enviar dineros á los -Reyes y suplir, con rentas que acá tuviesen, los gastos que en proveer -las cosas desta isla hacian, todo cuanto razonablemente los alzados le -pidiesen, estaba para concederlo aparejatísimo; luego, pues, ordenó -dos cosas, la una, puesto que fué la postrera, y pónese aquí primera -por ser más general, y es, que hizo una carta de seguro general que -todas las personas que se hobiesen llegado y seguido á Francisco Roldan -en las diferencias pasadas, y el dicho Francisco Roldan, juntamente ó -apartada, que quisiesen venir á servir á Sus Altezas como de ántes, -pudiesen venir juntamente ó cada uno de por sí, que él, como Visorey -de Sus Altezas, y en su nombre los aseguraba sus personas y bienes, y -les prometia de no entender en cosa alguna de los casos pasados hasta -el dia de la fecha; y en los casos venideros, si acaesciesen, les -prometia que la justicia se habria humana y piadosamente con ellos, y -les daba licencia que los que quisiesen irse á Castilla, cada y cuando -ellos quisiesen irse, y les daria sus libranzas de los sueldos que se -les debiesen; los cuales viniesen á gozar deste seguro dentro de diez y -seis dias, y los que estuviesen primeros, siguientes, y si estuviesen -algunos dellos distantes más de 30 leguas, fuesen obligados á venir -dentro de treinta dias; donde no viniesen dentro los dichos términos, -juntos ó cada uno por sí, que procederia contra ellos por la guisa que -hallase que cumplia al servicio de Sus Altezas y á su justicia. Y mandó -que se apregonase públicamente y estuviese fijada la dicha carta de -seguro en la puerta de la fortaleza. Fué hecha en esta ciudad de Sancto -Domingo, que estaba entónces de la otra parte del rio, viernes, 9 dias -de Noviembre de 1498. - -Lo segundo que proveyó fué, que envió otra carta de seguro particular -al dicho Roldan y á los que con él viniesen, del tenor que se la envió -el dicho Roldan, y decia así: «Yo D. Cristóbal Colon, Almirante del -Océano, Visorey y Gobernador perpétuo de las islas y tierra firme -de las Indias, por el Rey é la Reina nuestros señores, é su Capitan -general de la mar y del su Consejo: Por cuanto entre el Adelantado, mi -hermano, y el Alcalde Francisco Roldan y su compañía ha habido ciertas -diferencias en mi ausencia, estando yo en Castilla, é para dar medio -en ello de manera que Sus Altezas sean servidos, es necesario que el -dicho Alcalde venga ante mí é me faga relacion de todas las cosas, -segun que han pasado, caso que yo de algo dello esté informado por el -dicho Adelantado. E porque dicho Alcalde se recela por ser el dicho -Adelantado, como es, mi hermano, por la presente, doy seguro en nombre -de Sus Altezas al dicho Alcalde y á los que con él vinieren aquí á -Sancto Domingo, donde yo estó, por venida y estada y vuelta al Bonao, -donde él agora está, que no será enojado ni molestado por cosa alguna, -ni de los que con él vinieren durante el dicho tiempo; lo cual prometo -y doy mi fe y palabra, como caballero, segun uso de España, de lo -cumplir y guardar este dicho seguro, como dicho es; en firmeza de lo -cual, firmé esta escritura de mi nombre. Fecha en Sancto Domingo á 26 -dias del mes de Octubre.—El Almirante.» - -Andando en estos tratos, porque los cinco navíos no traian demora, por -concierto que se suele hacer cuando les fletan, si no un mes, dentro -del cual quedó el Almirante de despacharlos, y por esperar cada dia -que se concluyera el concierto de que se trataba y el Almirante tanto -deseaba, con venir Francisco Roldan y su compañía á la obediencia y -sosiego que debian, los habia detenido diez y ocho dias más por enviar -á los Reyes buenas nuevas de quedar la isla pacífica y dispuesta para -tornar á enhilar los tributos en los indios della, que era lo que -mucho dolia y deseaba, como está dicho, el Almirante; y los navíos -tambien habia cargado de esclavos, de los cuales se morian muchos -y los echaban á la mar por este rio abajo, lo uno, por la grande -tristeza y angustia de verse sacar de sus tierras y dejar sus padres y -mujeres y hijos, perder su libertad, y cobrar su servidumbre, puestos -en poder de gente inhumana y cruel, como estimaban, y con justísima -razon, los cristianos, y que los llevaban á donde y de donde jamás -habian de volver; lo otro, por la falta de los mantenimientos, que -no les daban sino un poco de caçabí seco, que, para sólo y sin otra -cosa, es intolerable, y áun agua no les daban cuanta habian menester -para remojarlo, porque, para el viaje tan largo, á los marineros no -faltase; lo otro, porque como metian mucha gente y la ponian debajo -de cubierta, cerradas las escotillas, que es como si en una mazmorra -cerrasen todos los agujeros, juntamente con las ventanas, y la tierra -caliente, y debajo de cubierta arden los navíos como vivas llamas, -del ardor y fuego que dentro tenian, sin poder resollar, de angustia -y apretamiento de los pechos se ahogaban; y desta manera han sido -infinitos el número de las gentes destas Indias que han perecido, como -en el libro III, si place á Dios, será relatado. Así que, por las -razones susodichas fué constreñido el Almirante á despachar los dichos -cinco navíos de indios cargados, los cuales fueron en tal hora, que, -de su llegada á Castilla y de la relacion que á los Reyes hizo por sus -mismas cartas el Almirante, luego se originó y proveyó que perdiese su -estado, y le sucedieron mayores amarguras y disfavores y desconsuelos -que hasta entónces habia padecido trabajos; no, cierto, por lo que -habia ofendido á Francisco Roldan ni á los que con él andaban alzados, -sino por las injusticias grandísimas, y no oidas otras tales, que -contra estas inocentes gentes cometia y habia perpetrado, y, por su -ejemplo, Francisco Roldan y los demas, quizá fué causa ocasional que -perpetrasen. Porque, por ventura y áun sin ventura, si él no hubiera -impuesto los tributos violentos é intempestivos, é para estas gentes -más que insoportables, los Reyes desta isla y súbditos suyos no -desamaran su venida y estada de los cristianos en sus tierras, ni -exasperados de las vejaciones y fatigas que padecian, por defenderse -de quien los oprimia, no se pusieran en armas, si armas se podian -decir las suyas, y no más armillas de niños, por título que se alzaban -á quien no debian nada, él no les hiciera guerras, en las cuales, -comenzaron y mediaron y perfeccionaron diversas maneras, y muy nuevas, -de crueldades en estos corderos, los cristianos, y para presumir -más de sí, como se vian contra las gallinas gallos tan aventajados, -crecíanles con la cruel ferocidad los ánimos, ni quizá cayera en él -tanta ánsia de enviar, de indios hechos esclavos tan malamente, los -navíos cargados; y así, lo primero cesante, lo último con lo del medio -cesara, y, todo cesando, quizá no permitiera Dios que Francisco Roldan -ni los demas rebeldes y tiranos contra él se levantaran, ni cometieran -en estas mansas y humildes gentes tantos y tan grandes extragos, lo -cual, no obstante él, floreciera y gozara felicemente del estado que -misericordiosamente (como él siempre recognoscia y confesaba, y por -ello á Dios alababa), le habia concedido, que al fin permitió, para su -salvacion, cierto, segun creo, por las dichas causas fuese dél privado. -Pero es de haber gran lástima que no advirtiese cual fuese de sus -angustias y caimiento en la estima y nombre deste su negocio de las -Indias, y de sus disfavores y adversidades, la causa; porque si la -sintiera, no hay duda sino que, como era de buena intincion y deseaba -no errar, y todo lo enderezaba á honor de Dios, y, como él siempre -decia, de la Sanctísima Trinidad, todo lo enmendara, y tambien la -bondad divina su sentencia y castigo ó lo revocara ó lo templara. - - - - -CAPÍTULO CLV. - - -Haciéndose á la vela los cinco navíos á 18 dias del mes de Octubre de -aquel año de 498, en los cuales fué mi padre á Castilla, desta isla, y -pasaron grandes trabajos y peligros, fueron, como es dicho, cargados -de indios hechos esclavos; y serian por todos 600, y, por los fletes -de los demas, dió á los Maestres 200 esclavos. En ellos escribió el -Almirante á los Reyes muy largo, en dos cartas, haciéndoles relacion de -la rebelion de Francisco Roldan y de los con él alzados, de los daños -que habian hecho y hacian por la isla, haciendo robos y violencias, y -que mataba á los que se les antojaba por no nada, tomando las mujeres -ajenas y hijas, y otros muchos males perpetrando por donde andaban; y -escribióles que le habian dicho, que cuasi toda la parte del Poniente -desta isla, que es la donde reinaba el rey Behechio, que se llamaba -Xaraguá, tenian muy alborotada y maltratada: y no dudo yo dello y que -era mucho más que podia ser la fama. En todas las cartas que escribia, -decia que esta tierra era la más fértil y abundosa que habia en el -mundo, y para todos los vicios aparejada, y, por tanto, propia para -hombres viciosos y haraganes; y en todo decia gran verdad, porque -despues que se hicieron á la tierra los españoles, saliendo de las -enfermedades que por fuerza los habia de probar, no por ser enferma, -como arriba en el cap. 88 dijimos, sino por ser los aires más sotiles, -y las aguas más delgadas, y los manjares de otras calidades, y en fin, -por estar de las nuestras tan distantes, andando de pueblo en pueblo, -y de lugar en lugar, comian á discrecion, tomaban los indios para su -servicio, que querian, y las mujeres que bien les parecia, y hacíanse -llevar á cuestas en hombros de hombres en hamacas, de las cuales ya -dije qué tales son; tenian sus cazadores que les cazaban, y pescadores -que les pescaban, y cuantos indios querian, como recuas, para les -llevar las cargas, y sobre todo, de puro miedo, por las crueldades -que en los tristes indios hacian, eran reverenciados y adorados, pero -no amados, ántes aborrecidos como si fueran demonios infernales; y -porque esta vida el Almirante sabia que aquí los españoles vivian, -y hallaban en la tierra para ello aparejo cuanto desear podian, con -razon juzgaba que era la mejor del mundo para hombres viciosos y -haraganes. Entre otras viciosas desórdenes que en ellos abominaba, era -comer los sábados carne, á lo cual no podia irles á la mano, por cuya -causa suplicaba á los Reyes en muchas cartas, que enviasen acá algunos -devotos religiosos, porque eran muy necesarios, más para reformar la -fe en cristianos que para á los indios darla, y dice así: «Acá son muy -necesarios devotos religiosos para reformar la fe en nos, más que por -la dar á los indios, que ya sus costumbres nos han conquistado y les -hacemos ventaja; y con esto un letrado, persona experimentada para -la justicia, porque sin la justicia real creo que aprovecharán los -religiosos poco.» Estas son sus palabras. Y en otra carta dice á los -Reyes: «Presto habrá vecinos acá, porque esta tierra es abundosa de -todas las cosas, en especial de pan y carne; aquí hay tanto pan de lo -de los indios, que es maravilla, con el cual está nuestra gente más -sanos que con el de trigo, y la carne es, que ya hay infinitísimos -puercos y gallinas, y hay unas alimañas que son atanto como conejos, -y mejor carne, y dellos hay tantos en toda la isla, que un mozo indio -con un perro trae cada dia 15 ó 20 á su amo; en manera que no falta -sino vino y vestuario, en lo demas es tierra de los mayores haraganes -del mundo; é nuestra gente en ella, no hay bueno ni malo que no tenga -dos y tres indios que le sirvan, y perros que le cacen, y bien que no -sea para decir, y mujeres atan fermosas, que es maravilla. De la cual -costumbre estoy muy descontento, porque me parece que no sea servicio -de Dios, ni lo puedo remediar, como del comer de la carne en sábado, -y otras malas costumbres que no son de buenos cristianos; para los -cuales, acá aprovecharia mucho algunos devotos religiosos, más para -reformar la fe en los cristianos que para darla é los indios; ni yo -jamás lo podré bien castigar, salvo si de allá se me envia gente, en -cada pasaje 50 ó 60, y yo envie allá otros tantos de los haraganes y -desobedientes, como agora fago, y este es el mayor y mejor castigo, y -con ménos cargo del ánima, que yo, vea, etc.» Esto todo repite en otras -cartas, como via que cada dia se iban corrompiendo más la vida mala y -nefanda de los españoles; y en la verdad, como fueron grandes quejas y -debialas de llevar Juan Aguado, de quien en el cap. 107 hicimos larga -mencion, de que habia tratado mal los españoles, ahorcando ó azotando -muchos, como en fin deste libro ó al principio del segundo, placiendo -á Dios, se verá, y tambien por estar levantado Francisco Roldan y los -demas, estaba acobardado y no osaba corregir las malas costumbres ni -castigar ó impedir los delitos y obras pésimas, de robos y crueldades, -que tambien cometian en los indios los españoles que le seguian, como -los de Francisco Roldan, y así llora mucho esto en sus cartas, y en una -dice: «Yo he sido culpado en el poblar, en el tratar de la gente, y en -otras cosas muchas, como pobre extranjero envidiado, etc.» Dice en el -poblar, porque le imputaban por malo haber poblado el primer pueblo -en la Isabela, como si él hobiera visto y andado toda esta isla, y de -industria escoger aquel por el peor lugar; nunca él hobiera herrado en -otra cosa sino en aquello, porque él vino á dar allí con los 17 navíos, -cansados y molidos del viaje de Castilla, y los caballos y bestias que -traia, y toda la gente afligida y medio enferma de tan luengo viaje, -no acostumbrado, y tan nunca en la mar, sin ver tierra tantos dias, -hasta entónces hombres se haber hallado; y es muy excelente y graciosa -tierra, y harta digna de ser poblada, y más propincua y frontera de las -minas de Cibao, por lo cual, cierto, más merecia gracias que serle á -mal poblar imputado, sino que, segun le desfavorecian, los que podian -hacerle daño de todo cuanto podian hechaban mano. - -Escribió tambien á los Reyes en la angustia en que quedaba con el -levantamiento y rebelion de Francisco Roldan, y en los tratos que por -atraerlo á obediencia y servicio de Sus Altezas andaba; escribió más -á los Reyes, que porque decia Francisco Roldan que no tenia necesidad -de perdon, porque no tenia culpa, y que el Almirante era hermano del -Adelantado y era juez sospechoso, que trabajaba de concertar con él que -fuese á Castilla, y que Sus Altezas fuesen los jueces; y que cuanto -á la pesquisa é informacion sobre esto, para enviar á Sus Altezas, -para que se hiciese con ménos duda y sospecha, estuviesen á hacerla -presentes Alonso Sanchez de Carvajal con quien tenia pláticas, y el -Alcaide Miguel Ballester, y esta pesquisa fuese á Castilla, y Roldan -y sus compañeros enviasen un mensajero á la corte, y en tanto que -volviese respuesta de los Reyes, se viniesen á servir como de ántes -solian, y si esto no querian, que se fuesen á la isla de Sant Juan, -que estaba cerca de aquí, porque no anduviesen destruyendo esta isla, -como robando de continuo la tenian destruida. Dice más, que si estos -Alcaides no venian en concierto, para que cesasen tantos males, que -habia de trabajar de poner diligencia para los destruir; yo sospecho -que esta cláusula y palabra, dió más prisa á los Reyes para enviar muy -más presto á quitarle el cargo, creyendo que como le habian acusado de -riguroso y cruel en la ejecucion de la justicia, que, si él pudiese, -habia de hacer grandes estragos en aquellos rebeldes. Dice asimismo en -una de sus cartas á los Reyes así: «Siempre temí del enemigo de nuestra -sancta fe en esto, porque se ha puesto á desbaratar este tan grande -negocio con toda su fuerza; él fué tan contrario en todo, ántes que se -descubriese, que todos los que entendian en ello lo tenian por burla; -despues la gente que vino conmigo acá, que del negocio y de mí dijeron -mil testimonios, y agora se trabajó allá, que hubiese tanta dilacion é -impedimentos á mi despacho, y poner tanta cizaña á que Vuestras Altezas -hobiesen de temer la costa, la cual podia ser ya tan poca ó nada, como -será, si place á Aquel que lo dió y que es superior dél y de todo el -mundo, y el cual le sacará al fin por qué hizo el comienzo, y del cual -se ve tan manifiesto que le sostiene y aumenta, que es cierto, si se -mirasen las cosas que acá han pasado, se podria decir como y tanto como -del pueblo de Israel.» Quiere decir, que así como los hijos y pueblos -de Israel eran incrédulos contra Moisén y Aaron, así todos los que -dudaron y creyeron ser burla y de poco fruto el descubrimiento destas -Indias y desta negociacion; y añide más. «Podria yo todo replicarlo, -mas creo que no hace mengua, porque hartas veces los he escrito bien -largo, como agora, de la tierra que nuevamente dió Dios este viaje á -Vuestras Altezas, la cual se debe creer que es infinita, de la cual y -desta deben tomar grande alegría y darle infinitas gracias, y aborrecer -quien diz que no gasten en ello, porque no son amigos de la honra de -su alto Estado; porque allende de las tantas ánimas que se pueden -esperar que se salvarán, de que son Vuestras Altezas causa, y que es el -principal del caudal desto (y quiero fablar á la vana gloria del mundo, -la cual se debe tener en nada, pues que la aborrece Dios poderoso), y -digo que me respondan quién leyó las historias de griegos y romanos, si -con tan poca cosa ensancharon su señorío tan grandemente, como agora -hizo Vuestra Alteza aquel de la España con las Indias. Esta sola isla, -que boja más de 700 leguas; Jamáica, con otras 700 islas, y tanta -parte de la tierra firme, de los antiguos muy cognoscida y no ignota, -como quieren decir los envidiosos ó ignorantes, y despues desto, otras -islas muchas y grandes de aquí hácia Castilla, y agora esta, que es -de grande excelencia, de la cual creo que se haya de hablar entre -todos los cristianos por maravilla, con alegría. ¿Quién dirá, seyendo -hombre de seso, que fué mal gastado, y que mal se gasta lo que en ello -se despende? ¿qué memoria mayor en lo espiritual y temporal quedó ni -pueda más quedar de Príncipes? Yo soy atónito y pierdo el seso cuando -oigo y veo que esto no se considera, y que nadie diga que Vuestras -Altezas deban hacer caudal de plata ó oro, ó otra cosa valiosa, salvo -de proseguir tan alta y noble empresa, de que habrá Nuestro Señor -tanto servicio, y los sucesores de Vuestras Altezas y sus pueblos -tanto gozo: mírenlo bien Vuestras Altezas, que, á mi juicio, más le -relieva (relieva dice por importa) que hacian las cosas de Francia -ni de Italia.» Estas todas son sus palabras, y, en verdad, dignas de -mucha consideracion, porque llenas de prudencia y de verdad, y testigos -de pecho harto virtuoso, y de muy recta intincion, y hiciera grandes -cosas y fruto inestimable en estas tierras, si no ignorara que estas -gentes no le debian nada á él ni á otra persona del mundo, sólo porque -los descubrió, aunque casi atinaba y confesaba el fin de haber podido -jurídicamente volver acá, que no era otro que el bien destas gentes, -salud y conversion; y finalmente ayudó á quél errase los disfavores que -tenia de muchos, por zaherir los gastos que los Reyes hacian, y por -excusarlos ó recompensarlos. - - - - -CAPÍTULO CLVI. - - El cual trata del principio ó principios de donde hobo su orígen - y procedió el repartimiento de los indios, que llamaron despues - encomiendas, que han destruido estas Indias, donde se prueba que nunca - los indios jamás se dieron para que los españoles los enseñasen, sino - para que se sirviesen dellos y aprovechasen. - - -Dice, allende lo susodicho, que ha de trabajar de tornar á asentar -la gente desta isla, en que tornen á la obediencia y que paguen los -tributos que solian pagar, y que Dios perdone á los que en la corte y -en Sevilla fueron causa de tardar él tanto en se despachar, porque si -él viniera con tiempo, como pudiera venir dentro de un año, y mucho -ántes, ni se alzaran los indios, ni dejaran de pagar los tributos -como los pagaban, porque siempre yo dije (dice él), que era necesario -de andar sobre ellos tres ó cuatro años, hasta que lo tuvieran bien -en uso, porque se debia de creer que se les haria fuerte. Mira que -duda, digo yo, y añido, que aunque acá se hallara ántes, no dejara -de haber los inconvenientes que hobo, y quizá mayores, porque tenia -Dios determinado de lo afligir y quitarle el cargo, pues con tanta -opresion y jactura destas gentes, que no le debian nada, dél usaba; -donde tambien añide, haciendo relacion de que esta isla se iba en -los mantenimientos mejorando, porque los ganados iban creciendo y -los españoles haciéndose al pan de la tierra, que lo querian más que -al de trigo, dice que agora tenian vida muy descansada, segun la -pasada, porque ellos no trabajaban ni hacian cosa, sino que los indios -lo trabajaban y hacian todo, casas y todo, y cuanta hacienda era -necesaria, y que no habia necesidad de otra cosa sino de gente que los -tuviese subyectos, por que si ellos viesen que éramos pocos, alzarian -la obediencia, y ellos nos siembran el pan y los ajes y todo otro -mantenimiento suyo, y el Adelantado tiene aquí más de 80.000 matas de -yuca, de que hacen el pan, plantadas. Estas son palabras del Almirante. -Dijo que hacian pozos, porque como estaba junto á la mar este pueblo, -de la otra, como agora está desta, banda, no tenian agua dulce de rio, -sino salada, y por eso hacian pozos, no para beber, porque es algo -salobre ó gruesa, sino para el servicio de casa; para beber tenian -una fuente, de que tambien hoy beben los que no tienen algibes, que -es buen agua. Es aquí de notar, que estos fueron los principios de -donde nació poco á poco el repartimiento que agora llaman encomiendas, -y, por consiguiente, la total perdicion de todas estas tan infinitas -naciones; porque como se enseñaron los españoles, áun los labradores, -y que venian asoldados para cavar y labrar la tierra y sacar el oro -de las minas (como arriba queda dicho), á haraganear y andar el lomo -enhiesto, comiendo de los sudores de los indios, usurpando cada uno por -fuerza tres y cuatro y diez que le sirviesen, por la mansedumbre de los -indios que no podian ni sabian resistir (y, segun dice el Almirante -en una destas cartas), Francisco Roldan y su gente alzada, traian más -de 500 indios, y cuando se mudaban de una parte á otra, serian más de -1.000 para llevarles las cargas, y los que estaban con el Adelantado, y -despues de venido el Almirante, hacian lo mismo por aquella semejanza; -y porque no se les pasasen á Roldan, todo esto y mucho más, y otras -cosas peores, como eran violencias y matanzas, é infinitos desafueros, -disimulaban, y no les osaban ir á la mano. Despues, cuando Roldan se -redujo á la obediencia del Almirante, como quedaban del holgar y de -la libertad que traian, y, de ser servidos de los indios y mandarles, -mal vezados, comenzó Roldan á pedir al Almirante que tuviese por -bien de que el rey Behechio, que, andando alzado el Roldan, lo tenia -por sus tiranías amedrentado y hacia lo que queria dél con su gente, -tuviese cargo de le hacer sus labranzas, como abajo, placiendo á Dios, -se verá; ni poco ni mucho, como dicen, sino el rey Behechio, siendo -de los mayores Reyes y señores de toda esta isla, y la corte de toda -ella, como arriba en el cap. 114 se dijo, lo cual el Almirante no le -pudo negar, porque todo estaba reciente y vedriado y en peligro, al -ménos duraba el temor, y no sin causa, que no hobiese otra rebelion, -y tambien hobo principio esta iniquidad, de aplicar el Almirante ó -el Adelantado, como se dijo arriba, ciertos Caciques y señores que -tuviesen cargo de hacer las labranzas y mantenimientos á las fortalezas -y pueblos de los españoles, como parece en las 80.000 matas ó montones -que arriba dijo el Almirante que habia hecho plantar el Adelantado -aquí, cerca de Sancto Domingo, y tenia cargo deste servicio, creo que -un gran Cacique y señor, cuya tierra y señorío era cinco ó seis leguas -de aquí, la costa arriba hácia el Oriente, y llamábase Agueybana, -y otros hacian que tuviesen cargo de enviar gente á las minas, así -que despues de cesada la rebelion, mayormente cuando se comenzaron -á avecindar y hacer pueblos, cada uno de ambas partes, así los que -habian seguido á Roldan, como los que permanecido en la obediencia del -Almirante, aunque fuese un gañan, y de los desorejados y homicianos -que, por sus delitos, se habian desterrado de Castilla para acá, pedian -que les diesen tal señor y Cacique con su gente para que le labrasen -sus haciendas ayudase á granjear; y por le agradar y tener contento -y seguro el Almirante, y porque asentase en la tierra sin sueldo del -Rey, lo que él mucho deseaba y trabajaba, se lo concedia liberalmente, -y á este fin enderezaba lo que en estas cartas de agora, con los cinco -navíos, escrebia á los Reyes, que les suplicaba tuviesen por bien de -que la gente que acá estaba se aprovechase un año ó dos, hasta que -este negocio de las Indias se levantase, porque ya se enderezaba; y -cerca desto dice así: «Suplico á Vuestras Altezas tengan por bien que -esta gente se aproveche agora un año ó dos, fasta que este negocio -esté en pié, que ya se endereza, que ven agora que esta gente de la -mar y casi toda la de la tierra están contentos, y salieron agora -dos ó tres Maestres de navíos que pusieron á la puerta cédulas para -quién se queria obligar á les dar 1.500 maravedís en Sevilla, que -les llevarian allí tantos esclavos y les farian la costa, y la paga -seria de los dineros que dellos se sacasen. Plugo mucho á la gente -toda, y yo lo acepté por todos y les protesto de les dar la carga, y -así vernán y traerán bastimentos y cosas que son acá necesarias, y se -aviará este negocio, el cual agora está muy perdido, porque la gente -no sirve, ni los indios pagan tributo con esto que pasó y mi absencia, -ni el Adelantado pudo más hacer, porque no tenia nadie consigo que no -fuese en tal guisa que no se podia fiar, que todos se congojaban y -maldecian, diciendo que eran cinco años que estaban acá y que no tenian -para una camisa. Agora les he ensanchado la voluntad y les parece -que lleva razon lo que les digo, que serán pagados presto, y podrán -llevar su paga adelante.» Estas son sus palabras. Y en otra cláusula dá -por nuevas buenas á los Reyes, que ya todos los españoles no querian -estar por sueldo del Rey, sino avecindarse, y porque lo hiciesen, les -ayudaba en cuanto podia á costa de los desventurados indios; así que, -por lo dicho, parece que el aprovecharse la gente que acá estaba, -española, era darles esclavos para que enviasen á Castilla á vender, -los cuales llevaban los Maestres á 1.500 maravedís, y que les darian -de comer; y negra comida seria la que ellos les darian, pues lo es -siempre la que suelen dar á los pasajeros de su misma nacion. Item, el -aprovechamiento tambien era dar Reyes y señores con sus gentes á los -desorejados y desterrados (por ser dignos de muerte por sus pecados), -que, sacada la crisma y ser bautizados, eran muy mejores que no ellos, -para que les sirviesen haciendo sus labranzas y haciendas, y en todo -cuanto ellos querian y decian que habian menester; concedida licencia -que tal Cacique ó señor á este fulano le hiciese tantas labranzas, -porque no se le daban para más, ellos se apoderaban y señoreaban tanto -dellos, que á cabo de un mes eran ellos los Caciques y los Reyes, y -temblaban los mismos señores delante dellos; de aquí tambien usurpaban -enviarlos á las minas que les sacasen oro, y en todos los otros -servicios de que juzgaban poder cebar sus codicias y ambiciones. -De las vejaciones y aperreamientos y maltratarlos en todo género de -rigor y austeridad, no quiero aquí decir más de lo que abajo se dirá; -finalmente, todo el interese y utilidad temporal de los españoles, -ponia en la sangre y sudores, y al cabo en perdicion y muerte desta -gente desmamparada, y aunque, segun parece, la intincion del Almirante -debia ser darles licencia para que les hiciesen las labranzas por algun -tiempo, y no para más, pues dice á los Reyes que tengan por bien que -sean aprovechados un año ó dos, en tanto que la negociacion estaba en -pié ó se levantaba, pero como al Almirante, luego quitaron el cargo -y gobernacion, y sucedió otro, como parecerá, ellos se encaminaron -y apoderaron tanto de aquella licencia y posesion tiránica, que los -sucesores en esta gobernacion, no de quitarla ni limitar, ántes -cumplirla y confirmarla y estragarla más de lo que estaba, y hacerla -universal, estudiaron. Y así, parece claro, de dónde y cuando tuvo su -orígen y principio, y cuan sin pensarlo aquesta pestilencia vastativa -de tan gran parte del linaje humano, que tanta inmensidad de gentes ha -estirpado, el dicho repartimiento y encomiendas, digo, en el cual se -encierran, y para sustentarlo se han cometido, todos los males, como -claramente parecerá abajo. Tambien consta de lo arriba relatado, que -nunca se dieron los indios á los españoles para que los enseñasen, -sino para que se sirviesen dellos, y de sus sudores, y angustias, y -trabajos se aprovechasen; porque manifiesto es, que, pues el Almirante -decia á los Reyes que enviasen devotos religiosos, más para reformar -la fe en los cristianos que para á los indios darla, que cognoscia -el Almirante no ser, los tan pecadores cristianos, para doctrinar y -dar la fe á los indios, capaces; luego no se los daba sino para que -adquiriesen con ellos las riquezas porque rabiaban. Lo mismo hicieron -los siguientes gobernadores, los cuales no ignoraban la vida que acá -siempre hicieron los españoles, y sus vicios públicos y malos ejemplos, -que siempre fueron de hombres bestiales, y si cuando se los daban les -decian que con cargo que en las cosas de la fe los enseñasen, no era -otra cosa sino hacer de la misma fe y religion cristiana, sacrílego -y inesplicable escarnio; y merecieran los mismos gobernadores que los -hicieran, no cuatro sino catorce cuartos. Todo esto, placiendo á Dios, -se cognoscerá mucho mejor en el lib. II y más abajo. - - - - -CAPÍTULO CLVII. - - -Suplicaba encarecidamente á los Reyes muchas veces, y en todas sus -cartas, que mandase á las personas que en Sevilla tenian cargo de las -cosas destas Indias, que las favoreciesen, ó al ménos, que no las -estorbasen ni infamasen, y esto creo yo que decia principalmente por -el dicho D. Juan Rodriguez de Fonseca, que ya era Obispo de Badajoz, y -de los otros oficiales; y, cierto, yo siempre oí y creí, y algo ví al -dicho Obispo, haber sido y ser contrario á las cosas del Almirante, no -sé con qué espíritu ni por qué causa, puesto que oí que dijo un dia el -Almirante, cuando supo que era ya Obispo: «Dovos á Dios (este era su -comun hablar), no seais fator de las Indias y non vos faran Obispo.» -Y como tuvo el Almirante acá tantos desabridos, mayormente despues -que vino Juan Aguado, debíanselo de decir ó escribir al Obispo (si, -empero, lo uno y lo otro es verdad, que puede ser que no lo sea), y -de allí haberle tomado, como dicen, ojeriza. Quiero decir, que pudo -ser no ser por aquella causa ni con mal espíritu, pero de que justa ó -injustamente el Obispo le desfavoreciese, yo no dudo; y tambien que el -Obispo, como era hombre de linaje y de generoso ánimo, y de los Reyes -muy privado y crecia cada dia en mayor estado, bastábale tomar opinion -siniestra, sin otra causa y con título de que los Reyes gastaban y -no se aprovechaban, para menospreciar ó no tener en la estima que -debiera los trabajos del Almirante; por lo cual, dice á los Reyes el -Almirante así: «Suplico á Vuestras Altezas manden á las personas que -entienden en Sevilla en esta negociacion, que no le sean contrarios -y no la impidan, porque ella estuviera más preciosa si mi dicha -acertara á que allí hobiera persona en el cargo deste negocio, que lo -tuviera amor, ó al ménos que no fuera contra ello y no se pusiera á -lo destruir é lo difamar, y favorecer á quien otro tanto hacia, y ser -contrario á quien decia bien dello, que, como se ve, la buena fama es -aquella que despues de Dios hace las cosas, y yo he sido culpado en el -poblar, en el tratar de la gente y en otras cosas muchas, como pobre -extranjero envidiado, de lo cual todo se veia el contrario, y que era -por voluntad, y con malicia, y atrevimiento, como ya parece en muchas -cosas.» Estas son sus palabras. Escribió tambien á sus Altezas, como -tenia aparejados tres navíos para enviar al Adelantado á la tierra de -Paria que dejaba descubierta, y que estuviese por allá seis meses, -dentro de los cuales, cierto, creyó que hiciera el Adelantado gran -descubrimiento, y llevar al cabo la costa hasta la Nueva España, ó al -ménos bien cerca, y partiérase con los cinco navíos juntamente el mismo -dia, segun dice, sino por esperar la resolucion del concierto en que -andaba con Roldan, porque el Adelantado era muy esforzado y hombre de -guerra, y hasta que Roldan fuese reducido, no convenia al Almirante ni -al bien de toda esta isla que estuviese ausente. Finalmente, concluyó -sus cartas, y con ellas envió á los Reyes, un envoltorio en que iban -unos pañezuelos de aquellos pintados que traian los indios de Paria, -que dejaba descubierta, y ciertas perlas, y creo, segun entendí de -otras partes, no de carta ni relacion del Almirante, fueron las perlas -que envió 160 ó 170, y ciertas piezas de oro y el envoltorio sellado; -y aquí dice, que aunque las perlas y oro que de allí envia sea en -cantidad poco, pero por la calidad las envia, pues, hasta entónces, -ninguno vido llevar perlas del Poniente; y así quiere dar á entender, -que se deben tener en mucho. Envió tambien á los Reyes la pintura ó -figura de la tierra que dejaba descubierta, con las islas distintas que -cerca estaban, y, por escrito, todo su viaje. Por esta pintura ó debujo -que á los Reyes envió de la dicha tierra de Paria, y por los rumbos y -caminos que desde las islas de Cabo Verde habia llevado, vino Alonso -de Hojeda y ordenó su viaje hasta dar en la isla de la Trinidad y la -tierra firme de Paria, y allí halló rastro y nuevas del Almirante, -como el mismo Hojeda confiesa y depone en su dicho juramentado, segun -arriba en el cap. 140 habemos declarado, y no segun Américo, parece que -quiso aplicarse á sí el descubrimiento de la dicha tierra firme, Paria, -de donde provino poner nombre á la dicha tierra firme, América, los -escritores que escriben fuera de España, lo cual, como allí se probó, -es muy grande engaño. Con las cartas y la figura ó pintura y relacion -de aquel viaje, y del estado en que todo lo de acá quedaba, se hicieron -los dichos cinco navíos, á la vela, á 18 de Octubre de 1498, en los -cuales, sospecho yo, que irian cartas de Francisco Roldan y de otras -personas muchas, que eran sus amigos ocultos ó públicos, llenas de -quejas del Adelantado que no hicieron al Almirante y á su estado, poco -daño. - - - - -CAPÍTULO CLVIII. - - -Volviendo la pluma á contar el trato de Francisco Roldan y sus -secuaces, recibida pues la carta del Almirante, Roldan, segun el cap. -155, salió del Bonao con algunos de los de su compañía, y vino aquí -á Sancto Domingo con su poca vergüenza, debajo del seguro, á hablar -con el Almirante, y segun pareció (porque no concluyó nada), más para -sacar gente que se le pasase, que para dar órden y concierto en su vida -desordenada. No pude saber lo que con su venida, cuando pareció ante -su amo y señor, el Almirante, y lo que dijo, ni como el Almirante le -rescibió, porque de creer es que pasarian cosas notables. Finalmente, -hablaron y trataron de concierto y de medios, y de creer es que él -dió las quejas que tenia ó fingia tener del Adelantado, y que el -Almirante le satisfaria á todas ellas y exhortaria á la obediencia y -reconciliacion del Adelantado, y ofreceria largamente cuantos honestos -partidos hallar pudiese, para verlo á él reducido y á la isla asentada, -como parece por muchas cartas que ántes y despues desta vista le -escribió el Almirante, algunas de las cuales, y las respuestas del -mismo Francisco Roldan, de su nombre firmadas, he tenido é leido en -mis manos. Despues de muy bien entre ambos, y delante de muchos de -los que aquí estaban personas principales, platicado, pidiendo Roldan -cosas que graves eran al Almirante, y respondídole lo que parecia -razonable, quedó que lo platicaria con su compañía, y, segun lo que -acordasen, su señoría lo sabria, y así se tornó al Bonao. Porque no -se enfriase lo que tanto el Almirante deseaba concluir, envió con él -un mayordomo suyo que se llamaba Diego de Salamanca, hombre cuerdo y -bien honrado; llegados, trataron dello, y al fin acuerdan de enviar -al Almirante ciertos capítulos muy indiscretos, no honestos, sino de -hombres que no se daban mucho por vivir en paz y sosiego, ántes no -querian dejar la vida que tenian de desmandados. El Almirante, desque -los vió, cognoscido su atrevimiento y presuncion, no quiso aceptarlos, -porque ni á su honra, ni autoridad, ni á servicio de los Reyes era -cosa conveniente ni razonable, y para dárselo á entender, acordó -enviar al susodicho Alonso Sanchez de Carvajal, señalándole razones -claras y evidentes, por las cuales demostraba no ser cosa honesta ni -servicio de los Reyes que él aquellos capítulos firmase; pero que -mirasen cuanto él pudiese, salvo su honor y el servicio de los Reyes, -firmar, firmaria de buena gana, y les haria todo el bien y tratamiento -que debiese pidiendo cosas razonables. Fué Carvajal á la Concepcion, -donde ya estaban y trataban de tomar la fortaleza cercando al Alcaide, -para lo cual dicen que habian tirádole el agua; pero llegado Carvajal, -moderáronse. Trató con Francisco Roldan y con los principales, y al -cabo con todos, y concluyeron ciertos capítulos, el fin de los cuales, -y que más deseaba el Almirante, fué, que se fuesen á Castilla por -quitar de sí y desta isla gente ya tan corrupta y desmandada, con -que les diese el Almirante dos navíos en el puerto de Xaraguá, bien -aparejados, con bastimentos, y que les dejase á cada uno un esclavo y -las mancebas que tenian preñadas y paridas en lugar de los esclavos que -se les habian de dar, y que les diese carta de bien servidos ó haber -servido bien, y se les restituyesen algunos bienes que se les habian -tomado y otras cosas semejantes. El Almirante se las otorgó y firmó -con que no recibiesen más españoles en su compañía de todos cuantos -habia en la isla, y que dentro de cincuenta dias se embarcarian, y -que no llevarian esclavo alguno por fuerza de los que se les habian -de dar á merced, y que darian cuenta y razon á las personas que el -Almirante enviase al dicho puerto de lo que en los navíos metiesen, y -les entregarian todo lo que tuviesen de la hacienda del Rey. Firmólo -todo esto Roldan en nombre de todos los de su compañía en sábado, 17 -de Noviembre de 1498, pero porque el Almirante estaba en esta villa -de Sancto Domingo y los capítulos se hicieron en la Vega ó Concepcion -con Alonso Sanchez de Carvajal y Diego de Salamanca, y habian de venir -á que el Almirante los firmase, dijo Roldan, que cuanto á no admitir -más gente en su compañía, lo firmaba con condicion, que, dentro de diez -dias, le viniese la respuesta de como el Almirante lo firmaba, lo cual -hizo á 21 del dicho mes. Envióles dentro de los diez dias la respuesta -y firmados los capítulos, y ellos partiéronse para Xaraguá, diciendo, -que iban á aparejar su partida, puesto que segun pareció, no tenian tal -pensamiento; por ventura, el Roldan era el que lo queria, y los otros -no. El Almirante, por el ánsia que tenia de verse libre de tan gran -impedimento, para lo que queria y entendia hacer en la gobernacion y -asiento desta isla, y tornar á hacer tributarios á los indios della, -suspendió la ida del Adelantado á descubrir la tierra firme, que dejaba -comenzada, como no tenia más de aquellos tres navíos, y mandó luego -aderezar los dos, sacado dellos lo que tenia el Adelantado aparejado -para su viaje, y puesto lo que les era obligado por la capitulacion á -dar, y porque supo que algunos de aquellos de la compañía de Roldan -decian que no querian ir á Castilla, mandó hacer un seguro muy cumplido -y general, diciendo y prometiendo, que todos los que no quisiesen -ir á Castilla y quedarse en esta isla, á sueldo, si sueldo del Rey -quisiesen ganar, darles vecindad si se quisiesen avecindar; y por cosas -y embarazos que ocurrieron, no se pudieron despachar los navíos hasta -Enero del año siguiente de 1499. Mandó que Carvajal se fuese á Xaraguá -por tierra, que, entretanto que los navíos llegaban, entendiese con él -Francisco Roldan, en su despacho y aparejo para su partida. Partióse -tambien el Almirante para la Isabela y la tierra dentro, á visitar -la tierra y asegurar las gentes y disponerlas para que tornasen á -servir con los tributos que solian, para ellos muy sabrosas nuevas. -Dejó por su Teniente aquí en Sancto Domingo á su hermano D. Diego, -con su instruccion de lo que habia de hacer. Partidos los dos navíos, -dióles una dura tormenta que les hizo mucho daño, en especial al -uno, por manera que se recogieron al puerto Hermoso, que está, deste -de Sancto Domingo, 16 leguas, ó al de Azua, que está 20 ó pocas más, -donde no pudieron reformarse para proseguir su viaje hasta Marzo y -fin dél, y como ni el Roldan ni todos, ó al ménos los más dellos, -tenian poco deseo de ir á Castilla, porque temian ser castigados por -los Reyes, tomaron achaque de haber sido libres del asiento dado, y -no ser obligados á cumplirlo, diciendo ser pasado el término de los -cincuenta dias, é haber quedado por culpa é industria del Almirante, -porque los queria engañar é buscar maneras para prenderlos, y otras -alegaciones harto frívolas y desvariadas, y muy claramente contrarias -de la intencion y fin del Almirante, como no desease cosa más que -reducirlos, ó echarlos desta isla; y en todas estas dilaciones gastaba -bastimentos y ocupaba gente, y cesaba de enviar al Adelantado, y se -impedia de muchas cosas que hacer deseaba, mayormente asentar los -tributos en los Caciques é indios. Esto no podia hacer ni otra cosa de -provecho estando toda la isla turbada y desasosegada, estando ellos -levantados y cometiendo en los indios cada dia tantos insultos y -tantos daños; ¿en qué juicio podia caer que se pusiese el Almirante, -en quedar, que enviaria los navíos con tantos gastos á Xaraguá, 200 -y más leguas por la mar, donde ellos estaban fuertes y eran señores, -y despues, de industria, detenerlos y retardarlos? Bien parece claro -que ellos eran los que andaban con cautelas mañosas, procrastinando -y vacilando, ó engañando. Esto escribió, afirmándolo, Alonso Sanchez -de Carvajal, que con ellos trataba su despacho, el cual les hizo -requirimiento en forma, delante de Francisco de Garay, á quien dió -poder y crió para esto el Almirante por escribano; pero ellos, como -moros sin Rey, no curaron. Dice así Alonso de Carvajal en su carta, -la cual firmada de su firma, tuve en mis manos: «Juntos Francisco -Roldan y su compañía, yo acabé de cognoscer su voluntad, que era de no -ir á Castilla por agora en estos navíos, y en fin de muchas pláticas -pasadas entre ellos y mí, le requerí por ante Francisco Garay, y dije, -como yo iba allí por mandado de vuestra señoría, á cumplir con él y -con ellos, etc.» Estas son sus palabras. Escribió todo esto y la poca -verdad que guardaban, y como huian de concierto, al Almirante; á 15 -de Mayo, el Almirante escribió una carta á Roldan y otra á Adrian de -Muxica, con toda modestia, rogándoles y amonestándoles, que se quitasen -de tan dañosa opinion como seguian, porque cesasen tantos escándalos, -que se destruia la isla y cesaba el servicio de los Reyes, y otras -muchas cosas buenas que moverlos podian; pero el Roldan, como serpiente -sorda á los consejos, respondió al Almirante una carta harto arrogante -y llena de presuncion, que le besaba las manos por su consejo, pero -que no tenia necesidad dél, y otras cosas que mostraban su esencion y -temeridad. Despues, dice Carvajal en aquella carta, que pasaron muchas -cosas que por vía de consejo les dijo, que mirasen los daños que hacian -en la tierra, y que les convenia tomar medios y reducirse; dice, que -se persuadieron, y que dijeron que les placia, trataron dellas, pero -ninguno, sino los que ellos daban, les agradaban. Pidieron una carabela -para que enviasen sus mensajeros á los Reyes, concedióselo, de partes -del Almirante, Alonso Sanchez de Carvajal, y venido, que se lo diesen -por escrito, no quisieron, diciendo, que él no tenia poderes para ello. -Finalmente, partiéndose Carvajal por tierra para aquí, donde ya estaba -de vuelta de la tierra dentro el Almirante, y mandó á los dos navíos -que se tornasen á este puerto de Sancto Domingo, salió Roldan con él -á comer donde Carvajal comiese, despues no quiso llegar tanto léjos; -apeáronse debajo de una sombra, y, hablando mucho en ello, dijo Roldan -que queria tomar el consejo que muchas veces le habia dado, y que le -enviase el Almirante un seguro firme con provision Real y sellado con -el Real sello, y otro firmado de algunas personas principales que -con el Almirante estaban, y que él iria á hablar con el Almirante, y -concluiria el medio y concierto para que esto del todo se acabase, y -que esto le decia en secreto, que no lo supiese nadie. Plúgole dello -mucho á Carvajal, y quedó de enviárselo. - - - - -CAPÍTULO CLIX. - - -Creyendo el Almirante que el concierto hecho de las dos carabelas ó -navíos que les envió se efectuara, acordó de escribir ciertas cartas á -los Reyes de todo lo que habia pasado con Francisco Roldan y los demas, -y avisando á Sus Altezas como lo que habia firmado habia sido contra -su voluntad, y porque todas las personas principales que deseaban el -servicio de Sus Altezas se lo habian aconsejado, segun vian en peligro -esta isla de perderse, en indios y en cristianos, si aquellos no se -iban de la tierra ó no se reducian, y aquel fuego desvergonzado, que -cada dia se multiplicaba más, no se atajaba. Estas cartas habian de -ir en los dos navíos escondidas por alguna persona fiel, que no lo -sintiese Francisco Roldan ni alguno de su compañía: escribió que habia -quitado á todos los indios el tributo, con título que los indios -estaban para levantarse, para despues él haberlos por fuerza ó por -grado, ó por rescate, y que habian hecho, y agora hacen, más grandes -males en la tierra, porque roban y matan los indios, para los dejar -todos alzados é indignados contra los cristianos, para que, despues -de idos ellos, á los que quedasen matasen; y avisaba que era fama que -llevaban mucho oro, porque habian andado por toda la isla rescatándolo, -y no sólo ellos, pero que tenian ya indios amostrados que enviaban por -otras partes á rescatarlo. Item, avisaba que llevaban muchas mujeres, -hijas de señores Caciques, y que los que vinieron desterrados para -acá por sus delitos, que él llama homicianos, eran los más crueles -y desmandados, y decia que debian Sus Altezas de mandar estar sobre -aviso, para que lo más presto que pudiere hacerse, les prendiesen y -secuestrasen lo que llevaban, oro y esclavos, y lo demas que se les -hallase, hasta que diesen cuenta de lo que acá habian cometido, y -por qué causas; puesto que tenia, segun dicen, que no habian de osar -ir al puerto de Cáliz, sino que forzarian los marineros para que los -llevasen á otra parte, porque segun los crímenes que habian cometido, -habian de rehusar que no los tomasen cuenta. Que ha padecido grandes -angustias, enojos y trabajos despues que agora vino, por causa deste -Roldan, y que áun agora era por el mes de Mayo de 1499, y no lo via -comenzado. Llegado, pues, Carvajal á esta villa, donde estaba el -Almirante, dióle cuenta de todo lo que en Xaraguá, con Roldan y los -demas, habia pasado, y la última resolucion y secreta de Roldan. El -Almirante, como no viese la hora de ver el negocio acabado, luego -mandó hacer la patente real por D. Hernando y Doña Isabel, como se -acostumbraba, para lo cual le habian concedido los Reyes poder y -facultad, y sellada con el sello real, en que le daba el seguro muy -cumplidamente, como Roldan la demandaba; y allende la provision real, -que no se pone aquí por ser grande; ciertos caballeros de calidad, -de los que estaban con el Almirante, por su mandado, le enviaron el -presente seguro, que yo vide de sus propias firmas firmado: «Cognoscida -cosa sea á todos los que la presente vieren, como, porque cumple al -servicio del Rey y de la Reina, nuestros señores, que venga Francisco -Roldan á Sancto Domingo á hablar é tomar asiento é concierto con el -señor Almirante, el cual se teme del dicho señor Almirante y de su -justicia, y del señor Adelantado, y los que aquí firmamos nuestros -nombres, decimos que protestamos y damos nuestra fe, cada uno de nos -como quien es, de no hacer mal ni daño al dicho Francisco Roldan ni á -ninguno de los de su compañía, que con él vinieren, ni á sus bienes, -ni consentiremos, á toda nuestra posibilidad, que le sea hecho ningun -daño á las dichas sus personas y bienes, en todo el tiempo que él y -ellos vinieren y estuvieren en el dicho Sancto Domingo, con condicion -que él ni ninguno dellos no hagan cosa que sea deservicio de Sus -Altezas ni del dicho señor Almirante. Fecha en la villa de Sancto -Domingo á 3 de Agosto de 1499 años.—Alonso Sanchez de Carvajal.—Pero -Fernandez Coronel.—Pedro de Terreros.—Alonso Malaver.—Diego de -Alvarado.—Rafael Cataño.» Estos seguros, despachados á Francisco -Roldan, porque más presto Roldan al concierto viniese, y el negocio tan -deseado y necesario para la paz y sosiego desta isla se concluyese, -acordó el Almirante de que lo hallasen más cercano, como lo era en -el cuidado de verlo todo apaciguado, y así, metióse en un navío á 22 -dias de Agosto; llevó tambien otro navío con él, en los cuales llevó -consigo algunas personas principales, como fué, Pero Hernandez Coronel, -Miguel Ballester, Alcaide, García de Barrantes, Alcaide, Juan Malaver, -Diego de Salamanca, Juan Dominguez, clérigo, Alonso Medel, piloto, y -Cristóbal Rodriguez, la lengua, y otros muchos, y vase la costa abajo, -hácia el Poniente, 20 ó 25 leguas desta villa, al puerto que se llama -Azua, todas las cuales fué acercárseles. Donde vino Roldan y entró con -algunos de los suyos en la carabela donde estaba el Almirante, y allí -platicaron en su reduccion y sosiego; y el Almirante, induciéndoles y -rogándoles á ellos que viniesen á servir á los Reyes como de ántes, y -que él les haria toda honra y ayudaria en todo lo que pudiese que fuese -servicio de los Reyes, como si ninguna cosa de las pasadas y presentes -hobiera pasado, respondieron que les placia, dando buena respuesta, -con que su señoría le concediese cuatro cosas, allende las otras que -primero le habian enviado á demandar, que sumariamente se pusieron -en el precedente capítulo. La primera, que en aquellos navíos queria -enviar y fuesen á Castilla algunas personas, que no pasarian de 15; -la segunda, que á todos los que quedasen, el Almirante les diese sus -vecindades y tierras para labrar, y á cada uno su labranza, para que -se les pagase el sueldo del Rey que se averiguase debérseles, como si -todo el tiempo que habian sido rebeldes y anduvieron robando hobieran -servido; la tercera, que el Almirante mandase apregonar públicamente, -que si el dicho Francisco Roldan y su compañía habian hecho lo que -hicieron, fué por falsos testimonios que les levantaron, personas que -mal los querian y que no amaban el servicio de Sus Altezas; la cuarta, -que el Almirante constituyese de nuevo, al dicho Francisco Roldan, -Alcalde mayor por provision real. Esto, así concertado en la carabela, -y el Almirante concedidas estas cosas por la necesidad en que se via, -y asentadas por escrito, salió Roldan de la carabela á tierra, donde -estaban aposentados él y su gente en el pueblo de los indios, donde -dió parte á sus secuaces de lo que traia concedido del Almirante. A -cabo de dos dias, usando de las industrias y reveses acostumbrados, -que dél, ó quizá de los que con él andaban, salian, los cuales no -querian paz, sino andar como andaban, por desbaratar lo concertado y -nunca venir de conformidad, enviaron un tenor de una provision real que -ellos ordenaron, llena de muchas cláusulas que añidieron, deshonestas -y absurdas, creyendo que en ninguna manera las otorgara el Almirante, -segun él siempre creyó y afirmó. Contenia todos los capítulos, arriba -en el capítulo precedente y estas otras susodichas cuatro, y las que -demas añidieron, intolerables; la postrera de las cuales, fué, que si -el Almirante no cumpliese lo concertado cumplidamente á su voluntad, -que les fuese lícito á él y á ellos juntarse y poner todas sus fuerzas -por cualquiera forma é guisa que mejor pudiesen, para constreñir al -Almirante para se las hacer por fuerza cumplir é guardar. De donde -parecia colegirse argumento claro, que no tenian gana de se reducir á -la obediencia del Almirante, por no tener superior que á la vida que -traian les estorbase, y así, el Almirante, con razon parece que lo -podia juzgar, pues tantas veces los asientos que se hacian, con nuevos -motivos ó colores, desbarataban. - -Viéndose, pues, el Almirante, cercado de tantas angustias y de todas -partes, porque por una parte via perderse la isla con los daños que -aquellos hacian á los indios, por otra, cesar los provechos y tributos -de los Reyes, que él tenia en el ánima por hacer los gastos que acá -hacian con tanta dificultad y tan pesadamente; por otra, los disfavores -y émulos grandes que tenia; por otra, que la gente comun que estaba -con él, ó que no seguia actualmente á Roldan, andaba inquieta y en -corrillos, y fué avisado que estaban dos cuadrillas dellos para se -alzar é ir robando por la tierra, diciendo con despecho, que habiéndose -alzado Francisco Roldan y los demas, cometiendo tan grandes crímenes y -habiendo destruido esta isla, estaban ricos y se salian con todo ello, -tambien ellos querian hacer lo mismo, y no andar en la obediencia del -Almirante, perdidos, y via que no tenia gente de quien se fiase, sino -era de muy pocos para les ir á la mano, prenderlos ó resistirlos, y -queríanse ir á la provincia de Higuey, que está esta costa del Sur, -al Levante, al Cabo que llamó el Almirante, de Sant Rafael, hácia la -Saona, porque habian imaginado que allí serian ricos de oro. Item, -porque debia haber venido algun navío de Castilla en el cual debia -escribir el Obispo de Badajoz, don Juan Fonseca, al Almirante que -estuviese la cosa suspensa, porque los Reyes presto lo remediarian, -y esto debia ser por las nuevas que llevaron los cinco navíos, y -esta suspension via el Almirante que no podia sufrirse, pues tanto -los daños y escándalos crescian. Así que, considerando el Almirante -todos estos inconvenientes, en medio de los cuales se hallaba, como -entre las ondas de la mar, que algunas veces habia experimentado, -cuasi zambullido, acordó de escoger, como menor mal, conceder todas -las cosas, que contra toda razon y honestidad y justicia le pedian, -con esperanza que tenia que los Reyes ternian informaciones de todo -y cognoscerian las culpas dellos y la fuerza que á él se hacia, y á -la justicia real desacato, pidiéndole cosas, estando en tan extrema -necesidad, que toda razon aborrecian, y al fin, por concedérselas no -le culparian. Todavía puso una cláusula el Almirante, que todo aquello -que otorgaba, fuese con condicion que cumpliesen los mandamientos de -Sus Altezas, y suyos, y de sus justicias, y á este propósito, dice el -Almirante estas palabras: «Así que, por evitar este mal, con esperanza -que Sus Altezas remediarian todo, y que será bien visto y manifiesto -á quien leyere la dicha provision, que el tenor della ni lo que en -ella está no lleva razon, y es contra toda órden de justicia y fuera -della, y que forzosamente se les firmó y otorgó, así como la otra del -oficio de Alcaldia, sobre lo cual, despues de asentado todo y firmado -esta primera provision, porque él no queria que en ella fablase que -habia de tener el dicho Roldan superior, se alzó con toda la gente -dando voces, y que ahorcaria á mi gente que estaba en tierra, si luego -no se embarcasen, por lo cual, hobe de firmar la dicha provision, como -quiso, por el tiempo y causas susodichas.» Estas son sus palabras. -Ciertamente, manifiesta parece la ambicion y malos respetos que aquel -pobre Roldan pretendia, y la necesidad extrema en que el Almirante se -via, y, cuan contra su voluntad, lo que firmaba concedia. - - - - -CAPÍTULO CLX. - - -Firmadas á su voluntad las provisiones en que se contenian los -susodichos capítulos, y el Roldan Alcalde mayor constituido, aunque -ninguna jurisdiccion tenia, y siempre fué persona privada y no pública, -y tirano en todo cuanto hacia, porque determinacion es universal de -todos los juristas, que para dar ó transferir ó prorogar jurisdiccion, -ha de haber en el que la confiera, da ó proroga, consentimiento puro y -totalmente libre, porque de otra manera, mezclándose cualquiera fuerza -ó miedo, por chica que sea, es ninguna, y de ningun valor cosa que -con ella se haga y _nihil_; pero no curó Roldan destos escrúpulos de -juristas, ni de mirar ó tener dello escrúpulo fué digno, todo lo cual -le trajo al fin que despues hizo. Así que, alcanzado del Almirante -todo lo que Roldan y los demas que se alzaron querian, luego comenzó -Francisco Roldan á usar el oficio de Alcalde mayor, y venido aquí -á Sancto Domingo, y con las gentes que trujo consigo, allegó mucha -otra de la que aquí estaba de su compañía, cuasi mostrando no estar -descuidado, sino sobre aviso cada y cuando se le ofreciese, y con esta -presuncion y soberbia, por que el Almirante tenia aquí un Teniente -que se llamaba Rodrigo Perez, no lo consintió Roldan, diciendo al -Almirante que no habia de haber Teniente ni tener vara ninguno en toda -la isla sino los que el pusiese. El Almirante calló y sufrió, y y -mandó al dicho su Teniente, Rodrigo Perez, que no trujese más la vara; -por aquí se podrá ver la protervia y maldad de aquel, y la paciencia -ó sufrimiento y angustias del Almirante. Miéntras estuvieron aquí, -nunca se juntaban ni conversaban sino con los de su compañía, para -con los otros siempre se mostraban zahareños, no se fiando de nadie, -y velándose de noche, y no dejaban de hacer fieros y decir palabras -temerarias y de alboroto, por lo cual mostraban bien claro no estar -arrepentidos de sus maldades; y habiendo de enviar el Almirante cierta -gente fuera á ver ciertas labranzas y traer pan, ninguno dellos quiso -ir ni hacer lo que el Almirante enviaba á mandar; bien parece la vida -quel Almirante podia entónces tener, y lo que sufria, y por esto aunque -mataban y hacian fuerzas y robos á los indios, no osaba á ninguno -castigar ni áun reprender. En 28 dias de Setiembre de aquel año de -1499, se pregonó la provision del asiento que el Almirante habia tomado -con Roldan y con ellos; díjose que Francisco Roldan habia repartido -mucha cantidad de oro entre los que habian sido de su compañía. -Despachó el Almirante navíos á Castilla, no supe cuantos, para cumplir -con lo capitulado, y á los que Francisco Roldan envió, y se quisieron -ir de su voluntad, repartió el Almirante, á tres esclavos á algunos, -y á otros á uno, segun le pareció. En estos estuvo determinado el -Almirante de se ir á Castilla y llevar consigo el Adelantado, segun -entendí, para informar á los Reyes de todo lo que habia pasado con -este Roldan, temiendo lo que no sabia que le estaba aparejado, y en -gran manera lo acertara, como abajo se verá; pero porque sintió que -una provincia desta isla, que era la de los Ciguayos, de que arriba -se ha hecho mencion, á la cual el Adelantado habia hecho cruel guerra -é injusta, y prendido al Rey della como se vido en el cap. 121, vino -sobre los cristianos que estaban esparcidos por la Vega, dice el -Almirante, que se quedó, y por su quedada, deliberó de enviar á Miguel -Ballester, Alcaide de la Concepcion, y á García de Barrantes, Alcaide -de Santiago, por procuradores é informadores de las cosas pasadas y -presentes, como personas que habian sido testigos oculares de todo; -con estos envió los procesos y testimonios que se habian hecho contra -Roldan y los secuaces suyos, y escribió largo á los Reyes con ellos. -Suplicaba á los Reyes que viesen aquellos procesos y mandasen inquirir -y examinar de todo la verdad, y cognosciesen sus penas y trabajos, y -hiciesen en ello lo que fuese su servicio; escribióles las razones por -las cuales no debian de ser guardadas á Francisco Roldan, y demas -que le siguieron en aquella tan escandalosa y dañosa rebelion, las -condiciones y asiento que con ellos hizo el Almirante, y para esto -daba nueve razones. La primera, porque si las concedió, no las hizo ni -concedió de su propio motu y voluntad, sino, hechas y dictadas por él -y por ellos, se las envió hechas, y le constriñó la necesidad en que -se vido extrema, como ha parecido, á las firmar. La segunda, porque se -firmaron en la carabela, y así en la mar, donde no se usa el oficio de -Visorey, sino de Almirante. La tercera, porque sobre este alzamiento y -rebelion estaban hecho dos procesos y dada una sentencia contra Roldan -y los de su compañía, condenándoles por traidores, en lo cual no pudo -el Almirante dispensar ni quitarles la infamia. Cuarta, porque en la -provision trata sobre cosas de la hacienda de Sus Altezas, lo cual no -se pudo hacer sin los oficiales de los Contadores mayores, como estaba -por los Reyes ordenado y mandado. La quinta, porque pidieron que se -diese pasaje á todos para Castilla y no se exceptuaron ni sacaron los -delincuentes que habia enviado de Castilla y homicianos. La sexta, -porque querian ser pagados del sueldo del Rey todos, y de todo el -tiempo que anduvieron alzados y en deservicio de Sus Altezas, siendo -como son obligados á pagar todos los daños y menoscabos que han hecho á -los indios y á los cristianos, y á toda la isla, y á la hacienda real, -y el cesar de los tributos que habian de pagar los indios, y la pérdida -de las dos carabelas que fueron por ellos, por el primer asiento -que ellos quebrantaron, á Xaraguá, y el sueldo y bastimento de los -marineros, lo cual todo por su causa se perdió, y en ello ni en parte -dello el Almirante no pudo dispensar. La sétima, porque son obligados -á pagar, mayormente Roldan, los gastos que se hicieron en Castilla con -pagar el sueldo de seis meses á los 40 hombres que tomó en los tres -navíos, y los que despues se pasaron á él, venido el Almirante, los -cuales venian cogidos y á sueldo de los Reyes para servir ó trabajar en -las minas, y en otras cosas que se les mandasen para servicio de los -Reyes, y más los bastimentos que comieron y los fletes de los navíos, -trayéndolos acá, y fué causa que se engrosase con ellos y que no -viniesen á obedecer muchos de los de su compañía, como habian escrito -sobre ello cartas, y el mismo Roldan, y los primeros por quien negocia -y pide partido é impunidad son aquellos, y con ellos los homicianos. La -octava, por que el Roldan no mostró, ni señaló, ni nombró las personas -de su compañía, porque, para que la provision que sobre este asiento el -Almirante les dió, tuviese valor y alcanzase efecto, requeríase, segun -dice el Almirante, que mostrase, por escritura firmada por ellos, como -se ayuntaban y por qué fin hacian su ayuntamiento, y en qué tiempo, y -las condiciones que todos pedian, los cuales se entenderian ser de la -compañía de Roldan y no otros. La novena, porque el dicho Francisco -Roldan, al tiempo que partió de Castilla él y los otros que entónces -en el segundo viaje á estas Indias vinieron, hicieron juramento sobre -un crucifijo y un misal, y dió la fe y hizo pleito homenaje de ser -leal á Sus Altezas y guardar el bien y pró de su hacienda, por ante -el Obispo de Badajoz, é yo y otros muchos (dice aquí el Almirante), -que allí estaban, como más largo parecerá por el dicho juramento, el -cual está escrito en el libro de los señores Contadores mayores; de -lo cual, toda ha incurrido en el contrario, porque no han sido leal -ni leales, y ha echado á perder la hacienda y sido causa que se haya -perdido el tributo, y no solamente este, más el algodon de Sus Altezas, -que estaba en Xaraguá, le han tomado, y quemado el brasil que estaba -cogido y tomadas las velas y aparejos de los navíos y el ganado: estas -son palabras del Almirante. Pone tambien á lo que Roldan y los que se -alzaron eran obligados á guardar por virtud de la provision que del -asiento dicho les dió: lo primero, á pagar todos los daños y menoscabos -que se han recibido en la hacienda de Sus Altezas y las dos carabelas, -por una cláusula que está, en ella, que dice que sean obligados á pagar -todo lo que por derecho se hallare que deben; por otra cláusula son -obligados á nunca jamás decir que fué bien hecho se alzar; por otra -cláusula son obligados á cumplir los mandamientos de Sus Altezas y -del Almirante, y si no lo cumpliesen no era nada el asiento ni seguro, -y podiase proceder contra ellos, y por todos los delitos y alzamiento -pasados, é incurrian en las penas que contenia la provision, y estas -eran, perdimiento de la vida, de los bienes, de los oficios. Por manera -que, por el primer mandamiento que no obedeciesen, dice el Almirante, -que incurrian en todas las dichas penas, en perder las vidas, y todo -lo que en su favor les fué concedido por la provision no les vale -nada, y el Roldan pierde el Alcaldia. Puesto que por aquello no la -perdiese, dice el Almirante, no podia usar della, porque se le dió por -fuerza, lo cual es contra derecho, y tambien porque no habia de mandar -en casos de justicia á la gente que estaba y habia siempre seguido al -Adelantado y al Almirante, y estado en su obediencia y en servicio de -los Reyes contra Roldan y sus secuaces, de los cuales habian recibido -muchos agravios. Suplicaba en estas cartas muy afectuosamente á los -Reyes que le enviasen un letrado, persona experimentada para ejercer -el oficio de la justicia, porque la gente que en esta isla estaba, -dice el Almirante, era muy desmandada, y como cognoscian quél no osaba -irles á la mano ni castigarlos, por los testimonios que en Castilla -injustamente le habian levantado, y fueron creidos (dice él), por -tanto les suplicaba que tuviesen por bien de se lo enviar, y que él -queria pagarle el salario, y que tambien con él juntamente proveyesen -de dos personas virtuosas para Consejo, y que pluguiese á Sus Altezas -de no darles sus preeminencias. Tambien avisaba que convenia enviar -con ellos un Teniente de Contadores mayores y otro del Tesorero, que -fuesen personas cuales conviniese, con quien se negociasen las cosas -de la Hacienda real; por manera, que en aquel tiempo no habia en esta -isla oficiales del Rey principales ó propios, sino tenientes de los de -Castilla. Torna otra vez á decir en estas cartas, que muy necesaria -era la justicia en esta isla, y, para administrarla, la persona que -habia dicho, y con ella, dice, que suplicaba á Sus Altezas que mandasen -mirar por su honra y guardar sus preeminencias: «yo no sé (dice -él), si yerro, mas mi parecer es que los Príncipes deben hacer mucho -favor á sus gobernadores en cuanto los tienen en el cargo, porque con -disfavor todo se pierde.» Por estas palabras parecen dos cosas: la -una, que, cierto, el Almirante deseaba tener ayuda en la gobernacion, -mayormente cuanto á la administracion de la justicia, porque no -tuviesen los españoles que decir mal dél, y porque via que, como -extranjero, era dellos en ménos de lo que debieran tenido; porque esta -es, creo que, peculiar condicion ó soberbia de España. La otra era, -que él temia que los Reyes no le limitasen su oficio y preeminencia -que le habian concedido, que resultase en agravio suyo y violencia de -sus privilegios, que con tantos sudores y aflicciones habia ganado, -como al fin aquello que temia, y mucho más que aquello adverso, fué lo -que le vino. Estando en esto, vinieron nuevas al Almirante como habia -llegado Alonso de Hojeda con ciertos navíos al puerto de Yaquimo, que -está, la costa abajo, 80 leguas deste puerto de Sancto Domingo, donde -hay ó habia brasil, y que habia llegado allí á 5 de Setiembre, y así -lo escribió el Almirante á los Reyes en estas cartas. Desta venida de -Hojeda tratará la historia en el cap. 164 y en el siguiente. Suplicó -asimismo á los Reyes, que porque él estaba ya muy quebrantado y pasaba -la peor vida que hombre del mundo, por lo cual iba descreciendo, y -su hijo D. Diego Colon, que está en la corte, crescia en fuerza, -haciéndose hombre para poder acá servirles, que le hiciesen merced le -mandar que viniese acá á ayudarle, para que él descansase algo y Sus -Altezas fuesen mejor servidos. - - - - -CAPÍTULO CLXI. - - -Partidos estos navíos con los mensajeros ó procuradores del Almirante, -que fueron los dos Alcaides, Ballester y Barrantes, de mí bien -cognoscidos, y los de Francisco Roldan, que no ménos cognoscí, con -quien es de creer que se alargó en escribir sus quejas y ofensas, que -partieron cuasi al principio de Octubre; á los 19 del dicho mes vino -Francisco Roldan al Almirante con un memorial de toda la gente que -habia andado con él, y entónces áun estaba en su compañía, que eran 102 -personas, y díjole que todos querian vecindad, y que la escogian en -Xaraguá, donde habian harto más reinado que el Rey natural de aquella -provincia, Behechio; y era la razon, porque allí, como algunas veces -se ha dicho, era cuasi la corte real de toda esta isla, donde en la -policía, y en la lengua, y en la conversacion, y en la hermosura de -las gentes, hombres y mujeres, y en los aires, y amenidad y templanza -de la tierra, á todas las provincias desta isla (aunque todas son -admirables y dignísimas), excedia, y así, en aquella más que en las -otras (puesto que tambien en todas), habia grande aparejo para vivir -desenfrenadamente los pecadores hombres, zabullidos en vicios. Por -entónces no quiso el Almirante darle licencia para se avecindar, porque -temió quizá, que estando juntos no moviesen algun motin ó rebelion, -como despues algo desto paresció y decirse ha. Avecindáronse algunos -en el Bonao, y de aquí se comenzó allí la villa del Bonao; otros en la -Vega, en medio della, donde tenia Guarionex, Rey della, que llamaban -el guaricano, media legua abajo de la fortaleza que se nombraba la -Concepcion, frontero cuasi hácia el Norte de la sierra, á la ribera -del rio que llamaron Verde; á otros dió vecindad en Santiago, seis -leguas de allí en la misma Vega, hácia el Norte, derechamente donde -al presente está. A estos que se avecindaban repartia el Almirante -tierras en los mismos términos y heredades de los indios, y de las -mismas heredades y labranzas hechas y trabajadas por los indios, que -tenian para sustentacion suya y de sus mujeres y hijos, repartia entre -ellos, á uno 10.000, á otro 20.000, á otro más, á otro ménos, montones -ó matas, como si dijésemos, tantas mil cepas de viña; sólo en esto -diferia, porque las cepas de las viñas son perpetuas ó cuasi, pero las -matas no duran ni dan más de fruto de pan, y esto puede durar uno y -dos y hasta tres años, que pueden comer dello, como ya arriba dejamos -dicho. Y este repartimiento destas labranzas y tierras, dábalas el -Almirante por sus cédulas, diciendo que daba á fulano en el Cacique -fulano tantas mil matas, ó montones, que es lo mismo, y lo peor y -miserando que es y era, de donde comenzó la tiránica pestilencia, como -arriba se dijo, del repartimiento que despues llamaron encomiendas, -que decia en la cédula «que mandaba que aquel Cacique fulano é sus -gentes le labrasen aquellas tierras», esto era, que acabadas aquellas -matas y montones de comer, le plantasen otras, sin señalar número ni -cuento ni medida; y á los que señalaba y daba de las labranzas de los -indios ya plantadas, daba solo tierras y los indios que se las hiciesen -y plantasen en ellas, y juntaba dos españoles ó tres en compañía, y -aplicábales tal Cacique que les hiciese las dichas labranzas de comun, -y despues el provecho dellas repartiesen. De aquí nacieron entre los -españoles unas sanctas é inmaculadas compañías. Esta licencia dada -por el Almirante teníanse ellos cargo de gastar aquellas labranzas en -las minas, forzando á los indios que fuesen á coger oro, aunque les -pesase, puesto que no iban sin otra licencia expresa del Almirante, -dada por escrito, que decia que se daba licencia desde tal mes á tal -mes, despues pedian que se les acrecentase la dicha licencia, en tal -dia á tantos de tal mes se le acrecentó la licencia á fulano para -coger oro hasta tal mes. Dada la licencia y señalado que tal Cacique -hiciese las labranzas de fulano, español, de tal manera del Cacique -y de su pueblo ó pueblos ó gente aquel hidalgo español se apoderaba, -como si se los dieran todos por esclavos, ó por mejor decir, si fueran -bestias cazadas y habidas del campo, no haciendo más cuenta del -Cacique y señor natural que de sus vasallos; azotes, palos, cortar -las orejas, y á otros matarlos si en tantito dellos se enojaban ó no -acudian á hacer tan presto lo que se les mandaba; si los Caciques y -señores tenian hijas, luego con ellas eran abarraganados, y desta -manera estuvieron todos, yo presente, muchos años. Eran de todos los -indios, por temor violentísimo, adorados, y, como de los demonios, -delante dellos temblaban, y guay de aquellos que se huian, ó, como -los españoles decian en su lenguaje, se alzaban, porque luego iban á -buscarlos y guerrearlos, y hacian en ellos crueles matanzas, y los que -á vida se tomaban vendian por esclavos, y destos iban á Castilla los -navíos cargados; y porque Francisco Roldan no era el postrero en deseo -de ser rico y querer aprovecharse, pidió al Almirante que le hiciese -merced de las tierras que estaban en cierta parte, cerca de la Isabela, -que se llama el Bauruco, tierra de cierto Cacique, y de las labranzas -que en ellas estaban, porque dijo que ántes que se levantase eran -suyas. De ver fuera si las labró él ó los esclavos moros de su padre, y -tambien qué poder tenia el Almirante para darle las tierras ó labranzas -ó haciendas ajenas de los tristes indios; pero no embargante todo -esto, el Almirante se las dió en 29 de Octubre como hacia á los otros. -Dióle tambien otras labranzas que estaban hechas por los indios en una -tierra ó pago, en que habia hecho una estancia que en Castilla creo que -llamaran casería, ó cortijo, ó heredad, donde se hacian las labranzas y -dellas el pan, y se criaban gallinas, y hacian huertas, y todo lo demas -que era menester para tener hacienda ó heredad los españoles, y buena -vida, excepto los ganados que se tenian en otra parte; pienso que esta -estancia era hecha en nombre del Rey, y con este título mandaban á los -indios que la labrasen, y pusiéronle nombre Esperanza. Concedióle más -el Almirante al Roldan, que el Cacique y señor que habia desorejado -Alonso de Hojeda, como se dijo en el cap. 93, y su gente se las -labrasen; veis aquí como se va entablando aquella tan justa gobernacion -que llamaron repartimiento, y despues las honestas encomiendas. Dice -aquí el Almirante, que todo esto hacia y daba para que hobiese tiempo -de saber de Sus Altezas, qué es lo que mandaban hacer dél y de su -compañía, pues, como prometieron, no se apartaban. Dióle asimismo dos -vacas, y dos becerros, y dos yeguas, y veinte puercas, todo de lo del -Rey, para comenzar á criar, porque se lo pedia, y áun creo que fueron -dos pavos de los de Castilla; y no le osaba negar nada. Pero lo que más -él pretendió por hinchir mejor las manos, y le concedió el Almirante, -fué aquel gran rey Behechio con sus gentes y vasallos, en la provincia -de Xaraguá, donde él, como dije, habia más que Behechio reinado, porque -aunque por allí no habia oro, tenia infinitas gentes que pudiera enviar -á las minas, donde todos los matara y cogiera entónces mucho dello, si -del estado que como Rey tenia tan presto el hilo no se le cortara. - -Partióse de aquí de Santo Domingo, para visitar, la tierra adentro, con -licencia del Almirante, la cual Dios sabe con qué corazon se la daba, -y, llegando al Bonao, instituyó por Alcalde de aquella provincia, en -su lugar, á Pedro de Riquelme, uno de los más á él llegados de los con -él alzados, reservando para sí la jurisdiccion en lo criminal, y que, -siendo necesario prender alguno en los criminales casos, lo prendiese y -enviase á la fortaleza de la Concepcion, donde, hasta que él mandase lo -que se habia de hacer, con prisiones le guardasen; cosa muy temeraria, -y que él no podia hacer, aunque en la verdad se le hobiera dado el -oficio jurídica y voluntariamente por el Almirante, cuanto más que -ni en lo uno ni en lo otro tenia ni podia nada. Mucho sintió esto el -Almirante, porque le usurpaba la superioridad de Visorey y Gobernador, -y en la capitulacion y concierto hecho, y la provision á él dada, no -se le habia concedido sino que sólo fuese Alcalde, y no que criase á -otros Alcaldes. El Riquelme trabajaba, despues de ido Roldan, de hacer -una fortaleza en un lugar fuerte en aquella provincia del Bonao, lo -que debia ser artificio de ambos para se hacer más fuertes, cuando -fuera menester, contra el Almirante; contradíjole un Pedro de Arana, -hombre muy honrado, tio de D. Hernando, segundo hijo del Almirante, -y escribiólo al Almirante, é yo vide la carta: luego el Almirante le -envió á mandar que no hiciese cosa en ello hasta que se lo mandase. - - - - -CAPÍTULO CLXII. - - -Quiero aquí volver el rayo de la consideracion, ántes que pase -adelante, á la infalible y menuda providencia de Dios y sabiduría -sempiterna, la cual, puesto que parece que no habla, clamores da, -empero, en las plazas y en las puertas de las ciudades, en medio de las -compañas, y en todas partes y lugar levanta su voz, como dice Salomon -en el primero de sus «Proverbios,» ¿en qué habia ofendido de nuevo el -Almirante, salido de Castilla con mucha gracia de los Reyes, y con -poderes, favores y mercedes más abundantes, de camino haber descubierto -la tierra de Paria, principio de toda la gran tierra firme de este -orbe, con perlas y oro, con tan inmensos sudores, peligros y trabajos? -Despues de llegado á esta isla, donde pensaba resollar y consolarse, -halló materia de tanta tristeza y amarguras, sabido el levantamiento -de Francisco Roldan, sin haber sido causa del; con cuanta diligencia, -paciencia, solicitud, sufrimiento y cuidado trabajó de asegurarlo, -perdiendo tanto de su autoridad, recibiendo muchos descomedimientos de -los alzados, disimulando muchos defectos de los que consigo estaban, -dignos de castigar, padeciendo cada dia nuevos temores de que los que -tenia consigo le habian de dejar, como se ha contado. El dolor que -sufria por el enojo que habian de recibir los Reyes, que era lo que -más le solia atormentar, el disfavor que le habia de crecer de parte -de los émulos y adversarios grandes que tenia en la corte sin por qué -ni para qué, á los cuales, con estos reveses, se les ofrecia ocasion -para, del todo, como lo hicieron, poderlo derrocar; finalmente, con -su mucha prudencia y perseverante sufrimiento, hobo de concluir el -reducimiento de Francisco Roldan. ¿En qué, pues, ofendió, y á quién de -los españoles que allá estaban, y á los Reyes, desirvió despues que de -aquí salió hasta que tornó acá, y en los trabajos y cuidado que tuvo, -miéntras duró el atraimiento y reduccion de Roldan, que á 21 de Mayo -estuviese leyendo, con angustia de su ánima, la carta de Alonso Sanchez -de Carvajal, de como Roldan no cumplia el asiento de irse en las dos -carabelas con sus alzados á Castilla, y que aquí, el mismo año, mes y -dia, firmasen los Reyes las provisiones para quitarle la gobernacion, -y por consiguiente le sucediesen (sacada la muerte), todos los otros -desastrados é infelices males y daños, y que no bastasen para mover á -los Reyes, á no del todo derrocarle, los servicios tan irrecompensables -pasados, y este de agora tan grande, como fué haber descubierto la -tierra firme y oro de nuevo hallado en ella, y más las perlas que hasta -entónces no habian parecido, y pudieran esperar que tambien habian de -haber de allí otras piedras y cosas preciosas? Esta cuestion no tiene -otra respuesta que cuadre, sino que la divina sapiencia, en esto que á -nosotros parece, parecia que callaba, y, en deponerle del estado que -le habian dado, clamaba y levantaba su voz en las plazas, que no por -los daños é injusticias que hacia á los cristianos (porque dado que le -habian acusado de muchos que habia justiciado de ántes, quizá lo habian -bien merecido, y eran 10 ó 12, ó quizá no tantos), sino por las grandes -injusticias, y guerras, y imposicion de tributos, y agravios y no por -persona humana, ni con haber ni riquezas del mundo, recompensables, -que habia hecho á los indios, y actualmente hacia y tenia propósito -de hacerles, con la granjería que trataba, de querer hinchir toda la -Europa de estos inocentes indios, inícuamente hechos esclavos, aunque á -él parecia que con intincion santa, y es cierto, yo creer, quél creia -que no erraba. Por esta, digo, causa, verdaderamente no fué en mano de -los Reyes, los cuales sin duda, como agradecidos Príncipes, le amaban, -sino por voluntad y disposicion divina, el regimiento de este orbe, que -muy bien al principio merecido tenia, le quitaron de las manos. ¡Oh -cuan léjos y distantes, son los pensamientos y juicios de los hombres, -de los del eterno é inmenso Dios! ¡Cuán engañosa ó engañable, incierta -y variable suele salir la sentencia de nuestro parecer! ¡Cuán cierta é -infalible, la provision universal de la divina sapiencia, que por una -parte permitiendo y disimulando calle, y por otra parte, obrando hable, -por otra, callando parece que aprueba, por otra, castigando, cuando -ménos los hombres ofenden y más seguros están, sin duda reprueba, por -otra, quitándonos las ocasiones de ofenderle, á los que no sienten por -qué el azote les viene, concede señalado bien para que lastar tanto -en esta ó en la otra vida no tengan, y á los que por don de su gracia -lo entienden, misericordiosamente consuela! Así creo que se hobo, en -disponer el estado del Almirante, la divina Providencia, porque cuando -le permitia y disimulaba los males que á los indios hacia, parecia que, -callando se los aprobaba, y él, así creo que lo creia, pero cuando -ménos ofendia y en mayores angustias estaba, juntamente con enviarle -algun castigo, le quitó la ocasion certísima y veemente de su damnacion -eterna, si mucho tiempo más se lo disimulara. De aquí es de creer -piadosamente, y dello hay hartas conjeturas, que como Nuestro Señor le -concedió tener buena voluntad, y que todo lo que hacia y obraba parece -que lo enderezaba finalmente al honor divino, que despues le diese -cognoscimiento para que sintiese, que, por los grandes pecados que -cometió contra estas gentes, y daños gravísimos, que con su ignorancia -no excusable, les hizo, privacion de su estado (aunque no por sentencia -pronunciada en contradictorio juicio, sino por voluntad de los Reyes), -y las otras calamidades con todo lo demas, le vino. Y este es el primer -principio, por el cual, de los celestiales bienes y de nuestra final -salvacion, supuesta la gracia divina, nos hacemos dignos. Teniendo -ya determinado los Reyes de quitarle la gobernacion, no creo que -perpétuamente, y firmado las provisiones á 21 de Mayo de aquel año de -1499, como dije, solamente movidos por las nuevas que tuvieron, que -él escribió en los cinco navíos, de que llegado á esta isla halló que -Francisco Roldan era levantado, puesto que creo tambien que debiera -de escribir Francisco Roldan ó sus amigos, llegaron estos dos navios -postreros, donde fueron los mensajeros, por cerca de Navidad. Los del -Almirante hacen relacion á los Reyes del levantamiento y desobediencia -de Francisco Roldan, y de los que le siguieron ser hombres facinerosos, -viciosos, robadores, violentos, ladrones, forzadores de mujeres -casadas, corrompedores de vírgenes, homicidas, falsos, perjuros, -fementidos; de los robos, muertes, daños grandes y escándalos que -en toda esta isla habian hecho, y de los trabajos y peligros que, -sobre esto, el Adelantado, y despues el Almirante, padecieron. Los -de Roldan, por el contrario, dieron del Almirante y de sus hermanos -terribles quejas, llamándolos tiranos, injustos, crueles, que por -cosas fáciles atormentaban los españoles, los degollaban, ahorcaban, -azotaban, cortaban manos, sediendo la sangre castellana como capitales -enemigos, deservidores de los Reyes, y que no procuraban sino alzarse -con el imperio destas Indias, y daban esta conjetura: que no dejaban -cojer el oro de las minas por haberlo todo ellos, y otras muchas -abominaciones que afirmaban contra ellos para excusar su alzamiento y -desvergüenza, diciendo que por estas causas se absentaron y apartaron -dellos. Cerca de lo que yo sentí y entiendo de todo esto, abajo diré -mi sentencia. Oidos los clamores y quejas de ambas partes, los Reyes, -de lo que habian proveido y aún estaban proveyendo, en ningun cosa se -arrepintieron, ántes se confirmaron en su propósito, y muchas otras -cosas para el remedio, segun juzgaron ser necesario, proveyeron. - - - - -CAPÍTULO CLXIII. - - -Por este tiempo, en aquestos dos navíos ó en otros que envió poco -despues, escribió el Almirante á los Reyes una carta muy larga, en la -cual hizo un epílogo y abreviatura de todas las cosas que le habian -acaecido despues que vino y estuvo en la corte, y propuso su empresa -ante los Reyes de descubrir estas Indias, hasta estos presentes dias, -de la cual quiero aquí referir algunos pedazos, porque me parece -convenir é testificar con él mismo muchas cosas de las arriba dichas, -y tambien porque sepan las quejas que de su fortuna y adversarios, con -razon, tenia, y las razones y disculpas que para ello traia. Hablando -de su venida deste viaje tercero que hizo, y de como llegó á esta -isla Española y halló levantado á Roldan, entre otras cosas, dice: -«Despues que vine, y, con tanta gente y poderes de Vuestras Altezas, -él se mudase de su primero propósito y dijese esto, yo quisiera salir -á él, más hallé que era la verdad, que la mayor parte de la gente que -yo tenia eran de su bando; y como fuese gente de trabajo, y yo para -trabajo los hobiese asueldado, este Roldan y los que con él eran, y -los otros que ya estaban de su parte, tuvieron forma de los emponer -que se pasasen con ellos porque no trabajarian y ternian rienda suelta -y mucho comer y mujeres, y, sobre todo, libertad á hacer todo lo que -quisieren; é así, fué necesario que yo disimulase, y en fin, vine en -concierto que yo les diese, de las tres carabelas que habia de llevar -el Adelantado á descubrir, las cuales estaban de partida, las dos, -y cartas para Vuestras Altezas de bien servido y su sueldo, y otras -cosas muchas deshonestas; é así se las envié allá al cabo del Poniente -desta isla, allí donde ya tenian su asiento; é así he estado siempre -en fatiga, de que yo vine hasta hoy dia, que es el mes de Mayo del -99, porque áun no se ha ido, y tiene allá los navíos, y cada dia me -hacen saltos y enojos: nuestro Señor lo remedie como fuere su servicio. -Muy altos Príncipes, cuando yo vine acá, traje mucha gente para la -conquista destas tierras, los cuales recibí todos por importunidad, -diciendo ellos que servirian en ello muy bien y mejor que nadie, y -era al revés, segun despues se ha visto; porque no venian, salvo con -creencia que el oro que se decia que se hallaba, y especerías, que -era á coger con pala, é las especias que eran dellas los lios hechos -liados, y todo á la ribera de la mar, que no habia más salvo hecharlo -en las naos, tanto los tenia ciegos la cudicia: é no pensaban, que, -bien que hobiere oro, que sería en minas, y los otros metales, y las -especias en los árboles, y que el oro seria necesario de cavarlo, y -las especias cogerlas y curarlas. Lo cual todo les predicaba yo en -Sevilla, porque eran tantos los que querian venir, é yo les cognoscia -su fin, que hacia decirles esto, y todos los trabajos que suelen sufrir -los que van á poblar nuevamente tierras de muy léjos. Á lo cual todos -me respondian que á eso venian, y por ganar honra en ello, más como -fuese el contrario, como yo dije, ellos, en llegando acá, que vieron -que yo les habia dicho la verdad, é, que su cudicia no habia lugar de -hartarse, quisiéranse volver luego, sin ver que fuera imposible de -conquistar y señorear esto, y porque yo no se lo consentí, me tomaron -odio, y no tenian razon, pues que por importunidad los habia traido y, -hablado claro que yo venia á conquistar, y no por volver luego como -aquel que ya habia visto otras semejantes, y que tenia cognoscida su -intincion; y asimismo me tomaron odio porque yo no los consentia ir por -la sierra adentro, derramados de dos en dos, ó tres en tres, y algunos -solos, por lo cual los indios habian muerto muchos, á esta causa, por -andar así derramados, y mataran más si yo no le remediara, como dije, -y llegara su osadía á tanto, que me echaran sin debate de la tierra, -si Nuestro Señor no lo proveyera. Rescibí en esto grande pena, así -como en los bastimentos que yo les habia de proveer; y algunos que no -podian dar de comer en Castilla á un mozo, querrian tener acá seis é -siete hombres, y que yo se los gobernase y pagase sueldo, que no habia -razon ni justicia que los hiciese satisfechos. Otros habian venido sin -sueldo, digo (bien la cuarta parte), escondidos en las naos, á los -cuales me fué necesario de contentar así como los otros; en manera, -que, desde entónces, en mayor pena con los cristianos que con los -indios, y hoy en dia no acabo, ántes por una parte se ha doblado y por -otra se me alivia. Dóblaseme por este ingrato desconocido, Roldan, que -vivia conmigo y los que con él son, á los cuales yo tenia hecha tanta -honra, y á este Roldan (que no tenia nada), dado en tan pocos dias, -que tenia ya más de un cuento, y á estotros que agora nuevamente se -fueron allegando de Castilla, dado dineros y buena compañía, así que -estos me tienen en pena; de otra parte estoy aliviado, porque la otra -gente siembran y tienen ya muchos bastimentos, é saben ya la costumbre -de la tierra, é se comienza á gustar de la nobleza della y fertilidad, -muy al contrario de lo que hasta aquí se decia: que creo que no haya -tierra en el mundo tan aparejada para haraganes como esta, é muy mejor -para quien quisiere ayuntar hacienda, como despues diré, por no salir -del propósito. Así que nuestra gente que vino acá, visto que no podian -hinchir su cudicia, la cual era desordenada, y áun tanto que muchas -veces he pensado y creido, que ella haya sido causa que Nuestro Señor -nos haya cubierto el oro y las otras cosas; porque luego que acá salí -al campo hice experimentar á los indios cuanto dello podian coger, -y hallé que algunos que sabian bien dello cogian en cuatro dias una -medida que cabia una onza y media, y así tenia yo asentado con todos -los desta provincia de Cibao, y les aplacia de dar de tributo cada -persona, hombre y mujer, de catorce años arriba hasta setenta, una -medida destas que yo dije de tres en tres lunas, y le cogí yo este -tributo hasta que fuí á Castilla, así que esto tengo yo imaginado que -la cudicia haya sido causa que se pierda. Mas estoy muy cierto que -Nuestro Señor, por su piedad, no mirará á nuestros pecados, é que en -viendo tiempo para ello, luego lo volverá con ventaja; la cual gente -nuestra, despues que vido que su parecer no les salia como tenian -imaginado, siempre despues estaban con congoja para se volver á España, -é así les daba yo lugar que fuesen en cada pasaje, y por mi desdicha, -bien que de mi hobiesen recibido mucha honra y buen tratamiento, ellos, -en llegando allá, decian de mí peor que de un moro, sin dar á ello -ninguna razon, y me levantaron mil testimonios falsos, y dura esto -hoy en dia: mas Dios Nuestro Señor, el cual sabe bien mi intencion -y la verdad de todo, me salvará, ansí como hasta aquí hizo, porque -hasta hoy no ha habido persona contra mí con malicia que no le haya él -castigado, y por esto es bien de echar todo el cuidado en su servicio, -que él le dará gobierno. Allá dijeron que yo habia asentado el pueblo -en el peor lugar de la isla, y es el mejor della, y dicho de boca de -todos los indios de la isla; y estos que esto decian, muchos dellos no -habian salido fuera del cerco de la villa un tiro de lombarda: no sé -qué fe podian dar dello. Decian que morian de sed, y pasa el rio allí -junto por la villa, áun no tan léjos como de Sancta María, en Sevilla, -al rio; decian que este lugar es el más doliente, y es el más sano; -bien que toda esta tierra es la más sana y de más aguas y mejores -aires, que otra que sea debajo del cielo, y se debe creer que es así, -pues que en un paralelo y en una distancia de la línea equinoccial -con las islas de Canaria: las cuales en esta distancia son conformes, -mas no en las tierras, porque son todas sierras secas y altísimas, -sin agua, ni sin fruto y sin cosa verde, las cuales fueron alabadas -de sábios por estar en tan buena temperancia, debajo de tan buena -parte del cielo, distantes de la equinoccial, como ya dije, mas esta -Española es grandísima, que boja más que España, y muy llena de vegas, -y campiñas, y montes, y sierras, y rios grandísimos, y otras muchas -aguas y puertos, como la pintura della, que aquí irá, hará manifiesto, -y toda populatísima de gente muy industriosa; así que creo que debajo -del cielo no hay mejor tierra en el mundo. Dijeron que no habia -bastimentos, y hay carne y pan y pescado, y de otras muchas maneras, -en tanta abundancia, que despues de llegar acá, peones que se traen de -allá para trabajar acá, que no quieren sueldo, y se mantienen á ellos -y á indios que les sirven, y como se puede tomar por este Roldan, el -cual va al campo, y es más de un año, con 120 personas, las cuales -traen más de 500 indios que los sirven, é á todos los mantienen con -mucha abundancia. Dijeron que yo habia tomado el ganado á la gente que -lo trujo acá, y no trajo nadie dello, salvo yo ocho puercas, que eran -de muchos; y porque estos eran personas que se querian volver luego á -Castilla y las mataban, yo se lo defendí porque multiplicasen, mas no -que no fuesen suyas, de que se ve agora que hay acá dellos sin cuento, -que todos salieron desta casta, y los cuales yo truje en los navíos y -les hice la costa, salvo el primer gasto, que fué 70 maravedís la pieza -en la isla Gomera. Dijeron que la tierra de la Isabela, adonde es el -asiento, que era muy mala y que no daba trigo; yo lo cogí y se comió -el pan dello, y es la más fermosa tierra que se pueda cudiciar: una -vega de 14 leguas de largo y dos de ancho, y tres y cuatro, entre dos -sierras, y un rio muy caudaloso que pasa al luengo por medio della, y -otros dos, no grandes, así como muchos arroyos que de la sierra vienen -á ellos, ni por pan de trigo cura nadie, porque estotro es mucho y -mejor para acá y se hace con ménos trabajo. De todo esto me acusaban -contra toda justicia, como ya dije, y todo esto era porque Vuestras -Altezas me aborreciesen á mí y al negocio; mas no fuera así si el -autor del descubrir dello fuera converso, porque conversos, enemigos -son de la prosperidad de Vuestras Altezas y de los cristianos, mas -echaron esta fama y tuvieron forma que llegase á se perder del todo; y -estos que son con este Roldan, que agora me da guerra, dicen que los -más son dellos. Acusáronme de la justicia, la cual siempre hice con -tanto temor de Dios y de Vuestras Altezas, más que los delincuentes -sus feos y brutos delitos, por los cuales Nuestro Señor ha dado en el -mundo tan fuerte castigo, y de los cuales tienen aquí los Alcaldes los -procesos. Otros infinitos testimonios dijeron de mí y de la tierra, -la cual se ve que Nuestro Señor la dió milagrosamente, y la cual es -la más hermosa y fértil que haya debajo del cielo, en la cual hay oro -y cobre, y de tantas maneras de especias y tanta cantidad de brasil, -del cual, sólo con esclavos, me dicen estos mercaderes, que se puede -haber cada año 40 cuentos, y dan razon dello, porque es la carga ahí -más de tres veces tanto cada año; y en la cual puede vivir la gente -con tanto descanso, como todo se verá muy presto. Y creo, que, segun -las necesidades de Castilla y la abundancia de la Española, se haya de -venir á ella muy presto de allá grande pueblo, y será el asiento en la -Isabela, adonde fué el comienzo, porque es el más idóneo lugar y mejor -que otro ninguno de la tierra, como se debe de creer pues que Nuestro -Señor me llevó allí milagrosamente, que fué que no pude ir atras ni -adelante con las naos, salvo descargar y hacer asiento; y la cual razon -me movió á escribir esta escritura, por la cual dirán algunos que no -era necesario de relatar fechos pasados, y los ternán por prolijos -y son tan breves, mas yo comprendí que todo era necesario, así para -Vuestras Altezas, como para otras personas que habian oido el maldecir -con tanta malicia y engaño, lo cual se ha dicho sobre cada cosa de las -escritas, y no solamente de las personas que fueron de acá, é más, con -mucha crueldad, de algunos que no salieron de Castilla, los cuales -tenian facultad de probar su malicia al oido de Vuestras Altezas, y -todo con arte, y todo por me hacer mala obra, por envidia, como pobre -extranjero; mas en todo me ha socorrido y socorre Aquel que es eterno, -el cual siempre ha usado misericordia conmigo, pecador muy grande.» -Todo lo dicho es del Almirante, y dice más abajo, describiendo ciertas -sierras: «Estas sierras, ambas, son pobladas y eran populatísimas -cuando yo vine acá, y se han algo despoblado, porque la gente dellas -probaron guerra conmigo y nuestro Señor me dió victoria siempre, las -cuales sierras, ambas, lo más dello son labradas y de preciosas tierras -fertilísimas, etc.» - -Muchas cosas habia en esta carta de notar, pero porque algunas quedan -dichas en otros capítulos, y por abreviar, solamente aquesta postrera -que dice el Almirante se debe notar: que la tierra halló populatísima -cuando vino, pero que estaba algo despoblada, porque probaron guerra -contra él los indios; y quiere decir, que por la guerra que él les -hizo la habia despoblado algo. Y no es maravilla que la despoblase, -pues enviaba los navíos cargados de esclavos, y lo tenia y entendia -tener por granjería, ignorando tan malamente la justicia que los indios -tenian de hacerle á él guerra y echarlo de la tierra á él y á todos -los cristianos, y tambien del mundo, pues tantos agravios y males, -él y ellos, les hacian, y la servidumbre durísima en que los ponian -estragándoles y desordenándoles totalmente su mansedumbre, su concierto -pacífico, su ser todo, y humilde y natural policía, y finalmente con -tanto daño de sus vidas, y de mujeres, y hijos; y él ni los cristianos -contra ellos no tenian alguna justicia, ántes iniquísima y contra -toda razon natural injusticia. A lo otro que dijo arriba, que habia -avisado en Sevilla á los que querian venir acá, que no venia á esta -isla, sino á conquistar, etc.; no mostrará el Almirante provision ni -mandado de los Reyes, que le mandasen conquistar estas gentes, por -vía de hacerles guerra y destruirlas por guerras, porque no se las -encomendaba la Sede Apostólica para esto, sino para convertirlas y -salvarlas, trayéndolas á Jesucristo muerto y vivo por ellas. Esto claro -parece por el primer capítulo de la Instruccion que le dieron, que -arriba en el cap. 81 pusimos. Item, ¿como habian de mandar los Reyes -católicos y píos, que conquistase por guerras á gente que el Almirante -mismo habia loado, predicado y encarecido por humilísimas, graciosas, -humanas, hospitales, liberales, dadivosas, caritativas, bonísimas y -simplicísimas? Manifiesto es que no se debe creer, que teniendo tal -noticia, dada por el mismo Almirante, y con verdad y mucha razon, pues -tan buen acogimiento halló en todos los lugares destas islas donde -llegó, mayormente cuando perdió la nao en el puerto de la Navidad, -reino del Rey piadoso Guacanagarí, como parece en los capítulos 59 y 60 -y en los siguientes, y esta relacion hicieron los Reyes al Papa, de la -bondad y mansedumbre de estas naciones, que no le habian de mandar que -las conquistase con guerra; y si los Reyes le dieron tal provision, él -no la habia, como injusta, de cumplir, arbitrando que habian sido mal -informados. - - - - -CAPÍTULO CLXIV. - - -Necesario es, ántes que pasemos adelante, tornar un poco atras para -que la historia no deje olvidada cosa de las que son señaladas. -Volviendo, pues, al efecto que salió, sin lo dicho, de los cinco navíos -que despachó con las nuevas, el Almirante, del descubrimiento de la -tierra de Paria y firme, y perlas, y del acaecimiento que mezcló el -alegría que los Reyes recibieran de las tales nuevas, sino supieran la -rebelion de Francisco Roldan; como Alonso de Hojeda, que ya estaba en -Castilla, el cual, creo yo, que debiera de irse cuando mi tio Francisco -de Peñalosa, supo que el Almirante habia la dicha tierra descubierto y -las perlas, y vido la figura que el Almirante envió á los Reyes della, -y decia en sus cartas que era isla, y con duda (ó alguna creencia) -que era tierra firme, como le favorecia y era aficionado el Obispo de -Badajoz, D. Juan de Fonseca, que todo lo rodeaba y proveia, suplicóle -que le diese licencia para venir á descubrir por estas partes, islas -ó tierra firme, ó lo que hallase. El Obispo se la dió firmada de su -nombre y no de los Reyes, ó porque los Reyes se lo cometieron que él -diese las tales licencias ó aquella sola, lo cual es duro de creer, -ó porque de su propia autoridad se la quiso dar no dando parte á los -Reyes dello, porque como el año de 95 el Almirante se habia quejado -á los Reyes ser contra sus privilegios dar licencia á alguno para -descubrir, porque muchos la pedian, y le dieron sobrecarta para que -cerca de aquello se le guardasen sus privilegios, si era contra ellos, -y así se suspendió, segun arriba en el cap. 125 dijimos, y dar esta -licencia al Obispo de esta manera, no sé como lo pudo hacer; puesto -que tambien siento, que como era hombre muy determinado y acelerado, y -no estaba bien con las cosas del Almirante, que darla temerariamente, -sin consultar los Reyes, pudo ser, pero todavía dudo de ello, porque, -aunque era muy privado de los Reyes, cosa era esta que no osara por -sola su autoridad hacer. Dióla, empero, con esta limitacion, que no -tocase en tierra del rey de Portugal, ni en la tierra que el Almirante -habia descubierto hasta el año de 95. Tambien ocurre aquí otra -dificultad, que ¿porqué no salvaba la tierra que agora el Almirante -habia descubierto, pues constaba por la pintura y cartas que della -enviaba á los Reyes? A esto no sabré responder. De traer su licencia -solamente firmada del dicho Obispo y no de los Reyes, ninguna duda -hobo, porque Francisco Roldan la vido y lo escribió al Almirante, y yo -vide la carta original, como luego se dirá. Habida, pues, la licencia -Hojeda, hobo personas en Sevilla que le armasen cuatro carabelas ó -navíos, porque habia muchos ávidos y codiciosos de ir á descubrir el -ovillo por el hilo que le puso en las manos el Almirante, por haber -sido el primero que abrió las puertas deste, cerrado tantos siglos -habia, mar Océano. Partió del puerto de Sancta María ó de Cáliz, por el -mes de Mayo, y, sino dice contra la verdad Américo Vespucio en los dias -del mes, como no la dice cuanto al año, fué su partida á 20 de Mayo de -499; no de 97 como Américo dice, usurpando la gloria y honra que al -Almirante pertenecia, y aplicándosela á sí mismo sólo, queriendo dar á -entender al mundo, que él habia sido el primer descubridor de la tierra -firme de Paria, y no el Almirante, á quien todo el descubrimiento de -todas estas Indias, islas y tierra firme, justa y debidamente se le -debe, como arriba en el cap. 140 queda probado. En el cual capítulo -trabajé de poner por dudoso, si el Américo habia de industria negado, -tácitamente, este descubrimiento primero haber sido hecho por el -Almirante y aplicado á sí sólo, porque no habia mirado lo que despues -colegí de los mismos escritos del Américo, con otras escrituras que de -aquellos tiempos tengo y he hallado, por lo cual digo haber sido gran -falsedad y maldad la del Américo, queriendo usurpar, contra justicia, -el honor debido al Almirante, y la prueba desta falsedad por esta -manera y por el mismo Américo quedará clarificada. Supongamos lo que -arriba en el cap. 140 queda probado, conviene á saber: Lo primero, -el testimonio de tanta multitud numerosa de testigos, que de vistas -sabian que el Almirante fué el primero que descubrió la tierra firme -de Paria, y por consiguiente, ninguno por toda la tierra firme llegó -ántes, y esto afirma tambien Pedro Mártir, en los capítulos 3.º y 9.º -de su primera Década. Item, el mismo Hojeda, en su deposicion, tambien -lo testifica sin poder negarlo, diciendo que, desque vido la figura ó -pintura en Castilla, vino él á descubrir, é halló que habia llegado -á Paria y salido por la Boca del Drago el Almirante. Lo segundo, que -Américo vino con Hojeda, ó por piloto, ó que sabia algo de la mar, -pues lo cuenta junto con Juan de la Cosa y otros pilotos, ó, por -ventura, que vino como mercader poniendo algunos dineros y teniendo -parte en el armada. Lo tercero, supongamos lo que Américo confiesa en -su primera navegacion, y es, que llegó á la tierra que llamaban los -indios moradores della, Paria; item, que en cierta parte ó provincia de -la costa de la tierra firme, ó en la isla donde hicieron guerra, los -indios della le hirieron 22 hombres y matáronle uno, y esto acaesció -en el año 99, como luego se probará. Pues digamos así: el Almirante -fué el primero que descubrió á tierra firme y Paria, Hojeda fué el -primero despues del Almirante, y Américo fué con Hojeda, y confiesa que -llegaron á Paria. Pues el Almirante partió de Sant Lúcar á 30 de Mayo -de 98 años, luego Hojeda y Américo partieron de Cáliz el año siguiente -de 99 años, porque si el Almirante partió á 30 de Mayo de Sant Lúcar, y -Hojeda y Américo á 20 de Mayo de Cáliz, y el Almirante partió primero, -no pudo ser la partida de Hojeda y Américo en aquel año de 98, sino en -el siguiente de 99 años; ni se pudo decir en contra que pudo ser haber -partido Hojeda y Américo primeramente á 20 de Mayo el año mesmo de -98, que partió el Almirante, puesto que fuese verdad que el Almirante -llegase primero y descubriese á Paria, porque ya terniamos confesado -el intento, conviene á saber, que el Almirante hobiese descubierto á -Paria, y quedaria el dicho de Américo falso tambien, por él confesado, -que dice que partió el año de 97 años; luego, sin duda, ni partieron -de Cáliz el año de 97, ni tampoco el de 98, sino el de 99, y por -consiguiente, queda manifiesto que no fué Américo el que descubrió -primero la tierra firme de Paria, ni otro ninguno sino el Almirante. -Esto se confirma, por lo que arriba en el capítulo 140 se vido, que -Hojeda en su deposicion tomado por testigo en favor del Fisco, dijo, -conviene á saber, que despues que vido la pintura de la tierra, que el -Almirante habia descubierto, en Castilla, vino á descubrir y halló ser -verdad la tierra como en pintura la habia visto, y pues esta pintura -y relacion envió el Almirante á los Reyes el mismo año de 98, á 18 -de Octubre que partieron los dichos navíos y llegaron por Navidad, y -en ellos fué mi padre, como parece en el cap. 155, arriba. Luego si -partió Hojeda y Américo por Mayo, á 20 dél, como escribe Américo mismo, -no pudo ser sino al año siguiente del 99. Item, por otra razon se -confirma: el Almirante fué avisado de los cristianos que estaban por -la provincia de Yaquimo, que se decia la tierra del Brasil, que habia -llegado allí Hojeda, á 5 de Setiembre, y así lo escribió el Almirante á -los Reyes en los navíos donde fueron los Procuradores del Almirante y -de Roldan; y esto fué en el año de 99, al tiempo que andaba acabándose -ó era acabada la reduccion de Francisco Roldan y de su compañía á la -obediencia del Almirante, y este es el primer viaje que Américo hizo -con Hojeda; luego no pudo haber partido Hojeda ni Américo de Cáliz el -año de 97, sino de 99. Que fuese este el primer viaje que hizo Hojeda -y Américo en busca de la tierra firme, parece por las dos cosas que -arriba se pusieron, que el mismo Américo en su primera navegacion -dice; la una, que llegaron á la tierra que llamaban los moradores -della, Paria; la segunda, que les hirieron los indios en cierta isla -22 hombres y los mataron uno, y esto dijeron á Francisco Roldan los de -la compañía de Hojeda cuando entró en los navíos de Hojeda el mismo -Francisco Roldan, el cual envió el Almirante á ello luego que supo que -habia llegado Hojeda á la tierra del Brasil, desta isla, como se dirá -en el cap. 168. Escribió Francisco Roldan al Almirante, desde allá, -estas, entre otras palabras, las cuales yo vide, firmadas del Francisco -Roldan, y era su firma bien cognoscida de mí; comienza así la carta: -«Hago saber á vuestra señoría, como yo llegué adonde estaba Hojeda, el -domingo, que se contaron 29 de Setiembre, etc.» Y más abajo: «Así que, -señor, yo hobe de ir á las carabelas y fallé en ellas á Juan Velazquez -y á Juan Vizcaino, el cual me mostró una capitulacion que traian para -descubrir, firmada del señor Obispo, en que le daba licencia para -descubrir en estas partes, tanto que no tocase en tierra del señor rey -de Portugal, ni en la tierra que vuestra señoría habia descubierto -fasta el año de 95. Descubrieron en la tierra que agora nuevamente -vuestra señoría descubrió; dice que pasaron por luengo de costa 600 -leguas, en que hallaron gente que peleaba, tantos con tantos, con -ellos, y hirieron 20 hombres y mataron uno; en algunas partes saltaron -en tierra y les hacian mucha honra, y en otras no les consentian saltar -en tierra, etc.» Estas son palabras de Francisco Roldan al Almirante. -Américo en su primera navegacion, dice aquestas: _Ex nostris autem -interempto duntaxat uno, sed vulneratis vigint duobus; qui omnes ex Dei -adjutorio sanitatem recuperaverunt_. Que Hojeda y Américo llegasen á -esta isla Española, cuenta luego el mismo Américo, como luego parecerá. -Resta, luego, claro, por el Américo dicho, y la concordancia de lo que -dijeron sus compañeros á Francisco Roldan, conviene á saber, que le -habian herido 20 ó 22 y muerto uno, que aqueste fué su primer viaje; y -tambien por ambos que habian ido y visto á Paria, y tierra nuevamente -por el Almirante descubierta. Pues si este fué su primer viaje de -Américo y vino á esta isla el año de 99, á 5 de Setiembre, partido de -Castilla á 20 de Mayo en el mismo año de 99, como queda claramente -visto, síguese quedar Américo, de haber falsamente puesto que partió -de Cáliz el año de 97, confusamente convencido. Á este propósito hace -lo que escribió tambien á los Reyes el Almirante, como supo que era -Hojeda venido y que habia partido por Mayo cinco meses habia, habiendo -tan poco tiempo, y dijo así: «Hojeda llegó há cinco dias al puerto -adonde es el brasil; dicen estos marineros que, segun la brevedad del -tiempo que partió de Castilla, que no puede haber descubierto tierra, -bien pudieran cargar de brasil ántes que se lo pudieran prohibir, é así -como es él, así pueden hacer otros extranjeros.» Estas son palabras del -Almirante, y yo las vide escritas de su propia mano; quiso decir, que -en cinco meses poca tierra podia haber descubierto, y tambien, que si -él no enviara á Francisco Roldan para que le prohibiera que no cargase -los navíos de brasil, que pudiera cargarlos é irse, y que así podian -hacer cualesquiera extranjeros, sino se ponia en ello remedio. Todas -estas probaciones traidas de las cartas de Roldan y del Almirante, -no pueden ser calumniadas porque son ciertísimas, y no hay que dudar -de algunas dellas, porque nunca se pensó haberse de alegar y traer á -este propósito, como haya cincuenta y seis ó cincuenta y siete años -que fueron á otro propósito, refiriendo la verdad, escritas, ni habia -para qué fingirlas. Pero lo que Américo escribia para cobrar nombre -y aplicar á sí, usurpando tácitamente el descubrimiento de la tierra -firme, que al Almirante pertenecia, de industria lo hacia; esto, por -muchas razones puestas en este capítulo y en el 140, arriba, se colije, -y dejadas las dichas, quiero asignar otras manifestísimas: una es, que -trastrocó los viajes que hizo, aplicando lo del primero al segundo, y -las cosas que en el uno les acaescian, como si en el otro acaescieran, -las referia. Cuenta que en el primer viaje tardaron diez y ocho meses, -y esto no es posible, porque á los cinco meses que habia partido de -Castilla vino á esta isla, y de esta isla no podia volver á la tierra -firme, para andar tanto por ella, por los vientos que siempre corren -contrarios, que son las brisas y las corrientes, sino con grandísima -dificultad y en mucho tiempo, por manera, que lo que anduvo por -tierra firme, fué dentro de cinco meses, dentro de los cuales vino á -ella, puesto que, como abajo se dirá, dijo el Hojeda á algunos de los -españoles que aquí estaban, ántes que desta isla se partiesen, que iba -á hacer una cabalgada, la cual hizo salteando los indios de algunas -de las islas de estos alredadores, de las cuales llevó á Castilla, -segun cuenta el mismo Américo, 222 esclavos, y esto dice en fin de su -primera navegacion: _Nosque, Hispaniæ viam sequentes, Calicium tandem -repetivimus portum, cum ducentis viginti duobus captivatis personis_, -etc. Otra es, que ciertos daños y fuerzas que Hojeda hizo y los que -con él vinieron, á indios y á los españoles en Xaraguá, en su primer -viaje, púsolos en el segundo y segunda navegacion, en el fin de ella, -donde dice: _Obplurimarun rerum nostrarum indigentiam venimusque ad -Antigliæ insulam, quam paucis nuper ab annis Christophorus Columbus -discooperuit: in qua reculas nostras ac navalia reficiendo, mensibus -duobus et diebus totidem permansimus: plures interdum Christicolarum -in ibi conversantium contumelias perpetrando, quas prolixas ne -nimium fiam hic omitto_. Antilla llamaban los portugueses entónces -esta isla Española, y porque este Américo escribia esto en Lisboa, -la llama Antiglia. Que estas injurias que dicen que pasaron allí de -los españoles, las cuales se excusa decir, porque no le cumple, y la -causa por qué se las hicieron, lo cual luego se dirá en el capítulo -siguiente, acaesciesen en el primer viaje, claro, luego, asimismo se -verá. Otra es, que llegaron por 5 de Setiembre, como se dijo, á esta -isla, y dice que estuvieron dos meses y dos dias en ella, y estos, de -necesidad, habian de ser todo Setiembre y Octubre, y algun dia andado -de Noviembre; y dice allí, que salieron desta isla á 22 de Julio y que -tornaron al puerto de Cáliz á 8 de Setiembre; todo esto consta ser -falsísimo. Lo mismo se puede averiguar de todos los otros números de -los años, meses y dias que asigna de sus navegaciones, facilísimamente, -y así, parece que de industria quiso llevar sólo la gloria y nombre -del descubrimiento de la tierra firme, áun callando el nombre de su -Capitan, Alonso de Hojeda, usurpando tácitamente, como queda dicho, -el honor y gracias que al Almirante se le debe por este insigne -hecho, engañando al mundo, como escribia en latin, y al rey Renato -de Nápoles, y para fuera de España, y no habia (cubiertos los que -entónces esto sabian), quien los resistiese y declarase. Y maravíllome -yo de D. Hernando Colon, hijo del mismo Almirante, que siendo persona -de muy buen ingenio y prudencia, y teniendo en su poder las mismas -navegaciones de Américo, como lo sé yo, no advirtió en este hurto y -usurpacion que Américo Vespucio hizo á su muy ilustre padre. - - - - -CAPÍTULO CLXV. - - -Vista queda, porque largamente declarada, la industriosa cautela, -no en la haz ni, segun creo, con facilidad pensada, sino por algun -dia rumiada de Américo Vespucio, para que se le atribuyese haber -descubierto la mayor parte deste indiano mundo, habiendo concedido Dios -este privilegio al Almirante. De aquí conviene proseguir la historia -de lo que acaesció á Alonso de Hojeda, con quien iba el Américo, su -primer viaje. Partió, pues, con cuatro navíos, por el mes de Mayo, del -puerto de Cáliz, Alonso de Hojeda, y Juan de la Cosa por piloto ya -experimentado por los viajes que habia ido con el Almirante, y otros -pilotos y personas que tambien se habian hallado en los dichos viajes, -y tambien Américo, el cual, como arriba queda dicho en el cap. 140, -ó fué como mercader ó como sabio en las cosas de cosmosgrafía y de -la mar; partieron, digo, por Mayo, segun dice Américo, pero no como -él dice año de 1497, sino el año de 99, como asaz queda averiguado. -Su camino enderezaron hácia el Poniente, primero, desde las islas -Canarias, despues la vía del Austro. En veintisiete dias llegaron -(segun dice el mismo Américo) á vista de tierra, la cual juzgaron ser -firme, y no estuvieron en ello engañados; llegados á la más propincua -tierra, echaron anclas, obra de una legua de la ribera, por miedo de no -dar en algun bajo. Echaron las barcas fuera y aparéjanse de sus armas, -llegan á la ribera, ven infinito número de gente desnuda; ellos reciben -inestimable gozo. Los indios páranselos á mirar como pasmados, pónense -luego en huida al más propincuo monte; los cristianos, con señales -de paz y amistad, los alagaban, pero ellos no curaban de creerlos, y -porque habian echado las anclas en la playa y no en puerto, temiendo -no padeciesen peligro, si viniese algun recio tiempo, alzaron y vánse -la costa abajo á buscar puertos, viendo toda la ribera llena de gente, -y al cabo de dos dias lo hallaron bueno. Surgieron media legua de -tierra, pareció infinita multitud de gentes que venian á ver cosa tan -nueva. Saltaron en tierra 40 hombres bien aparejados, llamaron las -gentes como con señuelos, mostrándoles cascabeles y espejuelos y otras -cosas de Castilla; ellos, siempre temiendo no fuesen cebo de anzuelo ó -carne de buitrera no los creian, pero al cabo, algunos de los indios -que se atrevieron, llegáronse á los cristianos, y las cosillas que les -daban recibieron. Sobrevino la noche, volviéronse á las naos y los -indios á sus pueblos, y, en esclaresciendo, estaba la playa llena de -gente, hombres y mujeres con sus niños en los brazos, como unas ovejas -y corderos, que era grande alegría verlos. Saltan los cristianos en -sus barcas para salir en tierra, échanse los indios al agua, nadando, -vienen á recibirlos un gran tiro de ballesta; llegados á tierra de tal -manera, los recibieron, y con tanta confianza y seguridad ó descuido -se juntaban los indios con ellos, como si fueran sus padres los unos -de los otros, y toda su vida hubieran vivido y conversado con ellos. -Era esta gente de mediana estatura, bien proporcionados, las caras -no muy hermosas por tenerlas anchas; la color de la carne que tira á -rubia como los pelos del leon, de manera que, á ser y andar vestidos, -serian poco ménos blancos que nosotros; pelo alguno no le consienten -en todo su cuerpo, porque lo tienen por cosa bestial; ligerísimos, -hombres y mujeres, grandes nadadores, y más las mujeres que los -hombres, más que puede ser encarecido, porque nadan dos leguas sin -descansar. Entendieron los nuestros ser muy guerreros; sus armas son -arcos y flechas muy agudas de huesos de peces, y tiran muy al cierto; -llevaban sus mujeres á la guerra, no para pelear, sino para llevarles -las comidas, y lo que más suelen consigo llevar; no tienen Reyes, ni -señores, ni capitanes en las guerras, sino unos á otros se llaman -y convocan y exhortan cuando han de pelear contra sus enemigos; la -causa de sus guerras entendieron ser contra los de otra lengua, si -les mataron algun pariente y amigo, y el querelloso, que es el más -antiguo pariente, en las plazas llama y convoca á los vecinos que le -ayuden contra los que tiene por enemigos. No guardan hora ni regla en -el comer, sino todas las veces que lo han gana, y esto es porque cada -vez comen poco, y siéntanse en el suelo á comer; la comida, carne ó -pescado, pónenla en ciertas escudillas de barro que hacen, ó en medias -calabazas; duermen en hamacas hechas de algodon, de las que arriba, -hablando de esta isla dijimos; son honestísimos en la conversacion de -las mujeres, como dijimos de los desta isla, que ninguna persona del -mundo lo ha de sentir, y, cuanto en aquello son honestos, usan de gran -deshonestidad en el orinar ellos y ellas, porque no se apartan, sino en -presencia de todos; y lo mismo no se curan de hacer el estruendo del -vientre. No tenian órden ni ley en los mantenimientos; tomaban ellos -cuantos querian y ellas tambien, y dejábanse cuando les placia, sin -que á ninguno se haga injuria ni la reciba del otro. No eran celosos -ellos ni ellas, sino todos vivian á su placer, sin recibir enojo del -otro. Multiplicaban mucho, y las mujeres preñadas no por eso dejan de -trabajar; cuando paren tienen muy chicos y cuasi insensibles dolores. -Si hoy paren, mañana se levantan, tan sin pena, como si no parieran; -en pariendo, vánse luego al rio á lavar, y luego se hallan limpias y -sanas. Si se enojan de sus maridos, fácilmente, con ciertas hierbas -ó zumos, abortan, echando muertas las criaturas; y, aunque andan -desnudas, lo que es vergonzoso de tal manera lo tienen cubierto con -hojas, ó con tela, ó con cierto trapillo de algodon, que no se parece, -y los hombres y las mujeres no se mueven más porque todo lo secreto -y vergonzoso se vea ó ande descubierto, que nosotros nos movemos -viendo los rostros ó manos de los hombres. Son limpísimos en todos sus -cuerpos ellos y ellas, por lavarse muchas veces. Religion alguna no -les vieron que tuviesen, ni templos ó casas de oracion. Las casas en -que moraban eran comunes á todos, y tan capaces, que cabian y vieron -en ellas 600 personas, y ocho dellas que cupieran 10.000 ánimas. Eran -de madera fortísimas, aunque cubiertas de hojas de palmas; la hechura -como á manera de campana; de ocho á ocho años, dicen que se mudaban -de unos lugares á otros, porque con el calor del sol excesísimo se -inficionaban los aires y causaban grandes enfermedades. Todas sus -riquezas eran plumas de aves de colores diversos, y unas cuentas hechas -de huesos de peces y de unas piedras verdes y blancas, las cuales se -ponian en las orejas y labios; el oro y perlas y otras cosas ricas, ni -las buscan ni las quieren, ántes las deshechan como cosas que tienen -en poco. Ningun trato y compra ni venta ni conmutaciones usan, sino -sólo aquellas cosas que para sus necesidades naturales les produce y -ministra la naturaleza; cuanto tienen y poseen dan liberalísimamente á -cualquiera que se lo pide; y así como en el dar son muy liberales, de -aquella manera de pedir y recibir, de los que tienen por amigos, son -cupidísimos. Por señal de gran amistad tienen entre sí, comunicar sus -mujeres é hijas con sus amigos y huéspedes. El padre y la madre tienen -por gran honra que cualquiera tenga por bien de llevarles su hija, -aunque sea vírgen, y tenerla por amiga, y esto estiman por confirmacion -de amistad entre sí. Diversas maneras de enterrar los difuntos entre sí -tienen; unos los entierran con agua en las sepulturas, poniéndoles á la -cabecera mucha comida, creyendo que para el camino de la otra vida, ó -en ella, de aquello se mantengan; lloro, ninguno, ni sentimiento hacen -por los que se mueren. Otros tienen aqueste uso, que cuando les parece -que el enfermo está cercano á la muerte, sus parientes más cercanos -lo llevan en una hamaca al monte, y allí, colgada la hamaca de dos -árboles, un dia entero les hacen muchos bailes y cantos, y viniendo la -noche, pónenle á la cabecera agua y de comer cuanto le podrá bastar -para tres ó cuatro dias, y, dejándolo allí, vánse, y nunca más lo -visitan. Si el enfermo come y bebe de aquello, y al cabo convalece y se -vuelve, de su casa con grandes alegrías y ceremonias lo reciben; pero -pocos deben ser los que escapan, pues nadie, despues de puestos allí, -los ayuda y visita. En el curar los enfermos se han desta manera: -que cuando están con el mayor calor de calentura, métenlo en agua muy -fria, y allí lo bañan; despues pónenlo al fuego, que hacen muy grande, -por dos horas buenas, hasta que esté bien caliente; de aquí hácenle, -aunque le pese, dar grandes carreras en ida y venida; despues échanlo -á dormir. Con esta medicina y modo de curar, muchos escapan y sanan; -usan mucho de la dieta, porque se están tres y cuatro dias sin comer -ni beber. Sángranse muchas veces, no de los brazos, sino de los lomos -y de las pantorrillas; tambien acostumbran vómitos con ciertas hierbas -que traen en la boca; abundan en mucha sangre y flemático humor, por -ser su comida de raíces y hierbas y cosas terrestres, y de pescado; -hacen el pan de las raíces que en esta Española llamaban yuca; grano, -dijeron que no tenian; carne pocas veces comian, sino era la humana, -lo cual mucho tenian en uso, y esta era la de sus enemigos, los cuales -se maravillaban de que los cristianos la de sus enemigos no comiesen. -Hallaron en esta tierra poca señal de oro, aunque alguna, ni de otra -cosa que fuese de valor; echábanlo á que no entendian la lengua, -mayormente, que hallaban diversas lenguas en una provincia. Del sitio -y disposicion y hermosura de la tierra, dicen que no puede ser mejor. -Todas estas cosas cuenta Américo en su primera navegacion, muchas de -las cuales no era posible en dos ni tres, ni en diez dias que podian -estar ó estaban entre los indios, no entendiéndoles palabra una ni -ninguna, como él aquí confiesa, saberlas, como es aquella de que en -ocho años se mudaban de tierra en tierra por el ardor del sol, y que -cuando se enojaban de sus maridos, movian las criaturas las mujeres, -y que no tenian ley ni órden en los matrimonios, y ni Rey, ni señor, -ni Capitan en las guerras, y otras semejantes; y por eso, sólo aquello -que por los ojos vian, y podian ver, como era lo que comian y bebian, -y andaban desnudos y eran de color tal, y grandes nadadores, y otros -actos exteriores, es lo que podemos creer; lo demas parece todo -ficciones. - - - - -CAPÍTULO CLXVI. - - -Dejaron estas gentes y vánse la costa abajo, muchas veces saltando en -tierra y viendo y conversando diversas gentes, hasta que llegaron á -un puerto, en el cual, como entraron, vieron un pueblo sobre el agua -fundado como Venecia; en el cual, dice Américo, que habia 20 casas muy -grandes de la hechura de las otras, en forma de campana, puestas sobre -postes validísimos, á las puertas de las cuales tenian sus puentes -levadizas, por los cuales, como por calles, pasaban y andaban de una -casa á otra. Los vecinos della, así como vieron los navíos y la gente -dellos, á lo que pareció, alzaron luego sus puentes todas, y luego en -sus casas se recogieron, y estando los cristianos mirando y admirándose -desto, ven venir 12 canoas ó barquillos de los de un madero, llenas de -gente que se venian á ellos; y, llegados, páranselos á mirar rodeando -los navíos de una parte á otra, maravillados y como pasmados de verlos. -Hiciéronles los cristianos señas de amistad y que se viniesen á ellos, -no quisieron; vánse los cristianos hácia ellos, pero no quisieron -esperar, sino dándose priesa á huir, y con las manos haciendo señas -como que los esperasen y volverian, salen de sus canoas y vánse á -una sierra, y vuelven con 16 doncellas, y viénense con ellas á los -navíos en sus canoas, y poniendo en cada navío cuatro, ofrécenselas, -y así de buena amistad, dentro de sus canoas, entrando y saliendo á -los navíos, conversaron con ellos. En esto salen de las casas que -habian visto mucha gente, y échanse á la mar, nadando veníanse hácia -los navíos, y ya que llegaban cerca, páranse ciertas mujeres viejas -y dan tantos gritos y voces, hacen tantos clamores, mesábanse los -cabellos, mostraban tanto dolor y angustia, que parecia que rasgaban -los cielos; viendo esto las doncellas, súbito, se dejan caer á la -mar, y los indios que estaban en las canoas comenzaron á apartarse -de los navíos y á tirarles flechazos muy á menudo, y los que venian -nadando, diz que, traian sus lanzas con el agua encubiertas. Debia ser -tirar las flechas y traer las lanzas por defensa de las muchachas, ya -que se arrepentian de se las haber dado, porque no se las tornasen á -tomar. Visto esto, los cristianos que no sufren á los indios muchos -juguetes, saltan en las barcas y van tras ellos; embisten las canoas -y anéganselas, matan 20 dellos, y acuchillan y alancéanles muchos, -no del todo muertos. Sálvanse á nado todos los que pudieron; de los -cristianos quedaron heridos cinco, pero no padecieron peligro alguno. -Cogieron de las muchachas dos, y tres de los hombres prendieron; van -luego á las casas, no hallaron más de dos viejas y un hombre enfermo; -no quisieron quemar las casas porque les pareció tener escrúpulo de -conciencia, dice Américo. Harto fuera mejor, y con ménos escrúpulo de -conciencia se hiciera, dejarlos ir y mostrarles mansedumbre, y darles -á entender que no les querian hacer mal, por señas, ni venian á eso, -enviándoles de las cosillas de Castilla, y vencieran el mal con bien, -é fuera cristiano ejemplo, pero no iban á esto sino á buscar oro y -perlas. Volviéronse á sus navíos con sus cinco captivos, echaron los -tres hombres en hierros; una noche, las dos muchachas y uno de los -presos, que se soltó sotilmente, se echaron en la mar y dellos se -descabulleron. Alzan las velas de este puerto, y vánse 80 leguas la -costa abajo, y esta fué la tierra de Paria, que habia descubierto el -Almirante, como pareció arriba, donde hallaron otra gente, de aquella, -en lengua y conversacion, muy diversa; surgieron con sus anclas, -saltaron en las barcas para ir á tierra, vieron sobre 4.000 personas -en la ribera. No esperaron los indios de miedo, ántes á los montes, -dejando cuanto que tenian, huyeron. Salidos los cristianos á tierra -vánse por unos caminos, hallaron ciertas chozas y muchas, que fuesen -de pescadores creyeron; hallaron muchos fuegos, y en ellos pescados de -diversas maneras, y asándose una de las iguanas que arriba dijimos, -de que se asombraron, creyendo que era alguna bravísima sierpe. El pan -que comia esta gente, dice Américo, que lo hacian de pescado en agua -hirviente algo cocido, despues lo golpean y amasan, y, hecho de aquella -masa panecillos, pónenlo sobre las ascuas, y así allí los cuecen, y -era muy buen pan, á su juicio. Muchas maneras de manjares y de hierbas -y de frutas de árboles hallaron, y ninguna cosa dellas les tomaron, -ántes les dejaron en sus ranchos y chozas cosillas de las de Castilla, -para, si pudiesen, asegurarles del miedo que tenian, y volviéronse á -sus navíos. Otro dia, en saliendo el sol, comienza á venir á la playa -infinita gente; salieron á tierra los cristianos de los navíos, esperan -los indios, aunque todavía muy tímidos; lléganse los cristianos, y poco -á poco pierden el miedo, y por señas les dicen que aquellas chozas no -son sus casas principales, más de para venir á pescar hechas, y que -les rogaban fuesen con ellos á sus pueblos. Vista la instancia que -hacian é su importunidad, y que parecia proceder de buena voluntad, -acordaron de ir 23 hombres, bien armados, con determinacion de morir -cuando la necesidad les compeliese, empleando primero en ellos bien sus -personas. Estuvieron allí con ellos tres dias en gran conversacion de -amistad, puesto que ni una palabra se entendian. Fuéronse con ellos la -tierra dentro, tres leguas, á un pueblo que estaba allí, donde fueron -recibidos con tantos bailes, cantares, alegría y regocijos, y servidos -de tantos manjares y comida de los que tenian, que dice Américo que -no tenia péndola que lo pudiese escribir. Dice más, que aquella noche -durmieron allí, y que sus propias mujeres, con toda prodigalidad les -ofrecian, y esto con tanta importunidad que no bastaban á resistirles; -como allí estuviesen aquella noche y otro dia hasta medio dia, fué -tanto y tan admirable el pueblo que á verlos de otras poblaciones de -la tierra vino, y verlos absortos en mirarlos, rodearlos y tocarlos, -que era una cosa de maravilla. Ciertos hombres ancianos, que debian -ser los señores, les rogaron con la misma importunidad que se fuesen -con ellos á sus pueblos, lo cual les concedieron, donde fácil cosa de -contar no es, dice Américo, cuantos honores y buen tratamiento les -hicieron. Estuvieron en muchas poblaciones suyas, por nueve dias, -dentro de los cuales los que quedaron en los navíos estuvieron harto -penados, temiendo no les hobiese la ida sucedido mal. Despues de los -nueve dias, que gastaron andando por muchos pueblos, acordaron á sus -navíos volverse; fué cosa cuasi increible la gente que con ellos en -su compañía vino hasta la mar, hombres y mujeres; cuando se cansaba -alguno de los cristianos, ellos los levantaban, y en las hamacas los -traian á cuestas, como quien anda en litera, y áun con harto ménos -peligro y más descanso, ellos los llevaban. Á las pasadas de los rios, -que habia muchos y muy grandes, con balsas y otros sus artificios, -con tanta seguridad y enjuteza los pasaban como si fueran por tierra. -Vinieron con muchas cosas cargados muchos, que á los cristianos en sus -pueblos dieron, como muchos arcos y flechas, muchas cosas de pluma; de -papagayos gran número, de diversas colores; otros traian sus alhajas -cuantas tenian para darles y dejarles cuando á sus casas se volviesen; -otros, dice Américo, traian sus animales consigo; estos animales no -puedo yo entender cuales fuesen. Y cuenta una cosa, entre las otras, -muy admirable: que cada uno de los indios se tenia por felice, si á las -pasadas de los rios que se vadeaban, pasa el cristiano en sus hombros, -y aquel que más veces ó más cristianos pasaba por más bienaventurado -se estimaba. Así como llegaron á la playa, que vinieron las barcas -de los navíos á tomar los cristianos, y quisieron entrar en ellas, y -tanta gente cargó y con tanta prisa entrar quisieran, unos primero que -otros, que aína se anegáran las barcas; fueron tantos los que entraron -en las barcas con los cristianos y los que iban nadando, que pasaban -de mil, y daban alguna molestia con su importunidad y frecuencia á -los cristianos. Entraron en los navíos y estuvieron en ellos, aunque -desnudos y sin armas, dice Américo; de ver los navíos y las járcias -y todos los instrumentos y aparatos de las naos, y de su grandeza, -no acababan de se admirar. Estando así admirados, acuerdan los de -un navío, y debia de ser del navío del capitan Hojeda, burlando ó de -veras espantarlos más; soltaron ciertas lombardas, pegando fuego, y, -con el terrible tronido que dieron, la mayor parte de todos ellos -dan consigo en la mar, de la misma manera que las ranas que estan en -seco en la ribera, oyendo algun estruendo, súbitamente saltan luego -á zabullirse en el agua; y de tal manera quedaron atónitos y sin -habla, que ya á los cristianos de la burla les comenzaba á pesar; -comenzáronse á reir y alagarlos, hasta que vieron que aquello era -burlando, haciéndoles entender por señas, que aquellas armas eran para -las guerras que solian tener contra sus enemigos. Estuvieron allí -todo aquel dia, con gran contentamiento, y que no los podian despedir -de sí hasta que les dijeron por señas que se fuesen, porque aquella -noche se querian partir; fuéronse muy alegres y contentos, y con gran -amor y benevolencia de los cristianos. Dice Américo aquí, que aquella -tierra era de gente muy poblada y de muchos y diversos animales llena, -pocos que se parecian á los nuestros de España, sacados los leones, -osos, ciervos, puercos, cabras monteses y gamos, que tenian cierta -deformidad, diferentes de los nuestros; pero, en la verdad, yo no -creo que él vido leones ni osos, porque leones son muy raros, y no -pudieron estar tanto que los viesen, ni osos; cabras, nunca hombre en -estas Indias las vido, ni sé como pudo ver la diferencia que hay de -ciervos á los gamos, si alguna es, ni puercos porque no los hay en -estas partes; ciervos ó gamos, de léjos, bien pudo ver muchos, porque -los hay infinitos en toda la tierra firme; caballos, mulas, asnos, -vacas, ni ovejas, ni perros, dice que no hay y dice verdad, puesto -que perros de cierta especie, que no la de acá, háilos en algunas -partes. De otros muchos animales de varios géneros, silvestres, dice -que hay gran abundancia; pero si no eran conejos, pudo él dar poco -verdadero testimonio de haberlos visto. De aves de diversas colores y -especies y hermosura, dice que vieron muchas, y así lo creo, porque -las hay infinitas. De la region de la tierra, dice ser amenísima y -fructífera, de selvas y florestas grandes llena, las cuales en todo -el tiempo del año están verdes y con sus hojas que jamás se caen; -frutos, innumerables y diversos de los nuestros: y todo es verdad. -Torna á repetir (no sé si lo dice de aquella misma tierra, que parece -que sí, ó de otra, y parece que su decir confunde la relacion por -lo que ha dicho arriba, que se habian de partir aquella noche), que -vino mucho pueblo á los contemplar por ver sus gestos, personas y -blancura, y que les preguntaban que de dónde venian, ellos respondian -que habian descendido del cielo por ver las cosas de la tierra, lo -cual sin duda los indios creyeron. Cometieron aquí los cristianos un -grande sacrilegio, estimando hacer á Dios agradable sacrificio, que -como vieron aquellas gentes tan tratables, mansuetas y benignas, no -las entendiendo, ni ellas á ellos, ni sola una palabra, por lo cual -no pudieron darles alguna chica ni grande doctrina, baptizaron, dice -Américo, infinitos; de donde parece lo poco que Américo y los que -allí iban, de la práctica de los Sacramentos y la reverencia que se -les debia tener, y la disposicion y idoneidad que para recibirlos se -requeria, sabian, porque si el Sacramento del baptismo recibieron y -el carácter se les imprimió, como parece que sí, porque no tuvieron -ficion alguna, sino ántes voluntad positiva, expresa, de recibir lo que -aquellos hombres cristianos les daban, é implícita de lo que la Iglesia -les diera si fueran los ministros discretos, y si ellos supieran qué -cosa era Iglesia y baptismo, precediendo en ellos suficiente doctrina, -sin duda tuvieran la voluntad é intencion expresa. Es manifiesto que -cometieron aquellos cristianos, en baptizarlos, contra Dios gran -ofensa; la razon es clara, porque fueron causa aquellos que fueron -ministros del baptismo, que aquellos indios ya cristianos, que poco -que mucho eran idólatras, y que estarian en muchos pecados, quizá de -diversas especies, como gente careciente de lumbre de fe y de doctrina, -desde adelante fuesen á idolatrar con injuria del Sacramento, y así, -con gran sacrilegio, imputable á los que tan indiscretamente los -baptizaron, no á los baptizados indios; y si no recibieron el carácter -y baptismo, tambien ofendieron á Dios, porque administraron fuera -del caso de necesidad en cuanto en sí era el Sacramento en balde é -indebidamente, por faltar la necesaria disposicion en el sujeto, -por lo cual se instituyeron, con culpable indiscrecion, en idóneos -ministros. Dice Américo, que, despues de baptizados, decian los indios, -charaybí, que suena en su lengua, llamando á sí mismos, varones de -gran sabiduría; cosa es esta de reir, porque áun no entendian qué -vocablo tenian por pan ó por agua, que es lo primero que de aquellas -lenguas á los principios aprendemos, y en dos dias ó diez que allí -estuvieron, que quizá no llegaron á seis, quiere Américo hacer entender -que entendia que charaybí queria decir varones de gran sabiduría. Aquí -declara Américo, que aquella tierra llamaban los naturales de ella, -Paria, y disimula lo que allí pasó de las nuevas que supieron, como -habia estado allí tantos dias el Almirante, y vieron las cosas que les -habia dado de las de Castilla, y fuera razon que no lo callara. Bien -será que todos los que aqueste paso leyeren, y todo el discurso de -aquesta historia, hagan aquí pié, y noten como verdaderos cristianos y -prudentes, desembarazados y libres de afeccion, la bondad y mansedumbre -y hospitalidad natural de estas gentes, todas, digo, las de estas -Indias, y como resciben los cristianos en sus tierras al principio, -ántes que los cognoscan por sus obras no cristianas ni de cristianos, -sino de hombres, puros hombres, inventadas y adquiridas por sus -corruptas costumbres; consideren tambien los lectores, la disposicion -tan buena y tan propíncua que tenian para recibir nuestra católica fe, -y con cuan poco trabajo, y con ninguna resistencia se hicieran todas -las naciones deste orbe, infinitas, cristianas, y se convirtieran á su -Criador y Redentor, Jesucristo, si entráramos en ellas como verdaderos -cristianos. Pero pasemos adelante, porque antigua cuestion y lamentable -materia es esta. - - - - -CAPÍTULO CLXVII. - - -Acordaron de salir deste puerto, y debia ser el golfo dulce, de que -arriba se ha hecho larga mencion, que hace la isla de la Trinidad con -la tierra de Paria, dentro de la boca del Drago, y sospecho que, como -cosa que era señalada y notorio haberla descubierto el Almirante, calló -Américo, de industria, el nombre de la boca del Drago; porque esto es -cierto, que Hojeda y Américo estuvieron dentro deste puerto, como el -mismo Hojeda, en la susodicha su deposicion, con juramento lo confiesa, -y otros muchos testigos, asimismo con juramento, en la probanza que -hizo el Fiscal, lo afirman; y aquí dice Américo, que habia ya trece -meses que andaban por allí, pero yo no lo creo, y si dice verdad en -los meses, fueron en el segundo viaje, que despues con el mismo Hojeda -hizo, á lo que tengo entendido, y no en este primero, como parece -por muchas razones arriba traidas, y por las que más se trujeren. -Finalmente, salidos, desde Paria vánse la costa abajo, y llegan á la -Margarita, que el Almirante habia visto y nombrado Margarita, puesto -que no llegó á ella, y saltó en ella Hojeda, y paseó parte della por -sus piés, como él mismo dice, y estos mismos testigos, que con él -fueron, tambien dicen que llegó á ella, puesto que no niegan ni lo -afirman que saltase en ella; y desto no hay que dudar, sino que la -pasearia, porque es muy graciosa isla, y tenia espacio para ello: -y poco hace al caso esto. Allí es de creer que rescataron perlas, -puesto que no lo dice, pues otros descubridores que luego despues de -él vinieron, las rescataron en la dicha Margarita. Extendió su viaje -Hojeda hasta la provincia y golfo de Cuquibacoa, en lengua de indios, -que agora se llama en nuestro lenguaje, Venezuela, y de allí al cabo de -la Vela, donde agora se pescan las perlas, y él le puso aquel nombre, -cabo de la Vela, y hoy permanece, con una renglera de islas que van de -Oriente á Poniente, alguna de las cuales llamó Hojeda de los Gigantes. -Por manera que anduvo costeando por la tierra firme 400 leguas, 200 al -Levante de Paria, donde recognosció la primera tierra, y esta, él sólo -primero que otro alguno, con los que con él iban y fueron, la descubrió -y descubrieron; y 200 que hay de Paria al cabo de la Vela. Paria -estaba descubierta, y la Margarita, por el Almirante, ocularmente, y -grande parte de las dichas 200 leguas de la Margarita al cabo de la -Vela, porque el Almirante vido como iba la tierra y la cordillera de -las sierras hácia el Poniente, y así todo este descubrimiento á él se -le debe, porque no se sigue que para que se dijese haber descubierto -una tierra ó isla, era menester que la paseara toda; como la isla de -Cuba, claro está que la descubrió por su persona, pero no se requeria -que anduviese todos los rincones della, y lo mismo desta isla Española -y de las demas, y así de toda la tierra firme, cuanto grande sea -y cuanto más se extienda, el Almirante la descubrió. De lo dicho -parece, manifiestamente, que Américo se alargó en lo que en su primera -navegacion afirma, que costearon 860 leguas: esto no es verdad, por -confesion del mismo Hojeda, el cual no quiso perder algo de su gloria -y derecho, empero, dice en su dicho, como pareció en el cap. 140, que -arriba de Paria descubrió 200 leguas, y de Paria á Cuquibacoa, que hoy -es Venezuela; yo le añido hasta el cabo de la Vela, porque lo hallé -así depuesto en el susodicho proceso por algunos testigos que supieron -bien despues toda aquella tierra, é trataban con los descubridores é -iban en los descubrimientos, aunque no aquel viaje con Hojeda, pero -era todo esto entónces muy reciente, y por esto muy manifiesto. No -hizo mencion Hojeda del cabo de la Vela, porque está cerca del golfo -de la Venezuela y es toda una tierra, y del golfo y provincia, como -cosa señalada y notable, que, como se dijo, se llamaba por los indios -Cuquibacoa, principalmente la hizo. De toda esta tierra ó ribera de -mar que anduvo Hojeda y Américo y su compañía, oro y perlas, por -rescates y conmutaciones, hobieron; la cantidad no la supe ni las obras -que por la tierra hicieron. Dejada, pues, la Margarita, vinieron á -Cumaná y Maracapana, que está de la Margarita, 7 leguas el primero y -20 el segundo. Estos son pueblos que están á ribera de la mar, y ántes -del Cumaná entra un golfo, haciendo un gran rincon el agua del mar, de -14 leguas, dentro en la tierra; estaba cercado de pueblos de infinita -gente, y el primero, cuasi á la boca ó entrada, estaba Cumaná, que dije -ser el primer pueblo. Sale un rio junto al pueblo, poderoso, y hay en -él infinitos que llamamos lagartos, pero no son sino naturalísimos -cocodrilos de los del rio Nilo. Y, porque tenian necesidad de adobar -los navíos, porque estaban defectuosos para navegar á España tanto -camino, y de bastimentos para la mayor parte de su viaje, llegaron á -un puerto que el Américo dice que era el mejor del mundo, y no dice á -qué parte ó lugar, ni tampoco lo toca Hojeda, y segun yo me quiero, de -cuarenta y tres años atras, acordar, cuando hablábamos en el viaje de -Hojeda (y áun quizá son más de cincuenta años), sospecho que debia ser -en el golfo que arriba dije de Cariaco, que entra 14 leguas la tierra -dentro, y está la boca de él 7 leguas de la Margarita, en la tierra -firme, junto á Cumaná. Por otra parte, me parece que oí en aquel tiempo -que habia Hojeda entrado y adobado los navíos y hecho un bergantin en -el puerto y pueblo que nombré Maracapana; pero este, aunque es puerto, -no es el mejor del mundo. - -Finalmente, surgieron allí donde quiera que sea, dentro de aquellas 200 -leguas de tierra firme, de Paria abajo; fueron recibidos y servidos -de las gentes de aquella comarca, que dice Américo eran infinitas, -como si fueran ángeles del cielo, y ellos, como Abrahan cognosció los -tres, por ángeles los conocieran. Descargaron los navíos, y llegáronlos -á tierra, todo con ayuda y trabajos de los indios; limpiáronlos y -diéronles carena, y hacen un bergantin de nuevo. Diéronles todo el -tiempo que en esto estuvieron, que fueron treinta y siete dias, de -comer de su pan y venados y pescado, y otras cosas de sus comidas, que -gastar de sus mantenimientos de Castilla ninguna necesidad tuvieron, -por manera que, sino no les proveyeran, dice Américo, que no tuvieran -para tornar en España, sin gran necesidad de bastimentos, que comieran. -En todo el tiempo que estuvieron, se iban por la tierra dentro á los -pueblos, en los cuales les hacian caritativos recibimientos, honras, -servicios y fiestas. Y esto es cierto, como abajo, en el discurso -desta historia, se verá, placiendo á Dios todo poderoso, que todas -estas gentes de las Indias, como sean de su naturaleza mitíssimas y -simplicísimas, así saben servir é agradar á los que en sus casas y -tierras, cuando los tienen por amigos, resciben, que ninguna otra les -hace en esto ventaja, y quizá ni llega á serles en esto vecina. Ya que -determinaban, remediados sus navíos y hecho el bergantin, partirse para -Castilla, dice aquí Américo, que aquellos sus buenos huéspedes les -dieron grandes quejas de otra cierta gente feroz y cruel, habitadora de -cierta isla, que de allí 100 leguas estaria, que venia en cierto tiempo -del año por la mar á hacerles guerra y los cautivaba, y llevándolos -consigo, los mataba y los comia. Con tanta instancia y afeccion y dolor -parece que lo representaban, dice Américo, que los movió á compasion -y se ofrecieron á vengarlos dellos. Holgáronse, dice Américo, en gran -manera, y dijeron que querian ir con ellos, pero los cristianos, por -muchas consideraciones, consentir no lo quisieron, sino siete dellos, -con tal condicion que no fuesen obligados á volverlos á sus tierras, -sino que ellos con sus canoas sólos se volviesen, y así, dice que, con -la condicion los unos y los otros consintieron. No sé yo quién era -destos contratos y de todas las demas palabras, pues en treinta y siete -dias no pudieron saber su lengua, el intérprete. ¿Y qué sabian Hojeda -y Américo y los de su compañía, si tenian los de aquella isla contra -estos, por alguna justa causa, justa guerra? ¿tan ciertos estuvieron -de la justicia destos, sólo porque se les quejaron, que luego, sin -más tardar, á vengarlos se se les ofrecieron? Plega á Dios que no les -pluguiese tener achaques, para hinchir los navíos de gente, para -venderlos por esclavos, como al cabo en Cáliz lo hicieron; obra que -siempre en estas desdichadas gentes y tierras, por los nuestros, á -cada paso se usó. Salieron, pues, de allí, y, en siete dias, topando -en el camino muchas islas, dellas pobladas y dellas despobladas, dice -Américo, llegaron á la donde iban. Estas islas no pudieron ser otras, -sino las que topamos viniendo de Castilla, como son la Dominica y -Guadalupe, y las otras que están en aquella renglera. Vieron luego en -ella, dice él, gran monton de gente, la cual, como vió los navíos y las -barcas que iban á tierra, puesto que bien aparejadas con sus tiros de -pólvora, y los cristianos bien armados, llegáronse á la ribera obra de -400 indios, desnudos, y muchas mujeres, con sus arcos y flechas, y con -sus rodelas, y, todos de diversos colores pintados, y con unas alas y -plumas de aves grandes, que parecian muy belicosos y fieros, y, como -se acercasen las barcas á un tiro de ballesta, entran en el agua y -disparan infinitas flechas para resistirles la entrada. Los cristianos, -que no les popan, disparan los tiros de pólvora en ellos, y derruecan -muertos muchos dellos. Vistos los muertos, y el estruendo del fuego y -de los tiros, luego dejan el agua y se meten todos en tierra. Saltan -42 hombres de las barcas, y van tras dellos; ellos varonilmente, no -huyeron, sino, como leones, hacen cara y resisten y pelean fuertemente, -defendiendo á sí y á su patria. Pelearon dos horas grandes, y con las -ballestas y espingardas, y despues con las espadas y lanzas, mataron -muy muchos, y no pudiéndolos más sufrir, por no perecer todos, los -que pudieron huyeron á los montes, y así quedaron los cristianos -victoriosos. Tornáronse á los navíos con gran alegría de haber echado -al infierno los que nunca les habian ofendido. Otro dia, de mañana, -vieron venir copiosa multitud dellos, atronando los aires con cuernos -y bocinas, pintados y aparejados para la segunda pelea, puesto que las -barrigas y pellejos de fuera, porque desnudos como suelen andar en -cueros. - -Determinaron salir á ellos 57 hombres hechos cuatro cuadrillas, cada -una con su Capitan, con intencion, dice Américo, que si los pudiese -hacer sus amigos, bien, pero si no que como á hostes y enemigos los -tratarian y, cuantos dellos haber pudiesen, harian sus esclavos -perpétuos. Esto dice así Américo, y es de notar aquí el escarnio que -quiere hacer Américo de la verdad y justicia, y de los leyentes, como -si cuando se movieron á venir 100 leguas, habiendo prometido á los -otros de los vengar y hacer guerra, vinieran á tratar amistad con -ellos, ó para tener ocasion de cumplir con sus cudicias, que era á lo -que de Castilla venian. Estas son las astucias y condenadas cautelas -que siempre se han tenido para consumir estas gentes. - -Salieron, pues, en tierra, pero los indios, por los tiros de fuego, -no les osaron impedir la salida, sino espéranlos con gran denuedo: -pelearon los desnudos contra los vestidos, fortísimamente, por mucho -tiempo, mataron é hirieron de los desnudos los vestidos, inmensos, -porque las espadas empléanse bien en los desnudos cuerpos; viéndose -así hacer pedazos, huyeron el resto. Van tras ellos hasta un pueblo; -prenden los que pudieron, que fueron 25; vuélvense con su victoria, -puesto que aguada todavía, por dejar de su compañía uno muerto y -traer 22 heridos. Despidieron á los 7 que habian venido con ellos de -la tierra firme; partieron, dice Américo, con ellos la presa, porque -les dieron 7 personas, 3 hombres y 4 mujeres de los cautivos, y los -enviaron muy alegres, admirados de aquella hazaña que los cristianos -hicieron y de sus fuerzas. Todo esto cuenta Américo, añidiendo que de -allí se volvieron á España y llegaron á Cáliz con 222 indios cautivos, -donde fueron, segun él dice, con mucha alegría recibidos, y allí sus -esclavos todos vendieron. ¿Quién le preguntara agora que de dónde -robaron y hobieron ó saltearon los 200 de aquellos? porque esto, como -otras cosas, pásalo en silencio Américo. Nótese, pues, aquí, por los -leyentes, que saben algo de lo que contiene en sí la recta y natural -justicia, aunque sean sin fe, gentiles, con qué derecho y causa -hicieron estos, con quien Américo iba, guerra á los de aquella isla, -y hicieron y llevaron estos esclavos, sin les haber injuria hecho, -ni en cosa chica ni grande ofendido, ignorando tambien si justa ó -injustamente los de la tierra firme acusaban á los desta isla, y qué -fama y amor quedaria derramada y sembrada de los cristianos en las -gentes, y por los moradores della y de las comarcanas, quedando tan -asombrados, lastimados y ofendidos; pero vamos adelante, que, acerca -desto, _grandis restat nobis via_. - - - - -CAPÍTULO CLXVIII. - - -De aquí queda nuestro Américo asaz claramente de falsedad convencido, -porque, de aquesta isla que escandalizó y en ella tan gran daño hizo, -dice que se volvieron á Castilla, no haciendo mencion de haber venido -primero á esta Española, como vino; la cual venida á su segundo viaje -aplica, pero no es verdad, como en el cap. 162 probé arriba. Puesto que -pudo decir verdad, que de aquella isla que guerrearon y maltrataron -fuese su venida para Castilla, pero no por el discurso que hasta -agora ha dicho; lo cual pruebo y parece así, por los testigos que se -tomaron por parte del Fiscal del Rey en el pleito que el almirante D. -Diego Colon trujo con el Rey, sobre la guarda y cumplimiento de sus -privilegios, de que he hecho muchas veces mencion arriba; depusieron -que Alonso de Hojeda, con quien venia Américo en su primer viaje, -corrió la costa de la mar hasta Cuquibacoa, que es Venezuela, y el -cabo de la Vela, y que de allí se vino á esta isla, y así lo juró un -testigo que se llamó Andrés de Morales, que yo bien cognoscí, principal -piloto y viejo en estas Indias, vecino desta ciudad de Sancto Domingo, -el cual, en su dicho dice así: «Andrés de Morales etc.,» á la quinta -pregunta dijo: «Que la sabe como en ella se contiene»; preguntado como -la sabe, dijo: «Que la sabe porque se ha hallado muchas veces con Juan -de la Cosa é con Alonso de Hojeda en las navegaciones de aquel viaje -etc., y que los sobredichos partieron desta isla de Roquemes, en las de -Canaria, é fueron á dar en la tierra firme encima de la provincia de -Paria, é descubrieron por la costa abajo á la dicha provincia de Paria, -é pasaron más abajo á la dicha isla Margarita, y de ahí á Maracapana, -descubriendo la costa hasta el dicho Cacique Ayarayte, y desde allí, -de puerto en puerto, hasta la isla de los Gigantes, y desde allí -descubrieron á la provincia de Cuquibacoa hasta el cabo de la Vela, el -cual nombre le pusieron el dicho Juan de la Cosa é Hojeda, é que de -allí se vinieron á la isla Española.» Estas son sus palabras. Luego no -pudo de allí tan abajo tornar á la isla que alborotaron, porque aquella -no pudo ser sino alguna de las que están hácia el Oriente, comenzando -de donde ellos estaban, como es la de Guadalupe y sus comarcanas, -como arriba dijimos; y era dificilísimo subir de bajo arriba, por las -grandes corrientes y contrarios vientos que por allí son continuos. Y -esto se confirma porque fueron á parar al Brasil desta isla, que es al -puerto de Yaquimo, esta costa abajo de Sancto Domingo, y es la propia y -buena navegacion desde el cabo de la Vela hasta allí. Item, si habian, -en aquel puerto ó tierra susodicha, adobado tan poco, habia sus navíos -y tomado bastimentos, ¿como traian necesidad de adobarlos y de comida, -como luego se dirá, á esta isla? Item, ¿como los testigos, y especial -el piloto Andrés de Morales, que parece decir que iba con ellos, como -no tocó ni otro ninguno en decir que Hojeda habia en algun puerto de -aquella tierra firme hecho el bergantin y adobado sus navíos, siendo -cosa señalada, y que daba más vigor á la verdad de sus dichos, que les -pedian para que constase haber él descubierto aquella tierra firme, que -era el fin que el Fiscal contra el Almirante pretendia? Luego, cierto, -Américo trastrueca las cosas que les acaecieron y obraron en el primer -viaje, al segundo, y las del segundo atribuye al primero, como arriba -en el cap. 142 mostramos evidentemente, callando muchas y añidiendo -otras que no convienen. De aquí parece, que el hacer del bergantin y -adobar los navíos en aquella tierra firme, lo cual cierto fué, y yo lo -sé por ser en aquel tiempo notoriamente manifiesto, esto hicieron en el -segundo viaje y no en el primero; y venir á esta isla Española, y donde -acaecieron ciertos escándalos que causó Hojeda en ella, que luego se -dirán, fué en el primero y no en el segundo, como quiso fingir Américo, -y más digo, que nunca vino Hojeda á descubrir é rescatar, é á poblar en -tierra firme, que de vuelta no viniese á parar á esta isla, como abajo -parecerá, y la venida del viaje primero niega ó disimula Américo debajo -de silencio. Item, despues que Hojeda salió de España, hasta llegar -á esta isla, no pasaron más de cinco meses, como arriba ha parecido, -luego no tuvo tiempo para todo lo que dice que hicieron en aquel primer -viaje. - -Tornando, pues, á proseguir el primer viaje de Hojeda, con quien iba -Américo, por recta vía, y no por el camino torcido ó interpolado y -confuso, como Américo lo escribe, decimos que, de la provincia de -Cuquibacoa, que ahora se nombra Venezuela, y del cabo de la Vela, -vino á tomar esta isla Española, y fué á surgir á 5 del mes de -Setiembre, como arriba queda dicho en el cap. 164, al Brasil, que es -á la provincia de Yaquimo, y áun creo que más abajo, cerca de la que -se llama ahora la Çabana, tierra y reino de un Rey y señor que se -llamaba Haniguayabá; supiéronlo luego los españoles que estaban por -aquella provincia de Yaquimo, por indios, ó porque vieron venir los -navíos por la mar, y supieron que era Hojeda, y hacen luego mandado -al Almirante, que estaba aquí en Sancto Domingo, recien hecha la paz -con Francisco Roldan y su compañía; luégo el Almirante mandó aparejar -dos carabelas ó tres, y envió á Francisco Roldan con gente para que le -prohibiese cortar brasil, sospechando que los cargaria dello, y que no -hiciese algun otro daño, como sabia que Hojeda era más atrevido de lo -que él quisiera, y dicho y hecho, como dicen. Llegó Roldan al puerto -de Yaquimo, ó, por allí cerca, más abajo, con sus carabelas ó navíos, -y saltó en tierra en 29 de aquel mes de Setiembre, y allí supo, de -los indios, como estaba cerca de allí Hojeda; Roldan, con 26 hombres -de su gente, púsose dél legua y media, y envió de noche por espías -cinco hombres para ver qué gente estaba con él; halláronlo alborotado -y que venia ya camino á ver á Francisco Roldan, porque le habian dado -aviso los indios que habian venido tres carabelas y en ellas Francisco -Roldan con mucha gente; como Roldan era por toda aquella tierra tan -cognoscido, que temblaban dél, y dijeron al Hojeda, que Roldan lo -enviaba á llamar y que fuese á donde él estaba, lo cual no fué así. -Hojeda, como no tenia consigo sino 15 hombres, porque los demas habia -dejado en sus cuatro navíos, que estaban en un puerto ocho leguas de -allí, porque habia venido á hacer en aquel pueblo del Cacique y señor -Haniguayabá, pan, y lo estaba haciendo hacer, no osó hacer otra cosa, -y temió harto no lo viniese Roldan á prender. Hojeda, con cinco ó seis -hombres, venido á donde Roldan estaba, y habladas cosas generales, -pregúntale Roldan, que como venia á esta isla, y mayormente por aquella -trasera parte, sin licencia del Almirante, y no ir primero á la parte -donde el Almirante estaba; respondió Hojeda, que él venia de descubrir -é traia gran necesidad de comida, y los navíos para adobar y habia de -remediarlos, y no pudo ir á otra más cercana parte. Tornó Roldan á -preguntarle, que con qué licencia venia á descubrir, si traia provision -Real que se la mostrase para poder proveerse en esta isla, sin demandar -licencia al que la gobernaba; dijo que sí traia, pero que la traia en -las carabelas, ocho leguas de allí; dijo Roldan que se la mostrase, -porque de otra manera no podia dar buena cuenta, segun debia, al -Almirante, pues para aquello habia sido por él enviado. Cumplió Hojeda -con él cuanto pudo, diciendo que, en despachándose de allí, habia de -ir á hacer reverencia al Almirante, y á hablarle muchas cosas que le -tocaban, de las cuales dijo algunas al Roldan; y estas eran, segun yo -no dudo, las que ya en la corte se trataban, quitar la gobernacion al -Almirante, porque segun le escribió el Roldan, eran cosas que no se -habian de fiar de cartas. - -Roldan dejó allí á Hojeda, y váse con sus carabelas á los navíos del -Hojeda, y halló algunas personas de las que habian estado en esta isla -con el Almirante y venido al descubrimiento de Paria, y que se habian -tornado en los cinco navíos, en especial á un Juan Velazquez y Juan -Vizcaino, los cuales le mostraron la provision ó capitulacion, firmada -del Obispo D. Juan de Fonseca, que arriba en el cap. 164 dijimos, y -allí le informaron de todo su viaje, y lo que habian por la tierra -firme bojado y navegado, y las señas de un hombre que les habian -muerto, y los veinte y tantos heridos, como pareció en el dicho 164 -capítulo, en el cual se probó haber aportado á esta isla el Hojeda, y -la guerra, donde le mataron al hombre y los demas heridos, en el primer -viaje de Hojeda todo haber acaecido. Supo tambien Francisco Roldan -dellos, haber hallado oro y traerlo en guanines, que eran ciertas joyas -muy bien hechas y artificiadas, como se supieran labrar en Castilla, -puesto que el oro era bajo de valor; trujeron cuernos de venado, y -dijeron que los vieron, y conejos, y un cuero de onza, que debia de -ser de tigre, y un collar hecho de uñas de animales; todo lo cual fué -muy nuevo de oir para ellos y todos los que estaban en esta isla. -Roldan, esto sabido, creyendo que Hojeda cumpliera lo que le dijo, que -en haciendo pan en aquel pueblo se habia de partir á ver al Almirante, -á este puerto de Sancto Domingo, debióse de tornar al Almirante por -tierra, ordenado á las carabelas lo que habian de hacer, y creo yo que -sería que se cargasen del brasil. Él vino de Yaquimo á Xaraguá, que son -18 leguas, y visitó la gente de los cristianos, que repartida estaba -por los pueblos de los indios, y hizo lo que más le pareció, y vínose -á dar cuenta al Almirante de las cosas que le habia dicho Hojeda, que -no debian ser las mejores nuevas del mundo, pues se trataba entónces -en la corte, despues de llegados los cinco navíos con las nuevas de la -rebelion de Roldan, la deposicion del estado del Almirante; cosa que no -fué Hojeda el postrero que lo supiese, como fué favorecido del Obispo -D. Juan de Fonseca, y ambos no aficionados á las cosas del Almirante. -Del Obispo, arriba queda dicho que así era cuasi notorio, y yo lo vide -con mis ojos, y sentí con mis sentidos, y entendí con mi entendimiento. -Del Hojeda, despues pareció que debia de irse desta isla, del Almirante -descontento. - - - - -CAPÍTULO CLXIX. - - -Despedido Roldan de Hojeda, creyendo que era todo oro lo que relucia, -Hojeda, hecho su pan segun vido que le convenia, en lugar de tomar la -vía de Sancto Domingo, á ver al Almirante y darle cuenta de lo que -habia hecho en su viaje, como mostró y quedó con Roldan, y á darle -relacion de las nuevas que habia en Castilla, váse con sus cuatro -navíos hácia el Poniente y da la vuelta al golfo y puerto de Xaraguá; -los cristianos que por allí estaban, por los pueblos de los Caciques, -lo recibieron con alegría y le dieron todo lo que hobo menester él y -los suyos, aunque no de sus sudores propios, sino del de los indios, -porque deste suelen acá ser los españoles muy liberales. Y, porque -una de sus carabelas traia muy perdida, que no se podia tener sobre -el agua, hicieron hacer pez á los indios, y ayudáronle mucho hasta -que la restauró, con todo lo demas que menester hobo. Entre tanto que -allí estaba, como debia de haber por allí la gente mal vezada de las -reliquias, que áun eran muy frescas, de la vida suelta que tuvieron con -Roldan, maldiciendo de las cosas del Almirante, mayormente que siempre -andaban descontentos, como no hinchian las manos de lo que deseaban (y -una queja ordinaria suya era, que no se les pagaba el sueldo), comienza -Hojeda, ó movido por el aparejo que en aquellos halló, ó porque él lo -tenia de su cosecha en voluntad, á derramar mucha simiente de cizaña, -diciendo que se juntasen con él, y, con la gente que él traia, vernian -al Almirante y le requeririan que les pagase, de parte de los Reyes, y -le constreñirian á pagar aunque no quisiese. Para lo cual, dijo, que -él traia poder de Sus Altezas para lo hacer, y que se lo habian dado -á él y á Alonso de Carvajal, cuando el Almirante tornó el año de 98, -para que viniesen con él á constreñirle que luego pagase; y otras -muchas razones añidió, y palabras dijo demasiadas, segun dijeron, -en mucho perjuicio del Almirante, y para provocar la gente á lo que -pretendia inclinarla, de la cual, toda la mayor parte trujo á sí, como -á hombres mal asentados, amigos de bullicios é inquietud, y sin temor -de Dios ni de los daños y escándalos que, en esta isla, á indios y á -cristianos habian de suceder. Y porque algunos hobo que no quisieron -seguir la locura y maldad de Hojeda, y destos estaba parte en cierta -estancia ó lugar cerca de Xaraguá, como todos, segun dije, andaban y -estaban á manadas, repartidos por los pueblos y lugares de los indios, -por comer y ser servidos dellos, porque muchos juntos no los podian -sufrir ni mantener, ó porque aquellos le debian de haber contradicho -cuando los provocaba por cartas ó por palabra, ó porque tenia entre -ellos á quien él bien no queria desde los tiempos pasados, acordó una -noche, con el favor de los que ya habia allegado á sí, dar en ellos y -prenderlos ó hacer dellos alguna venganza ó otro semejante mal recaudo, -y así lo puso por obra; de manera, que mató y le mataron, hirió y le -hirieron ciertos hombres de ambas partes. Causó grande escándalo en la -tierra en indios y en cristianos, de donde se comenzó otra turbacion -muy peor que la pasada de Roldan, si Dios, por medio del mismo Roldan, -no la obviara. Tornaba ya Roldan de Sancto Domingo para Xaraguá, y, -ó porque el Almirante sospechó que Hojeda todavía podia revolver -algo y causar algunos daños á indios y á cristianos, como estuviese -cierto que era ido desta isla, ó porque dello fué avisado, porque en -ocho dias y á cada ocho dias lo podia saber por mensajeros indios que -enviaban algunos cristianos de los que le obedecian, envió, finalmente, -al dicho Roldan á Xaraguá, el cual en el camino supo el insulto, y -daño y escándalo que habia intentado y causado Hojeda, y el fin que -pretendia. Proveyó luego Roldan de avisar á un Diego de Escobar, hombre -principal, de los que le habian siempre seguido, y que recogiese la -más gente que pudiese de los que creyese que no estaban inficionados -de Hojeda, y se viniese á Xaraguá; y él, de camino recogió, por los -pueblos donde estaban derramados los cristianos, los que pudo, y así -llegaron los dos un dia despues del otro á Xaraguá: Hojeda ya se -habia recogido á los navíos. Escribióle una carta Francisco Roldan, -exajerando aquellos escándalos, muertes y daños que habia hecho, que -mirase el deservicio que recibian los Reyes, la turbacion y alborotos -de la tierra, la voluntad que tenia el Almirante para con él, que era -buena, no quisiese dar causa que todos se perdiesen, y, por tanto, que -le rogaba que diese manera para que se viesen ambos, porque los daños -hechos se olvidasen, pues no se podian restaurar, y, al ménos, los por -venir se excusasen. No curó Hojeda de ponerse en aquel peligro, porque -debia cognoscer á Roldan, que era hombre bien esforzado y astuto, -y no poco entendido. Envió Francisco Roldan á Diego de Escobar, á -hablarle, y este no era ménos sábio que ambos, el cual yo bien y por -muchos años conocí, el cual afeó á Hojeda lo que habia hecho lo mejor -que él pudo, y persuadióle que se viese con Roldan; respondióle que -él lo deseaba y queria. Volvióse Escobar sin poder hacer concierto: -creyendo Roldan que lo haria, envióle, para entender en las vistas, á -un Diego de Trujillo, al cual, entrando en los navíos, prendió y echó -en unos grillos. Sale luego con 20 hombres armados, y viene á Xaraguá, -donde estaba un Toribio de Linares, que tambien yo bien conocí, al -cual prendió, y llévalo consigo á los navíos, donde le echó otro par -de grillos; vánlo á decir los indios luego á Roldan, que estaba una -legua de allí. Salió de presto Roldan con la gente que tenia, bien -aparejado, tras él, pero Hojeda ya estaba en su guarida. Tornó á -enviar un Hernando de Estepa, lo mismo muy conocido de mí, al cual -respondió, que si no le daban un Juan Pintor, que se le habia salido -de los navíos, que no ménos yo que á los demas conocí, y áun no tenia -sino una mano, juraba que habia de ahorcar á los dos que tenia, de -la manera dicha, con grillos. Mirad qué culpa tenian los otros, que -mereciesen que él los ahorcase, porque el Juan Pintor se le hubiese -salido. Hízose á la vela Hojeda con sus navíos, y váse la costa abajo, -hácia unos pueblos y provincia que llamaba el Cahay, tierra y gente -graciosísima, que estaria de Xaraguá 10 ó 12 leguas, donde salió en -tierra con 40 hombres y tomó por fuerza todo el bastimento que quiso, -en especial, ajes y batatas, que son las raíces de que arriba hablamos -en el cap. 45, y allí son las más nobles y delicadas de toda la isla, -dejando á los indios y cristianos, que allí estaban, muy desabridos. -Viendo que se hacia á la vela, envia Roldan tras él, por la ribera de -la mar, á Diego de Escobar con 25 hombres, y, porque llegaron noche, ya -el Hojeda era en sus navíos recogido; otro dia, luego, pártese Roldan -tras él con 20 hombres, y llegado al Cahay, Roldan halló una carta que -Hojeda habia escrito á Diego de Escobar, en la cual afirmaba que habia -de ahorcar los susodichos, si su Juan Pintor no se le restituia. Rogó -Roldan á Diego de Escobar que entrase en una canoa esquifada, como los -marineros dicen, de remadores indios, y fuese hácia los navíos atanto -cerca que le oyesen, y dijese á Hojeda, de partes de Roldan, que pues -él no se queria fiar de él y venir á hablar con él, que él lo queria -hacer, é ir á los navíos, confiándose de él mismo, y para esto que le -enviase un batel. Pareció á Hojeda que tenia ya su juego hecho, pero -otro piensa el que lo ensilla, y este era Francisco Roldan, que los -atabales á cuestas, como dicen, traido habia. Envió, pues, Hojeda, un -muy buen batel, que otro tal no tenia, con ocho hombres muy valientes -de la mar, dentro, con sus lanzas y espadas y tablachinas, los cuales, -llegando con su batel un tiro de piedra de la ribera, dijeron que -entrase Roldan. Preguntó Roldan, ¿cuantos mandó el señor Capitan que -entrasen conmigo? respondieron: cinco ó seis hombres. Mandó luego -Roldan que entrasen primero Diego de Escobar, y Pero Bello, y Montoya, -y Hernan Brabo, y Bolaños, y no consentian que entrasen más. Entónces -dijo Roldan á un Pedro de Illanes que le metiese acuestas en la barca, -y, como que le iba teniendo de un lado, llevaba otro que se decia -Salvador. Entrados en el batel todos, disimuladamente dijo Roldan á -los que remaban que remasen hácia tierra; ellos no quisieron. Echan -él y los suyos mano á las espadas, y dan tan de golpe en ellos, que, -acuchillados y muertos, á lo que se dijo, algunos, hácenlos saltar al -agua y tórnanlos presos á todos, y á un indio flechero que traia de las -islas robado, escapándoseles otro nadando, y llévanlos á tierra; y así, -queda sin la principal barca ó batel de que mayor necesidad tenia, y -juntamente sin tanta soberbia y presuncion, Hojeda. Visto Hojeda que -se le habia desecho su artificio y salido en vano sus pensamientos, -acordó de llevar el negocio por más mansedumbre, y métese en un -barquillo que traia, y Juan de la Cosa, su principal piloto, con él, -y un espingardero y otros cuatro con él que remaban, y viénese hácia -tierra. Francisco Roldan, como le conocia ser travieso y valiente y -atrevido, áun pensando que los osara acometer, hace aparejar el batel -con siete remeros y 15 hombres para pelear, y una buena canoa en que -podian ir otros 15, todos á pique, como es lenguaje de marineros, ó -aparejados, estuvieron á la lengua del agua. Teniéndose á fuera en -el agua, cuanto podia ser oido, dijo Hojeda, que queria hablar con -Francisco Roldan; llegóse más, y Francisco Roldan le dijo, que por -qué hacia aquellas cosas tan escandalosas y culpables; respondió, -que porque le habian dicho que tenia mandamiento del Almirante para -lo prender. Roldan le certificó ser falsedad, y que el Almirante no -tenia propósito de dañarle, sino ántes de le ayudar y honrar en lo que -pudiera, y si él viniera á Sancto Domingo, como le habia prometido, por -experiencia lo viera; finalmente, vino á rogarle que le restituyese -su batel y sus hombres, que en él le habia prendido, no curando ya -del Juan Pintor, pues via que sin el batel no le era posible volver á -Castilla. Francisco Roldan, viendo la necesidad que Hojeda tenia, y -porque en estos dias habia hecho terrible tormenta y habia garrado, que -quiere decir, arrastrado el ancla, de donde la primera vez la echaron, -el navío mayor que Hojeda tenia, más de dos tiros de ballesta hácia -la tierra, donde y cuando se suelen los navíos perder y la gente con -ellos, y porque, si daban al través y Hojeda y su gente se quedaban -allí, era quedar la confusion en la isla para que fuera peor que la -pasada del mismo Roldan, acordó Roldan darle el batel y sus hombres, -y que él restituyese los dos que él habia malamente, al uno detenido -y al otro salteado, y así se hizo que destrocaron. Partióse luego á -hacer una cabalgada que decia que habia de hacer, y segun dijo un -clérigo que traia consigo, y otros tres ó cuatro hombres de bien que -se quedaron, la cabalgada que traia fabricada, era la que pensaba -hacer en la persona y en las cosas del Almirante, y este atrevimiento, -creo yo, que cobró él, de saber que los Reyes trataban de remover al -Almirante de su estado, y con el favor que él tenia del Obispo Fonseca, -y, por el contrario, el disfavor que el mismo Obispo dió siempre á el -Almirante, justa ó injustamente, cuanto á los hombres digo, Dios lo -sabe. Y, á lo que yo sospecho, salido de allí Hojeda, fué á cargar los -navíos de indios en alguna parte desta isla, ó de la isla de Sant Juan, -ó de otra de las comarcanas, pues llevó á Castilla y vendió en Cáliz -222 esclavos, como Américo arriba tiene y en su primera navegacion -confesado; y esta fué, con los otros daños y escándalos que á los -indios y cristianos dejó hechos Hojeda, su cabalgada. Por lo que en -este capítulo se ha visto, parece la falsedad industriosa de Américo, -y su encubrir las tiranías que en aquel su primer viaje hicieron, en -las cuales él á Hojeda acompañaba, y su trastrocar de los hechos que -hicieron en sus dos viajes, como ya hemos dicho, más que el sol clara. -Dice de esta brega y escándalos que Hojeda causó, Américo, en el fin de -su segunda navegacion, y acaeció en la primera, desta manera: _Necnon -gente illa quam nobis amicam efeceramus relicta hinc, ab eis excessimus -ob plurimarum rerum nostrarum indigentiam; venimus ad Antigliæ insulam, -quam paucis nuper ab annis Christophorus Columbus discooperuit; in -qua reculas nostras ac navalia reficiendo mensibus duobus et diebus -totidem permansimus: plures interdum Christicolarum inibi conversantium -contumelias perpendimus, quas, prolixus ne nimium fiam, hic omitto: -eandem vero insulam vigessima secunda Julii deserentes_, etc. Todo esto -es falso, porque dice, que las injurias ó afrentas que padecieron -no las dice por no ser prolijo, dando á entender que injustamente se -le hicieron, y no dice por qué, y qué fueron los insultos que ellos -cometieron; lo segundo, cuanto á poner estos escándalos en el segundo -viaje, es muy falso, como arriba demasiadamente queda probado; lo -tercero, asimismo, decir que partieron desta isla á 22 de Julio, es más -que falso, porque no partieron sino cuasi en fin de Febrero, entrante -el año de 500, y áun creo que en Marzo, como parece por las cartas que -yo vide y tuve en mi poder, y cognosco la firma de Francisco Roldan que -escribia cada ocho ó quince dias, cuando andaba revuelto con Hojeda, -hasta que se fué, al Almirante. De manera, que la fecha que debió ser -en el segundo puso en el primero, y los alborotos y daños que hicieron -en el primero, puso por afrentas y contumelias, recibidas sin culpa, en -el segundo viaje. - - - - -CAPÍTULO CLXX. - - -Partido de allí del Cahay, donde le tomaron la barca con sus navíos, -Hojeda, Francisco Roldan, como hombre astuto, diligente y de guerra, -estúvose por allí algunos dias hasta ver si volvia á hacer algun -salto Hojeda en la tierra, porque cognoscia dél que era hombre para -hacerlo, y desde á pocos dias recibió aviso que habia saltado en -cierta parte, la costa abajo, creo yo, donde procuró de hacer pan para -su camino. Escribiólo Roldan luego al Almirante, y determina de ir á -prenderle, y apareja seis canoas, en las cuales dijo que podian caber -80 hombres; y, porque envió dos mancebos hábiles y sueltos en una -canoa por la mar para espiar y especular lo cierto dello, y vide otras -cartas de Roldan para el Almirante, escritas despues, luego, desto, -y no hacian mencion de la estada de Hojeda, estimo que debia de ser -ya ido cuando llegaron los mancebos. Con este favor de haber echado á -Hojeda de la tierra, dijeron algunos, ó los más que allí estaban, á -Francisco Roldan, que se querian allí avecindar; Roldan les dijo que se -escribiesen y que enviaria al Almirante la memoria, y enviaria quien -les repartiese las tierras en que hobiesen de labrar, y porque se les -hacia grave esperar tanto, señálales él á cada uno en que labrase, -como si aquellas tierras no tuvieran dueños; y ¡ojalá aquí parara la -tiranía! Pidiéronle más, porque ellos no entendian abajar el lomo, que -les diese quien les ayudase á labrar; él, viendo, dice él, que era -bien contentarlos, díjoles que queria hacer con ellos una liberalidad, -conviene á saber, que el Almirante le habia hecho merced de que el rey -Behechio con toda su gente le sirviesen de las cosas de sus labores, -y no á otro ninguno, que los tomasen ellos y se sirviesen dellos en -sus labores y los contentasen: estas son palabras del mismo Roldan -al Almirante, que yo vide firmadas de su nombre. El contentamiento -era, que les habian de servir aunque les pesase, y darles despues un -espejuelo y un cuchillo, ó unas tijeras; veis aquí el repartimiento -claro como se va entablando. Y que se diga que á un tan gran Rey -como Behechio, que el Almirante diese para que sirviese á Roldan, y -Roldan lo diese á los hombres viles, y quizá entre ellos azotados, -para los servir, é que repartiesen entre sí sus vasallos, ¿qué mayor -tiránica maldad? Pero pasemos adelante. Así que, tornando al propósito, -todavía mandó el Almirante á Roldan que estuviese por allí algunos -dias, porque se queria ir á donde el Almirante estaba, sospechando el -Almirante que tornaria Hojeda. Muy bien lo hizo Francisco Roldan en -todo este negocio en aventar á Hojeda de la tierra, porque, cierto, -si Hojeda prevaleciera, yo creo que fueran peores los escándalos y -turbaciones, daños y destruccion más vehemente de indios que la hobo, -aunque mucha fué, en tiempo del alzamiento de Roldan, porque todos -los más de los españoles que acá estaban, estaban corruptísimos y -depravados, y cudiciosísimos de alborotos y guerras, enemigos de toda -concordia y paz, y esto no era sino porque Dios los habia dejado de -su mano, por las guerras y agravios, opresiones y muertes injustas, -y violencias que hacian sin cesar á los indios; la razon es, porque -tiene Dios esta regla en su universal é infalible providencia, que -cada uno sea punido por lo que, y de la manera que, peca y le ofende, -y en aquello que él damnifica á su prójimo. El medio é instrumento que -aquellos tenian para nunca dejar de tratar de revueltas y desasosiegos -entre sí mismos, era la ociosidad y vida deliciosa y holgada que -tenian, y el señorío que habian usurpado sobre los indios humildes y -mansísimos, por lo cual se hacian elatos y soberbios y presumidores -de sí mismos, y menospreciadores de los otros, de donde se habia de -seguir, de necesidad, las disensiones, reyertas y confusion entre -sí, y no pensar en otra cosa sino en reñir y en supeditar los unos á -los otros, como vemos cada dia en la gente de guerra; y esta excedia -todas las otras de aquella calidad y oficio, en tanto grado, cuanto -más ofendian á Dios en destruir estas inocentes gentes, sin causa ni -razon, y más alongados estaban de su Rey, á quien temiesen, y con mayor -licencia y libertad estaban atollados y zabullidos en las espurcicias -y fealdades de los vicios bestiales, en que conversaban con grandísima -injuria de sus prójimos, tomándoles sus propias mujeres y hijas, con -toda ignominiosa violencia. Por aquí considerará cualquiera, que sea -fiel y verdadero cristiano, qué doctrina, qué ejemplo, qué fama, qué -estima cobrarian estas gentes de la religion cristiana, y qué amor, y -afeccion, y cudicia temian para recibirla, y cuan al revés, y por el -contrario de como se debia, se entró en estas tierras y reinos ajenos, -no siendo otra la causa legítima para poderse entrar en ellos, sino -la paz, sosiego, edificacion, conversion y salvacion dellos. Y porque -no falte otro testigo de todo esto, estaba entónces en esta isla un -caballero que tenia por nombre D. Hernando de Guevara, primo de Adrian -de Muxica, que arriba nombramos y abajo diremos, y este Adrian era uno -de los alzados con Roldan; no me acuerdo si el D. Hernando, que yo -bien cognoscí en esta isla, y á sus hermanos en Castilla, si anduvo -alzado con Roldan; finalmente, por no andar muy quieto, el Almirante -le mandó que saliese de la tierra, y, en cumplimiento de su mandado, -sabiendo como Hojeda andaba por la provincia de Xaraguá, fuése allá, -por irse con él, pero cuando llegó ya Hojeda era ido. Francisco Roldan -le dijo que viese y escogiese la estancia donde le placia estar, con -los cristianos que estaban por los pueblos de los indios, haciendo la -vida que arriba dijimos, repartidos, y que allí se fuese hasta que -el Almirante mandase otra cosa. El cual eligió el Cahay, que arriba -nombramos (donde Hojeda perdió el batel y blandeó su entereza), porque -Adrian, dijo D. Hernando, tiene allí ciertas aves y perros; estos -perros, traidos de Castilla, eran acá muy preciosos para cazar las -hutias, que arriba dijimos ser los conejos. Aceptada por Roldan la -eleccion de su estado, díjole que se fuese en hora buena á holgar á -allí, é con esto se despidió D. Hernando de Roldan. D. Hernando se -fué por casa de la señora Anacaona, hermana del rey Behechio, y tomóle -una hija muy hermosa que tenia, que se llamó Higueymota, puesto que -dijo D. Hernando que su madre se la dió, y es de creer, porque creia -que la daba por su mujer, y D. Hernando era muy gentil hombre y de -autoridad, y parecia bien ser de generosa casta. Recibida ó tomada -la señora Higueymota, detúvose allí con ella dos dias, sin saberlo -Roldan, y envió por un clérigo, para que la bautizase, porque desta -manera se administraban entónces los Sanctos Sacramentos, en especial -el del bautismo. Sabido por Roldan hobo mucho enojo, de quien tambien -me dijeron que la tenia el Roldan por amiga, y porque estaba enfermo -de los ojos, envióle á decir que se maravillaba dél, y lo mal que lo -hacia, y que le rogaba que se fuese á la estancia que habia escogido, -y que mirase que habia defendido aquella señora siempre, que no le -fuese hecha injuria, y el daño que le hacia, y cuanto enojo dello -recibiria el Almirante. Vino D. Hernando, con poco sentimiento y con -poca vergüenza de su pecado, á contar á Francisco Roldan con mucho -placer lo que le habia acaecido, y que le rogaba que le dejase estar -allí; Roldan le dijo, como hombre prudente, que aquello era en sí malo, -y, allende de esto, que el Almirante se indignaria contra él porque -se lo habia consentido, y más, que como él estuviese en desgracia del -Almirante, á él no le convenia que allí estuviese con él porque el -Almirante no sospechase que no andaba en su obediencia con simplicidad, -y otras razones con que se convenció D. Hernando, y así se fué á donde -le estaba señalado; pero, porque los que están fuera de la gracia de -Dios y en un pecado no pueden asosegar sin que cometan otros peores -y más graves, desde á tres dias, con cuatro ó cinco hombres, tórnase -á su querencia, como animal bruto, D. Hernando. Sabida por Roldan la -tornada de D. Hernando, envióle con dos hombres á decir cuan mal lo -hacia, y que le rogaba y mandaba, de parte de la justicia, que se -fuese de allí adonde le estaba señalado; D. Hernando comenzó á hablar -desmandado, y, entre otras palabras, decia que Roldan tenia necesidad -de tener amigos, porque él sabia de cierto que el Almirante le andaba -tras cortar la cabeza, y otras semejantes, indiscretas, escandalosas -palabras y desvariadas. Dícenlo á Roldan, envíale á mandar que se vaya -luego de la provincia, y se vaya á se presentar al Almirante. Humíllase -á Roldan y ruégale que lo deje por agora hasta que el Roldan fuese á -donde el Almirante estaba; concédeselo Roldan para más justificar su -causa. Era necesario, por la regla arriba dicha, que Dios dejase á D. -Hernando derrumbarse á mayores pecados. Acuerda de matar á Francisco -Roldan, ó sacarle los ojos, por vengarse de la injuria que le hizo -en no haberle castigado y desterrado, luego que supo que á la señora -Higueymota habia por manceba tomado, y porque, para hacer cosa tan -atrevida y para salvarse, habia menester no pocos que contra el -Almirante y la justicia le ayudasen, él, por su parte, y otros que -habia por sí y á sí allegado, anduvieron persuadiendo y solevantando -á muchos (que habia poco que trabajar, para á rebelion cualquiera -levantarlos), y así comenzaba otra peor que las pasadas. No quiso Dios -permitirlo, puesto que los unos y los otros merecian que se consumieran -y despedazaran, como habian hecho y hacian en los indios á cada paso. -Fué avisado Roldan, y, como diligente y astutísimo, y bien proveido, -prevínolos, y, con buena manera que en ello tuvo, prendió luego á D. -Hernando y siete de los más principalmente culpados. Hácelo saber -al Almirante para que le escriba lo que manda; porque, como hombre -muy bien sabido, no quiso hacer cosa por su autoridad; lo uno, por -el acatamiento y preeminencia del Almirante, la cual, mucho, despues -de reducido, guardaba, lo otro, porque reusaba ser juez en su causa -propia, y con razon lo consideraba. El Almirante le escribió mandándole -que se los enviase presos á la fortaleza desta villa ó ciudad de -Sancto Domingo. Entretanto, como supiese Adrian de Muxica que estaba -preso su primo D. Hernando, andaba por la Vega y por los lugares donde -estaban los cristianos, por los pueblos de los indios; derramados, -haciendo juntas y bullicios, provocándolos á levantamiento, ó sólo -para libertar á D. Hernando, ó con otros intentos que él hoy se sabe, -donde quiera que Dios le haya puesto, si es salvo ó condenado; la fama -pública fué, que tenia propósito de soltar á D. Hernando, y matar á -Francisco Roldan y al Almirante. Juntó en pocos dias muchos de pié y de -caballo; el Almirante, que estaba en la fortaleza de la Concepcion, fué -avisado de uno dellos, que se llamó Villasancta, que yo bien cognoscí -por muchos años, y, no teniendo consigo sino seis ó siete criados de -su casa y tres escuderos de los que ganaban sueldo del Rey, supo dónde -estaban, y va una noche, y dá sobre ellos y desbarátalos, donde prendió -al Adrian y á otros, y, traidos á la fortaleza, mandó luego al Adrian -ahorcar; y, diciendo él que le dejasen confesar, dijo el Almirante que -le confesase un clérigo que allí estaba, y, cuando el clérigo se ponia -á confesarle, se detenia y no queria confesar, y esto hizo algunas -veces. Viendo el Almirante que lo hacia por dilatar su muerte, mandó -que lo echasen de una almena abajo, y así lo hicieron; daba voces que -lo dejasen confesar, porque, por temor de la muerte, no se acordaba de -sus pecados, y que dejaba condenados á muchos que no tenian culpa, pero -no le aprovechó nada. Esto era entre nosotros público, y se platicaba -así por muchos como cosa cierta y fresca, porque no habia obra de año -y medio ó dos que habia acaecido cuando yo vine á esta isla. Otros -mandó tambien ahorcar, y prendió muchos el Adelantado, de los del -concierto, y fué tras otros que se huyeron, cuando prendió á Adrian, -á Xaraguá; despues vide yo cierto proceso, donde hobo muchos testigos -que dijeron lo que aquí he dicho. Prendió en Xaraguá, el Adelantado, -muchos, y creo que oí muchas veces que habian sido 16, los cuales metió -en un hoyo, como pozo, hecho para aquel fin, é los tenia para ahorcar, -sino que vino á la sazon quien se lo impidió, como se dirá, queriendo -Dios. Mandó prender el Almirante á Pedro de Riquelme, el muy amigo de -Francisco Roldan, que tenia su casa en el Bonao, y á otros, y ponerlos -en la fortaleza de Sancto Domingo, los cuales estaban muy propincuos -para ahorcarlos con D. Hernando; todas estas cosas se hacian por el -mes de Junio, y Julio, y Agosto del año de 1500. Y dejemos agora aquí -el estado desta isla en estas inquietudes, y como andaba el Almirante -y el Adelantado á caza de los que se huian, que debian de haber -consentido, ó al ménos presumíase, en los alborotos que habia renovado -Adrian, y á todos los que tomaban se daban priesa en despacharlos; y -será bien tornar un poco atras, á lo que más sucedió en el año de 1499, -y tratar de los otros descubridores ó cudiciosos allegadores, que se -movian en el tiempo que Hojeda se movió, por las nuevas que fueron en -los cinco navíos, de haber descubierto á tierra firme y las perlas, el -Almirante. - - - - -CAPÍTULO CLXXI. - - -Publicado en Sevilla el descubrimiento de la tierra firme y de las -perlas, hecho por el Almirante, las nuevas del cual llevaron, como -se ha dicho muchas veces, los cinco navíos, y visto que Hojeda tenia -licencia del Obispo Fonseca, y aparejaba navíos para venir por acá, -hobo en Sevilla algunos que se hallaban con alguna hacienda, más que -otros, vecinos especialmente de Triana, que presumieron de se atrever á -tomar el hilo en la mano que el Almirante les habia mostrado, y venir -por este Océano á descubrir adelante, más por allegar oro y perlas, -como creo que no será pecado sospechar, que por dar nuevas de las -mercedes que de Dios habian recibido en traerlos primero á su sancta -fe, que á estas naciones que tuvo por bien llamar tan á la tarde; y -ojalá, ya que no iban á hacerles bien, no les hicieran males y daños. -Unos de los primeros que, á par cuasi de Hojeda, vinieron á descubrir, -fueron, un Peralonso Niño y un Cristóbal Guerra, vecinos, el Guerra, de -Sevilla, y el Peralonso, creo que era del Condado. Este Peralonso Niño, -vino, cierto, con el Almirante al descubrimiento de Paria, y debióse de -tornar á Castilla en los cinco navíos, y esto está probado con testigos -contestes, y yo he visto sus dichos en el susodicho proceso; y uno que -dijo, que no habia ido en aquel viaje Peralonso Niño con el Almirante, -yo se que, para contra el Almirante, por derecho de juicio, podia ser -repelido. Así que, Peralonso Niño, habida licencia del Rey ó del Obispo -para descubrir, con instruccion y mandado que no surgiese con su navío -ni saltase en tierra, con 50 leguas, de la tierra que habia descubierto -el Almirante, como no tuviese dineros como habia menester, ó quizá -ningunos, tractó con un Luis Guerra, vecino de Sevilla, que tenia -hacienda, que le armase un navío; el Luis Guerra se ofreció á hacerlo, -y, entre otras condiciones, fué con tanto que su hermano Cristóbal -Guerra fuese por Capitan dél. Partió, pues, Peralonso Niño por piloto, -y Cristóbal Guerra por Capitan, del Condado, que debia de ser de Palos -ó de Moguer, poco tiempo despues que Hojeda y Juan de la Cosa y Américo -partieron del puerto de Sancta María ó de Cáliz, y así lo testificaron -los testigos que se tomaron por parte del Fiscal en el su susodicho -proceso. Fueron estos, como Hojeda, hácia el rastro 200 ó 300 leguas, -y allí vieron tierra, y, por la costa abajo descendiendo, llegaron -obra de quince dias despues que habia llegado Hojeda á la provincia ó -tierra de Paria, y, segun dice un testigo en su dicho, allí saltaron en -tierra, como los indios habia dejado el Almirante pacíficos, y despues -el mismo Hojeda, y cortaron brasil, contra lo que por la instruccion -llevaban mandado; de allí van la costa de la mar abajo, entraron en -el golfo, que llamó Hojeda de las Perlas, que hace la isla de la -Margarita, y en ella rescataron muchas perlas. De allí, lléganse á -Cumaná, pueblo y provincia de la tierra firme, siete ú ochos leguas de -la Margarita; ven la gente toda desnuda, escepto lo principal de las -vergüenzas, que lo traen metido en unas calabacitas, con un cordelejo -delgado que las tienen ceñido al rededor de los lomos, y así los vide -yo, despues algunos años que estuve por algun tiempo en aquella tierra. -Vieron ellos tambien, y yo despues, que acostumbran los hombres traer -en la boca cierta hierba todo el dia mascando, la que, teniendo los -dientes blanquísimos comunmente, se les pone una costra en ellos más -negra que la más negra azabaja que puede ser; traen esta hierba en -la boca por sanidad, y fuerzas, y mantenimiento, segun yo entendido -tengo, pero es muy sucia cosa y engendra grande asco verla, á nosotros, -digo; cuando la echan, despues de muy bien mascada, lávanse la boca y -tornan á tomar otra, y teniéndola en la boca hablan, harto oscuramente, -como quien la lengua tiene tan ocupada. Venian sin temor alguno á -los navíos con collares hechos de perlas, y dellas en las narices y -en las orejas. Comenzaron á cebarlos los cristianos con cascabeles, -y anillos, y manillas de laton, agujas, y alfileres, y espejuelos, -cuentas de vidrio de diversos colores; dábanlas por casi no nada, no -curaban de regatear, ni de muchas contiendas, sino daban todas las que -traian, y tomaban por ellas lo que les daban. De allí, de Cumaná y -Maracapana, que está de Cumaná 15 leguas, hobieron mucha cantidad de -perlas. Navegan la costa abajo, y llegaron hasta unas poblaciones que -llamaban los indios Curianá, junto donde agora es Coro; finalmente, -hasta cerca de la provincia que agora llamamos Venezuela, obra de 130 -leguas abajo de Paria y de la boca del Drago. Aquí surgieron en una -bahía como la de Cáliz, donde en las gentes desta tierra hallaron -humanísima hospitalidad y gracioso recogimiento; vieron en tierra pocas -casas, que serian ocho ó diez, pero vinieron de una legua de allí, la -costa abajo, hasta 50 hombres desnudos, con una persona principal que -debia ser el señor, ó enviado por el señor, el cual, de parte de todos, -le ruega con importunidad al capitan Cristóbal Guerra y á los demas, -que vayan con el navío á surgir á su pueblo. Saltaron en tierra, dánles -de sus cascabeles, cuentas y bujerías; diéronles cuantas perlas, en los -brazos y gargantas, y en todo su cuerpo traian; pesaron, solas aquellas -que en obra de una hora les dieron, quince onzas, valdria lo que les -dieron por ellas, obra de 200 maravedís. Levantaron las anclas otro -dia, y fueron á surgir junto con el pueblo. Concurre todo el pueblo, -rogando á los cristianos que salten en tierra, pero ellos, como no -eran más de 33, viendo gran multitud de gente, no osaron salir, ni -fiarse dellos, sino por señas les decian que viniesen al navío con sus -canoas ó barquillos; vinieron muchos sin temor alguno, trayendo consigo -cuantas perlas tenian, por haber los diges de Castilla. De que vieron -su simplicidad, su inocencia y humanidad, salieron los cristianos en -tierra; hácenles mil caricias, mil regalos, en tanta manera, que no lo -sabian encarecer. Estuvieron veinte dias con ellos dentro de sus mismas -casas, como si fueran padres y hijos; la abundancia de la comida, de -venados, de conejos, ansares, ánades, papagayos, pescados, y el pan -de maíz, no se podria fácilmente todo decir; cuantos venados y conejos -y otras cosas les pedian que trujesen, tantos luego les traian. De -ver ciervos ó venados y conejos, que fuese tierra firme aquella, por -cierto, creian, como aquellos animales no se hobiesen visto hasta -entónces en las islas; hallaron que tenian estos sus mercados ó ferias -donde, cada pueblo y vecinos dél, á vender lo que tenian, traian. -Traian tinajas, cántaros, ollas, platos y escudillas, y otros vasos -de diversas formas, para su servicio, á vender. Entre otras cosas, -traian, á vueltas de las perlas, hechas avecitas, ranas, y otras -figuras muy bien artificiadas, de oro; ver esto, no pesó á quien por -haberlo pasaba tantas mares, y con tantos peligros. Preguntaban á los -indios, que dónde se cogia aquel estiercol; respondieron que seis dias -de allí, de andadura. Acordaron de ir allá con su navío, y dijeron que -hallaron la misma provincia; esta no supe dónde seria, sino creo que -fuese la provincia de Venezuela, que habria de Curianá los seis dias de -andadura de un indio, á siete ó ocho leguas cada dia, dijeron que se -llamaba Cauchieto. Como vieron venir el navío, sin sospecha ni temer -mal alguno, como si fueran sus hermanos, así se descolgaban con sus -canoas llenas dellos, y se entraban seguros en el navío, por verlos; -el dia y la noche, nunca cesaban de venir unos, y ir otros, entrar -unos, y salir otros, con grande alegría, seguridad y regocijo. Parecian -celosos, cuando alguno que no cognoscian les venia á visitar, siempre -las mujeres ponian detras de sí. Trajéronles algun oro, que rescataron, -y joyas hechas dél, no tanto cuanto los que lo buscaban querian; traian -consigo perlas, pero estas no las querian vender, como ni los de -Curianá conmutaban el oro. Diéronles aquí gatos paules, muy hermosos, y -papagayos muchos, de diversas colores. Dejada esta provincia, quisieron -pasar más adelante, y llegaron á cierta parte, donde les salieron, -segun dijeron, sobre 2.000 hombres desnudos, con sus arcos y flechas, -á defenderles la saltada. Ellos, por señas, y mostrándoles las cosas -de Castilla, trabajaron de halagarlos, pero nunca pudieron, y con -esto dijeron que se tornaron á Curianá, donde, con harta alegría y -placer, y abundancia de comidas, estuvieron otros veinte dias. Quiero -aquí decir una cosa graciosa que se me olvidaba, que cuando daban los -alfileres y agujas á los desta provincia de Curianá, cognoscian los -indios que aquellos eran instrumentos para coser ó tener una cosa con -otra; decian á los cristianos por señas, que aquello no sabian para qué -lo habian menester, pues andaban desnudos. Respondieron los cristianos, -señalando, que aquellos eran buenos para sacarse las espinas de los -piés ó de otra parte, porque allí habia muchas, y es así verdad; de -que cayeron en ello, comenzáronse á reir, é á pedir más, y por este -aviso fueron dellos los alfileres y agujas, no ménos que las otras -cosas, estimadas. Toda esta tierra está en 7° y 8°; por Noviembre y -por Navidad no hace frio, ántes es temperatísima. Quedando los indios -muy contentos, pensando que iban los cristianos engañados, porque les -habian dado gran número de perlas, que, sino me engaño, pesaban más de -ciento cincuenta libras ó marcos, entre ellas, muchas eran tan grandes -como avellanas, muy claras y hermosas, puesto que mal horadadas por -los indios, no tenian convenientes instrumentos para las horadar, como -careciesen de hierro, y habíanles dado por ellos valor de hasta 10 ó 12 -ducados, y los noventa y seis marcos ó libras, se dijo que les costaron -en Curianá obra de cinco reales, en aquellas cosillas de Castilla, y -los cristianos, teniéndose por bien pagados y cada hora consintieran -en tal engaño; acuérdanse de volver á Castilla, y dan la vuelta hácia -Paria y la boca del Drago. En el camino, subiendo la costa arriba, por -donde habian bajado, está una punta que se llama la Punta de Araya, -Norte Sur con la puerta occidental de la isla de la Margarita, donde -vieron unas salinas, y las hay hoy, porque son perpétuas, dignas de -harta maravilla. Está en aquella punta una laguna, á diez ó quince -pasos de la ribera y agua de la mar toda salada, y siempre debajo del -agua llena de sal y encima tambien, cuando há dos dias que no llueve. -Algunos pensaron que el agua que está dentro la sacan los vientos de -la mar, como está tan propincua, y la echan en la laguna, pero no -parece que es así, sino que tiene ojos, á cuanto yo puedo entender, por -los cuales sube el agua y se ceba de la mar. Esta sal es muy blanca y -sala mucho, y, cuando hace tiempo de buenos soles, se pueden cargar y -cargan muchos navíos, y yo, en otro tiempo que estuve allí, los hice -cargar. Vienen á sus tiempos del año, de hácia abajo, á parar á esta -punta infinitas multitudes de lizas, que acá es muy bueno y sabroso -pescado, y otra infinidad de sardinas, como las que traen á Sevilla -de Setubal y del Condado, salvo que son pequeñas pero muy sabrosas, -mayormente las lizas y ellas recien saladas; en los barcos y por allí -suelen andar. Saltan de la mar las lizas muchas veces, que no es -menester pescarlas, tantas hay. A cabo de dos meses que partieron de -Curianá, que fué á 6 de Febrero de 1501, llegaron á Galicia, donde -Hernando de Vega, varon en prudencia y virtud en Castilla señalado, era -Gobernador, ante el cual fué acusado Peralonso Niño, y no sé si tambien -Cristóbal Guerra, de los mismos que venian en su compañía, que habia -encubierto cierto número de perlas de gran precio, y así, defraudado el -quinto que pertenecia á los Reyes; mandólo prender Hernando de Vega, y -estuvo mucho tiempo preso. Al cabo lo soltaron, y vino á Sevilla, y no -sé en qué paró lo que le imponian. - - - - -CAPÍTULO CLXXII. - - -Cerca de este Cristóbal Guerra, quiero aquí referir algunas cosas -estrañas que hizo por aquella costa de tierra firme, porque despues, -quizá, no caerán en su lugar, por no saber yo la certidumbre del año en -que las hizo, aunque tambien no dudo que no fuesen cometidas despues -del año de 500 y dentro de los diez, y perteneceria la historia dellas -al libro siguiente; pero, pues el capítulo precedente se ha ocupado en -él, parecióme que este presente no hable sino dél. Algunos indicios -tengo que me daban sospecha que, lo que diré, lo hobiese hecho en este -primer viaje, porque, aunque parece, por lo dicho en el precedente -capítulo, que dejaba contentas las gentes que tanta hospitalidad -le hacian, como nunca los que cometian insultos, y robos, y daños -á los indios, en Castilla lo decian, sino que solos eran ellos los -malhechores juntamente, y testigos, y ellos no se acusaban delante de -los Reyes ni de otros jueces á sí mismos, podian estos en este viaje -haber, las abominaciones que hicieron, cometido, y publicado que -dejaban muy contentos y pagados, y en mucha amistad consigo unidos, los -indios. Un indicio y conjetura vehemente, hay de esto que aquí digo, -conviene á saber, que, habiendo dejado el Almirante la gente de la -provincia de Paria en amistad de los cristianos, segura y muy contenta, -y á lo que yo he juzgado, de la mesma manera la dejó Hojeda, puesto -que no estoy muy seguro dello, el cual fué despues del Almirante, como -arriba se ha dicho, el que llegó á la dicha provincia primero (lo mismo -digo de Rodrigo de Bastidas, que fué tercero, como se dirá abajo), -cuando vino á ella, en breve, Vicente Yañez, de quien se tratará -despues desto, hallóla toda puesta en armas y brava, porque les habian -muerto mucha gente, no parece que hiciese otro matanza sino Cristóbal -Guerra. Así lo dicen los testigos en el susodicho proceso, conviene á -saber, que cuando vinieron Vicente Yañez y su compañía á Paria, querian -saltar en ella, y que no osaron, porque les habian muerto mucha gente -ántes que llegasen á ella; y dicen más, que los indios de allí no -querian entrar dentro de los navíos, salvo que decian, sal, Capitan, -como si los llamaran para vengarse dellos, á lo que parece; y dice más -un testigo, que en esto vino otro descubridor, que se dice Diego de -Lepe, allí, é para probar el Fiscal, que Diego de Lepe habia tambien -descubierto tierra, y no toda el Almirante, dicen los testigos, que -llegaron á Paria el dicho Diego de Lepe y su compañía, y que tomaron -allí ciertos indios, los cuales despues él entregó en Sevilla al Obispo -D. Juan de Fonseca. Estos no los pudo él tomar sino haciendo escándalo, -injusticia y violencia, y fuera bien, que el Obispo lo examinara y áun -ahorcara sobre ello, pero nunca el señor Obispo de esto tuvo mucho -cuidado en todo su tiempo. - -Así que, como Vicente Yañez fuese el cuarto descubridor, y hallase así -maltratados, y amedrentados, y escandalizados los vecinos de aquella -provincia, y hecha matanza en ella, y parezca haber presuncion contra -Cristóbal Guerra, por lo que contaremos que hizo, y de los otros que -ántes dél á aquella tierra fueron, haya probabilidad alguna que no lo -hicieron, parece que podria haber sido, aunque lo disimulase, y en -Castilla, entónces cuando él fué, no se supiese, como otras infinitas -maldades, daños y menoscabos, muertes y estragos execrables, allí, por -muchos han sido encubiertos, que tambien agora en este viaje Cristóbal -Guerra, lo que diré, hiciese y estuviese hasta hoy encubierto. Lo que -haya en contrario son tres cosas: la una, que, cierto, en el viaje, -cuando cometió los daños y agravios que diremos, traia dos navíos, -y los testigos no afirman sino que trujo un navío en este; la otra, -el llevar á Castilla agora tantas perlas, porque en el otro viaje se -cree que no llevó ninguna, porque todas se le perdieron, segun creo; -la tercera, que en aquel viaje trujo á su hermano, Luis Guerra, y -murió en la mar, y en este primero no haberle traido, por el dicho -que los testigos depusieron, parece que suena. Pero, como quiera y -cuando quiera que ello haya sido, el Almirante, quejándose á los Reyes -por cierto memorial que les dió de los daños que habia incurrido, -por haber dado los Reyes licencia para ir á rescatar sin que á él -se le diese parte, como se le debia de dar por sus privilegios, y -por los escándalos que habian en la tierra aquellos causado, señala -el Almirante al dicho Cristóbal Guerra, y, despues de otros, dice: -«Las cuales personas que llevaron licencia para rescatar, han hecho -grandísimo daño en la tierra firme y islas, porque, en llegando -que llegaban, mataban los indios y los prendian por fuerza, y los -atormentaban porque se rescatasen, y algunos, cuando no hallaban -rescate, acuchillábanlos y matábanlos, diciendo, «pese á tal, pues de -aquí no llevamos provecho, hagamos que si aquí vinieren otros navíos -tampoco lo hallen, como nosotros.» Otros hobo, que despues que los -indios humanamente les daban lo que tenian, y les cargaban los navíos -de brasil y de lo que mandaban, estando seguros, como personas que les -habian bien servido, y muy alegres y contentos, los mataron y pusieron -todos á espada, sin otra causa. Otros cargaban los navíos dellos, por -manera, que en cuanto vivan los vivos, los indios de aquella tierra -no obedecerán á Sus Altezas, ni serán amigos de los cristianos; por -donde, dice el dicho Almirante, que le redunda mucho daño, etc.» Estas -son palabras formales del dicho memorial que dió el Almirante; por -aquí se verá qué principios llevaron las cosas destas Indias. Vamos, -pues, á contar el caso, segun que me lo contó, más há de treinta -años, persona que se halló en ello, y si fué en el segundo viaje, lo -que más probable parece, guióse desta manera: Como Cristóbal Guerra -y Peralonso Niño fueron riquillos á Castilla, y con el paladar dulce -ó endulzorado de las perlas, acordaron de tornar á armar, y armaron, -dos buenas carabelas; no sé si Peralonso Niño vino este segundo viaje -con el Cristóbal Guerra, porque no me acuerdo. Entónces, como era -el principal en este negocio su hermano, Luis Guerra, porque él era -rico, y puso los gastos primeros del primer viaje, de su hacienda, -determinó en el segundo, con la hacienda arriesgar la vida. Partieron -de Cáliz, ó de Sant Lucar, el Luis Guerra, en un navío ó carabela, y -el Cristóbal Guerra en el otro, y llegados á Paria, porque aquella -tierra llevaban todos por terrero é hito, van la costa abajo, al -golfo de las Perlas, que, como ya dijimos, aquel golfo hace la isleta -Margarita, de una parte, y de la otra tierra firme, y comienzan á -rescatar perlas y oro, y en la Margarita, y por Cumaná, y Maracapana, y -todos aquellos pueblos; y no sólo se contentaban con lo que rescataban, -pero hacian muchas fuerzas y robaban lo que podian, segun creo queme -informaron (porque, como creo há ya cerca de cuarenta años, porque sin -duda son treinta y nueve, y no lo oso afirmar esto absolutamente); -por manera que allegaron cuasi un costal de perlas. Pero lo que hace -al caso, y dello no tengo duda, porque bien me acuerdo, llegaron á -cierta provincia, y creo que fué entre la que llamamos Sancta Marta -y Cartagena, y como los indios no habian experimentado por allí las -obras de los nuestros, veníanse á los navíos como gentes simples y -confiadas, como en muchos lugares desta historia habemos visto. Vínose -un señor ó Cacique, y creo que era el señor de aquella tierra de -Cartagena, á los navíos, con ciertas gentes, y á la entrada le recibió -el Cristóbal Guerra muy bien y halagadamente; y dijéronle por señas que -trajese oro y que le daria cosas de Castilla. Dijo el Cacique, que sí -traeria, y queríase salir fuera, pero prendiólo el Cristóbal Guerra, -y díjole que enviase de aquellos indios, sus criados, por ello, y que -él no habia de salir de allí hasta que lo trujesen, y hasta que le -hinchiesen de piezas de oro un cesto de los de uvas, grande, con que -hacen las vendimias en Castilla, que traian en el navío; y atraviesan -un palo por el gollete del cesto, dándole aquello por medida que -hasta allí hinchiesen, y que luego lo soltarian. Desque el inocente -y confiado Cacique, más de lo que debiera, se vido preso, y que se -habia de rescatar con hinchir de oro el cesto hasta el gollete, mandó -á sus criados que allí tenia, que fuesen luego y trujesen el oro que -hallar pudiesen para el cesto; van llorando y angustiados, y con gran -diligencia, y apellidan toda la tierra que el Rey y señor habian los -cristianos preso, y, que si querian verlo vivo y suelto, que habia de -ser con rescatarlo á oro, dando tanto que se hinchiese cierta gran -medida. Traen sus criados de su casa todo el oro que él tenia; vienen -muchos de sus vasallos, cada uno con su pedacillo de oro, segun que -cada cual poseia, ofrécenlo en el gazofilacio del cesto, pero apénas -el suelo del cesto se cubria; tornan á salir fuera del navío é ir -pregonando por toda la tierra que trujesen todos el oro que tuviesen, -si querian ver á su señor vivo. Andan todos de noche y de dia; tornan -al navío con más oro, hecho muy lindas figuras y hermosas piezas, -échanlas en el cesto, y era poco lo que crecia, segun era barrigudo -el cesto. Tornánse á tierra más tristes y llorosos que venian, y -entretanto, bien es de considerar, su mujer, la Reina, y sus hijos, -los Infantes, qué sentirian. Para meterlos mayor temor, y porque se -diesen más prisa á hinchir el cesto, ó para llegarse quizá más cerca de -algunos pueblos, de hácia donde venian los indios de buscar oro para -ofrecer al cesto, alzan las velas; el triste señor comienza á llorar y -á plantear, diciendo que por qué lo llevan. Sus gentes, que lo veian, -daban gritos pidiendo á Dios lícitamente, aunque no lo cognoscian, que -le hiciese justicia, pues, tan injustamente, tan gran injusticia le -hacian. Tornan á cargar los navíos ciertas leguas de allí, vienen los -indios con su ofrenda para el cesto; finalmente, yendo unos y viniendo -otros, llegan con sus piezas de oro al gollete del cesto, donde estaba -el palo atravesado, por medida. No por eso sueltan al Rey de la tierra, -ni cumplieron la palabra de soltarlo como habian prometido, ántes -les dicen, que, pues tampoco les quedaba por hinchir del cesto, que -trujesen lo demas y que luego le soltarian. Van llorando y gimiendo -de nuevo, angustiados, no sabiendo qué se hacer, porque no tenian ni -hallaban que traer, y decir que no tenian ni hallaban má sera por demas -creérselo. Buscan por las casas y por los rincones dellas, anclan -por toda la tierra escudriñando el oro que pueden haber, traen lo que -hallaron, y entre ello, algunas piezas mohosas y escuras, que toparon -por los rincones, de muchos años ya olvidadas, afirmando con lágrimas -que no tenian ni podian haber más, que les diesen su señor. Desque vido -Cristóbal Guerra que traian aquellas piezas ahumadas y como cogidas del -estiercol, acordó creerlos que no tenian más, y sueltan al Cacique, -y, en una canoa, sólo, con un hacha de hierro que por satisfaccion le -dieron, se fué á tierra; y por esto creo habérseme dicho, cuando este -caso se me contaba, que áun no quisieron darles, á los que trujeron el -oro postrero, á su señor, sino que fuesen por más, y desque tan aína no -volvieron, dejáronlo, como es dicho, ir sólo, creyendo que no tenian -más que dar. Y es cierto, que creo que yo dejo mucho por decir de las -fealdades y crueldad que con este Cacique usaron, porque, como há tanto -tiempo que lo supe, se me ha mucho más olvidado, y siempre tuve aqueste -caso, aunque muchos he visto y se han hecho crueles en estas gentes, -é inhumanos, como abajo asaz parecerá, por uno de los más injustos, -feos, y en maldad más calificado. Pesaria el oro del cesto seiscientos -marcos, que valen 30.000 pesos de oro, ó castellanos de á 450 -maravedís. Pero porque no dormia Dios cuando estas injusticias aquellos -pecadores Guerras cometian, mayormente Cristóbal Guerra, que debia ser -el más sin piedad, ó, al ménos, el que debia guiar la danza, porque no -se fuesen mucho gozando de tanta impiedad, quiso la divina justicia, -luego, por el castigo temporal sin el eterno, si despues no les valió -penitencia, obra tan perversa y nefanda, reprobar. Debia de estar -enfermo el Luis Guerra, hermano mayor, y que habia dado los dineros y -puesto de su hacienda para armar la primera vez, y la segunda ayudar; -luego, alzadas las anclas y hechos á la vela, espiró, perdida la vida, -y su sepultura fué en un seron, y fuera mejor ponerlo en el cesto, en -que le echaron á la mar. Desde á pocos dias, navegando ambos navíos -para España, por allí, cerca de la tierra que habian robado, como -andaban poco, y forcejando contra viento y corrientes, como entónces no -sabian tanto como ahora navegar, ni habia rodeos para la Habana, el un -navío tropieza, creo que de noche, ó de dia, en una peña ó isleta que -no vieron, ni cognoscian en aquel tiempo los peligros de por allí, y -ábrese por medio, y vuestro cesto, de oro lleno, y el costal de perlas, -y la mucha parte de la gente, vá todo á los abismos á parar. Divino y -manifestísimo juicio de Dios, todo poderoso, por el cual, quiso que tan -poco se gozase lo que con tanta ignominia de la cristiana religion, y -contra la natural justicia, se habia usurpado, cometiendo contra su -simple y pacífico prójimo, y áun Rey, tanta fealdad. ¿Qué concepto -formarian aquellas gentes simplicísimas de nuestra cristiandad? ¿Qué -nuevas volverian por la tierra dentro, de nuestra justicia y bondad? -Alguna gente de la del navío quedó asida en la mitad dél, porque se -abrió por medio, y otros algunos asiéronse á las tablas, que cada uno -cerca de sí pudo hallar. Como el otro navío vido perdido á el otro, -aunque estaba dél bien apartado, tuvo este aviso é industria de ponerse -hácia el medio, por donde las corrientes venian de la mar, y andando -barloventeando, llega el medio navío, con la gente que encima traia, y -cógenla toda, y cuantos venian en tablas desta manera se hobieron de -salvar. Destos acaeció, que un padre y un hijo, juntamente, tomaron una -tabla, y no era tan larga ó capaz que por ella, juntos ambos, pudiesen -escapar; dijo el padre al hijo: «hijo, sálvate tú con la bendicion de -Dios, y déjame á mí, que soy viejo, ahogar;» y así fué, que el hijo -tomó la tabla y se salvó, y el padre se ahogó: y este mismo hijo me -refirió todo cuanto arriba he dicho deste caso, y otras muchas cosas -más. - - - - -CAPÍTULO CLXXIII. - - -Despues de Cristóbal Guerra, ó poco despues que salió de Castilla -para su primer viaje, por el mes de Diciembre y fin del año de 1499, -Vicente Yañez Pinzon, hermano de Martin Alonso Pinzon, que vinieron con -el Almirante al principio del descubrimiento de estas Indias, segun -que arriba se há largamente contado, con cuatro navíos ó carabelas, -proveidas á su costa porque era hombre de hacienda, salió del puerto -de Palos, para ir á descubrir, por principio de Diciembre, año de -1499; el cual, tomado el camino de las Canarias, y de allí á las de -Cabo Verde, y salido de la de Santiago, que es una dellas, á 13 dias -de Enero de 1500 años, tomaron la vía del Austro y despues al Levante, -y andadas, segun dijeron, 700 leguas, perdieron el Norte y pasaron la -línea equinoccial. Pasados della, tuvieron una terribilísima tormenta -que pensaron perecer; anduvieron por aquella vía del Oriente ó Levante -otras 240 leguas, y á 26 de Enero vieron tierra bien léjos; esta fué -el Cabo que agora se llama de Sant Agustin, y los portugueses la -tierra del Brasil: púsole Vicente Yañez, entónces, por nombre, cabo de -Consolacion. Hallaron la mar turbia y blancaza como de rio, echaron la -sonda, que es una plomada con su cordel ó volantin, y halláronse en 16 -brazas; van á la tierra y saltaron en ella, y no pareció gente alguna, -puesto que rastros de hombres, que, como vieron los navíos, huyeron. -Allí Vicente Yañez tomó posesion de la tierra en nombre de los reyes de -Castilla, cortando ramas y árboles, y paseándose por ella, y haciendo -semejantes actos posesionales jurídicos; aquella noche, hicieron cerca -de allí muchos fuegos, como que se velaban. El sol salido, otro dia, de -los cristianos 40 hombres, bien armados, salieron en tierra, y van á -los indios; de los indios salen á ellos treinta y tantos con sus arcos -y flechas, con grande denuedo, para pelear, y tras estos otros muchos. -Los cristianos comenzaron á halagarlos, por señas, y mostrándoles -cascabeles, espejos y cuentas, y otras cosas de rescates, pero ellos -no curaban dello, ántes se mostraban muy feroces y á cada momento se -denodaban para pelear; eran, segun dijeron, muy altos de cuerpo, más -que ninguno de los que allí iban de los cristianos. Finalmente, sin -reñir, se apartaron los unos y los otros, los indios se volvieron la -tierra dentro, y los cristianos á sus navíos; venida la noche, los -indios huyeron, que por todo aquel pedazo de tierra, no pareció persona -alguna; afirmaba Vicente Yañez, que la pisada de los piés de aquellos -era tan grande como dos piés medianos de los de nosotros. Alzaron las -velas y fueron más adelante, y hallaron un rio bajo, donde no pudieron -entrar los navíos; surgieron en la boca ó cerca della, salieron en las -barcas, con que entraron en el rio, la gente que pudo caber, bien á -recaudo, para tomar lengua y saber los secretos de la tierra; vieron -luego en una cuesta mucha gente desnuda, como es por allí toda ella, -hácia la cual enviaron un hombre bien aderezado de las armas que pudo -llevar, para que, con los meneos y señas de amistad que pudiese, -los halagase y persuadiese á que se llegasen á conversacion. El que -enviaron, llegóse algo á ellos, y echóles un cascabel para que con -él se cebasen y se allegasen; ellos echáronle una vara de dos palmos -dorada, y, como él se abajase á tomarla, arremeten todos ellos á lo -prender, cercándolo todos al derredor, pero, con su espada y rodela, -de tal manera se dió priesa á se defender, que no les dejó llegar, -hasta que los de las barcas, que estaban á vista y cerca, vinieron á -le socorrer; pero los indios vuelven sobre los cristianos con tanta -priesa, y disparan sus flechas tan espesas, que, ántes que se pudiesen -unos á otros guarecer, mataron dellos 8 ó 10, y algunos dijeron que -11, y otros muchos hirieron. Van luego á las barcas, y, dentro en el -agua, las cercan; llegan con gran esfuerzo hasta tomar los remos -dellas. Tomáronles una barca y asaetearon al que la guardaba dentro, -y muere; pero los cristianos con sus lanzas y espadas, desbarrigan y -matan los más dellos, como no tuviesen otras armas defensivas, sino -los pellejos. Bien pudieran excusar los cristianos estas muertes y -revueltas; ¿qué necesidad tenian de poner aquel cristiano en aquel -peligro, y por consiguiente, á todos ellos, sino que, si vian que no -querian los indios trato ni conversacion con ellos, fuéranse? pero -como no iban por fin de Dios alguno, sino pretendiendo su provecho -temporal, así curaban de llevar los medios, y, por tanto, fueron -reos de la perdicion suya y de aquellos. Viendo, pues, los nuestros -que tan mal les iba con aquellos, con harta tristeza de perder los -compañeros, alzaron las velas, y, por la costa abajo, 40 leguas al -Poniente descendieron; allí hallaron tanta abundancia, dentro en la -mar, de agua dulce, que todas las vasijas que tenian vacías hincheron. -Llegaba este agua dulce, como Vicente Yañez depone en su dicho, en el -muchas veces alegado proceso, dentro en la mar, 40 leguas, y otros -de los que fueron con él, dicen 30 (y áun muchas más es cuasi comun -opinion de los que yo via tratar deste rio en aquellos tiempos); -admirados de ver tan gran golpe de agua dulce, y, queriendo saber el -secreto della, llegáronse á tierra, y hallan muchas islas que están en -ella, todas graciosísimas, frescas y deleitables, y llenas de gentes -pintadas, segun dicen los que allí fueron, las cuales se venian á -ellos tan seguras como si toda su vida hobieran conversado amablemente -con ellos. Este rio es aquel muy nombrado Marañon; no sé por quién ni -por qué causa se le puso aquel nombre; tiene de boca y anchura, á la -entrada, segun dicen, 30 leguas, y algunos dicen muchas más. Estando -en él surtos los navíos, con el gran ímpetu y fuerza del agua dulce y -la de la mar, que le resistia, hacian un terrible ruido, y levantaba -los navíos cuatro estados en alto, donde no padecieron chico peligro; -parece aquí lo que acaeció al Almirante cuando entró por la boca de -la Sierpe y salió por la boca del Drago, y el mismo combate y pelea -juntamente, y peligro, hay donde el agua dulce se junta con la de -la mar, cuando la dulce corre con ímpetu y es mucha, y la playa es -descubierta, mayormente si la mar es de tumbo. Visto que por aquella -tierra y rio de Marañon, y gente della, no habia oro ni perlas, ni cosa -de provecho, que era el fin que los traia, acuerda tomar captivos 36 -personas, que tomar pudieron, de aquellos humildes y mansos inocentes, -confesado por ellos, que á los navíos seguramente se les venian, para -que no quedase pedazo de tierra ni gente della, que no pudiese bien, -y con verdad, contar sus obras pésimas, y los que hoy, sin ceguedad, -las oimos podamos afirmar, sin escrúpulo de conciencia, haberse movido -estos á hacer estos descubrimientos, más por robar y hacerse ricos, -con daños y escándalos, captiverios y muertes destas gentes, que por -convertirlos; harto ciego, sin duda, de malicia será el que dudare -desto, aunque poco ménos les dió Dios el pago que á Cristóbal Guerra. -De allí, del rio Marañon, vinieron la costa abajo, la vuelta de Paria, -y en el camino hallaron otro rio poderoso, aunque no tan grande como el -Marañon, y, porque se bebió el agua dulce otras 25 ó 30 leguas en la -mar, le pusieron el rio Dulce. Creo que es este rio un brazo grande del -gran rio Yuyaparí, el cual dijimos en el cap. 134, que hace la mar ó -golfo Dulce que está entre Paria y la isla de la Trinidad, que estimaba -el Almirante salir del Paraíso terrenal; y aquel brazo y rio dulce que -de aqueste camino halló Vicente Yañez, tambien juzgo que es el rio -donde habita aquella gente buena, que nombramos los aruacas. Pasaron -adelante y entraron en Paria, y creo que tomaron allí brasil; aunque, -como hallaron la gente de Paria escandalizada por haberles muerto mucha -gente Cristóbal Guerra, ó otro salteador de los que allí llegaron, -segun arriba dijimos, y lo dijeron con juramento los mismos que fueron -con Vicente Yañez, y no osaban saltar en tierra, no sé como lo pudieron -tomar. De Paria navegaron á ciertas islas de las que están por el -camino de la Española, no supe con qué intencion, ni si en la costa de -Paria, ó en alguna de las islas dichas, le acaeció la tribulacion que -le vino: por el mes de Julio, estando surtos todos cuatro navíos en la -parte ó tierra donde era, súbitamente vino una tan desaforada tormenta, -que, á los ojos de todos, se hundieron los dos navíos con la gente; -el otro, arrebatólo el viento, rompiendo las amarras de las anclas, y -llévalo el viento con 18 hombres, y desaparece. El cuarto, sobre las -anclas, que debian ser grandes y buenos cables, tantos golpes dió en -él la mar, que, pensando que se hiciera pedazos, saltaron en la barca -y viniéronse á tierra, no les quedando de él alguna esperanza. Dijeron -que comenzaron á tratar, los pocos que allí estaban, que seria bien -matar á todos los indios que por allí moraban, porque no convocasen -los comarcanos y los viniesen todos á matar. Ellos pensaban en aquella -tierra buscar manera para vivir y remediarse; gentil remedio habian -hallado matando las gentes que no les habian ofendido en nada, por -ellos imaginar por aquella vía de salvarse, para que Dios les ayudase; -pero la bondad del misericordioso Dios no dió lugar á que cometiesen -tanta maldad, porque el navío que se habia desaparecido con los 18 -hombres, volvió, y el que estaba allí presente, amansando la tormenta, -no se hundió. Con los dos navíos, vinieron á esta isla Española, -donde se rehicieron de lo que habian menester, y de aquí tomaron el -camino y llegaron á España en fin de Setiembre de 1500 años, tristes, -angustiados, lesas las conciencias, pobres, gastados los dineros que -puso de su hacienda Vicente Yañez en el armada, muertos los más de los -compañeros, dejando alborotada y escandalizada la tierra por donde -habian andado, é infamado la gente cristiana, y agraviados los que -habian hecho pedazos, y echándoles al infierno las ánimas, sin causa, y -los demas inocentes que captivaron, sacados y traidos de sus tierras, -privándoles de su libertad y de sus mujeres y hijos, padres y madres, -y de las vidas, por esclavos, solamente, que habian descubierto 600 -leguas de costa de mar hasta Paria, gloriándose. - - - - -CAPÍTULO CLXXIV. - - -Tras Vicente Yañez salió otro descubridor, ó quizá destruidor, por -el mismo mes de Diciembre y año de 1499 años. Este fué un Diego de -Lepe, vecino del Condado, no sé si de Lepe ó de Palos y Moguer, pero -la más gente que fué con él, dicen, haber sido de Palos; llevó dos -navíos aderezados. De la isla del Fuego, que es una de las de Cabo -Verde, siguió hácia el Mediodia algo, y despues al Levante, por el -camino que hizo Vicente Yañez; llegaron al cabo de Sant Agustin, y -dicen que lo doblaron, pasando adelante algo. El Diego de Lepe tomó -posesion por los reyes de Castilla, haciendo en todos los lugares que -llegaba actos que se llaman posesionales, segun derecho necesarios; uno -dellos fué, que escribió su nombre en un árbol de grandeza extraña, -del cual, dijeron, que 16 hombres asidos de las manos, extendidos los -brazos, no pudieron abarcarlo. Cosa es esta increible pero posible, -porque los mayores los hay en estas islas y tierra firme, que parece no -haberlos en otras partes del mundo hallado, y todos los que por ellas -hemos andado, y visto las ceynas, que son muchos y grandes árboles, -como los hay, no nos espantamos. Entraron en el rio Marañon, y allí -robaron y saltearon la gente que pudieron, donde Vicente Yañez habia -tambien tomado con injusticia las 36 ánimas, que se venian pacíficos -é confiados á los navíos, y traídolos por esclavos. Parece, que como -quedaron del Vicente Yañez agraviados y experimentados, llegando el -Diego de Lepe, pusiéronse en armas, matáronle 11 hombres, y porque -siempre han de quedar los indios más lastimados, debian de matar muchos -dellos y prender los que más pudiesen por esclavos. Del rio Marañon, -viniéronse costeando la tierra firme por el camino que habia hecho -Vicente Yañez; de creer es que saltaria en algunos lugares, y lo -que allí saltearon y mal hicieron ellos se lo saben, y áun hoy mejor -que entónces, que ya son todos en la mar ó en la tierra sepultados. -Llegaron á Paria, y como hallaron las gentes della extrañadas y -alborotadas, por los muchos que le habian muerto, en pocos dias habia, -de los pasados (segun lo dice hombre de los mismos de Diego de Lepe y -en el cap. 171 fué tocado), debian de hacerles guerra y captivar los -que pudieron haber á las manos; y así lo confiesa otro de los que con -ellos se hallaron, y debia el Obispo de Badajoz de sabello, D. Juan -de Fonseca digo, y tomárselos, por eso dice aquel en su dicho, que -en la Paria tomó Diego de Lepe ciertos indios, los cuales, el dicho -Diego de Lepe, trajo en los navíos y los entregó al Obispo D. Juan de -Fonseca en esta ciudad de Sevilla. Estas son sus palabras; y fuera -justo que el Obispo lo castigara, y quizá lo hizo, si por ventura su -ceguedad, que en este negocio de las Indias siempre tuvo, no se lo -estorbaba. No supe destos qué más hicieron ni en qué pararon, porque, -en estos dias mismos, despues de los dichos descubridores castellanos -de aquella tierra firme, acaeció hacer el rey de Portugal armada para -ir á la India, y acaso descubrir la misma tierra, que ya los nuestros -habian descubierto y bojado, como dicen los marineros, y parecióme -no dejar de dar aquí noticia dello, puesto que sea obra de los -portugueses, porque al ménos no pretendan, por sólo su descubrimiento, -aquella tierra pertenecerles, y en Castilla no lo ignoremos. Envió, -pues, el rey de Portugal, D. Manuel, el primero de aquel nombre, -una bien proveida armada de trece velas grandes y menores, en las -cuales irian hasta 1.200 hombres, entre marineros y gente de armas, -toda gente muy lucida, y á vueltas de las armas materiales, dice -su historia, que mandó proveer de las espirituales, y estas fueron -ocho religiosos de la órden de San Francisco, cuyo Guardian fué fray -Enrique, el cual, despues, fué Obispo de Cepta y confesor del Rey, -varon de vida muy religiosa y gran prudencia. Envió eso mismo ocho -Capellanes y un Vicario para que administrasen los Santos Sacramentos -en una fortaleza que el rey de Portugal mandaba hacer, todos varones -escogidos, cuales convenia para aquella obra evangélica. Y dice el -historiador portugués, Juan de Barros, que el principal capítulo de -la instruccion que llevaba el Capitan de la Armada, que se llamaba -Pedro Álvarez Cabral, era, que primero que acometiese á los moros y á -los idólatras, con el cuchillo material y seglar, haciéndoles guerra, -dejase á los religiosos y sacerdotes usar del suyo espiritual, que -era denunciarles el Evangelio con amonestaciones y requirimientos de -partes de la Iglesia romana, pidiéndoles que dejasen sus idolatrías, -y diabólicos ritos y costumbres, y se convirtiesen á la fe de Cristo, -para que todos fuésemos unidos y ayuntados en caridad de ley y amor, -pues todos éramos obra de un Criador y redimidos por un Redentor, -que era Jesucristo, prometido por los Profetas y esperado por los -Patriarcas tantos mil años ántes que viniese, para lo cual, trujesen -todas las razones naturales y legales, usando de aquellas ceremonias y -actos que el derecho canónico dispone; y cuando fuesen tan contumaces -que no aceptasen esta ley de fe, y negasen la ley de paz que se debe -tener entre los hombres para conservacion de la especie humana, y -defendiesen el comercio ó conmutacion, que es el medio por el cual se -adquiere, y trata y conserva la paz y amor entre todos los hombres, -por ser este comercio el fundamento de toda humana policía, pero -con que los contratantes no difieran en ley y creencia de la verdad -que cada uno es obligado á tener y creer de Dios, que, en tal caso, -les pudiesen hacer guerra cruel á fuego y sangre. Esto dice aquella -Historia de Juan de Barros, libro V, cap. 1.º de su primera Década. -Por manera, que á porradas habian de recibir la fe, aunque les pesase, -como Mahoma introdujo en el mundo su secta, y tambien que, aunque -no quisiesen, habian de usar el comercio y trocar sus cosas por las -ajenas, si no tenian necesidad dellas. Miedo tengo que los portugueses -buscaban achaques, con color de dilatar la religion cristiana, para -despojar la India del oro y plata y especería que tenia, y otras -riquezas, y usurpar á los Reyes naturales sus señoríos y libertad, -como nosotros los castellanos habemos hallado para estirpar y asolar -nuestras Indias, y todo procede de la grande y espesa ceguedad, que, -por nuestros pecados, en Portugal y Castilla caer há Dios permitido; -y es manifiesto, que primero comenzó en Portugal que en Castilla, -como parece clarísimo en los principios, y medios, y fines que han -tenido los portugueses en la tierra de Guinea, como pareció arriba en -los capítulos 19, 22, 24 y 25. Gran ceguedad es, y plega á Dios que -no intervenga grande malicia, querer que los infieles de cualquiera -supersticiosa religion que puedan ser, fuera de herejes, que la fe -católica una vez hayan voluntariamente recibido, la reciban con -requerimientos y protestaciones y amenazas que si no la reciben, -aunque les sea persuadida por cuantas razones naturales quisiéremos, -por el mismo caso pierdan las haciendas, los cuerpos y las ánimas, -perdiendo miserandamente, por guerras crueles, las vidas; ¿qué otra -cosa esta se puede nombrar, sino que la paz, mansedumbre, humildad -y benignidad de Jesucristo, que, señaladamente y en particular, nos -mandó que de él aprendiésemos, y usásemos con todos los hombres -indiferentemente, y la religion cristiana, sin cesar, cada dia nos lo -acuerda, amonesta y predica, las convertiamos en la furibunda y cruel -ferocidad y costumbre espurcísima mahomética? Gentiles milagros se -hallaban los portugueses para confirmar la doctrina que los religiosos -habian predicado, roballos, captivallos, quemallos y hacellos pedazos; -fuera bien preguntalles, si fueron por esta vía y con estas amenazas, -ellos á la fe llamados: perniciosísima y muy palpable insensibilidad -fué á los principios y agora es esta. Poco ménos materia es decir ó -creer que los comercios y conmutaciones hayan de hacer las gentes -con otros no cognoscidos hombres, no voluntaria, sino contra toda su -voluntad y libertad; pero porque desta materia y destos errores, y -de la averiguacion y claridad dellos, habemos, con el favor divino, -largamente grandes volúmenes escrito, no es cosa conveniente á la -historia, en ello más alargar de lo dicho. - -Partió, pues, la flota portuguesa, cuyo capitan fué Pedro Álvarez -Cabral, de Lisboa, lunes, á 9 dias del mes de Marzo, año de 1500, y -tomó su derrota para las islas de Cabo Verde, y de allí, por huir de la -costa Guinea, donde hay muchas y prolijas calmerías, metióse mucho á -la mar, que quiere decir á la mano derecha, hácia el Austro, y tambien -porque como sale muy mucho en la mar el cabo de Buena Esperanza, para -podello mejor doblar; y habiendo ya un mes que navegaba, siempre -metiéndose á la mar, en las ochavas de Pascua, que entónces fueron á -24 de Abril, fué á dar en la costa de tierra firme, la cual, segun -estimaban los pilotos, podia distar de la costa de Guinea 450 leguas, -y en altura del Polo antártico, de la parte de Sur, 10°. No podian -creer los pilotos que aquella era tierra firme, sino alguna gran -isla, como esta isla Española, que llamaban los portugueses Antella, -y para experimentallo, fueron por luengo de la costa un dia; echaron -un batel fuera, llegaron á la tierra y vieron infinita gente desnuda, -no prieta ni de cabellos torcidos como los de Guinea, sino luengo y -correntio y como el nuestro, cosa que les pareció muy nueva. Tornóse -luego el batel á dar nuevas dello, y que parecia buen puerto donde -podian surgir; llegóse la flota á tierra, y el Capitan mandó que -tornase allá, y, si pudiese, tomase alguna persona, pero ellos fuéronse -huyendo á un cerro, y juntos, esperaban qué querrian los portugueses -hacer; queriendo echar más bateles fuera y gente, vino un grande viento -y alzaron las anclas, y vánse por luengo de costa la vuelta del Sur, -donde les servia el viento, y surgieron en un buen puerto. Envió un -batel y tomó dos indios en una canoa; mandólos vestir de piés á cabeza -y enviólos á tierra: vinieron gran número de gente cantando, bailando -y tañendo ciertos cuernos y bocinas, haciendo saltos y bailes de -grande alegría y regocijo, que verlo era maravilla. Salió en tierra el -Capitan con la más de la gente, dia de Pascua, y al pié de un grande -árbol hicieron un altar, y dijo misa cantada el susodicho Guardian; -llegáronse los indios muy pacíficos y confiados, como si fuesen los -cristianos de ántes sus muy grandes amigos, y como vieron que los -cristianos se hincaban de rodillas y daban en los pechos, y todos los -otros actos que les veian hacer, todos ellos los hacian. Al sermon que -predicó el Guardian estaban atentísimos, como si lo entendieran, y -con tanta quietud y sosiego y silencio, que dice el historiador, que -movia á los portugueses á contemplacion y devocion, considerando cuan -dispuesta y aparejada estaba aquella gente para recibir doctrina y -religion cristiana. Despachó luego de allí el Capitan un navío al rey -de Portugal, el cual dice que recibió grande alegría con las nuevas -de la tierra nuevamente descubierta, y todo el reino. Dió licencia el -Capitan á la gente de los navíos aquel dia, despues de comer, para que -saliesen en tierra y se holgasen, y rescatasen con los indios cada uno -lo que quisiese; á trueque de papel y de pedazos de paño, y de otras -cosillas, les daban los indios papagayos y otras aves muy pintadas y -muy hermosas, de que habian muchas, de las plumas de las cuales tenian -sombreros y otras cosas muy lindas y hermosas hechas: dábanles ajes ó -patatas, y otras frutas, que habian, muchas. Fueron algunos portugueses -á las poblaciones, vieron infinitas arboledas, aguas y frescuras, y -tierra viciosísima y deleitable, muy abastada de maíz y otras cosas de -comer, y donde se hacia mucho algodon. Vieron allí un pece más grueso -que un tonel, de longura de dos toneles, la cabeza y ojos como de -puerco, las orejas como de elefante, no tenia dientes, en la parte de -abajo tenia dos agujeros, la cola de un codo y de ancho otro tanto, el -cuero era como de puerco de gordor de un dedo. En esta tierra mandó el -Capitan poner una cruz muy alta y muy bien hecha, y por esto se llamó -aquella tierra de Sancta Cruz, por los portugueses, algunos de años; -despues, el tiempo andando, como hallaron en ella brasil, llamaron -y hoy se llama la tierra del Brasil. Traia el Capitan 20 hombres -desterrados por malhechores, y acordó dejar allí dos dellos para que -supiesen los secretos de la tierra y aprendiesen la lengua, los cuales -los indios trataron muy bien, y, despues, el uno dellos sirvió de -lengua ó intérprete mucho tiempo en Portugal. Todo lo que aquí desto -he dicho, lo saqué de dos historiadores portugueses que escribieron -toda la historia, desde su principio, de la India; el uno es Juan de -Barros, en el libro V, cap. 2.º de su primera Década, y el otro es -Fernan Lopez de Castañeda, en el libro I, cap. 29 de la «Historia de la -India.» Parece, pues, bien probada manifiestamente la bondad natural, -simplicidad, hospitalidad, paz y mansedumbre de los indios y gente -de cuasi toda esta nuestra tierra firme, y cuan aparejados estaban, -ántes que hobiesen recibido agravios y daños de los cristianos, y -experimentado sus injusticias, para recibir la doctrina de nuestra -fe, y ser imbuidos en la religion cristiana, y á Cristo, criador -universal, todos atraidos, no solamente por testimonio de infinitos -que los hemos experimentado y visto, y abajo, en muchas partes desta -historia, larguísimamente se verá, y de todos los mismos castellanos -descubridores, de los cuales muchos eran dellos escandalizadores y -destruidores, que para que lo confesasen de su propio motivo, la -misma razon y fuerza de la verdad los constreñia, pero tambien ordenó -Dios que los portugueses fuesen desta verdad, por vista de ojos y -experiencia, testigos. Y esto se verá bien claro en los siguientes -capítulos. - - - - -CAPÍTULO CLXXV. - - -Si bien miramos, en todas las cosas que en este mundo visible acaecen, -hallaremos por experiencia lo que la Escritura divina nos enseña cerca -de la infalible providencia de Dios, conviene á saber, que uno de los -principales cuidados que Dios tiene, si se puede decir, porque con un -cuidado y un sólo acto lo gobierna y rige todo, es cerca de la prueba -y de la guarda y conservacion de la verdad; de aquí es lo que dice el -salmista David: _qui custodit veritatem in sæculum_, y por Esdras: -_veritas manet, et invalescit in æternum et vivit et obtinet in sæcula -sæculorum_. Por manera, que para que esta verdad, de ser estas gentes -dóciles, pacíficas, benignas de su natural, y aparejadas, tan bien -y muy más que otras, para ser doctrinadas y acostumbradas en toda -virtud moral, y, por consiguiente, capaces y fácilmente atraibles á -la fe católica y religion cristiana, si les es propuesta y predicada -como Cristo lo estableció, y á todas las otras naciones del mundo -la Iglesia universal la ha propuesto siempre y predicado, ha tenido -por bien la divina Providencia, de que no sólo por experiencia los -religiosos y siervos de Dios castellanos, y descubridores seglares y -profanos, que sólo han venido á estas tierras por cudicia de amontonar -riquezas temporales, y no sólo tambien habiendo llegado á una parte -destas Indias y visto una gente, pero á muchas, y en muchas varias y -diversas lenguas y naciones, pero que la gente portuguesa, seglares -y religiosos, y personas de todo trato y profesion, confiesen todos, -sin lo poder negar, que aquestas gentes no son otras sino aquellas -que sucedieron de nuestro primer padre Adan, y esto basta para que -con ellas se deban guardar los preceptos divinos y naturales, y las -reglas de caridad que han sido guardadas y usadas con nosotros, -á quien Dios ha hecho tantos bienes y mercedes, que primero que -ellas fuésemos llamados y traidos á la cristiandad. Vista, pues, -la disposicion tan afable y apta para recibir todo bien moral y -espiritual, que de aquellas gentes, moradores y habitadores en aquella -tierra firme, aquestos portugueses, primeros que allí llegaron este -año de 500, testificaron conforme á la que hallaron, y no callaron -nuestros castellanos, refiramos en este capítulo y en el siguiente, -la que vieron y trataron y experimentaron, y el fruto que por ella, -con el divino favor, hicieron ciertos predicadores portugueses, que se -llamaban de la Compañía de Jesus, despues deste tiempo muchos años; -ciertos de los cuales, haciendo relacion del fruto que Dios sacaba de -sus manos, escribieron á Portugal, á los de su profesion, las cosas -siguientes, por muchas cartas, y dicen así: - -«La informacion que de aquestas partes del Brasil se puede dar, padres -y hermanos carísimos, es que tiene esta tierra 1.000 leguas de costa, -poblada de gente que anda desnuda, así mujeres como hombres, tirando -algunas partes muy léjos, donde yo estoy, á donde las mujeres andan -vestidas al traje de gitanas, con paños de algodon, por la tierra -ser más fria que esta, la cual aquí es muy templada, de tal manera, -que el invierno no es frio ni caliente, y el verano, aunque sea más -caliente, bien se puede sufrir; empero, es tierra muy húmeda, por las -muchas aguas que llueve en todo tiempo, muy á menudo, por lo cual los -árboles y las hierbas están siempre verdes, y por aquesto es la tierra -muy fresca. En parte es muy áspera, por los montes y matas que siempre -están verdes; hay en ella diversas frutas, que comen los de la tierra, -aunque no sean tan buenas como las de allá, las cuales tambien creo -se darian acá si se plantasen, porque veo darse parras, uvas, y áun -dos veces en el año, empero, son pocas, por causa de las hormigas, que -hacen mucho daño, así en esto como en otras cosas. Cidras, naranjas, -limones, dánse en mucha abundancia, y higos tan buenos como los de -allá; el mantenimiento comun de la tierra es una raíz de palo, que -llaman mandioca, del cual hacen una harina de que comemos todos, y da -tambien mijo (este debe ser maíz), el cual, mezclado con la harina, -hace un pan que excusa el de trigo. Hay mucho pescado, y tambien -marisco, de que se mantienen los de la tierra, y mucha caza de matos y -gansos, que crian los indios; bueyes, vacas, ovejas, cabras y gallinas, -se dan tambien en la tierra, y hay dellos mucha copia. Los gentiles -son de diversas castas, unos se llaman goyaneces, otros carijos; este -es un gentío mejor que hay en esta costa, á los cuales fueron, no há -muchos años, dos frailes castellanos á los enseñar, y tan bien tomaron -su doctrina que tenian ya casas de recogimiento para mujeres, como -monjas, y otra de hombres, como de frailes, y esto duró mucho tiempo, -hasta que el demonio llevó allí una nao de salteadores y captivaron -muchos dellos. Trabajamos por recoger los salteados, y algunos tenemos -ya para los llevar á su tierra, con los cuales iba un padre de los -nuestros. Hay otra casta de gentiles, que se llama caymures, y es -gente que habita por los montes; ninguna comunicacion tienen con los -cristianos, por lo cual se espantan cuando nos ven, y dicen que somos -sus hermanos, por cuanto traemos barba como ellos, la cual no traen -todos los otros, ántes se rapan hasta las pestañas, y hacen agujeros en -los bezos y ventanas de las narices, y ponen unos huesos en ellos que -parecen demonios, y así, algunos, principalmente los hechiceros, traen -el rostro lleno dellos. Estos gentiles son como gigantes, traen un arco -muy fuerte en la mano, y en la otra un palo muy grueso, con que pelean -con los contrarios, y fácilmente los despedazan, y huyen para los -montes, y son muy temidos entre todos los otros. Los que comunican con -nosotros, hasta agora, son dos castas, unos se llaman tupeniques y los -otros tupinambas. Estos tienen casas de palmas muy grandes, y dellas -en que posarán 50 indios casados con sus mujeres é hijos. Duermen en -redes de algodon, sobre sí, junto de los fuegos, que en toda la noche -tienen encendidos, así por el frio, porque andan desnudos, como tambien -por los demonios, que dicen huir del fuego, por la cual causa traen -tizones de noche cuando van fuera. Esta gentilidad á ninguna cosa -adora, ni cognosce á Dios, solamente á los truenos llaman tupana, que -es como quien dice cosa divina; y así, nos no tenemos otro vocábulo más -conveniente, para los traer al cognoscimiento de Dios, que llamarle -Padre Tupana. Solamente, entre ellos, se hacen unas ceremonias de la -manera siguiente: de ciertos en ciertos años, vienen unos hechiceros -de luengas tierras, fingiendo traer santidad, y, al tiempo de su -venida, los mandan á limpiar los caminos y vánlos á recibir con danzas -y fiestas segun su costumbre, y, ántes que lleguen al lugar, andan las -mujeres de dos en dos por las casas, diciendo públicamente las faltas -que hicieron á sus maridos, y unas á otras pidiendo perdon dellas; en -llegando el hechicero, con mucha fiesta, al lugar, éntrase en una casa -oscura, y pone una calabaza que trae en figura humana, en parte más -conveniente para sus engaños, y mudando su propia voz, como de niño, -y junto de la calabaza, les dice, que no curen de trabajar ni vayan á -la roca, que el mantenimiento por sí crescerá y que nunca les faltará -que comer y que por sí vendrá á casa, y que las aguijadas se irán á -cavar, y las flechas se irán al monte por caza para su señor, y que -han de matar muchos de sus contrarios, y captivarán muchos para sus -comeres, y promételes larga vida, y que las viejas se han de tornar -mozas, y que las hijas que las den á quien quisieren; y otras cosas -semejantes les dice y promete, con que los engaña, de manera, que -creen haber dentro, en la calabaza, alguna cosa santa y divina, que -les dice aquellas cosas. Y acabando de hablar el hechicero, comienzan -á temblar, principalmente las mujeres, con grandes temblores en su -cuerpo que parecen demoniadas, como de cierto lo son, echándose en -tierra, espumando por las bocas, y en aquesto les suade el hechicero -que entónces les da santidad; y á quien esto no hace tiénenlo á mal, y -despues le ofrecen muchas cosas, y en las enfermedades de los gentiles -usan tambien estos hechiceros de muchos engaños y hechicerías. Estos -son los mayores contrarios que acá tenemos, y hacen creer algunas -veces á los dolientes que nosotros les metemos en el cuerpo cuchillos, -tijeras y cosas semejantes, y que con esto los matamos. En sus guerras, -aconséjanse con ellos, allende de agüeros que tienen de ciertas aves; -cuando captivan alguno, tráenle con grande fiesta, con una soga á la -garganta, y dánle por mujer la hija del principal ó cualquiera otra -que más le contenta, y pónenlo á cebar como puerco, hasta que lo han -de matar, para lo cual se ajuntan todos los de la comarca á ver la -fiesta, y, un dia ántes que lo maten, lávanlo todo, y el dia siguiente -lo sacan y pónenlo en un terrero, atado por la cintura con una cuerda, -y viene uno dellos muy bien ataviado, y le hace una plática de sus -antepasados, y, acabada, el que está para morir le responde, diciendo, -que de los valientes es no temer la muerte, y que él tambien matara -muchos de los suyos, y que acá quedaban sus parientes que lo vengarán, -y otras cosas semejantes, y, muerto, córtanle luego el dedo pulgar, -porque con aquel tiraba las flechas, y lo demas hacen en pedazos para -lo comer asado ó cocido. Cuando muere alguno de los suyos, pónenles -sobre las sepulturas platos llenos de viandas, y una red en que ellos -duermen, muy bien lavada, esto porque creen, dicen, que despues que -mueren, tornan á comer y descansar sobre su sepultura; échanlos en -cuevas redondas, y si son principales, hácenlos una choza de palma. -No tienen cognoscimiento de gloria ni infierno, solamente dicen, que, -despues de morir, van á descansar á un buen lugar, y en muchas cosas -guardan la ley natural. Ninguna cosa propia tienen que no sea comun, -y lo que uno tiene ha de partir con los otros, principalmente si son -cosas de comer, de las cuales ninguna cosa guardan para otro dia, ni -curan de atesorar riquezas. A sus hijos ninguna cosa dan en casamiento, -ántes los yernos quedan obligados á servir á sus suegros; cualquier -cristiano que entra en sus casas, dánle á comer de lo que tienen y -una red lavada en que duerma. Son castas las mujeres á sus maridos; -tienen memoria del diluvio, empero, falsamente, porque dicen, que, -cubriéndose la tierra de agua, una mujer con su marido subieron en -un pino, y despues de menguadas las aguas descendieron, y de aquestos -procedieron todos los hombres y mujeres. Tienen muy pocos vocablos para -les poder bien declarar nuestra fe, mas con todo, dámossela á entender -lo mejor que podemos, y algunas cosas los declaramos por rodeos. Están -muy apegados con las cosas sensuales; muchas veces me preguntan, si -Dios tiene cabeza, y cuerpo, y mujer, y si come, y de qué se viste, y -otras cosas semejantes. Dicen ellos, que Sancto Tomás, á quien llaman -Zome, pasó por aquí; esto les quedó por dicho de sus antepasados, y que -sus pisadas, están señaladas cabe un rio, las cuales yo fuí á ver por -más certeza de la verdad, y ví, con los propios ojos, cuatro pisadas -muy señaladas, con sus dedos, las cuales, algunas veces, cubre el rio -cuando hinche; dicen tambien, que cuando dejó estas pisadas iba huyendo -de los indios que le querian flechar, y llegando allí, se le abrió el -rio y pasara por medio dél, sin se mojar, á la otra parte, y de allí -fué para la India: asimismo cuentan, que cuando le querian flechar -los indios, las flechas se volvian para ellos, y los montes le hacian -camino por do pasase. Otros cuentan esto como por escarnio. Dicen -tambien, que les prometió que habia de tornar otra vez á verlos, ¡él -los vea del cielo y sea intercesor por ellos á Dios, para que vengan -en cognoscimiento suyo y reciban la sancta fe, como esperamos!» Todas -estas son palabras de la dicha carta de los predicadores portugueses. - - - - -CAPÍTULO CLXXVI. - - -Por esta carta, en el capítulo precedente referida, parecen algunas -malas costumbres de estas gentes, aunque otras hobo en el mundo más -depravadas, como arriba en el capítulo 7.º y en otros mostramos -bien largo; agora digamos el fructo que Dios sacó, por medio de sus -ministros, de aquellos que crió con ánimas racionales, capaces de su -bienaventuranza, y por consiguiente, del medio para alcanzalla, que -es la fe y doctrina cristiana, refiriendo otras cartas ó pedazos de -cartas; y dice así otra carta: «La gracia y amor de Nuestro Señor -sea siempre en nuestro contino favor y ayuda, amen. Por algunas -cartas que el año pasado os escribimos, os dimos larga informacion -destas partes del Brasil, y de algunas cosas que Nuestro Señor, por -sus siervos, que, por la santa obediencia, de esas partes han sido -enviados, ha querido obrar, los cuales, al presente, estan repartidos -por diversas Capitanías desta costa; ya de las cosas quel Señor, por -cada uno dellos, obra, sereis por sus cartas sabidores, solamente os -quiero yo dar cuenta de lo que en la Bahía se ha acontecido despues -que los postreros navíos se han partido, y tambien desta Capitania -de Perambuco, adonde habia pocos dias quel padre Nobrega y yo somos -llegados. Primeramente, sabreis quel padre Nobrega ha llegado á -esta Bahía de visitar y correr las Capitanías, y luego ordenó quel -padre Navarro fuese al puerto Seguro, á trasladar las oraciones y -sermones en la lengua desta tierra, con algunos buenos intérpretes, -las cuales trasladó bien; y es mucho para dar alabanzas al Señor, -viéndole predicar, en lo cual á todos nos lleva la ventaja, y en esto -tenemos todos mucha falta en carecer de la lengua y no saber declarar -á los indios lo que queremos, por falta de intérpretes. Muchos de los -gentiles piden el agua del baptismo, mas el padre Nobrega ha ordenado, -que primero se les hagan los catecismos y exhorcismos, hasta tanto que -cognoscamos en ellos firmeza y que de todo corazon crean en Cristo, -y tambien que primero enmienden sus malas costumbres; son tales los -baptizados que perseveran, que es mucho para dar gracias á Nuestro -Señor, porque, aunque deshonrados y vituperados de los suyos, no dejen -de perseverar en nuestra obediencia y crecer en buenas costumbres. -El pueblo gentil, al principio, nos daba poco crédito, y le parecia -que les mentiamos y engañábamos, que los padres y tambien los legos, -ministros de satanás, que al principio á esta tierra vinieron, les -predicaban y decian por interés de sus abominables rescates; agora que -comienzan á cognoscer la verdad y ver el continuo amor con que los -padres los tratan y conversan (los padres llama aquí los predicadores), -y el trabajo que por la salvacion de sus ánimas resciben, van cayendo -en la cuenta y quieren ser cristianos con muy mayor voluntad y más -firme intencion que al principio. Tambien Nuestro Señor ha mostrado -cosas, y muestra cada dia, por donde se van desengañando á no nos -tener en la cuenta que ántes tenian; los cristianos que permanecen -son tan nuestros, que contra sus naturales hermanos pelearan por nos -defender, y están tan subjetos, que no tienen cuenta con padres ni -parientes; saben muy bien las oraciones, y tienen mejor cuenta con los -domingos y fiestas que otros muchos cristianos. En nuestra casa se -disciplinan todos los viérnes, y algunos de los nuevamente convertidos -se vienen á disciplinar con grandes deseos. En la procesion de la -Semana Santa se disciplinaron algunos, así de los nuestros como de los -nuevos convertidos, y de aquí adelante se comenzarán á confesar con -el padre Navarro en su lengua, porque hay ya muchos que lo quieren y -desean. Estos han de ser un fundamento grande para todos los otros se -convertir; ya empiezan á ir por las aldeas con los padres, predicando -la fe y desengañando á los suyos de las malas costumbres en que viven. -Muchas cosas en particular pudiera escribir, que, por mi grande frieza -y por no pensar haber de ser yo el escriptor, no las escribo, así -por no las tener en la memoria, como por no las saber estimar por -falta de caridad. Grande es la envidia que los gentiles tienen á estos -nuevos convertidos, porque ven cuan favorecidos son del Gobernador y -de otras principales personas, y si quisiésemos abrir la puerta al -baptismo, cuasi todos se vernian, lo cual no hacemos si no cognoscemos -ser aptos para eso, y que vienen con devocion y contricion de las -malas costumbres en que se han criado, y tambien, porque no tornen -á retroceder, sino que queden contentos y firmes. Mucho más fructo -se pudiera hacer si hobiera obreros, así que mucha es la mies que se -pierde por falta de segadores. Entre otras cosas, os quiero contar una -de un principal desta tierra, el cual há algunos dias que pedia el agua -del baptismo, y porque tenia dos mujeres no se la queriamos dar, aunque -sabiamos que la una dellas no la tenia sino para se servir della; un -dia con gran priesa y eficacia pidió el baptismo, al cual baptizó el -padre Navarro, y de ahí á seis ó siete dias enfermó de cámaras, y se -iba consumiendo hasta que cognosció que habia de morir, y dos noches -ántes que muriese envió á llamar al padre Navarro para lo acompañar y -enseñar como habia de morir, y decíale que nombrase muchas veces el -nombre de Jesus y de Sancta María, Nuestra Señora, y él tambien decia -con el padre estos santos nombres, hasta perder la habla, y, ántes -que la perdiese, vistió una ropa que tenia y mandó á los suyos que le -enterrasen con ella y en sagrado, como era costumbre de los cristianos, -y dió el espíritu á Dios, estando el padre Navarro diciendo misa por -él, por lo cual no se pudo hallar presente á su muerte. Dijo una su -hermana, que se halló presente á su muerte, al padre Navarro, que le -habia dicho el muerto, ántes que perdiese el habla: «hermana, ¿no -veis?» y ella respondió que no veia nada, y tornándole á preguntar lo -mismo, ella respondió de la misma manera, hasta que él, con grande -alegría, le dijo: «veo, hermana mia, los gusanos holgando en la tierra, -y en los cielos grandes alegrías y placeres, quédate enhorabuena, -que me quiero ir»; y así acabó. Enterrámoslo en una iglesia que -teniamos hecha para los nuevamente convertidos. Este nos ha dado -entrada en esta tierra, y en su manera de vivir no era fuera de la -ley natural y de razon; quedó un hermano suyo por principal, el cual -há por nombre Simon, y el muerto don Juan, con el cual metemos acá en -vergüenza á los malos cristianos, porque es muy virtuoso y fuera de -las costumbres de los otros, y tambien su mujer y hijos, los cuales -nos tiene prometidos para que los enseñemos, y, por falta de casa y -mantenimientos, no lo podemos hacer.» Dice más abajo: «Ya comienzan -los hijos de los gentiles á huir de sus padres y venirse á nos, y, por -más que hacen, no los pueden apartar de la conversacion de los otros -niños, y vino un niño descalabrado y sin comer un dia todo, huyendo de -su padre, á nos. Cantan todos una misa cada dia, y ocúpanse en otras -cosas semejantes. Es tan grande el temor en algunos destas aldeas, y -reverencia que tienen á los padres, que no osan abiertamente comer -carne humana; de manera, que están estos gentiles, principalmente -los de la Bahía, aparejados para se hacer en ellos grande fruto, mas -estamos acá tan pocos, y tan repartidos, y las necesidades son tantas -entre los cristianos, á las cuales somos más obligados á acudir, que -no sé como sufrís, carísimos hermanos, estar tanto tiempo en esa -casa, estando acá tantas necesidades esperando por vos, etc.» Otras -muchas y notables cosas dice aquesta carta, que por no alargar mucho, -no las quiero referir. Otro de aquellos predicadores dice así en -otra: «En estas partes, despues que acá estamos, carísimos padres y -hermanos, se ha hecho mucho fruto. Los gentiles, que parece que ponian -la bienaventuranza en matar sus contrarios y comer carne humana, y -tener muchas mujeres, se van mucho enmendando, y todo nuestro trabajo -consiste en los apartar desto, porque todo lo demas es fácil, pues no -tienen ídolos, aunque hay entre ellos algunos que se hacen santos, y -les prometen salud y victoria contra sus enemigos. Con cuantos gentiles -tengo hablado en esta costa, en ninguno hallé repugnancia á lo que le -decia, todos quieren y desean ser cristianos, pero dejar sus costumbres -les parece áspero; van, con todo, poco á poco, cayendo en la verdad, -hácense muchos casamientos entre los gentiles, los cuales, en la Bahía -están junto á la ciudad y tienen su iglesia cabe una casa á donde nos -recogemos. Estos determinamos tomar por medio de otros muchos, los -cuales esperamos, con la ayuda del Señor, hacer cristianos, etc.» Otro -en otra carta dice: «Fuimos á una aldea de los gentiles y procuramos -que se ayuntasen todos, y, despues de juntos, les hicimos una plática -por una lengua, y acabada les enseñamos la doctrina cristiana, y -queriéndonos dellos despedir, yo les hice primero santiguar, y viendo -las piedras preciosas que traian en los bezos y en el rostro, les -dije, como riendo, que les estorbaban á se persignar, lo cual, ellos, -tomaron de veras, y siendo de mucho precio, las echaron á donde nunca -más parecieron, lo cual me consoló mucho. El dia del Angel se determinó -que se baptizasen los que quisiesen, y baptizamos muchos, así hombres -como mujeres, y cuasi nos faltaban nombres de santos para dar á cada -uno el suyo. Entre ellos baptizamos un hechicero, asaz viejo, y le -pusimos por nombre Amaro.» Otro dice, en otra epístola, estas palabras: -«Despues desto nos fuimos dar con los indios á sus aldeas, que estaban -cuatro ó cinco leguas de ahí, y, yendo, hallamos haciendo el camino -por donde habiamos de ir, y quedaron muy tristes porque no lo tenian -acabado; llegando al aldea, se vino el principal de ahí y me llevó por -fuerza á su casa, y luego se hinchió la casa de indios, y otros que -no cabian quedaron fuera, y trabajaron mucho por me ver. Considerad -vos, hermanos mios en Cristo, lo que mi ánima sentiria, viendo tantas -ánimas perdidas por falta de quien las socorriese; algunas pláticas -les hice aparejándolos para el cognoscimiento de la fe, y les dije, -por la tristeza que mostraban por me yo haber luego de ir, que no -iba sino á verlos, y que otras muchas veces los visitaria si tuviese -tiempo, etc.» Estas son las palabras. Otras muchas cosas notables se -dicen en las susodichas cartas, y en otras que no he querido relatar -por dar fin á esta relacion y testimonio de los portugueses, tocante -á la prueba desta verdad, conviene á saber, que estas gentes gentiles -destas nuestras Indias, son naciones humanas, razonables, dóciles, -conversables con otros hombres, reducibles á toda ley de razon y -convertibles á nuestra santa fe católica, si se les propone por el -modo que la razon natural dicta y enseña que debe ser propuesta y -persuadida, á los principios, cualquiera cosa nueva, mayormente difícil -á los hombres racionales, los cuales naturalmente son aptos y nacidos -para ser atraidos á la virtud por bien, por blandura y mansedumbre, y -desta propiedad humana y universal ninguna nacion del mundo excluyó -la divina Providencia, por bárbaros, brutos, y agrestes y corruptos -en costumbres que sean, con que sean hombres; y esto más copiosa -é irrefragablemente pareció arriba, por razones, y parecerá en el -discurso desta historia, por obras y por ejemplos tan patentes y tan -sin número, que no se pueda más dudar dello, que dudar que todos los -hombres desciendan de Adan. - - - - -CAPÍTULO CLXXVII. - - -Referido habemos los descubridores ó rescatadores que vinieron el año -de 1499 y 500 á la tierra firme, despues que supieron que el Almirante -la habia descubierto (aunque, creyendo que era isla, nombróla isla -ó tierra de Gracia, como se ha visto arriba), y tambien, como acaso -descubrieron los portugueses, yendo á la India, un pedazo della, -que llaman ellos hoy el Brasil, y nosotros el cabo de Sant Agustin, -el cual, por concierto de los reyes de Castilla y Portugal, cupo, y -así es hoy, de los portugueses; incidentemente, tambien trujimos lo -que manifestaron de la condicion y hospitalidad pacífica, y humana -conversacion, que en los vecinos y moradores de aquella tierra -hallaron, conformándose con lo que los nuestros castellanos, Vicente -Yañez y Diego de Lepe, dellos, en la misma materia, dijeron; de allí -añadimos, infiriendo y probando por ejemplos, que testifican los -predicadores tambien portugueses, la disposicion é idoneidad para -recibir nuestra sancta fe que hay en ellos, por el fruto grande que -Dios siempre saca, por medio de los trabajos de sus predicadores: -requiere, pues, la órden de los dias y meses del dicho año de 500, -tornar á tratar y continuar las angustias, y adversidades y caida total -del Almirante, y que, más amargas y aflictivas, entre todas las que -toda su vida tuvo, le lastimaron y afligieron. Ya dijimos arriba, en -el cap. 161, como despues de llegados los cinco navíos á Castilla quel -Almirante despachó, venido del descubrimiento de Paria, con las nuevas -del levantamiento de Francisco Roldan, luego, por Mayo, determinaron -los Reyes de enviar otro Gobernador á esta isla, y quitalle á él la -gobernacion, y tomaron los Reyes color de que él mismo escribió á Sus -Altezas, que les suplicaba que enviasen Juez pesquisidor, para que -hiciese informacion de los delitos é insultos y levantamiento del -dicho Roldan y de sus secuaces, y tambien juez que tuviese cargo de -la administracion de la justicia, como se dijo en el cap. 159, y allí -les suplicaba que tuviesen respecto á sus servicios, y que no se le -perjudicase á sus preeminencias; donde parece que temia lo que le vino -y no lo habia él por tanto. Eligieron á un Comendador de la órden de -Calatrava, que se llamó Francisco de Bobadilla, y diéronle provisiones -y nombre de Pesquisidor, con que al principio en esta isla entrase, y -tambien de Gobernador, que, cuando fuese tiempo, publicase y usase. -Comenzáronse los despachos en Madrid, por Mayo del año de 99, luego -que llegaron los cinco navíos, como algunas veces se ha dicho, pero -no lo despacharon hasta el mes de Junio del año siguiente de 1500, -que vinieron el Rey y la Reina á Sevilla, y de allí á la ciudad de -Granada, sobre el levantamiento de los moros ó moriscos del Lanjarón, -ó Sierra Bermeja, donde acaesció, que yendo sobre ellos D. Alonso de -Aguilar, caballero muy señalado en prudencia y esfuerzo, de quien -procede la casa de Aguilar y marqués de Pliego, lo mataron, desastre -que mucho pesar dió á los Reyes y á todo el reino. Por manera, que -tardó su despacho todo un año, porque debian los Reyes, por ventura, -ó de esperar algun navío que fuese de acá con nueva de estar Roldan y -su compañía reducidos, y esta isla sosegada, ó, que como enviasen á -deponer al Almirante de su estado, quitándole la gobernacion, cosa, -cierto, muy grande para quien tanto se le debia y les habia merecido, -y con tan inmensos trabajos, querian muy bien mirallo, y hacíaseles -de mal efectuallo; pero como llegaron las dos carabelas donde venian -los procuradores de los alzados y del Almirante, aunque ya quedaba -Francisco Roldan reducido y asosegado, vistas las quejas que dieron del -Almirante y los daños pasados, y supieron cosas muchas que los unos -y los otros relataban, y que convenia remediallas, determinaron, que -el comendador Bobadilla prosiguiese su viaje; diéronle muy cumplidos -despachos, y, entre ellos, muchas cartas y cédulas en blanco. Como -por las cartas postreras del Almirante, que vinieron en los dos dichos -navíos, supiese la Reina, de gloriosa memoria, que el Almirante habia -dado á cada uno de los que allí venian un indio por esclavo, y que, si -no se me ha olvidado, eran 300 hombres, hobo muy gran enojo, diciendo -estas palabras: «¿qué poder tiene mio el Almirante para dar á nadie -mis vasallos?» y otras semejantes; mandó luego apregonar en Granada -y en Sevilla, donde ya estaba la corte, que todos los que hobiesen -llevado indios á Castilla, que les hobiese dado el Almirante, los -volviesen luego acá, so pena de muerte, en los primeros navíos, ó los -enviasen; y mi padre, á quien el Almirante habia dado uno y lo habia -llevado en el susodicho viaje de los dos navíos ó carabelas, que yo -en Castilla tuve, y algunos dias anduvo conmigo, tornó á esta isla, -con el mismo comendador Bobadilla, y lo trajo, y despues yo lo vide -y traté acá. Yo no sé por qué más estos 300 indios quel Almirante -habia dado por esclavos, mandó la Reina tornar con tanto enojo y -rigor grande, y no otros muchos que el Almirante habia enviado, y -el Adelantado, como arriba puede verse; no hallo otra razon, sino -que los que hasta entónces se habian llevado, creia la Reina, por -las informaciones erradas que el Almirante á los Reyes enviaba, que -eran en buena guerra tomados, pero esta ceguedad del Almirante, y -suponer la Reina que podia el Almirante hacelles guerra, procedia y -siempre procedió de la del Consejo, y letrados que en él los Reyes -tenian, la cual en ellos era intolerable y más que culpable, porque -no les era lícito ellos ignorar el derecho y justicia destas gentes, -que consistia en ser pueblos libres que tenian sus reinos y Reyes y -señores, dominios y jurisdicciones, y que les pertenecian de derecho -natural y de las gentes, y que no los perdian solamente por carecer -de fe y no ser cristianos, ni los podian los reyes de Castilla dellos -privar, solamente por habellos descubierto el Almirante, ni tampoco -porque la Sede apostólica se los hobiese encomendado para convertillos, -y que vivian en su paz en sus tierras y casas, sin ofensa de nadie, -y, por consiguiente, que no debian, por guerra, ó daño, ó injuria, -que fuera de sí mismos hobiesen otros hecho, algo á alguien. Y si por -300 indios que dió el Almirante, injustamente, á los españoles que por -entónces vinieron, por esclavos, la Reina, de buena memoria, tanto -enojo recibió, y tan grave pena como la de muerte mandó poner, porque -todos los tornasen, y áun quizá fué aqueste enojo, de indignarse más -contra el Almirante, harta causa; ¿como sintiera, y como sufriera, y -qué indignacion recibiera, y qué penas pusiera cuando llegara á su -noticia que se hacian y se hicieron iniquísimamente, sobre más de seis -cuentos de ánimas, esclavos? Pero pasemos adelante, porque la historia -lo referirá, si á Dios place. Tornando al ristre la lanza, enviaron -los Reyes con el dicho comendador Bobadilla cierta gente á sueldo, -para que viniese acompañado, no supe el número cuanto; y, como dije, -hízose á la vela con dos navíos ó carabelas, creo que, mediado ó en -fin de Junio de 1500 años. Entre tanto andaba el Almirante, con toda -solicitud, haciendo prender los nuevamente alzados, como arriba dije, -y el Adelantado por su parte, y, los que podian prender, ahorcando, y -para ahorcarlos, donde quiera que los hallase, traia un clérigo consigo -para confesarlos; todo á fin de, teniendo en obediencia los cristianos, -sojuzgar los indios y constreñilles á que pagasen el tributo á que los -habia obligado, y el Francisco Roldan hobo por su rebelion quitado. -Y el fin de los fines del Almirante no era otro, sino dar y enviar á -los Reyes dinero, por servillos y contentallos, y recompensarles los -gastos que hacian, para que tambien cerrasen las bocas sus adversarios. -Y así, dijo él á los Reyes que este año de 500, que habia traido toda -la gente desta isla Española, porque era, dice él, sin número, por -virtud divinal, á que estuviese debajo de su real señorío y obediendía, -en tanto grado, que se iba por toda ella, que es mayor, dice él, que -toda España, sin temor alguno, un sólo cristiano, y mandaba al mayor -Cacique que en ella habia, y era obedecido; y dice más, que en este -año mismo de 500, tenia ordenado de juntar los pueblos de los indios -en pueblos gruesos, y que se tornasen todos cristianos y sirviesen á -Sus Altezas como los vasallos de Castilla, en manera que, sin agravio -suyo, y sin premia desordenada, sino con muy mucha templanza, rentarian -cada un año 60 cuentos; y que el año de 503, hobiesen los Reyes de -renta, en oro, 120.000 pesos, y que hace juramento (y esta era su -manera de jurar, «hago juramento»), que lo tenia esto por tan cierto, -como tener 10.000 pesos. Más pensaba hacer en este año de 500; enviar -á edificar una fortaleza en la tierra de Paria, por la pesquería de -las perlas, de donde pudiese á Sus Altezas enviar cada un año una gran -cantidad dellas, porque no se podia decir el número y peso y valor que -tenian, y que cuando las descubrió, sino fuera por los bastimentos que -se le dañaban, tenia por cierto que enviara una pipa, dellas llena; y -entónces, á mi parecer, no fuera mucho enviar grande número dellas. -Todo lo susodicho, y otras muchas cosas, dice el Almirante que habia -de hacer aqueste año de 500, sino que, cuando urdia, cortóle Dios la -urdiente de la tela que disponia tejer. - - - - -CAPÍTULO CLXXVIII. - - -Estando el Almirante en estos pensamientos, y en la Vega, ó la -Concepcion de la Vega, que era la fortaleza, ó en el Guaricano, que -estaba media legua, el llano abajo, donde habia algunas casas hechas -en que moraban algunos cristianos, y donde fué primero el asiento de -la villa que llamaron de la Concepcion, y el Adelantado en Xaraguá -con Francisco Roldan, prendiendo á los que podian haber de los que -se conjuraron con D. Hernando para matar á Francisco Roldan, y D. -Diego, hermano del Almirante y Adelantado, en esta ciudad, ó villa -que entónces era, de Sancto Domingo, recogiendo los que prendian y -enviaban acá, y ahorcando, domingo que se contaron 23 de Agosto del -mismo año de 500, á la hora de las siete ó de las ocho de la mañana, -asomaron los dos navíos ó carabelas, que se llamaban, la una, la -_Gorda_, y la otra, el _Antigua_, donde venia el comendador Bobadilla; -y andando barloventeando de una parte á otra, porque no podian entrar -en el puerto á aquella hora, porque es el viento terral, ó de la -tierra, hasta las diez ó las once, que torna de la mar, mandó luego -D. Diego que fuese una canoa; y en ella tres cristianos: un Cristóbal -Rodriguez, que tenia por sobrenombre, la Lengua, porque fué el primero -que supo la lengua de los indios desta isla, y era marinero, el cual -habia estado ciertos años, de industria, entre los indios, sin hablar -con cristiano alguno, por la aprender, y los otros se llamaban Juan -Arraez y Nicolás de Gaeta, y los indios que fueron menester para remar, -y fuesen á los navíos ó carabelas, que andaban obra de una legua de -tierra, y supiesen quién venia en ellas, y si venia el hijo mayor del -Almirante, D. Diego; porque, como arriba dijimos, el Almirante, por -sus cartas, envió á suplicar á los Reyes que se lo enviasen, porque -él se hallaba cansado, y para que le ayudase á servirles, pues le -habia en sus oficios de suceder. Llegaron, pues, en su canoa, los -tres, y preguntando quién venia en las carabelas, y si venia D. Diego, -asomóse el comendador Bobadilla, que venia en la carabela _Gorda_, y -dijo que él venia enviado por los Reyes, por Pesquisidor sobre los que -andaban alzados en esta isla; el Maestre de la carabela _Gorda_, que -se llamaba Andrés Martin de la Gorda, preguntóles por nuevas de la -tierra, respondieron que aquella semana habian ahorcado siete hombres -españoles, y que en la fortaleza de aquí estaban presos otros cinco -para los ahorcar, y estos eran D. Hernando de Guevara y Pedro Riquelme, -y otros tres, que todos eran de los levantados. El comendador Bobadilla -preguntó á los de la canoa si estaba aquí el Almirante, y sus hermanos; -dijeron que no, sino sólo D. Diego, y el Almirante habia ido á la Vega -ó Concepcion, y el Adelantado á la provincia de Xaraguá tras los que -andaban alzados, para prendellos, y con propósito de, donde quiera -que hallasen á cada uno, ahorcallo, para lo cual llevaban un clérigo -que los confesase. Cristóbal de la Lengua preguntó al Pesquisidor, -como se llamaba y quién diria que era; respondió que tenia por nombre -Francisco de Bobadilla, y así, se tornó la canoa á dar nuevas á D. -Diego y á los que las esperaban. Todos los que aquí estaban, ó los -más dellos, como se suele decir, de los pobres, que siempre desean -novedades, porque silogizan que no les puede venir cosa nueva que sea -peor que la pobreza que tienen á cuestas, y siempre se prometen con lo -nuevo mejoría, estaban muy ávidos y solícitos de que volviese la canoa -por saber las nuevas, porque pocos eran los que no estaban entónces -por esta isla descontentos, y muchos, por fuerza más que por voluntad, -detenidos. Sabido que venia Pesquisidor, los que sabian que cognoscian -en sí culpas, no les faltó temor y tristeza; los que se tenian por -agraviados del Almirante y sus hermanos, y todos los involuntarios, -mayormente los que ganaban sueldo del Rey, porque no se les pagaba, -y padecian gran necesidad de comida y vestidos y cosas necesarias -de Castilla, reventábales el alegría, y así andaba toda la gente á -cada paso haciendo corrillos. Desde á tres ó cuatro horas, que cesó, -como es ordinaria cosa, el viento terral, y tornó el embate que llama -virazon ó marero, entraron las carabelas en este rio y puerto, y luego -parecieron dos horcas, la una desta parte del rio, donde agora está -edificada esta ciudad, que es de la parte del Occidente, y la otra de -la otra banda, donde entónces estaba la villa, en las cuales estaban -dos hombres cristianos ahorcados, frescos de pocos dias; iban y venian -gentes á los de los navíos, hacian sus comedimientos y reverencia al -pesquisidor Bobadilla, preguntaban y respondian, pero todos siempre con -recatamiento, hasta ver qué mundo sucedia. No quiso salir el Comendador -aquel dia, hasta otro dia, lúnes, 24 de Agosto, que mandó salir toda -la gente que consigo traia, y con ellos fuese á la iglesia á oir misa, -donde halló á D. Diego, hermano del Almirante, y á Rodrigo Perez, que -era Teniente ó Alcalde mayor por el Almirante, y otros muchos desta -isla; y acabada la misa, salidos á la puerta de la iglesia, estando -presente D. Diego y Rodrigo Perez, y mucha gente de la isla, y la que -el Comendador traia, mandó leer el Comendador al Escribano del Rey, que -consigo trujo, que se llamaba Gomez de Rivera, una Patente firmada de -los Reyes, y sellada con su real sello, del tenor siguiente: - -«D. Hernando y Doña Isabel, por la gracia de Dios, Rey y Reina de -Castilla y Leon, etc.: A vos, el comendador Francisco Bobadilla, salud -y gracia: Sepades, que D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante del mar -Océano de las islas y tierra firme de las Indias, nos envió á hacer -relacion, diciendo, que estando él absente de las dichas islas en -nuestra corte, diz que, algunas personas de las que estaban en ellas -y un Alcalde con ellas, se levantaron en las dichas islas contra el -dicho Almirante y las Justicias que en nuestro nombre tiene puestas en -ellas, y que no embargante que fueron requeridas las tales personas y -el dicho Alcalde, que no hiciesen el dicho levantamiento y escándalo, -diz que, no lo quisieron dejar de hacer, ántes se estuvieron y están -en la dicha rebelion, y andan por las dichas islas robando y haciendo -otros males, y daños y fuerzas en deservicio de Dios, Nuestro Señor, y -nuestro; lo cual, por Nos visto, porque fué y es cosa de mal ejemplo -y digno de punicion y castigo, y á Nos como Rey y Reina y señores en -ello pertenece proveer y remediar, mandamos dar esta nuestra Carta -para vos en la dicha razon, por la cual, vos mandamos que luego vades -á las dichas islas y tierra firme de las Indias, y hagais vuestra -informacion, y, por cuantas partes y maneras mejor y más cumplidamente -lo pudiéredes saber, vos informeis y sepais la verdad de todo lo -susodicho, quién y cuales personas fueron las que se levantaron contra -el dicho Almirante y nuestras justicias, y por qué causa y razon, y -qué robos, y males y daños han hecho, y de todo lo otro que cerca -desto vos viéredes ser menester saber para ser mejor informado, y, la -informacion habida y la verdad sabida, á los que por ella halláredes -culpantes, prendedles los cuerpos y secrestadles los bienes, y así -presos, procedades contra ellos y contra los absentes, á las mayores -penas civiles y criminales que halláredes por derecho. Y mandamos -á las personas, de quien cerca de lo susodicho entendiéredes ser -informado, que vengan y parezcan ante vos á vuestros llamamientos y -emplazamientos, y digan sus dichos y deposiciones á los plazos y so -las penas que vos de nuestra parte les pusiéredes, las cuales Nos, por -la presente, les ponemos y habemos por puestas; para lo cual, todo -que dicho es, y para cada una cosa y parte dello, vos damos nuestro -poder complido por esta nuestra Carta con todas sus incidencias, etc.; -y si para hacer, y cumplir y ejecutar todo lo susodicho, menester -hobiéredes favor y ayuda, por esta nuestra Carta mandamos al dicho -nuestro Almirante y á los Concejos, Justicias, Regidores, Caballeros, -Escuderos, Oficiales y homes buenos de las dichas islas y tierra firme, -que vos lo den y hagan dar, y que en ello, ni en parte dello, embargo -ni contrario alguno vos no pongan, ni consientan poner, y vos ni los -otros, no fagades ni fagan ende al por alguna manera, so pena de la -nuestra pena y de la nuestra merced, y de 10.000 maravedís para la -nuestra Cámara, etc. Dada en la noble villa de Madrid, á 21 dias del -mes de Marzo año del nascimiento de Nuestro Señor Jesucristo de 1499 -años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Yo Miguel Perez de Almazán, Secretario -del Rey y de la Reina, nuestros señores, la hice escribir por su -mandado.—Registrada.—Gomez Xuarez, Chanciller.» - - - - -CAPÍTULO CLXXIX. - - -Notificada la dicha Carta patente real, dijo luego el comendador -Bobadilla, como Pesquisidor, que, pues allí no estaba el Almirante, que -requeria al dicho D. Diego, su hermano, y al Alcalde y Alcaldes, en -nombre de los Reyes, que por cuanto habia sabido que en la fortaleza -de aquella villa de Sancto Domingo estaban presos, para ahorcar, D. -Hernando de Guevara y Pedro de Riquelme y otros tres, que se los -diesen y entregasen luego, con los procesos que contra ellos estaban -hechos, y pareciesen las partes que los acusaban, y por cuyo mandado -estaban presos, porque Sus Altezas lo enviaban acá á sólo esto para -los redimir; porque, vistos los dichos procesos y causas de cada -uno, él, como Pesquisidor, en nombre de Sus Altezas, queria tomar el -cognoscimiento de las causas y estaba presto de hacer todo cumplimiento -de justicia. Respondieron D. Diego y Rodrigo Perez, quel Almirante -tenia de Sus Altezas otras Cartas, y poderes mayores y más fuertes que -podian mostrar, y que allí no habia Alcalde alguno, y que D. Diego no -tenia poder del Almirante para hacer cosa alguna, y que pedian que les -diese traslado de la Carta de Sus Altezas para la enviar al Almirante, -á quien todo aquello competia. Respondió el Comendador, que pues no -tenian poder para ninguna cosa, que no era menester darles traslado, -y que se lo denegaba; y como vido el Comendador que el nombre y uso -de Pesquisidor parecia que no tenia mucha eficacia, quiso darles á -entender á todos el nombre y obra de Gobernador, para que cognosciesen -que ya el Almirante allí no tenia nada en la jurisdiccion, y que sólo -él habia de tener la gobernacion, y les podia en todo mandar y vedar, -no solamente á ellos, pero tambien al Almirante, como á su súbdito, -para lo cual, otro dia, mártes, 25 del mismo mes de Agosto, acabada la -misa, saliéndose á la puerta de la iglesia, estando presentes D. Diego -y Rodrigo Perez, y todos los demas, porque en estos dias era grande la -devocion que todos tenian de oir y ver novedades, y por eso ninguno ó -pocos faltaban á la misa, sacó el Comendador otra Patente ó provision -Real, y mandóla leer y notificar en presencia de todos, la cual decia -así: - -«D. Hernando y Doña Isabel, por la gracia de Dios, etc.: A vos, los -Concejos, Justicias, Regidores, Caballeros y Escuderos, Oficiales y -homes buenos de todas las islas y tierra firme de las Indias, y á -cada uno de vos, salud y gracia: Sepades que Nos, entendiendo ser -así complidero al servicio de Dios y nuestro, y á la ejecucion de -la nuestra justicia y á la paz y sosiego y buena gobernacion desas -dichas islas y tierra firme, nuestra merced y voluntad es, que el -comendador Francisco de Bobadilla tenga, por Nos, la gobernacion y -oficio del Juzgado desas dichas islas y tierra firme, por todo el -tiempo que nuestra merced y voluntad fuere, con los oficios de justicia -y jurisdiccion civil y criminal, Alcaldias y alguacilazgos dellas, por -que vos mandamos á todos y á cada uno de vos, que luego, vista esta -nuestra Carta, sin otra alegacion ni tardanza ni jusion, recíbades -del dicho Comendador el juramento y solemnidad que en tal caso se -acostumbra hacer, el cual por él hecho, le rescibais por nuestro Juez -Gobernador desas dichas islas y tierra firme, y lo dejeis y consintais -libremente usar y ejercer el dicho oficio de Gobernador, y cumplir y -ejecutar la nuestra justicia en esas dichas islas y tierra firme, y en -cada una dellas, por sí y por sus Oficiales y Lugares tenientes, que -es nuestra merced que los dichos oficios de Alcaldias y alguacilazgos, -y otros oficios á la dicha gobernacion anejos, pueda poner, los cuales -pueda quitar y remover, cada y cuando viere que al nuestro servicio -y á la ejecucion de la nuestra justicia cumpla, y poner y subrogar -otros en su lugar, y oir y librar y determinar, y oigan y libren y -determinen todos los pleitos y causas, así civiles como criminales, -que en las dichas islas y tierra firme están pendientes, comenzados y -movidos, y se movieren y comenzaren de aquí adelante cuando por Nos el -dicho oficio trujere, y haber y llevar los salarios acostumbrados y -á los dichos oficios justamente pertenecientes, y se hagan cualquier -pesquisas en los casos de derecho, permisos y todas las otras cosas -al dicho oficio pertenecientes, y que entienda él, ó quien su poder -hobiere, que á nuestro servicio y á la ejecucion de nuestra justicia -cumpla; y para usar y ejercer el dicho oficio, y cumplir y ejecutar -la nuestra justicia, todos vos conformedes con él, y, con vuestras -personas y gentes, le dedes y fagades dar todo el favor y ayuda que vos -pidiere y menester hobiere, y que en ello, ni en parte dello, embargo -ni contrario alguno le non pongades ni consintades poner, ca Nos, por -la presente, le rescibimos y habemos por rescibido al dicho oficio -y al uso y ejercicio dél, y le damos poder cumplido para lo usar y -ejercer y cumplir, y ejecutar la nuestra justicia en las dichas islas -y tierra firme, y en cada una dellas, caso que por vosotros, ó por -alguno de vos, no sea rescibido. Y, por esta nuestra Carta, mandamos -á cualesquier persona ó personas que tienen las varas de nuestra -justicia y de los oficios de Alcaldias y alguacilazgos de todas las -dichas islas y tierra firme, y de cada una dellas, que luego que por -el dicho comendador, Francisco de Bobadilla, fueren requeridos, se las -entreguen y no usen más dellas sin nuestra licencia y especial mandado, -so las penas en que caen é incurren las personas privadas que usan de -oficios públicos para que no tienen poder ni facultad, ca Nos por la -presente los suspendemos y habemos por suspensos. Y otrosi es nuestra -merced, que si el dicho comendador Francisco de Bobadilla entendiere -ser cumplidero á nuestro oficio y á la ejecucion de nuestra justicia, -que cualesquier caballeros y otras personas de los que agora están y -de aquí adelante en las dichas islas y tierra firme, salgan dellas -y que no entren ni estén en ellas, y que se vengan y presenten ante -Nos, que lo él pueda mandar de nuestra parte y los haga dellas salir; -á los cuales, y á quien lo él mandáre, Nos por la presente mandamos, -que luego, sin sobre ello nos requerir ni consultar, ni esperar -otra nuestra Carta ni mandamiento, y sin interponer dello apelacion -ni suplicacion, lo pongan en obra, segun que lo él dijere y mandáre, -so las penas que les pusiere de nuestra parte, las cuales, Nos, por -la presente, les ponemos y habemos por puestas, y le damos poder y -facultad para las ejecutar en los que remisos é inobedientes fueren, y -en sus bienes. Para lo cual todo, que dicho es, y para cada una cosa -y parte dello, y para usar y ejercer el dicho oficio, y cumplir y -ejecutar la nuestra justicia en esas dichas islas y tierra firme, y en -cada una dellas, le damos, por esta nuestra Carta, poder cumplido, con -todas sus incidencias y dependencias, anexidades y conexidades, etc. -Dada en la noble villa de Madrid, á 21 dias del mes de Mayo, año del -nascimiento de Nuestro Señor Jesucristo de 1499 años.—Yo el Rey.—Yo -la Reina.—Yo Miguel Perez de Almazán, Secretario, etc.» - -Despues de leida la susopuesta Carta, juró en forma de derecho, y -hizo la solemnidad que se requeria, el Comendador, como los Reyes lo -mandaban; y luego requirió al don Diego y á Rodrigo Perez, teniente -del Almirante, y á la otra gente que allí estaba, que la obedeciesen y -cumpliesen, y que, en cumplimiento della, el dicho D. Diego y Rodrigo -Perez le diesen y entregasen los presos que tenian para ahorcar, en la -fortaleza, con los procesos que contra ellos habia. Respondieron D. -Diego y Rodrigo Perez, que la obedecian como á Carta de sus Reyes y -señores, y, cuanto al cumplimiento, que decian lo que dicho tenian á -la primera, que ellos no tenian poder del Almirante para cosa ninguna, -y que otras Cartas y poderes tenia el Almirante más firmes y fuertes -que aquella. Y porque parecia que la gente ponia duda en todas las -provisiones y requerimientos dichos, para provocalla y atraella más á -sí, y quitalle el temor que sospechaba que tenian del Almirante y de -sus hermanos, y porque lo que más ansiaban, por entónces, era que se -les pagase lo que se les debia del sueldo, y pagárselo era para ellos -alegrísima nueva, y que les podia mover á negar al Almirante, aunque -mucho le quisiesen, mandó leer en presencia de todos las Provision y -Cédula que se siguen: - -«D. Fernando y Doña Isabel, por la gracia de Dios, etc.: A vos, D. -Cristobal Colon, nuestro Almirante del mar Océano, de todas las -islas y tierra firme de las Indias, y á vos, los hermanos del dicho -Almirante, que estais en ellas, y á otras cualesquier personas en cuyo -poder están las fortalezas, y casas, y navíos, y armas, y pertrechos, -y mantenimientos, y caballos, y ganados, y otras cualesquier cosas -nuestras, que Nos tenemos en las dichas islas y tierra firme, y á -cada uno de vos, salud y gracia: Sepades que Nos enviamos por nuestro -Gobernador desas islas y tierra firme, al comendador Francisco de -Bobadilla, y es nuestra merced y voluntad, que el tiempo que él tuviere -por Nos el dicho oficio, tenga por Nos y en nuestro nombre las dichas -fortalezas, y casas y navíos, y las otras cosas susodichas, por que vos -mandamos á todos y á cada uno de vos, que luego que con esta nuestra -Carta fuéredes requeridos, que, sin otra excusa ni dilacion alguna, -dedes y entreguedes y fagades dar y entregar las dichas fortalezas, y -casas, y navíos, y armas, y pertrechos, y mantenimientos, y caballos, -y ganados, y otras cualesquier cosas nuestras que Nos tenemos en -las dichas islas y están en vuestro poder, al dicho Comendador ó á -las personas ó persona que su poder tuvieren para las rescibir, y -lo apodereis en lo alto y bajo, y fuerte de las dichas fortalezas, -y casas, y navíos, y en todo lo otro susodicho, á toda su voluntad; -lo cual, todo, mandamos al dicho Comendador que tome y resciba por -inventario, y ante Escribano público, y no acuda con ello ni con cosa -alguna, ni parte dello á persona alguna sin nuestra licencia especial: -lo cual todo vos mandamos que hagades y cumplades, no embargante que -en la dicha entrega de las dichas fortalezas no intervenga portero -cognoscido de nuestra Casa, ni las otras solemnidades ni cosas que -en tal caso se requieren. Y haciéndolo y cumpliéndolo así, Nos, por -la presente, vos alzamos cualquier pleito homenaje, y seguridad, y -solemnidad que á Nos ó á otra cualquier persona tengais fecho, y -vos damos por libres y quitos de todo ello, á vosotros y á vuestros -descendientes, y á vuestros bienes, y á los suyos, para agora y para -siempre jamás; lo cual, todo, vos mandamos que fagades, so pena de caer -en mal caso, y en las otras penas y casos en que caen y incurren los -que no entregan fortalezas y otras casas, siéndoles demandadas por su -Rey y Reina, y señores naturales, y los unos y los otros no fagades ni -fagan ende al, por alguna manera, so pena de la nuestra merced, y de -10.000 maravedís para la nuestra Cámara, etc. Dada en la noble villa -de Madrid, á 21 dias del mes de Mayo, año del nascimiento de Nuestro -Salvador, Jesucristo, de 1499 años.—Yo el Rey.—Yo la Reina, etc.» - -«Comendador Francisco de Bobadilla: Por que de la gente que ha estado -y está en las islas y tierra firme de las Indias, á donde vais por -nuestro mandado, ha estado y está alguna á nuestro sueldo, y la otra -está á cargo de pagar del Almirante, segun lo que con él se asentó por -nuestro mandado, y nuestra merced es que la que fuere á nuestro cargo, -hasta agora, y la que agora llevais á nuestro sueldo, se pague de lo -que se ha cogido y cobrado, y se cogiere y cobrare en las dichas islas -de aquí adelante, y pertenece y perteneciere á Nos; vos mandamos que -averigüeis la gente que ha estado á nuestro sueldo hasta aquí, y lo que -le fuere debido de su sueldo, y, así averiguado, lo pagueis, con la -gente que agora llevais, de lo que se ha cogido para Nos en las dichas -islas, y cogiéredes y cobráredes de aquí adelante; y la que halláredes -que es á cargo de pagar del dicho Almirante la pague él, por manera -que la dicha gente cobre lo que le fuere debido, y no tenga razon de -quejarse, para lo cual, si necesario es, vos damos poder cumplido por -esta nuestra Cédula, y no fagades ende al. De Sevilla, á 30 dias de -Mayo, de 500 años.—Yo el Rey.—Yo la Reina, etc.» - - - - -CAPÍTULO CLXXX. - - -Leidas esta Carta y Cédula reales, mucho gozo rescibieron los que -llevaban sueldo del Rey, porque esperaban ser pagados, y se ofrecieron -á todo lo que el Comendador mandase de parte de Sus Altezas, porque -no pudiera por entónces venirles otra mejor nueva. Tornó de nuevo una -y más veces el Comendador á requerir á D. Diego y á Rodrigo Perez, -teniente del Almirante, y á otros Alcaldes, si alguno más habia, -que le diesen los presos y los procesos, y que él queria determinar -su justicia como los Reyes le mandaban, donde no que protestaba de -sacallos por fuerza; á todo y todas las veces respondia D. Diego y -Rodrigo Perez, que obedecian las provisiones y Cédula de Sus Altezas, -pero que, cuanto al cumplimiento, no tenian poder para los dar, -por estar presos por el Almirante, y que el Almirante tenia otras -mejores y más firmes Cartas y poderes que él traia, etc. De aquí -fué á la fortaleza, y mandó que las provisiones se notificasen al -Alcaide, que era Miguel Diaz, el cual se paró entre las almenas, y -oida, y recognoscidas las firmas y sello de los Reyes, desde arriba, -y requerido que diese los presos y la fortaleza, como los Reyes lo -mandaban, respondió que le diesen traslado dellas: dijo el Comendador, -que no era tiempo, ni sufria dilacion para dalle traslado, porque -aquellos presos estaban en peligro de ser ahorcados, porque, segun -habia sabido, el Almirante habia mandado que los ahorcasen, por tanto -que luego los diese y entregase, sino que él haria lo que debia hacer -hasta sacallos, por lo cual le protestaba que, si daños ó muertes -se siguiesen, fuese á su culpa, etc. Responde el Alcaide, que pedia -plazo y traslado para responder á dicha Carta, por cuanto él tenia la -dicha fortaleza por el Rey, por mandado del Almirante, su señor, el -cual habia ganado estas tierras y isla, y que viniendo él, él haria -todo lo que le mandase. Despues que vido que no tenia remedio que le -diesen los presos por los requerimientos y protestaciones y diligencias -hechas, juntó toda la gente que de Castilla traia á sueldo del Rey, é -los marineros de las carabelas, y requirióles y mandóles, y á todas -las otras personas que en la villa estaban, que fuesen con él con sus -armas, y le diesen todo el favor y ayuda, y guardasen su persona, para -entrar la fortaleza sin hacer daño en ella ni en persona alguna, si -no le fuese defendida la entrada. Luego, toda la gente, dijeron que -allí estaban prestos y aparejados para hacer todo lo que de parte de -los Reyes les mandase, con toda buena voluntad; y así, aquel mártes, -á hora de vísperas, fué con toda la gente á la fortaleza, y mandó -y requirió al Alcaide que le abriese las puertas. Paróse entre las -almenas el Alcaide, y con él, Diego de Alvarado, con las espadas -sacadas, y dijo el Alcaide que respondia lo que tenia dicho y en -ello se retificaba; y como la fortaleza no tenia tanta costilla como -Salsas, por ser hecha contra gente desnuda y sin armas, desventurada, -llegó el Comendador y la gente, y, con el gran ímpetu que dieron á la -puerta principal, quebraron luego el cerrojo y cerradura que tenia por -de dentro; puestas escalas tambien por otras partes para entrar por -las ventanas, pero no fueron necesarias porque la puerta dió libre, -luego, la entrada. El Alcaide y Diego de Alvarado, que estaban dentro, -y que se mostraron á las almenas con las espadas sacadas, ninguna -resistencia hicieron. El Comendador, luego entrando, preguntó á dónde -los presos estaban, y hallólos en una cámara, con sus grillos á los -piés; subióse á lo alto de la fortaleza, é hízolos subir allá, donde -les hizo algunas preguntas; despues los entregó con los grillos al -alguacil, Juan de Espinosa, mandándole que los tuviese á buen recaudo. -Cuando el Almirante supo la venida de Bobadilla, y lo que comenzó hacer -en Sancto Domingo y las provisiones que mostraba, y haber tomado la -fortaleza y lo demas, porque luego le avisaba de todo su hermano D. -Diego, no podia creer que los Reyes tales cosas hobiesen proveido, por -las cuales, así totalmente lo quisieron deshacer sin haber de nuevo -en cosa ofendido, ántes obligádolos con nuevos trabajos y servicios -con el descubrimiento de la tierra firme, y perlas de Paria, y otras -islas, y sospechó no fuese algun fingimiento del Bobadilla, como fué -el de Hojeda, que, para revolver la gente contra el Almirante, fingia -que traia poderes de los Reyes para gobernar con él y constreñille á -que pagase los sueldos á los que lo ganaban del Rey, como arriba en el -cap. 169 pareció. Y, ciertamente, cosa fué aquesta de gran turbacion -y sobresalto y amargura para el Almirante, y fuera para cualquiera -otra persona, por prudente que fuera, que habiendo servido de nuevo -tanto, y no delinquido hasta entónces de nuevo más de lo que Juan -Aguado habia á los Reyes notificado, el cual llevó cuanto llevar -pudo, de quejas y de los agravios que hasta entónces decian que habia -hecho á los cristianos, horribilísima y dolorosísima cosa era verse -así, sin ser oido ni vencido, de todo su estado, absolutamente, por -los Reyes tan católicos, á quien tanto tenia obligados, desposeido y -despojado; pero como arriba en algunos capítulos se ha dicho, hacello -los Reyes no fué en su mano, ántes para bien del mismo Almirante, -divinal y misericordiosamente ordenado. Y por la sospecha que hobo, de -no fuese, por ventura, otra invencion como la de Hojeda, dijeron que -habia mandado apercibir á los Caciques y señores indios, que tuviesen -apercibida gente de guerra para cuando él los llamase; porque de los -cristianos, cuanto á la mayor parte, poco confiaba, como anduviese -tras muchos á caza que andaban levantados, y cada dia temia que se le -habian de levantar más, siendo tambien tan fresco el levantamiento de -Francisco Roldan que tanto habia durado. Finalmente acordó de acercarse -á Sancto Domingo, para lo cual se vino al Bonao, 10 leguas más cerca -de la Vega donde estaba, donde estaban algunos cristianos como -avecindados, que tenian por allí labranzas que tomaban á los indios, y -otras que les forzaban á hacérselas aunque les pesase, y comenzaba ya á -llamarse la villa del Bonao. El comendador Bobadilla, que ya era y lo -llamaban á boca llena, Gobernador, despachó un Alcalde con vara, con -sus poderes y los traslados de las provisiones, la tierra adentro, para -que las notificase al Almirante y á los que por allá hallase, el cual -lo tomó ya venido al Bonao: no le escribió carta ninguna notificándole -su venida. El Almirante le escribió diciéndole que fuese bien venido, -y nunca hobo respuesta dél, lo cual fué grande descomedimiento y señal -de traer contra el Almirante propósito muy malo; y lo peor que es, que -escribió á Francisco Roldan, que estaba en Xaraguá, y á otros quizá -de los alzados, de lo que mucho el Almirante se quejaba. Notificadas -las provisiones reales, dijeron que respondió el Almirante, que él era -Visorey y Gobernador general, y que las provisiones y poderes que el -Comendador traia no eran sino para lo que tocaba á la administracion de -la justicia, y por tanto requirió al mismo Alcalde que el Comendador -enviaba, y á la otra gente del Bonao, que se juntasen con él y á él -obedeciesen en lo universal, y al Comendador en lo que le perteneciese -como á Juez y administrador de justicia, y que todo lo que respondió -fué por escrito. Desde á pocos dias llegaron, un religioso de San -Francisco, que se llamaba fray Juan de Trasierra, y Juan Velazquez, -Tesorero de los Reyes, con quien el Comendador le envió una carta de -los Reyes que decia lo siguiente: - -«D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante del mar Océano: Nos habemos -mandado al comendador Francisco de Bobadilla, llevador de esta, que vos -hable de nuestra parte algunas cosas que él dirá; rogamos os que le -deis fe y creencia, y aquello pongais en obra. De Madrid á 26 de Mayo -de 99 años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Y por su mandado, Miguel Perez -de Almazán.» - -Rescibida esta carta y platicadas muchas cosas entre él y el religioso -y el Tesorero, que fueron los mensajeros, determinó de venirse con -ellos á Sancto Domingo; entretanto, el Comendador hizo gran pesquisa -y examinacion de testigos, sobre la hacienda que era del Rey, y quién -la tenia en cargo, y lo que era del Almirante, al cual tomó las arcas -y toda la hacienda que tenia de oro, y plata, y joyas, y aderezos -de su casa, y áun se aposentó en su misma casa y se apoderó en ella -y en todo lo que del Almirante era. Tomóle ciertas piedras doradas, -que eran como madres de oro, que por tiempo se convirtieran en oro, -todas, como hemos visto muchas dellas que, partiéndose por medio, está -el oro entreverado, en unas partes más oro que piedra, y en otras -más piedra que oro, por manera que á la clara parece que toda la tal -piedra se va convirtiendo en oro; tomóle tambien las yeguas y caballos -y todo lo que más halló ser suyo, con todos los libros y escrituras -públicas y secretas que tenia en sus arcas, lo que más dolor le dió -que todo, y nunca le quiso dar una ni ninguna. Esto dijo que tomaba -para pagar el sueldo á los que se les debia, que pagarlo era á cargo -del Almirante, por las cláusulas que venian en los poderes que arriba -quedan recitados. En estos dias, toda la gente española que habia -en la Vega y en el Bonao, y en otras partes comarcanas, cuanto más -podia, se descolgaba hácia Sancto Domingo á ver al Gobernador nuevo -y gozar de las novedades. Para atraer á toda la gente á sí, mandó -apregonar franqueza del oro, conviene á saber, que todos los que -quisiesen ir á cogerlo no pagasen al Rey más de la undécima parte por -veinte años, pero caro le costó, como en el siguiente libro se verá; -la misma franqueza concedió de los diezmos que entónces se pagaban al -Rey. Item, apregonó que venia á pagar los sueldos que se les debia -por el Rey, y constreñir que pagase el Almirante los que eran á su -cargo; con estas nuevas negaban y renegaban de sus padres. Vido buen -aparejo el Comendador, como todos los más estuviesen descontentos y -muy indignados del Almirante y de sus hermanos, y lo viesen ya caido -de la Gobernacion y de su estado, y fuesen al Gobernador con quejas y -acusaciones, y representasen sus agravios; hizo de su oficio pesquisa -secreta contra él y ellos, para la cual halló á todos voluntarios y -bien aparejados. Y porque, como dice Boecio, lo primero que desmampara -á los infelices es la buena estimacion, y sucede el menosprecio y -corrimiento y disfavores, comenzando á tomar testigos, las piedras -se levantaban contra sus hermanos y él: _Quo fit ut existimatio -bona prima omnium deserat infelices. Qui nunc populi rumores, quam -dissonæ, multiplicesque sententiæ, piget reminisci. Hoc tantum -dixerim, ultimam esse adversæ fortunæ sarcinam, quod dum miseris -aliquod crímen affingitur, quæ perferunt, meruisse creduntur._ Boecio, -cuarta prosa del libro I; la cual sentencia hace harto al propósito -de la infelicidad y desdicha del Almirante, que, desque se comenzó la -pesquisa, no sólo secretamente pero pública, era acusado y vituperado, -y se decian y clamaban sus defectos, afirmando que de todo mal y pena -era dignísimo. Acusáronlo de malos y crueles tratamientos que habia -hecho á los cristianos en la Isabela, cuando allí pobló, haciendo por -fuerza trabajar los hombres sin dalles de comer, enfermos y flacos, en -hacer la fortaleza y casa suya, y molinos, y aceña, y otros edificios, -y en la fortaleza de la Vega, que fué la de la Concepcion, y en -otras partes, por lo cual murió mucha gente de hambre, y flaqueza, -y enfermedades, de no darles los bastimentos segun las necesidades -que cada uno padecia; que mandaba azotar y afrentar muchos hombres -por cosas livianísimas, como porque hurtaban un celemin de trigo, -muriendo de hambre, ó porque iban á buscar de comer. Item, porque se -iban algunos á buscar de comer, á donde andaban algunas Capitanías -de cristianos, habiéndole pedido licencia para ello, y él negándola, -y no pudiendo sufrir la hambre, que los mandaba ahorcar; que fueron -muchos los que ahorcó por ésto, y por otras causas, injustamente. Que -no consentia que se baptizasen los indios que querian los clérigos -y frailes baptizar, porque queria más esclavos que cristianos; pero -esto podia impedir justamente, si los querian baptizar sin doctrina, -porque era gran sacrilegio dar el baptismo á quien no sabia lo que -rescibia. Acusáronle que hacia guerra á los indios, ó que era causa -della injustamente, y que hacia muchos esclavos para enviar á Castilla. -Item, acusáronle que no queria dar licencia para sacar oro, por -encobrir las riquezas desta isla y de las Indias, por alzarse con ellas -con favor de algun otro Rey cristiano. La falsedad desta acusacion -está bien clara, por muchas razones arriba dichas, y algunas veces -referidas, donde parece que ántes moria y trabajaba por enviar á los -Reyes nuevas de minas ricas, y por envialles oro para suplir los gastos -que hacian; y esto tenia por principal interés y provecho suyo, porque -via que todos los que lo desfavorecian para con los Reyes no alegaban -otra causa sino que gastaban y que no recibian utilidad ninguna, y -así, estaba infamada y caida toda la estimacion deste negocio de las -Indias, de donde todo el mal y daño suyo procedia: y así, no parece -tener color de verdad este delito que le imputaban. Acusáronle más, que -habia mandado juntar muchos indios armados para resistir al Comendador -y hacelle tornar á Castilla, y otras muchas culpas é injusticias y -crueldades en los españoles cometidas, pero en la honestidad de su -persona ninguno tocó, ni cosa contra ella dijo, porque ninguna cosa -dello que decir habia; pero poca cuenta tenian los que le acusaban de -hacer mencion de las que habian ellos cometido, y él en mandallo, en -las guerras injustas y malos y asperísimos tratamientos en los tristes -indios. Y esta fué insensibilidad y bestialidad general de todos los -jueces que han venido y tenido cargo de tomar cuenta y residencia á -otros jueces en estas Indias, que nunca ponian por cargos (sino de muy -pocos años atras, hasta que fueron personas religiosas que clamaron -en Castilla), muertes, ni opresiones, ni crueldades cometidas en -los indios, sino los agravios de nonadas que unos españoles á otros -se hacian, y otras cosas, que, por graves y gravísimas que fuesen, -eran aire y accidentes livianísimos, comparadas á las más chicas que -padecian los indios, las cuales, como sustanciales, asolaban como han -asolado, todas estas Indias. Muchas destas y otras, tambien acusaron á -sus hermanos; yo vide el proceso ó pesquisa y della muchos testigos, -y los cognoscí muchos años, que dijeron las cosas susodichas. Dios -sabe las que eran verdad, y con qué razon é intencion se tomaban y -deponian, puesto que yo no dudo sino que el Almirante y sus hermanos -no usaron de la modestia y discrecion, en el gobernar los españoles, -que debieran, y que muchos defectos tuvieron, y rigores y escaseza en -repartir los bastimentos á la gente, pues no los daban los Reyes sino -para mantenimientos de todos, y que se distribuyeran segun el menester -y necesidad de cada uno, por lo cual todo cobraron contra ellos, la -gente española, tanta enemistad; pero como el Almirante y ellos, tan -perniciosamente, cerca de la entrada en estas tierras y tratamientos -destas gentes, cuyas eran, y que ni pudieron, ni supieron, ni tuvieron -á quien se quejar, erraron, no podia ser ménos, por justo juicio -divino, sino que tambien cerca de la gobernacion y tratamiento de los -españoles errasen, para que, sabiendo y pudiendo y teniendo á quien -quejarse, hobiese ocasion para cortar el hilo que el Almirante llevaba -de disminuirlas, y con quitárselas de las manos con tanta pérdida, -desconsuelo y deshonor suyo, por las culpas ya cometidas, se castigase, -y porque, al fin, otros las habian de consumir, permitiéndolo así -la divinísima justicia, por los secretos juicios que Dios se sabe, -ménos parece ser ordenado divinalmente para utilidad dellas, que del -Almirante. - - - - -CAPÍTULO CLXXXI. - - -El Comendador, sabiendo que el Almirante venia para Sancto Domingo, -mandó prender á su hermano D. Diego, y, con unos grillos, échalo en una -carabela de las que él habia traido, sin decille por qué ni para qué, -ni dalle cargo ni esperar ni oir descargo; llegó el Almirante y vále á -ver, y el rescibimiento que le hizo fué mandalle poner unos grillos, -y metelle en la fortaleza, donde ni él lo vido ni le habló más, ni -consintió que hombre jamás le hablase. Cosa pareció esta absurdísima, -descomedida, y detestable juntamente, y miseranda y miserable, que -una persona en tanta dignidad subida, como era Visorey y Gobernador -perpétuo de todo este orbe, y por muy remerecido renombre Almirante del -mar Océano, y que, con tantos trabajos, peligros y sudores, aquellos -títulos, por singular privilegio de Dios escogido, habia ganado, y -con mostrar al mundo este mundo, tantos siglos encubierto al mundo, -porque así lo diga y peculiarmente á los Reyes y reinos de Castilla, -con vínculo antidotal y por natural razon establecido, á perpétuo -agradecimiento habia obligado, que tan inhumana y descomedidamente, -y con tanto deshonor haya sido tratado, cosa, por cierto, indigna -de razon recta fué, y más que monstruosa. Tenia el Adelantado ya en -Xaraguá y Francisco Roldan, presos, de los que de nuevo se alzaban, -pienso que oí por aquellos tiempos decir que eran 16, metidos en -un hoyo ó pozo, para los ahorcar. Envió el Comendador á decir al -Almirante que escribiese al Adelantado que no tocase en ellos por -manera del mundo, y lo enviase á llamar, y así lo hizo, mandándole -que viniese con toda paz y obediencia á los mandamientos Reales, y no -curase de su prision, que á Castilla irian, y los Reyes remediarian -sus agravios. Llegado el Adelantado á Sancto Domingo, halló en -el Comendador el hospedaje que habia dado al Almirante. Preso el -Almirante con sus dos hermanos, y en las carabelas aherrojados, los -que más mal les querian tuvieron aparejo para cumplidamente dellos -vengarse, porque no les bastó gozarse de vellos con tanto deshonor -y abatimiento angustiados, pero áun por escrito y por palabras, con -larga licencia, de dia y de noche no cesaban, poniendo líbelos famosos -por los cantones y leyéndolos públicamente, de maldecir y escarnecer -dellos, y blasfemallos, y lo que más duro les pudo ser, que algunos -de los que esto tan temeraria é impiamente hacian, habian comido su -pan y llevado su sueldo, y eran sus criados; y, lo que no sin gran -lástima y dolor se puede ni conviene decir, cuando querian echar los -grillos al Almirante, no se hallaba presente quien por su reverencia -y de compasion se los echase, sino fué un cocinero suyo descognoscido -y desvergonzado, el cual, con tan deslavada frente se los echó, como -si le sirviera con algunos platos de nuevos y preciosos manjares. Este -yo le cogsnoscí muy bien, y llamábase Espinosa, sino me he olvidado. -Estos grillos guardó mucho el Almirante, y mandó que con sus huesos -se enterrasen, en testimonio de lo quel mundo suele dar, á los que en -él viven, por pago. Ciertamente, cosa es esta digna de con morosidad -ser considerada, para que los hombres, ni confien de sus servicios y -hazañas, ni esperen estar seguros, porque mucho tengan los Príncipes -ó Reyes por ellas obligados, porque al cabo son hombres y mudables, -y tanto más mudables, cuanto su ánimo real de muchos es golpeado, y -pocas veces complidamente á los verdaderos servicios, con mercedes -condignas satisfacen, y muchas con disfavores y amortiguada y obliviosa -gratitud las que han hecho deshacen. Por esta causa, el profeta -David clamaba: _Nolite confidere in principibus in filiis hominum in -quibus non est salus_. Sólo Dios es el que hace las mercedes y no las -impropera ni las deshace, como dice San Pablo, cuando verdaderamente -dél no nos desviamos, y el que no engaña ni puede ser engañado, aunque -tenga muchos privados. Y puesto que los católicos Reyes fuesen mucho -agradecidos á los servicios del Almirante, y les pesase, como abajo -se declarará, de su prision y el mal tratamiento que el Comendador -hizo á él y á sus hermanos, empero, en la verdad, fueron tan largos -y exorbitantes los poderes que le dieron, y pusieron en él tanta -confianza, que, si más de lo que hizo contra el Almirante y sus -hermanos hiciera, y peor de lo que los tractó los tractara, para todo -parece, por los mismos poderes, que tuvo poder y mando. Parece que -los católicos Reyes debieran exceptuar que no tocara en la persona -del Almirante, pero creo que, como cosa que de sí era manifiesta no -incluirse en los dichos poderes, segun buen juicio, y áun segun reglas -del derecho, de hacer tal excepcion no curaron. En fin, poco ménos -calamitoso fué el fruto y galardon que reportó el Almirante de sus tan -grandes trabajos, y de haber mostrado este orbe nuevo al mundo, que -hobo aquel fortísimo é industriosísimo Belisario, gran Capitan del -emperador Justiniano, el cual, despues de vencidos los persas en el -Oriente y los vándalos en Africa, y traidos en triunfo, y los godos en -Italia, y otra vez los mismos vándalos postrados y echados de Africa, -y á Totila, rey de los godos, dos veces resistido, y Roma, otra vez -que estuvo cercada un año, de los mismos godos, la descercó y envió -las llaves al Emperador, y dejando de ser Rey de los godos, porque lo -elegian por Rey y le ofrecian todo servicio y favor para que tomase el -reino de Italia, y hecho en servicio y defensa y aumento del Imperio -romano muchas otras hazañas, al cabo rescibió el galardon que suelen -haber muchas veces los varones meritísimos, que por el bien universal -se aventuran, y trabajan por las repúblicas; este fué, que como fuese -de los que no le amaban, envidiado, y levantádole que queria alzarse -con el ejército y quitar la obediencia á Justiniano, y señorearse de -Italia, no bastando que por esta sospecha que el Emperador tuvo, le -envió á llamar, él fué luego con muchos despojos y con Vittige, rey -dellos, y otros muchos presos de los godos principales, y quitada la -sospecha que tuvo el Emperador, del todo, por entónces, finalmente, ó -porque se lo tornó á renovar, ó por odio que le tuvo, no se recordando -de sus generosos y dignos servicios, le mandó sacar los ojos y privar -de cuanto tenia, de donde vino á tal estado, que hobo de mendigar por -la extrema necesidad. Esto postrero, dice Volaterano en los comentarios -de su _Anthropología_, libro XXIII; lo demas, Procopio en los libros de -la «Guerra de los godos,» y en los de la «Guerra de Persia,» y en los -de la «Guerra contra los vándalos en África,» larguísimamente lo trata, -y otros muchos, despues de él, historiadores. Al Almirante, pues, no -le mandaron sacar los ojos, ni creo que su prision, pero ya que aquel -Comendador le prendió, y con tanto deshonor en hierros le envió, -privado de todo su estado y honra, y de toda su hacienda, hermanos, -amigos y criados, como hiciera á Francisco Roldan ó á otro de los -más bajos hombres y delincuentes que con él habian estado rebelados, -nunca, miéntras vivió, los Reyes sus pérdidas y deshonra ni estado -recompensaron, ántes, habiendo añadido otros admirables acerbísimos -y muchos trabajos y peligros, en nuevos descubrimientos que despues -hizo por servilles, al fin, en gran necesidad, disfavor y pobreza, -como en el siguiente libro se dirá, murió; y lo que más amargo y más -doloroso que sacarle los ojos sintió, y con razon, fué el sobresalto -y angustia, que, cuando de la fortaleza le sacaron para llevarle al -navío, creyendo que le sacaban á degollar, rescibió. Y así, llegando -Alonso de Vallejo, un hidalgo, persona honrada, de quien luego más se -dirá, á sacalle y llevalle al navío, preguntóle, con rostro doloroso -y profunda tristeza, que mostraba bien la vehemencia de su temor: -«Vallejo ¿dónde me lleváis?» respondió Vallejo: «señor, al navío vá -vuestra señoría á se embarcar;» repitió, dudando el Almirante: «Vallejo -¿es verdad?» responde Vallejo: «por vida de vuestra señoría, que es -verdad que se vá á embarcar.» Con la cual palabra se conhortó, y cuasi -de muerte á vida resucitó. ¿Qué mayor dolor pudo nadie sentir? ¿Qué más -vehemente turbacion le pudo cosa causar? Creo que tuviera entónces por -pena liviana que los ojos le sacaran como á Belisario, si de la muerte -Vallejo le asegurara. Tan súpitamente derriballo de la dignidad de -Visorey, que á todos los gobernaba y mandaba, sin cometer, como arriba -algunas veces se ha dicho, nuevas culpas (cuanto á los españoles digo, -que eran las que por culpas se estimaban y porque le maltrataban), -ántes él habia recibido, despues que vino, ofensas y desobediencias y -daños grandes, y sin ponelle cargos ni él descargarse, á tan miserable -y abatido estado, que temiese ser, por un hombre, particular juez, -justiciado, no pudo sino incomparable materia de angustia, y amargura, -y estupenda turbacion causarle. A Francisco Roldan, autor de todos los -alborotos y levantamientos pasados, y á D. Hernando de Guevara, que -ahora se habia alzado, y á los demas que estaban para ahorcar, no supe -que penase ni castigase en nada, los cuales yo vide pocos dias despues -desto, que yo á esta isla vine, sanos y salvos, y harto más que el -Almirante y sus hermanos prosperados, si llamarse puede, aquella vida -que tenian prosperidad y no más infelicidad. Metido en la carabela ó -navío el Almirante y sus hermanos, aherrojados, dió cargo dellos el -Comendador y envió por Capitan de las dos carabelas que habia traido, -al dicho Alonso de Vallejo, mandándole, que así, con sus hierros y -los procesos ó pesquisas que hizo, los entregase al obispo D. Juan de -Fonseca en llegando á Cáliz. Este Alonso de Vallejo, persona, como -dije, prudente, hidalgo y muy honrado, y harto mi amigo, era criado de -un caballero de Sevilla, que se llamaba Gonzalo Gomez de Cervantes, -tio, segun se decia, del mismo obispo D. Juan, y de aquí debió de venir -que el comendador Bobadilla, quiso, por agradar al Obispo, dar cargo á -Vallejo que llevase preso al Almirante. Sospecha hobo harto vehemente -quel Comendador hobiese hecho tanta vejacion y mal tractamiento al -Almirante, con favor y por causa del dicho obispo D. Juan, y si así fué -no le arrendaria al señor Obispo la ganancia. - - - - -CAPÍTULO CLXXXII. - - -Partieron las carabelas del puerto de Sancto Domingo para Castilla, -con el Almirante preso y sus hermanos, al principio del mes de Octubre -de 1500 años. Quiso Nuestro Señor de no alargalles mucho el viaje, por -acortalles la prision, porque llegaron á 20 ó 25 dias de Noviembre á -Cáliz. En el camino, del Alonso de Vallejo y del Maestre, que dije -arriba llamarse Andrés Martin de la Gorda, por su carabela que se llamó -así, el cual creo que tambien traia mandado el recaudo del Almirante -y de sus hermanos, fué el Almirante y sus hermanos bien tratados; -quisieron quitarle los grillos, pero no consintió el Almirante hasta -que los Reyes se los mandasen quitar, y, segun en aquel tiempo oí -decir, el dicho maestre Andrés Martin, llegando á Cáliz, dió lugar que -saliese secretamente un criado del Almirante, con sus cartas para los -Reyes y para otras personas, ántes que los procesos entregase, creyendo -que los Reyes se moverian por sus cartas, rescibiéndolas primero que -las del Comendador, y proveerian lo que conviniese al Almirante, puesto -que, como católicos y agradecidos Príncipes, no dejaran, sin aquello, -de proveer lo que mandaron. No hallé original ni minuta de carta suya, -que escribiese desde Cáliz el Almirante á los Reyes; por ventura, no -quiso escribilles, sino que de otros lo supiesen, por verse así tan -afrentado por sus poderes, creyendo quizá, tambien, que de su voluntad -su prision habia sucedido. Escribió, empero, una carta larga al ama del -príncipe D. Juan, que sea en gloria, la cual mucho queria al Almirante, -y en cuanto podia lo favorecia con la Reina, y el tenor de la carta -es el siguiente, por el principio de la cual parece la llaneza del -Almirante, y la poca presuncion que de la vanidad de los títulos, de -que agora usa España, entónces habia. - -«Muy virtuosa señora: Si mi queja del mundo es nueva, su uso de -maltratar; es de antiguo; mil combates me ha dado, y á todos resistí, -fasta agora que no me aprovechó armas ni avisos; con crueldad me tiene -echado al fondo; la esperanza de Aquel que crió á todos, me sostiene; -su socorro fué siempre muy presto; otra vez, y no de léjos, estando -yo más bajo, me levantó con su brazo derecho, diciendo: «¡oh hombre -de poca fe, levántate, que yo soy, no hayas miedo!» Yo vine con amor -tan entrañable á servir á estos Príncipes, y he servido de servicio -de que jamás se oyó ni vido. Del nuevo cielo y tierra que decia -Nuestro Señor, por Sant Juan, en el Apocalipsi, despues de dicho por -boca de Isaías, me hizo mensajero, y amostró aquella parte. En todos -hobo incredulidad, y á la Reina, mi señora, dió dello el espíritu de -inteligencia y esfuerzo grande, y lo hizo de todo heredera, como á cara -y muy amada hija; la posesion de todo esto fuí yo á tomar en su real -nombre. La ignorancia en que habian estado todos, quisieron enmendallo -traspasando el poco saber á fablar en inconvenientes y gastos, Su -Alteza lo aprobaba, al contrario, y lo sostuvo hasta que pudo. Siete -años se pasaron en la plática, y nueve ejecutando cosas señaladas -y dignas de memoria, se pasaron en este tiempo; de todo no se fizo -concepto; llegué yo, y estoy que no hay nadie tan vil que no piense -de ultrajarme, por virtud se contará en el mundo, á quien puede no -consentillo. Si yo robara las Indias y tierra que fan faze en ello, de -que agora es la fabla del altar de Sant Pedro, y las diera á los moros, -no pudieran en España amostrarme mayor enemiga. ¿Quién creyera tal, á -donde hobo tanta nobleza? Yo mucho quisiera despedir del negocio, si -fuera honesto para con mi Reina, el esfuerzo de Nuestro Señor y de Su -Alteza fizo que continuase, y por aliviarle algo de los enojos en que -á causa de la muerte estaba (esto dice, porque era entónces muerto -el príncipe D. Juan), cometí viaje nuevo al nuevo cielo y mundo que -fasta entónces estaba en oculto, y sino es tenido allí en estima, así -como los otros de las Indias, no es maravilla, porque salió á parecer -de mi industria. Este viaje de Paria, creí que apaciguara algo por -las perlas, y la fallada del oro en la Española; las perlas mandé yo -ayuntar y pescar á las gentes, con quien quedó el concierto de mi -vuelta por ellas, y, á mi comprender, á medida de fanega; esto me salió -como otras cosas muchas, no las perdiera, ni mi honra, si buscara yo mi -bien propio y dejara perder la Española, ó se guardaran mis privilegios -y asientos, y otro tanto digo del oro que yo tenia agora junto, que con -tantas muertes y trabajos, por virtud divinal, he allegado á perfecto. -Cuando yo fuí á Paria, fallé cuasi la mitad de la gente en la Española, -alzados, y me han guerreado fasta agora como á moro, y los indios, por -otro cabo, gravemente[9]. En esto vino Hojeda y probó á echar el sello, -y dijo que Sus Altezas lo enviaban con promesas de dádivas y franquezas -y paga; allegó gran cuadrilla que en toda la Española muy pocos hay, -salvo vagabundos, y ninguno con mujer y fijos. Este Hojeda me trabajó -harto, y fuéle necesario de se ir, y dejó dicho que luego sería de -vuelta con más navíos y gente, y que dejaba la Real persona de la Reina -á la muerte; y en esto llegó Vicente Yañez, con cuatro carabelas; hobo -alboroto y sospecha, mas no daño. Despues, una nueva de seis otras -carabelas, que traia un hermano del Alcalde, mas fué con malicia, y -esto fué ya á la postre, cuando ya estaba muy rota la esperanza que Sus -Altezas hobiesen jamás de enviar navío á las Indias, y que vulgarmente -decia que Su Alteza..... Un Adrian, en este tiempo, probó alzarse otra -vez, como de ántes, mas Nuestro Señor no quiso que llegase á efecto -su mal propósito; yo tenia propuesto en mí de no tocar el cabello de -nadie, y á este, por su ingratitud, con lágrimas, no se pudo guardar -así como yo lo tenia pensado; á mi hermano no hiciera ménos, si me -quisiera matar y robar el señorío que mi Rey é Reina me tenian dado -en guarda. Seis meses habia que yo estaba despachado para venir á -Sus Altezas con las buenas nuevas del oro, y huir de gobernar gente -disoluta, que no teme á Dios, ni á su Rey y Reina, llena de achaques y -de malicias; ántes de mi partida supliqué tantas veces á Sus Altezas -que enviasen allá, á mi costa, quien tuviere cargo de la justicia, y -despues que fallé alzado al Alcalde, se lo supliqué de nuevo (ó por -alguna gente, ó al ménos, algun criado con cartas), porque mi fama es -tal, que aunque yo faga iglesias y hospitales, siempre serán dichas -espeluncas para latrones. Proveyeron ya, al fin, y fué muy contrario -de lo que la negociacion demandaba; vaya en buena hora, pues que es á -su grado. Yo estuve allá dos años, sin poder ganar una provision de -favor para mí, ni por los que allá fuesen, y este llevó una arca llena; -si parirán todas á su servicio, Dios lo sabe. Ya, por comienzos, hay -franquezas por veinte años, que es la edad de un hombre, y se coge el -oro; que hobo persona de cinco marcos en cuatro horas, de que diré -despues, más largo; si pluguiese á Sus Altezas de desfacer un vulgo de -los que saben mis fatigas, que mayor daño me ha hecho el mal decir de -las gentes, que no me ha aprovechado el mucho servir y guardar facienda -y señorío, sería limosna, é yo restituido en mi honra, é se fablaria -dello en todo el mundo, porque el negocio es de calidad que cada dia -ha de ser más sonado y en alta estima. En esto vino el comendador -Bobadilla á Sancto Domingo; yo estaba en la Vega, y el Adelantado en -Xaraguá, donde este Adrian habian hecho cabeza, mas ya todo era llano, -y la tierra rica y todos en paz. El segundo dia que llegó, se crió -Gobernador y fizo oficiales y ejecuciones, y apregonó franquezas del -oro y diezmos, y, generalmente, de toda otra cosa, por veinte años, -que es la edad de un hombre; y que venia por pagar á todos, bien que -no habian servido llenamente hasta ese dia, y publicó que á mí habia -de enviar en fierros, y á mis hermanos, así como lo ha fecho, y que -nunca yo volveria más allí, ni otro de mi linaje, diciendo de mí mil -deshonestidades y descorteses cosas. Esto todo fué el segundo dia que -llegó, como dije, y estando yo léjos, absente, sin saber dél ni de -su venida; unas cartas de Sus Altezas, firmadas en blanco, de que él -llevaba una cantidad, hinchió y envió al Alcalde y á su compañía, con -favores y encomiendas; á mí nunca me envió carta ni mensajero, ni me -ha dado fasta hoy. Piense qué pensaría quien tuviere mi cargo, honrar -y favorecer á quien probó á robar á Sus Altezas y ha fecho tanto mal -y daño, y arrastrar á quien con tantos peligros se lo sostuvo[10]. -Cuando yo supe esto, creí que esto sería como lo de Hojeda, ó uno de -los otros, templóme que supe de los frailes, de cierto, que Sus Altezas -lo enviaban; escribíle yo que su venida fuese en buena hora, y que yo -estaba despachado para ir á la corte y fecho almoneda de cuanto yo -tenia, y que en esto de las franquezas, que no se acelerase, que esto -y el gobierno yo se lo daria luego tan llano como la palma, y así lo -escribí á los religiosos. Ni él ni ellos me dieron respuesta, ántes -se puso él en son de guerra, y apremiaba á cuantos allí iban que le -jurasen por Gobernador, dijéronme, que por veinte años. Luego que yo -supe estas franquezas, pensé de adobar un yerro tan grande, y que él -seria contento, las cuales dió sin necesidad y causa, de cosa tan -gruesa, y á gente vagabunda, que fuera demasiado para quien trujera -mujer é hijos; publiqué por palabra y por cartas que él no podia usar -de sus provisiones, porque las mias eran las fuertes, y les mostré -las franquezas que llevó Juan Aguado. Todo esto que yo fice era por -dilatar, porque Sus Altezas fuesen sabidores del estado de la tierra, -que hobiesen lugar de tornar á mandar en ello lo que fuese de su -servicio. Tales franquezas excusado es de las apregonar en las Indias: -los vecinos que han tomado vecindad, es logro, porque se les dan las -mejores tierras, y á poco valerán 200.000 maravedís, de los cuatro -años que la vecindad se acaba, sin que den una azadonada en ellas. -No diria yo así si los vecinos fuesen casados, mas no hay seis entre -todos que no estén sobre el aviso de ayuntar lo que pudieren y se ir en -buena hora[11]. De Castilla sería bien que fuesen, y áun saber quién -y como, y se poblase de gente honrada. Yo tenia asentado con estos -vecinos que pagarian el tercio del oro y los diezmos y esto á su ruego, -y lo recibieron en grande merced de Sus Altezas; é reprendíles cuando -yo oí que se dejaban dello y esperaban que el Comendador faria otro -tanto, mas fué el contrario, indignólos contra mí, diciendo que yo les -queria quitar lo que Sus Altezas les daban, y trabajó de me los echar á -cuestas, y lo hizo, y que escribiesen á Sus Altezas que no me enviasen -más al cargo, y así se lo suplico por mí y por toda cosa mia, en cuanto -no haya otro pueblo; y me ordenó él, con ellos, pesquisas de maldades, -que al infierno nunca se supo de las semejantes. Allí está Nuestro -Señor que escapó á Daniel y á los tres muchachos, con tanto saber y -fuerza como tenia, y con tanto aparejo, si le pluguiere, como con su -gana, supiera yo remediar todo esto y lo otro de que está dicho y ha -pasado despues que estoy en las Indias, si me consintiera la voluntad -á procurar por mi bien propio, y me fuera honesto, mas el sostener de -la justicia y acrecentar el señorío de Sus Altezas fasta agora me tiene -al fondo; hoy en dia que se falla tanto oro, hay division en qué haya -mas ganancia, ó ir robando, ó ir á las minas. Por una mujer tambien -se fallan 100 castellanos, como por una labranza, y es mucho en uso, -y há ya fartos mercaderes que andan buscando muchachas; de nueve á -diez son agora en precio, de todas edades ha de tener un bueno. Digo -que la fuerza del mal decir de desconcertados, me ha hecho más daño -que mis servicios fecho provecho, mal ejemplo es por lo presente y -por lo futuro; fago juramento que cantidad de hombres han ido á las -Indias, que no merescian el agua para con Dios y con el mundo, y agora -vuelven allá. Enemistólos á ellos conmigo, y él, parece, segun se hobo -y segun sus formas, que ya lo tenia bien entendido, ó es que se dice -que ha gastado mucho por venir á este negocio; no se dello más de -lo que oigo. Yo nunca oí que el Pesquisidor allegase los rebeldes y -los tomase por testigos contra aquel que gobierna á ellos, y á otros -sin fe, ni dignos della. Si Sus Altezas mandasen hacer una pesquisa -general, allí, vos digo yo, que verian por gran maravilla como la isla -no se funde; yo creo que se acordará vuesamerced cuando la tormenta -sin velas me echó en Lisboa, que fuí acusado falsamente que habia yo -ido allá al Rey para darle las Indias; despues supieron Sus Altezas el -contrario, y que todo fué con malicia. Bien que yo sepa poco, no sé -quién me tenga por tan torpe que yo no conozca que, aunque las Indias -fuesen mias, que yo no me pudiera sostener sin ayuda de Príncipe; si -esto es así, ¿á dónde pudiera yo tener mejor arrimo y seguridad que en -el Rey y Reina, nuestros señores, que de nada me han puesto en tanta -honra, y son los más altos Príncipes, por la mar y por la tierra, del -mundo, y los cuales tienen que yo les haya servido, y me guardan mis -privilegios y mercedes, y, si alguien me los quebranta, Sus Altezas me -los acrescientan con aventaja, como se vido en lo de Juan Aguado, y me -mandar hacer mucha honra; y, como dije, ya Sus Altezas rescibieron de -mí servicios, y tienen mis hijos sus criados, lo que en ninguna manera -pudiera esto llegar con otro Príncipe, porque á donde no hay amor todo -lo otro cesa? Dije yo ahora así contra un mal decir, con malicia y -contra mi voluntad, porque es cosa que ni en sueños debiera allegar -á memoria, porque las formas y fechos del comendador Bobadilla, con -malicia las quiere alumbrar en esto, mas yo le faré ver con el brazo -izquierdo, que su poco saber y gran cobardía con desordenada cudicia -le ha fecho caer en ello. Ya dije como yo le escribí y á los frailes, -y luego partí, así como le dije, muy sólo, porque toda la gente estaba -con el Adelantado, y tambien por le quitar de sospecha. Él, cuando lo -supo, echó á D. Diego preso en una carabela, cargado de fierros, y á -mí, en llegando, hizo otro tanto, y despues al Adelantado cuando vino; -ni le fablé mas á él, ni consintió que hasta hoy nadie me haya fablado, -y fago juramento que no puedo pensar por qué sea yo preso. La primera -diligencia que hizo, fué á tomar el oro, el cual hobo sin medida ni -peso, é yo absente; dijo que queria él pagar dello á la gente, y segun -oí, para sí fizo la primera parte, y envia por rescate rescatadores -nuevos; deste oro tenia yo apartado ciertas muestras, granos muy -gruesos, como huevos, como de ansar ó de gallina, y de pollos, y de -otras muchas fechuras, que algunas personas tenian cogido en breve -espacio, con que se alegrasen Sus Altezas, y por ello comprendiesen -el negocio, con una cantidad de piedras grandes, llenas de oro. Este -fué el primero á se dar con malicia, porque Sus Altezas no tuviesen -este negocio en algo, que él tuviese fecho el nido de que se da buena -priesa. El oro que está por fundir, mengua al fuego, una cadena que -pesaria hasta 20 marcos, nunca se ha visto; yo he sido muy agraviado -en esto del oro, más áun que de las perlas, porque no las he traido -á Sus Altezas. El Comendador, en todo que le pareció que me dañaria, -luego fué puesto en obra. Con 600.000 maravedís pagara á todos, sin -robar á nadie, y habia más de cuatro cuentos de diezmos y alguacilazgo, -sin tocar en el oro; hizo unas larguezas que son de risa, bien que -creo que encomenzó en sí la primera parte: allá lo sabrán Sus Altezas -cuando le mandaren tomar cuenta, en especial, si yo estuviese á ella. -Él no face sino decir que se debe gran suma, y es la que yo dije, y -no tanto. Yo he sido muy agraviado en que se haya enviado Pesquisidor -sobre mí, que sepa que si la pesquisa que él enviare fuere muy grave -que él quedará en el Gobierno. Pluguiera á Nuestro Señor, que Sus -Altezas le enviaran á él ó á otro, dos años há, porque sé que yo fuera -ya libre de escándalo y de infamia, y no se me quitara mi honra, ni la -perdiera. Dios es justo, y ha de hacer que se sepa por qué y como allí -me juzgan, como Gobernador que fué á Cecilia ó ciudad ó villa puesta -en regimiento, y á donde las leyes se pueden guardar por entero, sin -temor que se pierda todo, y rescibo grande agravio. Yo debo ser juzgado -como Capitan, que fué de España á conquistar, fasta las Indias, á gente -belicosa[12], y mucha, y de costumbres y secta muy contraria, donde, -por voluntad divina[13], he puesto so el señorío del Rey y de la Reina, -nuestros señores, otro mundo, y por donde la España, que era dicha -pobre, es la más rica[14]; yo debo de ser juzgado como Capitan que de -tanto tiempo fasta hoy trae las armas á cuestas, sin las dejar una -hora, y de caballeros de conquistas, y del uso, y no de letras, salvo -si fuesen griegos, ó de romanos, ó de otros modernos, de que hay tantos -y tan nobles en España, ó, de otra guisa, rescibo grande agravio, -porque en las Indias no hay pueblo ni asiento. Del oro y perlas, -ya está abierta la puerta, y cantidad de todo, piedras preciosas y -especería, y de otras mil cosas se pueden esperar firmemente. Las -nuevas del oro, que yo dije que daria, son que, dia de Navidad, estando -yo muy afligido, guerreado de los malos cristianos y de indios, en -término de dejar todo y escapar, si pudiese, la vida, me consoló -Nuestro Señor milagrosamente, y dijo: «esfuerza, no temas, yo proveeré -en todos los siete años, del término del oro, no son pasados, y en -ellos y en lo otro, te dará remedio»: ese dia supe que habia 80 leguas -de tierra, y en todas, cabo ellas, minas: el parecer agora, es que sea -todavía. Algunos han cogido 120 castellanos en un dia, y otros 90, y se -han cogido fasta 250, y 50 fasta 70, y otros muchos de 20 fasta 50; es -tenido por buen jornal, y muchos lo continúan, el comun es de 6 fasta -12, y quien de aquí abaja no va contento. Parece tambien que estas -minas son como las otras, que responden en los dias no igualmente, las -minas son nuevas, y los cogedores; el parecer de todos es que, aunque -vaya allá toda Castilla, que, por torpe que sea la persona, que no -abajará de un castellano ó dos cada dia, y agora es esto así en fresco; -es verdad que el que tiene algun indio[15] coge esto, mas el negocio -consiste en el cristiano[16]. Ved qué discrecion fué de Bobadilla -dar todo por ninguno, y cuatro cuentos de diezmos, sin causa ni ser -requerido, sin primero lo notificar á Sus Altezas; y el daño no es este -sólo. Yo sé que mis yerros no han sido con fin de facer mal, y creo -que Sus Altezas lo tienen así, como yo lo digo, y sé y veo que usan de -misericordia con quien maliciosamente les sirve: yo creo y tengo por -muy cierto, que muy mejor y más piedad habrán conmigo, que caí en ello -con inocencia y forzosamente, como sabrá despues por entero, y el cual -soy su fechura, y mirarán á mis servicios y cognoscerán de cada dia que -son muy aventajados. Todo pornán en una balanza, así como nos cuenta -la Sancta Escritura que será el bien con el mal en el dia del juicio. -Si todavía mandan que otro me juzgue, lo cual no espero, y que sea por -pesquisa de las Indias, humilmente les suplico que envien allá dos -personas de consciencia y honrados, á mi costa, los cuales fallarán de -ligero agora que se halla el oro cinco marcos en cuatro horas; con esto -y sin ello, es necesario que lo provean. El Comendador, en llegando -á Sancto Domingo, se aposentó en mi casa; así como la falló, así dió -todo por suyo. Vaya en buena hora, quizá lo habia menester; corsario -nunca tal usó con mercader. De mis escrituras tengo yo mayor queja, -que así me las haya tomado, que jamás se le pudo sacar una, y aquellas -de más mi disculpa, esas tenia más ocultas; ved qué justo y honesto -Pesquisidor. Cosa de cuantas él haya hecho, me dicen que haya seido -con término de justicia, salvo absolutamente. Dios, Nuestro Señor, -está con sus fuerzas, como solia, y castiga en todo cabo, en especial -la ingratitud de injurias.» Esto, así todo, contenia la carta del -Almirante para el ama del Príncipe. - - - - -CAPÍTULO CLXXXIII. - - -Ciertamente, graves angustias padeció el Almirante, y agravios, parece -que le hizo el Comendador, muy grandes, y, si fuese cierto que el -fin de los hombres, felice ó desastrado, testifica estos ó aquellos -pecados, bien podriamos decir, que, porque los Reyes le habian enviado, -no le habian de castigar por estas cosas de que se queja el Almirante, -si ante los Reyes fueran culpables; por ellas quiso Dios por su mano -castigallo, porque se ahogó en la mar, salido de Sancto Domingo, como -se dirá en el libro siguiente, porque así lo diga, cuasi á cien pasos. -Pero esto no es cosa cierta, como el juicio Divino sea profundo, y -considere los méritos de los hombres muy diferentemente del humano; -porque muchas veces dá Dios, por el abismo de su sabiduría y bondad, -fin á algunos, que parece malo, y no por los pecados que acá juzgamos, -sino por las virtudes que aquellos tuvieron, por las cuales merecieron -que lo que por otras sus culpas habian de penar con mayor costa en la -otra, en esta vida lo pagasen; á otros suele conceder airados fines ó -acabamientos, segun el juicio de los hombres, gloriosos, por pagalles -acá algunas buenas obras que viviendo hicieron, porque no merecieron -que en el siglo venidero se les remunerasen, y estos se cuentan con los -malaventurados. - -Tornando al propósito, como los Reyes, que á la sazon estaban en -Granada, supieron la llegada y prision del Almirante y de sus hermanos, -la cual debian saber, lo primero, del ama del Príncipe, porque á ella -debia de enviar el Almirante su criado, y tambien por carta del Alonso -de Vallejo, ó del corregidor de Cáliz; hobieron mucho pesar de que -viniese preso y mal tractado, y proveyeron luego que lo soltasen, y, -segun oí decir, mandáronle proveer de dineros con que viniese á la -corte, y áun que fueron los dineros 2.000 ducados; mandáronle escrebir -que se viniese á la corte, á donde llegó él y sus hermanos, á 17 de -Diciembre, y los recibieron muy benignamente, mostrando compasion de -su adversidad y trabajos, dándoles todo el consuelo que al presente -pudieron dalles, en especial al Almirante, certificándole que su -prision no habia procedido de su voluntad, y con palabras muy amorosas -é eficaces le prometieron que mandarian deshacer y remediar sus -agravios, y que en todo y por todo sus privilegios y mercedes, que le -habian hecho, le serian guardados; y en esto, la serenísima Reina era -la que se aventajaba en consolalle y certificalle su pesar, porque, -en la verdad, ella fué siempre la que más que el Rey lo favoreció y -defendió, y así el Almirante tenia en ella principalmente su esperanza. -Él, no pudiendo hablar por un rato, lleno de sollozos y lágrimas, -hincado de rodillas, mandáronle levantar; comienza su plática, harto -dolorosa, mostrando y afirmando el entrañable amor y deseo que siempre -tuvo de les servir con toda fidelidad, y que nunca, de propósito ni -industria, hizo cosa en que ofender su servicio pensase, y si por -yerros algunas obras suyas eran estimadas y juzgadas, no las habia -hecho sino con no alcanzar más, y siempre creyendo que hacia lo -que debia, y en hacerlo que acertaba. Que sea verdad lo susodicho, -cerca de no haber sido la prision del Almirante hecha por voluntad y -mandado de los Reyes, sino por sólo querer y auctoridad del comendador -Bobadilla, y que hobiese á Sus Altezas della mucho pesado, mostráronlo -bien expresamente los Reyes católicos, en una su real Carta que le -escribieron de Valencia de la Torre, cuando estaba de partida para su -cuarto viaje, de que abajo se dirá. Entre otras cosas, dice así en un -capítulo de la dicha Carta: - -«Cuanto á lo otro contenido en vuestros memoriales y letras, tocante -á vos, y á vuestros hijos y hermanos, porque como vedes, á causa que -Nos estamos en camino y vos de partida no se puede entender en ello -fasta que paremos de asiento en alguna parte, é si esto hobiésedes -de esperar, se perderia el viaje á que agora vais, por esto es mejor, -que, pues de todo lo necesario para vuestro viaje estais despachado, -vos partais luego sin detenimiento, y quede á vuestro hijo el cargo -de solicitar lo contenido en los dichos memoriales. Y tened por -cierto, que de vuestra prision nos pesó mucho, y bien lo vistes vos -y lo cognoscieron todos claramente, pues que luego que lo supimos lo -mandamos remediar; y sabeis el favor con que vos habemos mandado tratar -siempre, y agora estamos mucho más en vos honrar y tratar muy bien, y -las mercedes que vos tenemos fechas vos serán guardadas enteramente, -segun forma y tenor de nuestros privilegios, que dellas teneis, sin ir -en cosa contra ellas. Y vos y vuestros hijos gozareis dellas, como es -razon y, si necesario fuere confirmarlas de nuevo, las confirmaremos, y -á vuestro hijo mandaremos poner en la posesion de todo ello, y en más, -que esto tenemos voluntad de vos honrar y facer mercedes; y de vuestros -fijos y hermanos. Nos ternemos el cuidado que es razon. Y todo esto -se podrá facer yéndovos en buena hora, y quedando el cargo á vuestro -fijo, como está dicho, y así vos rogamos que en vuestra partida no haya -dilacion. De Valencia de la Torre á 14 dias de Marzo de 502 años.—Yo -el Rey.—Yo la Reina, etc.» - -Asaz manifiesto parece, por estas palabras reales, no haber procedido -de su voluntad, ni haberle dado poder al Comendador para la prision -del Almirante y de sus hermanos, y haberles en gran manera, della y de -su mal tractamiento, pesado, y parece que, para en cuenta y recompensa -della y descargo suyo, los felices Príncipes le escribian y hacian -estas palabras como regalos. Por consiguiente, parece que el Comendador -excedió y fué muy descomedido en gran manera contra la honra, persona y -hacienda del Almirante y sus hermanos; sólo me parece que aquí debemos -considerar, juzgando este negocio por las altísimas causas donde -conviene ir á parar, que ni en mano de los Reyes, ni del comendador -Bobadilla, ni de los que al Almirante acusaron, ni tampoco por los -agravios que á los españoles hacia, que como arriba tocamos, quizás los -castigos y daños hechos, que á muchos dicen que hizo, los merecian por -sus delitos, insultos ó inobediencias y pecados, que los por hacer eran -remediables, mayormente con haber escrito é importunado á los Reyes -que enviasen acá quien la justicia administrase, sino solamente por -la disposicion divina que quiso preservalle de muchos mayores males, -que, con la ignorancia que tuvo, á estas gentes inocentes hiciera, como -arriba tambien habemos tocado, determinó de le privar, como al cabo le -privó, de todo su estado, no sólo en su persona, pero tambien en sus -herederos y sucesores, como parecerá adelante. Señal y conjetura, segun -la divina Escriptura y sentencia de los Sanctos averiguada, de tenello -Dios contado en el número de los predestinados; y ¡guay de aquellos -que la divina permision escojió para castigo y azote destas miserables -naciones, y en el tal oficio los olvida y perseveran hasta que la vida -se les acaba! - -Y con esto, á gloria y honra de Dios, y para provecho de las ánimas, y -testimonio de la verdad de las cosas que en estas Indias han pasado, -que es el fin destos nuestros voluntarios trabajos, queremos dar -conclusion al primer libro desta nuestra historia, para que, así como -este libro tuvo principio y comienzo de los principios que contamos, -y que tuvo en las cosas destas Indias el Almirante, lo cerremos, y -asimismo tenga su fin, en lo tocante al Almirante. Por lo cual damos -á nuestro Dios y Señor, no cuantas debemos, pero al ménos las que -podemos, y estas querriamos que fuesen innumerables é infinitas, -gracias. - - - FIN DEL TOMO SEGUNDO. - - - - - ÍNDICE. - - - Páginas. - - ADVERTENCIA PRELIMINAR. V - - LIBRO PRIMERO—Capítulo LXXXIII. 1 - - Cap. LXXXIV. 5 - - Cap. LXXXV. 9 - - Cap. LXXXVI. 12 - - Cap. LXXXVII. 16 - - Cap. LXXXVIII. 20 - - Cap. LXXXIX.—En el cual se tracta como el Almirante envió á un - Alonso de Hojeda con 15 hombres á descubrir la tierra, y saber de - las minas de Cibao.—Como recibian los indios á los cristianos - con mucha alegría.—Volvió Hojeda con nuevas de oro.—Alegróse el - Almirante y toda la gente.—Como despachó el Almirante, de los - 17, los 12 navíos para Castilla, con la relacion larga para los - Reyes; y á quién envió por Capitan dellos, etc. 24 - - Cap. XC.—En el cual se tracta como el Almirante salió por la - tierra, con cierta gente española.—Dejó la gobernacion de la - Isabela á su hermano D. Diego.—Como salió en forma de guerra, - y así entraba y salia en los pueblos para mostrar su potencia - y poner miedo en la gente indiana.—Como se quiso amotinar - un contador, Bernal de Pisa, y hurtar ciertos navíos.—Los - recibimientos que hacian los indios al Almirante y á los - cristianos.—De su bondad y simplicidad en la manera que - tenian.—De la hermosura de la vega á que puso nombre la Vega - Real.—Los rios tan grandes y hermosos que habia, y el oro que en - ellos se hallaba, etc. 27 - - Cap. XCI.—En el cual se tracta como el Almirante subió á la - provincia de Cibao, y de la etimología della, segun la lengua - de los indios; de su hermosura, puesto que es aspérrima; los - admirables y graciosísimos rios que tiene; los pinos infinitos - de que está adornada; de su sanidad, salubérrimas aguas y - aires, y alegría; del grandor della.—De los recibimientos y - servicios que los indios en los pueblos le hacian.—Como en - un gracioso rio y tierra halló minas de oro y de azul, y de - cobre, y de ámbar, y especería.—Edificó una fortaleza.—De - unos nidos de aves que hallaron en las cavas que hicieron, - de que el Almirante se admiró, de lo cual tomó ocasion el - auctor de decir como pudieron estar sin podrirse, y descubre - muchos secretos de naturaleza.—Colige argumento de ser antiguas - en estas tierras estas gentes. 33 - - Cap. XCII.—En el cual se tracta como halló el Almirante la gente - cristiana muy enferma, y muerta mucha della.—Como por hacer - molinos y aceñas compelió á trabajar la gente, y por la tasa - de los mantenimientos, que ya muy pocos habia, comenzó á ser - aborrecido, y fué principio de ir siempre su estado descreciendo - y áun no habiendo crecido.—De los que mucho daño le hicieron fué - fray Buil, el legado que arriba se dijo.—Persuádese no tener - hasta entónces el Almirante culpas por qué lo mereciese.—Dícense - muchas angustias que allí los cristianos, de hambre, padecieron, - y como morian cuasi desesperados.—De cierta vision que se - publicó que algunos vieron.—Como vino mensajero de la fortaleza - que un gran señor venia á cercarla.—De lo que el Almirante por - remedio hizo. 40 - - Cap. XCIII.—En el cual se tracta como Alonso de Hojeda salió de - la Isabela con 400 hombres, para poner miedo á la gente de la - tierra y sojuzgarla.—Como en llegando á un pueblo, pasado el Rio - del Oro, prendió un Cacique y señor, y á su hermano y sobrino por - una cosa que hizo un indio.—Como cortó las orejas á un vasallo - del mismo Cacique en su presencia.—Como condenó á muerte á los - mismos, Cacique, hermano y sobrino.—Dánse razones como ya tenian - los indios justa guerra contra los cristianos.—Cuán culpable - fué deste hecho el Almirante, y cuan al revés entró y comenzó en - estas tierras del camino de la ley evangélica, etc. 45 - - Cap. XCIV.—En el cual se tracta como el Almirante determinó - de ir á descubrir, como los Reyes le habian mucho encargado, - cuando volvió el segundo viaje.—Como constituyó un Presidente - y un Consejo para el regimiento desta isla.—Como partió de la - Isabela y llegó á Cuba, por la parte del Sur.—Llegó á surgir á - un puerto.—Vinieron á los navíos muchos indios á traer á los - cristianos de lo que tenian, estimando que habian venido del - cielo.—Como desde allí descubrió la isla de Jamáica; púsole - nombre Santiago.—Salieron muchas canoas de indios, con alegría, - para los navíos.—En un puerto salieron de guerra, queriendo - impedir á los cristianos la entrada.—Como lo hacian con razon - y justicia.—Como los cristianos asaetearon á ciertos indios, - y cuan mal hecho fué, y como no se habian de ganar por esta - vía.—Como no se han de hacer males por algun fin bueno, aunque - salgan dellos bienes. 49 - - Cap. XCV.—En el cual se cuenta como el Almirante dejó á Jamáica - y tornó sobre la isla de Cuba.—De un indio, que, dejados sus - parientes, llamando, se quiso ir con los cristianos.—Como - yendo por la costa de Cuba abajo tuvo grandes aguaceros y bajos - para encallarle los navíos, donde padecieron grandes trabajos y - peligros.—Hallaron infinitas islas pequeñas; púsoles nombre el - Jardin de la Reina.—Vieron unas aves coloradas de la manera y - hechura de grullas.—Vieron grullas, muchas tortugas, y de cierta - pesquería dellas.—De la mansedumbre de los indios.—Toparon - otros indios mansísimos.—Detuvo uno.—Informóle ser isla Cuba, y - nuevas que le dió de un Cacique que habla por señas á su gente, - sin ser mudo.—De otros peligros que por allí padecieron. 54 - - Cap. XCVI.—En el cual se tracta como determinó el Almirante - dar la vuelta para la Española.—De las leguas que descubrió - de Cuba.—Que halló por las reglas de la Astronomía, como se - halló de Cáliz tantas otras por la esfera.—Encalló con los - navíos, padeció grandes angustias.—Del olor de estoraque que - sintieron.—De un indio viejo que vino á hablar al Almirante, y - de un teológico razonamiento que le hizo cerca de la otra vida; - cosa es muy notable, aunque breve, por ser dicha por un indio. 59 - - Cap. XCVII. 64 - - Cap. XCVIII. 68 - - Cap. XCIX. 70 - - Cap. C. 72 - - Cap. CI. 78 - - Cap. CII. 82 - - Cap. CIII.—En el cual se tracta de la llegada á Castilla, con - los 12 navíos, de Antonio de Torres. 90 - - Cap. CIV. 96 - - Cap. CV. 101 - - Cap. CVI. 105 - - Cap. CVII. 108 - - Cap. CVIII. 113 - - Cap. CIX. 116 - - Cap. CX. 120 - - Cap. CXI. 124 - - Cap. CXII. 128 - - Cap. CXIII. 134 - - Cap. CXIV. 138 - - Cap. CXV. 143 - - Cap. CXVI. 147 - - Cap. CXVII. 150 - - Cap. CXVIII. 155 - - Cap. CXIX. 160 - - Cap. CXX. 164 - - Cap. CXXI. 170 - - Cap. CXXII. 176 - - Cap. CXXIII. 180 - - Cap. CXXIV. 184 - - Cap. CXXV.—Este capítulo prosigue las mercedes que los Reyes le - hicieron este año de 1497. 190 - - Cap. CXXVI. 196 - - Cap. CXXVII. 201 - - Cap. CXXVIII. 207 - - Cap. CXXIX. 212 - - Cap. CXXX. 220 - - Cap. CXXXII. 226 - - Cap. CXXXIII. 231 - - Cap. CXXXIV. 237 - - Cap. CXXXV. 241 - - Cap. CXXXVI. 245 - - Cap. CXXXVII. 253 - - Cap. CXXXVIII. 259 - - Cap. CXXXIX. 264 - - Cap. CXL. 268 - - Cap. CXLI. 275 - - Cap. CXLII. 280 - - Cap. CXLIII. 286 - - Cap. CXLIV. 290 - - Cap. CXLV. 297 - - Cap. CXLVI. 302 - - Cap. CXLVII. 307 - - Cap. CXLVIII. 310 - - Cap. CXLIX. 314 - - Cap. CL. 318 - - Cap. CLI. 322 - - Cap. CLII. 326 - - Cap. CLIII. 329 - - Cap. CLIV. 335 - - Cap. CLV. 340 - - Cap. CLVI.—El cual trata del principio de donde hobo su orígen - y procedió el repartimiento de los indios, que llamaron despues - encomiendas, que han destruido estas Indias, donde se prueba - que nunca los indios jamás se dieron para que los españoles los - enseñasen, sino para que se sirviesen dellos y aprovechasen. 346 - - Cap. CLVII. 352 - - Cap. CLVIII. 355 - - Cap. CLIX. 360 - - Cap. CLX. 366 - - Cap. CLXI. 372 - - Cap. CLXII. 377 - - Cap. CLXIII. 381 - - Cap. CLXIV. 389 - - Cap. CLXV. 397 - - Cap. CLXVI. 402 - - Cap. CLXVII. 409 - - Cap. CLXVIII. 416 - - Cap. CLXIX. 421 - - Cap. CLXX. 428 - - Cap. CLXXI. 435 - - Cap. CLXXII. 441 - - Cap. CLXXIII. 448 - - Cap. CLXXIV. 453 - - Cap. CLXXV. 460 - - Cap. CLXXVI. 466 - - Cap. CLXXVII. 472 - - Cap. CLXXVIII. 477 - - Cap. CLXXIX. 482 - - Cap. CLXXX. 488 - - Cap. CLXXXI. 496 - - Cap. CLXXXII. 501 - - Cap. CLXXXIII. 511 - - - - -FOOTNOTES: - -[1] Aquí falta medio renglon, cortado al encuadernarse el manuscrito. - -[2] A este y á los siguientes capítulos, hasta el 102, les falta el -Sumario. - -[3] Á este y á los siguientes capítulos, hasta el 124, les falta el -Sumario. - -[4] Desde este hasta el 182, y último de la primera parte, no hay más -Sumario que el del capítulo 156. - -[5] Esta palabra no pude sacar en limpio del original del mismo -Almirante. (_Nota puesta al márgen, aunque no de letra de Las Casas._) - -[6] Estas obligaciones fueron violentas y tiránicas, y nunca de su -voluntad hicieron ni supieron obligarse ni á qué se obligaban, ni -podian de derecho natural y de las gentes obligarse, los súbditos -sin sus Reyes, ni los Reyes sin sus súbditos, y esto nunca lo hobo. -(_Idem_, _id._) - -[7] Bien creo yo cierto que se tuvo poco cuidado y miramiento en -aquellos tiempos al salvar estas ánimas, ni se tuvo esto por fin último -y principal, como debiera tenerse. (_Nota al márgen, aunque no de letra -de Las Casas._) - -[8] Está en blanco en el original. - -[9] ¿Para qué los guerreábades y oprimíades injustamente? á los indios, -digo. (_Nota al márgen, aunque no de letra de Las Casas._) - -[10] Cierto, en esto tuvo el Almirante más que razon. (_Nota al márgen, -aunque no de letra de Las Casas._) - -[11] Esto ha sido causa grande para perderse más aína las Indias, no -estar en ellas más de cuanto pudieren apañar lo que desean. (_Idem, -id._) - -[12] No decia el Almirante que era belicosa cuando Guacanagarí le salvó -la persona y hacienda, perdida su nao; admirable fué la ignorancia del -Almirante en esta materia. (_Nota al márgen, aunque no de letra de Las -Casas._) - -[13] Voluntad permisiva, no agradable. (_Nota al márgen, aunque no de -letra de Las Casas._) - -[14] Por esa riqueza injusta, y de lo mal adquirida, verná á ser la más -pobre del mundo. (_Idem, id._) - -[15] No tenian uno, sino muchos indios que lo sudaban y morian en ello. -(_Idem, id._) - -[16] Consistir el negocio en el cristiano era tenellos por fuerza y -dalles de palos y azotes, y no haber misericordia dellos. (_Nota al -márgen, aunque no de letra de Las Casas._) - - - - - - - -End of the Project Gutenberg EBook of Historia de las Indias (2 de 5), by -Bartolomé de las Casas - -*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK HISTORIA DE LAS INDIAS (2 DE 5) *** - -***** This file should be named 50351-0.txt or 50351-0.zip ***** -This and all associated files of various formats will be found in: - http://www.gutenberg.org/5/0/3/5/50351/ - -Produced by Giovanni Fini, Josep Cols Canals and the Online -Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This -file was produced from images generously made available -by The Internet Archive/American Libraries.) - - -Updated editions will replace the previous one--the old editions will -be renamed. - -Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the United -States without permission and without paying copyright -royalties. 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You may copy it, give it away or re-use it under the terms of -the Project Gutenberg License included with this eBook or online at -www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you'll have -to check the laws of the country where you are located before using this ebook. - - - -Title: Historia de las Indias (2 de 5) - -Author: Bartolomé de las Casas - -Release Date: October 31, 2015 [EBook #50351] - -Language: Spanish - -Character set encoding: UTF-8 - -*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK HISTORIA DE LAS INDIAS (2 DE 5) *** - - - - -Produced by Giovanni Fini, Josep Cols Canals and the Online -Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This -file was produced from images generously made available -by The Internet Archive/American Libraries.) - - - - - - -</pre> - -<div class="limit"> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_i" id="Page_i">[i]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<div class="transnote p4"> - -<p class="pc large">NOTA DEL TRANSCRIPTOR:</p> - -<p class="ptn">—Los errores obvios de impresión y puntuación han sido corregidos.</p> - -<p class="ptn">—Se ha mantenido la acentuación del libro original, que difiere -notablemente de la utilizada en español moderno.</p> - -<p class="ptn">—El libro original falta del Capítulo CXXXI; ésta particularidad ha -sido mantenida en éste proyecto.</p> - -<p class="ptn">—El transcriptor de este libro creó la imagen de tapa utilizando -la portada del libro original. La nueva imagen pertenece al dominio -público.</p> -</div></div> - -<hr class="chap" /> - -<div class="chapter"> - -<p class="pc4 large">HISTORIA</p> -<p class="pc1">DE</p> -<p class="pc xlarge">LAS INDIAS.</p> - -<hr class="chap" /> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_ii" id="Page_ii">[ii]</a></span></p> - -<p> </p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_iii" id="Page_iii">[iii]</a></span></p> - -<h1 class="p4">HISTORIA<br /> -<span class="small">DE</span><br /> -<span class="large">LAS INDIAS</span></h1> - -<p class="pc4">ESCRITA POR</p> -<p class="pc1 mid">FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS</p> -<p class="pc1 large">OBISPO DE CHIAPA</p> -<p class="pc1">AHORA POR PRIMERA VEZ DADA Á LUZ</p> -<p class="pc2 reduct">POR</p> -<p class="pc1 lmid">EL MARQUÉS DE LA FUENSANTA DEL VALLE</p> -<p class="pc1 lmid">Y D. JOSÉ SANCHO RAYON.</p> - -<hr class="dec1" /> - -<p class="pc mid">TOMO II.</p> - -<hr class="dec2" /> - -<p class="pc mid">MADRID</p> -<p class="pc">IMPRENTA DE MIGUEL GINESTA</p> -<p class="pc reduct">calle de Campomanes, núm. 8</p> - -<hr class="dec3" /> - -<p class="pc lmid">1875</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_iv" id="Page_iv">[iv]</a></span></p> - -<p> </p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_v" id="Page_v">[v]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">ADVERTENCIA PRELIMINAR.</h2> - -<hr class="dec4" /> - -<p class="p2">Siendo muy pocos los capítulos que, del 83 en -adelante, tienen sumarios, hemos creido conveniente, -para facilitar el uso del Indice, dar aquí un ligerísimo -extracto de lo más importante que se contiene -en este tomo.</p> - -<p>Sale de Cádiz para su segundo viaje, el Almirante, -D. Cristóbal Colon, y llega á Santo Domingo, -donde da principio á la fundacion de la Isabela -(capítulos 83 al 88). Descríbese parte de la isla; relátase -el viaje á Cuba y descubrimiento de Jamáica -(89 al 96), la vuelta de Colon á la Española, donde -encuentra á su hermano D. Bartolomé (97 al 100), -que poco ántes habia llegado (101), y la visita del -rey Guacanagarí al Almirante, enfermo, con la prision -de Caonabo por Hojeda (102). Batalla en la -Vega Real, contra cien mil indios (104), y escursion -del Almirante por la isla, hasta sojuzgarla casi por -completo (105 y 106).</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_vi" id="Page_vi">[vi]</a></span></p> - -<p>Para averiguar la verdad de ciertas quejas dadas -en Castilla contra Colon, mandan los Reyes á Juan -Aguado; vuelve éste á dar cuenta (107 al 109), y -poco despues el Almirante, dejando hechas varias -fortalezas y encargado el gobierno á su hermano -(110). Llegado á la presencia de los Reyes, le confirman -sus privilegios, le hacen nuevas mercedes y -le dan instrucciones para el gobierno (111-112 y -123 al 126); entre tanto, D. Bartolomé va á la provincia -de Xaraguá, y hace tributario al rey Behechio -(113 al 116); sublévasele el Alcalde de la Isabela, -Francisco Roldan, con 70 españoles (117): -cuéntanse otros varios sucesos ocurridos en la isla -(118 y 119) y la guerra con los reyes Guarionex y -Mayobanex, á quienes vence y prende el Adelantado, -D. Bartolomé Colon (120 y 121).</p> - -<p>Disertacion histórico-crítica del autor sobre el -monte Sopora, la provincia de Ofir y la isla Taprobana -(128); otra científica, sobre el nacimiento -del Nilo y su creciente y menguante (129), y otra, -sobre el Paraíso terrenal y sus rios (141 al 146).</p> - -<p>Tercer viaje del Almirante (127 y 130 al 139), -en el cual descubre la tierra firme; su vuelta á la -Española (147 al 149), donde, sabido el levantamiento -de Francisco Roldan (148 y 150), trata de reducirle -por medios pacíficos (152 al 154). No lo consigue -por entónces, y da cuenta de ello á los Reyes y -del estado de la isla (155). Por fin, despues de varias -tentativas infructuosas (156 y 158 al 160), conciértanse, -y concluye el levantamiento de Roldan (161), -acerca del cual y de una carta de Colon á los Reyes, -expone nuestro autor varias consideraciones (162 -y 163).</p> - -<p>Viaje á tierra firme de Hojeda con Américo Vespucio -(164 al 168), del cual ya ántes (140) se habia -tratado; paso de Hojeda, á la vuelta, por la isla de<span class="pagenum"><a name="Page_vii" id="Page_vii">[vii]</a></span> -Santo Domingo, y disturbios que en ella causa (168 -al 170). Viajes de Peralonso Niño y Cristóbal Guerra -(171 y 172), de Vicente Yañez Pinzon (173), y de -Diego de Lepe (174).</p> - -<p>Nombran los Reyes Gobernador al comendador -Bobadilla, con poderes extraordinarios (177). Llega -á Santo Domingo, prende al Almirante y á sus hermanos, -y los manda á España con grillos (178 al -181). Carta notable de Colon, al ama del príncipe -D. Juan (182), y su llegada á presencia de los Reyes, -quienes manifiestan gran sentimiento por lo que con -él se habia hecho (183).</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_viii" id="Page_viii">[viii]</a></span></p> - -<p> </p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_1" id="Page_1">[1]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<p class="pc4 mid"><b>HISTORIA</b></p> - -<p class="pc1 elarge"><b>DE LAS INDIAS.</b></p> - -<div class="figcenter"> - <img src="images/d1.jpg" width="150" height="45" - alt="" - title="" /> -</div> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO LXXXIII.</h2> - -<p class="p2">Cuando se partió de Barcelona el Almirante, dejó á los Reyes -un libro; no pude saber qué libro fuese, sino que presumo -que debia ser donde tenia colegidas muchas cosas secretas -de los antiguos autores, por las cuales se guiaba, ó el libro de -toda su navegacion y rumbos ó caminos que habia llevado -y traido, en aquel su descubrimiento y primer viaje, para que -se sacase un traslado que quedase en los Archivos reales, y, -despues de trasladado, quedaron de enviárselo. Por este libro -los Reyes, y las personas que de su Consejo llamaban, colegian -más firmeza y daban más crédito á las cosas que el Almirante -les afirmaba, y mayores las que habian de suceder -esperaban. Y, porque los Embajadores de Portugal mucho insistian -en los conciertos, y en impedir el camino segundo -del Almirante, y, por otra parte, los Reyes eran informados -que el rey de Portugal hacia armada, los Reyes los entretenian -cuanto convenia y daban priesa en el despacho del -Almirante, y, juntamente, de todo lo que se hacia le avisaban. -Finalmente, la respuesta que llevaron los Embajadores fué -que ellos enviarian los suyos al Rey, sobre ello, los cuales<span class="pagenum"><a name="Page_2" id="Page_2">[2]</a></span> -fueron dos caballeros, D. Pedro de Ayala y D. García de Carbajal, -hermano del Cardenal de Sancta Cruz; y fué la respuesta, -segun dice la dicha Historia portoguesa, que los Reyes -enviaban agora á saber del todo la cualidad y ser destas tierras, -y que á la vuelta de los navíos se trataria más dello, y se -tomaria con el rey de Portugal el concierto final y resolucion -de todo ello. Desta embajada no hobo el rey de Portugal placer -alguno, y dijo á los Embajadores que aquella embajada -de los Reyes, sus primos, no traia piés ni cabeza; y como los -Reyes eran avisados del desabrimiento y dolor del rey de -Portugal por haber perdido tal lance, proveian en todo lo que -les parecia convenir para referirlo al Almirante, y, á este propósito, -la Reina le escribió la siguiente carta:</p> - -<p>«La Reina.—D. Cristóbal Colon, mi Almirante del mar -Océano, Visorey é Gobernador de las islas nuevamente halladas -en las Indias: Con este correo vos envio un traslado -del libro que acá dejastes, el cual ha tardado tanto porque se -escribiese secretamente, para que estos que están aquí, de -Portugal ni otro alguno, no supiese dello; y, á causa desto, porque -más presto se hiciese, vá de dos letras, segun vereis. -Ciertamente, segun lo que en este negocio acá se ha platicado -y visto, cada dia se cognosce ser muy mayor y de gran calidad -y substancia, y que vos nos habeis en ello mucho servido, -y tenemos de vos grande cargo; y así, esperamos en -Dios, que, demas de lo asentado con vos, que se ha de hacer -y cumplir muy enteramente, que vos recibais de Nos mucha más -honra, merced y acrecentamiento, como es razon y lo adeudan -vuestros servicios y merecimientos. La carta del marear que habíades -de hacer, si es acabada, me enviad luego, y por servicio -mio deis gran priesa en vuestra partida, para que aquella, -con la gracia de Nuestro Señor, se ponga en obra sin dilacion -alguna, pues vedes cuanto cumple al bien del negocio; y -de todo de allá nos escribid é faced siempre saber, que, de -acá, de todo lo que hobiere vos avisaremos é vos lo faremos -saber. En el negocio de Portugal no se ha tomado, con estos -que aquí están, determinacion; aunque yo creo que el Rey se<span class="pagenum"><a name="Page_3" id="Page_3">[3]</a></span> -allegará á razon en ello, querria que pensásedes lo contrario, -porque por ello no vos descuidedes ni dejeis de ir sobre -aviso, á recaudo, que cumple, para que, en manera alguna, no -podais recibir engaño. De Barcelona á cinco dias del mes de -Setiembre de noventa y tres años.—Yo la Reina.—Por mandado -de la Reina, Juan de la Parra.»</p> - -<p>Esta parece haber sido la postrera carta que el Almirante -recibió de los Reyes, por aquel tiempo, ántes que se partiese, -la cual recibida, como andaba ya al cabo de aprestarse, allegado -el número de la gente, ordenados los Capitanes, hecha -su alarde, mándalos todos embarcar, dada á cada uno de los -pilotos su derrota y camino que habia de hacer, con su instruccion. -Miércoles, á 25 dias de Setiembre del mismo año -1493, ántes que saliese el sol, hizo soltar las velas y salieron -todos 17 navíos y carabelas de la bahía de Cáliz; mandó gobernar -los navíos al Sudueste, camino de las Canarias islas, y -el miércoles siguiente, que se contaron 2 dias de Octubre, -llegó á surgir en la isla de la Gran Canaria, que es la principal -de las siete, pero no quiso parar allí, y por eso, á media -noche, tornó á alzar las velas, y el sábado siguiente, á 5 de -Octubre, tomó la isla de la Gomera, donde estuvo dos dias, en -los cuales se proveyó á mucha priesa de algunos ganados, que -él, y los que acá venian, compraban, como becerras, y -cabras, y ovejas; y, entre otros, ciertos de los que venian allí, -compraron ocho puercas á 70 maravedís la pieza. Destas -ocho puercas se han multiplicado todos los puercos que, hasta -hoy, ha habido y hay en todas estas Indias, que han sido -y son infinitos; metieron gallinas tambien, y esta fué la simiente -de donde, todo lo que hoy hay acá de las cosas de Castilla, -ha salido, lo mismo de las pepitas y simientes de naranjas, -limones y cidras, melones y de toda hortaliza; proveyéronse -de agua, y leña, y refrescos para toda el armada. Allí dió á -cada piloto su instruccion cerrada y sellada, donde se contenia -la derrota y camino que habian de hacer para hasta llegar á -la tierra del rey Guacanagarí, donde dejó hecha la fortaleza y los -39 cristianos. Mandó á los pilotos que en ningun caso abriesen<span class="pagenum"><a name="Page_4" id="Page_4">[4]</a></span> -la dicha instruccion, sino, en caso que el tiempo les forzase -apartarse de su compañía, entónces la abriesen para -que supiesen donde habian de ir; en otra manera nó, porque -no queria que nadie supiese aquellos caminos, porque no -acaeciese, por ventura, ser avisado dellos el rey de Portugal.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_5" id="Page_5">[5]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO LXXXIV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Lúnes, á 7 de Octubre, mandó hacer alzar velas á toda -su flota y armada, pasó la isla del Hierro, que está cerca de -la Gomera y es la postrera de las Canarias; de allí tomó su vía, -y caminó más á la parte austral, que es el primer viaje, cuando -vino á descubrir; anduvo, hasta 24 del mismo mes, que -sentia que habria andado 450 leguas. Vieron una golondrina -venir á los navíos, y más adelante comenzaron á venir algunos -nublados y aguaceros ó turbiones de agua del cielo; sospechó -que aquella mudanza no debia ser sino haber por allí -cerca alguna tierra, por lo cual mandó quitar algunas velas, y -estar sobre el aviso en la guarda del velar de noche. Domingo, -3 dias de Noviembre, ya que amaneció, vieron tierra toda la -flota, con harto regocijo y alegría de todos, como si les abrieran -los cielos. Esta tierra era una isla, á la cual puso nombre -la Dominica, porque la descubrió dia de domingo; luego vido -otra isla á la mano derecha de la Dominica, luego vieron otra, -y escomenzaron á aparecer muchas. Dando todos infinitas -gracias á Dios, cantan la <i>Salve regina</i>, luego, como la suelen -cantar en los navíos cuando navegan, á prima noche; comienzan -á salir olores de las flores de las islas, de que se maravillaban -todos; ven infinitos papagayos verdes, que andan juntos -como zorzales en su tiempo, con mucha grita que siempre -van dando. Juzgaban que, desde la Gomera, en veintiun -dias que la Dominica vieron, hasta 750 leguas, ó pocas -más, habrian andado. No pareció haber puerto en la Dominica, -por la parte del Levante, y por esto atravesó el Almirante á -otra isla, que fué la segunda á que puso nombre, y fué Marigalante, -porque la nao en que iba el Almirante así se llamaba. -Salió allí en tierra con gente de su nao, y tomó posesion<span class="pagenum"><a name="Page_6" id="Page_6">[6]</a></span> -jurídica por los reyes de Castilla y Leon, ante todos, y autorizóla -con fe de escribano. Partió de allí, otro dia, lúnes, y -vido otra gran isla, y á esta puso nombre Guadalupe, á -la cual se llegaron; y, hallando puerto, surgieron ó echaron -anclas, y mandó que fuesen ciertas barcas á tierra, y ver un -poblezuelo que parecia en la costa junto al mar, donde no -hallaron á nadie, porque, como vieron los navíos, huyeron todos -los vecinos dél á los montes. Allí hallaron los primeros papagayos -que llamaban guacamayos, tan grandes como gallos, de -muchos colores, y lo más es colorado, poco azul y blanco; -estos nunca chirrían ni hablan, sino de cuando en cuando dan -unos gritos desgraciados, y solamente se hallan en tierra firme -en la costa de Paria, y por allí adelante. Hallaron en las -casas un madero de navío, que llaman los marineros quodaste, -de que todos se maravillaron, y no supieron imaginar como -hobiese allí venido, sino que los vientos y los mares lo hobiesen -allí traido, ó de las islas de Canaria, ó de la Española, de -la nao que allí perdió el Almirante el primer viaje. Mártes, 5 -dias del mes de Noviembre, mandó el Almirante salir dos barcas -á tierra para ver si pudiesen tomar alguna persona, para -saber los secretos de la gente y de la tierra, y para si le diesen -nueva que tan léjos estaban de la isla Española; trujeron dos -mancebos, y, por señas, hicieron entender al Almirante, que -no eran de aquella isla, sino de Boriquen, y esta es la que agora -llamamos la isla de Sant Juan; afirmaban, cuanto ellos podian -con manos y ojos, y ménos, mostrar, y con gestos de amargas -ánimas, que los de aquella isla eran caribes, y que los habian -preso y traido de Boriquen para los comer, como lo solian acostumbrar. -Tornaron las barcas por ciertos cristianos que se habian -quedado, y hallaron con ellos seis mujeres que se venian -huidas de los caribes, á ellos, por se escapar. El Almirante, no -creyéndolo y por no alterar la gente de la isla, dió á las indias -cuentas, y cascabeles, y espejos y otras cosas de rescate, y tornólas -á enviar á tierra, las cuales los caribes despojaron de las -cosas que les habia dado el Almirante, á vista de los de las barcas; -tornando las barcas por agua, tornaron las mujeres á huirse<span class="pagenum"><a name="Page_7" id="Page_7">[7]</a></span> -con otros dos muchachos y un mozo, y rogaron á los cristianos -que las llevasen á las naos. Dellas se coligió haber por allí -otras muchas islas, y tierra grande que parecian significar á -tierra firme, y nombraban á cada una por su nombre. Preguntóseles -tambien por señas por la isla Española, que en lengua -della y de las comarcanas, se llamaba Haytí, la última sílaba -aguda; señalaron á la parte donde caia, y, aunque el Almirante, -por su carta del descubrimiento primero, entendia y -podia ir derecho allá, pero holgóse de óir dellas el paraje -donde le demoraba. Quisiera luego alzar las velas, sino que -le dijeron que Diego Marquez, el veedor, que iba por Capitan -de un navío, habia saltado en tierra con ocho hombres, sin su -licencia, y, aún con harta indiscrecion, ántes que amaneciese, -y no era vuelto á los navíos. El Almirante hobo mucho enojo, y -con justa razon; envió luego cuadrillas de gente para lo buscar, -fueron aquel dia y no lo hallaron por la espesura de los -muchos montes; acordó esperarlos todo aquel dia porque no -se perdiesen, y, porque si dejaba el navío, despues no acertase -á ir á la Española. Torna á enviar cuadrillas, cada una con su -trompeta, porque oyesen donde estaban, y tambien tirar espingardas; -andando perdidas aquel dia las cuadrillas, volviéronse, -sin hallarlos, á los navíos. Hacíasele al Almirante cada -hora un año, y, con gran pena, quiso dejarlos, pero al cabo no -lo quiso hacer por no desmampararlos y los indios no los matasen -ó padeciesen algun gran desastre; y por no aventurar el -navío y la gente dél, si, por esperarlos, lo dejasen, mandó que -todos los navíos se proveyesen de agua y leña, y los que quisiesen -salir, á se recrear en tierra y lavar su ropa, saliesen, y -determina enviar á Alonso de Hojeda, que iba por Capitan de -una de las carabelas, que con 40 hombres los fuese á buscar, -y de camino indagase lo que habia en la tierra. Díjose que -habian hallado almástiga, y jengibre, y cera, y incienso, y -gándalos, y otras cosas aromáticas, pero hasta agora no se ha -sabido que tales cosas haya, ni allí ni en las otras islas; algodon -hallaron mucho, como lo hay en todas estas islas y en -tierra firme, donde es la tierra caliente y no fria. Dijeron que<span class="pagenum"><a name="Page_8" id="Page_8">[8]</a></span> -vieron alcones, y niblíes; milanos hay hartos en todas estas -partes, y garzas, y grajas, palomas, tórtolas y dorales, ansares -y ruiseñores; perdices, dijeron que habian visto, pero -estas no se han hallado, sino solamente en la isla de Cuba. -Certificaban que en seis leguas habian pasado veintiseis rios, -muchos dellos hasta la cinta; bien podia ser uno y pasarle -muchas veces, como el rio que se pasa cuatrocientas veces y -más, del Nombre de Dios á Panamá. Finalmente, se volvieron -aquestos sin hallarlos, y ellos, el viernes á 8 de Noviembre, -vinieron y aportaron á los navíos; dijeron, que por los -grandes montes y breñas se perdieron y no acertaron á volverse. -El Almirante mandó prender al Capitan, y á los demas -dar alguna pena. Salió el Almirante á tierra á unas casas que -estaban por allí cerca, en las cuales hallaron mucho algodon -hilado y por hilar, y una manera nueva de telares en que lo -tejian, vieron muchas cabezas de hombres colgadas, y restos -de huesos humanos. Debian ser de señores ó personas que -ellos amaban, porque, decir que eran de los que comian, no -es cosa probable, la razon es, porque si ellos comian tantos -como dicen algunos, no cupieran en las casas los huesos y -cabezas, y parece, que despues de comidos no habia para qué -guardar las cabezas y huesos por reliquias, si quizá no fuesen -de algunos sus muy capitales enemigos, y todo esto es -adevinar. Las casas, dijeron que eran las de mejor hechura, y -más llenas de comida y cosas necesarias, que se habian visto -en las otras partes del primer viaje.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_9" id="Page_9">[9]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO LXXXV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>El domingo siguiente, á 10 dias de Noviembre, mandó levantar -las anclas y dar las velas, y fué costeando la misma -isla de Guadalupe, la via del Norueste, en busca de la Española, -y llegó á una isla muy alta, y nombróla Monserrate, -porque parecia que tenia la figura de las peñas de Monserrate, -y de allá descubrió cierta isla muy redonda, tajada por todas -partes, que, sin escalas ó cuerdas hechadas de arriba, parece -que es imposible subir á ella, y por esto púsole nombre Sancta -María la Redonda, á otra llamó Sancta María de la Antigua, -que tenia 15 ó 20 leguas de costa; parecian por allí otras muchas -islas, hácia la banda del Norte, muy altas y de grandes -arboledas y frescuras; surgió en una, á la cual llamó Sant -Martin, y cuando alzaban las anclas salian pegados á las uñas -dellas pedazos de coral, segun les parecia; no dice el Almirante -si era blanco ó colorado. El jueves, 14 de Noviembre, -surgió en otra isla que llamó Sancta Cruz; mandó allí salir en -tierra gente y que tomasen algunas personas para tomar lengua. -Tomaron cuatro mujeres y dos niños, y á la vuelta con -la barca toparon una canoa, dentro de la cual venian cuatro -indios y una india, los cuales, visto que no podian huir, se -comenzaron á defender y la india tambien con ellos, y tiraron -sus flechas y hirieron dos cristianos de los de la barca, y la -mujer pasó con la suya una adarga; embistieron con la canoa, -y trastornáronla, y tomáronlos, y uno dellos, no perdiendo su -arco, nadando tiraba los flechazos tan reciamente, poco ménos, -que si estuviera en tierra. Uno destos vieron que tenia cortado -su instrumento generativo, creian los cristianos que para que -engordase mejor, como capon, y despues comerlo los caribes. -Desde allí, andando el Almirante su viaje para la Española,<span class="pagenum"><a name="Page_10" id="Page_10">[10]</a></span> -vido muchas islas juntas que parecian sin número, á la mayor -dellas puso nombre Sancta Ursula, y á todas las otras las Once -mill Vírgenes; llegó de allí á otra grande, que llamó de Sant Juan -Baptista, que ahora llamamos de Sant Juan, y arriba digimos -que llamaban Boriquen los indios, en una bahía della, al Poniente, -donde pescaron todos los navíos diversas especies de -pescados, como sábalos, y sardinas algunas, y, en mucha cantidad, -lizas, porque destas es la mayor abundancia que hay en -estas Indias, en la mar y en los rios. Salieron en tierra algunos -cristianos y fueron á unas casas por muy buen artificio -hechas, todas, empero, de paja y madera, que tenian una plaza, -con un camino, desde ella hasta la mar, muy limpio y seguido, -hecho como una calle, y las paredes de cañas cruzadas ó tejidas, -y por lo alto tambien con sus verduras graciosas, como -si fueran parras, ó verjeles de naranjos ó cidros, como los hay -en Valencia ó en Barcelona, y junto á la mar estaba un miradero -alto, donde podian caber diez ó doce personas, de la misma -manera bien labrado; debia ser casa de placer del señor de -aquella isla, ó de aquella parte della. No dice aquí el Almirante -que hobiesen visto allí alguna gente; por ventura, debian de -huir cuando los navíos vieron. El viérnes, á 22 del mismo -mes de Noviembre, tomó el Almirante la primera tierra de la -isla Española, que está á la banda del Norte, y de la postrera -de la isla de Sant Juan, obra de 15 leguas, y allí hizo echar -en tierra un indio de los que traia de Castilla, encargándole -que induciese á todos los indios de su tierra, que era la provincia -de Samaná, que estaba de allí cerca, al amor de los -cristianos, y contase la grandeza de los reyes de Castilla y las -grandes cosas de aquellos reinos; él se ofreció de lo hacer, con -muy buena voluntad, despues no se supo deste indio más, -creyóse que se debió morir. Prosiguió su camino el Almirante -y viniendo al Cabo, que, cuando el primer viaje lo descubrió, -le puso nombre el cabo del Angel, como arriba en el capítulo -67 se dijo, vinieron á los navíos algunos indios en sus canoas -con comida y otras cosas, para rescatarlas con los cristianos, -y, yendo á surgir á <i>Monte-Christi</i> la flota, salió una<span class="pagenum"><a name="Page_11" id="Page_11">[11]</a></span> -barca, hácia tierra, á un rio que allí parecia; vido muertos dos -hombres, el uno mancebo y el otro viejo, á lo que parecia, y -el viejo tenia una soga de esparto, de las de Castilla, á la garganta, -tendidos los brazos y atadas las manos á un palo como -en cruz, pero no cognoscieron que fuesen indios ó cristianos, -de donde el Almirante tomó gran sospecha y pena que fuesen -muertos los 39 cristianos, ó dellos alguna parte. Otro dia, -mártes, 26 de Noviembre, tornó á enviar el Almirante por -algunas partes algunos hombres, para saber qué nuevas habia -de los de la fortaleza, vinieron muchos indios á hablar con -los cristianos; muy segura y libremente, sin temor alguno, llegábanse -á los cristianos y tocábanles al jubon y á la camisa -diciendo, «jubon, camisa,» mostrando que sabian los nombres -de aquellas cosas; con estas palabras y con no temer los indios -aseguróse algo el Almirante de que no fuesen los de la fortaleza -muertos. A la entrada del puerto de la Navidad surgió -con los navíos, miércoles, á 27 de Noviembre; hácia la media -noche vino una canoa llena de indios y llegó á la nao del -Almirante y preguntáronles por él, diciendo, «¡Almirante, Almirante!» -respondiéronles que entrasen que allí estaba, ellos -no quisieron hasta que el Almirante se paró al bordo de la -nao, y desque lo cognoscieron, que era harto bien cognoscible -por su autorizada persona, luego entraron en la nao dos -dellos, y dánle sendas carátulas, que llaman guayças, muy -bien hechas y con algun oro, como arriba fué dellas dicho, -presentándoselas de parte del rey Guacanagarí con grandes -encomiendas, las que pudieron significar; preguntándoles el -Almirante por los cristianos, que era lo que le dolia, respondieron -que algunos eran muertos de enfermedad, y otros se -habian ido la tierra dentro con sus mujeres y áun con muchas -mujeres. Bien sintió el Almirante que debian ser todos muertos, -pero disimuló por entónces y tornólos á enviar, dándoles -un presente de bacinetas de laton que siempre tuvieron en -mucho, y otras menudencias que habian de agradar al señor -Guacanagarí, y tambien á ellos dió cosas conque se fueron -alegres, luego, aquella noche.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_12" id="Page_12">[12]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO LXXXVI.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Entróse luego, el jueves, 28 de Noviembre, á la tarde, con -toda su flota, dentro del puerto de la Navidad, acerca de donde -habia dejado hecha la fortaleza, la cual vido toda quemada, -de donde recibió grandísimo pesar y tristeza, viendo cierto -argumento de la muerte de todos los 39 cristianos que en -ella habia dejado, y por aquel dia no pareció persona alguna -por todo aquello; otro dia salió en tierra el Almirante, por la -mañana, con grande tristeza y angustia de ver quemada la fortaleza, -y ninguno de los que con tanto placer y contentamiento -de todos habia dejado. Habia algunas cosas de los cristianos, -como arcas quebradas, y bornias, y unos que llaman arambeles, -que ponen sobre las mesas los labradores; no viendo -persona ninguna á quien preguntar, el Almirante, con ciertas -barcas entró por un rio arriba, que cerca de allí estaba, y -dejó mandado que limpiasen un pozo que dejó hecho en la -fortaleza, para ver si los cristianos habian escondido allí algun -oro, pero no se halló nada; el Almirante tampoco halló -á quien preguntar, porque los indios todos huian de sus casas. -Hallaron, empero, en ellas vestidos algunos de los cristianos, -y dió la vuelta. Hallaron por cerca de la fortaleza siete ú ocho -personas enterradas, y cerca de allí, por el campo, otras tres, -y cognoscieron ser cristianos por estar vestidos, y parecia -haber sido muertos de un mes atras, ó poco más. Andando -por allí buscando escripturas ó otras cosas, de que pudiesen -haber lengua de lo que habia pasado, vino un hermano del -rey Guacanagarí, con algunos indios que ya sabian hablar y -entender nuestra lengua algo, y nombraban por su nombre -todos los cristianos que en la fortaleza quedaron, y tambien -por lengua de los indios que traia de Castilla el Almirante, diéronle<span class="pagenum"><a name="Page_13" id="Page_13">[13]</a></span> -nuevas y relacion de todo el desastre. Dijeron que, luego -que el Almirante se partió dellos, comenzaron entre sí á reñir -é tener pendencias, y acuchillarse, y tomar cada uno las mujeres -que queria y el oro que podia haber, y apartarse unos de -otros; y que Pero Gutierrez y Escobedo mataron á un Jacome, -y aquellos, con otros nueve, se habian ido con las mujeres que -habian tomado y su hato, á la tierra de un señor que se llamaba -Canabo, que señoreaba las minas (y creo que está corrupta -la letra, que habia de decir Caonabo, señor y Rey muy -esforzado de la Maguana, de quien hay bien que decir abajo), -el cual los mató á todos diez ú once; dijeron más, que, despues -de muchos dias, vino el dicho rey Caonabo con mucha -gente á la fortaleza, donde no habia más de Diego de Arana, -el Capitan, y otros cinco que quisieron permanecer con él para -guarda de la fortaleza, porque todos los demas se habian -desparcido por la isla, y de noche puso fuego á la fortaleza -y á las casas donde aquellos estaban, porque no estaban, por -ventura, en la fortaleza, las cuales, huyendo hácia la mar, se -ahogaron. El rey Guacanagarí salió á pelear con él por defender -los cristianos; salió mal herido, de lo que no estaba sano. -Esto concordó todo con la relacion que trajeron otros cristianos, -que el Almirante habia enviado por otra parte á saber nuevas -de los 39 cristianos, y llegaron al pueblo principal de Guacanagarí, -el cual vieron que estaba malo de las heridas susodichas, -por lo cual se excusó que no pudo venir á ver al Almirante -y darle cuenta de lo sucedido, despues que se partió -para Castilla; y que la muerte dellos habia sido, porque luego -que el Almirante se fué comenzaron á rifar y á tener discordias -entre sí, tomaban las mujeres á sus maridos y iban á rescatar -oro cada uno por sí. Juntáronse ciertos vizcainos contra los -otros, y ansí se dividieron por la tierra, donde los mataron por -sus culpas y malas obras; y esto es cierto, que si ellos estuvieran -juntos estando en la tierra de Guacanagarí, é so su proteccion, -y no exacerbaran los vecinos, tomándoles sus mujeres, que es -con lo que más se injurian y agravian, como donde quiera, -nunca ellos perecieran. Envió á rogar Guacanagarí al Almirante,<span class="pagenum"><a name="Page_14" id="Page_14">[14]</a></span> -con aquellos cristianos, que le fuese á ver porque él no -salia de su casa por aquella indispusicion. El Almirante fué -allá, el cual, con rostro muy triste contó al Almirante todo lo -que dicho es, mostrando sus heridas, y de mucha de su gente -que en aquella defensa habian sido heridos; y bien parecian -las heridas ser de las armas que los indios usaban, que eran -las tiraderas, como dardos, con un hueso de pescado por punta. -Pasada la plática hizo un presente al Almirante de ochocientas -cuentas menudas de piedra, que ellos preciaban mucho -y las llamaban cibas, y ciento de oro, y una corona de oro -y tres calabacillas, que llaman hibueras, llenas de granos de -oro, que todo pesaria hasta cuatro marcos, que eran doscientos -castellanos ó pesos de oro; el Almirante dió á Guacanagarí -muchas cosas de las nuestras de Castilla, como cuentas -de vidro, y cuchillos, y tijeras, cascabeles, alfileres, agujas, -espejuelos, que valdria todo hasta cuatro ó cinco reales, y con -ello pensaba Guacanagarí que quedaba muy rico. Quiso acompañar -al Almirante á donde tenia su real; hiciéronle muy gran -fiesta, donde se regocijó mucho, admirándose de los caballos, -y de lo que los hombres con ellos hacian. Dice aquí el Almirante, -que entendió allí que uno de los 39, que dejó, habia -dicho á los indios y al mismo Guacanagarí algunas cosas en -injuria y derogacion de nuestra sancta fe, y que le fué necesario -rectificarle en ella, y le hizo traer al cuello una -imágen de Nuestra Señora, de plata, que ántes no habia querido -recibir. Dice más aquí el Almirante, que aquel padre -fray Buil, y todos los demas, quisieran que lo prendiera, -más no lo quiso hacer, aunque dice que bien pudiera, considerando -que, pues los cristianos eran muertos, que la prision -del rey Guacanagarí, ni los podia resucitar, ni enviar al Paraíso, -si allá no estaban, y dice que le pareció que aquel Rey -debia ser acá como los otros Reyes, entre los cristianos, que -tienen otros Reyes parientes á quien con su prision injuriara, -y que los Reyes lo enviaban á poblar, en lo que tanto habian -gastado, y que sería impedimento para la poblacion, porque le -saldrian de guerra y no dejarle asentar pueblo, y mayormente<span class="pagenum"><a name="Page_15" id="Page_15">[15]</a></span> -seria gran estorbo para la predicacion y conversion á -nuestra sancta fe, que era á lo que principalmente los Reyes -lo enviaban. Por manera, que, si era verdad lo que Guacanagarí -decia, hiciérale gran injusticia, y toda la tierra lo tuviera -en odio y rencor con todos los cristianos, teniendo al Almirante -por ingrato del gran bien que habia recibido de aquel -Rey, en el primer viaje, y más en defenderle los cristianos, -con riesgo suyo, como sus heridas lo testificaban, y, finalmente, -queria primero poblar, y que, despues de poblado y hecho -en la tierra fuerte, y sabida la verdad, podria castigarlo si -lo hallase culpado, etc. Estas son las razones que, para no seguir -el parecer de los que le aconsejaban prenderle, dió el -Almirante; y fué harta prudencia la suya, más que la del parecer -contrario.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_16" id="Page_16">[16]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO LXXXVII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Antes que pasemos más adelante, porque, por ventura, no -habrá otro lugar donde tan bien convenga ponerse, miéntras -el Almirante hacia esta su segunda navegacion, concertóse -entre los reyes de Castilla é Portugal que hobiese junta de la -una parte y de la otra, para tratar de concierto y dar asiento -en lo que destas mares y tierras habia de quedar por de -cada uno de los reinos y de cada uno dellos; segun impropia -y corrupta, y no ménos injustamente se ha acostumbrado á -nombrar, lo que, en la verdad, si habemos de hablar y -obrar como cristianos, no se ha de llamar conquista sino comision -y precepto de la Iglesia y del Vicario de Cristo, que -á cada uno destos señores se les manda y encarga que tengan -cargo de convertir las gentes destos mundos de por acá; -otra cosa diferente es la conquista de los infieles que nos -impugnan y angustian cada dia. Así que, el rey de Portugal -envió sus solenes Embajadores, con mucha compañía y autoridad, -á los católicos reyes, que ya eran venidos de Barcelona -y estaban en Medina del Campo, y presentada su embajada -y finalmente, dando y tomando, yendo postas y viniendo -posta, de Portugal á Castilla, hobo de haber fin y concluirse -la siguiente determinacion y concierto, entre los reyes de Castilla -D. Fernando y Doña Isabel y el rey D. Juan II de Portugal. -El lugar que eligió para tratarse deste negocio fué la -villa de Simancas, dos leguas y media de Valladolid; allí -mandaron ir los reyes de Castilla á muchas personas que sabian -de cosmografía y astrología, puesto que habia harto -pocos entónces en aquellos reinos, y las personas de la mar -que se pudieron haber (no pude saber los nombres dellas ni -quién fueron), y allí envió el rey de Portugal las suyas, que<span class="pagenum"><a name="Page_17" id="Page_17">[17]</a></span> -debian tener, á lo que yo juzgué, más pericia y más experiencia -de aquellas artes, al ménos de las cosas de la mar, -que las nuestras. Ayuntáronse todos en la dicha villa de Simancas, -y determinaron y asentaron, en conformidad, lo siguiente, -en 20 dias de Junio, año del Señor de 1494. Fué el -concierto y asiento: «Que si hasta los dichos 20 dias de Junio -hobiesen descubierto tierras algunas la gente ó navíos de los -reyes de Castilla, dentro de 250 leguas, de 370 que se habian -señalado, que fuesen y quedasen para el rey de Portugal, y -si las descubriesen dentro de las 120 que restaban de las 370, -quedasen para los reyes de Castilla. Item, fué concierto y -asiento, que dentro de diez meses enviasen cuatro carabelas, -una ó dos de cada parte, ó más ó ménos segun se acordase, -las cuales se juntasen en la isla de Gran Canaria, y en cada -una enviasen, de cada una de las partes, pilotos y astrólogos -y marineros, con tanto que sean tantos de una parte como de -otra; y que algunas personas de las dichas vayan, de las de -Castilla, en los navíos de los portogueses, y otras de los portogueses -vayan en los navíos de Castilla, tantos de una parte como -de otra. Los cuales juntamente puedan ver y cognoscer la mar, -y los vientos, y los rumbos, y los grados del sol y del Norte, y -señalar las 370 leguas y límites, segun se pudiese hacer; á lo -cual concurran todos juntos, y lleven los poderes de los Reyes. -Y todos los navíos concurran juntamente y vayan á las -islas de cabo Verde, y desde allí tomen su derrota derecha al -Poniente, hasta las dichas 370 leguas, medidas como las dichas -personas acordaren que se deben medir, é allí, donde se -acabaren, se haga el punto é señal que convenga, por grados -del sol ó del Norte, ó por singladuras de leguas, ó como mejor -se pudiere concordar; la cual dicha raya, señalen de -polo á polo. Y si caso fuere que la dicha raya ó límite de -polo á polo topare en algunas islas ó tierra firme, que, al comienzo -della ó dellas, se haga alguna señal ó torre donde topare -la dicha raya, é que, en derecho de la tal señal ó torre, se -continúen dende adelante otras señales por la tal isla ó tierra -firme en derecha de la dicha raya, las cuales partan lo que á<span class="pagenum"><a name="Page_18" id="Page_18">[18]</a></span> -cada una de las partes perteneciere della, etc.» Este fué el -concierto y asiento que en Simancas por aquel tiempo se hizo. -Y es aquí de considerar la bondad de los reyes de Castilla y -amor de la paz que tuvieron, que, como el Papa les concediese -que todo lo que se contuviese del Occidente y Austro, -despues de pasadas 100 leguas, de las islas de Cabo Verde, -por bien de paz cedieron su derecho á concertarse con lo que -se contuviese pasadas las 370 leguas, con las demas condiciones -á que quisieron subiectarse por su propia voluntad. El traslado -de los capítulos de este asiento enviaron los Reyes al Almirante -en los primeros navíos que enviaron, despues que él -partió con los 17 navíos, y quisieran que se hallaran él ó su -hermano en tratar de aquello y asentar los dichos límites ó -torre que se habia de hacer, hecha la línea que habian de imaginar, -como abajo parecerá. Despues muchos años, el tiempo -andando, en tiempo del Emperador D. Cárlos y Rey nuestro -señor, se tractó de otra junta que se hizo en la ciudad de -Badajoz, sobre los límites destas Indias, entre castellanos y -portogueses, decirse ha abajo, con el favor de Dios, lo que en -ello supiéremos que decir. Tratando deste asiento la Historia -portoguesa, que refiere la vida del dicho rey D. Juan, y que -escribió el susonombrado autor García de Reesende, en el -cap. 166 dice, que deste asiento y conclusion se hicieron por -los Reyes contratos jurados, y, con gran seguridad corroborados, -de que mostraron ambas partes gran contentamiento, -por excusar las diferencias y discordias que ya se comenzaban -á revolver, contrarias de la paz que tenian asentada, y que -cuando volvieron sus Embajadores, por Julio, el rey de Portugal -los recibió con mucha alegría.....<a name="FNanchor_1_1" id="FNanchor_1_1"></a><a href="#Footnote_1_1" class="fnanchor">[1]</a> Este historiador -dice en el siguiente cap. 167, una cosa que quiero referir aquí, -para aviso de los Reyes, porque es muy notable, y es, que -tenia el rey de Portugal tanta parte en el Consejo de los reyes -católicos de Castilla, Rey é Reina, que ninguna cosa se trataba -en él, por secreta é importante que fuese, que no la supiese<span class="pagenum"><a name="Page_19" id="Page_19">[19]</a></span> -luego el rey de Portugal, y por esto, andando en estos tratos -y conciertos, tenia el rey de Portugal muchas postas y gran -industria desta manera: Trataban el Rey y la Reina en su Consejo -lo que convenia tratar y determinarse; algunos traidores -del Consejo, que allí tenia el rey de Portugal bien salariados, -avisábanle luego de todo lo que pasaba; escribia luego el Rey -á sus Embajadores, «mañana ó tal dia os han de decir ó responder -el Rey é la Reina tal y tal cosa, respondereis de mi -parte tal y tal cosa, y direis tales palabras;» los Embajadores, -como veian que salia así todo, sin faltar palabra, estaban espantados, -y no ménos el Rey y la Reina miraban en ello, -viendo que los Embajadores daban tan determinadamente -respuesta en cosas que requerian que con su Rey las consultasen. -Y tenia esta industria el rey de Portugal, que enviaba -al duque del Infantadgo y á otros Grandes, que sabia que no le -ayudaban ni habian de ayudar, muchas joyas y presentes, públicamente -para hacerlos sospechosos con los Reyes, y á los que -tenia por sí en el Consejo de los Reyes, enviaba muchos dones -y dádivas muy secretas, y pagaba sus salarios; y así no habia -cosa que los Reyes hiciesen que no se lo revelaban. De donde -parece cuanta es la maldad de los infieles consejeros, y como -los Reyes viven y gobiernan en mucho trabajo.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_20" id="Page_20">[20]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO LXXXVIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Visto por el Almirante que aquella provincia del Marien -era tierra muy baja, y que no le parecia que habia piedra y -materiales para hacer edificios, puesto que tenia muy buenos -puertos y buenas aguas, deliberó de tornar hácia atras la costa -arriba, al leste, á buscar un buen asiento donde provechosamente -poblase; y, con este acuerdo, sábado, 7 dias de Diciembre, -salió con toda su flota del puerto de la Navidad, y -fué á surgir aquella tarde cerca de unas isletas que están -cerca del <i>Monte-Christi</i>, y, otro dia, domingo, sobre el monte, -yendo mirando por la tierra donde Dios le deparase la dispusicion -que buscaba para poblar, pero su intincion, principalmente, -iba enderezada al Monte de Plata, porque se le figuraba, -segun él dice, que era tierra más cercana á la provincia -de Cibao, donde, segun el viaje primero habia entendido, estaban -las minas ricas de oro, y quél estimaba ser Cipango, -como arriba se dijo. Fuéronle los vientos muy contrarios despues -que salió del puerto de <i>Monte-Christi</i>, que con muy grande -trabajo y de muchos dias, y con toda el armada, se vido en -gran pena y conflicto, porque la gente y los caballos venian -todos con grande fatiga; por estas dificultades, no pudo pasar -del puerto de Gracia, en el cual arriba digimos que habia estado -Martin Alonso Pinzon, cuando en el primer viaje se -apartó del Almirante, y que agora se llama el puerto ó rio de -Martin Alonso, y está cinco ó seis leguas del puerto de la Plata; -puesto que dice aquí el Almirante que está once, pero entónces -no se sabia la tierra como agora. Este puerto dice el Almirante -ser singularísimo, y quisiera, diz que, poblar en él, -si sintiera que tenia rio suficiente de agua, ó fuente (y creo -que tiene un arroyo pequeño), ó si supiera la buena tierra y<span class="pagenum"><a name="Page_21" id="Page_21">[21]</a></span> -comarca que alrededor tenia, como despues la supo. Por manera, -que hobo de tornar atras tres leguas de allí, donde sale -á la mar un rio grande y hay un buen puerto, aunque descubierto -para el viento Norueste, pero para los demas bueno, -donde acordó saltar en tierra, en un pueblo de indios que allí -habia; y vido por el rio arriba una vega muy graciosa, y que -el rio se podia sacar por acequias que pasasen por dentro del -pueblo, y para hacer tambien en él aceñas y otras comodidades -convenientes para edificar. Lo cual visto, en el nombre de -la Sancta Trinidad, dice él, que determinó de poblar allí, é -así mandó luego desembarcar toda la gente, que venia muy -cansada y fatigada y los caballos muy perdidos, bastimentos -y todas las otras cosas de la armada, lo cual todo mandó poner -en un llano, que estaba junto á una peña bien aparejada -para edificar en ella su fortaleza; en este asiento comenzó á -fundar un pueblo ó villa que fué la primera de todas estas -Indias, cuyo nombre quiso que fuese la Isabela, por memoria -de la reina Doña Isabel, á quien él singularmente tenia en -gran reverencia, y deseaba más servirla y agradarla que á -otra persona del mundo. Dice aquí el Almirante, que, despues -de haber asentado allí, daba infinitas gracias á Dios, por la -buena dispusicion, que, para la poblacion, por aquel sitio hallaba; -y tenia razon, porque hobo por allí muy buena piedra -de cantería, y para hacer cal, y tierra buena para ladrillo y teja, -y todos buenos materiales, y es tierra fertilísima y graciosísima -y bienaventurada. Por este aparejo dióse grandísima prisa, y -puso suma diligencia en edificar luego casa para los bastimentos -y municiones del armada, é iglesia y hospital, y para su -morada una casa fuerte, segun se pudo hacer; y repartió solares, -ordenando sus calles y plaza, y avecindáronse las personas -principales, y manda que cada uno haga su casa como mejor -pudiere; las casas públicas se hicieron de piedra, las demas -cada uno hacia de madera y paja, y como hacerse podia. -Mas, como la gente venia fatigada de tan largo viaje, y no -acostumbrado, de la mar, y luego, mayormente la trabajadora -y oficiales mecánicos, fueron puestos en los grandes trabajos<span class="pagenum"><a name="Page_22" id="Page_22">[22]</a></span> -corporales de hacer las obras y edificios susodichos, y materiales -para ellos, y la tierra, de necesidad, por la distancia tan -grande que hay de España hasta aquí, é mudanza de los -aires y diferentísimas regiones, los habia de probar, puesto que -ella en sí es de naturaleza sanísima, como abajo se dirá en -los capítulos 90 y 91, á lo cual se llegó la tasa de los bastimentos, -que todos se daban por estrecha órden y medida, -como cosa que se traia de España, y que de los de la tierra, -por ser tan diferentes de los nuestros, mayormente el pan, no -habia esperanza que por entónces á ellos se arrostrase, comenzó -la gente, tan de golpe, á caer enferma, y, por el poco refrigerio -que habia para los enfermos, á morir tambien muchos -dellos, que apénas quedaba hombre de los hidalgos y plebeyos, -por muy robusto que fuese, que, de calenturas terribles, enfermo -no cayese; porque á todos era igual, casi, el trabajo, -como podrán bien adivinar todos aquellos que saben qué cosa -sea, en especial en estas tierras, poblar de nuevo, lo cual en -aquel tiempo, sin ninguna comparacion, más que en otro ni -en otra parte, fué laborioso. Sobreveníales á sus males la -grande angustia y tristeza que concebian de verse tan alongados -de sus tierras, y tan sin esperanza de haber presto remedio, -y verse defraudados tambien del oro y riquezas que se -prometió á sí mismo, al tiempo que acá determinó pasar, cada -uno. No se escapó el Almirante de caer, como los otros, en la -cama, porque como por la mar solian ser sus trabajos incomparables, -mayormente de no dormir, que es lo que más en -aquella arte se requiere que tengan los que llevan oficio de -pilotos, y el Almirante, no sólo llevaba sobre sí cargo de piloto, -como quiera y como los pilotos suelen llevar en las navegaciones, -adonde muchas veces han ido, pero en tal como -esta, en aquel tiempo tan nueva y tan nunca otra tal vista ni -oida, y que ninguno la sabia sino él, y por consiguiente, sobre -sus hombros iba el cuidado de toda la flota, y que todos -los otros pilotos habian de llevar, y, sin esto, lo mucho que ya -más le iba que á todos, teniendo suspenso á todo el mundo, que -esperaban como habia de responder la cosa comenzada; que,<span class="pagenum"><a name="Page_23" id="Page_23">[23]</a></span> -cierto, no era ménos, sino ántes más y mayor la obligacion, -que de satisfacer á los reyes de Castilla y á toda la cristiandad, -tenia, como mayores prendas se hobiesen ya metido, así de -gastos como de gente, que la del primer viaje, así que todas -estas consideraciones, que pasaban cada hora por su pensamiento, -le compelian á que fuese mártir por la mar; y, sin -duda, sus cuidados, vigilias, solicitud, temores, trabajos y -angustias, no creo que se podrán comparar, de donde necesariamente -se habia de seguir caer en grandes enfermedades, -como abajo parecerá. Y de una cosa me parece que todos los -que deste negocio tuvimos y tenemos noticia, entre todas las -demas, nos debiamos más que de otras maravillar, y cognoscer -la infalible providencia de Dios haber tenido singular -modo de proveer aquesta negociacion, conviene á saber, que -no solamente hobiese hecho tan fácil y breve, ansí en lo de -la mar, sin tempestades, como en la clemencia y suavidad y -favor de los vientos, en el primer descubrimiento y viaje, -siendo, por la mayor parte, todos ó cuasi todos, los que despues -se han hecho y hacen, tan peligrosos, impetuosos y llenos de -tantos trabajos, como habemos muchas veces en nos y en -otros experimentado, pero que nunca el Almirante, por todo -él, á ida ni á venida, ni en la estada de España, ni agora en -esta tornada de este segundo viaje, hasta que hobo enseñado -á todos los demas á navegar estas mares, y puso en estas -tierras la gente que trajo, cuasi como por arras de los que -despues habian de venir á efectuar lo que Dios tenia determinado, -nunca, digo, el Almirante, caudillo y guiador de aquesta -divina hazaña, en todos los peligros y dificultades pasadas -enfermase; y así, creo que es particular cosa esta, de las muchas -que podemos hallar en el descubrimiento de estas Indias, -no la menor que otra digna de profunda consideracion.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_24" id="Page_24">[24]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO LXXXIX.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p class="pch">En el cual se tracta como el Almirante envió á un Alonso de Hojeda con 15 hombres á descubrir -la tierra, y saber de las minas de Cibao.—Como recibian los indios á los cristianos -con mucha alegría.—Volvió Hojeda con nuevas de oro.—Alegróse el Almirante y -toda la gente.—Como despachó el Almirante, de los 17, los 12 navíos para Castilla, con -la relacion larga para los Reyes; y á quién envió por Capitan dellos, etc.</p> - -<p>Miéntra él ordenaba y entendia en la edificacion de la -villa de la Isabela, porque no se perdiese tiempo ni se gastasen -los mantenimientos en balde, y se supiese alguna nueva de -lo que en la tierra habia, especialmente de su Cipango, informado -de los indios que allí en un pueblo junto vivian, quienes -afirmaban estar cerca de allí Cibao, determinó de enviar descubridores -que supiesen lo que todos tanto deseaban, conviene -á saber, las minas del oro, y para este ministerio eligió -á Alonso de Hojeda, de quien arriba en el cap. 84 se hizo -mencion. Con 15 hombres, luego, por el mes de Enero siguiente, -mandó el Almirante que fuese á buscar y saber -donde eran las minas de Cibao, y ver la dispusicion de la tierra, -poblaciones y gentes della. Entretanto que Hojeda iba, entendió -tambien el Almirante en despachar con brevedad los navíos -que habian de ir á Castilla, y estos fueron 12 dejando 5, -dos naos grandes y tres carabelas, que dejó consigo, de los 17, -para las necesidades que se ofreciesen, y para ir á descubrir, -como abajo se dirá. Volvió Alonso de Hojeda, á pocos dias, -con buenas nuevas que á todos, en alguna manera, entre sus -trabajos y enfermedades, alegraron, puesto que más quisieran, -muchos y los más, y quizá todos, hallarse en el estado que -estaban cuando se embarcaron en Castilla, como ya viesen que -el poder ser ricos de oro iba á la larga, porque no pensaban -sino que, á la costa de la mar, habian de hallar el oro,<span class="pagenum"><a name="Page_25" id="Page_25">[25]</a></span> -para hinchir sus costales, arrollado. Dió relacion Hojeda, que -hasta los dos dias que habia hecho de camino, salido de -la Isabela, habia tenido algun trabajo por ser despoblado, -pero que, descendido un puerto, habia hallado muchas -poblaciones á cada legua, y que los señores dellas y toda -la gente los recibian como á ángeles, saliéndolos á recibir, y -aposentándolos, y dándoles de comer de sus manjares, -como si fueran todos sus hermanos. Este puerto es la sierra, -que arriba digimos, fertilísima, que hace la vega por la parte -del Norte, la cual toda era poblada, sino que, por aquella -parte por donde fueron, debia ser el camino despoblado; como -quiera que era todo poca distancia, porque no podian ser -obra de ocho ó diez leguas hasta descender la vega abajo, la -cual era, en admirable manera, poblada. Continuó Hojeda su -camino, llegó á la provincia de Cibao en cinco ó seis dias, que -está de la Isabela obra de 15 ó 20 leguas, porque se detenia -por los pueblos por ser tan bien hospedado; llegado á la provincia, -que luego comienza, pasado el rio grande que se llama -Yaquí, al cual puso el Almirante Rio del Oro, cuando vido la -boca dél en el puerto del <i>Monte-Christi</i>, el primer viaje, andando -por los rios y arroyos della, los vecinos que en los -puertos cercanos estaban y los que consigo por guias llevaban, -en presencia del Hojeda y de los cristianos, cogian y cogieron -muchas muestras de oro, que bastaron para creer y afirmar -que era tierra de mucho oro; como en la verdad lo fué despues, -de donde se sacó innumerable, y de lo más fino que hobo en -el mundo, como, si Dios quiere, abajo se contará más largo. Con -esta nueva, todos, como dije, recibieron un mezclado alegron; -pero el Almirante fué el que más dello gustó, y determinó, -despachados los navíos para Castilla, ir á ver la dicha provincia -de Cibao, por los ojos, y dar á todos motivo de creer lo -que viesen y palpasen, como Sancto Tomás. Hecha relacion -larga de la tierra y del estado en que quedaba, y donde habia -poblado, para los Reyes católicos, y enviándoles la muestra del -oro que Guacanagarí le habia presentado, y la que Hojeda habia -traido, é informándoles de todo lo que vido ser necesario,<span class="pagenum"><a name="Page_26" id="Page_26">[26]</a></span> -despachó á los 12 navíos dichos, poniendo por Capitan de -todos ellos al susodicho Antonio de Torres, hermano del ama -del príncipe D. Juan, á quien entregó el oro y todos sus despachos. -Hiciéronse á la vela á los 2 dias de Febrero de 1494. -Alguno dijo que envió con estos navíos á un Capitan que se -decia Gorbalan pero no es así, lo cual ví, como está dicho, -en una carta del mismo Almirante para los Reyes, cuyo traslado -tuve yo en mi poder escrito de su propia mano.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_27" id="Page_27">[27]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO XC.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p class="pch">En el cual se tracta como el Almirante salió por la tierra, con cierta gente española.—Dejó -la gobernacion de la Isabela á su hermano D. Diego.—Como salió en forma de guerra, -y así entraba y salia en los pueblos para mostrar su potencia y poner miedo en la gente -indiana.—Como se quiso amotinar un contador, Bernal de Pisa, y hurtar ciertos navíos.—Los -recibimientos que hacian los indios al Almirante y á los cristianos.—De su -bondad y simplicidad en la manera que tenian.—De la hermosura de la vega á que puso -nombre la Vega Real.—Los rios tan grandes y hermosos que habia, y el oro que en ellos -se hallaba, etc.</p> - -<p>Partidos los navíos para España, y el Almirante, de su indispusicion -y enfermedad mejorado, acordando de salir á ver -la tierra, en especial la provincia de Cibao, porque, estando -enfermos algunos de los descontentos y trabajados, quisieron -hurtar ó tomar por fuerza los cinco navíos que quedaban, ó -algunos dellos, para se volver á España, cuyo movedor, diz -que, habia sido un Bernal de Pisa, Alguacil de corte, á quien -los Reyes habian hecho merced del oficio de Contador de -aquesta isla, puesto quel Almirante, no pudiéndose la rebelion -encubrir, hechó preso al Bernal de Pisa, y mandólo poner -en una nao para enviarlo á Castilla con el proceso de lo que -habia ordenado, y á los demas mandó castigarlos; por esta -causa mandó poner toda la municion y artillería, y cosas más -necesarias de la mar de los cuatro navíos, en la nao <i>Capitana</i>, -y puso en ellas personas de buen recaudo. Y esta fué la primera -rebelion que en estas Indias fué intentada, aunque luego, -ántes que se perfeccionase, fué apagada. Tambien parece haber -sido el origen de la contradiccion, que el Almirante y sus sucesores -siempre tuvieron, de los que los Reyes proveian en estas -tierras por sus oficiales, los cuales le hicieron, como se verá, -grandísimos daños. Hallóse á este Bernal de Pisa una pesquisa -escondida dentro de una boya, (que es un palo muy<span class="pagenum"><a name="Page_28" id="Page_28">[28]</a></span> -grueso que se echa con una cuerda, para que se sepa donde -está el ancla, por si se le rompiere el cable) hecha contra -el Almirante; y no se yo qué podia el Almirante haber cometido -ó agravios hecho en tan pocos dias, que no habia dos -meses que en la tierra estaba. Asimismo de los castigos, que, -quizá por esto, hizo en los que por esta conjuracion halló culpados, -comenzó la primera vez á ser tenido por riguroso juez, -y, delante de los Reyes, y cuasi en todo el reino, por insufrible -y cruel infamado; de lo cual yo bien me acuerdo, y áun ántes -que pasase á estas partes ni cognosciese al Almirante, por tal -en Castilla publicarse, y dado que no he visto los testigos que -entónces hizo para certificarlos, pero he leido cartas suyas -escritas á los Reyes, excusándose del rigor de la justicia que -le imponian, de donde colijo que algun testigo debiera en -aquellos de haber ejecutado; y, en la verdad, digno era de gran -castigo aquel delito, siendo el primero y de tan mala y peligrosa -especie y así muy grave, pero como los delincuentes, -por gravemente que ofendan, querrian, del todo de las penas -que merecen, escaparse, cuando se las ejecutan escuéceles, y -siempre sus causas justifican y repútanse por agraviados. Volviendo -al propósito, puesto recaudo en los cinco navios, y -dejado cargo de la gobernacion á D. Diego, su hermano, con -personas que en ella le aconsejasen y ayudasen, escogió toda -la más gente y más sana que le pareció que habia de pié y -de caballo, y trabajadores, albañiles y carpinteros, y otros -oficiales, con las herramientas é instrumentos necesarios, así -para probar á sacar oro, como para hacer alguna casa fuerte -donde los cristianos se pudiesen defender si los indios intentasen -algo. Salió de la Isabela, con toda su gente cristiana y con -algunos indios del pueblo que habia junto á la Isabela, miércoles, -á 12 de Marzo de 1494 años, y, por poner temor en la -tierra, y mostrar que si algo intentasen eran poderosos para -ofenderlos y dañarlos los cristianos, á la salida de la Isabela, -mandó salir la gente en forma de guerra, con las banderas -tendidas, y con sus trompetas, y, quizá, disparando espingardas, -con las cuales quedarian los indios harto asombrados; y<span class="pagenum"><a name="Page_29" id="Page_29">[29]</a></span> -así hacia en cada pueblo al entrar y al salir, de los que en el -camino hallaba. Fué aquel dia tres leguas de allí á dormir, -al pié de un puerto harto áspero, todas de tierra llana, y porque -los caminos, que los indios andaban, eran no más anchos -que los que llamamos sendas, como ellos tengan poco embarazo -de ropa ni de recuas ó carretas para tenerlos anchos, -porque no lo son más de cuanto les caben los pies, mandó -el Almirante ir á ciertos hidalgos, con gente de trabajo, delante, -la sierra arriba, que dura obra de dos tiros buenos de ballesta, -que con sus azadas y azadones lo ensanchasen, y, donde -habia árboles, los cortasen y escombrasen, y por esta causa, -puso nombre á aquel puerto, el Puerto de los Hidalgos. Otro -dia, jueves, 13 de Marzo, subido el Puerto de los Hidalgos, -vieron la gran vega, cosa que creo yo, y que creo no engañarme, -ser una cosa de las más admirables cosas del mundo, -y más digna, de las cosas mundanas y temporales, de ser -encarecida con todas alabanzas, y por ella ir á prorumpir -en bendiciones é infinitas gracias de aquel Criador della -y de todas las cosas que tantas perfecciones, gracias y hermosura -en ella puso; ella es de 80 leguas, y las 20 ó 30 dellas -de una parte y de otra, de lo alto de aquella sierra, donde el -Almirante y la gente estaban, se descubre; la vista della es -tal, tan fresca, tan verde, tan descombrada, tan pintada, toda -tan llena de hermosura, que ansí como la vieron les pareció -que habian llegado á alguna region del Paraíso, bañados y -regalados todos en entrañable y no comparable alegría, y el Almirante, -que todas las cosas más profundamente consideraba, -dió muchas gracias á Dios, y púsole nombre la Vega Real. -Cuanto bien merezca este nombre y otro más digno si en la tierra -lo hobiese, y que pudiese provocar las criaturas á nunca cesar -de bendecir al Criador, despues parecerá cuando habláremos -della en la descripcion desta isla. Descendieron luego la sierra -abajo, que dura mucho más que la subida, con grande regocijo -y alegría, y atravesaron la felicísima vega, cinco leguas que -tiene de ancho por allí, pasando por muchas poblaciones, -que, como á venidos del cielo, los recibian hasta que llegaron<span class="pagenum"><a name="Page_30" id="Page_30">[30]</a></span> -al rio grande y graciosísimo que los indios llamaban Yaquí, de -tanta agua y tan poderoso como Ebro, por Tortosa, ó como -por Cantillana, Guadalquivir; al cual llamó el Almirante el Rio -de las Cañas, no se acordando que en el primer viaje lo nombró -el Rio del Oro, cuando estuvo á su boca, que sale á <i>Monte-Christi</i>. -A la ribera deste rio durmieron aquella noche todos, -muy alegres y placenteros, lavándose y holgándose en él, y -gozando de la vista y amenidad de tan felice y graciosa tierra -y deleitosos aires, mayormente por aquel tiempo, que era -Marzo, porque, aunque hay poca diferencia de un tiempo á -otro en todo el año, en esta isla, como en otros muchos lugares -y por la mayor parte destas Indias, pero aquellos meses -desde Setiembre hasta Mayo, es su vivienda como de Paraiso, -segun que, placiendo á Dios, más largo abajo será dicho. Cuando -llegaban y pasaban por los pueblos, los indios de la Isabela -que consigo el Almirante llevaba, entraban en las casas y tomaban -todo lo que bien les parecia, con mucho placer de los -dueños, como si todo fuera de todos, y los de los pueblos -adonde entraban se iban á los cristianos, y les tomaban lo -que les agradaba, creyendo que tambien se debia de usar -entre nosotros en Castilla; de donde parece manifiesto, aunque -despues se cognosció y experimentó más claro en diez mil -partes destas Indias, cuanta era la paz, y amor, y liberalidad, -y comunicacion benigna y fraternidad natural que, entre estas -gentes, viviendo sin cognoscimiento del verdadero Dios, habia, -y cuanto aparejo y dispusicion en ellos Dios habia puesto para -imbuirlos en todas las virtudes, mayormente con la católica y -cristiana doctrina, si los cristianos por fin principal lo tomáramos -segun debiamos. Así que, otro dia, jueves, 14 de Marzo, -pasado el rio Yaquí, con canoas y balsas, gente y fardaje, -y los caballos por un vado hondo, aunque no nadando, sino -fuera que viniera avenido, legua y media de allí llegaron á -otro gran rio que llamó Rio del Oro, porque, diz que, hallaron -ciertos granos de oro, en él, á la pasada; este rio parece ser, -ó el que llamaban los indios Nicayagua, que está del rio Yaquí, -el grande de atras y entra en él, obra de legua y media, pero<span class="pagenum"><a name="Page_31" id="Page_31">[31]</a></span> -este no es grande, salvo que debia de venir á la sazon, por ventura, -avenido. Con este rio Nicayagua, que por sí es pequeño arroyo, -se juntan tres otros arroyos; el uno Buenicún, que los cristianos, -el tiempo andando, llamaron Rio Seco, el otro Coateniquím, -el tercero Cibú, las últimas sílabas agudas; los cuales -fueron riquísimos y del oro más fino, y estos fueron la principal -riqueza de Cibao. Ó por ventura, era otro muy grande que en -lengua de indios se nombraba Mao, que tambien mete su agua -en el grande Yaquí. Este rio es muy gracioso y deleitable, y -tuvo tambien muchas y ricas minas de oro; y más creo que -fué Mao que no Nicayagua, considerando el camino del Puerto -de los Hidalgos, por donde pudo á la Vega Real descender. -Pasado, pues, este rio, segun cuenta el Almirante, con mucha -dificultad, porque, cierto, debia de venir por las avenidas -muy crecido, como algunas veces yo lo vide, allende ser -por sí grande, fué á dar á una gran poblacion; de la cual, -gran parte de la gente dió á huir, metiéndose en los más -cercanos montes, como sintió los cristianos, otra parte -de la gente quedó en el pueblo y se metian en sus casas -de paja, y atravesaban con toda simplicidad unas cañuelas -á las puertas, como si pusieran algunos carretones -con culebrinas por las troneras de la muralla, haciendo -cuenta, que, visto aquel impedimento de las cañuelas atravesadas, -habian de cognoscer los cristianos que no era voluntad -de los dueños que en sus casas entrasen, y que luego se habian -de comedir á no querer entrar. ¿Qué mayor argumento -de su inocencia y buena simplicidad? ¿qué más pudiera usarse -en aquella edad dorada de que tantas maravillas y felicidades -cantan los antiguos auctores, mayormente poetas? pero -el Almirante, mandando que nadie entrase en las casas, y asegurando, -en cuanto podia, los indios, iban perdiendo el temor -y salian poco á poco á ver los cristianos; y porque pasando -el rio Yaquí primero, grande, luego están sierras, debian -guiar los indios que llevaba por el rio abajo, porque es todo -llano, entre el rio y la sierra, obra de una legua, y á veces -media, por llevar los cristianos por las poblaciones principales<span class="pagenum"><a name="Page_32" id="Page_32">[32]</a></span> -y grandes. Partió de aquella poblacion y llegó á otro hermoso -rio, que era de tanta frescura, que le puso nombre Rio Verde; -y tenia el suelo y ribera de unas piedras lisas guijeñas, todas -redondas ó cuasi redondas, que lucian, y desta manera son -cuasi los rios de Cibao; en este descansó toda la gente aquella -noche. Otro dia, sábado, 15 de Marzo, entró por algunas poblaciones -grandes, y la gente toda dellas, sin la que se ausentaba, -ponian tambien palos atravesados á las puertas porque -no entrase nadie, como en los pueblos pasados; llegaron -aquella noche al pié de un gran puerto que llamó Puerto de -Cibao, porque desde encima dél comienza la provincia de -Cibao, por aquella parte, que es cuasi lo postrero della, porque -atras, sobre la mano izquiérda, hácia el Mediodia, queda -la mayor parte, y ellos iban la parte del rio Yaquí abajo, que -tiraba el camino hácia el Norte ó polo Ártico; hicieron allí -noche, porque ya la gente de pié iba fatigada. Estarian 11 -leguas de la descendida del puerto pasado que nombró, por -la parte de la subida en él, cuando salió de la Isabela, de los -Hidalgos.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_33" id="Page_33">[33]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO XCI.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p class="pch">En el cual se tracta como el Almirante subió á la provincia de Cibao, y de la etimología -della, segun la lengua de los indios; de su hermosura, puesto que es aspérrima; los admirables -y graciosísimos rios que tiene; los pinos infinitos de que está adornada; de su -sanidad, salubérrimas aguas y aires, y alegría; del grandor della.—De los recibimientos -y servicios que los indios en los pueblos le hacian.—Como en un gracioso rio y tierra -halló minas de oro y de azul, y de cobre, y de ámbar, y especería.—Edificó una fortaleza.—De -unos nidos de aves que hallaron en las cavas que hicieron, de que el Almirante -se admiró, de lo cual tomó ocasion el auctor de decir como pudieron estar sin podrirse, -y descubre muchos secretos de naturaleza.—Colige argumento de ser antiguas en -estas tierras estas gentes.</p> - -<p>Antes que subiese aquel puerto envió á hacer el camino, -como mejor adobarse pudo, para que los caballos pasasen, y -desde aquí despachó ciertas bestias de carga para que tornasen -á traer bastimentos de la Isabela; porque, como la gente -no podia comer áun de los bastimentos de la tierra, gastábase -mucho pan y vino, que era lo principal, y dello era necesario -socorrerlos. Domingo, pues, de mañana, 16 de Marzo, subido -el puerto, de donde tornaron á gozar de la graciosísima vista -de la vega, porque se parece desde aquel puerto mejor áun -que del primero, de cada banda sobre 40 leguas, entraron por -la tierra de Cibao, tierra aspérrima, de grandes y aspérrimas -sierras, todas de piedras grandes y chicas, cuan altas son; y -bien la llamaron los indios Cibao, de ciba, que es piedra, cuasi -pedregal, ó tierra de muchas piedras. Sobre la piedra hay -nacida una corta hierba, que áun no cubre las piedras, puesto -que en unas partes la hay más que en otras crecida; tiene toda -aquella provincia infinitos rios y arroyos, en todos los cuales -se halla oro; hay en ella pocas arboledas frescas, ántes es -sequísima, comunmente, si no es en los bajos de los rios, salvo -que abunda de infinitos pinos, muy raros y esparcidos y altísimos, -que no llevan piñas, por tal órden por natura compuestos,<span class="pagenum"><a name="Page_34" id="Page_34">[34]</a></span> -como si fueran los aceitunos del Ajarafe de Sevilla, -es toda esta provincia sanísima, los aires suavísimos, y las -aguas, sin comparacion, delgadas y dulcísimas. Dice aquí el -Almirante, que sería tan grande como el reino de Portugal esta -provincia, pero yo, que la he andado y sé harto más y mejor -que él, digo que creo ser mayor que tanto y medio que aquel -reino. En cada arroyo que pasaban, hallaban granos de oro -chiquitos, porque comunmente todo el oro de Cibao es menudo, -puesto que en algunas partes y arroyos se han hallado -granos crecidos, y uno se halló de 800 pesos de oro, que -son diez y seis libras; y porque, como arriba en el cap. 89 -se dijo, habia enviado el Almirante á Alonso de Hojeda, pocos -dias habia, que viese aquella provincia, y la gente della estaba -ya avisada de la venida de los cristianos, y supieron que el -Guamiquina de los cristianos venia (Guamiquina, llamaban al -señor grande), por esta causa, por todos los pueblos que pasaban, -salian á recibir al Almirante y á sus cristianos con -grande alegría, trayéndoles presentes de comida y de lo que -tenian, y, en especial, de oro en grano, que habian cogido -despues que tuvieron noticia que aquella era la causa de su -venida. Llegó desta hecha el Almirante hasta distar de la -Isabela 18 leguas; halló y descubrió por allí, segun él dice -en una carta que escribió á los Reyes, muchos mineros -de oro, y uno de cobre, y otro de azul fino, y otro de -ámbar, y algunas maneras de especería; destas no sabemos -que haya otras sino la pimienta, que llamaban los -indios desta isla axí. El azul fué poco, y el ámbar tambien, -el oro, cierto, ha sido mucho; y como viese que cuanto más -dentro de Cibao entraba, más áspera tierra y dificilísima de -andar, mayormente para los caballos, se le ofrecia, porque -no se pueden encarecer las sierras y altura, y aspereza dellas, -que Cibao tiene, deliberó de hacer por allí donde estaba -una casa fuerte, para que los cristianos tuviesen refugio y -señoreasen aquella tierra de las minas, y escogió un sitio alegrísimo, -en un cerro, cuasi poco ménos que cercado de un -admirable y fresquísimo rio, no muy grande rio; el agua dél<span class="pagenum"><a name="Page_35" id="Page_35">[35]</a></span> -parece destilada, el sonido de sus raudales, á los oidos, suavísimo, -la tierra enjuta, desabahada, airosa, que puede causar -toda alegría, llámase Xanique aqueste rio, y de donde se ha -sacado mucho oro, pero está en medio y comarca de muchos -rios ricos. Allí mandó edificar una casa de madera y tapias, -muy bien hecha, y, por la parte que no la cercaba el rio, cercóla -de una cava, que, para contra indios, la casa ó torre era -fortísima; al pié del asiento de esta fortaleza está un llano -gracioso, que los indios llaman çabana, en la cual, algunos -años despues de despoblada, hice y tuve yo, viviendo en otro -estado, una heredad ó labranza, y, de un pequeño arroyo que -estaba de cara de la fortaleza y que entraba en el dicho rio -Xanique, hice coger algun oro; este arroyuelo hace á la entrada -del rio una isleta de muy fértil y gruesa tierra, en la -cual se hicieron entónces, de la semilla que aquellos primeros -cristianos sembraron, traida de Castilla, las primeras cebollas -de toda esta isla Española. Puso nombre á esta fortaleza el -Almirante, la fortaleza de Sancto Tomás, dando á entender -que la gente, que no creia que en esta isla hobiese oro, despues -que lo vido con los ojos y palpó con sus mesmas manos, -habia creido, como arriba se tocó. De una cosa hobo admiracion -el Almirante y los que con él estaban, conviene á saber, -que, abriendo los cimientos para una fortaleza, y haciendo la -cava, cavando hondo bien un estado, y áun rompiendo á partes -alguna peña, hallaron unos nidos de paja, como si hobiera -pocos años que allí hobieran sido puestos, y, como por huevos, -entre ellos, habia tres ó cuatro piedras redondas, casi como -unas naranjas, de la manera que las pudieran haber hecho para -pelotas de lombardas. Bien podia ser que la virtud mineral -hobiese convertido los huevos en aquellas piedras, y ellas, -despues, haber crecido, y los huevos estuviesen dentro dellas, -por la misma virtud mineral, conforme á lo que arriba, en el -capítulo 6.º, trujimos de Alberto Magno, puesto que, segun -se puede colegir de Alberto Magno, las piedras no crecen, -porque no viven, pero segun otros, sí; Alberto Magno en el -libro I. cap. 7.º <i>De Mineralibus</i>, dice tambien, que en su tiempo<span class="pagenum"><a name="Page_36" id="Page_36">[36]</a></span> -en la mar de Dácia, cerca de la ciudad lubicense, se halló un -ramo grande de árbol, en el cual estaba un nido de picazas, -y en él picazas convertidas en piedras, que declinaban algo á -color bermejo, lo que no pudo ser, segun dice, sino que, con -alguna tormenta, las olas derrocaron el árbol al tiempo que -tenia el nido, y cayeron las avecillas chiquitas en el agua, que -no pudieron volar, y despues, por virtud del lugar en que -cayeron, fué todo convertido en piedra; cuenta más, de una -fuente que hay en Gotia, de la cual por virtud se certifica, que -todo lo que en ella cae lo convierte en piedra, en tanto grado, -que el emperador Frederico envió un guante suyo, sellado con -su sello, para saber la verdad, del cual, como estuviese la mitad -en el agua, y la mitad del sello, algunos dias, fué convertida -aquella mitad, quedando la otra mitad cuero, como de ántes se -era; y las gotas que caen á la orilla de aquella fuente se hacen -piedras del tamaño de la gota, y ella no deja de correr. Vémoslo -tambien manifiestamente, dice Alberto, en las altas sierras -que perpétuamente tienen nieve, lo cual no podria ser sino -por virtud mineral que abunda en aquellos lugares ó sierras; y -Aristóteles en el libro <i>De Mineralibus</i> dice, que algunas hierbas -y plantas, y algunos animales tambien, se convierten en piedras -por la virtud mineral, que tiene tal fuerza y virtud lapidificativa, -conviene á saber, de convertir aquellas cosas en piedras, -y esto dice que acaece en los lugares pedregosos; y como aquella -provincia de Cibao fuese tan pedregosa, y tuviese y tenga -tanta virtud mineral, fácil cosa era, segun natura, convertir los -huevos de aquellos nidos en aquellas piedras, y despues, como -dije, hacerse más grandes, si fuese verdad que viviesen, ó que -las piedras los abrazasen y concluyesen dentro de sí, y esto parece -lo más cierto, por lo que luego se dirá. La razon de engendrarse -las piedras es esta: que como las concavidades, que -las sierras ó montes tienen, sean naturalmente receptivas ó -dispuestas para recibir en sí las aguas, como parece que de -las sierras ó montes altos vemos salir fuentes y exprimir ó -producir arroyos, ó caños de agua, y el agua cause ó haga -lodo de la tierra, mayormente cuando la tierra es gruesa en<span class="pagenum"><a name="Page_37" id="Page_37">[37]</a></span> -sí é pegajosa como el barro, por tanto, deste lodo jugoso, y -grueso, y pegajoso, y del calor ó vapor del lugar caliente que -de su naturaleza es congregativo y conservativo del calor, ó -que aquel calor se engendre por el movimiento de los vapores -de la tierra, ó se engendre de los rayos del sol, destas dos -cosas del lodo grueso y pegajoso, y del dicho vapor, son engendradas -las piedras; y porque desto abundan los montes -altos ó altas sierras, por eso en ellas se hallan grandes y muchas -piedras, lo cual, cierto, se verifica bien en las sierras de -Cibao. Esto es de Alberto Magno, en el cap. 5.º del tercero -tratado «De las propiedades de los elementos.» Y dice más, que -la señal y argumento de lo dicho es, que algunos miembros -ó partes de animales de agua, como son pescados, y algunos -instrumentos de navíos, así como timon ó gobernario, se han -hallado dentro de algunas peñas, en lo hueco ó entrañas -de algunas sierras ó montes, los cuales, sin duda, dice él, -el agua con el lodo grueso y pegajoso allí los puso, y, por la -frialdad y sequedad de la tal piedra ó peña, fueron conservadas -aquellas cosas que no se pudriesen ó corrompiesen; y así -pudieron estar dentro de las piedras los huevos, y si advirtiera -el Almirante en esto y las hiciera quebrar, quizá se -halláran dentro. A lo cual ayuda lo que el filósofo trae en el -libro <i>De propietatibus elementorum</i>, que un filósofo, haciendo un -pozo en su casa, llegando cavando al barro muy duro, y ahondando -por él, halló un timon ó gobernario de una nao grande, -como si allí se hobiera nacido, sobre lo cual dice Alberto, que -aquello pudo acaecer, ó porque allí lo pusieron siendo entónces -suelo aquel lugar ó la superficie de tierra, y despues, por tiempos, -por causa de terremotos, ó por otra causa, echarse ó caer -sobre aquel suelo mucha tierra, y, por la frialdad della, haber -sido allí sin corromperse conservado, ó que antiguamente hobiese -sido aquello mar, y por alguna causa accidental haberse -desviado de allí la mar y quedar el lugar seco; y testifica él, que -en Colonia vido cavar grandísimos hoyos, y, en lo más hondo -dellos, hallarse paramentos con figuras de gran artificio y hermosura, -de los cuales, ninguna duda hay que antiguamente<span class="pagenum"><a name="Page_38" id="Page_38">[38]</a></span> -los hobiesen puesto allí hombres, sino que despues, con -los tiempos, caerse los edificios y sobrevenir mucha tierra, y -así, lo que solia ser la superficie del suelo parecer y estar en -hondura profunda. Por esta razon no son imposibles muchas -cosas que se cuentan, puesto que, á los que no leen y saben -estos principios, lo parecen; como lo que cuenta Fulgoso en -el libro I de sus <i>Coletáneas</i>, que en el año de 1072, en los -montes ó sierras de Suiza, léjos de la mar, cavando bien -hondo, más de cient brazas, en unas minas de metales -hallaron un navío enterrado con masteles y anclas de hierro, -y, dentro del navío, los huesos de 40 hombres; algunos de los -que lo vieron, diz que, decian que debia de quedar allí aquel -navío desde el Diluvio, pero yo no lo creo, porque áun no se -tenia tanta experiencia de navegar en la Edad del mundo -primera. Otros afirmaban, que, anegado el navío, por las concavidades -de la tierra la mar lo debió llevar allí, é despues, -por discurso de luengos tiempos, crecer la tierra, desviándose -el agua, y así quedar seca aquella comarca; y esto -parece llegarse á lo susodicho y tener más color de verdad. -Otros cuentan haberse hallado en una piedra de mármol una -piedra preciosa, diamante, labrada y polida, y en otra, un -sapo vivo; todo lo cual se debe reducir á la manera susodicha, -y puede ser todo posible y certísimo. Yo he visto en las mismas -minas de Cibao, á estado y dos estados en hondo de -tierra vírgen, en llanos, al pié de algunos cerros, haber carbones -y ceniza, como si hobiera pocos dias que se hobiera hecho -allí fuego, y por la misma razon hemos de concluir que, en -otros tiempos, iba por allí cerca el rio, y en aquel lugar -hicieron fuego, y despues, apartándose más el agua del rio, -amontonóse la tierra sobre él que con las lluvias descendia -del cerro, y porque esto no pudo ser sino por gran discurso -de años y antiquísimo tiempo, por eso es grande argumento -que las gentes destas islas y tierra firme son antiquísimas. -Tornando al propósito de los nidos, que en la cava de la fortaleza -de Sancto Tomás halló el Almirante, queda bien averiguado, -por los ejemplos naturales y razonables susodichos, que<span class="pagenum"><a name="Page_39" id="Page_39">[39]</a></span> -pudieron conservarse y no corromperse, aunque de paja eran, -por la frialdad y sequedad de las piedras ó de la tierra. Dejó -por Capitan y Alcaide á un caballero aragonés, y Comendador, -que se llamaba D. Pedro Margarite, persona de mucha estima, -y con él 52 hombres; despues envió más, y estuvieron -hasta 300, entre oficiales, para que la fortaleza se acabase, y -otros que la defendiesen. Y, dejada su instruccion y lo demas -ordenado, tornó á tomar el camino para la Isabela, con -intincion de se despachar lo más presto que pudiese para -ir á descubrir, como se dirá; por lo cual, viérnes, 21 de -Marzo, se partió, y en el camino halló la recua, que volvia -con los bastimentos por qué habia enviado, la cual envió á -la fortaleza, y porque los rios venian muy grandes con las -avenidas, porque llovia mucho en las sierras, hobo de andar -por los pueblos más despacio de lo que quisiera, y comenzó -á comer la gente del caçabí, ó pan y ajes, y de los otros mantenimientos -de los indios, que los indios les daban de muy -buena voluntad, y mandábales dar por ellos de las contezuelas -y otras cosillas de poco valor, que llevaba.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_40" id="Page_40">[40]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO XCII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p class="pch">En el cual se tracta como halló el Almirante la gente cristiana muy enferma, y muerta -mucha della.—Como por hacer molinos y aceñas compelió á trabajar la gente, y por -la tasa de los mantenimientos, que ya muy pocos habia, comenzó á ser aborrecido, y fué -principio de ir siempre su estado descreciendo y áun no habiendo crecido.—De los que -mucho daño le hicieron fué fray Buil, el legado que arriba se dijo.—Persuádese no tener -hasta entónces el Almirante culpas por qué lo mereciese.—Dícense muchas angustias -que allí los cristianos, de hambre, padecieron, y como morian cuasi desesperados.—De -cierta vision que se publicó que algunos vieron.—Como vino mensajero de la fortaleza -que un gran señor venia á cercarla.—De lo que el Almirante por remedio hizo.</p> - -<p>Sábado, 29 dias de Marzo, llegó el Almirante á la Isabela, -donde halló toda la gente muy fatigada, porque, de muertos ó -enfermos, pocos se escapaban, y los que del todo estaban sanos, -al ménos estaban, de la poca comida, flacos, y cada hora -temian venir al estado de los otros; y que no vinieran, sólo el -dolor y compasion que habian en ver la mayor parte de todos -en tan extrema necesidad y angustia era cosa triste, llorosa -é incurable. Tantos más caian enfermos y morian, cuanto los -mantenimientos eran ménos, y las raciones dellos más delgadas; -estas se adelgazaban más de dia en dia, porque, cuando -los desembarcaron, se hallaron muchos dañados y podridos; -la culpa desto cargaba el Almirante, ó mucha parte della, á la -negligencia ó descuido de los Capitanes de los navíos. Tambien -los que restaron, con la mucha humedad y calor de la tierra, -ménos que en Castilla sin corrupcion se detenian, y porque -ya se acababa el bizcocho, y no tenian harina sino trigo, -acordó hacer una presa en el rio grande de la Isabela para -una aceña, y algunos molinos, y dentro de una buena legua -no se hallaba lugar conveniente para ellos; y, porque de la -gente de trabajo y los oficiales mecánicos, los más estaban enfermos -y flacos, y hambrientos, y podian poco, por faltarles -las fuerzas, era necesario que tambien ayudasen los hidalgos<span class="pagenum"><a name="Page_41" id="Page_41">[41]</a></span> -y gente del Palacio, ó de capa prieta, que tambien hambre y -miseria padecia, y á los unos y á los otros se les hacia á par -de muerte ir á trabajar con sus manos, en especial no comiendo; -fuéle, pues, necesario al Almirante añadir al mando violencia, -y, á poder de graves penas, constreñir á los unos y á los otros -para que las semejantes obras públicas se hiciesen. De aquí -no podia proceder sino que de todos, chicos y grandes, fuese -aborrecido, de donde hobo principio y orígen ser infamado, -ante los Reyes y en toda España, de cruel y de odioso á los -españoles, y de toda gobernacion indigno, y que siempre fuese -descreciendo, ni tuviese un dia de consuelo en toda la vida, -y, finalmente, desta semilla se le originó su caida; por esta -causa debió de indignarse contra él aquel padre, que, diz que, -venia por legado, fray Buil, de la órden de Sant Benito, ó porque, -como hombre perlado y libre, le reprendia los castigos -que en los hombres hacia, ó porque apretaba más la mano, el -Almirante en el repartir de las raciones de los bastimentos, -que debiera, segun al padre fray Buil parecia, ó porque á él -y á sus criados no daba mayores raciones como se las pedian. -Y como ya fuese á todos ó á los más, por las causas susodichas, -odioso, en especial al contador Bernal de Pisa, y así debia -ser á los otros oficiales y caballeros, que más auctoridad en sí -mismos presumian que tenian, á todos los cuales, sobre todo, -creo yo que desplacia la tasa de los bastimentos, como parece -por las disculpas que el Almirante á los Reyes por sus -cartas de sí traia, que como muchos le importunaron en Castilla -que los trajese consigo, y ellos trajesen más criados de -los que podian mantener, no dándoles las raciones tantas ó -tan largas como las quisieran, consiguiente cosa era, que los -habia en ello, quien habia de cumplir con tantos, de desabrir. -Allegábase otra calidad que hacia más desfavorable su partido, -conviene á saber, ser extranjero y no tener en Castilla -favor, por lo cual, de los españoles, mayormente de la gente -de calidad, que en sí son altivos, como no le amasen, era en -poco estimado; así que todo esto, junto con el descontento -del padre fray Buil, hobo de hacer harto efecto para dañarle,<span class="pagenum"><a name="Page_42" id="Page_42">[42]</a></span> -y dende adelante su favor fuese disminuido. Y verdaderamente, -yo, considerando lo que desto por mí sé, y á lo que -á otros de aquellos tiempos he oido, y de propósito algo inquirido, -y lo que la razon que juzguemos nos dicta, yo no sé -qué culpas en tan poco tiempo (porque no habian pasado sino -tres meses, y con tantas dificultades y necesidad involuntaria, -y que sólo el tiempo y la novedad del negocio y de -las tierras ofrecia), el Almirante, contra los españoles que consigo -trujo, por entónces hobiese cometido, para que tanta infamia -y desloor con razon incurriese, sino que fué guiado por -oculto divino juicio. Tornando á la infelicidad de los cristianos -que allí estaban, como fuese creciendo de dia en dia y de -hora en hora, y disminuyéndoseles todo el socorro y refrigerio, -no sólo de los manjares que para enfermos y de graves -enfermedades se requerian, porque acaecia purgarse cinco con -un huevo de gallina y con una caldera de cocidos garbanzos, -pero los necesarios para no morir aunque estuvieran sanos, y -lo mismo de cura y medicinas, puesto que algunas habia traido, -pero no tantas ni tales que hobiese para tantos, ni conviniesen -á todas complisiones, sobrevenia la carencia de quien los sirviese, -porque ellos mesmos se habian de guisar la comida, ya -que alguna tuviesen, aunque, por falta de la cual, era este su -menor cuidado, y, finalmente, á sí mismos habian de hacer -cualquiera necesario servicio. Y lo que en estos dias, en aquella -gente, mas llorosa y digna de toda compasion hacia su desastrada -suerte, fué, que como se veian, distantísimos de todo -remedio y consuelo, morir, principalmente de hambre y sin -quien les diese un jarro de agua, y cargados de muy penosas -dolencias, que más, cierto, la hambre y falta de refrigerio -para enfermos, les causó allí, é siempre (como se dirá -placiendo á Dios), á los que han muerto y enfermado en todas -estas Indias se les ha causado; así que, con todo género de -adversidad afligidos, y que muchos dellos eran nobles y criados -en regalos, y que no se habian visto en angustias semejantes, -y, por ventura, que no habia pasado por ellos en toda su vida -un dia malo, por lo cual, la menor de las penas que padecian,<span class="pagenum"><a name="Page_43" id="Page_43">[43]</a></span> -les era intolerable, morian muchos con grande impaciencia, -y á lo que se teme totalmente desperados. Por esta causa, -muchos tiempos, en esta isla Española, se tuvo por muchos ser -cosa averiguada, no osar, sin gran temor y peligro, pasar alguno -por la Isabela, despues de despoblada, porque se publicaba -ver y oir de noche y de dia, los que por allí pasaban -ó tenian que hacer, así como los que iban á montear puercos -(que por allí despues hobo muchos), y otros que cerca de allí -en el campo moraban, muchas voces temerosas de horrible -espanto, por las cuales no osaban tornar por allí. Díjose tambien -públicamente y entre la gente comun, al ménos, se platicaba -y afirmaba, que una vez, yendo de dia un hombre ó -dos por aquellos edificios de la Isabela, en una calle aparecieron -dos rengleras, á manera de dos coros de hombres, que -parecian todos como de gente noble y del Palacio, bien vestidos, -ceñidas sus espadas, y rebozados con tocas de camino, -de las que entónces en España se usaban, y estando admirados -aquel ó aquellos, á quien esta vision parecia, como habian -venido allí á aportar gente tan nueva y ataviada, sin -haberse sabido en esta isla dellos nada, saludándolos y -preguntándoles cuando y de donde venian, respondieron callando, -solamente, echando mano á los sombreros para los -resaludar, quitaron juntamente con los sombreros las cabezas -de sus cuerpos, quedando descabezados, y luego desaparecieron; -de la cual vision y turbacion quedaron los que los -vieron cuasi muertos, y por muchos dias penados y asombrados. -Tornando á tomar donde la historia dejamos, estando en -estos principios de sus tribulaciones y angustias el Almirante, -vínole un mensajero de la fortaleza de Sancto Tomás, enviado -por el capitan Mosen Pedro Margarite, avisándoles como todos -los indios de la tierra se huian y desamparaban sus pueblos, -y que un señor de cierta provincia, que se llamaba Caonabo, -se apercibia para venir sobre la fortaleza y matar los cristianos. -Oidas estas nuevas por el Almirante, acordó enviar -70 hombres de los más sanos, y la recua cargada de bastimentos -y armas, y otras cosas necesarias; los 25 para guarda<span class="pagenum"><a name="Page_44" id="Page_44">[44]</a></span> -de la recua, y los restantes para engrosar los que la fortaleza -guardaban, y, de camino, hiciesen camino por otra parte, -porque por el que habian comenzado á ir era muy áspero. -Junto con esto deliberó enviar toda la gente que no estaba -enferma, y la que podia andar, aunque no del todo muy sana, -dejando solamente los oficiales mecánicos, y dióles por Capitan -á Alonso de Hojeda, para que los llevase hasta la fortaleza -de Sancto Tomás, y los entregase al dicho Mosen Pedro Margarite, -para que con ella anduviesen por la tierra y la allanasen, -mostrando las fuerzas y poder de los cristianos para que -los indios temiesen y comenzasen á enseñarse á obedecerlos, -mayormente por la Vega Real, donde, dice el Almirante, que -habia innumerables gentes, y muchos Reyes y señores (y así -era gran verdad, como se dijo en el cap. 90), y así tambien -andando, se hiciesen los cristianos á comer de los mantenimientos -de la tierra, pues ya todos los de Castilla se iban acabando, -pero el Hojeda quedase por Alcaide de la dicha fortaleza.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_45" id="Page_45">[45]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO XCIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p class="pch">En el cual se tracta como Alonso de Hojeda salió de la Isabela con 400 hombres, para poner -miedo á la gente de la tierra y sojuzgarla.—Como en llegando á un pueblo, pasado el -Rio del Oro, prendió á un Cacique y señor, y á su hermano y sobrino por una cosa que -hizo un indio.—Como cortó las orejas á un vasallo del mismo Cacique en su presencia.—Como -condenó á muerte á los mismos, Cacique, hermano y sobrino.—Dánse razones -como ya tenian los indios justa guerra contra los cristianos.—Cuán culpable fué deste -hecho el Almirante, y cuan al revés entró y comenzó en estas tierras del camino de -la ley evangélica, etc.</p> - - -<p>Miércoles, 9 de Abril del mismo año de 1494, salió de -la Isabela Alonso de Hojeda con la gente, que pasarian de -400 hombres, y, en llegando que llegó, al rio, y pasado de la -otra parte, que el Almirante habia puesto Rio del Oro, que -arriba digimos ser Mao, á lo que conjeturamos, porque sabemos -muy bien aquella tierra, y cuantos y cuales rios tiene, y -como se llamaban en lengua de indios, como, placiendo á -Dios, abajo se nombrarán, prendió Hojeda al Cacique y señor -del pueblo que allí estaba, y á un hermano y sobrino suyo, -y presos, en cadenas, los envió á la Isabela, al Almirante; hizo -más, que á un indio ó vasallo del dicho Cacique y señor, -mandó cortar las orejas en medio de la plaza de su pueblo; la -causa de hacer esta obra, diz que, fué porque viniendo tres -cristianos de la dicha fortaleza para la Isabela, el dicho Cacique -les dió cinco indios que les pasasen la ropa por el vado, -y al medio del rio los dejaron, y volviéronse con ella á su -pueblo, y, diz que, el Cacique no los castigó por ello, ántes -la ropa se tomó para sí. Estaba otro pueblo destotra parte del -rio, y el Cacique y señor dél, como vido que llevaban presos -á aquel señor, su vecino, y á su hermano y á su sobrino, quísose -ir con ellos á rogar al Almirante que no los hiciese mal, -confiando que habia hecho muy buenas obras cuando el Almirante<span class="pagenum"><a name="Page_46" id="Page_46">[46]</a></span> -pasó, y ántes cuando Hojeda tambien, y que el Almirante -recebiria sus ruegos. Llegados los presos á la Isabela, -y él con ellos, mandó el Almirante que los presos llevasen á -la plaza, y con voz de pregonero, les cortasen las cabezas; -¡hermosa justicia y sentencia, para comenzar en gente tan nueva -á ser amados los cristianos, para traerlos al cognoscimiento de -Dios, prender y atar á un Rey y señor en su mismo señorío y -tierra, y, pared por medio della, condenarlos á muerte y á su -hermano y sobrino, por una cosa en que, quizá, ninguna culpa -tuvieron, y ya que la tuviesen, siendo tan leve, y habiendo -de preceder mil comedimientos y justificaciones primero! Tambien -¿como se pudo averiguar, prendiéndolos luego como Hojeda -llegó, y no sabiendo cosa ninguna de la lengua, que el -Cacique tuviese la culpa, y su hermano y su sobrino que no -fuesen inocentes? lo mismo fué gentil ejecucion de justicia, la -cual hizo en presencia del mismo Cacique, y en su pueblo y -señorío, cortando las orejas al vasallo ajeno, Hojeda; ¡buenas -nuevas cundirian de la mansedumbre y bondad de los cristianos -por toda la tierra! Así que, como vido el otro Cacique que llevaban -al señor, su vecino, y quizá su padre, ó hermano y -pariente, á la muerte, con muchas lágrimas rogaba al Almirante -que no lo hiciese, prometiendo por señas, en cuanto él -podia dar á entender, que nunca más otro tanto se haria; -condescendió el Almirante á sus ruegos y alcanzólos la vida. -En esto llegó uno de caballo que venia de la fortaleza, y dió -nueva, como pasando por el pueblo del Cacique preso, sus -vasallos tenian en mucho aprieto cercados, para matar, á cinco -cristianos, y él con su caballo los descercó y le huyeron más -de 400 indios, fué tras ellos é hirió algunos, é yo no dudo sino -que habria otros muertos. Tambien se derramaría por toda la -tierra buen rumor y buena fama de los cristianos, que un poco -ántes estimaban haber descendido del cielo. Esta fué la primera -injusticia, con presuncion vana y errónea de hacer justicia, que -se cometió en estas Indias contra los indios, y el comienzo del -derramamiento de sangre, que despues tan copioso fué en -esta isla, como abajo parecerá, placiendo á Dios, y despues<span class="pagenum"><a name="Page_47" id="Page_47">[47]</a></span> -desta en todas las otras infinitas partes dellas. Ya, desde este -dia, ninguna duda se puede tener por hombre que tenga buen -seso, sino que aquel Cacique y su pueblo tenia justo título y -derecho para contra los cristianos mover y sostener justa -guerra, y este derecho comenzaban los indios de aquel pueblo -justamente contra los cinco cristianos á ejercer; pues veian -que les habian llevado su Rey é señor á la Isabela, preso, quisieron, -por ventura, prenderlos, porque, por haberlos el Almirante, -creian ser en su señor restituidos. ¿Qué título, ó qué -derecho, ó qué razones tan necesarias que los convenciese, los -podia haber dado el Almirante cuando llegó á su pueblo, en -obra de dos ó tres horas que estuvo en él, mayormente los -unos ni los otros no se entendiendo, para que no creyese el -Cacique que le hacia muy buena obra en dejarle pasar por -su tierra, y hacelle, como le hizo, buen recibimiento, entrando -en ella sin pedirle licencia, mayormente siendo los -cristianos gente tan nueva y de su vista primera feroz, y entrando -en modo de armado ejército, y con caballos, animales -tan fieros, que en viéndolos les tiemblan las carnes, creyendo -que los habian de sorber? lo cual, en la verdad, injuria que -se les hizo fué, y no hay gente hoy en el mundo ni la hobo en -tónces que por injuria no lo tuviera, y, de <i>jure gentium</i>, resistir -y vengar ó castigar por derecho natural no lo pudiera ó debiera. -¿Y qué, no se estimaría tambien por superior suyo y de -los cristianos que traia, y á quién habia de ocurrir Hojeda -que le hiciera justicia del indio que, del medio del rio, con la -ropa de los cristianos, afirmaba que se les habia vuelto, y no -hacerse juez supremo en tierra y jurisdiccion ajena, y, lo peor -y gravísimo que es, prender al mismo señor y Rey, y estando -seguro y pacífico, y en su señorío y jurisdiccion, casa y tierra, -que fué hacer más atroz y feo el crímen, echarle en cadenas? -La razon clara lo muestra, que no se habia de entrar tan de -rondon ni como en su casa en estas tierras, ni en forma de -guerra, y que no habia de salir el Almirante tan presto de la -Isabela, sin primero enviar sus mensajeros por toda la tierra, -dando cuenta de su venida á todos los Reyes y señores della,<span class="pagenum"><a name="Page_48" id="Page_48">[48]</a></span> -notificándoles venir por su bien, convidándolos á que viniesen -á verlo, y que para los ir á ver le diesen licencia, enviándoles -dádivas, como áun trajo en la instruccion y mandado que le dieron -los Reyes, y hacer todos cuantos comedimientos, y tomar -todos cuantos medios de paz, y amor, y dulzura, y para evitar -escándalo y turbacion de los pusilos inocentes, nos enseña y -manda la suave ley evangélica, cuyo ministro y mensajero -él era; pero luego entrar poniendo temores y mostrar -potencia, y en forma de guerra, y violar la jurisdiccion y preeminencia -que de ley natural no era suya, sino ajena, paréceme -á mí que no fué entrar por la puerta. No parece, cierto, -esta primera entrada, que fué otra sino como si nó de los hombres, -salvo de bestias fieras, estuvieran pobladas estas tierras; -y, verdaderamente, yo no osaria culpar la intincion del Almirante, -por lo mucho que dél conocí, porque, cierto, siempre -la juzgué por buena, pero, como digimos en el cap. 41, el -camino que llevó, y muchas cosas que hizo, dellas, creyendo -que acertaba, de su voluntad, dellas, constreñido por las angustias -que le sucedieron, como, placiendo á Dios, diremos, -fué por error grandísimo que tuvo cerca del derecho. Es aquí -mucho de considerar, para que se vea mejor el principio que -siempre llevó este negocio de las Indias, que, como ha parecido -en los capítulos precedentes, el Almirante y sus cristianos, -y despues todos cuantos en todas estas tierras y reinos entraron -y anduvieron, lo primero que trabajaron siempre, como -cosa estimada dellos por principal y necesaria para conseguir -sus intentos, fué arraigar y entrañar en los corazones de todas -estas gentes su temor y miedo, de tal manera que, en oyendo -cristianos, las carnes les extremeciesen; para lo cual, efectuar -hicieron cosas hazañosas, nunca otras tales, ni tantas, -vistas ni oidas, ni áun pensadas ni soñadas, como, Dios queriendo, -se verá. Obra muy manifiesta ser contraria y enemiga -de la por donde han de comenzar su camino, y su entrada, -y su negociacion para inducir los infieles á que vengan -á la fe, los que profesan la verdad y la benignidad, la suavidad -y mansedumbre cristiana.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_49" id="Page_49">[49]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO XCIV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p class="pch">En el cual se tracta como el Almirante determinó de ir á descubrir, como los Reyes le habían -mucho encargado, cuando volvió el segundo viaje.—Como constituyó un Presidente -y un Consejo para el regimiento desta isla.—Como partió de la Isabela y llegó á Cuba, -por la parte del Sur.—Llegó á surgir á un puerto.—Vinieron á los navíos muchos indios -á traer á los cristianos de lo que tenian, estimando que habian venido del cielo.—Como -desde allí descubrió la isla de Jamáica; púsole nombre Santiago.—Salieron muchas canoas -de indios, con alegría, para los navíos.—En un puerto salieron de guerra, queriendo -impedir á los cristianos la entrada.—Como lo hacian con razon y justicia.—Como -los cristianos asaetearon á ciertos indios, y cuan mal hecho fué, y como no se habian -de ganar por esta via.—Como no se han de hacer males por algun fin bueno, aunque salgan -dellos bienes.</p> - -<p>Porque, como el rey de Portugal vido descubiertas estas -Indias, y hallarse burlado de no haber aceptado la empresa -que la fortuna le habia ofrecido y puesto en sus manos, alegaba -que este orbe caia debajo de su demarcacion y division -que la Iglesia, los tiempos pasados, hecho habia, entre los -reyes de Castilla y Portugal (no se cual ella entónces pudo ser, -no teniendo de cosa, que por este mar Océano hobiese, noticia, -más de Guinea), por lo cual pretendia mover pleito, y áun -tenia una armada aparejada para venir acá, como arriba se -dijo; por esta causa, el Rey é la Reina, al tiempo que este segundo -viaje de los 17 navíos para poblar despacharon, al Almirante -le mandaron y encargaron muy mucho, que lo más -presto que pudiese trabajase de se despachar para ir á descubrir, -mayormente á la isla de Cuba, que hasta entónces fué -estimada por tierra firme, y descubriese cuanta más tierra -firme ó islas pudiese, porque el rey de Portugal fuese en tiempo -y posesion, y en derecho por consiguiente, prevenido, mayormente -habiendo ya concedido la Sede Apostólica en especie -todo este orbe de las Indias, y puesto límites y demarcacion, -ó distribuido este mundo de por acá, entre ambos reyes de<span class="pagenum"><a name="Page_50" id="Page_50">[50]</a></span> -Portugal y de Castilla, segun que arriba queda en el capítulo 79 -escrito. Así que, por cumplir el mando de Sus Altezas, y ejercitar -el apetito é inclinacion que Dios le habia dado, y para lo -que le habia escogido, determinó el Almirante de se despachar -para descubrir, y para dejar la gobernacion de los Españoles -ordenada, y lo demas que tocaba á los indios desta isla, -segun la estima y opinion que dellos, para sujetarlos, tenia. -Instituyó un Consejo de las personas que de mayor prudencia, -y ser, y auctoridad le pareció, entre las cuales puso á su -hermano, D. Diego Colon, por Presidente. Las personas fueron, -el dicho padre fray Buil, que se dijo tener poder del Papa, como -su legado, y Pero Hernandez Coronel, Alguacil mayor, y -Alonso Sanchez de Carabajal, Regidor de Baza, y Juan de -Luxan, de los caballeros de Madrid, criado de la Casa real; -á estos cinco encomendó toda la gobernacion, y á Mosen -Pedro Margarite, que con la gente que tenia, que eran, como -dije, 400 hombres, anduviese y hollase y sojuzgase toda la isla, -dando á todos sus instrucciones, segun que por entónces le -pareció que, para el servicio de Dios y de Sus Altezas (como -él dice, hablando dello), convenia; el cual, con un navío ó -nao grande y dos carabelas, todos los tres bien aparejados, -dejando los dos en el puerto para las necesidades que se -ofreciesen, partió, en nombre de la Sancta Trinidad, dice él, -jueves, 24 de Abril del mismo año de 1494, despues de -comer, la vía del Poniente, y fué al puerto de <i>Monte-Christi</i> á -surgir. Otro dia fué al puerto de la Navidad, donde dejó los 39 -cristianos, tierra del rey Guacanagarí, que tanta humanidad -y buen acogimiento y caridad en el primer viaje, señaladamente -en la pérdida de la nao, le hizo; el cual, con miedo, -porque quizá no le viniese á hacer mal por la muerte de los -cristianos, de que no tuvo culpa, como se dijo arriba, se escondió, -puesto que preguntando por él el Almirante á los -indios, sus vasallos, que luego á los navíos en sus canoas vinieron, -fingieron que habia ido cierto camino, y que luego -vernia. Finalmente, no curó de más esperar sino alzó sus velas -el sábado; fué seis leguas de allí á la isla de la Tortuga, en par<span class="pagenum"><a name="Page_51" id="Page_51">[51]</a></span> -de la cual estuvo con calma y mucha mar, que venia del Oriente, -y las corrientes, por el contrario, venian del Occidente, por -lo cual toda la noche estuvo en harto trabajo. El domingo, con -viento contrario, que creo que era Norueste, y con las corrientes -que le venian por la proa, del Occidente, fué forzado tornar -á surgir atras en el rio que en el viaje primero llamó Guadalquivir, -de que arriba digimos; llegó al fin al puerto de Sant -Nicolás, martes, 29 dias de Abril. De allí vido la punta ó cabo -de Cuba, que él llamó el primer viaje, cuando la descubrió, -<i>Alpha et Omega</i>, y agora se llama la Punta de Bayatiquirí, en -lengua de los indios; atravesó por aquel golfo, entre Cuba y -esta Española, que es de 18 leguas de punta á punta ó de -cabo á cabo, y comienza á costear la isla de Cuba por la -parte del Sur ó Austro. Vido luego una gran bahía y puerto -grande, y así lo nombró Puerto Grande, cuya entrada era -muy honda; ternia de boca 150 pasos. Surgió allí, donde los -indios vinieron con canoas á los navios y trajeron mucho pescado, -y de aquellos conejos de la isla, que llamamos arriba, -capítulo 46, guaminiquinajes. Tornó á alzar sus velas, domingo, -1.º de Mayo, y fué costeando la isla, y vía, cada hora, -maravillosos puertos, cuales los tiene, cierto, aquella isla; -vian montañas muy altas y algunos rios que salian á la mar, y, -porque iba muy cerca de tierra, eran sin número los indios -de la isla que venian con sus canoas á los navíos, creyendo -que habian descendido del cielo, trayéndoles del pan caçabí -suyo, y agua, y pescado, y de lo que tenian, ofreciéndoselo -á los cristianos con tanta alegría y regocijo, sin pedir cosa -por ello, como si por cada cosa hobieran de salvar las ánimas, -puesto que el Almirante mandaba que todo se lo pagasen -dándoles cuentas de vidro, y cascabeles, y otras cosas de -poco valor, de lo cual iban contentísimos, pensando que llevaban -cosas del cielo. Y porque los indios que llevaba el Almirante -consigo (que era, á lo que yo creo, un Diego Colon, de -los que el viaje primero habia tomado en la isla de Guanahaní -y lo habia llevado á Castilla y vuelto, el cual, despues vivió en -esta isla muchos años conversando con nosotros), hacian mucho<span class="pagenum"><a name="Page_52" id="Page_52">[52]</a></span> -caso señalando hácia la parte donde estaba la isla Jamáica, -afirmando que habia mucho oro, (y creo, cierto, que es la que -llamaban el viaje primero Baneque, que tantas veces la -nombraban, puesto que no veo que aquí el Almirante haga -mencion de Baneque), así que, acordó el Almirante dar una -vuelta hácia el Sueste, tomando parte del Sur, sábado, 13 de -Mayo, y el domingo, luego, la vido, y el lúnes llegó á ella y -surgió, aunque no en puerto. Desque la vido, dice el Almirante, -que le pareció la más hermosa y graciosa de cuantas hasta -entónces habia descubierto; eran sin número las canoas grandes -y chicas que venian á los navíos. El lúnes procuró de -buscar puerto, yendo la costa abajo, y, como enviase las barcas -para que sondasen (esto es, echar la plomada para ver -cuantas brazas tiene el fondo), las entradas de los puertos, -salieron muchas canoas llenas de gente armada para les defender -la tierra, y que en ella no saltasen; como gente prudente, -que, de ley natural, puede defender su tierra de cualquiera -gente no conocida, hasta ver quién es ó qué es lo que -pretende, porque cada una república ó persona particular puede -temer y proveer en el daño que le puede venir, de gente -nueva ó personas que no conoce, como Josepho, con razon -pudo decir á sus hermanos, como á gente de otro reino, extraña -y fingiendo que no la conocia, «vosotros espías debeis de -ser deste reino de Egipto para ver lo mas flaco dél, etc.,» como -parece en el Génesis, cap. 42. Por esta razon se hicieron leyes -por los Emperadores, que los romanos no fuesen osados, aunque -fuese con títulos de llevar mercaduría, de ir á tierra de -persas con quien no tenian paz ni que hacer, y la razon de -la ley asignase en ella: «porque no parezca ó se diga que -los romanos son espías ó especuladores de los reinos extraños.» -Así lo dice la ley <i>Mercatores</i>, capítulo <i>De mercatoribus</i>. -Así que, visto por los que iban en las barcas que los indios venian -denodados para los impedir que no saltasen en tierra, y -con armas, tornáronse á los navíos en su paz. De allí fué á otro -puerto, el cual nombró Puerto Bueno, y como saliesen asimismo -los indios con sus armas á resistir la entrada á los de las<span class="pagenum"><a name="Page_53" id="Page_53">[53]</a></span> -barcas, diz que, porque, mostrando temor los cristianos, sería -causa que tuviesen mayor atrevimiento, acordaron de darles tal -refriega de saetadas con las ballestas, que, habiéndoles herido -seis ó siete (y Dios sabe cuantos más serian los heridos y muertos), -que tuvieron por bien de cesar de la resistencia, y vinieron -de las comarcas gran número de canoas llenas de indios á los -navíos, pacíficos y humildes. Este fué otro yerro no chico; -cierto, mejor fuera por otras vías darles á entender como no -iban á hacerles mal ni daño, ó por señas, ó enviándoles de -los indios que en los navíos llevaban, como muchas veces se -aseguraron en muchos lugares de Cuba y desta isla Española y -de las de los lucayos, en el primer viaje, como en diversos capítulos -arriba ha parecido, que no matar ni herir, ni quebrar -por ninguna manera con ellos; y cuando no pudieran por todas -vías, eran obligados á irse á otra parte y dejarlos, porque los -indios tenian justo título y justicia para defender su tierra de -toda gente, y nunca se ha de hacer mal alguno, por chico que -sea, por fin que del hayan de salir cuan grandes bienes los -hombres pretendieren, cuanto más, que ya se tenia larga experiencia -de la bondad y pacabilidad de los indios, cuan fáciles -eran de aplacar y contentar, dándoles razon ó señales -de que no venian á hacerles algun perjuicio, aunque al principio -se ponian, de puro miedo, en resistir la entrada. Traian -aquí de sus bastimentos y de lo que tenian, y lo daban á los -cristianos por cualquiera cosa que les daban; en este se adobó -el navío del Almirante de un agua que hacia por la quilla. -Era este puerto de la forma de una herradura; puso nombre -á esta isla de Jamáica, el Almirante, Santiago. Viernes, 9 de -Mayo, tornó á salir deste puerto, yendo la costa de Jamáica -abajo, la vía del Poniente, yendo tan junto con la costa, que -muchas canoas iban con los navíos dando de sus cosas y recibiendo -de las nuestras, con toda paz y alegría.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_54" id="Page_54">[54]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO XCV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p class="pch">En el cual se cuenta como el Almirante dejó á Jamáica y tornó sobre la isla de Cuba.—De -un indio, que, dejados sus parientes, llamando, se quiso ir con los cristianos.—Como -yendo por la costa de Cuba abajo tuvo grandes aguaceros y bajos para encallarle los navíos, -donde padecieron grandes trabajos y peligros.—Hallaron infinitas islas pequeñas; -púsoles nombre el Jardin de la Reina.—Vieron unas aves coloradas de la manera y hechura -de grullas.—Vieron grullas, muchas tortugas, y de cierta pesquería dellas.—De -la mansedumbre de los indios.—Toparon otros indios mansísimos.—Detuvo uno.—Informóle -ser isla de Cuba, y nuevas que le dió de un Cacique que habla por señas á su -gente, sin ser mudo.—De otros peligros que por allí padecieron.</p> - -<p>Y porque tenia los vientos muy contrarios, que no le dejaron -más costear aquella isla, por esto acordó de dar la vuelta -sobre la de Cuba, y ansí tornóse, mártes, 18 de Mayo, con -intincion de andar por ella 500 ó 600 leguas, hasta experimentar -si era isla ó tierra firme. El dia que dió la vuelta, vino un -indio mancebo á los navíos, hablando por señas que se queria -ir con ellos, tras él vinieron muchos parientes suyos y sus -hermanos para rogarle que no fuese con los cristianos, pero no -lo pudieron acabar con él, puesto que con muchas lágrimas -se lo persuadian, ántes se metia en los lugares secretos del -navío, donde no los viese llorar, y finalmente se quedó, y -ellos se fueron desconsolados y tristes. Cierto, es de considerar, -que no sin misterio esta inclinacion le quiso dar Dios para -salvarlo por esta vía, porque es de creer que el Almirante le -haria enseñar en las cosas de la fé y baptizarle, lo que no alcanzara -si en su tierra quedara. Partido, pues, de Jamáica el -Almirante con sus navíos, llegó á un Cabo de la isla de Cuba, -que nombró cabo de Cruz, miércoles, 18 de Mayo. Yendo -la costa abajo, tuvo grandes y contínuos aguaceros, con truenos -y relámpagos, y con esta topaba muchos bajos, donde á -cada paso temia encallar; estas dos cosas, concurriendo juntas, -le pusieron en grandísimos peligros y trabajos, porque los<span class="pagenum"><a name="Page_55" id="Page_55">[55]</a></span> -remedios de ambas son contrarios, y, habiéndose de poner -juntos, es imposible, sino por casi milagro, salvarse; la razon es, -porque el remedio de los aguaceros, tan impetuosos como los -hay en estas tierras, y de gran peligro, si en muy presto no -se pone, es amainar las velas muy luego, y para no encallar, -ó para despues de encallados salir de los bajos, es añadir á -las veces velas; por manera, que si ambos á dos peligros concurren -en un tiempo, es necesario, en uno dellos, y áun en -ambos, perderse, sino por milagro. Cuanto más andaba la costa -abajo, tanto más espesas parecian infinitas islas bajas, unas -todas de arena, otras de arboleda, y muchas que no sobreaguaban -nada; cuanto más estaban más cerca de la isla de -Cuba, más altas, y más verdes, y graciosas parecian. Eran -de una legua, y de dos, y de tres, y de cuatro; este dia -vido muchas, y el siguiente muchas más y más grandes, y -porque eran innumerables y no podia á cada una ponerle -nombre, llamólas á todas juntas, el Jardin de la Reina; contáronse -aquesta dia más de 160, de una parte y de otra, digo, -de la parte del Norte, y del Norueste, y del Sudueste, y áun -canales por entre ellas, con hondura, que podian pasar los -navíos, de dos brazas, y de tres, y más. En muchas dellas hallaron -unas aves como grullas, coloradas; estas aves no son -grullas, sino de la misma manera y tan grandes como grullas, -excepto que son al principio blancas (digo al principio, -cuando áun no han llegado á cierta edad), y poco á poco -se van tornando coloradas, y cuando comienzan á colorarse -no parecen, de un poco léjos, sino manadas de obejas almagradas; -solamente las hay estas aves en Cuba y en estas isletas, -y no se mantienen sino del agua salada y de alguna cosa -que en ella ó con ella hallan, y cuando alguna se toma y se -tiene en casa, no la mantienen sino echándole un poco de caçabí, -que es el pan de los indios, en un tiesto de agua con una -escudilla de sal en ella. Hallaban eso mismo muchas tortugas, -tan grandes como una gran rodela, y poco ménos que -una adarga; destas hay infinitas entre aquellas isletas, de las -cuales y de su nacimiento, ó como se crian, diremos, placiendo<span class="pagenum"><a name="Page_56" id="Page_56">[56]</a></span> -á Dios, cuando de la isla de Cuba hablaremos. Vieron -grullas de las mismas de Castilla, y cuervos, y diversas -aves que cantaban suavemente, y de las isletas salian suavísimos -olores que los deleitaban. En una destas isletas vieron una -canoa de indios que estaban pescando, los cuales, viendo á los -cristianos que iban en la barca á ellos, se estuvieron seguros -como si vieran á sus hermanos, y hiciéronles señas que se -detuviesen; detuviéronse hasta que pescaron, y la pesquería -era, que toman unos peces que se llaman revesos, que los -mayores serán como una sardina, los cuales tienen en la barriga -una aspereza, con la cual, donde quiera que se pegan, -primero que se despeguen los hacen pedazos; estos ataban de -la cola un hilo delgado, luengo de ciento y doscientas brazas, -y váse el pece cuasi por encima del agua ó poco más bajo, y -en llegando que llega adonde están las tortugas en el agua, -pégansele en la concha baja, y tiran del cordel y traen una -tortuga que pesa cuatro y cinco arrobas, y, en fin, allí se -queda el pece pegado, si, como dije, no le despedazan; no sé -si quizá él despues se despegaria por sí, si le dejasen. Lo mismo -vemos cuando se toman tiburones, que son unas bestias crueles, -carniceras, que comen hombres cuando los hallan, que -vienen muchos de los peces revesos, que dije, en las barrigas -de los tiburones pegados. Acabada la pesquería, vinieron los -indios á la barca y hicieron los cristianos señas, que se viniesen -con ellos á los navíos, los cuales vinieron de muy buena -gana, y el Almirante les hizo dar de los rescates, y supo -dellos haber adelante, de aquellas isletas, infinitas; daban -todo cuanto tenian liberalísimamente, y así, se tornaron muy -alegres. Prosiguió su camino todavía al Poniente por las islas -inmensas que habia, y por los aguaceros y tormentas de -aguas y truenos y relámpagos, cada tarde hasta el salir de la -luna, y con todos los susodichos peligros, con lo cual pasó -grandes trabajos y angustias, que sería dificultoso, como fueron, -decirlas; y, puesto que ponia grandísima diligencia, y -guarda, y vigilias suyas, y de atalayas que ponia en el mastel, -muchas veces tocaba y áun atollaba la nao en que él venia,<span class="pagenum"><a name="Page_57" id="Page_57">[57]</a></span> -donde padecian nuevos trabajos y peligros para sacar la -nao, tornando atras, y otras veces yendo adelante. Llegó a -una isla mayor que las otras, la cual llamó Sancta María, en -la cual habia una poblacion, y ninguno de los indios della -osó parar por miedo de los cristianos. Hallaron en ella mucho -pescado, y perros de los mudos que no ladran; vian por todas -las islas muchas manadas de las grullas, muy coloradas, y -papagayos y otras muchas aves. Teniendo falta de agua, dejó -de andar por aquellas isletas, y llegóse á la costa de Cuba, -á 3 dias de Junio, donde habia mucha espesura de árboles, -por lo cual no pudieron cognoscer si habia poblacion alguna; -saliendo un marinero con una ballesta, para matar alguna ave, -topó con obra de 30 hombres con sus armas de lanzas y flechas, -y unas como espadas, de forma de una paleta hasta el -cabo, y del cabo hasta la empuñadura se viene ensangostando, -no aguda de los cabos, sino chata; estas son de palma, porque -las palmas no tienen las pencas como las de acá, sino -lisas ó rasas, y son tan duras y pesadas, que de hueso y, cuasi -de acero, no pueden ser más: llámanlas macanas. Dijo aquel -marinero, que entre aquellos habia visto un indio con una -túnica blanca vestido, y que hasta los piés le cubria. Dió voces -el marinero á sus compañeros viéndose solo cerca de tantos, -los cuales dieron á huir, como si vieran mil hombres tras -ellos; y aunque otro dia envió el Almirante algunos cristianos -para ver si hallaban algo, y llagaron obra de media legua -dentro en la tierra, no pudieron, sino con trabajo, penetrar, -por los montes ser espesos, y mayormente que habia cienagas -que duraban cuasi dos leguas, segun les parecia, hasta llegar -á los cerros y montañas. De allí prosigue al Poniente, y, andadas -10 leguas con sus navíos, vieron en la costa algunas casas, -y la gente dellas vinieron en sus canoas á los navíos con comida -y con muchas calabazas llenas de agua, todo lo cual -mandó el Almirante que se les pagase, y hizo detener un indio, -rogándole á él y á ellos, por la lengua, que lo tuviesen por -bien hasta que les mostrase el camino y le preguntasen algunas -cosas, y que despues le dejarian volver á su casa; los<span class="pagenum"><a name="Page_58" id="Page_58">[58]</a></span> -cuales, aunque con alguna tristeza, mostraron tenerlo por -bueno, pues podian juzgar, que si no quisieran poco les aprovechara. -Este le certificó que Cuba era isla que la mar cercaba, -y, segun entendió el Almirante, que el Rey della, de la -costa del Poniente abajo, con su gente, sino era por señas, no -hablaba, pero que luego era hecha cualquiera cosa que mandase; -si el señor que entónces vivía era ó no era mudo, ó -quizá este hablar por señas acostumbraba, esto debe ser fábula, -porque los que primero fuimos á descubrir por dentro de la -tierra y á poblarla de cristianos, desde á quince á diez ó seis -años, nunca tal cosa ni nueva de ella hallamos. Andando ansí, -entran los navíos en un banco de arena que ternia una braza -de agua, y de longura tanto trecho como dos navíos, donde se -vieron en grande angustia y trabajo, tanto, que para pasarlos -á una canal honda, tuvieron necesidad de armar con mucha -dificultad todos los cabrestantes. Vieron innumerables tortugas -muy grandes, que parecia dellas estar la mar cuajada; -sobrevino una nubada de cuervos marinos, que cubrian la -lumbre del sol, venian de hácia la mar, y daban consigo en -tierra de Cuba; lo mismo pasaban innumerables palomas y -gaviotas, y, de diversas especies, muchas aves. Otro dia vinieron -á los navíos tan espesas las mariposas, que parecian -espesar el aire; duraron hasta la noche y las disipó un gran -aguacero de agua.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_59" id="Page_59">[59]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO XCVI.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p class="pch">En el cual se tracta como determinó el Almirante dar la vuelta para la Española.—De las -leguas que descubrió de Cuba.—Que halló por las reglas de la Astronomía, como se -halló de Cáliz tantas otras por la esfera.—Encalló con los navíos, padeció grandes angustias.—Del -olor de estoraque que sintieron.—De un indio viejo que vino á hablar al -Almirante, y de un teológico razonamiento que le hizo cerca de la otra vida; cosa es -muy notable, aunque breve, por ser dicha por un indio.</p> - -<p>Como supo el Almirante por aquel indio, que duraban por -aquella costa tanta infinidad de islas, y que tantos peligros y -daños cada hora se le ofrecian, y tambien que los mantenimientos -se le iban acabando, acordó de dar la vuelta por la -Española y visitar la gente, y proseguir la villa de la Isabela, -que dejó al mejor tiempo comenzada y no acabada, de lo -cual tenia noches y dias intenso cuidado; para proveerse de -agua, y de lo que pudiese haber de comida, fuése á una isla -de hasta 30 leguas en torno, á la cual habia puesto el Evangelista, -y dice el Almirante, que distaba de la isla de la Dominica, -al pié de 700 leguas. Esta isla del Evangelista creo -que es la isla que despues llamamos, y hoy se llama, la isla -de Pinos, que está cuasi frontero Norte-sur del principio de -la Habana, y terná de luengo 20 leguas, porque, por toda la -costa de la mar del Sur de Cuba, no hay isla sino aquella que -sea tan grande, por manera, que poco le quedaba de descubrir -del cabo de Cuba, al Almirante; quedar le habian obra -de 35 ó 36 leguas por navegar hasta el cabo de Cuba. Esto -tambien parece, por lo que dice el Almirante, en la relacion -que deste descubrimiento de Cuba envió á los Reyes, que navegó -y descubrió della 333 leguas, y midiendo su viaje por -las reglas de la Astronomía, dice: «que desde el cabo de Cuba -que se ve con la Española, que llamó Fin de Oriente, y por -otro nombre <i>Alpha et Omega</i>, navegó hácia el Poniente, de la<span class="pagenum"><a name="Page_60" id="Page_60">[60]</a></span> -parte del Austro, hasta haber pasado el término de diez horas -en la esfera, en manera que, estando él allí, cuando se le -ponia el sol á él, se levantaba á los que vivian en Cáliz, en -España, desde á dos horas, y dice que no pudo haber yerro -alguno, porque hobo entónces eclipse de la luna, á 14 de Setiembre, -y que él estaba bien apercibido de instrumentos, y -fué muy claro el cielo aquella noche.» Todas estas son sus -palabras. Tornando al propósito, viernes, 13 de Junio, dió la -vuelta por la vía del Sur ó del Austro, por salir de aquella -espesura de islas, y saliendo por una canal que le pareció -más honda y desembarazada, navegando por ella un poco del -dia, hallaron la canal cerrada y los navíos, de islas y tierras, -como en un corral, todos cercados; la gente toda quedó muy -turbada y desmayada, viéndose en tanto peligro y con falta -de bastimentos: bien es de creer que su miedo y angustia era -muy grande, y la del Almirante mucho más que doblada. Confortóles -á todos con las mejores palabras que pudo, y con -harto trabajo tornaron á salir por donde entraron, y fueron á -parar á la isla del Evangelista, donde habia reparádose de -agua. Miércoles, 25 de Junio, partió della por la vía del Norueste, -por ver unas isletas, que parecian de allí obra de cinco -leguas, y, un poco más adelante, dieron en una mar manchada -de verde y blanco, que parecia todo bajos, aunque habia -de hondo dos brazas; desde á siete leguas, dan consigo en otra -mar muy blanca, que aína les parecia ser toda cuajada; de -allí á siete leguas, topan otra prieta como tinta, en que habia -cinco brazas de fondo; por esta anduvo hasta que se llegó á -Cuba. Todas estas diferencias de mar eran á los marineros -grande espanto, como cosas que nunca habian visto ni experimentado, -y por tanto, en cada una temian ser perdidos y anegados. -Salió de Cuba la vía del Leste con vientos escasos, por -canales, y todas llenas de bajos, y, estando escribiendo, como -solia, todo lo que le acaecia en su viaje, á 30 de Junio, encalló -su nao, la cual, no pudiéndola sacar con anclas y cables -por popa, sacáronla por proa, y, por los golpes que dió en el -arena, con harto daño; de allí, no llevando vía ordenada, sino<span class="pagenum"><a name="Page_61" id="Page_61">[61]</a></span> -segun los bajos y ranales y tambien el viento le daban lugar, -navegaba todavía por la mar muy blanca, y, sobre todos -aquellos reveses é inconvenientes, cada dia eran visitados al -poner el sol de aguaceros terribles que los fatigaban. Con todo -esto el Almirante andaba muy penado y angustiado; llegóse á -la tierra de Cuba, por donde aquel camino hácia el Oriente -habia comenzado, donde sintieron unos suavísimos olores -como los habian sentido de ántes, y, cierto, estos olores mucho -más se sienten y gozan en aquella isla que en ninguna destas -otras, y creíamos que debia haber por ella, como sea muy -montuosa, árboles de estoraque, porque ansí nos parecia olerlos, -cuando en el descubrimiento della andábamos, cuasi todas -las mañanas, y era de los palos ó leña que los indios quemaban. -En 7 de Julio, salió el Almirante á tierra por oir Misa, -y estándola oyendo, llegó un Cacique ó señor viejo, que parecia -ser señor de toda aquella tierra ó provincia, el cual, mirando -todos aquellos actos y ceremonias que el sacerdote hacia, -y las señales de adoracion, y reverencia, y humildad que -los cristianos mostraban, viendo dar la paz al Almirante y las -reverencias por los que le servian, y tambien por la auctoridad -de su persona, conoció que debia ser aquel la persona -á quien los demas obedecian, y ofreciéndole una calabaza de -las que llaman hibueras por aquellas islas, que sirven de escudillas, -llena de cierta fruta de la tierra, asentóse cabe el -Almirante en coclillas, porque así era la manera de asentar -cuando no tenian los duhos, que eran unas bajas sillas, y -comenzó á hacer este razonamiento: «Tú has venido con gran -poder á estas tierras que nunca tú ántes viste, y, con tu venida, -en todos los pueblos y gentes dellas has puesto gran temor, -hágote saber, que, segun lo que acá sentimos, dos lugares -hay en la otra vida donde van las ánimas de los cuerpos salidas, -uno malo y lleno de tinieblas, guardado para los que -turban y hacen mal al linaje de los hombres; otro lugar es -alegre y bueno, donde se han de aposentar los que, miéntras -acá vivieren, aman la paz y quietud de las gentes, y por tanto, -si tú sientes que has de morir, y que á cada uno, segun lo que<span class="pagenum"><a name="Page_62" id="Page_62">[62]</a></span> -acá hiciere acullá le debe de responder el premio, no harás -mal ni daño á quien contra tí mal ó daño no cometiere; y -esto que aquí habeis hecho es muy bueno, porque me parece -que es manera de dar gracias á Dios:» añidió, diz que, tambien -como habia estado en la isla Española, y en la de Jamáica, y -que habia ido la isla abajo de Cuba, y que el señor de aquella -parte andaba como sacerdote vestido. Todo esto entendió el -Almirante, segun le pudieron interpretar los indios que desta -isla llevaba, mayormente Diego Colon, que habia llevado y -tornado de Castilla. Maravillado el Almirante de tan prudente -oracion del indio viejo, más alta, cierto, que la pudiera orar -un filósofo gentil, sin fe, muy estudioso en filosofía, respondióle, -que de muchos dias atras tenia, lo que habia dicho, -bien entendido, conviene á saber, las ánimas vivir para -siempre despues desta vida, y las malas ir á mal lugar, que -se llamaba infierno, y las buenas á bueno, que los cristianos -nombraban Paraíso, y que se holgaba mucho haber sabido -que él y la gente de aquella tierra tenian de las cosas del -otro siglo tan buena noticia, lo que ántes él no creia, y que -le hacia saber que él era enviado por unos Reyes grandes, -ricos y poderosos, sus señores, que eran señores de los reinos -de Castilla, para buscar y saber de aquellas tierras, no para -otro fin, sino para saber si algunos hobiese que hiciesen mal á -otros, como habia oido decir que habia por estas mares algunas -gentes que llaman caníbales ó caribes, que á otros mal -hacian, para los refrenar é impedir que no lo hiciesen, y á -los buenos honrarlos y defenderlos, y trabajar que todos viviesen, -sin perjuicio de otros, pacíficos. Rescibió las palabras -del Almirante, el prudente viejo, con lágrimas y mucha alegría, -afirmando, que si no tuviera mujer y hijos se fuera con él á -Castilla, y recibidas del Almirante algunas cosillas de rescates, -hincábase de rodillas, haciendo meneos de grande admiracion, -repitiendo muchas veces si era cielo ó si era tierra el lugar -donde aquellos tales hombres nascian; todo esto en sentencia -saqué, de lo que escribe D. Hernando Colon, hijo del dicho -primer Almirante, y de las Décadas de Pedro Mártir, que lo<span class="pagenum"><a name="Page_63" id="Page_63">[63]</a></span> -dice más largo que D. Hernando, porque en aquel tiempo don -Hernando era muy niño, y Pedro Mártir lo pudo muy bien -saber del mismo Almirante, como supo mucho de lo que escribió, -porque entónces Pedro Mártir residia en la corte, y -era de los Reyes bien favorecido. No es de maravillar que -aquel viejo dijese al Almirante tales cosas de la otra vida, -porque comunmente todos los indios destas Indias tienen opinion -de las almas no morir, mayormente aquellos de Cuba, -de quien en su lugar, placiendo á Dios, diremos cosas de notar -de las opiniones que tenian.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_64" id="Page_64">[64]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO XCVII<a name="FNanchor_2_2" id="FNanchor_2_2"></a><a href="#Footnote_2_2" class="fnanchor"><span class="small">[2]</span></a>.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Arriba hemos apuntado y dicho, algunas veces, los incomparables -trabajos que el Almirante padeció en estos descubrimientos, -y despues, cuando pensaba que habia servido y -que podia descansar en la tierra ó en alguna parte ó rincon -de los reinos que habia descubierto, muy mayores angustias -y tormentos de espíritu, como se verá, se le ofrecieron; de tal -manera, que en toda su vida fué como un luengo martirio. De -donde los hombres, si quisieren, cognoscerán, cuan poco fruto -y cuan poco descanso se halla, y, puesto que alguno parezca -hallarse, cuan poco dura el placer dél en estos bienes terrenos, -mundanos y temporales, si dentro del espíritu no se negocia -y conversa el ánima con Dios; y porque aún restaban al -Almirante otros pocos de más amargos peligrosos trabajos, ántes -que llegase á la Española, donde pensaba un poquillo descansar, -contaremos agora lo que, más que lo pasado, duro y angustioso -le sucedió. Salido de aquel lugar donde aquel indio viejo -le habló, parecia que todos los vientos y aguas se habian -concordado para le fatigar y añadir angustias sobre angustias, -penas sobre penas, y sobresaltos á sobresaltos, porque no -tuviese tiempo ni sazon para poder resollar; entre muchos que -padeció, vino sobre él un tan súpito y tan horrible y peligroso -aguacero, que le hizo poner el bordo debajo del agua, y, con -gran dificultad y que pareció sólo socorro de Dios, poder -amainar las velas, y, juntamente, con las más pesadas anclas -surgir. Entrábales mucha agua por el plan, que es lo más bajo -de la nao, que acrecentaba sus peligros, y apénas los marineros -podian vencerla con la bomba, porque, allende que andaban<span class="pagenum"><a name="Page_65" id="Page_65">[65]</a></span> -todos muy cansados de los continuos trabajos, faltábales -la comida, que no comian sino una libra de podrido -bizcocho, y un cuartillo de vino, ó de su brebaje, sino era -cuando algun pescado acaso tomaban; esta era necesidad -grande que padecian, y muy mayor la del Almirante, sobre -quien la de los otros y la suya cargaba. Desta, dice él -mismo en lo que escribió á los Reyes, desta navegacion, estas -palabras: «Yo estoy tambien á la mesma razon, plega á Nuestro -Señor que sea para su servicio, porque, por lo que á mí toca, -no me pornia más á tantas penas é peligros, que no hay dia -que no vea que llegamos todos á dar por tragada nuestra -muerte.» Con estos peligros y aflicciones continuas llegó al -Cabo que llamó al principio cabo de Cruz, á 18 de Julio, -adonde los indios le hicieron muy buen recibimiento y luego le -trujeron de su pan caçabí, y pescado, y frutas de la tierra y -de todo lo que tenian, con grande alegría y placer, donde holgaron -y descansaron dos ó tres dias. Y, mártes, 22 de Julio, -aunque siempre con vientos contrarios, que no le dejaron volver -su camino derecho para la Española, dió la vuelta sobre -la isla de Jamáica; siguió la costa della por el Occidente abajo, -y, yendo mirando y alabando á Dios todos de ver tanta frescura, -y tan hermosa y felice tierra, vian toda la costa y tierra llena -de pueblos y los puertos bonísimos, de legua á legua; seguian -los navíos infinitos indios con sus canoas, trayéndoles y sirviéndoles -con muchas cosas de comer, como si fueran todos -sus padres y ellos hijos. Dice el Almirante, que juzgaba la -gente ser muy mejores aquellos mantenimientos que cuantos -hasta allí habian visto, pero cada tarde les sucedian los sobresaltos -y penas de los aguaceros. Echábalo el Almirante á las -muchas arboledas, y no hay duda dello; y dice, que á los principios -así acaecia en las islas de Canaria, y de la Madera, y -de los Azores, pero despues que fueron desmontadas y las -humidades enjutas y consumidas, cesaron en mucha parte -los aguaceros, y desto, en esta isla Española, tenemos larga -experiencia. Encarecidamente loaba el Almirante la hermosura, -y fertilidad, y frutas, y lo demas que traian los indios<span class="pagenum"><a name="Page_66" id="Page_66">[66]</a></span> -para comer, y la muchedumbre de pueblos de la isla de Jamáica, -diciendo que ninguna otra se le igualaba de las que -hasta entónces habia visto. Vido una bahía muy hermosa con -siete isletas á la ribera de la mar, y que tenia la isla tierra -altísima, que le parecia que excedia la media region del -aire, donde se congelan las impresiones; toda la tierra muy -poblada por todas partes. Juzgaba que bojaba 800 millas, -pero despues que la vido bien, á otro viaje, declaró que ternía -de largo 50 leguas y de ancho 20; mucho quisiera descubrirla -y verla más, segun le parecia tan bien, sino por la -falta de bastimentos y la mucha agua que los navíos hacian. -Hízole buen tiempo y volvió hacia el leste, camino desta isla -Española, mártes, 19 de Agosto, y la postrera tierra della, -que fué un Cabo que se mira con esta isla, le puso nombre el -cabo del Farol; y miércoles, 20 de Agosto, vido el cabo ó -punta occidental desta isla Española, al cual puso nombre -cabo de Sant Miguel, que agora se llama el cabo ó punta del -Tiburon, dista de la punta oriental de Jamáica 25 ó 30 leguas. -Sábado, 23 de Agosto, vino á los navíos un señor ó Cacique -de aquella tierra, nombrando «Almirante, Almirante,» y otras -palabras, de donde coligió el Almirante que aquella tierra que -llamó cabo de Sant Miguel debia ser toda una con esta isla, -porque hasta entónces no sabia que fuese esta isla Española. -En fin deste mes de Agosto fué á surgir á una isleta que está -junto á esta isla, que parece desde la mar como vela, porque -es alta, y llamóla el Almirante Alto Velo, y dista de la isleta -Beata, que así se llama, 12 leguas; mandó subir en lo alto de -aquella isleta para descubrir los otros dos navíos que se le -habian perdido de vista, y volviéndose los marineros á embarcar, -mataron ocho lobos marinos que dormian en el arena -descuidados, y muchas aves, porque no huian de la gente por -no estar poblada, y así esperaban que las tomasen ó matasen; -esperó allí á los otros dos navíos, los cuales, á cabo de -seis dias, vinieron, y todos juntos, los navíos, fueron á la Beata, -isleta, y de allí, costeando, pasaron hasta llegar á una ribera -que tenia una muy hermosa vega toda llena de pueblos, y tan<span class="pagenum"><a name="Page_67" id="Page_67">[67]</a></span> -espesos que parecian todos ser uno, y esta tierra debia ser la -que agora llaman de Cathalina, por una Cacica ó señora, que -despues cognoscieron los cristianos, señora de aquella tierra; -y es tierra hermosísima. Vinieron los indios de por allí en sus -canoas, y dijeron que habian venido allí de los cristianos de -la Isabela y que todos estaban buenos, de lo cual el Almirante -recibió gran gozo y consolacion. Pasado del paraje del -rio Hayna, que está tres leguas de Sancto Domingo, y por ventura -fué allí cerca, mandó echar nueve hombres en tierra que -atravesasen á la Isabela, que está derechamente de aquella -costa Norte-sur, para que diesen nuevas de como venia bueno -y de su compañía; de allí pasó adelante, todavía por el camino -del leste ó Oriente, y parecia por allí una gran poblacion -hácia la cual envió las barcas, por agua, y salieron los -indios contra los cristianos en sus canoas, con arcos y flechas -herboladas con hierba ponzoñosa, traian tambien unas cuerdas, -haciendo ademanes que los habian de atar con ellas, y -por esto creo, cierto, que esta tierra era la provincia de Higuey, -porque la gente della era más belicosa, y tenia de la dicha -hierba, y tambien por la distancia que habia andado y el -paraje donde estaba; pero llegadas las barcas á tierra, dejaron -los indios todas las armas, y vinieron muy pacíficos á -traer agua y pan, y todo lo que tenian; preguntando que si -venia allí el Almirante. Es de creer que salieron con armas -creyendo que fuese otra gente extraña y no cristianos, pero, -despues de cognoscido que era el Almirante y gente suya, -tornaron á obras de paz y amistad.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_68" id="Page_68">[68]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO XCVIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>De allí pasaron adelante la costa del leste arriba, y ocurrióles, -segun dice el Almirante, un pece admirable, tan grande -como una ballena mediana; tenia en el pescuezo una concha -grande como una de tortuga, que es poco ménos, como arriba -se dijo, que un adarga; la cabeza dél, y que tenia de fuera, -era tan disforme, que poco ménos grande era que una pipa ó -bota, la cola como de atun y muy crecida, y con dos alas -muy grandes á los costados. Cognosció el Almirante por aparecer -este pece y por otras señales del cielo, que el tiempo -queria hacer mudanza, por lo cual, trabajó de buscar algun -puerto para surgir y estar seguro si tormenta se recreciese, -y plugo á Dios que alcanzó á tomar una isleta que los indios -llamaban Adamaney, que agora llamamos la Saona, el cual -nombre creo que le puso el mismo Almirante ó su hermano -el Adelantado. Esta isleta hace un estrecho de obra de una -legua, ó poco más, entre ella y esta isla Española, y paréceme, -si no me he olvidado, que durará en luengo este estrecho dos -leguas, porque he estado yo en él, aunque há muchos años; -allí entró, ya con recia tormenta, él sólo y surgió, á 15 de -Setiembre; los otros dos navíos no pudieron entrar, y por eso -pasaron harto peligro y trabajo. Aquella noche vido el Almirante -eclipse de la luna, y afirma que hobo diferencia desde -allí hasta Cáliz cinco horas y veintitres minutos, por lo cual, -decia que duró tanto el temporal recio ó la tormenta dicha; -estuvo en aquel puerto, por la tormenta, siete ó ocho dias, dentro -de los cuales entraron los otros dos navíos, y, á 24 de Setiembre, -partieron juntos y llegaron al cabo desta isla Española -que agora se llama el cabo del Engaño, y el Almirante en su -primer viaje le puso nombre el cabo de Sant Rafael, como arriba<span class="pagenum"><a name="Page_69" id="Page_69">[69]</a></span> -se dijo. De allí llegaron á una isleta que está cerca desta -isla diez leguas, y ocho de la isla de Sant Juan, que llamaban -los indios, á lo que yo creo, la Mona, y así se llama hoy la isla -de la Mona; ó quizá le puso el Almirante aquel nombre Mona, -por una isla que está cerca de Inglaterra, que tiene el mismo -nombre, de la cual hace mencion Cornelio Tácito, libro XIV, -página 320, <i>et in Vita Agricolæ</i>, página 693. Será de hasta seis -leguas en circuitu; es toda peñas, y en las peñas tiene unos -hoyos con tierra bermeja, y en estos hoyos se hacen las raíces -de yuca y ajes, de que se hace el pan caçabí, tan gruesas, que -cuan grande y capaz es el hoyo tan grande es el aje ó la yuca, -por manera, que, partido por medio, acaece ser la mitad ó -poco más, carga de un indio. Hácense tambien los melones de -España tan grandes como botijas de las de media arroba de -aceite, y finísimos; cierto, son cosa de ver y mejores de gustar. -De donde parece que es grande la humidad que causan -aquellas peñas que tienen cercada aquella tierra colorada, y -por consiguiente, que la hacen ser tan fértil; desto digimos arriba -cap. 98, hablando de la provincia de Higuey.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_70" id="Page_70">[70]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO XCIX.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Dice el Almirante en una carta que escribió á los Reyes, -que traia propósito deste viaje ir á las islas de los caníbales -para las destruir, pero como habian sido tan grandes y tan -contínuos los trabajos y vigilias, de noche y de dia sin una -hora de descanso, que habia padecido en este descubrimiento -de Cuba y Jamáica, y rodear esta Española hasta llegar á esta -isleta de la Mona, especial, cuando andaba entre las muchas -isletas y bajos cercanas á Cuba, que nombró el Jardin de la -Reina, donde anduvo treinta y dos dias sin dormir sueño, que, -salido de la Mona y ya que llegaba cerca de la isla de Sant -Juan, súpitamente le dió una modorra pestilencial, que totalmente -le quitó el uso de los sentidos y todas las fuerzas, y -quedó muerto, y no pensaron que un dia durara; por esta -causa los marineros, con cuanta diligencia pudieron, dejaron -el camino que llevaba ó queria llevar el Almirante, y, con -todos tres navíos, lo llevaron á la Isabela, donde llegó á 29 dias -de Setiembre del mismo año 1494. Lo que aquí dice el Almirante, -que iba por destruir las islas de los caníbales, que eran -de los que habia fama que comian carne humana, por ventura -no aplacia á Dios que los habia criado y con su sangre redimido, -porque ir á destruirlos no era el remedio que Dios -pretendia para salvarlos, los que con el tiempo, por medio de -la predicacion de la fe y con industrias humanas, como se -tienen y saben tener muchas para alcanzar las cosas temporales, -pudieran ser reducidos á tal vida, que pudieran algunos -dellos ser salvos, ¿quién duda que dellos no tenga Dios -algunos, y áun quizá muchos predestinados? Así que, por -ventura, por esta razon quiso Dios, con esta enfermedad, estorbarlo,<span class="pagenum"><a name="Page_71" id="Page_71">[71]</a></span> -y por ventura está errada la letra, que por descubrir, -dijo el que la escribió, destruir, lo cual parece tener semejanza -de verdad, porque no venia la gente ni él en disposicion -de destruir á nadie, por flaco que fuese, sino para -descansar.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_72" id="Page_72">[72]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO C.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Llegado á la Isabela de la manera dicha, estuvo cinco -meses malo, y, al cabo dellos, dióle Nuestro Señor salud, porque -áun le quedaba mucho de hacer por medio dél, y tambien, -porque áun, con muchas más angustias y tribulaciones, habia -de ser ejercitado y golpeado, cuando creyó que de sus tantos -y tales trabajos con descanso habia de gozar y reposar. Dos -cosas halló, de que llegó, nuevas, que le causaron diversas -afecciones en su ánimo; la una, que era venido su hermano, -D. Bartolomé Colon, con quien recibió grande alegría, y la -otra, que la tierra estaba toda alborotada, espantada y puesta -en horror y odio, y en armas contra los cristianos, por las -violencias y vejaciones y robos que habian dellos recebido, -despues de haberse partido el Almirante para este descubrimiento -de Cuba y de Jamáica; por manera, que se le aguó -bien el alegría que habia recebido con la venida de D. Bartolomé -Colon, su hermano. La causa del alborotamiento y espanto -de todas las gentes de la isla, bien pudiera bastar la justicia -é sinjusticia que habia hecho Hojeda el año pasado, como se -contó arriba en el cap. 93, como quiera que, por aquel agravio -y prision de los Caciques que allí se prendieron y trajeron -á la Isabela, y que el Almirante queria justiciar, y que al -cabo, con dificultad, por ruego del otro Cacique, hobo de soltar; -pudieran todos los demas reconocer ó adivinar lo que á todos, -el tiempo andando, les podia y habia de venir; por lo cual, -cuanto más prudentes gentes fueran, tanto mayor diligencia -y solicitud, y con mayor título de justicia, pudieran y -debieran poner en no sufrir en sus tierras gente tan feroz, -extraña y tan pesada, y de quien tan malos principios comenzaban -á ver, y agravios á recibir, lo cual era señal harto evidente<span class="pagenum"><a name="Page_73" id="Page_73">[73]</a></span> -del perjuicio que á sus reinos y libertad y vidas se les -podia recrecer. Que fuesen gentes sabias y prudentes, los indios -vecinos y moradores de esta isla, parece por lo que el mismo -Almirante dellos testifica en una carta que escribió á los Reyes, -donde dice así: «Porque era de creer, dice él, que esta gente -trabajaria de se volver á su libertad primera, y que bien que -ellos sean desnudos de ropa, que en saber, sin letras, ninguna -otra generacion los alcanza.» Estas son palabras del Almirante. -Así que, como dejase proveidas las personas del Consejo el -Almirante, al tiempo que para el dicho descubrimiento y para -hacer lo que de suso en el cap. 94 queda dicho, y á Mosen Pedro -Margarite por Capitan general de los 400 hombres, que anduviese -por la tierra y sojuzgase las gentes de la isla; el Almirante -partido, fuése á la Vega Real con ella, que está de la -Isabela dos jornadas pequeñas, que son obra de diez leguas; -como estuviese plenísima de innumerables gentes, pueblos y -grandes señores en ella, y la tierra, como en el cap. 90 se dijo, -fuese felicísima y delectabilísima, y la gente sin armas, y de su -naturaleza mansísima y humilde, diéronse muy de rondon á la -vida que suelen tener los hombres ociosos y que hallan materia -copiosa y sin resistencia de sensuales deleites, no teniendo -freno de razon ni de ley viva ó muerta que, á tanta libertad absoluta -como gozaban, órden ni límites les pusiese. Y, porque los -indios comunmente no trabajaban ni querian tener más comida -de la que habian, para sí é para sus casas, menester (como la -tierra para sus mantenimientos fuése fertilísima, que, con poco -trabajo, donde quiera, tenian, cuanto al pan cumplido, y -cuanto á la carne cabe casa, como en corral habian las hutias -ó conejos, y del pescado llenos los rios), y uno de los españoles -comia más en un dia, que toda la casa de un vecino en -un mes, (¿qué harian cuatrocientos?) porque, no solo se contentaban -ni se contentan tener lo necesario, pero mucho sobrado, -y mucho que echan sin por qué ni para qué á perder, y sobre -que los indios cumpliesen con ellos á su voluntad lo que -les pedian, sobraban amenazas, y no faltaban bofetadas y -palos, no solo á la gente comun, pero tambien á los hombres<span class="pagenum"><a name="Page_74" id="Page_74">[74]</a></span> -nobles y principales que llamaban nitaynos, hasta llegar tambien -á poner amenazas y hacer grandes desacatos á los señores -y Reyes; parecióles que aquella gente no habia nacido -sino para comer, y que en su tierra no debian tener mantenimientos, -y para salvar las vidas se vinieron á estas islas para -se socorrer, allende de sentirlos por intolerables, terribles, -feroces, crueles y de toda razon ajenos. Esto fué lo primero -porque comenzaron á sentir los indios la conversacion de los -cristianos serles horrible, conviene á saber, maltratarlos y -angustiarlos por comerles y destruirles los bastimentos; y, porque -no para y sosiega el vicio y pecado en sola la comida, -porque con ella, faltando templanza y temor y amor de Dios, -se derrueca y va á parar á los otros sensuales vicios, y más -injuriosos, por ende, lo segundo con que mostraron los cristianos -quién eran á los indios, fué tomarles las mujeres y las -hijas por fuerza, sin haber respeto ni consideracion á persona -ni dignidad, ni á estado, ni á vínculo de matrimonio, ni á -especie diversa con que la honestidad se podia violar, sino -sólamente á quien mejor le pareciese, y más parte tuviese de -hermosura: tomábanles tambien los hijos para se servir, y -todas las personas que habian menester, teniéndolas siempre -en su casa. Viendo los indios tantos males, injurias y vejaciones -sobre sí, no sufribles, haciendo tanto buen acogimiento y -servicios á los cristianos, y recibiendo dellos obras de tan mal -agradecimiento y galardon, y sobre todo, los señores y Caciques -verse afrentados y menospreciados, y con doblado dolor -y angustia de ver padecer sus súbditos y vasallos tan desaforados -agravios é injusticias, y no los poder remediar; dellos, -se iban y ausentaban, escondiéndose por no ver lo que pasaba; -dellos, disimulaban, porque por la mucha gente cristiana -y los caballos, que era lo principal que les hacia temblar, no -se atrevian ni curaban de resistirles ni ponerse en armas para -se vengar; y porque á los que no andan en el camino de Dios -no les han de faltar ocasiones, por el mismo juicio divino, que -son ofendículos en que caigan ó de pecados, porque un pecado -permite Dios que se incurra en pena de otro pecado, ó de<span class="pagenum"><a name="Page_75" id="Page_75">[75]</a></span> -penas corporales ó espirituales, lo cual todo es pena por las -ofensas que se hacen á Dios, y así paguen y áun en esta vida, -ó para purgar en ella los crímines, ó para comenzar á penar -lo que se ha de penar para siempre, en este tiempo comenzó -á tener Mosen Pedro Margarite sus pundonores, y á se desgraciar -con los del Consejo, que el Almirante para gobernar -dejó, ó porque no queria ser mandado dellos, ó porque -los queria mandar, ó porque le reprendian lo que hacia y -consentia hacer contra los indios, ó porque se estaba quedo -no andando por la isla señoreándola como el Almirante le -habia dejado mandado por su instruccion. Esta discordia fué -causa de otros mayores daños, y de gran parte, ó de la -mayor, de la sedicion y despoblacion de esta isla que despues -se siguió; y porque se habia desmesurado en cartas contra -los que gobernaban, y mostrado quizá otras insolencias y -cometido defectos dignos de reprehension; venidos ciertos navíos -de Castilla, que creo que fueron los tres que trajo el -dicho Adelantado, por no esperar al Almirante, dejó la gente -que tenia consigo, que eran los 400 hombres, y viénese á la -Isabela para se embarcar, y, con él, tambien se determinó de -ir el padre fray Buil, que era uno de los del Consejo, y otros -muchos, y ciertos religiosos con ellos. No sé si fueron los que -arriba dije que eran borgoñones, y pudiéralo yo bien saber -dellos mismos, pero no miré entónces en ello; los cuales, llegados -á la corte, pusieron en mucho abatimiento é infamia -las cosas destas Indias, publicando que no habia oro ni cosa -de que se pudiese sacar provecho alguno, y que todo era -burla cuanto el Almirante decia. Viéndose la gente sin el capitan -Mosen Pedro, desparciéronse todos entre los indios, entrándose -la tierra dentro de dos en dos y de tres en tres, y -no porque fuesen pocos dejaban de cometer las fuerzas é insultos, -é agravios en los indios que cuando estaban juntos cometian. -Viendo los indios crecer sus agravios, daños é sinjusticias, -y que no tenian remedio para los atajar, comenzaron á -tomar por sí la venganza, y hacer justicia los Reyes y Caciques, -cada uno en su tierra y distrito, como les competiese de<span class="pagenum"><a name="Page_76" id="Page_76">[76]</a></span> -derecho natural y de derecho de las gentes, confirmado, cierto, -por el divino, la jurisdiccion; y así, mandaban matar á -cuantos cristianos pudiesen, como á malhechores nocivos á -sus vasallos y turbadores de sus repúblicas. Considere aquí el -prudente lector, si aquellos Reyes y señores, siendo señores, -y teniendo verdadera jurisdiccion, como, sin duda, como dije, -por derecho natural y de las gentes, y confirmada por el divino -les competia, hacian lo que debian á buenos y rectos -jueces y señores, mandando hacer justicia de gente que tantos -daños, y afrentas, y fuerzas, y turbaciones les causaban, -y de su paz, y sosiego, y libertad eran usurpadores ¿qué -gente, por bárbara ó por mansa y paciente, ó, por mejor decir, -bestial, en el mundo fuera que lo mismo no hiciera? Así -que, por esta razon, un Cacique que se llamaba Guatiguaná, -cuyo pueblo era grande, puesto á la ribera del rio poderoso -Yaquí, que, por ser graciosísimo asiento, hizo el Almirante -hacer cerca ó junto dél una fortaleza que llamó la Magdalena, -y estaba 10 ó 12 leguas de donde fué y es agora asentada la -villa de Santiago, mandó matar diez cristianos que pudo haber -y envió secretamente á poner fuego á una casa de paja -donde habia ciertos enfermos. En otras partes de la isla mandaron -matar otros Caciques hasta seis ó siete cristianos que -se habian derramado, por los robos y fuerzas que les hacian. -Por estas obras excesivas, y tan contra razon natural y derecho -de las gentes, (que naturalmente dicta á todos que vivan -en paz, y á poseer sin daño ni turbacion sus tierras y casas, y -haciendas suyas, pocas ó muchas, y que nadie les haga fuerza, -injuria, ni otro algun mal), que hacian los cristianos á los vecinos -naturales desta isla en cualquiera parte que estaban, ó -por donde quiera que andaban; derramáronse por todos los -reinos, provincias, lugares y rincones desta isla tan horribles -y espantosas nuevas de la severidad y aspereza, iniquidad, -inquietud é injusticia de aquella gente recien venida, que se -llamaban cristianos, que toda la multitud de la gente comun -temblaba, y sin verlos los aborrecia y deseaba nunca verlos -ni oirlos, mayormente los cuatro reyes, Guarionex, Caonabo,<span class="pagenum"><a name="Page_77" id="Page_77">[77]</a></span> -Vehechio y Higuanamá, con todos los otros infinitos Reyes ó señores -menores que á aquellos seguian y obedecian, deseaban -echarlos desta tierra y por la muerte sacarlos del mundo. Sólo -Guacanagarí, el rey del Marien, donde vino á perder la nao -el Almirante el primer viaje, y dejó la fortaleza y lugar que -llamó la Navidad, nunca hizo cosa penosa á los cristianos, ántes -en todo este tiempo tuvo cien cristianos manteniéndolos -en su tierra, como si cada uno fuera su hijo ó su padre, sufriéndoles -sus injusticias ó fealdades, ó porque su bondad y -virtud era incomparable, como parece, por el acogimiento -y obras que hizo el dicho primer viaje al Almirante y á los -cristianos, ó porque quizá era de ánimo flaco y cobarde que -no se atrevia á resistir la ferocidad de los cristianos; pero, -cierto, de creer es, que vivia harto amargo, y que de continuo -sus aflicciones y de sus vasallos gemia y las lloraba.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_78" id="Page_78">[78]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CI.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Tornando á la venida de Bartolomé Colon, hermano del -Almirante, ya digimos, mucho arriba, en el cap. 29, como -cuando el Almirante determinó de buscar un Rey cristiano, -que le favoreciese y ayudase para el descubrimiento que entendia -hacer, envió á su hermano, Bartolomé Colon, que fuese -por su parte á proponer su demanda al rey Enrico, que -entónces reinaba en la isla de Inglaterra, el cual, por los naufragios -é infortunios y tribulaciones que le ocurrieron, no -pudo llegar allá sino despues de muchos años; dentro de los -cuales, el Almirante, aunque tambien gastó años muchos estando -siete en la corte, fué acogido, favorecido y despachado -de los Reyes Católicos, y descubrió estas Indias, y despues -tornó con los 17 navíos á poblar, que es del negocio que agora -tratamos. Propuesta, pues, su empresa, Bartolomé Colon -ante el rey de Inglaterra, no sabemos qué repulsas ó contrarios -tuvo, ó cuanto tiempo tardó en su despacho, despues que -lo comenzó (puesto que nos vimos en tiempo con D. Bartolomé -Colon, que si nos ocurriera pensar escribir esta Historia -lo pudiéramos bien saber), mas de que al fin el Rey se lo admitió -y capituló con él, segun de ambas partes se concertaron; -viniendo, pues, para Castilla en busca de su hermano, don -Cristóbal Colon, que ya era Almirante y él no lo sabia (porque, -cierto, debia el Almirante de tenerlo por muerto, pues -en los siete años no habia sabido dél, ó por sus enfermedades -ó porque, por sus infortunios, no habia todo aquel tiempo podido -ir á Inglaterra), viniendo por París, como ya estuviese -tendida la fama de haberse descubierto este Nuevo Mundo, el -mismo rey de Francia Charles ó Cárlos, el que decian el Cabezudo, -le dijo como su hermano habia descubierto unas<span class="pagenum"><a name="Page_79" id="Page_79">[79]</a></span> -grandes tierras que se decian las Indias: y, porque los Reyes -sabian primero las nuevas que otros, pudo haber sido que el -mismo rey de Inglaterra lo debia tambien saber, y no lo quiso -decir al dicho Bartolomé Colon, ó por lo atraer á sí, y él atrajese -al Almirante, su hermano, para su servicio, ó por dar á -entender que para aceptar tan sumo y tan incierto negocio no -le faltaba magnanimidad. Besando las manos, Bartolomé Colon, -al rey de Francia por las buenas nuevas que le plugo dar, el -Rey le mandó dar 100 escudos para ayuda á su camino. -Oido que su hermano habia descubierto las tierras que buscaban, -dióse prisa creyendo de lo alcanzar, pero no pudo, -porque el Almirante ya era partido con sus 17 navíos, halló -empero una instruccion que le dejaba el Almirante para si -en algun tiempo Bartolomé Colon pareciera. Vista esta instruccion, -partióse de Sevilla para la corte, que estaba en -Valladolid, por el principio del año de 1494, y llevó consigo -á dos hijos que tenia el Almirante, D. Diego Colon, -el mayor, y que le sucedió en el estado y fué el segundo -Almirante de las Indias, y á D. Hernando Colon, hijo menor, -para que fuesen á servir al príncipe D. Juan, de pajes, porque -así le habia hecho merced la Reina al Almirante. Llegado -á besar las manos á los Reyes, Bartolomé Colon con los -sobrinos, y ofrecidos todos á su servicio, recibiéronlo los católicos -Reyes con mucha alegría y benignidad; llamáronle -luego D. Bartolomé, y mandaron que fuese á servirles ayudando -al Almirante, su hermano; para lo cual, le mandaron -aparejar tres navíos con bastimentos y recaudo para engrosar -las provisiones que habian dado al Almirante, su hermano; -á los niños mandaron los Reyes que sirviesen al príncipe -don Juan, de pajes. Llegó á esta isla Española en 14 dias de -Abril del año de 1494. Así que, convalecido ya el Almirante -de su gravísima enfermedad, y consolado mucho con la venida -de su hermano D. Bartolomé Colon, acordó, como Visorey, -pareciéndole tener auctoridad para ello, de criarlo é investirlo -de la dignidad ó oficio real de Adelantado de las Indias como -él lo era Almirante; pero los Reyes, sabido, no lo aprobaron,<span class="pagenum"><a name="Page_80" id="Page_80">[80]</a></span> -dando á entender al Almirante no pertenecer al oficio de Visorey -criar tal dignidad, sino sólo á los Reyes, pero, por hacer -á ambos merced, Sus Altezas, por sus cartas reales, lo intitularon -de las Indias Adelantado, y, hasta que murió, por tal -fué tenido y nombrado. La provision real de la institucion -desta dignidad de Adelantado, concedida por los Reyes al dicho -Bartolomé Colon, se hizo en Medina del Campo, á 22 dias -del mes de Julio de 1497 años, el tenor de la cual quizá -ponemos abajo. Era persona de muy buena dispusicion, alto -de cuerpo, aunque no tanto como el Almirante, de buen gesto, -puesto que algo severo, de buenas fuerzas y muy esforzado, -muy sabio y prudente y recatado, y de mucha experiencia, -y general en todo negocio; gran marinero, y creo, por -los libros y cartas de marear glosados y notados de su letra, -que debian ser suyos ó del Almirante, que era en aquella facultad -tan docto, que no le hacia el Almirante mucha ventaja. -Anduvo viajes al cabo de Buena Esperanza, cuando luego -se descubrió, si no me olvido, el año de 1485, no sé si sólo él -ó en compañía del Almirante; era muy buen escribano, mejor -que el Almirante, porque en mi poder están muchas cosas -de las manos de ambos. Parecíame á mí, cuanto á la condicion -del Adelantado, las veces que le comunicaba, que era -de más recia y seca condicion, y no tanta dulzura y benignidad -como el Almirante. Ayudóse mucho de su consejo y parecer, -en las cosas que le pareció emprender y en los trabajos -del campo, el Almirante, y no hacia cosa sin él, y, por ventura, -en las cosas que se imputaron despues al Almirante de -rigor y crueldad, fué el Adelantado la causa; puesto que, -como el Almirante y sus hermanos eran extranjeros y solos, y -gobernaban á gente española, que aunque á sus naturales -señores es subyectísima, pero ménos humilde y paciente y -más dura de cerviz para tener sobre sí superiores de estraña -nacion que otra, mayormente hallándose fuera de sus tierras, -donde más muestran su dureza y ferocidad que ninguna, y -por tanto, cualquiera cosa que no fuese á sabor de todos, en -especial de muchos caballeros que con el Almirante habian<span class="pagenum"><a name="Page_81" id="Page_81">[81]</a></span> -ido y mucho más de los oficiales del Rey, que suelen subir -con sus pensamientos más que otros, habia de serles juzgada -y tenida por dura y ménos sufrible que si la hicieran ó ordenaran -otros gobernadores de nuestra propia nacion, y así, -quizá parecia al Adelantado convenir, por entónces, usar de -aquellos rigores: cuanto al castigo de los españoles digo; porque, -en los daños que se hicieron á los indios, poco cuidado -siempre hobo de sentir que fuesen daños, y pocas acusaciones -les pusieron dello.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_82" id="Page_82">[82]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>En este tiempo de la indispusicion del Almirante, pocos dias -despues de llegado de su descubrimiento de Cuba y Jamáica, -vínole á visitar el rey del Marien, Guacanagarí, mostrando -gran pesar de su enfermedad y trabajos, y dando disculpa de -sí, afirmando que él no habia sido en la muerte de los cristianos, -que se habian muerto por mandado de los otros Reyes -y señores, ni de los ayuntamientos de las gentes que estaban, -en la Vega y en las otras partes, de guerra; y que no podia -traer argumento de su buena voluntad y amor que tenia á él -y á sus cristianos, que los tratamientos que les habia mandado -hacer en su tierra, y las obras buenas que de sus vasallos -habian recebido siempre, teniendo á la contina cient cristianos -en ella, y siendo proveidos y servidos de todas las cosas -necesarias que ellos tenian, como si fueran sus propios hijos, y -que por esta causa estaba odioso á todos los Reyes y señores -y gentes de la isla, y le trataban y perseguian su persona -y nombre y vasallos como á enemigos, y habia recibido dellos -muchos daños con este título. Y, en tocando en hablar en -los 39 cristianos que quedaron en la fortaleza, en su tierra, -cuando el Almirante tornó con las nuevas del descubrimiento -destas tierras á Castilla, lloraba como si fueran todos sus hijos, -excusándose de culpa, y acusándose por desdichado en no -haberlos podido guardar hasta que viniera, que los hallara -vivos. El Almirante le recibia su satisfaccion y cumplia con él -lo mejor que le parecia, y no tenia duda de que no fuese -verdad todo, ó lo más y lo principal de lo que decia; y porque -el Almirante determinó de salir por la isla con la más -gente cristiana que pudiese de guerra, para derramar las gentes -ayuntadas y sojuzgar toda la tierra, ofrecióse á ir con él<span class="pagenum"><a name="Page_83" id="Page_83">[83]</a></span> -el rey Guacanagarí é llevar toda la gente suya que pudiese, -para favor y ayuda de los cristianos, y así lo hizo. Es aquí de -notar, para las personas que aman la verdad y justicia, que -no son otras más, sino las que están desnudas de toda pasion, -mayormente de temporal interese, que aunque para bien -de los cristianos y para que pudiesen permanecer en la isla, -el rey Guacanagarí les echase cargo en favorecerles y ayudarlos, -y así, parezca en la superficie, á los que no penetran la -razon del negocio, que el dicho Guacanagarí hacia bien y virtuosamente, -pero en la verdad, considerada la obligacion que -de ley natural todos los hombres tienen al bien comun, y libertad, -y conservacion de su patria y estado público della (como -parece por la Ley <i>Veluti</i>, párrafo <i>De justitia et jure</i>, donde -dice que de derecho de las gentes, y así, por natural razon, la -religion se debe á Dios, y la obediencia á los padres y á la patria, -y así es uno de los preceptos naturales, que somos obligados -á guardar, so pena de gravísimo pecado mortal), este rey -Guacanagarí ofendia y violaba mucho la ley natural, y era -traidor y destruidor de su patria y de las de los Reyes de la -isla y de toda su nacion, y pecaba mortalmente ayudando y -manteniendo, favoreciendo y conservando á los cristianos, y -por consiguente, todos los Reyes y señores, y toda la otra gente -de aquellos reinos, justa y lícitamente lo perseguian y tenian -justa guerra contra él y contra su reino, como á capital enemigo -suyo y público de todos, traidor y disipador de su patria y -nacion, pues ayudaba, y favorecia, y conservaba á los hostes ó -enemigos públicos de la suya, y de todas las otras de los otros -reinos y repúblicas; gente áspera, dura, fuerte, extraña, que -los inquietaba, turbaba, maltrataba, oprimia, ponia en dura -servidumbre y, al cabo, los consumia, destruia y mataba, y -era cosa probabilísima y certísima, que aquella gente extraña -y que tales obras hacia, y tales indicios de sí en cada parte -donde entraban daban, que, desque más se arraigasen y -asentasen en la tierra, todo el estado de sus repúblicas de -todos los reinos desta isla, como finalmente lo hicieron (segun -es ya bien manifiesto), habian de subvertir ó destruir é asolar,<span class="pagenum"><a name="Page_84" id="Page_84">[84]</a></span> -y lo que más es, que su mismo reino, y sus mismos vasallos -y súbditos, como á tal proditor y destruidor de su patria, y -de todo el estado público de su reino, lo podian lícitamente -matar, y tenian justa guerra contra él, y él, si se defendiera, -injusta contra ellos y contra los otros Reyes que por esta -causa le persiguieran. Por las razones dichas, se pone cuestion -entre los doctores teólogos, si Raab, meretriz, pecó mortalmente -encubriendo y salvando las espías ó exploradores de -la tierra de promision que habia enviado Josué, y el ejército de -los hijos de Israel, y concluyese que, en la verdad, fué traidora -y destruidora de su patria y ciudad, Hiericó, en encubrir -y salvar los dichos exploradores, y hizo contra el precepto -del derecho natural, siendo obligada por el mismo derecho á -entregarlos al Rey ó al pueblo, y áun matarlos ella, porque -por ello merecian bien la muerte, por las leyes de cada república -tácitas ó expresas que, sobre este caso, por ley natural -tiene promulgadas, y pecára mortalmente, si no concurrieran -otras causas que la excusaron; una de las cuales fué, porque, -movida é inspirada por Dios, cognosció clarísimamente que el -Dios de los judíos era omnipotentísimo, y que habia determinado -de dar toda la tierra de los cananeos á los judíos, pueblo -suyo, y por esto, siendo para ello alumbrada, quiso ayudar -en ello y no repugnar á la voluntad de Dios, y tambien, ya -que no podia escapar su ciudad toda, quiso al ménos escaparse -á sí é á su casa de la muerte que esperaba que todos habian -de pasar. Esto parece por el mismo texto de la Escriptura divina, -Josué, II; dijo ella: <i>Novi quod Dominus tradiderit vobis terram.... -Audivimus quod siccaverit Dominus aquas Maris Rubri -ad vestrum introitum ...</i> Et infra: <i>Dominus enim Deus vester ipse -est Deus in cœlo sursum et in terra deorsum</i>, etc. Así que, por lo -dicho, podrán cognoscer los leyentes algo de la justificacion que -podrán tener las obras que los cristianos hicieron en aquellas -gentes, de que estaba plenísima esta isla, que abajo se referirán. -En estos dias envió el Almirante á hacer guerra al Cacique -ó rey Guatigana, porque habia mandado matar los 10 -cristianos, en cuya gente hicieron cruel matanza los cristianos,<span class="pagenum"><a name="Page_85" id="Page_85">[85]</a></span> -y él huyó. Tomáronse mucha gente á vida, de la cual envió á -vender á Castilla más de 500 esclavos en los cuatro navíos que -trujo Antonio de Torres, y se partió con ellos para Castilla, -en 24 de Febrero de 1495. Hobo esta determinacion entre los -españoles, dende adelante, la cual guardaban por ley inviolable, -que por cada cristiano que matasen los indios hobiesen -los cristianos de matar 100 indios; y pluguiera á Dios que no -pasáran de 1.000 los que, por uno, desbarrigaban y mataban, -y sin que alguno matasen, como despues, inhumanamente, -yo vide muchas veces. Por ventura, poco ántes de lo dicho, fué -Alonso de Hojeda, de quien arriba en el cap. 82 hicimos mencion, -y, si á Dios pluguiere, haremos adelante más larga; enviado -por el Almirante disimuladamente con nueve cristianos él -solo, á caballo, para visitar de su parte al rey Caonabo, de -quien arriba digimos ser muy gran señor y muy más esforzado -que otro alguno de esta isla, y á rogarle que le fuese á ver á la -Isabela, y si pudiese prenderlo con un ardid que habia pensado. -Porque á este Rey ó Cacique temia más que á otro de la isla -el Almirante y los cristianos, porque tenia nuevas que trabajaba -mostrar su valor y estado, en guerras y fuera dellas, preciándose -de que se viese y estimase su magestad y auctoridad -real en obras, y palabras, y gravedad; ayudábale á esto tener -dos ó tres hermanos, muy valientes hombres, y mucha gente -que lo corroboraba, por manera que, por guerra no se pensaba -poderlo tan aína sojuzgar. El ardid fué aqueste: que como -los indios llamasen al laton nuestro, turey, é á los otros metales -que habiamos traido de Castilla, por la grande estima que -dello tenian como cosa venida del cielo, porque llamaban turey -al cielo, y ansí hacian joyas dellos, en especial de laton, -llevó el dicho Alonso de Hojeda unos grillos y unas esposas -muy bien hechas, sotiles y delgadas, y muy bruñidas y acicaladas, -en lugar de presente que le enviaba el Almirante, diciéndole -que era turey de Vizcaya, como si dijera cosa muy -preciosa venida del cielo, que se llamaba turey de Vizcaya. -Llegado Hojeda á la tierra y pueblo del rey Caonabo, que se -decia la Maguana, y estaria de la Isabela obra de 60 leguas<span class="pagenum"><a name="Page_86" id="Page_86">[86]</a></span> -ó 70, apeado de su caballo, y espantados todos los indios de lo -ver, porque al principio pensaban que era hombre y caballo -todo un animal, dijeron á Caonabo que eran venidos allí -cristianos que enviaba el Almirante, Guamiquina de los cristianos, -que queria decir, el señor ó el que era sobre los cristianos, -y que le traian un presente de su parte, que llamaban -turey de Vizcaya. Oido que le traian turey alegróse mucho, -mayormente que como tenia nueva de una campana que estaba -en la iglesia de la Isabela, y le decian los indios que la -habian visto, que un turey que tenian los cristianos hablaba, -estimando que, cuando tañían á misa y se allegaban todos los -cristianos á la iglesia por el sonido della, que, porque la entendian, -hablaba, y por eso deseábala mucho ver y porque se -la trajesen á su casa la habia algunas veces, segun se dijo, -enviado al Almirante á pedir; así que, holgó que Hojeda entrase -donde él estaba, y dícese que Hojeda se hincó de rodillas -y le besó las manos, y dijo á los compañeros: «hacé todos -como yo.» Hízole entender que le traia turey de Vizcaya, y mostróle -los grillos y esposas muy lucías y como plateadas, y, por -señas y algunas palabras que ya el Hojeda entendia, hízole -entender que aquel turey habia venido del cielo y tenia gran -virtud secreta, y que los Guamiquinas ó reyes de Castilla -se ponian aquello por gran joya cuando hacian areytes, que -eran bailes, y festejaban, y suplicóle que fuese al rio á holgares -y á lavarse, que era cosa que mucho usaban (y estaria del -pueblo media legua y más por ventura, y era muy grande y -gracioso, llamado Yaquí, porque nace de una sierra con el -otro que digimos arriba, que sale á <i>Monte-Christi</i>, y el Almirante -le puso el Rio del Oro), y que allí se los pondria donde -los habia de traer, y que despues vernia caballero en el caballo, -y pareceria ante sus vasallos como los Reyes ó Guamiquinas -de Castilla. Determinó de lo hacer un dia, y fuese, con algunos -criados de su casa y poca gente, al rio, harto descuidado y sin -temor que nueve cristianos ó diez le podian hacer mal, estando -en su tierra, donde tenia tanto poder y vasallos. Despues de se -haber lavado y refrescado, quiso, de muy cudicioso, ver su<span class="pagenum"><a name="Page_87" id="Page_87">[87]</a></span> -presente de turey de Vizcaya y probar su virtud, y así Hojeda -hace que se aparten, los que con él habian venido, un poco, -y sube sobre su caballo, y al Rey pónenle sobre las ancas, y -allí échanle los grillos y las esposas, los cristianos, con gran -placer y alegría, y dá una ó dos vueltas cerca de donde -estaban por disimular, y da la vuelta, los nueve cristianos -juntos con él, al camino de la Isabela, como que se paseaban -para volver, y, poco á poco, alejándose, hasta que los -indios que lo miraban de léjos, porque siempre huian de estar -cerca del caballo, lo perdieron de vista; y así le dió cantonada -y la burla pasó á las veras. Sacan los cristianos las espadas -y acometen á lo matar, sino calla y está quedo á que lo aten -bien al Hojeda, con buenas cuerdas que llevaban, y, con toda -la prisa que se podrá bien creer, dello por camino, dello por -las montañas, fuera dél, hasta que despues de muchos trabajos, -peligros y hambre, llegaron y lo pusieron en la Isabela, entregándolo -al Almirante. Desta manera, y con esta industria, -y por este ardid, del negro turey de Vizcaya, prendió al gran -rey Caonabo, uno de los cinco principales reyes y señores -desta isla, Alonso de Hojeda, segun era público y notorio, y -así se platicaba, y muchas veces, como por cosa muy cierta lo -hablábamos de que yo llegué á esta isla, que fué seis ó siete -años despues desto acaecido. Pudieron pasar otras más ó ménos -particularidades, sin las que yo aquí cuento, ó en otra manera, -que en el rio lo prendiesen y echasen los grillos y esposas, -pero al ménos esto lo escribo como lo sé, y que por -cosa cierta teniamos en aquel tiempo, que el Hojeda lo habia -preso y traido á la Isabela con la dicha industria de los grillos, -turey de Vizcaya; D. Hernando dice, que cuando salió el Almirante -á hacer guerra á la gente que estaba junta en la Vega -(de que luego se dirá), lo prendió con otros muchos señores -Caciques, pero yo, por lo dicho y por otras razones que hay, no -lo tengo por cierto; y una es, que no habia de venir Caonabo -tan léjos de su tierra 70 y 80 leguas, y en tierra ajena, de -Guarionex, y con grandes dificultades, á dar guerra á los Españoles, -no teniendo bestias para traer los bastimentos, cosa<span class="pagenum"><a name="Page_88" id="Page_88">[88]</a></span> -muy contraria de la costumbre y posibilidad de los indios, al -ménos los destas islas. De otra manera lo cuenta esto Pedro -Mártir en la primera de sus Décadas, que el Almirante envió -á Hojeda, solamente á rogarle que le fuese á ver, y que determinó -de irlo á ver con mucha gente armada, para si pudiera -matarlo con todos los cristianos, y que le amenazaba -Hojeda para provocarlo á que lo fuese á ver, con decirle, que -sino tenia amistad con el Almirante, que por guerra él y los suyos -serian muertos y destruidos. Estas no son palabras que sufriera -Caonabo, segun era gran señor y esforzado, y no habia -experimentado las fuerzas y lanzas y espadas de los españoles; -y al cabo dice, Pedro Mártir, que yendo con su gente armado, -en el camino Hojeda le prendió y llevó al Almirante, -pero todo esto es imágen de verdad, por muchas razones, -que de lo susodicho pueden sacarse; lo que platicábamos, -el tiempo que digo, era que Caonabo respondió á Hojeda; -«venga él acá y tráigame la campana ó turey que habla, que -yo no tengo de ir allá;» esto concuerda más con la gravedad -y auctoridad de Caonabo. Confírmase lo que yo digo -por una cosa notable, que, por tan cierta como la primera se -contaba dél, y es esta: que estando el rey Caonabo preso con -hierros y cadenas en la casa del Almirante, donde á la -entrada della todos le veian, porque no era de muchos -aposentos, y cuando entraba el Almirante, á quien todos acataban -y reverenciaban, y tenia persona muy autorizada (como -al principio desta Historia se dijo), no se movia ni hacia cuenta -dél, Caonabo, pero cuando entraba Hojeda, que tenia chica -persona, se levantaba á él y lloraba, haciéndole gran reverencia, -y como algunos españoles le dijesen que por qué hacía -aquello siendo el Almirante Guamiquina y el señor, y Hojeda -súbdito suyo como los otros, respondia, que el Almirante -no habia osado ir á su casa á lo prender sino Hojeda, y por -esta causa, á sólo Hojeda debia él esta reverencia y no al Almirante. -Determinó el Almirante llevarlo á Castilla y con él -otros muchos para esclavos que hinchiesen los navíos, por lo -cual envió 80 cristianos hácia Cibao y á otras provincias, que<span class="pagenum"><a name="Page_89" id="Page_89">[89]</a></span> -tomasen por fuerza los que pudiesen, y hallo en mis memoriales -que trajeron 600 indios, y la noche que llegó á la Isabela -esta cabalgada, y teniendo ya embarcado al rey Caonabo en -un navío de los que estaban para partir, en la Isabela, para -mostrar Dios la injusticia de su prision y de todos aquellos -inocentes, hizo una tan deshecha tormenta, que todos los navios -que allí estaban con toda la gente que habia en ellos (salvo -los españoles que pudieron escaparse), y el Rey Caonabo -cargado de hierros, se ahogaron y hobieron de perecer; no -supe si habian embarcado aquella noche los 600 indios. Vista -por los hermanos de Caonabo su prision, y consideradas las -obras que los cristianos, en todas las partes donde entraban -ó estaban, hacian, y que los mismos, cuando no se catasen, habian -de padecer, juntaron cuanta gente pudieron y determinaron -de hacer á los cristianos guerra, cuan cruel pudiesen, -para librar su hermano y señor, que ya era ahogado, y echarlos -de la tierra y del mundo si pudiesen hacerlo. Perdidos los -navíos, que fué gran angustia y dolor para el Almirante, dispuso -luego de que se hiciesen dos carabelas, la una de las -cuales yo vide, y llamóse la <i>India</i>, y él, porque era muy devoto -de Sant Francisco, vistióse de pardo, y yo le vide en Sevilla -al tiempo que llegó de acá, vestido cuasi como fraile de -Sant Francisco.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_90" id="Page_90">[90]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p class="pch">En el cual se tracta de la llegada á Castilla, con los 12 navíos, de Antonio de Torres.</p> - -<p>Llegó á Castilla con sus 12 navíos Antonio de Torres, -con muy buen viaje y breve, porque salió del puerto de la -Isabela á 2 de Febrero, y llegó á Cáliz cuasi entrante ó á los 8 -ó 10 de Abril. Recibieron los Reyes inestimable alegría con la -venida de Antonio de Torres, por saber que el Almirante, con -toda la flota, hobiese llegado á esta isla en salvamento, y más -con las cartas y relacion del Almirante, y el oro que les enviaba, -cogido de las mismas minas de Cibao con la gente que -él habia enviado con Hojeda para verlas é descubrirlas, y, por -vista de ojos, experimentar que lo hobiese en la misma tierra -y sacado por mano dellos; y porque ya los Reyes, por -ventura, habian mandado aparejar tres navíos para que fuesen -tras el Almirante y su flota, por el deseo que tenian de saber -dél, por el temor, quizá, quel armada que se decia tener el rey -de Portugal no hobiese topado con él, los dichos tres navíos; -llegado Antonio de Torres, mandaron, con muchas cosas de -las que el Almirante pidió por sus cartas, despacharlos. Y en -aquestos creo que vino Bartolomé Colon, porque por entónces -no habian venido acá otros, y eran todos bien contados -y deseados cada vez que acá venian, como se verá. En -ellos escribieron los Reyes al Almirante, la presente carta ó -epístola:</p> - -<p>«El Rey é la Reina.—D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante -del mar Océano, é nuestro Visorey é Gobernador de las islas -nuevamente falladas en la parte de las Indias: Vimos las cartas<span class="pagenum"><a name="Page_91" id="Page_91">[91]</a></span> -que nos enviastes con Antonio de Torres, con las cuales -hobimos mucho placer, y damos muchas gracias á Nuestro -Señor Dios que tan bien lo ha hecho, y en haberos en todo tan -bien guiado. En mucho cargo y servicio vos tenemos lo que -allá habeis fecho, que no puede ser mejor, y asimismo oimos -al dicho Antonio de Torres, y recibimos todo lo que con él -nos enviastes y Nos esperábamos de ver, segun la mucha voluntad -y aficion que de vos se ha cognoscido y cognosce en -las cosas de nuestro servicio. Sed cierto que nos tenemos de -vos por mucho servidos y encargados en ello, para vos hacer -mercedes, y honra, y acrecentamiento como vuestros grandes -servicios lo requieren y adeudan; y porque el dicho Antonio -de Torres tardó en venir aquí hasta agora, y no habiamos -visto vuestras cartas, las cuales no nos habia enviado por las -traer él á mejor recaudo, y por la prisa de la partida destos -navíos que agora van, los cuales, á la hora que lo aquí supimos, -los mandamos despachar con todo recaudo de las cosas -que de allá enviastes por memorial, que cuanto más cumplidamente -se pudiera facer sin detenerlos, y así se hará y cumplirá -en todo lo otro que trujo á cargo, al tiempo y como él -lo dijere. No há lugar de os responder como quisiéramos, pero -cuando él vaya, placiendo á Dios, vos responderemos y mandaremos -proveer en todo ello, como cumple. Nos habemos habido -enojo de las cosas que allá se han hecho fuera de vuestra -voluntad, las cuales mandaremos bien remediar é castigar. -En el primer viaje que para acá se hiciere enviad á Bernal de -Pisa, al cual Nos enviamos á mandar que ponga en obra su -venida, y en el cargo que él llevó entienda en ello la persona -que á vos y al padre fray Buil pareciere, en tanto que de acá -se provee, que por la prisa de la partida de los dichos navíos -no se pudo agora proveer en ello, pero en el primer viaje, si -place á Dios, se proveerá de tal persona cual conviene para -el dicho cargo. De Medina del Campo á diez y ocho de noventa -y cuatro años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Por mandado -del Rey é de la Reina, Juan de la Parra.»</p> - -<p>Parece por esta carta de los Reyes, que Antonio de Torres<span class="pagenum"><a name="Page_92" id="Page_92">[92]</a></span> -debia haber traido las quejas de Bernal de Pisa, y á esto -contradice lo que arriba en el cap. 90 se dijo, que despues -de partido de la Isabela con los 12 navíos, Antonio de Torres, -se quiso amotinar, con los cinco que quedaron, Bernal de Pisa. -No tiene concordia ninguna, sino es que él debia de causar algunas -inquietudes y alborotos, estando áun allí Antonio de -Torres, y desto escribió quejas el Almirante á los Reyes, y, -despues de partido Antonio de Torres, pasó adelante en quererse -alzar con los cinco navíos; la razon es, porque no hobo navío -alguno que volviese á Castilla, sino los 12 que volvieron y -los cinco que quedaron. Mandaron los Reyes que, con toda la -priesa y diligencia que posible fuese, se aparejasen cuatro navíos -en que tornase Antonio de Torres, con todas las provisiones -y recaudos que el Almirante, por su memorial, envió á -suplicar y pedir á los Reyes, todo lo cual, hizo muy cumplidamente -el Arcediano de Sevilla susodicho, D. Juan de Fonseca, -y fué todo puesto á punto, por manera, que al fin de -Agosto ó en principio de Setiembre, á lo que creo, se hizo -Antonio de Torres con los cuatro navíos á la vela, con el cual -escribieron los Reyes al Almirante la carta siguiente.</p> - -<p>«El Rey é la Reina.—D. Cristóbal Colon, Almirante mayor -de las islas de las Indias: Vimos vuestras letras é memoriales -que nos enviastes con Torres, y habemos habido mucho -placer de saber todo lo que por ellas nos escribistes, y damos -muchas gracias á Nuestro Señor por todo ello, porque, con su -ayuda, este negocio vuestro será causa que nuestra sancta fe -católica sea mucho más acrecentada. Y una de las principales -cosas porque esto nos ha placido tanto, es, por ser inventada, -principiada y habida por vuestra mano, trabajo é industria, -y parécenos que todo lo que al principio nos dixistes -que se podia alcanzar, por la mayor parte, todo ha salido cierto -como si lo hobiérades visto ántes que nos lo dixérades; -esperanza tenemos en Dios, que, en lo que queda por saber, -así se continuará, de que por ello vos quedamos en mucho -cargo para vos facer mercedes, por manera que vos seais muy -bien contento: y, visto todo lo que nos escribistes, como quiera<span class="pagenum"><a name="Page_93" id="Page_93">[93]</a></span> -que asaz largamente decís todas las cosas, de que es mucho -gozo y alegría verlas, pero algo más querriamos que nos escribiésedes, -ansí en que sepamos cuantas islas fasta aquí se -han fallado, y, á las que habeis puesto nombres, qué nombre á -cada una, porque aunque nombrais algunas en vuestras cartas, -no son todas, y á las otras, los nombres que les llaman los -indios, y cuanto hay de una á otra, y todo lo que habeis fallado -en cada una dellas, y lo que dicen que hay en ellas, y -en lo que se ha enviado despues que allá fuistes, qué se ha -habido, pues ya es pasado el tiempo que todas las cosas sembradas -se han de coger; y principalmente, deseamos saber -todos los tiempos del año qué tales son allá en cada mes por -sí, porque á Nos parece, que, en lo que decís que hay allá, hay -mucha diferencia en los tiempos á los de acá: algunos quieren -decir si en un año hay dos inviernos y dos veranos. Todo nos -lo escribid por nuestro servicio, y enviadnos todos los más -halcones que de allá se pudieren enviar, y de todas las aves -que allá hay y se pudieren haber, porque querríamoslas ver -todas; y cuanto á las cosas que nos enviastes por memorial -que se proveyesen y enviasen de acá, todas las mandamos proveer, -como del dicho Torres sabreis y vereis por lo que él lleva. -Querriamos, si os parece, que así para saber de vos y de toda -la gente que allá está, como para que cada dia pudiésedes ser -proveidos de lo que fuese menester, que cada mes viniese una -carabela de allá, y de acá fuese otra, pues que las cosas de -Portugal están asentadas, y los navíos podrán ir y venir seguramente; -veldo, y si os pareciere que se debe hacer, haceldo -vos, y escribidnos la manera que os pareciere, qué se debe -enviar de acá. Y en lo que toca á la forma que allá debeis -tener con la gente que allá teneis, bien nos parece lo que -hasta agora habeis principiado, y así lo debeis continuar, -dándoles el más contentamiento que ser pueda, pero no dándoles -lugar que excedan en cosa alguna de las que hobieren -de hacer é vos les mandedes de nuestra parte; y cuanto á la -poblacion que hicistes, en aquello no hay quien pueda dar -regla cierta ni enmendar cosa alguna desde acá, porque allá<span class="pagenum"><a name="Page_94" id="Page_94">[94]</a></span> -estariamos presentes, y tomariamos vuestro consejo y parecer -en ello, cuanto más en absencia; por eso á vos lo remitimos. A -todas las otras cosas contenidas en el memorial que trajo el -dicho Torres, en las márgenes dél va respondido lo que convino -que vos supiésedes la respuesta, á aquella vos remitimos; y -cuanto á las cosas de Portugal, acá se tomó cierto asiento con -sus Embajadores, que nos parecia que era más sin inconvenientes, -y porque dello seais bien informado largamente, vos enviamos -el treslado de los capítulos que sobre ello se hicieron, y -por eso, aquí no conviene alargar en ello, sino que mandamos -y encargamos que aquello guardeis enteramente, é fagais -que por todos sea guardado, así como en los capítulos se contiene; -y en lo de la raya ó límite que se ha de hacer, porque -nos parece cosa muy dificultosa y de mucho saber y confianza, -querriamos, si ser pudiese, que vos os hallásedes en ello, y -la hiciésedes con los otros que por parte del rey de Portugal -en ello han de entender, y si hay mucha dificultad en vuestra -ida á esto, ó podria traer algun inconveniente en lo que -ende estais, ved si vuestro hermano, ó otro alguno teneis ende -que lo sepan, é informadlos muy bien por escripto, y áun por -palabra, y por pintura, y por todas las maneras que mejor -pudieran ser informados, é inviádnoslos acá luego con las -primeras carabelas que vinieren, porque con ellos enviaremos -otros de acá para el tiempo que está asentado; y quier hayais -vos de ir á esto, ó nó, escribidnos muy largamente todo lo -que en esto supiéredes y á vos pareciere que se debe hacer -para nuestra informacion y para que todo se provea como -cumple á nuestro servicio, y faced de manera que vuestras -cartas y las que habeis de enviar vengan presto, porque puedan -volver á donde se ha de hacer la raya, ántes que se cumpla -el tiempo que tenemos asentado con el rey de Portugal, -como vereis por la capitulacion. De Segovia á diez y seis de -Agosto de noventa y cuatro años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Por -mandato del Rey é de la Reina, Fernandalvarez.»</p> - -<p>Lo que en esto despues se hizo no lo pude saber, sólo esto -fué cierto, que ni el Almirante ni su hermano pudieron ir á<span class="pagenum"><a name="Page_95" id="Page_95">[95]</a></span> -ello por el descubrimiento que hizo de Cuba y Jamáica, y enfermedad -del Almirante, y otras adversidades que luego les -vinieron, ó porque el tiempo del asiento era pasado, y áun -creo que, principalmente, por lo que se dirá en los capítulos -siguientes.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p class="p4"><span class="pagenum"><a name="Page_96" id="Page_96">[96]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2>CAPÍTULO CIV<a name="FNanchor_3_3" id="FNanchor_3_3"></a><a href="#Footnote_3_3" class="fnanchor"><span class="small">[3]</span></a></h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>El Almirante, como cada dia sentia toda la tierra ponerse -en armas, puesto que armas de burla en la verdad, y crecer -en aborrecimiento de los cristianos, no mirando la grande -razon y justicia que para ello los indios tenian, dióse cuanta -más priesa pudo para salir al campo para derramar las gentes y -sojuzgar por fuerza de armas la gente de toda esta isla, como -ya digimos; para efecto de lo cual, escogió hasta 200 hombres -españoles, los más sanos (porque muchos estaban enfermos y -flacos), hombres de pié y 20 de á caballo, con muchas ballestas -y espingardas, lanzas y espadas, y otra mas terrible y -espantable arma para con los indios, despues de los caballos, -y esta fué 20 lebreles de presa, que luego en soltándolos ó diciéndolos -«tómalo,» en una hora hacian cada uno á cien indios -pedazos; porque como toda la gente desta isla tuviesen costumbre -de andar desnudos totalmente, desde lo alto de la frente -hasta lo bajo de los piés, bien se puede fácilmente juzgar qué -y cuales obras podian hacer los lebreles ferocísimos, provocados -y esforzados por los que los echaban y açomaban en -cuerpos desnudos, ó en cueros, y muy delicados: harto mayor -efecto, cierto, que en puercos duros de Carona ó venados. Esta -invencion comenzó aquí escogitada, inventada y rodeada por -el diablo, y cundió todas estas Indias, y acabará cuando no -se hallare más tierra en este orbe, ni más gentes que sojuzgar -y destruir, como otras exquisitas invenciones, gravísimas y -dañosísimas á la mayor parte del linaje humano, que aquí comenzaron -y pasaron y cundieron adelante para total destruccion -de estas naciones, como parecerá. Es tambien aquí de<span class="pagenum"><a name="Page_97" id="Page_97">[97]</a></span> -notar, que como los indios anduviesen, como es dicho, desnudos -en estas islas y en muchas partes de tierra firme, y en -todas las demas no pase su vestido de una mantilla delgada -de algodon, de vara y media, ó dos cuando más, en cuadro, -y estas sean cuasi en todas las Indias (los pellejos suyos, digo, -y las dichas mantillas), sus armas defensivas, las ballestas de -los cristianos y las espingardas de los tiempos pasados, y más sin -comparacion los arcabuces de agora, son para los indios increiblemente -nocivas; pues de las espadas que cortaban y cortan -hoy un indio desnudo por medio, no hay necesidad que -se diga; los caballos, á gentes que nunca los vieron y que -imaginaban ser todo, el hombre y caballo, un animal, bastaban -de miedo enterrarse dentro de los abismos, vivos, y, por su -mal, despues que los cognoscieron, vieron y ven hoy por obra -en sus personas, casas, pueblos y reinos, lo que padecen dellos -ó por ellos temian. Esto es cierto, que solos 10 de caballo, al -ménos en esta isla (y en todas las demas partes destas Indias, -si no es en las altas sierras), bastan para desbaratar y meterlos -todos por las lanzas, 100.000 hombres que se junten, contra -los cristianos, de guerra, sin que 100 puedan huir; y esto -se pudo bien efectuar en la Vega Real desta isla, por ser tierra -tan llana como una mesa, como arriba en el cap. 90 se dijo. -Por manera, que ninguna de nuestras armas podemos contra -los indios mover que no les sea perniciosísima: de las suyas, -ofensivas contra nosotros, no es de hablar, porque, como arriba -digimos, son las más como de juegos de niños.</p> - -<p>Teniendo, pues, la gente aparejada y lo demas para la -guerra necesario, el Almirante, llevando consigo á D. Bartolomé -Colon, su hermano, y al Rey Guacanagarí (no pude saber -qué gente llevó de guerra, de sus vasallos), en 24 del mes de -Marzo de 1495, salió de la Isabela, y á dos jornadas pequeñas, -que son diez leguas como se dijo, entró en la Vega, donde -la gente se habia juntado mucha, y dijeron que creian habia -sobre 100.000 hombres juntos. Partió la gente que llevaba con -su hermano, el Adelantado, y dieron en ellos por dos partes, y -soltando las ballestas y escopetas y los perros bravisimos, y<span class="pagenum"><a name="Page_98" id="Page_98">[98]</a></span> -el impetuoso poder de los de caballo con sus lanzas, y los peones -con sus espadas, así los rompieron como si fueran manada -de aves; en los cuales no hicieron ménos estragos que en un -hato de ovejas en su aprisco acorraladas. Fué grande la multitud -de gente que los de á caballo alancearon, y los demas, -perros y espadas hicieron pedazos; todos los que le plugo -tomar á vida, que fué gran multitud, condenaron por esclavos. -Y es de saber que los indios siempre se engañan, señaladamente -los que áun no tienen experiencia de las fuerzas y esfuerzo -y armas de los cristianos, porque, como por sus espías -que envian, les traen por cuenta cuantos son en número los -cristianos, que es lo primero que hacen, y les traen por granos -de maíz, que son como garbanzos, contados los cristianos, y -por muchos que sean, no suben ó subian entónces de 200 -ó 300, ó 400, cuando más, y caben en el puño esos granos, como -ven tan poco número dellos y de sí mismos son siempre tan -innumerables, paréceles que no es posible que tan pocos puedan -prevalescer contra tantos, pero despues, cuando vienen á -las manos, cognoscen cuan con riesgo y estrago suyo se engañaron. -Aquí es de advertir lo que en su Historia dice D. Hernando -Colon en este paso, afeando primero la ida de Mosen Pedro Margarite, -y despues las fuerzas é insultos que hacian en los indios -los cristianos, por estas palabras: «De la ida de Mosen Pedro -Margarite provino que cada uno se fuese entre los indios por -do quiso, robándoles la hacienda, y tomándoles las mujeres, -y haciéndoles tales desaguisados, que se atrevieron los indios -á tomar venganza en los que tomaban solos ó desmandados; -por manera que el Cacique de la Magdalena, llamado Guatiguana, -mató 10 cristianos, etc.» Aunque despues, vuelto el -Almirante se hizo gran castigo, y bien que él no se pudo haber, -fueron presos y enviados á Castilla con los cuatro navíos que -llevó Antonio de Torres, más de 500 esclavos y son sus vasallos; -asimismo se hizo castigo por otros seis ó siete, que, por -otras partes de la isla, otros Caciques habian muerto. Y más -abajo, dice D. Hernando así: «Los más cristianos cometian mil -excesos, por lo cual los indios les tenian entrañable ódio, y<span class="pagenum"><a name="Page_99" id="Page_99">[99]</a></span> -reusaban de venir á su obediencia, etc.» Estas son sus formales -palabras; y dice más, que despues de vuelto el Almirante, hizo -gran castigo por la muerte de los cristianos, y por la rebelion -que habian hecho. Si confiesa D. Hernando que los cristianos -robaban las haciendas y tomaban las mujeres, y hacian muchos -desaguisados, y otros mil excesos á los indios, y no vian juez -que lo remediase, otro, de ley natural y derecho de las gentes, -sino á sí mismos (cuanto más que esta era defension natural que -áun á las bestias y á las piedras insensibles es conocida, como -prueba Brecio en el libro I, <i>De consolatione</i>, prosa 4.ª; y lo -pudieron hacer, aunque recognoscieran por superior al Almirante -ó á otro, pues él no lo remediaba), ¿como el Almirante -pudo en ellos hacer castigo? Item, si áun entónces llegaba el -Almirante y no lo habian visto en la isla sino solos los diez, ó -doce, ó quince pueblos que estaban en 18 leguas, que anduvo -cuando fué á ver las minas, ni habia probado á alguno por razon -natural, ni por escriptura auténtica, ni le podia probar que -le eran obligados á obedecer por superior, porque ni podia -ni la tenia, ni tampoco los entendia, ni ellos á él, ¿como iba -y fué y pudo ir por alguna razon divina ó humana á castigar -la rebelion que D. Hernando dice? Los que no son súbditos -¿como pueden ser rebeldes? ¿Podrá decir, por razon, el rey -de Francia á los naturales de Castilla, si, haciendo fuerzas y -robos, insultos y excesos, usurpándoles sus haciendas, y tomándoles -sus mujeres y hijos en sus mismas tierras y casas -los franceses, si volviendo por sí ó por escaparse de quien -tantos males vienen á hacerles, podrá, digo, el rey de Francia, -con razon, decir que los Españoles le son rebeldes? Creo que -no confesara esta rebelion Castilla. Luego, manifiesto es, que -el Almirante ignoró en aquel tiempo, y áun mucho despues, -como parecerá, lo que hacer debia, y á cuanto su poder -se extendia, y D. Hernando Colon estuvo bien remoto del -fin, ignorando muy profundamente el derecho humano y divino, -al cual fin, el descubrimiento que su padre en estas -tierras hizo, y el estado y oficio (aunque bien trabajado y bien -merecido), que por ella alcanzó, y la comision y poderes que<span class="pagenum"><a name="Page_100" id="Page_100">[100]</a></span> -les Reyes le dieron y todo lo demas, se ordenaba y habia de -ordenar y enderezar, como medios convenientes, segun arriba -en el cap. 93 digimos. Si este fin D. Hernando cognosciera, y -penetrara la justicia y derecho que los indios á defenderse -á sí é á su patria tenian, mayormente experimentando tantos -males é injusticias cada dia, de nueva y extraña gente á quien -nunca ofendieron, ántes quien muchas y buenas obras les debia, -y la poca ó ninguna que los cristianos pudieron tener -para entrar por sus tierras y reinos por aquella vía, ciertamente, -mejor mirara y ponderara lo que en este paso habia -de decir, y así, callara lo que incautamente para loa del Almirante -dijo, conviene á saber: «Que dieron los caballos por -una parte y los lebreles por otra, y todos, siguiendo y matando, -hicieron tal estrago, que en breve fué Dios servido tuviesen -los nuestros tal victoria, que, siendo muchos muertos -y otros presos y destruidos, etc.» Cierto, no fué Dios servido -de tan execrable injusticia.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_101" id="Page_101">[101]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Anduvo el Almirante por gran parte de toda la isla, haciendo -guerra cruel á todos los Reyes y pueblos que no le venian á -obedecer, nueve ó diez meses, como él mismo, en cartas diversas -que escribió á los Reyes y á otras personas, dice. En -los cuales dias ó meses, grandísimos estragos ó matanzas de -gentes y despoblaciones de pueblos se hicieron, en especial -en el reino de Caonabo, por ser sus hermanos tan valientes, y -porque todos los indios probaron todas sus fuerzas para ver si -pudieran echar de sus tierras á gente tan nociva y cruel, y -que totalmente vian que, sin causa ni razon alguna, y sin haberlos -ofendido, que los despojaban de sus reinos y tierras, y -libertad, y de sus mujeres y hijos, y de sus vidas y natural ser; -pero como se viesen cada dia tan cruel é inhumanamente perecer, -alcanzados tan fácilmente con los caballos y alanceados -en un credo tantos, hechos pedazos con las espadas, cortados -por medio, comidos y desgarrados de los perros, quemados -muchos dellos vivos y padecer todas maneras exquisitas de -inmisericordia é impiedad, acordaron muchas provincias, mayormente -las que estaban en la Vega Real, donde reinaba -Guarionex, y la Maguana, donde señoreaba Caonabo, que -eran de los principales reinos y Reyes desta isla, como se ha -dicho, de sufrir su infelice suerte, poniéndose en manos de -sus enemigos á que hiciesen dellos lo que quisiesen, con que -del todo no los extirpasen como quien no podia más; quedando -muchas gentes de muchas partes y provincias de la isla huidos -por los montes, y otras que áun los cristianos no habian tenido -tiempo de llegar á ellas y las sojuzgar. Desta manera -(como el Almirante mismo escribió á los Reyes), allanada la -gente de la isla, la cual, dice, que era sin número, con<span class="pagenum"><a name="Page_102" id="Page_102">[102]</a></span> -fuerza y con maña, hobo la obediencia de todos los pueblos -en nombre de Sus Altezas y como su Visorey, é obligacion de -como pagarian tributo cada Rey ó Cacique, en la tierra que -poseia, de lo que en ella habia; y se cogió el dicho tributo hasta -el año de 1496. Estas todas son palabras del Almirante. Bien -creo que los prudentes y doctos lectores cognoscerán aquí, -cuan justamente fueron impuestos estos tributos, y cuan válidos -de derecho, y como los eran los indios obligados á pagar, -pues con tantas violencias, fuerzas y miedos, y precediendo -tantas muertes y estragos, y disminucion de sus estados, de -sus personas, mujeres y hijos, y libertad de todo su ser, y -aniquilacion de su nacion, les fueron impuestos y ellos concedieron -á los pagar. Impuso el Almirante á todos los vecinos -de la provincia de Cibao y á los de la Vega Real, y á todos los -cercanos á las minas, todos los de catorce años arriba, de tres en -tres meses un cascabel de los de Flandes, digo lo hueco de -un cascabel, lleno de oro, y sólo el rey Manicao ex daba cada -mes una media calabaza de oro, llena, que pesaba tres marcos, -que montan y valen 150 pesos de oro, ó castellanos; toda la -otra gente no vecina de las minas, contribuyese con una arroba -de algodon cada persona. Carga, cierto, y exaccion irracional, -dificilísima, imposible é intolerable, no sólo para -gente tan delicada y no usada á trabajos grandes, y cuidados -tan importunos, y tan libre, y á quien no debia nada, y -que se habia de traer y ganar por amor y mansedumbre, y -dulzura, y blanda conversacion, á la fe y religion cristiana, -pero áun para crueles turcos y moros, y que fueran -los hugnos ó los vándalos que nos hobieran despojado de -nuestros reinos y tierras, y destruido nuestras vidas, les fuera -onerosísimo é imposible, y en sí ello irracionable y abominable. -Ordenóse despues de hacer una cierta moneda de cobre -ó de laton en la cual se hiciese una señal, y esta se mudase -á cada tributo, para que cada indio de los tributarios la trajese -al cuello, porque se cognosciese quién la habia pagado y -quién no; por manera que, el que no la trajese habia de ser -castigado, aunque, diz que, moderadamente, por no haber<span class="pagenum"><a name="Page_103" id="Page_103">[103]</a></span> -pagado el tributo. Pero esta invencion que parece asemejarse -á la que hizo, en tiempo de nuestro Redentor, Octaviano Augusto, -no pasó adelante, por las novedades y turbaciones que -luego sucedieron, con que, para mostrar Dios haber sido deservido -con tan intempestivas imposiciones, todo lo barajó, y así -las deshizo; y es aquí de saber, que los indios desta isla no -tenian industria ni artificio alguno para coger el oro, en los -rios y tierra que lo habia, porque no cogian ni tenian en su -poder más de lo que en las veras ó riberas de los arroyos ó -rios, echando agua con las manos juntas y abiertas, de entre -la tierra y cascajo, como acaso, se descubria, y esto era muy -poquito, como unas hojitas ó granitos menudos, y granos más -grandes que topaban, cuando acaecia; por lo cual, obligarlos -á dar cada tres meses un cascabel de oro, lleno, que cabria -por lo poco tres y cuatro pesos de oro, que valia y vale hoy -cada peso 450 maravedís, érales de todo punto imposible, -porque ni en seis ni en ocho meses, y hartas veces en un año, -por faltarles la industria, no lo cogian, ni por manera alguna -cogerlo ni allegarlo podian Por esta razon el rey Guarionex, -señor de la gran vega, dijo muchas veces al Almirante, que -si queria que hiciese un conuco, que era labranza de pan, -para el Rey de Castilla, tan grande que durase ó llegase desde -la Isabela hasta Sancto Domingo, que es de mar á mar, y -hay de camino, buenas, 55 leguas, (y esto era tanto, que se -mantuviera, cuanto al pan, diez años toda Castilla), que él la haría -con su gente, con que no le pidiese oro porque sus vasallos -cogerlo no sabian. Pero el Almirante, con el gran deseo -que tenia de dar provecho á los reyes de Castilla para recompensar -los grandes gastos que hasta entónces habian hecho -y hacian, y eran menester cada dia hacerse en este negocio -de las Indias, y por refrenar los murmuradores y personas -que estaban cercanos á los Reyes, y que siempre desfavorecieron -este negocio, que disuadian á Sus Altezas que no gastasen, -porque era todo mal empleado y perdido, y que no habian -de sacar fruto dello, y finalmente, daban al negocio cuantos -disfavores y desvíos podian, no creo sino que con buena intencion,<span class="pagenum"><a name="Page_104" id="Page_104">[104]</a></span> -aunque, á lo que siento, con harto poco celo y sin consideracion -de lo que los Reyes, aunque no sacaran provecho alguno, -á la conversion y salud de aquellas ánimas, como católicos, -debian, querer cumplir el Almirante con esto temporal, y -como hombre extranjero y sólo (como él decia, desfavorecido), -y que no parecia depender todo su favor sino de las riquezas -que á los Reyes destas tierras les proviniesen, juntamente -con su gran ceguedad é ignorancia del derecho que -tuvo, creyendo que por sólo haberlas descubierto y los reyes -de Castilla enviarlo á los traer á la fe y religion cristiana, eran -privados de su libertad todos, y los Reyes y señores de sus -dignidades y señoríos, y pudiera hacer dellos como si fueran -venados ó novillos en dehesas valdías, como, y muy peor, lo -hizo, le causó darse más prisa y exceder en la desórden que -tuvo que quizá tuviera; porque, ciertamente, él era cristiano -y virtuoso, y de muy buenos deseos, segun dél, los que amaban -la verdad ó no tenian pasion ó aficion á sus propios juicios, -cognoscian, así que no curaba de lo que Guarionex le -importunaba y de las labranzas que ofrecia, sino del cascabel -de oro que impuesto habia. Despues, cognosciendo el Almirante -que los más de los indios, en la verdad, no lo podian -cumplir, acordó de partir por medio el cascabel, y que aquella -mitad llena diesen por tributo; algunos lo cumplian, y á -otros no les era posible, y así, cayendo en más triste vida, -unos se iban á los montes, otros, no cesando las violencias y -agravios é injurias en ellos de los cristianos, mataban algun -cristiano por especiales daños y tormentos que recibian, contra -los cuales luego se procedia á la venganza que los cristianos -llaman castigo, con el cual, no sólo los matadores, pero -cuantos podian haber en aquel pueblo ó provincia, con muertes -y con tormentos se punian, no considerando la justicia y -razon natural humana y divina, con cuya auctoridad lo -hacian.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_105" id="Page_105">[105]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CVI.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Viendo los indios cada dia crecer sus no pensadas otras -tales, calamidades, y que hacian fortalezas ó casas de tapias y -edificios y no algunos navíos en el puerto de la Isabela, sino -ya comidos y perdidos, cayó en ellos profundísima tristeza, -y nunca hacian sino preguntar si pensaban en algun tiempo -tornarse á su tierra. Consideraban que ninguna esperanza de -libertad ni de blandura, ni remision, ni remedio de sus angustias, -ni quien se doliese dellos, tenian, y como ya habian -experimentado que los cristianos eran tan grandes comedores, -y que solo habian venido de sus tierras á comer, y que ninguno -era para cavar y trabajar por sus manos en la tierra, y -que muchos estaban enfermos y que les faltaban los bastimentos -de Castilla, determinaron muchos pueblos dellos de -ayudarlos con un ardid ó aviso, ó para que muriesen ó se -fuesen todos, como sabian que muchos se habian muerto y -muchos ido; no cognosciendo la propiedad de los españoles, -los cuales, cuanto más hambrientos tanto mayor teson tienen, y -más duros son de sufrir y para sufrir. El aviso fué aqueste (aunque -les salió al revés de lo que pensaron), conviene á saber, -no sembrar ni hacer labranzas de su conuco, para que no se -cogiese fruto alguno en la tierra, y ellos recogerse á los montes -donde hay ciertas y muchas y buenas raíces, que se llaman -guayaros, buenas de comer, y nascen sin sembrarlas, y con la -caza de las hutias ó conejos de que estaban los montes y los -llanos llenos, pasar como quiera su desventurada vida. Aprovechóles -poco su ardid, porque, aunque los cristianos, de hambre -terrible y de andar á montear y perseguir los tristes indios padecieron -grandísimos trabajos y peligros, pero ni se fueron, ni se -murieron, aunque algunos morian por las dichas causas, ántes,<span class="pagenum"><a name="Page_106" id="Page_106">[106]</a></span> -toda la miseria y calamidad hobo de caer sobre los mismos -indios, porque, como anduviesen tan corridos y perseguidos -con sus mujeres é hijos á cuestas, cansados, molidos, hambrientos, -no se les dando lugar para cazar, ó pescar, ó buscar su -pobre comida, y por las humidades de los montes y de los -rios, donde siempre andaban huidos, y se escondian, vino -sobre ellos tanta de enfermedad, muerte y miseria, de que -murieron infelicemente de padres y madres y hijos, infinitos. -Por manera, que, con las matanzas de las guerras, y por las -hambres y enfermedades que procedieron por causa de aquellas, -y de las fatigas y opresiones que despues sucedieron, -y miserias, y sobre todo mucho dolor intrínseco, angustia -y tristeza, no quedaron de las multitudes que en esta isla, -de gentes, habia, desde el año de 94 hasta el de 6, segun se -creia, la tercera parte de todas ellas. ¡Buena vendimia, y -hecha harto bien apriesa! Ayudó mucho á esta despoblacion -y perdicion, querer pagar los sueldos de la gente que -aquí los ganaba, y pagar los mantenimientos y otras mercadurías -traidas de Castilla, con dar de los indios por esclavos, -por no pedir las costas y gastos; y tantos gastos y costas, á los -Reyes, lo cual el Almirante mucho procuraba, por la razon -susodicha, conviene á saber, por verse desfavorecido y porque -no tuviesen tanto lugar los que desfavorecian este negocio -de las Indias ante los Reyes, diciendo que gastaban y no adquirian: -pero debiera más pesar el cumplimiento de la ley de -Jesucristo, que el disfavor de los Reyes; mas la justicia -contra tanta injuria y sinjusticia; mas la caridad y amor de -los prójimos, que enviar á los Reyes dineros; mas el fin, -que era la prosperidad y crecimiento temporal, y la conversion -y salvacion espiritual destas gentes, para la consecucion -del cual se ordenaba el descubrimiento que hizo destas Indias, -y la vuelta suya á ellas, y todo lo demas, que todos eran medios, -que hacer por fuerza y violentamente y con tantas matanzas -y perdicion de ánimas y de cuerpos, y con tanta ignominia -del nombre cristiano, que diesen, los que eran Reyes y -señores naturales y todos sus súbditos, la obediencia y subyeccion<span class="pagenum"><a name="Page_107" id="Page_107">[107]</a></span> -y tributos al Rey, que nunca ofendieron, ni vieron, -ni oyeron, ni le eran obligados por razon alguna jurídica á lo -hacer, pues los infestaban sin causa, estando seguros en sus -tierras, y sin darles razon por qué, y probársela, cosa tan dura -y tan nueva y con tanta violencia é imperio durísimo, les pedian. -Y puesto que se sacaron y enviaron muchos indios por -esclavos á Castilla para lo susodicho, y sin voluntad de los Reyes, -sin alguna duda, como abajo se mostrará, pero si nuestro -Señor no ocurriera y á la mano fuera al Almirante, con las adversidades -que luego le sucedieron (que se contarán, si Dios -quisiere), para comenzar á mostrar ser injusto é inícuo cuanto -contra estas inocentes gentes, vidas y estados y ser, se hacia, -por esta sola vía de hacer esclavos para suplir las necesidades -dichas, y relevar los Reyes de tantos gastos, en muy más breves -dias se despoblara y consumiera la más de la gente desta -isla, de la que restaba de la vendimia. Bien podria cualquiera -que sea cuerdo, y mayormente si fuere medianamente letrado, -cognoscer y juzgar como los tales indios padecian injusto captiverio, -y uno ni ninguno no ser esclavo justamente, pues -todas las guerras que se les hacian eran injustísimas, condenadas -por toda ley humana, natural y divina.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_108" id="Page_108">[108]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CVII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Antes que tratemos de la materia de los capítulos siguientes, -dos cosas quiero aquí referir, que debemos, cierto, á mí -juicio, muy bien de notar. La una es, que como ántes que el -Almirante volviese de descubrir, el cual, llegó á la Isabela, -como arriba se dijo, á 29 dias de Setiembre del año de 94, se -fueron á Castilla en los tres navíos en que habia venido don -Bartolomé Colon, hermano del Almirante, aquel padre fray -Buil y Mosen Pedro Margarite, y otros principales, estos tales -fueron los que informaron y, con sus relaciones, atibiaron -á los Reyes en la esperanza que tenian de las riquezas destas -Indias, diciendo que era burla, que no era nada el oro que -habia en esta isla, y que los gastos que Sus Altezas hacian -eran grandes, nunca recompensables, y otras muchas cosas en -deshacimiento del negocio y del crédito que los Reyes tenian -del Almirante, porque luego, en llegando, no se habian vuelto -cargados de oro en los navíos en que habian venido; no considerando -que el oro no estaba ya sacado y puesto en las arcas, -ó era fruta que habian de coger de los árboles (como se -queja y con razon el Almirante), sino en minas y debajo de la -tierra, y que nunca en parte del mundo, plata ni oro, ni otro -metal, se sacó sin grande trabajo, sino fuese á sus dueños -de sus arcas robado. Para testimonio de lo haber, bastaba y -sobrebastaba las grandes muestras de oro que el primer viaje -habia el Almirante llevado, y lo que con Antonio de Torres, cogido -de las minas por propias manos de los cristianos y de lo -que le dió Guacanagarí cuando tornó, habia enviado. Y ántes -que fuese á descubrir, que fué á 24 de Abril del año de 94, -como arriba queda dicho en el cap. 94, habiendo llegado á -donde dispuso hacer la poblacion que llamó la Isabela, por<span class="pagenum"><a name="Page_109" id="Page_109">[109]</a></span> -el mes de Diciembre, año de 93, por manera, que no estuvo el -Almirante en esta isla, estando presentes el padre fray Buil y -Mosen Pedro y los demas que se fueron ántes que él volviese -de descubrir, sino cuatro meses ó pocos dias más, ¿qué pudo -el Almirante hacer de malos tratamientos á los españoles, y -qué mala gobernacion pudo tener para que aquellos que así -se fueron, y á los Reyes informaron, fuesen causa de que la -fortuna y estado del Almirante, tan presto, y tan recientes y -frescos sus grandes é incomparables servicios, diese la vuelta -y á declinar comenzase? Pero cierto, si consideramos la providencia -del muy Alto, que sabe las cosas futuras mucho ántes, -y que á todas provee su reguardo, poco hay de que maravillarnos. -Parece que en los cuatro navíos que trujo Antonio de -Torres, y en que tornó á Castilla y llevó 500 indios, injustamente -hechos esclavos, como se dijo, debieran de ir muchas -más quejas contra el Almirante y sus hermanos de los agravios -que decian que hacia á los españoles, lo cual ayudaria y -moveria con mas eficacia á los Reyes para lo que luego se -dirá. La segunda cosa digna de notar es esta: que en el mismo -tiempo que el Almirante salia y salió á hacer en los indios, -contra toda justicia y verdad los grandes estragos, se le -urdia en Castilla la primera sofrenada y el primero, harto -amargo, tártago. Él salió de la Isabela en 24 de Marzo del año -de 495, segun parece arriba en el cap. 104, y en aquel mismo -mes y año, estaban los Reyes (porque escrito está: <i>Cor regis in -manu domini</i>, etc.), despachando á un repostero suyo de camas, -que se llamó Juan Aguado, natural de Sevilla, ó al ménos allí -despues avecindado, enviado sin jurisdiccion alguna, sino -cuasi por espía y escudriñador de todo lo que pasaba, con -cartas de gran crédito para todos los que aquí estaban. Este -comenzó á aguar todos los placeres y prosperidad del Almirante, -por manera, que cuando el Almirante iba á ofender á -Dios en las guerras injustas que contra los indios mover queria, -y así las movió, por las cuales tantas gentes mató y echó -á los infiernos, habiendo venido para convertirlos, en aquellos -mismos dias le ordenaba el comienzo de su castigo; y desta<span class="pagenum"><a name="Page_110" id="Page_110">[110]</a></span> -manera lo provee y ordena Dios con todos los hombres, y -por eso todos, en no ofenderle, debemos estar muy sobre -aviso, y deberíamos suplicarle íntimamente que nos dé á -cognoscer por qué pecados contra nos se indigna, porque, -cognosciéndolo, sin duda nos enmendariamos más aína, pero -cuando Dios nos azota y aflige y el por qué no lo sentimos, -verdaderamente mucho mayor y más cierto es nuestro peligro. -Tornando al propósito de nuestra historia, los Reyes -mandaron aparejar cuatro navíos y cargarlos de bastimentos -y cosas que el Almirante habia escrito, para la gente que ganaba -su sueldo en esta isla, y ordenaron que el dicho Juan -Aguado, su repostero, fuese por Capitan dellos; diéronle sus -provisiones é instruccion de lo que habia de hacer, y, para -todos los que acá estaban, le dieron la siguiente carta de -creencia:</p> - -<p>«El Rey é la Reina.—Caballeros y escuderos y otras personas -que por nuestro mandado estais en las Indias, allá vos -enviamos á Juan Aguado, nuestro repostero, el cual, de nuestra -parte, vos hablará. Nos vos mandamos que le dedes fe y -creencia. De Madrid á nueve de Abril de mil cuatro cientos -noventa y cinco años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Por -mandado del Rey é de la Reina, nuestros Señores, Hernandalvarez.»</p> - -<p>Llegó Juan Aguado á la Isabela por el mes de Octubre del -dicho año de 1495, estando el Almirante haciendo guerra -á los hermanos y gente del Caonabo, en la provincia de la -Maguana, que era su reino y tierra, donde agora está poblada, -y siempre despues lo estuvo, una villa de españoles -que se llamaba Sant Juan de la Maguana; el cual mostró, -por palabras y actos exteriores de su persona, traer de los -Reyes muchos poderes y autoridad mayor de la que le -dieron, y con esto se entremetía en cosas de jurisdiccion que -no tenia, como prender á algunas personas de la mar, de -las que habian con él venido, y en reprender los oficiales -del Almirante, mayormente haciendo muy poca cuenta y -teniendo poca reverencia, á D. Bartolomé Colon, que habia<span class="pagenum"><a name="Page_111" id="Page_111">[111]</a></span> -dejado por Gobernador el Almirante, por su ausencia, como -despues yo vide, con muchos testigos, probado. Quiso ir luego -el dicho Juan Aguado en busca del Almirante, y tomó cierta -gente de pié y de caballo. Díjose que por los caminos y pueblos -de los indios, él, ó los que con él iban, echaban fama que -era venido otro nuevo Almirante que habia de matar al viejo -que acá estaba, y como los señores y gentes desta isla, en especial -las de la comarca de la Isabela y de la Vega Real, y -todos los vecinos y gentes de las minas, estaban agraviados y -atribulados con las matanzas que en ellos habia hecho el Almirante, -y los tributos del oro que les habia puesto, que como -no tenian industria de cogerlo y ello se coge, donde quiera -que está, con grandes trabajos, les era intolerable, bien creo -que de la venida del nuevo Almirante se gozaban; porque -apetito es comun de todos los que son pobres, y de los que -padecen adversidades y servidumbre injusta, y más de los -que están muy opresos y tiranizados, querer ver cada dia novedades, -la razon es porque les parece, por el apetito natural -y ansía que tienen salir de sus trabajos, que es más cierta -la esperanza de que han de ser, poco que mucho, relevados, -que el temor de que vernán con la novedad á más -trabajoso estado. Por esta causa se hicieron algunos ayuntamientos -de gentes de unos Caciques y señores con otros, en especial -en casa de un gran señor que se llamó Manicaotex, que -yo bien conocí y por muchos años, que señoreaba la tierra -cerca del gran rio de Yaquí, tres leguas ó poco más de donde -se fundó la fortaleza y ciudad, que despues diremos, de la Concepcion, -donde trataban del Almirante viejo que los habia con -tantos daños subiectado y atributado, y del nuevo, de quien -esperaban ser aliviados; pero engañados estaban, porque cualquiera -que fuera, y todos los que despues fueron, segun la -ceguedad que Dios por nuestros pecados y los suyos en esta -materia permitió, no librarlos ni darles lugar para resollar, -sino añidirles tormentos á sus males y á su trabajosa y calamitosa -vida (vida infernal siempre, hasta consumirlos á todos) -procuraron. En este año de 1495, pidieron algunos marineros<span class="pagenum"><a name="Page_112" id="Page_112">[112]</a></span> -y otras personas, vecinos de Sevilla, licencia á los Reyes para -poder venir á descubrir á estas Indias, islas y tierra firme que -estuviesen descubiertas, la cual concedieron los Reyes con -ciertas condiciones: La primera, que todos los navíos que hobiesen -de ir á descubrir se presentasen ante los oficiales del -Rey, que para ello estaban puestos en la ciudad y puerto de -Cáliz, para que de allí vayan una ó dos personas por veedores; -la segunda, que habian de llevar la décima parte de las -toneladas con cargazon de los Reyes, sin que se les pagase -por ello cosa alguna; la tercera, que aquello lo descargasen -en la isla Española; la cuarta, que de todo lo que hallasen, -diesen á los Reyes la décima parte cuando volviesen á Cáliz; -la quinta, que habian de dar fianzas que así lo cumplirian -todo; la sexta, que con cada siete navíos pudiese el Almirante -cargar uno para sí para rescatar, como los otros que á ello fuesen, -por la contratacion y merced hecha al Almirante que -en cada navío pudiese cargar la octava parte. En esta provision -tambien se contenia, que quien quisiese llevar mantenimientos -á vender á los cristianos que estaban en esta isla -Española, y en otras partes que estuviesen, los vendiesen francos -de todo derecho, etc. Fué hecha en Madrid de diez dias -de Abril de mil y cuatrocientos y noventa y cinco años.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_113" id="Page_113">[113]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CVIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Sabido por el Almirante la venida de Juan Aguado, determinó -de volverse á la Isabela, y no creo que anduvo mucho -camino para ir donde estaba el Almirante, Juan Aguado. Despues -de llegado dióle las cartas que le traia de los Reyes, y, -para que presentase la creencia y otras cartas de los Reyes -que traia, mandó el Almirante juntar toda la gente española -que en la Villa habia y tocar las trompetas, porque con toda -solemnidad, cuanta fué por entónces posible, la Cédula Real de -su creencia, delante de todos y á todos se notificase. Muchas -cosas pasaron en estos dias y tiempo que Juan Aguado estuvo -en esta isla, en la Isabela, y todas de enojo y pena para el Almirante, -porque el Juan Aguado se entrometía en cosas, con -fiucia y color de su creencia, quel Almirante sentia por grandes -agravios; decia y hacia cosas en desacato del Almirante y -de su auctoridad, oficios y privilegios. El Almirante, con toda -modestia y paciencia, lo sufria, y respondia y trataba al Juan -Aguado siempre muy bien, como si fuera un Conde, segun vide -de todo esto, hecha con muchos testigos, probanza. Decia Juan -Aguado que el Almirante no habia obedecido ni recibido las -Cédulas y creencia de los Reyes, con el acatamiento y reverencia -debida, sino que, al tiempo que se presentaban, habia -callado, y despues de presentadas, cinco meses habia, pedia á -los escribanos la fe de la presentacion; y de la poca cuenta -quel Almirante habia hecho dellas, y queria llevar los escribanos -á su posada porque le diesen la fe en su presencia. -Ellos no quisieron, sino que les enviase las Cédulas á su posada -y que allí se la darian, él decia que no habia de fiar de nadie -las cartas del Rey, y así, de dia en dia lo disimulaba; al cabo -de cinco meses que se las envió, y dieron la fe y testimonio<span class="pagenum"><a name="Page_114" id="Page_114">[114]</a></span> -de como el Almirante las habia obedecido y reverenciado, -como á cartas de sus Reyes y señores, fuélos á deshonrar -con palabras injuriosas, diciendo que habian mentido -y hecho y cometido falsedad, y que ellos serian castigados. -Los escribanos dieron la fe, y despues, con juramento, confirmaron -de nuevo el dicho testimonio y fe que habian dado -haber sido verdadero, y probáronse las injurias que Juan -Aguado les habia dicho. Destas y otras muchas cosas, y de la -presuncion y auctoridad que mostraba el Juan Aguado, y de -atreverse al Almirante más de lo que debiera, y de las palabras -y amenazas que le hacia con los Reyes, toda la gente se -remontaba y alteraba, por manera que ya no era el Almirante -ni sus justicias tan acatado y obedecido como de ántes. Toda -la gente que en toda esta isla entónces estaba, increiblemente -estaba descontenta, en especial la que estaba en la Isabela, y, -toda la más, por fuerza, por las hambres y enfermedades que -padecian, y no se juraba otro juramento sino, «así Dios me -lleve á Castilla;» no tenian otra cosa que comer sino la racion -que les daban de la alhóndiga del Rey, que era una escudilla -de trigo que lo habian de moler en una atahona de mano (y -muchos lo comian cocido), y una tajada de tocino rancioso ó -de queso podrido, y no se cuantas habas ó garbanzos, vino, -como si no lo hobiera en el mundo; y con esto, como habian -venido á sueldo de los Reyes, y tenia en ello parte el Almirante, -mandábalos trabajar, hambrientos y flacos, y algunos -enfermos, en hacer la fortaleza y la casa del Almirante y otros -edificios, por manera que estaban todos angustiados y atribulados -y desesperados, por lo cual se quejaban al Juan Aguado, -y de allí tomaba él ocasion de tener que decir del Almirante -y amenazarlo con los Reyes. La gente sana era la mejor librada -cuanto á la comida, puesto que, á lo que tocaba al -ánima, era la más malaventurada, porque andaban por la -isla haciendo guerra y fuerzas, y robando, y todos los que -tomaban á vida hacian esclavos. En este tiempo se perdieron -en el puerto los cuatro navíos que trajo Juan Aguado, con -gran tempestad, que era lo que llamaban los indios en su<span class="pagenum"><a name="Page_115" id="Page_115">[115]</a></span> -lengua huracan, y agora todos las llamamos huracanes, como -quien, por la mar y por la tierra, cuasi todos los habemos experimentado; -y porque estoy dudoso si entre los seis navíos, -que arriba en fin del cap. 102 dijimos se perdieron en el -puerto de la Isabela, fueron los cuatro de Juan Aguado, porque -se me ha pasado de la memoria como há ya cincuenta y -nueve años, no quiero afirmar que fuesen otros ó ellos, mas -de que, á lo que me parece, que en los tiempos que yo allá -estaba, que fué pocos años despues de perdidos, platicábamos -que dos veces se perdieron navíos en el dicho puerto, y si así -es, como me parece que es así, los postreros que se perdieron -fueron los de Juan Aguado; pero que sea lo uno que sea lo -otro, para tornar á Castilla ningun navío habia, sino solas las -dos carabelas que mandó hacer allí, en el puerto de la Isabela, -el Almirante.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_116" id="Page_116">[116]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CIX.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>No dudando el Almirante que Juan Aguado habia de llevar -muchas quejas de los españoles que allí por fuerza estaban, -y tan necesitados, á los Reyes, contra el Almirante, y que no -dejaria de añadir y encarecer mucho sus defectos, y que de -secreto llevaria informaciones hechas contra él, y que sobre -las relaciones ásperas y demasiadas, y por entónces, cierto, segun -yo creo, no muy verdaderas, que pudieron decir, si las dijeron -(lo cual se presume por haberse ido, tan sin tiempo y sin -licencia del Almirante, y descontentos), y tambien porque no -parece que los Reyes enviaran á Juan Aguado tan presto, sino -por la relacion que harian en infamia desta isla y destas tierras, -y en deshacimiento y disfavor del servicio que el Almirante -habia hecho á los Reyes en su descubrimiento, el susodicho -padre fray Buil y Mosen Pedro Margarite, y los demas -que, ántes que el Almirante volviese de descubrir las islas, -Cuba y Jamáica y las demas, se habian desta isla ido á Castilla, -moverian y exasperarian los ánimos de los Reyes y disminuírseles -ía la voluntad de hacer los gastos que eran necesarios -para proseguir esta empresa, determinó el Almirante de -ir á Castilla para informar á los Reyes del estado desta -isla y del descubrimiento de Cuba y Jamáica, y de las cosas -sucedidas, y responder á los obiectos que se habian puesto -contra la bondad y felicidad y riquezas destas tierras, porque -no hallaron tan á mano los montes de oro, como en -España (al ménos los seglares, salvando al dicho padre fray -Buil) se habian prometido, y, finalmente, para satisfacer á los -Reyes y darles cuenta de sí, é tractar esomismo sobre ir á -descubrir lo que mucho deseaba, por topar con tierra firme; -por ventura, tambien pudo ser que los Reyes le escribieron en<span class="pagenum"><a name="Page_117" id="Page_117">[117]</a></span> -la carta que el dicho Juan Aguado le trujo, que así lo hiciese, -porque se querian informar dél en todo lo susodicho. Pero que -los Reyes le escribiesen que fuese á Castilla, nunca hombre lo -supo ni tal he podido descubrir, ántes, por cosas que pasaron -entre el Almirante y Juan Aguado públicas, que yo he visto -en probanzas con autoridad de escribanos, parece el contrario, -porque el Almirante decia públicamente, «yo quiero ir á -Castilla á informar al Rey é á la Reina, nuestros señores, contra -las mentiras que los que allá han ido les han dicho,» y no -tuve yo á Juan Aguado por tal, que si él tuviera tal carta ó -noticia della, qué no le dijera, cuando reñian y él se desmesuraba -contra el Almirante, que iba á Castilla á su pesar, porque -los Reyes así lo querian. Al ménos parece por esta razon claro -un error que dice en su Historia, entre otros muchos, Gonzalo -Hernandez de Oviedo en el cap. 13 del II, libro donde dice, -que desde á pocos dias que llegó Juan Aguado, apregonada -la creencia de los Reyes y ofrecidos los españoles á le favorecer -en lo que de parte de los Reyes se dijese, dijo al Almirante -que se aparejase para ir á España, lo cual dice que el -Almirante sintió por cosa muy grave, é vistióse de pardo como -fraile y dejóse crecer la barba, y que fué en manera de -preso, puesto que no fué mandado prender; y que mandaron -los Reyes tambien llamar al dicho padre fray Buil y á -Mosen Pedro Margarite, y á otros que allí cuenta, que fuesen -á Castilla entónces cuando el Almirante fué. Dice mas, -que venido el Almirante de descubrir á Cuba y Jamáica, y -pasados dos meses y medio, mandó llamar á Mosen Pedro -Margarite, que era Alcaide de la fortaleza de Santo Tomás, y á -otros que estaban con él, y venidos á esta ciudad de Santo -Domingo, donde por la fertilidad y abundancia de la tierra se -repararon y cobraron salud, y despues que todos fueron juntos, -comenzaron á tener discordias entre si el Almirante y el padre -fray Buil, y que hobieron estas discordias principio, porque el -Almirante ahorcó á un aragonés que se llamaba Gaspar Ferim, -por lo cual, cuando el Almirante hacia cosa que al fray -Buil no pluguiese, ponia entredicho y cesacion del divino<span class="pagenum"><a name="Page_118" id="Page_118">[118]</a></span> -oficio; el Almirante quitaba la racion al fray Buil y á su familia, -y que Mosen Pedro y otros los hacian amigos, pero -que duraba el amistad pocos dias: todo esto dice Oviedo en -el susodicho capítulo. Que todo sea falso, cuanto cerca desto -dice, no serán menester muchos testigos, pues parecerá por -muchas cosas arriba dichas; lo uno, porque cuando el Almirante -partió para descubrir, áun no habia, en obra de cinco -meses que estuvo en esta isla despues que llegó de España y -enfermó, ahorcado hombre ninguno, ni nunca oí que tal dél -se dijese, ni en las culpas que le opusieron despues y hombres -que le acusaron que ahorcó y nombrados, el catálogo de -los cuales yo vide y tuve en mi poder, pero nunca tal hombre -vide nombrado entre ellos; lo otro, porque como arriba en los -capítulos 99 y 100 pareció, cuando el Almirante llegó á la -Isabela de descubrir á Cuba y Jamáica, que fué á 29 de Abril -del mismo año de 1494, ya eran idos el dicho padre fray Buil -y Mosen Pedro Margarite, y otros, á Castilla, sin licencia del -Almirante, luego no tuvieron pendencias ni discordias el Almirante -y el padre fray Buil, para que el uno descomulgase -y pusiese entredicho, y el otro negase las raciones y la comida -al padre fray Buil y á su familia; lo otro, porque Oviedo, -dice, que pasados dos meses y medio, poco más ó ménos, el -Almirante envió á llamar á D. Pedro Margarite, y no tornó en -sí de la grande enfermedad con que tornó del dicho descubrimiento -de Cuba, en cinco meses, como parece arriba en el -cap. 100; lo otro, porque Oviedo dice que vino el Almirante, -del dicho descubrimiento, aquí á este puerto de Sancto -Domingo, y no vino sino á la Isabela, porque este puerto -áun no se sabia si lo habia en el mundo, ni jamás ántes -el Almirante lo habia visto hasta el año de 1498 que volvió -de Castilla, y descubierta ya por él tierra firme, segun que -parecerá abajo; lo otro, porque dice Oviedo que llegó el -Adelantado D. Bartolomé Colon á este puerto, dia de Sancto -Domingo, á 5 de Agosto del año 1494, y esto parece manifiesto -ser falso, porque él llegó á esta isla, en 14 dias de -Abril del mismo año 94, ántes que el Almirante viniese de<span class="pagenum"><a name="Page_119" id="Page_119">[119]</a></span> -descubrir á Cuba, como parece en el cap. 101, y no habia -de volar luego á este puerto en tres meses, sin ver al Almirante, -ni sin tener cargo alguno, como si hubiera rebeládosele -estando en Castilla. Lo que dice de Miguel Diaz, que huyó del -Adelantado por cierta travesura, y vino á parar aquí á este -puerto y provincia, pudo ser, pero nunca tal oí, siendo yo tan -propincuo á aquellos tiempos; mas de tener por amiga á la -Cacica ó señora del pueblo que aquí estaba, y rogarle que -fuese á llamar á los cristianos para que se pasasen de la Isabela -á vivir aquí, es tan verdad, como ser el sol obscuro á -medio dia. Donosa fama los españoles, por sus obras tan inhumanas -tenian para que la Cacica ni hombre de todos los naturales -desta isla los convidasen á venir á vivir á su tierra, ántes -se quisieran meter en las entrañas de la tierra por no verlos ni -oirlos. Así que, esto es todo fábula y añadiduras que hace Oviedo -suyas, ó de los que no sabian el hecho, que se lo refirieron, -fingidas; lo que desto yo puedo decir, es, que dejó mandado -el Almirante cuando se partió esta segunda vez á Castilla, que -el Adelantado enviase á Francisco de Garay y á Miguel Diaz á -que poblasen á Sancto Domingo, y esto siento ser más verdad, -vistos mis memoriales que tengo de las cosas que acaecieron -ántes que yo viniese, de qué, los que las vieron ó supieron y -tuvieron por ciertas, me informaron. Lo postrero, porque dice -Oviedo que el Almirante, y el padre fray Buil, y Mosen Pedro -Margarite, y Bernal de Pisa, y otros caballeros fueron juntos -en la misma flota á Castilla; esto no es así, segun parece claramente -por todo lo dicho, y mucho ménos es verdad que el -Almirante fuese á manera de preso, porque áun no estaban -tan olvidados en los corazones de los católicos Reyes sus grandes -y tan recientes servicios.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_120" id="Page_120">[120]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CX.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>En estos tiempos el Almirante ya habia mandado hacer -dos fortalezas, una que llamó la Magdalena, como dijimos en -el cap. 100, en la provincia del Macorix, que llamábamos el -Macorix de abajo, dentro de la Vega Real, que creo que fué -asentada en un lugar y tierra de un señor que se llamaba -Guanaoconel, tres ó cuatro leguas, ó poco más, de donde está -agora asentada la villa de Santiago, en la cual puso por Alcaide -á aquel hidalgo, que arriba en el cap. 82 dijimos, Luis -de Artiaga. Nombrábamos el Macorix de abajo, á diferencia -de otro Macorix de arriba, que era la gente de que estaba -poblada la cordillera de las sierras que cercaban la Vega por -la parte del Norte, y vertian las aguas en la misma provincia -del Macorix de abajo; decíase Macorix en la lengua de los indios -mas universal de esta isla, cuasi como lengua extraña -y bárbara, porque la universal era mas pulida y regular -ó clara, segun que dijimos en la descripcion desta isla, -puesta arriba en los capítulos 90 y 91. Hizo otra, cerca de -donde fué puesta despues la villa de Santiago, en la ribera ó -cerca del rio Yaquí; otra hizo que llamó Sancta Catherina, -fué Alcaide della un Fernando Navarro, natural de Logroño; -esta no sé donde la edificó, por inadvertencia de en aquellos -tiempos no preguntarlo. Otra hizo que llamó Esperanza, creo -que la puso en la ribera del rio Yaquí, á la parte de Cibao. -La otra fortaleza se edificó en la provincia y reino de Guarionex, -15 leguas, ó algunas más, en la misma Vega, más al Oriente -de la otra, donde se pobló despues la ciudad que se dijo y -dice de la Concepcion, que ya está cuasi del todo despoblada, -que tomó nombre de la misma fortaleza, á la cual el Almirante -puso nombre la Concepcion; en esta puso por Alcaide<span class="pagenum"><a name="Page_121" id="Page_121">[121]</a></span> -á un hidalgo que se llamó Juan de Ayala, despues la tuvo -un Miguel Ballester, catalan, natural de Tarragona, viejo y -muy venerable persona. Por manera, que hobo en esta isla -tres fortalezas, despues que el Almirante vino el segundo viaje -á poblar con gente española, y si añidimos la que dejó hecha -en el Puerto de la Navidad, donde quedaron los 39 cristianos, -fueron cuatro; pero desta no es de hacer mencion, pues tan -poco duró y ménos aprovechó, por culpa de los que en ella -quedaron. La mejor de todas ellas fué la de la Isabela, porque -fué de piedra ó cantería, de la cual, siendo yo Prior en -Sancto Domingo de la villa de Puerto de Plata, hice traer una -piedra grande, la cual hice poner por primera piedra del -Monesterio que allí yo comencé á edificar, por memoria de -aquella antigüedad. Está la dicha piedra en la esquina oriental -del cuarto de abajo, que fué el primero que comencé á -edificar más propincuo á la porteria y á la iglesia. Despues -de aquella fortaleza de la Isabela fué la mejor la de la Concepcion -de la Vega, que era de tapias y con sus almenas -y buena hechura, la cual duró muchos años, hasta el año -de 1512, si bien me acuerdo; todas las demas, muchos años -ántes habia que se cayeron, y no hobo memoria dellas, -como se fueron consumiendo los indios, con las crueles guerras, -contra quien se procuraron hacer; la menor y ménos fuerte -de las cuales, como no fuese de madera, sino de tierra, era -más inespugnable para los indios que Salsas para franceses. -Despues mandó hacer otra en la provincia del Bonao, que -dista de la Concepcion ocho ó diez leguas, camino de Sancto -Domingo, en la ribera del rio, que se llama en lengua de los -indios desta isla, Yuna, pegada á la sierra que recibe el sol -luego en naciendo á la mañana; por manera, que tuvo el Almirante, -ántes que tornase á Castilla, hechas siete fortalezas -en esta isla. Desta postrera, que fué la quinta, no estoy cierto, -que la mandase hacer ántes ó despues de venido de Castilla -el Almirante, y ántes creo, que despues de partido él -la hizo D. Bartolomé Colon, su hermano. Como Guarionex -y los otros señores se viesen tan fatigados con la carga de<span class="pagenum"><a name="Page_122" id="Page_122">[122]</a></span> -los tributos del cascabel de oro, que el Almirante á contribuir -les forzaba, tenian todas las maneras que podian para excusarse, -afirmando que sus gentes no tenian industria de cogerlo, -sino lo que hallaban á caso ó buscándolo en las riberas de -los arroyos ó rios, como arriba se dijo, sobre la arena, y -finalmente lo que podian haber con poco trabajo. Avisaron al -Almirante, que, hácia la parte del Mediodia ó del Sur, habia -minas de mucho oro, que enviase allá de sus cristianos para -buscallo. Deliberó el Almirante de hacerlo así, y díjose que -habia enviado á Francisco de Garay y á Miguel Diaz, con -cierto número de gente, para lo cual les dieron guías que los -llevasen; partieron de la Isabela y vinieron á la fortaleza de -la Magdalena, y de allí á la de la Concepcion, todo por la -Vega Real, llano como la palma de la mano. De allí llegaron -al puerto grande, de sierra muy hermosa, por la misma vega, -que está tres leguas, buenas, de la dicha fortaleza de la Concepcion, -la vega abajo por el pié de la sierra; subidos arriba -del puerto, vieron de allí gran pedazo, y más se parecen de 30 -leguas della, cosa dignísima para della sacar materia de dar -muchas gracias á Dios, como arriba se dijo, hablando della. -Dura el puerto hasta tornarlo á buscar á la parte de la provincia -del Bonao, dos leguas, no grandes. Asomaron luego á -otra vega, bien de 10 ó 12 leguas de largo y ancho, que, como -arriba en la descripcion destas islas dijimos, que se llamaba -en lengua de indios el señor della Bonao, y de aquí llamamos -los españoles el pueblo que allí se hizo la villa del Bonao. -En todos los pueblos que topaban de indios, les hacian muy -buen acogimiento, dándoles de comer y haciéndoles todo el -servicio, aunque los tenian por hombres infernales. Del Bonao, -las guías los llevaron hasta otras 12 leguas, las tres ó cuatro -por tierra harto lodosa y áspera de cuestas y muchos rios y -arroyos, que despues llamamos las lomas del Bonao; llegaron -á un rio caudal que se llamaba y hoy le nombramos Hayna, -gracioso y fertilísimo rio, en el cual les dijeron que habia -mucho oro, ó por aquella comarca, y así fué, porque cavando -en muchos lugares de los arroyos que entraban en el rio<span class="pagenum"><a name="Page_123" id="Page_123">[123]</a></span> -grande de Hayna, hallaron muy gran muestra de oro, de manera -que juzgaron que un hombre trabajador, podia coger -tres pesos de oro, y más adelante. Estas minas llamó el Almirante -las minas de Sant Cristóbal, por una fortaleza que allí -mandó hacer á su hermano, cuando se partió para Castilla, -so este nombre, despues se llamaron las minas viejas, y hoy -se llaman ansí, por respecto de otras que despues se descubrieron -á la otra parte del rio Hayna, frontero destas, que se -nombraron las minas nuevas; las viejas estaban al Poniente -del rio, y las nuevas á la parte oriental. Estaba de allí la costa -de la mar, y el rio, en cuya boca despues se edificó la ciudad, -que hoy permanece, de Sancto Domingo, no más de ocho -leguas. Anduvieron en este camino, desde la Isabela hasta las -dichas minas viejas y primeras, como se dijo, 45 leguas. Finalmente, -trujeron gran muestra de oro y granos algunos -grandes, de los cuales despues, muchos y grandes, por la mayor -parte, en estas y en las minas nuevas (como abajo parecerá), -se hallaron, lo que no acaeció en las de Cibao, donde -todo el oro que se halló allí, por la mayor parte, no fué sino -como sal, menudo, puesto que hobo tambien algunos, buenos -granos. Algunos granos grandes se hallaron, los tiempos andando, -adelante de la tierra que propiamente se llamó Cibao, -al cabo de las sierras mismas y cordillera que es continua de -Cibao, que va á parar á la parte de la isla del Norte ó septentrional, -mayormente en la provincia de Guahava, como, placiendo -á Dios, abajo tambien se dirá.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_124" id="Page_124">[124]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXI.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Acabadas las dos carabelas que habia mandado hacer el -Almirante, y guarnecidas de bastimentos y agua, y de las -otras cosas, segun que se pudo aparejar, necesarias, ordenadas -las que convenian á la isla, encomendadas las fortalezas á las -personas que le pareció ser para ellas, constiyó por Gobernador -y Capitan general desta isla, en su lugar, con plenísimo -poder, á D. Bartolomé Colon, su hermano, y desques dél á -D. Diego Colon, su segundo hermano, rogando y mandando á -todos que los obedeciesen, y á él, que, con su prudencia, con -todo el contentamiento que se sufriese de la gente, á todos -agradase y gobernase, y bien tratase; dejó por Alcalde mayor -de la Isabela y de toda la isla, para el ejercicio de la justicia, -á un escudero, criado suyo, bien entendido aunque no -letrado, natural de la Torre de don Ximeno, que es cabe Jaen, -que se llamó Francisco Roldan, porque le pareció que lo haria -segun convenia, y lo habia hecho siendo Alcalde ordinario, y en -otros cargos que le habia encomendado. Y porque los Reyes -habian mandado que el Almirante dejase ir á Castilla los más -enfermos y necesitados que en la isla estaban, y otros cuyos -parientes y deudos y sus mujeres se habian á los Reyes quejado -que no les daba licencia el Almirante para irse á sus -tierras y casas, y otros por otros por ella suplicádoles, allegáronse -hasta doscientos veinte y tantos hombres que en ambas -carabelas se embarcaron; sobre muchos dellos, quién irian ó -quién quedarian, teniendo iguales necesidades, y otros, que se -encomendaban á Juan Aguado, Juan Aguado creia que, por la -creencia Real que trujo, debia el Almirante conceder que fuesen -los que nombraba ó queria, otras veces parecia que lo -rogaba, aunque no con mucha humildad, para con el Almirante,<span class="pagenum"><a name="Page_125" id="Page_125">[125]</a></span> -otras, que con que irian ante los Reyes, lo amenazaba. Finalmente, -tuvieron hartos enojos y barajas, pero al cabo no -se hacia ni podia hacer más que lo que el Almirante mandaba, -lo que no acaeciera, si Juan Aguado de los Reyes trajera, -para ello, ni para otras cosas, en lo público, alguna autoridad. -Al cabo de todos estos contrastes, se hobo de embarcar el Almirante -en una destas dos carabelas, la principal, y Juan -Aguado en la otra, repartidos los doscientos y veinte y tantos -hombres, y más 30 indios, segun la órden que el Almirante -dió, en ambas. Salió del puerto de la Isabela, jueves, á 10 dias -de Marzo del año de 1496 años, y porque tenia noticia ya -del puerto de Plata, que estaba siete ú ocho leguas de la Isabela, -desde el primer viaje, quiso irlo á ver, y que fuese con -él el Adelantado, y mandóle salir en tierra con 10 hombres -para ver si habia agua, con intincion de hacer allí una poblacion. -Hallaron dos arroyos de muy buen agua, pero el Adelantado, -dijeron, que negó haber agua, porque no se impidiese -la poblacion de Sancto Domingo; salióse para tornarse por -tierra á la Isabela el Adelantado, y fuése su camino el Almirante. -Subió hácia el Oriente con gran dificultad por los vientos -contrarios Levantes y corrientes, que le desayudaban, hasta -el Cabo de la isla, que creo es el que hoy llamamos el cabo -del Engaño; y, mártes, 22 de Marzo, perdió de vista el dicho -Cabo y tierra desta isla, y por tomar algun caçabí y bastimento -de comida, porque no sacó tanta cuanta hobiera menester -de la Isabela, quiso volver hácia el Sur por tomar las -islas de por allí, é á 9 de Abril, sábado, surgió en la isla de -Marigalante. De allí, otro dia, domingo, fué á parar y surgir -á la isla de Guadalupe; envió las barcas en tierra bien armadas, -y, ántes que llegasen, salieron del monte muchas mujeres -con sus arcos y flechas para defender que no desembarcasen, -y porque hacia mucha mar no quisieron llegar á tierra, -sino enviaron dos indios de los que llevaban desta Española, -que fuesen á nado, los cuales dijeron á las mujeres, que no -querian sino cosas de comer, y no hacer mal á nadie; respondieron -las mujeres que se fuesen á la otra parte de la isla<span class="pagenum"><a name="Page_126" id="Page_126">[126]</a></span> -donde estaban sus maridos en sus labranzas, y que allá hallarian -recaudo. Yendo los navíos junto con la playa, salieron infinitos -indios dando alaridos y echando millares de flechas á -los navíos, aunque no alcanzaban; fueron las barcas á tierra, -los indios resistieron con sus armas, tiráronles de los navíos -ciertas lombardas, que derrocaron algunos; huyen todos á los -montes viendo el daño, desamparadas sus casas. Entran los cristianos -destruyendo y asolando cuanto hallaban, sino era lo que -á ellos les habia de aprovechar; hallaron papagayos de los grandes, -colorados, que arriba dijimos llamarse guacamayos, que -son como gallos, aunque no tienen las piernas grandes, y dice -el Almirante que hallaron miel y cera. Esta no creo que fuese -de la misma isla, porque nunca, que yo sepa, se halló miel ni -cera que en isla, sino en tierra firme, se criase; hallaron aparejo -para hacer caçabí y cerca las labranzas. Dánse todos prisa, -los indios que llevaba desta isla y los cristianos, á hacer pan; -entretanto envió el Almirante 40 hombres que entrasen en -la tierra á especularla, y tornaron otro dia con 10 mujeres y -tres muchachos; la una era la señora del pueblo, y, por ventura, -de toda la isla, que cuando la tomó un canario que el -Almirante allí llevaba, corria tanto, que no parecia sino un -gamo, la cual, viendo que la alcanzaba, vuelve á él como un -perro rabiando y abrázalo y dá con él en el suelo, y, si no acudieran -cristianos, lo ahogara. Creyó el Almirante que estas -mujeres debian tener las costumbres que se cuentan de las -Amazonas, por cosas que dice que allí vido y supo, las indias -preguntadas; estuvo en esta isla de Guadalupe nueve dias, en -los cuales hicieron mucho pan caçabí, é proveyéronse de agua -y leña, y por dejar no tan agraviados los vecinos de la isla, -porque, diz que, aquella isla estaba en el paso, envió las mujeres -á tierra, con algunas cosillas de Castilla, de dádivas, sino -sola la señora y una hija suya que, dijo el Almirante, habia -quedado de su voluntad; esta voluntad sabe Dios que tal sería y -qué consolados y satisfechos quedarian los vecinos, llevándoles -sus enemigos á su señora. Finalmente, hizo vela el Almirante, de -aquella isla, miércoles, á 20 dias de Abril, é comienza á seguir<span class="pagenum"><a name="Page_127" id="Page_127">[127]</a></span> -su camino, segun le daban lugar los vientos contrarios; fué mucho -camino por 22°, más y ménos, segun el viento lugar le daba, -no cognosciendo aún la cualidad del aquel viaje, porque como -cuasi siempre todo el año corran por estas mares vientos brisas, -y boreales y levantes, para huir dellos conviene meterse los -navíos en 30° y más, donde se hallan los tiempos frescos y fríos, -y así navegan por su propio camino hasta dar en las islas de -los Azores las naos: esta navegacion no pudo fácilmente y -luego en aquellos tiempos alcanzarse, la cual solamente la -experiencia ha mostrado, así que, por esta falta hízosele más -largo al Almirante su viaje, y, como iban mucha gente, padecieron -última necesidad, de hambre, de manera que pensaron -perecer. Vieron la isla de Santiago, una de los Azores, no la -debian de poder tomar, segun creo; finalmente, plugo á Dios de -darles la tierra, habiendo habido diferentes pareceres de los -pilotos, donde estaban, el Almirante afirmando que se hallaba -cerca del cabo de Sant Vicente, y así fué como él lo certificaba. -Llegó y surgió en la bahía de Cáliz á 11 de Junio, por manera -que tardó en el viaje tres meses menos un dia; halló en -Cáliz tres navíos, ó dos carabelas y una nao, para partir, cargados -de bastimentos, trigo, vino, tocinos y carne salada, -habas y garbanzos, y otros cosas que los Reyes habian mandado -cargar y enviar para mantenimiento de la gente que en -esta isla estaba. Vistas las cartas y despachos que los Reyes -enviaban al Almirante, proveyó y escribió largo todo lo que -convenia hacer allá, á D. Bartolomé Colon, su hermano, con -un Peralonso Niño, Maestre y Capitan de las dos carabelas y -nao; y, dados los despachos, partiéronse cuatro dias despues -quel Almirante á Cáliz habia llegado.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_128" id="Page_128">[128]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>El Almirante, con la mayor presteza que pudo, se partió -de Cáliz para Sevilla, y de Sevilla para Búrgos, donde la -corte estaba, ó los Consejos; el Rey estaba en Perpiñan en la -guerra con Francia, porque el rey de Francia pasaba otra -vez á Italia; la Reina era en Laredo ó en Vizcaya, despachando -á la infanta Doña Juana para Flandes, que iba por archiduquesa -de Austria, á casar con el archiduque D. Felipe, hijo -del emperador Maximiliano, los cuales, despues fueron príncipes -y reyes de Castilla, y engendraron al emperador y rey -D. Cárlos, nuestro señor, con los demas señores Rey é Reinas, -sus hermanos. La flota en que fué aquella señora Infanta y -Archiduquesa, y despues Reina, nuestra señora, Doña Juana, -era de 120 naos. Desde algunos dias que el Almirante llegó, -los Reyes se volvieron á Búrgos á esperar á madama Margarita, -hermana del susodicho señor Archiduque, para casar con el -príncipe D. Juan. El Almirante besó las manos á Sus Altezas, -con la venida del cual en grande manera se holgaron, porque -mucho lo deseaban por saber las cosas desta isla y tierras, en -particular de su misma persona, porque no lo habian sabido -sino por sus cartas. Hiciéronle mucha honra, mostrándole -mucha alegría y gran clemencia y benignidad. Dióles cuenta -muy particular del estado en que estaba esta isla, del descubrimiento -de Cuba y Jamáica, y de las otras muchas islas que -descubiertas dejaba, y de lo que en aquel viaje habia pasado, -y de la dispusicion dellas, y lo que de cada una sentia y esperaba; -dió tambien á Sus Altezas noticia de las minas del -oro y de las partes donde las habia hallado. Hízoles un buen -presente de oro, por fundir, como de las minas se habia cogido, -dello menudo, dello en granos como garbanzos, y dello<span class="pagenum"><a name="Page_129" id="Page_129">[129]</a></span> -mayores los granos, segun se dijo, que habas, y algunos, -como nueces; presentóles muchas guayças ó carátulas de las -que arriba dijimos en el cap. 60, con sus ojos y orejas de oro, -y muchos papagayos y otras cosas de los indios, todo lo cual -con mucha alegría los Reyes recibieron, y daban á Nuestro -Señor, por todo, muchas gracias, y al Almirante, tenérselo todo -en servicio, y en señalado servicio, en palabras y honrarle se -lo mostraban. De cada cosa de las dichas, muchas particularidades -y dudas le preguntaban, y á todas el Almirante les respondia, -y con sus respuestas les satisfacia y contentaba. De -las informaciones que Juan Aguado trujo y hizo á los Reyes -contra el Almirante, muy poco se airaron, y así no hay qué -más contar ni gastar tiempo de Juan Aguado. Propuso á Sus -Altezas la intencion que tenia de servirlos mucho más de lo -servido, yendo á descubrir otra vez, afirmando que, segun -esperaba en Dios, les habia de dar descubierta, sin islas, grande -tierra, que fuese otra, quizá, tierra firme (aunque ya tenia -creido que la habia descubierto, teniendo á Cuba por tierra -firme), lo cual les certificó que seria tan verdad como lo que -les afirmó ántes que comenzase el primer viaje. Mandaron los -Reyes que diese sus memoriales de todo lo que habia menester, -así para su descubrimiento, como para las provisiones de -la gente que en esta isla estaba, y la que de nuevo decia que -convenia traer. Pidió ocho navíos; los dos, que viniesen luego -cargados de bastimentos derechos á esta isla, con el ansia que -tenia de que la gente de los cristianos estuviesen acá proveidos -y contentos, para que la contratacion y prosperidad del -negocio destas Indias creciese, y en fama y obra se prosperase, -y los seis, tambien llenos de bastimentos, con la gente que -habia de traer, él los trujese, y en el viaje que entendia de -camino hacer, descubriendo, le acompañasen. Acordaron los -Reyes, con parecer del Almirante, que estuviesen siempre en -esta isla á sueldo y costa de Sus Altezas, por su voluntad empero, -330 personas desta calidad y oficios, y forma siguiente: -40 escuderos, 100 peones de guerra é de trabajo, 30 marineros, -30 grumetes, 20 artífices, ó que supiesen labrar de oro,<span class="pagenum"><a name="Page_130" id="Page_130">[130]</a></span> -50 labradores del campo, 10 hortolanos, 20 oficiales de todos -oficios y 30 mujeres. Á estos se mandó dar 600 maravedís de -sueldo cada mes, y una hanega de trigo cada mes, y para lo -demas 12 maravedís para comer cada dia; y, porque mejor se -pudiesen gozar, mandaron que se buscasen alguna persona ó -personas que se obligasen á traer y tener mantenimientos en -esta isla, para que pudiesen la gente dellos, los que hobiesen -menester comprar. Habíaseles de prestar á las tales personas ó -mercaderes algunos dineros del Rey, segun pareciese al Almirante, -para emplear en los dichos bastimentos, dando fianzas -que traerian los dichos mantenimientos á esta isla, pero -al riesgo de los Reyes, cuanto al riesgo de la mar, y despues -de hechos dineros, habian de volver al Tesorero de los Reyes lo -que se les habia prestado. Poníaseles tasa en los precios de -las cosas que habian de vender; el vino á 15 maravedís el -azumbre, la libra de tocino é carne salada á 8 maravedís, é -los otros mantenimientos y legumbres á los precios que al Almirante -pareciese, ó á su Teniente, por manera que ellos hobiesen -alguna ganancia y no perdiesen, y la gente no recibiese -agravio comprando lo que hobiesen menester muy caro. -Mandaron asimismo los Reyes, que viniesen religiosos é clérigos, -buenas personas, para que administrasen los Sanctos -Sacramentos á los cristianos que acá estuviesen, y para que -procurasen convertir á nuestra sancta fe católica á los indios -naturales destas Indias, é que trajese el Almirante, para ello, -los aparejos é cosas que se requerian para el servicio del culto -divino. Mandaron tambien traer un físico, é un boticario, é un -herbolario, y tambien algunos instrumentos músicos, para -que se alegrasen y pasasen tiempo la gente que acá habia -de estar. Mandaron que en la Isabela y en la poblacion que -despues se edificase, se hiciese alguna labranza y crianza -para que mejor se mantuviese la gente que aquí estuviese, -para lo cual, se habian de prestar á los labradores 50 hanegas -de trigo para que lo sembrasen, y, á la cosecha, lo volviesen -y pagasen el diezmo á Dios, y de lo demas se aprovechasen, -vendiéndolo á los vecinos y gente que allá estuviese<span class="pagenum"><a name="Page_131" id="Page_131">[131]</a></span> -al precio razonable; para esto le mandaron librar en -las tercias del Arzobispado de Sevilla 600 cahices de trigo. -Mandaron tambien traer 50 cahices de harina, y 1.000 quintales -de bizcocho para que comiese la gente, entretanto que -se hacian molinos y atahonas para moler el trigo que traia, y -el que se esperaba que daria la tierra; lo mismo se le mandó -que, sobre las vacas y yeguas que habia en esta isla, trajese -para cumplimiento de 20 yuntas de vacas y yeguas y -asnos, para poder labrar los labradores la tierra. Dieron comision -los Reyes al Almirante, para que, si le pareciese que -convenia traer más gente de los 330 hombres, pudiese subir -el número hasta 500, con tanto que á los demas de 330, se -les pagase el sueldo y mantenimiento de cualesquier mercaderías -é otras cosas de valor que hobiese en estas tierras, sin -que los Reyes mandasen proveer y pagarles de otra parte -alguna. Hicieron merced á todos los que quisiesen venir á -estar y morar en esta isla, sin llevar sueldo alguno de sus Altezas, -con tanto que no pasasen acá sin su licencia ó del que -tuviese cargo de darla, que, de todo el oro que cogiesen y -sacasen de las minas, con que no fuese de rescate ó conmutacion -con los indios, llevasen la tercia parte, y con las dos acudiesen -á los oficiales de sus Altezas. Bien parece por esto el -poco dinero que habia por aquellos tiempos en Castilla, y por -consiguiente, cuanto caso hacian los Reyes del oro destas Indias, -lo poco que hasta entónces habia parecido; poco digo por -respecto de lo que despues vimos. Hiciéronles tambien merced -á los tales vecinos, que de todas las otras cosas de provecho -que hallasen, que no fuese oro, en esta isla, diesen á -los Reyes no más del diezmo. Estas cosas postreras se concedieron -el año de 95 en Madrid, á 10 dias de Abril; y porque el -Almirante consideraba que habia menester gente para su propósito -en esta isla, y que la española era mal contentadiza, y -que no habia mucho de perseverar la que acá estaba y la que -agora traia, y por otra parte, temia que los Reyes se hartasen -ó estrechasen en los gastos que con los sueldos hacian, pensó -esta industria, para traer alguna parte de gente sin sueldo, y<span class="pagenum"><a name="Page_132" id="Page_132">[132]</a></span> -que tuviesen por bien, por trabajos que se les recreciesen, de -vivir en esta isla: suplicó, pues; á los Reyes, que tuviesen por -bien, de que los malhechores que en estos reinos hobiese, les -perdonase sus delitos con tal condicion que viniesen á servir -algunos años en esta isla, en lo que el Almirante, de su parte, -les mandase. Proveyeron Sus Altezas dos provisiones sobre -esto: la primera, que porque de la poblacion de cristianos en -estas tierras, esperaban en Dios que saldria mucho fruto en -la conversion destas gentes, y dilatacion, y ensalzamiento de -nuestra santa fe, y sus reinos ensanchados, y para esto era -más gente menester, sin la que daban sueldo, que acá viniese, -y por usar tambien de clemencia, que todas é cualesquiera -personas, hombres y mujeres, delincuentes, que hobiesen cometido -hasta el dia de la publicacion de sus cartas, cualquiera -crímen de muerte ó heridas, y otros cualesquiera delitos de -cualquiera natura ó calidad que fuesen, salvo de herejía, ó -<i>lesæ majestatis</i>, ó <i>perdulionis</i>, ó traicion, ó aleve, ó muerte segura, -ó hecha con fuego ó con saeta, ó de falsa moneda, ó de -sodomía, ó de sacar moneda, ó oro, ó plata, ó otras cosas vedadas -fuera del reino, viniesen á servir acá, en lo que el Almirante, -de parte de los Reyes, les mandase, y sirviesen á su costa -en esta isla, los que mereciesen muerte, dos años, y los que -no, un año, les perdonaban cualesquiera delitos, y pasado el -dicho tiempo se pudiesen ir á Castilla libres. Destos cognoscí -yo en esta isla á algunos, y áun alguno desorejado, y siempre -le cognoscí harto hombre de bien. La otra provision fué, que -mandaron los Reyes á todas las justicias del Reino, que todos los -delincuentes que por sus delitos mereciesen ser desterrados -á alguna isla ó á cavar metales, segun las leyes, los desterrasen -para esta isla de la misma manera, y, lo mismo que los -que no mereciese pena de muerte pero que mereciesen ser -desterrados para esta isla, los desterrasen por el tiempo -que les pareciese. Estas dos provisiones fueron despachadas -en Medina del Campo, á 22 de Junio de 1497. Concedieron -tambien los Reyes á los que se avecindasen en esta -isla, de los que en ella estaban, y los que viniesen á ella de<span class="pagenum"><a name="Page_133" id="Page_133">[133]</a></span> -Castilla para se avecindar, que el Almirante les repartiese -tierras, y montes, y aguas, para hacer casa, heredades, -huertas, viñas, algodonales, olivares, cañaverales para hacer -azúcar y otros árboles, molinos é ingenios para el dicho -azúcar, y otros edificios necesarios para sí propios, y que -dellos, en cualquiera manera, por venta ó donacion, ó trueque -ó cambio, se aprovechasen, con que estuviesen y morasen en -esta isla con su casa poblada cuatro años; con tanto, que las -tales tierras, y montes, y aguas, no tengan jurisdiccion alguna -civil ni criminal, ni cosa acotada, ni término redondo, más -de aquello que tuvieren cercado de una tapia en alto, y que -todo lo otro descercado, cogidos los fructos y esquilmo dellos, -sea para pasto comun é valdío á todos. Reservaron para sí -el oro y plata, y brasil, é otro cualquiera metal que en las -tales tierras se hallase, ni que no hiciesen en ellas cargo ni -descargo de oro y plata, ni de brasil, ni de otras cosas que á -los Reyes perteneciesen. Esta provision fué hecha en Medina -del Campo, mes é año susodicho. Para estos despachos, mandaron -librar los Reyes al Almirante seis cuentos, los cuatro, -para los bastimentos susodichos, y los dos para pagar la gente; -estos seis cuentos, con grandísima dificultad y con grandes -trabajos suyos y angustias, por las grandes necesidades de los -Reyes, de guerras y los casamientos de sus hijas las señoras -Infantas, se le libraron; pero porque despues para cobrarlos, -tuvo mayores trabajos y dificultades, como se dirá adelante, -dejemos aquí su despacho, y contemos lo que se hizo en esta -isla despues que los tres navíos, que halló en Cáliz el Almirante -para partir á la Isabela, llegaron.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_134" id="Page_134">[134]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Tornando á lo que en esta isla sucedió, ido el Almirante -y llegados los tres navíos que halló de partida, decimos que -llegaron al puerto de la Isabela por principio de Julio, con -los cuales, y con lo que dentro traian, que todo era bastimentos, -y con saber que habia llegado el Almirante con salud á -Castilla, la gente y D. Bartolomé Colon y su hermano D. Diego -recibieron regocijo inestimable é incomparable alegría. No -habia cosa en aquellos tiempos que á la gente que acá estaba -en tanto grado alegrase, aunque fuese abundancia de oro, -como saber que venian navíos, y bastimentos en ellos, de Castilla; -porque todos sus principales males eran de hambre, -mayormente, como arriba dijimos, los que no andaban por -la tierra guerreando, sino que estaban de contino en la Isabela -en los trabajos en que allí los ocupaban, que comunmente -eran trabajadores y oficiales. Estas hambres y desventuras -causaron los malos tratamientos y angustias, que, desde luego -que los cristianos entraron en esta isla, comenzaron y prosiguieron -siempre á hacer á los indios, y querer el Almirante -darse tanta prisa á subiectar Reyes y súbditos, y á todos hacer -tributarios de quien nunca cognoscieron, ni oyeron, ni supieron -causa ni razon por qué se los debian; porque si se entrara -en esta isla como Cristo quiso, y entrarse debia, los indios -vinieran á mantener y ayudar y servir en todas sus enfermedades -y trabajos á los cristianos, con sus mujeres y hijos. Bien -se prueba esto por el humanísimo y admirable, y más que de -hombres comunes, hospedaje y obras paternales que hizo en -el primer viaje al Almirante aquel tan virtuoso rey Guacanagarí, -en quien tanto abrigo, ayuda, favor, mamparo y consuelo -halló, pudiéndolo matar y que nunca hobiera memoria<span class="pagenum"><a name="Page_135" id="Page_135">[135]</a></span> -en el mundo dél ni de todos los cristianos que con él iban. -Así que, volviendo á tejer nuestra historia, recibidas las cartas -del Almirante, y con ellas las que convino enviar de los -Reyes, su hermano, D. Bartolomé, con los dichos tres navios -determinó de despacharlos con brevedad, hinchirlos de indios, -hechos esclavos con la justicia y razon que arriba se ha dicho -(y estos fueron 300 inocentes indios), porque dijeron que -el Almirante habia á los Reyes escrito que ciertos Reyes ó Caciques -desta isla habian muerto ciertos cristianos, y no dijo -cuantos él y los cristianos habian hecho pedazos; y los Reyes -le respondieron, que todos los que hallase culpados los -enviase á Castilla, creo yo que por esclavos como en buena -guerra captivos, no considerando los Reyes ni su Consejo con -qué justicia las guerras y males el Almirante habia hecho -contra estas gentes pacíficas, que vivian en sus tierras sin -ofensa de nadie, y de quien el mismo Almirante á Sus Altezas, -pocos dias habia, en su primer viaje, tantas calidades de -bondad, paz, simplicidad y mansedumbre habia predicado. -Al ménos parece que se debiera de aquella justicia ó injusticia -dudar, pero creyeron solamente al Almirante, y como no hobiese -quien hablase por los indios, ni su derecho y justicia -propusiese, defendiese y alegase, como abajo parecerá más -largo y claro, quedaron juzgados y olvidados por delincuentes, -desde el principio de su destruccion hasta que todos se -acabaron, sin que nadie sintiese su muerte y perdicion, ni -la tuviese por agravio. Debiera tambien haber escrito el Almirante -á los Reyes como habia hallado muy buenas minas -de oro á la parte desta isla austral, y que entendia de buscar -por aquella costa de la mar algun puerto donde pudiesen las -naos estar, y poblar en él un pueblo, y que, si se hallaba, -traería grandes comodidades, porque, viniendo por aquella -costa del descubrimiento de las islas Cuba y Jamáica, -le habia parecido muy hermosa tierra, como lo es, y -algunas entradas de la mar en la tierra, donde creia que habia -muchos puertos; especialmente que no podian estar léjos de -allí las minas que últimamente habian descubierto, á las cuales,<span class="pagenum"><a name="Page_136" id="Page_136">[136]</a></span> -como arriba se dijo, puso su nombre de Sant Cristóbal. Los -Reyes le respondieron que hiciese lo que en ello mejor le pareciese, -y que aquello ternian Sus Altezas por bueno, y se lo -recibirian por servicio. Vista esta respuesta en Cáliz, el Almirante, -escribió á su hermano D. Bartolomé Colon que luego -lo pusiese por la obra y caminase á la parte del Sur, y con -toda diligencia buscase algun puerto por allí para poblar en -él, y, si tal fuese, pasase todo lo de la Isabela en él y la despoblase; -el cual, visto el mandado del Almirante, determinó -luego de se partir para la parte del Sur, y, dejado concierto -y órden en la Isabela, y en su lugar, á su hermano D. Diego, -como el Almirante hobo ordenado, y con la gente más sana -que habia y el número que le pareció, se partió derecho á -las minas de Sant Cristóbal. De allí, preguntando por lo más -cercano de la mar, fué á aportar al rio de la Hoçama, que así -lo llaman los indios, rio muy gracioso, y que estaba todo poblado -de la una y de la otra parte; y este es el rio donde agora -está el puerto y la ciudad de Sancto Domingo. Entró en canoas, -que son los barquillos de los indios, sondó, que es decir experimentó -con algun plomo ó piedra y cordel la hondura que el -rio tenia, vido que podian entrar en el rio no sólo navíos pequeños, -pero naos de 300 toneles, y más grandes, y, finalmente, -cognosció ser muy buen puerto; fué grande el gozo -que él hobo y los que con él iban. Determinó de comenzar -allí una fortaleza de tapias sobre la barranca del rio y á la -boca del puerto, á la parte del Oriente, no donde agora está -la ciudad, porque está de la del Occidente; provee luego á -la Isabela que se vengan los que señaló, para que se comience -una poblacion la cual quiso que se llamase Sancto -Domingo, porque el dia que llegó allí, fué domingo, y por -ventura, dia de Sancto Domingo; aunque el Almirante, segun -creo, quiso que se llamase la Isabela Nueva, porque así la -nombró hasta que, el tercero viaje que hizo á estas Indias, -cuando descubrió á tierra firme, vino á desembarcar en ella, -como abajo parecerá. Quedaron en la Isabela los enfermos y -oficiales de ribera que hacian dos carabelas; dejó allí 20 hombres<span class="pagenum"><a name="Page_137" id="Page_137">[137]</a></span> -comenzando á cortar madera y aparejando lo demas para -hacer la fortaleza, y, venida la gente de la Isabela que mandó -venir, la prosiguiesen, y él, con los demas, toma guías de -los indios, por allí vecinos, para ir á la tierra y reino del rey -Behechio, cuyo reino se llamaba Xaraguá, la última sílaba -luenga, de quien y de su estado y policía, y de una su -hermana, notable mujer, llamada Anacaona, maravillas habia -oido.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_138" id="Page_138">[138]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXIV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Partido del rio de la Hoçama y por otro nombre, ya nuestro, -Sancto Domingo, D. Bartolomé Colon con su compañía, y, -andadas 30 leguas, llegó á un rio muy poderoso, que se llamaba -y hoy llamamos como los indios, Neyba, donde halló -un ejército de infinitos indios con sus arcos y flechas, armados -en son de guerra, puesto que desnudos en cueros; y notad -qué guerra pueden hacer con las barrigas desnudas por -broqueles. Parece que como el rey Behechio tuvo nueva que -los cristianos venian, y habia oido las nuevas de sus obras, -contra el rey Caonabo y su reino, hechas, envió aquella gente -ó vino él tambien en persona con sus juegos de niños á resistirlos -(que todas sus guerras, comunmente, son tales, mayormente -las desta isla). Los cristianos, viendo el ejército, hizo -D. Bartolomé señales de que no los venia á hacer mal, sino -á verlos y holgarse con ellos, y que deseaba ver á su rey Behechio -y su tierra, luego los indios se aseguraron como si ya -tuvieran grandes prendas dellos y fuera imposible faltarles la -palabra. Van luego volando mensajeros al rey Behechio, ó él, si -allí iba, invia á mandar que salgan toda su corte y gente con -su hermana Anacaona, señalada y comedida señora, á rescibir -á los cristianos, y que les hagan todas las fiestas y alegrías -que suelen á sus Reyes hacer, con cumplimiento de sus -acostumbrados regocijos. Andadas otras 30 leguas, llegan á la -ciudad y poblacion de Xaraguá, porque 60 leguas dista de -Sancto Domingo, como arriba queda dicho; salen infinitas -gentes, y muchos señores y nobleza, que se ayuntaron de -toda la provincia con el rey Behechio y la Reina, su hermana, -Anacaona, cantando sus cantares y haciendo sus bailes, que -llamaban areitos, cosa mucho alegre y agradable para ver,<span class="pagenum"><a name="Page_139" id="Page_139">[139]</a></span> -cuando se ayuntaban muchos en número especialmente; salieron -delante 30 mujeres, las que tenia por mujeres el rey -Behechio, todas desnudas en cueros, sólo cubiertas sus vergüenzas -con unas medias faldillas de algodon, blancas y muy -labradas, en la tejedura dellas, que llamaban naguas, que -les cubrian desde la cintura hasta media pierna; traian ramos -verdes en las manos, cantaban y bailaban, y saltaban con -moderacion como á mujeres convenia, mostrando grandísimo -placer, regocijo, fiesta y alegría. Llegáronse todas ante don -Bartolomé Colon, y, las rodillas hincadas en tierra, con gran -reverencia, dánle los ramos y palmas que traian en las manos; -toda la gente demas, que era innumerable, hacen todos -grandes bailes y alegrías, y, con toda esta fiesta y solemnidad, -que parece no poder ser encarecida, llevaron á D. Bartolomé -Colon á la casa real ó palacio del rey Behechio, donde ya estaba -la cena bien larga aparejada, segun los manjares de la -tierra, que era el pan de caçabí é hutias, los conejos de la -isla, asadas y cocidas, é infinito pescado de la mar y del rio, -que por allí pasa. Despues de cenar, vánse los españoles cada -tres ó cuatro á las posadas que les habian dado, donde tenian -ya sus camas puestas, que eran las hamacas de algodon, muy -hermosas, y, para de lo que eran, ricas; destas, ya en el capítulo -42, queda, como son hechas, dicho. El D. Bartolomé con -media docena de cristianos quedóse aposentado en la casa -del rey Behechio. Otro dia tuvieron concertado en la plaza -del pueblo hacerle otras muchas maneras de fiestas, y así -llevaron al D. Bartolomé Colon y cristianos á verlas. Estando -en ella salen súpitamente dos escuadrones de gente armada -con sus arcos y flechas, desnudos empero, y comienzan -á escaramuzar y jugar entre sí, al principio como en España -cuando se juega á las cañas, poco á poco comienzan á -encenderse, y, como si pelearan contra sus muy capitales -enemigos, de tal manera se hirieron, que cayeron en breve -espacio cuatro dellos muertos, y muchos bien heridos. Todo, -con todo el regocijo y placer y alegría del mundo, no haciendo -más caso de los heridos y muertos que si les dieran<span class="pagenum"><a name="Page_140" id="Page_140">[140]</a></span> -un papirote en la cara; durara más la burla y cayeran hartos -más sin vida, sino que, á ruego de D. Bartolomé Colon y de -los cristianos, mandó cesar el juego el rey Behechio. Esta manera -de juegos escaramuzales se usaban antiguamente en -Castilla, la que decimos Vieja, puesto que intervenian en Castilla -caballos, que Estrabo llama <i>Gymnica certamina</i>, y debia ser -más que juegos de cañas: y dice así en el libro III, pág. 104, -de su Geografía: <i>Gymnica etiam conficiunt certamina, armis -exercent ludos, et equis, et cæstibus, et cursibus, et tumultuaria -pugna, et instructo per cohortes prœlio.</i></p> - -<p>Esta su hermana, Anacaona, fué una muy notable mujer, -muy prudente, muy graciosa y palanciana en sus hablas, y -artes, y meneos, y amicísima de los cristianos; fué tambien -reina de la Maguana, porque fué mujer del rey Caonabo susodicho, -como arriba todo esto fué á la larga dicho, cap. 86. Despues -de todas estas fiestas y regocijos, habló D. Bartolomé Colon -al rey Behechio y á esta señora, su hermana, Anacaona, -como su hermano, el Almirante, habia sido enviado por los -reyes de Castilla, que eran muy grandes Reyes y señores, y -tenian muchos reinos y gentes debajo de su imperio, y que habia -tornado á Castilla á verlos y notificarles, que muchos -señores y gente desta isla le eran ya tributarios, y los tributos -les pagaban, y por tanto, él venia á él y á su reino, para -que lo mismo hiciese y los recibiese por señores, en señal de -lo cual en cosas convenientes les tributasen. Pero de oir es, y -notar, la respuesta que le dió (que como habian oido que el -rey Guarionex y Guacanagarí, é los reyes de Cibao y sus -gentes, tributaban oro, como si ya le hobiera mostrado y demostrado -por naturales razones, que él no pudiera negar, sino -que convencido del todo quedaba ser obligado, á Reyes ó gentes -que nunca oyó ni creyó que eran en el mundo, tributar), -respondió: «¿como puedo yo dar tributo, que en todo mi reino -ni en alguna parte ni lugar dél nace ni se coge oro, ni saben -mis gentes qué se es?» Creia, y no sin razon que no buscaban -ni venian por otro fin los cristianos, sino por llevar oro á sus -Reyes y señores. Respondió D. Bartolomé Colon: «no queremos<span class="pagenum"><a name="Page_141" id="Page_141">[141]</a></span> -ni es nuestra intencion imponer tributo á nadie, que no sea -de aquellas cosas que tengan en sus tierras y puedan bien pagar; -de lo que en vuestra provincia y reinos sabemos que -abundais, que es mucho algodon y pan caçabí, queremos que -tributeis é de lo que más en esta tierra hobiese, pero no de lo -que no hay.» Oidas estas palabras, alegróse mucho, y respondió: -«que de aquello cuanto él quisiese le daria hasta que no -quisiese más.» Mandó luego, enviando mensajeros á todos los -otros señores y pueblos, sus subiectos, que todos hiciesen sembrar -y sembrasen en sus tierras y heredades mucho algodon -para que hobiese grande abundancia dello, porque se habia de -dar tributo á los reyes de Castilla, cuyo criado y enviado era el -Almirante y su hermano, que agora venido habia y estaba en -su casa. Dos cosas podemos aquí considerar y notar; la una, la -innata bondad y simplicidad del rey Behechio, la cual manifiesta -dos cosas muy claras; la una, que pudiera matar á -D. Bartolomé y á todos los cristianos, los cuales, no creo que -podian llegar á número de ciento, y él tenia millones de -gentes, porque de gente, y términos de tierra larga, y corte -y en muchas ventajas, era en esta isla el Rey más principal; la -otra, en conceder tan fácilmente, recognoscer por superior y -tributar á otro Rey extraño, que no sabia quién era ni quién -no. ¿Quién de los reyes libres del mundo á la primer demanda -ó palabra se querrá á otro Rey que nunca vido ni oido subiectar, -y servirle como súbdito y vasallo, repugnando al apetito -natural? Y si dijeres que fué por miedo y temor que hobo -de D. Bartolomé y de los cristianos que consigo llevaba, por -haber oido las guerras crueles, y estragos y muertes que el Almirante -habia hecho en el Rey é gente de Caonabo y en otras -partes, parece que no, pues pudiera sin duda matarlos, ó al -ménos, acometerles y hacerles harto daño, lo cual nunca intentaron; -y si porfiares que sí, por ende fueron más injustos -y más contra ley natural los tributos que D. Bartolomé Colon -le impuso, haciendo Rey libre, tributario por miedo, contra su -voluntad, no siendo su súbdito ni debiéndole algo, lo que es -propio de tiranos. La otra cosa que aquí se debe notar, es,<span class="pagenum"><a name="Page_142" id="Page_142">[142]</a></span> -cuan al revés y preposteramente hizo su entrada D. Bartolomé -Colon en este reino de Xaraguá, dando, primeramente noticia -á los infieles simplicísimos de los reyes de Castilla y de su grandeza -y merecimientos que del verdadero Dios, y echarles ántes -carga de tributos, que dándoles algo que en su provecho -y utilidad resultase; no habiendo otra causa legitima para entrar -cristianos en estos reinos y tierras, sino sólo para darles -noticias y cognoscimiento de un solo y verdadero Dios y de -Jesucristo, su hijo, universal Redentor; manifiesto es que aquellas -gentes, ó habian de tener á los reyes de Castilla por dioses, -pues se les predicaba primero que otra cosa su merecimiento -y valor, y que se les debian de otros Reyes, tan grandes -señores en tierras y gentes como ellos, recognoscimiento -de superioridad y tributos, ó habian de creer que el fin que -acá los cristianos, y no otro, traian, como cosa dellos amada -sobre todo, era su propio interese y llevar á sus tierras, de -los bienes agenos, tributos y oro. Muy por el contrario del -camino que Cristo llevó y sus Apóstoles para traer á sí al -mundo, que ante todas cosas predicaban á Dios, y no sólo no -pedian tributo ni tomaban de hombre cosa, mas hacíanles -grandes bienes, y daban sus vidas y dieron, por atraer y -salvar á los que predicaban, y el hijo de Dios la suya por todos. -Pero entró por la misma puerta y llevó el mesmo camino -D. Bartolomé Colon, que su hermano el Almirante al -principio entró y anduvo, cierto engañados no sé con qué; -mas creo que sí sé, de una culpabilísima, que á ninguno excusa, -del derecho natural y divino ignorancia.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_143" id="Page_143">[143]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Dejó D. Bartolomé Colon muy contento, á lo que parecia, -y Dios sabe si era así, al rey Behechio, y tributario y solícito -de cumplir los tributos que se le habian pedido; y, con ánsia -de saber lo que en la Isabela y aquestas partes desta isla de -la Vega y Cibao habia sucedido, acordó partirse de Xaraguá -para acá, y, llegado á la Isabela, halló que cerca de 300 hombres -habian fallecido de diversas enfermedades. Rescibió desto -D. Bartolomé grande trabajo, y aunmentábaselo tener muy -pocos bastimentos y no venir navíos de Castilla; determinó -de repartir y enviar todos los enfermos y flacos por las fortalezas -que habia desde la Isabela hasta Sancto Domingo, y á -los pueblos de los indios que cerca dellas estaban, porque al -ménos ternian, sino médicos y boticarios, comida que los -indios les darian y no les faltaria, y así pelearian solamente -con la enfermedad, y no con ella y juntamente con la hambre: -las fortalezas fueron la Magdalena, Santiago, la Concepcion, -el Bonao, como se dijo en el cap. 110. Dejó en la Isabela los -hombres más sanos, en especial oficiales, haciendo dos carabelas, -y él tornó á visitar la fortaleza que dejó haciendo sobre -el rio de Sancto Domingo, yendo cogiendo los tributos, por el -camino, de los señores y sus vasallos á quien el Almirante y -él los habian impuesto; donde, como estuviese algunos dias, -los señores y gentes de la Vega y de las provincias comarcanas, -no pudiendo sufrir la importuna carga de los tributos del -oro que cada tres meses se les pedia, y la más onerosa y á -ellos más intolerable, y aspérrima conversacion de los cristianos,<span class="pagenum"><a name="Page_144" id="Page_144">[144]</a></span> -de comerles cuanto tenian y no se contentar con lo -que se les daban, sino, con malos tratamientos, miedos, amenazas, -palos y bofetadas, llevarlos de unas partes á otras cargados, -andarles tras las hijas é las mujeres, é otras vejaciones -é injusticias semejantes, acordaron de se quejar al rey Guarionex -y á inducirle á que mirase y considerase su universal captiverio -y opresion, y vida tan malaventurada que pasaban con -aquellos cristianos, que trabajasen de matarlos si pudiesen y libertarse. -Hacian cuenta que mayor era el tormento que sufrian -cuotidiano é inacabable que podian ser las muertes de pocos -dias, que, si no salian con lo pensado, esperaban; y en fin, -siempre creian de sí mismo haber vitoria de los cristianos, en -lo cual siempre se engañaban. Guarionex, como era hombre -de su naturaleza bueno y pacífico, y tambien prudente, y -via y cognoscia las fuerzas de los cristianos, y la ligereza de -los caballos, y lo que habian hecho al rey Caonabo y á su -reino é á muchos otros de la provincia de Cibao, mucho lo -rehusaba; pero al cabo, importunado de muchos, y, por ventura, -amenazado de que harian Capitan otro que á él le pesase, -con gran dificultad hobo de aceptarlo. Sintiéronse destos -movimientos algunas señales por los cristianos que estaban en -la fortaleza de la Concepcion; avisaron con indios que les fueron -fieles á los cristianos de la fortaleza del Bonao, y aquellos -despacharon otros mensajeros á Sancto Domingo, donde don -Bartolomé estaba, el cual, á mucha prisa, vino á la Vega, ó á -la Concepcion, que así se llamaba.</p> - -<p>Quiero contar una industria que tuvo un indio mensajero, -que creo que fué esta vez, para salvar las cartas que -llevaba de los cristianos de la Concepcion á los del Bonao. Diéronselas -metidas en un palo que tenian para aquello, hueco -por una parte, y como los indios ya tenian experiencia de -que las cartas de los cristianos hablaban, ponian diligencia -en tomarlas; el cual, como cayó en manos de las espías, -que los caminos tenian tomados, fué cosa maravillosa -la prudencia de que usó, que no fué á la del rey David muy -desemejable. Hízose mudo y cojo, mudo para que no le pudiesen<span class="pagenum"><a name="Page_145" id="Page_145">[145]</a></span> -constreñir á que, lo que traia, ó de donde venia ó qué -hacian ó qué pensaban hacer los cristianos, hablase, y cojo, -porque el palo en que iban las cartas, que fingia traer por -bordon necesario, no le quitasen; finalmente, hablando y -respondiendo por señas, y cojeando, como que iba á su tierra -con trabajo, hobo de salvarse á sí é á las cartas que llevaba, -las cuales, si le tomaran y á él prendieran ó mataran, -por ventura, no quedara, de los cristianos derramados por la -Vega y aún de los de la fortaleza de la Concepcion, hombre -vivo ni sano. Llegó, pues, D. Bartolomé con su gente á la fortaleza -del Bonao, y allí fué, de lo que habia, avisado. De allí -trasnocha y vá á entrar en la fortaleza de la Concepcion, -que 10 leguas buenas distaba; sale con toda la gente sanos y -enfermos á dar en 15.000 indios que estaban con el rey -Guarionex y otros muchos señores ayuntados, y, como estas -tristes gentes vivian pacíficos, sin pendencias, rencillas, ni -trafagos, no tenian necesidad de con muros y barbacanas, -ni fosas de agua, tener sus pueblos cercados. Dieron en ellos -de súbito, á media noche, porque los indios, nunca de noche, -ni acometen, ni para guerra están muy aparejados, puesto -que no dejan de tener sus velas y espías, y, en fin, para contra -españoles harto poco recaudo; hicieron en ellos, como -suelen, grandes estragos. Prenden al rey Guarionex y á otros -muchos; mataron á muchos señores de los presos, de los -que les pareció que habian sido los primeros movedores, no -con otra pena, segun yo no dudo, sino con vivos quemarlos, -porque esta es la que comunmente, y siempre y delante de -mis ojos yo vide, muy usada. Traidos presos á la fortaleza -de la Concepcion, vinieron 5.000 hombres, todos desarmados, -dando alaridos y haciendo dolorosos y amargos llantos, suplicando -que les diesen á su rey Guarionex y á los otros sus -señores, temiendo no los matasen ó quemasen. D. Bartolomé -Colon, habiendo compasion dellos, y viendo la piedad suya -para sus señores naturales, cognosciendo la bondad innata de -Guarionex, cuan más inclinado era á sufrir y padecer con -tolerancia inefable los agravios, fuerzas é injurias que le hacian<span class="pagenum"><a name="Page_146" id="Page_146">[146]</a></span> -los cristianos, que á pensar en hacer vengaza, dióles su Rey -é á los otros sus señores, con que quedaron de sus angustias -y miserias algo consolados, no curando del captiverio y opresion -y vida infelice en que quedaban, ni de sus, cierto, futuras -mayores calamidades.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_147" id="Page_147">[147]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXVI.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Pasados algunos dias, poco despues que aqueste alboroto fué -asosegado, aunque las gentes de aquella comarca de la Vega, -con las cargas y trabajos que los cristianos continuamente les -daban, por tenerlos en ménos, por haberlos guerreado y hostigado, -como siempre lo han acostumbrado hacer, no muy -alegres ni descansadas, vinieron mensajeros del rey Behechio y -de Anacaona, su hermana, á D. Bartolomé Colon; haciéndole -saber como los tributos del algodon y caçabí, que habia impuesto -ó pedido á su reino, estaban aparejados, que viese lo que -cerca dello mandaba; si no me he olvidado, creo que dentro de -seis ó ocho meses, sembradas las pepitas del algodon, dan fruto; -los arbolillos que dellos nacen, llegan á ser tan altos, los mayores, -como un buen estado, puesto que desde más chicos comienzan -á darlo. Acordó luego D. Bartolomé ir á Xaraguá, lo -uno, por ver lo que Behechio, rey de aquel reino, le avisaba, -y como habia cumplido su palabra; lo otro, por ir á comer á -aquella tierra que no estaba trabajada, como tenian los cristianos -la Vega y sus comarcas, puesto que les daba Dios siempre -el pago, en los descontentos que siempre tenian por la -falta de vestidos y de las cosas de Castilla, por las cuales -siempre suspiraban y vivian todos, ó todos los más, como -desesperados. Llegado al pueblo ó ciudad del rey Behechio, -D. Bartolomé, sálenle á recibir el Rey y Anacaona, su hermana, -y 32 señores muy principales, que para cuando viniese -habian sido convocados, cada uno de los cuales habia -mandado traer muchas cargas de algodon en pelo y hilado, -con su presente de muchas hutias, que eran los conejos desta -isla, y mucho pescado, todo asado; lo cual todo, cada uno -le presentó, de que se hinchió, de algodon digo, una grande<span class="pagenum"><a name="Page_148" id="Page_148">[148]</a></span> -casa. Dióles á todos los señores muchas gracias, y al rey Behechio -y á la señora su hermana, muchas más y más grandes, -mostrando señales de grande agradecimiento, como era razon -dárselas; ofreciéronse á traerle tanto pan caçabí que hinchiese -otra casa y casas. Envia luego mensajeros á la Isabela, que, -acabada la una de las dos carabelas, viniese luego á aquel -puerto de Xaraguá, que es una grande ensenada ó entrada -que hace la mar, partiendo esta isla en dos partes; la una, -como arriba se dijo cap. 50, hace el cabo de Sant Nicolás, -que tiene más de 30 leguas, y la otra tenia más de 60, que -hace el Cabo que ahora se llama del Tiburon, y que llamaban -de Sant Rafael cuando vino del descubrimiento de Cuba el -Almirante. El rincon desta particion ó abertura que la mar -por allí hace, distaba de la poblacion y casa real de Behechio, -dos leguas, no más largo; allí mandó venir la carabela, y que -la tornarian llena de caçabí. Desto recibieron los españoles, -que en la Isabela estaban, grande alegría, por el socorro que -para su hambre esperaban; diéronse priesa, vinieron al puerto -de Xaraguá, donde los deseaban. Sabido por la señora reina -Anacaona persuade al Rey, su hermano, que vayan á ver la -canoa de los cristianos, de quien tantas cosas se les contaban. -Tenia un lugarejo en medio del camino, Anacaona, donde -quisieron dormir aquella noche; allí tenia esta señora una -casa llena de mil cosas de algodon, de sillas y muchas vasijas -y cosas de servicio de casa, hecha de madera, maravillosamente -labradas, y era este lugar y casa, como su recámara. -Presentó esta señora á D. Bartolomé muchas sillas, -las más hermosas, que eran todas negras y bruñidas como -si fueran de azabache; de todas las otras cosas para servicio -de mesa, y naguas de algodon (que eran unas como faldillas -que traian las mujeres desde la cinta hasta media pierna, -tejidas y con labores del mismo algodon) blanco á maravilla, -cuantas quiso llevar y que más le agradaban. Dióle cuatro -ovillos de algodon hilado que apénas un hombre podia uno levantar; -cierto, si oro tuviera y perlas, bien se creia entónces -que lo diera con tanta liberalidad, segun todos los indios desta<span class="pagenum"><a name="Page_149" id="Page_149">[149]</a></span> -isla eran de su innata condicion dadivosos y liberales. Vánse -á la playa ó ribera de la mar, manda D. Bartolomé venir la -barca de la carabela á tierra; tenian al Rey é la Reina, su -hermana, sendas canoas, muy grandes y muy pintadas y -aparejadas, pero la señora, como era tan palanciana, no -quiso ir en la canoa, sino con D. Bartolomé en la barca. Llegando -cerca de la carabela sueltan ciertas lombardas; turbáronse -los Reyes y sus muchos criados y privados en tanto -grado, que les pareció que el cielo se venia abajo, y aína se -echaran todos al agua, pero como vieron á D. Bartolomé -reirse, algo se asosegaron. Llegados, como dicen los marineros, -al bordo, que es junto á la carabela, comienzan á tañer -un tamborino y la flauta, y otros instrumentos que allí llevaban, -y era maravilla como se alegraban; miran la popa, miran -la proa, suben arriba, descienden abajo, están, como atónitos, -espantados. Manda D. Bartolomé alzar las anclas, desplegar -las velas, dar la vuelta por la mar: aquí creo yo que no les -quedó nada de sangre, temiendo no se los llevasen; pero -desque dieron la vuelta hácia casa, quedaron sin temor y -demasiadamente admirados, que sin remos, la carabela, tan -grande, parecia que volase, y, sobre todo, que con un viento -sólo fuese á una parte, y á otra contraria tornase. Tornáronse -á Xaraguá; vinieron infinitos indios de todo el reino -del pan caçabí cargados. Hinchen la carabela del pan y del -algodon y de las otras cosas que el Rey é la Reina y los otros -señores habian dado; partióse la carabela para hacer á la -Isabela su viaje, y D. Bartolomé, con su gente, tambien acordó -irse para allá con su compañía por tierra; dejó alegres al Rey -é á la Reina, y, á todos los señores y gentes suyas, muy contentos.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_150" id="Page_150">[150]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXVII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Entretanto que D. Bartolomé Colon estaba en el reino de -Xaraguá con el Behechio y hacia lo que en el precedente capítulo -se dijo, Francisco Roldan, á quien, como arriba en el -capítulo 111 dijimos, dejó el Almirante por Alcalde mayor -en la Isabela, y, como tambien dije, de toda la isla, por descontentos -que tuvo del Gobernador, D. Bartolomé Colon, ó -por no sufrir las reglas y estrechura de los bastimentos de la -Isabela, y querer vivir más á lo largo andando por la isla (ó -tambien, hallo en mis memoriales, que tuvo principio este -levantamiento porque uno de los principales, que consigo -siempre trujo, se echó con la mujer del rey Guarionex, y porque -le quiso el Adelantado castigar), ó porque era bullicioso -y pretendia subir á más de lo que era, imaginando que el -Almirante nunca volveria, porque hacia ya quince meses que -era partido desta isla, y que era señal que los Reyes no lo -dejarian volver acá, segun, por ventura, debiera Juan Aguado -haber dicho y así se decia, acordó quitar la obediencia al -dicho D. Bartolomé y levantarse contra él con hasta 70 hombres, -los más sanos, gente comun, y algunos principales que -él pudo atraer á sí, que pretendian lo mismo que él, de los -cuales yo cognoscí los más, ó cuasi todos. Este Francisco Roldan -fué, como dije, criado del Almirante y ganó su sueldo, -y debia ser su oficio, á lo que entendí, como hombre que tenia -cargo de andar sobre los trabajadores y oficiales para los -hacer trabajar, salvo que, como fuese hombre entendido y -hábil, cognosciendo el Almirante que era para tener cargos, -y, por honrarlo y hacer en él, hízolo primero Alcalde ordinario -de la Isabela, y despues Mayor de toda la isla, y él quiso, -por agradecimiento, levantándose le dar el pago. La ocasion -que para se desvergonzar tomar quiso, fué en dos maneras,<span class="pagenum"><a name="Page_151" id="Page_151">[151]</a></span> -para indignar é allegar y atraer á sí á los indios y á los cristianos -contra el Adelantado y el Almirante. Para ganar los -cristianos, fué esta su cálida industria: la carabela que habia -traido el algodon y pan, y otras cosas de la provincia de Xaraguá, -mandóla luego varar ó sacar en tierra fuera del agua, -D. Diego Colon, porque, como la gente estaba siempre demasiadamente -descontenta, temíase que no la tomasen y se fuesen -muchos sin licencia y á pesar del D. Bartolomé, y de don -Diego, y del Almirante tambien, con ella á Castilla; Francisco -Roldan comienza á murmurar con la gente trabajadora y marineros, -y la demas gente baja y que más descontenta estaba, -porque la carabela no estaba en el agua, y que sería bien enviarla -á Castilla con cartas á los Reyes, pues el Almirante -no venia, para hacerles saber sus hambres y necesidades y -los proveyesen, y que sino se hacia, que todos habian en esta -isla de perecer, ó de hambre, ó que los indios los habian de -consumir, é que D. Diego ni D. Bartolomé no la querian enviar -por alzarse con la isla y tenerlos á todos ellos por esclavos, -sirviéndose dellos en hacer sus casas y fortalezas, y -acompañarse y coger los tributos de los indios y hacerse ricos -del oro de la tierra, y, finalmente, para sólo su provecho -é particular interese. Viendo la gente que el Alcalde mayor y -quien lo mandaba todo, y á quien por la vara del Rey, como -Justicia mayor, todos obedecian, que estaba de la opinion -dellos, comienzan despues con mayor desenvuelta osadía y -ménos temor, lo que en sí secretamente gruñian y no osaban, -sino por los rincones, boquear, públicamente y sin miedo ninguno -á decirlo. Vista la gente ya de su bando, persuadióles -que le diesen las firmas para que se pudiese dar á entender -como era sentencia de todos, que convenia al bien y salud comun -de los cristianos que la carabela se echase al agua, -aunque pesase al D. Diego y á quien más se lo quisiese estorbar; -y todo esto, que este trabajaba ó porfiaba de echar -la carabela al agua, no era porque se echase al agua ni -fuese á Castilla, porque á él no le convenia que supiesen -los Reyes su alzamiento y desobediencia á su Justicia<span class="pagenum"><a name="Page_152" id="Page_152">[152]</a></span> -mayor, que era D. Bartolomé y D. Diego, que al presente -la Isabela gobernaba, sino por indignar y mover á la -gente contra el Almirante y los que gobernaban, y que él -tuviese gente y fuerzas para levantarse, y en su tiranía -conservarse; hay desto muchos argumentos claros, como -parecerá abajo. La otra ocasion ó título que tomó para -atraer á sí, juntamente, indios y cristianos, fué, que decia á -los cristianos que para que los indios sirviesen mejor á los -cristianos, estando en paz con ellos, era cosa necesaria que se -le quitasen los tributos que les habia impuesto el Almirante, -y esto muchas veces lo decia él á D. Bartolomé Colon platicando; -y, ciertamente, si él lo dijera con celo de virtud y de -piedad para con los indios, decia gran verdad, porque los indios -y los Reyes y señores suyos, vivian con los tributos -que se les pedian cada tres meses, desesperados; y áun fuera, -sin comparacion, grande utilidad para los cristianos, porque -ni murieran de hambre ni padecieran de necesidad alguna en -sus enfermedades, ni anduvieran en guerras por sierras y valles -á cazar y matar indios, ni dellos algunos, los indios, como mataron, -mataran, ántes los sirvieran de rodillas y adoraran, pero -no lo decia el pecador sino por robar más á los indios y más -señorearlos, y que á esto no le fuese Dios ni el Rey ni sus Ministros -á la mano. Finalmente, D. Diego mandó al dicho Francisco -Roldan que fuese con cierta gente á la Concepcion, por -que se sonaba y temia que los indios y gente de Guarionex -andaba mal segura y alborotada, como no podian sufrir los -tributos; el cual se fué al pueblo del cacique Marque, donde -tuvo lugar Roldan de concluir é publicar su traicion, de donde -se vinieron muchos, que no quisieron consentir en ella, á -la fortaleza de la Concepcion, á los cuales trató mal y tomó -todas las armas. De aquí del pueblo Marque, tornó á la Isabela, -y váse á la Alhóndiga del Rey, donde estaban los bastimentos -y la municion de las armas, y, tomada la llave por fuerza -á quien la tenia, que era un criado de D. Diego Colon (ó hizo -las cerraduras pedazos, con 50 hombres, diciendo «viva el -Rey»), toma todas las armas que le pareció haber menester<span class="pagenum"><a name="Page_153" id="Page_153">[153]</a></span> -para sí é para sus compañeros tiranos; y de los bastimentos, -que con la guarda y regla y estrechura, porque así convenia, -se guardaban y daban, y de todas cuantas cosas allí habia, -sin medida repartia, y para sí tomaba. Sale D. Diego á le ir á -la mano con ciertos hombres honrados á afearle tan grande -insolencia y alboroto, al ménos, de palabra; vino tras él, y el -D. Diego se retrujo con ellos á una casa fuerte, y miéntra en -la Isabela estuvo Francisco Roldan y habia de hablar D. Diego -con él, habia de ser con seguro que primero Roldan le daba. -De allí fueron al hato de las vacas del Rey y mataron lo que -dellas quisieron; que matar una en aquel tiempo era por gran -daño estimado, porque las tenian para criar. Van tambien al -hato de las yeguas, que eran tambien del Rey, y tomaron las -yeguas ó potros ó caballos que á todos plugo tomar. Esto hecho, -vánse por los pueblos de los indios, y á los señores y Caciques -dellos, publícanles que el Almirante y sus hermanos les han -cargado de tributos, y que Francisco Roldan y ellos han reñido -con el D. Bartolomé Colon y D. Diego porque no se los -quitaban, y que han acordado ellos de se los quitar y que no -curen dende adelante darlos, que ellos se los defenderán del -Almirante y sus hermanos, y para ello, si fuere menester, los -matarán. Desde allí, diciendo «viva el Rey,» van por toda la -Isla, y por toda se suena que el Alcalde Roldan es el que los -liberta; y así, el Roldan decia que los habia recibido debajo de -su mamparo, segun que un poco abajo se verá, y por todos -los pueblos de los indios que pasaba, publicaba mal de don -Bartolomé y del Almirante, y á todos los cristianos que topaba -detraia y blasfemaba de D. Bartolomé, diciendo que era hombre -duro, áspero y cruel, y cudicioso, y que con él no podia alguno -medrar, y todos cuantos males podia decir acumulaba, -dando por causas de se apartar dél. Y cosa fué esta, cierto, -maravillosa y juicio de Dios muy claro, si con ojos limpios -entónces lo vieran y agora lo miramos, que aquel Roldan, sin -saber quien lo movia mediatamente, que era la divina Providencia, -pero inmediata su propia ambicion cudicia y maldad, -fuese profeta en la obra, como Caifás lo fué en la palabra,<span class="pagenum"><a name="Page_154" id="Page_154">[154]</a></span> -y á ambos movió la voluntad y providencia de Dios; -Caifás, diciendo que convenia que Cristo muriese por todo el -pueblo, porque toda la gente no pereciese, más por el odio -que á Cristo tenia que por la salud comun, empero, sin saber -lo que decia, profetizó; Roldan, por su propia malicia, permitida -de lo alto, y por se hacer rico y señor, tomó y se arreó -del oficio y título, sin saber lo que hacia, de los pueblos y -gentes desta isla opresas, llamándose defensor y librador; -manifiesto es por la lumbre natural sola que tuviésemos, -cuanto más añidida la ley divina de justicia y de caridad, -y aqueste Roldan y otro cualquiera cristiano, y áun gentil que -fuera ó moro, si por el bien sólo y liberacion destas gentes, -por la piedad natural se moviera, para las librar de las injurias -y daños y tiranía que padecian con los insoportables é, -sin justicia, impuestos tributos, tenia justísima guerra contra -el Almirante y contra D. Bartolomé y D. Diego Colon; y muy -mayor justicia y mérito le favoreciera, si con la piedad natural -juntara hacerlo por la honra de Dios, porque como para entrar -y tener que hacer en estos reinos y gentes los cristianos, no -haya habido otro título ni derecho, chico ni grande, sino sólo -la predicacion de la fe y conversion dellos, y traerlos á Cristo, -en lo cual, nunca se dió puntada, grande ni chica, sino imponerles -y cargarles y pedirles oro, y lo que se creia que valia -oro, ¿quién de los que fuesen cristianos osará dudar que -juntamente con las injurias y agravios tan grandes que hacian -á los prójimos, no se ofendiese gravísimamente Dios? Luego, -mucho mereciera Roldan delante de Dios, allende ser obligado -de ley natural, moviendo guerra contra los que á estas -gentes, con tantos y tan graves tributos, impuestos tan sin -justicia, oprimian y amargaban, por su redencion, luego en -tomar el oficio y apellido de redemptor; aunque por robar -él y ser señor, como Caifás diciendo y él haciendo, profetizó. -Pero fueron tantas las tiranías y maldades opresivas que -en estas gentes despues hizo él y su compañía, que no con -celo de piedad, sino con título para se levantar y señorear -haberse movido, bien manifiestamente mostró.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_155" id="Page_155">[155]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXVIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>De la Isabela vino Francisco Roldan y su compañía á la -Vega, al pueblo de un señor Cacique, que se llamaba Marque -(que habia tomado el nombre de Diego Marque, el que dijimos -arriba, cap. 82, que habia venido á esta isla por Veedor), -el cual pueblo estaba dos leguas de la fortaleza de la Concepcion, -para buscar tiempo y sazon para tomarla; la cual -tomada, pensaba mejor señorearse de toda esta isla y haber -al Bartolomé Colon á las manos, al cual temia él más que á -otro, porque era hombre muy esforzado y de mucho valor, y -por esto era público que lo andaba por matar. Vino Francisco -Roldan con 60 ó 70 hombres, muy armados en forma de -guerra, al pueblo del gran señor y rey Guarionex (cuya mujer -y reina, se dijo, y el Almirante lo escribió á los Reyes, este -Roldan tomó y usó mal della), el cual pueblo distaba de la -fortaleza de la Concepcion obra de dos tiros de ballesta, donde -estaba un capitan, García de Barrantes, que yo bien cognoscí, -é tenia 30 hombres á cargo (porque habia el Almirante, y despues -su hermano D. Bartolomé Colon, como arriba se ha tocado, -repartido la gente por los pueblos de los indios para -comer, y tambien porque sintiesen los indios que velaban -sobre ellos), y dijo allí á algunos que se pasasen á él. El capitan -Barrantes metió dentro en una casa, por importunidad, ó -por fuerza, ó por grado, á los 30 hombres, requiriendo al -Francisco Roldan que se fuese con Dios, que ellos estaban en -servicio del Rey, y él andaba como le placia; y respondióle -Roldan, que juraba á Dios que lo habia de quemar á él y á<span class="pagenum"><a name="Page_156" id="Page_156">[156]</a></span> -todos los 30 que allí tenia dentro en la casa, y tomóle todas -las cosas que tenia de comer, por fuerza. Fué á la fortaleza de -la Concepcion, y quisiera entrar en ella; el Alcaide, que era -Miguel Ballester, le cerró las puertas y no le quiso admitir, -viéndole venir con tanta gente y tan armada. En estos dias -llegó Bartolomé Colon á la fortaleza de la Magdalena, y allí -supo la alteracion de Francisco Roldan, y á un Diego de Escobar -que allí estaba, y creo que era Alcaide entónces della, -el cual se habia desmesurado en palabras contra él (sospecho -que porque sintió excusar al Francisco Roldan, ó algo semejante -á esto, porque este Diego de Escobar fué de los principales -alzados con Francisco Roldan), mandóle prender, y despues -dióle la fortaleza por cárcel, aquel dia, y mandóle que -otro dia se fuese tras él á la Isabela; el cual no curó de su -mandado, sino envió un hombre de caballo, y debia ser á llamar -á un Pedro de Valdivieso, el cual topó en el camino, y -ambos se fueron al pueblo del Cacique Marque á juntar con el -Francisco Roldan, y desde á pocos dias, vino un hidalgo que -se llamaba Adrian de Muxica, con cierta gente, á la Magdalena, -y toma al Diego de Escobar y vánse á juntar, en el dicho -pueblo, con el dicho Francisco Roldan. De donde parece, que -habia concierto entre todos ellos, dias habia ya tratado, de -alzarse. Este Pedro de Valdivieso y el Adriano y Diego de Escobar -eran de los principales hombres desta isla, los cuales -yo cognoscí bien cognoscidos, y despues diré cosas dellos. -Ido D. Bartolomé á la Isabela, como halló robada el Alhóndiga -del Rey, é á su hermano desobedecido y maltratado, y supo -los que seguian á Roldan, y que cada dia sentia que crecian -en número, no osaba salir de la Isabela, temiendo que todos -debian ser en la rebelion. Escribió á D. Bartolomé el Alcaide -Ballester, de la Concepcion, que se guardase, porque, cierto, -creia que lo habian de trabajar de matar, y que, si pudiese, -lo más presto se viniese á su fortaleza de la Concepcion. Hízolo -así, é á mucha priesa vínose y metióse en la fortaleza, -que dista de la Isabela, como dije arriba, 15, ó pocas más leguas. -Desque lo supo Roldan, vínose al Guaricano, que así se<span class="pagenum"><a name="Page_157" id="Page_157">[157]</a></span> -llamaba el asiento donde se puso primero y estaba entónces -la villa de los cristianos, que llamaron especialmente la Vega, -puesto que todo esto era en la Vega, y era pueblo aquello del -rey Guarionex; distaba de la Concepcion ó fortaleza, media legua -de muy llana tierra, que es alegría verlo, y parecíase lo uno -de lo otro. Sabido por D. Bartolomé, envió á un caballero que -se llamaba Malaaver, que yo cognoscí muy bien, al Francisco -Roldan, que le hablase y de su parte le dijese que ¿por qué -causaba tan grande daño y escándalo y confusion en toda la isla? -que mirase cuanto deservicio se hacia á los Reyes haciendo -cesar los tributos, y cuan mal contado le seria de todos los -que lo supiesen, y el daño que hacia á todos los cristianos, -porque los indios se ensoberbecerian y cobrarian ánimos mayores -para les hacer guerra, y otras cosas á éste propósito, -que le podian mover á cesar de su sedicioso propósito. Finalmente, -le persuadió á que fuese á hablar á la fortaleza con -D. Bartolomé, y dióle para ello seguro, de lo cual llevaba el -dicho Malaaver comision. Vino á la fortaleza con su gente bien -armado, y habló con D. Bartolomé, debia ser por las ventanas, -D. Bartolomé, parado. Díjole, que ¿por qué juntaba con tanto escándalo -aquella gente y inquietaba la isla? respondió Roldan, -que no la juntaba para de servicio de los Reyes, sino para se -defender del que le habian dicho que les queria cortar las cabezas; -responde que no le habian dicho verdad; añadió Francisco -Roldan, que él y sus compañeros estaban en servicio del -Rey, por eso, que le dijese donde mandaba que fuesen á servir -al Rey. Dice D. Bartolomé, que se vayan y estén en los -pueblos del Cacique que tenia por nombre Diego Colon; -responde Roldan, que no queria ir allí, porque no habia que -comer; mandóle y prohibióle que no fuese mas Alcalde ni -se llamase Alcalde, y que lo privaba del tal oficio, pues andaba -contra el servicio del Rey. De aquí se fué mofando y más -soberbio que vino, porque no pretendia sino proseguir su rebelion -con los demas, y ser libres para que sus vicios y ambicion -alcanzasen impunidad, é colora su alzamiento con alegar -y sembrar, mentirosamente, que D. Bartolomé lo queria<span class="pagenum"><a name="Page_158" id="Page_158">[158]</a></span> -matar, estando 70 ó 80 leguas de allí, en Xaraguá, como ha -parecido, cuando ellos se alzaron. Tomando tambien por título -y causa de su traicion, que porque no se echaba la carabela -al agua, y que á los indios no se quitaban los tributos -de que estaban muy cargados, como si se compadecieran más -dellos que quien se los habia impuesto, pues ellos los robaban, -y despues mucho más los robaron y hicieron incomparables -daños y agravios, cuando el rey Manicaotex (de quien -arriba hemos hablado que daba una calabaza llena, o media, -de oro por tributo cada tres meses, que pesaba tres marcos), -le daba otra tal medida, y mayor que aquella, al dicho Francisco -Roldan, porque, como era Alcalde y con vara, y todos -temblaban dél, no osaba hacer otra cosa. Desto hobo muchos -testigos de oidas, que lo habian sabido de indios, y viéronse -muchas conjeturas y argumentos dello; y una era, que tenia -un hijo y un sobrino consigo del dicho rey Manicaotex, como -en rehenes de su tributo, y otra, que buscaba todas las joyuelas -y cositas que podia haber de Castilla, el Francisco Roldan, -para darle al dicho Cacique, y llamábalo su hermano. Cosa -pareció muy pensada y platicada de propósito, de muchos -dias ántes y de algunas personas principales, con el Francisco -Roldan, este motin ó alzamiento, creyendo que el Almirante -nunca á esta isla volviera, segun lo que Juan Aguado habia -dicho; y para mí tengo creido, que dió el Juan Aguado harta -ocasion para ello, de donde procedió á toda esta tierra y gentes -della tan grande daño y peligro. Luego que el Almirante -de la Isabela partió, procuró Francisco Roldan hacer gran -cantidad de herraje para los caballos, clavos y herraduras, lo -que nunca ántes habia hecho, ni era entónces tan necesario -como de ántes lo fué, segun parecia, y así lo juraron los testigos, -en cierta probanza que, sobre esto de muchas y muy -honradas personas que yo cognoscí, que fueron testigos, se -hizo, la cual yo tuve muchos dias conmigo, y della saqué todo -ó lo más que desta rebelion y alzamiento de Francisco Roldan -y sus secuaces aquí digo. Visto D. Bartolomé en cuanto peligro -estaba, por aficionar más á sí á los españoles mandóles<span class="pagenum"><a name="Page_159" id="Page_159">[159]</a></span> -que daria á cada uno un esclavo ó tantos esclavos; de aquí -tomaron los que seguian á Francisco Roldan atrevimiento á -más robar y oprimir á los tristes indios. Lo mismo hacian los -que seguian al D. Bartolomé, y no osaba irles á la mano porque -no lo dejasen y se alzasen con Francisco Roldan.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_160" id="Page_160">[160]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXIX.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Cada dia se le allegaba más gente á Francisco Roldan y más -se engrosaba su partido, como su vida y la de los que con -él andaban era tan ancha, gozando de todos los vicios que -querian y, sobre todo, libertad y señorío, porque temblaban -dellos los indios, por lo cual los adoraban y servian, y, con -esto, él más soberbio y obstinado se hacia; y con esta pujanza, -segun dijeron muchas veces muchos de su compañía, de -terminaba de poner cerco á D. Bartolomé Colon, que estaba -en la fortaleza de la Concepcion susodicha; y hombre de los -suyos, que se llamaba Gonzalo Gomez Collado, tomó juramento -á otro que habia nombre Gonzalo de la Rambla, y este -fué de los que no quisieron seguir á Roldan, que dijese á don -Bartolomé, y sino pudiese á D. Bartolomé, á D. Diego de Salamanca, -que le avisase que mirase por sí, é que por ninguna -manera saliese de la fortaleza, y en ella de quién se fiaba, por -que supiese de cierto, que, de cualquiera manera que hacerlo -pudiesen, lo habian de matar. Estando en este estado estas cosas, -y D. Bartolomé en medio destos peligros y de sus angustias, -cada dia esperando cuando habia de llegar Francisco Roldan -á cercarlo, como Dios en esta vida no da todos los trabajos -juntos, sino siempre, cognosciendo nuestra flaqueza, con alguna -interpolacion, quiso dar algun resuello á D. Bartolomé -y á los que con él perseveraban, y así, ordenó que llegaron -dos carabelas con bastimentos llenas, y con 90 hombres de trabajo, -de Castilla, que el Almirante, con el ánsia que tenia de -enviar provision á los que acá estaban, creyendo que al ménos -entre sí vivian en paz, inviaba; el Capitan de las cuales fué -un caballero que se llamó Pero Hernandez Coronel, Alguacil -mayor desta isla, que habia llevado consigo el Almirante, del<span class="pagenum"><a name="Page_161" id="Page_161">[161]</a></span> -cual, en el cap. 82, se hizo mencion. Así como el D. Bartolomé -supo la venida de las carabelas, fué grande el consuelo que -recibió él y los que con él estaban, y determinó de partirse -para Sancto Domingo á poner recaudo en ellas y en lo que en -ellas venia, y para saber nuevas del Almirante y recibir las -cartas del Rey é lo que más convenia; súpolo tambien Francisco -Roldan, y juntó la gente toda de sus alzados y rebeldes, -que le seguian, y acuerda de ir tambien á Sancto Domingo -para saber qué nuevas venian del Almirante y de Castilla, y -qué gente de nuevo, y así proveer lo que le cumplia. Detúvose -cinco ó seis leguas de la villa, porque no osó llegar allá, -temiendo que contra D. Bartolomé no prevalesceria, por la -gente que allí habia y la que en las carabelas venia. Rescibidas -las cartas del Almirante, y visto el favor que los Reyes le -habian dado, y mercedes de nuevo á él hechas, que abajo -diremos, y entre ellas fué una, que instituian al dicho don -Bartolomé por Adelantado de todas estas Indias, y como á -mucha priesa el Almirante entendia en se despachar con otros -seis navíos; rescibió el Adelantado, D. Bartolomé, ya constituido -Adelantado, grandísimo favor y alegría, y los que le seguian, -como si resucitaran de muerte á vida; y, porque el Almirante -hallase la tierra sin los alborotos, confusion y daños -en que estaba, como ya le esperase cada dia, y venido pudiese -descansar de sus tan prolijos trabajos algo, con alegría, -envió al dicho Capitan de las dichas carabelas y Alguacil mayor -desta isla, Pero Hernandez Coronel, porque era hombre -prudente y de auctoridad, y con él algunos otros que lo -acompañasen, á que hablase á Francisco Roldan y á los demas -que le seguian, sobre que se redujesen á la obediencia y -so la gobernacion del dicho D. Bartolomé, que ya le podemos -llamar el Adelantado, y para ello les diese seguro y prometiese -perdon de la desobediencia y escándalos y daños pasados, -y los que sustentaban de presente. Llegado á ellos, queriéndoles -hablar, dijeron los principales, temiendo que la gente -comun no se persuadiese oyéndolo, que se apartase y no hablase -sino con quien habia de hablar, y se probó que habian<span class="pagenum"><a name="Page_162" id="Page_162">[162]</a></span> -dicho, «apartaos allá traidores,» si nó, que les tirarian con -las ballestas y que si se tardaran las carabelas ocho dias, -hobieran preso ó muerto al Adelantado, y que todos fueran -ya unos; el Coronel habló con el Francisco Roldan -y con los principales, encareciéndoles la desobediencia y -escándalo, peligro y detrimento en que ponian toda la isla, -y lo que Dios se ofendia y eran deservidos los Reyes, y otras -cosas que les pudieron mover, pero, al cabo, con solas respuestas, -no honestas y áun más que deshonestas, y de soberbios -y obstinados, Pero Hernandez Coronel y los que fueron con -él, se volvieron. Francisco Roldan y sus alzados tomaron el -camino del reino y provincia de Xaraguá, donde, para cumplimiento -de todos los vicios, hallaron el aparejo y paraíso, -libertad é impunidad que buscaban. Desque D. Bartolomé vido -que por bien no podia reducirlos, hizo proceso contra él y los -que con él se alzaron, y, llamados por sus pregones, al cabo -sentenciólos en rebeldía dándolos por traidores. Estos 90 hombres -de trabajo, que en estos dos navíos envió el Almirante, -vinieron con pacto y conveniencia de trabajar en todos los -trabajos de las minas y en cortar brasil, lo que entónces se -creia que habia mucho, y así, escribió el Almirante al Adelantado, -su hermano, y yo ví la carta, que si hallase alguna -persona de los que estaban acá y sabian de las minas, -que le diese una cuadrilla de aquellos trabajadores, que sacasen -oro, y que diesen cada dia cierta cantidad de oro, y lo -demas que sacasen fuese para ellos; 14 dellos venian señalados -para cultivar y labrar la tierra, y sembrar trigo y lo demas. -De donde parece que nunca pensó el Almirante echar -indios á las minas, como despues la maldad y cudicia inventó, -sino que diesen tributo de oro ó de lo que tuviesen, como -arriba pareció. Parece tambien que en aquel tiempo no habia -la soberbia en los hombres de trabajo y labradores, que á estas -tierras venian, como despues hobo, que, en pasando acá, luego -presumieron, y hoy presumen, por gañanes y rústicos que -sean, de no trabajar, sino holgazanear y comer de ajenos -sudores; pero la causa desta desórden, soberbia y ambicion,<span class="pagenum"><a name="Page_163" id="Page_163">[163]</a></span> -y haraganía desproporcionada de sus estados y de toda -razon, fué la tupida y cudiciosa y no excusable ceguedad del -infelice inventor de aquella pestilencia vastativa de tanta parte -y tan grande del linaje humano, que fué repartir los indios -desta isla á los cristianos, como si fueran vacas ó cabras, como -en el libro II, placiendo á Dios, se contará. Esta levantó los -corazones de las viles y serviles personas á pensar y presumir -de sí mismos, que habiendo nacido para servir y trabajar -corporalmente y ser mandados, en poniendo el pié en esta -tierra no asentaban con nadie, y ya que querian asentar, no -para abajar el lomo en servicio alguno corporal, sino para -estar y andar enhiestos, y, con una varilla en la mano, ser verdugos -de los mansos y humildes indios, y mandar.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_164" id="Page_164">[164]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXX.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Todos estos levantamientos y disensiones de entre estos -alzados y no alzados, resultaban en grandes aflicciones, angustias, -trabajos y daños de los indios, porque, donde quiera -que llegaban los unos ó los otros, les comian los bastimentos, -los llevaban con cargas de tres ó cuatro arrobas á cuestas, -los hacian mil fuerzas y violencias en las personas y hijos y -mujeres, mayormente los de Francisco Roldan, que más perdida -y desenfrenada, en esto y en todo, tenian la vergüenza; -en fin, los unos y los otros, sin temor de Dios ni mancilla -destas inocentes gentes, los mataban y destruian por esquisitas -y nuevas maneras de crueldad, y acaecia, no muy raras -veces sino muchas y cada dia, que por su pasatiempo, asaeteaba -el indio para probar si le pasaba con su ballesta, y hacian -pasar un indio, para con su espada cortarlo por medio; -pasaba el cordero y dábale un revés, y, porque no le cortaba -de un golpe, tornaba á hacer que pasase otro y otros, y así -despedazaban cuantos se les antojaba, riendo. Si con la carga -de cuatro arrobas que llevaban se cansaban, dejarretábanlos, -y echaban las cargas por sobrecargas á otros, y tambien á -las mujeres, las cuales, por no poder llevar la carga, darle -de estocadas y echar la carga de aquella sobre las otras, y -caer otra con la que llevaba, y luego tambien matarla; y otras -execrables crueldades, que nunca fueron por hombres imaginadas. -Con estas vejaciones y malos tratamientos que sobrevinieron -á las cargas de los tributos, pasadas y presentes, y -á otras muchas que se les habian hecho (aunque Roldan publicaba -santidad, que no tributasen, y que por aquesta -causa se apartaban del Adelantado él y aquella su gente), -los indios de toda la comarca de la Vega y del señorío del<span class="pagenum"><a name="Page_165" id="Page_165">[165]</a></span> -rey Guarionex, viendo tambien que por parte del Adelantado -les pedian y amonestaban que pagasen el tributo al Rey, -queriendo, de aborridos, dar en el suelo con la carga, no quisieran -hacer guerra á los cristianos, ó porque tenian ya -experimentado que les caia al cabo el daño sobre la cabeza, ó -porque, en la verdad, Guarionex era hombre pacífico y manso; -finalmente, acordó el Guarionex, é mucha de su gente, de se ir -huyendo á guarecer al reino de otro Rey, señor de las sierras -y tierra, aguas vertientes hasta la mar del Norte, pasado el -anchor de la Vega, porque aguas vertientes al Mediodia, que -es el Sur, era el reino de Guarionex. Aquel Rey é señor de -las dichas sierras y tierra hasta la dicha mar, tenia por nombre -Mayobanex, por otro nombre le llamaban los españoles el -Cabron no sé otra causa, sino por escarnio, como solian poner -nombres, á los señores, vituperiosos como los hallaron desnudos; -segun que yo cognoscí hombre español, que al Cacique -y señor con quien él pudiera vivir por mozo de espuelas -llamaba Aon, que en la lengua de los indios quiere decir -perro. Pedro Mártir dice en su Década primera, que Cabron -se nombraba la casa, ó título de la casa, ó pueblo principal -real del dicho Mayobanex, lo cual, yo que muchas veces lo -oí nombrar, y yo, yéndome al hilo de la gente, lo nombré, no -por honra sino por escarnio, Cabron entendí que le habian -puesto. Este era señor de gran número de gente, que habitaba -toda aquella grande serranía, que llamaban ciguayos, cuasi -nazarenos como entre los judíos, porque nunca se cortaban ó -pelaban pelo alguno de sus cabellos, y así traian las cabelleras -crecidas hasta la cinta, y más abajo de sus cuerpos, y desta -manera solian en Castilla la Vieja, hácia el reino de Leon, -los leoneses, ó castellanos, antiguamente criar los cabellos -como las mujeres, hasta abajo; ansí lo cuenta en su libro III -Strabo: <i>longas ut fæminæ inferius diffundunt comas</i>. Estos ciguayos -eran muy esforzados, aunque todos eran gallinas, al ménos -para con los nuestros, como ni tuviesen armas y anduviesen -desnudos en cueros, segun arriba, en la descripcion -desta isla, de los ciguayos dijimos. Llegado Guarionex á la<span class="pagenum"><a name="Page_166" id="Page_166">[166]</a></span> -casa de Mayobanex, las quejas de las calamidades que padecia -él y sus gentes de los cristianos, con lágrimas y dolor de su -corazon, encarecidamente refiere, ruégale que le tome y reciba -so su amparo y fe, porque ya no quiere sino salvar su persona -sola y su mujer, y hijos, y parientes, desmamparados sus vasallos -todos, pues no los podia defender, ni á los cristianos resistir; -tambien se platicaba entre nosotros que cierto español le habia -forzado y violado la mujer. Recíbele Mayobanex con gran benignidad -y placer, óyele bien la relacion de sus fatigas, servidumbre -y persecucion dél y los suyos tan cruel, y él, que se -las sabia por las nuevas que cada dia le iban de las obras -los cristianos, llora con él y prométele de lo defender y hacer -todo cuanto pudiere por lo libertar; dónde y con quien halló -más gracia y defensa, con benigno acogimiento, que en Alejandría -con Ptolomeo, rey de Egipto, halló Pompeyo, como -cuenta Julio César en sus Comentarios de las guerras civiles, -un poco ántes del fin del lib. III. Hallado ménos Guarionex por -los cristianos, y visto que mucha gente faltaba de los pueblos, -y cada dia se iba más, escriben de la fortaleza de la Concepcion -á Santo Domingo, al Adelantado, que era alzado el rey -Guarionex. Rescibidas las cartas, como Guarionex era tan gran -señor y toda su gente era vecina de las minas y de donde se -cogia el mayor tributo, y, faltando él de acudir con ello, todo -lo de los demas era poco, tomó luego con gran priesa el Adelantado -90 hombres de pié de los más sanos que habia en -Sancto Domingo y algunos de caballo, y partióse para la -Vega ó fortaleza de la Concepcion. Comienza luego á preguntar -á los indios que topaba, y á otros que hacia buscar, dónde -se habia ido Guarionex, responden que no saben; constríñenlos -con amenazas, y, á lo que yo no dudo, con tormentos, -como en estas tierras á cada paso se hizo y suele hacer, y descubren -que está en la tierra de los ciguayos con el rey Mayobanex. -Vá el Adelantado luego allá, sube las sierras con su -gente, desciende á un valle grande por donde corre un rio -caudaloso; halló dos indios espías, el uno se fué y el otro tomaron, -quiérele dar tormento, confiesa sin él la verdad, y esta<span class="pagenum"><a name="Page_167" id="Page_167">[167]</a></span> -era, que poco despues de pasado el rio estaba gran multitud -de gente, ciguayos, en un monte para dar en ellos esperándolos. -Salieron con gran grita, y esta es, cierto, muy temerosa, -disparan millares de flechas juntas, que parecia lluvia, pero -como las tiran de léjos (porque, al ménos en esta isla, no osaban -de, como cognoscieron el cortar de las espadas y más el -correr de los caballos, llegarse mucho), ya llegaban cansadas -y hacian poco fruto; van tras ellos, mayormente los de caballo, -matan algunos, porque los montes tenian cerca por refugio. -Desaparecieron aquella noche todos, y los cristianos -durmieron en aquellos montes. Otro dia, tórnanse á la sierra -en busca de los indios, llegaron á un pueblo que hallaron -vacío, prendieron un indio que les dijo que de allí á tres ó cuatro -leguas estaba el pueblo de Mayobanex, y él allí con gran -escuadron de ciguayos, para pelear aparejado; llegaron á -donde estaban. Desde los montes en que estaban, muchos flecharon -á los cristianos y hirieron á algunos que no les dieron lugar -á arrodelarse; fueron tras ellos, mataron muchos y asaetearon -muchos con las ballestas, y con las espadas desbarrigaron -y cortaron brazos y piernas á hartos, y no fueron pocos los que -prendieron por esclavos; de los presos envió el Adelantado -uno que dijese á Mayobanex, que no venia á hacerle guerra -ni á los suyos, ántes deseaba tener su amistad, y la ternia -siempre que él quisiese, sino en busca de Guarionex, el cual -sabia que tenia escondido, y á su persuasion hacia á los -cristianos guerra, por tanto, que le rogaba y requería que le -entregase á Guarionex, y que le seria siempre su buen amigo -y favoresceria siempre en lo que tocase á su reino y gentes -dél, y si nó, que creyese que lo habia de perseguir á fuego y -á sangre hasta destruirlo. Bien será, cierto, notar la respuesta -de Mayobanex; respondió: «decidles á los cristianos, -que Guarionex es hombre bueno y virtuoso, nunca hizo mal -á nadie, como es público y notorio, y por eso dignísimo es de -compasion de ser en sus necesidades y corrimiento ayudado, -socorrido y defendido; ellos, empero, son malos hombres, tiranos, -que no vienen sino á usurpar las tierras ajenas, y no<span class="pagenum"><a name="Page_168" id="Page_168">[168]</a></span> -saben sino derramar la sangre de los que nunca los ofendieron, -y por eso, decidles que ni quiero su amistad, ni verlos, ni -oirlos, ántes, en cuanto yo pudiere, con mi gente, favoresciendo -á Guarionex, tengo de trabajar de destruirlos y echarlos -desta tierra;» y porque aquesta respuesta deste Rey no piense -alguno que la finjo de mi casa, verla han los que quisieren, -en el cap. 6.º de la primera Década por Pedro Mártir, donde -hace mencion della. ¿Qué mayor humanidad, hospitalidad, y -clemencia, y compasion de la fortuna adversa ajena, pudo -ser que aquesta? Cierto, no fué mayor la que el Senado romano -tuvo con el rey Ptolomeo, que, despojado del reino por -un su hermano menor, injustamente, viniendo por socorro á -Roma, disimulado con viles vestidos y con pocos criados suyos, -como se fué á posar á casa de un pintor, natural de Alejandría, -sabido por el Senado, enviáronse á excusar de no -haber enviado un Questor, como era costumbre en Roma, ni -hecho todo el recibimiento que se debia, no por negligencia -del Senado haber sido el defecto, sino por no saber con -tiempo su venida; el cual, venido, mandáronlo aposentar segun -merecia, y que le vistiesen de reales vestiduras, y cada -dia se le diese lo que convenia á su sustentacion y de los suyos, -suntuosa y abundantemente, prometiéndole tambien todo -el favor y ayuda para recuperar su reino. Este ejemplo cuenta -Valerio Máximo, lib. V, cap. 4.º, y otro semejante de Tigrano, -rey de Armenia la mayor, al cual, como Mithridates, rey de -Ponto, por el gran Pompeyo vencido y echado del reino, -huyendo, fuese á pedir socorro, no sólo con benignidad señalada -lo recibió, pero prometióle todo el favor necesario para -cobrar su reino, y como lo prometió así lo cumplió, que, -juntado grande ejército, hizo grandes estragos en los romanos -ejércitos, segun cuenta Tullio en la «Oracion Pompeyana,» -y Valerio en el libro susocitado, cap. 481, hace tambien -mencion dello. Ciertamente, para entre aquellas gentes tan -políticas y delgadas en ingenio, y enseñadas en ciencias y -doctrinas, no parece mucho de maravillar todo esto, pero en -estas tan ocultas y tan apartadas acá, desnudas, en cueros,<span class="pagenum"><a name="Page_169" id="Page_169">[169]</a></span> -sin letras, sin doctrina, bárbaras, aunque no sin suficiente -policía, hallarse tanto socorro y abrigo, tanta defensa y clemencia -con tanto su peligro, cosa es de admiracion, y de -creencia que no carecen de razon y humanidad como cualesquiera -otros hombres, harto digna.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_170" id="Page_170">[170]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXI.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Tornando á la prosecucion de la guerra, oida por el Adelantado -la intencion del rey Mayobanex, mandó quemar y -destruir cuanto hallasen; quemaron los pueblos que allí é por -los alrededores habia. Fueron adelante; tornó el Adelantado á -embiar mensajeros á Mayobanex, diciendo que le enviase -algunas personas de sus mas privados, para tratar de paz, -porque no queria destruirle su gente y su tierra. Envióle un -principal y otros dos que le acompañasen, al cual el Adelantado -habló largo, diciéndole que dijese á su señor Mayobanex -que ¿por qué queria, por Guarionex, perder á sí é á su gente y -á su reino, que era locura? no le pedia otra cosa, sino que le -entregase á Guarionex, que habia incurrido en muchas penas, -porque no pagaba los tributos que debia á los reyes de -Castilla, impuestos por el Almirante, su hermano, y, demás -desto, habíase huido y escondido, y que si se lo entregase -siempre serian amigos, y que si nó que supiese de cierto que -lo habia de destruir. Gentil título alegaba el Adelantado, y grandes -culpas habia Guarionex cometido contra los reyes de Castilla; -no haberles pagado los tributos que el Almirante le habia -impuesto, con violencia y tiránicamente, y huirse y esconderse -por no poder sufrir tan execrables injusticias, teniendo siempre -justa guerra Guarionex contra él y contra los que con él -andaban, y contra los reyes de Castilla, si, con su autoridad -ó ratihabicion el Almirante se los imponia. Pero yo tengo por -cierto, que si los Reyes advirtieran en ello y supieran con -cuanto derramamiento de sangre humana, y escándalo de la fe -y escarnio de la natural justicia, y cuan contra razon de hombres -se les impusieron, que ni los consintieran, ni quisieran, ni de -la aprobacion dellos ratihabicion tuvieran. Así que, oidas las<span class="pagenum"><a name="Page_171" id="Page_171">[171]</a></span> -palabras del mensajero, llamó Mayobanex á su gente; dáles -parte de la mensajería y sentencia del Adelantado y de los -cristianos, todos á una voz dicen que les entregue á Guarionex, -pues por él los cristianos los persiguen y destruyen. Respondió -Mayobanex, que no era razon entregarlo á sus enemigos, -pues era bueno y á ninguno jamás hizo daño, y allende -desto, él lo tenia y habia sido siempre su amigo, y le era en -mucho cargo, porque á él y á la Reina, su mujer, habia enseñado -el areyto de la Magua, que es á bailar los bailes de la -Vega, que era el reino de Guarionex, que no se tenia ni estimaba -en poco, mayormente habiéndose venido á socorrer dél -y de su reino, y él haberle prometido defenderlo y guardarlo, -y por tanto, que por ningun riesgo ni daño que le viniese, no -lo habia de desmamparar. Llamó luego á Guarionex y comienzan -ambos á llorar; consuélalo Mayobanex y esfuérzalo -á no temer á los cristianos, porque él lo defenderá aunque -sepa perder su Estado con la vida. Mandó poner sus espías y -gente aparejada en todos los caminos por donde los cristianos -podian venir, é cualesquiera mensajeros cristianos ó indios, -no dejasen alguno con la vida. Envió luego el Adelantado -dos mensajeros indios, uno de los captivos que habian tomado -en la guerra, natural ciguayo, vasallo de Mayobanex, y otro -cognoscido suyo de los de la Vega, y súbdito de Guarionex, -y el Adelantado adelántase, algo tras ellos, con 10 hombres de -pié y cuatro de caballo; desde á poco rato halla los dos mensajeros -muertos en el camino. Rescibió dello el Adelantado grande -enojo y aceleracion de ira contra Mayobanex y determina de -lo destruir; allega toda la gente, y vá al puelo principal de Mayobanex, -donde estaba con mucha gente para pelear, segun sus -pocas ó ningunas armas, y en cueros vivos, con buen denuedo -dispuesto. Llega el furor de los cristianos cerca, desmampara -toda la gente á su propio Rey, como los que sabian por esperiencia -que contra las ballestas y espadas, y ménos contra los -caballos, no podian prevalecer, sino todos perecer; de que se -vido sólo Mayobanex con los pocos que le quedaron, que eran -sus deudos y más allegados, acuerda tambien en las montañas se<span class="pagenum"><a name="Page_172" id="Page_172">[172]</a></span> -valer. Indignada la gente de los ciguayos contra Guarionex, por -ser causa de sus corrimientos y miserias, determinan de lo matar -ó entregarlo á los cristianos, porque cesen sus tribulaciones; -pero Guarionex tuvo modo sólo de escaparse, metiéndose entre -peñas comiendo hierbas crudas ó unas raíces que se llaman -guayaros, llorando su infelicidad y que tan sin causa ni razon -padecia. En estas entremedias, los cristianos de deleites no -curaban, quisieran mucho tener sólo caçabí en abundancia, -padecian mucha hambre y andaban muy trabajados, porque, -aunque ellos persiguen y fatigan los indios en aquellas estaciones -andando, Dios, que es juez justo, con sus mismas obras -dellos los azota y atribula, puesto que les parezca que andan -de los míseros desnudos triunfando. Padecen grandísimas necesidades -de sed y hambre por los montes y sierras (que son -el refugio de los perseguidos y atribulados indios), padecen -increibles trabajos, los cuales, cierto, son tales y tan duros y -tan intolerables, que con ningun encarecimiento podrán ser -significados; y, si como los pasan, por haber dineros y buscar -con dineros el temporal descanso, y al cabo por llevar el camino -del infierno, desembarazado, los padeciesen por conseguir -el fin por el cual les fué lícito, y no para otro, entrar en -estas partes, que no es otro sino traer á Cristo estas gentes, -verdaderamente iguales se harian de verdaderos mártires. Así -que, como anduviesen ya estos, que en esta caza y muertes de -hombres andaban, cansados, hambrientos, y por tres meses -muy fatigados, importunaban al Adelantado, que pues los -indios iban ya desbaratados, que les diese licencia para irse -á la Vega los que allí moraban, á descansar algun poco á sus -casas; dióles licencia, y quedóse con 30 hombres, con los -cuales andaba de pueblo en pueblo y de monte en monte buscando -á ambos á dos señores, Mayobanex y Guarionex, y, entretanto -que no los hallaban, matando y captivando todas las -gentes que encontraban. El Adelantado traia indios hartos que -le llevaban sus cargas y buscaban de comer, cazando de las -hutias, que dijimos que eran los conejos desta isla, y los demas -cristianos tambien traian los indios que podian, donde<span class="pagenum"><a name="Page_173" id="Page_173">[173]</a></span> -quiera que llegaban, por fuerza ó por grado haber, y si hallaban -un perro de los de Castilla, inviaban á cazar miéntras -ellos andaban hombres cazando; y acaso, ciertos destos cazadores -topan con dos espías, y, sino eran espías, dos hombres -que enviaba Mayobanex por pan y comida á algun lugar de -sus vasallos, y estos tomáronlos. Tráenlos al Adelantado, amenázalos -con tormentos, y quizá dáselos, lo que ha sido siempre -en estas partes muy usado, porque los indios comunmente -son tan obedientes á sus señores, y guárdanles tanto secreto -de lo que les mandan, mayormente que no descubran donde -están, que padecen y sufren grandes tormentos, ántes que -confiesen algo de lo que les mandan callar, y muchos consienten -que por ello los hagan pedazos; finalmente, á poder de -tormentos ó de amenazas, confiesan que saben donde su señor -Mayobanex está. Ofrécense á ir á traerlo preso 12 cristianos; -desnúdanse en cueros, y úntanse con tinta ó tizne negra, -y parte de colorado, que es una fruta de árboles que bixa se -llama, como arriba se ha tocado, de la manera que andan los -indios cuando se ocupan en guerras y ahuyentados. Tomaron -sus guías con buen recaudo, llegaron á donde Mayobanex, con -sola su mujer é hijos y poca familia, estaba bien descuidado; -echan mano á sus espadas que llevaban envueltas en unas -hojas de palmas que llamaban yaguas, que llevaban en los -hombros como que llevasen á cuestas cargas, segun los indios -las llevaban. Mayobanex, espantado, déjase prender por no -verse á sí mismo ó á su mujer y hijos hacerse pedazos; llévanlos -todos al Adelantado atraillados Rey é Reina é Infantes; -huélgase de la presa más que puede ser relatado. Viénense á -la Concepcion con ellos, y echan en grillos y cadenas al Rey -é señor que por dar socorro é defensa y favor (segun que por -la ley natural y la virtud, y la piedad tambien, que debia á su -patria, era obligado), á otro Rey su vecino en suprema miseria -y calamidad puesto, inhumanamente contra toda razon y -justicia, por lo que habia de ser loado de moros y judíos, y -gentiles y de bárbaros, y mucho más de los cristianos, era tan -mal tractado, de su reino y señorío y libertad, con impiedad<span class="pagenum"><a name="Page_174" id="Page_174">[174]</a></span> -cruel, despojado. Andaba en estos corrimientos, trabajos, y -persecucion, con Mayobanex y con su mujer é hijos, una su -prima, ó hermana, que la habia dado por mujer á otro señor, -su vecino, de cierta parte de aquella provincia de los ciguayos; -díjose que era la más hermosa mujer de cuantas en esta isla -se habian visto, aunque en ella hobo muchas de hermosura -señalada; esta fué presa cuando Mayobanex y su casa, su marido -della vivia por los montes, llorando y gimiendo noches y -dias, que ningun remedio de su angustia ni consuelo en cosa -ninguna hallaba. Determina de irse á la Vega y ponerse en -las manos del Adelantado, rogándole y suplicándole, con lágrimas -y tristísimo semblante, que le diese su mujer, y que -él y toda su gente y casa le servirian como esclavos. Dióle -libremente su mujer y algunos principales, que le trajeron -presos al Adelantado. Comenzó luego á ser agradecido, y, de -su propia voluntad, trae 4 ó 5.000 hombres, sin armas, sino -solamente con sus coas, que son unos palos tostados que usan -por azadas, y pide al Adelantado, que dónde quiere que le -haga una gran labranza de pan. Señalándole el lugar, hinche -de labranza un gran campo, que en quince ó veinte dias -que pudo estar, le pudieron hacer tanta labranza de pan, que -valiese entónces 30.000 castellanos. Sabido por la provincia -de los ciguayos que se habia restituido la señora, mujer -de aquel señor, que en toda la tierra era tan nombrada y tan -estimada, parecia á todos los señores y principales de toda la -tierra, que tambien alcanzarian libertad á su Rey é señor -Mayobanex. Acuerdan de venir gran número dellos, y traen -sus presentillos de pan, y hutias, y pescado, todo asado, -porque no tenian otras riquezas, y porque nunca los indios -jamás vienen á los cristianos, mayormente cuando han de pedir -algo, vacías las manos; llegados, ruegan, suplican, importunan -que su señor Mayobanex sea de las prisiones librado, -y que siempre serán obedientes, y servirán al Adelantado y -á los cristianos. Soltó el Adelantado á la Reina y á todos los -presos de su casa, hijos y deudos y criados, pero, en que se -soltase su Rey é señor de las prisiones, ninguna cosa los ruegos<span class="pagenum"><a name="Page_175" id="Page_175">[175]</a></span> -y lágrimas aprovecharon. Desde á pocos dias, como el rey -Guarionex entre las peñas y cavernas de la tierra habitaba, y -no pudiese sufrir más la triste vida que vivia, ni disimular, -mayormente la hambre, salió á buscar de comer, donde no -pudo sino mostrarse á alguno. Como venian cada dia gentes -de los ciguayos á visitar al Rey, su señor, Mayobanex á la fortaleza -de la Vega ó de la Concepcion, y traerle de comer, no -faltó quien diese aviso al Adelantado que Guarionex estaba en -tal parte. Envia cierta cuadrilla de españoles, y indios algunos, -á buscarle; no con mucha dificultad le hallan, y preso á buen -recaudo le traen. Métenlo en la fortaleza de la Concepcion, -apartado de Mayobanex, y tiénenlo allí, de hierros, cadenas -y grillos, y de grandes angustias, cargado, el que la mayor y -mejor parte de toda esta grande isla señoreaba, sin culpa, y -sin razon y justicia, en los lugares y tierras de su jurisdiccion, -sobre otras mil y diez mil vejaciones, agravios y daños -que desque los cristianos en esta isla entraron habia sufrido -y pasado; y así, en aquel argástulo y cárcel estrechísima y -amarga vida, lo tuvieron tres años, hasta que el año de 502 -lo enviaron á Castilla en hierros, y fueron causa que en la -mar pereciese, muriendo ahogado, segun que, placiendo á -Nuestro Señor, en el libro siguiente será relatado. Del otro -buen Rey é piadoso Mayobanex no advertí en preguntar, cuando -pudiera y tractábamos de ambos, en qué habia parado, -creo que murió en la cárcel; habria dos años que habia su -prision y miseria acaecido, cuando yo á esta isla llegué.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_176" id="Page_176">[176]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Estas cosas se hacian en tanto quel Almirante negociaba en -Castilla su despacho para venirse, y fueron semilla de donde nació -su caida, como parecerá; y parece que Dios las permitia (salvos -sus secretos y rectos juicios), por afligir al Almirante y á sus -hermanos, por la injusticia, injurias, daños y crueldad que en -las guerras con estas inocentes gentes habian cometido, y, despues -dellas, en les imponer los tributos que no debian, y para -obviar tambien, que, en lo porvenir, más no le ofendiesen, y -la total consumacion dellas, que otros hicieron, á él ni á ellos -no se imputase, usando de misericordia con él y con ellos. -Porque, segun el ánsia que tenia el Almirante de que hobiesen -provecho los Reyes, para que los gastos que habian hecho -recompensasen, y los que hacian no los sintiesen, (de donde -procedia gran disfavor y abatimiento y cuasi aniquilacion de -la negociacion destas Indias, tomando dello los émulos del -Almirante, á quien nunca él habia ofendido, ocasion para -abatirlo, diciendo á los Reyes que era todo burla cuanto de -las riquezas y oro destas Indias afirmaba y ofrecia, pues no -hacian sino gastar en los sueldos de la gente que acá enviaban, -y mantenimientos que proveian, y no sacaban provecho alguno -de todo ello, de donde temia que los Reyes alzasen -las manos del negocio, y así, sus grandes trabajos, y angustias, -y malas noches, y peores dias que en los descubrimientos -destas partes habia padecido, pereciesen, y él -quedase ó cayese, del estado á que Dios le habia subido, -en perpétua pobreza y sin abrigo), tengo por cierto, -que, si no le fuera impedido con la gran adversidad que al -cabo le vino, con hacer injusta y tiránicamente destas gentes -esclavos, y sacarlos y pagar con ellos la gente que acá venia,<span class="pagenum"><a name="Page_177" id="Page_177">[177]</a></span> -y enviar dellos dineros á los Reyes, ó al ménos suplir los -gastos que los Reyes hacian, él acabará en muy poco tiempo -de consumir toda la gente desta isla, porque tenia determinado -de cargar los navíos que viniesen de Castilla de esclavos, -y enviarlos á vender á las islas de Canarias y de los Azores, -y á las de Cabo Verde, y á donde quiera que bien se vendiesen; -y sobre esta mercadería fundaba principalmente los -aprovechamientos para suplir los dichos gastos y excusar á -los Reyes de costa, como en principal grangería. Y en este error -y ceguedad caia por ignorancia, como arriba creo que he dicho, -no excusable, haciendo quizá cuenta que la gente destas -tierras, por ser solamente infieles, eran de derecho más nuestras -que las de Berbería, como, ni áun aquellas, si en paz -con nosotros viviesen, tratarlas como á estas, haciéndoles -guerra y captivándolas, no chica sino grande ofensa de Dios, -ciertamente, sería. Pero pues ignoraban tan escura y perniciosamente -aquesta injusticia los que los Reyes por ojos y -lumbre tenian, que el Almirante la ignorase, que no era letrado, -cierto, no era gran maravilla, puesto que, pues ninguno -experimentó primero la bondad, mansedumbre, y humildad, -y simplicidad y virtud destas gentes, ni la publicó á los Reyes, -ni al Papa, ni al mundo, sino él, juzgado sólo por la razon -natural y por sí mismo, segun las obras que al principio recibió -dellas, y las que él despues, primero que otro, les hizo, -él mismo y á sí mismo de gran culpa convencería; y verdaderamente, -yo creo, segun que tambien arriba pienso que he -dicho, que la intincion del Almirante, simplemente considerada, -sin aplicarla á la obra, sino supuesto su error é ignorancia -del derecho, que era rectísima. Y cosa es de maravillar, -y, si fuera otra materia que no requiriera lloro, de reir, que -escribia á su hermano sobrecargar los navíos de esclavos, y, -para con la parte que habia de caber á los Reyes, decia estas -palabras: «En esto y en todo es de tener muy justa cuenta, sin -tomar á Sus Altezas nada, ni á otra persona, y mirar en todo el -cargo de la conciencia, porque no hay otro bien salvo servir á -Dios, que todas las cosas deste mundo son nada, y el otro es<span class="pagenum"><a name="Page_178" id="Page_178">[178]</a></span> -para siempre.» Estas son sus formales palabras en la carta -que escribió al Adelantado en los dos susodichos navíos, -y yo la vide, y de su misma letra y mano firmada; y no -hacia cuenta, ni tenia por deservicio de Dios ni tomar á -persona nada, hacer tantos inocentes esclavos, y que para -tener por principal grangería y enviar los navíos llenos de -esclavos, no sintiese que habia de tener con los tristes indios -continuas guerras, ó tomarlos seguros de sus pueblos (como -despues sucedió en muchas destas partes), para hinchir -los navíos de esclavos. Y, para que se vea cuanto fundada -estaba esta grangería en esta isla, de hacer esclavos, digo -lo que ví é oí por mis mismos ojos y oidos: que el dia que -yo llegué á esta isla con otros que veniamos, y echamos anclas -en este puerto de Sancto Domingo, ántes que hombre -de nosotros saltase en tierra, llegáronse á la playa algunos -de los aquí vecinos, y los de la nao, algunos que habian estado -acá, preguntando á los que cognoscian, á voz alta, «enhorabuena -esteis;» responden los de tierra, «enhorabuena -vengais;» los de la nao, «¿qué nuevas, qué nuevas hay en la -tierra?» responden, «buenas, buenas, que hay mucho oro, que -se cogió un grano de tantas libras, y que hay guerra con los -indios porque habrá hartos esclavos, etc.» De las cuales nuevas -hobo en la nao harta alegría y regocijo, porque veniamos -á buen tiempo. Por aquí se verá la ceguedad que se habia, -en todos los que aquí estaban, entablado, habiendo su orígen -de la del Almirante. Y es verdad que, cognosciendo lo que -cognoscí é noticia que tuve, fuera desta materia, de la bondad -del Almirante y de su intincion, que parecia todas las -cosas referirlas y encaminarlas á Dios, á mi me hace grandísima -lástima verle, en esto, de la verdad y de la justicia tan -remoto y desviado. Toda esta digresion he hecho aquí para -mostrar, como tambien, si place á Dios, diré ó tocaré adelante, -que no por lo que algunos pensaban, que era por el mal tratamiento -de los españoles y otros defectos y culpas que le -imponian y levantaban maliciosamente, los Reyes le desfavorecieron -y quitaron el cargo y administracion de la justicia,<span class="pagenum"><a name="Page_179" id="Page_179">[179]</a></span> -que tan digna, agradecida y remuneratoriamente le habian -concedido, y él, tan justamente y con tanta industria, sudores -y laboriosísimos y ciertos peligros é incomparables trabajos -habia merecido y ganado, sino que de lo alto le vino el castigo, -divinalmente ordenado, por las injusticias susodichas, -guerras primeras, y muertes, y captiverios sin causa ni razon -alguna, ántes contra toda razon y ley natural, é imposicion -de tributos indebidos que hizo y cometió, y fué causa que -otros hiciesen, contra éstas y en éstas é inocentes naciones, -que á él ni á otro del mundo nada debian, ántes él á ellos -debia gran deuda, por el muy señalado recibimiento y hospedaje -que le hicieron en el puerto de la Navidad, cuando se -le perdió la nao, y Guacanagarí, el Rey de aquel reino, tanto -lo remedió y consoló, como el mismo Almirante, arriba en el -cap. 59, lo ha bien confesado y encarecido, pudiéndole, á él -y á todos los cristianos que con él venian, hacer pedazos, sin -que hombre del mundo supiera dellos, le quiso Dios, que es -justo juez, afligir y derrocar en esta vida, y á sus hermanos, -y áun á su casa y sucesores en ella, hasta la segunda, al ménos, -generacion (de que somos testigos y adelante se verá, y -tengo por cierto que ha de llegar á la cuarta), y quitarle la -posibilidad de hacer más daños que, cierto, hiciera y es manifiesto, -por lo que está dicho, con su buena intencion. Y es -buena señal que Dios le quiso para sí en la otra vida, pues -en esta le corrigió, y placerá á nuestro Señor, que es en todo -bueno y piadoso para con los hombres, que acabado de lastar -y purgar los sucesores del Almirante, por algunas generaciones, -lo que les cupiere de las culpas pasadas, segun la medida -del divino beneplácito, su casa será crecida y prosperada en -suma futura sucesion; porque tan ilustre y preclara hazaña, -que la Divina providencia quiso efectuar por él, parece ser -cosa creible que su memoria no la ha de consentir perder.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_180" id="Page_180">[180]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Tornando, pues, al hilo de la historia, contado lo que en -esta isla sucedió, absente y en Castilla el Almirante, tornemos -á coser lo que se hizo en su despacho, con lo que arriba en el -cap. 112 dejamos. Dijimos allí como para el despacho del -Almirante le mandaron librar los Reyes seis cuentos, para ocho -navíos que habia pedido que pudiese traer llenos de bastimentos, -y con 300 hombres y 30 mujeres, que acordaron los Reyes -que siempre habitasen en esta isla y ganasen sueldo de -los Reyes, á 600 maravedís cada mes, y 12 maravedís cada dia -para su comida, y cada mes tambien una hanega de trigo, -como arriba se dijo; puesto que no trajo deste viaje todos -300, considerando que algunos de los que acá estaban querrian -por entónces quedar. Para todos los más de 300 traia mandado -que los dejase irse á Castilla, si irse quisiesen, pagándoles -los sueldos del tiempo que acá habian estado, y si quisiesen -quedar más de los 300, se quedasen, pero que sueldo no ganasen, -sino que trabajasen en la tierra de granjear y ayudarse -de su industria y trabajo, pues la isla era tan fértil, y, de grangerías -y muchos bienes y riquezas de oro y metales, capaz. Los -cuatro cuentos, destos seis, eran para emplearlos en bastimentos, -y los dos para pagar la gente (porque á los que venian -en los navios, pagaron los seis meses), y lo que desto sobrase, -para pagar á los que acá estaban que se hobiesen de ir á Castilla. -Librados estos cuentos, aunque no cobrados, llegaron los -tres navíos, que en el cap. 111 dijimos que halló el Almirante -en la bahía de Cáliz, para acá, donde vino por piloto y Capitan -Peralonso Niño, y en el cap. 113, que el Adelantado los -habia hinchido de indios por esclavos; estos navíos llegaron -de vuelta en Cáliz á 29 de Octubre de aquel año de 1496<span class="pagenum"><a name="Page_181" id="Page_181">[181]</a></span> -años. Escribió luego, á priesa, el dicho Peralonso Niño á los Reyes -y al Almirante, pidiendo albricias porque traia cantidad -de oro, y debia llamar oro á los muchos indios que traia -por esclavos, como quien dijera, oro es lo que oro vale; hizo -dos grandes faltas y liviandades, indiscretamente, como marinero, -y no como hombre criado en la corte ó en palacio; el -uno, que se fué luego á la villa de Moguer á holgar á su casa, -guardando siempre consigo las cartas que traia del Adelantado, -y no llegó á la corte hasta fin de Deciembre, que estaban -los Reyes ya enhadados de esperarlas, y el Almirante como de -una escarpia colgado, porque no sabian cosa de lo que acá -habia ó pasaba; el otro fué, hacer grandes asonadas que traia -cantidad de oro, y despues hallóse que no traia cuasi nada. No -sirvió su escribir pidiendo albricias sino de que, como el rey -de Francia tomó aquellos dias una villa, creo que de Salses, -del Condado, pienso, de Ruisellon, y tuvieron los Reyes necesidad -de proveer gente de nuevo para fortalecer á Perpiñan, -y no tenian dineros para ello, dijeron los Reyes al Almirante, -que, «pues el piloto Peralonso traia oro en cantidad, dello se -suplirá lo que os estaba librado, y más.» Tómanse los seis cuentos -y gástanse para Perpiñan; llega el piloto, dá las cartas, -y parece su liviandad. Hobieron harto enojo los Reyes, no tanto -por no traer oro, cuanto por haber detenido tantos dias las -cartas, segun escribió el Adelantado, en los dos navíos que arriba, -cap. 119, se dijeron, al Almirante; y, á lo que yo conjeturo, -hobieron, no alegría, sino aumento de su enojo por -saber que traian tantos indios por esclavos, como en el libro -II, placiendo á Dios, por buenos argumentos se cognoscerá. -Pero el enojo y pena que el Almirante rescibió de la burla y -vanidad del piloto, por no salir lo que habia escrito, de traer -cantidad de oro, verdad, bien creo que fué mayor, que aguó -y enturbió el placer que pensó recibir, ó recibió de haber enviado -el Adelantado, su hermano, los navíos llenos de esclavos. -Aquí dió otro vaiven la negociacion indiana, y sobrevinieron -no chicos disfavores, de ser burla las cosas destas partes, -como los émulos y no émulos estimaban ó murmuraban, al<span class="pagenum"><a name="Page_182" id="Page_182">[182]</a></span> -Almirante; y así lo escribió el Almirante á su hermano, el -Adelantado, que este negocio de las Indias estaba en tanta -infamia que era maravilla. ¿Como le habia de dar Dios favor -ni alegría con la venida de los tres navíos, viniendo como venian -llenos de inocentes hechos esclavos, que tantos moririan -por la mar, sin fé y sin sacramentos, y que tantos, despues -de llegados allá, sin cognoscimiento de su Criador, morian -ántes que supiesen entender nuestra lengua, ni cosa hablar, -como es cierto morir los más luego, por ser gente tan delicada? -Tornó el Almirante á procurar los cuentos gastados -para Perpiñan, con grandes angustias y trabajos y amarguras, -tanto, que dijo que le habian hecho aborrecer la vida. A -cabo de mucho tiempo, por las grandes necesidades que los -Reyes tenian, dieron saca de trigo para Génova, y, con venderla, -se pudieron juntar dos cuentos y ochocientos mil maravedís; -faltaba lo demás para los cuatro cuentos que se habian -de emplear en los bastimentos de las ocho naos ó navíos que -habia de aparejar y llevar cargados; faltaban tambien los dineros, -que se habian de dar, de los sueldos y fletamentos de -los navíos y soldadas de marineros. Parecióme poner aquí las -palabras que escribe cerca desto á su hermano: «Sabe nuestro -Señor cuantas angustias por ello he pasado, por saber como -estaríades; así que, estos inconvenientes, bien que yo los diga, -prolijos, con péndola, muchos más fueron en ser, atanto que -me hicieron aborrir la vida por la gran fatiga que yo sabia en -que estaríades; en la cual me debeis de contar con vos juntamente, -porque, cierto, bien que yo estuviese acá absente, -allá tenia y tengo el ánima presente, sin pensar en otra cosa -alguna, de contino, como nuestro Señor dello es testigo, ni -creo que vos pongais ni vuestra ánima duda en ello, porque, -allende la sangre y grande amor, el efecto del caso y la -calidad del peligro y trabajo, en tan longincuas partes, amonesta -y constrinje más el espíritu y sentido á doler cualquier -fatiga que allá se pueda imaginar, que nó si fuese -en otra parte. Aprovecharia mucho á esto si este sufrimiento -se sufriese por cosa que redundase al servicio de<span class="pagenum"><a name="Page_183" id="Page_183">[183]</a></span> -nuestro Señor, por el cual deberíamos trabajar con alegre -ánimo; ni desayudaría á pensar que ninguna cosa grande se -puede llegar á efecto salvo con pena, y asimismo consuela á -creer que todo aquello que se alcanza trabajosamente se posée -y cuenta con mayor dulzura. Mucho habria que decir en esta -causa, mas porque de vos no es la primera que hayais pasado -ni yo visto, dejaré para hablar en ello más despacio y de palabra, -etc.» Esto escribió el Almirante á su hermano. Ciertamente -son de notar estas palabras, y, sobre todo, como todas -sus cosas ponia en Dios; y, allende desto, podemos notar que -nunca hombre, en muchos tiempos pasados, tanto trabajo padeció -ni bebió tantas amarguras por hacer grande hazaña y -obras heróicas, que ménos con dulzura ni con más amargura -sus trabajos y sudores contase, ni pudiese contar, sino el Almirante. -Del poseer lo que habia ganado con aquellos trabajos, -cuan poco y momentáneo fué el tiempo desde que lo comenzó -á gozar hasta que se lo quitaron, y aquello con cuantas -zozobras y vida tan amarga y atribulada, por lo que está -dicho y por lo que se dirá, se podrá bien adevinar. Finalmente, -lo más que pudo trabajó, con los dineros primeros que -le libraron, de hacer aparejar las dos carabelas, que arriba -dijimos, que llevó Pero Hernandez Coronel con los 90 hombres, -cargadas de bastimentos, y que llegaron á buen tiempo, -cuando bien hobo menester el favor que llevaban el Adelantado, -que Francisco Roldan determinaba en la fortaleza de la -Concepcion cercarlo; y estas despachadas, dió priesa en lo -demas que restaba para su despacho, que consistia en aparejar -los seis navíos que quedaban.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_184" id="Page_184">[184]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXIV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Los católicos Reyes, como muy agradecidos y virtuosísimos -Príncipes, cognosciendo el gran servicio que habian del -Almirante recibido, y vistos y considerados sus grandes trabajos -y el poco provecho que habia hasta entónces habido, -hiciéronle nuevas mercedes en todo aquello que él les suplicó, -y áun otras que él no habia pedido, allende que le confirmaron -de nuevo las viejas que le habian hecho, y todos sus privilegios -al principio concedidos; y, lo primero, confirmáronle -todos los capítulos y mercedes del contrato que hizo con los -Reyes, ántes que viniese á descubrir, y todos los títulos y -preeminencias que en Sancta Fé le concedieron, y despues, -desde á pocos dias, se las ratificaron, entrados en la ciudad -de Granada, y confirmaron en la ciudad de Barcelona, segun -que en los capítulos 33 y 80 largamente pusimos; todo lo -cual, agora de nuevo, en una Patente real referido y supuesto, -los Reyes dicen así:</p> - -<p>«E agora, por cuanto vos el dicho D. Cristóbal Colon, -nuestro Almirante del mar Océano é nuestro Visorey é Gobernador -de la tierra firme é islas, nos suplicastes y pedistes por -merced que, porque mejor é mas cumplidamente vos fuese -guardada la dicha Carta de merced á vos é á vuestros hijos -é descendientes, que vos la confirmásemos é aprobásemos é -vos mandásemos dar nuestra Carta de privilegio della, ó como -la nuestra merced fuese, é Nos, acatando lo susodicho é los -muchos é buenos, é leales é grandes é continuos servicios -que vos, el dicho D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante é Visorey -é Gobernador de las islas é tierra firme descubiertas é -por descubrir en el mar Océano, en la parte de las Indias, nos -habedes hecho y esperamos que nos fareis, especialmente en<span class="pagenum"><a name="Page_185" id="Page_185">[185]</a></span> -descubrir é traer á nuestro poder é so nuestro servicio las -dichas islas é tierra firme, mayormente porque esperamos -que, con ayuda de Dios, nuestro Señor, redundará en mucho -servicio suyo, é honra nuestra, é pro, é utilidad de nuestros -reinos, porque esperamos que los pobladores indios de las -dichas Indias, se convertirán á nuestra sancta fe católica, tuvímoslo -por bien, é por esta nuestra Carta de privilegio, ó por -el dicho su treslado signado, como dicho es, de nuestro propio -motivo é cierta sciencia é poderio real absoluto, de que -en esta parte queremos usar, é usamos, é confirmamos, é -aprobamos para agora é para siempre jamás, á vos el dicho -D. Cristóbal Colon é á los dichos vuestros fijos é nietos é descendientes -de vos é de los vuestros herederos, la sobredicha -Carta nuestra Carta, suso encorporada, é la merced en ella -contenida. É queremos é mandamos, y es nuestra merced é -voluntad, que vos vala y sea guardada á vos é á los dichos -vuestros fijos é descendientes, agora é de aquí adelante, inviolablemente -para agora y para siempre jamás, é por todo -bien é cumplidamente, segun é por la forma é manera que -en ella se contiene. Y, si necesario es, agora de nuevo vos -facemos la dicha merced, é defendemos firmemente que ninguno -ni algunas personas no sean osadas de vos ir ni venir -contra ella, ni contra parte della, por vos la quebrantar ni -menguar, por tiempo alguno, ni por alguna manera, sobre -lo cual mandamos al príncipe D. Juan, nuestro muy caro y -muy amado hijo, é á los Infantes, Duques, Prelados, Marqueses, -Condes, Ricos-homes, Maestres de las Órdenes, Priores, -Comendadores, é Socomendadores, é á los de nuestro Consejo, -Oidores de la nuestra Audiencia, Alguaciles é á otras Justicias -cualesquiera de la nuestra casa é corte é Chancellería, é Alcaides -de los castillos de casas fuertes é llanas, é todos los Concejos -é Asistentes, é Corregidores, Alcaldes, Alguaciles, Merinos, -Prebostes é otras Justicias de todas las ciudades, villas é lugares -de los nuestros reinos é señoríos, é á cada uno dellos, -que vos guarden é fagan guardar esta dicha nuestra Carta de -priviligio é confirmacion, é la Carta de merced en ella contenida,<span class="pagenum"><a name="Page_186" id="Page_186">[186]</a></span> -é contra el tenor é forma de ella non vos vayan ni pasen, -ni consientan ir ni pasar, en tiempo alguno, ni por alguna -manera, so las penas, etc. Dada en la ciudad de Búrgos á -veintitres dias del mes de Abril, año de mil y cuatrocientos y -noventa y siete años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Yo Fernandalvarez -de Toledo, Secretario del Rey é de la Reina, nuestros -señores, lo hice escribir por su mandado, etc.»</p> - -<p>Y porque el Almirante se agravió de haber dado los Reyes -licencia general para venir á descubrir los que quisiesen á -estas Indias (la cual licencia parece arriba en el cap. 107), -alegando el Almirante haber sido dada en perjuicio de las -mercedes que le habian sido hechas y privilegios sobre ellas -concedidos, y los Reyes, como cristianísimos y agradecidos á -tan señalados servicios, no entendian ni querian perjudicarle -ni substraerle cosa de las concedidas, ántes confirmárselas, -como ha parecido, por ende sobre esta razon, hecha relacion -de <i>verbo ad verbum</i> de la dicha licencia, dieron la presente -Carta, y dice así:</p> - -<p>«La cual dicha nuestra Carta y provision, y lo en ella contenido, -el dicho Almirante D. Cristóbal Colon dice, que fué -dada en perjuicio de las dichas mercedes que de Nos tiene, é -de las facultades que por ellas les dimos, é nos suplicó é pidió -por merced que cerca dello mandásemos proveer de remedio -como la nuestra merced fuese. É porque nuestra intincion -é voluntad no fué ni es en perjudicar en cosa alguna al -dicho D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante del mar Océano, -ni ir, ni en que se vaya, ni pase contra los dichos asientos é privilegios -é mercedes que le hicimos, ántes, por los servicios que -nos ha fecho, le entendemos de facer más mercedes, por esta -nuestra Carta, si necesario es, confirmamos é aprobamos los -dichos asientos é privilegios, é mercedes por Nos al dicho Almirante -fechas, é es nuestra merced é mandamos que en todo -y por todo le sean guardadas y cumplidas segun en ellas se contienen. -É defendemos firmemente que alguna ni algunas personas -no sean osadas de ir ni pasar contra ellas ni contra parte -dellas, en tiempo alguno, ni por alguna manera, so las penas<span class="pagenum"><a name="Page_187" id="Page_187">[187]</a></span> -en ellas contenidas. É si el tenor é forma della parte dello en -algo perjudica la dicha provision que así mandamos dar, que -de suso vá encorporada, por el presente la revocamos é queremos -é mandamos que no haya fuerza ni efecto alguno en tiempo -alguno, ni por alguna manera, en cuanto es en perjuicio del -dicho Almirante é de lo que así tenemos otorgado é confirmado. -De lo cual mandamos dar la presente, firmada de nuestros -nombres é sellada con nuestro sello. Dada en la villa de -Medina del Campo á dos dias del mes de Junio de mil cuatrocientos -noventa y siete años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Yo -Fernandalvarez de Toledo, etc.»</p> - -<p>Por esta provision como ha parecido, confirmaron los Reyes -los privilegios y mercedes y asiento que hicieron con él y al -mismo Almirante; y así son cinco veces las que, con la primera, -cuando se hizo y celebró el dicho asiento y capitulacion -los Reyes las ratificaron y confirmaron; la una, en la -villa de Sancta Fé; la segunda, dentro en la ciudad de Granada; -la tercera, en la ciudad de Barcelona; la cuarta, en la -ciudad de Búrgos; la quinta, en la villa de Medina del Campo, -sin otras muchas por cédulas y cartas que le enviaban, certificándole -que las mercedes hechas se le habian de guardar y -con otras acrecentárselas. La primera y segunda fueron en el -año de 1492; la tercera en el año de 1493; la cuarta y la -quinta en el de 1497, como está visto en los capítulos precedentes. -Hiciéronle merced los Reyes, de nuevo, sin las concedidas -al tiempo de la capitulacion y primero asiento, de 50 -leguas de tierra en esta isla Española, del leste al gueste, -que quiere decir de Levante hácia el Poniente; y de -25 del Ártico al Antártico, que es del Norte al Sur, ó Setentrion -al Meridion ó Mediodia, con acrecentamiento de título, -Duque ó Marqués y esto era grande y señalada merced. Y -fuera mayor, los tiempos andando, porque tuviera dueño -aquella tierra, y pudiera crecer y ser poblada de españoles, -y lo estuviera ya y fuera riquísima, y esto, supuesto que -los indios se hobieran de acabar como se acabaron; cuanto -más, que si fuera suya propia y no hobiera de acudir á dar<span class="pagenum"><a name="Page_188" id="Page_188">[188]</a></span> -cuenta á los Reyes, y á darse prisa en suplir los gastos -que hacian y darles provechos, que fué causa, como arriba -es dicho, de usar mal della, imponiéndoles los tributos injustos -é intempestivos, él la curara mejor y temiera que los indios, -sus naturales vecinos y pobladores, haciéndoles guerra -y captivándolos por esclavos, perecieran y menoscabaran. -Dije «tuvieran dueño», porque nunca las Indias jamás lo tuvieron, -como parecerá adelante. Dije «suya propia», entendiendo -con esta condicion, si los Reyes la pudieran dar al Almirante -por suya propia, pero no podian, porque era ajena, conviene -á saber, de los indios vecinos y moradores naturales dellas y -de los Reyes naturales suyos que en ellas reinaban; las cuales, -ni los Reyes ni el Papa que les dió poder para entrar en -ellas (lo cual con toda reverencia quiero que sea dicho), no -los pudieron despojar de sus señoríos públicos y particulares, -estados y libertad, porque no eran moros ó turcos que tuviesen -nuestras tierras usurpadas, ó trabajasen de destruir la religion -cristiana, ó con guerras injustas nos fatigasen é infestasen; -y la ceguedad de aqueste error hizo al Almirante mucho -mal, y á otros muchos que despues dél se han querido -cegar, pero mucho mayor á estas naciones desventuradas, -que por el susodicho error las han venido á estirpar. Suplicó -el Almirante á Sus Altezas, que aquesta merced que le hacian -de las 50 leguas no se la mandasen aceptar, no porque hobiese -salido del dicho error y temiese tomar lo ajeno, sino -por evitar pendencias con los oficiales del Rey, las cuales -sentia bien que no le habian de faltar, levantándole que poblaba -mejor su tierra y 50 leguas que no la del Rey, ó que -habia escogido la mejor; y en esto tenia, ciertamente, razon, -porque, principalmente oficiales del Rey, le perseguian siempre -con harta falta de justicia, y le quitaron su estado, y á -su primer heredero despues dél, como yo sé harta parte, y -así dice él: «Supliqué á Sus Altezas que no me las mandasen -tomar, por evitar escándalo de maldecir y por no perder el -resto, porque, por poco que en ellas se poblase, siempre dirian -las malas lenguas que yo poblaba el mio y dejaba el<span class="pagenum"><a name="Page_189" id="Page_189">[189]</a></span> -suyo, y asimismo que habia tomado del mejor, por lo cual, -nacerian enojos que redundarian á mi daño, que pues Sus -Altezas me tienen hecha merced del diezmo y ochavo del -mueble de todas las Indias, que no queria yo más.» Estas -son sus palabras, y no muy polidas en nuestro romance, pero, -cierto, no por eso dignas de despreciar.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_190" id="Page_190">[190]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p class="pch">Este capítulo prosigue las mercedes que los Reyes le hicieron este año de 1497.</p> - -<p>Hiciéronle los Reyes otra merced, que, porque habiéndose -ocupado el Almirante hasta aquí en descubrir tierra por tierra -y por mar, como el descubrimiento de Cuba y Jamáica, y en -esta isla Española, por tierra, las provincias della, y otras ocupaciones -que tuvo en ella (puesto que las más fueron de injustas -guerras, que hizo á estas gentes, como arriba está dicho, -lo cual los Reyes, ó no sabian cuantas y cuan malas eran, ó -no lo entendian), y así, no habia habido el Almirante sino poco -provecho é interese, y deseaban ayudarle y prosperarle, tuvieron -por bien de le hacer merced, que, puesto que era obligado -á contribuir en los gastos que los Reyes hacian, por la -capitulacion primera, en la ochava parte, pues habia de -gozar la ochava parte de los provechos, que no pagase -cosa alguna de los gastos hasta allí hechos, sino que solamente -bastase lo que puso en el primer viaje cuando vino -á descubrir estas Indias, que puso, sobre un cuento que -los Reyes pusieron, como se dijo arriba en el cap. 33, lo -que más fué menester, que pasó de medio cuento, para -aparejar y despacharse con la nao y dos carabelas con que -descubrió esta isla y las demas, con que de lo que hasta entónces -habia venido á los Reyes, no pidiese diezmo ni ochavo, -que si pusiera el ochavo de los gastos, lo habia de haber de -los provechos, y de lo que él se habia aprovechado hasta entónces -le hacian tambien merced dello; asimismo le hicieron -merced de que lo mismo fuese, que no pagase ochavo, de los -gastos que en aqueste viaje que llevaba los ocho navíos, con -los dos que habia enviado adelante, como ya hemos dicho,<span class="pagenum"><a name="Page_191" id="Page_191">[191]</a></span> -hasta llegar á esta isla. Item, le hicieron merced, que puesto -que por la dicha primera capitulacion, de los provechos que -se hobiesen se habian de sacar primero los gastos y costas, y -despues habia de haber el Almirante el diezmo, y despues el -ochavo, pero, por hacerle merced, quisieron que, por tres -años, se sacase primero el ochavo, de los provechos de las cosas -muebles, para él, sin costa alguna, y despues se sacasen las -costas, y de lo restante se sacase el diezmo para el Almirante, -pero pasados los tres años, quedase la órden dada en la -dicha primera capitulacion; y con tanto que ningun derecho -se le añidiese ni quitase por esta merced, sino que la dicha -capitulacion quedase en su fuerza y vigor, como, ántes que se -hiciese, estaba; la Cédula destas mercedes fué hecha en Medina -del Campo á 2 dias de Junio de 1497 años.</p> - -<p>Hiciéronle tambien merced, que, porque en el primer capítulo -de la dicha primera capitulacion se contenia, que le -hacian y criaban su Almirante, en todas las islas y tierras firmes -que por su mano é industria se descubriesen ó ganasen -en las mares Océanas, para durante su vida, y de sus sucesores -perpétuamente, con todas aquellas preeminencias é prerogativas -pertenecientes al tal oficio, é segun que D. Alonso -Enriquez, Almirante mayor de Castilla y los otros predecesores -lo tenian en sus distritos, mandáronle dar treslado autorizado -de las mercedes y privilegios, honras, prerogativas, libertades, -derechos é salarios que tenia y tiene y goza el dicho -Almirante de Castilla, porque le habian hecho merced que las -tuviese é gozase dellas en las Indias, como las gozaba el de Castilla -en Castilla. Fué hecha esta Cédula en Búrgos á 23 de Abril -de 1497 años, cuya substancia fué, que mandaba á Francisco -de Soria, Lugarteniente del Almirante de Castilla, que residia en -Sevilla, que, luego, sin dilacion, le diese un treslado autorizado, -en manera que hiciese fe, de todos los privilegios é cartas de -merced é confirmaciones que el Almirante de Castilla tenia, -pertenecientes al dicho cargo y oficio de Almirante, por donde -el Almirante de las Indias, é otros por él, llevasen é cogiesen -los derechos é otras cosas á él pertenecientes con el dicho cargo;<span class="pagenum"><a name="Page_192" id="Page_192">[192]</a></span> -porque habia hecho merced al dicho D. Cristóbal Colon -que hobiese é gozase de las mercedes, é honras, é prerogativas, -é libertades, é derechos, é salarios, en el Almirantazgo -de las Indias, que habia y tenia y gozaba el Almirante de -Castilla, etc. Todo estaba y se contenia en la Cédula. Está una -claúsula en el dicho privilegio rodado del Almirante de Castilla, -entre otras, por la cual le hace merced el rey D. Juan, -que, de todas las ganancias que en cualquiera flota ó armada -que por mandado del Rey se hiciese, yendo la persona en -ella del dicho Almirante, aunque la dicha flota, ó parte della -se apartase por su mandado, ó sin su mandado, llevase y ganase -la tercera parte, y las dos otras terceras partes fuesen -del Rey. Por esta cláusula tuvo por cierto el Almirante don -Cristóbal Colon, que le pertenecia la tercia parte de las ganancias, -no solamente de los muebles, pero tambien de las -tierras de todas las Indias; y así de la tercera parte de todas -ellas, si esto fuera verdad, era Señor. Pero á esto se puede -responder, que áun si fueran algunas dehesas de ganados que -hallara en la mar ó tierras despobladas, habia duda si por la -dicha cláusula de los privilegios del Almirante de Castilla le -pertenecia la dicha tercia parte, porque, por la dicha cláusula, -no parece que se conceden al Almirante de Castilla sino -los muebles que por la mar se ganaren, como suelen ser los -despojos de los enemigos, y aquellas cosas que en las batallas -navales los que vencen suelen haber ó adquirir; ántes, creo -yo, tener ménos duda que por los mismos privilegios concedidos -al mesmo Almirante D. Cristóbal Colon, le perteneciera -muy mejor la octava parte de las dichas dehesas, tierras, y -raíces y ganados, y otras cosas, que sin dueños se hallaran por -su persona en la mar, pero tener que le perteneciesen por -cualquiera de los privilegios ó al Almirante de Castilla, ó al -de las Indias, la tercia, ni ochava, ni décima parte destas tierras -y gentes dellas, es error intolerable. La razon es clara: -porque son ajenos y tienen dueños y señores propios naturales -dellas, y cuanto al señorío particular de las cosas que -cada persona privada tiene, y cuanto á los bienes y cosas públicas<span class="pagenum"><a name="Page_193" id="Page_193">[193]</a></span> -y jurisdicciones de los pueblos y de los Reyes, que les -competen de derecho natural, y de todas las gentes, y conviniera -que se le pidiera al Almirante, que ¿dónde halló tal -derecho y quién se lo pudo haber concedido, por el cual, solamente -por descubrir estos reinos y tierras, llenas de pacíficas -y mansas gentes, que tienen sus señores y Reyes libres, -que á ninguno jámas, fuera de sí, por Rey ni señor superior -recognoscieron, se le trespasase luego todo el señorío particular -y público, y el ser y vidas, en él, de todos ellos? Todas -las causas que algunos asignar, de lo contrario desto, quisieron, -son frívolas, vanas y de hombres sin razon y áun sin -Dios, como ya por la misericordia de Dios se va entendiendo, -así que, ni por la capitulacion de los Reyes que con el dicho -Almirante D. Cristóbal Colon hicieron, ni por la que pertenece -de los Reyes pasados al Almirante de Castilla, ni por los unos -ni por otros privilegios, no compete al Almirante de las Indias, -ni se le pudo dar por nadie, destas tierras ni reinos, ni de las -gentes dellos, ni de otra cosa que sea raíz y se halle en ellos, -un sólo pelo ni valor dello; lo que á él pertenece y se le debe -por descubrirlas, es tanto, ante Dios y ante el mundo, y señaladamente -ante los reyes de Castilla, que, salvo el premio -que Dios le dará en el cielo, como yo espero, jámas en este -mundo se le dará ni podrá dar digna ó igual recompensa.</p> - -<p>Fué otra merced que Sus Altezas le hicieron esta: que -ninguna cosa se hiciese ni proveyese en los reinos de Castilla, -tocante á la negociacion destas Indias, sin que asistiesen á -ella, con los oficiales de los Reyes, la persona ó personas que -el Almirante para ello nombrase y deputase, y su poder para -ello tuviesen, con que se hiciese saber á Sus Altezas como tal -ó tales personas eran deputadas y nombradas por el Almirante -para ello; y esto pidió y suplicó el Almirante, porque hobiese -mejor recaudo en la hacienda que á él pertenecia y habia de -haber. Despachóse esta merced en Medina del Campo á 30 de -Mayo el mismo año de 1497.</p> - -<p>Hicieron otra merced sin estas, que le dieron licencia y -facultad que pudiese hacer instituir uno y muchos mayorazgos,<span class="pagenum"><a name="Page_194" id="Page_194">[194]</a></span> -cada y cuando quisiese; así en vida, por simple contrato -y manda, como por donacion entre vivos, como por su testamento -y postrimera voluntad, ó codicilo, por una ó dos ó tres -escrituras, etc., de sus bienes, vasallos, heredamientos, oficios -perpétuos, para que quedase memoria dél y de su casa -y linaje, y porque los que dél viniesen fuesen honrados, acatando -los muchos y buenos, y leales, y grandes, y continuos -servicios que dél habian rescibido y rescibian cada dia, especialmente -en descubrir y atraer á su poder y señorío las -islas y tierra firme que habia descubierto en el mar Océano, -mayormente porque esperaban que redundaria en mucho -servicio de Dios, é á honra de los Reyes, é pró y utilidad de -sus reinos, é porque se esperaba que los pobladores destas -Indias se convertirian á nuestra sancta fe católica, y porque -consideraban que de los Reyes y Príncipes, que no recognoscen -superior, es propia cosa honrar y sublimar sus súbditos -y naturales, especialmente aquellos que fiel y lealmente les -sirven, y porque tambien en se hacer los tales mayorazgos -es honra de la Corona real, etc. Y entre otras cláusulas, muchas -necesarias y favorables dicen, que los bienes que incluyese -en el mayorazgo ó mayorazgos, fuesen imprescriptibles -é impartibles para siempre jamás, y que la persona ó personas -en quien les hiciere ó instituyere, no los puedan vender, -ni dar, ni donar, ni amenguar, ni dividir, ni apartar, -ni los puedan perder ni pierdan por ninguna deuda que -deban, ni por otra razon ni causa, ni por ningun delito ni -crímen, ni exceso que cometan, salvo crímen <i>lesæ majestatis</i>, -ó <i>perdulionis</i>, ó traicion, ó crímen de herejía, etc. Fué hecha -en la ciudad de Búrgos á 23 de Abril del mismo año de 1497. -Y hemos aquí de notar, que en esta provision y otras muchas, -como de alguna parece arriba, hacen mencion los Reyes que -les habia descubierto y dado á tierra firme, y no era así, porque -no habia descubierto sino solas islas, cuasi teniendo por -cierto que se la habia de descubrir, como agora en este viaje -lo hizo.</p> - -<p>Finalmente, le hicieron los Reyes otra merced, que instituyeron<span class="pagenum"><a name="Page_195" id="Page_195">[195]</a></span> -á su hermano D. Bartolomé Colon, Adelantado de -todas estas Indias islas y tierra firme, y la provision comienza:</p> - -<p>«D. Hernando y doña Isabel, etc., por Nos vistos y considerados -los muchos y buenos y leales servicios que vos don -Bartolomé Colon, hermano de D. Cristóbal Colon, nuestro -Almirante del mar Océano, é Visorey, é Gobernador de las islas -nuevamente halladas en las Indias, nos habedes hecho é -facedes de cada dia, é esperamos que nos hareis de aquí -adelante, tenemos por bien y es nuestra merced y voluntad, -que de aquí adelante vos llameis é intituleis Adelantado de -las islas dichas nuevamente halladas en las dichas Indias, é -podades usar é ejercer, é facer en las dichas islas é en cada -una dellas, todas las cosas que los otros Adelantados de los -dichos nuestros reinos pueden facer, é que hallades é gocedes, -é vos sean guardadas todas las honras, y gracias, y mercedes, -y preeminencias, y prerogativas que son debidas é se deben -facer é guardar, segun las leyes por Nos fechas en las Córtes -de Toledo, ó las otras leyes de nuestros reinos, á los otros -nuestros Adelantados dellos, etc. Y Nos, por esta nuestra -Carta, os criamos y facemos Adelantado de las dichas islas y -tierra firme que así nuevamente se han hallado y descubierto -en las Indias, é vos recibimos, é habemos por recibido al -dicho oficio é al uso y ejercicio dél, y mandamos que en ello, -ni en parte dello, embargo ni impedimento alguno vos non -pongan, etc.»</p> - -<p>Fué hecha en Medina del Campo á 22 de Julio del dicho -año 1497.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_196" id="Page_196">[196]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXVI<a name="FNanchor_4_4" id="FNanchor_4_4"></a><a href="#Footnote_4_4" class="fnanchor"><span class="small">[4]</span></a>.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Estando el Almirante para se despachar de la corte, y los -Reyes que lo deseaban ver partido, acaeció que murió el rey -D. Juan de Portogal, y sucedió en aquel reino el rey don -Manuel, que era Duque de Verganza. Tractaron los Reyes de -casar la princesa Doña Isabel, que fué reina de Portugal y -princesa de Castilla, con el dicho rey D. Manuel, y, concluido, -la Reina Católica, su madre, la llevó en fin de Setiembre deste -año de 97 á Valencia de Alcántara, donde vino el rey de Portugal, -y la recibió sin fiestas ningunas. La razon fué, porque -yendo el Rey y la Reina juntos á llevar la dicha señora Reina -Princesa á Ávila, por ver el monasterio de Sancto Tomás de -Ávila, de la órden de Sancto Domingo, y que habia hecho el -Prior de Sancta Cruz, fraile de la mesma órden, Inquisidor -mayor, y el primero que hobo en España, como obra insigne -y señalada y hecha de los bienes que se habian confiscado á -los herejes que se habian quemado, supieron los Reyes que -el príncipe D. Juan, que de Medina del Campo, de donde salió -la corte, se habia ido con la Princesa, madama Margarita, su -mujer, á Salamanca, se habia sentido enfermo; volvióse luego -el Rey, é sola la Reina prosigió el camino con la Princesa, -como dije, para Valencia de Alcántara. Desde á pocos dias -ántes que la Reina volviese, plugo á nuestro Señor de atribular -y poner en luto y en lloro á toda España, con la muerte -del príncipe D. Juan, y desde á algunos dias, por el mes de -Deciembre, permitió la divina clemencia otro azote, que poco -ménos amargó á los Reyes y á los reinos que el primero, que<span class="pagenum"><a name="Page_197" id="Page_197">[197]</a></span> -quedando la princesa Margarita preñada, movió una hija -muerta de siete meses. Los Reyes mostraron grandes ánimos -de paciencia, y, como prudentísimos y animosos Príncipes, -consolaban todos los pueblos por escrito y por palabra. Nombraron -y declararon luego al rey de Portugal y á la Reina, su -mujer, por Príncipes de aquellos reinos de Castilla, y así, aquella -señora, Doña Isabel, hija de los católicos Reyes, fué llamada -la Reina Princesa. El luto que se mandó poner por la muerte -del Príncipe fué jerga blanca muy basta, que ver los grandes -y pequeños que la traian era cosa extraña y penosísima de -ver; despues desto, nunca se acostumbró más en España, por -muerte de Rey ó Príncipe, traer por luto jerga. Todos estos -trabajosos acaecimientos que venian á los Reyes y á aquellos -reinos, eran penosísimos para el Almirante, por ser de su -despacho retardativos, no viendo la hora de su partida, como -que sospechara la confusion y perdicion que, por la rebelion -de Francisco Roldan, en esta isla, entre los cristianos y en destruccion -de los humildes y desamparados indios, habia. É -fuele tambien impedimento, que acordaron los Reyes que no -tuviese ya el cargo de las cosas destas Indias, en Sevilla, el -susodicho Arcediano de aquella iglesia, D. Juan Rodriguez de -Fonseca, que ya era Obispo de Badajoz, sino que lo tuviese -el hermano del ama del Príncipe, Antonio de Torres, y porque -pidió tantas condiciones y preeminencias si habia de tener -aquel cargo, se enojaron los Reyes y lo aborrescieron; -tornaron á confirmar en el encargo al dicho Obispo D. Juan -de Fonseca, y como estaban hechos los despachos, suponiendo -que habia de tener el encargo dicho Antonio de Torres, y -rezaban con él muchas de las Cédulas y Cartas de los Reyes, -hubiéronse de tornar á hacer, por manera que hobo de tener -más tardanza el despacho. Finalmente, hóbose de despachar -de la corte á 21 de Julio del dicho año de 1497, con sus provisiones -é instrucciones de los Reyes.</p> - -<p>El primer capítulo de la Instruccion principal decia desta -manera:</p> - -<p>Capítulo primero de la Instruccion que dieron los Reyes<span class="pagenum"><a name="Page_198" id="Page_198">[198]</a></span> -al Almirante el año de 1497.—Primeramente, que como seais -en las dichas islas, Dios queriendo, proveereis con toda diligencia -de animar é atraer á los naturales de las dichas Indias -á toda paz é quietud, é que nos hayan de servir y estar so -nuestro señorío é sujeccion benignamente. É principalmente -que se conviertan á nuestra sancta fé católica, y que á ellos, -y á los que han de ir á estas tierras en las dichas Indias, sean -administrados los Sanctos Sacramentos por los religiosos y -clérigos que allá están y fueren, por manera, que Dios nuestro -Señor sea servido y sus conciencias se aseguren.»</p> - -<p>Por este capítulo y por el de la Instruccion primera del -segundo viaje, que se puso arriba en el cap. 82 desta historia, -parece claro que nunca la intencion de los Reyes fué que -se hiciese guerra á estas gentes, ni tal jamás mandaron, por -que fuera injustísima su entrada en estas tierras, ni tal intincion -y mando fuera digno de tales y tan católicos Reyes, y -no sólo ellos, pero ni sus sucesores, hasta estos tiempos del -año de 1530, que su nieto, el rey D. Cárlos reina, como parecerá -por el discurso desta historia; sino sola la cudicia y -ambicion de los que á estas tierras vinieron, mayormente de -los Gobernadores, fué la causa de inventar y mover las guerras -contra estas desarmadas y pacíficas naciones, con las cuales -han destruido este nuevo mundo.</p> - -<p>Otra cláusula llevó en esta Instruccion, que dice así:</p> - -<p>«Item, se debe procurar que vengan á las dichas Indias -algunos religiosos y clérigos, buenas personas, para que allá -administren los Sanctos Sacramentos á los que allá están, é -procuren de convertir á nuestra sancta fé católica á los dichos -indios naturales de las dichas Indias, é llevar para ello los -aparejos é cosas que se requieren para el servicio del culto -divino, é para la administracion de los Sanctos Sacramentos.»</p> - -<p>Otros capítulos, cuanto á la sustancia dellos, aunque no -por órden, pusimos arriba en el cap. 113.</p> - -<p>Llegado el Almirante á la ciudad de Sevilla, juntóse con -el Obispo de Badajoz, D. Juan Rodriguez de Fonseca, y, cuan -presto pudieron, despacharon las dos carabelas, de que arriba,<span class="pagenum"><a name="Page_199" id="Page_199">[199]</a></span> -en el cap. 120, dijimos haber llegado á buen tiempo para -favor del Adelantado contra Francisco Roldan, y partiéronse -de Sanlúcar, mediado Enero, año de 1498. Despachadas las -dos carabelas, daba priesa en proveer los seis navíos que quedaban, -que él habia de llevar consigo, y porque los negocios -destas Indias iban cayendo, de golpe, en fama y disfavores de -muchos, como arriba se ha tocado, en especial de los que más -cercanos estaban de los Reyes, porque no iban los navíos cargados -de oro (como si se hobiera de coger, como fruta, de los -árboles, segun el Almirante se quejaba, y arriba se dijo); el -acabar de cargar los seis navíos de los bastimentos, y lo demas -que los Reyes habian mandado, fuéle laboriosísimo y dificilísimo, -pasó grandes enojos, grandes zozobras, grandes angustias -y fatigas; y porque de los oficiales de los Reyes algunos -suelen ser más exentos y duros de atraer á la expedicion de -los negocios, sino es cuando ellos quieren, por presumir de -mayor auctoridad de la que quizá requieren sus oficios, algunos -de los que en el despacho del Almirante, con él y con el -Obispo entendian, diéronle más pena y más trabajo y dilacion -que debieran, y quizá ponian de industria impedimentos en -su partida, no considerando ni temiendo el daño y riesgo que -á los que acá estaban se recrecia, y los gastos que con la gente -que en Sevilla para pasar acá tenia, y los desconsuelos y aflicciones -que causaban al mismo Almirante. Parece que uno debiera -de, en estos reveses, y, por ventura, en palabras contra -él y contra la negociacion destas Indias, más que otro señalarse, -y segun entendí, no debiera ser cristiano viejo, y creo -que se llamaba Ximeno, contra el cual debió el Almirante -gravemente sentirse y enojarse, y aguardó el dia que se hizo á -la vela, y, ó en la nao que entró, por ventura, el dicho oficial, -ó en tierra cuando queria desembarcarse, arrebatólo el Almirante, -y dále muchas coces ó remesones, por manera que lo -trató mal; y á mi parecer, por esta causa principalmente, sobre -otras quejas que fueron de acá, y cosas que murmuraron -dél y contra él los que bien con él no estaban y le acumularon; -los Reyes indignados proveyeron de quitarle la gobernacion,<span class="pagenum"><a name="Page_200" id="Page_200">[200]</a></span> -enviando al comendador Francisco de Bobadilla, que -esta isla y todas estas tierras gobernase; y bien lo temió él, -como parece por un capítulo de la carta primera que escribió -á los Reyes desque llegó á esta isla, donde dice:</p> - -<p>«Tambien suplico á Vuestras Altezas, que manden á las -personas que entienden en Sevilla en esta negociacion, que -no le sean contrarios, y no la impidan; yo no sé lo que allá -pasaria Ximeno, salvo que es de generacion que se ayudan á -muerte y vida, é yo ausente y invidiado extranjero: no me -desechen Vuestras Altezas, pues que siempre me sostuvieron.»</p> - -<p>Estas son sus palabras, donde parece temer lo que luego -le vino, lo cual cansó al Almirante su total calamidad y caida, -que es harta lástima de oir, como se verá, con el favor de -nuestro Señor, en el principio del libro II.</p> - -<p>En este año de 1497, envió el rey D. Manuel de Portugal -á descubrir la India, por la mar, cuatro navíos; salieron de -Lisboa, sábado, á 8 de Julio, habiendo primero el rey don -Juan, su antecesor, enviado ciertos hombres por tierra, el -año 1487, á que hobiesen y le trajesen alguna noticia del -Preste Juan de las Indias, de quien tantas cosas y riquezas, -por fama, oia decir. Pasadas las islas de Cabo Verde, anduvieron -en Agosto y Setiembre y Octubre por la mar engolfados, -por doblar el cabo de Buena Esperanza, con grandes tormentas; -cuando vido que era tiempo, dieron la vuelta los -cuatro navíos sobre la tierra, y á 4 de Noviembre, vieron -tierra y gente, pequeños de cuerpo, de color bazos, los vestidos -que traian eran de pieles de animales, como capas francesas, -traian sus naturas y vergüenzas metidas en unas vainas -de palo, muy bien labradas; las armas que tenian eran varas -tostadas, con unos cuernos tostados por hierros; su mantenimiento -era de unas raíces de hierbas y de lobos marinos, etc.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_201" id="Page_201">[201]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXVII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Embarcado el Almirante y toda la gente, que seria cerca -de 200 hombres, sin los marineros, en seis navíos, hízose á la -vela en el puerto de Sant Lúcar, el dia que abajo se dirá, y -comenzó, como solia, á escribir este su tercero viaje, hablando -con los Reyes desta manera:</p> - -<p>«Serenísimos é muy altos é muy poderosos Rey é Reina, -nuestros señores.—La Sancta Trinidad movió á Vuestras Altezas -á esta empresa de las Indias, y, por su infinita bondad, -hizo á mí mesajero dello, al cual vine con el embajada á su -real conspectu, movido, como á los más altos Príncipes de -cristianos, y que tanto se ejercitaban en la fé y acrecentamiento -della. Las personas que entendieron en ello lo tuvieron -por imposible, y el caudal hacian sobre bienes de fortuna, -y allí echaron el clavo. Pasé en esto seis ó siete años de grave -pena, amostrando, lo mejor que yo sabia, cuanto servicio se -podia hacer á nuestro Señor en esto, en divulgar su sancto -nombre y fé á tantos pueblos, lo que era todo cosa de tanta -excelencia y buena fama y gran memoria para grandes Príncipes. -Fué tambien necesario de hablar del temporal, á donde -se les amostró el escrebir de tantos sabios dignos de fé, los -cuales escribieron historias, los cuales contaban que en estas -partes habia muchas riquezas; y asimesmo fué necesario traer -á esto el decir y opinion de aquellos que escribieron y situaron -este mundo. En fin, Vuestras Altezas determinaron que -esto se pusiese en obra, á que mostraron el grande corazon -que siempre ficieron en toda cosa grande, porque todos los -que habian entendido en ello y oido esta plática, todos á una -mano, lo tenian por burla, salvo dos frailes que siempre fueron -constantes. Yo, bien que llevase fatiga, estaba bien seguro<span class="pagenum"><a name="Page_202" id="Page_202">[202]</a></span> -que esto no vernia á ménos, y estoy de contino, porque es -verdad que todo pasará, y no la palabra de Dios, y se complirá -todo lo que dijo; el cual tan claro habló destas tierras -por la boca de Isaías en tantos lugares de su Escritura, afirmando -que de España les sería divulgado su sancto nombre. -É partí en nombre de la Sancta Trinidad, y volví muy presto, -con la experiencia, de todo cuanto dije, en la mano. Tornáronme -á enviar Vuestras Altezas, y en poco espacio digno, -no de<a name="FNanchor_5_5" id="FNanchor_5_5"></a><a href="#Footnote_5_5" class="fnanchor">[5]</a> le descubrí, por virtud divina, 333 leguas de la -tierra firme, fin de Oriente, y 700 islas de nombre, allende -de lo descubierto en el primer viaje, y le allané la isla Española, -y boxa más que España, en que la gente della es sin -cuento, y que todos le pagasen tributo. Nació allí maldecir y -menosprecio de la empresa cometida en ello, porque no habia -yo enviado luego los navíos cargados de oro, sin considerar -la brevedad del tiempo, y lo otro, que yo dije, de tantos -inconvenientes; y en esto, por mis pecados ó por mi salvacion -creo que será, fué puesto en aborrecimiento y dado impedimento -á cuanto yo decia y demandaba, por lo cual, acordé -venir á Vuestras Altezas y maravillarme de todo, y mostrarles -la razon que en todo habia, y les dije de los pueblos -que yo habia visto, en qué, ó de qué, se podian salvar muchas -ánimas; y les truje las obligaciones<a name="FNanchor_6_6" id="FNanchor_6_6"></a><a href="#Footnote_6_6" class="fnanchor">[6]</a> de la gente de la -isla Española, de como se obligaban á pagar tributo, y les tenian -por sus Reyes y señores; y les truje abastante muestra -de oro, y que hay mineros y granos muy grandes, y asimesmo -de cobre; y les truje de muchas maneras de especería de -que sería largo de escrebir, y les dije de la gran cantidad de -brasil, y otras infinitas cosas. Todo no aprovechó para con algunas -personas que tenian gana y dado comienzo á maldecir<span class="pagenum"><a name="Page_203" id="Page_203">[203]</a></span> -del negocio, ni entrar con fabla del servicio de nuestro Señor, -con se salvar tantas ánimas<a name="FNanchor_7_7" id="FNanchor_7_7"></a><a href="#Footnote_7_7" class="fnanchor">[7]</a>, ni á decir que esto era grandeza -de Vuestras Altezas, de la mejor calidad que hasta hoy -haya usado Príncipe, porque el ejercicio é gasto era para el -espiritual y temporal, y que no podia ser que, andando el -tiempo, no hobiese la España de aquí grandes provechos, pues -que se veian las señales que escribieron de lo de estas partidas, -tan manifiestas, que tambien se llegaria á ver todo el otro -cumplimiento, ni á decir cosas que usaron grandes Príncipes -en el mundo para crecer su fama, así como Salomon, que -envió desde Jerusalen, en fin de Oriente, á ver el monte Sopora, -en que se detuvieron los navíos tres años, el cual tienen -Vuestras Altezas agora en la isla Española. Ni de Alexandre, -que envió á ver el regimiento de la isla de Taprobana en India, -y Nero César á ver las fuentes de Nilo, y la razon porque -crecian en el verano cuando las aguas son pocas, y otras -muchas grandezas que hicieron Príncipes, y que á Príncipes -son aquestas cosas dadas de hacer; ni valia decir que yo -nunca habia leido que príncipes de Castilla jamás hobiesen -ganado tierra fuera della, y que esta de acá es otro mundo -en que se trabajaron romanos, y Alexandre, y griegos para -la haber con grandes ejércitos, ni decir del presente, de los -reyes de Portogal, que tuvieron corazon para sostener á Guinea, -y del descubrir della, y que gastaron oro y gente, atanta, -que quien contase toda la del reino, se hallaria que otra -tanta como la mitad son muertos en Guinea, y todavia la -continuaron hasta que les salió dello lo que parece; lo cual, -todo, comenzaron de largo tiempo, y há muy poco que les -da renta. Los cuales tambien osaron conquistar en África, -y sostener la empresa, de Cepta, Tanjar, y Arguin, y Angola, -y de contino dar guerra á los moros, y todo esto con -grande gasto, sólo por hacer cosa de Príncipes, servir á Dios<span class="pagenum"><a name="Page_204" id="Page_204">[204]</a></span> -y acrecentar su señorío. Cuanto yo más decia, tanto más se -doblaba á poner esto á vituperio, amostrando en ello aborrecimiento, -sin considerar cuanto bien pareció en todo el mundo, -y cuanto bien se dijo en todos los cristianos de Vuestras Altezas -por haber tomado esta empresa, que no hobo grande ni -pequeño que no quisiese dello carta; respondiéronme Vuestras -Altezas riéndose y diciendo que yo no curase de nada, -porque no daban auctoridad á quien mal les decia desta -empresa.»</p> - -<p>Cerca de lo que hasta aquí ha dicho el Almirante con su -simple y humilde manera de hablar, es bien apuntar y notar -y declarar, para los que no tienen mucha noticia de antiguas -historias, algunas cosas. Lo primero reza lo que dice, que los -antiguos que escribieron que en estas tierras habia muchas -riquezas, se ha de entender, segun que aquestas tierras son -parte de la India, y lo último della, de que á mí duda ninguna -queda, y así el Almirante lo sintia y en busca dellas venia; -y dello se pueden colegir muchos argumentos, y uno es, -por la grandeza de la India, que, segun Pomponio Mela, lib. III, -cap. 7.º de su «Cosmografía,» y Plinio, que fué despues dél, libro -VI de su «Natural Historia,» que desde derecho del monte -Tauro, yendo hácia el Austro y volviendo al Occidente, tenian -de ribera, de costa de mar, tanto camino cuanto los navíos -podian andar en sesenta dias con sus noches, que, al ménos, -podian ser más de 1.500 leguas y podian llegar á 2.000, (puesto -que en Plinio se diga cuarenta dias, puede haberse errado en -poner cuarenta por sesenta, poniendo la letra <i>X</i> atras de la -letra <i>L</i>); y por esta su grandeza fué muchos tiempos estimada -la India por la tercera parte de todas las tierras, como dice -Plinio, lib. VI, cap 17, y Solino en su Polistor, cap. 65. Dice -más Pomponio Mela: que tanto se extienden las Indias hácia -el Mediodia, que en alguna parte dellas no se pueden ver la -Osa Menor, que llamamos la Bocina ó las Guardas, ni la Mayor, -que es el Carro, que ambas á dos, en veinte y cuatro -horas, dan una vuelta á la estrella del Norte y al mismo polo. -Esto bien averiguado es ya en las islas de Mallorca y en algunas<span class="pagenum"><a name="Page_205" id="Page_205">[205]</a></span> -partes de nuestra tierra firme y en otras descubiertas -por nos y por los portogueses. Es otro argumento, haber en -estas islas y tierra firme papagayos verdes, los cuales, en ninguna -parte del mundo se halla que sean verdes, segun dice -Plinio, lib. X, cap. 42, y Solino en el lugar ya dicho. El otro -argumento es, las grandes riquezas de oro, y plata, y perlas, -y piedras que hay en estas islas y tierras firmes; y otro, las -costumbres destas gentes, que concuerdan con muchas de las -que cuentan los historiadores y cosmógrafos de las gentes de -las tierras que se llamaron siempre Indias; desto, mucho más -largo queda dicho en otros capítulos. Dice más, que estaba profetizado -claro, por Isaías, que de España habia de ser el nombre -de Cristo divulgado en estas Indias. Bien creemos que está -profetizado por Isaías y por otros profetas, que de España habia -de ser predicada nuestra sancta fé de Jesucristo en ellas, -porque ningun misterio, tocante á la universal Iglesia, así ántes -del advenimiento de Cristo, como despues de venido, se -obró en su principio y edad primera, como en su augmento, -que se celebra y perfecciona cuando los infieles son por conocimiento -de Dios convertidos, ya á Cristo por la fé unidos, -que por los profetas, y principalmente por Isaías, que más -claro que otro, segun San Agustin y San Jerónimo, de la conversion -de las gentes hablo, no haya sido ántes dicho; y á -esto hace lo que dice San Gregorio en el lib. XXIII, cap. 19 -de los Morales sobre aquellas palabras de Job: <i>Semel loquitur -Deus, et secundo idipsum non repetit</i>, Job 33: <i>Non ergo Dominus -ad omnia verba nobis respondet, quia semel loquitur et secundo -idipsum non repetit, id est: his quæ per Scripturam sacram ad -patres protulit, nos erudire curavit.</i> Por manera, que ninguna -cosa en su Iglesia se hace, ni á persona particular acaece, que -ya en la Sagrada Escriptura no esté comprehendida, y esto á la -larga tracta San Gregorio en aquel capítulo; y así, hemos de -creer, que el Espíritu Sancto, por boca de Isaías, habló que -de España vernian los primeros que á estas gentes convertirian, -pero que lo podamos señalar con cierto lugar de su profecía, -no pienso que sin presuncion, sino fuese con nueva<span class="pagenum"><a name="Page_206" id="Page_206">[206]</a></span> -lumbre y nueva inteligencia divina, hacerlo podriamos. Dice -otra cosa el Almirante, que del viaje segundo, quiere decir -del que descubrió á Cuba y á Jamáica, dejó descubiertas 333 -leguas de tierra firme, fin de Oriente, y 700 islas; de las -islas, ser muchas y casi no numerables las que vido por el -renglen de la isla de Cuba, á las cuales puso nombre Jardin -de la Reina, y que fuesen 700, él que las vido, y le costaron -tantos trabajos, las contaria, pero en la verdad, estas leguas no -fueron de tierra firme, sino de isla, y esta era la isla de Cuba, -que agora llaman Fernandina, de donde parece que el Almirante, -como no pudo pasar adelante de las 333 leguas della, -por faltarle los bastimentos, y las grandes dificultades y peligros -en que se vido cuando fué á descubrirla, como en el -cap. 97 queda escrito, siempre creyó que la isla de Cuba era -tierra firme, y nunca se averiguó ser isla, hasta que el Comendador -mayor de Alcántara, Gobernador desta isla, envió -á un caballero gallego, de que arriba se hizo mencion, que se -llamaba Sebastian de Campo, á rodearla toda y descubrirla, -como, placiendo á Dios, se dirá en el siguiente libro. La especería -que dijo, no sabemos otra en estas islas de por aquí, sino -la pimienta que los indios desta isla Española llamaban axí, la -sílaba postrera aguda. Almáciga creo yo que hay mucha, digo -árboles della, pero poco cuidado ha habido de gozar della, por -que siempre se ha tenido el oro por mas lucido; del brasil, -creyó ser mucho el Almirante y alguno se llevó á Castilla, -pero despues no vide que se hiciese cuento dello, como ni -del almáciga se hizo.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_207" id="Page_207">[207]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXVIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Dice tambien, que para provocar é inducir á las personas, -que este su negocio desfavorescian, creyesen habian de salir -dél muchos y grandes provechos, así de las ánimas que podian -ganarse destas gentes, como tambiem utilidad corporal para -los Reyes y para Castilla, persuadíalo asimesmo con traer á -la memoria hechos hazañosos, que hicieron con costas y trabajos -grandes y poderosos Príncipes, donde toca algunas historias -que será bien aquí, en particular, referirlas. La primera, -es de Salomon, que enviaba su flota de naos al monte Sopora, -en fin de Oriente, desde Jerusalen, donde tardaban tres -años; deste monte Sopora, no he podido hallar donde sea, ni -autor cristiano ni gentil que dél haga mencion; lo que desta -ida de la flota de Salomon, y traida de oro en gran cantidad, -se puede decir, que, segun la Escritura Sagrada della refiere, -ó á ella no contradiga, lo siguiente podemos tener: la Escritura -no dice que las naos de Salomon fuesen al monte Sopora -sino en Ophir; este Ophir, segun la glosa, era una provincia de -las Indias, nombrada de Ophir, uno de los del linaje de Heber, -de quien hubo principio el linaje de los judíos. Otros dicen -que es isla, y Jacobo de Valencia, dice sobre aquel verso -<i>Reges Tarsis et insule</i>, del salmo LXXI, y afirma ser la isla nominatisísima -y riquísima de la Taprobana, de la cual Ptolomeo, -Solino, Pomponio, Plinio y Strabon, maravillas dicen; -que sea isla, que sea provincia, Salomon enviaba su flota que -cargaba las naos de oro, y plata, y piedras preciosas, y pavones, -y dientes de elefantes, que es marfil. Josepho en el libro -III, <i>De Antiquitatibus</i>, cap. 7.º, dice, que tambien traian elefantes -y simias, que llamamos gatos paules ó monas. Y porque -dice Josepho que traian elefantes, y que trajese sólo los dientes<span class="pagenum"><a name="Page_208" id="Page_208">[208]</a></span> -dellos, parece concordar con lo susodicho, que aquella isla -ó provincia de donde se traia el oro fuese la isla Taprobana, -por lo que San Isidro dice en el libro XIV, cap. 3.º de las -Etimologías, que la isla Taprobana hierve de perlas y de elefantes; -tambien lo dice Plinio, libro VI, cap. 22, y que los -elefantes de allí son mayores que los de las Indias, y el oro más -fino, y las margaritas y perlas más preciosas: tambien lo -afirma Solino, en el cap. 66 de su Polistor, en comarca de la -Taprobana, ó al ménos por el sitio de las Indias. Estas dos islas, -la una, se llamaba Chrisa, que abundaba en oro, y la otra, -Argyra, en abundancia de plata; destas dos islas hacen mencion -Pomponio Mela, libro III, cap. 7.º, y Plinio, libro VI, capítulo -21, y Solino, cap. 65, y tambien Sant Isidro, donde arriba -se alegó, y todos los autores las ponen ó hablan de ellas, -junto, ántes, ó despues de la Taprobana, y es argumento que -deben estar juntas. En estas islas, como algunos dicen, y dellos -es Sant Anselmo, donde abajo se alegará, ó en la Taprobana, -por lo que dice Solino, que parte della de bestias y de elefantes -es llena, y parte de hombres poblada, ó en cierta parte -de la misma tierra firme de las Indias ya dichas, como refiere -Pomponio, donde arriba, y concuerda la glosa última sobre el -libro III, cap. 9.º de los Reyes, y Sant Isidro, libro XIV, cap. 3.º, -de las Etimologías, y Sant Anselmo, libro I, cap. 10 <i>De Imagine -mundi</i>, que aquella tierra se llama de oro ó dorada, porque -tiene los montes de oro por abundar tanto dél, que como sea -habitada de unas hormigas mayores que perros muy grandes, -como dice Pomponio, (Herodoto, libro III, de su Historia, dice -que son mayores que zorras, dellas hace mencion Strabon, -libro II, y libro XV, y de grifos terribles y otras bestias venenosísimas); -sacan con las uñas inmenso oro debajo la tierra, y -puesto encima de la superficie, parécese desde la mar ser los -montones todos de oro. Llegaban las naos de la flota de Salomon, -y aguardaban cuando las bestias salian á buscar de comer, -y con ímpetu, á gran priesa, cogian el oro y tierra que -estaba pegada en él, y tornábanse de presto á las naos; y así, -por veces y dias, cargaban las naos de oro y plata, ó de aquella<span class="pagenum"><a name="Page_209" id="Page_209">[209]</a></span> -tierra dorada y plateada, la cual despues con fuego, quemaban -y apuraban. Esto siente la dicha glosa última que es de Rábano, -en el libro III, cap, 9.º, de los Reyes; y Josepho dice que -no se compraba ni vendia el oro y la plata, luego, tomábase -como á escondidas y hurtado de dichos animales. Por lo susodicho -parece que estos montes de oro y plata, debian estar -en las dichas dos islas, Chrise, que en griego significa oro, y -Argyra, plata; y de ellas llevarse el oro y la plata, y de la Taprobana -los elefantes ó dientes dellos, que es el marfil, y las -perlas y margaritas, y pavos, y los ximios, y la madera de -tina, preciosísima, la cual, despues de labrada y acepillada, -era tan blanca y tan lucia, que se miraban en ella como en espejo. -Y dice la Escritura que hacian un viaje en tres años las -naos, no porque estuviese tan léjos de Jerusalen que tardase -tres años en la ida y venida (porque en un año se podria navegar -hasta en cabo del mundo), sino que, ó no enviaba Salomon -la flota sino de tres en tres años, ó cuando los enviaba -tardaban aquel tiempo, aguardando que las bestias saliesen -de sus cuevas para hurtarles el oro y la plata, y en contratar -con los habitadores de la Taprobana, y haber dellos sus perlas -y piedras, madera de tina, elefantes, ximios y pavos; lo -que dice la Escritura que iban las naos en Tharsis, más debia ser -nombre de la region que de la ciudad, por lo que dice Josepho, -libro III, cap. 7.º <i>De Antiquitatibus</i>, que iba en el mar társico, -dentro el cual debian estar las dichas islas. Aquella isla de -Ophir ó monte de Sopora, dice aquí el Almirante ser aquesta -isla Española que ya tenian Sus Altezas, pero engañóse, como -por lo dicho parece, aunque tuvo alguna causa de se engañar, -por ver esta isla tan grande y tan felice, y hermosa, y él hobiese -en ella tan poco estado, que no habia sino poco más de -año y medio, y eso en guerras y enfermedades ocupado; y creia -que debia haber muy gran cantidad de oro y otros secretos -de riquezas en ella. Alega tambien el Almirante á los Reyes -el ejemplo de Alexandre, diciendo que habia inviado á saber -el regimiento de la isla susomemorada Taprobana. Esta historia -muchos de los antiguos la tocan, pero en especial Plinio libro<span class="pagenum"><a name="Page_210" id="Page_210">[210]</a></span> -VI, cap. 22, y Solino, cap. 66, y Strabo, libro XV y en -otros lugares, hace mencion della, los cuales dice (y algo toca -tambien Pomponio, libro III, cap. 7.º), que ántes que la isla Taprobana -fuese descubierta, por nuevas algunas que de ella se -tenian, estimada era por el otro orbe todo entero y tierra firme -que habitaban los antípodas, y esto fué hasta el tiempo de -Alexandre Magno, el cual envió primero á descubrirla que -otro, con una gran flota, por Capitan un filósofo muy su querido, -que se llamaba Onesecritus, del cual, dice Diógenes, le -creyó ser semejante á Xenofonte, en la privanza con Alexandre, -que aquel con Ciro, y en seguirlo y en escribir su vida y -alabanzas. Fué, pues, Onesecritus, enviado por Alexandre con su -flota macedónica, para que supiese si era isla ó tierra firme, -qué gente habitaba en ella, qué criaba y en sí contenia. Halló -que isla era, y que tenia de luengo 7.000 estadios, que hacen -300 leguas, ó cerca dellas, y de anchura 5.000 estadios, que -llegan á 200; halló que una parte de ella era llena de elefantes -y otras bestias, como arriba se dijo, y lo demas poblada -de gentes; Sant Isidro y otros dicen haber diez notables -ciudades en ella. Contiene abundancia de margaritas y de -perlas de todas especies; dista veinte dias de navegacion de -la tierra firme, pero más camino seria, dice Strabon, si las -naos fueran de las nuestras; hay entre ella y la tierra firme -muchas otras islas, las cuales, segun refiere Ptolomeo en la -tabla 12 de Asia, son mil y trescientas y setenta y ocho, puesto -que ella es de todas australísima; su sitio es, parece ser, de la -otra parte del trópico de Capricornio, porque dice Solino que -en ella no se ven los Septentriones, que son la Osa Menor, y -esta es la Bocina cuya boca son las Guardas que llamamos del -Norte, y la Osa Mayor que llamamos el Carro; las cuales, ambas, -se forman de siete estrellas que rodean en veinticuatro -horas una vez el polo y la estrella dicha del Norte. Tampoco, -segun Solino, se parecen las Siete Cabrillas en ella, puesto que -hay quien desto dude; y esto baste cuanto á la historia que el -Almirante toca de Alexandre, y de la Taprobana. Trae tambien -otro ejemplo el Almirante á los Reyes, del emperador Nero, el<span class="pagenum"><a name="Page_211" id="Page_211">[211]</a></span> -cual envió á ver las fuentes del Nilo, rio señalado en el mundo, -y el secreto de donde nascia, y como y por qué causas, -contra la propiedad y naturaleza de todos los rios, en el verano -crescia y hoy crece, trayendo tanta abundancia de aguas, -que riega todo el reino de Egipto, como quiera que veamos todos -los otros rios y fuentes, y pozos, en aquel tiempo menguar -por la sequedad; y mengüe los inviernos cuando abundan las -lluvias, que causan humidad grande, por cuya causa, todos los -otros del mundo vienen crecientes, rios y fuentes. Aquesta Historia -pone Séneca, en el libro VI, cap. 8.º, de las «Naturales Cuestiones,» -bien á la larga, donde dice así: Que Nero, deseoso y -curioso por saber la verdad de aquel secreto, envió dos Centuriones -para inquirir el nacimiento del dicho Nilo, y las causas -de aquella novedad; estos fueron al rey de Etiopía, y, dada -cuenta de su embajada, el Rey los encaminó, y dió favor, -barcas y compañía para los otros Reyes por cuyos reinos y -tierras el rio pasaba, y, subiendo por él mucho arriba, llegaron -á ciertos pueblos donde habia ciertos lagos ó lagunas muy -grandes, de hondura profundísima, tan cubiertos y ocupados -de hierba espesa, que les impidieron adelante pasar: vieron, -empero, donde estaban grandes piedras dentro del agua, por -las cuales, ó debajo dellas, manaba el agua con gran ímpetu, -en abundancia, y preguntados los vecinos de la comarca, si -sabian que aquellas lagunas ó lagos comenzaban allí, ó les -viniese el agua de otra parte, respondieron que no sabian, y -con sola esta noticia se volvieron á Roma. Y esto dice Séneca -que oyó de los mismos Centuriones.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_212" id="Page_212">[212]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXIX.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Porque habemos dado en el augmento y descrecimiento del -rio Nilo, y es una de las cosas que en el mundo hay admirables -(admirable á los que la ven, increible á los que la oyen, -como dice Diodoro), pues el Almirante D. Cristóbal Colon dió -la ocasion á ello, donde muestra en esto y en las otras historias -tocadas tener noticia de muchas antigüedades, y así convino, -pues Dios le eligió para, por medio suyo, mostrar al -mundo tan oculta hazaña, paréceme no ser cosa inconveniente -á nuestra Historia, enjerir en ella lo que los antiguos sintieron -diversamente del nascimiento del rio Nilo, y de su creciente -y menguante, y, al cabo de muchas y varias opiniones -referidas, colegir la falta que tuvieron ignorando la Divina -Escritura, y dellas conocer cual fué la más probable y más -allegada á lo natural. Egipto es toda tierra muy llana y campestre, -y por eso la puede muy bien regar toda el rio Nilo; -las ciudades, villas y lugares, los cortijos de los labradores -y majadas de los ganados, están todas cercadas de valladares, -no paredes de mucha resistencia, por no haberlo menester -para se defender de la creciente del rio, que nunca crece -sino con gran mansedumbre, suavemente. Cuando crece, como -baña toda la tierra, parecen todas las ciudades y habitaciones -de los hombres como si fuesen distintas islas; en tanto que -dura la creciente tienen los ganados en establos, ó dentro de -sus cercadas, donde les tienen para aquel tiempo su hierba y su -comida; las otras bestias, no domésticas, si no se van con tiempo -á buscar lugares altos, todas se ahogan con el agua. Dos -veces en el año cresce y mengua el Nilo: la primera, comienza -cuando el sol entra en el signo Cáncer, y esto es á 16 de -Junio, y dura esta creciente por todo aquel signo, hasta que<span class="pagenum"><a name="Page_213" id="Page_213">[213]</a></span> -entra en el signo Leo; despues de entrado, y llega á la estrella -Canícula, que es cuando comienzan los dias caniculares, -cuasi mediado Julio, comienza poco á poco á descrecer de -la manera que fué creciendo, hasta quedar en su curso y agua -ordinaria. La segunda creciente hace, cuando entra el sol -en el primer grado del signo Virgo, que es cuasi mediado -Agosto, y dura por un mes, hasta que el sol entra en Libra; -de allí se torna despues á su acostumbrado estado. Strabon -dice que dura el agua más de cuarenta dias, y, pasados sesenta, -queda la tierra enjuta y dispuesta para labrarla. Son estas -crecientes tan necesarias para la tierra de Egipto, que sino las hobiese -tan abundantes, segun el calor grande que allí hay por ser -la tierra muy austral, y como nunca jamás llueva, la tierra -seria toda polvo y estéril arena, como es alguna parte del mismo -Egipto. La justa creciente es, cuando sube el agua de su curso -ordinario 16 codos en alto; si son menores aguas, no lo riegan -todo; si mayores, no se enjuga con tiempo la tierra y detiénese -el fruto. Cuando sube no más de 12 padecen hambre, -y cuando 13 lo mismo; 14 codos causa alegría; 15 seguridad; -16 traen deleites con el abundancia. La mayor creciente, fué -cuando llegó á 18 codos, en tiempo que imperaba Claudio, -Emperador; y la más chica, de cinco, cuando andaba la guerra -Pharsálica, conviene á saber, la de entre César y Pompeyo, -segun dice Plinio. Los egipcios honran y adoran como Dios al -rio Nilo, atribuyéndole algo de deidad, lo cual prueban porque -por sus crecientes y menguantes pronostican los males ó -bienes futuros, ó por mucha cantidad de agua, ó con la falta -della. Con el limo mucho que siempre trae el Nilo, queda la -tierra engrosada, pingüísima y fertilísima, de manera, que, -con poco trabajo y costa ninguna, se reciben ubérrimos frutos -de pan y vino, y frutas y todas las otras cosas; por la virtud y -abundancia de la hierba paren dos veces las ovejas, y otras -dos dan de sí lana. Entre tanto que dura la creciente y menguante, -los Reyes y los que gobiernan, navegan por el rio: es cosa -no decente; la gente comun toda se emplea en bailes, placeres -y deleites. Cuán presto la tierra se enjuga, luego se ara y<span class="pagenum"><a name="Page_214" id="Page_214">[214]</a></span> -se siembra, y más presto en aquella parte donde más calor -hace: todo lo susodicho es sacado de Plinio, libro V. cap. 9.º, -y de Solino, cap. 45 de su Polistor, y de Estrabon, libro XVII, y -de Diodoro, libro X, cap. 3.º En lo que toca al nascimiento -deste rio Nilo, concluyó Séneca, despues de haber mucho disputado, -en el lugar en el precedente capítulo dicho: Que como -la tierra que está debajo de la superficie sea limosa y llena de -humidades, cuando concurren juntamente en un lugar son -causa que se hagan las grandes lagunas de mar, y donde los -rios, despues, con impetuoso curso manan, y desta manera -siente Séneca que todos los rios tienen su principio; pero como -sea esta proposicion contra la Divina Escritura que suena otra -cosa, mayormente cerca deste rio Nilo, falso es lo que dice -Séneca; pero no es de maravillar, pues no se avalanzaba á -más de lo que le parecia, segun su natural juicio. Así que, -como aquel rio Nilo sea uno de los cuatro que salen del terrenal -Paraíso y se llama Geon (como parece, Génesis, II, capítulo -4.º), que comunmente se llama Nilo, deste vocablo <i>nilon</i>, -griego, que quiere decir, limoso, porque su agua es muy -limosa, por lo cual hace por donde pasa fertilísima la tierra; -por ende las lagunas ó lagos que los Centuriones vieron no -era el nascimiento del Nilo, sino que salian allí sus aguas, -que, más arriba, debajo de tierra se habian sumido, y desta -manera se sume en muchas partes el mismo Nilo; y este discurso -llevan Pomponio Mela, libro I, cap. 9.º, y Plinio, libro V, -cap. 9.º, y Solino, cap. 45, puesto que no atinan de dónde -traiga su orígen; y acá vemos en Castilla en el rio de Guadiana, -que nasce bien léjos de Estremadura, donde á ratos se -sume y va por bajo de tierra mucho camino, y, cuando sale -descubierto, parece tener allí su principio. Cuanto á la razon -de por qué en verano crece, mayormente en el principio de -los meses y en sus fines, segun dice el Filósofo en el fin del -libro II, de Metheoros, fueron las opiniones de los antiguos -como dijimos; segun cuenta el Filósofo en el tractado especial -que hizo del acrecentamiento del Nilo, y Solino en su Polistor, -cap. 45, Herodoto, en el segundo libro de su Historia, y<span class="pagenum"><a name="Page_215" id="Page_215">[215]</a></span> -Diodoro en el primer libro, y Séneca en las dichas Cuestiones -naturales, y Strabon en el libro XVII de su Geografía. Tales -Milesius, uno de los siete sabios de Atenas, dice que los vientos -que cada año corren por aquel tiempo allegaban las aguas de -una parte á otra, y así parecian las aguas en mayor cantidad, -puesto que, en la verdad, no fuesen mayores, como en una -olla que hierve; Anaxágoras y otros dijeron que la causa es -por las muchas nieves que están en los montes de Etiopía, que -con el calor del sol en verano se derriten, y aquellas hacen -crecer tanto el Nilo; y esta opinion fácilmente se derrueca, -porque no podia haber tantas nieves, que tan gran cantidad de -agua en el Nilo causasen; y esta opinion, dice Herodoto, ser falsísima -puesto que, segun él dice, segun las otras, sea modestísima. -La sentencia de Thalero, filósofo, fué que cuando vientan los -vientos etesios, que son los que corren en los dias caniculares, -los cuales, por su frialdad, espesan las nubes que están sobre la -fuente que imagina en Etiopía, en el monte que se dice de la -Luna, aquellas, con el aire, se convierten en agua, y que de -allí proviene en aquel tiempo crecer el Nilo, y en el invierno -que los dichos vientos no corren, menguar; á esto se dice que -no parece posible, por viento alguno, que tanto aire se pueda -convertir en agua, porque como de un puño de agua, cuando -se convierte agua en aire, salgan diez de aire, manifiesto es -que si tal conversion se hiciese, habria de hacerse gran cantidad -de aire agua, lo que parece ser falso. Otra razon mejor: -si aquellos vientos tanta cantidad de aire y de nubes convirtiesen -en agua que hiciesen crecer al Nilo, como aquellos -vientos no corran indivisiblemente, necesario se seguiria que -las fuentes, arroyos y los rios que estuviesen cerca, un tiro -de ballesta y de piedra, del Nilo, tambien crecerian; pues esto -es falso, porque ninguna agua, por cercana que esté al Nilo, -cresce, sino sola del Nilo. Pomponio dice, que los vientos -etesios, ó ventando recio, detienen las aguas del Nilo que no -salgan á la mar, y entónces suben en alto las aguas del Nilo, -ó que los mismos vientos sean causa que cieguen las bocas -del Nilo, por donde sale á la mar, con mucha arena, y así, lo<span class="pagenum"><a name="Page_216" id="Page_216">[216]</a></span> -hagan subir en alto; esta razon refiere Herodoto. Lo mismo -afirma el historiador Amianno en el lib. XXII de su Historia. -Esta sentencia siguió Beda en el libro de <i>De Natura rerum</i>, capítulo -43: <i>.....mense enim majo, dum ostiacius quibus in mare influit -zephiro flante, undis ejectis arenarum cummulo præstruuntur, -paulatim intumescens ac retro propulsus plana irrigat Egipti: -vento autem cesante ruptisque arenarum cumulis suo redditur -alveo.</i> Pero á esto se puede responder con la razon de arriba, -que lo mismo acaesceria en los otros rios, pero pues no se hace -no debe ser aquesta la causa en el Nilo, y esta respuesta -es de Herodoto, diciendo que muchos rios están en Siria -y muchos en África, que aquestos impedimentos padezcan; la -misma respuesta da Diodoro, lib. I, cap. 4.º. San Gerónimo, -sobre el profeta Amós, cap<a name="FNanchor_8_8" id="FNanchor_8_8"></a><a href="#Footnote_8_8" class="fnanchor">[8]</a>, cuasi parece declinar en esta -sentencia; dice allí que el rio Nilo, una vez en el año, viene mucho -avenido, tanto que riega toda Egipto, pero que esto se hace -por divino milagro, sin algun aumento de agua, sino que se -hacen grandes montones de arena en las bocas del Nilo por -donde entra en la mar, y así el agua de arriba vuelve atras, -y por acequias grandes que están hechas en la tierra de Egipto, -vá el agua á la bañar. Solino da otra razon, y es, que el calor -derribado del sol y de los otros planetas, levantan el agua del -Nilo, haciéndola más sotil, de la manera que se levanta en la olla -que hierve y hace parecer más de la que es, pero no lo es; á -esto se dice que no es suficiente razon porque si por el calor -que levanta el agua en alto, en tiempo de verano, el Nilo cresce, -luego en todas las partes donde hobiere calor crescerán los -rios; esto es falso, porque ántes vemos, con el calor, menguar -los rios. Ephorus decia, que la causa era esta: que como la -tierra de Egipto fuese toda de su natura seca y árida, y tenga -muchas hendiduras y resquebrajaduras, rescibe y atrae -los inviernos la humedad y frio del cielo, la cual como en el -verano, por manera de sudor, la produzca, este sudor y humedad -hace crecer al Nilo en el verano; pero desta burla<span class="pagenum"><a name="Page_217" id="Page_217">[217]</a></span> -Diodoro diciendo que no solamente Ephoro ignoró la region y -la naturaleza de Egipto, pero ni áun oyó á los que la sabian, -donde tambien prueba contra él haber mal dicho. Agatharchides -Cnidius, allegándose más cerca de la verdad, segun opinion -de Diodoro que lo recita, dice: que porque en los montes de -Etiopía llueve grandes aguas desde el solsticio estival, que es -á 14 de Junio ó á 14 dél, hasta el equinoccio del Otoño, que -es á 14 de Setiembre, por esto no ser maravilla que en el invierno -traiga el Nilo sola el agua ordinaria natural que mana -de sus fuentes, y en el verano venga muy pujante; y en esta -sentencia parece Diodoro declinar. Herodoto, en el segundo libro -de su Historia, desta duda esta sentencia puso: que tiene -quel sol en el verano, cuando está en medio del cielo, conviene -á saber, en la equinoccial, vientos frios causa y trae á sí mucho -humor, el cual humor derrama sobre la tierra hácia las fuentes -del Nilo, que están puestas so el circuito de Capricornio, -cuando viene al solsticio estival, que es, como se dijo, á 14 de -Junio, cuando vientan los vientos Austro y áfricos, que naturalmente -son pluviosos, y de aquí el Nilo cobra su creciente -en los veranos; de aquí, cuando el sol torna al equinoccio -autumnal, que es á 14 de Setiembre, trae á sí las lluvias y las -aguas de la tierra y de los rios, pero no las derrama sobre las -fuentes dichas, porque hácia allá va el sol y hace seca, secando -los aires y las tierras, y en este tiempo, que es invierno, -es necesario menguar el Nilo en su agua. Desta sentencia tambien -murmura Diodoro, pero no responde á ella. Lucano, en el -libro X, estima que deste crecimiento del Nilo ninguna otra -razon suficiente se puede dar, sino que Dios quiso proveer al -reino de Egipto del agua necesaria, por vía maravillosa, pues -allí no quiso que lloviese, sin la cual no podia pasar; y esta -no es muy indigna razon, y no discrepa mucho de la de San -Jerónimo. Aristóteles en el dicho Tractado de la inundacion ó -creciente y menguante del Nilo, recitadas muchas opiniones, -dice la suya, y es: que en la madre del rio Nilo hay muchas -secretas fuentes que en el invierno están cerradas sin manar, y -en el verano se abren y manan, dando de sí tanta agua, que<span class="pagenum"><a name="Page_218" id="Page_218">[218]</a></span> -hacen al Nilo avenir con gran pujanza que toda la tierra de -Egipto pueda bañar; pero ni Aristóteles, ni Solino, ni Herodoto, -ni Séneca, ni los demás, dan suficientes razones, por ignorar -el principio, que es el orígen del Nilo, el cual estimaban -estar en alguno de los lugares desta nuestra tierra habitable, -como nazca del Paraíso terrenal, el que todos ignoraron. Lo que -más verdad parece, y ser causa de esta creciente y menguante -en ciertos tiempos, es alguna virtud secreta natural, la cual -se consigue allí inmediatamente, en su misma fuente, en el -Paraíso, de donde nasce. Otro rio hay en el mundo que sólo á -semejanza del Nilo cresce y mengua una vez en el año, conviene -á saber, cuando el sol está en el vigésimo grado del signo de -Cancrio, y dura esta cresciente por todo el Cancrio y el signo -de Leon, hasta tanto que el sol quiere pasar al signo de Virgen; -la causa desto, dice Solino en el cap. 50 de su Polistor, hablando -del rio Euphrates, es porque Euphrates y el Nilo están -constituidos debajo de semejantes paralelos del mundo, aunque -en diversos lugares, y de aquí es que la misma virtud, en -ambos á dos rios, el sol y todo el cielo influyen. Alguno contradice -que estén debajo de semejantes, y á Solino responden -que habla por opinion de otros, y así parece: <i>Quod gnomonici -similibus paralellis accidere contendunt, quos pares et cœli et -terrarum positione æqualitas normalis efecit lineæ, unde apparet -ista duo flumina, scilicet, Nilus et Euphrates, admodum ejusdem -perpendiculi constituta, licet e diversis manent plagis easdem -incrementi causas habere.</i> Pero como, en la verdad, ambos á -dos, estos rios, más juntos sean entre sí que los otros rios del -Paraíso, parece que á la salida del Paraíso la misma virtud -se les comunique; por manera que, segun nos, el principio y -orígen del Nilo, cierto es ser en el Paraíso, pero segun los -gentiles autores, que ingnoraron la Divina Escritura, diversas -y dudosas opiniones tuvieron de su origen, y así dice Solino: -<i>Ignari siderum et locorum varias de excesibus ejus (excesus vocat -Nili incrementum), causas dederunt</i>. Y Diodoro tambien lo -mismo afirma: <i>Itaque locorum inscitia errandi materiam priscis -scriptoribus præbuit, Nili fontes locaque ex quibus fluit nullus<span class="pagenum"><a name="Page_219" id="Page_219">[219]</a></span> -ad hoc tempus neque vidisse se dicit, neque audisse ab aliis qui -se assererent aspexisse, ex quo res ad opiniones et conjeturas pervenit.</i> -La razon de la diversidad de opiniones es la que se ha -tocado, que aunque aquellos cuatro rios su primer origen sea -en el Paraíso pero como, despues de salidos dél, por algun -espacio se oculten debajo de tierra y otra vez parezcan, por -esta causa los gentiles creyeron que en aquellas bocas por -donde salian estaban sus fuentes. Así que, segun la opinion de -los gentiles, certísima y famosísima, segun declara Solino, -cap. 45 <i>De Egipto</i>, cuanto á lo que ellos pudieron saber, ignorando -la Divina Escritura, el rio Nilo tiene su origen en el -monte de Mauritania la inferior, más cercana del mar Océano, -que se llama el monte de la Luna, y hace allí un profundo -lago que Nilides se nombra; y así lo dice Plinio, libro V, capítulo -9.º: <i>Nilus incertis ortus fontibus</i>; et infra: <i>Lacu protinus -stagnante quem vocant Nilidem</i>; y esto prueba, porque las mismas -hierbas y los mismos peces y bestias que cria y produce -el Nilo, se hallan en el lago dicho, do sale y corre por algunos -dias, despues se torna á encubrir, yendo por debajo de la -tierra, y tórnase á descubrir en una gran cueva de Mauritania -cesariense, con mucho más ímpetu de aguas y con las -mismas señales de hierbas y peces y otras bestias, y allí se -torna á encubrir, y no sale hasta llegar á Etiopía, y de allí saliendo, -aparece todo el rio negro como la pez. Allí es el término -y fin de África, y los vecinos de aquella region le llaman Astapun, -que quiere decir agua de las tinieblas salida; de allí, -corriendo por muchos y diversos lugares, hace muchas y diversas -islas, la principal y más nombrada de las cuales es la isla -Menor, donde se situa el clima primero, segun la division de los -climas que hicieron los antiguos, que se dice Diameroes; despues -entra en la tierra de Egipto, y hace las maravillas dichas, -y al fin entra en la mar por siete bocas ó puertas, de las -cuales se verá por Plinio en el cap. X del libro 5.º Y esto -baste cuanto á la historia que toca al rio Nilo.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_220" id="Page_220">[220]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXX.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Dejada la digresion donde referimos algunas historias que -tocó en sus palabras el Almirante, para dar noticia á quien -no las sabia, y acordarlas á los que las leyeron, mayormente -los secretos del Nilo, el fin que pretendemos dicta que tornemos -á tomar nuestro hilo. Partió, pues, nuestro primer -Almirante en nombre de la Santísima Trinidad (como él dice, -y así siempre solia decir), del puerto de Sant Lúcar de Barrameda, -miércoles, 30 dias de Mayo, año de 1498, con intento -de descubrir tierra nueva, sin la descubierta, con sus seis -navíos. Bien fatigado, dice él, de mi viaje, que donde esperaba -descanso cuando yo partí destas Indias, se me dobló la -pena; esto dice por los trabajos y nuevas resistencias y dificultades -con que habia habido los dineros para despacharse, -y los enojos recibidos sobre ello con los oficiales del Rey, y -los disfavores y mal hablar que, las personas que le podian -con los Reyes dañar, á estos negocios de las Indias daban; -para remedio de lo cual le parecia que no le bastaba lo mucho -trabajado, sino que de nuevo le convenia, para cobrar -nuevo crédito, trabajar; y, porque entónces estaba rota la -guerra con Francia, túvose nueva de una armada de Francia, -que aguardaba sobre el cabo de Sant Vicente al Almirante, -para tomarlo, por esta causa, deliberó de hurtarles el -cuerpo, como dicen, y hace un rodeo enderezando su camino -derecho á la isla de la Madera. Llegó á la isla del Puerto -Sancto, jueves, 7 de Junio, donde paró á tomar leña, y agua, y -refresco, y oyó misa, y hallóla toda alborotada y alzadas todas -las haciendas, muebles, y ganados, temiendo no fuesen -franceses; y luego, aquella noche, se partió para la isla de la -Madera, que, como arriba dejamos dicho, está de allí unas 12<span class="pagenum"><a name="Page_221" id="Page_221">[221]</a></span> -ó 15 leguas, y llegó á ella el domingo siguiente, á 10 de Junio. -En la villa le fué hecho muy buen recibimiento y mucha -fiesta, por ser allí muy conocido, que fué vecino de ella en algun -tiempo; estuvo allí proveyéndose cumplidamente de agua -y leña, y lo demas necesario para su viaje, seis dias. El sábado, -á 16 de Junio, partió con sus seis navíos de la isla de la -Madera, y llegó, mártes siguiente, á la isla de la Gomera; en -ella halló un corsario francés, con una nao francesa y dos -navíos que habia tomado de castellanos, y, como vido los seis -navíos del Almirante, dejó las anclas y el un navío, y dió de -huir con el otro, el francés; envia tras él un navío, y como -vieron, seis españoles que iban en el navío que llevaba tomado, -ir un navío en su favor, arremeten con otros seis franceses -que los iban guardando, y, por fuerza, métenlos debajo de -cubierta, y así los trajeron. Aquí, en la isla de la Gomera, determinó -el Almirante enviar los tres navíos derechos á esta -isla Española, porque, si él se detuviese, diesen nueva de sí, é -alegrar y consolar los cristianos con la provision de los bastimentos, -mayormente dar alegría á sus hermanos, el Adelantado -y D. Diego, que estaban por saber dél harto deseosos; -puso por Capitan de un navío á un Pedro de Arana, natural -de Córdoba, hombre muy honrado, y bien cuerdo, el cual -yo muy bien cognoscí, hermano de la madre de D. Hernando -Colon, hijo segundo del Almirante, y primo de Arana, el que -quedó en la fortaleza con los 38 hombres que halló á la vuelta -muertos el Almirante; el otro Capitan del otro navio, se llamó -Alonso Sanchez de Carabajal, Regidor de la ciudad de Baeza, -honrado caballero. El tercero, para el otro navío, fué Juan -Antonio Columbo, ginovés, deudo del Almirante, hombre muy -capaz y prudente, y de autoridad, con quien yo tuve frecuente -conversacion; dióles sus instrucciones segun convenia, y -en ellas les mandó, que, una semana uno, otra semana otro, -fuese cada uno Capitan general de todos tres navíos, cuanto -á la navegacion y á poner farol de noche, que es una lanterna -con lumbre que ponen en la popa del navío, para que los -otros navíos sepan y sigan por donde vá y guía la Capitana.<span class="pagenum"><a name="Page_222" id="Page_222">[222]</a></span> -Mandóles que fuesen al Oeste, cuarta del Sudueste, 850 -leguas, y que entónces serian con la isla Dominica; de la Dominica, -que navegasen Oest-Noroeste, y tomarian la isla de -Sant Juan, y que fuesen por la parte del Sur della, porque -aquel era el camino derecho para ir á la Isabela Nueva, que -agora es Sancto Domingo. La isla de Sant Juan pasada, que -dejasen la isla Mona al Norte, y de allí toparian luego la punta -desta Española, que llamó de Sant Rafael, el cual agora es -el cabo del Engaño; de allí á la Saona, la cual dice que hace -buen puerto entre ella y esta Española. Siete leguas hay otra -isla adelante, que se llama Sancta Catherina, y de allí á la isla -Nueva, que es el puerto de Sancto Domingo, como dicho es, -hay 25 leguas. Mandóles que donde quiera que llegasen y descendiesen -á se refrescar, por rescate comprasen lo que hobiesen -menester, y que á poco que diesen á los indios, aunque -fuesen á los caníbales, que decian comer carne humana, -habrian lo que quisiesen, y les darian los indios todo lo -que tuviesen, pero si fuese por fuerza, lo esconderian y quedarian -en enemistad. Dice más en la Instruccion, que él iba -por las islas de Cabo Verde (las cuales, dice, que antiguamente -se llamaban Gorgodes, ó segun otros, Hespéridos), y que iba, en -nombre de la Santísima Trinidad, con propósito de navegar -al Austro dellas hasta llegar debajo de la línea equinoccial, y -seguir el camino del Poniente hasta que esta isla Española le -quedase al Norueste, para ver si hay islas ó tierras. Nuestro -Señor, dice él, me guie y me depare cosa que sea su servicio -y del Rey y la Reina, nuestros señores, y honra de los cristianos, -que creo que este camino jamás le haya hecho nadie, y -sea esta mar muy incógnita. Y aquí acaba el Almirante su -Instruccion.</p> - -<p>Tomada, pues, agua y leña y otras provisiones, quesos en -especial, los cuales hay allí muchos y buenos, hízose á la vela -el Almirante con sus seis navíos, jueves, 21 dias de Junio, la -vía de la isla del Hierro, que dista de la Gomera obra de 15 -leguas, y es, de las siete de las Canarias, hácia el Poniente, la -postrera. Pasando della, tomó el Almirante su derrota, con<span class="pagenum"><a name="Page_223" id="Page_223">[223]</a></span> -una nao y dos carabelas, para las islas del Cabo Verde, y despidió -los otros tres navíos en nombre de la Sancta Trinidad, y -dice que le suplicó tuviese cargo dél y de todos ellos; y al -poner del Sol se apartaron, y los tres navíos tomaron su vía -para esta isla. Aquí el Almirante hace mencion á los Reyes del -asiento que habia tomado con el rey de Portugal, que no pasasen -los portugueses al Oeste de las islas de los Azores y Cabo -Verde, y hace tambien mencion como los Reyes lo enviaron -á llamar para que se hallase en los conciertos, con los que á -la particion habian de concurrir, y que no pudo ir por la -grave enfermedad que incurrió en el descubrimiento de la tierra -firme de las Indias, conviene á saber, de Cuba, que tuvo -siempre, como no la pudo rodear, aún hasta agora, por tierra -firme; añide más, que luego sucedió la muerte del rey don -Juan, ántes que pudiese aquello poner en obra. Debia ser, que -como aquello se trató el año de 93 y 94, habria entretanto de -entrambas partes impedimentos hasta el año de 97 que murió -el rey D. Juan de Portugal, como arriba se vido, cap. 126, -y por esto dice aquí el Almirante, que por la muerte del -rey D. Juan no se pudo poner en obra. Siguiendo pues su -camino el Almirante, llegó á las islas de Cabo Verde, las cuales, -segun él dice, tienen falso nombre, porque nunca vido cosa -alguna verde, sino todas secas y estériles. La primera que vido -fué la isla de la Sal, miércoles, 27 de Junio, y es una isla pequeña; -de allí fué á otra que tiene por nombre Buenavista, y es -esterilísima, donde surgió en una bahía, y cabe ella esta una -isleta chiquita; á esta isla se vienen á curar todos los leprosos -de Portugal, y no hay en ella mas de seis ó siete casas. Mandó -el Almirante sacar las barcas á tierra para se proveer de sal -y carne, porque hay en ella gran número de cabras. Vino un -Mayordomo, de cuya era aquella isla, llamado Rodrigo Alonso, -escribano de la Hacienda del rey en Portugal, á los navíos á -ofrecer al Almirante lo que en ella hobiese, que él hobiese menester; -agradescióselo é hízole dar del refresco de Castilla -con que se gozó mucho. Aquel le hizo relacion de como venian -allí los leprosos á se curar de su lepra, por la abundancia grande<span class="pagenum"><a name="Page_224" id="Page_224">[224]</a></span> -que hay de tortugas en aquella isla, que comunmente son -tan grandes como adargas; comiendo del pescado dellas, y -lavándose con la sangre dellas muchas veces, sanan de la -lepra; vienen allí tres meses del año, Junio, Julio y Agosto, -infinitas tortugas de hácia la tierra firme, que es Etiopía, -á desovar en la arena, las cuales, con las manecillas y -piés, escarban en el arena y desovan sobre quinientos huevos -y más, tan grandes como de gallina, salvo que no tienen -la cáscara dura, sino un hollejo tierno que cubre la yema, -como el hollejo que tienen los huevos de la gallina quitada -la cáscara dura; cubren los huevos con el arena como si lo -hiciese una persona, y allí el sol los ampolla, y, formados y -vivos los tortuguitos, luego se van á buscar la mar, como si -vivos y por sus piés hubieran salido della. Tomaban allí las -tortugas de esta manera; que con lumbre de noche, que son -hachas de leña seca, van buscando el rastro de la tortuga, que -no lo hace chico, y hállanla durmiendo de cansada; llegan de -presto y trastórnanla, volviendo la concha de la barriga arriba, -y la del lomo abajo, y déjanla, porque segura queda que -ella se pueda volver, y luego van á buscar otra: y lo mismo -hacen los indios en la mar, que si llegan estando durmiendo y -la vuelven, queda segura para tomarla cuando quisieren, -puesto que otro mejor arte tienen los indios en tomarlas en -la mar, como se dirá, si Dios quisiere, cuando trataremos de la -descripcion de Cuba. Los sanos que vivian en aquella isla de -Buenavista, como ni áun agua no tienen, sino salobre de unos -pozos, eran seis ó siete vecinos, cuyo ejercicio era matar cabrones -y salar los cueros para inviar á Portogal en las carabelas -que allí por ellos vienen, de los cuales, les acaescia -en un año matar tantos, y enviar tantos cueros, que valian -2.000 ducados al Escribano, cuya era la isla; habíanse criado -tanta multitud de cabras y machos de solas ocho cabezas. -Acaecíales á aquellos que allí vivian, estar cuatro y cinco meses -que ni comian pan ni bebian vino, ni otra cosa, sino -aquella carne cabruna, ó pescado, ó las tortugas; todo esto dijeron -aquellos al Almirante. Partióse de allí, sábado, de noche,<span class="pagenum"><a name="Page_225" id="Page_225">[225]</a></span> -30 de Junio, para la isla de Santiago, y domingo, á hora de vísperas, -llegó á ella, porque dista 28 leguas; y esta es la principal -de las de Cabo Verde. Quiso en esta tomar ganado vacuno, -para traer á esta Española, porque los Reyes se lo habian -mandado, y para ello estuvo allí ocho dias y no pudo haberlo; -y porque la isla es enfermísima, porque se asan en -ella los hombres, y le comenzaba su gente á enfermar, acordó -de partirse. Torna el Almirante á decir que quiere ir al Austro, -porque entiende, con ayuda de la Santísima Trinidad, hallar -islas y tierras, con que Dios sea servido, y sus Altezas y la -cristiandad hayan placer, y que quiere ver cual era la intincion -del rey D. Juan de Portogal, que decia que al Austro habia -tierra firme; y por esto dice que tuvo diferencias con los reyes -de Castilla, y en fin, dice, que se concluyó que el rey de -Portogal hobiese 370 leguas de las islas de los Azores y Cabo -Verde, del Oeste al fin del Norte, de polo á polo; y dice más, -que tenia el dicho rey D. Juan por cierto, que dentro de sus -límites habia de hallar cosas y tierras famosas. Viniéronle á -ver ciertos principales de aquella isla de Santiago, y dijéronle -que al Sudoeste de la isla del Fuego, que es una de las mismas -de Cabo Verde, que está desta 12 leguas, se veia una isla, y -que el rey D. Juan tenia gran inclinacion de enviar á descubrir -al Sudoeste, y que se habian hallado canoas, que salian -de la costa de Guinea, que navegaban al Oeste con mercadurías. -Aquí torna el Almirante á decir, como que hablara con -los Reyes: «Aquel que es trino y uno me guie, por su piedad y -misericordia, en que yo le sirva, y á Vuestras Altezas dé -algun placer grande y á toda la Cristiandad, así como fué de -la fallada de las Indias, que sonó en todo el mundo.»</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_226" id="Page_226">[226]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXXII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Miércoles, 4 dias de Julio, mandó alzar y dar las velas -de aquella isla de Santiago, en la cual, dice que, despues que -á ella llegó, nunca vido el sol ni las estrellas, sino los cielos -cubiertos de tan espesa neblina, que parecia que la podian -cortar con cuchillo, y calor intensísimo que los angustiaba, -y mandó gobernar por la vía del Sudueste, que es camino que -lleva desde aquellas islas al Austro y Mediodia, en nombre, -dice él, de la Santa é individua Trinidad, porque entónces estaria -Leste-Oeste con la tierra de la Sierra Leona y cabo de -Sancta Ana, en Guinea, que es debajo de la línea equinoccial, -donde dice que debajo de aquel paralelo del mundo se halla -más oro y cosas de valor; y que despues navegarian, placiendo -á Nuestro Señor, al Poniente, y de ahí pasaria á esta Española, -en el cual camino veria la opinion del rey D. Juan, susodicha. -Y que pensaba experimentar lo que decian los indios de esta -Española, que habia venido á ella, de la parte del Austro y del -Sueste, gente negra, y que trae los hierros de las açagayas de -un metal que llaman guanin, de lo cual habia enviado á los -Reyes hecho el ensayo, donde se halló que de las treinta y dos -partes, las diez y ocho eran de oro, y las seis de plata, y las -ocho de cobre. Prosiguiendo por este su camino del Sudoeste, -comenzó á hallar hierbas de las que se topan camino derecho -destas Indias; y dice aquí el Almirante, despues que anduvo -480 millas, que hacen 120 leguas, que, en anocheciendo, -tomó el altura, y halló que el estrella del Norte estaba en 5°; -pero á mí parece, que debia haber andado más de 200 leguas, -y que está errada la letra, porque más camino hay por aquel -rumbo de 200, desde las islas de Cabo Verde y de la de Santiago, -de donde partió, hasta ponerse un navío en 5° de la equinoccial,<span class="pagenum"><a name="Page_227" id="Page_227">[227]</a></span> -como verá cualquiera marinero que lo mirare por la -carta y por el altura lo mismo. Y dice que allí, viernes, 13 dias -de Julio, le desmamparó el viento, y entró en tanto calor y ardor, -y tan vehemente, que temió que los navíos se le encenderian -y la gente pereceria; fué todo tan de golpe y súbito, cesar -el viento y sobrevenir el calor excesivo y desordenado, que no -habia persona que osase asomar á entrar abajo de cubierta, -para remediar la vasija del vino y agua, que se le reventaba -rompiéndose los aros de las pipas; el trigo ardia como fuego; -los tocinos y carne salada se asaban y podrecian; duróle aqueste -ardor y fuego ocho dias. El primero fué claro con sol que los -asaba; proveyóle Dios con menor daño, porque los siete siguientes -llovió y hizo nublado, pero con todo esto no hallaban -remedio para que esperasen que no habian de perecer -de quemados, y si, como el primer dia hizo sol y claro, los -siete lo hiciera, dice aquí el Almirante, que fuera imposible -escapar con vida hombre dellos, y así, fueron divinalmente -socorridos con lloverles algunos aguaceros y hacer aquellos dias -nublados. Determinó, de que si Dios le diese viento para salir -de aquella angustia, correr al Poniente algunos dias, y despues -que se viese en alguna templanza, tornar hácia el Austro, -que era el camino que proseguir deseaba. Nuestro Señor, dice -él, me guie y dé gracia, que yo le sirva, y á Vuestras Altezas -traiga nuevas de placer; dice que se acordó estando en estas -ardientes brasas, que cuando venia á estas Indias en los viajes -pasados, siempre que llegaba hácia el Poniente 100 leguas, -en paraje de las islas de los Azores, hallaba mudamiento en -la templanza de Septentrion al Austro, y por esto se queria ir -al Poniente á poner en el dicho paraje. En el mismo paralelo -debia de ir el Almirante, ó por mejor decir, meridiano, que -llevó Hanon, Capitan de los cartagineses, con su flota, que -saliendo de Cáliz y pasando al Océano, á la siniestra de -Libia ó Etiopía, despues de treinta dias, yendo hácia el Mediodia, -entre otras angustias que pasó, fué tanto el calor y -fuego que padeció, que parescia que se asaban; oyeron tantos -truenos y relámpagos, que los oidos les atormentaban y los<span class="pagenum"><a name="Page_228" id="Page_228">[228]</a></span> -ojos les cegaban, y no parecia sino que llamas de fuego caian -del cielo. Esto dice Amiano, entre los historiadores griegos, seguidor -de verdad, muy nombrado en la «Historia de la India» -hácia el cabo, y refiérelo Ludovico Celio, en el lib. I, cap. 22 -de las «Lectiones antiguas.» Así que, tornando á los dias trabajosos, -el sábado, que se contaron 14 de Julio, estando las -Guardas en el brazo izquierdo, dice que tenia el Norte en 7.º; -vido grajos negros y blancos, que son aves que no se alejan -mucho de la tierra, y por esto tiénense por señal de tierra. -Enfermó en este camino de gota y de no dormir, pero no por -eso dejaba de velar y trabajar con gran cuidado y diligencia. -Domingo y lúnes vieron las mismas aves y más golondrinas, -y parecieron unos peces que se llaman botos, que son poco -más ó ménos que grandes terneras, que tienen la cabeza muy -roma ó bota. Dice aquí el Almirante, incidentemente, que las -islas de los Azores, que antiguamente se llamaban Casetérides, -están situadas en fin del quinto clima. Juéves, 19 de Julio, hizo -tan grande é intenso calor, que pensaron arderse los hombres -con las naos; pero porque nuestro Señor, á vueltas de las aflicciones -que dá, suele, con interpolacion del contrario, alivianarlas; -socorrióle con su misericordia al cabo de aquellos -siete ú ocho dias, dándole muy buen tiempo para desviarse -de aquel fuego, con el cual buen viento navegó hácia Poniente -diez y siete dias, siempre con intincion de tornar al -Austro y ponerse, como arriba dijo, en tal region, que le quedase -aquesta Española al Norte ó Setentrion donde pensaba que -habia de hallar tierra, ántes ó despues del dicho paraje; y así -entendia remediar los navíos que ya iban abiertos del calor pasado, -y los bastimentos que en mucho tenia, por la necesidad -que dellos tenia para traerlos á esta isla, y los muchos trabajos -que al sacar de Castilla le costaron, é iban perdidos cuasi y dañados. -El Domingo, 22 de Julio, á la tarde, ya que iba con el -buen tiempo, vieron pasar innumerables aves del Oesudueste -hácia el Nordeste; dice que era gran señal de tierra. Lo mismo -vieron el lúnes siguiente y los dias despues, uno de los -cuales vino á la nao del Almirante un alcatraz y otros muchos<span class="pagenum"><a name="Page_229" id="Page_229">[229]</a></span> -parecieron otro dia, y las otras aves que se llaman rabihorcados. -Al décimo séptimo dia del buen tiempo que llevaba -esperaba el Almirante ver tierra, por las dichas señales de las -aves vistas, y como no la vido el lúnes, otro dia, mártes, 31 dias -de Julio, como le faltase ya el agua, deliberó de mudar derrota, -y esta era el Oeste y se acostar á la mano derecha, é ir á tomar -á la isla Dominica, ó alguna de los caníbales, que hoy -llaman los caribes; y así mandó gobernar al Norte, cuarta -del Nordeste, y anduvo por aquel camino hasta medio dia, -pero como su divina Majestad, dice él, haya siempre usado de -misericordia conmigo, por acertamiento, y acaso, subió un -marinero de Huelva, criado mio, que se llamaba Alonso Perez, -á la gavia, y vido tierra al Oeste, y estaba 15 leguas della, y -lo que pareció della fueron tres mogotes, ó tres montañas. -Puso nombre á esta tierra, la isla de la Trinidad, porque así -lo llevaba determinado, que la primera tierra que descubriese -así se llamase, y plugo, dice él, á Nuestro Señor, por su -alta Magestad, que la vista primera fueron todos juntos tres -mogotes, digo, tres montañas, todas á un tiempo y en una -vista. Su alta potencia por su piedad me guie, dice él, y en tal -manera, que haya él mucho servicio, y Vuestras Altezas mucho -placer; que es cierto que la fallada desta tierra, en esta -parte, fué gran milagro, atanto como la fallada del primer -viaje. Estas son sus palabras. Dió infinitas gracias á Dios, como -tenia de costumbre, y todos alabaron á la bondad Divina, y -con gran regocijo y alegría, dijeron, cantada, la <i>Salve Regina</i>, -con otras coplas y prosas devotas que contienen alabanzas de -Dios y de Nuestra Señora, segun la costumbre de los marineros, -al ménos los nuestros de España, que con tribulaciones -y alegrías suelen decirla. Aquí hace una digresion y epílogo -de los servicios que ha hecho á los Reyes, y de la voluntad -que siempre tuvo encendida de les servir, no como malas lenguas, -dice él, y falsos testigos por invidia dijeron; y cierto yo -creo que estos tales tomó Dios por instrumentos para le afligir, -porque le quiso bien, porque muchos, sin por qué ni para qué, -le infamaron y estorbaron estos negocios, y hicieron que los<span class="pagenum"><a name="Page_230" id="Page_230">[230]</a></span> -Reyes se atibiasen y cansasen de gastar y tener aficion y estima -de que estas Indias habian de dar provecho, al ménos que -fuese más que los gastos con augmento les viniesen. Repite el -calor que padeció, y como áun iba hoy por el mismo camino -paralelo, sino que por se llegar á la tierra por la vía que tomó -cuando mandó gobernar al Poniente, porque la tierra echa de -sí frescores que salen de sus fuentes y rios, y de sus aguas, -causan templanza y suavidad, y por esta causa, dice que -pueden navegar los portogueses que van á la Guinea, que está -debajo de la línea equinoccial, porque van de luengo de tierra -ó de costa, como es comun hablar; dice más, que agora -estaba en el mismo paralelo de donde llevan el oro al rey de -Portogal, por lo cual creyó que quien buscase aquellos mares -hallaria cosas de valor. Confiesa aquí que no hay hombre en -el mundo á quien Dios haya echo tanta merced, y le suplica -que le depare cosa con que Sus Altezas reciban mucho placer -y toda la cristiandad; y dice que, aunque otra cosa de provecho -no hobiese, sino estas tierras tan hermosas, que son tan verdes -y llenas de arboledas y palmas, que llevan ventaja á las huertas -de Valencia por Mayo, se deberian mucho de estimar, y -dice en esto verdad, y adelante lo encarecerá, con mucha razon, -más. Dice, que cosa es de milagro que tan cerca de la -equinoccial, como á 6°, tengan los reyes de Castilla tierras, estando -la Isabela de la dicha línea distante 24°.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_231" id="Page_231">[231]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXXIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Vista, pues, la tierra, con gran consuelo de todos, deja el -camino que queria llevar en busca de alguna de las islas de -los caníbales para proveerse de agua, de que tenia gran necesidad, -y da la vuelta sobre la tierra que habian visto, hácia -un cabo que parecia estar al Poniente, al cual llamó cabo de -la Galera, por una peña grande que tenia que desde léjos parecia -galera que iba á la vela; llegaron allí á hora de completas; -vieron buen puerto, sino que era hondo y pesóle al -Almirante, por no poder en él entrar, siguió su camino á la -punta que habia visto, que era hácia el Austro siete leguas, y -no halló puerto. En toda la costa halló que las arboledas llegaban -hasta la mar, la cosa mas hermosa que ojos vieron. -Dice que esta isla debe ser grande; gente pareció, y una canoa -cargada dellos de léjos, que debian estar pescando, fuéronse -huyendo á tierra á unas casas que allí parecian; la tierra -era muy labrada y alta, y hermosa. Miércoles, 1.º de Agosto, -corrió la costa abajo hácia el Poniente, cinco leguas, y llegó á -una punta, donde surgió con todos tres navíos, y tomaron agua -de fuentes y de arroyos; hallaron rastro de gente, instrumento -de pescar, y rastro de cabras, pero no eran sino de venados, -que hay mucho por aquellas tierras; dice que hallaron -lignaloes, y palmares grandes, y tierras muy hermosas, de que -sean dadas infinitas gracias á la Sancta Trinidad; estas son sus -palabras. Vido muchas labranzas por luengo de costa, y muchas -poblaciones; vido desde allí, hácia la parte del Sur ó -Austro, otra isla, que el luengo della iba más de 20 leguas; -y bien pudiera decir 500, porque esta es la tierra firme, de -la cual, como vido un pedazo, parecióle que seria isla, á esta -puso nombre la isla Sancta. Dice aquí, que no quiso tomar algunos<span class="pagenum"><a name="Page_232" id="Page_232">[232]</a></span> -indios por no escandalizar la tierra. Del cabo de la Galera -á la punta donde tomó el agua, que creo que la nombró la -Punta de la Playa, dice que, habiendo sido gran camino, y -corríase leste gueste (debe decir de Levante á Poniente se andaba), -no habia puerto en todo aquel camino, pero era tierra -muy bien poblada y labrada, y de muchas aguas y arboledas -muy espesas, la cosa más hermosa del mundo, y los árboles -hasta la mar. Es aquí de saber, que cuando los árboles -de la tierra llegan hasta la mar, es señal que aquella costa -de mar no es brava, porque cuando es brava, no hay árbol -por allí ninguno, escombrado arenal. La corriente surgente, -que es la que viene de arriba, y la montante, que es la -que para arriba sube de abajo, dice que parece ser grande. -La isla que le queda al Sur, dice ser grandísima, porque -va ya descubriendo la tierra firme, aunque no estimaba -sino que isla era. Dice que vino á buscar puerto de luengo -de la isla de la Trinidad, jueves, 2 dias de Agosto, y llegó -hasta el Cabo de la isla de la Trinidad, que es una punta, -á la cual puso por nombre la Punta del Arenal, que está al -Poniente; por manera que ya era entrado en el Golfo que -llamó de la Ballena, donde padeció gran peligro de perder -todos los navíos, y él aún no sabia que estaba cercado de -tierra, como se verá. Este Golfo es cosa maravillosa, y peligrosa -por el rio grandísimo que entra en él, que se llama Yuyaparí, -la última sílaba luenga, este viene de más de 300 y -creo que de 400 leguas, y las 300 se han ido por él arriba, -dello con nao, y dello con bergantines, y dello con grandes -canoas; y como sea grandísimo el golpe del agua que trae -siempre, mayormente en este tiempo de Julio y Agosto, en -que por allí el Almirante andaba, que es tiempo de muchas -aguas, como en Castilla por Octubre y Noviembre, y así queria -naturalmente salir á la mar, la mar con su ímpetu grande, -de su misma naturaleza, querria quebrar en la tierra, y como -aquel Golfo esté cercado de tierra firme por una parte, y por -otra la isla de la Trinidad, y así sea estrechísimo para tan -impetuoso poder de aguas contrarias, es necesario que cuando<span class="pagenum"><a name="Page_233" id="Page_233">[233]</a></span> -se junten, haya entre ellas terrible pelea, y peligrosísimo para -los que allí se hallaren, el combate. Dice aquí que la isla de -la Trinidad es grande, porque desde el cabo de la Galera -hasta la Punta del Arenal, donde al presente estaba, dice que -habia 35 leguas; digo yo que hay más de 45, como verá el -que lo quisiere ver por las cartas del marear, puesto que no -tiene agora aquellos nombres escritos en las cartas, porque -ya se han olvidado, y verlo hán, considerando el camino que -el Almirante trujo hasta llegar allí, é por qué parte vido la -primera tierra della, y de allí dónde fué á parar, y así coligirá -cual llamó el cabo de la Galera, y cual la Punta del -Arenal. No es de maravillar que el Almirante no tasase puntualmente -las leguas de la isla, porque iba bajándola pedazo -á pedazo. Mandó salir en esta Punta del Arenal y fin de la -isla, hácia el Poniente, la gente en tierra para que se holgasen -y recreasen, porque venian cansados y fatigados, los cuales -hallaron la tierra muy hollada de venados, aunque ellos -creian que eran cabras. Este jueves, 2 de Agosto, vino de hácia -Oriente una gran canoa, en que venian 25 hombres, y -llegados á tiro de lombarda dejaron de remar, y á voces dijeron -muchas palabras; creia el Almirante, y yo así lo creo, -que preguntarian qué gente eran, así como suelen los otros -de las Indias, á lo cual respondieron, no con palabras, sino -mostrándoles ciertas bacinetas de laton, y otras cosas lucias, -para que se llegasen á la nao, con meneos y señas halagándoles. -Acercáronse algo, y despues venian arredrados del -navío; y, como no se quisiesen allegar, mandó el Almirante -subir al castillo de popa un tamborino, y á los mancebos de -la nao que bailasen, creyendo agradarles, pero no lo sintieron -así, ántes como vieron tañer y bailar, tomáronlo por señal -de guerra, y como si fuera desafiarlos; dejaron todos los -remos y echaron mano á sus arcos y flechas, embrazó cada -uno su tablachina, y comenzaron á tirarles una buena nubada -de flechas. Visto esto por el Almirante, mandó cesar la fiesta -de tañer y bailar, y sacar sobre cubierta algunas ballestas, -y tirarles con dos ballestas, no más de para asombrarlos; los<span class="pagenum"><a name="Page_234" id="Page_234">[234]</a></span> -cuales, luego, tiradas las flechas, se fueron á una de las dos -carabelas, y, de golpe, sin temor, se pusieron debajo la popa, -y el piloto de la carabela, sin temor tambien alguno, se descolgó -de la popa abajo, y entróse con ellos en la canoa con -algunas cosas que les dió; y entre ellas dió un sayo y un bonete -á uno dellos que parecia hombre principal. Ellos le tornaron -en ella, y, como en reagradecimiento de lo que les habia -dado, por señas, le dijeron que se fuese á tierra y que allí le -traerian de lo que ellos tenian. Él aceptó que iria y ellos se fueron -á tierra; el Piloto entró en la barca y fué á pedir licencia -al Almirante á la nao, y desque vieron que no iba derecho á -ellos, no lo esperaron más, y así se fueron y nunca más el -Almirante ni otro los vido. Por haberse así alterado y enojado -del tamborino y de los bailes, parece que aquello debian de -tener entre sí por señal de guerra. Díjome un criado del Almirante, -que se llamó Bernaldo de Ibarra, que vino este viaje -allí con él, y me lo dió por escrito, y hoy lo tengo de su letra -en mi poder, que vino al navío del Almirante un señor y Cacique -desta isla de la Trinidad, que traia una diadema de oro en -la cabeza, y váse al Almirante que tenía una gorra de carmesí, -é hácele acatamiento é besa su diadema, y con la otra mano -quita la gorra al Almirante y él pónele la diadema, y él puso -en su cabeza la gorra de carmesí quedando muy rico y muy -contento. Dice aquel Almirante, que estos todos eran mancebos, -y muy bien dispuestos y ataviados, aunque no creo que traian -mucha seda ni brocado, de lo cual, tambien creo que los españoles -y el Almirante más se gozaran, pero venian ataviados de -arcos y flechas y tablachinas; no eran tan bazos como otros, ántes -más blancos que otros que hobiese visto en estas Indias, y -de muy buenos gestos y hermosos cuerpos, los cabellos largos -y llanos, cortados á la guisa de Castilla, traian la cabeza atada -con un pañezuelo de algodon tejido de labores y colores, el cual -creia el Almirante que era almaizar; otro destos pañezuelos, dice, -que traian ceñido, y se cobijaban con él en lugar de pañetes; -dice que no son negros, puesto que estan cerca de la equinoccial, -sino de color indio, como todos los otros que ha hallado. Son de<span class="pagenum"><a name="Page_235" id="Page_235">[235]</a></span> -muy linda estatura, andan desnudos, son belicosos, traen los -cabellos muy largos como las mujeres en Castilla, traen arcos y -flechas con plumas, y al cabo dellas un hueso agudo con espina, -como un anzuelo, y traen tablachinas, lo que hasta aquí no -habia visto; y segun de las señas y meneos que hacian, dice que, -lo pudo comprender, ellos creian que venia el Almirante de la -parte del Sur, por lo cual juzgaba que á la parte del Sur debia -haber tierras grandes, y decia bien, pues tan grande es la -tierra firme que gran parte ocupa del Sur. La templanza desta -tierra, dice que es muy grande, y muéstralo, segun él, la color -de la gente y los cabellos que son todos correntios, y el arboleda -muy espesa, que en toda parte hay; dice que es de -creer, que pasada la comarca, 100 leguas al Oeste de los Azores, -que muchas veces ha dicho que hace mudamiento el cielo, -y la mar, y la templanza, y esto, dice, es manifiesto, porque aquí -donde estaba, tan llegado á la equinoccial, cada mañana dice -que habia frio, y era el sol en Leon. Dice gran verdad, porque -yo que escribo esto, he estado allí ó cerca de allí, é habia menester -ropa las noches y las mañanas, en especial por Navidad. -Las aguas corrian al Poniente más que el rio de Sevilla, crecia -y menguaba el agua de la mar 65 pasos y más, que en Barrameda, -que podian poner á monte carracas; dice que aquella -corriente va tan recia por ir entre aquellas dos islas, la Trinidad -y la que llamó Santa, y despues adelante llamó isla de -Gracia. Y dice isla á tierra firme, porque ya entraba por entrambas, -que estan apartadas dos leguas, que es como un rio, -como parece por la carta; hallaron fuentes de las desta Española, -y los árboles y las tierras, y la templanza del cielo; en esta -Española, pocas frutas se hallaron de las naturales de la tierra. -La templanza mucha más es la de aquella tierra que no la desta -Española sino es en las minas de Cibao y en algunas otras provincias -della, como ya arriba queda dicho. Hallaron ostias ú -ostras muy grandes, pescado infinito, papagayos grandes como -pollas; dice que en esta tierra y en toda la tierra firme son -los papagayos mayores que ninguno de los destas islas, y son -verdes, la color muy clara como blancaza, pero los de las islas<span class="pagenum"><a name="Page_236" id="Page_236">[236]</a></span> -son más verdes, y color algo más oscuro; tienen todos los de la -tierra firme los pescuezos de color amarillo como manchas, y -las puntas de arriba de las alas con manchas coloradas, y algunas -plumas amarillas por las mismas alas; los de estas islas, -ninguna cosa tienen amarilla, los pescuezos tienen colorados á -manchas; los de esta Española, tienen un poco blanco encima -del pico; los de Cuba tienen aquello colorado y son más lindos; -los de la isla de Sant Juan, creo que tiran á los desta isla, y no -he mirado si tambien los de Jamáica; finalmente, parece que -son en algo diferentes los de cada isla. En esta tierra firme, -donde agora está el Almirante, hay una especie de papagayos -que creo que no hay en otra parte, muy grandes, poco ménos -que gallos, todos colorados con algunas plumas, en las alas, -azules y algunas prietas; estos jamás hablan, no tienen otra -cosa de que se goce dellos, sino de la vista, en lo demas son -desgraciados; llámanse por los indios guacamayas: todos los -demas es cosa maravillosa lo que parlan, si no son los muy -chiquitos, que se llaman xaxaues, como arriba dijimos.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_237" id="Page_237">[237]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXXIV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Estando en esta Punta del Arenal, que es fin de la isla de -la Trinidad, vido hácia el Norte, cuarta del Nordeste, á distancia -de 15 leguas, un cabo ó punta de la misma tierra firme -y esta fué la que se llama Paria. El Almirante, creyendo que -era otra isla distinta, púsola nombre la isla de Gracia; la cual, -dice que va al Oeste, que es el Poniente, y que es altísima -tierra, y dijo verdad, porque por toda aquella tierra firme -van grandes cordilleras de sierras muy altas. Sábado, 4 dias -de Agosto, determina ir á ver la isla de Gracia, y levantó las -anclas y dió las velas de la dicha Punta del Arenal, donde -surgido estaba; y por aquella como angostura, por donde -entró en el golfo de la Ballena (no era más de dos leguas, porque -de una parte la Trinidad y de otra la tierra firme), salia -el agua dulce muy corriente. Vino de hácia la del Arenal, de -la isla de la Trinidad, una tan gran corriente, por la parte -del Sur, como pujante avenida (y era del poder grande del -rio Yuyaparí que al Sur está, y el áun no lo via), con tan -grande estruendo y ruido que á todos espantó, del cual no -pensaron escapar; y como el agua del mar resistió, viniendo -por el contrario, se levantó la mar, haciendo una muy gran -loma y muy alta, la cual levantó la nao y púsola encima de -la loma, cosa que nunca jamás ni oyó ni vido, y al otro -navío alzó las anclas, que áun debia de tener echadas, y echólo -más á la mar, y con las velas anduvo hasta que salió de la -dicha loma. Plugo á Dios que no les hizo daño, dice aquí el -Almirante, y, cuando escribió este caso á los Reyes, dijo: -«Áun hoy en dia tengo el miedo en el cuerpo, que no me trabucó -la nao cuando llegó debajo della; por este gran peligro -puse á esta boca nombre, la Boca de la Sierpe.» Llegado á la<span class="pagenum"><a name="Page_238" id="Page_238">[238]</a></span> -tierra firme que via por aquella parte, y creia que era isla, -vido cabe aquel Cabo dos isletas en medio de otra boca, que -hacen aquel Cabo de la tierra firme, el cual llamó cabo Boto -por ser grueso y romo, y otro cabo de la Trinidad que nombró -Boto; la una isleta nombró el Caracol, la otra el Delfin. -Esta estrechura de la Punta ó cabo de la Punta de Paria, -y el cabo Boto de la Trinidad, no tiene sino cinco leguas, y -están en medio las dichas isletas; por la cual estrechura y el -ímpetu del gran rio Yuyaparí, é las olas procelosas de la mar, -hacen esta entrada y salida en grande manera peligrosa, y -porque el Almirante con trabajo y peligro suyo tambien, lo -experimentó, llamó aquella entrada angostura la Boca del -Drago, y así se llama comunmente hoy. Fué de luengo de -costa de la tierra firme de Paria, quél creia ser isla, y la -nombró isla de Gracia, hácia la parte del Oeste, á buscar -puerto. Desde la Punta del Arenal, que es el un cabo de la -Trinidad, como se dijo, y está la vuelta del Sur, hasta el otro -cabo Boto, que es de la misma isla de la Trinidad, que está -á la mar, dice el Almirante haber 26 grandes leguas, y por -aquesta parte parece ser el ancho de la dicha isla, y están los -dichos cabos Norte y Sur. Habia grandes hileros de corrientes, -el uno al contrario del otro; sobrevenian muchos aguaceros -como era el tiempo de las aguas, como arriba dijimos. La isla -de Gracia es, como está dicho, tierra firme, y dice el Almirante -que es tierra altísima y toda llena de árboles, que llega -hasta la mar; esto porque como aquel golfo está cercado de -tierra, no hay resaca ni olas que quiebren en la tierra como -donde están descubiertas las playas. Dice que, estando á la -punta ó cabo della, vido una isla altísima al Nordeste, que -estaría dél 26 leguas, púsole nombre la Bellaforma, porque -debia tener de léjos buen parecer, pero todo esto es la tierra -firme, que como se mudaba con los navíos de una parte á -otra dentro del golfo, cercado de tierra, hacíanse algunas abras -que parecian hacer distincion de tierras que estuviesen apartadas, -y estas llamaba el Almirante islas, porque ansí lo juzgaba. -Navegó, domingo, 5 de Agosto, cinco leguas de la<span class="pagenum"><a name="Page_239" id="Page_239">[239]</a></span> -punta del cabo de la Paria, que es el cabo oriental desta isla -de Gracia; vido muy buenos puertos, juntos unos de otros, y -casi toda esta mar dice que es puerto, porque está cercada -de islas y no hace ola alguna. Llamaba islas á las partes que -se le abrian de tierra firme, porque no hay más de sola la -isla de la Trinidad, y tierra firme, que cercan á este golfo quél -dice agora mar. Envió á tierra las lanchas, y hallaron pescado -y fuego, y rastro de gente, y una casa grande descubierta; de -allí anduvo ocho leguas, donde halló puertos buenos. Esta -parte desta isla de Gracia dice ser tierra altísima y hace muchos -valles, y todo debe de ser poblado, dice él, porque lo -vido todo labrado; los rios son muchos, porque cada valle -tiene el suyo de legua á legua; hallaron muchas frutas y unas -como uvas y de buen sabor, y mirabolanos muy buenos, y otras -como manzanas, y otras, dice, como naranjas y lo de dentro es -como higos; hallaron infinitos gatos paules; las aguas, dice, las -mejores que se vieron. Esta isla, dice, es toda llena de puertos, -esta mar es dulce, puesto que no del todo, sino salobre como -la de Cartagena; más abajo dice que es dulce como la del rio -de Sevilla, y esto causaba cuando topaba con alguna hilera del -agua de la mar, que salobraba la del rio. Navegó á un ancon, -lúnes, 6 dias de Agosto, cinco leguas, donde salió y vido gente, -y vino luego una canoa con cuatro hombres á la carabela que -estaba más cercana á tierra, y el piloto della llamó los indios -como que queria ir á tierra con ellos, y, en allegando y entrando, -anególes la canoa, y ellos andando nadando, cogió y -trújolos al Almirante. Dice que son de la color de todos los otros -de las Indias; traen dellos los cabellos muy largos, otros así -como nosotros, ninguno hay tresquilado como en la Española -y en las otras tierras. Son de muy linda estatura, y todos sobrecrecidos; -traen el miembro genital atado y cubierto, y -las mujeres van todas desnudas, como sus madres las parieron. -Esto dice el Almirante, pero yo he estado, como -arriba dije, cerca de aquella tierra, 30 leguas, pero nunca -vide que las mujeres no tuviesen sus vergüenzas, al ménos, -cubiertas; debe de querer decir el Almirante, que<span class="pagenum"><a name="Page_240" id="Page_240">[240]</a></span> -andaban como sus madres las parieron cuanto á lo demas -del cuerpo. Estos indios, dice el Almirante, luego que aquí -fueron, diles cascabeles y cuentas, y azúcar, y los invié á -tierra, á donde estaba dellos una gran batalla, y despues -que supieron el buen tratamiento todos querian venir á los -navíos; vinieron los que tenian canoas, y fueron muchos, y -á todos se les hizo buen acogimiento, y se les mostró amorosa -conversacion, dándoles de las cosas que les agradaban; -preguntábales el Almirante, y ellos respondian, pero no se -entendian; trujéronles pan y agua, y unos brebajes, como vino -verde; andan muy ataviados de arcos, flechas y tablachinas y -las flechas traen casi todos con hierba. Mártes, 7 de Agosto, -vinieron infinitos indios por mar y por tierra, y todos traian de -su pan y maíz, y cosas de comer, y cántaros de brebaje, dello -blanco como leche, de sabor de vino; dello verde, y dello de -color colorado; cree que todo sea de frutas. Lo más ó todo -hacen de maíz, sino que el maíz es blanco y morado y colorado, -de aquí viene ser el vino de diversas colores; el verde, no -sé de qué se haga. Traian todos sus arcos y flechas con hierba, -muy á punto; no se daban nada por cuentas, dieran cuanto -tuvieran por cascabeles, y otra cosa no demandaban. Hacian -mucho por el laton; esto es cierto que lo estimaban mucho, y -daban en esta Española por un poco de laton cuanto les pidieran -de oro, que tuvieran, y así creo que fué siempre en todas -estas Indias, á los principios; llamábanlo turey, cuasi venido del -cielo, porque al cielo llamaban tureyro; hallan en él no se qué -olor que á ellos mucho les agrada. Aquí dice ahora el Almirante -que todo cuanto les daban, de Castilla, lo olian luego que -se lo daban. Trajeron papagayos de dos ó tres maneras, en -especial de los muy grandes que hay en la isla de Guadalupe, -dice él, con la cola larga; trajeron pañizuelos de algodon muy -labrados y tejidos, con colores y labores como los llevan de -Guinea, de los rios á la Sierra Leona, sin diferencia, y dice -que no debe comunicar con aquellos, porque hay de aquí -donde él agora está, allá, más de 800 leguas; abajo dice que -parecen almayzares.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_241" id="Page_241">[241]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXXV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Deseaba, dice, tomar media docena de indios para llevar -consigo, y dice que no pudo tomarlos, porque se fueron todos -de los navíos ántes que anocheciese; pero mártes, luego, 8 de -Agosto, vino una canoa con 12 hombres á la carabela, y tomáronlos -todos, y trajéronlos á la nao del Almirante, y dellos -escogió seis y los otros seis invió á tierra; esto parece que -lo hacia el Almirante sin escrúpulo, como otras muchas veces -en el primer viaje lo hizo, no le pareciendo que era injusticia -y ofensa de Dios y del prójimo, llevar los hombres libres contra -su voluntad, quitando los padres á los hijos, y las mujeres -á sus maridos, y que segun ley natural estaban casados, y que -ellas otros, ni otras ellos, podian tomar sin pecar y quizá -mortalmente, de lo cual era el Almirante causa eficaz; y otra -circunstancia, que venian á los navíos aquellos so tácita seguridad -y confianza prometida, la cual les debian guardar, -allende el escándalo y aborrecimiento de los cristianos, que -se podia seguir, no sólo en los de allí, pero de toda la tierra y -gentes que lo supiesen. Dió luego la vela hácia una punta que -dice del Aguja, el cual nombre no dice cuando le puso, y de -allí, dice, que descubrió las más hermosas tierras que hayan -visto y las más pobladas, y, en llegando á un lugar, al cual -por su hermosura llamó Jardines, donde habia infinitas casas -y gentes, los que habia tomado dijéronle que habia gente -vestida, por lo cual acordó de surgir, y vinieron á los navíos -infinitas canoas. Estas son sus palabras. Cada uno, dice, que -traia su pañezuelo tan labrado de colores, que parecia un -almayzar, con uno atada la cabeza, y con el otro cubrian lo -demas, como ya se ha tocado; destas gentes que hoy vinieron -á los navíos, algunos, dice, que traian algunas hojas de oro al<span class="pagenum"><a name="Page_242" id="Page_242">[242]</a></span> -pescuezo, y uno de aquellos indios que habia tomado le dijo -que por allí habia mucho oro, y que hacian dello espejos -grandes, y mostraba como lo cogian; dice espejos, porque debia -dar el Almirante algunos espejos, y por señas debia el -indio decir que del oro hacian de aquellos, no porque les entendiesen -palabra. Dice que, porque andaba por allí de corrida, -porque se le perdian los bastimentos que tanto trabajo -alcanzar le habian costado, y esta isla Española estaba más -de 300 leguas de allí, no se detenia, lo cual mucho él quisiera -por descubrir mucha más tierra, y dice que todo es lleno -de islas, y muy hermosas, y muy pobladas, y tierras muy -grandes; la gente muy más política que la desta Española y -guerreros, y casas hermosas. Si el Almirante hobiera visto -el reino de Xaraguá como su hermano el Adelantado, y la -corte del rey Behechio alguna excepcion hiciera en esto. Llegando -á la Punta de la Aguja, dice que vido otra isla al Sur, -15 leguas, que iba al Sueste Norueste, muy grande, y tierra -muy alta y llamóla Sabeta, y en la tarde vido otra al Poniente, -tierra muy alta; todas estas islas entiendo ser pedazos de la -tierra firme, por las abras y valles que se abrian, que parecian -islas distintas, como quiera que él anduviese todavía por dentro -del golfo que llamó de la Ballena, cercado, como dicho es, de -tierra; y esto parece claro, porque estando como estaba dentro -del dicho golfo ninguna tierra tenia al Sur, sino la tierra -firme, luego las islas que decia no eran islas, sino pedazos de -la misma tierra firme, que juzgaba ser islas. Surgió adonde -llamó los Jardines, y luego vinieron infinitas canoas, grandes -y pequeñas, llenas de gente, segun dice. Despues, á la tarde, vinieron -más de toda la comarca, muchos de los cuales traian al -pescuezo piezas de oro de hechura de herraduras; pareció que -lo tenian en mucho, pero todo lo dieran, dice, por cascabeles y -no los llevaba, y fué cosa esta de notar que un hombre tan -proveido como el Almirante, y teniendo voluntad de venir á -descubrir, no trujese rescates de diversas maneras, como trujo -el primer viaje: todavía hobo alguno dellos, y era muy bajo -que parescia sobredorado. Decian, segun podian entender por<span class="pagenum"><a name="Page_243" id="Page_243">[243]</a></span> -señas, que habia por allí algunas islas, donde habia mucho de -aquel oro, pero que la gente eran caníbales, y dice aquí el -Almirante, que este vocablo caníbales, tenian todos por allí -por causa de enemistad, ó quizá porque no querian que fuesen -allá los cristianos, sino que se estuviesen allí toda su -vida. Vieron los cristianos á un indio un grano de oro tan -grande como una manzana. Vinieron otra vez infinitas canoas -cargadas de gente, y todos traian oro y collares, y cuentas -de infinitas maneras, y atados los pañezuelos á las cabezas que -les tienen los cabellos, y bien cortados, y paréceles muy -bien; llovió mucho, y por eso cesaban gentes de ir y venir. -Vinieron unas mujeres que traian en los brazos sartales de -contezuelas, y entre ellas perlas ó aljófar, finísimas, no como -las coloradas que se hallaron en las islas de Babueca; rescatáronse -aquellas, y dice que las inviaria á Sus Altezas. -Nunca supe destas perlas que se hallaron en las islas de Babueca, -que son cerca del Puerto de Plata, en esta Española, -y estas más son bajos debajo del agua, que no islas, que -hacen harto daño á los navíos que por allí pasan, si no están -sobre el aviso, y así tienen título Abre el Ojo. Preguntó -el Almirante á los indios dónde las hallaban ó pescaban, y -mostráronle de las nácaras donde nacen, y respondiéronle, -por bien claras señas, que nacian y se cogian hácia el Poniente -detras de aquella isla, que era el cabo de la playa de la -Punta de Paria y tierra firme, que creia ser isla; y decian -verdad, que 25 ó 30 leguas de allí, hácia el Poniente, está -la isla de Cubagua, de que luego se dirá, donde las cogian. -Envió las barcas á tierra para saber si habia cosa nueva que -no hubiesen visto, y hallaron la gente tan tratable, dice el -Almirante, que, «aunque los marineros no iban con propósito -de salir en tierra, pero vinieron dos personas principales -con todo el pueblo y les hicieron salir; llegaron á una casa -grande, hecha á dos aguas, y no redonda, como tienda de -campo, de la manera que son las de las islas, donde los recibieron -muy bien y les hicieron fiesta y les dieron colacion, -pan y frutas de muchas maneras, y el beber fué un brevaje<span class="pagenum"><a name="Page_244" id="Page_244">[244]</a></span> -blanco que tienen en gran precio, de que todos estos dias -trujeron allí, y hay dello tinto, y mejor uno que otro, como -entre nosotros el vino. Los hombres todos estaban juntos á un -cabo de la casa, y las mujeres á otro. Recibida la colacion en -aquella casa del más viejo, llevóles el más mozo á otra casa -é hizo otro tanto; pareció que el uno debia ser el Cacique y -señor, y el otro debia ser su hijo; despues se volvieron los -marineros á las barcas, y con ellas á los navíos muy contentos -desta gente.» Estas todas son palabras del Almirante. Dice más: -«ellos son de muy linda estatura, y todos grandes á una mano, -y más blanca gente que otra que hobiese visto en estas islas, -y que ayer vido muchos tan blancos como nosotros, y mejores -cabellos y bien cortados, y de muy buena conversacion; -las tierras, en el mundo, no pueden ser más verdes y hermosas -y pobladas; la templanza, otra tal, que desque estoy -en esta isla, dice él, hé cada mañana frio, digo, para ropon -enforrado, bien que esté tan cerca de la línea equinoccial; la -mar todavía dulce; á la isla llaman Paria.» Todas son palabras -del Almirante. Llama isla á tierra firme todavía, porque así -lo creia.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_245" id="Page_245">[245]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXXVI.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Viérnes, 10 de Agosto, mandó dar las velas y fué al Poniente -de la que pensaba ser isla, y anduvo cinco leguas y -surgió; por temor de no hallar fondo, andaba á buscar boca -por donde saliese de aquel golfo, dentro del cual andaba cercado -de tierra firme y de islas, aunque él no creia ser tierra firme, -y dice que es cierto que aquella era isla, que así lo decian los -indios y así parece que no los entendian. De allí vido otra -isla frontero al Sur, á la cual llamó Isabela, que va del Sueste -á Norueste, despues otra que llamó la Tramontana, tierra alta -y muy hermosa, y parecia que iba de Norte á Sur, parecia muy -grande; todo esto era tierra firme. Decíanle los indios que él -habia tomado, á lo quél entendia, que la gente de allí eran -caníbales, y que allí habia ó nascia el oro, y las perlas de la parte -del Norte de Paria, la vía del Poniente, se pescaban y habian -habido las que al Almirante dieron. El agua de aquella mar -era tan dulce, dice, como la del rio de Sevilla, y así turbia. -Quisiera ir á aquellas islas, sino por no volver atras, por la prisa -que tenia que se le perdian los bastimentos que llevaba para -los cristianos de la Española, que con tanto trabajo, dificultad -y gran fatiga los habia alcanzado; y, como cosa en que padeció -grandes aflicciones, repite esto de estos bastimentos muchas veces. -Dice, que cree que en aquellas islas que habia visto debe -haber cosas de valor, porque todas son grandes y tierras altas, -y valles y llanos, y de muchas aguas, y muy labradas, y pobladas, -y la gente de muy buena conversacion, así como lo -muestran sus gestos. Estas son palabras del Almirante. Dice -tambien, que si las perlas nacen como dice Plinio del rocío -que cae en las ostias que están abiertas, allí mucha razon hay -para las haber, porque allí cae mucha rociada y hay infinitísimas<span class="pagenum"><a name="Page_246" id="Page_246">[246]</a></span> -ostias y muy grandes, y porque allí no hace tormenta, -sino la mar esta siempre sosegada, señal de lo cual es haber -los árboles hasta entrar en la mar, que muestran nunca entrar -allí tormenta, y cada rama de los árboles que entran (y están -tambien ciertas raíces de árboles en la mar, que, segun la lengua -desta Española, se llaman mangles), estaban llenos de infinitas -ostias, y tirando de una rama sale llena de ostias á -ella pegadas; son blancas de dentro y el pescado dellas, -y muy sabrosas, y no saladas sino dulces y que han menester -alguna sal, y dice que no sabe si nacen en nácaras; donde -quiera que nazcan, son, dice, finísimas, y las horadan como -dentro, en Venecia; á esto que dice el Almirante que están -llenas las ramas de ostias por allí, decimos que no son aquellas -ostias que él vido, y están por aquellas ramas fuera de -la mar y un poco dentro en el agua, las que crian las perlas, -sino de otra especie, porque las que paren las perlas más cuidado -tienen, por su natural instinto, de se esconder cuanto más -bajo del agua pueden, que aquellas que vido en las ramas. Tomada -ocasion desto que dice aquí el Almirante, quiero mezclar -un poco de los secretos naturales que hay cerca del criar ó nacer -de las perlas, lo que no creo que será á los leyentes desagradable; -las perlas de que hablamos, en latin se llaman -propiamente margaritas, porque se hallan en las conchas de la -mar, segun dice Sant Isidro, libro XVI, cap. 10 de las «Ethimologías,» -y es la primera y más principal de las piedras preciosas -que son blancas, y las más blancas son las más finas y -ménos rubias.</p> - -<p>Engéndranse desta manera: En ciertos tiempos del año, -cuando tienen la inclinacion y apetito de concebir, sálense á -la playa y ábrense, y allí esperan el rocío del cielo, cuasi como -si esperasen y deseasen su marido; reciben aquel rocío del -cual conciben y se empreñan, y tales producen sus hijos, que -son las perlas ó margaritas, cual fuere la calidad del rocío; si -puro fuere, nascen las perlas blancas, si fuere turbio, salen pardas -ó escuras, y de aquí, dice Plinio y Solino, se colije tener -el cielo más parte en este concebimiento que el agua de la mar<span class="pagenum"><a name="Page_247" id="Page_247">[247]</a></span> -tiene. Cuanto más el rocío fuere del alba ó de la mañana, tanto -más blancas salen ellas, y cuanto más á la tarde ó noche llegaren -á recebirlo, tanto más serán escuras; la edad tambien -mucho ayuda á la blancura: cuanto más viejas fueren, tanto -ménos blancas, y tanto más blancas, cuanto las conchas fueren -más mozas ó más nuevas, y cuanto mayor cantidad de -rocío recibieren, tanto mayor ternán la grandeza. Nunca -mayores se dice hallarse que pesen más de media onza, ni -pase de media nuez su medida; tienen las conchas tal -sentido, naturalmente, que siempre temen no salgan maculadas -sus perlas, y por tanto, cuando hace sol recio, porque no -salgan negras ó rubias ó pardillas, ó su blancor en alguna -manera se amancille, vánse al profundo huyendo del calor -del sol cuanto más pueden; si hace relámpagos ó truena ántes -que las conchas estén cerradas y del todo estén las perlas formadas, -súbitamente, de temor, se afligen y aprietan y malparen, -ó del todo echándolas de sí ó saliendo al cabo las perlas imperfectas -y muy chiquitas. En el agua están las perlas tiernas, y -sacadas de la ostia se endurecen; temen mucho las conchas -la diligencia é instrumentos de los pescadores, y por eso se -afijan y apegan y esconden siempre dentro de las más ásperas -peñas; andan ó nadan en compañia, y tienen su rey como -las abejas, segun dice Plinio y Solino, y otros filósofos. El rey -ó guiador dellas es la mas vieja y la mayor; presa la guiadora -ó guiadoras que van delante, fácilmente las demás con las -redes son presas, y si se escapan algunas, á sus comarcas se -vuelven. Desto dice Megastenes, filósofo: <i>Conchas in quibus -margaritæ el uniones gignuntur retibus capi gregatimque multas -veluti apes depasci, regemque suum habere. Ac si contingat -regem comprehendi á piscatoribus, eas protinus circumfundi -nec vim effugere: fugiente rege et ipsas effugere.</i> Cuando -una sola perla se halla en la ostia es mas fina, y por esto se -llama <i>unio</i>, y nunca se hallan dos juntas de aquella especie -y excelencia; cuando muchas, no son uniones, sino gemas ó -margaritas, pero no dejan de ser preciosas si son blancas, y -redondas y pesadas, y mas preciosas si de sí mesmas son horadadas.<span class="pagenum"><a name="Page_248" id="Page_248">[248]</a></span> -Crecen y descrecen con la luna miéntras están vivas -en las conchas; nacen dentro de la pulpa de la carne y debajo, -y en cualquiera parte de la ostia; cuando la concha siente -la mano de la persona, luego se encoge y cubre cuanto puede -de sus riquezas, y porque siente que por ellas le tocan, apriétase -cuanto puede, lastima y muerde. La virtud dellas es, que -confortan los espíritus, y para restriñir el flujo de sangre y -contra el flujo lientérico, y contra cardiaca, y sincopin y contra -diaria; nacen las mejores en las Indias, y, no tales, en Bretaña, -que es agora Inglaterra, y por haberlas tomó ocasion -Julio César de pasar á ella, y por tiranía y violencia sojuzgarla. -Todas las cosas dichas son sacadas de Fisiólogo, de Arnoldo, -de Megastenes, de Plinio, lib. VI, cap. 35; de Solino, -cap. 16 de su Polistor; de Sant Isidro, lib. XVI, cap. 10; de -Alberto el Magno, lib. II, cap. 2.º <i>De mineralibus</i>; del Vincencio, -<i>Speculo natural</i>, lib. IX, capítulos 81 y 82, y del libro -<i>De propietatibus rerum</i>, lib. XVI, cap. 62; y lo que dice postrero -de Julio César, refiérelo Suetonio, en la vida del mismo -Julio César, cap. 47, <i>Britanniam petisse spe margaritarum, -quarum complitudinem conferentem interdum sua manu -egisse pondus</i>. Algunos hay que duden, modernos, empero, y -no de mucha auctoridad, criarse las perlas del rocío del cielo, -como arriba se ha dicho, diciendo ser mas fábula que verdad; -pero ni dan razon en contrario, ni asignan la causa de donde -tengan orígen las perlas ó margaritas, y por tanto parece temeridad -refragar sentencia de tantos y tales autores, que tan -diligentes y solícitos fueron en inquirir é manifestar los secretos -de la naturaleza. Pudieran, los que no admiten que del -rocío se crien las perlas, asignar algunas causas naturales de -donde pudiesen proceder; y es una, poderse criar en las mismas -conchas por virtud de algun lugar, en el cual impriman -los cuerpos celestiales virtud mineral y de la misma agua de -la mar, de la manera que se crian las otras piedras preciosas -y comunes. Para entendimiento desto débese saber, segun -Alberto Magno en el lib. I, capítulos 7.º, 8.º y 9.º, que las estrellas, -por su cantidad y su lumbre, y por su sitio y por su<span class="pagenum"><a name="Page_249" id="Page_249">[249]</a></span> -movimiento, mueven y ordenan el mundo, segun toda materia -y todo lugar, de las cosas que se engendran y corrompen. -Esta virtud, así determinada, de las estrellas, se infunde y -derrama en el lugar de la generacion de cada cosa que se engendra; -el lugar recibe las virtudes de las estrellas, cuasi -como la matriz ó la madre, que dicen, de las mujeres, rescibe -la virtud formativa del embrion. Embrion es la criatura -que tiene la hembra en el vientre, luego que comienza -á vivir ántes que tenga la figura señalada de macho ó de -hembra, segun su especie, y puédese decir, que es el parto -crudo é imperfecto que la hembra tiene en el vientre; de aquí -es que, segun los filósofos, el lugar es principio activo de la -generacion. Esta virtud de las estrellas no en todas partes es -una, ni es igual en todos los lugares, que sea tierra ó que sea -agua, porque en unos lugares se influye y derrama más que -en otros indiferentemente, como parece, que en unos se crian -leones y no elefantes y en otros elefantes y no leones, y en unos -oro y en otros plata y por el contrario; por esta manera, en -unos lugares se halla virtud mineral para engendrar perlas y -piedras preciosas, ó de las otras comunes, y en otras no, como -es manifiesto. La virtud, pues, determinada á la generacion de -las piedras en materia terrestre ó en materia de agua, es en la -cual concurren todos los lugares, en los cuales las piedras se -engendran; y así como en los animales que son engendrados de -putrefaccion ó pudrimento y cosas podridas, como los ratones, -segun la materia que se trata en el libro IV de los «Metauros,» -las estrellas infunden su virtud vivificativa que les dá vida, -por esta manera acaesce en la materia de que se engendran -las piedras, sea agua ó sea tierra, se les infunde virtud formativa -ó lapidificativa. Obra por esta manera la dicha virtud, -conviene á saber, que así como los elementos se trasmutan ó -traspasan unos en otros, como cuando la tierra convierte al -agua en sí para que sea tierra, lo primero que se hace es, que -la virtud de la tierra entra en la sustancia del agua, y altérala, -y lo segundo, cuasi señoreándose de ella, tiénela, y -entónces comienza el agua á estar queda y ponerse términos,<span class="pagenum"><a name="Page_250" id="Page_250">[250]</a></span> -como encogiéndose y embebiéndose, y hasta entónces no -pierde su perspicuidad ó clareza, ó traslucimiento, pero de -allí vá corrompiéndose, y así se hace tierra que ya rescibe -las calidades de la tierra, que son, ser opaca ó espesa, -y escura y seca, lo mismo es de los otros elementos. Por esta -misma manera acaece de la virtud lapidificativa cuando se -infunde en algun lugar, sea agua ó sea tierra, porque la materia -agua ó tierra que la dicha virtud toca, primeramente la -altera, y lo segundo señoréala y tiénela, y despues que la tiene -y vence señoreándola, conviértela en piedra; por esta manera -se pueden engendrar y criar las margaritas, uniones y perlas -sin ser de rocío, como los autores nombrados dicen, que dentro -de las ostias, ó en la misma peña, ó en el arena, ó en aquellos -lugares donde las conchas se apacientan, infundan virtud, -que comunmente se llama mineral, las estrellas; que la misma -agua de la mar, ó alguna cosa que las mismas ostias coman -para su mantenimiento altere y entre en la sustancia de aquella, -y detenga y venza y señoree, y al cabo la convierta en -margarita ó perla, porque como Platon dice, y Alberto, donde -arriba en el cap. 5.º, lo alega, que, segun los méritos y disposicion -de cada materia, se influyen las virtudes celestiales que -obran las cosas de naturaleza, <i>secundum merita (inquit) materiæ -infunduntur virtutes cœlestes quæ res naturæ operantur</i>, ó tambien -la misma agua de la mar suele tener tal virtud, en sólo aquel -lugar y comarca, que dentro de las ostias, de sus mismas -gotas ó de otras cosas que en ellas haya, engendre las perlas. -Y la señal desto Alberto Magno allí refiere, que hay algunas -aguas, por la virtud mineral que aquel lugar donde corren -contiene, tan fuertes, que corriendo por tales materias se embeben -en las cosas minerales, ó que tienen vecindad con ellas, -por lo cual el agua misma y las cosas que están en ella se -convierten en piedras más presto ó más tarde, segun que es -más fuerte ó más débil la virtud que forma las piedras, ó lapidificativa; -pero si aquella misma agua la sacan de aquel -lugar y la echan en otro, no se convertirá en piedras: la -causa es, porque como esté fuera del lugar donde hay virtud<span class="pagenum"><a name="Page_251" id="Page_251">[251]</a></span> -mineral, evapórase y corrómpese, así como cualquiera otra -cosa se corrompe estando fuera del lugar de su propia generacion. -Por esta manera, dice Alberto allí, en el cap. 7.º, haberse -experimentado en los montes Pirineos, que dividen á -España de Francia, ser algunos lugares en los cuales el agua -lluvia que cae se convierte en piedras, y si la misma lluvia cae -ó echan en otro lugar, fuera de aquellos, quédase en agua como -era. Por la misma razon hay algunas plantas y palos que están -dentro de algunas aguas ó mares que se convierten en piedras, -quedándoles la figura de palos ó de plantas, y algunas -veces las plantas y arbolillos nascidas dentro de la mar son tan -vecinas de la naturaleza de las piedras, que un poco secas al -aire, se convierten en piedras; y la señal desto es bien manifiesto -en el coral, el cual, sin duda ninguna, se engendra -de palillos y plantas que están dentro de la mar. Plinio, en -el libro XXXI, cap. 2.º, pone haber una fuente en Asia la Menor, -que regando la tierra con su agua la torna piedra, y -un rio, que los árboles con sus hojas hacia lo mismo. Ésto no -puede en alguna manera ser sino por la virtud mineral en -aquella tierra ó piedras ó peñas que están dentro del agua ó -en la misma mar, como tambien vemos en sierras muy altas, -que siempre hay perpétuas nieves, y en ellas se engendra el -cristal, lo cual no seria posible, si no fuese por la virtud -mineral que allí las estrellas infunden y derraman; desto, -algo dejamos ya dicho arriba. Así que no es cosa imposible -criarse las perlas en aquella mar sin rocío, de la manera que -es dicha de suso. Las perlas que aquí el Almirante hobo se -criaban y crian en la mar de una isleta, y al derredor della, -que se llama Cubagua, que no tiene agua dulce, sino estéril y -seca, y en toda ella habrá obra de dos leguas de tierra inhabitable, -puesto que las perlas la hicieron habitada con más de -50 vecinos, españoles; miéntras duraron, iban por el agua siete -leguas de allí, á la tierra firme. Dista esta isleta, de donde el -Almirante agora andaba, 50 leguas abajo al Poniente; podia -ser que allí en aquel golfo de la Ballena, por donde andaba, -ó en la mar allegada á la Trinidad, ó á la tierra firme, que<span class="pagenum"><a name="Page_252" id="Page_252">[252]</a></span> -llamaba isla de Gracia, hobiese quizá algunas perlas, pero -parece que no, pues los indios señalaban que al Poniente las -cogian. Yo estuve en la dicha isleta y vide las conchas, y en -ellas las perlas que tenian debajo de la carne; no era uniones sino -margaritas, porque tenian cuatro ó cinco juntas, unas grandes -y otras chicas; las ostias son del tamaño que las de Castilla, y -la carne ó pescado dellas la misma, bien sabrosa: yo comí -hartas de ellas. Adelante, placiendo á Dios, en el libro IV se -dirá más desta isleta de Cubagua, y de las perlas, y lo que -en ella en los tiempos pasados se ha hecho y ha acaecido.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_253" id="Page_253">[253]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXXVII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Tornando á donde quedó el hilo de la historia, en este -paso hace mencion el Almirante de muchas puntas de tierra é -islas, é nombres que les habia puesto, pero no parece cuando, -y en esto y en otras cosas que hay en sus Itinerarios, parece -ser natural de otra lengua, porque no penetra del todo la significacion -de los vocablos de la lengua castellana, ni del modo -de hablar della; hace mencion aquí de la Punta Seca, de la isla -Isabela, de la isla Tramontana, de la Punta Llana, de la Punta -Sara, suponiéndolas, empero ninguna cosa ha dicho dellas, ó -de alguna dellas. Dice que toda aquella mar es dulce, y que no -sabe de donde proceda, porque no parecia haber disposicion de -grandes rios (y que los hobiese, dice, que no dejaria de ser -maravilla), pero engañábase en pensar que no habia rios, porque -aquel rio Yuyaparí era tan caudal y poderoso, como está -dicho, y otros que salen por allí. Deseando ya salir deste golfo -de la Ballena, donde andaba cercado de tierra firme y de -la Trinidad, como dicho queda, navegando al Poniente por -aquella costa de tierra firme, que él llamaba de Gracia, hácia -la Punta Seca, que no dice donde era, halló dos brazos de -agua no más; envió la carabela pequeña para ver si habia salida -al Norte, porque, frontero de la tierra firme y de la otra -que llamó Isabela, al Poniente, parecia una isla muy alta y -hermosa; volvió la carabela, y dijo que halló un golfo grande -y en él cuatro grandes aberturas que parecian golfos pequeños, -y á cabo de cada uno un rio. Á este golfo puso nombre -Golfo de las Perlas, aunque no hay, creo yo, ninguna. Esto -parece que era al rincon de todo este golfo grande, donde andaba -el Almirante cercado de la tierra firme y de la isla de -la Trinidad; aquellas cuatro abras ó oberturas, creia el Almirante<span class="pagenum"><a name="Page_254" id="Page_254">[254]</a></span> -que eran cuatro islas, y que no parecia que hobiese señal -de rio que hiciese todo aquel golfo, de más de 40 leguas -de mar todo dulce; pero los marineros afirmaban que aquellas -aberturas eran bocas de rio, y decian verdad, al ménos en las -dos, porque por la una salia el gran rio Yuyaparí, y por la otra -sale otro grande que hoy se llama el rio de Camarí. Quisiera -en gran manera el Almirante ver la verdad de este secreto, -cual era la causa de haber 40 leguas en luengo y 26 de ancho, -como tiene el dicho golfo, de agua dulce, lo cual, dice -él, era cosa de admiracion, y razon, cierto, tenia; y tambien -por penetrar los secretos de aquellas tierras, que no creia ser -posible que no tuviesen cosas de valor, ó que no las habia en -las Indias, mayormente habiendo hallado allí muestra de oro -y de perlas, y las nuevas dellas, y descubierto tales tierras -y tantas y tales gentes en ellas, por lo cual fácilmente las cosas -dellas, y riquezas que habia se supieran; pero porque los mantenimientos -que llevaba para la gente que estaba en esta Española, -y la que traia para que comiesen en las minas, cogiendo -oro, se le perdian, los cuales habia alcanzado con gran dificultad -y fatiga, no le dejaban detenerse, y dice que, si tuviera esperanza -de haber otros tan presto, todos los pospusiera, por -descubrir más tierras y ver los secretos dellas. Y al fin acuerda -seguir lo más cierto, y venir á esta isla y enviar della dineros -á Castilla para traer bastimentos y gente á sueldo, y lo más -presto que pudiese enviar tambien á su hermano el Adelantado -á proseguir su descubrimiento y hallar grandes cosas, -como esperaba que se hallarian, por servir á Nuestro señor -y á los Reyes; pero al mejor tiempo se le cortó el hilo, como -parescerá, destos sus buenos deseos, y dice así: «Nuestro Señor -me guie por su piedad y me depare cosa con que él sea -servido y Vuestras Altezas hayan mucho placer; y, cierto, débenlo -de haber, porque acá tienen cosa tan notable y real -para grandes Príncipes, y es gran yerro creer á quien les dice -mal desta empresa, salvo aborrecerles, porque no se halla -que Príncipe haya habido tanta gracia de Nuestro Señor, ni -tanta victoria de cosa tan señalada, y dé tanta honra á su<span class="pagenum"><a name="Page_255" id="Page_255">[255]</a></span> -alto Estado y reinos, y por donde pueda recibir Dios eterno -más servicios, y la gente de España más refrigerio y ganancias, -que visto está que hay infinitas cosas de valor, y bien -que agora no se conozca esto que yo digo, verná tiempo que -se contará por grande excelencia, y á grande vituperio de las -personas que á Vuestras Altezas son contra esto, que bien que -hayan gastado algo en ello, ha sido en cosa más noble y de -mayor estado que haya sido cosa de otro Príncipe hasta -agora, ni era de se quitar de ella secamente, salvo proceder -y darme ayuda y favor, porque los reyes de Portugal gastaron -y tuvieron corazon para gastar en Guinea, fasta cuatro ó -cinco años, dineros y gente, primero que recibiesen provecho, -y despues les deparó Dios ganancias y oro. Que, cierto, si se -cuenta la gente del reino de Portugal y las personas de los -que son muertos en esta empresa de Guinea, se fallaria que -son más de la mitad del reino; y, cierto, fuera grandísima -grandeza atajar una renta en España, que se gastase en esta -empresa, que ninguna cosa dejaran Vuestras Altezas de mayor -memoria, y miren en ello; y que ningun Príncipe de Castilla se -halla, ó yo no he hallado por escrito ni por palabra, que haya -ganado jamás tierra alguna fuera de España, y Vuestras Altezas -ganaron estas tierras que son otro mundo, y adonde -habrá la cristiandad tanto placer, y nuestra fé, por tiempo, -tanto acrecentamiento. Todo esto digo con muy sana intincion, -y porque deseo que Vuestras Altezas sean los mayores -señores del mundo, digo señores de todo él; y sea todo con -mucho servicio y contentamiento de la Santísima Trinidad, -porque en fin de sus dias hayan la gloria del Paraíso, y no -por lo que á mí propio toca, que espero en su alta Majestad, -que Vuestras Altezas presto verán la verdad dello, y -cual es mi cudicia.» Todas estas son palabras formales del -Almirante, sobre las cuales habria mucho que hablar, pero en -breve quiero anotar algunas cosas: lo primero, es manifiesto -la buena intincion que siempre tuvo el Almirante, para con -Dios y con los Reyes, y con cuanta simplicidad de ello hablaba, -y creo para mí que algo y mucho excedió en la intencion<span class="pagenum"><a name="Page_256" id="Page_256">[256]</a></span> -de agradarles á los Reyes, y por esta ser nimia demasiada -no se agradó mucho Dios; y él mismo lo confiesa en una carta -que escribió á los Reyes y á otras personas, que dice así: -«Torno á decir con juramento, que yo he puesto más diligencia -á servir á Vuestras Altezas, que no á ganar el Paraíso.» -Estas son sus palabras. Lo segundo, se debe notar, que cerca -de lo que dice aquí el Almirante, ser cosa real y notable estas -tierras y riquezas dellas que habia descubierto, ciertamente, -para encarecer la grandeza y dignidad destas cosas -de las Indias, que Dios puso en manos de los Reyes de Castilla, -necesario fuera tener la elocuencia y eficacia de Demóstenes, -y para escribirlo, la mano de Ciceron; un orbe tantos -siglos escondido, amplísimo y longuísimo, tan lleno y rebosante -de inmensas y quietas gentes, todo él á una mano, felicísimas, -fertilísimas, sanísimas y riquísimas tierras, ¿quién -lo podrá explicar, loar y dar á entender? Lo tercero, que haya -sido especial gracia y don señalado de Dios, y no comparable -á cualquiera concedido á los Reyes de Castilla para grande -honra suya y favor, y engrandecimiento de su alto Estado y -reinos, como el Almirante dice, mayor suficiencia que la -dicha se requiere para lo saber engrandecer, y esto, porque -por disposicion divina fueron elegidos, más que otros ningunos -Reyes, para ser ministros medianeros de los mayores -servicios que Reyes cristianos á Dios eterno jamás hicieron. -Desto se sigue lo cuarto que notarse debe; la razon que tuvieron -de se alegrar y haber mucho placer, como el Almirante -dice, y yo añido, que tienen estrechísima obligacion -de referir por ello inmensos loores y gracias á Dios. Lo -quinto es, que se note cuan indiscretamente se habian con -los Reyes, y cuanto les deservian los que á Sus Altezas -disuadian, por unos pocos de gastos que se hacian, que se -dejasen desta empresa, pues habiendo parecido tierras tan -grandes y tan felices, y que habian dado muestra de oro, no -chica, y de temporales riquezas, mayormente no habiendo -experimentado más de lo desta isla, debieran creer y áun tener -por cierto, que en tantos reinos grandes bienes haber podria;<span class="pagenum"><a name="Page_257" id="Page_257">[257]</a></span> -y ciertamente, no ménos insensibles parece que eran, y que -no les rebosaba mucho el cuidado, de la dilatacion de la fe por -estas tierras y gentes dellas, ni su celo, pues no tenian el ojo -á otro hito sino á que gastaban los Reyes y no recibian provecho, -faltándoles consideracion de aquestas tierras y gentes, -no para esquilmar el oro y riquezas temporales dellas, sino -para divulgar el divino nombre, y convertir todas estas racionales -ánimas de que están llenas, y las habia puesto Dios y su -Iglesia en las manos de los católicos Reyes, y esto bien lo -sentia y lloraba el Almirante. Y con razon, de los tales émulos -tenia grande queja, y, como aquel que tantos sudores -y trabajos le habia costado y costaba de presente aqueste -mundo nuevo que descubria, y habia descubierto, y juntamente -la buena intincion que en todo ello tenia; por lo cual -todo le daba Dios claro cognoscimiento para que acertase en -lo que estaba por venir, como hombre de gran prudencia, -pues decia bien, «si que agora no se cognosce lo que yo digo, -verná tiempo que se contará por gran escelencia.» ¿Qué se podrá -contar en todo lo poblado del mundo, en este género, que -se iguale con lo sucedido y procedido en las Indias y de las -Indias en nuestros tiempos? lo cual, todo, ántes y despues -de su descubrimiento, era estimado por vanísimo é increible, -pero, como dije, dábalo Dios á cognoscer y á decir ántes que -se cumpliese, al que, para lo principiar, y mostrar, con el dedo -habia elegido. El ejemplo que trae de los Reyes de Portugal, -que gastaron muchos dineros y gentes en el descubrimiento -y trato de Guinea, ántes que della hobiesen provecho, -verdad es; pero de las ganancias que de allí ha habido y hoy -hay, ruego yo á Dios que no tenga yo parte ni quien bien ó -mal me quiera. En aquello que dice que fuera grandísima -grandeza atajar (pone atajar por señalar ó reservar), alguna -renta en España para que se gastase en esta empresa, dice la -mayor y más sustancial y prudente razon de cuantas ha dicho, -el fundamento de todo el bien y causa de evitar el mal, mayormente -á los principios, de todas estas Indias; porque si los -católicos Reyes, aunque siempre vivian con necesidad, situaran<span class="pagenum"><a name="Page_258" id="Page_258">[258]</a></span> -ó señalaran cierta renta (que no era menester muy mucha), -para que se gastara en la comunicacion y contratacion cristiana, -humana, pacífica y razonable de Castilla con estas gentes, y -no hobiera tanta priesa en los que les aconsejaban que fueran -riquezas á aquellos reinos, ó en estimar que debian ir limpias -de polvo y de paja, como si estos reinos, no por otra razon -ni título, sino solamente porque acaeció ser descubiertos, lo -debieran á aquellos, sin alguna duda los gastos que los Reyes -hicieran, les fueran, cuando ménos provecho en estas tierras -hubo, recompensados, y sobrepujara la recompensa, y poco -á poco se fueran descubriendo las grandes riquezas que en -estas tierras habia, y se ganaran todas para Castilla, ganadas -primero las voluntades de los dueños dellas que con antiguo -derecho y justicia las poseian, y entrando por esta puerta, -que era la justa, verdadera y legítima, en estas tierras, estos -reinos y aquellos fueran felicísimos. Pero harto hicieron los -católicos Reyes teniendo consejeros, y los que en estos negocios -entendian, tan ciegos, en no desmamparar del todo la -prosecucion de esta demanda, como ellos, precipitándose inconsideradamente, -les persuadian. Callo la ignorancia ó la -inadvertencia no muy saludable que tuvieron en no entender -que á estas naciones, solamente por ser hombres y gentiles, -carecientes de lumbre de nuestra católica fé, de precepto divino -de la caridad el celo y obra de darlos doctrina y convertirlos -por la forma que Cristo estableció, se les debia; con tal parecer -y consejo fueran causa que, con ninguna otra hazaña (puesto -que fueron muchas y dignísimas las suyas), dejaran los Reyes -mayor memoria, ni la cristiandad tanto placer, y nuestra fé, -por tiempo, tanto acrescentamiento, y la Santísima Trinidad -recibiera tanto servicio y contentamiento, como el Almirante -con sus sinceras palabras dice.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_259" id="Page_259">[259]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXXVIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Así que, para salir deste golfo dentro del cual estaba de tierra -por todas partes cercado, con el propósito ya dicho de salvar -los bastimentos que traia, que se le perdian, viniéndose á -esta isla Española, sábado, 11 de Agosto, al salir de la luna, -levantó las anclas, y tendió las velas y navegó hácia el leste, -que es hácia donde sale el sol (porque estaba en el rincon -del rio Yuyaparí, como arriba se dijo), para ir á salir, por entre -la Punta de Paria y tierra firme, que llamó la Punta ó cabo de -la Playa, á la tierra isla de Gracia, y entre el Cabo á que dijo -cabo Boto de la isla de la Trinidad, como parece arriba en el -cap. 134. Llegó hasta un puerto muy bueno, que llamó Puerto -de Gatos, que está junto con la boca donde están las dos isletas -del Caracol y Delfin, entre los cabos de Lapa y cabo Boto; -y esto, domingo, 12 de Agosto, surgió cerca del dicho puerto, -para por la mañana salir por la dicha boca. Halló otro puerto -cerca de allí, donde envió á verlo la barca; era muy bueno; -hallaron ciertas casas de pescadores, y agua mucha y muy -dulce, y púsole por nombre el Puerto de las Cabañas; hallaron, -dice, mirabolanos en la tierra; junto á la mar, infinitas ostias -pegadas á las ramas de los árboles que entran en la mar, las -bocas abiertas para recibir el rocío que cae de las hojas, hasta -que cae la gotera de que se engendran las piedras, segun dice -Plinio y alega al Vocabulario que se llama <i>Catholicon</i>; pero -ya queda dicho arriba en el cap. 136, que aquellas ostias no -parece que son de la especie que crian las perlas. Lúnes, 13 -de Agosto, en saliendo la luna, levantó las anclas de donde -surgido estaba, y vino hácia el cabo de la Playa, que es el de -Paria, para salir al Norte por la boca que llamó del Drago, -por la siguiente causa y peligro en que allí se vido; la boca<span class="pagenum"><a name="Page_260" id="Page_260">[260]</a></span> -del Drago, dice, que es un estrecho que está entre la Punta de -la Playa que es el fin de la isla de Gracia, que como muchas -veces está dicho, es la punta de la tierra firme y de Paria, al -Oriente, y entre el cabo Boto, que es el fin de la isla de la -Trinidad, al Poniente; dice, que habrá entre medias de los dos -cabos legua y media. Este debe ser pasadas cuatro isletas que -dice haber allí en medio, atravesadas, aunque agora no vemos -más de dos, por las cuales no debe haber salida, y sólo debe -de quedar la angostura de la legua y media para poder salir -los navíos por ella, porque de la Punta de la Lapa al cabo -Boto cinco leguas hay, como en el cap. 134 dijimos. Llegando -á la dicha boca á la hora de tercia, halló una gran pelea -entre el agua dulce por salir á la mar, y el agua salada del -mar por entrar dentro en el golfo, y era tan recia y temerosa, -que levantaba una gran loma, como un cerro muy alto, -y con esto traian un estruendo y ruido ambas aguas, de Levante -á Poniente, muy largo y espantoso, con hilero de aguas, -y tras uno venian cuatro hileros uno tras otro, que hacian corrientes -que peleaban; donde pensaron perecer, no ménos que -en la otra boca de la Sierpe del cabo del Arenal, cuando entraban -en el golfo. Fué doblado este peligro más que el otro, -porque les calmó el viento con que esperaban salir, y quisieran -surgir, que les fuera algun remedio, aunque no sin peligro -por los combates de las aguas, pero no hallaron fondo, porque -era muy honda allí la mar; temieron, calmado el viento, no -les echase el agua dulce ó salada á dar en las peñas con sus -corrientes, donde no hubiesen algun remedio. Dicen, que dijo -aquí el Almirante, aunque no lo hallé escrito de su mano, como -hallé lo susodicho, que si de allí se escapaban, podian hacer -cuenta que se escapaban de la boca del drago, y por esto se -le quedó este nombre, y con razon. Plugo á la bondad de -Dios que del mismo peligro les salió la salud y liberacion, -porque la misma agua dulce, venciendo á la salada, echó sin -sentir los navíos fuera, y así fueron puestos en salvo; porque -cuando Dios quiere que uno ó muchos sean de vida, el agua -les es medicina. Así que, salió, lúnes á 13 de Agosto, del dicho<span class="pagenum"><a name="Page_261" id="Page_261">[261]</a></span> -golfo y de la boca del Drago, peligrosa. Dice que hay -desde la primera tierra de la Trinidad hasta el golfo que -descubrieron los marineros que invió en la carabela, donde -vieron los rios y él no los creia, al cual golfo llamó de las -Perlas, y esto es al rincon de todo el golfo grande, que nombró -de la Ballena, donde tantos dias anduvo, de tierra -cercado, 48 leguas; yo le añido que son buenas 50, como -aparece de la carta del marear. Salido del golfo y de la boca -del Drago y su peligro, acuerda de ir al Poniente por la costa -abajo de la tierra firme, creyendo todavía que era isla de -Gracia, para emparajar en el derecho de dicho golfo de las -Perlas, Norte Sur, y rodearla y ver aquella abundancia de -agua tan grande, de dónde venia, y si procedia de rios, como -los marineros afirmaban, lo que él dice que no creia, porque -ni el Ganjes, ni el Euphrates, ni el Nilo, no ha oido que tanta -agua dulce trajesen. La razon que le movia era, porque no -habia tierras tan grandes de donde pudiesen nacer tan grandes -rios, salvo, dice él, si esta no es tierra firme; estas palabras -son suyas. Por manera, que ya va sospechando que es -tierra firme la tierra de Gracia que él creia ser isla, pero era -y es, cierto, tierra firme, y los marineros habian dicho bien; -de la cual procedia tanto golpe de agua por los rios Yuyaparí -y el otro que sale cerca del que llamamos hoy Camarí, é otros -que por allí deben salir. Así que, yendo en busca de aquel -golfo de las Perlas, donde salen los dichos rios, creyendo de -hallarlos rodeando la tierra, por estimar ser isla y ver si habia -entrada por allí, ó salida para el Sur, y si no la hallase, -dice, que afirmaria entónces que era rio, y que lo uno y -lo otro era gran maravilla, fué la costa abajo aquel lúnes -hasta el sol puesto. Vido que la tierra era llena de buenos -puertos y tierra altísima; por aquella costa abajo, vido muchas -islas hácia el Norte y muchos cabos en la tierra firme, -á los cuales, todos, puso nombres: á uno, cabo de Conchas; -á otro, cabo Luengo; á otro, cabo de Sabor; á otro, cabo Rico, -tierra alta y muy hermosa; dice que en aquel camino hay muchos -puertos y golfos muy grandes que deben ser poblados, y<span class="pagenum"><a name="Page_262" id="Page_262">[262]</a></span> -cuanto más iba al Poniente, via la tierra más llana y más -hermosa. Al salir de la boca, vido una isla, al Norte, que estaria -de la boca 26 leguas, púsole nombre la isla de la Asuncion; -vido otra isla y pusóle la Concepcion, y á otras tres isletas -juntas llamó los Testigos, y estas, se llaman hoy así; á -otra cabe ellas, llamó el Romero; á otras isletas pequeñas, -nombró las Guardias. Despues llegó cerca de la isla Margarita, -y llamóla Margarita, y á otra cerca della, puso nombre el -Martinet. Esta Margarita es una isla que tiene de luengo 15 -leguas, y de ancho cinco ó seis, y es muy verde y graciosa -por de fuera, y por dentro es harto buena, por lo cual está -poblada; tiene cabe sí, á la luenga, leste gueste, tres isletas, -y dos detras dellas, Norte-Sur: el Almirante no vido más de -las tres, como iba de la parte del Sur de la Margarita. Está -seis ó siete leguas de la tierra firme, y por esto hace un -golfete entre ella y la tierra firme, y en medio del golfete -están dos isletas, leste gueste, que es de Levante á Poniente, -junto la una á la otra; la una se llama Coche, que quiere decir -venado, y la otra Cubagua, que es la que arriba en el -cap. 136 dije, donde se han cogido infinitas perlas. De manera, -que el Almirante, aunque no sabia que en aqueste golfete -se criaban las perlas, parece que adivinó en llamarla -Margarita; estuvo muy cerca della, puesto que no lo expresa, -porque dice estaba nueve leguas de la isla Martinet, la cual -estaba junto, dice él, á la Margarita, de la parte del Norte, y -dice junto, porque como iba por la parte del Sur de la Margarita, -parecia estar junto, aunque estaba ocho ó nueve leguas: -y esta es la isleta de la parte del Norte, cercana á la -Margarita, que agora se llama isla Blanca, y dista las ocho ó -nueve leguas de la Margarita, como dije; por aquí parece que -debia estar junto ó cerca de la Margarita, el Almirante, y creo -que, porque le faltó el viento, por allí surgió. Finalmente, de -todos los nombres que puso á islas y cabos de la tierra firme -que tenia por isla de Gracia, no han quedado ni se platican -hoy sino la isla de la Trinidad, y la boca del Drago, y los -Testigos, y la Margarita. Aquí andaba el Almirante muy malo<span class="pagenum"><a name="Page_263" id="Page_263">[263]</a></span> -de los ojos, de no dormir, porque siempre, como andaba entre -tantos peligros dentre islas, así lo tenia de costumbre, y -lo debe de tener cualquiera que trae cargos de navío, por la -mayor parte, como son pilotos, y dice, que más fatigado se -vido aquí que cuando descubrió la otra tierra firme, que es -la isla de Cuba (la cual áun pensaba que era tierra firme hasta -agora), porque se le cubrieron los ojos de sangre, y así eran -por la mar sus trabajos incomparables; por esta causa estuvo -esta noche en la cama y luego se halló más fuera en la mar de -lo que se hallara si él velara, por lo cual, no se descuidaba ni -fiaba de los marineros, ni debe fiarse de nadie el que es diligente -y perfecto piloto, porque á su cuenta y sobre su cabeza -están todos los que van en la nao, y lo más propio y necesario -que al ejercicio de su oficio pertenece es velar y no dormir, -todo el tiempo que navega.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_264" id="Page_264">[264]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXXXIX.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Parece haber andado el Almirante la costa abajo desde -que salió de la boca del Drago, ayer lúnes y hoy mártes, hasta -30 ó 40 leguas cuando más, puesto que no lo dice, porque -(como él se queja que no escrebia todo lo que debia describir), -no podia por andar por aquí tan malo; y como via que -la tierra iba muy extendida para abajo al Poniente, y parecia -más llana y más hermosa, y el golfo de las Perlas que quedaba -en la culata del golfo ó mar dulce, donde salia el rio de Yuyaparí, -en cuya busca iba, no tenia salida, la cual esperaba ver, -creyendo que esta tierra firme era isla, vino ya en cognoscimiento -que tierra tan grande no era isla, sino tierra firme, y, -como hablando con los Reyes, dice así: «Yo estoy creido que -esta es tierra firme, grandísima, de que hasta hoy no se ha -sabido, y la razon me ayuda grandemente por esto deste tan -grande rio y mar, que es dulce, y despues me ayuda el decir -de Esdras en el libro IV, cap. 6.º, que dice que las seis partes del -mundo son de tierra enjuta, y la una de agua, el cual libro -aprueba Sant Ambrosio en su <i>Examenon</i>, y Sant Agustin sobre -aquel paso, <i>Morietur filius meus Christus</i>, como lo alega -Francisco de Mayrones, y despues desto me ayuda el decir de -muchos indios caníbales que yo he tomado otras veces, los -cuales decian que al Austro dellos era tierra firme, y entónces -estaba yo en la isla de Guadalupe, y tambien lo oí á otros de -la isla de Sancta Cruz y la de Sant Juan, y decian que habia -mucho oro, y, como Vuestras Altezas saben, muy poco ha que -no se sabia otra tierra más de la que Ptolomeo escribió, y no -habia en mi tiempo quien creyese que se podia navegar de -España á las Indias, sobre lo cual anduve siete años en su -corte, y no fueron pocos los que entendieron en ello; y en<span class="pagenum"><a name="Page_265" id="Page_265">[265]</a></span> -fin, sólo el grandísimo corazon de Vuestras Altezas lo hizo experimentar -contra el parecer de cuantos lo contradecian, y -agora parece la verdad, y parecerá ántes de mucho tiempo -más larga: y, si esta es tierra firme, es cosa de admiracion, y -será entre todos los sabios, pues tan grande rio sale que haga -una mar dulce de 48 leguas.» Estas son sus palabras. Por manera, -que la primera razon que le persuadia ser tierra firme, -la que llamó Sancta cuando entró en el golfo por la boca de -la Sierpe, cuando vido la Trinidad, y la que despues llamó -isla de Gracia, fué salir tanta agua dulce que endulzaba -tan grande golfo, y argüia muy bien, porque gran golpe de -agua ó rio muy grande no se puede congregar, si no es de -muchas fuentes, las muchas fuentes causan muchas quebradas, -son causa de muchos arroyos, hacen muchos rios chicos -y despues se ayuntan grandes; todo lo cual presupone necesariamente, -grandísimo discurso y longura de tierra. Esta parece -que no puede ser isla por grande que sea, luego parece -que debe ser tierra firme; y era bonísima la conjetura por este -argumento. La segunda razon tomaba de la autoridad de Esdras, -que dice que las seis partes de la tierra quedaron enjutas, -mandando Dios que todas las aguas se encerrasen en un -lugar, que es la mar, y aquel testo dice así: <i>Et tertia die imperasti -aquis congregari in septima parte terræ, sex vero partes -siccasti et conservasti</i>, etc. Arguye, pues, así: la auctoridad de -Esdras afirma ser las seis partes del mundo tierra, y la una -de agua; toda la tierra que sabemos parece ser poca, segun -la mar vemos tan grande; luego esta tierra debe ser grande, -más que isla, que llamamos firme para que concuerde con la -autoridad de Esdras, que tenga seis partes la tierra, respectivamente -comparadas á una que ha de tener el agua, y por -esto no es mucho ni difícil creer que esta sea tierra firme. No -solamente el Almirante por la autoridad de Esdras se movia y -argüia ser la tierra seis veces más grande que el agua, pero -tambien doctísimos varones en todas ciencias hacian lo mismo, -y della argüian ser la mayor parte del mundo tierra y habitable, -contra Ptolomeo, que tuvo que solamente la sexta<span class="pagenum"><a name="Page_266" id="Page_266">[266]</a></span> -parte del mundo era habitable, y las otras cinco partes estaban -cubiertas de agua, como parece en el libro de Ptolomeo, «De -la disposicion de la esfera,» y en el «Almagesto,» libro II; y -de ellos es Pedro de Aliaco, doctísimo varon en todas ciencias, -el cual, en el libro <i>De imagine mundi</i>, cap. 8.º, alega la -dicha autoridad de Esdras, diciendo que aquel libro los Santos -tuvieron en reverencia, y por él las verdades sagradas -confirmaron. Estas son sus palabras. Desto dijimos en el capítulo -6.º Lo mismo de Esdras alega Jacobo de Valencia, no -poco docto en cosmografía, en el Salmo CIII, sobre el verso -<i>Hoc mare magnum et spatiosum</i>, etc., probando que la tierra -es seis veces mayor que la mar. Puede alguno decir á la autoridad -de Esdras, que aquel libro IV es apócrifo y de ninguna -autoridad, y á lo que dice Pedro de Aliaco, que los Santos lo -tuvieron en reverencia, no lo probara con San Jerónimo, el -cual, en la «Epístola contra Vigilancio,» dice que nunca aquel -libro leyó, porque no conviene tomar en las manos lo que la -Iglesia no recibe; estas son sus palabras. Sant Agustin, libro -XVIII, cap. 36 <i>De Civitate</i>, no aprueba aquel lib. IV de -Esdras, sino el III, cap. 3.º, diciendo que, por aventura, Esdras -fué profeta en aquello que dijo, «que la verdad es más -fuerte y poderosa que el Rey é las mujeres é el vino,» profetizando -de Cristo, Nuestro Señor y Redentor, que es la verdadera -verdad. Esto es lo que dice Sant Agustin; que escribiendo -sobre aquellas palabras, <i>morietur filius meus Christus</i>, -tratase de Esdras y lo aprobase, no sé donde Francisco Mairones -lo halló. Y aquel lib. III tambien se pone por apócrifo, -aunque no tanto como el IV, por no tenerse por cierto que -Esdras lo escribió; Sant Ambrosio, no en el <i>Examenon</i>, como el -Almirante dice, sino en el libro de <i>Bono mortis</i>, cap. 10, contra -los gentiles que creian morir las ánimas juntamente con los -cuerpos, parece aprobar tambien el IV, aunque da á entender -con alguna condicion, sobre aquel artículo de nuestra fé, -que en el tiempo del universal juicio, los muertos han, en sus -cuerpos, propios, de resucitar; el cual toca allí en el cap. 7.º, -Esdras, hablando del juicio, y que la tierra los ha de restituir<span class="pagenum"><a name="Page_267" id="Page_267">[267]</a></span> -á las ánimas: <i>Terra reddet quæ in ea dormiunt et pulvis quæ -in eo silentio habitant et promptuaria reddent quæ in eis comendatæ -sunt animæ et revelabitur Altissimus super sedem judicii</i>, etc. -Donde dice así Sant Ambrosio: <i>Animarum autem superiora esse -habitacula scriptura testimoniis valde probatur, siquidem in Esdræ -libris legimus, quod cum venerit judicii dies reddet terra defunctorum -corpora; et pulvis reddet eas quæ in tumulis requiescunt -reliquas mortuorum</i>. Et infra. <i>Sed Esdræ usus sum scriptis -ut cognoscant gentiles ea quæ in philosophiæ libris mirantur -translata de nostris</i>, etc.; en esto que Sant Ambrosio dice, á -la postre, usado he de los escritos de Esdras, porque cognoscan -los gentiles que, de lo que se admiran de nuestras Escripturas -salió, parece, algo, que si no fuera por confundirlos á -ellos, lo de aquel libro IV alegará, pero puédese decir que -ni contra los gentiles lícito era traer testimonio de lo que no -tenia autoridad. Finalmente, aunque aquel libro sea apócrifo, -que es tanto como sospechoso de contener algunos errores, -no se sigue que no tenga algunas y muchas verdades, -como es aquella del final juicio, y aquella <i>morietur filius meus -Christus</i>; y así puede haber sido de la dicha autoridad, que -la tierra sea seis veces mayor que la mar, é por esta razon se -puede muy bien en esto alegar. Tuvo el Almirante otra razon -para más se persuadir á que esta era tierra firme: las nuevas -que dice que le dieron los vecinos de la isla de Guadalupe, y -desta Española, y de la de Sant Juan.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_268" id="Page_268">[268]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXL.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Por todo lo susodicho en los capítulos precedentes, asaz -parece manifiesto haber sido el primero el Almirante D. Cristóbal -Colon, por quien la divina Providencia tuvo por bien -de descubrir aquesta nuestra grande tierra firme, así como -lo tomó por instrumento y eligió por medio de que al mundo -se mostrasen todas estas, tantos siglos, encubiertas océanas -Indias. Vídola, miércoles, 1.º dia de Agosto, un dia despues -que descubrió la isla de la Trinidad, año del nacimiento de -nuestra salud, Jesucristo, de 1498 años, á la cual llamó la -isla Santa, creyendo que era isla, desque comenzó á llegarse -para entrar por la boca que llamó de la Sierpe, en el golfo -de la Ballena, que nombró, que halló todo dulce, la cual -boca hace la isla de la Trinidad, por aquella parte, y la misma -tierra firme que llamó Santa; y el viérnes siguiente, que se -contaron 3 dias del dicho mes de Agosto, descubrió la Punta -de Paria, que llamó la Punta de la Paria, á la cual, estimando -que tambien era isla, púsole nombre la isla de Gracia; -como todo fuese tierra firme, como por sus dias y horas arriba -ha parecido, y hoy más claramente, por la apariencia y -vista de ojos, ser toda inmensa tierra firme, parece. Y es bien -aquí de considerar, la injusticia y agravio que aquel Américo -Vespucio parece haber hecho al Almirante, ó los que imprimieron -sus cuatro navegaciones, atribuyendo á sí, ó no -nombrando sino á sí sólo, el descubrimiento desta tierra firme; -y por esto todos los extranjeros que destas Indias en latin -ó en su lenguaje materno escriben, y pintan, ó hacen cartas -ó mapas, llámanla América, como descubierta y primero hallada -por Américo. Porque como Américo era latino y elocuente, -supo encarecer el primer viaje que hizo, y aplicarlo<span class="pagenum"><a name="Page_269" id="Page_269">[269]</a></span> -á sí mismo, como si fuera él por principal y Capitan dél, habiendo -ido por uno de los que fueron con el capitan Alonso -de Hojeda, del que arriba hemos hablado, ó por marinero, -ó porque puso como mercader alguna parte de dineros en el -armada, mayormente cobró autoridad y nombre por haber -dirigido las navegaciones que hizo al rey Renato, de Nápoles. -Cierto, usurpan injustamente al Almirante la honra y honor -y privilegios, que, por ser el primero que con sus trabajos, sudores -y industria dió á España y al mundo el conocimiento -desta tierra firme, como lo habia dado de todas estas occidentales -Indias; merece, el cual privilegio y honor reservó la -divina Providencia para el Almirante D. Cristóbal Colon, y -no para otro, y por esto nadie debe presumir de se lo usurpar -ni dar á sí ni á otro, sin agravio é injusticia y pecado, cometida -en el Almirante, y, por consiguiente, sin ofensa de Dios.</p> - -<p>Y porque esta verdad manifiesta sea, referiré aquí fielmente -la noticia verídica y no aficionada que dello tengo. Para entender -esto, conviene presuponer la partida de Sant Lúcar -del Almirante para hacer este viaje, que fué á 30 de Mayo del -año 1498, como arriba queda dicho, y llegó á las islas de -Cabo Verde, á 27 de Junio; y vido la isla de la Trinidad, mártes -31 dias de Julio, y luego, miércoles, 1.º de Agosto, vido -al Sur la tierra firme por la angostura de dos leguas, que hace -con la isla de la Trinidad, que llamó la boca de la Sierpe, y -á la tierra firme, creyendo que era isla, nombró la isla Sancta, -y luego, el viérnes siguiente, vido y descubrió á Paria, y -llamóla isla de Gracia, por creer que tambien era isla. Toda -esta navegacion y la figura y la pintura de la tierra, envió el -Almirante á los Reyes. Esto así supuesto, veamos cuando partió -Américo Vespucio, y con quién, para descubrir ó negociar -en estas partes; para entendimiento de lo cual, sepan los que -esta Historia leyeren, que en este tiempo estaba el susodicho -Alonso de Hojeda en Castilla, y llegó la relacion deste descubrimiento -y la figura de la tierra que el Almirante envió -luego á los Reyes, lo cual todo venia á manos del Obispo -D. Juan Rodriguez de Fonseca, que ya creo que era<span class="pagenum"><a name="Page_270" id="Page_270">[270]</a></span> -Obispo de Palencia, que tenia cargo de la expedicion y -negocios destas Indias desde su principio, siendo él Arcediano -de Sevilla, como arriba queda asaz dicho. El dicho -Alonso de Hojeda era muy querido del Obispo, y como -llegó la relacion del Almirante y la pintura dicha, inclinóse -Alonso de Hojeda ir á descubrir más tierra por aquel -mismo camino que el Almirante llevado habia, porque, descubierto -el hilo y en la mano puesto, fácil cosa es llegar hasta -el ovillo; ayudóle á ello haber él colegido de los avisos que -el Almirante procuraba saber de los indios, cuando con el Almirante -al primer viaje vino, que habia por estas tierras, y -despues destas islas, tierra firme; y como tuvo el favor y voluntad -del Obispo, buscó personas que le armasen algun navío -ó navíos, porque á él no le sobraban los dineros, y halló -en Sevilla (y por ventura en el puerto de Sancta María, y de -allí partió para el dicho descubrimiento), donde él era cognoscido, -y porque por sus obras de hombre esforzado valeroso -era señalado, quien cuatro navíos le armase. Dánle los Reyes -sus provisiones é instrucciones y constitúyenle por Capitan -para que descubriese y rescatase oro y perlas y lo demas que -hallase, dándoles el quinto á los Reyes, y tratase de paz y -amistad con las gentes adonde llegar le acaeciese. Y así, el -primero que despues del Almirante fué á descubrir, no fué -otro sino Alonso de Hojeda; y, los que llevó y quiso llevar en -su compañía, trabajó de llevar todas las personas que pudo, -marineros, y que más de las navegaciones destas tierras sabian, -que no eran otros sino los que habian venido y andado -con el Almirante. Estos fueron los principales, en aquel tiempo: -uno dellos, Juan de la Cossa, vizcaino, que vino con el -Almirante cuando descubrió esta isla, y despues fué tambien -con él al descubrimiento de las islas de Cuba y Jamáica, laboriosísimo -viaje hasta entónces; llevó tambien Hojeda consigo al -piloto Bartolomé Roldan, que en esta ciudad de Sancto Domingo -fué muy nombrado y todos cognoscimos, el cual edificó -desde sus cimientos gran parte de las casas que se hicieron -y son vivas en las cuatro calles, y este habia venido con el<span class="pagenum"><a name="Page_271" id="Page_271">[271]</a></span> -Almirante en el viaje primero, y despues tambien al descubrimiento -de Paria y tierra firme; trujo tambien Hojeda al dicho -Américo, no sé si por piloto ó como hombre entendido en las -cosas de la mar y docto en cosmografía, porque parece que el -mismo Hojeda lo pone entre los pilotos que trujo consigo. Y lo -que creo y colijo del prólogo que hace al rey Renato de Nápoles -en el libro de sus «Cuatro navegaciones,» el dicho Américo, -él era mercader, y así lo confiesa; debia, por aventura, -poner algunos dineros en la armada de los cuatro navíos y tener -parte en los provechos que de allí se hubiesen, y aunque -Américo encarama mucho que el rey de Castilla hizo la armada -y por su mandado iban á descubrir, no es así, sino que -se juntaban tres ó cuatro, ó diez que tenian algunos dineros, -y pedian y áun importunaban por licencia á los Reyes, para -ir á descubrir é granjear, procurando sus provechos é intereses. -Así que Hojeda, por traer la figura que el Almirante -habia enviado, de la tierra firme que habia descubierto, á los -Reyes, y por pilotos á los marineros que habian venido con el -Almirante, vino á descubrir é descubrió la parte que abajo, -cap. 166, se dirá, de tierra firme. Que haya ido Américo con -Alonso de Hojeda, y Hojeda despues de haber descubierto la -tierra firme el Almirante, es cosa muy averiguada y probada -con muchos testigos, y por el mismo Alonso de Hojeda, el cual -fué presentado por el Fiscal por testigo en favor del fisco, cuando -el Almirante, D. Diego Colon, legítimo y primero sucesor -del dicho Almirante D. Cristóbal Colon, movió pleito al Rey -por todo su Estado de que habia su padre sido desposeido, y él -lo estaba por esta causa; el cual Alonso de Hojeda dice así en -su dicho á la segunda pregunta, por la cual era preguntado, ¿si -sabia que el Almirante D. Cristóbal Colon no habia descubierto -en lo que agora llaman tierra firme, sino una vez que -tocó en la parte de la tierra que llaman Paria? etc., responde -Hojeda, que el Almirante D. Cristóbal Colon tocó en la isla -de la Trinidad y pasó por entre la isla dicha y Boca del Drago, -que es Paria, é que vió la isla de la Margarita; preguntado -¿como lo sabe? dijo, que lo sabe porque vió este testigo la figura<span class="pagenum"><a name="Page_272" id="Page_272">[272]</a></span> -que el dicho Almirante envió á Castilla, el dicho tiempo, al -Rey é Reina, nuestros señores, de lo que habia descubierto, -y porque este testigo luego vino á descubrir y halló que era -verdad lo que dicho tiene, que el dicho Almirante descubrió; -á la quinta pregunta, que contiene lo que el mismo Hojeda -habia descubierto desde Paria abajo, dice así Hojeda, que la -verdad desta pregunta es, que él vino á descubrir el primero -despues que el Almirante descubrió, y que él fué hácia el -Mediodia de la tierra firme, cuasi 200 leguas, y descendió despues -hasta Paria y salió por la Boca del Drago, y allí conoció -que el Almirante habia estado en la isla de la Trinidad, -junto con la Boca del Drago; y abajo dice, que este viaje, -que este testigo hizo, trujo consigo á Juan de la Cossa y á -Américo Vespucio, é otros pilotos, etc. Esto dice Alonso de Hojeda, -entre otras cosas, en su dicho y deposicion; por manera, -que quedan averiguadas por el mismo Hojeda dos cosas: la -una, que trujo á Américo consigo, y la otra, que vino á descubrir -por la tierra firme despues de la haber descubierto el -Almirante; y esta postrera está muy probada, conviene á saber, -que el Almirante haya sido el primero que descubrió á -Paria, y que en ella estuvo ántes que cristiano alguno llegase -á ella ni á parte alguna de toda la tierra firme, ni tuviese noticia -de cosa de ella, y esto tiene probado el Almirante, don -Diego, su hijo, con 60 testigos de oidas y 25 de vista, como -parece por el proceso deste negocio y pleito, el cual yo he -visto, y bien visto. Probó asimismo, que por haber el dicho -Almirante D. Cristóbal Colon descubierto estas Indias é islas, -y despues á Paria, que es la tierra firme, primero que otro -alguno, se atrevieron á ir á descubrir los otros que despues -dél fueron descubridores, y que creen y tienen por cierto, que -nunca hombre se moviera á ir á descubrir, ni las Indias ni parte -de ellas se descubrieran, si el Almirante descubierto no las -hobiera. Esto prueba con 16 testigos de oidas y con 41 que lo -creen, y con 20 que lo saben, y con 13 que afirman que descubrió -primero que otro alguno, y que por aquello lo creen; testifícalo -tambien Pedro Martir en su primera Década, capítulos<span class="pagenum"><a name="Page_273" id="Page_273">[273]</a></span> -8.º y 9.º, al cual se le debe más crédito que á otro ninguno -de los que escribieron en latin, porque se halló en Castilla por -aquellos tiempos y hablaba con todos, y todos se holgaban de -le dar cuenta de lo que vian y hallaban, como á hombre de -autoridad, y él que tenia cuidado de preguntarlo, pues trataba -de escribir, como dijimos en el prólogo de la Historia. De haber -llegado á Paria el Américo en este su primer viaje, él mismo lo -confiesa en su primera navegacion, diciendo: <i>Et provincia ipsa -Parias ab ipsis nuncupata est</i>. Despues hizo tambien con el -mismo Hojeda la segunda navegacion, como en el cap. 162 -parecerá. Aquí es agora mucho de notar y ver claro el error -que cerca de Américo por el mundo hay, y digo así: que -como ninguno ántes del Almirante hobiese llegado ni visto á -Paria, ni cosa de aquella tierra, ni despues dél no llegó primero -otro sino Hojeda, síguese, que Américo, ó fué con Hojeda, -ó despues dél; si fué con Hojeda, y Hojeda despues del -Almirante, y el Almirante partió de Sant Lúcar á 30 de Mayo, -y llegó á ver la Trinidad y la tierra firme postrero de Julio, y -primero y tercero de Agosto, como todo queda y es ya manifiesto, -¿como con la verdad se compadece que Américo diga -en su primera navegacion, que partió de Cáliz á 20 de Mayo, -año de nuestra salud, de 1497? Clara parece la falsedad, y -si fué de industria hecha, maldad grande fué, y ya que no -lo fuese, al ménos parécelo, pues muestra llevar diez dias de -ventaja en el mes al Almirante, cerca de la partida de Cáliz, -porque el Almirante partió de Sant Lúcar á 30 de Mayo, y -Américo dice haber partido de Cáliz á 20 del dicho mes, y -usúrpale tambien un año, porque el Almirante partió el año -de 1498, y Américo finje que partió para su primera navegacion -el año de 97. Verdad es que parece haber habido yerro -y no malicia en esto, porque dice Américo que tardó en -aquella su primera navegacion diez y ocho meses, y al cabo -della dice que tornó á entrar de vuelta en Cáliz á 15 de -Octubre, año de 499. Claro está, que si partieran de Cáliz á -20 de Mayo, año de 497, que tardaran en el viaje veintinueve -meses; siete del año de 97 y todo el año de 98, y más diez<span class="pagenum"><a name="Page_274" id="Page_274">[274]</a></span> -meses del año de 99. Tambien se pudo errar la péndola en poner -el año de 99 por el de 98 al fin, cuando trata de su vuelta -á Castilla, y, si así fuera, era cierta la malicia. Desta falsedad -ó yerro de péndola, ó lo que haya sido, y de saber bien, por -buen estilo, relatar y parlar y encarecer Américo sus cosas y -navegacion, y callar el nombre de su Capitan, que fué Hojeda, -y no hacer más mencion que de sí mesmo, y escribir al -rey Renato, han tomado los escritores extranjeros de nombrar -la nuestra tierra firme América, como si Américo sólo, y no -otro con él, y ántes que todos la hobiera descubierto; parece, -pues, cuanta injusticia se hizo, si de industria se le usurpó lo -que era suyo, al Almirante D. Cristóbal Colon, y con cuanta -razon al Almirante D. Cristóbal Colon (despues de la bondad -y providencia de Dios, que para esto le eligió), este descubrimiento -y todo lo sucedido á ello se le debe, y como le pertenecia -más á él, que se llamara la dicha tierra firme Columba, -de Colon ó Columbo que la descubrió, ó la tierra Sancta ó de -Gracia, que él mismo por nombre le puso, que no, de Américo, -denominarla América.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_275" id="Page_275">[275]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXLI.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Tornando al Almirante, no podia quitar de su imaginacion -la grandeza de aquella agua dulce que halló y vido en aquel -golfo de la Ballena, entre la tierra firme y la isla de la Trinidad, -y dándose á pensar mucho en ello, y hallando sus -razones, viene á parar en opinion que hácia aquella parte -debia estar el Paraíso terrenal. De las razones que le movian, -una era la grande templanza que andaba por aquella tierra -y mar donde andaba, estando tan cerca de la línea equinoccial, -la cual era juzgada de muchos autores como inhabitable, -ó por habitable con dificultad; ántes, por allí, estando -el sol en el signo Leo, por las mañanas hacia tanto frescor, -que le sabia bien tomar un ropon enforrado. Otra razon era, -que hallaba que, pasando 100 leguas de las islas de los Azores -y en aquel paraje del Septentrion, al Austro, nordesteaban -una cuarta las agujas y más, y, con ellas yendo al Poniente, -iba creciendo la templanza y mediocridad de los -tiempos suaves, y juzgaba que la mar iba subiendo y los navíos -alzándose hácia el cielo suavemente; y la causa desta altura, -dice ser la variedad del círculo que describe la estrella -del Norte con las Guardas, y cuanto más van los navíos al Poniente, -tanto más van alzándose, y subirán más en alto y más -diferencia habrá en las estrellas y en los círculos dellas, segun -dice. De aquí vino á concebir que el mundo no era redondo, -contra toda la machina comun de astrólogos y filósofos, sino -que el hemisferio que tenian Ptolomeo y los demas era redondo, -pero este otro de por acá, de que ellos no tuvieron noticia, -no lo era del todo, sino imaginábalo como media pera que tuviese -el pezon alto, ó como una teta de mujer en una pelota -redonda, y que esta parte deste pezon sea más alta y más propincua<span class="pagenum"><a name="Page_276" id="Page_276">[276]</a></span> -del aire y del cielo, y sea debajo la equinoccial; y -sobre aquel pezon, le parecia podia estar situado el Paraíso -terrenal, puesto que de allí, donde él estaba, estuviese muy -léjos. Daba otra razon: hallar, dice él, esta gente más blanca -ó ménos negra, y los cabellos largos y llanos, y gente más -astuta y de mayor ingenio, é no cobardes; y da razon de esta -razon, porque cuando en este viaje llegó en 20°, era la gente -negra, y cuando á las islas de Cabo Verde, más negra, y cuando -á los 5°, en derecho la línea de la Sierra Leona, muy más -negra, pero cuando declinó hácia el Poniente y llegó á la Trinidad -y tierra firme, que creyó ser el cabo de Oriente, por -respecto del lugar donde estaba, donde acababan la tierra toda -y las islas, halló mucha templanza y serenidad, y por consiguiente, -de la manera que ha dicho la gente. Otra razon es, la -multitud y grandeza desta agua dulce del golfo de la Ballena, -que tiene 48 leguas della, la cual parece que podia venir de -la fuente del Paraíso terrenal y descender á este golfo, aunque -viniese desde muy léjos, y deste golfo nacer los cuatro rios -Nilo, Tigre, Euphrates y Gánges, ó ir á ellos por sus cataratas -debajo de tierra y de la mar tambien. Ciertamente, para estar -este mundo destas Indias tan oculto y ser tan reciente su descubrimiento, -y ver las cosas tan nuevas que via, no es de -maravillar que el Almirante tanta, y de tan diversas y nuevas -cosas, sospecha imaginaciones y sentencia nueva tuviese. A lo -que en la segunda razon dijo, que yendo al Poniente iban los -navíos alzándose, contradice lo que el Filósofo dice en el II, -de los «Mechaoros», cap. 1.º, conviene á saber, que la tierra -y la mar de Septentrion es más alta que la del Austro, y pruébalo, -porque las mares y corrientes dellas, que vienen de -aquellas partes, corren á otras mares más bajas, y de aquellas -á este Océano; y da dello otra señal, que aquella tierra -es más alta, porque los meteorológios, que quiere decir los -estudiosos de las cosas altas, creyeron que el sol no andaba -por debajo de aquella tierra, sino por cerca della, porque en -el Septentrion los lugares de la tierra son altos; esto es del -Filósofo. A lo que el Almirante infiere, que la tierra no es<span class="pagenum"><a name="Page_277" id="Page_277">[277]</a></span> -redonda, Aristóteles en el II, <i>De cœlo</i>, cap. 14, y Ptolomeo en -su <i>Almagesto</i>, <i>dictione</i> 5.ª, cap. 16, Plinio, libro II, capítulos -66 y 67, y Alberto Magno, II, <i>De cœlo</i>, tractado III, capítulos -9, 10 y 11, y el autor de la «Esphera,» y comunmente -todos los más aprobados filósofos y astrólogos y matemáticos -son en contrario, lo cual se muestra y prueba por razones demostrativas -que no pueden por alguna manera negarse. Y una -razon quiero aquí decir que experimentamos en las Indias cada -dia, y es, que cuando pasamos por la latitud de los climas, -que es del Norte ó Septentrion al Sur ó Austro, por poco que -andemos, descubrimos algunas estrellas que están en aquella -parte, y que perpétuamente no vemos y nunca vimos, y si -tornamos de Austro al Septentrion, por poco que á él nos acerquemos, -se nos descubren estrellas que nunca vimos, y esto -parece, porque en Egipto y en la isla de Chipre y en Persia, -que están hácia el Mediodia ó Austro, vénse muchas estrellas -meridionales, las cuales no ven los que están en el sétimo clima, -y por el contrario, muchas ven aquestos que los habitadores -del Austro no ven ni verán jamás, estando en sus tierras. -Así parece arriba, cap. 128, donde hablando de la isla de la -Taprobana, dijimos, por sentencia de los antiguos, que no -se vian los Septentriones, que son las Osas Mayor y Menor, -ni las Cabrillas. Esto en ninguna manera podia ser si no fuese -la tierra redonda, porque la misma redondez y cuesta y lomo -que hace, se interpone entre las vistas nuestras y de los que -están en aquellas partes, porque, sin duda, si la tierra fuese -llana, de igual superficie, como algunos hubieron, grandes -filósofos, y de los cristianos fué Lactancio en el libro de <i>Falsa -sapitia</i>, cap. 24, donde quiera que el hombre estuviese, y en -cualquiera parte de la tierra veria ambos á dos polos y todas -las estrellas que están cerca dellos. Esta razon es del Filósofo, -en el libro II, <i>De cœlo</i>, cap. 14, y Sancto Tomás, allí en la -leccion última, y de Alberto Magno, donde arriba, cap. 11, -y del autor de la«Esphera.» Ponen otra razon, de los eclipses, -porque si la tierra fuera llana, en la misma hora que apareciera -el eclipse á los de Oriente lo vieran los habitadores de<span class="pagenum"><a name="Page_278" id="Page_278">[278]</a></span> -Occidente, pero porque unos á una y otros á otra lo ven, los -de Occidente lo ven ántes y los de Oriente despues, y por el -contrario, porque primero les anochece á estos que á aquellos, -lo cual no seria sino por el lomo ó altor ó embarazo -que hace la tierra por ser redonda. Y ansí parece que el Almirante -no argüia bien, por aquellas razones, que la tierra -no fuese redonda, pero no es de maravillar, como viese -tantas novedades, como dice, y tan admirables; y, por ventura, -se movia tambien por razon de que no total y propia y -perfectamente la tierra es esférica, de tal manera como lo es -la propia y perfecta figura esférica, de cuyo punto medio, todas -las líneas rectas que proceden y van á la superficie son -iguales, como una bola que sea perfectamente redonda, pero -la figura redonda es, que va ó se quiere asemejar á lo esférico, -puesto que no sea esférico perfectamente como lo sea una -manzana, aunque se puede decir redonda, pero no se dirá -propiamente esférica; y esta es la diferencia entre lo esférico -y lo redondo, y así, la tierra se dice redonda y no propiamente -esférica. Esto parece que siente Plinio en el cap. 66 del -libro II, <i>Orbem certe dicimus terræ globum quem verticibus includi -fatemur. Neque absoluti orbis est forma in tanta montium -excelsitate tanta camporum planicie.</i> Las mismas palabras dice -Beda en el libro <i>De natura rerum</i>, cap. 46. En aquello que -dice, no de forma absoluta, da á entender, que absolutamente -no es la tierra esférica, sino con condicion, conviene á saber, -si todas las partes de la tierra juntamente se ayuntasen con -el anchura de las líneas, de tal manera, que las líneas vayan -sobre toda la tierra en circuito, no descendiendo á los llanos -ni campos y montes, resultaria entonces un ayuntamiento que -seria de esférica figura; y porque el Almirante no ignoraba -las razones que los antiguos daban de la redondez de la tierra, -segun él dice aquí: «Yo siempre leí que el mundo, tierra -y agua, era esférico, y las autoridades y esperiencias que Ptolomeo -y todos los otros que escribieron deste sitio daban y -amostraban para ello, así por eclipses de la luna y otras demostraciones -que hacen de Oriente hasta Occidente, como de<span class="pagenum"><a name="Page_279" id="Page_279">[279]</a></span> -la elevacion del polo de Septentrion al Austro; agora ví tanta -deformidad, como ya dije, y por eso me puse á tener eso del -mundo, y fallé que no era redondo de la forma que escriben, -salvo que es de forma de una pera que sea toda muy redonda, -salvo que allí donde tiene el pezon allí tiene más alto, etc.» -Estas son sus palabras. Donde muestra no ignorar en este caso -lo que otros de la redondez de la tierra sabian, así que, como -esto supiese, tambien habria visto esto que se dijo de Plinio, -y con ello ayuntadas las mudanzas y novedades maravillosas -que en la mar y en la tierra veia, no parece que será razon -de imputarle á falta de saber porque dijese, que aunque -sabia afirmar los pasados ser la tierra redonda, que no ser del -todo esférica le parecia.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_280" id="Page_280">[280]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXLII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Cuanto á sospechar que podia ser que el Paraíso terrenal -estuviera en parte de aquella region, tampoco el Almirante -opinaba fuera de razon, supuestas las novedades y mudanzas -que se le ofrecian, mayormente, la templanza y suavidad de -los aires, y la frescura, verdura y lindeza de las arboledas, -la disposicion graciosa y alegre de las tierras, que cada pedazo -dellas parece un paraíso, la muchedumbre y grandeza -impetuosa de tanta agua dulce, cosa tan nueva; la mansedumbre -y bondad, simplicidad, liberalidad, humana y afable -conversacion, blancura y compostura de la gente. De lo cual -dice así: «La Sacra Escriptura significa que Nuestro Señor -hizo el Paraíso terrenal, y en él puso el árbol de la vida, y -dél sale una fuente de donde resultan en este mundo cuatro -rios principales, Ganges y Euphrates, Tígris y Nilo. Yo no -hallo ni jamás he hallado escritura de latinos ni de griegos -que certificadamente diga el sitio en este mundo del Paraíso -terrenal, ni he visto en ninguna mapamundi, salvo situado con -autoridad de argumento; algunos le ponian allí donde son las -fuentes del Nilo en Etiopía, mas otros anduvieron todas estas -tierras, y no hallaron conformidad dello en la temperancia del -cielo, en la altura hácia el cielo, porque se pudiese comprender -que era allí. Algunos gentiles quisieron decir, por argumentos, -que él era en las islas Fortunadas, que son las Canarias, etc.; -Sant Isidro, y Beda, y Strabon y el Maestro de la «Historia -escolástica,» y Sant Ambrosio, y Scoto, y todos los santos teólogos -conciertan que el Paraíso está en el Oriente. Ya dije lo -que yo hallaba deste hemisferio y de la hechura, y creo que si -yo pasara por debajo de la línea equinoccial, que en llegando -allí, en esto más alto, que hallara muy mayor temperancia<span class="pagenum"><a name="Page_281" id="Page_281">[281]</a></span> -y diversidad en las estrellas y en las aguas, no porque yo crea -que allí donde es el altura del estremo sea navegable, ni agua, -ni que se pueda subir allá, porque creo que allí es el Paraíso -terrenal, á donde no puede llegar nadie, salvo por voluntad -divina; y creo que esta tierra que agora mandaron descubrir -Vuestras Altezas, sea grandísima, y haya otras muchas -en el Austro, donde jamás se hobo noticia. Yo no tomo quel -Paraíso terrenal sea en forma de montaña alta, áspera, como el -escribir dello nos amuestra, salvo que sea en el colmo, allí -donde dije la figura del pezon de la pera, y que poco á poco, -andando hácia allí desde muy léjos, se va subiendo á él, y -creo que pueda salir de allí esa agua, bien que sea léjos, y -venga á parar allí, de donde yo vengo, y faga este lago. Grandes -indicios son estos del Paraíso terrenal, porque el sitio es -conforme á la opinion destos santos é sacros teólogos, y asimismo -las señales son muy conformes, que nunca jamás leí ni oí -que tanta cantidad de agua dulce fuese así, dentro é vecina -de la salada, y en ello ayuda asimismo la suavísima temperancia; -y si de allí del Paraíso no sale, parece aún mayor -maravilla, porque no creo que se sepa en el mundo de rio tan -grande y tan fondo.» Todas estas son palabras del Almirante, -con su humilde, y falto de la propiedad de vocablos, estilo, -como que en Castilla no habia nacido, por las cuales no parece -muy oscuro, el Almirante no ser poco experimentado en -la lectura divina y de historias antiguas y doctrina de santos -doctores, y de autores tambien profanos. Para mostrar de esto -algo, y para que se vea que no irracionablemente, sino con -probables y razonables motivos, podia opinar y sospechar, al -ménos, estar por aquella tierra firme, ó cerca, ó léjos della, -la region donde está situado el Paraíso terrenal, cuatro cosas -cerca dello quiero aquí, declarando algunas que toca el Almirante, -decir: la una, lo que por los autores, de la altura del -Paraíso terrenal, se dice; la otra, en qué sitio region ó parte -de la tierra está, ó si en isla ó en tierra firme; la tercera, de -la grandeza ó tamaño y capacidad dél; la cuarta, de las calidades -(algunas, empero), que al propósito hacen, que tenia<span class="pagenum"><a name="Page_282" id="Page_282">[282]</a></span> -y hoy tiene. Cerca de lo primero, esta es sentencia comun de -todos los doctores, que es el más alto lugar de la tierra, y así -lo dice Damasceno, libro II, cap. 2.º, <i>De ortodoxa fide: In Oriente -quidem omni terra celsior</i>, etc. Strabo, que fué hermano de Beda, -sobre el «Génesis,» é pónese en la glosa ordinaria, dice, que -tan alto, que llega al cielo de la Luna: <i>Locus remotissimus pertingens -usque ad circulum Lunæ</i>, etc; y el Maestro de las historias, -en el cap. 13, sobre el «Génesis,» afirma lo mismo; el -Maestro de las Sciencias, en el II, distincion 17, lo refiere. Muchas -sentencias y diversas, nacieron de la altura del Paraíso, -pero la verdadera es, que pues la Sagrada Escritura no explica -cuanta sea, ninguno puede naturalmente definirla, y por esto -lo que se ha de tener es, que tanta es su altura, cuanta convenia -á la buena y salubre vivienda de los hombres en el -Paraíso; esta era la templanza del lugar, que delectablemente -allí se viviese, esto que ni hubiese calor ni afligiese el frio, -sino que estas calidades fuesen reducidas á el medio, de donde -procediese la sanidad, y las cosas que allí hobiese no se -corrompiesen, ó no fácilmente fuesen corrompidas. La corrupcion -se hace por la accion de la contrariedad, y, para impedir -esta contrariedad, necesario era no estar el Paraíso en -lugar de accion vehemente para causar contrariedad; y porque -en el fuego hay extremo de contrariedad, que es el gran calor, -y en el aire tambien caliginoso hay extremo de contrariedad, -que es gran frio, y en la tierra, puesto que no hay extremo -de contrariedad, sino una mezcla de frio y calor por la incidencia -y reflexion de los rayos del sol, y por esta causa hay -alguna templanza, pero es poca, y es con accion de contrariedad, -por esta razon ni pudo ponerse el Paraíso terrenal -que llegase al cielo de la luna, porque el elemento del fuego -que llega al cóncavo de la luna quemara todas las cosas y á -todo el Paraíso terrenal, ni tampoco ponerse entre el aire -turbio y caliginoso, por la mucha frialdad, que todo tambien -lo mortificara. En la tierra estuviera con ménos daño, porque -hay en ella un poco de templanza, pero todavía por la mucha -accion de contrariedad, muy presto en ella las cosas se<span class="pagenum"><a name="Page_283" id="Page_283">[283]</a></span> -corrompen, porque este lugar de nuestra habitacion tiene el -aire turbulento, por los vapores y exhalaciones que salen de la -tierra y del agua, por lo cual no puede haber mucha sanidad -en él. Fué, luego, necesario dar tal sitio y lugar al Paraíso -donde no hobiese alguna accion de contrariedad, pero mayor -y menor temperancia y serenidad; este lugar, no es otro sino -la tercera region del aire, que está luego sobre la del aire caliginoso -y turbio, porque allí hay poca accion de contrariedad, -la que basta para alguna generacion y corrupcion. Que -este lugar se pueda, como es dicho, persuadir el Paraíso -donde esté situado, conviene á saber, la tercera region del -aire, parece así, porque otros montes hay en la tierra que -llegan hasta allí; uno es, aquel tan nombrado y celebratísimo, -y así admirable en altura, Olimpo, el cual es tan alto que parece -llegar al cielo, y por esta causa, entre los griegos, el nombre -del cielo y el del monte Olimpo, uno no más es, y así, la -cumbre dél, llaman las gentes de aquella tierra, cielo; dice -Olimpo, cuasi <i>olo lampus</i>, que quiere decir, cielo. Deste dice -Sant Isidro, libro XIV, cap. 8º, de las «Etimologías,» que -Olimpo es un monte de Macedonia demasiadamente alto, que -las nubes se vean debajo dél; del cual canta Virgilio: <i>Et nubes -excesit Olimpus</i>, y así parece que aquel monte suba sobre las -nubes que están en la segunda region del aire, ó en el aire caliginoso; -y más, se dice, que todas las pasiones y turbulencias -del aire sobrepuje, por lo cual los filósofos que allí subian á -contemplar los sitios y cursos de las estrellas, no podian vivir -en aquel monte sino llevaban consigo esponjas con agua bien -imbuidas y empapadas, de las cuales chupando y atrayendo -á sí el agua, dice que espesaban el aire para lo atraer y poder -respirar y vivir, porque por su sotileza de aquel aire superior -y puro, no se podia atraer para respirar ó resollar, y así no -podian los hombres vivir, ni las aves pudieran allí volar, por -no poder sostener el peso del cuerpo dellas; así lo dice Sant -Agustin sobre el <i>Genesi, ad literam</i>, cap. 14, en la obra imperfecta. -Esto se trata tambien en el libro <i>De propietatibus -rerum</i>, libro XIV, cap. 29, hablando del monte Olimpo, y alega<span class="pagenum"><a name="Page_284" id="Page_284">[284]</a></span> -al Maestro de las Historias, y no señala en qué lugar. Y que -este monte Olimpo trascienda el aire caliginoso parece por un -cierto argumento, porque allí ni hay jamás viento ni lluvias, -y estaba en él un templo dedicado á Júpiter, donde, cuando -se ofrecian los sacrificios, escribian ciertas letras en la ceniza -ó en el polvo, y cuando volvian otro año, al tiempo de hacer -las ceremonias de los sacrificios, se hallaban las mismas letras -en la ceniza, sin haberse deshecho, lo que no pudiera ser si -viento ó lluvia allí cayera; así lo toca Sant Agustin, donde dije -arriba, y más largo lo dice Solino en su Polistor, cap. 13, y -así parece que el monte Olimpo sobrepuja las impresiones del -aire caliginoso y oscuro, y por consiguiente, llega á la tercia -region del aire, que es toda serena, y con todo eso, no es -tanta su altura que no pudiesen subir á él los filósofos á especular -y los sacerdotes á ofrecer sacrificios. Y no solamente -Olimpo, monte, sobrepuja las nubes, pero tambien el monte -Athos en Macedonia ó en Tracia, del cual dice el mismo Solino -en el cap 21, y Pomponio Mela, libro II, cap. 2.º, que es más -alto que el lugar de donde descienden las lluvias, y este lugar -es la media region del aire, de tal manera que: <i>capit opinio -fidem quod de aris quas in vertice sustinet, non abluitur cinis sed -quo relinquitur aggere manet</i>. Y tiene otra cosa que se tiene -por una de las maravillas del mundo, que llega con su sombra -hasta la isla Lemno, una de las del Archipiélago, que está dél -86 millas, que son más de 28 leguas. <i>Quod non frustra inter miracula -notaverunt cum Athos Lemno sex et octoginta millibus pasuum -separaretur.</i> Lo mismo dice Sant Isidro, libro XIV, cap. 8.º -de las «Etimologías». Y, cierto, la isla de Tenerife en las Canarias, -y la isla del Pico en las de los Azores, no creo que son muy -ménos altas que las dichas, como quiera que las veamos, á lo -ménos la del Pico, 40 leguas en la mar, y mucho más alta la -cumbre dellas que las nubes, y que parecen por debajo dél. -Pues si estas sierras ó montes ya dichos llegan á la tercera region -del aire, que es toda serena y suave, no es difícil cosa de -creer y conceder que el Paraíso terrenal suba encima de los -vientos y de las lluvias en la region tercera del aire, al cual, con<span class="pagenum"><a name="Page_285" id="Page_285">[285]</a></span> -más razon podemos dar mayor altura que á los montes comunes -de que ya tenemos cierta noticia. Finalmente, es de concluir -que el Paraíso terrenal está en lo más alto de toda la tierra, y -sobrepuja todos los otros altos montes por altos que sean, donde -las aguas del Diluvio no pudieron llegar, ó por su altura, ó -porque no convino que llegasen, las cuales sobrepujaron 15 -codos á todos los más altos, parece. <i>Génesis</i>, 7. Pues trayendo -lo dicho al propósito, como el Almirante considerase la tierra -no ser esférica del todo, como ya se probó, y la necesidad del -lugar ó altura del Paraíso, pudo imaginar el dicho monte ó -lugar ser como el pezon de la pera, como lo más alto de toda la -tierra, puesto que la semejanza de las cosas en todas las particularidades -no se pueda ni deba guardar, porque de otra -manera, una cosa no seria semejante á otra sino ella misma.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_286" id="Page_286">[286]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXLIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Cuanto á lo segundo que propuse decir, en qué sitio ó -region ó parte de la tierra, ó si en isla ó tierra firme, puesto -sea el Paraíso terrenal, decimos: que en qué lugar ó debajo -de qué parte del cielo sea su sitio, cierta, determinada y precisamente, -nadie de los que vivimos y vivieron ántes de nos, -miéntras vivian, ni lo sabemos ni lo supieron, sino fuesen -aquellos á quien la divina voluntad quiso revelarlo, porque la -Escritura divina no lo declara. Y por esta causa de incertidumbre, -hubo diversas opiniones, no sólo entre gentiles, -pero tambien entre católicos. Lo que la Escritura Sancta dice, -es esto: <i>Plantaverat auten dominus Deus Paradisum voluptatis, à -principio</i> «Génesis. II.» Algunos exponen <i>à principio</i>, por en -el Oriente, porque de allí comienza el movimiento del cielo -que primero se mueve, ó que se llama <i>primum mobile</i>. De -aquí entienden que el Paraíso sea situado en Oriente, y así -lo dice Sant Isidro, cap. 3.º del libro XIV, de las «Etimologías:» -<i>Paradisus est locus in Orientis partibus constitutus, -cujus vocabulum ex græco in latinum vertitur, hortus. Porro hebraice -Edem dicitur, quod in nostra lingua delitiæ interpretatur, -quod utrumque junctum facit hortum delitiarum</i>, etc. San Juan -Damasceno, <i>De ortodoxa fide</i>, libro II, cap. 2.º, <i>inter cetera</i>, dice: -<i>Hic locus divinus est Paradisus, Dei manibus in Edem, id est delitiis -el voluptate, plantatus in Oriente quidem omni terra celsior</i>, -etc. La «Historia scolástica,» en el cap. 13, sobre el Génesis: -<i>Plantavit Deus Paradisum herbis et arboribus insitum, à -principio creationis, scilicet cum aparuit árida, et germinare -terram fecit. Vel à principio id est à prima orbis parte unde alia -translatio habet Paradisum. In Edem ad Orientem. In Edem, id est -delitiis: à principio id est ad Orientem est autem locus amenissimus<span class="pagenum"><a name="Page_287" id="Page_287">[287]</a></span> -longo terræ et maris tractu á nostra habitabili zona secretus</i>, etc. -Strabo tambien á lo mismo concuerda: <i>Paradisus est locus in -Oriente positus, interjecto Oceano et montibus appositis, à regionibus -quas incolunt homines secretus et remotissimus.</i> Lo mismo -afirma Josefo, libro I, cap. 2.º, <i>De Antiquitatibus</i>: <i>Dicit autem -etiam Deum plantasse ad Orientem Paradisum</i>, etc. Todas estas -sentencias pretenden ser su asiento en las partes de Oriente, y -ser secretísimo y apartado de toda poblacion de hombres por -mucha lejura de tierra y de mar que esté en medio. Sancto -Tomás dice en la primera parte, cuestion CII, art. 1.º, y en -otros lugares, que convenientemente se afirma estar puesto -el Paraíso terrenal en el Oriente, porque es de creer que -en el más notable lugar de la tierra esté situado, y este -es el Oriente, como sea la diestra parte del cielo, segun -el Filósofo, en el libro II, <i>De cœlo et mundo</i>, y la diestra -es más noble que la siniestra, y así, fué cosa conveniente -que Dios allí lo pusiese. Estas son palabras de Sancto Tomás. -Cerca de este punto es de notar, que, en cualquiera sitio -que el Paraíso esté, se puede entender estar al Oriente; la -razon es, porque cualquiera punto en la tierra se puede entender -estar al Oriente, por respecto y en comparacion del -cielo, ó por respecto de diversos sitios de la tierra, sino es -por respecto de los dos polos, por ser inmovibles ó movibles; -y por eso, por decir estar al Oriente, no por eso se determina -cierto y preciso lugar de la tierra en que tenga su sitio -el Paraíso. Otros hobo que tuvieron por opinion que estaba el -Paraíso terrenal en alguna parte del Occidente, y este fué -error de los gentiles que siguieron los versos y ficciones de -los poetas, los cuales afirmaron estar en las islas de Canaria, -por lo cual las llamaron Fortunadas y Bienaventuradas, cuasi -diciendo que los que en ellas vivian eran felices y bienaventurados. -Así lo testifica Sant Isidro en el libro XIV, cap. 6.º, -de las Etimologias: <i>Fortunatarum insulæ vocabulo suo significant -omnia fere bona quasi felices et beatæ fructuum ubertate: -sua enim natura pretiosarum poma silvarum parturiunt, fortuniis -vitibus juga colium vestiuntur. Ad herbarum vicem messis et<span class="pagenum"><a name="Page_288" id="Page_288">[288]</a></span> -olus vulgo est, unde gentilium error et secularium carmina poetarum, -propter soli fecunditatem, easdem esse Paradissum putaverunt</i>, -etc. Estas son sus palabras. Hesiodus, poeta que segun -Plinio, en principio del libro XIV de la «Natural Historia,» -fué el primero que dió preceptos ó reglas de agricultura, hace -mencion que en las islas Canarias estaba el Paraíso, que llamaban -los gentiles los Campos Elíseos, como arriba en el capítulo -20 largamente dijimos. Strabo, en el principio de su -«Geografía,» hace la misma mencion destas islas Canarias, y -tambien que en España, por su fertilidad, ponia Homero y -tambien Platon los dichos Campos Elíseos, que llamamos el -Paraíso. Pero podrá preguntar alguno, ¿como adivinaban los -gentiles nuestro Paraíso por la suavidad y amenidad ó templanza -y aspecto favorable de los cielos, que trataban de -los Campos Elíseos, donde creian ir las ánimas de los que en -esta vida justamente vivian? Responde Gregorio Nacianceno, -en la oracion octava sobre la muerte de Sant Basilio y Eusebio, -en el libro XII <i>De Evangelica preparatione</i>, que los griegos, y -señaladamente Platon, aquello y otras muchas cosas tomaron -de los libros de Moisén y de nuestra antigua Sagrada Escritura. -<i>Sapientes (inquit Gregorius), qui fuissent in Eliseos Campos receptos -aserebant terram sicilicet inmortalem, quo nomine appellabant -nostrum Paradisum ex Mosaicis libris edocti: licet in apellando -eo discreparent, Campum Elisium vel pratum herbosum illum -vocantes</i>, etc. Pero dejado el lugar ó el sitio del Paraíso que -aquestos decian, gran diferencia es la que hay entre la felicidad -del Paraíso á las islas de Canaria, que llamaban Fortunadas, -porque aunque muchas cualidades se cuentan por los antiguos -dellas, fué por la gran licencia que los poetas se tomaron -de fingir muchas más de las que en la verdad eran; lo cual -se averigua, lo uno, por lo poco que las alaba de bienaventuradas -Solino en el capítulo último de su Polistor, donde dice, -que mucho más dice la fama que por sus nombres en la verdad -tienen: <i>De harum nominibus expectari magnum mirum -iror, sed infra famam vocabuli res est</i>, y referidas algunas buenas -calidades suyas, dice al cabo: <i>Ideoque non penitus ad<span class="pagenum"><a name="Page_289" id="Page_289">[289]</a></span> -nuncupationem suam congruere insularum calitatem</i>. Y así, -no son aquellas islas del nombre de Paraíso dignas, y por esto -parece claro, los muy antiguos ninguna noticia haber tenido -destas Indias sino fuese atinando, porque, si la tuvieran, con -muy mayor razon pusieran en ellas los Campos Elíseos que -en las islas de Canaria, ni en España, pues es manifiesta la -ventaja, como cien mil partes á una, que á todas las del mundo, -en felicidad, templanza de aires, aspecto de los cielos, aguas, -frutas, frescura, suelo, disposicion de la misma tierra y otras -naturales riquezas hacen estas Indias, como arriba en muchos -capítulos ha parecido, y es harto buen argumento; y -porque allí, donde el Almirante andaba, era maravillosa la -frescura y temperancia de aires, y alegría de la tierra, cielo, -aguas y arboledas, que por los ojos via, no era mucho que -por allí concibiese, aunque habia navegado hácia el Poniente -(puesto que tambien sentia ser el fin de Oriente), estar, no los -Campos Elíseos como los gentiles, sino, como católico, el terrenal -Paraíso.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_290" id="Page_290">[290]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXLIV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Fueron algunos otros que tuvieron opinion que estaba -el Paraíso terrenal debajo de la línea ó en la línea equinoccial, -y, para prueba dello, señalaban algunas razones: una era, -porque, segun muchos filósofos, aquel lugar es temperatísimo -por las razones que al principio el Almirante propuso ante -los Reyes católicos, probando ser posible el descubrimiento -deste orbe, las cuales pusimos en los capítulos 6.º y 7.º, y -la verdad desta temperancia, cierto, más vemos por nuestros -ojos que podemos leer en ningunos libros. Pues como el Paraíso -haya de tener el más templado y felice lugar que se -pueda hallar en la tierra, segun que arriba se ha visto, parecíales -que allí debia estar situado el Paraíso terrenal, y -confírmase por esta razon, y sea la segunda, porque en la -línea equinoccial, ó cerca della, entre los trópicos, que se llama, -segun Virgilio en el primero de las «Georgicas,» y Sant -Jerónimo en la <i>Epistola ad Paulinum</i>, al principio, la Mesa -del sol, está la ciudad de los filósofos, nombrada Arim, y otros -lugares cuyos habitadores todos, por la mayor parte, se ocupan -en ciencia de astrología y en especular los secretos de -las cosas naturales; pues como, para entender y ejercitarse -en esta especulacion y estudio, se requiriese vivir ó habitar -en lugar suave y templado, ajeno de las perturbaciones é -inquietudes que causan el excesivo frio y calor, como en el -capítulo 142, hablando del monte Olimpo, se dijo, por esto -les parecia que por aquella region debia de estar el Paraíso; -y porque el Almirante habia ejercitado estas antiguas lecturas, -y se via 5° de la línea equinoccial, y con tan maravillosa -frescura, verdura, templanza, y tan sensible serenidad, pudo -no sin mucha causa ser movido, al ménos, á sospechar que<span class="pagenum"><a name="Page_291" id="Page_291">[291]</a></span> -aquella tierra de Paria ó cerca della debia estar el Paraíso terrenal. -Dícese allí la Mesa del sol, por una manera de metáfora, -porque los filósofos, como en mesa de dulces manjares, -se mantenian y recreaban del suave y deleitoso manjar de la -sabiduría y ciencia de filosofía, penetrando y entendiendo los -secretos, por ella, de los movimientos é influencias y virtudes -de los cielos y estrellas, y de las otras cosas naturales; pero, -en el sentido literal, la Mesa del sol se dice y dijo, porque en -Etiopía, cerca de la isla Meroc, que hace el rio Nilo, la -cual está cerca de la línea equinoccial, donde viven la gente -que se llaman macrobios, gente amicísima de justicia, de verdad -y de virtud, y que se adornan con joyas hechas de cobre, -y las prisiones á los delincuentes hacen de oro, por tener en -ménos estima el oro quel cobre, hay un prado ó campo en -el cual de noche, los que gobiernan, mandan proveer y hinchir -de muchas y diversas carnes asadas, en suma y grande -abundancia, y, salido el sol, cada uno de los que quiere van á él -y toman lo que dellas quieren, á su voluntad; piensan los ignorantes -pueblos, que divinalmente aquello se les provee y nasce -en aquel campo, y porque adoran al sol, llaman la Mesa del sol, -estimando que el sol se lo provee. De aquí salió entre los antiguos -este proverbio ó refran, que á toda abundancia ó provision -copiosa de comida, ó cuando los ricos daban en sus casas -bien de comer á los menesterosos, llamaban Mesa del sol. Por -esto la llama Sant Jerónimo, donde dije arriba, <i>Famosissimam -solis mensam</i>. Della hace mencion Herodoto en el libro III de su -«Historia,» y Pomponio Mela, libro III, cap. 10, y Solino, -cap. 43. Por ver á esta Mesa del sol envió Embajadores Cambises, -rey de Persia, al rey de Etiopía, diciendo que la deseaba -ver como cosa tan maravillosa; pero hacíalo por usurpar aquel -señorío de Etiopía; el cual enviando sus Embajadores, más por -espías para especular la tierra por dónde habia de entrar con -su ejército, que con embajada, dióles muchos dones, ciertas -vestiduras de carmesí, é collar de oro y ajorcas, que usaban los -hombres en aquellos tiempos, y un alabastro de ungüento, -y vino de Fenicia, muy precioso, que le presentasen de su<span class="pagenum"><a name="Page_292" id="Page_292">[292]</a></span> -parte y dijesen así: «Cambises, Rey de los persas, deseando -ser tu amigo, querria tambien ser huesped tuyo; nos ha -enviado y mandado que vengamos á te hablar de su parte, y -te presentásemos estos dones, los cuales él tenia por muy -preciosos y usa dellos como en cosa de que él se deleita, y -porque te ama quiso con ellos agradarte.» Pero el rey de -Etiopía, entendiendo que más por escudriñarle su reino, para -usurpárselo los enviaba, respondióles: «Vuestro señor, el -Rey de los persas, ni os envia porque él tenga en mucho ser -mi huesped, ni vosotros decís verdad, porque no venís sino -á especular nuestro imperio, ni vuestro Rey, que os envia, -es bueno ni justo, porque, si justo fuese, no desearia usurpar -el reino y region ajena, sino estaria con la suya contento, -ni á los hombres que mal nunca le hicieron querria poner -en servidumbre, y por tanto, vosotros tomad este arco y decidle: -«El rey de Etiopía da este consejo al Rey de los persas, -que cuando los persas trujeren tan fácilmente sus arcos, -tan grandes como este, entónces con mayores ejércitos mueva -guerra contra los macrobios etiopes, y, entretanto, haga gracias -á los dioses que no inspiran ni mueven á los hijos de los -etiopes, que, fuera de la suya, cudicien adquirir otra region.» -Y dicho esto, dióles el arco. Y esto decia, porque eran todos -aquellos macrobios hombres de gran estatura, y los arcos usaban -muy gruesos y grandes, y el Rey siempre era elegido el que -era mayor de cuerpo. Tomó la vestidura de púrpura, y sabido -que con sangre de ciertas conchas se teñia, dijo: «Los hombres -dolosos engañadores, de dolosos y engañosos vestidos se -visten.» Preguntado para qué eran aquellas ajorcas y collar de -oro, y respondido que para atavío de los Reyes, rióse creyendo -que eran prisiones, y dijo: «Más fuertes son las prisiones -de mis cárceles.» Preguntado por el ungüento, y le dijesen -que de ciertas confecturas se hacia, dijo lo mismo que de -la púrpura; cuando vinieron al vino gustólo y maravillosamente -se deleitó. Preguntó qué cosas tenia por manjares su Rey, -y qué tanto vivian en su tierra los hombres; respondiéronle -que comian pan de trigo, dándole á entender qué era y como se<span class="pagenum"><a name="Page_293" id="Page_293">[293]</a></span> -hacia, y que á lo más que llegaba la vida eran ochenta años; -respondió: «No es maravilla, pues comen estiércol, que vivan -tan poco.» Preguntado el Rey por los Embajadores, que tantos -vivian los hombres en aquel su reino, respondió, que -ciento y veinte años, y más, porque no comian otra cosa sino -carne cocida y bebian leche. Finalmente, tornados los Embajadores -al rey Cambises, y sabida la respuesta, hecho furibundo -y sin considerar lo que debiera hacer, junta grande ejército -para ir contra el rey de Etiopía, que mal nunca le habia hecho; -y, no proveyendo los mantenimientos necesarios, ántes -que la quinta parte del camino anduviese, pasando por dificultosísimos -lugares, acabáronseles las talegas; comenzó el -ejército á comer hierba, y él no por eso dejó el camino hasta -que llegaron á ciertos arenales, donde faltándole del todo la -comida, acuerda el ejército de echar suertes sobre que de cada -diez uno, dellos mismos, se comiesen. Oido por Cambises, -acuerda de tornarse, habiendo muchos del ejército perecido. -Vuelto á Thebas y de allí á Memphis, ciudad de Egipto, envió -por la mar otro grande ejército contra los etiopes, que nunca -le habian, como dicho es, ofendido, adonde hizo desatinos, y -al cabo, allí, con rabia de no haber con su locura salido, del -todo perdió el seso. Todo esto cuenta Herodoto en su libro III. -Esto hemos referido por ocasion de la Mesa del sol que dijimos. -De otra manera, y por otros efectos hablan los astrólogos -y astrónomos de la Mesa del sol, y es esta: que partiendo -y dividiendo la tierra toda en tres partes, la una es la parte -austral, la segunda la aquilonar, la tercera la Mesa del sol. -Todo lo que hay de tierra de esa parte del trópico de Capricornio -hiemal, nombran austral; toda la parte que hay desta -de trópico de Cancro estival, aquilonar; y todo lo que se contiene -entre ambos á dos trópicos, llamaron la Mesa del sol; -la razon es, porque el sol no sale de entre los dos trópicos, -y entre ambos, cada dia natural de veinticuatro horas de -Oriente á Poniente, por el movimiento del primer movible, parece -que se apascienta y recrea como en una mesa; y en seis -meses del año, con el movimiento propio, ándase del trópico<span class="pagenum"><a name="Page_294" id="Page_294">[294]</a></span> -hiemal al estival, y los otros seis meses del estival al hiemal; -y así, por una manera de metáfora, llaman todo aquel aspacio -de tierra de entre ambos trópicos la Mesa del sol, como dicho -es. La tercera razon, que los que afirmaban estar el Paraíso en -la línea equinoccial daban, colegian de los nascimientos del -rio Nilo, arguyendo así: cierto es que el rio Nilo es Gion, uno -de los cuatro que salen del Paraíso, pues vemos que este rio -aparece y mana teniendo sus principios y fuentes de la etiopal, -cerca de la línea equinoccial, el cual cerca toda la tierra -de Etiopía, como dice la Escritura «Génesis» cap. 2.º, y despues -allí riega la tierra de Egipto; luego señal es que debe -allí, ó cerca de allí (conviene á saber, de la línea equinoccial), -estar el Paraíso terrenal, y parece venir derecho camino de -hácia allá. Destas tres razones aquí dichas, que alegan los que -afirman estar el Paraíso en la línea equinoccial, las dos, primera -y tercera, refiere, con aquellos, Sancto Tomás en el segundo -escripto sobre las «Sentencias,» distincion 17, cuestion 3.ª, -art. 2.º <i>In corpore</i>. Y aunque la razon postrera parece que arguye, -con alguna sospecha, que por allí estará el Paraíso, por -aparecer Nilo cerca de la equinoccial, pero no es muy eficaz; la -razon es, porque muchos rios hay é fuentes que nacen en -unas tierras y islas, y viénense á tornar á nacer á otras, aunque -ellas estén muy apartadas, y entre ellas haya mucha distancia de -tierra ó de mar, porque si la distancia es de tierra, puede venir, -é de hecho viene, el agua por venas y soterráneos ocultos de la -tierra, y en unas tierras aparecen, y en otras se sumen y corren -sin verse ni sentirse, y en otras parece que de nuevo nacen, -como si allí fuese su primer orígen; y si la distancia tambien -es de mar, lo mismo acaece, porque viene, ó por los caminos -soterráneos de la tierra que está debajo de la mar, ó por encima -de la misma agua salada, porque el agua dulce anda -siempre por encima de la salada por ser más liviana, y va -su camino, y si algo toma de lo salobre, despues, pasando -por las venas de la tierra, se torna á endulzorar. Desto un -asaz patente ejemplo tenemos del rio Alpheo, que su fuente -y nascimiento es en la Peloponense, provincia de Grecia, que<span class="pagenum"><a name="Page_295" id="Page_295">[295]</a></span> -se solia llamar Acaya, donde predicó Sant Andrés, agora se -llama la Morea, y está entre dos mares Jonio y Egeo, cuasi -como isla, de allí corre aquel rio Alpheo y va por la ciudad -de Elide y por la de Pisa, ciudad de Arcadia; de allí se -sume y va mucho camino por debajo la tierra, despues por debajo -de la mar por grandes honduras, como son las del Archipiélago, -y va á salir en la isla Oritigia, que tambien se llama -Délos, la principal del Archipiélago, en manera de fuente, -como si allí tuviese su primer nascimiento; despues deja á la -Grecia, y va por debajo de la mar y sale por la fuente Aretusa, -muy nombrada, que está en la isla de Cecilia, cerca de -la ciudad Siracusana, y de allí entra en la mar, lo cual es -cosa admirable. Esto se experimenta echando pajas ó otra cosa -liviana en el principio y fuente del rio Alpheo, que es en Grecia, -viene á salir por la dicha fuente Aretusa, en Sicilia. Así lo -cuenta Virgilio en el III de las «Eneidas,» <i>Alpheum fama est -Elidis amnen ocultas egisse vias subter mare; qui nunc ore Arethusa -tuo confunditur undis</i>, y en el VII de «Las Bucólicas,» en -la égloga última; y Ovidio, en el V de <i>Metamorphoseos</i>, al fin, -y Strabo en el libro VIII, y Séneca tambien en el libro V de -las «Cuestiones naturales.» Lo mismo y más eficazmente se -prueba por los rios Tigris y Euphrates que salen del Paraíso -terrenal, los cuales no se nos manifiestan luego como salen, -ántes, por debajo de tierra y por mar, con luengo discurso, y -no salen hasta la region de Armenia, donde ambos juntos se -muestran por una fuente, como si allí fuese su primer principio, -y de allí luego se dividen, y el Tigris va más al Oriente, -hácia los Asirios, y Euphrates hácia los Caldeos; desto hace -mencion Salustio y Boecio, libro V, metro primero, <i>De consolatione</i>: -<i>Tigris et Euphrates uno se fonte resolvunt et mox adjunctis -disociantur aquis; si coeant cursumque iterum revocentur in -unum, confluat alterni quod trahit unda vadi</i>, etc. Y Sant Agustin, -libro IX, cap. 6.º, sobre <i>Genesim ad literam</i>. Lo mismo -parece del mismo rio Nilo, que en muchas partes se encierra -y en muchas aparece, y nunca se ha podido tener certidumbre -dónde sea su nacimiento, despues de que sale del Paraíso,<span class="pagenum"><a name="Page_296" id="Page_296">[296]</a></span> -segun arriba se ha visto. De todo lo dicho se sigue, que podrá -estar el Paraíso en alguna isla cercada de mar, porque ninguna -razon repugna, ántes parece apuntarse por el dicho -de Strabo, y que dicen, que, <i>interjecto Oceano et montibus appositis</i>, -etc., estar cercado de mar, y así ser isla; pero que -sea en isla, ó esté situado en tierra firme, ni se ha sabido ni -se puede saber, si Dios, que lo asentó en su lugar, no lo -revela.</p> - -<p>Tambien hace á la prueba de lo arriba dicho, lo que refiere -Sant Anselmo en el libro I, cap. 22, <i>De imagine mundi</i>, -concuerda Sant Augustin, sobre <i>Genesim ad literam</i>, libro V, -cap. 10, el cual dice, que el agua, de todas las fuentes y rios -del mundo, dulce, de la fuente y cuatro rios del Paraíso procede, -y que al abismo, que es la madre de donde la dicha -fuente nasce, otra vez se torna; la cual, puesto que por todos -los mares ande, no, empero, con el agua de la mar se mezcla, -sino que como el agua dulce sea liviana, corre por encima de -la salada, que es pesada, y por el discurso suyo, secreto, se -torna; de aquí es lo que se dice <i>Ecclesiastes I</i>: <i>Ad locum unde -exeunt flumina revertuntur ut iterum fluant: omnia flumina intrant -in mare et mare non redundat</i>. Y así parece, que la postrera -de las tres razones que traen para probar que el Paraíso -terrenal está en la línea equinoccial, por nacer por allí cerca -el rio Nilo, no urge mucho, puesto que podria estar so ella. -Desta opinion hace mencion Sancto Tomás, primera parte, -cuestion 102, art. 2.º, <i>in fine</i>, donde dice: <i>Quidquid autem de -hoc sit credendum est: Paradisum in loco temperatissimo constitutum -esse, vel sub equinocciali ut alibi</i>.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_297" id="Page_297">[297]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXLV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>No faltaron algunos otros que sintieron estar el terrenal -Paraíso á la parte austral de Mediodia, pasados ambos trópicos, -y para persuadirlo trajeron algunas razones no fuera de -razon, y principalmente hacen esta razon y es la misma -que arriba, cap. 143, trujimos de Sancto Tomás: A la más noble -parte de la tierra, como es el Paraíso terrenal, débensele, -segun toda órden y razon natural, la cual guarda siempre la -divina Providencia, la más noble parte del cielo, pues la más -noble parte de toda la redondez de la tierra es el Paraíso terrenal, -como arriba se ha visto, y abajo, de aquí á poco, en el -cuarto artículo, se verá; luego el Paraíso terrenal está situado -y constituido en la parte del mundo austral. Que se le deba la -más noble parte del cielo á la más noble parte de la tierra, -pruébase lo primero por el Filósofo en el IV de los «Físicos,» -que el lugar y lo que se ha de poner en él han de ser ambas á -dos cosas proporcionadas: <i>Locus et locatum debent proportionari</i>. -Lo segundo se prueba, porque la nobleza, bondad, fertilidad -y felicidad de la tierra, no le viene á la tierra principalmente, -ni procede, sino de las nobles y felices influencias de las estrellas -y aspecto favorable y benévolo del cielo, como de la causa -universal, segun parece por lo que en los capítulos 84 y otros -se ha tractado, luego á la noble y felice tierra, noble y felice -parte se le debe del cielo, y á la más noble más noble, y -á la nobilísima nobilísima; pues el Paraíso y su tierra es la -nobilísima parte del mundo, luego nobilísimo asiento se le -debe por respecto del cielo. Que la más noble parte y más -felice y felicísima del cielo sea la parte austral, de la otra parte -de los trópicos y Mesa del sol, como lo llamaban los poetas -y astrólogos, esto será menester probarlo; para la prueba de<span class="pagenum"><a name="Page_298" id="Page_298">[298]</a></span> -lo cual, debemos presuponer: Primero, que segun el Aristótel -y Alberto Magno, en el II <i>De cœlo et mundo</i>, y segun Ptolomeo -y todos los filósofos y astrólogos, comunmente todo el orbe -juntamente es dividido con la tierra en dos partes principales, -iguales, segun que la línea equinoccial lo divide en dos -hemisferios, austral y aquilonar; y dicen que el austral es la -cabeza y eminencia del mundo, y el aquilonar son los piés y -lo bajo y cuasi sentina del mundo. La mano derecha es el -Oriente, ó parte oriental donde comienza el movimiento del -primer móvile, como ya se ha tocado; y la izquierda es el -Occidente ó Poniente, donde va el movimiento. Esto supuesto, -manifiesto es que la cabeza de todas las cosas naturales y artificiales, -y áun civiles, siempre vemos ser más adornadas y de -mejor hechura, y más dignas de donde procede la virtud é influencia -á los otros miembros del cuerpo, en las cosas, al ménos, -que viven, como una hormiga y un gusanito y en un árbol, que -aunque tiene la cabeza debajo de la tierra, si aquella cabeza no -tuviese vida, no la ternia todo el árbol, pues della depende al -árbol el nutrimento y sustentacion con que vive, y, porque el arte -imita la naturaleza en cuanto puede, vemos en las cosas artificiales -tambien, que un pintor que pinta una imágen, cuanto más -adorna y se esmera en hacer más perfecto el rostro y la cabeza, -y el carpintero una arca, la cabeza, que parece ser la tapadera -de encima, hace de mejor tabla y madera, y más dolada y -limpia y labrada parece. En las civiles ó inanimadas ó ayuntamientos -naturales de las gentes, tambien lo habemos experimentado -y cada dia vemos, las ciudades que son cabezas de los -reinos, cuanto más excelentes edificios y fuerzas, cuanto más -labores y adornos tienen, cuanto más privilegiadas y ennoblecidas -y exentas de pechos, cargas y servicios y derechos suelen -ser por los Príncipes. Pues las civiles animadas, como entre -los hombres, no es menester tardar en esto más, como veamos -cuan más nobles y dignos son los que rigen, los Magistrados, -los Príncipes, los Reyes, no por más sino por ser cabezas de -los pueblos; por manera, que en las cosas naturales y en las -artificiales, y en las civiles inanimadas y animadas, y, finalmente,<span class="pagenum"><a name="Page_299" id="Page_299">[299]</a></span> -en todas las cosas criadas, las cabezas son las más nobles, -de más virtud y más dignas. Pues como los cielos sean la -más excelente parte de todo el universo (de las cosas que no son -racionales ni intelectuales hablando, y que no viven), como -sin sus movimientos, ni los árboles, ni los animales, ni tampoco -los hombres podrian tener vida, y otras muchas cosas no ternian -ser, manifestísimo es que la parte que fuere su cabeza -será, sobre todas las otras sus partes, necesariamente nobilísima, -virtuosísima, y del mesmo Hacedor con abundancia -de virtudes naturales y vigorosas privilegiatísima; pues esta -es la parte austral y que los marineros llaman el Sur, luego -aquella parte será y debe ser la más noble y más felice y más -digna que el Oriente, ni el Occidente, ni la del Norte ó Septentrional. -De aquí es, que Aristóteles y Alberto Magno en -el II, cap. 2.º, <i>De cœlo et mundo</i>, y todos los filósofos de Etiopía -que se llaman Bragmanes, y Gimnosophistas, que especulan -aquella parte austral, mayormente Ptolomeo, afirman que las -estrellas de aquella parte son mayores y más resplandecientes -y más nobles y más perfectas, y, por consiguiente, de mayor -virtud y felicidad y eficacia que las aquilonares. Y asimismo, -que aquel polo Antártico y austral, es de mucha mayor cantidad -y claridad y virtud que el nuestro, que llamamos el Norte; -y la razon es, porque toda aquella parte es cabeza del mundo, -luego las influencias y virtudes de allí son más nobles, y, por -consiguiente, de mayor felicidad, eficacia y virtud. Es luego -manifiesto ser la más felice y noble y digna parte del cielo la -parte austral, y, por consiguiente, allí debe estar situado el -Paraíso terrenal, y no al Occidente ni al Norte ó Septentrion, -ni tampoco á la parte oriental, porque todas aquellas partes -del cielo no tienen tanta nobleza, ni tanta virtud natural que -cause y corresponda á la suavidad, templanza, deleite y felicidad -que tuviéramos y hoy gozan Elías y Enoc en el Paraíso terrenal. -Y á esto parece consonar aquellas palabras del «Génesis,» -cap. 3.º, conviene á saber: que como Adan oyese la voz del -Señor, que andaba paseándose, <i>ad auram post meridiem</i>, hacia -el aire suavísimo de esa parte de Mediodia, escondióse, etc.,<span class="pagenum"><a name="Page_300" id="Page_300">[300]</a></span> -porque el aire de aquel lugar dice aura, que es blandísimo, -suavísimo, y delectabilísimo aire, y de temperatísima luz y -deleitable. Dícese tambien estar despues del Mediodia, por -razon del lugar, porque aquella region está situada de esa -parte de ambos á dos trópicos, que decian los astrólogos Mesa -del sol, como fué arriba dicho, la cual se dice <i>meridies</i> ó Mediodia -al ménos, segun imaginaban los antiguos que hacian -la línea equinoccial tórrida zona, y calurosa demasiadamente. -Esta es la diferencia por aquel respecto entre el Mediodia y -la region que allí parece la Escriptura llamar aura, que el Mediodia -es lo mismo que lumbre intensísima, con calor excesivo, -lo cual imaginaban ser entre los trópicos, pero el aura es lo -mesmo que aire suavísimo y vital, y templadamente lucido y -cálido, como es el de aquel hemisferio, por el favor é favorables -influencias de las estrellas y cuerpos celestiales, y así -parece que por el aura, despues del Mediodia, donde aquestos -afirmaban estar el Paraíso terrenal, se entiende la parte -austral que es situada desa parte del Mediodia, que está pasado -el trópico de Capricornio, en el cual se engendra fuego, -mayormente cuando el sol está en los signos australes y se -apropincua al opósito de auge. Y aquel trópico piensan algunos -que es el gladio y cuchillo ígneo versátil que puso Dios -entre nosotros y el Paraíso, para que Adan ni Eva, ni alguno -de sus hijos pueda entrar allá. Pero el contrario es la verdad, -que vemos por experiencia, que debajo del mismo trópico hay -tierra excelentísima y muy poblada, en las provincias del Perú. -Por todo lo que dicho es, parece quedar harto probable la -opinion que tienen los que ponen el Paraíso de los deleites, de -donde fueron echados nuestros primeros padres en este valle -de lágrimas y amarguras, en la parte y hemisferio austral. Y -pues hobo varones doctos que con tan probables razones quisiesen -persuadirnos estar el Paraíso en aquella parte del mundo -austral, y el Almirante viese que la tierra firme, ó, segun -estimaba entónces, isla de Gracia, parecia en la parte austral, -y la tierra tan felice y aires tan suaves y aguas tan dulces, y -juntas tantas, no absurda ni no razonablemente, pudo pensar y<span class="pagenum"><a name="Page_301" id="Page_301">[301]</a></span> -juzgar, ó al ménos sospechar, estar por aquella parte el Paraíso -terrenal. A lo que estos opinadores dicen, que el trópico de -Capricornio engendra fuego, y que este debe ser ó es la espada -ó cuchillo ígneo que defiende la entrada del Paraíso terrenal, -el contrario podemos afirmar los que habemos pasado el dicho -trópico, por estas Indias andando hácia la parte austral, donde -no vemos el exceso del fuego ó del calor, ántes, hallamos -tierra y mar bien templada. Puede ser por esta vía la contrariedad -concordar: que, como luego se dirá, no parece que -todo aquel hemisferio era necesario, segun algunos quisieron -decir, ocupar el Paraíso terrenal, sino que alguna gran parte -y aquella que ocupa, debe criar el dicho fuego ó calor, y no -lo más, pues no hay necesidad, y porque, segun algunos escritores, -en la region del Paraíso, fuera dél, muchos pueblos -se cree morar.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_302" id="Page_302">[302]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXLVI.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Cuanto á lo tercero que dije en el cap. 142, que entendia -tratar, conviene á saber, de la grandeza ó tamaño y capacidad -del Paraíso, esto parece que es lo más probable: que aquel -lugar del Paraíso es muy grande, porque están en él inmensidad -de árboles de todos géneros y de todas especies, con -toda amenidad y frescura; es tambien el rio que riega todo el -Paraíso muy grande, y dél se reparten los cuatro rios poderosos -que arriba se han nombrado, y esto, por fuerza es que requiera -lugar de capacidad grande. Item, si Adan no pecara -habia de vivir y habitar en él todo el linaje de los hombres, -porque ninguno habia de vivir en el mundo, donde agora -moramos, porque esto se dejaba para habitacion de las bestias, -pues para vivir y morar todos los hombres juntos, gran capacidad -de lugar era menester. Por esta razon tuvieron algunos -que el Paraíso terrenal era de tanta capacidad, cuanta tiene -una gran provincia ó una parte de las principales, como es -África ó Europa; otros, que todo aquel austral hemisferio era -dado por Paraíso terrenal, por la razon en el precedente capítulo -dicha, por la cual sentian ser toda aquella parte amenísima -y felice; pero á estos se puede, segun parece, responder, -que si tan grande y tan capaz fuera el Paraíso, no se -pudiera de algunas gentes, y áun de la mayor parte de los -hombres, encubrir. Item, lo de la multiplicacion de los hombres, -no fuerza á tener que por ello hobiese de ser tan capaz -como una provincia grande; la razon es, porque los hombres, -aunque multiplicaran como ahora multiplican y quizas más, -no habian siempre de permanecer juntos, hasta cumplido el -número que Dios tenia determinado de salvar y fenecer el -mundo, sino que, de generacion en generacion, los habia Dios<span class="pagenum"><a name="Page_303" id="Page_303">[303]</a></span> -de traspasar en la vida eterna y estado celestial, por dos ó de -dos maneras, segun dice Sant Augustin en el libro IX, cap. 6.º -sobre <i>Genesim ad literam</i>, y tráelas el Maestro en el segundo -de las «Sentencias,» distincion vigésima. La una es, ó que nascidos -los hijos, é instruidos y llegando á la edad de los padres, -los padres sin muerte fuesen transferidos; la otra, que á cabo de -cierto tiempo y número, unos fuesen y otros quedasen, y desta -manera no fuera tanta multitud de hombres en el Paraíso como -es agora en el mundo. Puédese tambien decir, que aunque -hubiese entónces grande número de hombres habitando en el -Paraíso, no era necesario tener gran lugar como agora ocupamos, -porque agora tenemos necesidad de tener con nosotros -muchos animales para poder vivir, é para los animales -tierra larga para en que quepan y hallen sus pastos, y tierra -tambien para labrarla y haber los frutos della, y esta suele -ser por tiempo estéril, y es menester por algunos dias mudar -las labores y reservarla, y así, para pocos hombres, -grande tierra y espaciosa es necesaria; todo lo cual, en el Paraíso -cesaba, como los hombres se hubiesen de mantener de -los frutos de los árboles, y así, poca tierra les bastaba, puesto -que el Paraíso tiene un lugar bien capaz y grande, para que -se pudiesen los hombres, con alegría, gozo, delectacion y consuelo, -por muchas partes espaciar. Algunos sienten que terná -espacio de 100 leguas en todo su ámbito, por manera que si -así es su longura, será 30 leguas ó poco más, porque en el -círculo ó figura redonda, desta manera sea la longura que -es el diámetro á la línea circunferencial. Finalmente, ninguna -cosa de las dichas tiene certidumbre, como quiera que la -divina Escritura desto no haga mencion alguna, ni haya hombre -que lo haya visto ni pueda ver ni saber, si no le fuese -divinalmente revelado, porque segun Beda sobre el «Genesis,» -de creer es que aquel lugar es remotísimo de la noticia de -los hombres. Puesto que hay quien diga que cerca dél haya -pueblos y poblaciones de hombres, sentencia es que no contradice -á la Escritura, pues presupone poder algunos venir á -él, pero no entrar por el muro de fuego, que llama Espada<span class="pagenum"><a name="Page_304" id="Page_304">[304]</a></span> -en manos del Cherubin. Parece que, si cerca de allí no hobiera -pueblos algunos, no era necesario sino supérfluo poner guarda -para que no osara entrar ninguno; parece tambien esto, porque -segun el texto hebreo, «Genesis,» II, plantó Dios el Paraíso en -Edem, que significa la tierra ó lugar donde lo plantó, la cual -estaba poblada y habitada de gentes, como parece «Genesis,» -cap. 4.º <i>Egresus Cain habitavit profugus ad Orientalem plagam -Edem</i>; salió Caín huyendo y fué á morar á la provincia -Edem, que está al Oriente: y en «Ezequiel,» cap. 27, donde se -cuentan muchos pueblos y naciones que traian mercadurías -á Jerusalen, entre ellos se nombran los pueblos de Edem y -Charan, de donde se averigua ser provincia ó region poblada -por entónces. Dícese así en Ecequiel: <i>Charam et Edem negotiatores -tui</i>, etc., Edem cuasi provincia y region, donde está el -Paraíso. Así dice Sant Juan Damasceno: <i>Hic locus divinus est -Paradisus Dei manibus in Edem, id est, delitiis et voluptatibus</i>, etc. -Y Sant Agustin, en el libro VIII, cap. 3.º, sobre <i>Genesim ad -literam</i>: <i>Plantavit ergo Dominus Paradisum in delitiis, hoc est -enim in Edem, ad Orientem</i>. Donde se da á entender que toda -aquella provincia ó region era delectable y felice, donde moraban -los hombres, pero, sobre todas las partes della, era felicísimo -y delectabilísimo el Paraíso que plantó el Señor donde -puso el hombre, el cual comunmente se nombra por los que -escriben, Monte altísimo, como ha parecido arriba. Toman tambien -otro argumento para decir que cerca del Paraíso estuvo, -y por ventura está hoy, gente poblada, porque segun dicen que -refiere Sant Basilio en su <i>Exameron</i>, y Sant Ambrosio en el -suyo, que como el Paraíso esté constituido en monte altísimo, -puesto que arriba sea él todo llano, cae el agua de la fuente -que sale dél en un lago grande, de donde proceden despues -los cuatro rios caudales, y es tanto y tan grande el estruendo -y sonido que hace al caer, que todos los moradores de los -pueblos vecinos del dicho lago ó laguna en que cae, nacen -todos sordos por el exceso grande, que corrompe el sentido -del oir. Pero esto no lo dicen Sant Basilio ni Sant Ambrosio -en sus <i>Examerones</i>, ni en los libros que ambos hicieron del<span class="pagenum"><a name="Page_305" id="Page_305">[305]</a></span> -Paraíso terrenal; si en otra parte quizá de sus obras no está -escrito, que yo no haya visto, solamente hallo que esto afirmaron -decirlo los Sanctos susodichos á Bartolomé Anglico, autor -del libro <i>De propietatibus rerum</i>, en el libro XV, cap. 112, y á -otros que lo tomaron dél: como quiera que ello sea y cualquiera -que lo diga, como no lo contradiga la Escritura, bien -podemos pasar con ello. Todas estas cosas, puesto que remotas -de nuestra Historia, he querido engerir aquí ofrecida ocasion -de haber hablado el Almirante del Paraíso, para que los -que no saben latin, de cosas que no leyeron tengan alguna noticia. -Y por concluir con esta intincion cerca de lo cuarto que -arriba en el cap. 142 prometí, digo, que de las cualidades del -Paraíso dicen los Sanctos maravillas, porque en él habia copia -de todos los bienes que pueden al hombre, para su consuelo, -gozo, alegría y felice vida, en cuanto al cuerpo, convenir, de -tal manera, que ninguna cosa pudiese desear que no la tuviese, -ni aborrecer que no estuviese ausente dél, segun Sant -Agustin, libro XIV, cap. 10, <i>De civitate Dei</i>: <i>¿Quid timere aut dolere -poterant in tantorum tanta affluencia bonorum, ubi non aberat -quicumque quod bona voluntas non adipisceretur; neque erat -quod carnem vel animam hominis feliciter viventis ofenderet vel -mali quo molestaret?</i> Allí todos los sentidos se deleitaban, los -ojos, con admirable claridad y en ver la hermosura de los árboles -y frutas y otras cosas; los oidos, del cantar y música de -las aves; el sentido del oler, con los aromáticos y diversos y -suaves olores, y así los demas, todos juntos, con la templanza -y suavidad del aire y amenidad del lugar, y templatísima -concordia de los tiempos, donde concurrian la frescura del -aire, los alimentos del verano, la alegría del otoño, la quietud -de la primavera, la tierra gruesa y fructífera, las aguas delgadas -y en gran manera dulces y apacibles. Allí, no violencia -de vientos, no molestia de tiempos, no granizo ni nieve, no -truenos ni relámpagos, no hielo de invierno, no calor de verano, -ni otra cosa que les pudiese dar angustia ni afliccion ó -fastidio; allí dicen que ninguna cosa puede morir. Estas y otras -muchas, dulcísimas y alegres calidades pone Sant Basilio en<span class="pagenum"><a name="Page_306" id="Page_306">[306]</a></span> -el libro suso tocado del Paraíso, lo demas se lea en los lugares -donde copiosamente, de propósito, la materia se escribe. -Y así, queda largamente persuadido de haber tenido el -Almirante muy urgentes razones para entre sí considerar, ó al -ménos sospechar, que podia estar por allí, ó cerca, ó léjos de -allí, en aquel paraje ó region de tierra firme, que él juzgaba -ser isla, aunque ya iba creyendo que era tierra firme, el terrenal -Paraíso; pues por otra parte habia leido y entendido, -que unos lo ponian al Oriente, otros al Occidente, otros en la -línea equinoccial, otros al Austro y Mediodia, y por otra sabia -que habia navegado al Occidente, y despues tornado algo al -Oriente, y por esto pensaba que aquello era el fin del Asia. -Otra vez volvia al Sur ó Austro, y la tierra grande que primero -vido despues de la isla de la Trinidad, y que llamó isla -de Gracia, le pareció de hácia el Mediodia; de otra parte, hallábase -5° de la línea; por otra, experimentaba tanta frescura -de tierras, tan verdes y deleitosas arboledas, tanta clemencia -y amenidad de sotiles aires, tanta y tan impetuosa -grandeza, y lago y ayuntamiento tan capaz y tan largo de tan -delgadas y dulcísimas aguas, y allende todo esto, la bondad, -liberalidad, simplicidad y mansedumbre de las gentes, ¿qué -podia otra cosa juzgar ni determinar, sino que allí ó por allí, -y áun cerca de allí, habia la divina Providencia constituido el -Paraíso terrenal, y que aquel lago tan dulce era donde caia -el rio y fuente del Paraíso y de donde se originaban los cuatro -rios Euphrates, Gánges, Tigris y Nilo? Y quien todas estas -razones considerara, y hobiera lo que el Almirante habia experimentado, -leido y entendido, y entre sí, lo mismo no determinara -ó al ménos sospechara, de ser juzgado por mentecapto -fuera digno.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_307" id="Page_307">[307]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXLVII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Tornemos, pues, acabada esta digresion, á nuestra historia -y á lo que el Almirante hacer, del lugar donde estaba, determina, -y es que, á más andar, quiere venirse á esta Española -por algunas razones que mucho le impelian; la una, porque -andaba con grandísima pena y sospecha, como no habia -tenido nueva del estado desta isla, tantos dias habia, y parece -que le daba el ánima la desórden y los daños y trabajos, que, -con el alzamiento de Francisco Roldan, toda esta tierra y sus -hermanos padecian; la otra, por despachar luego á su hermano -el Adelantado con tres navíos, para proseguir el descubrimiento -que él dejaba comenzado de tierra firme. Y es cierto, que si -Francisco Roldan con su rebelion y desvergüenza no lo impidiera, -el Almirante, ó su hermano por él, la tierra firme -hasta la Nueva España descubriera; pero no era llegada la -hora de su descubrimiento, ni se habia de revocar la permision, -por la cual muchos habian de señalarse en obras injustas, -con color de descubrir, por la Providencia divina establecida. -La tercera causa de darse priesa el Almirante á venir -á esta isla, era ver que se le dañaban y perdian los bastimentos, -de que tanta necesidad, para el socorro de los que aquí -estaban, tenia, los cuales torna á llorar, encareciendo que los -hobo con grandes angustias y fatigas, y dice, que si se le -pierden que no tiene esperanzas de haber otros, por la gran -contradiccion que siempre padecia de los que consejaban á los -Reyes, los cuales, dice él aquí: «no son amigos ni desean la -honra del Estado de Sus Altezas las personas que les han dicho -mal de tan noble empresa, ni el gasto era tanto que no se -pudiese gastar, puesto que tan presto no hubiese provecho -para se recompensar, pues era grandísimo el servicio que se<span class="pagenum"><a name="Page_308" id="Page_308">[308]</a></span> -hacia á Nuestro Señor en divulgar su santo nombre en tierras -incógnitas; y, allende desto, fuera para más gran memoria, -que Príncipe hobo dejado, espiritual y temporal.» Dice más el -Almirante: «y para esto fuera bien gastado la renta de un buen -Obispado ó Arzobispado, y digo (dice él), la mejor de España, -donde hay tantas rentas y no ningun Prelado, que, aunque -han oido que acá hay pueblos infinitos, que se haya determinado -de enviar acá personas doctas y de ingenio, y amigos -de Cristo á tentar de los tornar cristianos ó dar comienzo á -ello; el cual gasto, bien soy cierto, que placiendo á Nuestro -Señor, presto saldrá de acá y para llevar allá.» Estas son sus -palabras. Cuanta verdad diga y cuan claro argumento haya -sido de la inadvertencia y remision, y atibiado hervor de caridad -de los hombres de aquel tiempo, espirituales ó eclesiásticos -y temporales, que tenian poder y facultad, no proveer al -remedio y conversion destas tan dispuestas y aparejadas gentes -para recibir la fe, el dia del universal Juicio parecerá. Fué la -cuarta causa de venirse á esta isla y no detenerse en descubrir -más, lo que mucho quisiera, como dice él, porque no -venian para descubrir proveidos, la gente de la mar, porque -dice, que no les osó decir en Castilla que venia con propósito -de descubrir, porque no le pusiesen algun estorbo y porque -no le pidiesen más dineros que él no tenia, y dice que andaba -la gente muy cansada. La quinta causa, porque los navíos -que traia eran grandes para descubrir, que el uno era de más -de 100 toneles y el otro de más de 70, y no se requiere para -descubrir sino de ménos; y por ser grande la nao que trajo -el primer viaje, se le perdió en el Puerto de la Navidad, -reino del rey Guacanagarí, como pareció arriba en el cap. 59. -Fué tambien la sexta, que mucho le constriñó á dejar el -descubrir é venirse á esta isla, tener los ojos cuasi del todo -perdidos de no dormir, por las luengas y continuas velas -ó vigilias que habia tenido; y en este paso dice así: «Plega -á Nuestro Señor de me librar dellos (de los ojos dice), que -bien sabe que yo no llevo estas fatigas por atesorar ni fallar -tesoros para mí, que, cierto, yo conozco que todo es vano<span class="pagenum"><a name="Page_309" id="Page_309">[309]</a></span> -cuanto acá en este siglo se hace, salvo aquello que es honra -y servicio de Dios, lo cual, no es de ayuntar riquezas ni soberbias, -ni otras cosas muchas que usamos en este mundo, en -las cuales más estamos inclinados que en las cosas que nos -pueden salvar.» Estas son sus palabras. Verdaderamente este -hombre tenia buena y cristiana intincion, y estaba harto contento -con el estado que tenia, y quisiera con mediana pasada -en el sustentarse y de tantos trabajos reposar, al cual habia -subido tan meritamente, pero lo que sudaba y trabajaba era -por echar mayor cargo á los Reyes; y no se qué mayor era -necesario del que habia echado, y áun él los habia obligado, -sino que via hacer tan poco caso de los señalados servicios -que habia hecho, y que de golpe iba cayendo y aniquilándose -la estimacion que destas Indias se habia comenzado, por los -que á los oidos de los Reyes estaban, que temia cada dia mayores -disfavores, y que del todo desmamparasen el negocio -los Reyes, y así viese sus sudores y trabajos perdidos, y él, -al cabo, muriese en pobreza. Determinando, pues, de venirse -cuan presto pudiese á esta isla, miércoles, á 15 de Agosto, -que fué de la Asuncion de Nuestra Señora, despues del sol -salido, mandó alzar las anclas de donde habia surgido, que debia -ser dentro del golfete que hace la Margarita y otras isletas -con la tierra firme (y debia estar cerca de la Margarita, como dijimos -arriba, cap. 139), y dió la vela camino desta isla; y, viniendo -su camino, vido bien vista la Margarita y las isletas que por -allí habia, y tambien, cuanto más se iba alejando, más tierra -alta descubria de la tierra firme, y anduvo aquel dia, desde -el sol salido hasta el sol puesto, 63 leguas, por las grandes -corrientes que ayudaban al viento. Dejémosle agora venir -hácia acá, donde pensaba de tener algun poco de descanso y -placer de su tan laborioso camino é indisposicion corporal, -holgándose con sus hermanos y amigos, lo que no hallará sino -materia con que se le doblen nuevas y mayores angustias y -amarguras, de donde se cognoscerá, lo que arriba alguna ó -algunas veces habemos dicho, conviene á saber, que toda su -vida fué un trabajoso martirio.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_310" id="Page_310">[310]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXLVIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Ya dejamos salido el Almirante de la tierra firme y de sus -comarcanas islas; conviene al órden de nuestra historia, que -contemos el viaje que hicieron los tres navíos que el Almirante -despachó de las islas de Canaria, viniéndose él á las de -Cabo Verde, para hacer el descubrimiento de la tierra firme, -que agora hizo. Ya dijimos arriba en el cap. 120, como Francisco -Roldan con los de su rebelion se fueron á la provincia -de Xaraguá, reino del rey Behechio, estando allí haciendo -vida nefanda, y espurcísima y tiránica, teniendo cada uno las -mujeres que queria, tomadas por fuerza ó por grado á sus -maridos, y á los padres sus hijas para camareras, lavanderas -cocineras, y cuantos indios les parecia para servirse, y -traer consigo, que le acompañasen, como si hobieran nacido -de ilustres padres, haciendo fuerzas é importunas violencias -donde quiera que estaban y andaban; matando y acuchillando -fácilmente á cualesquiera tristes indios por cualquiera -desabrimiento que dellos tuviesen. Así que, obrando estas -heróicas obras y tales ejemplos de bien vivir á los infieles, que -por las obras de los cristianos debieran bendecir al Padre celestial, -dando por permision de Dios, que suele, segun los -desmerecimientos de los que están en pecados, desampararlos -de su mano, y ponerles ocasiones para que, perseverando en -su malicia más profundamente, caigan, por la ignorancia de -los pilotos, que entónces era harta, y por las corrientes grandes -que por esta isla, al ménos por esta costa del Sur, van -abajo, habiendo de venir á este puerto de Sancto Domingo, -los dichos tres navíos fueron más de 170 leguas abajo, á -donde estaban todos los alzados, donde se hallaron sin saber -dónde estaban ni por dónde venian; y paréceme á mí, que<span class="pagenum"><a name="Page_311" id="Page_311">[311]</a></span> -aunque adrede lo quisieran hacer, no pudieran peor errarlo. -Y, cierto, si hubiera sido posible deste alzamiento en Castilla -haberse sabido algo, gran sospecha pudiera tenerse de malicia -de los pilotos ó de los Capitanes, pero no pudo haberse algo -sabido. Pues como Francisco Roldan y su compañía supieron -de los navíos, parte temiendo y parte se alegrando, y algo -dudando, quedaron espantados; fueron al puerto, que estaba -dos leguas, disimularon estar en obediencia del Adelantado, -preguntan como aportaron allí y qué nuevas habia del Almirante; -responden que por yerro y por las corrientes, y que -el Almirante sería presto en esta isla con otros tres navíos, que -tantos dias habia que se apartó para ir á descubrir tierra hácia -el Austro: entraron en los navíos y hablaron, y regocijáronse -con los Capitanes, dos dias. Dióles el Capitan Alonso Sanchez -refresco, y tornados á salir con buena paz en tierra como si -no estuvieran rebelados, parecióles á los Capitanes que debia -salir la gente que traian de sueldo para trabajar, y que se viniese -por tierra á esta ciudad de Sancto Domingo, por la dificultad -grande que habian de tener los navíos por las corrientes -y brisas que siempre corrian, y, para guiarla, acordaron -que el Capitan del un navío, Juan Antonio Columbo, los llevase, -y el Capitan Arana trujese los navíos á este puerto. -Saltaron 40 hombres, todos con sus ballestas, lanzas y espadas -bien aderezadas, á los cuales fácilmente provocó Francisco -Roldan y los suyos á que con él se quedasen, afirmándoles -que los habian de hacer trabajar y cavar por fuerza, y -con mucha hambre y laceria, pero allí en su compañía habian -de tener la vida que vian que ellos tenian, la cual no era -otra sino andar de pueblo en pueblo de los indios, cada uno -con las mujeres que le placia tener, y los sirvientes cuantos -querian, fuesen hijas ó hijos de los señores y Caciques, aunque -les pesase, y haciendo cuanto querian sin que nadie les fuese -á la mano, y del todo corrompiendo y alborotando la tierra -y las gentes della, robándoles cuanto oro tenian y cualquiera -cosa que tuviesen de valor, y cortando las orejas y matando -á los que no les servian á su sabor, y otras cosas semejantes,<span class="pagenum"><a name="Page_312" id="Page_312">[312]</a></span> -infinitas. Con los cuales hobo poco que trabajar para haberlos -de inducir, porque algunos, y hartos, eran homicianos, delincuentes, -condenados á muerte por graves delitos, como en el -cap. 112 dijimos, sino fueron siete ó ocho que no quisieron -cometer tan gran vileza. Desque cognoscieron los Capitanes -que estaban rebelados y andaban sin obediencia, perpetrando -los daños que hacian, y desvergonzándose á sosacar los que -nuevamente venian de Castilla, fueron á Francisco Roldan, -en especial Juan Antonio, el Capitan, que parecia que más de -veras aquella maldad sentia, y díjole que por qué hacia cosa -tan contraria al servicio de los Reyes, pues tanto él afirmaba -estar allí y andar en servicio dellos, que mirase que aquella -gente enviaban los Reyes, que ganaban su sueldo, del cual en -Castilla habian la mitad de un año recibido, para que le sirviesen -en sacar oro de las minas y en otras cosas y oficios, para -los cuales dedicados venian, y cuanto estorbo al servicio de -los Reyes se causaria, por eso que no diese lugar á tanto daño, -escándalo y confusion como dello se creceria. Roldan no curó -de sus palabras ni de los daños que le ponian delante futuros, -sino del provecho que al presente con tan buen lance se le -ofrecia, porque se engrosaba y fortificaba para se defender -del Almirante, á quien él harto temia (como á quien tanto -habia sido ingrato y ofendido), allegándosele gente más de la -que tenia. Estaban con él 75, y creo que algunos más hombres, -y 40, pocos ménos, que allí le habian recrescido, tenia -ya 100 y más, por manera que Juan Antonio acordó de volverse -á los navíos, y él y Pedro de Arana pusieron recaudo -en la otra gente que quedaba en ellos no se les saliese; y -acordaron partir para este Puerto de Sancto Domingo, quedándose -el Capitan Alonso Sanchez de Carvajal para venirse -por tierra y trabajar con el Roldan, si pudiera á la obediencia -reducirlo. En este tiempo alcanzó el Adelantado á saber, -por nuevas y relacion de indios, como andaban tres navíos -hácia el Poniente, luego sospechó que debian venir de Castilla -y haber errado el camino; despachó luego una carabela -para buscarlos y traerlos. Antes que estos tres navíos llegasen,<span class="pagenum"><a name="Page_313" id="Page_313">[313]</a></span> -habia escrito Francisco Roldan y los que con él estaban, á algunos -amigos suyos de los que estaban con el Adelantado, -que tuviesen manera con el Almirante, si viniese, de lo aplacar -y reconciliar con él, y que él queria á la obediencia pristina -reducirse; aunque despues tuvo mil mundanzas y engaños.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_314" id="Page_314">[314]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CXLIX.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Volvamos á la navegacion del Almirante, que dejamos -partido del paraje de la isla Margarita, y anduvo aquel dia, -miércoles, 63 leguas de sol á sol, como dicen. Otro dia, -jueves, 16 de Agosto, navegó al Norueste, cuarta del Norte, -26 leguas, con la mar llana, gracias á Dios, como él siempre -decia. Dice aquí una cosa maravillosa, que cuando partia de -Canaria para esta Española, pasando 300 leguas al Oueste, -luego nordesteaban las agujas una cuarta, y la estrella del -Norte no se alzaba sino 5°, y agora en este viaje nunca le ha -nordesteado, hasta anoche, que nordesteaba más de una cuarta -y media, y algunas agujas nordesteaban medio viento, que -son dos cuartas; y esto fué, todo de golpe, anoche. Y dice que -cada noche estaban sobre el aviso maravillándose de tanto mudamiento -del cielo, y de la temperancia dél, allí, tan cerca -de la línea equinoccial, en todo este viaje, despues de haber -hallado la tierra; mayormente estando el sol en Leo, donde, -como arriba ha dicho, por las mañanas se vestia un ropon, y -la gente de allí de Gracia ser más blancos que otros que haya -visto en las Indias. Halló tambien allí, donde agora venia, que -la estrella del Norte tenia en 14° cuando las Guardas habian -pasado de la cabeza el término de dos horas y media. Aquí -torna á exhortar á los Reyes que tengan este negocio en mucho, -pues les ha mostrado haber en estas tierras oro, y mineros ha -visto sin número dél, y que se quiere sacar con ingenio, industria -y trabajo, porque áun el hierro, habiendo tanto como -hay, no se saca sin él; y les ha llevado granos de veinte onzas -y otros muchos, y que donde hay esto, algo se debe creer que<span class="pagenum"><a name="Page_315" id="Page_315">[315]</a></span> -hay: y que llevó á Sus Altezas grano de cobre de nacimiento, -de seis arrobas, azul, lacar, ámbar, algodon, pimienta, canela, -brasil infinito, estoraque, sándalos blancos y cetrinos, -lino, aloes, jengibre, incienso, mirabolanos de toda especie, -perlas finísimas y perlas bermejas, de que dice Marco Paulo -que valen más que las blancas, y esto bien puede ser allá en -algunas partidas, así como de las conchas que se pescan en -Canaria y se venden en tanto precio en la Mina de Portugal; -otras infinitas cosas he visto y hay de especería que -no curo agora de decir por la prolijidad. Todas estas son sus -palabras. Cerca de lo que dice de la canela, y aloes, y jengibre, -incienso, mirabolanos, sándalos, nunca los ví en esta -isla, al ménos, no los conocí; lo que dice del lino, debe querer -decir la cabuya, que son unas pencas como las çavila, de -que se hace hilo y se puede hacer tela ó lienzo dello, pero -más se asemeja al cáñamo que al lino; hay dos maneras dello, -cabuya y nequen: la cabuya es más gruesa y áspera, y el -nequen más suave y delgado; ambos son vocablos desta isla -Española. Estoraque, nunca lo olí sino en la isla de Cuba, -pero no lo vide, y esto es cierto, que en Cuba debe haber -árboles dello ó de resina que huela como ello, porque -nunca lo olíamos sino en los fuegos que hacen los indios, de -la leña que queman en sus casas, el cual es olor perfectísimo, -cierto; incienso, nunca yo supe que en estas islas -se hallase. Volviendo al camino, viernes, 17 de Agosto, anduvo -37 leguas, la mar llana, á Dios nuestro señor, dice -él, sean dadas infinitas gracias. Dice, que con no hallar ya islas -se certifica, que aquella tierra de donde viene sea gran tierra -firme, ó á donde está el Paraíso terrenal, porque todos -dicen, dice él, que está en fin de Oriente, y es este, dice él. -Sábado, entre dia y noche, andaria 39 leguas. Domingo, 19 -de Agosto, anduvo en el dia y la noche 33 leguas, y llegó á -la tierra; y esta era una isleta chiquita que llamó Madama -Beata, y hoy comunmente la nombran la Beata; es isleta de -obra de legua y media, junto con esta isla Española, y dista -deste puerto de Sancto Domingo cerca de 50 leguas, y del<span class="pagenum"><a name="Page_316" id="Page_316">[316]</a></span> -puerto de Yaquino 15, que está más al Poniente. Está junto á -ella otra más chiquita que tiene una serrezuela altilla, que -desde léjos parece vela, y púsole nombre Alto Velo; creyó -que la Beata era una isleta que llamó él Sancta Catherina -cuando vino por esta costa del Sur, del descubrimiento de la -isla de Cuba, y dista deste puerto de Sancto Domingo 25 leguas, -y está junto á esta isla. Pesóle de haber tanto decaido, -y dice que no se debe alguien de maravillar, porque como -en las noches estaba al reparo barloventeando, por miedo de -topar algunas islas ó bajos, como hasta entónces no estaban -estos alrededores descubiertos, si habia en ellos en qué tropezar, -y así, no andaba camino, las corrientes, que por aquí -son muy grandes, que van para abajo hácia tierra firme y el -Poniente, hobieron de llevar los navíos, sin sentirse, tan abajo. -Corren tanto por allí hácia la Beata, que ha acaecido estar -navío ocho meses en ella y por ella, que no pudo venir á este -puerto, y esto de tardar mucho de allí aquí ha acaecido muy -muchas veces; así que, surgió agora entre la Beata y esta isla, -que hay dos leguas de mar entremedias, lúnes, 20 de Agosto. -Envió luego las barcas á tierra á llamar indios, que por allí estaban -poblaciones, para escribir al Adelantado su venida; venidos -á medio dia, los despachó. Vinieron á la nao seis indios, -en dos veces, y uno de ellos trujo una ballesta con su cuerda, -y nuez y armatostes, que no le causó chico sobresalto, y dijo, -plega á Dios que no sea de algun muerto, y porque debian de -ver desde Sancto Domingo pasar los tres navíos hácia abajo, -teniendo por cierto que era el Almirante, como cada dia lo esperaban, -saltó el Adelantado luego en una carabela y alcanzó -aquí al Almirante. Holgáronse muy mucho de verse ambos; -preguntado por el estado de la tierra, dióle cuenta como -Francisco Roldan era con 80 hombres levantado, con todo lo -demas que en esta isla, despues que salió de ella, habia pasado. -Lo que con tales nuevas sentiria, poca necesidad se -ofrece de encarecerlo ni recitarlo. Partióse de allí, miércoles, -22 de Agosto, y, finalmente, con alguna dificultad por las muchas -corrientes y las brisas que por allí son continuas y contrarias,<span class="pagenum"><a name="Page_317" id="Page_317">[317]</a></span> -llegó á este puerto de Sancto Domingo, viérnes, postrero -dia de Agosto del dicho año de 1498, habiendo partido -de la Isabela para Castilla, jueves, 10 dias del mes de Marzo, -año de 1496 años. Por manera que tardó en volver á esta isla -dos años y medio ménos nueve dias.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_318" id="Page_318">[318]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CL.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Llegado el Almirante á este dicho puerto de Sancto Domingo, -todos sus amigos y criados salieron al desembarcadero, -á esperarlo, con D. Diego, su hermano; con su venida -hobieron grande alegría y placer, puesto que todo con gran -tristeza, de partes dél y tambien dellos mezclado, porque creyendo -que venia á descansar de sus tan grandes trabajos, via -por delante cuanto para su descanso le faltaba, porque la Providencia -divina tenia ordenado, que no sólo sus angustias y -fatigas no se le acabasen, pero que de nuevo otras más duras -y aflictivas, y de mayores desconsuelos y ménos sufribles se -le aparejasen. Quiso ver la informacion y proceso que el Adelantado -contra los alzados habia hecho, y las causas de su -rebelde porfía, y, no contento con ella, deliberó de hacer otra -por sí mismo; la cual yo vide y cognoscí muchos de los testigos, -y todos confirmaron que nunca habian visto ni oido que -el Adelantado hubiere hecho injuria ni mal tratamiento á -Francisco Roldan, sino siempre honra y hacer mucha cuenta -dél, y lo mismo afirmaron de los que con él se alzaron, y -como, estando el Adelantado ausente en la provincia y reino -de Xaraguá, se rebelaron é hicieron los desatinos y alborotos -que arriba referimos, en los capítulos donde hablamos de su -alzamiento. Desde á pocos dias que el Almirante llegó á este -puerto y lugar, que entónces era villa y agora es ciudad, llegaron -los tres navíos y la carabela que el Adelantado habia -enviado para buscarlos. El uno dió en unos bajos y perdió -el gobernario, y vino muy maltratado; y, porque se detuvieron -muchos dias por las corrientes y vientos contrarios, -perdiéronse cuasi todos los bastimentos que traian. Con la -relacion que los Capitanes trujeron de como Francisco Roldan<span class="pagenum"><a name="Page_319" id="Page_319">[319]</a></span> -les habia tomado los 40 hombres, y se habia más ensoberbecido -y maleado, rescibió el Almirante doblado pesar y vídose -muy atribulado; comenzó á pensar si pudiese traerlos por -bien perdonándoles su maldad, mayormente que le dijeron -algunos de los que allí estaban, que, sin alguna duda Francisco -Roldan, sabiendo que su señoría era venido, se vernia -á poner en sus manos, porque habian escrito algunas cartas -á sus amigos que fuesen intercesores, venido el Almirante, -para que lo perdonase, y que se queria meter por sus puertas -como criado, y de quien habia recibido siempre muchas honras -y mercedes. En esto llega de Xaraguá Alonso Sanchez -Carvajal, y rectificó la pertinacia de Francisco Roldan, diciendo -lo que con él habia pasado. Como Francisco Roldan -entendió que ya no podia tardar en venir el Almirante, ó por -ventura, luego que supo que era venido, porque él tenia -amigos en esta villa que le avisaban de todo lo nuevo que -sucedia, ó porque tenia sus espías de indios ó de cristianos, -y los indios vuelan donde quiera que están con nuevas, acordó -de se acercar con buena parte de su gente á esta villa; y -así se vino hácia la provincia del Bonao, donde hay una muy -fértil y graciosa vega muy llena y poblada de gente de indios, -abundantísima de comida y pan caçabí, donde ya estaban -algunos cristianos poblados y despues se pobló la villa del -Bonao. Esta provincia dista de Sancto Domingo 20 leguas, y -de la Vega grande, digo, de la fortaleza de la Concepcion, que -está en la Vega, 10. Y porque el Almirante deseaba por todas -las vías y maneras que le fuesen posibles, quitar tan gran escándalo -y turbacion como halló en esta isla, reduciendo aquellos -á toda paz y obediencia suya, porque siempre temblaba, -en la verdad, de que los Reyes supiesen cosa de esta isla de -que hobiesen pesar, y via cada dia descrecer la estima desta -su negociacion destas Indias, que tantos sudores y angustias -le habian costado, y descreciendo la estima, como tenia tantos -adversarios junto á los oidos de los Reyes, de necesidad -habian de menguar los favores y socorros reales, los cuales -menguando todo su estado se habia de deshacer; pensó comenzarlo<span class="pagenum"><a name="Page_320" id="Page_320">[320]</a></span> -desta manera. Ya está dicho arriba, que el mayor -deseo que reinaba en todos los que en esta isla estaban, de -nuestra nacion, era que se les diese licencia para se ir á Castilla, -y que el juramento que más se usaba fué, «así Dios me -lleve á Castilla», porque estaban por fuerza, contra su voluntad, -y no se les daba licencia, por que no quedase la isla -sola y los indios no matasen los pocos que quedaran, si alguno -quisiera de voluntad quedar con el Almirante; así que, para -dar alegría á todos los que habia en ella, y por consiguiente á -los alzados con Francisco Roldan, mandó el Almirante pregonar -en 12 dias de Setiembre, siguiente al mes de Agosto que él habia -llegado, que en nombre de Sus Altezas daba licencia á todos -los que se quisiesen ir á Castilla, y que les daria los bastimentos -necesarios y navíos en que fuesen. Fué grande alegría la que -todos, chicos y grandes, recibieron en este pueblo, y por toda -la isla despues que lo supieron, mayormente que habia en -este puerto de Sancto Domingo ocho ó diez navíos, los seis -que el Almirante habia sacado consigo de Sant Lúcar y las -dos carabelas que envió primero, y otra ó otras dos que el -Adelantado aquí tenia; destos estaban cinco ya cuasi despachados -y de camino para Castilla, y dos las vergas dalto, como -dicen, ó al ménos muy propincuos á la partida, conque el -Adelantado estaba para ir á proseguir lo que el Almirante dejaba -comenzado de la tierra de Paria, para descubrir toda la -tierra firme. Fué avisado el Almirante como Francisco Roldan -venia hacia la fortaleza de la Concepcion de la Vega, y -hácia el Bonao, donde tenian haciendas algunos de los de su -cuadrilla. Avisó luego el Almirante al Alcaide della, que se -llamaba Miguel Ballester, persona, como arriba me acuerdo -haber dicho, muy honrada y venerable, porque bien viejo y -lleno de canas, que estuviese sobre aviso teniendo en la fortaleza -buen recaudo, y que, viniendo Francisco Roldan, de su -parte le hablase, que él habia recibido mucho enojo de que -él, á quien habia dejado en tan preeminente cargo de la justicia, -que habia de tener y poner á los demas en paz y sosiego, anduviese -de la manera que andaba con tanto escándalo, por<span class="pagenum"><a name="Page_321" id="Page_321">[321]</a></span> -sí, en daño y confusion de toda la isla, de donde gran deservicio -resultaba á los Reyes; pero que no embargante todo lo acaecido, -que él lo queria dar como si no hobiera pasado, y que le -rogaria que se viniese á él, que él le recibiria como á criado -que habia siempre amado como el más que todos, y todos -eran dello testigos, y que si le parecia ser necesario que le -enviase seguro, que lo escribiese él y se lo enviaria, conforme -á su voluntad, firmado. El dicho Alcaide rescibió esta carta del -Almirante, y fué al Bonao y no halló nada; tornóse á su fortaleza, -y supo en la Vega como venian, uno que se llamaba -Gomez, y Riquelme, y Adriano, que eran los principales, que -cada uno traia gente, y Francisco Roldan venia por otra parte -á la Vega con los demas, todos los cuales se habian de juntar -en casa de Riquelme, que la tenia en el Bonao. Todo esto respondió -el Alcaide al Almirante, y que él haria lo que más le -mandaba, venidos que fuesen; y yo tengo en mi poder hoy, -originalmente, esta respuesta ó carta.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_322" id="Page_322">[322]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLI.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Porque el Almirante, ántes que se fuese á Castilla, el año -de 96, por Marzo, ó el Adelantado, despues del Almirante -ido, allende los tributos que los reyes y gentes suyas daban, -ó quizá por tributos principales (porque esto no lo pude -averiguar), imponia á ciertos Reyes y señores que tuviesen -cargo de hacer las labranzas de los pueblos de los cristianos -españoles, y les sirviesen con toda su gente para su mantenimiento -y otros servicios personales, de aquí hobo orígen la -pestilencia del repartimiento y encomienda que ha devastado -y consumido todas estas Indias, como se verá, placiendo á -Dios, en los libros siguientes. Cuando estos servicios cesaban -los Reyes y sus gentes de dar, porque no los podian sufrir ó -porque no los querian dar, porque se veian privados de su libertad -y puestos en dura servidumbre, allende mil otras ordinarias -vejaciones y aflicciones crueles y bestiales, é importunos -tratamientos que de los cristianos cada hora padecian, -luego los tenian por rebeldes y que se alzaban, y, por consiguiente, -luego era la guerra tras ellos; y, muertos los que en -ellas con increible inhumanidad se mataban, todos los que se -podian tomar á vida se hacian esclavos, y esta era la principal -granjeria del Almirante, con que pensaba y esperaba suplir -los gastos que hacian los Reyes sustentando la gente -española acá, y ofrecia por provechos y rentas á los Reyes, -y por manera de que se aficionasen mercaderes á venir con -mercadurías y gente á vivir acá, sin que quisiesen sueldo del -Rey, ni de darlo á alguno hobiese necesidad. La segunda -granjeria, decia, que era el brasil que habia en la provincia -de Yaquimo, que es en esta costa del Sur, 80 ó pocas ménos -leguas de aquí de Sancto Domingo, la costa abajo; y de<span class="pagenum"><a name="Page_323" id="Page_323">[323]</a></span> -ambas á dos granjerías escribió á los Reyes, agora con estos -cinco navíos, que abajo diremos, que despachó, que de 4.000 -esclavos y de otros 4.000 quintales de brasil le habian certificado -que se habrian 40 cuentos, y que fuesen 20 cuentos -sería gran cosa; y dice así en aquella carta el trasumpto, -de la cual, escrito de su misma mano, tengo en mi poder. «De -acá se pueden, con el nombre de la Santísima Trinidad, enviar -todos los esclavos que se pudiesen vender, y brasil, de -los cuales, si la informacion que yo tengo es cierta, me dicen -que se podrán vender 4.000, y que, á poco valer, valdrán 20 -cuentos, y 4.000 quintales de brasil, que pueden valer otro -tanto, y el gasto puede ser aquí seis cuentos; así que, á prima -haz, buenos serian 40 cuentos, si esto saliese así. Y cierto -la razon que dan á ello parece auténtica, porque en Castilla -y Portugal, y Aragon y Italia, y Sicilia, y las islas de -Portugal, y Aragon y las Canarias, gastan muchos esclavos, y -creo que de Guinea ya no vengan tantos; y que viniesen, uno -destos vale por tres, segun se ve, é yo, estos dias que fuí á -las islas de Cabo Verde, de donde la gente dellas tienen gran -trato en los esclavos, y de contino envian navíos á los rescatar, -y están á la puerta, yo ví que por el más ruin demandaban -8.000 maravedís, y estos, como dije, para tener en cuenta, -y aquellos no para que se vean. Del brasil, dicen que en Castilla, -Aragon, Génova y Venecia hay grande suma, en Francia -y en Flandes y en Inglaterra; así que, destas dos cosas, -segun su parecer, se pueden sacar estos 40 cuentos, sino hubiese -falta de navíos que viniesen por esto, los cuales creo, -con el ayuda de Nuestro Señor, que no habrá, si una vez se -ceban en este viaje.» Y un poco más abajo dice: «así que aquí -hay estos esclavos y brasil, que parece cosa viva, y aún oro, -si place á Aquel que lo dió y lo dará cuando viere que convenga, -etc.;» y más abajo dice: «acá no falta para haber la renta -que encima dije, salvo que vengan navíos muchos para llevar -estas cosas que dije, y yo creo que presto será la gente de -la mar cebados en ello, que agora los Maestres y marineros -(de los cincos navíos habia de decir), van todos ricos y con intencion<span class="pagenum"><a name="Page_324" id="Page_324">[324]</a></span> -de volver luego y llevar los esclavos á 1.500 maravedís -la pieza, y darles de comer, y la paga sea de los mesmos, -de los primeros dineros que dellos salieren; y bien que -mueran agora, así no será siempre desta manera, que así hacian -los negros y los canarios á la primera, y áun aventajen -estos (quiere decir que los indios hacen ventaja á los negros), -que uno que escape no lo venderá su dueño por dinero que le -den, etc.» Estas son sus palabras, puesto que defectuosas -cuanto á nuestro lenguaje castellano, el cual no sabia bien, -pero más insensiblemente dichas; y cosa es de maravillar, -como algunas veces arriba he dicho, que un hombre, cierto -no puedo decir sino bueno de su naturaleza, y de buena -intincion, estuviese tan ciego en cosa tan clara; bien se me -podia responder no ser maravilla que él se cegase, pues se -cegaron tantos letrados que los Reyes cabe si tenian, en no -alumbrarlo á él y reprenderle tanta ceguedad como tenia, en -poner el principal fundamento de las rentas y provechos temporales -de los Reyes y suyos, y de los españoles, y la prosperidad -deste su negocio que habia descubierto, en la cargazon -de indios inocentes (mejor diria en la sangre), malísima y detestablemente -hechos esclavos como si fueran piezas, como él los -llama, ó cabezas de cabras, como las que dijimos en el cap. 131 -que habia monteses en las islas de Cabo Verde, y hinchir -á Castilla, y á Portugal, y Aragon y Italia, y Sicilia, é las -islas de Portugal y de Aragon, y las Canarias, donde dicen -que gastan muchos esclavos; hinchir, digo, tantos reinos y provincias -de indios con la dicha justicia y sanctidad hechos esclavos, -y no tener escrúpulo de que se muriesen al presente -algunos (y es cierto que de cada 100, á cabo de un año, -no escapaban 10), porque así morian, dice él, los negros y los -canarios, ¿qué mayor ni más supina insensibilidad y ceguedad -que esta? Y lo bueno dello es, que dice que, con el nombre de -la Sanctísima Trinidad se podian enviar todos los esclavos que -se pudiesen vender en todos los dichos reinos; y muchas veces -creí que aquesta ceguedad y corrupcion aprendió el Almirante -y se le pegó de la que tuvieron y hoy tienen los portogueses<span class="pagenum"><a name="Page_325" id="Page_325">[325]</a></span> -en la negociacion, ó por verdad decir, execrabilísima -tiranía en Guinea, como arriba, hablando della, se vido. Deste -paso y de otros muchos en esta materia y granjería de esclavos -que se dél, tuve para mí por averiguado que deseaba que -los tristes inocentes indios dejasen de acudir con los tributos -y servicios personales que les imponia, ó se huyesen ó alzasen, -como él y los demas decian, y hoy dicen los españoles, ó -resistiesen á él y á los demas cristianos, como justísimamente -podian y debian hacerlo, como contra sus capitales hostes y manifiestos -enemigos, por tener ocasion de hacerlos esclavos y cargar -todos los navíos dellos, y engrosar y prosperar su granjería; -y porque los letrados que estaban á par de los Reyes, que eran -obligados á no ignorar tan gran tiranía y abyeccion y perdicion -del linaje humano, habiéndose cometido á los Reyes, -como á cristianísimos, aquesta parte dél tan sin número para -atraerla y convertirla á Cristo, no alumbraron á Sus Altezas -de la verdad y de la justicia; los Reyes no se lo reprendieron, -pero proveyó por otra vía y con otra color, quitárselo de las -manos al Almirante, la divina Providencia, el negocio, porque -con tan vehemente vendimia no asolase en breve toda esta -isla, sino que quedase algo para que se fuesen al infierno muchos -otros matadores destas gentes, cayendo de ojos en tan -lamentable ofendículo. He traido todo lo dicho en este capítulo -para que se suponga á lo que agora quiero decir, y lo que dijere -á lo que se dirá en el siguiente capítulo, y es: que porque -cierto Cacique y gente suya, no se si el dedicado al servicio -de la fortaleza de la Vega, ó á otra parte donde habia cristianos -españoles, cesó de servir ó de traer la comida ó tributos, -ó las cosas que les eran impuestas, ó se fué á los montes -huyendo, ó no quiso más venir, luego, como el Almirante -desembarcó, que lo supo, envió gente allá, y traenle una -buena presa ó cabalgada de inocentes, para echar en estos -cinco navíos, que agora cargar de esclavos y despachar para -Castilla queria, y enviarlos á no dudosa, sino certísima, carnecería.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_326" id="Page_326">[326]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Venido Francisco Roldan, y Pedro de Gamez, y Adrian -de Muxica y otras principales, al Bonao, á la casa del Riquelme, -donde se habian concertado juntar, fué luego el Alcaide -Miguel Ballester á hablarles, como el Almirante le habia escrito, -el cual les habló todo lo que convenia, ofreciéndoles de -parte del Almirante todo perdon y buen tratamiento y olvido -de todos los yerros pasados, exhortándolos con todas las razones -que pudo, poniéndole convenientes é inconvenientes, y -daños y escándolos delante, y cuanto, de la reduccion y obediencia -dellos al Almirante, los Reyes serian servidos, y -deservidos de lo contrario; pero el Francisco Roldan y los -demas mostraron venir de otro propósito, diciéndole palabras, -contra el Almirante, desvariadas, y de gran soberbia obstinada; -entre las cuales fueron, que no venian á buscar paz sino -guerra, y que él tenia al Almirante y á todo su estado en el -puño para sostenerle ó deshacerle, que ninguno le hablase -en cosa que tocase á hacer concierto y partido, hasta tanto que -el Almirante le enviase la cabalgada que habia hecho llevar -de indios presos por esclavos, porque él los tenia, so su mamparo -y palabra, asegurados, y á él pertenecia el librarlos de -quien tanto agravio les hacia injustamente; por eso, que luego -se los enviasen, sino que haria y conteceria. Bien hay que -notar aquí, como se dijo arriba en el cap. 117, que si este -Francisco Roldan y los que con él andaban robando los indios, -y destruyendo por su parte toda la isla, se movieran contra el -Almirante, <i>bona fide</i>, solamente por celo de la justicia, ó de librar -aquellos sus prójimos de la servidumbre injusta en que -el Almirante los condenaba, y de la muerte cierta que habian -de padescer llevándolos á vender á Castilla, justísima fuera<span class="pagenum"><a name="Page_327" id="Page_327">[327]</a></span> -su guerra contra él, y merescieran que en esta vida los Reyes -se lo agradecieran y hicieran mercedes, y en la otra que -Dios les remunerara con eterno galardon; y así tuvieran mucha -razon de no querer tomar partido ni asiento de paz y amistad -con el Almirante, hasta que les enviara y restituyera en su -libertad todos los indios de aquella cabalgada. Pero como Francisco -Roldan y todos los que con él andaban eran, cierto, tiranos -y rebeldes á su verdadero y jurídico superior, el Almirante, -y no pretendian sino libertad por andar triunfando de -los indios y de toda la isla, señores y súbditos, y gozar en sus -vicios sin que hobiese quien les fuese á la mano, y buscar -ocasiones y colores para justificar y dorar su rebelion y desobediencia, -ni excusaban sus grandes pecados que, contra -los indios, robándolos y afligiéndolos por otras mil partes y vías -y contra el Almirante y sus mandamientos, que era su propio -juez y superior, cometian; ni podian dorar ni colorar la causa -que alegaban de no venir en concierto y partido, que se les -diese la cabalgada por alguna vía. Tomada ocasion y color de -su nueva pertinacia deste pedir la cabalgada (digo nueva pertinacia, -porque los amigos que tenia con el Almirante le -habian con instancia suplicado que les perdonase, y creia que -se acercaban para más presto venir á su obediencia y besarle -las manos), acuerda Roldan y otros tres, los principales, que -eran propiamente criados del Almirante y ganaban su sueldo, -de se desistir y renunciar el ser sus criados y el sueldo que -ganaban, alegando muchos achaques, y estos fueron Roldan, -y Adriano, y Pedro Gamez, y Diego de Escobar, los cuales le -escribieron la siguiente carta:</p> - -<p>«Ilustre y muy magnífico señor: Vuestra señoría sabrá -que por las cosas pasadas entre el Adelantado é mí, Francisco -Roldan, é Pedro Gamez, é Adrian de Muxica, é Diego de -Escobar, criados de vuestra señoría, é otros muchos que en -esta compañía están, fué necesario de nos apartar de la ira -del Adelantado, é segun los agravios habiamos rescibido, la -gente que acá está proponia de ir contra él para le destruir; -é mirando el servicio de vuestra señoría, los dichos Pedro de<span class="pagenum"><a name="Page_328" id="Page_328">[328]</a></span> -Gamez, é Adrian de Muxica, é Diego de Escobar, é Francisco -Roldan, hemos trabajado de sostener en concordia y en -amor toda la gente que en esta compañía está, poniéndoles -muchas razones é diciendo cuanto complia al servicio del Rey -é de la Reina, nuestros señores, no se entendiese en cosa -ninguna, hasta que vuestra señoría viniese, porque entendíamos, -que, venido que fuese, miraria la razon que ellos -é nosotros teniamos de nos apartar, é con muchas razones -que aquí no se dicen, hemos estado á una parte de la isla -esperando su venida, é agora, há ya más de un mes que -vuestra señoría está en la tierra y no nos ha escrito, mandándonos -qué es lo que hubiésemos de hacer; por lo cual -creemos está muy enojado de nosotros, é por muchas razones -que se nos han dicho que vuestra señoría dice de nosotros, -deseándonos maltratar é castigar, no mirando cuanto le hemos -servido en evitar algun daño que pudiera hallar hecho. É pues -que así es, hemos acordado, por remedio de nuestras honras -é vidas, de no nos consentir maltratar, lo cual no podemos -hacer limpiamente si fuésemos suyos, por ende suplicamos -á vuestra señoría nos mande dar licencia, que de hoy en adelante -no nos tenga por suyos, é así, nos despedimos de la -vivienda que con vuestra señoría teniamos asentada, aunque -se nos hace muy grave, pero ésnos forzado por cumplir con -nuestras honras. Nuestro Señor guarde y prospere el estado -de vuestra señoría como por él es deseado. Del Bonao, hoy -miércoles, 17 dias del mes de Octubre de 98 años.—Francisco -Roldan.—Y por Adrian de Muxica, Francisco Roldan.—Pedro -de Gamez.—Diego de Escobar.»</p> - -<p>Esta es á la letra su carta, la cual originalmente tuve yo -en mi poder firmada de sus nombres y propias firmas.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_329" id="Page_329">[329]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Hablado que hobo el Alcaide Ballester á Roldan y á su -gente alzada, vínose para esta ciudad de Sancto Domingo á -dar cuenta al Almirante de la respuesta que dieron, y, por -ventura, trujo él la dicha su carta. Desque el Almirante supo -la respuesta y cognosció no concordar con lo que los amigos -de Roldan le habian rogado y suplicado y certificado, que -queria venirse á él, y tambien porque habian dicho al Alcaide -Ballester, que no querian que alguno viniese á ellos, ni -tratase con ellos de parte del Almirante, sino Alonso Sanchez -de Carvajal, comenzó el Almirante á sospechar vehementemente -contra la fidelidad del Carvajal, y los que con el Almirante -estaban, lo mismo, acumulando muchos indicios y -conjeturas que parecian concluir é averiguar lo que sospechaban; -y uno fué, no haber hecho tanto como parece que -debiera, en no recobrar los 40 hombres, que de los que traia -de Castilla se le habian pasado; lo segundo, por muchas pláticas -que ambos habian tenido en el navío, estando juntos, y -refrescos que le habia dado; el tercero, porque habia, segun -parece por una carta que el Almirante escribió á los Reyes, -habia procurado traer poder para ser acompañado del Almirante, -como Juan Aguado debia de haber referido muchas -quejas de los malos tratamientos que decian que habia hecho -á los cristianos, y debia entónces, quizá, desto algo tratarse, y -donde quiera que el Carvajal se hallaba, dijeron que se jactaba, -publicando que venia por acompañado del Almirante; lo -cuarto, porque idos los dos Capitanes con los tres navíos, y -el Carvajal quedado para se venir por tierra á esta ciudad, -envió Francisco Roldan con él cierta gente, y con ella -por capitan á Pedro de Gamez, que era de los principales<span class="pagenum"><a name="Page_330" id="Page_330">[330]</a></span> -con quien habia mucho hablado y comunicado, cuando estuvo -en los navíos, para que le acompañasen y guardasen, -hasta seis leguas desta ciudad, por los indios que habia en -el camino; lo quinto, porque se dijo que el mismo Carvajal -indujo y provocó al Roldan y á los demas á que se -viniesen hácia el Bonao, para que si el Almirante se tardase -ó nunca viniese, que el Carvajal, como acompañado del -Almirante, y Francisco Roldan, como Alcalde mayor, gobernasen -esta isla, aunque pesase al Adelantado; lo sexto, porque -venidos al Bonao, se carteaba con el Roldan, y los demas, -y les enviaba cosas de las traidas de Castilla; lo sétimo, porque -decian que no querian que interviniese otro con ellos -sino Carvajal, y áun que lo tomarian por Capitan. Todos estos -indicios parecian ser eficaces para dél sospechar; pero con -todo esto, el Almirante, creyendo que pues era caballero -haria como bueno, y tambien porque no podia más, porque -se lo pedian ellos, acordó enviarlo juntamente con el -Alcaide Ballester, para que les hablase de su parte y redujese -á la razon, proponiéndoles los bienes que dello se -siguirian y los daños del contrario delante; y ántes que supiese -la respuesta de los dos escribió la presente carta á Francisco -Roldan:</p> - -<p>«Caro amigo: Rescibí vuestra carta luego que aquí llegué. -Despues de haber preguntado por el señor Adelantado -y D. Diego, pregunté por vos como por aquel en quien tenia -yo harta confianza, é dejé con tanta certeza de haber bien de -temporar y asentar todas cosas que menester fuesen, y no -me supieron dar nuevas de vos, salvo que todos á una voz -me dijeron, que de algunas diferencias que acá habian pasado -que por ello deseábades mi venida, como la salvacion del -ánima; y yo, ciertamente, así lo creí, porque áun lo viera -con el ojo y no creyera que vos habíades de trabajar hasta -perder la vida, salvo en cosa que á mí cumpliese, y á esta -causa fablé largo con el Alcaide, con mucha certeza que, segun -las palabras que yo le habia dicho y os dijo, que luego -verníades acá. Allende la cual venida, creí ántes desto que<span class="pagenum"><a name="Page_331" id="Page_331">[331]</a></span> -aunque acá se hobiesen pasado cosas más graves de las que -estas puedan ser, que áun bien no llegaria, cuando seríades -conmigo á me dar cuenta con placer de las cosas de vuestro -cargo, así como lo hicieron todos los otros á quien cargo -dejé, y como es de costumbre y honra dellos; veramente, si -en ello habia impedimentos por palabras que le farian por escrito, -y que no era menester seguro ni carta: y que fuera -así, yo dije, luego que aquí llegué, que yo aseguraba á todos -que cada uno pudiese venir á mí y decir lo que les placia, y -de nuevo lo torno á decir y los aseguro. Y cuanto á lo otro -que decís de la ida de Castilla, yo á vuestra causa y de las -personas que están con vos, creyendo que algunos se querrian -ir, he detenido los navíos diez y ocho dias más de la -demora, y detuviera más, salvo que los indios que llevan les -daban gran costa y se les morian; paréceme que no os debeis -creer de ligero y debeis mirar á vuestras honras más de lo que -me dicen que faceis, porque no hay nadie á quien más toque, -y no dar causa que las personas que os quieren mal acá ó en -vuestra tierra, hayan en qué decir, y evitar que el Rey é la -Reina, nuestros señores, no hayan enojo de cosas en que esperaban -placer. Por cierto, cuando me preguntaron por las personas -de acá, en quien pudiese tener el señor Adelantado consejo -y confianza, yo os nombré primero que á otro, y les puse -vuestro servicio tan alto, que agora estoy con pena que con estos -navíos haya de oir lo contrario; agora ved que es lo que se -puede ó convenga al caso, y avisadme dello pues los navíos -partieron. Nuestro Señor os haya en su guarda. De Sancto Domingo -á 20 de Octubre.»</p> - -<p>Esto contiene aquella carta, por la cual parece que otra -debiera el Almirante haber recibido de Roldan, la cual no -vino á mis manos. Llegados el alcaide Ballester y Alonso -Sanchez de Carvajal al Bonao, hablóles Carvajal muy elocuentemente -á todos, y con tanta eficacia, que movió á Francisco -Roldan y á los más principales á que fuesen á hablar al -Almirante, donde todo se concluyera y asosegara sin duda, -segun se creia; pero como la gente que traia, toda por la<span class="pagenum"><a name="Page_332" id="Page_332">[332]</a></span> -mayor parte, no tomaba placer de dejar la vida haragana -y libre que traia, por ser gente viciosa y baja, mayormente -los que habia tomado en Xaraguá, de los condenados que el -Almirante habia enviado, ya que queria Roldan y los demas -venir aquí á Sancto Domingo con Carvajal y el Almirante, saltan -todos con voces altas, diciendo, «que juraban á tal que no -habia de ser así, y que no habian de consentir que fuesen -Roldan ni los demas, sino que si concierto se habia de hacer -fuese allí público á todos, pues á todos tocaba»; porfiando Carvajal -y el Alcaide por meterlos en razon por algunos dias, al -cabo no aprovecharon nada. Finalmente, acordó Roldan de escribir -al Almirante, como quisiera venir con Carvajal á le hacer -reverencia él y otros de su compañía y que los demas no le -consintieron que fuese, pero que porque él tenia que el Adelantado, -ó otro por él, le haria alguna afrenta ó daño, no embargante -el seguro que de palabra le enviaba, y porque las cosas -despues de hechas, dijo él, no tienen remedio, por tanto, que -le enviase un seguro firmado de su nombre, la forma del cual -él enviaba escrito para él y para algunos mancebos de los que -él tenia consigo y habia de traer; y allende desto, Carvajal y -otros de los principales criados del Almirante, tomasen la fe -y palabra fuerte y firme al Adelantado, que él, ni otra persona -por él, les hará mal ni daño ni enojo alguno durante el -seguro, y lo firmasen de sus nombres, y con esto así concedido, -él vernia á besarle las manos y á hacer todo lo que mandase -en el negocio, y que veria cuanto dél sería servido en -ello.</p> - -<p>Con esta carta que debia traer Carvajal escribió el alcaide -Ballester al Almirante la siguiente carta, cuyos traslados -originales y firmados de sus propios nombres, tengo yo en mi -poder; la cual dice así:</p> - -<p>«Ilustre y muy magnífico señor: Ayer lúnes, al medio dia, -llegamos acá en el Bonao, y luego á la hora Carvajal habló -largamente á toda esta gente, y su habla fué tan allegada al -servicio de Dios y de Sus Altezas y de vuestra señoría, que -Salomon ni doctor ninguno no hallara enmienda ninguna, y<span class="pagenum"><a name="Page_333" id="Page_333">[333]</a></span> -como quiera que la mayor parte desta gente hayan mas gana -de guerra que de paz, á los tales no les parece bien, mas los -que no querian errar á vuestra señoría, sino servirle, les pareció -que era razon y justa cosa todo lo que Carvajal -decia, los cuales eran Francisco Roldan, y Gamez, y Escobar, -y dos ó tres otros, los cuales juntamente acordaron -que fuese el Alcaide y Gamez á besar las manos á vuestra señoría -y á concertar cosa justa y posible, por excusar y matar -el fuego que se va encendiendo, más de lo encendido; y acordado -esto, que ya queriamos cabalgar, y yo con ellos, porque -á todos les pareció que yo debia volver con Carvajal y ellos; -en aquel instante vinieron todos á requerir á Francisco Roldan -y á Gamez, que habian acordado que no fuesen, sino que -por escrito llevase Carvajal lo que pedian; y si en aquello -vuestra señoría viniese, que aquello se hiciese, y otra cosa no. -Y yo, señor, por lo que debe criado á su señoría, suplico á -vuestra señoría concierte con ellos en todo caso, especialmente -para que se vayan á Castilla, como ellos piden, porque otramente -creo cierto que no se harian los hechos de vuestra señoría -como era de razon, y querria, porque me parece que lo que -dicen es verdad, que se han de pasar los más á ellos; y así -me parece que se vá mostrando por la obra, que despues que -yo pasé para ir á vuestra señoría se les han venido unos -ocho, y diciéndoles que por qué no se acercan allá, que ellos -saben que se pasarán más de 30; y esto les ha dicho García, -aserrador y otro valenciano que se han pasado con ellos. Y yo, -cierto, creo que despues de los hidalgos y hombres de pró que -vuestra señoría tiene junto con sus criados, que aquellos que los -terná vuestra señoría muy ciertos para morir en su servicio, y -la otra gente de comun yo pornia mucha duda. Y á esta -causa, señor, conviene al estado de vuestra señoría concierte -su ida de una manera ú otra, pues ellos lo piden, y quien -otra cosa á vuestra señoría consejare no querrá su servicio ó -vivirá engañado, y si en algo de lo dicho he errado, será por -dolerme del estado de vuestra señoría viéndolo en tan gran -peligro, no haciendo iguala con esta gente; y quedo rogando<span class="pagenum"><a name="Page_334" id="Page_334">[334]</a></span> -á Nuestro Señor dé seso y saber á vuestra señoría, que las -cosas se hagan á su sancto servicio y con acrecentamiento -y dura del estado de vuestra señoría. Fecha en el Bonao, hoy -mártes, á 16 de Octubre.—Miguel Ballester.»</p> - -<p>Esta es su carta, y bien parece que era catalan, porque -hablaba imperfectamente, pero hombre virtuoso y honrado y -de voluntad sincera y simple; yo le cognoscí mucho.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_335" id="Page_335">[335]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLIV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Vista esta carta y la relacion que Carvajal dió, grande fué -el angustia que el Almirante recibió, y él sintió bien claro ser -verdad que tenia pocos consigo que en la necesidad le siguiesen, -porque, haciendo alarde para si conviniese ir al Bonao á -prender á Francisco Roldan, no halló 70 hombres que dijesen -que harian lo que les mandase, de muchos de los cuales no tenia -confianza, sino que al mejor tiempo le habian de dejar; y -de los otros, uno se hacia cojo, y otro enfermo, y otro se excusaba -con decir que tenia con Francisco Roldan su amigo y -otro su pariente, por manera que ningun favor ni consuelo -de alguna parte tenia.</p> - -<p>Por esta necesidad extrema que padecia, y por el ánsia que -tenia de asentar la tierra, y que los indios tornasen á pagar -los tributos, injustamente impuestos, como arriba se dijo, por -enviar dineros á los Reyes y suplir, con rentas que acá tuviesen, -los gastos que en proveer las cosas desta isla hacian, todo -cuanto razonablemente los alzados le pidiesen, estaba para concederlo -aparejatísimo; luego, pues, ordenó dos cosas, la una, -puesto que fué la postrera, y pónese aquí primera por ser -más general, y es, que hizo una carta de seguro general que -todas las personas que se hobiesen llegado y seguido á Francisco -Roldan en las diferencias pasadas, y el dicho Francisco -Roldan, juntamente ó apartada, que quisiesen venir á servir -á Sus Altezas como de ántes, pudiesen venir juntamente ó -cada uno de por sí, que él, como Visorey de Sus Altezas, y en -su nombre los aseguraba sus personas y bienes, y les prometia -de no entender en cosa alguna de los casos pasados hasta el -dia de la fecha; y en los casos venideros, si acaesciesen, les<span class="pagenum"><a name="Page_336" id="Page_336">[336]</a></span> -prometia que la justicia se habria humana y piadosamente -con ellos, y les daba licencia que los que quisiesen irse á Castilla, -cada y cuando ellos quisiesen irse, y les daria sus libranzas -de los sueldos que se les debiesen; los cuales viniesen á -gozar deste seguro dentro de diez y seis dias, y los que estuviesen -primeros, siguientes, y si estuviesen algunos dellos distantes -más de 30 leguas, fuesen obligados á venir dentro de treinta -dias; donde no viniesen dentro los dichos términos, juntos ó -cada uno por sí, que procederia contra ellos por la guisa que -hallase que cumplia al servicio de Sus Altezas y á su justicia. Y -mandó que se apregonase públicamente y estuviese fijada la dicha -carta de seguro en la puerta de la fortaleza. Fué hecha en -esta ciudad de Sancto Domingo, que estaba entónces de la -otra parte del rio, viernes, 9 dias de Noviembre de 1498.</p> - -<p>Lo segundo que proveyó fué, que envió otra carta de seguro -particular al dicho Roldan y á los que con él viniesen, -del tenor que se la envió el dicho Roldan, y decia así: «Yo -D. Cristóbal Colon, Almirante del Océano, Visorey y Gobernador -perpétuo de las islas y tierra firme de las Indias, por -el Rey é la Reina nuestros señores, é su Capitan general de -la mar y del su Consejo: Por cuanto entre el Adelantado, mi -hermano, y el Alcalde Francisco Roldan y su compañía ha -habido ciertas diferencias en mi ausencia, estando yo en Castilla, -é para dar medio en ello de manera que Sus Altezas -sean servidos, es necesario que el dicho Alcalde venga ante -mí é me faga relacion de todas las cosas, segun que han pasado, -caso que yo de algo dello esté informado por el dicho -Adelantado. E porque dicho Alcalde se recela por ser el dicho -Adelantado, como es, mi hermano, por la presente, doy seguro -en nombre de Sus Altezas al dicho Alcalde y á los que con -él vinieren aquí á Sancto Domingo, donde yo estó, por venida -y estada y vuelta al Bonao, donde él agora está, que no -será enojado ni molestado por cosa alguna, ni de los que con -él vinieren durante el dicho tiempo; lo cual prometo y doy mi -fe y palabra, como caballero, segun uso de España, de lo -cumplir y guardar este dicho seguro, como dicho es; en firmeza<span class="pagenum"><a name="Page_337" id="Page_337">[337]</a></span> -de lo cual, firmé esta escritura de mi nombre. Fecha -en Sancto Domingo á 26 dias del mes de Octubre.—El Almirante.»</p> - -<p>Andando en estos tratos, porque los cinco navíos no traian -demora, por concierto que se suele hacer cuando les fletan, -si no un mes, dentro del cual quedó el Almirante de despacharlos, -y por esperar cada dia que se concluyera el concierto -de que se trataba y el Almirante tanto deseaba, con -venir Francisco Roldan y su compañía á la obediencia y sosiego -que debian, los habia detenido diez y ocho dias más -por enviar á los Reyes buenas nuevas de quedar la isla pacífica -y dispuesta para tornar á enhilar los tributos en los indios -della, que era lo que mucho dolia y deseaba, como está dicho, -el Almirante; y los navíos tambien habia cargado de -esclavos, de los cuales se morian muchos y los echaban á la -mar por este rio abajo, lo uno, por la grande tristeza y angustia -de verse sacar de sus tierras y dejar sus padres y mujeres -y hijos, perder su libertad, y cobrar su servidumbre, -puestos en poder de gente inhumana y cruel, como estimaban, -y con justísima razon, los cristianos, y que los llevaban -á donde y de donde jamás habian de volver; lo otro, por la -falta de los mantenimientos, que no les daban sino un poco -de caçabí seco, que, para sólo y sin otra cosa, es intolerable, -y áun agua no les daban cuanta habian menester para remojarlo, -porque, para el viaje tan largo, á los marineros no faltase; -lo otro, porque como metian mucha gente y la ponian -debajo de cubierta, cerradas las escotillas, que es como si en -una mazmorra cerrasen todos los agujeros, juntamente con -las ventanas, y la tierra caliente, y debajo de cubierta -arden los navíos como vivas llamas, del ardor y fuego que -dentro tenian, sin poder resollar, de angustia y apretamiento -de los pechos se ahogaban; y desta manera han sido infinitos -el número de las gentes destas Indias que han perecido, como -en el libro III, si place á Dios, será relatado. Así que, por las -razones susodichas fué constreñido el Almirante á despachar -los dichos cinco navíos de indios cargados, los cuales fueron<span class="pagenum"><a name="Page_338" id="Page_338">[338]</a></span> -en tal hora, que, de su llegada á Castilla y de la relacion que -á los Reyes hizo por sus mismas cartas el Almirante, luego se -originó y proveyó que perdiese su estado, y le sucedieron -mayores amarguras y disfavores y desconsuelos que hasta -entónces habia padecido trabajos; no, cierto, por lo que habia -ofendido á Francisco Roldan ni á los que con él andaban alzados, -sino por las injusticias grandísimas, y no oidas otras -tales, que contra estas inocentes gentes cometia y habia perpetrado, -y, por su ejemplo, Francisco Roldan y los demas, -quizá fué causa ocasional que perpetrasen. Porque, por ventura -y áun sin ventura, si él no hubiera impuesto los tributos -violentos é intempestivos, é para estas gentes más que insoportables, -los Reyes desta isla y súbditos suyos no desamaran -su venida y estada de los cristianos en sus tierras, ni exasperados -de las vejaciones y fatigas que padecian, por defenderse -de quien los oprimia, no se pusieran en armas, si armas se -podian decir las suyas, y no más armillas de niños, por título -que se alzaban á quien no debian nada, él no les hiciera guerras, -en las cuales, comenzaron y mediaron y perfeccionaron -diversas maneras, y muy nuevas, de crueldades en estos corderos, -los cristianos, y para presumir más de sí, como se vian -contra las gallinas gallos tan aventajados, crecíanles con la -cruel ferocidad los ánimos, ni quizá cayera en él tanta ánsia -de enviar, de indios hechos esclavos tan malamente, los navíos -cargados; y así, lo primero cesante, lo último con lo del medio -cesara, y, todo cesando, quizá no permitiera Dios que Francisco -Roldan ni los demas rebeldes y tiranos contra él se levantaran, -ni cometieran en estas mansas y humildes gentes tantos -y tan grandes extragos, lo cual, no obstante él, floreciera y -gozara felicemente del estado que misericordiosamente (como -él siempre recognoscia y confesaba, y por ello á Dios alababa), -le habia concedido, que al fin permitió, para su salvacion, -cierto, segun creo, por las dichas causas fuese dél privado. -Pero es de haber gran lástima que no advirtiese cual fuese de -sus angustias y caimiento en la estima y nombre deste su -negocio de las Indias, y de sus disfavores y adversidades, la<span class="pagenum"><a name="Page_339" id="Page_339">[339]</a></span> -causa; porque si la sintiera, no hay duda sino que, como era -de buena intincion y deseaba no errar, y todo lo enderezaba -á honor de Dios, y, como él siempre decia, de la Sanctísima -Trinidad, todo lo enmendara, y tambien la bondad divina su -sentencia y castigo ó lo revocara ó lo templara.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_340" id="Page_340">[340]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Haciéndose á la vela los cinco navíos á 18 dias del mes -de Octubre de aquel año de 498, en los cuales fué mi padre -á Castilla, desta isla, y pasaron grandes trabajos y peligros, -fueron, como es dicho, cargados de indios hechos esclavos; y -serian por todos 600, y, por los fletes de los demas, dió á los -Maestres 200 esclavos. En ellos escribió el Almirante á los Reyes -muy largo, en dos cartas, haciéndoles relacion de la rebelion -de Francisco Roldan y de los con él alzados, de los -daños que habian hecho y hacian por la isla, haciendo robos -y violencias, y que mataba á los que se les antojaba por no -nada, tomando las mujeres ajenas y hijas, y otros muchos -males perpetrando por donde andaban; y escribióles que le -habian dicho, que cuasi toda la parte del Poniente desta isla, -que es la donde reinaba el rey Behechio, que se llamaba Xaraguá, -tenian muy alborotada y maltratada: y no dudo yo dello -y que era mucho más que podia ser la fama. En todas las cartas -que escribia, decia que esta tierra era la más fértil y abundosa -que habia en el mundo, y para todos los vicios aparejada, -y, por tanto, propia para hombres viciosos y haraganes; y -en todo decia gran verdad, porque despues que se hicieron -á la tierra los españoles, saliendo de las enfermedades que -por fuerza los habia de probar, no por ser enferma, como -arriba en el cap. 88 dijimos, sino por ser los aires más sotiles, -y las aguas más delgadas, y los manjares de otras calidades, -y en fin, por estar de las nuestras tan distantes, andando -de pueblo en pueblo, y de lugar en lugar, comian á -discrecion, tomaban los indios para su servicio, que querian, -y las mujeres que bien les parecia, y hacíanse llevar á cuestas<span class="pagenum"><a name="Page_341" id="Page_341">[341]</a></span> -en hombros de hombres en hamacas, de las cuales ya dije qué -tales son; tenian sus cazadores que les cazaban, y pescadores -que les pescaban, y cuantos indios querian, como recuas, -para les llevar las cargas, y sobre todo, de puro miedo, por -las crueldades que en los tristes indios hacian, eran reverenciados -y adorados, pero no amados, ántes aborrecidos como -si fueran demonios infernales; y porque esta vida el Almirante -sabia que aquí los españoles vivian, y hallaban en la -tierra para ello aparejo cuanto desear podian, con razon juzgaba -que era la mejor del mundo para hombres viciosos y -haraganes. Entre otras viciosas desórdenes que en ellos abominaba, -era comer los sábados carne, á lo cual no podia irles á -la mano, por cuya causa suplicaba á los Reyes en muchas -cartas, que enviasen acá algunos devotos religiosos, porque -eran muy necesarios, más para reformar la fe en cristianos -que para á los indios darla, y dice así: «Acá son muy necesarios -devotos religiosos para reformar la fe en nos, más que -por la dar á los indios, que ya sus costumbres nos han conquistado -y les hacemos ventaja; y con esto un letrado, persona -experimentada para la justicia, porque sin la justicia real -creo que aprovecharán los religiosos poco.» Estas son sus palabras. -Y en otra carta dice á los Reyes: «Presto habrá vecinos -acá, porque esta tierra es abundosa de todas las cosas, -en especial de pan y carne; aquí hay tanto pan de lo de los -indios, que es maravilla, con el cual está nuestra gente más -sanos que con el de trigo, y la carne es, que ya hay -infinitísimos puercos y gallinas, y hay unas alimañas que -son atanto como conejos, y mejor carne, y dellos hay tantos -en toda la isla, que un mozo indio con un perro trae -cada dia 15 ó 20 á su amo; en manera que no falta sino vino -y vestuario, en lo demas es tierra de los mayores haraganes -del mundo; é nuestra gente en ella, no hay bueno ni -malo que no tenga dos y tres indios que le sirvan, y perros -que le cacen, y bien que no sea para decir, y mujeres -atan fermosas, que es maravilla. De la cual costumbre -estoy muy descontento, porque me parece que no sea servicio<span class="pagenum"><a name="Page_342" id="Page_342">[342]</a></span> -de Dios, ni lo puedo remediar, como del comer de la -carne en sábado, y otras malas costumbres que no son de -buenos cristianos; para los cuales, acá aprovecharia mucho -algunos devotos religiosos, más para reformar la fe en los -cristianos que para darla é los indios; ni yo jamás lo podré -bien castigar, salvo si de allá se me envia gente, en -cada pasaje 50 ó 60, y yo envie allá otros tantos de los haraganes -y desobedientes, como agora fago, y este es el mayor -y mejor castigo, y con ménos cargo del ánima, que yo, -vea, etc.» Esto todo repite en otras cartas, como via que cada -dia se iban corrompiendo más la vida mala y nefanda de los -españoles; y en la verdad, como fueron grandes quejas y debialas -de llevar Juan Aguado, de quien en el cap. 107 hicimos -larga mencion, de que habia tratado mal los españoles, ahorcando -ó azotando muchos, como en fin deste libro ó al principio -del segundo, placiendo á Dios, se verá, y tambien por -estar levantado Francisco Roldan y los demas, estaba acobardado -y no osaba corregir las malas costumbres ni castigar ó -impedir los delitos y obras pésimas, de robos y crueldades, -que tambien cometian en los indios los españoles que le seguian, -como los de Francisco Roldan, y así llora mucho esto -en sus cartas, y en una dice: «Yo he sido culpado en el poblar, -en el tratar de la gente, y en otras cosas muchas, -como pobre extranjero envidiado, etc.» Dice en el poblar, porque -le imputaban por malo haber poblado el primer pueblo -en la Isabela, como si él hobiera visto y andado toda esta -isla, y de industria escoger aquel por el peor lugar; nunca -él hobiera herrado en otra cosa sino en aquello, porque él -vino á dar allí con los 17 navíos, cansados y molidos del viaje -de Castilla, y los caballos y bestias que traia, y toda la -gente afligida y medio enferma de tan luengo viaje, no acostumbrado, -y tan nunca en la mar, sin ver tierra tantos dias, -hasta entónces hombres se haber hallado; y es muy excelente -y graciosa tierra, y harta digna de ser poblada, y más propincua -y frontera de las minas de Cibao, por lo cual, cierto, -más merecia gracias que serle á mal poblar imputado, sino<span class="pagenum"><a name="Page_343" id="Page_343">[343]</a></span> -que, segun le desfavorecian, los que podian hacerle daño de -todo cuanto podian hechaban mano.</p> - -<p>Escribió tambien á los Reyes en la angustia en que quedaba -con el levantamiento y rebelion de Francisco Roldan, -y en los tratos que por atraerlo á obediencia y servicio de Sus -Altezas andaba; escribió más á los Reyes, que porque decia -Francisco Roldan que no tenia necesidad de perdon, porque -no tenia culpa, y que el Almirante era hermano del Adelantado -y era juez sospechoso, que trabajaba de concertar con él que -fuese á Castilla, y que Sus Altezas fuesen los jueces; y que -cuanto á la pesquisa é informacion sobre esto, para enviar á -Sus Altezas, para que se hiciese con ménos duda y sospecha, -estuviesen á hacerla presentes Alonso Sanchez de Carvajal -con quien tenia pláticas, y el Alcaide Miguel Ballester, y esta -pesquisa fuese á Castilla, y Roldan y sus compañeros enviasen -un mensajero á la corte, y en tanto que volviese respuesta -de los Reyes, se viniesen á servir como de ántes solian, y -si esto no querian, que se fuesen á la isla de Sant Juan, que -estaba cerca de aquí, porque no anduviesen destruyendo esta -isla, como robando de continuo la tenian destruida. Dice más, -que si estos Alcaides no venian en concierto, para que cesasen -tantos males, que habia de trabajar de poner diligencia para -los destruir; yo sospecho que esta cláusula y palabra, dió más -prisa á los Reyes para enviar muy más presto á quitarle el -cargo, creyendo que como le habian acusado de riguroso y -cruel en la ejecucion de la justicia, que, si él pudiese, habia -de hacer grandes estragos en aquellos rebeldes. Dice asimismo -en una de sus cartas á los Reyes así: «Siempre temí del -enemigo de nuestra sancta fe en esto, porque se ha puesto á -desbaratar este tan grande negocio con toda su fuerza; él -fué tan contrario en todo, ántes que se descubriese, que todos -los que entendian en ello lo tenian por burla; despues la -gente que vino conmigo acá, que del negocio y de mí dijeron -mil testimonios, y agora se trabajó allá, que hubiese tanta -dilacion é impedimentos á mi despacho, y poner tanta cizaña -á que Vuestras Altezas hobiesen de temer la costa, la<span class="pagenum"><a name="Page_344" id="Page_344">[344]</a></span> -cual podia ser ya tan poca ó nada, como será, si place á -Aquel que lo dió y que es superior dél y de todo el mundo, -y el cual le sacará al fin por qué hizo el comienzo, y -del cual se ve tan manifiesto que le sostiene y aumenta, que -es cierto, si se mirasen las cosas que acá han pasado, se podria -decir como y tanto como del pueblo de Israel.» Quiere -decir, que así como los hijos y pueblos de Israel eran incrédulos -contra Moisén y Aaron, así todos los que dudaron -y creyeron ser burla y de poco fruto el descubrimiento destas -Indias y desta negociacion; y añide más. «Podria yo -todo replicarlo, mas creo que no hace mengua, porque hartas -veces los he escrito bien largo, como agora, de la tierra -que nuevamente dió Dios este viaje á Vuestras Altezas, la -cual se debe creer que es infinita, de la cual y desta deben -tomar grande alegría y darle infinitas gracias, y aborrecer -quien diz que no gasten en ello, porque no son amigos de -la honra de su alto Estado; porque allende de las tantas -ánimas que se pueden esperar que se salvarán, de que son -Vuestras Altezas causa, y que es el principal del caudal -desto (y quiero fablar á la vana gloria del mundo, la cual -se debe tener en nada, pues que la aborrece Dios poderoso), -y digo que me respondan quién leyó las historias de -griegos y romanos, si con tan poca cosa ensancharon su señorío -tan grandemente, como agora hizo Vuestra Alteza aquel -de la España con las Indias. Esta sola isla, que boja más de 700 -leguas; Jamáica, con otras 700 islas, y tanta parte de la -tierra firme, de los antiguos muy cognoscida y no ignota, -como quieren decir los envidiosos ó ignorantes, y despues -desto, otras islas muchas y grandes de aquí hácia Castilla, -y agora esta, que es de grande excelencia, de la cual creo -que se haya de hablar entre todos los cristianos por maravilla, -con alegría. ¿Quién dirá, seyendo hombre de seso, que fué -mal gastado, y que mal se gasta lo que en ello se despende? -¿qué memoria mayor en lo espiritual y temporal quedó ni -pueda más quedar de Príncipes? Yo soy atónito y pierdo el -seso cuando oigo y veo que esto no se considera, y que nadie<span class="pagenum"><a name="Page_345" id="Page_345">[345]</a></span> -diga que Vuestras Altezas deban hacer caudal de plata ó oro, -ó otra cosa valiosa, salvo de proseguir tan alta y noble empresa, -de que habrá Nuestro Señor tanto servicio, y los sucesores -de Vuestras Altezas y sus pueblos tanto gozo: mírenlo -bien Vuestras Altezas, que, á mi juicio, más le relieva (relieva -dice por importa) que hacian las cosas de Francia ni de Italia.» -Estas todas son sus palabras, y, en verdad, dignas de mucha -consideracion, porque llenas de prudencia y de verdad, y -testigos de pecho harto virtuoso, y de muy recta intincion, -y hiciera grandes cosas y fruto inestimable en estas tierras, -si no ignorara que estas gentes no le debian nada á él ni á -otra persona del mundo, sólo porque los descubrió, aunque -casi atinaba y confesaba el fin de haber podido jurídicamente -volver acá, que no era otro que el bien destas gentes, -salud y conversion; y finalmente ayudó á quél errase los -disfavores que tenia de muchos, por zaherir los gastos que -los Reyes hacian, y por excusarlos ó recompensarlos.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_346" id="Page_346">[346]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLVI.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p class="pch">El cual trata del principio ó principios de donde hobo su orígen y procedió el repartimiento -de los indios, que llamaron despues encomiendas, que han destruido estas Indias, -donde se prueba que nunca los indios jamás se dieron para que los españoles los enseñasen, -sino para que se sirviesen dellos y aprovechasen.</p> - -<p>Dice, allende lo susodicho, que ha de trabajar de tornar -á asentar la gente desta isla, en que tornen á la obediencia y -que paguen los tributos que solian pagar, y que Dios perdone -á los que en la corte y en Sevilla fueron causa de tardar él -tanto en se despachar, porque si él viniera con tiempo, como -pudiera venir dentro de un año, y mucho ántes, ni se alzaran -los indios, ni dejaran de pagar los tributos como los pagaban, -porque siempre yo dije (dice él), que era necesario de -andar sobre ellos tres ó cuatro años, hasta que lo tuvieran -bien en uso, porque se debia de creer que se les haria fuerte. -Mira que duda, digo yo, y añido, que aunque acá se hallara -ántes, no dejara de haber los inconvenientes que hobo, y -quizá mayores, porque tenia Dios determinado de lo afligir y -quitarle el cargo, pues con tanta opresion y jactura destas -gentes, que no le debian nada, dél usaba; donde tambien -añide, haciendo relacion de que esta isla se iba en los mantenimientos -mejorando, porque los ganados iban creciendo y -los españoles haciéndose al pan de la tierra, que lo querian -más que al de trigo, dice que agora tenian vida muy descansada, -segun la pasada, porque ellos no trabajaban ni hacian -cosa, sino que los indios lo trabajaban y hacian todo, -casas y todo, y cuanta hacienda era necesaria, y que no habia -necesidad de otra cosa sino de gente que los tuviese subyectos, -por que si ellos viesen que éramos pocos, alzarian la<span class="pagenum"><a name="Page_347" id="Page_347">[347]</a></span> -obediencia, y ellos nos siembran el pan y los ajes y todo -otro mantenimiento suyo, y el Adelantado tiene aquí más de -80.000 matas de yuca, de que hacen el pan, plantadas. Estas -son palabras del Almirante. Dijo que hacian pozos, porque -como estaba junto á la mar este pueblo, de la otra, como -agora está desta, banda, no tenian agua dulce de rio, sino -salada, y por eso hacian pozos, no para beber, porque es -algo salobre ó gruesa, sino para el servicio de casa; para -beber tenian una fuente, de que tambien hoy beben los que -no tienen algibes, que es buen agua. Es aquí de notar, que -estos fueron los principios de donde nació poco á poco el -repartimiento que agora llaman encomiendas, y, por consiguiente, -la total perdicion de todas estas tan infinitas naciones; -porque como se enseñaron los españoles, áun los labradores, -y que venian asoldados para cavar y labrar la tierra -y sacar el oro de las minas (como arriba queda dicho), á -haraganear y andar el lomo enhiesto, comiendo de los sudores -de los indios, usurpando cada uno por fuerza tres y -cuatro y diez que le sirviesen, por la mansedumbre de los -indios que no podian ni sabian resistir (y, segun dice el Almirante -en una destas cartas), Francisco Roldan y su gente -alzada, traian más de 500 indios, y cuando se mudaban de -una parte á otra, serian más de 1.000 para llevarles las cargas, -y los que estaban con el Adelantado, y despues de venido -el Almirante, hacian lo mismo por aquella semejanza; y -porque no se les pasasen á Roldan, todo esto y mucho más, -y otras cosas peores, como eran violencias y matanzas, é infinitos -desafueros, disimulaban, y no les osaban ir á la mano. -Despues, cuando Roldan se redujo á la obediencia del Almirante, -como quedaban del holgar y de la libertad que traian, -y, de ser servidos de los indios y mandarles, mal vezados, -comenzó Roldan á pedir al Almirante que tuviese por bien de -que el rey Behechio, que, andando alzado el Roldan, lo tenia -por sus tiranías amedrentado y hacia lo que queria dél con su -gente, tuviese cargo de le hacer sus labranzas, como abajo, placiendo -á Dios, se verá; ni poco ni mucho, como dicen, sino el<span class="pagenum"><a name="Page_348" id="Page_348">[348]</a></span> -rey Behechio, siendo de los mayores Reyes y señores de toda -esta isla, y la corte de toda ella, como arriba en el cap. 114 -se dijo, lo cual el Almirante no le pudo negar, porque todo -estaba reciente y vedriado y en peligro, al ménos duraba el -temor, y no sin causa, que no hobiese otra rebelion, y tambien -hobo principio esta iniquidad, de aplicar el Almirante ó -el Adelantado, como se dijo arriba, ciertos Caciques y señores -que tuviesen cargo de hacer las labranzas y mantenimientos -á las fortalezas y pueblos de los españoles, como parece en -las 80.000 matas ó montones que arriba dijo el Almirante -que habia hecho plantar el Adelantado aquí, cerca de Sancto -Domingo, y tenia cargo deste servicio, creo que un gran Cacique -y señor, cuya tierra y señorío era cinco ó seis leguas -de aquí, la costa arriba hácia el Oriente, y llamábase Agueybana, -y otros hacian que tuviesen cargo de enviar gente -á las minas, así que despues de cesada la rebelion, mayormente -cuando se comenzaron á avecindar y hacer pueblos, -cada uno de ambas partes, así los que habian seguido -á Roldan, como los que permanecido en la obediencia del -Almirante, aunque fuese un gañan, y de los desorejados y -homicianos que, por sus delitos, se habian desterrado de Castilla -para acá, pedian que les diesen tal señor y Cacique con -su gente para que le labrasen sus haciendas ayudase á granjear; -y por le agradar y tener contento y seguro el Almirante, -y porque asentase en la tierra sin sueldo del Rey, lo que él -mucho deseaba y trabajaba, se lo concedia liberalmente, y á -este fin enderezaba lo que en estas cartas de agora, con los -cinco navíos, escrebia á los Reyes, que les suplicaba tuviesen -por bien de que la gente que acá estaba se aprovechase -un año ó dos, hasta que este negocio de las Indias se -levantase, porque ya se enderezaba; y cerca desto dice -así: «Suplico á Vuestras Altezas tengan por bien que esta -gente se aproveche agora un año ó dos, fasta que este negocio -esté en pié, que ya se endereza, que ven agora que esta gente -de la mar y casi toda la de la tierra están contentos, y salieron -agora dos ó tres Maestres de navíos que pusieron á la puerta<span class="pagenum"><a name="Page_349" id="Page_349">[349]</a></span> -cédulas para quién se queria obligar á les dar 1.500 maravedís -en Sevilla, que les llevarian allí tantos esclavos y les farian -la costa, y la paga seria de los dineros que dellos se sacasen. -Plugo mucho á la gente toda, y yo lo acepté por todos y les -protesto de les dar la carga, y así vernán y traerán bastimentos -y cosas que son acá necesarias, y se aviará este negocio, el cual -agora está muy perdido, porque la gente no sirve, ni los indios -pagan tributo con esto que pasó y mi absencia, ni el Adelantado -pudo más hacer, porque no tenia nadie consigo que no -fuese en tal guisa que no se podia fiar, que todos se congojaban -y maldecian, diciendo que eran cinco años que estaban acá -y que no tenian para una camisa. Agora les he ensanchado la -voluntad y les parece que lleva razon lo que les digo, que serán -pagados presto, y podrán llevar su paga adelante.» Estas son -sus palabras. Y en otra cláusula dá por nuevas buenas á los Reyes, -que ya todos los españoles no querian estar por sueldo del -Rey, sino avecindarse, y porque lo hiciesen, les ayudaba en -cuanto podia á costa de los desventurados indios; así que, por -lo dicho, parece que el aprovecharse la gente que acá estaba, -española, era darles esclavos para que enviasen á Castilla á vender, -los cuales llevaban los Maestres á 1.500 maravedís, y que -les darian de comer; y negra comida seria la que ellos les darian, -pues lo es siempre la que suelen dar á los pasajeros de su -misma nacion. Item, el aprovechamiento tambien era dar Reyes -y señores con sus gentes á los desorejados y desterrados -(por ser dignos de muerte por sus pecados), que, sacada la -crisma y ser bautizados, eran muy mejores que no ellos, para -que les sirviesen haciendo sus labranzas y haciendas, y en todo -cuanto ellos querian y decian que habian menester; concedida -licencia que tal Cacique ó señor á este fulano le hiciese -tantas labranzas, porque no se le daban para más, ellos se -apoderaban y señoreaban tanto dellos, que á cabo de un mes -eran ellos los Caciques y los Reyes, y temblaban los mismos -señores delante dellos; de aquí tambien usurpaban enviarlos -á las minas que les sacasen oro, y en todos los otros servicios -de que juzgaban poder cebar sus codicias y ambiciones.<span class="pagenum"><a name="Page_350" id="Page_350">[350]</a></span> -De las vejaciones y aperreamientos y maltratarlos en todo -género de rigor y austeridad, no quiero aquí decir más de lo -que abajo se dirá; finalmente, todo el interese y utilidad -temporal de los españoles, ponia en la sangre y sudores, -y al cabo en perdicion y muerte desta gente desmamparada, -y aunque, segun parece, la intincion del Almirante -debia ser darles licencia para que les hiciesen las labranzas -por algun tiempo, y no para más, pues dice á los Reyes que -tengan por bien que sean aprovechados un año ó dos, en -tanto que la negociacion estaba en pié ó se levantaba, pero -como al Almirante, luego quitaron el cargo y gobernacion, -y sucedió otro, como parecerá, ellos se encaminaron y apoderaron -tanto de aquella licencia y posesion tiránica, que los -sucesores en esta gobernacion, no de quitarla ni limitar, ántes -cumplirla y confirmarla y estragarla más de lo que estaba, -y hacerla universal, estudiaron. Y así, parece claro, -de dónde y cuando tuvo su orígen y principio, y cuan sin -pensarlo aquesta pestilencia vastativa de tan gran parte del -linaje humano, que tanta inmensidad de gentes ha estirpado, -el dicho repartimiento y encomiendas, digo, en el cual se encierran, -y para sustentarlo se han cometido, todos los males, -como claramente parecerá abajo. Tambien consta de lo arriba -relatado, que nunca se dieron los indios á los españoles para -que los enseñasen, sino para que se sirviesen dellos, y de sus -sudores, y angustias, y trabajos se aprovechasen; porque -manifiesto es, que, pues el Almirante decia á los Reyes que -enviasen devotos religiosos, más para reformar la fe en los -cristianos que para á los indios darla, que cognoscia el Almirante -no ser, los tan pecadores cristianos, para doctrinar y -dar la fe á los indios, capaces; luego no se los daba sino para -que adquiriesen con ellos las riquezas porque rabiaban. Lo -mismo hicieron los siguientes gobernadores, los cuales no ignoraban -la vida que acá siempre hicieron los españoles, y sus -vicios públicos y malos ejemplos, que siempre fueron de hombres -bestiales, y si cuando se los daban les decian que con -cargo que en las cosas de la fe los enseñasen, no era otra cosa<span class="pagenum"><a name="Page_351" id="Page_351">[351]</a></span> -sino hacer de la misma fe y religion cristiana, sacrílego y -inesplicable escarnio; y merecieran los mismos gobernadores -que los hicieran, no cuatro sino catorce cuartos. Todo esto, -placiendo á Dios, se cognoscerá mucho mejor en el lib. II y -más abajo.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_352" id="Page_352">[352]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLVII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Suplicaba encarecidamente á los Reyes muchas veces, y -en todas sus cartas, que mandase á las personas que en Sevilla -tenian cargo de las cosas destas Indias, que las favoreciesen, ó -al ménos, que no las estorbasen ni infamasen, y esto creo yo -que decia principalmente por el dicho D. Juan Rodriguez de -Fonseca, que ya era Obispo de Badajoz, y de los otros oficiales; -y, cierto, yo siempre oí y creí, y algo ví al dicho Obispo, -haber sido y ser contrario á las cosas del Almirante, no sé -con qué espíritu ni por qué causa, puesto que oí que dijo un -dia el Almirante, cuando supo que era ya Obispo: «Dovos á -Dios (este era su comun hablar), no seais fator de las Indias y -non vos faran Obispo.» Y como tuvo el Almirante acá tantos -desabridos, mayormente despues que vino Juan Aguado, debíanselo -de decir ó escribir al Obispo (si, empero, lo uno y lo -otro es verdad, que puede ser que no lo sea), y de allí haberle -tomado, como dicen, ojeriza. Quiero decir, que pudo ser no -ser por aquella causa ni con mal espíritu, pero de que justa -ó injustamente el Obispo le desfavoreciese, yo no dudo; y -tambien que el Obispo, como era hombre de linaje y de generoso -ánimo, y de los Reyes muy privado y crecia cada dia -en mayor estado, bastábale tomar opinion siniestra, sin otra -causa y con título de que los Reyes gastaban y no se aprovechaban, -para menospreciar ó no tener en la estima que debiera -los trabajos del Almirante; por lo cual, dice á los Reyes el -Almirante así: «Suplico á Vuestras Altezas manden á las personas -que entienden en Sevilla en esta negociacion, que no le -sean contrarios y no la impidan, porque ella estuviera más -preciosa si mi dicha acertara á que allí hobiera persona en el -cargo deste negocio, que lo tuviera amor, ó al ménos que<span class="pagenum"><a name="Page_353" id="Page_353">[353]</a></span> -no fuera contra ello y no se pusiera á lo destruir é lo difamar, -y favorecer á quien otro tanto hacia, y ser contrario á quien -decia bien dello, que, como se ve, la buena fama es aquella -que despues de Dios hace las cosas, y yo he sido culpado en -el poblar, en el tratar de la gente y en otras cosas muchas, -como pobre extranjero envidiado, de lo cual todo se veia el -contrario, y que era por voluntad, y con malicia, y atrevimiento, -como ya parece en muchas cosas.» Estas son sus palabras. -Escribió tambien á sus Altezas, como tenia aparejados -tres navíos para enviar al Adelantado á la tierra de Paria que -dejaba descubierta, y que estuviese por allá seis meses, dentro -de los cuales, cierto, creyó que hiciera el Adelantado gran -descubrimiento, y llevar al cabo la costa hasta la Nueva España, -ó al ménos bien cerca, y partiérase con los cinco navíos -juntamente el mismo dia, segun dice, sino por esperar la -resolucion del concierto en que andaba con Roldan, porque -el Adelantado era muy esforzado y hombre de guerra, -y hasta que Roldan fuese reducido, no convenia al Almirante -ni al bien de toda esta isla que estuviese ausente. Finalmente, -concluyó sus cartas, y con ellas envió á los Reyes, un -envoltorio en que iban unos pañezuelos de aquellos pintados -que traian los indios de Paria, que dejaba descubierta, y ciertas -perlas, y creo, segun entendí de otras partes, no de carta -ni relacion del Almirante, fueron las perlas que envió 160 -ó 170, y ciertas piezas de oro y el envoltorio sellado; y -aquí dice, que aunque las perlas y oro que de allí envia sea -en cantidad poco, pero por la calidad las envia, pues, hasta -entónces, ninguno vido llevar perlas del Poniente; y así -quiere dar á entender, que se deben tener en mucho. Envió -tambien á los Reyes la pintura ó figura de la tierra que -dejaba descubierta, con las islas distintas que cerca estaban, -y, por escrito, todo su viaje. Por esta pintura ó debujo -que á los Reyes envió de la dicha tierra de Paria, y por los -rumbos y caminos que desde las islas de Cabo Verde habia -llevado, vino Alonso de Hojeda y ordenó su viaje hasta dar en -la isla de la Trinidad y la tierra firme de Paria, y allí halló<span class="pagenum"><a name="Page_354" id="Page_354">[354]</a></span> -rastro y nuevas del Almirante, como el mismo Hojeda confiesa -y depone en su dicho juramentado, segun arriba en el -cap. 140 habemos declarado, y no segun Américo, parece que -quiso aplicarse á sí el descubrimiento de la dicha tierra firme, -Paria, de donde provino poner nombre á la dicha tierra firme, -América, los escritores que escriben fuera de España, lo -cual, como allí se probó, es muy grande engaño. Con las cartas -y la figura ó pintura y relacion de aquel viaje, y del estado -en que todo lo de acá quedaba, se hicieron los dichos -cinco navíos, á la vela, á 18 de Octubre de 1498, en los cuales, -sospecho yo, que irian cartas de Francisco Roldan y de -otras personas muchas, que eran sus amigos ocultos ó públicos, -llenas de quejas del Adelantado que no hicieron al Almirante -y á su estado, poco daño.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_355" id="Page_355">[355]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLVIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Volviendo la pluma á contar el trato de Francisco Roldan -y sus secuaces, recibida pues la carta del Almirante, Roldan, -segun el cap. 155, salió del Bonao con algunos de los de su -compañía, y vino aquí á Sancto Domingo con su poca vergüenza, -debajo del seguro, á hablar con el Almirante, y segun -pareció (porque no concluyó nada), más para sacar gente que -se le pasase, que para dar órden y concierto en su vida desordenada. -No pude saber lo que con su venida, cuando pareció -ante su amo y señor, el Almirante, y lo que dijo, ni -como el Almirante le rescibió, porque de creer es que pasarian -cosas notables. Finalmente, hablaron y trataron de concierto -y de medios, y de creer es que él dió las quejas que tenia ó -fingia tener del Adelantado, y que el Almirante le satisfaria á -todas ellas y exhortaria á la obediencia y reconciliacion del -Adelantado, y ofreceria largamente cuantos honestos partidos -hallar pudiese, para verlo á él reducido y á la isla asentada, -como parece por muchas cartas que ántes y despues desta -vista le escribió el Almirante, algunas de las cuales, y las respuestas -del mismo Francisco Roldan, de su nombre firmadas, -he tenido é leido en mis manos. Despues de muy bien entre -ambos, y delante de muchos de los que aquí estaban personas -principales, platicado, pidiendo Roldan cosas que graves eran -al Almirante, y respondídole lo que parecia razonable, quedó -que lo platicaria con su compañía, y, segun lo que acordasen, -su señoría lo sabria, y así se tornó al Bonao. Porque no -se enfriase lo que tanto el Almirante deseaba concluir, envió -con él un mayordomo suyo que se llamaba Diego de Salamanca, -hombre cuerdo y bien honrado; llegados, trataron -dello, y al fin acuerdan de enviar al Almirante ciertos capítulos<span class="pagenum"><a name="Page_356" id="Page_356">[356]</a></span> -muy indiscretos, no honestos, sino de hombres que no se -daban mucho por vivir en paz y sosiego, ántes no querian dejar -la vida que tenian de desmandados. El Almirante, desque los -vió, cognoscido su atrevimiento y presuncion, no quiso aceptarlos, -porque ni á su honra, ni autoridad, ni á servicio de los -Reyes era cosa conveniente ni razonable, y para dárselo á -entender, acordó enviar al susodicho Alonso Sanchez de Carvajal, -señalándole razones claras y evidentes, por las cuales -demostraba no ser cosa honesta ni servicio de los Reyes que -él aquellos capítulos firmase; pero que mirasen cuanto él pudiese, -salvo su honor y el servicio de los Reyes, firmar, firmaria -de buena gana, y les haria todo el bien y tratamiento -que debiese pidiendo cosas razonables. Fué Carvajal á la Concepcion, -donde ya estaban y trataban de tomar la fortaleza -cercando al Alcaide, para lo cual dicen que habian tirádole el -agua; pero llegado Carvajal, moderáronse. Trató con Francisco -Roldan y con los principales, y al cabo con todos, y -concluyeron ciertos capítulos, el fin de los cuales, y que más -deseaba el Almirante, fué, que se fuesen á Castilla por quitar de -sí y desta isla gente ya tan corrupta y desmandada, con que les -diese el Almirante dos navíos en el puerto de Xaraguá, bien -aparejados, con bastimentos, y que les dejase á cada uno un -esclavo y las mancebas que tenian preñadas y paridas en lugar -de los esclavos que se les habian de dar, y que les diese -carta de bien servidos ó haber servido bien, y se les restituyesen -algunos bienes que se les habian tomado y otras -cosas semejantes. El Almirante se las otorgó y firmó con que -no recibiesen más españoles en su compañía de todos cuantos -habia en la isla, y que dentro de cincuenta dias se embarcarian, -y que no llevarian esclavo alguno por fuerza de los -que se les habian de dar á merced, y que darian cuenta y -razon á las personas que el Almirante enviase al dicho puerto -de lo que en los navíos metiesen, y les entregarian todo lo -que tuviesen de la hacienda del Rey. Firmólo todo esto Roldan -en nombre de todos los de su compañía en sábado, 17 de -Noviembre de 1498, pero porque el Almirante estaba en esta<span class="pagenum"><a name="Page_357" id="Page_357">[357]</a></span> -villa de Sancto Domingo y los capítulos se hicieron en la Vega -ó Concepcion con Alonso Sanchez de Carvajal y Diego de Salamanca, -y habian de venir á que el Almirante los firmase, -dijo Roldan, que cuanto á no admitir más gente en su compañía, -lo firmaba con condicion, que, dentro de diez dias, le -viniese la respuesta de como el Almirante lo firmaba, lo cual -hizo á 21 del dicho mes. Envióles dentro de los diez dias la -respuesta y firmados los capítulos, y ellos partiéronse para -Xaraguá, diciendo, que iban á aparejar su partida, puesto -que segun pareció, no tenian tal pensamiento; por ventura, -el Roldan era el que lo queria, y los otros no. El Almirante, -por el ánsia que tenia de verse libre de tan gran impedimento, -para lo que queria y entendia hacer en la gobernacion y -asiento desta isla, y tornar á hacer tributarios á los indios -della, suspendió la ida del Adelantado á descubrir la tierra -firme, que dejaba comenzada, como no tenia más de aquellos -tres navíos, y mandó luego aderezar los dos, sacado dellos lo -que tenia el Adelantado aparejado para su viaje, y puesto lo -que les era obligado por la capitulacion á dar, y porque -supo que algunos de aquellos de la compañía de Roldan decian -que no querian ir á Castilla, mandó hacer un seguro -muy cumplido y general, diciendo y prometiendo, que todos -los que no quisiesen ir á Castilla y quedarse en esta isla, -á sueldo, si sueldo del Rey quisiesen ganar, darles vecindad -si se quisiesen avecindar; y por cosas y embarazos que -ocurrieron, no se pudieron despachar los navíos hasta Enero -del año siguiente de 1499. Mandó que Carvajal se fuese á -Xaraguá por tierra, que, entretanto que los navíos llegaban, -entendiese con él Francisco Roldan, en su despacho y aparejo -para su partida. Partióse tambien el Almirante para la -Isabela y la tierra dentro, á visitar la tierra y asegurar las -gentes y disponerlas para que tornasen á servir con los tributos -que solian, para ellos muy sabrosas nuevas. Dejó por -su Teniente aquí en Sancto Domingo á su hermano D. Diego, -con su instruccion de lo que habia de hacer. Partidos los dos -navíos, dióles una dura tormenta que les hizo mucho daño,<span class="pagenum"><a name="Page_358" id="Page_358">[358]</a></span> -en especial al uno, por manera que se recogieron al puerto -Hermoso, que está, deste de Sancto Domingo, 16 leguas, ó al -de Azua, que está 20 ó pocas más, donde no pudieron reformarse -para proseguir su viaje hasta Marzo y fin dél, y como -ni el Roldan ni todos, ó al ménos los más dellos, tenian poco -deseo de ir á Castilla, porque temian ser castigados por los -Reyes, tomaron achaque de haber sido libres del asiento dado, -y no ser obligados á cumplirlo, diciendo ser pasado el término -de los cincuenta dias, é haber quedado por culpa é industria -del Almirante, porque los queria engañar é buscar -maneras para prenderlos, y otras alegaciones harto frívolas y -desvariadas, y muy claramente contrarias de la intencion y -fin del Almirante, como no desease cosa más que reducirlos, -ó echarlos desta isla; y en todas estas dilaciones gastaba bastimentos -y ocupaba gente, y cesaba de enviar al Adelantado, -y se impedia de muchas cosas que hacer deseaba, mayormente -asentar los tributos en los Caciques é indios. Esto no -podia hacer ni otra cosa de provecho estando toda la isla -turbada y desasosegada, estando ellos levantados y cometiendo -en los indios cada dia tantos insultos y tantos daños; -¿en qué juicio podia caer que se pusiese el Almirante, en quedar, -que enviaria los navíos con tantos gastos á Xaraguá, 200 -y más leguas por la mar, donde ellos estaban fuertes y -eran señores, y despues, de industria, detenerlos y retardarlos? -Bien parece claro que ellos eran los que andaban con -cautelas mañosas, procrastinando y vacilando, ó engañando. -Esto escribió, afirmándolo, Alonso Sanchez de Carvajal, que -con ellos trataba su despacho, el cual les hizo requirimiento -en forma, delante de Francisco de Garay, á quien dió poder -y crió para esto el Almirante por escribano; pero ellos, como -moros sin Rey, no curaron. Dice así Alonso de Carvajal en su -carta, la cual firmada de su firma, tuve en mis manos: «Juntos -Francisco Roldan y su compañía, yo acabé de cognoscer -su voluntad, que era de no ir á Castilla por agora en estos -navíos, y en fin de muchas pláticas pasadas entre ellos y mí, -le requerí por ante Francisco Garay, y dije, como yo iba<span class="pagenum"><a name="Page_359" id="Page_359">[359]</a></span> -allí por mandado de vuestra señoría, á cumplir con él y con -ellos, etc.» Estas son sus palabras. Escribió todo esto y la poca -verdad que guardaban, y como huian de concierto, al Almirante; -á 15 de Mayo, el Almirante escribió una carta á Roldan -y otra á Adrian de Muxica, con toda modestia, rogándoles -y amonestándoles, que se quitasen de tan dañosa opinion -como seguian, porque cesasen tantos escándalos, que se destruia -la isla y cesaba el servicio de los Reyes, y otras muchas -cosas buenas que moverlos podian; pero el Roldan, como serpiente -sorda á los consejos, respondió al Almirante una carta -harto arrogante y llena de presuncion, que le besaba las manos -por su consejo, pero que no tenia necesidad dél, y otras -cosas que mostraban su esencion y temeridad. Despues, dice -Carvajal en aquella carta, que pasaron muchas cosas que -por vía de consejo les dijo, que mirasen los daños que hacian -en la tierra, y que les convenia tomar medios y reducirse; -dice, que se persuadieron, y que dijeron que les placia, trataron -dellas, pero ninguno, sino los que ellos daban, les agradaban. -Pidieron una carabela para que enviasen sus mensajeros -á los Reyes, concedióselo, de partes del Almirante, -Alonso Sanchez de Carvajal, y venido, que se lo diesen por -escrito, no quisieron, diciendo, que él no tenia poderes para -ello. Finalmente, partiéndose Carvajal por tierra para aquí, -donde ya estaba de vuelta de la tierra dentro el Almirante, y -mandó á los dos navíos que se tornasen á este puerto de -Sancto Domingo, salió Roldan con él á comer donde Carvajal -comiese, despues no quiso llegar tanto léjos; apeáronse debajo -de una sombra, y, hablando mucho en ello, dijo Roldan que -queria tomar el consejo que muchas veces le habia dado, y -que le enviase el Almirante un seguro firme con provision -Real y sellado con el Real sello, y otro firmado de algunas -personas principales que con el Almirante estaban, y que él -iria á hablar con el Almirante, y concluiria el medio y concierto -para que esto del todo se acabase, y que esto le decia -en secreto, que no lo supiese nadie. Plúgole dello mucho á -Carvajal, y quedó de enviárselo.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_360" id="Page_360">[360]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLIX.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Creyendo el Almirante que el concierto hecho de las dos -carabelas ó navíos que les envió se efectuara, acordó de escribir -ciertas cartas á los Reyes de todo lo que habia pasado -con Francisco Roldan y los demas, y avisando á Sus Altezas -como lo que habia firmado habia sido contra su voluntad, y -porque todas las personas principales que deseaban el servicio -de Sus Altezas se lo habian aconsejado, segun vian en -peligro esta isla de perderse, en indios y en cristianos, si -aquellos no se iban de la tierra ó no se reducian, y aquel -fuego desvergonzado, que cada dia se multiplicaba más, no -se atajaba. Estas cartas habian de ir en los dos navíos escondidas -por alguna persona fiel, que no lo sintiese Francisco -Roldan ni alguno de su compañía: escribió que habia quitado -á todos los indios el tributo, con título que los indios estaban -para levantarse, para despues él haberlos por fuerza ó por -grado, ó por rescate, y que habian hecho, y agora hacen, -más grandes males en la tierra, porque roban y matan los -indios, para los dejar todos alzados é indignados contra los -cristianos, para que, despues de idos ellos, á los que quedasen -matasen; y avisaba que era fama que llevaban mucho oro, -porque habian andado por toda la isla rescatándolo, y no sólo -ellos, pero que tenian ya indios amostrados que enviaban por -otras partes á rescatarlo. Item, avisaba que llevaban muchas -mujeres, hijas de señores Caciques, y que los que vinieron -desterrados para acá por sus delitos, que él llama homicianos, -eran los más crueles y desmandados, y decia que debian -Sus Altezas de mandar estar sobre aviso, para que lo más -presto que pudiere hacerse, les prendiesen y secuestrasen -lo que llevaban, oro y esclavos, y lo demas que se les<span class="pagenum"><a name="Page_361" id="Page_361">[361]</a></span> -hallase, hasta que diesen cuenta de lo que acá habian cometido, -y por qué causas; puesto que tenia, segun dicen, -que no habian de osar ir al puerto de Cáliz, sino que forzarian -los marineros para que los llevasen á otra parte, porque -segun los crímenes que habian cometido, habian de rehusar -que no los tomasen cuenta. Que ha padecido grandes angustias, -enojos y trabajos despues que agora vino, por causa deste -Roldan, y que áun agora era por el mes de Mayo de 1499, -y no lo via comenzado. Llegado, pues, Carvajal á esta villa, -donde estaba el Almirante, dióle cuenta de todo lo que en -Xaraguá, con Roldan y los demas, habia pasado, y la última -resolucion y secreta de Roldan. El Almirante, como no viese -la hora de ver el negocio acabado, luego mandó hacer la -patente real por D. Hernando y Doña Isabel, como se acostumbraba, -para lo cual le habian concedido los Reyes poder -y facultad, y sellada con el sello real, en que le daba el seguro -muy cumplidamente, como Roldan la demandaba; y -allende la provision real, que no se pone aquí por ser grande; -ciertos caballeros de calidad, de los que estaban con el Almirante, -por su mandado, le enviaron el presente seguro, que -yo vide de sus propias firmas firmado: «Cognoscida cosa sea -á todos los que la presente vieren, como, porque cumple al -servicio del Rey y de la Reina, nuestros señores, que venga -Francisco Roldan á Sancto Domingo á hablar é tomar asiento -é concierto con el señor Almirante, el cual se teme del dicho -señor Almirante y de su justicia, y del señor Adelantado, y los -que aquí firmamos nuestros nombres, decimos que protestamos -y damos nuestra fe, cada uno de nos como quien es, de no -hacer mal ni daño al dicho Francisco Roldan ni á ninguno de -los de su compañía, que con él vinieren, ni á sus bienes, ni -consentiremos, á toda nuestra posibilidad, que le sea hecho -ningun daño á las dichas sus personas y bienes, en todo el -tiempo que él y ellos vinieren y estuvieren en el dicho Sancto -Domingo, con condicion que él ni ninguno dellos no hagan -cosa que sea deservicio de Sus Altezas ni del dicho señor Almirante. -Fecha en la villa de Sancto Domingo á 3 de Agosto<span class="pagenum"><a name="Page_362" id="Page_362">[362]</a></span> -de 1499 años.—Alonso Sanchez de Carvajal.—Pero Fernandez -Coronel.—Pedro de Terreros.—Alonso Malaver.—Diego -de Alvarado.—Rafael Cataño.» Estos seguros, despachados á -Francisco Roldan, porque más presto Roldan al concierto viniese, -y el negocio tan deseado y necesario para la paz y -sosiego desta isla se concluyese, acordó el Almirante de que -lo hallasen más cercano, como lo era en el cuidado de verlo -todo apaciguado, y así, metióse en un navío á 22 dias de -Agosto; llevó tambien otro navío con él, en los cuales llevó -consigo algunas personas principales, como fué, Pero Hernandez -Coronel, Miguel Ballester, Alcaide, García de Barrantes, -Alcaide, Juan Malaver, Diego de Salamanca, Juan -Dominguez, clérigo, Alonso Medel, piloto, y Cristóbal Rodriguez, -la lengua, y otros muchos, y vase la costa abajo, -hácia el Poniente, 20 ó 25 leguas desta villa, al puerto -que se llama Azua, todas las cuales fué acercárseles. Donde -vino Roldan y entró con algunos de los suyos en la carabela -donde estaba el Almirante, y allí platicaron en su -reduccion y sosiego; y el Almirante, induciéndoles y rogándoles -á ellos que viniesen á servir á los Reyes como -de ántes, y que él les haria toda honra y ayudaria en todo -lo que pudiese que fuese servicio de los Reyes, como si -ninguna cosa de las pasadas y presentes hobiera pasado, -respondieron que les placia, dando buena respuesta, con -que su señoría le concediese cuatro cosas, allende las otras -que primero le habian enviado á demandar, que sumariamente -se pusieron en el precedente capítulo. La primera, que -en aquellos navíos queria enviar y fuesen á Castilla algunas -personas, que no pasarian de 15; la segunda, que á todos -los que quedasen, el Almirante les diese sus vecindades -y tierras para labrar, y á cada uno su labranza, para que se -les pagase el sueldo del Rey que se averiguase debérseles, -como si todo el tiempo que habian sido rebeldes y anduvieron -robando hobieran servido; la tercera, que el Almirante -mandase apregonar públicamente, que si el dicho Francisco -Roldan y su compañía habian hecho lo que hicieron, fué por<span class="pagenum"><a name="Page_363" id="Page_363">[363]</a></span> -falsos testimonios que les levantaron, personas que mal los -querian y que no amaban el servicio de Sus Altezas; la cuarta, -que el Almirante constituyese de nuevo, al dicho Francisco -Roldan, Alcalde mayor por provision real. Esto, así -concertado en la carabela, y el Almirante concedidas estas -cosas por la necesidad en que se via, y asentadas por escrito, -salió Roldan de la carabela á tierra, donde estaban aposentados -él y su gente en el pueblo de los indios, donde dió -parte á sus secuaces de lo que traia concedido del Almirante. -A cabo de dos dias, usando de las industrias y reveses -acostumbrados, que dél, ó quizá de los que con él andaban, -salian, los cuales no querian paz, sino andar como andaban, -por desbaratar lo concertado y nunca venir de conformidad, -enviaron un tenor de una provision real que ellos ordenaron, -llena de muchas cláusulas que añidieron, deshonestas y absurdas, -creyendo que en ninguna manera las otorgara el Almirante, -segun él siempre creyó y afirmó. Contenia todos los -capítulos, arriba en el capítulo precedente y estas otras susodichas -cuatro, y las que demas añidieron, intolerables; la -postrera de las cuales, fué, que si el Almirante no cumpliese -lo concertado cumplidamente á su voluntad, que les fuese lícito -á él y á ellos juntarse y poner todas sus fuerzas por cualquiera -forma é guisa que mejor pudiesen, para constreñir al -Almirante para se las hacer por fuerza cumplir é guardar. De -donde parecia colegirse argumento claro, que no tenian gana -de se reducir á la obediencia del Almirante, por no tener superior -que á la vida que traian les estorbase, y así, el Almirante, -con razon parece que lo podia juzgar, pues tantas -veces los asientos que se hacian, con nuevos motivos ó colores, -desbarataban.</p> - -<p>Viéndose, pues, el Almirante, cercado de tantas angustias -y de todas partes, porque por una parte via perderse la isla -con los daños que aquellos hacian á los indios, por otra, cesar -los provechos y tributos de los Reyes, que él tenia en el ánima -por hacer los gastos que acá hacian con tanta dificultad -y tan pesadamente; por otra, los disfavores y émulos grandes<span class="pagenum"><a name="Page_364" id="Page_364">[364]</a></span> -que tenia; por otra, que la gente comun que estaba con él, ó -que no seguia actualmente á Roldan, andaba inquieta y en -corrillos, y fué avisado que estaban dos cuadrillas dellos para -se alzar é ir robando por la tierra, diciendo con despecho, -que habiéndose alzado Francisco Roldan y los demas, cometiendo -tan grandes crímenes y habiendo destruido esta isla, -estaban ricos y se salian con todo ello, tambien ellos querian -hacer lo mismo, y no andar en la obediencia del Almirante, -perdidos, y via que no tenia gente de quien se fiase, sino era -de muy pocos para les ir á la mano, prenderlos ó resistirlos, y -queríanse ir á la provincia de Higuey, que está esta costa del -Sur, al Levante, al Cabo que llamó el Almirante, de Sant Rafael, -hácia la Saona, porque habian imaginado que allí serian -ricos de oro. Item, porque debia haber venido algun navío de -Castilla en el cual debia escribir el Obispo de Badajoz, don -Juan Fonseca, al Almirante que estuviese la cosa suspensa, -porque los Reyes presto lo remediarian, y esto debia ser por -las nuevas que llevaron los cinco navíos, y esta suspension -via el Almirante que no podia sufrirse, pues tanto los daños -y escándalos crescian. Así que, considerando el Almirante todos -estos inconvenientes, en medio de los cuales se hallaba, -como entre las ondas de la mar, que algunas veces habia experimentado, -cuasi zambullido, acordó de escoger, como menor -mal, conceder todas las cosas, que contra toda razon y -honestidad y justicia le pedian, con esperanza que tenia que -los Reyes ternian informaciones de todo y cognoscerian las -culpas dellos y la fuerza que á él se hacia, y á la justicia real -desacato, pidiéndole cosas, estando en tan extrema necesidad, -que toda razon aborrecian, y al fin, por concedérselas no le -culparian. Todavía puso una cláusula el Almirante, que todo -aquello que otorgaba, fuese con condicion que cumpliesen los -mandamientos de Sus Altezas, y suyos, y de sus justicias, y -á este propósito, dice el Almirante estas palabras: «Así que, -por evitar este mal, con esperanza que Sus Altezas remediarian -todo, y que será bien visto y manifiesto á quien leyere -la dicha provision, que el tenor della ni lo que en ella está no<span class="pagenum"><a name="Page_365" id="Page_365">[365]</a></span> -lleva razon, y es contra toda órden de justicia y fuera della, -y que forzosamente se les firmó y otorgó, así como la otra del -oficio de Alcaldia, sobre lo cual, despues de asentado todo y -firmado esta primera provision, porque él no queria que en ella -fablase que habia de tener el dicho Roldan superior, se alzó -con toda la gente dando voces, y que ahorcaria á mi gente -que estaba en tierra, si luego no se embarcasen, por lo cual, -hobe de firmar la dicha provision, como quiso, por el tiempo -y causas susodichas.» Estas son sus palabras. Ciertamente, manifiesta -parece la ambicion y malos respetos que aquel pobre -Roldan pretendia, y la necesidad extrema en que el Almirante -se via, y, cuan contra su voluntad, lo que firmaba concedia.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_366" id="Page_366">[366]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLX.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Firmadas á su voluntad las provisiones en que se contenian -los susodichos capítulos, y el Roldan Alcalde mayor constituido, -aunque ninguna jurisdiccion tenia, y siempre fué persona -privada y no pública, y tirano en todo cuanto hacia, porque -determinacion es universal de todos los juristas, que para -dar ó transferir ó prorogar jurisdiccion, ha de haber en el que -la confiera, da ó proroga, consentimiento puro y totalmente libre, -porque de otra manera, mezclándose cualquiera fuerza ó -miedo, por chica que sea, es ninguna, y de ningun valor cosa -que con ella se haga y <i>nihil</i>; pero no curó Roldan destos escrúpulos -de juristas, ni de mirar ó tener dello escrúpulo fué -digno, todo lo cual le trajo al fin que despues hizo. Así que, -alcanzado del Almirante todo lo que Roldan y los demas que -se alzaron querian, luego comenzó Francisco Roldan á -usar el oficio de Alcalde mayor, y venido aquí á Sancto -Domingo, y con las gentes que trujo consigo, allegó mucha -otra de la que aquí estaba de su compañía, cuasi mostrando -no estar descuidado, sino sobre aviso cada y cuando -se le ofreciese, y con esta presuncion y soberbia, por -que el Almirante tenia aquí un Teniente que se llamaba Rodrigo -Perez, no lo consintió Roldan, diciendo al Almirante que -no habia de haber Teniente ni tener vara ninguno en toda la -isla sino los que el pusiese. El Almirante calló y sufrió, y -y mandó al dicho su Teniente, Rodrigo Perez, que no trujese -más la vara; por aquí se podrá ver la protervia y maldad de -aquel, y la paciencia ó sufrimiento y angustias del Almirante. -Miéntras estuvieron aquí, nunca se juntaban ni conversaban sino -con los de su compañía, para con los otros siempre se mostraban -zahareños, no se fiando de nadie, y velándose de noche,<span class="pagenum"><a name="Page_367" id="Page_367">[367]</a></span> -y no dejaban de hacer fieros y decir palabras temerarias y de -alboroto, por lo cual mostraban bien claro no estar arrepentidos -de sus maldades; y habiendo de enviar el Almirante -cierta gente fuera á ver ciertas labranzas y traer pan, ninguno -dellos quiso ir ni hacer lo que el Almirante enviaba á mandar; -bien parece la vida quel Almirante podia entónces tener, -y lo que sufria, y por esto aunque mataban y hacian fuerzas -y robos á los indios, no osaba á ninguno castigar ni áun reprender. -En 28 dias de Setiembre de aquel año de 1499, se pregonó -la provision del asiento que el Almirante habia tomado -con Roldan y con ellos; díjose que Francisco Roldan habia -repartido mucha cantidad de oro entre los que habian sido de -su compañía. Despachó el Almirante navíos á Castilla, no supe -cuantos, para cumplir con lo capitulado, y á los que Francisco -Roldan envió, y se quisieron ir de su voluntad, repartió el -Almirante, á tres esclavos á algunos, y á otros á uno, segun le -pareció. En estos estuvo determinado el Almirante de se ir á -Castilla y llevar consigo el Adelantado, segun entendí, para -informar á los Reyes de todo lo que habia pasado con este Roldan, -temiendo lo que no sabia que le estaba aparejado, y en -gran manera lo acertara, como abajo se verá; pero porque -sintió que una provincia desta isla, que era la de los Ciguayos, -de que arriba se ha hecho mencion, á la cual el Adelantado -habia hecho cruel guerra é injusta, y prendido al Rey della -como se vido en el cap. 121, vino sobre los cristianos que estaban -esparcidos por la Vega, dice el Almirante, que se quedó, -y por su quedada, deliberó de enviar á Miguel Ballester, Alcaide -de la Concepcion, y á García de Barrantes, Alcaide de Santiago, -por procuradores é informadores de las cosas pasadas y -presentes, como personas que habian sido testigos oculares de -todo; con estos envió los procesos y testimonios que se habian -hecho contra Roldan y los secuaces suyos, y escribió largo á -los Reyes con ellos. Suplicaba á los Reyes que viesen aquellos -procesos y mandasen inquirir y examinar de todo la verdad, -y cognosciesen sus penas y trabajos, y hiciesen en ello lo que -fuese su servicio; escribióles las razones por las cuales no<span class="pagenum"><a name="Page_368" id="Page_368">[368]</a></span> -debian de ser guardadas á Francisco Roldan, y demas que le -siguieron en aquella tan escandalosa y dañosa rebelion, las -condiciones y asiento que con ellos hizo el Almirante, y para -esto daba nueve razones. La primera, porque si las concedió, -no las hizo ni concedió de su propio motu y voluntad, sino, -hechas y dictadas por él y por ellos, se las envió hechas, -y le constriñó la necesidad en que se vido extrema, -como ha parecido, á las firmar. La segunda, porque se -firmaron en la carabela, y así en la mar, donde no se -usa el oficio de Visorey, sino de Almirante. La tercera, porque -sobre este alzamiento y rebelion estaban hecho dos procesos -y dada una sentencia contra Roldan y los de su compañía, -condenándoles por traidores, en lo cual no pudo el Almirante -dispensar ni quitarles la infamia. Cuarta, porque en la provision -trata sobre cosas de la hacienda de Sus Altezas, lo cual no -se pudo hacer sin los oficiales de los Contadores mayores, -como estaba por los Reyes ordenado y mandado. La quinta, -porque pidieron que se diese pasaje á todos para Castilla y -no se exceptuaron ni sacaron los delincuentes que habia enviado -de Castilla y homicianos. La sexta, porque querian ser -pagados del sueldo del Rey todos, y de todo el tiempo que -anduvieron alzados y en deservicio de Sus Altezas, siendo -como son obligados á pagar todos los daños y menoscabos que -han hecho á los indios y á los cristianos, y á toda la isla, y á la -hacienda real, y el cesar de los tributos que habian de pagar -los indios, y la pérdida de las dos carabelas que fueron por -ellos, por el primer asiento que ellos quebrantaron, á Xaraguá, -y el sueldo y bastimento de los marineros, lo cual todo por -su causa se perdió, y en ello ni en parte dello el Almirante -no pudo dispensar. La sétima, porque son obligados á pagar, -mayormente Roldan, los gastos que se hicieron en Castilla -con pagar el sueldo de seis meses á los 40 hombres que tomó -en los tres navíos, y los que despues se pasaron á él, venido -el Almirante, los cuales venian cogidos y á sueldo de los Reyes -para servir ó trabajar en las minas, y en otras cosas que -se les mandasen para servicio de los Reyes, y más los bastimentos<span class="pagenum"><a name="Page_369" id="Page_369">[369]</a></span> -que comieron y los fletes de los navíos, trayéndolos -acá, y fué causa que se engrosase con ellos y que no viniesen -á obedecer muchos de los de su compañía, como habian -escrito sobre ello cartas, y el mismo Roldan, y los primeros -por quien negocia y pide partido é impunidad son aquellos, -y con ellos los homicianos. La octava, por que el Roldan no -mostró, ni señaló, ni nombró las personas de su compañía, -porque, para que la provision que sobre este asiento el Almirante -les dió, tuviese valor y alcanzase efecto, requeríase, -segun dice el Almirante, que mostrase, por escritura firmada -por ellos, como se ayuntaban y por qué fin hacian su ayuntamiento, -y en qué tiempo, y las condiciones que todos pedian, -los cuales se entenderian ser de la compañía de Roldan -y no otros. La novena, porque el dicho Francisco Roldan, -al tiempo que partió de Castilla él y los otros que entónces -en el segundo viaje á estas Indias vinieron, hicieron juramento -sobre un crucifijo y un misal, y dió la fe y hizo pleito -homenaje de ser leal á Sus Altezas y guardar el bien y pró -de su hacienda, por ante el Obispo de Badajoz, é yo y otros -muchos (dice aquí el Almirante), que allí estaban, como más -largo parecerá por el dicho juramento, el cual está escrito -en el libro de los señores Contadores mayores; de lo cual, -toda ha incurrido en el contrario, porque no han sido leal ni -leales, y ha echado á perder la hacienda y sido causa que se -haya perdido el tributo, y no solamente este, más el algodon -de Sus Altezas, que estaba en Xaraguá, le han tomado, y quemado -el brasil que estaba cogido y tomadas las velas y aparejos -de los navíos y el ganado: estas son palabras del Almirante. -Pone tambien á lo que Roldan y los que se alzaron -eran obligados á guardar por virtud de la provision que del -asiento dicho les dió: lo primero, á pagar todos los daños y -menoscabos que se han recibido en la hacienda de Sus Altezas -y las dos carabelas, por una cláusula que está, en ella, -que dice que sean obligados á pagar todo lo que por derecho -se hallare que deben; por otra cláusula son obligados á nunca -jamás decir que fué bien hecho se alzar; por otra cláusula<span class="pagenum"><a name="Page_370" id="Page_370">[370]</a></span> -son obligados á cumplir los mandamientos de Sus Altezas y -del Almirante, y si no lo cumpliesen no era nada el asiento -ni seguro, y podiase proceder contra ellos, y por todos los -delitos y alzamiento pasados, é incurrian en las penas que contenia -la provision, y estas eran, perdimiento de la vida, de -los bienes, de los oficios. Por manera que, por el primer mandamiento -que no obedeciesen, dice el Almirante, que incurrian -en todas las dichas penas, en perder las vidas, y todo lo -que en su favor les fué concedido por la provision no les -vale nada, y el Roldan pierde el Alcaldia. Puesto que por -aquello no la perdiese, dice el Almirante, no podia usar -della, porque se le dió por fuerza, lo cual es contra derecho, -y tambien porque no habia de mandar en casos de justicia á -la gente que estaba y habia siempre seguido al Adelantado y -al Almirante, y estado en su obediencia y en servicio de los -Reyes contra Roldan y sus secuaces, de los cuales habian recibido -muchos agravios. Suplicaba en estas cartas muy afectuosamente -á los Reyes que le enviasen un letrado, persona -experimentada para ejercer el oficio de la justicia, porque la -gente que en esta isla estaba, dice el Almirante, era muy desmandada, -y como cognoscian quél no osaba irles á la mano ni -castigarlos, por los testimonios que en Castilla injustamente le -habian levantado, y fueron creidos (dice él), por tanto les suplicaba -que tuviesen por bien de se lo enviar, y que él queria -pagarle el salario, y que tambien con él juntamente proveyesen -de dos personas virtuosas para Consejo, y que pluguiese á Sus -Altezas de no darles sus preeminencias. Tambien avisaba que -convenia enviar con ellos un Teniente de Contadores mayores -y otro del Tesorero, que fuesen personas cuales conviniese, -con quien se negociasen las cosas de la Hacienda real; por -manera, que en aquel tiempo no habia en esta isla oficiales -del Rey principales ó propios, sino tenientes de los de Castilla. -Torna otra vez á decir en estas cartas, que muy necesaria -era la justicia en esta isla, y, para administrarla, la persona -que habia dicho, y con ella, dice, que suplicaba á Sus -Altezas que mandasen mirar por su honra y guardar sus preeminencias:<span class="pagenum"><a name="Page_371" id="Page_371">[371]</a></span> -«yo no sé (dice él), si yerro, mas mi parecer es -que los Príncipes deben hacer mucho favor á sus gobernadores -en cuanto los tienen en el cargo, porque con disfavor todo se -pierde.» Por estas palabras parecen dos cosas: la una, que, -cierto, el Almirante deseaba tener ayuda en la gobernacion, -mayormente cuanto á la administracion de la justicia, porque -no tuviesen los españoles que decir mal dél, y porque via que, -como extranjero, era dellos en ménos de lo que debieran tenido; -porque esta es, creo que, peculiar condicion ó soberbia -de España. La otra era, que él temia que los Reyes no le -limitasen su oficio y preeminencia que le habian concedido, -que resultase en agravio suyo y violencia de sus privilegios, -que con tantos sudores y aflicciones habia ganado, como al fin -aquello que temia, y mucho más que aquello adverso, fué lo -que le vino. Estando en esto, vinieron nuevas al Almirante como -habia llegado Alonso de Hojeda con ciertos navíos al puerto -de Yaquimo, que está, la costa abajo, 80 leguas deste puerto -de Sancto Domingo, donde hay ó habia brasil, y que habia -llegado allí á 5 de Setiembre, y así lo escribió el Almirante á -los Reyes en estas cartas. Desta venida de Hojeda tratará la -historia en el cap. 164 y en el siguiente. Suplicó asimismo á los -Reyes, que porque él estaba ya muy quebrantado y pasaba -la peor vida que hombre del mundo, por lo cual iba descreciendo, -y su hijo D. Diego Colon, que está en la corte, crescia -en fuerza, haciéndose hombre para poder acá servirles, que -le hiciesen merced le mandar que viniese acá á ayudarle, para -que él descansase algo y Sus Altezas fuesen mejor servidos.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_372" id="Page_372">[372]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXI.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Partidos estos navíos con los mensajeros ó procuradores -del Almirante, que fueron los dos Alcaides, Ballester y Barrantes, -de mí bien cognoscidos, y los de Francisco Roldan, -que no ménos cognoscí, con quien es de creer que se alargó -en escribir sus quejas y ofensas, que partieron cuasi al principio -de Octubre; á los 19 del dicho mes vino Francisco Roldan -al Almirante con un memorial de toda la gente que habia -andado con él, y entónces áun estaba en su compañía, que -eran 102 personas, y díjole que todos querian vecindad, y -que la escogian en Xaraguá, donde habian harto más reinado -que el Rey natural de aquella provincia, Behechio; y era la -razon, porque allí, como algunas veces se ha dicho, era cuasi -la corte real de toda esta isla, donde en la policía, y en la -lengua, y en la conversacion, y en la hermosura de las gentes, -hombres y mujeres, y en los aires, y amenidad y templanza -de la tierra, á todas las provincias desta isla (aunque -todas son admirables y dignísimas), excedia, y así, en aquella -más que en las otras (puesto que tambien en todas), habia -grande aparejo para vivir desenfrenadamente los pecadores -hombres, zabullidos en vicios. Por entónces no quiso el Almirante -darle licencia para se avecindar, porque temió quizá, -que estando juntos no moviesen algun motin ó rebelion, como -despues algo desto paresció y decirse ha. Avecindáronse algunos -en el Bonao, y de aquí se comenzó allí la villa del -Bonao; otros en la Vega, en medio della, donde tenia Guarionex, -Rey della, que llamaban el guaricano, media legua -abajo de la fortaleza que se nombraba la Concepcion, frontero -cuasi hácia el Norte de la sierra, á la ribera del rio que llamaron -Verde; á otros dió vecindad en Santiago, seis leguas<span class="pagenum"><a name="Page_373" id="Page_373">[373]</a></span> -de allí en la misma Vega, hácia el Norte, derechamente donde -al presente está. A estos que se avecindaban repartia el -Almirante tierras en los mismos términos y heredades de los -indios, y de las mismas heredades y labranzas hechas y trabajadas -por los indios, que tenian para sustentacion suya y -de sus mujeres y hijos, repartia entre ellos, á uno 10.000, á -otro 20.000, á otro más, á otro ménos, montones ó matas, -como si dijésemos, tantas mil cepas de viña; sólo en esto -diferia, porque las cepas de las viñas son perpetuas ó cuasi, -pero las matas no duran ni dan más de fruto de pan, y esto -puede durar uno y dos y hasta tres años, que pueden comer -dello, como ya arriba dejamos dicho. Y este repartimiento -destas labranzas y tierras, dábalas el Almirante -por sus cédulas, diciendo que daba á fulano en el Cacique -fulano tantas mil matas, ó montones, que es lo mismo, y lo -peor y miserando que es y era, de donde comenzó la tiránica -pestilencia, como arriba se dijo, del repartimiento que -despues llamaron encomiendas, que decia en la cédula «que -mandaba que aquel Cacique fulano é sus gentes le labrasen -aquellas tierras», esto era, que acabadas aquellas matas y montones -de comer, le plantasen otras, sin señalar número ni -cuento ni medida; y á los que señalaba y daba de las labranzas -de los indios ya plantadas, daba solo tierras y los indios que -se las hiciesen y plantasen en ellas, y juntaba dos españoles -ó tres en compañía, y aplicábales tal Cacique que les hiciese -las dichas labranzas de comun, y despues el provecho dellas -repartiesen. De aquí nacieron entre los españoles unas sanctas -é inmaculadas compañías. Esta licencia dada por el Almirante -teníanse ellos cargo de gastar aquellas labranzas en las minas, -forzando á los indios que fuesen á coger oro, aunque les pesase, -puesto que no iban sin otra licencia expresa del Almirante, -dada por escrito, que decia que se daba licencia desde tal mes -á tal mes, despues pedian que se les acrecentase la dicha licencia, -en tal dia á tantos de tal mes se le acrecentó la licencia á -fulano para coger oro hasta tal mes. Dada la licencia y señalado -que tal Cacique hiciese las labranzas de fulano, español,<span class="pagenum"><a name="Page_374" id="Page_374">[374]</a></span> -de tal manera del Cacique y de su pueblo ó pueblos ó gente -aquel hidalgo español se apoderaba, como si se los dieran -todos por esclavos, ó por mejor decir, si fueran bestias cazadas -y habidas del campo, no haciendo más cuenta del Cacique y -señor natural que de sus vasallos; azotes, palos, cortar las -orejas, y á otros matarlos si en tantito dellos se enojaban ó -no acudian á hacer tan presto lo que se les mandaba; si los -Caciques y señores tenian hijas, luego con ellas eran abarraganados, -y desta manera estuvieron todos, yo presente, muchos -años. Eran de todos los indios, por temor violentísimo, -adorados, y, como de los demonios, delante dellos temblaban, -y guay de aquellos que se huian, ó, como los españoles decian -en su lenguaje, se alzaban, porque luego iban á buscarlos y -guerrearlos, y hacian en ellos crueles matanzas, y los que á vida -se tomaban vendian por esclavos, y destos iban á Castilla los -navíos cargados; y porque Francisco Roldan no era el postrero -en deseo de ser rico y querer aprovecharse, pidió al -Almirante que le hiciese merced de las tierras que estaban en -cierta parte, cerca de la Isabela, que se llama el Bauruco, tierra -de cierto Cacique, y de las labranzas que en ellas estaban, -porque dijo que ántes que se levantase eran suyas. De ver -fuera si las labró él ó los esclavos moros de su padre, y tambien -qué poder tenia el Almirante para darle las tierras ó labranzas -ó haciendas ajenas de los tristes indios; pero no embargante -todo esto, el Almirante se las dió en 29 de Octubre -como hacia á los otros. Dióle tambien otras labranzas que estaban -hechas por los indios en una tierra ó pago, en que habia -hecho una estancia que en Castilla creo que llamaran casería, -ó cortijo, ó heredad, donde se hacian las labranzas y dellas -el pan, y se criaban gallinas, y hacian huertas, y todo lo -demas que era menester para tener hacienda ó heredad los españoles, -y buena vida, excepto los ganados que se tenian en otra -parte; pienso que esta estancia era hecha en nombre del Rey, -y con este título mandaban á los indios que la labrasen, y pusiéronle -nombre Esperanza. Concedióle más el Almirante -al Roldan, que el Cacique y señor que habia desorejado Alonso<span class="pagenum"><a name="Page_375" id="Page_375">[375]</a></span> -de Hojeda, como se dijo en el cap. 93, y su gente se las labrasen; -veis aquí como se va entablando aquella tan justa gobernacion -que llamaron repartimiento, y despues las honestas -encomiendas. Dice aquí el Almirante, que todo esto hacia -y daba para que hobiese tiempo de saber de Sus Altezas, qué -es lo que mandaban hacer dél y de su compañía, pues, como -prometieron, no se apartaban. Dióle asimismo dos vacas, y -dos becerros, y dos yeguas, y veinte puercas, todo de lo del -Rey, para comenzar á criar, porque se lo pedia, y áun creo -que fueron dos pavos de los de Castilla; y no le osaba negar -nada. Pero lo que más él pretendió por hinchir mejor las manos, -y le concedió el Almirante, fué aquel gran rey Behechio -con sus gentes y vasallos, en la provincia de Xaraguá, donde -él, como dije, habia más que Behechio reinado, porque aunque -por allí no habia oro, tenia infinitas gentes que pudiera -enviar á las minas, donde todos los matara y cogiera entónces -mucho dello, si del estado que como Rey tenia tan presto -el hilo no se le cortara.</p> - -<p>Partióse de aquí de Santo Domingo, para visitar, la tierra -adentro, con licencia del Almirante, la cual Dios sabe con qué -corazon se la daba, y, llegando al Bonao, instituyó por Alcalde -de aquella provincia, en su lugar, á Pedro de Riquelme, -uno de los más á él llegados de los con él alzados, reservando -para sí la jurisdiccion en lo criminal, y que, siendo necesario -prender alguno en los criminales casos, lo prendiese y enviase -á la fortaleza de la Concepcion, donde, hasta que él mandase -lo que se habia de hacer, con prisiones le guardasen; cosa -muy temeraria, y que él no podia hacer, aunque en la verdad -se le hobiera dado el oficio jurídica y voluntariamente por -el Almirante, cuanto más que ni en lo uno ni en lo otro tenia -ni podia nada. Mucho sintió esto el Almirante, porque le usurpaba -la superioridad de Visorey y Gobernador, y en la capitulacion -y concierto hecho, y la provision á él dada, no se le -habia concedido sino que sólo fuese Alcalde, y no que criase -á otros Alcaldes. El Riquelme trabajaba, despues de ido Roldan, -de hacer una fortaleza en un lugar fuerte en aquella provincia<span class="pagenum"><a name="Page_376" id="Page_376">[376]</a></span> -del Bonao, lo que debia ser artificio de ambos para se hacer -más fuertes, cuando fuera menester, contra el Almirante; contradíjole -un Pedro de Arana, hombre muy honrado, tio de -D. Hernando, segundo hijo del Almirante, y escribiólo al Almirante, -é yo vide la carta: luego el Almirante le envió á -mandar que no hiciese cosa en ello hasta que se lo mandase.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_377" id="Page_377">[377]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Quiero aquí volver el rayo de la consideracion, ántes que -pase adelante, á la infalible y menuda providencia de Dios y sabiduría -sempiterna, la cual, puesto que parece que no habla, -clamores da, empero, en las plazas y en las puertas de las -ciudades, en medio de las compañas, y en todas partes y lugar -levanta su voz, como dice Salomon en el primero de -sus «Proverbios,» ¿en qué habia ofendido de nuevo el Almirante, -salido de Castilla con mucha gracia de los Reyes, y -con poderes, favores y mercedes más abundantes, de camino -haber descubierto la tierra de Paria, principio de toda la -gran tierra firme de este orbe, con perlas y oro, con tan inmensos -sudores, peligros y trabajos? Despues de llegado á -esta isla, donde pensaba resollar y consolarse, halló materia -de tanta tristeza y amarguras, sabido el levantamiento de -Francisco Roldan, sin haber sido causa del; con cuanta diligencia, -paciencia, solicitud, sufrimiento y cuidado trabajó de -asegurarlo, perdiendo tanto de su autoridad, recibiendo muchos -descomedimientos de los alzados, disimulando muchos -defectos de los que consigo estaban, dignos de castigar, padeciendo -cada dia nuevos temores de que los que tenia consigo -le habian de dejar, como se ha contado. El dolor que sufria -por el enojo que habian de recibir los Reyes, que era -lo que más le solia atormentar, el disfavor que le habia -de crecer de parte de los émulos y adversarios grandes -que tenia en la corte sin por qué ni para qué, á los cuales, -con estos reveses, se les ofrecia ocasion para, del todo, como -lo hicieron, poderlo derrocar; finalmente, con su mucha prudencia -y perseverante sufrimiento, hobo de concluir el reducimiento -de Francisco Roldan. ¿En qué, pues, ofendió, y<span class="pagenum"><a name="Page_378" id="Page_378">[378]</a></span> -á quién de los españoles que allá estaban, y á los Reyes, desirvió -despues que de aquí salió hasta que tornó acá, y en -los trabajos y cuidado que tuvo, miéntras duró el atraimiento -y reduccion de Roldan, que á 21 de Mayo estuviese leyendo, -con angustia de su ánima, la carta de Alonso Sanchez de -Carvajal, de como Roldan no cumplia el asiento de irse en -las dos carabelas con sus alzados á Castilla, y que aquí, el -mismo año, mes y dia, firmasen los Reyes las provisiones -para quitarle la gobernacion, y por consiguiente le sucediesen -(sacada la muerte), todos los otros desastrados é infelices -males y daños, y que no bastasen para mover á los Reyes, á -no del todo derrocarle, los servicios tan irrecompensables pasados, -y este de agora tan grande, como fué haber descubierto -la tierra firme y oro de nuevo hallado en ella, y más -las perlas que hasta entónces no habian parecido, y pudieran -esperar que tambien habian de haber de allí otras piedras y -cosas preciosas? Esta cuestion no tiene otra respuesta que -cuadre, sino que la divina sapiencia, en esto que á nosotros -parece, parecia que callaba, y, en deponerle del estado que le -habian dado, clamaba y levantaba su voz en las plazas, que -no por los daños é injusticias que hacia á los cristianos (porque -dado que le habian acusado de muchos que habia justiciado -de ántes, quizá lo habian bien merecido, y eran 10 ó 12, -ó quizá no tantos), sino por las grandes injusticias, y guerras, -y imposicion de tributos, y agravios y no por persona humana, -ni con haber ni riquezas del mundo, recompensables, que -habia hecho á los indios, y actualmente hacia y tenia propósito -de hacerles, con la granjería que trataba, de querer -hinchir toda la Europa de estos inocentes indios, inícuamente -hechos esclavos, aunque á él parecia que con intincion santa, -y es cierto, yo creer, quél creia que no erraba. Por esta, digo, -causa, verdaderamente no fué en mano de los Reyes, los cuales -sin duda, como agradecidos Príncipes, le amaban, sino -por voluntad y disposicion divina, el regimiento de este orbe, -que muy bien al principio merecido tenia, le quitaron de las -manos. ¡Oh cuan léjos y distantes, son los pensamientos y<span class="pagenum"><a name="Page_379" id="Page_379">[379]</a></span> -juicios de los hombres, de los del eterno é inmenso Dios! -¡Cuán engañosa ó engañable, incierta y variable suele salir -la sentencia de nuestro parecer! ¡Cuán cierta é infalible, la -provision universal de la divina sapiencia, que por una parte -permitiendo y disimulando calle, y por otra parte, obrando -hable, por otra, callando parece que aprueba, por otra, castigando, -cuando ménos los hombres ofenden y más seguros -están, sin duda reprueba, por otra, quitándonos las ocasiones -de ofenderle, á los que no sienten por qué el azote les viene, -concede señalado bien para que lastar tanto en esta ó en la -otra vida no tengan, y á los que por don de su gracia lo entienden, -misericordiosamente consuela! Así creo que se hobo, -en disponer el estado del Almirante, la divina Providencia, -porque cuando le permitia y disimulaba los males que á los -indios hacia, parecia que, callando se los aprobaba, y él, así -creo que lo creia, pero cuando ménos ofendia y en mayores -angustias estaba, juntamente con enviarle algun castigo, le -quitó la ocasion certísima y veemente de su damnacion eterna, -si mucho tiempo más se lo disimulara. De aquí es de -creer piadosamente, y dello hay hartas conjeturas, que como -Nuestro Señor le concedió tener buena voluntad, y que todo -lo que hacia y obraba parece que lo enderezaba finalmente -al honor divino, que despues le diese cognoscimiento para -que sintiese, que, por los grandes pecados que cometió contra -estas gentes, y daños gravísimos, que con su ignorancia no excusable, -les hizo, privacion de su estado (aunque no por sentencia -pronunciada en contradictorio juicio, sino por voluntad -de los Reyes), y las otras calamidades con todo lo demas, -le vino. Y este es el primer principio, por el cual, de los celestiales -bienes y de nuestra final salvacion, supuesta la gracia -divina, nos hacemos dignos. Teniendo ya determinado los Reyes -de quitarle la gobernacion, no creo que perpétuamente, -y firmado las provisiones á 21 de Mayo de aquel año de 1499, -como dije, solamente movidos por las nuevas que tuvieron, -que él escribió en los cinco navíos, de que llegado á -esta isla halló que Francisco Roldan era levantado, puesto<span class="pagenum"><a name="Page_380" id="Page_380">[380]</a></span> -que creo tambien que debiera de escribir Francisco Roldan -ó sus amigos, llegaron estos dos navios postreros, donde -fueron los mensajeros, por cerca de Navidad. Los del Almirante -hacen relacion á los Reyes del levantamiento y -desobediencia de Francisco Roldan, y de los que le siguieron -ser hombres facinerosos, viciosos, robadores, violentos, ladrones, -forzadores de mujeres casadas, corrompedores de -vírgenes, homicidas, falsos, perjuros, fementidos; de los robos, -muertes, daños grandes y escándalos que en toda esta isla -habian hecho, y de los trabajos y peligros que, sobre esto, -el Adelantado, y despues el Almirante, padecieron. Los de -Roldan, por el contrario, dieron del Almirante y de sus -hermanos terribles quejas, llamándolos tiranos, injustos, crueles, -que por cosas fáciles atormentaban los españoles, los -degollaban, ahorcaban, azotaban, cortaban manos, sediendo -la sangre castellana como capitales enemigos, deservidores de -los Reyes, y que no procuraban sino alzarse con el imperio -destas Indias, y daban esta conjetura: que no dejaban cojer -el oro de las minas por haberlo todo ellos, y otras muchas -abominaciones que afirmaban contra ellos para excusar su -alzamiento y desvergüenza, diciendo que por estas causas se -absentaron y apartaron dellos. Cerca de lo que yo sentí y -entiendo de todo esto, abajo diré mi sentencia. Oidos los clamores -y quejas de ambas partes, los Reyes, de lo que habian -proveido y aún estaban proveyendo, en ningun cosa se arrepintieron, -ántes se confirmaron en su propósito, y muchas -otras cosas para el remedio, segun juzgaron ser necesario, -proveyeron.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_381" id="Page_381">[381]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Por este tiempo, en aquestos dos navíos ó en otros que -envió poco despues, escribió el Almirante á los Reyes una -carta muy larga, en la cual hizo un epílogo y abreviatura -de todas las cosas que le habian acaecido despues que vino y -estuvo en la corte, y propuso su empresa ante los Reyes de -descubrir estas Indias, hasta estos presentes dias, de la cual -quiero aquí referir algunos pedazos, porque me parece convenir -é testificar con él mismo muchas cosas de las arriba -dichas, y tambien porque sepan las quejas que de su fortuna -y adversarios, con razon, tenia, y las razones y disculpas -que para ello traia. Hablando de su venida deste viaje tercero -que hizo, y de como llegó á esta isla Española y halló -levantado á Roldan, entre otras cosas, dice: «Despues que -vine, y, con tanta gente y poderes de Vuestras Altezas, él se -mudase de su primero propósito y dijese esto, yo quisiera -salir á él, más hallé que era la verdad, que la mayor parte -de la gente que yo tenia eran de su bando; y como fuese -gente de trabajo, y yo para trabajo los hobiese asueldado, -este Roldan y los que con él eran, y los otros que ya estaban -de su parte, tuvieron forma de los emponer que se pasasen -con ellos porque no trabajarian y ternian rienda suelta y mucho -comer y mujeres, y, sobre todo, libertad á hacer todo lo -que quisieren; é así, fué necesario que yo disimulase, y en -fin, vine en concierto que yo les diese, de las tres carabelas -que habia de llevar el Adelantado á descubrir, las cuales estaban -de partida, las dos, y cartas para Vuestras Altezas de -bien servido y su sueldo, y otras cosas muchas deshonestas; -é así se las envié allá al cabo del Poniente desta isla, allí -donde ya tenian su asiento; é así he estado siempre en fatiga,<span class="pagenum"><a name="Page_382" id="Page_382">[382]</a></span> -de que yo vine hasta hoy dia, que es el mes de Mayo del 99, -porque áun no se ha ido, y tiene allá los navíos, y cada dia -me hacen saltos y enojos: nuestro Señor lo remedie como -fuere su servicio. Muy altos Príncipes, cuando yo vine acá, -traje mucha gente para la conquista destas tierras, los cuales -recibí todos por importunidad, diciendo ellos que servirian -en ello muy bien y mejor que nadie, y era al revés, segun -despues se ha visto; porque no venian, salvo con creencia -que el oro que se decia que se hallaba, y especerías, que era -á coger con pala, é las especias que eran dellas los lios hechos -liados, y todo á la ribera de la mar, que no habia más salvo -hecharlo en las naos, tanto los tenia ciegos la cudicia: é no -pensaban, que, bien que hobiere oro, que sería en minas, y los -otros metales, y las especias en los árboles, y que el oro seria -necesario de cavarlo, y las especias cogerlas y curarlas. Lo cual -todo les predicaba yo en Sevilla, porque eran tantos los que -querian venir, é yo les cognoscia su fin, que hacia decirles esto, -y todos los trabajos que suelen sufrir los que van á poblar -nuevamente tierras de muy léjos. Á lo cual todos me respondian -que á eso venian, y por ganar honra en ello, más como -fuese el contrario, como yo dije, ellos, en llegando acá, que -vieron que yo les habia dicho la verdad, é, que su cudicia no -habia lugar de hartarse, quisiéranse volver luego, sin ver que -fuera imposible de conquistar y señorear esto, y porque yo -no se lo consentí, me tomaron odio, y no tenian razon, pues -que por importunidad los habia traido y, hablado claro que -yo venia á conquistar, y no por volver luego como aquel que ya -habia visto otras semejantes, y que tenia cognoscida su intincion; -y asimismo me tomaron odio porque yo no los consentia -ir por la sierra adentro, derramados de dos en dos, ó tres -en tres, y algunos solos, por lo cual los indios habian muerto -muchos, á esta causa, por andar así derramados, y mataran más -si yo no le remediara, como dije, y llegara su osadía á tanto, -que me echaran sin debate de la tierra, si Nuestro Señor no lo -proveyera. Rescibí en esto grande pena, así como en los bastimentos -que yo les habia de proveer; y algunos que no podian<span class="pagenum"><a name="Page_383" id="Page_383">[383]</a></span> -dar de comer en Castilla á un mozo, querrian tener acá -seis é siete hombres, y que yo se los gobernase y pagase sueldo, -que no habia razon ni justicia que los hiciese satisfechos. Otros -habian venido sin sueldo, digo (bien la cuarta parte), escondidos -en las naos, á los cuales me fué necesario de contentar así -como los otros; en manera, que, desde entónces, en mayor pena -con los cristianos que con los indios, y hoy en dia no acabo, -ántes por una parte se ha doblado y por otra se me alivia. -Dóblaseme por este ingrato desconocido, Roldan, que vivia -conmigo y los que con él son, á los cuales yo tenia hecha -tanta honra, y á este Roldan (que no tenia nada), dado en -tan pocos dias, que tenia ya más de un cuento, y á estotros que -agora nuevamente se fueron allegando de Castilla, dado dineros -y buena compañía, así que estos me tienen en pena; de -otra parte estoy aliviado, porque la otra gente siembran y -tienen ya muchos bastimentos, é saben ya la costumbre de -la tierra, é se comienza á gustar de la nobleza della y fertilidad, -muy al contrario de lo que hasta aquí se decia: que -creo que no haya tierra en el mundo tan aparejada para haraganes -como esta, é muy mejor para quien quisiere ayuntar hacienda, -como despues diré, por no salir del propósito. Así que -nuestra gente que vino acá, visto que no podian hinchir su -cudicia, la cual era desordenada, y áun tanto que muchas veces -he pensado y creido, que ella haya sido causa que Nuestro -Señor nos haya cubierto el oro y las otras cosas; porque luego -que acá salí al campo hice experimentar á los indios cuanto -dello podian coger, y hallé que algunos que sabian bien dello -cogian en cuatro dias una medida que cabia una onza y media, -y así tenia yo asentado con todos los desta provincia de -Cibao, y les aplacia de dar de tributo cada persona, hombre -y mujer, de catorce años arriba hasta setenta, una medida -destas que yo dije de tres en tres lunas, y le cogí yo este tributo -hasta que fuí á Castilla, así que esto tengo yo imaginado que la -cudicia haya sido causa que se pierda. Mas estoy muy cierto que -Nuestro Señor, por su piedad, no mirará á nuestros pecados, é -que en viendo tiempo para ello, luego lo volverá con ventaja;<span class="pagenum"><a name="Page_384" id="Page_384">[384]</a></span> -la cual gente nuestra, despues que vido que su parecer no -les salia como tenian imaginado, siempre despues estaban con -congoja para se volver á España, é así les daba yo lugar que -fuesen en cada pasaje, y por mi desdicha, bien que de mi hobiesen -recibido mucha honra y buen tratamiento, ellos, en -llegando allá, decian de mí peor que de un moro, sin dar á -ello ninguna razon, y me levantaron mil testimonios falsos, y -dura esto hoy en dia: mas Dios Nuestro Señor, el cual sabe -bien mi intencion y la verdad de todo, me salvará, ansí como -hasta aquí hizo, porque hasta hoy no ha habido persona -contra mí con malicia que no le haya él castigado, y por -esto es bien de echar todo el cuidado en su servicio, que él -le dará gobierno. Allá dijeron que yo habia asentado el pueblo -en el peor lugar de la isla, y es el mejor della, y dicho -de boca de todos los indios de la isla; y estos que esto decian, -muchos dellos no habian salido fuera del cerco de la -villa un tiro de lombarda: no sé qué fe podian dar dello. -Decian que morian de sed, y pasa el rio allí junto por la villa, -áun no tan léjos como de Sancta María, en Sevilla, al rio; -decian que este lugar es el más doliente, y es el más sano; -bien que toda esta tierra es la más sana y de más aguas y -mejores aires, que otra que sea debajo del cielo, y se debe -creer que es así, pues que en un paralelo y en una distancia -de la línea equinoccial con las islas de Canaria: las cuales en -esta distancia son conformes, mas no en las tierras, porque -son todas sierras secas y altísimas, sin agua, ni sin fruto y sin -cosa verde, las cuales fueron alabadas de sábios por estar en -tan buena temperancia, debajo de tan buena parte del cielo, -distantes de la equinoccial, como ya dije, mas esta Española -es grandísima, que boja más que España, y muy llena de -vegas, y campiñas, y montes, y sierras, y rios grandísimos, -y otras muchas aguas y puertos, como la pintura della, que -aquí irá, hará manifiesto, y toda populatísima de gente muy -industriosa; así que creo que debajo del cielo no hay mejor -tierra en el mundo. Dijeron que no habia bastimentos, y hay -carne y pan y pescado, y de otras muchas maneras, en<span class="pagenum"><a name="Page_385" id="Page_385">[385]</a></span> -tanta abundancia, que despues de llegar acá, peones que se -traen de allá para trabajar acá, que no quieren sueldo, y se -mantienen á ellos y á indios que les sirven, y como se puede -tomar por este Roldan, el cual va al campo, y es más de un -año, con 120 personas, las cuales traen más de 500 indios -que los sirven, é á todos los mantienen con mucha abundancia. -Dijeron que yo habia tomado el ganado á la gente que lo -trujo acá, y no trajo nadie dello, salvo yo ocho puercas, que -eran de muchos; y porque estos eran personas que se querian -volver luego á Castilla y las mataban, yo se lo defendí -porque multiplicasen, mas no que no fuesen suyas, de que se -ve agora que hay acá dellos sin cuento, que todos salieron -desta casta, y los cuales yo truje en los navíos y les hice la -costa, salvo el primer gasto, que fué 70 maravedís la pieza -en la isla Gomera. Dijeron que la tierra de la Isabela, adonde -es el asiento, que era muy mala y que no daba trigo; -yo lo cogí y se comió el pan dello, y es la más fermosa tierra -que se pueda cudiciar: una vega de 14 leguas de largo y dos -de ancho, y tres y cuatro, entre dos sierras, y un rio muy caudaloso -que pasa al luengo por medio della, y otros dos, no -grandes, así como muchos arroyos que de la sierra vienen á -ellos, ni por pan de trigo cura nadie, porque estotro es mucho -y mejor para acá y se hace con ménos trabajo. De todo esto me -acusaban contra toda justicia, como ya dije, y todo esto era -porque Vuestras Altezas me aborreciesen á mí y al negocio; -mas no fuera así si el autor del descubrir dello fuera converso, -porque conversos, enemigos son de la prosperidad de -Vuestras Altezas y de los cristianos, mas echaron esta fama -y tuvieron forma que llegase á se perder del todo; y estos -que son con este Roldan, que agora me da guerra, dicen que -los más son dellos. Acusáronme de la justicia, la cual siempre -hice con tanto temor de Dios y de Vuestras Altezas, más -que los delincuentes sus feos y brutos delitos, por los cuales -Nuestro Señor ha dado en el mundo tan fuerte castigo, y de -los cuales tienen aquí los Alcaldes los procesos. Otros infinitos -testimonios dijeron de mí y de la tierra, la cual se ve<span class="pagenum"><a name="Page_386" id="Page_386">[386]</a></span> -que Nuestro Señor la dió milagrosamente, y la cual es la más -hermosa y fértil que haya debajo del cielo, en la cual hay oro -y cobre, y de tantas maneras de especias y tanta cantidad de -brasil, del cual, sólo con esclavos, me dicen estos mercaderes, -que se puede haber cada año 40 cuentos, y dan razon dello, -porque es la carga ahí más de tres veces tanto cada año; y -en la cual puede vivir la gente con tanto descanso, como todo -se verá muy presto. Y creo, que, segun las necesidades de -Castilla y la abundancia de la Española, se haya de venir á -ella muy presto de allá grande pueblo, y será el asiento en la -Isabela, adonde fué el comienzo, porque es el más idóneo -lugar y mejor que otro ninguno de la tierra, como se debe de -creer pues que Nuestro Señor me llevó allí milagrosamente, -que fué que no pude ir atras ni adelante con las naos, salvo -descargar y hacer asiento; y la cual razon me movió á escribir -esta escritura, por la cual dirán algunos que no era -necesario de relatar fechos pasados, y los ternán por prolijos -y son tan breves, mas yo comprendí que todo era necesario, -así para Vuestras Altezas, como para otras personas -que habian oido el maldecir con tanta malicia y engaño, lo -cual se ha dicho sobre cada cosa de las escritas, y no solamente -de las personas que fueron de acá, é más, con mucha -crueldad, de algunos que no salieron de Castilla, los -cuales tenian facultad de probar su malicia al oido de -Vuestras Altezas, y todo con arte, y todo por me hacer -mala obra, por envidia, como pobre extranjero; mas en todo -me ha socorrido y socorre Aquel que es eterno, el cual siempre -ha usado misericordia conmigo, pecador muy grande.» -Todo lo dicho es del Almirante, y dice más abajo, describiendo -ciertas sierras: «Estas sierras, ambas, son pobladas y -eran populatísimas cuando yo vine acá, y se han algo despoblado, -porque la gente dellas probaron guerra conmigo y -nuestro Señor me dió victoria siempre, las cuales sierras, -ambas, lo más dello son labradas y de preciosas tierras fertilísimas, -etc.»</p> - -<p>Muchas cosas habia en esta carta de notar, pero porque<span class="pagenum"><a name="Page_387" id="Page_387">[387]</a></span> -algunas quedan dichas en otros capítulos, y por abreviar, -solamente aquesta postrera que dice el Almirante se debe -notar: que la tierra halló populatísima cuando vino, pero que -estaba algo despoblada, porque probaron guerra contra él los -indios; y quiere decir, que por la guerra que él les hizo la -habia despoblado algo. Y no es maravilla que la despoblase, -pues enviaba los navíos cargados de esclavos, y lo tenia y -entendia tener por granjería, ignorando tan malamente la -justicia que los indios tenian de hacerle á él guerra y echarlo -de la tierra á él y á todos los cristianos, y tambien del -mundo, pues tantos agravios y males, él y ellos, les hacian, -y la servidumbre durísima en que los ponian estragándoles -y desordenándoles totalmente su mansedumbre, su concierto -pacífico, su ser todo, y humilde y natural policía, y finalmente -con tanto daño de sus vidas, y de mujeres, y hijos; y él ni los -cristianos contra ellos no tenian alguna justicia, ántes iniquísima -y contra toda razon natural injusticia. A lo otro que -dijo arriba, que habia avisado en Sevilla á los que querian -venir acá, que no venia á esta isla, sino á conquistar, etc.; no -mostrará el Almirante provision ni mandado de los Reyes, -que le mandasen conquistar estas gentes, por vía de hacerles -guerra y destruirlas por guerras, porque no se las encomendaba -la Sede Apostólica para esto, sino para convertirlas y -salvarlas, trayéndolas á Jesucristo muerto y vivo por ellas. -Esto claro parece por el primer capítulo de la Instruccion que -le dieron, que arriba en el cap. 81 pusimos. Item, ¿como habian -de mandar los Reyes católicos y píos, que conquistase por -guerras á gente que el Almirante mismo habia loado, predicado -y encarecido por humilísimas, graciosas, humanas, hospitales, -liberales, dadivosas, caritativas, bonísimas y simplicísimas? -Manifiesto es que no se debe creer, que teniendo tal -noticia, dada por el mismo Almirante, y con verdad y mucha -razon, pues tan buen acogimiento halló en todos los lugares -destas islas donde llegó, mayormente cuando perdió la nao -en el puerto de la Navidad, reino del Rey piadoso Guacanagarí, -como parece en los capítulos 59 y 60 y en los siguientes,<span class="pagenum"><a name="Page_388" id="Page_388">[388]</a></span> -y esta relacion hicieron los Reyes al Papa, de la bondad -y mansedumbre de estas naciones, que no le habian de mandar -que las conquistase con guerra; y si los Reyes le dieron -tal provision, él no la habia, como injusta, de cumplir, arbitrando -que habian sido mal informados.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_389" id="Page_389">[389]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXIV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Necesario es, ántes que pasemos adelante, tornar un poco -atras para que la historia no deje olvidada cosa de las que son -señaladas. Volviendo, pues, al efecto que salió, sin lo dicho, -de los cinco navíos que despachó con las nuevas, el Almirante, -del descubrimiento de la tierra de Paria y firme, y perlas, -y del acaecimiento que mezcló el alegría que los Reyes recibieran -de las tales nuevas, sino supieran la rebelion de Francisco -Roldan; como Alonso de Hojeda, que ya estaba en Castilla, -el cual, creo yo, que debiera de irse cuando mi tio Francisco -de Peñalosa, supo que el Almirante habia la dicha tierra descubierto -y las perlas, y vido la figura que el Almirante envió -á los Reyes della, y decia en sus cartas que era isla, -y con duda (ó alguna creencia) que era tierra firme, como le -favorecia y era aficionado el Obispo de Badajoz, D. Juan de -Fonseca, que todo lo rodeaba y proveia, suplicóle que le -diese licencia para venir á descubrir por estas partes, islas ó -tierra firme, ó lo que hallase. El Obispo se la dió firmada de -su nombre y no de los Reyes, ó porque los Reyes se lo cometieron -que él diese las tales licencias ó aquella sola, lo -cual es duro de creer, ó porque de su propia autoridad se la -quiso dar no dando parte á los Reyes dello, porque como -el año de 95 el Almirante se habia quejado á los Reyes ser -contra sus privilegios dar licencia á alguno para descubrir, -porque muchos la pedian, y le dieron sobrecarta para -que cerca de aquello se le guardasen sus privilegios, si era -contra ellos, y así se suspendió, segun arriba en el cap. 125 -dijimos, y dar esta licencia al Obispo de esta manera, no sé -como lo pudo hacer; puesto que tambien siento, que como era -hombre muy determinado y acelerado, y no estaba bien con<span class="pagenum"><a name="Page_390" id="Page_390">[390]</a></span> -las cosas del Almirante, que darla temerariamente, sin consultar -los Reyes, pudo ser, pero todavía dudo de ello, porque, -aunque era muy privado de los Reyes, cosa era esta que no -osara por sola su autoridad hacer. Dióla, empero, con esta limitacion, -que no tocase en tierra del rey de Portugal, ni en -la tierra que el Almirante habia descubierto hasta el año -de 95. Tambien ocurre aquí otra dificultad, que ¿porqué no -salvaba la tierra que agora el Almirante habia descubierto, -pues constaba por la pintura y cartas que della enviaba á -los Reyes? A esto no sabré responder. De traer su licencia -solamente firmada del dicho Obispo y no de los Reyes, ninguna -duda hobo, porque Francisco Roldan la vido y lo escribió -al Almirante, y yo vide la carta original, como luego se -dirá. Habida, pues, la licencia Hojeda, hobo personas en Sevilla -que le armasen cuatro carabelas ó navíos, porque -habia muchos ávidos y codiciosos de ir á descubrir el ovillo -por el hilo que le puso en las manos el Almirante, por -haber sido el primero que abrió las puertas deste, cerrado -tantos siglos habia, mar Océano. Partió del puerto de Sancta -María ó de Cáliz, por el mes de Mayo, y, sino dice contra la -verdad Américo Vespucio en los dias del mes, como no la -dice cuanto al año, fué su partida á 20 de Mayo de 499; no -de 97 como Américo dice, usurpando la gloria y honra que al -Almirante pertenecia, y aplicándosela á sí mismo sólo, queriendo -dar á entender al mundo, que él habia sido el primer -descubridor de la tierra firme de Paria, y no el Almirante, á -quien todo el descubrimiento de todas estas Indias, islas y -tierra firme, justa y debidamente se le debe, como arriba en -el cap. 140 queda probado. En el cual capítulo trabajé de poner -por dudoso, si el Américo habia de industria negado, tácitamente, -este descubrimiento primero haber sido hecho por -el Almirante y aplicado á sí sólo, porque no habia mirado lo -que despues colegí de los mismos escritos del Américo, con -otras escrituras que de aquellos tiempos tengo y he hallado, -por lo cual digo haber sido gran falsedad y maldad -la del Américo, queriendo usurpar, contra justicia, el honor<span class="pagenum"><a name="Page_391" id="Page_391">[391]</a></span> -debido al Almirante, y la prueba desta falsedad por esta manera -y por el mismo Américo quedará clarificada. Supongamos -lo que arriba en el cap. 140 queda probado, conviene á -saber: Lo primero, el testimonio de tanta multitud numerosa -de testigos, que de vistas sabian que el Almirante fué el primero -que descubrió la tierra firme de Paria, y por consiguiente, -ninguno por toda la tierra firme llegó ántes, y esto afirma -tambien Pedro Mártir, en los capítulos 3.º y 9.º de su primera -Década. Item, el mismo Hojeda, en su deposicion, tambien lo -testifica sin poder negarlo, diciendo que, desque vido la figura -ó pintura en Castilla, vino él á descubrir, é halló que habia -llegado á Paria y salido por la Boca del Drago el Almirante. -Lo segundo, que Américo vino con Hojeda, ó por piloto, ó que -sabia algo de la mar, pues lo cuenta junto con Juan de la -Cosa y otros pilotos, ó, por ventura, que vino como mercader -poniendo algunos dineros y teniendo parte en el armada. Lo -tercero, supongamos lo que Américo confiesa en su primera -navegacion, y es, que llegó á la tierra que llamaban los indios -moradores della, Paria; item, que en cierta parte ó provincia -de la costa de la tierra firme, ó en la isla donde hicieron -guerra, los indios della le hirieron 22 hombres y matáronle -uno, y esto acaesció en el año 99, como luego se probará. Pues -digamos así: el Almirante fué el primero que descubrió á -tierra firme y Paria, Hojeda fué el primero despues del Almirante, -y Américo fué con Hojeda, y confiesa que llegaron á -Paria. Pues el Almirante partió de Sant Lúcar á 30 de Mayo -de 98 años, luego Hojeda y Américo partieron de Cáliz el año -siguiente de 99 años, porque si el Almirante partió á 30 de -Mayo de Sant Lúcar, y Hojeda y Américo á 20 de Mayo de -Cáliz, y el Almirante partió primero, no pudo ser la partida -de Hojeda y Américo en aquel año de 98, sino en el siguiente -de 99 años; ni se pudo decir en contra que pudo ser haber -partido Hojeda y Américo primeramente á 20 de Mayo el año -mesmo de 98, que partió el Almirante, puesto que fuese verdad -que el Almirante llegase primero y descubriese á Paria, -porque ya terniamos confesado el intento, conviene á saber,<span class="pagenum"><a name="Page_392" id="Page_392">[392]</a></span> -que el Almirante hobiese descubierto á Paria, y quedaria el -dicho de Américo falso tambien, por él confesado, que dice que -partió el año de 97 años; luego, sin duda, ni partieron de Cáliz -el año de 97, ni tampoco el de 98, sino el de 99, y por consiguiente, -queda manifiesto que no fué Américo el que descubrió -primero la tierra firme de Paria, ni otro ninguno sino -el Almirante. Esto se confirma, por lo que arriba en el capítulo -140 se vido, que Hojeda en su deposicion tomado por testigo -en favor del Fisco, dijo, conviene á saber, que despues que -vido la pintura de la tierra, que el Almirante habia descubierto, -en Castilla, vino á descubrir y halló ser verdad la tierra como -en pintura la habia visto, y pues esta pintura y relacion envió -el Almirante á los Reyes el mismo año de 98, á 18 de Octubre -que partieron los dichos navíos y llegaron por Navidad, y en -ellos fué mi padre, como parece en el cap. 155, arriba. Luego -si partió Hojeda y Américo por Mayo, á 20 dél, como escribe -Américo mismo, no pudo ser sino al año siguiente del 99. -Item, por otra razon se confirma: el Almirante fué avisado de -los cristianos que estaban por la provincia de Yaquimo, que -se decia la tierra del Brasil, que habia llegado allí Hojeda, -á 5 de Setiembre, y así lo escribió el Almirante á los Reyes -en los navíos donde fueron los Procuradores del Almirante y -de Roldan; y esto fué en el año de 99, al tiempo que andaba -acabándose ó era acabada la reduccion de Francisco Roldan -y de su compañía á la obediencia del Almirante, y este es el -primer viaje que Américo hizo con Hojeda; luego no pudo haber -partido Hojeda ni Américo de Cáliz el año de 97, sino -de 99. Que fuese este el primer viaje que hizo Hojeda y Américo -en busca de la tierra firme, parece por las dos cosas que -arriba se pusieron, que el mismo Américo en su primera navegacion -dice; la una, que llegaron á la tierra que llamaban -los moradores della, Paria; la segunda, que les hirieron los -indios en cierta isla 22 hombres y los mataron uno, y esto dijeron -á Francisco Roldan los de la compañía de Hojeda -cuando entró en los navíos de Hojeda el mismo Francisco Roldan, -el cual envió el Almirante á ello luego que supo que habia<span class="pagenum"><a name="Page_393" id="Page_393">[393]</a></span> -llegado Hojeda á la tierra del Brasil, desta isla, como se -dirá en el cap. 168. Escribió Francisco Roldan al Almirante, -desde allá, estas, entre otras palabras, las cuales yo vide, -firmadas del Francisco Roldan, y era su firma bien cognoscida -de mí; comienza así la carta: «Hago saber á vuestra -señoría, como yo llegué adonde estaba Hojeda, el domingo, -que se contaron 29 de Setiembre, etc.» Y más abajo: «Así que, -señor, yo hobe de ir á las carabelas y fallé en ellas á Juan -Velazquez y á Juan Vizcaino, el cual me mostró una capitulacion -que traian para descubrir, firmada del señor Obispo, en -que le daba licencia para descubrir en estas partes, tanto que -no tocase en tierra del señor rey de Portugal, ni en la tierra -que vuestra señoría habia descubierto fasta el año de 95. Descubrieron -en la tierra que agora nuevamente vuestra señoría -descubrió; dice que pasaron por luengo de costa 600 leguas, -en que hallaron gente que peleaba, tantos con tantos, con ellos, -y hirieron 20 hombres y mataron uno; en algunas partes saltaron -en tierra y les hacian mucha honra, y en otras no les -consentian saltar en tierra, etc.» Estas son palabras de Francisco -Roldan al Almirante. Américo en su primera navegacion, -dice aquestas: <i>Ex nostris autem interempto duntaxat uno, sed -vulneratis vigint duobus; qui omnes ex Dei adjutorio sanitatem -recuperaverunt</i>. Que Hojeda y Américo llegasen á esta -isla Española, cuenta luego el mismo Américo, como luego -parecerá. Resta, luego, claro, por el Américo dicho, y la -concordancia de lo que dijeron sus compañeros á Francisco -Roldan, conviene á saber, que le habian herido 20 ó 22 -y muerto uno, que aqueste fué su primer viaje; y tambien -por ambos que habian ido y visto á Paria, y tierra nuevamente -por el Almirante descubierta. Pues si este fué su primer -viaje de Américo y vino á esta isla el año de 99, á 5 de -Setiembre, partido de Castilla á 20 de Mayo en el mismo año -de 99, como queda claramente visto, síguese quedar Américo, -de haber falsamente puesto que partió de Cáliz el año de 97, -confusamente convencido. Á este propósito hace lo que escribió -tambien á los Reyes el Almirante, como supo que era Hojeda<span class="pagenum"><a name="Page_394" id="Page_394">[394]</a></span> -venido y que habia partido por Mayo cinco meses habia, -habiendo tan poco tiempo, y dijo así: «Hojeda llegó há cinco -dias al puerto adonde es el brasil; dicen estos marineros que, -segun la brevedad del tiempo que partió de Castilla, que no -puede haber descubierto tierra, bien pudieran cargar de brasil -ántes que se lo pudieran prohibir, é así como es él, así pueden -hacer otros extranjeros.» Estas son palabras del Almirante, -y yo las vide escritas de su propia mano; quiso -decir, que en cinco meses poca tierra podia haber descubierto, -y tambien, que si él no enviara á Francisco Roldan para -que le prohibiera que no cargase los navíos de brasil, que -pudiera cargarlos é irse, y que así podian hacer cualesquiera -extranjeros, sino se ponia en ello remedio. Todas estas probaciones -traidas de las cartas de Roldan y del Almirante, no -pueden ser calumniadas porque son ciertísimas, y no hay que -dudar de algunas dellas, porque nunca se pensó haberse de -alegar y traer á este propósito, como haya cincuenta y seis -ó cincuenta y siete años que fueron á otro propósito, refiriendo -la verdad, escritas, ni habia para qué fingirlas. Pero lo -que Américo escribia para cobrar nombre y aplicar á sí, usurpando -tácitamente el descubrimiento de la tierra firme, que -al Almirante pertenecia, de industria lo hacia; esto, por -muchas razones puestas en este capítulo y en el 140, arriba, -se colije, y dejadas las dichas, quiero asignar otras manifestísimas: -una es, que trastrocó los viajes que hizo, aplicando lo -del primero al segundo, y las cosas que en el uno les acaescian, -como si en el otro acaescieran, las referia. Cuenta que -en el primer viaje tardaron diez y ocho meses, y esto no -es posible, porque á los cinco meses que habia partido de -Castilla vino á esta isla, y de esta isla no podia volver á la -tierra firme, para andar tanto por ella, por los vientos que -siempre corren contrarios, que son las brisas y las corrientes, -sino con grandísima dificultad y en mucho tiempo, por manera, -que lo que anduvo por tierra firme, fué dentro de cinco -meses, dentro de los cuales vino á ella, puesto que, como -abajo se dirá, dijo el Hojeda á algunos de los españoles que<span class="pagenum"><a name="Page_395" id="Page_395">[395]</a></span> -aquí estaban, ántes que desta isla se partiesen, que iba á hacer -una cabalgada, la cual hizo salteando los indios de algunas -de las islas de estos alredadores, de las cuales llevó á Castilla, segun -cuenta el mismo Américo, 222 esclavos, y esto dice en -fin de su primera navegacion: <i>Nosque, Hispaniæ viam sequentes, -Calicium tandem repetivimus portum, cum ducentis viginti -duobus captivatis personis</i>, etc. Otra es, que ciertos daños y -fuerzas que Hojeda hizo y los que con él vinieron, á indios y -á los españoles en Xaraguá, en su primer viaje, púsolos en el -segundo y segunda navegacion, en el fin de ella, donde dice: -<i>Obplurimarun rerum nostrarum indigentiam venimusque ad Antigliæ -insulam, quam paucis nuper ab annis Christophorus Columbus -discooperuit: in qua reculas nostras ac navalia reficiendo, -mensibus duobus et diebus totidem permansimus: plures interdum -Christicolarum in ibi conversantium contumelias perpetrando, -quas prolixas ne nimium fiam hic omitto</i>. Antilla llamaban los -portugueses entónces esta isla Española, y porque este Américo -escribia esto en Lisboa, la llama Antiglia. Que estas injurias -que dicen que pasaron allí de los españoles, las cuales se excusa -decir, porque no le cumple, y la causa por qué se las hicieron, -lo cual luego se dirá en el capítulo siguiente, acaesciesen -en el primer viaje, claro, luego, asimismo se verá. Otra es, -que llegaron por 5 de Setiembre, como se dijo, á esta isla, y -dice que estuvieron dos meses y dos dias en ella, y estos, de -necesidad, habian de ser todo Setiembre y Octubre, y algun -dia andado de Noviembre; y dice allí, que salieron desta isla -á 22 de Julio y que tornaron al puerto de Cáliz á 8 de Setiembre; -todo esto consta ser falsísimo. Lo mismo se puede -averiguar de todos los otros números de los años, meses y -dias que asigna de sus navegaciones, facilísimamente, y así, -parece que de industria quiso llevar sólo la gloria y nombre -del descubrimiento de la tierra firme, áun callando el nombre -de su Capitan, Alonso de Hojeda, usurpando tácitamente, -como queda dicho, el honor y gracias que al Almirante se le -debe por este insigne hecho, engañando al mundo, como escribia -en latin, y al rey Renato de Nápoles, y para fuera de<span class="pagenum"><a name="Page_396" id="Page_396">[396]</a></span> -España, y no habia (cubiertos los que entónces esto sabian), -quien los resistiese y declarase. Y maravíllome yo de D. Hernando -Colon, hijo del mismo Almirante, que siendo persona -de muy buen ingenio y prudencia, y teniendo en su poder las -mismas navegaciones de Américo, como lo sé yo, no advirtió -en este hurto y usurpacion que Américo Vespucio hizo á su -muy ilustre padre.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_397" id="Page_397">[397]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Vista queda, porque largamente declarada, la industriosa -cautela, no en la haz ni, segun creo, con facilidad pensada, -sino por algun dia rumiada de Américo Vespucio, para que -se le atribuyese haber descubierto la mayor parte deste indiano -mundo, habiendo concedido Dios este privilegio al Almirante. -De aquí conviene proseguir la historia de lo que -acaesció á Alonso de Hojeda, con quien iba el Américo, su -primer viaje. Partió, pues, con cuatro navíos, por el mes de -Mayo, del puerto de Cáliz, Alonso de Hojeda, y Juan de la -Cosa por piloto ya experimentado por los viajes que habia -ido con el Almirante, y otros pilotos y personas que tambien -se habian hallado en los dichos viajes, y tambien Américo, el -cual, como arriba queda dicho en el cap. 140, ó fué como -mercader ó como sabio en las cosas de cosmosgrafía y de la -mar; partieron, digo, por Mayo, segun dice Américo, pero -no como él dice año de 1497, sino el año de 99, como asaz -queda averiguado. Su camino enderezaron hácia el Poniente, -primero, desde las islas Canarias, despues la vía del Austro. En -veintisiete dias llegaron (segun dice el mismo Américo) á vista -de tierra, la cual juzgaron ser firme, y no estuvieron en ello -engañados; llegados á la más propincua tierra, echaron anclas, -obra de una legua de la ribera, por miedo de no dar en algun -bajo. Echaron las barcas fuera y aparéjanse de sus armas, -llegan á la ribera, ven infinito número de gente desnuda; ellos -reciben inestimable gozo. Los indios páranselos á mirar como -pasmados, pónense luego en huida al más propincuo monte; -los cristianos, con señales de paz y amistad, los alagaban, pero -ellos no curaban de creerlos, y porque habian echado las -anclas en la playa y no en puerto, temiendo no padeciesen<span class="pagenum"><a name="Page_398" id="Page_398">[398]</a></span> -peligro, si viniese algun recio tiempo, alzaron y vánse la costa -abajo á buscar puertos, viendo toda la ribera llena de gente, -y al cabo de dos dias lo hallaron bueno. Surgieron media -legua de tierra, pareció infinita multitud de gentes que venian -á ver cosa tan nueva. Saltaron en tierra 40 hombres bien -aparejados, llamaron las gentes como con señuelos, mostrándoles -cascabeles y espejuelos y otras cosas de Castilla; ellos, -siempre temiendo no fuesen cebo de anzuelo ó carne de -buitrera no los creian, pero al cabo, algunos de los indios que -se atrevieron, llegáronse á los cristianos, y las cosillas que -les daban recibieron. Sobrevino la noche, volviéronse á las -naos y los indios á sus pueblos, y, en esclaresciendo, estaba la -playa llena de gente, hombres y mujeres con sus niños en -los brazos, como unas ovejas y corderos, que era grande -alegría verlos. Saltan los cristianos en sus barcas para salir -en tierra, échanse los indios al agua, nadando, vienen á recibirlos -un gran tiro de ballesta; llegados á tierra de tal manera, -los recibieron, y con tanta confianza y seguridad ó -descuido se juntaban los indios con ellos, como si fueran sus -padres los unos de los otros, y toda su vida hubieran vivido -y conversado con ellos. Era esta gente de mediana estatura, -bien proporcionados, las caras no muy hermosas por tenerlas -anchas; la color de la carne que tira á rubia como los pelos -del leon, de manera que, á ser y andar vestidos, serian poco -ménos blancos que nosotros; pelo alguno no le consienten en -todo su cuerpo, porque lo tienen por cosa bestial; ligerísimos, -hombres y mujeres, grandes nadadores, y más las mujeres -que los hombres, más que puede ser encarecido, porque nadan -dos leguas sin descansar. Entendieron los nuestros ser -muy guerreros; sus armas son arcos y flechas muy agudas de -huesos de peces, y tiran muy al cierto; llevaban sus mujeres -á la guerra, no para pelear, sino para llevarles las comidas, y -lo que más suelen consigo llevar; no tienen Reyes, ni señores, -ni capitanes en las guerras, sino unos á otros se llaman y -convocan y exhortan cuando han de pelear contra sus enemigos; -la causa de sus guerras entendieron ser contra los de<span class="pagenum"><a name="Page_399" id="Page_399">[399]</a></span> -otra lengua, si les mataron algun pariente y amigo, y el querelloso, -que es el más antiguo pariente, en las plazas llama -y convoca á los vecinos que le ayuden contra los que tiene -por enemigos. No guardan hora ni regla en el comer, sino todas -las veces que lo han gana, y esto es porque cada vez -comen poco, y siéntanse en el suelo á comer; la comida, -carne ó pescado, pónenla en ciertas escudillas de barro que -hacen, ó en medias calabazas; duermen en hamacas hechas -de algodon, de las que arriba, hablando de esta isla dijimos; -son honestísimos en la conversacion de las mujeres, como dijimos -de los desta isla, que ninguna persona del mundo lo -ha de sentir, y, cuanto en aquello son honestos, usan de -gran deshonestidad en el orinar ellos y ellas, porque no se -apartan, sino en presencia de todos; y lo mismo no se curan -de hacer el estruendo del vientre. No tenian órden ni ley en -los mantenimientos; tomaban ellos cuantos querian y ellas -tambien, y dejábanse cuando les placia, sin que á ninguno -se haga injuria ni la reciba del otro. No eran celosos ellos ni -ellas, sino todos vivian á su placer, sin recibir enojo del otro. -Multiplicaban mucho, y las mujeres preñadas no por eso dejan -de trabajar; cuando paren tienen muy chicos y cuasi -insensibles dolores. Si hoy paren, mañana se levantan, tan -sin pena, como si no parieran; en pariendo, vánse luego al -rio á lavar, y luego se hallan limpias y sanas. Si se enojan de -sus maridos, fácilmente, con ciertas hierbas ó zumos, abortan, -echando muertas las criaturas; y, aunque andan desnudas, lo -que es vergonzoso de tal manera lo tienen cubierto con hojas, -ó con tela, ó con cierto trapillo de algodon, que no se parece, -y los hombres y las mujeres no se mueven más porque todo -lo secreto y vergonzoso se vea ó ande descubierto, que nosotros -nos movemos viendo los rostros ó manos de los hombres. -Son limpísimos en todos sus cuerpos ellos y ellas, por -lavarse muchas veces. Religion alguna no les vieron que tuviesen, -ni templos ó casas de oracion. Las casas en que moraban -eran comunes á todos, y tan capaces, que cabian y -vieron en ellas 600 personas, y ocho dellas que cupieran<span class="pagenum"><a name="Page_400" id="Page_400">[400]</a></span> -10.000 ánimas. Eran de madera fortísimas, aunque cubiertas -de hojas de palmas; la hechura como á manera de -campana; de ocho á ocho años, dicen que se mudaban de -unos lugares á otros, porque con el calor del sol excesísimo -se inficionaban los aires y causaban grandes enfermedades. -Todas sus riquezas eran plumas de aves de colores diversos, -y unas cuentas hechas de huesos de peces y de unas -piedras verdes y blancas, las cuales se ponian en las orejas -y labios; el oro y perlas y otras cosas ricas, ni las buscan -ni las quieren, ántes las deshechan como cosas que tienen en -poco. Ningun trato y compra ni venta ni conmutaciones usan, -sino sólo aquellas cosas que para sus necesidades naturales -les produce y ministra la naturaleza; cuanto tienen y poseen -dan liberalísimamente á cualquiera que se lo pide; y así -como en el dar son muy liberales, de aquella manera de pedir -y recibir, de los que tienen por amigos, son cupidísimos. -Por señal de gran amistad tienen entre sí, comunicar sus mujeres -é hijas con sus amigos y huéspedes. El padre y la madre -tienen por gran honra que cualquiera tenga por bien de -llevarles su hija, aunque sea vírgen, y tenerla por amiga, y -esto estiman por confirmacion de amistad entre sí. Diversas -maneras de enterrar los difuntos entre sí tienen; unos los -entierran con agua en las sepulturas, poniéndoles á la cabecera -mucha comida, creyendo que para el camino de la otra -vida, ó en ella, de aquello se mantengan; lloro, ninguno, ni -sentimiento hacen por los que se mueren. Otros tienen aqueste -uso, que cuando les parece que el enfermo está cercano á -la muerte, sus parientes más cercanos lo llevan en una hamaca -al monte, y allí, colgada la hamaca de dos árboles, un -dia entero les hacen muchos bailes y cantos, y viniendo la -noche, pónenle á la cabecera agua y de comer cuanto le podrá -bastar para tres ó cuatro dias, y, dejándolo allí, vánse, y -nunca más lo visitan. Si el enfermo come y bebe de aquello, -y al cabo convalece y se vuelve, de su casa con grandes alegrías -y ceremonias lo reciben; pero pocos deben ser los que -escapan, pues nadie, despues de puestos allí, los ayuda y<span class="pagenum"><a name="Page_401" id="Page_401">[401]</a></span> -visita. En el curar los enfermos se han desta manera: que -cuando están con el mayor calor de calentura, métenlo en -agua muy fria, y allí lo bañan; despues pónenlo al fuego, -que hacen muy grande, por dos horas buenas, hasta que esté -bien caliente; de aquí hácenle, aunque le pese, dar grandes -carreras en ida y venida; despues échanlo á dormir. Con -esta medicina y modo de curar, muchos escapan y sanan; -usan mucho de la dieta, porque se están tres y cuatro dias -sin comer ni beber. Sángranse muchas veces, no de los brazos, -sino de los lomos y de las pantorrillas; tambien acostumbran -vómitos con ciertas hierbas que traen en la boca; -abundan en mucha sangre y flemático humor, por ser su comida -de raíces y hierbas y cosas terrestres, y de pescado; -hacen el pan de las raíces que en esta Española llamaban -yuca; grano, dijeron que no tenian; carne pocas veces comian, -sino era la humana, lo cual mucho tenian en uso, y esta era -la de sus enemigos, los cuales se maravillaban de que los -cristianos la de sus enemigos no comiesen. Hallaron en esta -tierra poca señal de oro, aunque alguna, ni de otra cosa que -fuese de valor; echábanlo á que no entendian la lengua, mayormente, -que hallaban diversas lenguas en una provincia. -Del sitio y disposicion y hermosura de la tierra, dicen que no -puede ser mejor. Todas estas cosas cuenta Américo en su primera -navegacion, muchas de las cuales no era posible en dos -ni tres, ni en diez dias que podian estar ó estaban entre los -indios, no entendiéndoles palabra una ni ninguna, como él -aquí confiesa, saberlas, como es aquella de que en ocho años -se mudaban de tierra en tierra por el ardor del sol, y que -cuando se enojaban de sus maridos, movian las criaturas las -mujeres, y que no tenian ley ni órden en los matrimonios, y -ni Rey, ni señor, ni Capitan en las guerras, y otras semejantes; -y por eso, sólo aquello que por los ojos vian, y podian -ver, como era lo que comian y bebian, y andaban desnudos y -eran de color tal, y grandes nadadores, y otros actos exteriores, -es lo que podemos creer; lo demas parece todo ficciones.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_402" id="Page_402">[402]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXVI.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Dejaron estas gentes y vánse la costa abajo, muchas veces -saltando en tierra y viendo y conversando diversas gentes, -hasta que llegaron á un puerto, en el cual, como entraron, -vieron un pueblo sobre el agua fundado como Venecia; en el -cual, dice Américo, que habia 20 casas muy grandes de la -hechura de las otras, en forma de campana, puestas sobre -postes validísimos, á las puertas de las cuales tenian sus -puentes levadizas, por los cuales, como por calles, pasaban y -andaban de una casa á otra. Los vecinos della, así como -vieron los navíos y la gente dellos, á lo que pareció, alzaron -luego sus puentes todas, y luego en sus casas se recogieron, -y estando los cristianos mirando y admirándose desto, -ven venir 12 canoas ó barquillos de los de un madero, llenas -de gente que se venian á ellos; y, llegados, páranselos á mirar -rodeando los navíos de una parte á otra, maravillados y como -pasmados de verlos. Hiciéronles los cristianos señas de amistad -y que se viniesen á ellos, no quisieron; vánse los cristianos -hácia ellos, pero no quisieron esperar, sino dándose -priesa á huir, y con las manos haciendo señas como que los -esperasen y volverian, salen de sus canoas y vánse á una -sierra, y vuelven con 16 doncellas, y viénense con ellas á -los navíos en sus canoas, y poniendo en cada navío cuatro, -ofrécenselas, y así de buena amistad, dentro de sus canoas, -entrando y saliendo á los navíos, conversaron con ellos. En -esto salen de las casas que habian visto mucha gente, y -échanse á la mar, nadando veníanse hácia los navíos, y ya -que llegaban cerca, páranse ciertas mujeres viejas y dan -tantos gritos y voces, hacen tantos clamores, mesábanse los -cabellos, mostraban tanto dolor y angustia, que parecia que<span class="pagenum"><a name="Page_403" id="Page_403">[403]</a></span> -rasgaban los cielos; viendo esto las doncellas, súbito, se dejan -caer á la mar, y los indios que estaban en las canoas comenzaron -á apartarse de los navíos y á tirarles flechazos muy -á menudo, y los que venian nadando, diz que, traian sus -lanzas con el agua encubiertas. Debia ser tirar las flechas y -traer las lanzas por defensa de las muchachas, ya que se arrepentian -de se las haber dado, porque no se las tornasen á -tomar. Visto esto, los cristianos que no sufren á los indios -muchos juguetes, saltan en las barcas y van tras ellos; embisten -las canoas y anéganselas, matan 20 dellos, y acuchillan -y alancéanles muchos, no del todo muertos. Sálvanse -á nado todos los que pudieron; de los cristianos quedaron -heridos cinco, pero no padecieron peligro alguno. Cogieron -de las muchachas dos, y tres de los hombres prendieron; van -luego á las casas, no hallaron más de dos viejas y un hombre -enfermo; no quisieron quemar las casas porque les pareció -tener escrúpulo de conciencia, dice Américo. Harto fuera mejor, -y con ménos escrúpulo de conciencia se hiciera, dejarlos ir -y mostrarles mansedumbre, y darles á entender que no les -querian hacer mal, por señas, ni venian á eso, enviándoles -de las cosillas de Castilla, y vencieran el mal con bien, é fuera -cristiano ejemplo, pero no iban á esto sino á buscar oro -y perlas. Volviéronse á sus navíos con sus cinco captivos, -echaron los tres hombres en hierros; una noche, las dos -muchachas y uno de los presos, que se soltó sotilmente, se -echaron en la mar y dellos se descabulleron. Alzan las velas -de este puerto, y vánse 80 leguas la costa abajo, y esta fué -la tierra de Paria, que habia descubierto el Almirante, como -pareció arriba, donde hallaron otra gente, de aquella, en lengua -y conversacion, muy diversa; surgieron con sus anclas, -saltaron en las barcas para ir á tierra, vieron sobre 4.000 -personas en la ribera. No esperaron los indios de miedo, ántes -á los montes, dejando cuanto que tenian, huyeron. Salidos -los cristianos á tierra vánse por unos caminos, hallaron ciertas -chozas y muchas, que fuesen de pescadores creyeron; -hallaron muchos fuegos, y en ellos pescados de diversas maneras,<span class="pagenum"><a name="Page_404" id="Page_404">[404]</a></span> -y asándose una de las iguanas que arriba dijimos, de que -se asombraron, creyendo que era alguna bravísima sierpe. El -pan que comia esta gente, dice Américo, que lo hacian de pescado -en agua hirviente algo cocido, despues lo golpean y amasan, -y, hecho de aquella masa panecillos, pónenlo sobre las -ascuas, y así allí los cuecen, y era muy buen pan, á su juicio. -Muchas maneras de manjares y de hierbas y de frutas -de árboles hallaron, y ninguna cosa dellas les tomaron, -ántes les dejaron en sus ranchos y chozas cosillas de -las de Castilla, para, si pudiesen, asegurarles del miedo que -tenian, y volviéronse á sus navíos. Otro dia, en saliendo -el sol, comienza á venir á la playa infinita gente; salieron -á tierra los cristianos de los navíos, esperan los indios, -aunque todavía muy tímidos; lléganse los cristianos, y poco -á poco pierden el miedo, y por señas les dicen que aquellas -chozas no son sus casas principales, más de para venir á -pescar hechas, y que les rogaban fuesen con ellos á sus pueblos. -Vista la instancia que hacian é su importunidad, y que -parecia proceder de buena voluntad, acordaron de ir 23 hombres, -bien armados, con determinacion de morir cuando la -necesidad les compeliese, empleando primero en ellos bien sus -personas. Estuvieron allí con ellos tres dias en gran conversacion -de amistad, puesto que ni una palabra se entendian. -Fuéronse con ellos la tierra dentro, tres leguas, á un pueblo -que estaba allí, donde fueron recibidos con tantos bailes, -cantares, alegría y regocijos, y servidos de tantos manjares -y comida de los que tenian, que dice Américo que no tenia -péndola que lo pudiese escribir. Dice más, que aquella noche -durmieron allí, y que sus propias mujeres, con toda prodigalidad -les ofrecian, y esto con tanta importunidad que no -bastaban á resistirles; como allí estuviesen aquella noche y -otro dia hasta medio dia, fué tanto y tan admirable el pueblo -que á verlos de otras poblaciones de la tierra vino, y verlos -absortos en mirarlos, rodearlos y tocarlos, que era una cosa -de maravilla. Ciertos hombres ancianos, que debian ser los -señores, les rogaron con la misma importunidad que se fuesen<span class="pagenum"><a name="Page_405" id="Page_405">[405]</a></span> -con ellos á sus pueblos, lo cual les concedieron, donde -fácil cosa de contar no es, dice Américo, cuantos honores y -buen tratamiento les hicieron. Estuvieron en muchas poblaciones -suyas, por nueve dias, dentro de los cuales los que -quedaron en los navíos estuvieron harto penados, temiendo -no les hobiese la ida sucedido mal. Despues de los nueve dias, -que gastaron andando por muchos pueblos, acordaron á sus -navíos volverse; fué cosa cuasi increible la gente que con ellos -en su compañía vino hasta la mar, hombres y mujeres; cuando -se cansaba alguno de los cristianos, ellos los levantaban, y -en las hamacas los traian á cuestas, como quien anda en litera, -y áun con harto ménos peligro y más descanso, ellos los llevaban. -Á las pasadas de los rios, que habia muchos y muy -grandes, con balsas y otros sus artificios, con tanta seguridad -y enjuteza los pasaban como si fueran por tierra. Vinieron con -muchas cosas cargados muchos, que á los cristianos en sus -pueblos dieron, como muchos arcos y flechas, muchas cosas -de pluma; de papagayos gran número, de diversas colores; -otros traian sus alhajas cuantas tenian para darles y -dejarles cuando á sus casas se volviesen; otros, dice Américo, -traian sus animales consigo; estos animales no puedo yo entender -cuales fuesen. Y cuenta una cosa, entre las otras, muy -admirable: que cada uno de los indios se tenia por felice, si á -las pasadas de los rios que se vadeaban, pasa el cristiano en -sus hombros, y aquel que más veces ó más cristianos pasaba -por más bienaventurado se estimaba. Así como llegaron á la -playa, que vinieron las barcas de los navíos á tomar los cristianos, -y quisieron entrar en ellas, y tanta gente cargó y con tanta -prisa entrar quisieran, unos primero que otros, que aína se -anegáran las barcas; fueron tantos los que entraron en las -barcas con los cristianos y los que iban nadando, que pasaban -de mil, y daban alguna molestia con su importunidad y -frecuencia á los cristianos. Entraron en los navíos y estuvieron -en ellos, aunque desnudos y sin armas, dice Américo; de -ver los navíos y las járcias y todos los instrumentos y aparatos -de las naos, y de su grandeza, no acababan de se admirar.<span class="pagenum"><a name="Page_406" id="Page_406">[406]</a></span> -Estando así admirados, acuerdan los de un navío, y debia -de ser del navío del capitan Hojeda, burlando ó de veras -espantarlos más; soltaron ciertas lombardas, pegando fuego, y, -con el terrible tronido que dieron, la mayor parte de todos -ellos dan consigo en la mar, de la misma manera que las ranas -que estan en seco en la ribera, oyendo algun estruendo, -súbitamente saltan luego á zabullirse en el agua; y de tal -manera quedaron atónitos y sin habla, que ya á los cristianos -de la burla les comenzaba á pesar; comenzáronse á reir y alagarlos, -hasta que vieron que aquello era burlando, haciéndoles -entender por señas, que aquellas armas eran para las guerras -que solian tener contra sus enemigos. Estuvieron allí todo aquel -dia, con gran contentamiento, y que no los podian despedir de -sí hasta que les dijeron por señas que se fuesen, porque aquella -noche se querian partir; fuéronse muy alegres y contentos, -y con gran amor y benevolencia de los cristianos. Dice Américo -aquí, que aquella tierra era de gente muy poblada y de -muchos y diversos animales llena, pocos que se parecian á -los nuestros de España, sacados los leones, osos, ciervos, puercos, -cabras monteses y gamos, que tenian cierta deformidad, -diferentes de los nuestros; pero, en la verdad, yo no creo que -él vido leones ni osos, porque leones son muy raros, y no -pudieron estar tanto que los viesen, ni osos; cabras, nunca -hombre en estas Indias las vido, ni sé como pudo ver la diferencia -que hay de ciervos á los gamos, si alguna es, ni -puercos porque no los hay en estas partes; ciervos ó gamos, -de léjos, bien pudo ver muchos, porque los hay infinitos en -toda la tierra firme; caballos, mulas, asnos, vacas, ni ovejas, -ni perros, dice que no hay y dice verdad, puesto que perros -de cierta especie, que no la de acá, háilos en algunas -partes. De otros muchos animales de varios géneros, silvestres, -dice que hay gran abundancia; pero si no eran conejos, -pudo él dar poco verdadero testimonio de haberlos visto. De -aves de diversas colores y especies y hermosura, dice que -vieron muchas, y así lo creo, porque las hay infinitas. De la -region de la tierra, dice ser amenísima y fructífera, de selvas<span class="pagenum"><a name="Page_407" id="Page_407">[407]</a></span> -y florestas grandes llena, las cuales en todo el tiempo del -año están verdes y con sus hojas que jamás se caen; frutos, innumerables -y diversos de los nuestros: y todo es verdad. Torna -á repetir (no sé si lo dice de aquella misma tierra, que parece -que sí, ó de otra, y parece que su decir confunde la relacion -por lo que ha dicho arriba, que se habian de partir aquella -noche), que vino mucho pueblo á los contemplar por ver sus -gestos, personas y blancura, y que les preguntaban que de -dónde venian, ellos respondian que habian descendido del -cielo por ver las cosas de la tierra, lo cual sin duda los indios -creyeron. Cometieron aquí los cristianos un grande sacrilegio, -estimando hacer á Dios agradable sacrificio, que -como vieron aquellas gentes tan tratables, mansuetas y benignas, -no las entendiendo, ni ellas á ellos, ni sola una palabra, -por lo cual no pudieron darles alguna chica ni grande doctrina, -baptizaron, dice Américo, infinitos; de donde parece lo -poco que Américo y los que allí iban, de la práctica de los -Sacramentos y la reverencia que se les debia tener, y la disposicion -y idoneidad que para recibirlos se requeria, sabian, -porque si el Sacramento del baptismo recibieron y el carácter -se les imprimió, como parece que sí, porque no tuvieron -ficion alguna, sino ántes voluntad positiva, expresa, de recibir -lo que aquellos hombres cristianos les daban, é implícita de -lo que la Iglesia les diera si fueran los ministros discretos, y -si ellos supieran qué cosa era Iglesia y baptismo, precediendo -en ellos suficiente doctrina, sin duda tuvieran la voluntad -é intencion expresa. Es manifiesto que cometieron aquellos -cristianos, en baptizarlos, contra Dios gran ofensa; la razon -es clara, porque fueron causa aquellos que fueron ministros -del baptismo, que aquellos indios ya cristianos, que -poco que mucho eran idólatras, y que estarian en muchos pecados, -quizá de diversas especies, como gente careciente de -lumbre de fe y de doctrina, desde adelante fuesen á idolatrar -con injuria del Sacramento, y así, con gran sacrilegio, imputable -á los que tan indiscretamente los baptizaron, no á -los baptizados indios; y si no recibieron el carácter y baptismo,<span class="pagenum"><a name="Page_408" id="Page_408">[408]</a></span> -tambien ofendieron á Dios, porque administraron fuera -del caso de necesidad en cuanto en sí era el Sacramento en -balde é indebidamente, por faltar la necesaria disposicion en -el sujeto, por lo cual se instituyeron, con culpable indiscrecion, -en idóneos ministros. Dice Américo, que, despues de -baptizados, decian los indios, charaybí, que suena en su lengua, -llamando á sí mismos, varones de gran sabiduría; cosa es -esta de reir, porque áun no entendian qué vocablo tenian por -pan ó por agua, que es lo primero que de aquellas lenguas á -los principios aprendemos, y en dos dias ó diez que allí estuvieron, -que quizá no llegaron á seis, quiere Américo hacer -entender que entendia que charaybí queria decir varones -de gran sabiduría. Aquí declara Américo, que aquella tierra -llamaban los naturales de ella, Paria, y disimula lo que allí -pasó de las nuevas que supieron, como habia estado allí tantos -dias el Almirante, y vieron las cosas que les habia dado -de las de Castilla, y fuera razon que no lo callara. Bien será -que todos los que aqueste paso leyeren, y todo el discurso de -aquesta historia, hagan aquí pié, y noten como verdaderos -cristianos y prudentes, desembarazados y libres de afeccion, -la bondad y mansedumbre y hospitalidad natural de estas -gentes, todas, digo, las de estas Indias, y como resciben los -cristianos en sus tierras al principio, ántes que los cognoscan -por sus obras no cristianas ni de cristianos, sino de hombres, -puros hombres, inventadas y adquiridas por sus corruptas costumbres; -consideren tambien los lectores, la disposicion tan -buena y tan propíncua que tenian para recibir nuestra católica -fe, y con cuan poco trabajo, y con ninguna resistencia se hicieran -todas las naciones deste orbe, infinitas, cristianas, y se -convirtieran á su Criador y Redentor, Jesucristo, si entráramos -en ellas como verdaderos cristianos. Pero pasemos adelante, -porque antigua cuestion y lamentable materia es esta.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_409" id="Page_409">[409]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXVII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Acordaron de salir deste puerto, y debia ser el golfo dulce, -de que arriba se ha hecho larga mencion, que hace la isla -de la Trinidad con la tierra de Paria, dentro de la boca del -Drago, y sospecho que, como cosa que era señalada y notorio -haberla descubierto el Almirante, calló Américo, de industria, -el nombre de la boca del Drago; porque esto es -cierto, que Hojeda y Américo estuvieron dentro deste puerto, -como el mismo Hojeda, en la susodicha su deposicion, con -juramento lo confiesa, y otros muchos testigos, asimismo con -juramento, en la probanza que hizo el Fiscal, lo afirman; y -aquí dice Américo, que habia ya trece meses que andaban -por allí, pero yo no lo creo, y si dice verdad en los meses, -fueron en el segundo viaje, que despues con el mismo Hojeda -hizo, á lo que tengo entendido, y no en este primero, como -parece por muchas razones arriba traidas, y por las que más -se trujeren. Finalmente, salidos, desde Paria vánse la costa -abajo, y llegan á la Margarita, que el Almirante habia visto y -nombrado Margarita, puesto que no llegó á ella, y saltó en -ella Hojeda, y paseó parte della por sus piés, como él mismo -dice, y estos mismos testigos, que con él fueron, tambien -dicen que llegó á ella, puesto que no niegan ni lo afirman -que saltase en ella; y desto no hay que dudar, sino que la -pasearia, porque es muy graciosa isla, y tenia espacio para -ello: y poco hace al caso esto. Allí es de creer que rescataron -perlas, puesto que no lo dice, pues otros descubridores que -luego despues de él vinieron, las rescataron en la dicha Margarita. -Extendió su viaje Hojeda hasta la provincia y golfo de -Cuquibacoa, en lengua de indios, que agora se llama en -nuestro lenguaje, Venezuela, y de allí al cabo de la Vela,<span class="pagenum"><a name="Page_410" id="Page_410">[410]</a></span> -donde agora se pescan las perlas, y él le puso aquel nombre, -cabo de la Vela, y hoy permanece, con una renglera de islas -que van de Oriente á Poniente, alguna de las cuales llamó -Hojeda de los Gigantes. Por manera que anduvo costeando -por la tierra firme 400 leguas, 200 al Levante de Paria, donde -recognosció la primera tierra, y esta, él sólo primero que -otro alguno, con los que con él iban y fueron, la descubrió -y descubrieron; y 200 que hay de Paria al cabo de la Vela. -Paria estaba descubierta, y la Margarita, por el Almirante, -ocularmente, y grande parte de las dichas 200 leguas de -la Margarita al cabo de la Vela, porque el Almirante vido -como iba la tierra y la cordillera de las sierras hácia el -Poniente, y así todo este descubrimiento á él se le debe, -porque no se sigue que para que se dijese haber descubierto -una tierra ó isla, era menester que la paseara toda; -como la isla de Cuba, claro está que la descubrió por su persona, -pero no se requeria que anduviese todos los rincones -della, y lo mismo desta isla Española y de las demas, y así -de toda la tierra firme, cuanto grande sea y cuanto más se extienda, -el Almirante la descubrió. De lo dicho parece, manifiestamente, -que Américo se alargó en lo que en su primera -navegacion afirma, que costearon 860 leguas: esto no es verdad, -por confesion del mismo Hojeda, el cual no quiso perder -algo de su gloria y derecho, empero, dice en su dicho, como -pareció en el cap. 140, que arriba de Paria descubrió 200 leguas, -y de Paria á Cuquibacoa, que hoy es Venezuela; yo le -añido hasta el cabo de la Vela, porque lo hallé así depuesto -en el susodicho proceso por algunos testigos que supieron -bien despues toda aquella tierra, é trataban con los descubridores -é iban en los descubrimientos, aunque no aquel -viaje con Hojeda, pero era todo esto entónces muy reciente, -y por esto muy manifiesto. No hizo mencion Hojeda del cabo -de la Vela, porque está cerca del golfo de la Venezuela y es -toda una tierra, y del golfo y provincia, como cosa señalada y -notable, que, como se dijo, se llamaba por los indios Cuquibacoa, -principalmente la hizo. De toda esta tierra ó ribera de mar<span class="pagenum"><a name="Page_411" id="Page_411">[411]</a></span> -que anduvo Hojeda y Américo y su compañía, oro y perlas, -por rescates y conmutaciones, hobieron; la cantidad no la -supe ni las obras que por la tierra hicieron. Dejada, pues, la -Margarita, vinieron á Cumaná y Maracapana, que está de la -Margarita, 7 leguas el primero y 20 el segundo. Estos son -pueblos que están á ribera de la mar, y ántes del Cumaná -entra un golfo, haciendo un gran rincon el agua del mar, -de 14 leguas, dentro en la tierra; estaba cercado de pueblos -de infinita gente, y el primero, cuasi á la boca ó entrada, estaba -Cumaná, que dije ser el primer pueblo. Sale un rio junto -al pueblo, poderoso, y hay en él infinitos que llamamos lagartos, -pero no son sino naturalísimos cocodrilos de los del rio -Nilo. Y, porque tenian necesidad de adobar los navíos, porque -estaban defectuosos para navegar á España tanto camino, y -de bastimentos para la mayor parte de su viaje, llegaron á un -puerto que el Américo dice que era el mejor del mundo, y no -dice á qué parte ó lugar, ni tampoco lo toca Hojeda, y segun -yo me quiero, de cuarenta y tres años atras, acordar, cuando -hablábamos en el viaje de Hojeda (y áun quizá son más de -cincuenta años), sospecho que debia ser en el golfo que arriba -dije de Cariaco, que entra 14 leguas la tierra dentro, y está -la boca de él 7 leguas de la Margarita, en la tierra firme, -junto á Cumaná. Por otra parte, me parece que oí en aquel -tiempo que habia Hojeda entrado y adobado los navíos y -hecho un bergantin en el puerto y pueblo que nombré Maracapana; -pero este, aunque es puerto, no es el mejor del -mundo.</p> - -<p>Finalmente, surgieron allí donde quiera que sea, dentro -de aquellas 200 leguas de tierra firme, de Paria abajo; fueron -recibidos y servidos de las gentes de aquella comarca, que -dice Américo eran infinitas, como si fueran ángeles del cielo, -y ellos, como Abrahan cognosció los tres, por ángeles los conocieran. -Descargaron los navíos, y llegáronlos á tierra, todo -con ayuda y trabajos de los indios; limpiáronlos y diéronles -carena, y hacen un bergantin de nuevo. Diéronles todo el -tiempo que en esto estuvieron, que fueron treinta y siete dias,<span class="pagenum"><a name="Page_412" id="Page_412">[412]</a></span> -de comer de su pan y venados y pescado, y otras cosas de -sus comidas, que gastar de sus mantenimientos de Castilla -ninguna necesidad tuvieron, por manera que, sino no les -proveyeran, dice Américo, que no tuvieran para tornar en -España, sin gran necesidad de bastimentos, que comieran. -En todo el tiempo que estuvieron, se iban por la tierra dentro -á los pueblos, en los cuales les hacian caritativos recibimientos, -honras, servicios y fiestas. Y esto es cierto, como abajo, -en el discurso desta historia, se verá, placiendo á Dios todo -poderoso, que todas estas gentes de las Indias, como sean de -su naturaleza mitíssimas y simplicísimas, así saben servir é -agradar á los que en sus casas y tierras, cuando los tienen -por amigos, resciben, que ninguna otra les hace en esto ventaja, -y quizá ni llega á serles en esto vecina. Ya que determinaban, -remediados sus navíos y hecho el bergantin, partirse -para Castilla, dice aquí Américo, que aquellos sus buenos -huéspedes les dieron grandes quejas de otra cierta gente -feroz y cruel, habitadora de cierta isla, que de allí 100 leguas -estaria, que venia en cierto tiempo del año por la mar á hacerles -guerra y los cautivaba, y llevándolos consigo, los mataba -y los comia. Con tanta instancia y afeccion y dolor parece -que lo representaban, dice Américo, que los movió á -compasion y se ofrecieron á vengarlos dellos. Holgáronse, -dice Américo, en gran manera, y dijeron que querian ir con -ellos, pero los cristianos, por muchas consideraciones, consentir -no lo quisieron, sino siete dellos, con tal condicion que -no fuesen obligados á volverlos á sus tierras, sino que ellos -con sus canoas sólos se volviesen, y así, dice que, con la -condicion los unos y los otros consintieron. No sé yo quién -era destos contratos y de todas las demas palabras, pues en -treinta y siete dias no pudieron saber su lengua, el intérprete. -¿Y qué sabian Hojeda y Américo y los de su compañía, -si tenian los de aquella isla contra estos, por alguna justa -causa, justa guerra? ¿tan ciertos estuvieron de la justicia -destos, sólo porque se les quejaron, que luego, sin más tardar, -á vengarlos se se les ofrecieron? Plega á Dios que no les pluguiese<span class="pagenum"><a name="Page_413" id="Page_413">[413]</a></span> -tener achaques, para hinchir los navíos de gente, para -venderlos por esclavos, como al cabo en Cáliz lo hicieron; -obra que siempre en estas desdichadas gentes y tierras, por -los nuestros, á cada paso se usó. Salieron, pues, de allí, -y, en siete dias, topando en el camino muchas islas, dellas -pobladas y dellas despobladas, dice Américo, llegaron á la -donde iban. Estas islas no pudieron ser otras, sino las que -topamos viniendo de Castilla, como son la Dominica y Guadalupe, -y las otras que están en aquella renglera. Vieron -luego en ella, dice él, gran monton de gente, la cual, como -vió los navíos y las barcas que iban á tierra, puesto que bien -aparejadas con sus tiros de pólvora, y los cristianos bien -armados, llegáronse á la ribera obra de 400 indios, desnudos, -y muchas mujeres, con sus arcos y flechas, y con sus -rodelas, y, todos de diversos colores pintados, y con unas -alas y plumas de aves grandes, que parecian muy belicosos -y fieros, y, como se acercasen las barcas á un tiro de ballesta, -entran en el agua y disparan infinitas flechas para resistirles -la entrada. Los cristianos, que no les popan, disparan los -tiros de pólvora en ellos, y derruecan muertos muchos dellos. -Vistos los muertos, y el estruendo del fuego y de los tiros, -luego dejan el agua y se meten todos en tierra. Saltan 42 -hombres de las barcas, y van tras dellos; ellos varonilmente, -no huyeron, sino, como leones, hacen cara y resisten y pelean -fuertemente, defendiendo á sí y á su patria. Pelearon dos -horas grandes, y con las ballestas y espingardas, y despues -con las espadas y lanzas, mataron muy muchos, y no pudiéndolos -más sufrir, por no perecer todos, los que pudieron -huyeron á los montes, y así quedaron los cristianos victoriosos. -Tornáronse á los navíos con gran alegría de haber echado -al infierno los que nunca les habian ofendido. Otro dia, de -mañana, vieron venir copiosa multitud dellos, atronando los -aires con cuernos y bocinas, pintados y aparejados para la -segunda pelea, puesto que las barrigas y pellejos de fuera, -porque desnudos como suelen andar en cueros.</p> - -<p>Determinaron salir á ellos 57 hombres hechos cuatro cuadrillas,<span class="pagenum"><a name="Page_414" id="Page_414">[414]</a></span> -cada una con su Capitan, con intencion, dice Américo, -que si los pudiese hacer sus amigos, bien, pero si no -que como á hostes y enemigos los tratarian y, cuantos dellos -haber pudiesen, harian sus esclavos perpétuos. Esto dice así -Américo, y es de notar aquí el escarnio que quiere hacer -Américo de la verdad y justicia, y de los leyentes, como si -cuando se movieron á venir 100 leguas, habiendo prometido -á los otros de los vengar y hacer guerra, vinieran á tratar -amistad con ellos, ó para tener ocasion de cumplir con sus -cudicias, que era á lo que de Castilla venian. Estas son las -astucias y condenadas cautelas que siempre se han tenido para -consumir estas gentes.</p> - -<p>Salieron, pues, en tierra, pero los indios, por los tiros de -fuego, no les osaron impedir la salida, sino espéranlos con -gran denuedo: pelearon los desnudos contra los vestidos, fortísimamente, -por mucho tiempo, mataron é hirieron de los -desnudos los vestidos, inmensos, porque las espadas empléanse -bien en los desnudos cuerpos; viéndose así hacer pedazos, -huyeron el resto. Van tras ellos hasta un pueblo; prenden los -que pudieron, que fueron 25; vuélvense con su victoria, -puesto que aguada todavía, por dejar de su compañía uno -muerto y traer 22 heridos. Despidieron á los 7 que habian -venido con ellos de la tierra firme; partieron, dice Américo, -con ellos la presa, porque les dieron 7 personas, 3 hombres -y 4 mujeres de los cautivos, y los enviaron muy alegres, admirados -de aquella hazaña que los cristianos hicieron y de -sus fuerzas. Todo esto cuenta Américo, añidiendo que de allí -se volvieron á España y llegaron á Cáliz con 222 indios cautivos, -donde fueron, segun él dice, con mucha alegría recibidos, -y allí sus esclavos todos vendieron. ¿Quién le preguntara -agora que de dónde robaron y hobieron ó saltearon -los 200 de aquellos? porque esto, como otras cosas, pásalo -en silencio Américo. Nótese, pues, aquí, por los leyentes, que -saben algo de lo que contiene en sí la recta y natural justicia, -aunque sean sin fe, gentiles, con qué derecho y causa -hicieron estos, con quien Américo iba, guerra á los de aquella<span class="pagenum"><a name="Page_415" id="Page_415">[415]</a></span> -isla, y hicieron y llevaron estos esclavos, sin les haber -injuria hecho, ni en cosa chica ni grande ofendido, ignorando -tambien si justa ó injustamente los de la tierra firme acusaban -á los desta isla, y qué fama y amor quedaria derramada -y sembrada de los cristianos en las gentes, y por los moradores -della y de las comarcanas, quedando tan asombrados, -lastimados y ofendidos; pero vamos adelante, que, acerca -desto, <i>grandis restat nobis via</i>.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_416" id="Page_416">[416]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXVIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>De aquí queda nuestro Américo asaz claramente de falsedad -convencido, porque, de aquesta isla que escandalizó y en -ella tan gran daño hizo, dice que se volvieron á Castilla, no -haciendo mencion de haber venido primero á esta Española, -como vino; la cual venida á su segundo viaje aplica, pero no -es verdad, como en el cap. 162 probé arriba. Puesto que pudo -decir verdad, que de aquella isla que guerrearon y maltrataron -fuese su venida para Castilla, pero no por el discurso que -hasta agora ha dicho; lo cual pruebo y parece así, por los testigos -que se tomaron por parte del Fiscal del Rey en el pleito -que el almirante D. Diego Colon trujo con el Rey, sobre la guarda -y cumplimiento de sus privilegios, de que he hecho muchas -veces mencion arriba; depusieron que Alonso de Hojeda, con -quien venia Américo en su primer viaje, corrió la costa de la -mar hasta Cuquibacoa, que es Venezuela, y el cabo de la Vela, -y que de allí se vino á esta isla, y así lo juró un testigo que se -llamó Andrés de Morales, que yo bien cognoscí, principal piloto -y viejo en estas Indias, vecino desta ciudad de Sancto Domingo, -el cual, en su dicho dice así: «Andrés de Morales etc.,» á la -quinta pregunta dijo: «Que la sabe como en ella se contiene»; -preguntado como la sabe, dijo: «Que la sabe porque se ha -hallado muchas veces con Juan de la Cosa é con Alonso de -Hojeda en las navegaciones de aquel viaje etc., y que los sobredichos -partieron desta isla de Roquemes, en las de Canaria, -é fueron á dar en la tierra firme encima de la provincia de -Paria, é descubrieron por la costa abajo á la dicha provincia -de Paria, é pasaron más abajo á la dicha isla Margarita, y de -ahí á Maracapana, descubriendo la costa hasta el dicho Cacique -Ayarayte, y desde allí, de puerto en puerto, hasta la isla<span class="pagenum"><a name="Page_417" id="Page_417">[417]</a></span> -de los Gigantes, y desde allí descubrieron á la provincia de -Cuquibacoa hasta el cabo de la Vela, el cual nombre le pusieron -el dicho Juan de la Cosa é Hojeda, é que de allí se vinieron -á la isla Española.» Estas son sus palabras. Luego no -pudo de allí tan abajo tornar á la isla que alborotaron, porque -aquella no pudo ser sino alguna de las que están hácia el -Oriente, comenzando de donde ellos estaban, como es la de -Guadalupe y sus comarcanas, como arriba dijimos; y era dificilísimo -subir de bajo arriba, por las grandes corrientes y contrarios -vientos que por allí son continuos. Y esto se confirma -porque fueron á parar al Brasil desta isla, que es al puerto de -Yaquimo, esta costa abajo de Sancto Domingo, y es la propia -y buena navegacion desde el cabo de la Vela hasta allí. Item, -si habian, en aquel puerto ó tierra susodicha, adobado tan poco, -habia sus navíos y tomado bastimentos, ¿como traian necesidad -de adobarlos y de comida, como luego se dirá, á esta isla? -Item, ¿como los testigos, y especial el piloto Andrés de Morales, -que parece decir que iba con ellos, como no tocó ni otro -ninguno en decir que Hojeda habia en algun puerto de aquella -tierra firme hecho el bergantin y adobado sus navíos, siendo -cosa señalada, y que daba más vigor á la verdad de sus dichos, -que les pedian para que constase haber él descubierto aquella -tierra firme, que era el fin que el Fiscal contra el Almirante -pretendia? Luego, cierto, Américo trastrueca las cosas que -les acaecieron y obraron en el primer viaje, al segundo, y las -del segundo atribuye al primero, como arriba en el cap. 142 -mostramos evidentemente, callando muchas y añidiendo otras -que no convienen. De aquí parece, que el hacer del bergantin -y adobar los navíos en aquella tierra firme, lo cual cierto -fué, y yo lo sé por ser en aquel tiempo notoriamente manifiesto, -esto hicieron en el segundo viaje y no en el primero; -y venir á esta isla Española, y donde acaecieron ciertos escándalos -que causó Hojeda en ella, que luego se dirán, fué -en el primero y no en el segundo, como quiso fingir Américo, -y más digo, que nunca vino Hojeda á descubrir é rescatar, é -á poblar en tierra firme, que de vuelta no viniese á parar á<span class="pagenum"><a name="Page_418" id="Page_418">[418]</a></span> -esta isla, como abajo parecerá, y la venida del viaje primero -niega ó disimula Américo debajo de silencio. Item, despues -que Hojeda salió de España, hasta llegar á esta isla, no pasaron -más de cinco meses, como arriba ha parecido, luego no -tuvo tiempo para todo lo que dice que hicieron en aquel primer -viaje.</p> - -<p>Tornando, pues, á proseguir el primer viaje de Hojeda, -con quien iba Américo, por recta vía, y no por el camino torcido -ó interpolado y confuso, como Américo lo escribe, decimos -que, de la provincia de Cuquibacoa, que ahora se nombra -Venezuela, y del cabo de la Vela, vino á tomar esta isla -Española, y fué á surgir á 5 del mes de Setiembre, como -arriba queda dicho en el cap. 164, al Brasil, que es á la provincia -de Yaquimo, y áun creo que más abajo, cerca de la -que se llama ahora la Çabana, tierra y reino de un Rey y -señor que se llamaba Haniguayabá; supiéronlo luego los españoles -que estaban por aquella provincia de Yaquimo, por -indios, ó porque vieron venir los navíos por la mar, y supieron -que era Hojeda, y hacen luego mandado al Almirante, -que estaba aquí en Sancto Domingo, recien hecha la paz con -Francisco Roldan y su compañía; luégo el Almirante mandó -aparejar dos carabelas ó tres, y envió á Francisco Roldan con -gente para que le prohibiese cortar brasil, sospechando que -los cargaria dello, y que no hiciese algun otro daño, como -sabia que Hojeda era más atrevido de lo que él quisiera, y -dicho y hecho, como dicen. Llegó Roldan al puerto de Yaquimo, -ó, por allí cerca, más abajo, con sus carabelas ó -navíos, y saltó en tierra en 29 de aquel mes de Setiembre, y -allí supo, de los indios, como estaba cerca de allí Hojeda; -Roldan, con 26 hombres de su gente, púsose dél legua y media, -y envió de noche por espías cinco hombres para ver -qué gente estaba con él; halláronlo alborotado y que venia -ya camino á ver á Francisco Roldan, porque le habian -dado aviso los indios que habian venido tres carabelas y -en ellas Francisco Roldan con mucha gente; como Roldan -era por toda aquella tierra tan cognoscido, que temblaban<span class="pagenum"><a name="Page_419" id="Page_419">[419]</a></span> -dél, y dijeron al Hojeda, que Roldan lo enviaba á llamar -y que fuese á donde él estaba, lo cual no fué así. Hojeda, -como no tenia consigo sino 15 hombres, porque los demas -habia dejado en sus cuatro navíos, que estaban en un puerto -ocho leguas de allí, porque habia venido á hacer en aquel -pueblo del Cacique y señor Haniguayabá, pan, y lo estaba -haciendo hacer, no osó hacer otra cosa, y temió harto no lo -viniese Roldan á prender. Hojeda, con cinco ó seis hombres, -venido á donde Roldan estaba, y habladas cosas generales, -pregúntale Roldan, que como venia á esta isla, y mayormente -por aquella trasera parte, sin licencia del Almirante, y -no ir primero á la parte donde el Almirante estaba; respondió -Hojeda, que él venia de descubrir é traia gran necesidad -de comida, y los navíos para adobar y habia de remediarlos, -y no pudo ir á otra más cercana parte. Tornó Roldan á preguntarle, -que con qué licencia venia á descubrir, si traia -provision Real que se la mostrase para poder proveerse en -esta isla, sin demandar licencia al que la gobernaba; dijo que -sí traia, pero que la traia en las carabelas, ocho leguas de -allí; dijo Roldan que se la mostrase, porque de otra manera -no podia dar buena cuenta, segun debia, al Almirante, pues -para aquello habia sido por él enviado. Cumplió Hojeda con -él cuanto pudo, diciendo que, en despachándose de allí, habia -de ir á hacer reverencia al Almirante, y á hablarle muchas -cosas que le tocaban, de las cuales dijo algunas al Roldan; -y estas eran, segun yo no dudo, las que ya en la corte -se trataban, quitar la gobernacion al Almirante, porque segun -le escribió el Roldan, eran cosas que no se habian de -fiar de cartas.</p> - -<p>Roldan dejó allí á Hojeda, y váse con sus carabelas á los -navíos del Hojeda, y halló algunas personas de las que habian -estado en esta isla con el Almirante y venido al descubrimiento -de Paria, y que se habian tornado en los cinco navíos, -en especial á un Juan Velazquez y Juan Vizcaino, los cuales -le mostraron la provision ó capitulacion, firmada del Obispo -D. Juan de Fonseca, que arriba en el cap. 164 dijimos, y allí<span class="pagenum"><a name="Page_420" id="Page_420">[420]</a></span> -le informaron de todo su viaje, y lo que habian por la tierra -firme bojado y navegado, y las señas de un hombre que les -habian muerto, y los veinte y tantos heridos, como pareció en -el dicho 164 capítulo, en el cual se probó haber aportado á -esta isla el Hojeda, y la guerra, donde le mataron al hombre -y los demas heridos, en el primer viaje de Hojeda todo haber -acaecido. Supo tambien Francisco Roldan dellos, haber hallado -oro y traerlo en guanines, que eran ciertas joyas muy bien -hechas y artificiadas, como se supieran labrar en Castilla, -puesto que el oro era bajo de valor; trujeron cuernos de venado, -y dijeron que los vieron, y conejos, y un cuero de onza, -que debia de ser de tigre, y un collar hecho de uñas de animales; -todo lo cual fué muy nuevo de oir para ellos y todos -los que estaban en esta isla. Roldan, esto sabido, creyendo -que Hojeda cumpliera lo que le dijo, que en haciendo pan en -aquel pueblo se habia de partir á ver al Almirante, á este -puerto de Sancto Domingo, debióse de tornar al Almirante por -tierra, ordenado á las carabelas lo que habian de hacer, y -creo yo que sería que se cargasen del brasil. Él vino de Yaquimo -á Xaraguá, que son 18 leguas, y visitó la gente de los -cristianos, que repartida estaba por los pueblos de los indios, -y hizo lo que más le pareció, y vínose á dar cuenta al Almirante -de las cosas que le habia dicho Hojeda, que no debian -ser las mejores nuevas del mundo, pues se trataba entónces -en la corte, despues de llegados los cinco navíos con las nuevas -de la rebelion de Roldan, la deposicion del estado del -Almirante; cosa que no fué Hojeda el postrero que lo supiese, -como fué favorecido del Obispo D. Juan de Fonseca, y ambos -no aficionados á las cosas del Almirante. Del Obispo, arriba -queda dicho que así era cuasi notorio, y yo lo vide con mis -ojos, y sentí con mis sentidos, y entendí con mi entendimiento. -Del Hojeda, despues pareció que debia de irse desta isla, del -Almirante descontento.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_421" id="Page_421">[421]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXIX.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Despedido Roldan de Hojeda, creyendo que era todo oro lo -que relucia, Hojeda, hecho su pan segun vido que le convenia, -en lugar de tomar la vía de Sancto Domingo, á ver al Almirante -y darle cuenta de lo que habia hecho en su viaje, como -mostró y quedó con Roldan, y á darle relacion de las nuevas -que habia en Castilla, váse con sus cuatro navíos hácia el Poniente -y da la vuelta al golfo y puerto de Xaraguá; los cristianos -que por allí estaban, por los pueblos de los Caciques, -lo recibieron con alegría y le dieron todo lo que hobo menester -él y los suyos, aunque no de sus sudores propios, sino -del de los indios, porque deste suelen acá ser los españoles muy -liberales. Y, porque una de sus carabelas traia muy perdida, -que no se podia tener sobre el agua, hicieron hacer pez á los -indios, y ayudáronle mucho hasta que la restauró, con todo -lo demas que menester hobo. Entre tanto que allí estaba, como -debia de haber por allí la gente mal vezada de las reliquias, -que áun eran muy frescas, de la vida suelta que tuvieron con -Roldan, maldiciendo de las cosas del Almirante, mayormente -que siempre andaban descontentos, como no hinchian las manos -de lo que deseaban (y una queja ordinaria suya era, que -no se les pagaba el sueldo), comienza Hojeda, ó movido por -el aparejo que en aquellos halló, ó porque él lo tenia de su -cosecha en voluntad, á derramar mucha simiente de cizaña, -diciendo que se juntasen con él, y, con la gente que él traia, -vernian al Almirante y le requeririan que les pagase, de parte -de los Reyes, y le constreñirian á pagar aunque no quisiese. -Para lo cual, dijo, que él traia poder de Sus Altezas para lo -hacer, y que se lo habian dado á él y á Alonso de Carvajal, -cuando el Almirante tornó el año de 98, para que viniesen con<span class="pagenum"><a name="Page_422" id="Page_422">[422]</a></span> -él á constreñirle que luego pagase; y otras muchas razones -añidió, y palabras dijo demasiadas, segun dijeron, en mucho -perjuicio del Almirante, y para provocar la gente á lo que pretendia -inclinarla, de la cual, toda la mayor parte trujo á sí, como -á hombres mal asentados, amigos de bullicios é inquietud, y -sin temor de Dios ni de los daños y escándalos que, en esta -isla, á indios y á cristianos habian de suceder. Y porque algunos -hobo que no quisieron seguir la locura y maldad de -Hojeda, y destos estaba parte en cierta estancia ó lugar cerca -de Xaraguá, como todos, segun dije, andaban y estaban á -manadas, repartidos por los pueblos y lugares de los indios, -por comer y ser servidos dellos, porque muchos juntos no los -podian sufrir ni mantener, ó porque aquellos le debian de -haber contradicho cuando los provocaba por cartas ó por palabra, -ó porque tenia entre ellos á quien él bien no queria -desde los tiempos pasados, acordó una noche, con el favor -de los que ya habia allegado á sí, dar en ellos y prenderlos -ó hacer dellos alguna venganza ó otro semejante mal recaudo, -y así lo puso por obra; de manera, que mató y le -mataron, hirió y le hirieron ciertos hombres de ambas partes. -Causó grande escándalo en la tierra en indios y en cristianos, -de donde se comenzó otra turbacion muy peor que la pasada -de Roldan, si Dios, por medio del mismo Roldan, no la obviara. -Tornaba ya Roldan de Sancto Domingo para Xaraguá, -y, ó porque el Almirante sospechó que Hojeda todavía podia -revolver algo y causar algunos daños á indios y á cristianos, -como estuviese cierto que era ido desta isla, ó porque dello -fué avisado, porque en ocho dias y á cada ocho dias lo podia -saber por mensajeros indios que enviaban algunos cristianos -de los que le obedecian, envió, finalmente, al dicho Roldan á -Xaraguá, el cual en el camino supo el insulto, y daño y escándalo -que habia intentado y causado Hojeda, y el fin que pretendia. -Proveyó luego Roldan de avisar á un Diego de Escobar, -hombre principal, de los que le habian siempre seguido, y que -recogiese la más gente que pudiese de los que creyese que no -estaban inficionados de Hojeda, y se viniese á Xaraguá; y él,<span class="pagenum"><a name="Page_423" id="Page_423">[423]</a></span> -de camino recogió, por los pueblos donde estaban derramados -los cristianos, los que pudo, y así llegaron los dos un -dia despues del otro á Xaraguá: Hojeda ya se habia recogido -á los navíos. Escribióle una carta Francisco Roldan, exajerando -aquellos escándalos, muertes y daños que habia -hecho, que mirase el deservicio que recibian los Reyes, la -turbacion y alborotos de la tierra, la voluntad que tenia el -Almirante para con él, que era buena, no quisiese dar causa -que todos se perdiesen, y, por tanto, que le rogaba que diese -manera para que se viesen ambos, porque los daños hechos se -olvidasen, pues no se podian restaurar, y, al ménos, los por -venir se excusasen. No curó Hojeda de ponerse en aquel peligro, -porque debia cognoscer á Roldan, que era hombre -bien esforzado y astuto, y no poco entendido. Envió Francisco -Roldan á Diego de Escobar, á hablarle, y este no era -ménos sábio que ambos, el cual yo bien y por muchos años -conocí, el cual afeó á Hojeda lo que habia hecho lo mejor -que él pudo, y persuadióle que se viese con Roldan; respondióle -que él lo deseaba y queria. Volvióse Escobar sin poder -hacer concierto: creyendo Roldan que lo haria, envióle, para -entender en las vistas, á un Diego de Trujillo, al cual, entrando -en los navíos, prendió y echó en unos grillos. Sale -luego con 20 hombres armados, y viene á Xaraguá, donde -estaba un Toribio de Linares, que tambien yo bien conocí, -al cual prendió, y llévalo consigo á los navíos, donde le echó -otro par de grillos; vánlo á decir los indios luego á Roldan, -que estaba una legua de allí. Salió de presto Roldan con la -gente que tenia, bien aparejado, tras él, pero Hojeda ya estaba -en su guarida. Tornó á enviar un Hernando de Estepa, -lo mismo muy conocido de mí, al cual respondió, que si no -le daban un Juan Pintor, que se le habia salido de los navíos, -que no ménos yo que á los demas conocí, y áun no tenia -sino una mano, juraba que habia de ahorcar á los dos que -tenia, de la manera dicha, con grillos. Mirad qué culpa tenian -los otros, que mereciesen que él los ahorcase, porque -el Juan Pintor se le hubiese salido. Hízose á la vela Hojeda<span class="pagenum"><a name="Page_424" id="Page_424">[424]</a></span> -con sus navíos, y váse la costa abajo, hácia unos pueblos y -provincia que llamaba el Cahay, tierra y gente graciosísima, -que estaria de Xaraguá 10 ó 12 leguas, donde salió en tierra -con 40 hombres y tomó por fuerza todo el bastimento que -quiso, en especial, ajes y batatas, que son las raíces de que -arriba hablamos en el cap. 45, y allí son las más nobles y -delicadas de toda la isla, dejando á los indios y cristianos, que -allí estaban, muy desabridos. Viendo que se hacia á la vela, -envia Roldan tras él, por la ribera de la mar, á Diego de Escobar -con 25 hombres, y, porque llegaron noche, ya el Hojeda -era en sus navíos recogido; otro dia, luego, pártese Roldan -tras él con 20 hombres, y llegado al Cahay, Roldan halló -una carta que Hojeda habia escrito á Diego de Escobar, en la -cual afirmaba que habia de ahorcar los susodichos, si su Juan -Pintor no se le restituia. Rogó Roldan á Diego de Escobar -que entrase en una canoa esquifada, como los marineros dicen, -de remadores indios, y fuese hácia los navíos atanto -cerca que le oyesen, y dijese á Hojeda, de partes de Roldan, -que pues él no se queria fiar de él y venir á hablar con él, -que él lo queria hacer, é ir á los navíos, confiándose de él -mismo, y para esto que le enviase un batel. Pareció á Hojeda -que tenia ya su juego hecho, pero otro piensa el que lo ensilla, -y este era Francisco Roldan, que los atabales á cuestas, -como dicen, traido habia. Envió, pues, Hojeda, un muy buen -batel, que otro tal no tenia, con ocho hombres muy valientes -de la mar, dentro, con sus lanzas y espadas y tablachinas, -los cuales, llegando con su batel un tiro de piedra de la ribera, -dijeron que entrase Roldan. Preguntó Roldan, ¿cuantos mandó -el señor Capitan que entrasen conmigo? respondieron: cinco -ó seis hombres. Mandó luego Roldan que entrasen primero -Diego de Escobar, y Pero Bello, y Montoya, y Hernan Brabo, -y Bolaños, y no consentian que entrasen más. Entónces dijo -Roldan á un Pedro de Illanes que le metiese acuestas en la -barca, y, como que le iba teniendo de un lado, llevaba otro -que se decia Salvador. Entrados en el batel todos, disimuladamente -dijo Roldan á los que remaban que remasen hácia<span class="pagenum"><a name="Page_425" id="Page_425">[425]</a></span> -tierra; ellos no quisieron. Echan él y los suyos mano á las -espadas, y dan tan de golpe en ellos, que, acuchillados -y muertos, á lo que se dijo, algunos, hácenlos saltar al -agua y tórnanlos presos á todos, y á un indio flechero que -traia de las islas robado, escapándoseles otro nadando, y -llévanlos á tierra; y así, queda sin la principal barca ó batel -de que mayor necesidad tenia, y juntamente sin tanta soberbia -y presuncion, Hojeda. Visto Hojeda que se le habia -desecho su artificio y salido en vano sus pensamientos, acordó -de llevar el negocio por más mansedumbre, y métese en -un barquillo que traia, y Juan de la Cosa, su principal piloto, -con él, y un espingardero y otros cuatro con él que remaban, -y viénese hácia tierra. Francisco Roldan, como le conocia -ser travieso y valiente y atrevido, áun pensando que los osara -acometer, hace aparejar el batel con siete remeros y 15 -hombres para pelear, y una buena canoa en que podian ir -otros 15, todos á pique, como es lenguaje de marineros, ó aparejados, -estuvieron á la lengua del agua. Teniéndose á fuera -en el agua, cuanto podia ser oido, dijo Hojeda, que queria -hablar con Francisco Roldan; llegóse más, y Francisco -Roldan le dijo, que por qué hacia aquellas cosas tan escandalosas -y culpables; respondió, que porque le habian dicho -que tenia mandamiento del Almirante para lo prender. Roldan -le certificó ser falsedad, y que el Almirante no tenia -propósito de dañarle, sino ántes de le ayudar y honrar en lo -que pudiera, y si él viniera á Sancto Domingo, como le habia -prometido, por experiencia lo viera; finalmente, vino á -rogarle que le restituyese su batel y sus hombres, que en él -le habia prendido, no curando ya del Juan Pintor, pues via -que sin el batel no le era posible volver á Castilla. Francisco -Roldan, viendo la necesidad que Hojeda tenia, y porque en -estos dias habia hecho terrible tormenta y habia garrado, que -quiere decir, arrastrado el ancla, de donde la primera vez la -echaron, el navío mayor que Hojeda tenia, más de dos tiros -de ballesta hácia la tierra, donde y cuando se suelen los navíos -perder y la gente con ellos, y porque, si daban al través y<span class="pagenum"><a name="Page_426" id="Page_426">[426]</a></span> -Hojeda y su gente se quedaban allí, era quedar la confusion -en la isla para que fuera peor que la pasada del mismo Roldan, -acordó Roldan darle el batel y sus hombres, y que él -restituyese los dos que él habia malamente, al uno detenido -y al otro salteado, y así se hizo que destrocaron. Partióse -luego á hacer una cabalgada que decia que habia de hacer, -y segun dijo un clérigo que traia consigo, y otros tres ó cuatro -hombres de bien que se quedaron, la cabalgada que traia -fabricada, era la que pensaba hacer en la persona y en las -cosas del Almirante, y este atrevimiento, creo yo, que cobró -él, de saber que los Reyes trataban de remover al Almirante -de su estado, y con el favor que él tenia del Obispo Fonseca, -y, por el contrario, el disfavor que el mismo Obispo dió siempre -á el Almirante, justa ó injustamente, cuanto á los hombres -digo, Dios lo sabe. Y, á lo que yo sospecho, salido de allí -Hojeda, fué á cargar los navíos de indios en alguna parte desta -isla, ó de la isla de Sant Juan, ó de otra de las comarcanas, -pues llevó á Castilla y vendió en Cáliz 222 esclavos, como -Américo arriba tiene y en su primera navegacion confesado; -y esta fué, con los otros daños y escándalos que á los indios -y cristianos dejó hechos Hojeda, su cabalgada. Por lo que -en este capítulo se ha visto, parece la falsedad industriosa -de Américo, y su encubrir las tiranías que en aquel su primer -viaje hicieron, en las cuales él á Hojeda acompañaba, y -su trastrocar de los hechos que hicieron en sus dos viajes, -como ya hemos dicho, más que el sol clara. Dice de esta brega -y escándalos que Hojeda causó, Américo, en el fin de su -segunda navegacion, y acaeció en la primera, desta manera: -<i>Necnon gente illa quam nobis amicam efeceramus relicta hinc, ab -eis excessimus ob plurimarum rerum nostrarum indigentiam; venimus -ad Antigliæ insulam, quam paucis nuper ab annis Christophorus -Columbus discooperuit; in qua reculas nostras ac navalia -reficiendo mensibus duobus et diebus totidem permansimus: plures -interdum Christicolarum inibi conversantium contumelias perpendimus, -quas, prolixus ne nimium fiam, hic omitto: eandem vero -insulam vigessima secunda Julii deserentes</i>, etc. Todo esto es<span class="pagenum"><a name="Page_427" id="Page_427">[427]</a></span> -falso, porque dice, que las injurias ó afrentas que padecieron -no las dice por no ser prolijo, dando á entender que injustamente -se le hicieron, y no dice por qué, y qué fueron los insultos -que ellos cometieron; lo segundo, cuanto á poner estos -escándalos en el segundo viaje, es muy falso, como arriba demasiadamente -queda probado; lo tercero, asimismo, decir -que partieron desta isla á 22 de Julio, es más que falso, porque -no partieron sino cuasi en fin de Febrero, entrante el año -de 500, y áun creo que en Marzo, como parece por las cartas -que yo vide y tuve en mi poder, y cognosco la firma de -Francisco Roldan que escribia cada ocho ó quince dias, cuando -andaba revuelto con Hojeda, hasta que se fué, al Almirante. -De manera, que la fecha que debió ser en el segundo puso -en el primero, y los alborotos y daños que hicieron en el primero, -puso por afrentas y contumelias, recibidas sin culpa, en -el segundo viaje.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_428" id="Page_428">[428]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXX.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Partido de allí del Cahay, donde le tomaron la barca con -sus navíos, Hojeda, Francisco Roldan, como hombre astuto, -diligente y de guerra, estúvose por allí algunos dias hasta ver -si volvia á hacer algun salto Hojeda en la tierra, porque cognoscia -dél que era hombre para hacerlo, y desde á pocos dias -recibió aviso que habia saltado en cierta parte, la costa abajo, -creo yo, donde procuró de hacer pan para su camino. Escribiólo -Roldan luego al Almirante, y determina de ir á prenderle, -y apareja seis canoas, en las cuales dijo que podian caber 80 -hombres; y, porque envió dos mancebos hábiles y sueltos en -una canoa por la mar para espiar y especular lo cierto dello, -y vide otras cartas de Roldan para el Almirante, escritas despues, -luego, desto, y no hacian mencion de la estada de Hojeda, -estimo que debia de ser ya ido cuando llegaron los mancebos. -Con este favor de haber echado á Hojeda de la tierra, -dijeron algunos, ó los más que allí estaban, á Francisco Roldan, -que se querian allí avecindar; Roldan les dijo que se escribiesen -y que enviaria al Almirante la memoria, y enviaria -quien les repartiese las tierras en que hobiesen de labrar, y -porque se les hacia grave esperar tanto, señálales él á cada uno -en que labrase, como si aquellas tierras no tuvieran dueños; -y ¡ojalá aquí parara la tiranía! Pidiéronle más, porque ellos -no entendian abajar el lomo, que les diese quien les ayudase -á labrar; él, viendo, dice él, que era bien contentarlos, -díjoles que queria hacer con ellos una liberalidad, conviene -á saber, que el Almirante le habia hecho merced de que el -rey Behechio con toda su gente le sirviesen de las cosas de -sus labores, y no á otro ninguno, que los tomasen ellos y se -sirviesen dellos en sus labores y los contentasen: estas son palabras<span class="pagenum"><a name="Page_429" id="Page_429">[429]</a></span> -del mismo Roldan al Almirante, que yo vide firmadas -de su nombre. El contentamiento era, que les habian de servir -aunque les pesase, y darles despues un espejuelo y un -cuchillo, ó unas tijeras; veis aquí el repartimiento claro como -se va entablando. Y que se diga que á un tan gran Rey como -Behechio, que el Almirante diese para que sirviese á Roldan, -y Roldan lo diese á los hombres viles, y quizá entre ellos azotados, -para los servir, é que repartiesen entre sí sus vasallos, -¿qué mayor tiránica maldad? Pero pasemos adelante. Así que, -tornando al propósito, todavía mandó el Almirante á Roldan -que estuviese por allí algunos dias, porque se queria ir á donde -el Almirante estaba, sospechando el Almirante que tornaria -Hojeda. Muy bien lo hizo Francisco Roldan en todo este negocio -en aventar á Hojeda de la tierra, porque, cierto, si Hojeda -prevaleciera, yo creo que fueran peores los escándalos -y turbaciones, daños y destruccion más vehemente de indios -que la hobo, aunque mucha fué, en tiempo del alzamiento -de Roldan, porque todos los más de los españoles que acá -estaban, estaban corruptísimos y depravados, y cudiciosísimos -de alborotos y guerras, enemigos de toda concordia y paz, y -esto no era sino porque Dios los habia dejado de su mano, -por las guerras y agravios, opresiones y muertes injustas, y -violencias que hacian sin cesar á los indios; la razon es, porque -tiene Dios esta regla en su universal é infalible providencia, -que cada uno sea punido por lo que, y de la manera -que, peca y le ofende, y en aquello que él damnifica á su -prójimo. El medio é instrumento que aquellos tenian para -nunca dejar de tratar de revueltas y desasosiegos entre sí -mismos, era la ociosidad y vida deliciosa y holgada que tenian, -y el señorío que habian usurpado sobre los indios humildes -y mansísimos, por lo cual se hacian elatos y soberbios -y presumidores de sí mismos, y menospreciadores de los -otros, de donde se habia de seguir, de necesidad, las disensiones, -reyertas y confusion entre sí, y no pensar en otra -cosa sino en reñir y en supeditar los unos á los otros, como -vemos cada dia en la gente de guerra; y esta excedia todas<span class="pagenum"><a name="Page_430" id="Page_430">[430]</a></span> -las otras de aquella calidad y oficio, en tanto grado, cuanto -más ofendian á Dios en destruir estas inocentes gentes, sin -causa ni razon, y más alongados estaban de su Rey, á quien -temiesen, y con mayor licencia y libertad estaban atollados -y zabullidos en las espurcicias y fealdades de los vicios -bestiales, en que conversaban con grandísima injuria de sus -prójimos, tomándoles sus propias mujeres y hijas, con toda -ignominiosa violencia. Por aquí considerará cualquiera, que -sea fiel y verdadero cristiano, qué doctrina, qué ejemplo, -qué fama, qué estima cobrarian estas gentes de la religion -cristiana, y qué amor, y afeccion, y cudicia temian para recibirla, -y cuan al revés, y por el contrario de como se debia, -se entró en estas tierras y reinos ajenos, no siendo otra la -causa legítima para poderse entrar en ellos, sino la paz, sosiego, -edificacion, conversion y salvacion dellos. Y porque -no falte otro testigo de todo esto, estaba entónces en esta isla -un caballero que tenia por nombre D. Hernando de Guevara, -primo de Adrian de Muxica, que arriba nombramos y abajo -diremos, y este Adrian era uno de los alzados con Roldan; -no me acuerdo si el D. Hernando, que yo bien cognoscí en -esta isla, y á sus hermanos en Castilla, si anduvo alzado con -Roldan; finalmente, por no andar muy quieto, el Almirante -le mandó que saliese de la tierra, y, en cumplimiento de su -mandado, sabiendo como Hojeda andaba por la provincia de -Xaraguá, fuése allá, por irse con él, pero cuando llegó ya -Hojeda era ido. Francisco Roldan le dijo que viese y escogiese -la estancia donde le placia estar, con los cristianos que estaban -por los pueblos de los indios, haciendo la vida que arriba -dijimos, repartidos, y que allí se fuese hasta que el Almirante -mandase otra cosa. El cual eligió el Cahay, que arriba -nombramos (donde Hojeda perdió el batel y blandeó su entereza), -porque Adrian, dijo D. Hernando, tiene allí ciertas -aves y perros; estos perros, traidos de Castilla, eran acá muy -preciosos para cazar las hutias, que arriba dijimos ser los -conejos. Aceptada por Roldan la eleccion de su estado, díjole -que se fuese en hora buena á holgar á allí, é con esto se despidió<span class="pagenum"><a name="Page_431" id="Page_431">[431]</a></span> -D. Hernando de Roldan. D. Hernando se fué por casa de -la señora Anacaona, hermana del rey Behechio, y tomóle una -hija muy hermosa que tenia, que se llamó Higueymota, puesto -que dijo D. Hernando que su madre se la dió, y es de creer, -porque creia que la daba por su mujer, y D. Hernando era -muy gentil hombre y de autoridad, y parecia bien ser de generosa -casta. Recibida ó tomada la señora Higueymota, detúvose -allí con ella dos dias, sin saberlo Roldan, y envió por un -clérigo, para que la bautizase, porque desta manera se administraban -entónces los Sanctos Sacramentos, en especial el del -bautismo. Sabido por Roldan hobo mucho enojo, de quien -tambien me dijeron que la tenia el Roldan por amiga, y porque -estaba enfermo de los ojos, envióle á decir que se maravillaba -dél, y lo mal que lo hacia, y que le rogaba que se -fuese á la estancia que habia escogido, y que mirase que habia -defendido aquella señora siempre, que no le fuese hecha injuria, -y el daño que le hacia, y cuanto enojo dello recibiria el -Almirante. Vino D. Hernando, con poco sentimiento y con -poca vergüenza de su pecado, á contar á Francisco Roldan -con mucho placer lo que le habia acaecido, y que le rogaba -que le dejase estar allí; Roldan le dijo, como hombre prudente, -que aquello era en sí malo, y, allende de esto, que el -Almirante se indignaria contra él porque se lo habia consentido, -y más, que como él estuviese en desgracia del Almirante, -á él no le convenia que allí estuviese con él porque -el Almirante no sospechase que no andaba en su obediencia -con simplicidad, y otras razones con que se convenció -D. Hernando, y así se fué á donde le estaba señalado; pero, -porque los que están fuera de la gracia de Dios y en un pecado -no pueden asosegar sin que cometan otros peores y más graves, -desde á tres dias, con cuatro ó cinco hombres, tórnase á -su querencia, como animal bruto, D. Hernando. Sabida por -Roldan la tornada de D. Hernando, envióle con dos hombres -á decir cuan mal lo hacia, y que le rogaba y mandaba, de -parte de la justicia, que se fuese de allí adonde le estaba señalado; -D. Hernando comenzó á hablar desmandado, y, entre<span class="pagenum"><a name="Page_432" id="Page_432">[432]</a></span> -otras palabras, decia que Roldan tenia necesidad de tener -amigos, porque él sabia de cierto que el Almirante le andaba -tras cortar la cabeza, y otras semejantes, indiscretas, escandalosas -palabras y desvariadas. Dícenlo á Roldan, envíale -á mandar que se vaya luego de la provincia, y se vaya á -se presentar al Almirante. Humíllase á Roldan y ruégale -que lo deje por agora hasta que el Roldan fuese á donde el -Almirante estaba; concédeselo Roldan para más justificar -su causa. Era necesario, por la regla arriba dicha, que Dios -dejase á D. Hernando derrumbarse á mayores pecados. Acuerda -de matar á Francisco Roldan, ó sacarle los ojos, por vengarse -de la injuria que le hizo en no haberle castigado y desterrado, -luego que supo que á la señora Higueymota habia por manceba -tomado, y porque, para hacer cosa tan atrevida y para -salvarse, habia menester no pocos que contra el Almirante y -la justicia le ayudasen, él, por su parte, y otros que habia por -sí y á sí allegado, anduvieron persuadiendo y solevantando -á muchos (que habia poco que trabajar, para á rebelion cualquiera -levantarlos), y así comenzaba otra peor que las pasadas. -No quiso Dios permitirlo, puesto que los unos y los otros -merecian que se consumieran y despedazaran, como habian -hecho y hacian en los indios á cada paso. Fué avisado Roldan, -y, como diligente y astutísimo, y bien proveido, prevínolos, y, -con buena manera que en ello tuvo, prendió luego á D. Hernando -y siete de los más principalmente culpados. Hácelo saber -al Almirante para que le escriba lo que manda; porque, -como hombre muy bien sabido, no quiso hacer cosa por su -autoridad; lo uno, por el acatamiento y preeminencia del Almirante, -la cual, mucho, despues de reducido, guardaba, lo -otro, porque reusaba ser juez en su causa propia, y con razon -lo consideraba. El Almirante le escribió mandándole que se los -enviase presos á la fortaleza desta villa ó ciudad de Sancto -Domingo. Entretanto, como supiese Adrian de Muxica que estaba -preso su primo D. Hernando, andaba por la Vega y por -los lugares donde estaban los cristianos, por los pueblos de -los indios; derramados, haciendo juntas y bullicios, provocándolos<span class="pagenum"><a name="Page_433" id="Page_433">[433]</a></span> -á levantamiento, ó sólo para libertar á D. Hernando, -ó con otros intentos que él hoy se sabe, donde quiera que -Dios le haya puesto, si es salvo ó condenado; la fama pública -fué, que tenia propósito de soltar á D. Hernando, y matar -á Francisco Roldan y al Almirante. Juntó en pocos dias -muchos de pié y de caballo; el Almirante, que estaba en la -fortaleza de la Concepcion, fué avisado de uno dellos, que se -llamó Villasancta, que yo bien cognoscí por muchos años, y, no -teniendo consigo sino seis ó siete criados de su casa y tres escuderos -de los que ganaban sueldo del Rey, supo dónde estaban, -y va una noche, y dá sobre ellos y desbarátalos, donde -prendió al Adrian y á otros, y, traidos á la fortaleza, mandó luego -al Adrian ahorcar; y, diciendo él que le dejasen confesar, -dijo el Almirante que le confesase un clérigo que allí estaba, y, -cuando el clérigo se ponia á confesarle, se detenia y no queria -confesar, y esto hizo algunas veces. Viendo el Almirante -que lo hacia por dilatar su muerte, mandó que lo echasen de -una almena abajo, y así lo hicieron; daba voces que lo dejasen -confesar, porque, por temor de la muerte, no se acordaba -de sus pecados, y que dejaba condenados á muchos que -no tenian culpa, pero no le aprovechó nada. Esto era entre -nosotros público, y se platicaba así por muchos como cosa -cierta y fresca, porque no habia obra de año y medio ó dos -que habia acaecido cuando yo vine á esta isla. Otros mandó -tambien ahorcar, y prendió muchos el Adelantado, de los del -concierto, y fué tras otros que se huyeron, cuando prendió á -Adrian, á Xaraguá; despues vide yo cierto proceso, donde -hobo muchos testigos que dijeron lo que aquí he dicho. Prendió -en Xaraguá, el Adelantado, muchos, y creo que oí muchas -veces que habian sido 16, los cuales metió en un hoyo, como -pozo, hecho para aquel fin, é los tenia para ahorcar, sino que -vino á la sazon quien se lo impidió, como se dirá, queriendo -Dios. Mandó prender el Almirante á Pedro de Riquelme, el -muy amigo de Francisco Roldan, que tenia su casa en el Bonao, -y á otros, y ponerlos en la fortaleza de Sancto Domingo, -los cuales estaban muy propincuos para ahorcarlos con<span class="pagenum"><a name="Page_434" id="Page_434">[434]</a></span> -D. Hernando; todas estas cosas se hacian por el mes de Junio, -y Julio, y Agosto del año de 1500. Y dejemos agora aquí el -estado desta isla en estas inquietudes, y como andaba el Almirante -y el Adelantado á caza de los que se huian, que -debian de haber consentido, ó al ménos presumíase, en los -alborotos que habia renovado Adrian, y á todos los que tomaban -se daban priesa en despacharlos; y será bien tornar -un poco atras, á lo que más sucedió en el año de 1499, y -tratar de los otros descubridores ó cudiciosos allegadores, que -se movian en el tiempo que Hojeda se movió, por las nuevas -que fueron en los cinco navíos, de haber descubierto á tierra -firme y las perlas, el Almirante.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_435" id="Page_435">[435]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXI.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Publicado en Sevilla el descubrimiento de la tierra firme -y de las perlas, hecho por el Almirante, las nuevas del cual -llevaron, como se ha dicho muchas veces, los cinco navíos, y -visto que Hojeda tenia licencia del Obispo Fonseca, y aparejaba -navíos para venir por acá, hobo en Sevilla algunos que -se hallaban con alguna hacienda, más que otros, vecinos especialmente -de Triana, que presumieron de se atrever á tomar -el hilo en la mano que el Almirante les habia mostrado, -y venir por este Océano á descubrir adelante, más por -allegar oro y perlas, como creo que no será pecado sospechar, -que por dar nuevas de las mercedes que de Dios habian recibido -en traerlos primero á su sancta fe, que á estas naciones -que tuvo por bien llamar tan á la tarde; y ojalá, ya que no -iban á hacerles bien, no les hicieran males y daños. Unos de -los primeros que, á par cuasi de Hojeda, vinieron á descubrir, -fueron, un Peralonso Niño y un Cristóbal Guerra, vecinos, -el Guerra, de Sevilla, y el Peralonso, creo que era del -Condado. Este Peralonso Niño, vino, cierto, con el Almirante -al descubrimiento de Paria, y debióse de tornar á Castilla en -los cinco navíos, y esto está probado con testigos contestes, -y yo he visto sus dichos en el susodicho proceso; y uno que -dijo, que no habia ido en aquel viaje Peralonso Niño con el -Almirante, yo se que, para contra el Almirante, por derecho -de juicio, podia ser repelido. Así que, Peralonso Niño, habida -licencia del Rey ó del Obispo para descubrir, con instruccion -y mandado que no surgiese con su navío ni saltase en tierra, -con 50 leguas, de la tierra que habia descubierto el Almirante, -como no tuviese dineros como habia menester, ó quizá -ningunos, tractó con un Luis Guerra, vecino de Sevilla, que<span class="pagenum"><a name="Page_436" id="Page_436">[436]</a></span> -tenia hacienda, que le armase un navío; el Luis Guerra se -ofreció á hacerlo, y, entre otras condiciones, fué con tanto -que su hermano Cristóbal Guerra fuese por Capitan dél. Partió, -pues, Peralonso Niño por piloto, y Cristóbal Guerra por -Capitan, del Condado, que debia de ser de Palos ó de Moguer, -poco tiempo despues que Hojeda y Juan de la Cosa y -Américo partieron del puerto de Sancta María ó de Cáliz, y -así lo testificaron los testigos que se tomaron por parte del -Fiscal en el su susodicho proceso. Fueron estos, como Hojeda, -hácia el rastro 200 ó 300 leguas, y allí vieron tierra, y, por -la costa abajo descendiendo, llegaron obra de quince dias despues -que habia llegado Hojeda á la provincia ó tierra de Paria, -y, segun dice un testigo en su dicho, allí saltaron en -tierra, como los indios habia dejado el Almirante pacíficos, y -despues el mismo Hojeda, y cortaron brasil, contra lo que -por la instruccion llevaban mandado; de allí van la costa de -la mar abajo, entraron en el golfo, que llamó Hojeda de las -Perlas, que hace la isla de la Margarita, y en ella rescataron -muchas perlas. De allí, lléganse á Cumaná, pueblo y provincia -de la tierra firme, siete ú ochos leguas de la Margarita; -ven la gente toda desnuda, escepto lo principal de las vergüenzas, -que lo traen metido en unas calabacitas, con un cordelejo -delgado que las tienen ceñido al rededor de los lomos, -y así los vide yo, despues algunos años que estuve por algun -tiempo en aquella tierra. Vieron ellos tambien, y yo despues, -que acostumbran los hombres traer en la boca cierta hierba -todo el dia mascando, la que, teniendo los dientes blanquísimos -comunmente, se les pone una costra en ellos más negra -que la más negra azabaja que puede ser; traen esta hierba -en la boca por sanidad, y fuerzas, y mantenimiento, segun -yo entendido tengo, pero es muy sucia cosa y engendra grande -asco verla, á nosotros, digo; cuando la echan, despues de muy -bien mascada, lávanse la boca y tornan á tomar otra, y teniéndola -en la boca hablan, harto oscuramente, como quien la -lengua tiene tan ocupada. Venian sin temor alguno á los navíos -con collares hechos de perlas, y dellas en las narices y<span class="pagenum"><a name="Page_437" id="Page_437">[437]</a></span> -en las orejas. Comenzaron á cebarlos los cristianos con cascabeles, -y anillos, y manillas de laton, agujas, y alfileres, y espejuelos, -cuentas de vidrio de diversos colores; dábanlas por casi no -nada, no curaban de regatear, ni de muchas contiendas, sino -daban todas las que traian, y tomaban por ellas lo que les daban. -De allí, de Cumaná y Maracapana, que está de Cumaná -15 leguas, hobieron mucha cantidad de perlas. Navegan la -costa abajo, y llegaron hasta unas poblaciones que llamaban -los indios Curianá, junto donde agora es Coro; finalmente, -hasta cerca de la provincia que agora llamamos Venezuela, -obra de 130 leguas abajo de Paria y de la boca del Drago. -Aquí surgieron en una bahía como la de Cáliz, donde en las -gentes desta tierra hallaron humanísima hospitalidad y gracioso -recogimiento; vieron en tierra pocas casas, que serian -ocho ó diez, pero vinieron de una legua de allí, la costa -abajo, hasta 50 hombres desnudos, con una persona principal -que debia ser el señor, ó enviado por el señor, el cual, de -parte de todos, le ruega con importunidad al capitan Cristóbal -Guerra y á los demas, que vayan con el navío á surgir á -su pueblo. Saltaron en tierra, dánles de sus cascabeles, cuentas -y bujerías; diéronles cuantas perlas, en los brazos y gargantas, -y en todo su cuerpo traian; pesaron, solas aquellas -que en obra de una hora les dieron, quince onzas, valdria lo -que les dieron por ellas, obra de 200 maravedís. Levantaron -las anclas otro dia, y fueron á surgir junto con el pueblo. -Concurre todo el pueblo, rogando á los cristianos que salten -en tierra, pero ellos, como no eran más de 33, viendo gran -multitud de gente, no osaron salir, ni fiarse dellos, sino por -señas les decian que viniesen al navío con sus canoas ó barquillos; -vinieron muchos sin temor alguno, trayendo consigo -cuantas perlas tenian, por haber los diges de Castilla. De que -vieron su simplicidad, su inocencia y humanidad, salieron -los cristianos en tierra; hácenles mil caricias, mil regalos, en -tanta manera, que no lo sabian encarecer. Estuvieron veinte -dias con ellos dentro de sus mismas casas, como si fueran -padres y hijos; la abundancia de la comida, de venados, de<span class="pagenum"><a name="Page_438" id="Page_438">[438]</a></span> -conejos, ansares, ánades, papagayos, pescados, y el pan de -maíz, no se podria fácilmente todo decir; cuantos venados y -conejos y otras cosas les pedian que trujesen, tantos luego -les traian. De ver ciervos ó venados y conejos, que fuese -tierra firme aquella, por cierto, creian, como aquellos animales -no se hobiesen visto hasta entónces en las islas; hallaron -que tenian estos sus mercados ó ferias donde, cada pueblo -y vecinos dél, á vender lo que tenian, traian. Traian tinajas, -cántaros, ollas, platos y escudillas, y otros vasos de diversas -formas, para su servicio, á vender. Entre otras cosas, traian, -á vueltas de las perlas, hechas avecitas, ranas, y otras figuras -muy bien artificiadas, de oro; ver esto, no pesó á quien -por haberlo pasaba tantas mares, y con tantos peligros. Preguntaban -á los indios, que dónde se cogia aquel estiercol; -respondieron que seis dias de allí, de andadura. Acordaron -de ir allá con su navío, y dijeron que hallaron la misma provincia; -esta no supe dónde seria, sino creo que fuese la provincia -de Venezuela, que habria de Curianá los seis dias de -andadura de un indio, á siete ó ocho leguas cada dia, dijeron -que se llamaba Cauchieto. Como vieron venir el navío, sin -sospecha ni temer mal alguno, como si fueran sus hermanos, -así se descolgaban con sus canoas llenas dellos, y se entraban -seguros en el navío, por verlos; el dia y la noche, nunca -cesaban de venir unos, y ir otros, entrar unos, y salir otros, -con grande alegría, seguridad y regocijo. Parecian celosos, -cuando alguno que no cognoscian les venia á visitar, siempre -las mujeres ponian detras de sí. Trajéronles algun oro, -que rescataron, y joyas hechas dél, no tanto cuanto los que -lo buscaban querian; traian consigo perlas, pero estas no las -querian vender, como ni los de Curianá conmutaban el oro. -Diéronles aquí gatos paules, muy hermosos, y papagayos -muchos, de diversas colores. Dejada esta provincia, quisieron -pasar más adelante, y llegaron á cierta parte, donde les salieron, -segun dijeron, sobre 2.000 hombres desnudos, con -sus arcos y flechas, á defenderles la saltada. Ellos, por señas, -y mostrándoles las cosas de Castilla, trabajaron de halagarlos,<span class="pagenum"><a name="Page_439" id="Page_439">[439]</a></span> -pero nunca pudieron, y con esto dijeron que se tornaron -á Curianá, donde, con harta alegría y placer, y abundancia -de comidas, estuvieron otros veinte dias. Quiero aquí -decir una cosa graciosa que se me olvidaba, que cuando daban -los alfileres y agujas á los desta provincia de Curianá, cognoscian -los indios que aquellos eran instrumentos para coser ó tener -una cosa con otra; decian á los cristianos por señas, que -aquello no sabian para qué lo habian menester, pues andaban -desnudos. Respondieron los cristianos, señalando, que aquellos -eran buenos para sacarse las espinas de los piés ó de otra parte, -porque allí habia muchas, y es así verdad; de que cayeron -en ello, comenzáronse á reir, é á pedir más, y por este aviso -fueron dellos los alfileres y agujas, no ménos que las otras cosas, -estimadas. Toda esta tierra está en 7° y 8°; por Noviembre y por -Navidad no hace frio, ántes es temperatísima. Quedando los -indios muy contentos, pensando que iban los cristianos engañados, -porque les habian dado gran número de perlas, que, -sino me engaño, pesaban más de ciento cincuenta libras ó marcos, -entre ellas, muchas eran tan grandes como avellanas, -muy claras y hermosas, puesto que mal horadadas por los indios, -no tenian convenientes instrumentos para las horadar, -como careciesen de hierro, y habíanles dado por ellos valor -de hasta 10 ó 12 ducados, y los noventa y seis marcos ó libras, -se dijo que les costaron en Curianá obra de cinco reales, -en aquellas cosillas de Castilla, y los cristianos, teniéndose por -bien pagados y cada hora consintieran en tal engaño; acuérdanse -de volver á Castilla, y dan la vuelta hácia Paria y la boca -del Drago. En el camino, subiendo la costa arriba, por donde -habian bajado, está una punta que se llama la Punta de Araya, -Norte Sur con la puerta occidental de la isla de la Margarita, -donde vieron unas salinas, y las hay hoy, porque son -perpétuas, dignas de harta maravilla. Está en aquella punta -una laguna, á diez ó quince pasos de la ribera y agua de la -mar toda salada, y siempre debajo del agua llena de sal y -encima tambien, cuando há dos dias que no llueve. Algunos -pensaron que el agua que está dentro la sacan los vientos de<span class="pagenum"><a name="Page_440" id="Page_440">[440]</a></span> -la mar, como está tan propincua, y la echan en la laguna, pero -no parece que es así, sino que tiene ojos, á cuanto yo puedo -entender, por los cuales sube el agua y se ceba de la mar. -Esta sal es muy blanca y sala mucho, y, cuando hace tiempo -de buenos soles, se pueden cargar y cargan muchos navíos, y -yo, en otro tiempo que estuve allí, los hice cargar. Vienen á -sus tiempos del año, de hácia abajo, á parar á esta punta infinitas -multitudes de lizas, que acá es muy bueno y sabroso -pescado, y otra infinidad de sardinas, como las que traen á -Sevilla de Setubal y del Condado, salvo que son pequeñas -pero muy sabrosas, mayormente las lizas y ellas recien saladas; -en los barcos y por allí suelen andar. Saltan de la mar -las lizas muchas veces, que no es menester pescarlas, tantas -hay. A cabo de dos meses que partieron de Curianá, que fué -á 6 de Febrero de 1501, llegaron á Galicia, donde Hernando -de Vega, varon en prudencia y virtud en Castilla señalado, -era Gobernador, ante el cual fué acusado Peralonso Niño, y -no sé si tambien Cristóbal Guerra, de los mismos que venian -en su compañía, que habia encubierto cierto número de perlas -de gran precio, y así, defraudado el quinto que pertenecia -á los Reyes; mandólo prender Hernando de Vega, y estuvo -mucho tiempo preso. Al cabo lo soltaron, y vino á Sevilla, -y no sé en qué paró lo que le imponian.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_441" id="Page_441">[441]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Cerca de este Cristóbal Guerra, quiero aquí referir algunas -cosas estrañas que hizo por aquella costa de tierra firme, -porque despues, quizá, no caerán en su lugar, por no saber yo -la certidumbre del año en que las hizo, aunque tambien no -dudo que no fuesen cometidas despues del año de 500 y -dentro de los diez, y perteneceria la historia dellas al libro siguiente; -pero, pues el capítulo precedente se ha ocupado en -él, parecióme que este presente no hable sino dél. Algunos indicios -tengo que me daban sospecha que, lo que diré, lo hobiese -hecho en este primer viaje, porque, aunque parece, por -lo dicho en el precedente capítulo, que dejaba contentas las -gentes que tanta hospitalidad le hacian, como nunca los que cometian -insultos, y robos, y daños á los indios, en Castilla lo decian, -sino que solos eran ellos los malhechores juntamente, y -testigos, y ellos no se acusaban delante de los Reyes ni de -otros jueces á sí mismos, podian estos en este viaje haber, las -abominaciones que hicieron, cometido, y publicado que dejaban -muy contentos y pagados, y en mucha amistad consigo -unidos, los indios. Un indicio y conjetura vehemente, hay de -esto que aquí digo, conviene á saber, que, habiendo dejado -el Almirante la gente de la provincia de Paria en amistad -de los cristianos, segura y muy contenta, y á lo que yo he -juzgado, de la mesma manera la dejó Hojeda, puesto que no -estoy muy seguro dello, el cual fué despues del Almirante, -como arriba se ha dicho, el que llegó á la dicha provincia -primero (lo mismo digo de Rodrigo de Bastidas, que fué tercero, -como se dirá abajo), cuando vino á ella, en breve, Vicente -Yañez, de quien se tratará despues desto, hallóla toda -puesta en armas y brava, porque les habian muerto mucha<span class="pagenum"><a name="Page_442" id="Page_442">[442]</a></span> -gente, no parece que hiciese otro matanza sino Cristóbal -Guerra. Así lo dicen los testigos en el susodicho proceso, conviene -á saber, que cuando vinieron Vicente Yañez y su compañía -á Paria, querian saltar en ella, y que no osaron, porque -les habian muerto mucha gente ántes que llegasen á -ella; y dicen más, que los indios de allí no querian entrar -dentro de los navíos, salvo que decian, sal, Capitan, como si -los llamaran para vengarse dellos, á lo que parece; y dice -más un testigo, que en esto vino otro descubridor, que se -dice Diego de Lepe, allí, é para probar el Fiscal, que Diego de -Lepe habia tambien descubierto tierra, y no toda el Almirante, -dicen los testigos, que llegaron á Paria el dicho Diego -de Lepe y su compañía, y que tomaron allí ciertos indios, los -cuales despues él entregó en Sevilla al Obispo D. Juan de -Fonseca. Estos no los pudo él tomar sino haciendo escándalo, -injusticia y violencia, y fuera bien, que el Obispo lo examinara -y áun ahorcara sobre ello, pero nunca el señor Obispo -de esto tuvo mucho cuidado en todo su tiempo.</p> - -<p>Así que, como Vicente Yañez fuese el cuarto descubridor, -y hallase así maltratados, y amedrentados, y escandalizados -los vecinos de aquella provincia, y hecha matanza en ella, y -parezca haber presuncion contra Cristóbal Guerra, por lo que -contaremos que hizo, y de los otros que ántes dél á aquella -tierra fueron, haya probabilidad alguna que no lo hicieron, -parece que podria haber sido, aunque lo disimulase, y en -Castilla, entónces cuando él fué, no se supiese, como otras infinitas -maldades, daños y menoscabos, muertes y estragos -execrables, allí, por muchos han sido encubiertos, que tambien -agora en este viaje Cristóbal Guerra, lo que diré, hiciese -y estuviese hasta hoy encubierto. Lo que haya en contrario -son tres cosas: la una, que, cierto, en el viaje, cuando cometió -los daños y agravios que diremos, traia dos navíos, y los testigos -no afirman sino que trujo un navío en este; la otra, el -llevar á Castilla agora tantas perlas, porque en el otro viaje -se cree que no llevó ninguna, porque todas se le perdieron, -segun creo; la tercera, que en aquel viaje trujo á su hermano,<span class="pagenum"><a name="Page_443" id="Page_443">[443]</a></span> -Luis Guerra, y murió en la mar, y en este primero no haberle -traido, por el dicho que los testigos depusieron, parece -que suena. Pero, como quiera y cuando quiera que ello haya -sido, el Almirante, quejándose á los Reyes por cierto memorial -que les dió de los daños que habia incurrido, por haber -dado los Reyes licencia para ir á rescatar sin que á él se le -diese parte, como se le debia de dar por sus privilegios, -y por los escándalos que habian en la tierra aquellos causado, -señala el Almirante al dicho Cristóbal Guerra, y, despues -de otros, dice: «Las cuales personas que llevaron licencia -para rescatar, han hecho grandísimo daño en la tierra -firme y islas, porque, en llegando que llegaban, mataban -los indios y los prendian por fuerza, y los atormentaban -porque se rescatasen, y algunos, cuando no hallaban rescate, -acuchillábanlos y matábanlos, diciendo, «pese á tal, pues de -aquí no llevamos provecho, hagamos que si aquí vinieren -otros navíos tampoco lo hallen, como nosotros.» Otros hobo, -que despues que los indios humanamente les daban lo que -tenian, y les cargaban los navíos de brasil y de lo que mandaban, -estando seguros, como personas que les habian bien -servido, y muy alegres y contentos, los mataron y pusieron -todos á espada, sin otra causa. Otros cargaban los navíos -dellos, por manera, que en cuanto vivan los vivos, los indios -de aquella tierra no obedecerán á Sus Altezas, ni serán amigos -de los cristianos; por donde, dice el dicho Almirante, que -le redunda mucho daño, etc.» Estas son palabras formales del -dicho memorial que dió el Almirante; por aquí se verá qué -principios llevaron las cosas destas Indias. Vamos, pues, á -contar el caso, segun que me lo contó, más há de treinta -años, persona que se halló en ello, y si fué en el segundo -viaje, lo que más probable parece, guióse desta manera: -Como Cristóbal Guerra y Peralonso Niño fueron riquillos á -Castilla, y con el paladar dulce ó endulzorado de las perlas, -acordaron de tornar á armar, y armaron, dos buenas carabelas; -no sé si Peralonso Niño vino este segundo viaje con el -Cristóbal Guerra, porque no me acuerdo. Entónces, como<span class="pagenum"><a name="Page_444" id="Page_444">[444]</a></span> -era el principal en este negocio su hermano, Luis Guerra, -porque él era rico, y puso los gastos primeros del primer viaje, -de su hacienda, determinó en el segundo, con la hacienda -arriesgar la vida. Partieron de Cáliz, ó de Sant Lucar, el -Luis Guerra, en un navío ó carabela, y el Cristóbal Guerra -en el otro, y llegados á Paria, porque aquella tierra llevaban -todos por terrero é hito, van la costa abajo, al golfo de las -Perlas, que, como ya dijimos, aquel golfo hace la isleta Margarita, -de una parte, y de la otra tierra firme, y comienzan á -rescatar perlas y oro, y en la Margarita, y por Cumaná, y Maracapana, -y todos aquellos pueblos; y no sólo se contentaban -con lo que rescataban, pero hacian muchas fuerzas y robaban -lo que podian, segun creo queme informaron (porque, -como creo há ya cerca de cuarenta años, porque sin duda -son treinta y nueve, y no lo oso afirmar esto absolutamente); -por manera que allegaron cuasi un costal de perlas. Pero lo -que hace al caso, y dello no tengo duda, porque bien me -acuerdo, llegaron á cierta provincia, y creo que fué entre la -que llamamos Sancta Marta y Cartagena, y como los indios no -habian experimentado por allí las obras de los nuestros, veníanse -á los navíos como gentes simples y confiadas, como -en muchos lugares desta historia habemos visto. Vínose un -señor ó Cacique, y creo que era el señor de aquella tierra de -Cartagena, á los navíos, con ciertas gentes, y á la entrada le -recibió el Cristóbal Guerra muy bien y halagadamente; y -dijéronle por señas que trajese oro y que le daria cosas de -Castilla. Dijo el Cacique, que sí traeria, y queríase salir fuera, -pero prendiólo el Cristóbal Guerra, y díjole que enviase de -aquellos indios, sus criados, por ello, y que él no habia de -salir de allí hasta que lo trujesen, y hasta que le hinchiesen -de piezas de oro un cesto de los de uvas, grande, con que -hacen las vendimias en Castilla, que traian en el navío; y -atraviesan un palo por el gollete del cesto, dándole aquello -por medida que hasta allí hinchiesen, y que luego lo soltarian. -Desque el inocente y confiado Cacique, más de lo que -debiera, se vido preso, y que se habia de rescatar con hinchir<span class="pagenum"><a name="Page_445" id="Page_445">[445]</a></span> -de oro el cesto hasta el gollete, mandó á sus criados -que allí tenia, que fuesen luego y trujesen el oro que hallar -pudiesen para el cesto; van llorando y angustiados, y con -gran diligencia, y apellidan toda la tierra que el Rey y señor -habian los cristianos preso, y, que si querian verlo vivo y -suelto, que habia de ser con rescatarlo á oro, dando tanto -que se hinchiese cierta gran medida. Traen sus criados de su -casa todo el oro que él tenia; vienen muchos de sus vasallos, -cada uno con su pedacillo de oro, segun que cada cual poseia, -ofrécenlo en el gazofilacio del cesto, pero apénas el suelo -del cesto se cubria; tornan á salir fuera del navío é ir pregonando -por toda la tierra que trujesen todos el oro que tuviesen, -si querian ver á su señor vivo. Andan todos de noche y -de dia; tornan al navío con más oro, hecho muy lindas figuras -y hermosas piezas, échanlas en el cesto, y era poco lo -que crecia, segun era barrigudo el cesto. Tornánse á tierra -más tristes y llorosos que venian, y entretanto, bien es de -considerar, su mujer, la Reina, y sus hijos, los Infantes, -qué sentirian. Para meterlos mayor temor, y porque se diesen -más prisa á hinchir el cesto, ó para llegarse quizá más -cerca de algunos pueblos, de hácia donde venian los indios -de buscar oro para ofrecer al cesto, alzan las velas; el triste -señor comienza á llorar y á plantear, diciendo que por qué lo -llevan. Sus gentes, que lo veian, daban gritos pidiendo á Dios -lícitamente, aunque no lo cognoscian, que le hiciese justicia, -pues, tan injustamente, tan gran injusticia le hacian. Tornan á -cargar los navíos ciertas leguas de allí, vienen los indios con -su ofrenda para el cesto; finalmente, yendo unos y viniendo -otros, llegan con sus piezas de oro al gollete del cesto, donde -estaba el palo atravesado, por medida. No por eso sueltan al -Rey de la tierra, ni cumplieron la palabra de soltarlo como -habian prometido, ántes les dicen, que, pues tampoco les quedaba -por hinchir del cesto, que trujesen lo demas y que luego le -soltarian. Van llorando y gimiendo de nuevo, angustiados, no -sabiendo qué se hacer, porque no tenian ni hallaban que traer, -y decir que no tenian ni hallaban má sera por demas creérselo.<span class="pagenum"><a name="Page_446" id="Page_446">[446]</a></span> -Buscan por las casas y por los rincones dellas, anclan por toda -la tierra escudriñando el oro que pueden haber, traen lo que -hallaron, y entre ello, algunas piezas mohosas y escuras, que -toparon por los rincones, de muchos años ya olvidadas, afirmando -con lágrimas que no tenian ni podian haber más, que -les diesen su señor. Desque vido Cristóbal Guerra que traian -aquellas piezas ahumadas y como cogidas del estiercol, acordó -creerlos que no tenian más, y sueltan al Cacique, y, en una -canoa, sólo, con un hacha de hierro que por satisfaccion le -dieron, se fué á tierra; y por esto creo habérseme dicho, -cuando este caso se me contaba, que áun no quisieron darles, -á los que trujeron el oro postrero, á su señor, sino que fuesen -por más, y desque tan aína no volvieron, dejáronlo, como es -dicho, ir sólo, creyendo que no tenian más que dar. Y es -cierto, que creo que yo dejo mucho por decir de las fealdades -y crueldad que con este Cacique usaron, porque, como há -tanto tiempo que lo supe, se me ha mucho más olvidado, y -siempre tuve aqueste caso, aunque muchos he visto y se han -hecho crueles en estas gentes, é inhumanos, como abajo asaz -parecerá, por uno de los más injustos, feos, y en maldad -más calificado. Pesaria el oro del cesto seiscientos marcos, que -valen 30.000 pesos de oro, ó castellanos de á 450 maravedís. -Pero porque no dormia Dios cuando estas injusticias -aquellos pecadores Guerras cometian, mayormente Cristóbal -Guerra, que debia ser el más sin piedad, ó, al ménos, el que -debia guiar la danza, porque no se fuesen mucho gozando -de tanta impiedad, quiso la divina justicia, luego, por el castigo -temporal sin el eterno, si despues no les valió penitencia, -obra tan perversa y nefanda, reprobar. Debia de estar enfermo -el Luis Guerra, hermano mayor, y que habia dado los -dineros y puesto de su hacienda para armar la primera vez, -y la segunda ayudar; luego, alzadas las anclas y hechos á la -vela, espiró, perdida la vida, y su sepultura fué en un seron, -y fuera mejor ponerlo en el cesto, en que le echaron -á la mar. Desde á pocos dias, navegando ambos navíos para -España, por allí, cerca de la tierra que habian robado, como<span class="pagenum"><a name="Page_447" id="Page_447">[447]</a></span> -andaban poco, y forcejando contra viento y corrientes, como -entónces no sabian tanto como ahora navegar, ni habia rodeos -para la Habana, el un navío tropieza, creo que de noche, -ó de dia, en una peña ó isleta que no vieron, ni cognoscian -en aquel tiempo los peligros de por allí, y ábrese -por medio, y vuestro cesto, de oro lleno, y el costal de perlas, -y la mucha parte de la gente, vá todo á los abismos á -parar. Divino y manifestísimo juicio de Dios, todo poderoso, -por el cual, quiso que tan poco se gozase lo que con tanta -ignominia de la cristiana religion, y contra la natural justicia, -se habia usurpado, cometiendo contra su simple y pacífico -prójimo, y áun Rey, tanta fealdad. ¿Qué concepto formarian -aquellas gentes simplicísimas de nuestra cristiandad? -¿Qué nuevas volverian por la tierra dentro, de nuestra justicia -y bondad? Alguna gente de la del navío quedó asida en la -mitad dél, porque se abrió por medio, y otros algunos asiéronse -á las tablas, que cada uno cerca de sí pudo hallar. Como -el otro navío vido perdido á el otro, aunque estaba dél bien -apartado, tuvo este aviso é industria de ponerse hácia el medio, -por donde las corrientes venian de la mar, y andando barloventeando, -llega el medio navío, con la gente que encima traia, -y cógenla toda, y cuantos venian en tablas desta manera se -hobieron de salvar. Destos acaeció, que un padre y un hijo, -juntamente, tomaron una tabla, y no era tan larga ó capaz -que por ella, juntos ambos, pudiesen escapar; dijo el padre al -hijo: «hijo, sálvate tú con la bendicion de Dios, y déjame á mí, -que soy viejo, ahogar;» y así fué, que el hijo tomó la tabla y -se salvó, y el padre se ahogó: y este mismo hijo me refirió -todo cuanto arriba he dicho deste caso, y otras muchas cosas -más.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_448" id="Page_448">[448]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Despues de Cristóbal Guerra, ó poco despues que salió de -Castilla para su primer viaje, por el mes de Diciembre y fin -del año de 1499, Vicente Yañez Pinzon, hermano de Martin -Alonso Pinzon, que vinieron con el Almirante al principio del -descubrimiento de estas Indias, segun que arriba se há largamente -contado, con cuatro navíos ó carabelas, proveidas -á su costa porque era hombre de hacienda, salió del puerto -de Palos, para ir á descubrir, por principio de Diciembre, -año de 1499; el cual, tomado el camino de las Canarias, y de -allí á las de Cabo Verde, y salido de la de Santiago, que es -una dellas, á 13 dias de Enero de 1500 años, tomaron la vía -del Austro y despues al Levante, y andadas, segun dijeron, -700 leguas, perdieron el Norte y pasaron la línea equinoccial. -Pasados della, tuvieron una terribilísima tormenta -que pensaron perecer; anduvieron por aquella vía del Oriente -ó Levante otras 240 leguas, y á 26 de Enero vieron tierra -bien léjos; esta fué el Cabo que agora se llama de Sant Agustin, -y los portugueses la tierra del Brasil: púsole Vicente Yañez, -entónces, por nombre, cabo de Consolacion. Hallaron la -mar turbia y blancaza como de rio, echaron la sonda, que es -una plomada con su cordel ó volantin, y halláronse en 16 -brazas; van á la tierra y saltaron en ella, y no pareció gente -alguna, puesto que rastros de hombres, que, como vieron los -navíos, huyeron. Allí Vicente Yañez tomó posesion de la tierra -en nombre de los reyes de Castilla, cortando ramas y árboles, -y paseándose por ella, y haciendo semejantes actos posesionales -jurídicos; aquella noche, hicieron cerca de allí -muchos fuegos, como que se velaban. El sol salido, otro dia, -de los cristianos 40 hombres, bien armados, salieron en tierra,<span class="pagenum"><a name="Page_449" id="Page_449">[449]</a></span> -y van á los indios; de los indios salen á ellos treinta y -tantos con sus arcos y flechas, con grande denuedo, para pelear, -y tras estos otros muchos. Los cristianos comenzaron á -halagarlos, por señas, y mostrándoles cascabeles, espejos y -cuentas, y otras cosas de rescates, pero ellos no curaban -dello, ántes se mostraban muy feroces y á cada momento -se denodaban para pelear; eran, segun dijeron, muy altos -de cuerpo, más que ninguno de los que allí iban de los -cristianos. Finalmente, sin reñir, se apartaron los unos y los -otros, los indios se volvieron la tierra dentro, y los cristianos -á sus navíos; venida la noche, los indios huyeron, -que por todo aquel pedazo de tierra, no pareció persona alguna; -afirmaba Vicente Yañez, que la pisada de los piés de -aquellos era tan grande como dos piés medianos de los de -nosotros. Alzaron las velas y fueron más adelante, y hallaron -un rio bajo, donde no pudieron entrar los navíos; surgieron -en la boca ó cerca della, salieron en las barcas, con -que entraron en el rio, la gente que pudo caber, bien á -recaudo, para tomar lengua y saber los secretos de la tierra; -vieron luego en una cuesta mucha gente desnuda, como -es por allí toda ella, hácia la cual enviaron un hombre bien -aderezado de las armas que pudo llevar, para que, con -los meneos y señas de amistad que pudiese, los halagase y -persuadiese á que se llegasen á conversacion. El que enviaron, -llegóse algo á ellos, y echóles un cascabel para que con -él se cebasen y se allegasen; ellos echáronle una vara de dos -palmos dorada, y, como él se abajase á tomarla, arremeten todos -ellos á lo prender, cercándolo todos al derredor, pero, con -su espada y rodela, de tal manera se dió priesa á se defender, -que no les dejó llegar, hasta que los de las barcas, que estaban -á vista y cerca, vinieron á le socorrer; pero los indios -vuelven sobre los cristianos con tanta priesa, y disparan sus -flechas tan espesas, que, ántes que se pudiesen unos á otros -guarecer, mataron dellos 8 ó 10, y algunos dijeron que 11, y -otros muchos hirieron. Van luego á las barcas, y, dentro en el -agua, las cercan; llegan con gran esfuerzo hasta tomar los remos<span class="pagenum"><a name="Page_450" id="Page_450">[450]</a></span> -dellas. Tomáronles una barca y asaetearon al que la guardaba -dentro, y muere; pero los cristianos con sus lanzas y espadas, -desbarrigan y matan los más dellos, como no tuviesen -otras armas defensivas, sino los pellejos. Bien pudieran excusar -los cristianos estas muertes y revueltas; ¿qué necesidad -tenian de poner aquel cristiano en aquel peligro, y por consiguiente, -á todos ellos, sino que, si vian que no querian los -indios trato ni conversacion con ellos, fuéranse? pero como -no iban por fin de Dios alguno, sino pretendiendo su provecho -temporal, así curaban de llevar los medios, y, por tanto, fueron -reos de la perdicion suya y de aquellos. Viendo, pues, los -nuestros que tan mal les iba con aquellos, con harta tristeza -de perder los compañeros, alzaron las velas, y, por la costa -abajo, 40 leguas al Poniente descendieron; allí hallaron tanta -abundancia, dentro en la mar, de agua dulce, que todas las -vasijas que tenian vacías hincheron. Llegaba este agua dulce, -como Vicente Yañez depone en su dicho, en el muchas veces -alegado proceso, dentro en la mar, 40 leguas, y otros de los -que fueron con él, dicen 30 (y áun muchas más es cuasi -comun opinion de los que yo via tratar deste rio en aquellos -tiempos); admirados de ver tan gran golpe de agua dulce, y, -queriendo saber el secreto della, llegáronse á tierra, y hallan -muchas islas que están en ella, todas graciosísimas, frescas -y deleitables, y llenas de gentes pintadas, segun dicen los -que allí fueron, las cuales se venian á ellos tan seguras como -si toda su vida hobieran conversado amablemente con ellos. -Este rio es aquel muy nombrado Marañon; no sé por quién -ni por qué causa se le puso aquel nombre; tiene de boca y -anchura, á la entrada, segun dicen, 30 leguas, y algunos dicen -muchas más. Estando en él surtos los navíos, con el gran ímpetu -y fuerza del agua dulce y la de la mar, que le resistia, -hacian un terrible ruido, y levantaba los navíos cuatro estados -en alto, donde no padecieron chico peligro; parece aquí lo -que acaeció al Almirante cuando entró por la boca de la Sierpe -y salió por la boca del Drago, y el mismo combate y pelea -juntamente, y peligro, hay donde el agua dulce se junta con<span class="pagenum"><a name="Page_451" id="Page_451">[451]</a></span> -la de la mar, cuando la dulce corre con ímpetu y es mucha, -y la playa es descubierta, mayormente si la mar es de tumbo. -Visto que por aquella tierra y rio de Marañon, y gente -della, no habia oro ni perlas, ni cosa de provecho, que era -el fin que los traia, acuerda tomar captivos 36 personas, que -tomar pudieron, de aquellos humildes y mansos inocentes, -confesado por ellos, que á los navíos seguramente se les venian, -para que no quedase pedazo de tierra ni gente della, -que no pudiese bien, y con verdad, contar sus obras pésimas, -y los que hoy, sin ceguedad, las oimos podamos afirmar, sin -escrúpulo de conciencia, haberse movido estos á hacer estos -descubrimientos, más por robar y hacerse ricos, con daños y -escándalos, captiverios y muertes destas gentes, que por -convertirlos; harto ciego, sin duda, de malicia será el que -dudare desto, aunque poco ménos les dió Dios el pago que á -Cristóbal Guerra. De allí, del rio Marañon, vinieron la costa -abajo, la vuelta de Paria, y en el camino hallaron otro rio -poderoso, aunque no tan grande como el Marañon, y, porque -se bebió el agua dulce otras 25 ó 30 leguas en la mar, le -pusieron el rio Dulce. Creo que es este rio un brazo grande -del gran rio Yuyaparí, el cual dijimos en el cap. 134, que -hace la mar ó golfo Dulce que está entre Paria y la isla de la -Trinidad, que estimaba el Almirante salir del Paraíso terrenal; -y aquel brazo y rio dulce que de aqueste camino halló -Vicente Yañez, tambien juzgo que es el rio donde habita -aquella gente buena, que nombramos los aruacas. Pasaron -adelante y entraron en Paria, y creo que tomaron allí brasil; -aunque, como hallaron la gente de Paria escandalizada por -haberles muerto mucha gente Cristóbal Guerra, ó otro salteador -de los que allí llegaron, segun arriba dijimos, y lo dijeron -con juramento los mismos que fueron con Vicente Yañez, -y no osaban saltar en tierra, no sé como lo pudieron tomar. -De Paria navegaron á ciertas islas de las que están por el -camino de la Española, no supe con qué intencion, ni si en -la costa de Paria, ó en alguna de las islas dichas, le acaeció la -tribulacion que le vino: por el mes de Julio, estando surtos<span class="pagenum"><a name="Page_452" id="Page_452">[452]</a></span> -todos cuatro navíos en la parte ó tierra donde era, súbitamente -vino una tan desaforada tormenta, que, á los ojos de -todos, se hundieron los dos navíos con la gente; el otro, arrebatólo -el viento, rompiendo las amarras de las anclas, y llévalo -el viento con 18 hombres, y desaparece. El cuarto, sobre -las anclas, que debian ser grandes y buenos cables, tantos golpes -dió en él la mar, que, pensando que se hiciera pedazos, -saltaron en la barca y viniéronse á tierra, no les quedando -de él alguna esperanza. Dijeron que comenzaron á tratar, los -pocos que allí estaban, que seria bien matar á todos los indios -que por allí moraban, porque no convocasen los comarcanos -y los viniesen todos á matar. Ellos pensaban en aquella tierra -buscar manera para vivir y remediarse; gentil remedio habian -hallado matando las gentes que no les habian ofendido -en nada, por ellos imaginar por aquella vía de salvarse, para -que Dios les ayudase; pero la bondad del misericordioso Dios -no dió lugar á que cometiesen tanta maldad, porque el navío -que se habia desaparecido con los 18 hombres, volvió, y el -que estaba allí presente, amansando la tormenta, no se hundió. -Con los dos navíos, vinieron á esta isla Española, donde -se rehicieron de lo que habian menester, y de aquí tomaron -el camino y llegaron á España en fin de Setiembre de 1500 -años, tristes, angustiados, lesas las conciencias, pobres, gastados -los dineros que puso de su hacienda Vicente Yañez en -el armada, muertos los más de los compañeros, dejando alborotada -y escandalizada la tierra por donde habian andado, -é infamado la gente cristiana, y agraviados los que habian -hecho pedazos, y echándoles al infierno las ánimas, sin causa, -y los demas inocentes que captivaron, sacados y traidos de -sus tierras, privándoles de su libertad y de sus mujeres y -hijos, padres y madres, y de las vidas, por esclavos, solamente, -que habian descubierto 600 leguas de costa de mar -hasta Paria, gloriándose.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_453" id="Page_453">[453]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXIV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Tras Vicente Yañez salió otro descubridor, ó quizá destruidor, -por el mismo mes de Diciembre y año de 1499 años. -Este fué un Diego de Lepe, vecino del Condado, no sé si de -Lepe ó de Palos y Moguer, pero la más gente que fué con él, -dicen, haber sido de Palos; llevó dos navíos aderezados. De la -isla del Fuego, que es una de las de Cabo Verde, siguió hácia -el Mediodia algo, y despues al Levante, por el camino que -hizo Vicente Yañez; llegaron al cabo de Sant Agustin, y dicen -que lo doblaron, pasando adelante algo. El Diego de Lepe -tomó posesion por los reyes de Castilla, haciendo en todos -los lugares que llegaba actos que se llaman posesionales, segun -derecho necesarios; uno dellos fué, que escribió su nombre -en un árbol de grandeza extraña, del cual, dijeron, que -16 hombres asidos de las manos, extendidos los brazos, no -pudieron abarcarlo. Cosa es esta increible pero posible, porque -los mayores los hay en estas islas y tierra firme, que parece -no haberlos en otras partes del mundo hallado, y todos -los que por ellas hemos andado, y visto las ceynas, que son -muchos y grandes árboles, como los hay, no nos espantamos. -Entraron en el rio Marañon, y allí robaron y saltearon la gente -que pudieron, donde Vicente Yañez habia tambien tomado -con injusticia las 36 ánimas, que se venian pacíficos é confiados -á los navíos, y traídolos por esclavos. Parece, que como quedaron -del Vicente Yañez agraviados y experimentados, llegando -el Diego de Lepe, pusiéronse en armas, matáronle 11 hombres, -y porque siempre han de quedar los indios más lastimados, -debian de matar muchos dellos y prender los que más pudiesen -por esclavos. Del rio Marañon, viniéronse costeando la -tierra firme por el camino que habia hecho Vicente Yañez; de<span class="pagenum"><a name="Page_454" id="Page_454">[454]</a></span> -creer es que saltaria en algunos lugares, y lo que allí saltearon -y mal hicieron ellos se lo saben, y áun hoy mejor que entónces, -que ya son todos en la mar ó en la tierra sepultados. -Llegaron á Paria, y como hallaron las gentes della extrañadas -y alborotadas, por los muchos que le habian muerto, en pocos -dias habia, de los pasados (segun lo dice hombre de los mismos -de Diego de Lepe y en el cap. 171 fué tocado), debian -de hacerles guerra y captivar los que pudieron haber á las -manos; y así lo confiesa otro de los que con ellos se hallaron, -y debia el Obispo de Badajoz de sabello, D. Juan de Fonseca -digo, y tomárselos, por eso dice aquel en su dicho, que en -la Paria tomó Diego de Lepe ciertos indios, los cuales, el dicho -Diego de Lepe, trajo en los navíos y los entregó al Obispo -D. Juan de Fonseca en esta ciudad de Sevilla. Estas son sus -palabras; y fuera justo que el Obispo lo castigara, y quizá lo -hizo, si por ventura su ceguedad, que en este negocio de las -Indias siempre tuvo, no se lo estorbaba. No supe destos qué -más hicieron ni en qué pararon, porque, en estos dias mismos, -despues de los dichos descubridores castellanos de aquella -tierra firme, acaeció hacer el rey de Portugal armada para -ir á la India, y acaso descubrir la misma tierra, que ya los -nuestros habian descubierto y bojado, como dicen los marineros, -y parecióme no dejar de dar aquí noticia dello, puesto -que sea obra de los portugueses, porque al ménos no pretendan, -por sólo su descubrimiento, aquella tierra pertenecerles, -y en Castilla no lo ignoremos. Envió, pues, el rey de Portugal, -D. Manuel, el primero de aquel nombre, una bien proveida -armada de trece velas grandes y menores, en las cuales -irian hasta 1.200 hombres, entre marineros y gente de -armas, toda gente muy lucida, y á vueltas de las armas materiales, -dice su historia, que mandó proveer de las espirituales, -y estas fueron ocho religiosos de la órden de San Francisco, -cuyo Guardian fué fray Enrique, el cual, despues, fué -Obispo de Cepta y confesor del Rey, varon de vida muy religiosa -y gran prudencia. Envió eso mismo ocho Capellanes y -un Vicario para que administrasen los Santos Sacramentos en<span class="pagenum"><a name="Page_455" id="Page_455">[455]</a></span> -una fortaleza que el rey de Portugal mandaba hacer, todos -varones escogidos, cuales convenia para aquella obra evangélica. -Y dice el historiador portugués, Juan de Barros, que -el principal capítulo de la instruccion que llevaba el Capitan -de la Armada, que se llamaba Pedro Álvarez Cabral, -era, que primero que acometiese á los moros y á los -idólatras, con el cuchillo material y seglar, haciéndoles -guerra, dejase á los religiosos y sacerdotes usar del suyo -espiritual, que era denunciarles el Evangelio con amonestaciones -y requirimientos de partes de la Iglesia romana, pidiéndoles -que dejasen sus idolatrías, y diabólicos ritos y costumbres, -y se convirtiesen á la fe de Cristo, para que todos fuésemos -unidos y ayuntados en caridad de ley y amor, pues -todos éramos obra de un Criador y redimidos por un Redentor, -que era Jesucristo, prometido por los Profetas y esperado -por los Patriarcas tantos mil años ántes que viniese, para lo -cual, trujesen todas las razones naturales y legales, usando de -aquellas ceremonias y actos que el derecho canónico dispone; -y cuando fuesen tan contumaces que no aceptasen esta ley de -fe, y negasen la ley de paz que se debe tener entre los hombres -para conservacion de la especie humana, y defendiesen -el comercio ó conmutacion, que es el medio por el cual se adquiere, -y trata y conserva la paz y amor entre todos los hombres, -por ser este comercio el fundamento de toda humana policía, -pero con que los contratantes no difieran en ley y creencia -de la verdad que cada uno es obligado á tener y creer de -Dios, que, en tal caso, les pudiesen hacer guerra cruel á fuego -y sangre. Esto dice aquella Historia de Juan de Barros, -libro V, cap. 1.º de su primera Década. Por manera, que á -porradas habian de recibir la fe, aunque les pesase, como -Mahoma introdujo en el mundo su secta, y tambien que, aunque -no quisiesen, habian de usar el comercio y trocar sus cosas -por las ajenas, si no tenian necesidad dellas. Miedo tengo -que los portugueses buscaban achaques, con color de dilatar la -religion cristiana, para despojar la India del oro y plata y especería -que tenia, y otras riquezas, y usurpar á los Reyes naturales<span class="pagenum"><a name="Page_456" id="Page_456">[456]</a></span> -sus señoríos y libertad, como nosotros los castellanos -habemos hallado para estirpar y asolar nuestras Indias, y todo -procede de la grande y espesa ceguedad, que, por nuestros -pecados, en Portugal y Castilla caer há Dios permitido; y es -manifiesto, que primero comenzó en Portugal que en Castilla, -como parece clarísimo en los principios, y medios, y fines que -han tenido los portugueses en la tierra de Guinea, como pareció -arriba en los capítulos 19, 22, 24 y 25. Gran ceguedad -es, y plega á Dios que no intervenga grande malicia, querer -que los infieles de cualquiera supersticiosa religion que -puedan ser, fuera de herejes, que la fe católica una vez hayan -voluntariamente recibido, la reciban con requerimientos y -protestaciones y amenazas que si no la reciben, aunque les -sea persuadida por cuantas razones naturales quisiéremos, por -el mismo caso pierdan las haciendas, los cuerpos y las ánimas, -perdiendo miserandamente, por guerras crueles, las vidas; ¿qué -otra cosa esta se puede nombrar, sino que la paz, mansedumbre, -humildad y benignidad de Jesucristo, que, señaladamente -y en particular, nos mandó que de él aprendiésemos, y usásemos -con todos los hombres indiferentemente, y la religion -cristiana, sin cesar, cada dia nos lo acuerda, amonesta y predica, -las convertiamos en la furibunda y cruel ferocidad y costumbre -espurcísima mahomética? Gentiles milagros se hallaban -los portugueses para confirmar la doctrina que los religiosos -habian predicado, roballos, captivallos, quemallos y hacellos -pedazos; fuera bien preguntalles, si fueron por esta vía y con -estas amenazas, ellos á la fe llamados: perniciosísima y muy -palpable insensibilidad fué á los principios y agora es esta. -Poco ménos materia es decir ó creer que los comercios y -conmutaciones hayan de hacer las gentes con otros no cognoscidos -hombres, no voluntaria, sino contra toda su voluntad y -libertad; pero porque desta materia y destos errores, y de -la averiguacion y claridad dellos, habemos, con el favor divino, -largamente grandes volúmenes escrito, no es cosa conveniente -á la historia, en ello más alargar de lo dicho.</p> - -<p>Partió, pues, la flota portuguesa, cuyo capitan fué Pedro<span class="pagenum"><a name="Page_457" id="Page_457">[457]</a></span> -Álvarez Cabral, de Lisboa, lunes, á 9 dias del mes de Marzo, -año de 1500, y tomó su derrota para las islas de Cabo Verde, -y de allí, por huir de la costa Guinea, donde hay muchas y -prolijas calmerías, metióse mucho á la mar, que quiere decir -á la mano derecha, hácia el Austro, y tambien porque como -sale muy mucho en la mar el cabo de Buena Esperanza, para -podello mejor doblar; y habiendo ya un mes que navegaba, -siempre metiéndose á la mar, en las ochavas de Pascua, que -entónces fueron á 24 de Abril, fué á dar en la costa de tierra -firme, la cual, segun estimaban los pilotos, podia distar de la -costa de Guinea 450 leguas, y en altura del Polo antártico, de -la parte de Sur, 10°. No podian creer los pilotos que aquella -era tierra firme, sino alguna gran isla, como esta isla Española, -que llamaban los portugueses Antella, y para experimentallo, -fueron por luengo de la costa un dia; echaron un batel -fuera, llegaron á la tierra y vieron infinita gente desnuda, -no prieta ni de cabellos torcidos como los de Guinea, sino -luengo y correntio y como el nuestro, cosa que les pareció muy -nueva. Tornóse luego el batel á dar nuevas dello, y que parecia -buen puerto donde podian surgir; llegóse la flota á tierra, -y el Capitan mandó que tornase allá, y, si pudiese, tomase -alguna persona, pero ellos fuéronse huyendo á un cerro, y juntos, -esperaban qué querrian los portugueses hacer; queriendo -echar más bateles fuera y gente, vino un grande viento y -alzaron las anclas, y vánse por luengo de costa la vuelta del -Sur, donde les servia el viento, y surgieron en un buen puerto. -Envió un batel y tomó dos indios en una canoa; mandólos -vestir de piés á cabeza y enviólos á tierra: vinieron gran número -de gente cantando, bailando y tañendo ciertos cuernos -y bocinas, haciendo saltos y bailes de grande alegría y regocijo, -que verlo era maravilla. Salió en tierra el Capitan con la -más de la gente, dia de Pascua, y al pié de un grande árbol -hicieron un altar, y dijo misa cantada el susodicho Guardian; -llegáronse los indios muy pacíficos y confiados, como si fuesen -los cristianos de ántes sus muy grandes amigos, y como -vieron que los cristianos se hincaban de rodillas y daban en<span class="pagenum"><a name="Page_458" id="Page_458">[458]</a></span> -los pechos, y todos los otros actos que les veian hacer, todos -ellos los hacian. Al sermon que predicó el Guardian estaban -atentísimos, como si lo entendieran, y con tanta quietud y sosiego -y silencio, que dice el historiador, que movia á los portugueses -á contemplacion y devocion, considerando cuan dispuesta -y aparejada estaba aquella gente para recibir doctrina y -religion cristiana. Despachó luego de allí el Capitan un navío -al rey de Portugal, el cual dice que recibió grande alegría -con las nuevas de la tierra nuevamente descubierta, y todo el -reino. Dió licencia el Capitan á la gente de los navíos aquel -dia, despues de comer, para que saliesen en tierra y se holgasen, -y rescatasen con los indios cada uno lo que quisiese; -á trueque de papel y de pedazos de paño, y de otras cosillas, -les daban los indios papagayos y otras aves muy pintadas y -muy hermosas, de que habian muchas, de las plumas de las -cuales tenian sombreros y otras cosas muy lindas y hermosas -hechas: dábanles ajes ó patatas, y otras frutas, que habian, -muchas. Fueron algunos portugueses á las poblaciones, vieron -infinitas arboledas, aguas y frescuras, y tierra viciosísima y -deleitable, muy abastada de maíz y otras cosas de comer, y -donde se hacia mucho algodon. Vieron allí un pece más grueso -que un tonel, de longura de dos toneles, la cabeza y ojos -como de puerco, las orejas como de elefante, no tenia dientes, -en la parte de abajo tenia dos agujeros, la cola de un -codo y de ancho otro tanto, el cuero era como de puerco de -gordor de un dedo. En esta tierra mandó el Capitan poner una -cruz muy alta y muy bien hecha, y por esto se llamó aquella -tierra de Sancta Cruz, por los portugueses, algunos de años; -despues, el tiempo andando, como hallaron en ella brasil, -llamaron y hoy se llama la tierra del Brasil. Traia el Capitan -20 hombres desterrados por malhechores, y acordó dejar -allí dos dellos para que supiesen los secretos de la tierra y -aprendiesen la lengua, los cuales los indios trataron muy bien, -y, despues, el uno dellos sirvió de lengua ó intérprete mucho -tiempo en Portugal. Todo lo que aquí desto he dicho, lo saqué -de dos historiadores portugueses que escribieron toda la historia,<span class="pagenum"><a name="Page_459" id="Page_459">[459]</a></span> -desde su principio, de la India; el uno es Juan de Barros, -en el libro V, cap. 2.º de su primera Década, y el otro -es Fernan Lopez de Castañeda, en el libro I, cap. 29 de la -«Historia de la India.» Parece, pues, bien probada manifiestamente -la bondad natural, simplicidad, hospitalidad, paz y -mansedumbre de los indios y gente de cuasi toda esta nuestra -tierra firme, y cuan aparejados estaban, ántes que hobiesen -recibido agravios y daños de los cristianos, y experimentado -sus injusticias, para recibir la doctrina de nuestra fe, y ser -imbuidos en la religion cristiana, y á Cristo, criador universal, -todos atraidos, no solamente por testimonio de infinitos -que los hemos experimentado y visto, y abajo, en muchas -partes desta historia, larguísimamente se verá, y de todos los -mismos castellanos descubridores, de los cuales muchos eran -dellos escandalizadores y destruidores, que para que lo confesasen -de su propio motivo, la misma razon y fuerza de la -verdad los constreñia, pero tambien ordenó Dios que los portugueses -fuesen desta verdad, por vista de ojos y experiencia, -testigos. Y esto se verá bien claro en los siguientes capítulos.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_460" id="Page_460">[460]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXV.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Si bien miramos, en todas las cosas que en este mundo -visible acaecen, hallaremos por experiencia lo que la Escritura -divina nos enseña cerca de la infalible providencia de -Dios, conviene á saber, que uno de los principales cuidados -que Dios tiene, si se puede decir, porque con un cuidado y -un sólo acto lo gobierna y rige todo, es cerca de la prueba -y de la guarda y conservacion de la verdad; de aquí es lo que -dice el salmista David: <i>qui custodit veritatem in sæculum</i>, y -por Esdras: <i>veritas manet, et invalescit in æternum et vivit et -obtinet in sæcula sæculorum</i>. Por manera, que para que esta -verdad, de ser estas gentes dóciles, pacíficas, benignas de -su natural, y aparejadas, tan bien y muy más que otras, -para ser doctrinadas y acostumbradas en toda virtud moral, -y, por consiguiente, capaces y fácilmente atraibles á la fe católica -y religion cristiana, si les es propuesta y predicada -como Cristo lo estableció, y á todas las otras naciones del -mundo la Iglesia universal la ha propuesto siempre y predicado, -ha tenido por bien la divina Providencia, de que no -sólo por experiencia los religiosos y siervos de Dios castellanos, -y descubridores seglares y profanos, que sólo han venido -á estas tierras por cudicia de amontonar riquezas temporales, -y no sólo tambien habiendo llegado á una parte destas Indias -y visto una gente, pero á muchas, y en muchas varias y diversas -lenguas y naciones, pero que la gente portuguesa, seglares -y religiosos, y personas de todo trato y profesion, confiesen -todos, sin lo poder negar, que aquestas gentes no son -otras sino aquellas que sucedieron de nuestro primer padre -Adan, y esto basta para que con ellas se deban guardar los -preceptos divinos y naturales, y las reglas de caridad que<span class="pagenum"><a name="Page_461" id="Page_461">[461]</a></span> -han sido guardadas y usadas con nosotros, á quien Dios ha -hecho tantos bienes y mercedes, que primero que ellas fuésemos -llamados y traidos á la cristiandad. Vista, pues, la disposicion -tan afable y apta para recibir todo bien moral y espiritual, -que de aquellas gentes, moradores y habitadores -en aquella tierra firme, aquestos portugueses, primeros que -allí llegaron este año de 500, testificaron conforme á la que -hallaron, y no callaron nuestros castellanos, refiramos en -este capítulo y en el siguiente, la que vieron y trataron y experimentaron, -y el fruto que por ella, con el divino favor, -hicieron ciertos predicadores portugueses, que se llamaban de -la Compañía de Jesus, despues deste tiempo muchos años; -ciertos de los cuales, haciendo relacion del fruto que Dios -sacaba de sus manos, escribieron á Portugal, á los de su profesion, -las cosas siguientes, por muchas cartas, y dicen así:</p> - -<p>«La informacion que de aquestas partes del Brasil se puede -dar, padres y hermanos carísimos, es que tiene esta tierra -1.000 leguas de costa, poblada de gente que anda desnuda, -así mujeres como hombres, tirando algunas partes muy -léjos, donde yo estoy, á donde las mujeres andan vestidas al -traje de gitanas, con paños de algodon, por la tierra ser más -fria que esta, la cual aquí es muy templada, de tal manera, -que el invierno no es frio ni caliente, y el verano, aunque -sea más caliente, bien se puede sufrir; empero, es tierra muy -húmeda, por las muchas aguas que llueve en todo tiempo, -muy á menudo, por lo cual los árboles y las hierbas están -siempre verdes, y por aquesto es la tierra muy fresca. En -parte es muy áspera, por los montes y matas que siempre -están verdes; hay en ella diversas frutas, que comen los de -la tierra, aunque no sean tan buenas como las de allá, las -cuales tambien creo se darian acá si se plantasen, porque veo -darse parras, uvas, y áun dos veces en el año, empero, son -pocas, por causa de las hormigas, que hacen mucho daño, -así en esto como en otras cosas. Cidras, naranjas, limones, -dánse en mucha abundancia, y higos tan buenos como los -de allá; el mantenimiento comun de la tierra es una raíz de<span class="pagenum"><a name="Page_462" id="Page_462">[462]</a></span> -palo, que llaman mandioca, del cual hacen una harina de -que comemos todos, y da tambien mijo (este debe ser maíz), -el cual, mezclado con la harina, hace un pan que excusa el -de trigo. Hay mucho pescado, y tambien marisco, de que se -mantienen los de la tierra, y mucha caza de matos y gansos, -que crian los indios; bueyes, vacas, ovejas, cabras y gallinas, -se dan tambien en la tierra, y hay dellos mucha copia. -Los gentiles son de diversas castas, unos se llaman goyaneces, -otros carijos; este es un gentío mejor que hay en esta -costa, á los cuales fueron, no há muchos años, dos frailes castellanos -á los enseñar, y tan bien tomaron su doctrina que -tenian ya casas de recogimiento para mujeres, como monjas, -y otra de hombres, como de frailes, y esto duró mucho tiempo, -hasta que el demonio llevó allí una nao de salteadores y -captivaron muchos dellos. Trabajamos por recoger los salteados, -y algunos tenemos ya para los llevar á su tierra, con -los cuales iba un padre de los nuestros. Hay otra casta de -gentiles, que se llama caymures, y es gente que habita por -los montes; ninguna comunicacion tienen con los cristianos, -por lo cual se espantan cuando nos ven, y dicen que somos -sus hermanos, por cuanto traemos barba como ellos, la cual -no traen todos los otros, ántes se rapan hasta las pestañas, y -hacen agujeros en los bezos y ventanas de las narices, y ponen -unos huesos en ellos que parecen demonios, y así, algunos, -principalmente los hechiceros, traen el rostro lleno -dellos. Estos gentiles son como gigantes, traen un arco muy -fuerte en la mano, y en la otra un palo muy grueso, con que -pelean con los contrarios, y fácilmente los despedazan, y -huyen para los montes, y son muy temidos entre todos los -otros. Los que comunican con nosotros, hasta agora, son dos -castas, unos se llaman tupeniques y los otros tupinambas. -Estos tienen casas de palmas muy grandes, y dellas en que -posarán 50 indios casados con sus mujeres é hijos. Duermen -en redes de algodon, sobre sí, junto de los fuegos, que en -toda la noche tienen encendidos, así por el frio, porque andan -desnudos, como tambien por los demonios, que dicen huir<span class="pagenum"><a name="Page_463" id="Page_463">[463]</a></span> -del fuego, por la cual causa traen tizones de noche cuando -van fuera. Esta gentilidad á ninguna cosa adora, ni cognosce -á Dios, solamente á los truenos llaman tupana, que es como -quien dice cosa divina; y así, nos no tenemos otro vocábulo -más conveniente, para los traer al cognoscimiento de Dios, que -llamarle Padre Tupana. Solamente, entre ellos, se hacen -unas ceremonias de la manera siguiente: de ciertos en ciertos -años, vienen unos hechiceros de luengas tierras, fingiendo -traer santidad, y, al tiempo de su venida, los mandan á limpiar -los caminos y vánlos á recibir con danzas y fiestas segun -su costumbre, y, ántes que lleguen al lugar, andan las mujeres -de dos en dos por las casas, diciendo públicamente las -faltas que hicieron á sus maridos, y unas á otras pidiendo -perdon dellas; en llegando el hechicero, con mucha fiesta, -al lugar, éntrase en una casa oscura, y pone una calabaza -que trae en figura humana, en parte más conveniente para -sus engaños, y mudando su propia voz, como de niño, y junto -de la calabaza, les dice, que no curen de trabajar ni vayan -á la roca, que el mantenimiento por sí crescerá y que nunca -les faltará que comer y que por sí vendrá á casa, y que las -aguijadas se irán á cavar, y las flechas se irán al monte por -caza para su señor, y que han de matar muchos de sus contrarios, -y captivarán muchos para sus comeres, y promételes -larga vida, y que las viejas se han de tornar mozas, y que las -hijas que las den á quien quisieren; y otras cosas semejantes les -dice y promete, con que los engaña, de manera, que creen -haber dentro, en la calabaza, alguna cosa santa y divina, que -les dice aquellas cosas. Y acabando de hablar el hechicero, comienzan -á temblar, principalmente las mujeres, con grandes -temblores en su cuerpo que parecen demoniadas, como de -cierto lo son, echándose en tierra, espumando por las bocas, -y en aquesto les suade el hechicero que entónces les da santidad; -y á quien esto no hace tiénenlo á mal, y despues le ofrecen -muchas cosas, y en las enfermedades de los gentiles usan -tambien estos hechiceros de muchos engaños y hechicerías. -Estos son los mayores contrarios que acá tenemos, y hacen<span class="pagenum"><a name="Page_464" id="Page_464">[464]</a></span> -creer algunas veces á los dolientes que nosotros les metemos -en el cuerpo cuchillos, tijeras y cosas semejantes, y que con -esto los matamos. En sus guerras, aconséjanse con ellos, allende -de agüeros que tienen de ciertas aves; cuando captivan -alguno, tráenle con grande fiesta, con una soga á la garganta, -y dánle por mujer la hija del principal ó cualquiera otra que -más le contenta, y pónenlo á cebar como puerco, hasta que -lo han de matar, para lo cual se ajuntan todos los de la comarca -á ver la fiesta, y, un dia ántes que lo maten, lávanlo -todo, y el dia siguiente lo sacan y pónenlo en un terrero, -atado por la cintura con una cuerda, y viene uno dellos muy -bien ataviado, y le hace una plática de sus antepasados, y, acabada, -el que está para morir le responde, diciendo, que de -los valientes es no temer la muerte, y que él tambien matara -muchos de los suyos, y que acá quedaban sus parientes que -lo vengarán, y otras cosas semejantes, y, muerto, córtanle luego -el dedo pulgar, porque con aquel tiraba las flechas, y lo -demas hacen en pedazos para lo comer asado ó cocido. Cuando -muere alguno de los suyos, pónenles sobre las sepulturas -platos llenos de viandas, y una red en que ellos duermen, -muy bien lavada, esto porque creen, dicen, que despues que -mueren, tornan á comer y descansar sobre su sepultura; -échanlos en cuevas redondas, y si son principales, hácenlos -una choza de palma. No tienen cognoscimiento de gloria ni infierno, -solamente dicen, que, despues de morir, van á descansar -á un buen lugar, y en muchas cosas guardan la ley -natural. Ninguna cosa propia tienen que no sea comun, y lo -que uno tiene ha de partir con los otros, principalmente si son -cosas de comer, de las cuales ninguna cosa guardan para -otro dia, ni curan de atesorar riquezas. A sus hijos ninguna -cosa dan en casamiento, ántes los yernos quedan obligados -á servir á sus suegros; cualquier cristiano que entra en sus -casas, dánle á comer de lo que tienen y una red lavada en que -duerma. Son castas las mujeres á sus maridos; tienen memoria -del diluvio, empero, falsamente, porque dicen, que, cubriéndose -la tierra de agua, una mujer con su marido subieron<span class="pagenum"><a name="Page_465" id="Page_465">[465]</a></span> -en un pino, y despues de menguadas las aguas descendieron, -y de aquestos procedieron todos los hombres y mujeres. -Tienen muy pocos vocablos para les poder bien declarar -nuestra fe, mas con todo, dámossela á entender lo mejor que -podemos, y algunas cosas los declaramos por rodeos. Están -muy apegados con las cosas sensuales; muchas veces me preguntan, -si Dios tiene cabeza, y cuerpo, y mujer, y si come, y -de qué se viste, y otras cosas semejantes. Dicen ellos, que -Sancto Tomás, á quien llaman Zome, pasó por aquí; esto les -quedó por dicho de sus antepasados, y que sus pisadas, están -señaladas cabe un rio, las cuales yo fuí á ver por más certeza -de la verdad, y ví, con los propios ojos, cuatro pisadas -muy señaladas, con sus dedos, las cuales, algunas veces, cubre -el rio cuando hinche; dicen tambien, que cuando dejó estas -pisadas iba huyendo de los indios que le querian flechar, y -llegando allí, se le abrió el rio y pasara por medio dél, sin se -mojar, á la otra parte, y de allí fué para la India: asimismo -cuentan, que cuando le querian flechar los indios, las flechas -se volvian para ellos, y los montes le hacian camino por do -pasase. Otros cuentan esto como por escarnio. Dicen tambien, -que les prometió que habia de tornar otra vez á verlos, ¡él los -vea del cielo y sea intercesor por ellos á Dios, para que vengan -en cognoscimiento suyo y reciban la sancta fe, como esperamos!» -Todas estas son palabras de la dicha carta de los -predicadores portugueses.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_466" id="Page_466">[466]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXVI.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Por esta carta, en el capítulo precedente referida, parecen -algunas malas costumbres de estas gentes, aunque otras hobo -en el mundo más depravadas, como arriba en el capítulo -7.º y en otros mostramos bien largo; agora digamos el -fructo que Dios sacó, por medio de sus ministros, de aquellos -que crió con ánimas racionales, capaces de su bienaventuranza, -y por consiguiente, del medio para alcanzalla, que es la fe y -doctrina cristiana, refiriendo otras cartas ó pedazos de cartas; -y dice así otra carta: «La gracia y amor de Nuestro Señor sea -siempre en nuestro contino favor y ayuda, amen. Por algunas -cartas que el año pasado os escribimos, os dimos larga informacion -destas partes del Brasil, y de algunas cosas que Nuestro -Señor, por sus siervos, que, por la santa obediencia, de esas -partes han sido enviados, ha querido obrar, los cuales, al presente, -estan repartidos por diversas Capitanías desta costa; ya -de las cosas quel Señor, por cada uno dellos, obra, sereis por -sus cartas sabidores, solamente os quiero yo dar cuenta de lo -que en la Bahía se ha acontecido despues que los postreros -navíos se han partido, y tambien desta Capitania de Perambuco, -adonde habia pocos dias quel padre Nobrega y yo somos -llegados. Primeramente, sabreis quel padre Nobrega ha -llegado á esta Bahía de visitar y correr las Capitanías, y luego -ordenó quel padre Navarro fuese al puerto Seguro, á trasladar -las oraciones y sermones en la lengua desta tierra, con algunos -buenos intérpretes, las cuales trasladó bien; y es mucho -para dar alabanzas al Señor, viéndole predicar, en lo cual -á todos nos lleva la ventaja, y en esto tenemos todos mucha -falta en carecer de la lengua y no saber declarar á los indios -lo que queremos, por falta de intérpretes. Muchos de los gentiles<span class="pagenum"><a name="Page_467" id="Page_467">[467]</a></span> -piden el agua del baptismo, mas el padre Nobrega ha ordenado, -que primero se les hagan los catecismos y exhorcismos, -hasta tanto que cognoscamos en ellos firmeza y que de todo -corazon crean en Cristo, y tambien que primero enmienden -sus malas costumbres; son tales los baptizados que perseveran, -que es mucho para dar gracias á Nuestro Señor, porque, aunque -deshonrados y vituperados de los suyos, no dejen de perseverar -en nuestra obediencia y crecer en buenas costumbres. -El pueblo gentil, al principio, nos daba poco crédito, y le parecia -que les mentiamos y engañábamos, que los padres y tambien -los legos, ministros de satanás, que al principio á esta tierra -vinieron, les predicaban y decian por interés de sus abominables -rescates; agora que comienzan á cognoscer la verdad y -ver el continuo amor con que los padres los tratan y conversan -(los padres llama aquí los predicadores), y el trabajo que -por la salvacion de sus ánimas resciben, van cayendo en la -cuenta y quieren ser cristianos con muy mayor voluntad y -más firme intencion que al principio. Tambien Nuestro Señor -ha mostrado cosas, y muestra cada dia, por donde se van desengañando -á no nos tener en la cuenta que ántes tenian; los -cristianos que permanecen son tan nuestros, que contra sus -naturales hermanos pelearan por nos defender, y están tan -subjetos, que no tienen cuenta con padres ni parientes; saben -muy bien las oraciones, y tienen mejor cuenta con los domingos -y fiestas que otros muchos cristianos. En nuestra casa se -disciplinan todos los viérnes, y algunos de los nuevamente -convertidos se vienen á disciplinar con grandes deseos. En la -procesion de la Semana Santa se disciplinaron algunos, así de -los nuestros como de los nuevos convertidos, y de aquí adelante -se comenzarán á confesar con el padre Navarro en su lengua, -porque hay ya muchos que lo quieren y desean. Estos han de -ser un fundamento grande para todos los otros se convertir; ya -empiezan á ir por las aldeas con los padres, predicando la fe -y desengañando á los suyos de las malas costumbres en que -viven. Muchas cosas en particular pudiera escribir, que, por -mi grande frieza y por no pensar haber de ser yo el escriptor,<span class="pagenum"><a name="Page_468" id="Page_468">[468]</a></span> -no las escribo, así por no las tener en la memoria, como -por no las saber estimar por falta de caridad. Grande es la envidia -que los gentiles tienen á estos nuevos convertidos, porque -ven cuan favorecidos son del Gobernador y de otras principales -personas, y si quisiésemos abrir la puerta al baptismo, cuasi -todos se vernian, lo cual no hacemos si no cognoscemos ser -aptos para eso, y que vienen con devocion y contricion de -las malas costumbres en que se han criado, y tambien, porque -no tornen á retroceder, sino que queden contentos y firmes. -Mucho más fructo se pudiera hacer si hobiera obreros, así -que mucha es la mies que se pierde por falta de segadores. Entre -otras cosas, os quiero contar una de un principal desta tierra, -el cual há algunos dias que pedia el agua del baptismo, y porque -tenia dos mujeres no se la queriamos dar, aunque sabiamos -que la una dellas no la tenia sino para se servir della; un dia con -gran priesa y eficacia pidió el baptismo, al cual baptizó el padre -Navarro, y de ahí á seis ó siete dias enfermó de cámaras, y se iba -consumiendo hasta que cognosció que habia de morir, y dos noches -ántes que muriese envió á llamar al padre Navarro para lo -acompañar y enseñar como habia de morir, y decíale que nombrase -muchas veces el nombre de Jesus y de Sancta María, -Nuestra Señora, y él tambien decia con el padre estos santos -nombres, hasta perder la habla, y, ántes que la perdiese, vistió -una ropa que tenia y mandó á los suyos que le enterrasen con -ella y en sagrado, como era costumbre de los cristianos, y dió -el espíritu á Dios, estando el padre Navarro diciendo misa por -él, por lo cual no se pudo hallar presente á su muerte. Dijo -una su hermana, que se halló presente á su muerte, al padre -Navarro, que le habia dicho el muerto, ántes que perdiese el -habla: «hermana, ¿no veis?» y ella respondió que no veia -nada, y tornándole á preguntar lo mismo, ella respondió de la -misma manera, hasta que él, con grande alegría, le dijo: -«veo, hermana mia, los gusanos holgando en la tierra, y en los -cielos grandes alegrías y placeres, quédate enhorabuena, que -me quiero ir»; y así acabó. Enterrámoslo en una iglesia que -teniamos hecha para los nuevamente convertidos. Este nos ha<span class="pagenum"><a name="Page_469" id="Page_469">[469]</a></span> -dado entrada en esta tierra, y en su manera de vivir no era -fuera de la ley natural y de razon; quedó un hermano suyo -por principal, el cual há por nombre Simon, y el muerto don -Juan, con el cual metemos acá en vergüenza á los malos -cristianos, porque es muy virtuoso y fuera de las costumbres -de los otros, y tambien su mujer y hijos, los cuales nos tiene -prometidos para que los enseñemos, y, por falta de casa y -mantenimientos, no lo podemos hacer.» Dice más abajo: «Ya -comienzan los hijos de los gentiles á huir de sus padres y venirse -á nos, y, por más que hacen, no los pueden apartar de la -conversacion de los otros niños, y vino un niño descalabrado -y sin comer un dia todo, huyendo de su padre, á nos. Cantan -todos una misa cada dia, y ocúpanse en otras cosas semejantes. -Es tan grande el temor en algunos destas aldeas, y reverencia -que tienen á los padres, que no osan abiertamente -comer carne humana; de manera, que están estos gentiles, -principalmente los de la Bahía, aparejados para se hacer en -ellos grande fruto, mas estamos acá tan pocos, y tan repartidos, -y las necesidades son tantas entre los cristianos, á las -cuales somos más obligados á acudir, que no sé como sufrís, -carísimos hermanos, estar tanto tiempo en esa casa, estando -acá tantas necesidades esperando por vos, etc.» Otras muchas -y notables cosas dice aquesta carta, que por no alargar mucho, -no las quiero referir. Otro de aquellos predicadores dice -así en otra: «En estas partes, despues que acá estamos, carísimos -padres y hermanos, se ha hecho mucho fruto. Los gentiles, -que parece que ponian la bienaventuranza en matar sus -contrarios y comer carne humana, y tener muchas mujeres, -se van mucho enmendando, y todo nuestro trabajo consiste -en los apartar desto, porque todo lo demas es fácil, pues no -tienen ídolos, aunque hay entre ellos algunos que se hacen -santos, y les prometen salud y victoria contra sus enemigos. -Con cuantos gentiles tengo hablado en esta costa, en ninguno -hallé repugnancia á lo que le decia, todos quieren y desean -ser cristianos, pero dejar sus costumbres les parece áspero; -van, con todo, poco á poco, cayendo en la verdad, hácense<span class="pagenum"><a name="Page_470" id="Page_470">[470]</a></span> -muchos casamientos entre los gentiles, los cuales, en la Bahía -están junto á la ciudad y tienen su iglesia cabe una casa -á donde nos recogemos. Estos determinamos tomar por medio -de otros muchos, los cuales esperamos, con la ayuda del Señor, -hacer cristianos, etc.» Otro en otra carta dice: «Fuimos -á una aldea de los gentiles y procuramos que se ayuntasen -todos, y, despues de juntos, les hicimos una plática por una -lengua, y acabada les enseñamos la doctrina cristiana, y queriéndonos -dellos despedir, yo les hice primero santiguar, y -viendo las piedras preciosas que traian en los bezos y en el -rostro, les dije, como riendo, que les estorbaban á se persignar, -lo cual, ellos, tomaron de veras, y siendo de mucho -precio, las echaron á donde nunca más parecieron, lo cual me -consoló mucho. El dia del Angel se determinó que se baptizasen -los que quisiesen, y baptizamos muchos, así hombres -como mujeres, y cuasi nos faltaban nombres de santos para -dar á cada uno el suyo. Entre ellos baptizamos un hechicero, -asaz viejo, y le pusimos por nombre Amaro.» Otro dice, en -otra epístola, estas palabras: «Despues desto nos fuimos dar -con los indios á sus aldeas, que estaban cuatro ó cinco leguas -de ahí, y, yendo, hallamos haciendo el camino por donde habiamos -de ir, y quedaron muy tristes porque no lo tenian -acabado; llegando al aldea, se vino el principal de ahí y me -llevó por fuerza á su casa, y luego se hinchió la casa de indios, -y otros que no cabian quedaron fuera, y trabajaron -mucho por me ver. Considerad vos, hermanos mios en Cristo, -lo que mi ánima sentiria, viendo tantas ánimas perdidas por -falta de quien las socorriese; algunas pláticas les hice aparejándolos -para el cognoscimiento de la fe, y les dije, por la -tristeza que mostraban por me yo haber luego de ir, que no -iba sino á verlos, y que otras muchas veces los visitaria si tuviese -tiempo, etc.» Estas son las palabras. Otras muchas cosas -notables se dicen en las susodichas cartas, y en otras que -no he querido relatar por dar fin á esta relacion y testimonio -de los portugueses, tocante á la prueba desta verdad, conviene -á saber, que estas gentes gentiles destas nuestras Indias,<span class="pagenum"><a name="Page_471" id="Page_471">[471]</a></span> -son naciones humanas, razonables, dóciles, conversables con -otros hombres, reducibles á toda ley de razon y convertibles -á nuestra santa fe católica, si se les propone por el modo que -la razon natural dicta y enseña que debe ser propuesta y persuadida, -á los principios, cualquiera cosa nueva, mayormente -difícil á los hombres racionales, los cuales naturalmente son -aptos y nacidos para ser atraidos á la virtud por bien, por -blandura y mansedumbre, y desta propiedad humana y universal -ninguna nacion del mundo excluyó la divina Providencia, -por bárbaros, brutos, y agrestes y corruptos en costumbres -que sean, con que sean hombres; y esto más copiosa é irrefragablemente -pareció arriba, por razones, y parecerá en el discurso -desta historia, por obras y por ejemplos tan patentes y -tan sin número, que no se pueda más dudar dello, que dudar -que todos los hombres desciendan de Adan.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_472" id="Page_472">[472]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXVII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Referido habemos los descubridores ó rescatadores que -vinieron el año de 1499 y 500 á la tierra firme, despues que -supieron que el Almirante la habia descubierto (aunque, creyendo -que era isla, nombróla isla ó tierra de Gracia, como se -ha visto arriba), y tambien, como acaso descubrieron los portugueses, -yendo á la India, un pedazo della, que llaman ellos -hoy el Brasil, y nosotros el cabo de Sant Agustin, el cual, por -concierto de los reyes de Castilla y Portugal, cupo, y así es -hoy, de los portugueses; incidentemente, tambien trujimos lo -que manifestaron de la condicion y hospitalidad pacífica, y humana -conversacion, que en los vecinos y moradores de aquella -tierra hallaron, conformándose con lo que los nuestros -castellanos, Vicente Yañez y Diego de Lepe, dellos, en la misma -materia, dijeron; de allí añadimos, infiriendo y probando -por ejemplos, que testifican los predicadores tambien portugueses, -la disposicion é idoneidad para recibir nuestra sancta -fe que hay en ellos, por el fruto grande que Dios siempre -saca, por medio de los trabajos de sus predicadores: requiere, -pues, la órden de los dias y meses del dicho año de 500, -tornar á tratar y continuar las angustias, y adversidades y -caida total del Almirante, y que, más amargas y aflictivas, -entre todas las que toda su vida tuvo, le lastimaron y afligieron. -Ya dijimos arriba, en el cap. 161, como despues de llegados -los cinco navíos á Castilla quel Almirante despachó, -venido del descubrimiento de Paria, con las nuevas del levantamiento -de Francisco Roldan, luego, por Mayo, determinaron -los Reyes de enviar otro Gobernador á esta isla, y -quitalle á él la gobernacion, y tomaron los Reyes color de -que él mismo escribió á Sus Altezas, que les suplicaba que<span class="pagenum"><a name="Page_473" id="Page_473">[473]</a></span> -enviasen Juez pesquisidor, para que hiciese informacion de -los delitos é insultos y levantamiento del dicho Roldan y de -sus secuaces, y tambien juez que tuviese cargo de la administracion -de la justicia, como se dijo en el cap. 159, y allí -les suplicaba que tuviesen respecto á sus servicios, y que no -se le perjudicase á sus preeminencias; donde parece que temia -lo que le vino y no lo habia él por tanto. Eligieron á un Comendador -de la órden de Calatrava, que se llamó Francisco -de Bobadilla, y diéronle provisiones y nombre de Pesquisidor, -con que al principio en esta isla entrase, y tambien de -Gobernador, que, cuando fuese tiempo, publicase y usase. Comenzáronse -los despachos en Madrid, por Mayo del año de 99, -luego que llegaron los cinco navíos, como algunas veces se ha -dicho, pero no lo despacharon hasta el mes de Junio del año -siguiente de 1500, que vinieron el Rey y la Reina á Sevilla, y -de allí á la ciudad de Granada, sobre el levantamiento de los -moros ó moriscos del Lanjarón, ó Sierra Bermeja, donde acaesció, -que yendo sobre ellos D. Alonso de Aguilar, caballero -muy señalado en prudencia y esfuerzo, de quien procede la -casa de Aguilar y marqués de Pliego, lo mataron, desastre -que mucho pesar dió á los Reyes y á todo el reino. Por manera, -que tardó su despacho todo un año, porque debian los -Reyes, por ventura, ó de esperar algun navío que fuese de acá -con nueva de estar Roldan y su compañía reducidos, y esta -isla sosegada, ó, que como enviasen á deponer al Almirante de -su estado, quitándole la gobernacion, cosa, cierto, muy grande -para quien tanto se le debia y les habia merecido, y con tan -inmensos trabajos, querian muy bien mirallo, y hacíaseles de -mal efectuallo; pero como llegaron las dos carabelas donde -venian los procuradores de los alzados y del Almirante, aunque -ya quedaba Francisco Roldan reducido y asosegado, vistas -las quejas que dieron del Almirante y los daños pasados, y -supieron cosas muchas que los unos y los otros relataban, y -que convenia remediallas, determinaron, que el comendador -Bobadilla prosiguiese su viaje; diéronle muy cumplidos despachos, -y, entre ellos, muchas cartas y cédulas en blanco.<span class="pagenum"><a name="Page_474" id="Page_474">[474]</a></span> -Como por las cartas postreras del Almirante, que vinieron en -los dos dichos navíos, supiese la Reina, de gloriosa memoria, -que el Almirante habia dado á cada uno de los que allí -venian un indio por esclavo, y que, si no se me ha olvidado, -eran 300 hombres, hobo muy gran enojo, diciendo estas palabras: -«¿qué poder tiene mio el Almirante para dar á nadie -mis vasallos?» y otras semejantes; mandó luego apregonar en -Granada y en Sevilla, donde ya estaba la corte, que todos los -que hobiesen llevado indios á Castilla, que les hobiese dado -el Almirante, los volviesen luego acá, so pena de muerte, en -los primeros navíos, ó los enviasen; y mi padre, á quien el -Almirante habia dado uno y lo habia llevado en el susodicho -viaje de los dos navíos ó carabelas, que yo en Castilla -tuve, y algunos dias anduvo conmigo, tornó á esta isla, -con el mismo comendador Bobadilla, y lo trajo, y despues -yo lo vide y traté acá. Yo no sé por qué más estos 300 indios -quel Almirante habia dado por esclavos, mandó la -Reina tornar con tanto enojo y rigor grande, y no otros muchos -que el Almirante habia enviado, y el Adelantado, como -arriba puede verse; no hallo otra razon, sino que los que hasta -entónces se habian llevado, creia la Reina, por las informaciones -erradas que el Almirante á los Reyes enviaba, que eran -en buena guerra tomados, pero esta ceguedad del Almirante, -y suponer la Reina que podia el Almirante hacelles guerra, -procedia y siempre procedió de la del Consejo, y letrados que -en él los Reyes tenian, la cual en ellos era intolerable y más -que culpable, porque no les era lícito ellos ignorar el derecho -y justicia destas gentes, que consistia en ser pueblos -libres que tenian sus reinos y Reyes y señores, dominios y -jurisdicciones, y que les pertenecian de derecho natural y de -las gentes, y que no los perdian solamente por carecer de fe -y no ser cristianos, ni los podian los reyes de Castilla dellos -privar, solamente por habellos descubierto el Almirante, ni -tampoco porque la Sede apostólica se los hobiese encomendado -para convertillos, y que vivian en su paz en sus tierras -y casas, sin ofensa de nadie, y, por consiguiente, que no debian,<span class="pagenum"><a name="Page_475" id="Page_475">[475]</a></span> -por guerra, ó daño, ó injuria, que fuera de sí mismos -hobiesen otros hecho, algo á alguien. Y si por 300 indios que -dió el Almirante, injustamente, á los españoles que por entónces -vinieron, por esclavos, la Reina, de buena memoria, -tanto enojo recibió, y tan grave pena como la de muerte -mandó poner, porque todos los tornasen, y áun quizá fué -aqueste enojo, de indignarse más contra el Almirante, harta -causa; ¿como sintiera, y como sufriera, y qué indignacion -recibiera, y qué penas pusiera cuando llegara á su noticia -que se hacian y se hicieron iniquísimamente, sobre más de -seis cuentos de ánimas, esclavos? Pero pasemos adelante, porque -la historia lo referirá, si á Dios place. Tornando al ristre -la lanza, enviaron los Reyes con el dicho comendador Bobadilla -cierta gente á sueldo, para que viniese acompañado, -no supe el número cuanto; y, como dije, hízose á la vela con -dos navíos ó carabelas, creo que, mediado ó en fin de Junio -de 1500 años. Entre tanto andaba el Almirante, con toda solicitud, -haciendo prender los nuevamente alzados, como arriba -dije, y el Adelantado por su parte, y, los que podian prender, -ahorcando, y para ahorcarlos, donde quiera que los hallase, -traia un clérigo consigo para confesarlos; todo á fin de, teniendo -en obediencia los cristianos, sojuzgar los indios y constreñilles -á que pagasen el tributo á que los habia obligado, y -el Francisco Roldan hobo por su rebelion quitado. Y el fin de -los fines del Almirante no era otro, sino dar y enviar á los -Reyes dinero, por servillos y contentallos, y recompensarles -los gastos que hacian, para que tambien cerrasen las bocas -sus adversarios. Y así, dijo él á los Reyes que este año de 500, -que habia traido toda la gente desta isla Española, porque -era, dice él, sin número, por virtud divinal, á que estuviese -debajo de su real señorío y obediendía, en tanto grado, que -se iba por toda ella, que es mayor, dice él, que toda España, -sin temor alguno, un sólo cristiano, y mandaba al mayor -Cacique que en ella habia, y era obedecido; y dice más, que -en este año mismo de 500, tenia ordenado de juntar los pueblos -de los indios en pueblos gruesos, y que se tornasen todos<span class="pagenum"><a name="Page_476" id="Page_476">[476]</a></span> -cristianos y sirviesen á Sus Altezas como los vasallos de Castilla, -en manera que, sin agravio suyo, y sin premia desordenada, -sino con muy mucha templanza, rentarian cada un -año 60 cuentos; y que el año de 503, hobiesen los Reyes de -renta, en oro, 120.000 pesos, y que hace juramento (y esta era -su manera de jurar, «hago juramento»), que lo tenia esto por -tan cierto, como tener 10.000 pesos. Más pensaba hacer en -este año de 500; enviar á edificar una fortaleza en la tierra -de Paria, por la pesquería de las perlas, de donde pudiese á -Sus Altezas enviar cada un año una gran cantidad dellas, -porque no se podia decir el número y peso y valor que tenian, -y que cuando las descubrió, sino fuera por los bastimentos -que se le dañaban, tenia por cierto que enviara una -pipa, dellas llena; y entónces, á mi parecer, no fuera mucho -enviar grande número dellas. Todo lo susodicho, y otras muchas -cosas, dice el Almirante que habia de hacer aqueste año -de 500, sino que, cuando urdia, cortóle Dios la urdiente de la -tela que disponia tejer.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_477" id="Page_477">[477]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXVIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Estando el Almirante en estos pensamientos, y en la Vega, -ó la Concepcion de la Vega, que era la fortaleza, ó en el Guaricano, -que estaba media legua, el llano abajo, donde habia -algunas casas hechas en que moraban algunos cristianos, y -donde fué primero el asiento de la villa que llamaron de la -Concepcion, y el Adelantado en Xaraguá con Francisco Roldan, -prendiendo á los que podian haber de los que se conjuraron -con D. Hernando para matar á Francisco Roldan, y -D. Diego, hermano del Almirante y Adelantado, en esta ciudad, -ó villa que entónces era, de Sancto Domingo, recogiendo -los que prendian y enviaban acá, y ahorcando, domingo -que se contaron 23 de Agosto del mismo año de 500, á la -hora de las siete ó de las ocho de la mañana, asomaron los -dos navíos ó carabelas, que se llamaban, la una, la <i>Gorda</i>, y -la otra, el <i>Antigua</i>, donde venia el comendador Bobadilla; y -andando barloventeando de una parte á otra, porque no podian -entrar en el puerto á aquella hora, porque es el viento -terral, ó de la tierra, hasta las diez ó las once, que torna -de la mar, mandó luego D. Diego que fuese una canoa; y en -ella tres cristianos: un Cristóbal Rodriguez, que tenia por -sobrenombre, la Lengua, porque fué el primero que supo la -lengua de los indios desta isla, y era marinero, el cual habia -estado ciertos años, de industria, entre los indios, sin hablar -con cristiano alguno, por la aprender, y los otros se llamaban -Juan Arraez y Nicolás de Gaeta, y los indios que fueron -menester para remar, y fuesen á los navíos ó carabelas, que -andaban obra de una legua de tierra, y supiesen quién venia -en ellas, y si venia el hijo mayor del Almirante, D. Diego; -porque, como arriba dijimos, el Almirante, por sus cartas,<span class="pagenum"><a name="Page_478" id="Page_478">[478]</a></span> -envió á suplicar á los Reyes que se lo enviasen, porque él se -hallaba cansado, y para que le ayudase á servirles, pues le -habia en sus oficios de suceder. Llegaron, pues, en su canoa, -los tres, y preguntando quién venia en las carabelas, y si -venia D. Diego, asomóse el comendador Bobadilla, que venia -en la carabela <i>Gorda</i>, y dijo que él venia enviado por los Reyes, -por Pesquisidor sobre los que andaban alzados en esta -isla; el Maestre de la carabela <i>Gorda</i>, que se llamaba Andrés -Martin de la Gorda, preguntóles por nuevas de la tierra, respondieron -que aquella semana habian ahorcado siete hombres -españoles, y que en la fortaleza de aquí estaban presos -otros cinco para los ahorcar, y estos eran D. Hernando de -Guevara y Pedro Riquelme, y otros tres, que todos eran de -los levantados. El comendador Bobadilla preguntó á los de la -canoa si estaba aquí el Almirante, y sus hermanos; dijeron -que no, sino sólo D. Diego, y el Almirante habia ido á la -Vega ó Concepcion, y el Adelantado á la provincia de Xaraguá -tras los que andaban alzados, para prendellos, y con -propósito de, donde quiera que hallasen á cada uno, ahorcallo, -para lo cual llevaban un clérigo que los confesase. -Cristóbal de la Lengua preguntó al Pesquisidor, como se llamaba -y quién diria que era; respondió que tenia por nombre -Francisco de Bobadilla, y así, se tornó la canoa á dar -nuevas á D. Diego y á los que las esperaban. Todos los que -aquí estaban, ó los más dellos, como se suele decir, de los -pobres, que siempre desean novedades, porque silogizan que -no les puede venir cosa nueva que sea peor que la pobreza -que tienen á cuestas, y siempre se prometen con lo nuevo -mejoría, estaban muy ávidos y solícitos de que volviese la -canoa por saber las nuevas, porque pocos eran los que no -estaban entónces por esta isla descontentos, y muchos, por -fuerza más que por voluntad, detenidos. Sabido que venia -Pesquisidor, los que sabian que cognoscian en sí culpas, no -les faltó temor y tristeza; los que se tenian por agraviados del -Almirante y sus hermanos, y todos los involuntarios, mayormente -los que ganaban sueldo del Rey, porque no se les pagaba,<span class="pagenum"><a name="Page_479" id="Page_479">[479]</a></span> -y padecian gran necesidad de comida y vestidos y -cosas necesarias de Castilla, reventábales el alegría, y así -andaba toda la gente á cada paso haciendo corrillos. Desde á -tres ó cuatro horas, que cesó, como es ordinaria cosa, el viento -terral, y tornó el embate que llama virazon ó marero, entraron -las carabelas en este rio y puerto, y luego parecieron -dos horcas, la una desta parte del rio, donde agora está edificada -esta ciudad, que es de la parte del Occidente, y la -otra de la otra banda, donde entónces estaba la villa, en las -cuales estaban dos hombres cristianos ahorcados, frescos de -pocos dias; iban y venian gentes á los de los navíos, hacian -sus comedimientos y reverencia al pesquisidor Bobadilla, -preguntaban y respondian, pero todos siempre con recatamiento, -hasta ver qué mundo sucedia. No quiso salir el Comendador -aquel dia, hasta otro dia, lúnes, 24 de Agosto, que -mandó salir toda la gente que consigo traia, y con ellos fuese -á la iglesia á oir misa, donde halló á D. Diego, hermano del -Almirante, y á Rodrigo Perez, que era Teniente ó Alcalde -mayor por el Almirante, y otros muchos desta isla; y acabada -la misa, salidos á la puerta de la iglesia, estando presente -D. Diego y Rodrigo Perez, y mucha gente de la isla, y la que -el Comendador traia, mandó leer el Comendador al Escribano -del Rey, que consigo trujo, que se llamaba Gomez de Rivera, -una Patente firmada de los Reyes, y sellada con su real sello, -del tenor siguiente:</p> - -<p>«D. Hernando y Doña Isabel, por la gracia de Dios, Rey y -Reina de Castilla y Leon, etc.: A vos, el comendador Francisco -Bobadilla, salud y gracia: Sepades, que D. Cristóbal Colon, -nuestro Almirante del mar Océano de las islas y tierra firme -de las Indias, nos envió á hacer relacion, diciendo, que estando -él absente de las dichas islas en nuestra corte, diz que, -algunas personas de las que estaban en ellas y un Alcalde con -ellas, se levantaron en las dichas islas contra el dicho Almirante -y las Justicias que en nuestro nombre tiene puestas en -ellas, y que no embargante que fueron requeridas las tales personas -y el dicho Alcalde, que no hiciesen el dicho levantamiento<span class="pagenum"><a name="Page_480" id="Page_480">[480]</a></span> -y escándalo, diz que, no lo quisieron dejar de hacer, ántes se -estuvieron y están en la dicha rebelion, y andan por las dichas -islas robando y haciendo otros males, y daños y fuerzas -en deservicio de Dios, Nuestro Señor, y nuestro; lo cual, por -Nos visto, porque fué y es cosa de mal ejemplo y digno de -punicion y castigo, y á Nos como Rey y Reina y señores en -ello pertenece proveer y remediar, mandamos dar esta nuestra -Carta para vos en la dicha razon, por la cual, vos mandamos -que luego vades á las dichas islas y tierra firme de las Indias, -y hagais vuestra informacion, y, por cuantas partes y maneras -mejor y más cumplidamente lo pudiéredes saber, vos informeis -y sepais la verdad de todo lo susodicho, quién y cuales -personas fueron las que se levantaron contra el dicho Almirante -y nuestras justicias, y por qué causa y razon, y qué -robos, y males y daños han hecho, y de todo lo otro que cerca -desto vos viéredes ser menester saber para ser mejor informado, -y, la informacion habida y la verdad sabida, á los -que por ella halláredes culpantes, prendedles los cuerpos y -secrestadles los bienes, y así presos, procedades contra ellos -y contra los absentes, á las mayores penas civiles y criminales -que halláredes por derecho. Y mandamos á las personas, de -quien cerca de lo susodicho entendiéredes ser informado, que -vengan y parezcan ante vos á vuestros llamamientos y emplazamientos, -y digan sus dichos y deposiciones á los plazos -y so las penas que vos de nuestra parte les pusiéredes, las cuales -Nos, por la presente, les ponemos y habemos por puestas; -para lo cual, todo que dicho es, y para cada una cosa y parte -dello, vos damos nuestro poder complido por esta nuestra -Carta con todas sus incidencias, etc.; y si para hacer, y cumplir -y ejecutar todo lo susodicho, menester hobiéredes favor y -ayuda, por esta nuestra Carta mandamos al dicho nuestro -Almirante y á los Concejos, Justicias, Regidores, Caballeros, -Escuderos, Oficiales y homes buenos de las dichas islas y tierra -firme, que vos lo den y hagan dar, y que en ello, ni en -parte dello, embargo ni contrario alguno vos no pongan, ni -consientan poner, y vos ni los otros, no fagades ni fagan ende<span class="pagenum"><a name="Page_481" id="Page_481">[481]</a></span> -al por alguna manera, so pena de la nuestra pena y de la -nuestra merced, y de 10.000 maravedís para la nuestra Cámara, -etc. Dada en la noble villa de Madrid, á 21 dias del -mes de Marzo año del nascimiento de Nuestro Señor Jesucristo -de 1499 años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Yo Miguel -Perez de Almazán, Secretario del Rey y de la Reina, nuestros -señores, la hice escribir por su mandado.—Registrada.—Gomez -Xuarez, Chanciller.»</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_482" id="Page_482">[482]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXIX.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Notificada la dicha Carta patente real, dijo luego el comendador -Bobadilla, como Pesquisidor, que, pues allí no estaba -el Almirante, que requeria al dicho D. Diego, su hermano, y -al Alcalde y Alcaldes, en nombre de los Reyes, que por cuanto -habia sabido que en la fortaleza de aquella villa de Sancto -Domingo estaban presos, para ahorcar, D. Hernando de Guevara -y Pedro de Riquelme y otros tres, que se los diesen y -entregasen luego, con los procesos que contra ellos estaban -hechos, y pareciesen las partes que los acusaban, y por cuyo -mandado estaban presos, porque Sus Altezas lo enviaban acá -á sólo esto para los redimir; porque, vistos los dichos procesos -y causas de cada uno, él, como Pesquisidor, en nombre de Sus -Altezas, queria tomar el cognoscimiento de las causas y estaba -presto de hacer todo cumplimiento de justicia. Respondieron -D. Diego y Rodrigo Perez, quel Almirante tenia de Sus -Altezas otras Cartas, y poderes mayores y más fuertes que -podian mostrar, y que allí no habia Alcalde alguno, y que -D. Diego no tenia poder del Almirante para hacer cosa alguna, -y que pedian que les diese traslado de la Carta de Sus Altezas -para la enviar al Almirante, á quien todo aquello competia. -Respondió el Comendador, que pues no tenian poder -para ninguna cosa, que no era menester darles traslado, y que -se lo denegaba; y como vido el Comendador que el nombre -y uso de Pesquisidor parecia que no tenia mucha eficacia, -quiso darles á entender á todos el nombre y obra de Gobernador, -para que cognosciesen que ya el Almirante allí no tenia -nada en la jurisdiccion, y que sólo él habia de tener la -gobernacion, y les podia en todo mandar y vedar, no solamente -á ellos, pero tambien al Almirante, como á su súbdito,<span class="pagenum"><a name="Page_483" id="Page_483">[483]</a></span> -para lo cual, otro dia, mártes, 25 del mismo mes de Agosto, -acabada la misa, saliéndose á la puerta de la iglesia, estando -presentes D. Diego y Rodrigo Perez, y todos los demas, porque -en estos dias era grande la devocion que todos tenian de -oir y ver novedades, y por eso ninguno ó pocos faltaban á -la misa, sacó el Comendador otra Patente ó provision Real, -y mandóla leer y notificar en presencia de todos, la cual -decia así:</p> - -<p>«D. Hernando y Doña Isabel, por la gracia de Dios, etc.: -A vos, los Concejos, Justicias, Regidores, Caballeros y Escuderos, -Oficiales y homes buenos de todas las islas y tierra -firme de las Indias, y á cada uno de vos, salud y gracia: Sepades -que Nos, entendiendo ser así complidero al servicio de -Dios y nuestro, y á la ejecucion de la nuestra justicia y á la -paz y sosiego y buena gobernacion desas dichas islas y tierra -firme, nuestra merced y voluntad es, que el comendador -Francisco de Bobadilla tenga, por Nos, la gobernacion y oficio -del Juzgado desas dichas islas y tierra firme, por todo el -tiempo que nuestra merced y voluntad fuere, con los oficios -de justicia y jurisdiccion civil y criminal, Alcaldias y alguacilazgos -dellas, por que vos mandamos á todos y á cada uno -de vos, que luego, vista esta nuestra Carta, sin otra alegacion -ni tardanza ni jusion, recíbades del dicho Comendador el juramento -y solemnidad que en tal caso se acostumbra hacer, -el cual por él hecho, le rescibais por nuestro Juez Gobernador -desas dichas islas y tierra firme, y lo dejeis y consintais libremente -usar y ejercer el dicho oficio de Gobernador, y cumplir -y ejecutar la nuestra justicia en esas dichas islas y tierra -firme, y en cada una dellas, por sí y por sus Oficiales y Lugares -tenientes, que es nuestra merced que los dichos oficios -de Alcaldias y alguacilazgos, y otros oficios á la dicha gobernacion -anejos, pueda poner, los cuales pueda quitar y remover, -cada y cuando viere que al nuestro servicio y á la ejecucion -de la nuestra justicia cumpla, y poner y subrogar otros en -su lugar, y oir y librar y determinar, y oigan y libren y determinen -todos los pleitos y causas, así civiles como criminales,<span class="pagenum"><a name="Page_484" id="Page_484">[484]</a></span> -que en las dichas islas y tierra firme están pendientes, comenzados -y movidos, y se movieren y comenzaren de aquí adelante -cuando por Nos el dicho oficio trujere, y haber y llevar los -salarios acostumbrados y á los dichos oficios justamente pertenecientes, -y se hagan cualquier pesquisas en los casos de -derecho, permisos y todas las otras cosas al dicho oficio pertenecientes, -y que entienda él, ó quien su poder hobiere, que á -nuestro servicio y á la ejecucion de nuestra justicia cumpla; y -para usar y ejercer el dicho oficio, y cumplir y ejecutar la -nuestra justicia, todos vos conformedes con él, y, con vuestras -personas y gentes, le dedes y fagades dar todo el favor y ayuda -que vos pidiere y menester hobiere, y que en ello, ni en parte -dello, embargo ni contrario alguno le non pongades ni consintades -poner, ca Nos, por la presente, le rescibimos y habemos -por rescibido al dicho oficio y al uso y ejercicio dél, y le -damos poder cumplido para lo usar y ejercer y cumplir, y -ejecutar la nuestra justicia en las dichas islas y tierra firme, y -en cada una dellas, caso que por vosotros, ó por alguno de -vos, no sea rescibido. Y, por esta nuestra Carta, mandamos á -cualesquier persona ó personas que tienen las varas de nuestra -justicia y de los oficios de Alcaldias y alguacilazgos de -todas las dichas islas y tierra firme, y de cada una dellas, -que luego que por el dicho comendador, Francisco de Bobadilla, -fueren requeridos, se las entreguen y no usen más -dellas sin nuestra licencia y especial mandado, so las penas en -que caen é incurren las personas privadas que usan de oficios -públicos para que no tienen poder ni facultad, ca Nos por la -presente los suspendemos y habemos por suspensos. Y otrosi -es nuestra merced, que si el dicho comendador Francisco de -Bobadilla entendiere ser cumplidero á nuestro oficio y á la ejecucion -de nuestra justicia, que cualesquier caballeros y otras -personas de los que agora están y de aquí adelante en las dichas -islas y tierra firme, salgan dellas y que no entren ni estén -en ellas, y que se vengan y presenten ante Nos, que lo él pueda -mandar de nuestra parte y los haga dellas salir; á los cuales, -y á quien lo él mandáre, Nos por la presente mandamos, que<span class="pagenum"><a name="Page_485" id="Page_485">[485]</a></span> -luego, sin sobre ello nos requerir ni consultar, ni esperar otra -nuestra Carta ni mandamiento, y sin interponer dello apelacion -ni suplicacion, lo pongan en obra, segun que lo él dijere y mandáre, -so las penas que les pusiere de nuestra parte, las cuales, -Nos, por la presente, les ponemos y habemos por puestas, -y le damos poder y facultad para las ejecutar en los -que remisos é inobedientes fueren, y en sus bienes. Para lo -cual todo, que dicho es, y para cada una cosa y parte dello, -y para usar y ejercer el dicho oficio, y cumplir y ejecutar la -nuestra justicia en esas dichas islas y tierra firme, y en cada -una dellas, le damos, por esta nuestra Carta, poder cumplido, -con todas sus incidencias y dependencias, anexidades y conexidades, -etc. Dada en la noble villa de Madrid, á 21 dias -del mes de Mayo, año del nascimiento de Nuestro Señor Jesucristo -de 1499 años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Yo Miguel -Perez de Almazán, Secretario, etc.»</p> - -<p>Despues de leida la susopuesta Carta, juró en forma de -derecho, y hizo la solemnidad que se requeria, el Comendador, -como los Reyes lo mandaban; y luego requirió al don -Diego y á Rodrigo Perez, teniente del Almirante, y á la otra -gente que allí estaba, que la obedeciesen y cumpliesen, y -que, en cumplimiento della, el dicho D. Diego y Rodrigo Perez -le diesen y entregasen los presos que tenian para ahorcar, en -la fortaleza, con los procesos que contra ellos habia. Respondieron -D. Diego y Rodrigo Perez, que la obedecian como á -Carta de sus Reyes y señores, y, cuanto al cumplimiento, que -decian lo que dicho tenian á la primera, que ellos no tenian -poder del Almirante para cosa ninguna, y que otras Cartas y -poderes tenia el Almirante más firmes y fuertes que aquella. -Y porque parecia que la gente ponia duda en todas las provisiones -y requerimientos dichos, para provocalla y atraella -más á sí, y quitalle el temor que sospechaba que tenian del -Almirante y de sus hermanos, y porque lo que más ansiaban, -por entónces, era que se les pagase lo que se les debia del -sueldo, y pagárselo era para ellos alegrísima nueva, y que les -podia mover á negar al Almirante, aunque mucho le quisiesen,<span class="pagenum"><a name="Page_486" id="Page_486">[486]</a></span> -mandó leer en presencia de todos las Provision y Cédula que -se siguen:</p> - -<p>«D. Fernando y Doña Isabel, por la gracia de Dios, etc.: A -vos, D. Cristobal Colon, nuestro Almirante del mar Océano, de -todas las islas y tierra firme de las Indias, y á vos, los hermanos -del dicho Almirante, que estais en ellas, y á otras cualesquier -personas en cuyo poder están las fortalezas, y casas, y -navíos, y armas, y pertrechos, y mantenimientos, y caballos, -y ganados, y otras cualesquier cosas nuestras, que Nos tenemos -en las dichas islas y tierra firme, y á cada uno de vos, -salud y gracia: Sepades que Nos enviamos por nuestro Gobernador -desas islas y tierra firme, al comendador Francisco de -Bobadilla, y es nuestra merced y voluntad, que el tiempo que -él tuviere por Nos el dicho oficio, tenga por Nos y en nuestro -nombre las dichas fortalezas, y casas y navíos, y las otras -cosas susodichas, por que vos mandamos á todos y á cada uno -de vos, que luego que con esta nuestra Carta fuéredes requeridos, -que, sin otra excusa ni dilacion alguna, dedes y entreguedes -y fagades dar y entregar las dichas fortalezas, y casas, -y navíos, y armas, y pertrechos, y mantenimientos, y caballos, -y ganados, y otras cualesquier cosas nuestras que Nos -tenemos en las dichas islas y están en vuestro poder, al -dicho Comendador ó á las personas ó persona que su poder -tuvieren para las rescibir, y lo apodereis en lo alto y bajo, y -fuerte de las dichas fortalezas, y casas, y navíos, y en todo -lo otro susodicho, á toda su voluntad; lo cual, todo, mandamos -al dicho Comendador que tome y resciba por inventario, -y ante Escribano público, y no acuda con ello ni con cosa -alguna, ni parte dello á persona alguna sin nuestra licencia -especial: lo cual todo vos mandamos que hagades y cumplades, -no embargante que en la dicha entrega de las dichas fortalezas -no intervenga portero cognoscido de nuestra Casa, -ni las otras solemnidades ni cosas que en tal caso se requieren. -Y haciéndolo y cumpliéndolo así, Nos, por la presente, -vos alzamos cualquier pleito homenaje, y seguridad, y solemnidad -que á Nos ó á otra cualquier persona tengais fecho,<span class="pagenum"><a name="Page_487" id="Page_487">[487]</a></span> -y vos damos por libres y quitos de todo ello, á vosotros y á -vuestros descendientes, y á vuestros bienes, y á los suyos, -para agora y para siempre jamás; lo cual, todo, vos mandamos -que fagades, so pena de caer en mal caso, y en las otras -penas y casos en que caen y incurren los que no entregan -fortalezas y otras casas, siéndoles demandadas por su Rey y -Reina, y señores naturales, y los unos y los otros no fagades -ni fagan ende al, por alguna manera, so pena de la nuestra -merced, y de 10.000 maravedís para la nuestra Cámara, etc. -Dada en la noble villa de Madrid, á 21 dias del mes de -Mayo, año del nascimiento de Nuestro Salvador, Jesucristo, -de 1499 años.—Yo el Rey.—Yo la Reina, etc.»</p> - -<p>«Comendador Francisco de Bobadilla: Por que de la gente -que ha estado y está en las islas y tierra firme de las Indias, -á donde vais por nuestro mandado, ha estado y está alguna -á nuestro sueldo, y la otra está á cargo de pagar del Almirante, -segun lo que con él se asentó por nuestro mandado, y -nuestra merced es que la que fuere á nuestro cargo, hasta -agora, y la que agora llevais á nuestro sueldo, se pague de lo -que se ha cogido y cobrado, y se cogiere y cobrare en las -dichas islas de aquí adelante, y pertenece y perteneciere á -Nos; vos mandamos que averigüeis la gente que ha estado á -nuestro sueldo hasta aquí, y lo que le fuere debido de su -sueldo, y, así averiguado, lo pagueis, con la gente que agora -llevais, de lo que se ha cogido para Nos en las dichas islas, y -cogiéredes y cobráredes de aquí adelante; y la que halláredes -que es á cargo de pagar del dicho Almirante la pague él, por -manera que la dicha gente cobre lo que le fuere debido, y -no tenga razon de quejarse, para lo cual, si necesario es, vos -damos poder cumplido por esta nuestra Cédula, y no fagades -ende al. De Sevilla, á 30 dias de Mayo, de 500 años.—Yo el -Rey.—Yo la Reina, etc.»</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_488" id="Page_488">[488]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXX.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Leidas esta Carta y Cédula reales, mucho gozo rescibieron -los que llevaban sueldo del Rey, porque esperaban ser pagados, -y se ofrecieron á todo lo que el Comendador mandase -de parte de Sus Altezas, porque no pudiera por entónces venirles -otra mejor nueva. Tornó de nuevo una y más veces el -Comendador á requerir á D. Diego y á Rodrigo Perez, teniente -del Almirante, y á otros Alcaldes, si alguno más habia, -que le diesen los presos y los procesos, y que él queria determinar -su justicia como los Reyes le mandaban, donde no -que protestaba de sacallos por fuerza; á todo y todas las veces -respondia D. Diego y Rodrigo Perez, que obedecian las -provisiones y Cédula de Sus Altezas, pero que, cuanto al cumplimiento, -no tenian poder para los dar, por estar presos por -el Almirante, y que el Almirante tenia otras mejores y más -firmes Cartas y poderes que él traia, etc. De aquí fué á la fortaleza, -y mandó que las provisiones se notificasen al Alcaide, -que era Miguel Diaz, el cual se paró entre las almenas, y oida, -y recognoscidas las firmas y sello de los Reyes, desde arriba, -y requerido que diese los presos y la fortaleza, como los Reyes -lo mandaban, respondió que le diesen traslado dellas: -dijo el Comendador, que no era tiempo, ni sufria dilacion -para dalle traslado, porque aquellos presos estaban en peligro -de ser ahorcados, porque, segun habia sabido, el Almirante -habia mandado que los ahorcasen, por tanto que luego -los diese y entregase, sino que él haria lo que debia hacer -hasta sacallos, por lo cual le protestaba que, si daños ó -muertes se siguiesen, fuese á su culpa, etc. Responde el Alcaide, -que pedia plazo y traslado para responder á dicha -Carta, por cuanto él tenia la dicha fortaleza por el Rey, por<span class="pagenum"><a name="Page_489" id="Page_489">[489]</a></span> -mandado del Almirante, su señor, el cual habia ganado estas -tierras y isla, y que viniendo él, él haria todo lo que le mandase. -Despues que vido que no tenia remedio que le diesen -los presos por los requerimientos y protestaciones y diligencias -hechas, juntó toda la gente que de Castilla traia á sueldo -del Rey, é los marineros de las carabelas, y requirióles y -mandóles, y á todas las otras personas que en la villa estaban, -que fuesen con él con sus armas, y le diesen todo el -favor y ayuda, y guardasen su persona, para entrar la fortaleza -sin hacer daño en ella ni en persona alguna, si no le -fuese defendida la entrada. Luego, toda la gente, dijeron que -allí estaban prestos y aparejados para hacer todo lo que de -parte de los Reyes les mandase, con toda buena voluntad; -y así, aquel mártes, á hora de vísperas, fué con toda la gente -á la fortaleza, y mandó y requirió al Alcaide que le abriese -las puertas. Paróse entre las almenas el Alcaide, y con él, -Diego de Alvarado, con las espadas sacadas, y dijo el Alcaide -que respondia lo que tenia dicho y en ello se retificaba; y -como la fortaleza no tenia tanta costilla como Salsas, por ser -hecha contra gente desnuda y sin armas, desventurada, llegó -el Comendador y la gente, y, con el gran ímpetu que dieron -á la puerta principal, quebraron luego el cerrojo y cerradura -que tenia por de dentro; puestas escalas tambien por otras -partes para entrar por las ventanas, pero no fueron necesarias -porque la puerta dió libre, luego, la entrada. El Alcaide y Diego -de Alvarado, que estaban dentro, y que se mostraron á las almenas -con las espadas sacadas, ninguna resistencia hicieron. -El Comendador, luego entrando, preguntó á dónde los presos -estaban, y hallólos en una cámara, con sus grillos á los piés; -subióse á lo alto de la fortaleza, é hízolos subir allá, donde les -hizo algunas preguntas; despues los entregó con los grillos al -alguacil, Juan de Espinosa, mandándole que los tuviese á buen -recaudo. Cuando el Almirante supo la venida de Bobadilla, y -lo que comenzó hacer en Sancto Domingo y las provisiones -que mostraba, y haber tomado la fortaleza y lo demas, porque -luego le avisaba de todo su hermano D. Diego, no podia<span class="pagenum"><a name="Page_490" id="Page_490">[490]</a></span> -creer que los Reyes tales cosas hobiesen proveido, por las -cuales, así totalmente lo quisieron deshacer sin haber de nuevo -en cosa ofendido, ántes obligádolos con nuevos trabajos -y servicios con el descubrimiento de la tierra firme, y perlas -de Paria, y otras islas, y sospechó no fuese algun fingimiento -del Bobadilla, como fué el de Hojeda, que, para revolver la -gente contra el Almirante, fingia que traia poderes de los Reyes -para gobernar con él y constreñille á que pagase los sueldos -á los que lo ganaban del Rey, como arriba en el cap. 169 -pareció. Y, ciertamente, cosa fué aquesta de gran turbacion y -sobresalto y amargura para el Almirante, y fuera para cualquiera -otra persona, por prudente que fuera, que habiendo -servido de nuevo tanto, y no delinquido hasta entónces de -nuevo más de lo que Juan Aguado habia á los Reyes notificado, -el cual llevó cuanto llevar pudo, de quejas y de los agravios -que hasta entónces decian que habia hecho á los cristianos, -horribilísima y dolorosísima cosa era verse así, sin ser -oido ni vencido, de todo su estado, absolutamente, por los Reyes -tan católicos, á quien tanto tenia obligados, desposeido y -despojado; pero como arriba en algunos capítulos se ha dicho, -hacello los Reyes no fué en su mano, ántes para bien del -mismo Almirante, divinal y misericordiosamente ordenado. Y -por la sospecha que hobo, de no fuese, por ventura, otra invencion -como la de Hojeda, dijeron que habia mandado apercibir -á los Caciques y señores indios, que tuviesen apercibida -gente de guerra para cuando él los llamase; porque de los -cristianos, cuanto á la mayor parte, poco confiaba, como anduviese -tras muchos á caza que andaban levantados, y cada dia -temia que se le habian de levantar más, siendo tambien tan -fresco el levantamiento de Francisco Roldan que tanto habia durado. -Finalmente acordó de acercarse á Sancto Domingo, para lo -cual se vino al Bonao, 10 leguas más cerca de la Vega donde estaba, -donde estaban algunos cristianos como avecindados, que -tenian por allí labranzas que tomaban á los indios, y otras que les -forzaban á hacérselas aunque les pesase, y comenzaba ya á llamarse -la villa del Bonao. El comendador Bobadilla, que ya era y lo<span class="pagenum"><a name="Page_491" id="Page_491">[491]</a></span> -llamaban á boca llena, Gobernador, despachó un Alcalde con -vara, con sus poderes y los traslados de las provisiones, la -tierra adentro, para que las notificase al Almirante y á los -que por allá hallase, el cual lo tomó ya venido al Bonao: no -le escribió carta ninguna notificándole su venida. El Almirante -le escribió diciéndole que fuese bien venido, y nunca -hobo respuesta dél, lo cual fué grande descomedimiento y señal -de traer contra el Almirante propósito muy malo; y lo -peor que es, que escribió á Francisco Roldan, que estaba en -Xaraguá, y á otros quizá de los alzados, de lo que mucho el -Almirante se quejaba. Notificadas las provisiones reales, dijeron -que respondió el Almirante, que él era Visorey y Gobernador -general, y que las provisiones y poderes que el Comendador -traia no eran sino para lo que tocaba á la administracion -de la justicia, y por tanto requirió al mismo Alcalde que -el Comendador enviaba, y á la otra gente del Bonao, que se -juntasen con él y á él obedeciesen en lo universal, y al -Comendador en lo que le perteneciese como á Juez y administrador -de justicia, y que todo lo que respondió fué por -escrito. Desde á pocos dias llegaron, un religioso de San Francisco, -que se llamaba fray Juan de Trasierra, y Juan Velazquez, -Tesorero de los Reyes, con quien el Comendador le envió -una carta de los Reyes que decia lo siguiente:</p> - -<p>«D. Cristóbal Colon, nuestro Almirante del mar Océano: -Nos habemos mandado al comendador Francisco de Bobadilla, -llevador de esta, que vos hable de nuestra parte algunas -cosas que él dirá; rogamos os que le deis fe y creencia, -y aquello pongais en obra. De Madrid á 26 de Mayo de 99 -años.—Yo el Rey.—Yo la Reina.—Y por su mandado, Miguel -Perez de Almazán.»</p> - -<p>Rescibida esta carta y platicadas muchas cosas entre él y -el religioso y el Tesorero, que fueron los mensajeros, determinó -de venirse con ellos á Sancto Domingo; entretanto, el -Comendador hizo gran pesquisa y examinacion de testigos, -sobre la hacienda que era del Rey, y quién la tenia en cargo, -y lo que era del Almirante, al cual tomó las arcas y toda la<span class="pagenum"><a name="Page_492" id="Page_492">[492]</a></span> -hacienda que tenia de oro, y plata, y joyas, y aderezos de su -casa, y áun se aposentó en su misma casa y se apoderó en -ella y en todo lo que del Almirante era. Tomóle ciertas piedras -doradas, que eran como madres de oro, que por tiempo -se convirtieran en oro, todas, como hemos visto muchas dellas -que, partiéndose por medio, está el oro entreverado, en unas -partes más oro que piedra, y en otras más piedra que oro, -por manera que á la clara parece que toda la tal piedra se va -convirtiendo en oro; tomóle tambien las yeguas y caballos y -todo lo que más halló ser suyo, con todos los libros y escrituras -públicas y secretas que tenia en sus arcas, lo que más -dolor le dió que todo, y nunca le quiso dar una ni ninguna. -Esto dijo que tomaba para pagar el sueldo á los que se les -debia, que pagarlo era á cargo del Almirante, por las cláusulas -que venian en los poderes que arriba quedan recitados. -En estos dias, toda la gente española que habia en la Vega -y en el Bonao, y en otras partes comarcanas, cuanto más -podia, se descolgaba hácia Sancto Domingo á ver al Gobernador -nuevo y gozar de las novedades. Para atraer á toda la -gente á sí, mandó apregonar franqueza del oro, conviene á -saber, que todos los que quisiesen ir á cogerlo no pagasen -al Rey más de la undécima parte por veinte años, pero caro -le costó, como en el siguiente libro se verá; la misma franqueza -concedió de los diezmos que entónces se pagaban al -Rey. Item, apregonó que venia á pagar los sueldos que se les -debia por el Rey, y constreñir que pagase el Almirante los que -eran á su cargo; con estas nuevas negaban y renegaban de -sus padres. Vido buen aparejo el Comendador, como todos -los más estuviesen descontentos y muy indignados del Almirante -y de sus hermanos, y lo viesen ya caido de la Gobernacion -y de su estado, y fuesen al Gobernador con quejas y acusaciones, -y representasen sus agravios; hizo de su oficio pesquisa -secreta contra él y ellos, para la cual halló á todos voluntarios -y bien aparejados. Y porque, como dice Boecio, lo -primero que desmampara á los infelices es la buena estimacion, -y sucede el menosprecio y corrimiento y disfavores, comenzando<span class="pagenum"><a name="Page_493" id="Page_493">[493]</a></span> -á tomar testigos, las piedras se levantaban contra -sus hermanos y él: <i>Quo fit ut existimatio bona prima omnium -deserat infelices. Qui nunc populi rumores, quam dissonæ, multiplicesque -sententiæ, piget reminisci. Hoc tantum dixerim, ultimam -esse adversæ fortunæ sarcinam, quod dum miseris aliquod -crímen affingitur, quæ perferunt, meruisse creduntur.</i> Boecio, -cuarta prosa del libro I; la cual sentencia hace harto al propósito -de la infelicidad y desdicha del Almirante, que, desque -se comenzó la pesquisa, no sólo secretamente pero pública, -era acusado y vituperado, y se decian y clamaban sus defectos, -afirmando que de todo mal y pena era dignísimo. Acusáronlo -de malos y crueles tratamientos que habia hecho á los cristianos -en la Isabela, cuando allí pobló, haciendo por fuerza -trabajar los hombres sin dalles de comer, enfermos y flacos, -en hacer la fortaleza y casa suya, y molinos, y aceña, y otros -edificios, y en la fortaleza de la Vega, que fué la de la Concepcion, -y en otras partes, por lo cual murió mucha gente -de hambre, y flaqueza, y enfermedades, de no darles los -bastimentos segun las necesidades que cada uno padecia; que -mandaba azotar y afrentar muchos hombres por cosas livianísimas, -como porque hurtaban un celemin de trigo, muriendo -de hambre, ó porque iban á buscar de comer. Item, porque se -iban algunos á buscar de comer, á donde andaban algunas Capitanías -de cristianos, habiéndole pedido licencia para ello, y -él negándola, y no pudiendo sufrir la hambre, que los mandaba -ahorcar; que fueron muchos los que ahorcó por ésto, y -por otras causas, injustamente. Que no consentia que se baptizasen -los indios que querian los clérigos y frailes baptizar, -porque queria más esclavos que cristianos; pero esto podia -impedir justamente, si los querian baptizar sin doctrina, -porque era gran sacrilegio dar el baptismo á quien no -sabia lo que rescibia. Acusáronle que hacia guerra á los -indios, ó que era causa della injustamente, y que hacia -muchos esclavos para enviar á Castilla. Item, acusáronle que -no queria dar licencia para sacar oro, por encobrir las riquezas -desta isla y de las Indias, por alzarse con ellas con<span class="pagenum"><a name="Page_494" id="Page_494">[494]</a></span> -favor de algun otro Rey cristiano. La falsedad desta acusacion -está bien clara, por muchas razones arriba dichas, y -algunas veces referidas, donde parece que ántes moria y trabajaba -por enviar á los Reyes nuevas de minas ricas, y por -envialles oro para suplir los gastos que hacian; y esto tenia -por principal interés y provecho suyo, porque via que todos -los que lo desfavorecian para con los Reyes no alegaban otra -causa sino que gastaban y que no recibian utilidad ninguna, -y así, estaba infamada y caida toda la estimacion deste negocio -de las Indias, de donde todo el mal y daño suyo procedia: -y así, no parece tener color de verdad este delito que -le imputaban. Acusáronle más, que habia mandado juntar -muchos indios armados para resistir al Comendador y hacelle -tornar á Castilla, y otras muchas culpas é injusticias -y crueldades en los españoles cometidas, pero en la honestidad -de su persona ninguno tocó, ni cosa contra ella -dijo, porque ninguna cosa dello que decir habia; pero poca -cuenta tenian los que le acusaban de hacer mencion de las -que habian ellos cometido, y él en mandallo, en las guerras -injustas y malos y asperísimos tratamientos en los tristes indios. -Y esta fué insensibilidad y bestialidad general de todos -los jueces que han venido y tenido cargo de tomar cuenta y -residencia á otros jueces en estas Indias, que nunca ponian -por cargos (sino de muy pocos años atras, hasta que fueron -personas religiosas que clamaron en Castilla), muertes, ni -opresiones, ni crueldades cometidas en los indios, sino los -agravios de nonadas que unos españoles á otros se hacian, y -otras cosas, que, por graves y gravísimas que fuesen, eran -aire y accidentes livianísimos, comparadas á las más chicas -que padecian los indios, las cuales, como sustanciales, asolaban -como han asolado, todas estas Indias. Muchas destas y -otras, tambien acusaron á sus hermanos; yo vide el proceso -ó pesquisa y della muchos testigos, y los cognoscí muchos -años, que dijeron las cosas susodichas. Dios sabe las que eran -verdad, y con qué razon é intencion se tomaban y deponian, -puesto que yo no dudo sino que el Almirante y sus hermanos<span class="pagenum"><a name="Page_495" id="Page_495">[495]</a></span> -no usaron de la modestia y discrecion, en el gobernar los -españoles, que debieran, y que muchos defectos tuvieron, y -rigores y escaseza en repartir los bastimentos á la gente, pues -no los daban los Reyes sino para mantenimientos de todos, y -que se distribuyeran segun el menester y necesidad de cada -uno, por lo cual todo cobraron contra ellos, la gente española, -tanta enemistad; pero como el Almirante y ellos, tan -perniciosamente, cerca de la entrada en estas tierras y tratamientos -destas gentes, cuyas eran, y que ni pudieron, ni supieron, -ni tuvieron á quien se quejar, erraron, no podia ser -ménos, por justo juicio divino, sino que tambien cerca de la -gobernacion y tratamiento de los españoles errasen, para que, -sabiendo y pudiendo y teniendo á quien quejarse, hobiese -ocasion para cortar el hilo que el Almirante llevaba de disminuirlas, -y con quitárselas de las manos con tanta pérdida, -desconsuelo y deshonor suyo, por las culpas ya cometidas, se -castigase, y porque, al fin, otros las habian de consumir, permitiéndolo -así la divinísima justicia, por los secretos juicios -que Dios se sabe, ménos parece ser ordenado divinalmente -para utilidad dellas, que del Almirante.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_496" id="Page_496">[496]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXXI.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>El Comendador, sabiendo que el Almirante venia para -Sancto Domingo, mandó prender á su hermano D. Diego, y, con -unos grillos, échalo en una carabela de las que él habia -traido, sin decille por qué ni para qué, ni dalle cargo ni esperar -ni oir descargo; llegó el Almirante y vále á ver, y el rescibimiento -que le hizo fué mandalle poner unos grillos, y -metelle en la fortaleza, donde ni él lo vido ni le habló más, -ni consintió que hombre jamás le hablase. Cosa pareció esta -absurdísima, descomedida, y detestable juntamente, y miseranda -y miserable, que una persona en tanta dignidad -subida, como era Visorey y Gobernador perpétuo de todo este -orbe, y por muy remerecido renombre Almirante del mar -Océano, y que, con tantos trabajos, peligros y sudores, aquellos -títulos, por singular privilegio de Dios escogido, habia ganado, -y con mostrar al mundo este mundo, tantos siglos encubierto -al mundo, porque así lo diga y peculiarmente á los -Reyes y reinos de Castilla, con vínculo antidotal y por natural -razon establecido, á perpétuo agradecimiento habia -obligado, que tan inhumana y descomedidamente, y con tanto -deshonor haya sido tratado, cosa, por cierto, indigna de razon -recta fué, y más que monstruosa. Tenia el Adelantado ya en -Xaraguá y Francisco Roldan, presos, de los que de nuevo se -alzaban, pienso que oí por aquellos tiempos decir que eran -16, metidos en un hoyo ó pozo, para los ahorcar. Envió el -Comendador á decir al Almirante que escribiese al Adelantado -que no tocase en ellos por manera del mundo, y lo enviase -á llamar, y así lo hizo, mandándole que viniese con toda paz -y obediencia á los mandamientos Reales, y no curase de su -prision, que á Castilla irian, y los Reyes remediarian sus<span class="pagenum"><a name="Page_497" id="Page_497">[497]</a></span> -agravios. Llegado el Adelantado á Sancto Domingo, halló en el -Comendador el hospedaje que habia dado al Almirante. Preso -el Almirante con sus dos hermanos, y en las carabelas aherrojados, -los que más mal les querian tuvieron aparejo para -cumplidamente dellos vengarse, porque no les bastó gozarse -de vellos con tanto deshonor y abatimiento angustiados, pero -áun por escrito y por palabras, con larga licencia, de dia y de -noche no cesaban, poniendo líbelos famosos por los cantones -y leyéndolos públicamente, de maldecir y escarnecer dellos, y -blasfemallos, y lo que más duro les pudo ser, que algunos de -los que esto tan temeraria é impiamente hacian, habian comido -su pan y llevado su sueldo, y eran sus criados; y, lo que -no sin gran lástima y dolor se puede ni conviene decir, cuando -querian echar los grillos al Almirante, no se hallaba presente -quien por su reverencia y de compasion se los echase, -sino fué un cocinero suyo descognoscido y desvergonzado, el -cual, con tan deslavada frente se los echó, como si le sirviera -con algunos platos de nuevos y preciosos manjares. Este -yo le cogsnoscí muy bien, y llamábase Espinosa, sino me he -olvidado. Estos grillos guardó mucho el Almirante, y mandó -que con sus huesos se enterrasen, en testimonio de lo quel -mundo suele dar, á los que en él viven, por pago. Ciertamente, -cosa es esta digna de con morosidad ser considerada, para -que los hombres, ni confien de sus servicios y hazañas, ni esperen -estar seguros, porque mucho tengan los Príncipes ó -Reyes por ellas obligados, porque al cabo son hombres y mudables, -y tanto más mudables, cuanto su ánimo real de muchos -es golpeado, y pocas veces complidamente á los verdaderos -servicios, con mercedes condignas satisfacen, y muchas -con disfavores y amortiguada y obliviosa gratitud las que han -hecho deshacen. Por esta causa, el profeta David clamaba: -<i>Nolite confidere in principibus in filiis hominum in quibus non est -salus</i>. Sólo Dios es el que hace las mercedes y no las impropera -ni las deshace, como dice San Pablo, cuando verdaderamente -dél no nos desviamos, y el que no engaña ni puede -ser engañado, aunque tenga muchos privados. Y puesto que<span class="pagenum"><a name="Page_498" id="Page_498">[498]</a></span> -los católicos Reyes fuesen mucho agradecidos á los servicios -del Almirante, y les pesase, como abajo se declarará, de su -prision y el mal tratamiento que el Comendador hizo á él y á -sus hermanos, empero, en la verdad, fueron tan largos y -exorbitantes los poderes que le dieron, y pusieron en él tanta -confianza, que, si más de lo que hizo contra el Almirante y sus -hermanos hiciera, y peor de lo que los tractó los tractara, -para todo parece, por los mismos poderes, que tuvo poder -y mando. Parece que los católicos Reyes debieran exceptuar -que no tocara en la persona del Almirante, pero creo -que, como cosa que de sí era manifiesta no incluirse en los -dichos poderes, segun buen juicio, y áun segun reglas del -derecho, de hacer tal excepcion no curaron. En fin, poco ménos -calamitoso fué el fruto y galardon que reportó el Almirante -de sus tan grandes trabajos, y de haber mostrado este -orbe nuevo al mundo, que hobo aquel fortísimo é industriosísimo -Belisario, gran Capitan del emperador Justiniano, -el cual, despues de vencidos los persas en el Oriente y los -vándalos en Africa, y traidos en triunfo, y los godos en Italia, -y otra vez los mismos vándalos postrados y echados de Africa, -y á Totila, rey de los godos, dos veces resistido, y Roma, -otra vez que estuvo cercada un año, de los mismos godos, la -descercó y envió las llaves al Emperador, y dejando de ser -Rey de los godos, porque lo elegian por Rey y le ofrecian todo -servicio y favor para que tomase el reino de Italia, y hecho -en servicio y defensa y aumento del Imperio romano muchas -otras hazañas, al cabo rescibió el galardon que suelen haber -muchas veces los varones meritísimos, que por el bien universal -se aventuran, y trabajan por las repúblicas; este fué, -que como fuese de los que no le amaban, envidiado, y levantádole -que queria alzarse con el ejército y quitar la obediencia -á Justiniano, y señorearse de Italia, no bastando que por -esta sospecha que el Emperador tuvo, le envió á llamar, él -fué luego con muchos despojos y con Vittige, rey dellos, y -otros muchos presos de los godos principales, y quitada la -sospecha que tuvo el Emperador, del todo, por entónces,<span class="pagenum"><a name="Page_499" id="Page_499">[499]</a></span> -finalmente, ó porque se lo tornó á renovar, ó por odio que le -tuvo, no se recordando de sus generosos y dignos servicios, -le mandó sacar los ojos y privar de cuanto tenia, de donde -vino á tal estado, que hobo de mendigar por la extrema necesidad. -Esto postrero, dice Volaterano en los comentarios de su -<i>Anthropología</i>, libro XXIII; lo demas, Procopio en los libros -de la «Guerra de los godos,» y en los de la «Guerra de Persia,» -y en los de la «Guerra contra los vándalos en África,» -larguísimamente lo trata, y otros muchos, despues de él, historiadores. -Al Almirante, pues, no le mandaron sacar los ojos, -ni creo que su prision, pero ya que aquel Comendador le -prendió, y con tanto deshonor en hierros le envió, privado de -todo su estado y honra, y de toda su hacienda, hermanos, -amigos y criados, como hiciera á Francisco Roldan ó á otro -de los más bajos hombres y delincuentes que con él habian -estado rebelados, nunca, miéntras vivió, los Reyes sus pérdidas -y deshonra ni estado recompensaron, ántes, habiendo -añadido otros admirables acerbísimos y muchos trabajos y -peligros, en nuevos descubrimientos que despues hizo por -servilles, al fin, en gran necesidad, disfavor y pobreza, como -en el siguiente libro se dirá, murió; y lo que más amargo -y más doloroso que sacarle los ojos sintió, y con razon, fué -el sobresalto y angustia, que, cuando de la fortaleza le sacaron -para llevarle al navío, creyendo que le sacaban á degollar, -rescibió. Y así, llegando Alonso de Vallejo, un hidalgo, -persona honrada, de quien luego más se dirá, á sacalle y -llevalle al navío, preguntóle, con rostro doloroso y profunda -tristeza, que mostraba bien la vehemencia de su temor: «Vallejo -¿dónde me lleváis?» respondió Vallejo: «señor, al navío -vá vuestra señoría á se embarcar;» repitió, dudando el Almirante: -«Vallejo ¿es verdad?» responde Vallejo: «por vida -de vuestra señoría, que es verdad que se vá á embarcar.» -Con la cual palabra se conhortó, y cuasi de muerte á vida resucitó. -¿Qué mayor dolor pudo nadie sentir? ¿Qué más vehemente -turbacion le pudo cosa causar? Creo que tuviera -entónces por pena liviana que los ojos le sacaran como á Belisario,<span class="pagenum"><a name="Page_500" id="Page_500">[500]</a></span> -si de la muerte Vallejo le asegurara. Tan súpitamente -derriballo de la dignidad de Visorey, que á todos los gobernaba -y mandaba, sin cometer, como arriba algunas veces se -ha dicho, nuevas culpas (cuanto á los españoles digo, que eran -las que por culpas se estimaban y porque le maltrataban), ántes -él habia recibido, despues que vino, ofensas y desobediencias -y daños grandes, y sin ponelle cargos ni él descargarse, -á tan miserable y abatido estado, que temiese ser, por un hombre, -particular juez, justiciado, no pudo sino incomparable -materia de angustia, y amargura, y estupenda turbacion causarle. -A Francisco Roldan, autor de todos los alborotos y levantamientos -pasados, y á D. Hernando de Guevara, que ahora -se habia alzado, y á los demas que estaban para ahorcar, no -supe que penase ni castigase en nada, los cuales yo vide pocos -dias despues desto, que yo á esta isla vine, sanos y salvos, -y harto más que el Almirante y sus hermanos prosperados, si -llamarse puede, aquella vida que tenian prosperidad y no -más infelicidad. Metido en la carabela ó navío el Almirante y -sus hermanos, aherrojados, dió cargo dellos el Comendador y -envió por Capitan de las dos carabelas que habia traido, al -dicho Alonso de Vallejo, mandándole, que así, con sus hierros -y los procesos ó pesquisas que hizo, los entregase al -obispo D. Juan de Fonseca en llegando á Cáliz. Este Alonso de -Vallejo, persona, como dije, prudente, hidalgo y muy honrado, -y harto mi amigo, era criado de un caballero de Sevilla, que -se llamaba Gonzalo Gomez de Cervantes, tio, segun se decia, -del mismo obispo D. Juan, y de aquí debió de venir que el -comendador Bobadilla, quiso, por agradar al Obispo, dar -cargo á Vallejo que llevase preso al Almirante. Sospecha hobo -harto vehemente quel Comendador hobiese hecho tanta vejacion -y mal tractamiento al Almirante, con favor y por causa -del dicho obispo D. Juan, y si así fué no le arrendaria al señor -Obispo la ganancia.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_501" id="Page_501">[501]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXXII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Partieron las carabelas del puerto de Sancto Domingo -para Castilla, con el Almirante preso y sus hermanos, al principio -del mes de Octubre de 1500 años. Quiso Nuestro Señor -de no alargalles mucho el viaje, por acortalles la prision, -porque llegaron á 20 ó 25 dias de Noviembre á Cáliz. En el camino, -del Alonso de Vallejo y del Maestre, que dije arriba -llamarse Andrés Martin de la Gorda, por su carabela que se -llamó así, el cual creo que tambien traia mandado el recaudo -del Almirante y de sus hermanos, fué el Almirante y sus -hermanos bien tratados; quisieron quitarle los grillos, pero -no consintió el Almirante hasta que los Reyes se los mandasen -quitar, y, segun en aquel tiempo oí decir, el dicho maestre -Andrés Martin, llegando á Cáliz, dió lugar que saliese secretamente -un criado del Almirante, con sus cartas para los -Reyes y para otras personas, ántes que los procesos entregase, -creyendo que los Reyes se moverian por sus cartas, rescibiéndolas -primero que las del Comendador, y proveerian lo -que conviniese al Almirante, puesto que, como católicos y -agradecidos Príncipes, no dejaran, sin aquello, de proveer lo -que mandaron. No hallé original ni minuta de carta suya, que -escribiese desde Cáliz el Almirante á los Reyes; por ventura, -no quiso escribilles, sino que de otros lo supiesen, por verse -así tan afrentado por sus poderes, creyendo quizá, tambien, -que de su voluntad su prision habia sucedido. Escribió, empero, -una carta larga al ama del príncipe D. Juan, que sea -en gloria, la cual mucho queria al Almirante, y en cuanto -podia lo favorecia con la Reina, y el tenor de la carta es el -siguiente, por el principio de la cual parece la llaneza del -Almirante, y la poca presuncion que de la vanidad de los títulos, -de que agora usa España, entónces habia.</p> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_502" id="Page_502">[502]</a></span></p> - -<p>«Muy virtuosa señora: Si mi queja del mundo es nueva, su -uso de maltratar; es de antiguo; mil combates me ha dado, y á -todos resistí, fasta agora que no me aprovechó armas ni avisos; -con crueldad me tiene echado al fondo; la esperanza de Aquel -que crió á todos, me sostiene; su socorro fué siempre muy -presto; otra vez, y no de léjos, estando yo más bajo, me levantó -con su brazo derecho, diciendo: «¡oh hombre de poca fe, levántate, -que yo soy, no hayas miedo!» Yo vine con amor tan -entrañable á servir á estos Príncipes, y he servido de servicio -de que jamás se oyó ni vido. Del nuevo cielo y tierra que -decia Nuestro Señor, por Sant Juan, en el Apocalipsi, despues -de dicho por boca de Isaías, me hizo mensajero, y -amostró aquella parte. En todos hobo incredulidad, y á la -Reina, mi señora, dió dello el espíritu de inteligencia y esfuerzo -grande, y lo hizo de todo heredera, como á cara y -muy amada hija; la posesion de todo esto fuí yo á tomar en -su real nombre. La ignorancia en que habian estado todos, -quisieron enmendallo traspasando el poco saber á fablar en -inconvenientes y gastos, Su Alteza lo aprobaba, al contrario, -y lo sostuvo hasta que pudo. Siete años se pasaron en la plática, -y nueve ejecutando cosas señaladas y dignas de memoria, -se pasaron en este tiempo; de todo no se fizo concepto; -llegué yo, y estoy que no hay nadie tan vil que no piense de -ultrajarme, por virtud se contará en el mundo, á quien puede -no consentillo. Si yo robara las Indias y tierra que fan faze -en ello, de que agora es la fabla del altar de Sant Pedro, y -las diera á los moros, no pudieran en España amostrarme -mayor enemiga. ¿Quién creyera tal, á donde hobo tanta nobleza? -Yo mucho quisiera despedir del negocio, si fuera honesto -para con mi Reina, el esfuerzo de Nuestro Señor y de -Su Alteza fizo que continuase, y por aliviarle algo de los -enojos en que á causa de la muerte estaba (esto dice, porque -era entónces muerto el príncipe D. Juan), cometí viaje nuevo -al nuevo cielo y mundo que fasta entónces estaba en oculto, -y sino es tenido allí en estima, así como los otros de las Indias, -no es maravilla, porque salió á parecer de mi industria.<span class="pagenum"><a name="Page_503" id="Page_503">[503]</a></span> -Este viaje de Paria, creí que apaciguara algo por las perlas, y -la fallada del oro en la Española; las perlas mandé yo ayuntar -y pescar á las gentes, con quien quedó el concierto de -mi vuelta por ellas, y, á mi comprender, á medida de fanega; -esto me salió como otras cosas muchas, no las perdiera, ni -mi honra, si buscara yo mi bien propio y dejara perder la -Española, ó se guardaran mis privilegios y asientos, y otro -tanto digo del oro que yo tenia agora junto, que con tantas -muertes y trabajos, por virtud divinal, he allegado á perfecto. -Cuando yo fuí á Paria, fallé cuasi la mitad de la gente en la Española, -alzados, y me han guerreado fasta agora como á moro, -y los indios, por otro cabo, gravemente<a name="FNanchor_9_9" id="FNanchor_9_9"></a><a href="#Footnote_9_9" class="fnanchor">[9]</a>. En esto vino Hojeda -y probó á echar el sello, y dijo que Sus Altezas lo enviaban con -promesas de dádivas y franquezas y paga; allegó gran cuadrilla -que en toda la Española muy pocos hay, salvo vagabundos, y -ninguno con mujer y fijos. Este Hojeda me trabajó harto, y -fuéle necesario de se ir, y dejó dicho que luego sería de -vuelta con más navíos y gente, y que dejaba la Real persona -de la Reina á la muerte; y en esto llegó Vicente Yañez, con -cuatro carabelas; hobo alboroto y sospecha, mas no daño. -Despues, una nueva de seis otras carabelas, que traia un hermano -del Alcalde, mas fué con malicia, y esto fué ya á la postre, -cuando ya estaba muy rota la esperanza que Sus Altezas -hobiesen jamás de enviar navío á las Indias, y que vulgarmente -decia que Su Alteza..... Un Adrian, en este tiempo, probó -alzarse otra vez, como de ántes, mas Nuestro Señor no quiso -que llegase á efecto su mal propósito; yo tenia propuesto en -mí de no tocar el cabello de nadie, y á este, por su ingratitud, -con lágrimas, no se pudo guardar así como yo lo tenia pensado; -á mi hermano no hiciera ménos, si me quisiera matar y -robar el señorío que mi Rey é Reina me tenian dado en guarda. -Seis meses habia que yo estaba despachado para venir á -Sus Altezas con las buenas nuevas del oro, y huir de gobernar<span class="pagenum"><a name="Page_504" id="Page_504">[504]</a></span> -gente disoluta, que no teme á Dios, ni á su Rey y Reina, -llena de achaques y de malicias; ántes de mi partida supliqué -tantas veces á Sus Altezas que enviasen allá, á mi costa, quien -tuviere cargo de la justicia, y despues que fallé alzado al -Alcalde, se lo supliqué de nuevo (ó por alguna gente, ó al -ménos, algun criado con cartas), porque mi fama es tal, que -aunque yo faga iglesias y hospitales, siempre serán dichas -espeluncas para latrones. Proveyeron ya, al fin, y fué muy -contrario de lo que la negociacion demandaba; vaya en buena -hora, pues que es á su grado. Yo estuve allá dos años, sin poder -ganar una provision de favor para mí, ni por los que allá fuesen, -y este llevó una arca llena; si parirán todas á su servicio, -Dios lo sabe. Ya, por comienzos, hay franquezas por -veinte años, que es la edad de un hombre, y se coge el oro; -que hobo persona de cinco marcos en cuatro horas, de que -diré despues, más largo; si pluguiese á Sus Altezas de desfacer -un vulgo de los que saben mis fatigas, que mayor daño -me ha hecho el mal decir de las gentes, que no me ha aprovechado -el mucho servir y guardar facienda y señorío, sería -limosna, é yo restituido en mi honra, é se fablaria dello en todo -el mundo, porque el negocio es de calidad que cada dia ha -de ser más sonado y en alta estima. En esto vino el comendador -Bobadilla á Sancto Domingo; yo estaba en la Vega, y el -Adelantado en Xaraguá, donde este Adrian habian hecho -cabeza, mas ya todo era llano, y la tierra rica y todos en paz. -El segundo dia que llegó, se crió Gobernador y fizo oficiales y -ejecuciones, y apregonó franquezas del oro y diezmos, y, -generalmente, de toda otra cosa, por veinte años, que es la -edad de un hombre; y que venia por pagar á todos, bien que -no habian servido llenamente hasta ese dia, y publicó que á -mí habia de enviar en fierros, y á mis hermanos, así como lo -ha fecho, y que nunca yo volveria más allí, ni otro de mi -linaje, diciendo de mí mil deshonestidades y descorteses cosas. -Esto todo fué el segundo dia que llegó, como dije, y estando -yo léjos, absente, sin saber dél ni de su venida; unas cartas -de Sus Altezas, firmadas en blanco, de que él llevaba una<span class="pagenum"><a name="Page_505" id="Page_505">[505]</a></span> -cantidad, hinchió y envió al Alcalde y á su compañía, con -favores y encomiendas; á mí nunca me envió carta ni mensajero, -ni me ha dado fasta hoy. Piense qué pensaría quien tuviere -mi cargo, honrar y favorecer á quien probó á robar á -Sus Altezas y ha fecho tanto mal y daño, y arrastrar á quien -con tantos peligros se lo sostuvo<a name="FNanchor_10_10" id="FNanchor_10_10"></a><a href="#Footnote_10_10" class="fnanchor">[10]</a>. Cuando yo supe esto, creí -que esto sería como lo de Hojeda, ó uno de los otros, templóme -que supe de los frailes, de cierto, que Sus Altezas lo -enviaban; escribíle yo que su venida fuese en buena hora, y -que yo estaba despachado para ir á la corte y fecho almoneda -de cuanto yo tenia, y que en esto de las franquezas, que no -se acelerase, que esto y el gobierno yo se lo daria luego tan -llano como la palma, y así lo escribí á los religiosos. Ni él ni -ellos me dieron respuesta, ántes se puso él en son de guerra, -y apremiaba á cuantos allí iban que le jurasen por Gobernador, -dijéronme, que por veinte años. Luego que yo supe estas -franquezas, pensé de adobar un yerro tan grande, y que él -seria contento, las cuales dió sin necesidad y causa, de cosa -tan gruesa, y á gente vagabunda, que fuera demasiado para -quien trujera mujer é hijos; publiqué por palabra y por cartas -que él no podia usar de sus provisiones, porque las mias -eran las fuertes, y les mostré las franquezas que llevó Juan -Aguado. Todo esto que yo fice era por dilatar, porque Sus Altezas -fuesen sabidores del estado de la tierra, que hobiesen -lugar de tornar á mandar en ello lo que fuese de su servicio. -Tales franquezas excusado es de las apregonar en las Indias: -los vecinos que han tomado vecindad, es logro, porque se les -dan las mejores tierras, y á poco valerán 200.000 maravedís, -de los cuatro años que la vecindad se acaba, sin que den una -azadonada en ellas. No diria yo así si los vecinos fuesen casados, -mas no hay seis entre todos que no estén sobre el -aviso de ayuntar lo que pudieren y se ir en buena hora<a name="FNanchor_11_11" id="FNanchor_11_11"></a><a href="#Footnote_11_11" class="fnanchor">[11]</a>.<span class="pagenum"><a name="Page_506" id="Page_506">[506]</a></span> -De Castilla sería bien que fuesen, y áun saber quién y -como, y se poblase de gente honrada. Yo tenia asentado con -estos vecinos que pagarian el tercio del oro y los diezmos -y esto á su ruego, y lo recibieron en grande merced de Sus -Altezas; é reprendíles cuando yo oí que se dejaban dello y -esperaban que el Comendador faria otro tanto, mas fué el -contrario, indignólos contra mí, diciendo que yo les queria -quitar lo que Sus Altezas les daban, y trabajó de me los echar -á cuestas, y lo hizo, y que escribiesen á Sus Altezas que -no me enviasen más al cargo, y así se lo suplico por mí y -por toda cosa mia, en cuanto no haya otro pueblo; y me ordenó -él, con ellos, pesquisas de maldades, que al infierno -nunca se supo de las semejantes. Allí está Nuestro Señor que -escapó á Daniel y á los tres muchachos, con tanto saber y -fuerza como tenia, y con tanto aparejo, si le pluguiere, como -con su gana, supiera yo remediar todo esto y lo otro de que -está dicho y ha pasado despues que estoy en las Indias, si me -consintiera la voluntad á procurar por mi bien propio, y me -fuera honesto, mas el sostener de la justicia y acrecentar el señorío -de Sus Altezas fasta agora me tiene al fondo; hoy en -dia que se falla tanto oro, hay division en qué haya mas ganancia, -ó ir robando, ó ir á las minas. Por una mujer tambien -se fallan 100 castellanos, como por una labranza, y es -mucho en uso, y há ya fartos mercaderes que andan buscando -muchachas; de nueve á diez son agora en precio, de todas -edades ha de tener un bueno. Digo que la fuerza del mal decir -de desconcertados, me ha hecho más daño que mis servicios -fecho provecho, mal ejemplo es por lo presente y por lo futuro; -fago juramento que cantidad de hombres han ido á las -Indias, que no merescian el agua para con Dios y con el mundo, -y agora vuelven allá. Enemistólos á ellos conmigo, y él, parece, -segun se hobo y segun sus formas, que ya lo tenia bien entendido, -ó es que se dice que ha gastado mucho por venir á -este negocio; no se dello más de lo que oigo. Yo nunca oí que -el Pesquisidor allegase los rebeldes y los tomase por testigos -contra aquel que gobierna á ellos, y á otros sin fe, ni dignos<span class="pagenum"><a name="Page_507" id="Page_507">[507]</a></span> -della. Si Sus Altezas mandasen hacer una pesquisa general, -allí, vos digo yo, que verian por gran maravilla como la isla -no se funde; yo creo que se acordará vuesamerced cuando -la tormenta sin velas me echó en Lisboa, que fuí acusado -falsamente que habia yo ido allá al Rey para darle las Indias; -despues supieron Sus Altezas el contrario, y que todo fué con -malicia. Bien que yo sepa poco, no sé quién me tenga por -tan torpe que yo no conozca que, aunque las Indias fuesen -mias, que yo no me pudiera sostener sin ayuda de Príncipe; -si esto es así, ¿á dónde pudiera yo tener mejor arrimo y seguridad -que en el Rey y Reina, nuestros señores, que de nada -me han puesto en tanta honra, y son los más altos Príncipes, -por la mar y por la tierra, del mundo, y los cuales tienen -que yo les haya servido, y me guardan mis privilegios y -mercedes, y, si alguien me los quebranta, Sus Altezas me -los acrescientan con aventaja, como se vido en lo de Juan -Aguado, y me mandar hacer mucha honra; y, como dije, ya -Sus Altezas rescibieron de mí servicios, y tienen mis hijos -sus criados, lo que en ninguna manera pudiera esto llegar -con otro Príncipe, porque á donde no hay amor todo lo otro -cesa? Dije yo ahora así contra un mal decir, con malicia y contra -mi voluntad, porque es cosa que ni en sueños debiera allegar -á memoria, porque las formas y fechos del comendador -Bobadilla, con malicia las quiere alumbrar en esto, mas yo -le faré ver con el brazo izquierdo, que su poco saber y gran -cobardía con desordenada cudicia le ha fecho caer en ello. -Ya dije como yo le escribí y á los frailes, y luego partí, así -como le dije, muy sólo, porque toda la gente estaba con el -Adelantado, y tambien por le quitar de sospecha. Él, cuando -lo supo, echó á D. Diego preso en una carabela, cargado de -fierros, y á mí, en llegando, hizo otro tanto, y despues al Adelantado -cuando vino; ni le fablé mas á él, ni consintió que -hasta hoy nadie me haya fablado, y fago juramento que no -puedo pensar por qué sea yo preso. La primera diligencia que -hizo, fué á tomar el oro, el cual hobo sin medida ni peso, é yo -absente; dijo que queria él pagar dello á la gente, y segun<span class="pagenum"><a name="Page_508" id="Page_508">[508]</a></span> -oí, para sí fizo la primera parte, y envia por rescate rescatadores -nuevos; deste oro tenia yo apartado ciertas muestras, granos -muy gruesos, como huevos, como de ansar ó de gallina, y -de pollos, y de otras muchas fechuras, que algunas personas -tenian cogido en breve espacio, con que se alegrasen Sus Altezas, -y por ello comprendiesen el negocio, con una cantidad de -piedras grandes, llenas de oro. Este fué el primero á se dar con -malicia, porque Sus Altezas no tuviesen este negocio en algo, -que él tuviese fecho el nido de que se da buena priesa. El oro -que está por fundir, mengua al fuego, una cadena que pesaria -hasta 20 marcos, nunca se ha visto; yo he sido muy -agraviado en esto del oro, más áun que de las perlas, porque -no las he traido á Sus Altezas. El Comendador, en todo -que le pareció que me dañaria, luego fué puesto en obra. -Con 600.000 maravedís pagara á todos, sin robar á nadie, y -habia más de cuatro cuentos de diezmos y alguacilazgo, sin tocar -en el oro; hizo unas larguezas que son de risa, bien que creo -que encomenzó en sí la primera parte: allá lo sabrán Sus Altezas -cuando le mandaren tomar cuenta, en especial, si yo -estuviese á ella. Él no face sino decir que se debe gran suma, -y es la que yo dije, y no tanto. Yo he sido muy agraviado en -que se haya enviado Pesquisidor sobre mí, que sepa que si -la pesquisa que él enviare fuere muy grave que él quedará -en el Gobierno. Pluguiera á Nuestro Señor, que Sus Altezas le -enviaran á él ó á otro, dos años há, porque sé que yo fuera -ya libre de escándalo y de infamia, y no se me quitara mi -honra, ni la perdiera. Dios es justo, y ha de hacer que se sepa -por qué y como allí me juzgan, como Gobernador que fué á -Cecilia ó ciudad ó villa puesta en regimiento, y á donde las -leyes se pueden guardar por entero, sin temor que se pierda -todo, y rescibo grande agravio. Yo debo ser juzgado como Capitan, -que fué de España á conquistar, fasta las Indias, á gente -belicosa<a name="FNanchor_12_12" id="FNanchor_12_12"></a><a href="#Footnote_12_12" class="fnanchor">[12]</a>, y mucha, y de costumbres y secta muy contraria,<span class="pagenum"><a name="Page_509" id="Page_509">[509]</a></span> -donde, por voluntad divina<a name="FNanchor_13_13" id="FNanchor_13_13"></a><a href="#Footnote_13_13" class="fnanchor">[13]</a>, he puesto so el señorío del Rey y -de la Reina, nuestros señores, otro mundo, y por donde la España, -que era dicha pobre, es la más rica<a name="FNanchor_14_14" id="FNanchor_14_14"></a><a href="#Footnote_14_14" class="fnanchor">[14]</a>; yo debo de ser -juzgado como Capitan que de tanto tiempo fasta hoy trae las -armas á cuestas, sin las dejar una hora, y de caballeros de -conquistas, y del uso, y no de letras, salvo si fuesen griegos, -ó de romanos, ó de otros modernos, de que hay tantos y tan -nobles en España, ó, de otra guisa, rescibo grande agravio, -porque en las Indias no hay pueblo ni asiento. Del oro y perlas, -ya está abierta la puerta, y cantidad de todo, piedras -preciosas y especería, y de otras mil cosas se pueden esperar -firmemente. Las nuevas del oro, que yo dije que daria, -son que, dia de Navidad, estando yo muy afligido, guerreado -de los malos cristianos y de indios, en término de dejar -todo y escapar, si pudiese, la vida, me consoló Nuestro Señor -milagrosamente, y dijo: «esfuerza, no temas, yo proveeré -en todos los siete años, del término del oro, no son pasados, -y en ellos y en lo otro, te dará remedio»: ese dia supe que -habia 80 leguas de tierra, y en todas, cabo ellas, minas: el -parecer agora, es que sea todavía. Algunos han cogido 120 -castellanos en un dia, y otros 90, y se han cogido fasta 250, -y 50 fasta 70, y otros muchos de 20 fasta 50; es tenido por -buen jornal, y muchos lo continúan, el comun es de 6 -fasta 12, y quien de aquí abaja no va contento. Parece tambien -que estas minas son como las otras, que responden en -los dias no igualmente, las minas son nuevas, y los cogedores; -el parecer de todos es que, aunque vaya allá toda Castilla, -que, por torpe que sea la persona, que no abajará de -un castellano ó dos cada dia, y agora es esto así en fresco; -es verdad que el que tiene algun indio<a name="FNanchor_15_15" id="FNanchor_15_15"></a><a href="#Footnote_15_15" class="fnanchor">[15]</a> coge esto, mas el<span class="pagenum"><a name="Page_510" id="Page_510">[510]</a></span> -negocio consiste en el cristiano<a name="FNanchor_16_16" id="FNanchor_16_16"></a><a href="#Footnote_16_16" class="fnanchor">[16]</a>. Ved qué discrecion fué de -Bobadilla dar todo por ninguno, y cuatro cuentos de diezmos, -sin causa ni ser requerido, sin primero lo notificar á Sus Altezas; -y el daño no es este sólo. Yo sé que mis yerros no han -sido con fin de facer mal, y creo que Sus Altezas lo tienen así, -como yo lo digo, y sé y veo que usan de misericordia con quien -maliciosamente les sirve: yo creo y tengo por muy cierto, -que muy mejor y más piedad habrán conmigo, que caí en -ello con inocencia y forzosamente, como sabrá despues por -entero, y el cual soy su fechura, y mirarán á mis servicios y -cognoscerán de cada dia que son muy aventajados. Todo -pornán en una balanza, así como nos cuenta la Sancta Escritura -que será el bien con el mal en el dia del juicio. Si todavía -mandan que otro me juzgue, lo cual no espero, y que -sea por pesquisa de las Indias, humilmente les suplico que -envien allá dos personas de consciencia y honrados, á mi -costa, los cuales fallarán de ligero agora que se halla el oro -cinco marcos en cuatro horas; con esto y sin ello, es necesario -que lo provean. El Comendador, en llegando á Sancto Domingo, -se aposentó en mi casa; así como la falló, así dió todo -por suyo. Vaya en buena hora, quizá lo habia menester; corsario -nunca tal usó con mercader. De mis escrituras tengo -yo mayor queja, que así me las haya tomado, que jamás se le -pudo sacar una, y aquellas de más mi disculpa, esas tenia -más ocultas; ved qué justo y honesto Pesquisidor. Cosa de -cuantas él haya hecho, me dicen que haya seido con término -de justicia, salvo absolutamente. Dios, Nuestro Señor, está -con sus fuerzas, como solia, y castiga en todo cabo, en especial -la ingratitud de injurias.» Esto, así todo, contenia la -carta del Almirante para el ama del Príncipe.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_511" id="Page_511">[511]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">CAPÍTULO CLXXXIII.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<p>Ciertamente, graves angustias padeció el Almirante, y -agravios, parece que le hizo el Comendador, muy grandes, y, -si fuese cierto que el fin de los hombres, felice ó desastrado, -testifica estos ó aquellos pecados, bien podriamos decir, que, -porque los Reyes le habian enviado, no le habian de castigar -por estas cosas de que se queja el Almirante, si ante los Reyes -fueran culpables; por ellas quiso Dios por su mano castigallo, -porque se ahogó en la mar, salido de Sancto Domingo, como -se dirá en el libro siguiente, porque así lo diga, cuasi á -cien pasos. Pero esto no es cosa cierta, como el juicio Divino -sea profundo, y considere los méritos de los hombres muy -diferentemente del humano; porque muchas veces dá Dios, -por el abismo de su sabiduría y bondad, fin á algunos, que -parece malo, y no por los pecados que acá juzgamos, sino -por las virtudes que aquellos tuvieron, por las cuales merecieron -que lo que por otras sus culpas habian de penar con -mayor costa en la otra, en esta vida lo pagasen; á otros suele -conceder airados fines ó acabamientos, segun el juicio de los -hombres, gloriosos, por pagalles acá algunas buenas obras -que viviendo hicieron, porque no merecieron que en el siglo -venidero se les remunerasen, y estos se cuentan con los malaventurados.</p> - -<p>Tornando al propósito, como los Reyes, que á la sazon -estaban en Granada, supieron la llegada y prision del Almirante -y de sus hermanos, la cual debian saber, lo primero, del -ama del Príncipe, porque á ella debia de enviar el Almirante -su criado, y tambien por carta del Alonso de Vallejo, ó del corregidor -de Cáliz; hobieron mucho pesar de que viniese preso -y mal tractado, y proveyeron luego que lo soltasen, y, segun<span class="pagenum"><a name="Page_512" id="Page_512">[512]</a></span> -oí decir, mandáronle proveer de dineros con que viniese á la -corte, y áun que fueron los dineros 2.000 ducados; mandáronle -escrebir que se viniese á la corte, á donde llegó él y sus hermanos, -á 17 de Diciembre, y los recibieron muy benignamente, -mostrando compasion de su adversidad y trabajos, dándoles -todo el consuelo que al presente pudieron dalles, en especial -al Almirante, certificándole que su prision no habia procedido -de su voluntad, y con palabras muy amorosas é eficaces le -prometieron que mandarian deshacer y remediar sus agravios, -y que en todo y por todo sus privilegios y mercedes, que le -habian hecho, le serian guardados; y en esto, la serenísima -Reina era la que se aventajaba en consolalle y certificalle su -pesar, porque, en la verdad, ella fué siempre la que más que -el Rey lo favoreció y defendió, y así el Almirante tenia en -ella principalmente su esperanza. Él, no pudiendo hablar por -un rato, lleno de sollozos y lágrimas, hincado de rodillas, -mandáronle levantar; comienza su plática, harto dolorosa, -mostrando y afirmando el entrañable amor y deseo que siempre -tuvo de les servir con toda fidelidad, y que nunca, de -propósito ni industria, hizo cosa en que ofender su servicio -pensase, y si por yerros algunas obras suyas eran estimadas y -juzgadas, no las habia hecho sino con no alcanzar más, y siempre -creyendo que hacia lo que debia, y en hacerlo que acertaba. -Que sea verdad lo susodicho, cerca de no haber sido -la prision del Almirante hecha por voluntad y mandado de -los Reyes, sino por sólo querer y auctoridad del comendador -Bobadilla, y que hobiese á Sus Altezas della mucho -pesado, mostráronlo bien expresamente los Reyes católicos, -en una su real Carta que le escribieron de Valencia de la -Torre, cuando estaba de partida para su cuarto viaje, de que -abajo se dirá. Entre otras cosas, dice así en un capítulo de la -dicha Carta:</p> - -<p>«Cuanto á lo otro contenido en vuestros memoriales y letras, -tocante á vos, y á vuestros hijos y hermanos, porque como -vedes, á causa que Nos estamos en camino y vos de partida -no se puede entender en ello fasta que paremos de asiento en<span class="pagenum"><a name="Page_513" id="Page_513">[513]</a></span> -alguna parte, é si esto hobiésedes de esperar, se perderia el -viaje á que agora vais, por esto es mejor, que, pues de -todo lo necesario para vuestro viaje estais despachado, vos -partais luego sin detenimiento, y quede á vuestro hijo el cargo -de solicitar lo contenido en los dichos memoriales. Y tened -por cierto, que de vuestra prision nos pesó mucho, y bien lo -vistes vos y lo cognoscieron todos claramente, pues que luego -que lo supimos lo mandamos remediar; y sabeis el favor con -que vos habemos mandado tratar siempre, y agora estamos -mucho más en vos honrar y tratar muy bien, y las mercedes -que vos tenemos fechas vos serán guardadas enteramente, segun -forma y tenor de nuestros privilegios, que dellas teneis, sin -ir en cosa contra ellas. Y vos y vuestros hijos gozareis dellas, -como es razon y, si necesario fuere confirmarlas de nuevo, las -confirmaremos, y á vuestro hijo mandaremos poner en la posesion -de todo ello, y en más, que esto tenemos voluntad de -vos honrar y facer mercedes; y de vuestros fijos y hermanos. -Nos ternemos el cuidado que es razon. Y todo esto se podrá -facer yéndovos en buena hora, y quedando el cargo á vuestro -fijo, como está dicho, y así vos rogamos que en vuestra -partida no haya dilacion. De Valencia de la Torre á 14 dias -de Marzo de 502 años.—Yo el Rey.—Yo la Reina, etc.»</p> - -<p>Asaz manifiesto parece, por estas palabras reales, no haber -procedido de su voluntad, ni haberle dado poder al Comendador -para la prision del Almirante y de sus hermanos, y haberles -en gran manera, della y de su mal tractamiento, pesado, -y parece que, para en cuenta y recompensa della y descargo -suyo, los felices Príncipes le escribian y hacian estas palabras -como regalos. Por consiguiente, parece que el Comendador excedió -y fué muy descomedido en gran manera contra la honra, -persona y hacienda del Almirante y sus hermanos; sólo me parece -que aquí debemos considerar, juzgando este negocio por -las altísimas causas donde conviene ir á parar, que ni en mano -de los Reyes, ni del comendador Bobadilla, ni de los que al -Almirante acusaron, ni tampoco por los agravios que á los españoles -hacia, que como arriba tocamos, quizás los castigos y<span class="pagenum"><a name="Page_514" id="Page_514">[514]</a></span> -daños hechos, que á muchos dicen que hizo, los merecian por -sus delitos, insultos ó inobediencias y pecados, que los por -hacer eran remediables, mayormente con haber escrito é importunado -á los Reyes que enviasen acá quien la justicia administrase, -sino solamente por la disposicion divina que quiso -preservalle de muchos mayores males, que, con la ignorancia -que tuvo, á estas gentes inocentes hiciera, como arriba tambien -habemos tocado, determinó de le privar, como al cabo le privó, -de todo su estado, no sólo en su persona, pero tambien en sus -herederos y sucesores, como parecerá adelante. Señal y conjetura, -segun la divina Escriptura y sentencia de los Sanctos -averiguada, de tenello Dios contado en el número de los predestinados; -y ¡guay de aquellos que la divina permision escojió -para castigo y azote destas miserables naciones, y en el -tal oficio los olvida y perseveran hasta que la vida se les acaba!</p> - -<p>Y con esto, á gloria y honra de Dios, y para provecho de -las ánimas, y testimonio de la verdad de las cosas que en estas -Indias han pasado, que es el fin destos nuestros voluntarios -trabajos, queremos dar conclusion al primer libro desta -nuestra historia, para que, así como este libro tuvo principio y -comienzo de los principios que contamos, y que tuvo en las -cosas destas Indias el Almirante, lo cerremos, y asimismo tenga -su fin, en lo tocante al Almirante. Por lo cual damos á nuestro -Dios y Señor, no cuantas debemos, pero al ménos las que -podemos, y estas querriamos que fuesen innumerables é infinitas, -gracias.</p> - - -<p class="pc4 mid">FIN DEL TOMO SEGUNDO.</p> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<p><span class="pagenum"><a name="Page_515" id="Page_515">[515]</a></span></p> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">ÍNDICE.</h2> - -<hr class="dec5" /> - -<table id="toc" summary="cont"> - - <tr> - <td></td> - <td class="tdrl"><span class="reduct u">Páginas.</span></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt"><span class="smcap">Advertencia preliminar</span>.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_v"><span class="smcap">v</span></a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt"><span class="smcap">Libro primero</span>— -Capítulo LXXXIII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_1">1</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. LXXXIV.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_5">5</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. LXXXV.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_9">9</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. LXXXVI.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_12">12</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. LXXXVII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_16">16</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. LXXXVIII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_20">20</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. LXXXIX.—En el cual se tracta como el Almirante envió -á un Alonso de Hojeda con 15 hombres á descubrir la tierra, -y saber de las minas de Cibao.—Como recibian los indios á -los cristianos con mucha alegría.—Volvió Hojeda con nuevas -de oro.—Alegróse el Almirante y toda la gente.—Como despachó -el Almirante, de los 17, los 12 navíos para Castilla, -con la relacion larga para los Reyes; y á quién envió por -Capitan dellos, etc.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_24">24</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. XC.—En el cual se tracta como el Almirante salió por la -tierra, con cierta gente española.—Dejó la gobernacion de la -Isabela á su hermano D. Diego.—Como salió en forma de -guerra, y así entraba y salia en los pueblos para mostrar su -potencia y poner miedo en la gente indiana.—Como se quiso -amotinar un contador, Bernal de Pisa, y hurtar ciertos navíos.—Los -recibimientos que hacian los indios al Almirante -y á los cristianos.—De su bondad y simplicidad en la manera -que tenian.—De la hermosura de la vega á que puso nombre -la Vega Real.—Los rios tan grandes y hermosos que habia, y -el oro que en ellos se hallaba, etc.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_27">27</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. XCI.—En el cual se tracta como el Almirante subió á la -provincia de Cibao, y de la etimología della, segun la lengua -de los indios; de su hermosura, puesto que es aspérrima; los -<span class="pagenum"><a name="Page_516" id="Page_516">[516]</a></span>admirables y graciosísimos rios que tiene; los pinos infinitos -de que está adornada; de su sanidad, salubérrimas aguas y -aires, y alegría; del grandor della.—De los recibimientos y -servicios que los indios en los pueblos le hacian.—Como en -un gracioso rio y tierra halló minas de oro y de azul, y de -cobre, y de ámbar, y especería.—Edificó una fortaleza.—De -unos nidos de aves que hallaron en las cavas que hicieron, -de que el Almirante se admiró, de lo cual tomó ocasion el -auctor de decir como pudieron estar sin podrirse, y descubre -muchos secretos de naturaleza.—Colige argumento de ser antiguas -en estas tierras estas gentes.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_33">33</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. XCII.—En el cual se tracta como halló el Almirante la -gente cristiana muy enferma, y muerta mucha della.—Como -por hacer molinos y aceñas compelió á trabajar la gente, y por -la tasa de los mantenimientos, que ya muy pocos habia, comenzó -á ser aborrecido, y fué principio de ir siempre su estado -descreciendo y áun no habiendo crecido.—De los que mucho -daño le hicieron fué fray Buil, el legado que arriba se -dijo.—Persuádese no tener hasta entónces el Almirante culpas -por qué lo mereciese.—Dícense muchas angustias que -allí los cristianos, de hambre, padecieron, y como morian -cuasi desesperados.—De cierta vision que se publicó que algunos -vieron.—Como vino mensajero de la fortaleza que un -gran señor venia á cercarla.—De lo que el Almirante por -remedio hizo.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_40">40</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. XCIII.—En el cual se tracta como Alonso de Hojeda salió -de la Isabela con 400 hombres, para poner miedo á la gente -de la tierra y sojuzgarla.—Como en llegando á un pueblo, -pasado el Rio del Oro, prendió un Cacique y señor, y á su -hermano y sobrino por una cosa que hizo un indio.—Como -cortó las orejas á un vasallo del mismo Cacique en su presencia.—Como -condenó á muerte á los mismos, Cacique, hermano -y sobrino.—Dánse razones como ya tenian los indios -justa guerra contra los cristianos.—Cuán culpable fué deste -hecho el Almirante, y cuan al revés entró y comenzó en estas -tierras del camino de la ley evangélica, etc.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_45">45</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. XCIV.—En el cual se tracta como el Almirante determinó -de ir á descubrir, como los Reyes le habian mucho encargado, -<span class="pagenum"><a name="Page_517" id="Page_517">[517]</a></span>cuando volvió el segundo viaje.—Como constituyó un -Presidente y un Consejo para el regimiento desta isla.—Como -partió de la Isabela y llegó á Cuba, por la parte del Sur.—Llegó -á surgir á un puerto.—Vinieron á los navíos muchos -indios á traer á los cristianos de lo que tenian, estimando que -habian venido del cielo.—Como desde allí descubrió la isla de -Jamáica; púsole nombre Santiago.—Salieron muchas canoas -de indios, con alegría, para los navíos.—En un puerto salieron -de guerra, queriendo impedir á los cristianos la entrada.—Como -lo hacian con razon y justicia.—Como los cristianos -asaetearon á ciertos indios, y cuan mal hecho fué, y como no -se habian de ganar por esta vía.—Como no se han de hacer -males por algun fin bueno, aunque salgan dellos bienes.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_49">49</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. XCV.—En el cual se cuenta como el Almirante dejó á Jamáica -y tornó sobre la isla de Cuba.—De un indio, que, dejados -sus parientes, llamando, se quiso ir con los cristianos.—Como -yendo por la costa de Cuba abajo tuvo grandes aguaceros -y bajos para encallarle los navíos, donde padecieron -grandes trabajos y peligros.—Hallaron infinitas islas pequeñas; -púsoles nombre el Jardin de la Reina.—Vieron unas -aves coloradas de la manera y hechura de grullas.—Vieron -grullas, muchas tortugas, y de cierta pesquería dellas.—De -la mansedumbre de los indios.—Toparon otros indios mansísimos.—Detuvo -uno.—Informóle ser isla Cuba, y nuevas que -le dió de un Cacique que habla por señas á su gente, sin ser -mudo.—De otros peligros que por allí padecieron.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_54">54</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. XCVI.—En el cual se tracta como determinó el Almirante -dar la vuelta para la Española.—De las leguas que descubrió -de Cuba.—Que halló por las reglas de la Astronomía, -como se halló de Cáliz tantas otras por la esfera.—Encalló -con los navíos, padeció grandes angustias.—Del olor de estoraque -que sintieron.—De un indio viejo que vino á hablar al -Almirante, y de un teológico razonamiento que le hizo cerca -de la otra vida; cosa es muy notable, aunque breve, por ser -dicha por un indio.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_59">59</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. XCVII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_64">64</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. XCVIII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_68">68</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. XCIX.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_70">70</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. C.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_72">72</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CI.<span class="pagenum"><a name="Page_518" id="Page_518">[518]</a></span></td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_78">78</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_82">82</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CIII.—En el cual se tracta de la llegada á Castilla, con -los 12 navíos, de Antonio de Torres.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_90">90</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CIV.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_96">96</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CV.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_101">101</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CVI.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_105">105</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CVII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_108">108</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CVIII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_113">113</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CIX.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_116">116</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CX.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_120">120</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXI.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_124">124</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_128">128</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXIII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_134">134</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXIV.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_138">138</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXV.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_143">143</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXVI.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_147">147</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXVII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_150">150</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXVIII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_155">155</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXIX.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_160">160</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXX.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_164">164</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXXI.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_170">170</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXXII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_176">176</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXXIII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_180">180</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXXIV.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_184">184</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXXV.—Este capítulo prosigue las mercedes que los Reyes -le hicieron este año de 1497.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_190">190</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXXVI.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_196">196</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXXVII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_201">201</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXXVIII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_207">207</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXXIX.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_212">212</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXXX.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_220">220</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXXXII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_226">226</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXXXIII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_231">231</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXXXIV.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_237">237</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXXXV.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_241">241</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXXXVI.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_245">245</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXXXVII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_253">253</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXXXVIII.<span class="pagenum"><a name="Page_519" id="Page_519">[519]</a></span></td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_259">259</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXXXIX.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_264">264</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXL.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_268">268</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXLI.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_275">275</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXLII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_280">280</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXLIII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_286">286</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXLIV.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_290">290</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXLV.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_297">297</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXLVI.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_302">302</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXLVII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_307">307</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXLVIII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_310">310</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CXLIX.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_314">314</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CL.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_318">318</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLI.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_322">322</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_326">326</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLIII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_329">329</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLIV.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_335">335</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLV.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_340">340</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLVI.—El cual trata del principio de donde hobo su orígen -y procedió el repartimiento de los indios, que llamaron -despues encomiendas, que han destruido estas Indias, donde -se prueba que nunca los indios jamás se dieron para que los -españoles los enseñasen, sino para que se sirviesen dellos y -aprovechasen.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_346">346</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLVII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_352">352</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLVIII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_355">355</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLIX.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_360">360</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLX.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_366">366</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXI.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_372">372</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_377">377</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXIII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_381">381</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXIV.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_389">389</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXV.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_397">397</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXVI.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_402">402</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXVII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_409">409</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXVIII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_416">416</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXIX.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_421">421</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXX.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_428">428</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXXI.<span class="pagenum"><a name="Page_520" id="Page_520">[520]</a></span></td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_435">435</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXXII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_441">441</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXXIII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_448">448</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXXIV.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_453">453</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXXV.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_460">460</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXXVI.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_466">466</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXXVII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_472">472</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXXVIII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_477">477</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXXIX.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_482">482</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXXX.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_488">488</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXXXI.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_496">496</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXXXII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_501">501</a></td> - </tr> - - <tr> - <td class="tdt">Cap. CLXXXIII.</td> - <td class="tdrl"><a href="#Page_511">511</a></td> - </tr> - -</table> - -<hr class="chap" /> - -</div> - -<div class="chapter"> - -<h2 class="p4">FOOTNOTES:</h2> - -<div class="footnotes"> - -<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_1_1" id="Footnote_1_1"></a><a href="#FNanchor_1_1"><span class="label">[1]</span></a></span> -Aquí falta medio renglon, cortado al encuadernarse el manuscrito.</p> - -<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_2_2" id="Footnote_2_2"></a><a href="#FNanchor_2_2"><span class="label">[2]</span></a></span> -A este y á los siguientes capítulos, hasta el 102, les falta el Sumario.</p> - -<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_3_3" id="Footnote_3_3"></a><a href="#FNanchor_3_3"><span class="label">[3]</span></a></span> -Á este y á los siguientes capítulos, hasta el 124, les falta el Sumario.</p> - -<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_4_4" id="Footnote_4_4"></a><a href="#FNanchor_4_4"><span class="label">[4]</span></a></span> -Desde este hasta el 182, y último de la primera parte, no hay más Sumario -que el del capítulo 156.</p> - -<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_5_5" id="Footnote_5_5"></a><a href="#FNanchor_5_5"><span class="label">[5]</span></a></span> -Esta palabra no pude sacar en limpio del original del mismo Almirante. -(<i>Nota puesta al márgen, aunque no de letra de Las Casas.</i>)</p> - -<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_6_6" id="Footnote_6_6"></a><a href="#FNanchor_6_6"><span class="label">[6]</span></a></span> -Estas obligaciones fueron violentas y tiránicas, y nunca de su voluntad -hicieron ni supieron obligarse ni á qué se obligaban, ni podian de derecho natural -y de las gentes obligarse, los súbditos sin sus Reyes, ni los Reyes sin sus súbditos, -y esto nunca lo hobo. (<i>Idem</i>, <i>id.</i>)</p> - -<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_7_7" id="Footnote_7_7"></a><a href="#FNanchor_7_7"><span class="label">[7]</span></a></span> -Bien creo yo cierto que se tuvo poco cuidado y miramiento en aquellos -tiempos al salvar estas ánimas, ni se tuvo esto por fin último y principal, como -debiera tenerse. (<i>Nota al márgen, aunque no de letra de Las Casas.</i>)</p> - -<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_8_8" id="Footnote_8_8"></a><a href="#FNanchor_8_8"><span class="label">[8]</span></a></span> -Está en blanco en el original.</p> - -<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_9_9" id="Footnote_9_9"></a><a href="#FNanchor_9_9"><span class="label">[9]</span></a></span> -¿Para qué los guerreábades y oprimíades injustamente? á los indios, digo. -(<i>Nota al márgen, aunque no de letra de Las Casas.</i>)</p> - -<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_10_10" id="Footnote_10_10"></a><a href="#FNanchor_10_10"><span class="label">[10]</span></a></span> -Cierto, en esto tuvo el Almirante más que razon. (<i>Nota al márgen, aunque -no de letra de Las Casas.</i>)</p> - -<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_11_11" id="Footnote_11_11"></a><a href="#FNanchor_11_11"><span class="label">[11]</span></a></span> -Esto ha sido causa grande para perderse más aína las Indias, no estar en -ellas más de cuanto pudieren apañar lo que desean. (<i>Idem, id.</i>)</p> - -<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_12_12" id="Footnote_12_12"></a><a href="#FNanchor_12_12"><span class="label">[12]</span></a></span> -No decia el Almirante que era belicosa cuando Guacanagarí le salvó la -persona y hacienda, perdida su nao; admirable fué la ignorancia del Almirante -en esta materia. (<i>Nota al márgen, aunque no de letra de Las Casas.</i>)</p> - -<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_13_13" id="Footnote_13_13"></a><a href="#FNanchor_13_13"><span class="label">[13]</span></a></span> -Voluntad permisiva, no agradable. (<i>Nota al márgen, aunque no de letra -de Las Casas.</i>)</p> - -<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_14_14" id="Footnote_14_14"></a><a href="#FNanchor_14_14"><span class="label">[14]</span></a></span> -Por esa riqueza injusta, y de lo mal adquirida, verná á ser la más pobre -del mundo. (<i>Idem, id.</i>)</p> - -<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_15_15" id="Footnote_15_15"></a><a href="#FNanchor_15_15"><span class="label">[15]</span></a></span> -No tenian uno, sino muchos indios que lo sudaban y morian en ello. -(<i>Idem, id.</i>)</p> - -<p class="pfn4"><span class="ln1"><a name="Footnote_16_16" id="Footnote_16_16"></a><a href="#FNanchor_16_16"><span class="label">[16]</span></a></span> -Consistir el negocio en el cristiano era tenellos por fuerza y dalles de palos -y azotes, y no haber misericordia dellos. (<i>Nota al márgen, aunque no de -letra de Las Casas.</i>)</p> -</div></div> - -</div> - - - - - - - -<pre> - - - - - -End of the Project Gutenberg EBook of Historia de las Indias (2 de 5), by -Bartolomé de las Casas - -*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK HISTORIA DE LAS INDIAS (2 DE 5) *** - -***** This file should be named 50351-h.htm or 50351-h.zip ***** -This and all associated files of various formats will be found in: - http://www.gutenberg.org/5/0/3/5/50351/ - -Produced by Giovanni Fini, Josep Cols Canals and the Online -Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This -file was produced from images generously made available -by The Internet Archive/American Libraries.) - - -Updated editions will replace the previous one--the old editions will -be renamed. - -Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the United -States without permission and without paying copyright -royalties. 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Information about the Project Gutenberg -Literary Archive Foundation - -The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit -501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the -state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal -Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification -number is 64-6221541. Contributions to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation are tax deductible to the full extent permitted by -U.S. federal laws and your state's laws. - -The Foundation's principal office is in Fairbanks, Alaska, with the -mailing address: PO Box 750175, Fairbanks, AK 99775, but its -volunteers and employees are scattered throughout numerous -locations. Its business office is located at 809 North 1500 West, Salt -Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. Email contact links and up to -date contact information can be found at the Foundation's web site and -official page at www.gutenberg.org/contact - -For additional contact information: - - Dr. Gregory B. Newby - Chief Executive and Director - gbnewby@pglaf.org - -Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg -Literary Archive Foundation - -Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide -spread public support and donations to carry out its mission of -increasing the number of public domain and licensed works that can be -freely distributed in machine readable form accessible by the widest -array of equipment including outdated equipment. Many small donations -($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt -status with the IRS. - -The Foundation is committed to complying with the laws regulating -charities and charitable donations in all 50 states of the United -States. 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