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+*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK 44358 ***
+
+ Nota del Transcriptor:
+
+
+ Errores obvios de imprenta han sido corregidos.
+
+ Páginas en blanco han sido eliminadas.
+
+ Letras itálicas son denotadas con _líneas_.
+
+ Las versalitas (letras mayúsculas de tamaño igual a las minúsculas)
+ han sido sustituidas por letras mayúsculas de tamaño normal.
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+
+
+
+ MIGUEL DE UNAMUNO
+
+
+ LA TIA TULA
+
+ (NOVELA)
+
+
+ RENACIMIENTO
+ SAN MARCOS, 42
+ MADRID
+ 1921
+
+
+
+
+ ES PROPIEDAD
+
+
+ Copyright 1921 by Miguel de Unamuno.
+
+
+ Imprenta de Juan Pueyo. Luna, 29. Teléf. 14-30.--Madrid.
+
+
+
+
+_PROLOGO_
+
+(_QUE PUEDE SALTAR EL LECTOR DE NOVELAS_)
+
+
+«TENÍA _uno (hermano) casi de mi edad, que era el que yo más quería,
+aunque a todos tenía gran amor y ellos a mí; juntábamonos entrambos a
+leer vidas de santos... Espantábanos mucho el decir en lo que leíamos
+que pena y gloria eran para siempre. Acaecíanos estar muchos ratos
+tratando desto, y gustábamos de decir muchas veces para siempre,
+siempre, siempre. En pronunciar esto mucho rato era el Señor servido, me
+quedase en esta niñez imprimido el camino de la verdad. De que vi que
+era imposible ir adonde me matasen por Dios, ordenábamos ser ermitaños,
+y en una huerta que había en casa procurábamos, como podíamos, hacer
+ermitas poniendo unas pedrecillas, que luego se nos caían, y ansí no
+hallábamos remedio en nada para nuestro deseo; que ahora me pone
+devoción ver cómo me daba Dios tan presto lo que yo perdí por mi
+culpa._»
+
+ * * * * *
+
+«_Acuérdome que cuando murió mi madre quedé yo de edad de doce años,
+poco menos; como yo comencé a entender lo que había perdido, afligida
+fuíme a una imagen de Nuestra Señora y supliquela fuese mi madre con
+muchas lágrimas. Paréceme que aunque se hizo con simpleza, que me ha
+valido, pues conocidamente he hallado a esta Virgen Soberana en cuanto
+me he encomendado a ella, y, en fin, me ha tornado a sí._»
+
+ _(Del capítulo I de la Vida de la Santa Madre Teresa de Jesús, que
+ escribió ella misma por mandado de su confesor.)_
+
+«_Sea (Dios) alabado por siempre, que tanta merced ha hecho a vuestra
+merced, pues le ha dado mujer, con quien pueda tener mucho descanso. Sea
+mucho de enhorabuena, que harto consuelo es para mí pensar que le tiene.
+A la señora doña María beso siempre las manos muchas veces; aquí tiene
+una capellana y muchas. Harto quisiéramos poderla gozar; mas si había
+de ser con los trabajos que por acá hay, más quiero que tenga allá
+sosiego, que verla acá padecer._»
+
+ (_De una carta que desde Avila, a 15 de diciembre de 1581, dirigió
+ la Santa Madre, y Tía, Teresa de Jesús, a su sobrino don Lorenzo de
+ Cepeda, que estaba en Indias, en el Perú, donde se casó con doña
+ María de Hinojosa, que es la señora doña María de que se habla en
+ ella_)
+
+_En el capítulo II de la misma susomentada Vida, dice la Santa Madre
+Teresa de Jesús que era moza «aficionada a leer libros de
+caballerías»--los suyos lo son, a lo divino--y en uno de los sonetos, de
+nuestro Rosario de ellos, la hemos llamado_
+
+ _Quijotesa_
+ _a lo divino, que dejó asentada_
+ _nuestra España inmoral, cuya es la empresa:_
+ _sólo existe lo eterno; ¡Dios o nada!_
+
+_Lo que acaso alguien crea que diferencia a Santa Teresa de Don Quijote,
+es que éste, el Caballero--y tío, tío de su inmortal sobrina--se puso en
+ridículo y fué el ludibrio y juguete de padres y madres, de zánganos y
+de reinas; pero ¿es que Santa Teresa escapó al ridículo? ¿Es que no se
+burlaron de ella? ¿Es que no se estima hoy por muchos quijotesco, o sea
+ridículo, su instituto, y aventurera, de caballería andante, su obra y
+su vida?_
+
+_No crea el lector, por lo que precede, que el relato que se sigue y va
+a leer es, en modo alguno, un comentario a la vida de la Santa española.
+¡No, nada de esto! Ni pensábamos en Teresa de Jesús al emprenderlo y
+desarrollarlo; ni en Don Quijote. Ha sido después de haberlo terminado,
+cuando aun para nuestro ánimo, que lo concibió, resultó una novedad este
+parangón, cuando hemos descubierto las raíces de este relato novelesco.
+Nos fué oculto su más hondo sentido al emprenderlo. No hemos visto sino
+después, al hacer sobre él examen de conciencia de autor, sus raíces
+teresianas y quijotescas. Que son una misma raíz._
+
+_¿Es acaso éste un libro de caballerías? Como el lector quiera
+tomarlo... Tal vez a alguno pueda parecerle una novela agiográfica, de
+vida de santos. Es, de todos modos, una novela, podemos asegurarlo._
+
+_No se nos ocurrió a nosotros, sino que fué cosa de un amigo, francés
+por más señas, el notar que la inspiración--¡perdón!--de nuestra
+nivola_ Niebla _era de la misma raíz que la de_ La vida es sueño, _de
+Calderón. Mas en este otro caso ha sido cosa nuestra el descubrir,
+después de concluída esta novela que tienes a la vista, lector, sus
+raíces quijotescas y teresianas. Lo que no quiere decir ¡claro está! que
+lo que aquí se cuenta no haya podido pasar fuera de España._
+
+ * * * * *
+
+_Antes de terminar este Prólogo queremos hacer otra observación, que le
+podrá parecer a alguien quizás sutileza de lingüista y filólogo, y no lo
+es sino de psicología. Aunque ¿es la psicología algo más que lingüística
+y filología?_
+
+_La observación es que así como tenemos la palabra_ paternal _y_
+paternidad, _que derivan de_ pater, _padre, y_ maternal _y_ maternidad,
+_de_ mater, _madre, y no es lo mismo, ni mucho menos, lo paternal y lo
+maternal, ni la paternidad y la maternidad, es extraño que junto a_
+fraternal _y_ fraternidad, _de_ frater, _hermano, no tengamos_ sororal
+_y_ sororidad, _de_ soror, _hermana. En latín hay_ sororius, a, um, _lo
+de la hermana, y el verbo_ sororiare, _crecer por igual y juntamente._
+
+_Se nos dirá que la_ sororidad _equivaldría a la_ fraternidad, _mas no
+lo creemos así. Como si en latín tuviese la hija un apelativo de raíz
+distinta que el de hijo, valdría la pena de distinguir entre las dos
+filialidades._
+
+Sororidad _fué la de la admirable Antígona, esta santa del paganismo
+helénico, la hija de Edipo, que sufrió martirio por amor a su hermano
+Polinices, y por confesar su fe de que las leyes eternas de la
+conciencia, las que rigen en el eterno mundo de los muertos, en el mundo
+de la inmortalidad, no son las que forjan los déspotas y tiranos de la
+tierra, como era Creonte._
+
+_Cuando en la tragedia sofocleana Creonte le acusa a su sobrina Antígona
+de haber faltado a la ley, al mandato regio, rindiendo servicio fúnebre
+a su hermano, el fratricida, hay entre aquéllos este duelo de palabras:_
+
+«A.--_No es nada feo honrar a los de la misma entraña..._
+
+»Cr.--_¿No era de tu sangre también el que murió contra él?_
+
+»A.--_De la misma, por madre y padre..._
+
+»Cr.--_¿Y cómo rindes a éste un honor impío?_
+
+»A.--_No diría eso el muerto..._
+
+»Cr.--_Pero es que le honras igual que al impío..._
+
+»A.--_No murió su siervo, sino su hermano..._
+
+»Cr.--_Asolando esta tierra, y el otro defendiéndola..._
+
+»A.--_El otro mundo, sin embargo, gusta de igualdad ante la ley..._
+
+»Cr.--_¿Cómo ha de ser igual para el vil que para el noble?_
+
+»A.--_Quién sabe si estas máximas son santas allí abajo..._»
+
+ (_Antígona_, versos 511-521.)
+
+ * * * * *
+
+_¿Es que acaso lo que a Antígona le permitió descubrir esa ley eterna,
+apareciendo a los ojos de los ciudadanos de Tebas y de Creonte, su tío,
+como una anarquista, no fué el que era, por terrible decreto del Hado,
+hermana carnal de su propio padre, Edipo? Con el que había ejercido
+oficio de_ sororidad _también._
+
+_El acto_ sororio _de Antígona dando tierra al cadáver insepulto de su
+hermano y librándolo así del furor regio de su tío Creonte, parecióle a
+éste un acto de anarquista. «¡No hay mal mayor que el de la
+anarquía!»--declaraba el tirano--._ (Antígona, _verso 672_.)
+_¿Anarquía? ¿Civilización?_
+
+_Antígona, la anarquista según su tío, el tirano Creonte, modelo de
+virilidad, pero no de humanidad; Antígona, hermana de su padre Edipo y,
+por lo tanto, tía de su hermano Polinices, representa acaso la
+domesticidad religiosa, la religión doméstica, la del hogar, frente a la
+civilidad política y tiránica, a la tiranía civil, y acaso también la
+domesticación frente a la civilización. ¿Aunque es posible civilizarse
+sin haberse domesticado antes? ¿Caben civilidad y civilización donde no
+tienen como cimientos domesticidad y domesticación?_
+
+_Hablamos de_ patrias _y sobre ellas de_ fraternidad _universal, pero no
+es una sutileza lingüística el sostener que no pueden prosperar sino
+sobre_ matrias _y_ sororidad. _Y habrá barbarie de guerras devastadoras,
+y otros estragos, mientras sean los zánganos, que revolotean en torno de
+la reina para fecundarla y devorar la miel que no hicieron, los que
+rijan las colmenas._
+
+_¿Guerras? El primer acto guerrero fué, según lo que llamamos Historia
+Sagrada, la de la Biblia, el asesinato de Abel por su hermano Caín. Fué
+una muerte fraternal, entre hermanos, el primer acto de fraternidad. Y
+dice el Génesis que fué Caín, el fratricida, el que primero edificó una
+ciudad, a la que llamó del nombre de su hijo--habido en una
+hermana--Henoc._ (_Gén. IV, 17._) _Y en aquella ciudad,_ polis, _debió
+empezar la vida civil, política, la civilidad y la civilización. Obra,
+como se ve, del fratricida. Y cuando, siglos más tarde, nuestro Lucano,
+español, llamó a las guerras entre César y Pompeyo_ plusquam civilia,
+_más que civiles--lo dice en el primer verso de su_ Pharsalia--_quiere
+decir_ fraternales. _Las guerras más que civiles son las fraternales._
+
+_Aristóteles le llamó al hombre_ zoon politicon, _esto es, animal civil
+o ciudadano--no político, que esto es no traducir--animal que tiende a
+vivir en ciudades, en mazorcas de casas estadizas, arraigadas en tierra
+por cimientos, y ése es el hombre y, sobre todo, el varón. Animal civil,
+urbano, fraternal y... fratricida. Pero ese animal civil, ¿no ha de
+depurarse por acción doméstica? Y el hogar, el verdadero hogar, ¿no ha
+de encontrarse lo mismo en la tienda del pastor errante que se planta al
+azar de los caminos? Y Antígona acompañó a su padre, ciego y errante,
+por los senderos del desierto, hasta que desapareció en Colono. ¡Pobre
+civilidad fraternal, cainita, si no hubiera la domesticidad sororia!..._
+
+_Va, pues, el fundamento de la civilidad, la domesticidad, de mano en
+mano de hermanas, de tías. O de esposas de espíritu, castísimas, como
+aquella Abisag, la sunamita de que se nos habla en el capítulo I del
+libro I de los Reyes, aquella doncella que le llevaron al viejo rey
+David, ya cercano a su muerte, para que le mantuviese en la puesta de su
+vida, abrigándole y calentándole en la cama mientras dormía. Y Abisag le
+sacrificó su maternidad, permaneció virgen por él--pues David no la
+conoció--y fué causa de que más luego Salomón, el hijo del pecado de
+David con la adúltera Betsabé, hiciese matar a Adonías, su hermanastro,
+hijo de David y de Hagit, porque pretendió para mujer a Abisag, la
+última reina con David, pensando así heredar a éste su reino._
+
+_Pero a esta Abisag y a su suerte y a su sentido pensamos dedicar todo
+un libro que no será precisamente una novela. Ni una_ nivola.
+
+_Y ahora el lector que ha leído este prólogo--que no es necesario para
+inteligencia en lo que sigue--puede pasar a hacer conocimiento con la
+tía Tula, que si supo de Santa Teresa y de Don Quijote, acaso no supo ni
+de Antígona la griega ni de Abisag la israelita._
+
+_En mi novela_ Abel Sánchez _intenté escarbar en ciertos sótanos y
+escondrijos del corazón, en ciertas catacumbas del alma, adonde no
+gustan descender los más de los mortales. Creen que en esas catacumbas
+hay muertos, a los que lo mejor es no visitar, y esos muertos, sin
+embargo, nos gobiernan. Es la herencia de Caín. Y aquí, en esta novela,
+he intentado escarbar en otros sótanos y escondrijos. Y como no ha
+faltado quien me haya dicho que aquello era inhumano, no faltará quien
+me lo diga, aunque en otro sentido, de esto. Aquello pareció a alguien
+inhumano por viril, por fraternal; esto lo parecerá acaso por femenil,
+por sororio. Sin que quepa negar que el varón hereda femenidad de su
+madre y la mujer virilidad de su padre. ¿O es que el zángano no tiene
+algo de abeja y la abeja algo de zángano? O hay, si se quiere,_ abejos
+_y_ zánganas.
+
+_Y nada más, que no debo hacer una novela sobre otra novela._
+
+ _En Salamanca, ciudad, en el día de los Desposorios de Nuestra
+ Señora del año de gracia milésimo novecentésimo y vigésimo._
+
+
+
+
+I
+
+
+ERA a Rosa y no a su hermana Gertrudis, que siempre salía de casa con
+ella, a quien ceñían aquellas ansiosas miradas que les enderezaba
+Ramiro. O por lo menos, así lo creían ambos, Ramiro y Rosa, al atraerse
+el uno al otro.
+
+Formaban las dos hermanas, siempre juntas, aunque no por eso unidas
+siempre, una pareja al parecer indisoluble, y como un solo valor. Era la
+hermosura espléndida y algún tanto provocativa de Rosa, flor de carne
+que se abría a flor del cielo a toda luz y todo viento, la que llevaba
+de primera vez las miradas a la pareja; pero eran luego los ojos tenaces
+de Gertrudis los que sujetaban a los ojos que se habían fijado en ellos
+y los que a la par les ponían raya. Hubo quien al verlas pasar preparó
+algún chicoleo un poco más subido de tono; mas tuvo que contenerse al
+tropezar con el reproche de aquellos ojos de Gertrudis, que hablaban
+mudamente de seriedad. «Con esta pareja no se juega», parecía decir con
+sus miradas silenciosas.
+
+Y bien miradas y de cerca aún despertaba más Gertrudis el ansia de goce.
+Mientras su hermana Rosa abría espléndidamente a todo viento y toda luz
+la flor de su encarnadura, ella era como un cofre cerrado y sellado en
+que se adivina un tesoro de ternuras y delicias secretas.
+
+Pero Ramiro, que llevaba el alma toda a flor de los ojos, no creyó ver
+más que a Rosa, y a Rosa se dirigió desde luego.
+
+--Sabes que me ha escrito--le dijo ésta a su hermana.
+
+--Sí, vi la carta.
+
+--¿Cómo? ¿que la viste? ¿es que me espías?
+
+--¿Podía dejar de haberla visto? No, yo no espío nunca, ya lo sabes, y
+has dicho eso no más que por decirlo...
+
+--Tienes razón, Tula, perdónamelo.
+
+--Sí, una vez más, porque tú eres así. Yo no espío, pero tampoco oculto
+nunca nada. Vi la carta.
+
+--Ya lo sé; ya lo sé...
+
+--He visto la carta y la esperaba.
+
+--Y bien, ¿qué te parece de Ramiro?
+
+--No le conozco.
+
+--Pero no hace falta conocer a un hombre para decir lo que le parece a
+una de él.
+
+--A mí, sí.
+
+--Pero lo que se ve, lo que está a la vista...
+
+--Ni de eso puedo juzgar sin conocerle.
+
+--¿Es que no tienes ojos en la cara?
+
+--Acaso no los tenga así...; ya sabes que soy corta de vista.
+
+--¡Pretextos! Pues mira, chica, es un guapo mozo.
+
+--Así parece.
+
+--Y simpático.
+
+--Con que te lo sea a ti, basta.
+
+--¿Pero es que crees que le he dicho ya que sí?
+
+--Sé que se lo dirás al cabo, y basta.
+
+--No importa; hay que hacerle esperar y hasta rabiar un poco...
+
+--¿Para qué?
+
+--Hay que hacerse valer.
+
+--Así no te haces valer, Rosa; y ese coqueteo es cosa muy fea.
+
+--De modo que tú...
+
+--A mí no se me ha dirigido.
+
+--¿Y si se hubiera dirigido a ti?
+
+--No sirve preguntar cosas sin sustancia.
+
+--Pero tú, si a ti se te dirige, ¿qué le habrías contestado?
+
+--Yo no he dicho que me parece un guapo mozo y que es simpático, y por
+eso me habría puesto a estudiarle...
+
+--Y entretanto si iba a otra...
+
+--Es lo más probable.
+
+--Pues así, hija, ya puedes prepararte...
+
+--Sí, a ser tía.
+
+--¿Cómo tía?
+
+--Tía de tus hijos, Rosa.
+
+--¡Eh, qué cosas tienes!--y se le quebró la voz.
+
+--Vamos, Rosita, no te pongas así, y perdóname--le dijo dándole un beso.
+
+--Pero si vuelves...
+
+--¡No, no volveré!
+
+--Y bien, ¿qué le digo?
+
+--¡Dile que sí!
+
+--Pero pensará que soy demasiado fácil...
+
+--¡Entonces dile que no!
+
+--Pero es que...
+
+--Sí, que te parece un guapo mozo y simpático. Dile, pues, que sí y no
+andes con más coqueterías, que eso es feo. Dile que sí. Después de todo,
+no es fácil que se te presente mejor partido. Ramiro está muy bien, es
+hijo solo...
+
+--Yo no he hablado de eso.
+
+--Pero yo hablo de ello, Rosa, y es igual.
+
+--¿Y no dirán, Tula, que tengo ganas de novio?
+
+--Y dirán bien.
+
+--¿Otra vez, Tula?
+
+--Y ciento. Tienes ganas de novio y es natural que las tengas. ¿Para qué
+si no te hizo Dios tan guapa?
+
+--¡Guasitas no!
+
+--Ya sabes que yo no me guaseo. Parézcanos bien o mal, nuestra carrera
+es el matrimonio o el convento; tú no tienes vocación de monja; Dios te
+hizo para el mundo y el hogar... vamos, para madre de familia... No vas
+a quedarte a vestir imágenes. Dile, pues, que sí.
+
+--¿Y tú?
+
+--¿Cómo yo?
+
+--Que tú, luego...
+
+--A mí déjame.
+
+Al día siguiente de estas palabras estaban ya en lo que se llaman
+relaciones amorosas Rosa y Ramiro.
+
+Lo que empezó a cuajar la soledad de Gertrudis.
+
+Vivían las dos hermanas, huérfanas de padre y madre desde muy niñas, con
+un tío materno, sacerdote, que no las mantenía, pues ellas disfrutaban
+de un pequeño patrimonio que les permitía sostenerse en la holgura de la
+modestia, pero les daba buenos consejos a la hora de comer, en la mesa,
+dejándolas, por lo demás, a la guía de su buen natural. Los buenos
+consejos eran consejos de libros, los mismos que le servían a don
+Primitivo para formar sus escasos sermones.
+
+«Además--se decía a sí mismo con muy buen acierto don Primitivo--¿para
+qué me voy a meter en sus inclinaciones y sentimientos íntimos? Lo mejor
+es no hablarlas mucho de eso, que se les abre demasiado los ojos.
+Aunque... ¿abrirles? ¡Bah! bien abiertos los tienen, sobre todo las
+mujeres. Nosotros los hombres no sabemos una palabra de esas cosas. Y
+los curas, menos. Todo lo que nos dicen los libros son pataratas. ¡Y
+luego, me mete un miedo esa Tulilla...! Delante de ella no me atrevo...
+no me atrevo... ¡Tiene unas preguntas la mocita! ¡Y cuando me mira tan
+seria, tan seria... con esos ojazos tristes--los de mi hermana, los de
+mi madre, Dios las tenga en su santa gloria!--¡Esos ojazos de luto que
+se le meten a uno en el corazón...! Muy serios, sí, pero riéndose con el
+rabillo. Parecen decirme: «¡no diga usted más bobadas, tío!» ¡El demonio
+de la chiquilla! ¡Todavía me acuerdo el día en que se empeñó en ir, con
+su hermana, a oirme aquel sermoncete; el rato que pasé, Jesús Santo!
+¡Todo se me volvía apartar mis ojos de ella por no cortarme; pero nada,
+ella tirando de los míos! Lo mismo, lo mismito me pasaba con su santa
+madre, mi hermana, y con mi santa madre, Dios las tenga en su gloria.
+Jamás pude predicar a mis anchas delante de ellas, y por eso les tenía
+dicho que no fuesen a oirme. Madre iba, pero iba a hurtadillas, sin
+decírmelo, y se ponía detrás de la columna, donde yo no le viera, y
+luego no me decía nada de mi sermón. Y lo mismo hacía mi hermana. Pero
+yo sé lo que ésta pensaba, aunque tan cristiana, lo sé. «¡Bobadas de
+hombres!» Y lo mismo piensa esta mocita, estoy de ello seguro. No, no,
+¿delante de ella predicar? ¿Yo? ¿Darle consejos? Una vez se le escapó lo
+de _¡bobadas de hombres!_ y no dirigiéndose a mí, no, pero yo le
+entiendo...»
+
+El pobre señor sentía un profundísimo respeto, mezclado de admiración,
+por su sobrina Gertrudis. Tenía el sentimiento de que la sabiduría iba
+en su linaje por vía femenina, que su madre había sido la providencia
+inteligente de la casa en que se crió, que su hermana lo había sido en
+la suya, tan breve. Y en cuanto a su otra sobrina, a Rosa, le bastaba
+para protección y guía con su hermana. «Pero qué hermosa la ha hecho
+Dios, Dios sea alabado--se decía--; esta chica o hace un gran
+matrimonio, con quien ella quiera, o no tienen los mozos de hoy ojos en
+la cara.»
+
+Y un día fué Gertrudis la que, después que Rosa se levantó de la mesa
+fingiendo sentirse algo indispuesta, al quedarse a solas con su tío, le
+dijo:
+
+--Tengo que decirle a usted, tío, una cosa muy grave.
+
+--Muy grave..., muy grave...--y el pobre señor se azaró, creyendo
+observar que los rabillos de los ojazos tan serios de su sobrina se
+reían maliciosamente.
+
+--Sí, muy grave.
+
+--Bueno, pues desembucha, hija, que aquí estamos los dos para tomar un
+consejo.
+
+--El caso es que Rosa tiene ya novio.
+
+--¿Y no es más que eso?
+
+--Pero novio formal, ¿eh?, tío.
+
+--Vamos, sí, para que yo los case.
+
+--¡Naturalmente!
+
+--Y a ti, ¿qué te parece de él?
+
+--Aun no ha preguntado usted quién es...
+
+--¿Y qué más da, si yo apenas conozco a nadie? A ti qué te parece de él,
+contesta.
+
+--Pues tampoco yo le conozco.
+
+--¿Pero no sabes quién es, tú?
+
+--Sí, sé cómo se llama y de qué familia es y...
+
+--¡Basta! ¿Qué te parece?
+
+--Que es un buen partido para Rosa y que se querrán.
+
+--¿Pero es que no se quieren ya?
+
+--¿Pero cree usted, tío, que pueden empezar queriéndose?
+
+--Pues así dicen, chiquilla, y hasta que eso viene como un rayo...
+
+--Son decires, tío.
+
+--Así será; basta que tú lo digas.
+
+--Ramiro..., Ramiro Cuadrado...
+
+--¿Pero es el hijo de doña Venancia, la viuda? ¡Acabáramos! No hay más
+que hablar.
+
+--A Ramiro, tío, se le ha metido Rosa por los ojos y cree estar
+enamorado de ella...
+
+--Y lo estará, Tulilla, lo estará...
+
+--Eso digo yo, tío, que lo estará. Porque como es hombre de vergüenza y
+de palabra, acabará por cobrar cariño a aquella con la que se ha
+comprometido ya. No le creo hombre de volver atrás.
+
+--¿Y ella?
+
+--¿Quién? ¿Mi hermana? A ella le pasará lo mismo.
+
+--Sabes más que San Agustín, hija.
+
+--Esto no se aprende, tío.
+
+--¡Pues que se casen, los bendigo y sanseacabó!
+
+--¡O sanseempezó! Pero hay que casarlos y pronto. Antes que él se
+vuelva...
+
+--Pero temes tú que él pueda volverse...
+
+--Yo siempre temo de los hombres, tío.
+
+--¿Y de las mujeres no?
+
+--Esos temores deben quedar para los hombres. Pero sin ánimo de ofender
+al sexo... fuerte, ¿no se dice así?, le digo que la constancia, que la
+fortaleza está más bien de parte nuestra...
+
+--Si todas fueran como tú, chiquilla, lo creería así, pero...
+
+--¿Pero qué?
+
+--¡Que tú eres excepcional, Tulilla!
+
+--Le he oído a usted más de una vez, tío, que las excepciones confirman
+la regla...
+
+--Vamos, que me aturdes... Pues bien, los casaremos, no sea que se
+vuelva él... o ella...
+
+Por los ojos de Gertrudis pasó como la sombra de una nube de borrasca, y
+si se hubiera podido oir el silencio habríase oído que en las bóvedas de
+los sótanos de su alma resonaba como un eco repetido y que va
+perdiéndose a lo lejos aquello de «o ella...»
+
+
+
+
+II
+
+
+¿PERO qué le pasaba a Ramiro, en relaciones ya, y en relaciones
+formales, con Rosa, y poco menos que entrando en la casa? ¿Qué
+dilaciones y qué frialdades eran aquéllas?
+
+--Mira, Tula, yo no le entiendo; cada vez le entiendo menos. Parece que
+está siempre distraído y como si estuviese pensando en otra cosa--o en
+otra persona, ¡quién sabe!--o temiendo que alguien nos vaya a sorprender
+de pronto. Y cuando le tiro algún avance y le hablo, así como quien no
+quiere la cosa, del fin que deben tener nuestras relaciones, hace como
+que no oye y como si estuviera atendiendo a otra...
+
+--Es porque le hablas como quien no quiere la cosa. Háblale como quien
+la quiere.
+
+--¡Eso es, y que piense que tengo prisa por casarme!
+
+--¡Pues que lo piense! ¿No es acaso así?
+
+--¿Pero crees tú, Tula, que yo estoy rabiando por casarme?
+
+--¿Le quieres?
+
+--Eso nada tiene que ver...
+
+--¿Le quieres, di?
+
+--Pues mira...
+
+--¡Pues mira, no! ¿le quieres? ¡sí o no!
+
+Rosa bajó la frente con los ojos, arrebolóse toda y llorándole la voz
+tartamudeó:
+
+--Tienes unas cosas, Tula; ¡pareces un confesor!
+
+Gertrudis tomó la mano de su hermana, con otra le hizo levantar la
+frente, le clavó los ojos en los ojos y le dijo:
+
+--Vivimos solas, hermana...
+
+--¿Y el tío?
+
+--Vivimos solas, te he dicho. Las mujeres vivimos siempre solas. El
+pobre tío es un santo, pero un santo de libro, y aunque cura, al fin y
+al cabo hombre.
+
+--Pero confiesa...
+
+--Acaso por eso sabe menos. Además, se le olvida. Y así debe ser.
+Vivimos solas, te he dicho. Y ahora lo que debes hacer es confesarte
+aquí, pero confesarte a ti misma. ¿Le quieres? repito.
+
+La pobre Rosa se echó a llorar.
+
+--¿Le quieres?--sonó la voz implacable.
+
+Y Rosa llegó a fingirse que aquella pregunta, en una voz pastosa y
+solemne y que parecía venir de las lontananzas de la vida común de la
+pureza, era su propia voz, era acaso la de su madre común.
+
+--Sí, creo que le querré... mucho... mucho...--exclamó en voz baja y
+sollozando.
+
+--¡Sí, le querrás mucho y él te querrá más aún!
+
+--¿Y cómo lo sabes?
+
+--Yo sé que te querrá.
+
+--Entonces, ¿por qué está distraído? ¿por qué rehuye el que abordemos lo
+del casorio?
+
+--¡Yo le hablaré de eso, Rosa, déjalo de mi cuenta!
+
+--¿Tú?
+
+--¡Yo, sí! ¿Tiene algo de extraño?
+
+--Pero...
+
+--A mí no puede cohibirme el temor que a ti te cohibe.
+
+--Pero dirá que rabio por casarme.
+
+--¡No, no dirá eso! Dirá, si quiere, que es a mí a quien me conviene que
+tú te cases para facilitar así el que se me pretenda o para quedarme a
+mandar aquí sola; y las dos cosas son, como sabes, dos disparates. Dirá
+lo que quiera, pero yo me las arreglaré.
+
+Rosa cayó en brazos de su hermana, que le dijo al oído:
+
+--¿Y luego, tienes que quererle mucho, eh?
+
+--¿Y por qué me dices tú eso, Tula?
+
+--Porque es tu deber.
+
+Y al otro día, al ir Ramiro a visitar a su novia, encontróse con la
+otra, con la hermana. Demudósele el semblante y se le vió vacilar. La
+seriedad de aquellos serenos ojazos de luto le concentró la sangre toda
+en el corazón.
+
+--¿Y Rosa?--preguntó sin oirse.
+
+--Rosa ha salido y soy yo quien tengo ahora que hablarte.
+
+--¿Tú?--dijo con labios que le temblaban.
+
+-¡Sí, yo!
+
+--¡Grave te pones, chica!--y se esforzó en reirse.
+
+--Nací con esa gravedad encima, dicen. El tío asegura que la heredé de
+mi madre, su hermana, y de mi abuela, su madre. No lo sé, ni me
+importa. Lo que sí sé es que me gustan las cosas sencillas y derechas y
+sin engaño.
+
+--¿Por qué lo dices, Tula?
+
+--¿Y por qué rehuyes hablar de vuestro casamiento a mi hermana? Vamos,
+dímelo, ¿por qué?
+
+El pobre mozo inclinó la frente arrebolada de vergüenza. Sentíase herido
+por un golpe inesperado.
+
+--Tú le pediste relaciones con buen fin, como dicen los inocentes.
+
+--¡Tula!
+
+--¡Nada de Tula! Tú te pusiste con ella en relaciones para hacerla tu
+mujer y madre de tus hijos...
+
+--¡Pero qué de prisa vas...!--y volvió a esforzarse a reirse.
+
+--Es que hay que ir de prisa, porque la vida es corta.
+
+--¡La vida es corta! ¡y lo dice a los veintidós años!
+
+--Más corta aún. Pues bien, ¿piensas casarte con Rosa, sí o no?
+
+--¡Pues qué duda cabe!--y al decirlo le temblaba el cuerpo todo.
+
+--Pues si piensas casarte con ella, ¿por qué diferirlo así?
+
+--Somos aún jóvenes...
+
+--¡Mejor!
+
+--Tenemos que probarnos...
+
+--¿Qué, qué es eso? ¿qué es eso de probaros? ¿Crees que la conocerás
+mejor dentro de un año? Peor, mucho peor...
+
+--Y si luego...
+
+--¡No pensaste en eso al pedir la entrada aquí!
+
+--Pero, Tula...
+
+--¡Nada de Tula! ¿La quieres, sí o no?
+
+--¿Puedes dudarlo, Tula?
+
+--¡Te he dicho que nada de Tula! ¿La quieres?
+
+--¡Claro que la quiero!
+
+--Pues la querrás más todavía. Será una buena mujer para ti. Haréis un
+buen matrimonio.
+
+--Y con tu consejo...
+
+--Nada de consejo. ¡Yo haré una buena tía, y basta!
+
+Ramiro pareció luchar un breve rato consigo mismo y como si buscase
+algo, y al cabo, con un gesto de desesperada resolución, exclamó:
+
+--¡Pues bien, Gertrudis, quiero decirte toda la verdad!
+
+--No tienes que decirme más verdad--le atajó severamente--; me has dicho
+que quieres a Rosa y que estás resuelto a casarte con ella; todo lo
+demás de la verdad es a ella a quien se la tienes que decir luego que os
+caséis.
+
+--Pero hay cosas...
+
+--No, no hay cosas que no se deba decir a la mujer...
+
+--¡Pero, Tula!
+
+--Nada de Tula, te he dicho. Si la quieres, a casarte con ella, y si no
+la quieres, estás de más en esta casa.
+
+Estas palabras le brotaron de los labios fríos y mientras se le paraba
+el corazón. Siguió a ellas un silencio de hielo, y durante él la sangre,
+antes represada y ahora suelta, le encendió la cara a la hermana. Y
+entonces, en el silencio agorero, podía oírsele el galope trepidante del
+corazón.
+
+Al siguiente día se fijaba el de la boda.
+
+
+
+
+III
+
+
+DON Primitivo autorizó y bendijo la boda de Ramiro con Rosa. Y nadie
+estuvo en ella más alegre que lo estuvo Gertrudis. A tal punto, que su
+alegría sorprendió a cuantos la conocían, sin que faltara quien creyese
+que tenía muy poco de natural.
+
+Fuéronse a su casa los recién casados, y Rosa reclamaba a ella de
+continuo la presencia de su hermana. Gertrudis le replicaba que a los
+novios les convenía soledad.
+
+--Pero si es al contrario, hija, si nunca he sentido más tu falta; ahora
+es cuando comprendo lo que te quería.
+
+Y poníase a abrazarla y besuquearla.
+
+--Sí, sí--le replicaba Gertrudis sonriendo gravemente--; vuestra
+felicidad necesita de testigos; se os acrecienta la dicha sabiendo que
+otros se dan cuenta de ella.
+
+Ibase, pues, de cuando en cuando a hacerles compañía; a comer con ellos
+alguna vez. Su hermana le hacía las más ostentosas demostraciones de
+cariño, y luego a su marido, que, por su parte, aparecía como
+avergonzado ante su cuñada.
+
+--Mira--llegó a decirle una vez Gertrudis a su hermana ante aquellas
+señales--, no te pongas así, tan babosa. No parece sino que has
+inventado lo del matrimonio.
+
+Un día vió un perrito en la casa.
+
+--Y esto ¿qué es?
+
+--Un perro, chica, ¿no lo ves?
+
+--¿Y cómo ha venido?
+
+--Lo encontré ahí, en la calle, abandonado y medio muerto, me dió
+lástima, le traje, le di de comer, le curé y aquí le tengo--y lo
+acariciaba en su regazo y le daba besos en el hocico.
+
+--Pues mira, Rosa, me parece que debes regalar el perrito, porque el que
+le mates me parece una crueldad.
+
+--¿Regalarle? Y ¿por qué? Mira, Tití--y al decirlo apechugaba contra su
+seno al animalito--, me dicen que te eche. ¿Adónde irás tú, pobrecito?
+
+--Vamos, vamos, no seas chiquilla y no lo tomes así. ¿A que tu marido es
+de mi opinión?
+
+--¡Claro, en cuanto se lo digas! Como tú eres la sabia...
+
+--Déjate de esas cosas y deja al perro.
+
+--Pero ¿qué? ¿Crees que tendrá Ramiro celos?
+
+--Nunca creí, Rosa, que el matrimonio pudiese entontecer así.
+
+Cuando llegó Ramiro y se enteró de la pequeña disputa por lo del perro,
+no se atrevió a dar la razón ni a la una ni a la otra, declarando que la
+cosa no tenía importancia.
+
+--No, nada la tiene y lo tiene todo, según--dijo Gertrudis--. Pero en
+eso hay algo de chiquillada, y aún más. Serás capaz, Rosa, de haberte
+traído aquella pepona que guardas desde que nos dieron dos, una a ti y a
+mí otra, siendo niñas, y serás capaz de haberla puesto ocupando su
+silla...
+
+--Exacto; allí está, en la sala, con su mejor traje, ocupando toda una
+silla de respeto. ¿La quieres ver?
+
+--Así es--asintió Ramiro.
+
+--Bueno, ya la quitarás de allí...
+
+--Quia, hija, la guardaré...
+
+--Sí, para juguete de tus hijas...
+
+--¡Qué cosas se te ocurren, Tula...!--y se arreboló.
+
+--No, es a ti a quien se te ocurren cosas como la del perro.
+
+--Y tú--exclamó Rosa, tratando de desasirse de aquella inquisitoria que
+le molestaba--¿no tienes también tu pepona? ¿La has dado, o deshecho
+acaso?
+
+--No--respondióle resueltamente su hermana--, pero la tengo guardada.
+
+--¡Y tan guardada que no se la he podido descubrir nunca...!
+
+--Es que Gertrudis la guarda para sí sola--dijo Ramiro sin saber lo que
+decía.
+
+--Dios sabe para qué la guardo. Es un talismán de mi niñez.
+
+El que iba poco, poquísimo, por casa del nuevo matrimonio era el bueno
+de don Primitivo. «El onceno no estorbar»--decía.
+
+Corrían los días, todos iguales, en una y otra casa. Gertrudis se había
+propuesto visitar lo menos posible a su hermana, pero ésta venía a
+buscarla en cuanto pasaba un par de días sin que se viesen. «¿Pero qué,
+estás mala, chica? ¿O te sigue estorbando el perro? Porque si es así,
+mira, le echaré. ¿Por qué me dejas así, sola?»
+
+--¿Sola, Rosa? ¿Sola? ¿Y tu marido?
+
+--Pero él se tiene que ir a sus asuntos...
+
+--O los inventa...
+
+--¿Qué, es que crees que me deja aposta? ¿Es que sabes algo? ¡Dilo,
+Tula, por lo que más quieras, por nuestra madre dímelo!
+
+--No, es que os aburrís de vuestra felicidad y de vuestra soledad. Ya le
+echarás el perro o si no te darán antojos, y será peor.
+
+--No digas esas cosas.
+
+--Te darán antojos--replicó con más firmeza.
+
+Y cuando al fin fué un día a decirle que había regalado el perrito,
+Gertrudis, sonriendo gravemente y acariciándola como a una niña, le
+preguntó al oído: «¿Por miedo a los antojos, eh?» Y al oir en respuesta
+un susurrado «¡sí!» abrazó a su hermana con una efusión de que ésta no
+la creía capaz.
+
+--Ahora va de veras, Rosa; ahora no os aburriréis de la felicidad ni de
+la soledad y tendrá varios asuntos tu marido. Esto era lo que os
+faltaba...
+
+--Y acaso lo que te faltaba... ¿no es así, hermanita?
+
+--¿Y a ti quién te ha dicho eso?
+
+--Mira, aunque soy tan tonta, como he vivido siempre contigo...
+
+--¡Bueno, déjate de bromas!
+
+Y desde entonces empezó Gertrudis a frecuentar más la casa de su
+hermana.
+
+
+
+
+IV
+
+
+EN el parto de Rosa, que fué durísimo, nadie estuvo más serena y
+valerosa que Gertrudis. Creeríase que era una veterana en asistir a
+trances tales. Llegó a haber peligro de muerte para la madre o la cría
+que hubiera de salir, y el médico llegó a hablar de sacársela viva o
+muerta.
+
+--¿Muerta?--exclamó Gertrudis--; ¡eso sí que no!
+
+--¿Pero no ve usted--exclamó el médico--que aunque se muera el crío
+queda la madre para hacer otros, mientras que si se muere ella no es lo
+mismo?
+
+Pasó rápidamente por el magín de Gertrudis replicarle que quedaban otras
+madres, pero se contuvo e insistió:
+
+--Muerta, ¡no!, ¡nunca! Y hay, además, que salvar un alma.
+
+La pobre parturienta ni se enteraba de cosa alguna. Hasta que, rendida
+al combate, dió a luz un niño.
+
+Recojiólo Gertrudis con avidez, y como si nunca hubiera hecho otra cosa
+lo lavó y envolvió en sus pañales.
+
+--Es usted comadrona de nacimiento--le dijo el médico.
+
+Tomó la criaturita y se la llevó a su padre, que en un rincón, aterrado
+y como contrito de una falta, aguardaba la noticia de la muerte de su
+mujer.
+
+--¡Aquí tienes tu primer hijo, Ramiro; mírale qué hermoso!
+
+Pero al levantar la vista el padre, libre del peso de su angustia, no
+vió sino los ojazos de su cuñada, que irradiaban una luz nueva, más
+negra pero más brillante que la de antes. Y al ir a besar a aquel rollo
+de carne que le presentaban como su hijo rozó su mejilla, encendida, con
+la de Gertrudis.
+
+--Ahora--le dijo tranquilamente ésta--ve a dar las gracias a tu mujer, a
+pedirle perdón y a animarla.
+
+--¿A pedirle perdón?
+
+--Sí, a pedirle perdón.
+
+--¿Y por qué?
+
+--Yo me entiendo y ella te entenderá. Y en cuanto a éste--y al decirlo
+apretábalo contra su seno palpitante--corre ya de mi cuenta, y o poco he
+de poder o haré de él un hombre.
+
+La casa le daba vueltas en derredor a Ramiro. Y del fondo de su alma
+salíale una voz diciendo: «¿Cuál es la madre?»
+
+Poco después ponía Gertrudis cuidadosamente el niño al lado de la madre,
+que parecía dormir extenuada y con la cara blanca como la nieve. Pero
+Rosa entreabrió los ojos y se encontró con los de su hermana. Al ver a
+ésta una corriente de ánimo recorrió el cuerpo todo victorioso de la
+nueva madre.
+
+--¡Tula!--gimió.
+
+--Aquí estoy, Rosa, aquí estaré. Ahora descansa. Cuando sea le das de
+mamar a este crío para que se calle. De todo lo demás no te preocupes.
+
+--Creí morirme, Tula. Aun ahora me parece que sueño muerta. Y me daba
+tanta pena de Ramiro...
+
+--Cállate. El médico ha dicho que no hables mucho. El pobre Ramiro
+estaba más muerto que tú. ¡Ahora, ánimo, y a otra!
+
+La enferma sonrió tristemente.
+
+--Este se llamará Ramiro, como su padre--decretó luego Gertrudis en
+pequeño consejo de familia--y la otra, porque la siguiente será niña,
+Gertrudis como yo.
+
+--¿Pero ya estás pensando en otra--exclamó don Primitivo--y tu pobre
+hermana de por poco se queda en el trance?
+
+--¿Y qué hacer?--replicó ella--; ¿para qué se han casado si no? ¿No es
+así, Ramiro?--y le clavó los ojos.
+
+--Ahora lo que importa es que se reponga--dijo el marido sobrecojiéndose
+bajo aquella mirada.
+
+--¡Bah!, de estas dolencias se repone una mujer pronto.
+
+--Bien dice el médico, sobrina, que parece como si hubieras nacido
+comadrona.
+
+--Toda mujer nace madre, tío.
+
+Y lo dijo con tan íntima solemnidad casera, que Ramiro se sintió presa
+de un indefinible desasosiego y de un extraño remordimiento. «¿Querré yo
+a mi mujer como se merece?»--se decía.
+
+--Y ahora, Ramiro--le dijo su cuñada--ya puedes decir que tienes mujer.
+
+Y a partir de entonces no faltó Gertrudis un solo día de casa de su
+hermana. Ella era quien desnudaba y vestía y cuidaba al niño hasta que
+su madre pudiera hacerlo.
+
+La cual se repuso muy pronto y su hermosura se redondeó más. A la vez
+extremó sus ternuras para con su marido y aun llegó a culparle de que se
+le mostraba esquivo.
+
+--Temí por tu vida--le dijo su marido--y estaba aterrado. Aterrado y
+desesperado y lleno de remordimiento.
+
+--Remordimiento, ¿por qué?
+
+--¡Si llegas a morirte me pego un tiro!
+
+--¡Quia! ¿a qué? «Cosas de hombres», que diría Tula. Pero eso ya pasó y
+ya sé lo que es.
+
+--¿Y no has quedado escarmentada, Rosa?
+
+--¿Escarmentada?--y cojiendo a su marido, echándole los brazos al
+cuello, apechugándole fuertemente a sí, le dijo al oído con un aliento
+que se lo quemaba:--¡A otra, Ramiro, a otra! ¡Ahora sí que te quiero! ¡Y
+aunque me mates!
+
+Gertrudis en tanto arrollaba al niño, celosa de que no se
+percatase--¡inocente!--de los ardores de sus padres.
+
+Era como una preocupación en la tía la de ir sustrayendo al niño, ya
+desde su más tierna edad de inconciencia, de conocer, ni en las más
+leves y remotas señales, el amor de que había brotado. Colgóle al cuello
+desde luego una medalla de la Santísima Virgen, de la Virgen Madre, con
+su Niño en brazos.
+
+Con frecuencia, cuando veía que su hermana, la madre, se impacientaba en
+acallar al niño o al envolverlo en sus pañales, le decía:
+
+--Dámelo, Rosa, dámelo, y vete a entretener a tu marido...
+
+--Pero, Tula...
+
+--Sí, tú tienes que atender a los dos y yo sólo a éste.
+
+--Tienes, Tula, una manera de decir las cosas...
+
+--No seas niña, ea, que eres ya toda una señora mamá. Y da gracias a
+Dios que podamos así repartirnos el trabajo.
+
+--Tula... Tula...
+
+--Ramiro... Ramiro... Rosa.
+
+La madre se amoscaba, pero iba a su marido.
+
+Y así pasaba el tiempo y llegó otra cría, una niña.
+
+
+
+
+V
+
+
+A poco de nacer la niña encontraron un día muerto al bueno de don
+Primitivo. Gertrudis le amortajó después de haberle lavado--quería que
+fuese limpio a la tumba--con el mismo esmero con que había envuelto en
+pañales a sus sobrinos recién nacidos. Y a solas en el cuarto con el
+cuerpo del buen anciano, le lloró como no se creyera capaz de hacerlo.
+«Nunca habría creído que le quisiese tanto--se dijo--; era un bendito;
+de poco llega a hacerme creer que soy un pozo de prudencia; ¡era tan
+sencillo!»
+
+--Fué nuestro padre--le dijo a su hermana--y jamás le oímos una palabra
+más alta que otra.
+
+--¡Claro!--exclamó Rosa--; como que siempre nos dejó hacer nuestra
+santísima voluntad.
+
+--Porque sabía, Rosa, que su sola presencia santificaba nuestra
+voluntad. Fué nuestro padre; él nos educó. Y para educarnos le bastó la
+trasparencia de su vida, tan sencilla, tan clara...
+
+--Es verdad, sí--dijo Rosa con los ojos henchidos de lágrimas--, como
+sencillo no he conocido otro.
+
+--Nos habría sido imposible, hermana, habernos criado en un hogar más
+limpio que éste.
+
+--¿Qué quieres decir con eso, Tula?
+
+--El nos llenó la vida casi silenciosamente casi sin decirnos palabra,
+con el culto de la Santísima Virgen Madre y con el culto también de
+nuestra madre, su hermana, y de nuestra abuela, su madre. ¿Te acuerdas
+cuando por las noches nos hacía rezar el rosario, cómo le cambiaba la
+voz al llegar a aquel padrenuestro y avemaría por el eterno descanso del
+alma de nuestra madre, y luego aquellos otros por el de su madre,
+nuestra abuela, a las que no conocimos? En aquel rosario nos daba madre
+y en aquel rosario te enseñó a serlo.
+
+--¡Y a ti, Tula, a ti!--exclamó entre sollozos Rosa.
+
+--¿A mí?
+
+--¡A ti, sí, a ti! ¿Quién, si no, es la verdadera madre de mis hijos?
+
+--Deja ahora eso. Y ahí le tienes, un santo silencioso. Me han dicho que
+las pobres beatas lloraban algunas veces al oirle predicar sin percibir
+ni una sola de sus palabras. Y lo comprendo. Su voz sola era un consejo
+de serenidad amorosa. ¡Y ahora, Rosa, el rosario!
+
+Arrodilláronse las dos hermanas al pie del lecho mortuorio de su tío y
+rezaron el mismo rosario que con él habían rezado durante tantos años,
+con dos padrenuestros y avemarías por el eterno descanso de las almas de
+su madre y de la del que yacía allí muerto, a que añadieron otro
+padrenuestro y otra avemaría por el alma del recién bienaventurado. Y
+las lenguas de manso y dulce fuego de los dos cirios que ardían a un
+lado y otro del cadáver, haciendo brillar su frente, tan blanca como la
+cera de ellos, parecían, vibrando al compás del rezo, acompañar en sus
+oraciones a las dos hermanas. Una paz entrañable irradiaba de aquella
+muerte. Levantáronse del suelo las dos hermanas, la pareja; besaron,
+primero Gertrudis y Rosa después, la frente cérea del anciano y
+abrazáronse luego con los ojos ya enjutos.
+
+--Y ahora--le dijo Gertrudis a su hermana al oído--a querer mucho a tu
+marido, a hacerle dichoso y... ¡a darnos muchos hijos!
+
+--Y ahora--le respondió Rosa--te vendrás a vivir con nosotros, por
+supuesto.
+
+--¡No, eso no!--exclamó súbitamente la otra.
+
+--¿Cómo que no? Y lo dices de un modo...
+
+--Sí, sí, hermana; perdóname la viveza, perdónamela, ¿me la perdonas?--e
+hizo mención, ante el cadáver, de volver a arrodillarse.
+
+--Vaya, no te pongas así, Tula, que no es para tanto. Tienes unos
+prontos...
+
+--Es verdad, pero me los perdonas, ¿no es verdad, Rosa?, me los
+perdonas.
+
+--Eso ni se pregunta. Pero te vendrás con nosotros...
+
+--No insistas, Rosa, no insistas...
+
+--¿Qué? ¿No te vendrás? Dejarás a tus sobrinos, más bien tus hijos
+casi...
+
+--Pero si no los he dejado un día...
+
+--¿Te vendrás?
+
+--Lo pensaré, Rosa, lo pensaré...
+
+--Bueno, pues no insisto.
+
+Pero a los pocos días insistió, y Gertrudis se defendía.
+
+--No, no; no quiero estorbaros...
+
+--¿Estorbarnos? ¿qué dices, Tula?
+
+--Los casados casa quieren.
+
+--¿Y no puede ser la tuya también?
+
+--No, no; aunque tú no lo creas, yo os quitaría libertad. ¿No es así,
+Ramiro?
+
+--No... no veo...--balbuceó el marido confuso, como casi siempre le
+ocurría, ante la inesperada interpelación de su cuñada.
+
+--Sí, Rosa; tu marido, aunque no lo dice, comprende que un matrimonio, y
+más un matrimonio joven como vosotros y en plena producción, necesita
+estar solo. Yo, la tía, vendré a mis horas a ir enseñando a vuestros
+hijos todo aquello en que no podáis ocuparos.
+
+Y allá seguía yendo, a las veces desde muy temprano, encontrándose con
+el niño ya levantado, pero no así sus padres. «Cuando digo que hago yo
+aquí falta»--se decía.
+
+
+
+
+VI
+
+
+VENÍA ya el tercer hijo al matrimonio. Rosa empezaba a quejarse de su
+fecundidad. «Vamos a cargarnos de hijos»--decía. A lo que su hermana:
+«¿Pues para qué os habéis casado?»
+
+El embarazo fué molestísimo para la madre y tenía que descuidar más que
+antes a sus otros hijos, que así quedaban al cuidado de su tía,
+encantada de que se los dejasen. Y hasta consiguió llevárselos más de un
+día a su casa, a su solitario hogar de soltera, donde vivía con la vieja
+criada que fué de don Primitivo, y donde los retenía. Y los pequeñuelos
+se apegaban con ciego cariño a aquella mujer severa y grave.
+
+Ramiro, malhumorado antes en los últimos meses de los embarazos de su
+mujer, malhumor que desasosegaba a Gertrudis, ahora lo estaba más.
+
+--¡Qué pesado y molesto es esto!--decía.
+
+--¿Para ti?--le preguntaba su cuñada sin levantar los ojos del sobrino o
+sobrina que de seguro tenía en el regazo.
+
+--Para mí, sí. Vivo en perpetuo sobresalto, temiéndolo todo.
+
+--¡Bah! no será al fin nada. La Naturaleza es sabia.
+
+--Pero tantas veces va el cántaro a la fuente...
+
+--¡Ay, hijo, todo tiene sus riesgos y todo estado sus contrariedades!
+
+Ramiro se sobrecojía al oirse llamar hijo por su cuñada, que rehuía
+darle su nombre, mientras él en cambio se complacía en llamarla por el
+familiar Tula.
+
+--¡Qué bien has hecho en no casarte, Tula!
+
+--¿De veras?--y levantando los ojos se los clavó en los suyos.
+
+--De veras, sí. Todo son trabajos y aun peligros...
+
+--¿Y sabes tú acaso si no me he de casar todavía?
+
+--Claro. ¡Lo que es por la edad!
+
+--¿Pues por qué ha de quedar?
+
+--Como no te veo con afición a ello...
+
+--¿Afición a casarse? ¿Qué es eso?
+
+--Bueno; es que...
+
+--Es que no me ves buscar novio, ¿no es eso?
+
+--No, no es eso.
+
+--Sí, eso es.
+
+--Si tú los aceptaras, de seguro que no te habrán faltado...
+
+--Pero yo no puedo buscarlos. No soy hombre, y la mujer tiene que
+esperar y ser elegida. Y yo, la verdad, me gusta elegir, pero no ser
+elegida.
+
+--¿Qué es eso de que estáis hablando?--dijo Rosa acercándose y dejándose
+caer abatida en un sillón.
+
+--Nada, discreteos de tu marido sobre las ventajas e inconvenientes del
+matrimonio.
+
+--¡No hables de eso, Ramiro! Vosotros los hombres apenas sabéis de eso.
+Somos nosotras las que nos casamos, no vosotros.
+
+--¡Pero, mujer!
+
+--Anda, ven, sosténme, que apenas puedo tenerme en pie. Voy a echarme.
+Adiós, Tula. Ahí te los dejo.
+
+Acercóse a ella su marido; le tomó del brazo con sus dos manos y se
+incorporó y levantó trabajosamente; luego, tendiéndole un brazo por el
+hombro, doblando su cabeza hasta casi darle en éste con ella y
+cojiéndole con la otra mano, con la diestra, de su diestra, se fué
+lentamente, así apoyada en él y gimoteando. Gertrudis, teniendo a cada
+uno de sus sobrinos en sus rodillas, se quedó mirando la marcha
+trabajosa de su hermana, colgada de su marido como una enredadera de su
+rodrigón. Llenáronsele los grandes ojazos, aquellos ojos de luto,
+serenamente graves, gravemente serenos, de lágrimas, y apretando a su
+seno a los dos pequeños, apretó sus mejillas a cada una de las de ellos.
+Y el pequeñito, Ramirín, al ver llorar a su tía, a tita Tula, se echó a
+llorar también.
+
+--Vamos, no llores; vamos a jugar.
+
+De este tercer parto quedó quebrantadísima Rosa.
+
+--Tengo malos presentimientos, Tula.
+
+--No hagas caso de agüeros.
+
+--No es agüero; es que siento que se me va la vida; he quedado sin
+sangre.
+
+--Ella volverá.
+
+--Por de pronto ya no puedo criar este niño. Y eso de las amas, Tula,
+¡eso me aterra!
+
+Y así era, en verdad. En pocos días cambiaron tres. El padre estaba
+furioso y hablaba de tratarlas a latigazos. Y la madre decaía.
+
+--¡Esto se va!--pronunció un día el médico.
+
+Ramiro vagaba por la casa como atontado, presa de extraños
+remordimientos y de furias súbitas. Una tarde llegó a decir a su cuñada:
+
+--Pero es que esta Rosa no hace nada por vivir; se le ha metido en la
+cabeza que tiene que morirse y ¡es claro! así se morirá. ¿Por qué no le
+animas y le convences a que viva?
+
+--Eso tú, hijo, tú, su marido. Si tú no le infundes apetito de vivir,
+¿quién va a infundírselo? Porque sí, no es lo peor lo débil y exangüe
+que está; lo peor es que no piensa sino en morirse. Ya ves, hasta los
+chicos la cansan pronto. Y apenas si pregunta por las cosas del ama.
+
+Y era que la pobre Rosa vivía como en sueños, en un constante mareo,
+viéndolo todo como a través de una niebla.
+
+Una tarde llamó a solas a su hermana y en frases entrecortadas, con un
+hilito de voz febril, le dijo cojiéndole la mano:
+
+--Mira, Tula, yo me muero y me muero sin remedio. Ahí te dejo mis hijos,
+los pedazos de mi corazón, y ahí te dejo a Ramiro, que es como otro
+hijo. Créeme que es otro niño, un niño grande y antojadizo, pero bueno,
+más bueno que el pan. No me ha dado ni un solo disgusto. Ahí te los
+dejo, Tula.
+
+--Descuida, Rosa; conozco mis deberes.
+
+--Deberes... deberes...
+
+--Sí, sé mis amores. A tus hijos no les faltará madre mientras yo viva.
+
+--Gracias, Tula, gracias. Eso quería de ti.
+
+--Pues no lo dudes.
+
+--¡Es decir que mis hijos, los míos, los pedazos de mi corazón no
+tendrán madrastra!
+
+--¿Qué quieres decir con eso, Rosa?
+
+--Que como Ramiro volverá a pensar en casarse... es lo natural... tan
+joven... y yo sé que no podrá vivir sin mujer, lo sé... pues que...
+
+--¿Qué quieres decir?
+
+--Que serás tú su mujer, Tula.
+
+--Yo no te he dicho eso, Rosa, y ahora, en este momento, no puedo, ni
+por piedad, mentir. Yo no te he dicho que me casaré con tu marido si tú
+le faltas; yo te he dicho que a tus hijos no les faltará madre...
+
+--No, tú me has dicho que no tendrán madrastra.
+
+--¡Pues bien, sí, no tendrán madrastra!
+
+--Y eso no puede ser sino casándote tú con mi Ramiro, y mira, no tengo
+celos, no. ¡Si ha de ser de otra, que sea tuyo! Que sea tuyo. Acaso...
+
+--¿Y por qué ha de volver a casarse?
+
+--¡Ay, Tula, tú no conoces a los hombres! Tú no conoces a mi marido...
+
+--No, no le conozco.
+
+--¡Pues yo sí!
+
+--Quién sabe...
+
+La pobre enferma se desvaneció.
+
+Poco después llamaba a su marido. Y al salir éste del cuarto iba
+desencajado y pálido como un cadáver.
+
+La Muerte afilaba su guadaña en la piedra angular del hogar de Rosa y
+Ramiro, y mientras la vida de la joven madre se iba en rosario de gotas,
+destilando, había que andar a la busca de una nueva ama de cría para el
+pequeñito, que iba rindiéndose también de hambre. Y Gertrudis, dejando
+que su hermana se adormeciese en la cuna de una agonía lenta, no hacía
+sino agitarse en busca de un seno próvido para su sobrinito. Procuraba
+irle engañando el hambre, sosteniéndole a biberón.
+
+--¿Y esa ama?
+
+--¡Hasta mañana no podrá venir, señorita!
+
+--Mira, Tula--empezó Ramiro.
+
+--¡Déjame! ¡Déjame! ¡Vete al lado de tu mujer, que se muere de un
+momento a otro; vete, que allí es tu puesto, y déjame con el niño!
+
+--Pero, Tula...
+
+--Déjame, te he dicho. Vete a verla morir; a que entre en la otra vida
+en tus brazos; ¡vete! ¡Déjame!
+
+Ramiro se fué. Gertrudis tomó a su sobrinito, que no hacía sino gemir;
+encerróse con él en un cuarto y sacando uno de sus pechos secos, uno de
+sus pechos de doncella que arrebolado todo él le retemblaba como con
+fiebre, le retemblaba por los latidos del corazón--era el derecho--,
+puso el botón de ese pecho en la flor sonrosada pálida de la boca del
+pequeñuelo. Y éste gemía más estrujando entre sus pálidos labios el
+conmovido pezón seco.
+
+--Un milagro, Virgen Santísima--gemía Gertrudis con los ojos velados por
+las lágrimas--; un milagro, y nadie lo sabrá, nadie.
+
+Y apretaba como una loca al niño a su seno.
+
+Oyó pasos y luego que intentaban abrir la puerta. Metióse el pecho, lo
+cubrió, se enjugó los ojos y salió a abrir. Era Ramiro, que le dijo:
+
+--¡Ya acabó!
+
+--Dios la tenga en su gloria. Y ahora, Ramiro, a cuidar de éstos.
+
+--¿A cuidar? Tú... tú... porque sin ti...
+
+--Bueno, ahora a criarlos te digo.
+
+
+
+
+VII
+
+
+AHORA, ahora que se había quedado viudo era cuando Ramiro sentía todo lo
+que sin él siquiera sospecharlo había querido a Rosa, su mujer. Uno de
+sus consuelos, el mayor, era recojerse en aquella alcoba en que tanto
+habían vivido amándose y repasar su vida de matrimonio.
+
+Primero el noviazgo, aquel noviazgo, aunque no muy prolongado, de lento
+reposo, en que Rosa parecía como que le hurtaba el fondo del alma
+siempre, y como si por acaso no la tuviese o haciéndole pensar que no la
+conocería hasta que fuese suya del todo y por entero; aquel noviazgo de
+recato y de reserva, bajo la mirada de Gertrudis, que era todo alma.
+Repasaba en su mente Ramiro, lo recordaba bien, cómo la presencia de
+Gertrudis, la tía Tula de sus hijos, le contenía y desasosegaba, cómo
+ante ella no se atrevía a soltar ninguna de esas obligadas bromas entre
+novios, sino a medir sus palabras.
+
+Vino luego la boda y la embriaguez de los primeros meses, de las lunas
+de miel; Rosa iba abriéndole el espíritu, pero era éste tan sencillo,
+tan trasparente, que cayó en la cuenta Ramiro de que no le había velado
+ni recatado nada. Porque su mujer vivía con el corazón en la mano y
+extendida ésta en gesto de oferta y con las entrañas espirituales al
+aire del mundo, entregada por entero al cuidado del momento, como viven
+las rosas del campo y las alondras del cielo. Y era a la vez el espíritu
+de Rosa como un reflejo del de su hermana, como el agua corriente al sol
+de que aquél era el manantial cerrado.
+
+Llegó, por fin, una mañana en que se le desprendieron a Ramiro las
+escamas de la vista, y purificada ésta vió claro con el corazón. Rosa no
+era una hermosura cual él se la había creído y antojado, sino una figura
+vulgar, pero con todo el más dulce encanto de la vulgaridad recojida y
+mansa; era como el pan de cada día, como el pan casero y cotidiano y no
+un raro manjar de turbadores jugos. Su mirada que sembraba paz, su
+sonrisa, su aire de vida, eran encarnación de un ánimo sedante,
+sosegado y doméstico. Tenía su pobre mujer algo de planta en la
+silenciosa mansedumbre, en la callada tarea de beber y atesorar luz con
+los ojos y derramarla luego convertida en paz; tenía algo de planta en
+aquella fuerza velada y a la vez poderosa con que de continuo, momento
+tras momento, chupaba jugos de las entrañas de la vida común ordinaria y
+en la dulce naturalidad con que abría sus perfumadas corolas.
+
+¡Qué de recuerdos! Aquellos juegos cuando la pobre se le escapaba y la
+perseguía él por la casa toda fingiendo un triunfo para cobrar como
+botín besos largos y apretados, boca a boca; aquel cojerle la cara con
+ambas manos y estarse en silencio mirándole al alma por los ojos y,
+sobre todo, cuando apoyaba el oído sobre el pecho de ella ciñéndole con
+los brazos el talle, y escuchándole la marcha tranquila del corazón le
+decía: «¡Calla, déjale que hable!»
+
+Y las visitas de Gertrudis, que con su cara grave y sus grandes ojazos
+de luto a que se asomaba un espíritu embozado, parecía decirles: «Sois
+unos chiquillos que cuando no os veo estáis jugando a marido y mujer; no
+es esa la manera de prepararse a criar hijos, pues el matrimonio se
+instituyó para casar, dar gracia a los casados y que críen hijos para el
+cielo.»
+
+¡Los hijos! Ellos fueron sus primeras grandes meditaciones. Porque pasó
+un mes y otro y algunos más, y al no notar señal ni indicio de que
+hubiese fructificado aquel amor, «¿tendría razón--decíase
+entonces--Gertrudis? ¿Sería verdad que no estaban sino jugando a marido
+y mujer y sin querer, con la fuerza toda de la fe en el deber, el fruto
+de la bendición del amor justo?» Pero lo que más le molestaba entonces,
+recordábalo bien ahora, era lo que pensarían los demás, pues acaso
+hubiese quien le creyera a él, por eso de no haber podido hacer hijos,
+menos hombre que otros. ¿Por qué no había de hacer él, y mejor, lo que
+cualquier mentecato, enclenque y apocado hace? Heríale en su amor
+propio; habría querido que su mujer hubiese dado a luz a los nueve meses
+justos y cabales de haberse ellos casado. Además, eso de tener hijos o
+no tenerlos debía de depender--decíase entonces--de la mayor o menor
+fuerza de cariño que los casados se tengan, aunque los hay
+enamoradísimos uno de otro y que no dan fruto, y otros, ayuntados por
+conveniencias de fortuna y ventura, que se carguen de críos. Pero--y
+esto sí que lo recordaba bien ahora--pero para explicárselo había
+fraguado su teoría, y era que hay un amor aparente y conciente, de
+cabeza, que puede mostrarse muy grande y ser, sin embargo, infecundo, y
+otro sustancial y oculto, recatado aun al propio conocimiento de los
+mismos que lo alimentan, un amor del alma y el cuerpo enteros y justos,
+amor fecundo siempre. ¿No querría él lo bastante a Rosa o no le querría
+lo bastante Rosa a él? Y recordaba ahora cómo había tratado de descifrar
+el misterio mientras la envolvía en besos, a solas, en el silencio y
+oscuro de la noche y susurrándola una y otra vez al oído en letanía un
+rosario de: «¿me quieres, me quieres, Rosa?», mientras a ella se la
+escapaban síes desfallecidos. Aquello fué una locura, una necia locura,
+de la que se avergonzaba apenas veía entrar a Gertrudis derramando
+serena seriedad en torno, y de aquello le curó la sazón del amor cuando
+le fué anunciado el hijo. Fué un trasporte loco... ¡había vencido! Y
+entonces fué cuando vino, con su primer fruto, el verdadero amor.
+
+El amor, sí. ¿Amor? ¿Amor dicen? ¿Qué saben de él todos esos escritores
+amatorios, que no amorosos, que de él hablan y quieren excitarlo en
+quien los lee? ¿Qué saben de él los galeotos de las letras? ¿Amor? No
+amor, sino mejor cariño. Eso de amor--decíase Ramiro ahora--sabe a
+libro; sólo en el teatro y en las novelas se oye el _yo te amo_; en la
+vida de carne y sangre y hueso el entrañable _¡te quiero!_ y el más
+entrañable aún callárselo. ¿Amor? No, ni cariño siquiera, sino algo sin
+nombre y que no se dice por confundirse ello con la vida misma. Los más
+de los cantores amatorios saben de amor lo que de oración los
+masculla-jaculatorias, traga-novenas y engulle-rosarios. No, la oración
+no es tanto algo que haya de cumplirse a tales o cuales horas, en sitio
+apartado y recojido y en postura compuesta, cuanto es un modo de hacerlo
+todo votivamente con toda el alma y viviendo en Dios. Oración ha de ser
+el comer y el beber y el pasearse y el jugar y el leer y el escribir y
+el conversar y hasta el dormir, y rezo todo, y nuestra vida un continuo
+y mudo «¡hágase tu voluntad!» y un incesante «¡venga a nos el tu reino!»
+no ya pronunciados, mas ni aun pensados siquiera, sino vividos. Así oyó
+de la oración una vez Ramiro a un santo varón religioso que pasaba por
+maestro de ella, y así lo aplicó él al amor luego. Pues el que profesara
+a su mujer y a ella le apegaba veía bien ahora en que ella se le fué,
+que se le llegó a fundir con el rutinero andar de la vida diaria, que lo
+había respirado en las mil naderías y frioleras del vivir doméstico, que
+le fué como el aire que se respira y al que no se le siente sino en
+momentos de angustioso ahogo, cuando nos falta. Y ahora ahogábase
+Ramiro, y la congoja de su viudez reciente le revelaba todo el poderío
+del amor pasado y vivido.
+
+Al principio de su matrimonio fué, sí, el imperio del deseo; no podía
+juntar carne con carne sin que la suya se le encendiese y alborotase y
+empezara a martillarle el corazón, pero era porque la otra no era aún de
+veras y por entero suya también; pero luego, cuando ponía su mano sobre
+la carne desnuda de ella, era como si en la propia la hubiese puesto,
+tan tranquilo se quedaba; mas también si se la hubiesen cortado habríale
+dolido como si se la cortaran a él. ¿No sintió acaso en sus entrañas los
+dolores de los partos de su Rosa?
+
+Cuando la vió gozar, sufriendo al darle su primer hijo, es cuando
+comprendió cómo es el amor más fuerte que la vida y que la muerte, y
+domina la discordia de éstas; cómo el amor hace morirse a la vida y
+vivir la muerte; cómo él vivía ahora la muerte de su Rosa y se moría en
+su propia vida. Luego, al ver al niño dormido y sereno, con los labios
+en flor entreabiertos vió al amor hecho carne que vive. Y allí, sobre la
+cuna, contemplando a su fruto, traía a sí a la madre, y mientras el niño
+sonreía en sueños palpitando sus labios, besaba él a Rosa en la corola
+de sus labios frescos y en la fuente de paz de sus ojos. Y le decía
+mostrándole dos dedos de la mano: «¡Otra vez, dos, dos...!» Y ella:
+«¡No, no, ya no más, uno y no más!» Y se reía. Y él: «¡Dos, dos, me ha
+entrado el capricho de que tengamos dos melguizos, una parejita, niño y
+niña!» Y cuando ella volvió a quedarse encinta, a cada paso y tropezón,
+él: «¡Qué cargado viene eso! ¡Qué granazón! ¡Me voy a salir con la mía;
+por lo menos, dos!» «¡Uno, el último, y basta!», replicaba ella riendo.
+Y vino el segundo, la niña, Tulita, y luego que salió con vida, cuando
+descansaba la madre, la besó larga y apretadamente en la boca, como en
+premio, diciéndose: «¡bien has trabajado, pobrecilla!»; mientras Rosa,
+vencedora de la muerte y de la vida, sonreía con los domésticos ojos
+apacibles.
+
+¡Y murió!; aunque pareciese mentira, se murió. Vino la tarde terrible
+del combate último. Allí estuvo Gertrudis, mientras el cuidado de la
+pobrecita niña que desfallecía de hambre se lo permitió, sirviendo
+medicinas inútiles, componiendo la cama, animando a la enferma,
+encorazonando a todos. Tendida en el lecho que había sido campo de donde
+brotaron tres vidas, llegó a faltarle el habla y las fuerzas, y cojida
+de la mano a la mano de su hombre, del padre de sus hijos, mirábale como
+el navegante, al ir a perderse en el mar sin orillas, mira al lejano
+promontorio, lengua de la tierra nativa, que se va desvaneciendo en la
+lontananza y junto al cielo; en los trances del ahogo miraban sus ojos,
+desde el borde la eternidad, a los ojos de su Ramiro. Y parecía aquella
+mirada una pregunta desesperada y suprema, como si a punto de partirse
+para nunca más volver a tierra, preguntase por el oculto sentido de la
+vida. Aquellas miradas de congoja reposada, de acongojado reposo,
+decían: «Tú, tú que eres mi vida, tú que conmigo has traído al mundo
+nuevos mortales, tú que me has sacado tres vidas, tú, mi hombre, dime,
+¿esto qué es?» Fué una tarde abismática. En momentos de tregua, teniendo
+Rosa entre sus manos, húmedas y febriles, las manos temblorosas de
+Ramiro, clavados en los ojos de éste sus ojos henchidos de cansancio de
+vida, sonreía tristemente, volviéndolos luego al niño, que dormía allí
+cerca, en su cunita, y decía con los ojos, y alguna vez con un hilito de
+voz: «¡No despertarle, no!, ¡que duerma, pobrecillo!, ¡que duerma... que
+duerma hasta hartarse, que duerma!» Llególe por último el supremo
+trance, el del tránsito, y fué como si en el brocal de las eternas
+tinieblas, suspendida sobre el abismo, se aferrara a él, a su hombre,
+que vacilaba sintiéndose arrastrado. Quería abrirse con las uñas la
+garganta la pobre, mirábale despavorida, pidiéndole con los ojos aire;
+luego, con ellos le sondó el fondo del alma, y soltando su mano cayó en
+la cama donde había concebido y parido sus tres hijos. Descansaron los
+dos; Ramiro, aturdido, con el corazón acorchado, sumergido como en un
+sueño sin fondo y sin despertar, muerta el alma, mientras dormía el
+niño. Gertrudis fué quien, viniendo con la pequeñita al pecho, cerró
+luego los ojos a su hermana, la compuso un poco y fuese después a cubrir
+y arropar mejor al niño dormido y a trasladarle en un beso la tibieza
+que con otro recojió de la vida que aún tendía sus últimos jirones sobre
+la frente de la rendida madre.
+
+Pero, ¿murió acaso Rosa? ¿Se murió de veras? ¿Podía haberse muerto
+viviendo él, Ramiro? No; en sus noches, ahora solitarias, mientras se
+dormía solo en aquella cama de la muerte y de la vida y del amor, sentía
+a su lado el ritmo de su respiración, su calor tibio, aunque con una
+congojosa sensación de vacío. Y tendía la mano, recorriendo con ella la
+otra mitad de la cama, apretándola algunas veces. Y era lo peor que,
+cuando recojiéndose se ponía a meditar en ella, no se le ocurrieran sino
+cosas de libro, cosas de amor de libro y no de cariño de vida, y le
+escocía que aquel robusto sentimiento, vida de su vida y aire de su
+espíritu, no se le cuajara más que en abstractas lucubraciones. El dolor
+se le espiritualizaba, vale decir que se le intelectualizaba, y sólo
+cobraba carne, aunque fuera vaporosa, cuando entraba Gertrudis. Y de
+todo esto sacábale una de aquellas vocecitas frescas que piaba: «¡Papá!»
+Ya estaba, pues, allí, ella, la muerta inmortal. Y luego, la misma
+vocecita: «¡Mamá!» Y la de Gertrudis, gravemente dulce, respondía:
+«¡Hijo!»
+
+No, Rosa, su Rosa, no se había muerto, no era posible que se le hubiese
+muerto; la mujer estaba allí, tan viva como antes, y derramando vida en
+torno; la mujer no podía morir.
+
+
+
+
+VIII
+
+
+GERTRUDIS, que se había instalado en casa de su hermana desde que ésta
+dió por última vez a luz y durante su enfermedad última, le dijo un día
+a su cuñado:
+
+--Mira, voy a levantar mi casa.
+
+El corazón de Ramiro se puso al galope.
+
+--Sí--añadió ella--, tengo que venir a vivir con vosotros y a cuidar de
+los chicos. No se le puede, además, dejar aquí sola a esa buena pécora
+del ama.
+
+--Dios te lo pague, Tula.
+
+--Nada de Tula, ya te lo tengo dicho; para ti soy Gertrudis.
+
+--¿Y qué más da?
+
+--Yo lo sé.
+
+--Mira, Gertrudis...
+
+--Bueno, voy a ver qué hace el ama.
+
+A la cual vigilaba sin descanso. No le dejaba dar el pecho al pequeñito
+delante del padre de éste, y le regañaba por el poco recato y mucha
+desenvoltura con que se desabrochaba el seno.
+
+--Si no hace falta que enseñes eso así; en el niño es en quien hay que
+ver si tienes o no leche abundante.
+
+Ramiro sufría y Gertrudis le sentía sufrir.
+
+--¡Pobre Rosa!--decía de continuo.
+
+--Ahora los pobres son los niños y es en ellos en quienes hay que
+pensar...
+
+--No basta, no. Apenas descanso. Sobre todo por las noches la soledad me
+pesa; las hay que las paso en vela.
+
+--Sal después de cenar, como salías de casado últimamente, y no vuelvas
+a casa hasta que sientas sueño. Hay que acostarse con sueño.
+
+--Pero es que siento un vacío...
+
+--¿Vacío teniendo hijos?
+
+--Pero ella es insustituíble...
+
+--Así lo creo... Aunque vosotros los hombres...
+
+--No creí que la quería tanto...
+
+--Así nos pasa de continuo. Así me pasó con mi tío y así me ha pasado
+con mi hermana, con tu Rosa. Hasta que ha muerto tampoco yo he sabido lo
+que la quería. Lo sé ahora en que cuido a sus hijos, a vuestros hijos. Y
+es que queremos a los muertos en los vivos...
+
+--¿Y no acaso a los vivos en los muertos...?
+
+--No sutilicemos.
+
+Y por las mañanas, luego de haberse levantado Ramiro, iba su cuñada a la
+alcoba y abría de par en par las hojas del balcón diciéndose: «para que
+se vaya el olor a hombre». Y evitaba luego encontrarse a solas con su
+cuñado, para lo cual llevaba siempre algún niño delante.
+
+Sentada en la butaca en que solía sentarse la difunta, contemplaba los
+juegos de los pequeñuelos.
+
+--Es que yo soy chico y tú no eres más que chica--oyó que le decía un
+día, con su voz de trapo, Ramirín a su hermanita.
+
+--Ramirín, Ramirín--le dijo la tía--, ¿qué es eso? ¿Ya empiezas a ser
+bruto, a ser hombre?
+
+Un día llegó Ramiro, llamó a su cuñada y le dijo:
+
+--He sorprendido tu secreto, Gertrudis.
+
+--¿Qué secreto?
+
+--Las relaciones que llevabas con Ricardo, mi primo.
+
+--Pues bien, sí, es cierto; se empeñó, me hostigó, no me dejaba en paz y
+acabó por darme lástima.
+
+--Y tan oculto que lo teníais...
+
+--¿Para qué declararlo?
+
+--Y sé más.
+
+--¿Qué es lo que sabes?
+
+--Que le has despedido.
+
+--También es cierto.
+
+--Me ha enseñado él mismo tu carta.
+
+--¿Cómo? No le creía capaz de eso. Bien he hecho en dejarle: ¡hombre al
+fin!
+
+Ramiro, en efecto, había visto una carta de su cuñada a Ricardo, que
+decía así:
+
+«Mi querido Ricardo: No sabes bien qué días tan malos estoy pasando
+desde que murió la pobre Rosa. Estos últimos han sido terribles y no he
+cesado de pedir a la Virgen Santísima y a su Hijo que me diesen fuerzas
+para ver claro en mi porvenir. No sabes bien con cuánta pena te lo digo,
+pero no pueden continuar nuestras relaciones; no puedo casarme. Mi
+hermana me sigue rogando desde el otro mundo que no abandone a sus
+hijos y que les haga de madre. Y puesto que tengo estos hijos a que
+cuidar, no debo ya casarme. Perdóname, Ricardo, perdónamelo, por Dios, y
+mira bien por qué lo hago. Me cuesta mucha pena porque sé que habría
+llegado a quererte y, sobre todo, porque sé lo que me quieres y lo que
+sufrirás con esto. Siento en el alma causarte esta pena, pero tú que
+eres bueno, comprenderás mis deberes y los motivos de mi resolución y
+encontrarás otra mujer que no tenga mis obligaciones sagradas y que te
+pueda hacer más feliz que yo habría podido hacerte. Adiós, Ricardo, que
+seas feliz y hagas felices a otros, y ten por seguro que nunca, nunca te
+olvidará
+
+ GERTRUDIS.»
+
+ * * * * *
+
+--Y ahora--añadió Ramiro--, a pesar de esto Ricardo quiere verte.
+
+--¿Es que yo me oculto acaso?
+
+--No, pero...
+
+--Dile que venga cuando quiera a verme a esta nuestra casa.
+
+--Nuestra casa, Gertrudis, nuestra...
+
+--Nuestra, sí, y de nuestros hijos...
+
+--Si tú quisieras...
+
+--¡No hablemos de eso!--y se levantó.
+
+Al siguiente día se le presentó Ricardo.
+
+--Pero, por Dios, Tula.
+
+--No hablemos más de eso, Ricardo, que es cosa hecha.
+
+--Pero, por Dios--y se le quebró la voz.
+
+--¡Sé hombre, Ricardo, sé fuerte!
+
+--Pero es que ya tienen padre...
+
+--No basta; no tienen madre... es decir, sí la tienen.
+
+--Puede él volver a casarse.
+
+--¿Volverse a casar él? En ese caso los niños se irán conmigo. Le
+prometí a su madre, en su lecho de muerte, que no tendrían madrastra.
+
+--¿Y si llegases a serlo tú, Tula?
+
+--¿Cómo yo?
+
+--Sí, tú; casándote con él, con Ramiro.
+
+--¡Eso nunca!
+
+--Pues yo sólo así me lo explico.
+
+--Eso nunca, te he dicho; no me expondría a que unos míos, es decir, de
+mi vientre, pudiesen mermarme el cariño que a ésos tengo. ¿Y más hijos,
+más? Eso nunca. Bastan éstos para bien criarlos.
+
+--Pues a nadie le convencerás, Tula, de que no te has venido a vivir
+aquí por eso.
+
+--Yo no trato de convencer a nadie de nada. Y en cuanto a ti, basta que
+yo te lo diga.
+
+Se separaron para siempre.
+
+--¿Y qué?--le preguntó luego Ramiro.
+
+--Que hemos acabado; no podía ser de otro modo.
+
+--Y que has quedado libre...
+
+--Libre estaba, libre estoy, libre pienso morirme.
+
+--Gertrudis... Gertrudis--y su voz temblaba a súplica.
+
+--Le he despedido porque me debo, ya te lo dije, a tus hijos, a los
+hijos de Rosa...
+
+--Y tuyos... ¿no dices así?
+
+--¡Y míos, sí!
+
+--Pero si tú quisieras...
+
+--No insistas; ya te tengo dicho que no debo casarme ni contigo ni con
+otro menos.
+
+--¿Menos?--y se le abrió el pecho.
+
+--Sí, menos.
+
+--¿Y cómo no fuiste monja?
+
+--No me gusta que me manden.
+
+--Es que en el convento en que entrases serías tú la abadesa, la
+superiora.
+
+--Menos me gusta mandar. ¿Ramirín?
+
+El niño acudió al reclamo. Y cojiéndole su tía le dijo: «¡vamos a jugar
+al escondite, rico!»
+
+--Pero Tula...
+
+--Te he dicho--y para decirle esto se le acercó, teniendo cojido de la
+mano al niño, y se lo dijo al oído--que no me llames Tula, y menos
+delante de los niños. Ellos sí, pero tú no. Y ten respeto a los
+pequeños.
+
+--¿En qué les falto al respeto?
+
+--En dejar así al descubierto delante de ellos tus instintos...
+
+--Pero si no comprenden...
+
+--Los niños lo comprenden todo; más que nosotros. Y no olvidan nada. Y
+si ahora no lo comprende, lo comprenderá mañana. Cada cosa de estas que
+ve u oye un niño es una semilla en su alma, que luego echa tallo y da
+fruto. ¡Y basta!
+
+
+
+
+IX
+
+
+Y empezó una vida de triste desasosiego, de interna lucha en aquel
+hogar. Ella defendíase con los niños, a los que siempre procuraba tener
+presentes, y le excitaba a él a que saliese a distraerse. El, por su
+parte, extremaba sus caricias a los hijos y no hacía sino hablarles de
+su madre, de su pobre madre. Cojía a la niña y allí, delante de la tía,
+se la devoraba a besos.
+
+--No tanto, hombre, no tanto, que así no haces sino molestar a la pobre
+criatura. Y eso, permíteme que te lo diga, no es natural. Bien está que
+hagas que me llamen tía y no mamá, pero no tanto; repórtate.
+
+--¿Es que yo no he de tener el consuelo de mis hijos?
+
+--Sí, hijo, sí; pero lo primero es educarlos bien.
+
+--¿Y así?
+
+--Hartándoles de besos y de golosinas se les hace débiles. Y mira que
+los niños adivinan...
+
+--Y qué culpa tengo yo...
+
+--¿Pero es que puede haber para unos niños, hombre de Dios, un hogar
+mejor que éste? Tienen hogar, verdadero hogar, con padre y madre, y es
+un hogar limpio, castísimo, por todos cuyos rincones pueden andar a
+todas horas, un hogar donde nunca hay que cerrarles puerta alguna, un
+hogar sin misterios. ¿Quieres más?
+
+Pero él buscaba acercarse a ella, hasta rozarla. Y alguna vez le tuvo
+que decir en la mesa:
+
+--No me mires así, que los niños ven.
+
+Por las noches solía hacerles rezar por mamá Rosa, por mamita, para que
+Dios la tuviese en su gloria. Y una noche, después de este rezo y
+hallándose presente el padre, añadió:
+
+--Ahora, hijos míos, un padrenuestro y avemaría por papá también.
+
+--Pero papá no se ha muerto, mamá Tula.
+
+--No importa, porque se puede morir...
+
+--Eso, también tú.
+
+--Es verdad; otro padrenuestro y avemaría por mí entonces.
+
+Y cuando los niños se hubieron acostado, volviéndose a su cuñado le dijo
+secamente:
+
+--Esto no puede ser así. Si sigues sin reportarte tendré que marcharme
+de esta casa aunque Rosa no me lo perdone desde el cielo.
+
+--Pero es que...
+
+--Lo dicho; no quiero que ensucies así, ni con miradas, esta casa tan
+pura y donde mejor pueden criarse las almas de tus hijos. Acuérdate de
+Rosa.
+
+--¿Pero de qué crees que somos los hombres?
+
+--De carne y muy brutos.
+
+--¿Y tú, no te has mirado nunca?
+
+--¿Qué es eso?--y se le demudó el rostro sereno.
+
+--Que aunque no fueses, como en realidad lo eres, su madre, ¿tienes
+derecho, Gertrudis, a perseguirme con tu presencia? ¿Es justo que me
+reproches y estés llenando la casa con tu persona, con el fuego de tus
+ojos, con el son de tu voz, con el imán de tu cuerpo lleno de alma, pero
+de un alma llena de cuerpo?
+
+Gertrudis, toda encendida, bajaba la cabeza y se callaba, mientras le
+tocaba a rebato el corazón.
+
+--¿Quién tiene la culpa de esto?, dime.
+
+--Tienes razón, Ramiro, y si me fuese, los niños piarían por mí, porque
+me quieren...
+
+--Más que a mí--dijo tristemente el padre.
+
+--Es que yo no les besuqueo como tú ni les sobo, y cuando les beso,
+ellos sienten que mis besos son más puros, que son para ellos solos...
+
+--Y bien, ¿quién tiene la culpa de esto?, repito.
+
+--Bueno, pues. Espera un año, esperemos un año; déjame un año de plazo
+para que vea claro en mí, para que veas claro en ti mismo, para que te
+convenzas...
+
+--Un año... un año...
+
+--¿Te parece mucho?
+
+--¿Y luego, cuando se acabe?
+
+--Entonces... veremos...
+
+--Veremos... veremos...
+
+--Yo no prometo más.
+
+--Y si en este año...
+
+--¿Qué? Si en este año haces alguna tontería...
+
+--¿A qué llamas hacer una tontería?
+
+--A enamorarte de otra y volverte a casar.
+
+--Eso... ¡nunca!
+
+--Qué pronto lo dijiste...
+
+--Eso... ¡nunca!
+
+--¡Bah! juramentos de hombres...
+
+--Y si así fuese, ¿quién tendrá la culpa?
+
+--¿Culpa?
+
+--¡Sí, la culpa!
+
+--Eso sólo querría decir...
+
+--¿Qué?
+
+--Que no le quisiste, que no le quieres a tu Rosa como ella te quiso a
+ti, como ella te habría querido de haber sido ella la viuda...
+
+--No, eso querría decir otra cosa, que no es...
+
+--Bueno, basta. ¡Ramirín!, ¡ven acá, Ramirín! Anda, corre.
+
+Y así se aplacó aquella lucha.
+
+Y ella continuaba su labor de educar a sus sobrinos.
+
+No quiso que a la niña se le ocupase demasiado en aprender costura y
+cosas así. «¿Labores de su sexo?--decía--, no, nada de labores de su
+sexo; el oficio de una mujer es hacer hombres y mujeres, y no
+vestirlos.»
+
+Un día que Ramirín soltó una expresión soez que había aprendido en la
+calle y su padre iba a reprenderle, interrumpióle Gertrudis, diciéndole
+bajo: «No, dejarlo; hay que hacer como si no se ha oído; debe de haber
+un mundo de que ni para condenarlo hay que hablar aquí.»
+
+Una vez que oyó decir de una que se quedaba soltera que quedaba para
+vestir santos, agregó: «¡o para vestir almas de niños!»
+
+--Tulita es mi novia--dijo una vez Ramirín.
+
+--No digas tonterías; Tulita es tu hermana.
+
+--¿Y no puede ser novia y hermana?
+
+--No.
+
+--¿Y qué es ser hermana?
+
+--¿Ser hermana? Ser hermana es...
+
+--Vivir en la misma casa--acabó la niña.
+
+Un día llegó la niña llorando y mostrando un dedo en que le había picado
+una abeja. Lo primero que se le ocurrió a la tía fué ver si con su boca,
+chupándoselo, podía extraerle el veneno como había leído que se hace con
+el de ciertas culebras. Luego declararon los niños, y se les unió el
+padre, que no dejarían viva a ninguna de las abejas que venían al
+jardín, que las perseguirían a muerte.
+
+--No, eso sí que no--exclamó Gertrudis--; a las abejas no las toca
+nadie.
+
+--¿Por qué? ¿Por la miel?--preguntó Ramiro.
+
+--No las toca nadie, he dicho.
+
+--Pero si no son madres, Gertrudis.
+
+--Lo sé, lo sé bien. He leído en uno de esos libros tuyos lo que son las
+abejas, lo he leído. Sé lo que son las abejas estas, las que pican y
+hacen la miel; sé lo que es la reina y sé también lo que son los
+zánganos.
+
+--Los zánganos somos nosotros, los hombres.
+
+--¡Claro está!
+
+--Pues mira, voy a meterme en política; me van a presentar candidato a
+diputado provincial.
+
+--¿De veras?--preguntó Gertrudis, sin poder disimular su alegría.
+
+--¿Tanto te place?
+
+--Todo lo que te distraiga.
+
+--Faltan once meses, Gertrudis...
+
+--¿Para qué?, ¿para la elección?
+
+--¡Para la elección, sí!
+
+
+
+
+X
+
+
+Y era lo cierto que en el alma cerrada de Gertrudis se estaba
+desencadenando una brava galerna. Su cabeza reñía con su corazón, y
+ambos, corazón y cabeza, reñían en ella con algo más ahincado, más
+entrañado, más íntimo, con algo que era como el tuétano de los huesos de
+su espíritu.
+
+A solas, cuando Ramiro estaba ausente del hogar, cojía al hijo de éste y
+de Rosa, a Ramirín, al que llamaba su hijo, y se lo apretaba al seno
+virgen, palpitante de congoja y henchido de zozobra. Y otras veces se
+quedaba contemplando el retrato de la que fué, de la que era todavía su
+hermana y como interrogándole si había querido, de veras, que ella, que
+Gertrudis, le sucediese en Ramiro. «Sí, me dijo que yo habría de llegar
+a ser la mujer de su hombre, su otra mujer--se decía--, pero no pudo
+querer eso, no, no pudo quererlo... yo en su caso, al menos, no lo
+habría querido, no podría haberlo querido... ¿de otra? ¡no, de otra no!
+ni después de mi muerte... ni de mi hermana... ¡de otra no! no se puede
+ser más que de una... No, no pudo querer eso; no pudo querer que entre
+él, entre su hombre, entre el padre de sus hijos y yo se interpusiese su
+sombra... no pudo querer eso. Porque cuando él estuviese a mi lado,
+arrimado a mí, carne a carne, ¿quién me dice que no estuviese pensando
+en ella? Yo no sería sino el recuerdo... ¡algo peor que el recuerdo de
+la otra! No, lo que me pidió es que impida que sus hijos tengan
+madrasta. ¡Y lo impediré! Y casándome con Ramiro, entregándole mi
+cuerpo, y no sólo mi alma, no lo impediría... Porque entonces sí que
+sería madrasta. Y más si llegaba a darme hijos de mi carne y de mi
+sangre...» Y esto de los hijos de la carne hacía palpitar de sagrado
+terror el tuétano de los huesos del alma de Gertrudis, que era toda
+maternidad, pero maternidad de espíritu.
+
+Y encerrábase en su cuarto, en su recatada alcoba, a llorar al pie de
+una imagen de la Santísima Virgen Madre, a llorar mientras susurraba:
+«el fruto de tu vientre...»
+
+Una vez que tenía apretado a su seno a Ramirín, éste le dijo:
+
+--¿Por qué lloras, mamita?--pues habíale enseñado a llamarla así.
+
+--Si no lloro...
+
+--Sí, lloras...
+
+--¿Pero es que me ves llorar...?
+
+--No, pero te siento que lloras... Estás llorando...
+
+--Es que me acuerdo de tu madre...
+
+--¿Pues no dices que lo eres tú...?
+
+--Sí, pero de la otra, de mamá Rosa.
+
+--Ah, sí, la que se murió... la de papá...
+
+--¡Sí, la de papá!
+
+--¿Y por qué papá nos dice que no te llamemos mamá, sino tía, tiíta
+Tula, y tú nos dices que te llamemos mamá y no tía, no tiíta Tula...?
+
+--¿Pero es que papá os dice eso?
+
+--Sí, nos ha dicho que todavía no eres nuestra mamá, que todavía no eres
+más que nuestra tía...
+
+--¿Todavía?
+
+--Sí, nos ha dicho que todavía no eres nuestra mamá, pero que lo
+serás... Sí, que vas a ser nuestra mamá cuando pasen unos meses...
+
+«Entonces sería vuestra madrasta»--pensó Gertrudis, pero no se atrevió a
+desnudar este pensamiento pecaminoso ante el niño.
+
+--Bueno, mira, no hagas caso de esas cosas, hijo mío...
+
+Y cuando luego llegó Ramiro, el padre, le llamó aparte y severamente le
+dijo:
+
+--No andes diciéndole al niño esas cosas. No le digas que yo no soy
+todavía más que su tía, la tía Tula, y que seré su mamá. Eso es
+corromperle, eso es abrirle los ojos sobre cosas que no debe ver. Y si
+lo haces por influir con él sobre mí, si lo haces por moverme...
+
+--Me dijiste que te tomabas un plazo...
+
+--Bueno, si lo haces por eso piensa en el papel que haces hacer a tu
+hijo, un papel de...
+
+--¡Bueno, calla!
+
+--Las palabras no me asustan, pero lo callaré. Y tú piensa en Rosa,
+recuerda a Rosa, ¡tu primer... amor!
+
+--¡Tula!
+
+--Basta. Y no busques madrasta para tus hijos, que tienen madre.
+
+
+
+
+XI
+
+
+«ESTO necesita campo»--se dijo Gertrudis, e indicó a Ramiro la
+conveniencia de que todos ellos se fuesen a veranear a un pueblecito
+costero que tuviese montaña, dominando al mar y por éste dominada. Buscó
+un lugar que no fuese muy de moda, pero donde Ramiro pudiese encontrar
+compañeros de tresillo, pues tampoco le quería obligado a la continua
+compañía de los suyos. Era un género de soledad a que Gertrudis temía.
+
+Allí todos los días salían de paseo, por la montaña, dando vista al mar,
+entre madroñales, ellos dos, Gertrudis y Ramiro, y los tres niños:
+Ramirín, Rosita y Elvira. Jamás, ni aun allí donde no los conocían--es
+decir, allí menos--se hubiese arriesgado Gertrudis a salir de paseo con
+su cuñado, solos los dos. Al llegar a un punto en que un tronco tendido
+en tierra, junto al sendero, ofrecía, a modo de banco rústico, asiento,
+sentábanse en él ellos dos, cara al mar, mientras los niños jugaban allí
+cerca, lo más cerca posible. Una vez en que Ramiro quiso que se sentaran
+en el suelo, sobre la yerba montañesa, Gertrudis le contestó: «¡No, en
+el suelo, no! yo no me siento en el suelo, sobre la tierra, y menos
+junto a ti y ante los niños...» «Pero si el suelo está limpio... si hay
+yerba...» «¡Te he dicho que no me siento así!» «No, la postura no es
+cómoda...» «¡Peor que incómoda!»
+
+Desde aquel tronco, mirando al mar, hablaban de mil nonadas, pues en
+cuanto el hombre deslizaba la conversación a senderos de lo por pacto
+tácito ya vedado de hablar entre ellos, la tía tenía en la boca un
+«¡Ramirín!» o «¡Rosita!» o «¡Elvira!» Le hablaba ella del mar y eran sus
+palabras, que le llegaban a él envueltas en el rumor no lejano de las
+olas, como la letra vaga de un canto de cuna para el alma. Gertrudis
+estaba brizando la pasión de Ramiro para adormecérsela. No le miraba
+casi nunca entonces, miraba al mar; pero en él, en el mar, veía
+reflejada por misterioso modo la mirada del hombre. El mar purísimo les
+unía las miradas y las almas.
+
+Otras veces íbanse al bosque, a un castañar, y allí tenía ella que
+vigilarle, vigilarse y vigilar a los niños con más cuidado. Y también
+allí encontró el tronco derribado que le sirviese de asiento.
+
+Quería atemperarle a una vida de familia purísima y campesina, hacer que
+se acostase cansado de luz y de aire libres, que se durmiese, oyendo
+fuera al grillo, para dormir sin ensueños, que le despertase el canto
+del gallo y el trajineo de los campesinos y los marineros.
+
+Por las mañanas bajaban a una pequeña playa, donde se reunía la pequeña
+colonia veraniega. Los niños, descalzos, entreteníanse, después del
+baño, en desviar con los pies el curso de un pequeño arroyuelo vagabundo
+e indeciso que por la arena desaguaba en el mar. Ramiro se unió alguna
+vez a este juego de los niños.
+
+Pero Gertrudis empezó a temer. Se había equivocado en sus precauciones.
+Ramiro huía del tresillo con sus compañeros de colonia veraniega y
+parecía espiar más que nunca la ocasión de hallarse a solas con su
+cuñada. La casita que habitaban tenía más de tienda de gitanos
+trashumantes que de otra cosa. El campo, en vez de adormecer no la
+pasión, el deseo de Ramiro, parecía como si se lo excitase más, y ella
+misma, Gertrudis, empezó a sentirse desasosegada. La vida se les ofrecía
+más al desnudo en aquellos campos, en el bosque, en los repliegues de la
+montaña. Y luego había los animales domésticos, los que cría el hombre,
+con los que era mayor allí la convivencia. Gertrudis sufría al ver la
+atención con que los pequeños, sus sobrinos, seguían los juegos del
+averío. No, el campo no rendía una lección de pureza. Lo puro allí era
+hundir la mirada en el mar. Y aun el mar... La brisa marina les llegaba
+como un aguijón.
+
+--¡Mira qué hermosura!--exclamó Gertrudis una tarde, al ocaso, en que
+estaban sentados frente al mar.
+
+Era la luna llena, roja sobre su palidez, que surgía de las olas como
+una flor gigantesca y solitaria en un yermo palpitante.
+
+--¿Por qué le habrán cantado tanto a la luna los poetas?--dijo
+Ramiro;--¿por qué será la luz romántica y de los enamorados?
+
+--No lo sé, pero se me ocurre que es la única tierra, porque es una
+tierra... que vemos sabiendo que nunca llegaremos a ella... es lo
+inaccesible... El sol no, el sol nos rechaza; gustamos de bañarnos en su
+luz, pero sabemos que es inhabitable, que en él nos quemaríamos,
+mientras que en la luna creemos que se podría vivir y en paz y
+crepúsculo eternos, sin tormentas, pues no la vemos cambiar, pero
+sentimos que no se puede llegar a ella... Es lo intangible...
+
+--Y siempre nos da la misma cara... esa cara tan triste y tan seria...
+es decir, siempre ¡no! porque la va velando poco a poco y la oscurece
+del todo y otras veces parece una hoz...
+
+--Sí--y al decirlo parecía como que Gertrudis seguía sus propios
+pensamientos sin oir los de su compañero, aunque no era así--; siempre
+enseña la misma cara porque es constante, es fiel. No sabemos cómo será
+por el otro lado... cuál será su otra cara...
+
+--Y eso añade a su misterio...
+
+--Puede ser... puede ser... Me explico que alguien anhele llegar a la
+luna... ¡lo imposible!... para ver cómo es por el otro lado... para
+conocer y explorar su otra cara...
+
+--La oscura...
+
+--¿La oscura? ¡Me parece que no! Ahora que esta que vemos está iluminada
+la otra estará a oscuras, pero o yo sé poco de estas cosas o cuando esta
+cara se oscurece del todo, en luna nueva, está en luz por el otro, es
+luna llena de la otra parte...
+
+--¿Para quién?
+
+--¿Cómo para quién...?
+
+--Sí, que cuando el otro lado alumbra ¿para quién?
+
+--Para el cielo, y basta. ¿O es que a la luna la hizo Dios no más que
+para alumbrarnos de noche a nosotros, los de la tierra? ¿O para que
+hablemos estas tonterías?
+
+--Pues bien, mira, Tula...
+
+--¡Rosita!
+
+Y no le dejó comentar la intangibilidad y la plenitud de la luna.
+
+Cuando ella habló de volver ya a la ciudad apresuróse él a aceptarlo.
+Aquella temporada en el campo, entre la montaña y el mar, había sido
+estéril para sus propósitos. «Me he equivocado--se decía también él--;
+aquí está más segura que allí, que en casa; aquí parece embozarse en la
+montaña, en el bosque, y como si el mar le sirviese de escudo; aquí es
+tan intangible como la luna, y entretanto este aire de salina filtrado
+por entre rayos de sol enciende la sangre... y ella me parece aquí fuera
+de su ámbito y como si temiese algo; vive alerta y diríase que no
+duerme...» Y ella a su vez se decía: «No, la pureza no es del campo, la
+pureza es de celda, de claustro y de ciudad; la pureza se desarrolla
+entre gentes que se unen en mazorcas de viviendas para mejor aislarse;
+la ciudad es monasterio, convento de solitarios; aquí la tierra, sobre
+que casi se acuestan, las une y los animales son otras tantas serpientes
+del paraíso... ¡a la ciudad, a la ciudad!»
+
+En la ciudad estaba su convento, su hogar, y en él su celda. Y allí
+adormecería mejor a su cuñado. Oh, si pudiese decir de él--pensaba--lo
+que Santa Teresa en una carta--Gertrudis leía mucho a Santa
+Teresa--decía de su cuñado don Juan de Ovalle, marido de doña Juana de
+Ahumada: «El es de condición en cosas muy aniñado...» ¿Cómo le
+aniñaría?
+
+
+
+
+XII
+
+
+AL fin Gertrudis no pudo con su soledad y decidió llevar su congoja al
+padre Alvarez, su confesor, pero no su director espiritual. Porque esta
+mujer había rehuído siempre ser dirigida, y menos por un hombre. Sus
+normas de conducta moral, sus convicciones y creencias religiosas se las
+había formado ella con lo que oía a su alrededor y con lo que leía, pero
+las interpretaba a su modo. Su pobre tío, don Primitivo, el sacerdote
+ingenuo que las había criado a las dos hermanas y les enseñó el
+catecismo de la doctrina cristiana explicado según _el Mazo_, sintió
+siempre un profundo respeto por la inteligencia de su sobrina Tula, a la
+que admiraba. «Si te hicieses monja--solía decirle--llegarías a ser otra
+Santa Teresa... Qué cosas se te ocurren, hija...» Y otras veces: «Me
+parece que eso que dices, Tulilla, huele un poco a herejía; ¡hum! No lo
+sé... no lo sé... porque no es posible que te inspire herejías el ángel
+de tu guarda, pero eso me suena así como a... qué sé yo...» Y ella le
+contestaba riendo: «Sí, tío, son tonterías que se me ocurren, y ya que
+dice usted que huele a herejía no lo volveré a pensar.» Pero ¿quién pone
+barreras al pensamiento?
+
+Gertrudis se sintió siempre sola. Es decir, sola para que la ayudaran,
+porque para ayudar ella a los otros no, no estaba sola. Era como una
+huérfana cargada de hijos. Ella sería el báculo de todos los que la
+rodearan; pero si sus piernas flaquearan, si su cabeza no le mantuviese
+firme en su sendero, si su corazón empezaba a bambolear y enflaquecer,
+¿quién la sostendría a ella? ¿quién sería su báculo? Porque ella, tan
+henchida del sentimiento, de la pasión mejor, de la maternidad, no
+sentía la filialidad. «¿No es esto orgullo?»--se preguntaba.
+
+No pudo al fin con esta soledad y decidió llevar a su confesor, al padre
+Alvarez, su congoja. Y le contó la declaración y proposición de Ramiro,
+y hasta lo que les había dicho a los niños de que no le llamasen a ella
+todavía madre, y las razones que tenía para mantener la pureza de aquel
+hogar y cómo no quería entregarse a hombre alguno, sino reservarse para
+mejor consagrarse a los hijos de Rosa.
+
+--Pero lo de su cuñado lo encuentro muy natural--arguyó el buen padre de
+almas.
+
+--Es que no se trata ahora de mi cuñado, padre, sino de mí; y no creo
+que haya acudido a usted también en busca de alianza...
+
+--¡No, no, hija, no!
+
+--Como dicen que en los confesonarios se confeccionan bodas y que
+ustedes, los padres, se dedican a casamenteros...
+
+--Yo lo único que digo ahora, hija, es que es muy natural que su cuñado,
+viudo y joven y fuerte, quiera volver a casarse, y más natural, y hasta
+santo, que busque otra madre para sus hijos...
+
+--¿Otra? ¡Ya la tiene!
+
+--Sí; pero... y si ésta se va...
+
+--¿Irme? ¿Yo? Estoy tan obligada a esos niños como estaría su madre de
+carne y sangre si viviese...
+
+--Y luego eso da que hablar...
+
+--De lo que hablen, padre, ya le he dicho que nada se me da...
+
+--¿Y si lo hiciese precisamente por eso, porque hablen? Examínese y mire
+si no entra en ello un deseo de afrontar las preocupaciones ajenas, de
+desafiar la opinión pública...
+
+--Y si así fuese, ¿qué?
+
+--Que eso sí que es pecaminoso. Y después de todo, la cuestión es
+otra...
+
+--¿Cuál es la cuestión?
+
+--La cuestión es si usted le quiere o no. Esta es la cuestión. ¿Le
+quiere usted, sí o no?
+
+--¡Para marido... no!
+
+--¿Pero le rechaza?
+
+--¡Rechazarle... no!
+
+--Si cuando se dirigió a su hermana, la difunta, se hubiera dirigido a
+usted...
+
+--¡Padre! ¡Padre!--y su voz gemía.
+
+--Sí, por ahí hay que verlo...
+
+--¡Padre; que eso no es pecado...!
+
+--Pero ahora se trata de dirección espiritual, de tomar consejo... Y sí,
+es pecado, es acaso pecado... Tal vez hay aquí unos viejos celos...
+
+--¡Padre!
+
+--Hay que ahondar en ello. Acaso no le ha perdonado aún...
+
+--Le he dicho, padre, que le quiero; pero no para marido. Le quiero
+como a un hermano, como a un más que hermano, como al padre de mis
+hijos, porque éstos, sus hijos, lo son míos de lo más dentro mío, de
+todo mi corazón; pero para marido no. Yo no puedo ocupar en su cama el
+sitio que ocupó mi hermana... Y sobre todo, yo no quiero, no debo darles
+madrasta a mis hijos...
+
+--¿Madrasta?
+
+--Sí, madrastra. Si yo me caso con él, con el padre de los hijos de mi
+corazón, les daré madrasta a éstos, y más si llego a tener hijos de
+carne y de sangre con él. Esto, ahora ya... ¡nunca!
+
+--Ahora ya...
+
+--Sí, ahora que ya tengo a los de mi corazón... mis hijos...
+
+--Pero piense en él, en su cuñado, en su situación...
+
+--¿Que piense...?
+
+--¡Sí! ¿Y no tiene compasión de él?
+
+--Sí que la tengo. Y por eso le ayudo y le sostengo. Es como otro hijo
+mío.
+
+--Le ayuda... le sostiene...
+
+--Sí, le ayudo y le sostengo a ser padre...
+
+--A ser padre... a ser padre... Pero él es un hombre...
+
+--¡Y yo una mujer!
+
+--Es débil...
+
+--¿Soy yo fuerte?
+
+--Más de lo debido.
+
+--¿Más de lo debido? ¿Y lo de la mujer fuerte?
+
+--Es que esa fortaleza, hija mía, puede alguna vez ser dureza, ser
+crueldad. Y es dura con él, muy dura. ¿Que no le quiere como a marido?
+¡Y qué importa! Ni hace falta eso para casarse con un hombre. Muchas
+veces tiene que casarse una mujer con un hombre por compasión, por no
+dejarle solo, por salvarle, por salvar su alma...
+
+--Pero si no le dejo solo...
+
+--Sí, sí, le deja solo. Y creo que me comprende sin que se lo explique
+más claro...
+
+--Sí, sí que se lo comprendo, pero no quiero comprenderlo. No está solo.
+¡Quien está sola soy yo! Sola... sola... siempre sola...
+
+--Pero ya sabe aquello de «más vale casarse que abrasarse...»
+
+--Pero si no me abraso...
+
+--¿No se queja de su soledad?
+
+--No es soledad de abrasarse; no es esa soledad a que usted, padre,
+alude. No, no es esa. No me abraso...
+
+--¿Y si se abrasa él...?
+
+--Que se refresque en el cuidado y amor de sus hijos...
+
+--Bueno, pero ya me entiende...
+
+--Demasiado.
+
+--Y por si no, le diré más claro aún que su cuñado corre peligro, y que
+si cae en él, le cabrá culpa...
+
+--¿A mí?
+
+--¡Claro está!
+
+--No lo veo tan claro... Como no soy hombre...
+
+--Me dijo que uno de sus temores de casarse con su cuñado era el de
+tener hijos con él, ¿no es así?
+
+--Sí, así es. Si tuviéramos hijos llegaría yo a ser, quieras o no,
+madrasta de los que me dejó mi hermana...
+
+--Pero el matrimonio no se instituyó sólo para hacer hijos...
+
+--Para casar y dar gracia a los casados y que críen hijos para el
+cielo.
+
+--Dar gracia a los casados... ¿Lo entiende?
+
+--Apenas...
+
+--Que vivan en gracia, libres de pecado...
+
+--Ahora lo entiendo menos...
+
+--Bueno, pues que es un remedio contra la sensualidad.
+
+--¿Cómo? ¿Qué es eso? ¿Qué?
+
+--¿Pero por qué se pone así...? ¿Por qué se altera...?
+
+--¿Qué es el remedio contra la sensualidad? ¿El matrimonio o la mujer?
+
+--Los dos... La mujer... y... y el hombre.
+
+--¡Pues, no, padre, no, no y no! Yo no puedo ser remedio contra nada.
+¿Qué es eso de considerarme remedio? ¡Y remedio... contra eso! No, me
+estimo en más...
+
+--Pero si es que...
+
+--No, ya no sirve. Yo, si él no tuviera ya hijos de mi hermana, acaso me
+habría casado con él para tenerlos... para tenerlos de él... pero,
+¿remedio? ¿Y a eso? ¿Yo remedio? ¡No!
+
+--Y si antes de haber solicitado a su hermana la hubiera solicitado...
+
+--¿A mí? ¿Antes? ¿Cuando nos conoció? No hablemos ya más, padre, que no
+podemos entendernos, pues veo que hablamos lenguas diferentes. Ni yo sé
+la de usted ni usted sabe la mía.
+
+Y dicho esto, se levantó de junto al confesonario. Le costaba andar: tan
+doloridas le habían quedado del arrodillamiento las rodillas. Y a la vez
+le dolían las articulaciones del alma y sentía su soledad más hondamente
+que nunca. «¡No, no me entiende--se decía--, no me entiende; hombre al
+fin! ¿Pero me entiendo yo misma? ¿Es que me entiendo? ¿Le quiero o no le
+quiero? ¿No es soberbia esto? ¿No es la triste pasión solitaria del
+armiño que por no mancharse no se echa a nado en un lodazal a salvar a
+su compañero...? No lo sé... no lo sé...»
+
+
+
+
+XIII
+
+
+Y de pronto observó Gertrudis que su cuñado era otro hombre, que celaba
+algún secreto, que andaba caviloso y desconfiado, que salía mucho de
+casa. Pero aquellas más largas ausencias del hogar no le engañaron. El
+secreto estaba en él, en el hogar. Y a fuerza de paciente astucia logró
+sorprender miradas de conocimiento íntimo entre Ramiro y la criada de
+servicio.
+
+Era Manuela una hospiciana de diez y nueve años, enfermiza y pálida, de
+un brillo febril en los ojos, de maneras sumisas y mansas, de muy pocas
+palabras, triste casi siempre. A ella, a Gertrudis, ante quien sin saber
+por qué temblaba, llamábale «señora». Ramiro quiso hacer que le llamase
+«señorita».
+
+--No, llámame así, señora; nada de señorita...
+
+En general parecía como que la criada le temiera, como avergonzada o
+amedrentada en su presencia. Y a los niños los evitaba y apenas si les
+dirigía la palabra. Ellos, por su parte, sentían una indiferencia,
+rayana en despego, hacia la Manuela. Y hasta alguna vez se burlaban de
+ella, por ciertas sus maneras de hablar, lo que la ponía de grana. «Lo
+extraño es--pensaba Gertrudis--que a pesar de todo no quiera irse...
+tiene algo de gata esta mozuela.» Hasta que se percató de lo que podría
+haber escondido.
+
+Un día logró sorprender a la pobre muchacha cuando salía del cuarto de
+Ramiro, del señorito--porque a éste sí que le llamaba así--toda
+encendida y jadeante. Cruzáronse las miradas y la criada rindió la suya.
+Pero llegó otro en que el niño, Ramirín, se fué a su tía y le dijo:
+
+--Dime, mamá Tula, ¿es Manuela también hermana nuestra?
+
+--Ya te tengo dicho que todos los hombres y mujeres somos hermanos.
+
+--Sí, pero como nosotros, los que vivimos juntos...
+
+--No, porque aunque vive aquí ésta no es su casa...
+
+--¿Y cuál es su casa?
+
+--¿Su casa? No lo quieras saber. ¿Y por qué preguntas eso?
+
+--Porque le he visto a papá que la estaba besando...
+
+Aquella noche, luego que hubieron acostado a los niños, dijo Gertrudis a
+Ramiro:
+
+--Tenemos que hablar.
+
+--Pero si aun faltan ocho meses...
+
+--¿Ocho meses?
+
+--¿No hace cuatro que me diste un año de plazo?
+
+--No se trata de eso, hombre, sino de algo más serio.
+
+A Ramiro se le paró el corazón y se puso pálido.
+
+--¿Más serio?
+
+--Más serio, sí. Se trata de tus hijos, de su buena crianza, y se trata
+de esa pobre hospiciana, de la que estoy segura que estás abusando.
+
+--Y si así fuese, ¿quién tiene la culpa de eso?
+
+--¿Y aún lo preguntas? ¿Aún querrás también culparme de ello?
+
+--¡Claro que sí!
+
+--Pues bien, Ramiro: se ha acabado ya aquello del año; no hay plazo
+ninguno; no puede ser, no puede ser. Y ahora sí que me voy, y, diga lo
+que dijere la ley, me llevaré a los niños conmigo, es decir, se irán
+conmigo.
+
+--¿Pero estás loca, Gertrudis?
+
+--Quien está loco eres tú.
+
+--Pero qué querías...
+
+--Nada, o yo o ella. O me voy o echas a esa criadita de casa.
+
+Siguióse un congojoso silencio.
+
+--No la puedo echar, Gertrudis, no la puedo echar. ¿Adónde se va? ¿Al
+Hospicio otra vez?
+
+--A servir a otra casa.
+
+--No la puedo echar, Gertrudis, no la puedo echar--y el hombre rompió a
+llorar.
+
+--¡Pobre hombre!--murmuró ella poniéndole la mano sobre la suya--. Me
+das pena.
+
+--Ahora, ¿eh?, ¿ahora?
+
+--Sí; me das lástima... Estoy ya dispuesta a todo...
+
+--¡Gertrudis! ¡Tula!
+
+--Pero has dicho que no la puedes echar...
+
+--Es verdad; no la puedo echar--y volvió a abatirse.
+
+--¿Qué, pues?, ¿que no va sola?
+
+--No, no irá sola.
+
+--Los ocho meses del plazo, ¿eh?
+
+--Estoy perdido, Tula, estoy perdido.
+
+--No, la que está perdida es ella, la huérfana, la hospiciana, la sin
+amparo.
+
+--Es verdad, es verdad...
+
+--Pero no te aflijas así, Ramiro, que la cosa tiene fácil remedio...
+
+--¿Remedio? ¿Y fácil?--y se atrevió a mirarle a la cara.
+
+--Sí; casarte con ella.
+
+Un rayo que le hubiese herido no le habría dejado más deshecho que esas
+palabras sencillas.
+
+--¡Que me case! ¡Que me case con la criada! ¿Que me case con una
+hospiciana? ¡Y me lo dices tú!...
+
+--¡Y quién si no había de decírtelo! Yo, la verdadera madre hoy de tus
+hijos.
+
+--¿Que les dé madrasta?
+
+--¡No, eso no!, que aquí estoy yo para seguir siendo su madre. Pero que
+des padre al que haya de ser tu nuevo hijo, y que le des madre también.
+Esa hospiciana tiene derecho a ser madre, tiene ya el deber de serlo,
+tiene derecho a su hijo y al padre de su hijo.
+
+--Pero Gertrudis...
+
+--Cásate con ella, te he dicho; y te lo dice Rosa. Sí--y su voz, serena
+y pastosa, resonó como una campana--. Rosa, tu mujer, te dice por mi
+boca que te cases con la hospiciana. ¡Manuela!
+
+--«¡Señora!»--se oyó como un gemido, y la pobre muchacha, que acurrucada
+junto al fogón, en la cocina, había estado oyéndolo todo, no se movió de
+su sitio. Volvió a llamarla, y después de otro «¡Señora!», tampoco se
+movió.
+
+--Ven acá, o iré a traerte.
+
+--¡Por Dios!--suplicó Ramiro.
+
+La muchacha apareció cubriéndose la llorosa cara con las manos.
+
+--Descubre la cara y míranos.
+
+--¡No, señora, no!
+
+--Sí, míranos. Aquí tienes a tu amo, a Ramiro, que te pide perdón por lo
+que de ti ha hecho.
+
+--Perdón, yo, señora, y a usted...
+
+--No, te pide perdón y se casará contigo.
+
+--¡Pero señora!--clamó Manuela a la vez que Ramiro clamaba: «¡Pero
+Gertrudis!»
+
+--Lo he dicho, se casará contigo: así lo quiere Rosa. No es posible
+dejarte así. Porque tú estás ya... ¿no es eso?
+
+--Creo que sí, señora, pero yo...
+
+--No llores así ni hagas juramentos; sé que no es tuya la culpa...
+
+--Pero se podría arreglar...
+
+--Bien sabe aquí Manuela--dijo Ramiro--que nunca he pensado en
+abandonarla... Yo le colocaría...
+
+--Sí, señora, sí; yo me contento...
+
+--No, tú no debes contentarte con eso que ibas a decir. O, mejor, aquí
+Ramiro no puede contentarse con eso. Tú te has criado en el Hospicio,
+¿no es eso?
+
+--Sí, señora.
+
+--Pues tu hijo no se criará en él. Tiene derecho a tener padre, a su
+padre, y le tendrá. Y ahora vete... vete a tu cuarto, y déjanos.
+
+Y cuando quedaron Ramiro y ella a solas:
+
+--Me parece que no dudarás ni un momento...
+
+--¡Pero eso que pretendes es una locura, Gertrudis!
+
+--La locura, peor que locura, la infamia, sería lo que pensabas.
+
+--Consúltalo siquiera con el padre Alvarez.
+
+--No lo necesito. Lo he consultado con Rosa.
+
+--Pero si ella te dijo que no dieses madrasta a sus hijos...
+
+--¿A sus hijos? ¡Y tuyos!
+
+--Bueno, sí, a nuestros hijos...
+
+--Y no les daré madrasta. De ellos, de los nuestros, seguiré siendo yo
+la madre, pero del de ésa...
+
+--Nadie le quitará de ser madre...
+
+--Sí, tú si no te casas con ella. Eso no será ser madre...
+
+--Pues ella...
+
+--¿Y qué? ¿Porque ella no ha conocido a la suya pretendes tú que no lo
+sea como es debido?
+
+--Pero fíjate en que esta chica...
+
+--Tú eres quien debió fijarse...
+
+--Es una locura... una locura...
+
+--La locura ha sido antes. Y ahora piénsalo, que si no haces lo que
+debes el escándalo le daré yo. Lo sabrá todo el mundo.
+
+--¡Gertrudis!
+
+--Cásate con ella, y se acabó.
+
+
+
+
+XIV
+
+
+UNA profunda tristeza henchía aquel hogar después del matrimonio de
+Ramiro con la hospiciana. Y ésta parecía aún más que antes la criada, la
+sirvienta, y más que nunca Gertrudis el ama de la casa. Y esforzábase
+ésta más que nunca por mantener al nuevo matrimonio apartado de los
+niños, y que éstos se percataran lo menos posible de aquella convivencia
+íntima. Mas hubo que tomar otra criada y explicar a los pequeños el
+caso.
+
+Pero, ¿cómo explicarles el que la antigua criada se sentara a la mesa a
+comer con los de casa? Porque esto exigió Gertrudis.
+
+--Por Dios, señora--suplicaba la Manuela--, no me avergüence así... mire
+que me avergüenza... Hacerme que me siente a la mesa con los señores, y
+sobre todo con los niños... y que hable de tú al señorito... ¡eso nunca!
+
+--Háblale como quieras, pero es menester que los niños, a los que tanto
+temes, sepan que eres de la familia. Y ahora, una vez arreglado esto, no
+podrán ya sorprender intimidades a hurtadillas. Ahora os recataréis
+mejor. Porque antes el querer ocultaros de ellos os delataba.
+
+La preñez de Manuela fué, en tanto, molestísima. Su fragilísima fábrica
+de cuerpo la soportaba muy mal. Y Gertrudis, por su parte, le
+recomendaba que ocultase a los niños lo anormal de su estado.
+
+Ramiro vivía sumido en una resignada desesperación y más entregado que
+nunca al albedrío de Gertrudis.
+
+--Sí, sí, bien lo comprendo ahora--decía--, no ha habido más remedio,
+pero...
+
+--¿Te pesa?--le preguntaba Gertrudis.
+
+--De haberme casado, ¡no! De haber tenido que volverme a casar, ¡sí!
+
+--Ahora no es ya tiempo de pensar en eso; ¡pecho a la vida!
+
+--¡Ah, si tú hubieras querido, Tula!
+
+--Te di un año de plazo; ¿has sabido guardarlo?
+
+--¿Y si lo hubiese guardado como tú querías, al fin de él qué, dime?
+Porque no me prometiste nada.
+
+--Aunque te hubiese prometido algo habría sido igual. No, habría sido
+peor aún. En nuestras circunstancias, el haberte hecho una promesa, el
+haberte sólo pedido una dilación para nuestro enlace, habría sido peor.
+
+--Pero si hubiese guardado la tregua como tú querías que la guardase,
+dime: ¿qué habrías hecho?
+
+--No lo sé.
+
+--Que no lo sabes... Tula... que no lo sabes...
+
+--No, no lo sé; te digo que no lo sé.
+
+--Pero tus sentimientos...
+
+--Piensa ahora en tu mujer, que no sé si podrá soportar el trance en que
+la pusiste. ¡Es tan endeble la pobrecilla! Y está tan llena de miedo.
+Sigue asustada de ser tu mujer y ama de su casa.
+
+Y cuando llegó el peligroso parto repitió Gertrudis las abnegaciones que
+en los partos de su hermana tuviera, y recojió al niño, una criatura
+menguada y debilísima, y fué quien lo enmantilló y quien se lo presentó
+a su padre.
+
+--Aquí le tienes, hombre, aquí le tienes.
+
+--¡Pobre criatura!--exclamó Ramiro sintiendo que se le derretían de
+lástima las entrañas a la vista de aquel mezquino rollo de carne
+viviente y sufriente.
+
+--Pues es tu hijo, un hijo más... Es un hijo más que nos llega.
+
+--¿Nos llega? ¿También a ti?
+
+--Sí, también a mí; no he de ser madrasta para él, yo que hago que no lo
+tengan los otros.
+
+Y así fué que no hizo distinción entre uno y otros.
+
+--Eres una santa, Gertrudis--le decía Ramiro--, pero una santa que ha
+hecho pecadores.
+
+--No digas eso; soy una pecadora que me esfuerzo por hacer santos,
+santos a tus hijos y a ti y a tu mujer.
+
+--¡Mi mujer!...
+
+--Tu mujer, sí; la madre de tu hijo. ¿Por qué le tratas con ese cariñoso
+despego y como a una carga?
+
+--¿Y qué quieres que haga, que me enamore de ella?
+
+--¿Pero no lo estabas cuando la sedujiste?
+
+--¿De quién? ¿De ella?
+
+--Ya lo sé, ya sé que no; pero lo merece la pobre...
+
+--¡Pero si es la menor cantidad de mujer posible, si no es nada!
+
+--No, hombre, no; es más, es mucho más de lo que tú te crees. Aun no la
+has conocido.
+
+--Si es una esclava...
+
+--Puede ser, pero debes libertarla... La pobre está asustada... nació
+asustada... Te aprovechaste de su susto...
+
+--No sé, no sé cómo fué aquello...
+
+--Así sois los hombres; no sabéis lo que hacéis ni pensáis en ello.
+Hacéis las cosas sin pensarlas...
+
+--Peor es muchas veces pensarlas y no hacerlas...
+
+--¿Por qué lo dices?
+
+--No, nada, por nada...
+
+--¿Tú crees sin duda que yo no hago más que pensar?
+
+--No, no he dicho que crea eso...
+
+--Sí, tú crees que yo no soy más que pensamiento.
+
+
+
+
+XV
+
+
+DE nuevo la pobre Manuela, la hospiciana, la esclava, hallábase preñada.
+Y Ramiro muy malhumorado con ello.
+
+--Como si uno no tuviese bastante con los otros...--decía.
+
+--¡Y yo qué quieres que le haga!--exclamaba la víctima.
+
+--Después de todo, tú lo has querido así--concluía Gertrudis.
+
+Y luego, aparte, volvía a reprenderle por el trato de compasivo despego
+que daba a su mujer. La cual soportaba esta preñez aún peor que la otra.
+
+--Me temo por la pobre muchacha--vaticinó don Juan, el médico, un viudo
+que menudeaba sus visitas.
+
+--¿Cree usted que corre peligro?--le preguntó Gertrudis.
+
+--Esta pobre chica está deshecha por dentro; es una tísica consumada y
+consumida. Resistirá, es lo más probable, hasta dar a luz, pues la
+Naturaleza, que es muy sabia...
+
+--¡La Naturaleza no! La Santísima Virgen Madre, don Juan--le interrumpió
+Gertrudis.
+
+--Como usted quiera; me rindo, como siempre, a su superior parecer.
+Pues, como decía, la Naturaleza o la Virgen, que para mí es lo mismo...
+
+--No, la Virgen es la Gracia...
+
+--Bueno, pues la Naturaleza, la Virgen, la Gracia o lo que sea, hace que
+en estos casos la madre se defienda y resista hasta que dé a luz al
+nuevo ser. Ese inocente pequeñuelo le sirve a la pobre madre futura como
+escudo contra la muerte.
+
+--¿Y luego?
+
+--¿Luego? Que probablemente tendrá usted que criar sola, sirviéndose de
+un ama de cría, por supuesto, un crío más. Tiene ya cuatro; cargará con
+cinco.
+
+--Con todos los que Dios me mande.
+
+--Y que probablemente, no digo que seguramente, a no tardar mucho, don
+Ramiro volverá a quedar libre--y miró fijamente con sus ojillos grises a
+Gertrudis.
+
+--Y dispuesto a casarse tercera vez--agregó ésta haciéndose la
+desentendida.
+
+--¡Eso sería ya heroico!
+
+--Y usted, puesto que permanece viudo, y viudo sin hijos, es que no
+tiene madera de héroe.
+
+--¡Ah, doña Gertrudis, si yo pudiese hablar!
+
+--¡Pues cállese usted!
+
+--Me callo.
+
+Le tomó la mano, reteniéndosela un rato, y dándole con la otra suya unos
+golpecitos añadió con un suspiro:
+
+--Cada hombre es un mundo, Gertrudis.
+
+--Y cada mujer, una luna, ¿no es eso, don Juan?
+
+--Cada mujer puede ser un cielo.
+
+«Este hombre me dedica un cortejeo platónico», se dijo Gertrudis.
+
+Cuando en la casa temían por la pobre Manuela y todos los cuidados eran
+para ella, cayó de pronto en cama Ramiro, declarándosele desde luego
+una pulmonía. La pobre hospiciana quedóse como atontada.
+
+--Déjame a mí, Manuela--le dijo Gertrudis--; tú cuídate y cuida a lo que
+llevas contigo. No te empeñes en atender a tu marido, que eso puede
+agravarte.
+
+--Pero yo debo...
+
+--Tú debes cuidar de lo tuyo.
+
+--Y mi marido, ¿no es mío?
+
+--No, ahora no; ahora es tuyo tu hijo que está por venir.
+
+La enfermedad de Ramiro se agravaba.
+
+--Temo complicaciones al corazón--sentenció don Juan--. Le tiene débil;
+claro, ¡los pesares y disgustos!
+
+--¿Pero se morirá, don Juan?--preguntó henchida de angustia Gertrudis.
+
+--Todo pudiera ser...
+
+--Sálvele, don Juan, sálvele, como sea...
+
+--Qué más quisiera yo...
+
+--¡Ah, qué desgracia! ¡Qué desgracia!--y por primera vez se le vió a
+aquella mujer tener que sentarse y sufrir un desvanecimiento.
+
+--Es, en efecto, terrible--dijo el médico en cuanto Gertrudis se
+repuso--dejar así cuatro hijos, ¿qué digo cuatro?, cinco se puede
+decir, ¡y esa pobre viuda tal como está!...
+
+--Eso es lo de menos, don Juan; para todo eso me basto y me sobro yo.
+¡Qué desgracia! ¡Qué desgracia!
+
+Y el médico se fué diciéndose: «Está visto; esta cuñadita contaba con
+volver a tenerle libre a su cuñado. Cada persona es un mundo y algunas
+varios mundos. ¡Pero qué mujer! ¡Es toda una mujer! ¡Qué fortaleza! ¡Qué
+sagacidad! ¡Y qué ojos! ¡Qué cuerpo! ¡Irradia fuego!»
+
+Ramiro, una tarde en que la fiebre, remitiéndosele, habíale dejado algo
+más tranquilo, llamó a Gertrudis, le rogó que cerrara la puerta de la
+alcoba, y le dijo:
+
+--Yo me muero, Tula, me muero sin remedio. Siento que el corazón no
+quiere ya marchar, a pesar de todas las inyecciones; yo me muero...
+
+--No pienses en eso, Ramiro.
+
+Pero ella también creía en aquella muerte.
+
+--Me muero, y es hora, Tula, de decirte toda la verdad. Tú me casaste
+con Rosa.
+
+--Como no te decidías y dabas largas...
+
+--¿Y sabes por qué?
+
+--Sí, lo sé, Ramiro.
+
+--Al principio, al veros, al ver a la pareja, sólo reparé en Rosa; era a
+quien se le veía de lejos; pero al acercarme, al empezar a frecuentaros,
+sólo te vi a ti, pues eras la única a quien desde cerca se veía. De
+lejos te borraba ella; de cerca le borrabas tú.
+
+--No hables así de mi hermana, de la madre de tus hijos.
+
+--No; la madre de mis hijos eres tú, tú, tú.
+
+--No pienses ahora sino en Rosa, Ramiro.
+
+--A la que me juntaré pronto, ¿no es eso?
+
+--¡Quién sabe...! Piensa en vivir, en tus hijos...
+
+--A mis hijos les quedas tú, su madre.
+
+--Y en Manuela, en la pobre Manuela...
+
+--Aquel plazo, Tula, aquel plazo fatal.
+
+Los ojos de Gertrudis se hinchieron de lágrimas.
+
+--¡Tula!--gimió el enfermo, abriendo los brazos.
+
+--¡Sí, Ramiro, sí!--exclamó ella cayendo en ellos y abrazándole.
+
+Juntaron las bocas y así se estuvieron, sollozando.
+
+--¿Me perdonas todo, Tula?
+
+--No, Ramiro, no; eres tú quien tienes que perdonarme.
+
+--¿Yo?
+
+--¡Tú! Una vez hablabas de santos que hacen pecadores. Acaso he tenido
+una idea inhumana de la virtud. Pero cuando lo primero, cuando te
+dirigiste a mi hermana, yo hice lo que debí hacer. Además, te lo
+confieso, el hombre, todo hombre, hasta tú, Ramiro, hasta tú, me ha dado
+miedo siempre; no he podido ver en él sino el bruto. Los niños, sí; pero
+el hombre... He huído del hombre...
+
+--Tienes razón, Tula.
+
+--Pero ahora descansa, que estas emociones así pueden dañarte.
+
+Le hizo guardar los brazos bajo las mantas, le arropó, le dió un beso en
+la frente como se le da a un niño--y un niño era entonces para ella--y
+se fué. Mas al encontrarse sola se dijo: «¿Y si se repone y cura? ¿Si no
+se muere? ¿Ahora que ha acabado de romperse el secreto entre nosotros?
+¿Y la pobre Manuela? ¡Tendré que marcharme! ¿Y adónde? ¿Y si Manuela se
+muere y vuelve él a quedarse libre?» Y fué a ver a Manuela, a la que
+encontró postradísima.
+
+Al siguiente día llevó a los niños al lecho del padre, ya sacramentado y
+moribundo; los levantó uno a uno y les hizo que le besaran. Luego fué,
+apoyada en ella, en Gertrudis, Manuela, y de poco se muere de la congoja
+que le dió sobre el enfermo. Hubo que sacarla y acostarla. Y poco
+después, cojido de una mano a otra de Gertrudis, y susurrando: «¡Adiós,
+mi Tula!», rindió el espíritu con el último huelgo Ramiro. Y ella, la
+tía, vació su corazón en sollozos de congoja sobre el cuerpo exánime del
+padre de sus hijos, de su pobre Ramiro.
+
+
+
+
+XVI
+
+
+APENAS, fuera de la soberana, hubo abatimiento en aquel hogar, pues los
+niños eran incapaces de darse cuenta de lo que había pasado, y Manuela,
+la viuda casi sin saberlo, concentraba su vida y su ánimo todos en
+luchar, al modo de una planta, por la otra vida que llevaba en su seno y
+aun repitiendo, como un gemido de res herida, que se quería morir.
+Gertrudis proveía a todo.
+
+Cerró los ojos al muerto, no sin decirse: «¿Me estará mirando
+todavía...?» Le amortajó como lo había hecho con su tío, cubriéndole con
+un hábito sobre la ropa con que murió, y sin quitarle ésta, y luego,
+quebrantada por un largo cansancio, por fatiga de años, juntó un momento
+su boca a la boca fría de Ramiro, y repasó sus vidas, que era su vida.
+Cuando el llanto de uno de los niños, del pequeñito, del hijo de la
+hospiciana, le hizo desprenderse del muerto e ir a cojer y acallar y
+mimar al que vivía.
+
+Manuela iba hundiéndose.
+
+--Yo, señora, me muero; no voy a poder resistir esta vez; este parto me
+cuesta la vida.
+
+Y así fué. Dió a luz una niña, pero se iba en sangre. La niña misma
+nació envuelta en sangre. Y Gertrudis tuvo que vencer la repugnancia que
+la sangre, sobre todo la negra y cuajada, le producía. Siempre le costó
+una terrible brega consigo misma al vencer este asco. Cuando una vez,
+poco antes de morir, su hermana Rosa tuvo un vómito, de ella Gertrudis
+huyó despavorida. Y no era miedo, no; era, sobre todo, asco.
+
+Murió Manuela clavados en los ojos de Gertrudis sus ojos, donde vagaban
+figuras de niebla sobre las sombras del Hospicio.
+
+--Por tus hijos no pases cuidado--le había dicho Gertrudis--, que yo he
+de vivir hasta dejarlos colocados y que se puedan valer por sí en el
+mundo, y si no les dejaré sus hermanos. Cuidaré sobre todo de esta
+última, ¡pobrecilla!, la que te cuesta la vida. Yo seré su madre y su
+padre.
+
+--¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Dios se lo pagará! ¡Es una santa!
+
+Y quiso besarle la mano, pero Gertrudis se inclinó a ella, la besó en la
+frente y le puso su mejilla a que se la besase. Y esas expresiones de
+gratitud repetíalas la hospiciana como quien recita una lección
+aprendida desde niña. Y murió como había vivido, como una res sumisa y
+paciente, más bien como un enser.
+
+Y fué esta muerte, tan natural, la que más ahondó en el ánimo de
+Gertrudis, que había asistido a otras tres ya. En ésta creyó sentir
+mejor el sentido del enigma. Ni la de su tío, ni la de su hermana, ni la
+de Ramiro horadaron tan hondo el agujero que se iba abriendo en el
+centro de su alma. Era como si esta muerte confirmara las otras tres,
+como si las iluminara a la vez.
+
+En sus solitarias cavilaciones se decía: «Los otros se murieron; ¡a esta
+la han matado...! ¡la ha matado...! ¡la hemos matado! ¿No la he matado
+yo más que nadie? ¿No la he traído yo a este trance? ¿Pero es que la
+pobre ha vivido? ¿Es que pudo vivir? ¿Es que nació acaso? Si fué
+expósita, ¿no ha sido _exposición_ su muerte? ¿No lo fué su casamiento?
+¿No la hemos echado en el torno de la eternidad para que entre al
+hospicio de la Gloria? ¿No será allí hospiciana también?» Y lo que más
+le acongojaba era el pensamiento tenaz que le perseguía de lo que
+sentiría Rosa al recibirla al lado suyo, al lado de Ramiro, y conocerla
+en el otro mundo. Su tío, el buen sacerdote que les crió, cumplió su
+misión en este mundo, protegió con su presencia la crianza de ellas; su
+hermana Rosa logró su deseo y gozó y dejó los hijos que había querido
+tener; Ramiro... ¿Ramiro? Sí, también Ramiro hizo su travesía, aunque a
+remo y de espaldas a la estrella que le marcaba rumbo, y sufrió, pero
+con noble sufrir, y pecó y purgó su pecado; pero, ¡y esta pobre que ni
+sufrió siquiera, que no pecó, sino se pecó en ella y murió huérfana!...
+«Huérfana también murió Eva...», pensaba Gertrudis. Y luego: «¡No; tuvo
+a Dios de padre! ¿Y madre? Eva no conoció madre... ¡Así se explica el
+pecado original!... ¡Eva murió huérfana de humanidad!» Y Eva le trajo el
+recuerdo del relato del _Génesis_, que había leído poco antes, y cómo el
+Señor alentó al hombre por la nariz soplo de vida, y se imaginó que se
+la quitase por manera análoga. Y luego se figuraba que a aquella pobre
+hospiciana, cuyo sentido de vida no comprendía, le quitó Dios la vida de
+un beso, posando sus infinitos labios invisibles, los que se cierran
+formando el cielo azul, sobre los labios, azulados por la muerte, de la
+pobre muchacha, y sorbiéndole el aliento así.
+
+Y ahora quedábase Gertrudis con sus cinco crías, y bregando, para la
+última, con amas.
+
+El mayor, Ramirín, era la viva imagen de su padre, en figura y en
+gestos, y su tía proponíase combatir en él desde entonces, desde
+pequeño, aquellos rasgos e inclinaciones de aquel que, observando a
+éste, había visto que más le perjudicaban. «Tengo que estar alerta--se
+decía Gertrudis--para cuando en él se despierte el hombre, el macho más
+bien, y educarle a que haga su elección con reposo y tiento.» Lo malo
+era que su salud no fuese del todo buena y su desarrollo difícil y hasta
+doliente.
+
+Y a todos había que sacarlos adelante en la vida y educarlos en el culto
+a sus padres perdidos.
+
+¿Y los pobres niños de la hospiciana? «Esos también son míos--pensaba
+Gertrudis--; tan míos como los otros, como los de mi hermana, más míos
+aún. Porque éstos son hijos de mi pecado. ¿Del mío? ¿No más bien el de
+él? ¡No, de mi pecado! ¡Son los hijos de mi pecado! ¡Sí, de mi pecado!
+¡Pobre chica!» Y le preocupaba sobre todo la pequeñita.
+
+
+
+
+XVII
+
+
+GERTRUDIS, molesta por las insinuaciones de don Juan, el médico, que
+menudeaba las visitas para los niños, y aun pretendió verla a ella como
+enferma, cuando no sabía que adoleciese de cosa alguna, le anunció un
+día hallarse dispuesta a cambiar de médico.
+
+--¿Cómo así, Gertrudis?
+
+--Pues muy claro: le observo a usted singularidades que me hacen temer
+que está entrando en la chochera de una vejez prematura, y para médico
+necesitamos un hombre con el seso bien despejado y despierto.
+
+--Muy bien; pues que ha llegado el momento, usted me permitirá que le
+hable claro.
+
+--Diga lo que quiera, don Juan, mas en la inteligencia de que es lo
+último que dirá en esta casa.
+
+--¡Quién sabe!...
+
+--Diga.
+
+--Yo soy viudo y sin hijos, como usted sabe, Gertrudis. Y adoro a los
+niños.
+
+--Pues vuélvase usted a casar.
+
+--A eso voy.
+
+--¡Ah! ¿Y busca usted consejo de mí?
+
+--Busco más que consejo.
+
+--¿Que le encuentre yo novia?
+
+--Yo soy médico, le digo, y no sólo no tuve hijos de mi mujer, que era
+viuda, y perdimos el que ella me trajo al matrimonio, ¡aún le lloro al
+pobrecillo!, sino que sé, sé positivamente, sé con toda seguridad, que
+no he de tener nunca hijos propios, que no puedo tenerlos. Aunque no por
+eso, claro está, me sienta menos hombre que otro cualquiera; ¿usted me
+entiende, Gertrudis?
+
+--Quisiera no entenderle a usted, don Juan.
+
+--Para acabar, yo creo que a estos niños, a estos sobrinos de usted y a
+los otros dos acaso...
+
+--Son tan sobrinos para mí como los otros, más bien hijos.
+
+--Bueno, pues que a estos hijos de usted, ya que por tales les tiene, no
+les vendría mal un padre, y un padre no mal acomodado y hasta
+regularmente rico.
+
+--¿Y eso es todo?
+
+--Sí, que yo creo que hasta necesitan padre.
+
+--Les basta, don Juan, con el Padre nuestro que está en los cielos.
+
+--Y como madre usted, que es la representante de la Madre Santísima, ¿no
+es eso?
+
+--Usted lo ha dicho, don Juan, y por última vez en esta casa.
+
+--¿De modo que...?
+
+--Que toda esa historia de la necesidad que siente de tener hijos y de
+su incapacidad para tenerlos, ¿le he entendido bien, don Juan?
+
+--Perfectamente, y esto último, por supuesto, quede entre los dos.
+
+--No seré yo quien le estorbe otro matrimonio. Y esa historia, digo, no
+me ha convencido de que usted busque hijos que adoptar, que eso le será
+muy fácil y casándose, sino que me busca a mí y me buscaría aunque
+estuviese sola y hubiésemos de vivir solos y sin hijos; ¿le he
+entendido, don Juan? ¿Me entiende usted?
+
+--Cierto es, Gertrudis, que si estuviese sola lo mismo me casaría con
+usted, si usted lo quisiera, ¡claro!, porque yo soy muy claro, muy
+claro, y es usted la que me atrae; pero en ese caso nos quedaba el
+adoptar hijos de cualquier modo, aunque fuese sacándolos del Hospicio.
+Pues ya he podido ver que usted, como yo, se muere por los niños y que
+los necesita y los busca y los adora.
+
+--Pero ni usted ni nadie ha visto, don Juan, que yo haya sido y sea
+incapaz de hacerlos; nadie puede decir que yo sea estéril, y no vuelva a
+poner los pies en esta casa.
+
+--¿Por qué, Gertrudis?
+
+--¡Por puerco!
+
+Y así se despidieron para siempre.
+
+Mas luego que le hubo así despachado entróle una desdeñosa lástima, un
+lastimero desdén de aquel hombre. «¿No le he tratado con demasiada
+dureza?--se decía--. El hombre me sacaba de quicio, es cierto; sus
+miradas me herían más que sus palabras, pero debí tratarle de otro modo.
+El pobrecillo parece que necesita remedio, pero no el que él busca, sino
+otro, un remedio heroico y radical.» Pero cuando supo que don Juan se
+remediaba empezó a pensar si era, en efecto, calor de hogar lo que
+buscaba, aunque bien pronto dió en otra sospecha que le sublevó aún más
+el corazón. «¡Ah--se dijo--, lo que necesita es una de casa, una que le
+cuide, que le ponga sobre la cama la ropa limpia, que haga que se le
+prepare el puchero... peor, peor que el remedio, peor aún! ¡Cuando una
+no es remedio es animal doméstico y la mayor parte de las veces ambas
+cosas a la vez! Estos hombres... ¡O porquería o poltronería! ¡Y aún
+dicen que el cristianismo redimió nuestra suerte, la de las mujeres!» Y
+al pensar esto, acordándose de su buen tío, se santiguó diciéndole:
+«¡No, no lo volveré a pensar...!»
+
+¿Pero quién enfrenaba a un pensamiento que mordía en el fruto de la
+ciencia del mal? «¡El cristianismo, al fin, y a pesar de la Magdalena,
+es religión de hombres--se decía Gertrudis--; masculinos el Padre, el
+Hijo y el Espíritu Santo...!» ¿Pero y la Madre? La religión de la Madre
+está en: «He aquí la criada del Señor; hágase en mí según tu palabra» y
+en pedir a su Hijo que provea de vino a unas bodas, de vino que embriaga
+y alegra y hace olvidar penas, y para que el Hijo le diga: «¿Qué tengo
+yo que ver contigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.» ¿Qué tengo que
+ver contigo...? Y llamarle mujer y no madre... Y volvió a santiguarse,
+esta vez con verdadero temblor. Y es que el demonio de su guarda--así
+creía ella--le susurró: «¡Hombre al fin!»
+
+
+
+
+XVIII
+
+
+CORRIERON unos años apacibles y serenos. La orfandad daba a aquel hogar,
+en el que de nada de bienestar se carecía, una íntima luz espiritual de
+serena calma. Apenas si había que pensar en el día de mañana. Y seguían
+en él viviendo, con más dulce imperio que cuando respirando llenaban con
+sus cuerpos sus sitios, los tres que le dieron a Gertrudis masa con que
+fraguarlo, Ramiro y sus dos mujeres de carne y hueso. De continuo
+hablaba Gertrudis de ellos a sus hijos. «¡Mira que te está mirando tu
+madre!» o «¡Mira que te ve tu padre!» Eran sus dos más frecuentes
+amonestaciones. Y los retratos de los que se fueron presidían el hogar
+de los tres.
+
+Los niños, sin embargo, íbanlos olvidando. Para ellos no existían sino
+en las palabras de mamá Tula, que así la llamaban todos. Los recuerdos
+directos del mayorcito, de Ramirín, se iban perdiendo y fundiendo en los
+recuerdos de lo que de ellos oía contar a su tía. Sus padres eran ya
+para él una creación de ésta.
+
+Lo que más preocupaba a Gertrudis era evitar que entre ellos naciese la
+idea de una diferencia, de que había dos madres, de que no eran sino
+medio hermanos. Mas no podía evitarlo. Sufrió en un principio la
+tentación de decirles que las dos, Rosa y Manuela, eran, como ella
+misma, madres de todos ellos, pero vió la imposibilidad de mantener
+mucho tiempo el equívoco; y, sobre todo, el amor a la verdad, un amor en
+ella desenfrenado, le hizo rechazar tal tentación al punto.
+
+Porque su amor a la verdad confundíase en ella con su amor a la pureza.
+Repugnábanle esas historietas corrientes con que se trata de engañar la
+inocencia de los niños, como la de decirles que los traen a este mundo
+desde París, donde los compran. «¡Buena gana de gastar el dinero en
+tonto!»--había dicho un niño que tenía varios hermanos y a quien le
+dijeron que a un amiguito suyo le iban a traer pronto un hermanito sus
+padres. «Buena gana de gastar mentiras en balde»--se decía Gertrudis;
+añadiéndose: «toda mentira es cuando menos en balde».
+
+--Me han dicho que soy hijo de una criada de mi padre; que mi mamá fué
+criada de la mamá de mis hermanos.
+
+Así fué diciendo un día a casa el hijo de Manuela. Y la tía Tula, con su
+voz más seria y delante de todos, le contestó:
+
+--Aquí todos sois hermanos, todos sois hijos de un mismo padre y de una
+misma madre, que soy yo.
+
+--¿Pues no dices, mamita, que hemos tenido otra madre?
+
+--La tuvisteis, pero ahora la madre soy yo; ya lo sabéis. ¡Y que no se
+vuelva a hablar de eso!
+
+Mas no lograba evitar el que se trasparentara que sentía preferencias. Y
+eran por el mayor, el primogénito, Ramirín, al que engendró su padre
+cuando aún tuviera reciente en el corazón el cardenal del golpe que le
+produjo el haber tenido que escojer entre las dos hermanas, o mejor el
+haber tenido que aceptar de mandato de Gertrudis a Rosa, y por la
+pequeñuela, por Manolita, pálido y frágil botoncito de rosa que hacía
+temer lo hiciese ajarse un frío o un ardor tempranos.
+
+De Ramirín, del mayor, una voz muy queda, muy sumisa, pero de un susurro
+sibilante y diabólico, que Gertrudis solía oir que brotaba de un rincón
+de las entrañas de su espíritu--y al oirla se hacía, santiguándose, una
+cruz sobre la frente y otra sobre el pecho, ya que no pudiese taparse
+los oídos íntimos de aquélla y de éste--de Ramirín decíale ese tentador
+susurro que acaso cuando le engendró su padre soñaba más en ella, en
+Gertrudis, que en Rosa. Y de Manolita, de la hija de la muerte de la
+hospiciana, se decía que sin su decisión de casar segunda vez a Ramiro,
+sin aquel haberle obligado a redimir su pecado y a rescatar a la víctima
+de él, a la pobre Manuela, no viviría el pálido y frágil botoncito.
+
+¡Y lo que le costó criarla! Porque el primer hijo de Ramiro y Manuela
+fué criado por ésta, por su madre. La cual, sumisa siempre como una res,
+y ayudada a la vez por su natural instinto, no intentó siquiera
+rehusarlo a pesar de la endeblez de su carne, pero fué con el hombre,
+fué con el marido, con quien tuvo que bregar Gertrudis. Porque Ramiro,
+viendo la flaqueza de su pobre mujer, procuró buscar nodriza a su hijo.
+Y fué Gertrudis la que le obligó a casarse con aquélla, quien se plantó
+en firme en que había de ser la madre misma quien criara al hijo. «No
+hay leche como la de la madre»--repetía, y al redargüir su cuñado: «Sí,
+pero es tan débil que corren peligro ella y el niño, y éste se criará
+enclenque», replicaba implacable la soberana del hogar: «¡Pretextos y
+habladurías! Una mujer a la que se le puede alimentar, puede siempre
+criar y la naturaleza ayuda, y en cuanto al niño, te repito que la mejor
+leche es la de la madre, si no está envenenada.» Y luego, bajando la
+voz, agregaba: «Y no creo que le hayas envenenado la sangre a tu mujer.»
+Y Ramiro tenía que someterse. Y la querella terminó un día en que a
+nuevas instancias del hombre, que vió que su nueva mujer sufrió un
+vahido, para que le desahijaran el hijo, la soberana del hogar,
+cojiéndole aparte, le dijo: «¡Pero qué empeño, hombre! Cualquiera
+creería que te estorba el hijo...»
+
+--¿Cómo que me estorba el hijo...? No lo comprendo...
+
+--¿No lo comprendes? ¡Pues yo sí!
+
+--Como no te expliques...
+
+--¿Que me explique? ¿Te acuerdas de lo de aquel bárbaro de Pascualón, el
+guarda de tu cortijo de Majadalaprieta?
+
+--¿Qué? ¿Aquello que comentamos de la insensibilidad con que recibió la
+muerte de su hijo...?
+
+--Sí.
+
+--¿Y qué tiene que ver esto con aquello? Por Dios, Tula...
+
+--Que a mí aquello me llegó al fondo del alma, me hirió profundamente y
+quise averiguar la raíz del mal...
+
+--Tu manía de siempre...
+
+--Sí, ya me decía el pobre tío que yo era como Eva, empeñada en conocer
+la ciencia del bien y del mal.
+
+--¿Y averiguaste...?
+
+--Que a aquel... hombre...
+
+--¿Ibas a decir...?
+
+--Que a aquel hombre, digo, le estorbaba el niño para más cómodamente
+disponer de su mujer. ¿Lo entiendes?
+
+--¡Qué barbaridad!
+
+Pero ya Ramiro tuvo que darse por vencido y dejó que su Manuela criara
+al niño mientras Gertrudis lo dispusiese así.
+
+Y ahora se encontraba ésta con que tenía que criar a la pequeñuela, a la
+hija de la muerte, y que forzosamente había de dársela a una madre de
+alquiler, buscándole un pecho mercenario. Y esto le horrorizaba.
+Horrorizábale porque temía que cualquier nodriza, y más si era soltera,
+pudiese tener envenenada, con la sangre, la leche, y abusase de su
+posición. «Si es soltera--se decía--, ¡malo! Hay que vigilarla para que
+no vuelva al novio o acaso a otro cualquiera, y si es casada, malo
+también, y peor aún si dejó al hijo propio para criar el ajeno.» Porque
+esto era lo que sobre todo le repugnaba. Vender el jugo maternal de las
+propias entrañas para mantener mal, para dejarlos morir acaso de hambre,
+a los propios hijos, era algo que le causaba dolorosos retortijones en
+las entrañas maternales. Y así es como se vió desde un principio en
+conflicto con las amas de cría de la pobre criatura, y teniendo que
+cambiar de ellas cada cuatro días. ¡No poder criarle ella misma! Hasta
+que tuvo que acudir a la lactancia artificial.
+
+Pero el artificio se hizo en ella arte, y luego poesía, y por fin más
+profunda naturaleza que la del instinto ciego. Fué un culto, un
+sacrificio, casi un sacramento. El biberón, ese artefacto industrial,
+llegó a ser para Gertrudis el símbolo y el instrumento de un rito
+religioso. Limpiaba los botellines, cocía los pisgos cada vez que los
+había empleado, preparaba y esterilizaba la leche con el ardor recatado
+y ansioso con que una sacerdotisa cumpliría un sacrificio ritual. Cuando
+ponía el pisgo de caucho en la boquita de la pobre criatura, sentía que
+le palpitaba y se le encendía la propia mama. La pobre criatura posaba
+alguna vez su manecita en la mano de Gertrudis, que sostenía el frasco.
+
+Se acostaba con la niña, a la que daba calor con su cuerpo, y contra
+éste guardaba el frasco de la leche por si de noche se despertaba
+aquélla pidiendo alimento. Y se le antojaba que el calor de su carne,
+enfebrecida a ratos por la fiebre de la maternidad virginal, de la
+virginidad maternal, daba a aquella leche industrial una virtud de vida
+materna y hasta que pasaba a ella, por misterioso modo, algo de los
+ensueños que habían florecido en aquella cama solitaria. Y al darle de
+mamar, en aquel artilugio, por la noche, a oscuras y a solas las dos,
+poníale a la criaturita uno de sus pechos estériles, pero henchidos de
+sangre, al alcance de las manecitas para que siquiera las posase sobre
+él mientras chupaba el jugo de vida. Antojábasele que así una vaga y
+dulce ilusión animaría a la huérfana. Y era ella, Gertrudis, la que así
+soñaba. ¿Qué? Ni ella misma lo sabía bien.
+
+Alguna vez la criaturita se vomitó sobre aquella cama, limpia siempre
+hasta entonces como una patena, y de pronto sintió Gertrudis la punzada
+de la mancha. Su pasión morbosa por la pureza, de que procedía su culto
+místico a la limpieza, sufrió entonces, y tuvo que esforzarse para
+dominarse. Comprendía, sí, que no cabe vivir sin mancharse y que aquella
+mancha era inocentísima, pero los cimientos de su espíritu se conmovían
+dolorosamente con ello. Y luego le apretaba a la criaturita contra sus
+pechos pidiéndole perdón en silencio por aquella tentación de su
+pureza.
+
+
+
+
+XIX
+
+
+FUERA de este cuidado maternal por la pobre criaturita de la muerte de
+Manuela, cuidado que celaba una expiación y un culto místicos, y sin
+desatender a los otros y esforzándose por no mostrar preferencias a
+favor de los de su sangre, Gertrudis se preocupaba muy en especial de
+Ramirín y seguía su educación paso a paso, vigilando todo lo que en él
+pudiese recordar rasgos de su padre, a quien físicamente se parecía
+mucho. «Así sería a su edad»--pensaba la tía y hasta buscó y llegó a
+encontrar entre los papeles de su cuñado retratos de cuando éste era un
+chicuelo y los miraba y remiraba para descubrir en ellos al hijo. Porque
+quería hacer de éste lo que de aquél habría hecho a haberle conocido y
+podido tomar bajo su amparo y crianza cuando fué un mozuelo a quien se
+le abrían los caminos de la vida. «Que no se equivoque como él--se
+decía--, que aprenda a detenerse para elegir, que no encadene la
+voluntad antes de haberla asentado en su raíz viva, en el amor perfecto
+y bien alumbrado, a la luz que le sea propia.» Porque ella creía que no
+era al suelo, sino al cielo, a lo que había que mirar antes de plantar
+un retoño; no al mantillo de la tierra, sino a las razas de lumbre que
+del sol le llegaran, y que crece mejor el arbolito que prende sobre una
+roca al solano dulce del mediodía que no el que sobre un mantillo
+vicioso y graso se alza a la umbría. La luz era la pureza.
+
+Fué con Ramirín aprendiendo todo lo que él tenía que aprender, pues le
+tomaba a diario las lecciones. Y así satisfacía aquella ansia por saber
+que desde niña le había aquejado y que hizo que su tío le comparase
+alguna vez con Eva. Y de entre las cosas que aprendió con su sobrino y
+para enseñárselas, pocas le interesaron más que la geometría. ¡Nunca lo
+hubiese ella creído! Y es que en aquellas demostraciones de la
+geometría, ciencia árida y fría al sentir de los más, encontraba
+Gertrudis un no sabía qué de luminosidad y de pureza. Años después, ya
+mayor Ramirín, y cuando el polvo que fué la carne de su tía reposaba
+bajo tierra, sin luz de sol, recordaba el entusiasmo con que un día de
+radiante primavera le explicaba cómo no puede haber más que cinco y sólo
+cinco poliedros regulares; tres formados de triángulos: el tetraedro, de
+cuatro; el octaedro, de ocho, y el icosaedro, de veinte; uno de
+cuadrados: el cubo, de seis, y uno de pentágonos: el dodecaedro, de
+doce. «¿Pero no ves qué claro?», me decía--contaba el sobrino--; «¿no lo
+ves?, sólo cinco y no más que cinco, ni uno menos, ni uno más, ¡qué
+bonito! ¡Y no puede ser de otro modo, tiene que ser así!», y al decirlo
+me mostraba los cinco modelos en cartulina blanca, blanquísima, que ella
+misma había construído, con sus santas manos, que eran prodigiosas para
+toda labor, y parecía como si acabase de descubrir por sí misma la ley
+de los cinco poliedros regulares... ¡pobre tía Tula! Y recuerdo que como
+a uno de aquellos modelos geométricos le cayera una mancha de grasa,
+hizo otro porque decía que con la mancha no se veía bien la
+demostración. Para ella la geometría era luz y pureza.
+
+En cambio huyó de enseñarle anatomía y fisiología. «Esas son
+porquerías--decía--y en que nada se sabe de cierto ni de claro.»
+
+Y lo que sobre todo acechaba era el alborear de la pubertad en su
+sobrino. Quería guiarle en sus primeros descubrimientos sentimentales y
+que fuese su amor primero el último y el único. «¿Pero es que hay un
+primer amor?», se preguntaba a sí misma sin acertar a responderse.
+
+Lo que más temía era las soledades de su sobrino. La soledad, no siendo
+a toda luz, la temía. Para ella no había más soledad santa que la del
+sol y la de la Virgen de la Soledad cuando se quedó sin su Hijo, el Sol
+del Espíritu. «Que no se encierre en su cuarto--pensaba--, que no esté
+nunca, a poder ser, solo; hay soledad que es la peor compañía; que no
+lea mucho sobre todo, que no lea mucho; y que no se esté mirando
+grabados.» No temía tanto para su sobrino a lo vivo cuanto a lo muerto,
+a lo pintado. «La muerte viene por lo muerto»--pensaba.
+
+Confesábase Gertrudis con el confesor de Ramirín, y era para, dirigiendo
+al director del muchacho en la dirección de éste, ser ella la que de
+veras le dirigiese. Y por eso en sus confesiones hablaba más que de sí
+misma de su hijo mayor, como le llamaba. «Pero es, señora, que usted
+viene aquí a confesar sus pecados y no los de otros»--le tuvo que decir
+alguna vez el padre Alvarez, a lo que ella contestó: «Y si ese chico es
+mi pecado...»
+
+Cuando una vez creyó observar en el muchacho inclinaciones ascéticas,
+acaso místicas, acudió alarmada al padre Alvarez.
+
+--¡Eso no puede ser, padre!
+
+--Y si Dios le llamase por ese camino...
+
+--No, no le llama por ahí; lo sé, lo sé mejor que usted y desde luego
+mejor que él mismo; eso es... la sensualidad que se le despierta...
+
+--Pero, señora...
+
+--Sí, anda triste, y la tristeza no es señal de vocación religiosa. ¡Y
+remordimiento no puede ser! ¿De qué...?
+
+--Los juicios de Dios, señora...
+
+--Los juicios de Dios son claros. Y esto es oscuro. Quítele eso de la
+cabeza. ¡El ha nacido para padre y yo para abuela!
+
+--¡Ya salió aquello!
+
+--¡Sí, ya salió aquello!
+
+--¡Y cómo le pesa a usted eso! Líbrese de ese peso... Me ha dicho cien
+veces que había ahogado ese mal pensamiento...
+
+--¡No puedo, padre, no puedo! Que ellos, que mis hijos--porque son mis
+hijos, mis verdaderos hijos--que ellos no lo sepan, que no lo sepan,
+padre, que no lo adivinen...
+
+--Cálmese, señora, por Dios, cálmese... y deseche esas aprensiones...
+esas tentaciones del Demonio, se lo he dicho cien veces... Sea la que
+es... la tía Tula que todos conocemos y veneramos y admiramos...; sí,
+admiramos...
+
+--¡No, padre, no! ¡Usted lo sabe! Por dentro soy otra...
+
+--Pero hay que ocultarlo...
+
+--Sí, hay que ocultarlo, sí; pero hay días en que siento ganas de reunir
+a sus hijos, a mis hijos...
+
+--¡Sí, suyos, de usted!
+
+--¡Sí, yo madre, como usted... padre!
+
+--Deje eso, señora, deje eso...
+
+--Sí, reunirles y decirles que toda mi vida ha sido una mentira, una
+equivocación, un fracaso...
+
+--Usted se calumnia, señora. Esa no es usted, usted es la otra... la que
+todos conocemos... la tía Tula...
+
+--Yo le hice desgraciado, padre; yo le hice caer dos veces: una con mi
+hermana, otra vez con otra...
+
+--¿Caer?
+
+--¡Caer, sí! ¡Y fué por soberbia!
+
+--No, fué por amor, por verdadero amor...
+
+--Por amor propio, padre--y estalló a llorar.
+
+
+
+
+XX
+
+
+LOGRÓ sacar a su sobrino de aquellas veleidades ascéticas y se puso a
+vigilarle, a espiar la aparición del primer amor. «Fíjate bien, hijo--le
+decía--y no te precipites, que una vez que hayas comprometido a una no
+debes dejarla...»
+
+--Pero, mamá, si no se trata de compromisos... Primero hay que probar...
+
+--No, nada de pruebas; nada de esos noviazgos; nada de eso de «hablo con
+Fulana». Todo seriamente...
+
+En rigor la tía Tula había ya hecho, por su parte, su elección y se
+proponía ir llevando dulcemente a su Ramirín a aquella que le había
+escojido, a Caridad.
+
+--Parece que te fijas en Carita--le dijo un día.
+
+-¡Psé!
+
+--Y ella en ti, si no me equivoco.
+
+--Y tú en los dos, a lo que parece...
+
+--¿Yo? Eso es cosa vuestra, hijo mío, cosa vuestra...
+
+Pero les fué llevando el uno al otro, y consiguió su propósito. Y luego
+se propuso casarlos cuanto antes. «Y que venga acá--decía--y viviremos
+todos juntos, que hay sitio para todos... ¡Una hija más!»
+
+Y cuando hubo llevado a Carita a su casa, como mujer de su sobrino, era
+con ésta con la que tenía sus confidencias. Y era de quien trataba de
+sonsacar lo íntimo de su sobrino.
+
+Le obligó, ya desde un principio, a que le tutease y le llamase madre. Y
+le recomendaba que cuidase sobre todo de la pequeñita, de la mansa,
+tranquila y medrosica Manolita.
+
+--Mira, Caridad--le decía--, cuida sobre todo de esa pobrecita, que es
+lo más inocente y lo más quebradizo que hay y buena como el pan... Es mi
+obra...
+
+--Pero si la pobrecita apenas levanta la voz... si ni se le siente andar
+por la casa... Parece como que tuviera vergüenza hasta de presentarse...
+
+--Sí, sí, es así... Harto he hecho por infundirle valor, pero en no
+estando arrimada a mí, cosida a mi falda, la pobrecita se encuentra como
+perdida. ¡Claro, como criada con biberón!
+
+--El caso es que es laboriosa, obediente, servicial, pero ¡habla tan
+poco...! ¡Y luego no se la oye reir nunca...!
+
+--Sólo alguna vez cuando está a solas conmigo, porque entonces es otra
+cosa, es otra Manolita... entonces resucita... Y trato de animarla, de
+consolarla, y me dice: «No te canses, mamita, que yo soy así... y
+además, no estoy triste...»
+
+--Pues lo parece...
+
+--Lo parece, sí, pero he llegado a creer que no lo está. Porque yo, yo
+misma, ¿qué te parezco, Carita, triste o alegre?
+
+--Usted, tía...
+
+--¿Qué es eso de usted y de tía?
+
+--Bueno, tú, mamá, tú... pues no sé si eres triste o alegre, pero a mí
+me pareces alegre...
+
+--¿Te parezco así? ¡Pues basta!
+
+--Por lo menos a mí me alegras...
+
+--Y es a lo que nos manda Dios a este mundo, a alegrar a los demás.
+
+--Pero para alegrar a los demás hay que estar alegre una...
+
+--O no...
+
+--¿Cómo no?
+
+--Nada alegra más que un rayo de sol, sobre todo si da sobre la verdura
+del follaje de un árbol, y el rayo de sol no está ni alegre ni triste, y
+quién sabe... acaso su propio fuego le consume... El rayo de sol alegra
+porque está limpio; todo lo limpio alegra... Y esa pobre Manolita debe
+alegrarte, porque a limpia...
+
+--¡Sí, eso sí! Y luego esos ojos que tiene, que parecen...
+
+--Parecen dos estanques quietos entre verdura... Los he estado mirando
+muchas veces y desde cerca. Y no sé de dónde ha sacado esos ojos... No
+son de su madre, que tenía ojos de tísica, turbios de fiebre... ni son
+los de su padre, que eran...
+
+--¿Sabes de quién parecen esos ojos?
+
+--¿De quién?--y Gertrudis temblaba al preguntarlo.
+
+--¡Pues son tus ojos...!
+
+--Puede ser... puede ser... No me los he mirado nunca de cerca ni puedo
+vérmelos desde dentro, pero puede ser... puede ser... Al menos le he
+enseñado a mirar...
+
+
+
+
+XXI
+
+
+¿QUÉ le pasaba a la pobre Gertrudis que se sentía derretir por dentro?
+Sin duda había cumplido su misión en el mundo. Dejaba a su sobrino
+mayor, a su Ramiro, a su otro Ramiro, a cubierto de la peor tormenta,
+embarcado en su barca de por vida, y a los otros hijos al amparo de él;
+dejaba un hogar encendido y quien cuidase de su fuego. Y se sentía
+deshacer. Sufría frecuentes embaimientos, desmayos, y durante días
+enteros lo veía todo como en niebla, como si fuese bruma y humo todo. Y
+soñaba; soñaba como nunca había soñado. Soñaba lo que habría sido si
+Ramiro hubiese dejado por ella a Rosa. Y acababa diciéndose que no
+habrían sido de otro modo las cosas. Pero ella había pasado por el mundo
+fuera del mundo. El padre Alvarez creía que la pobre Gertrudis
+chocheaba antes de tiempo, que su robusta inteligencia flaqueaba y que
+flaqueaba al peso mismo de su robustez. Y tenía que defenderle de
+aquellas sus viejas tentaciones.
+
+Cuando un día se le acercó Caridad y, al oído, le dijo: «¡Madre...!», al
+notarle el rubor que le encendía el rostro, exclamó: «¿Qué? ¿Ya?» «¡Sí,
+ya!»--susurró la muchacha. «¿Estás segura?» «¡Segura; si no, no te lo
+habría dicho!» Y Gertrudis, en medio de su goce, sintió como si una
+espada de hielo le atravesase por medio el corazón. Ya no tenía qué
+hacer en el mundo más que esperar al nieto, al nieto de los suyos, de su
+Ramiro y su Rosa, a su nieto, e ir luego a darles la buena nueva. Ya
+apenas se cuidaba más que de Caridad, que era quien para ella llenaba la
+casa. Hasta de Manolita, de su obra, se iba descuidando, y la pobre niña
+lo sentía; sentía que el esperado iba relegándole en la sombra.
+
+--Ven acá--le decía Gertrudis a Caridad, cuando alguna vez se
+encontraban a solas, ocasión que acechaba--, ven acá, siéntate aquí, a
+mi lado... ¿Qué, le sientes, hija mía, le sientes?
+
+--Algunas veces...
+
+--¿No llama? ¿No tiene prisa por salir a luz, a la luz del sol? Porque
+ahí dentro, a oscuras... aunque esté ello tan tibio, tan sosegado... ¿No
+da empujoncitos? Si tarda no me va a ver... no le voy a ver... Es decir:
+¡si tarda, no!, si me apresuro yo...
+
+--Pero, madre, no diga esas cosas...
+
+--¡_No digas_, hija! Pero me siento derretir... ya no soy para nada...
+Veo todo como empañado... como en sueños... Si no lo supiera no podría
+ahora decir si tu pelo es rubio o moreno...
+
+Y le acariciaba lentamente la espléndida cabellera rubia. Y como si
+viese con los dedos, añadía: «Rubia, rubia como el sol...»
+
+--Si es chico, ya lo sabes, Ramiro, y si es chica... Rosa...
+
+--No, madre, sino Gertrudis... Tula, mamá Tula.
+
+--¡Tula... bueno...! Y mejor si fuese una pareja, mellizos, pero chico y
+chica...
+
+--¡Por Dios, madre!
+
+--¿Qué? ¿Crees que no podrías con eso? ¿Te parece demasiado trabajo?
+
+--Yo... no sé... no sé nada de eso, madre; pero...
+
+--Sí, eso es lo perfecto, una parejita de gemelos... un chico y una
+chica que han estado abrazaditos cuando no sabían nada del mundo, cuando
+no sabían ni que existían; que han estado abrazaditos al calorcito del
+vientre materno... Algo así debe de ser el cielo...
+
+--¡Qué cosas se te ocurren, mamá Tula!
+
+--No ves que me he pasado la vida soñando...
+
+Y en esto, mientras soñaba así y como para guardar en su pecho este
+último ensueño y llevarlo como viático al seno de la madre tierra, la
+pobre Manolita cayó gravemente enferma. «¡Ah!, yo tengo la culpa--se
+dijo Gertrudis--, yo que con esto de la parejita de mi ensueño me he
+descuidado de esa pobre avecilla... Sin duda en un momento en que
+necesitaba de mi arrimo ha debido de cojer algún frío...» Y sintió que
+le volvían las fuerzas, unas fuerzas como de milagro. Se le despejó la
+cabeza, y se dispuso a cuidar a la enferma.
+
+--Pero, madre--le decía Caridad--, déjeme que le cuide yo, que le
+cuidemos nosotras... entre yo, Rosita y Elvira le cuidaremos.
+
+--No; tú no puedes cuidarla como es debido, no debes cuidarla... Tú te
+debes al que llevas, a lo que llevas, y no es cosa de que por atender a
+ésta malogres lo otro... y en cuanto a Rosita y Elvira, sí, son sus
+hermanas, la quieren como tales, pero no entienden de eso, y además la
+pobre, aunque se aviene a todo, no se halla sin mí... Un simple vaso de
+agua que yo le sirva le hace más provecho que todo lo que los demás le
+podáis hacer. Yo sola sé arreglarle la almohada de modo que no le duela
+en ella la cabeza y que no tenga luego pesadillas...
+
+--Sí, es verdad...
+
+--¡Claro, yo la crié...! Y yo debo cuidarle.
+
+Resucitó. Volvióle todo el luminoso y fuerte aplomo de sus días más
+heroicos. Ya no le temblaba el pulso ni le vacilaban las piernas. Y
+cuando teniendo el vaso con la pócima medicinal que a las veces tenía
+que darle, la pobre enferma le posaba las manos febriles en sus manos
+firmes y finas, pasaba sobre su enlace como el resplandor de un dulce
+recuerdo, casi borrado para la encamada. Y luego se sentaba la tía Tula
+junto a la cama de la enferma y se estaba allí, y ésta no hacía sino
+mirarle en silencio.
+
+--¿Me moriré, mamita?--preguntaba la niña.
+
+--¿Morirte? ¡No, pobrecita alondra, no! Tú tienes que vivir...
+
+--Mientras tú vivas...
+
+--Y después... y después...
+
+--Después... no... ¿para qué...?
+
+--Pero las muchachas deben vivir...
+
+--¿Para qué...?
+
+--Pues... para vivir... para casarse... para criar familia...
+
+--Pues tú no te casaste, mamita...
+
+--No, yo no me casé; pero como si me hubiese casado... Y tú tienes que
+vivir para cuidar de tu hermano...
+
+--Es verdad... de mi hermano... de mis hermanos...
+
+--Sí, de todos ellos...
+
+--Pero si dicen, mamita, que yo no sirvo para nada...
+
+--¿Y quién dice eso, hija mía?
+
+--No, no lo dicen... no lo dicen... pero lo piensan...
+
+--¿Y cómo sabes tú que lo piensan?
+
+--¡Pues... porque lo sé! Y además, porque es verdad... porque yo no
+sirvo para nada, y después de que tú te me mueras yo nada tengo que
+hacer aquí... Si tú te murieras me moriría de frío...
+
+--Vamos, vamos, arrópate bien y no digas esas cosas... Y voy a
+arreglarte esa medicina...
+
+Y fué a ocultar sus lágrimas y a echarse a los pies de su imagen de la
+Virgen de la Soledad y a suplicarla: «¡Mi vida por la suya, Madre, mi
+vida por la suya! Siente que yo me voy, que me llaman mis muertos, y
+quiere irse conmigo; quiere arrimarse a mí, arropada por la tierra, allí
+abajo, donde no llega la luz, y que yo le preste no sé qué calor... ¡Mi
+vida por la suya, Madre, mi vida por la suya! Que no caiga tan pronto
+esa cortina de tierra de las tinieblas sobre esos ojos en que la luz no
+se quiebra, sobre esos ojos que dicen que son los míos, sobre esos ojos
+sin mancha que le di yo... sí, yo... Que no se muera... que no se
+muera... Sálvala, Madre, aunque tenga yo que irme sin ver al que ha de
+venir...»
+
+Y se cumplió su ruego.
+
+La pobre niña enferma fué recobrando vida; volvieron los colores de rosa
+a sus mejillas; volvió a mirar la luz del sol dando en el verdor de los
+árboles del jardincito de la casa, pero la tía Tula cayó con una
+broncopneumonía cojida durante la convalecencia de Manolita. Y entonces
+fué ésta la que sintió que brotaba en sus entrañas un manadero de salud,
+pues tenía que cuidar a la que le había dado vida.
+
+Toda la casa vió con asombro la revelación de aquella niña.
+
+--Di a Manolita--decía Gertrudis a Caridad--que no se afane tanto, que
+aún estará débil... Tú tampoco, por supuesto; tú te debes a los tuyos,
+ya lo sabes... Con Rosita y Elvira basta... Además, como todo ha de ser
+inútil... Porque yo ya he cumplido...
+
+--Pero, madre...
+
+--Nada, lo dicho, y que esa palomita de Dios no se malgaste...
+
+--Pero si se ha puesto tan fuerte... Jamás hubiese creído...
+
+--Y ella que se quería morir y creía morirse... Y yo también lo temí...
+¡Porque la pobre me parecía tan débil...! Claro, no conoció a su padre
+que estaba ya herido de muerte cuando la engendró... y en cuanto a su
+pobre madre, yo creo que siempre vivió medio muerta... ¡Pero esa chica
+ha resucitado!
+
+--¡Sí, al verte en peligro ha resucitado!
+
+--¡Claro, es mi hija!
+
+--¿Más?
+
+--¡Sí, más! Te lo quiero declarar ahora que estoy en el zaguán de la
+eternidad; si, más. ¡Ella y tú!
+
+--¿Ella y yo?
+
+--¡Sí, ella y tú! Y porque no tenéis mi sangre. Ella y tú. Ella tiene la
+sangre de Ramiro, no la mía, pero la he hecho yo, ¡es obra mía! Y a ti
+yo te casé con mi hijo.
+
+--Lo sé...
+
+--Sí, como le casé a su padre con su madre, con mi hermana, y luego le
+volví a casar con la madre de Manolita...
+
+--Lo sé... lo sé...
+
+--Sé que lo sabes, pero no todo...
+
+--No, todo no...
+
+--Ni yo tampoco... O al menos no quiero saberlo. Quiero irme de este
+mundo sin saber muchas cosas... Porque hay cosas que el saberlas
+mancha... Eso es el pecado original, y la Santísima Virgen Madre nació
+sin mancha de pecado original...
+
+--Pues yo he oído decir que lo sabía todo...
+
+--No, no lo sabía todo; no conocía la ciencia del mal... que es
+ciencia...
+
+--Bueno, no hables tanto, madre, que te perjudica...
+
+--Más me perjudica cavilar, y si me callo cavilo... cavilo...
+
+
+
+
+XXII
+
+
+LA tía Tula no podía ya más con su cuerpo. El alma le revoloteaba dentro
+de él, como un pájaro en una jaula que se desvencija, a la que deja con
+el dolor de quien le desollaran, pero ansiando volar por encima de las
+nubes. No llegaría a ver al nieto. ¿Lo sentía? «Allá arriba, estando con
+ellos--soñaba--sabré cómo es, y si es niño o niña... o los dos... y lo
+sabré mejor que aquí, pues desde allí arriba se ve mejor y más limpio lo
+de aquí abajo.»
+
+La última fiebre teníala postrada en cama. Apenas si distinguía a sus
+sobrinos más que por el paso, sobre todo a Caridad y a Manolita. El paso
+de aquélla, de Caridad, llegábale como el de una criatura cargada de
+fruto y hasta le parecía oler a sazón de madurez. Y el de Manolita era
+tan leve como el de un pajarito que no se sabe si corre o vuela a ras de
+tierra. «Cuando ella entra--se decía la tía--siento rumor de alas caídas
+y quietas.»
+
+Quiso despedirse primero de ésta, a solas, y aprovechó un momento en que
+vino a traerle la medicina. Sacó el brazo de la cama, lo alargó como
+para bendecirla, y poniéndole la mano sobre la cabeza, que ella inclinó
+con los claros ojos empañados, le dijo:
+
+--¿Qué, palomita sin hiel, quieres todavía morirte...? ¡La verdad!
+
+--Si con ello consiguiera...
+
+--Que yo no me muera, ¿eh? No, no debes querer morirte... tienes a tu
+hermano, a tus hermanos... Estuviste cerca de ello, pero me parece que
+la prueba te curó de esas cosas... ¿No es así? Dímelo como en confesión,
+que voy a contárselo a los nuestros...
+
+--Sí, ya no se me ocurren aquellas tonterías...
+
+--¿Tonterías? No, no eran tonterías. ¡Ah!, y ahora que dices eso de
+tonterías, tráeme tu muñeca, porque la guardas, ¿no es así? Si, sé que
+la guardas... Tráeme aquella muñeca, ¿sabes? Quiero despedirme de ella
+también y que se despida de mí... ¿Te acuerdas? Vamos, ¿a que no te
+acuerdas?
+
+--Sí, madre, me acuerdo.
+
+--¿De qué te acuerdas?
+
+--De cuando se me cayó en aquel patín de la huerta y Elvira me llamaba
+tonta porque lloraba tanto y me decía que de nada sirve llorar...
+
+--Eso... eso... ¿y qué más? ¿Te acuerdas de más?
+
+--Sí, del cuento que nos contaste entonces...
+
+--¿A ver, qué cuento?
+
+--De la niña que se le cayó la muñeca en un pozo seco adonde no podía
+bajar a sacarla y se puso a llorar, a llorar, a llorar, y lloró tanto
+que se llenó el pozo con sus lágrimas y salió flotando en ellas la
+muñeca...
+
+--¿Y qué dijo Elvirita a eso? ¿Qué dijo? Que no me acuerdo...
+
+--Sí, sí se acuerda, madre...
+
+--Bueno, ¿pues qué dijo?
+
+--Dijo que la niña se quedaría seca y muerta de haber llorado tanto...
+
+--¿Y yo qué dije?
+
+--Por Dios, madre...
+
+--Bueno, no lo digas, pero no llores así, palomita, no llores así...
+que por mucho que llores no se llenará con tus lágrimas el pozo en que
+voy cayendo y no saldré flotando...
+
+--Si pudiera ser...
+
+--¡Ah, sí! Si pudiera ser yo saldría a cojerte y llevarte conmigo...
+Pero hay que esperar la hora. Y cuida de tus hermanos. Te los entrego a
+ti, ¿sabes? a ti. Haz que no se den cuenta de que me he muerto.
+
+--Haré todo lo que pueda...
+
+--Y yo te ayudaré desde arriba.
+
+--Que no se enteren de que me he muerto...
+
+--Te rezaré, madre...
+
+--A la Virgen, hija, a la Virgen...
+
+--Te rezaré, madre, todas las noches antes de acostarme...
+
+--Bueno, no llores así...
+
+--Pero si no lloro, ¿no ves que no lloro?
+
+--Para lavar los ojos cuando han visto cosas feas no está mal, pero tú
+no has visto cosas feas, no puedes verlas...
+
+--Y si es caso, cerrando los ojos...
+
+--No, no, así se ven cosas más feas. Y pide por tu padre, por tu madre,
+por mí... No olvides a tu madre...
+
+--Si no la olvido...
+
+--Como no la conociste...
+
+--¡Sí, la conozco!
+
+--Pero a la otra, digo, a la que te trajo al mundo.
+
+--¡Sí, gracias a ti la conozco; a aquélla!
+
+--¡Pobrecilla! Ella no había conocido a la suya...
+
+--¡Su madre fuiste tú, lo sé bien!
+
+--Bueno, pero no llores...
+
+--¡Si no lloro!--y se enjugaba los ojos con el dorso de la mano
+izquierda mientras con la otra temblorosa, sostenía el vaso de la
+medicina.
+
+--Bueno, y ahora trae a la muñeca, que quiero verla. ¡Ah! ¡Y allí en un
+rincón de aquella arquita mía que tú sabes... ahí está la llave... sí,
+ésa, ésa!... Allí donde nadie ha tocado más que yo, y tú alguna vez;
+allí, junto a aquellos retratos, ¿sabes?, hay otra muñeca... la mía...
+la que yo tenía siendo niña... mi primer cariño... ¿el primero?...
+¡bueno! Tráemela también... Pero que no se entere ninguna de ésas, no
+digan que son tonterías nuestras, porque las tontas somos nosotras...
+Tráeme las dos muñecas, que me despida de ellas, y luego nos pondremos
+serias para despedirnos de los otros... Vete, que me viene un mal
+pensamiento--y se santiguó.
+
+El mal pensamiento era que el susurro diabólico allá, en el fondo de las
+entrañas doloridas con el dolor de la partida, le decía: «¡muñecos
+todos!»
+
+
+
+
+XXIII
+
+
+LUEGO llamó a todos, y Caridad entre ellos.
+
+--Esto es, hijos míos, la última fiebre, el principio del fuego del
+Purgatorio...
+
+--Pero qué cosas dices, mamá...
+
+--Sí; el fuego del Purgatorio, porque en el Infierno no hay fuego... el
+Infierno es de hielo y nada más que de hielo. Se me está quemando la
+carne... Y lo que siento es irme sin ver, sin conocer, al que ha de
+llegar... o a la que ha de llegar... o a los que han de llegar...
+
+--Vamos, mamá...
+
+--Bueno, tú, Cari, cállate y no nos vengas ahora con vergüenza... Porque
+yo querría contarles todo a los que me llaman... Vamos, no lloréis
+así... Allí están... los tres...
+
+--Pero no digas esas cosas...
+
+--Ah, ¿queréis que os diga cosas de reir? Las tonterías ya nos las hemos
+dicho Manolita y yo, las dos tontas de la casa, y ahora hay que hacer
+esto como se hace en los libros...
+
+--Bueno, ¡no hables tanto! El médico ha dicho que no se te deje hablar
+mucho.
+
+--¿Ya estás ahí tú, Ramiro? ¡El hombre! ¿El médico dices? ¿Y qué sabe el
+médico? No le hagáis caso... Y además es mejor vivir una hora hablando
+que dos días más en silencio. Ahora es cuando hay que hablar. Además,
+así me distraigo y no pienso en mis cosas...
+
+--Pues ya sabes que el padre Alvarez te ha dicho que pienses ahora en
+tus cosas...
+
+--Ah, ¿ya estás ahí tú, Elvira, la juiciosa? ¿Conque el padre Alvarez,
+eh?... el del remedio... ¿Y qué sabe el padre Alvarez? ¡Otro médico!
+¡Otro hombre! Además, yo no tengo cosas mías en que pensar... yo no
+tengo mis cosas... Mis cosas son las vuestras... y las de ellos... las
+de los que me llaman... Yo no estoy ni viva ni muerta... no he estado
+nunca ni viva ni muerta... ¿Qué? ¿Qué dices tú ahí, Enriquín? Que estoy
+delirando...
+
+--No, no digo eso...
+
+--Sí, has dicho eso, te lo he oído bien... se lo has dicho al oído a
+Rosita... No ves que siento hasta el roce en el aire de las alas quietas
+de Manolita. Pues si deliro... ¿qué?
+
+--Que debes descansar...
+
+--Descansar... descansar... ¡tiempo me queda para descansar!
+
+--Pero no te destapes así...
+
+--Si es que me abraso... Y ya sabes, Caridad, Tula, Tula como yo... y
+él, el otro, Ramiro... Sí, son dos, él y ella, que estarán ahora
+abrazaditos... al calorcito...
+
+Callaron todos un momento. Y al oir la moribunda sollozos entrecortados
+y contenidos, añadió:
+
+--Bueno, ¡hay que tener ánimo! Pensad bien, bien, muy bien, lo que
+hayáis de hacer, pensadlo muy bien... que nunca tengáis que arrepentiros
+de haber hecho algo y menos de no haberlo hecho... Y si veis que el que
+queréis se ha caído en una laguna de fango y aunque sea en un pozo
+negro, en un albañal, echaos a salvarle, aun a riesgo de ahogaros,
+echaos a salvarle... que no se ahogue él allí... o ahogaros juntos... en
+el albañal... servidle de remedio... sí, de remedio... ¿que morís entre
+légamo y porquería? no importa... Y no podréis ir a salvar al compañero
+volando sobre el ras del albañal porque no tenemos alas... no, no
+tenemos alas... o son alas de gallina, de no volar... y hasta las alas
+se mancharían con el fango que salpica el que se ahoga en él... No, no
+tenemos alas... a lo más de gallina... no somos ángeles... lo seremos en
+la otra vida... donde no hay fango... ni sangre! Fango hay en el
+Purgatorio, fango ardiente, que quema y limpia... fango que limpia,
+sí... En el Purgatorio les queman a los que no quisieron lavarse con
+fango... sí, con fango... Les queman con estiércol ardiente... les lavan
+con porquería... Es lo último que os digo, no tengáis miedo a la
+podredumbre... Rogad por mí, y que la Virgen me perdone.
+
+Le dió un desmayo. Al volver de él no coordinaba los pensamientos. Entró
+luego en una agonía dulce. Y se apagó como se apaga una tarde de otoño
+cuando las últimas razas del sol, filtradas por nubes sangrientas, se
+derriten en las aguas serenas de un remanso del río en que se reflejan
+los álamos--sanguíneo su follaje también--que velan a sus orillas.
+
+
+
+
+XXIV
+
+
+¿MURIÓ la tía Tula? No, sino que empezó a vivir en la familia, e
+irradiando de ella, con una nueva vida más entrañada y más vivífica, con
+la vida eterna de la familiaridad inmortal. Ahora era ya para sus hijos,
+sus sobrinos, la Tía, no más que la Tía, ni _madre_ ya ni _mamá_, ni aun
+tía Tula, sino sólo la Tía. Fué este nombre de invocación, de verdadera
+invocación religiosa, como el canonizamiento doméstico de una santidad
+de hogar. La misma Manolita, su más hija y la más heredera de su
+espíritu, la depositaria de su tradición, no le llamaba sino la Tía.
+
+Mantenía la unidad y la unión de la familia, y si al morir ella
+afloraron a vista de todos, haciéndose patentes, divisiones intestinas
+antes ocultas, alianzas defensivas y ofensivas entre los hermanos, fué
+porque esas divisiones brotaban de la vida misma familiar que ella creó.
+Su espíritu provocó tales disensiones y bajo de ellas y sobre ellas la
+unidad fundamental y culminante de la familia. La tía Tula era el
+cimiento y la techumbre de aquel hogar.
+
+Formáronse en éste dos grupos: de un lado, Rosita, la hija mayor de
+Rosa, aliada con Caridad, con su cuñada y no con su hermano, no con
+Ramiro; de otro, Elvira, la segunda hija de Rosa, con Enrique, su
+hermanastro, el hijo de la hospiciana, y quedaban fuera Ramiro y
+Manolita. Ramiro vivía, o más bien se dejaba vivir, atento a su hijo y
+al porvenir que podía depararle otros y a sus negocios civiles, y
+Manolita, atenta a mantener el culto de la Tía y la tradición del hogar.
+
+Manolita se preparaba a ser el posible lazo entre cuatro probables
+familias venideras. Desde la muerte de la Tía habíase revelado. Guardaba
+todo su saber, todo su espíritu; las mismas frases recortadas y
+aceradas, a las veces repetición de las que oyó a la otra, la misma
+doctrina, el mismo estilo y hasta el mismo gesto. «¡Otra
+tía!»--exclamaban sus hermanos, y no siempre llevándoselo a bien. Ella
+guardaba el archivo y el tesoro de la otra; ella tenía la llave de los
+cajoncitos secretos de la que se fué en carne y sangre; ella guardaba,
+con su muñeca de cuando niña, la muñeca de la niñez de la Tía, y algunas
+cartas, y el devocionario y el breviario de don Primitivo; ella era en
+la familia quien sabía los dichos y hechos de los antepasados dentro de
+memoria: de don Primitivo, que nada era de su sangre; de la madre del
+primer Ramiro; de Rosa; de su propia madre Manuela, la hospiciana--de
+ésta no dichos ni hechos, sino silencios y pasiones--, ella era la
+historia doméstica; por ella se continuaba la eternidad espiritual de la
+familia. Ella heredó el alma de ésta, espiritualizada en la Tía.
+
+¿Herencia? Se trasmite por herencia en una colmena el espíritu de las
+abejas, la tradición abejil, el arte de la melificación y de la fábrica
+del panal, la _abejidad_, y no se trasmite, sin embargo, por carne y por
+jugos de ella. La carnalidad se perpetúa por zánganos y por reinas, y ni
+los zánganos ni las reinas trabajaron nunca, no supieron ni fabricar
+panales, ni hacer miel, ni cuidar larvas, y no sabiéndolo, no pudieron
+trasmitir ese saber, con su carne y sus jugos, a sus crías. La tradición
+del arte de las abejas, de la fábrica del panal y el laboreo de la miel
+y la cera, es, pues, colateral y no de trasmisión de carne, sino de
+espíritu, y débese a las tías, a las abejas que ni fecundan huevecillos
+ni los ponen. Y todo esto lo sabía Manolita, a quien se lo había
+enseñado la Tía, que desde muy joven paró su atención en la vida de las
+abejas y la estudió y meditó, y hasta soñó sobre ella. Y una de las
+frases de íntimo sentido, casi esotérico, que aprendió Manolita de la
+Tía y que de vez en cuando aplicaba a sus hermanos, cuando dejaban muy
+al desnudo su masculinidad de instintos, era decirles: «¡Cállate,
+zángano!» Y zángano tenía para ella, como lo había tenido para la Tía,
+un sentido de largas y profundas resonancias. Sentido que sus hermanos
+adivinaban.
+
+La alianza entre Elvira, la hija del primer Ramiro que le costó la vida
+a Rosa, su primera mujer, y Enrique, el hijo del pecado de aquél y de la
+hospiciana, era muy estrecha. Queríanse los hermanastros más que
+cualesquiera otros de los cinco entre sí. Siempre andaban en cuchicheos
+y en secreteos. Y esta a modo de conjura desasosegábale a Manolita. No
+que le doliera que su hermano uterino, el salido del mismo vientre de
+donde ella salió, tuviese más apego a hermana nacida de otra madre, no;
+sentía que a ella no había de apegársele ninguno de sus hermanos y
+complacíase en ello. Pero aquel afecto más que fraternal le era
+repulsivo.
+
+--Ya estoy deseando--les dijo una vez--que uno de vosotros se enamore;
+que tú, Enrique, te eches novia o que a ésta, a ti, Elvira, te pretenda
+alguno...
+
+--¿Y para qué?--preguntó ésta.
+
+--Para que dejéis de andar así, de bracete por la casa, y con
+cuentecitos al oído y carantoñas, arrumacos y lagoterías...
+
+--Acaso entonces más...--dijo Enrique.
+
+--¿Y cómo así?
+
+--Porque ésta vendrá a contarme los secretos de su novio, ¿verdad,
+Elvira?, y yo le contaré, ¡claro está!, los de mi novia...
+
+--Sí, sí...--exclamó Elvira a punto de palmotear.
+
+--Y os reiréis uno y otro del otro novio y de la otra novia, ¿no es
+así?... ¡qué bonito!
+
+--Bueno, ¿y qué diría a esto la Tía?--preguntó Elvira mirándole a
+Manolita a los ojos.
+
+--Diría que no se debe jugar con las cosas santas y que sois unos
+chiquillos...
+
+--Pues no repitas con la Tía--le arguyó Enrique--aquello del Evangelio
+de que hay que hacerse niño para entrar en el reino de los cielos...
+
+--¡Niño, sí! ¡Chiquillo, no!
+
+--¿Y en qué se le distingue al niño del chiquillo...?
+
+--¿En qué? En la manera de jugar.
+
+--¿Cómo juega el chiquillo?
+
+--El chiquillo juega a persona mayor. Los niños no son, como los
+mayores, ni hombres ni mujeres, sino que son como los ángeles. Recuerdo
+haberle oído decir a la Tía que había oído que hay lenguas en que el
+niño no es ni masculino ni femenino, sino neutro...
+
+--Sí--añadió Enrique--en alemán. Y la señorita es neutro...
+
+--Pues esta señorita--dijo Manolita intentando, sin conseguirlo, teñir
+de una sonrisa estas palabras--no es neutra...
+
+--¡Claro que no soy neutra; pues no faltaba más...!
+
+--¡Pero bueno, nada de chiquilladas!
+
+--Chiquilladas, no; niñerías, eso, ¿no es eso?
+
+--¡Eso es!
+
+--Bueno, ¿y en qué las conoceremos?
+
+--Basta, que no quiero deciros más. ¿Para qué? Porque hay cosas que al
+tratar de decirlas se ponen más oscuras...
+
+--Bien, bien, tiíta--exclamó Elvira abrazándola y dándole un beso--, no
+te enfades así... ¿Verdad que no te enfadas, tiíta...?
+
+--No; y menos porque me llames tiíta...
+
+--Si lo hacía sin intención...
+
+--Lo sé; pero eso es lo peligroso. Porque la intención viene después...
+
+Enrique le hizo una carantoña a su hermana completa y cojiendo a la
+otra, a la hermanastra, por debajo de un brazo, se la llevó consigo.
+
+Y Manolita, viéndoles alejarse, quedó diciéndose: «¿Chiquillos? ¡En
+efecto, chiquillos! ¿Pero he hecho bien en decirles lo que les he dicho?
+¿He hecho bien, Tía?»--e invocaba mentalmente a la Tía.--«La intención
+viene después... ¿No soy yo la que con mis reconvenciones voy a darles
+una intención que les falta? Pero, ¡no, no! ¡Que no jueguen así! ¡Porque
+están jugando...! ¡Y ojalá les salga pronto el novio a ella y la novia a
+él!»
+
+
+
+
+XXV
+
+
+EL otro grupo lo formaban en la familia, no Rosita y Ramiro, sino la
+mujer de éste, Caridad, y aquella su cuñada. Aunque en rigor era Rosita
+la que buscaba a Caridad y le llevaba sus quejas, sus aprensiones, sus
+suspicacias. Porque iba, por lo común, a quejarse. Creíase, o al menos
+aparentaba creer, que era la desdeñada y la no comprendida. Poníase
+triste y como preocupada en espera de que le preguntasen qué era lo que
+tenía, y como nadie se lo preguntaba sufría con ello. Y menos que los
+otros hermanos se lo preguntaba Manolita, que se decía: «Si tiene algo
+de verdad y más que gana de mimo y de que nos ocupemos especialmente en
+ella, ya reventará!» Y la preocupada sufría con ello.
+
+A su cuñada, a Caridad, le iba sobre todo con quejas de su marido;
+complacíase en acusar a éste, a Ramiro, de egoísta. Y la mujer le oía
+pacientemente y sin saber qué decirle.
+
+--Yo no sé, Manuela--le decía a ésta Caridad, su cuñada--qué hacer con
+Rosa... Siempre me está viniendo con quejas de Ramiro: que si es un
+orgulloso, que si un egoísta, que si un distraído...
+
+--¡Llévale la hebra y dile que sí!
+
+--¿Pero cómo? ¿Voy a darle alas?
+
+--No, sino a cortárselas.
+
+--Pues no lo entiendo. Y además, eso no es verdad; ¡Ramiro no es así!...
+
+--Lo sé, lo sé muy bien. Sé que Ramiro podrá tener, como todo hombre,
+sus defectos...
+
+--Y como toda mujer.
+
+--¡Claro, sí! Pero los de él son defectos de hombre...
+
+--¡De zángano, vamos!
+
+--Como quieras; los de Ramiro son defectos de hombre, o si quieres, pues
+que te empeñas, de zángano...
+
+--¿Y los míos?
+
+--¿Los tuyos, Caridad? Los tuyos... ¡de reina!
+
+--¡Muy bien! ¡Ni la Tía...!
+
+--Pero los defectos de Ramiro no son los que Rosa dice. Ni es
+orgulloso, ni es egoísta, ni es distraído...
+
+--¿Y entonces por qué voy a llevarle la hebra como dices?
+
+--Porque eso será llevarle la contraria. Lo sé muy bien. La conozco.
+
+Cierta mañana, encontrándose las tres, Caridad, Manuela y Rosa, comenzó
+ésta el ataque.
+
+R.--¡Vaya unas horas de llegar anoche tu maridito!
+
+Nunca hablando con su cuñada le llamaba a Ramiro «mi hermano», sino
+siempre: «tu marido».
+
+C.--¿Y qué mal hay en ello?
+
+M.--Y tú, Rosa, estabas a esas horas despierta...
+
+R.--Me despertó su llegada...
+
+M.--¿Sí, eh?
+
+C.--Pues a mí apenas si me despertó...
+
+R.--¡Vaya una calma!
+
+M.--Aquí Caridad duerme confiada y hace bien.
+
+R.--¿Hace bien...? ¿Hace bien...? No lo comprendo.
+
+M.--Pues yo sí. Pero tú parece que te complaces en eso, que es un juego
+muy peligroso y muy feo...
+
+C.--¡Por Dios, Manuela!
+
+R.--Déjale, déjale a la tía...
+
+M.--Con el acento que ahora le pones la tía aquí eres ahora tú...
+
+R.--¿Yo? ¿Yo la tía?
+
+M.--Sí, tú, tú, Rosa. ¿A qué viene querer provocar celos en tu hermana?
+
+C.--Pero si Rosa no quiere hacerme celosa, Manuela...
+
+M.--Yo sé lo que me digo, Caridad.
+
+R.--Sí, aquí ella sabe lo que se dice...
+
+M.--Aquí sabemos todos lo que queremos decir y yo sé, además, lo que me
+digo, ¿me entiendes, Rosa?
+
+R.--El estribillo de la Tía...
+
+M.--Sea. Y te digo que serías capaz de aceptar el peor novio que se te
+presente y casarte con él no más que para provocarle a que te diese
+celos, no a dárselos tú...
+
+R.--¿Casarme yo? ¿Yo casarme? ¿Yo novio? ¡Las ganas...!
+
+M.--Sí, ya sé que dices, aunque no sé si lo piensas, que no te has de
+casar, que tú no quieres novio... Ya sé que andas en si te vas o no a
+meter monja...
+
+C.--¿Y cómo lo has sabido, Manuela?
+
+M.--Ah, ¿pero vosotras creéis que no me percato de vuestros secretos?
+Precisamente por ser secretos...
+
+R.--Bueno, y si pensara yo en meterme monja, ¿qué? ¿Qué mal hay en ello?
+¿Qué mal hay en servir a Dios?
+
+M.--En servir a Dios, no, no hay mal ninguno... Pero es que si tú
+entrases monja no sería por servir a Dios...
+
+R.--¿No? ¿Pues por qué?
+
+M.--Por no servir a los hombres... ni a las mujeres...
+
+C.--Pero por Dios, Manuela, qué cosas tienes...
+
+R.--Sí, ella tiene sus cosas y yo las mías... ¿Y quién te ha dicho,
+hermana, que desde el convento no se puede servir a los hombres...?
+
+M.--Sin duda, rezando por ellos...
+
+R.--¡Pues claro está! Pidiendo a Dios que les libre de tentaciones...
+
+M.--Pero me parece que tú más que a rezar «no nos dejes caer en la
+tentación» vas a «no me dejes caer en la tentación...»
+
+R.--Sí, que voy a que no me tienten...
+
+M.--¿Pues no has venido acá a tentar a Caridad, tu hermana? ¿O es que
+crees que no era tentación eso? ¿No venías a hacerle caer en tentación?
+
+C.--No, Manuela, no venía a eso. Y además sabe que no soy celosa, que no
+lo seré, que no puedo serlo...
+
+R.--Déjale, déjale, Caridad, déjale a la abejita, que pique... que
+pique...
+
+M.--Duele, ¿eh? Pues, hija, rascarse...
+
+R.--_Hija_ ahora, ¿eh?
+
+M.--Y siempre, hermana.
+
+R.--Y dime tú, hermanita, la abejita, ¿tú no has pensado nunca en
+meterte en un panal así, en una colmena...?
+
+M.--Se puede hacer miel y cera en el mundo...
+
+R.--Y picar...
+
+M.--¡Y picar, exacto!
+
+R.--Vamos, sí, que tú, como tía Tula, vas para tía...
+
+M.--Yo no sé para lo que voy, pero si siguiera el ejemplo de la Tía no
+habría de ir por mal camino. ¿O es que crees que marró ella el suyo? ¿Es
+que has olvidado sus enseñanzas? ¿Es que trató ella nunca de encismar a
+los de casa? ¿Es que habría ella nunca denunciado un acto de uno de sus
+hermanos?
+
+C.--Por Dios, Manuela, por la memoria de tía Tula, cállate ya... Y tú,
+Rosa, no llores así... vamos, levanta esa frente... no te tapes así la
+cara con las manos... no llores así, hija, no llores así...
+
+Manuela le puso a su hermanastra la mano sobre el hombro y con una voz
+que parecía venir del otro mundo, del mundo eterno de la familia
+inmortal, le dijo:
+
+--¡Perdóname, hermana, me he excedido... pero tu conducta me ha herido
+en lo vivo de la familia y he hecho lo que creo que habría hecho la Tía
+en este caso... perdónamelo!
+
+Y Rosa, cayendo en sus brazos y ocultando su cabeza entre los pechos de
+su hermana, le dijo entre sollozos:
+
+--¡Quien tiene que perdonarme eres tú, hermana, tú... Pero hermana...
+no, sino madre... ni madre... ¡Tía! ¡Tía!
+
+--¡Es la Tía, la tía Tula, la que tiene que perdonarnos y unirnos y
+guiarnos a todos!--concluyó Manuela.
+
+
+
+
+
+End of the Project Gutenberg EBook of La tía Tula, by Miguel De Unamuno
+
+*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK 44358 ***
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+<div>*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK 44358 ***</div>
+
+<p class="box">Nota del Transcriptor:<br/><br/>
+ Errores obvios de imprenta han sido corregidos.<br/>
+ Páginas en blanco han sido eliminadas.<br/>
+</p>
+
+
+
+<p class="center large p6">MIGUEL DE UNAMUNO</p>
+
+<h1>LA TIA TULA</h1>
+<p class="center">(NOVELA)</p>
+
+<p class="center p6 ht">RENACIMIENTO<br />
+<span class="smcap">SAN MARCOS</span>, 42<br />
+MADRID<br />
+1921</p>
+
+
+
+
+<p class="right p6">ES PROPIEDAD</p>
+
+
+<p class="center p6">Copyright 1921 by Miguel de Unamuno.</p>
+
+
+<p class="center p6 ht">Imprenta de Juan Pueyo. Luna, 29. Teléf. 14-30.&mdash;Madrid.</p>
+
+
+
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_5" id="Page_5">[5]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2><i>PROLOGO</i></h2>
+<p class="center">(<i>QUE PUEDE SALTAR EL LECTOR DE NOVELAS</i>)</p>
+
+
+<p class="p2">«<span class="smcap">Tenía</span> <i>uno (hermano) casi de mi edad, que era
+el que yo más quería, aunque a todos tenía
+gran amor y ellos a mí; juntábamonos entrambos
+a leer vidas de santos... Espantábanos mucho
+el decir en lo que leíamos que pena y gloria
+eran para siempre. Acaecíanos estar muchos ratos
+tratando desto, y gustábamos de decir muchas
+veces para siempre, siempre, siempre. En
+pronunciar esto mucho rato era el Señor servido,
+me quedase en esta niñez imprimido el camino
+de la verdad. De que vi que era imposible ir
+adonde me matasen por Dios, ordenábamos ser
+ermitaños, y en una huerta que había en casa
+procurábamos, como podíamos, hacer ermitas<span class="pagenum"><a name="Page_6" id="Page_6">[6]</a></span>
+poniendo unas pedrecillas, que luego se nos
+caían, y ansí no hallábamos remedio en nada
+para nuestro deseo; que ahora me pone devoción
+ver cómo me daba Dios tan presto lo que yo
+perdí por mi culpa.</i>»</p>
+
+<hr class="tb" />
+
+<p>«<i>Acuérdome que cuando murió mi madre quedé
+yo de edad de doce años, poco menos; como
+yo comencé a entender lo que había perdido,
+afligida fuíme a una imagen de Nuestra Señora
+y supliquela fuese mi madre con muchas lágrimas.
+Paréceme que aunque se hizo con simpleza,
+que me ha valido, pues conocidamente he hallado
+a esta Virgen Soberana en cuanto me he encomendado
+a ella, y, en fin, me ha tornado a sí.</i>»</p>
+
+<p class="i5"><i>(Del capítulo I de la Vida de la Santa Madre
+Teresa de Jesús, que escribió ella misma por
+mandado de su confesor.)</i></p>
+
+<p>«<i>Sea (Dios) alabado por siempre, que tanta
+merced ha hecho a vuestra merced, pues le ha
+dado mujer, con quien pueda tener mucho descanso.
+Sea mucho de enhorabuena, que harto
+consuelo es para mí pensar que le tiene. A la
+señora doña María beso siempre las manos muchas
+veces; aquí tiene una capellana y muchas.<span class="pagenum"><a name="Page_7" id="Page_7">[7]</a></span>
+Harto quisiéramos poderla gozar; mas si había
+de ser con los trabajos que por acá hay, más
+quiero que tenga allá sosiego, que verla acá
+padecer.</i>»</p>
+
+<p class="i5">(<i>De una carta que desde Avila, a 15 de diciembre
+de 1581, dirigió la Santa Madre, y Tía,
+Teresa de Jesús, a su sobrino don Lorenzo de
+Cepeda, que estaba en Indias, en el Perú, donde
+se casó con doña María de Hinojosa, que es la
+señora doña María de que se habla en ella</i>)</p>
+
+<p><i>En el capítulo II de la misma susomentada
+Vida, dice la Santa Madre Teresa de Jesús que
+era moza «aficionada a leer libros de caballerías»&mdash;los
+suyos lo son, a lo divino&mdash;y en uno
+de los sonetos, de nuestro Rosario de ellos, la hemos
+llamado</i></p>
+
+<p class="i5"><i>Quijotesa</i></p>
+<p class="i2"><i>a lo divino, que dejó asentada</i><br />
+<i>nuestra España inmoral, cuya es la empresa:</i><br />
+<i>sólo existe lo eterno; ¡Dios o nada!</i><br /></p>
+
+<p><i>Lo que acaso alguien crea que diferencia a
+Santa Teresa de Don Quijote, es que éste, el Caballero&mdash;y
+tío, tío de su inmortal sobrina&mdash;se
+puso en ridículo y fué el ludibrio y juguete de
+padres y madres, de zánganos y de reinas; pero
+¿es que Santa Teresa escapó al ridículo? ¿Es que<span class="pagenum"><a name="Page_8" id="Page_8">[8]</a></span>
+no se burlaron de ella? ¿Es que no se estima hoy
+por muchos quijotesco, o sea ridículo, su instituto,
+y aventurera, de caballería andante, su obra y
+su vida?</i></p>
+
+<p><i>No crea el lector, por lo que precede, que el relato
+que se sigue y va a leer es, en modo alguno,
+un comentario a la vida de la Santa española.
+¡No, nada de esto! Ni pensábamos en Teresa de
+Jesús al emprenderlo y desarrollarlo; ni en Don
+Quijote. Ha sido después de haberlo terminado,
+cuando aun para nuestro ánimo, que lo concibió,
+resultó una novedad este parangón, cuando hemos
+descubierto las raíces de este relato novelesco.
+Nos fué oculto su más hondo sentido al emprenderlo.
+No hemos visto sino después, al hacer
+sobre él examen de conciencia de autor, sus raíces
+teresianas y quijotescas. Que son una misma raíz.</i></p>
+
+<p><i>¿Es acaso éste un libro de caballerías? Como
+el lector quiera tomarlo... Tal vez a alguno pueda
+parecerle una novela agiográfica, de vida de santos.
+Es, de todos modos, una novela, podemos
+asegurarlo.</i></p>
+
+<p><i>No se nos ocurrió a nosotros, sino que fué
+cosa de un amigo, francés por más señas, el notar
+que la inspiración&mdash;¡perdón!&mdash;de nuestra<span class="pagenum"><a name="Page_9" id="Page_9">[9]</a></span>
+nivola</i> Niebla <i>era de la misma raíz que la de</i> La
+vida es sueño, <i>de Calderón. Mas en este otro
+caso ha sido cosa nuestra el descubrir, después
+de concluída esta novela que tienes a la vista,
+lector, sus raíces quijotescas y teresianas. Lo que
+no quiere decir ¡claro está! que lo que aquí se
+cuenta no haya podido pasar fuera de España.</i></p>
+
+<hr class="tb" />
+
+<p><i>Antes de terminar este Prólogo queremos hacer
+otra observación, que le podrá parecer a alguien
+quizás sutileza de lingüista y filólogo, y no
+lo es sino de psicología. Aunque ¿es la psicología
+algo más que lingüística y filología?</i></p>
+
+<p><i>La observación es que así como tenemos la
+palabra</i> paternal <i>y</i> paternidad, <i>que derivan de</i>
+pater, <i>padre, y</i> maternal <i>y</i> maternidad, <i>de</i> mater,
+<i>madre, y no es lo mismo, ni mucho menos, lo paternal
+y lo maternal, ni la paternidad y la maternidad,
+es extraño que junto a</i> fraternal <i>y</i> fraternidad,
+<i>de</i> frater, <i>hermano, no tengamos</i> sororal
+<i>y</i> sororidad, <i>de</i> soror, <i>hermana. En latín hay</i>
+sororius, a, um, <i>lo de la hermana, y el verbo</i> sororiare,
+<i>crecer por igual y juntamente.</i></p>
+
+<p><i>Se nos dirá que la</i> sororidad <i>equivaldría a la</i><span class="pagenum"><a name="Page_10" id="Page_10">[10]</a></span>
+fraternidad, <i>mas no lo creemos así. Como si en
+latín tuviese la hija un apelativo de raíz distinta
+que el de hijo, valdría la pena de distinguir entre
+las dos filialidades.</i></p>
+
+<p>Sororidad <i>fué la de la admirable Antígona,
+esta santa del paganismo helénico, la hija de
+Edipo, que sufrió martirio por amor a su hermano
+Polinices, y por confesar su fe de que
+las leyes eternas de la conciencia, las que rigen
+en el eterno mundo de los muertos, en el
+mundo de la inmortalidad, no son las que forjan
+los déspotas y tiranos de la tierra, como era
+Creonte.</i></p>
+
+<p><i>Cuando en la tragedia sofocleana Creonte le
+acusa a su sobrina Antígona de haber faltado a
+la ley, al mandato regio, rindiendo servicio fúnebre
+a su hermano, el fratricida, hay entre aquéllos
+este duelo de palabras:</i></p>
+
+<p>«A.&mdash;<i>No es nada feo honrar a los de la misma
+entraña...</i></p>
+
+<p>»Cr.&mdash;<i>¿No era de tu sangre también el que
+murió contra él?</i></p>
+
+<p>»A.&mdash;<i>De la misma, por madre y padre...</i></p>
+
+<p>»Cr.&mdash;<i>¿Y cómo rindes a éste un honor impío?</i></p>
+
+<p>»A.&mdash;<i>No diría eso el muerto...</i></p><p><span class="pagenum"><a name="Page_11" id="Page_11">[11]</a></span></p>
+
+<p>»Cr.&mdash;<i>Pero es que le honras igual que al
+impío...</i></p>
+
+<p>»A.&mdash;<i>No murió su siervo, sino su hermano...</i></p>
+
+<p>»Cr.&mdash;<i>Asolando esta tierra, y el otro defendiéndola...</i></p>
+
+<p>»A.&mdash;<i>El otro mundo, sin embargo, gusta de
+igualdad ante la ley...</i></p>
+
+<p>»Cr.&mdash;<i>¿Cómo ha de ser igual para el vil que
+para el noble?</i></p>
+
+<p>»A.&mdash;<i>Quién sabe si estas máximas son santas
+allí abajo...</i>»</p>
+
+<p class="i5">(<i>Antígona</i>, versos 511-521.)</p>
+
+<hr class="tb" />
+
+<p><i>¿Es que acaso lo que a Antígona le permitió
+descubrir esa ley eterna, apareciendo a los ojos
+de los ciudadanos de Tebas y de Creonte, su tío,
+como una anarquista, no fué el que era, por terrible
+decreto del Hado, hermana carnal de su
+propio padre, Edipo? Con el que había ejercido
+oficio de</i> sororidad <i>también.</i></p>
+
+<p><i>El acto</i> sororio <i>de Antígona dando tierra al
+cadáver insepulto de su hermano y librándolo
+así del furor regio de su tío Creonte, parecióle a
+éste un acto de anarquista. «¡No hay mal mayor
+que el de la anarquía!»&mdash;declaraba el tirano&mdash;.</i><span class="pagenum"><a name="Page_12" id="Page_12">[12]</a></span>
+(Antígona, <i>verso 672</i>.) <i>¿Anarquía? ¿Civilización?</i></p>
+
+<p><i>Antígona, la anarquista según su tío, el tirano
+Creonte, modelo de virilidad, pero no de humanidad;
+Antígona, hermana de su padre Edipo y,
+por lo tanto, tía de su hermano Polinices, representa
+acaso la domesticidad religiosa, la religión
+doméstica, la del hogar, frente a la civilidad política
+y tiránica, a la tiranía civil, y acaso también
+la domesticación frente a la civilización. ¿Aunque
+es posible civilizarse sin haberse domesticado
+antes? ¿Caben civilidad y civilización donde no
+tienen como cimientos domesticidad y domesticación?</i></p>
+
+<p><i>Hablamos de</i> patrias <i>y sobre ellas de</i> fraternidad
+<i>universal, pero no es una sutileza lingüística
+el sostener que no pueden prosperar sino sobre</i>
+matrias <i>y</i> sororidad. <i>Y habrá barbarie de guerras
+devastadoras, y otros estragos, mientras sean los
+zánganos, que revolotean en torno de la reina
+para fecundarla y devorar la miel que no hicieron,
+los que rijan las colmenas.</i></p>
+
+<p><i>¿Guerras? El primer acto guerrero fué, según
+lo que llamamos Historia Sagrada, la de la Biblia,
+el asesinato de Abel por su hermano Caín.
+Fué una muerte fraternal, entre hermanos, el primer<span class="pagenum"><a name="Page_13" id="Page_13">[13]</a></span>
+acto de fraternidad. Y dice el Génesis que
+fué Caín, el fratricida, el que primero edificó una
+ciudad, a la que llamó del nombre de su hijo&mdash;habido
+en una hermana&mdash;Henoc.</i> (<i>Gén. IV, 17.</i>)
+<i>Y en aquella ciudad,</i> polis, <i>debió empezar la vida
+civil, política, la civilidad y la civilización. Obra,
+como se ve, del fratricida. Y cuando, siglos más
+tarde, nuestro Lucano, español, llamó a las guerras
+entre César y Pompeyo</i> plusquam civilia,
+<i>más que civiles&mdash;lo dice en el primer verso de su</i>
+Pharsalia&mdash;<i>quiere decir</i> fraternales. <i>Las guerras
+más que civiles son las fraternales.</i></p>
+
+<p><i>Aristóteles le llamó al hombre</i> zoon politicon,
+<i>esto es, animal civil o ciudadano&mdash;no político, que
+esto es no traducir&mdash;animal que tiende a vivir en
+ciudades, en mazorcas de casas estadizas, arraigadas
+en tierra por cimientos, y ése es el hombre
+y, sobre todo, el varón. Animal civil, urbano, fraternal
+y... fratricida. Pero ese animal civil, ¿no
+ha de depurarse por acción doméstica? Y el hogar,
+el verdadero hogar, ¿no ha de encontrarse
+lo mismo en la tienda del pastor errante que se
+planta al azar de los caminos? Y Antígona acompañó
+a su padre, ciego y errante, por los senderos
+del desierto, hasta que desapareció en Colono.<span class="pagenum"><a name="Page_14" id="Page_14">[14]</a></span>
+¡Pobre civilidad fraternal, cainita, si no hubiera
+la domesticidad sororia!...</i></p>
+
+<p><i>Va, pues, el fundamento de la civilidad, la domesticidad,
+de mano en mano de hermanas, de
+tías. O de esposas de espíritu, castísimas, como
+aquella Abisag, la sunamita de que se nos habla
+en el capítulo I del libro I de los Reyes, aquella
+doncella que le llevaron al viejo rey David, ya
+cercano a su muerte, para que le mantuviese en
+la puesta de su vida, abrigándole y calentándole
+en la cama mientras dormía. Y Abisag le sacrificó
+su maternidad, permaneció virgen por él&mdash;pues
+David no la conoció&mdash;y fué causa de que
+más luego Salomón, el hijo del pecado de David
+con la adúltera Betsabé, hiciese matar a Adonías,
+su hermanastro, hijo de David y de Hagit, porque
+pretendió para mujer a Abisag, la última
+reina con David, pensando así heredar a éste su
+reino.</i></p>
+
+<p><i>Pero a esta Abisag y a su suerte y a su sentido
+pensamos dedicar todo un libro que no será precisamente
+una novela. Ni una</i> nivola.</p>
+
+<p><i>Y ahora el lector que ha leído este prólogo&mdash;que
+no es necesario para inteligencia en lo que
+sigue&mdash;puede pasar a hacer conocimiento con<span class="pagenum"><a name="Page_15" id="Page_15">[15]</a></span>
+la tía Tula, que si supo de Santa Teresa y de
+Don Quijote, acaso no supo ni de Antígona la
+griega ni de Abisag la israelita.</i></p>
+
+<p><i>En mi novela</i> Abel Sánchez <i>intenté escarbar
+en ciertos sótanos y escondrijos del corazón, en
+ciertas catacumbas del alma, adonde no gustan
+descender los más de los mortales. Creen que en
+esas catacumbas hay muertos, a los que lo mejor
+es no visitar, y esos muertos, sin embargo, nos
+gobiernan. Es la herencia de Caín. Y aquí, en
+esta novela, he intentado escarbar en otros sótanos
+y escondrijos. Y como no ha faltado quien
+me haya dicho que aquello era inhumano, no faltará
+quien me lo diga, aunque en otro sentido, de
+esto. Aquello pareció a alguien inhumano por
+viril, por fraternal; esto lo parecerá acaso por
+femenil, por sororio. Sin que quepa negar que el
+varón hereda femenidad de su madre y la mujer
+virilidad de su padre. ¿O es que el zángano no
+tiene algo de abeja y la abeja algo de zángano?
+O hay, si se quiere,</i> abejos <i>y</i> zánganas.</p>
+
+<p><i>Y nada más, que no debo hacer una novela
+sobre otra novela.</i></p>
+
+<p class="i5"><i>En Salamanca, ciudad, en el día de los Desposorios
+de Nuestra Señora del año de gracia
+milésimo novecentésimo y vigésimo.</i></p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_17" id="Page_17">[17]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>I</h2>
+
+<p><span class="smcap">Era</span> a Rosa y no a su hermana Gertrudis, que
+siempre salía de casa con ella, a quien ceñían
+aquellas ansiosas miradas que les enderezaba
+Ramiro. O por lo menos, así lo creían ambos,
+Ramiro y Rosa, al atraerse el uno al otro.</p>
+
+<p>Formaban las dos hermanas, siempre juntas,
+aunque no por eso unidas siempre, una pareja
+al parecer indisoluble, y como un solo valor.
+Era la hermosura espléndida y algún tanto provocativa
+de Rosa, flor de carne que se abría a
+flor del cielo a toda luz y todo viento, la que llevaba
+de primera vez las miradas a la pareja; pero
+eran luego los ojos tenaces de Gertrudis los que
+sujetaban a los ojos que se habían fijado en
+ellos y los que a la par les ponían raya. Hubo
+quien al verlas pasar preparó algún chicoleo un
+poco más subido de tono; mas tuvo que contenerse
+<span class="pagenum"><a name="Page_18" id="Page_18">[18]</a></span>
+al tropezar con el reproche de aquellos
+ojos de Gertrudis, que hablaban mudamente de
+seriedad. «Con esta pareja no se juega», parecía
+decir con sus miradas silenciosas.</p>
+
+<p>Y bien miradas y de cerca aún despertaba más
+Gertrudis el ansia de goce. Mientras su hermana
+Rosa abría espléndidamente a todo viento y
+toda luz la flor de su encarnadura, ella era como
+un cofre cerrado y sellado en que se adivina un
+tesoro de ternuras y delicias secretas.</p>
+
+<p>Pero Ramiro, que llevaba el alma toda a flor
+de los ojos, no creyó ver más que a Rosa, y a
+Rosa se dirigió desde luego.</p>
+
+<p>&mdash;Sabes que me ha escrito&mdash;le dijo ésta a su
+hermana.</p>
+
+<p>&mdash;Sí, vi la carta.</p>
+
+<p>&mdash;¿Cómo? ¿que la viste? ¿es que me espías?</p>
+
+<p>&mdash;¿Podía dejar de haberla visto? No, yo no
+espío nunca, ya lo sabes, y has dicho eso no
+más que por decirlo...</p>
+
+<p>&mdash;Tienes razón, Tula, perdónamelo.</p>
+
+<p>&mdash;Sí, una vez más, porque tú eres así. Yo no
+espío, pero tampoco oculto nunca nada. Vi la
+carta.</p>
+
+<p>&mdash;Ya lo sé; ya lo sé...</p>
+
+<p><span class="pagenum"><a name="Page_19" id="Page_19">[19]</a></span>
+&mdash;He visto la carta y la esperaba.</p>
+
+<p>&mdash;Y bien, ¿qué te parece de Ramiro?</p>
+
+<p>&mdash;No le conozco.</p>
+
+<p>&mdash;Pero no hace falta conocer a un hombre
+para decir lo que le parece a una de él.</p>
+
+<p>&mdash;A mí, sí.</p>
+
+<p>&mdash;Pero lo que se ve, lo que está a la vista...</p>
+
+<p>&mdash;Ni de eso puedo juzgar sin conocerle.</p>
+
+<p>&mdash;¿Es que no tienes ojos en la cara?</p>
+
+<p>&mdash;Acaso no los tenga así...; ya sabes que soy
+corta de vista.</p>
+
+<p>&mdash;¡Pretextos! Pues mira, chica, es un guapo
+mozo.</p>
+
+<p>&mdash;Así parece.</p>
+
+<p>&mdash;Y simpático.</p>
+
+<p>&mdash;Con que te lo sea a ti, basta.</p>
+
+<p>&mdash;¿Pero es que crees que le he dicho ya
+que sí?</p>
+
+<p>&mdash;Sé que se lo dirás al cabo, y basta.</p>
+
+<p>&mdash;No importa; hay que hacerle esperar y hasta
+rabiar un poco...</p>
+
+<p>&mdash;¿Para qué?</p>
+
+<p>&mdash;Hay que hacerse valer.</p>
+
+<p>&mdash;Así no te haces valer, Rosa; y ese coqueteo
+es cosa muy fea.</p>
+
+<p><span class="pagenum"><a name="Page_20" id="Page_20">[20]</a></span>
+&mdash;De modo que tú...</p>
+
+<p>&mdash;A mí no se me ha dirigido.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y si se hubiera dirigido a ti?</p>
+
+<p>&mdash;No sirve preguntar cosas sin sustancia.</p>
+
+<p>&mdash;Pero tú, si a ti se te dirige, ¿qué le habrías
+contestado?</p>
+
+<p>&mdash;Yo no he dicho que me parece un guapo
+mozo y que es simpático, y por eso me habría
+puesto a estudiarle...</p>
+
+<p>&mdash;Y entretanto si iba a otra...</p>
+
+<p>&mdash;Es lo más probable.</p>
+
+<p>&mdash;Pues así, hija, ya puedes prepararte...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, a ser tía.</p>
+
+<p>&mdash;¿Cómo tía?</p>
+
+<p>&mdash;Tía de tus hijos, Rosa.</p>
+
+<p>&mdash;¡Eh, qué cosas tienes!&mdash;y se le quebró
+la voz.</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, Rosita, no te pongas así, y perdóname&mdash;le
+dijo dándole un beso.</p>
+
+<p>&mdash;Pero si vuelves...</p>
+
+<p>&mdash;¡No, no volveré!</p>
+
+<p>&mdash;Y bien, ¿qué le digo?</p>
+
+<p>&mdash;¡Dile que sí!</p>
+
+<p>&mdash;Pero pensará que soy demasiado fácil...</p>
+
+<p>&mdash;¡Entonces dile que no!</p>
+
+<p><span class="pagenum"><a name="Page_21" id="Page_21">[21]</a></span>
+&mdash;Pero es que...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, que te parece un guapo mozo y simpático.
+Dile, pues, que sí y no andes con más
+coqueterías, que eso es feo. Dile que sí. Después
+de todo, no es fácil que se te presente mejor
+partido. Ramiro está muy bien, es hijo
+solo...</p>
+
+<p>&mdash;Yo no he hablado de eso.</p>
+
+<p>&mdash;Pero yo hablo de ello, Rosa, y es igual.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y no dirán, Tula, que tengo ganas de
+novio?</p>
+
+<p>&mdash;Y dirán bien.</p>
+
+<p>&mdash;¿Otra vez, Tula?</p>
+
+<p>&mdash;Y ciento. Tienes ganas de novio y es natural
+que las tengas. ¿Para qué si no te hizo Dios
+tan guapa?</p>
+
+<p>&mdash;¡Guasitas no!</p>
+
+<p>&mdash;Ya sabes que yo no me guaseo. Parézcanos
+bien o mal, nuestra carrera es el matrimonio o
+el convento; tú no tienes vocación de monja;
+Dios te hizo para el mundo y el hogar... vamos,
+para madre de familia... No vas a quedarte a vestir
+imágenes. Dile, pues, que sí.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y tú?</p>
+
+<p>&mdash;¿Cómo yo?</p>
+
+<p><span class="pagenum"><a name="Page_22" id="Page_22">[22]</a></span>
+&mdash;Que tú, luego...</p>
+
+<p>&mdash;A mí déjame.</p>
+
+<p>Al día siguiente de estas palabras estaban ya
+en lo que se llaman relaciones amorosas Rosa
+y Ramiro.</p>
+
+<p>Lo que empezó a cuajar la soledad de Gertrudis.</p>
+
+<p>Vivían las dos hermanas, huérfanas de padre
+y madre desde muy niñas, con un tío materno,
+sacerdote, que no las mantenía, pues ellas disfrutaban
+de un pequeño patrimonio que les permitía
+sostenerse en la holgura de la modestia,
+pero les daba buenos consejos a la hora de
+comer, en la mesa, dejándolas, por lo demás, a
+la guía de su buen natural. Los buenos consejos
+eran consejos de libros, los mismos que le servían
+a don Primitivo para formar sus escasos
+sermones.</p>
+
+<p>«Además&mdash;se decía a sí mismo con muy buen
+acierto don Primitivo&mdash;¿para qué me voy a meter
+en sus inclinaciones y sentimientos íntimos? Lo
+mejor es no hablarlas mucho de eso, que se les
+abre demasiado los ojos. Aunque... ¿abrirles?
+¡Bah! bien abiertos los tienen, sobre todo las
+mujeres. Nosotros los hombres no sabemos una
+<span class="pagenum"><a name="Page_23" id="Page_23">[23]</a></span>
+palabra de esas cosas. Y los curas, menos. Todo
+lo que nos dicen los libros son pataratas. ¡Y luego,
+me mete un miedo esa Tulilla...! Delante de ella
+no me atrevo... no me atrevo... ¡Tiene unas preguntas
+la mocita! ¡Y cuando me mira tan seria,
+tan seria... con esos ojazos tristes&mdash;los de mi
+hermana, los de mi madre, Dios las tenga en
+su santa gloria!&mdash;¡Esos ojazos de luto que se le
+meten a uno en el corazón...! Muy serios, sí,
+pero riéndose con el rabillo. Parecen decirme:
+«¡no diga usted más bobadas, tío!» ¡El demonio
+de la chiquilla! ¡Todavía me acuerdo el día en
+que se empeñó en ir, con su hermana, a oirme
+aquel sermoncete; el rato que pasé, Jesús Santo!
+¡Todo se me volvía apartar mis ojos de ella por
+no cortarme; pero nada, ella tirando de los míos!
+Lo mismo, lo mismito me pasaba con su santa
+madre, mi hermana, y con mi santa madre, Dios
+las tenga en su gloria. Jamás pude predicar a
+mis anchas delante de ellas, y por eso les tenía
+dicho que no fuesen a oirme. Madre iba, pero
+iba a hurtadillas, sin decírmelo, y se ponía detrás
+de la columna, donde yo no le viera, y luego no
+me decía nada de mi sermón. Y lo mismo hacía
+mi hermana. Pero yo sé lo que ésta pensaba,
+<span class="pagenum"><a name="Page_24" id="Page_24">[24]</a></span>
+aunque tan cristiana, lo sé. «¡Bobadas de hombres!»
+Y lo mismo piensa esta mocita, estoy de
+ello seguro. No, no, ¿delante de ella predicar?
+¿Yo? ¿Darle consejos? Una vez se le escapó lo
+de <i>¡bobadas de hombres!</i> y no dirigiéndose a mí,
+no, pero yo le entiendo...»</p>
+
+<p>El pobre señor sentía un profundísimo respeto,
+mezclado de admiración, por su sobrina
+Gertrudis. Tenía el sentimiento de que la sabiduría
+iba en su linaje por vía femenina, que su
+madre había sido la providencia inteligente de
+la casa en que se crió, que su hermana lo había
+sido en la suya, tan breve. Y en cuanto a su
+otra sobrina, a Rosa, le bastaba para protección
+y guía con su hermana. «Pero qué hermosa
+la ha hecho Dios, Dios sea alabado&mdash;se decía&mdash;;
+esta chica o hace un gran matrimonio,
+con quien ella quiera, o no tienen los mozos de
+hoy ojos en la cara.»</p>
+
+<p>Y un día fué Gertrudis la que, después que
+Rosa se levantó de la mesa fingiendo sentirse
+algo indispuesta, al quedarse a solas con su tío,
+le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Tengo que decirle a usted, tío, una cosa
+muy grave.</p>
+
+<p><span class="pagenum"><a name="Page_25" id="Page_25">[25]</a></span>
+&mdash;Muy grave..., muy grave...&mdash;y el pobre señor
+se azaró, creyendo observar que los rabillos
+de los ojazos tan serios de su sobrina se reían
+maliciosamente.</p>
+
+<p>&mdash;Sí, muy grave.</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, pues desembucha, hija, que aquí estamos
+los dos para tomar un consejo.</p>
+
+<p>&mdash;El caso es que Rosa tiene ya novio.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y no es más que eso?</p>
+
+<p>&mdash;Pero novio formal, ¿eh?, tío.</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, sí, para que yo los case.</p>
+
+<p>&mdash;¡Naturalmente!</p>
+
+<p>&mdash;Y a ti, ¿qué te parece de él?</p>
+
+<p>&mdash;Aun no ha preguntado usted quién es...</p>
+
+<p>&mdash;¿Y qué más da, si yo apenas conozco a
+nadie? A ti qué te parece de él, contesta.</p>
+
+<p>&mdash;Pues tampoco yo le conozco.</p>
+
+<p>&mdash;¿Pero no sabes quién es, tú?</p>
+
+<p>&mdash;Sí, sé cómo se llama y de qué familia es y...</p>
+
+<p>&mdash;¡Basta! ¿Qué te parece?</p>
+
+<p>&mdash;Que es un buen partido para Rosa y que
+se querrán.</p>
+
+<p>&mdash;¿Pero es que no se quieren ya?</p>
+
+<p>&mdash;¿Pero cree usted, tío, que pueden empezar
+queriéndose?</p>
+
+<p><span class="pagenum"><a name="Page_26" id="Page_26">[26]</a></span>
+&mdash;Pues así dicen, chiquilla, y hasta que eso
+viene como un rayo...</p>
+
+<p>&mdash;Son decires, tío.</p>
+
+<p>&mdash;Así será; basta que tú lo digas.</p>
+
+<p>&mdash;Ramiro..., Ramiro Cuadrado...</p>
+
+<p>&mdash;¿Pero es el hijo de doña Venancia, la viuda?
+¡Acabáramos! No hay más que hablar.</p>
+
+<p>&mdash;A Ramiro, tío, se le ha metido Rosa por los
+ojos y cree estar enamorado de ella...</p>
+
+<p>&mdash;Y lo estará, Tulilla, lo estará...</p>
+
+<p>&mdash;Eso digo yo, tío, que lo estará. Porque como
+es hombre de vergüenza y de palabra, acabará
+por cobrar cariño a aquella con la que se ha
+comprometido ya. No le creo hombre de volver
+atrás.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y ella?</p>
+
+<p>&mdash;¿Quién? ¿Mi hermana? A ella le pasará lo
+mismo.</p>
+
+<p>&mdash;Sabes más que San Agustín, hija.</p>
+
+<p>&mdash;Esto no se aprende, tío.</p>
+
+<p>&mdash;¡Pues que se casen, los bendigo y sanseacabó!</p>
+
+<p>&mdash;¡O sanseempezó! Pero hay que casarlos y
+pronto. Antes que él se vuelva...</p>
+
+<p>&mdash;Pero temes tú que él pueda volverse...</p>
+
+<p><span class="pagenum"><a name="Page_27" id="Page_27">[27]</a></span>
+&mdash;Yo siempre temo de los hombres, tío.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y de las mujeres no?</p>
+
+<p>&mdash;Esos temores deben quedar para los hombres.
+Pero sin ánimo de ofender al sexo... fuerte,
+¿no se dice así?, le digo que la constancia, que
+la fortaleza está más bien de parte nuestra...</p>
+
+<p>&mdash;Si todas fueran como tú, chiquilla, lo creería
+así, pero...</p>
+
+<p>&mdash;¿Pero qué?</p>
+
+<p>&mdash;¡Que tú eres excepcional, Tulilla!</p>
+
+<p>&mdash;Le he oído a usted más de una vez, tío, que
+las excepciones confirman la regla...</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, que me aturdes... Pues bien, los casaremos,
+no sea que se vuelva él... o ella...</p>
+
+<p>Por los ojos de Gertrudis pasó como la sombra
+de una nube de borrasca, y si se hubiera podido
+oir el silencio habríase oído que en las bóvedas
+de los sótanos de su alma resonaba como
+un eco repetido y que va perdiéndose a lo lejos
+aquello de «o ella...»</p>
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_29" id="Page_29">[29]</a></span></p>
+
+
+<h2>II</h2>
+
+
+<p>¿<span class="smcap">Pero</span> qué le pasaba a Ramiro, en relaciones
+ya, y en relaciones formales, con Rosa, y
+poco menos que entrando en la casa? ¿Qué dilaciones
+y qué frialdades eran aquéllas?</p>
+
+<p>&mdash;Mira, Tula, yo no le entiendo; cada vez le
+entiendo menos. Parece que está siempre distraído
+y como si estuviese pensando en otra
+cosa&mdash;o en otra persona, ¡quién sabe!&mdash;o temiendo
+que alguien nos vaya a sorprender de
+pronto. Y cuando le tiro algún avance y le hablo,
+así como quien no quiere la cosa, del fin
+que deben tener nuestras relaciones, hace como
+que no oye y como si estuviera atendiendo a
+otra...</p>
+
+<p>&mdash;Es porque le hablas como quien no quiere
+la cosa. Háblale como quien la quiere.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_30" id="Page_30">[30]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¡Eso es, y que piense que tengo prisa por
+casarme!</p>
+
+<p>&mdash;¡Pues que lo piense! ¿No es acaso así?</p>
+
+<p>&mdash;¿Pero crees tú, Tula, que yo estoy rabiando
+por casarme?</p>
+
+<p>&mdash;¿Le quieres?</p>
+
+<p>&mdash;Eso nada tiene que ver...</p>
+
+<p>&mdash;¿Le quieres, di?</p>
+
+<p>&mdash;Pues mira...</p>
+
+<p>&mdash;¡Pues mira, no! ¿le quieres? ¡sí o no!</p>
+
+<p>Rosa bajó la frente con los ojos, arrebolóse
+toda y llorándole la voz tartamudeó:</p>
+
+<p>&mdash;Tienes unas cosas, Tula; ¡pareces un confesor!</p>
+
+<p>Gertrudis tomó la mano de su hermana, con
+otra le hizo levantar la frente, le clavó los ojos
+en los ojos y le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Vivimos solas, hermana...</p>
+
+<p>&mdash;¿Y el tío?</p>
+
+<p>&mdash;Vivimos solas, te he dicho. Las mujeres vivimos
+siempre solas. El pobre tío es un santo,
+pero un santo de libro, y aunque cura, al fin y
+al cabo hombre.</p>
+
+<p>&mdash;Pero confiesa...</p>
+
+<p>&mdash;Acaso por eso sabe menos. Además, se le<span class="pagenum"><a name="Page_31" id="Page_31">[31]</a></span>
+olvida. Y así debe ser. Vivimos solas, te he dicho.
+Y ahora lo que debes hacer es confesarte aquí,
+pero confesarte a ti misma. ¿Le quieres? repito.</p>
+
+<p>La pobre Rosa se echó a llorar.</p>
+
+<p>&mdash;¿Le quieres?&mdash;sonó la voz implacable.</p>
+
+<p>Y Rosa llegó a fingirse que aquella pregunta,
+en una voz pastosa y solemne y que parecía venir
+de las lontananzas de la vida común de la
+pureza, era su propia voz, era acaso la de su madre
+común.</p>
+
+<p>&mdash;Sí, creo que le querré... mucho... mucho...&mdash;exclamó
+en voz baja y sollozando.</p>
+
+<p>&mdash;¡Sí, le querrás mucho y él te querrá más aún!</p>
+
+<p>&mdash;¿Y cómo lo sabes?</p>
+
+<p>&mdash;Yo sé que te querrá.</p>
+
+<p>&mdash;Entonces, ¿por qué está distraído? ¿por qué
+rehuye el que abordemos lo del casorio?</p>
+
+<p>&mdash;¡Yo le hablaré de eso, Rosa, déjalo de mi
+cuenta!</p>
+
+<p>&mdash;¿Tú?</p>
+
+<p>&mdash;¡Yo, sí! ¿Tiene algo de extraño?</p>
+
+<p>&mdash;Pero...</p>
+
+<p>&mdash;A mí no puede cohibirme el temor que a ti
+te cohibe.</p>
+
+<p>&mdash;Pero dirá que rabio por casarme.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_32" id="Page_32">[32]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¡No, no dirá eso! Dirá, si quiere, que es a
+mí a quien me conviene que tú te cases para facilitar
+así el que se me pretenda o para quedarme
+a mandar aquí sola; y las dos cosas son, como
+sabes, dos disparates. Dirá lo que quiera, pero
+yo me las arreglaré.</p>
+
+<p>Rosa cayó en brazos de su hermana, que le
+dijo al oído:</p>
+
+<p>&mdash;¿Y luego, tienes que quererle mucho, eh?</p>
+
+<p>&mdash;¿Y por qué me dices tú eso, Tula?</p>
+
+<p>&mdash;Porque es tu deber.</p>
+
+<p>Y al otro día, al ir Ramiro a visitar a su novia,
+encontróse con la otra, con la hermana. Demudósele
+el semblante y se le vió vacilar. La seriedad
+de aquellos serenos ojazos de luto le concentró
+la sangre toda en el corazón.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y Rosa?&mdash;preguntó sin oirse.</p>
+
+<p>&mdash;Rosa ha salido y soy yo quien tengo ahora
+que hablarte.</p>
+
+<p>&mdash;¿Tú?&mdash;dijo con labios que le temblaban.</p>
+
+<p>-¡Sí, yo!</p>
+
+<p>&mdash;¡Grave te pones, chica!&mdash;y se esforzó en
+reirse.</p>
+
+<p>&mdash;Nací con esa gravedad encima, dicen. El
+tío asegura que la heredé de mi madre, su her<span class="pagenum"><a name="Page_33" id="Page_33">[33]</a></span>mana,
+y de mi abuela, su madre. No lo sé, ni me
+importa. Lo que sí sé es que me gustan las cosas
+sencillas y derechas y sin engaño.</p>
+
+<p>&mdash;¿Por qué lo dices, Tula?</p>
+
+<p>&mdash;¿Y por qué rehuyes hablar de vuestro casamiento
+a mi hermana? Vamos, dímelo, ¿por qué?</p>
+
+<p>El pobre mozo inclinó la frente arrebolada de
+vergüenza. Sentíase herido por un golpe inesperado.</p>
+
+<p>&mdash;Tú le pediste relaciones con buen fin, como
+dicen los inocentes.</p>
+
+<p>&mdash;¡Tula!</p>
+
+<p>&mdash;¡Nada de Tula! Tú te pusiste con ella en
+relaciones para hacerla tu mujer y madre de tus
+hijos...</p>
+
+<p>&mdash;¡Pero qué de prisa vas...!&mdash;y volvió a esforzarse
+a reirse.</p>
+
+<p>&mdash;Es que hay que ir de prisa, porque la vida
+es corta.</p>
+
+<p>&mdash;¡La vida es corta! ¡y lo dice a los veintidós
+años!</p>
+
+<p>&mdash;Más corta aún. Pues bien, ¿piensas casarte
+con Rosa, sí o no?</p>
+
+<p>&mdash;¡Pues qué duda cabe!&mdash;y al decirlo le temblaba
+el cuerpo todo.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_34" id="Page_34">[34]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Pues si piensas casarte con ella, ¿por qué
+diferirlo así?</p>
+
+<p>&mdash;Somos aún jóvenes...</p>
+
+<p>&mdash;¡Mejor!</p>
+
+<p>&mdash;Tenemos que probarnos...</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué, qué es eso? ¿qué es eso de probaros?
+¿Crees que la conocerás mejor dentro de
+un año? Peor, mucho peor...</p>
+
+<p>&mdash;Y si luego...</p>
+
+<p>&mdash;¡No pensaste en eso al pedir la entrada aquí!</p>
+
+<p>&mdash;Pero, Tula...</p>
+
+<p>&mdash;¡Nada de Tula! ¿La quieres, sí o no?</p>
+
+<p>&mdash;¿Puedes dudarlo, Tula?</p>
+
+<p>&mdash;¡Te he dicho que nada de Tula! ¿La quieres?</p>
+
+<p>&mdash;¡Claro que la quiero!</p>
+
+<p>&mdash;Pues la querrás más todavía. Será una buena
+mujer para ti. Haréis un buen matrimonio.</p>
+
+<p>&mdash;Y con tu consejo...</p>
+
+<p>&mdash;Nada de consejo. ¡Yo haré una buena tía, y
+basta!</p>
+
+<p>Ramiro pareció luchar un breve rato consigo
+mismo y como si buscase algo, y al cabo, con
+un gesto de desesperada resolución, exclamó:</p>
+
+<p>&mdash;¡Pues bien, Gertrudis, quiero decirte toda
+la verdad!</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_35" id="Page_35">[35]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No tienes que decirme más verdad&mdash;le atajó
+severamente&mdash;; me has dicho que quieres a
+Rosa y que estás resuelto a casarte con ella;
+todo lo demás de la verdad es a ella a quien se
+la tienes que decir luego que os caséis.</p>
+
+<p>&mdash;Pero hay cosas...</p>
+
+<p>&mdash;No, no hay cosas que no se deba decir a
+la mujer...</p>
+
+<p>&mdash;¡Pero, Tula!</p>
+
+<p>&mdash;Nada de Tula, te he dicho. Si la quieres, a
+casarte con ella, y si no la quieres, estás de más
+en esta casa.</p>
+
+<p>Estas palabras le brotaron de los labios fríos
+y mientras se le paraba el corazón. Siguió a
+ellas un silencio de hielo, y durante él la sangre,
+antes represada y ahora suelta, le encendió la
+cara a la hermana. Y entonces, en el silencio
+agorero, podía oírsele el galope trepidante del
+corazón.</p>
+
+<p>Al siguiente día se fijaba el de la boda.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_37" id="Page_37">[37]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>III</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Don</span> Primitivo autorizó y bendijo la boda de
+Ramiro con Rosa. Y nadie estuvo en ella
+más alegre que lo estuvo Gertrudis. A tal punto,
+que su alegría sorprendió a cuantos la conocían,
+sin que faltara quien creyese que tenía muy poco
+de natural.</p>
+
+<p>Fuéronse a su casa los recién casados, y Rosa
+reclamaba a ella de continuo la presencia de su
+hermana. Gertrudis le replicaba que a los novios
+les convenía soledad.</p>
+
+<p>&mdash;Pero si es al contrario, hija, si nunca he
+sentido más tu falta; ahora es cuando comprendo
+lo que te quería.</p>
+
+<p>Y poníase a abrazarla y besuquearla.</p>
+
+<p>&mdash;Sí, sí&mdash;le replicaba Gertrudis sonriendo
+gravemente&mdash;; vuestra felicidad necesita de testi<span class="pagenum"><a name="Page_38" id="Page_38">[38]</a></span>gos;
+se os acrecienta la dicha sabiendo que otros
+se dan cuenta de ella.</p>
+
+<p>Ibase, pues, de cuando en cuando a hacerles
+compañía; a comer con ellos alguna vez. Su hermana
+le hacía las más ostentosas demostraciones
+de cariño, y luego a su marido, que, por su
+parte, aparecía como avergonzado ante su cuñada.</p>
+
+<p>&mdash;Mira&mdash;llegó a decirle una vez Gertrudis a
+su hermana ante aquellas señales&mdash;, no te pongas
+así, tan babosa. No parece sino que has inventado
+lo del matrimonio.</p>
+
+<p>Un día vió un perrito en la casa.</p>
+
+<p>&mdash;Y esto ¿qué es?</p>
+
+<p>&mdash;Un perro, chica, ¿no lo ves?</p>
+
+<p>&mdash;¿Y cómo ha venido?</p>
+
+<p>&mdash;Lo encontré ahí, en la calle, abandonado y
+medio muerto, me dió lástima, le traje, le di de
+comer, le curé y aquí le tengo&mdash;y lo acariciaba
+en su regazo y le daba besos en el hocico.</p>
+
+<p>&mdash;Pues mira, Rosa, me parece que debes regalar
+el perrito, porque el que le mates me parece
+una crueldad.</p>
+
+<p>&mdash;¿Regalarle? Y ¿por qué? Mira, Tití&mdash;y al
+decirlo apechugaba contra su seno al animali<span class="pagenum"><a name="Page_39" id="Page_39">[39]</a></span>to&mdash;,
+me dicen que te eche. ¿Adónde irás tú, pobrecito?</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, vamos, no seas chiquilla y no lo
+tomes así. ¿A que tu marido es de mi opinión?</p>
+
+<p>&mdash;¡Claro, en cuanto se lo digas! Como tú eres
+la sabia...</p>
+
+<p>&mdash;Déjate de esas cosas y deja al perro.</p>
+
+<p>&mdash;Pero ¿qué? ¿Crees que tendrá Ramiro celos?</p>
+
+<p>&mdash;Nunca creí, Rosa, que el matrimonio pudiese
+entontecer así.</p>
+
+<p>Cuando llegó Ramiro y se enteró de la pequeña
+disputa por lo del perro, no se atrevió a dar
+la razón ni a la una ni a la otra, declarando que
+la cosa no tenía importancia.</p>
+
+<p>&mdash;No, nada la tiene y lo tiene todo, según&mdash;dijo
+Gertrudis&mdash;. Pero en eso hay algo de chiquillada,
+y aún más. Serás capaz, Rosa, de haberte
+traído aquella pepona que guardas desde
+que nos dieron dos, una a ti y a mí otra, siendo
+niñas, y serás capaz de haberla puesto ocupando
+su silla...</p>
+
+<p>&mdash;Exacto; allí está, en la sala, con su mejor
+traje, ocupando toda una silla de respeto. ¿La
+quieres ver?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_40" id="Page_40">[40]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Así es&mdash;asintió Ramiro.</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, ya la quitarás de allí...</p>
+
+<p>&mdash;Quia, hija, la guardaré...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, para juguete de tus hijas...</p>
+
+<p>&mdash;¡Qué cosas se te ocurren, Tula...!&mdash;y se
+arreboló.</p>
+
+<p>&mdash;No, es a ti a quien se te ocurren cosas como
+la del perro.</p>
+
+<p>&mdash;Y tú&mdash;exclamó Rosa, tratando de desasirse
+de aquella inquisitoria que le molestaba&mdash;¿no
+tienes también tu pepona? ¿La has dado, o deshecho
+acaso?</p>
+
+<p>&mdash;No&mdash;respondióle resueltamente su hermana&mdash;,
+pero la tengo guardada.</p>
+
+<p>&mdash;¡Y tan guardada que no se la he podido
+descubrir nunca...!</p>
+
+<p>&mdash;Es que Gertrudis la guarda para sí sola&mdash;dijo
+Ramiro sin saber lo que decía.</p>
+
+<p>&mdash;Dios sabe para qué la guardo. Es un talismán
+de mi niñez.</p>
+
+<p>El que iba poco, poquísimo, por casa del nuevo
+matrimonio era el bueno de don Primitivo.
+«El onceno no estorbar»&mdash;decía.</p>
+
+<p>Corrían los días, todos iguales, en una y otra
+casa. Gertrudis se había propuesto visitar lo me<span class="pagenum"><a name="Page_41" id="Page_41">[41]</a></span>nos
+posible a su hermana, pero ésta venía a buscarla
+en cuanto pasaba un par de días sin que se
+viesen. «¿Pero qué, estás mala, chica? ¿O te sigue
+estorbando el perro? Porque si es así, mira,
+le echaré. ¿Por qué me dejas así, sola?»</p>
+
+<p>&mdash;¿Sola, Rosa? ¿Sola? ¿Y tu marido?</p>
+
+<p>&mdash;Pero él se tiene que ir a sus asuntos...</p>
+
+<p>&mdash;O los inventa...</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué, es que crees que me deja aposta?
+¿Es que sabes algo? ¡Dilo, Tula, por lo que más
+quieras, por nuestra madre dímelo!</p>
+
+<p>&mdash;No, es que os aburrís de vuestra felicidad
+y de vuestra soledad. Ya le echarás el perro o si
+no te darán antojos, y será peor.</p>
+
+<p>&mdash;No digas esas cosas.</p>
+
+<p>&mdash;Te darán antojos&mdash;replicó con más firmeza.</p>
+
+<p>Y cuando al fin fué un día a decirle que había
+regalado el perrito, Gertrudis, sonriendo gravemente
+y acariciándola como a una niña, le preguntó
+al oído: «¿Por miedo a los antojos, eh?»
+Y al oir en respuesta un susurrado «¡sí!» abrazó
+a su hermana con una efusión de que ésta no
+la creía capaz.</p>
+
+<p>&mdash;Ahora va de veras, Rosa; ahora no os abu<span class="pagenum"><a name="Page_42" id="Page_42">[42]</a></span>rriréis
+de la felicidad ni de la soledad y tendrá
+varios asuntos tu marido. Esto era lo que os faltaba...</p>
+
+<p>&mdash;Y acaso lo que te faltaba... ¿no es así, hermanita?</p>
+
+<p>&mdash;¿Y a ti quién te ha dicho eso?</p>
+
+<p>&mdash;Mira, aunque soy tan tonta, como he vivido
+siempre contigo...</p>
+
+<p>&mdash;¡Bueno, déjate de bromas!</p>
+
+<p>Y desde entonces empezó Gertrudis a frecuentar
+más la casa de su hermana.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_43" id="Page_43">[43]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>IV</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">En</span> el parto de Rosa, que fué durísimo, nadie
+estuvo más serena y valerosa que Gertrudis.
+Creeríase que era una veterana en asistir a trances
+tales. Llegó a haber peligro de muerte para
+la madre o la cría que hubiera de salir, y el médico
+llegó a hablar de sacársela viva o muerta.</p>
+
+<p>&mdash;¿Muerta?&mdash;exclamó Gertrudis&mdash;; ¡eso sí
+que no!</p>
+
+<p>&mdash;¿Pero no ve usted&mdash;exclamó el médico&mdash;que
+aunque se muera el crío queda la madre
+para hacer otros, mientras que si se muere ella
+no es lo mismo?</p>
+
+<p>Pasó rápidamente por el magín de Gertrudis
+replicarle que quedaban otras madres, pero se
+contuvo e insistió:</p>
+
+<p>&mdash;Muerta, ¡no!, ¡nunca! Y hay, además, que
+salvar un alma.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_44" id="Page_44">[44]</a></span></p>
+
+<p>La pobre parturienta ni se enteraba de cosa
+alguna. Hasta que, rendida al combate, dió a luz
+un niño.</p>
+
+<p>Recojiólo Gertrudis con avidez, y como si
+nunca hubiera hecho otra cosa lo lavó y envolvió
+en sus pañales.</p>
+
+<p>&mdash;Es usted comadrona de nacimiento&mdash;le
+dijo el médico.</p>
+
+<p>Tomó la criaturita y se la llevó a su padre,
+que en un rincón, aterrado y como contrito de
+una falta, aguardaba la noticia de la muerte de
+su mujer.</p>
+
+<p>&mdash;¡Aquí tienes tu primer hijo, Ramiro; mírale
+qué hermoso!</p>
+
+<p>Pero al levantar la vista el padre, libre del
+peso de su angustia, no vió sino los ojazos de
+su cuñada, que irradiaban una luz nueva, más
+negra pero más brillante que la de antes. Y al ir
+a besar a aquel rollo de carne que le presentaban
+como su hijo rozó su mejilla, encendida, con
+la de Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Ahora&mdash;le dijo tranquilamente ésta&mdash;ve a
+dar las gracias a tu mujer, a pedirle perdón y a
+animarla.</p>
+
+<p>&mdash;¿A pedirle perdón?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_45" id="Page_45">[45]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Sí, a pedirle perdón.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y por qué?</p>
+
+<p>&mdash;Yo me entiendo y ella te entenderá. Y en
+cuanto a éste&mdash;y al decirlo apretábalo contra su
+seno palpitante&mdash;corre ya de mi cuenta, y o poco
+he de poder o haré de él un hombre.</p>
+
+<p>La casa le daba vueltas en derredor a Ramiro.
+Y del fondo de su alma salíale una voz diciendo:
+«¿Cuál es la madre?»</p>
+
+<p>Poco después ponía Gertrudis cuidadosamente
+el niño al lado de la madre, que parecía
+dormir extenuada y con la cara blanca como la
+nieve. Pero Rosa entreabrió los ojos y se encontró
+con los de su hermana. Al ver a ésta una
+corriente de ánimo recorrió el cuerpo todo victorioso
+de la nueva madre.</p>
+
+<p>&mdash;¡Tula!&mdash;gimió.</p>
+
+<p>&mdash;Aquí estoy, Rosa, aquí estaré. Ahora descansa.
+Cuando sea le das de mamar a este crío
+para que se calle. De todo lo demás no te preocupes.</p>
+
+<p>&mdash;Creí morirme, Tula. Aun ahora me parece
+que sueño muerta. Y me daba tanta pena de
+Ramiro...</p>
+
+<p>&mdash;Cállate. El médico ha dicho que no hables<span class="pagenum"><a name="Page_46" id="Page_46">[46]</a></span>
+mucho. El pobre Ramiro estaba más muerto que
+tú. ¡Ahora, ánimo, y a otra!</p>
+
+<p>La enferma sonrió tristemente.</p>
+
+<p>&mdash;Este se llamará Ramiro, como su padre&mdash;decretó
+luego Gertrudis en pequeño consejo de
+familia&mdash;y la otra, porque la siguiente será niña,
+Gertrudis como yo.</p>
+
+<p>&mdash;¿Pero ya estás pensando en otra&mdash;exclamó
+don Primitivo&mdash;y tu pobre hermana de por poco
+se queda en el trance?</p>
+
+<p>&mdash;¿Y qué hacer?&mdash;replicó ella&mdash;; ¿para qué
+se han casado si no? ¿No es así, Ramiro?&mdash;y le
+clavó los ojos.</p>
+
+<p>&mdash;Ahora lo que importa es que se reponga&mdash;dijo
+el marido sobrecojiéndose bajo aquella
+mirada.</p>
+
+<p>&mdash;¡Bah!, de estas dolencias se repone una
+mujer pronto.</p>
+
+<p>&mdash;Bien dice el médico, sobrina, que parece
+como si hubieras nacido comadrona.</p>
+
+<p>&mdash;Toda mujer nace madre, tío.</p>
+
+<p>Y lo dijo con tan íntima solemnidad casera, que
+Ramiro se sintió presa de un indefinible desasosiego
+y de un extraño remordimiento. «¿Querré
+yo a mi mujer como se merece?»&mdash;se decía.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_47" id="Page_47">[47]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Y ahora, Ramiro&mdash;le dijo su cuñada&mdash;ya
+puedes decir que tienes mujer.</p>
+
+<p>Y a partir de entonces no faltó Gertrudis un
+solo día de casa de su hermana. Ella era quien
+desnudaba y vestía y cuidaba al niño hasta que
+su madre pudiera hacerlo.</p>
+
+<p>La cual se repuso muy pronto y su hermosura
+se redondeó más. A la vez extremó sus ternuras
+para con su marido y aun llegó a culparle de que
+se le mostraba esquivo.</p>
+
+<p>&mdash;Temí por tu vida&mdash;le dijo su marido&mdash;y
+estaba aterrado. Aterrado y desesperado y lleno
+de remordimiento.</p>
+
+<p>&mdash;Remordimiento, ¿por qué?</p>
+
+<p>&mdash;¡Si llegas a morirte me pego un tiro!</p>
+
+<p>&mdash;¡Quia! ¿a qué? «Cosas de hombres», que
+diría Tula. Pero eso ya pasó y ya sé lo que es.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y no has quedado escarmentada, Rosa?</p>
+
+<p>&mdash;¿Escarmentada?&mdash;y cojiendo a su marido,
+echándole los brazos al cuello, apechugándole
+fuertemente a sí, le dijo al oído con un aliento
+que se lo quemaba:&mdash;¡A otra, Ramiro, a
+otra! ¡Ahora sí que te quiero! ¡Y aunque me
+mates!</p>
+
+<p>Gertrudis en tanto arrollaba al niño, celosa<span class="pagenum"><a name="Page_48" id="Page_48">[48]</a></span>
+de que no se percatase&mdash;¡inocente!&mdash;de los ardores
+de sus padres.</p>
+
+<p>Era como una preocupación en la tía la de ir
+sustrayendo al niño, ya desde su más tierna edad
+de inconciencia, de conocer, ni en las más leves
+y remotas señales, el amor de que había
+brotado. Colgóle al cuello desde luego una medalla
+de la Santísima Virgen, de la Virgen Madre,
+con su Niño en brazos.</p>
+
+<p>Con frecuencia, cuando veía que su hermana,
+la madre, se impacientaba en acallar al niño o al
+envolverlo en sus pañales, le decía:</p>
+
+<p>&mdash;Dámelo, Rosa, dámelo, y vete a entretener
+a tu marido...</p>
+
+<p>&mdash;Pero, Tula...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, tú tienes que atender a los dos y yo sólo
+a éste.</p>
+
+<p>&mdash;Tienes, Tula, una manera de decir las cosas...</p>
+
+<p>&mdash;No seas niña, ea, que eres ya toda una señora
+mamá. Y da gracias a Dios que podamos
+así repartirnos el trabajo.</p>
+
+<p>&mdash;Tula... Tula...</p>
+
+<p>&mdash;Ramiro... Ramiro... Rosa.</p>
+
+<p>La madre se amoscaba, pero iba a su marido.</p>
+
+<p>Y así pasaba el tiempo y llegó otra cría, una niña.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_49" id="Page_49">[49]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>V</h2>
+
+
+<p>A poco de nacer la niña encontraron un día
+muerto al bueno de don Primitivo. Gertrudis
+le amortajó después de haberle lavado&mdash;quería
+que fuese limpio a la tumba&mdash;con el
+mismo esmero con que había envuelto en pañales
+a sus sobrinos recién nacidos. Y a solas en
+el cuarto con el cuerpo del buen anciano, le
+lloró como no se creyera capaz de hacerlo.
+«Nunca habría creído que le quisiese tanto&mdash;se
+dijo&mdash;; era un bendito; de poco llega a hacerme
+creer que soy un pozo de prudencia; ¡era tan
+sencillo!»</p>
+
+<p>&mdash;Fué nuestro padre&mdash;le dijo a su hermana&mdash;y
+jamás le oímos una palabra más alta que otra.</p>
+
+<p>&mdash;¡Claro!&mdash;exclamó Rosa&mdash;; como que siempre
+nos dejó hacer nuestra santísima voluntad.</p>
+
+<p>&mdash;Porque sabía, Rosa, que su sola presencia<span class="pagenum"><a name="Page_50" id="Page_50">[50]</a></span>
+santificaba nuestra voluntad. Fué nuestro padre;
+él nos educó. Y para educarnos le bastó
+la trasparencia de su vida, tan sencilla, tan
+clara...</p>
+
+<p>&mdash;Es verdad, sí&mdash;dijo Rosa con los ojos henchidos
+de lágrimas&mdash;, como sencillo no he conocido
+otro.</p>
+
+<p>&mdash;Nos habría sido imposible, hermana, habernos
+criado en un hogar más limpio que éste.</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué quieres decir con eso, Tula?</p>
+
+<p>&mdash;El nos llenó la vida casi silenciosamente
+casi sin decirnos palabra, con el culto de la Santísima
+Virgen Madre y con el culto también de
+nuestra madre, su hermana, y de nuestra abuela,
+su madre. ¿Te acuerdas cuando por las noches
+nos hacía rezar el rosario, cómo le cambiaba la
+voz al llegar a aquel padrenuestro y avemaría
+por el eterno descanso del alma de nuestra madre,
+y luego aquellos otros por el de su madre,
+nuestra abuela, a las que no conocimos? En
+aquel rosario nos daba madre y en aquel rosario
+te enseñó a serlo.</p>
+
+<p>&mdash;¡Y a ti, Tula, a ti!&mdash;exclamó entre sollozos
+Rosa.</p>
+
+<p>&mdash;¿A mí?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_51" id="Page_51">[51]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¡A ti, sí, a ti! ¿Quién, si no, es la verdadera
+madre de mis hijos?</p>
+
+<p>&mdash;Deja ahora eso. Y ahí le tienes, un santo
+silencioso. Me han dicho que las pobres beatas
+lloraban algunas veces al oirle predicar
+sin percibir ni una sola de sus palabras. Y
+lo comprendo. Su voz sola era un consejo
+de serenidad amorosa. ¡Y ahora, Rosa, el rosario!</p>
+
+<p>Arrodilláronse las dos hermanas al pie del lecho
+mortuorio de su tío y rezaron el mismo rosario
+que con él habían rezado durante tantos
+años, con dos padrenuestros y avemarías por el
+eterno descanso de las almas de su madre y de
+la del que yacía allí muerto, a que añadieron
+otro padrenuestro y otra avemaría por el alma
+del recién bienaventurado. Y las lenguas de
+manso y dulce fuego de los dos cirios que ardían
+a un lado y otro del cadáver, haciendo brillar su
+frente, tan blanca como la cera de ellos, parecían,
+vibrando al compás del rezo, acompañar en sus
+oraciones a las dos hermanas. Una paz entrañable
+irradiaba de aquella muerte. Levantáronse
+del suelo las dos hermanas, la pareja; besaron,
+primero Gertrudis y Rosa después, la frente cé<span class="pagenum"><a name="Page_52" id="Page_52">[52]</a></span>rea
+del anciano y abrazáronse luego con los ojos
+ya enjutos.</p>
+
+<p>&mdash;Y ahora&mdash;le dijo Gertrudis a su hermana al
+oído&mdash;a querer mucho a tu marido, a hacerle dichoso
+y... ¡a darnos muchos hijos!</p>
+
+<p>&mdash;Y ahora&mdash;le respondió Rosa&mdash;te vendrás a
+vivir con nosotros, por supuesto.</p>
+
+<p>&mdash;¡No, eso no!&mdash;exclamó súbitamente la otra.</p>
+
+<p>&mdash;¿Cómo que no? Y lo dices de un modo...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, sí, hermana; perdóname la viveza, perdónamela,
+¿me la perdonas?&mdash;e hizo mención,
+ante el cadáver, de volver a arrodillarse.</p>
+
+<p>&mdash;Vaya, no te pongas así, Tula, que no es
+para tanto. Tienes unos prontos...</p>
+
+<p>&mdash;Es verdad, pero me los perdonas, ¿no es
+verdad, Rosa?, me los perdonas.</p>
+
+<p>&mdash;Eso ni se pregunta. Pero te vendrás con
+nosotros...</p>
+
+<p>&mdash;No insistas, Rosa, no insistas...</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué? ¿No te vendrás? Dejarás a tus sobrinos,
+más bien tus hijos casi...</p>
+
+<p>&mdash;Pero si no los he dejado un día...</p>
+
+<p>&mdash;¿Te vendrás?</p>
+
+<p>&mdash;Lo pensaré, Rosa, lo pensaré...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, pues no insisto.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_53" id="Page_53">[53]</a></span></p>
+
+<p>Pero a los pocos días insistió, y Gertrudis se
+defendía.</p>
+
+<p>&mdash;No, no; no quiero estorbaros...</p>
+
+<p>&mdash;¿Estorbarnos? ¿qué dices, Tula?</p>
+
+<p>&mdash;Los casados casa quieren.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y no puede ser la tuya también?</p>
+
+<p>&mdash;No, no; aunque tú no lo creas, yo os quitaría
+libertad. ¿No es así, Ramiro?</p>
+
+<p>&mdash;No... no veo...&mdash;balbuceó el marido confuso,
+como casi siempre le ocurría, ante la inesperada
+interpelación de su cuñada.</p>
+
+<p>&mdash;Sí, Rosa; tu marido, aunque no lo dice,
+comprende que un matrimonio, y más un matrimonio
+joven como vosotros y en plena producción,
+necesita estar solo. Yo, la tía, vendré a
+mis horas a ir enseñando a vuestros hijos todo
+aquello en que no podáis ocuparos.</p>
+
+<p>Y allá seguía yendo, a las veces desde muy
+temprano, encontrándose con el niño ya levantado,
+pero no así sus padres. «Cuando digo que
+hago yo aquí falta»&mdash;se decía.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_55" id="Page_55">[55]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>VI</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Venía</span> ya el tercer hijo al matrimonio. Rosa
+empezaba a quejarse de su fecundidad.
+«Vamos a cargarnos de hijos»&mdash;decía. A lo que
+su hermana: «¿Pues para qué os habéis casado?»</p>
+
+<p>El embarazo fué molestísimo para la madre y
+tenía que descuidar más que antes a sus otros
+hijos, que así quedaban al cuidado de su tía, encantada
+de que se los dejasen. Y hasta consiguió
+llevárselos más de un día a su casa, a su
+solitario hogar de soltera, donde vivía con la
+vieja criada que fué de don Primitivo, y donde
+los retenía. Y los pequeñuelos se apegaban con
+ciego cariño a aquella mujer severa y grave.</p>
+
+<p>Ramiro, malhumorado antes en los últimos
+meses de los embarazos de su mujer, malhumor
+que desasosegaba a Gertrudis, ahora lo estaba
+más.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_56" id="Page_56">[56]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¡Qué pesado y molesto es esto!&mdash;decía.</p>
+
+<p>&mdash;¿Para ti?&mdash;le preguntaba su cuñada sin levantar
+los ojos del sobrino o sobrina que de seguro
+tenía en el regazo.</p>
+
+<p>&mdash;Para mí, sí. Vivo en perpetuo sobresalto,
+temiéndolo todo.</p>
+
+<p>&mdash;¡Bah! no será al fin nada. La Naturaleza es
+sabia.</p>
+
+<p>&mdash;Pero tantas veces va el cántaro a la fuente...</p>
+
+<p>&mdash;¡Ay, hijo, todo tiene sus riesgos y todo estado
+sus contrariedades!</p>
+
+<p>Ramiro se sobrecojía al oirse llamar hijo por
+su cuñada, que rehuía darle su nombre, mientras
+él en cambio se complacía en llamarla por
+el familiar Tula.</p>
+
+<p>&mdash;¡Qué bien has hecho en no casarte, Tula!</p>
+
+<p>&mdash;¿De veras?&mdash;y levantando los ojos se los
+clavó en los suyos.</p>
+
+<p>&mdash;De veras, sí. Todo son trabajos y aun peligros...</p>
+
+<p>&mdash;¿Y sabes tú acaso si no me he de casar
+todavía?</p>
+
+<p>&mdash;Claro. ¡Lo que es por la edad!</p>
+
+<p>&mdash;¿Pues por qué ha de quedar?</p>
+
+<p>&mdash;Como no te veo con afición a ello...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_57" id="Page_57">[57]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¿Afición a casarse? ¿Qué es eso?</p>
+
+<p>&mdash;Bueno; es que...</p>
+
+<p>&mdash;Es que no me ves buscar novio, ¿no es eso?</p>
+
+<p>&mdash;No, no es eso.</p>
+
+<p>&mdash;Sí, eso es.</p>
+
+<p>&mdash;Si tú los aceptaras, de seguro que no te habrán
+faltado...</p>
+
+<p>&mdash;Pero yo no puedo buscarlos. No soy hombre,
+y la mujer tiene que esperar y ser elegida.
+Y yo, la verdad, me gusta elegir, pero no ser
+elegida.</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué es eso de que estáis hablando?&mdash;dijo
+Rosa acercándose y dejándose caer abatida en
+un sillón.</p>
+
+<p>&mdash;Nada, discreteos de tu marido sobre las
+ventajas e inconvenientes del matrimonio.</p>
+
+<p>&mdash;¡No hables de eso, Ramiro! Vosotros los
+hombres apenas sabéis de eso. Somos nosotras
+las que nos casamos, no vosotros.</p>
+
+<p>&mdash;¡Pero, mujer!</p>
+
+<p>&mdash;Anda, ven, sosténme, que apenas puedo
+tenerme en pie. Voy a echarme. Adiós, Tula.
+Ahí te los dejo.</p>
+
+<p>Acercóse a ella su marido; le tomó del brazo
+con sus dos manos y se incorporó y levantó<span class="pagenum"><a name="Page_58" id="Page_58">[58]</a></span>
+trabajosamente; luego, tendiéndole un brazo por
+el hombro, doblando su cabeza hasta casi darle
+en éste con ella y cojiéndole con la otra mano,
+con la diestra, de su diestra, se fué lentamente,
+así apoyada en él y gimoteando. Gertrudis, teniendo
+a cada uno de sus sobrinos en sus rodillas,
+se quedó mirando la marcha trabajosa de
+su hermana, colgada de su marido como una
+enredadera de su rodrigón. Llenáronsele los
+grandes ojazos, aquellos ojos de luto, serenamente
+graves, gravemente serenos, de lágrimas,
+y apretando a su seno a los dos pequeños, apretó
+sus mejillas a cada una de las de ellos. Y el
+pequeñito, Ramirín, al ver llorar a su tía, a tita
+Tula, se echó a llorar también.</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, no llores; vamos a jugar.</p>
+
+<p>De este tercer parto quedó quebrantadísima
+Rosa.</p>
+
+<p>&mdash;Tengo malos presentimientos, Tula.</p>
+
+<p>&mdash;No hagas caso de agüeros.</p>
+
+<p>&mdash;No es agüero; es que siento que se me va
+la vida; he quedado sin sangre.</p>
+
+<p>&mdash;Ella volverá.</p>
+
+<p>&mdash;Por de pronto ya no puedo criar este niño.
+Y eso de las amas, Tula, ¡eso me aterra!</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_59" id="Page_59">[59]</a></span></p>
+
+<p>Y así era, en verdad. En pocos días cambiaron
+tres. El padre estaba furioso y hablaba de
+tratarlas a latigazos. Y la madre decaía.</p>
+
+<p>&mdash;¡Esto se va!&mdash;pronunció un día el médico.</p>
+
+<p>Ramiro vagaba por la casa como atontado,
+presa de extraños remordimientos y de furias
+súbitas. Una tarde llegó a decir a su cuñada:</p>
+
+<p>&mdash;Pero es que esta Rosa no hace nada por
+vivir; se le ha metido en la cabeza que tiene que
+morirse y ¡es claro! así se morirá. ¿Por qué no le
+animas y le convences a que viva?</p>
+
+<p>&mdash;Eso tú, hijo, tú, su marido. Si tú no le infundes
+apetito de vivir, ¿quién va a infundírselo?
+Porque sí, no es lo peor lo débil y exangüe
+que está; lo peor es que no piensa sino en morirse.
+Ya ves, hasta los chicos la cansan pronto.
+Y apenas si pregunta por las cosas del ama.</p>
+
+<p>Y era que la pobre Rosa vivía como en sueños,
+en un constante mareo, viéndolo todo como
+a través de una niebla.</p>
+
+<p>Una tarde llamó a solas a su hermana y en
+frases entrecortadas, con un hilito de voz febril,
+le dijo cojiéndole la mano:</p>
+
+<p>&mdash;Mira, Tula, yo me muero y me muero sin
+remedio. Ahí te dejo mis hijos, los pedazos de<span class="pagenum"><a name="Page_60" id="Page_60">[60]</a></span>
+mi corazón, y ahí te dejo a Ramiro, que es como
+otro hijo. Créeme que es otro niño, un niño
+grande y antojadizo, pero bueno, más bueno que
+el pan. No me ha dado ni un solo disgusto. Ahí
+te los dejo, Tula.</p>
+
+<p>&mdash;Descuida, Rosa; conozco mis deberes.</p>
+
+<p>&mdash;Deberes... deberes...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, sé mis amores. A tus hijos no les faltará
+madre mientras yo viva.</p>
+
+<p>&mdash;Gracias, Tula, gracias. Eso quería de ti.</p>
+
+<p>&mdash;Pues no lo dudes.</p>
+
+<p>&mdash;¡Es decir que mis hijos, los míos, los pedazos
+de mi corazón no tendrán madrastra!</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué quieres decir con eso, Rosa?</p>
+
+<p>&mdash;Que como Ramiro volverá a pensar en
+casarse... es lo natural... tan joven... y yo
+sé que no podrá vivir sin mujer, lo sé... pues
+que...</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué quieres decir?</p>
+
+<p>&mdash;Que serás tú su mujer, Tula.</p>
+
+<p>&mdash;Yo no te he dicho eso, Rosa, y ahora, en
+este momento, no puedo, ni por piedad, mentir.
+Yo no te he dicho que me casaré con tu marido
+si tú le faltas; yo te he dicho que a tus hijos no
+les faltará madre...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_61" id="Page_61">[61]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No, tú me has dicho que no tendrán madrastra.</p>
+
+<p>&mdash;¡Pues bien, sí, no tendrán madrastra!</p>
+
+<p>&mdash;Y eso no puede ser sino casándote tú con
+mi Ramiro, y mira, no tengo celos, no. ¡Si ha de
+ser de otra, que sea tuyo! Que sea tuyo. Acaso...</p>
+
+<p>&mdash;¿Y por qué ha de volver a casarse?</p>
+
+<p>&mdash;¡Ay, Tula, tú no conoces a los hombres! Tú
+no conoces a mi marido...</p>
+
+<p>&mdash;No, no le conozco.</p>
+
+<p>&mdash;¡Pues yo sí!</p>
+
+<p>&mdash;Quién sabe...</p>
+
+<p>La pobre enferma se desvaneció.</p>
+
+<p>Poco después llamaba a su marido. Y al salir
+éste del cuarto iba desencajado y pálido como
+un cadáver.</p>
+
+<p>La Muerte afilaba su guadaña en la piedra angular
+del hogar de Rosa y Ramiro, y mientras la
+vida de la joven madre se iba en rosario de gotas,
+destilando, había que andar a la busca de
+una nueva ama de cría para el pequeñito, que iba
+rindiéndose también de hambre. Y Gertrudis,
+dejando que su hermana se adormeciese en la
+cuna de una agonía lenta, no hacía sino agitarse
+en busca de un seno próvido para su sobrinito.<span class="pagenum"><a name="Page_62" id="Page_62">[62]</a></span>
+Procuraba irle engañando el hambre, sosteniéndole
+a biberón.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y esa ama?</p>
+
+<p>&mdash;¡Hasta mañana no podrá venir, señorita!</p>
+
+<p>&mdash;Mira, Tula&mdash;empezó Ramiro.</p>
+
+<p>&mdash;¡Déjame! ¡Déjame! ¡Vete al lado de tu mujer,
+que se muere de un momento a otro; vete, que
+allí es tu puesto, y déjame con el niño!</p>
+
+<p>&mdash;Pero, Tula...</p>
+
+<p>&mdash;Déjame, te he dicho. Vete a verla morir; a
+que entre en la otra vida en tus brazos; ¡vete!
+¡Déjame!</p>
+
+<p>Ramiro se fué. Gertrudis tomó a su sobrinito,
+que no hacía sino gemir; encerróse con él en un
+cuarto y sacando uno de sus pechos secos, uno
+de sus pechos de doncella que arrebolado todo
+él le retemblaba como con fiebre, le retemblaba
+por los latidos del corazón&mdash;era el derecho&mdash;,
+puso el botón de ese pecho en la flor sonrosada
+pálida de la boca del pequeñuelo. Y éste gemía
+más estrujando entre sus pálidos labios el conmovido
+pezón seco.</p>
+
+<p>&mdash;Un milagro, Virgen Santísima&mdash;gemía Gertrudis
+con los ojos velados por las lágrimas&mdash;; un
+milagro, y nadie lo sabrá, nadie.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_63" id="Page_63">[63]</a></span></p>
+
+<p>Y apretaba como una loca al niño a su seno.</p>
+
+<p>Oyó pasos y luego que intentaban abrir la
+puerta. Metióse el pecho, lo cubrió, se enjugó
+los ojos y salió a abrir. Era Ramiro, que le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;¡Ya acabó!</p>
+
+<p>&mdash;Dios la tenga en su gloria. Y ahora, Ramiro,
+a cuidar de éstos.</p>
+
+<p>&mdash;¿A cuidar? Tú... tú... porque sin ti...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, ahora a criarlos te digo.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_65" id="Page_65">[65]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>VII</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Ahora</span>, ahora que se había quedado viudo
+era cuando Ramiro sentía todo lo que sin
+él siquiera sospecharlo había querido a Rosa, su
+mujer. Uno de sus consuelos, el mayor, era recojerse
+en aquella alcoba en que tanto habían vivido
+amándose y repasar su vida de matrimonio.</p>
+
+<p>Primero el noviazgo, aquel noviazgo, aunque
+no muy prolongado, de lento reposo, en que
+Rosa parecía como que le hurtaba el fondo del
+alma siempre, y como si por acaso no la tuviese
+o haciéndole pensar que no la conocería hasta
+que fuese suya del todo y por entero; aquel noviazgo
+de recato y de reserva, bajo la mirada de
+Gertrudis, que era todo alma. Repasaba en su
+mente Ramiro, lo recordaba bien, cómo la presencia
+de Gertrudis, la tía Tula de sus hijos, le
+contenía y desasosegaba, cómo ante ella no se<span class="pagenum"><a name="Page_66" id="Page_66">[66]</a></span>
+atrevía a soltar ninguna de esas obligadas bromas
+entre novios, sino a medir sus palabras.</p>
+
+<p>Vino luego la boda y la embriaguez de los
+primeros meses, de las lunas de miel; Rosa iba
+abriéndole el espíritu, pero era éste tan sencillo,
+tan trasparente, que cayó en la cuenta Ramiro
+de que no le había velado ni recatado nada.
+Porque su mujer vivía con el corazón en la mano
+y extendida ésta en gesto de oferta y con las entrañas
+espirituales al aire del mundo, entregada
+por entero al cuidado del momento, como viven
+las rosas del campo y las alondras del cielo. Y
+era a la vez el espíritu de Rosa como un reflejo
+del de su hermana, como el agua corriente al sol
+de que aquél era el manantial cerrado.</p>
+
+<p>Llegó, por fin, una mañana en que se le desprendieron
+a Ramiro las escamas de la vista, y
+purificada ésta vió claro con el corazón. Rosa no
+era una hermosura cual él se la había creído y
+antojado, sino una figura vulgar, pero con todo
+el más dulce encanto de la vulgaridad recojida
+y mansa; era como el pan de cada día, como el
+pan casero y cotidiano y no un raro manjar de
+turbadores jugos. Su mirada que sembraba paz,
+su sonrisa, su aire de vida, eran encarnación de<span class="pagenum"><a name="Page_67" id="Page_67">[67]</a></span>
+un ánimo sedante, sosegado y doméstico. Tenía
+su pobre mujer algo de planta en la silenciosa
+mansedumbre, en la callada tarea de beber y atesorar
+luz con los ojos y derramarla luego convertida
+en paz; tenía algo de planta en aquella fuerza
+velada y a la vez poderosa con que de continuo,
+momento tras momento, chupaba jugos de las
+entrañas de la vida común ordinaria y en la dulce
+naturalidad con que abría sus perfumadas corolas.</p>
+
+<p>¡Qué de recuerdos! Aquellos juegos cuando la
+pobre se le escapaba y la perseguía él por la
+casa toda fingiendo un triunfo para cobrar como
+botín besos largos y apretados, boca a boca;
+aquel cojerle la cara con ambas manos y estarse
+en silencio mirándole al alma por los ojos y, sobre
+todo, cuando apoyaba el oído sobre el pecho
+de ella ciñéndole con los brazos el talle, y escuchándole
+la marcha tranquila del corazón le decía:
+«¡Calla, déjale que hable!»</p>
+
+<p>Y las visitas de Gertrudis, que con su cara
+grave y sus grandes ojazos de luto a que se asomaba
+un espíritu embozado, parecía decirles:
+«Sois unos chiquillos que cuando no os veo estáis
+jugando a marido y mujer; no es esa la ma<span class="pagenum"><a name="Page_68" id="Page_68">[68]</a></span>nera
+de prepararse a criar hijos, pues el matrimonio
+se instituyó para casar, dar gracia a los
+casados y que críen hijos para el cielo.»</p>
+
+<p>¡Los hijos! Ellos fueron sus primeras grandes
+meditaciones. Porque pasó un mes y otro y algunos
+más, y al no notar señal ni indicio de que
+hubiese fructificado aquel amor, «¿tendría razón&mdash;decíase
+entonces&mdash;Gertrudis? ¿Sería verdad
+que no estaban sino jugando a marido y mujer
+y sin querer, con la fuerza toda de la fe en el
+deber, el fruto de la bendición del amor justo?»
+Pero lo que más le molestaba entonces, recordábalo
+bien ahora, era lo que pensarían los demás,
+pues acaso hubiese quien le creyera a él,
+por eso de no haber podido hacer hijos, menos
+hombre que otros. ¿Por qué no había de hacer
+él, y mejor, lo que cualquier mentecato, enclenque
+y apocado hace? Heríale en su amor propio;
+habría querido que su mujer hubiese dado a luz
+a los nueve meses justos y cabales de haberse
+ellos casado. Además, eso de tener hijos o no
+tenerlos debía de depender&mdash;decíase entonces&mdash;de
+la mayor o menor fuerza de cariño que
+los casados se tengan, aunque los hay enamoradísimos
+uno de otro y que no dan fruto, y otros,<span class="pagenum"><a name="Page_69" id="Page_69">[69]</a></span>
+ayuntados por conveniencias de fortuna y ventura,
+que se carguen de críos. Pero&mdash;y esto sí
+que lo recordaba bien ahora&mdash;pero para explicárselo
+había fraguado su teoría, y era que hay
+un amor aparente y conciente, de cabeza, que
+puede mostrarse muy grande y ser, sin embargo,
+infecundo, y otro sustancial y oculto, recatado
+aun al propio conocimiento de los mismos
+que lo alimentan, un amor del alma y el cuerpo
+enteros y justos, amor fecundo siempre. ¿No
+querría él lo bastante a Rosa o no le querría lo
+bastante Rosa a él? Y recordaba ahora cómo había
+tratado de descifrar el misterio mientras la
+envolvía en besos, a solas, en el silencio y oscuro
+de la noche y susurrándola una y otra vez
+al oído en letanía un rosario de: «¿me quieres,
+me quieres, Rosa?», mientras a ella se la escapaban
+síes desfallecidos. Aquello fué una locura,
+una necia locura, de la que se avergonzaba apenas
+veía entrar a Gertrudis derramando serena
+seriedad en torno, y de aquello le curó la sazón
+del amor cuando le fué anunciado el hijo. Fué
+un trasporte loco... ¡había vencido! Y entonces
+fué cuando vino, con su primer fruto, el verdadero
+amor.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_70" id="Page_70">[70]</a></span></p>
+
+<p>El amor, sí. ¿Amor? ¿Amor dicen? ¿Qué saben
+de él todos esos escritores amatorios, que
+no amorosos, que de él hablan y quieren excitarlo
+en quien los lee? ¿Qué saben de él los galeotos
+de las letras? ¿Amor? No amor, sino mejor
+cariño. Eso de amor&mdash;decíase Ramiro ahora&mdash;sabe
+a libro; sólo en el teatro y en las novelas
+se oye el <i>yo te amo</i>; en la vida de carne y sangre
+y hueso el entrañable <i>¡te quiero!</i> y el más entrañable
+aún callárselo. ¿Amor? No, ni cariño siquiera,
+sino algo sin nombre y que no se dice
+por confundirse ello con la vida misma. Los más
+de los cantores amatorios saben de amor lo que
+de oración los masculla-jaculatorias, traga-novenas
+y engulle-rosarios. No, la oración no es
+tanto algo que haya de cumplirse a tales o cuales
+horas, en sitio apartado y recojido y en postura
+compuesta, cuanto es un modo de hacerlo
+todo votivamente con toda el alma y viviendo
+en Dios. Oración ha de ser el comer y el beber
+y el pasearse y el jugar y el leer y el escribir y
+el conversar y hasta el dormir, y rezo todo, y
+nuestra vida un continuo y mudo «¡hágase tu
+voluntad!» y un incesante «¡venga a nos el tu
+reino!» no ya pronunciados, mas ni aun pensados<span class="pagenum"><a name="Page_71" id="Page_71">[71]</a></span>
+siquiera, sino vividos. Así oyó de la oración una
+vez Ramiro a un santo varón religioso que pasaba
+por maestro de ella, y así lo aplicó él al
+amor luego. Pues el que profesara a su mujer y
+a ella le apegaba veía bien ahora en que ella se
+le fué, que se le llegó a fundir con el rutinero andar
+de la vida diaria, que lo había respirado en
+las mil naderías y frioleras del vivir doméstico,
+que le fué como el aire que se respira y al que no
+se le siente sino en momentos de angustioso
+ahogo, cuando nos falta. Y ahora ahogábase Ramiro,
+y la congoja de su viudez reciente le revelaba
+todo el poderío del amor pasado y vivido.</p>
+
+<p>Al principio de su matrimonio fué, sí, el imperio
+del deseo; no podía juntar carne con carne
+sin que la suya se le encendiese y alborotase
+y empezara a martillarle el corazón, pero era
+porque la otra no era aún de veras y por entero
+suya también; pero luego, cuando ponía su
+mano sobre la carne desnuda de ella, era como
+si en la propia la hubiese puesto, tan tranquilo
+se quedaba; mas también si se la hubiesen cortado
+habríale dolido como si se la cortaran a él.
+¿No sintió acaso en sus entrañas los dolores de
+los partos de su Rosa?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_72" id="Page_72">[72]</a></span></p>
+
+<p>Cuando la vió gozar, sufriendo al darle su
+primer hijo, es cuando comprendió cómo es el
+amor más fuerte que la vida y que la muerte, y
+domina la discordia de éstas; cómo el amor hace
+morirse a la vida y vivir la muerte; cómo él vivía
+ahora la muerte de su Rosa y se moría en su
+propia vida. Luego, al ver al niño dormido y sereno,
+con los labios en flor entreabiertos vió al
+amor hecho carne que vive. Y allí, sobre la
+cuna, contemplando a su fruto, traía a sí a la
+madre, y mientras el niño sonreía en sueños
+palpitando sus labios, besaba él a Rosa en la
+corola de sus labios frescos y en la fuente de
+paz de sus ojos. Y le decía mostrándole dos dedos
+de la mano: «¡Otra vez, dos, dos...!» Y ella:
+«¡No, no, ya no más, uno y no más!» Y se reía.
+Y él: «¡Dos, dos, me ha entrado el capricho de
+que tengamos dos melguizos, una parejita, niño
+y niña!» Y cuando ella volvió a quedarse encinta,
+a cada paso y tropezón, él: «¡Qué cargado
+viene eso! ¡Qué granazón! ¡Me voy a salir con la
+mía; por lo menos, dos!» «¡Uno, el último, y
+basta!», replicaba ella riendo. Y vino el segundo,
+la niña, Tulita, y luego que salió con vida,
+cuando descansaba la madre, la besó larga y<span class="pagenum"><a name="Page_73" id="Page_73">[73]</a></span>
+apretadamente en la boca, como en premio,
+diciéndose: «¡bien has trabajado, pobrecilla!»;
+mientras Rosa, vencedora de la muerte y de la
+vida, sonreía con los domésticos ojos apacibles.</p>
+
+<p>¡Y murió!; aunque pareciese mentira, se murió.
+Vino la tarde terrible del combate último.
+Allí estuvo Gertrudis, mientras el cuidado de la
+pobrecita niña que desfallecía de hambre se lo
+permitió, sirviendo medicinas inútiles, componiendo
+la cama, animando a la enferma, encorazonando
+a todos. Tendida en el lecho que había
+sido campo de donde brotaron tres vidas,
+llegó a faltarle el habla y las fuerzas, y cojida
+de la mano a la mano de su hombre, del padre
+de sus hijos, mirábale como el navegante, al ir
+a perderse en el mar sin orillas, mira al lejano
+promontorio, lengua de la tierra nativa, que se
+va desvaneciendo en la lontananza y junto al
+cielo; en los trances del ahogo miraban sus ojos,
+desde el borde la eternidad, a los ojos de su Ramiro.
+Y parecía aquella mirada una pregunta
+desesperada y suprema, como si a punto de
+partirse para nunca más volver a tierra, preguntase
+por el oculto sentido de la vida. Aquellas
+miradas de congoja reposada, de acongojado<span class="pagenum"><a name="Page_74" id="Page_74">[74]</a></span>
+reposo, decían: «Tú, tú que eres mi vida, tú que
+conmigo has traído al mundo nuevos mortales,
+tú que me has sacado tres vidas, tú, mi hombre,
+dime, ¿esto qué es?» Fué una tarde abismática.
+En momentos de tregua, teniendo Rosa entre
+sus manos, húmedas y febriles, las manos temblorosas
+de Ramiro, clavados en los ojos de éste
+sus ojos henchidos de cansancio de vida, sonreía
+tristemente, volviéndolos luego al niño,
+que dormía allí cerca, en su cunita, y decía con
+los ojos, y alguna vez con un hilito de voz:
+«¡No despertarle, no!, ¡que duerma, pobrecillo!,
+¡que duerma... que duerma hasta hartarse, que
+duerma!» Llególe por último el supremo trance,
+el del tránsito, y fué como si en el brocal de las
+eternas tinieblas, suspendida sobre el abismo, se
+aferrara a él, a su hombre, que vacilaba sintiéndose
+arrastrado. Quería abrirse con las uñas la
+garganta la pobre, mirábale despavorida, pidiéndole
+con los ojos aire; luego, con ellos le
+sondó el fondo del alma, y soltando su mano
+cayó en la cama donde había concebido y parido
+sus tres hijos. Descansaron los dos; Ramiro,
+aturdido, con el corazón acorchado, sumergido
+como en un sueño sin fondo y sin despertar,<span class="pagenum"><a name="Page_75" id="Page_75">[75]</a></span>
+muerta el alma, mientras dormía el niño. Gertrudis
+fué quien, viniendo con la pequeñita al
+pecho, cerró luego los ojos a su hermana, la
+compuso un poco y fuese después a cubrir y
+arropar mejor al niño dormido y a trasladarle en
+un beso la tibieza que con otro recojió de la
+vida que aún tendía sus últimos jirones sobre la
+frente de la rendida madre.</p>
+
+<p>Pero, ¿murió acaso Rosa? ¿Se murió de veras?
+¿Podía haberse muerto viviendo él, Ramiro?
+No; en sus noches, ahora solitarias, mientras
+se dormía solo en aquella cama de la muerte
+y de la vida y del amor, sentía a su lado el
+ritmo de su respiración, su calor tibio, aunque
+con una congojosa sensación de vacío. Y tendía
+la mano, recorriendo con ella la otra mitad de
+la cama, apretándola algunas veces. Y era lo
+peor que, cuando recojiéndose se ponía a meditar
+en ella, no se le ocurrieran sino cosas de
+libro, cosas de amor de libro y no de cariño de
+vida, y le escocía que aquel robusto sentimiento,
+vida de su vida y aire de su espíritu, no se le
+cuajara más que en abstractas lucubraciones. El
+dolor se le espiritualizaba, vale decir que se le
+intelectualizaba, y sólo cobraba carne, aunque<span class="pagenum"><a name="Page_76" id="Page_76">[76]</a></span>
+fuera vaporosa, cuando entraba Gertrudis. Y de
+todo esto sacábale una de aquellas vocecitas
+frescas que piaba: «¡Papá!» Ya estaba, pues, allí,
+ella, la muerta inmortal. Y luego, la misma vocecita:
+«¡Mamá!» Y la de Gertrudis, gravemente
+dulce, respondía: «¡Hijo!»</p>
+
+<p>No, Rosa, su Rosa, no se había muerto, no
+era posible que se le hubiese muerto; la mujer
+estaba allí, tan viva como antes, y derramando
+vida en torno; la mujer no podía morir.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_77" id="Page_77">[77]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>VIII</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Gertrudis</span>, que se había instalado en casa
+de su hermana desde que ésta dió por
+última vez a luz y durante su enfermedad última,
+le dijo un día a su cuñado:</p>
+
+<p>&mdash;Mira, voy a levantar mi casa.</p>
+
+<p>El corazón de Ramiro se puso al galope.</p>
+
+<p>&mdash;Sí&mdash;añadió ella&mdash;, tengo que venir a vivir
+con vosotros y a cuidar de los chicos. No se le
+puede, además, dejar aquí sola a esa buena pécora
+del ama.</p>
+
+<p>&mdash;Dios te lo pague, Tula.</p>
+
+<p>&mdash;Nada de Tula, ya te lo tengo dicho; para ti
+soy Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y qué más da?</p>
+
+<p>&mdash;Yo lo sé.</p>
+
+<p>&mdash;Mira, Gertrudis...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, voy a ver qué hace el ama.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_78" id="Page_78">[78]</a></span></p>
+
+<p>A la cual vigilaba sin descanso. No le dejaba
+dar el pecho al pequeñito delante del padre de
+éste, y le regañaba por el poco recato y mucha
+desenvoltura con que se desabrochaba el seno.</p>
+
+<p>&mdash;Si no hace falta que enseñes eso así; en el
+niño es en quien hay que ver si tienes o no leche
+abundante.</p>
+
+<p>Ramiro sufría y Gertrudis le sentía sufrir.</p>
+
+<p>&mdash;¡Pobre Rosa!&mdash;decía de continuo.</p>
+
+<p>&mdash;Ahora los pobres son los niños y es en ellos
+en quienes hay que pensar...</p>
+
+<p>&mdash;No basta, no. Apenas descanso. Sobre todo
+por las noches la soledad me pesa; las hay que
+las paso en vela.</p>
+
+<p>&mdash;Sal después de cenar, como salías de casado
+últimamente, y no vuelvas a casa hasta
+que sientas sueño. Hay que acostarse con
+sueño.</p>
+
+<p>&mdash;Pero es que siento un vacío...</p>
+
+<p>&mdash;¿Vacío teniendo hijos?</p>
+
+<p>&mdash;Pero ella es insustituíble...</p>
+
+<p>&mdash;Así lo creo... Aunque vosotros los hombres...</p>
+
+<p>&mdash;No creí que la quería tanto...</p>
+
+<p>&mdash;Así nos pasa de continuo. Así me pasó con<span class="pagenum"><a name="Page_79" id="Page_79">[79]</a></span>
+mi tío y así me ha pasado con mi hermana, con
+tu Rosa. Hasta que ha muerto tampoco yo he
+sabido lo que la quería. Lo sé ahora en que
+cuido a sus hijos, a vuestros hijos. Y es que queremos
+a los muertos en los vivos...</p>
+
+<p>&mdash;¿Y no acaso a los vivos en los muertos...?</p>
+
+<p>&mdash;No sutilicemos.</p>
+
+<p>Y por las mañanas, luego de haberse levantado
+Ramiro, iba su cuñada a la alcoba y abría de par
+en par las hojas del balcón diciéndose: «para
+que se vaya el olor a hombre». Y evitaba luego
+encontrarse a solas con su cuñado, para lo cual
+llevaba siempre algún niño delante.</p>
+
+<p>Sentada en la butaca en que solía sentarse la
+difunta, contemplaba los juegos de los pequeñuelos.</p>
+
+<p>&mdash;Es que yo soy chico y tú no eres más que
+chica&mdash;oyó que le decía un día, con su voz de
+trapo, Ramirín a su hermanita.</p>
+
+<p>&mdash;Ramirín, Ramirín&mdash;le dijo la tía&mdash;, ¿qué es
+eso? ¿Ya empiezas a ser bruto, a ser hombre?</p>
+
+<p>Un día llegó Ramiro, llamó a su cuñada y le
+dijo:</p>
+
+<p>&mdash;He sorprendido tu secreto, Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué secreto?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_80" id="Page_80">[80]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Las relaciones que llevabas con Ricardo, mi
+primo.</p>
+
+<p>&mdash;Pues bien, sí, es cierto; se empeñó, me hostigó,
+no me dejaba en paz y acabó por darme
+lástima.</p>
+
+<p>&mdash;Y tan oculto que lo teníais...</p>
+
+<p>&mdash;¿Para qué declararlo?</p>
+
+<p>&mdash;Y sé más.</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué es lo que sabes?</p>
+
+<p>&mdash;Que le has despedido.</p>
+
+<p>&mdash;También es cierto.</p>
+
+<p>&mdash;Me ha enseñado él mismo tu carta.</p>
+
+<p>&mdash;¿Cómo? No le creía capaz de eso. Bien he
+hecho en dejarle: ¡hombre al fin!</p>
+
+<p>Ramiro, en efecto, había visto una carta de su
+cuñada a Ricardo, que decía así:</p>
+
+<p>«Mi querido Ricardo: No sabes bien qué días
+tan malos estoy pasando desde que murió la pobre
+Rosa. Estos últimos han sido terribles y no
+he cesado de pedir a la Virgen Santísima y a su
+Hijo que me diesen fuerzas para ver claro en mi
+porvenir. No sabes bien con cuánta pena te lo
+digo, pero no pueden continuar nuestras relaciones;
+no puedo casarme. Mi hermana me sigue
+rogando desde el otro mundo que no abandone<span class="pagenum"><a name="Page_81" id="Page_81">[81]</a></span>
+a sus hijos y que les haga de madre. Y puesto
+que tengo estos hijos a que cuidar, no debo ya
+casarme. Perdóname, Ricardo, perdónamelo, por
+Dios, y mira bien por qué lo hago. Me cuesta
+mucha pena porque sé que habría llegado a quererte
+y, sobre todo, porque sé lo que me quieres
+y lo que sufrirás con esto. Siento en el alma
+causarte esta pena, pero tú que eres bueno,
+comprenderás mis deberes y los motivos de mi
+resolución y encontrarás otra mujer que no tenga
+mis obligaciones sagradas y que te pueda hacer
+más feliz que yo habría podido hacerte.
+Adiós, Ricardo, que seas feliz y hagas felices a
+otros, y ten por seguro que nunca, nunca te olvidará</p>
+
+<p class="smcap right indenr5">Gertrudis.»</p>
+
+
+<p class="p2">&mdash;Y ahora&mdash;añadió Ramiro&mdash;, a pesar de esto
+Ricardo quiere verte.</p>
+
+<p>&mdash;¿Es que yo me oculto acaso?</p>
+
+<p>&mdash;No, pero...</p>
+
+<p>&mdash;Dile que venga cuando quiera a verme a
+esta nuestra casa.</p>
+
+<p>&mdash;Nuestra casa, Gertrudis, nuestra...</p>
+
+<p>&mdash;Nuestra, sí, y de nuestros hijos...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_82" id="Page_82">[82]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Si tú quisieras...</p>
+
+<p>&mdash;¡No hablemos de eso!&mdash;y se levantó.</p>
+
+<p>Al siguiente día se le presentó Ricardo.</p>
+
+<p>&mdash;Pero, por Dios, Tula.</p>
+
+<p>&mdash;No hablemos más de eso, Ricardo, que es
+cosa hecha.</p>
+
+<p>&mdash;Pero, por Dios&mdash;y se le quebró la voz.</p>
+
+<p>&mdash;¡Sé hombre, Ricardo, sé fuerte!</p>
+
+<p>&mdash;Pero es que ya tienen padre...</p>
+
+<p>&mdash;No basta; no tienen madre... es decir, sí la
+tienen.</p>
+
+<p>&mdash;Puede él volver a casarse.</p>
+
+<p>&mdash;¿Volverse a casar él? En ese caso los niños
+se irán conmigo. Le prometí a su madre, en su
+lecho de muerte, que no tendrían madrastra.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y si llegases a serlo tú, Tula?</p>
+
+<p>&mdash;¿Cómo yo?</p>
+
+<p>&mdash;Sí, tú; casándote con él, con Ramiro.</p>
+
+<p>&mdash;¡Eso nunca!</p>
+
+<p>&mdash;Pues yo sólo así me lo explico.</p>
+
+<p>&mdash;Eso nunca, te he dicho; no me expondría a
+que unos míos, es decir, de mi vientre, pudiesen
+mermarme el cariño que a ésos tengo. ¿Y más
+hijos, más? Eso nunca. Bastan éstos para bien
+criarlos.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_83" id="Page_83">[83]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Pues a nadie le convencerás, Tula, de que
+no te has venido a vivir aquí por eso.</p>
+
+<p>&mdash;Yo no trato de convencer a nadie de
+nada. Y en cuanto a ti, basta que yo te lo
+diga.</p>
+
+<p>Se separaron para siempre.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y qué?&mdash;le preguntó luego Ramiro.</p>
+
+<p>&mdash;Que hemos acabado; no podía ser de otro
+modo.</p>
+
+<p>&mdash;Y que has quedado libre...</p>
+
+<p>&mdash;Libre estaba, libre estoy, libre pienso morirme.</p>
+
+<p>&mdash;Gertrudis... Gertrudis&mdash;y su voz temblaba
+a súplica.</p>
+
+<p>&mdash;Le he despedido porque me debo, ya te lo
+dije, a tus hijos, a los hijos de Rosa...</p>
+
+<p>&mdash;Y tuyos... ¿no dices así?</p>
+
+<p>&mdash;¡Y míos, sí!</p>
+
+<p>&mdash;Pero si tú quisieras...</p>
+
+<p>&mdash;No insistas; ya te tengo dicho que no debo
+casarme ni contigo ni con otro menos.</p>
+
+<p>&mdash;¿Menos?&mdash;y se le abrió el pecho.</p>
+
+<p>&mdash;Sí, menos.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y cómo no fuiste monja?</p>
+
+<p>&mdash;No me gusta que me manden.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_84" id="Page_84">[84]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Es que en el convento en que entrases
+serías tú la abadesa, la superiora.</p>
+
+<p>&mdash;Menos me gusta mandar. ¿Ramirín?</p>
+
+<p>El niño acudió al reclamo. Y cojiéndole su
+tía le dijo: «¡vamos a jugar al escondite, rico!»</p>
+
+<p>&mdash;Pero Tula...</p>
+
+<p>&mdash;Te he dicho&mdash;y para decirle esto se le acercó,
+teniendo cojido de la mano al niño, y se lo
+dijo al oído&mdash;que no me llames Tula, y menos
+delante de los niños. Ellos sí, pero tú no. Y ten
+respeto a los pequeños.</p>
+
+<p>&mdash;¿En qué les falto al respeto?</p>
+
+<p>&mdash;En dejar así al descubierto delante de ellos
+tus instintos...</p>
+
+<p>&mdash;Pero si no comprenden...</p>
+
+<p>&mdash;Los niños lo comprenden todo; más que
+nosotros. Y no olvidan nada. Y si ahora no lo
+comprende, lo comprenderá mañana. Cada cosa
+de estas que ve u oye un niño es una semilla en
+su alma, que luego echa tallo y da fruto. ¡Y basta!</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_85" id="Page_85">[85]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>IX</h2>
+
+
+<p>Y empezó una vida de triste desasosiego, de
+interna lucha en aquel hogar. Ella defendíase
+con los niños, a los que siempre procuraba
+tener presentes, y le excitaba a él a que saliese
+a distraerse. El, por su parte, extremaba sus caricias
+a los hijos y no hacía sino hablarles de su
+madre, de su pobre madre. Cojía a la niña y allí,
+delante de la tía, se la devoraba a besos.</p>
+
+<p>&mdash;No tanto, hombre, no tanto, que así no
+haces sino molestar a la pobre criatura. Y eso,
+permíteme que te lo diga, no es natural. Bien
+está que hagas que me llamen tía y no mamá,
+pero no tanto; repórtate.</p>
+
+<p>&mdash;¿Es que yo no he de tener el consuelo de
+mis hijos?</p>
+
+<p>&mdash;Sí, hijo, sí; pero lo primero es educarlos
+bien.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_86" id="Page_86">[86]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¿Y así?</p>
+
+<p>&mdash;Hartándoles de besos y de golosinas se les
+hace débiles. Y mira que los niños adivinan...</p>
+
+<p>&mdash;Y qué culpa tengo yo...</p>
+
+<p>&mdash;¿Pero es que puede haber para unos niños,
+hombre de Dios, un hogar mejor que éste?
+Tienen hogar, verdadero hogar, con padre y
+madre, y es un hogar limpio, castísimo, por
+todos cuyos rincones pueden andar a todas
+horas, un hogar donde nunca hay que cerrarles
+puerta alguna, un hogar sin misterios. ¿Quieres
+más?</p>
+
+<p>Pero él buscaba acercarse a ella, hasta rozarla.
+Y alguna vez le tuvo que decir en la
+mesa:</p>
+
+<p>&mdash;No me mires así, que los niños ven.</p>
+
+<p>Por las noches solía hacerles rezar por mamá
+Rosa, por mamita, para que Dios la tuviese en
+su gloria. Y una noche, después de este rezo y
+hallándose presente el padre, añadió:</p>
+
+<p>&mdash;Ahora, hijos míos, un padrenuestro y avemaría
+por papá también.</p>
+
+<p>&mdash;Pero papá no se ha muerto, mamá Tula.</p>
+
+<p>&mdash;No importa, porque se puede morir...</p>
+
+<p>&mdash;Eso, también tú.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_87" id="Page_87">[87]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Es verdad; otro padrenuestro y avemaría
+por mí entonces.</p>
+
+<p>Y cuando los niños se hubieron acostado,
+volviéndose a su cuñado le dijo secamente:</p>
+
+<p>&mdash;Esto no puede ser así. Si sigues sin reportarte
+tendré que marcharme de esta casa aunque
+Rosa no me lo perdone desde el cielo.</p>
+
+<p>&mdash;Pero es que...</p>
+
+<p>&mdash;Lo dicho; no quiero que ensucies así, ni
+con miradas, esta casa tan pura y donde mejor
+pueden criarse las almas de tus hijos. Acuérdate
+de Rosa.</p>
+
+<p>&mdash;¿Pero de qué crees que somos los hombres?</p>
+
+<p>&mdash;De carne y muy brutos.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y tú, no te has mirado nunca?</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué es eso?&mdash;y se le demudó el rostro
+sereno.</p>
+
+<p>&mdash;Que aunque no fueses, como en realidad lo
+eres, su madre, ¿tienes derecho, Gertrudis, a
+perseguirme con tu presencia? ¿Es justo que me
+reproches y estés llenando la casa con tu persona,
+con el fuego de tus ojos, con el son de tu
+voz, con el imán de tu cuerpo lleno de alma,
+pero de un alma llena de cuerpo?</p>
+
+<p>Gertrudis, toda encendida, bajaba la cabeza y<span class="pagenum"><a name="Page_88" id="Page_88">[88]</a></span>
+se callaba, mientras le tocaba a rebato el corazón.</p>
+
+<p>&mdash;¿Quién tiene la culpa de esto?, dime.</p>
+
+<p>&mdash;Tienes razón, Ramiro, y si me fuese, los niños
+piarían por mí, porque me quieren...</p>
+
+<p>&mdash;Más que a mí&mdash;dijo tristemente el padre.</p>
+
+<p>&mdash;Es que yo no les besuqueo como tú ni les
+sobo, y cuando les beso, ellos sienten que mis
+besos son más puros, que son para ellos solos...</p>
+
+<p>&mdash;Y bien, ¿quién tiene la culpa de esto?,
+repito.</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, pues. Espera un año, esperemos un
+año; déjame un año de plazo para que vea claro
+en mí, para que veas claro en ti mismo, para
+que te convenzas...</p>
+
+<p>&mdash;Un año... un año...</p>
+
+<p>&mdash;¿Te parece mucho?</p>
+
+<p>&mdash;¿Y luego, cuando se acabe?</p>
+
+<p>&mdash;Entonces... veremos...</p>
+
+<p>&mdash;Veremos... veremos...</p>
+
+<p>&mdash;Yo no prometo más.</p>
+
+<p>&mdash;Y si en este año...</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué? Si en este año haces alguna tontería...</p>
+
+<p>&mdash;¿A qué llamas hacer una tontería?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_89" id="Page_89">[89]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;A enamorarte de otra y volverte a casar.</p>
+
+<p>&mdash;Eso... ¡nunca!</p>
+
+<p>&mdash;Qué pronto lo dijiste...</p>
+
+<p>&mdash;Eso... ¡nunca!</p>
+
+<p>&mdash;¡Bah! juramentos de hombres...</p>
+
+<p>&mdash;Y si así fuese, ¿quién tendrá la culpa?</p>
+
+<p>&mdash;¿Culpa?</p>
+
+<p>&mdash;¡Sí, la culpa!</p>
+
+<p>&mdash;Eso sólo querría decir...</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué?</p>
+
+<p>&mdash;Que no le quisiste, que no le quieres a tu
+Rosa como ella te quiso a ti, como ella te habría
+querido de haber sido ella la viuda...</p>
+
+<p>&mdash;No, eso querría decir otra cosa, que no es...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, basta. ¡Ramirín!, ¡ven acá, Ramirín!
+Anda, corre.</p>
+
+<p>Y así se aplacó aquella lucha.</p>
+
+<p>Y ella continuaba su labor de educar a sus
+sobrinos.</p>
+
+<p>No quiso que a la niña se le ocupase demasiado
+en aprender costura y cosas así. «¿Labores
+de su sexo?&mdash;decía&mdash;, no, nada de labores de su
+sexo; el oficio de una mujer es hacer hombres y
+mujeres, y no vestirlos.»</p>
+
+<p>Un día que Ramirín soltó una expresión soez<span class="pagenum"><a name="Page_90" id="Page_90">[90]</a></span>
+que había aprendido en la calle y su padre iba a
+reprenderle, interrumpióle Gertrudis, diciéndole
+bajo: «No, dejarlo; hay que hacer como si no
+se ha oído; debe de haber un mundo de que ni
+para condenarlo hay que hablar aquí.»</p>
+
+<p>Una vez que oyó decir de una que se quedaba
+soltera que quedaba para vestir santos, agregó:
+«¡o para vestir almas de niños!»</p>
+
+<p>&mdash;Tulita es mi novia&mdash;dijo una vez Ramirín.</p>
+
+<p>&mdash;No digas tonterías; Tulita es tu hermana.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y no puede ser novia y hermana?</p>
+
+<p>&mdash;No.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y qué es ser hermana?</p>
+
+<p>&mdash;¿Ser hermana? Ser hermana es...</p>
+
+<p>&mdash;Vivir en la misma casa&mdash;acabó la niña.</p>
+
+<p>Un día llegó la niña llorando y mostrando un
+dedo en que le había picado una abeja. Lo primero
+que se le ocurrió a la tía fué ver si con su
+boca, chupándoselo, podía extraerle el veneno
+como había leído que se hace con el de ciertas
+culebras. Luego declararon los niños, y se les
+unió el padre, que no dejarían viva a ninguna
+de las abejas que venían al jardín, que las perseguirían
+a muerte.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_91" id="Page_91">[91]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No, eso sí que no&mdash;exclamó Gertrudis&mdash;; a
+las abejas no las toca nadie.</p>
+
+<p>&mdash;¿Por qué? ¿Por la miel?&mdash;preguntó Ramiro.</p>
+
+<p>&mdash;No las toca nadie, he dicho.</p>
+
+<p>&mdash;Pero si no son madres, Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Lo sé, lo sé bien. He leído en uno de esos
+libros tuyos lo que son las abejas, lo he leído.
+Sé lo que son las abejas estas, las que pican y
+hacen la miel; sé lo que es la reina y sé también
+lo que son los zánganos.</p>
+
+<p>&mdash;Los zánganos somos nosotros, los hombres.</p>
+
+<p>&mdash;¡Claro está!</p>
+
+<p>&mdash;Pues mira, voy a meterme en política; me
+van a presentar candidato a diputado provincial.</p>
+
+<p>&mdash;¿De veras?&mdash;preguntó Gertrudis, sin poder
+disimular su alegría.</p>
+
+<p>&mdash;¿Tanto te place?</p>
+
+<p>&mdash;Todo lo que te distraiga.</p>
+
+<p>&mdash;Faltan once meses, Gertrudis...</p>
+
+<p>&mdash;¿Para qué?, ¿para la elección?</p>
+
+<p>&mdash;¡Para la elección, sí!</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_93" id="Page_93">[93]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>X</h2>
+
+
+<p>Y era lo cierto que en el alma cerrada de Gertrudis
+se estaba desencadenando una brava
+galerna. Su cabeza reñía con su corazón, y
+ambos, corazón y cabeza, reñían en ella con
+algo más ahincado, más entrañado, más íntimo,
+con algo que era como el tuétano de los huesos
+de su espíritu.</p>
+
+<p>A solas, cuando Ramiro estaba ausente del
+hogar, cojía al hijo de éste y de Rosa, a Ramirín,
+al que llamaba su hijo, y se lo apretaba al
+seno virgen, palpitante de congoja y henchido
+de zozobra. Y otras veces se quedaba contemplando
+el retrato de la que fué, de la que era
+todavía su hermana y como interrogándole si
+había querido, de veras, que ella, que Gertrudis,
+le sucediese en Ramiro. «Sí, me dijo que yo habría
+de llegar a ser la mujer de su hombre, su<span class="pagenum"><a name="Page_94" id="Page_94">[94]</a></span>
+otra mujer&mdash;se decía&mdash;, pero no pudo querer
+eso, no, no pudo quererlo... yo en su caso, al
+menos, no lo habría querido, no podría haberlo
+querido... ¿de otra? ¡no, de otra no! ni después
+de mi muerte... ni de mi hermana... ¡de otra no!
+no se puede ser más que de una... No, no pudo
+querer eso; no pudo querer que entre él, entre
+su hombre, entre el padre de sus hijos y yo se
+interpusiese su sombra... no pudo querer eso.
+Porque cuando él estuviese a mi lado, arrimado
+a mí, carne a carne, ¿quién me dice que no estuviese
+pensando en ella? Yo no sería sino el
+recuerdo... ¡algo peor que el recuerdo de la otra!
+No, lo que me pidió es que impida que sus hijos
+tengan madrasta. ¡Y lo impediré! Y casándome
+con Ramiro, entregándole mi cuerpo, y
+no sólo mi alma, no lo impediría... Porque entonces
+sí que sería madrasta. Y más si llegaba
+a darme hijos de mi carne y de mi sangre...» Y
+esto de los hijos de la carne hacía palpitar de
+sagrado terror el tuétano de los huesos del alma
+de Gertrudis, que era toda maternidad, pero maternidad
+de espíritu.</p>
+
+<p>Y encerrábase en su cuarto, en su recatada
+alcoba, a llorar al pie de una imagen de la San<span class="pagenum"><a name="Page_95" id="Page_95">[95]</a></span>tísima
+Virgen Madre, a llorar mientras susurraba:
+«el fruto de tu vientre...»</p>
+
+<p>Una vez que tenía apretado a su seno a Ramirín,
+éste le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;¿Por qué lloras, mamita?&mdash;pues habíale enseñado
+a llamarla así.</p>
+
+<p>&mdash;Si no lloro...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, lloras...</p>
+
+<p>&mdash;¿Pero es que me ves llorar...?</p>
+
+<p>&mdash;No, pero te siento que lloras... Estás llorando...</p>
+
+<p>&mdash;Es que me acuerdo de tu madre...</p>
+
+<p>&mdash;¿Pues no dices que lo eres tú...?</p>
+
+<p>&mdash;Sí, pero de la otra, de mamá Rosa.</p>
+
+<p>&mdash;Ah, sí, la que se murió... la de papá...</p>
+
+<p>&mdash;¡Sí, la de papá!</p>
+
+<p>&mdash;¿Y por qué papá nos dice que no te llamemos
+mamá, sino tía, tiíta Tula, y tú nos dices
+que te llamemos mamá y no tía, no tiíta Tula...?</p>
+
+<p>&mdash;¿Pero es que papá os dice eso?</p>
+
+<p>&mdash;Sí, nos ha dicho que todavía no eres nuestra
+mamá, que todavía no eres más que nuestra
+tía...</p>
+
+<p>&mdash;¿Todavía?</p>
+
+<p>&mdash;Sí, nos ha dicho que todavía no eres nues<span class="pagenum"><a name="Page_96" id="Page_96">[96]</a></span>tra
+mamá, pero que lo serás... Sí, que vas a ser
+nuestra mamá cuando pasen unos meses...</p>
+
+<p>«Entonces sería vuestra madrasta»&mdash;pensó
+Gertrudis, pero no se atrevió a desnudar este
+pensamiento pecaminoso ante el niño.</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, mira, no hagas caso de esas cosas,
+hijo mío...</p>
+
+<p>Y cuando luego llegó Ramiro, el padre, le
+llamó aparte y severamente le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;No andes diciéndole al niño esas cosas. No
+le digas que yo no soy todavía más que su tía,
+la tía Tula, y que seré su mamá. Eso es corromperle,
+eso es abrirle los ojos sobre cosas que no
+debe ver. Y si lo haces por influir con él sobre
+mí, si lo haces por moverme...</p>
+
+<p>&mdash;Me dijiste que te tomabas un plazo...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, si lo haces por eso piensa en el
+papel que haces hacer a tu hijo, un papel de...</p>
+
+<p>&mdash;¡Bueno, calla!</p>
+
+<p>&mdash;Las palabras no me asustan, pero lo callaré.
+Y tú piensa en Rosa, recuerda a Rosa, ¡tu
+primer... amor!</p>
+
+<p>&mdash;¡Tula!</p>
+
+<p>&mdash;Basta. Y no busques madrasta para tus
+hijos, que tienen madre.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_97" id="Page_97">[97]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XI</h2>
+
+
+<p>«<span class="smcap">Esto</span> necesita campo»&mdash;se dijo Gertrudis, e
+indicó a Ramiro la conveniencia de que todos
+ellos se fuesen a veranear a un pueblecito
+costero que tuviese montaña, dominando al mar
+y por éste dominada. Buscó un lugar que no
+fuese muy de moda, pero donde Ramiro pudiese
+encontrar compañeros de tresillo, pues tampoco
+le quería obligado a la continua compañía de los
+suyos. Era un género de soledad a que Gertrudis
+temía.</p>
+
+<p>Allí todos los días salían de paseo, por la montaña,
+dando vista al mar, entre madroñales, ellos
+dos, Gertrudis y Ramiro, y los tres niños: Ramirín,
+Rosita y Elvira. Jamás, ni aun allí donde no
+los conocían&mdash;es decir, allí menos&mdash;se hubiese
+arriesgado Gertrudis a salir de paseo con su cu<span class="pagenum"><a name="Page_98" id="Page_98">[98]</a></span>ñado,
+solos los dos. Al llegar a un punto en que
+un tronco tendido en tierra, junto al sendero,
+ofrecía, a modo de banco rústico, asiento, sentábanse
+en él ellos dos, cara al mar, mientras los
+niños jugaban allí cerca, lo más cerca posible.
+Una vez en que Ramiro quiso que se sentaran
+en el suelo, sobre la yerba montañesa, Gertrudis
+le contestó: «¡No, en el suelo, no! yo no me
+siento en el suelo, sobre la tierra, y menos junto
+a ti y ante los niños...» «Pero si el suelo está
+limpio... si hay yerba...» «¡Te he dicho que no
+me siento así!» «No, la postura no es cómoda...»
+«¡Peor que incómoda!»</p>
+
+<p>Desde aquel tronco, mirando al mar, hablaban
+de mil nonadas, pues en cuanto el hombre
+deslizaba la conversación a senderos de lo por
+pacto tácito ya vedado de hablar entre ellos, la
+tía tenía en la boca un «¡Ramirín!» o «¡Rosita!»
+o «¡Elvira!» Le hablaba ella del mar y eran sus
+palabras, que le llegaban a él envueltas en el rumor
+no lejano de las olas, como la letra vaga de
+un canto de cuna para el alma. Gertrudis estaba
+brizando la pasión de Ramiro para adormecérsela.
+No le miraba casi nunca entonces, miraba
+al mar; pero en él, en el mar, veía reflejada<span class="pagenum"><a name="Page_99" id="Page_99">[99]</a></span>
+por misterioso modo la mirada del hombre. El
+mar purísimo les unía las miradas y las almas.</p>
+
+<p>Otras veces íbanse al bosque, a un castañar, y
+allí tenía ella que vigilarle, vigilarse y vigilar a
+los niños con más cuidado. Y también allí encontró
+el tronco derribado que le sirviese de
+asiento.</p>
+
+<p>Quería atemperarle a una vida de familia purísima
+y campesina, hacer que se acostase cansado
+de luz y de aire libres, que se durmiese,
+oyendo fuera al grillo, para dormir sin ensueños,
+que le despertase el canto del gallo y el
+trajineo de los campesinos y los marineros.</p>
+
+<p>Por las mañanas bajaban a una pequeña playa,
+donde se reunía la pequeña colonia veraniega.
+Los niños, descalzos, entreteníanse, después
+del baño, en desviar con los pies el curso de un
+pequeño arroyuelo vagabundo e indeciso que
+por la arena desaguaba en el mar. Ramiro se
+unió alguna vez a este juego de los niños.</p>
+
+<p>Pero Gertrudis empezó a temer. Se había
+equivocado en sus precauciones. Ramiro huía
+del tresillo con sus compañeros de colonia veraniega
+y parecía espiar más que nunca la ocasión
+de hallarse a solas con su cuñada. La casi<span class="pagenum"><a name="Page_100" id="Page_100">[100]</a></span>ta
+que habitaban tenía más de tienda de gitanos
+trashumantes que de otra cosa. El campo, en vez
+de adormecer no la pasión, el deseo de Ramiro,
+parecía como si se lo excitase más, y ella misma,
+Gertrudis, empezó a sentirse desasosegada.
+La vida se les ofrecía más al desnudo en aquellos
+campos, en el bosque, en los repliegues de
+la montaña. Y luego había los animales domésticos,
+los que cría el hombre, con los que era
+mayor allí la convivencia. Gertrudis sufría al ver
+la atención con que los pequeños, sus sobrinos,
+seguían los juegos del averío. No, el campo no
+rendía una lección de pureza. Lo puro allí era
+hundir la mirada en el mar. Y aun el mar... La
+brisa marina les llegaba como un aguijón.</p>
+
+<p>&mdash;¡Mira qué hermosura!&mdash;exclamó Gertrudis
+una tarde, al ocaso, en que estaban sentados
+frente al mar.</p>
+
+<p>Era la luna llena, roja sobre su palidez, que
+surgía de las olas como una flor gigantesca y
+solitaria en un yermo palpitante.</p>
+
+<p>&mdash;¿Por qué le habrán cantado tanto a la luna
+los poetas?&mdash;dijo Ramiro;&mdash;¿por qué será la luz
+romántica y de los enamorados?</p>
+
+<p>&mdash;No lo sé, pero se me ocurre que es la única<span class="pagenum"><a name="Page_101" id="Page_101">[101]</a></span>
+tierra, porque es una tierra... que vemos sabiendo
+que nunca llegaremos a ella... es lo inaccesible...
+El sol no, el sol nos rechaza; gustamos de
+bañarnos en su luz, pero sabemos que es inhabitable,
+que en él nos quemaríamos, mientras
+que en la luna creemos que se podría vivir y en
+paz y crepúsculo eternos, sin tormentas, pues
+no la vemos cambiar, pero sentimos que no se
+puede llegar a ella... Es lo intangible...</p>
+
+<p>&mdash;Y siempre nos da la misma cara... esa cara
+tan triste y tan seria... es decir, siempre ¡no! porque
+la va velando poco a poco y la oscurece
+del todo y otras veces parece una hoz...</p>
+
+<p>&mdash;Sí&mdash;y al decirlo parecía como que Gertrudis
+seguía sus propios pensamientos sin oir los
+de su compañero, aunque no era así&mdash;; siempre
+enseña la misma cara porque es constante, es
+fiel. No sabemos cómo será por el otro lado...
+cuál será su otra cara...</p>
+
+<p>&mdash;Y eso añade a su misterio...</p>
+
+<p>&mdash;Puede ser... puede ser... Me explico que alguien
+anhele llegar a la luna... ¡lo imposible!...
+para ver cómo es por el otro lado... para conocer
+y explorar su otra cara...</p>
+
+<p>&mdash;La oscura...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_102" id="Page_102">[102]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¿La oscura? ¡Me parece que no! Ahora que
+esta que vemos está iluminada la otra estará a
+oscuras, pero o yo sé poco de estas cosas o
+cuando esta cara se oscurece del todo, en luna
+nueva, está en luz por el otro, es luna llena de
+la otra parte...</p>
+
+<p>&mdash;¿Para quién?</p>
+
+<p>&mdash;¿Cómo para quién...?</p>
+
+<p>&mdash;Sí, que cuando el otro lado alumbra ¿para
+quién?</p>
+
+<p>&mdash;Para el cielo, y basta. ¿O es que a la luna la
+hizo Dios no más que para alumbrarnos de
+noche a nosotros, los de la tierra? ¿O para que
+hablemos estas tonterías?</p>
+
+<p>&mdash;Pues bien, mira, Tula...</p>
+
+<p>&mdash;¡Rosita!</p>
+
+<p>Y no le dejó comentar la intangibilidad y la
+plenitud de la luna.</p>
+
+<p>Cuando ella habló de volver ya a la ciudad
+apresuróse él a aceptarlo. Aquella temporada en
+el campo, entre la montaña y el mar, había sido
+estéril para sus propósitos. «Me he equivocado&mdash;se
+decía también él&mdash;; aquí está más segura
+que allí, que en casa; aquí parece embozarse en
+la montaña, en el bosque, y como si el mar le<span class="pagenum"><a name="Page_103" id="Page_103">[103]</a></span>
+sirviese de escudo; aquí es tan intangible como
+la luna, y entretanto este aire de salina filtrado
+por entre rayos de sol enciende la sangre... y
+ella me parece aquí fuera de su ámbito y como
+si temiese algo; vive alerta y diríase que no
+duerme...» Y ella a su vez se decía: «No, la pureza
+no es del campo, la pureza es de celda, de
+claustro y de ciudad; la pureza se desarrolla
+entre gentes que se unen en mazorcas de viviendas
+para mejor aislarse; la ciudad es monasterio,
+convento de solitarios; aquí la tierra, sobre
+que casi se acuestan, las une y los animales son
+otras tantas serpientes del paraíso... ¡a la ciudad,
+a la ciudad!»</p>
+
+<p>En la ciudad estaba su convento, su hogar, y
+en él su celda. Y allí adormecería mejor a su
+cuñado. Oh, si pudiese decir de él&mdash;pensaba&mdash;lo
+que Santa Teresa en una carta&mdash;Gertrudis
+leía mucho a Santa Teresa&mdash;decía de su cuñado
+don Juan de Ovalle, marido de doña Juana de
+Ahumada: «El es de condición en cosas muy
+aniñado...» ¿Cómo le aniñaría?</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_105" id="Page_105">[105]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XII</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Al</span> fin Gertrudis no pudo con su soledad y
+decidió llevar su congoja al padre Alvarez,
+su confesor, pero no su director espiritual. Porque
+esta mujer había rehuído siempre ser dirigida,
+y menos por un hombre. Sus normas de conducta
+moral, sus convicciones y creencias religiosas
+se las había formado ella con lo que oía
+a su alrededor y con lo que leía, pero las interpretaba
+a su modo. Su pobre tío, don Primitivo,
+el sacerdote ingenuo que las había criado a
+las dos hermanas y les enseñó el catecismo de
+la doctrina cristiana explicado según <i>el Mazo</i>,
+sintió siempre un profundo respeto por la inteligencia
+de su sobrina Tula, a la que admiraba. «Si
+te hicieses monja&mdash;solía decirle&mdash;llegarías a ser
+otra Santa Teresa... Qué cosas se te ocurren,
+hija...» Y otras veces: «Me parece que eso que<span class="pagenum"><a name="Page_106" id="Page_106">[106]</a></span>
+dices, Tulilla, huele un poco a herejía; ¡hum! No
+lo sé... no lo sé... porque no es posible que te
+inspire herejías el ángel de tu guarda, pero eso
+me suena así como a... qué sé yo...» Y ella le
+contestaba riendo: «Sí, tío, son tonterías que se
+me ocurren, y ya que dice usted que huele a herejía
+no lo volveré a pensar.» Pero ¿quién pone
+barreras al pensamiento?</p>
+
+<p>Gertrudis se sintió siempre sola. Es decir, sola
+para que la ayudaran, porque para ayudar ella
+a los otros no, no estaba sola. Era como una
+huérfana cargada de hijos. Ella sería el báculo
+de todos los que la rodearan; pero si sus piernas
+flaquearan, si su cabeza no le mantuviese firme
+en su sendero, si su corazón empezaba a bambolear
+y enflaquecer, ¿quién la sostendría a ella?
+¿quién sería su báculo? Porque ella, tan henchida
+del sentimiento, de la pasión mejor, de la
+maternidad, no sentía la filialidad. «¿No es esto
+orgullo?»&mdash;se preguntaba.</p>
+
+<p>No pudo al fin con esta soledad y decidió llevar
+a su confesor, al padre Alvarez, su congoja.
+Y le contó la declaración y proposición de Ramiro,
+y hasta lo que les había dicho a los niños
+de que no le llamasen a ella todavía madre, y las<span class="pagenum"><a name="Page_107" id="Page_107">[107]</a></span>
+razones que tenía para mantener la pureza de
+aquel hogar y cómo no quería entregarse a hombre
+alguno, sino reservarse para mejor consagrarse
+a los hijos de Rosa.</p>
+
+<p>&mdash;Pero lo de su cuñado lo encuentro muy natural&mdash;arguyó
+el buen padre de almas.</p>
+
+<p>&mdash;Es que no se trata ahora de mi cuñado, padre,
+sino de mí; y no creo que haya acudido a
+usted también en busca de alianza...</p>
+
+<p>&mdash;¡No, no, hija, no!</p>
+
+<p>&mdash;Como dicen que en los confesonarios se
+confeccionan bodas y que ustedes, los padres,
+se dedican a casamenteros...</p>
+
+<p>&mdash;Yo lo único que digo ahora, hija, es que es
+muy natural que su cuñado, viudo y joven y fuerte,
+quiera volver a casarse, y más natural, y hasta
+santo, que busque otra madre para sus hijos...</p>
+
+<p>&mdash;¿Otra? ¡Ya la tiene!</p>
+
+<p>&mdash;Sí; pero... y si ésta se va...</p>
+
+<p>&mdash;¿Irme? ¿Yo? Estoy tan obligada a esos niños
+como estaría su madre de carne y sangre si
+viviese...</p>
+
+<p>&mdash;Y luego eso da que hablar...</p>
+
+<p>&mdash;De lo que hablen, padre, ya le he dicho
+que nada se me da...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_108" id="Page_108">[108]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¿Y si lo hiciese precisamente por eso, porque
+hablen? Examínese y mire si no entra en
+ello un deseo de afrontar las preocupaciones
+ajenas, de desafiar la opinión pública...</p>
+
+<p>&mdash;Y si así fuese, ¿qué?</p>
+
+<p>&mdash;Que eso sí que es pecaminoso. Y después
+de todo, la cuestión es otra...</p>
+
+<p>&mdash;¿Cuál es la cuestión?</p>
+
+<p>&mdash;La cuestión es si usted le quiere o no. Esta
+es la cuestión. ¿Le quiere usted, sí o no?</p>
+
+<p>&mdash;¡Para marido... no!</p>
+
+<p>&mdash;¿Pero le rechaza?</p>
+
+<p>&mdash;¡Rechazarle... no!</p>
+
+<p>&mdash;Si cuando se dirigió a su hermana, la difunta,
+se hubiera dirigido a usted...</p>
+
+<p>&mdash;¡Padre! ¡Padre!&mdash;y su voz gemía.</p>
+
+<p>&mdash;Sí, por ahí hay que verlo...</p>
+
+<p>&mdash;¡Padre; que eso no es pecado...!</p>
+
+<p>&mdash;Pero ahora se trata de dirección espiritual,
+de tomar consejo... Y sí, es pecado, es acaso
+pecado... Tal vez hay aquí unos viejos celos...</p>
+
+<p>&mdash;¡Padre!</p>
+
+<p>&mdash;Hay que ahondar en ello. Acaso no le ha
+perdonado aún...</p>
+
+<p>&mdash;Le he dicho, padre, que le quiero; pero no<span class="pagenum"><a name="Page_109" id="Page_109">[109]</a></span>
+para marido. Le quiero como a un hermano,
+como a un más que hermano, como al padre de
+mis hijos, porque éstos, sus hijos, lo son míos
+de lo más dentro mío, de todo mi corazón; pero
+para marido no. Yo no puedo ocupar en su cama
+el sitio que ocupó mi hermana... Y sobre todo,
+yo no quiero, no debo darles madrasta a mis
+hijos...</p>
+
+<p>&mdash;¿Madrasta?</p>
+
+<p>&mdash;Sí, madrastra. Si yo me caso con él, con el
+padre de los hijos de mi corazón, les daré madrasta
+a éstos, y más si llego a tener hijos de
+carne y de sangre con él. Esto, ahora ya...
+¡nunca!</p>
+
+<p>&mdash;Ahora ya...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, ahora que ya tengo a los de mi corazón...
+mis hijos...</p>
+
+<p>&mdash;Pero piense en él, en su cuñado, en su situación...</p>
+
+<p>&mdash;¿Que piense...?</p>
+
+<p>&mdash;¡Sí! ¿Y no tiene compasión de él?</p>
+
+<p>&mdash;Sí que la tengo. Y por eso le ayudo y le
+sostengo. Es como otro hijo mío.</p>
+
+<p>&mdash;Le ayuda... le sostiene...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, le ayudo y le sostengo a ser padre...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_110" id="Page_110">[110]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;A ser padre... a ser padre... Pero él es un
+hombre...</p>
+
+<p>&mdash;¡Y yo una mujer!</p>
+
+<p>&mdash;Es débil...</p>
+
+<p>&mdash;¿Soy yo fuerte?</p>
+
+<p>&mdash;Más de lo debido.</p>
+
+<p>&mdash;¿Más de lo debido? ¿Y lo de la mujer
+fuerte?</p>
+
+<p>&mdash;Es que esa fortaleza, hija mía, puede alguna
+vez ser dureza, ser crueldad. Y es dura con
+él, muy dura. ¿Que no le quiere como a marido?
+¡Y qué importa! Ni hace falta eso para casarse
+con un hombre. Muchas veces tiene que casarse
+una mujer con un hombre por compasión, por
+no dejarle solo, por salvarle, por salvar su
+alma...</p>
+
+<p>&mdash;Pero si no le dejo solo...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, sí, le deja solo. Y creo que me comprende
+sin que se lo explique más claro...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, sí que se lo comprendo, pero no quiero
+comprenderlo. No está solo. ¡Quien está sola
+soy yo! Sola... sola... siempre sola...</p>
+
+<p>&mdash;Pero ya sabe aquello de «más vale casarse
+que abrasarse...»</p>
+
+<p>&mdash;Pero si no me abraso...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_111" id="Page_111">[111]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¿No se queja de su soledad?</p>
+
+<p>&mdash;No es soledad de abrasarse; no es esa soledad
+a que usted, padre, alude. No, no es esa. No
+me abraso...</p>
+
+<p>&mdash;¿Y si se abrasa él...?</p>
+
+<p>&mdash;Que se refresque en el cuidado y amor de
+sus hijos...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, pero ya me entiende...</p>
+
+<p>&mdash;Demasiado.</p>
+
+<p>&mdash;Y por si no, le diré más claro aún que su
+cuñado corre peligro, y que si cae en él, le cabrá
+culpa...</p>
+
+<p>&mdash;¿A mí?</p>
+
+<p>&mdash;¡Claro está!</p>
+
+<p>&mdash;No lo veo tan claro... Como no soy hombre...</p>
+
+<p>&mdash;Me dijo que uno de sus temores de casarse
+con su cuñado era el de tener hijos con él,
+¿no es así?</p>
+
+<p>&mdash;Sí, así es. Si tuviéramos hijos llegaría yo a
+ser, quieras o no, madrasta de los que me dejó
+mi hermana...</p>
+
+<p>&mdash;Pero el matrimonio no se instituyó sólo
+para hacer hijos...</p>
+
+<p>&mdash;Para casar y dar gracia a los casados y que
+críen hijos para el cielo.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_112" id="Page_112">[112]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Dar gracia a los casados... ¿Lo entiende?</p>
+
+<p>&mdash;Apenas...</p>
+
+<p>&mdash;Que vivan en gracia, libres de pecado...</p>
+
+<p>&mdash;Ahora lo entiendo menos...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, pues que es un remedio contra la
+sensualidad.</p>
+
+<p>&mdash;¿Cómo? ¿Qué es eso? ¿Qué?</p>
+
+<p>&mdash;¿Pero por qué se pone así...? ¿Por qué se altera...?</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué es el remedio contra la sensualidad?
+¿El matrimonio o la mujer?</p>
+
+<p>&mdash;Los dos... La mujer... y... y el hombre.</p>
+
+<p>&mdash;¡Pues, no, padre, no, no y no! Yo no puedo
+ser remedio contra nada. ¿Qué es eso de considerarme
+remedio? ¡Y remedio... contra eso! No,
+me estimo en más...</p>
+
+<p>&mdash;Pero si es que...</p>
+
+<p>&mdash;No, ya no sirve. Yo, si él no tuviera ya
+hijos de mi hermana, acaso me habría casado con
+él para tenerlos... para tenerlos de él... pero,
+¿remedio? ¿Y a eso? ¿Yo remedio? ¡No!</p>
+
+<p>&mdash;Y si antes de haber solicitado a su hermana
+la hubiera solicitado...</p>
+
+<p>&mdash;¿A mí? ¿Antes? ¿Cuando nos conoció? No
+hablemos ya más, padre, que no podemos en<span class="pagenum"><a name="Page_113" id="Page_113">[113]</a></span>tendernos,
+pues veo que hablamos lenguas diferentes.
+Ni yo sé la de usted ni usted sabe la
+mía.</p>
+
+<p>Y dicho esto, se levantó de junto al confesonario.
+Le costaba andar: tan doloridas le habían
+quedado del arrodillamiento las rodillas. Y
+a la vez le dolían las articulaciones del alma y
+sentía su soledad más hondamente que nunca.
+«¡No, no me entiende&mdash;se decía&mdash;, no me entiende;
+hombre al fin! ¿Pero me entiendo yo
+misma? ¿Es que me entiendo? ¿Le quiero o no
+le quiero? ¿No es soberbia esto? ¿No es la triste
+pasión solitaria del armiño que por no mancharse
+no se echa a nado en un lodazal a salvar a su
+compañero...? No lo sé... no lo sé...»</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_115" id="Page_115">[115]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XIII</h2>
+
+
+<p>Y de pronto observó Gertrudis que su cuñado
+era otro hombre, que celaba algún secreto,
+que andaba caviloso y desconfiado, que salía
+mucho de casa. Pero aquellas más largas ausencias
+del hogar no le engañaron. El secreto estaba
+en él, en el hogar. Y a fuerza de paciente
+astucia logró sorprender miradas de conocimiento
+íntimo entre Ramiro y la criada de servicio.</p>
+
+<p>Era Manuela una hospiciana de diez y nueve
+años, enfermiza y pálida, de un brillo febril en
+los ojos, de maneras sumisas y mansas, de muy
+pocas palabras, triste casi siempre. A ella, a Gertrudis,
+ante quien sin saber por qué temblaba,
+llamábale «señora». Ramiro quiso hacer que le
+llamase «señorita».</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_116" id="Page_116">[116]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No, llámame así, señora; nada de señorita...</p>
+
+<p>En general parecía como que la criada le temiera,
+como avergonzada o amedrentada en su
+presencia. Y a los niños los evitaba y apenas si
+les dirigía la palabra. Ellos, por su parte, sentían
+una indiferencia, rayana en despego, hacia la
+Manuela. Y hasta alguna vez se burlaban de
+ella, por ciertas sus maneras de hablar, lo que la
+ponía de grana. «Lo extraño es&mdash;pensaba Gertrudis&mdash;que
+a pesar de todo no quiera irse...
+tiene algo de gata esta mozuela.» Hasta que se
+percató de lo que podría haber escondido.</p>
+
+<p>Un día logró sorprender a la pobre muchacha
+cuando salía del cuarto de Ramiro, del señorito&mdash;porque
+a éste sí que le llamaba así&mdash;toda
+encendida y jadeante. Cruzáronse las miradas y
+la criada rindió la suya. Pero llegó otro en que
+el niño, Ramirín, se fué a su tía y le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Dime, mamá Tula, ¿es Manuela también
+hermana nuestra?</p>
+
+<p>&mdash;Ya te tengo dicho que todos los hombres y
+mujeres somos hermanos.</p>
+
+<p>&mdash;Sí, pero como nosotros, los que vivimos
+juntos...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_117" id="Page_117">[117]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No, porque aunque vive aquí ésta no es su
+casa...</p>
+
+<p>&mdash;¿Y cuál es su casa?</p>
+
+<p>&mdash;¿Su casa? No lo quieras saber. ¿Y por qué
+preguntas eso?</p>
+
+<p>&mdash;Porque le he visto a papá que la estaba
+besando...</p>
+
+<p>Aquella noche, luego que hubieron acostado
+a los niños, dijo Gertrudis a Ramiro:</p>
+
+<p>&mdash;Tenemos que hablar.</p>
+
+<p>&mdash;Pero si aun faltan ocho meses...</p>
+
+<p>&mdash;¿Ocho meses?</p>
+
+<p>&mdash;¿No hace cuatro que me diste un año de
+plazo?</p>
+
+<p>&mdash;No se trata de eso, hombre, sino de algo
+más serio.</p>
+
+<p>A Ramiro se le paró el corazón y se puso
+pálido.</p>
+
+<p>&mdash;¿Más serio?</p>
+
+<p>&mdash;Más serio, sí. Se trata de tus hijos, de su
+buena crianza, y se trata de esa pobre hospiciana,
+de la que estoy segura que estás abusando.</p>
+
+<p>&mdash;Y si así fuese, ¿quién tiene la culpa de
+eso?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_118" id="Page_118">[118]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¿Y aún lo preguntas? ¿Aún querrás también
+culparme de ello?</p>
+
+<p>&mdash;¡Claro que sí!</p>
+
+<p>&mdash;Pues bien, Ramiro: se ha acabado ya aquello
+del año; no hay plazo ninguno; no puede ser,
+no puede ser. Y ahora sí que me voy, y, diga lo
+que dijere la ley, me llevaré a los niños conmigo,
+es decir, se irán conmigo.</p>
+
+<p>&mdash;¿Pero estás loca, Gertrudis?</p>
+
+<p>&mdash;Quien está loco eres tú.</p>
+
+<p>&mdash;Pero qué querías...</p>
+
+<p>&mdash;Nada, o yo o ella. O me voy o echas a esa
+criadita de casa.</p>
+
+<p>Siguióse un congojoso silencio.</p>
+
+<p>&mdash;No la puedo echar, Gertrudis, no la puedo
+echar. ¿Adónde se va? ¿Al Hospicio otra vez?</p>
+
+<p>&mdash;A servir a otra casa.</p>
+
+<p>&mdash;No la puedo echar, Gertrudis, no la puedo
+echar&mdash;y el hombre rompió a llorar.</p>
+
+<p>&mdash;¡Pobre hombre!&mdash;murmuró ella poniéndole
+la mano sobre la suya&mdash;. Me das pena.</p>
+
+<p>&mdash;Ahora, ¿eh?, ¿ahora?</p>
+
+<p>&mdash;Sí; me das lástima... Estoy ya dispuesta a
+todo...</p>
+
+<p>&mdash;¡Gertrudis! ¡Tula!</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_119" id="Page_119">[119]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Pero has dicho que no la puedes echar...</p>
+
+<p>&mdash;Es verdad; no la puedo echar&mdash;y volvió a
+abatirse.</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué, pues?, ¿que no va sola?</p>
+
+<p>&mdash;No, no irá sola.</p>
+
+<p>&mdash;Los ocho meses del plazo, ¿eh?</p>
+
+<p>&mdash;Estoy perdido, Tula, estoy perdido.</p>
+
+<p>&mdash;No, la que está perdida es ella, la huérfana,
+la hospiciana, la sin amparo.</p>
+
+<p>&mdash;Es verdad, es verdad...</p>
+
+<p>&mdash;Pero no te aflijas así, Ramiro, que la cosa
+tiene fácil remedio...</p>
+
+<p>&mdash;¿Remedio? ¿Y fácil?&mdash;y se atrevió a mirarle
+a la cara.</p>
+
+<p>&mdash;Sí; casarte con ella.</p>
+
+<p>Un rayo que le hubiese herido no le habría
+dejado más deshecho que esas palabras sencillas.</p>
+
+<p>&mdash;¡Que me case! ¡Que me case con la criada!
+¿Que me case con una hospiciana? ¡Y me lo
+dices tú!...</p>
+
+<p>&mdash;¡Y quién si no había de decírtelo! Yo, la
+verdadera madre hoy de tus hijos.</p>
+
+<p>&mdash;¿Que les dé madrasta?</p>
+
+<p>&mdash;¡No, eso no!, que aquí estoy yo para seguir<span class="pagenum"><a name="Page_120" id="Page_120">[120]</a></span>
+siendo su madre. Pero que des padre al que
+haya de ser tu nuevo hijo, y que le des madre
+también. Esa hospiciana tiene derecho a ser madre,
+tiene ya el deber de serlo, tiene derecho a
+su hijo y al padre de su hijo.</p>
+
+<p>&mdash;Pero Gertrudis...</p>
+
+<p>&mdash;Cásate con ella, te he dicho; y te lo dice
+Rosa. Sí&mdash;y su voz, serena y pastosa, resonó
+como una campana&mdash;. Rosa, tu mujer, te dice
+por mi boca que te cases con la hospiciana. ¡Manuela!</p>
+
+<p>&mdash;«¡Señora!»&mdash;se oyó como un gemido, y la
+pobre muchacha, que acurrucada junto al fogón,
+en la cocina, había estado oyéndolo todo, no se
+movió de su sitio. Volvió a llamarla, y después
+de otro «¡Señora!», tampoco se movió.</p>
+
+<p>&mdash;Ven acá, o iré a traerte.</p>
+
+<p>&mdash;¡Por Dios!&mdash;suplicó Ramiro.</p>
+
+<p>La muchacha apareció cubriéndose la llorosa
+cara con las manos.</p>
+
+<p>&mdash;Descubre la cara y míranos.</p>
+
+<p>&mdash;¡No, señora, no!</p>
+
+<p>&mdash;Sí, míranos. Aquí tienes a tu amo, a Ramiro,
+que te pide perdón por lo que de ti ha hecho.</p>
+
+<p>&mdash;Perdón, yo, señora, y a usted...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_121" id="Page_121">[121]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No, te pide perdón y se casará contigo.</p>
+
+<p>&mdash;¡Pero señora!&mdash;clamó Manuela a la vez
+que Ramiro clamaba: «¡Pero Gertrudis!»</p>
+
+<p>&mdash;Lo he dicho, se casará contigo: así lo quiere
+Rosa. No es posible dejarte así. Porque tú
+estás ya... ¿no es eso?</p>
+
+<p>&mdash;Creo que sí, señora, pero yo...</p>
+
+<p>&mdash;No llores así ni hagas juramentos; sé que
+no es tuya la culpa...</p>
+
+<p>&mdash;Pero se podría arreglar...</p>
+
+<p>&mdash;Bien sabe aquí Manuela&mdash;dijo Ramiro&mdash;que
+nunca he pensado en abandonarla... Yo le
+colocaría...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, señora, sí; yo me contento...</p>
+
+<p>&mdash;No, tú no debes contentarte con eso que
+ibas a decir. O, mejor, aquí Ramiro no puede
+contentarse con eso. Tú te has criado en el
+Hospicio, ¿no es eso?</p>
+
+<p>&mdash;Sí, señora.</p>
+
+<p>&mdash;Pues tu hijo no se criará en él. Tiene derecho
+a tener padre, a su padre, y le tendrá. Y
+ahora vete... vete a tu cuarto, y déjanos.</p>
+
+<p>Y cuando quedaron Ramiro y ella a solas:</p>
+
+<p>&mdash;Me parece que no dudarás ni un momento...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_122" id="Page_122">[122]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¡Pero eso que pretendes es una locura, Gertrudis!</p>
+
+<p>&mdash;La locura, peor que locura, la infamia, sería
+lo que pensabas.</p>
+
+<p>&mdash;Consúltalo siquiera con el padre Alvarez.</p>
+
+<p>&mdash;No lo necesito. Lo he consultado con
+Rosa.</p>
+
+<p>&mdash;Pero si ella te dijo que no dieses madrasta
+a sus hijos...</p>
+
+<p>&mdash;¿A sus hijos? ¡Y tuyos!</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, sí, a nuestros hijos...</p>
+
+<p>&mdash;Y no les daré madrasta. De ellos, de los
+nuestros, seguiré siendo yo la madre, pero del
+de ésa...</p>
+
+<p>&mdash;Nadie le quitará de ser madre...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, tú si no te casas con ella. Eso no será
+ser madre...</p>
+
+<p>&mdash;Pues ella...</p>
+
+<p>&mdash;¿Y qué? ¿Porque ella no ha conocido a la
+suya pretendes tú que no lo sea como es debido?</p>
+
+<p>&mdash;Pero fíjate en que esta chica...</p>
+
+<p>&mdash;Tú eres quien debió fijarse...</p>
+
+<p>&mdash;Es una locura... una locura...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_123" id="Page_123">[123]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;La locura ha sido antes. Y ahora piénsalo,
+que si no haces lo que debes el escándalo le
+daré yo. Lo sabrá todo el mundo.</p>
+
+<p>&mdash;¡Gertrudis!</p>
+
+<p>&mdash;Cásate con ella, y se acabó.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_125" id="Page_125">[125]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XIV</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Una</span> profunda tristeza henchía aquel hogar
+después del matrimonio de Ramiro con la
+hospiciana. Y ésta parecía aún más que antes la
+criada, la sirvienta, y más que nunca Gertrudis
+el ama de la casa. Y esforzábase ésta más que
+nunca por mantener al nuevo matrimonio apartado
+de los niños, y que éstos se percataran lo
+menos posible de aquella convivencia íntima.
+Mas hubo que tomar otra criada y explicar a los
+pequeños el caso.</p>
+
+<p>Pero, ¿cómo explicarles el que la antigua
+criada se sentara a la mesa a comer con los de
+casa? Porque esto exigió Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Por Dios, señora&mdash;suplicaba la Manuela&mdash;,
+no me avergüence así... mire que me avergüenza...
+Hacerme que me siente a la mesa con los<span class="pagenum"><a name="Page_126" id="Page_126">[126]</a></span>
+señores, y sobre todo con los niños... y que
+hable de tú al señorito... ¡eso nunca!</p>
+
+<p>&mdash;Háblale como quieras, pero es menester
+que los niños, a los que tanto temes, sepan que
+eres de la familia. Y ahora, una vez arreglado
+esto, no podrán ya sorprender intimidades
+a hurtadillas. Ahora os recataréis mejor. Porque
+antes el querer ocultaros de ellos os delataba.</p>
+
+<p>La preñez de Manuela fué, en tanto, molestísima.
+Su fragilísima fábrica de cuerpo la soportaba
+muy mal. Y Gertrudis, por su parte, le recomendaba
+que ocultase a los niños lo anormal
+de su estado.</p>
+
+<p>Ramiro vivía sumido en una resignada desesperación
+y más entregado que nunca al albedrío
+de Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Sí, sí, bien lo comprendo ahora&mdash;decía&mdash;,
+no ha habido más remedio, pero...</p>
+
+<p>&mdash;¿Te pesa?&mdash;le preguntaba Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;De haberme casado, ¡no! De haber tenido
+que volverme a casar, ¡sí!</p>
+
+<p>&mdash;Ahora no es ya tiempo de pensar en eso;
+¡pecho a la vida!</p>
+
+<p>&mdash;¡Ah, si tú hubieras querido, Tula!</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_127" id="Page_127">[127]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Te di un año de plazo; ¿has sabido guardarlo?</p>
+
+<p>&mdash;¿Y si lo hubiese guardado como tú querías,
+al fin de él qué, dime? Porque no me prometiste
+nada.</p>
+
+<p>&mdash;Aunque te hubiese prometido algo habría
+sido igual. No, habría sido peor aún. En nuestras
+circunstancias, el haberte hecho una promesa,
+el haberte sólo pedido una dilación para
+nuestro enlace, habría sido peor.</p>
+
+<p>&mdash;Pero si hubiese guardado la tregua como
+tú querías que la guardase, dime: ¿qué habrías
+hecho?</p>
+
+<p>&mdash;No lo sé.</p>
+
+<p>&mdash;Que no lo sabes... Tula... que no lo sabes...</p>
+
+<p>&mdash;No, no lo sé; te digo que no lo sé.</p>
+
+<p>&mdash;Pero tus sentimientos...</p>
+
+<p>&mdash;Piensa ahora en tu mujer, que no sé si podrá
+soportar el trance en que la pusiste. ¡Es tan
+endeble la pobrecilla! Y está tan llena de miedo.
+Sigue asustada de ser tu mujer y ama de su
+casa.</p>
+
+<p>Y cuando llegó el peligroso parto repitió Gertrudis
+las abnegaciones que en los partos de su
+hermana tuviera, y recojió al niño, una criatura<span class="pagenum"><a name="Page_128" id="Page_128">[128]</a></span>
+menguada y debilísima, y fué quien lo enmantilló
+y quien se lo presentó a su padre.</p>
+
+<p>&mdash;Aquí le tienes, hombre, aquí le tienes.</p>
+
+<p>&mdash;¡Pobre criatura!&mdash;exclamó Ramiro sintiendo
+que se le derretían de lástima las entrañas a
+la vista de aquel mezquino rollo de carne viviente
+y sufriente.</p>
+
+<p>&mdash;Pues es tu hijo, un hijo más... Es un hijo
+más que nos llega.</p>
+
+<p>&mdash;¿Nos llega? ¿También a ti?</p>
+
+<p>&mdash;Sí, también a mí; no he de ser madrasta
+para él, yo que hago que no lo tengan los otros.</p>
+
+<p>Y así fué que no hizo distinción entre uno y
+otros.</p>
+
+<p>&mdash;Eres una santa, Gertrudis&mdash;le decía Ramiro&mdash;,
+pero una santa que ha hecho pecadores.</p>
+
+<p>&mdash;No digas eso; soy una pecadora que me
+esfuerzo por hacer santos, santos a tus hijos y a
+ti y a tu mujer.</p>
+
+<p>&mdash;¡Mi mujer!...</p>
+
+<p>&mdash;Tu mujer, sí; la madre de tu hijo. ¿Por qué
+le tratas con ese cariñoso despego y como a una
+carga?</p>
+
+<p>&mdash;¿Y qué quieres que haga, que me enamore
+de ella?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_129" id="Page_129">[129]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¿Pero no lo estabas cuando la sedujiste?</p>
+
+<p>&mdash;¿De quién? ¿De ella?</p>
+
+<p>&mdash;Ya lo sé, ya sé que no; pero lo merece la
+pobre...</p>
+
+<p>&mdash;¡Pero si es la menor cantidad de mujer posible,
+si no es nada!</p>
+
+<p>&mdash;No, hombre, no; es más, es mucho más de
+lo que tú te crees. Aun no la has conocido.</p>
+
+<p>&mdash;Si es una esclava...</p>
+
+<p>&mdash;Puede ser, pero debes libertarla... La pobre
+está asustada... nació asustada... Te aprovechaste
+de su susto...</p>
+
+<p>&mdash;No sé, no sé cómo fué aquello...</p>
+
+<p>&mdash;Así sois los hombres; no sabéis lo que
+hacéis ni pensáis en ello. Hacéis las cosas sin
+pensarlas...</p>
+
+<p>&mdash;Peor es muchas veces pensarlas y no hacerlas...</p>
+
+<p>&mdash;¿Por qué lo dices?</p>
+
+<p>&mdash;No, nada, por nada...</p>
+
+<p>&mdash;¿Tú crees sin duda que yo no hago más que
+pensar?</p>
+
+<p>&mdash;No, no he dicho que crea eso...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, tú crees que yo no soy más que pensamiento.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_131" id="Page_131">[131]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XV</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">De</span> nuevo la pobre Manuela, la hospiciana,
+la esclava, hallábase preñada. Y Ramiro
+muy malhumorado con ello.</p>
+
+<p>&mdash;Como si uno no tuviese bastante con los
+otros...&mdash;decía.</p>
+
+<p>&mdash;¡Y yo qué quieres que le haga!&mdash;exclamaba
+la víctima.</p>
+
+<p>&mdash;Después de todo, tú lo has querido así&mdash;concluía
+Gertrudis.</p>
+
+<p>Y luego, aparte, volvía a reprenderle por el
+trato de compasivo despego que daba a su mujer.
+La cual soportaba esta preñez aún peor que
+la otra.</p>
+
+<p>&mdash;Me temo por la pobre muchacha&mdash;vaticinó
+don Juan, el médico, un viudo que menudeaba
+sus visitas.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_132" id="Page_132">[132]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¿Cree usted que corre peligro?&mdash;le preguntó
+Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Esta pobre chica está deshecha por dentro;
+es una tísica consumada y consumida. Resistirá,
+es lo más probable, hasta dar a luz, pues la Naturaleza,
+que es muy sabia...</p>
+
+<p>&mdash;¡La Naturaleza no! La Santísima Virgen Madre,
+don Juan&mdash;le interrumpió Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Como usted quiera; me rindo, como siempre,
+a su superior parecer. Pues, como decía,
+la Naturaleza o la Virgen, que para mí es lo
+mismo...</p>
+
+<p>&mdash;No, la Virgen es la Gracia...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, pues la Naturaleza, la Virgen, la
+Gracia o lo que sea, hace que en estos casos la
+madre se defienda y resista hasta que dé a luz
+al nuevo ser. Ese inocente pequeñuelo le sirve
+a la pobre madre futura como escudo contra la
+muerte.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y luego?</p>
+
+<p>&mdash;¿Luego? Que probablemente tendrá usted
+que criar sola, sirviéndose de un ama de cría,
+por supuesto, un crío más. Tiene ya cuatro; cargará
+con cinco.</p>
+
+<p>&mdash;Con todos los que Dios me mande.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_133" id="Page_133">[133]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Y que probablemente, no digo que seguramente,
+a no tardar mucho, don Ramiro volverá
+a quedar libre&mdash;y miró fijamente con sus ojillos
+grises a Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Y dispuesto a casarse tercera vez&mdash;agregó
+ésta haciéndose la desentendida.</p>
+
+<p>&mdash;¡Eso sería ya heroico!</p>
+
+<p>&mdash;Y usted, puesto que permanece viudo, y
+viudo sin hijos, es que no tiene madera de
+héroe.</p>
+
+<p>&mdash;¡Ah, doña Gertrudis, si yo pudiese hablar!</p>
+
+<p>&mdash;¡Pues cállese usted!</p>
+
+<p>&mdash;Me callo.</p>
+
+<p>Le tomó la mano, reteniéndosela un rato, y
+dándole con la otra suya unos golpecitos añadió
+con un suspiro:</p>
+
+<p>&mdash;Cada hombre es un mundo, Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Y cada mujer, una luna, ¿no es eso, don
+Juan?</p>
+
+<p>&mdash;Cada mujer puede ser un cielo.</p>
+
+<p>«Este hombre me dedica un cortejeo platónico»,
+se dijo Gertrudis.</p>
+
+<p>Cuando en la casa temían por la pobre Manuela
+y todos los cuidados eran para ella, cayó
+de pronto en cama Ramiro, declarándosele des<span class="pagenum"><a name="Page_134" id="Page_134">[134]</a></span>de
+luego una pulmonía. La pobre hospiciana
+quedóse como atontada.</p>
+
+<p>&mdash;Déjame a mí, Manuela&mdash;le dijo Gertrudis&mdash;;
+tú cuídate y cuida a lo que llevas contigo. No
+te empeñes en atender a tu marido, que eso puede
+agravarte.</p>
+
+<p>&mdash;Pero yo debo...</p>
+
+<p>&mdash;Tú debes cuidar de lo tuyo.</p>
+
+<p>&mdash;Y mi marido, ¿no es mío?</p>
+
+<p>&mdash;No, ahora no; ahora es tuyo tu hijo que
+está por venir.</p>
+
+<p>La enfermedad de Ramiro se agravaba.</p>
+
+<p>&mdash;Temo complicaciones al corazón&mdash;sentenció
+don Juan&mdash;. Le tiene débil; claro, ¡los pesares
+y disgustos!</p>
+
+<p>&mdash;¿Pero se morirá, don Juan?&mdash;preguntó henchida
+de angustia Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Todo pudiera ser...</p>
+
+<p>&mdash;Sálvele, don Juan, sálvele, como sea...</p>
+
+<p>&mdash;Qué más quisiera yo...</p>
+
+<p>&mdash;¡Ah, qué desgracia! ¡Qué desgracia!&mdash;y por
+primera vez se le vió a aquella mujer tener que
+sentarse y sufrir un desvanecimiento.</p>
+
+<p>&mdash;Es, en efecto, terrible&mdash;dijo el médico en
+cuanto Gertrudis se repuso&mdash;dejar así cuatro<span class="pagenum"><a name="Page_135" id="Page_135">[135]</a></span>
+hijos, ¿qué digo cuatro?, cinco se puede decir,
+¡y esa pobre viuda tal como está!...</p>
+
+<p>&mdash;Eso es lo de menos, don Juan; para todo
+eso me basto y me sobro yo. ¡Qué desgracia!
+¡Qué desgracia!</p>
+
+<p>Y el médico se fué diciéndose: «Está visto;
+esta cuñadita contaba con volver a tenerle libre
+a su cuñado. Cada persona es un mundo y algunas
+varios mundos. ¡Pero qué mujer! ¡Es toda
+una mujer! ¡Qué fortaleza! ¡Qué sagacidad! ¡Y
+qué ojos! ¡Qué cuerpo! ¡Irradia fuego!»</p>
+
+<p>Ramiro, una tarde en que la fiebre, remitiéndosele,
+habíale dejado algo más tranquilo, llamó
+a Gertrudis, le rogó que cerrara la puerta de la
+alcoba, y le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Yo me muero, Tula, me muero sin remedio.
+Siento que el corazón no quiere ya marchar, a
+pesar de todas las inyecciones; yo me muero...</p>
+
+<p>&mdash;No pienses en eso, Ramiro.</p>
+
+<p>Pero ella también creía en aquella muerte.</p>
+
+<p>&mdash;Me muero, y es hora, Tula, de decirte toda
+la verdad. Tú me casaste con Rosa.</p>
+
+<p>&mdash;Como no te decidías y dabas largas...</p>
+
+<p>&mdash;¿Y sabes por qué?</p>
+
+<p>&mdash;Sí, lo sé, Ramiro.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_136" id="Page_136">[136]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Al principio, al veros, al ver a la pareja,
+sólo reparé en Rosa; era a quien se le veía de
+lejos; pero al acercarme, al empezar a frecuentaros,
+sólo te vi a ti, pues eras la única a quien
+desde cerca se veía. De lejos te borraba ella; de
+cerca le borrabas tú.</p>
+
+<p>&mdash;No hables así de mi hermana, de la madre
+de tus hijos.</p>
+
+<p>&mdash;No; la madre de mis hijos eres tú, tú, tú.</p>
+
+<p>&mdash;No pienses ahora sino en Rosa, Ramiro.</p>
+
+<p>&mdash;A la que me juntaré pronto, ¿no es eso?</p>
+
+<p>&mdash;¡Quién sabe...! Piensa en vivir, en tus
+hijos...</p>
+
+<p>&mdash;A mis hijos les quedas tú, su madre.</p>
+
+<p>&mdash;Y en Manuela, en la pobre Manuela...</p>
+
+<p>&mdash;Aquel plazo, Tula, aquel plazo fatal.</p>
+
+<p>Los ojos de Gertrudis se hinchieron de lágrimas.</p>
+
+<p>&mdash;¡Tula!&mdash;gimió el enfermo, abriendo los
+brazos.</p>
+
+<p>&mdash;¡Sí, Ramiro, sí!&mdash;exclamó ella cayendo en
+ellos y abrazándole.</p>
+
+<p>Juntaron las bocas y así se estuvieron, sollozando.</p>
+
+<p>&mdash;¿Me perdonas todo, Tula?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_137" id="Page_137">[137]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No, Ramiro, no; eres tú quien tienes que
+perdonarme.</p>
+
+<p>&mdash;¿Yo?</p>
+
+<p>&mdash;¡Tú! Una vez hablabas de santos que hacen
+pecadores. Acaso he tenido una idea inhumana
+de la virtud. Pero cuando lo primero, cuando te
+dirigiste a mi hermana, yo hice lo que debí hacer.
+Además, te lo confieso, el hombre, todo
+hombre, hasta tú, Ramiro, hasta tú, me ha dado
+miedo siempre; no he podido ver en él sino el
+bruto. Los niños, sí; pero el hombre... He huído
+del hombre...</p>
+
+<p>&mdash;Tienes razón, Tula.</p>
+
+<p>&mdash;Pero ahora descansa, que estas emociones
+así pueden dañarte.</p>
+
+<p>Le hizo guardar los brazos bajo las mantas,
+le arropó, le dió un beso en la frente como se
+le da a un niño&mdash;y un niño era entonces para
+ella&mdash;y se fué. Mas al encontrarse sola se dijo:
+«¿Y si se repone y cura? ¿Si no se muere?
+¿Ahora que ha acabado de romperse el secreto
+entre nosotros? ¿Y la pobre Manuela? ¡Tendré
+que marcharme! ¿Y adónde? ¿Y si Manuela se
+muere y vuelve él a quedarse libre?» Y fué a
+ver a Manuela, a la que encontró postradísima.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_138" id="Page_138">[138]</a></span></p>
+
+<p>Al siguiente día llevó a los niños al lecho del
+padre, ya sacramentado y moribundo; los levantó
+uno a uno y les hizo que le besaran. Luego
+fué, apoyada en ella, en Gertrudis, Manuela, y
+de poco se muere de la congoja que le dió sobre
+el enfermo. Hubo que sacarla y acostarla.
+Y poco después, cojido de una mano a otra de
+Gertrudis, y susurrando: «¡Adiós, mi Tula!», rindió
+el espíritu con el último huelgo Ramiro. Y
+ella, la tía, vació su corazón en sollozos de congoja
+sobre el cuerpo exánime del padre de sus
+hijos, de su pobre Ramiro.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_139" id="Page_139">[139]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XVI</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Apenas</span>, fuera de la soberana, hubo abatimiento
+en aquel hogar, pues los niños eran
+incapaces de darse cuenta de lo que había pasado,
+y Manuela, la viuda casi sin saberlo, concentraba
+su vida y su ánimo todos en luchar, al
+modo de una planta, por la otra vida que llevaba
+en su seno y aun repitiendo, como un gemido
+de res herida, que se quería morir. Gertrudis
+proveía a todo.</p>
+
+<p>Cerró los ojos al muerto, no sin decirse: «¿Me
+estará mirando todavía...?» Le amortajó como
+lo había hecho con su tío, cubriéndole con un
+hábito sobre la ropa con que murió, y sin quitarle
+ésta, y luego, quebrantada por un largo
+cansancio, por fatiga de años, juntó un momento
+su boca a la boca fría de Ramiro, y repasó
+sus vidas, que era su vida. Cuando el llanto<span class="pagenum"><a name="Page_140" id="Page_140">[140]</a></span>
+de uno de los niños, del pequeñito, del hijo de
+la hospiciana, le hizo desprenderse del muerto
+e ir a cojer y acallar y mimar al que vivía.</p>
+
+<p>Manuela iba hundiéndose.</p>
+
+<p>&mdash;Yo, señora, me muero; no voy a poder resistir
+esta vez; este parto me cuesta la vida.</p>
+
+<p>Y así fué. Dió a luz una niña, pero se iba en
+sangre. La niña misma nació envuelta en sangre.
+Y Gertrudis tuvo que vencer la repugnancia
+que la sangre, sobre todo la negra y cuajada, le
+producía. Siempre le costó una terrible brega
+consigo misma al vencer este asco. Cuando una
+vez, poco antes de morir, su hermana Rosa tuvo
+un vómito, de ella Gertrudis huyó despavorida.
+Y no era miedo, no; era, sobre todo, asco.</p>
+
+<p>Murió Manuela clavados en los ojos de Gertrudis
+sus ojos, donde vagaban figuras de niebla
+sobre las sombras del Hospicio.</p>
+
+<p>&mdash;Por tus hijos no pases cuidado&mdash;le había
+dicho Gertrudis&mdash;, que yo he de vivir hasta dejarlos
+colocados y que se puedan valer por sí
+en el mundo, y si no les dejaré sus hermanos.
+Cuidaré sobre todo de esta última, ¡pobrecilla!,
+la que te cuesta la vida. Yo seré su madre y su
+padre.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_141" id="Page_141">[141]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Dios se lo pagará!
+¡Es una santa!</p>
+
+<p>Y quiso besarle la mano, pero Gertrudis se
+inclinó a ella, la besó en la frente y le puso su
+mejilla a que se la besase. Y esas expresiones de
+gratitud repetíalas la hospiciana como quien recita
+una lección aprendida desde niña. Y murió
+como había vivido, como una res sumisa y paciente,
+más bien como un enser.</p>
+
+<p>Y fué esta muerte, tan natural, la que más
+ahondó en el ánimo de Gertrudis, que había
+asistido a otras tres ya. En ésta creyó sentir mejor
+el sentido del enigma. Ni la de su tío, ni la
+de su hermana, ni la de Ramiro horadaron tan
+hondo el agujero que se iba abriendo en el centro
+de su alma. Era como si esta muerte confirmara
+las otras tres, como si las iluminara a
+la vez.</p>
+
+<p>En sus solitarias cavilaciones se decía: «Los
+otros se murieron; ¡a esta la han matado...! ¡la
+ha matado...! ¡la hemos matado! ¿No la he matado
+yo más que nadie? ¿No la he traído yo a
+este trance? ¿Pero es que la pobre ha vivido?
+¿Es que pudo vivir? ¿Es que nació acaso? Si
+fué expósita, ¿no ha sido <i>exposición</i> su muerte?<span class="pagenum"><a name="Page_142" id="Page_142">[142]</a></span>
+¿No lo fué su casamiento? ¿No la hemos echado
+en el torno de la eternidad para que entre al hospicio
+de la Gloria? ¿No será allí hospiciana también?»
+Y lo que más le acongojaba era el pensamiento
+tenaz que le perseguía de lo que sentiría
+Rosa al recibirla al lado suyo, al lado de Ramiro,
+y conocerla en el otro mundo. Su tío, el
+buen sacerdote que les crió, cumplió su misión en
+este mundo, protegió con su presencia la crianza
+de ellas; su hermana Rosa logró su deseo y
+gozó y dejó los hijos que había querido tener;
+Ramiro... ¿Ramiro? Sí, también Ramiro hizo su
+travesía, aunque a remo y de espaldas a la estrella
+que le marcaba rumbo, y sufrió, pero con
+noble sufrir, y pecó y purgó su pecado; pero, ¡y
+esta pobre que ni sufrió siquiera, que no pecó,
+sino se pecó en ella y murió huérfana!... «Huérfana
+también murió Eva...», pensaba Gertrudis.
+Y luego: «¡No; tuvo a Dios de padre! ¿Y madre?
+Eva no conoció madre... ¡Así se explica el pecado
+original!... ¡Eva murió huérfana de humanidad!»
+Y Eva le trajo el recuerdo del relato del
+<i>Génesis</i>, que había leído poco antes, y cómo el
+Señor alentó al hombre por la nariz soplo de
+vida, y se imaginó que se la quitase por manera<span class="pagenum"><a name="Page_143" id="Page_143">[143]</a></span>
+análoga. Y luego se figuraba que a aquella pobre
+hospiciana, cuyo sentido de vida no comprendía,
+le quitó Dios la vida de un beso, posando
+sus infinitos labios invisibles, los que se
+cierran formando el cielo azul, sobre los labios,
+azulados por la muerte, de la pobre muchacha,
+y sorbiéndole el aliento así.</p>
+
+<p>Y ahora quedábase Gertrudis con sus cinco
+crías, y bregando, para la última, con amas.</p>
+
+<p>El mayor, Ramirín, era la viva imagen de su
+padre, en figura y en gestos, y su tía proponíase
+combatir en él desde entonces, desde pequeño,
+aquellos rasgos e inclinaciones de aquel que,
+observando a éste, había visto que más le perjudicaban.
+«Tengo que estar alerta&mdash;se decía
+Gertrudis&mdash;para cuando en él se despierte el
+hombre, el macho más bien, y educarle a que
+haga su elección con reposo y tiento.» Lo malo
+era que su salud no fuese del todo buena y su
+desarrollo difícil y hasta doliente.</p>
+
+<p>Y a todos había que sacarlos adelante en la
+vida y educarlos en el culto a sus padres perdidos.</p>
+
+<p>¿Y los pobres niños de la hospiciana? «Esos
+también son míos&mdash;pensaba Gertrudis&mdash;; tan<span class="pagenum"><a name="Page_144" id="Page_144">[144]</a></span>
+míos como los otros, como los de mi hermana,
+más míos aún. Porque éstos son hijos de mi pecado.
+¿Del mío? ¿No más bien el de él? ¡No, de
+mi pecado! ¡Son los hijos de mi pecado! ¡Sí, de
+mi pecado! ¡Pobre chica!» Y le preocupaba sobre
+todo la pequeñita.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_145" id="Page_145">[145]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XVII</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Gertrudis</span>, molesta por las insinuaciones de
+don Juan, el médico, que menudeaba las
+visitas para los niños, y aun pretendió verla a
+ella como enferma, cuando no sabía que adoleciese
+de cosa alguna, le anunció un día hallarse
+dispuesta a cambiar de médico.</p>
+
+<p>&mdash;¿Cómo así, Gertrudis?</p>
+
+<p>&mdash;Pues muy claro: le observo a usted singularidades
+que me hacen temer que está entrando
+en la chochera de una vejez prematura, y para
+médico necesitamos un hombre con el seso bien
+despejado y despierto.</p>
+
+<p>&mdash;Muy bien; pues que ha llegado el momento,
+usted me permitirá que le hable claro.</p>
+
+<p>&mdash;Diga lo que quiera, don Juan, mas en la inteligencia
+de que es lo último que dirá en esta
+casa.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_146" id="Page_146">[146]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¡Quién sabe!...</p>
+
+<p>&mdash;Diga.</p>
+
+<p>&mdash;Yo soy viudo y sin hijos, como usted sabe,
+Gertrudis. Y adoro a los niños.</p>
+
+<p>&mdash;Pues vuélvase usted a casar.</p>
+
+<p>&mdash;A eso voy.</p>
+
+<p>&mdash;¡Ah! ¿Y busca usted consejo de mí?</p>
+
+<p>&mdash;Busco más que consejo.</p>
+
+<p>&mdash;¿Que le encuentre yo novia?</p>
+
+<p>&mdash;Yo soy médico, le digo, y no sólo no
+tuve hijos de mi mujer, que era viuda, y perdimos
+el que ella me trajo al matrimonio, ¡aún le
+lloro al pobrecillo!, sino que sé, sé positivamente,
+sé con toda seguridad, que no he de tener
+nunca hijos propios, que no puedo tenerlos.
+Aunque no por eso, claro está, me sienta menos
+hombre que otro cualquiera; ¿usted me entiende,
+Gertrudis?</p>
+
+<p>&mdash;Quisiera no entenderle a usted, don Juan.</p>
+
+<p>&mdash;Para acabar, yo creo que a estos niños, a
+estos sobrinos de usted y a los otros dos acaso...</p>
+
+<p>&mdash;Son tan sobrinos para mí como los otros,
+más bien hijos.</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, pues que a estos hijos de usted, ya
+que por tales les tiene, no les vendría mal un<span class="pagenum"><a name="Page_147" id="Page_147">[147]</a></span>
+padre, y un padre no mal acomodado y hasta
+regularmente rico.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y eso es todo?</p>
+
+<p>&mdash;Sí, que yo creo que hasta necesitan padre.</p>
+
+<p>&mdash;Les basta, don Juan, con el Padre nuestro
+que está en los cielos.</p>
+
+<p>&mdash;Y como madre usted, que es la representante
+de la Madre Santísima, ¿no es eso?</p>
+
+<p>&mdash;Usted lo ha dicho, don Juan, y por última
+vez en esta casa.</p>
+
+<p>&mdash;¿De modo que...?</p>
+
+<p>&mdash;Que toda esa historia de la necesidad que
+siente de tener hijos y de su incapacidad para
+tenerlos, ¿le he entendido bien, don Juan?</p>
+
+<p>&mdash;Perfectamente, y esto último, por supuesto,
+quede entre los dos.</p>
+
+<p>&mdash;No seré yo quien le estorbe otro matrimonio.
+Y esa historia, digo, no me ha convencido
+de que usted busque hijos que adoptar, que eso
+le será muy fácil y casándose, sino que me busca
+a mí y me buscaría aunque estuviese sola y
+hubiésemos de vivir solos y sin hijos; ¿le he entendido,
+don Juan? ¿Me entiende usted?</p>
+
+<p>&mdash;Cierto es, Gertrudis, que si estuviese sola
+lo mismo me casaría con usted, si usted lo qui<span class="pagenum"><a name="Page_148" id="Page_148">[148]</a></span>siera,
+¡claro!, porque yo soy muy claro, muy
+claro, y es usted la que me atrae; pero en ese
+caso nos quedaba el adoptar hijos de cualquier
+modo, aunque fuese sacándolos del Hospicio.
+Pues ya he podido ver que usted, como yo, se
+muere por los niños y que los necesita y los
+busca y los adora.</p>
+
+<p>&mdash;Pero ni usted ni nadie ha visto, don Juan,
+que yo haya sido y sea incapaz de hacerlos; nadie
+puede decir que yo sea estéril, y no vuelva
+a poner los pies en esta casa.</p>
+
+<p>&mdash;¿Por qué, Gertrudis?</p>
+
+<p>&mdash;¡Por puerco!</p>
+
+<p>Y así se despidieron para siempre.</p>
+
+<p>Mas luego que le hubo así despachado entróle
+una desdeñosa lástima, un lastimero desdén de
+aquel hombre. «¿No le he tratado con demasiada
+dureza?&mdash;se decía&mdash;. El hombre me sacaba de
+quicio, es cierto; sus miradas me herían más que
+sus palabras, pero debí tratarle de otro modo.
+El pobrecillo parece que necesita remedio, pero
+no el que él busca, sino otro, un remedio heroico
+y radical.» Pero cuando supo que don Juan
+se remediaba empezó a pensar si era, en efecto,
+calor de hogar lo que buscaba, aunque bien<span class="pagenum"><a name="Page_149" id="Page_149">[149]</a></span>
+pronto dió en otra sospecha que le sublevó aún
+más el corazón. «¡Ah&mdash;se dijo&mdash;, lo que necesita
+es una de casa, una que le cuide, que le ponga
+sobre la cama la ropa limpia, que haga que se
+le prepare el puchero... peor, peor que el remedio,
+peor aún! ¡Cuando una no es remedio
+es animal doméstico y la mayor parte de las veces
+ambas cosas a la vez! Estos hombres... ¡O
+porquería o poltronería! ¡Y aún dicen que el cristianismo
+redimió nuestra suerte, la de las mujeres!»
+Y al pensar esto, acordándose de su buen
+tío, se santiguó diciéndole: «¡No, no lo volveré a
+pensar...!»</p>
+
+<p>¿Pero quién enfrenaba a un pensamiento que
+mordía en el fruto de la ciencia del mal? «¡El
+cristianismo, al fin, y a pesar de la Magdalena,
+es religión de hombres&mdash;se decía Gertrudis&mdash;;
+masculinos el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo...!»
+¿Pero y la Madre? La religión de la Madre
+está en: «He aquí la criada del Señor; hágase
+en mí según tu palabra» y en pedir a su Hijo
+que provea de vino a unas bodas, de vino que
+embriaga y alegra y hace olvidar penas, y para
+que el Hijo le diga: «¿Qué tengo yo que ver
+contigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.»<span class="pagenum"><a name="Page_150" id="Page_150">[150]</a></span>
+¿Qué tengo que ver contigo...? Y llamarle mujer
+y no madre... Y volvió a santiguarse, esta vez
+con verdadero temblor. Y es que el demonio
+de su guarda&mdash;así creía ella&mdash;le susurró: «¡Hombre
+al fin!»</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_151" id="Page_151">[151]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XVIII</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Corrieron</span> unos años apacibles y serenos. La
+orfandad daba a aquel hogar, en el que de
+nada de bienestar se carecía, una íntima luz espiritual
+de serena calma. Apenas si había que
+pensar en el día de mañana. Y seguían en él
+viviendo, con más dulce imperio que cuando
+respirando llenaban con sus cuerpos sus sitios,
+los tres que le dieron a Gertrudis masa con que
+fraguarlo, Ramiro y sus dos mujeres de carne y
+hueso. De continuo hablaba Gertrudis de ellos
+a sus hijos. «¡Mira que te está mirando tu madre!»
+o «¡Mira que te ve tu padre!» Eran sus
+dos más frecuentes amonestaciones. Y los retratos
+de los que se fueron presidían el hogar
+de los tres.</p>
+
+<p>Los niños, sin embargo, íbanlos olvidando.
+Para ellos no existían sino en las palabras de<span class="pagenum"><a name="Page_152" id="Page_152">[152]</a></span>
+mamá Tula, que así la llamaban todos. Los recuerdos
+directos del mayorcito, de Ramirín, se
+iban perdiendo y fundiendo en los recuerdos de
+lo que de ellos oía contar a su tía. Sus padres
+eran ya para él una creación de ésta.</p>
+
+<p>Lo que más preocupaba a Gertrudis era evitar
+que entre ellos naciese la idea de una diferencia,
+de que había dos madres, de que no
+eran sino medio hermanos. Mas no podía evitarlo.
+Sufrió en un principio la tentación de decirles
+que las dos, Rosa y Manuela, eran, como
+ella misma, madres de todos ellos, pero vió la
+imposibilidad de mantener mucho tiempo el
+equívoco; y, sobre todo, el amor a la verdad, un
+amor en ella desenfrenado, le hizo rechazar tal
+tentación al punto.</p>
+
+<p>Porque su amor a la verdad confundíase en
+ella con su amor a la pureza. Repugnábanle esas
+historietas corrientes con que se trata de engañar
+la inocencia de los niños, como la de decirles
+que los traen a este mundo desde París,
+donde los compran. «¡Buena gana de gastar
+el dinero en tonto!»&mdash;había dicho un niño que
+tenía varios hermanos y a quien le dijeron que
+a un amiguito suyo le iban a traer pronto un<span class="pagenum"><a name="Page_153" id="Page_153">[153]</a></span>
+hermanito sus padres. «Buena gana de gastar
+mentiras en balde»&mdash;se decía Gertrudis; añadiéndose:
+«toda mentira es cuando menos en
+balde».</p>
+
+<p>&mdash;Me han dicho que soy hijo de una criada
+de mi padre; que mi mamá fué criada de la
+mamá de mis hermanos.</p>
+
+<p>Así fué diciendo un día a casa el hijo de Manuela.
+Y la tía Tula, con su voz más seria y delante
+de todos, le contestó:</p>
+
+<p>&mdash;Aquí todos sois hermanos, todos sois hijos
+de un mismo padre y de una misma madre, que
+soy yo.</p>
+
+<p>&mdash;¿Pues no dices, mamita, que hemos tenido
+otra madre?</p>
+
+<p>&mdash;La tuvisteis, pero ahora la madre soy yo; ya
+lo sabéis. ¡Y que no se vuelva a hablar de eso!</p>
+
+<p>Mas no lograba evitar el que se trasparentara
+que sentía preferencias. Y eran por el mayor, el
+primogénito, Ramirín, al que engendró su padre
+cuando aún tuviera reciente en el corazón el
+cardenal del golpe que le produjo el haber tenido
+que escojer entre las dos hermanas, o mejor
+el haber tenido que aceptar de mandato de Gertrudis
+a Rosa, y por la pequeñuela, por Mano<span class="pagenum"><a name="Page_154" id="Page_154">[154]</a></span>lita,
+pálido y frágil botoncito de rosa que hacía temer
+lo hiciese ajarse un frío o un ardor tempranos.</p>
+
+<p>De Ramirín, del mayor, una voz muy queda,
+muy sumisa, pero de un susurro sibilante y diabólico,
+que Gertrudis solía oir que brotaba de
+un rincón de las entrañas de su espíritu&mdash;y al
+oirla se hacía, santiguándose, una cruz sobre la
+frente y otra sobre el pecho, ya que no pudiese
+taparse los oídos íntimos de aquélla y de éste&mdash;de
+Ramirín decíale ese tentador susurro que
+acaso cuando le engendró su padre soñaba más
+en ella, en Gertrudis, que en Rosa. Y de Manolita,
+de la hija de la muerte de la hospiciana, se
+decía que sin su decisión de casar segunda
+vez a Ramiro, sin aquel haberle obligado a redimir
+su pecado y a rescatar a la víctima de él, a
+la pobre Manuela, no viviría el pálido y frágil
+botoncito.</p>
+
+<p>¡Y lo que le costó criarla! Porque el primer
+hijo de Ramiro y Manuela fué criado por ésta,
+por su madre. La cual, sumisa siempre como
+una res, y ayudada a la vez por su natural instinto,
+no intentó siquiera rehusarlo a pesar de
+la endeblez de su carne, pero fué con el hombre,
+fué con el marido, con quien tuvo que bre<span class="pagenum"><a name="Page_155" id="Page_155">[155]</a></span>gar
+Gertrudis. Porque Ramiro, viendo la flaqueza
+de su pobre mujer, procuró buscar nodriza
+a su hijo. Y fué Gertrudis la que le obligó a
+casarse con aquélla, quien se plantó en firme en
+que había de ser la madre misma quien criara al
+hijo. «No hay leche como la de la madre»&mdash;repetía,
+y al redargüir su cuñado: «Sí, pero es
+tan débil que corren peligro ella y el niño, y
+éste se criará enclenque», replicaba implacable
+la soberana del hogar: «¡Pretextos y habladurías!
+Una mujer a la que se le puede alimentar,
+puede siempre criar y la naturaleza ayuda, y en
+cuanto al niño, te repito que la mejor leche es
+la de la madre, si no está envenenada.» Y luego,
+bajando la voz, agregaba: «Y no creo que le
+hayas envenenado la sangre a tu mujer.» Y Ramiro
+tenía que someterse. Y la querella terminó
+un día en que a nuevas instancias del hombre,
+que vió que su nueva mujer sufrió un vahido,
+para que le desahijaran el hijo, la soberana del
+hogar, cojiéndole aparte, le dijo: «¡Pero qué
+empeño, hombre! Cualquiera creería que te estorba
+el hijo...»</p>
+
+<p>&mdash;¿Cómo que me estorba el hijo...? No lo
+comprendo...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_156" id="Page_156">[156]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¿No lo comprendes? ¡Pues yo sí!</p>
+
+<p>&mdash;Como no te expliques...</p>
+
+<p>&mdash;¿Que me explique? ¿Te acuerdas de lo de
+aquel bárbaro de Pascualón, el guarda de tu
+cortijo de Majadalaprieta?</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué? ¿Aquello que comentamos de la insensibilidad
+con que recibió la muerte de su
+hijo...?</p>
+
+<p>&mdash;Sí.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y qué tiene que ver esto con aquello? Por
+Dios, Tula...</p>
+
+<p>&mdash;Que a mí aquello me llegó al fondo del
+alma, me hirió profundamente y quise averiguar
+la raíz del mal...</p>
+
+<p>&mdash;Tu manía de siempre...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, ya me decía el pobre tío que yo era
+como Eva, empeñada en conocer la ciencia del
+bien y del mal.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y averiguaste...?</p>
+
+<p>&mdash;Que a aquel... hombre...</p>
+
+<p>&mdash;¿Ibas a decir...?</p>
+
+<p>&mdash;Que a aquel hombre, digo, le estorbaba
+el niño para más cómodamente disponer de su
+mujer. ¿Lo entiendes?</p>
+
+<p>&mdash;¡Qué barbaridad!</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_157" id="Page_157">[157]</a></span></p>
+
+<p>Pero ya Ramiro tuvo que darse por vencido y
+dejó que su Manuela criara al niño mientras
+Gertrudis lo dispusiese así.</p>
+
+<p>Y ahora se encontraba ésta con que tenía que
+criar a la pequeñuela, a la hija de la muerte, y
+que forzosamente había de dársela a una madre
+de alquiler, buscándole un pecho mercenario. Y
+esto le horrorizaba. Horrorizábale porque temía
+que cualquier nodriza, y más si era soltera, pudiese
+tener envenenada, con la sangre, la leche,
+y abusase de su posición. «Si es soltera&mdash;se decía&mdash;,
+¡malo! Hay que vigilarla para que no
+vuelva al novio o acaso a otro cualquiera, y si es
+casada, malo también, y peor aún si dejó al hijo
+propio para criar el ajeno.» Porque esto era lo
+que sobre todo le repugnaba. Vender el jugo
+maternal de las propias entrañas para mantener
+mal, para dejarlos morir acaso de hambre, a los
+propios hijos, era algo que le causaba dolorosos
+retortijones en las entrañas maternales. Y así es
+como se vió desde un principio en conflicto con
+las amas de cría de la pobre criatura, y teniendo
+que cambiar de ellas cada cuatro días. ¡No poder
+criarle ella misma! Hasta que tuvo que acudir
+a la lactancia artificial.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_158" id="Page_158">[158]</a></span></p>
+
+<p>Pero el artificio se hizo en ella arte, y luego
+poesía, y por fin más profunda naturaleza que la
+del instinto ciego. Fué un culto, un sacrificio,
+casi un sacramento. El biberón, ese artefacto
+industrial, llegó a ser para Gertrudis el símbolo
+y el instrumento de un rito religioso. Limpiaba
+los botellines, cocía los pisgos cada vez que los
+había empleado, preparaba y esterilizaba la leche
+con el ardor recatado y ansioso con que
+una sacerdotisa cumpliría un sacrificio ritual.
+Cuando ponía el pisgo de caucho en la boquita
+de la pobre criatura, sentía que le palpitaba y
+se le encendía la propia mama. La pobre criatura
+posaba alguna vez su manecita en la mano
+de Gertrudis, que sostenía el frasco.</p>
+
+<p>Se acostaba con la niña, a la que daba calor
+con su cuerpo, y contra éste guardaba el frasco
+de la leche por si de noche se despertaba aquélla
+pidiendo alimento. Y se le antojaba que el
+calor de su carne, enfebrecida a ratos por la fiebre
+de la maternidad virginal, de la virginidad
+maternal, daba a aquella leche industrial una
+virtud de vida materna y hasta que pasaba a
+ella, por misterioso modo, algo de los ensueños
+que habían florecido en aquella cama solitaria.<span class="pagenum"><a name="Page_159" id="Page_159">[159]</a></span>
+Y al darle de mamar, en aquel artilugio, por la
+noche, a oscuras y a solas las dos, poníale a la
+criaturita uno de sus pechos estériles, pero henchidos
+de sangre, al alcance de las manecitas
+para que siquiera las posase sobre él mientras
+chupaba el jugo de vida. Antojábasele que así
+una vaga y dulce ilusión animaría a la huérfana.
+Y era ella, Gertrudis, la que así soñaba. ¿Qué?
+Ni ella misma lo sabía bien.</p>
+
+<p>Alguna vez la criaturita se vomitó sobre aquella
+cama, limpia siempre hasta entonces como
+una patena, y de pronto sintió Gertrudis la punzada
+de la mancha. Su pasión morbosa por la
+pureza, de que procedía su culto místico a la
+limpieza, sufrió entonces, y tuvo que esforzarse
+para dominarse. Comprendía, sí, que no cabe
+vivir sin mancharse y que aquella mancha era
+inocentísima, pero los cimientos de su espíritu
+se conmovían dolorosamente con ello. Y luego
+le apretaba a la criaturita contra sus pechos pidiéndole
+perdón en silencio por aquella tentación
+de su pureza.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_161" id="Page_161">[161]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XIX</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Fuera</span> de este cuidado maternal por la pobre
+criaturita de la muerte de Manuela, cuidado
+que celaba una expiación y un culto místicos,
+y sin desatender a los otros y esforzándose
+por no mostrar preferencias a favor de los de
+su sangre, Gertrudis se preocupaba muy en especial
+de Ramirín y seguía su educación paso a
+paso, vigilando todo lo que en él pudiese recordar
+rasgos de su padre, a quien físicamente se
+parecía mucho. «Así sería a su edad»&mdash;pensaba
+la tía y hasta buscó y llegó a encontrar entre los
+papeles de su cuñado retratos de cuando éste
+era un chicuelo y los miraba y remiraba para
+descubrir en ellos al hijo. Porque quería hacer
+de éste lo que de aquél habría hecho a haberle
+conocido y podido tomar bajo su amparo y<span class="pagenum"><a name="Page_162" id="Page_162">[162]</a></span>
+crianza cuando fué un mozuelo a quien se le
+abrían los caminos de la vida. «Que no se equivoque
+como él&mdash;se decía&mdash;, que aprenda a detenerse
+para elegir, que no encadene la voluntad
+antes de haberla asentado en su raíz viva, en el
+amor perfecto y bien alumbrado, a la luz que
+le sea propia.» Porque ella creía que no era al
+suelo, sino al cielo, a lo que había que mirar
+antes de plantar un retoño; no al mantillo de la
+tierra, sino a las razas de lumbre que del sol le
+llegaran, y que crece mejor el arbolito que prende
+sobre una roca al solano dulce del mediodía
+que no el que sobre un mantillo vicioso y graso
+se alza a la umbría. La luz era la pureza.</p>
+
+<p>Fué con Ramirín aprendiendo todo lo que él
+tenía que aprender, pues le tomaba a diario las
+lecciones. Y así satisfacía aquella ansia por saber
+que desde niña le había aquejado y que hizo
+que su tío le comparase alguna vez con Eva. Y
+de entre las cosas que aprendió con su sobrino
+y para enseñárselas, pocas le interesaron más
+que la geometría. ¡Nunca lo hubiese ella creído!
+Y es que en aquellas demostraciones de la geometría,
+ciencia árida y fría al sentir de los más,
+encontraba Gertrudis un no sabía qué de lumi<span class="pagenum"><a name="Page_163" id="Page_163">[163]</a></span>nosidad
+y de pureza. Años después, ya mayor
+Ramirín, y cuando el polvo que fué la carne de
+su tía reposaba bajo tierra, sin luz de sol, recordaba
+el entusiasmo con que un día de radiante
+primavera le explicaba cómo no puede haber
+más que cinco y sólo cinco poliedros regulares;
+tres formados de triángulos: el tetraedro, de cuatro;
+el octaedro, de ocho, y el icosaedro, de
+veinte; uno de cuadrados: el cubo, de seis, y
+uno de pentágonos: el dodecaedro, de doce.
+«¿Pero no ves qué claro?», me decía&mdash;contaba
+el sobrino&mdash;; «¿no lo ves?, sólo cinco y no más
+que cinco, ni uno menos, ni uno más, ¡qué bonito!
+¡Y no puede ser de otro modo, tiene que
+ser así!», y al decirlo me mostraba los cinco modelos
+en cartulina blanca, blanquísima, que ella
+misma había construído, con sus santas manos,
+que eran prodigiosas para toda labor, y parecía
+como si acabase de descubrir por sí misma la
+ley de los cinco poliedros regulares... ¡pobre tía
+Tula! Y recuerdo que como a uno de aquellos
+modelos geométricos le cayera una mancha de
+grasa, hizo otro porque decía que con la mancha
+no se veía bien la demostración. Para ella
+la geometría era luz y pureza.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_164" id="Page_164">[164]</a></span></p>
+
+<p>En cambio huyó de enseñarle anatomía y
+fisiología. «Esas son porquerías&mdash;decía&mdash;y en
+que nada se sabe de cierto ni de claro.»</p>
+
+<p>Y lo que sobre todo acechaba era el alborear
+de la pubertad en su sobrino. Quería guiarle en
+sus primeros descubrimientos sentimentales y
+que fuese su amor primero el último y el único.
+«¿Pero es que hay un primer amor?», se preguntaba
+a sí misma sin acertar a responderse.</p>
+
+<p>Lo que más temía era las soledades de su sobrino.
+La soledad, no siendo a toda luz, la temía.
+Para ella no había más soledad santa que la del
+sol y la de la Virgen de la Soledad cuando se
+quedó sin su Hijo, el Sol del Espíritu. «Que no
+se encierre en su cuarto&mdash;pensaba&mdash;, que no esté
+nunca, a poder ser, solo; hay soledad que es la
+peor compañía; que no lea mucho sobre todo,
+que no lea mucho; y que no se esté mirando
+grabados.» No temía tanto para su sobrino a lo
+vivo cuanto a lo muerto, a lo pintado. «La muerte
+viene por lo muerto»&mdash;pensaba.</p>
+
+<p>Confesábase Gertrudis con el confesor de Ramirín,
+y era para, dirigiendo al director del muchacho
+en la dirección de éste, ser ella la que de
+veras le dirigiese. Y por eso en sus confesiones<span class="pagenum"><a name="Page_165" id="Page_165">[165]</a></span>
+hablaba más que de sí misma de su hijo mayor,
+como le llamaba. «Pero es, señora, que usted
+viene aquí a confesar sus pecados y no los de
+otros»&mdash;le tuvo que decir alguna vez el padre
+Alvarez, a lo que ella contestó: «Y si ese chico
+es mi pecado...»</p>
+
+<p>Cuando una vez creyó observar en el muchacho
+inclinaciones ascéticas, acaso místicas, acudió
+alarmada al padre Alvarez.</p>
+
+<p>&mdash;¡Eso no puede ser, padre!</p>
+
+<p>&mdash;Y si Dios le llamase por ese camino...</p>
+
+<p>&mdash;No, no le llama por ahí; lo sé, lo sé mejor
+que usted y desde luego mejor que él mismo;
+eso es... la sensualidad que se le despierta...</p>
+
+<p>&mdash;Pero, señora...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, anda triste, y la tristeza no es señal de
+vocación religiosa. ¡Y remordimiento no puede
+ser! ¿De qué...?</p>
+
+<p>&mdash;Los juicios de Dios, señora...</p>
+
+<p>&mdash;Los juicios de Dios son claros. Y esto es
+oscuro. Quítele eso de la cabeza. ¡El ha nacido
+para padre y yo para abuela!</p>
+
+<p>&mdash;¡Ya salió aquello!</p>
+
+<p>&mdash;¡Sí, ya salió aquello!</p>
+
+<p>&mdash;¡Y cómo le pesa a usted eso! Líbrese de ese<span class="pagenum"><a name="Page_166" id="Page_166">[166]</a></span>
+peso... Me ha dicho cien veces que había ahogado
+ese mal pensamiento...</p>
+
+<p>&mdash;¡No puedo, padre, no puedo! Que ellos, que
+mis hijos&mdash;porque son mis hijos, mis verdaderos
+hijos&mdash;que ellos no lo sepan, que no lo
+sepan, padre, que no lo adivinen...</p>
+
+<p>&mdash;Cálmese, señora, por Dios, cálmese... y
+deseche esas aprensiones... esas tentaciones del
+Demonio, se lo he dicho cien veces... Sea la que
+es... la tía Tula que todos conocemos y veneramos
+y admiramos...; sí, admiramos...</p>
+
+<p>&mdash;¡No, padre, no! ¡Usted lo sabe! Por dentro
+soy otra...</p>
+
+<p>&mdash;Pero hay que ocultarlo...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, hay que ocultarlo, sí; pero hay días en
+que siento ganas de reunir a sus hijos, a mis
+hijos...</p>
+
+<p>&mdash;¡Sí, suyos, de usted!</p>
+
+<p>&mdash;¡Sí, yo madre, como usted... padre!</p>
+
+<p>&mdash;Deje eso, señora, deje eso...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, reunirles y decirles que toda mi vida ha
+sido una mentira, una equivocación, un fracaso...</p>
+
+<p>&mdash;Usted se calumnia, señora. Esa no es usted,
+usted es la otra... la que todos conocemos... la
+tía Tula...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_167" id="Page_167">[167]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Yo le hice desgraciado, padre; yo le hice
+caer dos veces: una con mi hermana, otra vez
+con otra...</p>
+
+<p>&mdash;¿Caer?</p>
+
+<p>&mdash;¡Caer, sí! ¡Y fué por soberbia!</p>
+
+<p>&mdash;No, fué por amor, por verdadero amor...</p>
+
+<p>&mdash;Por amor propio, padre&mdash;y estalló a llorar.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_169" id="Page_169">[169]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XX</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Logró</span> sacar a su sobrino de aquellas veleidades
+ascéticas y se puso a vigilarle, a espiar
+la aparición del primer amor. «Fíjate bien,
+hijo&mdash;le decía&mdash;y no te precipites, que una vez
+que hayas comprometido a una no debes dejarla...»</p>
+
+<p>&mdash;Pero, mamá, si no se trata de compromisos...
+Primero hay que probar...</p>
+
+<p>&mdash;No, nada de pruebas; nada de esos noviazgos;
+nada de eso de «hablo con Fulana». Todo
+seriamente...</p>
+
+<p>En rigor la tía Tula había ya hecho, por su
+parte, su elección y se proponía ir llevando dulcemente
+a su Ramirín a aquella que le había escojido,
+a Caridad.</p>
+
+<p>&mdash;Parece que te fijas en Carita&mdash;le dijo un día.</p>
+
+<p>-¡Psé!</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_170" id="Page_170">[170]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Y ella en ti, si no me equivoco.</p>
+
+<p>&mdash;Y tú en los dos, a lo que parece...</p>
+
+<p>&mdash;¿Yo? Eso es cosa vuestra, hijo mío, cosa
+vuestra...</p>
+
+<p>Pero les fué llevando el uno al otro, y consiguió
+su propósito. Y luego se propuso casarlos
+cuanto antes. «Y que venga acá&mdash;decía&mdash;y viviremos
+todos juntos, que hay sitio para todos...
+¡Una hija más!»</p>
+
+<p>Y cuando hubo llevado a Carita a su casa,
+como mujer de su sobrino, era con ésta con la
+que tenía sus confidencias. Y era de quien trataba
+de sonsacar lo íntimo de su sobrino.</p>
+
+<p>Le obligó, ya desde un principio, a que le tutease
+y le llamase madre. Y le recomendaba que
+cuidase sobre todo de la pequeñita, de la mansa,
+tranquila y medrosica Manolita.</p>
+
+<p>&mdash;Mira, Caridad&mdash;le decía&mdash;, cuida sobre
+todo de esa pobrecita, que es lo más inocente y
+lo más quebradizo que hay y buena como el
+pan... Es mi obra...</p>
+
+<p>&mdash;Pero si la pobrecita apenas levanta la voz...
+si ni se le siente andar por la casa... Parece como
+que tuviera vergüenza hasta de presentarse...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, sí, es así... Harto he hecho por infun<span class="pagenum"><a name="Page_171" id="Page_171">[171]</a></span>dirle
+valor, pero en no estando arrimada a mí,
+cosida a mi falda, la pobrecita se encuentra como
+perdida. ¡Claro, como criada con biberón!</p>
+
+<p>&mdash;El caso es que es laboriosa, obediente, servicial,
+pero ¡habla tan poco...! ¡Y luego no se la
+oye reir nunca...!</p>
+
+<p>&mdash;Sólo alguna vez cuando está a solas conmigo,
+porque entonces es otra cosa, es otra Manolita...
+entonces resucita... Y trato de animarla,
+de consolarla, y me dice: «No te canses, mamita,
+que yo soy así... y además, no estoy triste...»</p>
+
+<p>&mdash;Pues lo parece...</p>
+
+<p>&mdash;Lo parece, sí, pero he llegado a creer que
+no lo está. Porque yo, yo misma, ¿qué te parezco,
+Carita, triste o alegre?</p>
+
+<p>&mdash;Usted, tía...</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué es eso de usted y de tía?</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, tú, mamá, tú... pues no sé si eres
+triste o alegre, pero a mí me pareces alegre...</p>
+
+<p>&mdash;¿Te parezco así? ¡Pues basta!</p>
+
+<p>&mdash;Por lo menos a mí me alegras...</p>
+
+<p>&mdash;Y es a lo que nos manda Dios a este mundo,
+a alegrar a los demás.</p>
+
+<p>&mdash;Pero para alegrar a los demás hay que
+estar alegre una...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_172" id="Page_172">[172]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;O no...</p>
+
+<p>&mdash;¿Cómo no?</p>
+
+<p>&mdash;Nada alegra más que un rayo de sol, sobre
+todo si da sobre la verdura del follaje de un
+árbol, y el rayo de sol no está ni alegre ni triste,
+y quién sabe... acaso su propio fuego le consume...
+El rayo de sol alegra porque está limpio;
+todo lo limpio alegra... Y esa pobre Manolita
+debe alegrarte, porque a limpia...</p>
+
+<p>&mdash;¡Sí, eso sí! Y luego esos ojos que tiene, que
+parecen...</p>
+
+<p>&mdash;Parecen dos estanques quietos entre verdura...
+Los he estado mirando muchas veces y
+desde cerca. Y no sé de dónde ha sacado esos
+ojos... No son de su madre, que tenía ojos de
+tísica, turbios de fiebre... ni son los de su padre,
+que eran...</p>
+
+<p>&mdash;¿Sabes de quién parecen esos ojos?</p>
+
+<p>&mdash;¿De quién?&mdash;y Gertrudis temblaba al preguntarlo.</p>
+
+<p>&mdash;¡Pues son tus ojos...!</p>
+
+<p>&mdash;Puede ser... puede ser... No me los he mirado
+nunca de cerca ni puedo vérmelos desde
+dentro, pero puede ser... puede ser... Al menos
+le he enseñado a mirar...</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_173" id="Page_173">[173]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XXI</h2>
+
+
+<p>¿<span class="smcap">Qué</span> le pasaba a la pobre Gertrudis que se
+sentía derretir por dentro? Sin duda
+había cumplido su misión en el mundo. Dejaba
+a su sobrino mayor, a su Ramiro, a su otro Ramiro,
+a cubierto de la peor tormenta, embarcado
+en su barca de por vida, y a los otros hijos
+al amparo de él; dejaba un hogar encendido y
+quien cuidase de su fuego. Y se sentía deshacer.
+Sufría frecuentes embaimientos, desmayos, y durante
+días enteros lo veía todo como en niebla,
+como si fuese bruma y humo todo. Y soñaba;
+soñaba como nunca había soñado. Soñaba lo
+que habría sido si Ramiro hubiese dejado por
+ella a Rosa. Y acababa diciéndose que no
+habrían sido de otro modo las cosas. Pero ella
+había pasado por el mundo fuera del mundo. El<span class="pagenum"><a name="Page_174" id="Page_174">[174]</a></span>
+padre Alvarez creía que la pobre Gertrudis chocheaba
+antes de tiempo, que su robusta inteligencia
+flaqueaba y que flaqueaba al peso mismo
+de su robustez. Y tenía que defenderle de aquellas
+sus viejas tentaciones.</p>
+
+<p>Cuando un día se le acercó Caridad y, al
+oído, le dijo: «¡Madre...!», al notarle el rubor que
+le encendía el rostro, exclamó: «¿Qué? ¿Ya?»
+«¡Sí, ya!»&mdash;susurró la muchacha. «¿Estás segura?»
+«¡Segura; si no, no te lo habría dicho!»
+Y Gertrudis, en medio de su goce, sintió como
+si una espada de hielo le atravesase por medio
+el corazón. Ya no tenía qué hacer en el mundo
+más que esperar al nieto, al nieto de los suyos,
+de su Ramiro y su Rosa, a su nieto, e ir luego
+a darles la buena nueva. Ya apenas se cuidaba
+más que de Caridad, que era quien para ella llenaba
+la casa. Hasta de Manolita, de su obra, se
+iba descuidando, y la pobre niña lo sentía;
+sentía que el esperado iba relegándole en la
+sombra.</p>
+
+<p>&mdash;Ven acá&mdash;le decía Gertrudis a Caridad,
+cuando alguna vez se encontraban a solas, ocasión
+que acechaba&mdash;, ven acá, siéntate aquí, a
+mi lado... ¿Qué, le sientes, hija mía, le sientes?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_175" id="Page_175">[175]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Algunas veces...</p>
+
+<p>&mdash;¿No llama? ¿No tiene prisa por salir a luz,
+a la luz del sol? Porque ahí dentro, a oscuras...
+aunque esté ello tan tibio, tan sosegado... ¿No
+da empujoncitos? Si tarda no me va a ver... no
+le voy a ver... Es decir: ¡si tarda, no!, si me
+apresuro yo...</p>
+
+<p>&mdash;Pero, madre, no diga esas cosas...</p>
+
+<p>&mdash;¡<i>No digas</i>, hija! Pero me siento derretir...
+ya no soy para nada... Veo todo como empañado...
+como en sueños... Si no lo supiera no podría
+ahora decir si tu pelo es rubio o moreno...</p>
+
+<p>Y le acariciaba lentamente la espléndida cabellera
+rubia. Y como si viese con los dedos,
+añadía: «Rubia, rubia como el sol...»</p>
+
+<p>&mdash;Si es chico, ya lo sabes, Ramiro, y si es
+chica... Rosa...</p>
+
+<p>&mdash;No, madre, sino Gertrudis... Tula, mamá
+Tula.</p>
+
+<p>&mdash;¡Tula... bueno...! Y mejor si fuese una pareja,
+mellizos, pero chico y chica...</p>
+
+<p>&mdash;¡Por Dios, madre!</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué? ¿Crees que no podrías con eso? ¿Te
+parece demasiado trabajo?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_176" id="Page_176">[176]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Yo... no sé... no sé nada de eso, madre;
+pero...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, eso es lo perfecto, una parejita de gemelos...
+un chico y una chica que han estado abrazaditos
+cuando no sabían nada del mundo,
+cuando no sabían ni que existían; que han estado
+abrazaditos al calorcito del vientre materno...
+Algo así debe de ser el cielo...</p>
+
+<p>&mdash;¡Qué cosas se te ocurren, mamá Tula!</p>
+
+<p>&mdash;No ves que me he pasado la vida soñando...</p>
+
+<p>Y en esto, mientras soñaba así y como para
+guardar en su pecho este último ensueño y llevarlo
+como viático al seno de la madre tierra, la
+pobre Manolita cayó gravemente enferma. «¡Ah!,
+yo tengo la culpa&mdash;se dijo Gertrudis&mdash;, yo que
+con esto de la parejita de mi ensueño me he descuidado
+de esa pobre avecilla... Sin duda en un
+momento en que necesitaba de mi arrimo ha
+debido de cojer algún frío...» Y sintió que le
+volvían las fuerzas, unas fuerzas como de milagro.
+Se le despejó la cabeza, y se dispuso a cuidar
+a la enferma.</p>
+
+<p>&mdash;Pero, madre&mdash;le decía Caridad&mdash;, déjeme
+que le cuide yo, que le cuidemos nosotras... entre
+yo, Rosita y Elvira le cuidaremos.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_177" id="Page_177">[177]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No; tú no puedes cuidarla como es debido,
+no debes cuidarla... Tú te debes al que llevas,
+a lo que llevas, y no es cosa de que por atender
+a ésta malogres lo otro... y en cuanto a Rosita y
+Elvira, sí, son sus hermanas, la quieren como
+tales, pero no entienden de eso, y además la pobre,
+aunque se aviene a todo, no se halla sin
+mí... Un simple vaso de agua que yo le sirva le
+hace más provecho que todo lo que los demás
+le podáis hacer. Yo sola sé arreglarle la almohada
+de modo que no le duela en ella la cabeza y
+que no tenga luego pesadillas...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, es verdad...</p>
+
+<p>&mdash;¡Claro, yo la crié...! Y yo debo cuidarle.</p>
+
+<p>Resucitó. Volvióle todo el luminoso y fuerte
+aplomo de sus días más heroicos. Ya no le temblaba
+el pulso ni le vacilaban las piernas. Y
+cuando teniendo el vaso con la pócima medicinal
+que a las veces tenía que darle, la pobre
+enferma le posaba las manos febriles en sus manos
+firmes y finas, pasaba sobre su enlace como
+el resplandor de un dulce recuerdo, casi borrado
+para la encamada. Y luego se sentaba la tía Tula
+junto a la cama de la enferma y se estaba allí, y
+ésta no hacía sino mirarle en silencio.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_178" id="Page_178">[178]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¿Me moriré, mamita?&mdash;preguntaba la niña.</p>
+
+<p>&mdash;¿Morirte? ¡No, pobrecita alondra, no! Tú
+tienes que vivir...</p>
+
+<p>&mdash;Mientras tú vivas...</p>
+
+<p>&mdash;Y después... y después...</p>
+
+<p>&mdash;Después... no... ¿para qué...?</p>
+
+<p>&mdash;Pero las muchachas deben vivir...</p>
+
+<p>&mdash;¿Para qué...?</p>
+
+<p>&mdash;Pues... para vivir... para casarse... para criar
+familia...</p>
+
+<p>&mdash;Pues tú no te casaste, mamita...</p>
+
+<p>&mdash;No, yo no me casé; pero como si me hubiese
+casado... Y tú tienes que vivir para cuidar
+de tu hermano...</p>
+
+<p>&mdash;Es verdad... de mi hermano... de mis hermanos...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, de todos ellos...</p>
+
+<p>&mdash;Pero si dicen, mamita, que yo no sirvo para
+nada...</p>
+
+<p>&mdash;¿Y quién dice eso, hija mía?</p>
+
+<p>&mdash;No, no lo dicen... no lo dicen... pero lo
+piensan...</p>
+
+<p>&mdash;¿Y cómo sabes tú que lo piensan?</p>
+
+<p>&mdash;¡Pues... porque lo sé! Y además, porque es
+verdad... porque yo no sirvo para nada, y des<span class="pagenum"><a name="Page_179" id="Page_179">[179]</a></span>pués
+de que tú te me mueras yo nada tengo que
+hacer aquí... Si tú te murieras me moriría de
+frío...</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, vamos, arrópate bien y no digas
+esas cosas... Y voy a arreglarte esa medicina...</p>
+
+<p>Y fué a ocultar sus lágrimas y a echarse a los
+pies de su imagen de la Virgen de la Soledad y
+a suplicarla: «¡Mi vida por la suya, Madre, mi
+vida por la suya! Siente que yo me voy, que
+me llaman mis muertos, y quiere irse conmigo;
+quiere arrimarse a mí, arropada por la tierra, allí
+abajo, donde no llega la luz, y que yo le preste
+no sé qué calor... ¡Mi vida por la suya, Madre, mi
+vida por la suya! Que no caiga tan pronto esa
+cortina de tierra de las tinieblas sobre esos ojos
+en que la luz no se quiebra, sobre esos ojos que
+dicen que son los míos, sobre esos ojos sin mancha
+que le di yo... sí, yo... Que no se muera...
+que no se muera... Sálvala, Madre, aunque tenga
+yo que irme sin ver al que ha de venir...»</p>
+
+<p>Y se cumplió su ruego.</p>
+
+<p>La pobre niña enferma fué recobrando vida;
+volvieron los colores de rosa a sus mejillas; volvió
+a mirar la luz del sol dando en el verdor de
+los árboles del jardincito de la casa, pero la tía<span class="pagenum"><a name="Page_180" id="Page_180">[180]</a></span>
+Tula cayó con una broncopneumonía cojida
+durante la convalecencia de Manolita. Y entonces
+fué ésta la que sintió que brotaba en sus entrañas
+un manadero de salud, pues tenía que
+cuidar a la que le había dado vida.</p>
+
+<p>Toda la casa vió con asombro la revelación
+de aquella niña.</p>
+
+<p>&mdash;Di a Manolita&mdash;decía Gertrudis a Caridad&mdash;que
+no se afane tanto, que aún estará débil... Tú
+tampoco, por supuesto; tú te debes a los tuyos,
+ya lo sabes... Con Rosita y Elvira basta... Además,
+como todo ha de ser inútil... Porque yo ya
+he cumplido...</p>
+
+<p>&mdash;Pero, madre...</p>
+
+<p>&mdash;Nada, lo dicho, y que esa palomita de Dios
+no se malgaste...</p>
+
+<p>&mdash;Pero si se ha puesto tan fuerte... Jamás hubiese
+creído...</p>
+
+<p>&mdash;Y ella que se quería morir y creía morirse...
+Y yo también lo temí... ¡Porque la pobre me parecía
+tan débil...! Claro, no conoció a su padre
+que estaba ya herido de muerte cuando la engendró...
+y en cuanto a su pobre madre, yo creo
+que siempre vivió medio muerta... ¡Pero esa chica
+ha resucitado!</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_181" id="Page_181">[181]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¡Sí, al verte en peligro ha resucitado!</p>
+
+<p>&mdash;¡Claro, es mi hija!</p>
+
+<p>&mdash;¿Más?</p>
+
+<p>&mdash;¡Sí, más! Te lo quiero declarar ahora que
+estoy en el zaguán de la eternidad; si, más. ¡Ella
+y tú!</p>
+
+<p>&mdash;¿Ella y yo?</p>
+
+<p>&mdash;¡Sí, ella y tú! Y porque no tenéis mi sangre.
+Ella y tú. Ella tiene la sangre de Ramiro, no la
+mía, pero la he hecho yo, ¡es obra mía! Y a ti yo
+te casé con mi hijo.</p>
+
+<p>&mdash;Lo sé...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, como le casé a su padre con su madre,
+con mi hermana, y luego le volví a casar con la
+madre de Manolita...</p>
+
+<p>&mdash;Lo sé... lo sé...</p>
+
+<p>&mdash;Sé que lo sabes, pero no todo...</p>
+
+<p>&mdash;No, todo no...</p>
+
+<p>&mdash;Ni yo tampoco... O al menos no quiero saberlo.
+Quiero irme de este mundo sin saber muchas
+cosas... Porque hay cosas que el saberlas
+mancha... Eso es el pecado original, y la Santísima
+Virgen Madre nació sin mancha de pecado
+original...</p>
+
+<p>&mdash;Pues yo he oído decir que lo sabía todo...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_182" id="Page_182">[182]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No, no lo sabía todo; no conocía la ciencia
+del mal... que es ciencia...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, no hables tanto, madre, que te perjudica...</p>
+
+<p>&mdash;Más me perjudica cavilar, y si me callo cavilo...
+cavilo...</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_183" id="Page_183">[183]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XXII</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">La</span> tía Tula no podía ya más con su cuerpo.
+El alma le revoloteaba dentro de él, como
+un pájaro en una jaula que se desvencija, a la
+que deja con el dolor de quien le desollaran,
+pero ansiando volar por encima de las nubes.
+No llegaría a ver al nieto. ¿Lo sentía? «Allá
+arriba, estando con ellos&mdash;soñaba&mdash;sabré cómo
+es, y si es niño o niña... o los dos... y lo sabré
+mejor que aquí, pues desde allí arriba se ve mejor
+y más limpio lo de aquí abajo.»</p>
+
+<p>La última fiebre teníala postrada en cama.
+Apenas si distinguía a sus sobrinos más que por
+el paso, sobre todo a Caridad y a Manolita. El
+paso de aquélla, de Caridad, llegábale como el
+de una criatura cargada de fruto y hasta le parecía
+oler a sazón de madurez. Y el de Manolita<span class="pagenum"><a name="Page_184" id="Page_184">[184]</a></span>
+era tan leve como el de un pajarito que no se
+sabe si corre o vuela a ras de tierra. «Cuando
+ella entra&mdash;se decía la tía&mdash;siento rumor de alas
+caídas y quietas.»</p>
+
+<p>Quiso despedirse primero de ésta, a solas, y
+aprovechó un momento en que vino a traerle la
+medicina. Sacó el brazo de la cama, lo alargó
+como para bendecirla, y poniéndole la mano sobre
+la cabeza, que ella inclinó con los claros ojos
+empañados, le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;¿Qué, palomita sin hiel, quieres todavía morirte...?
+¡La verdad!</p>
+
+<p>&mdash;Si con ello consiguiera...</p>
+
+<p>&mdash;Que yo no me muera, ¿eh? No, no debes
+querer morirte... tienes a tu hermano, a tus hermanos...
+Estuviste cerca de ello, pero me parece
+que la prueba te curó de esas cosas... ¿No es
+así? Dímelo como en confesión, que voy a contárselo
+a los nuestros...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, ya no se me ocurren aquellas tonterías...</p>
+
+<p>&mdash;¿Tonterías? No, no eran tonterías. ¡Ah!, y
+ahora que dices eso de tonterías, tráeme tu muñeca,
+porque la guardas, ¿no es así? Si, sé que
+la guardas... Tráeme aquella muñeca, ¿sabes?
+Quiero despedirme de ella también y que se<span class="pagenum"><a name="Page_185" id="Page_185">[185]</a></span>
+despida de mí... ¿Te acuerdas? Vamos, ¿a que
+no te acuerdas?</p>
+
+<p>&mdash;Sí, madre, me acuerdo.</p>
+
+<p>&mdash;¿De qué te acuerdas?</p>
+
+<p>&mdash;De cuando se me cayó en aquel patín de la
+huerta y Elvira me llamaba tonta porque lloraba
+tanto y me decía que de nada sirve llorar...</p>
+
+<p>&mdash;Eso... eso... ¿y qué más? ¿Te acuerdas de
+más?</p>
+
+<p>&mdash;Sí, del cuento que nos contaste entonces...</p>
+
+<p>&mdash;¿A ver, qué cuento?</p>
+
+<p>&mdash;De la niña que se le cayó la muñeca en un
+pozo seco adonde no podía bajar a sacarla y se
+puso a llorar, a llorar, a llorar, y lloró tanto que
+se llenó el pozo con sus lágrimas y salió flotando
+en ellas la muñeca...</p>
+
+<p>&mdash;¿Y qué dijo Elvirita a eso? ¿Qué dijo? Que
+no me acuerdo...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, sí se acuerda, madre...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, ¿pues qué dijo?</p>
+
+<p>&mdash;Dijo que la niña se quedaría seca y muerta
+de haber llorado tanto...</p>
+
+<p>&mdash;¿Y yo qué dije?</p>
+
+<p>&mdash;Por Dios, madre...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, no lo digas, pero no llores así, pa<span class="pagenum"><a name="Page_186" id="Page_186">[186]</a></span>lomita,
+no llores así... que por mucho que llores
+no se llenará con tus lágrimas el pozo en que
+voy cayendo y no saldré flotando...</p>
+
+<p>&mdash;Si pudiera ser...</p>
+
+<p>&mdash;¡Ah, sí! Si pudiera ser yo saldría a cojerte
+y llevarte conmigo... Pero hay que esperar la
+hora. Y cuida de tus hermanos. Te los entrego a
+ti, ¿sabes? a ti. Haz que no se den cuenta de
+que me he muerto.</p>
+
+<p>&mdash;Haré todo lo que pueda...</p>
+
+<p>&mdash;Y yo te ayudaré desde arriba.</p>
+
+<p>&mdash;Que no se enteren de que me he muerto...</p>
+
+<p>&mdash;Te rezaré, madre...</p>
+
+<p>&mdash;A la Virgen, hija, a la Virgen...</p>
+
+<p>&mdash;Te rezaré, madre, todas las noches antes de
+acostarme...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, no llores así...</p>
+
+<p>&mdash;Pero si no lloro, ¿no ves que no lloro?</p>
+
+<p>&mdash;Para lavar los ojos cuando han visto cosas
+feas no está mal, pero tú no has visto cosas feas,
+no puedes verlas...</p>
+
+<p>&mdash;Y si es caso, cerrando los ojos...</p>
+
+<p>&mdash;No, no, así se ven cosas más feas. Y pide
+por tu padre, por tu madre, por mí... No olvides
+a tu madre...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_187" id="Page_187">[187]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Si no la olvido...</p>
+
+<p>&mdash;Como no la conociste...</p>
+
+<p>&mdash;¡Sí, la conozco!</p>
+
+<p>&mdash;Pero a la otra, digo, a la que te trajo al
+mundo.</p>
+
+<p>&mdash;¡Sí, gracias a ti la conozco; a aquélla!</p>
+
+<p>&mdash;¡Pobrecilla! Ella no había conocido a la
+suya...</p>
+
+<p>&mdash;¡Su madre fuiste tú, lo sé bien!</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, pero no llores...</p>
+
+<p>&mdash;¡Si no lloro!&mdash;y se enjugaba los ojos con el
+dorso de la mano izquierda mientras con la otra
+temblorosa, sostenía el vaso de la medicina.</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, y ahora trae a la muñeca, que quiero
+verla. ¡Ah! ¡Y allí en un rincón de aquella arquita
+mía que tú sabes... ahí está la llave... sí,
+ésa, ésa!... Allí donde nadie ha tocado más que
+yo, y tú alguna vez; allí, junto a aquellos retratos,
+¿sabes?, hay otra muñeca... la mía... la que
+yo tenía siendo niña... mi primer cariño... ¿el
+primero?... ¡bueno! Tráemela también... Pero
+que no se entere ninguna de ésas, no digan que
+son tonterías nuestras, porque las tontas somos
+nosotras... Tráeme las dos muñecas, que me despida
+de ellas, y luego nos pondremos serias para<span class="pagenum"><a name="Page_188" id="Page_188">[188]</a></span>
+despedirnos de los otros... Vete, que me viene un
+mal pensamiento&mdash;y se santiguó.</p>
+
+<p>El mal pensamiento era que el susurro diabólico
+allá, en el fondo de las entrañas doloridas
+con el dolor de la partida, le decía: «¡muñecos
+todos!»</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_189" id="Page_189">[189]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XXIII</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Luego</span> llamó a todos, y Caridad entre ellos.</p>
+
+<p>&mdash;Esto es, hijos míos, la última fiebre, el
+principio del fuego del Purgatorio...</p>
+
+<p>&mdash;Pero qué cosas dices, mamá...</p>
+
+<p>&mdash;Sí; el fuego del Purgatorio, porque en el
+Infierno no hay fuego... el Infierno es de hielo
+y nada más que de hielo. Se me está quemando
+la carne... Y lo que siento es irme sin ver, sin
+conocer, al que ha de llegar... o a la que ha de
+llegar... o a los que han de llegar...</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, mamá...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, tú, Cari, cállate y no nos vengas
+ahora con vergüenza... Porque yo querría contarles
+todo a los que me llaman... Vamos, no
+lloréis así... Allí están... los tres...</p>
+
+<p>&mdash;Pero no digas esas cosas...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_190" id="Page_190">[190]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Ah, ¿queréis que os diga cosas de reir? Las
+tonterías ya nos las hemos dicho Manolita y yo,
+las dos tontas de la casa, y ahora hay que hacer
+esto como se hace en los libros...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, ¡no hables tanto! El médico ha dicho
+que no se te deje hablar mucho.</p>
+
+<p>&mdash;¿Ya estás ahí tú, Ramiro? ¡El hombre! ¿El
+médico dices? ¿Y qué sabe el médico? No le
+hagáis caso... Y además es mejor vivir una hora
+hablando que dos días más en silencio. Ahora
+es cuando hay que hablar. Además, así me distraigo
+y no pienso en mis cosas...</p>
+
+<p>&mdash;Pues ya sabes que el padre Alvarez te ha
+dicho que pienses ahora en tus cosas...</p>
+
+<p>&mdash;Ah, ¿ya estás ahí tú, Elvira, la juiciosa?
+¿Conque el padre Alvarez, eh?... el del remedio...
+¿Y qué sabe el padre Alvarez? ¡Otro médico!
+¡Otro hombre! Además, yo no tengo cosas
+mías en que pensar... yo no tengo mis cosas...
+Mis cosas son las vuestras... y las de ellos... las
+de los que me llaman... Yo no estoy ni viva ni
+muerta... no he estado nunca ni viva ni muerta...
+¿Qué? ¿Qué dices tú ahí, Enriquín? Que estoy
+delirando...</p>
+
+<p>&mdash;No, no digo eso...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_191" id="Page_191">[191]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Sí, has dicho eso, te lo he oído bien... se lo
+has dicho al oído a Rosita... No ves que siento
+hasta el roce en el aire de las alas quietas de
+Manolita. Pues si deliro... ¿qué?</p>
+
+<p>&mdash;Que debes descansar...</p>
+
+<p>&mdash;Descansar... descansar... ¡tiempo me queda
+para descansar!</p>
+
+<p>&mdash;Pero no te destapes así...</p>
+
+<p>&mdash;Si es que me abraso... Y ya sabes, Caridad,
+Tula, Tula como yo... y él, el otro, Ramiro... Sí,
+son dos, él y ella, que estarán ahora abrazaditos...
+al calorcito...</p>
+
+<p>Callaron todos un momento. Y al oir la moribunda
+sollozos entrecortados y contenidos, añadió:</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, ¡hay que tener ánimo! Pensad bien,
+bien, muy bien, lo que hayáis de hacer, pensadlo
+muy bien... que nunca tengáis que arrepentiros
+de haber hecho algo y menos de no haberlo
+hecho... Y si veis que el que queréis se ha caído
+en una laguna de fango y aunque sea en un
+pozo negro, en un albañal, echaos a salvarle,
+aun a riesgo de ahogaros, echaos a salvarle...
+que no se ahogue él allí... o ahogaros juntos...
+en el albañal... servidle de remedio... sí, de re<span class="pagenum"><a name="Page_192" id="Page_192">[192]</a></span>medio...
+¿que morís entre légamo y porquería?
+no importa... Y no podréis ir a salvar al compañero
+volando sobre el ras del albañal porque no
+tenemos alas... no, no tenemos alas... o son alas
+de gallina, de no volar... y hasta las alas se
+mancharían con el fango que salpica el que se
+ahoga en él... No, no tenemos alas... a lo más
+de gallina... no somos ángeles... lo seremos en
+la otra vida... donde no hay fango... ni sangre!
+Fango hay en el Purgatorio, fango ardiente, que
+quema y limpia... fango que limpia, sí... En el
+Purgatorio les queman a los que no quisieron
+lavarse con fango... sí, con fango... Les queman
+con estiércol ardiente... les lavan con porquería...
+Es lo último que os digo, no tengáis miedo
+a la podredumbre... Rogad por mí, y que la Virgen
+me perdone.</p>
+
+<p>Le dió un desmayo. Al volver de él no coordinaba
+los pensamientos. Entró luego en una
+agonía dulce. Y se apagó como se apaga una
+tarde de otoño cuando las últimas razas del sol,
+filtradas por nubes sangrientas, se derriten en
+las aguas serenas de un remanso del río en que
+se reflejan los álamos&mdash;sanguíneo su follaje
+también&mdash;que velan a sus orillas.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_193" id="Page_193">[193]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XXIV</h2>
+
+
+<p>¿<span class="smcap">Murió</span> la tía Tula? No, sino que empezó a
+vivir en la familia, e irradiando de ella,
+con una nueva vida más entrañada y más vivífica,
+con la vida eterna de la familiaridad inmortal.
+Ahora era ya para sus hijos, sus sobrinos, la
+Tía, no más que la Tía, ni <i>madre</i> ya ni <i>mamá</i>, ni
+aun tía Tula, sino sólo la Tía. Fué este nombre
+de invocación, de verdadera invocación religiosa,
+como el canonizamiento doméstico de una
+santidad de hogar. La misma Manolita, su más
+hija y la más heredera de su espíritu, la depositaria
+de su tradición, no le llamaba sino la Tía.</p>
+
+<p>Mantenía la unidad y la unión de la familia, y
+si al morir ella afloraron a vista de todos, haciéndose
+patentes, divisiones intestinas antes ocultas,
+alianzas defensivas y ofensivas entre los<span class="pagenum"><a name="Page_194" id="Page_194">[194]</a></span>
+hermanos, fué porque esas divisiones brotaban
+de la vida misma familiar que ella creó. Su espíritu
+provocó tales disensiones y bajo de ellas
+y sobre ellas la unidad fundamental y culminante
+de la familia. La tía Tula era el cimiento y
+la techumbre de aquel hogar.</p>
+
+<p>Formáronse en éste dos grupos: de un lado,
+Rosita, la hija mayor de Rosa, aliada con Caridad,
+con su cuñada y no con su hermano, no
+con Ramiro; de otro, Elvira, la segunda hija de
+Rosa, con Enrique, su hermanastro, el hijo de la
+hospiciana, y quedaban fuera Ramiro y Manolita.
+Ramiro vivía, o más bien se dejaba vivir,
+atento a su hijo y al porvenir que podía depararle
+otros y a sus negocios civiles, y Manolita,
+atenta a mantener el culto de la Tía y la tradición
+del hogar.</p>
+
+<p>Manolita se preparaba a ser el posible lazo
+entre cuatro probables familias venideras. Desde
+la muerte de la Tía habíase revelado. Guardaba
+todo su saber, todo su espíritu; las mismas frases
+recortadas y aceradas, a las veces repetición
+de las que oyó a la otra, la misma doctrina, el
+mismo estilo y hasta el mismo gesto. «¡Otra
+tía!»&mdash;exclamaban sus hermanos, y no siempre<span class="pagenum"><a name="Page_195" id="Page_195">[195]</a></span>
+llevándoselo a bien. Ella guardaba el archivo y
+el tesoro de la otra; ella tenía la llave de los cajoncitos
+secretos de la que se fué en carne y
+sangre; ella guardaba, con su muñeca de cuando
+niña, la muñeca de la niñez de la Tía, y algunas
+cartas, y el devocionario y el breviario de don
+Primitivo; ella era en la familia quien sabía los
+dichos y hechos de los antepasados dentro de
+memoria: de don Primitivo, que nada era de su
+sangre; de la madre del primer Ramiro; de Rosa;
+de su propia madre Manuela, la hospiciana&mdash;de
+ésta no dichos ni hechos, sino silencios y pasiones&mdash;,
+ella era la historia doméstica; por ella
+se continuaba la eternidad espiritual de la familia.
+Ella heredó el alma de ésta, espiritualizada
+en la Tía.</p>
+
+<p>¿Herencia? Se trasmite por herencia en una
+colmena el espíritu de las abejas, la tradición
+abejil, el arte de la melificación y de la fábrica
+del panal, la <i>abejidad</i>, y no se trasmite, sin embargo,
+por carne y por jugos de ella. La carnalidad
+se perpetúa por zánganos y por reinas, y
+ni los zánganos ni las reinas trabajaron nunca,
+no supieron ni fabricar panales, ni hacer miel, ni
+cuidar larvas, y no sabiéndolo, no pudieron<span class="pagenum"><a name="Page_196" id="Page_196">[196]</a></span>
+trasmitir ese saber, con su carne y sus jugos, a
+sus crías. La tradición del arte de las abejas, de
+la fábrica del panal y el laboreo de la miel y la
+cera, es, pues, colateral y no de trasmisión de
+carne, sino de espíritu, y débese a las tías, a
+las abejas que ni fecundan huevecillos ni los
+ponen. Y todo esto lo sabía Manolita, a quien
+se lo había enseñado la Tía, que desde muy
+joven paró su atención en la vida de las abejas
+y la estudió y meditó, y hasta soñó sobre ella.
+Y una de las frases de íntimo sentido, casi esotérico,
+que aprendió Manolita de la Tía y que de
+vez en cuando aplicaba a sus hermanos, cuando
+dejaban muy al desnudo su masculinidad de
+instintos, era decirles: «¡Cállate, zángano!» Y
+zángano tenía para ella, como lo había tenido
+para la Tía, un sentido de largas y profundas
+resonancias. Sentido que sus hermanos adivinaban.</p>
+
+<p>La alianza entre Elvira, la hija del primer
+Ramiro que le costó la vida a Rosa, su primera
+mujer, y Enrique, el hijo del pecado de aquél
+y de la hospiciana, era muy estrecha. Queríanse
+los hermanastros más que cualesquiera otros
+de los cinco entre sí. Siempre andaban en<span class="pagenum"><a name="Page_197" id="Page_197">[197]</a></span>
+cuchicheos y en secreteos. Y esta a modo de
+conjura desasosegábale a Manolita. No que le
+doliera que su hermano uterino, el salido del
+mismo vientre de donde ella salió, tuviese más
+apego a hermana nacida de otra madre, no; sentía
+que a ella no había de apegársele ninguno
+de sus hermanos y complacíase en ello. Pero
+aquel afecto más que fraternal le era repulsivo.</p>
+
+<p>&mdash;Ya estoy deseando&mdash;les dijo una vez&mdash;que
+uno de vosotros se enamore; que tú, Enrique,
+te eches novia o que a ésta, a ti, Elvira, te pretenda
+alguno...</p>
+
+<p>&mdash;¿Y para qué?&mdash;preguntó ésta.</p>
+
+<p>&mdash;Para que dejéis de andar así, de bracete
+por la casa, y con cuentecitos al oído y carantoñas,
+arrumacos y lagoterías...</p>
+
+<p>&mdash;Acaso entonces más...&mdash;dijo Enrique.</p>
+
+<p>&mdash;¿Y cómo así?</p>
+
+<p>&mdash;Porque ésta vendrá a contarme los secretos
+de su novio, ¿verdad, Elvira?, y yo le contaré,
+¡claro está!, los de mi novia...</p>
+
+<p>&mdash;Sí, sí...&mdash;exclamó Elvira a punto de palmotear.</p>
+
+<p>&mdash;Y os reiréis uno y otro del otro novio y<span class="pagenum"><a name="Page_198" id="Page_198">[198]</a></span>
+de la otra novia, ¿no es así?... ¡qué bonito!</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, ¿y qué diría a esto la Tía?&mdash;preguntó
+Elvira mirándole a Manolita a los ojos.</p>
+
+<p>&mdash;Diría que no se debe jugar con las cosas
+santas y que sois unos chiquillos...</p>
+
+<p>&mdash;Pues no repitas con la Tía&mdash;le arguyó Enrique&mdash;aquello
+del Evangelio de que hay que hacerse
+niño para entrar en el reino de los cielos...</p>
+
+<p>&mdash;¡Niño, sí! ¡Chiquillo, no!</p>
+
+<p>&mdash;¿Y en qué se le distingue al niño del chiquillo...?</p>
+
+<p>&mdash;¿En qué? En la manera de jugar.</p>
+
+<p>&mdash;¿Cómo juega el chiquillo?</p>
+
+<p>&mdash;El chiquillo juega a persona mayor. Los niños
+no son, como los mayores, ni hombres ni
+mujeres, sino que son como los ángeles. Recuerdo
+haberle oído decir a la Tía que había oído
+que hay lenguas en que el niño no es ni masculino
+ni femenino, sino neutro...</p>
+
+<p>&mdash;Sí&mdash;añadió Enrique&mdash;en alemán. Y la señorita
+es neutro...</p>
+
+<p>&mdash;Pues esta señorita&mdash;dijo Manolita intentando,
+sin conseguirlo, teñir de una sonrisa estas
+palabras&mdash;no es neutra...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_199" id="Page_199">[199]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;¡Claro que no soy neutra; pues no faltaba
+más...!</p>
+
+<p>&mdash;¡Pero bueno, nada de chiquilladas!</p>
+
+<p>&mdash;Chiquilladas, no; niñerías, eso, ¿no es eso?</p>
+
+<p>&mdash;¡Eso es!</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, ¿y en qué las conoceremos?</p>
+
+<p>&mdash;Basta, que no quiero deciros más. ¿Para
+qué? Porque hay cosas que al tratar de decirlas
+se ponen más oscuras...</p>
+
+<p>&mdash;Bien, bien, tiíta&mdash;exclamó Elvira abrazándola
+y dándole un beso&mdash;, no te enfades así...
+¿Verdad que no te enfadas, tiíta...?</p>
+
+<p>&mdash;No; y menos porque me llames tiíta...</p>
+
+<p>&mdash;Si lo hacía sin intención...</p>
+
+<p>&mdash;Lo sé; pero eso es lo peligroso. Porque la
+intención viene después...</p>
+
+<p>Enrique le hizo una carantoña a su hermana
+completa y cojiendo a la otra, a la hermanastra,
+por debajo de un brazo, se la llevó consigo.</p>
+
+<p>Y Manolita, viéndoles alejarse, quedó diciéndose:
+«¿Chiquillos? ¡En efecto, chiquillos! ¿Pero
+he hecho bien en decirles lo que les he dicho?
+¿He hecho bien, Tía?»&mdash;e invocaba mentalmente
+a la Tía.&mdash;«La intención viene después... ¿No<span class="pagenum"><a name="Page_200" id="Page_200">[200]</a></span>
+soy yo la que con mis reconvenciones voy a
+darles una intención que les falta? Pero, ¡no, no!
+¡Que no jueguen así! ¡Porque están jugando...!
+¡Y ojalá les salga pronto el novio a ella y la novia
+a él!»</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_201" id="Page_201">[201]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XXV</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">El</span> otro grupo lo formaban en la familia, no
+Rosita y Ramiro, sino la mujer de éste, Caridad,
+y aquella su cuñada. Aunque en rigor era
+Rosita la que buscaba a Caridad y le llevaba sus
+quejas, sus aprensiones, sus suspicacias. Porque
+iba, por lo común, a quejarse. Creíase, o al menos
+aparentaba creer, que era la desdeñada y la
+no comprendida. Poníase triste y como preocupada
+en espera de que le preguntasen qué era
+lo que tenía, y como nadie se lo preguntaba
+sufría con ello. Y menos que los otros hermanos
+se lo preguntaba Manolita, que se decía: «Si
+tiene algo de verdad y más que gana de mimo y
+de que nos ocupemos especialmente en ella, ya
+reventará!» Y la preocupada sufría con ello.</p>
+
+<p>A su cuñada, a Caridad, le iba sobre todo
+con quejas de su marido; complacíase en acusar<span class="pagenum"><a name="Page_202" id="Page_202">[202]</a></span>
+a éste, a Ramiro, de egoísta. Y la mujer le oía
+pacientemente y sin saber qué decirle.</p>
+
+<p>&mdash;Yo no sé, Manuela&mdash;le decía a ésta Caridad,
+su cuñada&mdash;qué hacer con Rosa... Siempre
+me está viniendo con quejas de Ramiro: que si
+es un orgulloso, que si un egoísta, que si un
+distraído...</p>
+
+<p>&mdash;¡Llévale la hebra y dile que sí!</p>
+
+<p>&mdash;¿Pero cómo? ¿Voy a darle alas?</p>
+
+<p>&mdash;No, sino a cortárselas.</p>
+
+<p>&mdash;Pues no lo entiendo. Y además, eso no es
+verdad; ¡Ramiro no es así!...</p>
+
+<p>&mdash;Lo sé, lo sé muy bien. Sé que Ramiro podrá
+tener, como todo hombre, sus defectos...</p>
+
+<p>&mdash;Y como toda mujer.</p>
+
+<p>&mdash;¡Claro, sí! Pero los de él son defectos de
+hombre...</p>
+
+<p>&mdash;¡De zángano, vamos!</p>
+
+<p>&mdash;Como quieras; los de Ramiro son defectos
+de hombre, o si quieres, pues que te empeñas,
+de zángano...</p>
+
+<p>&mdash;¿Y los míos?</p>
+
+<p>&mdash;¿Los tuyos, Caridad? Los tuyos... ¡de reina!</p>
+
+<p>&mdash;¡Muy bien! ¡Ni la Tía...!</p>
+
+<p>&mdash;Pero los defectos de Ramiro no son los que<span class="pagenum"><a name="Page_203" id="Page_203">[203]</a></span>
+Rosa dice. Ni es orgulloso, ni es egoísta, ni es
+distraído...</p>
+
+<p>&mdash;¿Y entonces por qué voy a llevarle la hebra
+como dices?</p>
+
+<p>&mdash;Porque eso será llevarle la contraria. Lo sé
+muy bien. La conozco.</p>
+
+<p>Cierta mañana, encontrándose las tres, Caridad,
+Manuela y Rosa, comenzó ésta el ataque.</p>
+
+<p>R.&mdash;¡Vaya unas horas de llegar anoche tu maridito!</p>
+
+<p>Nunca hablando con su cuñada le llamaba a
+Ramiro «mi hermano», sino siempre: «tu marido».</p>
+
+<p>C.&mdash;¿Y qué mal hay en ello?</p>
+
+<p>M.&mdash;Y tú, Rosa, estabas a esas horas despierta...</p>
+
+<p>R.&mdash;Me despertó su llegada...</p>
+
+<p>M.&mdash;¿Sí, eh?</p>
+
+<p>C.&mdash;Pues a mí apenas si me despertó...</p>
+
+<p>R.&mdash;¡Vaya una calma!</p>
+
+<p>M.&mdash;Aquí Caridad duerme confiada y hace bien.</p>
+
+<p>R.&mdash;¿Hace bien...? ¿Hace bien...? No lo comprendo.</p>
+
+<p>M.&mdash;Pues yo sí. Pero tú parece que te complaces
+en eso, que es un juego muy peligroso y
+muy feo...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_204" id="Page_204">[204]</a></span></p>
+
+<p>C.&mdash;¡Por Dios, Manuela!</p>
+
+<p>R.&mdash;Déjale, déjale a la tía...</p>
+
+<p>M.&mdash;Con el acento que ahora le pones la tía
+aquí eres ahora tú...</p>
+
+<p>R.&mdash;¿Yo? ¿Yo la tía?</p>
+
+<p>M.&mdash;Sí, tú, tú, Rosa. ¿A qué viene querer provocar
+celos en tu hermana?</p>
+
+<p>C.&mdash;Pero si Rosa no quiere hacerme celosa,
+Manuela...</p>
+
+<p>M.&mdash;Yo sé lo que me digo, Caridad.</p>
+
+<p>R.&mdash;Sí, aquí ella sabe lo que se dice...</p>
+
+<p>M.&mdash;Aquí sabemos todos lo que queremos
+decir y yo sé, además, lo que me digo, ¿me entiendes,
+Rosa?</p>
+
+<p>R.&mdash;El estribillo de la Tía...</p>
+
+<p>M.&mdash;Sea. Y te digo que serías capaz de aceptar
+el peor novio que se te presente y casarte
+con él no más que para provocarle a que te diese
+celos, no a dárselos tú...</p>
+
+<p>R.&mdash;¿Casarme yo? ¿Yo casarme? ¿Yo novio?
+¡Las ganas...!</p>
+
+<p>M.&mdash;Sí, ya sé que dices, aunque no sé si lo
+piensas, que no te has de casar, que tú no quieres
+novio... Ya sé que andas en si te vas o no a
+meter monja...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_205" id="Page_205">[205]</a></span></p>
+
+<p>C.&mdash;¿Y cómo lo has sabido, Manuela?</p>
+
+<p>M.&mdash;Ah, ¿pero vosotras creéis que no me percato
+de vuestros secretos? Precisamente por ser
+secretos...</p>
+
+<p>R.&mdash;Bueno, y si pensara yo en meterme
+monja, ¿qué? ¿Qué mal hay en ello? ¿Qué mal
+hay en servir a Dios?</p>
+
+<p>M.&mdash;En servir a Dios, no, no hay mal ninguno...
+Pero es que si tú entrases monja no
+sería por servir a Dios...</p>
+
+<p>R.&mdash;¿No? ¿Pues por qué?</p>
+
+<p>M.&mdash;Por no servir a los hombres... ni a las
+mujeres...</p>
+
+<p>C.&mdash;Pero por Dios, Manuela, qué cosas tienes...</p>
+
+<p>R.&mdash;Sí, ella tiene sus cosas y yo las mías... ¿Y
+quién te ha dicho, hermana, que desde el convento
+no se puede servir a los hombres...?</p>
+
+<p>M.&mdash;Sin duda, rezando por ellos...</p>
+
+<p>R.&mdash;¡Pues claro está! Pidiendo a Dios que les
+libre de tentaciones...</p>
+
+<p>M.&mdash;Pero me parece que tú más que a rezar
+«no nos dejes caer en la tentación» vas a «no
+me dejes caer en la tentación...»</p>
+
+<p>R.&mdash;Sí, que voy a que no me tienten...</p>
+
+<p>M.&mdash;¿Pues no has venido acá a tentar a Cari<span class="pagenum"><a name="Page_206" id="Page_206">[206]</a></span>dad,
+tu hermana? ¿O es que crees que no era tentación
+eso? ¿No venías a hacerle caer en tentación?</p>
+
+<p>C.&mdash;No, Manuela, no venía a eso. Y además
+sabe que no soy celosa, que no lo seré, que no
+puedo serlo...</p>
+
+<p>R.&mdash;Déjale, déjale, Caridad, déjale a la abejita,
+que pique... que pique...</p>
+
+<p>M.&mdash;Duele, ¿eh? Pues, hija, rascarse...</p>
+
+<p>R.&mdash;<i>Hija</i> ahora, ¿eh?</p>
+
+<p>M.&mdash;Y siempre, hermana.</p>
+
+<p>R.&mdash;Y dime tú, hermanita, la abejita, ¿tú no
+has pensado nunca en meterte en un panal así,
+en una colmena...?</p>
+
+<p>M.&mdash;Se puede hacer miel y cera en el mundo...</p>
+
+<p>R.&mdash;Y picar...</p>
+
+<p>M.&mdash;¡Y picar, exacto!</p>
+
+<p>R.&mdash;Vamos, sí, que tú, como tía Tula, vas
+para tía...</p>
+
+<p>M.&mdash;Yo no sé para lo que voy, pero si siguiera
+el ejemplo de la Tía no habría de ir por mal
+camino. ¿O es que crees que marró ella el suyo?
+¿Es que has olvidado sus enseñanzas? ¿Es que
+trató ella nunca de encismar a los de casa? ¿Es
+que habría ella nunca denunciado un acto de
+uno de sus hermanos?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_207" id="Page_207">[207]</a></span></p>
+
+<p>C.&mdash;Por Dios, Manuela, por la memoria de tía
+Tula, cállate ya... Y tú, Rosa, no llores así... vamos,
+levanta esa frente... no te tapes así la cara
+con las manos... no llores así, hija, no llores así...</p>
+
+<p>Manuela le puso a su hermanastra la mano
+sobre el hombro y con una voz que parecía venir
+del otro mundo, del mundo eterno de la familia
+inmortal, le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;¡Perdóname, hermana, me he excedido...
+pero tu conducta me ha herido en lo vivo de la
+familia y he hecho lo que creo que habría hecho
+la Tía en este caso... perdónamelo!</p>
+
+<p>Y Rosa, cayendo en sus brazos y ocultando su
+cabeza entre los pechos de su hermana, le dijo
+entre sollozos:</p>
+
+<p>&mdash;¡Quien tiene que perdonarme eres tú, hermana,
+tú... Pero hermana... no, sino madre... ni
+madre... ¡Tía! ¡Tía!</p>
+
+<p>&mdash;¡Es la Tía, la tía Tula, la que tiene que perdonarnos
+y unirnos y guiarnos a todos!&mdash;concluyó
+Manuela.</p>
+
+<div>*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK 44358 ***</div>
+</body>
+</html>
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+The Project Gutenberg EBook of La ta Tula, by Miguel De Unamuno
+
+This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
+almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or
+re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included
+with this eBook or online at www.gutenberg.org
+
+
+Title: La ta Tula
+ Novela
+
+Author: Miguel De Unamuno
+
+Release Date: December 5, 2013 [EBook #44358]
+
+Language: Spanish
+
+Character set encoding: ISO-8859-1
+
+*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA TA TULA ***
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+Produced by Carlos Coln, University of Michigan and the
+Online Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net
+(This file was produced from images generously made
+available by The Internet Archive/American Libraries.)
+
+
+
+
+
+
+
+
+
+ Nota del Transcriptor:
+
+
+ Errores obvios de imprenta han sido corregidos.
+
+ Pginas en blanco han sido eliminadas.
+
+ Letras itlicas son denotadas con _lneas_.
+
+ Las versalitas (letras maysculas de tamao igual a las minsculas)
+ han sido sustituidas por letras maysculas de tamao normal.
+
+
+
+
+ MIGUEL DE UNAMUNO
+
+
+ LA TIA TULA
+
+ (NOVELA)
+
+
+ RENACIMIENTO
+ SAN MARCOS, 42
+ MADRID
+ 1921
+
+
+
+
+ ES PROPIEDAD
+
+
+ Copyright 1921 by Miguel de Unamuno.
+
+
+ Imprenta de Juan Pueyo. Luna, 29. Telf. 14-30.--Madrid.
+
+
+
+
+_PROLOGO_
+
+(_QUE PUEDE SALTAR EL LECTOR DE NOVELAS_)
+
+
+TENA _uno (hermano) casi de mi edad, que era el que yo ms quera,
+aunque a todos tena gran amor y ellos a m; juntbamonos entrambos a
+leer vidas de santos... Espantbanos mucho el decir en lo que leamos
+que pena y gloria eran para siempre. Acaecanos estar muchos ratos
+tratando desto, y gustbamos de decir muchas veces para siempre,
+siempre, siempre. En pronunciar esto mucho rato era el Seor servido, me
+quedase en esta niez imprimido el camino de la verdad. De que vi que
+era imposible ir adonde me matasen por Dios, ordenbamos ser ermitaos,
+y en una huerta que haba en casa procurbamos, como podamos, hacer
+ermitas poniendo unas pedrecillas, que luego se nos caan, y ans no
+hallbamos remedio en nada para nuestro deseo; que ahora me pone
+devocin ver cmo me daba Dios tan presto lo que yo perd por mi
+culpa._
+
+ * * * * *
+
+_Acurdome que cuando muri mi madre qued yo de edad de doce aos,
+poco menos; como yo comenc a entender lo que haba perdido, afligida
+fume a una imagen de Nuestra Seora y supliquela fuese mi madre con
+muchas lgrimas. Parceme que aunque se hizo con simpleza, que me ha
+valido, pues conocidamente he hallado a esta Virgen Soberana en cuanto
+me he encomendado a ella, y, en fin, me ha tornado a s._
+
+ _(Del captulo I de la Vida de la Santa Madre Teresa de Jess, que
+ escribi ella misma por mandado de su confesor.)_
+
+_Sea (Dios) alabado por siempre, que tanta merced ha hecho a vuestra
+merced, pues le ha dado mujer, con quien pueda tener mucho descanso. Sea
+mucho de enhorabuena, que harto consuelo es para m pensar que le tiene.
+A la seora doa Mara beso siempre las manos muchas veces; aqu tiene
+una capellana y muchas. Harto quisiramos poderla gozar; mas si haba
+de ser con los trabajos que por ac hay, ms quiero que tenga all
+sosiego, que verla ac padecer._
+
+ (_De una carta que desde Avila, a 15 de diciembre de 1581, dirigi
+ la Santa Madre, y Ta, Teresa de Jess, a su sobrino don Lorenzo de
+ Cepeda, que estaba en Indias, en el Per, donde se cas con doa
+ Mara de Hinojosa, que es la seora doa Mara de que se habla en
+ ella_)
+
+_En el captulo II de la misma susomentada Vida, dice la Santa Madre
+Teresa de Jess que era moza aficionada a leer libros de
+caballeras--los suyos lo son, a lo divino--y en uno de los sonetos, de
+nuestro Rosario de ellos, la hemos llamado_
+
+ _Quijotesa_
+ _a lo divino, que dej asentada_
+ _nuestra Espaa inmoral, cuya es la empresa:_
+ _slo existe lo eterno; Dios o nada!_
+
+_Lo que acaso alguien crea que diferencia a Santa Teresa de Don Quijote,
+es que ste, el Caballero--y to, to de su inmortal sobrina--se puso en
+ridculo y fu el ludibrio y juguete de padres y madres, de znganos y
+de reinas; pero es que Santa Teresa escap al ridculo? Es que no se
+burlaron de ella? Es que no se estima hoy por muchos quijotesco, o sea
+ridculo, su instituto, y aventurera, de caballera andante, su obra y
+su vida?_
+
+_No crea el lector, por lo que precede, que el relato que se sigue y va
+a leer es, en modo alguno, un comentario a la vida de la Santa espaola.
+No, nada de esto! Ni pensbamos en Teresa de Jess al emprenderlo y
+desarrollarlo; ni en Don Quijote. Ha sido despus de haberlo terminado,
+cuando aun para nuestro nimo, que lo concibi, result una novedad este
+parangn, cuando hemos descubierto las races de este relato novelesco.
+Nos fu oculto su ms hondo sentido al emprenderlo. No hemos visto sino
+despus, al hacer sobre l examen de conciencia de autor, sus races
+teresianas y quijotescas. Que son una misma raz._
+
+_Es acaso ste un libro de caballeras? Como el lector quiera
+tomarlo... Tal vez a alguno pueda parecerle una novela agiogrfica, de
+vida de santos. Es, de todos modos, una novela, podemos asegurarlo._
+
+_No se nos ocurri a nosotros, sino que fu cosa de un amigo, francs
+por ms seas, el notar que la inspiracin--perdn!--de nuestra
+nivola_ Niebla _era de la misma raz que la de_ La vida es sueo, _de
+Caldern. Mas en este otro caso ha sido cosa nuestra el descubrir,
+despus de concluda esta novela que tienes a la vista, lector, sus
+races quijotescas y teresianas. Lo que no quiere decir claro est! que
+lo que aqu se cuenta no haya podido pasar fuera de Espaa._
+
+ * * * * *
+
+_Antes de terminar este Prlogo queremos hacer otra observacin, que le
+podr parecer a alguien quizs sutileza de lingista y fillogo, y no lo
+es sino de psicologa. Aunque es la psicologa algo ms que lingstica
+y filologa?_
+
+_La observacin es que as como tenemos la palabra_ paternal _y_
+paternidad, _que derivan de_ pater, _padre, y_ maternal _y_ maternidad,
+_de_ mater, _madre, y no es lo mismo, ni mucho menos, lo paternal y lo
+maternal, ni la paternidad y la maternidad, es extrao que junto a_
+fraternal _y_ fraternidad, _de_ frater, _hermano, no tengamos_ sororal
+_y_ sororidad, _de_ soror, _hermana. En latn hay_ sororius, a, um, _lo
+de la hermana, y el verbo_ sororiare, _crecer por igual y juntamente._
+
+_Se nos dir que la_ sororidad _equivaldra a la_ fraternidad, _mas no
+lo creemos as. Como si en latn tuviese la hija un apelativo de raz
+distinta que el de hijo, valdra la pena de distinguir entre las dos
+filialidades._
+
+Sororidad _fu la de la admirable Antgona, esta santa del paganismo
+helnico, la hija de Edipo, que sufri martirio por amor a su hermano
+Polinices, y por confesar su fe de que las leyes eternas de la
+conciencia, las que rigen en el eterno mundo de los muertos, en el mundo
+de la inmortalidad, no son las que forjan los dspotas y tiranos de la
+tierra, como era Creonte._
+
+_Cuando en la tragedia sofocleana Creonte le acusa a su sobrina Antgona
+de haber faltado a la ley, al mandato regio, rindiendo servicio fnebre
+a su hermano, el fratricida, hay entre aqullos este duelo de palabras:_
+
+A.--_No es nada feo honrar a los de la misma entraa..._
+
+Cr.--_No era de tu sangre tambin el que muri contra l?_
+
+A.--_De la misma, por madre y padre..._
+
+Cr.--_Y cmo rindes a ste un honor impo?_
+
+A.--_No dira eso el muerto..._
+
+Cr.--_Pero es que le honras igual que al impo..._
+
+A.--_No muri su siervo, sino su hermano..._
+
+Cr.--_Asolando esta tierra, y el otro defendindola..._
+
+A.--_El otro mundo, sin embargo, gusta de igualdad ante la ley..._
+
+Cr.--_Cmo ha de ser igual para el vil que para el noble?_
+
+A.--_Quin sabe si estas mximas son santas all abajo..._
+
+ (_Antgona_, versos 511-521.)
+
+ * * * * *
+
+_Es que acaso lo que a Antgona le permiti descubrir esa ley eterna,
+apareciendo a los ojos de los ciudadanos de Tebas y de Creonte, su to,
+como una anarquista, no fu el que era, por terrible decreto del Hado,
+hermana carnal de su propio padre, Edipo? Con el que haba ejercido
+oficio de_ sororidad _tambin._
+
+_El acto_ sororio _de Antgona dando tierra al cadver insepulto de su
+hermano y librndolo as del furor regio de su to Creonte, parecile a
+ste un acto de anarquista. No hay mal mayor que el de la
+anarqua!--declaraba el tirano--._ (Antgona, _verso 672_.)
+_Anarqua? Civilizacin?_
+
+_Antgona, la anarquista segn su to, el tirano Creonte, modelo de
+virilidad, pero no de humanidad; Antgona, hermana de su padre Edipo y,
+por lo tanto, ta de su hermano Polinices, representa acaso la
+domesticidad religiosa, la religin domstica, la del hogar, frente a la
+civilidad poltica y tirnica, a la tirana civil, y acaso tambin la
+domesticacin frente a la civilizacin. Aunque es posible civilizarse
+sin haberse domesticado antes? Caben civilidad y civilizacin donde no
+tienen como cimientos domesticidad y domesticacin?_
+
+_Hablamos de_ patrias _y sobre ellas de_ fraternidad _universal, pero no
+es una sutileza lingstica el sostener que no pueden prosperar sino
+sobre_ matrias _y_ sororidad. _Y habr barbarie de guerras devastadoras,
+y otros estragos, mientras sean los znganos, que revolotean en torno de
+la reina para fecundarla y devorar la miel que no hicieron, los que
+rijan las colmenas._
+
+_Guerras? El primer acto guerrero fu, segn lo que llamamos Historia
+Sagrada, la de la Biblia, el asesinato de Abel por su hermano Can. Fu
+una muerte fraternal, entre hermanos, el primer acto de fraternidad. Y
+dice el Gnesis que fu Can, el fratricida, el que primero edific una
+ciudad, a la que llam del nombre de su hijo--habido en una
+hermana--Henoc._ (_Gn. IV, 17._) _Y en aquella ciudad,_ polis, _debi
+empezar la vida civil, poltica, la civilidad y la civilizacin. Obra,
+como se ve, del fratricida. Y cuando, siglos ms tarde, nuestro Lucano,
+espaol, llam a las guerras entre Csar y Pompeyo_ plusquam civilia,
+_ms que civiles--lo dice en el primer verso de su_ Pharsalia--_quiere
+decir_ fraternales. _Las guerras ms que civiles son las fraternales._
+
+_Aristteles le llam al hombre_ zoon politicon, _esto es, animal civil
+o ciudadano--no poltico, que esto es no traducir--animal que tiende a
+vivir en ciudades, en mazorcas de casas estadizas, arraigadas en tierra
+por cimientos, y se es el hombre y, sobre todo, el varn. Animal civil,
+urbano, fraternal y... fratricida. Pero ese animal civil, no ha de
+depurarse por accin domstica? Y el hogar, el verdadero hogar, no ha
+de encontrarse lo mismo en la tienda del pastor errante que se planta al
+azar de los caminos? Y Antgona acompa a su padre, ciego y errante,
+por los senderos del desierto, hasta que desapareci en Colono. Pobre
+civilidad fraternal, cainita, si no hubiera la domesticidad sororia!..._
+
+_Va, pues, el fundamento de la civilidad, la domesticidad, de mano en
+mano de hermanas, de tas. O de esposas de espritu, castsimas, como
+aquella Abisag, la sunamita de que se nos habla en el captulo I del
+libro I de los Reyes, aquella doncella que le llevaron al viejo rey
+David, ya cercano a su muerte, para que le mantuviese en la puesta de su
+vida, abrigndole y calentndole en la cama mientras dorma. Y Abisag le
+sacrific su maternidad, permaneci virgen por l--pues David no la
+conoci--y fu causa de que ms luego Salomn, el hijo del pecado de
+David con la adltera Betsab, hiciese matar a Adonas, su hermanastro,
+hijo de David y de Hagit, porque pretendi para mujer a Abisag, la
+ltima reina con David, pensando as heredar a ste su reino._
+
+_Pero a esta Abisag y a su suerte y a su sentido pensamos dedicar todo
+un libro que no ser precisamente una novela. Ni una_ nivola.
+
+_Y ahora el lector que ha ledo este prlogo--que no es necesario para
+inteligencia en lo que sigue--puede pasar a hacer conocimiento con la
+ta Tula, que si supo de Santa Teresa y de Don Quijote, acaso no supo ni
+de Antgona la griega ni de Abisag la israelita._
+
+_En mi novela_ Abel Snchez _intent escarbar en ciertos stanos y
+escondrijos del corazn, en ciertas catacumbas del alma, adonde no
+gustan descender los ms de los mortales. Creen que en esas catacumbas
+hay muertos, a los que lo mejor es no visitar, y esos muertos, sin
+embargo, nos gobiernan. Es la herencia de Can. Y aqu, en esta novela,
+he intentado escarbar en otros stanos y escondrijos. Y como no ha
+faltado quien me haya dicho que aquello era inhumano, no faltar quien
+me lo diga, aunque en otro sentido, de esto. Aquello pareci a alguien
+inhumano por viril, por fraternal; esto lo parecer acaso por femenil,
+por sororio. Sin que quepa negar que el varn hereda femenidad de su
+madre y la mujer virilidad de su padre. O es que el zngano no tiene
+algo de abeja y la abeja algo de zngano? O hay, si se quiere,_ abejos
+_y_ znganas.
+
+_Y nada ms, que no debo hacer una novela sobre otra novela._
+
+ _En Salamanca, ciudad, en el da de los Desposorios de Nuestra
+ Seora del ao de gracia milsimo novecentsimo y vigsimo._
+
+
+
+
+I
+
+
+ERA a Rosa y no a su hermana Gertrudis, que siempre sala de casa con
+ella, a quien cean aquellas ansiosas miradas que les enderezaba
+Ramiro. O por lo menos, as lo crean ambos, Ramiro y Rosa, al atraerse
+el uno al otro.
+
+Formaban las dos hermanas, siempre juntas, aunque no por eso unidas
+siempre, una pareja al parecer indisoluble, y como un solo valor. Era la
+hermosura esplndida y algn tanto provocativa de Rosa, flor de carne
+que se abra a flor del cielo a toda luz y todo viento, la que llevaba
+de primera vez las miradas a la pareja; pero eran luego los ojos tenaces
+de Gertrudis los que sujetaban a los ojos que se haban fijado en ellos
+y los que a la par les ponan raya. Hubo quien al verlas pasar prepar
+algn chicoleo un poco ms subido de tono; mas tuvo que contenerse al
+tropezar con el reproche de aquellos ojos de Gertrudis, que hablaban
+mudamente de seriedad. Con esta pareja no se juega, pareca decir con
+sus miradas silenciosas.
+
+Y bien miradas y de cerca an despertaba ms Gertrudis el ansia de goce.
+Mientras su hermana Rosa abra esplndidamente a todo viento y toda luz
+la flor de su encarnadura, ella era como un cofre cerrado y sellado en
+que se adivina un tesoro de ternuras y delicias secretas.
+
+Pero Ramiro, que llevaba el alma toda a flor de los ojos, no crey ver
+ms que a Rosa, y a Rosa se dirigi desde luego.
+
+--Sabes que me ha escrito--le dijo sta a su hermana.
+
+--S, vi la carta.
+
+--Cmo? que la viste? es que me espas?
+
+--Poda dejar de haberla visto? No, yo no espo nunca, ya lo sabes, y
+has dicho eso no ms que por decirlo...
+
+--Tienes razn, Tula, perdnamelo.
+
+--S, una vez ms, porque t eres as. Yo no espo, pero tampoco oculto
+nunca nada. Vi la carta.
+
+--Ya lo s; ya lo s...
+
+--He visto la carta y la esperaba.
+
+--Y bien, qu te parece de Ramiro?
+
+--No le conozco.
+
+--Pero no hace falta conocer a un hombre para decir lo que le parece a
+una de l.
+
+--A m, s.
+
+--Pero lo que se ve, lo que est a la vista...
+
+--Ni de eso puedo juzgar sin conocerle.
+
+--Es que no tienes ojos en la cara?
+
+--Acaso no los tenga as...; ya sabes que soy corta de vista.
+
+--Pretextos! Pues mira, chica, es un guapo mozo.
+
+--As parece.
+
+--Y simptico.
+
+--Con que te lo sea a ti, basta.
+
+--Pero es que crees que le he dicho ya que s?
+
+--S que se lo dirs al cabo, y basta.
+
+--No importa; hay que hacerle esperar y hasta rabiar un poco...
+
+--Para qu?
+
+--Hay que hacerse valer.
+
+--As no te haces valer, Rosa; y ese coqueteo es cosa muy fea.
+
+--De modo que t...
+
+--A m no se me ha dirigido.
+
+--Y si se hubiera dirigido a ti?
+
+--No sirve preguntar cosas sin sustancia.
+
+--Pero t, si a ti se te dirige, qu le habras contestado?
+
+--Yo no he dicho que me parece un guapo mozo y que es simptico, y por
+eso me habra puesto a estudiarle...
+
+--Y entretanto si iba a otra...
+
+--Es lo ms probable.
+
+--Pues as, hija, ya puedes prepararte...
+
+--S, a ser ta.
+
+--Cmo ta?
+
+--Ta de tus hijos, Rosa.
+
+--Eh, qu cosas tienes!--y se le quebr la voz.
+
+--Vamos, Rosita, no te pongas as, y perdname--le dijo dndole un beso.
+
+--Pero si vuelves...
+
+--No, no volver!
+
+--Y bien, qu le digo?
+
+--Dile que s!
+
+--Pero pensar que soy demasiado fcil...
+
+--Entonces dile que no!
+
+--Pero es que...
+
+--S, que te parece un guapo mozo y simptico. Dile, pues, que s y no
+andes con ms coqueteras, que eso es feo. Dile que s. Despus de todo,
+no es fcil que se te presente mejor partido. Ramiro est muy bien, es
+hijo solo...
+
+--Yo no he hablado de eso.
+
+--Pero yo hablo de ello, Rosa, y es igual.
+
+--Y no dirn, Tula, que tengo ganas de novio?
+
+--Y dirn bien.
+
+--Otra vez, Tula?
+
+--Y ciento. Tienes ganas de novio y es natural que las tengas. Para qu
+si no te hizo Dios tan guapa?
+
+--Guasitas no!
+
+--Ya sabes que yo no me guaseo. Parzcanos bien o mal, nuestra carrera
+es el matrimonio o el convento; t no tienes vocacin de monja; Dios te
+hizo para el mundo y el hogar... vamos, para madre de familia... No vas
+a quedarte a vestir imgenes. Dile, pues, que s.
+
+--Y t?
+
+--Cmo yo?
+
+--Que t, luego...
+
+--A m djame.
+
+Al da siguiente de estas palabras estaban ya en lo que se llaman
+relaciones amorosas Rosa y Ramiro.
+
+Lo que empez a cuajar la soledad de Gertrudis.
+
+Vivan las dos hermanas, hurfanas de padre y madre desde muy nias, con
+un to materno, sacerdote, que no las mantena, pues ellas disfrutaban
+de un pequeo patrimonio que les permita sostenerse en la holgura de la
+modestia, pero les daba buenos consejos a la hora de comer, en la mesa,
+dejndolas, por lo dems, a la gua de su buen natural. Los buenos
+consejos eran consejos de libros, los mismos que le servan a don
+Primitivo para formar sus escasos sermones.
+
+Adems--se deca a s mismo con muy buen acierto don Primitivo--para
+qu me voy a meter en sus inclinaciones y sentimientos ntimos? Lo mejor
+es no hablarlas mucho de eso, que se les abre demasiado los ojos.
+Aunque... abrirles? Bah! bien abiertos los tienen, sobre todo las
+mujeres. Nosotros los hombres no sabemos una palabra de esas cosas. Y
+los curas, menos. Todo lo que nos dicen los libros son pataratas. Y
+luego, me mete un miedo esa Tulilla...! Delante de ella no me atrevo...
+no me atrevo... Tiene unas preguntas la mocita! Y cuando me mira tan
+seria, tan seria... con esos ojazos tristes--los de mi hermana, los de
+mi madre, Dios las tenga en su santa gloria!--Esos ojazos de luto que
+se le meten a uno en el corazn...! Muy serios, s, pero rindose con el
+rabillo. Parecen decirme: no diga usted ms bobadas, to! El demonio
+de la chiquilla! Todava me acuerdo el da en que se empe en ir, con
+su hermana, a oirme aquel sermoncete; el rato que pas, Jess Santo!
+Todo se me volva apartar mis ojos de ella por no cortarme; pero nada,
+ella tirando de los mos! Lo mismo, lo mismito me pasaba con su santa
+madre, mi hermana, y con mi santa madre, Dios las tenga en su gloria.
+Jams pude predicar a mis anchas delante de ellas, y por eso les tena
+dicho que no fuesen a oirme. Madre iba, pero iba a hurtadillas, sin
+decrmelo, y se pona detrs de la columna, donde yo no le viera, y
+luego no me deca nada de mi sermn. Y lo mismo haca mi hermana. Pero
+yo s lo que sta pensaba, aunque tan cristiana, lo s. Bobadas de
+hombres! Y lo mismo piensa esta mocita, estoy de ello seguro. No, no,
+delante de ella predicar? Yo? Darle consejos? Una vez se le escap lo
+de _bobadas de hombres!_ y no dirigindose a m, no, pero yo le
+entiendo...
+
+El pobre seor senta un profundsimo respeto, mezclado de admiracin,
+por su sobrina Gertrudis. Tena el sentimiento de que la sabidura iba
+en su linaje por va femenina, que su madre haba sido la providencia
+inteligente de la casa en que se cri, que su hermana lo haba sido en
+la suya, tan breve. Y en cuanto a su otra sobrina, a Rosa, le bastaba
+para proteccin y gua con su hermana. Pero qu hermosa la ha hecho
+Dios, Dios sea alabado--se deca--; esta chica o hace un gran
+matrimonio, con quien ella quiera, o no tienen los mozos de hoy ojos en
+la cara.
+
+Y un da fu Gertrudis la que, despus que Rosa se levant de la mesa
+fingiendo sentirse algo indispuesta, al quedarse a solas con su to, le
+dijo:
+
+--Tengo que decirle a usted, to, una cosa muy grave.
+
+--Muy grave..., muy grave...--y el pobre seor se azar, creyendo
+observar que los rabillos de los ojazos tan serios de su sobrina se
+rean maliciosamente.
+
+--S, muy grave.
+
+--Bueno, pues desembucha, hija, que aqu estamos los dos para tomar un
+consejo.
+
+--El caso es que Rosa tiene ya novio.
+
+--Y no es ms que eso?
+
+--Pero novio formal, eh?, to.
+
+--Vamos, s, para que yo los case.
+
+--Naturalmente!
+
+--Y a ti, qu te parece de l?
+
+--Aun no ha preguntado usted quin es...
+
+--Y qu ms da, si yo apenas conozco a nadie? A ti qu te parece de l,
+contesta.
+
+--Pues tampoco yo le conozco.
+
+--Pero no sabes quin es, t?
+
+--S, s cmo se llama y de qu familia es y...
+
+--Basta! Qu te parece?
+
+--Que es un buen partido para Rosa y que se querrn.
+
+--Pero es que no se quieren ya?
+
+--Pero cree usted, to, que pueden empezar querindose?
+
+--Pues as dicen, chiquilla, y hasta que eso viene como un rayo...
+
+--Son decires, to.
+
+--As ser; basta que t lo digas.
+
+--Ramiro..., Ramiro Cuadrado...
+
+--Pero es el hijo de doa Venancia, la viuda? Acabramos! No hay ms
+que hablar.
+
+--A Ramiro, to, se le ha metido Rosa por los ojos y cree estar
+enamorado de ella...
+
+--Y lo estar, Tulilla, lo estar...
+
+--Eso digo yo, to, que lo estar. Porque como es hombre de vergenza y
+de palabra, acabar por cobrar cario a aquella con la que se ha
+comprometido ya. No le creo hombre de volver atrs.
+
+--Y ella?
+
+--Quin? Mi hermana? A ella le pasar lo mismo.
+
+--Sabes ms que San Agustn, hija.
+
+--Esto no se aprende, to.
+
+--Pues que se casen, los bendigo y sanseacab!
+
+--O sanseempez! Pero hay que casarlos y pronto. Antes que l se
+vuelva...
+
+--Pero temes t que l pueda volverse...
+
+--Yo siempre temo de los hombres, to.
+
+--Y de las mujeres no?
+
+--Esos temores deben quedar para los hombres. Pero sin nimo de ofender
+al sexo... fuerte, no se dice as?, le digo que la constancia, que la
+fortaleza est ms bien de parte nuestra...
+
+--Si todas fueran como t, chiquilla, lo creera as, pero...
+
+--Pero qu?
+
+--Que t eres excepcional, Tulilla!
+
+--Le he odo a usted ms de una vez, to, que las excepciones confirman
+la regla...
+
+--Vamos, que me aturdes... Pues bien, los casaremos, no sea que se
+vuelva l... o ella...
+
+Por los ojos de Gertrudis pas como la sombra de una nube de borrasca, y
+si se hubiera podido oir el silencio habrase odo que en las bvedas de
+los stanos de su alma resonaba como un eco repetido y que va
+perdindose a lo lejos aquello de o ella...
+
+
+
+
+II
+
+
+PERO qu le pasaba a Ramiro, en relaciones ya, y en relaciones
+formales, con Rosa, y poco menos que entrando en la casa? Qu
+dilaciones y qu frialdades eran aqullas?
+
+--Mira, Tula, yo no le entiendo; cada vez le entiendo menos. Parece que
+est siempre distrado y como si estuviese pensando en otra cosa--o en
+otra persona, quin sabe!--o temiendo que alguien nos vaya a sorprender
+de pronto. Y cuando le tiro algn avance y le hablo, as como quien no
+quiere la cosa, del fin que deben tener nuestras relaciones, hace como
+que no oye y como si estuviera atendiendo a otra...
+
+--Es porque le hablas como quien no quiere la cosa. Hblale como quien
+la quiere.
+
+--Eso es, y que piense que tengo prisa por casarme!
+
+--Pues que lo piense! No es acaso as?
+
+--Pero crees t, Tula, que yo estoy rabiando por casarme?
+
+--Le quieres?
+
+--Eso nada tiene que ver...
+
+--Le quieres, di?
+
+--Pues mira...
+
+--Pues mira, no! le quieres? s o no!
+
+Rosa baj la frente con los ojos, arrebolse toda y llorndole la voz
+tartamude:
+
+--Tienes unas cosas, Tula; pareces un confesor!
+
+Gertrudis tom la mano de su hermana, con otra le hizo levantar la
+frente, le clav los ojos en los ojos y le dijo:
+
+--Vivimos solas, hermana...
+
+--Y el to?
+
+--Vivimos solas, te he dicho. Las mujeres vivimos siempre solas. El
+pobre to es un santo, pero un santo de libro, y aunque cura, al fin y
+al cabo hombre.
+
+--Pero confiesa...
+
+--Acaso por eso sabe menos. Adems, se le olvida. Y as debe ser.
+Vivimos solas, te he dicho. Y ahora lo que debes hacer es confesarte
+aqu, pero confesarte a ti misma. Le quieres? repito.
+
+La pobre Rosa se ech a llorar.
+
+--Le quieres?--son la voz implacable.
+
+Y Rosa lleg a fingirse que aquella pregunta, en una voz pastosa y
+solemne y que pareca venir de las lontananzas de la vida comn de la
+pureza, era su propia voz, era acaso la de su madre comn.
+
+--S, creo que le querr... mucho... mucho...--exclam en voz baja y
+sollozando.
+
+--S, le querrs mucho y l te querr ms an!
+
+--Y cmo lo sabes?
+
+--Yo s que te querr.
+
+--Entonces, por qu est distrado? por qu rehuye el que abordemos lo
+del casorio?
+
+--Yo le hablar de eso, Rosa, djalo de mi cuenta!
+
+--T?
+
+--Yo, s! Tiene algo de extrao?
+
+--Pero...
+
+--A m no puede cohibirme el temor que a ti te cohibe.
+
+--Pero dir que rabio por casarme.
+
+--No, no dir eso! Dir, si quiere, que es a m a quien me conviene que
+t te cases para facilitar as el que se me pretenda o para quedarme a
+mandar aqu sola; y las dos cosas son, como sabes, dos disparates. Dir
+lo que quiera, pero yo me las arreglar.
+
+Rosa cay en brazos de su hermana, que le dijo al odo:
+
+--Y luego, tienes que quererle mucho, eh?
+
+--Y por qu me dices t eso, Tula?
+
+--Porque es tu deber.
+
+Y al otro da, al ir Ramiro a visitar a su novia, encontrse con la
+otra, con la hermana. Demudsele el semblante y se le vi vacilar. La
+seriedad de aquellos serenos ojazos de luto le concentr la sangre toda
+en el corazn.
+
+--Y Rosa?--pregunt sin oirse.
+
+--Rosa ha salido y soy yo quien tengo ahora que hablarte.
+
+--T?--dijo con labios que le temblaban.
+
+-S, yo!
+
+--Grave te pones, chica!--y se esforz en reirse.
+
+--Nac con esa gravedad encima, dicen. El to asegura que la hered de
+mi madre, su hermana, y de mi abuela, su madre. No lo s, ni me
+importa. Lo que s s es que me gustan las cosas sencillas y derechas y
+sin engao.
+
+--Por qu lo dices, Tula?
+
+--Y por qu rehuyes hablar de vuestro casamiento a mi hermana? Vamos,
+dmelo, por qu?
+
+El pobre mozo inclin la frente arrebolada de vergenza. Sentase herido
+por un golpe inesperado.
+
+--T le pediste relaciones con buen fin, como dicen los inocentes.
+
+--Tula!
+
+--Nada de Tula! T te pusiste con ella en relaciones para hacerla tu
+mujer y madre de tus hijos...
+
+--Pero qu de prisa vas...!--y volvi a esforzarse a reirse.
+
+--Es que hay que ir de prisa, porque la vida es corta.
+
+--La vida es corta! y lo dice a los veintids aos!
+
+--Ms corta an. Pues bien, piensas casarte con Rosa, s o no?
+
+--Pues qu duda cabe!--y al decirlo le temblaba el cuerpo todo.
+
+--Pues si piensas casarte con ella, por qu diferirlo as?
+
+--Somos an jvenes...
+
+--Mejor!
+
+--Tenemos que probarnos...
+
+--Qu, qu es eso? qu es eso de probaros? Crees que la conocers
+mejor dentro de un ao? Peor, mucho peor...
+
+--Y si luego...
+
+--No pensaste en eso al pedir la entrada aqu!
+
+--Pero, Tula...
+
+--Nada de Tula! La quieres, s o no?
+
+--Puedes dudarlo, Tula?
+
+--Te he dicho que nada de Tula! La quieres?
+
+--Claro que la quiero!
+
+--Pues la querrs ms todava. Ser una buena mujer para ti. Haris un
+buen matrimonio.
+
+--Y con tu consejo...
+
+--Nada de consejo. Yo har una buena ta, y basta!
+
+Ramiro pareci luchar un breve rato consigo mismo y como si buscase
+algo, y al cabo, con un gesto de desesperada resolucin, exclam:
+
+--Pues bien, Gertrudis, quiero decirte toda la verdad!
+
+--No tienes que decirme ms verdad--le ataj severamente--; me has dicho
+que quieres a Rosa y que ests resuelto a casarte con ella; todo lo
+dems de la verdad es a ella a quien se la tienes que decir luego que os
+casis.
+
+--Pero hay cosas...
+
+--No, no hay cosas que no se deba decir a la mujer...
+
+--Pero, Tula!
+
+--Nada de Tula, te he dicho. Si la quieres, a casarte con ella, y si no
+la quieres, ests de ms en esta casa.
+
+Estas palabras le brotaron de los labios fros y mientras se le paraba
+el corazn. Sigui a ellas un silencio de hielo, y durante l la sangre,
+antes represada y ahora suelta, le encendi la cara a la hermana. Y
+entonces, en el silencio agorero, poda orsele el galope trepidante del
+corazn.
+
+Al siguiente da se fijaba el de la boda.
+
+
+
+
+III
+
+
+DON Primitivo autoriz y bendijo la boda de Ramiro con Rosa. Y nadie
+estuvo en ella ms alegre que lo estuvo Gertrudis. A tal punto, que su
+alegra sorprendi a cuantos la conocan, sin que faltara quien creyese
+que tena muy poco de natural.
+
+Furonse a su casa los recin casados, y Rosa reclamaba a ella de
+continuo la presencia de su hermana. Gertrudis le replicaba que a los
+novios les convena soledad.
+
+--Pero si es al contrario, hija, si nunca he sentido ms tu falta; ahora
+es cuando comprendo lo que te quera.
+
+Y ponase a abrazarla y besuquearla.
+
+--S, s--le replicaba Gertrudis sonriendo gravemente--; vuestra
+felicidad necesita de testigos; se os acrecienta la dicha sabiendo que
+otros se dan cuenta de ella.
+
+Ibase, pues, de cuando en cuando a hacerles compaa; a comer con ellos
+alguna vez. Su hermana le haca las ms ostentosas demostraciones de
+cario, y luego a su marido, que, por su parte, apareca como
+avergonzado ante su cuada.
+
+--Mira--lleg a decirle una vez Gertrudis a su hermana ante aquellas
+seales--, no te pongas as, tan babosa. No parece sino que has
+inventado lo del matrimonio.
+
+Un da vi un perrito en la casa.
+
+--Y esto qu es?
+
+--Un perro, chica, no lo ves?
+
+--Y cmo ha venido?
+
+--Lo encontr ah, en la calle, abandonado y medio muerto, me di
+lstima, le traje, le di de comer, le cur y aqu le tengo--y lo
+acariciaba en su regazo y le daba besos en el hocico.
+
+--Pues mira, Rosa, me parece que debes regalar el perrito, porque el que
+le mates me parece una crueldad.
+
+--Regalarle? Y por qu? Mira, Tit--y al decirlo apechugaba contra su
+seno al animalito--, me dicen que te eche. Adnde irs t, pobrecito?
+
+--Vamos, vamos, no seas chiquilla y no lo tomes as. A que tu marido es
+de mi opinin?
+
+--Claro, en cuanto se lo digas! Como t eres la sabia...
+
+--Djate de esas cosas y deja al perro.
+
+--Pero qu? Crees que tendr Ramiro celos?
+
+--Nunca cre, Rosa, que el matrimonio pudiese entontecer as.
+
+Cuando lleg Ramiro y se enter de la pequea disputa por lo del perro,
+no se atrevi a dar la razn ni a la una ni a la otra, declarando que la
+cosa no tena importancia.
+
+--No, nada la tiene y lo tiene todo, segn--dijo Gertrudis--. Pero en
+eso hay algo de chiquillada, y an ms. Sers capaz, Rosa, de haberte
+trado aquella pepona que guardas desde que nos dieron dos, una a ti y a
+m otra, siendo nias, y sers capaz de haberla puesto ocupando su
+silla...
+
+--Exacto; all est, en la sala, con su mejor traje, ocupando toda una
+silla de respeto. La quieres ver?
+
+--As es--asinti Ramiro.
+
+--Bueno, ya la quitars de all...
+
+--Quia, hija, la guardar...
+
+--S, para juguete de tus hijas...
+
+--Qu cosas se te ocurren, Tula...!--y se arrebol.
+
+--No, es a ti a quien se te ocurren cosas como la del perro.
+
+--Y t--exclam Rosa, tratando de desasirse de aquella inquisitoria que
+le molestaba--no tienes tambin tu pepona? La has dado, o deshecho
+acaso?
+
+--No--respondile resueltamente su hermana--, pero la tengo guardada.
+
+--Y tan guardada que no se la he podido descubrir nunca...!
+
+--Es que Gertrudis la guarda para s sola--dijo Ramiro sin saber lo que
+deca.
+
+--Dios sabe para qu la guardo. Es un talismn de mi niez.
+
+El que iba poco, poqusimo, por casa del nuevo matrimonio era el bueno
+de don Primitivo. El onceno no estorbar--deca.
+
+Corran los das, todos iguales, en una y otra casa. Gertrudis se haba
+propuesto visitar lo menos posible a su hermana, pero sta vena a
+buscarla en cuanto pasaba un par de das sin que se viesen. Pero qu,
+ests mala, chica? O te sigue estorbando el perro? Porque si es as,
+mira, le echar. Por qu me dejas as, sola?
+
+--Sola, Rosa? Sola? Y tu marido?
+
+--Pero l se tiene que ir a sus asuntos...
+
+--O los inventa...
+
+--Qu, es que crees que me deja aposta? Es que sabes algo? Dilo,
+Tula, por lo que ms quieras, por nuestra madre dmelo!
+
+--No, es que os aburrs de vuestra felicidad y de vuestra soledad. Ya le
+echars el perro o si no te darn antojos, y ser peor.
+
+--No digas esas cosas.
+
+--Te darn antojos--replic con ms firmeza.
+
+Y cuando al fin fu un da a decirle que haba regalado el perrito,
+Gertrudis, sonriendo gravemente y acaricindola como a una nia, le
+pregunt al odo: Por miedo a los antojos, eh? Y al oir en respuesta
+un susurrado s! abraz a su hermana con una efusin de que sta no
+la crea capaz.
+
+--Ahora va de veras, Rosa; ahora no os aburriris de la felicidad ni de
+la soledad y tendr varios asuntos tu marido. Esto era lo que os
+faltaba...
+
+--Y acaso lo que te faltaba... no es as, hermanita?
+
+--Y a ti quin te ha dicho eso?
+
+--Mira, aunque soy tan tonta, como he vivido siempre contigo...
+
+--Bueno, djate de bromas!
+
+Y desde entonces empez Gertrudis a frecuentar ms la casa de su
+hermana.
+
+
+
+
+IV
+
+
+EN el parto de Rosa, que fu dursimo, nadie estuvo ms serena y
+valerosa que Gertrudis. Creerase que era una veterana en asistir a
+trances tales. Lleg a haber peligro de muerte para la madre o la cra
+que hubiera de salir, y el mdico lleg a hablar de sacrsela viva o
+muerta.
+
+--Muerta?--exclam Gertrudis--; eso s que no!
+
+--Pero no ve usted--exclam el mdico--que aunque se muera el cro
+queda la madre para hacer otros, mientras que si se muere ella no es lo
+mismo?
+
+Pas rpidamente por el magn de Gertrudis replicarle que quedaban otras
+madres, pero se contuvo e insisti:
+
+--Muerta, no!, nunca! Y hay, adems, que salvar un alma.
+
+La pobre parturienta ni se enteraba de cosa alguna. Hasta que, rendida
+al combate, di a luz un nio.
+
+Recojilo Gertrudis con avidez, y como si nunca hubiera hecho otra cosa
+lo lav y envolvi en sus paales.
+
+--Es usted comadrona de nacimiento--le dijo el mdico.
+
+Tom la criaturita y se la llev a su padre, que en un rincn, aterrado
+y como contrito de una falta, aguardaba la noticia de la muerte de su
+mujer.
+
+--Aqu tienes tu primer hijo, Ramiro; mrale qu hermoso!
+
+Pero al levantar la vista el padre, libre del peso de su angustia, no
+vi sino los ojazos de su cuada, que irradiaban una luz nueva, ms
+negra pero ms brillante que la de antes. Y al ir a besar a aquel rollo
+de carne que le presentaban como su hijo roz su mejilla, encendida, con
+la de Gertrudis.
+
+--Ahora--le dijo tranquilamente sta--ve a dar las gracias a tu mujer, a
+pedirle perdn y a animarla.
+
+--A pedirle perdn?
+
+--S, a pedirle perdn.
+
+--Y por qu?
+
+--Yo me entiendo y ella te entender. Y en cuanto a ste--y al decirlo
+apretbalo contra su seno palpitante--corre ya de mi cuenta, y o poco he
+de poder o har de l un hombre.
+
+La casa le daba vueltas en derredor a Ramiro. Y del fondo de su alma
+salale una voz diciendo: Cul es la madre?
+
+Poco despus pona Gertrudis cuidadosamente el nio al lado de la madre,
+que pareca dormir extenuada y con la cara blanca como la nieve. Pero
+Rosa entreabri los ojos y se encontr con los de su hermana. Al ver a
+sta una corriente de nimo recorri el cuerpo todo victorioso de la
+nueva madre.
+
+--Tula!--gimi.
+
+--Aqu estoy, Rosa, aqu estar. Ahora descansa. Cuando sea le das de
+mamar a este cro para que se calle. De todo lo dems no te preocupes.
+
+--Cre morirme, Tula. Aun ahora me parece que sueo muerta. Y me daba
+tanta pena de Ramiro...
+
+--Cllate. El mdico ha dicho que no hables mucho. El pobre Ramiro
+estaba ms muerto que t. Ahora, nimo, y a otra!
+
+La enferma sonri tristemente.
+
+--Este se llamar Ramiro, como su padre--decret luego Gertrudis en
+pequeo consejo de familia--y la otra, porque la siguiente ser nia,
+Gertrudis como yo.
+
+--Pero ya ests pensando en otra--exclam don Primitivo--y tu pobre
+hermana de por poco se queda en el trance?
+
+--Y qu hacer?--replic ella--; para qu se han casado si no? No es
+as, Ramiro?--y le clav los ojos.
+
+--Ahora lo que importa es que se reponga--dijo el marido sobrecojindose
+bajo aquella mirada.
+
+--Bah!, de estas dolencias se repone una mujer pronto.
+
+--Bien dice el mdico, sobrina, que parece como si hubieras nacido
+comadrona.
+
+--Toda mujer nace madre, to.
+
+Y lo dijo con tan ntima solemnidad casera, que Ramiro se sinti presa
+de un indefinible desasosiego y de un extrao remordimiento. Querr yo
+a mi mujer como se merece?--se deca.
+
+--Y ahora, Ramiro--le dijo su cuada--ya puedes decir que tienes mujer.
+
+Y a partir de entonces no falt Gertrudis un solo da de casa de su
+hermana. Ella era quien desnudaba y vesta y cuidaba al nio hasta que
+su madre pudiera hacerlo.
+
+La cual se repuso muy pronto y su hermosura se redonde ms. A la vez
+extrem sus ternuras para con su marido y aun lleg a culparle de que se
+le mostraba esquivo.
+
+--Tem por tu vida--le dijo su marido--y estaba aterrado. Aterrado y
+desesperado y lleno de remordimiento.
+
+--Remordimiento, por qu?
+
+--Si llegas a morirte me pego un tiro!
+
+--Quia! a qu? Cosas de hombres, que dira Tula. Pero eso ya pas y
+ya s lo que es.
+
+--Y no has quedado escarmentada, Rosa?
+
+--Escarmentada?--y cojiendo a su marido, echndole los brazos al
+cuello, apechugndole fuertemente a s, le dijo al odo con un aliento
+que se lo quemaba:--A otra, Ramiro, a otra! Ahora s que te quiero! Y
+aunque me mates!
+
+Gertrudis en tanto arrollaba al nio, celosa de que no se
+percatase--inocente!--de los ardores de sus padres.
+
+Era como una preocupacin en la ta la de ir sustrayendo al nio, ya
+desde su ms tierna edad de inconciencia, de conocer, ni en las ms
+leves y remotas seales, el amor de que haba brotado. Colgle al cuello
+desde luego una medalla de la Santsima Virgen, de la Virgen Madre, con
+su Nio en brazos.
+
+Con frecuencia, cuando vea que su hermana, la madre, se impacientaba en
+acallar al nio o al envolverlo en sus paales, le deca:
+
+--Dmelo, Rosa, dmelo, y vete a entretener a tu marido...
+
+--Pero, Tula...
+
+--S, t tienes que atender a los dos y yo slo a ste.
+
+--Tienes, Tula, una manera de decir las cosas...
+
+--No seas nia, ea, que eres ya toda una seora mam. Y da gracias a
+Dios que podamos as repartirnos el trabajo.
+
+--Tula... Tula...
+
+--Ramiro... Ramiro... Rosa.
+
+La madre se amoscaba, pero iba a su marido.
+
+Y as pasaba el tiempo y lleg otra cra, una nia.
+
+
+
+
+V
+
+
+A poco de nacer la nia encontraron un da muerto al bueno de don
+Primitivo. Gertrudis le amortaj despus de haberle lavado--quera que
+fuese limpio a la tumba--con el mismo esmero con que haba envuelto en
+paales a sus sobrinos recin nacidos. Y a solas en el cuarto con el
+cuerpo del buen anciano, le llor como no se creyera capaz de hacerlo.
+Nunca habra credo que le quisiese tanto--se dijo--; era un bendito;
+de poco llega a hacerme creer que soy un pozo de prudencia; era tan
+sencillo!
+
+--Fu nuestro padre--le dijo a su hermana--y jams le omos una palabra
+ms alta que otra.
+
+--Claro!--exclam Rosa--; como que siempre nos dej hacer nuestra
+santsima voluntad.
+
+--Porque saba, Rosa, que su sola presencia santificaba nuestra
+voluntad. Fu nuestro padre; l nos educ. Y para educarnos le bast la
+trasparencia de su vida, tan sencilla, tan clara...
+
+--Es verdad, s--dijo Rosa con los ojos henchidos de lgrimas--, como
+sencillo no he conocido otro.
+
+--Nos habra sido imposible, hermana, habernos criado en un hogar ms
+limpio que ste.
+
+--Qu quieres decir con eso, Tula?
+
+--El nos llen la vida casi silenciosamente casi sin decirnos palabra,
+con el culto de la Santsima Virgen Madre y con el culto tambin de
+nuestra madre, su hermana, y de nuestra abuela, su madre. Te acuerdas
+cuando por las noches nos haca rezar el rosario, cmo le cambiaba la
+voz al llegar a aquel padrenuestro y avemara por el eterno descanso del
+alma de nuestra madre, y luego aquellos otros por el de su madre,
+nuestra abuela, a las que no conocimos? En aquel rosario nos daba madre
+y en aquel rosario te ense a serlo.
+
+--Y a ti, Tula, a ti!--exclam entre sollozos Rosa.
+
+--A m?
+
+--A ti, s, a ti! Quin, si no, es la verdadera madre de mis hijos?
+
+--Deja ahora eso. Y ah le tienes, un santo silencioso. Me han dicho que
+las pobres beatas lloraban algunas veces al oirle predicar sin percibir
+ni una sola de sus palabras. Y lo comprendo. Su voz sola era un consejo
+de serenidad amorosa. Y ahora, Rosa, el rosario!
+
+Arrodillronse las dos hermanas al pie del lecho mortuorio de su to y
+rezaron el mismo rosario que con l haban rezado durante tantos aos,
+con dos padrenuestros y avemaras por el eterno descanso de las almas de
+su madre y de la del que yaca all muerto, a que aadieron otro
+padrenuestro y otra avemara por el alma del recin bienaventurado. Y
+las lenguas de manso y dulce fuego de los dos cirios que ardan a un
+lado y otro del cadver, haciendo brillar su frente, tan blanca como la
+cera de ellos, parecan, vibrando al comps del rezo, acompaar en sus
+oraciones a las dos hermanas. Una paz entraable irradiaba de aquella
+muerte. Levantronse del suelo las dos hermanas, la pareja; besaron,
+primero Gertrudis y Rosa despus, la frente crea del anciano y
+abrazronse luego con los ojos ya enjutos.
+
+--Y ahora--le dijo Gertrudis a su hermana al odo--a querer mucho a tu
+marido, a hacerle dichoso y... a darnos muchos hijos!
+
+--Y ahora--le respondi Rosa--te vendrs a vivir con nosotros, por
+supuesto.
+
+--No, eso no!--exclam sbitamente la otra.
+
+--Cmo que no? Y lo dices de un modo...
+
+--S, s, hermana; perdname la viveza, perdnamela, me la perdonas?--e
+hizo mencin, ante el cadver, de volver a arrodillarse.
+
+--Vaya, no te pongas as, Tula, que no es para tanto. Tienes unos
+prontos...
+
+--Es verdad, pero me los perdonas, no es verdad, Rosa?, me los
+perdonas.
+
+--Eso ni se pregunta. Pero te vendrs con nosotros...
+
+--No insistas, Rosa, no insistas...
+
+--Qu? No te vendrs? Dejars a tus sobrinos, ms bien tus hijos
+casi...
+
+--Pero si no los he dejado un da...
+
+--Te vendrs?
+
+--Lo pensar, Rosa, lo pensar...
+
+--Bueno, pues no insisto.
+
+Pero a los pocos das insisti, y Gertrudis se defenda.
+
+--No, no; no quiero estorbaros...
+
+--Estorbarnos? qu dices, Tula?
+
+--Los casados casa quieren.
+
+--Y no puede ser la tuya tambin?
+
+--No, no; aunque t no lo creas, yo os quitara libertad. No es as,
+Ramiro?
+
+--No... no veo...--balbuce el marido confuso, como casi siempre le
+ocurra, ante la inesperada interpelacin de su cuada.
+
+--S, Rosa; tu marido, aunque no lo dice, comprende que un matrimonio, y
+ms un matrimonio joven como vosotros y en plena produccin, necesita
+estar solo. Yo, la ta, vendr a mis horas a ir enseando a vuestros
+hijos todo aquello en que no podis ocuparos.
+
+Y all segua yendo, a las veces desde muy temprano, encontrndose con
+el nio ya levantado, pero no as sus padres. Cuando digo que hago yo
+aqu falta--se deca.
+
+
+
+
+VI
+
+
+VENA ya el tercer hijo al matrimonio. Rosa empezaba a quejarse de su
+fecundidad. Vamos a cargarnos de hijos--deca. A lo que su hermana:
+Pues para qu os habis casado?
+
+El embarazo fu molestsimo para la madre y tena que descuidar ms que
+antes a sus otros hijos, que as quedaban al cuidado de su ta,
+encantada de que se los dejasen. Y hasta consigui llevrselos ms de un
+da a su casa, a su solitario hogar de soltera, donde viva con la vieja
+criada que fu de don Primitivo, y donde los retena. Y los pequeuelos
+se apegaban con ciego cario a aquella mujer severa y grave.
+
+Ramiro, malhumorado antes en los ltimos meses de los embarazos de su
+mujer, malhumor que desasosegaba a Gertrudis, ahora lo estaba ms.
+
+--Qu pesado y molesto es esto!--deca.
+
+--Para ti?--le preguntaba su cuada sin levantar los ojos del sobrino o
+sobrina que de seguro tena en el regazo.
+
+--Para m, s. Vivo en perpetuo sobresalto, temindolo todo.
+
+--Bah! no ser al fin nada. La Naturaleza es sabia.
+
+--Pero tantas veces va el cntaro a la fuente...
+
+--Ay, hijo, todo tiene sus riesgos y todo estado sus contrariedades!
+
+Ramiro se sobrecoja al oirse llamar hijo por su cuada, que rehua
+darle su nombre, mientras l en cambio se complaca en llamarla por el
+familiar Tula.
+
+--Qu bien has hecho en no casarte, Tula!
+
+--De veras?--y levantando los ojos se los clav en los suyos.
+
+--De veras, s. Todo son trabajos y aun peligros...
+
+--Y sabes t acaso si no me he de casar todava?
+
+--Claro. Lo que es por la edad!
+
+--Pues por qu ha de quedar?
+
+--Como no te veo con aficin a ello...
+
+--Aficin a casarse? Qu es eso?
+
+--Bueno; es que...
+
+--Es que no me ves buscar novio, no es eso?
+
+--No, no es eso.
+
+--S, eso es.
+
+--Si t los aceptaras, de seguro que no te habrn faltado...
+
+--Pero yo no puedo buscarlos. No soy hombre, y la mujer tiene que
+esperar y ser elegida. Y yo, la verdad, me gusta elegir, pero no ser
+elegida.
+
+--Qu es eso de que estis hablando?--dijo Rosa acercndose y dejndose
+caer abatida en un silln.
+
+--Nada, discreteos de tu marido sobre las ventajas e inconvenientes del
+matrimonio.
+
+--No hables de eso, Ramiro! Vosotros los hombres apenas sabis de eso.
+Somos nosotras las que nos casamos, no vosotros.
+
+--Pero, mujer!
+
+--Anda, ven, sostnme, que apenas puedo tenerme en pie. Voy a echarme.
+Adis, Tula. Ah te los dejo.
+
+Acercse a ella su marido; le tom del brazo con sus dos manos y se
+incorpor y levant trabajosamente; luego, tendindole un brazo por el
+hombro, doblando su cabeza hasta casi darle en ste con ella y
+cojindole con la otra mano, con la diestra, de su diestra, se fu
+lentamente, as apoyada en l y gimoteando. Gertrudis, teniendo a cada
+uno de sus sobrinos en sus rodillas, se qued mirando la marcha
+trabajosa de su hermana, colgada de su marido como una enredadera de su
+rodrign. Llenronsele los grandes ojazos, aquellos ojos de luto,
+serenamente graves, gravemente serenos, de lgrimas, y apretando a su
+seno a los dos pequeos, apret sus mejillas a cada una de las de ellos.
+Y el pequeito, Ramirn, al ver llorar a su ta, a tita Tula, se ech a
+llorar tambin.
+
+--Vamos, no llores; vamos a jugar.
+
+De este tercer parto qued quebrantadsima Rosa.
+
+--Tengo malos presentimientos, Tula.
+
+--No hagas caso de ageros.
+
+--No es agero; es que siento que se me va la vida; he quedado sin
+sangre.
+
+--Ella volver.
+
+--Por de pronto ya no puedo criar este nio. Y eso de las amas, Tula,
+eso me aterra!
+
+Y as era, en verdad. En pocos das cambiaron tres. El padre estaba
+furioso y hablaba de tratarlas a latigazos. Y la madre decaa.
+
+--Esto se va!--pronunci un da el mdico.
+
+Ramiro vagaba por la casa como atontado, presa de extraos
+remordimientos y de furias sbitas. Una tarde lleg a decir a su cuada:
+
+--Pero es que esta Rosa no hace nada por vivir; se le ha metido en la
+cabeza que tiene que morirse y es claro! as se morir. Por qu no le
+animas y le convences a que viva?
+
+--Eso t, hijo, t, su marido. Si t no le infundes apetito de vivir,
+quin va a infundrselo? Porque s, no es lo peor lo dbil y exange
+que est; lo peor es que no piensa sino en morirse. Ya ves, hasta los
+chicos la cansan pronto. Y apenas si pregunta por las cosas del ama.
+
+Y era que la pobre Rosa viva como en sueos, en un constante mareo,
+vindolo todo como a travs de una niebla.
+
+Una tarde llam a solas a su hermana y en frases entrecortadas, con un
+hilito de voz febril, le dijo cojindole la mano:
+
+--Mira, Tula, yo me muero y me muero sin remedio. Ah te dejo mis hijos,
+los pedazos de mi corazn, y ah te dejo a Ramiro, que es como otro
+hijo. Creme que es otro nio, un nio grande y antojadizo, pero bueno,
+ms bueno que el pan. No me ha dado ni un solo disgusto. Ah te los
+dejo, Tula.
+
+--Descuida, Rosa; conozco mis deberes.
+
+--Deberes... deberes...
+
+--S, s mis amores. A tus hijos no les faltar madre mientras yo viva.
+
+--Gracias, Tula, gracias. Eso quera de ti.
+
+--Pues no lo dudes.
+
+--Es decir que mis hijos, los mos, los pedazos de mi corazn no
+tendrn madrastra!
+
+--Qu quieres decir con eso, Rosa?
+
+--Que como Ramiro volver a pensar en casarse... es lo natural... tan
+joven... y yo s que no podr vivir sin mujer, lo s... pues que...
+
+--Qu quieres decir?
+
+--Que sers t su mujer, Tula.
+
+--Yo no te he dicho eso, Rosa, y ahora, en este momento, no puedo, ni
+por piedad, mentir. Yo no te he dicho que me casar con tu marido si t
+le faltas; yo te he dicho que a tus hijos no les faltar madre...
+
+--No, t me has dicho que no tendrn madrastra.
+
+--Pues bien, s, no tendrn madrastra!
+
+--Y eso no puede ser sino casndote t con mi Ramiro, y mira, no tengo
+celos, no. Si ha de ser de otra, que sea tuyo! Que sea tuyo. Acaso...
+
+--Y por qu ha de volver a casarse?
+
+--Ay, Tula, t no conoces a los hombres! T no conoces a mi marido...
+
+--No, no le conozco.
+
+--Pues yo s!
+
+--Quin sabe...
+
+La pobre enferma se desvaneci.
+
+Poco despus llamaba a su marido. Y al salir ste del cuarto iba
+desencajado y plido como un cadver.
+
+La Muerte afilaba su guadaa en la piedra angular del hogar de Rosa y
+Ramiro, y mientras la vida de la joven madre se iba en rosario de gotas,
+destilando, haba que andar a la busca de una nueva ama de cra para el
+pequeito, que iba rindindose tambin de hambre. Y Gertrudis, dejando
+que su hermana se adormeciese en la cuna de una agona lenta, no haca
+sino agitarse en busca de un seno prvido para su sobrinito. Procuraba
+irle engaando el hambre, sostenindole a bibern.
+
+--Y esa ama?
+
+--Hasta maana no podr venir, seorita!
+
+--Mira, Tula--empez Ramiro.
+
+--Djame! Djame! Vete al lado de tu mujer, que se muere de un
+momento a otro; vete, que all es tu puesto, y djame con el nio!
+
+--Pero, Tula...
+
+--Djame, te he dicho. Vete a verla morir; a que entre en la otra vida
+en tus brazos; vete! Djame!
+
+Ramiro se fu. Gertrudis tom a su sobrinito, que no haca sino gemir;
+encerrse con l en un cuarto y sacando uno de sus pechos secos, uno de
+sus pechos de doncella que arrebolado todo l le retemblaba como con
+fiebre, le retemblaba por los latidos del corazn--era el derecho--,
+puso el botn de ese pecho en la flor sonrosada plida de la boca del
+pequeuelo. Y ste gema ms estrujando entre sus plidos labios el
+conmovido pezn seco.
+
+--Un milagro, Virgen Santsima--gema Gertrudis con los ojos velados por
+las lgrimas--; un milagro, y nadie lo sabr, nadie.
+
+Y apretaba como una loca al nio a su seno.
+
+Oy pasos y luego que intentaban abrir la puerta. Metise el pecho, lo
+cubri, se enjug los ojos y sali a abrir. Era Ramiro, que le dijo:
+
+--Ya acab!
+
+--Dios la tenga en su gloria. Y ahora, Ramiro, a cuidar de stos.
+
+--A cuidar? T... t... porque sin ti...
+
+--Bueno, ahora a criarlos te digo.
+
+
+
+
+VII
+
+
+AHORA, ahora que se haba quedado viudo era cuando Ramiro senta todo lo
+que sin l siquiera sospecharlo haba querido a Rosa, su mujer. Uno de
+sus consuelos, el mayor, era recojerse en aquella alcoba en que tanto
+haban vivido amndose y repasar su vida de matrimonio.
+
+Primero el noviazgo, aquel noviazgo, aunque no muy prolongado, de lento
+reposo, en que Rosa pareca como que le hurtaba el fondo del alma
+siempre, y como si por acaso no la tuviese o hacindole pensar que no la
+conocera hasta que fuese suya del todo y por entero; aquel noviazgo de
+recato y de reserva, bajo la mirada de Gertrudis, que era todo alma.
+Repasaba en su mente Ramiro, lo recordaba bien, cmo la presencia de
+Gertrudis, la ta Tula de sus hijos, le contena y desasosegaba, cmo
+ante ella no se atreva a soltar ninguna de esas obligadas bromas entre
+novios, sino a medir sus palabras.
+
+Vino luego la boda y la embriaguez de los primeros meses, de las lunas
+de miel; Rosa iba abrindole el espritu, pero era ste tan sencillo,
+tan trasparente, que cay en la cuenta Ramiro de que no le haba velado
+ni recatado nada. Porque su mujer viva con el corazn en la mano y
+extendida sta en gesto de oferta y con las entraas espirituales al
+aire del mundo, entregada por entero al cuidado del momento, como viven
+las rosas del campo y las alondras del cielo. Y era a la vez el espritu
+de Rosa como un reflejo del de su hermana, como el agua corriente al sol
+de que aqul era el manantial cerrado.
+
+Lleg, por fin, una maana en que se le desprendieron a Ramiro las
+escamas de la vista, y purificada sta vi claro con el corazn. Rosa no
+era una hermosura cual l se la haba credo y antojado, sino una figura
+vulgar, pero con todo el ms dulce encanto de la vulgaridad recojida y
+mansa; era como el pan de cada da, como el pan casero y cotidiano y no
+un raro manjar de turbadores jugos. Su mirada que sembraba paz, su
+sonrisa, su aire de vida, eran encarnacin de un nimo sedante,
+sosegado y domstico. Tena su pobre mujer algo de planta en la
+silenciosa mansedumbre, en la callada tarea de beber y atesorar luz con
+los ojos y derramarla luego convertida en paz; tena algo de planta en
+aquella fuerza velada y a la vez poderosa con que de continuo, momento
+tras momento, chupaba jugos de las entraas de la vida comn ordinaria y
+en la dulce naturalidad con que abra sus perfumadas corolas.
+
+Qu de recuerdos! Aquellos juegos cuando la pobre se le escapaba y la
+persegua l por la casa toda fingiendo un triunfo para cobrar como
+botn besos largos y apretados, boca a boca; aquel cojerle la cara con
+ambas manos y estarse en silencio mirndole al alma por los ojos y,
+sobre todo, cuando apoyaba el odo sobre el pecho de ella cindole con
+los brazos el talle, y escuchndole la marcha tranquila del corazn le
+deca: Calla, djale que hable!
+
+Y las visitas de Gertrudis, que con su cara grave y sus grandes ojazos
+de luto a que se asomaba un espritu embozado, pareca decirles: Sois
+unos chiquillos que cuando no os veo estis jugando a marido y mujer; no
+es esa la manera de prepararse a criar hijos, pues el matrimonio se
+instituy para casar, dar gracia a los casados y que cren hijos para el
+cielo.
+
+Los hijos! Ellos fueron sus primeras grandes meditaciones. Porque pas
+un mes y otro y algunos ms, y al no notar seal ni indicio de que
+hubiese fructificado aquel amor, tendra razn--decase
+entonces--Gertrudis? Sera verdad que no estaban sino jugando a marido
+y mujer y sin querer, con la fuerza toda de la fe en el deber, el fruto
+de la bendicin del amor justo? Pero lo que ms le molestaba entonces,
+recordbalo bien ahora, era lo que pensaran los dems, pues acaso
+hubiese quien le creyera a l, por eso de no haber podido hacer hijos,
+menos hombre que otros. Por qu no haba de hacer l, y mejor, lo que
+cualquier mentecato, enclenque y apocado hace? Herale en su amor
+propio; habra querido que su mujer hubiese dado a luz a los nueve meses
+justos y cabales de haberse ellos casado. Adems, eso de tener hijos o
+no tenerlos deba de depender--decase entonces--de la mayor o menor
+fuerza de cario que los casados se tengan, aunque los hay
+enamoradsimos uno de otro y que no dan fruto, y otros, ayuntados por
+conveniencias de fortuna y ventura, que se carguen de cros. Pero--y
+esto s que lo recordaba bien ahora--pero para explicrselo haba
+fraguado su teora, y era que hay un amor aparente y conciente, de
+cabeza, que puede mostrarse muy grande y ser, sin embargo, infecundo, y
+otro sustancial y oculto, recatado aun al propio conocimiento de los
+mismos que lo alimentan, un amor del alma y el cuerpo enteros y justos,
+amor fecundo siempre. No querra l lo bastante a Rosa o no le querra
+lo bastante Rosa a l? Y recordaba ahora cmo haba tratado de descifrar
+el misterio mientras la envolva en besos, a solas, en el silencio y
+oscuro de la noche y susurrndola una y otra vez al odo en letana un
+rosario de: me quieres, me quieres, Rosa?, mientras a ella se la
+escapaban ses desfallecidos. Aquello fu una locura, una necia locura,
+de la que se avergonzaba apenas vea entrar a Gertrudis derramando
+serena seriedad en torno, y de aquello le cur la sazn del amor cuando
+le fu anunciado el hijo. Fu un trasporte loco... haba vencido! Y
+entonces fu cuando vino, con su primer fruto, el verdadero amor.
+
+El amor, s. Amor? Amor dicen? Qu saben de l todos esos escritores
+amatorios, que no amorosos, que de l hablan y quieren excitarlo en
+quien los lee? Qu saben de l los galeotos de las letras? Amor? No
+amor, sino mejor cario. Eso de amor--decase Ramiro ahora--sabe a
+libro; slo en el teatro y en las novelas se oye el _yo te amo_; en la
+vida de carne y sangre y hueso el entraable _te quiero!_ y el ms
+entraable an callrselo. Amor? No, ni cario siquiera, sino algo sin
+nombre y que no se dice por confundirse ello con la vida misma. Los ms
+de los cantores amatorios saben de amor lo que de oracin los
+masculla-jaculatorias, traga-novenas y engulle-rosarios. No, la oracin
+no es tanto algo que haya de cumplirse a tales o cuales horas, en sitio
+apartado y recojido y en postura compuesta, cuanto es un modo de hacerlo
+todo votivamente con toda el alma y viviendo en Dios. Oracin ha de ser
+el comer y el beber y el pasearse y el jugar y el leer y el escribir y
+el conversar y hasta el dormir, y rezo todo, y nuestra vida un continuo
+y mudo hgase tu voluntad! y un incesante venga a nos el tu reino!
+no ya pronunciados, mas ni aun pensados siquiera, sino vividos. As oy
+de la oracin una vez Ramiro a un santo varn religioso que pasaba por
+maestro de ella, y as lo aplic l al amor luego. Pues el que profesara
+a su mujer y a ella le apegaba vea bien ahora en que ella se le fu,
+que se le lleg a fundir con el rutinero andar de la vida diaria, que lo
+haba respirado en las mil naderas y frioleras del vivir domstico, que
+le fu como el aire que se respira y al que no se le siente sino en
+momentos de angustioso ahogo, cuando nos falta. Y ahora ahogbase
+Ramiro, y la congoja de su viudez reciente le revelaba todo el podero
+del amor pasado y vivido.
+
+Al principio de su matrimonio fu, s, el imperio del deseo; no poda
+juntar carne con carne sin que la suya se le encendiese y alborotase y
+empezara a martillarle el corazn, pero era porque la otra no era an de
+veras y por entero suya tambin; pero luego, cuando pona su mano sobre
+la carne desnuda de ella, era como si en la propia la hubiese puesto,
+tan tranquilo se quedaba; mas tambin si se la hubiesen cortado habrale
+dolido como si se la cortaran a l. No sinti acaso en sus entraas los
+dolores de los partos de su Rosa?
+
+Cuando la vi gozar, sufriendo al darle su primer hijo, es cuando
+comprendi cmo es el amor ms fuerte que la vida y que la muerte, y
+domina la discordia de stas; cmo el amor hace morirse a la vida y
+vivir la muerte; cmo l viva ahora la muerte de su Rosa y se mora en
+su propia vida. Luego, al ver al nio dormido y sereno, con los labios
+en flor entreabiertos vi al amor hecho carne que vive. Y all, sobre la
+cuna, contemplando a su fruto, traa a s a la madre, y mientras el nio
+sonrea en sueos palpitando sus labios, besaba l a Rosa en la corola
+de sus labios frescos y en la fuente de paz de sus ojos. Y le deca
+mostrndole dos dedos de la mano: Otra vez, dos, dos...! Y ella:
+No, no, ya no ms, uno y no ms! Y se rea. Y l: Dos, dos, me ha
+entrado el capricho de que tengamos dos melguizos, una parejita, nio y
+nia! Y cuando ella volvi a quedarse encinta, a cada paso y tropezn,
+l: Qu cargado viene eso! Qu granazn! Me voy a salir con la ma;
+por lo menos, dos! Uno, el ltimo, y basta!, replicaba ella riendo.
+Y vino el segundo, la nia, Tulita, y luego que sali con vida, cuando
+descansaba la madre, la bes larga y apretadamente en la boca, como en
+premio, dicindose: bien has trabajado, pobrecilla!; mientras Rosa,
+vencedora de la muerte y de la vida, sonrea con los domsticos ojos
+apacibles.
+
+Y muri!; aunque pareciese mentira, se muri. Vino la tarde terrible
+del combate ltimo. All estuvo Gertrudis, mientras el cuidado de la
+pobrecita nia que desfalleca de hambre se lo permiti, sirviendo
+medicinas intiles, componiendo la cama, animando a la enferma,
+encorazonando a todos. Tendida en el lecho que haba sido campo de donde
+brotaron tres vidas, lleg a faltarle el habla y las fuerzas, y cojida
+de la mano a la mano de su hombre, del padre de sus hijos, mirbale como
+el navegante, al ir a perderse en el mar sin orillas, mira al lejano
+promontorio, lengua de la tierra nativa, que se va desvaneciendo en la
+lontananza y junto al cielo; en los trances del ahogo miraban sus ojos,
+desde el borde la eternidad, a los ojos de su Ramiro. Y pareca aquella
+mirada una pregunta desesperada y suprema, como si a punto de partirse
+para nunca ms volver a tierra, preguntase por el oculto sentido de la
+vida. Aquellas miradas de congoja reposada, de acongojado reposo,
+decan: T, t que eres mi vida, t que conmigo has trado al mundo
+nuevos mortales, t que me has sacado tres vidas, t, mi hombre, dime,
+esto qu es? Fu una tarde abismtica. En momentos de tregua, teniendo
+Rosa entre sus manos, hmedas y febriles, las manos temblorosas de
+Ramiro, clavados en los ojos de ste sus ojos henchidos de cansancio de
+vida, sonrea tristemente, volvindolos luego al nio, que dorma all
+cerca, en su cunita, y deca con los ojos, y alguna vez con un hilito de
+voz: No despertarle, no!, que duerma, pobrecillo!, que duerma... que
+duerma hasta hartarse, que duerma! Llegle por ltimo el supremo
+trance, el del trnsito, y fu como si en el brocal de las eternas
+tinieblas, suspendida sobre el abismo, se aferrara a l, a su hombre,
+que vacilaba sintindose arrastrado. Quera abrirse con las uas la
+garganta la pobre, mirbale despavorida, pidindole con los ojos aire;
+luego, con ellos le sond el fondo del alma, y soltando su mano cay en
+la cama donde haba concebido y parido sus tres hijos. Descansaron los
+dos; Ramiro, aturdido, con el corazn acorchado, sumergido como en un
+sueo sin fondo y sin despertar, muerta el alma, mientras dorma el
+nio. Gertrudis fu quien, viniendo con la pequeita al pecho, cerr
+luego los ojos a su hermana, la compuso un poco y fuese despus a cubrir
+y arropar mejor al nio dormido y a trasladarle en un beso la tibieza
+que con otro recoji de la vida que an tenda sus ltimos jirones sobre
+la frente de la rendida madre.
+
+Pero, muri acaso Rosa? Se muri de veras? Poda haberse muerto
+viviendo l, Ramiro? No; en sus noches, ahora solitarias, mientras se
+dorma solo en aquella cama de la muerte y de la vida y del amor, senta
+a su lado el ritmo de su respiracin, su calor tibio, aunque con una
+congojosa sensacin de vaco. Y tenda la mano, recorriendo con ella la
+otra mitad de la cama, apretndola algunas veces. Y era lo peor que,
+cuando recojindose se pona a meditar en ella, no se le ocurrieran sino
+cosas de libro, cosas de amor de libro y no de cario de vida, y le
+escoca que aquel robusto sentimiento, vida de su vida y aire de su
+espritu, no se le cuajara ms que en abstractas lucubraciones. El dolor
+se le espiritualizaba, vale decir que se le intelectualizaba, y slo
+cobraba carne, aunque fuera vaporosa, cuando entraba Gertrudis. Y de
+todo esto sacbale una de aquellas vocecitas frescas que piaba: Pap!
+Ya estaba, pues, all, ella, la muerta inmortal. Y luego, la misma
+vocecita: Mam! Y la de Gertrudis, gravemente dulce, responda:
+Hijo!
+
+No, Rosa, su Rosa, no se haba muerto, no era posible que se le hubiese
+muerto; la mujer estaba all, tan viva como antes, y derramando vida en
+torno; la mujer no poda morir.
+
+
+
+
+VIII
+
+
+GERTRUDIS, que se haba instalado en casa de su hermana desde que sta
+di por ltima vez a luz y durante su enfermedad ltima, le dijo un da
+a su cuado:
+
+--Mira, voy a levantar mi casa.
+
+El corazn de Ramiro se puso al galope.
+
+--S--aadi ella--, tengo que venir a vivir con vosotros y a cuidar de
+los chicos. No se le puede, adems, dejar aqu sola a esa buena pcora
+del ama.
+
+--Dios te lo pague, Tula.
+
+--Nada de Tula, ya te lo tengo dicho; para ti soy Gertrudis.
+
+--Y qu ms da?
+
+--Yo lo s.
+
+--Mira, Gertrudis...
+
+--Bueno, voy a ver qu hace el ama.
+
+A la cual vigilaba sin descanso. No le dejaba dar el pecho al pequeito
+delante del padre de ste, y le regaaba por el poco recato y mucha
+desenvoltura con que se desabrochaba el seno.
+
+--Si no hace falta que ensees eso as; en el nio es en quien hay que
+ver si tienes o no leche abundante.
+
+Ramiro sufra y Gertrudis le senta sufrir.
+
+--Pobre Rosa!--deca de continuo.
+
+--Ahora los pobres son los nios y es en ellos en quienes hay que
+pensar...
+
+--No basta, no. Apenas descanso. Sobre todo por las noches la soledad me
+pesa; las hay que las paso en vela.
+
+--Sal despus de cenar, como salas de casado ltimamente, y no vuelvas
+a casa hasta que sientas sueo. Hay que acostarse con sueo.
+
+--Pero es que siento un vaco...
+
+--Vaco teniendo hijos?
+
+--Pero ella es insustituble...
+
+--As lo creo... Aunque vosotros los hombres...
+
+--No cre que la quera tanto...
+
+--As nos pasa de continuo. As me pas con mi to y as me ha pasado
+con mi hermana, con tu Rosa. Hasta que ha muerto tampoco yo he sabido lo
+que la quera. Lo s ahora en que cuido a sus hijos, a vuestros hijos. Y
+es que queremos a los muertos en los vivos...
+
+--Y no acaso a los vivos en los muertos...?
+
+--No sutilicemos.
+
+Y por las maanas, luego de haberse levantado Ramiro, iba su cuada a la
+alcoba y abra de par en par las hojas del balcn dicindose: para que
+se vaya el olor a hombre. Y evitaba luego encontrarse a solas con su
+cuado, para lo cual llevaba siempre algn nio delante.
+
+Sentada en la butaca en que sola sentarse la difunta, contemplaba los
+juegos de los pequeuelos.
+
+--Es que yo soy chico y t no eres ms que chica--oy que le deca un
+da, con su voz de trapo, Ramirn a su hermanita.
+
+--Ramirn, Ramirn--le dijo la ta--, qu es eso? Ya empiezas a ser
+bruto, a ser hombre?
+
+Un da lleg Ramiro, llam a su cuada y le dijo:
+
+--He sorprendido tu secreto, Gertrudis.
+
+--Qu secreto?
+
+--Las relaciones que llevabas con Ricardo, mi primo.
+
+--Pues bien, s, es cierto; se empe, me hostig, no me dejaba en paz y
+acab por darme lstima.
+
+--Y tan oculto que lo tenais...
+
+--Para qu declararlo?
+
+--Y s ms.
+
+--Qu es lo que sabes?
+
+--Que le has despedido.
+
+--Tambin es cierto.
+
+--Me ha enseado l mismo tu carta.
+
+--Cmo? No le crea capaz de eso. Bien he hecho en dejarle: hombre al
+fin!
+
+Ramiro, en efecto, haba visto una carta de su cuada a Ricardo, que
+deca as:
+
+Mi querido Ricardo: No sabes bien qu das tan malos estoy pasando
+desde que muri la pobre Rosa. Estos ltimos han sido terribles y no he
+cesado de pedir a la Virgen Santsima y a su Hijo que me diesen fuerzas
+para ver claro en mi porvenir. No sabes bien con cunta pena te lo digo,
+pero no pueden continuar nuestras relaciones; no puedo casarme. Mi
+hermana me sigue rogando desde el otro mundo que no abandone a sus
+hijos y que les haga de madre. Y puesto que tengo estos hijos a que
+cuidar, no debo ya casarme. Perdname, Ricardo, perdnamelo, por Dios, y
+mira bien por qu lo hago. Me cuesta mucha pena porque s que habra
+llegado a quererte y, sobre todo, porque s lo que me quieres y lo que
+sufrirs con esto. Siento en el alma causarte esta pena, pero t que
+eres bueno, comprenders mis deberes y los motivos de mi resolucin y
+encontrars otra mujer que no tenga mis obligaciones sagradas y que te
+pueda hacer ms feliz que yo habra podido hacerte. Adis, Ricardo, que
+seas feliz y hagas felices a otros, y ten por seguro que nunca, nunca te
+olvidar
+
+ GERTRUDIS.
+
+ * * * * *
+
+--Y ahora--aadi Ramiro--, a pesar de esto Ricardo quiere verte.
+
+--Es que yo me oculto acaso?
+
+--No, pero...
+
+--Dile que venga cuando quiera a verme a esta nuestra casa.
+
+--Nuestra casa, Gertrudis, nuestra...
+
+--Nuestra, s, y de nuestros hijos...
+
+--Si t quisieras...
+
+--No hablemos de eso!--y se levant.
+
+Al siguiente da se le present Ricardo.
+
+--Pero, por Dios, Tula.
+
+--No hablemos ms de eso, Ricardo, que es cosa hecha.
+
+--Pero, por Dios--y se le quebr la voz.
+
+--S hombre, Ricardo, s fuerte!
+
+--Pero es que ya tienen padre...
+
+--No basta; no tienen madre... es decir, s la tienen.
+
+--Puede l volver a casarse.
+
+--Volverse a casar l? En ese caso los nios se irn conmigo. Le
+promet a su madre, en su lecho de muerte, que no tendran madrastra.
+
+--Y si llegases a serlo t, Tula?
+
+--Cmo yo?
+
+--S, t; casndote con l, con Ramiro.
+
+--Eso nunca!
+
+--Pues yo slo as me lo explico.
+
+--Eso nunca, te he dicho; no me expondra a que unos mos, es decir, de
+mi vientre, pudiesen mermarme el cario que a sos tengo. Y ms hijos,
+ms? Eso nunca. Bastan stos para bien criarlos.
+
+--Pues a nadie le convencers, Tula, de que no te has venido a vivir
+aqu por eso.
+
+--Yo no trato de convencer a nadie de nada. Y en cuanto a ti, basta que
+yo te lo diga.
+
+Se separaron para siempre.
+
+--Y qu?--le pregunt luego Ramiro.
+
+--Que hemos acabado; no poda ser de otro modo.
+
+--Y que has quedado libre...
+
+--Libre estaba, libre estoy, libre pienso morirme.
+
+--Gertrudis... Gertrudis--y su voz temblaba a splica.
+
+--Le he despedido porque me debo, ya te lo dije, a tus hijos, a los
+hijos de Rosa...
+
+--Y tuyos... no dices as?
+
+--Y mos, s!
+
+--Pero si t quisieras...
+
+--No insistas; ya te tengo dicho que no debo casarme ni contigo ni con
+otro menos.
+
+--Menos?--y se le abri el pecho.
+
+--S, menos.
+
+--Y cmo no fuiste monja?
+
+--No me gusta que me manden.
+
+--Es que en el convento en que entrases seras t la abadesa, la
+superiora.
+
+--Menos me gusta mandar. Ramirn?
+
+El nio acudi al reclamo. Y cojindole su ta le dijo: vamos a jugar
+al escondite, rico!
+
+--Pero Tula...
+
+--Te he dicho--y para decirle esto se le acerc, teniendo cojido de la
+mano al nio, y se lo dijo al odo--que no me llames Tula, y menos
+delante de los nios. Ellos s, pero t no. Y ten respeto a los
+pequeos.
+
+--En qu les falto al respeto?
+
+--En dejar as al descubierto delante de ellos tus instintos...
+
+--Pero si no comprenden...
+
+--Los nios lo comprenden todo; ms que nosotros. Y no olvidan nada. Y
+si ahora no lo comprende, lo comprender maana. Cada cosa de estas que
+ve u oye un nio es una semilla en su alma, que luego echa tallo y da
+fruto. Y basta!
+
+
+
+
+IX
+
+
+Y empez una vida de triste desasosiego, de interna lucha en aquel
+hogar. Ella defendase con los nios, a los que siempre procuraba tener
+presentes, y le excitaba a l a que saliese a distraerse. El, por su
+parte, extremaba sus caricias a los hijos y no haca sino hablarles de
+su madre, de su pobre madre. Coja a la nia y all, delante de la ta,
+se la devoraba a besos.
+
+--No tanto, hombre, no tanto, que as no haces sino molestar a la pobre
+criatura. Y eso, permteme que te lo diga, no es natural. Bien est que
+hagas que me llamen ta y no mam, pero no tanto; reprtate.
+
+--Es que yo no he de tener el consuelo de mis hijos?
+
+--S, hijo, s; pero lo primero es educarlos bien.
+
+--Y as?
+
+--Hartndoles de besos y de golosinas se les hace dbiles. Y mira que
+los nios adivinan...
+
+--Y qu culpa tengo yo...
+
+--Pero es que puede haber para unos nios, hombre de Dios, un hogar
+mejor que ste? Tienen hogar, verdadero hogar, con padre y madre, y es
+un hogar limpio, castsimo, por todos cuyos rincones pueden andar a
+todas horas, un hogar donde nunca hay que cerrarles puerta alguna, un
+hogar sin misterios. Quieres ms?
+
+Pero l buscaba acercarse a ella, hasta rozarla. Y alguna vez le tuvo
+que decir en la mesa:
+
+--No me mires as, que los nios ven.
+
+Por las noches sola hacerles rezar por mam Rosa, por mamita, para que
+Dios la tuviese en su gloria. Y una noche, despus de este rezo y
+hallndose presente el padre, aadi:
+
+--Ahora, hijos mos, un padrenuestro y avemara por pap tambin.
+
+--Pero pap no se ha muerto, mam Tula.
+
+--No importa, porque se puede morir...
+
+--Eso, tambin t.
+
+--Es verdad; otro padrenuestro y avemara por m entonces.
+
+Y cuando los nios se hubieron acostado, volvindose a su cuado le dijo
+secamente:
+
+--Esto no puede ser as. Si sigues sin reportarte tendr que marcharme
+de esta casa aunque Rosa no me lo perdone desde el cielo.
+
+--Pero es que...
+
+--Lo dicho; no quiero que ensucies as, ni con miradas, esta casa tan
+pura y donde mejor pueden criarse las almas de tus hijos. Acurdate de
+Rosa.
+
+--Pero de qu crees que somos los hombres?
+
+--De carne y muy brutos.
+
+--Y t, no te has mirado nunca?
+
+--Qu es eso?--y se le demud el rostro sereno.
+
+--Que aunque no fueses, como en realidad lo eres, su madre, tienes
+derecho, Gertrudis, a perseguirme con tu presencia? Es justo que me
+reproches y ests llenando la casa con tu persona, con el fuego de tus
+ojos, con el son de tu voz, con el imn de tu cuerpo lleno de alma, pero
+de un alma llena de cuerpo?
+
+Gertrudis, toda encendida, bajaba la cabeza y se callaba, mientras le
+tocaba a rebato el corazn.
+
+--Quin tiene la culpa de esto?, dime.
+
+--Tienes razn, Ramiro, y si me fuese, los nios piaran por m, porque
+me quieren...
+
+--Ms que a m--dijo tristemente el padre.
+
+--Es que yo no les besuqueo como t ni les sobo, y cuando les beso,
+ellos sienten que mis besos son ms puros, que son para ellos solos...
+
+--Y bien, quin tiene la culpa de esto?, repito.
+
+--Bueno, pues. Espera un ao, esperemos un ao; djame un ao de plazo
+para que vea claro en m, para que veas claro en ti mismo, para que te
+convenzas...
+
+--Un ao... un ao...
+
+--Te parece mucho?
+
+--Y luego, cuando se acabe?
+
+--Entonces... veremos...
+
+--Veremos... veremos...
+
+--Yo no prometo ms.
+
+--Y si en este ao...
+
+--Qu? Si en este ao haces alguna tontera...
+
+--A qu llamas hacer una tontera?
+
+--A enamorarte de otra y volverte a casar.
+
+--Eso... nunca!
+
+--Qu pronto lo dijiste...
+
+--Eso... nunca!
+
+--Bah! juramentos de hombres...
+
+--Y si as fuese, quin tendr la culpa?
+
+--Culpa?
+
+--S, la culpa!
+
+--Eso slo querra decir...
+
+--Qu?
+
+--Que no le quisiste, que no le quieres a tu Rosa como ella te quiso a
+ti, como ella te habra querido de haber sido ella la viuda...
+
+--No, eso querra decir otra cosa, que no es...
+
+--Bueno, basta. Ramirn!, ven ac, Ramirn! Anda, corre.
+
+Y as se aplac aquella lucha.
+
+Y ella continuaba su labor de educar a sus sobrinos.
+
+No quiso que a la nia se le ocupase demasiado en aprender costura y
+cosas as. Labores de su sexo?--deca--, no, nada de labores de su
+sexo; el oficio de una mujer es hacer hombres y mujeres, y no
+vestirlos.
+
+Un da que Ramirn solt una expresin soez que haba aprendido en la
+calle y su padre iba a reprenderle, interrumpile Gertrudis, dicindole
+bajo: No, dejarlo; hay que hacer como si no se ha odo; debe de haber
+un mundo de que ni para condenarlo hay que hablar aqu.
+
+Una vez que oy decir de una que se quedaba soltera que quedaba para
+vestir santos, agreg: o para vestir almas de nios!
+
+--Tulita es mi novia--dijo una vez Ramirn.
+
+--No digas tonteras; Tulita es tu hermana.
+
+--Y no puede ser novia y hermana?
+
+--No.
+
+--Y qu es ser hermana?
+
+--Ser hermana? Ser hermana es...
+
+--Vivir en la misma casa--acab la nia.
+
+Un da lleg la nia llorando y mostrando un dedo en que le haba picado
+una abeja. Lo primero que se le ocurri a la ta fu ver si con su boca,
+chupndoselo, poda extraerle el veneno como haba ledo que se hace con
+el de ciertas culebras. Luego declararon los nios, y se les uni el
+padre, que no dejaran viva a ninguna de las abejas que venan al
+jardn, que las perseguiran a muerte.
+
+--No, eso s que no--exclam Gertrudis--; a las abejas no las toca
+nadie.
+
+--Por qu? Por la miel?--pregunt Ramiro.
+
+--No las toca nadie, he dicho.
+
+--Pero si no son madres, Gertrudis.
+
+--Lo s, lo s bien. He ledo en uno de esos libros tuyos lo que son las
+abejas, lo he ledo. S lo que son las abejas estas, las que pican y
+hacen la miel; s lo que es la reina y s tambin lo que son los
+znganos.
+
+--Los znganos somos nosotros, los hombres.
+
+--Claro est!
+
+--Pues mira, voy a meterme en poltica; me van a presentar candidato a
+diputado provincial.
+
+--De veras?--pregunt Gertrudis, sin poder disimular su alegra.
+
+--Tanto te place?
+
+--Todo lo que te distraiga.
+
+--Faltan once meses, Gertrudis...
+
+--Para qu?, para la eleccin?
+
+--Para la eleccin, s!
+
+
+
+
+X
+
+
+Y era lo cierto que en el alma cerrada de Gertrudis se estaba
+desencadenando una brava galerna. Su cabeza rea con su corazn, y
+ambos, corazn y cabeza, rean en ella con algo ms ahincado, ms
+entraado, ms ntimo, con algo que era como el tutano de los huesos de
+su espritu.
+
+A solas, cuando Ramiro estaba ausente del hogar, coja al hijo de ste y
+de Rosa, a Ramirn, al que llamaba su hijo, y se lo apretaba al seno
+virgen, palpitante de congoja y henchido de zozobra. Y otras veces se
+quedaba contemplando el retrato de la que fu, de la que era todava su
+hermana y como interrogndole si haba querido, de veras, que ella, que
+Gertrudis, le sucediese en Ramiro. S, me dijo que yo habra de llegar
+a ser la mujer de su hombre, su otra mujer--se deca--, pero no pudo
+querer eso, no, no pudo quererlo... yo en su caso, al menos, no lo
+habra querido, no podra haberlo querido... de otra? no, de otra no!
+ni despus de mi muerte... ni de mi hermana... de otra no! no se puede
+ser ms que de una... No, no pudo querer eso; no pudo querer que entre
+l, entre su hombre, entre el padre de sus hijos y yo se interpusiese su
+sombra... no pudo querer eso. Porque cuando l estuviese a mi lado,
+arrimado a m, carne a carne, quin me dice que no estuviese pensando
+en ella? Yo no sera sino el recuerdo... algo peor que el recuerdo de
+la otra! No, lo que me pidi es que impida que sus hijos tengan
+madrasta. Y lo impedir! Y casndome con Ramiro, entregndole mi
+cuerpo, y no slo mi alma, no lo impedira... Porque entonces s que
+sera madrasta. Y ms si llegaba a darme hijos de mi carne y de mi
+sangre... Y esto de los hijos de la carne haca palpitar de sagrado
+terror el tutano de los huesos del alma de Gertrudis, que era toda
+maternidad, pero maternidad de espritu.
+
+Y encerrbase en su cuarto, en su recatada alcoba, a llorar al pie de
+una imagen de la Santsima Virgen Madre, a llorar mientras susurraba:
+el fruto de tu vientre...
+
+Una vez que tena apretado a su seno a Ramirn, ste le dijo:
+
+--Por qu lloras, mamita?--pues habale enseado a llamarla as.
+
+--Si no lloro...
+
+--S, lloras...
+
+--Pero es que me ves llorar...?
+
+--No, pero te siento que lloras... Ests llorando...
+
+--Es que me acuerdo de tu madre...
+
+--Pues no dices que lo eres t...?
+
+--S, pero de la otra, de mam Rosa.
+
+--Ah, s, la que se muri... la de pap...
+
+--S, la de pap!
+
+--Y por qu pap nos dice que no te llamemos mam, sino ta, tita
+Tula, y t nos dices que te llamemos mam y no ta, no tita Tula...?
+
+--Pero es que pap os dice eso?
+
+--S, nos ha dicho que todava no eres nuestra mam, que todava no eres
+ms que nuestra ta...
+
+--Todava?
+
+--S, nos ha dicho que todava no eres nuestra mam, pero que lo
+sers... S, que vas a ser nuestra mam cuando pasen unos meses...
+
+Entonces sera vuestra madrasta--pens Gertrudis, pero no se atrevi a
+desnudar este pensamiento pecaminoso ante el nio.
+
+--Bueno, mira, no hagas caso de esas cosas, hijo mo...
+
+Y cuando luego lleg Ramiro, el padre, le llam aparte y severamente le
+dijo:
+
+--No andes dicindole al nio esas cosas. No le digas que yo no soy
+todava ms que su ta, la ta Tula, y que ser su mam. Eso es
+corromperle, eso es abrirle los ojos sobre cosas que no debe ver. Y si
+lo haces por influir con l sobre m, si lo haces por moverme...
+
+--Me dijiste que te tomabas un plazo...
+
+--Bueno, si lo haces por eso piensa en el papel que haces hacer a tu
+hijo, un papel de...
+
+--Bueno, calla!
+
+--Las palabras no me asustan, pero lo callar. Y t piensa en Rosa,
+recuerda a Rosa, tu primer... amor!
+
+--Tula!
+
+--Basta. Y no busques madrasta para tus hijos, que tienen madre.
+
+
+
+
+XI
+
+
+ESTO necesita campo--se dijo Gertrudis, e indic a Ramiro la
+conveniencia de que todos ellos se fuesen a veranear a un pueblecito
+costero que tuviese montaa, dominando al mar y por ste dominada. Busc
+un lugar que no fuese muy de moda, pero donde Ramiro pudiese encontrar
+compaeros de tresillo, pues tampoco le quera obligado a la continua
+compaa de los suyos. Era un gnero de soledad a que Gertrudis tema.
+
+All todos los das salan de paseo, por la montaa, dando vista al mar,
+entre madroales, ellos dos, Gertrudis y Ramiro, y los tres nios:
+Ramirn, Rosita y Elvira. Jams, ni aun all donde no los conocan--es
+decir, all menos--se hubiese arriesgado Gertrudis a salir de paseo con
+su cuado, solos los dos. Al llegar a un punto en que un tronco tendido
+en tierra, junto al sendero, ofreca, a modo de banco rstico, asiento,
+sentbanse en l ellos dos, cara al mar, mientras los nios jugaban all
+cerca, lo ms cerca posible. Una vez en que Ramiro quiso que se sentaran
+en el suelo, sobre la yerba montaesa, Gertrudis le contest: No, en
+el suelo, no! yo no me siento en el suelo, sobre la tierra, y menos
+junto a ti y ante los nios... Pero si el suelo est limpio... si hay
+yerba... Te he dicho que no me siento as! No, la postura no es
+cmoda... Peor que incmoda!
+
+Desde aquel tronco, mirando al mar, hablaban de mil nonadas, pues en
+cuanto el hombre deslizaba la conversacin a senderos de lo por pacto
+tcito ya vedado de hablar entre ellos, la ta tena en la boca un
+Ramirn! o Rosita! o Elvira! Le hablaba ella del mar y eran sus
+palabras, que le llegaban a l envueltas en el rumor no lejano de las
+olas, como la letra vaga de un canto de cuna para el alma. Gertrudis
+estaba brizando la pasin de Ramiro para adormecrsela. No le miraba
+casi nunca entonces, miraba al mar; pero en l, en el mar, vea
+reflejada por misterioso modo la mirada del hombre. El mar pursimo les
+una las miradas y las almas.
+
+Otras veces banse al bosque, a un castaar, y all tena ella que
+vigilarle, vigilarse y vigilar a los nios con ms cuidado. Y tambin
+all encontr el tronco derribado que le sirviese de asiento.
+
+Quera atemperarle a una vida de familia pursima y campesina, hacer que
+se acostase cansado de luz y de aire libres, que se durmiese, oyendo
+fuera al grillo, para dormir sin ensueos, que le despertase el canto
+del gallo y el trajineo de los campesinos y los marineros.
+
+Por las maanas bajaban a una pequea playa, donde se reuna la pequea
+colonia veraniega. Los nios, descalzos, entretenanse, despus del
+bao, en desviar con los pies el curso de un pequeo arroyuelo vagabundo
+e indeciso que por la arena desaguaba en el mar. Ramiro se uni alguna
+vez a este juego de los nios.
+
+Pero Gertrudis empez a temer. Se haba equivocado en sus precauciones.
+Ramiro hua del tresillo con sus compaeros de colonia veraniega y
+pareca espiar ms que nunca la ocasin de hallarse a solas con su
+cuada. La casita que habitaban tena ms de tienda de gitanos
+trashumantes que de otra cosa. El campo, en vez de adormecer no la
+pasin, el deseo de Ramiro, pareca como si se lo excitase ms, y ella
+misma, Gertrudis, empez a sentirse desasosegada. La vida se les ofreca
+ms al desnudo en aquellos campos, en el bosque, en los repliegues de la
+montaa. Y luego haba los animales domsticos, los que cra el hombre,
+con los que era mayor all la convivencia. Gertrudis sufra al ver la
+atencin con que los pequeos, sus sobrinos, seguan los juegos del
+avero. No, el campo no renda una leccin de pureza. Lo puro all era
+hundir la mirada en el mar. Y aun el mar... La brisa marina les llegaba
+como un aguijn.
+
+--Mira qu hermosura!--exclam Gertrudis una tarde, al ocaso, en que
+estaban sentados frente al mar.
+
+Era la luna llena, roja sobre su palidez, que surga de las olas como
+una flor gigantesca y solitaria en un yermo palpitante.
+
+--Por qu le habrn cantado tanto a la luna los poetas?--dijo
+Ramiro;--por qu ser la luz romntica y de los enamorados?
+
+--No lo s, pero se me ocurre que es la nica tierra, porque es una
+tierra... que vemos sabiendo que nunca llegaremos a ella... es lo
+inaccesible... El sol no, el sol nos rechaza; gustamos de baarnos en su
+luz, pero sabemos que es inhabitable, que en l nos quemaramos,
+mientras que en la luna creemos que se podra vivir y en paz y
+crepsculo eternos, sin tormentas, pues no la vemos cambiar, pero
+sentimos que no se puede llegar a ella... Es lo intangible...
+
+--Y siempre nos da la misma cara... esa cara tan triste y tan seria...
+es decir, siempre no! porque la va velando poco a poco y la oscurece
+del todo y otras veces parece una hoz...
+
+--S--y al decirlo pareca como que Gertrudis segua sus propios
+pensamientos sin oir los de su compaero, aunque no era as--; siempre
+ensea la misma cara porque es constante, es fiel. No sabemos cmo ser
+por el otro lado... cul ser su otra cara...
+
+--Y eso aade a su misterio...
+
+--Puede ser... puede ser... Me explico que alguien anhele llegar a la
+luna... lo imposible!... para ver cmo es por el otro lado... para
+conocer y explorar su otra cara...
+
+--La oscura...
+
+--La oscura? Me parece que no! Ahora que esta que vemos est iluminada
+la otra estar a oscuras, pero o yo s poco de estas cosas o cuando esta
+cara se oscurece del todo, en luna nueva, est en luz por el otro, es
+luna llena de la otra parte...
+
+--Para quin?
+
+--Cmo para quin...?
+
+--S, que cuando el otro lado alumbra para quin?
+
+--Para el cielo, y basta. O es que a la luna la hizo Dios no ms que
+para alumbrarnos de noche a nosotros, los de la tierra? O para que
+hablemos estas tonteras?
+
+--Pues bien, mira, Tula...
+
+--Rosita!
+
+Y no le dej comentar la intangibilidad y la plenitud de la luna.
+
+Cuando ella habl de volver ya a la ciudad apresurse l a aceptarlo.
+Aquella temporada en el campo, entre la montaa y el mar, haba sido
+estril para sus propsitos. Me he equivocado--se deca tambin l--;
+aqu est ms segura que all, que en casa; aqu parece embozarse en la
+montaa, en el bosque, y como si el mar le sirviese de escudo; aqu es
+tan intangible como la luna, y entretanto este aire de salina filtrado
+por entre rayos de sol enciende la sangre... y ella me parece aqu fuera
+de su mbito y como si temiese algo; vive alerta y dirase que no
+duerme... Y ella a su vez se deca: No, la pureza no es del campo, la
+pureza es de celda, de claustro y de ciudad; la pureza se desarrolla
+entre gentes que se unen en mazorcas de viviendas para mejor aislarse;
+la ciudad es monasterio, convento de solitarios; aqu la tierra, sobre
+que casi se acuestan, las une y los animales son otras tantas serpientes
+del paraso... a la ciudad, a la ciudad!
+
+En la ciudad estaba su convento, su hogar, y en l su celda. Y all
+adormecera mejor a su cuado. Oh, si pudiese decir de l--pensaba--lo
+que Santa Teresa en una carta--Gertrudis lea mucho a Santa
+Teresa--deca de su cuado don Juan de Ovalle, marido de doa Juana de
+Ahumada: El es de condicin en cosas muy aniado... Cmo le
+aniara?
+
+
+
+
+XII
+
+
+AL fin Gertrudis no pudo con su soledad y decidi llevar su congoja al
+padre Alvarez, su confesor, pero no su director espiritual. Porque esta
+mujer haba rehudo siempre ser dirigida, y menos por un hombre. Sus
+normas de conducta moral, sus convicciones y creencias religiosas se las
+haba formado ella con lo que oa a su alrededor y con lo que lea, pero
+las interpretaba a su modo. Su pobre to, don Primitivo, el sacerdote
+ingenuo que las haba criado a las dos hermanas y les ense el
+catecismo de la doctrina cristiana explicado segn _el Mazo_, sinti
+siempre un profundo respeto por la inteligencia de su sobrina Tula, a la
+que admiraba. Si te hicieses monja--sola decirle--llegaras a ser otra
+Santa Teresa... Qu cosas se te ocurren, hija... Y otras veces: Me
+parece que eso que dices, Tulilla, huele un poco a hereja; hum! No lo
+s... no lo s... porque no es posible que te inspire herejas el ngel
+de tu guarda, pero eso me suena as como a... qu s yo... Y ella le
+contestaba riendo: S, to, son tonteras que se me ocurren, y ya que
+dice usted que huele a hereja no lo volver a pensar. Pero quin pone
+barreras al pensamiento?
+
+Gertrudis se sinti siempre sola. Es decir, sola para que la ayudaran,
+porque para ayudar ella a los otros no, no estaba sola. Era como una
+hurfana cargada de hijos. Ella sera el bculo de todos los que la
+rodearan; pero si sus piernas flaquearan, si su cabeza no le mantuviese
+firme en su sendero, si su corazn empezaba a bambolear y enflaquecer,
+quin la sostendra a ella? quin sera su bculo? Porque ella, tan
+henchida del sentimiento, de la pasin mejor, de la maternidad, no
+senta la filialidad. No es esto orgullo?--se preguntaba.
+
+No pudo al fin con esta soledad y decidi llevar a su confesor, al padre
+Alvarez, su congoja. Y le cont la declaracin y proposicin de Ramiro,
+y hasta lo que les haba dicho a los nios de que no le llamasen a ella
+todava madre, y las razones que tena para mantener la pureza de aquel
+hogar y cmo no quera entregarse a hombre alguno, sino reservarse para
+mejor consagrarse a los hijos de Rosa.
+
+--Pero lo de su cuado lo encuentro muy natural--arguy el buen padre de
+almas.
+
+--Es que no se trata ahora de mi cuado, padre, sino de m; y no creo
+que haya acudido a usted tambin en busca de alianza...
+
+--No, no, hija, no!
+
+--Como dicen que en los confesonarios se confeccionan bodas y que
+ustedes, los padres, se dedican a casamenteros...
+
+--Yo lo nico que digo ahora, hija, es que es muy natural que su cuado,
+viudo y joven y fuerte, quiera volver a casarse, y ms natural, y hasta
+santo, que busque otra madre para sus hijos...
+
+--Otra? Ya la tiene!
+
+--S; pero... y si sta se va...
+
+--Irme? Yo? Estoy tan obligada a esos nios como estara su madre de
+carne y sangre si viviese...
+
+--Y luego eso da que hablar...
+
+--De lo que hablen, padre, ya le he dicho que nada se me da...
+
+--Y si lo hiciese precisamente por eso, porque hablen? Examnese y mire
+si no entra en ello un deseo de afrontar las preocupaciones ajenas, de
+desafiar la opinin pblica...
+
+--Y si as fuese, qu?
+
+--Que eso s que es pecaminoso. Y despus de todo, la cuestin es
+otra...
+
+--Cul es la cuestin?
+
+--La cuestin es si usted le quiere o no. Esta es la cuestin. Le
+quiere usted, s o no?
+
+--Para marido... no!
+
+--Pero le rechaza?
+
+--Rechazarle... no!
+
+--Si cuando se dirigi a su hermana, la difunta, se hubiera dirigido a
+usted...
+
+--Padre! Padre!--y su voz gema.
+
+--S, por ah hay que verlo...
+
+--Padre; que eso no es pecado...!
+
+--Pero ahora se trata de direccin espiritual, de tomar consejo... Y s,
+es pecado, es acaso pecado... Tal vez hay aqu unos viejos celos...
+
+--Padre!
+
+--Hay que ahondar en ello. Acaso no le ha perdonado an...
+
+--Le he dicho, padre, que le quiero; pero no para marido. Le quiero
+como a un hermano, como a un ms que hermano, como al padre de mis
+hijos, porque stos, sus hijos, lo son mos de lo ms dentro mo, de
+todo mi corazn; pero para marido no. Yo no puedo ocupar en su cama el
+sitio que ocup mi hermana... Y sobre todo, yo no quiero, no debo darles
+madrasta a mis hijos...
+
+--Madrasta?
+
+--S, madrastra. Si yo me caso con l, con el padre de los hijos de mi
+corazn, les dar madrasta a stos, y ms si llego a tener hijos de
+carne y de sangre con l. Esto, ahora ya... nunca!
+
+--Ahora ya...
+
+--S, ahora que ya tengo a los de mi corazn... mis hijos...
+
+--Pero piense en l, en su cuado, en su situacin...
+
+--Que piense...?
+
+--S! Y no tiene compasin de l?
+
+--S que la tengo. Y por eso le ayudo y le sostengo. Es como otro hijo
+mo.
+
+--Le ayuda... le sostiene...
+
+--S, le ayudo y le sostengo a ser padre...
+
+--A ser padre... a ser padre... Pero l es un hombre...
+
+--Y yo una mujer!
+
+--Es dbil...
+
+--Soy yo fuerte?
+
+--Ms de lo debido.
+
+--Ms de lo debido? Y lo de la mujer fuerte?
+
+--Es que esa fortaleza, hija ma, puede alguna vez ser dureza, ser
+crueldad. Y es dura con l, muy dura. Que no le quiere como a marido?
+Y qu importa! Ni hace falta eso para casarse con un hombre. Muchas
+veces tiene que casarse una mujer con un hombre por compasin, por no
+dejarle solo, por salvarle, por salvar su alma...
+
+--Pero si no le dejo solo...
+
+--S, s, le deja solo. Y creo que me comprende sin que se lo explique
+ms claro...
+
+--S, s que se lo comprendo, pero no quiero comprenderlo. No est solo.
+Quien est sola soy yo! Sola... sola... siempre sola...
+
+--Pero ya sabe aquello de ms vale casarse que abrasarse...
+
+--Pero si no me abraso...
+
+--No se queja de su soledad?
+
+--No es soledad de abrasarse; no es esa soledad a que usted, padre,
+alude. No, no es esa. No me abraso...
+
+--Y si se abrasa l...?
+
+--Que se refresque en el cuidado y amor de sus hijos...
+
+--Bueno, pero ya me entiende...
+
+--Demasiado.
+
+--Y por si no, le dir ms claro an que su cuado corre peligro, y que
+si cae en l, le cabr culpa...
+
+--A m?
+
+--Claro est!
+
+--No lo veo tan claro... Como no soy hombre...
+
+--Me dijo que uno de sus temores de casarse con su cuado era el de
+tener hijos con l, no es as?
+
+--S, as es. Si tuviramos hijos llegara yo a ser, quieras o no,
+madrasta de los que me dej mi hermana...
+
+--Pero el matrimonio no se instituy slo para hacer hijos...
+
+--Para casar y dar gracia a los casados y que cren hijos para el
+cielo.
+
+--Dar gracia a los casados... Lo entiende?
+
+--Apenas...
+
+--Que vivan en gracia, libres de pecado...
+
+--Ahora lo entiendo menos...
+
+--Bueno, pues que es un remedio contra la sensualidad.
+
+--Cmo? Qu es eso? Qu?
+
+--Pero por qu se pone as...? Por qu se altera...?
+
+--Qu es el remedio contra la sensualidad? El matrimonio o la mujer?
+
+--Los dos... La mujer... y... y el hombre.
+
+--Pues, no, padre, no, no y no! Yo no puedo ser remedio contra nada.
+Qu es eso de considerarme remedio? Y remedio... contra eso! No, me
+estimo en ms...
+
+--Pero si es que...
+
+--No, ya no sirve. Yo, si l no tuviera ya hijos de mi hermana, acaso me
+habra casado con l para tenerlos... para tenerlos de l... pero,
+remedio? Y a eso? Yo remedio? No!
+
+--Y si antes de haber solicitado a su hermana la hubiera solicitado...
+
+--A m? Antes? Cuando nos conoci? No hablemos ya ms, padre, que no
+podemos entendernos, pues veo que hablamos lenguas diferentes. Ni yo s
+la de usted ni usted sabe la ma.
+
+Y dicho esto, se levant de junto al confesonario. Le costaba andar: tan
+doloridas le haban quedado del arrodillamiento las rodillas. Y a la vez
+le dolan las articulaciones del alma y senta su soledad ms hondamente
+que nunca. No, no me entiende--se deca--, no me entiende; hombre al
+fin! Pero me entiendo yo misma? Es que me entiendo? Le quiero o no le
+quiero? No es soberbia esto? No es la triste pasin solitaria del
+armio que por no mancharse no se echa a nado en un lodazal a salvar a
+su compaero...? No lo s... no lo s...
+
+
+
+
+XIII
+
+
+Y de pronto observ Gertrudis que su cuado era otro hombre, que celaba
+algn secreto, que andaba caviloso y desconfiado, que sala mucho de
+casa. Pero aquellas ms largas ausencias del hogar no le engaaron. El
+secreto estaba en l, en el hogar. Y a fuerza de paciente astucia logr
+sorprender miradas de conocimiento ntimo entre Ramiro y la criada de
+servicio.
+
+Era Manuela una hospiciana de diez y nueve aos, enfermiza y plida, de
+un brillo febril en los ojos, de maneras sumisas y mansas, de muy pocas
+palabras, triste casi siempre. A ella, a Gertrudis, ante quien sin saber
+por qu temblaba, llambale seora. Ramiro quiso hacer que le llamase
+seorita.
+
+--No, llmame as, seora; nada de seorita...
+
+En general pareca como que la criada le temiera, como avergonzada o
+amedrentada en su presencia. Y a los nios los evitaba y apenas si les
+diriga la palabra. Ellos, por su parte, sentan una indiferencia,
+rayana en despego, hacia la Manuela. Y hasta alguna vez se burlaban de
+ella, por ciertas sus maneras de hablar, lo que la pona de grana. Lo
+extrao es--pensaba Gertrudis--que a pesar de todo no quiera irse...
+tiene algo de gata esta mozuela. Hasta que se percat de lo que podra
+haber escondido.
+
+Un da logr sorprender a la pobre muchacha cuando sala del cuarto de
+Ramiro, del seorito--porque a ste s que le llamaba as--toda
+encendida y jadeante. Cruzronse las miradas y la criada rindi la suya.
+Pero lleg otro en que el nio, Ramirn, se fu a su ta y le dijo:
+
+--Dime, mam Tula, es Manuela tambin hermana nuestra?
+
+--Ya te tengo dicho que todos los hombres y mujeres somos hermanos.
+
+--S, pero como nosotros, los que vivimos juntos...
+
+--No, porque aunque vive aqu sta no es su casa...
+
+--Y cul es su casa?
+
+--Su casa? No lo quieras saber. Y por qu preguntas eso?
+
+--Porque le he visto a pap que la estaba besando...
+
+Aquella noche, luego que hubieron acostado a los nios, dijo Gertrudis a
+Ramiro:
+
+--Tenemos que hablar.
+
+--Pero si aun faltan ocho meses...
+
+--Ocho meses?
+
+--No hace cuatro que me diste un ao de plazo?
+
+--No se trata de eso, hombre, sino de algo ms serio.
+
+A Ramiro se le par el corazn y se puso plido.
+
+--Ms serio?
+
+--Ms serio, s. Se trata de tus hijos, de su buena crianza, y se trata
+de esa pobre hospiciana, de la que estoy segura que ests abusando.
+
+--Y si as fuese, quin tiene la culpa de eso?
+
+--Y an lo preguntas? An querrs tambin culparme de ello?
+
+--Claro que s!
+
+--Pues bien, Ramiro: se ha acabado ya aquello del ao; no hay plazo
+ninguno; no puede ser, no puede ser. Y ahora s que me voy, y, diga lo
+que dijere la ley, me llevar a los nios conmigo, es decir, se irn
+conmigo.
+
+--Pero ests loca, Gertrudis?
+
+--Quien est loco eres t.
+
+--Pero qu queras...
+
+--Nada, o yo o ella. O me voy o echas a esa criadita de casa.
+
+Siguise un congojoso silencio.
+
+--No la puedo echar, Gertrudis, no la puedo echar. Adnde se va? Al
+Hospicio otra vez?
+
+--A servir a otra casa.
+
+--No la puedo echar, Gertrudis, no la puedo echar--y el hombre rompi a
+llorar.
+
+--Pobre hombre!--murmur ella ponindole la mano sobre la suya--. Me
+das pena.
+
+--Ahora, eh?, ahora?
+
+--S; me das lstima... Estoy ya dispuesta a todo...
+
+--Gertrudis! Tula!
+
+--Pero has dicho que no la puedes echar...
+
+--Es verdad; no la puedo echar--y volvi a abatirse.
+
+--Qu, pues?, que no va sola?
+
+--No, no ir sola.
+
+--Los ocho meses del plazo, eh?
+
+--Estoy perdido, Tula, estoy perdido.
+
+--No, la que est perdida es ella, la hurfana, la hospiciana, la sin
+amparo.
+
+--Es verdad, es verdad...
+
+--Pero no te aflijas as, Ramiro, que la cosa tiene fcil remedio...
+
+--Remedio? Y fcil?--y se atrevi a mirarle a la cara.
+
+--S; casarte con ella.
+
+Un rayo que le hubiese herido no le habra dejado ms deshecho que esas
+palabras sencillas.
+
+--Que me case! Que me case con la criada! Que me case con una
+hospiciana? Y me lo dices t!...
+
+--Y quin si no haba de decrtelo! Yo, la verdadera madre hoy de tus
+hijos.
+
+--Que les d madrasta?
+
+--No, eso no!, que aqu estoy yo para seguir siendo su madre. Pero que
+des padre al que haya de ser tu nuevo hijo, y que le des madre tambin.
+Esa hospiciana tiene derecho a ser madre, tiene ya el deber de serlo,
+tiene derecho a su hijo y al padre de su hijo.
+
+--Pero Gertrudis...
+
+--Csate con ella, te he dicho; y te lo dice Rosa. S--y su voz, serena
+y pastosa, reson como una campana--. Rosa, tu mujer, te dice por mi
+boca que te cases con la hospiciana. Manuela!
+
+--Seora!--se oy como un gemido, y la pobre muchacha, que acurrucada
+junto al fogn, en la cocina, haba estado oyndolo todo, no se movi de
+su sitio. Volvi a llamarla, y despus de otro Seora!, tampoco se
+movi.
+
+--Ven ac, o ir a traerte.
+
+--Por Dios!--suplic Ramiro.
+
+La muchacha apareci cubrindose la llorosa cara con las manos.
+
+--Descubre la cara y mranos.
+
+--No, seora, no!
+
+--S, mranos. Aqu tienes a tu amo, a Ramiro, que te pide perdn por lo
+que de ti ha hecho.
+
+--Perdn, yo, seora, y a usted...
+
+--No, te pide perdn y se casar contigo.
+
+--Pero seora!--clam Manuela a la vez que Ramiro clamaba: Pero
+Gertrudis!
+
+--Lo he dicho, se casar contigo: as lo quiere Rosa. No es posible
+dejarte as. Porque t ests ya... no es eso?
+
+--Creo que s, seora, pero yo...
+
+--No llores as ni hagas juramentos; s que no es tuya la culpa...
+
+--Pero se podra arreglar...
+
+--Bien sabe aqu Manuela--dijo Ramiro--que nunca he pensado en
+abandonarla... Yo le colocara...
+
+--S, seora, s; yo me contento...
+
+--No, t no debes contentarte con eso que ibas a decir. O, mejor, aqu
+Ramiro no puede contentarse con eso. T te has criado en el Hospicio,
+no es eso?
+
+--S, seora.
+
+--Pues tu hijo no se criar en l. Tiene derecho a tener padre, a su
+padre, y le tendr. Y ahora vete... vete a tu cuarto, y djanos.
+
+Y cuando quedaron Ramiro y ella a solas:
+
+--Me parece que no dudars ni un momento...
+
+--Pero eso que pretendes es una locura, Gertrudis!
+
+--La locura, peor que locura, la infamia, sera lo que pensabas.
+
+--Consltalo siquiera con el padre Alvarez.
+
+--No lo necesito. Lo he consultado con Rosa.
+
+--Pero si ella te dijo que no dieses madrasta a sus hijos...
+
+--A sus hijos? Y tuyos!
+
+--Bueno, s, a nuestros hijos...
+
+--Y no les dar madrasta. De ellos, de los nuestros, seguir siendo yo
+la madre, pero del de sa...
+
+--Nadie le quitar de ser madre...
+
+--S, t si no te casas con ella. Eso no ser ser madre...
+
+--Pues ella...
+
+--Y qu? Porque ella no ha conocido a la suya pretendes t que no lo
+sea como es debido?
+
+--Pero fjate en que esta chica...
+
+--T eres quien debi fijarse...
+
+--Es una locura... una locura...
+
+--La locura ha sido antes. Y ahora pinsalo, que si no haces lo que
+debes el escndalo le dar yo. Lo sabr todo el mundo.
+
+--Gertrudis!
+
+--Csate con ella, y se acab.
+
+
+
+
+XIV
+
+
+UNA profunda tristeza hencha aquel hogar despus del matrimonio de
+Ramiro con la hospiciana. Y sta pareca an ms que antes la criada, la
+sirvienta, y ms que nunca Gertrudis el ama de la casa. Y esforzbase
+sta ms que nunca por mantener al nuevo matrimonio apartado de los
+nios, y que stos se percataran lo menos posible de aquella convivencia
+ntima. Mas hubo que tomar otra criada y explicar a los pequeos el
+caso.
+
+Pero, cmo explicarles el que la antigua criada se sentara a la mesa a
+comer con los de casa? Porque esto exigi Gertrudis.
+
+--Por Dios, seora--suplicaba la Manuela--, no me avergence as... mire
+que me avergenza... Hacerme que me siente a la mesa con los seores, y
+sobre todo con los nios... y que hable de t al seorito... eso nunca!
+
+--Hblale como quieras, pero es menester que los nios, a los que tanto
+temes, sepan que eres de la familia. Y ahora, una vez arreglado esto, no
+podrn ya sorprender intimidades a hurtadillas. Ahora os recataris
+mejor. Porque antes el querer ocultaros de ellos os delataba.
+
+La preez de Manuela fu, en tanto, molestsima. Su fragilsima fbrica
+de cuerpo la soportaba muy mal. Y Gertrudis, por su parte, le
+recomendaba que ocultase a los nios lo anormal de su estado.
+
+Ramiro viva sumido en una resignada desesperacin y ms entregado que
+nunca al albedro de Gertrudis.
+
+--S, s, bien lo comprendo ahora--deca--, no ha habido ms remedio,
+pero...
+
+--Te pesa?--le preguntaba Gertrudis.
+
+--De haberme casado, no! De haber tenido que volverme a casar, s!
+
+--Ahora no es ya tiempo de pensar en eso; pecho a la vida!
+
+--Ah, si t hubieras querido, Tula!
+
+--Te di un ao de plazo; has sabido guardarlo?
+
+--Y si lo hubiese guardado como t queras, al fin de l qu, dime?
+Porque no me prometiste nada.
+
+--Aunque te hubiese prometido algo habra sido igual. No, habra sido
+peor an. En nuestras circunstancias, el haberte hecho una promesa, el
+haberte slo pedido una dilacin para nuestro enlace, habra sido peor.
+
+--Pero si hubiese guardado la tregua como t queras que la guardase,
+dime: qu habras hecho?
+
+--No lo s.
+
+--Que no lo sabes... Tula... que no lo sabes...
+
+--No, no lo s; te digo que no lo s.
+
+--Pero tus sentimientos...
+
+--Piensa ahora en tu mujer, que no s si podr soportar el trance en que
+la pusiste. Es tan endeble la pobrecilla! Y est tan llena de miedo.
+Sigue asustada de ser tu mujer y ama de su casa.
+
+Y cuando lleg el peligroso parto repiti Gertrudis las abnegaciones que
+en los partos de su hermana tuviera, y recoji al nio, una criatura
+menguada y debilsima, y fu quien lo enmantill y quien se lo present
+a su padre.
+
+--Aqu le tienes, hombre, aqu le tienes.
+
+--Pobre criatura!--exclam Ramiro sintiendo que se le derretan de
+lstima las entraas a la vista de aquel mezquino rollo de carne
+viviente y sufriente.
+
+--Pues es tu hijo, un hijo ms... Es un hijo ms que nos llega.
+
+--Nos llega? Tambin a ti?
+
+--S, tambin a m; no he de ser madrasta para l, yo que hago que no lo
+tengan los otros.
+
+Y as fu que no hizo distincin entre uno y otros.
+
+--Eres una santa, Gertrudis--le deca Ramiro--, pero una santa que ha
+hecho pecadores.
+
+--No digas eso; soy una pecadora que me esfuerzo por hacer santos,
+santos a tus hijos y a ti y a tu mujer.
+
+--Mi mujer!...
+
+--Tu mujer, s; la madre de tu hijo. Por qu le tratas con ese carioso
+despego y como a una carga?
+
+--Y qu quieres que haga, que me enamore de ella?
+
+--Pero no lo estabas cuando la sedujiste?
+
+--De quin? De ella?
+
+--Ya lo s, ya s que no; pero lo merece la pobre...
+
+--Pero si es la menor cantidad de mujer posible, si no es nada!
+
+--No, hombre, no; es ms, es mucho ms de lo que t te crees. Aun no la
+has conocido.
+
+--Si es una esclava...
+
+--Puede ser, pero debes libertarla... La pobre est asustada... naci
+asustada... Te aprovechaste de su susto...
+
+--No s, no s cmo fu aquello...
+
+--As sois los hombres; no sabis lo que hacis ni pensis en ello.
+Hacis las cosas sin pensarlas...
+
+--Peor es muchas veces pensarlas y no hacerlas...
+
+--Por qu lo dices?
+
+--No, nada, por nada...
+
+--T crees sin duda que yo no hago ms que pensar?
+
+--No, no he dicho que crea eso...
+
+--S, t crees que yo no soy ms que pensamiento.
+
+
+
+
+XV
+
+
+DE nuevo la pobre Manuela, la hospiciana, la esclava, hallbase preada.
+Y Ramiro muy malhumorado con ello.
+
+--Como si uno no tuviese bastante con los otros...--deca.
+
+--Y yo qu quieres que le haga!--exclamaba la vctima.
+
+--Despus de todo, t lo has querido as--conclua Gertrudis.
+
+Y luego, aparte, volva a reprenderle por el trato de compasivo despego
+que daba a su mujer. La cual soportaba esta preez an peor que la otra.
+
+--Me temo por la pobre muchacha--vaticin don Juan, el mdico, un viudo
+que menudeaba sus visitas.
+
+--Cree usted que corre peligro?--le pregunt Gertrudis.
+
+--Esta pobre chica est deshecha por dentro; es una tsica consumada y
+consumida. Resistir, es lo ms probable, hasta dar a luz, pues la
+Naturaleza, que es muy sabia...
+
+--La Naturaleza no! La Santsima Virgen Madre, don Juan--le interrumpi
+Gertrudis.
+
+--Como usted quiera; me rindo, como siempre, a su superior parecer.
+Pues, como deca, la Naturaleza o la Virgen, que para m es lo mismo...
+
+--No, la Virgen es la Gracia...
+
+--Bueno, pues la Naturaleza, la Virgen, la Gracia o lo que sea, hace que
+en estos casos la madre se defienda y resista hasta que d a luz al
+nuevo ser. Ese inocente pequeuelo le sirve a la pobre madre futura como
+escudo contra la muerte.
+
+--Y luego?
+
+--Luego? Que probablemente tendr usted que criar sola, sirvindose de
+un ama de cra, por supuesto, un cro ms. Tiene ya cuatro; cargar con
+cinco.
+
+--Con todos los que Dios me mande.
+
+--Y que probablemente, no digo que seguramente, a no tardar mucho, don
+Ramiro volver a quedar libre--y mir fijamente con sus ojillos grises a
+Gertrudis.
+
+--Y dispuesto a casarse tercera vez--agreg sta hacindose la
+desentendida.
+
+--Eso sera ya heroico!
+
+--Y usted, puesto que permanece viudo, y viudo sin hijos, es que no
+tiene madera de hroe.
+
+--Ah, doa Gertrudis, si yo pudiese hablar!
+
+--Pues cllese usted!
+
+--Me callo.
+
+Le tom la mano, retenindosela un rato, y dndole con la otra suya unos
+golpecitos aadi con un suspiro:
+
+--Cada hombre es un mundo, Gertrudis.
+
+--Y cada mujer, una luna, no es eso, don Juan?
+
+--Cada mujer puede ser un cielo.
+
+Este hombre me dedica un cortejeo platnico, se dijo Gertrudis.
+
+Cuando en la casa teman por la pobre Manuela y todos los cuidados eran
+para ella, cay de pronto en cama Ramiro, declarndosele desde luego
+una pulmona. La pobre hospiciana quedse como atontada.
+
+--Djame a m, Manuela--le dijo Gertrudis--; t cudate y cuida a lo que
+llevas contigo. No te empees en atender a tu marido, que eso puede
+agravarte.
+
+--Pero yo debo...
+
+--T debes cuidar de lo tuyo.
+
+--Y mi marido, no es mo?
+
+--No, ahora no; ahora es tuyo tu hijo que est por venir.
+
+La enfermedad de Ramiro se agravaba.
+
+--Temo complicaciones al corazn--sentenci don Juan--. Le tiene dbil;
+claro, los pesares y disgustos!
+
+--Pero se morir, don Juan?--pregunt henchida de angustia Gertrudis.
+
+--Todo pudiera ser...
+
+--Slvele, don Juan, slvele, como sea...
+
+--Qu ms quisiera yo...
+
+--Ah, qu desgracia! Qu desgracia!--y por primera vez se le vi a
+aquella mujer tener que sentarse y sufrir un desvanecimiento.
+
+--Es, en efecto, terrible--dijo el mdico en cuanto Gertrudis se
+repuso--dejar as cuatro hijos, qu digo cuatro?, cinco se puede
+decir, y esa pobre viuda tal como est!...
+
+--Eso es lo de menos, don Juan; para todo eso me basto y me sobro yo.
+Qu desgracia! Qu desgracia!
+
+Y el mdico se fu dicindose: Est visto; esta cuadita contaba con
+volver a tenerle libre a su cuado. Cada persona es un mundo y algunas
+varios mundos. Pero qu mujer! Es toda una mujer! Qu fortaleza! Qu
+sagacidad! Y qu ojos! Qu cuerpo! Irradia fuego!
+
+Ramiro, una tarde en que la fiebre, remitindosele, habale dejado algo
+ms tranquilo, llam a Gertrudis, le rog que cerrara la puerta de la
+alcoba, y le dijo:
+
+--Yo me muero, Tula, me muero sin remedio. Siento que el corazn no
+quiere ya marchar, a pesar de todas las inyecciones; yo me muero...
+
+--No pienses en eso, Ramiro.
+
+Pero ella tambin crea en aquella muerte.
+
+--Me muero, y es hora, Tula, de decirte toda la verdad. T me casaste
+con Rosa.
+
+--Como no te decidas y dabas largas...
+
+--Y sabes por qu?
+
+--S, lo s, Ramiro.
+
+--Al principio, al veros, al ver a la pareja, slo repar en Rosa; era a
+quien se le vea de lejos; pero al acercarme, al empezar a frecuentaros,
+slo te vi a ti, pues eras la nica a quien desde cerca se vea. De
+lejos te borraba ella; de cerca le borrabas t.
+
+--No hables as de mi hermana, de la madre de tus hijos.
+
+--No; la madre de mis hijos eres t, t, t.
+
+--No pienses ahora sino en Rosa, Ramiro.
+
+--A la que me juntar pronto, no es eso?
+
+--Quin sabe...! Piensa en vivir, en tus hijos...
+
+--A mis hijos les quedas t, su madre.
+
+--Y en Manuela, en la pobre Manuela...
+
+--Aquel plazo, Tula, aquel plazo fatal.
+
+Los ojos de Gertrudis se hinchieron de lgrimas.
+
+--Tula!--gimi el enfermo, abriendo los brazos.
+
+--S, Ramiro, s!--exclam ella cayendo en ellos y abrazndole.
+
+Juntaron las bocas y as se estuvieron, sollozando.
+
+--Me perdonas todo, Tula?
+
+--No, Ramiro, no; eres t quien tienes que perdonarme.
+
+--Yo?
+
+--T! Una vez hablabas de santos que hacen pecadores. Acaso he tenido
+una idea inhumana de la virtud. Pero cuando lo primero, cuando te
+dirigiste a mi hermana, yo hice lo que deb hacer. Adems, te lo
+confieso, el hombre, todo hombre, hasta t, Ramiro, hasta t, me ha dado
+miedo siempre; no he podido ver en l sino el bruto. Los nios, s; pero
+el hombre... He hudo del hombre...
+
+--Tienes razn, Tula.
+
+--Pero ahora descansa, que estas emociones as pueden daarte.
+
+Le hizo guardar los brazos bajo las mantas, le arrop, le di un beso en
+la frente como se le da a un nio--y un nio era entonces para ella--y
+se fu. Mas al encontrarse sola se dijo: Y si se repone y cura? Si no
+se muere? Ahora que ha acabado de romperse el secreto entre nosotros?
+Y la pobre Manuela? Tendr que marcharme! Y adnde? Y si Manuela se
+muere y vuelve l a quedarse libre? Y fu a ver a Manuela, a la que
+encontr postradsima.
+
+Al siguiente da llev a los nios al lecho del padre, ya sacramentado y
+moribundo; los levant uno a uno y les hizo que le besaran. Luego fu,
+apoyada en ella, en Gertrudis, Manuela, y de poco se muere de la congoja
+que le di sobre el enfermo. Hubo que sacarla y acostarla. Y poco
+despus, cojido de una mano a otra de Gertrudis, y susurrando: Adis,
+mi Tula!, rindi el espritu con el ltimo huelgo Ramiro. Y ella, la
+ta, vaci su corazn en sollozos de congoja sobre el cuerpo exnime del
+padre de sus hijos, de su pobre Ramiro.
+
+
+
+
+XVI
+
+
+APENAS, fuera de la soberana, hubo abatimiento en aquel hogar, pues los
+nios eran incapaces de darse cuenta de lo que haba pasado, y Manuela,
+la viuda casi sin saberlo, concentraba su vida y su nimo todos en
+luchar, al modo de una planta, por la otra vida que llevaba en su seno y
+aun repitiendo, como un gemido de res herida, que se quera morir.
+Gertrudis provea a todo.
+
+Cerr los ojos al muerto, no sin decirse: Me estar mirando
+todava...? Le amortaj como lo haba hecho con su to, cubrindole con
+un hbito sobre la ropa con que muri, y sin quitarle sta, y luego,
+quebrantada por un largo cansancio, por fatiga de aos, junt un momento
+su boca a la boca fra de Ramiro, y repas sus vidas, que era su vida.
+Cuando el llanto de uno de los nios, del pequeito, del hijo de la
+hospiciana, le hizo desprenderse del muerto e ir a cojer y acallar y
+mimar al que viva.
+
+Manuela iba hundindose.
+
+--Yo, seora, me muero; no voy a poder resistir esta vez; este parto me
+cuesta la vida.
+
+Y as fu. Di a luz una nia, pero se iba en sangre. La nia misma
+naci envuelta en sangre. Y Gertrudis tuvo que vencer la repugnancia que
+la sangre, sobre todo la negra y cuajada, le produca. Siempre le cost
+una terrible brega consigo misma al vencer este asco. Cuando una vez,
+poco antes de morir, su hermana Rosa tuvo un vmito, de ella Gertrudis
+huy despavorida. Y no era miedo, no; era, sobre todo, asco.
+
+Muri Manuela clavados en los ojos de Gertrudis sus ojos, donde vagaban
+figuras de niebla sobre las sombras del Hospicio.
+
+--Por tus hijos no pases cuidado--le haba dicho Gertrudis--, que yo he
+de vivir hasta dejarlos colocados y que se puedan valer por s en el
+mundo, y si no les dejar sus hermanos. Cuidar sobre todo de esta
+ltima, pobrecilla!, la que te cuesta la vida. Yo ser su madre y su
+padre.
+
+--Gracias! Gracias! Gracias! Dios se lo pagar! Es una santa!
+
+Y quiso besarle la mano, pero Gertrudis se inclin a ella, la bes en la
+frente y le puso su mejilla a que se la besase. Y esas expresiones de
+gratitud repetalas la hospiciana como quien recita una leccin
+aprendida desde nia. Y muri como haba vivido, como una res sumisa y
+paciente, ms bien como un enser.
+
+Y fu esta muerte, tan natural, la que ms ahond en el nimo de
+Gertrudis, que haba asistido a otras tres ya. En sta crey sentir
+mejor el sentido del enigma. Ni la de su to, ni la de su hermana, ni la
+de Ramiro horadaron tan hondo el agujero que se iba abriendo en el
+centro de su alma. Era como si esta muerte confirmara las otras tres,
+como si las iluminara a la vez.
+
+En sus solitarias cavilaciones se deca: Los otros se murieron; a esta
+la han matado...! la ha matado...! la hemos matado! No la he matado
+yo ms que nadie? No la he trado yo a este trance? Pero es que la
+pobre ha vivido? Es que pudo vivir? Es que naci acaso? Si fu
+expsita, no ha sido _exposicin_ su muerte? No lo fu su casamiento?
+No la hemos echado en el torno de la eternidad para que entre al
+hospicio de la Gloria? No ser all hospiciana tambin? Y lo que ms
+le acongojaba era el pensamiento tenaz que le persegua de lo que
+sentira Rosa al recibirla al lado suyo, al lado de Ramiro, y conocerla
+en el otro mundo. Su to, el buen sacerdote que les cri, cumpli su
+misin en este mundo, protegi con su presencia la crianza de ellas; su
+hermana Rosa logr su deseo y goz y dej los hijos que haba querido
+tener; Ramiro... Ramiro? S, tambin Ramiro hizo su travesa, aunque a
+remo y de espaldas a la estrella que le marcaba rumbo, y sufri, pero
+con noble sufrir, y pec y purg su pecado; pero, y esta pobre que ni
+sufri siquiera, que no pec, sino se pec en ella y muri hurfana!...
+Hurfana tambin muri Eva..., pensaba Gertrudis. Y luego: No; tuvo
+a Dios de padre! Y madre? Eva no conoci madre... As se explica el
+pecado original!... Eva muri hurfana de humanidad! Y Eva le trajo el
+recuerdo del relato del _Gnesis_, que haba ledo poco antes, y cmo el
+Seor alent al hombre por la nariz soplo de vida, y se imagin que se
+la quitase por manera anloga. Y luego se figuraba que a aquella pobre
+hospiciana, cuyo sentido de vida no comprenda, le quit Dios la vida de
+un beso, posando sus infinitos labios invisibles, los que se cierran
+formando el cielo azul, sobre los labios, azulados por la muerte, de la
+pobre muchacha, y sorbindole el aliento as.
+
+Y ahora quedbase Gertrudis con sus cinco cras, y bregando, para la
+ltima, con amas.
+
+El mayor, Ramirn, era la viva imagen de su padre, en figura y en
+gestos, y su ta proponase combatir en l desde entonces, desde
+pequeo, aquellos rasgos e inclinaciones de aquel que, observando a
+ste, haba visto que ms le perjudicaban. Tengo que estar alerta--se
+deca Gertrudis--para cuando en l se despierte el hombre, el macho ms
+bien, y educarle a que haga su eleccin con reposo y tiento. Lo malo
+era que su salud no fuese del todo buena y su desarrollo difcil y hasta
+doliente.
+
+Y a todos haba que sacarlos adelante en la vida y educarlos en el culto
+a sus padres perdidos.
+
+Y los pobres nios de la hospiciana? Esos tambin son mos--pensaba
+Gertrudis--; tan mos como los otros, como los de mi hermana, ms mos
+an. Porque stos son hijos de mi pecado. Del mo? No ms bien el de
+l? No, de mi pecado! Son los hijos de mi pecado! S, de mi pecado!
+Pobre chica! Y le preocupaba sobre todo la pequeita.
+
+
+
+
+XVII
+
+
+GERTRUDIS, molesta por las insinuaciones de don Juan, el mdico, que
+menudeaba las visitas para los nios, y aun pretendi verla a ella como
+enferma, cuando no saba que adoleciese de cosa alguna, le anunci un
+da hallarse dispuesta a cambiar de mdico.
+
+--Cmo as, Gertrudis?
+
+--Pues muy claro: le observo a usted singularidades que me hacen temer
+que est entrando en la chochera de una vejez prematura, y para mdico
+necesitamos un hombre con el seso bien despejado y despierto.
+
+--Muy bien; pues que ha llegado el momento, usted me permitir que le
+hable claro.
+
+--Diga lo que quiera, don Juan, mas en la inteligencia de que es lo
+ltimo que dir en esta casa.
+
+--Quin sabe!...
+
+--Diga.
+
+--Yo soy viudo y sin hijos, como usted sabe, Gertrudis. Y adoro a los
+nios.
+
+--Pues vulvase usted a casar.
+
+--A eso voy.
+
+--Ah! Y busca usted consejo de m?
+
+--Busco ms que consejo.
+
+--Que le encuentre yo novia?
+
+--Yo soy mdico, le digo, y no slo no tuve hijos de mi mujer, que era
+viuda, y perdimos el que ella me trajo al matrimonio, an le lloro al
+pobrecillo!, sino que s, s positivamente, s con toda seguridad, que
+no he de tener nunca hijos propios, que no puedo tenerlos. Aunque no por
+eso, claro est, me sienta menos hombre que otro cualquiera; usted me
+entiende, Gertrudis?
+
+--Quisiera no entenderle a usted, don Juan.
+
+--Para acabar, yo creo que a estos nios, a estos sobrinos de usted y a
+los otros dos acaso...
+
+--Son tan sobrinos para m como los otros, ms bien hijos.
+
+--Bueno, pues que a estos hijos de usted, ya que por tales les tiene, no
+les vendra mal un padre, y un padre no mal acomodado y hasta
+regularmente rico.
+
+--Y eso es todo?
+
+--S, que yo creo que hasta necesitan padre.
+
+--Les basta, don Juan, con el Padre nuestro que est en los cielos.
+
+--Y como madre usted, que es la representante de la Madre Santsima, no
+es eso?
+
+--Usted lo ha dicho, don Juan, y por ltima vez en esta casa.
+
+--De modo que...?
+
+--Que toda esa historia de la necesidad que siente de tener hijos y de
+su incapacidad para tenerlos, le he entendido bien, don Juan?
+
+--Perfectamente, y esto ltimo, por supuesto, quede entre los dos.
+
+--No ser yo quien le estorbe otro matrimonio. Y esa historia, digo, no
+me ha convencido de que usted busque hijos que adoptar, que eso le ser
+muy fcil y casndose, sino que me busca a m y me buscara aunque
+estuviese sola y hubisemos de vivir solos y sin hijos; le he
+entendido, don Juan? Me entiende usted?
+
+--Cierto es, Gertrudis, que si estuviese sola lo mismo me casara con
+usted, si usted lo quisiera, claro!, porque yo soy muy claro, muy
+claro, y es usted la que me atrae; pero en ese caso nos quedaba el
+adoptar hijos de cualquier modo, aunque fuese sacndolos del Hospicio.
+Pues ya he podido ver que usted, como yo, se muere por los nios y que
+los necesita y los busca y los adora.
+
+--Pero ni usted ni nadie ha visto, don Juan, que yo haya sido y sea
+incapaz de hacerlos; nadie puede decir que yo sea estril, y no vuelva a
+poner los pies en esta casa.
+
+--Por qu, Gertrudis?
+
+--Por puerco!
+
+Y as se despidieron para siempre.
+
+Mas luego que le hubo as despachado entrle una desdeosa lstima, un
+lastimero desdn de aquel hombre. No le he tratado con demasiada
+dureza?--se deca--. El hombre me sacaba de quicio, es cierto; sus
+miradas me heran ms que sus palabras, pero deb tratarle de otro modo.
+El pobrecillo parece que necesita remedio, pero no el que l busca, sino
+otro, un remedio heroico y radical. Pero cuando supo que don Juan se
+remediaba empez a pensar si era, en efecto, calor de hogar lo que
+buscaba, aunque bien pronto di en otra sospecha que le sublev an ms
+el corazn. Ah--se dijo--, lo que necesita es una de casa, una que le
+cuide, que le ponga sobre la cama la ropa limpia, que haga que se le
+prepare el puchero... peor, peor que el remedio, peor an! Cuando una
+no es remedio es animal domstico y la mayor parte de las veces ambas
+cosas a la vez! Estos hombres... O porquera o poltronera! Y an
+dicen que el cristianismo redimi nuestra suerte, la de las mujeres! Y
+al pensar esto, acordndose de su buen to, se santigu dicindole:
+No, no lo volver a pensar...!
+
+Pero quin enfrenaba a un pensamiento que morda en el fruto de la
+ciencia del mal? El cristianismo, al fin, y a pesar de la Magdalena,
+es religin de hombres--se deca Gertrudis--; masculinos el Padre, el
+Hijo y el Espritu Santo...! Pero y la Madre? La religin de la Madre
+est en: He aqu la criada del Seor; hgase en m segn tu palabra y
+en pedir a su Hijo que provea de vino a unas bodas, de vino que embriaga
+y alegra y hace olvidar penas, y para que el Hijo le diga: Qu tengo
+yo que ver contigo, mujer? An no ha venido mi hora. Qu tengo que
+ver contigo...? Y llamarle mujer y no madre... Y volvi a santiguarse,
+esta vez con verdadero temblor. Y es que el demonio de su guarda--as
+crea ella--le susurr: Hombre al fin!
+
+
+
+
+XVIII
+
+
+CORRIERON unos aos apacibles y serenos. La orfandad daba a aquel hogar,
+en el que de nada de bienestar se careca, una ntima luz espiritual de
+serena calma. Apenas si haba que pensar en el da de maana. Y seguan
+en l viviendo, con ms dulce imperio que cuando respirando llenaban con
+sus cuerpos sus sitios, los tres que le dieron a Gertrudis masa con que
+fraguarlo, Ramiro y sus dos mujeres de carne y hueso. De continuo
+hablaba Gertrudis de ellos a sus hijos. Mira que te est mirando tu
+madre! o Mira que te ve tu padre! Eran sus dos ms frecuentes
+amonestaciones. Y los retratos de los que se fueron presidan el hogar
+de los tres.
+
+Los nios, sin embargo, banlos olvidando. Para ellos no existan sino
+en las palabras de mam Tula, que as la llamaban todos. Los recuerdos
+directos del mayorcito, de Ramirn, se iban perdiendo y fundiendo en los
+recuerdos de lo que de ellos oa contar a su ta. Sus padres eran ya
+para l una creacin de sta.
+
+Lo que ms preocupaba a Gertrudis era evitar que entre ellos naciese la
+idea de una diferencia, de que haba dos madres, de que no eran sino
+medio hermanos. Mas no poda evitarlo. Sufri en un principio la
+tentacin de decirles que las dos, Rosa y Manuela, eran, como ella
+misma, madres de todos ellos, pero vi la imposibilidad de mantener
+mucho tiempo el equvoco; y, sobre todo, el amor a la verdad, un amor en
+ella desenfrenado, le hizo rechazar tal tentacin al punto.
+
+Porque su amor a la verdad confundase en ella con su amor a la pureza.
+Repugnbanle esas historietas corrientes con que se trata de engaar la
+inocencia de los nios, como la de decirles que los traen a este mundo
+desde Pars, donde los compran. Buena gana de gastar el dinero en
+tonto!--haba dicho un nio que tena varios hermanos y a quien le
+dijeron que a un amiguito suyo le iban a traer pronto un hermanito sus
+padres. Buena gana de gastar mentiras en balde--se deca Gertrudis;
+aadindose: toda mentira es cuando menos en balde.
+
+--Me han dicho que soy hijo de una criada de mi padre; que mi mam fu
+criada de la mam de mis hermanos.
+
+As fu diciendo un da a casa el hijo de Manuela. Y la ta Tula, con su
+voz ms seria y delante de todos, le contest:
+
+--Aqu todos sois hermanos, todos sois hijos de un mismo padre y de una
+misma madre, que soy yo.
+
+--Pues no dices, mamita, que hemos tenido otra madre?
+
+--La tuvisteis, pero ahora la madre soy yo; ya lo sabis. Y que no se
+vuelva a hablar de eso!
+
+Mas no lograba evitar el que se trasparentara que senta preferencias. Y
+eran por el mayor, el primognito, Ramirn, al que engendr su padre
+cuando an tuviera reciente en el corazn el cardenal del golpe que le
+produjo el haber tenido que escojer entre las dos hermanas, o mejor el
+haber tenido que aceptar de mandato de Gertrudis a Rosa, y por la
+pequeuela, por Manolita, plido y frgil botoncito de rosa que haca
+temer lo hiciese ajarse un fro o un ardor tempranos.
+
+De Ramirn, del mayor, una voz muy queda, muy sumisa, pero de un susurro
+sibilante y diablico, que Gertrudis sola oir que brotaba de un rincn
+de las entraas de su espritu--y al oirla se haca, santigundose, una
+cruz sobre la frente y otra sobre el pecho, ya que no pudiese taparse
+los odos ntimos de aqulla y de ste--de Ramirn decale ese tentador
+susurro que acaso cuando le engendr su padre soaba ms en ella, en
+Gertrudis, que en Rosa. Y de Manolita, de la hija de la muerte de la
+hospiciana, se deca que sin su decisin de casar segunda vez a Ramiro,
+sin aquel haberle obligado a redimir su pecado y a rescatar a la vctima
+de l, a la pobre Manuela, no vivira el plido y frgil botoncito.
+
+Y lo que le cost criarla! Porque el primer hijo de Ramiro y Manuela
+fu criado por sta, por su madre. La cual, sumisa siempre como una res,
+y ayudada a la vez por su natural instinto, no intent siquiera
+rehusarlo a pesar de la endeblez de su carne, pero fu con el hombre,
+fu con el marido, con quien tuvo que bregar Gertrudis. Porque Ramiro,
+viendo la flaqueza de su pobre mujer, procur buscar nodriza a su hijo.
+Y fu Gertrudis la que le oblig a casarse con aqulla, quien se plant
+en firme en que haba de ser la madre misma quien criara al hijo. No
+hay leche como la de la madre--repeta, y al redargir su cuado: S,
+pero es tan dbil que corren peligro ella y el nio, y ste se criar
+enclenque, replicaba implacable la soberana del hogar: Pretextos y
+habladuras! Una mujer a la que se le puede alimentar, puede siempre
+criar y la naturaleza ayuda, y en cuanto al nio, te repito que la mejor
+leche es la de la madre, si no est envenenada. Y luego, bajando la
+voz, agregaba: Y no creo que le hayas envenenado la sangre a tu mujer.
+Y Ramiro tena que someterse. Y la querella termin un da en que a
+nuevas instancias del hombre, que vi que su nueva mujer sufri un
+vahido, para que le desahijaran el hijo, la soberana del hogar,
+cojindole aparte, le dijo: Pero qu empeo, hombre! Cualquiera
+creera que te estorba el hijo...
+
+--Cmo que me estorba el hijo...? No lo comprendo...
+
+--No lo comprendes? Pues yo s!
+
+--Como no te expliques...
+
+--Que me explique? Te acuerdas de lo de aquel brbaro de Pascualn, el
+guarda de tu cortijo de Majadalaprieta?
+
+--Qu? Aquello que comentamos de la insensibilidad con que recibi la
+muerte de su hijo...?
+
+--S.
+
+--Y qu tiene que ver esto con aquello? Por Dios, Tula...
+
+--Que a m aquello me lleg al fondo del alma, me hiri profundamente y
+quise averiguar la raz del mal...
+
+--Tu mana de siempre...
+
+--S, ya me deca el pobre to que yo era como Eva, empeada en conocer
+la ciencia del bien y del mal.
+
+--Y averiguaste...?
+
+--Que a aquel... hombre...
+
+--Ibas a decir...?
+
+--Que a aquel hombre, digo, le estorbaba el nio para ms cmodamente
+disponer de su mujer. Lo entiendes?
+
+--Qu barbaridad!
+
+Pero ya Ramiro tuvo que darse por vencido y dej que su Manuela criara
+al nio mientras Gertrudis lo dispusiese as.
+
+Y ahora se encontraba sta con que tena que criar a la pequeuela, a la
+hija de la muerte, y que forzosamente haba de drsela a una madre de
+alquiler, buscndole un pecho mercenario. Y esto le horrorizaba.
+Horrorizbale porque tema que cualquier nodriza, y ms si era soltera,
+pudiese tener envenenada, con la sangre, la leche, y abusase de su
+posicin. Si es soltera--se deca--, malo! Hay que vigilarla para que
+no vuelva al novio o acaso a otro cualquiera, y si es casada, malo
+tambin, y peor an si dej al hijo propio para criar el ajeno. Porque
+esto era lo que sobre todo le repugnaba. Vender el jugo maternal de las
+propias entraas para mantener mal, para dejarlos morir acaso de hambre,
+a los propios hijos, era algo que le causaba dolorosos retortijones en
+las entraas maternales. Y as es como se vi desde un principio en
+conflicto con las amas de cra de la pobre criatura, y teniendo que
+cambiar de ellas cada cuatro das. No poder criarle ella misma! Hasta
+que tuvo que acudir a la lactancia artificial.
+
+Pero el artificio se hizo en ella arte, y luego poesa, y por fin ms
+profunda naturaleza que la del instinto ciego. Fu un culto, un
+sacrificio, casi un sacramento. El bibern, ese artefacto industrial,
+lleg a ser para Gertrudis el smbolo y el instrumento de un rito
+religioso. Limpiaba los botellines, coca los pisgos cada vez que los
+haba empleado, preparaba y esterilizaba la leche con el ardor recatado
+y ansioso con que una sacerdotisa cumplira un sacrificio ritual. Cuando
+pona el pisgo de caucho en la boquita de la pobre criatura, senta que
+le palpitaba y se le encenda la propia mama. La pobre criatura posaba
+alguna vez su manecita en la mano de Gertrudis, que sostena el frasco.
+
+Se acostaba con la nia, a la que daba calor con su cuerpo, y contra
+ste guardaba el frasco de la leche por si de noche se despertaba
+aqulla pidiendo alimento. Y se le antojaba que el calor de su carne,
+enfebrecida a ratos por la fiebre de la maternidad virginal, de la
+virginidad maternal, daba a aquella leche industrial una virtud de vida
+materna y hasta que pasaba a ella, por misterioso modo, algo de los
+ensueos que haban florecido en aquella cama solitaria. Y al darle de
+mamar, en aquel artilugio, por la noche, a oscuras y a solas las dos,
+ponale a la criaturita uno de sus pechos estriles, pero henchidos de
+sangre, al alcance de las manecitas para que siquiera las posase sobre
+l mientras chupaba el jugo de vida. Antojbasele que as una vaga y
+dulce ilusin animara a la hurfana. Y era ella, Gertrudis, la que as
+soaba. Qu? Ni ella misma lo saba bien.
+
+Alguna vez la criaturita se vomit sobre aquella cama, limpia siempre
+hasta entonces como una patena, y de pronto sinti Gertrudis la punzada
+de la mancha. Su pasin morbosa por la pureza, de que proceda su culto
+mstico a la limpieza, sufri entonces, y tuvo que esforzarse para
+dominarse. Comprenda, s, que no cabe vivir sin mancharse y que aquella
+mancha era inocentsima, pero los cimientos de su espritu se conmovan
+dolorosamente con ello. Y luego le apretaba a la criaturita contra sus
+pechos pidindole perdn en silencio por aquella tentacin de su
+pureza.
+
+
+
+
+XIX
+
+
+FUERA de este cuidado maternal por la pobre criaturita de la muerte de
+Manuela, cuidado que celaba una expiacin y un culto msticos, y sin
+desatender a los otros y esforzndose por no mostrar preferencias a
+favor de los de su sangre, Gertrudis se preocupaba muy en especial de
+Ramirn y segua su educacin paso a paso, vigilando todo lo que en l
+pudiese recordar rasgos de su padre, a quien fsicamente se pareca
+mucho. As sera a su edad--pensaba la ta y hasta busc y lleg a
+encontrar entre los papeles de su cuado retratos de cuando ste era un
+chicuelo y los miraba y remiraba para descubrir en ellos al hijo. Porque
+quera hacer de ste lo que de aqul habra hecho a haberle conocido y
+podido tomar bajo su amparo y crianza cuando fu un mozuelo a quien se
+le abran los caminos de la vida. Que no se equivoque como l--se
+deca--, que aprenda a detenerse para elegir, que no encadene la
+voluntad antes de haberla asentado en su raz viva, en el amor perfecto
+y bien alumbrado, a la luz que le sea propia. Porque ella crea que no
+era al suelo, sino al cielo, a lo que haba que mirar antes de plantar
+un retoo; no al mantillo de la tierra, sino a las razas de lumbre que
+del sol le llegaran, y que crece mejor el arbolito que prende sobre una
+roca al solano dulce del medioda que no el que sobre un mantillo
+vicioso y graso se alza a la umbra. La luz era la pureza.
+
+Fu con Ramirn aprendiendo todo lo que l tena que aprender, pues le
+tomaba a diario las lecciones. Y as satisfaca aquella ansia por saber
+que desde nia le haba aquejado y que hizo que su to le comparase
+alguna vez con Eva. Y de entre las cosas que aprendi con su sobrino y
+para enserselas, pocas le interesaron ms que la geometra. Nunca lo
+hubiese ella credo! Y es que en aquellas demostraciones de la
+geometra, ciencia rida y fra al sentir de los ms, encontraba
+Gertrudis un no saba qu de luminosidad y de pureza. Aos despus, ya
+mayor Ramirn, y cuando el polvo que fu la carne de su ta reposaba
+bajo tierra, sin luz de sol, recordaba el entusiasmo con que un da de
+radiante primavera le explicaba cmo no puede haber ms que cinco y slo
+cinco poliedros regulares; tres formados de tringulos: el tetraedro, de
+cuatro; el octaedro, de ocho, y el icosaedro, de veinte; uno de
+cuadrados: el cubo, de seis, y uno de pentgonos: el dodecaedro, de
+doce. Pero no ves qu claro?, me deca--contaba el sobrino--; no lo
+ves?, slo cinco y no ms que cinco, ni uno menos, ni uno ms, qu
+bonito! Y no puede ser de otro modo, tiene que ser as!, y al decirlo
+me mostraba los cinco modelos en cartulina blanca, blanqusima, que ella
+misma haba construdo, con sus santas manos, que eran prodigiosas para
+toda labor, y pareca como si acabase de descubrir por s misma la ley
+de los cinco poliedros regulares... pobre ta Tula! Y recuerdo que como
+a uno de aquellos modelos geomtricos le cayera una mancha de grasa,
+hizo otro porque deca que con la mancha no se vea bien la
+demostracin. Para ella la geometra era luz y pureza.
+
+En cambio huy de ensearle anatoma y fisiologa. Esas son
+porqueras--deca--y en que nada se sabe de cierto ni de claro.
+
+Y lo que sobre todo acechaba era el alborear de la pubertad en su
+sobrino. Quera guiarle en sus primeros descubrimientos sentimentales y
+que fuese su amor primero el ltimo y el nico. Pero es que hay un
+primer amor?, se preguntaba a s misma sin acertar a responderse.
+
+Lo que ms tema era las soledades de su sobrino. La soledad, no siendo
+a toda luz, la tema. Para ella no haba ms soledad santa que la del
+sol y la de la Virgen de la Soledad cuando se qued sin su Hijo, el Sol
+del Espritu. Que no se encierre en su cuarto--pensaba--, que no est
+nunca, a poder ser, solo; hay soledad que es la peor compaa; que no
+lea mucho sobre todo, que no lea mucho; y que no se est mirando
+grabados. No tema tanto para su sobrino a lo vivo cuanto a lo muerto,
+a lo pintado. La muerte viene por lo muerto--pensaba.
+
+Confesbase Gertrudis con el confesor de Ramirn, y era para, dirigiendo
+al director del muchacho en la direccin de ste, ser ella la que de
+veras le dirigiese. Y por eso en sus confesiones hablaba ms que de s
+misma de su hijo mayor, como le llamaba. Pero es, seora, que usted
+viene aqu a confesar sus pecados y no los de otros--le tuvo que decir
+alguna vez el padre Alvarez, a lo que ella contest: Y si ese chico es
+mi pecado...
+
+Cuando una vez crey observar en el muchacho inclinaciones ascticas,
+acaso msticas, acudi alarmada al padre Alvarez.
+
+--Eso no puede ser, padre!
+
+--Y si Dios le llamase por ese camino...
+
+--No, no le llama por ah; lo s, lo s mejor que usted y desde luego
+mejor que l mismo; eso es... la sensualidad que se le despierta...
+
+--Pero, seora...
+
+--S, anda triste, y la tristeza no es seal de vocacin religiosa. Y
+remordimiento no puede ser! De qu...?
+
+--Los juicios de Dios, seora...
+
+--Los juicios de Dios son claros. Y esto es oscuro. Qutele eso de la
+cabeza. El ha nacido para padre y yo para abuela!
+
+--Ya sali aquello!
+
+--S, ya sali aquello!
+
+--Y cmo le pesa a usted eso! Lbrese de ese peso... Me ha dicho cien
+veces que haba ahogado ese mal pensamiento...
+
+--No puedo, padre, no puedo! Que ellos, que mis hijos--porque son mis
+hijos, mis verdaderos hijos--que ellos no lo sepan, que no lo sepan,
+padre, que no lo adivinen...
+
+--Clmese, seora, por Dios, clmese... y deseche esas aprensiones...
+esas tentaciones del Demonio, se lo he dicho cien veces... Sea la que
+es... la ta Tula que todos conocemos y veneramos y admiramos...; s,
+admiramos...
+
+--No, padre, no! Usted lo sabe! Por dentro soy otra...
+
+--Pero hay que ocultarlo...
+
+--S, hay que ocultarlo, s; pero hay das en que siento ganas de reunir
+a sus hijos, a mis hijos...
+
+--S, suyos, de usted!
+
+--S, yo madre, como usted... padre!
+
+--Deje eso, seora, deje eso...
+
+--S, reunirles y decirles que toda mi vida ha sido una mentira, una
+equivocacin, un fracaso...
+
+--Usted se calumnia, seora. Esa no es usted, usted es la otra... la que
+todos conocemos... la ta Tula...
+
+--Yo le hice desgraciado, padre; yo le hice caer dos veces: una con mi
+hermana, otra vez con otra...
+
+--Caer?
+
+--Caer, s! Y fu por soberbia!
+
+--No, fu por amor, por verdadero amor...
+
+--Por amor propio, padre--y estall a llorar.
+
+
+
+
+XX
+
+
+LOGR sacar a su sobrino de aquellas veleidades ascticas y se puso a
+vigilarle, a espiar la aparicin del primer amor. Fjate bien, hijo--le
+deca--y no te precipites, que una vez que hayas comprometido a una no
+debes dejarla...
+
+--Pero, mam, si no se trata de compromisos... Primero hay que probar...
+
+--No, nada de pruebas; nada de esos noviazgos; nada de eso de hablo con
+Fulana. Todo seriamente...
+
+En rigor la ta Tula haba ya hecho, por su parte, su eleccin y se
+propona ir llevando dulcemente a su Ramirn a aquella que le haba
+escojido, a Caridad.
+
+--Parece que te fijas en Carita--le dijo un da.
+
+-Ps!
+
+--Y ella en ti, si no me equivoco.
+
+--Y t en los dos, a lo que parece...
+
+--Yo? Eso es cosa vuestra, hijo mo, cosa vuestra...
+
+Pero les fu llevando el uno al otro, y consigui su propsito. Y luego
+se propuso casarlos cuanto antes. Y que venga ac--deca--y viviremos
+todos juntos, que hay sitio para todos... Una hija ms!
+
+Y cuando hubo llevado a Carita a su casa, como mujer de su sobrino, era
+con sta con la que tena sus confidencias. Y era de quien trataba de
+sonsacar lo ntimo de su sobrino.
+
+Le oblig, ya desde un principio, a que le tutease y le llamase madre. Y
+le recomendaba que cuidase sobre todo de la pequeita, de la mansa,
+tranquila y medrosica Manolita.
+
+--Mira, Caridad--le deca--, cuida sobre todo de esa pobrecita, que es
+lo ms inocente y lo ms quebradizo que hay y buena como el pan... Es mi
+obra...
+
+--Pero si la pobrecita apenas levanta la voz... si ni se le siente andar
+por la casa... Parece como que tuviera vergenza hasta de presentarse...
+
+--S, s, es as... Harto he hecho por infundirle valor, pero en no
+estando arrimada a m, cosida a mi falda, la pobrecita se encuentra como
+perdida. Claro, como criada con bibern!
+
+--El caso es que es laboriosa, obediente, servicial, pero habla tan
+poco...! Y luego no se la oye reir nunca...!
+
+--Slo alguna vez cuando est a solas conmigo, porque entonces es otra
+cosa, es otra Manolita... entonces resucita... Y trato de animarla, de
+consolarla, y me dice: No te canses, mamita, que yo soy as... y
+adems, no estoy triste...
+
+--Pues lo parece...
+
+--Lo parece, s, pero he llegado a creer que no lo est. Porque yo, yo
+misma, qu te parezco, Carita, triste o alegre?
+
+--Usted, ta...
+
+--Qu es eso de usted y de ta?
+
+--Bueno, t, mam, t... pues no s si eres triste o alegre, pero a m
+me pareces alegre...
+
+--Te parezco as? Pues basta!
+
+--Por lo menos a m me alegras...
+
+--Y es a lo que nos manda Dios a este mundo, a alegrar a los dems.
+
+--Pero para alegrar a los dems hay que estar alegre una...
+
+--O no...
+
+--Cmo no?
+
+--Nada alegra ms que un rayo de sol, sobre todo si da sobre la verdura
+del follaje de un rbol, y el rayo de sol no est ni alegre ni triste, y
+quin sabe... acaso su propio fuego le consume... El rayo de sol alegra
+porque est limpio; todo lo limpio alegra... Y esa pobre Manolita debe
+alegrarte, porque a limpia...
+
+--S, eso s! Y luego esos ojos que tiene, que parecen...
+
+--Parecen dos estanques quietos entre verdura... Los he estado mirando
+muchas veces y desde cerca. Y no s de dnde ha sacado esos ojos... No
+son de su madre, que tena ojos de tsica, turbios de fiebre... ni son
+los de su padre, que eran...
+
+--Sabes de quin parecen esos ojos?
+
+--De quin?--y Gertrudis temblaba al preguntarlo.
+
+--Pues son tus ojos...!
+
+--Puede ser... puede ser... No me los he mirado nunca de cerca ni puedo
+vrmelos desde dentro, pero puede ser... puede ser... Al menos le he
+enseado a mirar...
+
+
+
+
+XXI
+
+
+QU le pasaba a la pobre Gertrudis que se senta derretir por dentro?
+Sin duda haba cumplido su misin en el mundo. Dejaba a su sobrino
+mayor, a su Ramiro, a su otro Ramiro, a cubierto de la peor tormenta,
+embarcado en su barca de por vida, y a los otros hijos al amparo de l;
+dejaba un hogar encendido y quien cuidase de su fuego. Y se senta
+deshacer. Sufra frecuentes embaimientos, desmayos, y durante das
+enteros lo vea todo como en niebla, como si fuese bruma y humo todo. Y
+soaba; soaba como nunca haba soado. Soaba lo que habra sido si
+Ramiro hubiese dejado por ella a Rosa. Y acababa dicindose que no
+habran sido de otro modo las cosas. Pero ella haba pasado por el mundo
+fuera del mundo. El padre Alvarez crea que la pobre Gertrudis
+chocheaba antes de tiempo, que su robusta inteligencia flaqueaba y que
+flaqueaba al peso mismo de su robustez. Y tena que defenderle de
+aquellas sus viejas tentaciones.
+
+Cuando un da se le acerc Caridad y, al odo, le dijo: Madre...!, al
+notarle el rubor que le encenda el rostro, exclam: Qu? Ya? S,
+ya!--susurr la muchacha. Ests segura? Segura; si no, no te lo
+habra dicho! Y Gertrudis, en medio de su goce, sinti como si una
+espada de hielo le atravesase por medio el corazn. Ya no tena qu
+hacer en el mundo ms que esperar al nieto, al nieto de los suyos, de su
+Ramiro y su Rosa, a su nieto, e ir luego a darles la buena nueva. Ya
+apenas se cuidaba ms que de Caridad, que era quien para ella llenaba la
+casa. Hasta de Manolita, de su obra, se iba descuidando, y la pobre nia
+lo senta; senta que el esperado iba relegndole en la sombra.
+
+--Ven ac--le deca Gertrudis a Caridad, cuando alguna vez se
+encontraban a solas, ocasin que acechaba--, ven ac, sintate aqu, a
+mi lado... Qu, le sientes, hija ma, le sientes?
+
+--Algunas veces...
+
+--No llama? No tiene prisa por salir a luz, a la luz del sol? Porque
+ah dentro, a oscuras... aunque est ello tan tibio, tan sosegado... No
+da empujoncitos? Si tarda no me va a ver... no le voy a ver... Es decir:
+si tarda, no!, si me apresuro yo...
+
+--Pero, madre, no diga esas cosas...
+
+--_No digas_, hija! Pero me siento derretir... ya no soy para nada...
+Veo todo como empaado... como en sueos... Si no lo supiera no podra
+ahora decir si tu pelo es rubio o moreno...
+
+Y le acariciaba lentamente la esplndida cabellera rubia. Y como si
+viese con los dedos, aada: Rubia, rubia como el sol...
+
+--Si es chico, ya lo sabes, Ramiro, y si es chica... Rosa...
+
+--No, madre, sino Gertrudis... Tula, mam Tula.
+
+--Tula... bueno...! Y mejor si fuese una pareja, mellizos, pero chico y
+chica...
+
+--Por Dios, madre!
+
+--Qu? Crees que no podras con eso? Te parece demasiado trabajo?
+
+--Yo... no s... no s nada de eso, madre; pero...
+
+--S, eso es lo perfecto, una parejita de gemelos... un chico y una
+chica que han estado abrazaditos cuando no saban nada del mundo, cuando
+no saban ni que existan; que han estado abrazaditos al calorcito del
+vientre materno... Algo as debe de ser el cielo...
+
+--Qu cosas se te ocurren, mam Tula!
+
+--No ves que me he pasado la vida soando...
+
+Y en esto, mientras soaba as y como para guardar en su pecho este
+ltimo ensueo y llevarlo como vitico al seno de la madre tierra, la
+pobre Manolita cay gravemente enferma. Ah!, yo tengo la culpa--se
+dijo Gertrudis--, yo que con esto de la parejita de mi ensueo me he
+descuidado de esa pobre avecilla... Sin duda en un momento en que
+necesitaba de mi arrimo ha debido de cojer algn fro... Y sinti que
+le volvan las fuerzas, unas fuerzas como de milagro. Se le despej la
+cabeza, y se dispuso a cuidar a la enferma.
+
+--Pero, madre--le deca Caridad--, djeme que le cuide yo, que le
+cuidemos nosotras... entre yo, Rosita y Elvira le cuidaremos.
+
+--No; t no puedes cuidarla como es debido, no debes cuidarla... T te
+debes al que llevas, a lo que llevas, y no es cosa de que por atender a
+sta malogres lo otro... y en cuanto a Rosita y Elvira, s, son sus
+hermanas, la quieren como tales, pero no entienden de eso, y adems la
+pobre, aunque se aviene a todo, no se halla sin m... Un simple vaso de
+agua que yo le sirva le hace ms provecho que todo lo que los dems le
+podis hacer. Yo sola s arreglarle la almohada de modo que no le duela
+en ella la cabeza y que no tenga luego pesadillas...
+
+--S, es verdad...
+
+--Claro, yo la cri...! Y yo debo cuidarle.
+
+Resucit. Volvile todo el luminoso y fuerte aplomo de sus das ms
+heroicos. Ya no le temblaba el pulso ni le vacilaban las piernas. Y
+cuando teniendo el vaso con la pcima medicinal que a las veces tena
+que darle, la pobre enferma le posaba las manos febriles en sus manos
+firmes y finas, pasaba sobre su enlace como el resplandor de un dulce
+recuerdo, casi borrado para la encamada. Y luego se sentaba la ta Tula
+junto a la cama de la enferma y se estaba all, y sta no haca sino
+mirarle en silencio.
+
+--Me morir, mamita?--preguntaba la nia.
+
+--Morirte? No, pobrecita alondra, no! T tienes que vivir...
+
+--Mientras t vivas...
+
+--Y despus... y despus...
+
+--Despus... no... para qu...?
+
+--Pero las muchachas deben vivir...
+
+--Para qu...?
+
+--Pues... para vivir... para casarse... para criar familia...
+
+--Pues t no te casaste, mamita...
+
+--No, yo no me cas; pero como si me hubiese casado... Y t tienes que
+vivir para cuidar de tu hermano...
+
+--Es verdad... de mi hermano... de mis hermanos...
+
+--S, de todos ellos...
+
+--Pero si dicen, mamita, que yo no sirvo para nada...
+
+--Y quin dice eso, hija ma?
+
+--No, no lo dicen... no lo dicen... pero lo piensan...
+
+--Y cmo sabes t que lo piensan?
+
+--Pues... porque lo s! Y adems, porque es verdad... porque yo no
+sirvo para nada, y despus de que t te me mueras yo nada tengo que
+hacer aqu... Si t te murieras me morira de fro...
+
+--Vamos, vamos, arrpate bien y no digas esas cosas... Y voy a
+arreglarte esa medicina...
+
+Y fu a ocultar sus lgrimas y a echarse a los pies de su imagen de la
+Virgen de la Soledad y a suplicarla: Mi vida por la suya, Madre, mi
+vida por la suya! Siente que yo me voy, que me llaman mis muertos, y
+quiere irse conmigo; quiere arrimarse a m, arropada por la tierra, all
+abajo, donde no llega la luz, y que yo le preste no s qu calor... Mi
+vida por la suya, Madre, mi vida por la suya! Que no caiga tan pronto
+esa cortina de tierra de las tinieblas sobre esos ojos en que la luz no
+se quiebra, sobre esos ojos que dicen que son los mos, sobre esos ojos
+sin mancha que le di yo... s, yo... Que no se muera... que no se
+muera... Slvala, Madre, aunque tenga yo que irme sin ver al que ha de
+venir...
+
+Y se cumpli su ruego.
+
+La pobre nia enferma fu recobrando vida; volvieron los colores de rosa
+a sus mejillas; volvi a mirar la luz del sol dando en el verdor de los
+rboles del jardincito de la casa, pero la ta Tula cay con una
+broncopneumona cojida durante la convalecencia de Manolita. Y entonces
+fu sta la que sinti que brotaba en sus entraas un manadero de salud,
+pues tena que cuidar a la que le haba dado vida.
+
+Toda la casa vi con asombro la revelacin de aquella nia.
+
+--Di a Manolita--deca Gertrudis a Caridad--que no se afane tanto, que
+an estar dbil... T tampoco, por supuesto; t te debes a los tuyos,
+ya lo sabes... Con Rosita y Elvira basta... Adems, como todo ha de ser
+intil... Porque yo ya he cumplido...
+
+--Pero, madre...
+
+--Nada, lo dicho, y que esa palomita de Dios no se malgaste...
+
+--Pero si se ha puesto tan fuerte... Jams hubiese credo...
+
+--Y ella que se quera morir y crea morirse... Y yo tambin lo tem...
+Porque la pobre me pareca tan dbil...! Claro, no conoci a su padre
+que estaba ya herido de muerte cuando la engendr... y en cuanto a su
+pobre madre, yo creo que siempre vivi medio muerta... Pero esa chica
+ha resucitado!
+
+--S, al verte en peligro ha resucitado!
+
+--Claro, es mi hija!
+
+--Ms?
+
+--S, ms! Te lo quiero declarar ahora que estoy en el zagun de la
+eternidad; si, ms. Ella y t!
+
+--Ella y yo?
+
+--S, ella y t! Y porque no tenis mi sangre. Ella y t. Ella tiene la
+sangre de Ramiro, no la ma, pero la he hecho yo, es obra ma! Y a ti
+yo te cas con mi hijo.
+
+--Lo s...
+
+--S, como le cas a su padre con su madre, con mi hermana, y luego le
+volv a casar con la madre de Manolita...
+
+--Lo s... lo s...
+
+--S que lo sabes, pero no todo...
+
+--No, todo no...
+
+--Ni yo tampoco... O al menos no quiero saberlo. Quiero irme de este
+mundo sin saber muchas cosas... Porque hay cosas que el saberlas
+mancha... Eso es el pecado original, y la Santsima Virgen Madre naci
+sin mancha de pecado original...
+
+--Pues yo he odo decir que lo saba todo...
+
+--No, no lo saba todo; no conoca la ciencia del mal... que es
+ciencia...
+
+--Bueno, no hables tanto, madre, que te perjudica...
+
+--Ms me perjudica cavilar, y si me callo cavilo... cavilo...
+
+
+
+
+XXII
+
+
+LA ta Tula no poda ya ms con su cuerpo. El alma le revoloteaba dentro
+de l, como un pjaro en una jaula que se desvencija, a la que deja con
+el dolor de quien le desollaran, pero ansiando volar por encima de las
+nubes. No llegara a ver al nieto. Lo senta? All arriba, estando con
+ellos--soaba--sabr cmo es, y si es nio o nia... o los dos... y lo
+sabr mejor que aqu, pues desde all arriba se ve mejor y ms limpio lo
+de aqu abajo.
+
+La ltima fiebre tenala postrada en cama. Apenas si distingua a sus
+sobrinos ms que por el paso, sobre todo a Caridad y a Manolita. El paso
+de aqulla, de Caridad, llegbale como el de una criatura cargada de
+fruto y hasta le pareca oler a sazn de madurez. Y el de Manolita era
+tan leve como el de un pajarito que no se sabe si corre o vuela a ras de
+tierra. Cuando ella entra--se deca la ta--siento rumor de alas cadas
+y quietas.
+
+Quiso despedirse primero de sta, a solas, y aprovech un momento en que
+vino a traerle la medicina. Sac el brazo de la cama, lo alarg como
+para bendecirla, y ponindole la mano sobre la cabeza, que ella inclin
+con los claros ojos empaados, le dijo:
+
+--Qu, palomita sin hiel, quieres todava morirte...? La verdad!
+
+--Si con ello consiguiera...
+
+--Que yo no me muera, eh? No, no debes querer morirte... tienes a tu
+hermano, a tus hermanos... Estuviste cerca de ello, pero me parece que
+la prueba te cur de esas cosas... No es as? Dmelo como en confesin,
+que voy a contrselo a los nuestros...
+
+--S, ya no se me ocurren aquellas tonteras...
+
+--Tonteras? No, no eran tonteras. Ah!, y ahora que dices eso de
+tonteras, treme tu mueca, porque la guardas, no es as? Si, s que
+la guardas... Treme aquella mueca, sabes? Quiero despedirme de ella
+tambin y que se despida de m... Te acuerdas? Vamos, a que no te
+acuerdas?
+
+--S, madre, me acuerdo.
+
+--De qu te acuerdas?
+
+--De cuando se me cay en aquel patn de la huerta y Elvira me llamaba
+tonta porque lloraba tanto y me deca que de nada sirve llorar...
+
+--Eso... eso... y qu ms? Te acuerdas de ms?
+
+--S, del cuento que nos contaste entonces...
+
+--A ver, qu cuento?
+
+--De la nia que se le cay la mueca en un pozo seco adonde no poda
+bajar a sacarla y se puso a llorar, a llorar, a llorar, y llor tanto
+que se llen el pozo con sus lgrimas y sali flotando en ellas la
+mueca...
+
+--Y qu dijo Elvirita a eso? Qu dijo? Que no me acuerdo...
+
+--S, s se acuerda, madre...
+
+--Bueno, pues qu dijo?
+
+--Dijo que la nia se quedara seca y muerta de haber llorado tanto...
+
+--Y yo qu dije?
+
+--Por Dios, madre...
+
+--Bueno, no lo digas, pero no llores as, palomita, no llores as...
+que por mucho que llores no se llenar con tus lgrimas el pozo en que
+voy cayendo y no saldr flotando...
+
+--Si pudiera ser...
+
+--Ah, s! Si pudiera ser yo saldra a cojerte y llevarte conmigo...
+Pero hay que esperar la hora. Y cuida de tus hermanos. Te los entrego a
+ti, sabes? a ti. Haz que no se den cuenta de que me he muerto.
+
+--Har todo lo que pueda...
+
+--Y yo te ayudar desde arriba.
+
+--Que no se enteren de que me he muerto...
+
+--Te rezar, madre...
+
+--A la Virgen, hija, a la Virgen...
+
+--Te rezar, madre, todas las noches antes de acostarme...
+
+--Bueno, no llores as...
+
+--Pero si no lloro, no ves que no lloro?
+
+--Para lavar los ojos cuando han visto cosas feas no est mal, pero t
+no has visto cosas feas, no puedes verlas...
+
+--Y si es caso, cerrando los ojos...
+
+--No, no, as se ven cosas ms feas. Y pide por tu padre, por tu madre,
+por m... No olvides a tu madre...
+
+--Si no la olvido...
+
+--Como no la conociste...
+
+--S, la conozco!
+
+--Pero a la otra, digo, a la que te trajo al mundo.
+
+--S, gracias a ti la conozco; a aqulla!
+
+--Pobrecilla! Ella no haba conocido a la suya...
+
+--Su madre fuiste t, lo s bien!
+
+--Bueno, pero no llores...
+
+--Si no lloro!--y se enjugaba los ojos con el dorso de la mano
+izquierda mientras con la otra temblorosa, sostena el vaso de la
+medicina.
+
+--Bueno, y ahora trae a la mueca, que quiero verla. Ah! Y all en un
+rincn de aquella arquita ma que t sabes... ah est la llave... s,
+sa, sa!... All donde nadie ha tocado ms que yo, y t alguna vez;
+all, junto a aquellos retratos, sabes?, hay otra mueca... la ma...
+la que yo tena siendo nia... mi primer cario... el primero?...
+bueno! Tremela tambin... Pero que no se entere ninguna de sas, no
+digan que son tonteras nuestras, porque las tontas somos nosotras...
+Treme las dos muecas, que me despida de ellas, y luego nos pondremos
+serias para despedirnos de los otros... Vete, que me viene un mal
+pensamiento--y se santigu.
+
+El mal pensamiento era que el susurro diablico all, en el fondo de las
+entraas doloridas con el dolor de la partida, le deca: muecos
+todos!
+
+
+
+
+XXIII
+
+
+LUEGO llam a todos, y Caridad entre ellos.
+
+--Esto es, hijos mos, la ltima fiebre, el principio del fuego del
+Purgatorio...
+
+--Pero qu cosas dices, mam...
+
+--S; el fuego del Purgatorio, porque en el Infierno no hay fuego... el
+Infierno es de hielo y nada ms que de hielo. Se me est quemando la
+carne... Y lo que siento es irme sin ver, sin conocer, al que ha de
+llegar... o a la que ha de llegar... o a los que han de llegar...
+
+--Vamos, mam...
+
+--Bueno, t, Cari, cllate y no nos vengas ahora con vergenza... Porque
+yo querra contarles todo a los que me llaman... Vamos, no lloris
+as... All estn... los tres...
+
+--Pero no digas esas cosas...
+
+--Ah, queris que os diga cosas de reir? Las tonteras ya nos las hemos
+dicho Manolita y yo, las dos tontas de la casa, y ahora hay que hacer
+esto como se hace en los libros...
+
+--Bueno, no hables tanto! El mdico ha dicho que no se te deje hablar
+mucho.
+
+--Ya ests ah t, Ramiro? El hombre! El mdico dices? Y qu sabe el
+mdico? No le hagis caso... Y adems es mejor vivir una hora hablando
+que dos das ms en silencio. Ahora es cuando hay que hablar. Adems,
+as me distraigo y no pienso en mis cosas...
+
+--Pues ya sabes que el padre Alvarez te ha dicho que pienses ahora en
+tus cosas...
+
+--Ah, ya ests ah t, Elvira, la juiciosa? Conque el padre Alvarez,
+eh?... el del remedio... Y qu sabe el padre Alvarez? Otro mdico!
+Otro hombre! Adems, yo no tengo cosas mas en que pensar... yo no
+tengo mis cosas... Mis cosas son las vuestras... y las de ellos... las
+de los que me llaman... Yo no estoy ni viva ni muerta... no he estado
+nunca ni viva ni muerta... Qu? Qu dices t ah, Enriqun? Que estoy
+delirando...
+
+--No, no digo eso...
+
+--S, has dicho eso, te lo he odo bien... se lo has dicho al odo a
+Rosita... No ves que siento hasta el roce en el aire de las alas quietas
+de Manolita. Pues si deliro... qu?
+
+--Que debes descansar...
+
+--Descansar... descansar... tiempo me queda para descansar!
+
+--Pero no te destapes as...
+
+--Si es que me abraso... Y ya sabes, Caridad, Tula, Tula como yo... y
+l, el otro, Ramiro... S, son dos, l y ella, que estarn ahora
+abrazaditos... al calorcito...
+
+Callaron todos un momento. Y al oir la moribunda sollozos entrecortados
+y contenidos, aadi:
+
+--Bueno, hay que tener nimo! Pensad bien, bien, muy bien, lo que
+hayis de hacer, pensadlo muy bien... que nunca tengis que arrepentiros
+de haber hecho algo y menos de no haberlo hecho... Y si veis que el que
+queris se ha cado en una laguna de fango y aunque sea en un pozo
+negro, en un albaal, echaos a salvarle, aun a riesgo de ahogaros,
+echaos a salvarle... que no se ahogue l all... o ahogaros juntos... en
+el albaal... servidle de remedio... s, de remedio... que mors entre
+lgamo y porquera? no importa... Y no podris ir a salvar al compaero
+volando sobre el ras del albaal porque no tenemos alas... no, no
+tenemos alas... o son alas de gallina, de no volar... y hasta las alas
+se mancharan con el fango que salpica el que se ahoga en l... No, no
+tenemos alas... a lo ms de gallina... no somos ngeles... lo seremos en
+la otra vida... donde no hay fango... ni sangre! Fango hay en el
+Purgatorio, fango ardiente, que quema y limpia... fango que limpia,
+s... En el Purgatorio les queman a los que no quisieron lavarse con
+fango... s, con fango... Les queman con estircol ardiente... les lavan
+con porquera... Es lo ltimo que os digo, no tengis miedo a la
+podredumbre... Rogad por m, y que la Virgen me perdone.
+
+Le di un desmayo. Al volver de l no coordinaba los pensamientos. Entr
+luego en una agona dulce. Y se apag como se apaga una tarde de otoo
+cuando las ltimas razas del sol, filtradas por nubes sangrientas, se
+derriten en las aguas serenas de un remanso del ro en que se reflejan
+los lamos--sanguneo su follaje tambin--que velan a sus orillas.
+
+
+
+
+XXIV
+
+
+MURI la ta Tula? No, sino que empez a vivir en la familia, e
+irradiando de ella, con una nueva vida ms entraada y ms vivfica, con
+la vida eterna de la familiaridad inmortal. Ahora era ya para sus hijos,
+sus sobrinos, la Ta, no ms que la Ta, ni _madre_ ya ni _mam_, ni aun
+ta Tula, sino slo la Ta. Fu este nombre de invocacin, de verdadera
+invocacin religiosa, como el canonizamiento domstico de una santidad
+de hogar. La misma Manolita, su ms hija y la ms heredera de su
+espritu, la depositaria de su tradicin, no le llamaba sino la Ta.
+
+Mantena la unidad y la unin de la familia, y si al morir ella
+afloraron a vista de todos, hacindose patentes, divisiones intestinas
+antes ocultas, alianzas defensivas y ofensivas entre los hermanos, fu
+porque esas divisiones brotaban de la vida misma familiar que ella cre.
+Su espritu provoc tales disensiones y bajo de ellas y sobre ellas la
+unidad fundamental y culminante de la familia. La ta Tula era el
+cimiento y la techumbre de aquel hogar.
+
+Formronse en ste dos grupos: de un lado, Rosita, la hija mayor de
+Rosa, aliada con Caridad, con su cuada y no con su hermano, no con
+Ramiro; de otro, Elvira, la segunda hija de Rosa, con Enrique, su
+hermanastro, el hijo de la hospiciana, y quedaban fuera Ramiro y
+Manolita. Ramiro viva, o ms bien se dejaba vivir, atento a su hijo y
+al porvenir que poda depararle otros y a sus negocios civiles, y
+Manolita, atenta a mantener el culto de la Ta y la tradicin del hogar.
+
+Manolita se preparaba a ser el posible lazo entre cuatro probables
+familias venideras. Desde la muerte de la Ta habase revelado. Guardaba
+todo su saber, todo su espritu; las mismas frases recortadas y
+aceradas, a las veces repeticin de las que oy a la otra, la misma
+doctrina, el mismo estilo y hasta el mismo gesto. Otra
+ta!--exclamaban sus hermanos, y no siempre llevndoselo a bien. Ella
+guardaba el archivo y el tesoro de la otra; ella tena la llave de los
+cajoncitos secretos de la que se fu en carne y sangre; ella guardaba,
+con su mueca de cuando nia, la mueca de la niez de la Ta, y algunas
+cartas, y el devocionario y el breviario de don Primitivo; ella era en
+la familia quien saba los dichos y hechos de los antepasados dentro de
+memoria: de don Primitivo, que nada era de su sangre; de la madre del
+primer Ramiro; de Rosa; de su propia madre Manuela, la hospiciana--de
+sta no dichos ni hechos, sino silencios y pasiones--, ella era la
+historia domstica; por ella se continuaba la eternidad espiritual de la
+familia. Ella hered el alma de sta, espiritualizada en la Ta.
+
+Herencia? Se trasmite por herencia en una colmena el espritu de las
+abejas, la tradicin abejil, el arte de la melificacin y de la fbrica
+del panal, la _abejidad_, y no se trasmite, sin embargo, por carne y por
+jugos de ella. La carnalidad se perpeta por znganos y por reinas, y ni
+los znganos ni las reinas trabajaron nunca, no supieron ni fabricar
+panales, ni hacer miel, ni cuidar larvas, y no sabindolo, no pudieron
+trasmitir ese saber, con su carne y sus jugos, a sus cras. La tradicin
+del arte de las abejas, de la fbrica del panal y el laboreo de la miel
+y la cera, es, pues, colateral y no de trasmisin de carne, sino de
+espritu, y dbese a las tas, a las abejas que ni fecundan huevecillos
+ni los ponen. Y todo esto lo saba Manolita, a quien se lo haba
+enseado la Ta, que desde muy joven par su atencin en la vida de las
+abejas y la estudi y medit, y hasta so sobre ella. Y una de las
+frases de ntimo sentido, casi esotrico, que aprendi Manolita de la
+Ta y que de vez en cuando aplicaba a sus hermanos, cuando dejaban muy
+al desnudo su masculinidad de instintos, era decirles: Cllate,
+zngano! Y zngano tena para ella, como lo haba tenido para la Ta,
+un sentido de largas y profundas resonancias. Sentido que sus hermanos
+adivinaban.
+
+La alianza entre Elvira, la hija del primer Ramiro que le cost la vida
+a Rosa, su primera mujer, y Enrique, el hijo del pecado de aqul y de la
+hospiciana, era muy estrecha. Queranse los hermanastros ms que
+cualesquiera otros de los cinco entre s. Siempre andaban en cuchicheos
+y en secreteos. Y esta a modo de conjura desasosegbale a Manolita. No
+que le doliera que su hermano uterino, el salido del mismo vientre de
+donde ella sali, tuviese ms apego a hermana nacida de otra madre, no;
+senta que a ella no haba de apegrsele ninguno de sus hermanos y
+complacase en ello. Pero aquel afecto ms que fraternal le era
+repulsivo.
+
+--Ya estoy deseando--les dijo una vez--que uno de vosotros se enamore;
+que t, Enrique, te eches novia o que a sta, a ti, Elvira, te pretenda
+alguno...
+
+--Y para qu?--pregunt sta.
+
+--Para que dejis de andar as, de bracete por la casa, y con
+cuentecitos al odo y carantoas, arrumacos y lagoteras...
+
+--Acaso entonces ms...--dijo Enrique.
+
+--Y cmo as?
+
+--Porque sta vendr a contarme los secretos de su novio, verdad,
+Elvira?, y yo le contar, claro est!, los de mi novia...
+
+--S, s...--exclam Elvira a punto de palmotear.
+
+--Y os reiris uno y otro del otro novio y de la otra novia, no es
+as?... qu bonito!
+
+--Bueno, y qu dira a esto la Ta?--pregunt Elvira mirndole a
+Manolita a los ojos.
+
+--Dira que no se debe jugar con las cosas santas y que sois unos
+chiquillos...
+
+--Pues no repitas con la Ta--le arguy Enrique--aquello del Evangelio
+de que hay que hacerse nio para entrar en el reino de los cielos...
+
+--Nio, s! Chiquillo, no!
+
+--Y en qu se le distingue al nio del chiquillo...?
+
+--En qu? En la manera de jugar.
+
+--Cmo juega el chiquillo?
+
+--El chiquillo juega a persona mayor. Los nios no son, como los
+mayores, ni hombres ni mujeres, sino que son como los ngeles. Recuerdo
+haberle odo decir a la Ta que haba odo que hay lenguas en que el
+nio no es ni masculino ni femenino, sino neutro...
+
+--S--aadi Enrique--en alemn. Y la seorita es neutro...
+
+--Pues esta seorita--dijo Manolita intentando, sin conseguirlo, teir
+de una sonrisa estas palabras--no es neutra...
+
+--Claro que no soy neutra; pues no faltaba ms...!
+
+--Pero bueno, nada de chiquilladas!
+
+--Chiquilladas, no; nieras, eso, no es eso?
+
+--Eso es!
+
+--Bueno, y en qu las conoceremos?
+
+--Basta, que no quiero deciros ms. Para qu? Porque hay cosas que al
+tratar de decirlas se ponen ms oscuras...
+
+--Bien, bien, tita--exclam Elvira abrazndola y dndole un beso--, no
+te enfades as... Verdad que no te enfadas, tita...?
+
+--No; y menos porque me llames tita...
+
+--Si lo haca sin intencin...
+
+--Lo s; pero eso es lo peligroso. Porque la intencin viene despus...
+
+Enrique le hizo una carantoa a su hermana completa y cojiendo a la
+otra, a la hermanastra, por debajo de un brazo, se la llev consigo.
+
+Y Manolita, vindoles alejarse, qued dicindose: Chiquillos? En
+efecto, chiquillos! Pero he hecho bien en decirles lo que les he dicho?
+He hecho bien, Ta?--e invocaba mentalmente a la Ta.--La intencin
+viene despus... No soy yo la que con mis reconvenciones voy a darles
+una intencin que les falta? Pero, no, no! Que no jueguen as! Porque
+estn jugando...! Y ojal les salga pronto el novio a ella y la novia a
+l!
+
+
+
+
+XXV
+
+
+EL otro grupo lo formaban en la familia, no Rosita y Ramiro, sino la
+mujer de ste, Caridad, y aquella su cuada. Aunque en rigor era Rosita
+la que buscaba a Caridad y le llevaba sus quejas, sus aprensiones, sus
+suspicacias. Porque iba, por lo comn, a quejarse. Crease, o al menos
+aparentaba creer, que era la desdeada y la no comprendida. Ponase
+triste y como preocupada en espera de que le preguntasen qu era lo que
+tena, y como nadie se lo preguntaba sufra con ello. Y menos que los
+otros hermanos se lo preguntaba Manolita, que se deca: Si tiene algo
+de verdad y ms que gana de mimo y de que nos ocupemos especialmente en
+ella, ya reventar! Y la preocupada sufra con ello.
+
+A su cuada, a Caridad, le iba sobre todo con quejas de su marido;
+complacase en acusar a ste, a Ramiro, de egosta. Y la mujer le oa
+pacientemente y sin saber qu decirle.
+
+--Yo no s, Manuela--le deca a sta Caridad, su cuada--qu hacer con
+Rosa... Siempre me est viniendo con quejas de Ramiro: que si es un
+orgulloso, que si un egosta, que si un distrado...
+
+--Llvale la hebra y dile que s!
+
+--Pero cmo? Voy a darle alas?
+
+--No, sino a cortrselas.
+
+--Pues no lo entiendo. Y adems, eso no es verdad; Ramiro no es as!...
+
+--Lo s, lo s muy bien. S que Ramiro podr tener, como todo hombre,
+sus defectos...
+
+--Y como toda mujer.
+
+--Claro, s! Pero los de l son defectos de hombre...
+
+--De zngano, vamos!
+
+--Como quieras; los de Ramiro son defectos de hombre, o si quieres, pues
+que te empeas, de zngano...
+
+--Y los mos?
+
+--Los tuyos, Caridad? Los tuyos... de reina!
+
+--Muy bien! Ni la Ta...!
+
+--Pero los defectos de Ramiro no son los que Rosa dice. Ni es
+orgulloso, ni es egosta, ni es distrado...
+
+--Y entonces por qu voy a llevarle la hebra como dices?
+
+--Porque eso ser llevarle la contraria. Lo s muy bien. La conozco.
+
+Cierta maana, encontrndose las tres, Caridad, Manuela y Rosa, comenz
+sta el ataque.
+
+R.--Vaya unas horas de llegar anoche tu maridito!
+
+Nunca hablando con su cuada le llamaba a Ramiro mi hermano, sino
+siempre: tu marido.
+
+C.--Y qu mal hay en ello?
+
+M.--Y t, Rosa, estabas a esas horas despierta...
+
+R.--Me despert su llegada...
+
+M.--S, eh?
+
+C.--Pues a m apenas si me despert...
+
+R.--Vaya una calma!
+
+M.--Aqu Caridad duerme confiada y hace bien.
+
+R.--Hace bien...? Hace bien...? No lo comprendo.
+
+M.--Pues yo s. Pero t parece que te complaces en eso, que es un juego
+muy peligroso y muy feo...
+
+C.--Por Dios, Manuela!
+
+R.--Djale, djale a la ta...
+
+M.--Con el acento que ahora le pones la ta aqu eres ahora t...
+
+R.--Yo? Yo la ta?
+
+M.--S, t, t, Rosa. A qu viene querer provocar celos en tu hermana?
+
+C.--Pero si Rosa no quiere hacerme celosa, Manuela...
+
+M.--Yo s lo que me digo, Caridad.
+
+R.--S, aqu ella sabe lo que se dice...
+
+M.--Aqu sabemos todos lo que queremos decir y yo s, adems, lo que me
+digo, me entiendes, Rosa?
+
+R.--El estribillo de la Ta...
+
+M.--Sea. Y te digo que seras capaz de aceptar el peor novio que se te
+presente y casarte con l no ms que para provocarle a que te diese
+celos, no a drselos t...
+
+R.--Casarme yo? Yo casarme? Yo novio? Las ganas...!
+
+M.--S, ya s que dices, aunque no s si lo piensas, que no te has de
+casar, que t no quieres novio... Ya s que andas en si te vas o no a
+meter monja...
+
+C.--Y cmo lo has sabido, Manuela?
+
+M.--Ah, pero vosotras creis que no me percato de vuestros secretos?
+Precisamente por ser secretos...
+
+R.--Bueno, y si pensara yo en meterme monja, qu? Qu mal hay en ello?
+Qu mal hay en servir a Dios?
+
+M.--En servir a Dios, no, no hay mal ninguno... Pero es que si t
+entrases monja no sera por servir a Dios...
+
+R.--No? Pues por qu?
+
+M.--Por no servir a los hombres... ni a las mujeres...
+
+C.--Pero por Dios, Manuela, qu cosas tienes...
+
+R.--S, ella tiene sus cosas y yo las mas... Y quin te ha dicho,
+hermana, que desde el convento no se puede servir a los hombres...?
+
+M.--Sin duda, rezando por ellos...
+
+R.--Pues claro est! Pidiendo a Dios que les libre de tentaciones...
+
+M.--Pero me parece que t ms que a rezar no nos dejes caer en la
+tentacin vas a no me dejes caer en la tentacin...
+
+R.--S, que voy a que no me tienten...
+
+M.--Pues no has venido ac a tentar a Caridad, tu hermana? O es que
+crees que no era tentacin eso? No venas a hacerle caer en tentacin?
+
+C.--No, Manuela, no vena a eso. Y adems sabe que no soy celosa, que no
+lo ser, que no puedo serlo...
+
+R.--Djale, djale, Caridad, djale a la abejita, que pique... que
+pique...
+
+M.--Duele, eh? Pues, hija, rascarse...
+
+R.--_Hija_ ahora, eh?
+
+M.--Y siempre, hermana.
+
+R.--Y dime t, hermanita, la abejita, t no has pensado nunca en
+meterte en un panal as, en una colmena...?
+
+M.--Se puede hacer miel y cera en el mundo...
+
+R.--Y picar...
+
+M.--Y picar, exacto!
+
+R.--Vamos, s, que t, como ta Tula, vas para ta...
+
+M.--Yo no s para lo que voy, pero si siguiera el ejemplo de la Ta no
+habra de ir por mal camino. O es que crees que marr ella el suyo? Es
+que has olvidado sus enseanzas? Es que trat ella nunca de encismar a
+los de casa? Es que habra ella nunca denunciado un acto de uno de sus
+hermanos?
+
+C.--Por Dios, Manuela, por la memoria de ta Tula, cllate ya... Y t,
+Rosa, no llores as... vamos, levanta esa frente... no te tapes as la
+cara con las manos... no llores as, hija, no llores as...
+
+Manuela le puso a su hermanastra la mano sobre el hombro y con una voz
+que pareca venir del otro mundo, del mundo eterno de la familia
+inmortal, le dijo:
+
+--Perdname, hermana, me he excedido... pero tu conducta me ha herido
+en lo vivo de la familia y he hecho lo que creo que habra hecho la Ta
+en este caso... perdnamelo!
+
+Y Rosa, cayendo en sus brazos y ocultando su cabeza entre los pechos de
+su hermana, le dijo entre sollozos:
+
+--Quien tiene que perdonarme eres t, hermana, t... Pero hermana...
+no, sino madre... ni madre... Ta! Ta!
+
+--Es la Ta, la ta Tula, la que tiene que perdonarnos y unirnos y
+guiarnos a todos!--concluy Manuela.
+
+
+
+
+
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+Foundation as set forth in Section 3 below.
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+INCIDENTAL DAMAGES EVEN IF YOU GIVE NOTICE OF THE POSSIBILITY OF SUCH
+DAMAGE.
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+in paragraph 1.F.3, this work is provided to you 'AS-IS', WITH NO OTHER
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+
+Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of
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+including obsolete, old, middle-aged and new computers. It exists
+because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from
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+Volunteers and financial support to provide volunteers with the
+assistance they need are critical to reaching Project Gutenberg-tm's
+goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will
+remain freely available for generations to come. In 2001, the Project
+Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure
+and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations.
+To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
+and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4
+and the Foundation information page at www.gutenberg.org
+
+
+Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive
+Foundation
+
+The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit
+501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
+state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
+Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification
+number is 64-6221541. Contributions to the Project Gutenberg
+Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent
+permitted by U.S. federal laws and your state's laws.
+
+The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S.
+Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered
+throughout numerous locations. Its business office is located at 809
+North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. Email
+contact links and up to date contact information can be found at the
+Foundation's web site and official page at www.gutenberg.org/contact
+
+For additional contact information:
+ Dr. Gregory B. Newby
+ Chief Executive and Director
+ gbnewby@pglaf.org
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+Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg
+Literary Archive Foundation
+
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+increasing the number of public domain and licensed works that can be
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+array of equipment including outdated equipment. Many small donations
+($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt
+status with the IRS.
+
+The Foundation is committed to complying with the laws regulating
+charities and charitable donations in all 50 states of the United
+States. Compliance requirements are not uniform and it takes a
+considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up
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+where we have not received written confirmation of compliance. To
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+particular state visit www.gutenberg.org/donate
+
+While we cannot and do not solicit contributions from states where we
+have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition
+against accepting unsolicited donations from donors in such states who
+approach us with offers to donate.
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+any statements concerning tax treatment of donations received from
+outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff.
+
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+methods and addresses. Donations are accepted in a number of other
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+
+
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+works.
+
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+concept of a library of electronic works that could be freely shared
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+
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+
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+
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+
+This Web site includes information about Project Gutenberg-tm,
+including how to make donations to the Project Gutenberg Literary
+Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to
+subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks.
+
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--- /dev/null
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Binary files differ
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@@ -0,0 +1,6498 @@
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+<pre>
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+The Project Gutenberg EBook of La ta Tula, by Miguel De Unamuno
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+This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
+almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or
+re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included
+with this eBook or online at www.gutenberg.org
+
+
+Title: La Ta Tula
+ Novela
+
+Author: Miguel De Unamuno
+
+Release Date: December 5, 2013 [EBook #44358]
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+Language: Spanish
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+Character set encoding: ISO-8859-1
+
+*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA TA TULA ***
+
+
+
+
+Produced by Carlos Coln, University of Michigan and the
+Online Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net
+(This file was produced from images generously made
+available by The Internet Archive/American Libraries.)
+
+
+
+
+
+
+</pre>
+
+
+<p class="box">Nota del Transcriptor:<br/><br/>
+ Errores obvios de imprenta han sido corregidos.<br/>
+ Pginas en blanco han sido eliminadas.<br/>
+</p>
+
+
+
+<p class="center large p6">MIGUEL DE UNAMUNO</p>
+
+<h1>LA TIA TULA</h1>
+<p class="center">(NOVELA)</p>
+
+<p class="center p6 ht">RENACIMIENTO<br />
+<span class="smcap">SAN MARCOS</span>, 42<br />
+MADRID<br />
+1921</p>
+
+
+
+
+<p class="right p6">ES PROPIEDAD</p>
+
+
+<p class="center p6">Copyright 1921 by Miguel de Unamuno.</p>
+
+
+<p class="center p6 ht">Imprenta de Juan Pueyo. Luna, 29. Telf. 14-30.&mdash;Madrid.</p>
+
+
+
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_5" id="Page_5">[5]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2><i>PROLOGO</i></h2>
+<p class="center">(<i>QUE PUEDE SALTAR EL LECTOR DE NOVELAS</i>)</p>
+
+
+<p class="p2"><span class="smcap">Tena</span> <i>uno (hermano) casi de mi edad, que era
+el que yo ms quera, aunque a todos tena
+gran amor y ellos a m; juntbamonos entrambos
+a leer vidas de santos... Espantbanos mucho
+el decir en lo que leamos que pena y gloria
+eran para siempre. Acaecanos estar muchos ratos
+tratando desto, y gustbamos de decir muchas
+veces para siempre, siempre, siempre. En
+pronunciar esto mucho rato era el Seor servido,
+me quedase en esta niez imprimido el camino
+de la verdad. De que vi que era imposible ir
+adonde me matasen por Dios, ordenbamos ser
+ermitaos, y en una huerta que haba en casa
+procurbamos, como podamos, hacer ermitas<span class="pagenum"><a name="Page_6" id="Page_6">[6]</a></span>
+poniendo unas pedrecillas, que luego se nos
+caan, y ans no hallbamos remedio en nada
+para nuestro deseo; que ahora me pone devocin
+ver cmo me daba Dios tan presto lo que yo
+perd por mi culpa.</i></p>
+
+<hr class="tb" />
+
+<p><i>Acurdome que cuando muri mi madre qued
+yo de edad de doce aos, poco menos; como
+yo comenc a entender lo que haba perdido,
+afligida fume a una imagen de Nuestra Seora
+y supliquela fuese mi madre con muchas lgrimas.
+Parceme que aunque se hizo con simpleza,
+que me ha valido, pues conocidamente he hallado
+a esta Virgen Soberana en cuanto me he encomendado
+a ella, y, en fin, me ha tornado a s.</i></p>
+
+<p class="i5"><i>(Del captulo I de la Vida de la Santa Madre
+Teresa de Jess, que escribi ella misma por
+mandado de su confesor.)</i></p>
+
+<p><i>Sea (Dios) alabado por siempre, que tanta
+merced ha hecho a vuestra merced, pues le ha
+dado mujer, con quien pueda tener mucho descanso.
+Sea mucho de enhorabuena, que harto
+consuelo es para m pensar que le tiene. A la
+seora doa Mara beso siempre las manos muchas
+veces; aqu tiene una capellana y muchas.<span class="pagenum"><a name="Page_7" id="Page_7">[7]</a></span>
+Harto quisiramos poderla gozar; mas si haba
+de ser con los trabajos que por ac hay, ms
+quiero que tenga all sosiego, que verla ac
+padecer.</i></p>
+
+<p class="i5">(<i>De una carta que desde Avila, a 15 de diciembre
+de 1581, dirigi la Santa Madre, y Ta,
+Teresa de Jess, a su sobrino don Lorenzo de
+Cepeda, que estaba en Indias, en el Per, donde
+se cas con doa Mara de Hinojosa, que es la
+seora doa Mara de que se habla en ella</i>)</p>
+
+<p><i>En el captulo II de la misma susomentada
+Vida, dice la Santa Madre Teresa de Jess que
+era moza aficionada a leer libros de caballeras&mdash;los
+suyos lo son, a lo divino&mdash;y en uno
+de los sonetos, de nuestro Rosario de ellos, la hemos
+llamado</i></p>
+
+<p class="i5"><i>Quijotesa</i></p>
+<p class="i2"><i>a lo divino, que dej asentada</i><br />
+<i>nuestra Espaa inmoral, cuya es la empresa:</i><br />
+<i>slo existe lo eterno; Dios o nada!</i><br /></p>
+
+<p><i>Lo que acaso alguien crea que diferencia a
+Santa Teresa de Don Quijote, es que ste, el Caballero&mdash;y
+to, to de su inmortal sobrina&mdash;se
+puso en ridculo y fu el ludibrio y juguete de
+padres y madres, de znganos y de reinas; pero
+es que Santa Teresa escap al ridculo? Es que<span class="pagenum"><a name="Page_8" id="Page_8">[8]</a></span>
+no se burlaron de ella? Es que no se estima hoy
+por muchos quijotesco, o sea ridculo, su instituto,
+y aventurera, de caballera andante, su obra y
+su vida?</i></p>
+
+<p><i>No crea el lector, por lo que precede, que el relato
+que se sigue y va a leer es, en modo alguno,
+un comentario a la vida de la Santa espaola.
+No, nada de esto! Ni pensbamos en Teresa de
+Jess al emprenderlo y desarrollarlo; ni en Don
+Quijote. Ha sido despus de haberlo terminado,
+cuando aun para nuestro nimo, que lo concibi,
+result una novedad este parangn, cuando hemos
+descubierto las races de este relato novelesco.
+Nos fu oculto su ms hondo sentido al emprenderlo.
+No hemos visto sino despus, al hacer
+sobre l examen de conciencia de autor, sus races
+teresianas y quijotescas. Que son una misma raz.</i></p>
+
+<p><i>Es acaso ste un libro de caballeras? Como
+el lector quiera tomarlo... Tal vez a alguno pueda
+parecerle una novela agiogrfica, de vida de santos.
+Es, de todos modos, una novela, podemos
+asegurarlo.</i></p>
+
+<p><i>No se nos ocurri a nosotros, sino que fu
+cosa de un amigo, francs por ms seas, el notar
+que la inspiracin&mdash;perdn!&mdash;de nuestra<span class="pagenum"><a name="Page_9" id="Page_9">[9]</a></span>
+nivola</i> Niebla <i>era de la misma raz que la de</i> La
+vida es sueo, <i>de Caldern. Mas en este otro
+caso ha sido cosa nuestra el descubrir, despus
+de concluda esta novela que tienes a la vista,
+lector, sus races quijotescas y teresianas. Lo que
+no quiere decir claro est! que lo que aqu se
+cuenta no haya podido pasar fuera de Espaa.</i></p>
+
+<hr class="tb" />
+
+<p><i>Antes de terminar este Prlogo queremos hacer
+otra observacin, que le podr parecer a alguien
+quizs sutileza de lingista y fillogo, y no
+lo es sino de psicologa. Aunque es la psicologa
+algo ms que lingstica y filologa?</i></p>
+
+<p><i>La observacin es que as como tenemos la
+palabra</i> paternal <i>y</i> paternidad, <i>que derivan de</i>
+pater, <i>padre, y</i> maternal <i>y</i> maternidad, <i>de</i> mater,
+<i>madre, y no es lo mismo, ni mucho menos, lo paternal
+y lo maternal, ni la paternidad y la maternidad,
+es extrao que junto a</i> fraternal <i>y</i> fraternidad,
+<i>de</i> frater, <i>hermano, no tengamos</i> sororal
+<i>y</i> sororidad, <i>de</i> soror, <i>hermana. En latn hay</i>
+sororius, a, um, <i>lo de la hermana, y el verbo</i> sororiare,
+<i>crecer por igual y juntamente.</i></p>
+
+<p><i>Se nos dir que la</i> sororidad <i>equivaldra a la</i><span class="pagenum"><a name="Page_10" id="Page_10">[10]</a></span>
+fraternidad, <i>mas no lo creemos as. Como si en
+latn tuviese la hija un apelativo de raz distinta
+que el de hijo, valdra la pena de distinguir entre
+las dos filialidades.</i></p>
+
+<p>Sororidad <i>fu la de la admirable Antgona,
+esta santa del paganismo helnico, la hija de
+Edipo, que sufri martirio por amor a su hermano
+Polinices, y por confesar su fe de que
+las leyes eternas de la conciencia, las que rigen
+en el eterno mundo de los muertos, en el
+mundo de la inmortalidad, no son las que forjan
+los dspotas y tiranos de la tierra, como era
+Creonte.</i></p>
+
+<p><i>Cuando en la tragedia sofocleana Creonte le
+acusa a su sobrina Antgona de haber faltado a
+la ley, al mandato regio, rindiendo servicio fnebre
+a su hermano, el fratricida, hay entre aqullos
+este duelo de palabras:</i></p>
+
+<p>A.&mdash;<i>No es nada feo honrar a los de la misma
+entraa...</i></p>
+
+<p>Cr.&mdash;<i>No era de tu sangre tambin el que
+muri contra l?</i></p>
+
+<p>A.&mdash;<i>De la misma, por madre y padre...</i></p>
+
+<p>Cr.&mdash;<i>Y cmo rindes a ste un honor impo?</i></p>
+
+<p>A.&mdash;<i>No dira eso el muerto...</i></p><p><span class="pagenum"><a name="Page_11" id="Page_11">[11]</a></span></p>
+
+<p>Cr.&mdash;<i>Pero es que le honras igual que al
+impo...</i></p>
+
+<p>A.&mdash;<i>No muri su siervo, sino su hermano...</i></p>
+
+<p>Cr.&mdash;<i>Asolando esta tierra, y el otro defendindola...</i></p>
+
+<p>A.&mdash;<i>El otro mundo, sin embargo, gusta de
+igualdad ante la ley...</i></p>
+
+<p>Cr.&mdash;<i>Cmo ha de ser igual para el vil que
+para el noble?</i></p>
+
+<p>A.&mdash;<i>Quin sabe si estas mximas son santas
+all abajo...</i></p>
+
+<p class="i5">(<i>Antgona</i>, versos 511-521.)</p>
+
+<hr class="tb" />
+
+<p><i>Es que acaso lo que a Antgona le permiti
+descubrir esa ley eterna, apareciendo a los ojos
+de los ciudadanos de Tebas y de Creonte, su to,
+como una anarquista, no fu el que era, por terrible
+decreto del Hado, hermana carnal de su
+propio padre, Edipo? Con el que haba ejercido
+oficio de</i> sororidad <i>tambin.</i></p>
+
+<p><i>El acto</i> sororio <i>de Antgona dando tierra al
+cadver insepulto de su hermano y librndolo
+as del furor regio de su to Creonte, parecile a
+ste un acto de anarquista. No hay mal mayor
+que el de la anarqua!&mdash;declaraba el tirano&mdash;.</i><span class="pagenum"><a name="Page_12" id="Page_12">[12]</a></span>
+(Antgona, <i>verso 672</i>.) <i>Anarqua? Civilizacin?</i></p>
+
+<p><i>Antgona, la anarquista segn su to, el tirano
+Creonte, modelo de virilidad, pero no de humanidad;
+Antgona, hermana de su padre Edipo y,
+por lo tanto, ta de su hermano Polinices, representa
+acaso la domesticidad religiosa, la religin
+domstica, la del hogar, frente a la civilidad poltica
+y tirnica, a la tirana civil, y acaso tambin
+la domesticacin frente a la civilizacin. Aunque
+es posible civilizarse sin haberse domesticado
+antes? Caben civilidad y civilizacin donde no
+tienen como cimientos domesticidad y domesticacin?</i></p>
+
+<p><i>Hablamos de</i> patrias <i>y sobre ellas de</i> fraternidad
+<i>universal, pero no es una sutileza lingstica
+el sostener que no pueden prosperar sino sobre</i>
+matrias <i>y</i> sororidad. <i>Y habr barbarie de guerras
+devastadoras, y otros estragos, mientras sean los
+znganos, que revolotean en torno de la reina
+para fecundarla y devorar la miel que no hicieron,
+los que rijan las colmenas.</i></p>
+
+<p><i>Guerras? El primer acto guerrero fu, segn
+lo que llamamos Historia Sagrada, la de la Biblia,
+el asesinato de Abel por su hermano Can.
+Fu una muerte fraternal, entre hermanos, el primer<span class="pagenum"><a name="Page_13" id="Page_13">[13]</a></span>
+acto de fraternidad. Y dice el Gnesis que
+fu Can, el fratricida, el que primero edific una
+ciudad, a la que llam del nombre de su hijo&mdash;habido
+en una hermana&mdash;Henoc.</i> (<i>Gn. IV, 17.</i>)
+<i>Y en aquella ciudad,</i> polis, <i>debi empezar la vida
+civil, poltica, la civilidad y la civilizacin. Obra,
+como se ve, del fratricida. Y cuando, siglos ms
+tarde, nuestro Lucano, espaol, llam a las guerras
+entre Csar y Pompeyo</i> plusquam civilia,
+<i>ms que civiles&mdash;lo dice en el primer verso de su</i>
+Pharsalia&mdash;<i>quiere decir</i> fraternales. <i>Las guerras
+ms que civiles son las fraternales.</i></p>
+
+<p><i>Aristteles le llam al hombre</i> zoon politicon,
+<i>esto es, animal civil o ciudadano&mdash;no poltico, que
+esto es no traducir&mdash;animal que tiende a vivir en
+ciudades, en mazorcas de casas estadizas, arraigadas
+en tierra por cimientos, y se es el hombre
+y, sobre todo, el varn. Animal civil, urbano, fraternal
+y... fratricida. Pero ese animal civil, no
+ha de depurarse por accin domstica? Y el hogar,
+el verdadero hogar, no ha de encontrarse
+lo mismo en la tienda del pastor errante que se
+planta al azar de los caminos? Y Antgona acompa
+a su padre, ciego y errante, por los senderos
+del desierto, hasta que desapareci en Colono.<span class="pagenum"><a name="Page_14" id="Page_14">[14]</a></span>
+Pobre civilidad fraternal, cainita, si no hubiera
+la domesticidad sororia!...</i></p>
+
+<p><i>Va, pues, el fundamento de la civilidad, la domesticidad,
+de mano en mano de hermanas, de
+tas. O de esposas de espritu, castsimas, como
+aquella Abisag, la sunamita de que se nos habla
+en el captulo I del libro I de los Reyes, aquella
+doncella que le llevaron al viejo rey David, ya
+cercano a su muerte, para que le mantuviese en
+la puesta de su vida, abrigndole y calentndole
+en la cama mientras dorma. Y Abisag le sacrific
+su maternidad, permaneci virgen por l&mdash;pues
+David no la conoci&mdash;y fu causa de que
+ms luego Salomn, el hijo del pecado de David
+con la adltera Betsab, hiciese matar a Adonas,
+su hermanastro, hijo de David y de Hagit, porque
+pretendi para mujer a Abisag, la ltima
+reina con David, pensando as heredar a ste su
+reino.</i></p>
+
+<p><i>Pero a esta Abisag y a su suerte y a su sentido
+pensamos dedicar todo un libro que no ser precisamente
+una novela. Ni una</i> nivola.</p>
+
+<p><i>Y ahora el lector que ha ledo este prlogo&mdash;que
+no es necesario para inteligencia en lo que
+sigue&mdash;puede pasar a hacer conocimiento con<span class="pagenum"><a name="Page_15" id="Page_15">[15]</a></span>
+la ta Tula, que si supo de Santa Teresa y de
+Don Quijote, acaso no supo ni de Antgona la
+griega ni de Abisag la israelita.</i></p>
+
+<p><i>En mi novela</i> Abel Snchez <i>intent escarbar
+en ciertos stanos y escondrijos del corazn, en
+ciertas catacumbas del alma, adonde no gustan
+descender los ms de los mortales. Creen que en
+esas catacumbas hay muertos, a los que lo mejor
+es no visitar, y esos muertos, sin embargo, nos
+gobiernan. Es la herencia de Can. Y aqu, en
+esta novela, he intentado escarbar en otros stanos
+y escondrijos. Y como no ha faltado quien
+me haya dicho que aquello era inhumano, no faltar
+quien me lo diga, aunque en otro sentido, de
+esto. Aquello pareci a alguien inhumano por
+viril, por fraternal; esto lo parecer acaso por
+femenil, por sororio. Sin que quepa negar que el
+varn hereda femenidad de su madre y la mujer
+virilidad de su padre. O es que el zngano no
+tiene algo de abeja y la abeja algo de zngano?
+O hay, si se quiere,</i> abejos <i>y</i> znganas.</p>
+
+<p><i>Y nada ms, que no debo hacer una novela
+sobre otra novela.</i></p>
+
+<p class="i5"><i>En Salamanca, ciudad, en el da de los Desposorios
+de Nuestra Seora del ao de gracia
+milsimo novecentsimo y vigsimo.</i></p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_17" id="Page_17">[17]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>I</h2>
+
+<p><span class="smcap">Era</span> a Rosa y no a su hermana Gertrudis, que
+siempre sala de casa con ella, a quien cean
+aquellas ansiosas miradas que les enderezaba
+Ramiro. O por lo menos, as lo crean ambos,
+Ramiro y Rosa, al atraerse el uno al otro.</p>
+
+<p>Formaban las dos hermanas, siempre juntas,
+aunque no por eso unidas siempre, una pareja
+al parecer indisoluble, y como un solo valor.
+Era la hermosura esplndida y algn tanto provocativa
+de Rosa, flor de carne que se abra a
+flor del cielo a toda luz y todo viento, la que llevaba
+de primera vez las miradas a la pareja; pero
+eran luego los ojos tenaces de Gertrudis los que
+sujetaban a los ojos que se haban fijado en
+ellos y los que a la par les ponan raya. Hubo
+quien al verlas pasar prepar algn chicoleo un
+poco ms subido de tono; mas tuvo que contenerse
+<span class="pagenum"><a name="Page_18" id="Page_18">[18]</a></span>
+al tropezar con el reproche de aquellos
+ojos de Gertrudis, que hablaban mudamente de
+seriedad. Con esta pareja no se juega, pareca
+decir con sus miradas silenciosas.</p>
+
+<p>Y bien miradas y de cerca an despertaba ms
+Gertrudis el ansia de goce. Mientras su hermana
+Rosa abra esplndidamente a todo viento y
+toda luz la flor de su encarnadura, ella era como
+un cofre cerrado y sellado en que se adivina un
+tesoro de ternuras y delicias secretas.</p>
+
+<p>Pero Ramiro, que llevaba el alma toda a flor
+de los ojos, no crey ver ms que a Rosa, y a
+Rosa se dirigi desde luego.</p>
+
+<p>&mdash;Sabes que me ha escrito&mdash;le dijo sta a su
+hermana.</p>
+
+<p>&mdash;S, vi la carta.</p>
+
+<p>&mdash;Cmo? que la viste? es que me espas?</p>
+
+<p>&mdash;Poda dejar de haberla visto? No, yo no
+espo nunca, ya lo sabes, y has dicho eso no
+ms que por decirlo...</p>
+
+<p>&mdash;Tienes razn, Tula, perdnamelo.</p>
+
+<p>&mdash;S, una vez ms, porque t eres as. Yo no
+espo, pero tampoco oculto nunca nada. Vi la
+carta.</p>
+
+<p>&mdash;Ya lo s; ya lo s...</p>
+
+<p><span class="pagenum"><a name="Page_19" id="Page_19">[19]</a></span>
+&mdash;He visto la carta y la esperaba.</p>
+
+<p>&mdash;Y bien, qu te parece de Ramiro?</p>
+
+<p>&mdash;No le conozco.</p>
+
+<p>&mdash;Pero no hace falta conocer a un hombre
+para decir lo que le parece a una de l.</p>
+
+<p>&mdash;A m, s.</p>
+
+<p>&mdash;Pero lo que se ve, lo que est a la vista...</p>
+
+<p>&mdash;Ni de eso puedo juzgar sin conocerle.</p>
+
+<p>&mdash;Es que no tienes ojos en la cara?</p>
+
+<p>&mdash;Acaso no los tenga as...; ya sabes que soy
+corta de vista.</p>
+
+<p>&mdash;Pretextos! Pues mira, chica, es un guapo
+mozo.</p>
+
+<p>&mdash;As parece.</p>
+
+<p>&mdash;Y simptico.</p>
+
+<p>&mdash;Con que te lo sea a ti, basta.</p>
+
+<p>&mdash;Pero es que crees que le he dicho ya
+que s?</p>
+
+<p>&mdash;S que se lo dirs al cabo, y basta.</p>
+
+<p>&mdash;No importa; hay que hacerle esperar y hasta
+rabiar un poco...</p>
+
+<p>&mdash;Para qu?</p>
+
+<p>&mdash;Hay que hacerse valer.</p>
+
+<p>&mdash;As no te haces valer, Rosa; y ese coqueteo
+es cosa muy fea.</p>
+
+<p><span class="pagenum"><a name="Page_20" id="Page_20">[20]</a></span>
+&mdash;De modo que t...</p>
+
+<p>&mdash;A m no se me ha dirigido.</p>
+
+<p>&mdash;Y si se hubiera dirigido a ti?</p>
+
+<p>&mdash;No sirve preguntar cosas sin sustancia.</p>
+
+<p>&mdash;Pero t, si a ti se te dirige, qu le habras
+contestado?</p>
+
+<p>&mdash;Yo no he dicho que me parece un guapo
+mozo y que es simptico, y por eso me habra
+puesto a estudiarle...</p>
+
+<p>&mdash;Y entretanto si iba a otra...</p>
+
+<p>&mdash;Es lo ms probable.</p>
+
+<p>&mdash;Pues as, hija, ya puedes prepararte...</p>
+
+<p>&mdash;S, a ser ta.</p>
+
+<p>&mdash;Cmo ta?</p>
+
+<p>&mdash;Ta de tus hijos, Rosa.</p>
+
+<p>&mdash;Eh, qu cosas tienes!&mdash;y se le quebr
+la voz.</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, Rosita, no te pongas as, y perdname&mdash;le
+dijo dndole un beso.</p>
+
+<p>&mdash;Pero si vuelves...</p>
+
+<p>&mdash;No, no volver!</p>
+
+<p>&mdash;Y bien, qu le digo?</p>
+
+<p>&mdash;Dile que s!</p>
+
+<p>&mdash;Pero pensar que soy demasiado fcil...</p>
+
+<p>&mdash;Entonces dile que no!</p>
+
+<p><span class="pagenum"><a name="Page_21" id="Page_21">[21]</a></span>
+&mdash;Pero es que...</p>
+
+<p>&mdash;S, que te parece un guapo mozo y simptico.
+Dile, pues, que s y no andes con ms
+coqueteras, que eso es feo. Dile que s. Despus
+de todo, no es fcil que se te presente mejor
+partido. Ramiro est muy bien, es hijo
+solo...</p>
+
+<p>&mdash;Yo no he hablado de eso.</p>
+
+<p>&mdash;Pero yo hablo de ello, Rosa, y es igual.</p>
+
+<p>&mdash;Y no dirn, Tula, que tengo ganas de
+novio?</p>
+
+<p>&mdash;Y dirn bien.</p>
+
+<p>&mdash;Otra vez, Tula?</p>
+
+<p>&mdash;Y ciento. Tienes ganas de novio y es natural
+que las tengas. Para qu si no te hizo Dios
+tan guapa?</p>
+
+<p>&mdash;Guasitas no!</p>
+
+<p>&mdash;Ya sabes que yo no me guaseo. Parzcanos
+bien o mal, nuestra carrera es el matrimonio o
+el convento; t no tienes vocacin de monja;
+Dios te hizo para el mundo y el hogar... vamos,
+para madre de familia... No vas a quedarte a vestir
+imgenes. Dile, pues, que s.</p>
+
+<p>&mdash;Y t?</p>
+
+<p>&mdash;Cmo yo?</p>
+
+<p><span class="pagenum"><a name="Page_22" id="Page_22">[22]</a></span>
+&mdash;Que t, luego...</p>
+
+<p>&mdash;A m djame.</p>
+
+<p>Al da siguiente de estas palabras estaban ya
+en lo que se llaman relaciones amorosas Rosa
+y Ramiro.</p>
+
+<p>Lo que empez a cuajar la soledad de Gertrudis.</p>
+
+<p>Vivan las dos hermanas, hurfanas de padre
+y madre desde muy nias, con un to materno,
+sacerdote, que no las mantena, pues ellas disfrutaban
+de un pequeo patrimonio que les permita
+sostenerse en la holgura de la modestia,
+pero les daba buenos consejos a la hora de
+comer, en la mesa, dejndolas, por lo dems, a
+la gua de su buen natural. Los buenos consejos
+eran consejos de libros, los mismos que le servan
+a don Primitivo para formar sus escasos
+sermones.</p>
+
+<p>Adems&mdash;se deca a s mismo con muy buen
+acierto don Primitivo&mdash;para qu me voy a meter
+en sus inclinaciones y sentimientos ntimos? Lo
+mejor es no hablarlas mucho de eso, que se les
+abre demasiado los ojos. Aunque... abrirles?
+Bah! bien abiertos los tienen, sobre todo las
+mujeres. Nosotros los hombres no sabemos una
+<span class="pagenum"><a name="Page_23" id="Page_23">[23]</a></span>
+palabra de esas cosas. Y los curas, menos. Todo
+lo que nos dicen los libros son pataratas. Y luego,
+me mete un miedo esa Tulilla...! Delante de ella
+no me atrevo... no me atrevo... Tiene unas preguntas
+la mocita! Y cuando me mira tan seria,
+tan seria... con esos ojazos tristes&mdash;los de mi
+hermana, los de mi madre, Dios las tenga en
+su santa gloria!&mdash;Esos ojazos de luto que se le
+meten a uno en el corazn...! Muy serios, s,
+pero rindose con el rabillo. Parecen decirme:
+no diga usted ms bobadas, to! El demonio
+de la chiquilla! Todava me acuerdo el da en
+que se empe en ir, con su hermana, a oirme
+aquel sermoncete; el rato que pas, Jess Santo!
+Todo se me volva apartar mis ojos de ella por
+no cortarme; pero nada, ella tirando de los mos!
+Lo mismo, lo mismito me pasaba con su santa
+madre, mi hermana, y con mi santa madre, Dios
+las tenga en su gloria. Jams pude predicar a
+mis anchas delante de ellas, y por eso les tena
+dicho que no fuesen a oirme. Madre iba, pero
+iba a hurtadillas, sin decrmelo, y se pona detrs
+de la columna, donde yo no le viera, y luego no
+me deca nada de mi sermn. Y lo mismo haca
+mi hermana. Pero yo s lo que sta pensaba,
+<span class="pagenum"><a name="Page_24" id="Page_24">[24]</a></span>
+aunque tan cristiana, lo s. Bobadas de hombres!
+Y lo mismo piensa esta mocita, estoy de
+ello seguro. No, no, delante de ella predicar?
+Yo? Darle consejos? Una vez se le escap lo
+de <i>bobadas de hombres!</i> y no dirigindose a m,
+no, pero yo le entiendo...</p>
+
+<p>El pobre seor senta un profundsimo respeto,
+mezclado de admiracin, por su sobrina
+Gertrudis. Tena el sentimiento de que la sabidura
+iba en su linaje por va femenina, que su
+madre haba sido la providencia inteligente de
+la casa en que se cri, que su hermana lo haba
+sido en la suya, tan breve. Y en cuanto a su
+otra sobrina, a Rosa, le bastaba para proteccin
+y gua con su hermana. Pero qu hermosa
+la ha hecho Dios, Dios sea alabado&mdash;se deca&mdash;;
+esta chica o hace un gran matrimonio,
+con quien ella quiera, o no tienen los mozos de
+hoy ojos en la cara.</p>
+
+<p>Y un da fu Gertrudis la que, despus que
+Rosa se levant de la mesa fingiendo sentirse
+algo indispuesta, al quedarse a solas con su to,
+le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Tengo que decirle a usted, to, una cosa
+muy grave.</p>
+
+<p><span class="pagenum"><a name="Page_25" id="Page_25">[25]</a></span>
+&mdash;Muy grave..., muy grave...&mdash;y el pobre seor
+se azar, creyendo observar que los rabillos
+de los ojazos tan serios de su sobrina se rean
+maliciosamente.</p>
+
+<p>&mdash;S, muy grave.</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, pues desembucha, hija, que aqu estamos
+los dos para tomar un consejo.</p>
+
+<p>&mdash;El caso es que Rosa tiene ya novio.</p>
+
+<p>&mdash;Y no es ms que eso?</p>
+
+<p>&mdash;Pero novio formal, eh?, to.</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, s, para que yo los case.</p>
+
+<p>&mdash;Naturalmente!</p>
+
+<p>&mdash;Y a ti, qu te parece de l?</p>
+
+<p>&mdash;Aun no ha preguntado usted quin es...</p>
+
+<p>&mdash;Y qu ms da, si yo apenas conozco a
+nadie? A ti qu te parece de l, contesta.</p>
+
+<p>&mdash;Pues tampoco yo le conozco.</p>
+
+<p>&mdash;Pero no sabes quin es, t?</p>
+
+<p>&mdash;S, s cmo se llama y de qu familia es y...</p>
+
+<p>&mdash;Basta! Qu te parece?</p>
+
+<p>&mdash;Que es un buen partido para Rosa y que
+se querrn.</p>
+
+<p>&mdash;Pero es que no se quieren ya?</p>
+
+<p>&mdash;Pero cree usted, to, que pueden empezar
+querindose?</p>
+
+<p><span class="pagenum"><a name="Page_26" id="Page_26">[26]</a></span>
+&mdash;Pues as dicen, chiquilla, y hasta que eso
+viene como un rayo...</p>
+
+<p>&mdash;Son decires, to.</p>
+
+<p>&mdash;As ser; basta que t lo digas.</p>
+
+<p>&mdash;Ramiro..., Ramiro Cuadrado...</p>
+
+<p>&mdash;Pero es el hijo de doa Venancia, la viuda?
+Acabramos! No hay ms que hablar.</p>
+
+<p>&mdash;A Ramiro, to, se le ha metido Rosa por los
+ojos y cree estar enamorado de ella...</p>
+
+<p>&mdash;Y lo estar, Tulilla, lo estar...</p>
+
+<p>&mdash;Eso digo yo, to, que lo estar. Porque como
+es hombre de vergenza y de palabra, acabar
+por cobrar cario a aquella con la que se ha
+comprometido ya. No le creo hombre de volver
+atrs.</p>
+
+<p>&mdash;Y ella?</p>
+
+<p>&mdash;Quin? Mi hermana? A ella le pasar lo
+mismo.</p>
+
+<p>&mdash;Sabes ms que San Agustn, hija.</p>
+
+<p>&mdash;Esto no se aprende, to.</p>
+
+<p>&mdash;Pues que se casen, los bendigo y sanseacab!</p>
+
+<p>&mdash;O sanseempez! Pero hay que casarlos y
+pronto. Antes que l se vuelva...</p>
+
+<p>&mdash;Pero temes t que l pueda volverse...</p>
+
+<p><span class="pagenum"><a name="Page_27" id="Page_27">[27]</a></span>
+&mdash;Yo siempre temo de los hombres, to.</p>
+
+<p>&mdash;Y de las mujeres no?</p>
+
+<p>&mdash;Esos temores deben quedar para los hombres.
+Pero sin nimo de ofender al sexo... fuerte,
+no se dice as?, le digo que la constancia, que
+la fortaleza est ms bien de parte nuestra...</p>
+
+<p>&mdash;Si todas fueran como t, chiquilla, lo creera
+as, pero...</p>
+
+<p>&mdash;Pero qu?</p>
+
+<p>&mdash;Que t eres excepcional, Tulilla!</p>
+
+<p>&mdash;Le he odo a usted ms de una vez, to, que
+las excepciones confirman la regla...</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, que me aturdes... Pues bien, los casaremos,
+no sea que se vuelva l... o ella...</p>
+
+<p>Por los ojos de Gertrudis pas como la sombra
+de una nube de borrasca, y si se hubiera podido
+oir el silencio habrase odo que en las bvedas
+de los stanos de su alma resonaba como
+un eco repetido y que va perdindose a lo lejos
+aquello de o ella...</p>
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_29" id="Page_29">[29]</a></span></p>
+
+
+<h2>II</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Pero</span> qu le pasaba a Ramiro, en relaciones
+ya, y en relaciones formales, con Rosa, y
+poco menos que entrando en la casa? Qu dilaciones
+y qu frialdades eran aqullas?</p>
+
+<p>&mdash;Mira, Tula, yo no le entiendo; cada vez le
+entiendo menos. Parece que est siempre distrado
+y como si estuviese pensando en otra
+cosa&mdash;o en otra persona, quin sabe!&mdash;o temiendo
+que alguien nos vaya a sorprender de
+pronto. Y cuando le tiro algn avance y le hablo,
+as como quien no quiere la cosa, del fin
+que deben tener nuestras relaciones, hace como
+que no oye y como si estuviera atendiendo a
+otra...</p>
+
+<p>&mdash;Es porque le hablas como quien no quiere
+la cosa. Hblale como quien la quiere.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_30" id="Page_30">[30]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Eso es, y que piense que tengo prisa por
+casarme!</p>
+
+<p>&mdash;Pues que lo piense! No es acaso as?</p>
+
+<p>&mdash;Pero crees t, Tula, que yo estoy rabiando
+por casarme?</p>
+
+<p>&mdash;Le quieres?</p>
+
+<p>&mdash;Eso nada tiene que ver...</p>
+
+<p>&mdash;Le quieres, di?</p>
+
+<p>&mdash;Pues mira...</p>
+
+<p>&mdash;Pues mira, no! le quieres? s o no!</p>
+
+<p>Rosa baj la frente con los ojos, arrebolse
+toda y llorndole la voz tartamude:</p>
+
+<p>&mdash;Tienes unas cosas, Tula; pareces un confesor!</p>
+
+<p>Gertrudis tom la mano de su hermana, con
+otra le hizo levantar la frente, le clav los ojos
+en los ojos y le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Vivimos solas, hermana...</p>
+
+<p>&mdash;Y el to?</p>
+
+<p>&mdash;Vivimos solas, te he dicho. Las mujeres vivimos
+siempre solas. El pobre to es un santo,
+pero un santo de libro, y aunque cura, al fin y
+al cabo hombre.</p>
+
+<p>&mdash;Pero confiesa...</p>
+
+<p>&mdash;Acaso por eso sabe menos. Adems, se le<span class="pagenum"><a name="Page_31" id="Page_31">[31]</a></span>
+olvida. Y as debe ser. Vivimos solas, te he dicho.
+Y ahora lo que debes hacer es confesarte aqu,
+pero confesarte a ti misma. Le quieres? repito.</p>
+
+<p>La pobre Rosa se ech a llorar.</p>
+
+<p>&mdash;Le quieres?&mdash;son la voz implacable.</p>
+
+<p>Y Rosa lleg a fingirse que aquella pregunta,
+en una voz pastosa y solemne y que pareca venir
+de las lontananzas de la vida comn de la
+pureza, era su propia voz, era acaso la de su madre
+comn.</p>
+
+<p>&mdash;S, creo que le querr... mucho... mucho...&mdash;exclam
+en voz baja y sollozando.</p>
+
+<p>&mdash;S, le querrs mucho y l te querr ms an!</p>
+
+<p>&mdash;Y cmo lo sabes?</p>
+
+<p>&mdash;Yo s que te querr.</p>
+
+<p>&mdash;Entonces, por qu est distrado? por qu
+rehuye el que abordemos lo del casorio?</p>
+
+<p>&mdash;Yo le hablar de eso, Rosa, djalo de mi
+cuenta!</p>
+
+<p>&mdash;T?</p>
+
+<p>&mdash;Yo, s! Tiene algo de extrao?</p>
+
+<p>&mdash;Pero...</p>
+
+<p>&mdash;A m no puede cohibirme el temor que a ti
+te cohibe.</p>
+
+<p>&mdash;Pero dir que rabio por casarme.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_32" id="Page_32">[32]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No, no dir eso! Dir, si quiere, que es a
+m a quien me conviene que t te cases para facilitar
+as el que se me pretenda o para quedarme
+a mandar aqu sola; y las dos cosas son, como
+sabes, dos disparates. Dir lo que quiera, pero
+yo me las arreglar.</p>
+
+<p>Rosa cay en brazos de su hermana, que le
+dijo al odo:</p>
+
+<p>&mdash;Y luego, tienes que quererle mucho, eh?</p>
+
+<p>&mdash;Y por qu me dices t eso, Tula?</p>
+
+<p>&mdash;Porque es tu deber.</p>
+
+<p>Y al otro da, al ir Ramiro a visitar a su novia,
+encontrse con la otra, con la hermana. Demudsele
+el semblante y se le vi vacilar. La seriedad
+de aquellos serenos ojazos de luto le concentr
+la sangre toda en el corazn.</p>
+
+<p>&mdash;Y Rosa?&mdash;pregunt sin oirse.</p>
+
+<p>&mdash;Rosa ha salido y soy yo quien tengo ahora
+que hablarte.</p>
+
+<p>&mdash;T?&mdash;dijo con labios que le temblaban.</p>
+
+<p>-S, yo!</p>
+
+<p>&mdash;Grave te pones, chica!&mdash;y se esforz en
+reirse.</p>
+
+<p>&mdash;Nac con esa gravedad encima, dicen. El
+to asegura que la hered de mi madre, su her<span class="pagenum"><a name="Page_33" id="Page_33">[33]</a></span>mana,
+y de mi abuela, su madre. No lo s, ni me
+importa. Lo que s s es que me gustan las cosas
+sencillas y derechas y sin engao.</p>
+
+<p>&mdash;Por qu lo dices, Tula?</p>
+
+<p>&mdash;Y por qu rehuyes hablar de vuestro casamiento
+a mi hermana? Vamos, dmelo, por qu?</p>
+
+<p>El pobre mozo inclin la frente arrebolada de
+vergenza. Sentase herido por un golpe inesperado.</p>
+
+<p>&mdash;T le pediste relaciones con buen fin, como
+dicen los inocentes.</p>
+
+<p>&mdash;Tula!</p>
+
+<p>&mdash;Nada de Tula! T te pusiste con ella en
+relaciones para hacerla tu mujer y madre de tus
+hijos...</p>
+
+<p>&mdash;Pero qu de prisa vas...!&mdash;y volvi a esforzarse
+a reirse.</p>
+
+<p>&mdash;Es que hay que ir de prisa, porque la vida
+es corta.</p>
+
+<p>&mdash;La vida es corta! y lo dice a los veintids
+aos!</p>
+
+<p>&mdash;Ms corta an. Pues bien, piensas casarte
+con Rosa, s o no?</p>
+
+<p>&mdash;Pues qu duda cabe!&mdash;y al decirlo le temblaba
+el cuerpo todo.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_34" id="Page_34">[34]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Pues si piensas casarte con ella, por qu
+diferirlo as?</p>
+
+<p>&mdash;Somos an jvenes...</p>
+
+<p>&mdash;Mejor!</p>
+
+<p>&mdash;Tenemos que probarnos...</p>
+
+<p>&mdash;Qu, qu es eso? qu es eso de probaros?
+Crees que la conocers mejor dentro de
+un ao? Peor, mucho peor...</p>
+
+<p>&mdash;Y si luego...</p>
+
+<p>&mdash;No pensaste en eso al pedir la entrada aqu!</p>
+
+<p>&mdash;Pero, Tula...</p>
+
+<p>&mdash;Nada de Tula! La quieres, s o no?</p>
+
+<p>&mdash;Puedes dudarlo, Tula?</p>
+
+<p>&mdash;Te he dicho que nada de Tula! La quieres?</p>
+
+<p>&mdash;Claro que la quiero!</p>
+
+<p>&mdash;Pues la querrs ms todava. Ser una buena
+mujer para ti. Haris un buen matrimonio.</p>
+
+<p>&mdash;Y con tu consejo...</p>
+
+<p>&mdash;Nada de consejo. Yo har una buena ta, y
+basta!</p>
+
+<p>Ramiro pareci luchar un breve rato consigo
+mismo y como si buscase algo, y al cabo, con
+un gesto de desesperada resolucin, exclam:</p>
+
+<p>&mdash;Pues bien, Gertrudis, quiero decirte toda
+la verdad!</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_35" id="Page_35">[35]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No tienes que decirme ms verdad&mdash;le ataj
+severamente&mdash;; me has dicho que quieres a
+Rosa y que ests resuelto a casarte con ella;
+todo lo dems de la verdad es a ella a quien se
+la tienes que decir luego que os casis.</p>
+
+<p>&mdash;Pero hay cosas...</p>
+
+<p>&mdash;No, no hay cosas que no se deba decir a
+la mujer...</p>
+
+<p>&mdash;Pero, Tula!</p>
+
+<p>&mdash;Nada de Tula, te he dicho. Si la quieres, a
+casarte con ella, y si no la quieres, ests de ms
+en esta casa.</p>
+
+<p>Estas palabras le brotaron de los labios fros
+y mientras se le paraba el corazn. Sigui a
+ellas un silencio de hielo, y durante l la sangre,
+antes represada y ahora suelta, le encendi la
+cara a la hermana. Y entonces, en el silencio
+agorero, poda orsele el galope trepidante del
+corazn.</p>
+
+<p>Al siguiente da se fijaba el de la boda.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_37" id="Page_37">[37]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>III</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Don</span> Primitivo autoriz y bendijo la boda de
+Ramiro con Rosa. Y nadie estuvo en ella
+ms alegre que lo estuvo Gertrudis. A tal punto,
+que su alegra sorprendi a cuantos la conocan,
+sin que faltara quien creyese que tena muy poco
+de natural.</p>
+
+<p>Furonse a su casa los recin casados, y Rosa
+reclamaba a ella de continuo la presencia de su
+hermana. Gertrudis le replicaba que a los novios
+les convena soledad.</p>
+
+<p>&mdash;Pero si es al contrario, hija, si nunca he
+sentido ms tu falta; ahora es cuando comprendo
+lo que te quera.</p>
+
+<p>Y ponase a abrazarla y besuquearla.</p>
+
+<p>&mdash;S, s&mdash;le replicaba Gertrudis sonriendo
+gravemente&mdash;; vuestra felicidad necesita de testi<span class="pagenum"><a name="Page_38" id="Page_38">[38]</a></span>gos;
+se os acrecienta la dicha sabiendo que otros
+se dan cuenta de ella.</p>
+
+<p>Ibase, pues, de cuando en cuando a hacerles
+compaa; a comer con ellos alguna vez. Su hermana
+le haca las ms ostentosas demostraciones
+de cario, y luego a su marido, que, por su
+parte, apareca como avergonzado ante su cuada.</p>
+
+<p>&mdash;Mira&mdash;lleg a decirle una vez Gertrudis a
+su hermana ante aquellas seales&mdash;, no te pongas
+as, tan babosa. No parece sino que has inventado
+lo del matrimonio.</p>
+
+<p>Un da vi un perrito en la casa.</p>
+
+<p>&mdash;Y esto qu es?</p>
+
+<p>&mdash;Un perro, chica, no lo ves?</p>
+
+<p>&mdash;Y cmo ha venido?</p>
+
+<p>&mdash;Lo encontr ah, en la calle, abandonado y
+medio muerto, me di lstima, le traje, le di de
+comer, le cur y aqu le tengo&mdash;y lo acariciaba
+en su regazo y le daba besos en el hocico.</p>
+
+<p>&mdash;Pues mira, Rosa, me parece que debes regalar
+el perrito, porque el que le mates me parece
+una crueldad.</p>
+
+<p>&mdash;Regalarle? Y por qu? Mira, Tit&mdash;y al
+decirlo apechugaba contra su seno al animali<span class="pagenum"><a name="Page_39" id="Page_39">[39]</a></span>to&mdash;,
+me dicen que te eche. Adnde irs t, pobrecito?</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, vamos, no seas chiquilla y no lo
+tomes as. A que tu marido es de mi opinin?</p>
+
+<p>&mdash;Claro, en cuanto se lo digas! Como t eres
+la sabia...</p>
+
+<p>&mdash;Djate de esas cosas y deja al perro.</p>
+
+<p>&mdash;Pero qu? Crees que tendr Ramiro celos?</p>
+
+<p>&mdash;Nunca cre, Rosa, que el matrimonio pudiese
+entontecer as.</p>
+
+<p>Cuando lleg Ramiro y se enter de la pequea
+disputa por lo del perro, no se atrevi a dar
+la razn ni a la una ni a la otra, declarando que
+la cosa no tena importancia.</p>
+
+<p>&mdash;No, nada la tiene y lo tiene todo, segn&mdash;dijo
+Gertrudis&mdash;. Pero en eso hay algo de chiquillada,
+y an ms. Sers capaz, Rosa, de haberte
+trado aquella pepona que guardas desde
+que nos dieron dos, una a ti y a m otra, siendo
+nias, y sers capaz de haberla puesto ocupando
+su silla...</p>
+
+<p>&mdash;Exacto; all est, en la sala, con su mejor
+traje, ocupando toda una silla de respeto. La
+quieres ver?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_40" id="Page_40">[40]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;As es&mdash;asinti Ramiro.</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, ya la quitars de all...</p>
+
+<p>&mdash;Quia, hija, la guardar...</p>
+
+<p>&mdash;S, para juguete de tus hijas...</p>
+
+<p>&mdash;Qu cosas se te ocurren, Tula...!&mdash;y se
+arrebol.</p>
+
+<p>&mdash;No, es a ti a quien se te ocurren cosas como
+la del perro.</p>
+
+<p>&mdash;Y t&mdash;exclam Rosa, tratando de desasirse
+de aquella inquisitoria que le molestaba&mdash;no
+tienes tambin tu pepona? La has dado, o deshecho
+acaso?</p>
+
+<p>&mdash;No&mdash;respondile resueltamente su hermana&mdash;,
+pero la tengo guardada.</p>
+
+<p>&mdash;Y tan guardada que no se la he podido
+descubrir nunca...!</p>
+
+<p>&mdash;Es que Gertrudis la guarda para s sola&mdash;dijo
+Ramiro sin saber lo que deca.</p>
+
+<p>&mdash;Dios sabe para qu la guardo. Es un talismn
+de mi niez.</p>
+
+<p>El que iba poco, poqusimo, por casa del nuevo
+matrimonio era el bueno de don Primitivo.
+El onceno no estorbar&mdash;deca.</p>
+
+<p>Corran los das, todos iguales, en una y otra
+casa. Gertrudis se haba propuesto visitar lo me<span class="pagenum"><a name="Page_41" id="Page_41">[41]</a></span>nos
+posible a su hermana, pero sta vena a buscarla
+en cuanto pasaba un par de das sin que se
+viesen. Pero qu, ests mala, chica? O te sigue
+estorbando el perro? Porque si es as, mira,
+le echar. Por qu me dejas as, sola?</p>
+
+<p>&mdash;Sola, Rosa? Sola? Y tu marido?</p>
+
+<p>&mdash;Pero l se tiene que ir a sus asuntos...</p>
+
+<p>&mdash;O los inventa...</p>
+
+<p>&mdash;Qu, es que crees que me deja aposta?
+Es que sabes algo? Dilo, Tula, por lo que ms
+quieras, por nuestra madre dmelo!</p>
+
+<p>&mdash;No, es que os aburrs de vuestra felicidad
+y de vuestra soledad. Ya le echars el perro o si
+no te darn antojos, y ser peor.</p>
+
+<p>&mdash;No digas esas cosas.</p>
+
+<p>&mdash;Te darn antojos&mdash;replic con ms firmeza.</p>
+
+<p>Y cuando al fin fu un da a decirle que haba
+regalado el perrito, Gertrudis, sonriendo gravemente
+y acaricindola como a una nia, le pregunt
+al odo: Por miedo a los antojos, eh?
+Y al oir en respuesta un susurrado s! abraz
+a su hermana con una efusin de que sta no
+la crea capaz.</p>
+
+<p>&mdash;Ahora va de veras, Rosa; ahora no os abu<span class="pagenum"><a name="Page_42" id="Page_42">[42]</a></span>rriris
+de la felicidad ni de la soledad y tendr
+varios asuntos tu marido. Esto era lo que os faltaba...</p>
+
+<p>&mdash;Y acaso lo que te faltaba... no es as, hermanita?</p>
+
+<p>&mdash;Y a ti quin te ha dicho eso?</p>
+
+<p>&mdash;Mira, aunque soy tan tonta, como he vivido
+siempre contigo...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, djate de bromas!</p>
+
+<p>Y desde entonces empez Gertrudis a frecuentar
+ms la casa de su hermana.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_43" id="Page_43">[43]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>IV</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">En</span> el parto de Rosa, que fu dursimo, nadie
+estuvo ms serena y valerosa que Gertrudis.
+Creerase que era una veterana en asistir a trances
+tales. Lleg a haber peligro de muerte para
+la madre o la cra que hubiera de salir, y el mdico
+lleg a hablar de sacrsela viva o muerta.</p>
+
+<p>&mdash;Muerta?&mdash;exclam Gertrudis&mdash;; eso s
+que no!</p>
+
+<p>&mdash;Pero no ve usted&mdash;exclam el mdico&mdash;que
+aunque se muera el cro queda la madre
+para hacer otros, mientras que si se muere ella
+no es lo mismo?</p>
+
+<p>Pas rpidamente por el magn de Gertrudis
+replicarle que quedaban otras madres, pero se
+contuvo e insisti:</p>
+
+<p>&mdash;Muerta, no!, nunca! Y hay, adems, que
+salvar un alma.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_44" id="Page_44">[44]</a></span></p>
+
+<p>La pobre parturienta ni se enteraba de cosa
+alguna. Hasta que, rendida al combate, di a luz
+un nio.</p>
+
+<p>Recojilo Gertrudis con avidez, y como si
+nunca hubiera hecho otra cosa lo lav y envolvi
+en sus paales.</p>
+
+<p>&mdash;Es usted comadrona de nacimiento&mdash;le
+dijo el mdico.</p>
+
+<p>Tom la criaturita y se la llev a su padre,
+que en un rincn, aterrado y como contrito de
+una falta, aguardaba la noticia de la muerte de
+su mujer.</p>
+
+<p>&mdash;Aqu tienes tu primer hijo, Ramiro; mrale
+qu hermoso!</p>
+
+<p>Pero al levantar la vista el padre, libre del
+peso de su angustia, no vi sino los ojazos de
+su cuada, que irradiaban una luz nueva, ms
+negra pero ms brillante que la de antes. Y al ir
+a besar a aquel rollo de carne que le presentaban
+como su hijo roz su mejilla, encendida, con
+la de Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Ahora&mdash;le dijo tranquilamente sta&mdash;ve a
+dar las gracias a tu mujer, a pedirle perdn y a
+animarla.</p>
+
+<p>&mdash;A pedirle perdn?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_45" id="Page_45">[45]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;S, a pedirle perdn.</p>
+
+<p>&mdash;Y por qu?</p>
+
+<p>&mdash;Yo me entiendo y ella te entender. Y en
+cuanto a ste&mdash;y al decirlo apretbalo contra su
+seno palpitante&mdash;corre ya de mi cuenta, y o poco
+he de poder o har de l un hombre.</p>
+
+<p>La casa le daba vueltas en derredor a Ramiro.
+Y del fondo de su alma salale una voz diciendo:
+Cul es la madre?</p>
+
+<p>Poco despus pona Gertrudis cuidadosamente
+el nio al lado de la madre, que pareca
+dormir extenuada y con la cara blanca como la
+nieve. Pero Rosa entreabri los ojos y se encontr
+con los de su hermana. Al ver a sta una
+corriente de nimo recorri el cuerpo todo victorioso
+de la nueva madre.</p>
+
+<p>&mdash;Tula!&mdash;gimi.</p>
+
+<p>&mdash;Aqu estoy, Rosa, aqu estar. Ahora descansa.
+Cuando sea le das de mamar a este cro
+para que se calle. De todo lo dems no te preocupes.</p>
+
+<p>&mdash;Cre morirme, Tula. Aun ahora me parece
+que sueo muerta. Y me daba tanta pena de
+Ramiro...</p>
+
+<p>&mdash;Cllate. El mdico ha dicho que no hables<span class="pagenum"><a name="Page_46" id="Page_46">[46]</a></span>
+mucho. El pobre Ramiro estaba ms muerto que
+t. Ahora, nimo, y a otra!</p>
+
+<p>La enferma sonri tristemente.</p>
+
+<p>&mdash;Este se llamar Ramiro, como su padre&mdash;decret
+luego Gertrudis en pequeo consejo de
+familia&mdash;y la otra, porque la siguiente ser nia,
+Gertrudis como yo.</p>
+
+<p>&mdash;Pero ya ests pensando en otra&mdash;exclam
+don Primitivo&mdash;y tu pobre hermana de por poco
+se queda en el trance?</p>
+
+<p>&mdash;Y qu hacer?&mdash;replic ella&mdash;; para qu
+se han casado si no? No es as, Ramiro?&mdash;y le
+clav los ojos.</p>
+
+<p>&mdash;Ahora lo que importa es que se reponga&mdash;dijo
+el marido sobrecojindose bajo aquella
+mirada.</p>
+
+<p>&mdash;Bah!, de estas dolencias se repone una
+mujer pronto.</p>
+
+<p>&mdash;Bien dice el mdico, sobrina, que parece
+como si hubieras nacido comadrona.</p>
+
+<p>&mdash;Toda mujer nace madre, to.</p>
+
+<p>Y lo dijo con tan ntima solemnidad casera, que
+Ramiro se sinti presa de un indefinible desasosiego
+y de un extrao remordimiento. Querr
+yo a mi mujer como se merece?&mdash;se deca.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_47" id="Page_47">[47]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Y ahora, Ramiro&mdash;le dijo su cuada&mdash;ya
+puedes decir que tienes mujer.</p>
+
+<p>Y a partir de entonces no falt Gertrudis un
+solo da de casa de su hermana. Ella era quien
+desnudaba y vesta y cuidaba al nio hasta que
+su madre pudiera hacerlo.</p>
+
+<p>La cual se repuso muy pronto y su hermosura
+se redonde ms. A la vez extrem sus ternuras
+para con su marido y aun lleg a culparle de que
+se le mostraba esquivo.</p>
+
+<p>&mdash;Tem por tu vida&mdash;le dijo su marido&mdash;y
+estaba aterrado. Aterrado y desesperado y lleno
+de remordimiento.</p>
+
+<p>&mdash;Remordimiento, por qu?</p>
+
+<p>&mdash;Si llegas a morirte me pego un tiro!</p>
+
+<p>&mdash;Quia! a qu? Cosas de hombres, que
+dira Tula. Pero eso ya pas y ya s lo que es.</p>
+
+<p>&mdash;Y no has quedado escarmentada, Rosa?</p>
+
+<p>&mdash;Escarmentada?&mdash;y cojiendo a su marido,
+echndole los brazos al cuello, apechugndole
+fuertemente a s, le dijo al odo con un aliento
+que se lo quemaba:&mdash;A otra, Ramiro, a
+otra! Ahora s que te quiero! Y aunque me
+mates!</p>
+
+<p>Gertrudis en tanto arrollaba al nio, celosa<span class="pagenum"><a name="Page_48" id="Page_48">[48]</a></span>
+de que no se percatase&mdash;inocente!&mdash;de los ardores
+de sus padres.</p>
+
+<p>Era como una preocupacin en la ta la de ir
+sustrayendo al nio, ya desde su ms tierna edad
+de inconciencia, de conocer, ni en las ms leves
+y remotas seales, el amor de que haba
+brotado. Colgle al cuello desde luego una medalla
+de la Santsima Virgen, de la Virgen Madre,
+con su Nio en brazos.</p>
+
+<p>Con frecuencia, cuando vea que su hermana,
+la madre, se impacientaba en acallar al nio o al
+envolverlo en sus paales, le deca:</p>
+
+<p>&mdash;Dmelo, Rosa, dmelo, y vete a entretener
+a tu marido...</p>
+
+<p>&mdash;Pero, Tula...</p>
+
+<p>&mdash;S, t tienes que atender a los dos y yo slo
+a ste.</p>
+
+<p>&mdash;Tienes, Tula, una manera de decir las cosas...</p>
+
+<p>&mdash;No seas nia, ea, que eres ya toda una seora
+mam. Y da gracias a Dios que podamos
+as repartirnos el trabajo.</p>
+
+<p>&mdash;Tula... Tula...</p>
+
+<p>&mdash;Ramiro... Ramiro... Rosa.</p>
+
+<p>La madre se amoscaba, pero iba a su marido.</p>
+
+<p>Y as pasaba el tiempo y lleg otra cra, una nia.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_49" id="Page_49">[49]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>V</h2>
+
+
+<p>A poco de nacer la nia encontraron un da
+muerto al bueno de don Primitivo. Gertrudis
+le amortaj despus de haberle lavado&mdash;quera
+que fuese limpio a la tumba&mdash;con el
+mismo esmero con que haba envuelto en paales
+a sus sobrinos recin nacidos. Y a solas en
+el cuarto con el cuerpo del buen anciano, le
+llor como no se creyera capaz de hacerlo.
+Nunca habra credo que le quisiese tanto&mdash;se
+dijo&mdash;; era un bendito; de poco llega a hacerme
+creer que soy un pozo de prudencia; era tan
+sencillo!</p>
+
+<p>&mdash;Fu nuestro padre&mdash;le dijo a su hermana&mdash;y
+jams le omos una palabra ms alta que otra.</p>
+
+<p>&mdash;Claro!&mdash;exclam Rosa&mdash;; como que siempre
+nos dej hacer nuestra santsima voluntad.</p>
+
+<p>&mdash;Porque saba, Rosa, que su sola presencia<span class="pagenum"><a name="Page_50" id="Page_50">[50]</a></span>
+santificaba nuestra voluntad. Fu nuestro padre;
+l nos educ. Y para educarnos le bast
+la trasparencia de su vida, tan sencilla, tan
+clara...</p>
+
+<p>&mdash;Es verdad, s&mdash;dijo Rosa con los ojos henchidos
+de lgrimas&mdash;, como sencillo no he conocido
+otro.</p>
+
+<p>&mdash;Nos habra sido imposible, hermana, habernos
+criado en un hogar ms limpio que ste.</p>
+
+<p>&mdash;Qu quieres decir con eso, Tula?</p>
+
+<p>&mdash;El nos llen la vida casi silenciosamente
+casi sin decirnos palabra, con el culto de la Santsima
+Virgen Madre y con el culto tambin de
+nuestra madre, su hermana, y de nuestra abuela,
+su madre. Te acuerdas cuando por las noches
+nos haca rezar el rosario, cmo le cambiaba la
+voz al llegar a aquel padrenuestro y avemara
+por el eterno descanso del alma de nuestra madre,
+y luego aquellos otros por el de su madre,
+nuestra abuela, a las que no conocimos? En
+aquel rosario nos daba madre y en aquel rosario
+te ense a serlo.</p>
+
+<p>&mdash;Y a ti, Tula, a ti!&mdash;exclam entre sollozos
+Rosa.</p>
+
+<p>&mdash;A m?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_51" id="Page_51">[51]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;A ti, s, a ti! Quin, si no, es la verdadera
+madre de mis hijos?</p>
+
+<p>&mdash;Deja ahora eso. Y ah le tienes, un santo
+silencioso. Me han dicho que las pobres beatas
+lloraban algunas veces al oirle predicar
+sin percibir ni una sola de sus palabras. Y
+lo comprendo. Su voz sola era un consejo
+de serenidad amorosa. Y ahora, Rosa, el rosario!</p>
+
+<p>Arrodillronse las dos hermanas al pie del lecho
+mortuorio de su to y rezaron el mismo rosario
+que con l haban rezado durante tantos
+aos, con dos padrenuestros y avemaras por el
+eterno descanso de las almas de su madre y de
+la del que yaca all muerto, a que aadieron
+otro padrenuestro y otra avemara por el alma
+del recin bienaventurado. Y las lenguas de
+manso y dulce fuego de los dos cirios que ardan
+a un lado y otro del cadver, haciendo brillar su
+frente, tan blanca como la cera de ellos, parecan,
+vibrando al comps del rezo, acompaar en sus
+oraciones a las dos hermanas. Una paz entraable
+irradiaba de aquella muerte. Levantronse
+del suelo las dos hermanas, la pareja; besaron,
+primero Gertrudis y Rosa despus, la frente c<span class="pagenum"><a name="Page_52" id="Page_52">[52]</a></span>rea
+del anciano y abrazronse luego con los ojos
+ya enjutos.</p>
+
+<p>&mdash;Y ahora&mdash;le dijo Gertrudis a su hermana al
+odo&mdash;a querer mucho a tu marido, a hacerle dichoso
+y... a darnos muchos hijos!</p>
+
+<p>&mdash;Y ahora&mdash;le respondi Rosa&mdash;te vendrs a
+vivir con nosotros, por supuesto.</p>
+
+<p>&mdash;No, eso no!&mdash;exclam sbitamente la otra.</p>
+
+<p>&mdash;Cmo que no? Y lo dices de un modo...</p>
+
+<p>&mdash;S, s, hermana; perdname la viveza, perdnamela,
+me la perdonas?&mdash;e hizo mencin,
+ante el cadver, de volver a arrodillarse.</p>
+
+<p>&mdash;Vaya, no te pongas as, Tula, que no es
+para tanto. Tienes unos prontos...</p>
+
+<p>&mdash;Es verdad, pero me los perdonas, no es
+verdad, Rosa?, me los perdonas.</p>
+
+<p>&mdash;Eso ni se pregunta. Pero te vendrs con
+nosotros...</p>
+
+<p>&mdash;No insistas, Rosa, no insistas...</p>
+
+<p>&mdash;Qu? No te vendrs? Dejars a tus sobrinos,
+ms bien tus hijos casi...</p>
+
+<p>&mdash;Pero si no los he dejado un da...</p>
+
+<p>&mdash;Te vendrs?</p>
+
+<p>&mdash;Lo pensar, Rosa, lo pensar...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, pues no insisto.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_53" id="Page_53">[53]</a></span></p>
+
+<p>Pero a los pocos das insisti, y Gertrudis se
+defenda.</p>
+
+<p>&mdash;No, no; no quiero estorbaros...</p>
+
+<p>&mdash;Estorbarnos? qu dices, Tula?</p>
+
+<p>&mdash;Los casados casa quieren.</p>
+
+<p>&mdash;Y no puede ser la tuya tambin?</p>
+
+<p>&mdash;No, no; aunque t no lo creas, yo os quitara
+libertad. No es as, Ramiro?</p>
+
+<p>&mdash;No... no veo...&mdash;balbuce el marido confuso,
+como casi siempre le ocurra, ante la inesperada
+interpelacin de su cuada.</p>
+
+<p>&mdash;S, Rosa; tu marido, aunque no lo dice,
+comprende que un matrimonio, y ms un matrimonio
+joven como vosotros y en plena produccin,
+necesita estar solo. Yo, la ta, vendr a
+mis horas a ir enseando a vuestros hijos todo
+aquello en que no podis ocuparos.</p>
+
+<p>Y all segua yendo, a las veces desde muy
+temprano, encontrndose con el nio ya levantado,
+pero no as sus padres. Cuando digo que
+hago yo aqu falta&mdash;se deca.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_55" id="Page_55">[55]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>VI</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Vena</span> ya el tercer hijo al matrimonio. Rosa
+empezaba a quejarse de su fecundidad.
+Vamos a cargarnos de hijos&mdash;deca. A lo que
+su hermana: Pues para qu os habis casado?</p>
+
+<p>El embarazo fu molestsimo para la madre y
+tena que descuidar ms que antes a sus otros
+hijos, que as quedaban al cuidado de su ta, encantada
+de que se los dejasen. Y hasta consigui
+llevrselos ms de un da a su casa, a su
+solitario hogar de soltera, donde viva con la
+vieja criada que fu de don Primitivo, y donde
+los retena. Y los pequeuelos se apegaban con
+ciego cario a aquella mujer severa y grave.</p>
+
+<p>Ramiro, malhumorado antes en los ltimos
+meses de los embarazos de su mujer, malhumor
+que desasosegaba a Gertrudis, ahora lo estaba
+ms.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_56" id="Page_56">[56]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Qu pesado y molesto es esto!&mdash;deca.</p>
+
+<p>&mdash;Para ti?&mdash;le preguntaba su cuada sin levantar
+los ojos del sobrino o sobrina que de seguro
+tena en el regazo.</p>
+
+<p>&mdash;Para m, s. Vivo en perpetuo sobresalto,
+temindolo todo.</p>
+
+<p>&mdash;Bah! no ser al fin nada. La Naturaleza es
+sabia.</p>
+
+<p>&mdash;Pero tantas veces va el cntaro a la fuente...</p>
+
+<p>&mdash;Ay, hijo, todo tiene sus riesgos y todo estado
+sus contrariedades!</p>
+
+<p>Ramiro se sobrecoja al oirse llamar hijo por
+su cuada, que rehua darle su nombre, mientras
+l en cambio se complaca en llamarla por
+el familiar Tula.</p>
+
+<p>&mdash;Qu bien has hecho en no casarte, Tula!</p>
+
+<p>&mdash;De veras?&mdash;y levantando los ojos se los
+clav en los suyos.</p>
+
+<p>&mdash;De veras, s. Todo son trabajos y aun peligros...</p>
+
+<p>&mdash;Y sabes t acaso si no me he de casar
+todava?</p>
+
+<p>&mdash;Claro. Lo que es por la edad!</p>
+
+<p>&mdash;Pues por qu ha de quedar?</p>
+
+<p>&mdash;Como no te veo con aficin a ello...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_57" id="Page_57">[57]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Aficin a casarse? Qu es eso?</p>
+
+<p>&mdash;Bueno; es que...</p>
+
+<p>&mdash;Es que no me ves buscar novio, no es eso?</p>
+
+<p>&mdash;No, no es eso.</p>
+
+<p>&mdash;S, eso es.</p>
+
+<p>&mdash;Si t los aceptaras, de seguro que no te habrn
+faltado...</p>
+
+<p>&mdash;Pero yo no puedo buscarlos. No soy hombre,
+y la mujer tiene que esperar y ser elegida.
+Y yo, la verdad, me gusta elegir, pero no ser
+elegida.</p>
+
+<p>&mdash;Qu es eso de que estis hablando?&mdash;dijo
+Rosa acercndose y dejndose caer abatida en
+un silln.</p>
+
+<p>&mdash;Nada, discreteos de tu marido sobre las
+ventajas e inconvenientes del matrimonio.</p>
+
+<p>&mdash;No hables de eso, Ramiro! Vosotros los
+hombres apenas sabis de eso. Somos nosotras
+las que nos casamos, no vosotros.</p>
+
+<p>&mdash;Pero, mujer!</p>
+
+<p>&mdash;Anda, ven, sostnme, que apenas puedo
+tenerme en pie. Voy a echarme. Adis, Tula.
+Ah te los dejo.</p>
+
+<p>Acercse a ella su marido; le tom del brazo
+con sus dos manos y se incorpor y levant<span class="pagenum"><a name="Page_58" id="Page_58">[58]</a></span>
+trabajosamente; luego, tendindole un brazo por
+el hombro, doblando su cabeza hasta casi darle
+en ste con ella y cojindole con la otra mano,
+con la diestra, de su diestra, se fu lentamente,
+as apoyada en l y gimoteando. Gertrudis, teniendo
+a cada uno de sus sobrinos en sus rodillas,
+se qued mirando la marcha trabajosa de
+su hermana, colgada de su marido como una
+enredadera de su rodrign. Llenronsele los
+grandes ojazos, aquellos ojos de luto, serenamente
+graves, gravemente serenos, de lgrimas,
+y apretando a su seno a los dos pequeos, apret
+sus mejillas a cada una de las de ellos. Y el
+pequeito, Ramirn, al ver llorar a su ta, a tita
+Tula, se ech a llorar tambin.</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, no llores; vamos a jugar.</p>
+
+<p>De este tercer parto qued quebrantadsima
+Rosa.</p>
+
+<p>&mdash;Tengo malos presentimientos, Tula.</p>
+
+<p>&mdash;No hagas caso de ageros.</p>
+
+<p>&mdash;No es agero; es que siento que se me va
+la vida; he quedado sin sangre.</p>
+
+<p>&mdash;Ella volver.</p>
+
+<p>&mdash;Por de pronto ya no puedo criar este nio.
+Y eso de las amas, Tula, eso me aterra!</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_59" id="Page_59">[59]</a></span></p>
+
+<p>Y as era, en verdad. En pocos das cambiaron
+tres. El padre estaba furioso y hablaba de
+tratarlas a latigazos. Y la madre decaa.</p>
+
+<p>&mdash;Esto se va!&mdash;pronunci un da el mdico.</p>
+
+<p>Ramiro vagaba por la casa como atontado,
+presa de extraos remordimientos y de furias
+sbitas. Una tarde lleg a decir a su cuada:</p>
+
+<p>&mdash;Pero es que esta Rosa no hace nada por
+vivir; se le ha metido en la cabeza que tiene que
+morirse y es claro! as se morir. Por qu no le
+animas y le convences a que viva?</p>
+
+<p>&mdash;Eso t, hijo, t, su marido. Si t no le infundes
+apetito de vivir, quin va a infundrselo?
+Porque s, no es lo peor lo dbil y exange
+que est; lo peor es que no piensa sino en morirse.
+Ya ves, hasta los chicos la cansan pronto.
+Y apenas si pregunta por las cosas del ama.</p>
+
+<p>Y era que la pobre Rosa viva como en sueos,
+en un constante mareo, vindolo todo como
+a travs de una niebla.</p>
+
+<p>Una tarde llam a solas a su hermana y en
+frases entrecortadas, con un hilito de voz febril,
+le dijo cojindole la mano:</p>
+
+<p>&mdash;Mira, Tula, yo me muero y me muero sin
+remedio. Ah te dejo mis hijos, los pedazos de<span class="pagenum"><a name="Page_60" id="Page_60">[60]</a></span>
+mi corazn, y ah te dejo a Ramiro, que es como
+otro hijo. Creme que es otro nio, un nio
+grande y antojadizo, pero bueno, ms bueno que
+el pan. No me ha dado ni un solo disgusto. Ah
+te los dejo, Tula.</p>
+
+<p>&mdash;Descuida, Rosa; conozco mis deberes.</p>
+
+<p>&mdash;Deberes... deberes...</p>
+
+<p>&mdash;S, s mis amores. A tus hijos no les faltar
+madre mientras yo viva.</p>
+
+<p>&mdash;Gracias, Tula, gracias. Eso quera de ti.</p>
+
+<p>&mdash;Pues no lo dudes.</p>
+
+<p>&mdash;Es decir que mis hijos, los mos, los pedazos
+de mi corazn no tendrn madrastra!</p>
+
+<p>&mdash;Qu quieres decir con eso, Rosa?</p>
+
+<p>&mdash;Que como Ramiro volver a pensar en
+casarse... es lo natural... tan joven... y yo
+s que no podr vivir sin mujer, lo s... pues
+que...</p>
+
+<p>&mdash;Qu quieres decir?</p>
+
+<p>&mdash;Que sers t su mujer, Tula.</p>
+
+<p>&mdash;Yo no te he dicho eso, Rosa, y ahora, en
+este momento, no puedo, ni por piedad, mentir.
+Yo no te he dicho que me casar con tu marido
+si t le faltas; yo te he dicho que a tus hijos no
+les faltar madre...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_61" id="Page_61">[61]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No, t me has dicho que no tendrn madrastra.</p>
+
+<p>&mdash;Pues bien, s, no tendrn madrastra!</p>
+
+<p>&mdash;Y eso no puede ser sino casndote t con
+mi Ramiro, y mira, no tengo celos, no. Si ha de
+ser de otra, que sea tuyo! Que sea tuyo. Acaso...</p>
+
+<p>&mdash;Y por qu ha de volver a casarse?</p>
+
+<p>&mdash;Ay, Tula, t no conoces a los hombres! T
+no conoces a mi marido...</p>
+
+<p>&mdash;No, no le conozco.</p>
+
+<p>&mdash;Pues yo s!</p>
+
+<p>&mdash;Quin sabe...</p>
+
+<p>La pobre enferma se desvaneci.</p>
+
+<p>Poco despus llamaba a su marido. Y al salir
+ste del cuarto iba desencajado y plido como
+un cadver.</p>
+
+<p>La Muerte afilaba su guadaa en la piedra angular
+del hogar de Rosa y Ramiro, y mientras la
+vida de la joven madre se iba en rosario de gotas,
+destilando, haba que andar a la busca de
+una nueva ama de cra para el pequeito, que iba
+rindindose tambin de hambre. Y Gertrudis,
+dejando que su hermana se adormeciese en la
+cuna de una agona lenta, no haca sino agitarse
+en busca de un seno prvido para su sobrinito.<span class="pagenum"><a name="Page_62" id="Page_62">[62]</a></span>
+Procuraba irle engaando el hambre, sostenindole
+a bibern.</p>
+
+<p>&mdash;Y esa ama?</p>
+
+<p>&mdash;Hasta maana no podr venir, seorita!</p>
+
+<p>&mdash;Mira, Tula&mdash;empez Ramiro.</p>
+
+<p>&mdash;Djame! Djame! Vete al lado de tu mujer,
+que se muere de un momento a otro; vete, que
+all es tu puesto, y djame con el nio!</p>
+
+<p>&mdash;Pero, Tula...</p>
+
+<p>&mdash;Djame, te he dicho. Vete a verla morir; a
+que entre en la otra vida en tus brazos; vete!
+Djame!</p>
+
+<p>Ramiro se fu. Gertrudis tom a su sobrinito,
+que no haca sino gemir; encerrse con l en un
+cuarto y sacando uno de sus pechos secos, uno
+de sus pechos de doncella que arrebolado todo
+l le retemblaba como con fiebre, le retemblaba
+por los latidos del corazn&mdash;era el derecho&mdash;,
+puso el botn de ese pecho en la flor sonrosada
+plida de la boca del pequeuelo. Y ste gema
+ms estrujando entre sus plidos labios el conmovido
+pezn seco.</p>
+
+<p>&mdash;Un milagro, Virgen Santsima&mdash;gema Gertrudis
+con los ojos velados por las lgrimas&mdash;; un
+milagro, y nadie lo sabr, nadie.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_63" id="Page_63">[63]</a></span></p>
+
+<p>Y apretaba como una loca al nio a su seno.</p>
+
+<p>Oy pasos y luego que intentaban abrir la
+puerta. Metise el pecho, lo cubri, se enjug
+los ojos y sali a abrir. Era Ramiro, que le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Ya acab!</p>
+
+<p>&mdash;Dios la tenga en su gloria. Y ahora, Ramiro,
+a cuidar de stos.</p>
+
+<p>&mdash;A cuidar? T... t... porque sin ti...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, ahora a criarlos te digo.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_65" id="Page_65">[65]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>VII</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Ahora</span>, ahora que se haba quedado viudo
+era cuando Ramiro senta todo lo que sin
+l siquiera sospecharlo haba querido a Rosa, su
+mujer. Uno de sus consuelos, el mayor, era recojerse
+en aquella alcoba en que tanto haban vivido
+amndose y repasar su vida de matrimonio.</p>
+
+<p>Primero el noviazgo, aquel noviazgo, aunque
+no muy prolongado, de lento reposo, en que
+Rosa pareca como que le hurtaba el fondo del
+alma siempre, y como si por acaso no la tuviese
+o hacindole pensar que no la conocera hasta
+que fuese suya del todo y por entero; aquel noviazgo
+de recato y de reserva, bajo la mirada de
+Gertrudis, que era todo alma. Repasaba en su
+mente Ramiro, lo recordaba bien, cmo la presencia
+de Gertrudis, la ta Tula de sus hijos, le
+contena y desasosegaba, cmo ante ella no se<span class="pagenum"><a name="Page_66" id="Page_66">[66]</a></span>
+atreva a soltar ninguna de esas obligadas bromas
+entre novios, sino a medir sus palabras.</p>
+
+<p>Vino luego la boda y la embriaguez de los
+primeros meses, de las lunas de miel; Rosa iba
+abrindole el espritu, pero era ste tan sencillo,
+tan trasparente, que cay en la cuenta Ramiro
+de que no le haba velado ni recatado nada.
+Porque su mujer viva con el corazn en la mano
+y extendida sta en gesto de oferta y con las entraas
+espirituales al aire del mundo, entregada
+por entero al cuidado del momento, como viven
+las rosas del campo y las alondras del cielo. Y
+era a la vez el espritu de Rosa como un reflejo
+del de su hermana, como el agua corriente al sol
+de que aqul era el manantial cerrado.</p>
+
+<p>Lleg, por fin, una maana en que se le desprendieron
+a Ramiro las escamas de la vista, y
+purificada sta vi claro con el corazn. Rosa no
+era una hermosura cual l se la haba credo y
+antojado, sino una figura vulgar, pero con todo
+el ms dulce encanto de la vulgaridad recojida
+y mansa; era como el pan de cada da, como el
+pan casero y cotidiano y no un raro manjar de
+turbadores jugos. Su mirada que sembraba paz,
+su sonrisa, su aire de vida, eran encarnacin de<span class="pagenum"><a name="Page_67" id="Page_67">[67]</a></span>
+un nimo sedante, sosegado y domstico. Tena
+su pobre mujer algo de planta en la silenciosa
+mansedumbre, en la callada tarea de beber y atesorar
+luz con los ojos y derramarla luego convertida
+en paz; tena algo de planta en aquella fuerza
+velada y a la vez poderosa con que de continuo,
+momento tras momento, chupaba jugos de las
+entraas de la vida comn ordinaria y en la dulce
+naturalidad con que abra sus perfumadas corolas.</p>
+
+<p>Qu de recuerdos! Aquellos juegos cuando la
+pobre se le escapaba y la persegua l por la
+casa toda fingiendo un triunfo para cobrar como
+botn besos largos y apretados, boca a boca;
+aquel cojerle la cara con ambas manos y estarse
+en silencio mirndole al alma por los ojos y, sobre
+todo, cuando apoyaba el odo sobre el pecho
+de ella cindole con los brazos el talle, y escuchndole
+la marcha tranquila del corazn le deca:
+Calla, djale que hable!</p>
+
+<p>Y las visitas de Gertrudis, que con su cara
+grave y sus grandes ojazos de luto a que se asomaba
+un espritu embozado, pareca decirles:
+Sois unos chiquillos que cuando no os veo estis
+jugando a marido y mujer; no es esa la ma<span class="pagenum"><a name="Page_68" id="Page_68">[68]</a></span>nera
+de prepararse a criar hijos, pues el matrimonio
+se instituy para casar, dar gracia a los
+casados y que cren hijos para el cielo.</p>
+
+<p>Los hijos! Ellos fueron sus primeras grandes
+meditaciones. Porque pas un mes y otro y algunos
+ms, y al no notar seal ni indicio de que
+hubiese fructificado aquel amor, tendra razn&mdash;decase
+entonces&mdash;Gertrudis? Sera verdad
+que no estaban sino jugando a marido y mujer
+y sin querer, con la fuerza toda de la fe en el
+deber, el fruto de la bendicin del amor justo?
+Pero lo que ms le molestaba entonces, recordbalo
+bien ahora, era lo que pensaran los dems,
+pues acaso hubiese quien le creyera a l,
+por eso de no haber podido hacer hijos, menos
+hombre que otros. Por qu no haba de hacer
+l, y mejor, lo que cualquier mentecato, enclenque
+y apocado hace? Herale en su amor propio;
+habra querido que su mujer hubiese dado a luz
+a los nueve meses justos y cabales de haberse
+ellos casado. Adems, eso de tener hijos o no
+tenerlos deba de depender&mdash;decase entonces&mdash;de
+la mayor o menor fuerza de cario que
+los casados se tengan, aunque los hay enamoradsimos
+uno de otro y que no dan fruto, y otros,<span class="pagenum"><a name="Page_69" id="Page_69">[69]</a></span>
+ayuntados por conveniencias de fortuna y ventura,
+que se carguen de cros. Pero&mdash;y esto s
+que lo recordaba bien ahora&mdash;pero para explicrselo
+haba fraguado su teora, y era que hay
+un amor aparente y conciente, de cabeza, que
+puede mostrarse muy grande y ser, sin embargo,
+infecundo, y otro sustancial y oculto, recatado
+aun al propio conocimiento de los mismos
+que lo alimentan, un amor del alma y el cuerpo
+enteros y justos, amor fecundo siempre. No
+querra l lo bastante a Rosa o no le querra lo
+bastante Rosa a l? Y recordaba ahora cmo haba
+tratado de descifrar el misterio mientras la
+envolva en besos, a solas, en el silencio y oscuro
+de la noche y susurrndola una y otra vez
+al odo en letana un rosario de: me quieres,
+me quieres, Rosa?, mientras a ella se la escapaban
+ses desfallecidos. Aquello fu una locura,
+una necia locura, de la que se avergonzaba apenas
+vea entrar a Gertrudis derramando serena
+seriedad en torno, y de aquello le cur la sazn
+del amor cuando le fu anunciado el hijo. Fu
+un trasporte loco... haba vencido! Y entonces
+fu cuando vino, con su primer fruto, el verdadero
+amor.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_70" id="Page_70">[70]</a></span></p>
+
+<p>El amor, s. Amor? Amor dicen? Qu saben
+de l todos esos escritores amatorios, que
+no amorosos, que de l hablan y quieren excitarlo
+en quien los lee? Qu saben de l los galeotos
+de las letras? Amor? No amor, sino mejor
+cario. Eso de amor&mdash;decase Ramiro ahora&mdash;sabe
+a libro; slo en el teatro y en las novelas
+se oye el <i>yo te amo</i>; en la vida de carne y sangre
+y hueso el entraable <i>te quiero!</i> y el ms entraable
+an callrselo. Amor? No, ni cario siquiera,
+sino algo sin nombre y que no se dice
+por confundirse ello con la vida misma. Los ms
+de los cantores amatorios saben de amor lo que
+de oracin los masculla-jaculatorias, traga-novenas
+y engulle-rosarios. No, la oracin no es
+tanto algo que haya de cumplirse a tales o cuales
+horas, en sitio apartado y recojido y en postura
+compuesta, cuanto es un modo de hacerlo
+todo votivamente con toda el alma y viviendo
+en Dios. Oracin ha de ser el comer y el beber
+y el pasearse y el jugar y el leer y el escribir y
+el conversar y hasta el dormir, y rezo todo, y
+nuestra vida un continuo y mudo hgase tu
+voluntad! y un incesante venga a nos el tu
+reino! no ya pronunciados, mas ni aun pensados<span class="pagenum"><a name="Page_71" id="Page_71">[71]</a></span>
+siquiera, sino vividos. As oy de la oracin una
+vez Ramiro a un santo varn religioso que pasaba
+por maestro de ella, y as lo aplic l al
+amor luego. Pues el que profesara a su mujer y
+a ella le apegaba vea bien ahora en que ella se
+le fu, que se le lleg a fundir con el rutinero andar
+de la vida diaria, que lo haba respirado en
+las mil naderas y frioleras del vivir domstico,
+que le fu como el aire que se respira y al que no
+se le siente sino en momentos de angustioso
+ahogo, cuando nos falta. Y ahora ahogbase Ramiro,
+y la congoja de su viudez reciente le revelaba
+todo el podero del amor pasado y vivido.</p>
+
+<p>Al principio de su matrimonio fu, s, el imperio
+del deseo; no poda juntar carne con carne
+sin que la suya se le encendiese y alborotase
+y empezara a martillarle el corazn, pero era
+porque la otra no era an de veras y por entero
+suya tambin; pero luego, cuando pona su
+mano sobre la carne desnuda de ella, era como
+si en la propia la hubiese puesto, tan tranquilo
+se quedaba; mas tambin si se la hubiesen cortado
+habrale dolido como si se la cortaran a l.
+No sinti acaso en sus entraas los dolores de
+los partos de su Rosa?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_72" id="Page_72">[72]</a></span></p>
+
+<p>Cuando la vi gozar, sufriendo al darle su
+primer hijo, es cuando comprendi cmo es el
+amor ms fuerte que la vida y que la muerte, y
+domina la discordia de stas; cmo el amor hace
+morirse a la vida y vivir la muerte; cmo l viva
+ahora la muerte de su Rosa y se mora en su
+propia vida. Luego, al ver al nio dormido y sereno,
+con los labios en flor entreabiertos vi al
+amor hecho carne que vive. Y all, sobre la
+cuna, contemplando a su fruto, traa a s a la
+madre, y mientras el nio sonrea en sueos
+palpitando sus labios, besaba l a Rosa en la
+corola de sus labios frescos y en la fuente de
+paz de sus ojos. Y le deca mostrndole dos dedos
+de la mano: Otra vez, dos, dos...! Y ella:
+No, no, ya no ms, uno y no ms! Y se rea.
+Y l: Dos, dos, me ha entrado el capricho de
+que tengamos dos melguizos, una parejita, nio
+y nia! Y cuando ella volvi a quedarse encinta,
+a cada paso y tropezn, l: Qu cargado
+viene eso! Qu granazn! Me voy a salir con la
+ma; por lo menos, dos! Uno, el ltimo, y
+basta!, replicaba ella riendo. Y vino el segundo,
+la nia, Tulita, y luego que sali con vida,
+cuando descansaba la madre, la bes larga y<span class="pagenum"><a name="Page_73" id="Page_73">[73]</a></span>
+apretadamente en la boca, como en premio,
+dicindose: bien has trabajado, pobrecilla!;
+mientras Rosa, vencedora de la muerte y de la
+vida, sonrea con los domsticos ojos apacibles.</p>
+
+<p>Y muri!; aunque pareciese mentira, se muri.
+Vino la tarde terrible del combate ltimo.
+All estuvo Gertrudis, mientras el cuidado de la
+pobrecita nia que desfalleca de hambre se lo
+permiti, sirviendo medicinas intiles, componiendo
+la cama, animando a la enferma, encorazonando
+a todos. Tendida en el lecho que haba
+sido campo de donde brotaron tres vidas,
+lleg a faltarle el habla y las fuerzas, y cojida
+de la mano a la mano de su hombre, del padre
+de sus hijos, mirbale como el navegante, al ir
+a perderse en el mar sin orillas, mira al lejano
+promontorio, lengua de la tierra nativa, que se
+va desvaneciendo en la lontananza y junto al
+cielo; en los trances del ahogo miraban sus ojos,
+desde el borde la eternidad, a los ojos de su Ramiro.
+Y pareca aquella mirada una pregunta
+desesperada y suprema, como si a punto de
+partirse para nunca ms volver a tierra, preguntase
+por el oculto sentido de la vida. Aquellas
+miradas de congoja reposada, de acongojado<span class="pagenum"><a name="Page_74" id="Page_74">[74]</a></span>
+reposo, decan: T, t que eres mi vida, t que
+conmigo has trado al mundo nuevos mortales,
+t que me has sacado tres vidas, t, mi hombre,
+dime, esto qu es? Fu una tarde abismtica.
+En momentos de tregua, teniendo Rosa entre
+sus manos, hmedas y febriles, las manos temblorosas
+de Ramiro, clavados en los ojos de ste
+sus ojos henchidos de cansancio de vida, sonrea
+tristemente, volvindolos luego al nio,
+que dorma all cerca, en su cunita, y deca con
+los ojos, y alguna vez con un hilito de voz:
+No despertarle, no!, que duerma, pobrecillo!,
+que duerma... que duerma hasta hartarse, que
+duerma! Llegle por ltimo el supremo trance,
+el del trnsito, y fu como si en el brocal de las
+eternas tinieblas, suspendida sobre el abismo, se
+aferrara a l, a su hombre, que vacilaba sintindose
+arrastrado. Quera abrirse con las uas la
+garganta la pobre, mirbale despavorida, pidindole
+con los ojos aire; luego, con ellos le
+sond el fondo del alma, y soltando su mano
+cay en la cama donde haba concebido y parido
+sus tres hijos. Descansaron los dos; Ramiro,
+aturdido, con el corazn acorchado, sumergido
+como en un sueo sin fondo y sin despertar,<span class="pagenum"><a name="Page_75" id="Page_75">[75]</a></span>
+muerta el alma, mientras dorma el nio. Gertrudis
+fu quien, viniendo con la pequeita al
+pecho, cerr luego los ojos a su hermana, la
+compuso un poco y fuese despus a cubrir y
+arropar mejor al nio dormido y a trasladarle en
+un beso la tibieza que con otro recoji de la
+vida que an tenda sus ltimos jirones sobre la
+frente de la rendida madre.</p>
+
+<p>Pero, muri acaso Rosa? Se muri de veras?
+Poda haberse muerto viviendo l, Ramiro?
+No; en sus noches, ahora solitarias, mientras
+se dorma solo en aquella cama de la muerte
+y de la vida y del amor, senta a su lado el
+ritmo de su respiracin, su calor tibio, aunque
+con una congojosa sensacin de vaco. Y tenda
+la mano, recorriendo con ella la otra mitad de
+la cama, apretndola algunas veces. Y era lo
+peor que, cuando recojindose se pona a meditar
+en ella, no se le ocurrieran sino cosas de
+libro, cosas de amor de libro y no de cario de
+vida, y le escoca que aquel robusto sentimiento,
+vida de su vida y aire de su espritu, no se le
+cuajara ms que en abstractas lucubraciones. El
+dolor se le espiritualizaba, vale decir que se le
+intelectualizaba, y slo cobraba carne, aunque<span class="pagenum"><a name="Page_76" id="Page_76">[76]</a></span>
+fuera vaporosa, cuando entraba Gertrudis. Y de
+todo esto sacbale una de aquellas vocecitas
+frescas que piaba: Pap! Ya estaba, pues, all,
+ella, la muerta inmortal. Y luego, la misma vocecita:
+Mam! Y la de Gertrudis, gravemente
+dulce, responda: Hijo!</p>
+
+<p>No, Rosa, su Rosa, no se haba muerto, no
+era posible que se le hubiese muerto; la mujer
+estaba all, tan viva como antes, y derramando
+vida en torno; la mujer no poda morir.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_77" id="Page_77">[77]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>VIII</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Gertrudis</span>, que se haba instalado en casa
+de su hermana desde que sta di por
+ltima vez a luz y durante su enfermedad ltima,
+le dijo un da a su cuado:</p>
+
+<p>&mdash;Mira, voy a levantar mi casa.</p>
+
+<p>El corazn de Ramiro se puso al galope.</p>
+
+<p>&mdash;S&mdash;aadi ella&mdash;, tengo que venir a vivir
+con vosotros y a cuidar de los chicos. No se le
+puede, adems, dejar aqu sola a esa buena pcora
+del ama.</p>
+
+<p>&mdash;Dios te lo pague, Tula.</p>
+
+<p>&mdash;Nada de Tula, ya te lo tengo dicho; para ti
+soy Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Y qu ms da?</p>
+
+<p>&mdash;Yo lo s.</p>
+
+<p>&mdash;Mira, Gertrudis...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, voy a ver qu hace el ama.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_78" id="Page_78">[78]</a></span></p>
+
+<p>A la cual vigilaba sin descanso. No le dejaba
+dar el pecho al pequeito delante del padre de
+ste, y le regaaba por el poco recato y mucha
+desenvoltura con que se desabrochaba el seno.</p>
+
+<p>&mdash;Si no hace falta que ensees eso as; en el
+nio es en quien hay que ver si tienes o no leche
+abundante.</p>
+
+<p>Ramiro sufra y Gertrudis le senta sufrir.</p>
+
+<p>&mdash;Pobre Rosa!&mdash;deca de continuo.</p>
+
+<p>&mdash;Ahora los pobres son los nios y es en ellos
+en quienes hay que pensar...</p>
+
+<p>&mdash;No basta, no. Apenas descanso. Sobre todo
+por las noches la soledad me pesa; las hay que
+las paso en vela.</p>
+
+<p>&mdash;Sal despus de cenar, como salas de casado
+ltimamente, y no vuelvas a casa hasta
+que sientas sueo. Hay que acostarse con
+sueo.</p>
+
+<p>&mdash;Pero es que siento un vaco...</p>
+
+<p>&mdash;Vaco teniendo hijos?</p>
+
+<p>&mdash;Pero ella es insustituble...</p>
+
+<p>&mdash;As lo creo... Aunque vosotros los hombres...</p>
+
+<p>&mdash;No cre que la quera tanto...</p>
+
+<p>&mdash;As nos pasa de continuo. As me pas con<span class="pagenum"><a name="Page_79" id="Page_79">[79]</a></span>
+mi to y as me ha pasado con mi hermana, con
+tu Rosa. Hasta que ha muerto tampoco yo he
+sabido lo que la quera. Lo s ahora en que
+cuido a sus hijos, a vuestros hijos. Y es que queremos
+a los muertos en los vivos...</p>
+
+<p>&mdash;Y no acaso a los vivos en los muertos...?</p>
+
+<p>&mdash;No sutilicemos.</p>
+
+<p>Y por las maanas, luego de haberse levantado
+Ramiro, iba su cuada a la alcoba y abra de par
+en par las hojas del balcn dicindose: para
+que se vaya el olor a hombre. Y evitaba luego
+encontrarse a solas con su cuado, para lo cual
+llevaba siempre algn nio delante.</p>
+
+<p>Sentada en la butaca en que sola sentarse la
+difunta, contemplaba los juegos de los pequeuelos.</p>
+
+<p>&mdash;Es que yo soy chico y t no eres ms que
+chica&mdash;oy que le deca un da, con su voz de
+trapo, Ramirn a su hermanita.</p>
+
+<p>&mdash;Ramirn, Ramirn&mdash;le dijo la ta&mdash;, qu es
+eso? Ya empiezas a ser bruto, a ser hombre?</p>
+
+<p>Un da lleg Ramiro, llam a su cuada y le
+dijo:</p>
+
+<p>&mdash;He sorprendido tu secreto, Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Qu secreto?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_80" id="Page_80">[80]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Las relaciones que llevabas con Ricardo, mi
+primo.</p>
+
+<p>&mdash;Pues bien, s, es cierto; se empe, me hostig,
+no me dejaba en paz y acab por darme
+lstima.</p>
+
+<p>&mdash;Y tan oculto que lo tenais...</p>
+
+<p>&mdash;Para qu declararlo?</p>
+
+<p>&mdash;Y s ms.</p>
+
+<p>&mdash;Qu es lo que sabes?</p>
+
+<p>&mdash;Que le has despedido.</p>
+
+<p>&mdash;Tambin es cierto.</p>
+
+<p>&mdash;Me ha enseado l mismo tu carta.</p>
+
+<p>&mdash;Cmo? No le crea capaz de eso. Bien he
+hecho en dejarle: hombre al fin!</p>
+
+<p>Ramiro, en efecto, haba visto una carta de su
+cuada a Ricardo, que deca as:</p>
+
+<p>Mi querido Ricardo: No sabes bien qu das
+tan malos estoy pasando desde que muri la pobre
+Rosa. Estos ltimos han sido terribles y no
+he cesado de pedir a la Virgen Santsima y a su
+Hijo que me diesen fuerzas para ver claro en mi
+porvenir. No sabes bien con cunta pena te lo
+digo, pero no pueden continuar nuestras relaciones;
+no puedo casarme. Mi hermana me sigue
+rogando desde el otro mundo que no abandone<span class="pagenum"><a name="Page_81" id="Page_81">[81]</a></span>
+a sus hijos y que les haga de madre. Y puesto
+que tengo estos hijos a que cuidar, no debo ya
+casarme. Perdname, Ricardo, perdnamelo, por
+Dios, y mira bien por qu lo hago. Me cuesta
+mucha pena porque s que habra llegado a quererte
+y, sobre todo, porque s lo que me quieres
+y lo que sufrirs con esto. Siento en el alma
+causarte esta pena, pero t que eres bueno,
+comprenders mis deberes y los motivos de mi
+resolucin y encontrars otra mujer que no tenga
+mis obligaciones sagradas y que te pueda hacer
+ms feliz que yo habra podido hacerte.
+Adis, Ricardo, que seas feliz y hagas felices a
+otros, y ten por seguro que nunca, nunca te olvidar</p>
+
+<p class="smcap right indenr5">Gertrudis.</p>
+
+
+<p class="p2">&mdash;Y ahora&mdash;aadi Ramiro&mdash;, a pesar de esto
+Ricardo quiere verte.</p>
+
+<p>&mdash;Es que yo me oculto acaso?</p>
+
+<p>&mdash;No, pero...</p>
+
+<p>&mdash;Dile que venga cuando quiera a verme a
+esta nuestra casa.</p>
+
+<p>&mdash;Nuestra casa, Gertrudis, nuestra...</p>
+
+<p>&mdash;Nuestra, s, y de nuestros hijos...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_82" id="Page_82">[82]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Si t quisieras...</p>
+
+<p>&mdash;No hablemos de eso!&mdash;y se levant.</p>
+
+<p>Al siguiente da se le present Ricardo.</p>
+
+<p>&mdash;Pero, por Dios, Tula.</p>
+
+<p>&mdash;No hablemos ms de eso, Ricardo, que es
+cosa hecha.</p>
+
+<p>&mdash;Pero, por Dios&mdash;y se le quebr la voz.</p>
+
+<p>&mdash;S hombre, Ricardo, s fuerte!</p>
+
+<p>&mdash;Pero es que ya tienen padre...</p>
+
+<p>&mdash;No basta; no tienen madre... es decir, s la
+tienen.</p>
+
+<p>&mdash;Puede l volver a casarse.</p>
+
+<p>&mdash;Volverse a casar l? En ese caso los nios
+se irn conmigo. Le promet a su madre, en su
+lecho de muerte, que no tendran madrastra.</p>
+
+<p>&mdash;Y si llegases a serlo t, Tula?</p>
+
+<p>&mdash;Cmo yo?</p>
+
+<p>&mdash;S, t; casndote con l, con Ramiro.</p>
+
+<p>&mdash;Eso nunca!</p>
+
+<p>&mdash;Pues yo slo as me lo explico.</p>
+
+<p>&mdash;Eso nunca, te he dicho; no me expondra a
+que unos mos, es decir, de mi vientre, pudiesen
+mermarme el cario que a sos tengo. Y ms
+hijos, ms? Eso nunca. Bastan stos para bien
+criarlos.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_83" id="Page_83">[83]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Pues a nadie le convencers, Tula, de que
+no te has venido a vivir aqu por eso.</p>
+
+<p>&mdash;Yo no trato de convencer a nadie de
+nada. Y en cuanto a ti, basta que yo te lo
+diga.</p>
+
+<p>Se separaron para siempre.</p>
+
+<p>&mdash;Y qu?&mdash;le pregunt luego Ramiro.</p>
+
+<p>&mdash;Que hemos acabado; no poda ser de otro
+modo.</p>
+
+<p>&mdash;Y que has quedado libre...</p>
+
+<p>&mdash;Libre estaba, libre estoy, libre pienso morirme.</p>
+
+<p>&mdash;Gertrudis... Gertrudis&mdash;y su voz temblaba
+a splica.</p>
+
+<p>&mdash;Le he despedido porque me debo, ya te lo
+dije, a tus hijos, a los hijos de Rosa...</p>
+
+<p>&mdash;Y tuyos... no dices as?</p>
+
+<p>&mdash;Y mos, s!</p>
+
+<p>&mdash;Pero si t quisieras...</p>
+
+<p>&mdash;No insistas; ya te tengo dicho que no debo
+casarme ni contigo ni con otro menos.</p>
+
+<p>&mdash;Menos?&mdash;y se le abri el pecho.</p>
+
+<p>&mdash;S, menos.</p>
+
+<p>&mdash;Y cmo no fuiste monja?</p>
+
+<p>&mdash;No me gusta que me manden.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_84" id="Page_84">[84]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Es que en el convento en que entrases
+seras t la abadesa, la superiora.</p>
+
+<p>&mdash;Menos me gusta mandar. Ramirn?</p>
+
+<p>El nio acudi al reclamo. Y cojindole su
+ta le dijo: vamos a jugar al escondite, rico!</p>
+
+<p>&mdash;Pero Tula...</p>
+
+<p>&mdash;Te he dicho&mdash;y para decirle esto se le acerc,
+teniendo cojido de la mano al nio, y se lo
+dijo al odo&mdash;que no me llames Tula, y menos
+delante de los nios. Ellos s, pero t no. Y ten
+respeto a los pequeos.</p>
+
+<p>&mdash;En qu les falto al respeto?</p>
+
+<p>&mdash;En dejar as al descubierto delante de ellos
+tus instintos...</p>
+
+<p>&mdash;Pero si no comprenden...</p>
+
+<p>&mdash;Los nios lo comprenden todo; ms que
+nosotros. Y no olvidan nada. Y si ahora no lo
+comprende, lo comprender maana. Cada cosa
+de estas que ve u oye un nio es una semilla en
+su alma, que luego echa tallo y da fruto. Y basta!</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_85" id="Page_85">[85]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>IX</h2>
+
+
+<p>Y empez una vida de triste desasosiego, de
+interna lucha en aquel hogar. Ella defendase
+con los nios, a los que siempre procuraba
+tener presentes, y le excitaba a l a que saliese
+a distraerse. El, por su parte, extremaba sus caricias
+a los hijos y no haca sino hablarles de su
+madre, de su pobre madre. Coja a la nia y all,
+delante de la ta, se la devoraba a besos.</p>
+
+<p>&mdash;No tanto, hombre, no tanto, que as no
+haces sino molestar a la pobre criatura. Y eso,
+permteme que te lo diga, no es natural. Bien
+est que hagas que me llamen ta y no mam,
+pero no tanto; reprtate.</p>
+
+<p>&mdash;Es que yo no he de tener el consuelo de
+mis hijos?</p>
+
+<p>&mdash;S, hijo, s; pero lo primero es educarlos
+bien.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_86" id="Page_86">[86]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Y as?</p>
+
+<p>&mdash;Hartndoles de besos y de golosinas se les
+hace dbiles. Y mira que los nios adivinan...</p>
+
+<p>&mdash;Y qu culpa tengo yo...</p>
+
+<p>&mdash;Pero es que puede haber para unos nios,
+hombre de Dios, un hogar mejor que ste?
+Tienen hogar, verdadero hogar, con padre y
+madre, y es un hogar limpio, castsimo, por
+todos cuyos rincones pueden andar a todas
+horas, un hogar donde nunca hay que cerrarles
+puerta alguna, un hogar sin misterios. Quieres
+ms?</p>
+
+<p>Pero l buscaba acercarse a ella, hasta rozarla.
+Y alguna vez le tuvo que decir en la
+mesa:</p>
+
+<p>&mdash;No me mires as, que los nios ven.</p>
+
+<p>Por las noches sola hacerles rezar por mam
+Rosa, por mamita, para que Dios la tuviese en
+su gloria. Y una noche, despus de este rezo y
+hallndose presente el padre, aadi:</p>
+
+<p>&mdash;Ahora, hijos mos, un padrenuestro y avemara
+por pap tambin.</p>
+
+<p>&mdash;Pero pap no se ha muerto, mam Tula.</p>
+
+<p>&mdash;No importa, porque se puede morir...</p>
+
+<p>&mdash;Eso, tambin t.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_87" id="Page_87">[87]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Es verdad; otro padrenuestro y avemara
+por m entonces.</p>
+
+<p>Y cuando los nios se hubieron acostado,
+volvindose a su cuado le dijo secamente:</p>
+
+<p>&mdash;Esto no puede ser as. Si sigues sin reportarte
+tendr que marcharme de esta casa aunque
+Rosa no me lo perdone desde el cielo.</p>
+
+<p>&mdash;Pero es que...</p>
+
+<p>&mdash;Lo dicho; no quiero que ensucies as, ni
+con miradas, esta casa tan pura y donde mejor
+pueden criarse las almas de tus hijos. Acurdate
+de Rosa.</p>
+
+<p>&mdash;Pero de qu crees que somos los hombres?</p>
+
+<p>&mdash;De carne y muy brutos.</p>
+
+<p>&mdash;Y t, no te has mirado nunca?</p>
+
+<p>&mdash;Qu es eso?&mdash;y se le demud el rostro
+sereno.</p>
+
+<p>&mdash;Que aunque no fueses, como en realidad lo
+eres, su madre, tienes derecho, Gertrudis, a
+perseguirme con tu presencia? Es justo que me
+reproches y ests llenando la casa con tu persona,
+con el fuego de tus ojos, con el son de tu
+voz, con el imn de tu cuerpo lleno de alma,
+pero de un alma llena de cuerpo?</p>
+
+<p>Gertrudis, toda encendida, bajaba la cabeza y<span class="pagenum"><a name="Page_88" id="Page_88">[88]</a></span>
+se callaba, mientras le tocaba a rebato el corazn.</p>
+
+<p>&mdash;Quin tiene la culpa de esto?, dime.</p>
+
+<p>&mdash;Tienes razn, Ramiro, y si me fuese, los nios
+piaran por m, porque me quieren...</p>
+
+<p>&mdash;Ms que a m&mdash;dijo tristemente el padre.</p>
+
+<p>&mdash;Es que yo no les besuqueo como t ni les
+sobo, y cuando les beso, ellos sienten que mis
+besos son ms puros, que son para ellos solos...</p>
+
+<p>&mdash;Y bien, quin tiene la culpa de esto?,
+repito.</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, pues. Espera un ao, esperemos un
+ao; djame un ao de plazo para que vea claro
+en m, para que veas claro en ti mismo, para
+que te convenzas...</p>
+
+<p>&mdash;Un ao... un ao...</p>
+
+<p>&mdash;Te parece mucho?</p>
+
+<p>&mdash;Y luego, cuando se acabe?</p>
+
+<p>&mdash;Entonces... veremos...</p>
+
+<p>&mdash;Veremos... veremos...</p>
+
+<p>&mdash;Yo no prometo ms.</p>
+
+<p>&mdash;Y si en este ao...</p>
+
+<p>&mdash;Qu? Si en este ao haces alguna tontera...</p>
+
+<p>&mdash;A qu llamas hacer una tontera?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_89" id="Page_89">[89]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;A enamorarte de otra y volverte a casar.</p>
+
+<p>&mdash;Eso... nunca!</p>
+
+<p>&mdash;Qu pronto lo dijiste...</p>
+
+<p>&mdash;Eso... nunca!</p>
+
+<p>&mdash;Bah! juramentos de hombres...</p>
+
+<p>&mdash;Y si as fuese, quin tendr la culpa?</p>
+
+<p>&mdash;Culpa?</p>
+
+<p>&mdash;S, la culpa!</p>
+
+<p>&mdash;Eso slo querra decir...</p>
+
+<p>&mdash;Qu?</p>
+
+<p>&mdash;Que no le quisiste, que no le quieres a tu
+Rosa como ella te quiso a ti, como ella te habra
+querido de haber sido ella la viuda...</p>
+
+<p>&mdash;No, eso querra decir otra cosa, que no es...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, basta. Ramirn!, ven ac, Ramirn!
+Anda, corre.</p>
+
+<p>Y as se aplac aquella lucha.</p>
+
+<p>Y ella continuaba su labor de educar a sus
+sobrinos.</p>
+
+<p>No quiso que a la nia se le ocupase demasiado
+en aprender costura y cosas as. Labores
+de su sexo?&mdash;deca&mdash;, no, nada de labores de su
+sexo; el oficio de una mujer es hacer hombres y
+mujeres, y no vestirlos.</p>
+
+<p>Un da que Ramirn solt una expresin soez<span class="pagenum"><a name="Page_90" id="Page_90">[90]</a></span>
+que haba aprendido en la calle y su padre iba a
+reprenderle, interrumpile Gertrudis, dicindole
+bajo: No, dejarlo; hay que hacer como si no
+se ha odo; debe de haber un mundo de que ni
+para condenarlo hay que hablar aqu.</p>
+
+<p>Una vez que oy decir de una que se quedaba
+soltera que quedaba para vestir santos, agreg:
+o para vestir almas de nios!</p>
+
+<p>&mdash;Tulita es mi novia&mdash;dijo una vez Ramirn.</p>
+
+<p>&mdash;No digas tonteras; Tulita es tu hermana.</p>
+
+<p>&mdash;Y no puede ser novia y hermana?</p>
+
+<p>&mdash;No.</p>
+
+<p>&mdash;Y qu es ser hermana?</p>
+
+<p>&mdash;Ser hermana? Ser hermana es...</p>
+
+<p>&mdash;Vivir en la misma casa&mdash;acab la nia.</p>
+
+<p>Un da lleg la nia llorando y mostrando un
+dedo en que le haba picado una abeja. Lo primero
+que se le ocurri a la ta fu ver si con su
+boca, chupndoselo, poda extraerle el veneno
+como haba ledo que se hace con el de ciertas
+culebras. Luego declararon los nios, y se les
+uni el padre, que no dejaran viva a ninguna
+de las abejas que venan al jardn, que las perseguiran
+a muerte.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_91" id="Page_91">[91]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No, eso s que no&mdash;exclam Gertrudis&mdash;; a
+las abejas no las toca nadie.</p>
+
+<p>&mdash;Por qu? Por la miel?&mdash;pregunt Ramiro.</p>
+
+<p>&mdash;No las toca nadie, he dicho.</p>
+
+<p>&mdash;Pero si no son madres, Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Lo s, lo s bien. He ledo en uno de esos
+libros tuyos lo que son las abejas, lo he ledo.
+S lo que son las abejas estas, las que pican y
+hacen la miel; s lo que es la reina y s tambin
+lo que son los znganos.</p>
+
+<p>&mdash;Los znganos somos nosotros, los hombres.</p>
+
+<p>&mdash;Claro est!</p>
+
+<p>&mdash;Pues mira, voy a meterme en poltica; me
+van a presentar candidato a diputado provincial.</p>
+
+<p>&mdash;De veras?&mdash;pregunt Gertrudis, sin poder
+disimular su alegra.</p>
+
+<p>&mdash;Tanto te place?</p>
+
+<p>&mdash;Todo lo que te distraiga.</p>
+
+<p>&mdash;Faltan once meses, Gertrudis...</p>
+
+<p>&mdash;Para qu?, para la eleccin?</p>
+
+<p>&mdash;Para la eleccin, s!</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_93" id="Page_93">[93]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>X</h2>
+
+
+<p>Y era lo cierto que en el alma cerrada de Gertrudis
+se estaba desencadenando una brava
+galerna. Su cabeza rea con su corazn, y
+ambos, corazn y cabeza, rean en ella con
+algo ms ahincado, ms entraado, ms ntimo,
+con algo que era como el tutano de los huesos
+de su espritu.</p>
+
+<p>A solas, cuando Ramiro estaba ausente del
+hogar, coja al hijo de ste y de Rosa, a Ramirn,
+al que llamaba su hijo, y se lo apretaba al
+seno virgen, palpitante de congoja y henchido
+de zozobra. Y otras veces se quedaba contemplando
+el retrato de la que fu, de la que era
+todava su hermana y como interrogndole si
+haba querido, de veras, que ella, que Gertrudis,
+le sucediese en Ramiro. S, me dijo que yo habra
+de llegar a ser la mujer de su hombre, su<span class="pagenum"><a name="Page_94" id="Page_94">[94]</a></span>
+otra mujer&mdash;se deca&mdash;, pero no pudo querer
+eso, no, no pudo quererlo... yo en su caso, al
+menos, no lo habra querido, no podra haberlo
+querido... de otra? no, de otra no! ni despus
+de mi muerte... ni de mi hermana... de otra no!
+no se puede ser ms que de una... No, no pudo
+querer eso; no pudo querer que entre l, entre
+su hombre, entre el padre de sus hijos y yo se
+interpusiese su sombra... no pudo querer eso.
+Porque cuando l estuviese a mi lado, arrimado
+a m, carne a carne, quin me dice que no estuviese
+pensando en ella? Yo no sera sino el
+recuerdo... algo peor que el recuerdo de la otra!
+No, lo que me pidi es que impida que sus hijos
+tengan madrasta. Y lo impedir! Y casndome
+con Ramiro, entregndole mi cuerpo, y
+no slo mi alma, no lo impedira... Porque entonces
+s que sera madrasta. Y ms si llegaba
+a darme hijos de mi carne y de mi sangre... Y
+esto de los hijos de la carne haca palpitar de
+sagrado terror el tutano de los huesos del alma
+de Gertrudis, que era toda maternidad, pero maternidad
+de espritu.</p>
+
+<p>Y encerrbase en su cuarto, en su recatada
+alcoba, a llorar al pie de una imagen de la San<span class="pagenum"><a name="Page_95" id="Page_95">[95]</a></span>tsima
+Virgen Madre, a llorar mientras susurraba:
+el fruto de tu vientre...</p>
+
+<p>Una vez que tena apretado a su seno a Ramirn,
+ste le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Por qu lloras, mamita?&mdash;pues habale enseado
+a llamarla as.</p>
+
+<p>&mdash;Si no lloro...</p>
+
+<p>&mdash;S, lloras...</p>
+
+<p>&mdash;Pero es que me ves llorar...?</p>
+
+<p>&mdash;No, pero te siento que lloras... Ests llorando...</p>
+
+<p>&mdash;Es que me acuerdo de tu madre...</p>
+
+<p>&mdash;Pues no dices que lo eres t...?</p>
+
+<p>&mdash;S, pero de la otra, de mam Rosa.</p>
+
+<p>&mdash;Ah, s, la que se muri... la de pap...</p>
+
+<p>&mdash;S, la de pap!</p>
+
+<p>&mdash;Y por qu pap nos dice que no te llamemos
+mam, sino ta, tita Tula, y t nos dices
+que te llamemos mam y no ta, no tita Tula...?</p>
+
+<p>&mdash;Pero es que pap os dice eso?</p>
+
+<p>&mdash;S, nos ha dicho que todava no eres nuestra
+mam, que todava no eres ms que nuestra
+ta...</p>
+
+<p>&mdash;Todava?</p>
+
+<p>&mdash;S, nos ha dicho que todava no eres nues<span class="pagenum"><a name="Page_96" id="Page_96">[96]</a></span>tra
+mam, pero que lo sers... S, que vas a ser
+nuestra mam cuando pasen unos meses...</p>
+
+<p>Entonces sera vuestra madrasta&mdash;pens
+Gertrudis, pero no se atrevi a desnudar este
+pensamiento pecaminoso ante el nio.</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, mira, no hagas caso de esas cosas,
+hijo mo...</p>
+
+<p>Y cuando luego lleg Ramiro, el padre, le
+llam aparte y severamente le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;No andes dicindole al nio esas cosas. No
+le digas que yo no soy todava ms que su ta,
+la ta Tula, y que ser su mam. Eso es corromperle,
+eso es abrirle los ojos sobre cosas que no
+debe ver. Y si lo haces por influir con l sobre
+m, si lo haces por moverme...</p>
+
+<p>&mdash;Me dijiste que te tomabas un plazo...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, si lo haces por eso piensa en el
+papel que haces hacer a tu hijo, un papel de...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, calla!</p>
+
+<p>&mdash;Las palabras no me asustan, pero lo callar.
+Y t piensa en Rosa, recuerda a Rosa, tu
+primer... amor!</p>
+
+<p>&mdash;Tula!</p>
+
+<p>&mdash;Basta. Y no busques madrasta para tus
+hijos, que tienen madre.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_97" id="Page_97">[97]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XI</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Esto</span> necesita campo&mdash;se dijo Gertrudis, e
+indic a Ramiro la conveniencia de que todos
+ellos se fuesen a veranear a un pueblecito
+costero que tuviese montaa, dominando al mar
+y por ste dominada. Busc un lugar que no
+fuese muy de moda, pero donde Ramiro pudiese
+encontrar compaeros de tresillo, pues tampoco
+le quera obligado a la continua compaa de los
+suyos. Era un gnero de soledad a que Gertrudis
+tema.</p>
+
+<p>All todos los das salan de paseo, por la montaa,
+dando vista al mar, entre madroales, ellos
+dos, Gertrudis y Ramiro, y los tres nios: Ramirn,
+Rosita y Elvira. Jams, ni aun all donde no
+los conocan&mdash;es decir, all menos&mdash;se hubiese
+arriesgado Gertrudis a salir de paseo con su cu<span class="pagenum"><a name="Page_98" id="Page_98">[98]</a></span>ado,
+solos los dos. Al llegar a un punto en que
+un tronco tendido en tierra, junto al sendero,
+ofreca, a modo de banco rstico, asiento, sentbanse
+en l ellos dos, cara al mar, mientras los
+nios jugaban all cerca, lo ms cerca posible.
+Una vez en que Ramiro quiso que se sentaran
+en el suelo, sobre la yerba montaesa, Gertrudis
+le contest: No, en el suelo, no! yo no me
+siento en el suelo, sobre la tierra, y menos junto
+a ti y ante los nios... Pero si el suelo est
+limpio... si hay yerba... Te he dicho que no
+me siento as! No, la postura no es cmoda...
+Peor que incmoda!</p>
+
+<p>Desde aquel tronco, mirando al mar, hablaban
+de mil nonadas, pues en cuanto el hombre
+deslizaba la conversacin a senderos de lo por
+pacto tcito ya vedado de hablar entre ellos, la
+ta tena en la boca un Ramirn! o Rosita!
+o Elvira! Le hablaba ella del mar y eran sus
+palabras, que le llegaban a l envueltas en el rumor
+no lejano de las olas, como la letra vaga de
+un canto de cuna para el alma. Gertrudis estaba
+brizando la pasin de Ramiro para adormecrsela.
+No le miraba casi nunca entonces, miraba
+al mar; pero en l, en el mar, vea reflejada<span class="pagenum"><a name="Page_99" id="Page_99">[99]</a></span>
+por misterioso modo la mirada del hombre. El
+mar pursimo les una las miradas y las almas.</p>
+
+<p>Otras veces banse al bosque, a un castaar, y
+all tena ella que vigilarle, vigilarse y vigilar a
+los nios con ms cuidado. Y tambin all encontr
+el tronco derribado que le sirviese de
+asiento.</p>
+
+<p>Quera atemperarle a una vida de familia pursima
+y campesina, hacer que se acostase cansado
+de luz y de aire libres, que se durmiese,
+oyendo fuera al grillo, para dormir sin ensueos,
+que le despertase el canto del gallo y el
+trajineo de los campesinos y los marineros.</p>
+
+<p>Por las maanas bajaban a una pequea playa,
+donde se reuna la pequea colonia veraniega.
+Los nios, descalzos, entretenanse, despus
+del bao, en desviar con los pies el curso de un
+pequeo arroyuelo vagabundo e indeciso que
+por la arena desaguaba en el mar. Ramiro se
+uni alguna vez a este juego de los nios.</p>
+
+<p>Pero Gertrudis empez a temer. Se haba
+equivocado en sus precauciones. Ramiro hua
+del tresillo con sus compaeros de colonia veraniega
+y pareca espiar ms que nunca la ocasin
+de hallarse a solas con su cuada. La casi<span class="pagenum"><a name="Page_100" id="Page_100">[100]</a></span>ta
+que habitaban tena ms de tienda de gitanos
+trashumantes que de otra cosa. El campo, en vez
+de adormecer no la pasin, el deseo de Ramiro,
+pareca como si se lo excitase ms, y ella misma,
+Gertrudis, empez a sentirse desasosegada.
+La vida se les ofreca ms al desnudo en aquellos
+campos, en el bosque, en los repliegues de
+la montaa. Y luego haba los animales domsticos,
+los que cra el hombre, con los que era
+mayor all la convivencia. Gertrudis sufra al ver
+la atencin con que los pequeos, sus sobrinos,
+seguan los juegos del avero. No, el campo no
+renda una leccin de pureza. Lo puro all era
+hundir la mirada en el mar. Y aun el mar... La
+brisa marina les llegaba como un aguijn.</p>
+
+<p>&mdash;Mira qu hermosura!&mdash;exclam Gertrudis
+una tarde, al ocaso, en que estaban sentados
+frente al mar.</p>
+
+<p>Era la luna llena, roja sobre su palidez, que
+surga de las olas como una flor gigantesca y
+solitaria en un yermo palpitante.</p>
+
+<p>&mdash;Por qu le habrn cantado tanto a la luna
+los poetas?&mdash;dijo Ramiro;&mdash;por qu ser la luz
+romntica y de los enamorados?</p>
+
+<p>&mdash;No lo s, pero se me ocurre que es la nica<span class="pagenum"><a name="Page_101" id="Page_101">[101]</a></span>
+tierra, porque es una tierra... que vemos sabiendo
+que nunca llegaremos a ella... es lo inaccesible...
+El sol no, el sol nos rechaza; gustamos de
+baarnos en su luz, pero sabemos que es inhabitable,
+que en l nos quemaramos, mientras
+que en la luna creemos que se podra vivir y en
+paz y crepsculo eternos, sin tormentas, pues
+no la vemos cambiar, pero sentimos que no se
+puede llegar a ella... Es lo intangible...</p>
+
+<p>&mdash;Y siempre nos da la misma cara... esa cara
+tan triste y tan seria... es decir, siempre no! porque
+la va velando poco a poco y la oscurece
+del todo y otras veces parece una hoz...</p>
+
+<p>&mdash;S&mdash;y al decirlo pareca como que Gertrudis
+segua sus propios pensamientos sin oir los
+de su compaero, aunque no era as&mdash;; siempre
+ensea la misma cara porque es constante, es
+fiel. No sabemos cmo ser por el otro lado...
+cul ser su otra cara...</p>
+
+<p>&mdash;Y eso aade a su misterio...</p>
+
+<p>&mdash;Puede ser... puede ser... Me explico que alguien
+anhele llegar a la luna... lo imposible!...
+para ver cmo es por el otro lado... para conocer
+y explorar su otra cara...</p>
+
+<p>&mdash;La oscura...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_102" id="Page_102">[102]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;La oscura? Me parece que no! Ahora que
+esta que vemos est iluminada la otra estar a
+oscuras, pero o yo s poco de estas cosas o
+cuando esta cara se oscurece del todo, en luna
+nueva, est en luz por el otro, es luna llena de
+la otra parte...</p>
+
+<p>&mdash;Para quin?</p>
+
+<p>&mdash;Cmo para quin...?</p>
+
+<p>&mdash;S, que cuando el otro lado alumbra para
+quin?</p>
+
+<p>&mdash;Para el cielo, y basta. O es que a la luna la
+hizo Dios no ms que para alumbrarnos de
+noche a nosotros, los de la tierra? O para que
+hablemos estas tonteras?</p>
+
+<p>&mdash;Pues bien, mira, Tula...</p>
+
+<p>&mdash;Rosita!</p>
+
+<p>Y no le dej comentar la intangibilidad y la
+plenitud de la luna.</p>
+
+<p>Cuando ella habl de volver ya a la ciudad
+apresurse l a aceptarlo. Aquella temporada en
+el campo, entre la montaa y el mar, haba sido
+estril para sus propsitos. Me he equivocado&mdash;se
+deca tambin l&mdash;; aqu est ms segura
+que all, que en casa; aqu parece embozarse en
+la montaa, en el bosque, y como si el mar le<span class="pagenum"><a name="Page_103" id="Page_103">[103]</a></span>
+sirviese de escudo; aqu es tan intangible como
+la luna, y entretanto este aire de salina filtrado
+por entre rayos de sol enciende la sangre... y
+ella me parece aqu fuera de su mbito y como
+si temiese algo; vive alerta y dirase que no
+duerme... Y ella a su vez se deca: No, la pureza
+no es del campo, la pureza es de celda, de
+claustro y de ciudad; la pureza se desarrolla
+entre gentes que se unen en mazorcas de viviendas
+para mejor aislarse; la ciudad es monasterio,
+convento de solitarios; aqu la tierra, sobre
+que casi se acuestan, las une y los animales son
+otras tantas serpientes del paraso... a la ciudad,
+a la ciudad!</p>
+
+<p>En la ciudad estaba su convento, su hogar, y
+en l su celda. Y all adormecera mejor a su
+cuado. Oh, si pudiese decir de l&mdash;pensaba&mdash;lo
+que Santa Teresa en una carta&mdash;Gertrudis
+lea mucho a Santa Teresa&mdash;deca de su cuado
+don Juan de Ovalle, marido de doa Juana de
+Ahumada: El es de condicin en cosas muy
+aniado... Cmo le aniara?</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_105" id="Page_105">[105]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XII</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Al</span> fin Gertrudis no pudo con su soledad y
+decidi llevar su congoja al padre Alvarez,
+su confesor, pero no su director espiritual. Porque
+esta mujer haba rehudo siempre ser dirigida,
+y menos por un hombre. Sus normas de conducta
+moral, sus convicciones y creencias religiosas
+se las haba formado ella con lo que oa
+a su alrededor y con lo que lea, pero las interpretaba
+a su modo. Su pobre to, don Primitivo,
+el sacerdote ingenuo que las haba criado a
+las dos hermanas y les ense el catecismo de
+la doctrina cristiana explicado segn <i>el Mazo</i>,
+sinti siempre un profundo respeto por la inteligencia
+de su sobrina Tula, a la que admiraba. Si
+te hicieses monja&mdash;sola decirle&mdash;llegaras a ser
+otra Santa Teresa... Qu cosas se te ocurren,
+hija... Y otras veces: Me parece que eso que<span class="pagenum"><a name="Page_106" id="Page_106">[106]</a></span>
+dices, Tulilla, huele un poco a hereja; hum! No
+lo s... no lo s... porque no es posible que te
+inspire herejas el ngel de tu guarda, pero eso
+me suena as como a... qu s yo... Y ella le
+contestaba riendo: S, to, son tonteras que se
+me ocurren, y ya que dice usted que huele a hereja
+no lo volver a pensar. Pero quin pone
+barreras al pensamiento?</p>
+
+<p>Gertrudis se sinti siempre sola. Es decir, sola
+para que la ayudaran, porque para ayudar ella
+a los otros no, no estaba sola. Era como una
+hurfana cargada de hijos. Ella sera el bculo
+de todos los que la rodearan; pero si sus piernas
+flaquearan, si su cabeza no le mantuviese firme
+en su sendero, si su corazn empezaba a bambolear
+y enflaquecer, quin la sostendra a ella?
+quin sera su bculo? Porque ella, tan henchida
+del sentimiento, de la pasin mejor, de la
+maternidad, no senta la filialidad. No es esto
+orgullo?&mdash;se preguntaba.</p>
+
+<p>No pudo al fin con esta soledad y decidi llevar
+a su confesor, al padre Alvarez, su congoja.
+Y le cont la declaracin y proposicin de Ramiro,
+y hasta lo que les haba dicho a los nios
+de que no le llamasen a ella todava madre, y las<span class="pagenum"><a name="Page_107" id="Page_107">[107]</a></span>
+razones que tena para mantener la pureza de
+aquel hogar y cmo no quera entregarse a hombre
+alguno, sino reservarse para mejor consagrarse
+a los hijos de Rosa.</p>
+
+<p>&mdash;Pero lo de su cuado lo encuentro muy natural&mdash;arguy
+el buen padre de almas.</p>
+
+<p>&mdash;Es que no se trata ahora de mi cuado, padre,
+sino de m; y no creo que haya acudido a
+usted tambin en busca de alianza...</p>
+
+<p>&mdash;No, no, hija, no!</p>
+
+<p>&mdash;Como dicen que en los confesonarios se
+confeccionan bodas y que ustedes, los padres,
+se dedican a casamenteros...</p>
+
+<p>&mdash;Yo lo nico que digo ahora, hija, es que es
+muy natural que su cuado, viudo y joven y fuerte,
+quiera volver a casarse, y ms natural, y hasta
+santo, que busque otra madre para sus hijos...</p>
+
+<p>&mdash;Otra? Ya la tiene!</p>
+
+<p>&mdash;S; pero... y si sta se va...</p>
+
+<p>&mdash;Irme? Yo? Estoy tan obligada a esos nios
+como estara su madre de carne y sangre si
+viviese...</p>
+
+<p>&mdash;Y luego eso da que hablar...</p>
+
+<p>&mdash;De lo que hablen, padre, ya le he dicho
+que nada se me da...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_108" id="Page_108">[108]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Y si lo hiciese precisamente por eso, porque
+hablen? Examnese y mire si no entra en
+ello un deseo de afrontar las preocupaciones
+ajenas, de desafiar la opinin pblica...</p>
+
+<p>&mdash;Y si as fuese, qu?</p>
+
+<p>&mdash;Que eso s que es pecaminoso. Y despus
+de todo, la cuestin es otra...</p>
+
+<p>&mdash;Cul es la cuestin?</p>
+
+<p>&mdash;La cuestin es si usted le quiere o no. Esta
+es la cuestin. Le quiere usted, s o no?</p>
+
+<p>&mdash;Para marido... no!</p>
+
+<p>&mdash;Pero le rechaza?</p>
+
+<p>&mdash;Rechazarle... no!</p>
+
+<p>&mdash;Si cuando se dirigi a su hermana, la difunta,
+se hubiera dirigido a usted...</p>
+
+<p>&mdash;Padre! Padre!&mdash;y su voz gema.</p>
+
+<p>&mdash;S, por ah hay que verlo...</p>
+
+<p>&mdash;Padre; que eso no es pecado...!</p>
+
+<p>&mdash;Pero ahora se trata de direccin espiritual,
+de tomar consejo... Y s, es pecado, es acaso
+pecado... Tal vez hay aqu unos viejos celos...</p>
+
+<p>&mdash;Padre!</p>
+
+<p>&mdash;Hay que ahondar en ello. Acaso no le ha
+perdonado an...</p>
+
+<p>&mdash;Le he dicho, padre, que le quiero; pero no<span class="pagenum"><a name="Page_109" id="Page_109">[109]</a></span>
+para marido. Le quiero como a un hermano,
+como a un ms que hermano, como al padre de
+mis hijos, porque stos, sus hijos, lo son mos
+de lo ms dentro mo, de todo mi corazn; pero
+para marido no. Yo no puedo ocupar en su cama
+el sitio que ocup mi hermana... Y sobre todo,
+yo no quiero, no debo darles madrasta a mis
+hijos...</p>
+
+<p>&mdash;Madrasta?</p>
+
+<p>&mdash;S, madrastra. Si yo me caso con l, con el
+padre de los hijos de mi corazn, les dar madrasta
+a stos, y ms si llego a tener hijos de
+carne y de sangre con l. Esto, ahora ya...
+nunca!</p>
+
+<p>&mdash;Ahora ya...</p>
+
+<p>&mdash;S, ahora que ya tengo a los de mi corazn...
+mis hijos...</p>
+
+<p>&mdash;Pero piense en l, en su cuado, en su situacin...</p>
+
+<p>&mdash;Que piense...?</p>
+
+<p>&mdash;S! Y no tiene compasin de l?</p>
+
+<p>&mdash;S que la tengo. Y por eso le ayudo y le
+sostengo. Es como otro hijo mo.</p>
+
+<p>&mdash;Le ayuda... le sostiene...</p>
+
+<p>&mdash;S, le ayudo y le sostengo a ser padre...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_110" id="Page_110">[110]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;A ser padre... a ser padre... Pero l es un
+hombre...</p>
+
+<p>&mdash;Y yo una mujer!</p>
+
+<p>&mdash;Es dbil...</p>
+
+<p>&mdash;Soy yo fuerte?</p>
+
+<p>&mdash;Ms de lo debido.</p>
+
+<p>&mdash;Ms de lo debido? Y lo de la mujer
+fuerte?</p>
+
+<p>&mdash;Es que esa fortaleza, hija ma, puede alguna
+vez ser dureza, ser crueldad. Y es dura con
+l, muy dura. Que no le quiere como a marido?
+Y qu importa! Ni hace falta eso para casarse
+con un hombre. Muchas veces tiene que casarse
+una mujer con un hombre por compasin, por
+no dejarle solo, por salvarle, por salvar su
+alma...</p>
+
+<p>&mdash;Pero si no le dejo solo...</p>
+
+<p>&mdash;S, s, le deja solo. Y creo que me comprende
+sin que se lo explique ms claro...</p>
+
+<p>&mdash;S, s que se lo comprendo, pero no quiero
+comprenderlo. No est solo. Quien est sola
+soy yo! Sola... sola... siempre sola...</p>
+
+<p>&mdash;Pero ya sabe aquello de ms vale casarse
+que abrasarse...</p>
+
+<p>&mdash;Pero si no me abraso...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_111" id="Page_111">[111]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No se queja de su soledad?</p>
+
+<p>&mdash;No es soledad de abrasarse; no es esa soledad
+a que usted, padre, alude. No, no es esa. No
+me abraso...</p>
+
+<p>&mdash;Y si se abrasa l...?</p>
+
+<p>&mdash;Que se refresque en el cuidado y amor de
+sus hijos...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, pero ya me entiende...</p>
+
+<p>&mdash;Demasiado.</p>
+
+<p>&mdash;Y por si no, le dir ms claro an que su
+cuado corre peligro, y que si cae en l, le cabr
+culpa...</p>
+
+<p>&mdash;A m?</p>
+
+<p>&mdash;Claro est!</p>
+
+<p>&mdash;No lo veo tan claro... Como no soy hombre...</p>
+
+<p>&mdash;Me dijo que uno de sus temores de casarse
+con su cuado era el de tener hijos con l,
+no es as?</p>
+
+<p>&mdash;S, as es. Si tuviramos hijos llegara yo a
+ser, quieras o no, madrasta de los que me dej
+mi hermana...</p>
+
+<p>&mdash;Pero el matrimonio no se instituy slo
+para hacer hijos...</p>
+
+<p>&mdash;Para casar y dar gracia a los casados y que
+cren hijos para el cielo.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_112" id="Page_112">[112]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Dar gracia a los casados... Lo entiende?</p>
+
+<p>&mdash;Apenas...</p>
+
+<p>&mdash;Que vivan en gracia, libres de pecado...</p>
+
+<p>&mdash;Ahora lo entiendo menos...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, pues que es un remedio contra la
+sensualidad.</p>
+
+<p>&mdash;Cmo? Qu es eso? Qu?</p>
+
+<p>&mdash;Pero por qu se pone as...? Por qu se altera...?</p>
+
+<p>&mdash;Qu es el remedio contra la sensualidad?
+El matrimonio o la mujer?</p>
+
+<p>&mdash;Los dos... La mujer... y... y el hombre.</p>
+
+<p>&mdash;Pues, no, padre, no, no y no! Yo no puedo
+ser remedio contra nada. Qu es eso de considerarme
+remedio? Y remedio... contra eso! No,
+me estimo en ms...</p>
+
+<p>&mdash;Pero si es que...</p>
+
+<p>&mdash;No, ya no sirve. Yo, si l no tuviera ya
+hijos de mi hermana, acaso me habra casado con
+l para tenerlos... para tenerlos de l... pero,
+remedio? Y a eso? Yo remedio? No!</p>
+
+<p>&mdash;Y si antes de haber solicitado a su hermana
+la hubiera solicitado...</p>
+
+<p>&mdash;A m? Antes? Cuando nos conoci? No
+hablemos ya ms, padre, que no podemos en<span class="pagenum"><a name="Page_113" id="Page_113">[113]</a></span>tendernos,
+pues veo que hablamos lenguas diferentes.
+Ni yo s la de usted ni usted sabe la
+ma.</p>
+
+<p>Y dicho esto, se levant de junto al confesonario.
+Le costaba andar: tan doloridas le haban
+quedado del arrodillamiento las rodillas. Y
+a la vez le dolan las articulaciones del alma y
+senta su soledad ms hondamente que nunca.
+No, no me entiende&mdash;se deca&mdash;, no me entiende;
+hombre al fin! Pero me entiendo yo
+misma? Es que me entiendo? Le quiero o no
+le quiero? No es soberbia esto? No es la triste
+pasin solitaria del armio que por no mancharse
+no se echa a nado en un lodazal a salvar a su
+compaero...? No lo s... no lo s...</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_115" id="Page_115">[115]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XIII</h2>
+
+
+<p>Y de pronto observ Gertrudis que su cuado
+era otro hombre, que celaba algn secreto,
+que andaba caviloso y desconfiado, que sala
+mucho de casa. Pero aquellas ms largas ausencias
+del hogar no le engaaron. El secreto estaba
+en l, en el hogar. Y a fuerza de paciente
+astucia logr sorprender miradas de conocimiento
+ntimo entre Ramiro y la criada de servicio.</p>
+
+<p>Era Manuela una hospiciana de diez y nueve
+aos, enfermiza y plida, de un brillo febril en
+los ojos, de maneras sumisas y mansas, de muy
+pocas palabras, triste casi siempre. A ella, a Gertrudis,
+ante quien sin saber por qu temblaba,
+llambale seora. Ramiro quiso hacer que le
+llamase seorita.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_116" id="Page_116">[116]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No, llmame as, seora; nada de seorita...</p>
+
+<p>En general pareca como que la criada le temiera,
+como avergonzada o amedrentada en su
+presencia. Y a los nios los evitaba y apenas si
+les diriga la palabra. Ellos, por su parte, sentan
+una indiferencia, rayana en despego, hacia la
+Manuela. Y hasta alguna vez se burlaban de
+ella, por ciertas sus maneras de hablar, lo que la
+pona de grana. Lo extrao es&mdash;pensaba Gertrudis&mdash;que
+a pesar de todo no quiera irse...
+tiene algo de gata esta mozuela. Hasta que se
+percat de lo que podra haber escondido.</p>
+
+<p>Un da logr sorprender a la pobre muchacha
+cuando sala del cuarto de Ramiro, del seorito&mdash;porque
+a ste s que le llamaba as&mdash;toda
+encendida y jadeante. Cruzronse las miradas y
+la criada rindi la suya. Pero lleg otro en que
+el nio, Ramirn, se fu a su ta y le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Dime, mam Tula, es Manuela tambin
+hermana nuestra?</p>
+
+<p>&mdash;Ya te tengo dicho que todos los hombres y
+mujeres somos hermanos.</p>
+
+<p>&mdash;S, pero como nosotros, los que vivimos
+juntos...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_117" id="Page_117">[117]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No, porque aunque vive aqu sta no es su
+casa...</p>
+
+<p>&mdash;Y cul es su casa?</p>
+
+<p>&mdash;Su casa? No lo quieras saber. Y por qu
+preguntas eso?</p>
+
+<p>&mdash;Porque le he visto a pap que la estaba
+besando...</p>
+
+<p>Aquella noche, luego que hubieron acostado
+a los nios, dijo Gertrudis a Ramiro:</p>
+
+<p>&mdash;Tenemos que hablar.</p>
+
+<p>&mdash;Pero si aun faltan ocho meses...</p>
+
+<p>&mdash;Ocho meses?</p>
+
+<p>&mdash;No hace cuatro que me diste un ao de
+plazo?</p>
+
+<p>&mdash;No se trata de eso, hombre, sino de algo
+ms serio.</p>
+
+<p>A Ramiro se le par el corazn y se puso
+plido.</p>
+
+<p>&mdash;Ms serio?</p>
+
+<p>&mdash;Ms serio, s. Se trata de tus hijos, de su
+buena crianza, y se trata de esa pobre hospiciana,
+de la que estoy segura que ests abusando.</p>
+
+<p>&mdash;Y si as fuese, quin tiene la culpa de
+eso?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_118" id="Page_118">[118]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Y an lo preguntas? An querrs tambin
+culparme de ello?</p>
+
+<p>&mdash;Claro que s!</p>
+
+<p>&mdash;Pues bien, Ramiro: se ha acabado ya aquello
+del ao; no hay plazo ninguno; no puede ser,
+no puede ser. Y ahora s que me voy, y, diga lo
+que dijere la ley, me llevar a los nios conmigo,
+es decir, se irn conmigo.</p>
+
+<p>&mdash;Pero ests loca, Gertrudis?</p>
+
+<p>&mdash;Quien est loco eres t.</p>
+
+<p>&mdash;Pero qu queras...</p>
+
+<p>&mdash;Nada, o yo o ella. O me voy o echas a esa
+criadita de casa.</p>
+
+<p>Siguise un congojoso silencio.</p>
+
+<p>&mdash;No la puedo echar, Gertrudis, no la puedo
+echar. Adnde se va? Al Hospicio otra vez?</p>
+
+<p>&mdash;A servir a otra casa.</p>
+
+<p>&mdash;No la puedo echar, Gertrudis, no la puedo
+echar&mdash;y el hombre rompi a llorar.</p>
+
+<p>&mdash;Pobre hombre!&mdash;murmur ella ponindole
+la mano sobre la suya&mdash;. Me das pena.</p>
+
+<p>&mdash;Ahora, eh?, ahora?</p>
+
+<p>&mdash;S; me das lstima... Estoy ya dispuesta a
+todo...</p>
+
+<p>&mdash;Gertrudis! Tula!</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_119" id="Page_119">[119]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Pero has dicho que no la puedes echar...</p>
+
+<p>&mdash;Es verdad; no la puedo echar&mdash;y volvi a
+abatirse.</p>
+
+<p>&mdash;Qu, pues?, que no va sola?</p>
+
+<p>&mdash;No, no ir sola.</p>
+
+<p>&mdash;Los ocho meses del plazo, eh?</p>
+
+<p>&mdash;Estoy perdido, Tula, estoy perdido.</p>
+
+<p>&mdash;No, la que est perdida es ella, la hurfana,
+la hospiciana, la sin amparo.</p>
+
+<p>&mdash;Es verdad, es verdad...</p>
+
+<p>&mdash;Pero no te aflijas as, Ramiro, que la cosa
+tiene fcil remedio...</p>
+
+<p>&mdash;Remedio? Y fcil?&mdash;y se atrevi a mirarle
+a la cara.</p>
+
+<p>&mdash;S; casarte con ella.</p>
+
+<p>Un rayo que le hubiese herido no le habra
+dejado ms deshecho que esas palabras sencillas.</p>
+
+<p>&mdash;Que me case! Que me case con la criada!
+Que me case con una hospiciana? Y me lo
+dices t!...</p>
+
+<p>&mdash;Y quin si no haba de decrtelo! Yo, la
+verdadera madre hoy de tus hijos.</p>
+
+<p>&mdash;Que les d madrasta?</p>
+
+<p>&mdash;No, eso no!, que aqu estoy yo para seguir<span class="pagenum"><a name="Page_120" id="Page_120">[120]</a></span>
+siendo su madre. Pero que des padre al que
+haya de ser tu nuevo hijo, y que le des madre
+tambin. Esa hospiciana tiene derecho a ser madre,
+tiene ya el deber de serlo, tiene derecho a
+su hijo y al padre de su hijo.</p>
+
+<p>&mdash;Pero Gertrudis...</p>
+
+<p>&mdash;Csate con ella, te he dicho; y te lo dice
+Rosa. S&mdash;y su voz, serena y pastosa, reson
+como una campana&mdash;. Rosa, tu mujer, te dice
+por mi boca que te cases con la hospiciana. Manuela!</p>
+
+<p>&mdash;Seora!&mdash;se oy como un gemido, y la
+pobre muchacha, que acurrucada junto al fogn,
+en la cocina, haba estado oyndolo todo, no se
+movi de su sitio. Volvi a llamarla, y despus
+de otro Seora!, tampoco se movi.</p>
+
+<p>&mdash;Ven ac, o ir a traerte.</p>
+
+<p>&mdash;Por Dios!&mdash;suplic Ramiro.</p>
+
+<p>La muchacha apareci cubrindose la llorosa
+cara con las manos.</p>
+
+<p>&mdash;Descubre la cara y mranos.</p>
+
+<p>&mdash;No, seora, no!</p>
+
+<p>&mdash;S, mranos. Aqu tienes a tu amo, a Ramiro,
+que te pide perdn por lo que de ti ha hecho.</p>
+
+<p>&mdash;Perdn, yo, seora, y a usted...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_121" id="Page_121">[121]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No, te pide perdn y se casar contigo.</p>
+
+<p>&mdash;Pero seora!&mdash;clam Manuela a la vez
+que Ramiro clamaba: Pero Gertrudis!</p>
+
+<p>&mdash;Lo he dicho, se casar contigo: as lo quiere
+Rosa. No es posible dejarte as. Porque t
+ests ya... no es eso?</p>
+
+<p>&mdash;Creo que s, seora, pero yo...</p>
+
+<p>&mdash;No llores as ni hagas juramentos; s que
+no es tuya la culpa...</p>
+
+<p>&mdash;Pero se podra arreglar...</p>
+
+<p>&mdash;Bien sabe aqu Manuela&mdash;dijo Ramiro&mdash;que
+nunca he pensado en abandonarla... Yo le
+colocara...</p>
+
+<p>&mdash;S, seora, s; yo me contento...</p>
+
+<p>&mdash;No, t no debes contentarte con eso que
+ibas a decir. O, mejor, aqu Ramiro no puede
+contentarse con eso. T te has criado en el
+Hospicio, no es eso?</p>
+
+<p>&mdash;S, seora.</p>
+
+<p>&mdash;Pues tu hijo no se criar en l. Tiene derecho
+a tener padre, a su padre, y le tendr. Y
+ahora vete... vete a tu cuarto, y djanos.</p>
+
+<p>Y cuando quedaron Ramiro y ella a solas:</p>
+
+<p>&mdash;Me parece que no dudars ni un momento...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_122" id="Page_122">[122]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Pero eso que pretendes es una locura, Gertrudis!</p>
+
+<p>&mdash;La locura, peor que locura, la infamia, sera
+lo que pensabas.</p>
+
+<p>&mdash;Consltalo siquiera con el padre Alvarez.</p>
+
+<p>&mdash;No lo necesito. Lo he consultado con
+Rosa.</p>
+
+<p>&mdash;Pero si ella te dijo que no dieses madrasta
+a sus hijos...</p>
+
+<p>&mdash;A sus hijos? Y tuyos!</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, s, a nuestros hijos...</p>
+
+<p>&mdash;Y no les dar madrasta. De ellos, de los
+nuestros, seguir siendo yo la madre, pero del
+de sa...</p>
+
+<p>&mdash;Nadie le quitar de ser madre...</p>
+
+<p>&mdash;S, t si no te casas con ella. Eso no ser
+ser madre...</p>
+
+<p>&mdash;Pues ella...</p>
+
+<p>&mdash;Y qu? Porque ella no ha conocido a la
+suya pretendes t que no lo sea como es debido?</p>
+
+<p>&mdash;Pero fjate en que esta chica...</p>
+
+<p>&mdash;T eres quien debi fijarse...</p>
+
+<p>&mdash;Es una locura... una locura...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_123" id="Page_123">[123]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;La locura ha sido antes. Y ahora pinsalo,
+que si no haces lo que debes el escndalo le
+dar yo. Lo sabr todo el mundo.</p>
+
+<p>&mdash;Gertrudis!</p>
+
+<p>&mdash;Csate con ella, y se acab.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_125" id="Page_125">[125]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XIV</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Una</span> profunda tristeza hencha aquel hogar
+despus del matrimonio de Ramiro con la
+hospiciana. Y sta pareca an ms que antes la
+criada, la sirvienta, y ms que nunca Gertrudis
+el ama de la casa. Y esforzbase sta ms que
+nunca por mantener al nuevo matrimonio apartado
+de los nios, y que stos se percataran lo
+menos posible de aquella convivencia ntima.
+Mas hubo que tomar otra criada y explicar a los
+pequeos el caso.</p>
+
+<p>Pero, cmo explicarles el que la antigua
+criada se sentara a la mesa a comer con los de
+casa? Porque esto exigi Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Por Dios, seora&mdash;suplicaba la Manuela&mdash;,
+no me avergence as... mire que me avergenza...
+Hacerme que me siente a la mesa con los<span class="pagenum"><a name="Page_126" id="Page_126">[126]</a></span>
+seores, y sobre todo con los nios... y que
+hable de t al seorito... eso nunca!</p>
+
+<p>&mdash;Hblale como quieras, pero es menester
+que los nios, a los que tanto temes, sepan que
+eres de la familia. Y ahora, una vez arreglado
+esto, no podrn ya sorprender intimidades
+a hurtadillas. Ahora os recataris mejor. Porque
+antes el querer ocultaros de ellos os delataba.</p>
+
+<p>La preez de Manuela fu, en tanto, molestsima.
+Su fragilsima fbrica de cuerpo la soportaba
+muy mal. Y Gertrudis, por su parte, le recomendaba
+que ocultase a los nios lo anormal
+de su estado.</p>
+
+<p>Ramiro viva sumido en una resignada desesperacin
+y ms entregado que nunca al albedro
+de Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;S, s, bien lo comprendo ahora&mdash;deca&mdash;,
+no ha habido ms remedio, pero...</p>
+
+<p>&mdash;Te pesa?&mdash;le preguntaba Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;De haberme casado, no! De haber tenido
+que volverme a casar, s!</p>
+
+<p>&mdash;Ahora no es ya tiempo de pensar en eso;
+pecho a la vida!</p>
+
+<p>&mdash;Ah, si t hubieras querido, Tula!</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_127" id="Page_127">[127]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Te di un ao de plazo; has sabido guardarlo?</p>
+
+<p>&mdash;Y si lo hubiese guardado como t queras,
+al fin de l qu, dime? Porque no me prometiste
+nada.</p>
+
+<p>&mdash;Aunque te hubiese prometido algo habra
+sido igual. No, habra sido peor an. En nuestras
+circunstancias, el haberte hecho una promesa,
+el haberte slo pedido una dilacin para
+nuestro enlace, habra sido peor.</p>
+
+<p>&mdash;Pero si hubiese guardado la tregua como
+t queras que la guardase, dime: qu habras
+hecho?</p>
+
+<p>&mdash;No lo s.</p>
+
+<p>&mdash;Que no lo sabes... Tula... que no lo sabes...</p>
+
+<p>&mdash;No, no lo s; te digo que no lo s.</p>
+
+<p>&mdash;Pero tus sentimientos...</p>
+
+<p>&mdash;Piensa ahora en tu mujer, que no s si podr
+soportar el trance en que la pusiste. Es tan
+endeble la pobrecilla! Y est tan llena de miedo.
+Sigue asustada de ser tu mujer y ama de su
+casa.</p>
+
+<p>Y cuando lleg el peligroso parto repiti Gertrudis
+las abnegaciones que en los partos de su
+hermana tuviera, y recoji al nio, una criatura<span class="pagenum"><a name="Page_128" id="Page_128">[128]</a></span>
+menguada y debilsima, y fu quien lo enmantill
+y quien se lo present a su padre.</p>
+
+<p>&mdash;Aqu le tienes, hombre, aqu le tienes.</p>
+
+<p>&mdash;Pobre criatura!&mdash;exclam Ramiro sintiendo
+que se le derretan de lstima las entraas a
+la vista de aquel mezquino rollo de carne viviente
+y sufriente.</p>
+
+<p>&mdash;Pues es tu hijo, un hijo ms... Es un hijo
+ms que nos llega.</p>
+
+<p>&mdash;Nos llega? Tambin a ti?</p>
+
+<p>&mdash;S, tambin a m; no he de ser madrasta
+para l, yo que hago que no lo tengan los otros.</p>
+
+<p>Y as fu que no hizo distincin entre uno y
+otros.</p>
+
+<p>&mdash;Eres una santa, Gertrudis&mdash;le deca Ramiro&mdash;,
+pero una santa que ha hecho pecadores.</p>
+
+<p>&mdash;No digas eso; soy una pecadora que me
+esfuerzo por hacer santos, santos a tus hijos y a
+ti y a tu mujer.</p>
+
+<p>&mdash;Mi mujer!...</p>
+
+<p>&mdash;Tu mujer, s; la madre de tu hijo. Por qu
+le tratas con ese carioso despego y como a una
+carga?</p>
+
+<p>&mdash;Y qu quieres que haga, que me enamore
+de ella?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_129" id="Page_129">[129]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Pero no lo estabas cuando la sedujiste?</p>
+
+<p>&mdash;De quin? De ella?</p>
+
+<p>&mdash;Ya lo s, ya s que no; pero lo merece la
+pobre...</p>
+
+<p>&mdash;Pero si es la menor cantidad de mujer posible,
+si no es nada!</p>
+
+<p>&mdash;No, hombre, no; es ms, es mucho ms de
+lo que t te crees. Aun no la has conocido.</p>
+
+<p>&mdash;Si es una esclava...</p>
+
+<p>&mdash;Puede ser, pero debes libertarla... La pobre
+est asustada... naci asustada... Te aprovechaste
+de su susto...</p>
+
+<p>&mdash;No s, no s cmo fu aquello...</p>
+
+<p>&mdash;As sois los hombres; no sabis lo que
+hacis ni pensis en ello. Hacis las cosas sin
+pensarlas...</p>
+
+<p>&mdash;Peor es muchas veces pensarlas y no hacerlas...</p>
+
+<p>&mdash;Por qu lo dices?</p>
+
+<p>&mdash;No, nada, por nada...</p>
+
+<p>&mdash;T crees sin duda que yo no hago ms que
+pensar?</p>
+
+<p>&mdash;No, no he dicho que crea eso...</p>
+
+<p>&mdash;S, t crees que yo no soy ms que pensamiento.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_131" id="Page_131">[131]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XV</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">De</span> nuevo la pobre Manuela, la hospiciana,
+la esclava, hallbase preada. Y Ramiro
+muy malhumorado con ello.</p>
+
+<p>&mdash;Como si uno no tuviese bastante con los
+otros...&mdash;deca.</p>
+
+<p>&mdash;Y yo qu quieres que le haga!&mdash;exclamaba
+la vctima.</p>
+
+<p>&mdash;Despus de todo, t lo has querido as&mdash;conclua
+Gertrudis.</p>
+
+<p>Y luego, aparte, volva a reprenderle por el
+trato de compasivo despego que daba a su mujer.
+La cual soportaba esta preez an peor que
+la otra.</p>
+
+<p>&mdash;Me temo por la pobre muchacha&mdash;vaticin
+don Juan, el mdico, un viudo que menudeaba
+sus visitas.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_132" id="Page_132">[132]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Cree usted que corre peligro?&mdash;le pregunt
+Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Esta pobre chica est deshecha por dentro;
+es una tsica consumada y consumida. Resistir,
+es lo ms probable, hasta dar a luz, pues la Naturaleza,
+que es muy sabia...</p>
+
+<p>&mdash;La Naturaleza no! La Santsima Virgen Madre,
+don Juan&mdash;le interrumpi Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Como usted quiera; me rindo, como siempre,
+a su superior parecer. Pues, como deca,
+la Naturaleza o la Virgen, que para m es lo
+mismo...</p>
+
+<p>&mdash;No, la Virgen es la Gracia...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, pues la Naturaleza, la Virgen, la
+Gracia o lo que sea, hace que en estos casos la
+madre se defienda y resista hasta que d a luz
+al nuevo ser. Ese inocente pequeuelo le sirve
+a la pobre madre futura como escudo contra la
+muerte.</p>
+
+<p>&mdash;Y luego?</p>
+
+<p>&mdash;Luego? Que probablemente tendr usted
+que criar sola, sirvindose de un ama de cra,
+por supuesto, un cro ms. Tiene ya cuatro; cargar
+con cinco.</p>
+
+<p>&mdash;Con todos los que Dios me mande.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_133" id="Page_133">[133]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Y que probablemente, no digo que seguramente,
+a no tardar mucho, don Ramiro volver
+a quedar libre&mdash;y mir fijamente con sus ojillos
+grises a Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Y dispuesto a casarse tercera vez&mdash;agreg
+sta hacindose la desentendida.</p>
+
+<p>&mdash;Eso sera ya heroico!</p>
+
+<p>&mdash;Y usted, puesto que permanece viudo, y
+viudo sin hijos, es que no tiene madera de
+hroe.</p>
+
+<p>&mdash;Ah, doa Gertrudis, si yo pudiese hablar!</p>
+
+<p>&mdash;Pues cllese usted!</p>
+
+<p>&mdash;Me callo.</p>
+
+<p>Le tom la mano, retenindosela un rato, y
+dndole con la otra suya unos golpecitos aadi
+con un suspiro:</p>
+
+<p>&mdash;Cada hombre es un mundo, Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Y cada mujer, una luna, no es eso, don
+Juan?</p>
+
+<p>&mdash;Cada mujer puede ser un cielo.</p>
+
+<p>Este hombre me dedica un cortejeo platnico,
+se dijo Gertrudis.</p>
+
+<p>Cuando en la casa teman por la pobre Manuela
+y todos los cuidados eran para ella, cay
+de pronto en cama Ramiro, declarndosele des<span class="pagenum"><a name="Page_134" id="Page_134">[134]</a></span>de
+luego una pulmona. La pobre hospiciana
+quedse como atontada.</p>
+
+<p>&mdash;Djame a m, Manuela&mdash;le dijo Gertrudis&mdash;;
+t cudate y cuida a lo que llevas contigo. No
+te empees en atender a tu marido, que eso puede
+agravarte.</p>
+
+<p>&mdash;Pero yo debo...</p>
+
+<p>&mdash;T debes cuidar de lo tuyo.</p>
+
+<p>&mdash;Y mi marido, no es mo?</p>
+
+<p>&mdash;No, ahora no; ahora es tuyo tu hijo que
+est por venir.</p>
+
+<p>La enfermedad de Ramiro se agravaba.</p>
+
+<p>&mdash;Temo complicaciones al corazn&mdash;sentenci
+don Juan&mdash;. Le tiene dbil; claro, los pesares
+y disgustos!</p>
+
+<p>&mdash;Pero se morir, don Juan?&mdash;pregunt henchida
+de angustia Gertrudis.</p>
+
+<p>&mdash;Todo pudiera ser...</p>
+
+<p>&mdash;Slvele, don Juan, slvele, como sea...</p>
+
+<p>&mdash;Qu ms quisiera yo...</p>
+
+<p>&mdash;Ah, qu desgracia! Qu desgracia!&mdash;y por
+primera vez se le vi a aquella mujer tener que
+sentarse y sufrir un desvanecimiento.</p>
+
+<p>&mdash;Es, en efecto, terrible&mdash;dijo el mdico en
+cuanto Gertrudis se repuso&mdash;dejar as cuatro<span class="pagenum"><a name="Page_135" id="Page_135">[135]</a></span>
+hijos, qu digo cuatro?, cinco se puede decir,
+y esa pobre viuda tal como est!...</p>
+
+<p>&mdash;Eso es lo de menos, don Juan; para todo
+eso me basto y me sobro yo. Qu desgracia!
+Qu desgracia!</p>
+
+<p>Y el mdico se fu dicindose: Est visto;
+esta cuadita contaba con volver a tenerle libre
+a su cuado. Cada persona es un mundo y algunas
+varios mundos. Pero qu mujer! Es toda
+una mujer! Qu fortaleza! Qu sagacidad! Y
+qu ojos! Qu cuerpo! Irradia fuego!</p>
+
+<p>Ramiro, una tarde en que la fiebre, remitindosele,
+habale dejado algo ms tranquilo, llam
+a Gertrudis, le rog que cerrara la puerta de la
+alcoba, y le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Yo me muero, Tula, me muero sin remedio.
+Siento que el corazn no quiere ya marchar, a
+pesar de todas las inyecciones; yo me muero...</p>
+
+<p>&mdash;No pienses en eso, Ramiro.</p>
+
+<p>Pero ella tambin crea en aquella muerte.</p>
+
+<p>&mdash;Me muero, y es hora, Tula, de decirte toda
+la verdad. T me casaste con Rosa.</p>
+
+<p>&mdash;Como no te decidas y dabas largas...</p>
+
+<p>&mdash;Y sabes por qu?</p>
+
+<p>&mdash;S, lo s, Ramiro.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_136" id="Page_136">[136]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Al principio, al veros, al ver a la pareja,
+slo repar en Rosa; era a quien se le vea de
+lejos; pero al acercarme, al empezar a frecuentaros,
+slo te vi a ti, pues eras la nica a quien
+desde cerca se vea. De lejos te borraba ella; de
+cerca le borrabas t.</p>
+
+<p>&mdash;No hables as de mi hermana, de la madre
+de tus hijos.</p>
+
+<p>&mdash;No; la madre de mis hijos eres t, t, t.</p>
+
+<p>&mdash;No pienses ahora sino en Rosa, Ramiro.</p>
+
+<p>&mdash;A la que me juntar pronto, no es eso?</p>
+
+<p>&mdash;Quin sabe...! Piensa en vivir, en tus
+hijos...</p>
+
+<p>&mdash;A mis hijos les quedas t, su madre.</p>
+
+<p>&mdash;Y en Manuela, en la pobre Manuela...</p>
+
+<p>&mdash;Aquel plazo, Tula, aquel plazo fatal.</p>
+
+<p>Los ojos de Gertrudis se hinchieron de lgrimas.</p>
+
+<p>&mdash;Tula!&mdash;gimi el enfermo, abriendo los
+brazos.</p>
+
+<p>&mdash;S, Ramiro, s!&mdash;exclam ella cayendo en
+ellos y abrazndole.</p>
+
+<p>Juntaron las bocas y as se estuvieron, sollozando.</p>
+
+<p>&mdash;Me perdonas todo, Tula?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_137" id="Page_137">[137]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No, Ramiro, no; eres t quien tienes que
+perdonarme.</p>
+
+<p>&mdash;Yo?</p>
+
+<p>&mdash;T! Una vez hablabas de santos que hacen
+pecadores. Acaso he tenido una idea inhumana
+de la virtud. Pero cuando lo primero, cuando te
+dirigiste a mi hermana, yo hice lo que deb hacer.
+Adems, te lo confieso, el hombre, todo
+hombre, hasta t, Ramiro, hasta t, me ha dado
+miedo siempre; no he podido ver en l sino el
+bruto. Los nios, s; pero el hombre... He hudo
+del hombre...</p>
+
+<p>&mdash;Tienes razn, Tula.</p>
+
+<p>&mdash;Pero ahora descansa, que estas emociones
+as pueden daarte.</p>
+
+<p>Le hizo guardar los brazos bajo las mantas,
+le arrop, le di un beso en la frente como se
+le da a un nio&mdash;y un nio era entonces para
+ella&mdash;y se fu. Mas al encontrarse sola se dijo:
+Y si se repone y cura? Si no se muere?
+Ahora que ha acabado de romperse el secreto
+entre nosotros? Y la pobre Manuela? Tendr
+que marcharme! Y adnde? Y si Manuela se
+muere y vuelve l a quedarse libre? Y fu a
+ver a Manuela, a la que encontr postradsima.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_138" id="Page_138">[138]</a></span></p>
+
+<p>Al siguiente da llev a los nios al lecho del
+padre, ya sacramentado y moribundo; los levant
+uno a uno y les hizo que le besaran. Luego
+fu, apoyada en ella, en Gertrudis, Manuela, y
+de poco se muere de la congoja que le di sobre
+el enfermo. Hubo que sacarla y acostarla.
+Y poco despus, cojido de una mano a otra de
+Gertrudis, y susurrando: Adis, mi Tula!, rindi
+el espritu con el ltimo huelgo Ramiro. Y
+ella, la ta, vaci su corazn en sollozos de congoja
+sobre el cuerpo exnime del padre de sus
+hijos, de su pobre Ramiro.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_139" id="Page_139">[139]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XVI</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Apenas</span>, fuera de la soberana, hubo abatimiento
+en aquel hogar, pues los nios eran
+incapaces de darse cuenta de lo que haba pasado,
+y Manuela, la viuda casi sin saberlo, concentraba
+su vida y su nimo todos en luchar, al
+modo de una planta, por la otra vida que llevaba
+en su seno y aun repitiendo, como un gemido
+de res herida, que se quera morir. Gertrudis
+provea a todo.</p>
+
+<p>Cerr los ojos al muerto, no sin decirse: Me
+estar mirando todava...? Le amortaj como
+lo haba hecho con su to, cubrindole con un
+hbito sobre la ropa con que muri, y sin quitarle
+sta, y luego, quebrantada por un largo
+cansancio, por fatiga de aos, junt un momento
+su boca a la boca fra de Ramiro, y repas
+sus vidas, que era su vida. Cuando el llanto<span class="pagenum"><a name="Page_140" id="Page_140">[140]</a></span>
+de uno de los nios, del pequeito, del hijo de
+la hospiciana, le hizo desprenderse del muerto
+e ir a cojer y acallar y mimar al que viva.</p>
+
+<p>Manuela iba hundindose.</p>
+
+<p>&mdash;Yo, seora, me muero; no voy a poder resistir
+esta vez; este parto me cuesta la vida.</p>
+
+<p>Y as fu. Di a luz una nia, pero se iba en
+sangre. La nia misma naci envuelta en sangre.
+Y Gertrudis tuvo que vencer la repugnancia
+que la sangre, sobre todo la negra y cuajada, le
+produca. Siempre le cost una terrible brega
+consigo misma al vencer este asco. Cuando una
+vez, poco antes de morir, su hermana Rosa tuvo
+un vmito, de ella Gertrudis huy despavorida.
+Y no era miedo, no; era, sobre todo, asco.</p>
+
+<p>Muri Manuela clavados en los ojos de Gertrudis
+sus ojos, donde vagaban figuras de niebla
+sobre las sombras del Hospicio.</p>
+
+<p>&mdash;Por tus hijos no pases cuidado&mdash;le haba
+dicho Gertrudis&mdash;, que yo he de vivir hasta dejarlos
+colocados y que se puedan valer por s
+en el mundo, y si no les dejar sus hermanos.
+Cuidar sobre todo de esta ltima, pobrecilla!,
+la que te cuesta la vida. Yo ser su madre y su
+padre.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_141" id="Page_141">[141]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Gracias! Gracias! Gracias! Dios se lo pagar!
+Es una santa!</p>
+
+<p>Y quiso besarle la mano, pero Gertrudis se
+inclin a ella, la bes en la frente y le puso su
+mejilla a que se la besase. Y esas expresiones de
+gratitud repetalas la hospiciana como quien recita
+una leccin aprendida desde nia. Y muri
+como haba vivido, como una res sumisa y paciente,
+ms bien como un enser.</p>
+
+<p>Y fu esta muerte, tan natural, la que ms
+ahond en el nimo de Gertrudis, que haba
+asistido a otras tres ya. En sta crey sentir mejor
+el sentido del enigma. Ni la de su to, ni la
+de su hermana, ni la de Ramiro horadaron tan
+hondo el agujero que se iba abriendo en el centro
+de su alma. Era como si esta muerte confirmara
+las otras tres, como si las iluminara a
+la vez.</p>
+
+<p>En sus solitarias cavilaciones se deca: Los
+otros se murieron; a esta la han matado...! la
+ha matado...! la hemos matado! No la he matado
+yo ms que nadie? No la he trado yo a
+este trance? Pero es que la pobre ha vivido?
+Es que pudo vivir? Es que naci acaso? Si
+fu expsita, no ha sido <i>exposicin</i> su muerte?<span class="pagenum"><a name="Page_142" id="Page_142">[142]</a></span>
+No lo fu su casamiento? No la hemos echado
+en el torno de la eternidad para que entre al hospicio
+de la Gloria? No ser all hospiciana tambin?
+Y lo que ms le acongojaba era el pensamiento
+tenaz que le persegua de lo que sentira
+Rosa al recibirla al lado suyo, al lado de Ramiro,
+y conocerla en el otro mundo. Su to, el
+buen sacerdote que les cri, cumpli su misin en
+este mundo, protegi con su presencia la crianza
+de ellas; su hermana Rosa logr su deseo y
+goz y dej los hijos que haba querido tener;
+Ramiro... Ramiro? S, tambin Ramiro hizo su
+travesa, aunque a remo y de espaldas a la estrella
+que le marcaba rumbo, y sufri, pero con
+noble sufrir, y pec y purg su pecado; pero, y
+esta pobre que ni sufri siquiera, que no pec,
+sino se pec en ella y muri hurfana!... Hurfana
+tambin muri Eva..., pensaba Gertrudis.
+Y luego: No; tuvo a Dios de padre! Y madre?
+Eva no conoci madre... As se explica el pecado
+original!... Eva muri hurfana de humanidad!
+Y Eva le trajo el recuerdo del relato del
+<i>Gnesis</i>, que haba ledo poco antes, y cmo el
+Seor alent al hombre por la nariz soplo de
+vida, y se imagin que se la quitase por manera<span class="pagenum"><a name="Page_143" id="Page_143">[143]</a></span>
+anloga. Y luego se figuraba que a aquella pobre
+hospiciana, cuyo sentido de vida no comprenda,
+le quit Dios la vida de un beso, posando
+sus infinitos labios invisibles, los que se
+cierran formando el cielo azul, sobre los labios,
+azulados por la muerte, de la pobre muchacha,
+y sorbindole el aliento as.</p>
+
+<p>Y ahora quedbase Gertrudis con sus cinco
+cras, y bregando, para la ltima, con amas.</p>
+
+<p>El mayor, Ramirn, era la viva imagen de su
+padre, en figura y en gestos, y su ta proponase
+combatir en l desde entonces, desde pequeo,
+aquellos rasgos e inclinaciones de aquel que,
+observando a ste, haba visto que ms le perjudicaban.
+Tengo que estar alerta&mdash;se deca
+Gertrudis&mdash;para cuando en l se despierte el
+hombre, el macho ms bien, y educarle a que
+haga su eleccin con reposo y tiento. Lo malo
+era que su salud no fuese del todo buena y su
+desarrollo difcil y hasta doliente.</p>
+
+<p>Y a todos haba que sacarlos adelante en la
+vida y educarlos en el culto a sus padres perdidos.</p>
+
+<p>Y los pobres nios de la hospiciana? Esos
+tambin son mos&mdash;pensaba Gertrudis&mdash;; tan<span class="pagenum"><a name="Page_144" id="Page_144">[144]</a></span>
+mos como los otros, como los de mi hermana,
+ms mos an. Porque stos son hijos de mi pecado.
+Del mo? No ms bien el de l? No, de
+mi pecado! Son los hijos de mi pecado! S, de
+mi pecado! Pobre chica! Y le preocupaba sobre
+todo la pequeita.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_145" id="Page_145">[145]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XVII</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Gertrudis</span>, molesta por las insinuaciones de
+don Juan, el mdico, que menudeaba las
+visitas para los nios, y aun pretendi verla a
+ella como enferma, cuando no saba que adoleciese
+de cosa alguna, le anunci un da hallarse
+dispuesta a cambiar de mdico.</p>
+
+<p>&mdash;Cmo as, Gertrudis?</p>
+
+<p>&mdash;Pues muy claro: le observo a usted singularidades
+que me hacen temer que est entrando
+en la chochera de una vejez prematura, y para
+mdico necesitamos un hombre con el seso bien
+despejado y despierto.</p>
+
+<p>&mdash;Muy bien; pues que ha llegado el momento,
+usted me permitir que le hable claro.</p>
+
+<p>&mdash;Diga lo que quiera, don Juan, mas en la inteligencia
+de que es lo ltimo que dir en esta
+casa.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_146" id="Page_146">[146]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Quin sabe!...</p>
+
+<p>&mdash;Diga.</p>
+
+<p>&mdash;Yo soy viudo y sin hijos, como usted sabe,
+Gertrudis. Y adoro a los nios.</p>
+
+<p>&mdash;Pues vulvase usted a casar.</p>
+
+<p>&mdash;A eso voy.</p>
+
+<p>&mdash;Ah! Y busca usted consejo de m?</p>
+
+<p>&mdash;Busco ms que consejo.</p>
+
+<p>&mdash;Que le encuentre yo novia?</p>
+
+<p>&mdash;Yo soy mdico, le digo, y no slo no
+tuve hijos de mi mujer, que era viuda, y perdimos
+el que ella me trajo al matrimonio, an le
+lloro al pobrecillo!, sino que s, s positivamente,
+s con toda seguridad, que no he de tener
+nunca hijos propios, que no puedo tenerlos.
+Aunque no por eso, claro est, me sienta menos
+hombre que otro cualquiera; usted me entiende,
+Gertrudis?</p>
+
+<p>&mdash;Quisiera no entenderle a usted, don Juan.</p>
+
+<p>&mdash;Para acabar, yo creo que a estos nios, a
+estos sobrinos de usted y a los otros dos acaso...</p>
+
+<p>&mdash;Son tan sobrinos para m como los otros,
+ms bien hijos.</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, pues que a estos hijos de usted, ya
+que por tales les tiene, no les vendra mal un<span class="pagenum"><a name="Page_147" id="Page_147">[147]</a></span>
+padre, y un padre no mal acomodado y hasta
+regularmente rico.</p>
+
+<p>&mdash;Y eso es todo?</p>
+
+<p>&mdash;S, que yo creo que hasta necesitan padre.</p>
+
+<p>&mdash;Les basta, don Juan, con el Padre nuestro
+que est en los cielos.</p>
+
+<p>&mdash;Y como madre usted, que es la representante
+de la Madre Santsima, no es eso?</p>
+
+<p>&mdash;Usted lo ha dicho, don Juan, y por ltima
+vez en esta casa.</p>
+
+<p>&mdash;De modo que...?</p>
+
+<p>&mdash;Que toda esa historia de la necesidad que
+siente de tener hijos y de su incapacidad para
+tenerlos, le he entendido bien, don Juan?</p>
+
+<p>&mdash;Perfectamente, y esto ltimo, por supuesto,
+quede entre los dos.</p>
+
+<p>&mdash;No ser yo quien le estorbe otro matrimonio.
+Y esa historia, digo, no me ha convencido
+de que usted busque hijos que adoptar, que eso
+le ser muy fcil y casndose, sino que me busca
+a m y me buscara aunque estuviese sola y
+hubisemos de vivir solos y sin hijos; le he entendido,
+don Juan? Me entiende usted?</p>
+
+<p>&mdash;Cierto es, Gertrudis, que si estuviese sola
+lo mismo me casara con usted, si usted lo qui<span class="pagenum"><a name="Page_148" id="Page_148">[148]</a></span>siera,
+claro!, porque yo soy muy claro, muy
+claro, y es usted la que me atrae; pero en ese
+caso nos quedaba el adoptar hijos de cualquier
+modo, aunque fuese sacndolos del Hospicio.
+Pues ya he podido ver que usted, como yo, se
+muere por los nios y que los necesita y los
+busca y los adora.</p>
+
+<p>&mdash;Pero ni usted ni nadie ha visto, don Juan,
+que yo haya sido y sea incapaz de hacerlos; nadie
+puede decir que yo sea estril, y no vuelva
+a poner los pies en esta casa.</p>
+
+<p>&mdash;Por qu, Gertrudis?</p>
+
+<p>&mdash;Por puerco!</p>
+
+<p>Y as se despidieron para siempre.</p>
+
+<p>Mas luego que le hubo as despachado entrle
+una desdeosa lstima, un lastimero desdn de
+aquel hombre. No le he tratado con demasiada
+dureza?&mdash;se deca&mdash;. El hombre me sacaba de
+quicio, es cierto; sus miradas me heran ms que
+sus palabras, pero deb tratarle de otro modo.
+El pobrecillo parece que necesita remedio, pero
+no el que l busca, sino otro, un remedio heroico
+y radical. Pero cuando supo que don Juan
+se remediaba empez a pensar si era, en efecto,
+calor de hogar lo que buscaba, aunque bien<span class="pagenum"><a name="Page_149" id="Page_149">[149]</a></span>
+pronto di en otra sospecha que le sublev an
+ms el corazn. Ah&mdash;se dijo&mdash;, lo que necesita
+es una de casa, una que le cuide, que le ponga
+sobre la cama la ropa limpia, que haga que se
+le prepare el puchero... peor, peor que el remedio,
+peor an! Cuando una no es remedio
+es animal domstico y la mayor parte de las veces
+ambas cosas a la vez! Estos hombres... O
+porquera o poltronera! Y an dicen que el cristianismo
+redimi nuestra suerte, la de las mujeres!
+Y al pensar esto, acordndose de su buen
+to, se santigu dicindole: No, no lo volver a
+pensar...!</p>
+
+<p>Pero quin enfrenaba a un pensamiento que
+morda en el fruto de la ciencia del mal? El
+cristianismo, al fin, y a pesar de la Magdalena,
+es religin de hombres&mdash;se deca Gertrudis&mdash;;
+masculinos el Padre, el Hijo y el Espritu Santo...!
+Pero y la Madre? La religin de la Madre
+est en: He aqu la criada del Seor; hgase
+en m segn tu palabra y en pedir a su Hijo
+que provea de vino a unas bodas, de vino que
+embriaga y alegra y hace olvidar penas, y para
+que el Hijo le diga: Qu tengo yo que ver
+contigo, mujer? An no ha venido mi hora.<span class="pagenum"><a name="Page_150" id="Page_150">[150]</a></span>
+Qu tengo que ver contigo...? Y llamarle mujer
+y no madre... Y volvi a santiguarse, esta vez
+con verdadero temblor. Y es que el demonio
+de su guarda&mdash;as crea ella&mdash;le susurr: Hombre
+al fin!</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_151" id="Page_151">[151]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XVIII</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Corrieron</span> unos aos apacibles y serenos. La
+orfandad daba a aquel hogar, en el que de
+nada de bienestar se careca, una ntima luz espiritual
+de serena calma. Apenas si haba que
+pensar en el da de maana. Y seguan en l
+viviendo, con ms dulce imperio que cuando
+respirando llenaban con sus cuerpos sus sitios,
+los tres que le dieron a Gertrudis masa con que
+fraguarlo, Ramiro y sus dos mujeres de carne y
+hueso. De continuo hablaba Gertrudis de ellos
+a sus hijos. Mira que te est mirando tu madre!
+o Mira que te ve tu padre! Eran sus
+dos ms frecuentes amonestaciones. Y los retratos
+de los que se fueron presidan el hogar
+de los tres.</p>
+
+<p>Los nios, sin embargo, banlos olvidando.
+Para ellos no existan sino en las palabras de<span class="pagenum"><a name="Page_152" id="Page_152">[152]</a></span>
+mam Tula, que as la llamaban todos. Los recuerdos
+directos del mayorcito, de Ramirn, se
+iban perdiendo y fundiendo en los recuerdos de
+lo que de ellos oa contar a su ta. Sus padres
+eran ya para l una creacin de sta.</p>
+
+<p>Lo que ms preocupaba a Gertrudis era evitar
+que entre ellos naciese la idea de una diferencia,
+de que haba dos madres, de que no
+eran sino medio hermanos. Mas no poda evitarlo.
+Sufri en un principio la tentacin de decirles
+que las dos, Rosa y Manuela, eran, como
+ella misma, madres de todos ellos, pero vi la
+imposibilidad de mantener mucho tiempo el
+equvoco; y, sobre todo, el amor a la verdad, un
+amor en ella desenfrenado, le hizo rechazar tal
+tentacin al punto.</p>
+
+<p>Porque su amor a la verdad confundase en
+ella con su amor a la pureza. Repugnbanle esas
+historietas corrientes con que se trata de engaar
+la inocencia de los nios, como la de decirles
+que los traen a este mundo desde Pars,
+donde los compran. Buena gana de gastar
+el dinero en tonto!&mdash;haba dicho un nio que
+tena varios hermanos y a quien le dijeron que
+a un amiguito suyo le iban a traer pronto un<span class="pagenum"><a name="Page_153" id="Page_153">[153]</a></span>
+hermanito sus padres. Buena gana de gastar
+mentiras en balde&mdash;se deca Gertrudis; aadindose:
+toda mentira es cuando menos en
+balde.</p>
+
+<p>&mdash;Me han dicho que soy hijo de una criada
+de mi padre; que mi mam fu criada de la
+mam de mis hermanos.</p>
+
+<p>As fu diciendo un da a casa el hijo de Manuela.
+Y la ta Tula, con su voz ms seria y delante
+de todos, le contest:</p>
+
+<p>&mdash;Aqu todos sois hermanos, todos sois hijos
+de un mismo padre y de una misma madre, que
+soy yo.</p>
+
+<p>&mdash;Pues no dices, mamita, que hemos tenido
+otra madre?</p>
+
+<p>&mdash;La tuvisteis, pero ahora la madre soy yo; ya
+lo sabis. Y que no se vuelva a hablar de eso!</p>
+
+<p>Mas no lograba evitar el que se trasparentara
+que senta preferencias. Y eran por el mayor, el
+primognito, Ramirn, al que engendr su padre
+cuando an tuviera reciente en el corazn el
+cardenal del golpe que le produjo el haber tenido
+que escojer entre las dos hermanas, o mejor
+el haber tenido que aceptar de mandato de Gertrudis
+a Rosa, y por la pequeuela, por Mano<span class="pagenum"><a name="Page_154" id="Page_154">[154]</a></span>lita,
+plido y frgil botoncito de rosa que haca temer
+lo hiciese ajarse un fro o un ardor tempranos.</p>
+
+<p>De Ramirn, del mayor, una voz muy queda,
+muy sumisa, pero de un susurro sibilante y diablico,
+que Gertrudis sola oir que brotaba de
+un rincn de las entraas de su espritu&mdash;y al
+oirla se haca, santigundose, una cruz sobre la
+frente y otra sobre el pecho, ya que no pudiese
+taparse los odos ntimos de aqulla y de ste&mdash;de
+Ramirn decale ese tentador susurro que
+acaso cuando le engendr su padre soaba ms
+en ella, en Gertrudis, que en Rosa. Y de Manolita,
+de la hija de la muerte de la hospiciana, se
+deca que sin su decisin de casar segunda
+vez a Ramiro, sin aquel haberle obligado a redimir
+su pecado y a rescatar a la vctima de l, a
+la pobre Manuela, no vivira el plido y frgil
+botoncito.</p>
+
+<p>Y lo que le cost criarla! Porque el primer
+hijo de Ramiro y Manuela fu criado por sta,
+por su madre. La cual, sumisa siempre como
+una res, y ayudada a la vez por su natural instinto,
+no intent siquiera rehusarlo a pesar de
+la endeblez de su carne, pero fu con el hombre,
+fu con el marido, con quien tuvo que bre<span class="pagenum"><a name="Page_155" id="Page_155">[155]</a></span>gar
+Gertrudis. Porque Ramiro, viendo la flaqueza
+de su pobre mujer, procur buscar nodriza
+a su hijo. Y fu Gertrudis la que le oblig a
+casarse con aqulla, quien se plant en firme en
+que haba de ser la madre misma quien criara al
+hijo. No hay leche como la de la madre&mdash;repeta,
+y al redargir su cuado: S, pero es
+tan dbil que corren peligro ella y el nio, y
+ste se criar enclenque, replicaba implacable
+la soberana del hogar: Pretextos y habladuras!
+Una mujer a la que se le puede alimentar,
+puede siempre criar y la naturaleza ayuda, y en
+cuanto al nio, te repito que la mejor leche es
+la de la madre, si no est envenenada. Y luego,
+bajando la voz, agregaba: Y no creo que le
+hayas envenenado la sangre a tu mujer. Y Ramiro
+tena que someterse. Y la querella termin
+un da en que a nuevas instancias del hombre,
+que vi que su nueva mujer sufri un vahido,
+para que le desahijaran el hijo, la soberana del
+hogar, cojindole aparte, le dijo: Pero qu
+empeo, hombre! Cualquiera creera que te estorba
+el hijo...</p>
+
+<p>&mdash;Cmo que me estorba el hijo...? No lo
+comprendo...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_156" id="Page_156">[156]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No lo comprendes? Pues yo s!</p>
+
+<p>&mdash;Como no te expliques...</p>
+
+<p>&mdash;Que me explique? Te acuerdas de lo de
+aquel brbaro de Pascualn, el guarda de tu
+cortijo de Majadalaprieta?</p>
+
+<p>&mdash;Qu? Aquello que comentamos de la insensibilidad
+con que recibi la muerte de su
+hijo...?</p>
+
+<p>&mdash;S.</p>
+
+<p>&mdash;Y qu tiene que ver esto con aquello? Por
+Dios, Tula...</p>
+
+<p>&mdash;Que a m aquello me lleg al fondo del
+alma, me hiri profundamente y quise averiguar
+la raz del mal...</p>
+
+<p>&mdash;Tu mana de siempre...</p>
+
+<p>&mdash;S, ya me deca el pobre to que yo era
+como Eva, empeada en conocer la ciencia del
+bien y del mal.</p>
+
+<p>&mdash;Y averiguaste...?</p>
+
+<p>&mdash;Que a aquel... hombre...</p>
+
+<p>&mdash;Ibas a decir...?</p>
+
+<p>&mdash;Que a aquel hombre, digo, le estorbaba
+el nio para ms cmodamente disponer de su
+mujer. Lo entiendes?</p>
+
+<p>&mdash;Qu barbaridad!</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_157" id="Page_157">[157]</a></span></p>
+
+<p>Pero ya Ramiro tuvo que darse por vencido y
+dej que su Manuela criara al nio mientras
+Gertrudis lo dispusiese as.</p>
+
+<p>Y ahora se encontraba sta con que tena que
+criar a la pequeuela, a la hija de la muerte, y
+que forzosamente haba de drsela a una madre
+de alquiler, buscndole un pecho mercenario. Y
+esto le horrorizaba. Horrorizbale porque tema
+que cualquier nodriza, y ms si era soltera, pudiese
+tener envenenada, con la sangre, la leche,
+y abusase de su posicin. Si es soltera&mdash;se deca&mdash;,
+malo! Hay que vigilarla para que no
+vuelva al novio o acaso a otro cualquiera, y si es
+casada, malo tambin, y peor an si dej al hijo
+propio para criar el ajeno. Porque esto era lo
+que sobre todo le repugnaba. Vender el jugo
+maternal de las propias entraas para mantener
+mal, para dejarlos morir acaso de hambre, a los
+propios hijos, era algo que le causaba dolorosos
+retortijones en las entraas maternales. Y as es
+como se vi desde un principio en conflicto con
+las amas de cra de la pobre criatura, y teniendo
+que cambiar de ellas cada cuatro das. No poder
+criarle ella misma! Hasta que tuvo que acudir
+a la lactancia artificial.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_158" id="Page_158">[158]</a></span></p>
+
+<p>Pero el artificio se hizo en ella arte, y luego
+poesa, y por fin ms profunda naturaleza que la
+del instinto ciego. Fu un culto, un sacrificio,
+casi un sacramento. El bibern, ese artefacto
+industrial, lleg a ser para Gertrudis el smbolo
+y el instrumento de un rito religioso. Limpiaba
+los botellines, coca los pisgos cada vez que los
+haba empleado, preparaba y esterilizaba la leche
+con el ardor recatado y ansioso con que
+una sacerdotisa cumplira un sacrificio ritual.
+Cuando pona el pisgo de caucho en la boquita
+de la pobre criatura, senta que le palpitaba y
+se le encenda la propia mama. La pobre criatura
+posaba alguna vez su manecita en la mano
+de Gertrudis, que sostena el frasco.</p>
+
+<p>Se acostaba con la nia, a la que daba calor
+con su cuerpo, y contra ste guardaba el frasco
+de la leche por si de noche se despertaba aqulla
+pidiendo alimento. Y se le antojaba que el
+calor de su carne, enfebrecida a ratos por la fiebre
+de la maternidad virginal, de la virginidad
+maternal, daba a aquella leche industrial una
+virtud de vida materna y hasta que pasaba a
+ella, por misterioso modo, algo de los ensueos
+que haban florecido en aquella cama solitaria.<span class="pagenum"><a name="Page_159" id="Page_159">[159]</a></span>
+Y al darle de mamar, en aquel artilugio, por la
+noche, a oscuras y a solas las dos, ponale a la
+criaturita uno de sus pechos estriles, pero henchidos
+de sangre, al alcance de las manecitas
+para que siquiera las posase sobre l mientras
+chupaba el jugo de vida. Antojbasele que as
+una vaga y dulce ilusin animara a la hurfana.
+Y era ella, Gertrudis, la que as soaba. Qu?
+Ni ella misma lo saba bien.</p>
+
+<p>Alguna vez la criaturita se vomit sobre aquella
+cama, limpia siempre hasta entonces como
+una patena, y de pronto sinti Gertrudis la punzada
+de la mancha. Su pasin morbosa por la
+pureza, de que proceda su culto mstico a la
+limpieza, sufri entonces, y tuvo que esforzarse
+para dominarse. Comprenda, s, que no cabe
+vivir sin mancharse y que aquella mancha era
+inocentsima, pero los cimientos de su espritu
+se conmovan dolorosamente con ello. Y luego
+le apretaba a la criaturita contra sus pechos pidindole
+perdn en silencio por aquella tentacin
+de su pureza.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_161" id="Page_161">[161]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XIX</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Fuera</span> de este cuidado maternal por la pobre
+criaturita de la muerte de Manuela, cuidado
+que celaba una expiacin y un culto msticos,
+y sin desatender a los otros y esforzndose
+por no mostrar preferencias a favor de los de
+su sangre, Gertrudis se preocupaba muy en especial
+de Ramirn y segua su educacin paso a
+paso, vigilando todo lo que en l pudiese recordar
+rasgos de su padre, a quien fsicamente se
+pareca mucho. As sera a su edad&mdash;pensaba
+la ta y hasta busc y lleg a encontrar entre los
+papeles de su cuado retratos de cuando ste
+era un chicuelo y los miraba y remiraba para
+descubrir en ellos al hijo. Porque quera hacer
+de ste lo que de aqul habra hecho a haberle
+conocido y podido tomar bajo su amparo y<span class="pagenum"><a name="Page_162" id="Page_162">[162]</a></span>
+crianza cuando fu un mozuelo a quien se le
+abran los caminos de la vida. Que no se equivoque
+como l&mdash;se deca&mdash;, que aprenda a detenerse
+para elegir, que no encadene la voluntad
+antes de haberla asentado en su raz viva, en el
+amor perfecto y bien alumbrado, a la luz que
+le sea propia. Porque ella crea que no era al
+suelo, sino al cielo, a lo que haba que mirar
+antes de plantar un retoo; no al mantillo de la
+tierra, sino a las razas de lumbre que del sol le
+llegaran, y que crece mejor el arbolito que prende
+sobre una roca al solano dulce del medioda
+que no el que sobre un mantillo vicioso y graso
+se alza a la umbra. La luz era la pureza.</p>
+
+<p>Fu con Ramirn aprendiendo todo lo que l
+tena que aprender, pues le tomaba a diario las
+lecciones. Y as satisfaca aquella ansia por saber
+que desde nia le haba aquejado y que hizo
+que su to le comparase alguna vez con Eva. Y
+de entre las cosas que aprendi con su sobrino
+y para enserselas, pocas le interesaron ms
+que la geometra. Nunca lo hubiese ella credo!
+Y es que en aquellas demostraciones de la geometra,
+ciencia rida y fra al sentir de los ms,
+encontraba Gertrudis un no saba qu de lumi<span class="pagenum"><a name="Page_163" id="Page_163">[163]</a></span>nosidad
+y de pureza. Aos despus, ya mayor
+Ramirn, y cuando el polvo que fu la carne de
+su ta reposaba bajo tierra, sin luz de sol, recordaba
+el entusiasmo con que un da de radiante
+primavera le explicaba cmo no puede haber
+ms que cinco y slo cinco poliedros regulares;
+tres formados de tringulos: el tetraedro, de cuatro;
+el octaedro, de ocho, y el icosaedro, de
+veinte; uno de cuadrados: el cubo, de seis, y
+uno de pentgonos: el dodecaedro, de doce.
+Pero no ves qu claro?, me deca&mdash;contaba
+el sobrino&mdash;; no lo ves?, slo cinco y no ms
+que cinco, ni uno menos, ni uno ms, qu bonito!
+Y no puede ser de otro modo, tiene que
+ser as!, y al decirlo me mostraba los cinco modelos
+en cartulina blanca, blanqusima, que ella
+misma haba construdo, con sus santas manos,
+que eran prodigiosas para toda labor, y pareca
+como si acabase de descubrir por s misma la
+ley de los cinco poliedros regulares... pobre ta
+Tula! Y recuerdo que como a uno de aquellos
+modelos geomtricos le cayera una mancha de
+grasa, hizo otro porque deca que con la mancha
+no se vea bien la demostracin. Para ella
+la geometra era luz y pureza.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_164" id="Page_164">[164]</a></span></p>
+
+<p>En cambio huy de ensearle anatoma y
+fisiologa. Esas son porqueras&mdash;deca&mdash;y en
+que nada se sabe de cierto ni de claro.</p>
+
+<p>Y lo que sobre todo acechaba era el alborear
+de la pubertad en su sobrino. Quera guiarle en
+sus primeros descubrimientos sentimentales y
+que fuese su amor primero el ltimo y el nico.
+Pero es que hay un primer amor?, se preguntaba
+a s misma sin acertar a responderse.</p>
+
+<p>Lo que ms tema era las soledades de su sobrino.
+La soledad, no siendo a toda luz, la tema.
+Para ella no haba ms soledad santa que la del
+sol y la de la Virgen de la Soledad cuando se
+qued sin su Hijo, el Sol del Espritu. Que no
+se encierre en su cuarto&mdash;pensaba&mdash;, que no est
+nunca, a poder ser, solo; hay soledad que es la
+peor compaa; que no lea mucho sobre todo,
+que no lea mucho; y que no se est mirando
+grabados. No tema tanto para su sobrino a lo
+vivo cuanto a lo muerto, a lo pintado. La muerte
+viene por lo muerto&mdash;pensaba.</p>
+
+<p>Confesbase Gertrudis con el confesor de Ramirn,
+y era para, dirigiendo al director del muchacho
+en la direccin de ste, ser ella la que de
+veras le dirigiese. Y por eso en sus confesiones<span class="pagenum"><a name="Page_165" id="Page_165">[165]</a></span>
+hablaba ms que de s misma de su hijo mayor,
+como le llamaba. Pero es, seora, que usted
+viene aqu a confesar sus pecados y no los de
+otros&mdash;le tuvo que decir alguna vez el padre
+Alvarez, a lo que ella contest: Y si ese chico
+es mi pecado...</p>
+
+<p>Cuando una vez crey observar en el muchacho
+inclinaciones ascticas, acaso msticas, acudi
+alarmada al padre Alvarez.</p>
+
+<p>&mdash;Eso no puede ser, padre!</p>
+
+<p>&mdash;Y si Dios le llamase por ese camino...</p>
+
+<p>&mdash;No, no le llama por ah; lo s, lo s mejor
+que usted y desde luego mejor que l mismo;
+eso es... la sensualidad que se le despierta...</p>
+
+<p>&mdash;Pero, seora...</p>
+
+<p>&mdash;S, anda triste, y la tristeza no es seal de
+vocacin religiosa. Y remordimiento no puede
+ser! De qu...?</p>
+
+<p>&mdash;Los juicios de Dios, seora...</p>
+
+<p>&mdash;Los juicios de Dios son claros. Y esto es
+oscuro. Qutele eso de la cabeza. El ha nacido
+para padre y yo para abuela!</p>
+
+<p>&mdash;Ya sali aquello!</p>
+
+<p>&mdash;S, ya sali aquello!</p>
+
+<p>&mdash;Y cmo le pesa a usted eso! Lbrese de ese<span class="pagenum"><a name="Page_166" id="Page_166">[166]</a></span>
+peso... Me ha dicho cien veces que haba ahogado
+ese mal pensamiento...</p>
+
+<p>&mdash;No puedo, padre, no puedo! Que ellos, que
+mis hijos&mdash;porque son mis hijos, mis verdaderos
+hijos&mdash;que ellos no lo sepan, que no lo
+sepan, padre, que no lo adivinen...</p>
+
+<p>&mdash;Clmese, seora, por Dios, clmese... y
+deseche esas aprensiones... esas tentaciones del
+Demonio, se lo he dicho cien veces... Sea la que
+es... la ta Tula que todos conocemos y veneramos
+y admiramos...; s, admiramos...</p>
+
+<p>&mdash;No, padre, no! Usted lo sabe! Por dentro
+soy otra...</p>
+
+<p>&mdash;Pero hay que ocultarlo...</p>
+
+<p>&mdash;S, hay que ocultarlo, s; pero hay das en
+que siento ganas de reunir a sus hijos, a mis
+hijos...</p>
+
+<p>&mdash;S, suyos, de usted!</p>
+
+<p>&mdash;S, yo madre, como usted... padre!</p>
+
+<p>&mdash;Deje eso, seora, deje eso...</p>
+
+<p>&mdash;S, reunirles y decirles que toda mi vida ha
+sido una mentira, una equivocacin, un fracaso...</p>
+
+<p>&mdash;Usted se calumnia, seora. Esa no es usted,
+usted es la otra... la que todos conocemos... la
+ta Tula...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_167" id="Page_167">[167]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Yo le hice desgraciado, padre; yo le hice
+caer dos veces: una con mi hermana, otra vez
+con otra...</p>
+
+<p>&mdash;Caer?</p>
+
+<p>&mdash;Caer, s! Y fu por soberbia!</p>
+
+<p>&mdash;No, fu por amor, por verdadero amor...</p>
+
+<p>&mdash;Por amor propio, padre&mdash;y estall a llorar.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_169" id="Page_169">[169]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XX</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Logr</span> sacar a su sobrino de aquellas veleidades
+ascticas y se puso a vigilarle, a espiar
+la aparicin del primer amor. Fjate bien,
+hijo&mdash;le deca&mdash;y no te precipites, que una vez
+que hayas comprometido a una no debes dejarla...</p>
+
+<p>&mdash;Pero, mam, si no se trata de compromisos...
+Primero hay que probar...</p>
+
+<p>&mdash;No, nada de pruebas; nada de esos noviazgos;
+nada de eso de hablo con Fulana. Todo
+seriamente...</p>
+
+<p>En rigor la ta Tula haba ya hecho, por su
+parte, su eleccin y se propona ir llevando dulcemente
+a su Ramirn a aquella que le haba escojido,
+a Caridad.</p>
+
+<p>&mdash;Parece que te fijas en Carita&mdash;le dijo un da.</p>
+
+<p>-Ps!</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_170" id="Page_170">[170]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Y ella en ti, si no me equivoco.</p>
+
+<p>&mdash;Y t en los dos, a lo que parece...</p>
+
+<p>&mdash;Yo? Eso es cosa vuestra, hijo mo, cosa
+vuestra...</p>
+
+<p>Pero les fu llevando el uno al otro, y consigui
+su propsito. Y luego se propuso casarlos
+cuanto antes. Y que venga ac&mdash;deca&mdash;y viviremos
+todos juntos, que hay sitio para todos...
+Una hija ms!</p>
+
+<p>Y cuando hubo llevado a Carita a su casa,
+como mujer de su sobrino, era con sta con la
+que tena sus confidencias. Y era de quien trataba
+de sonsacar lo ntimo de su sobrino.</p>
+
+<p>Le oblig, ya desde un principio, a que le tutease
+y le llamase madre. Y le recomendaba que
+cuidase sobre todo de la pequeita, de la mansa,
+tranquila y medrosica Manolita.</p>
+
+<p>&mdash;Mira, Caridad&mdash;le deca&mdash;, cuida sobre
+todo de esa pobrecita, que es lo ms inocente y
+lo ms quebradizo que hay y buena como el
+pan... Es mi obra...</p>
+
+<p>&mdash;Pero si la pobrecita apenas levanta la voz...
+si ni se le siente andar por la casa... Parece como
+que tuviera vergenza hasta de presentarse...</p>
+
+<p>&mdash;S, s, es as... Harto he hecho por infun<span class="pagenum"><a name="Page_171" id="Page_171">[171]</a></span>dirle
+valor, pero en no estando arrimada a m,
+cosida a mi falda, la pobrecita se encuentra como
+perdida. Claro, como criada con bibern!</p>
+
+<p>&mdash;El caso es que es laboriosa, obediente, servicial,
+pero habla tan poco...! Y luego no se la
+oye reir nunca...!</p>
+
+<p>&mdash;Slo alguna vez cuando est a solas conmigo,
+porque entonces es otra cosa, es otra Manolita...
+entonces resucita... Y trato de animarla,
+de consolarla, y me dice: No te canses, mamita,
+que yo soy as... y adems, no estoy triste...</p>
+
+<p>&mdash;Pues lo parece...</p>
+
+<p>&mdash;Lo parece, s, pero he llegado a creer que
+no lo est. Porque yo, yo misma, qu te parezco,
+Carita, triste o alegre?</p>
+
+<p>&mdash;Usted, ta...</p>
+
+<p>&mdash;Qu es eso de usted y de ta?</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, t, mam, t... pues no s si eres
+triste o alegre, pero a m me pareces alegre...</p>
+
+<p>&mdash;Te parezco as? Pues basta!</p>
+
+<p>&mdash;Por lo menos a m me alegras...</p>
+
+<p>&mdash;Y es a lo que nos manda Dios a este mundo,
+a alegrar a los dems.</p>
+
+<p>&mdash;Pero para alegrar a los dems hay que
+estar alegre una...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_172" id="Page_172">[172]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;O no...</p>
+
+<p>&mdash;Cmo no?</p>
+
+<p>&mdash;Nada alegra ms que un rayo de sol, sobre
+todo si da sobre la verdura del follaje de un
+rbol, y el rayo de sol no est ni alegre ni triste,
+y quin sabe... acaso su propio fuego le consume...
+El rayo de sol alegra porque est limpio;
+todo lo limpio alegra... Y esa pobre Manolita
+debe alegrarte, porque a limpia...</p>
+
+<p>&mdash;S, eso s! Y luego esos ojos que tiene, que
+parecen...</p>
+
+<p>&mdash;Parecen dos estanques quietos entre verdura...
+Los he estado mirando muchas veces y
+desde cerca. Y no s de dnde ha sacado esos
+ojos... No son de su madre, que tena ojos de
+tsica, turbios de fiebre... ni son los de su padre,
+que eran...</p>
+
+<p>&mdash;Sabes de quin parecen esos ojos?</p>
+
+<p>&mdash;De quin?&mdash;y Gertrudis temblaba al preguntarlo.</p>
+
+<p>&mdash;Pues son tus ojos...!</p>
+
+<p>&mdash;Puede ser... puede ser... No me los he mirado
+nunca de cerca ni puedo vrmelos desde
+dentro, pero puede ser... puede ser... Al menos
+le he enseado a mirar...</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_173" id="Page_173">[173]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XXI</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Qu</span> le pasaba a la pobre Gertrudis que se
+senta derretir por dentro? Sin duda
+haba cumplido su misin en el mundo. Dejaba
+a su sobrino mayor, a su Ramiro, a su otro Ramiro,
+a cubierto de la peor tormenta, embarcado
+en su barca de por vida, y a los otros hijos
+al amparo de l; dejaba un hogar encendido y
+quien cuidase de su fuego. Y se senta deshacer.
+Sufra frecuentes embaimientos, desmayos, y durante
+das enteros lo vea todo como en niebla,
+como si fuese bruma y humo todo. Y soaba;
+soaba como nunca haba soado. Soaba lo
+que habra sido si Ramiro hubiese dejado por
+ella a Rosa. Y acababa dicindose que no
+habran sido de otro modo las cosas. Pero ella
+haba pasado por el mundo fuera del mundo. El<span class="pagenum"><a name="Page_174" id="Page_174">[174]</a></span>
+padre Alvarez crea que la pobre Gertrudis chocheaba
+antes de tiempo, que su robusta inteligencia
+flaqueaba y que flaqueaba al peso mismo
+de su robustez. Y tena que defenderle de aquellas
+sus viejas tentaciones.</p>
+
+<p>Cuando un da se le acerc Caridad y, al
+odo, le dijo: Madre...!, al notarle el rubor que
+le encenda el rostro, exclam: Qu? Ya?
+S, ya!&mdash;susurr la muchacha. Ests segura?
+Segura; si no, no te lo habra dicho!
+Y Gertrudis, en medio de su goce, sinti como
+si una espada de hielo le atravesase por medio
+el corazn. Ya no tena qu hacer en el mundo
+ms que esperar al nieto, al nieto de los suyos,
+de su Ramiro y su Rosa, a su nieto, e ir luego
+a darles la buena nueva. Ya apenas se cuidaba
+ms que de Caridad, que era quien para ella llenaba
+la casa. Hasta de Manolita, de su obra, se
+iba descuidando, y la pobre nia lo senta;
+senta que el esperado iba relegndole en la
+sombra.</p>
+
+<p>&mdash;Ven ac&mdash;le deca Gertrudis a Caridad,
+cuando alguna vez se encontraban a solas, ocasin
+que acechaba&mdash;, ven ac, sintate aqu, a
+mi lado... Qu, le sientes, hija ma, le sientes?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_175" id="Page_175">[175]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Algunas veces...</p>
+
+<p>&mdash;No llama? No tiene prisa por salir a luz,
+a la luz del sol? Porque ah dentro, a oscuras...
+aunque est ello tan tibio, tan sosegado... No
+da empujoncitos? Si tarda no me va a ver... no
+le voy a ver... Es decir: si tarda, no!, si me
+apresuro yo...</p>
+
+<p>&mdash;Pero, madre, no diga esas cosas...</p>
+
+<p>&mdash;<i>No digas</i>, hija! Pero me siento derretir...
+ya no soy para nada... Veo todo como empaado...
+como en sueos... Si no lo supiera no podra
+ahora decir si tu pelo es rubio o moreno...</p>
+
+<p>Y le acariciaba lentamente la esplndida cabellera
+rubia. Y como si viese con los dedos,
+aada: Rubia, rubia como el sol...</p>
+
+<p>&mdash;Si es chico, ya lo sabes, Ramiro, y si es
+chica... Rosa...</p>
+
+<p>&mdash;No, madre, sino Gertrudis... Tula, mam
+Tula.</p>
+
+<p>&mdash;Tula... bueno...! Y mejor si fuese una pareja,
+mellizos, pero chico y chica...</p>
+
+<p>&mdash;Por Dios, madre!</p>
+
+<p>&mdash;Qu? Crees que no podras con eso? Te
+parece demasiado trabajo?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_176" id="Page_176">[176]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Yo... no s... no s nada de eso, madre;
+pero...</p>
+
+<p>&mdash;S, eso es lo perfecto, una parejita de gemelos...
+un chico y una chica que han estado abrazaditos
+cuando no saban nada del mundo,
+cuando no saban ni que existan; que han estado
+abrazaditos al calorcito del vientre materno...
+Algo as debe de ser el cielo...</p>
+
+<p>&mdash;Qu cosas se te ocurren, mam Tula!</p>
+
+<p>&mdash;No ves que me he pasado la vida soando...</p>
+
+<p>Y en esto, mientras soaba as y como para
+guardar en su pecho este ltimo ensueo y llevarlo
+como vitico al seno de la madre tierra, la
+pobre Manolita cay gravemente enferma. Ah!,
+yo tengo la culpa&mdash;se dijo Gertrudis&mdash;, yo que
+con esto de la parejita de mi ensueo me he descuidado
+de esa pobre avecilla... Sin duda en un
+momento en que necesitaba de mi arrimo ha
+debido de cojer algn fro... Y sinti que le
+volvan las fuerzas, unas fuerzas como de milagro.
+Se le despej la cabeza, y se dispuso a cuidar
+a la enferma.</p>
+
+<p>&mdash;Pero, madre&mdash;le deca Caridad&mdash;, djeme
+que le cuide yo, que le cuidemos nosotras... entre
+yo, Rosita y Elvira le cuidaremos.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_177" id="Page_177">[177]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No; t no puedes cuidarla como es debido,
+no debes cuidarla... T te debes al que llevas,
+a lo que llevas, y no es cosa de que por atender
+a sta malogres lo otro... y en cuanto a Rosita y
+Elvira, s, son sus hermanas, la quieren como
+tales, pero no entienden de eso, y adems la pobre,
+aunque se aviene a todo, no se halla sin
+m... Un simple vaso de agua que yo le sirva le
+hace ms provecho que todo lo que los dems
+le podis hacer. Yo sola s arreglarle la almohada
+de modo que no le duela en ella la cabeza y
+que no tenga luego pesadillas...</p>
+
+<p>&mdash;S, es verdad...</p>
+
+<p>&mdash;Claro, yo la cri...! Y yo debo cuidarle.</p>
+
+<p>Resucit. Volvile todo el luminoso y fuerte
+aplomo de sus das ms heroicos. Ya no le temblaba
+el pulso ni le vacilaban las piernas. Y
+cuando teniendo el vaso con la pcima medicinal
+que a las veces tena que darle, la pobre
+enferma le posaba las manos febriles en sus manos
+firmes y finas, pasaba sobre su enlace como
+el resplandor de un dulce recuerdo, casi borrado
+para la encamada. Y luego se sentaba la ta Tula
+junto a la cama de la enferma y se estaba all, y
+sta no haca sino mirarle en silencio.</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_178" id="Page_178">[178]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Me morir, mamita?&mdash;preguntaba la nia.</p>
+
+<p>&mdash;Morirte? No, pobrecita alondra, no! T
+tienes que vivir...</p>
+
+<p>&mdash;Mientras t vivas...</p>
+
+<p>&mdash;Y despus... y despus...</p>
+
+<p>&mdash;Despus... no... para qu...?</p>
+
+<p>&mdash;Pero las muchachas deben vivir...</p>
+
+<p>&mdash;Para qu...?</p>
+
+<p>&mdash;Pues... para vivir... para casarse... para criar
+familia...</p>
+
+<p>&mdash;Pues t no te casaste, mamita...</p>
+
+<p>&mdash;No, yo no me cas; pero como si me hubiese
+casado... Y t tienes que vivir para cuidar
+de tu hermano...</p>
+
+<p>&mdash;Es verdad... de mi hermano... de mis hermanos...</p>
+
+<p>&mdash;S, de todos ellos...</p>
+
+<p>&mdash;Pero si dicen, mamita, que yo no sirvo para
+nada...</p>
+
+<p>&mdash;Y quin dice eso, hija ma?</p>
+
+<p>&mdash;No, no lo dicen... no lo dicen... pero lo
+piensan...</p>
+
+<p>&mdash;Y cmo sabes t que lo piensan?</p>
+
+<p>&mdash;Pues... porque lo s! Y adems, porque es
+verdad... porque yo no sirvo para nada, y des<span class="pagenum"><a name="Page_179" id="Page_179">[179]</a></span>pus
+de que t te me mueras yo nada tengo que
+hacer aqu... Si t te murieras me morira de
+fro...</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, vamos, arrpate bien y no digas
+esas cosas... Y voy a arreglarte esa medicina...</p>
+
+<p>Y fu a ocultar sus lgrimas y a echarse a los
+pies de su imagen de la Virgen de la Soledad y
+a suplicarla: Mi vida por la suya, Madre, mi
+vida por la suya! Siente que yo me voy, que
+me llaman mis muertos, y quiere irse conmigo;
+quiere arrimarse a m, arropada por la tierra, all
+abajo, donde no llega la luz, y que yo le preste
+no s qu calor... Mi vida por la suya, Madre, mi
+vida por la suya! Que no caiga tan pronto esa
+cortina de tierra de las tinieblas sobre esos ojos
+en que la luz no se quiebra, sobre esos ojos que
+dicen que son los mos, sobre esos ojos sin mancha
+que le di yo... s, yo... Que no se muera...
+que no se muera... Slvala, Madre, aunque tenga
+yo que irme sin ver al que ha de venir...</p>
+
+<p>Y se cumpli su ruego.</p>
+
+<p>La pobre nia enferma fu recobrando vida;
+volvieron los colores de rosa a sus mejillas; volvi
+a mirar la luz del sol dando en el verdor de
+los rboles del jardincito de la casa, pero la ta<span class="pagenum"><a name="Page_180" id="Page_180">[180]</a></span>
+Tula cay con una broncopneumona cojida
+durante la convalecencia de Manolita. Y entonces
+fu sta la que sinti que brotaba en sus entraas
+un manadero de salud, pues tena que
+cuidar a la que le haba dado vida.</p>
+
+<p>Toda la casa vi con asombro la revelacin
+de aquella nia.</p>
+
+<p>&mdash;Di a Manolita&mdash;deca Gertrudis a Caridad&mdash;que
+no se afane tanto, que an estar dbil... T
+tampoco, por supuesto; t te debes a los tuyos,
+ya lo sabes... Con Rosita y Elvira basta... Adems,
+como todo ha de ser intil... Porque yo ya
+he cumplido...</p>
+
+<p>&mdash;Pero, madre...</p>
+
+<p>&mdash;Nada, lo dicho, y que esa palomita de Dios
+no se malgaste...</p>
+
+<p>&mdash;Pero si se ha puesto tan fuerte... Jams hubiese
+credo...</p>
+
+<p>&mdash;Y ella que se quera morir y crea morirse...
+Y yo tambin lo tem... Porque la pobre me pareca
+tan dbil...! Claro, no conoci a su padre
+que estaba ya herido de muerte cuando la engendr...
+y en cuanto a su pobre madre, yo creo
+que siempre vivi medio muerta... Pero esa chica
+ha resucitado!</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_181" id="Page_181">[181]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;S, al verte en peligro ha resucitado!</p>
+
+<p>&mdash;Claro, es mi hija!</p>
+
+<p>&mdash;Ms?</p>
+
+<p>&mdash;S, ms! Te lo quiero declarar ahora que
+estoy en el zagun de la eternidad; si, ms. Ella
+y t!</p>
+
+<p>&mdash;Ella y yo?</p>
+
+<p>&mdash;S, ella y t! Y porque no tenis mi sangre.
+Ella y t. Ella tiene la sangre de Ramiro, no la
+ma, pero la he hecho yo, es obra ma! Y a ti yo
+te cas con mi hijo.</p>
+
+<p>&mdash;Lo s...</p>
+
+<p>&mdash;S, como le cas a su padre con su madre,
+con mi hermana, y luego le volv a casar con la
+madre de Manolita...</p>
+
+<p>&mdash;Lo s... lo s...</p>
+
+<p>&mdash;S que lo sabes, pero no todo...</p>
+
+<p>&mdash;No, todo no...</p>
+
+<p>&mdash;Ni yo tampoco... O al menos no quiero saberlo.
+Quiero irme de este mundo sin saber muchas
+cosas... Porque hay cosas que el saberlas
+mancha... Eso es el pecado original, y la Santsima
+Virgen Madre naci sin mancha de pecado
+original...</p>
+
+<p>&mdash;Pues yo he odo decir que lo saba todo...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_182" id="Page_182">[182]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;No, no lo saba todo; no conoca la ciencia
+del mal... que es ciencia...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, no hables tanto, madre, que te perjudica...</p>
+
+<p>&mdash;Ms me perjudica cavilar, y si me callo cavilo...
+cavilo...</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_183" id="Page_183">[183]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XXII</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">La</span> ta Tula no poda ya ms con su cuerpo.
+El alma le revoloteaba dentro de l, como
+un pjaro en una jaula que se desvencija, a la
+que deja con el dolor de quien le desollaran,
+pero ansiando volar por encima de las nubes.
+No llegara a ver al nieto. Lo senta? All
+arriba, estando con ellos&mdash;soaba&mdash;sabr cmo
+es, y si es nio o nia... o los dos... y lo sabr
+mejor que aqu, pues desde all arriba se ve mejor
+y ms limpio lo de aqu abajo.</p>
+
+<p>La ltima fiebre tenala postrada en cama.
+Apenas si distingua a sus sobrinos ms que por
+el paso, sobre todo a Caridad y a Manolita. El
+paso de aqulla, de Caridad, llegbale como el
+de una criatura cargada de fruto y hasta le pareca
+oler a sazn de madurez. Y el de Manolita<span class="pagenum"><a name="Page_184" id="Page_184">[184]</a></span>
+era tan leve como el de un pajarito que no se
+sabe si corre o vuela a ras de tierra. Cuando
+ella entra&mdash;se deca la ta&mdash;siento rumor de alas
+cadas y quietas.</p>
+
+<p>Quiso despedirse primero de sta, a solas, y
+aprovech un momento en que vino a traerle la
+medicina. Sac el brazo de la cama, lo alarg
+como para bendecirla, y ponindole la mano sobre
+la cabeza, que ella inclin con los claros ojos
+empaados, le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Qu, palomita sin hiel, quieres todava morirte...?
+La verdad!</p>
+
+<p>&mdash;Si con ello consiguiera...</p>
+
+<p>&mdash;Que yo no me muera, eh? No, no debes
+querer morirte... tienes a tu hermano, a tus hermanos...
+Estuviste cerca de ello, pero me parece
+que la prueba te cur de esas cosas... No es
+as? Dmelo como en confesin, que voy a contrselo
+a los nuestros...</p>
+
+<p>&mdash;S, ya no se me ocurren aquellas tonteras...</p>
+
+<p>&mdash;Tonteras? No, no eran tonteras. Ah!, y
+ahora que dices eso de tonteras, treme tu mueca,
+porque la guardas, no es as? Si, s que
+la guardas... Treme aquella mueca, sabes?
+Quiero despedirme de ella tambin y que se<span class="pagenum"><a name="Page_185" id="Page_185">[185]</a></span>
+despida de m... Te acuerdas? Vamos, a que
+no te acuerdas?</p>
+
+<p>&mdash;S, madre, me acuerdo.</p>
+
+<p>&mdash;De qu te acuerdas?</p>
+
+<p>&mdash;De cuando se me cay en aquel patn de la
+huerta y Elvira me llamaba tonta porque lloraba
+tanto y me deca que de nada sirve llorar...</p>
+
+<p>&mdash;Eso... eso... y qu ms? Te acuerdas de
+ms?</p>
+
+<p>&mdash;S, del cuento que nos contaste entonces...</p>
+
+<p>&mdash;A ver, qu cuento?</p>
+
+<p>&mdash;De la nia que se le cay la mueca en un
+pozo seco adonde no poda bajar a sacarla y se
+puso a llorar, a llorar, a llorar, y llor tanto que
+se llen el pozo con sus lgrimas y sali flotando
+en ellas la mueca...</p>
+
+<p>&mdash;Y qu dijo Elvirita a eso? Qu dijo? Que
+no me acuerdo...</p>
+
+<p>&mdash;S, s se acuerda, madre...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, pues qu dijo?</p>
+
+<p>&mdash;Dijo que la nia se quedara seca y muerta
+de haber llorado tanto...</p>
+
+<p>&mdash;Y yo qu dije?</p>
+
+<p>&mdash;Por Dios, madre...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, no lo digas, pero no llores as, pa<span class="pagenum"><a name="Page_186" id="Page_186">[186]</a></span>lomita,
+no llores as... que por mucho que llores
+no se llenar con tus lgrimas el pozo en que
+voy cayendo y no saldr flotando...</p>
+
+<p>&mdash;Si pudiera ser...</p>
+
+<p>&mdash;Ah, s! Si pudiera ser yo saldra a cojerte
+y llevarte conmigo... Pero hay que esperar la
+hora. Y cuida de tus hermanos. Te los entrego a
+ti, sabes? a ti. Haz que no se den cuenta de
+que me he muerto.</p>
+
+<p>&mdash;Har todo lo que pueda...</p>
+
+<p>&mdash;Y yo te ayudar desde arriba.</p>
+
+<p>&mdash;Que no se enteren de que me he muerto...</p>
+
+<p>&mdash;Te rezar, madre...</p>
+
+<p>&mdash;A la Virgen, hija, a la Virgen...</p>
+
+<p>&mdash;Te rezar, madre, todas las noches antes de
+acostarme...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, no llores as...</p>
+
+<p>&mdash;Pero si no lloro, no ves que no lloro?</p>
+
+<p>&mdash;Para lavar los ojos cuando han visto cosas
+feas no est mal, pero t no has visto cosas feas,
+no puedes verlas...</p>
+
+<p>&mdash;Y si es caso, cerrando los ojos...</p>
+
+<p>&mdash;No, no, as se ven cosas ms feas. Y pide
+por tu padre, por tu madre, por m... No olvides
+a tu madre...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_187" id="Page_187">[187]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Si no la olvido...</p>
+
+<p>&mdash;Como no la conociste...</p>
+
+<p>&mdash;S, la conozco!</p>
+
+<p>&mdash;Pero a la otra, digo, a la que te trajo al
+mundo.</p>
+
+<p>&mdash;S, gracias a ti la conozco; a aqulla!</p>
+
+<p>&mdash;Pobrecilla! Ella no haba conocido a la
+suya...</p>
+
+<p>&mdash;Su madre fuiste t, lo s bien!</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, pero no llores...</p>
+
+<p>&mdash;Si no lloro!&mdash;y se enjugaba los ojos con el
+dorso de la mano izquierda mientras con la otra
+temblorosa, sostena el vaso de la medicina.</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, y ahora trae a la mueca, que quiero
+verla. Ah! Y all en un rincn de aquella arquita
+ma que t sabes... ah est la llave... s,
+sa, sa!... All donde nadie ha tocado ms que
+yo, y t alguna vez; all, junto a aquellos retratos,
+sabes?, hay otra mueca... la ma... la que
+yo tena siendo nia... mi primer cario... el
+primero?... bueno! Tremela tambin... Pero
+que no se entere ninguna de sas, no digan que
+son tonteras nuestras, porque las tontas somos
+nosotras... Treme las dos muecas, que me despida
+de ellas, y luego nos pondremos serias para<span class="pagenum"><a name="Page_188" id="Page_188">[188]</a></span>
+despedirnos de los otros... Vete, que me viene un
+mal pensamiento&mdash;y se santigu.</p>
+
+<p>El mal pensamiento era que el susurro diablico
+all, en el fondo de las entraas doloridas
+con el dolor de la partida, le deca: muecos
+todos!</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_189" id="Page_189">[189]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XXIII</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Luego</span> llam a todos, y Caridad entre ellos.</p>
+
+<p>&mdash;Esto es, hijos mos, la ltima fiebre, el
+principio del fuego del Purgatorio...</p>
+
+<p>&mdash;Pero qu cosas dices, mam...</p>
+
+<p>&mdash;S; el fuego del Purgatorio, porque en el
+Infierno no hay fuego... el Infierno es de hielo
+y nada ms que de hielo. Se me est quemando
+la carne... Y lo que siento es irme sin ver, sin
+conocer, al que ha de llegar... o a la que ha de
+llegar... o a los que han de llegar...</p>
+
+<p>&mdash;Vamos, mam...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, t, Cari, cllate y no nos vengas
+ahora con vergenza... Porque yo querra contarles
+todo a los que me llaman... Vamos, no
+lloris as... All estn... los tres...</p>
+
+<p>&mdash;Pero no digas esas cosas...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_190" id="Page_190">[190]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Ah, queris que os diga cosas de reir? Las
+tonteras ya nos las hemos dicho Manolita y yo,
+las dos tontas de la casa, y ahora hay que hacer
+esto como se hace en los libros...</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, no hables tanto! El mdico ha dicho
+que no se te deje hablar mucho.</p>
+
+<p>&mdash;Ya ests ah t, Ramiro? El hombre! El
+mdico dices? Y qu sabe el mdico? No le
+hagis caso... Y adems es mejor vivir una hora
+hablando que dos das ms en silencio. Ahora
+es cuando hay que hablar. Adems, as me distraigo
+y no pienso en mis cosas...</p>
+
+<p>&mdash;Pues ya sabes que el padre Alvarez te ha
+dicho que pienses ahora en tus cosas...</p>
+
+<p>&mdash;Ah, ya ests ah t, Elvira, la juiciosa?
+Conque el padre Alvarez, eh?... el del remedio...
+Y qu sabe el padre Alvarez? Otro mdico!
+Otro hombre! Adems, yo no tengo cosas
+mas en que pensar... yo no tengo mis cosas...
+Mis cosas son las vuestras... y las de ellos... las
+de los que me llaman... Yo no estoy ni viva ni
+muerta... no he estado nunca ni viva ni muerta...
+Qu? Qu dices t ah, Enriqun? Que estoy
+delirando...</p>
+
+<p>&mdash;No, no digo eso...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_191" id="Page_191">[191]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;S, has dicho eso, te lo he odo bien... se lo
+has dicho al odo a Rosita... No ves que siento
+hasta el roce en el aire de las alas quietas de
+Manolita. Pues si deliro... qu?</p>
+
+<p>&mdash;Que debes descansar...</p>
+
+<p>&mdash;Descansar... descansar... tiempo me queda
+para descansar!</p>
+
+<p>&mdash;Pero no te destapes as...</p>
+
+<p>&mdash;Si es que me abraso... Y ya sabes, Caridad,
+Tula, Tula como yo... y l, el otro, Ramiro... S,
+son dos, l y ella, que estarn ahora abrazaditos...
+al calorcito...</p>
+
+<p>Callaron todos un momento. Y al oir la moribunda
+sollozos entrecortados y contenidos, aadi:</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, hay que tener nimo! Pensad bien,
+bien, muy bien, lo que hayis de hacer, pensadlo
+muy bien... que nunca tengis que arrepentiros
+de haber hecho algo y menos de no haberlo
+hecho... Y si veis que el que queris se ha cado
+en una laguna de fango y aunque sea en un
+pozo negro, en un albaal, echaos a salvarle,
+aun a riesgo de ahogaros, echaos a salvarle...
+que no se ahogue l all... o ahogaros juntos...
+en el albaal... servidle de remedio... s, de re<span class="pagenum"><a name="Page_192" id="Page_192">[192]</a></span>medio...
+que mors entre lgamo y porquera?
+no importa... Y no podris ir a salvar al compaero
+volando sobre el ras del albaal porque no
+tenemos alas... no, no tenemos alas... o son alas
+de gallina, de no volar... y hasta las alas se
+mancharan con el fango que salpica el que se
+ahoga en l... No, no tenemos alas... a lo ms
+de gallina... no somos ngeles... lo seremos en
+la otra vida... donde no hay fango... ni sangre!
+Fango hay en el Purgatorio, fango ardiente, que
+quema y limpia... fango que limpia, s... En el
+Purgatorio les queman a los que no quisieron
+lavarse con fango... s, con fango... Les queman
+con estircol ardiente... les lavan con porquera...
+Es lo ltimo que os digo, no tengis miedo
+a la podredumbre... Rogad por m, y que la Virgen
+me perdone.</p>
+
+<p>Le di un desmayo. Al volver de l no coordinaba
+los pensamientos. Entr luego en una
+agona dulce. Y se apag como se apaga una
+tarde de otoo cuando las ltimas razas del sol,
+filtradas por nubes sangrientas, se derriten en
+las aguas serenas de un remanso del ro en que
+se reflejan los lamos&mdash;sanguneo su follaje
+tambin&mdash;que velan a sus orillas.</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_193" id="Page_193">[193]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XXIV</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">Muri</span> la ta Tula? No, sino que empez a
+vivir en la familia, e irradiando de ella,
+con una nueva vida ms entraada y ms vivfica,
+con la vida eterna de la familiaridad inmortal.
+Ahora era ya para sus hijos, sus sobrinos, la
+Ta, no ms que la Ta, ni <i>madre</i> ya ni <i>mam</i>, ni
+aun ta Tula, sino slo la Ta. Fu este nombre
+de invocacin, de verdadera invocacin religiosa,
+como el canonizamiento domstico de una
+santidad de hogar. La misma Manolita, su ms
+hija y la ms heredera de su espritu, la depositaria
+de su tradicin, no le llamaba sino la Ta.</p>
+
+<p>Mantena la unidad y la unin de la familia, y
+si al morir ella afloraron a vista de todos, hacindose
+patentes, divisiones intestinas antes ocultas,
+alianzas defensivas y ofensivas entre los<span class="pagenum"><a name="Page_194" id="Page_194">[194]</a></span>
+hermanos, fu porque esas divisiones brotaban
+de la vida misma familiar que ella cre. Su espritu
+provoc tales disensiones y bajo de ellas
+y sobre ellas la unidad fundamental y culminante
+de la familia. La ta Tula era el cimiento y
+la techumbre de aquel hogar.</p>
+
+<p>Formronse en ste dos grupos: de un lado,
+Rosita, la hija mayor de Rosa, aliada con Caridad,
+con su cuada y no con su hermano, no
+con Ramiro; de otro, Elvira, la segunda hija de
+Rosa, con Enrique, su hermanastro, el hijo de la
+hospiciana, y quedaban fuera Ramiro y Manolita.
+Ramiro viva, o ms bien se dejaba vivir,
+atento a su hijo y al porvenir que poda depararle
+otros y a sus negocios civiles, y Manolita,
+atenta a mantener el culto de la Ta y la tradicin
+del hogar.</p>
+
+<p>Manolita se preparaba a ser el posible lazo
+entre cuatro probables familias venideras. Desde
+la muerte de la Ta habase revelado. Guardaba
+todo su saber, todo su espritu; las mismas frases
+recortadas y aceradas, a las veces repeticin
+de las que oy a la otra, la misma doctrina, el
+mismo estilo y hasta el mismo gesto. Otra
+ta!&mdash;exclamaban sus hermanos, y no siempre<span class="pagenum"><a name="Page_195" id="Page_195">[195]</a></span>
+llevndoselo a bien. Ella guardaba el archivo y
+el tesoro de la otra; ella tena la llave de los cajoncitos
+secretos de la que se fu en carne y
+sangre; ella guardaba, con su mueca de cuando
+nia, la mueca de la niez de la Ta, y algunas
+cartas, y el devocionario y el breviario de don
+Primitivo; ella era en la familia quien saba los
+dichos y hechos de los antepasados dentro de
+memoria: de don Primitivo, que nada era de su
+sangre; de la madre del primer Ramiro; de Rosa;
+de su propia madre Manuela, la hospiciana&mdash;de
+sta no dichos ni hechos, sino silencios y pasiones&mdash;,
+ella era la historia domstica; por ella
+se continuaba la eternidad espiritual de la familia.
+Ella hered el alma de sta, espiritualizada
+en la Ta.</p>
+
+<p>Herencia? Se trasmite por herencia en una
+colmena el espritu de las abejas, la tradicin
+abejil, el arte de la melificacin y de la fbrica
+del panal, la <i>abejidad</i>, y no se trasmite, sin embargo,
+por carne y por jugos de ella. La carnalidad
+se perpeta por znganos y por reinas, y
+ni los znganos ni las reinas trabajaron nunca,
+no supieron ni fabricar panales, ni hacer miel, ni
+cuidar larvas, y no sabindolo, no pudieron<span class="pagenum"><a name="Page_196" id="Page_196">[196]</a></span>
+trasmitir ese saber, con su carne y sus jugos, a
+sus cras. La tradicin del arte de las abejas, de
+la fbrica del panal y el laboreo de la miel y la
+cera, es, pues, colateral y no de trasmisin de
+carne, sino de espritu, y dbese a las tas, a
+las abejas que ni fecundan huevecillos ni los
+ponen. Y todo esto lo saba Manolita, a quien
+se lo haba enseado la Ta, que desde muy
+joven par su atencin en la vida de las abejas
+y la estudi y medit, y hasta so sobre ella.
+Y una de las frases de ntimo sentido, casi esotrico,
+que aprendi Manolita de la Ta y que de
+vez en cuando aplicaba a sus hermanos, cuando
+dejaban muy al desnudo su masculinidad de
+instintos, era decirles: Cllate, zngano! Y
+zngano tena para ella, como lo haba tenido
+para la Ta, un sentido de largas y profundas
+resonancias. Sentido que sus hermanos adivinaban.</p>
+
+<p>La alianza entre Elvira, la hija del primer
+Ramiro que le cost la vida a Rosa, su primera
+mujer, y Enrique, el hijo del pecado de aqul
+y de la hospiciana, era muy estrecha. Queranse
+los hermanastros ms que cualesquiera otros
+de los cinco entre s. Siempre andaban en<span class="pagenum"><a name="Page_197" id="Page_197">[197]</a></span>
+cuchicheos y en secreteos. Y esta a modo de
+conjura desasosegbale a Manolita. No que le
+doliera que su hermano uterino, el salido del
+mismo vientre de donde ella sali, tuviese ms
+apego a hermana nacida de otra madre, no; senta
+que a ella no haba de apegrsele ninguno
+de sus hermanos y complacase en ello. Pero
+aquel afecto ms que fraternal le era repulsivo.</p>
+
+<p>&mdash;Ya estoy deseando&mdash;les dijo una vez&mdash;que
+uno de vosotros se enamore; que t, Enrique,
+te eches novia o que a sta, a ti, Elvira, te pretenda
+alguno...</p>
+
+<p>&mdash;Y para qu?&mdash;pregunt sta.</p>
+
+<p>&mdash;Para que dejis de andar as, de bracete
+por la casa, y con cuentecitos al odo y carantoas,
+arrumacos y lagoteras...</p>
+
+<p>&mdash;Acaso entonces ms...&mdash;dijo Enrique.</p>
+
+<p>&mdash;Y cmo as?</p>
+
+<p>&mdash;Porque sta vendr a contarme los secretos
+de su novio, verdad, Elvira?, y yo le contar,
+claro est!, los de mi novia...</p>
+
+<p>&mdash;S, s...&mdash;exclam Elvira a punto de palmotear.</p>
+
+<p>&mdash;Y os reiris uno y otro del otro novio y<span class="pagenum"><a name="Page_198" id="Page_198">[198]</a></span>
+de la otra novia, no es as?... qu bonito!</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, y qu dira a esto la Ta?&mdash;pregunt
+Elvira mirndole a Manolita a los ojos.</p>
+
+<p>&mdash;Dira que no se debe jugar con las cosas
+santas y que sois unos chiquillos...</p>
+
+<p>&mdash;Pues no repitas con la Ta&mdash;le arguy Enrique&mdash;aquello
+del Evangelio de que hay que hacerse
+nio para entrar en el reino de los cielos...</p>
+
+<p>&mdash;Nio, s! Chiquillo, no!</p>
+
+<p>&mdash;Y en qu se le distingue al nio del chiquillo...?</p>
+
+<p>&mdash;En qu? En la manera de jugar.</p>
+
+<p>&mdash;Cmo juega el chiquillo?</p>
+
+<p>&mdash;El chiquillo juega a persona mayor. Los nios
+no son, como los mayores, ni hombres ni
+mujeres, sino que son como los ngeles. Recuerdo
+haberle odo decir a la Ta que haba odo
+que hay lenguas en que el nio no es ni masculino
+ni femenino, sino neutro...</p>
+
+<p>&mdash;S&mdash;aadi Enrique&mdash;en alemn. Y la seorita
+es neutro...</p>
+
+<p>&mdash;Pues esta seorita&mdash;dijo Manolita intentando,
+sin conseguirlo, teir de una sonrisa estas
+palabras&mdash;no es neutra...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_199" id="Page_199">[199]</a></span></p>
+
+<p>&mdash;Claro que no soy neutra; pues no faltaba
+ms...!</p>
+
+<p>&mdash;Pero bueno, nada de chiquilladas!</p>
+
+<p>&mdash;Chiquilladas, no; nieras, eso, no es eso?</p>
+
+<p>&mdash;Eso es!</p>
+
+<p>&mdash;Bueno, y en qu las conoceremos?</p>
+
+<p>&mdash;Basta, que no quiero deciros ms. Para
+qu? Porque hay cosas que al tratar de decirlas
+se ponen ms oscuras...</p>
+
+<p>&mdash;Bien, bien, tita&mdash;exclam Elvira abrazndola
+y dndole un beso&mdash;, no te enfades as...
+Verdad que no te enfadas, tita...?</p>
+
+<p>&mdash;No; y menos porque me llames tita...</p>
+
+<p>&mdash;Si lo haca sin intencin...</p>
+
+<p>&mdash;Lo s; pero eso es lo peligroso. Porque la
+intencin viene despus...</p>
+
+<p>Enrique le hizo una carantoa a su hermana
+completa y cojiendo a la otra, a la hermanastra,
+por debajo de un brazo, se la llev consigo.</p>
+
+<p>Y Manolita, vindoles alejarse, qued dicindose:
+Chiquillos? En efecto, chiquillos! Pero
+he hecho bien en decirles lo que les he dicho?
+He hecho bien, Ta?&mdash;e invocaba mentalmente
+a la Ta.&mdash;La intencin viene despus... No<span class="pagenum"><a name="Page_200" id="Page_200">[200]</a></span>
+soy yo la que con mis reconvenciones voy a
+darles una intencin que les falta? Pero, no, no!
+Que no jueguen as! Porque estn jugando...!
+Y ojal les salga pronto el novio a ella y la novia
+a l!</p>
+
+<hr class="chap" />
+
+<p class="p6"><span class="pagenum"><a name="Page_201" id="Page_201">[201]</a></span></p>
+
+
+
+
+<h2>XXV</h2>
+
+
+<p><span class="smcap">El</span> otro grupo lo formaban en la familia, no
+Rosita y Ramiro, sino la mujer de ste, Caridad,
+y aquella su cuada. Aunque en rigor era
+Rosita la que buscaba a Caridad y le llevaba sus
+quejas, sus aprensiones, sus suspicacias. Porque
+iba, por lo comn, a quejarse. Crease, o al menos
+aparentaba creer, que era la desdeada y la
+no comprendida. Ponase triste y como preocupada
+en espera de que le preguntasen qu era
+lo que tena, y como nadie se lo preguntaba
+sufra con ello. Y menos que los otros hermanos
+se lo preguntaba Manolita, que se deca: Si
+tiene algo de verdad y ms que gana de mimo y
+de que nos ocupemos especialmente en ella, ya
+reventar! Y la preocupada sufra con ello.</p>
+
+<p>A su cuada, a Caridad, le iba sobre todo
+con quejas de su marido; complacase en acusar<span class="pagenum"><a name="Page_202" id="Page_202">[202]</a></span>
+a ste, a Ramiro, de egosta. Y la mujer le oa
+pacientemente y sin saber qu decirle.</p>
+
+<p>&mdash;Yo no s, Manuela&mdash;le deca a sta Caridad,
+su cuada&mdash;qu hacer con Rosa... Siempre
+me est viniendo con quejas de Ramiro: que si
+es un orgulloso, que si un egosta, que si un
+distrado...</p>
+
+<p>&mdash;Llvale la hebra y dile que s!</p>
+
+<p>&mdash;Pero cmo? Voy a darle alas?</p>
+
+<p>&mdash;No, sino a cortrselas.</p>
+
+<p>&mdash;Pues no lo entiendo. Y adems, eso no es
+verdad; Ramiro no es as!...</p>
+
+<p>&mdash;Lo s, lo s muy bien. S que Ramiro podr
+tener, como todo hombre, sus defectos...</p>
+
+<p>&mdash;Y como toda mujer.</p>
+
+<p>&mdash;Claro, s! Pero los de l son defectos de
+hombre...</p>
+
+<p>&mdash;De zngano, vamos!</p>
+
+<p>&mdash;Como quieras; los de Ramiro son defectos
+de hombre, o si quieres, pues que te empeas,
+de zngano...</p>
+
+<p>&mdash;Y los mos?</p>
+
+<p>&mdash;Los tuyos, Caridad? Los tuyos... de reina!</p>
+
+<p>&mdash;Muy bien! Ni la Ta...!</p>
+
+<p>&mdash;Pero los defectos de Ramiro no son los que<span class="pagenum"><a name="Page_203" id="Page_203">[203]</a></span>
+Rosa dice. Ni es orgulloso, ni es egosta, ni es
+distrado...</p>
+
+<p>&mdash;Y entonces por qu voy a llevarle la hebra
+como dices?</p>
+
+<p>&mdash;Porque eso ser llevarle la contraria. Lo s
+muy bien. La conozco.</p>
+
+<p>Cierta maana, encontrndose las tres, Caridad,
+Manuela y Rosa, comenz sta el ataque.</p>
+
+<p>R.&mdash;Vaya unas horas de llegar anoche tu maridito!</p>
+
+<p>Nunca hablando con su cuada le llamaba a
+Ramiro mi hermano, sino siempre: tu marido.</p>
+
+<p>C.&mdash;Y qu mal hay en ello?</p>
+
+<p>M.&mdash;Y t, Rosa, estabas a esas horas despierta...</p>
+
+<p>R.&mdash;Me despert su llegada...</p>
+
+<p>M.&mdash;S, eh?</p>
+
+<p>C.&mdash;Pues a m apenas si me despert...</p>
+
+<p>R.&mdash;Vaya una calma!</p>
+
+<p>M.&mdash;Aqu Caridad duerme confiada y hace bien.</p>
+
+<p>R.&mdash;Hace bien...? Hace bien...? No lo comprendo.</p>
+
+<p>M.&mdash;Pues yo s. Pero t parece que te complaces
+en eso, que es un juego muy peligroso y
+muy feo...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_204" id="Page_204">[204]</a></span></p>
+
+<p>C.&mdash;Por Dios, Manuela!</p>
+
+<p>R.&mdash;Djale, djale a la ta...</p>
+
+<p>M.&mdash;Con el acento que ahora le pones la ta
+aqu eres ahora t...</p>
+
+<p>R.&mdash;Yo? Yo la ta?</p>
+
+<p>M.&mdash;S, t, t, Rosa. A qu viene querer provocar
+celos en tu hermana?</p>
+
+<p>C.&mdash;Pero si Rosa no quiere hacerme celosa,
+Manuela...</p>
+
+<p>M.&mdash;Yo s lo que me digo, Caridad.</p>
+
+<p>R.&mdash;S, aqu ella sabe lo que se dice...</p>
+
+<p>M.&mdash;Aqu sabemos todos lo que queremos
+decir y yo s, adems, lo que me digo, me entiendes,
+Rosa?</p>
+
+<p>R.&mdash;El estribillo de la Ta...</p>
+
+<p>M.&mdash;Sea. Y te digo que seras capaz de aceptar
+el peor novio que se te presente y casarte
+con l no ms que para provocarle a que te diese
+celos, no a drselos t...</p>
+
+<p>R.&mdash;Casarme yo? Yo casarme? Yo novio?
+Las ganas...!</p>
+
+<p>M.&mdash;S, ya s que dices, aunque no s si lo
+piensas, que no te has de casar, que t no quieres
+novio... Ya s que andas en si te vas o no a
+meter monja...</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_205" id="Page_205">[205]</a></span></p>
+
+<p>C.&mdash;Y cmo lo has sabido, Manuela?</p>
+
+<p>M.&mdash;Ah, pero vosotras creis que no me percato
+de vuestros secretos? Precisamente por ser
+secretos...</p>
+
+<p>R.&mdash;Bueno, y si pensara yo en meterme
+monja, qu? Qu mal hay en ello? Qu mal
+hay en servir a Dios?</p>
+
+<p>M.&mdash;En servir a Dios, no, no hay mal ninguno...
+Pero es que si t entrases monja no
+sera por servir a Dios...</p>
+
+<p>R.&mdash;No? Pues por qu?</p>
+
+<p>M.&mdash;Por no servir a los hombres... ni a las
+mujeres...</p>
+
+<p>C.&mdash;Pero por Dios, Manuela, qu cosas tienes...</p>
+
+<p>R.&mdash;S, ella tiene sus cosas y yo las mas... Y
+quin te ha dicho, hermana, que desde el convento
+no se puede servir a los hombres...?</p>
+
+<p>M.&mdash;Sin duda, rezando por ellos...</p>
+
+<p>R.&mdash;Pues claro est! Pidiendo a Dios que les
+libre de tentaciones...</p>
+
+<p>M.&mdash;Pero me parece que t ms que a rezar
+no nos dejes caer en la tentacin vas a no
+me dejes caer en la tentacin...</p>
+
+<p>R.&mdash;S, que voy a que no me tienten...</p>
+
+<p>M.&mdash;Pues no has venido ac a tentar a Cari<span class="pagenum"><a name="Page_206" id="Page_206">[206]</a></span>dad,
+tu hermana? O es que crees que no era tentacin
+eso? No venas a hacerle caer en tentacin?</p>
+
+<p>C.&mdash;No, Manuela, no vena a eso. Y adems
+sabe que no soy celosa, que no lo ser, que no
+puedo serlo...</p>
+
+<p>R.&mdash;Djale, djale, Caridad, djale a la abejita,
+que pique... que pique...</p>
+
+<p>M.&mdash;Duele, eh? Pues, hija, rascarse...</p>
+
+<p>R.&mdash;<i>Hija</i> ahora, eh?</p>
+
+<p>M.&mdash;Y siempre, hermana.</p>
+
+<p>R.&mdash;Y dime t, hermanita, la abejita, t no
+has pensado nunca en meterte en un panal as,
+en una colmena...?</p>
+
+<p>M.&mdash;Se puede hacer miel y cera en el mundo...</p>
+
+<p>R.&mdash;Y picar...</p>
+
+<p>M.&mdash;Y picar, exacto!</p>
+
+<p>R.&mdash;Vamos, s, que t, como ta Tula, vas
+para ta...</p>
+
+<p>M.&mdash;Yo no s para lo que voy, pero si siguiera
+el ejemplo de la Ta no habra de ir por mal
+camino. O es que crees que marr ella el suyo?
+Es que has olvidado sus enseanzas? Es que
+trat ella nunca de encismar a los de casa? Es
+que habra ella nunca denunciado un acto de
+uno de sus hermanos?</p><p><span class="pagenum"><a name="Page_207" id="Page_207">[207]</a></span></p>
+
+<p>C.&mdash;Por Dios, Manuela, por la memoria de ta
+Tula, cllate ya... Y t, Rosa, no llores as... vamos,
+levanta esa frente... no te tapes as la cara
+con las manos... no llores as, hija, no llores as...</p>
+
+<p>Manuela le puso a su hermanastra la mano
+sobre el hombro y con una voz que pareca venir
+del otro mundo, del mundo eterno de la familia
+inmortal, le dijo:</p>
+
+<p>&mdash;Perdname, hermana, me he excedido...
+pero tu conducta me ha herido en lo vivo de la
+familia y he hecho lo que creo que habra hecho
+la Ta en este caso... perdnamelo!</p>
+
+<p>Y Rosa, cayendo en sus brazos y ocultando su
+cabeza entre los pechos de su hermana, le dijo
+entre sollozos:</p>
+
+<p>&mdash;Quien tiene que perdonarme eres t, hermana,
+t... Pero hermana... no, sino madre... ni
+madre... Ta! Ta!</p>
+
+<p>&mdash;Es la Ta, la ta Tula, la que tiene que perdonarnos
+y unirnos y guiarnos a todos!&mdash;concluy
+Manuela.</p>
+
+
+
+
+
+
+
+
+<pre>
+
+
+
+
+
+End of the Project Gutenberg EBook of La ta Tula, by Miguel De Unamuno
+
+*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA TA TULA ***
+
+***** This file should be named 44358-h.htm or 44358-h.zip *****
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+
+Produced by Carlos Coln, University of Michigan and the
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+
+
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+
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+(and you!) can copy and distribute it in the United States without
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+such as creation of derivative works, reports, performances and
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+
+*** START: FULL LICENSE ***
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+paragraph 1.C below. There are a lot of things you can do with Project
+Gutenberg-tm electronic works if you follow the terms of this agreement
+and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm electronic
+works. See paragraph 1.E below.
+
+1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the Foundation"
+or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection of Project
+Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual works in the
+collection are in the public domain in the United States. If an
+individual work is in the public domain in the United States and you are
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+ returns. Royalty payments should be clearly marked as such and
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+ the Project Gutenberg Literary Archive Foundation."
+
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+ License. You must require such a user to return or
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+ and discontinue all use of and all access to other copies of
+ Project Gutenberg-tm works.
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+ money paid for a work or a replacement copy, if a defect in the
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+ distribution of Project Gutenberg-tm works.
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+electronic work or group of works on different terms than are set
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+
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+Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm
+
+Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of
+electronic works in formats readable by the widest variety of computers
+including obsolete, old, middle-aged and new computers. It exists
+because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from
+people in all walks of life.
+
+Volunteers and financial support to provide volunteers with the
+assistance they need are critical to reaching Project Gutenberg-tm's
+goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will
+remain freely available for generations to come. In 2001, the Project
+Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure
+and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations.
+To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
+and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4
+and the Foundation information page at www.gutenberg.org
+
+
+Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive
+Foundation
+
+The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit
+501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
+state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
+Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification
+number is 64-6221541. Contributions to the Project Gutenberg
+Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent
+permitted by U.S. federal laws and your state's laws.
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+North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. Email
+contact links and up to date contact information can be found at the
+Foundation's web site and official page at www.gutenberg.org/contact
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+Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg
+Literary Archive Foundation
+
+Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide
+spread public support and donations to carry out its mission of
+increasing the number of public domain and licensed works that can be
+freely distributed in machine readable form accessible by the widest
+array of equipment including outdated equipment. Many small donations
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+status with the IRS.
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+The Foundation is committed to complying with the laws regulating
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+States. Compliance requirements are not uniform and it takes a
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+works.
+
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+concept of a library of electronic works that could be freely shared
+with anyone. For forty years, he produced and distributed Project
+Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support.
+
+Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed
+editions, all of which are confirmed as Public Domain in the U.S.
+unless a copyright notice is included. Thus, we do not necessarily
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+
+ www.gutenberg.org
+
+This Web site includes information about Project Gutenberg-tm,
+including how to make donations to the Project Gutenberg Literary
+Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to
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+
+
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+
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