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-The Project Gutenberg eBook of Guerras civiles de Granada, by Ginés
-Pérez de Hita
-
-This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and
-most other parts of the world at no cost and with almost no restrictions
-whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms
-of the Project Gutenberg License included with this eBook or online at
-www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you
-will have to check the laws of the country where you are located before
-using this eBook.
-
-Title: Guerras civiles de Granada
- Tomo I
-
-Author: Ginés Pérez de Hita
-
-Release Date: March 15, 2022 [eBook #67631]
-
-Language: Spanish
-
-Produced by: Ramón Pajares Box and the Online Distributed Proofreading
- Team at https://www.pgdp.net (This file was produced from
- images generously made available by The Internet
- Archive/American Libraries.)
-
-*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK GUERRAS CIVILES DE
-GRANADA ***
-
-
-NOTA DE TRANSCRIPCIÓN
-
- * Las cursivas se muestran entre _subrayados_ y las versalitas se han
- convertido a MAYÚSCULAS.
-
- * Los errores de imprenta han sido corregidos.
-
- * Se han convertido en puntos y aparte la mayor parte de los puntos y
- seguido, evitando así los párrafos muy largos que se extienden por
- varias páginas.
-
- * La ortografía del texto original ha sido modernizada de acuerdo con
- las normas publicadas en 2010 por la Real Academia Española.
-
- * Los entrecomillados han sido convertidos en rayas iniciales de
- diálogo donde el texto adopta forma dialogada. Las restantes rayas
- han sido espaciadas según los modernos usos ortotipográficos.
-
- * Los nombres propios han sido normalizados, y se ha restaurado el
- emparejamiento de las comillas y de los signos de exclamación e
- interrogación.
-
- * Los capítulos han sido correctamente numerados, deshaciendo una
- errata que alteraba la numeración a partir del capítulo XI.
-
- * Se ha añadido un Índice al final del libro pese a que el original
- impreso no lo incluye.
-
-
-
-
- Guerras Civiles
- DE GRANADA,
-
- POR
- _Ginés Pérez de Hita_,
- vecino de Murcia.
-
- TOMO I.
-
- _Madrid_:
- _En la Imprenta de_ D. LEÓN AMARITA.
- 1833.
-
-
-
-
-PRÓLOGO.
-
-
-Se ha reimpreso esta obra, porque siendo una de las mejores que tenemos
-de honesto recreo, se había hecho rara: su lectura deleita tanto, que
-quien una vez toma el libro en sus manos no puede luego soltarle hasta
-la conclusión.
-
-Fue el embeleso de nuestros mayores, que aprendían de memoria los
-bellísimos romances que contiene; se tradujo al francés y al italiano,
-interesando también a los extranjeros; ha dado materia y argumento a
-varias composiciones dramáticas, antiguas y modernas, y servido de
-modelo para escribir otras obras análogas, principalmente a la del
-caballero Florián, intitulada _Gonzalo de Córdoba_, que es en el día la
-más conocida, y en mucho estimada.
-
-Ginés Pérez de Hita proponiéndose escribir de las _Guerras Civiles de
-Granada_, nacidas primeramente entre los moros durante la agonía de su
-dominación en España, y excitadas después por los mismos contra los
-cristianos que los habían subyugado, reunió un gran número de noticias
-curiosas sobre aquellas gentes, que no se encuentran en ningún otro
-escritor antiguo español.
-
-Dio su obra en dos partes, tocantes a dos épocas distintas y notables
-de nuestra historia.
-
-En la primera parte inserta la cronología de los reyes de Granada bajo
-el dominio de los moros, el nombre de los pueblos de su jurisdicción, y
-el de las familias más distinguidas del Estado; describe los palacios,
-jardines, mezquitas, y obras más suntuosas de la capital; y después
-introduciéndonos en ella, reinando Boabdilín, su último soberano,
-nos revela los amores, celos, intrigas y competencias de las damas y
-caballeros más principales de la Corte; nos acompaña a sus saraos,
-juegos y regocijos; nos declara sus bandos y parcialidades, y nos lleva
-a ver sus escaramuzas y desafíos.
-
-Pinta a Boabdilín ingrato a su virtuoso padre Mulahacén; crédulo,
-alucinado, e inicuo contra su esposa, a la cual en fuerza de un grosero
-chisme urdido por los vengativos Zegríes, sus cortesanos, acusa del
-crimen de adulterio, poniéndola en la necesidad de encontrar quien
-venza en singular batalla a sus cuatro furibundos acusadores, o perder
-su honor y la vida en las llamas; cruel con los generosos Abencerrajes,
-que consiente sean degollados uno a uno por sus émulos en la cámara
-de los Leones; atroz con su hermana Moraina y dos inocentes hijos de
-ella, a quienes asesina por su propia mano, y en fin aborrecible por
-su tiranía a todos los granadinos.
-
-En este cuadro, alrededor del trono sobresale el valeroso Muza,
-hermano natural del rey, como el más cumplido caballero de la corte
-mora; campea el gallardo Malique Alabez, de prosapia real, entre una
-familia numerosa de héroes; brilla el espléndido Abenámar, mantenedor
-en el juego de cañas y de sortija como el más diestro entre todos
-los competidores; el esforzado Reduán sorprende y admira, el adusto
-Albayaldos estremece, el intrépido Gazul interesa, y el sensible Zaide
-enamora.
-
-Pero de cuando en cuando aparece en esta magnífica escena la flor de
-los caballeros cristianos, que eclipsa toda la gloria de tan insignes
-varones.
-
-Los muy ilustres maestres de Calatrava y de Santiago D. Rodrigo Téllez
-Girón, y D. Manuel Ponce de León, duque de Arcos, vencedor el primero
-de Muza, Albayaldos y Aliatar, y el segundo del gallardo Malique
-Alabez, y de Alí Hamete Zegrí, acusador de la reina; el alcaide de
-los donceles D. Diego Fernández de Córdoba, cortesano tan galán como
-adalid valiente; el robusto D. Juan Chacón, señor de Cartagena, que de
-una cuchillada cortaba a cercén el pescuezo a un toro; el esclarecido
-Portocarrero, señor de Palma, y el desgraciado D. Alonso de Aguilar
-se llevaban la palma en todos los juegos, y en todas las lides y
-escaramuzas.
-
-El profundo sentimiento de esta superioridad, comprobada por el mal
-éxito de sus últimas empresas militares, hacía mirar a los moros su
-gobierno con menosprecio, y hasta la religión propia con desconfianza o
-indiferencia.
-
-Dividida en bandos, y agitada por la ambición y los celos la nobleza,
-a cada paso sus parciales tomaban las armas unos contra otros, se
-alteraba la tranquilidad pública, y con el más leve motivo se vertía
-la sangre de los primeros campeones en duelos y batallas singulares,
-cuando eran más necesarias la unión y concurrencia de todas las fuerzas
-del Estado para atajar los rápidos progresos de las armas cristianas.
-
-La expulsión de los Abencerrajes que se habían salvado del degüello
-de la Alhambra, agregó el cuerpo más gallardo de la caballería mora
-al poder ya tan formidable del enemigo; y sirviendo desde entonces la
-deserción de ejemplo a las demás familias nobles exasperadas, quedó
-sin apoyo la independencia de la nación, y la capital casi desierta de
-defensores.
-
-En fin llegaron a su mayor auge el desorden y la confusión cuando
-Granada presentó al mundo el inaudito y escandaloso espectáculo de
-tres reyes aspirantes al poder supremo dentro de sus murallas:
-Boabdilín sostenido siempre por los Zegríes, Mazas, Gomeles, y
-Laugetes; Mulahacén restaurado por los Abencerrajes, Gazules, Alabeces
-y Venegas, y el gobernador Abdalí proclamado por los Almoradís,
-Almohades y Marines.
-
-Cada uno de estos tres obcecados príncipes tenía allí su palacio y
-corte a parte; tropas, vasallos, y aun templos para hacer oración,
-diferentes: cada uno de ellos, por afianzar la posesión de aquel
-simulacro de soberanía, negociaba secretamente con el enemigo común,
-ofreciéndole en pago de su asistencia y protección los tesoros propios,
-y las plazas, villas y lugares que se habían declarado por ellos.
-
-De este modo unos señores, tan poderosos y políticos como los Reyes
-Católicos, asistidos de los mejores capitanes que hubo jamás en
-Castilla, y viniéndoseles, digámoslo así, la presa a las manos,
-acabaron sin grande esfuerzo la conquista del estado granadino, y
-extinguieron la larga dominación de los árabes en la Península.
-
-Aquí concluye la primera parte.
-
-En la segunda se abre una escena muy distinta, pero no vacía de
-instrucción, ni de interés. Llegamos a otros tiempos, y encontramos
-otros hombres y otras costumbres.
-
-La elación del ánimo, derivada de las riquezas y del manejo del poder,
-moviendo celos y enemistando a las familias principales del estado
-granadino, produjo las primeras guerras civiles, que le condujeron a su
-ruina: la miseria y desesperación, hijas de la opresión y la violencia,
-abortaron las guerras segundas, que extinguieron las últimas reliquias
-de los moros en España.
-
-Después de la conquista de Granada habían pasado setenta y siete años,
-llevando los moros al cuello con harta mortificación el grave yugo que
-les echaron sus vencedores.
-
-Sufrían la poca observancia de las promesas que les fueron hechas
-al tiempo de su rendición; el sucesivo despojo de sus tierras; el
-abandono forzoso de su culto, la exacción de crecidos tributos, fardas
-y prestaciones, y sobre todo esto el menosprecio general; pero estando
-ya llenas las medidas, y tratándose todavía de impedirles el uso del
-idioma y traje nacionales, se alzaron todos, decididos a morir o
-mejorar de suerte.
-
-Con disimulo y bastante habilidad averiguaron el número de hombres
-aptos para las armas que quedaban de su raza, nombraron rey a un
-descendiente de sus soberanos antiguos; pidieron auxilio de armas y
-tropas a sus progenitores de Asia y África, y levantaron el estandarte
-de la rebelión refugiándose en la aspereza de las Alpujarras.
-
-Temeraria y de mal éxito sin duda era entonces la empresa de los
-moros, luchando con el poder colosal de Felipe II; pero también causa
-pesadumbre el ver qué esfuerzos y cuánta sangre les costó ahogarla a
-los cristianos.
-
-Precedido de hábiles negociadores, el famoso conde de Tendilla, marqués
-de Mondéjar, fue el primer general que envió el rey con un ejército de
-veinte mil hombres, contra los rebeldes; mas dice nuestro historiador,
-testigo ocular, que una mitad por lo menos de esta brava gente se
-componía de asesinos y ladrones, los cuales sabiendo que algún pueblo
-de moriscos se había sometido, y fiaba su seguridad del salvo-conducto
-que le daba el marqués, se escapaban del real por la noche, y le
-asaltaban, y mataban y saqueaban a sus moradores, llevándose a las
-mujeres para gozarlas, y después venderlas como esclavas.
-
-No es extraño pues que una conducta tan atroz y desenfrenada exasperase
-los ánimos de los sediciosos, en lugar de calmarlos, y que a poco
-tiempo perdiera el general en esta guerra su ejército y la reputación.
-
-Preséntase luego en la lid el esclarecido D. Luis Fajardo, marqués de
-los Vélez y adelantado de Murcia, con sus valerosos tercios; pero
-estos se ensangrientan demasiado en la villa de Félix, y sus crueldades
-posteriores en Huéscar hacen imposible la reconciliación.
-
-Los dos héroes cristianos batallan con los moros por dos puntos
-diferentes, obran prodigios de valor, se cubren de gloria saliendo
-victoriosos en casi todas las acciones marciales, y con todo eso no
-adelantan: sus tropas en varios encuentros y sorpresas de convoyes se
-disminuyen mucho, al paso que cunde el número de los enemigos; vienen
-sucesivamente con refuerzos considerables el marqués de la Favara, y
-el comendador mayor de León D. Luis de Zúñiga y Requesens, y todavía
-la guerra se prolonga, zozobrando ya el crédito de la orgullosa
-corte; el hercúleo D. Luis Fajardo, cuya ponderosa lanza apenas podía
-sustentar al hombro un soldado robusto cuando él la manejaba como un
-mimbre, después que, entre otras proezas, con poca gente, y la mayor
-parte enferma, hizo alarde de su esfuerzo y talento militar rechazando
-a los moros, que con todo su poder reunido le atacaron en Berja, se
-estanca en el sitio de Galera, y no puede pasar adelante; en fin dura
-el conflicto cerca de tres años, y es preciso que el ínclito D. Juan
-de Austria, hijo del emperador D. Carlos, salga de Granada con diez
-mil infantes y mil caballeros, asistido del valeroso duque de Sesa
-con otra tanta fuerza, y que a estos dos ejércitos nuevos se reúnan
-las reliquias de todos los anteriores, para salir de tamaño empeño, y
-forzar a los rebeldes a deponer las armas e implorar la real clemencia.
-
-Conteniendo este libro la descripción de muchas batallas, asedios y
-entradas de los pueblos a viva fuerza, en que se derramaba por una y
-otra parte tanta sangre humana, su lectura no puede ser tan apacible,
-como la del anterior: con todo eso abunda de episodios interesantes,
-como el razonamiento del Purchení al marqués de Mondéjar estando este
-con su campo en Órgiva; la muerte del capitán Álvaro de Flores; la
-prisión del moro Albexarí, y sus amores con Almanzora; las fiestas
-celebradas en Purchena de orden de Muley Abenumeya; el canto profético
-de la mora, natural del Deire; los celos, conspiración y venganza de
-Benalguacil contra el rey moro, por haberse apoderado de su prima
-Zahara; la historia del Tuzani, y de cuanto hizo para encontrar y matar
-al asesino de la hermosa Malhea que pereció en Galera; la muerte y las
-exequias de D. Luis de Quijada, ayo del Señor D. Juan de Austria, y el
-fin trágico del virtuoso Habaquí.
-
-Últimamente enamoran la humanidad, el candor y la firmeza de carácter
-de Ginés Pérez de Hita, cuando al acabar su obra pinta patéticamente
-los sentidos lamentos de los moriscos al ser arrancados de sus tierras,
-y llevados por fuerza a Castilla y a la Mancha; censura esta impolítica
-y cruel resolución de Felipe II, faltando a lo que se había prometido
-por su augusto hermano a los moriscos, los cuales _antes murieran
-de mil muertes, que rendir las armas, ni haber hecho las paces_, si
-hubiesen sabido que no serían cumplidas las capitulaciones; y añade,
-_que más valiera no haberlos sacado del reino de Granada, por lo mucho
-que en esto habían perdido S. M. y todos sus demás estados_.
-
-Y ¿_quién fue Ginés Pérez de Hita_? De su persona y vida no tenemos
-más noticias, que las que él propio dejó consignadas en esta obra.
-Dijo ser vecino de la ciudad de Murcia, lo cual no prueba que naciese
-en ella; pero parece que a lo menos fue de la provincia, no solo por
-su domicilio, sino porque no pierde ocasión de levantar a las nubes el
-valor de los tercios murcianos. Militó en esta última guerra contra los
-moriscos bajo las banderas del marqués de los Vélez, y no sabemos que
-saliera de la clase de simple soldado.
-
-Censurando la rapacidad invencible de sus camaradas, manifiesta mucho
-candor cuando confiesa que algunas veces, llevado él propio de tan
-mal ejemplo, salía a robar en los pueblos de los moriscos sometidos;
-y demuestra que tenía mejores entrañas que los feroces guerreros de
-aquella época, contándonos cómo había recogido en la atroz matanza de
-Félix a un niño que encontró mamando al pecho sanguinoso de su madre
-asesinada, y le entregó a otra morisca para que le criase; gloriándose
-tanto de esta acción misericordiosa, como de haber amparado y salvado
-de la muerte a más de veinte mujeres.
-
-Finalmente se infiere que escribió, o a lo menos dio a luz, alguna otra
-obra distinta de la presente, por la expresión que hallamos al fin de
-la historia del Tuzani, donde dice que vio y habló a este en Villanueva
-de Alcardete, _viniendo a Madrid a cobrar un privilegio para un libro
-suyo_, cuyo título no declara.
-
-¿Y es Ginés Pérez de Hita el verdadero autor de las _Guerras Civiles de
-Granada_?
-
-En cuanto a la primera parte, si hemos de creerle a él propio, «la
-escribió en arábigo un moro, natural de la ciudad de Granada, llamado
-Abenhamín, que pasó luego a África y murió en Tremecén, dejando allí
-hijos, y un nieto muy hábil, llamado Argutarfa, el cual recogió todos
-los papeles de su abuelo, y entre ellos encontró este libro, que
-estimó mucho por tratar la materia de Granada, y se le prestó a un
-judío, llamado Saba Santo, quien le sacó en hebreo por su contento,
-y el original arábigo le presentó a D. Rodrigo Ponce de León, conde
-de Bailén. Que este señor, por saber lo que contenía, y por haberse
-hallado su abuelo y bisabuelo en aquellas conquistas, rogó al judío que
-le tradujese en castellano, y después el conde le hizo a Hita la merced
-de dársele.» Esto dice en las páginas 412 y siguiente de la primera
-parte, sin embargo de que en la portada del mismo libro se expresa que
-él la tradujo al castellano, y no el judío Saba Santo.
-
-Lo que por el contexto de la obra parece más cierto es, que ni el uno
-ni el otro hicieron una traducción literal de la obra arábiga; pues
-no es creíble que un moro hablase con tanta parcialidad a favor de
-los cristianos, ni que la hubiese adornado de los hermosos romances
-castellanos que la acompañan, cuando muchos de ellos fueron escritos
-después de la conquista de Granada, ya entrado el siglo XVI.
-
-Aquí es donde brilla la gala de este metro peculiarmente español,
-que no tienen y envidian todas las demás lenguas europeas, hijas de
-la latina; porque los romances se leen junto a los hechos heroicos
-para que fueron compuestos de propósito; ilustración que falta al
-que lee estas producciones descriptivas, desnudas y hacinadas en los
-_Romanceros_, sin tener la noticia necesaria de nuestra historia
-antigua y de las tradiciones patrias.
-
-Así parece que Ginés Pérez de Hita tomando lo sustancial de los hechos
-que refiere del arábigo, los redactó a su modo, y dio a la obra
-castellana la forma que ahora tiene.
-
-En cuanto a la segunda parte no ofrece duda que la escribiese Ginés
-Pérez de Hita, adornándola también de los razonamientos y romances
-que contiene, muy inferiores ciertamente a los de la parte primera;
-exceptuándose la descripción del sitio de Galera, que él propio dice
-haber copiado de la que escribió el alférez Tomás Pérez de Hevia,
-vecino de Murcia, que seguía las banderas del Señor D. Juan de Austria.
-
-Queda dicho que no es tan interesante la lectura de la segunda parte
-de esta obra, como la de la primera; pero faltaba añadir, que jamás ha
-podido ser del mismo modo conocida, aunque también entretenga mucho,
-porque el desaliño, o más bien la grosería de la impresión con que se
-dio al público, la hacían intolerable.
-
-Son tantas las erratas que la afean, que solamente un talento muy
-perspicaz podrá encontrar sentido en su contexto, supliendo la ausencia
-total de las reglas de ortografía; además de que causa tedio manejar un
-libro de ruin papel de estraza, que se deshace al tiempo de pasar de
-una hoja a otra.
-
-Aquel que se tome el trabajo de cotejar la presente edición con la
-antigua, será quien pueda calificar el servicio que en esto ha hecho el
-editor a la literatura nacional.
-
-
-
-
-[Ilustración]
-
-PARTE PRIMERA.
-
-Guerras civiles entre Zegríes y Abencerrajes, caballeros moros de
-Granada, y batallas particulares que hubo en la Vega entre moros y
-cristianos, hasta que el rey D. Fernando el V la ganó.
-
-CAPÍTULO I.
-
-_En que se trata de la fundación de Granada, y los reyes que hubo en
-ella, con otras muchas cosas tocantes a la Historia._
-
-
-La ínclita y famosa ciudad de Granada fue fundada por una muy hermosa
-doncella, hija o sobrina del rey Hispán. Fue su fundación en una bella
-y espaciosa vega, junto de una sierra llamada Elvira, porque tomó el
-nombre de la fundadora Infanta, la cual se llamaba Liberia, dos leguas
-de donde ahora está, junto de un lugar que se llamaba Arbuler, que en
-arábigo se decía Arbulut.
-
-Después de pasados algunos años, les pareció a los fundadores de ella
-que no estaban allí bien por ciertas causas, y fundaron la ciudad en la
-parte donde ahora está, junto a Sierra-Nevada, en medio de dos hermosos
-ríos, llamado el uno Genil y el otro Darro, los cuales son de la nieve
-que se derrite en la sierra. De Darro se coge oro muy fino, de Genil
-plata; y no es fábula, que yo el autor de esta relación lo he visto
-coger.
-
-Fundose aquí esta insigne ciudad encima de tres cerros, como hoy se
-parece, adonde se fundaron tres castillos: el uno está a la vista de la
-hermosa Vega y el río Genil, la cual Vega tiene ocho leguas de largo y
-cuatro de ancho, y por ella atraviesan otros dos ríos, aunque no muy
-grandes: el uno se dice Veiro y el otro Monachil.
-
-Comiénzase la Vega desde la falda de la Sierra-Nevada, y va hasta la
-fuente del Pino, y pasa más adelante de un gran soto, que se llama el
-Soto de Roma, y esta fuerza se nombra Torres-Bermejas. Hízose allí una
-gran población llamada el Antequeruela.
-
-La otra fuerza o castillo está en otro cerro junto a este, un poco más
-alto, la cual se llamó la Alhambra, casa muy fuerte, y aquí hicieron
-los reyes su Casa Real.
-
-La otra fuerza se hizo en otro cerro, no lejos del Alhambra, y llamose
-Albaicín, donde se hizo gran población. Entre el Albaicín y el Alhambra
-pasa por lo hondo el río Darro, haciendo una ribera de árboles
-agradables.
-
-A esta fundación no la llamaron los moradores de ella Iliberia como
-la otra, sino Granata, respecto a que en una cueva junto al Darro fue
-hallada una hermosa doncella que se decía Granata, y por eso se llamó
-la ciudad así; y después de corrompido el vocablo se llamó Granada.
-Otros dicen, que por la muchedumbre de las casas, y la espesura que
-había en ellas, que estaban juntas como los granos de la granada, y la
-nombraron así.
-
-Hízose esta ciudad famosa, rica y populosa, hasta el infeliz tiempo
-en que el rey D. Rodrigo perdió a España, lo cual no se declara por
-no ser a propósito de nuestra historia: solo diremos, como después de
-perdida España hasta las Asturias y confines de Vizcaya, siendo toda
-ella ocupada de moros, traídos por aquellos dos bravos caudillos y
-generales, el uno llamado el Tarif, y el otro Muza; asimismo quedó la
-famosa Granada ocupada de moros, y llena de gente de África.
-
-Mas hállase una cosa: que de todas las naciones moras que vinieron
-a España, los caballeros mejores y principales, y los más señalados
-de aquellos que siguieron al general Muza, se quedaron en Granada, y
-la causa fue su hermosura y fertilidad, pareciéndoles bien su gran
-riqueza, asiento y fundación; aunque el capitán Tarif estuvo muy bien
-con la ciudad de Córdoba, y su hijo Balagís con Sevilla, de donde fue
-rey, como dice la crónica del rey D. Rodrigo.
-
-Mas yo no he hallado que en la ocupación de Córdoba, de Toledo,
-Sevilla, Valencia, Murcia, ni otras ciudades poblasen tan nobles ni tan
-principales caballeros, ni tan buenos linajes de moros como en Granada;
-para lo cual es menester nombrar algunos de estos linajes, y de donde
-fueron naturales, aunque no se digan ni declaren todos, por no ser
-prolijo.
-
-Poblada Granada de las gentes mejores del África, no por eso dejó la
-insigne ciudad de pasar adelante con sus muy grandes y soberbios
-edificios, porque siendo gobernada de reyes de valor y muy curiosos que
-en ella reinaron, se hicieron grandes mezquitas y muy ricas cercas,
-fuertes muros y torres, porque los cristianos no la tornasen a ganar;
-y hicieron muy fuertes castillos, y los reedificaron fuera de las
-murallas como hoy día parecen.
-
-Hicieron el castillo de Bibatambién, fuerte con su cava y puente
-levadiza. Hicieron las torres de la puerta Elvira, y las del Alcazaba
-y plaza de Vibalbulut, y famosa torre del Aceituno, que está camino de
-Guadix, y otras muchas cosas dignas de memoria, como se dirá en nuestro
-discurso.
-
-Bien pudiera traer aquí los nombres de todos los reyes moros que
-gobernaron y reinaron en esta insigne ciudad, y los califas, y aun los
-de toda España; mas por no gastar tiempo, no diré sino de los reyes
-moros que por su orden la gobernaron, y fueron conocidos por reyes de
-ella, dejando aparte los califas pasados y señores que hubo, siguiendo
-a Esteban Garibay y a Camaloa.
-
-El 1.er rey moro que Granada tuvo se llamó Mahomad Alhamar: este reinó
-en ella veinte y nueve años y más meses; acabó año de 1262.
-
-El 2.º rey de Granada se llamó, así como su padre, Mahomad Mir
-Almuzmelín. Este labró el castillo del Alhambra, muy rico y fuerte,
-como hoy se parece; reinó treinta y seis años, y murió año de 1302.
-
-El 3.º rey de Granada se llamó Mahomad Abenhalamar: a este le quitó
-el reino un hermano suyo, y le puso en prisión, habiendo reinado siete
-años: acabó año de 1309.
-
-El 4.º rey de Granada fue llamado Mahomad Abenázar: a este le quitó el
-reino un sobrino suyo llamado Ismael, año de 1315: reinó seis años.
-
-El 5.º rey de Granada se llamó Ismael: a este mataron sus deudos y
-vasallos, mas fueron degollados los homicidas: reinó nueve años, y
-acabó año de 1324.
-
-El 6.º rey de Granada se llamó Mahomad: a este también le mataron los
-suyos a traición; reinó diez años, y acabó año de 1334.
-
-El 7.º rey de Granada se llamó Iusef Abenhamet: también fue muerto a
-traición: reinó once años, y acabó año de 1345.
-
-El 8.º rey de Granada fue llamado Mahomad Lagús: a este le despojaron
-del reino después de haber reinado doce años, y acabó año de 1357, por
-aquella vez que reinó.
-
-El 9.º rey de Granada se llamó Mahomad Abenhámar, VII de este nombre:
-a este le mató el rey D. Pedro en Sevilla, sin culpa, habiendo ido
-a pedirle amistad y favor: matole el mismo rey D. Pedro por su mano
-con una lanza, y mandó matar a otros que iban con este rey: habiendo
-reinado dos años, acabó año de 1359. Fue enviada su cabeza en forma
-de presente a la ciudad de Granada. Tornó a reinar Mahomad Lagús en
-Granada, y reinó en las dos veces veinte y nueve años: la primera vez
-doce, y la segunda diez y siete: acabó año 1376.
-
-El 10 rey de Granada se llamó Mahomad Ovadiz, y reinó tres años
-pacífico, y acabó año de 1379.
-
-El 11 rey de Granada se llamó Iusef, II de este nombre, el cual murió
-con veneno que el rey de Fez le envió puesto en una aljaba o marlota de
-brocado: reinó tres años, y acabó año de 1382.
-
-El 12 rey de Granada fue llamado Mahomad Abenhámar: reinó once años,
-acabó año de 1394. Su muerte fue de una camisa que se puso emponzoñada
-con veneno.
-
-El 13 rey de Granada fue llamado Iusef, III de este nombre: reinó
-quince años: murió año de 1409.
-
-El 14 rey de Granada fue llamado Mahomad Abenázar, el Izquierdo.
-Habiendo reinado este cuatro años, le desposeyeron del reino año de
-1413.
-
-El 15 rey de Granada fue llamado Mahomad, el Pequeño; a este le cortó
-la cabeza Abenázar el Izquierdo, arriba dicho, porque le tornó a quitar
-el reino por orden de Mahomad Catraz, caballero Abencerraje: reinó este
-Mahomad el Pequeño dos años, y acabó año de 1415.
-
-Tornó a reinar Abenámar el Izquierdo, el cual fue otra vez despojado
-del reino por Iusef Abenalmo, su sobrino: reinó este rey tres años la
-última vez, y acabó año de 1418.
-
-El 17 rey de Granada se llamó Abenocín, el Cojo. En tiempo de este
-sucedió aquella sangrienta batalla de los Alporchones, reinando D. Juan
-el II. Y pues nos viene a cuento, trataremos de esta batalla, antes de
-pasar adelante con la cuenta de los reyes moros de Granada.
-
-Es a saber, que según se halla en las crónicas antiguas, así
-castellanas como arábigas, este rey Abenocín tenía en su corte mucha y
-muy honrada caballería de moros, porque en Granada había treinta y dos
-linajes de caballeros, como eran Gomeles, Mazas, Zegríes, Venegas y
-Abencerrajes; estos eran de muy claro linaje: otros Maliques Alabeces,
-descendientes de los reyes de Fez y Marruecos, caballeros valerosos,
-de quien los reyes de Granada siempre hicieron mucha cuenta; porque
-estos Maliques eran alcaides en el reino de Granada, por tener de ellos
-mucha confianza, y así servían en las fronteras y partes de mayor
-peligro, como eran en Vera, el alcaide Malique Alabez, bravo y valeroso
-caballero; en Vélez el Blanco estaba un hermano suyo, llamado Mahomad
-Malique Alabez; en Vélez el Rubio había otro hermano de estos alcaides
-muy valiente, y amigo de los cristianos; otro Alabez había alcaide
-de Jimena, y otro en Tirieza, frontera de Lorca, y cercana de Orce y
-Cuéllar, Benamaviel, Castilleja y Caniles, y en otros lugares del
-reino.
-
-Estos Maliques Alabeces eran alcaides, por ser todos, como hemos dicho,
-caballeros de estima. Sin estos había otros caballeros en Granada muy
-principales, de quien los reyes de ella hacían grande cuenta, entre
-los cuales había un caballero llamado Abidbar, del linaje de Gomeles,
-caballero valeroso y capitán de la gente de guerra; y no hallándose
-sino en batallas contra cristianos, le dijo un día al rey:
-
---Señor, holgaría que tu alteza me diese licencia para entrar en
-tierra de cristianos, en los campos de Lorca, Murcia y Cartagena, que
-confianza tengo de venir con ricos despojos y cautivos.
-
-El rey dijo:
-
---Conocido tengo tu valor, y te otorgo licencia como lo pides; pero
-temo mal suceso, porque son muy soldados los cristianos de esas tierras
-que quieres correr.
-
-Respondió Abidbar:
-
---No tema vuestra alteza peligro, que yo llevaré conmigo tal gente y
-tales alcaides, que sin temor ninguno ose entrar, no digo en el campo
-de Lorca y Murcia, mas aun hasta Valencia me atreviera a entrar.
-
---Pues si ese es tu parecer, sigue tu voluntad, que mi licencia tienes.
-
-Abidbar le besó las manos por ello, y fue a su casa y mandó tocar sus
-añafiles y trompetas de guerra, al cual bélico son se juntó grande
-copia de gente bien armada para saber de aquel rebato. Abidbar cuando
-vio tanta gente junta y tan bien armada, holgó mucho de ella, y les
-dijo:
-
---Sabed, buenos amigos, que hemos de entrar en el reino de Murcia, de
-donde, placiendo al santo Alá, vendremos ricos: por tanto cada cual con
-ánimo siga mis banderas.
-
-Todos respondieron, que eran contentos; y así Abidbar salió de Granada
-con mucha gente de a caballo y peones; fue a Guadix, y habló al moro
-Almoradí, alcaide de aquella ciudad, el cual ofreció su compañía con
-mucha gente de a caballo y de a pie. También vino el alcaide de
-Almería, llamado Malique Alabez, con mucha gente muy diestra en la
-guerra.
-
-De allí pasaron a Baza, donde estaba por alcaide Benariz, el cual
-también le ofreció su ayuda. En Baza se juntaron once alcaides de
-aquellos lugares a la fama de esta entrada del campo de Lorca y Murcia,
-y con aquella gente se fue el capitán Abidbar hasta la ciudad de Vera,
-donde era alcaide el bravo Alabez Malique, adonde se acabó de juntar
-todo el ejército de los moros y alcaides que aquí se nombrarán.
-
-El general Abidbar; Abenáriz, capitán de Baza; su hermano Abenáriz,
-capitán de la Vega de Granada; el Malique Alabez, de Vera; Alabez,
-alcaide de Vélez el Blanco; Alabez, alcaide de Vélez el Rubio; Alabez,
-alcaide de Almería; Alabez, alcaide de Cuéllar; otro alcaide de
-Huéscar; Alabez, alcaide de Orce; Alabez, alcaide de Purchena; Alabez,
-alcaide de Jimena; Alabez, alcaide de Tirieza: Alabez, alcaide de
-Caniles.
-
-Todos estos Alabeces Maliques eran parientes, como ya es dicho; se
-juntaron en Vera, cada uno llevando la gente que pudo.
-
-También se juntaron otros tres alcaides, el de Mojácar, el de Sorbas, y
-el de Lubrín: todos ya juntos se hizo reseña de la gente que se había
-juntado, y se hallaron seiscientos de a caballo, aunque otros dicen que
-fueron ochocientos, y mil y quinientos peones: otros dicen, que dos mil.
-
-Finalmente, se juntó grande poder de gente de guerra; y
-determinadamente a doce o catorce de mayo, año de mil cuatrocientos
-treinta y cinco, entraron en los términos de Lorca, y por la marina
-llegaron al campo de Cartagena, y lo corrieron todo hasta el rincón de
-S. Ginés y Pinatar, haciendo grandes daños.
-
-Cautivaron mucha gente y ahogaron mucho ganado, y con esta presa
-se volvían muy ufanos; y en llegando al Puntarón de la Sierra de
-Aguaderas, entraron en consejo sobre si vendrían por la marina por
-donde habían ido, o si pasarían por la vega de Lorca.
-
-Sobre esto hubo diferencia, y muchos afirmaban que fuesen por la
-marina, por ser más seguro. Otros dijeron, que sería grande cobardía,
-si no pasaban por la vega de Lorca a pesar de sus banderas. De este
-parecer fue Malique Alabez, y con él todos los alcaides que eran sus
-parientes.
-
-Pues visto por los moros que aquellos valerosos capitanes estaban
-determinados de pasar por la vega, no contradijeron cosa alguna; y así
-las banderas enarboladas, y la presa en medio del escuadrón, comenzaron
-a marchar la vuelta de Lorca, arrimados a la sierra de Aguaderas.
-
-Los de Lorca tenían ya noticia de la gente que había entrado en sus
-tierras. D. Alonso Fajardo, alcaide de Lorca, había escrito lo que
-pasaba a Diego de Ribera, corregidor de Murcia, que luego viniese
-con la más gente que pudiese. El corregidor no fue perezoso, que con
-brevedad salió de Murcia con setenta caballos y quinientos peones, toda
-gente de valeroso ánimo y esfuerzo; y juntose con la gente de Lorca,
-donde había doscientos caballos, y mil y quinientos peones, gente muy
-valerosa.
-
-También se halló con ellos Alonso de Lisón, caballero del hábito de
-Santiago, que era a la sazón castellano en el castillo y fuerza de
-Aledo. Llevó consigo nueve caballos y catorce peones, que del castillo
-no se pudieron sacar más.
-
-En este tiempo los moros caminaron a gran priesa, y llegando enfrente
-de Lorca, cautivaron un caballero llamado Quiñonero, que había salido a
-requerir el campo; y como ya la gente de Lorca y Murcia venían a priesa
-y los moros los vieron, se maravillaron viendo junta tanta caballería,
-y no podían creer que en solo Lorca hubiese tanta lucida gente.
-
-Y Malique Alabez, capitán y alcaide de Vera, le preguntó a Quiñonero,
-habiéndole quitado el caballo y armas, esta pregunta:
-
-_Alabez._
-
- Anda, cristiano cautivo,
- tu fortuna no te asombre,
- y dinos luego tu nombre
- sin temor de daño esquivo;
- Que aunque seas prisionero,
- con el rescate, y dinero,
- si nos dices la verdad,
- tendrás luego libertad.
-
-_Quiñonero._
-
- Es mi nombre Quiñonero:
- soy de Lorca natural,
- caballero principal;
- y aunque me sigue fortuna,
- no tengo pena ninguna,
- ni se me hace de mal:
- Que la guerra es condición,
- que hoy soy tuyo, y ya confío
- mañana podrás ser mío,
- y sujeto a mi prisión.
- Por tanto pregunta, y pide,
- porque en toda tu pregunta
- satisfaré sin repunta,
- pues el temor no me impide.
-
-_Alabez._
-
- Trompetas se oyen sonar,
- y descubrimos pendones,
- y caballos, y peones
- junto de aquel olivar:
- Y quería, Quiñonero,
- saber de ti por entero,
- qué pendones, y qué gente
- es la que aquí está presente,
- con ánimo bravo y fiero.
-
-_Quiñonero._
-
- Aquel pendón colorado,
- con las seis coronas de oro,
- muy bien muestra su decoro
- ser de Lorca, y es nombrado;
- Y el otro que tiene un rey
- armado por gran blasón,
- es de Murcia, y es pendón
- que le conoce su rey.
- Traen gente belicosa,
- con gana de pelear;
- si quieres más preguntar,
- no siento de esto otra cosa.
- Apercíbete al combate,
- porque vienen a gran priesa
- para quitarte la presa,
- y dar fin en tu remate.
-
-_Alabez._
-
- Pues por priesa que se den,
- ya querrá nuestro Alcorán,
- la Rambla no pasarán,
- porque no les irá bien;
- Y si con valor extraño
- la Rambla pueden romper,
- muy bien se puede entender,
- que ha de ser por nuestro daño.
- Pues al arma, que ellos vienen,
- y en nada no se detienen:
- tóquese el son y la zambra,
- porque lleguen a la Alhambra
- nuestras famas, y resuenen.
-
-
-
-
-CAPÍTULO II.
-
-_En que se trata de la sangrienta batalla de los Alporchones, y la
-gente que en ella se halló de moros y cristianos._
-
-
-Apenas el capitán Malique Alabez acabó de decir estas palabras, cuando
-el escuadrón de los cristianos acometió con tanta braveza y pujanza
-que a los primeros encuentros, a pesar de los moros que lo defendían,
-pasaron la Rambla. No por eso los moros mostraron punto de cobardía,
-antes tuvieron más ánimo peleando.
-
-Quiñonero, como vio la batalla revuelta, llamó a un cristiano, que
-cortase la cuerda con que estaba atado; y siendo libre, al punto tomó
-una lanza de un moro muerto, un caballo y una adarga, y con valor muy
-crecido, como era valiente caballero, hacía maravillas.
-
-A esta sazón los valerosos capitanes moros, en especial los Maliques
-Alabeces, se mostraron con tanta fortaleza, que los cristianos
-estuvieron a punto de pasar la Rambla contra su voluntad; lo cual
-visto por Alonso Fajardo, y Alonso de Lisón, y Diego de Ribera, y los
-principales caballeros de Murcia y Lorca, pelearon tan valerosamente,
-que los moros fueron rompidos, y los cristianos hicieron muy notable
-daño en ellos.
-
-Los valientes Alabez, y Almoradí, capitán de Guadix, tornaron a juntar
-gente, y con grande ánimo volvieron sobre los cristianos con bravo
-ímpetu y fortaleza.
-
-¡Quién viera las maravillas de los capitanes cristianos! Era cosa de
-ver la braveza con que mataban y herían en los moros.
-
-Abenáriz, capitán de Baza, hacía gran daño en los cristianos, y
-habiendo muerto a uno de una lanzada, se metió por enmedio de la
-batalla haciendo cosas muy señaladas; mas Alonso de Lisón, que le vio
-matar aquel cristiano, de cólera encendido procuró vengar su muerte, y
-así con grande presteza fue en seguimiento de Abenáriz, llamándole a
-grandes voces, que le aguardase.
-
-El moro revolvió a mirar quien le llamaba; y visto, reconoció que aquel
-caballero era de valor, pues traía en su escudo aquella encomienda
-de Santiago, y entendiendo llevar de él buenos despojos a Baza, le
-acometió con gran ímpetu; pero el caballero Lisón se defendió con
-gran destreza, y ofendió y acosó de suerte al moro, que en poco rato
-le hirió en dos partes; y como se vio tan herido, se encendió en más
-cólera, y procuró la muerte del contrario: mas muy presto halló en él
-la suya, porque Lisón le cogió en descubierto de la adarga un golpe por
-los pechos, tan fuerte, que no aprovechando la cota le metió la lanza
-por el cuerpo, y al momento cayó el moro muerto del caballo.
-
-El caballo de Lisón quedó mal herido; por lo cual le convino tomar el
-caballo del alcaide de Baza, que en extremo era bueno, y se entró en el
-mayor peligro de la batalla, diciendo a voces: _Santiago, y a ellos_.
-
-El famoso Alonso Fajardo andaba entre los moros, y el corregidor de
-Murcia asimismo, que era cosa de maravilla, y tanto pelearon los de
-Murcia y Lorca, que los moros fueron segunda vez rompidos; mas el valor
-de los caballeros granadinos era grande, y pelearon fuertemente; y como
-tenían tan fuertes caudillos, asistían a la batalla con mucho ánimo;
-y era tan grande el valor y esfuerzo de Alabez, que en un punto tornó
-a juntar su gente, y volvió a la lid, como si no hubieran sido rotos
-alguna vez.
-
-La batalla estaba tan sangrienta, que era admiración, porque había
-tantos cuerpos de hombres y caballos muertos, que apenas podían andar;
-pero no por eso dejaban de pelear con mucho esfuerzo ambos ejércitos.
-
-El valiente Alabez hacía por su persona grandes estragos en los
-cristianos; lo cual visto por Alonso Fajardo, valeroso soldado, y
-alcaide de Lorca, se maravilló de ver la pujanza del moro, y arremetió
-con él con tanta braveza que el moro se espantó, y sintió bien su
-valor; pero como no había en él cobardía, resistió con ánimo la
-fortaleza de Fajardo, dándole grandes botes de lanza, que a no ir
-bien armado el alcaide, muriera allí, porque le sirvieron de poco
-las fuerzas, por ser mayores las de Alonso Fajardo; y habiendo el
-invencible y valiente alcaide quebrado su lanza, en un instante puso
-mano a su espada, y con un valor nunca visto se fue para Alabez, y con
-tanta velocidad y presteza, que no pudo el gallardo moro aprovecharse
-de la lanza y la perdió, y puso mano al alfanje para herir a Alonso
-Fajardo: mas el valeroso alcaide, no mirando el peligro que le seguía,
-cubierto con su escudo arremetió con Alabez, y le dio un golpe sobre la
-adarga, que le cortó gran pedazo de ella, y asiósela tan fuertemente
-con la mano izquierda, que casi le desencajó de la silla; y Alabez que
-le vio tan cerca, le tiró un golpe a la cabeza pensando acabar con él,
-y si Fajardo no le hurtara el cuerpo, le hiriera; y en esta ocasión
-cayó el caballo del moro, porque estaba desangrado, y no se podía
-tener. Apenas Alabez estuvo en el suelo, cuando los peones de Lorca le
-cercaron maltratándole.
-
-Alonso Fajardo como vio al moro en tal estado, se apeó, y fue a él, y
-echole los brazos encima con tal fuerza, que Alabez no pudo ser señor
-de sí. Los peones entonces arremetieron con él, y le prendieron, y
-Alonso Fajardo mandó que le sacasen de la batalla, y así lo hicieron.
-
-Todavía andaba muy revuelta y sangrienta la batalla, y no parecía
-ninguno de los capitanes moros, lo cual causó en sus soldados mucha
-cobardía, y ya no peleaban como antes, ni con aquel brío. La gente de
-Lorca peleó belicosamente este día, y no menos la de Murcia, que se vio
-bien su valor.
-
-El capitán Abidbar, como no vio ningún alcaide, ni capitán de los
-suyos, se salió de la batalla, y desde un alto miró su ejército, y le
-vio en mal estado; y volviendo como un león a la batalla, le dijeron
-unos soldados suyos:
-
---¿Qué aguardas? Ya no ha quedado ningún alcaide ni capitán moro:
-Alabez de Vera está preso.
-
-Oído esto por Abidbar, perdió la esperanza de la victoria, y así mandó
-tocar a recoger. Oyendo los moros la reseña se retiraron, y mirando por
-su general, le vieron ir huyendo por la sierra de Aguaderas, y ellos
-atemorizados le siguieron.
-
-Los cristianos les iban en alcance hiriéndolos, que de todos no se
-escaparon trescientos. Siguiéronlos hasta la fuente del Pulpí, junto
-a Vera, y este día consiguieron los cristianos una singular victoria.
-Era día de S. Patricio, y Lorca y Murcia le celebran en memoria de la
-victoria.
-
-Volviéndose los cristianos alegres a Lorca, y cargados de despojos,
-Alonso Fajardo se llevó a su casa al capitán Malique Alabez, y
-queriendo entrarle preso por un postigo de un huerto, le dijo Alabez:
-
---No soy hombre de baja suerte, que he de entrar por ahí, sino por la
-puerta real de la ciudad.
-
-Y porfió tanto, que enojado Fajardo le hirió de muerte.
-
-Este fue el fin de aquel capitán y alcaide de Vera. Murieron en la
-batalla doce alcaides Alabeces, parientes del Alabez de Vera, y dos
-hermanos suyos, alcaides de Vélez el Blanco, y Rubio, y murieron
-ochocientos moros. De los cristianos murieron cuarenta, y hubo
-doscientos heridos.
-
-Quedaron los de Lorca y Murcia muy gozosos con la victoria que nuestro
-Señor, por la intercesión de su Santísima Madre, les concedió.
-
-Volvamos al capitán Abidbar que fue huyendo de la lid. Como llegó a
-Granada, y el rey supo lo que había pasado, le mandó degollar, porque
-no murió como caballero en la batalla, pues él fue por caudillo.
-
-Sucedió esta batalla, reinando en Castilla el rey D. Juan el II, y en
-Granada Albenocín XVII, como está dicho, el cual reinó ocho años, y fue
-despojado del reino año de 1473.
-
-Por esta batalla de los Alporchones se hizo aquel romance antiguo, que
-se dice de esta suerte:
-
- Allá en Granada la rica
- instrumentos oí tocar
- en calle de los Gomeles,
- a la puerta de Abidbar:
- El cual es moro valiente,
- y muy fuerte capitán;
- mandó juntar muchos moros
- bien diestros en pelear,
- Porque en el campo de Lorca
- se determinan de entrar.
- Con él salen tres alcaides,
- aquí los quiero nombrar:
- Almoradí de Guadix,
- ese de sangre real;
- Abenáriz es el otro,
- y de Baza natural;
- Y de Vera es Alabez,
- de esfuerzo muy singular,
- y en cualquier guerra su gente
- bien la sabe acaudillar:
- Todos se juntan en Vera
- para ver lo que harán;
- el campo de Cartagena
- acuerdan de saquear.
- A Alabez por ser valiente
- le hacen su general,
- otros doce alcaides moros
- con ellos juntado se han.
- Van por la fuente del Pulpí,
- por ser secreto lugar,
- y por el puerto, los peones
- por la orilla de la mar.
- En campos de Cartagena
- con furor fueron a entrar,
- cautivaron mil cristianos,
- que era cosa de espantar.
- Todo lo corren los moros,
- sin nada se les quedar;
- el rincón de S. Ginés,
- y con ellos el Pinar.
- Cuando tuvieron gran presa,
- hacia Vera vuelto se han,
- y en llegando al Puntarón
- consejo tomado han,
- Si pasarían por Lorca,
- o si irían por la mar.
- Alabez, como es valiente,
- por Lorca quiere pasar,
- Por tenerla muy en poco,
- y por hacerla pesar;
- y así con toda su gente
- comenzaron de marchar.
- Lorca y Murcia lo supieron,
- luego los van a buscar,
- y el comendador de Aledo,
- que Lisón suelen llamar.
- Junto de los Alporchones,
- allí los van a alcanzar,
- y el comendador de Aledo
- no dejaba de marchar.
- Cautivaron un cristiano,
- caballero principal,
- al cual llaman Quiñonero,
- que de Lorca es natural.
- Alabez que vio la gente,
- comienza de preguntar:
- Quiñonero, Quiñonero,
- dirasme tú la verdad;
- Pues eres buen caballero,
- no me la quieras negar:
- ¿qué pendones son aquellos
- que están en el olivar?
- Quiñonero le responde,
- tal respuesta le fue a dar:
- Lorca y Murcia son, señor,
- Lorca y Murcia son, no más;
- Y el comendador Aledo,
- de valor más singular,
- que de la francesa sangre
- es su prosapia real:
- Los caballos traen gordos,
- ganosos de pelear.
- Allí respondió Alabez,
- lleno de rabia y pesar:
- ¡Pues por gordos que los traigan,
- la Rambla no pasarán,
- y si ellos la Rambla pasan,
- Alá, y qué mala señal!
- Estando en estas razones
- ha llegado el mariscal,
- y el buen alcaide de Lorca
- con esfuerzo muy sin par.
- Aquel alcaide Fajardo,
- valeroso en pelear:
- la gente traen valerosa,
- no quieren más aguardar.
- A los primeros encuentros
- la Rambla pasado han;
- y aunque los moros son muchos,
- allí lo pasan muy mal.
- Mas el valiente Alabez
- hace gran plaza y lugar:
- tantos cristianos mataba,
- que es dolor de lo mirar.
- Los cristianos son valientes,
- nada les puede ganar;
- tantos matan de los moros,
- que era cosa de espantar.
- Por la sierra de Aguaderas,
- huyendo sale Abidbar
- con trescientos de a caballo,
- que no pudo más sacar.
- Fajardo prendió a Alabez
- con esfuerzo singular,
- quitó la cabalgadura,
- que en riqueza no hay su par:
- Abidbar llegó a Granada,
- y el rey lo mandó matar.
-
-Este fin es el que tuvo esta sangrienta batalla de Alporchones: vamos
-ahora a la cuenta de los reyes moros de Granada.
-
-Ya hemos dicho de Albenocín, que fue el 17, en tiempo del cual pasó la
-batalla de los Alporchones: este reinó ocho años, y fue despojado del
-reino año 1453.
-
-El rey 18 de Granada fue Ismael, y este le quitó el reino a Albenocín,
-como está dicho. En tiempo de este Ismael murió Garcilaso de la Vega
-en una batalla que los moros tuvieron con los cristianos: reinó este
-Ismael doce años, y acabó año de 1465.
-
-El 19 rey de Granada se llamó Muley Hazén; otros le llamaron Alborzén:
-este fue hijo del susodicho Ismael. En tiempo de este pasaron grandes
-cosas en Granada y su vega: tuvo un hijo llamado Boabdilín, y tuvo,
-según cuenta el Arábigo, otro hijo bastardo, llamado Muza.
-
-Este le hubo en una cristiana cautiva: tuvo un hermano llamado
-Boabdilín, así como el hijo del rey. Este infante era muy querido de
-los caballeros de Granada, y muchos por estar mal con el rey su padre
-le alzaron por rey de Granada; por lo cual le llamaron el rey Chiquito.
-
-Otros caballeros siguieron la parte del rey, de manera que en Granada
-había dos reyes, padre e hijo, y cada día había muy grandes bandos
-entre los dos reyes, por donde sucedían muchas muertes: unas veces
-amigos, otras enemigos. De esta suerte se gobernaba el reino, y no por
-eso se dejaba de continuar la guerra contra cristianos.
-
-Este rey, padre del rey Chico, estaba siempre en el Alhambra, y el
-Chico en el Albaicín, y ausente el uno, mandaba y gobernaba el otro;
-mas el rey viejo fue el que adornó e hizo muy magníficas las cosas de
-Granada, e hizo grandes y soberbios edificios, por ser muy rico.
-
-Mandó labrar de todo punto la famosa Alhambra, fábrica muy costosa:
-hizo la famosa Torre de Comares; y el cuarto de los Leones llamose así,
-porque enmedio dél, que es largo y ancho, hay una fuente de doce leones
-de alabastro, riquísimamente obrada. Todo el cuarto está solado de muy
-lucidos azulejos, labrado a lo moro.
-
-Asimismo hizo este rey muchos estanques de agua en la misma Alhambra, y
-los aljibes del agua tan nombrados.
-
-Hizo la torre de la Campana, de la cual se descubre toda la ciudad de
-Granada y su vega.
-
-Hizo un maravilloso bosque junto del Alhambra, debajo de los miradores
-de la misma casa real, donde hoy se parecen muchos venados y conejos.
-
-Mandó labrar los Alijares de oro azul de mazonería, a lo moro. Era tan
-costosa esta obra, que el artífice que la labraba, ganaba cada día cien
-doblas.
-
-Mandó hacer encima del cerro de Santa Elena, que así se nombra hoy
-aquel cerro, una casa de placer muy rica. Hizo la casa de las gallinas
-a propósito de aquel menester.
-
-Orilla de Genil tenía este rey, encima del río Darro, un jardín muy
-deleitoso, llamado Generalife, en el cual hay diversidad de frutas,
-fuentes de alabastro, bien obradas plazas, y calles hechas de menudos
-arrayanes. Hay labrada una muy rica casa con muchas salas, aposentos,
-balcones y ventanas doradas, y en la sala principal retratados por
-grandes pintores todos los reyes moros de Granada hasta su tiempo, y en
-otra sala todas las batallas que había tenido con los cristianos; todo
-tan al vivo, que era cosa admirable.
-
-Por estas obras, y otras tales, que había hecho en la ciudad de
-Granada, adornadas de tanta perfección, hizo el rey D. Juan el I
-aquella pregunta al moro Abenámar, el viejo, estando en el río Genil,
-que dice así:
-
- Abenámar, Abenámar,
- moro de la Morería,
- el día que tú naciste
- grandes señales había.
- Estaba la mar en calma,
- la luna estaba crecida,
- moro que en tal signo nace
- no debe decir mentira.
- Allí respondiera el moro,
- bien oiréis lo que decía:
- No te la diré, señor,
- aunque me cueste la vida,
- Porque soy hijo de un moro,
- y una cristiana cautiva.
- Siendo yo niño, y muchacho,
- mi madre me lo decía,
- Que mentira no dijese,
- que era grande villanía:
- por tanto pregunta, rey,
- que la verdad te diría.
- Yo te agradezco, Abenámar,
- aquesta tu cortesía:
- ¿qué castillos son aquellos?
- Altos son, y relucían.
- El Alhambra era, señor,
- y la otra la Mezquita:
- los otros los Alijares,
- labrados a maravilla.
- El moro que los labraba
- cien doblas ganaba al día:
- el día que no labraba
- otras tantas se perdía.
- El otro es Generalife,
- huerta que par no tenía;
- el otro Torres-Bermejas,
- castillo de gran valía.
- Allí habló el rey D. Juan,
- bien oiréis lo que decía:
- Si tú quisieses, Granada,
- contigo me casaría;
- darete en arras y dote
- a Córdoba y a Sevilla.
- Casada soy, rey D. Juan,
- viuda no lo sería;
- el moro que aquí me tiene
- muy grande bien me quería.
-
-Mostraban tanta suntuosidad y fortaleza los edificios de Granada y
-Alhambra, que admiraba, y hoy son fortísimos.
-
-Estaba tan rico, próspero y bien afortunado el rey Mulahacén, que en
-las morismas no había otro tan poderoso, fuera del Gran Turco, si la
-fortuna no le derribara del trono en que estaba, como adelante se dirá.
-
-Era servido de caballeros de mucha estima y de sangre real, porque
-había en Granada treinta y dos linajes de caballeros moros, sin otros
-muchos poderosos, descendientes de aquellos nobles de África que
-ganaron a España.
-
-Y porque será justo nombrarlos a todos, y de qué reinos y provincias
-eran naturales, se dirá todo por extenso, para que se considere la gran
-nobleza que a la sazón había en Granada.
-
-
-
-
-CAPÍTULO III.
-
-_En que se declaran los nombres de los nobles caballeros moros de
-Granada, de los treinta y dos linajes, y otras cosas que pasaron en
-Granada. Asimismo se nombran todos los lugares que estaban en aquel
-tiempo debajo de la corona de Granada._
-
-
-Ya que hemos tratado de algunas de las cosas de la ciudad de Granada
-y de sus edificios, diremos de los preciados caballeros que en ella
-vivían, y de las villas, lugares, castillos y ciudades que estaban
-sujetos a la Real Corona de Granada; para lo cual comenzaremos por
-los caballeros, de esta manera nombrados por sus nombres: Almoradíes,
-de Marruecos; Alabeces, Alarbes; Bencerrajes, id.; alfaquíes, de Fez;
-Gazules, Alarbes; Barragís, de Fez; Venegas, de id.; Zegríes, de id.;
-Mazas, de id.; Gomeles, de Vélez de la Gomera; Abencerrajes, de
-Marruecos; Albayaldes, de id.; Abenámares, de id.; Aliatares, de id.;
-Almadenes, de Fez; Audalás, de Marruecos; Hacenes, de Fez; Laugetes, de
-id.; Azarques, de id.; Alarifes, de Vélez de la Gomera; Abenhamines, de
-Marruecos; Zulemas, de id.; Sarracinos, de id.; Mofarix, de Tremecén;
-Abedhoares, de id.; Almanzores, de Fez; Abidbares, de id.; Alhamares,
-de Marruecos; Reduanes, de id.; Aldoradines, de id.; Alabeces Maliques,
-de Marruecos, descendientes del Almohabez Malique, rey de Cuco.
-
-Los lugares del reino y vega de Granada son estos: Granada, Cogollos,
-Alfacar, Colomera, Alhendín, los Padules, Gabia la Grande, Iznalloz,
-Maracena, Albabia, Gabia la Chica, la Zubia, Alhama, Arbolote, Moclín,
-Illora, Loja y Lora, Monte-frío, Guadahortuna, la Malá, Pinos, Alcalá
-Real, Cardela, Huelma.
-
-Los lugares de Baza son: Baza, Bezalema, Castilleja, Galera, Vélez el
-Blanco, Tirieza, Zújar, Crastil, Huéscar, Cuéllar, Vélez el Rubio,
-Freila, Benamanuel, Orce, Cavillas, Xiquena, Tirieza.
-
-Los del río Almanzor son: Serón, Almuñecar, Urraca, Bertanga, Eria,
-Santoperat, Portilla, Cabrera, Sorbas, Alboteas, Serna, Tíjola,
-Purchena, Mojar, Abenchez, Zucuyrin, Huércal, Tera, Teresa, Lubrín,
-Portaloza, Cuebro, Bayarque, Vicir, Turre, Cantoria, Ovaria, las
-Cuevas, Zurgena, Antes, Elvez, Uleya del Campo.
-
-Los lugares del Filabres son: Filabres, Gergal, Vacares, el Voloduy,
-Sierto.
-
-Los lugares del río de Almería son: Almería, Vicar, Tenix, Huércal,
-Fenix, Pichona, Alhamalasec, Santa Cruz, Turpe, Rioja, Ragul, Meles,
-Cucija, Ochovez, Santa Fe, Ilar, Efición, Marcena, Guenlejas,
-Almaneata, Abiatar, Lacumque, Catiyar.
-
-_Tabla de Andújar y Oxica_: Castillo del hierro, Velote el alto, Inoa,
-Alcundiat, Berja, Veas, la Calahorra, Curiana, Canile-aceytu, Lanjarón,
-Valor el chico, Tabernas, Guadix, la Poza, Fiñana, Dalías, Murral,
-Cadiar, Potrox, Turón, las Albuñuelas, Guajaras altas, Guajaras bajas.
-
-Estos y otros muchos lugares de las Alpujarras, Sierra-Bermeja y Ronda,
-que no hay para que nombrarlos, estaban debajo de la Real Corona de
-Granada.
-
-Y pues hemos tratado de los lugares, será bien tratar de los caballeros
-moros Maliques Alabeces, el cual linaje era muy estimado y tenido de
-los reyes de Granada y de todos; y es de saber, que como Miramamolín el
-de Marruecos convocase a todos los reyes de África para ir a España,
-cuando totalmente fue destruida hasta las Asturias, vino un rey llamado
-Abderiame, y este trajo tres mil hombres de pelea: vino otro llamado
-Muley Abcalí, y en su compañía otros veinte y cinco reyes moros, los
-cuales trajeron grande poder de gente, y entre estos reyes vino uno
-llamado Mahomad Malique Almohabez, cuyo era el gran reino de Cuco, y
-traía consigo tres hijos valerosos, llamados Maliques Almohabeces,
-todos los cuales reyes y sus vasallos conquistaron a España.
-
-Y en aquella gran batalla en que se perdió el rey D. Rodrigo y la flor
-de los caballeros de España, a manos del infante D. Sancho murió el rey
-Malique Almohabez, y sus tres hijos anduvieron en las guerras todos los
-ocho años que duraron, hasta que se apoderaron los moros de casi toda
-España.
-
-Y acabada la guerra el mayor de los hermanos pasó a África, rico de
-despojos, al reino de su padre, do fue rey, y los hijos de este fueron
-reyes de Fez y Marruecos, y uno de los reyes de Fez tuvo uno llamado el
-infante Abomelique, el cual pasó a España en tiempo que los reyes de
-Castilla tenían guerra con los reyes de Granada.
-
-Fue Abomelique rey de las Algeciras, Ronda y Gibraltar, respecto a que
-fue ayudado de sus parientes, porque habían quedado en la ciudad de
-Granada descendientes de aquellos hijos del valiente rey Almohabez,
-que como arriba es dicho, uno se volvió a su tierra y reino, y los
-otros dos se quedaron en Granada, por parecerles la tierra muy amena y
-agradable; y quedaron muy ricos de los despojos de la guerra de España.
-
-Fuéronles dadas grandes partes y haciendas en Granada: sabiendo cuyos
-hijos eran, especialmente por el valor de sus personas que era muy
-grande, emparentaron con otros claros linajes de la ciudad, que se
-decían los Almoradines: sirvieron a sus reyes muy bien en todas las
-ocasiones que se les ofrecieron.
-
-Y así estos y los Abencerrajes eran los más esclarecidos y tenidos
-linajes, aunque también había otros tan buenos como ellos, como eran
-los Zegríes, Gomeles, Mazas, Venegas, Almoradís, Almohades, Marines y
-Gazules, y otros muchos.
-
-Finalmente, con el favor de estos caballeros Maliques Alabeces, que así
-fueron llamados, el infante Abomelique de Marruecos alcanzó en el reino
-de Granada a ser rey de Ronda, de las Algeciras y Gibraltar, como está
-dicho.
-
-Volviendo, pues, al propósito de nuestra historia, como dice el
-arábigo, el rey de Granada Mulahacén, de quien ahora tratamos, se
-servía de los caballeros más principales de la ciudad, con los cuales
-tenía su corte próspera, y sus tierras pacíficas, y hacía guerra a los
-cristianos, y era de todos muy temido, hasta que su hijo Aboabdilí fue
-grande, y entre él y el padre hubo grandes diferencias, y el hijo fue
-alzado por rey en favor de los caballeros de Granada que estaban mal
-con su padre, por ver los agravios que de él habían recibido: otros
-seguían la parte del padre.
-
-De aquesta manera andaban las cosas de la ciudad y reino de Granada, y
-no por eso dejaba de estar en su punto, siendo bien gobernada y regida:
-y es de saber, que de los treinta y dos linajes de caballeros que había
-en Granada, los que sustentaban la corte eran los que aquí nombraremos,
-porque hace mucho al caso a nuestra historia, así como lo escribe el
-moro Abenhamín, historiador de aquellos tiempos, desde la entrada de
-los moros en España; pero este Abenhamín tuvo cuidado de recoger los
-papeles y escrituras que trataban de Granada, y su fundación primera
-y segunda, y los caballeros que más se estimaban en Granada eran los
-siguientes: Alhamares, Abencerrajes, Llegas, Abenámares, Almoradís,
-Gomeles, Mazas, Gazules, Alabeces, Venegas, Zegríes.
-
-Los caballeros Abencerrajes eran muy estimados, por ser de esclarecido
-linaje, descendientes de aquel valeroso capitán Abencerraje, que vino
-con Muza en tiempo de la gran derrota de España: de este y de dos
-hermanos suyos descendieron estos caballeros Abencerrajes de sangre
-real. Hallaranse los hechos de estos insignes caballeros en las
-crónicas de los reyes de Castilla, a las cuales me remito.
-
-Los que tenían mayor amistad con estos caballeros eran los Maliques
-Alabeces, y el valiente Muza, hijo bastardo del rey Mulahacén. Era Muza
-muy valiente y robusto, y todos le amaban por su nobleza.
-
-A la sazón había en Granada muchas fiestas, a causa de haber recibido
-la corona el rey Chico, aunque contra la voluntad de su padre, el
-cual vivía en el Alhambra, y el rey Chico en el Albaicín y Alcazaba,
-visitándole los caballeros más principales, por quien había recibido la
-corona, así Abencerrajes, como Gomeles y Mazas.
-
-Pasando estas cosas, el muy valeroso maestre de Calatrava D. Rodrigo
-Téllez Girón, con mucha gente de a caballo y de a pie, entró a correr
-la vega de Granada y hizo en ella algunas presas; y no contento con
-esto, quiso saber si había en Granada algún caballero que con él
-quisiese escaramucear lanza por lanza; y sabiendo como en Granada
-hacían fiestas por la nueva elección del rey Chico, acordó de enviar
-un escudero con una letra suya al rey, el cual estaba en Generalife
-holgándose con muchos caballeros, y en llegando el escudero pidió
-licencia, y diósela; y siendo en presencia del rey, hizo el acatamiento
-debido, y dio el recado de su señor el maestre.
-
-El rey lo recibió y lo hizo leer alto, que todos lo entendiesen, y
-decía así:
-
- «Poderoso señor, tu alteza goce la nueva corona, que por tu valor se
- te ha dado, con el próspero fin que deseas. De mi parte he sentido
- gran contento, aunque diversos en leyes: mas confiado en la grande
- misericordia de Dios, que al fin tú y los tuyos vendréis al claro
- conocimiento de la santa fe de Jesucristo, y querrás amistad con los
- cristianos. Y pues ahora hay tantas fiestas por tu nueva corona, es
- justo que los caballeros de tu corte se alegren y reciban placer,
- probando sus personas con el valor que de ellos por el mundo se
- publica. Y así por este respeto yo y mi gente hemos entrado en la
- Vega, y la hemos corrido; y si acaso alguno de los tuyos quisiere
- salir al campo a tener escaramuza uno a uno, deles tu alteza licencia
- para ello, que aquí aguardo en el Fresno gordo cerca de tu ciudad.
- Y para esto doy seguro que de los míos no saldrán más de aquellos
- que salieren de Granada para escaramucear. Ceso besando tus reales
- manos.--_El maestre D. Rodrigo Téllez Girón._»
-
-Leída la carta, el rey con alegre semblante miró a todos sus
-caballeros, y violos andar alborotados y con deseo de salir a la
-escaramuza, pretendiendo cada uno de ellos la empresa; y el rey como
-los vio así andar, mandó que se sosegasen, y preguntó si era justo
-salir a la escaramuza que el maestre pedía, y todos respondieron,
-que era cosa muy justa salir, porque haciendo lo contrario, serían
-reputados por caballeros de poco valor y muy cobardes, y sobre ello
-hubo muchos pareceres, sobre quién saldría a la escaramuza, o cuántos;
-y fue acordado que no fuese aquel día más de uno a uno a la escaramuza,
-que después saldrían más; y sobre quién había de salir hubo muchas y
-grandes diferencias entre todos, de modo que fue necesario que entrasen
-en suerte doce caballeros, y que del que saliese primero de una vasija
-de plata su nombre escrito, que aquel saliese.
-
-Así acordado, los que fueron escritos para las suertes, fueron los
-caballeros siguientes: Mahomad Abencerraje, el valiente Muza, Malique
-Alabez, Mahomad Maza, Mahomad Almoradí, Albayaldos, Venegas Mahomet,
-Abenámar, Mahomad Gomel, Almadán, Mahomad Zegrí, el valiente Gazul.
-
-Todos estos caballeros fueron señalados, y escritos sus nombres y
-echados en una vasija, los revolvieron muy bien, y la reina sacó la
-suerte, y leída decía _Muza_.
-
-La alegría que sintió fue grande, y los demás caballeros envidia,
-porque cada uno de ellos se holgara en extremo ser el de la suerte, por
-probar el valor y esfuerzo del maestre.
-
-Y aunque después de esto entre todos los caballeros fue conferido y
-debatido que mejor fuera salir cuatro a cuatro, o seis a seis, no se
-pudo aceptar con Muza; y así luego se escribió al maestre una carta, y
-dándosela al escudero en respuesta de la que había traído, le enviaron;
-y llegando a la presencia del maestre, le dio la carta del rey Chico,
-que decía así.
-
- «Valeroso maestre, muy bien se muestra en tu virtud la nobleza de tu
- sangre, y no menos que de tu bondad pudiera salir el parabién de mi
- elección y real corona, lo cual me ha puesto en obligación de acudir
- a todo lo que a la amistad de un verdadero amigo se debe tener; y así
- me obligo a todo aquello que de mí y de mi reino hubieres menester.
- Con muy comedidas razones envías a pedir a mis caballeros escaramuza
- en la Vega, por alegrar mi fiesta, lo cual agradezco grandemente.
- Entre los principales caballeros de esta corte se echaron suertes por
- quitar diferencias, a causa de que cada uno quisiera verse contigo;
- cayole la suerte a mi hermano Muza: mañana se verá contigo debajo
- de tu palabra, que de ninguno de los tuyos será ofendido. Conocido
- tengo, que será muy de ver la escaramuza por ser entre dos tan
- buenos caballeros. Queda aquí para lo que cumpliere--_Audalá, rey de
- Granada_.»
-
-Alegre fue el maestre con la respuesta del rey, y aquella noche se
-retiró gran trecho la tierra adentro: mandó a su gente que estuviese
-con cuidado y vigilancia toda la noche, porque los moros no les diesen
-algún asalto.
-
-Venida la mañana se acercó a la ciudad, llevando para su guarda
-cincuenta caballeros, y dejando el resto gran trecho apartado,
-avisándoles que estuviesen alistados por si los moros rompían la
-palabra de seguro que estaba dada: así estuvo aguardando a Muza para
-hacer con él batalla.
-
-
-
-
-CAPÍTULO IV.
-
-_Que trata de la batalla que el valiente Muza tuvo con el Maestre, y de
-otras cosas que también pasaron._
-
-
-Así como el mensajero del valeroso maestre partió con la carta
-aceptando el desafío, el rey y todos los caballeros quedaron tratando
-de él y de otras cosas.
-
-La reina y las damas no holgaron del desafío, porque sabían bien que
-el valor del maestre era grande, y muy diestro en las armas, y a quien
-más pesó de este desafío fue a la hermosa y discreta Fátima, del linaje
-Zegrí, que amaba de secreto mucho a Muza; pero él adoraba a la hermosa
-Daraja, hija de Mahomet Alabez, y hacía en su servicio señaladas
-cosas; mas Daraja no amaba a Muza, porque tenía todo su amor puesto en
-Abenjamar, caballero Abencerraje de mucho valor: el Abencerraje amaba a
-la hermosa Daraja, y la servía.
-
-Volviendo, pues, a Muza, aquella noche siguiente aderezó todo lo
-necesario para la batalla que había de hacer, y la Fátima le envió con
-un paje suyo un rico pendoncillo para la lanza, el medio morado, y el
-otro verde, todo recamado con riquísimas labores de oro, y sembradas
-por él muchas FF, que declaraban el nombre de Fátima. El paje le dio a
-Muza diciendo:
-
---Valeroso señor, Fátima, mi señora, os besa la mano, y os suplica
-pongáis en vuestra lanza este pendoncillo en su servicio, porque será
-muy contenta si lo lleváis a la batalla.
-
-Muza tomó el pendoncillo mostrando muy buen semblante, porque era para
-con las damas cortés, aunque él más quisiera que fuera de Daraja; pero
-por ser tan discreto como valiente, lo recibió diciendo al paje:
-
---Amigo, di a la hermosa Fátima que tengo en muy grande merced y favor
-el pendoncillo que me envía, aunque en mí no haya méritos para prenda
-de tan hermosa dama, y que Alá me dé gracia para que la pueda servir,
-y que la prometo de ponerle en mi lanza, y de entrar con él en la
-batalla, porque sé que con tal prenda, y enviada de tal mano, será muy
-cierta la victoria de mi parte.
-
-El paje fue muy contento, y en llegando a Fátima le dijo todo lo que
-con el valiente Muza había pasado, que no fue poca alegría para Fátima.
-
-Pues el alba no había bien rompido, cuando Muza ya estaba aderezado
-de todo punto para salir al campo, y dando de ello aviso al rey, se
-levantó y mandó que tocasen las trompetas y clarines, al son de los
-cuales se juntaron muchos caballeros, sabiendo ya la ocasión de ello.
-
-El rey se aderezó aquel día muy galán: llevaba una marlota de tela de
-oro, tan rica, que no tenía precio, con tantas perlas y piedras de
-valor, que muy pocos reyes las pudieran tener tales.
-
-Mandó el rey que saliesen doscientos caballeros muy bien alistados,
-para pelear por la seguridad de su hermano Muza.
-
-Aún no eran los rayos del sol bien tendidos, cuando el rey Chico y
-su caballería salió por la puerta de Biealmazón, llevando a su lado a
-Muza, y con él los caballeros: iban tan gallardos que era muy de ver.
-No menos parecer y gallardía llevaban los demás caballeros de pelea, y
-parecían tan bien con sus adargas blancas, lanzas y pendoncillos, con
-tantas divisas y cifras en ellos, que era maravilla.
-
-Iba por capitán de la gente de guerra Mahoma Alabez, gallardo y
-valiente caballero, y muy galán y enamorado de una dama llamada
-Cobaida. Llevaba este valiente moro un listón morado en su adarga, y en
-él por divisa una corona de oro, y una letra que decía: _De mi sangre_,
-dando a entender, que venía de aquel valeroso rey Almohabez, que murió
-a manos del infante D. Sancho; y la misma divisa llevaba el gallardo
-moro en su pendoncillo.
-
-Así salieron estas dos cuadrillas, y anduvieron hasta donde estaba el
-belicoso maestre con sus cincuenta caballeros aguardando, no menos
-aderezados que la contraria parte. Luego como llegó el rey tocaron sus
-clarines, y respondieron las trompetas del maestre.
-
-Después de haberse mirado los unos a los otros, el valeroso Muza no
-veía la hora de verse con el maestre, y pidiendo licencia a su hermano
-el rey, salió con hermoso donaire y gallardía, mostrando en su aspecto
-el valor y esfuerzo que tenía.
-
-Llevaba el bravo moro su cuerpo bien guarnecido; sobre un jubón de
-armar una muy fina cota que llaman jacerina, y encima un peto fuerte,
-forrado en terciopelo verde; sobre ella una rica marlota del mismo
-terciopelo, labrado con oro, y por ella sembradas muchas DD de oro,
-hechas en arábigo. Esta letra llevaba el moro por ser principio del
-nombre de Daraja, a quien él tanto amaba.
-
-El bonete era verde con ramos de oro labrado, y lazadas con las mismas
-DD. Llevaba una adarga hecha en Fez, y atravesado por ella un listón
-verde, y en el medio una cifra; y era una mano de una doncella, que
-apretaba con ella un corazón, del que salían gotas de sangre, con una
-letra que decía: _Más merece_. Iba tan gallardo el valiente Muza, que
-cualquiera que le miraba quedaba aficionado a las galas.
-
-El maestre echó de ver luego que aquel era con quien había de
-escaramucear, y mandó a todos sus caballeros que ninguno se moviese en
-su socorro, aunque le viesen puesto en necesidad; y fuese poco a poco
-hacia donde venía el gallardo Muza.
-
-Iba el maestre bien armado, y sobre las armas una ropa de terciopelo
-azul, recamado de oro, el escudo verde en campo blanco, y en él puesta
-una cruz roja, la cual señal también llevaba en el pecho. El caballo
-era bueno, rucio rodado. Llevaba en la lanza un pendoncillo blanco, y
-en él la cruz roja, y debajo de ella una letra que decía: _Por esta y
-por mi rey_.
-
-Parecía tan bien, que en verle daba contento, y cuando el rey le vio
-dijo a los que con él estaban:
-
---No sin causa este caballero tiene gran fama, porque en su talle y
-buena disposición muestra el valor de su persona.
-
-Llegaron los dos valientes caballeros cerca el uno del otro, y después
-de haberse mirado muy bien, el que primero habló fue Muza:
-
---Por cierto, valeroso caballero, que vuestra persona muestra bien
-claro ser vos el que la fama publica; y así digo, que vuestro rey se
-puede tener por bien afortunado en tener un tan estimado caballero
-como vos sois; y por la fama que el mundo tiene de vos, yo me tengo
-por muy dichoso de entrar con vos en batalla, porque si Alá quisiese
-que alcanzase victoria de tan buen caballero, todas las glorias de él
-serían mías, que no poca honra y gloria sería para mí, y para todo mi
-linaje; y si yo quedare vencido, no sentiré tanta pena, por serlo de
-tan buen caballero.
-
-Con esto feneció el gallardo Muza sus razones, a las cuales respondió
-el valeroso maestre con mucha cortesía diciendo:
-
---Por un recado que ayer recibí del rey, sé que os llaman Muza, de
-quien no menos fama se divulga que la que decís de mí, y que sois su
-hermano, descendiente de aquel esforzado y antiguo capitán Muza, que en
-tiempos pasados ganó gran parte de nuestra España; y así estimo tener
-con vos batalla; y pues cada uno de su parte desea la gloria y honra de
-ella, vengamos a ponerlas en ejecución, dejando en manos de la fortuna
-el fin del caso, y no aguardemos a que se nos haga más tarde.
-
-El gallardo moro, que oyó aquellas razones al maestre, se sintió
-avergonzado por haber dilatado tanto tiempo la escaramuza, y sin
-responder palabra alguna, con mucha presteza rodeó su caballo, y
-apretándose el bonete en la cabeza, debajo del cual llevaba un muy
-fino y acerado casco, se apartó un gran trecho, y lo mismo había hecho
-el maestre.
-
-A este tiempo la reina y todas sus damas estaban puestas en las torres
-del Alhambra, para desde allí mirar la fuerte escaramuza. Fátima estaba
-junto a la reina, juntamente con sus damas, ricamente vestida de
-damasco verde y morado, y era del propio color del pendoncillo que le
-había enviado al valiente Muza: tenía por toda la ropa sembradas muchas
-MM griegas, por ser la primera letra de su amante Muza.
-
-El rey como vio apartados a los caballeros, y que aguardaban la señal
-de batalla, mandó tocar sus clarines, a los cuales respondieron las
-trompetas del maestre.
-
-Siendo la señal hecha, arremetieron los caballeros el uno para el otro
-con tan grande furia y braveza que cada uno sintió el valor de su
-contrario en los encuentros que tuvieron; mas ninguno perdió la silla,
-ni hizo mudanza alguna: las lanzas no se quebraron, la adarga de Muza
-fue falseada, y el hierro de la lanza tocó en la fina coraza, y rompió
-parte de ella, y pasó en la jacerina, sin hacerle otro mal.
-
-El encuentro de Muza pasó el escudo al maestre, y el hierro de la lanza
-tocó en el peto fuerte, que a no serlo fuera herido.
-
-Los caballeros sacaron las lanzas, y con grande destreza comenzaron
-a escaramucear, rodeándose el uno al otro, procurando herirse; pero
-aunque era bueno el caballo del maestre, no era ligero como el del
-moro, a cuya causa no podía dar golpe a gusto, por andar Muza tan
-ligero; y así entraba y salía con velocidad el moro, dándole algunos
-golpes al maestre, el cual como vio la ligereza del caballo del
-contrario, acordó, fiando en la fortaleza de su brazo, de tirarle la
-lanza, y aguardó a que el moro le entrase, y viéndole cerca terció la
-lanza, y levantose sobre los estribos, y con fortaleza jamás vista le
-arrojó la lanza.
-
-Muza quiso hurtarle el cuerpo y revolvió la rienda al caballo por huir
-del golpe; pero no lo hizo tan a su salvo que llegando primero la lanza
-del maestre, le pasó el cuerpo al caballo: alborotose saltando, dando
-vueltas y empinándose, y dando grandes corcovos; y visto por el moro,
-temiendo no le viniese algún daño por aquella causa, saltó en tierra
-y con osado ánimo se fue al maestre para desjarretar el suyo, y de él
-entendido, saltó tan ligero como el viento; y embrazando el escudo,
-la espada desnuda se fue a Muza, el cual venía lleno de cólera y saña
-contra él, por haberle herido tan mal su caballo; y con una cimitarra
-fue a herir al maestre, el cual le ofendía bien y le maltrataba:
-peleando a pie, y cerca el uno del otro, se daban tan recios y
-desaforados golpes, que no bastaba fuerza de los escudos y de las
-armas, que con la fortaleza de sus brazos no se deshiciese y rompiese;
-y como el valeroso maestre era muy diestro y cursado en las armas,
-y más fuerte que Muza, puesto que el moro era valiente y de animoso
-corazón, quiso mostrar donde llegaba su valor, y afirmando su espada
-sobre la cimitarra de Muza, fue al reparo, y el maestre con muy gran
-presteza le hirió en la cabeza sin poderlo remediar el gallardo moro:
-cortole con la cuchillada la mitad del bonete, y vino el penacho al
-suelo; y si el casco no fuera tan fino, fuera la herida más peligrosa,
-y quedó Muza casi aturdido del golpe; y viendo cuán a maltratar le
-traía el maestre, volviendo en sí acudió con su cimitarra con destreza,
-y descargó un golpe muy recio.
-
-El maestre lo recibió en el escudo, el cual fue cortado por medio, por
-ser fuerte el golpe que en él le dio, y le rompió asimismo la manga
-de la loriga, y le alcanzó a herir de una pequeña herida en el brazo,
-de la cual le salía mucha sangre, y fue causa de que el maestre se
-encendiese en cólera y saña, y queriendo vengarse, acometió con un
-golpe a Muza en la cabeza, el cual con presteza fue al reparo porque no
-le hiriera.
-
-El maestre viendo que acudió al reparo, bajó la espada, y de revés le
-dio una herida en el muslo, que no le aprovechó la loriga que llevaba
-encima, para que no entrase la espada del maestre.
-
-De aquella suerte andaban los valerosos caballeros muy encarnizados,
-dándose muy grandes y fieros golpes.
-
-Quien mirara a la hermosa Fátima, conociera claro que amaba a Muza,
-porque así como vio el bravo golpe que el maestre dio a su amante y
-querido Muza, del cual le derribó el bonete y penacho, temió quedaba
-mal herido; y viendo el caballo muerto, no lo podía sufrir, y así de
-todo punto perdió su color con un desmayo cruel que le dio, y cayó sin
-sentido en el suelo.
-
-La reina mandó que la echasen agua en el rostro, y echándosela volvió
-en sí, y abriendo los ojos dio un suspiro, diciendo:
-
---¡Oh Mahoma! ¿Por qué no te dueles de mí?
-
-Y tornándose a amortecer, la mandó la reina llevar a su aposento, y que
-la regalasen. Jarifa, Daraja y Cobaida la llevaron con mucha presteza,
-haciendo muchos remedios, hasta que la bella mora volvió en sí, y les
-dijo a Daraja y a Jarifa que la dejasen sola, porque quería reposar un
-poco.
-
-Estas lo hicieron así, y se tornaron adonde estaba la reina mirando
-la escaramuza, que a la sazón estaba más encendida, pero manifiesta
-en la ventaja que el maestre llevaba a Muza, por ser más diestro en
-las armas; puesto que Muza era de grande esfuerzo y valor, y no mostró
-jamás punto de cobardía, y más en aquella ocasión, antes redoblaba sus
-golpes, hiriendo al maestre.
-
-Al moro le salía mucha sangre de la herida del muslo, y era tanta, que
-Muza sentía bien la falta de ella, y estaba desfallecido y débil; lo
-cual visto por el maestre, considerando que aquel moro era hermano del
-rey de Granada, y que era también muy estimado, y deseando también con
-muchas veras que fuese cristiano, y que siéndolo, le podría ganar algo
-en los negocios de la guerra en provecho del rey D. Fernando, determinó
-con todo cuidado de no proseguir la sangrienta batalla, y de tener
-amistad verdadera con el valiente Muza, y así luego se fue retirando
-afuera, diciendo:
-
---Valeroso Muza, paréceme que para negocios de fiestas hacer tan
-sangrienta batalla como la que hacemos, no es justo; démosle fin, si
-te pareciere, que a ello me mueve ser tú tan buen caballero, y hermano
-del rey, de quien tengo ofrecidas mercedes; y no digo esto porque de
-mi parte sienta haber perdido nada del campo, ni de mi esfuerzo, sino
-porque deseo amistad contigo por tu valor.
-
-Muza que vio retirar al maestre, se maravilló, y también se retiró,
-diciendo:
-
---Claramente se deja entender, valeroso maestre, que te retiras, y
-no quieres fenecer la batalla, por verme en tal estado, que de ella
-no podía yo sacar sino la muerte; y movido tú de mi mala fortuna, me
-quieres conceder la vida, de la cual reconozco me haces merced. Y
-también digo, que si tu voluntad fuere que nuestra lid fenezca, de mi
-parte no faltaré hasta morir, con la cual cumpliré a lo que debo a ley
-de caballero; mas si, como dices, lo haces por respeto de mi amistad,
-te lo agradezco infinito y lo tengo a grande merced, por tener amistad
-con un tan singular caballero como tú, y prometo y juro de serlo tuyo
-hasta la muerte, y de no ir contra tu persona ahora ni en tiempo
-alguno, sino en cuanto fuere mi poder servirte.
-
-Y diciendo esto dejó la cimitarra de la mano, y se fue a abrazar al
-maestre, y él hizo lo mismo con mucho amor, y entendió de cierto el
-maestre que de aquella amistad había de resultar muy gran bien a los
-cristianos.
-
-El rey y los demás que estaban mirando la batalla se maravillaron
-mucho, y no podían entender qué podía ser; y venido a entender el caso
-y la amistad, el rey con seis caballeros se llegó a hablar al maestre,
-y después de haber tratado cosas de muy grandes cortesías, sabiendo
-la amistad del maestre y de su hermano, aunque no se holgó mucho, dio
-orden de volver a la ciudad, porque Muza fuese curado, que lo había
-bien menester.
-
-Y así se partieron los dos caballeros, llevando la amistad en sus
-corazones muy fija y sellada. Este es el fin que tuvo la batalla.
-
-Vuelto el rey a Granada, no se trataba otra cosa sino de la escaramuza,
-y de la amistad que de ella procedió, y de la virtud, bondad y valor
-del maestre; y con razón, porque era adornado de todo, y por él se dijo
-aquel romance, que dice:
-
- ¡Ay Dios, qué buen caballero
- es el maestre de Caltrava,
- y cuán bien corre los moros
- por la vega de Granada!
- Desde la fuente del Pino
- hasta la Sierra Nevada,
- y en esas puertas de Elvira,
- mete el puñal, y la lanza;
- las puertas eran de hierro,
- de parte a parte las pasa.
-
-Siendo fenecida la batalla del maestre y de Muza, desamparando la Vega
-el maestre se fue con las presas que habían hecho él y su gente.
-
-Volvamos ahora a lo que pasó en Granada, después que el rey entró en
-ella y sanó Muza de las heridas, que pasó más de un mes.
-
-
-
-
-CAPÍTULO V.
-
-_Que trata de un sarao que se hizo en palacio entre las damas de la
-reina y los caballeros de la corte, sobre el cual hubo pesadas palabras
-entre Muza y Zulema Abencerraje, y de lo que pasó._
-
-
-Grande fue la reputación que cobró Muza de valiente caballero, pues
-no quedó del maestre vencido, como lo habían sido otros valientes
-caballeros, a quien había vencido y muerto por sus manos.
-
-Entró Muza en Granada al lado del rey su hermano, acompañado de todos
-los caballeros más principales de la ciudad. Entraron por la puerta
-Elvira, y por las calles donde pasaban, todas las damas le salían a
-mirar, y otras muchas gentes ocupaban las ventanas, que era cosa de ver.
-
-De esta suerte fueron hasta la Alhambra, donde fue Muza curado por un
-gran maestro, y estuvo casi un mes en sanar: después de sano fue a
-besar las manos al rey, el cual tuvo con su vista mucho contento, y
-asimismo todos los demás caballeros y damas de la corte; y quien más
-con su vista se alegró, fue la hermosa Fátima, porque le amaba mucho,
-aunque él no la pagaba su amor.
-
-La reina le hizo sentar junto a sí, y le preguntó cómo se sentía y qué
-le había parecido el esfuerzo del maestre. Muza le respondió:
-
---Señora, el valor del maestre es en demasía muy grande, y me hizo
-merced que la batalla no pasase adelante, por excusar el daño notable
-que estaba de mi parte, que era manifiesto; y juro por Mahoma que en
-lo que yo pudiere le tengo de servir.
-
---Mahoma le confunda --respondió Fátima--, que en tal sobresalto nos
-puso a todos, y especialmente a mí, que como vi que de un golpe que os
-dio os derribó la mitad del bonete con todo el penacho, no me quedó
-gota de sangre, y faltándome de todo punto el aliento me caí amortecida
-en el suelo.
-
-Fátima dijo esto encendiendo todo su rostro en color, de suerte que
-todos echaron de ver, que amaba al gallardo y valiente moro, el cual
-respondió:
-
---Mucho me pesa, que tan hermosa dama viniese a tal extremo por mi
-causa.
-
-Y diciendo esto volvió los ojos a Daraja, mirándola aficionadamente,
-dándola a entender que la amaba de corazón; pero ella se estuvo con los
-ojos bajos y sin hacer mudamiento.
-
-Llegada la hora de comer, el rey se sentó con sus caballeros a la mesa,
-porque en comiendo había de haber gran fiesta y zambra. Las mesas
-fueron puestas, y comieron con el rey los caballeros más principales,
-y eran cuatro caballeros Bencerrajes, cuatro Almoradís, dos Alhamares,
-ocho Gomeles, seis Alabeces, doce Abencerrajes y algunos Almoradines,
-Abenámar y Muza. Eran estos caballeros de grande estima, y por su valor
-les daba el rey su mesa.
-
-Asimismo con la reina comían muy hermosas damas, y de buenos linajes,
-las cuales eran Daraja, Jarifa, Cobaida, Zaida, Sarracina y Alboraida;
-todas eran de la flor de Granada. También estaba la hermosa Galiana,
-hija del alcaide de Almería, que había venido a las fiestas, y era
-parienta de la reina.
-
-Andaba enamorado de la hermosa Galiana el valiente Abenámar, y por ella
-había hecho muchos juegos y escaramuzas, y por él se dijo este romance:
-
- En las guerras de Almería
- estaba el moro Abenámar,
- frontero de los palacios
- de la mora Galiana.
- Por arrimo un albornoz,
- y por alfombra su adarga,
- la lanza llana en el suelo,
- que es mucho allanar su lanza.
- En el arzón puesto el freno,
- y con las cuerdas trabada
- la yegua entre dos linderos,
- porque no se pierda, y paza.
-
-Este romance lo dicen de otra manera, diciendo: _Galiana está en
-Toledo_, y es falso, porque la Galiana de Toledo fue mucho tiempo antes
-que los Abenámares, especialmente de este de quien ahora tratamos, y el
-otro de la pregunta del rey Don Juan, pues en tiempo de aquestos era
-Toledo de cristianos, y así queda la verdad clara.
-
-La Galiana de Toledo fue en tiempo de Carlos Martel, y fue robada de
-Toledo, y llevada a Marsella por Carlos. Esta Galiana de quien ahora
-tratamos, era de Almería, y por ella se dice el romance y no por la
-otra; y este Abenámar era nieto del otro Abenámar.
-
-Volviendo, pues, a nuestro caso, el rey con sus caballeros, y la reina
-con todas sus damas, comían con gran contento al son de muchas y
-diversas músicas, así de ministriles, como dulzainas, harpas y laúdes
-que en la real sala había.
-
-Hablando el rey y los caballeros sobre algunas cosas, en especial de
-la batalla del maestre y de Muza, y del gran valor del maestre y de su
-cortesía, que era muy grande, de lo cual le pesaba al moro Albayaldos,
-que sentía mucho el no haberse acabado la escaramuza, porque le parecía
-que no era tanto el valor del maestre como la fama publicaba, y que si
-peleara en lugar de Muza había de alcanzar victoria del maestre; por lo
-cual propuso en sí que la primera vez que entrase en la Vega le había
-de pedir campo, por ver si lo que se decía era así.
-
-Las damas también trataban de la escaramuza pasada, y del grande
-esfuerzo del valiente Muza y de su donaire.
-
-Abenhamet no quitaba los ojos de Daraja a quien amaba en extremo, y
-no era mal correspondido en su fe, porque ella le adoraba, por tener
-partes para ser querido y porque en extremo era galán y valiente,
-temido y muy estimado, y alguacil mayor en Granada, que este cargo y
-oficio no se daba sino a persona de mucha estima, y nunca salía este
-oficio de los caballeros Abencerrajes, como se verá en los compendios
-de Esteban Garibay, y Camaloa, cronista de los reyes cristianos de
-Castilla.
-
-Pues si Albayaldos estaba con deseo de probar el valor del maestre
-de Calatrava, no menos lo tenía su primo Aliatar que se preciaba de
-valiente, y holgara ver si era así lo que se decía del maestre.
-
-El valiente Muza ya no trataba de esto, sino de tener por amigo al
-maestre, y más se entretenía en mirar a Daraja que en las otras cosas,
-y tanto se embebecía en mirarla que muchas veces se olvidaba de comer.
-
-El rey su hermano advirtió en ello y coligió que amaba Muza a Daraja,
-y pesole grandemente porque también él la amaba de secreto, y muchas
-veces le había descubierto su corazón, aunque no daba ella atento oído
-a sus querellas ni palabras, ni hacía caudal de lo que decía el rey.
-
-También Mahomad Zegrí miraba a Daraja: este era caballero de mucha
-calidad, y sabía que Muza la servía, pero no por eso desistía de su
-propósito, de lo cual no se le daba a Daraja nada, por tener puestos
-los ojos en Abenhamet, caballero Abencerraje, gallardo y estimado.
-
-La reina trataba con sus damas cosas de los caballeros y sus bizarrías,
-y entre todos, los Abencerrajes y Alabeces, los cuales linajes eran
-deudos.
-
-Estando la reina hablando con sus damas, habiendo acabado de comer
-el rey y los demás caballeros, y habiéndose comenzado algunas danzas
-entre damas y caballeros, llegó un paje de parte de Muza, e hincando
-las rodillas en el suelo, le dio a Daraja un ramo de flores y rosas,
-diciendo:
-
---Hermosa Daraja, mi señor Muza os besa las manos y os suplica recibáis
-este ramillete que él mismo hizo y compuso por su mano, para que os
-sirváis de tenerlo en la vuestra, y que no miréis el poco valor del
-ramillete, sino la voluntad del que os lo envía, que entre estas flores
-viene estampado su corazón para que lo toméis en vuestras manos.
-
-Daraja miró a la reina y se puso muy colorada, sin saber si lo tomaría
-o no; y visto que la reina la miró, y no le dijo cosa alguna, tomó el
-ramillete, por no ser demasiadamente descortés ni ingrata a Muza, por
-ser buen caballero y hermano del rey, considerando que por tomar el
-ramo no era ofendida su honestidad, ni su querido Abencerraje, el cual
-vio bien como lo tomó, diciéndole al paje, que ella le agradecía mucho
-el presente.
-
-Quien mirara a Fátima entendiera bien lo mucho que le pesó, porque
-nunca él la había enviado ramillete; pero procuró disimular, y
-llegándose a Daraja la dijo:
-
---No podéis negar que Muza es vuestro amante, pues en presencia de
-todos os ha enviado este ramillete; y pues vos lo recibisteis, es
-argumento que le queréis bien.
-
-Casi afrentada Daraja de aquello, la respondió:
-
---Amiga Fátima, no os maravilléis si recibí el ramo, que no lo tomé con
-mi voluntad, sino por no dar nota de ingrata en presencia de todos los
-caballeros y damas de la sala, que si no pareciera mal, lo hiciera mil
-pedazos.
-
-Con esto dejaron de hablar sobre aquel caso porque mandó el rey que
-danzasen las damas y caballeros, lo cual fue hecho, y Abenámar danzó
-con Galiana; Malique Alabez con su dama Cobaida, y muy bien, por ser
-extremada en todo; Abindarráez danzó con la hermosa Jarifa, y Venegas
-con la bella Fátima: Almoradí, un bizarro caballero pariente del rey,
-danzó con Alboraida; un caballero Zegrí danzó con la hermosa Sarracina;
-Algamún Abencerraje con la linda Daraja, y en acabando de danzar
-al tiempo que el caballero Abencerraje le hizo una cortesía, ella
-haciéndole reverencia le dio el ramillete, y él lo recibió con mucha
-alegría, y lo estimó en mucho por ser de su mano.
-
-El valiente Muza, que había estado mirando la danza, y no quitaba
-los ojos un momento de su señora Daraja, visto que le había dado el
-ramillete que le había enviado a su dama, ciego de enojo y pasión que
-recibió por ello, sin tener respeto al rey ni a los demás caballeros
-que en la real sala estaban, se fue al Abencerraje con una vista tan
-horrible, que parecía echar fuego por los ojos, y con voz soberbia le
-dijo al Abencerraje:
-
---Di, vil y bajo villano, descendiente de cristianos, mal nacido,
-sabiendo que aqueste ramo fue hecho por mi mano, y que se lo envié a
-Daraja, lo osaste recibir, sin considerar que era mío; si no fuera por
-lo que debo al rey, por estar en su presencia, ya hubiera castigado tu
-loco atrevimiento.
-
-Visto por el bravo Abencerraje el mal proceder de Muza, y el poco
-respeto que tuvo a su antigua amistad, no menos encolerizado que él, le
-respondió diciendo:
-
---Cualquiera que dijere que soy villano y mal nacido, miente mil veces,
-que yo soy muy buen caballero e hijodalgo, y después del rey mi señor,
-no es ninguno tal como yo.
-
-Diciendo esto, los caballeros pusieron mano a las armas para herirse,
-lo cual hicieran si el rey no se pusiera en medio, y todos los
-caballeros. Y muy enojado el rey contra Muza por haber sido el movedor
-de la causa, le dijo palabras muy sentidas; y por haber tenido tanto
-atrevimiento en su presencia, mandó saliese desterrado de la corte.
-
-Muza dijo que se iría, y que algún día en escaramuzas de cristianos le
-echaría menos, y diría: «¿dónde está Muza?» Diciendo esto volvió las
-espaldas para salir de palacio; mas todos los caballeros y damas le
-detuvieron, y suplicaron al rey que se quitase el enojo, y alzase el
-destierro a Muza; y tanto se lo rogaron los caballeros, la reina y las
-damas, que le perdonó, e hicieron amigos a Muza y al Abencerraje, y le
-pesó a Muza de lo hecho, porque era amigo de los Abencerrajes.
-
-Pasada esta cuestión se movió otra peor, y fue, que un caballero Zegrí,
-que era la cabeza de ellos, le dijo a Abenhamet Abencerraje:
-
---El rey mi señor echó culpa a su hermano Muza, y no reparó en una
-razón que dijísteis, que después del rey no había caballeros tales como
-vos, sabiendo que en palacio los hay tales y tan buenos como vos, y no
-es de buenos caballeros adelantarse tanto, y si no fuera por alborotar
-el real palacio, os digo que os había de costar bien caro lo que
-hablasteis en presencia de tantos caballeros.
-
-Malique Alabez, que era muy cercano deudo de los Abencerrajes, como
-valiente y osado, se levantó y respondió al Zegrí muy valerosamente,
-diciendo:
-
---Más me maravillo de ti en sentirte tú solo, adonde hay tantos y
-tan preciados caballeros, y no había ahora para qué tornar a remover
-nuevos escándalos y alborotos; porque lo que Abenhamet dijo fue muy
-bien dicho, porque los caballeros de Granada son bien conocidos quién
-son y de dónde vinieron, y no penséis vosotros los Zegríes, que porque
-sois de los reyes de Córdoba descendientes, que sois mejores ni tales
-como los Abencerrajes, que son descendientes de los reyes de Marruecos
-y de Fez, y de aquel gran Miramamolín. Pues los Almoradís, ya sabéis
-que son de aquesta real casa de Granada, también de linaje de los reyes
-de África. De nosotros los Maliques Alabeces, ya sabéis que somos
-descendientes del rey Almohabez, señor de aquel famoso reino de Cuco,
-y deudos de los famosos Malucos: pues donde están todos estos y habían
-callado, ¿por qué tu quieres renovar nuevos pleitos y pasiones? Pues
-sabe que es verdad lo que te digo, que después del rey nuestro señor,
-no hay ningunos caballeros que sean tales como los Abencerrajes, y
-quien dijere lo contrario miente, y no le tengo por hidalgo.
-
-Como los Zegríes, Gomeles y Mazas, que eran deudos, oyeron lo que
-Alabez decía, encendidos en saña se levantaron para darle la muerte.
-Los Alabeces, Abencerrajes, y Almoradíes, que era otro bando, viendo su
-determinación se levantaron para resistirle y ofenderlos.
-
-El rey que tan alborotado vio el palacio, y el peligro de perderse toda
-Granada y así también todo el reino, se levantó dando voces, diciendo:
-
---Pena de traidor, cualquiera que más se moviere y sacare armas.
-
-Y diciendo esto asió a Alabez y al Zegrí, y llamó la gente de la
-guarda, y los mandó llevar presos. Los demás caballeros se estuvieron
-quietos por no incurrir en la pena de traidores.
-
-Alabez fue preso en el Alhambra, y el Zegrí en Torres-Bermejas, y
-puestas guardas los tuvieron a buen recado. Los caballeros de Granada
-procuraron hacer las amistades, y al fin se hicieron interviniendo en
-ellas el rey, y fuera mejor que no se hicieran, como se dirá adelante.
-
-
-
-
-CAPÍTULO VI.
-
-_Cómo se hicieron fiestas en Granada, y por ellas se encendieron más
-las enemistades de los Zegríes, Abencerrajes, Alabeces, y Gomeles, y lo
-que pasó entre Zaide y Zaida acerca de sus amores._
-
-
-Antes de pasar adelante con la fiesta concertada, diremos del valeroso
-Zaide y de la bella Zaida, a quien él tanto estimaba, y era tan público
-en Granada, que ya no se trataba sino de sus finos amores.
-
-Sabiendo esto sus padres de ella, determinaron de casarla con otro,
-y dar fama de ello, porque Zaida se apartase de aquel propósito y
-perdiese la esperanza de sus amores, y cesase en pasearle su calle y
-puerta, porque no fuese el honor de Zaida tan rompido.
-
-Y con este intento pusieron mucho recato en su hija, no dejándola poner
-a las ventanas, porque no hablase con Zaide; pero poco aprovecharon sus
-prevenciones, porque no por eso dejaba Zaide de pasear la calle, ni
-ella le dejaba de amar con más fervor que de antes.
-
-Y como se publicaba el casamiento de Zaida por toda la ciudad, y
-que sus padres la casaban con un moro de Ronda, poderoso y rico, el
-bravo Zaide no podía sosegar de noche, ni de día, ocupado en varias
-imaginaciones, procurando estorbar el casamiento con darle muerte al
-desposado.
-
-Y no cesando un momento de pasear la calle de su dama, por ver si
-la podía hablar para saber de ella su voluntad, porque espantaba el
-gallardo moro de que su Zaida consintiese en el casamiento, a causa de
-la fe y palabra que entre los dos se habían dado, la aguardaba por ver
-si salía a un balcón, como solía hacer.
-
-La bella Zaida no estaba con menos pena y cuidado que su galán, deseosa
-de hablarle, y darle cuenta de lo que sus padres tenían tratado; y así
-salió al balcón, y vio al valeroso Zaide que se andaba paseando solo,
-con un semblante triste y melancólico, y alzando los ojos al balcón;
-y viendo a la hermosa Zaida tan gallarda y bizarra, se le quitó luego
-todo su mal, y llegándose al balcón temeroso habló a su mora de esta
-manera:
-
---Dime, bella Zaida, ¿es verdad esto que se dice, que tu padre te casa?
-Si es verdad, dímelo, no me lo encubras, ni me traigas suspenso; porque
-si es verdad, vive Alá que tengo de matar al moro que te pretende, para
-que no goce de mi gloria.
-
-La hermosa Zaida le respondió (los ojos muy llenos de lágrimas):
-
---Así me parece, Zaide, que mi padre me casa: consuélate, y busca otra
-mora a quien servir, que por tu gran valor no te faltará; ya es tiempo
-que nuestros amores tengan fin: el cielo sabe las pesadumbres que por
-tu causa he tenido con mi padre.
-
---¡Oh cruel! --respondió el moro--, ¿es pues esa la palabra que me
-tienes dada de ser mía hasta la muerte?
-
---Vete, Zaide --dijo la mora--, porque viene mi madre buscándome, y así
-ten paciencia.
-
-Diciendo esto se quitó del balcón llorando, quedando el valeroso
-moro confuso, sin saber lo que determinar para alivio de su pena; y
-determinando de no dejar su pretensión sin perder la escaramuza de su
-pensamiento, desocupó el puesto, dejando allí el alma.
-
-Por esto que le pasó a Zaide con su mora, se dijo este romance:
-
- Por la calle de su dama
- paseándose anda Zaide,
- aguardando que sea hora
- que se asome para hablarle.
- Desesperado anda el moro
- en ver que tanto se tarde,
- que piensa con solo verla
- aplacar el fuego en que arde.
- Viola salir a un balcón
- más bella que cuando sale
- la luna en la oscura noche,
- y el sol en sus tempestades.
- Llegose Zaide, diciendo:
- bella mora, Alá te guarde,
- si es mentira lo que dicen
- tus criados a mis pajes.
- Dicen, que dejarme quieres,
- porque pretendes casarte
- con un moro que ha venido
- de las tierras de tu padre.
- Si eso es verdad, Zaida bella,
- declárate, no me engañes;
- no quieras tener secreto
- lo que tan claro se sabe.
- Humilde responde al moro:
- mi bien, ya es tiempo se acabe
- vuestra amistad y la mía,
- pues que ya todos lo saben.
- Que perderé el ser quien soy
- si el negocio va adelante:
- Alá sabe si me pesa,
- y lo que siento dejarte.
- Bien sabes que te he querido
- a pesar de mi linaje,
- y sabes las pesadumbres
- que he tenido con mi madre
- Sobre aguardarte de noche,
- como vienes siempre tarde;
- y por quitar ocasiones,
- dicen que quieren casarme.
- No te faltará otra dama
- hermosa, y de galán talle,
- que te quiera, y tú la quieras,
- porque lo mereces, Zaide.
- Humilde responde el moro,
- cargado de mil pesares:
- No entendí yo, Zaida bella,
- que conmigo tal usases:
- No entendí que tal hicieras,
- que así mis prendas trocases
- con un moro, feo y torpe,
- indigno de un bien tan grande.
- Tú eres la que dijiste
- en el balcón la otra tarde:
- tuya soy, tuya seré,
- y tuya es mi vida, Zaide.
-
-Aunque la bella Zaida pasó con su Zaide todo lo que habéis oído, no por
-eso le dejaba de amar en su corazón, y el gallardo Zaide asimismo la
-amaba.
-
-Aunque la dama le despidió, muchas veces se hablaban, no con tanta
-libertad, porque sus padres no lo sintiesen; y le hacía todos los
-favores que solía, aunque el moro, por evitar escándalo, no continuaba
-en pasear la calle de su dama: mas no era tan en secreto, que no fuese
-sentido del moro Tarfe, amigo de Zaide, el cual tenía una envidia
-mortal en su alma, porque amaba de secreto a Zaida; y considerando que
-jamás Zaide dejaría de amar a la bella Zaida, acordó de revolverlos,
-poniendo cizaña entre los dos, aunque esto le costó la vida; porque así
-acaece a los que no son leales con sus amigos.
-
-Pues volviendo al caso de las fiestas atrás referidas, trataremos
-primero de un romance, que compuso un poeta en respuesta del pasado, y
-después diremos lo que en las fiestas pasó. Dice así el romance:
-
- Bella Zaida de mis ojos,
- y del alma bella Zaida,
- de las moras la más bella,
- y más que todas ingrata:
- De cuyos rubios cabellos
- enreda amor mil lazadas,
- en que ciegas de tu vista
- se rinden mil libres almas:
- ¿Qué gusto, fiera, recibes
- de ser tan mudable, y varia,
- y con saber que te adoro,
- tratarme como me tratas;
- Y no contenta de aquesto
- de quitarme la esperanza,
- porque de todo la pierda
- de ver mi suerte trocada?
- ¡Ay cuán mal, fiera enemiga,
- las veras de amor me pagas;
- pues en cambio dél me ofreces
- ingratitud y mudanza!
- ¡Cuán presto le diste al viento
- tus promesas y palabras!
- pero bastaba ser tuyas,
- para que tuviesen alas.
- Acuérdate, Zaida hermosa,
- si aun aquesto no te enfada,
- del gusto que recibías
- cuando rondaba tu casa.
- Si de día, luego al punto
- salías a las ventanas;
- si de noche, en el balcón
- o en las rejas te hallaba.
- Si tardaba o no venía,
- mostrabas celosa rabia;
- mas ahora en qué te ofendo,
- ¿que acorte el pasar me mandas?
- Mándasme que no te vea,
- ni escriba billete o carta,
- que un tiempo tu gusto fueron,
- mas ya tu disgusto causan.
- Ay, Zaida, que tus favores,
- tu amor, tus palabras blandas,
- por falsas se han descubierto,
- y descubres que eres falsa.
- Eres mujer, finalmente,
- a ser mudable inclinada,
- que adoras a quien te olvida,
- y a quien te adora desamas.
- Mas, Zaida, aunque me aborreces,
- por no parecerte en nada,
- cuando de hielo tú fueras
- más sustentaras mi llama.
- Pagaré tu desamor
- con mil amorosas ansias,
- que el amor fundado en veras
- tarde se rinde a mudanza.
-
-Por ser aqueste romance bueno, y aludir mucho al pasado, se puso aquí,
-y por adorno de nuestra obra.
-
-Pues tornando a nuestro moro Zaide, valeroso y gallardo Abencerraje,
-quedó tan apasionado por lo que la bella Zaida le dijo, que le puso
-en extremo su pensamiento en si era verdad que los padres de Zaida la
-querían casar.
-
-Con este cuidado andaba el gallardo moro muy pensativo, y por
-consolarse paseaba la calle de su dama; pero ella no salía a las
-ventanas como otras veces solía, sino muy de tarde en tarde.
-
-Aunque la bella y hermosa mora le amaba tiernamente, no lo manifestaba
-por no dar enojo a sus padres, y por esto no osaba hablar con su
-querido y amante moro; lo cual él sentía mucho, y lo mostraba hasta
-en los trajes y vestidos, porque conforme a la pasión que sentía, así
-traía el vestido, y por él juzgaban los caballeros y damas de Granada
-los efectos de su causa y de sus amores.
-
-Pues con estas congojas y pesadumbres andaba el valeroso Zaide tan
-imaginativo, sin poderlas apartar de su pensamiento, que le vinieron
-a poner en grande extremo y flaqueza, y estuvo muy mal dispuesto; y
-por consolarse, lleno de amorosas ansias, una noche muy oscura, buena
-a su propósito, bien aderezada la persona, y solo con un laúd se fue
-a la calle de su adorada mora a media noche, y comenzando a tocar el
-instrumento con mucho pesar, cantó en arábigo esta sentida
-
-CANCIÓN.
-
- Lágrimas que no pudieron
- tanta dureza ablandar,
- yo las volveré a la mar,
- pues que de la mar salieron.
- Hicieron en duras peñas
- mis lágrimas sentimiento,
- tanto, que de su tormento
- dieron unas y otras señas;
- Y pues ellas no pudieron
- tanta dureza ablandar,
- yo las volveré a la mar,
- pues que de la mar salieron.
-
-No sin falta de lágrimas decía esta canción el enamorado Zaide al son
-de su sonoro laúd, acompañado de muy ardientes suspiros que le salían
-del alma, con que acrecentaba más las ansias de su pasión.
-
-Y así como el enamorado moro sentía pasión en su alma, como lo
-mostraba, no la tenía menor la bella Zaida, la cual luego que sintió
-el laúd, y que quien le tocaba era su querido Zaide, porque en eso
-le conocía, se levantó muy quedito, y se fue a un balcón bajo, donde
-oía la canción y los suspiros que daba su amante, y enternecida la
-acompañaba en su mismo sentimiento con tristes lágrimas, trayendo a
-la memoria la sentencia de la canción, y por la causa que el moro la
-decía: la cual era de saber, que la primera vez que Zaide vio a su
-hermosa Zaida, fue en Almería un día de S. Juan, siendo capitán de una
-fusta, con la cual hacía el moro grandes entradas, y muy grandes robos
-por la mar, y acaso llegó Zaide con su bajel a la playa de Almería, a
-la sazón que la bella Zaida estaba en ella holgándose con sus padres y
-parientes.
-
-Traía el moro gallardo en su navío ricos despojos de cristianos, y
-con muchas flámulas, gallardetes y banderas tendidas, las cuales
-adornaban y hermoseaban el navío, y fue causa que su padre de Zaida y
-ella entrasen a ver el navío y al capitán de él, el cual fue de ellos
-conocido.
-
-El valeroso y gallardo Zaide los recibió con muy grande alegría y
-aplauso, poniendo los ojos en la bella Zaida, a la cual presentó muchas
-y muy riquísimas joyas, con las cuales descubrió su deseo y amor, y
-quedó amartelado de ella, y ella asimismo se enamoró del bizarro moro.
-Finalmente, se trató entre ellos que se fuese Zaide a Granada, y se
-tuviesen mucha fe y amor.
-
-Él aceptó el partido, y determinó dejar la mar e irse a Granada,
-dejando su navío a un deudo suyo. Y estando en Granada el gallardo
-Zaide sirvió a su dama hasta aquel punto; y visto el proceder de los
-padres de su querida mora, y el gran disfavor que ella le había dado,
-lleno de amorosas llamas le cantó la canción dicha, trayendo a la
-memoria sus primeras vistas.
-
-Así como la bella mora consideró la pena que su amante mostraba en sus
-acentos, hizo el sentimiento que él, y llegose al balcón enternecida, y
-llamole quedo por causa de sus padres. No se tardó el bizarro moro en
-su ida, y llegándose cuanto pudo al balcón muy gozoso, le dijo su dama:
-
---¿Cómo Zaide, todavía perseveras? ¿No sabes que me infamas? Advierte
-la nota que das: considera que mis padres me tienen puesta en vida
-estrecha solo por tu causa. Vete antes que seas sentido de ellos,
-porque han jurado que si no hay enmienda, que me han de enviar a Coín
-a casa de mi tío; no des lugar a esto, porque será mi vida acabada. Y
-no imagines que te he olvidado, que tan en mi alma te tengo como antes.
-Pasen estos nublados, que Alá nos enviará bonanza.
-
-Y llorando se apartó de su amante, dejando a su amado moro en tinieblas
-faltándole su luz; el cual confuso se apartó de aqueste puesto, no
-sabiendo el fin que había de tener su amado deseo.
-
-Pues volviendo al pasado sarao, y a las prometidas y concertadas
-fiestas, las cuales fuera mejor que no se concertaran ni hicieran, por
-las revoluciones y pesadumbres que en ellas hubo, y duraron por mucho
-tiempo después, como más largamente adelante diremos; en este sarao y
-fiesta se halló el gallardo y valiente Zaide, caballero Abencerraje,
-el cual amaba a su bella Zaida, y ella a él, y era con tanto extremo
-el amor que se tenían, que no excedía un punto de su gusto el uno del
-otro; y entreteníanse ambos sin gozarse, con solo verse y hablarse,
-hasta que llegase el venturoso día de su deseado casamiento.
-
-Un día la bella mora hizo una linda trenza de sus hermosos cabellos,
-pues eran más que hebras de oro de Arabia, y con sus manos se la puso
-en el turbante a su querido Zaide; el cual quedó muy ufano, contento y
-gozoso con el nuevo bien y favor.
-
-Audalá Tarfe, su amigo, le pidió le dijese la causa de su demasiado
-contento; y como quiera que no se gozan tanto los bienes y contentos
-que no se comunican, fiado en su grande amistad, y debajo de secreto,
-le declaró la causa, y enseñó la prenda estimada que su dama Zaida le
-había dado.
-
-El moro Tarfe, lleno de envidia y mortal rabia, viendo cuán favorecido
-y estimado estaba con Zaida, determinó de revelarle el secreto a la
-hermosa mora, y buscando ocasión para hablarla un día, la dijo:
-
---¿Eres tú, señora, la que tanto amas a Zaide? ¿La doncella tan
-estimada, querida y tenida de todos en Granada y fuera de ella? Pues tu
-honra anda muy caída, que no ha mucho que en una conversación, tratando
-de los galanes favorecidos de sus damas, se quitó el turbante, y nos
-enseñó a todos una trenza de cabellos, y dijo ser tuyos, tejida y
-puesta allí por tu mano: mira si son señas bien conocidas.
-
-Creyole ser así, y como propiamente la mujer es mudable, todo su amor
-se volvió en rencor y odio, y le dio gran tristeza y pena, considerando
-como andaba su honor; y luego le envió a llamar, y una criada le dijo
-que había poco que él había preguntado qué colores le agradaban y quién
-la visitaba. Venido Zaide muy alegre, ella encendida en cólera, le dijo:
-
---Ruégote que por mi calle ni casa no pases, ni hables con nadie de mi
-casa, porque está mi honra muy abatida por tu causa; la trenza que te
-di enseñaste a Tarfe y a otros, y así no hay que confiar en ti cosa
-alguna, y no esperes de hablarme jamás.
-
-Y diciendo esto se entró llorando en un aposento, sin bastar las
-disculpas del enamorado moro, que la decía que mentían cuantos lo
-habían dicho. En vista de que no aprovechaban sus palabras, juró de
-matar al moro Tarfe, y por esto se hizo este
-
-ROMANCE.
-
- Mira, Zaide, que te aviso,
- que no pases por mi calle,
- ni hables con mis criadas,
- ni con mis cautivos trates.
- No preguntes en qué entiendo,
- ni quién viene a visitarme,
- ni qué fiestas me dan gusto,
- ni qué colores me placen.
- Basta que son por tu causa
- las que en el rostro me salen,
- corrida de haber mirado
- moro, que tan poco sabe.
- Confieso que eres valiente,
- que hiendes, rajas y partes,
- y que has muerto más cristianos,
- que tienes gotas de sangre:
- Que eres gallardo jinete,
- que danzas, cantas y tañes,
- gentilhombre, bien criado
- cuanto puede imaginarse:
- Blanco, y rubio por extremo,
- esclarecido en linaje,
- el gallo de las bravatas,
- la gala de los donaires:
- Que pierdo mucho en perderte,
- que gano mucho en ganarte,
- y que si nacieras mudo,
- fuera posible adorarte:
- Y por este inconveniente
- determino de dejarte,
- que eres pródigo de lengua,
- y amargan tus libertades.
- Habrá menester ponerte
- quien quisiere sustentarte,
- un alcázar en el pecho,
- y en los labios un alcaide.
- Mucho pueden con las damas
- los galanes de tus partes,
- porque los quieren briosos,
- que hiendan, y que desgarren.
- Y con esto, Zaide amigo,
- si algún banquete las haces,
- del plato de tus favores
- quieres que coman y callen.
- Costoso fue el que me hiciste;
- venturoso fueras, Zaide,
- si conservarme supieras,
- como supiste obligarme.
- Pero no saliste apenas
- de los jardines de Tarfe,
- cuando hiciste de la tuya,
- y de mi desdicha alarde.
- A un morillo mal nacido,
- me dijeron que enseñaste
- la trenza de mis cabellos,
- que te puse en el turbante.
- No pido que me la des,
- ni que tampoco la guardes;
- mas quiero que entiendas, moro,
- que en mi desgracia la traes.
- También me certificaron,
- como le desafiaste
- por las verdades que dijo,
- que nunca fueran verdades.
- ¡De mala gana me río;
- qué donoso disparate!
- ¿no guardas tú tu secreto,
- y quieres que otro lo guarde?
- No quiero admitir disculpa,
- otra vez vuelvo a avisarte,
- esta será la postrera
- que me veas, y te hable.
- Dijo la discreta mora
- al altivo Abencerraje,
- y al despedirse replica:
- _quien tal hace, que tal pague_.
-
-Este romance se hizo por lo que atrás dejamos dicho, y viene a
-propósito a la historia.
-
-Y volviendo a ella quedó Zaide tan desesperado viendo el cruel desdén
-de su dama y siendo mentira todo aquello que le increpaba, que saliendo
-de allí, casi perdió el juicio, y en cólera ardiente fue a buscar a
-Tarfe para matarle, y le halló en la plaza de Vivarrambla, dando orden
-de algunas cosas para las venideras fiestas. Llamole aparte y díjole:
-
---¿Por qué me has revuelto con mi señora Zaida, no guardando la ley de
-mi amistad?
-
-Tarfe le respondió:
-
---Yo no te he revuelto con tu dama, y estoy inocente de lo que dices, y
-de mí no debes presumir tal.
-
-Zaide se afirmaba en lo dicho; Tarfe lo negaba, y se dijeron palabras
-muy ofensivas. Cesaron las lenguas, y echando mano a sus alfanjes,
-pelearon muy bien, y Zaide dio a Tarfe una herida mortal, de la cual
-murió dentro de tres días.
-
-Los Zegríes quisieron matar a Zaide, por ser amigos de Tarfe; acudieron
-los Abencerrajes presto, y si no viniera el rey, aquel día se perdiera
-Granada, porque Mazas, Gomeles, Zegríes y los de su bando se armaron
-para herir a los Abencerrajes, Gazules, Venegas y Alabeces; mas el
-rey Chico acompañado de muy principales caballeros de otros linajes,
-hicieron tanto, que los apaciguaron, y a Zaide le llevaron preso a la
-Alhambra.
-
-Hecha la averiguación del caso, se halló que Tarfe era culpado; y
-porque el honor de la bella Zaida no fuese manchado, hizo el rey que
-Zaide se casase con ella, y le perdonó la muerte de Tarfe. Por esto
-quedaron los Zegríes enojados; pero no por eso cesaron las fiestas
-concertadas, porque el rey mandó que se hiciesen. No faltando quien a
-Zaida respondiera a su mandato de esta suerte:
-
- Di, Zaida, ¿de qué me avisas?
- ¿quieres que mire, y que calle?
- no des crédito a mujeres,
- ni a mal fundadas verdades.
- Que si pregunto en qué entiendes,
- o quién viene a visitarte,
- fiestas son de mi contento
- las colores que te salen.
- Si dices son por mi causa,
- consuélate con mis males,
- que mil veces con mis ojos
- tengo regadas tus calles.
- Si dices que estás corrida,
- de que Zaide poco sabe,
- no supe poco, pues supe
- conocerte y adorarte.
- Conoces que soy valiente,
- y tengo otras muchas partes;
- no las tengo, pues no puedo
- de una mentira vengarme.
- Mas si ha querido mi suerte
- que ya en quererme te canses,
- no pongas inconvenientes
- más de que quieres dejarme.
- No entendí que eras mujer
- a quien novedad aplace,
- mas son tales mis descuidos
- que aun en lo imposible hacen.
- Yo soy quien pierdo en perderte,
- y gano mucho en amarte;
- y aunque hables en mi ofensa,
- no dejaré de adorarte.
- Dices que si fuera mudo
- fuera posible adorarme;
- si en mi daño no lo he sido,
- enmudezco en disculparme.
- ¿Hate ofendido mi vida?
- ¿quieres, señora, matarme?
- que no te hable me mandas,
- para que el pesar me acabe.
- Es mi pecho calabozo
- de tormentos inmortales,
- mi boca la del silencio,
- que no ha menester alcaide.
- El hacer plato y banquete
- es de hombres principales;
- mas el hacer disfavores
- solo pertenece a infames.
- Zaida cruel, hasme dicho
- que no supe conservarte;
- mejor supe yo quererte,
- que tú supiste obligarme.
- Mienten los moros y moras,
- y miente el villano Tarfe,
- que si yo le amenazara,
- bastara para matarle.
- Ese perro mal nacido,
- a quien yo mostré el turbante,
- no le fío yo secretos,
- que en bajo pecho no caben.
- Yo he de quitarle la vida,
- y he de escribir con su sangre
- lo que tú, Zaida, replicas,
- _quien tal hace, que tal pague_.
-
-Esta es la historia del valeroso moro Zaide Abencerraje, por la cual se
-han hecho dos romances, a mi parecer buenos, donde nos dan a entender
-cómo no es bueno revolver a nadie, porque de ello no se espera sino
-el galardón de Tarfe, que murió a manos de su buen amigo Zaide. Y si
-acaso es mentira que Tarfe no lo había dicho, tomaremos ejemplo en la
-liviandad de Zaida, que por creerse de ligero, fue causa de la muerte
-de Tarfe.
-
-Finalmente, por esto, y por las palabras que el Malique Alabez
-había hablado en el sarao, y Zulema Abencerraje, todos los Zegríes,
-Gomeles, Mazas y los de su bando quedaron muy enojados, y con malos
-propósitos y deseos de vengarse del agravio recibido en presencia
-del rey y de los caballeros y las damas; pues estaba en el sarao y
-en aquella fiesta toda la flor y nobleza de Granada, y aun del reino
-todo; porque fue mucha desenvoltura la de Malique Alabez, y se alargó
-mucho el Abencerraje también: mas como se habían hecho las amistades,
-no trataban de ello ni lo daban a entender; pero el rencor estaba
-arraigado en sus corazones y por no mostrar el odio mortal en que
-ardían, se comunicaban con los Abencerrajes y Alabeces, disimulando en
-todo lo que podían, puesto que eficaz y grande deseo tenían de vengarse
-todos los del linaje Zegrí, como pareció después.
-
-Estando un día todos los Zegríes en el castillo de Bibatambién, morada
-de Mahomad Zegrí, cabo y cabeza de los Zegríes, tratando de las cosas
-pasadas, trayendo a la memoria las palabras de Alabez, y de las fiestas
-que esperaban de torneo y juego de cañas, Mahomad Zegrí habló a todos
-los presentes de esta manera:
-
---Bien sabéis, ilustres caballeros Zegríes, como nuestro real y antiguo
-linaje ha sido tenido en tanto en España y en África; y como han sido
-nuestros antecesores reyes de Córdoba, y como ahora ha sido vituperado
-y ofendido nuestro honor por los Abencerrajes; y los Almoradís son
-nuestros enemigos, porque se han vuelto contra nosotros; con lo cual
-estoy tan rabioso que muero de pesar, y lo que me alivia y entretiene
-es la confianza que tengo de verme vengado. El agravio es de todos, y
-todos nos hemos de satisfacer; ahora nos ofrece muy buena ocasión la
-fortuna; aprovechémonos de ella, y es procurar matar en el torneo o
-en las cañas a Malique Alabez, y al soberbio Abencerraje; que muertos
-estos, iremos dando traza como se acabe de todo punto este pérfido
-linaje de los Abencerrajes, que tan estimados y queridos son de
-todos; y para esto el día del juego de cañas hemos de ir bien armados
-con jacos fuertes debajo de las libreas. Y pues el rey me ha hecho
-cuadrillero, saldremos treinta Zegríes, y llevaremos libreas rojas
-y encarnadas con los penachos de plumas azules, antigua divisa de
-los Abencerrajes, para que sea por esto instrumento de que se enojen
-con nosotros y se revuelva cuestión, y venidos a batalla, cada uno
-haga como quien es, y pues llevaremos armas, no hay duda sino que los
-maltrataremos: no hay que temer, pues tenemos de nuestra parte Mazas y
-Gomeles; y si no les diere nada a los Abencerrajes de la divisa azul,
-en el juego de cañas les tiraremos agudas lanzas en el lugar de cañas.
-Este es mi parecer, decidme ahora el vuestro.
-
-Así como acabó Mahomad de decir su razonamiento, respondieron todos
-que era justo lo que decía, y que era buena la traza, que cada uno
-haría lo posible por vengarse; y concertado esto, fue cada uno a su
-casa.
-
-A esta sazón ordenaban su cuadrilla Muza y los Abencerrajes, siendo
-cuadrillero el valiente Muza por mandado del rey, en la cual cuadrilla
-habían de ir Malique Alabez y los Abencerrajes; y de común acuerdo
-sacaron las libreas de damasco azul, forradas en tela de plata fina,
-con penachos azules, blancos y pajizos, conformes a las libreas; los
-pendoncillos de las lanzas blancos y azules, recamados con mucho oro:
-en las adargas llevaban por divisas unos salvajes; solo Malique llevaba
-su misma divisa, que era el listón morado, que atraviesa la adarga una
-corona de oro con su letra, que decía: _De mi sangre_.
-
-Muza llevaba la misma divisa que sacó el día que escaramuzó con el
-maestre, que era un corazón en la mano de una doncella, apretando el
-puño, destilando el corazón gotas de sangre, y la letra decía: _Por la
-gloria tengo mi pena_.
-
-Todos los demás caballeros Abencerrajes sacaron listones y cifras a su
-gusto, puestas de suerte que no quitaban la vista de los salvajes.
-
-Concertada esta cuadrilla del gallardo Muza, acordaron de llevar yeguas
-blancas, enlazadas las colas con cintas azules de seda y oro muy fino.
-
-Llegado ya el celebrado día de la grandiosa fiesta, mandó el rey
-traer veinte y cuatro toros de los mejores que había en la sierra de
-Ronda, que eran allí muy bravos; y puesta la plaza de Vivarrambla
-como verdaderamente convenía para la tal fiesta, el rey acompañado de
-muchos caballeros ocupó los miradores reales, que para aquellas fiestas
-estaban diputados. La reina con muchas damas se puso en otros miradores
-con la misma orden que el rey. Todos los ventanajes de las casas de
-Vivarrambla estaban ocupados de bellísimas damas.
-
-Acudió tanta gente, que no había sitio donde estuviesen, y vinieron
-muchos de fuera del reino, como fue de Toledo y de Sevilla, y la flor
-de los caballeros de esta ciudad se hallaron en Granada a la fama de
-tan grandes fiestas.
-
-Los caballeros Abencerrajes andaban corriendo los toros con tanta
-gallardía y brío que daban a todos mucho contento en mirarlos,
-y en verlos hacer aquellas gentilezas les daban mil alabanzas; y
-particularmente se llevaban tras de sí los ojos de todas las damas,
-porque eran tan favorecidos de ellas que no se tenía por dama quien no
-amaba Abencerraje; y donde quiera que había caballeros de este linaje,
-eran tan tenidos, estimados y queridos de todos que causaban envidia a
-los otros caballeros.
-
-Y con mucha razón eran queridos de las damas, porque todos ellos eran
-galanes y gentiles hombres, hermosos y dotados de discreción, y muy
-bien criados y de buenos respetos.
-
-Ninguno llegaba a cualquiera de ellos con necesidad, que no se la
-remediase, aunque fuese muy a su costa. Eran deshacedores de agravios,
-aquietadores de la república, padres de huérfanos, amigos por extremo
-de la conservación y obediencia a sus reyes debida.
-
-Eran muy amigos de cristianos, porque ellos mismos iban a las mazmorras
-a visitar a los cautivos, y los consolaban, daban limosnas y les
-enviaban de comer; y por estas y otras muchas causas eran tan queridos
-de todo el reino.
-
-Jamás en ellos se halló temor, aunque se les ofreciesen casos muy
-arduos. Daban tanto contento con su bizarría y nobleza, que las damas y
-toda la gente no apartaban su vista de ellos.
-
-No menos galas llevaban los gallardos Alabeces.
-
-Procuraron mostrar su valor los Zegríes, porque alancearon ocho toros
-muy bien, sin recibir daño ningún Zegrí, ni los caballos.
-
-A la una de la tarde ya estaban corridos doce toros, y el rey mandó
-tocar los clarines y dulzainas, que era señal para que todos los
-caballeros que habían de jugar, se juntasen en el mirador, y juntos,
-muy gozoso el rey les hizo dar colación.
-
-Lo mismo hizo la reina a sus damas, las cuales tenían galas y trajes
-nunca vistos, a que daba más ser la hermosura de quien los tenía
-puestos.
-
-Llevó la reina una rica marlota de brocado, con muy ricas labores de
-oro y pedrería fina. Tenían un tocado muy costoso, y encima de la
-frente una rosa encarnada, y enmedio de ella un carbunclo precioso. En
-volviendo el rostro la reina, era tanto el resplandor y claridad que
-echaba de sí el carbunclo, que quitaba la vista a quien lo miraba.
-
-La bella Daraja salió de azul, la marlota de damasco picada, forrada
-de tela de plata, que descubría por las picaduras la fineza de la
-tela. En el tocado dos plumas, una azul, y otra blanca, divisa de los
-Abencerrajes; estábale muy bien la gala, por ser hermosa, que ninguna
-dama podía competir con ella.
-
-Galiana de Almería salió con un vestido de damasco blanco con una labor
-peregrina; la marlota forrada en brocado morado, con unas cuchilladas
-grandes; su tocado era de artificio. Entendíase bien de esta dama, en
-su traje, cuán libre vivía de amor, aunque sabía que Abenámar la amaba
-mucho, y deseaba servir.
-
-Fátima salió de morado (no imitando a Muza en la librea, porque estaba
-desengañada de que Muza amaba a Daraja, y se empleaba en servirla):
-la ropa era costosa, por ser de terciopelo, forrada en tela blanca de
-brocado; el tocado era muy de ver, puesta en él una garzota verde.
-
-Finalmente Cobaida, Sarracina, Alboraida, Jarifa, y todas las demás
-damas que estaban con la reina, salieron con tanta bizarría, que era
-cosa notable.
-
-En otro balcón estaban todas las damas del linaje Abencerraje, que no
-había más que ver en el mundo.
-
-Llevaba la ventaja en todo a las damas, Lindaraja, hija de Mahomet
-Abencerraje. A esta hermosa dama servía un galán y bizarro moro,
-llamado Gazul, y en su servicio, y por darla gusto, hizo muchas fiestas
-en Sanlúcar.
-
-Volviendo, pues, a nuestro propósito, serían las dos de la tarde,
-cuando los caballeros y damas acabaron de comer las colaciones, y
-soltaron un toro de los más bravos que había entre todos, que no seguía
-hombre a quien no volteaba, ni la ligereza de los caballos ni de las
-yeguas bastaba a escaparse de sus veloces cornadas. Era tanta su
-braveza y ligereza que en breve espacio le desocuparon la plaza todos
-los de a pie, aunque contra su voluntad.
-
-Como vio su braveza el rey, dijo a los caballeros:
-
---Bien será lancear ese toro.
-
-Malique Alabez pidió licencia para hacer algún lance, y el rey se la
-dio. Muza venía a pedirla para lancearle, y como se la había dado a
-Alabez no la pidió.
-
-Bajó de los miradores Alabez, y subió en un caballo, el cual le había
-enviado el alcaide de Vélez el Rubio y el Blanco, que era primo-hermano
-suyo, hijo de un hermano de su padre, al cual mataron a traición unos
-caballeros llamados los alfaquíes, por envidia que le tenían, por ser
-tan querido del rey; pero no compraron muy barata la muerte del noble
-alcaide, que el rey la vengó bien. Siete hermanos eran estos alfaquíes,
-y a todos juntos los mandó degollar por la traición que hicieron en
-matar sin ocasión ni culpa a quien no lo merecía. Sus bienes fueron
-confiscados por la corona real.
-
-Dio, pues, vuelta Alabez a toda la plaza, y llegando al balcón donde
-estaba su señora Cobaida, hizo que se arrodillase el caballo, y él
-humilló la cabeza, haciendo cortesía a su dama, y a todas las demás que
-estaban allí. La dama enamorada de su Alabez, se levantó y le hizo el
-acatamiento.
-
-Él, muy gozoso de haber visto a su querida señora, y tan favorecido,
-espoleó al caballo, y partió más veloz que un rayo; tanta era la
-ligereza del caballo, que apenas se le veía en la carrera. El rey y los
-caballeros se holgaron de verle; a los Zegríes les pesó, porque era
-mortal la envidia.
-
-Era tanta la gritería de la gente que ponía grima; y era causa que el
-toro había dado vuelta por toda la plaza, habiendo volteado y derribado
-mucha gente, y muerto cinco o seis personas, y venía como el viento
-adonde estaba Alabez, y como le vio venir, quiso hacer una gentileza,
-y fue, que saltó del caballo, y aguardó al toro con ánimo osado, el
-albornoz en la mano izquierda, y cuando bajó el toro la cabeza para
-hacer su golpe y darle un bote, le echó tan bien el albornoz delante de
-los ojos, que dio gran contento a todos; y asiéndole de ambos cuernos,
-le hizo estar quedo a su pesar, porque era grande la fuerza que tenía.
-
-El toro procuraba desasirse para matarle, y Alabez se defendía con el
-valor de su persona, aunque con mucho peligro.
-
-Y pareciéndole al valiente moro que duraba mucho aquella pelea,
-enojado, y con cólera que tenía, le torció el pescuezo, y con fuerza
-increíble le derribó en tierra como si fuera muy débil oveja; y como
-lo vio en el suelo, se fue poco a poco, con semblante apacible, y sin
-poner el pie en el estribo saltó en su caballo, dejando al toro molido,
-y tal, que no se pudo levantar de allí, quedando todos muy admirados de
-su esfuerzo, valor y fortaleza invencible, dándole mil loores.
-
-El rey llamó a Alabez, y fue como si no hubiera hecho cosa alguna; y en
-llegando le dijo el rey:
-
---Mucho contento me habéis dado, y no se esperaba menos de vuestro
-valor y nobleza: yo os hago merced de la alcaidía de la fuerza de
-Cantoria, y de que seáis capitán de cien caballeros.
-
-Alabez le besó las manos por las nuevas mercedes que le hacía.
-
-Serían a la sazón las cuatro de la tarde, y mandó el rey que se tocase
-a cabalgar. Oída la señal, todos los caballeros que eran de juego se
-adelantaron para hacer la entrada, y entre tanto comenzaron una muy
-acordada música, con diversidad de instrumentos.
-
-Luego vino entrando por la boca del Zacatín el gallardo Muza con su
-cuadrilla Abencerraje. Entrando de cuatro en cuatro, y dando vuelta
-por la plaza, haciendo el debido acatamiento al rey, a la reina y a
-las damas, dieron algunas carreras con muy grande brío y donaire.
-Eran Muza, Malique Alabez, y treinta Abencerrajes en la cuadrilla, y
-parecían muy bien las plumas azules y telas de plata sobre nevadas
-yeguas, que hermoseaban toda la plaza y amartelaban las damas con su
-bizarría.
-
-No con menos gala y brío entraron los Zegríes por otra puerta, todos de
-encarnado y verde, con plumas y penachos azules, yeguas bayas, y en
-las adargas una misma divisa puesta en listones azules, que era unos
-leones encadenados por mano de una dama. Decía la letra: _Más fuerza
-tiene el amor_.
-
-De esta manera entraron en la plaza de cuatro en cuatro, y juntos
-hicieron un caracol y escaramuza con mucho concierto, que no menos
-contento dieron que los Abencerrajes.
-
-Y tomando las dos cuadrillas sus puestos, y apercibidas las cañas,
-habiendo dejado sus lanzas, al son de las trompetas y dulzainas se
-comenzó a trabar el juego con mucha gallardía, donaire y brío, de ocho
-en ocho.
-
-Los Abencerrajes, que habían reparado en las plumas azules que los
-Zegríes traían, antigua divisa suya, muy enojados les tiraban a los
-turbantes, por derribárselos, muy valerosamente; mas no pudieron los
-Abencerrajes salir con su intento, y así andaban jugando con muy gran
-concierto, que era mucho de ver, y daban grande contento a todos los
-que les miraban.
-
-Mahomad Zegrí, como tenía tratado con todos los de su linaje, de dar
-la muerte a Malique Alabez, o a alguno de los Abencerrajes por las
-palabras dichas; dio orden que Malique Alabez saliese de la parte
-contraria, y cayese en su cuadrilla, teniendo inteligencia para que él
-y los ocho revolviesen sobre Alabez y los suyos. Y habiendo corrido
-seis veces dijo el Zegrí a los de su cuadrilla:
-
---Ahora es tiempo, que está el juego encendido; venguémonos, pues se
-nos ofrece buena ocasión.
-
-Y tomando una lanza con un muy agudo hierro, aguardó que Malique Alabez
-viniese con los ocho caballeros de su cuadrilla, revolviendo sobre los
-de la contraria parte, como es uso y costumbre en semejantes juegos, y
-al tiempo que Malique Alabez volvía cubierto con su adarga contra él
-y los suyos, salió el Zegrí, y llevando puestos los ojos en Malique
-Alabez, mirando por donde mejor le pudiese herir, le arrojó la lanza
-con tanta fuerza, que pasó la adarga de una parte a otra, y el agudo
-hierro entró en el brazo derecho, que se lo pasó con mucha brevedad.
-
-Muy grande fue el dolor que el valeroso Malique Alabez sintió de
-aqueste golpe, porque le atormentó todo el brazo, y aun todo el cuerpo,
-sin entender que estaba herido; y en habiendo llegado a su puesto puso
-la mano en la parte que le dolía, y ensangrentósela; y mirando al
-brazo, viendo la herida, dijo en alta voz a Muza y a los Abencerrajes:
-
---Caballeros, grande traición nos han armado los Zegríes: lanzas con
-hierros agudos tiran por cañas; veisme aquí herido.
-
-Los valientes Abencerrajes al punto tomaron sus lanzas para estar
-prevenidos a lo que se les ofreciese.
-
-A esta sazón volvía el Zegrí con su cuadrilla para irse a su puesto,
-cuando Malique Alabez con gran furia se atravesó de por medio viéndose
-herido, y le tiró la lanza diciéndole:
-
---Traidor, no es de caballero lo que has hecho, sino de villano.
-
-No fue en balde el tiro, pues le pasó el adarga y cota, y le entró en
-el cuerpo un palmo y más de lanza, y luego cayó el Zegrí de la yegua
-casi muerto.
-
-De ambas partes había apercibimiento para lo que se ofreciera, y
-empezaron una escaramuza brava y sangrienta; y como los Zegríes iban
-bien armados, llevaron lo mejor de la batalla; pero como era tanto
-el valor de Muza y del valiente Alabez, y el de los Abencerrajes, no
-dejaban de maltratar a los Zegríes, y hacerles daño notable.
-
-La vocería y algazara era mucha, y cuando vio el rey encendido el
-juego, bajó a la plaza, y subió en una yegua y entró entre los
-lidiadores con un bastón diciendo:
-
---Afuera, afuera.
-
-Asimismo todos los caballeros desinteresados ayudaron a poner en paz.
-
-Estuvo este día en peligro de perderse Granada; porque de la parte
-de los Zegríes fueron Gomeles y Mazas, y de la de los Abencerrajes,
-Almoradís y Venegas.
-
-Como los bandos y cismas son tan peligrosos entre los príncipes
-y magnates, lo temió el rey, y así hizo todo lo posible para
-apaciguarlos; quietos y apartados cada uno en su cuadrilla, el valiente
-Muza y los de la suya se subieron al Alhambra, llevando consigo a
-los Almoradís y Venegas. Los Zegríes se retiraron al castillo de
-Bibatambién, llevando muerto a Mahomad Zegrí.
-
-La reina y las damas se quitaron de los miradores, dando gritos cuando
-vieron las veras del juego, porque en los de la lid había maridos,
-hermanos, parientes y amantes de las damas, y sus lastimas y lloros
-movían a compasión a todos los que las oían, y en particular las
-lamentaciones de la hermosa Fátima, llorando su muerto padre; que
-eran muchos los extremos que hacía, bastantes a enternecer un corazón
-diamantino.
-
-Este desdichado fin tuvieron las fiestas, quedando muy revuelta
-Granada, y por eso se hizo este romance:
-
- Afuera, afuera, afuera,
- aparta, aparta, aparta,
- que entra el valeroso Muza,
- cuadrillero de unas cañas.
- Treinta lleva en su cuadrilla
- Abencerrajes de fama,
- conformes en las libreas
- de azul y tela de plata.
- De listones y de cifras
- travesadas las adargas:
- yeguas de color de cisne,
- con las colas encintadas,
- Atraviesan cual el viento
- la plaza de Vivarrambla,
- dejando en cada balcón
- mil damas amarteladas.
- Los caballeros Zegríes
- también entran en la plaza:
- sus libreas eran verdes,
- y las medias encarnadas.
- Al son de los añafiles
- traban el juego de cañas,
- el cual anda muy revuelto,
- parece una gran batalla.
- No hay amigo para amigo,
- las cañas se vuelven lanzas,
- mal herido fue Alabez,
- y un Zegrí muerto quedaba.
- El rey Chico reconoce
- la ciudad alborotada;
- con un bastón en la mano
- va diciendo: Aparta, aparta.
- Muza reconoce al rey,
- por el Zacatín se escapa,
- con él toda su cuadrilla
- no paran hasta el Alhambra.
- A Bibatambién Zegríes
- tomaron por su posada;
- Granada quedó revuelta
- por esta cuestión trabada.
-
-Quedó la ciudad de Granada tan llena de escándalo y revuelta, porque la
-flor de los caballeros estaban metidos en estos bandos.
-
-El rey Chico andaba suspenso, y admirado de ver las novedades que cada
-día había en la corte, y con todas veras procuró hacer las amistades,
-porque no viniese a más daño del sucedido: mandó que se hiciese
-información del caso para castigar a los culpados; y con esto paró la
-traición, concierto y junta que se hizo en el castillo de Bibatambién
-contra Alabez y los Abencerrajes.
-
-El rey quiso proceder contra los Zegríes, mas todos los caballeros le
-suplicaron los perdonase, y considerase que era ya muerto el caudillo
-del bando. El rey los perdonó e hizo las amistades, y así se aquietó la
-ciudad, como de antes lo estaba, que no fue poco.
-
-
-
-
-CAPÍTULO VII.
-
-_Del triste llanto que hizo la hermosa Fátima por la muerte de su
-padre, y cómo se iba a Almería la bella Galiana, si su padre no
-viniera, la cual estaba muy vencida de amores de Sarracino; y de lo
-que entre él y Abenámar pasó una noche debajo de las ventanas del real
-palacio._
-
-
-Muy gran llanto era el que hacía la bella Fátima por la muerte de
-Mahomad Zegrí, su padre, y era en tanto modo su sentimiento y dolor,
-que se temía no perdiese el juicio o la vida, porque no bastaba la
-reina, ni alguna otra dama a consolarla: era tan grande el dolor que
-tenía en su afligido corazón, que del sentimiento, llanto y desconsuelo
-enfermó, y enflaqueció de tal suerte que parecía otra de la que ser
-solía.
-
-Visto que no admitía consuelo ninguno, y que las medicinas no la daban
-mejoría, acordaron enviarla a Almería a casa del alcaide de ella, que
-era su pariente, el cual tenía una hija muy hermosa y discreta, que
-sería posible aliviarse allí, y quitarse la tristeza que tenía; y allí
-la llevaron, donde fue bien recibida y regalada.
-
-La hermosa Galiana vivía libre de amor, y fue herida de amores de
-Hamete Sarracino, y con grande exceso; y como se acababa la licencia
-que de su padre tenía para estar en Granada, envió a llamar al valiente
-Sarracino con mucho secreto.
-
-Dado el recado vino al punto a palacio, y entrando en el aposento de
-la bella mora, vio que estaba sola, y ella se levantó a recibirle,
-mudadas las colores. El bizarro moro la dijo, que le mandase lo que
-quería que en su servicio hiciese.
-
-Galiana le mandó sentar cerca de sí, tratando largamente de las fiestas
-pasadas, y la muerte del Zegrí, y de los bandos movidos para tan
-pequeña ocasión, y de otras cosas, con las cuales palabras se enlazaban
-las almas, y se aficionaban los ojos.
-
-Y satisfaciendo el enamorado moro a la dama, no menos aficionada que
-él, la dijo y propuso lo siguiente:
-
---Grande ha sido, señora, la batalla de los Abencerrajes y Zegríes, y
-desdichada la muerte de Mahomad Zegrí; pero yo os certifico, señora de
-mi libertad, que es más la guerra que en mi alma y pensamiento hacen
-vuestra beldad y hermosura: muerto me han vuestros ojos de amor, mi
-pecho se abrasa, y arde en amorosa llama; si no acudís al remedio, sin
-duda moriré: recibidme en vuestro servicio, señora, y no seáis ingrata
-a mi amorosa voluntad.
-
-Galiana estuvo atenta a las discretas razones del aficionado y
-gallardo moro, y en extremo holgó de ver tantas muestras en su querido
-Sarracino, porque ya labraba amor dentro de su pecho, y le estimaba y
-quería tiernamente, y así con alegría le respondió:
-
---No es de nuevo, galán Sarracino, en los hombres aficionarse a las
-damas a primeras vistas y de ligero, y los primeros días tienen
-algún fervor y fe, y algún cuidado de visitar sus damas, y pasearles
-las calles. Aquesto hacen por obligar a las damas, y dura en ellos
-entretanto que ellas se rinden, y se manifiestan por suyas; y en
-siendo señores de su libertad, en ese punto cesa el cuidado y la
-solicitud, y aun vienen a olvidar y aborrecer sin causa; y así las
-damas que vivimos libres, no habíamos de dar crédito a vuestras
-palabras y promesas.
-
-Sarracino respondió:
-
---Juro por Mahoma, y él me falte, si yo faltare jamás en serviros,
-quereros y adoraros, y a fe de caballero de ser muy fiel y leal
-mientras viviere.
-
---Bien entendido --dijo Galiana-- que un caballero tan principal como
-vos cumpliréis vuestra palabra, como quien sois, sabed, que me he de
-ir a Almería, porque se me acaba la licencia que me dio mi padre, y
-así habré de partirme de Granada; y antes de irme, holgaré de hablaros
-más despacio, y sea esta noche a hora conveniente, y con mucho secreto
-os poned debajo de este balcón, y podremos hablar con más quietud que
-ahora; y con esto os id con Alá, antes que el rey lo entienda.
-
-El favorecido moro se ausentó de los ojos que daban vista a los suyos,
-y muy ufano y contento, por verse tan favorecido y regalado de la dama
-más hermosa y libre de amor que se conocía. Cien mil siglos le parecía
-cada hora de las que faltaban hasta la dichosa hora que esperaba.
-
-Habiendo acabado Febo su curso, y empezado Tetis a tender la tiniebla
-oscura, que no lo era para el enamorado moro, se fue a palacio,
-prevenido de armas defensivas y ofensivas para lo que se ofreciera; y
-a la una, cuando todos de ordinario reposan, se acercó al balcón de
-su señora Galiana, y escuchando, oyó tocar un laúd muy acordado, y
-una tierna y delicada voz, que al son del instrumento cantaba con gran
-suavidad, y mostraba en sus acentos estar herida y lastimada de amor,
-según las pausas que hacía, y suspiros que daba.
-
-El gallardo moro estuvo atento a la dulce música y suave voz, y al
-sentido de la dolorosa canción, que dice así:
-
-CANCIÓN.
-
- Divina Galiana,
- es tal tu hermosura,
- que iguala con aquella que el Troyano
- le diera la manzana,
- por quien la guerra dura
- le vino al fuerte muro de Dardano.
- ¡Oh rostro soberano!
- pues tienes tal lindeza,
- el que podrá gozarte
- dirá que nunca Marte
- gozó cuando fue preso tal belleza;
- ni el que se llevó a Argos
- la causa de la guerra de años largos.
- Y pues sube de punto
- tan alto tu belleza,
- que no hay acá tu igual en todo el suelo,
- do muestres el asunto,
- tan lleno de aspereza,
- como Anajarte hizo al sin consuelo
- amante, que de vuelo
- el cuello puso al lazo,
- por salir de tormento,
- y quiso que llegase tan mal plazo;
- muéstrate piadosa,
- pues eres en verdad divina diosa.
-
-Oyendo el bravo Sarracino la enamorada canción, y no pudiendo sufrir
-más que el puesto donde había de hablar a su querida dama estuviese
-ocupado, se llegó a reconocer quién era el que cantaba. El cual, como
-sintió gente, dejó de proseguir su música, y se aprestó de sus armas.
-
-Era el músico el fuerte Abenámar, el cual estaba amartelado de la bella
-Galiana, y por ablandar y mover a quien tan exenta vivía de amor, la
-cantaba aquella endecha triste.
-
-Llegose Sarracino a él, y le dijo:
-
---¿Qué gente?
-
-Respondió:
-
---Un hombre.
-
-Replicó:
-
---Mucha nota veo en lo que habéis hecho, por dormir la reina y sus
-damas en ese cuarto, y podrá el rey sospechar algo, que por ventura no
-hay.
-
---No se os dé nada a vos --dijo Abenámar--, ni os entremetáis en lo que
-no os va nada, sino pasad adelante antes que os envíe contra vuestra
-voluntad.
-
---¡Oh villano! Yo veré si vuestras obras son como las palabras --dijo
-Sarracino, embrazando su rodela.
-
-Con el alfanje en la mano embistió a Abenámar, que no menos apercibido
-estaba que él venía, y se comenzaron a dar muy grandes golpes.
-
-Era tanto el ruido que hacían peleando, que algunos caballeros,
-mancebos moros, que buscaban sus pretensiones, acudieron a poner en
-paz, y no fue menester, porque como los valientes guerreros sintieron
-venir gente, y se apartaron, por no ser conocidos. Abenámar quedó
-herido en un muslo de una herida pequeña.
-
-Los caballeros procuraron conocer los que peleaban, y nunca fue
-posible, porque huyeron cada uno por su parte.
-
-La hermosa Galiana vio todo cuanto pasó, porque ya estaba puesta en un
-balcón, cuando Abenámar comenzó a tañer y cantar; y como vio trabada
-la pendencia, se retiró a su aposento, temerosa no sucediese alguna
-desgracia a su querido Sarracino.
-
-No fue tan secreto este negocio que no lo supiese el rey, y mandó
-que se hiciese información, para que fuese castigado el causador del
-escándalo. Procurose hacer, y en ninguna manera se halló quiénes fueron
-los de la pendencia.
-
-Pasado todo esto, se dio orden para llevar a Galiana a Almería, y mandó
-el rey que se aprestasen cincuenta caballeros, para que fuesen en su
-compañía; y estando todo a punto entró en palacio Mahomad Mostafá,
-alcaide de Almería, y padre de la hermosa Galiana.
-
-Traía consigo una hija menor que Galiana, y tan hermosa como ella, la
-cual se llamaba Celima: el rey se levantó y abrazó al alcaide, diciendo:
-
---¡Qué buena venida es esta, amigo Mostafá, que con ella me has dado
-gran contento! Tu hija Galiana estaba ya aprestada para irte a ver con
-el acompañamiento que tú y ella merecéis.
-
-Mostafá le respondió:
-
---Bien tengo entendido, que de tu larga y magnífica mano he de recibir
-mercedes, como siempre me las has hecho: mil años vivas para que en
-tranquilidad y sosiego nos gobiernes.
-
---Yo os agradezco aquesa voluntad --dijo el rey, y fue a abrazar a la
-bella Celima, y ella humillada le besó las manos.
-
-La reina y sus damas se levantaron a recibir a Celima, y ella le
-besó las manos a la reina, y abrazó a su hermana, y las damas se
-maravillaron de la hermosura de Celima, y ella de la de las damas y su
-bizarría.
-
-El alcaide Mostafá fue recibido con mucho amor de todos los cortesanos,
-y el rey le mandó sentar en un rico cojín cerca de sí, y le dijo:
-
---Holgádome he de tu venida y de la de tu hija, y querría saber, qué te
-ha movido a traerla a Granada.
-
-El alcaide le dijo:
-
---Poderoso rey y señor mío, después de venir a besar tus reales manos,
-traigo a mi hija para que sirva a mi señora la reina, en compañía de
-las damas y de su hermana Galiana, porque no se halle en Almería,
-especialmente por el temor que tiene a los rebatos que nos dan siempre
-los cristianos; y me pareció que estaba mejor en Granada, que en
-Almería.
-
---Bien has hecho, dijo el rey, porque aquí estará en compañía de su
-hermana y gozará de las fiestas que cada día se hacen, aunque las
-pasadas fueron escandalosas.
-
-A esta sazón entró un moro viejo, y dijo cómo un caballero cristiano
-paseaba la Vega bien alistado de armas, en un poderoso caballo que
-ponía espanto su brío y fortaleza, y no podía conocer quién fuese de
-cierto, por traer puesta la celada. El rey dijo que le procurasen
-conocer; y a este tiempo estaba en el Alhambra él, y la reina en la
-torre de Comares.
-
-Deseoso el rey de ver al caballero cristiano, subió a la torre de la
-Campana, y con él la reina, caballeros y damas. Es la más alta torre
-del Alhambra, la cual señorea toda la Vega; y mirando a ella vieron
-un caballero armado, de muy lucidas y fuertes armas, en el escudo y
-penacho una cruz roja, sobre un hermoso caballo, que se paseaba como si
-estuviera en su misma patria. En viendo la cruz roja, dijo el rey:
-
---No es posible sino que aquel caballero es el maestre de Calatrava,
-así por la insignia, como por la osadía que ha tenido de llegar hasta
-la ciudad.
-
-Y cuando el maestre vio al rey y a las damas, alzó la celada e hizo
-la reverencia debida; y por todos conocido, le fue fecha cortesía, y
-en particular por la reina y sus damas. Hecho esto puso el maestre un
-pendoncillo rojo en la punta de la lanza, que era señal de batalla.
-
-Mostafá, alcaide de Almería, pidió licencia al rey para salir a
-escaramucear con D. Manuel Ponce de León, maestre de Santiago, atento
-que en una escaramuza le había muerto a un tío suyo, y quería vengar su
-muerte.
-
---No te metas en eso, le dijo el rey, que caballeros hay en mi corte
-que saldrán.
-
-Todos los caballeros le pidieron licencia para irse a ver con el
-maestre, y un paje les dijo, que no se cansasen, que ya había salido de
-palacio un caballero a escaramucear.
-
-El rey preguntó quién le dio licencia. Respondió el paje:
-
---Mi señora la reina se la dio, porque él se la pidió.
-
---¿Y quién es el caballero que salió?
-
---Malique Alabez --dijo el paje.
-
---Pues si es así yo me huelgo, porque es buen caballero y hará como
-quien es: siendo ambos tan valientes, será de ver la escaramuza.
-
-A muchos caballeros les pesó, porque iba Malique Alabez a la batalla,
-y quien más lo sintió fue la hermosa y querida Cobaida, porque le
-amaba muy tiernamente, y no quisiera que se pusiera en tanto peligro, y
-pidiendo licencia a la reina, se quitó de los miradores, por no ver la
-batalla, y estuvo con mucha pena hasta saber el suceso de la escaramuza.
-
-El rey mandó que saliesen cien caballeros armados, que fuesen en
-guarda de Malique Alabez, por si estuviese puesta alguna emboscada de
-cristianos. Así como el rey lo mandó, se fueron a armar, y vinieron a
-la puerta de Elvira a aguardar que el valeroso Alabez viniese para ir
-en su guarda.
-
-
-
-
-CAPÍTULO VIII.
-
-_De la batalla cruel que Malique Alabez tuvo con D. Manuel Ponce de
-León en la Vega, y de lo que en ella sucedió._
-
-
-Así como el caballero cristiano puso el pendoncillo en la punta de la
-lanza, se quitó de los miradores Malique Alabez, de donde estaba la
-reina: hincando la rodilla en tierra, la suplicó le diese licencia para
-salir a escaramucear con aquel caballero cristiano, porque si se la
-daba, quería en nombre de todas las damas hacer aquella escaramuza.
-
-La reina se holgó de ver el valeroso ánimo del valiente Malique Alabez,
-y con rostro alegre le dijo:
-
---Pues es vuestro gusto, caballero gallardo, servirnos hoy, os lo
-agradecemos mucho: Alá os dé el suceso que deseamos; yo os doy la
-licencia que pedís, id en dichosa hora.
-
---Y yo confío en Alá --dijo Alabez-- que con estas mercedes alcanzaré
-la victoria.
-
-Despidiose con esto de la reina, y al partirse miró a su señora
-Cobaida, y la vio muy triste; y llegando a su casa, mandó ensillar el
-potro rucio que su primo alcaide de los Vélez le había enviado, y que
-le diesen una fina adarga de Fez, y una toca jacerina.
-
-Púsose encima de las armas una aljuba de terciopelo morado, toda
-guarnecida de tejido oro, y encima del casco un bonete morado, y en
-él un penacho de plumas pajizas y blancos martinetes, y con él unas
-garzotas pardas, verdes y azules.
-
-Apretó bonete y casco en la cabeza con una toca azul de seda
-entretejida con oro, dando vuelta a la cabeza, haciendo de ella un
-turbante, de la cual asentó una rica medalla de oro de Arabia, labrada
-de montería, con dos ramos de laurel que parecían naturales; las hojas
-eran de una finísima esmeralda, y en medio de la medalla esculpida la
-efigie de la dama muy al natural.
-
-El bizarro y valiente moro tomó una lanza con dos afilados hierros, y
-bien armado de todo lo necesario, sobre un lozano caballo salió de su
-casa, y fue para la calle de Elvira, en la cual había muchas damas, las
-cuales se holgaban de ver la bizarría y gallardía de Alabez.
-
-En llegando a la puerta de Elvira, halló cien caballeros que iban
-para su seguridad, todos muy bien armados; y en saliendo al campo
-arremetieron sus yeguas los moros, escaramuceando unos con otros, que
-era muy de ver. Pasaron todos juntos por delante de los miradores do
-estaba el rey, la reina y las damas, y Alabez hizo arrodillar el
-caballo, y el bizarro moro inclinó cuanto pudo la cabeza, haciendo
-grande acatamiento. Fuele correspondido por todos, y acercándose a D.
-Manuel, dijo:
-
---Por cierto, cristiano caballero, que da tanto contento vuestro buen
-talle, que se echa de ver bien ser vuestro valor mucho, y tengo gran
-gozo en que mi ventura me haya traído a verme con vos; y si la fortuna
-me fuese tan favorable que alcanzase de vos la deseada victoria, me
-tendré por el caballero más dichoso del mundo; y si el hado triste y mi
-mala suerte me tiene determinado que quede cautivo o muerto a vuestras
-manos, lo tendré a feliz dicha; y si es voluntad vuestra decirme el
-nombre que tenéis, lo tendré en merced, porque sepa de quien alcanzo
-gloria o muerte.
-
-El valiente maestre escuchó las comedidas razones del valeroso moro, y
-por satisfacerle le dijo:
-
---Noble moro, cualquiera que vos seáis, vuestro cortesano y discreto
-término merece mucho, y yo por complaceros os lo diré. A mí me llaman
-D. Manuel Ponce de León, profesor de mi divisa; y pues ya sabéis mi
-nombre, si gustáis de decirme el vuestro me holgaré de saberlo.
-
---No sería término de caballero --dijo el moro-- negar una petición tan
-justa: yo me llamo Malique Alabez, soy de linaje de reyes, y no será
-menosprecio vuestro el escaramucear conmigo; y pues sabéis quien soy, y
-yo quien vos, empecemos nuestra escaramuza.
-
-En diciendo esto revolviendo los caballos, se acometieron con tanta
-furia, que parecía haberse juntado dos peñascos.
-
-Juntos, pues, los dos caballeros, se daban tan recios y desaforados
-golpes, y botes de lanza, que causaban admiración.
-
-No fueron bastantes los finos escudos a resistir la gran violencia
-de la fuerza con que se acometieron, porque ambos fueron falseados;
-y tornando a revolver los veloces caballos, con vueltas gallardas
-proseguían su escaramuza el uno contra el otro.
-
-Grande era el contento que recibían todos los que miraban la cruel
-batalla, por ver los ardides de guerra, y las gentilezas que cada uno
-hacía por rendir a su contrario.
-
-Dos horas y más había que batallaban los dos valientes guerreros, sin
-que se pudiesen herir con las lanzas, porque aunque cada uno hacía
-sus diligencias para herir con ellas, era en balde, respecto que se
-adargaban muy bien.
-
-El moro vio que el caballo del valiente D. Manuel no tenía ya la
-velocidad que de antes, porque le pareció que debía de estar cansado;
-y era así, que lo estaba, pues muy gran rato había que el maestre lo
-había sentido; pero su esfuerzo suplía la flojedad del caballo, y hacía
-todo lo que podía.
-
-No quiso mejor ocasión que aquella el astuto Malique Alabez, y
-aprovechándose de ella, empezó a dar vueltas y acometimientos, y
-a revolver el caballo tan a menudo y con tanta ligereza, que a D.
-Manuel le causaba gran admiración. Todo esto hacía el valiente moro
-con intento de acabarle de cansar el caballo, y desalentarle, para en
-viendo ocasión ejecutarla.
-
-Fue así, que teniendo ya muy acosado el caballo del maestre, acometió
-a herirle por el brazo derecho, y D. Manuel fue al remedio, y
-revolviendo con grande presteza al lado izquierdo, le hirió de una
-lanzada, sin hacer resistencia la fina cota, porque el temple de los
-hierros de la lanza de Alabez eran extremados.
-
-La herida fue peligrosa, y de ella salía mucha sangre. El valiente D.
-Manuel sintiéndose herido, más bravo que su apellido, enristró la lanza
-al tiempo de revolver para salirse por el lado descubierto, y el hierro
-le entró en la carne, y abrió una muy peligrosa herida.
-
-No hay serpiente ni áspid tan ponzoñoso como estaba el valiente moro
-viéndose mal herido, y con una cólera frenética embistió a D. Manuel
-con la lanza, y pasándole el escudo fue herido otra vez.
-
-Casi corrido D. Manuel arremetió al moro con tal furia, que le dio otra
-herida peor que la primera.
-
-Andaban tan embriagados de cólera por verse heridos, que mientras más
-batallaban, mucho más se cegaban en su pelea, y no se conocía ventaja
-en ninguno.
-
-Y con esto muy enojado D. Manuel por tanta dilación, que había cuatro
-horas que escaramuceaban, y no se conseguía la victoria; entendiendo
-que estaba la falta en la flojedad de su caballo, por estar tan sudado
-y cansado, se apeó de él con una ligereza extraña, y cubierto con su
-escudo, puso mano a la espada, y con ánimo belicoso se fue al valiente
-moro, el cual, como le vio a pie, se maravilló mucho, y confirmó el ser
-de animoso corazón: mas por no ser reputado de villano se apeó y se fue
-a D. Manuel, fiado en su gran fuerza y valor, cubierto con su adarga,
-y un alfanje de Marruecos en la mano, y comenzó a dar tan grandes
-golpes, que el maestre sentía bien la fuerza de su brazo.
-
-No se descuidaba el maestre en herir a su contrario y en defenderse de
-él; y era de tal suerte, que no se juntaba vez que el moro no saliese
-herido, por ser mucha la destreza y fortaleza del maestre, y por la
-mucha experiencia que tenía en la escaramuza, como quien cada día se
-veía en ellas.
-
-Y aunque el valiente y fuerte moro procuraba herir al maestre, no podía
-por hallarse siempre muy bien adargado, y en lugar de herir, salía
-herido en cada entrada que hacía.
-
-A esta causa estaba maltratado y con muchas heridas, muy cansado y
-desangrado, pero no por eso dejaba el animoso moro de batallar y
-mostrar tanto esfuerzo, como si empezara en aquel momento.
-
-Fue muy de ver en esta hora ir el caballo de Alabez al del maestre, y
-las crines erizadas, y con una furia extraña empezó a morder y tirar
-coces, donde se trabó una escaramuza entre los dos caballos que causaba
-risa al rey y a las damas, que se admiraban de ver la fortaleza de los
-caballos, aunque el del moro llevaba lo mejor, porque estaba enseñado
-en aquello.
-
-Los dos valientes guerreros continuaban su batalla, aunque con
-notable daño de Malique Alabez, porque estuvo a pique de rendirse, y
-favoreciole la fortuna en este modo.
-
-El maestre había dejado gran trecho de donde peleaban a ochenta
-caballeros que traía para su guarda: viendo que duraba tanto la
-escaramuza, se acercaron los guerreros para ver el estado de la
-batalla.
-
-Los cien moros que eran en guarda de Alabez, como vieron venir aquel
-lucido escuadrón de cristianos, y tan bien alistados, se recelaron, y
-más cuando los vieron acercarse tanto: entonces espolearon las yeguas,
-y arremetieron contra los cristianos con gran algazara. Los cristianos
-entendiendo que era traición, por guardar a su señor, les salieron al
-encuentro, y entre todos se trabó una sangrienta escaramuza. Peleaban
-valientemente, dándose terribles heridas, tanto, que había por el suelo
-muchos cuerpos sin almas.
-
-Vista por los caballeros la sangrienta batalla de sus soldados, sin
-causa, se apartaron para aquietarlos. Ambos caballeros se fueron a
-coger sus caballos, y no había quien se llegase a ellos según estaban
-en la pelea.
-
-Los moros acudieron a favorecer a Alabez y a cogerle el caballo, y los
-cristianos a su señor, y cogiendo el caballo de Malique Alabez subió en
-él el maestre con la lanza en la mano, y se metió entre los enemigos,
-hiriéndolos y maltratándolos.
-
-Alabez subió en el caballo de D. Manuel, y no se holgó del trueque,
-aunque en bondad no debía nada al suyo, salvo que era más ligero, y con
-la lanza en la mano se entró por los cristianos, haciendo mucho daño.
-
-El rey que vio la batalla tan sangrienta, mandó tocar al arma, y que
-saliesen mil caballeros en socorro de los suyos.
-
-El valiente Alabez andaba buscando con mucha diligencia a D. Manuel
-Ponce de León, y viéndole que enfoscado andaba en medio de la batalla,
-le hizo señas que saliese fuera. El maestre salió muy gozoso por
-concluir la escaramuza empezada entre ambos.
-
-Llegándose cerca Alabez le dijo al maestre:
-
---Caballero esforzado y virtuoso, tu nobleza me obliga a que te avise
-de un venido peligro, y es: atiende el oído, que pues eres tan buen
-soldado, entenderás el son y ruido de las cajas que se hace: sabe,
-noble caballero, que tocan al arma, y cuando menos saldrán mil moros
-en mi socorro, y no ganarán nada los tuyos con la multitud que vendrá,
-aunque traes buenos soldados: toma mi consejo, y desampara la Vega
-tú y los tuyos, que a fe de caballero, que te importa mucho, y como
-tal te juro que cada vez, y cuando que quieras, concluiremos nuestra
-escaramuza, y se acabará; y te lo aviso como moro hijodalgo; ahora haz
-tu gusto.
-
---Yo te agradezco, valiente moro, el aviso que me das, y quiero admitir
-tu consejo, y porque la primera vez que nos veamos hemos de concluir
-nuestra escaramuza, no te doy tu caballo: no es el mío peor que el
-tuyo, trátalo como yo trataré este.
-
-Diciendo esto el maestre, tocó una corneta, que era señal de recoger; y
-así como los cristianos oyeron la seña dejaron la batalla y se juntaron
-con el maestre.
-
-Lo mismo hicieron los moros, y entrando Malique Alabez con sus cien
-caballeros por la puerta de Elvira, salía el socorro, y Alabez los hizo
-volver.
-
-El rey y los caballeros salieron a recibir a Alabez, y le fueron
-acompañando hasta su casa, y fue curado de sus heridas.
-
-D. Manuel iba tan enojado por no haber acabado la escaramuza, que no
-hablaba a nadie, ni respondía a lo que le preguntaban. Echaba la culpa
-a los suyos, porque habían ido a verlos lidiar, que si no fueran, él
-consiguiera el fin deseado de la victoria; y era verdad, porque los
-moros no se movieran si no vieran venir a los cristianos.
-
-Y por esta batalla se dijo el romance siguiente:
-
- Ensíllenme el potro rucio
- del alcaide de los Vélez,
- denme la adarga de Fez
- y la jacerina fuerte,
- Y una lanza con dos hierros,
- entrambos de agudo temple,
- y aquel acerado casco,
- con el dorado bonete,
- Que tiene plumas pajizas
- entre verdes martinetes;
- garzotas verdes y pardas,
- antes que me vista, denme.
- Tráiganme la cota azul,
- que me dio para ponerme
- la muy hermosa Cobaida,
- hija de Celín Hamete:
- Y decidle a mi señora,
- que salga, si verme quiere
- hacer muy cruel batalla
- con D. Manuel el valiente;
- que si ella me está mirando,
- mal no puede sucederme.
-
-
-
-
-CAPÍTULO IX.
-
-_En que se da cuenta de unas fiestas solemnes, y juego de sortija, que
-se hicieron en Granada, y como se iban encendiendo los bandos de los
-Zegríes y Abencerrajes._
-
-
-Ya sabía el valeroso y gallardo moro Abenámar, cómo el valiente
-Sarracino era aquel con quien había tenido la pendencia aquella noche
-en la plaza de palacio, y estaba muy enojado contra él, porque le había
-herido, e impidió su música; y mirando a los balcones, vio que hacía
-Galiana a Sarracino muchos favores, de lo cual sintió mucho dolor y
-pena, y procuró olvidar a la ingrata, visto que no admitía, ni se
-acordaba de lo que había hecho en Almería y Granada en su servicio.
-
-Y para ejecutar su propósito con todas veras, puso los ojos en la bella
-Fátima, que ya la habían traído a Granada, y estaba tan hermosa como
-de antes, y con tanta salud; y tenía mucha esperanza el moro galán que
-no le sería ingrata Fátima respecto de tener olvidado a Muza, por la
-certidumbre que tuvo de los amores que trataba con Daraja.
-
-El moro enamorado empezó a servirla con grandes demostraciones de
-amor. Fátima que vio las veras con que Abenámar la amaba, comenzó a
-favorecerle y amarle con grande amor, por ser muy galán, discreto y
-valiente.
-
-En este tiempo Daraja y Abenhamín Abencerraje estaban ya para casar,
-por lo cual el valeroso Muza había puesto los ojos en la hermosísima
-Celima, hermana de la bella Galiana; y no había caballero de estima que
-no tuviese puesto todo su amor en alguna dama de palacio, y así cada
-día había fiestas y regocijos en la corte.
-
-El valiente Audalá amaba a la hermosa Aja, y como era caballero
-Abencerraje, y muy preso de amor, por dar gusto a su dama, ordenaba y
-hacía muchas fiestas.
-
-El valiente Abenámar por vengarse de la linda Galiana y de Sarracino,
-suplicó al rey que se hiciese una fiesta el día de S. Juan de juego de
-cañas y de sortija, y que él quería ser mantenedor della.
-
-El rey era muy amigo de fiestas, y porque se regocijase toda la corte y
-se ejercitasen los caballeros, ordenó que se hiciesen, por el contento
-que todos tenían de que se hubiese escapado Malique Alabez de las manos
-de D. Manuel Ponce de León, que fue mucha ventura, y por la salud que
-ya tenía.
-
-Habida la licencia del rey, mandose pregonar por toda la ciudad el
-juego de cañas y sortija: que cualquiera caballero que quisiese correr
-tres lanzas con el mantenedor, que era Abenámar, que saliese a él, y
-trajese el retrato de su dama; que si fuese vencido el aventurero,
-había de perder el retrato que trajese; y si el mantenedor fuese
-rendido, llevase el vencedor el retrato de la dama del mantenedor, y
-una cadena de mil doblas.
-
-Todos los caballeros enamorados se holgaron del pregón en extremo, lo
-uno por mostrar el valor de sus personas, lo otro porque fuesen vistas
-las hermosuras de sus damas, con esperanza de ganar al mantenedor su
-dama y cadena.
-
-El valeroso Sarracino entendió el motivo de Abenámar, y holgose de
-ello, porque por aquella vía entendía dar a conocer a su señora Galiana
-el valor de su persona; y él y los caballeros amantes que pretendían
-correr sortija, hicieron retratar a sus damas, como mejor y más al
-natural pudieron, y con aquellos vestidos y ropas que más de ordinario
-acostumbraban traer, porque fuesen conocidas.
-
-Venido el día de S. Juan, fiesta tan celebrada de todas las naciones
-del mundo, todos los caballeros granadinos se adornaron de las mejores
-galas y joyas que pudieron, así los que eran del juego como los que no
-eran, salvo que los del juego se señalaban en las libreas.
-
-Saliéronse a la ribera del fresco Genil, hechas dos cuadrillas para el
-juego, la una de Zegríes, y la contraria de Abencerrajes: hízose otra
-cuadrilla de Almoradís y Venegas, y otra contraria de esta de Gomeles y
-Mazas, y al son de muchos instrumentos comenzaron el juego de cañas.
-
-La cuadrilla de los Abencerrajes iba de tela de oro y leonado, con
-labores muy costosas y diferentes, unos soles por divisas, y penachos
-encarnados. Los Zegríes salieron de verde, con tejidos de oro y
-estrellas sembradas por las vestiduras, y por divisas medias lunas. Los
-Almoradíes salieron de encarnado y morado, y muy ricamente aderezados.
-Los Mazas y Gomeles salieron de morado y pajizo.
-
-Era un caso de grande admiración el ver estas cuadrillas corriendo por
-la Vega de dos en dos, y de cuatro en cuatro, porque más parecía campo
-de batalla que caballeros de juego.
-
-El rey Chico estaba entre los caballeros con unas vestiduras de
-inestimable valor; andaba con ellos solo por evitar las ocasiones de
-pesadumbres que se podían ofrecer.
-
-La reina y todas las damas estaban mirando el juego desde las torres
-del Alhambra, admiradas de ver el gran concierto que tenían y la
-destreza de los jugadores.
-
-Los caballeros Abencerrajes y Almoradís fueron los que más se señalaron
-aquel día. El valeroso Muza, Abenámar y Sarracino hicieron cosas
-notables en el juego.
-
-Cuando el rey vio que andaba muy trabado el juego, y que se iban
-encendiendo los Abencerrajes y los Zegríes, temiendo no hubiese otra
-desgracia como la pasada, mandó cesase el juego; y luego fue obedecido,
-y empezaron un concertado caracol, y luego dieron muchas carreras, con
-lo cual concluyeron el juego de cañas.
-
-El gallardo y fuerte Abindarráez se señaló aquel día más que ninguno de
-los jugadores, porque estaba mirándole la hermosa Jarifa, su dama.
-
-La reina dijo a Jarifa:
-
---Por dichosa te puedes tener, por ser tu galán tan bizarro y valiente.
-
-Jarifa disimuló, encendiéndose el rostro de vergüenza que la dio de oír
-aquello.
-
-Fátima no apartaba los ojos de su Abenámar, por estar muy cautiva de
-su voluntad: Jarifa, entendiendo que miraba a su amado Abindarráez,
-porque se paseaban juntos los dos enamorados moros, le dijo a Fátima
-muy celosa:
-
---Muy grandes son las maravillas de amor, Fátima, hermana y amiga, que
-donde quiera que da, no puede estar encubierto, porque brota por los
-ojos, cuando la lengua calla: no me podrás negar, amiga, que tú estás
-tocada de pasión amorosa, pues realmente tu hermoso rostro da de ello
-clara señal, que solías estar como la rosa en su zarza, y ahora te veo
-triste y melancólica, y son todas las mudanzas evidentes señales que
-causa el incendio de la llama amorosa que en tu pecho labra: y si no me
-lo niegas, el causador de todo es el valeroso y gallardo Abindarráez,
-y así no me debes negar ni encubrir tu secreto, pues sabes cuán leal y
-verdadera amiga te soy.
-
-Fátima, que era muy astuta, sagaz y discreta, luego entendió el blanco
-donde tiraba el pensamiento de la hermosa Jarifa, porque ya sabía que
-trataba amores con Abindarráez, y no se lo quiso dar a entender, y
-disimulando, la respondió:
-
---Si las maravillas de amor son grandes, no han llegado a mi noticia
-sus efectos, ni de ellos experiencia tengo. El no tener mis colores
-como de antes, y estar melancólica, bien sabes que es la causa muy
-urgente, pues estas presentes fiestas me renuevan mi dolorosa llaga
-de las tristes pasadas, en las cuales fue muerto mi amado padre, como
-duran los comenzados bandos entre Zegríes y Abencerrajes; y en caso
-que de amor procedieran las causas que dices, te certifico que nunca
-por Abindarráez fuera, porque en el juego de cañas hay caballeros
-que son de tanto valor, esfuerzo y bondad como él, y en comprobación
-de mi verdad el día de la sortija se verán los retratos de las damas
-servidas, que los caballeros sus amantes sacan, y entonces echarás de
-ver si te he negado el punto de verdad.
-
-Con esto cesó la celosa conversación de las dos enamoradas damas, y
-levantando Fátima los ojos para ver la trabada escaramuza, vio entre
-los caballeros a su querido Abenámar, que hacía notables destrezas;
-conociole la rendida mora en un pendoncillo morado con una F de plata,
-encima una media luna de oro, armas y divisa de la bellísima Fátima.
-
-Habiendo escaramuceado el rey y los caballeros desde antes que el sol
-saliera, hasta las once del día, se tornaron a la ciudad por aprestar
-lo que cada uno había de sacar en el juego de sortija. Por este día de
-S. Juan, y fiesta que en él se hizo, que fue muy señalada y notable, se
-hizo aquel antiguo romance, que dice así:
-
- La mañana de S. Juan,
- al tiempo que alboreaba,
- grande fiesta hacen los moros
- por la vega de Granada.
- Revolviendo sus caballos,
- jugando van de las lanzas,
- ricos pendones en ellas,
- labrados por sus amadas.
- Ricas aljubas vestidas,
- de oro y seda labradas:
- el moro que amores tiene,
- allí bien se señalaba;
- Y el moro que no los tiene,
- de tenerlos procuraba:
- míranlos las damas moras
- desde torres del Alhambra,
- Entre las cuales había
- dos de amor muy lastimadas:
- la una se llama Jarifa,
- la otra Fátima se llama.
- Solían ser muy amigas,
- aunque ahora no se hablan.
- Jarifa llena de celos
- a Fátima le hablaba:
- ¡Ay, Fátima, hermana mía,
- cómo estás de amor tocada!
- solías tener colores,
- veo que ahora te faltan.
- Solías hablar de amores,
- ahora obras y callas;
- pero si lo quieres ver,
- asómate a esta ventana,
- Y verás a Abindarráez,
- y su gentileza y gala.
- Fátima como discreta,
- de esta manera le habla:
- No estoy tocada de amores,
- ni en mi vida los tratara;
- si se perdió mi color,
- tengo de ello justa causa
- Por la muerte de mi padre,
- que aquel Alabez matara;
- y si amores yo quisiera,
- está, hermana, confiada,
- Que allí veo caballeros
- en aquella vega llana,
- de quien pudiera servirme,
- y de ellos ser muy amada.
-
-Habiendo el rey y los demás caballeros ocupado los miradores de la
-plaza nueva, donde se había de hacer el juego de la sortija, vieron
-junto a la fuente de los Leones una rica y hermosa tienda de brocado
-verde, y junto a la tienda un alto aparador con un dosel de terciopelo
-verde, y en él puestas ricas joyas de oro, y en medio de ellas estaba
-asida una riquísima cadena, que valía mil doblas de oro, y aquesta era
-la cadena del premio, sin el retrato de la dama que con ella se ganaba.
-
-No quedaba en toda la ciudad hombre ni mujer que no viniese a ver
-aquella fiesta; y no faltaron tampoco en ella los moradores de los
-lugares vecinos.
-
-No tardó mucho espacio de tiempo, cuando se oyó muy dulce son de
-ministriles que salían por la calle del Zacatín; y la causa era que
-el valeroso Abenámar, mantenedor de aquella sortija, venía a tomar su
-puesto, y su entrada fue de esta manera: primeramente cuatro hermosas
-acémilas de recámara, todas cargadas de lanzas para la sortija, con sus
-reposteros de damasco verde, todos sembrados de muchas estrellas de
-oro, y pretales de cascabeles de plata, y cuerdas de seda verde.
-
-Estos fueron con hombres de a pie y de a caballo, sin detenerse hasta
-donde estaba la tienda del mantenedor, y allí junto fue armada otra muy
-ricamente aderezada de libreas verdes y rojas, con muchos sobrepuestos
-de plata, todos con plumas blancas y amarillas: venían quince de una
-parte, y quince de otra, y al fin de todos ellos, y enmedio, venía el
-animoso y valiente Abenámar con un vestido de brocado verde, labrado a
-muchísima costa, y marlota y capellar de inestimable valor y aprecio,
-y traía una yegua rodada; los paramentos y guarniciones de ella
-eran del mismo brocado verde, testera y penacho muy rico de verde y
-encarnado.
-
-Llevaba el gallardo mantenedor sembradas muchas estrellas de oro
-finísimo por todas las ropas y vestiduras, y en el lado izquierdo sobre
-el rico capellar un sol muy resplandeciente, con una letra que decía:
-
- Solo yo, sola mi dama;
- ella sola en hermosura,
- yo solo en tener ventura
- más que ninguno de fama.
-
-Esta misma letra se divulgaba por la plaza.
-
-Después del valiente Abenámar venía un rico carro triunfal, adornado de
-muchas señas; traía hechas en él seis gradas muy bien aderezadas, y por
-encima de la más alta grada había un arco triunfal de extraña hechura,
-y debajo de él una rica silla, y en ella sentado y puesto el retrato de
-la hermosa Fátima. Estaba tan perfecta, que si su original no estuviera
-con la reina, dijeran que era ella.
-
-Causaba espanto ver el adorno y gala del retrato, que no había dama que
-no la envidiase, ni caballero que no la pretendiese. Era el vestido
-turquesco, de muy extraña y vistosa hechura, la mitad pajizo y la otra
-mitad morado, y todo sembrado de estrellas de oro, y con muchos tejidos
-y recamados de oro.
-
-El tocado artificioso y galán, sus cabellos sueltos, como una madeja
-de oro de Arabia; sobre ellos una hermosa guirnalda de rosas blancas,
-y tejidas muy al natural; sobre su cabeza parecía el dios de Amor,
-niño y desnudo, con sus alas abiertas y plumas de mil colores, poniendo
-la guirnalda a la bella imagen; y a los pies de ella estaba el arco y
-aljaba de Cupido, como por despojos del rendido. De esta suerte iba el
-bello retrato de la hermosa Fátima, que agradaba mucho su vista a todos.
-
-El carro en que iba tiraban cuatro yeguas, más albas que la nevada
-sierra. Después del carro iban treinta caballeros de libreas verdes y
-encarnadas, con penachos de las mismas colores.
-
-De la forma dicha entró el bravo y valiente Abenámar, mantenedor de
-la justa, y al son de los ministriles y otros instrumentos músicos
-que llevaba, dio vuelta por la plaza nueva, pasando por debajo de
-los miradores del rey, quedando admirado él y los caballeros de la
-gallardía, invención y traza.
-
-Así como llegó el carro a los miradores de la reina, ella y las damas
-se admiraron de ver la belleza, adorno y galas de la efigie de la
-hermosísima Fátima, y cuán natural era a su señora.
-
-Fátima estuvo junto a la reina, y con ella Daraja, Sarracina, Galiana,
-Celima, Cobaida, y otras damas, cifra de la hermosura, y alegrándose de
-ver la invención que Abenámar traía, la dijeron:
-
---Por cierto, hermosa Fátima, que si como lleva la ventaja vuestro
-galán y defensor caballero a todos los demás en industria, cifra y
-galas, la lleva en defenderos, y alcanzar el premio de la victoria, que
-os podéis tener por la más dichosa y bien afortunada dama del mundo.
-
-Fátima, disimulando lo posible, respondió a las damas:
-
---No sé yo con qué intento ha hecho Abenámar lo presente; pero si bien
-advertís, son novelas de caballeros, y por esta vía querrían obligarme:
-no me da cuidado ninguno, ni es cosa que me toca; y poco se me da que
-me defienda o no.
-
---No sin misterio --dijo Jarifa-- el caballero Abenámar se ha puesto
-a hacer tal desafío a todos los caballeros enamorados, y a sacar tu
-retrato.
-
---Este motivo de Abenámar --respondió la hermosa Fátima-- él solo
-lo entiende, y cada uno hace y deshace a su gusto: si no, mira a
-Abindarráez, que por ti, y por lo que a él le está bien, tiene hechas
-cosas muy dignas de memoria.
-
---Lo de Abindarráez para conmigo --dijo Jarifa-- es cosa muy pública,
-y saben todos los de la corte que es mi amante; pero ahora lo de
-Abenámar nos parece a todas cosa muy nueva; y cierto que me pesaría si
-Abindarráez y Abenámar fueran competidores.
-
-Dijo Fátima:
-
---Y que lo sean, o no, ¿qué se te da a ti?
-
---Dame pena --respondió Jarifa-- que tu retrato, que hoy ha entrado con
-tanto adorno, viniese a mis manos.
-
---¿Pues por tan cierta tienes la victoria de parte de Abindarráez
---dijo Fátima-- que ya me tienes por tuya? Pues no tengas tanta
-confianza en tu amante caballero, que el que hizo un desafío general,
-ha hecho tantos gastos, y se ha esmerado tanto en la efigie, sabrá muy
-bien defender su partido, y al fin son casos de la fortuna, sujetos a
-ella.
-
-La reina que estaba oyendo las disputas de las damas, les dijo:
-
---¿De qué importancia es tratar cosas de que se saca poco fruto? Ambas
-sois iguales en hermosura, hoy veremos quién lleva la palma, y gloria:
-cese esa plática, y atiéndase al fin de la aventura.
-
-Con esto dieron fin a sus razones, y mirando a la plaza, vieron como
-Abenámar habiendo dado vuelta a toda ella, llegó a la tienda, y
-habiendo puesto su precioso carro junto del aparador, donde estaban
-muchas y muy ricas joyas, mandó poner el retrato de la hermosa Fátima
-al son de muchas dulzainas y ministriles, con que recibieron todos
-mucho gusto. Luego se apeó del caballo, y dándoselo a sus criados, se
-sentó a la puerta de su tienda en una muy rica silla, aguardando que
-entrase algún caballero aventurero. Todos los caballeros que habían
-acompañado al esforzado Abenámar, se pusieron a una parte, haciendo
-todos una larga y vistosa carrera.
-
-Estando ya los jueces puestos en un tablado, en lugar y en parte que
-pudiesen muy bien ver correr las lanzas, aguardaban todos que entrase
-algún aventurero. Los jueces eran dos caballeros Zegríes muy honrados,
-dos Gomeles y un Abencerraje llamado Abenámar. Este era alguacil mayor
-de Granada, oficio y cargo que no se daba sino a caballeros de gran
-cuenta y valor.
-
-No tardó mucho de oírse un grande ruido de música de añafiles y
-trompetas, y mirando hacia la calle de los Gomeles, vieron desembocar
-por ella una bizarra cuadrilla de caballeros, con librea de damasco
-encarnado y blanco. Los penachos y plumas eran blancas y encarnadas.
-
-Pasada la cuadrilla, iba un caballero en un caballo tordillo, vestido
-a lo turquesco, paramentos y cimeras de brocado encarnado, con todas
-las bordaduras de oro, y penacho de las mismas colores. La marlota y
-capellar sembrada toda de mucha pedrería de inestimable valor.
-
-Así como lo vieron, fue de todos conocido que era el fuerte y bravo
-Sarracino.
-
-Tras él venía un carro labrado a mucha costa, encima del cual se hacían
-arcos triunfales de extraño artificio, en los cuales estaban pintados
-los asaltos y escaramuzas, que habían pasado entre moros y cristianos
-en la vega de Granada, entre las cuales estaba la batalla tan reñida
-que pasó entre el valiente y valeroso mancebo Garcilaso de la Vega, y
-Audalá, moro de gran fama, sobre el AVE MARÍA, que llevaba escrita en
-la cola del caballo: tan naturales parecían en la pintura, que era cosa
-muy peregrina.
-
-Debajo de los cuatro arcos triunfales le hacía un trono en redondo, que
-por todas partes se podía bien ver era de blanco y finísimo alabastro,
-y en él entretalladas muchas y diferentes labores. Iba puesta encima
-del trono una imagen muy hermosa, vestida de brocado azul, con muchos
-recamados de oro; todo ello de mucho precio y estima. A los pies de
-la bella imagen muchos militares despojos y trofeos, y el Niño Amor
-vencido y arrodillado ante ella, quebrando su arco y rota su aljaba,
-tirando la imagen a todas partes las saetas, y denotando que a todos
-hería de amores.
-
-El bravo Sarracino llevaba una divisa de un mar, y en ella un peñasco
-combatido de muchas ondas, y una letra que decía:
-
- Tan firme está mi fe como la roca,
- Aunque el viento y el mar siempre la toca.
-
-Esta letra se extendía por toda la plaza, para que a todos fuese
-manifiesta.
-
-Así entró el valeroso Sarracino con su carro, no menos rico y costoso
-que el del mantenedor Abenámar, al cual carro tiraban cuatro caballos
-bayos, muy briosos y ricamente enjaezados: y así con solemne música dio
-vuelta el bravo Sarracino a la plaza, dando a todos los que le miraban
-muy gran contento.
-
-Luego conocieron todos el retrato, que era de la bellísima Galiana.
-Decía todo el vulgo: «Bravo competidor tiene el mantenedor.»
-
-La reina, admirada de la singular destreza del artífice que retrató
-aquel bello trasunto, y cuán natural estaba con su original, se volvió
-a Galiana, y la dijo admirada:
-
---Secreto estaba este negocio para conmigo, no me podrás negar ahora de
-tus amores: bizarro y galán caballero has escogido. No le faltaba nada
-de esto a Abenámar, pero en este caso no hay que disputar por ser de tu
-gusto.
-
-Galiana disimulando calló. El rey dijo a los caballeros:
-
---No es posible sino que hoy hemos de ver cosas dignas de memoria,
-porque el mantenedor es muy esforzado y los aventureros valerosos, que
-cada uno ha de procurar alcanzar la victoria, por defender su dama, y
-por ganar el premio del contrario.
-
-Y mirando hacia Sarracino, vieron como después de haber dado la vuelta
-por la plaza, mandó arrimar su carro a un lado de ella, y paseándose se
-fue a la tienda del mantenedor, y le dijo:
-
---Caballero, ya sabrás a qué es mi venida, y te prometo que cada
-instante se me hace un siglo hasta correr las tres lanzas puestas;
-porque entiendo por muy cierto que ha de gozar mi adorada dama el
-retrato de la tuya y la estimada cadena. Si mi desgraciada suerte
-tuviere ordenado que pierda el retrato de mi señora, llevarás junto con
-él esta preciosa manga, labrada por mi dama, la cual tiene de valor
-cuatro mil doblas.
-
-Era así que tenía aquel valor, porque estaban bordados todos los
-extremos de alfójar, perlas y pedrería, y por ella se dijo este
-
-ROMANCE.
-
- En el cuarto de Comares
- está la hermosa Galiana,
- con estudio y gran destreza,
- labrando una rica manga
- Para el fuerte Sarracino,
- que por ella juega cañas:
- la manga es de gran valor,
- que precio no se le halla.
- De alfójar y perlas finas
- la manga iba esmaltada,
- con muchos recamos de oro,
- y lazos finos de plata;
- De esmeraldas, y rubíes
- por todas partes sembrada.
- Muy contento vive el moro,
- con el favor de tal dama;
- La tiene en el corazón,
- y la adora con el alma:
- si el moro mucho la quiere,
- ella mucho más le ama;
- Pues si el moro es de tal suerte,
- bien merece Galiana,
- que era la mora más bella,
- que en muchas partes se hallaba.
- Muchos moros la sirvieron,
- nadie pudo conquistarla,
- sino el fuerte Sarracino,
- que ella de él se enamoraba,
- Y por sus tiernos amores
- dejara los de Abenámar:
- contentos viven los dos
- con colmadas esperanzas,
- Que se casarán muy presto
- con regocijo y con zambra;
- porque entiende el rey en ello;
- y tiene ya la palabra
- Del alcaide de Almería,
- que es padre de Galiana;
- y así en Granada se dice,
- que se casarán sin falta.
-
-Finalmente, la manga no tenía precio su valor, y el fuerte Sarracino
-confiado en su gallardía y destreza, quiso poner la manga en ventura de
-perderla, no considerando el bravo competidor que tenía delante.
-
-El cual, así como oyó hablar a Sarracino, dijo que aquel era el premio
-del vencedor, corriendo tres lanzas mejores que el contrario; y si lo
-vencían perdía su fama y joyas.
-
-Y diciendo esto, pidió que le diesen un caballo de ocho que tenía
-enjaezados, como se ha dicho, y tomando una gruesa lanza de sortija,
-se fue paseando por la carrera con tal donaire y brío, que a todos los
-que le miraban les daba gran contento.
-
-Y viendo la bizarría que tenía, dijo el rey a los caballeros:
-
---No se niegue el buen parecer y postura que tiene Abenámar a caballo:
-Sarracino también es buen caballero, y hoy veremos quién lleva la palma
-del vencimiento.
-
-A la sazón llegó al cabo de la carrera Abenámar, y haciéndole dar a su
-caballo una vuelta en el aire, dio un brinco muy alto, y luego salió
-como un rayo, y en medio de la carrera tendió su lanza con un donaire
-gracioso, y llegando a la sortija, dio por el extremo de arriba, y por
-muy poco no se llevó la sortija en la punta de la lanza; y no valía
-nada la que no se llevaba la sortija dentro del hierro, ni se podía
-ganar el premio si no era de esta manera.
-
-Y deteniéndose miró a ver la suerte que haría el venturoso Sarracino,
-el cual estaba muy confuso y descontento, habiendo visto el golpe que
-había hecho el valeroso Abenámar, y mostrando buen ánimo, confiado en
-su mucha destreza, tomó una lanza, y poniéndose en la carrera arrancó
-con tanta velocidad, como si fuera una bala despedida de una culebrina
-por la gran violencia de la encendida pólvora, y tendiendo la lanza la
-llevó tan seguida, que la metió por medio de la sortija, y se la llevó
-dentro de la lanza.
-
-Toda la gente que estaba mirando la justa dieron muy grandes voces,
-diciendo:
-
---Abenámar ha perdido; su retrato y cadena la ha ganado el vencedor
-Sarracino, porque la fortuna le ha sido muy favorable, y está de su
-parte la victoria.
-
-Cuán ufano quedó Sarracino con la algazara que levantaron todos, no se
-puede encarecer, porque ya se consideraba poseedor de los premios del
-vencido; y así dijo, que le entregara el retrato y la cadena, pues la
-había ganado.
-
-Mas el valeroso Muza, que era padrino del mantenedor Abenámar, replicó
-que no había ganado, porque eran tres lanzas las que habían de correr,
-y faltaban las dos. El padrino de Sarracino, que era un caballero
-Azarque, dijo que era ganado el premio con aquella lanza; y todos
-daban voces, cada uno alegando su derecho.
-
-Los jueces mandaron que callasen, que ellos lo determinarían, y fue
-determinado que no había ganado Sarracino, atento que le faltaban dos
-lanzas que correr.
-
-Sarracino estaba ardiendo en viva cólera, porque no le daban los
-premios ya ganados por la voz del pueblo, y más se encolerizó cuando
-sentenciaron que aún no había ganado. No estaba con menos cólera
-Abenámar que Sarracino, por haber perdido la primera lanza, y porque el
-vulgo le había dado el lauro a Sarracino.
-
-Quien en estos debates mirara a Galiana, viera en su rostro una mudanza
-extrañísima de alegría que tenía por la desgraciada suerte que había
-tenido en la primera lanza el valiente Abenámar; y lo contrario se
-viera en Fátima por la buena suerte de Sarracino, aunque con discreción
-disimulaba su pena, pero no tanto que no se sintiese.
-
-Y Jarifa, como dama en quien había tanta discreción, le dijo a Fátima:
-
---Amiga, mal le va a vuestro caballero y galán Abenámar: si así es
-hasta el fin, no le arriendo la ganancia.
-
---No tengo cuenta con eso --respondió Fátima--; pero si ahora le ha ido
-mal, podrá ser que le vaya bien después, y tanto que te pese, lo cual
-veremos al fin.
-
---Bien dices --dijo la hermosa Jarifa--, y eso aguardo; pero cree que
-los buenos principios siempre traen buenos fines.
-
---Eso niego --dijo Fátima--, y espero que me dirás que tengo razón,
-por este símil. Bien has visto y oído que un enamorado galán, en las
-primicias de sus amores, sirve a su dama con gran cuidado, siendo
-puntual en darla gusto, en regalarla, en darla músicas, en rondarle
-la casa, y en idolatrarla. Hácele mil promesas, que mientras más
-fuere, más la servirá y querrá, y que tan imposible será el dejar de
-quererla, como dejar el sol de calentar en el estío, y querer arrebatar
-con la mano la luciente luna de su lugar, y otros muchos imposibles
-que dicen, y sobre todo, el casarse con ella, todo con motivo y
-fundamento de gozar la dama a quien desea. La inocente, obligada con
-obras y promesas, entrégale su libertad, y viene en su deseo y gózala.
-¿Aquestos son buenos principios, Jarifa?
-
-Ella respondió:
-
---Sí.
-
-Dijo Fátima:
-
---Pues apenas ha gozado la rendida dama el fraudulento amante, cuando,
-porque pasando un caballero por su casa le quitó el bonete por
-cortesía, dicen luego que es su galán, y que no se admiran, que quién
-entregó su honor a él, lo entregará a muchos; no queriendo admitir el
-perverso y fementido amante, que debajo de sus promesas y juramentos
-se le rindió la desdichada dama. Mira, Jarifa, cuánta es la malicia de
-los que esto usan, y traen por flor, que por solo que le dio algún rayo
-del sol en su balcón, desisten de la amistad de la recogida dama, y
-la dejan burlada, presa de amor, y deshonrada, por cuya causa viene a
-tener desastrado fin. ¿Son estos buenos fines?
-
---No por cierto --dijo Jarifa--, y confieso ser así lo que dices, y
-así pasa hoy en el mundo, y yo conozco algunas señoras pobres, cuya
-hermosura han gozado algunos caballeros, y solo por ser pobres las
-han dejado, y están arrinconadas y perdidas para siempre; por lo que
-debemos las doncellas escarmentar en cabeza ajena, y no creer a nadie
-de ligero, sino ir con el gusto de nuestros padres. Y si te parece
-miremos a los competidores.
-
-Y mirándolos, vieron como Abenámar tomó otro caballo y lanza, y aunque
-disimuló, ardiendo en cólera por la mala suerte pasada, arrancó a toda
-furia, y tendiendo la lanza la llevó derecha como una bala, y pasando
-por la sortija como un pensamiento, se la llevó dentro de la lanza.
-
-La gente dio gran gritería diciendo:
-
---El mantenedor va victorioso.
-
-Sarracino dio la carrera con muy gran desenfado y gallardía, y
-enristrando su lanza con cuidado, tocó un lado de la sortija, y no hizo
-efecto ninguno.
-
-Abenámar dijo a Sarracino:
-
---Caballero, otra carrera nos queda para que concluyamos nuestro
-pleito; concluyámoslo luego.
-
-Y diciendo esto pidió una lanza, y en dándosela se fue poco a poco,
-y puesto en la carrera, la dio con la lanza tan bien puesta, que
-embocándola por la sortija, se la llevó dentro.
-
-Entonces fueron las voces de toda la gente más levantadas de punto,
-diciendo:
-
---Ganado ha el mantenedor sin duda; suyo es el retrato hermoso de
-Galiana y la rica manga.
-
-Bien se aparecía en Galiana el sentimiento que en su alma había, por la
-poca esperanza que tenía de que su enamorado Sarracino ganase. El cual
-se puso en la carrera, y al llegar a la sortija dio con la punta de la
-lanza en un extremo, que con el gran movimiento cayó en el suelo.
-
-En parando el caballo del animoso Sarracino, fue llamado por los
-jueces, y le dijeron que había perdido el retrato de su dama y la rica
-manga. El moro respondió:
-
---Si ahora en juego he perdido, en escaramuzas sangrientas ganaré.
-
-Abenámar, que con él estaba picado por lo que ya hemos dicho, respondió
-que si por vía de escaramuza entendía cobrar algo de lo perdido, que le
-avisase si quería luego cobrarlo, o que se quedase para cuando hubiese
-ocasión, que él le cumpliría de justicia a medida de su deseo.
-
-Los jueces y padrinos los apaciguaron, y no consintieron que se tratase
-más en aquel caso. Sarracino salió de la plaza junto con los caballeros
-que le acompañaron. Abenámar mandó poner los ricos despojos a los pies
-de Fátima, su señora, sonando al ponerlos muchos instrumentos músicos.
-
-El gozo y alegría que sintió la discreta y hermosa Fátima fue grande,
-por la alcanzada victoria; y más cuando vio a los pies de su retrato
-trofeos tan ricos y estimados.
-
-Mas todo este regocijo lo celebraba entre sí, por disimular el mucho
-amor que tenía a su querido Abenámar, porque ella no quería que con
-demasiada certidumbre supiesen lo que sospechaban; en lo cual era muy
-diferente en el gusto que las otras damas de palacio, que se holgaban
-siempre de que sus negocios se supieran.
-
-
-
-
-CAPÍTULO X.
-
-_Que declara el fin que tuvo el juego de la sortija, y el desafío que
-hubo entre el moro Albayaldos y el maestre de Calatrava._
-
-
-Ya se ha dicho como Sarracino salió de la plaza lleno de coraje por
-haber tenido tan mal suceso en el juego de la sortija; y lo que más
-sentía, era haber perdido el hermoso retrato de su señora.
-
-Entrando en su casa se despidieron de él todos los caballeros que le
-habían acompañado, y él muy airoso se despidió de todos, y se apeó
-del caballo, se quitó la cimera y plumas, y toda la librea, y con
-iracunda cólera dio con todo en el suelo; y se subió a un aposento, y
-recostándose en su cama empezó a quejarse de su corta ventura, y contra
-sí decía:
-
---¿Di, bajo caballero, ruin y de poco valor, qué cuenta darás a tu
-señora Galiana de su hermoso retrato y rica manga, perdido todo por tu
-poco esfuerzo y destreza? ¿Con qué rostro, di, osarás parecer en su
-presencia? ¡Oh Mahoma traidor, porfiado y engañador! En el tiempo que
-habías de favorecer mis esperanzas me faltaste. Di, enemigo falso, ¿no
-te acuerdas que te prometí hacer toda tu efigie de oro, y de quemar en
-tu mezquita gran cantidad de incienso si me dabas victoria este día?
-¿Pues por qué me la negaste? Pero bien entiendo de cierto que no tienes
-ningún poder. Mas, vive Alá, que por vengarme de ti me tengo de tornar
-cristiano, y he de seguir aquella santa ley, y dejar tu falsa secta,
-que por aquí se salvará mi alma perdida.
-
-Estas y otras muchas cosas decía Sarracino, consolándose con su buen
-propósito.
-
-Galiana sintió mucho la desgraciada suerte de su querido amante, y se
-le echaba bien de ver, pero con su discreción lo disimulaba, hablando
-con la reina y las damas, las cuales la consolaban diciendo que no
-porque su amante hubiese perdido su retrato, quedaba cautiva; que se
-riese de todo.
-
---Ninguna pena tengo de eso --dijo Galiana--, porque son aventuras de
-caballeros.
-
-Y aunque decía esto, tenía en su alma una mortal envidia, y entre sí
-decía: «¡Ay, Abenámar victorioso, y cómo ahora te vengarás a gusto
-en mi retrato de la ingratitud que contigo usé, y cuán vana y gozosa
-estará tu dama con los vencidos despojos!» Celima la consolaba de
-secreto, diciéndola que no diese nota de sí con extremos, porque no
-fuese sentida de la reina y de sus damas. Galiana disimuló cuanto pudo
-su dolor y pena, y procuró desecharla.
-
-Estando en esto, se oyó un ruido por toda la plaza, y mirándola toda,
-vieron que entraba por la calle de Elvira una gran serpiente, echando
-de sí mucho fuego; tras ella venían treinta caballeros ricamente
-vestidos de una librea blanca y morada, con penachos de la misma color
-ellos y sus caballos.
-
-En medio de todos venía un caballo sin jinete, con cubiertas y
-guarniciones de brocado morado y blanco; también venía una sonorosa
-música de ministriles y dulzainas.
-
-La serpiente dio una vuelta a toda la plaza, y enfrente de los
-miradores del rey y de la reina, y de los caballeros y damas, se paró,
-echando por la boca y oídos muchísimo fuego.
-
-Era grande el estrépito que hacían los cohetes y ruedas con invenciones
-de fuego, que por la boca salían; y con el artificio que tenía la
-sierpe mediante el fuego que la quemó toda, se abrió por medio, y
-pareció un caballero vestido de brocado morado y blanco, con muchos
-recamados de oro; el penacho era de plumas blancas y moradas.
-
-Con él estaban cuatro salvajes muy al natural, los cuales tenían una
-rica silla guarnecida de terciopelo morado, y la clavazón de oro, en la
-cual estaba el retrato de la hermosa Jarifa, que fue luego conocido, y
-el caballero ser Abindarráez.
-
-El retrato estaba vestido de brocado blanco y morado, de luceros de
-oro, las orlas bordadas de oro y plata, con un tocado vistoso. Estaba
-tan natural el retrato, que era muy semejante al original.
-
-El rey y la reina, y todas las damas miraron a Jarifa, que con una
-honesta vergüenza se encendió el rostro, lo que aumentó su hermosura, y
-la reina la dijo:
-
---Llegado ha, Jarifa, la hora en que se ha de ver el esfuerzo de
-vuestro amante, y si alcanza victoria del vencedor Abenámar.
-
---Haga la fortuna lo que quisiere --dijo Jarifa--, que tan buen rostro
-haré a lo uno como a lo otro.
-
-Y con esto cesaron, por ver lo que haría el valiente Abencerraje.
-
-El caballero pidió luego su caballo, y traído subió en él, y fue dando
-vuelta a la plaza, acompañado de sus caballeros, llevando en medio a
-los salvajes que llevaban la silla, y en ella el retrato de la hermosa
-Jarifa, que a todos admiraba su hermosura y maravilloso adorno; y en
-llegando adonde estaba el invencible Abenámar, se arrimaron los cuatro
-salvajes a los dos carros triunfantes que estaban junto al aparador
-de las joyas preciosas y ricas, y levantando estos la rica silla en
-una parte muy alta, la pusieron sobre sus hombros, porque el hermoso y
-bello retrato fuese bien visto de todas.
-
-El valiente y esforzado Abindarráez se llegó al fuerte mantenedor, y le
-dijo:
-
---Vencedor caballero, ¿sois servido que corramos tres lanzas con las
-condiciones que están dichas?
-
-El valiente y esforzado Abenámar le dijo:
-
---Para eso estoy aquí.
-
-Y tomando al instante una lanza, lozaneando su caballo se puso enfrente
-de la carrera, y corrió tan bien, que llevó la sortija dentro de la
-lanza, y volviéndose, la mandó poner en su mismo lugar.
-
-No se espantó ni admiró Abindarráez de aquello, antes cobró un nuevo
-ánimo, y puesto en la carrera, fue tal y tan seguida su lanza, que en
-el hierro de ella quedó metida la sortija. La gente toda movió gran
-ruido y vocería; mas luego se puso en silencio por ver el fin de las
-otras dos lanzas.
-
-El mantenedor muy enojado por el buen suceso de su contrario, tornó
-a la carrera, y fue con tal brío y tan buen pulso en la mano, que se
-llevó segunda vez la sortija en la lanza. El bravo Abindarráez hizo lo
-mismo en la segunda carrera.
-
-Levantose gran gritería, y todos decían:
-
---No hay ventaja del mantenedor al aventurero; iguales son en todo.
-
-Grandes eran los temores de las hermosas moras Fátima y Jarifa, por no
-saber quién había de ser el vencido, estando su buena o mala suerte en
-la lanza que faltaba, aunque ambas estaban confiadas en el esfuerzo y
-valor de sus amantes.
-
-El animoso Abenámar tomó otra lanza, y con mucho donaire se volvió a
-llevar la sortija con no poco contento suyo y de su señora Fátima, la
-cual habiendo visto el buen suceso y ventura de su amante, no cabía
-de contento; y mirando a Jarifa, la vio robado el color hermoso de su
-rostro, y viéndola así, dijo Fátima:
-
---Hermana Jarifa, mal has cumplido la palabra que dijiste a la reina mi
-señora, pues si te acuerdas, diciéndote que era llegado el tiempo en
-que se había de ver el esfuerzo de tu caballero en alcanzar victoria,
-respondiste que tan buen rostro harías a lo uno, como a lo otro: ¿cómo
-tan presto te se mudan los colores? Consuélate, que será posible le
-suceda bien en la lanza venidera.
-
---En duda pongo eso --dijo la reina--, y a maravilla tendré que
-Abindarráez lleve la sortija.
-
-Y mirando, vieron cómo partió, y dio al soslayo la lanza en la sortija.
-Luego se oyó acordada música del mantenedor en señal del vencimiento.
-
-Llamaron a Abindarráez los jueces, y le dijeron que ya sabía como había
-perdido, que entregase el retrato al vencedor. Él dijo:
-
---Pues si es así, entréguese en él, que bien sé que hoy le favorece la
-fortuna y a mí me ha sido adversa; y lo que me consuela es que ha sido
-mi pérdida en juego, no en escaramuza ni pelea.
-
-Mas aunque decía esto Abindarráez, le quedaba otra cosa en su pecho,
-que no quisiera haber perdido el retrato de Jarifa por cuanto había
-en el mundo. Luego se puso el retrato de Jarifa a los pies de Fátima,
-sonando la música del mantenedor.
-
-La reina, viendo poner el retrato, dijo a la hermosa Jarifa:
-
---¿Estás satisfecha que el retrato de Fátima no vendría a tus manos?
-¿No te decía yo, que no hablases de confianza? Pues mira tu retrato
-a los pies de Fátima. ¿No sabes que Abenámar es uno de los buenos
-caballeros de la corte, y que Abindarráez ni algún otro caballero no le
-llevarán ventaja? Y si no atiende, y verás cómo no han de ser solos los
-retratos que ahora están rendidos.
-
---Basta --dijo Jarifa--, que la ventura de Abindarráez ha sido corta
-en esto, y consuélome con que en otras ocasiones ha sido muchas veces
-victorioso.
-
-Abindarráez se salió de la plaza, llevando consigo todos los de su
-guarda, y a los cuatro salvajes; y antes que saliese le mandaron llamar
-los jueces para darle joya por galán y buena invención, y vuelto, uno
-de los jueces, que fue Abencerraje, descolgó dos ajorcas de oro, de
-precio de doscientos ducados, y se las dio.
-
-Abindarráez las tomó con mucha alegría, y las puso en la punta de la
-lanza al son de sus músicos, y fue bien acompañado a los miradores de
-la reina, y haciendo la debida reverencia, rindió la lanza hasta donde
-estaba su señora Jarifa, y la dijo:
-
---Dama hermosa, teniendo presente el original, no me da mucha pena la
-ausencia del referido retrato: yo hice lo posible, la fortuna me fue
-contraria, y esto no porque en vuestra hermosura haya defecto, sino en
-ser juego, no en fuerzas. De invención y de galán se me dio esta joya;
-sed servida de recibirla, aunque no sirva sino de memoria de que no os
-defendí como debiera.
-
-Jarifa, riéndose, tomó las ajorcas y le dijo:
-
---Con esto me consuelo, porque lo habéis ganado por galán, y por
-invención mejor; y pues se perdió el retrato, me alegro de que cayó en
-tales manos, que le tratarán como quien son.
-
-Fátima quisiera responder, y no pudo, porque entró en la plaza una
-grande peña, tan natural como si fuera quitada de una sierra, cubierta
-de muchas y diversas yerbas y flores, y dentro sonaba gran suavidad de
-música.
-
-Al derredor de la peña venían doce caballeros de librea de brocado
-pardo, con grandes cuchilladas, y por ellas se aparecía un forro de
-brocado verde, que lucía y campeaba mucho por la ropa parda y oscura.
-Los extremos de las cuchilladas estaban tomados con lazadas de oro con
-unos ramillos a modo de caracol. Las sobreseñales, penachos y testera
-eran de plumas verdes y pardas.
-
-Atentos estuvieron todos en la peña, por ver el fin de la aventura,
-la cual en confrontando con los miradores del rey y de la reina, se
-detuvo, y vieron cómo se apeó del caballo uno de los doce caballeros, y
-era el más galán, y más bien dispuesto de todos; y luego fue conocido
-que era el valeroso Reduán, y se holgaron mucho los que le miraban,
-viendo su buen talle, gracia y disposición; y mirando lo que haría,
-vieron que echó mano a un alfanje damasquino, y embistiendo con la
-peña, la daba grandes golpes; y en la parte que daba abrió una terrible
-y espantosa boca, y por ella salían muchas bombas de fuego, y tanto,
-que le convino retirar a su caballo, porque era el incendio mucho.
-
-Y siendo ya consumido el fuego, por la boca donde salía brotó cuatro
-demonios muy ferocísimos, cada uno con una honda de fuego en la mano, y
-todos con mucho ánimo embistieron con el esforzado Reduán; pero el buen
-caballero peleó con ellos con mucho valor, de suerte que los encerró en
-la peña.
-
-No bien hubieron entrado, cuando salieron cuatro salvajes con unas
-mazas en sus manos, y comenzaron a pelear con Reduán, y él con ellos, y
-en un instante fueron vencidos los salvajes, y entrolos por fuerza en
-la peña, y Reduán con ellos.
-
-En entrando dentro fue cerrada la boca de la peña; luego se oyó
-mucho ruido y estruendo de pelea; y en cesando oyeron una música tan
-agradable y suave, que se suspendieron los sentidos de los oyentes a la
-dulce armonía.
-
-No tardó mucho en abrirse la boca de la peña, y por ella salió el
-vencedor Reduán con los cuatro salvajes, los cuales traían un arco
-de oro, tan industrioso, que admiraba, y talladas muchas historias
-antiguas y modernas, y debajo del arco puesta una silla de marfil, y
-en ella sentado un retrato de una bellísima dama, vestida de brocado
-azul, forrado todo de tela naranjada. El tocado era curioso, puesto a
-lo greciano.
-
-Fue muy notado el artificio de todos, y más la suma belleza del
-retrato; y fue conocido que era Lindaraja, dama Abencerraje, cuya
-hermosura pudiera competir con la de las tres diosas de la discordia de
-la manzana, y sin duda que Paris sentenciara en su favor.
-
-Tras del retrato venían todos los músicos tañendo y cantando
-dulcemente, y luego venían los demonios atados en una cadena. Fue una
-cosa que a todos puso grande admiración.
-
-Habiendo salido toda esta compañía de la peña, comenzó a disparar de
-sí mucho fuego, con el cual fue toda consumida: luego se le dio un
-fuerte caballo a Reduán, y con ligereza subió en él; y dando vuelta a
-la plaza, hizo su acatamiento al rey, a la reina y a las damas, y en
-llegando a la tienda del mantenedor le dijo:
-
---Aunque la condición puesta es de correr tres lanzas, si sois servido
-corramos solo una, y en esa se concluya el premio de las tres.
-
---Si es ese vuestro gusto, dijo Abenámar, yo soy contento de dároslo.
-
-Y dicho esto tomó una buena lanza, y paseándose se puso en la carrera,
-y partiendo como una saeta, dio un bote de lanza en el extremo de la
-sortija, por la parte de arriba en derecho, que aunque no se la llevó,
-fue muy buena suerte, y dificultosa de ganar.
-
-Volvió paseándose a su tienda, para desde allí ver la suerte que hacía
-su contrario, el cual tenía ya una muy gruesa lanza, y estaba en la
-carrera, y diola con gallardo aire y brío, y al dar el golpe fue más
-galán que venturoso, porque erró la sortija y fue por alto la lanza; y
-pesándole mucho por haberle salido su pensamiento tan incierto, volvió
-diciendo:
-
---Tan desgraciado soy en lo uno como en lo otro.
-
-Los jueces le dijeron:
-
---Perdido habéis, caballero, mas por vuestra extremada invención y
-mucha gala, llevaréis premio.
-
-Fuéronle dadas unas arracadas turquescas de oro de Arabia, de valor de
-doscientas doblas por la mucha hechura que tenían.
-
-El arco triunfal de cuatro partes hecho, y la silla con el retrato de
-Lindaraja, fue puesto a los pies del triunfante y victorioso retrato
-de la hermosa Fátima, que no poco alegre y contenta estaba con la
-buena ventura que su caballero había tenido, y muy envidiosas Jarifa y
-Galiana en ver tantos trofeos a los pies de la efigie de Fátima.
-
-El gallardo y animoso Reduán tomó las arracadas con disimulación de su
-tristeza, y poniéndolas en la punta de la lanza, siendo acompañado de
-muchos caballeros y música, las llevaron a los miradores de las damas
-donde estaba la hermosa Lindaraja, y alargando la lanza le dijo:
-
---Servíos, señora, de recibir este pequeño don, aunque me cuesta caro;
-pero no mirando mi poca suerte en lo que toca al juego de sortija, sino
-al grande deseo que tuve de haceros triunfadora de todos los despojos:
-mas la fortuna está hoy de parte de Abenámar, y así no soy culpado.
-Recibid, bella señora, las joyas por oprobio mío, para que cada vez que
-yo las vea en vuestro poder, traiga a la memoria cuán mal os defendí.
-
---Uso es de damas --respondió la discreta Lindaraja--por cortesía
-recibir lo que se les da, y por ser costumbre por eso las recibo; pero
-sabe, caballero, que me ha pesado que sin mi consentimiento hayáis
-sacado mi retrato; y pues que no hubo voluntad mía, no tengo por
-pérdida la vuestra, ni reconozco ventaja a la Zegrí Fátima, porque soy
-Lindaraja Abencerraje.
-
-Y diciendo esto tomó las joyas de la punta de la lanza, haciendo la
-debida cortesía a su galán.
-
-Bien quisiera replicar Reduán, y poder responder a su señora; pero
-hubo mucho alboroto, porque vieron entrar una galera, que parecía ir
-navegando con el trinquete.
-
-La chusma iba bogando, y parecían dividirse en cuatro cuarteles,
-vestidos de colores, uno de damasco verde, otro de morado y otro de
-azul. La palamenta, árboles y entenas iban doradas, la proa hecha de
-plata con sus barandillas torneadas, muy curiosamente obradas.
-
-Traía tres fanales de oro, el espolón era de plata, las velas de
-brocado blanco con fleco de oro y seda, y muchos gallardetes, flámulas
-y barandillas de diferentes colores. La divisa de la galera era
-un salvaje desquijarando un león, divisa antigua de los valientes
-Abencerrajes. Los marineros y proeles venían vestidos de rico damasco,
-tejidos y guarniciones de finísimo oro. Las jarcias eran de seda
-morada.
-
-Traían curiosamente hecho en el espolón un mundo de cristal, y en
-círculo una faja de oro y unas letras que decían: _Todo es poco_;
-bravo blasón, y solo digno del grande Alejandro o de César, aunque
-les vino notable daño al linaje de los Abencerrajes, del cual venían
-treinta caballeros mancebos dentro de la galera con libreas de brocado
-encarnado y blanco, con recamos y tejidos de oro.
-
-El capitán era un caballero llamado Abin-Hamete, vestido de trajes muy
-ricos. Venía arrimado al estanterol, el cual era de oro de martillo.
-
-De esta manera entró la bizarra galera en la plaza, y llegando
-enfrente de los miradores reales disparó el cañón de la crujía y todas
-las demás piezas con tal violencia que parecía estar batiendo los
-miradores. Acabadas de disparar las piezas, comenzaron cien arcabuceros
-a escaramucear unos con otros, que parecía ser batalla formal.
-
-Al disparar la galera su artillería, respondió con la suya la Alhambra
-y Torres-Bermejas. Era tanta la artillería y arcabucería, que parecía
-batirse la ciudad; y admirados todos de la brava y costosa invención,
-decían que no se había hecho tal entrada como aquella.
-
-De mortal rabia y envidia ardían los Zegríes y Gomeles en ver que los
-Abencerrajes hubiesen hecho semejante grandeza como la de la galera, y
-con insaciable envidia dijo un Zegrí al rey:
-
---No puedo entender donde han de llegar los pensamientos de estos
-Abencerrajes y sus pretensiones, que tan encumbradas van, que en
-cierta manera oscurecen las obras y hechos de vuestra alteza y de sus
-antecesores.
-
---No tenéis razón --dijo el rey--, que más temido y estimado es un rey
-teniendo caballeros de esfuerzo y valor en su corte y en su servicio,
-que no teniendo caballeros de poca cuenta. Los caballeros Abencerrajes,
-como son descendientes de reyes, son valerosos, y procuran extremarse
-en todas las cosas que hacen, y a mí me parece bien.
-
---Bueno fuera --dijo un caballero de los Gomeles-- si sus cosas fueran
-enderezadas a un llano y buen fin, pero pasan por muy alto sus altivos
-pensamientos.
-
---Hasta ahora no han hecho cosa --dijo el rey-- que no corresponda a
-nobles, ni de ellos se puede presumir que la harán, porque todos sus
-fines se inclinan a virtud.
-
-Con aquesto cesó la plática, porque la galera dio vuelta por toda la
-plaza, y fueron conocidos todos los caballeros Abencerrajes, cuyas
-proezas y grandes hazañas a todos eran notorias.
-
-Llegada la galera junto al mantenedor, saltaron en tierra todos los
-treinta caballeros, y fueron servidos de feroces y briosos caballos,
-encobertados del mismo brocado encarnado, y adornados de penachos y
-testeras riquísimas.
-
-No hubieron los bizarros Abencerrajes saltado en tierra cuando la
-galera volviendo al son de los músicos instrumentos, y disparando toda
-la artillería, se salió de la plaza, y a ella respondió el Alhambra.
-
-Ahora será bien volver al falso Reduán y a Abindarráez que todavía
-estaban en la plaza por ver lo que pasaría.
-
-Reduán estaba muy triste y muy descontento por lo que Lindaraja le
-había dicho, y se llegó a Abindarráez y le dijo:
-
---Oh mil veces afortunado Abindarráez, cuán contento vives por saber
-que tu señora Jarifa te ama, que es la mayor felicidad que puede dar
-fortuna. Y yo cien mil veces desdichado, pues que sé claramente que no
-me ama aquella mi dulce y bella ingrata, que hoy me ha despedido con
-rigor.
-
---Sepamos --dijo Abindarráez-- quién es esa dama a quien estás tan
-rendido, que tan mal te corresponde.
-
---Es tu prima Lindaraja --respondió Reduán.
-
---¿Pues no sabes cómo quiere y ama a Hamete Gazul, porque aquese es su
-gusto, y lo sé yo mucho ha? Da orden de apartarla de tu imaginación,
-porque sé de muy cierto que siembras en tierra estéril, y no has
-de sacar de ella nada, dijo Abindarráez, no porque no llevas buena
-insignia de tu pasión, y muy bien lo has publicado; mas no hay que
-hacer caso de mujeres, porque brevemente se vuelven como la veleta a
-todos vientos.
-
-Decía esto Abindarráez sonriéndose, y de verdad, porque Reduán sacó
-aquel día una avisada insignia de su pena, que era un mongibelo
-ardiendo en vivas llamas, con una letra que decía así: _Más está mi
-alma_.
-
-Y viendo Reduán que Abindarráez se sonreía, le dijo:
-
---Bien parece que vives contento; quédate en paz, que yo ya no puedo
-sufrir la pena que atormenta mi corazón afligido.
-
-Y dicho esto picó apriesa, y se salió de la plaza con sus caballeros:
-Abindarráez hizo lo mismo despidiéndose de su Jarifa.
-
-Los treinta Abencerrajes de la galera estaban puestos en orden para la
-sortija, y el capitán de ellos se llegó al mantenedor diciéndole:
-
---Caballero, nosotros no tenemos retratos de damas para ponerlos en
-competencia; queremos solamente correr cada uno con vos una sortija,
-como es fuero entre gente hidalga.
-
-Abenámar respondió que era contento de ello, y empezando a correr su
-lanza con cada uno, los Abencerrajes lo hicieron tan bien, que el
-mantenedor perdió muchas joyas, las cuales dieron ellos a las damas
-a quien servían: comenzaron después una escaramuza muy agradable a
-la vista y dando carrera se salieron de la plaza, quedando todos muy
-contentos.
-
-En saliendo ellos entró un castillo disparando su artillería, llevando
-muchas banderas y pendones, y dejándose de adentro sentir una música
-agradable y deleitosa.
-
-En la cumbre de la torre del homenaje estaba el fiero Marte, armado con
-preciosas armas, un estoque en la mano derecha, y en la izquierda un
-pendón de brocado verde con una inscripción formada de letras muy ricas
-de oro, que contenían el elogio más pomposo de la carrera militar.
-
-Los pendoncillos del castillo eran de brocado de diversos colores; los
-de una parte verdes con flecos y cordones morados, y todos con una
-misma letra, que decía así:
-
- No es muerte la que por ella
- se alcanza gloria crecida,
- sino vida esclarecida.
-
-Los de otra parte eran de damasco azul con flocaduras y cordones de oro
-fino, teniendo una letra que decía de esta manera:
-
- Cante la fama las glorias
- de Granada, pues son tales,
- que se hacen inmortales.
-
-En el otro lienzo del hermoso castillo había tremolando otros ocho
-pendones de brocado encarnado, con cordones y flocaduras de oro.
-
-Eran de muchísimo precio y estima, y muy agradables a la vista, porque
-adornaban con su hermosura el castillo, y con una letra todos, que
-decía de esta suerte:
-
- La verdadera nobleza
- está en seguir la virtud:
- si acompaña rectitud,
- gana renombre de alteza.
-
-En el cuarto y último lienzo del castillo había otros ocho pendones de
-brocado, cordones y flecos de oro, sembrados de medias lunas de plata,
-que parecían espejos mirándolas de lejos, según relumbraban, y cada uno
-tenía esta letra:
-
- Toque la famosa trompa,
- y todo silencio rompa,
- publicando la grandeza
- de esta nuestra fortaleza,
- que sale con tanta pompa.
-
-Si entró la galera suntuosa, no con menos aparato entró el castillo.
-Ninguno podía entender de qué fuese fabricado, sino que parecía de
-oro, con muchas labores y follajes, y muchas batallas, y con artificio
-sonaba dentro mucha música, y muy acordadas dulzainas, ministriles
-y trompetas bastardas e italianas, que era cosa de oír. Anduvo el
-castillo hasta ponerse enmedio de la plaza, y allí paró.
-
-Venían tras de él muchos caballeros vestidos de libreas costosas, los
-cuales traían del diestro treinta y dos caballos, con muy ricos jaeces
-y paramentos de brocado de diversos colores, como adelante se dirá.
-
-Pues mirando al castillo, vieron que por la parte de los pendones de
-brocado verde se abrió una grande puerta, y sin aquesta había otras
-tres ocultas por las partes de los pendones.
-
-Abierta, pues, la primera, salieron por ella ocho caballeros con
-libreas de brocado verde, con penachos y plumas verdes. En saliendo,
-les dieron ocho poderosos caballos encobertados de brocado verde, los
-penachos de la testera eran también verdes; y los caballeros sin poner
-pie en los estribos subieron en los caballos, y luego conocieron ser
-Zegríes.
-
-Llegáronse al mantenedor, y le dijeron:
-
---Mantenedor victorioso, aquí venimos ocho caballeros a probar vuestro
-valor en el juego de la sortija; ¿sois contento que corramos una lanza
-cada uno?
-
---Si ese es vuestro gusto, también lo es el mío --respondió Abenámar--,
-aunque venís contra lo dispuesto por el pregón, por no traer retratos
-de vuestras damas.
-
-Y diciendo esto tomó una lanza, y se paseó muy bien; y finalmente
-de los ocho Zegríes ganaron los cinco joya, y los tres no; y los
-gananciosos sirvieron a sus damas con ellas, al son de diversa y mucha
-música.
-
-Luego se fueron a entrar todos ocho Zegríes en el castillo por la
-puerta por donde habían salido, siendo recibidos con la música, y
-disparando artillería: luego se abrió la puerta de los pendones azules,
-y salieron ocho caballeros vestidos de damasco azul, sembrados con
-estrellas de oro, y los penachos azules, llenos de argentería de oro
-fino. Fueron conocidos estos ocho caballeros, que eran Gomeles.
-
-Diéronseles luego caballos encobertados de librea azul, las telas y
-penachos azules con adorno. Fuéronse los ocho Gomeles a la tienda
-del mantenedor, y corrieron con él una lanza, como los pasados, y de
-los ocho ganaron joya los tres, y dadas a sus damas, se volvieron al
-castillo.
-
-Entrados estos, salieron otros ocho caballeros por la puerta de los
-pendones de brocado, y ellos vestidos de la misma librea, y con
-penachos morados, y les fueron dados caballos, cubiertos de lo mismo,
-e igualmente también corrió cada uno su lanza con el mantenedor,
-y ganaron los siete joya; y dándolas a sus damas, se volvieron al
-castillo con la autoridad que los demás. Eran estos bravos caballeros
-Venegas, y muy estimados en Granada.
-
-Por la última puerta de los pendoncillos encarnados, salieron ocho
-caballeros con libreas encarnadas del mismo brocado, y con riquísimos
-penachos encarnados, cuajados de toda argentería. Los caballos que les
-dieron estaban encobertados del mismo brocado. Estos caballeros eran
-Mazas, y cada uno de ellos corrió una lanza, y todos ganaron joya:
-todos se holgaron de que salieran con ganancia y en particular el rey,
-porque estaba muy bien con aquel linaje.
-
-Repartidas las joyas a sus damas con gran contento, y al son de la
-música, y recibiéndolos con la artillería, se entraron en el castillo.
-
-Luego se oyó mucho ruido de músicas diferentes y parando todas
-sonaron chirimías, trompetas y cajas, que apriesa tocaban un rebato; y
-oyéndolo, salieron los treinta y dos caballeros en sus caballos, con
-lanzas y adargas, y juntos trabaron una vistosa y agradable escaramuza,
-y siendo acabada, tomaron cañas, y repartidos en cuatro cuadrillas
-comenzaron a jugar con mucha destreza; el cual juego siendo acabado,
-hicieron un caracol extremadamente, y con una carrera en pareja que dio
-cada cuadrilla, se salieron de la plaza.
-
-También se salió el castillo disparando mucha artillería, y diferente
-música. Y todos decían, que si la galera había entrado vistosa y
-costosa, que el castillo no era de menos estima y gusto.
-
-Los que estaban con el rey alababan la galera, y otros el castillo, y
-uno de los Zegríes dijo:
-
---Juro por Mahoma, que tengo gran contento, porque los Zegríes y
-Gomeles han sacado tal invención, que puede competir con la de los
-Abencerrajes; y a no haber salido tal el castillo, estuvieran muy
-desvanecidos: pero bien entenderán que los Zegríes y Gomeles son buenos
-caballeros, y tienen partes tan subidas de punto como ellos.
-
-Un caballero de los Abencerrajes, que allí junto del rey estaba,
-respondió:
-
---Por cierto, caballero Zegrí, que en lo que habéis hablado no tenéis
-ninguna razón, porque los Abencerrajes son caballeros tan modestos
-que, por próspera fortuna que tengan, no alcanzan más ni menos, ni por
-adversa que les venga se bajan; continuamente se están en un ser, y
-siempre viven en una manera con todos, siendo afables con los pobres,
-y socorriéndolos; magnánimos con los ricos, y amigos sin doblez ni maña
-ninguna, y así no hallaréis que en Granada ni en todo su reino haya
-caballero Abencerraje mal quisto, ni de nadie mal querido, sino es de
-vosotros los Zegríes y Gomeles, y sin razón los tenéis odiados.
-
---¿Sin razón os parece? --dijo el caballero Zegrí--. ¿Luego no es causa
-suficiente para aborrecerlos el haber muerto violentamente en el juego
-de cañas al Zegrí Mahomad, cabeza de todo nuestro linaje?
-
---¿Y no os parece --dijo el Abencerraje-- que se movieron los de mi
-linaje con suficiente causa, pues todos los Zegríes se juntaron, e
-hicieron traición contra los Abencerrajes para matarlos, y fueron
-armados con jacos y cotas debajo de las armas, y en lugar de
-cañas tiraban lanzas con hierros agudos, lo cual experimentó bien
-Malique Alabez, pues le pasó el brazo de una parte a otra? Así que
-manifiestamente ha parecido estar en los Zegríes la culpa, y con
-saberlo muy de cierto que fuisteis culpados, tenéis un rencor mortal
-contra nosotros, y nos buscáis mil calumnias.
-
---Pues así culpáis a los Zegríes --dijo el Zegrí--, y decís que ellos
-fueron agresores y cabeza de bando, ¿por qué causa iba Alabez armado?
-
---Yo os lo diré --dijo el Abencerraje--. Habéis de saber que uno de
-los convocados le dio aviso de la traición, y así se previno él, y por
-entender que semejante villanía no harían tales caballeros, no dio
-aviso a los Abencerrajes; y creedme, que si lo diera, no había de ser
-solo Mahomad, sino que fueron como de juego, y no como de pelea. Pero
-con todo eso recibid lo que ganasteis, pues Malique Alabez vengó bien
-su herida.
-
---Si la vengó --dijo el Zegrí--, espero en Alá Santo que lo ha de pagar
-algún día.
-
-El rey y muchos caballeros estuvieron escuchando el coloquio que había
-pasado entre el Abencerraje y el Zegrí, y quisieron responder algunos
-Zegríes; y visto por el rey que se iba encendiendo el fuego, les mandó
-callar, pena de la vida, porque no se revolviera alguna pendencia. Oído
-el mandato callaron, quedando de nuevo encontrados, y con intento de
-vengarse unos de otros.
-
-Estando en esto entró en la plaza un carro triunfante dorado de fino,
-en las esquinas y cuadrángulos talladas todas las cosas que habían
-sucedido desde la fundación de Granada hasta el día presente, y
-dibujados los reyes y califas que la habían gobernado. Oíase dentro del
-carro una acordada música de muchos instrumentos.
-
-Encima del carro venía una gran nube, puesta con tanto artificio, que
-causaba admiración. Echaba de sí infinidad de truenos y relámpagos, que
-su braveza ponía espanto a quien lo miraba. Tras esto llovía una menuda
-gragea de anís con tal concierto, que a todos ponía espanto; toda la
-plaza anduvo desta manera, y como fue junto de los reales miradores,
-con gran sutileza fue abierta en ocho partes, descubriendo dentro
-un cielo azul hermosísimo, adornado de muchas estrellas de oro muy
-relucientes.
-
-Estaba puesto por su arte un Mahoma de oro, sentado en una silla, y en
-las manos una corona de oro, que la ponía sobre la cabeza del retrato
-de una mora en extremo hermosa, la cual traía sus cabellos sueltos
-como hebras de oro: venía vestida de brocado morado, toda la ropa
-acuchillada, y todos los golpes venían tomados con broches de diamantes
-y esmeraldas. La dama fue conocida de todos, que era la hermosa Cobaida.
-
-A su lado estaba sentado un caballero, vestido de la misma librea de la
-dama, y plumas moradas y blancas, con argentería de oro, y el remate de
-ello lo tenía el retrato, que parecía estar preso.
-
-El caballero fue conocido que era Malique Alabez, que habiendo sanado
-de las heridas que le había dado el maestre, quiso hallarse en las
-fiestas, y por la confianza que tenía de su destreza.
-
-El caballo era del maestre, y salió encobertado del mismo brocado,
-testera y penachos de la misma color.
-
-Grande fue el contento que todos recibieron en verle, porque le querían
-mucho, y mayor el gozo de su señora Cobaida, por ver el artificio y
-autoridad con que venía su retrato.
-
-Todos esperaban que empezase Alabez las suertes, por la satisfacción
-que de él tenían, el cual se fue paseando poco a poco delante de su
-carro, por ser bien visto de todos; y en llegando adonde estaba la
-tienda del mantenedor, se detuvo y le dijo:
-
---Caballero, conforme a las condiciones, ¿gustáis de que corramos tres
-lanzas, que aquí traigo el retrato de mi señora?
-
---Soy contento --respondió Abenámar, y diciendo esto, tomó una lanza, y
-corrió con tan buen aire, que se llevó la sortija dentro de la lanza.
-
-Alabez corrió e hizo lo mismo. En todas las tres lanzas se llevó
-siempre la sortija. Levantaron vocería, diciendo:
-
---Bravo caballero es Alabez, pues no ha perdido lanza; buena joya
-merece.
-
-Los jueces habían tratado que pusiesen juntos los retratos de Abenámar
-y Alabez, pues ambos eran buenos caballeros, y que por su valor se le
-diese a Alabez una buena joya por la sutil y vistosa invención que
-trajo.
-
-Llamáronle, y venido luego pidió su retrato, y junto con él le dieron
-una navecilla de oro, con todos su aderezos, y él la tomó, y al son de
-muchos instrumentos dio la vuelta a la plaza, y en llegando al mirador
-de la reina, en cuya compañía estaba la hermosa Cobaida, y poniendo la
-navecilla en la punta de la lanza y dándosela, la dijo:
-
---Servíos, dama hermosa, de esta nave, que va viento en popa, como mi
-deseo.
-
-Cobaida la tomó con rostro vergonzoso, que hermoseó más su belleza.
-
-La reina miró la nave, y dijo:
-
---Por cierto que si navegáis con tan buen piloto, como el que la ganó,
-que os podéis tener por dichosa, aunque merecéis un rey.
-
-Cobaida besó las manos a la reina por tanto favor.
-
-Alabez se fue a su carro, y sentado como de antes, le pusieron la
-cadena al cuello al son de muchos instrumentos, y puesta se cerró la
-nube, comenzando a echar truenos y relámpagos con gran temeridad, que
-parecía querer quemar la plaza, y con esto se salió de ella.
-
-El rey dijo a los caballeros:
-
---Alabez ha llevado el lauro de todas las invenciones, porque la suya
-ha sido la mejor que he visto jamás.
-
-Los caballeros respondieron, que no se había visto tal sutileza.
-
-En saliendo la nube, entraron cuatro cuadrillas de caballeros muy
-galanes.
-
-La una cuadrilla, que era de seis caballeros, traía libreas de brocado
-rosado y amarillo, los caballos encobertados con la misma librea, con
-plumas y penachos de la misma color. La otra cuadrilla venía de brocado
-verde y rojo con la misma color, y penachos de la librea. La tercera
-cuadrilla venía de brocado azul y blanco, recamado de oro y plata,
-adornados los caballos con la misma librea. La última cuadrilla venía
-de brocado amarillo y naranjado, con lazos y recamos de oro y plata,
-cubiertos los caballos de la misma librea.
-
-Entraron estos veinte y cuatro caballeros con adargas y lanzas, y en
-ellas pendoncillos de sus libreas, y entre todos hicieron un extremado
-caracol.
-
-Acabado, empezaron una brava escaramuza doce a doce, que parecía
-batalla entre enemigos; y acabada la escaramuza tomaron cañas, y
-divididos en cuatro cuadrillas, jugaron muy bien las cañas, y acabado
-el juego, fuéronse gallardeando al mantenedor, y le dijeron si quería
-correr una lanza con cada uno de ellos. Abenámar respondió que sí la
-correría.
-
-Finalmente con todos veinte y cuatro corrió una lanza, y los quince
-ganaron joya, y al son de los instrumentos las dieron a sus damas, y
-se salieron de la plaza, dejando a la gente de ella contenta por haber
-visto su gentileza y galas.
-
-La una cuadrilla eran Azarques, y en otra Sarracinos, y la tercera
-Alarifes, y la cuarta Aliatares, toda gente noble y principal, y
-estimada de todos. Los antepasados de estos caballeros fueron vecinos
-de Toledo, de los pobladores, gente principal y estimada.
-
-Florecieron estos linajes en tiempo del rey Calafín, que reinó en
-Toledo: este tenía un hermano, que era rey en un lugar que se llamaba
-Belchiz, en Aragón; se decía Zaide, y tenía grandes competencias y
-guerras con un bravo moro llamado Atarfe, deudo muy cercano del rey
-de Granada; y habiendo hecho partes con Zaide y el moro Atarfe, el
-rey de Toledo, por manifestar la alegría que tenía de que su hermano
-y Atarfe fuesen ya amigos, hizo una fiesta solemne, en la cual se
-corrieron toros, y hubo un vistoso juego de cañas, y los jugadores de
-ellas fueron estos cuatro linajes de caballeros, Sarracinos, Alarifes,
-Azarques y Aliatares, abuelos de los caballeros nombrados en el juego
-de sortija.
-
-Otros dicen que las fiestas que el rey de Toledo hizo no fueron
-sino por dar contento a una dama llamada Zelindaja, a quien el rey
-quería mucho, y tomó por achaque las paces de su hermano Zaide con el
-granadino Atarfe.
-
-Sea por una de las dos causas, ellas se hicieron, como está dicho; y
-estos caballeros eran de aquella prosapia y sangre de aquellos cuatro
-linajes.
-
-La causa de vivir en Granada fue, que como se perdió Toledo, se
-retiraron a Granada; y de aquellas fiestas ya dichas y del juego de
-cañas que se hizo en Toledo, quedó grande memoria, por ser las fiestas
-notables de buenas, y por ellas se dijo este
-
-ROMANCE.
-
- Ocho a ocho, diez a diez
- Sarracinos y Aliatares,
- juegan cañas en Toledo
- contra Alarifes y Azarques.
- Publicó fiestas el rey
- por las ya juradas paces
- de Zaide, rey de Belchite,
- y del granadino Atarfe.
- Otros dicen que estas fiestas
- sirvieron al rey de achaque,
- y que Zelindaja ordena
- sus fiestas y sus pesares.
- Entraron los Sarracinos
- en caballos alazanes,
- de naranjado y de verde
- marlotas y capellares.
- En las adargas traían
- por empresas sus alfanjes
- hechos arcos de Cupido,
- y por letras fuego y sangre.
- Iguales en las parejas
- les siguen los Aliatares,
- con encarnadas libreas
- llenas de blancos follajes.
- Llevan por divisa un cielo
- sobre los hombros de Atlante,
- y un mote que dice así:
- _Tendrelo hasta que me canse._
- Los Alarifes siguieron
- muy costosos y galanes,
- de encarnado y amarillo,
- y por mangas almaizares.
- Era su divisa un mundo
- que le deshace un salvaje,
- y un mote sobre un bastón
- en que dice: _Fuerzas valen._
- Los ocho Azarques siguieron,
- más que todos arrogantes,
- de azul, morado y pajizo,
- y unas hojas por plumajes.
- Sacaron adargas verdes,
- y un cielo azul en que asen
- dos manos, y el mote dice:
- _En lo verde todo cabe._
- No pudo sufrir el rey
- que a los ojos le mostrasen
- burladas sus diligencias,
- y su pensamiento en balde;
- Y mirando a la cuadrilla
- le dijo a Zelin su alcaide:
- «aquel sol yo le pondré,
- pues contra mis ojos sale.»
- Azarque tira bordones
- que se pierden por el aire,
- sin que conozca la vista
- a do suben ni a do caen.
- Si se adarga o se retira,
- de mitad del vulgo sale
- un gritar: _Alá te guíe_,
- y del rey un _muera, dadle_.
- Zelindaja sin respeto
- al pasar, por rociarle,
- un pomo de agua vertía,
- y el rey gritó: _paren_, _paren_.
- Creyeron todos que el juego
- paraba, por ser ya tarde,
- y repite el rey celoso:
- «prendan el traidor Azarque.»
- Las dos primeras cuadrillas,
- dejando cañas a parte,
- piden lanzas, y ligeros
- a prender al moro salen,
- que no hay quien baste
- contra la voluntad de un rey amante.
- Las otras dos resistían,
- si no les dijera Azarque:
- «Aunque amor no guarda leyes
- hoy es justo que las guarde.
- Rindan lanzas mis amigos,
- mis contrarios lanzas alcen,
- y con lástima y victoria
- lloren unos, y otros canten;
- que no hay quien baste
- contra la voluntad de un rey amante.»
- Prendieron, en fin, al moro,
- y el vulgo para librarle,
- en corrillos diferentes
- se divide y se reparte;
- Mas como falta caudillo
- que los incite y los llame,
- se deshacen los corrillos
- y su motín se deshace:
- que no hay quien baste
- contra la voluntad de un rey amante.
- Sola Zelindaja grita:
- «Libradle, moros, libradle;»
- y de su balcón quería
- arrojarse por librarle.
- Su madre se abraza de ella
- diciendo: «Loca, ¿qué haces?
- muere sin darlo a entender,
- pues por tu desdicha sabes,
- que no hay quien baste
- contra la voluntad de un rey amante.»
- Llegó un recado del rey
- en que mandó que señale
- una casa de sus deudos,
- y que la tenga por cárcel.
- Dijo Zelindaja: «Digan
- al rey que por no trocarme,
- escojo para prisión
- la memoria de mi Azarque;
- y habrá quien baste
- contra la voluntad de un rey amante.»
-
-Así estas mismas divisas, motes y cifras sacaron las cuatro cuadrillas
-de los caballeros ya nombrados, como quien las había heredado de sus
-antepasados, y siempre se preciaron de ellas.
-
-Pues habiendo salido de la plaza con bizarría, y alegres por haber
-visto su gala y buen parecer, entró un alcaide de las puertas de Elvira
-a gran priesa, y llegando a la presencia del rey hizo el acatamiento
-debido y le dijo:
-
---Un caballero cristiano ha llegado, y pide licencia a vuestra alteza
-para entrar a correr tres lanzas con el mantenedor.
-
---Yo la doy: entre, permitido es.
-
-Luego volvió el alcaide y abrió la puerta.
-
-En entrando por la plaza pusieron al punto los ojos en él y en su buen
-talle; y en solo su aspecto le consideraban victorioso y triunfante de
-los despojos ganados por Abenámar, y aun del retrato de su dama y de la
-estimada cadena. No hubo caballero ni dama a quien su vista no causara
-alegría.
-
-En la parte izquierda del capellar traía una cruz colorada, la cual
-daba ser y adorno a su persona. El cristiano caballero poniendo los
-ojos en todas partes, dio vuelta a la plaza, y llegando a los miradores
-reales hizo gran reverencia al rey, a la reina y a las damas: a él le
-hicieron mucha cortesía, y las damas se levantaron en pie.
-
-Fue conocido de todos el caballero cristiano, que era el maestre de
-Calatrava, de cuya fama y hechos tenía el mundo entera noticia. El rey
-se alegró en saber quién era, y que hubiese venido a honrarle su fiesta.
-
-Habiendo, pues, dado vuelta a toda la plaza, llegó al mantenedor y le
-dijo:
-
---En tantos despojos y joyas como veo a los pies de ese hermoso
-retrato, cuya hermosura, noble caballero, dicen que defendéis, echo
-de ver el valor de vuestra persona; y así sois digno de que todos os
-honren y tengan en lo que se debe estimar tal caballero como vos.
-¿Seréis servido de correr conmigo un par de lanzas, a ley de buenos
-caballeros, sin que haya interés de retrato?
-
-Abenámar miró bien al caballero, y se volvió a Muza y le dijo:
-
---Este caballero me parece que es el maestre de Calatrava con quien
-trabaste tanta amistad; paréceme que en la cruz roja le quiero conocer.
-
-Muza puso los ojos en el maestre, y luego le conoció, y le fue a
-abrazar diciendo:
-
---Seáis bienvenido, flor de toda la cristiandad, y aun también de la
-morisma, pues aquí os conocen por las obras contra su voluntad; y en
-Castilla y todo el mundo sois conocido solo por oídas.
-
-El maestre le abrazó, agradeciendo lo que en su alabanza había dicho.
-
-Abenámar se llegó a él, y le dijo que él se holgaría de correr dos
-o tres lanzas con tal caballero. Y diciendo esto corrió una lanza
-extremadamente, pero el maestre corrió la suya con más ventaja.
-
-Finalmente, corrieron tres lanzas y todas las ganó el maestre.
-
-Todos entendieron que trajera retrato, pero no era miliciano de Cupido
-sino de Marte; porque en verdad, no puede ningún caudillo que pretende
-alcanzar honra por sus hazañas, entretenerse en amores; y si lo
-hiciere, su nombre será borrado de las memorias de todos.
-
-Los jueces llamaron al maestre y le dieron por premio la cadena de dos
-mil doblas de valor, pues no había traído retrato, que si lo trajera
-llevara el retrato y los despojos.
-
-El maestre recibió la cadena, y al son de la música que había en
-la plaza, fue dando vuelta a toda ella, acompañado de todos los
-caballeros; y en llegando a los miradores de la reina, hizo una muy
-grande reverencia, y alzándose en los estribos, besó la cadena, y se la
-dio, diciendo:
-
---Vuestra alteza reciba esa niñería, que no hallo otra persona digna de
-ella. No extrañe vuestra alteza mi atrevimiento, que lícito es en tales
-actos recibir cualquiera joya.
-
-Levantose la reina y recibiola, y besándola se la puso al cuello, y
-haciéndole una mesura se volvió a asentar.
-
-El maestre inclinó la cabeza al rey, y se volvió con Muza y otros
-caballeros que le querían bien, por tener tanta fama en todo aquel
-reino, por las muchas entradas que hacía entre año, y de todas
-conseguía victoria.
-
-A esta sazón el muy valiente y esforzado Albayaldos, que tenía muy
-grande deseo de verse en batalla con el maestre para probar sus
-fuerzas, y porque el maestre había muerto a un deudo suyo con quien
-él tenía mucha amistad, se quitó del lado del rey con disimulación, y
-subió sobre una yegua bien aderezada, y acompañado de sus amigos se fue
-paseando adonde estaba el maestre y el valiente Muza; y contemplando el
-buen talle del maestre y su donaire, le dijo:
-
---Grande ha sido y es el gozo que todos hemos recibido, esforzado e
-invicto maestre, de verte tan galán y de fiesta, y fuera muy mayor mi
-contento si te viera con tus fuertes y lucientes armas, como otras
-veces te he visto en la Vega, y en ella tuviéramos los dos escaramuza,
-que ha días que lo deseo, y son dos causas las que me mueven. La una
-por el gran valor que la fama ha derramado por el mundo de tu persona,
-y el deseo que tengo de vencerte para ser el interesado en todo. La
-otra por vengar la muerte que le diste a mi primo el rey Mahomad.
-Aunque te conozco, y sé que se la diste en trabada y muy reñida
-escaramuza, con todo eso me llama y provoca a venganza el amor de mi
-querido primo: y por tanto tente desde hoy por desafiado, para que
-cuando fuere tu voluntad se ponga en ejecución mi deseo; y saldré con
-armas y caballo, y conmigo irá Malique Alabez.
-
-Atentamente escuchó el maestre todo lo que le dijo el valeroso
-Albayaldos, y con rostro risueño le respondió así:
-
---Si te ha sido alegría el verme con traje galán, y gustaras más de
-verme con armas, yo me holgaría infinito saber que esa era tu voluntad
-para venir prevenido, y que en aqueste día pusiéramos por obra lo
-que deseas: tu valor publican los cristianos que corren la Vega; y
-ahora lo confirmo en que me has desafiado. Dices tener deseo de verte
-conmigo por mi valor: otros muchos caballeros cristianos hay que honran
-mis hazañas, y con quien ganaras más fama; y si te incita a tener
-escaramuza la vertida sangre de tu primo el rey Mahomad, como dices, sé
-decirte, que no vi, ni sentí en él punto de cobardía, sino que murió
-como caballero peleando; y pues tu gusto es de probar tus fuerzas con
-las mías, yo soy contento de ello, y así mañana te aguardo en la fuente
-del Pino, donde estaré con solo un cristiano, padrino mío, que se llama
-D. Manuel Ponce de León; y para que estés cierto de que no habrá otra
-cosa, recibe este guante en señal de la escaramuza aplazada.
-
-Diciendo esto, le dio un guante derecho; y el moro lo recibió, y le dio
-al maestre un anillo de oro, que era su sello. Muza y los caballeros
-quisieron que no se hiciera la escaramuza, mas no quiso ninguno
-desistir de su palabra dada; y así quedó hecho el desafío entre los
-dos para el día siguiente.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XI.
-
-_De la batalla que Albayaldos tuvo con el maestre de Calatrava, y cómo
-el maestre le venció y dio muerte._
-
-
-El desafío de los dos valerosos caballeros aceptado, por ser ya tarde
-se fue el maestre, habiéndose despedido de todos: dejémosle ir y
-volvamos al fin del juego de sortija.
-
-Pues como ya se había puesto el sol y no venía ningún caballero, los
-jueces mandaron a Abenámar, que dejase la tienda, pues no venía ningún
-caballero; que él lo había hecho, como todos tenían la confianza, y que
-había ganado mucho nombre, y ricos despojos y retratos muy hermosos;
-pero que al fin el de su Fátima excedía a todos.
-
-El vencedor Abenámar mandó quitar el aparador de las joyas, que aún
-quedaban muchas y muy ricas.
-
-Los jueces se bajaron del tablado y subieron a caballo, y pusieron
-enmedio al fuerte Abenámar y su padrino Muza, y con toda la caballería
-en su compañía, y al son de música dieron vuelta a la plaza, dándole
-mil parabienes de su victoria; y en llegando a los miradores reales
-de la reina, tocaron chirimías, dulzainas y atabales, y otros
-instrumentos, y dio a Fátima todos los despojos ganados en la sortija,
-diciendo:
-
---Toma, señora, lo que de derecho te toca, porque tu hermosura lo ha
-conquistado; y así es bien que lo goces y dispongas de ello a tu gusto
-como tuyo.
-
-Fátima lo recibió todo sin responder; porque la vergüenza la ocupó;
-aunque con los ojos le dio mil gracias, cifra con que en tal caso los
-amantes se entienden.
-
-No fue poca la envidia que causaron a Galiana y a Jarifa ver los
-ricos trofeos en poder de Fátima, y más les causó ver entre ellos sus
-retratos.
-
-Estaba Galiana muy triste y imaginando cien mil cosas: consideraba que
-Abenámar había ordenado aquellas fiestas por vengarse de su ingratitud;
-y más lo sentía por ver ausente a Sarracino, que no volvió más a la
-plaza.
-
-El rey, visto era tarde, se quitó de los miradores, y la reina, y se
-fueron al Alhambra.
-
-Aquella noche cenaron con el rey todos los del juego de sortija, menos
-Sarracino que fingió estar indispuesto.
-
-Con la reina cenaron las más principales damas de la corte, en la cual
-cena hubo muy alegres fiestas y un sarao público.
-
-Danzaron todas las damas y caballeros con las libreas que habían jugado
-la sortija. Sola Galiana no danzó, porque estaba triste por la ausencia
-de su moro, aunque fingió estar indispuesta. Bien conoció la reina su
-pena, aunque lo disimulaba. Celima su hermana la consolaba lo posible,
-pero no admitía ningún consuelo, porque tenía el corazón muy lastimado.
-
-El que se aventajó a todos fue el fuerte Gazul con la hermosa
-Lindaraja, a quien él tanto amaba, y ella a él; lo cual sintió mucho el
-fuerte Reduán de verse aborrecido de quien él tanto amaba; y ardiendo
-en rabiosos celos, propuso en su corazón el matar a Gazul; pero no le
-sucedió como pensó, según adelante diremos, en una escaramuza que
-ambos tuvieron sobre la hermosa dama Abencerraje.
-
-De esta dama se hace mención en otras partes, y más en una recopilación
-del Bachiller Pedro de Moncayo, adonde la llama Celima. Llamáronla así
-por su lindeza, y porque era extremada en hermosura; pero su propio
-nombre era Lindaraja, por ser Abencerraje. Adelante se tratará de ella,
-y de Gazul después de la violenta y cruda muerte que se dio a los
-Abencerrajes por la traición que les levantaron.
-
-Y tornando a la historia, siendo la mayor parte de la noche pasada en
-danzas, bailes y otros regocijos, y habiéndoles hecho el rey mucha
-honra a Abenámar y a los justadores, les mandó ir a reposar.
-
-La noble y hermosa Fátima dio todos los retratos a las damas cuyos
-eran, pasando entre ellas muchos donaires y gracias, quedando muy
-obligadas a la triunfadora por la magnificencia que con ellas había
-usado.
-
-Despedidos del rey los caballeros, se fue cada uno a su casa, y
-asimismo las damas que no eran de palacio.
-
-Albayaldos no pudo reposar el resto de la noche, y tomando la mañana
-salió del Alhambra a aguardar a Malique Alabez, y en llegando le dijo:
-
---Tarde habemos salido de la fiesta.
-
---Así me parece --dijo Alabez--, pero hoy podremos reposar del trabajo
-pasado.
-
---Antes será al revés --dijo Albayaldos--, porque ayer vestisteis gala
-de brocado y seda, y hoy conviene vestiros de pelea con las duras armas.
-
---¿Pues por qué causa? --dijo Alabez.
-
---Porque tengo desafiado para hoy al maestre de Calatrava, y hemos de
-escaramucear en la Vega, y os he señalado por mi padrino.
-
---Pues con tal caballero tenéis aplazada escaramuza, plegue al santo
-Alá que os vaya bien con él, aunque yo lo pongo en duda, porque es
-muy diestro y experimentado en las armas; y puesto que me habéis
-recibido por padrino, vamos en buen hora, y por la real corona de mis
-antepasados que me holgaría que viniésemos con victoria del desafío. ¿Y
-el rey sabe esto?
-
---Yo entiendo que no --respondió Albayaldos--, si no es que se lo haya
-dicho Muza, porque estuvo presente en nuestro desafío.
-
---Sea como fuere, sépalo o no, vamos temprano --dijo Alabez-- y sin que
-el rey ni nadie lo entienda, salgamos a la Vega a vernos con el maestre.
-¿Y el maestre señaló padrino?
-
---Sí --dijo Albayaldos--, a D. Manuel Ponce de León.
-
---Si así es, vive Alá que no podremos dejar de venir él y yo a las
-manos, porque ya sabéis la escaramuza que tuvimos, dijo Alabez, y
-él tiene mi caballo y yo el suyo, y quedó concertado que cuando nos
-viéramos otra vez daríamos fin a la escaramuza.
-
---No os dé pena eso --dijo Albayaldos--, que confianza tengo de que
-vengamos victoriosos.
-
-Alabez dijo:
-
---Vamos a alistar nuestras armas, y a ponernos como conviene, que
-importa partirnos luego.
-
-Con esto se partieron los dos valientes guerreros y aderezaron lo que
-les convenía para la pelea, y una hora antes del día se partieron de
-la ciudad muy secretamente, por no ser de nadie conocidos, y se fueron
-por el campo de Arbolote, lugar que es dos leguas de Granada, para de
-allí ir a la fuente del Pino, donde quedó tratado entre el maestre y
-Albayaldos que se habían de juntar.
-
-El sol empezaba ya a alumbrar el mundo, y con la hermosura de sus rayos
-a dar ser a las inclinadas rosas y yerbas con el peso del rocío de la
-noche, cuando los dos valerosos moros llegaron a la villa de Arbolote,
-y pasando sin parar, se fueron a la fuente del Pino, tan nombrada y
-celebrada de todos los moros de Granada y su tierra; y sería una hora
-salido el sol, cuando llegaron a la fresca fuente, la cual cubre una
-hermosa sombra de un pino, que por eso tenía la fuente aquel nombre.
-
-Llegados allí, no vieron a nadie, y apeándose de los caballos colgaron
-las adargas en los arzones, y arrimaron sus lanzas, y sentándose junto
-a la fuente se refrescaron en la cristalina agua, y empezaron a tratar
-de cómo no venía el maestre, y por qué sería su tardanza.
-
-Dijo Albayaldos:
-
---¿Mas si nos hiciese burla el maestre y no viniese?
-
---No digáis eso --dijo Alabez--, que el maestre es buen caballero y no
-dejará de venir, que aún es muy de mañana.
-
-Y diciendo esto vieron venir dos cristianos, muy bien puestos, con
-lanzas y adargas, en dos feroces caballos, y ambos de pardo y verde, y
-plumas de dos colores; conociéronlos luego en que se divisaba en medio
-de la adarga una cruz roja que campeaba en blanco. El otro caballero
-también tenía en su adarga otra cruz diferente, porque era de Santiago.
-
---¿No os decía yo --dijo Alabez-- que el maestre no tardaría? Mirad si
-es cierto.
-
-Estando en esto llegaron los dos valerosos guerreros, flor de la
-cristiandad, y saludaron a los moros, y dijo el maestre:
-
---A lo menos hasta ahora somos perdidosos, pues no habemos venido
-primero.
-
---Poco importa --respondió Albayaldos--, que no consiste en eso la
-victoria.
-
-Estando en esto relinchó el caballo del maestre, y mirando los cuatro
-caballeros al camino de Granada, vieron venir por él un moro a todo
-correr de su caballo: venía vestido de marlota y capellar naranjado,
-y en una adarga azul un sol en negras nubes que parecía oscurecerlo,
-y en torno de la adarga unas letras rojas que decían: _Dame luz, o
-escóndete_.
-
-Atentamente fue de todos mirado, y de Albayaldos y Alabez conocido, que
-era el valeroso Muza; el cual como supo que Alabez y Albayaldos habían
-salido de Granada al cumplimiento del desafío, partió a la costa de la
-ciudad por si pudiera evitar la escaramuza, o cuando no hallarse en
-ella.
-
-Y en llegando les dijo:
-
---Bien entendíades, caballeros, que habíais de hacer aquesta escaramuza
-solos, pues por Alá santo que le he dado la priesa posible a mi
-caballo por hallarme en ella, y mi principal intento ha sido venir a
-suplicaros, caballeros esforzados y valientes, que os sirváis de no ir
-en la prosecución del desafío, por hacerme merced, pues no hay urgente
-causa. ¿Qué provecho sacaréis en matar uno al otro, o por desgracia que
-mueran ambos? Ea, caballeros, no permitáis que falte del mundo ninguno
-de vosotros. Ambos sois mis amigos, y cualquiera desgracia que suceda
-a uno de vosotros o a los dos, me lastimará en el alma. No consintáis
-que mi venida y ruego sea en vano. Esto pido muy encarecidamente a los
-dos, y en particular al maestre.
-
-Y dando fin a sus razones Muza, le respondió el maestre:
-
---Por cierto, noble Muza, que por daros gusto y pedírmelo con tanto
-encarecimiento, y por la mucha amistad que os tengo, haré de mi parte
-todo lo que me pedís, y yo alzo la palabra puesta del desafío, y no
-trataré más de él, como quiera Albayaldos y sea su gusto, porque a no
-serlo, no soy el todo, sino parte, y esa rindo a vuestra voluntad.
-
---A gran merced tengo la que me hacéis, y no esperaba yo menos de un
-caballero tan principal como vos sois, señor maestre. ¿Y vos, señor
-Albayaldos, no me haréis merced que cese ese rencor?
-
-Albayaldos respondió:
-
---Señor Muza, tengo tan presente la sangre vertida de mi primo hermano,
-por la violencia del penetrante hierro de la lanza del maestre, que
-no me da lugar a que haga lo que me mandáis, aunque de cierto supiera
-morir a sus manos. Y si muriere yo en esta escaramuza será honrosa mi
-muerte; y si yo venciere y matare al maestre, todas sus glorias serán
-mías, y en lo que he dicho estoy resuelto.
-
-El fuerte D. Manuel Ponce de León no gustaba de tantas arengas, y así
-dijo:
-
---Caballeros, gusto es del señor Albayaldos vengar la muerte de su
-primo: no es menester sino que se ponga en ejecución. El señor Alabez
-y yo quedamos concertados de dar fin a una escaramuza que tenemos
-empezada, y pues hoy viene a coyuntura pelearemos todos, y Muza será
-padrino de los cuatro.
-
-Alabez dijo:
-
---Bien concertado está; no aguardemos a más conversación, no se nos
-vaya el tiempo en balde, y sean las obras más que las palabras; junto,
-si hay lugar, y gustáis de ello, señor D. Manuel, querría que me
-dieseis mi caballo y recibieseis el vuestro, y empecemos la escaramuza.
-
---No quede por eso, dijo D. Manuel, dadme ese, y aquí tenéis el
-vuestro, que bien os sé decir que antes de mucho serán ambos de uno de
-los dos.
-
-Y diciendo esto destrocaron los caballos, y cada uno quedó contento con
-su prenda. El bravo Muza, visto que no había podido alcanzar lo que
-pretendía, se previno para el oficio que le habían señalado.
-
-El maestre llevaba en torno de su adarga unas letras rojas, así como la
-cruz, que decían: _Por esta morir pretendo_. D. Manuel llevaba por la
-orla de su adarga otra letra que decía: _Por esta y por la fe_.
-
-Malique Alabez y Albayaldos iban de una librea de damasco azul, marlota
-y capellar con muchos frisos de oro. Alabez llevaba en su adarga su
-acostumbrado blasón y divisa, en campo rojo una banda morada, y en ella
-una media luna, las puntas arriba, y encima de ellas una hermosa corona
-de oro con una letra que decía: _De mi sangre_. Albayaldos llevaba por
-divisa en su adarga, en campo verde un dragón de oro con una letra que
-decía en arábigo: _Nadie me toque_. Estaban tan galanes con sus libreas
-y divisas, que parecían no ir a pelear, y debajo de ellas llevaban
-fuertes armas.
-
-Albayaldos encolerizado y muy brioso empezó a menear su caballo, y
-aprestarse para la escaramuza, y a llamar al maestre que viniera; el
-cual haciendo primero la señal de la cruz, movió su caballo a media
-rienda, poniendo los ojos en su enemigo con gran diligencia.
-
-Alabez como se vio con su estimado caballo, como si fuera un Marte
-arremetió por el campo, y lo mismo hizo D. Manuel con el suyo, que
-en bondad ninguno le excedía: así se trabó entre todos cuatro una
-escaramuza de las más bravas y sangrientas que hasta entonces se habían
-visto.
-
-Y no hay que espantarse de la exageración, pues eran los dos cristianos
-la mapa de la corte del rey de Castilla, y los dos moros del de Granada.
-
-Albayaldos viendo muy cerca de sí al maestre, arremetió a él
-abalanzándose con intento de herirle, de suerte que feneciera presto la
-escaramuza; pero fue diferente de lo imaginado, porque así como le vio
-venir tan de rebato, reconoció su intento: hizo que le aguardaba, pero
-al tiempo de embestir, con mucha destreza picó al caballo haciéndole
-dar un gran salto en el aire, y retirose poco trecho por un lado; de
-modo que el encuentro del moro no hizo efecto, y el maestre revolvió
-como un pensamiento, y en lo descubierto de la adarga le dio un bote de
-lanza tan duro, que la fuerte cota que el moro llevaba fue rompida, y
-la carne abierta con el duro hierro.
-
-No hubo áspid ni víbora pisada al descuido del rústico villano, que tan
-presto fuese a la venganza de su daño, ni embravecido león con onza
-que le hubiese herido, como el bravo Albayaldos revolvió a herir al
-maestre, bramando como un toro, lleno de ponzoñosa cólera; y como le
-vio tan cerca de sí, arremetió con tanta presteza, que el maestre no
-tuvo tiempo de usar la primera maña ni destreza; y así el moro le hirió
-tan poderosamente, que le atropelló la adarga, rompió el fuerte escudo,
-e hirió mal al maestre.
-
-El moro rompió la lanza del golpe, y arrojando el trozo revolvió su
-caballo para tener lugar de echar mano al alfanje; mas no pudo revolver
-tan presto como lo imaginó, de manera que el maestre tuvo lugar de
-arrojarle la lanza porque no se fuese.
-
-La lanza fue arrojada antes de tiempo, porque pasó por delante de los
-pechos del caballo de Albayaldos con tanta furia, como si fuera una
-saeta despedida del corvo arco; de modo que gran parte de la dura asta
-fue clavada en tierra, y eso a tiempo que el caballo del moro llegaba,
-el cual andando tropezó en el asta que quedaba retemblando, de suerte
-que sin poderse valer dio en el suelo.
-
-El bravo moro como vio en tal aprieto su vida, le espoleó para que de
-todo punto cayese; mas no lo pudo hacer el moro tan presto, que el
-valiente D. Rodrigo no fuese a él con la espada desnuda, y antes que se
-levantase el caballo le dio de punta una brava herida.
-
-Malique Alabez volvió el rostro hacia donde lidiaban el maestre y
-Albayaldos, y como le vio en tan notorio peligro, volvió las riendas
-a su caballo por favorecerle, y dejó a D. Manuel, que muy trabada
-escaramuza tenía con él, y como un águila llegó adonde estaba el
-maestre, a tiempo que traía el brazo levantado para tornar a herir
-a Albayaldos, y de través le hirió de un bote de lanza, tan a sobre
-seguro y a su salvo, que no embargante ser muy mal herido, si no se
-asiera a las crines del caballo, cayera en tierra sin duda.
-
-El moro rompió su lanza con aquella herida que dio, y había puesto
-mano a su cimitarra para volver al maestre, cuando D. Manuel llegó a
-todo correr de su caballo por socorrer al maestre que estaba en mucho
-peligro, y sin duda que allí acabara su vida, y con una emponzoñosa
-cólera le dio a Alabez un golpe con la espada, que le quitó el sentido;
-y aunque fue la herida pequeña, porque le dio casi de llano, con todo
-eso fue dado con tanta fuerza, que le aturdió, y sin ningún remedio
-cayó del caballo, y con la caída casi volvió en sí, y reconociendo su
-peligro, como era de animoso corazón, se quiso levantar; mas D. Manuel
-no le dio lugar, porque habiendo saltado de su caballo, fue a él, y con
-gran furia le dio otro golpe por encima de un hombro, que le hizo una
-mala herida.
-
-De aquel golpe tornó Alabez a caer en el suelo, y D. Manuel fue a
-cortarle la cabeza; pero como Alabez se vio en tal extremo, habiendo
-recobrado todo su natural acuerdo, puso mano a un puñal que tenía, y
-con la mayor fuerza que pudo le dio a D. Manuel dos grandes heridas,
-una en pos de otra.
-
-D. Manuel, viéndose tan mal herido, puso mano a una daga que tenía,
-y levantando el invencible brazo, le fue a cortar la garganta para
-dividirle la cabeza del pescuezo; mas impidiolo el bravo Muza, que
-había estado mirando la escaramuza; y como vio a Alabez en tal aprieto,
-fue corriendo, y arrojándose de su caballo, detuvo el invicto y fuerte
-brazo a D. Manuel, diciendo:
-
---Señor D. Manuel, suplícoos me hagáis merced de la vida de este
-vencido caballero.
-
-D. Manuel, que hasta entonces no le había visto ni sentido, volvió la
-cabeza, por ver quién se lo pedía; y conociendo ser Muza, hombre de
-tanto valor, y viéndose tan mal herido, y recelándose si no otorgaba la
-vida de tener escaramuza con él en tan mala ocasión, dijo que le placía
-de hacer lo que le pedía; y levantándose de encima de Malique, aunque
-con trabajo por estar desangrado, y tener penetrantes heridas, le dejó
-libre.
-
-Malique estaba muy de peligro, y sin fuerza para levantarse del suelo,
-porque se desangraba muy apriesa.
-
-Muza condolido de él, le alzó de la tierra, y le llevó a la fuente,
-dando muchas gracias a D. Manuel; el cual mirando el estado de la
-escaramuza del maestre y de Albayaldos, vio como el moro andaba
-desmayado y para caer, porque tenía tres heridas mortales, una de
-lanza, y dos de espada.
-
-El maestre, viendo que D. Manuel había quedado vencedor de un tan
-buen caballero como Alabez, cobró ánimo de nuevo, y con una honrosa
-vergüenza, porque tanto se dilataba su victoria, arremetió con toda
-furia para Albayaldos, y dándole un golpe muy pesado sobre la cabeza,
-no pudiéndose ya el moro apartar, malamente herido, dio con él en el
-suelo sin ningún sentido, quedando el maestre con tres heridas.
-
-El fuerte Muza que vio caído a Albayaldos, fue al maestre, y le pidió
-de merced que no pasase más adelante la escaramuza, pues Albayaldos más
-estaba muerto que vivo.
-
-El maestre se lo concedió, y asignando la mano para levantarle, no se
-la dio, porque estaba casi privado de su sentido; y llamándole por su
-nombre, Albayaldos abrió los ojos, y con voz débil y flaca, como quien
-iba rindiendo el alma, le dijo que quería ser cristiano.
-
-Mucho fue el gozo de los dos cristianos; y cogiéndole entre ambos, le
-llevaron a la fuente, y el maestre le bautizó en nombre de la Santísima
-Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y le puso por nombre D. Juan, y
-muy tiernamente se despidieron de los dos moros, y le encargaron a Muza
-cuidase de aquel caballero, porque ellos se iban a curar, que estaban
-muy mal heridos.
-
---Alá santo os guarde --dijo el afligido Muza--, y él querrá que algún
-día os pague las mercedes que me habéis hecho.
-
-Los fuertes cristianos se fueron adonde su gente los aguardaba, que
-era en el Soto de Roma que dicen, por donde pasa el río Genil, y allí
-fueron con toda diligencia curados.
-
-Volvamos al fuerte Muza, que había quedado en la fuente del Pino con
-los dos moros heridos. Malique Alabez ya puesto en todo su acuerdo,
-y no tan mal herido como se entendía, le dijo a Muza, qué era lo que
-había de hacer.
-
-Muza respondió, que quería aguardar a ver en qué paraba el buen
-Albayaldos que estaba acabando, y que si él traía ungüento, que le
-curaría de modo que fuese a Arbolote, y que allí se podría curar
-despacio.
-
-Alabez dijo que mirase en su mochila, que allí había lo necesario.
-
-Muza fue al caballo de Alabez, y trajo paños y ciertos ungüentos para
-curar heridas, y poniéndole sobre ellas de los ungüentos, se las
-apretó con unos paños; y curado Malique subió en su caballo, y se fue
-a Granada, yendo considerando el valor de D. Manuel y del maestre; y
-tenía pensamiento de ser cristiano, entendiendo que la fe de Jesucristo
-era mejor y de más excelencias, y por gozar de la amistad de tan
-valerosos caballeros como aquellos, y de otros de cuya fama estaba el
-mundo lleno.
-
-Con estos pensamientos llegó a Arbolote, y en casa de un amigo suyo se
-apeó, donde fue curado de manos de un cirujano experimentado, donde
-lo dejaremos por volver a Muza, que quedó con Albayaldos, al cual
-aunque se volvió cristiano no le desamparó, antes procuró de curarle; y
-desnudándole le halló tres heridas penetrantes, sin otra que tenía en
-la cabeza, y viendo que eran de muerte, no quiso curarlo, por no darle
-pena, y le dijo:
-
---¡Cuánto me pesa de verte así! Si admitieras mi consejo, no vinieras a
-este estado.
-
-El nuevo cristiano D. Juan abrió los ojos, y mirando al cielo, con las
-ansias de la muerte decía:
-
---¡Oh, buen Jesús! ten misericordia de mí, y no mires que siendo
-moro te ofendí, persiguiendo tus cristianos. Mira tu grandísima
-misericordia, que es mayor que mis pecados; y mira, Señor, que tú
-dijiste por tu boca, que en cualquier tiempo que el pecador se volviese
-a ti, sería perdonado.
-
-Adelante quería pasar D. Juan, mas no pudo, porque se le trabó la
-lengua, y comenzó a revolcarse a un lado y a otro por un lago de sangre
-que de sus heridas salía, y de la cual estaba todo bañado, que era
-compasión; y por esto se hizo este romance, que dice así:
-
- De tres heridas mortales,
- de que mucha sangre vierte,
- el valeroso Albayaldos
- herido estaba de muerte:
- El maestre le hiriera
- en batalla dura y fuerte.
- Revolcándose en su sangre
- con el dolor que se advierte,
- Los ojos mirando al cielo,
- decía de aquesta suerte:
- «Sírvete, dulce Jesús,
- que en este tránsito acierte
- a acusarme de mis culpas
- para que yo pueda verte.
- Y tu Madre piadosa
- mi lengua rija y gobierne,
- porque Satanás maldito
- mi alma no desconcierte.
- ¡Oh, hado duro y acerbo,
- si yo quisiera creerte,
- no viniera a tal estado,
- ni viniera así a perderme!
- El cuerpo doy por perdido,
- que el alma no se me pierde,
- porque confío en las manos
- de aquel que pudo hacerme.
- Lo que te ruego, buen Muza,
- si en algo has de socorrerme,
- que aquí me des sepultura
- debajo del pino verde;
- Y encima pon un letrero,
- que declare esta mi muerte;
- y le dirás al rey Chico
- como yo quise volverme
- Cristiano en aqueste trance,
- porque no pueda ofenderme
- el fementido Alcorán,
- que pretende oscurecerme.»
-
-Muy atento había estado el fuerte Muza a las razones del nuevo
-cristiano, y tanto sentía su mal, que no podía dejar con lágrimas en
-sus ojos de hacer un tierno sentimiento, considerando el estado en que
-estaba tan bravo caballero, y las grandes victorias por él alcanzadas
-contra los cristianos; las riquezas que dejaba, el brío, la valentía y
-fortaleza de su persona, y la grande estima y reputación en que estaba
-puesto; y verle tendido en el duro suelo, revolcándose en su sangre,
-y sin poder restañar la poca que le quedaba; y acercándose a él para
-consolarle, viendo cómo el nuevo convertido hizo señal de la Santa Cruz
-y la besó, y diciendo JESÚS rindió el alma a su Criador.
-
-Lastimose tanto de ver al nuevo cristiano muerto, que derramó muchas
-lágrimas sobre el difunto con el dolor que tenía de la muerte de su
-amigo; mas visto que el llorar y hacer sentimiento doloroso no hacía
-al caso, se consoló dejando el llanto, y procuró cómo le podría dar
-sepultura en aquel lugar tan desierto; y estando así con este cuidado,
-Dios le socorrió en tal necesidad, para que el cristiano fuese
-enterrado, y no quedase su cuerpo a las aves en aquel campo; y fue,
-que cuatro rústicos iban por leña a la sierra Elvira con todo recado y
-azadones para sacar las cepas.
-
-Muza se alegró cuando los vio y los llamó; los cuales vinieron, y Muza
-les dijo:
-
---Amigos, por amor de mí, que me ayudéis a enterrar el cuerpo de este
-caballero que está aquí, que Alá os lo pagará.
-
-Los leñadores respondieron que de buena gana lo harían; y habiendo
-señalado Muza el lugar de la sepultura, la abrieron con diligencia al
-mismo pie del pino; y alzando el cuerpo del caballero le quitaron la
-marlota y capellar, y desarmándole de las armas que tenía, de tan poco
-provecho a los agudos filos y temples de la espada y lanza del maestre,
-y tornándole a poner su marlota y capellar, le enterraron con hartas
-lágrimas, que derramó Muza; y habiéndole enterrado, los leñadores se
-despidieron, espantados de las mortales heridas del difunto.
-
-Muza escribió en el mismo tronco del pino un epitafio con letra que de
-todos fuese bien entendida, que decía de esta manera:
-
-_Epitafio de la sepultura de Albayaldos._
-
- Aquí yace Albayaldos,
- de cuya fama el suelo estaba lleno,
- más fuerte que Reynaldos,
- ni el Conde Palatino, aunque fue bueno.
- Matole el hado ajeno
- de su famosa vida,
- envidia conocida
- de aquel famoso Marte,
- que pudo tan sin arte
- ponerle el hierro duro,
- por vivir en su cielo más seguro.
-
-Este epitafio puso Muza en el pino sobre la sepultura del convertido
-Albayaldos, y derramando lágrimas tomó la fuerte jacerina, casco,
-bonete y plumas, todas llenas de argentería, y la fina adarga hecha
-en Fez, y haciendo en todo con el alfanje y trozo de lanza enmedio un
-trofeo, le colgó en una rama del pino, y encima este letrero:
-
- Es el trofeo pendiente
- del ramo de aqueste pino,
- de Albayaldos Sarracino,
- de moros el más valiente
- del estado granadino.
- Si aquí Alejandro llegara
- a este sepulcro, llorara
- con más envidia y más fuego,
- que lloró en aquel del griego,
- que el gran Homero cantara.
-
-Así como Muza acabó de poner el trofeo con las letras que tengo dichas,
-y viendo que no había más que hacer, subió en su caballo y asió de la
-rienda al de Albayaldos maldiciéndole muchas veces, porque por la gran
-caída que dio, fue herido tan mal Albayaldos; aunque después dijo, que
-bien sabía que aquella causa, ni otra alguna no fueran bastante, sino
-que estaba ya ordenado del cielo que pasara así, y no podía dejar de
-suceder.
-
-Yendo diciendo estas cosas y otras, aún no había andado tres millas
-cuando vio venir dos caballeros de buen talle: el uno venía vestido
-con marlota amarilla, capellar, bonete y plumas de la misma color; la
-adarga era la mitad amarilla y la otra azul, y en el lado azul pintado
-un sol metido entre nubes negras, y debajo del sol una luna que le
-eclipsaba, con una letra que decía de esta suerte:
-
- Ya se eclipsó mi esperanza,
- y se aclaró mi tormento:
- ajeno soy de contento,
- pues no hay rastro de mudanza.
-
-La lanza de este caballero era toda amarilla, el jaez y adorno del
-caballo, amarillo, y la banderilla de la lanza amarilla. Bien mostraba
-este caballero vivir desesperado. La letra decía: _Sin remedio de
-esperanza._
-
-El otro caballero venía con una marlota, la mitad roja y la otra mitad
-verde, capellar, bonete y plumas de lo mismo, la lanza y la banderilla
-verde y roja, la adarga, la mitad roja y la otra mitad verde, y en la
-parte roja unas letras de oro, cortadas con mucho artificio, porque
-campearan desde lejos, que decían así:
-
- Mi luz no se oscurece,
- antes esclarece el día,
- y este me causa alegría,
- porque mi gloria más crece.
-
-Debajo de estas letras había un gran lucero también de oro, con los
-rayos muy grandes; y cuando le daba el sol resplandecía de manera, que
-privaba de la vista a quien lo miraba.
-
-Muy bien mostraba este caballero vivir contento y alegre, según lo
-daban a entender las colores de su librea y blasón, y señal de su
-adarga.
-
-Venían ambos platicando, y caminando de priesa. Muza los estuvo mirando
-por si acaso los pudiera conocer; mas no pudo conocerlos hasta que
-estuvieron cerca: entonces fueron conocidos, que el de color amarillo
-era Reduán, y vestía de aquesta suerte, porque Lindaraja, Abencerraje,
-le desamaba: el otro caballero de lo rojo y verde era el animoso Gazul,
-y vestía de aquesta manera, porque Lindaraja le amaba; y los dos venían
-desafiados sobre quién había de quedar con la hermosa dama.
-
-Maravillose Muza de verlos, y ellos de ver a él con aquel caballo de
-las riendas y sin ningún escudero que le acompañase; y en llegando los
-unos a los otros se saludaron, según su costumbre, y después el que
-primero habló fue Muza, diciendo:
-
---Por Mahoma juro, que me espanto en veros ir a los dos por este
-apartado camino, y sospecho que vuestra venida no es sin causa, y
-recibiré gran placer si me dais cuenta de ella.
-
-Reduán respondió:
-
---Más razón hay de admirarnos nosotros en veros venir así solo, y con
-ese caballo del diestro; y debe de ser la causa que habéis tenido
-escaramuza con algún caballero cristiano y le habéis muerto, y le
-quitasteis el caballo.
-
---Yo me holgara que fuera así --respondió el afligido Muza--; mas
-decidme, señor Reduán, ¿es posible que no conocéis este caballo?
-
-Reduán mirándole dijo:
-
---Si no me engaño es de Albayaldos: suyo es de cierto. Su señor ¿dónde
-queda?
-
---Pues lo preguntáis --respondió Muza--, yo os lo diré. Sabed que ayer
-en el juego de sortija, habiendo corrido el maestre de Calatrava sus
-tres lanzas, y ganado al mantenedor, Albayaldos entró en la plaza, y
-porque el maestre mató al rey Mahomad, primo de Albayaldos, desafió
-al maestre estando yo presente, y quedó que se habían de ver hoy en
-la fuente del Pino, llevando Albayaldos por su padrino a Alabez, y el
-maestre por el suyo a D. Manuel Ponce de León; y esta mañana fui a
-palacio y no vi a Albayaldos ni a Alabez, y acordándome del desafío,
-sin dar cuenta a nadie fui por la posta a la fuente del Pino, y allí vi
-a los cuatro caballeros; hice todo lo posible porque no pasase adelante
-el desafío, y ya lo había alcanzado del maestre; pero Albayaldos estaba
-tan pertinaz, que no quiso sino proseguir la escaramuza. Alabez y D.
-Manuel tenían antes de ahora comenzada una escaramuza, y por cierta
-ocasión no fue fenecida, y hoy la quisieron fenecer, de suerte, que
-padrinos y ahijados riñeron cruelmente, y al fin por caer de su caballo
-fue muy mal herido Albayaldos, el cual vencido, al punto de su muerte
-dijo que quería ser cristiano. Alabez también fue muy mal herido
-y vencido por D. Manuel Ponce de León; y si no fuera por mí, allí
-muriera. Pedile de merced otorgase la vida a Alabez, y fue tan noble
-que dejó de matarle y me lo entregó. Yo le apreté las heridas y se
-vino, y entiendo que está curándose en Arbolote. El maestre bautizó a
-Albayaldos, y le puso por nombre D. Juan, y a poco rato murió llamando
-a Jesucristo: antes que muriera me rogó muy encarecidamente que le
-diese sepultura debajo de aquel pino, y así lo hice, y de sus armas
-hice un honroso trofeo, y lo colgué encima de su sepultura. Todo esto
-pasa como lo he contado: ahora hacedme placer de decirme adónde vais,
-por si os puedo servir en algo.
-
---Obligación hay --dijo Gazul-- de daros cuenta de nuestra venida, pues
-nos la habéis dado de este suceso, y respondiendo a estas cosas, digo
-que siento en el alma la muerte de Albayaldos y las heridas de Alabez,
-por ser dos caballeros en quien el rey tenía puestos los ojos por su
-valor. La causa de nuestra venida es, que el señor Reduán me trae
-desafiado, solo porque Lindaraja me ama y a él le aborrece, y para esto
-vamos a la fuente del Pino por ser lugar apartado.
-
-Admirose el fuerte Muza del caso, miró a Reduán y le dijo:
-
---¿Pues es posible que queráis que os ame por fuerza la dama? Nunca
-forzoso amor es perfecto. De suerte que si ella quiere a otro, ¿queréis
-tener escaramuza con quien no os debe nada, y dejáis la culpa sin
-castigo, y ponéis la vida en contingencia de perderla? Si ella no os
-quiere, buscad otra, que abundancia hay de damas, siendo vos como sois
-un caballero tan estimado en el reino, así en valor de la persona,
-como en bienes y linaje. Por cierto bien parecería que saliesen a
-reñir cada día los caballeros más estimados por esos negocios, y se
-matasen; y al tiempo de la necesidad, como cada día vemos que la hay,
-por tener los cristianos a la puerta, ¿quién saldría a los rebatos y
-escaramuzas? Mirad en que paró Albayaldos por no tomar mi consejo. No
-paséis adelante, sino volvamos a Granada. Bien sabéis, señor Reduán,
-que yo amaba a Daraja, y a los principios me hizo favores, cuantos a
-hombre se le podían hacer; y sin causa, solo por su gusto me aborreció,
-y puso los ojos en Zulema Abencerraje. Cuando vi de cierto que no me
-quería, aunque luego lo sentí mucho, procuré olvidarla, y me consolé
-considerando que no hay veletas de torres tan mudables como ellas.
-¿Fuera bueno que la ingratitud que Daraja usó conmigo me lo pagara
-Zulema y le matara, no teniendo culpa? Disparate fuera muy grande. En
-lo que me vengo de Daraja es en no mirarla, y en hacer a mi dama mil
-ofrendas en presencia de ella, y esta es mucho mayor venganza que si
-la matara. Por vuestra vida, muy esforzado Reduán, que cesen todos
-vuestros rencores, y nos volvamos a Granada.
-
-Con esto cesó el valiente Muza, y Reduán respondió diciendo:
-
---Es tan grave mi tormento, y tan grande el infierno que arde en mis
-entrañas, que no me deja reposar porque de noche arde en mi pecho un
-mongibelo, y de día me enciende un volcán, sin cesar de abrasarme, de
-modo que para mitigar el fuego en que me abraso, no aguardo sino la
-acerba y cruda muerte.
-
---Quiero preguntar, señor Reduán --dijo Muza--, qué remedio pensáis
-sacar después de muerto de todos vuestros males.
-
---Descanso --respondió Reduán.
-
---Y sepamos --dijo Muza-- si acaso en la escaramuza que pretendéis
-hacer, matáis a Gazul, y averiguadamente la dama os aborrece más; y si
-por haberla privado de su gusto, y por vengarse de vos, pone los ojos
-en otro, ¿le habéis de matar también?
-
---Ahora querría acabar esta escaramuza --respondió--, que después el
-tiempo me dará orden a lo demás.
-
-Visto Muza que se iban, y que no había podido reducir a la razón a
-Reduán, se fue con ambos, con esperanza de aplacar la escaramuza; y
-tan buena priesa se dieron a caminar que en breve tiempo llegaron
-a la fuente del Pino; y en parando, Muza ató al pino el caballo de
-Albayaldos, y les enseñó el sepulcro, y de nuevo volvió a rogar a
-Reduán que no prosiguiese en su intento, y que dejase aquella empresa
-que no importaba.
-
-Reduán sin responder palabra dijo a Gazul:
-
---Ea, robador de mi gloria, ahora estamos en parte donde se ha de
-acabar de perder mi esperanza.
-
-En diciendo esto empezó a escaramucear por lo llano, y a llamar a Gazul
-que viniera a la escaramuza.
-
-Gazul enfadado del arrogante contrario, como quien pretendía privarle
-de todo punto de su bien, y frustrarle la esperanza que tenía de gozar
-a Lindaraja, sin hacer flores de escaramucear, en un momento se juntó
-con Reduán con una ardiente cólera, y se comenzaron a dar tan terribles
-golpes de lanza, que era admiración. Reduán rompió a su contrario la
-adarga y jaco, y le dio una pequeña herida, de la cual salía mucha
-sangre.
-
-Gazul viéndose así herido a los primeros golpes, para vengarse aguardó
-que Reduán se ladease con el caballo para herirle en el descubierto; y
-sucedió como lo imaginó, porque Reduán quiso volver con otro golpe, y
-fue rodeando para ejecutarle, y se le acercó cuanto pudo.
-
-Luego que Gazul le vio tan cerca arremetió su caballo con tanta
-presteza, que cuando Reduán entendió escaparse del encuentro, ya lo
-tenía recibido, y no tuvo lugar sino de adargarse por reparar el golpe;
-pero no le valió ser fina la adarga ni la jacerina, que el hierro de
-la lanza lo falseó todo, y quedó Reduán mal herido, y retirándose
-Gazul volvió a herir a Reduán: y él venía con su lanza enristrada, y
-se encontraron tan fuertemente, que se quebraron las lanzas, y ambos
-se hirieron en los pechos; y como se vieron tan cerca uno de otro,
-se abrazaron, haciendo mucha fuerza para sacarse de la silla, y así
-pelearon gran rato sin poder efectuar su pretensión.
-
-Los caballos, como se vieron tan juntos, alborotándose y dando
-relinchos, empezaron a morderse, y empinándose, a pesar de sus señores,
-volvieron de ancas para hacerse mal con las herraduras; y al tiempo de
-revolverse, como estaban apretados los caballeros el uno con el otro,
-de necesidad hubieron de venir ambos al suelo; pero Reduán como más
-fuerte se trajo tras sí a Gazul y quedó debajo.
-
-Reduán que se vio en tanto peligro, hizo mucha fuerza con los brazos
-y pechos, y afirmando los pies en el suelo, dio tales enviones, que
-desechó a Gazul de encima, y se levantó luego en pie, y lo mismo hizo
-Gazul, y muy presto se adargaron; y poniendo mano a sus alfanjes se
-comenzaron a herir terriblemente dándose recios golpes, de suerte que
-las adargas se hicieron pedazos, y quedaron muy mal heridos.
-
-El que estaba más herido era Reduán, porque tenía dos heridas de lanza.
-Ambos andaban mal heridos, sin reconocerse ventaja en ninguno. Las
-libreas estaban rotas por el suelo y las armas descubiertas, de suerte
-que cada uno procuraba herir en las partes más flacas de las armas,
-para que el golpe no fuese en balde.
-
-Los alfanjes eran damasquinos y de muy finos temples, y no tiraban
-golpe que las armas no fuesen rotas y ellos heridos, y así en dos horas
-que había que lidiaban, estaban tales, que no se podía esperar sino la
-muerte de ambos.
-
-Reduán llevaba lo peor de la escaramuza porque, aunque es verdad que
-era de más fuerza que Gazul, era más seguro, y entraba y saltaba más a
-su salvo, y hería como quería Gazul, lo cual no hacía Reduán, a cuya
-causa andaba tan mal herido: mas los golpes que Reduán acertaba, eran
-muy desaforados.
-
-Muy mal heridos andaban los dos, y mucha sangre vertían; lo cual visto
-por Muza, atendiendo que si la escaramuza pasase adelante, aquellos dos
-tan buenos caballeros habían de morir, de compasión que de ellos tuvo,
-se apeó de su caballo, y se fue a poner enmedio de ambos, diciendo:
-
---Señores caballeros, hacedme merced que no pase adelante la
-escaramuza, porque si proseguís, me parece que ambos moriréis.
-
-Gazul se apartó luego, y el valeroso Reduán, aunque contra su
-voluntad se hubo de apartar, considerando que Muza era hermano del
-rey; y apartados los curó Muza, y apretó las heridas, y subiendo en
-sus caballos, tomó Muza del diestro el de Albayaldos, y se fueron a
-Arbolote; y serían las cinco de la tarde cuando llegaron, y preguntando
-por Alabez, le hallaron mal herido en una cama, curado con gran
-diligencia por un buen maestro que allí estaba.
-
-Luego los dos caballeros Reduán y Gazul también fueron puestos cada uno
-en su cama, y curados por aquel cirujano, y los regalaron y proveyeron
-de todo lo necesario. Mucho se admiró Malique Alabez viendo a Gazul y a
-Reduán tan mal heridos, porque ambos eran muy grandes amigos suyos.
-
-Ahora los dejaremos curando, y ya hechos amigos, y volveremos a contar
-de Granada, y de algunas cosas que en ella sucedieron el día siguiente
-que pasaron estas dos escaramuzas.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XII.
-
-_En que se da cuenta de una pendencia que los Zegríes tuvieron con los
-Abencerrajes, y cómo estuvo Granada a punto de perderse._
-
-
-Puestos los caballeros en cura partió Muza a Granada, llevando el
-caballo de Albayaldos consigo, y puesto el sol llegó a la ciudad;
-y entrando por ella se rebozó con el cabo del capellar por no ser
-conocido, y así llegó al Alhambra a hora que el rey su hermano se
-sentaba a cenar; y apeándose, dio los caballos a uno de la guardia, y
-se entró en el real aposento. El rey se maravilló de verle venir de
-camino, y le preguntó dónde había estado aquel día. Muza le dijo:
-
---Señor, cenemos, y después os diré cosas de que os admiréis.
-
-Cenaron, que bien lo había menester Muza, y acabada la cena contó por
-extenso la muerte de Albayaldos, las heridas de Alabez, y la escaramuza
-de Gazul y Reduán, con lo cual fue el rey muy suspenso, y sintió la
-muerte de Albayaldos; y el día siguiente se publicó por la ciudad, y
-todos hicieron mucho sentimiento, y en particular su primo Aliatar, que
-juró de vengar su muerte, aunque le costase la vida.
-
-Todos los caballeros fueron a darle el pésame a Aliatar; los primeros
-fueron los Zegríes, Gomeles, Venegas, Mazas, Gazules, y Bencerrajes,
-y otros muy principales caballeros de la corte, y a la postre fueron
-Alabeces y Abencerrajes; y puestos todos en sus asientos, como en casa
-de un principal caballero, después de haberle dado el pésame, se trató
-si sería bueno hacer por él el debido sentimiento, como por semejantes
-hombres se suele hacer.
-
-Para esto hubo grandes pareceres, porque unos decían que no, por cuanto
-siendo Albayaldos moro, al tiempo de su muerte se volvió cristiano.
-
-Los Venegas decían que no importaba eso; que sería bien que sus deudos
-y amigos hiciesen sentimiento, así por los unos, como por los otros.
-
-Los Zegríes decían que pues Albayaldos se había vuelto cristiano, que
-no se holgaría Mahoma de que ellos hiciesen sentimiento, porque se
-había apartado de su secta, y esto era guardar derechamente el rito del
-Alcorán.
-
-Los Abencerrajes decían que el bien que se había de hacer fuera por
-amor de Alá, y que si Albayaldos se había vuelto cristiano a la hora de
-su muerte, que aquel secreto solo Dios lo sabía, y que no por esa causa
-se dejase de hacer el debido sentimiento.
-
-Un Zegrí llamado Abenámar dijo:
-
---O el moro moro, o el cristiano cristiano: dígolo, porque en esta
-ciudad hay caballeros que cada día envían limosnas a los cautivos
-cristianos que están en las mazmorras del Alhambra, y les dan de comer,
-y son los caballeros que digo los Abencerrajes.
-
---Decís verdad --dijo Abinhamad, Abencerraje--, que todos nos preciamos
-de hacer bien a los cristianos y a cualquier necesitado, porque los
-bienes los da el santo Alá para hacer bien por su amor; pues los
-cristianos dan limosnas a los moros en nombre de Dios, y por su amor lo
-hacen, y yo que he estado cautivo lo sé, porque las he visto dar, y a
-mí me han hecho bien; y en reconocimiento de esto yo y mis parientes
-hacemos la limosna que podemos a los cautivos cristianos, que por
-ventura lo estaremos nosotros algún día. Y a cualquier caballero que le
-pareciere mal, es muy ruin, y siente poco de caridad; y tóquele a quien
-le tocare: cualquiera que dijere que hacer limosna a quien la pide no
-es bueno, miente, y lo sustentaré.
-
-El valeroso Zegrí, ardiendo en saña, por verse desmentido, sin
-responder alzó la mano para herirle en el rostro al Abencerraje, el
-cual reparó el golpe en el brazo izquierdo; pero no fue tan bueno el
-reparo, que por eso dejase el Zegrí de alcanzarle en el rostro con las
-yemas de los dedos, de lo cual se sintió el Abencerraje, y rabioso
-como un león hircano, en viva cólera ardiendo, puso mano a la daga,
-y antes que se moviera un paso el Zegrí, le dio dos puñaladas, ambas
-penetrantes: al momento cayó muerto a los pies del Abencerraje.
-
-Otro caballero Zegrí embistió al Abencerraje para herirle con un puñal;
-pero no pudo, porque con gran presteza le asió del brazo derecho el
-Abencerraje, de modo que el Zegrí no pudo hacer lo que pretendía, y el
-animoso y esforzado Abencerraje le dio una herida en el estómago, con
-la cual cayó muerto.
-
-Los Zegríes que allí había, que eran más de veinte, pusieron mano a las
-armas, diciendo:
-
---Mueran los traidores Abencerrajes.
-
-Los Abencerrajes se pusieron en defensa. Los Gomeles fueron en favor de
-los Zegríes, y serían más de veinte, y con ellos otros tantos Mazas.
-
-Lo cual visto por los Alabeces y Venegas, fueron en favor de los
-Abencerrajes, y entre estos seis linajes de caballeros se comenzó una
-revuelta brava y reñida, que en muy poco tiempo fueron otros cinco
-Zegríes muertos y tres Gomeles, y dos de los Mazas, y en estos tres
-linajes hubo catorce heridos. De los Abencerrajes no hubo muerto, mas
-hubo diez y siete heridos: a uno le cortaron un brazo a cercén. De los
-Alabeces murieron tres, y hubo ocho muy mal heridos. Algunos Venegas
-salieron heridos, y dos muertos. Mucho mayor fuera la desgracia, si
-Aliatar y otros caballeros no se pusieran enmedio; y algunos de los que
-ponían paz salieron heridos.
-
-Con esta riña, que parecía hundirse Granada, salieron todos a la calle
-continuando su pendencia; pero como los moros que ponían paz eran
-muchos, y de mucho valor, que eran Sarracinos, Bencerrajes, Gazules,
-Almohades y Almoradís, tanto hicieron que los pusieron en paz, aunque
-con dificultad, porque los de la pendencia eran muchos, y había muertos
-de por medio.
-
-El rey Chico fue avisado de lo que pasaba, y salió del Alhambra, y
-fue adonde era la cuestión, y aún no estaba de todo punto el negocio
-acabado. Los caballeros de la pendencia, así como reconocieron al rey,
-se apartaron, y se fue cada uno por su parte.
-
-Hecha la averiguación del caso, mandó prender a los caballeros
-Abencerrajes, les dio por cárcel la Torre de Comares, y a los Zegríes
-mandó poner en las Torres-Bermejas, a los Gomeles en la Alcazaba, a
-los Mazas en el castillo de Bibatambién, a los Alabeces en la casa
-y palacio de Generalife, y los Venegas en una torre fuerte de los
-Alijares; y el rey muy enojado se subió al Alhambra, diciendo:
-
---Por Mahoma juro, y por mi corona, que he de apaciguar estos bandos,
-con quitar seis cabezas a cada linaje.
-
-Los caballeros que le iban acompañando le suplicaron que no hiciese
-tal, porque eran la mapa de la ciudad, y todos bien emparentados; y si
-hacía cualquier castigo, se alborotaría la ciudad, y aun todo el reino,
-y habría un escándalo, que quisiese luego remediarlo, y no pudiese;
-que lo mejor sería hacerlos amigos, a cuyo trabajo y cuidado ellos se
-obligaban.
-
-Finalmente, aplacado algún tanto el rey con lo que dijeron los
-caballeros, les encargó que hiciesen con brevedad las amistades.
-
-Hicieron tanta diligencia los Aliatares, Bencerrajes y Almoradís, que
-en espacio de cuatro días todos los caballeros que riñeron, fueron
-amigos, y las muertes perdonadas, llevando las justicias gran cantidad
-de dinero para la Cámara real.
-
-Esto pasado soltaron a los presos, cuando los Zegríes muy lastimados
-apellidaron entre ellos venganza de tanto daño y deshonra, y para
-contrastarla, se juntaron un día todos los Zegríes y Gomeles en un
-jardín muy deleitoso de una huerta junto a Darro, y después de haber
-comido todos a una mesa, estando sentados por su orden, un caballero
-Zegrí, a quien los demás respetaban por mayor y cabeza de ellos,
-hermano de aquel Zegrí que mató Alabez en el juego de cañas, comenzó a
-hablar, mostrando grande tristeza, y a decir así:
-
---Valerosos caballeros Zegríes, deudos y amigos míos, y vosotros los
-Gomeles, advertid lo que quiero deciros con lágrimas de sangre. Ya
-sabéis en cuánto se debe estimar la honra; cuánto cuesta conservarla,
-y que en un instante se pierde; y una vez perdida, no se cobra jamás:
-dígolo, porque en Granada nosotros los Zegríes, y vosotros los
-Gomeles, estamos puestos en el trono y alteza que podemos desear: el
-rey nos estima, la ciudad nos ama, riquezas tenemos abundantemente,
-y estos caballeros mestizos Abencerrajes procuran quitarnos el honor
-y abatirnos, y nos han muerto a mi hermano, y otros tres o cuatro
-deudos, y asimismo de los caballeros Gomeles, haciendo de nosotros
-infame menosprecio. Todo esto pide entera venganza; porque si no la
-procuramos presto, harán los Abencerrajes que no seamos nada, y que
-nadie nos estime; y para el reparo es menester, por todas las vías y
-modos que se pudiere, que busquemos cómo seamos vengados, y nuestros
-enemigos aniquilados y destruidos, porque nos quedemos en nuestra honra
-permanecientes. No se puede hacer por fuerza de armas, respecto que el
-rey puede proceder contra nosotros; pero tengo imaginado un buen medio,
-aunque no es a ley de caballeros, sino para vengarnos de nuestros
-enemigos.
-
-Un caballero de los Gomeles respondió:
-
---Señor Zegrí Mahomad, ordenad lo que conviene, que aquí os seguiremos.
-
---Pues sabed --dijo el Zegrí-- que he determinado poner mal a los
-Abencerrajes con el rey, de modo que ninguno viva, diciendo que
-Albid Hamete, cabeza de ellos, cometió adulterio con la reina; y he
-de atestiguar con vosotros, y habéis de decir que es verdad lo que yo
-digo, y que a quien nos contradijere, se lo daremos a entender; y que
-los Abencerrajes le pretenden matar y quitar el reino, y con esto sin
-duda que el rey los mandará degollar a todos; y dejadme el cargo, que
-yo daré la orden para ello. Este es mi pensamiento, amigos y parientes,
-ahora dadme vuestro parecer, y sea con secreto, porque ya veis lo que
-importa.
-
-Acabando el Zegrí su diabólica y mal pensada razón, todos dijeron a una
-que estaba bien acordado, y que se hiciese así, que todos favorecerían
-su intención. Luego fueron señalados dos caballeros de los Gomeles para
-que el Zegrí y ellos propusiesen el caso delante del rey.
-
-Acabada de tratar esta tan insolente traición, fueron a la ciudad,
-donde estuvieron con su dañado pensamiento aguardando tiempo y lugar
-para ponerlo en ejecución; y así los dejaremos a ellos, y volveremos al
-moro Aliatar, que estaba enojado por lo que en su casa había sucedido,
-y triste por la muerte de su primo Albayaldos, y juró de vengar su
-muerte, y propuso de ir a buscar al maestre para matarle; si pudiese;
-y para esto no quiso dilatar más su deseo, sino luego se puso un jaco
-acerado sobre un estofado jubón, y una marlota leonada sin guarnición,
-y púsose un acerado casco, sobre él un bonete leonado, y en él un
-penacho negro.
-
-Trajéronle un caballo enjaezado de negro, lanza y adarga negra,
-sin otra señal ni divisa; salió tan gallardo y brioso, que pocos le
-igualaron en la ciudad, y llegando a la plaza nueva, vino bajando el
-camino de Antequera para buscar al maestre, o a otros cristianos en
-quien vengar la muerte de su primo Albayaldos.
-
-Habiendo pasado de Loja vio un escuadrón de cristianos, que venía para
-entrar en la Vega, los cuales traían un pendón blanco y una señal roja,
-la cual era la cruz de Santiago, y por capitán de esta gente venía el
-maestre de Calatrava, que ya estaba sano de sus heridas por haberlas
-curado con precioso bálsamo.
-
-Aliatar conoció ser aquesta señal del maestre, porque él le había visto
-muchas veces en la Vega; y arrimándose al escuadrón, dijo en voz alta:
-
---¿Por ventura viene aquí el maestre de Calatrava?
-
-El maestre que esto oyó, se adelantó de su gente, y le dijo al moro:
-
---¿Para qué preguntas por él?
-
---Quería hablarle --dijo el moro.
-
---Si no es para más, yo soy, decid lo que queréis.
-
-Aliatar mirando al maestre le conoció luego en la cruz, y arrimándose a
-él sin ningún temor y sin saludarle, le dijo:
-
---Maestre esforzado, con razón os podéis llamar el caballero más
-dichoso del mundo, pues habéis alcanzado victoria de tantos y
-tan buenos caballeros, y más con la que alcanzasteis de mi primo
-Albayaldos, gloria y espejo de todos los caballeros de Granada, que es
-tanto el sentimiento mío, que muero en pensarlo. Mi venida es en busca
-vuestra para vengar la muerte de mi primo, acudiendo a la obligación
-que tengo; y pues os he topado, holgaré cumpláis mi deseo; y si
-muriere en la escaramuza, partiré consolado, por morir a manos de tan
-principal caballero, y por hacer compañía a mi amado primo.
-
-A lo cual respondió el maestre:
-
---Holgárame, Aliatar, que ya que me habéis topado habiéndome buscado,
-que fuera para cosa que yo os pudiera servir, que juro como caballero,
-que en mí tendréis eterna amistad, y me holgaría que no hiciésemos
-escaramuza, porque vuestro primo hizo el deber como caballero; quiso
-Dios llevárselo al cielo, porque al tiempo de su muerte le conoció, y
-pidió el agua del bautismo, y se volvió cristiano: ¡Dichoso él, pues
-goza de Dios! Por eso no querría que tuviésemos escaramuza sin haber
-para qué, sino ved si os puedo servir en algo, que lo haré por vos.
-
---En mucho estimo la merced que me hacéis, señor maestre --respondió
-Aliatar--: por ahora no se me ofrece cosa en que me la hagáis, sino que
-me clama la sangre de mi primo Albayaldos, y querría que no dilatásemos
-la escaramuza; asimismo quisiera me aseguréis que de los vuestros no
-seré ofendido, sino que solo con vos he de lidiar.
-
---Mucho me holgara --dijo el maestre-- que no pasarais adelante con
-vuestro intento; pero pues esta es vuestra voluntad, hágase lo que
-queréis. En lo que pedís, que no seáis ofendido de los míos, yo os doy
-seguro de ello.
-
-Diciendo esto alzó las manos a su gente, haciendo señal que se
-retirasen de allí, y esta era bastante señal de seguro.
-
-La gente luego se retiró; lo cual visto por el moro, dijo al maestre:
-
---Ea, caballero, ya es tiempo de comenzar nuestra escaramuza, y
-diciendo esto movió su caballo a media rienda, escaramuceando con
-gracia.
-
-El maestre, hecha la señal de la cruz, alzó los ojos al cielo diciendo:
-
---Por vuestra Santísima Pasión, Señor mío Jesucristo, que me deis
-victoria contra este pagano.
-
-Y diciendo esto, con bravo ánimo arremetió su caballo por el campo,
-escaramuceando contra el moro; y aunque no estaba sano de las heridas
-que le dio Albayaldos, y le impedían para pelear, su gallardo ánimo
-suplía los defectos de sus heridas, y notando la braveza de Aliatar,
-su denuedo y ligereza de escaramucear, dijo entre sí: «Conviene andar
-cuidadoso porque este moro no alcance victoria, lo cual no permita
-Dios»; y diciendo esto sosegó su caballo, viniéndose despacio, y los
-ojos puestos siempre en su enemigo para ver lo que haría.
-
-El moro que vio andar así al maestre, no sabiendo la causa, se le fue
-acercando para hacerle algún daño; y estando cerca de él, confiado
-en el valor de su brazo, enderezó para dar el golpe, entendiendo que
-el maestre no estaría en el caso advertido; y levantándose sobre
-los estribos le arrojó la lanza con tanto ímpetu, que el hierro y
-banderilla iban rechinando por el aire.
-
-El maestre que vio desembrazar la lanza con tan gran violencia, y que
-el asta venía crujiendo por el aire, con gran presteza arremetió su
-caballo y se apartó hacia un lado, hurtándole el cuerpo, de modo que
-pasó por delante, y se clavó en la tierra sin hacer efecto.
-
-Habiéndose el maestre apartado con tal presteza, y cual halcón suele
-asaltar a los astutos gorriones, arremetió al moro para herirle; el
-cual no osó aguardar, porque le vio venir con violencia, y revolviendo
-el caballo fue adonde estaba clavada la lanza; y llegando tiró de ella
-y la sacó del suelo con una presteza admirable; y revolviendo para
-herir al maestre, le vio tan cerca de sí, que le venía a los alcances,
-que no se pudo hacer otra cosa sino embestirse el uno al otro, y
-diéronse dos grandes encuentros.
-
-El moro dio a su contrario en el escudo y se lo falseó, y le hirió en
-el pecho de una mala herida. El golpe que el maestre dio fue muy bravo,
-porque rompió la adarga del moro, aunque era muy fuerte, y el jaco
-acerado, y le hizo una mala herida por la cual salía mucha sangre.
-
-Bien sintió el moro que estaba mal herido, pero no por eso mostró punto
-de desmayo, antes con más ánimo arremetió al maestre, blandeando la
-lanza como si fuera un junco.
-
-El maestre usó de maña con él, que al tiempo que se hubieron de
-encontrar los dos, ladeó un poco su caballo, de suerte que le dio
-Aliatar en la adarga al soslayo, y aunque la rompió no entró el hierro
-en la carne. El maestre le dio de través en lo descubierto, y le hizo
-una mala herida.
-
-El moro, encendido en ira rabiosa, casi desesperado, arremetió al
-maestre para herirle, pero guardábase de los golpes con gran ligereza.
-Y visto por el moro la grande destreza del maestre, maravillado detuvo
-su caballo y le dijo:
-
---Cristiano caballero, si queréis, y es vuestro gusto, fenezcamos
-nuestra escaramuza a pie pues ha gran tiempo que combatimos a caballo.
-
-El maestre dijo que le placía, y se alegró, porque era grande la
-destreza que tenía a pie; y así se apearon los dos fuertes guerreros, y
-embrazando sus escudos, con las armas en las manos se acometieron con
-tanta fortaleza, como dos bravos leones; pero poco le valió al moro su
-braveza, que tenía poderoso enemigo.
-
-Heríanse por todas partes, procurando cada uno dar la muerte a su
-contrario, y así andaban los dos muy encarnizados: llevaba el moro
-lo peor, aunque no lo sentía, porque de dos heridas destilaba mucha
-sangre, y tanta, que donde Aliatar ponía los pies quedaba rastro; mas
-como era el moro valiente, y de tan animoso corazón, no lo sentía, y
-así se mantenía en su escaramuza.
-
-A esta sazón tiró el maestre un revés a su enemigo, y le cortó la
-adarga como si fuera de seda; lo cual visto por el moro lo sintió, y
-muy sañudo dio un golpe al maestre por encima de su escudo, que parte
-de él vino al suelo; y como el maestre lo alzó por defender la cabeza,
-la punta del alfanje alcanzó con tal valor, que el acerado casco del
-maestre fue roto, y quedó herido en la cabeza: la herida no fue grande,
-respecto que el alfanje le tocó por los extremos, pero salíale tanta
-sangre que le bañaba los ojos, de modo que le turbaba; y si a la sazón
-el moro no anduviera tan debilitado por la falta de sangre, el maestre
-corría peligro, porque como el moro vio tanta sangre por el rostro del
-maestre, cobró ánimo, y comenzó a herirle bravamente; mas como estaba
-desangrado, no pudo acometer al maestre como quisiera ni mostrar su
-valor: con todo eso ponía en aprieto al maestre, el cual como se vio
-tan perseguido del moro, y que tanta sangre le salía de la herida de
-la cabeza, de todo punto enojado, poniendo la vida en mucho riesgo,
-cubierto lo mejor que pudo con la parte de escudo que le quedaba,
-acometió a Aliatar, llevando su espada de punta.
-
-El moro que le vio venir no le rehusó que también le embistió, pensando
-con aquel golpe fenecer la escaramuza. El maestre le hirió de punta
-al moro con gran furia, de suerte que la espada entró hasta lo más
-escondido de sus entrañas; mas no pudo hacer tan a su salvo el maestre
-esta herida, que él no quedase mal herido de otra en la cabeza; de tal
-suerte, que aturdido vino al suelo, derramando mucha sangre.
-
-El moro que vio al maestre en tierra y cubierto de sangre, entendió que
-era muerto, y fue para cortarle la cabeza; pero cuando se movió para
-ello cayó en tierra muerto, a causa de haberle pasado las entrañas.
-
-A esta sazón el maestre volvió en sí, y viéndose puesto en tal estado,
-receloso que el moro viniese sobre él, con presteza se levantó, y
-mirando a Aliatar le vio tendido en el suelo que no se movía: entonces
-se hincó de rodillas, y dio muchas gracias a Dios por la victoria, y
-levantándose se fue al moro y le cortó la cabeza y la arrojó en el
-campo.
-
-Luego tocó la corneta, y al sonido vino su gente, y vista la victoria
-se holgaron; y como le hallaron tan mal herido les pesó mucho, y
-cogiendo los caballos le dieron el suyo al maestre, y el del moro
-cogieron de la rienda, y la cabeza de Aliatar puesta en el pretal,
-despojado el cuerpo de ropas y armas, se fueron para curar al maestre,
-el cual quedó de esta escaramuza con mucha honra; y por ella se hizo
-aquel antiguo romance que dice así:
-
- De Granada sale el moro
- que Aliatar era llamado,
- primo hermano del valiente
- y esforzado Albayaldos;
- Aquel que mató el maestre
- en el campo peleando.
- Sale a caballo este moro
- de finas armas armado,
- Sobre ellas una marlota
- de damasco leonado;
- leonado era el bonete,
- negro el plumaje azulado.
- La lanza también es negra,
- adarga negra ha tomado;
- también el caballo es negro,
- de valor muy estimado.
- No es potro de pocos días,
- de diez años ha pasado;
- tres cristianos se lo cuidan,
- y él mismo les da recado.
- Sobre tal caballo el moro
- se sale muy enojado;
- llegando a la plaza nueva
- hacia Darro no ha mirado,
- Aunque pasó por la puerta,
- según va encolerizado;
- sale por la puerta Elvira
- y por la Vega se ha entrado.
- Camino va de Antequera
- en Albayaldos pensando,
- topar desea al maestre
- para vengarse a su salvo;
- Y en llegando junto a Loja
- un escuadrón ha encontrado;
- todo es de lucida gente,
- por señas un pendón blanco,
- En medio una cruz roja
- del Apóstol Santiago.
- Llegándose al escuadrón
- sin temor ha preguntado,
- «Si venía allí el maestre
- que D. Rodrigo es llamado.»
- El maestre allí venía,
- de su gente se ha apartado,
- Y dijo: «¿Qué buscas, moro?
- Yo soy el que has demandado.»
- Conócele luego el moro
- por la cruz que trae al lado,
- Y también en el escudo
- que lo tiene acostumbrado:
- «Dios te guarde, buen maestre,
- buen caballero estimado:
- Sabrás que soy Aliatar,
- de Albayaldos primo hermano,
- a quien tú diste la muerte,
- y le volviste cristiano;
- Y ahora soy yo venido
- solamente por vengarlo:
- apercíbete a batalla,
- que aquí te aguardo en el campo.»
- El maestre que esto oyó,
- no quiso más dilatarlo:
- vase el uno para el otro,
- muy grande esfuerzo mostrando.
- Dábanse grandes heridas
- reciamente peleando:
- el maestre es valeroso,
- el moro no le ha durado.
- Finalmente le mató
- como varón esforzado;
- cortárale la cabeza,
- y en el pretal la ha colgado.
- Volviose para su gente
- muy malamente llagado,
- y su gente le llevó
- donde fue muy bien curado.
-
-A cuatro días que pasó esta escaramuza, se supo en Granada como Aliatar
-murió a manos del maestre, lo cual sintió mucho el rey, viendo que en
-tan poco tiempo le había muerto dos tan buenos caballeros, como eran
-Aliatar y Albayaldos.
-
-También lo sentían todos los caballeros, y la alegría de los días
-pasados se volvió en tristeza y pesar por la muerte de estos dos tan
-principales; lo cual visto por el rey, acordó con su consejo, que se
-volviesen a alegrar, y ordenose que todos los caballeros que jugaron
-en la sortija pasada, se casasen con las damas; que se hiciese sarao
-público, y se cantase y danzase la zambra, que es fiesta entre moros
-muy estimada, y que se corriesen toros, y hubiese juego de cañas. Y
-para esto dio el rey orden al valeroso y valiente Muza, el cual se
-encargó de hacer las cuadrillas del juego, y de hacer traer los toros.
-
-Grande contento sintieron los caballeros mancebos que tenían damas; y
-así toda la ciudad tuvo tanta alegría como de antes, y aun más, porque
-luego los caballeros comenzaron a ordenar juegos y máscaras de noche
-por las calles, mandando poner grandes hogueras y luminarias por toda
-la ciudad, de suerte que la noche parecía día.
-
-Será bueno decir quiénes fueron los caballeros y damas que se casaron.
-
-El fuerte Sarracino con la linda Galiana; Abindarráez con la hermosa
-Jarifa; Abenámar con Fátima; Malique Alabez con la linda Cobaida, que
-ya le habían traído de Arbolote, y estaba de todo punto sano de sus
-penetrantes heridas; Azarque con Arbolaya; un caballero Almoradí con
-la bella Sarracina; un caballero Abencerraje con Celima: todos estos
-caballeros y damas nombradas fueron casados en la misma sala real, en
-la cual hubo dos meses de fiesta y zambra.
-
-Como los caballeros y damas ya nombradas era toda gente principal, y
-la flor de la ciudad de Granada, se hicieron grandísimos gastos, así
-en comidas, como en ricas ropas, oros y sedas; de manera que la ciudad
-estaba en esta sazón la más rica y opulenta, y más alegre y regocijada
-que había estado en ningún tiempo.
-
-Fuera gran bien para los moradores de la ciudad y para todo el reino,
-que siempre estuvieran en tranquilidad y concordia; pero como la rueda
-de la fortuna es mudable, presto volvió lo de arriba abajo, y dio con
-todo en el suelo, convirtiendo tantos placeres y regocijos en tristes
-llantos, como adelante diremos.
-
-Muza, como hombre a quien habían hecho cargo de las fiestas, presto
-concertó las cuadrillas del juego, tomándose él un puesto con treinta
-caballeros Abencerrajes, y dando el otro puesto a un caballero Zegrí,
-hermano de Fátima, mancebo de valor; y este señaló otros treinta
-Zegríes, deudos suyos, para el juego, el cual había de ser en la plaza
-de Vivarrambla, donde se habían de correr los toros; y traídos un
-día señalado, los corrieron con mucha alegría de toda la ciudad, en
-presencia del rey y la reina, y de toda la corte. Congregáronse de la
-ciudad y forasteros mucha gente a la fama de las fiestas reales.
-
-Ya se habían corrido cuatro toros muy bravos, y el quinto estaba en
-la plaza, cuando entró por ella un caballero en un lucido caballo; la
-marlota y capellar eran verdes, como quien vivía con esperanza, las
-plumas verdes con argentería de oro. Con él salieron seis con la misma
-divisa de su librea, y cada uno con un rejón negro en la mano, y unas
-listas de plata.
-
-Grande contento dio el caballero a todos los que estaban mirando las
-fiestas, y más a la hermosa Lindaraja, porque luego conoció a Gazul,
-que ya estaba sano de las heridas que le dio Reduán en la escaramuza
-que tuvieron los dos.
-
-Reduán no quiso estar en las fiestas aquel día, por los desdenes que
-le hacía Lindaraja; y por no verla, y por no traer a la memoria sus
-penas, se salió aquel día armado, por si encontraba algún cristiano con
-quien pelear.
-
-Pues como Gazul entró tan gallardo, y vio que todo el vulgo le miraba,
-se puso enmedio de la plaza, y aguardó que el toro viniese por aquella
-parte; el cual no tardó mucho, que habiendo muerto cinco hombres,
-y atropellado más de cincuenta, llegó, y así como vio el caballo,
-arremetió para herirle.
-
-Gazul le aguardó, y al tiempo que el toro quiso dar su golpe, le clavó
-un rejonazo tan cruel por medio de los hombros, que contra su gusto
-cayó en tierra, y no hirió al caballo. Sentía tanto dolor el lastimado
-toro, que puestos los pies y manos hacia arriba, se revolcaba en su
-sangre, dando unos bramidos espantables.
-
-Admirado quedó el rey y toda la corte de ver la venturosa suerte de
-Gazul, y qué brevemente había quitado la fuerza y brío a un animal tan
-feroz.
-
-Con mucho contento estaba Gazul, lidiando los toros que se corrían,
-aguardándolos hasta llegar muy cerca, y después los lastimaba con el
-rejón de tal suerte, que no volvían más a él; y porque aquel día lo
-hizo tan bien el invencible Gazul, se dijo este
-
-ROMANCE.
-
- Estando toda la corte
- de Abdalí, rey de Granada,
- haciendo una rica fiesta,
- habiendo hecho la zambra,
- Por respeto de unas bodas
- de gran nombradía y fama,
- por las cuales corren toros
- en la plaza Vivarrambla.
- Estando corriendo un toro,
- que su braveza espantaba,
- se presentó un caballero
- sobre un caballo en la plaza,
- Con una marlota verde,
- de damasco bandeada,
- y el capellar de lo mismo,
- muestra color de esperanza.
- Plumas verdes, y el bonete
- parece de una esmeralda;
- seis criados van con él,
- que le sirven y acompañan,
- Vestidos también de verde,
- porque su señor lo manda,
- como aquel que en sus amores
- esperanza lleva larga.
- Un rejón fuerte y agudo
- cada criado llevaba;
- de color negro eran todos,
- y bandeados de plata.
- Conocen al caballero
- por su presencia bizarra,
- que era el muy fuerte Gazul,
- caballero de gran fama,
- El cual con gentil donaire
- se puso enmedio la plaza
- con un rejón en la mano,
- que al gran Marte semejaba,
- Y con ánimo invencible
- al fuerte toro aguardaba.
- El toro cuando le vio,
- al cielo tierra arrojaba
- Con las manos y los pies,
- cosa que gran temor daba;
- y después con gran furor
- hacia el caballo arrancaba
- Por herirle con sus cuernos,
- que como alesnas llevaba;
- mas el valiente Gazul
- su caballo bien guardaba,
- porque con el rejón duro
- con presteza no pensada
- Al bravo toro hiriera
- por entre espalda y espalda:
- el toro muy mal herido
- con sangre la tierra baña,
- Quedando en ella tendido
- su braveza aniquilada.
- La corte toda se admira
- en ver aquella hazaña,
- Y dicen que el caballero
- es de fuerza aventajada;
- el cual corridos los toros,
- el Coso desembaraza.
- Haciendo mesura al rey,
- y a Lindaraja su dama;
- lo mismo hizo a la reina,
- y a las damas que allí estaban.
-
-Volviendo al propósito, el fuerte Gazul corrió los demás toros que
-quedaban, en compañía de otros caballeros que los corrían; y no
-quedando ya ningún toro, hecho el acatamiento debido al rey y a la
-reina, y a las damas, y en particular a Lindaraja, se salió de la
-plaza, quedando todos muy contentos en haber visto su hazaña. Luego se
-tornó a montar para que entrase el juego de cañas.
-
-Los caballeros del juego se fueron a aderezar, y no tardó mucho que al
-son de militares trompetas entró el valeroso Muza con su cuadrilla, con
-tanta bizarría, gala y gentileza, que no había más que ver.
-
-Toda la librea era blanca y azul con griones y bandas pajizas, plumas
-encarnadas y blancas, con mucha argentería de oro; por divisa en las
-adargas un salvaje, que con un bastón deshacía un mundo. Esta divisa
-era de los bravos Abencerrajes muy usada, con una letra a los pies del
-salvaje, que decía así:
-
- Abencerrajes levanten
- hoy sus plumas hasta el cielo,
- pues las famas en el suelo
- con la fortuna combaten.
-
-De esta forma entró el granadino Muza muy gallardo y bizarro con toda
-su cuadrilla, que eran treinta Abencerrajes, todos caballeros de mucho
-valor. En entrando hicieron todos un concertado caracol, escaramuceando
-unos con otros, y al cabo se pusieron cada uno en su puesto.
-
-Luego el bando de los Zegríes entró muy gallardo, y no menos vistoso
-que los Abencerrajes: su librea era verde y morada, cuarteada de color
-de hojaldre muy vistosa.
-
-Venían en yeguas bayas muy ligeras: los pendones de las lanzas eran
-verdes y morados; y si los Abencerrajes hicieron buena entrada y
-caracol vistoso, no la hicieron menos los bravos Zegríes. Traían por
-divisa en las adargas unos alfanjes sangrientos con una letra que decía
-así:
-
- Alá no quiere que al cielo
- hoy suba ninguna pluma,
- sino que se hunda y suma
- con el acero en el suelo.
-
-Habiendo hecho su caracol muy gallardamente, tomaron su puesto, y al
-punto los dos bandos se apercibieron de cañas para el juego.
-
-El rey, que ya tenía vistas las letras y divisas de los caballeros,
-entendió por ellas el rencor que tenían; y porque no resultase algún
-escándalo en tiempo de tantos regocijos y fiestas, luego se quitó de
-los miradores, y acompañado de todos los grandes de su corte bajó a la
-plaza antes que se comenzasen las cañas, que no fue poco importante su
-asistencia.
-
-Puesto a un lado mandó que jugasen, y al son de los añafiles y
-chirimías se comenzaron a jugar las cañas, hechas cuatro cuadrillas.
-Las cañas se jugaron sin haber desconcierto alguno, aunque lo
-hubiera muy grande, si el rey no descendiera a la plaza, porque los
-Zegríes venían de mano armada contra los Abencerrajes, los cuales,
-escarmentados de la pasada, estaban apercibidos para lo que se
-ofreciera; pero con la presencia del rey que estaba con ellos, no
-ejecutaron su intento los Zegríes.
-
-Habiendo visto los moros de los bandos contrarios al rey, estuvieron
-con mucha concordia, y se acabaron las fiestas de aquel día sin
-pesadumbre y con mucho gusto, que no fue pequeño misterio.
-
-Y por estas fiestas de toros y juego de cañas se hizo el siguiente
-
-ROMANCE.
-
- Con más de treinta en cuadrilla,
- hijosdalgo Abencerrajes,
- sale el valeroso Muza
- a Vivarrambla una tarde;
- Por mandado de su rey
- a jugar cañas se sale,
- de blanco, azul y pajizo,
- con encarnados plumajes;
- Y para que se conozcan
- en cada adarga un salvaje,
- acostumbrada divisa
- de moros Abencerrajes,
- Con un letrero que dice:
- Abencerrajes levanten
- hoy sus plumas hasta el cielo;
- pues de ellas visten las aves.
- Y en otra cuadrilla vienen
- atravesando una calle
- los valerosos Zegríes,
- con libreas muy galanes.
- Todos de morado y verde,
- marlotas y capellares,
- en mil jaqueles gualdados
- de plata los acicates.
- Sobre yeguas bayas todos,
- hermosas, ricas, pujantes;
- por divisa en las adargas
- unos sangrientos alfanjes,
- Con una letra que dice:
- no quiere Alá se levanten,
- sino que caigan en tierra
- con el acero pujante.
- Apercíbense de cañas,
- el juego va muy pujante;
- mas por industria del rey
- no se revuelven, ni salen,
- Porque los Zegríes tienen
- contra los Abencerrajes
- un concierto de traidores,
- y no pudieron lograrle.
-
-Acabado el juego de las cañas el rey y los demás caballeros principales
-de la corte, y la reina y las damas con sus novios se retiraron al
-Alhambra, donde el rey los regaló grandemente en la cena, porque estaba
-muy contento de que no había sucedido ninguna desgracia.
-
-Hubo sarao real, y los desposados danzaron con las desposadas, y el rey
-con la reina, Muza con Celima, con mucho contento de ambos; Gazul danzó
-con Lindaraja. Tanto danzaron y bailaron aquella noche, que era ya casi
-de día cuando se fueron a dormir los desposados.
-
-La hermosa Galiana, gozosa de verse en aquel punto con su Sarracino,
-a quien con tan excesivo amor amaba, después de haberle dicho muchas
-amorosas razones, le dijo:
-
---Dime, querido señor mío, ¿qué fue la causa que el día de S. Juan
-habiendo corrido con Abenámar las tres lanzas en el juego de la
-sortija, luego saliste de la plaza, y no pareciste más en aquellos
-cuatro o seis días? ¿Fue porque perdiste la joya, o por qué? Que te
-prometo que lo deseo saber.
-
---Querida esposa y señora mía, la causa fue porque perdí tu retrato
-bello y la rica manga labrada de tu mano, y por la vergüenza que me
-ocupaba de parecer en tu presencia, y por saber que Abenámar ordenó
-aquel juego por vengarse de los dos: de ti, porque le desdeñaste; y
-de mí, porque una noche le herí debajo de tu balcón, estándote dando
-una música, que bien creo que tendrás noticia de ello; y viendo que
-fortuna le favoreció tan a medida de su deseo, y que a mí me había
-sido contraria, me dio tan gran tristeza y desesperación, que enfermé
-de melancolía y maldecí mi poca ventura; renegué del falso Mahoma,
-y prometí y juré a fe de caballero, de ser cristiano, y lo tengo de
-cumplir, aunque sobre ello muera, porque tengo por mejor la fe de
-los cristianos, que no la burlaria de la secta de Mahoma; y si tú me
-quieres bien, como dices, has de ser cristiana, que yo sé que el rey D.
-Fernando nos hará grandes mercedes por ello.
-
-Con esto cesó, aguardando la respuesta que le daría Galiana, la cual
-luego le respondió:
-
---Señor, y esposo, no puedo yo huir en ninguna manera de tu voluntad;
-antes seguirela en todo y por todo; tú eres mi señor y marido, a quien
-yo di y entregué mi corazón; y así digo, que no iré contra tu gusto en
-cosa ni en parte; y más, que yo sé que la fe de los cristianos es mucho
-mejor que el Alcorán, y así prometo de ser cristiana.
-
---Acrecentádome habéis las mercedes de todo punto --dijo Sarracino--,
-y no esperaba menos de tan leal y firme pecho.
-
-Y diciendo esto la abrazó entre mil ternezas, y así pasaron toda
-aquella noche.
-
-Venida la mañana, los grandes de la corte se juntaron y ordenaron que
-Abenámar, pues era tan buen caballero, se casase con Fátima, ya que en
-su servicio había hecho tan grandes cosas. Los Zegríes no quisieron
-que aquel casamiento se hiciese, por cuanto Abenámar tenía amistad con
-los Abencerrajes; las cuales contradicciones no aprovecharon porque el
-rey gustó de que se casaran, y todos los caballeros fueron en que se
-efectuase.
-
-Hecho el casamiento, las fiestas se aumentaron, haciendo cada día
-zambra y muchas danzas y juegos; de modo que no había otra cosa en la
-corte sino galas, invenciones, máscaras y regocijos; y los dejaremos
-en ellas por contar lo que le sucedió a Reduán en la Vega, yendo
-desesperado por verse aborrecido de Lindaraja que amaba a Gazul.
-
-Pues es de saber que como salió de la ciudad se fue por el río Genil
-abajo, y llegó al Soto de Roma, que es un soto muy agradable, de mucha
-espesura de árboles; y hoy día quien no tiene muy andadas las veredas
-se pierde en él: hay dentro infinidad de caza volátil y terrestre, y
-estará de Granada el principio del soto legua y media, teniendo de
-ancho y largo más de cuatro leguas.
-
-Allí vio una escaramuza muy reñida entre cuatro moros y cuatro
-cristianos, por causa de que les querían quitar una mora muy hermosa,
-y la defendían, aunque con pérdida y trabajo, por ser los cristianos
-de mucho valor. La mora miraba su escaramuza derramando abundancia de
-lágrimas.
-
-Reduán espoleó su caballo para favorecer a los moros; pero por priesa
-que se dio ya habían muerto a los dos, y los otros andaban a mal traer;
-y temerosos de la muerte desampararon a la dama, y volvieron las
-espaldas a todo correr de sus yeguas.
-
-A esta sazón llegó Reduán, y mirando a la hermosa mora la vio vertiendo
-perlas por los ojos, y que acrecentaba más su triste llanto viendo
-muertos dos de sus guardadores, y que los otros dos se habían ido
-huyendo.
-
-Movido de compasión el valiente Reduán, por librarla del poder de
-los cristianos, y sin hablarles palabra, los acometió, y del primer
-encuentro hirió al uno muy mal en un descubierto de la adarga, de
-modo que vino a tierra; y revolviendo su caballo con gran ligereza y
-velocidad, se apartó de los tres cristianos escaramuceando un gran
-trecho, y luego tornando como un pensamiento sobre ellos, de un
-encuentro derribó a otro caballero del caballo, mal herido.
-
-Los dos cristianos que quedaban embistieron a Reduán, y el uno de ellos
-le dio una gran lanzada, de suerte que quedó herido de una mala herida;
-el otro caballero, aunque le entró, no le hirió y rompió su lanza.
-Reduán viéndose herido, se apartó de ellos, y con muy bravo ánimo les
-volvió a embestir, de suerte que derribó del caballo al que estaba sin
-lanza.
-
-El cristiano que estaba solo hirió a Reduán segunda vez, y él
-encolerizado acometió al cristiano para herirle, mas no se atrevió a
-esperarle por verse solo, pues los compañeros estaban en el suelo mal
-heridos, y los caballos andaban sueltos por el campo.
-
-Los dos moros que habían ido huyendo se detuvieron por ver el fin de
-la batalla; y visto cuán en breve había desbaratado aquel moro a los
-cuatro cristianos, volvieron espantados adonde había dejado a la mora,
-la cual estaba admirada del valor del moro.
-
-Reduán estaba hablando con ella maravillado de su hermosura, que le
-parecía ser mayor que la de Lindaraja y la de todas las damas de
-Granada; y así era verdad, que era la más hermosa de todo el reino.
-Estaba Reduán tan rendido a la mora, que no se acordaba de Lindaraja, y
-solo se ocupaba en mirarla, y la preguntó quién era.
-
-En esto llegaron los dos moros, y dándole las gracias del socorro le
-dijeron así:
-
---Señor caballero, Mahoma os trajo aquí a tal tiempo, que si vos no
-vinierais, nosotros del todo fuéramos perdidos y muertos a manos de
-aquellos caballeros cristianos; y lo que más nos pesara es perder esta
-dama que traemos a nuestro cargo, y porque parece que estáis herido,
-según demuestra esa sangre, vamos la vuelta de Granada, y en el camino
-diremos lo que habéis preguntado; y mirad si de estos caballeros
-cristianos se ha de hacer alguna cosa.
-
---No --dijo Reduán--, básteles estar heridos; cogedles los caballos,
-dádselos, y váyanse.
-
-De esto se maravillaron los moros, y cogieron los caballos y se los
-dieron a los cristianos, y ellos tomaron la vía de Granada.
-
-Yendo Reduán junto a la hermosa mora, la cual no menos pagada iba de
-Reduán que él iba de ella, el uno de los dos moros comenzó a hablar de
-esta manera:
-
---Habéis de saber, señor caballero, que éramos cuatro hermanos y una
-hermana, que es la que presente veis: de los cuatro, por nuestra
-desdicha, ya habéis visto como quedan allí los dos muertos a manos de
-los cristianos, y aun habemos sido para tan poco los dos que quedamos,
-que aún no les dimos sepultura; pero querrá el santo Alá que hallemos
-algunos villanos que pagándoselo quieran dársela. Nuestro padre es
-alcaide de la fuerza de Ronda; y como supimos que en Granada se hacían
-tan grandes fiestas, pedimos a nuestro padre, Zaide Hamete, licencia
-para venir a verlas. Pluguiera al santo Alá que no hubiéramos venido,
-que nos ha costado dos hermanos, y afrentosamente huimos y dejamos
-en tan notable peligro a nuestra hermana Haja, si vos, señor, no lo
-remediárades. Esta es, señor caballero, nuestra lastimosa y verdadera
-historia; y pues ya, señor, habéis sabido nuestro viaje, y también
-quién somos, recibiremos merced, si sois servido, que nos digáis de
-dónde sois y cómo os llamáis, para que sepamos a quién somos tan
-obligados.
-
-Reduán les respondió:
-
---Holgado me he, caballeros, de saber quién sois; bien conozco a
-vuestro padre, y conocí a vuestro abuelo Almadán, a quien mató D. Pedro
-Sotomayor. Pésame de no haber venido antes, que yo sé que no hubieran
-muerto vuestros hermanos, y huélgome mucho de haberos servido en algo,
-y lo haré cada y cuando que se ofrezca; y por si os queréis servir
-de mí, y daros gusto, os diré quién soy: llámanme Reduán, y soy de
-Granada; vamos allá a mi casa, y será vuestra, donde os haré regalar y
-servir conforme merecéis.
-
---Gran merced, señor Reduán --respondieron ellos--, por el ofrecimiento
-que nos hacéis; deudos tenemos en Granada donde podemos ir a posar,
-cuanto más que por la desgracia sucedida nos detendremos muy poco en la
-ciudad, especialmente siendo ya pasadas las fiestas.
-
-En esto iban hablando los dos hermanos de Haja, y Reduán, cuando vieron
-venir dos leñadores que con sus bagajes iban por leña al dicho soto, y
-en llegando a ellos dijeron los dos hermanos a Reduán:
-
---A buen tiempo han venido estos villanos, que podría ser quisiesen dar
-sepultura a nuestros hermanos, pagándoselo.
-
---Yo se lo rogaré --dijo Reduán, y habló a los villanos diciendo--:
-Hermanos, por amor del santo Alá, que deis sepultura a dos caballeros
-que están allí bajo muertos, que os será bien pagado.
-
-Los villanos dijeron, que de buena gana lo harían, sin interés alguno.
-Los hermanos suplicaron a Reduán esperase allí en compañía de su
-hermana, en tanto que iban a ayudar a enterrar los muertos, que seguros
-iban, quedando ella con él, y a traer los caballos, siquiera porque no
-se aprovechasen de ellos los cristianos.
-
---Mucho me holgara de acompañaros --dijo Reduán--; pero pues es vuestro
-gusto que yo quede con vuestra hermana, soy contento.
-
-Los moros se lo agradecieron mucho, y se fueron con los villanos para
-dar sepultura a sus hermanos, y cobrar los caballos perdidos.
-
-El valiente Reduán ardiendo en llamas de amor por la hermosa Haja, y
-viendo la oportuna ocasión por estar solos, la dijo de esta suerte:
-
---O fue ventura, o desdicha mía haberos hallado en esta parte; en un
-punto vi muerte, vida, cielo, suelo, tempestad, bonanza, paz y guerra;
-y lo que más siento, es no saber el fin de una tan extraña aventura,
-como es la que la fortuna me ha ofrecido: de suerte estoy suspenso,
-Haja hermosa y bella, que no estoy en mí, sino en ti. No sé dónde
-vaya sino a ti; temo declarar mi mal, muero si no lo declaro, ardo en
-vivas llamas, estoy más helado que los Alpes de Alemania. No sé si
-hable, o calle, oh bellísima señora: por mejor medio elijo declararte
-lo que mi alma siente, para que des vida a quien le va faltando, pues
-tú eres la verdadera medicina, y salutífera a mi enfermedad. Sabrás,
-vida de esta mía, que en la dichosa hora que vi tus soles llorosos
-por la escaramuza de que tú eras la causa, luego comencé a pelear con
-cinco contrarios, cuatro los cristianos, y otro tú; vencilos, y te
-libré; y tú me venciste y cautivaste: ¿con qué armas peleaste, que tan
-presto me venciste? Pero, ¿para qué lo pregunto, pues eres semejanza
-y cifra de la hermosura, dotada en discreción, bravo donaire, brío y
-gentileza? Estas son las armas con que peleaste conmigo. No hallaste en
-mí resistencia porque de mis potencias estabas apoderada: tu siervo
-soy, y tú mi señora y mi bien. Adórote, no me aborrezcas; estímote, no
-me menosprecies, no seas ingrata a mi pecho fiel, amoroso y verdadero:
-corresponde a mi casto amor, pues te admito por mi esposa, y dame
-respuesta piadosa.
-
-Y diciendo esto enmudeció. Haja le respondió, diciendo:
-
---Noble, brioso y esforzado caballero, aunque sin experiencia de causas
-de amor, por ser doncella de catorce años, recogida y noble, que presto
-sabrás quien soy, luego reconocí ser tu accidente de amorosas llamas,
-y a lo que me has dicho, digo que sea así por no contradecirte; pero
-bien sé que los hombres, por conseguir su lascivo deseo, dicen mil
-lisonjas vanas, y otras cosas o cuitas en daño de las tristes mujeres,
-que de ligero se creen. Quiero resolverme y responder, porque veo venir
-a mis hermanos, que si tú me amas, soy tu rendida; si con facilidad me
-quisiste, con fuerza te adoro; si te parezco bien, me parece que no
-hay otro en la tierra como tú. Y si como dices, me quieres por esposa,
-pide a mis hermanos que alcancen el sí de mi padre, que el mío en tu
-boca está; y te prometo que será tan imposible faltar esta ferviente
-fe que tengo, como pedir a la nieve que caliente, al sol que resfríe y
-que no alumbre, y como ver en el suelo el firmamento estrellado. Tanto
-es lo que te quiero, moro, que en mi alma moras; y porque llegan mis
-hermanos, mudemos plática, no apartándome de tu pensamiento, como yo no
-te aparto del mío; y cuando caminemos, como que no me has dicho nada,
-puedes tratar con mis hermanos el casamiento: y de no querer mi padre,
-ni mis hermanos que me case contigo, que no me persuado a que den tan
-mal pago a una obligación tan grande como te tenemos, y más siendo tan
-principal caballero, que nosotros ganamos en que tú me quieras por
-esposa, yo quiero, si tú me quieres; tuya soy, pues me libraste de
-poder de los cristianos, que es cierto que había de ser su cautiva.
-Pues tanto más me ha valido el trueque, dichosa suerte ha sido la mía,
-aunque he perdido dos hermanos, en haber venido por aquí, resultándome
-tanto bien de querer ser tú mi esposo; y en señal de que seré tuya,
-para que estés confiado en mi palabra, toma esta sortija del dedo del
-corazón, y ponla en el tuyo, pues el mío tienes en él.
-
-Y diciendo esto sacó una sortija de oro, con una esmeralda trasparente
-y fina, y se la dio a Reduán, el cual la tomó con mucha alegría, y
-besándola mil veces la puso en su dedo, quedando el más contento y
-favorecido amante del mundo.
-
-Quisiera el enamorado moro dar respuesta a su querida mora; pero no
-hubo lugar, porque llegaron sus dos hermanos, bañados los rostros en
-lágrimas por el dolor de sus dos caros hermanos, a quien venían de
-enterrar y traían sus caballos del diestro. La hermosísima Haja no pudo
-dejar de llorar los ya difuntos hermanos. Reduán los consolaba lo que
-podía, diciéndoles palabras muy eficaces para ello; y con estas y otras
-pláticas entraron en Granada.
-
-Era ya de noche, y dijeron los hermanos a Reduán, que les diese
-licencia para ir a posar en casa de un deudo suyo, que era de los
-Almadenes, y vivía en la calle de Elvira. Reduán les dijo que hiciesen
-su gusto y los acompañó hasta la posada; y despidiéndose de ellos se
-volvió a su casa.
-
-Mas al tiempo de despedirse no apartaba la vista de sus ojos el uno
-del otro amante, de tal manera que apartándose se consideraba sin alma
-Reduán, por quedársele con su señora; y Haja asimismo, por llevársela
-Reduán.
-
-Los caballeros y la dama fueron bien recibidos de su tío, quien recibió
-mucha pena por la muerte de sus dos sobrinos.
-
-A otro día por la mañana se vistió Reduán, y fue al real palacio por
-besar las manos al rey, el cual en aquella hora se acababa de levantar
-y vestir para ir a la Mezquita mayor, a ver el zalá que se hacía por
-un moro de su secta llamado Gidemahojo; y viendo a Reduán vestido de
-marlota y capellar verde, y plumas verdes, alegrose grandemente con su
-vista, porque había muchos días que no le había visto; y le preguntó
-dónde había estado, y cómo le había ido en la escaramuza con Gazul.
-Reduán le satisfizo, diciendo que Gazul era buen caballero, y que Muza
-los había hecho amigos.
-
-Con esto el rey y los demás caballeros que le salían a acompañar, que
-por la mayor parte eran Zegríes y Gomeles, se fueron a la mezquita, y
-con muy grande aplauso se hizo el zalá y alcoranas ceremonias, y se
-volvieron al Alhambra; y en entrando en su palacio real hallaron a la
-reina y sus damas en la sala, porque era costumbre del rey Chico; y así
-lo tenía mandado, que en cualquier tiempo que saliese, a la vuelta
-había de estar la reina y sus damas en la sala por solo su gusto, y
-porque se holgaba de verlas; y más a Celima, que la amaba en supremo
-grado, por lo cual él y el capitán Muza tuvieron muchas diferencias,
-como adelante se dirá.
-
-Entraron en palacio con todos los caballeros de su corte, y todas las
-damas pusieron la vista en la bizarría de Reduán, espantadas de la
-mudanza de librea. Lindaraja le miraba de propósito, y admirada de que
-no la miraba, dijo entre sí:
-
---Disimula Reduán su pasión: bien hace, que no ofenderé a mi Gazul.
-
-La reina dijo a Lindaraja:
-
---Todavía tiene esperanza Reduán de gozarte.
-
-Respondió Lindaraja:
-
---Bien puede desistir de ese pensamiento, porque estoy muy fuera de él.
-
-Dijo la reina:
-
---Pues en verdad que tiene buen talle, y es galán y discreto Reduán, y
-que cualquiera dama se puede tener por dichosa en ser suya.
-
---Así es, señora, Reduán merece mucho, y de no haber puesto mi afición
-en Gazul, es sin duda que ninguno sino él fuera señor de mí.
-
-Con esto callaron, porque no advirtiesen las otras damas en lo que
-hablaban.
-
-A esta sazón le dijo el rey a Reduán:
-
---Bien te acordarás que me diste palabra de ganar a Jaén en una noche:
-si lo cumples, como me lo prometiste, te daré doblado el sueldo de
-capitán; y si no lo cumplieres, me has de servir en una frontera,
-privado de la vista de tu dama. Por tanto apercíbete a la empresa,
-que yo iré en persona a la conquista, que estoy muy sentido de estos
-cristianos de Jaén, porque cada día nos corren la tierra, y talan la
-Vega; y pues ellos me vienen a buscar tantas veces, será bien que vaya
-yo a buscarles una, y que de esta se concluya con todos.
-
-Reduán le respondió con rostro alegre, diciendo:
-
---Si algún tiempo di palabra de darte a Jaén ganada en una noche, de
-nuevo lo confirmo, con que me des mil soldados de los que yo señalare,
-que yo os cumpliré lo dicho.
-
-El rey dijo:
-
---No digo mil soldados, sino cinco mil te daré, y aunque yo vaya, tú
-has de ser capitán de todos.
-
---Estimo mucho la honra que me hacéis --dijo Reduán--, y yo me holgaría
-de acertar a servirte como deseo. Tu Majestad señale la gente y día que
-hemos de partir, que desde luego estoy dispuesto y obediente a tu gusto.
-
---No espero menos de ti, y no perderás el servicio que me hicieres:
-los caballeros que irán contigo serán Abencerrajes, Zegríes, Gomeles,
-Mazas, Venegas, Maliques y Alabeces, que bien sabes el valor de todos,
-y sin estos irán los demás caballeros e hidalgos, pues yo voy a la
-jornada.
-
-Diciendo esto entró un portero, y dijo al rey que pedían licencia una
-dama y dos moros forasteros para besarle las manos. El rey dijo que
-entrasen.
-
-Luego entraron por la sala dos caballeros de buena gracia, marlotas y
-capellares, borceguíes y zapatos negros; enmedio de ambos venía una
-dama vestida de negro, tapado el rostro con un cabo del almaizar que no
-descubría más que dos luceros, y bien se echaba de ver por la hermosura
-de ellos, que debía de ser perfecto en todo.
-
-Maravillado el rey de sus funestos trajes, les dijo:
-
---¿Qué es lo que queréis?
-
-Haciendo gran reverencia al rey y a la reina, y a las damas que allí
-estaban, propuso el moro lo siguiente:
-
---Nuestro principal intento ha sido venir a besar tus reales manos
-y las de mi señora la reina, y a que conozcas estos tus siervos.
-Nosotros tres somos nietos de Almadán, alcaide que fue de Ronda, y
-ahora lo es nuestro padre; y como tuvimos noticias de las fiestas que
-en esta ciudad se hacían, por celebrar los casamientos que tu Majestad
-ha hecho en ella, acordamos de venir a verlas. La fortuna no quiso
-que las gozásemos, y fue la causa que el día de las fiestas, en un
-lugar de grandes espesuras que se dice el Soto de Roma, de improviso
-nos asaltaron cuatro caballeros cristianos, muy valerosos, y tanto,
-que aunque nosotros nos defendimos por amparar esta doncella, que es
-hermana nuestra, pudieron tanto, que de cuatro hermanos que éramos,
-nos mataron los dos, y nosotros con temor de la muerte huimos, y si no
-fuera por el valor de este caballero que está junto a vuestra Majestad,
-todos nos perdiéramos --y diciendo esto, señaló con el dedo al fuerte
-Reduán--: que venció con su valentía él solo a tres cristianos, y el
-otro huyó. Venimos a darle las gracias al vencedor caballero que estaba
-consolando a nuestra afligida hermana, y dio licencia a los vencidos
-cristianos para que fuesen libres, sin quitarles ningún despojo;
-benignidad de noble caballero nunca vista, que con quedar herido no
-quiso vengarse. Os certifico, señor, que si todos los caballeros de
-vuestra corte son como Reduán, podéis conquistar el mundo, porque
-vimos que de tres botes de lanza derribó tres cristianos mal heridos, y
-el otro huyó. Acordamos de venir a besar las manos de vuestra Majestad,
-y a pedir licencia para ir a contar a nuestros padres esta desdicha.
-
-Con esto no dijo más el moro, mostrando mucha tristeza, y la misma
-mostró el otro hermano y la doncella.
-
-Mucha admiración causó al rey la tragedia, y la ventura de ir Reduán
-por aquel sitio para remediar la dama; y volviéndose a Reduán le dijo:
-
---Grande era el amor que te tenía, y con esta hazaña le has acrisolado
-más, y desde hoy te encargo la alcaidía del castillo de Tíjola, que
-está junto a Purchena.
-
-Todos los caballeros tuvieron a heroico hecho el que hizo Reduán, y
-le alababan mucho; lo cual lastimaba a Lindaraja, que estaba casi
-arrepentida por haber despreciado a Reduán.
-
-El rey les dijo a los dos hermanos:
-
---Pues es vuestra voluntad de iros, id en buen hora, que licencia
-tenéis; pero antes que os vais querría ver el rostro de esa dama por mi
-gusto y de la reina; decidle se quite el rebozo, porque no será bien
-que dejemos de gozar de su vista, que yo bien entiendo que es peregrina
-a lo que se infiere por los hermosos ojos que tiene.
-
-Los hermanos la dijeron que se descubriese; ella lo hizo así, y
-quitándose un prendero del almaizar, descubrió su rostro, que no menos
-que el de Diana era.
-
-Así pareció a todos los de la sala real, como el sol que por la mañana
-sale esparciendo sus ardientes rayos: esto mismo hacía la hermosa Haja,
-pues los de su hermosura reverberaban en quien la miraba, y quedaban
-todos deslumbrados, matando con su vista a los caballeros de amor, y a
-las damas de envidia.
-
-A todos admiró la hermosura de la bizarra Haja, y deseaban su amistad
-por gozar de su hermosura. La reina que asimismo estaba espantada de la
-beldad de Haja, le dijo al rey:
-
---Sírvase vuestra Alteza de que goce yo de esta dama.
-
---Vaya en buen hora --dijo el rey--, que bien sé que ha de haber más de
-cuatro damas envidiosas de las que hoy os sirven.
-
-Llamaron a Haja, y haciendo mesura al rey y a los caballeros, pasó a
-besar la mano a la reina, y de rodillas en el suelo se la pidió. No
-quiso la reina dársela, antes la levantó, y la hizo sentar junto a sí.
-
-A todas las damas causó admiración la perfección con que en todo dotó
-naturaleza a Haja; pues aunque estaban allí Daraja, Sarracina, Galiana,
-Fátima, Celima, Cobaida y otras muchas damas de excelente hermosura,
-ninguna como la de la hermosa Haja.
-
-Reduán que no apartaba los ojos de su adorada Haja, estaba muy
-receloso, y con gran temor no se le trocase, y le quebrase la palabra
-dada.
-
-La mora miraba de cuando en cuando a su amante Reduán, y si con lanza
-y adarga le había parecido bien, mucho mejor le parecía vestido con el
-traje de corte, y más tan galán como estaba; y extendiendo los ojos
-por todos los caballeros presentes, ninguno la pareció llegar a poder
-competir con su querido Reduán. Mostrábasele grave, alegre y risueña,
-que no fue poco contento para el moro.
-
-El rey dijo a Reduán:
-
---Mucho me holgara de ver la escaramuza que tuvisteis con Gazul, porque
-sería de ver, siendo ambos tan valientes.
-
---Yo soy testigo de ella --dijo Muza--, porque no pudiéndolos persuadir
-a que no peleasen, estuve mirando la cruel y sangrienta escaramuza
-que entre un león y una onza no podía ser más violenta; y movido a
-compasión de que ambos no muriesen, porque no reconocí ventaja en
-ninguno, me puse enmedio, y cesó la escaramuza, quedando los dos con
-igual victoria.
-
---¿Qué les movió al desafío? --dijo el rey.
-
---Son cuentos largos --contestó Muza--; no hay para qué refrescar en
-la memoria cosas viejas, sino decir que está en la sala la causa de su
-enojo.
-
---Ya entiendo lo que puede ser --dijo el rey--: bien sé yo que Reduán
-no volverá a hacer escaramuza con Gazul sobre lo pasado en ninguna
-manera.
-
---Vuestra Majestad está en lo cierto --dijo Reduán--, porque estoy ya
-olvidado de todo aquello; pero a la sazón perdiera mil vidas por ella,
-si las tuviera, lo que ahora no me pusiera a perder una.
-
---Debe de haber algo nuevo, que no es posible menos --dijo el rey.
-
-Diciendo esto, los dos caballeros, hermanos de Haja, se habían sentado
-junto a Mahandín Hamete, principal caballero y rico, del linaje de
-los Zegríes, el cual habiendo visto la hermosura de Haja estaba tan
-amartelado, que no apartaba los ojos de ella: afligíale tanto la causa
-amorosa, que no pudiéndola resistir les dio parte a sus hermanos,
-diciéndoles:
-
---Señores caballeros, ¿conoceisme?
-
---No, señor, sino para serviros --respondieron ellos--, que como
-forasteros no conocemos particularmente a los caballeros granadinos;
-pero estando en compañía de tan alto rey y en su real palacio, bien
-inferimos que debéis de ser de estirpe clara.
-
---Pues sabed, caballeros, que soy Zegrí, descendiente de los reyes de
-Córdoba, y en Granada valgo yo tanto, que se hace larga mención de mí y
-de los de mi linaje, y querría, si lo tuvieseis por bien, emparentaseis
-conmigo, dándome por mujer a vuestra hermana Haja, que me ha parecido
-tan bien, que me holgara ser vuestro cuñado y pariente; y a ley de
-moro hidalgo, que pudiera estar casado con una dama que era de lo más
-principal de Granada; mas no me he querido casar hasta ahora que he
-visto a vuestra hermana, de la cual estoy muy pagado.
-
-Con esto cesó el Zegrí, aguardando su bien o su mal.
-
-Los hermanos de Haja comunicaron entre ambos si convenía o no aquel
-casamiento, y al fin considerando el valor de los Zegríes, cuya fama
-era tan notoria, le dieron el sí, confiados en que su padre tendría por
-bien lo que ambos hiciesen.
-
-El Zegrí muy alegre con el sí de los hermanos, se levantó, e hincándose
-de rodillas habló de esta suerte:
-
---Alto y poderoso rey, suplico a vuestra real majestad, que ya que se
-celebran casamientos, y por ellos hay fiestas, que se haga el mío para
-que goce de ellas, porque sabrá vuestra majestad que vencido de los
-amores de la hermosa Haja, la pedí en casamiento a sus dos hermanos,
-los cuales sabiendo quién soy, lo han tenido por bien, y me la han
-prometido por mujer; por lo que suplico a vuestra majestad sea servido
-de que nos desposen conforme a nuestros ritos, pues se ha ofrecido esta
-ocasión en tan buen tiempo.
-
-El rey, mirando a la dama y a sus dos hermanos, admirado de tan
-repentino acuerdo, dijo que si era gusto de ellos y la dama quería, que
-él era contento.
-
-Todos se admiraron del caso, y callaron hasta ver en qué paraba; pero
-Reduán ardiendo en enojo e ira, se levantó en pie y dijo:
-
---Señor, a este casamiento que pide el Zegrí no hay lugar, porque es mi
-esposa desde que la libré de los cristianos, y entre los dos nos hemos
-dado palabra de esposos, y hay también prendas que son confirmación
-de esto que digo: nadie como la dama puede decir lo que pasa; y no
-pretenda agraviarme ninguno, porque me lo pagará.
-
-El Zegrí respondió alborotado que Haja no se podía casar sin licencia
-de su padre o hermanos, y que era suya, y la defendería hasta la
-muerte. Reduán que oyó la arrogancia del Zegrí, arremetió a él para
-herirle con muy encendida rabia. Los Zegríes acudieron a favorecer a su
-pariente, y los de Reduán, Muza y los Abencerrajes fueron a socorrerle.
-
-El rey, viendo el escándalo que se empezaba, mandó pena de muerte a
-quien más hablase en el caso, que él determinaría lo que había de ser.
-
-Con esto se aquietaron aguardando su determinación; y visto que ya
-estaban sosegados fue al estrado de la reina, y tomó de la mano a Haja,
-y puesto en medio de la sala la dijo que escogiese a Reduán o el Zegrí,
-o aquel que más gusto le diese.
-
-La dama viendo que no podía dejar de obedecer el precepto de su rey, se
-puso confusa a considerar la palabra que habían dado sus hermanos al
-Zegrí, y por otra parte consideraba el mucho amor que tenía a su Reduán
-y él a ella, y el haberla librado del cautiverio, y los coloquios
-amorosos que entre los dos habían pasado, y a la fe y palabra que había
-dado de ser su esposa.
-
-Considerándolo todo muy bien, se fue con el rey de la mano adonde
-estaban los caballeros juntos, y llegados, haciendo una reverencia al
-rey, le dio la mano a Reduán diciendo:
-
---Señor, este quiero por esposo.
-
-El Zegrí quedó avergonzado de que él fuese el desechado; y no pudiendo
-sufrir el dolor se salió de palacio con intento de vengarse de Reduán,
-del cual se celebraron aquel día las bodas, y al siguiente hubo
-fiestas y zambra; y estando ocupados en estas fiestas, trajeron nuevas
-como mucha compañía de cristianos corrían y talaban la Vega, y así
-fue necesario dejar las fiestas por salir a ella para pelear con los
-cristianos.
-
-El valeroso Muza, como capitán general, salió luego al campo acompañado
-de mil de a caballo y dos mil peones, y en topando el escuadrón
-de los cristianos trabaron muy sangrienta escaramuza, en la cual
-murieron muchos de ambas partes; mas siendo el poder de los moros
-mayor, por haber tres veces más gente que de los cristianos, quedaron
-vencedores, y ganaron dos banderas cristianas, y cautivaron muchos
-cristianos; aunque les costó cara esta victoria, porque murieron más
-de seiscientos moros. En este día hicieron los caballeros Abencerrajes
-y Alabeces grandes cosas en armas, y si no fuera por su valor no se
-venciera la escaramuza.
-
-Volvió Muza victorioso a Granada, con lo cual se holgó el rey. También
-se señaló en este día Reduán, a quien el rey abrazó con muy grande
-amor, y por la victoria tornaron a hacer fiestas otros ocho días, y por
-los casamientos; las cuales pasadas determinó el rey salir a correr la
-tierra de los cristianos, porque lo deseaba, en particular a Jaén que
-era quien más daño le hacía; y dándole el cargo de capitán general al
-valiente Reduán, como está tratado y atrás habemos dicho, se partió de
-la ciudad de Granada.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XIII.
-
-_En que se da cuenta de lo que sucedió al rey Chico y a su gente
-yendo a entrar en Jaén, y la gran traición que los Zegríes y Gomeles
-levantaron a la reina mora y a los caballeros Abencerrajes, y muerte de
-ellos._
-
-
-El último y postrero día de las fiestas el rey comió con todos los
-principales caballeros de su corte, y alzando las mesas habló a todos
-de aquesta manera:
-
---Bien sé, leales vasallos y amigos míos, que ya os será odiosa la
-vida pasada en tantas fiestas como habemos tenido, y que a voces os
-llama el fiero Marte, en lo que os habéis ocupado siempre. Ahora, pues,
-que Mahoma nos ha dejado ver las fiestas que le han hecho en nuestra
-insigne ciudad, y los casamientos que se han efectuado en ella, será
-justo que volvamos a la milicia contra los cristianos, pues que ellos
-nos vienen a buscar hasta nuestros muros; y para esto ya sabéis, mis
-buenos amigos, que los días pasados traje a la memoria a Reduán una
-palabra que me dio de ganarme a Jaén en una noche, y ahora lo confirmó
-de nuevo. Pidiome mil soldados, pero yo quiero que sean cinco mil, y
-que me la cumpla; y para esto doy a mi hermano Muza cargo de juntar la
-gente del número que he dicho, que son dos mil hombres de a caballo y
-tres mil peones, y que sean todos expertos en armas, y que Reduán vaya
-por general, y demos vista a Jaén, de quien tan grandes daños hemos
-recibido y cada día recibimos; y si ganásemos la ciudad de Jaén, no
-están seguras Úbeda, Baeza ni su redondez; y para esto quiero que me
-digáis vuestro parecer.
-
-Con esto cesó el rey, aguardando respuesta de sus varones.
-
-Reduán se levantó y dijo, que él cumpliría su palabra. Muza dijo que
-él daría en tres días puesta su gente en la Vega. Todos los demás
-caballeros que allí estaban dijeron que hasta la muerte le servirían
-con sus personas y hacienda. El rey agradeció mucho a todos su
-ofrecimiento.
-
-Los hermanos de Haja, con licencia de su rey, se fueron a Ronda, donde
-fueron muy bien recibidos de sus padres, contentos con el casamiento de
-su hija con Reduán, y por otra parte con mucho pesar y tristeza por la
-muerte de sus dos hijos.
-
-En este tiempo mandó el rey a Zulema Abencerraje que fuese a ser
-alcaide de la fuerza de Moclín, el cual se fue luego con su esposa y
-querida Daraja. El padre de Galiana se volvió a la ciudad de Almería,
-dejando a la hermosa Celima en compañía de su hermana Galiana. Otros
-muchos caballeros se fueron a sus alcaidías por mandado del rey,
-encargándoseles la guarda y custodia de ellas.
-
-Muza levantó cinco mil hombres de a pie y de a caballo, toda gente muy
-belicosa, y en cuatro días los puso en la Vega; el rey mandó a Muza que
-se hiciese reseña de la gente dentro de la ciudad, y así se hizo.
-
-Y visto por el rey la braveza y bizarría de la gente que había
-levantado Muza en tan breve tiempo, sin aguardar más quiso luego
-partirse, dando a Reduán el cargo de capitán general de su ejército; de
-lo cual se alegró Muza por la satisfacción que de Reduán tenía, e hizo
-cuenta que él iba por capitán en el ejército; y así salieron por la
-puerta Elvira con mucho concierto.
-
-La gente de a caballo iba partida en cuatro partes con mucho orden, y
-cada una tenía su estandarte diferente.
-
-La una parte tenía Muza, y en su compañía iban ciento y cincuenta
-caballeros Abencerrajes, y otros tantos Alabeces y Venegas; todos
-caballeros de mucho esfuerzo. Su estandarte era de damasco rojo y
-blanco, por divisa un salvaje en campo rojo, que desquijaraba un león,
-y en el campo blanco otro salvaje que con un bastón deshacía un mundo,
-y por letra: _Todo es poco_. Este bando de caballeros iba bien alistado
-de armas y caballos, y todos vestían marlotas de escarlata y grana.
-
-La segunda cuadrilla era de Zegríes, Gomeles y Mazas: esta iba de
-batalla, no menos rica y pujante que la de Muza, la cual llevaba
-vanguardia. El estandarte de los Zegríes era de damasco verde y morado,
-y tenía por divisa una media luna de plata con esta letra: _Muy presto
-se verá llena, sin que el sol pueda eclipsarla_. Era esta cuadrilla
-de doscientos y ochenta caballeros, todos gallardos y bizarros, con
-aljubas y marlotas de paño tunecí, la mitad verde, y la otra mitad de
-grana.
-
-La tercera cuadrilla llevaban los Aldoradines, caballeros muy
-principales; con estos iban Gazules y Azarques; su estandarte leonado
-y amarillo. Llevaban por divisa un dragón en campo verde, que con las
-uñas despedazaba una corona de oro, con una letra que decía: _Jamás
-hubo resistencia_. Esta cuadrilla iba muy gallarda, y aprestada de
-armas y caballos; serían todos ciento y cuarenta.
-
-La cuarta cuadrilla era de Almoradís, Marines y Almohades, caballeros
-estimados: estos llevaban el real pendón de Granada, que era de
-damasco pajizo y encarnado, con muchas bordaduras de oro por un lado
-abiertas, y por la abertura parecían los granos rojos, que eran hechos
-de finos rubíes; del pezón de la granada salían dos ramos bordados
-de seda verde, con sus hojas, y una letra al pie que decía: _Con la
-corona nací_. En esta cuadrilla iba el rey Chico con mucha compañía de
-caballeros.
-
-Eran muy de ver las galas, riquezas, penachos, adargas, lanzas,
-caballos, yeguas y pendoncillos de colores en las lanzas.
-
-Pues si la caballería salió tan bizarra y vistosa, no menos gallarda
-y briosa salió la infantería, y muy bien armada, todos con arcos y
-ballestas.
-
-Con esta pujanza salió el rey Chico de Granada, y tomó la vía de Jaén,
-mirándole todas las damas de Granada, y más la reina su madre, y su
-mujer la reina con todas las damas que estaban en su compañía, desde
-las torres de Alhambra.
-
-Por esta jornada que hizo el rey Chico a Jaén se compuso aquel antiguo
-romance, que dice como se sigue:
-
- «Reduán, bien te acuerdas,
- que me diste la palabra,
- que me darías a Jaén
- en una noche ganada.
- Reduán, si tú lo cumples,
- darete paga doblada,
- y si tú no lo cumplieres,
- desterrarte he de Granada:
- Echarte he en una frontera,
- donde no goces tu dama.»
- Reduán le respondiera
- sin demudarse la cara:
- «Si lo dije, no me acuerdo,
- mas cumpliré mi palabra.»
- Reduán pide mil hombres,
- el rey cinco mil le daba.
- Por esa puerta de Elvira
- sale muy gran cabalgada:
- ¡cuánto del hidalgo moro,
- cuánto de la yegua baya.
- Cuánta de la lanza en puño,
- cuánta de la adarga blanca,
- cuánta de marlota verde,
- cuánta aljuba de escarlata,
- Cuánta pluma y gentileza,
- cuánto capellar de grana,
- cuánto bayo borceguí,
- cuánto raso que se esmalta,
- Cuánto de espuela de oro,
- cuánta estribera de plata!
- Toda es gente valerosa,
- y experta para batalla.
- En medio de todos ellos
- va el rey Chico de Granada,
- mirando las damas moras
- de las torres del Alhambra.
- La reina mora su madre
- de esta manera le habla:
- «Alá te guarde, mi hijo,
- Mahoma vaya en tu guarda,
- Y te vuelva de Jaén
- libre, sano y con ventaja,
- y te dé paz con tu tío,
- señor de Guadix y Baza.»
-
-No fue tan secreta esta salida de Granada, que en Jaén no tuviesen
-aviso de ella por las espías que tenía en aquella ciudad. Otros decían,
-que fueron avisados por unos cautivos cristianos que se huyeron de
-Granada. Otros dicen, que la dieron los Abencerrajes o Alabeces, y esto
-entiendo que es lo más cierto, porque estos caballeros eran muy amigos
-de los cristianos.
-
-Sea como fuere, los de Jaén fueron avisados de la entrada de los
-moros en su tierra, y así ellos dieron aviso a Baeza, Úbeda, Cazorla
-y Quesada, y a los pueblos circunvecinos, los cuales se alistaron y
-apercibieron para resistir a los enemigos de Granada.
-
-Estos llegaron a la puerta de Arenas, donde hallaron gran número de
-gente que defendía la entrada al enemigo; pero poco aprovechó la
-defensa, porque habiendo corrido los moros todo el campo de Arenas,
-entraron por su puerta a pesar de los que la guardaban, y corrieron
-todo el campo de la Guardia y Pegalajara, hasta Jordán y Belmar.
-
-Los caballeros de Jaén salieron a los enemigos, porque fueron avisados
-que en la Puerta andaba el rebato. Salieron de Jaén cuatrocientos
-hijosdalgo bien armados; de Úbeda y Baeza otros tantos, y hechos todos
-un cuerpo de batalla, fueron en busca del enemigo que les corría la
-tierra, llevando por caudillo y capitán al obispo D. Gonzalo, varón de
-gran valor.
-
-Juntáronse los dos campos de la otra parte del Riofrío, y aquí se
-acometieron, haciendo una brava escaramuza: mas era el valor de los
-cristianos tal y tan bueno, que les convino a los moros retirarse
-hasta la puerta de Arenas, de la cual habían roto una cadena que la
-atravesaba; y aquí fueran los moros vencidos, si no fuera por el valor
-de los caballeros Abencerrajes y Alabeces, que pelearon valerosamente;
-mas al fin hubo de quedar por los cristianos el campo.
-
-Con todo eso los moros llevaron gran presa de ganados, así vacunos,
-como cabríos, de modo que no se señaló de ninguna parte haber demasiada
-ventaja.
-
-El rey quedó admirado de ver la repentina prevención de los cristianos;
-y preguntando a unos cautivos que allí traían, cuál había sido la causa
-de haber juntado tanta gente en Jaén, le respondieron que habían sido
-avisados días había, y así estaba toda la tierra en arma; lo que fue
-bastante disculpa para Reduán sobre no cumplir la palabra dada al rey,
-que procuró inquirir y saber quién había dado el aviso.
-
-Reduán muy bien sabía que Jaén no se podía ganar tan fácilmente;
-mas como era belicoso, tenía determinado de llegar a la ciudad y
-embestirla; y si no hubiera la poderosa resistencia que les hicieron,
-sin duda que la acometieran.
-
-El rey y su ejército se volvieron a Granada, donde fueron recibidos con
-grande alegría y gozo, y se hizo en toda la ciudad mucha fiesta por el
-buen suceso.
-
-Los de Jaén quedaron con grande triunfo por haber resistido a tanta
-morisma, y muerto a muchos de ellos.
-
-El rey Chico venía fatigado del camino, y para aliviarse, ordenó de
-irse a una casa de placer, llamada los Alijares, y con él fueron los
-Zegríes y Gomeles: ningún caballero Abencerraje ni Gazul fueron con él,
-porque Muza los había llevado a un rebato causado de los cristianos que
-habían entrado en la Vega.
-
-Estando un día el rey en los Alijares holgándose, y habiendo acabado de
-comer, comenzó a hablar de la jornada de Jaén y de los Abencerrajes; y
-cómo por ellos y por los Alabeces habían ganado grandes despojos.
-
-Un caballero Zegrí, que era el que tenía el cargo de armar traición a
-la reina y a los Abencerrajes, dijo al rey:
-
---Si buenos son, señor, los caballeros Abencerrajes, mejores son los
-caballeros de Jaén, pues nos quitaron gran parte de la presa, y nos
-hicieron retirar por fuerza de armas.
-
-Y era mucha verdad, que el esfuerzo y valor de la gente de Jaén fue muy
-grande, y aquel día quedó con nombre perpetuo, y fama para siempre; y
-en memoria de esta escaramuza se hizo el siguiente
-
-ROMANCE.
-
- Muy revuelto anda Jaén,
- rebato tocan apriesa,
- porque moros de Granada
- les van corriendo la tierra.
- Cuatrocientos hijosdalgo
- se salen a la pelea;
- otros tantos han salido
- de Úbeda y de Baeza.
- De Cazorla, y de Quesada,
- también salen dos banderas;
- todos son hidalgos de honra,
- y enamorados de veras.
- Todos van juramentados
- de manos de sus doncellas,
- de no volver a Jaén
- sin dar moro por empresa;
- Y el que linda dama tiene,
- cuatro le promete en cuenta.
- A la Guardia han llegado,
- adonde el rebato suena,
- Y junto del Río frío
- gran batalla se comienza;
- mas los moros eran muchos,
- y hacen grande resistencia,
- Porque los Abencerrajes
- llevaban la delantera;
- con ellos los Alabeces,
- gente muy brava y fiera.
- Mas los valientes cristianos
- furiosamente pelean,
- de modo que ya los moros
- de la batalla se alejan;
- Mas llevaron cabalgada,
- que vale mucha moneda.
- Con gloria quedó Jaén
- de la pasada pelea.
-
-Aqueste romance se compuso en memoria de esta escaramuza, aunque otros
-la contaron de otra suerte: de la una o de la otra, la historia es la
-que se ha contado.
-
-El otro romance dice así:
-
- Ya repican en Andújar,
- en la Guardia dan rebato;
- ya se salen de Jaén
- cuatrocientos hijosdalgo:
- Y de Úbeda y Baeza
- se salían otros tantos;
- todos son mancebos de honra,
- y los más enamorados.
- De manos de sus amigas
- todos van juramentados
- de no volver a Jaén
- sin dar moro en aguilando;
- y el que linda amiga tiene,
- la promete tres, o cuatro.
- Por capitán solo llevan
- al obispo D. Gonzalo.
- D. Pedro de Carvajal
- de aquesta manera ha hablado.
- «Adelante, caballeros,
- que me llevan el ganado;
- si de algún villano fuera,
- ya le hubiérades quitado.
- Alguno va entre nosotros
- que se huelga de mi daño;
- yo lo digo por aquel,
- que lleva el roquete blanco.»
-
-De esta suerte va este romance diciendo; pero este y el pasado
-contienen una cosa en sustancia; y aunque son viejos, es bien traerlos
-a la memoria, para que quien ignora el fundamento de la historia lo
-sepa. Sucedió esta escaramuza en tiempo del rey Chico de Granada, el
-año de mil cuatrocientos noventa y uno.
-
-Volvamos al rey Chico de Granada, que estaba holgándose y descansando
-en los Alijares, como atrás queda ya dicho, cuando le dijo el
-caballero Zegrí, que los caballeros de Jaén eran de más valor que los
-Abencerrajes, pues a su pesar los habían hecho retirar.
-
-A lo cual respondió el rey:
-
---Bien estoy con eso; pero si no fuera por el valor y resistencia de
-los valientes Abencerrajes y Alabeces, no tengo duda sino que fuéramos
-desbaratados; mas ellos pelearon de tal suerte que salimos a nuestro
-salvo, sin que nos quitasen la cabalgada del ganado que trajimos y de
-algunos cautivos.
-
---Oh cuán ciego está vuestra majestad --dijo el Zegrí--, y cómo vuelve
-por los que son traidores a la real corona; y es causa la mucha
-bondad y confianza que vuestra majestad tiene de este linaje de los
-Abencerrajes, sin saber la traición en que andan. Muchos caballeros hay
-que la han querido decir, y no se atreven ni han osado respecto del
-buen crédito y posesión en que vuestra majestad tiene a este linaje;
-mas aunque no quiera yo lastimar vuestro real pecho con tan afrentosa
-infamia, no puedo dejar de hacer lo que debo a leal vasallo, y dar
-aviso de la traición y alevosía que se comete contra mi rey y señor; y
-así digo, que no se fíe vuestra majestad de ningún Abencerraje, si no
-quiere verse desposeído del reino, y muerto violentamente.
-
-El rey dijo:
-
---Di, amigo, lo que sabes; no me tengas confuso ni me lo celes ni
-encubras, que tu lealtad será bien pagada.
-
---No dejaré de obedecer a vuestra majestad, y para que se entienda la
-publicidad que hay en el delito, y cuán a rienda suelta se van en él,
-y qué poco temor tienen los Abencerrajes de vuestra real persona, y
-cuán seguros y de asiento, por el buen predicamento en que los tenéis,
-se están en su traición con la demasiada confianza que tienen de las
-mercedes que cada día se les hacen, y que en la tierra no ha de haber
-justicia contra ellos; asimismo para que se entienda que odio, rencor
-ni envidia, no me mueve a revelar a vuestra majestad lo que ignora
-para que lo remedie, sino que soy compelido de obligación y celo de la
-honra de mi rey, haga vuestra majestad llamar a Mahandín Gomel, y a mis
-sobrinos Mahomad y Alhamut, que saben bien la verdad de todo, y otros
-cuatro primos de Mahomad Gomel, del mismo linaje, que ellos presentes
-contaré el caso.
-
-El rey los mandó llamar, y venidos hizo que saliesen de la sala real
-todos los caballeros, salvo el acusador y los testigos falsos.
-
-Y estando todos juntos, empezó el Zegrí, mostrando en lo exterior gran
-pena, a decir estas palabras:
-
---Sabrá vuestra majestad, que todos los Abencerrajes están conjurados
-contra vos para quitaros vuestro reino y la vida; y este atrevimiento
-ha salido de ellos, porque trata lascivos y adúlteros amores con...
-¡oh cielos, quién dirá esto, que el dolor no le acabe!... mi señora la
-reina el Abencerraje Albín Hamete, que es el más poderoso y rico de
-todos los caballeros de Granada. ¿Qué quiere vuestra majestad que diga,
-sino que gastan sus haciendas con todos, por tenerlos propicios para
-su intento? Y así generalmente el caballero, el pechero, el rico, el
-pobre, quieren bien a este linaje, porque los tienen embaucados. Bien
-se acordará vuestra majestad cuando en Generalife se hacía una zambra,
-que entró el maestre a pedir desafío, y salió Muza en la suerte; pues
-aquel día paseándonos por la huerta, yo y este caballero Gomel vimos en
-una calle de arrayanes, debajo de un rosal, en deshonestos deleites a
-la reina y al adúltero de Albín Hamete; y estaban tan embebecidos en
-sus actos libidinosos, que no nos sintieron con estar tan cerca. Yo se
-lo enseñé a Mahandín Gomel, y admirados del atrevimiento nos apartamos
-un poco para ver el fin; y a poco espacio salió la reina, y se fue
-hacia la fuente de los Laureles, y de allí adonde estaban sus damas.
-Pasado gran rato vimos salir al alevoso de Albín Hamete cogiendo rosas
-blancas y rojas, y de ellas hizo una guirnalda, y se la puso en la
-cabeza: nosotros nos llegamos con disimulación a él, y le preguntamos
-en qué se entretenía; a lo cual nos dijo: En ver esta deleitosa huerta,
-que tiene en qué se esparza la vista; y dionos dos rosas a cada uno, y
-nos venimos todos paseando hasta donde estaba vuestra majestad con los
-caballeros. Quisimos avisar entonces, y no osamos, por no alborotar la
-corte en caso de tanto peso. Esto pasa, no debo más a ley de caballero
-de decir lo que he visto y sabido: lo que siento es que estoy con pena
-y recelo, no se vea privar de la vida alevosamente a vuestra majestad.
-¿Es posible que no se acuerde de aquel blasón que en el espolón de la
-galera traía el bando Abencerraje en el día del juego de sortija? Era
-un mundo hecho de cristal, y por letrero: _Todo es poco_; de suerte que
-todo el mundo es poco para ellos; y en el alfanje de la popa un salvaje
-desquijarando un león: este sois, señor, y ellos quienes os quitan la
-vida. Mirad por vuestra persona: muera el adúltero aleve, y con ellos
-la deshonesta reina, pues así ha afrentado vuestra real corona.
-
-Sintió tanta pena en oír lo que el falso, aleve y traidor del Zegrí
-le decía, que creyéndole, se cayó amortecido en tierra por muy gran
-espacio de tiempo; y volviendo en sí, dio un doloroso suspiro diciendo:
-
---¡Oh Mahoma!, ¿en qué te ofendí? ¿Este es el pago que me das por
-los bienes y servicios que te he hecho; por los sacrificios que
-te tengo ofrecidos; por las mezquitas que te tengo hechas; por la
-copia de incienso que he quemado en tus altares? ¡Oh traidor, cómo
-me has engañado! No más traidores, vive Alá, que han de morir los
-Abencerrajes, y la adúltera reina ha de morir en el fuego. Vamos a la
-ciudad, préndase luego a la reina, que yo haré tal castigo que sea
-sabido por todo el mundo.
-
-Uno de los traidores, que era Gomel, dijo:
-
---No será acertado prender a la reina, mi señora, porque se pone
-vuestra real persona en contingencias de perder la vida y alborotar
-la ciudad, y que tome las armas Albín Hamete con todos los de su
-linaje y bando, so color de defender a la reina; y esto les servirá
-de instrumento para conseguir el efecto de su intención, más siendo
-parciales de los Abencerrajes los Alabeces, Venegas y Gazules, que son
-toda la flor Granada. Pero lo que se puede hacer para ser vengado, sin
-alborotar la ciudad, es mandar que vengan a palacio uno a uno, y tener
-allí veinte caballeros de confianza que los vayan degollando; y siendo
-así hecho uno a uno, cuando el caso se venga a entender, ya no quedará
-ninguno de todos ellos; y cuando se venga a saber por todos sus amigos,
-y ellos quisieren hacer algo contra vuestra majestad, escarmentarán en
-cabeza ajena, siendo en vuestro favor los Zegríes, Gomeles y Mazas, que
-no son tan pocos, ni valen tan poco, que no os saquen a paz y a salvo
-de todo peligro; y esto hecho, mandar prender a la reina, acusándola de
-adúltera, y poner en tela de juicio el caso, siendo cuatro caballeros
-los acusadores de vuestra parte, y que la reina señale otros cuatro
-caballeros que la defiendan; y si estos por su buena suerte vencieren a
-los acusadores, que se libre la reina; y si los defensores de la reina
-fueren vencidos, que muera la reina conforme a la ley; y de esta forma
-todos los del linaje de la reina, que son los Almoradís, y Almohades
-y Marines, no se alterarán, viendo que va por vía de justicia, y sin
-altercar. Esto es lo que siento para que sea vuestra majestad vengado,
-y no se altere la ciudad.
-
---Buen consejo es --dijo el rey--, y de tan leales caballeros. Y decid,
-¿quiénes serán los cuatro caballeros que pongan la acusación, y la
-sustenten en batalla contra los defensores que pusiere la reina?
-
---No cuide de eso vuestra majestad --dijo el Zegrí--, que yo seré el
-uno, y mi primo Mahandón el otro, y Mahandín el tercero, y su hermano
-Abenhamete el cuarto.
-
---Pues vámonos a la ciudad --dijo el fácil rey--, y se dará la orden
-que pide mi venganza.
-
-¡Oh desdichada ciudad, y qué revuelta y cisma se te ordena por dar
-crédito el mal aconsejado rey a las sirenas que le cantaban al oído!
-Con esto se partieron a Granada, y en entrando en el Alhambra se fueron
-al palacio real, adonde la reina con sus damas le salieron a recibir;
-pero el rey no miró hacia la reina, sino pasó adelante sin detenerse,
-de que no poco se espantó la reina; y confusa se retiró a su aposento
-con sus damas, sin saber la causa del no usado desdén del rey, el cual
-pasó lo que restaba del día con sus caballeros hasta la noche, y luego
-cenó, y se fue a recoger, fingiendo estar indispuesto; y así todos los
-caballeros se fueron a sus casas.
-
-Toda aquella noche estuvo vacilando en cien mil pensamientos el
-desventurado rey, y sin poder reposar, y entre la máquina de
-confusiones, decía: «¡Oh sin ventura Abdalí, rey de Granada, cuán
-cercana veo tu perdición y la de tu reino! Si matas a estos caballeros,
-gran mal se te ordena; y si no castigas estos yerros, quedas
-afrentado, y te valdría más la muerte. ¿Matarelos? Sí, que fue grande
-su atrevimiento en cometer tal adulterio en ofensa mía, y tratar de
-matarme por alzarse con el reino. Pero di, rey mal aconsejado, ¿no
-sabes cuán recatada y honesta mujer tienes? ¿No conoces la bondad y
-lealtad de los nobles Abencerrajes, y cuán sus mortales enemigos son
-los Zegríes, y que puede ser que por esta vía pretendan venganza de
-este virtuoso linaje? Verifica mejor la causa, ya que determinas la
-venganza; pero ¿qué más verificación que quien lo vio? No se atreverían
-a levantar tal testimonio, y más ponerse a sustentar en batalla lo que
-dicen: no hay duda, sino que es verdad.»
-
-En estas variedades pasó toda la noche, y venida la mañana se levantó;
-y saliendo de su dormitorio, vio en la sala muchos Zegríes, Gomeles y
-Mazas.
-
-Y a esta sazón entró un escudero, y le dijo al rey cómo había venido
-Muza de pelear con los cristianos, y traía ganadas dos banderas, y más
-treinta cabezas, con lo cual se holgó; y apartando al Zegrí le dijo que
-tuviese en aquel cuarto de los Leones treinta caballeros armados, y un
-verdugo prevenido de lo necesario para lo que estaba tratado.
-
-Luego el traidor del Zegrí salió del real palacio y puso por obra lo
-que el rey le había mandado; y estando todos muy a punto, el rey fue
-avisado de ello, y se fue al cuarto de los Leones donde estaba el falso
-Zegrí con treinta caballeros Zegríes y Gomeles, muy bien aderezados,
-y con ellos un verdugo; y al punto mandó llamar al Abencerraje, su
-alguacil mayor. Fue un paje, y le dijo que el rey lo llamaba.
-
-El Abencerraje fue a su real llamado; y así como entró en la cuadra de
-los Leones, le asieron, y sin que pudiese hacer resistencia, en una
-taza de alabastro muy grande en un instante fue degollado.
-
-Asimismo llamaron a Albín Hamete, el cual decían haber adulterado; y de
-esta suerte fueron degollados treinta y seis caballeros Abencerrajes de
-los más principales de Granada, sin que nadie lo entendiese; y murieran
-todos, si Dios nuestro Señor no favoreciese la causa, para que no
-murieran tan abatidamente, por dar crédito a un falso traidor, y sin
-haber más averiguación; y es muy cierto que sus obras no lo merecían,
-porque eran muy caritativos, y amigos de los pobres, y de la verdad,
-y de los cristianos; y aun dijeron los que miraban degollar a los
-Abencerrajes, que llamaban a Cristo crucificado que les socorriese en
-aquel lance, para que no se condenasen, y que morían cristianos.
-
-Pues para que este linaje no pereciese, ordenó Dios que un paje de un
-Abencerraje entró con su señor, y vio como le degollaron, y miró a
-todos los muertos que él conocía, y luego se retiró hacia la puerta con
-mucha disimulación; y al tiempo que abrieron para ir a llamar a otro,
-salió el paje muy temeroso, y llorando la muerte de su señor.
-
-Se salió del Alhambra, y junto a la fuente vio a Malique Alabez con
-Abenámar y Sarracino, que iban a hablar al rey; y como los vio, se
-llegó lloroso, y temblando y encogido, les dijo:
-
---Ay, señores caballeros, por Alá santo que no paséis más adelante, si
-no queréis morir de mala muerte.
-
-Alabez dijo:
-
---¿Cómo así?
-
-Respondió el paje:
-
---Sabed, señor, que en el cuarto de los Leones hay muchos caballeros
-degollados, y todos de los Abencerrajes, y mi señor con ellos, que le
-vi degollar, porque entré con mi señor, que allá no fuéramos, y lo vi
-todo, y no repararon en mí, porque así lo permitió el santo Alá, y
-cuando tornaron a abrir la puerta falsa, me salí, y vengo sin mi señor,
-y aun sin mí, por lo que mis ojos han visto: por Mahoma que pongáis
-remedio en aquesto.
-
-Muy admirados quedaron los tres caballeros, y mirándose unos a otros,
-no sabían si darían crédito o no a lo que el paje decía, y dijo
-Abenámar:
-
---Gran traición hay, si esto es verdad.
-
-Dijo Sarracino:
-
---Pues ¿cómo sabremos si es cierto?
-
---Yo os lo diré --dijo Alabez--: quedaos, señores, aquí, y si viereis
-salir algún caballero Abencerraje, o de otro linaje, no le dejéis pasar
-adelante, sino entretenedle en tanto que voy a la casa real, y sabré lo
-que pasa, y volveré con brevedad.
-
---Alá os guarde --dijo Abenámar--, aquí aguardaremos.
-
-Malique subió al Alhambra, y al entrar por la puerta vio venir un paje
-del rey muy apriesa, y díjole:
-
---Adónde con tal priesa.
-
-Respondió el paje:
-
---A buscar un Abencerraje.
-
---¿Quién le llama? --dijo Malique.
-
---El rey mi señor --respondió el paje. Y si queréis hacer una buena
-obra, bajad a la ciudad, y avisad a todos los Abencerrajes que salgan
-de Granada, porque les conviene, si no quieren verse en el trance cruel
-que se ejecuta en el cuarto de los Leones, y quedaos en paz.
-
-Estando cierto y satisfecho de lo que deseaba saber, se volvió Malique
-adonde había dejado a Sarracino y Abenámar, y les dijo:
-
---Amigos y señores, verdad es lo que ha dicho el paje; cierta es
-la traición y muerte que se ejecuta en los Abencerrajes: todo el
-suceso me ha contado un paje del rey, y me dijo que diese aviso a los
-Abencerrajes.
-
---¡Válgame Alá! --dijo Sarracino--: que me maten, si los Zegríes no
-andan en esta traición: vamos a la ciudad y demos aviso para que se
-ponga algún remedio.
-
---Vamos --dijo Abenámar--, que en esto no quiere haber descuidos.
-
-Y diciendo así, se bajaron todos tres a la ciudad, y antes de llegar
-a la calle de los Gomeles, vieron al capitán Muza, y más de veinte
-caballeros Abencerrajes de los que habían ido a la Vega a pelear con
-los cristianos, que iban a dar cuenta al rey de aquella jornada.
-
-Y Malique Alabez les dijo:
-
---Caballeros, poneos en cobro, si no queréis morir por traición: más de
-treinta de vuestro linaje ha mandado el rey matar.
-
-Los Abencerrajes espantados no respondieron, pero el valeroso Muza dijo:
-
---Por la fe de caballero, que si hay traición, que andan en ella los
-Zegríes y Gomeles, porque ninguno salió al rebato, ni parecen por
-toda la ciudad; y sin duda que están en el Alhambra con el rey, y son
-culpantes en las inocentes muertes de estos nobles caballeros: vénganse
-todos conmigo, que yo pondré remedio conveniente.
-
-Así se volvieron con el valiente Muza a la ciudad; y en llegando a la
-plaza nueva, como era capitán general, llamó a un añafil, le mandó que
-tocase a recoger a priesa, y él lo hizo; y oído el añafil, en un punto
-se juntaron muchos caballeros y soldados en casa de sus capitanes, y de
-allí vinieron a la plaza nueva, y se juntaron mucha gente de a pie, y
-también de a caballo; y aunque hubo muchos caballeros principales y de
-los mejores de Granada, no habían entrado entre ellos ningunos Zegríes,
-Gomeles ni Mazas, por donde se acabaron de satisfacer sobre que los
-Zegríes andaban en aquella traición.
-
-Cuando Alabez vio esta gente junta, halló buena ocasión para saber la
-traición que se ejecutaba en los inocentes caballeros; y así puesto
-enmedio de todos, comenzó a decir en alta voz de aquesta manera:
-
---Caballeros, señores y amigos míos, y todos los que me oís, sabed
-que hay gran traición: el rey Chico ha mandado degollar a muchos de
-los caballeros Abencerrajes, y si no fuera la traición descubierta
-por orden del santo Alá, ya estuviéramos todos degollados. Alto a la
-venganza, no queramos rey tirano, que así mata a los caballeros que
-defienden su tierra.
-
-No había acabado Alabez de decir estas palabras, cuando toda la gente
-plebeya comenzó a dar grandes voces y alaridos, apellidando toda la
-ciudad, y diciendo:
-
---Traición, traición, que el rey ha muerto a los Abencerrajes: muera el
-tirano, muera el tirano: no queremos rey traidor.
-
-Esta voz comenzó a divulgarse por toda la ciudad con un furor
-diabólico; todos tomaron armas a muy gran priesa, y comenzaron a
-subir al Alhambra, y en breve espacio se juntaron más de catorce mil
-hombres de todas suertes y otros muchos caballeros; y más de doscientos
-Abencerrajes que habían quedado, y con ellos Gazules, Venegas,
-Almoradís, Almohades y Azarques, y todos los demás caballeros de
-Granada, los cuales decían a voces:
-
---Si esto se consiente, otro día matará otro linaje de los que quedan.
-
-Era grande la vocería y rumor que había; gritos de los hombres,
-alaridos de las mujeres y llorar de niños.
-
-Finalmente, estaba todo tan alborotado, que parecía quererse asolar la
-ciudad con armas, y anegarla en lágrimas, y todo se oía en el Alhambra;
-y recelando lo que era, el rey muy temeroso mandó cerrar las puertas,
-teniéndose por mal aconsejado en lo que había hecho, y espantado de
-que se hubiese descubierto tan presto aquel secreto.
-
-Llegó, pues, el tropel y confusión de gente al Alhambra, dando alaridos
-y voces, diciendo:
-
---Muera el tirano, muera.
-
-Y como vieron cerradas las puertas del Alhambra mandaron traer fuego
-para quemarlas, lo cual luego fue hecho, y por cuatro o seis partes fue
-puesto fuego con tanto ímpetu, que ya se empezaba a arder.
-
-Y el rey Mulahacén, padre del rey Chico, como sintió tan grandísima
-revuelta y ruido, siendo ya bastantemente informado de lo que era, muy
-enojado contra el rey su hijo, y deseando le matasen, mandó abrir una
-puerta falsa del Alhambra, diciendo que él quería salir a apaciguar
-aquel alboroto; pero no bien fue abierta, cuando estaban más de mil
-hombres para entrar por ella; y como vieron al rey viejo le alzaron en
-peso y dijeron:
-
---Este es nuestro rey, y no otro: viva el rey Mulahacén.
-
-Y dejándole con buena guardia, entraron por la puerta muchos caballeros
-Abencerrajes, Alabeces y Gazules con más de cien peones.
-
-El rey mandó cerrasen la puerta falsa, y que defendiesen la entrada,
-porque no hubiese dentro del Alhambra más mal del que se esperaba
-ver; pero poco aprovechó esta diligencia, porque la gente que había
-entrado era bastante a destruir cien Alhambras, y andaba por las calles
-diciendo: «Muera el rey Chico y los demás traidores», y con este
-ímpetu entraron en la casa real, donde vieron solo a la reina y a sus
-damas casi muertas, no sabiendo la causa de tan grande alboroto; y
-preguntando dónde estaba el mal rey, no faltó quien les dijo que en el
-cuarto de los Leones.
-
-Luego el tropel de la gente fue allá, y vieron las puertas con fuertes
-cerraduras; pero muy poco les sirvió su fortaleza, porque las hicieron
-pedazos, y entraron dentro a pesar de los Zegríes que allí había, que
-defendían la entrada; y entrando los caballeros Abencerrajes, Gazules
-y Alabeces, viendo la mortandad de los Abencerrajes que había en aquel
-patio, a quien el rey había mandado degollar, se ensañaron de tal
-suerte, que si cogieran al rey y a los traidores, no se satisfacieran
-con que murieran degollados, sino que les buscaran mil géneros de
-penas para mitigar la mucha que ellos tenían; y acometieron todos a
-más de quinientos Zegríes, Gomeles y Mazas que estaban allí en defensa
-del rey diciendo: «Mueran los traidores que tal traición han hecho y
-aconsejado»; y con ánimo furibundo dieron en ellos a cuchilladas.
-
-Los Zegríes y los de su parte se defendían poderosamente, porque
-estaban bien alistados de armas, y apercibidos para aquel caso; mas
-poco les valió todo esto, que allí los hacían pedazos, porque en menos
-de una hora ya tenían muertos más de doscientos caballeros Zegríes,
-Gomeles y Mazas, y siguiendo su porfía iban matando e hiriendo más de
-ellos.
-
-Allí era el ruido y vocería, allí acudía toda la gente que subía de
-la ciudad, y siempre diciendo: «Muera el tirano y los traidores.» Fue
-tal la destrucción que los Abencerrajes, Alabeces y Gazules hicieron,
-y tal la venganza, que de todos los Zegríes, Gomeles y Mazas que allí
-estaban, no se escapó ninguno con vida. El desdichado rey se escondió,
-que no pudo ser descubierto.
-
-Esto hecho, los caballeros muertos los bajaron a la ciudad y los
-pusieron sobre paños negros en la plaza Nueva, para que toda la ciudad
-los viese, y se moviese a compasión viendo un tan doloroso y triste
-espectáculo, y la crueldad que con ellos se usó.
-
-Toda la gente andaba por la Alhambra buscando al rey con tal alboroto,
-que parecía hundirse todas las casas y torres; y si tempestad y ruido
-había allí, no menos alboroto y llanto había en la ciudad.
-
-Todo el pueblo en común lloraba a los muertos Abencerrajes. En
-particulares casas lloraban a los muertos Zegríes, Gomeles y Mazas, y
-a otros que murieron en esta refriega. Por este conflicto y alboroto
-desventurado se dijo este
-
-ROMANCE.
-
- En las torres del Alhambra
- sonaba gran vocería,
- y en la ciudad de Granada
- grande llanto se hacía;
- Porque sin razón el rey
- hizo degollar un día
- treinta y seis Abencerrajes,
- nobles de grande valía,
- A quien Zegríes y Gomeles
- acusan de alevosía.
- Granada los llora más,
- con gran dolor que sentía,
- Que en perder tales varones
- es mucho lo que perdía:
- hombres, mujeres y niños
- lloran tan grande pérdida.
- Lloraban todas las damas,
- cuantas en Granada había;
- por las calles y ventanas
- mucho luto parecía.
- No había dama principal
- que luto no se ponía,
- ni caballero ninguno
- que de negro no vestía;
- Si no fueron los Gomeles
- donde la traición salía,
- y con estos los Zegríes
- que les hacen compañía.
- Y si algún luto llevaban,
- es por los que muerto habían
- los Gazules y Alabeces
- con gran valor y osadía
- en el cuarto de los Leones,
- por vengar la villanía.
- Y si hallaran al rey Chico,
- le privaran de la vida,
- por consentir la maldad
- que allí cometido habían.
-
-Volviendo ahora al sangriento y pertinaz motín de la granadina gente
-contra el rey y sus valedores, es de saber, que el valeroso Muza
-como vio poner fuego al Alhambra, con gran presteza acudió a aplacar
-las furiosas llamas; y sabiendo que el rey Mulahacén su padre había
-mandado abrir la puerta falsa del Alhambra, luego se fue hacia ella
-acompañado de gran tropa de gente, y en llegando vio al rey Mulahacén
-acompañado de más de mil hombres que le guardaban, y a grandes voces
-decían:
-
---Viva el rey Mulahacén, al cual reconocemos por señor, y no al rey
-Chico, que a tan gran traición ha muerto la flor de los caballeros de
-Granada.
-
-Muza dijo:
-
---Viva el rey Mulahacén, mi padre, que así lo quiere toda Granada.
-
-Lo mismo dijeron todos los que iban con él; y diciendo esto entraron en
-el Alhambra y fueron a la casa real, y andándola toda no toparon al rey.
-
-De aquí fueron al cuarto de los Leones, y vieron el estrago que habían
-hecho los Abencerrajes, Gazules y Alabeces en los Zegríes, Gomeles y
-Mazas; y Muza dijo:
-
---Si traición se hizo a los Abencerrajes, bien se han vengado, aunque
-la traición no tiene satisfacción.
-
-Y pesándole de lo que había, salió de allí y se fue a la cámara de la
-reina, a la cual vio llorosa, acompañada de sus damas y de la hermosa
-Celima a quien Muza amaba tiernamente. La temerosa reina le preguntó a
-Muza:
-
---¿Qué vocería era aquella que sonaba en la ciudad y en el Alhambra?
-
---Cosas son del rey --dijo Muza--, que sin mirar más de su gusto, dio
-lugar y consintió una traición notable, ejecutada en los caballeros
-Abencerrajes, de quien siempre ha recibido muy grandes servicios, y en
-pago de ellos hoy ha muerto a treinta y seis dentro del cuarto de los
-Leones. Esto es lo que el rey mi hermano, vuestro marido, ha hecho,
-o permitido que se hiciese; por lo cual el reino tiene perdido, y
-él está, si parece, a punto de perderse, porque ya toda la gente de
-Granada, así caballeros como todos los demás estados, han recibido a mi
-padre el rey Mulahacén por rey y señor, y a esta causa anda el alboroto
-y motín que hay.
-
---Santo Alá --dijo la triste y afligida reina--, ¿que eso pase? ¡Ay de
-mí!
-
-Y diciendo esto se cayó amortecida en los brazos de Galiana.
-
-Todas las damas lloraban amargamente el caso doloroso que había
-sucedido, y lloraban a su triste reina puesta en tal calamidad.
-
-La linda Haja y la hermosa Celima se hincaron a los pies de Muza, y
-como quien tanto le amaba le dijo de esta manera:
-
---Señor mío, no me levantaré de vuestros pies hasta que me deis palabra
-de hacer en este negocio tanto que quede apaciguado, y el rey vuestro
-hermano en su posesión como de antes; que aunque ha procurado mi
-amistad, no teniendo respeto a la vuestra, no se ha de formar venganza
-estando el enemigo caído, ni se ha de dar mal por mal, sino porque de
-hoy más tengo cuidado de no ofenderos en esto ni en otra cosa alguna;
-en lo que os pido recibiré de vos muy grande merced.
-
-Fátima, que sabía el grande amor que los dos se tenían, le pidió a Muza
-que le concediese a Celima lo que le pedía, y que no tuviese a sus pies
-a la que merecía la corona del mundo.
-
-Muza que estaba transformado en mirar el adorno y nobleza que
-naturaleza dio a Celima, no advirtiendo que la tenía a sus pies con la
-hermosa Haja, las levantó del suelo, dándolas palabra de apaciguar el
-vulgo, y de poner al rey su hermano en la posesión del reino; con lo
-cual obligó a su dama a que le amase con más extremo.
-
-Las damas echaron agua en el rostro de la reina, y de este modo volvió
-en sí llorando, y Muza la consoló dándola buenas esperanzas; y se
-despidió de ella y sus damas, y fue adonde estaba su padre y le dijo:
-
---Mande vuestra alteza pena de muerte al que no dejare las armas, y no
-se sosegare.
-
-Luego mandó el rey que se pregonase así en el Alhambra y por toda la
-ciudad, y Muza mandó a la gente de guerra que se aquietasen, y a todos
-los demás se lo rogó.
-
-Mediante esto se apaciguó el pertinaz motín y rebelión, teniendo unos
-intento de obedecer a Mulahacén, y otros al rey Chico.
-
-Para esto ayudaban a Muza todos los más principales de Granada, y los
-linajes desapasionados, que eran Alabeces, Bencerrajes, Laugetes,
-Azarques, Alarifes, Aldoradines, Almoradís, Almohades y otros muchos
-caballeros de Granada.
-
-De esta suerte fue todo apaciguado, y Muza rogó a todos que no quitasen
-a su hermano la obediencia, sino que Granada volviese al estado en que
-antes estaba; que si malos consejos no dieran al rey, nunca él mandara
-hacer lo que se hizo.
-
-Todos los caballeros dieron palabra a Muza de no quitar la obediencia
-a su hermano el rey; solo los Abencerrajes, Gazules, Alabeces y
-Almoradines, estos cuatro linajes poderosos, no quisieron estar en la
-obediencia del rey Chico, por lo que hizo contra los Abencerrajes en
-admitir el mal consejo del traidor Zegrí; y era así verdad, que por dar
-crédito de ligero el fácil rey aceleró el negocio; y si lo llevara por
-justicia, no se le siguiera la perdición que le vino a él y a la ciudad.
-
-Por esta traición se hizo el romance siguiente:
-
- Caballeros granadinos,
- aunque moros hijosdalgo,
- con envidiosos intentos
- al rey Chico van hablando;
- gran traición se va ordenando.
- Diz que los Abencerrajes,
- linaje noble afamado,
- pretenden matar al rey,
- y quitarle su reinado;
- gran traición se va ordenando.
- Y para emprender tal hecho,
- tienen favor muy sobrado
- de hombres, niños y mujeres,
- todo el granadino estado;
- gran traición se va ordenando.
- Y a su reina tan querida
- de traición la han acusado,
- que en Albín Abencerraje
- tienen puesto su cuidado;
- gran traición se va ordenando.
-
-De esta suerte va declarando el romance la historia que se ha contado,
-y la traición; mas porque me aguardan otras cosas importantes no se
-acaba.
-
-Volviendo a Muza, que con gran diligencia procuraba aplacar los
-airados pechos de los más principales caballeros y demás gente para
-que volviesen a dar la obediencia al rey Chico, como antes estaba,
-atrajo muchos a su voluntad, salvo los cuatro linajes que hemos dicho,
-y algunos más caballeros que no quisieron estar en la obediencia del
-rey Chico, sino a la del rey Mulahacén; y así siempre hubo allí muchas
-diferencias entre los dos reyes, padre e hijo, hasta que se perdió
-Granada.
-
-Y la causa porque los Gazules, Alabeces, y Aldoradines no quisieron ser
-de la parte del rey Chico, aunque Muza hizo las diligencias posibles,
-fue el que ya tenían tratado entre ellos de volverse cristianos, y
-pasarse con el rey D. Fernando, como adelante se dirá.
-
-Pues como viese Muza la mayor parte de la ciudad reducida a su voluntad
-para que volviese su hermano a ser obedecido, y al gobierno de su
-reino, procuró saber adónde estaba; y supo cómo se había retirado al
-cerro del Sol, que hoy llaman de Santa Elena, en una mezquita que
-estaba allí, huyendo de la voz que oyó cuando decían todos: _Muera
-el tirano y los traidores_; y visto este estrago, que hacían los
-Abencerrajes, Gazules y Alabeces en los Zegríes y Gomeles, se salió
-por una puerta falsa maldiciendo su ventura y el día de su nacimiento,
-quejándose del Zegrí que le había aconsejado cometer tal traición
-contra tan leales caballeros.
-
-Los Zegríes y Gomeles le consolaban, diciéndole que no se fatigase,
-que mil Zegríes y Gomeles tenía de su parte, los cuales morirían en su
-defensa, y que el consejo no había sido malo, sino importante, si no se
-descubriera tan presto.
-
-Y en esto vieron venir a Muza en un caballo, y fueron a dar aviso al
-rey; el cual temeroso preguntó, si venía de paz, o de guerra.
-
---De paz viene --respondió un Zegrí-- y solo, y debe de querer hablarte.
-
---Alá se sirva que sea por bien --dijo el rey--; porque se temía de
-Muza, a causa de Celima.
-
-En esto llegó Muza, y preguntando si estaba allí el rey su hermano, le
-fue dicho que sí; y apeándose del caballo entró en la mezquita, donde
-vio al rey acompañado de Zegríes y Gomeles; y haciéndole el acatamiento
-que de antes solía, le dijo así:
-
---No careces de culpa, permitiendo una maldad y traición tan grande
-como la que se ha usado con el más noble y leal linaje de todo el
-reino. Y mirad lo que se ha seguido de su muerte; alboroto de toda la
-ciudad, muerte de muchos, pérdida de tu reino; y lo fuera de tu vida,
-si no te hubieras retirado aquí. Los reyes que han de gobernar en paz,
-sosiego y tranquilidad a sus vasallos, ¿son esos los alborotadores, y
-privadores de la paz? Merecido y justo castigo es, que sean desposeídos
-de sus reinos, y aun de las vidas. Si a caballeros leales que sirven
-bien das tal pago, ¿quién esperas que te sirva? Si se te había
-ofendido, que no creo tal, siguieras la causa por justicia, y no con
-violencia. ¿Qué demonio te insistió a hacer tal matanza? ¿Qué causa te
-movió?
-
---Hermano --dijo el rey--, ya que me has preguntado la causa de mi
-determinada ira, yo te la diré en presencia de los oyentes: Sabrás, que
-los caballeros Abencerrajes tenían determinado matarme, y alzarse con
-el reino; y sin esto Albín Hamete Abencerraje adulteraba con la reina
-mi mujer, pues de todo tengo bastante y probada verificación: ¿parécete
-que aceleré en el caso?
-
-Admirado Muza, le respondió:
-
---No tengo yo a la reina en tal opinión, ni lo creo, ni tengo a los
-Abencerrajes por caballeros que tal traición ordenaran, porque son
-ejemplo de lealtad.
-
---Pues si no lo crees --dijo el rey--, pregúntalo a Hamete Zegrí, y
-a Mahandín y a Mahandón que están presentes, que ellos te dirán como
-testigos de vista.
-
-Y los falsos refirieron a Muza lo que al rey habían dicho, lo cual no
-creyó, porque conocía que la reina era muy honesta y virtuosa, y así
-les dijo:
-
---Yo no puedo persuadirme a que eso sea así, ni creo que habrá
-caballero que lo sustente, porque es cierto que ha de quedar por infame
-y fementido.
-
---Pues nosotros, dijo Mahandón, lo sustentaremos contra cualesquier
-caballeros que lo quisieren contradecir.
-
-Y enojado Muza, dijo:
-
---Pues aunque no sea sino por honra de mi hermano el rey, se ha de
-seguir por justicia esta causa y la de los Abencerrajes, pues os
-preferís a sustentar con las armas la acusación que ponéis; y mirad
-cuán seguro estoy de la casta reina, que sé que habéis de morir, o
-quedar desmentidos; y si me fuera lícito, yo solo había de defender
-la inocente reina y a los nobles Abencerrajes, porque clara y
-manifiestamente se parece ser mentira causada de envidia; pero impídelo
-la paz que ando buscando.
-
-Los Zegríes comenzaron a alborotarse, diciendo que ellos eran
-caballeros y lo que habían dicho lo sustentarían en campo armados a
-los cuatro caballeros.
-
---Eso se verá presto --dijo Muza; y díjole al rey--: Vamos al Alhambra,
-que ya todo está apaciguado: solo quedan cuatro linajes de caballeros
-que no os quieren dar obediencia, sino a nuestro padre: pasen algunos
-días, que yo los compondré. Y vosotros, Zegríes y Gomeles, advertid,
-que si por vuestro consejo murieron degollados treinta y seis
-caballeros Abencerrajes, de vuestros linajes hay más de cuatrocientos
-caballeros muertos; mirad si ha sido granjería la que habéis hecho. Id
-al Alhambra, y mandad que los saquen del cuarto de los Leones, y dadles
-sepultura, que así han hecho los Abencerrajes a todos sus deudos,
-muertos sin culpa.
-
-Con esto salió Muza de la mezquita, y el rey Chico con él, fiado de su
-palabra, y le dijo:
-
---Muza, ¿quién te dio aviso de que estaba yo aquí?
-
---Quien te vio venir --dijo Muza.
-
-Diciendo esto, se bajaron todos del cerro, y se entraron en el Alhambra.
-
-Los Zegríes llevaron los cuerpos muertos a sus casas, y los fueron
-acompañando, y Muza con ellos, por evitar algún escándalo; y en todo
-aquel día no se oía en toda Granada otra cosa sino llantos y gemidos
-muy tristes.
-
-El rey se retiró a su cuarto con muy buena guarda, y mandó que no
-dejasen entrar a nadie en todo aquel día; lo cual se cumplió todo así,
-que ni aun a la misma reina dejaron entrar, y muy confusa se volvió a
-su retrete, no sabiendo la causa de tan grande encerramiento, pues le
-había enviado a decir Muza que no tuviese pena, que el rey volvería a
-su silla.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XIV.
-
-_En que se da cuenta cómo los traidores pusieron acusación a la reina y
-a los Abencerrajes, y cómo la reina fue presa por ellos, y dio cuatro
-caballeros que la defendiesen, y de lo demás que sucedió._
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-Los muertos ya enterrados de la una parte y de la otra, y habiendo
-cesado los llantos por ellos hechos, y reducida la parte mayor de
-los caballeros de Granada a la obediencia del rey Chico, por orden
-del valeroso capitán Muza, habiéndose pasado aquel día tan memorable
-para Granada, luego el día siguiente dio orden que fuesen a hablar al
-rey; y así se juntaron todos los más principales, y le fueron a ver,
-aunque contra su voluntad, solo por hacer placer al valiente Muza; y en
-entrando en su real sala, se fueron sentando por su orden, como antes
-solían, aguardando que el rey saliese de su aposento: el cual como supo
-que estaba allí Muza y los demás caballeros, salió vestido de negro
-mostrando tristeza en el rostro, y sentado en la silla real, mirando a
-todos, les dijo:
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---Muy leales y verdaderos vasallos, amigos míos, bien sé que habéis
-estado muy enojados conmigo, y con deliberación de quitarme el reino
-y la vida por lo que hubo en el cuarto de los Leones, no sabiendo
-vosotros el fundamento y justa causa que a ello me movía, y sin
-escandalizaros; pero a veces la cólera ciega la razón de modo, que
-no da lugar a la consideración con el deseo de la venganza. Alá os
-guarde de rey injuriado, que no aguarda dilación su agravio. Y para
-satisfacción de mi poca culpa, y muy sobrada justicia, pedida y
-demandada de mi crecido agravio, habéis de saber, oh nobles granadinos,
-que los famosos Abencerrajes, de cuya fama el mundo está lleno, habían
-conspirado y hecho conjuración para privarme del reino y de la vida,
-y de todo esto tengo fulminado proceso con información bastante, por
-donde son dignos de muerte, y más. Albín Hamete, Abencerraje, violó mi
-honra con mancha de adúltero, tratando con la reina Sultana, mi mujer,
-de deshonestos y secretos amores, aunque no lo fueron tanto, que con
-facilidad fueron descubiertos; y en esta sala hay caballeros testigos
-de vista que lo dirán y sustentarán, y a esta causa se ejecutó ayer lo
-que visteis, queriendo por mi mano tomar venganza de tan enorme injuria
-y deshonra; y si no se descubriera tan presto mi intento, no hay duda,
-sino que no fuera ya vivo ningún Abencerraje; mas mi mala suerte ordenó
-que se descubriera. De lo pasado me pesa solo por el alboroto de la
-ciudad, y por haber muertes de nobles y leales caballeros a manos de
-los Abencerrajes vivos y de los Gazules, y la sangre de los Zegríes y
-Gomeles vertida por mi causa pide justísima venganza, la cual prometo
-hacer por Mahoma. Y ahora doy por sentencia que los Abencerrajes que
-son culpados en esto, por tener atrevimiento de entrar con mano armada
-en mi casa real, sean desterrados de Granada, y dados por traidores,
-y sus bienes confiscados a mi real Cámara, para que de ellos haga mi
-voluntad; y los que no son tan culpados y los ausentes, así alcaides,
-como los que no lo son, que se queden en Granada privados de mi real
-servicio. Y si tuvieren hijos varones, los envíen a criar fuera de
-la ciudad; y si fueren hijas, que las casen fuera del reino; y esto
-mando que se publique por toda Granada. Y en lo que toca a la reina
-Sultana, mi mujer, mando que los caballeros que han de poner la
-acusación la pongan luego; y puesta, sea presa, hasta que se vea su
-justicia conforme a derecho, que no es justo que un rey como yo viva
-afrentado. Estas dos cosas fueron la causa, buenos caballeros y leales
-vasallos, del alboroto de ayer: ahora considere cada uno la causa por
-suya, y juzgue lo que haría, y verá cómo no se satisface mi agravio, y
-respóndame.
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-Dichas estas palabras por el rey todos los caballeros que estaban allí
-juntos se miraban los unos a los otros, y admirados de todo aquello que
-el rey les había dicho, no sabían qué responderle, porque ninguno de
-los que vinieron con Muza a dar la obediencia al rey, no dio crédito
-a cosa ni parte de lo que tocaba a los Abencerrajes, como ni a lo
-de la reina, y luego entendieron ser traición; y así los caballeros
-Almoradís, Almohades, y otros que eran parientes de la reina Sultana,
-hicieron entre ellos gran movimiento y comunicación, y al cabo de
-una pieza que el rey aguardaba respuesta, se levantó un caballero
-Almoradí, tío de la reina, y respondió, diciendo:
-
---Atentos hemos estado, rey Abdalí, a tus razones, con las cuales no
-menos pesadumbre y alboroto que ayer se espera; porque en lo que has
-hablado manifiestamente parece ser averiguada traición, así en lo que
-toca a los caballeros Abencerrajes, como en lo de la reina; porque los
-Abencerrajes son nobles, y en ellos no puede caber traición, ni tal de
-ellos se puede presumir; porque de su bondad y nobleza siempre han dado
-verdadero testimonio sus obras, por las cuales tú y tu reino habéis
-resplandecido; y si ahora los mandas desterrar, tu reino de hoy en más
-lo puedes dar por ninguno, y al tiempo pongo por testigo; cuanto y más,
-que aunque tú los destierres, si ellos con su gusto y voluntad no se
-quieren salir de Granada, no los puedes tú hacer fuerza, atento que no
-eres rey supremo por ser vivo tu padre, el cual estima mucho a este
-linaje. Si no me crees, mira tu palacio, y verás como en faltando todos
-los Alabeces, Gazules, Aldoradines y Venegas, parece estar solo y sin
-acompañamiento ninguno, y te has de ver sin todos estos y otros muchos,
-por ser amigos de los Abencerrajes, pues la plebe ya bien sabes el
-amor que les tiene; y sé de cierto, que si el amor de ellos levantara
-bandera contra ti, te echaran del reino en que estás; pero son leales,
-y antes morirán que tal hagan. Repórtate, rey mal aconsejado, y no te
-ciegue la cólera; y en lo que dices de la reina que ha sido adúltera,
-es falso; es matrona ilustre y honesta, y se debe tener y estimar en
-mucho; y si contra ella te mueves o alteras, los Almoradís, Almohades
-y sus parciales te hemos de quitar la obediencia, y hemos de darla a
-tu padre; y cualquiera que pusiere falta o dolo en la reina Sultana,
-miente y es un villano, y yo lo probaré donde quisiere.
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-El traidor Zegrí, Mahandín Gomel, Mahandón y Abenhamete con saña se
-levantaron y dijeron que lo que ellos decían era verdad, y quien lo
-contradecía, mentiría.
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-Los Almoradís se alzaron poniendo mano a las armas; todos los Zegríes
-y Gomeles hicieron lo mismo, y con gran enojo se fueron los unos a los
-otros, moviendo mucho escándalo y alboroto en el palacio real; mas los
-caballeros Azarques y Alarifes, Muza, Sarracino, Reduán y el mismo
-rey, obraron tanto, que no los dejaron juntar, antes los aquietaron e
-hicieron sentar; y estando sosegados dijo estas razones Muza:
-
---Señores caballeros, yo querría que se pusiese la acusación a la
-reina, y que por ella sea presa, pues confío en Alá que su inocencia ha
-de ser verdugo de los acusadores falsos, y han de morir o retractarse
-de lo dicho, de donde se seguirá mayor lauro y corona de honor a la
-inocente reina y a todos los de su linaje; para lo cual salga aquí la
-reina, responda por sí, y dé y señale caballeros que la defiendan.
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-A todos pareció bien lo que Muza dijo, y así fue llamada la reina
-Sultana, la cual fue acompañada de sus damas, y los caballeros se
-levantaron y la hicieron grande acatamiento, salvo los traidores; y
-antes que la reina se sentase en su estrado le dijo Muza:
-
---Hermosa Sultana, hija del famoso Moraicel, y de nación Almoradí por
-descendencia del padre, y Almohades por la madre, descendientes de los
-reyes de Marruecos: sabrás, reina de Granada, por tu daño, como en
-esta sala hay caballeros que pongan dolo en tu castidad, diciendo que
-no has guardado las leyes conyugales, como era razón, a tu marido el
-rey; antes dicen que has adulterado y hecho traición con Albín Hamete,
-Abencerraje; por lo cual ayer fue degollado con los demás Abencerrajes
-que murieron. Si esto es así, lo cual todos nosotros no creemos,
-porque tenemos entera satisfacción de tu bondad, virtud y castidad,
-has incurrido en pena de muerte de fuego; por tanto da razón de ti,
-para que no haya más escándalo del que por tu causa ha habido; y si
-no le das cual conviene a tu honor y al de tu marido, morirás quemada
-conforme a nuestras leyes: yo te lo he dicho, no por ofenderte, sino
-para que repares con tiempo la defensa y lo que te conviene, que por mi
-parte seré en tu favor y en todo lo que pudiere, como lo verás.
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-Con esto calló Muza, y se sentó, aguardando que la reina respondiese.
-La cual como oyó lo que Muza le había dicho, miró a todos los
-caballeros de la sala; y como los vio callar, tuvo por verdad lo que
-al pronto había escuchado por donaire y juego; y reparándose un poco,
-sin mudarse la color de su hermoso rostro, ni hacer mudanza mujeril,
-respondió de esta suerte:
-
---Cualquiera que en mi honestidad pura, limpia y casta pusiere alguna
-falta, miente, y no es caballero, sino villano, vil y de bajos
-pensamientos, mestizo, infame y mal nacido, indigno de entrar en el
-real palacio; y sea quien fuere, póngase aquí en mi misma presencia la
-acusación que contra mí se ha hecho, que no temo pena ninguna, porque
-mi inocencia me asegura, y mi castidad y limpieza me hacen libre: jamás
-con pensamiento ni obra hice ofensa al rey mi marido, ni la pienso
-hacer en tanto que mi marido fuere, ni después; ora sea por separación
-de muerte, o por repudiación de su parte hecha. Mas estas cosas y otras
-tales no pueden salir sino de moros, de quien no salen sino maldades
-y novedades, como de hombres de poca fe y mal inclinados. Benditos
-sean los cristianos reyes y quien los sirve, que nunca entre ellos hay
-semejantes maldades, y la causa es estar fundados en buena ley. Pero
-una cosa sé decir, que confío en el santísimo Alá que ha de volver por
-mi casta limpieza, y descubrir la verdad; y hago promesa de que si Alá
-se sirve de dar victoria a mis defensores, como lo espero en él que se
-la dará, viéndome libre de este testimonio, de no volverme a juntar con
-el rey en poblado ni fuera.
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-Diciendo esto comenzó a llorar, y con ella todas sus damas; de tal
-manera, que a todos los caballeros que la oían movía a muy grande
-compasión y lástima.
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-Lindaraja se hincó de rodillas delante de la reina, y pidió licencia
-para partirse a Sanlúcar a casa de un hermano de su padre, pues por
-mandado del rey habían muerto sin culpa a su querido padre, y pues
-desterraron a los Abencerrajes, que ella se quería desterrar, por
-no ver las tiranías y crueldades que cada día se hacían, y más el
-testimonio que a su alteza se levantaba; que no diese lugar que ella
-presenciara a aquellos dolores tan acerbos; y que cuando la honra de la
-reina padecía, no estaba segura la de sus damas, dueñas y doncellas.
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-La reina la abrazó llorando, y quitándose del cuello la cadena que el
-maestre la dio el día de la sortija, dijo:
-
---Toma, amiga, yo quisiera galardonar tus servicios fieles y leales,
-pero ya, por mi desdicha, no soy señora de bienes, sino de males:
-dichosa tú, y yo sin ventura. Vete en paz, y vive en ella, que ausente
-de la corte yo sé que la tendrás.
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-Y diciendo esto la apretó entre sus brazos, regándola su hermoso rostro
-con lágrimas, las cuales Lindaraja derramaba de sus ojos en abundancia.
-Aquí se aumentó el llanto de todas las damas, porque las iba abrazando
-y despidiéndose de todas.
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-Estaban los circunstantes tan lastimados de la dolorosa despedida de
-la reina y de Lindaraja, que no dejaban de ayudar con lágrimas; y no
-pudiendo sufrir aquel dolor, todos los Almoradís y Almohades, y otros
-de su parcialidad, se salieron llorando de la sala diciendo:
-
---Abdalí rey, abre los ojos y mira lo que haces, y tennos por tus
-enemigos de aquí adelante.
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-Lindaraja despidiéndose del rey se salió de palacio, y acompañada de
-su madre y de algunos caballeros se bajó a la ciudad, y al otro día se
-partió para Sanlúcar, y Gazul en su compañía, que era el que la servía,
-como ya se ha dicho, y adelante se tratará de ellos más largamente.
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-Ahora vayan su camino, y volvamos a tratar del rey, y de la acusación
-de la triste reina Sultana, la cual lloraba muy dolorosamente su
-deshonra, y con ella sus doncellas.
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-El rey mandó al traidor Zegrí que pusiese la acusación, y él se levantó
-y dijo:
-
---Por la honra de mi rey, y volviendo por ella, como debo, digo
-que la reina Sultana es adúltera, y que yo y Mahandín la vimos en
-Generalife, debajo de un rosal, que está junto a la fuente grande,
-estar en lascivas concupiscencias con Albín Hamete, Abencerraje; lo
-cual sustentaremos los cuatro a otros cuatro que señale la reina en su
-defensa.
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-A esto respondió la reina:
-
---Mientes, como traidor infame, falso, tú y todos vosotros; yo fío en
-el poderoso Alá que ha de descubrir la verdad, y os ha de costar muy
-caro.
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-El rey dijo:
-
---Sultana, dentro de treinta días habéis de dar caballeros que os
-defiendan; donde no, se procederá contra vos conforme a la ley.
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-Sarracino no pudiendo sufrir más aquella lástima, dijo:
-
---Yo me ofrezco a la defensa de la reina, aunque no haya más caballeros
-que quieran volver por su honor.
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-Reduán dijo:
-
---Yo seré el segundo, y serviré de tercero y cuarto.
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-Muza dijo:
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---Pues yo ayudaré también, y no faltará otro caballero que ayude,
-porque se haga la batalla cuatro a cuatro; y mire la reina si nos
-quiere admitir, que como caballeros juramos de hacer el deber.
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-La reina respondió:
-
---Muchas mercedes, señores caballeros, por la que me hacéis tan
-señalada; yo veré lo que me importa, pues tengo término suficiente,
-aunque sé que en hacer tales caballeros la batalla, mis enemigos serían
-vencidos, y mi honra satisfecha.
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-El rey mandó que estuviese presa en la torre de Comares, y en su
-compañía Galiana y Celima para que la sirviesen. Luego Muza y otros
-caballeros llevaron a la desdichada e infeliz reina presa, y la
-pusieron en un aposento, y a la puerta doce caballeros de guarda, con
-orden que si no es a Muza, otro no pudiese entrar a hablar con ella.
-Esto hecho se despidieron del rey todos los caballeros, por lo que
-había pasado.
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-Las damas de la reina se fueron todas: las doncellas en casa de sus
-padres, y las casadas a sus casas con sus maridos. Reduán se llevó a
-su querida Haja; Abenámar a Fátima, que estaba muy triste por lo que
-sus parientes habían hecho. Todas las demás damas se fueron, quedando
-desierto el cuarto de la reina.
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-Quedaron con el rey Zegríes, Gomeles y Mazas, por acompañarle, y a
-muchos pesaba de lo que habían empezado a hacer, porque imaginaban que
-no podían tener buen fin todas aquellas traiciones.
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-Luego se pregonó que dentro de tres días saliesen los Abencerrajes
-desterrados, so pena de las vidas.
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-Los Abencerrajes pidieron dos meses de término, porque querían salir
-del reino; y fueles concedido a instancias de Muza, porque entre él y
-ellos se trató lo que adelante se dirá.
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-Este pregón se divulgó por toda la ciudad, y sintieron tanto los
-moradores de ella el agravio que a los Abencerrajes se hacía, que si
-quisieran ellos levantar bandera contra el rey Chico, los ayudaran
-con sus personas y haciendas, porque en extremo eran amados de toda la
-ciudad, y tenidos en lugar de padres y amparadores de todos.
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-Este pregón lo oyó una hermana del rey Chico, llamada Moraina, la cual
-era mujer de Albín Hamete, Abencerraje; y llena de enojo por haberle
-muerto a su marido sin culpa, y de temor por haberle quedado dos
-niños, uno de cinco años y otro de tres, vestidos ambos de luto y ella
-también, fueron al Alhambra y en su compañía cuatro caballeros Venegas,
-y entraron en la sala del rey para hablarle.
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-Los guardas conociendo a Moraina, la dejaron entrar en el aposento del
-rey, su hermano, al cual halló solo; y haciéndole mesura, le dijo:
-
---¿Qué es esto, rey? Rey te digo, y no hermano, aunque es nombre de
-más piedad; mas porque no entiendas que soy de los conjurados contra
-ti, como tú mismo dices, te llamo rey. Pues dime, ¿qué clima es este
-que nos sigue tan cruel? ¿Qué hado tan rigoroso y sangriento es este?
-¿Qué estrella tan caliginosa y mortífera corre predominando y causando
-tantas desventuras? ¿Qué cometa llena de fuego es este, que así abrasa
-y eclipsa el claro linaje de los Abencerrajes? ¿En qué te han ofendido,
-que así totalmente los quieres destruir? ¿No te ha mitigado haber
-degollado la mitad del linaje, sino que ahora mandes desterrar a los
-que han quedado? Y ya que así es, ¿qué razón hay para que los hijos
-inocentes de los padres se hayan de dar a criar fuera de la ciudad, y
-a las hijas casarlas fuera del reino? ¡Pregón duro! ¡Sentencia cruel!
-¡Mandato acerbo! ¿Dime de qué sirven estas tiranías, rey inclemente? Y
-yo triste, desconsolada y viuda, hermana tuya por mi mal, ¿qué haré con
-estos dos niños, retrato de aquel caballero Albín Hamete, mandado por
-ti degollar sin culpa? ¿No bastó la muerte inocente de su inculpable
-padre, sino desterrar los huérfanos hijos? ¿A quién los encomendaré
-fuera del reino que los críe? Si a ellos destierras, yo he de ir
-también por su madre. ¡A tu sangre maltratas! Por Alá santo te ruego,
-que te reportes; mira que estás mal aconsejado; no pase adelante tu
-crueldad injusta, que es en los reyes grande imperfección ser crueles,
-y más donde no hay culpa, sino interés y envidia.
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-Con esto cesó la bella Moraina, no dejando de llorar, y dando dolorosos
-suspiros de lo más íntimo de su alma.
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-Todo lo cual no fue bastante a ablandar el diamantino corazón del rey,
-antes encendido en infernal cólera, los ojos encarnizados contra su
-hermana, la dijo:
-
---Di, Moraina infame, sin conocimiento de la real sangre, ¿tan poco
-valor en ti se encierra? ¿Eso me dices? ¿Di, no consideras la mancha
-que puso en mi honra tu desleal marido? Si tú tuvieras una gota de mi
-real sangre, sintieras mi agravio, y esa gota dando el pecho a tus
-hijos, les fuera veneno mortífero; y si este efecto hiciera, diría
-que eras mi hermana; pero no creo que lo eres, pues no sientes lo que
-yo. Mejor hubieras hecho en haber quemado esas dos ramas infames,
-salidas de aquel aleve tronco, causador de mi afrenta; y pues tan poco
-miramiento has tenido, y no has hecho oficio de hermana, yo haré lo que
-tú no hiciste.
-
-Y diciendo esto asió al niño mayor, y alzándole en peso, le puso
-debajo del brazo izquierdo, y echando mano a la daga se la metió por
-la garganta, que no pudo defenderle la desdichada madre; y dejando
-muerto al inocente niño, a pesar de su triste madre, tomó al otro, y
-le degolló, dejando segadas las manos a la sin ventura Moraina por
-quitarle a su tierno niño.
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-Y habiéndolos muerto, dijo el sanguinolento rey:
-
---Acábese de raíz esta traidora casta de Albín Hamete.
-
-Vista la crueldad del tirano rey, la lastimada madre, bramando como
-leona, acometió a su hermano por quitarle la daga para matarle; pero
-el rey se defendió, y visto que no podía defenderse de ella, porque
-le pedía sus hijos, con diabólica furia la dio dos puñaladas en el
-delicado pecho, de las cuales cayó muerta con sus hijos; y dijo el rey:
-
---Allá irás con tu marido, pues tanto le amas, que tan traidora eres
-como él.
-
-Y luego mandó que enterrasen aquellos cuerpos en la sepultura de los
-reyes, lo cual se hizo admirándose de aquel acaecimiento.
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-Los caballeros Venegas, sabiendo el caso atroz que el rey había
-cometido, salieron del Alhambra, y se fueron a la ciudad, y contaron el
-caso a otros caballeros; y así se supo por toda Granada aquella gran
-crueldad del rey.
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-Muchos determinaron de matarle, y más sabiendo la injusta prisión de
-la reina; mas vivía el rey con tal cuidado y guarda, que no tuvieron
-lugar de ejecutar su deseo; porque la puerta del Alhambra la guardaban
-mil caballeros, y de noche se cerraba bien, y por los muros y baluartes
-había puestas muchas postas y centinelas, guardando todas las entradas.
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-La gente del rey Mulahacén guardaba lo que le tocaba, que era la plaza
-de los Aljibes y la torre de la Campana, y las torres cercanas a ella,
-y sus baluartes y barbacanas.
-
-Finalmente, lo mejor del Alhambra tenía Mulahacén: el rey Chico tenía
-la casa real antigua, y cuarto de los Leones y Torres de Comares, y
-miradores del bosque a la parte del Darro y Albaicín.
-
-Aunque las guardas y gente de ambas partes estaban separadas y
-apartadas, y cada cual seguía la parte de su rey, jamás entre ellos
-había discordias por mandado de los reyes y ruegos de Muza.
-
-Y aunque había dos reyes, la gente más principal seguía al rey viejo,
-como eran Alabeces, Abencerrajes, Gazules, Almoradís, Langetes,
-Atarfes, Azarques, Alarifes y todo el común ciudadano, respecto de
-estar bien con los caballeros Abencerrajes y sus valedores.
-
-Al rey Chico seguían Zegríes, Gomeles, Mazas, Alabeces, Bencerrajes,
-Almoradís, Almohades, y otros muchos linajes y caballeros de Granada,
-aunque después de la prisión de la reina se habían pasado al rey viejo
-los Almoradís, Almohades y Venegas.
-
-Estaba Granada divisa y llena de bandos y escándalos cada día, y
-más se acrecentaron cuando los caballeros Venegas dieron noticia de
-la crueldad que el rey Chico había usado con su hermana y con sus
-sobrinos; la cual fue de todo punto causa de que los Almoradís,
-Almohades, y Marines, y otros muchos caballeros de gran valor le
-desampararon; de tal manera, que casi toda Granada estaba apercibida en
-su daño.
-
-Solo tenía de su parte a los Zegríes, Gomeles y Mazas; y como estos
-tres linajes eran tan poderosos, le sustentaron en su estado hasta que
-se perdió, como adelante se dirá.
-
-Volviendo a la muerte de los hijos de Moraina y de la suya, hubo en
-Granada grande sentimiento del doloroso caso. Todos decían que era el
-rey muy cruel, tirano, enemigo de su sangre, e indigno del reino y de
-la vida.
-
-Quien más sintió esta muerte fue el capitán Muza, hermano de Moraina,
-y firmó con juramento, que había de ser vengada aquella traición antes
-de muchos días; y si Muza sintió el desaforado caso, cruel y grave, no
-menos lo sintió el rey Mulahacén, que al fin era su padre.
-
-Y después de haber hecho gran llanto por su amada hija y por los nietos
-tan queridos, con ferviente enojo se fue a armar, y se puso un fino
-jaco y un acerado casco, y sobre el jaco una aljuba de escarlata, y
-tomó una tablachina en el brazo izquierdo; y llamando a su alcaide, le
-dijo, que muy presto juntase la gente de su guardia, que eran más de
-cuatrocientos caballeros.
-
-El alcaide los juntó, y les dijo que el rey Mulahacén los mandaba
-juntar; que estuviesen apercibidos para lo que les mandase.
-
-Ellos dijeron, que allí estaban a su mandado.
-
-Y visto por el rey que los de su guardia estaban juntos y alistados,
-salió a la plaza de su palacio, donde estaba toda la gente, y les dijo
-así:
-
---Valerosos vasallos y amigos míos, grande deshonra es que mi hijo me
-usurpe cetro y corona contra toda mi voluntad, y que siendo yo vivo
-haya otro rey; y bien sabéis cómo se hizo llamar rey por el favor y
-ayuda que le dieron los Zegríes, Gomeles y Mazas, diciendo que yo era
-viejo y sin provecho para la guerra y gobierno del reino; y por este
-engaño y color de ambición muchos caballeros le han seguido, y me han
-dejado contra toda razón. Que bien se sabe que ningún hijo puede ser
-heredero del reino, ni de hacienda hasta la muerte de su padre; y así
-lo mandan expresamente las leyes, las cuales ha quebrantado mi hijo, me
-ha usurpado el reino, y procede mal en la gobernación; pues en lugar
-de conservar la paz y sosiego en que yo tenía el reino, es perturbador
-e inquietador de ella, y alborotador del pueblo; y en lugar de guardar
-a todos recta justicia, hace los mayores absurdos que en el mundo se
-pueden imaginar. Mirad cómo mandó degollar a los nobles Abencerrajes
-sin culpa suya, y cómo sin ella tiene presa a su mujer, imputándola de
-adúltera; y lo que más me lastima es, que haya muerto a mis nietos y a
-mi hija. Pues si siendo vivo yo hace esto, ¿qué hará en viéndose solo?
-Bien podéis desamparar vuestra patria y tierra, y buscar la ajena. Ya
-no quiere Alá que tal tirano viva en el mundo, y así estoy dispuesto y
-determinado a la venganza de mi amada hija y de mis queridos nietos,
-dando muerte acerba a este enemigo de su sangre y reino: por tanto,
-amigos y leales vasallos, vuestra ayuda pido para tal venganza, que
-más vale perder un vil príncipe, que no que se pierda por sus tiranías
-un reino como el de Granada. Seguidme todos luego, y mostrad vuestro
-valor acostumbrado.
-
-Diciendo esto, mandó a su alcaide que guardase muy bien su fortaleza, y
-se partió para la casa real donde estaba el rey Chico su hijo, diciendo
-él y todos los suyos:
-
---_Libertad, libertad: mueran los traidores tiranos, y quien los sirve:
-no quede ninguno._
-
-Y con esta voz dieron tan de improviso en la guardia del rey Chico, que
-casi no la dieron lugar a tomar las armas, y entre ellos se movió una
-batalla muy cruel y sangrienta, cayendo muchos muertos de ambas partes.
-
-¿Quién viera al buen rey Mulahacén dar golpes con su cimitarra a un
-cabo y a otro, que no daba golpe que no derribase caballero muerto o
-mal herido? Porque Mulahacén siempre fue hombre de mucha fuerza en su
-mocedad, y de grande ánimo; y no era tan viejo que no pudiese pelear,
-pues aún no tenía sesenta años.
-
-Finalmente andaba entre sus enemigos como león carnicero, y sus
-soldados hicieron lo mismo, matando a sus contrarios.
-
-Aunque eran doblados los del rey Chico, perdieron la plaza, y a su
-pesar se retiraron a la casa real, adonde era tanta la gritería y
-voces, que no se oían los unos a los otros, salvo la voz de la libertad.
-
-El rey Chico, que oyó el tropel y ruido, muy espantado y atemorizado
-salió a ver lo que era, y vio a su padre entre la gente de su guardia
-con un rigor extraño: sospechando lo que podía ser, entró a armarse, y
-salió afuera para que los suyos cobrasen ánimo con su vista.
-
-A esta sazón llegó muy mal herido el capitán de su guardia, diciéndole:
-
---Señor, ve a favorecer tu gente, que es grande el estrago que en ellos
-hacen tu padre y los suyos.
-
-El rey Chico salió dando voces, diciendo:
-
---A ellos, amigos, a ellos, que aquí está vuestro rey; mueran todos.
-
-Y diciendo esto, comenzó a herir en la gente del rey su padre con tanto
-ánimo, que puso en los suyos tal brío, que hicieron retirar gran trecho
-a la gente de Mulahacén; lo cual visto por el viejo, dando voces, decía:
-
---No os retiréis de esta vil y traidora canalla.
-
-Con el ánimo que les daba cada rey a los suyos peleaban todos con
-mucho esfuerzo y valor; pero poco les aprovechó a los del rey Chico su
-ardimiento, porque eran más valerosos los del rey viejo; y perdida la
-esperanza de cobrar lo perdido, se retiraron hasta los mismos aposentos
-del rey Chico, y allí comenzaron a pelear los unos con los otros
-cruelmente; de suerte que todo el palacio estaba poblado de cuerpos
-muertos, y bañado en sangre de los heridos.
-
-En esta refriega se encontraron padre e hijo; y viendo el viejo el
-estrago tan grande que en su gente hacía su hijo, sin mirar el paternal
-amor que debía tenerle, acometió a él con una furia de hircana sierpe,
-diciendo:
-
---Aquí pagarás, aleve, la muerte de mi hija y nietos.
-
-Y diciendo esto, le dio un tan gran golpe con la cimitarra en la
-rodela, con que le reparó, que se la hendió en dos partes, y el
-reyecillo fue herido en el brazo; y si no se reparara bien, allí
-acabara la vida; y fuera gran bien para Granada, porque se evitaran
-tantos males como por su causa hubo.
-
-Pues como el rey Chico se vio herido, y sin rodela, con indecible
-coraje, no respetando las canas de su padre, ni teniéndole aquella
-reverencia y obediencia que los buenos hijos deben tener a sus padres,
-alzó el brazo para herirle con el alfanje; mas no tuvo efecto su mal
-propósito, porque a la sazón acudieron muchos caballeros así de una
-parte como de otra, cada uno por favorecer a su rey.
-
-Aquí se aumentó la gritería y se renovó la civil y sangrienta batalla;
-de manera que era gran compasión ver la mortandad de aquella mal
-considerada gente. Tan sin piedad se mataban y herían, como si en ellos
-de antigüedad viniera algún mortal odio y civil guerra.
-
-Allí eran hermanos contra hermanos, padres contra hijos, parientes
-contra parientes, sin guardar el decoro al parentesco y amistad, no más
-guiados que por pasión y afición de sus reyes; cada uno favoreciendo
-donde más afición tenía, y así con estos motivos de cada parte andaba
-tan sangrienta la refriega, como si fuera batalla hecha entre dos
-enemigos ejércitos.
-
-Mas como la gente y guardia del rey Chico eran más que los de
-Mulahacén, sacaban ventaja; lo cual conocido por un moro de la parte de
-Mulahacén, hombre de ardid y buen soldado, por salir con la victoria
-que pretendían, comenzó a decir en altas voces que todos lo oían:
-
---_A ellos_, _a ellos_, rey Mulahacén, que en tu socorro vienen los
-caballeros Alabeces, Gazules y Abencerrajes: mueran los traidores,
-pues de nuestra parte está la victoria.
-
-Oída esta voz por el rey Chico y por los suyos, desmayaron de suerte
-que parecía verse en manos de la muerte, y por evitar el notorio
-peligro que les amenazaba determinaron desamparar la casa real para
-no verse despedazados a manos de los caballeros Alabeces, Gazules y
-Abencerrajes; y con un esfuerzo muy crecido acometió al rey Chico
-con una tropa de ellos por no dejarle en poder de sus enemigos, y se
-salieron del real palacio, dejando a sus espaldas otra gran parte de
-caballeros que le defendían de sus contrarios.
-
-Los del rey Mulahacén los seguían con grande osadía, entendiendo que
-así era verdad, que tenían socorro.
-
-De manera que los unos retirándose y los otros siguiéndolos, unos
-defendiendo, otros ofendiendo, llegaron a las puertas del Alhambra, las
-cuales hallaron abiertas, porque las guardias las desampararon visto
-el alboroto y bajaron a la ciudad a dar aviso a los Zegríes y Gomeles
-de lo que pasaba, y en la plaza Nueva hallaron algunos de ellos, y les
-dieron relación de todo lo que pasaba en el Alhambra.
-
-Y como supieron el caso, a gran priesa subieron a ella; pero llegaron
-tarde, porque ya estaba el rey fuera de las puertas y toda su gente, y
-estas muy bien cerradas y puestas las guardias necesarias.
-
-Los Zegríes, Gomeles, Mazas y otros caballeros de su parcialidad, como
-vieron al rey Chico herido en el brazo, y la mayor parte de su guardia
-destruida, muerta y herida, se escandalizaron y se llevaron al rey
-Chico al Alcazaba, antigua casa de los reyes, la cual era muy fuerte, y
-tenía su alcaide y gente de guardia.
-
-En esta se aposentó el rey, donde fue curado con gran diligencia, y con
-la guardia necesaria para su seguridad.
-
-Estaba con mucha pena porque había perdido el Alhambra, y con no menos
-saña procuraba la venganza de ella contra el rey Mulahacén, el cual
-estaba muy alegre por ver su Alhambra libre de sus enemigos; y por
-limpiarla de todo punto, mandó que a todos los cuerpos muertos de los
-contrarios los echasen por las murallas abajo, y a los de su bando
-les diesen honrosas sepulturas. En las torres pusieron banderas y
-estandartes, mostrando mucho contento y alegría, y tocando añafiles y
-dulzainas.
-
-En toda la ciudad se supo cómo el rey Mulahacén quedaba señor del
-Alhambra, y había desbaratado y herido al rey Chico; con lo cual todos
-fueron muy regocijados, porque le aborrecían como a la muerte.
-
-Quien más celebró el contento fueron los Abencerrajes, Alabeces,
-Gazules, Venegas y Aldoradines, y fueron muchos de ellos con el
-valiente Muza a darle el parabién de la victoria, y le ofrecieron de
-nuevo su ayuda, lo cual les agradeció el rey Mulahacén.
-
-Muza procuró paces entre su padre y su hermano, y no era posible,
-porque era tan grande el odio del rey viejo contra su hijo, que no
-quiso hacer lo que le pidió Muza, antes dijo que no había de tener
-contento hasta verle destruido. No quiso porfiar Muza a su padre, por
-conocer en él que tenía muy presente la muerte de Moraina su hija.
-
-Dejemos a Mulahacén en su Alhambra, y al rey Chico en su Alcazaba
-siguiendo sus intereses, y tratemos de los Almoradís, Almohades y
-Marines, linajes muy poderosos y ricos, parientes de la reina Sultana,
-tan sin culpa presa.
-
-Ya se acordará el lector que estos caballeros Almoradís y Almohades
-se salieron de palacio amenazando al rey Chico por lo que hacía con
-su mujer la reina. Pues así como salieron del real palacio, todos se
-conjuraron contra el rey Chico para matarle, o a lo menos privarle
-del reino, porque tan sin causa tenía presa a su mujer. Y asimismo se
-juntaron contra los Zegríes por el testimonio que habían levantado a la
-reina.
-
-Para conseguir mejor su fin, acordaron de trabar estrecha amistad con
-los Abencerrajes y sus parciales, sabiendo que por esta vía tenían a
-toda Granada de su bando.
-
-Con esta resolución se fueron a casa de un hermano del rey Mulahacén,
-llamado Abdalí, y le hallaron en un aposento, solo, y muy triste en
-ver que no podía remediar aquellas maldades y traiciones que se habían
-hecho contra los Abencerrajes, y prisión de la reina, y la muerte de
-Moraina y sus niños; y como entraron en su aposento aquellos caballeros
-Almoradís, que eran doce, y llevaban comisión de todos, se maravilló
-Abdalí y les preguntó qué buscaban.
-
-Los caballeros le dijeron que no se recelase, que más venían en su
-provecho que no en su daño, que le querían hablar despacio.
-
-Abdalí los mandó sentar en un estrado muy rico, a su usanza; y estando
-sentados, uno de los Almoradís le dijo:
-
---Bien sabes, príncipe valeroso, las grandes insolencias que se hacen
-en Granada, y las civiles y sangrientas guerras, como aquellas tan
-memorables de Sila y Mario; y si has mirado, no hay calle que no brote
-sangre de nobles caballeros; de todo lo cual es la causa tu sobrino
-el rey Chico, por admitir los malos consejos, pues sin culpa mandó
-degollar a los Abencerrajes, y por esta causa murieron muchos Zegríes,
-Mazas y Gomeles; y no contento con esto mató a su hermana Moraina y a
-sus tiernos hijos: que estas cosas no son de rey sino de un bárbaro,
-cruel y tirano, sediento de sangre humana, y derramador de ella. Ahora
-ha tenido una refriega y trabada pelea con su padre, que ya la sabrás,
-en la cual han muerto muchos caballeros, y al fin Mahoma fue de la
-parte de tu hermano; de suerte que ya tu sobrino está desterrado del
-Alhambra, y se ha apoderado del Alcazaba con favor y calor de los
-Zegríes, Mazas y Gomeles; y nosotros los Almoradís y Almohades le
-hemos quitado la obediencia, porque sin culpa tiene presa a su mujer
-la reina Sultana, dejando su honra puesta en manos de la fortuna;
-mira si no lo hemos de sentir, siendo tan cercana parienta nuestra, y
-más viendo cuán tiranamente procede él en la gobernación del reino, y
-las extorsiones que cada día nos hace a todos; y visto esto nos hemos
-apartado de su obediencia junto con Marines, Abencerrajes, Gazules,
-Aldoradines, Venegas y todos los ciudadanos, que morirán porque vivan
-los Abencerrajes, y pase su valor adelante; y considerando que tu
-hermano es ya viejo, y cansado de las guerras que contra los cristianos
-ha tenido, no puede gobernar como conviene, y que según su naturaleza
-vivirá poco, y ha de quedar por rey Abdalí, nuestro capital enemigo,
-el cual no hay duda sino que perseverará en lo que ha comenzado, y con
-mayor violencia por verse solo en el reino, todos hemos determinado que
-tú seas rey de Granada, pues tu valor lo merece, para que gobiernes el
-reino en la paz y quietud que todos deseamos, y seamos los caballeros
-tratados con amigable benevolencia, como de tu bondad se espera. A esto
-solo habemos venido los doce Almoradís que ves, por comisión dada de
-todos los caballeros que os hemos referido. Danos respuesta luego, y
-de no querer admitir el reino lo daremos a Muza, que aunque es hijo de
-cristiana, lo es de tu hermano, y merece por su valor y esfuerzo ser
-príncipe del mundo.
-
-Con esto dio fin el Almoradí a sus razones, aguardando que Abdalí
-respondiese, el cual parando un poco en el caso les dijo:
-
---Mucho agradezco, señores caballeros, la voluntad y la oferta que me
-hacéis: la carga que un rey se echa sobre sus hombros es muy grande,
-las obligaciones son muchas y mis fuerzas son pocas: mi hermano está
-vivo y con dos hijos; yo no hallo razón concluyente por donde pueda
-aceptar el favor que me prometéis; además de que cuando no mirase a
-las circunstancias dichas, será mover nuevas disensiones, guerras
-civiles y alboroto. Los más principales caballeros y toda la ciudad
-son de parte de mi hermano: no alborotemos más la tierra; pero sea de
-esta manera: yo sé que mi hermano está mal con su hijo, y al fin de sus
-días no le dejará el reino, sino a mí o a uno de mis hijos: hablémosle
-mañana, diciéndole que ya es viejo, y que me dé la gobernación del
-estado, para que le alivie de tanta carga; y si me da este oficio,
-con facilidad se podrá hacer lo que me pedís, y al fin dirán que por
-consentimiento de mi hermano habrá sido.
-
-A todos les pareció muy bien lo que Abdalí respondió, y tuvieron por
-buen consejo aquel; y así quedó determinado, que el siguiente día se
-tratase aquel caso con el rey Mulahacén; lo cual se trató con él, yendo
-para ello muchos caballeros Abencerrajes, Alabeces, Venegas y Gazules;
-y estando todos con el rey, un caballero de los Venegas le habló,
-diciendo:
-
---Noticia tenemos, rey Mulahacén, de todos nuestros pasados, de que
-los reyes de Granada han sido para con los vasallos benévolos y
-apacibles, y siempre les han tenido muy crecido amor; lo cual ahora es
-al contrario, pues tu hijo en vez de hacer mercedes a sus súbditos,
-sin ocasión les quita las vidas. Ya sabrás lo que ha pasado estos
-días, y el escándalo y alboroto de la ciudad por la muerte de los
-nobles Abencerrajes, de lo cual han redundado aquestas guerras civiles,
-muertes, y desastrados fines entre los ciudadanos; y sé cierto, que si
-no se pone remedio, en poco verás tu ciudad despoblada, porque todos
-irán a buscar la paz a las ajenas tierras, pues en la suya no la
-tienen: nadie se queja de ti, ni hay por qué; pero nos recelamos de tu
-hijo, que tan mal procede en el gobierno de tu estado; que si ahora
-que eres viejo nos faltas, y por tu edad la muerte llama, y tu hijo
-queda por ley, será gran daño de todos; y así querríamos que pusieses
-un gobernador para que te aliviase la carga de la gobernación, y que en
-faltando tú, diesen el reino al gobernador, siendo cual conviene. Por
-tal elegimos a tu hermano Abdalí, y será posible que tuviese enmienda
-tu hijo, visto que has puesto gobernador; y puesta su enmienda,
-merecerá tener el reino. A esto solo hemos venido a darte cuenta de
-nuestra pretensión, lo cual te suplicamos nos otorgues, y en cambio de
-esta merced que te pedimos, si nos lo concedes, te damos palabra, a fe
-de caballeros hijosdalgo, de quererte servir, y obedecer en todo y por
-todo mientras vivieres.
-
-Atento estuvo el rey Mulahacén a las palabras del caballero Venega; y
-reparando en que las leyes disponen que herede el hijo al padre, en
-particular siendo reino; y cuando se acordó de la gran desobediencia
-que su hijo había tenido con él, y los grandes daños que por su causa
-habían sucedido, y recelándose de otros mayores, acordó de dar contento
-a estos caballeros, viendo ser justa la petición, y que era en provecho
-de todos, y así dijo que era contento en que su hermano gobernase el
-reino junto con él; y después de muerto, su hijo Abdalí fuera rey,
-porque debía dársele el reino.
-
-Los caballeros le dieron las gracias por la merced que les había
-concedido, y dieron a Abdalí el parabién de gobernador; y habiendo
-jurado de hacer lo que se debía en el oficio de la gobernación, y de
-guardar la lealtad debida a su hermano, al son de muchos instrumentos
-se le dio el cargo.
-
-Con esto se despidieron del rey todos los caballeros, y acompañaron al
-gobernador hasta su casa: y luego aquel día mandó pregonar por toda la
-ciudad, que cualquiera que recibiese algún agravio de otro, que fuese a
-su casa, y que él satisfaría a cada uno conforme a derecho, guardando
-a todos justicia. Toda la ciudad se holgó mucho por la elección hecha,
-porque mediante esto iban quitando las fuerzas al rey Chico.
-
-Así se entendió apaciguar la ciudad, y fue echar leña al fuego y
-alquitrán a la pólvora; porque luego que el rey Chico llegó a saber lo
-que su padre había hecho, en lugar de enmendarse, hacía mil agravios y
-desafueros, y cosas indecentes, todo confiado en los Zegríes, Gomeles
-y Mazas; y estos linajes se comunicaron acerca de lo que harían, pues
-había creado Mulahacén coadjutor para el gobierno.
-
-Resolviéronse en que siguiesen al rey Chico y persiguiesen a los
-Abencerrajes, pues tenía poder para uno y otro; y que no desamparasen
-al rey hasta la muerte; y así le dijeron al rey, que él solo lo sería,
-o morirían en la demanda; y entendida por el rey Chico esta voluntad de
-sus valederos, les mandó que cualquiera persona noble o plebeya que
-fuese de la parte del rey su padre o del gobernador se la llevara
-allí, y al momento fuera degollada; y si se defendiese por no ser
-presa, que la matasen al punto.
-
-Por esta causa fueron degollados y presos muchos que hacían la parte
-del rey Mulahacén; y sabido por él, y por Abdalí, gobernador, mandaron
-lo mismo a todos los de su parte.
-
-De aquesta suerte había más matanza cada día, que en Roma en tiempo de
-las guerras civiles.
-
-La ciudad se dividió en tres opiniones y partes: la una seguía a
-Mulahacén, y eran los Abencerrajes, Gazules, Alabeces, Aldoradines,
-Venegas, Azarques, Alarifes, y la mayor parte del común, por el amor
-que a los Abencerrajes tenían.
-
-Al rey Chico seguían Zegríes, Gomeles, Mazas, Laugetes, Bencerrajes,
-Alabeces y otros caballeros.
-
-Al gobernador Abdalí seguían Almoradís, Almohades, Marines, y otros
-muchos caballeros, por ser estos dos linajes de los reyes de Granada.
-
-De esta suerte estaba la desventurada ciudad repartida, y cada día
-había mil escándalos y muertes.
-
-La gente ciudadana, mercaderes, oficiales, ni labradores, no se
-atrevían a salir de sus casas. Los caballeros y gente principal
-no salían menos de veinte juntos, porque si les acometiesen sus
-contrarios, pudiesen resistirlos; y si salían seis, o diez, luego los
-acometían, prendían y degollaban; y si se defendían, los mataban allí.
-Con estas violencias y crueldades había cada día llantos, tristeza y
-pesadumbres.
-
-Había tres mezquitas en Granada, y a cada una acudía su bando.
-
-En lo llano de la ciudad había una, donde ahora es el Sagrario, a la
-cual acudían el rey Chico y sus apasionados.
-
-Otra había en el Albaicín, que ahora se llama S. Salvador, y a esta
-acudía el gobernador y su gente.
-
-En el Alhambra había otra, que ahora se dice Santa María, donde estaba
-Mulahacén y los de su bando.
-
-Cada uno conocía su distrito y jurisdicción.
-
-¡Oh Granada, qué desventura fue esta que vino sobre ti! ¿Qué se hizo tu
-nobleza? ¿Dónde está tu riqueza? ¿Qué se hicieron tus pasatiempos, tus
-galas, justas y torneos, juegos de sortija, fiestas de S. Juan, músicas
-adornadas y zambras? ¿Adónde están tus admirables juegos de cañas? ¿Qué
-se hicieron las vistosas libreas de los gallardos Abencerrajes; las
-delicadas invenciones de los Gazules; las altas pruebas y ligerezas
-de los Alabeces; los costosos trajes de los Zegríes, Mazas y Gomeles?
-¿Dónde está todo tu bien y contento? Paréceme que se ha convertido en
-lágrimas, tristezas, traiciones, muertes, lagos de sangre vertida con
-crueldad y tiranía.
-
-Muchos caballeros ciudadanos desamparaban la ciudad, temerosos de lo
-que veían. Otros caballeros se iban a sus cármenes y heredades, y de
-allí los traían a degollar, cosa no vista sino en Roma.
-
-Muza estaba muy enojado viendo aquellas maldades que se hacían por
-momentos, y procuraba medios para quitar y atajar tal daño; y así él
-y un linaje de caballeros llamados los alfaquíes, y Sarracino, Reduán
-y Abenámar andaban de un rey en otro, suplicándoles que viniesen en
-concierto las enemistades; y como estos caballeros alfaquíes eran
-muchos, muy ricos y de esclarecida sangre, y no estaban sujetos
-a ninguna parte apasionadamente, siempre a la obediencia del rey
-Mulahacén, cada uno de los otros dos bandos deseaba tenerlos por
-amigos; y así les quisieron dar gusto en dar asiento en aquellos
-bandos, viendo cada día se menoscababan los caballeros y moradores
-de la ciudad, así en muertes como en ausencias; y porque Muza había
-jurado que había de dar muerte a quien no dejase las comunidades, tanto
-hizo con ayuda de los alfaquíes, Sarracino, Reduán y Abenámar, que
-vinieron a poner paces entre los caballeros de los bandos, prometiendo
-que no habría más crueldades ni muertes, sino que hasta la muerte de
-Mulahacén cada uno siguiese a su rey sin ser forzado, sino que a su
-gusto siguiesen al que quisiesen de los dos, y que cada rey conociese y
-determinase las causas de su jurisdicción, sin entrometerse el un rey
-con lo que al otro tocase.
-
-El rey Chico pidió que los Abencerrajes cumpliesen el tenor de su
-sentencia, cumplidos los dos meses que les dio de término. Mulahacén
-decía que no habían de salir los Abencerrajes de Granada hasta que él
-fuese muerto. En esto estuvieron discordes algunos días, y era la causa
-que los Zegríes se lo pedían al rey Chico, y todos los demás caballeros
-contrarios lo defendían.
-
-Finalmente, quedó asentado que habían de salir del reino, pues que
-así lo pidieron los Abencerrajes al rey Mulahacén, porque querían ser
-cristianos y servir al rey D. Fernando, que si no fuera por esta causa,
-jamás salieran de Granada, porque tenían de su parte al rey viejo y a
-los más principales caballeros, y a todo el común de la ciudad.
-
-Mediante las diligencias dichas quedó la ciudad en paz, aunque duró
-poco, como adelante se dirá. Por estas diferencias se hizo este
-
-ROMANCE.
-
- Muy revuelta anda Granada
- en armas y fuego ardiendo,
- y los ciudadanos de ella
- duras muertes padeciendo;
- Por tres reyes que hay esquivos,
- cada uno pretendiendo
- el mando, cetro y corona
- de Granada y su gobierno.
- El uno es Mulahacén,
- que le viene de derecho;
- el otro es un hijo suyo,
- que le quiere a su despecho.
- El otro un gobernador
- que Mulahacén había puesto:
- Almoradís y Almohades
- a este le dan el cetro.
- Al rey Chico los Zegríes,
- diciendo que es heredero:
- Venegas y Abencerrajes
- se lo van contradiciendo.
- Dicen que no ha de reinar
- ninguno, hasta que sea muerto
- el viejo Mulahacén,
- pues es vivo, y tiene el reino.
- Sobre estas guerras civiles
- el reino van consumiendo,
- hasta que el valiente Muza
- en ello puso remedio.
-
-Al fin por Muza, los alfaquíes, y por Reduán, Sarracino y Abenámar se
-apaciguaron las guerras, de suerte que con seguridad se podía andar por
-la ciudad.
-
-Así parece que será bien tratar de la determinación de los
-Abencerrajes; y fue que un día se salieron a pasear, y con ellos los
-Alabeces y Aldoradines, y habiéndose consultado entre todos, acordaron
-de irse a volver cristianos, y servir al rey D. Fernando en las
-guerras que tenía contra Granada; y así para saber el gusto del rey D.
-Fernando, le avisaron del suyo por esta carta.
-
- «A ti, invictísimo Fernando, rey de Castilla, ensalzador y observador
- de la fe de Jesucristo, salud, para que con ella defiendas y
- aumentes tus estados, y tu fe vaya adelante. Nosotros los caballeros
- Abencerrajes, Alabeces y Aldoradines, besamos tus reales manos, y
- decimos y hacemos saber que, siendo informados de tu gran bondad,
- deseamos de irte a servir, pues por tu valor mereces que todos los
- hombres te sirvan; y asimismo queremos ser cristianos, y vivir y
- morir en la fe católica que tú y los tuyos profesáis y tenéis. Para
- esto queremos saber si es tu voluntad de admitirnos debajo de tu
- amparo, y que estemos en tu servicio; y haciéndolo así te damos fe y
- palabra de servirte bien y lealmente, como fieles vasallos, en esta
- guerra que tienes contra Granada y su reinado; y te serviremos de
- suerte, que prometemos darte a Granada en tus manos, y la mayor parte
- de su reino. En esto haremos dos cosas: la una servirte a ti como a
- señor y rey nuestro, y por la otra trataremos de vengar la muerte de
- nuestros deudos, degollados tan sin razón por el rey Chico, a quien
- profesamos ya y reconocemos por odioso y mortal enemigo, y deseamos
- verle debajo de tu obediencia, y verte enseñoreado de este reino,
- como afirmamos que lo serás poniéndote a ello. Y con esto cesamos
- besando tus reales pies.--_Los Abencerrajes._»
-
-Escrita esta carta se la dieron a un cautivo cristiano, y con ella la
-libertad, encargándole el secreto; y una noche salieron de Granada
-con él, y le acompañaron hasta ponerle en seguridad, y le enviaron en
-paz; el cual con diligencia caminó sin detenerse hasta Talavera, donde
-estaba el rey D. Fernando, y en llegando a su real presencia hincó
-las rodillas en tierra, y habló, presentes todos los grandes, de esta
-manera:
-
---Muy poderoso y católico rey, columna y defensor de la Religión
-cristiana: sabrás, señor, que he estado seis años cautivo en Granada,
-donde he padecido muchos trabajos, aunque me los alivió Dios nuestro
-Señor por las limosnas que un caballero Abencerraje me ha hecho, por el
-cual y la voluntad de Dios, soy vivo y libre: este caballero fue una
-noche a la mazmorra donde yo estaba, y me trajo a su casa, y me quitó
-las prisiones y vistiome este traje moro. Salimos aquella noche de
-Granada él y yo, y otros dos caballeros, y me acompañaron hasta ponerme
-en tierra de cristianos, y dándome dineros para el camino, me dieron
-esta carta y me encargaron el secreto, y que la pusiese en tus reales
-manos. Dios ha sido servido de que llegase a tu real presencia; esta
-es, cumplo con mi obligación y promesa.
-
-Y en besándola se la dio al rey D. Fernando, el cual la tomó y leyó
-para sí, y la dio después a Hernando del Pulgar, su secretario,
-para que la leyese públicamente; y siendo leída todos los grandes
-se alegraron grandemente en saber que aquellos caballeros querían
-ser cristianos, y servir al rey en las ocasiones de la guerra contra
-Granada, porque serían de mucha importancia para la conquista de aquel
-reino; y habiendo consultado el rey con los suyos, se acordó que
-respondiesen a la carta; y así que la escribió Hernando del Pulgar, se
-buscó mensajero conveniente para aquel secreto, y partió de Talavera;
-y llegando a la ciudad de Granada dio la carta al Abencerraje que
-dio libertad al cautivo, que se llamaba Alí Mahomat Barrax, el cual
-recibió la carta, y de secreto hizo juntar a todos los Abencerrajes,
-Aldoradines y Alabeces, y siendo juntos abrió la carta que decía así:
-
- «Abencerrajes nobles, famosos Aldoradines, y fuertes Alabeces,
- recibimos vuestra carta, con la cual se alegró toda nuestra corte,
- entendiendo que de vuestra venida no puede resultar cosa dañosa,
- sino mucha virtud, porque sois de calificada sangre; y en particular
- nos hemos alegrado y dado infinitas gracias a nuestro Redentor
- Jesucristo, porque os ha traído al conocimiento de nuestra Santa Fe
- Católica, en la cual seréis del todo mejorados por la virtud de ella.
- Decís que nos serviréis en las guerras que tenemos contra infieles
- de nuestra religión: por ello os prometo doblados sueldos, y esta
- nuestra real casa tendréis por vuestra; porque entendemos que vuestro
- proceder lo merece. De Talavera donde al presente quedamos,--_El rey
- D. Fernando._»
-
-Grande fue el contento que recibieron todos los caballeros
-circunstantes, sabiendo la atención y merced que el rey D. Fernando
-se ofrecía a hacerles; y así acordaron de salir de Granada; y para
-hacer mejor su negocio, determinaron que luego fuesen los Abencerrajes
-a servir a D. Fernando, y que los Alabeces, Aldoradines, Gazules y
-Venegas quedasen en Granada dando orden a fin de que se le diese la
-ciudad y el reino; para lo cual los Alabeces escribieron a sesenta y
-seis alcaides, parientes suyos, que estaban en fuerzas importantes
-guardando el reino en el río de Almería y Almanzor, y Sierra de
-Filabres, haciéndoles saber lo que tenían acordado, y lo que le
-escribieron al rey D. Fernando, y lo que les fue respondido.
-
-Todos los alcaides estuvieron bien en ello, y no hubo ninguno que lo
-contradijese, considerando las pesadumbres de Granada, y que en ella
-había tres reyes, y que cada uno quería mandar, de donde no podía
-resultar bien ninguno.
-
-También escribieron los Almoradís, Venegas, y Gazules a parientes
-suyos, que eran alcaides en el reino, todos guardando el secreto, y
-alistados para cuando fuese tiempo.
-
-Los Abencerrajes se despidieron de sus amigos y de toda la ciudad, y
-salieron de ella a medio día, llevando todo el oro, plata y joyas que
-tenían.
-
-¿Quién podrá contar la lástima y el dolor con que todos los de la
-ciudad quedaron, viendo salir desterrados sin culpa a más de cien
-Abencerrajes? De antes lloraban a los degollados, ahora lloran a
-los que desamparan la ciudad; maldecían al rey Chico, y que no se
-lograse en el reino, maldiciendo a los Zegríes, causadores de tantas
-sediciones, muertes y destierros.
-
-Solo se alegraron de la ausencia y destierro de los Abencerrajes, los
-Zegríes, Mazas y Gomeles, y celebraban su contento con el rey Chico,
-al cual decían mil lisonjas halagüeñas, dándole las gracias por lo que
-había hecho por darles gusto; y no faltó entre ellos quien dijo:
-
---¿Qué es esto Abdalí? ¿Así dejas salir a la flor de los caballeros
-de Granada? ¿No sabes que todo el común, y lo más granado de la
-ciudad estaba pendiente de la voluntad de estos nobles caballeros? No
-entiendas que a solos ellos pierdes, sino a otros muchos caballeros de
-prosapia, nobles y principales, guardadores y defensores de tu reino.
-Pues yo te certifico, que te ha de pesar muchas veces de los agravios
-que les has hecho, y los has de echar menos antes de mucho tiempo.
-
-Bien conocía el rey ser notable el agravio que había hecho y hacía a
-los Abencerrajes; pero teníanle tapados los oídos las sirenas de los
-Zegríes, y no le despertaron los gritos, llantos, alaridos y voces
-que todos los de la ciudad daban por la ausencia y destierro de este
-virtuoso linaje.
-
-Así salieron de Granada los Abencerrajes con gran dolor, por ver el
-sentimiento que aquella ciudad hacía de su ida. Salieron con ellos
-muchos ciudadanos, diciendo que adonde iban los Abencerrajes habían de
-ir ellos.
-
-Quedó la ciudad tan sola, ausentes estos caballeros, que se parecía
-muy bien su falta. Echaban menos los caballeros la noble y hermosa
-compañía; los galanes el dechado de sus galas, los cautivos pobres su
-remedio; los huérfanos y viudas su amparo.
-
-Idos los Abencerrajes tomó el rey posesión de todos sus bienes, y los
-mandaba pregonar por traidores, a lo que no dio lugar Muza ni otros
-caballeros, so pena de volver a la guerra pasada. Y cesando en el rey
-este propósito, cesó el de los caballeros amigos de los Abencerrajes.
-Dieron aviso al rey Mulahacén como habían salido los Abencerrajes a
-cumplir su destierro; lo cual sintió mucho, y dijo que él los volvería
-a Granada a pesar de su hijo y de sus consejeros.
-
-Los Abencerrajes fueron adonde el rey D. Fernando estaba, y en su
-compañía iban Sarracino y Galiana, Reduán y Haja, Abenámar y Fátima,
-Zulema y Daraja: todos con muy firme propósito de recibir el bautismo,
-como lo hicieron.
-
-Y llegados a la real presencia del rey D. Fernando, fueron de él y de
-su corte muy bien recibidos, y a otro día fueron bautizados, siendo el
-rey padrino y la reina madrina, y los casaron según orden de nuestra
-Santa madre Iglesia a los que eran casados cuando moros: a todas las
-cuales ceremonias asistió el rey y la reina y todos los grandes,
-honrándolos; y fueron hechas fiestas y regocijos por todos, y pasadas
-les fueron asentadas plazas de muy ventajosos sueldos.
-
-A las nuevamente bautizadas hizo la reina Doña Isabel damas de su
-estrado. Los caballeros fueron sentados en compañía de D. Juan Chacón,
-señor de Cartagena, y capitán de caballos.
-
-Hizo teniente a un caballero Abencerraje, llamado cuando moro Alí
-Mahomad Barrax, y cristiano, D. Pedro Barrax; Sarracino, Reduán y
-Abenámar fueron tenientes de capitanes de caballos, como lo fue de D.
-Manuel Ponce de León, Sarracino; de D. Alonso de Aguilar, Abenámar; de
-D. Pedro Portocarrero, Reduán.
-
-En las cuales compañías servían con cuidado, y en las ocasiones se
-echaba de ver el valor de sus personas; donde los dejaremos por acabar
-el pleito de la reina Sultana.
-
-Habiendo pasado treinta días más de los que había el rey concedido a la
-reina Sultana para que diese quien la defendiera, como no había dado
-caballeros mandó el rey que la sentenciasen a quemar, porque así lo
-disponía la ley.
-
-A lo que contradijo el valiente Muza diciendo que no había podido la
-reina nombrar caballeros, respecto de las guerras civiles y diferencias
-que había habido en Granada, y así no se debía ejecutar la sentencia.
-
-A Muza ayudaron todos los principales caballeros de Granada, salvo
-Zegríes, Gomeles y Mazas, por ser de su bando.
-
-Los Zegríes tuvieron con Muza muchas proposiciones y respuestas de si
-se había de ejecutar o no la sentencia; y vista por el rey la disputa,
-dio quince días más de término a la reina, para que en el espacio de
-ellos señalase caballeros defensores; lo cual fue a mostrar Muza a la
-reina, por tener él solo licencia de hablar con ella; y entrando halló
-a la Sultana triste por ver su plazo ya cumplido, y por la ausencia de
-Galiana, aunque tenía consuelo con Celima.
-
-Y sentándose Muza junto a la reina, la contó todo lo que había pasado,
-y cómo la habían dado quince días más de término para que nombrase
-quien la defendiese; que mirase a quien había de señalar, y lo dijese
-con tiempo antes que se pasase el término.
-
-Sus bellas mejillas regadas con la inundación que por los hermosos ojos
-brotaba, dijo la reina:
-
---Nunca entendí que durara la terrible obstinación en el cruel rey, tu
-hermano y mi marido, y que tuviera ya entera satisfacción de mi lealtad
-e inocencia; y respecto de esto no he hecho ninguna diligencia en
-este caso, por saber de cierto que no he cometido el crimen de que me
-hace cargo, y por las revueltas y sediciones, bandos y guerras que ha
-habido; pero ahora que veo que la maldad pasa adelante contra mi casto
-pecho, yo buscaré quien dé entera satisfacción de mi honra, y castigo
-ejemplar a los falsarios. Yo determino de favorecerme de piadosos
-caballeros cristianos, porque de moros no quiero confiar un caso de
-tanta importancia; no por la vida, que no la tengo en nada, sino por no
-dejar tan fea mancha en el honor que con tanta integridad he guardado
-siempre.
-
-Con estas palabras la reina aumentaba más su dolorosa pasión y llanto;
-y era tanto en abundancia, que enternecido el valeroso Muza se le
-vinieron las lágrimas a los ojos, y esforzándose dijo a la reina:
-
---No derrames esas perlas, bella Sultana: cesen vuestros llantos, que
-aquí me tenéis a vuestro servicio; yo os defenderé, y no moriréis
-aunque sea homicida del rey mi hermano.
-
-Con esto se consoló un poco, y se resolvió de escribir a tierra de
-cristianos para que viniesen a defenderla algunos caballeros.
-
-Celima estaba muy triste por la ausencia de su hermana Galiana; y
-despidiéndose de la reina se fue y la dejó sola en su retrete; la cual
-formando querellas de la variable fortuna, se quejaba diciendo:
-
- Fortuna, que en lo excelso de tu rueda
- con ilustrada pompa me pusiste,
- ¿por qué de tanta gloria me abatiste?
- Estable te estuvieras, firme y queda,
- y no abatirme así tan al profundo,
- adonde fundo
- dos mil querellas
- a las estrellas,
- porque en mi daño
- un mal tamaño
- con influencia ardiente premio vieron,
- y en penas muy extrañas me pusieron.
- Oh mil veces bien afortunados
- vosotros Bencerrajes, que muriendo
- salisteis de trabajos, feneciendo
- los males que os estaban conjurados;
- y os puso en libertad gloriosa suerte,
- aunque era fuerte;
- mas yo, cuitada,
- aprisionada,
- con llanto esquivo,
- muriendo vivo:
- y no sé el fin que habrá mi triste vida,
- ni a tantos males cómo habrá salida.
- Naufragios tristes pasa mi ventura;
- en lágrimas se anega mi contento;
- secose ya mi flor, llevose el viento
- mi bien, dejándome en gran desaventura.
- ¿Adónde está lo excelso de mi pompa?
- Bien es que rompa
- con llanto eterno
- el duro infierno,
- y favor pida
- como afligida,
- diciendo que ya el suelo no me quiere;
- que se abra, y que me trague si quisiere.
- Si el vulgo no dijera que mi honra
- de todo punto estaba ya manchada,
- yo diera con aguda y dura espada
- el postrimero fin a mi deshonra;
- mas si me doy la muerte, dirá luego
- el vulgo ciego,
- que había gran culpa,
- y no disculpa;
- pues con mi mano
- tomé temprano
- la muerte aborrecida y fuerte;
- y así no sé si viva o me dé muerte.
- Si del horrendo lazo el negro sino
- de cárdeno color no se estampase,
- de suerte que en el cuello declarase
- la causa de furor tan repentino;
- yo diera el tierno cuello al lazo estrecho,
- y muy de hecho,
- la ira temo
- en grande extremo;
- que de otra suerte
- aquella muerte
- ya fuera por mi mal bien escogida,
- si muriendo quedara yo sin vida.
- Dichosa tú, Cleopatra, que tuviste
- quien del florido campo te trajera
- la causa de tu fin, sin que supiera
- ninguno por cual modo feneciste:
- apenas se hallaron las señales,
- ya funerales,
- del ponzoñoso
- áspid piadoso,
- que con dulzura
- en la blancura
- de tu hermoso brazo fue obrando
- con venenoso diente, tierno y blando.
- Y si de cautiverio y servidumbre,
- ilustre reina, fuiste libertada,
- y a la soberbia Roma no llevada
- en triunfo como era de costumbre;
- Yo, cuitada, que muero sin remedio,
- por no haber medio,
- cual tú le hubiste,
- gran mal me embiste;
- y mi enemigo
- hará conmigo
- un triunfo desigual a mi limpieza,
- pues se le entrega al fuego mi nobleza.
- Mas aunque falte el áspid a mi medio,
- yo romperé mis venas, y la sangre
- haré que en abundancia se desangre,
- de suerte que el morir me sea remedio;
- Y así el Zegrí sangriento que levanta
- con furia tanta
- el mal horrible,
- y tan terrible
- en daño mío;
- en Dios confío
- que no triunfe de mí en aqueste hecho,
- pues no verá partirme el duro pecho.
-
-Estas y otras lastimosas cosas decía la afligida Sultana con intento de
-romper sus transparentes venas para desangrarse; y resuelta en darse
-este género de muerte, llamó a Celima y a una doncella cristiana,
-llamada Esperanza de Hita, que la servía, la cual era natural de
-la villa de Mula; y llevándola su padre y cuatro hermanos a Lorca
-a desposarla, fueron salteados de moros de Tirieza y Jaquena; y
-defendiéndose los cristianos, mataron más de dieciséis moros; y siendo
-mortalmente heridos los cristianos, cayeron muertos los caballeros. La
-doncella fue cautiva y presentada al rey, y él la dio a la reina por
-ser hermosa y discreta.
-
-Venidas Celima y Esperanza al llamado de la reina, les dijo:
-
---Celima bella, discreta Esperanza, aunque tu buen nombre no me la
-da en mi pena, ya sabes la injusta prisión mía, y cómo se ha pasado
-el término en que había de dar caballeros que me defendieran; aunque
-respecto de estas guerras que ha habido, me ha dado el rey quince días
-de término más, cuando entendí que estaba arrepentido en su yerro, y
-seguro de mi castidad. El tiempo es breve, y no sé a quien encargue
-este negocio. Sabed que tengo acordado de darme yo misma la muerte,
-y será abriéndome las venas de los brazos, y que vayan destilando la
-sangre que me alimenta. Elijo esta muerte, porque los traidores Zegríes
-y Gomeles no me vean morir: solo una cosa os ruego, por ser lo último
-y postrero, y es que al punto que acabe de expirar (tú, Celima, sabes
-dónde entierran los cuerpos reales), abráis los antiguos sepulcros, y
-allí pongáis mi cuerpo, aunque desdichado; y tornando a poner las losas
-como de antes estaban, me dejéis, callando el secreto, el cual encargo
-a las dos; y a ti, Esperanza, te dejo libre, que eres mía: tomarás mis
-joyas para tu casamiento; y cásate con quien te estime, y escarmentad
-en esta desdichada reina. Lo que os he rogado, os vuelvo a pedir de
-nuevo, y no me faltéis en nada, porque con eso moriré contenta.
-
-Y no cesando de llorar tomó un cuchillo de su estuche, y alzándose
-la manga de la camisa se iba a herir; mas Esperanza de Hita la tuvo
-el brazo llorando amargamente, y con amorosas y blandas palabras la
-consoló con las razones siguientes:
-
- «Hermosísima Sultana, no te aflijas,
- ni a las lágrimas des tus lindos ojos,
- y pon en Dios inmenso tu esperanza,
- y en su bendita Madre, y de esta suerte
- saldrás con vida, junto con victoria,
- y a tu enemigo acerbo en este instante
- verás atropellado duramente.
- Y para que esto venga en cumplimiento,
- y en tu favor respire el alto cielo,
- pon toda tu esperanza con fe viva
- en la que por misterio muy divino
- fue Madre del que hizo cielo y tierra,
- el cual es Dios inmenso y poderoso,
- y por misterio alto y sacrosanto
- en ella fue encarnado, sin romperse
- aquella intacta y virgen carne santa.
- Quedó la infanta virgen y doncella
- antes del sacro parto, y en el parto,
- y también después de él virgen muy pura.
- Nació de ella hecho hombre, por reparo
- de aquel pecado acerbo, que el primero
- padre que tuvimos cometiera;
- nació de aquella virgen, como digo;
- después en una cruz pagó la ofrenda,
- que al más inmenso Padre se debía;
- allí en todo rigor la fue ganando,
- por darle al pecador eterna gloria.
- En esta virgen, pues, reina y señora,
- ahora te encomienda en este trance,
- y tenla desde hoy por abogada,
- y tórnate cristiana; y te prometo,
- que si con devoción tú la llamases,
- que en limpio sacaría esta tu causa.»
- La reina estuvo a todo muy atenta,
- y llena de consuelo halló en su alma
- con las palabras dulces y discretas
- que la Esperanza dice, y consolada,
- habiendo en su memoria ya revuelto
- aquel alto misterio de la Virgen;
- teniendo ya impreso allá en su idea,
- que gran bien le sería ser cristiana,
- poniendo en las reales y virgíneas
- manos sus trabajos, tan inmensos;
- y así abrazando a su Esperanza, dijo:
- «Han sido, mi Esperanza, tus razones
- tan vivas y tan altas, que en un punto
- con penetrante fuego han allegado
- a lo que muy más íntimo tenía
- allá en mi corazón, y más secreto,
- y con afecto grande se han impreso;
- tanto, que yo querría que ya fuese
- llegado el feliz punto, tan dichoso,
- en que cristiana fuese; y te prometo
- tener por abogada a la que Madre
- de Dios inmenso fue por gran misterio.
- Y así lo creo yo, como tú dices,
- y a ella me encomiendo ya, y ofrezco
- en sus benditas manos mis angustias
- con esperanza viva de remedio:
- la pongo desde hoy, y en Dios confío
- por su bondad inmensa, que me saque
- de tan terribles males a buen puerto.»
-
-Atenta estuvo a todas estas cosas Celima, y enternecida en lágrimas
-viendo así llorar a la reina, y determinada de seguir los mismos
-motivos, y de tornarse cristiana, con amorosas palabras dijo a la reina:
-
---No imagines, hermosa Sultana, que aunque tú te vuelvas cristiana, yo
-dejaré de seguir tu compañía, para que de mí sea lo que de ti fuere:
-yo también quiero ser cristiana, porque entiendo que la fe de los
-cristianos es mucho mejor que la mala secta que hasta ahora hemos
-guardado del falso Mahoma. Y pues todas estamos en un mismo parecer, si
-se ofreciere, moriremos por Jesucristo y conseguiremos vida eterna.
-
-La reina escuchaba con el entrañable amor que decía aquellas palabras
-Celima, y echándola los brazos, la abrazó, y dijo a Esperanza:
-
---Ya que habemos acordado de ser cristianas, ¿qué haremos para salir
-de aquí? Aunque mi salida quisiera que fuera para recibir martirio por
-Cristo y ser bautizada con mi misma sangre.
-
-A lo cual respondió Esperanza:
-
---Visto, señora, tu buen propósito, te daré buen consejo para que
-quedes libre de esta falsedad que te levantan. Sabrás, reina y señora,
-que sirve al rey D. Fernando un caballero que se llama D. Juan Chacón,
-señor de Cartagena, el cual está casado con Doña Luisa Fajardo, hija de
-D. Pedro Fajardo, adelantado y capitán general del reino de Murcia: es
-muy valiente el D. Juan Chacón, y muy amigo de hacer bien a todos los
-que poco pueden. Escríbele, señora, que yo sé que si le pides su favor,
-que no te le negará, porque es muy piadoso, y luego buscará amigos
-que vengan con él a librarte; y entiendo que cuando ninguno le quiera
-acompañar, que él solo vendrá; porque te certifico que es de esfuerzo
-extremado, y dará fin a tanta desventura como tienes, y nos aliviará en
-nuestra gran pena, causada de la tuya y de tu cruel prisión.
-
---Pues tan buen consejo me diste --dijo la reina-- para lo más
-importante, que no fue de menos que ganar un alma perdida, no dejaré de
-tomar tu consejo, que es para lo menos, por ser libertad del cuerpo, y
-al momento me pondré a escribir a este caballero.
-
-Y dándole recado escribió una carta a D. Juan Chacón, que decía así:
-
- «La infeliz y desdichada Sultana, reina de Granada, del antiguo
- y claro Moraicel hija; a ti, D. Juan Chacón, señor de Cartagena,
- salud para que con ella, ayudado de Dios nuestro Señor y de su
- santísima Madre, puedas darme el favor que mi gran necesidad te
- pide, en la cual muy grandemente estoy puesta por un testimonio
- que me han levantado unos traidores caballeros, que son Zegríes y
- Gomeles, diciendo que violé con varón ajeno el aposento real de
- mi marido, y que delinquí con un noble caballero llamado Albín
- Hamete, Abencerraje; lo cual ha sido causa e instrumento para que
- los caballeros Abencerrajes fuesen degollados sin tener culpa; y no
- obstante esto, haber por ello en aquesta desdichada ciudad guerras
- civiles, de las cuales se han seguido muchas muertes de caballeros;
- y lo que más siento es que haya puesto dolo en mi honra, tan sin
- culpa, y que si en espacio de quince días no doy quien defienda mi
- honor, se ha de ejecutar en mí la sentencia en que estoy condenada,
- que es a morir quemada; y avisándome una cautiva cristiana de tu
- valor, esfuerzo, piedad, virtud y bondad, acordé de favorecerme
- de ti, pues eres padre de necesitados, y vengador de agravios. Mi
- necesidad es grande, pues soy mujer sola, desconsolada y triste; mi
- agravio es el mayor que en el mundo se ha hecho, pues se han atrevido
- traidores a poner mácula en mí, y a levantarme tal testimonio; lo
- que jamás imaginé. Yo estoy afrentada y en el peligro dicho: si
- no me socorréis soy perdida. No me neguéis vuestro favor, pues
- encomiendo en vuestras manos mi honra; y si por ser yo infiel no me
- queréis favorecer, consideraréis que no lo soy, sino que creo en Dios
- todopoderoso, y en la Virgen Santa María, su madre, en quien confío
- me alcanzaréis gloriosa victoria de mis enemigos, con la cual quedará
- libre mi honra y se sabrá la verdad cierta; y confío que os doleréis
- de esta desconsolada reina: no más. De Granada, etc.--_Sultana, reina
- de Granada._»
-
-Acabada de escribir la carta, se la leyó la reina a Celima y a
-Esperanza, de que se holgaron mucho viendo su buen parecer, y cerrada y
-sellada, y puesto el sobrescrito, enviaron a llamar a Muza; y venido,
-le rogó la reina y Celima que enviase con un mensajero fiel aquella
-carta, y Muza lo prometió así; y aquel día despachó con la carta un
-hombre de confianza; y llegando a la corte dio la carta a D. Juan
-Chacón, y leída respondió a la reina Sultana, consolándola con palabras
-muy eficaces en una carta del tenor siguiente:
-
- «A ti Sultana, reina de Granada, salud para que yo pueda besar tus
- reales manos, por la singular merced que me haces en querer servirte
- de este tu humilde siervo para un negocio tan arduo y de tanta
- gravedad. Muchos y muy principales caballeros hay en esta corte a
- quien pudieras mandar lo que a mí; y pues lo mandas, obedezco, y
- acepto lo que me pides, confiando en Dios y en su bendita madre, y en
- tu inocencia; y así digo que el último día del plazo partiremos a
- servirte yo y tres caballeros amigos, y no habrá falta: encomiéndate
- a Dios, el cual te guarde y defienda. De Talavera, etc.--_D. Juan
- Chacón._»
-
-La carta escrita, la cerró y selló con su sello, lazos, flor de
-lis, blasón de sus antepasados; y dándola al mensajero, le envió; y
-llegado a Granada le dio la carta a Muza, y él la llevó a la reina; y
-habiéndola hablado, y a Celima su señora, se despidió, y en saliendo
-Muza, abrió la reina la carta y la leyó, presentes Celima y Esperanza
-de Hita; quedando con mucho contento y consuelo, y aguardando el día de
-la batalla.
-
-A esta coyuntura se sabía por toda Granada cómo los caballeros
-Abencerrajes se habían vuelto cristianos, y Abenámar, Sarracino y
-Reduán, de que no poco temor tuvo el rey Chico, y los mandó pregonar
-por traidores, insistido de los Zegríes y Gomeles.
-
-A lo cual no quisieron resistir, ni contradecir los linajes de los
-Alabeces, Aldoradines, Gazules y Venegas, y todos los de su parte,
-por no mover nuevos escándalos; y también porque tenían esperanza que
-presto volverían a tomar posesión en todos los bienes de que se había
-entregado el reyecillo, y porque no les correspondía aquel pregón, por
-ser ya cristianos, y porque era notoria la pasión y odio que tenía
-a estos virtuosos y nobles caballeros Abencerrajes: en donde los
-dejaremos por hablar de D. Juan Chacón, el cual habiendo despachado el
-mensajero de la reina, se puso a considerar a qué caballeros hablaría
-para llevar a la defensa de la reina, que fuesen de confianza para la
-satisfacción de aquel caso; y por otra vía se determinaba a emprender
-aquel hecho él solo; y sin duda saliera con su intención, por ser de
-corazón animoso, y valiente por extremo. Tenía grandísima fuerza, y
-tanta, que de una cuchillada cortaba todo el pescuezo a un toro.
-
-Sucedió, pues, que no apartando de su memoria el cuidado de la
-reina y la palabra dada, un día se juntó con otros caballeros muy
-principales y muy estimados: el uno era D. Manuel Ponce de León, duque
-de Arcos, descendiente de los reyes de Jeriza, y señores de la casa
-de Villagracia, salidos de la real casa de los reyes de Francia, y
-a quienes por señalados hechos que hicieron les dieron los reyes de
-Aragón por armas las barras de Aragón, rojas de color de sangre en
-campo de oro, y al lado de ellas un león rapante en campo blanco; armas
-muy acostumbradas del famoso Héctor troyano, antecesor suyo, como dicen
-las crónicas francesas.
-
-El otro caballero era D. Alonso de Aguilar, gran soldado, belicoso y de
-muchas fuerzas, y de animoso corazón, amigo de batallar con los moros;
-y de tanta perseverancia que tuvo en esto, vino luego a morir a manos
-de los moros, mostrando el valor de su persona, como adelante se dirá.
-
-El tercero era D. Diego de Córdoba, varón de gran fortaleza, amiguísimo
-del militar ejercicio; y tanto que decía que estimaba más a un buen
-soldado que a todo su estado; y que merecía comer con el rey, y decir
-que era tan bueno como él.
-
-Finalmente el alcaide de los Donceles, D. Manuel Ponce de León, D.
-Alonso de Aguilar, y D. Juan Chacón estaban en conversación tratando
-del reino de Granada y de la muerte de los Abencerrajes tan sin culpa,
-y de la injusta prisión de la reina Sultana, y en el estado que la
-tenía su marido el rey Chico, porque de todo habían informado los
-caballeros nuevamente convertidos.
-
-Y tratando del miserable estado en que la reina estaba por un
-testimonio, dijo D. Manuel Ponce:
-
---Si fuera lícito, de buena gana fuera yo el primero en defender a la
-necesitada reina.
-
---Yo el segundo --dijo D. Alonso de Aguilar--, porque estoy condolido
-de su desgraciada suerte, y al fin es agravio feo en mujer noble.
-
-El alcaide de los Donceles dijo:
-
---Pues yo fuera el tercero, porque considero la aflicción en que
-estará puesta; y aunque es mora, debemos los caballeros deshacer
-agravios hechos a personas de tal calidad, y nunca los cristianos
-perdemos la buena obra que hacemos.
-
---Sepamos, señores --dijo D. Juan Chacón--, qué cosa incierta halláis
-para que la reina no sea favorecida en este caso.
-
---Dos cosas lo impiden --dijo D. Manuel--: la una, ser mora Sultana,
-aunque no hago mucho reparo en esta; la otra, porque no podemos ir sin
-licencia del rey nuestro señor.
-
-Dijo el alcaide de los Donceles:
-
---Eso es lo menos, porque sin ella podemos ir de secreto.
-
---Pregunto --dijo D. Juan Chacón--: ¿si la reina Sultana escribiera a
-uno de los que estamos aquí, pidiendo favor y ayuda en una necesidad
-como la que tiene, y que quiere ser cristiana, aunque aventure la vida,
-dejaría de ir a la batalla?
-
-Respondieron todos, que mil vidas que cada uno tuviera, las emplearía
-en un caso tan honroso.
-
-Muy alegre con la respuesta metió la mano en el pecho D. Juan Chacón, y
-sacó la carta diciendo:
-
---Por esa veréis cómo me hace cargo la reina de la satisfacción de su
-honor, y me pesa de que en particular me señale, habiendo en esta corte
-tanta flor de caballeros. Avisé de ir con otros tres caballeros si los
-hallo, y si no iré solo a tener batalla con los cuatro moros, que yo
-confío en Dios y en la inocencia de la reina, que alcanzaré victoria;
-y si la fortuna me fuere adversa y muriere en la batalla, yo la tendré
-por dichosa muerte.
-
-Habiendo leído la carta de la Sultana los tres caballeros, y viendo
-como decía en ella que quería ser cristiana, y de la deliberada
-determinación del señor de Cartagena, dijeron que ellos le acompañarían
-en aquella ocasión; y así ordenaron de partirse sin licencia del rey, y
-sin dar cuenta a nadie.
-
-El andaluz, astuto guerrero, alcaide de los Donceles, dijo que sería
-bien que fuesen en traje turquesco, porque en Granada no fuesen
-conocidos de algunas personas, especialmente de los cautivos.
-
-Todos dijeron que era acertado aquel parecer; y así aderezaron ricas
-libreas a lo turco, y previniéndose de armas y caballos, y de todo lo
-necesario para su viaje, partieron de Talavera sin escuderos por ir más
-encubiertos; dejaron dicho en sus posadas que iban a montería.
-
-En todo el camino no entraron en poblado: en campaña dormían, y en las
-ventas compraban su menester; y así llegaron a la Vega dos días antes
-que se cumpliese el plazo, y entraron en el Soto de Roma, donde con
-quietud descansaron todo un día, y estuvieron la noche a orilla del
-fresco Genil; y la mayor parte de ella trataron del orden que habían de
-tener para conseguir el efecto de aquella batalla.
-
-Venida la mañana, alegres se alistaron para ir a Granada, y se pusieron
-sobre las fuertes armas las vestiduras turquescas; y subiendo en sus
-caballos salieron a lo raso de la Vega, por donde se iban poco a
-poco acercando a Granada, mirando a todas partes, y alegrándoles su
-muy hermosa vista, y la diversidad de riberas, huertas, cármenes y
-jardines, que les parecía un paraíso terrenal.
-
-Y no se admire el lector del encarecimiento, porque puede creer que
-no hay maceta de claveles ni de albahaca regalada y cultivada en casa
-de los señores, como los moros tenían cada palmo de tierra, aun en los
-cerros, como hoy día aparecen muchas ruinas; y así les producía la
-tierra que era maravilla; y puede considerarse su mucha fertilidad,
-porque un año antes que se ganara Granada, sustentaba ciento y ochenta
-mil hombres de pelea, sin viejos, niños y mujeres.
-
-Yendo, pues, los famosos caballeros a Granada, atravesando por la Vega
-dieron en el camino de Loja, por el cual vieron venir muy apriesa a un
-caballero moro, que parecía ser de valor por su buen talle y librea.
-
-Era la marlota de damasco verde con muchos tejidos de oro, y plumas
-verdes, blancas y azules. En medio de la adarga blanca estaba pintada
-un ave fénix, puesta sobre unas llamas de fuego, y una letra en círculo
-que decía: _Segundo no se halla._ El caballo era bayo, cabos negros, y
-en la gruesa lanza puesto un pendoncillo verde y rojo.
-
-Parecía tan bien el moro que dio grandísimo contento su vista a los
-caballeros, y le aguardaron a que llegase, y en llegando les saludó en
-arábigo, y el alcaide de los Donceles le respondió en el mismo lenguaje.
-
-El moro detuvo su priesa, y mirando la buena postura y talle de los
-cuatro caballeros, les dijo así:
-
---Aunque la priesa que llevo es grande, y la gravedad de mi cuidado no
-requiere dilación, el deseo de saber, si gustáis de decir quién sois,
-me obliga a detener las riendas, porque caballeros como vosotros son
-muy peregrinos en esta tierra, y no solemos ver semejantes galas sino
-en caballeros o embajadores que vienen de la parte del mar Líbico a
-tratar algo con el rey de Granada, aunque es verdad que no traen el
-apercibimiento de armas que parece tenéis debajo de las marlotas, ni
-caballos tan ligeros de guerra; y si gustáis de que vamos juntos, seré
-contento en llevar tan buena compañía, y no me neguéis quien sois, por
-lo que debéis a ley de caballeros.
-
-Don Juan Chacón le respondió en turquesco, que eran de Constantinopla.
-Pero el deseoso moro no le entendió, y así dijo:
-
---No entiendo esa lengua, hablad en arábigo pues sabéis.
-
-Entonces respondió el alcaide de los Donceles en algarabía:
-
---Nosotros somos de Constantinopla, de nación jenízaros, y tenemos
-sueldos del Gran Señor cuatrocientos de nosotros que estamos de
-guarnición en Mostagán; y como tenemos noticia de que en estas
-fronteras hay muchos cristianos de admirables fuerzas, venimos
-con intención de probar las nuestras con las suyas, aunque nos
-han certificado de que recibís notables daños cada día de ellos.
-Desembarcamos en Adra, y andamos mirando esta vega, que es la mejor que
-hay en el mundo, a nuestro parecer; y entendiendo de hallar algunos
-cristianos para escaramucear con ellos, no hemos topado ninguno; y
-así vamos a ver la nombrada y gran ciudad de Granada, y besaremos las
-manos al rey, y luego nos volveremos a embarcar en nuestra fragata, y
-nos iremos la vuelta de Mostagán; esta es la verdad de lo que habéis
-preguntado. Y pues ya habéis satisfecho vuestro gusto, nos le daréis en
-decirnos quien sois, que no menos deseo tenemos de saberlo, que el que
-vos manifestasteis tener de saberlo de nosotros.
-
---A mí me place --dijo el moro-- de daros cuenta de lo que me pedís;
-pero caminemos, y en el camino os daré larga cuenta de lo que deseáis
-saber.
-
---Vamos --dijo D. Alonso de Aguilar; y diciendo esto caminaron muy
-apriesa, y el enamorado Gazul comenzó a contar su historia en esta
-manera:
-
---Sabed, señores caballeros, que a mí me llaman Mahomad Gazul, que soy
-natural de Granada y vengo de Sanlúcar, porque allí está la prenda más
-querida y más amada que tengo en esta vida; mi hermosa dama, llamada
-Lindaraja, del linaje de los nobles caballeros Abencerrajes. Ausentose
-de Granada respecto a que el rey de ella mandó que saliesen desterrados
-los Abencerrajes, sin culpa, habiendo ya degollado a treinta y seis
-caballeros de ellos, que eran la flor de todo el reino. Esta fue la
-causa que movió a mi señora a salir de Granada; y se fue a Sanlúcar en
-casa de un tío suyo, y yo la acompañé. Con la vista de mi señora vivía
-contento, y ahora no lo estoy. Supe en Sanlúcar como los Abencerrajes
-se habían tornado cristianos y servían al rey D. Fernando, y que en
-Granada había grandes alborotos y guerras civiles, y la reina Sultana
-estaba presa en juicio de batalla; y como soy de su parte y todos los
-de mi linaje, vengo para ser uno de los cuatro caballeros que han de
-defender a la reina, siendo hoy el postrero día del plazo; y por tanto
-demos priesa porque no llegue yo tarde, y con esto he cumplido mi
-promesa, y os he dicho el hecho de la verdad.
-
---Por cierto, señor caballero --dijo D. Manuel Ponce--, que nos habéis
-admirado, y a fe de caballeros, que me holgaría que la señora reina
-quisiese que nosotros cuatro fuésemos señalados para su defensa, que
-por su alteza hiciéramos todo lo posible hasta perder las vidas.
-
---Pluguiese al santo Alá que en vuestros brazos poderosos pusiera la
-restitución de su honra la reina, que bien entiendo que estaba segura
-la victoria, y tengo de hacer las diligencias posibles para que os
-señalen, aunque he oído que no quiere encomendar la reina su causa a
-moros, sino a cristianos.
-
---Cuando eso sea --dijo D. Manuel Ponce-- no somos moros, sino turcos;
-de nación jenízaros, hijos de cristianos.
-
---No decís mal --respondió Gazul--, que por esta vía sería posible que
-la reina os escogiese para su defensa.
-
---Dejando esto aparte --dijo D. Juan Chacón--, señor Gazul, ¿qué
-caballeros cristianos son los de más fama, y que más daño hacen en este
-reino?
-
-Respondió Gazul:
-
---Los que nos corren la Vega muy a menudo, y a quien temen los
-fronterizos de esta comarca, son D. Manuel Ponce de León, y a D.
-Alonso de Aguilar, y a Gonzalo Fernández de Córdoba, alcaide de los
-Donceles, y a Portocarrero, y a D. Juan Chacón, y al gran maestre.
-Estos caballeros son asombro de esta tierra, y sin aquestos hay otros
-muchos caballeros en la corte del rey D. Fernando, que nos destruyen
-por momentos.
-
---Mucho nos holgáramos de vernos con esos caballeros --dijo D. Alonso
-de Aguilar.
-
---Pues a ley de moro hijodalgo, --respondió Gazul--, que habíais de
-hallar un Marte en cada uno de los ya nombrados, y en Granada os
-contaré cosas que han hecho, que os pongan espanto.
-
---Mucho nos alegraremos de oírlas, por tener que contar en nuestra
-tierra --dijo D. Manuel, y caminaron apriesa.
-
-Dejarémoslos hasta su tiempo, por tratar lo que pasaba en la ciudad de
-Granada a esta sazón.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XV.
-
-_En que se da cuenta de la batalla que se hizo entre los cuatro
-caballeros cristianos y los cuatro moros sobre la libertad de la reina,
-y cómo vencieron los cristianos y mataron a los moros, y cómo la reina
-fue libre; y de otras cosas más._
-
-
-Con grande tristeza estaba la noble ciudadana gente de Granada, porque
-se había cumplido el término a la reina Sultana; y sentían más la
-pena, porque no había señalado quien hiciese la batalla contra los
-acusadores; y así muchos caballeros fueron a suplicar al rey que
-la volviese en su gracia, pues estaba sin culpa, y se echaba de ver
-su inocencia en que en los términos que se le habían dado no había
-señalado caballeros que volviesen por ella, y que no diese crédito a
-los Zegríes, pero no aprovechaban sus ruegos, porque estaba pertinaz,
-inducido de los falsos acusadores Zegríes para que su mentira fuese
-adelante; y así daba por respuesta que de no dar defensores aquel día,
-que al siguiente se ejecutaría la sentencia de la reina; y mandó que se
-hiciese en la plaza de Vivarrambla un teatro donde estuviese la reina,
-y los jueces que habían de determinar su causa: los cuales fueron Muza,
-y un Azarque, y otro Almoradí; y deseaban buen suceso en aquel caso, y
-tenían presupuesto de hacer por la reina todo lo que pudieran.
-
-El tablado fue todo enlutado, y los jueces subieron al Alhambra para
-traer a la reina a la plaza, al sitio de la lid, y con ellos fueron
-muchos caballeros para venir acompañando a la reina.
-
-Los Almoradís, Almohades, Aldoradines, Gazules, Venegas, Alabeces
-y Marines querían quitar a la reina, y darle de puñaladas al rey
-y quemarle la casa; pero fueron aconsejados que no hiciesen tal,
-porque aunque salvasen la vida a la reina, su honra quedaba manchada
-y oscurecida, y era argumento de verificación; porque diría el vulgo
-loco que porque estaba culpada, y saber de cierto que la habían de
-condenar a muerte, no consintieron que se hiciese batalla, y era en
-favor de los acusadores haciendo su mentira verdad.
-
-Fue muy eficaz esta razón para que desistiesen de su propósito,
-confiando en que la bondad y sencillez de la reina la habían de librar.
-
-Pues entrando los jueces en el Alhambra no los dejaba pasar adelante el
-rey Mulahacén diciendo que no habían de llevar a la reina para ponerla
-en acusación.
-
-Muza y los demás caballeros le dijeron que era conveniente al honor de
-la reina poner su causa en juicio, porque por aquella vía quedaba su
-honor limpio; y de no dar licencia que la llevasen, quedaría probada la
-causa, y los Zegríes con su intención.
-
-El rey preguntó si tenía la reina caballeros que la defendiesen; Muza
-dijo que sí, y que cuando no los hubiera, él mismo en persona haría la
-injusta batalla.
-
-Con esto dio licencia para que entrasen; y así Muza y los dos jueces
-entraron, quedando todos los demás fuera del Alhambra: y llegando Muza
-a donde estaba la reina, la halló hablando con Celima sin ninguna pena
-de lo que aguardaba, que bien sabía que no tenía más de aquel día de
-plazo; pero confiada en D. Juan Chacón, estaba sin ninguna congoja, y
-también porque si no venía D. Juan Chacón, y ella fuese sentenciada
-a muerte, en morir cristiana llevaría mucho gozo, porque empezaría a
-vivir para siempre, y con esto estaba la más alegre y contenta que se
-podía imaginar.
-
-Mas así como vio a Muza acompañado de aquellos caballeros que con él
-venían, luego presumió a qué era su venida, con la cual sintió alguna
-turbación y pesadumbre, y con ánimo varonil hizo en esto la resistencia
-que pudo, porque no se entendiera su flaqueza.
-
-Muza y los caballeros, así como vieron a la reina y a Celima, hicieron
-el debido acatamiento, y dijo Muza:
-
---Grande ha sido el descuido que vuestra alteza ha tenido en nombrar
-caballeros, siendo hoy el último día que tenéis de plazo: ¿qué
-determináis?
-
---No tengáis pena --dijo la reina-- que yo confío en Dios que hoy se
-ha de saber la verdad de mi sincero pecho, y que no han de salir con
-su mala intención los falsos acusadores, y que tengo de triunfar de
-ellos; y cuando Dios se sirva que por mis pecados sean vencidos mis
-defensores, y en mí sea ejecutada la sentencia que contra mí se ha
-pronunciado, yo partiré contenta de esta vida mortal para gozar de la
-eterna.
-
-Muza no entendió el secreto de las palabras, y así dijo:
-
---Yo he querido que siga aqueste juicio de vuestra alteza por
-justicia, por causa de algunas presunciones de gente ignorante y de
-poca experiencia, aunque debéis mucho a todos, porque cada uno siente
-vuestra pena como si fuera suya propia; y porque se acrisole y apure
-más el oro de vuestra castidad, y porque sean castigados los traidores
-que la han deslustrado. Así, señora, sabed que venimos por vuestra
-alteza estos caballeros y yo, que somos jueces de vuestra causa, y
-todos siervos vuestros, y haremos lo que debemos. Podréis luego señalar
-caballeros, que cien mil hay que os desean servir en esta ocasión tan
-honrosa. Vuestra alteza venga a la plaza y Celima también, porque haya
-buen suceso.
-
---Vamos --dijo la reina--, y venga conmigo Esperanza, que es mucho el
-amor que la tengo, y ha sentido mucho mi afrentosa prisión y tristeza,
-y será bien goce del contento, como confío en el poderoso Dios que nos
-le ha de dar con el triunfo de la victoria.
-
-Y diciendo esto se entraron todas en el retrete y se vistieron de
-negro, y en saliendo del aposento dijo la angustiada reina al valeroso
-Muza:
-
---Mucho contento recibiré en que si mi desdicha fuere tanta que mis
-valedores sean vencidos, que todo lo que hay mío en este aposento se le
-dé a Esperanza, y libertad, porque esta es mi última voluntad por lo
-bien que me ha servido.
-
-No pudo sufrir la reina las lágrimas, diciendo estas palabras; y
-lloraba con tanta tristeza y dolor de su afecto, que movió los
-varoniles pechos a acompañar su llanto; y dándole Muza la mano salieron
-fuera del Alhambra adonde estaba una litera, y entraron dentro de ella
-la reina, Celima y Esperanza.
-
-Allí estaban para irla acompañando, vestidos de luto, muchos caballeros
-de los Alabeces, Gazules, Aldoradines, Venegas, Almohades, Marines,
-y otros muchos linajes, y debajo de las marlotas y albornoces negros
-llevaban muy fuertes armas, con intento de romper aquel día con los
-Zegríes, Gomeles y Mazas, por si fuese necesario; y si no fuera por la
-honra de la reina, sin duda aquel día se perdiera Granada.
-
-Y así recelosos los Zegríes, Gomeles, Mazas, y los de su bando llevaban
-armas fuertes debajo de sus marlotas y alquifaes por si sus contrarios
-les quisiesen acometer.
-
-No se vio jamás Granada en sus guerras y trabajos tan a pique de
-perderse como aqueste día; pero quiso Dios que sin escándalos ni
-guerras se acabase aquel negocio.
-
-En llegando a la calle de los Gomeles salían a los balcones y ventanas
-dueñas y doncellas llorando amargamente a la desventurada reina; de
-suerte que a sus llantos y gritos se movió toda la ciudad a compasión,
-y maldecían al rey y a los Zegríes a grandes voces. De esta manera
-entró la litera en la calle del Zacatín, donde más se aumentaron los
-sollozos, suspiros y vocería.
-
-Llegada la caballería y la reina a la plaza, fue puesta la litera junto
-al tablado. Muza y los otros dos jueces sacaron a la desconsolada reina
-Sultana, a Celima y a Esperanza de Hita, y las subieron al enlutado
-tablado por unas ventanas de una casa, y en el tablado había un estrado
-de paños negros y bastos.
-
-Allí se sentó la reina muy afligida y llorosa, por ver que en pública
-plaza había de ser juzgada, y junto a ella sentó a Celima, y a sus pies
-a Esperanza de Hita; allí fueron los llantos, allí fueron los gritos de
-hombres, niños, damas y doncellas, que no pudieran ser mayores los de
-Roma y de Troya cuando se veían quemar sin tener remedio.
-
-Todas las ventanas, balcones y azoteas estaban llenas de gente, y en
-la plaza había grandísima multitud, y todos no cesaban de llorar y de
-hacer gran sentimiento viendo las lágrimas que derramaba la reina, su
-doncella y su esclava.
-
-A un lado del tablado en otro estrado se sentaron los jueces para
-juzgar la causa, y de allí a poco espacio se oyeron veinte trompetas
-de guerra, y mirando lo que era vieron venir a los cuatro acusadores
-de la reina que venían armados y puestos a punto de batalla, y en muy
-poderosos caballos.
-
-Traían sobre las armas marlotas verdes y moradas, pendoncillos y
-plumas del mismo color. Traían en las adargas unos sangrientos
-alfanjes con una letra en torno, que decía: _Por la verdad se derrama._
-
-De aquesta forma llegaron los cuatro mantenedores de la maldad,
-acompañados de los Zegríes, Gomeles y Mazas, y de todos los demás de la
-parcialidad, hasta llegar a un grande y espacioso palenque que estaba
-hecho junto al tablado.
-
-Era tan grande como una carrera de caballo, y muy ancho; y abierta una
-puerta del palenque entraron los cuatro caballeros acusadores, que eran
-Mahomad Zegrí, el caudillo de la traición, Hamete Zegrí, Mahandón Gomel
-y Mahandín. Así como entraron tocaron de su parte muchos instrumentos.
-Todos los de este bando se pusieron al lado izquierdo del tablado,
-porque al derecho estaban los caballeros deudos de la reina.
-
-Estaban todos aguardando a ver a quién había de nombrar la afligida
-reina; y visto que desde las ocho de la mañana estaban allí, y que
-eran ya las dos de la tarde y no había señalado defensores, ni parecía
-ninguno, estaban todos con grande pena, y no sabían cuál era el
-pensamiento de la reina, pues tan descuidada estaba en un negocio que
-no le importaba menos que honra y vida; y no menos pena tenía la reina
-viendo que era tan tarde y no había venido D. Juan Chacón, en quien,
-después de Dios, tenía esperanza de su libertad, y no entendía qué
-causa le hacía faltar a la palabra dada.
-
-Malique Alabez y un Aldoradín, y otros dos caballeros se llegaron al
-tablado, y dijeron en alta voz:
-
---Si gusta la reina de que la sirvamos en esta ocasión, dé licencia
-que la defendamos y lo pondremos por obra.
-
-A lo cual respondió la reina, que ella lo agradecía, y que quería
-esperar otras dos horas; y que si no viniesen ciertos caballeros que
-tenía prevenidos, que ella aceptaba la oferta; y así se retiraron a sus
-puestos.
-
-Pero no pasó media hora cuando se oyó un gran ruido y alboroto, al
-cual mirando toda la gente vieron entrar por la plaza cinco caballeros
-muy galanes, los cuatro vestidos a lo turquesco y el otro a lo moro,
-el cual fue conocido de todos que era Gazul: a los demás tuvieron por
-extranjeros, y así concurría toda la gente a ver los forasteros.
-
-Los parientes de la reina y los demás caballeros le daban la bienvenida
-a Gazul, y en particular sus deudos, y le preguntaban todos si conocía
-aquellos caballeros que con él venían. Y él respondió que no, sino que
-en la Vega se habían juntado.
-
-Y con aquesto llegaron al cadalso donde estaba la reina Sultana y los
-jueces, los cuales deseaban saber la causa de su venida; y llegados
-miraron a la triste reina, y les quebró el corazón verla en tan
-miserable estado; y mirando toda la plaza vieron el gran palenque, y
-dentro de él a los acusadores de la reina; y espantados de la mucha
-gente que había, dijo D. Juan Chacón en turquesco a los jueces si podía
-hablar a la reina dos palabras. Los jueces dijeron que no le entendían,
-que hablase en arábigo, y él lo dijo en algarabía; y Muza respondió que
-sí, que subiesen.
-
-D. Juan subió al tablado, y haciendo su acatamiento a los jueces se
-fue a la reina, y hecha la reverencia, habló alto que los jueces lo
-entendieron, diciendo:
-
---Con la procela del océano, reina y señora, fuimos arribados al mar de
-España, y desembarcamos en Adra, y venimos con intento de escaramucear
-con algunos cristianos, y buscándolos en la Vega no encontramos
-ninguno; y viniendo a ver esta ciudad nos alcanzó en el camino un
-caballero moro, y nos dio cuenta del desastrado estado de vuestra
-alteza, y cómo no teníais caballeros nombrados para vuestra defensa,
-y que no queréis que vuestra causa defiendan moros, sino cristianos.
-Yo y mis compañeros somos turcos jenízaros, hijos de cristianos, y
-doliéndonos de vuestra contraria y adversa fortuna, movidos de piedad
-de vuestra inocencia, venimos a ofrecernos para hacer esta batalla;
-y si vuestra alteza nos quiere admitir, yo os prometo a ley de
-caballeros, por mí y en nombre de mis compañeros, que haremos en este
-negocio todo lo que pudiéremos.
-
-Cuando decía esto D. Juan Chacón, tenía en la mano la carta de la
-reina, y al descuido la dejó caer en sus faldas, sin que se reparase en
-ello por los jueces, y cayó el sobrescrito hacia arriba.
-
-La reina pidió a Celima que con recato le diese aquel papel: ella le
-alzó y se lo dio, y luego conoció su letra y advirtió el secreto, y con
-disimulación miró a Esperanza de Hita, que estaba divertida mirando
-a D. Juan Chacón; y volviendo la cabeza a mirar a la reina, ambas se
-entendieron mirándose la una a la otra, y maravillada la reina de su
-traje y disfraz, respondió a D. Juan Chacón:
-
---Yo he estado aguardando hasta ahora a cierto caballero que me dio
-palabra por letra suya, de estar hoy aquí con otros tres caballeros; y
-pues ya es tarde, y vos, noble caballero, queréis tomar este cuidado a
-vuestro cargo y de vuestros compañeros, yo lo agradezco mucho.
-
-D. Juan replicó y dijo:
-
---Yo, señora, me prefiero a hacer lo que ese caballero, y no le
-reconozco ventaja, ni es mejor que yo; ni los tres caballeros que había
-de traer no excederán en cosa alguna a los que vienen conmigo: sed
-cierta de esto, señora, y dadnos licencia.
-
---Yo la doy --dijo la reina--, y creedme, virtuoso caballero, que no
-debo cosa ninguna en obra ni en pensamiento de lo que se me imputa, y
-así pelearéis seguros.
-
-D. Juan dijo a los jueces que advirtiesen lo que la reina decía. Lo
-cual oído por los jueces mandaron que se escribiese aquel auto y lo
-firmase la reina: firmó, y haciendo el acatamiento debido a la reina,
-se bajó del tablado D. Juan Chacón, y subiendo en su caballo dijo a sus
-compañeros:
-
---Señores, nuestra es la batalla, empecémosla antes que sea más tarde.
-
-Los caballeros de la parte de la reina rogaron a los defensores que
-hiciesen todos sus poderíos, como de tan buenos caballeros se esperaba;
-lo cual ellos prometieron, y así con toda la caballería los llevaron
-enmedio, paseándolos y dando vuelta por toda la plaza al son de muchas
-chirimías, añafiles y dulzainas.
-
-Entraron en el palenque los caballeros cristianos, y recibiéndoles
-pleito homenaje de que en aquel caso harían el deber, cerraron la
-puerta.
-
-En todo este tiempo no quitaba la vista Malique Alabez de D. Manuel
-Ponce de León, porque le parecía haberle visto, y no se acordaba dónde,
-y decía entre sí:
-
---Válgame Alá, y qué traslado es aquel caballero turco de D. Manuel
-Ponce de León; pero no es él, porque es turco, y él es cristiano.
-
-Miraba el caballo, y conocíale por haberle tenido en su poder. Así
-andaba confuso, si era o no, y llegándose a un caballero Almoradí, tío
-de la reina, le dijo:
-
---Si el caballero del caballo negro es el que imagino, cierta está la
-libertad de la reina.
-
-El caballero Almoradí dijo:
-
---¿Quién es? ¿Conoceisle por ventura?
-
---Yo os lo diré después, veamos ahora cómo le va en la batalla.
-
-Diciendo esto, miraron a los caballeros, los cuales descubrían los
-escudos que eran muy fuertes y relucientes.
-
-Ahora, pues, será bien tratar de qué colores eran las ropas turquescas.
-Eran todas de paño fino de color celeste, guarnecidas con franjones de
-oro y plata: los albornoces eran de seda azul. Llevaba cada caballero
-un turbante de toca de seda, listada de oro, y hecho de unas lazadas
-curiosas. En la parte de arriba del bonete en la punta, puesta una
-media luna de oro.
-
-Los pendoncillos de las lanzas eran azules, y en ellos las armas de
-sus escudos, porque D. Juan Chacón llevaba en su pendoncillo una flor
-de lis de oro, y en el escudo en un cuartel de sus armas un lobo en
-campo verde, el cual parecía despedazar un moro. Encima del lobo había
-un campo azul, y en él una flor de lis de oro, y una letra que decía:
-_Por su mal se devora_, significando que aquel lobo se comía aquel moro
-por el testimonio que a la reina había levantado.
-
-D. Manuel Ponce llevaba en su escudo el león de sus armas en campo
-blanco, y león dorado: no quiso aquel día poner las barras de Aragón.
-El león tenía entre las uñas un moro que estaba despedazando, y una
-letra que decía de esta suerte:
-
- _Merece más dura muerte_
- _quien va contra la verdad,_
- _y aun es poca crueldad_
- _que un león le dé la muerte._
-
-El pendoncillo, que era azul, llevaba un león de oro.
-
-D. Alonso de Aguilar no quiso aquel día poner ningún cuartel de sus
-armas, por ser muy conocidas: puso en su escudo un águila dorada en
-campo rojo, las alas abiertas como que volaba al cielo, y en las
-fuertes uñas llevaba una cabeza de un moro bañada en sangre, que de las
-heridas de las uñas le salía. Esta divisa del águila puso D. Alonso a
-memoria de su nombre. Llevaba una letra, que decía de esta suerte:
-
- _La subiré hasta el cielo,_
- _porque dé mayor caída,_
- _por la maldad conocida_
- _que cometió sin recelo._
-
-Asimismo llevaba en el pendón de la lanza este bravo caballero el
-águila dorada, como en el escudo.
-
-El alcaide de los Donceles llevaba por divisa en su escudo en campo
-blanco un estoque, los filos sangrientos, la cruz de la guarnición era
-dorada, en la punta del estoque tenía clavada una cabeza de un moro
-goteando sangre, con una letra en arábigo que decía de esta suerte:
-
- _Por los filos de la espada_
- _quedará con claridad_
- _el hecho de la verdad,_
- _y la reina libertada._
-
-Muy maravillados quedaron todos los caballeros circunstantes, así
-los de la una parte, como los de la otra, en ver la braveza de los
-cuatro caballeros, y más en ver las divisas de sus escudos, por las
-cuales conocieron claramente que aquellos caballeros venían al caso
-determinadamente y con acuerdo; pues las divisas y letras de sus
-escudos lo manifestaban, y que la reina los tenía apercibidos para su
-defensa; y se admiraban grandemente de que en tan pocos días vinieran
-de tan lejas tierras; pero considerando que por la mar pudieran haber
-venido en aquel tiempo, con esto no curaron más de inquirir ni saber el
-cómo y cuándo, sino ver el fin de la batalla.
-
-El valeroso Muza y los otros jueces se admiraron de ver aquellas
-divisas; y para gozar mejor de verlas pidió Muza un caballo, y subiendo
-en él se entró en el palenque, y mandó a un criado que le tuviese allí
-una lanza y una adarga, por si fuera menester.
-
-Los dos jueces se estuvieron con la reina, la cual decía:
-
---Esperanza, dime, ¿conociste a aquel caballero que subió a hablarme?
-
---Sí, señora, aquel es D. Juan Chacón, que aunque viniera más
-disfrazado, no dejara de conocerle.
-
---Ahora digo --dijo la reina-- que es cierta mi libertad, y el
-vengarme de mis enemigos.
-
-Malique Alabez y el animoso Gazul, y otros muchos caballeros, parientes
-y amigos de la reina, se pusieron alrededor del tablado, y por lo que
-se ofreciese.
-
-A este tiempo el alcaide de los Donceles empezó a picar a su caballo, y
-lozaneando se fue adonde estaban los caballeros acusadores, y llegando
-a ellos, les dijo en alta voz:
-
---Decid, caballeros, ¿por qué tan sin razón habéis acusado a vuestra
-reina y señora, y habéis puesto dolo en su honra?
-
-Mahomad Zegrí le respondió:
-
---Acusámosla por ver con nuestros ojos cometer el delito de adulterio,
-y volviendo por la honra de nuestro rey, lo manifestamos.
-
-El valeroso alcaide, lleno de cólera, le respondió:
-
---Cualquiera que lo dijere, miente como villano, y no es caballero;
-y pues estamos en parte donde se ha de saber la verdad, apercibíos
-al momento todos los traidores a la batalla, que hoy habéis de morir
-confesando lo contrario de lo que tenéis dicho.
-
-Y diciendo esto D. Diego Fernández de Córdoba, terció con presteza su
-lanza, y con el encuentro de ella le dio al Zegrí tan terrible golpe en
-los pechos, que sintió bien la fuerza de su brazo, y quedó lastimado; y
-si fuera el golpe con el hierro, no hay duda sino que de él muriera.
-
-El Zegrí afrentado por ver que estaba desmentido y ofendido con el
-golpe, revolvió su caballo, y fue a herir al alcaide, el cual como
-hombre experimentado en la guerra y en escaramuzas, se retiró a un
-lado, y revolviendo sobre el moro que a él venía, comenzaron una
-trabada escaramuza.
-
-Y visto esto, los trompeteros tocaron los instrumentos, haciendo señal
-de batalla, a la cual se movieron los demás caballeros, los unos contra
-los otros con gran furia.
-
-A D. Manuel le cayó en suerte Alí Hamete, a D. Alonso, Mahandón; y a D.
-Juan Chacón le tocó el fuerte Mahandín.
-
-Reconociendo cada uno su contrario, comenzaron una muy sangrienta
-batalla, mostrando cada uno su gran valor.
-
-Los moros eran muy valientes; pero poco les aprovechaba su valor,
-porque lidiaban con lo mejor de Castilla; y así andando escaramuceando
-con admirable braveza, y dándose lanzadas por las partes que podían,
-D. Juan Chacón fue herido en un muslo, de donde le salía abundancia de
-sangre; el cual como se sintió herido en los primeros encuentros, y que
-su contrario salió libre sin que llevase otra herida en recompensa,
-encendido en cólera y saña furibunda aguardó a que volviese a
-segundarle otro golpe, que entonces le embestiría con toda su furia, y
-sucedió de la misma manera que lo imaginó, porque el moro muy ufano y
-gozoso, como sintió que le había herido, volvió al cebo para tornar a
-picar en él, diciendo con grande algazara:
-
---Ahora sabréis, turcos, si hay moros granadinos que puedan pelear y
-resistir a todos los caballeros del mundo.
-
-Y diciendo esto se venía a D. Juan, el cual estaba sobre el aviso;
-y viéndole venir derecho y con tanta fuerza, apretó las piernas al
-caballo, y con valor y furia extraña embistió al esforzado moro, y se
-encontraron los dos caballeros tan fuertemente, que parecía haberse
-juntado dos montes, según la braveza y furia con que se acometieron.
-
-El caballo de D. Juan Chacón era más fuerte y furioso que el del
-contrario; y así se paró después de haberle encontrado, y el del moro
-no se pudo tener, y se cayó de ancas.
-
-El moro fue herido muy malamente del bote de la lanza que le dio el
-valiente D. Juan; mas no tan a su salvo, que no quedase con una pequeña
-herida, y que si entrara más el hierro, tuviera mucho peligro, por ser
-en el hueco del costado; pero no fue casi nada, porque no encarnó el
-agudo hierro.
-
-El bravo moro se puso en pie con muy grande presteza, y echando mano
-a su alfanje se vino derecho a desjarretar el caballo de D. Juan para
-que le derribase, y él tuviese lugar de herir a su salvo a D. Juan; y
-aunque pudiera el noble cristiano alancear al moro, por tenerle tanta
-ventaja de estar a caballo y tener enristrada la lanza, no quiso dar
-nota de sí, que se pudiera decir que peleaba con tantas ventajas; y
-así no le esperó a caballo, sino saltó de él con grande ligereza, y
-desechando la lanza, puso mano a su espada; y embrazando el escudo se
-estuvo afirmado, aguardando a su enemigo, el cual llegó, y entre los
-dos valerosos guerreros comenzaron de nuevo una batalla tan reñida, que
-causaba grima ver las centellas que saltaban de los escudos; de la cual
-refriega sacó el moro dos pequeñas heridas; y apartándose un poco para
-cobrar aliento, volvió a embestir.
-
-D. Juan Chacón como se vio acometer de aquella suerte, confiado en
-su fuerza, y viendo tan cerca al moro, le tiró un golpe de revés,
-que le cortó el adarga y le hirió mortalmente en el hombro; y por muy
-poco cayera, porque le quitó el sentido: lo cual visto por el valiente
-D. Juan, arremetió a él, y le dio un encuentro con el escudo, que
-desapoderado de sus fuerzas cayó en tierra el moro; y luego le dio una
-cuchillada que le dividió una pierna de su lugar; y viendo que había
-alcanzado victoria de su enemigo, alzó los ojos al cielo, y dio gracias
-a nuestro Señor Jesucristo; y tomando un trozo de lanza, se afirmó a
-él, porque le daba gran dolor la herida del muslo; y arrimándose a una
-parte del palenque, se puso a mirar la batalla.
-
-Luego tocaron los músicos instrumentos de la reina, en reconocimiento
-del vencido moro, lo cual puso grande ánimo a los tres cristianos, y
-cobardía a los moros, y perdieron la esperanza de la victoria con tan
-mal presagio; y más cuando vieron dar en una ventana muy grandes gritos
-y hacer tristes llantos, y quien los daba era la mujer y hermanas de
-Mahandín viendo que con angustias mortales se revolcaba en su sangre.
-
-Los Zegríes mandaron que se quitasen de allí aquellas mujeres, porque
-no fuesen sus llantos causa de desmayo en los tres mantenedores del
-testimonio.
-
-Los seis caballeros se combatían con tanta ferocidad, que parecía
-que en aquel instante empezaba la batalla, haciendo tanto ruido y
-estrépito, que parecía que peleaban cincuenta caballeros.
-
-D. Juan Chacón sentía mucho dolor de sus heridas, en particular del
-muslo, como ya se había enfriado; y subiendo en su caballo se puso
-a considerar si iría a ayudar a sus compañeros, o a curarse, y no se
-determinó a ninguna de las dos cosas por no ser notado; y así acordó de
-esperar el fin de la batalla, porque bien sabía que no duraría mucho,
-por dos razones; la una por la satisfacción que tenía en el valor y
-fortaleza de sus compañeros; la otra, porque peleaban con justicia y
-razón, y defendían la verdad; y así de necesidad los había de favorecer
-la fortuna.
-
-Peleando, pues, los caballeros con un ánimo admirable, el enojado
-Mahandón, como vio a su querido hermano Mahandín tendido en el suelo,
-lleno de sangre, y hecho pedazos, con el dolor tan grande que sentía,
-dijo a D. Alonso de Aguilar.
-
---Permitid, señor caballero, que vaya a tomar venganza de aquel que
-ha muerto a mi amado hermano, y luego concluiremos vos y yo nuestra
-batalla.
-
---No trabajes en vano, dijo D. Alonso; fenece conmigo la batalla,
-pues tu hermano, como buen caballero, hizo lo que pudo; y no dudes de
-verte en el mismo estado que tu hermano está, porque la sangre de los
-nobles Abencerrajes vertida sin culpa, y la inocencia de la reina están
-pidiendo justa venganza contra los que quedáis.
-
-Y diciendo esto le acometió con furia, y le hirió con la lanza en el
-costado, aunque no fue grande la llaga. Lo cual visto por el moro,
-revolvió contra D. Alonso, y colérico le arrojó la lanza.
-
-D. Alonso que la vio venir con tal presteza, por hurtar el cuerpo al
-furioso golpe, revolvió su caballo con ligereza; pero no tan a tiempo,
-que no llegase primero la lanza, y entrándole por la una ijada del
-caballo, le salió a la otra más de media vara.
-
-El caballo sintiéndose mal herido con la lanza atravesada, empezó a dar
-bufidos, brincos y corcovos, que no era bastante la dureza del freno
-para que se sujetase y estuviese sosegado; y visto que no aprovechaba
-su diligencia, y que por su desgracia se le podía seguir algún daño
-irreparable, determinó de arrojarse en el suelo, aunque se ponía en
-mucho peligro, por estar su competidor a caballo; y confiando en Dios
-nuestro Señor, se arrojó de la silla quedándose en pie con su espada en
-la mano aguardando a su enemigo.
-
-Grande contento y alegría sintió el bando de los Zegríes y Gomeles
-en ver el estrecho en que había puesto su pariente al caballero
-extranjero, y en verle a pie le consideraban ya vencido; y como vio
-Mahandón a su contrario a pie, recibió mucho contento; y yéndose a él
-le dijo:
-
---Ahora me pagaréis la muerte de mi hermano; pues me evitasteis de
-darla a quien se la dio a él.
-
-Y arremetió con el caballo para atropellarle, y el alfanje en la mano
-para herirle.
-
-D. Alonso de Aguilar era muy ligero, y se estuvo quedo, como que le
-quería aguardar; mas al tiempo que llegó dio un salto, y se apartó,
-y Mahandón pasó de largo sin hacer efecto; y revolviendo otras tres
-veces, tampoco hizo nada.
-
-D. Alonso le dijo:
-
---Desciende de aquese caballo, si no quieres que te le mate, y te podrá
-suceder peor.
-
-Al moro le pareció buen consejo, y así se apeó; y embrazando su adarga
-vino a D. Alonso, diciendo:
-
---Por ventura me disteis el consejo por vuestro mal.
-
---Ahora lo verás --dijo D. Alonso--, si te di el consejo fue solo
-para darte cruel muerte, justamente merecida por el daño que de tu
-testimonio se ha seguido; y conviene que los traidores salgan del mundo.
-
-Diciendo esto arremetió a Mahandón, y así entre los dos se comenzó una
-brava y dudosa batalla, porque ambos eran muy valientes y animosos
-caballeros.
-
-Anduvieron más de media hora hiriéndose por las partes que podían, y
-cada uno muy deseoso de vencer a su contrario.
-
-D. Alonso muy enojado, y cuasi corrido en ver que le duraba tanto su
-contrario, se acercó a él todo lo más que pudo, y alzando el brazo hizo
-señal de quererle herir en la cabeza: el moro acudió al reparo para
-recibir el golpe con la adarga; pero saliole incierto su reparo, porque
-no ejecutó el golpe en la cabeza, sino que rebatiendo la mano le hirió
-en el muslo izquierdo de una mala herida, que le cortó gran parte del
-hueso.
-
-El valiente moro que se halló burlado y tan malamente herido, descargó
-un tan desapoderado golpe encima del bonete de D. Alonso, que el águila
-fue partida por medio; y rompiendo bonete y casco fue herido de una
-pequeña herida, aunque sintió mucho tormento en la cabeza, porque quedó
-como sin sentido y aturdido del fiero golpe; y si no fuera de tan
-animoso corazón, no hay duda sino que cayera en tierra sin dificultad
-ninguna, y consiguiera su enemigo la deseada victoria: mas como era de
-corazón fuerte, y nunca se dejó rendir de los trabajos, cobrando el
-cuerpo aquel ánimo de su corazón bizarro, y considerándose en cierta
-manera afrentado por ver que un golpe le había descompuesto su sentido;
-y encolerizado por verse herido y su rostro ensangrentado, con una
-cruel furia incomparable le tiró una estocada tan recia, que la adarga
-ni jaco fuerte no podían resistir la grande violencia de la espada,
-sino que fue todo rompido, y le metió cuatro dedos dentro del pecho al
-soberbio Mahandón; y como le cogió ya desangrado de la que le salía por
-la herida del muslo, no tuvo fuerzas para poder pelear más, y así cayó
-de espaldas.
-
-Así como D. Alonso vio caído a su contrario, arremetió con él para
-cortarle la cabeza, y poniéndole la rodilla en los pechos vio que
-estaba expirando; por lo cual no le quiso herir más, y levantándose dio
-en su corazón infinitas gracias a Dios por la merced tan grande que le
-había hecho; y apretándose la herida de la cabeza con el turbante, se
-atajó la sangre; y mirando por su caballo le vio muerto, y fue a coger
-el de Mahandón, y subiendo en él se fue adonde estaba D. Juan Chacón,
-el cual le abrazó, dándole el parabién del vencimiento.
-
-A este punto los añafiles y dulzainas de parte de la reina tocaron con
-grande alegría, lo cual causaba tristeza y melancolía a los Zegríes.
-
-Cesando la música miraron la batalla que los cuatro caballeros hacían,
-que era muy sangrienta.
-
-D. Manuel Ponce de León, y Alí Hamete Zegrí hacían su batalla a
-pie, respecto a que los caballos se les habían cansado y no podían
-concluirla como querían, y andaban muy listos procurando cada uno herir
-al otro por donde mejor podía: despedazábanse las armas y la carne con
-los duros filos de la espada y cimitarra, de lo que su sangre daba
-verdadero testimonio.
-
-D. Manuel tenía dos heridas y el moro cinco; pero no por eso se vio en
-él falta de ánimo ni fuerzas, y andaba con tanto ardid intentando por
-donde podría herir a su enemigo y quedarse él reservado, haciéndole
-muchos acometimientos.
-
-D. Manuel le iba contra todas sus malicias, porque ya le conocía el
-modo de pelear; y así como vio que D. Juan y D. Alonso habían ya
-vencido a sus contrarios, y el alcaide de los Donceles andaba con el
-suyo muy revuelto y en punto de traerle a aquel extremo, cobró grande
-ira porque no concluía con su enemigo, y llegándose cerca de él le dio
-un golpe tan terrible en la cabeza, que, aunque acudió a repararle con
-la adarga, no soportó el todo sino alguna parte, y así fue rota con el
-fino casco, y herido en la cabeza muy mal, y aun le quitó el sentido
-y dio de manos en tierra sin poderse valer; mas volviendo en sí,
-temiéndose de su contrario, y de que no fuese causa aquella flaqueza
-para que su competidor se gloriase de conseguir la victoria, sacando
-fuerzas de pusilanimidad se levantó, procurando la venganza de la
-ofensa recibida, y levantando su cimitarra dio un desatinado y fuerte
-golpe en un hombro de D. Manuel y no hizo herida; pero la vida le costó
-el golpe al moro, porque D. Manuel le dio otra junto a la que tenía
-en la cabeza, que desatinado cayó en tierra derramando mucha sangre, y
-luego murió.
-
-Los añafiles de parte de la reina tocaron con mucha alegría por el buen
-suceso.
-
-D. Manuel subió en su caballo, y se fue adonde estaban D. Alonso y D.
-Juan, los cuales le recibieron muy alegremente diciendo:
-
---Gloria a Dios, que os ha escapado de las manos de aquel pagano.
-
-Quien en esta ocasión mirara a la hermosa reina Sultana, conociera
-muy claramente en su bello rostro la grande alegría que en su corazón
-tenía, viendo que se iban aniquilando sus enemigos, de lo cual a ella
-se le había de seguir su libertad, y díjoles a Celima y a Esperanza de
-Hita:
-
---Sabéis lo que veo, que si D. Juan Chacón tiene fama de valiente
-caballero y lo es, que sus tres compañeros no lo son menos que él,
-pues con tan sobrado valor han vencido a los mejores y más valientes
-caballeros del reino de Granada.
-
-Esperanza la respondió:
-
---¿No dije a vuestra alteza que D. Juan tenía muy principales amigos?
-Mirad si ha salido verdad lo que dije.
-
---Dejemos estar eso --dijo Celima--, no lo entiendan los jueces, y
-veamos el fin del caballero que queda, que yo entiendo que no tendrá
-menos poder que los tres vencedores.
-
-Y mirando la batalla vieron cómo andaba muy revuelto y encendido en la
-pelea, y aunque herido y cansado, no se vio en él punto de cobardía ni
-aun imaginación.
-
-El valeroso moro proseguía la batalla con grande dolor y rabia, viendo
-muerto a su primo hermano y a los dos Gomeles, y él puesto en el mismo
-peligro, y así peleaba como hombre desesperado, considerando la infamia
-en que había incurrido, y mayor por no haber salido con su intento;
-y con la furia de un loco frenético daba tajos y reveses a diestro y
-a siniestro, y fuera de orden por si acertara a darle alguna herida
-penetrante, de la cual muriera el contrario; porque ya que él fuera
-vencido, como los otros tres de su parte, no quedaran tan triunfantes
-matando a alguno de ellos; y aunque peleaba con tan grande furia y
-braveza, no era menos la del valiente alcaide de los Donceles, porque
-estaba muy airado con su enemigo; y aun porque todos sus compañeros
-habían alcanzado el lauro y gloria del vencimiento, y estaban ya
-descansando, le parecía que empezaba de nuevo la batalla, siendo su
-enemigo de muy grandes fuerzas y astucias para pelear; y considerando
-que le miraban y que le debían de juzgar por menos que sus compañeros,
-pues no daba fin a la batalla, poniendo los ojos ensañados en su
-contrario, apretó con toda fuerza las espuelas al caballo, arremetió
-al Zegrí, y lo mismo hizo él; y así se embistieron con ánimo y furia
-increíble; y fue tan recio el encuentro de los caballeros, que sin
-remedio hubieron de venir al suelo los dos sin poderse herir el uno
-al otro; pero apenas fueron en tierra cuando estuvieron en pie, y se
-acercaron hiriéndose cruelmente, y experimentando cada uno las fuerzas
-del contrario, porque eran furiosos y desatentados los golpes que se
-daban, mostrando cada uno la fortaleza de su brazo y el ánimo del
-corazón.
-
-Verdad es que el moro andaba más orgulloso y ligero, y las heridas que
-daba casi no ofendían, por tener muy buenas armas el valiente alcaide;
-pero el golpe que el valeroso alcaide alcanzaba, rompía, cortaba y
-destrozaba tan fuertemente con la fortaleza de su brazo, que no daba
-golpe con la espada que no hiciese herida grande o pequeña.
-
-Lo cual visto por el valiente Zegrí, con una rabia crecida, confiando
-en sus grandes fuerzas, arremetió al alcaide por venir con él a los
-brazos, el cual se alegró mucho, y así abrazados comenzaron a luchar
-dando muchas vueltas, y haciendo cada uno lo que podía por derribar a
-su contrario; pero cada cual echaba de ver el resto de sus fuerzas, y
-así ambos trabajaban muy en balde, porque no había robles tan firmes
-como ellos.
-
-El Zegrí era de muy gran cuerpo y fuerzas, que parecía un jayán, y
-procuraba levantar de tierra a su enemigo para dar de golpe con él
-en el suelo, y por muchas veces que lo intentó, ninguna salió con su
-pretensión, porque parecía que tenía echadas raíces, y que era ponerse
-a arrancar un nogal de cuajo; de suerte que por mucha diligencia que
-hacía el Zegrí, era molerse en vano.
-
-Reconocido por el alcaide el mal pensamiento de su contrario, echó mano
-a un puñal buido, y diole tres golpes por debajo del brazo izquierdo, y
-tales, que el moro dio grandes gritos sintiéndose mal herido de muerte,
-y sacando una daga le dio al alcaide otras tres heridas; mas como era
-ancha la daga no pudo falsear las armas mucho, y así fueron pequeñas.
-
-El valeroso alcaide le dio otra muy mala herida en la ijada izquierda,
-con la cual se acabó de rematar la sangrienta batalla, porque así como
-le dio la última, sin poderse menear cayó en el suelo desangrándose
-por las penetrantes heridas; y al tiempo que el alcaide vio en tierra
-al contrario, fue de presto y le puso una rodilla en los pechos, y
-enarbolando el invicto brazo le dijo:
-
---Date por vencido, y confiesa la verdad luego, y así no te acabaré de
-matar.
-
-El malvado Zegrí viéndose tan mal herido y a voluntad de su competidor,
-le respondió diciendo:
-
---Ya no es menester darme más heridas que las que tengo, porque esta
-postrera bastaba para echar del mundo a un tan gran traidor alevoso
-como yo; y pues me pedís, vencedor caballero, que declare la verdad, yo
-la diré: Sabrás que habiendo muerto algunos de mi linaje los del bando
-Abencerraje, y a otros afrentado, y que tanto valían con los reyes que
-no nos podíamos vengar de ellos, ordené yo mismo que fuesen perseguidos
-todos los caballeros Abencerrajes, y por mi traición fueron muertos sin
-culpa; y la reina no debe cosa ninguna de lo que yo la levanté acerca
-del adulterio de que fue acusada: esta es la verdad; llegado he a punto
-de decirla, y no hay otra cosa sino lo que he dicho: de todo lo cual
-estoy muy arrepentido, por haber visto las desgracias y muertes que en
-este tiempo han sucedido, y por la afrenta grande en que se ha visto la
-reina no siendo culpada en ninguna cosa.
-
-Todo lo que el traidor Zegrí decía estaban oyéndolo muchos caballeros,
-así del bando de la reina, como de los Zegríes; y para más justificar
-la causa de la reina llamaron a los jueces para que oyesen todo lo que
-el Zegrí decía.
-
-Luego llegó el valeroso Muza, y los dos jueces que estaban en el
-cadalso bajaron, y entrando en el palenque tornó a referir el Zegrí lo
-dicho, y luego expiró.
-
-Al momento tocaron con grande alegría muchas chirimías y dulzainas con
-otros instrumentos músicos por victoria tan importante, que habían
-conseguido aquellos caballeros extranjeros de los naturales traidores;
-y cómo por ella se había sabido la verdad, y le era vuelta y restituida
-su honra a la casta e inocente reina.
-
-A una parte se oían las músicas y grande alegría, y a otra lloros,
-tristeza y gritos que daban las mujeres y deudos de los Zegríes muertos.
-
-Los caballeros vencedores fueron sacados del campo con muy grande
-honra, hecha por la mayor parte de los caballeros que eran del bando de
-la reina.
-
-Y de esta suerte los victoriosos caballeros llegaron a la reina que ya
-estaba dentro de la litera en que había venido, y la preguntaron si
-había otra cosa que hacer en aquel caso, o en otro cualquiera que fuese
-de su gusto o de necesidad.
-
-La reina dijo que para la satisfacción entera de su honra bastaba lo
-que habían hecho, y que recibiría mucho contento en que se quisiesen ir
-con ella para ser curados de sus heridas.
-
-Los caballeros aceptaron el ruego de la reina, y así salieron de la
-plaza llevando la música de añafiles delante, con mucho contento y
-alegría.
-
-Todo lo cual era al contrario en los mal intencionados Zegríes
-y Gomeles, porque con tristes llantos sacaron del palenque los
-destrozados cuerpos de sus parientes, y estuvieron determinados de
-romper con su contrario bando, y procurar dar muerte a los extranjeros
-vencedores; y no se determinaron, por entonces, porque de allí adelante
-hubo entre ellos bandos y pasiones mayores que hasta entonces habían
-tenido, como adelante lo diremos.
-
-Los caballeros cristianos llegaron a la posada de la reina, y todos los
-demás caballeros; y los vencedores fueron curados con gran diligencia
-de cirujanos, y ellos pusieron sus armas junto a sí, por si algo
-sucediera.
-
-Y aquella noche después de haber cenado, la reina, Celima y Esperanza
-fueron a visitar a los cuatro caballeros cristianos; y después de haber
-hablado de los trabajos en que se había visto aquella ciudad, y de la
-muerte injusta de los Abencerrajes, la reina se llegó un poco más al
-lecho de D. Juan Chacón, y sentándose le dijo:
-
---El alto y poderoso Jesucristo, y su bendita Madre que le parió sin
-dolor, quedando Virgen por divino misterio, os den salud entera y vida
-larga, y os paguen la buena obra, que a esta triste y desconsolada
-reina habéis hecho habiéndome librado de una muerte tan infame y
-afrentosa; mas fue la voluntad de Dios de librarme, y que vos fueseis
-el instrumento de mi libertad; y así os quedo obligada mientras la
-vida me durare, la cual gastaré en vuestro servicio. Deseo ya verme
-cristiana para servir a Dios y a su Santísima Madre y a vos, y creedme
-que la mayor parte de los caballeros de esta ciudad están deseosos de
-verse ya cristianos, y no aguardan sino que el rey D. Fernando comience
-la guerra, y está así concertado desde que se fueron los caballeros
-Abencerrajes; por tanto así como lleguéis, dad orden a vuestro rey para
-que ponga en ejecución la guerra contra este reino, y os ruego que me
-digáis quién son esos tres caballeros a quien soy obligada, porque sepa
-a quién he de servir.
-
---Excelente señora --dijo D. Juan--, los caballeros que a mí me han
-hecho merced y a vos servido, son D. Alonso de Aguilar, el gran
-D. Manuel Ponce de León, y el otro D. Diego Fernández de Córdoba,
-caballeros de grande estima, que ya tendréis noticia de ellos.
-
---Sí tengo --respondió la reina--, que muchas veces han entrado en
-la Vega, y han hecho cabalgadas de ganados y buenas presas, y son
-conocidos por sus hechos y nombres, aunque ahora no han sido conocidos
-por el disimulo del traje turquesco, y ha sido buen pensamiento; y pues
-son de tan gran valor, será justo que les hable y dé las gracias del
-bien que por su causa me ha redundado.
-
-Diciendo esto la reina Sultana fue donde estaban los tres caballeros, y
-a todos, y a cada uno de por sí les dio muchas gracias por el favor que
-le tenían hecho, y que confiaba en Dios que algún día les serviría en
-algo.
-
-El alcaide de los Donceles respondió en nombre de todos:
-
---Vuestra alteza le dé esas gracias y mercedes al señor D. Juan, que
-nosotros poco es lo que hemos hecho, según lo mucho que os deseamos y
-debemos servir.
-
---Muchas mercedes, señores caballeros, por el nuevo ofrecimiento, que
-es para más obligarme a serviros, y reagravar la deuda tan grande que
-os tengo. Dios os pague lo que habéis hecho por mí, y dé vida para que
-pueda pagar alguna cosa de lo mucho que os debo; y porque parece que es
-hora de reposar y descansar, yo me quiero ir a recoger para dar orden a
-lo que conviene para vuestro regalo.
-
-Con aquesto se fue la reina, y habló con su tío Moraicel, y le dijo que
-estaba recelosa de que viniesen a tomar venganza los Zegríes y Gomeles
-en los cuatro caballeros, por la muerte de los cuatro traidores; que
-pusiesen algún remedio.
-
-Y pareciéndole buen consejo, fue a dar parte de ello a Muza, el cual
-puso cien caballeros de guarda en la casa, los cuales estuvieron toda
-la noche con gran cuidado.
-
-Fue muy acertado el parecer de la reina, porque los Zegríes y Gomeles
-tenían concertado de cercar la casa, y dar muerte violenta a los
-caballeros vencedores; y como vieron tanta guarda, y conociendo que
-no podrían salir con su intento, desistieron de su propósito; y más
-cuando supieron que el valeroso Muza había puesto aquellos caballeros,
-lo sintieron de manera que se les comía el corazón de envidia, por
-ver con las veras que acudía Muza a los cuidados de la reina, y no se
-atrevieron a irle a la mano porque le temían.
-
-Venida la mañana se fue la gente de guardia, y los cuatro caballeros
-determinaron de irse, porque no los echase menos el rey D. Fernando; y
-así pidieron licencia a la reina para partirse a la corte de su rey,
-porque les importaba que no supiese la ausencia que habían hecho.
-
---¿Pues cómo, señores, dijo la reina, estando tan lastimados, cansados
-y heridos os queréis poner en camino tal? No lo tengo de consentir:
-¿por ventura os falta cosa alguna, o la deseáis?
-
---No uno ni otro --respondió D. Juan Chacón--, porque donde está
-vuestra alteza no hay que desear nada; pero importa irnos por lo que he
-dicho.
-
---Pues que así es --dijo la reina--, tornaos a curar, e id vuestro
-viaje con la bendición de Dios; y por él os ruego no me olvidéis, y
-suplicad a vuestro rey que comience la guerra contra Granada, porque a
-todos los que tienen deseo firme de ser cristianos, se les cumpla.
-
-Los caballeros se lo prometieron así. La reina mandó llamar a los
-cirujanos; y curados, se armaron, y despidiéndose de la reina y Celima,
-Esperanza y de Moraicel, se partieron quedando llorando la reina la
-ausencia de tan buenos caballeros.
-
-Muza, Malique Alabez y Gazul, que supieron que los caballeros
-extranjeros se iban de Granada, les salieron a prevenir un grande
-acompañamiento con más de doscientos moros, a más de media legua la
-vuelta de Málaga.
-
-Pero así como los moros se despidieron de ellos, tomaron la vía
-de Castilla, y caminaron a grande priesa; y entrando en tierra de
-cristianos, supieron cómo los Reyes Católicos estaban en Écija: ellos
-fueron a Talavera, y hallaron a sus criados que los esperaban para que
-siguiesen la corte.
-
-Allí estuvieron ocho días curándose muy secretamente, y estando ya
-mejores se partieron para Écija; y en llegando, pidiendo licencia al
-rey D. Fernando para irse a sus tierras, se la dio; y llegados a sus
-patrias, ellos y otros caballeros dieron orden de ganar a la ciudad de
-Alhama, llevando para ello la prevención conveniente, porque era muy
-fuerte; y siendo juntos muchos y principales caballeros la cercaron y
-combatieron por todas partes.
-
-Donde los dejaremos combatiendo, por decir lo que pasó en la ciudad de
-Granada en este medio y sazón, y también porque a mí no toca escribir
-lo que pasó en aquesta guerra de Alhama, que no hace al intento, ni
-propósito mío.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XVI.
-
-_De lo que pasó en Granada, y cómo se volvieron a refrescar los bandos
-de ella, y la prisión del rey Mulahacén en Murcia, y la del rey Chico
-en Andalucía, y de otras cosas._
-
-
-Grande fue la tristeza y desconsuelo que la reina Sultana sentía por la
-ausencia de sus defensores caballeros, y de buena voluntad fuera en su
-compañía, que temía el alboroto de la ciudad; y si su dolor y tristeza
-fue grande, más excesivo fue el de los Zegríes y Gomeles y los demás de
-su bando por causa de los caballeros que en la cruel batalla murieron,
-y porque los agresores se fueron sin que de ellos se tomase venganza,
-y porque se sentían muy afrentados y corridos por las cosas pasadas;
-pero con disimulación aguardaban ocasión para ejecutar su deseo.
-
-Digamos ahora del rey Chico, el cual como supo la muerte de los
-acusadores de su mujer la reina, y la confesión que había hecho el
-malvado Zegrí en su disculpa, descubriendo la pésima y horrible maldad;
-enojado de sí mismo, no sabía qué hacerse.
-
-Poníasele delante la culpa de su ceguedad, y la muerte tan sin culpa
-de los nobles Abencerrajes; la grande deshonra en que había puesto a
-la reina, el destierro injusto que hizo cumplir a los Abencerrajes, y
-cómo por su causa se habían tornado cristianos y a él le aborrecía toda
-Granada, y cómo estaban amotinados y conjurados contra él, y hasta su
-padre le procuraba quitar el reino, y aun la vida. Imaginando en estas
-cosas y otras muchas venía a perder el juicio.
-
-Maldecía a los Zegríes y Gomeles, porque le habían dado tan malos
-consejos, y a él porque los había recibido.
-
-Llorando todas estas desventuras se tenía por el rey más desdichado de
-todo el mundo, y no osaba parecer de vergüenza o de temor; por lo cual
-no le visitaban los Zegríes y Gomeles.
-
-Bien se holgara el reyecillo de que su amada Sultana quisiera volver a
-su amistad; mas era imaginación y trabajo muy en vano, porque aunque
-ella quisiera, cuanto más que no estaba de ese parecer, sus deudos
-no lo consintieran; y con todo esto pidió a Muza que desenojase a la
-reina, y alcanzase de ella el perdón, y la dijese cuán arrepentido
-estaba, y que viniese a hacer vida con él.
-
-Muza pidió a la reina y a sus parientes todo lo que el rey Chico le
-había pedido, y no fue posible alcanzar alguna cosa de lo que pedía; y
-así volvió, y dio al rey la respuesta que había dado la reina.
-
-Con esto el rey se deshacía en pena; mas consolábase con que había de
-procurar traer a su amistad a todos los caballeros que pudiese, y a los
-ciudadanos y gente plebeya, para irse apoderando de toda la ciudad;
-y así iba adquiriendo amigos, y a todos les pedía perdón diciéndoles
-que él había sido mal aconsejado, y aunque habían pagado su delito
-los promovedores y consejeros, que ellos verían la enmienda que tenía
-de allí adelante, y que lo sucedido le había de ser escarmiento para
-mientras viviera, como lo verían, y el tratamiento que haría a sus
-vasallos; y como era heredero forzoso del reino, muchos grandes le
-obedecían con toda la más gente común.
-
-Nunca pudo reducir a su obediencia a ninguno de los Almoradís, Marines,
-Alabeces, Gazules, Venegas ni Aldoradines, que estos seis linajes
-seguían la parte del rey viejo, y la de su hermano el infante Abdalí.
-
-En este tiempo el rey Mulahacén, como hombre valeroso, no habiendo
-perdido sus bríos y braveza de corazón, ordenó de hacer una entrada
-en el reino de Murcia, y así juntando mucha y muy lucida gente,
-prometiendo buenos sueldos a los de a caballo y de a pie, salió de
-Granada llevando consigo dos mil hombres de a pie y de a caballo, y se
-fue a la ciudad de Vera, y tomando el camino de la costa, por dejar a
-Lorca, salió a los Almazarrones, y de allí fue a Murcia, y recorrió
-todo el campo de Sangonera, cautivando mucha gente.
-
-D. Pedro Fajardo, adelantado del reino de Murcia, salió con la más
-lucida gente que pudo a resistir al moro, que andaba corriendo el
-campo con gran pujanza; y encima de las lomas del Azul, día de San
-Francisco, se rompió la batalla entre moros y cristianos, la cual fue
-muy sangrienta y reñida; mas fue Dios servido, por intercesión del
-bienaventurado Santo, que D. Pedro Fajardo con la gente de Murcia,
-mostrando grandísimo valor, venció a los moros, y desbarató y prendió
-al rey.
-
-Viéndose desbaratados los moros, huyendo volvieron a Granada, donde
-se supo la prisión del rey Mulahacén y pérdida de todo su campo, lo
-cual se sintió en toda la ciudad, si no fue el infante Abdalí que se
-holgó mucho de la prisión del rey su hermano, porque por allí entendió
-alzarse con todo el reino, y así escribió al adelantado D. Pedro que le
-hiciese merced de tenerle al rey su hermano preso hasta que muriese, y
-que por ello le daría las villas de Vélez el Blanco y el Rubio, Xiquena
-y Tirieza.
-
-Mas el adelantado, considerando la traición que el infante quería
-hacer, no quiso aceptar su oferta, antes dejó ir libremente al rey y
-a los que con él fueron cautivos; el cual como llegó a Granada halló
-a Abdalí apoderado del Alhambra, diciendo que su hermano se la había
-dejado en guarda.
-
-Mulahacén muy enojado de esto, y más por la traición que le quiso
-hacer, se retiró en el Albaicín, adonde él y su mujer estuvieron muchos
-días.
-
-La madre de Mulahacén, vieja de ochenta años, habiendo visto la
-liberalidad del adelantado, le envió diez mil doblas, el cual no las
-quiso recibir; y le envió a decir que se las diese a su hijo para que
-hiciese guerra a su hermano.
-
-Visto que no había querido recibir los dineros, le envió ciertas joyas
-muy ricas y doce poderosos caballos enjaezados, todo lo cual recibió
-D. Pedro Fajardo.
-
-A pocos días se volvieron al Alhambra, porque su hermano se la dejó
-libre, entendiendo que el rey no sabía nada de las cartas que le había
-enviado a D. Pedro Fajardo.
-
-Mulahacén disimuló aquel negocio, y lo guardó para su tiempo, mas
-indignado contra su hermano y contra los que le fueron favorables, y
-todavía le dejó la administración del gobierno.
-
-A este Mulahacén le llamaron el Zagal, y Gadabli; mas su nombre propio
-y más usado era el de Mulahacén.
-
-Esta batalla y prisión de este Mulahacén escribió el moro cronista
-de este libro, y yo doy fe que en la iglesia mayor de Murcia, en
-la capilla de los marqueses de los Vélez, hay una tabla encima del
-sepulcro de D. Pedro Fajardo, en la cual se cuenta el suceso de aquesta
-batalla.
-
-Volviendo a nuestro propósito, el rey Mulahacén muy enojado por lo
-que el gobernador su hermano había hecho, hizo un día su testamento
-diciendo: «Que en fin de sus días fuese su hijo heredero del reino, y
-que echase de él al infante su hermano, y a todos los de su bando.»
-Esto decía, porque seguían al infante Abdalí muchos caballeros
-Almoradís y Marines, los cuales sustentaban la parte del infante.
-
-Por este testamento hubo después en Granada muchos alborotos, y entre
-los ciudadanos guerras civiles, como después de esto sucedieron; pues
-estando el rey Mulahacén en el Alhambra, y Granada, como de antes
-solía, debajo de la gobernación de dos reyes y un gobernador, no por
-eso dejaron los Almoradís de buscar modos y maneras para que totalmente
-el rey Chico fuese privado del reino; mas no podían hallar ninguna
-comodidad que buena fuese, respecto que los Zegríes y Gomeles estaban
-de su parte con otros muchos caballeros que reconocían que aquel era
-finalmente el heredero del reino; pero no por esto dejaban de buscar
-asechanzas y mil ocasiones tío contra sobrino, y sobrino contra tío;
-pero como el rey Chico estaba odiado de los más principales caballeros,
-no pudo salir por entonces con su intención en nada, ni pudo expeler
-a su tío del cargo que tenía, y así aguardaba tiempo para ejecutar su
-intención; y por alegrarse un día se paseaba por la ciudad con otros
-principales caballeros, por dar alivio a sus penas, rodeado de sus
-Zegríes y Gomeles, y le vino una muy triste nueva: cómo los cristianos
-habían ganado la ciudad de Alhama; con la cual embajada hubiera el rey
-de perder el sentido, así por perder aquella ciudad como por el peligro
-que tenía Granada de ser cada día corrida de cristianos.
-
-Tanto fue su sentimiento que al mensajero que trajo la nueva le mandó
-matar; y subiéndose al Alhambra lloró la pérdida de su ciudad, y mandó
-tocar añafiles y trompetas de guerra para que con muy gran presteza se
-juntase toda la gente, y fuera al socorro de la ciudad de Alhama.
-
-La gente de guerra se juntó toda al belicoso son de las trompetas, y
-preguntándole al rey que para qué los mandaba juntar, respondió que
-para socorrer a Alhama, que la habían ganado los cristianos.
-
-Entonces un alfaquí viejo le dijo:
-
---Por cierto que se emplea muy bien tu desventura en haber perdido a
-Alhama; y merecías perder todo el reino, pues mataste a los nobles
-caballeros Abencerrajes, y a los que quedaban mandaste desterrar del
-reino; por lo cual se tornaron cristianos, y ellos propios son los que
-te hacen la guerra. Acogiste a los Zegríes que eran de Córdoba, y te
-has fiado de ellos; pues ahora irás al socorro de Alhama, y di a los
-Zegríes que te favorezcan en semejante desventura como esta.
-
-Por esta embajada que al rey Chico le vino de la pérdida de Alhama,
-y por lo que este moro alfaquí le dijo, y por la muerte de los
-Abencerrajes, se dijo aquel romance antiguo tan doloroso para el rey,
-que dice en arábigo, traducido al castellano, de esta manera:
-
- Paseábase el rey moro
- por la ciudad de Granada
- desde la puerta de Elvira
- hasta la de Vivarrambla.
- Cartas le fueron venidas
- que Alhama era ganada:
- las cartas echó en el fuego,
- y al mensajero maltrata.
- Descabalga de una mula
- y en un caballo cabalga;
- por el Zacatín arriba
- subido se ha al Alhambra.
- Cuando en el Alhambra estuvo,
- al mismo tiempo mandaba
- que le toquen sus trompetas,
- los añafiles de plata,
- Y que las cajas de guerra
- apriesa toquen al arma,
- porque la oigan sus moros,
- los de la Vega y Granada.
- Los moros que el son oyeron,
- y al sangriento Marte llama,
- de uno a uno, y dos a dos,
- juntádose ha gran batalla.
- Allí salió un moro viejo
- y desta manera hablara:
- «¿Para qué nos llamas, rey;
- para qué es esta llamada?»
- «Habéis de saber, amigos,
- una nueva desdichada,
- que cristianos de braveza
- ya nos han ganado a Alhama.»
- Allí habló un alfaquí
- de barba crecida y cana:
- «Bien se te emplea, buen rey;
- buen rey, bien se te empleaba;
- Mataste los Bencerrajes
- que eran la flor de Granada,
- acogiste advenedizos
- de Córdoba la nombrada.
- Pos eso mereces, rey,
- una pena bien doblada,
- que te pierdas tú y tu reino,
- y que se pierda Granada.»
-
-Este romance se hizo en arábigo en aquella ocasión de la pérdida de
-Alhama, el cual era muy doloroso, y tanto que vino a vedarse en Granada
-que no le cantasen, porque cada vez que le cantaban en cualquiera parte
-provocaba a llanto y dolor: después se cantó en lengua castellana de la
-misma manera, que decía:
-
- Por la ciudad de Granada
- el rey moro se pasea;
- desde la calle de Elvira
- llegaba a la plaza Nueva.
- Cartas le fueron venidas,
- que le dan muy mala nueva,
- que habían ganado a Alhama
- con batalla y gran pelea.
- El rey con aquestas cartas
- grande enojo recibiera,
- al moro que se las trajo
- mandó cortar la cabeza.
- Las cartas hizo pedazos
- con la saña que le ciega,
- descabalga de una mula
- y cabalga en una yegua.
- Por la calle el Zacatín
- al Alhambra se subiera;
- trompetas mandó tocar
- y las cajas de pelea,
- Porque lo oyeran los moros
- de Granada y de la Vega,
- uno a uno, dos a dos,
- grande escuadrón se hiciera.
- Cuando los tuviera juntos
- un moro allí le dijera:
- «¿Para qué nos llamas, rey,
- con trompa y cajas de guerra?»
- «Habéis de saber, amigos,
- que tengo una mala nueva,
- que la mi ciudad de Alhama
- ya del rey Fernando era.
- Los cristianos la ganaron
- con muy crecida pelea.»
- Allí habló un alfaquí,
- desta manera dijera.
- «Bien se te emplea, buen rey;
- buen rey, muy bien se te emplea,
- mataste los Bencerrajes
- que eran la flor desta tierra;
- Acogiste a advenedizos
- que de Córdoba vinieran;
- y así mereces, buen rey,
- que todo el reino se pierda.»
-
-Pues volviendo al caso, así como el rey juntó gran copia de gente, al
-punto sin poner en ello dilación, salió de Granada para ir al socorro
-de Alhama, imaginando que la había de remediar; mas su cuidado y
-trabajo fue en vano, porque cuando llegó a Alhama ya los cristianos
-estaban apoderados de la ciudad y del castillo, y de todas sus torres
-y fortalezas; pero con todo eso hubo una muy grande escaramuza entre
-moros y cristianos: allí murieron más de treinta Zegríes a manos de los
-cristianos Abencerrajes, que allí había más de cincuenta que estaban a
-la orden del marqués de Cádiz.
-
-Finalmente, por el gran valor y esfuerzo de los caballeros cristianos
-fueron desbaratados los moros: lo cual visto por el rey de Granada, se
-volvió sin hacer en aquella ocasión cosa de provecho.
-
-Así como llegó a Granada volvió a hacer más gente y en más cantidad,
-y volvió sobre Alhama, y una noche secretamente la hizo echar
-escalas y entraron dentro algunos moros; y así como fueron sentidos
-de cristianos, tocaron al arma y pelearon con los moros que habían
-entrado, y los mataron y se pusieron a la defensa.
-
-Y viendo el rey que trabajaba en vano, se volvió muy triste, y envió
-por el alcaide de Alhama para degollarle, que se había retirado a Loja
-a su fortaleza.
-
-Los mensajeros del rey, presentando los recados que llevaban para
-prenderle, le prendieron y le dijeron como le mandaba cortar la cabeza
-y llevarla a Granada, y ponerla encima de las puertas del Alhambra,
-porque fuese a él castigo y a otros temor, pues había perdido una
-fuerza tan importante.
-
-Y siendo preso, dijo el alcaide que él no tenía culpa de aquella
-pérdida, que el rey le había dado licencia para ir a Antequera a bodas
-de una hermana suya, que el alcaide Rodrigo de Narváez la casaba con
-un caballero, y que ocho días le habían dado de término más que los
-que había pedido, y que a él le pesaba mucho de la pérdida de Alhama,
-porque si el rey la perdía, él había perdido sus hijos, mujer y
-hacienda.
-
-No bastó esta disculpa que dio el alcaide, y así le llevaron a Granada
-y le cortaron la cabeza; y por esto se hizo el siguiente
-
-ROMANCE.
-
- Moro alcaide, moro alcaide,
- el de la bellida barba,
- el rey te manda prender
- por la pérdida de Alhama;
- Y cortarte la cabeza
- y ponerla en el Alhambra,
- porque a ti sea castigo,
- y otros tiemblen en mirarla;
- Pues perdiste la tenencia
- de una ciudad tan preciada.
- El alcaide respondía,
- desta manera les habla:
- «Caballeros, y hombres buenos
- los que regís a Granada,
- decid de mi parte al rey
- como no le debo nada.
- Yo me estaba en Antequera
- en bodas de una mi hermana;
- mal fuego queme las bodas
- y quien a estas me llevara,
- El rey me dio la licencia
- que yo no me la tomara;
- pedila por quince días,
- diómela por tres semanas.
- De haberse Alhama perdido
- a mí me pesa en el alma,
- que si el rey perdió su tierra,
- yo perdí mi honra y fama:
- Perdí una hija doncella,
- que era la flor de Granada;
- el que la tiene cautiva
- marqués de Cádiz se llama.
- Cien doblas le doy por ella,
- no me las estima en nada:
- la respuesta que me han dado
- es, que mi hija es cristiana,
- Y por nombre le habían puesto
- Doña María de Alhama:
- el nombre que ella tenía
- mora, Fátima se llama.»
- Diciendo esto el alcaide
- lo llevaron a Granada,
- y siendo puesto ante el rey,
- la sentencia le fue dada,
- Que le corten la cabeza,
- y la lleven al Alhambra:
- se ejecutó la sentencia,
- así como el rey lo manda.
-
-Pues habiéndose hecho esta justicia del alcaide de Alhama, se comenzó
-a tratar entre todos los caballeros que el tío del rey saliese con la
-gente de su bando a tomar venganza de la pérdida de Alhama, o a buscar
-otras ocasiones para vengarse de los cristianos; a lo cual el tío les
-respondió que harto hacía en guardar la ciudad y tenerla en paz, y que
-por esta causa no salían él ni los de su bando de ella.
-
-Tratando en estas cosas todos los caballeros que estaban a la
-obediencia del rey Chico, dijeron que de ley de razón al hijo se
-le debía la corona, y no al hermano, y que guardar esta ley era de
-caballeros nobles; y como esto se considerase, todos los más linajes
-le dieron la obediencia al rey Chico, así como Gazules, Aldoradines,
-Venegas, Alabeces; y los de este bando, que eran enemigos de los
-Zegríes, no atendieron a enemistades pasadas, pudiendo más la razón
-que el rencor, y más la nobleza que la malicia; de tal suerte, que con
-el tío del rey Chico no quedaron sino Almoradís, Marines y algunos
-caballeros y gente ciudadana.
-
-Pues todos estos, como hemos dicho, decían, que el infante Abdalí
-saliese a buscar algunas ocasiones contra cristianos, de suerte que se
-vengase la toma de Alhama, y que no estuviese arrinconado, como hombre
-inútil y de poco valor, pues pretendía tener cetro y corona.
-
-A todo esto respondía el infante lo que habéis oído, y que él quería
-guardar a Granada, que era de más importancia que ir a buscar
-cristianos a sus casas: lo mismo decían los Almoradís y Marines; y a
-cerca de esto Malique Alabez, lleno de cólera y saña, les dijo:
-
---Que eran cobardes y ruines, y que no hacían a ley de caballeros en no
-salir a buscar cristianos con quien pelear, y querer por fuerza hacer
-rey a quien no lo merecía por su persona, ni le venía de derecho.
-
-Los Almoradís oyendo estas palabras pusieron mano a las armas contra
-los Alabeces, y ellos también. Los Gazules no se holgaron viendo
-este acontecimiento; y así pusieron mano en las armas y dieron en
-los Almoradís y Marines, de suerte que en poco tiempo mataron más de
-treinta de ellos, y los Almoradís mataron muchos Gazules y Alabeces.
-
-De tal manera se revolvieron los bandos unos con otros que se ardía
-Granada y se derramaba mucha sangre de ambas partes; mas siempre
-llevaron lo peor los Almoradís y Marines, aunque tenían de su parte
-gran copia de la gente común, y otros linajes de caballeros; y tan
-mal les fue que se hubieron de retirar todo lo mejor que pudieron al
-Albaicín.
-
-Los dos reyes salieron cada uno a favorecer su parte; y si no fuera
-por los alfaquíes, y por muchos señores que se pusieron por medio,
-perecieran, y también porque Muza con mucha gente de a caballo fue
-apaciguando la pendencia; y no sabía contra quien fuese, porque el
-rey Chico era su hermano, y el infante su tío; pero considerando que
-derechamente era el reino de su hermano, era más de su bando.
-
-Este día hubo tan grande revuelta que fue causa para que el furor del
-amotinado pueblo cesase, y se reconciliasen en amistad; y así se hizo
-un crecido escuadrón de gente de a caballo y de a pie.
-
-Y como el rey Chico los viese con tan grande voluntad de ir a pelear
-contra los cristianos, propuestos de morir o vengar la pérdida de
-Alhama, salió de Granada con ellos, yendo con acuerdo de no detenerse
-hasta entrar bien adentro de Andalucía, y hacer una gran cabalgada,
-o rendir alguna fuerza de cristianos; y con este propósito marcharon
-hasta llegar legua y media de Lucena, donde el rey mandó hacer de toda
-su gente tres batallas: la una tomó él a su cargo, y la otra dio a un
-alguacil mayor, y la otra a un capitán de Loja, llamado Aliatar, y
-todos corrieron la tierra e hicieron una muy gran presa.
-
-Esta corrida de los moros se supo en Lucena, Baena y Cabra; y así salió
-el conde de ella, y el valiente alcaide de los Donceles con mucha
-gente, y pelearon con los moros; los cuales como vieron venir tal
-tropel de cristianos, juntaron sus tres batallas y pusieron enmedio la
-cabalgada.
-
-Los valientes andaluces dieron en los moros de tal forma que, aunque
-se defendieron con gran valor, fueron desbaratados, y junto al arroyo
-del puerco, que otros llaman el arroyo de Martín González, fue preso el
-rey de Granada y otros muchos con él. Los moros que escaparon fueron
-huyendo la vuelta de Granada. El rey fue llevado a Baena, y de allí a
-Córdoba, para que le viese el rey D. Fernando.
-
-Fuéronle enviados mensajeros al rey Católico para que tratase de
-rescate del rey Chico; y sobre si se rescataría, o no, hubo muchas
-diferencias entre los del consejo y grandes de Castilla.
-
-Al fin se acordó de darle libertad con que fuese vasallo del rey D.
-Fernando; y así juró, de ser leal y fiel con que le diese su favor y
-ayuda para conquistar algunos lugares que no le querían obedecer, sino
-a su padre.
-
-El rey D. Fernando lo prometió así; y le dio cartas para todos los
-capitanes cristianos que estaban en las fronteras de Granada, para
-que le ayudasen en lo que el rey Chico quisiese, y que a los moros
-que quisiesen ir a labrar tierras fuera de Granada, no se les hiciese
-perjuicio.
-
-Y habiendo asentado y jurado todo lo dicho, pidió licencia el rey de
-Granada al rey Católico, y dándosela con muchos presentes, se fue a su
-patria.
-
-Y como su tío Abdalí y los demás caballeros de Granada supieron el
-trato que había hecho el reyecillo con el rey D. Fernando, les pareció
-muy mal; y recelándose de que por esta causa se perdiese Granada, el
-infante Abdalí les hizo a todos el siguiente parlamento, diciendo así:
-
---Claros, ilustres y muy esforzados caballeros que tan injusto odio
-me tenéis, sin razón ni legítima causa: bien sabéis como mi sobrino
-fue alzado por rey de Granada, sin ser muerto mi hermano Mulahacén, su
-padre, por una causa muy ligera; solo porque degolló cuatro caballeros
-Abencerrajes, que lo merecían, y por esto le quitasteis la obediencia,
-y alzasteis a su hijo por rey contra toda razón y derecho; y mi
-sobrino, habiendo, con vuestro favor, degollado treinta caballeros
-Abencerrajes sin ninguna culpa; habiendo levantado tal testimonio a su
-mujer, reina nuestra, por donde tantos escándalos, muertes y guerras
-civiles ha habido en esta ciudad, le tenéis obediencia y le amáis, sin
-mirar que no es digno de ser rey, pues su padre es vivo; y sin esto
-mirad ahora lo que ha hecho y concertado con el rey D. Fernando de
-Castilla, que le han de dar gente belicosa para hacer guerra con ella
-a los pueblos que no le han querido obedecer, y siempre han estado en
-la obediencia de su padre; y más le da al rey cristiano tantas mil
-doblas de tributo, después de haberse perdido él y los suyos en esta
-entrega que ha hecho tan sin causa. Ya que Alhama fue perdida, no tenía
-necesidad sino de reparar las fuerzas, pues Alhama no se podía cobrar
-al presente, y por tiempo se pudiera restaurar. Pues considerando
-ahora, caballeros, a vos digo Zegríes, Gomeles, Mazas y Venegas,
-allegados a mi sobrino con tanta vehemencia, si ahora metiese gente
-cristiana y guerras en Granada, ¿qué esperanza podríais tener, y qué
-seguridad para que no se levantasen con su tierra? ¿No sabéis que los
-cristianos son gente feroz y belicosa, todos con ánimo levantado hasta
-el cielo? Si no mirad lo de Alhama cómo ha sido, y cuán presto la han
-atropellado. Pues Alhama gente de guerra tenía dentro para defenderla:
-mirad cómo no la defendieron. Pues si entrasen estos en Granada, y
-tuviesen lugar de ver las murallas y torres, ¿quién quita que luego no
-fuese ganada por los cristianos? Abrid, amigos, los ojos, y no deis
-lugar a mayores males. Mi sobrino no sea admitido por rey, pues es
-amigo del rey cristiano. Mi hermano es rey, y por ser ya viejo tengo
-yo el gobierno de la corona real: si él muere, y mi padre fue rey de
-Granada, ¿por qué no lo seré yo, pues de legítimo derecho me viene, y
-la razón lo pide? De necesidad es menester: ahora cada uno responda, y
-dé su voto a lo que tengo propuesto y dicho, y sea la respuesta tocante
-al bien del reino.
-
-Fueron tan eficaces estas razones que dijo el infante Abdalí contra
-su sobrino, que los alfaquíes y demás caballeros, especialmente
-Almoradís y Marines, fueron de común acuerdo que el rey Chico no fuese
-admitido en Granada, y que el tío fuese alzado por rey, y entregado
-en el Alhambra; lo cual le fue dicho a Mulahacén, el que agravado de
-pesadumbres y males salió de su voluntad del Alhambra, y se apoderó
-en el Alcazaba junto con su familia; y su hermano fue apoderado en el
-Alhambra con título de rey, aunque contra la voluntad de los Zegríes,
-Mazas, Gomeles, Gazules, Alabeces, Aldoradines y Venegas; pero
-disimularon por ver en qué paraban aquellas cosas.
-
-El rey Chico llegó a Granada con muchas joyas y presentes que el rey
-D. Fernando le había dado. Los de Granada no le quisieron acoger ni
-recibir, diciéndole que el moro que hacía alianzas y paces con los
-cristianos no había que fiar de él. Visto por el rey que no le querían
-recibir, y sabiendo que su tío estaba apoderado en el Alhambra, se fue
-a la ciudad de Almería, que era tan grande como Granada, y de tanto
-trato y cabeza de reino, donde le recibieron como a su rey.
-
-Desde allí requería a algunos lugares que le diesen la obediencia, y si
-no que los destruiría. Los lugares no se la quisieron dar, por lo cual
-les hacía guerra con cristianos y moros.
-
-En esta sazón murió el rey viejo, con cuya muerte se renovaron los
-bandos, porque visto el testamento que había hecho en vida, hallaron en
-él la traición que su hermano había intentado contra él, y cómo dejaba
-su hijo por heredero del reino, y que fuese obedecido de todos, y si
-no, que la maldición de Mahoma viniese sobre ellos.
-
-Por esto comenzaron nuevos escándalos, porque el reino le venía al hijo
-de Mulahacén, y no al infante. En esto estuvieron tratando muchos días,
-en los cuales le aconsejaron al infante que procurase con diligencia
-matar a su sobrino, y muerto, reinaría en paz.
-
-Admitió este consejo, y determinó el ir a Almería a matarle; y primero
-escribió a los alfaquíes de Almería lo que su sobrino había tratado
-con el rey D. Fernando, de lo cual les pesó, y le enviaron a decir que
-ellos darían entrada secretamente en Almería; que le viniese a prender
-o matar.
-
-Vista esta respuesta por el infante, se partió con secreto llevando
-algunos caballeros consigo, y en llegando a Almería los alfaquíes les
-entraron secretamente, y cercando la casa real, procuró prender o
-matar a su sobrino; pero oyendo el alboroto, avisaron al rey Chico
-y él escapó huyendo con algunos de los suyos, y se fue a tierra de
-cristianos.
-
-El infante quedó muy enojado por haberse escapado el sobrino; pero allí
-en Almería halló un muchacho, sobrino suyo y hermano del rey Chico, y
-le hizo degollar, porque si el rey Chico moría, pudiese él reinar sin
-que nadie se lo impidiera: pasado esto se volvió a Granada donde estuvo
-apoderado del Alhambra y ciudad, y obedecido por rey del reino, aunque
-no del todo, porque todavía entendían que aquel no era su señor natural.
-
-El rey Chico se fue adonde estaba el rey D. Fernando y la reina
-Doña Isabel, y contó toda su tragedia; de todo lo cual pesó mucho a
-los cristianos reyes, y le dieron unas cartas al rey moro para el
-gobernador y capitán de todas las fronteras del reino de Granada,
-especialmente para Benavides que estaba en Lorca con gente de
-guarnición; y dando al rey moro muy grande cantidad de dinero, y otras
-cosas de valor, le envió a Vélez el Blanco, donde fue bien recibido
-él y los suyos; y asimismo en Vélez el Rubio, donde estaba un alcaide
-moro, que se decía Alabez, y en Vélez el Blanco estaba un hermano suyo.
-
-Estando aquí el rey Chico entraba y salía en los reinos de Castilla
-a cosas que le cumplían, donde era de los cristianos favorecido
-por mandado del rey D. Fernando; y a este tiempo habían ganado los
-cristianos muchos lugares de Granada, así como Ronda, Marbella y otros
-pueblos comarcanos, Loja y sus contornos.
-
-El tío del rey Chico no se aseguraba un punto, porque tenía el
-reino tiranizado y siempre procuraba la muerte del sobrino, porque
-no reinase, y prometía muchas cosas a quien le matase con yerbas o
-violentamente; y no faltaron cuatro moros codiciosos a las promesas que
-le dieron palabra de matar al rey Chico; y para la ejecución los envió
-con cartas para su sobrino, porque no se recelasen de ellos, atento a
-que él no le hacía guerra, y que como de paz le enviaba aquel mensaje
-con blandas y cautelosas palabras, que decían así:
-
- «Amado sobrino: no obstante las causas de las pasadas guerras que
- habemos tenido por el reino, sabiendo ya que verdaderamente es
- vuestro por una cláusula del testamento de mi hermano, donde dice
- que vos sois heredero de él, he acordado que seáis entregado en la
- posesión de él, y le recibáis debajo de vuestro amparo, como rey y
- señor de él, dándome un lugar en que esté contento para pasar mi
- vida, que con esto viviré gustoso; y mirad que os lo requiero de
- parte de Dios Todopoderoso, y de Mahoma, su fiel mensajero, porque
- el reino de Granada se va perdiendo, sin que en nada haya reparo.
- Por tanto, vistos estos mis recados, vos venid a Granada muy seguro,
- como rey y señor de ella. De todo lo pasado estoy muy arrepentido,
- y así espero el perdón de vos, como de mi señor y rey; y mirad que
- si tenemos división y guerras civiles, el reino será perdido; y no
- viniendo a él, le entregaré a vuestro hermano Muza, el cual lo tiene
- por deseo de gobernar; y si él se apodera del reino, y los grandes le
- juramos por rey, con dificultad será desposeído. Ceso, y de Granada
- etc.--_Muley Abdalí._»
-
-Esta carta dio el infante a cuatro moros valientes y conjurados, para
-que en acabándosela de dar le matasen; y si no pudiesen buenamente
-salir con su intención, que se viniesen. No faltó quien diese aviso de
-esto al rey Chico para que se guardase.
-
-Llegados los mensajeros a Vélez el Blanco preguntaron al alcaide Alabez
-por el rey. Él respondió que allí estaba, y qué era lo que querían.
-
---Traemos unos recados del rey su tío.
-
-Alabez dijo:
-
---¿Cómo puede ser su tío rey, habiendo legítimo heredero en el reino?
-
---Eso no sabemos nosotros --respondieron los mensajeros--, más de que
-nos mandó venir con estos recados.
-
---Pues dadme las cartas --dijo el alcaide--, que vosotros no le podéis
-entrar a hablar.
-
---No las podemos dar sino en sus manos --respondieron ellos.
-
---Pues aguardad aquí. Avisaré al rey --dijo Alabez; y lo hizo, y dijo
-si los dejaría entrar o no.
-
-El rey mandó que los dejase entrar para oír su mensaje; y mandó a doce
-caballeros Zegríes y Gomeles que estuviesen prevenidos en su sala por
-si había alguna traición.
-
-Esto hecho, y el alcaide alistado de armas, volvió a los mensajeros y
-les dijo que entrasen; y entrados donde estaba el rey, y viéndole que
-estaba tan acompañado, disimularon, y alargando la mano el un mensajero
-para darle al rey los despachos, se los quitó el alcaide y se los dio
-al rey; y abriendo la carta la leyó toda, y como estaba avisado de
-la traición, mandó luego que prendiesen a los mensajeros, y dándoles
-tormento confesaron la verdad, y fueron sentenciados a muerte, y los
-ahorcaron de las almenas del castillo; y el rey Chico respondió a su
-tío en una carta lo siguiente:
-
- «El muy poderoso Dios, criador del cielo y la tierra, no quiere que
- las maldades de los hombres estén ocultas, sino que a todos sean
- patentes, como ha hecho en haber descubierto tu maldad. Recibí tu
- carta, más llena de engaños que el caballo de los griegos. Ahora
- me prometes amistad, que estás harto de perseguirme, matando a mis
- familiares y caballeros que me seguían. Traigo por testigos de esto a
- los de Almería que lo sabían, y a mi inocente hermano que degollaste.
- No sé por cuál razón hiciste tal crueldad; mas yo confío en Dios que
- algún día me lo pagarás con tu cabeza, y los de Almería no quedarán
- sin castigo. El reino que tienes era de mi padre, y de derecho es
- mío; quereisme todos mal porque trato con cristianos: bien sabéis que
- por comunicar con ellos labran los moros sus tierras, y tratan en sus
- mercaderías seguramente: los cuales no lo hacen estando debajo de tu
- dominio contra toda razón. Avísote que algún día he de estar sobre
- tu cabeza, y me pagarás la traición que contra mi padre cometiste, y
- la que a mí ahora querías hacer debajo de tus melosas palabras; pues
- sábete que adonde tú estás tengo quien me da aviso de tus traiciones.
- Enviaste cuatro mensajeros, tales como tú, para que me diesen muerte,
- y pagaron su maldad, y confío que tú pagarás la tuya. Las joyas que
- me enviaste las quemé en pública plaza a vista de todos, recelándome
- de tus traiciones. No sé por qué las usáis siendo de linaje de reyes
- y teniéndoos por tal: no más. De Vélez el Blanco, etc.--_El rey de
- Granada natural._»
-
-Esta carta escrita, la envió a Granada con otra que iba para Muza, y
-él se la dio a su tío, el cual como supo que a los mensajeros que él
-envió para matar a su sobrino los habían ahorcado habiendo confesado la
-traición, se halló muy confuso; mas disimulando, andaba cuidadoso y con
-recato de su persona.
-
-Muza leyó la carta de su hermano y decía:
-
- «No sé, amado hermano, cómo tu valor consiente que un tirano sin
- razón ni ley tenga usurpado el reino de nuestro padre y abuelos, y
- que me persiga y tenga desterrado de lo que es mío. Si están mal
- conmigo los Almoradís y Marines por la muerte de los Abencerrajes,
- quien fue la causa de ello pagó la culpa, y yo como rey usaba
- justicia. Si siendo cautivo traté amistad con cristianos, fue por mi
- libertad, y por el bien de Granada, porque con el favor de ellos las
- tierras se labran. Poco hacía al caso pagar al rey tributo, dejando
- nuestro reino en paz. Ahora veo que va peor teniendo Granada otro
- rey, porque los cristianos se van apoderando del reino y ensanchando
- el suyo. Por Dios te ruego, que pues tu valor es para todos bastante,
- que tomes a tu cargo mi defensa por la honra de ambos; y considera la
- ambición de este tirano, pues derramó la sangre de nuestro inocente
- hermano. Dame aviso de todo. De Vélez el Blanco, etc.--_Tu hermano el
- rey._»
-
-Así como Muza leyó la carta su hermano fue muy indignado contra su
-tío, especialmente por la muerte de su tierno hermano; y así luego
-enseñó la carta a sus amigos los caballeros Alabeces, Almoradís,
-Gazules, Venegas, Zegríes, Gomeles y Mazas, porque también eran amigos
-de su hermano; y habiendo visto por ella la disculpa que daba de la
-muerte de los Abencerrajes, y el arrepentimiento que mostraba del
-testimonio levantado a la reina, acordaron entre todos los caballeros
-de escribir al rey Chico que viniese a Granada con secreto, y que
-entrase en el Albaicín por la puerta de Fajalauza, y que se entregaría
-de la fortaleza de Blo Albulut, antigua morada de los reyes, porque era
-alcaide de ella Muza.
-
-Aquesta carta fue enviada al rey Chico, el cual como la leyó y vio la
-firma de su hermano Muza y de algunos caballeros, luego se dispuso
-para ir a Granada, y también porque se le iban los moros que tenía en
-su guarda y servicio, y le quedaban ya pocos; y así se partió y llegó
-una noche muy oscura a la puerta de Fajalauza con solos cuatro de a
-caballo, porque los demás se habían quedado apartados un poco atrás, y
-como llegó llamó a la puerta.
-
-Los guardas preguntaron quién era, y él dijo, vuestro rey soy. Luego le
-conocieron, y como estaban ya avisados de Muza que si viniese le diesen
-franca puerta, al punto le abrieron y entró con toda su gente.
-
-En sabiendo Muza su venida le fue a recibir, y le metió en la fuerza
-del Alcazaba. Aquella noche fue el rey a casa de algunos caballeros de
-los más principales del Albaicín a decirles su venida, y como era para
-cobrar su reino con su ayuda. Todos los caballeros le prometieron su
-favor; y habiendo visitado a los caballeros de consideración se volvió
-al Alcazaba.
-
-Al otro día por la mañana se supo por toda la ciudad de Granada la
-venida del rey Chico, y tomaron las armas para ofenderle como a rey.
-
-El rey viejo su tío que estaba en el Alhambra, como supo la venida
-de su sobrino el rey Chico, hizo armar mucha gente de la ciudad para
-pelear contra los del Albaicín, y entre unos y otros hubo una cruel
-batalla, en la cual murieron muchos de ambas partes.
-
-De la parte del rey viejo eran Aldoradines, Marines, Alabeces,
-Bencerrajes y otros muchos caballeros.
-
-De la parte del rey Chico eran Zegríes, Gomeles, Mazas, Venegas,
-Alabeces, Gazules, Aldoradines y otros muchos caballeros principales.
-
-Fue tan reñida aquesta refriega que ninguna de las pasadas le llegó,
-porque hubo mucha mortandad y derramamiento de sangre.
-
-El valor de Muza, que seguía la parte de su hermano, era causa de que
-los de la ciudad lo pasasen peor, aunque ya les tenían aportillado el
-muro por tres o cuatro partes; lo cual visto por el rey Chico, envió a
-gran priesa a pedir socorro a D. Fadrique, capitán general puesto por
-el rey D. Fernando, haciendo saber como estaba en el Albaicín en gran
-peligro, porque su tío le hacía cruel guerra.
-
-D. Fadrique le socorrió por mandado del rey Chico, y le envió mucha
-gente de guerra, arcabuceros todos, y por capitán de ellos a Hernando
-Alabez, alcaide de Colomera.
-
-Con este socorro los moros se holgaron mucho, especialmente porque D.
-Fadrique les envió a decir que peleasen como varones fuertes por su
-rey, que era aquel, y que les daba palabra que seguramente podían salir
-a la Vega a sembrar y labrar sus tierras sin que nadie se lo estorbase.
-
-Con este favor tomaron grande ánimo los moros, y peleaban como leones
-con el ayuda de los cristianos, a los cuales no les faltaba nada de lo
-que habían menester.
-
-Estas batallas duraron cincuenta días, sin cesar de pelear de día y
-de noche, y después de ellos se retiraron los de la ciudad con mucha
-pérdida de su gente, por el valor de los cristianos y de Muza; y el rey
-Chico reparó las murallas y puso gran defensa para estar seguro.
-
-Los cristianos fueron muy bien tratados; los moros del Albaicín salían
-a la Vega y a sus campos a labrar las tierras, todo lo cual fue causa
-para que casi los más siguiesen el bando del rey Chico; pero no por
-esto se dejaban las continuas batallas entre los de la ciudad y
-Albaicín.
-
-Los moros de la ciudad tenían más trabajo, porque peleaban con los
-cristianos de las fronteras, y con los moros del Albaicín; de suerte
-que de continuo tenían guerra.
-
-En este tiempo fue cercada Vélez-Málaga por el rey D. Fernando. Los
-moros de Vélez enviaron a pedir socorro a los de Granada. Los alfaquíes
-amonestaron y requirieron al rey viejo que fuese a favorecer a los
-moros de Vélez.
-
-El rey cuando lo supo se turbó, porque nunca imaginó que los cristianos
-osarían entrar tan adentro, y temiose salir de Granada, recelándose
-que en saliendo se alzaría su sobrino con la ciudad y se apoderaría en
-el Alhambra.
-
-Los alfaquíes le daban priesa diciendo:
-
---Di, Muley, ¿de qué reino piensas ser rey, si todo lo dejas perder?
-Las sangrientas armas que sin piedad movéis en vuestro daño aquí en
-la ciudad, movedlas contra los enemigos, y no matando a los mismos
-naturales.
-
-Estas cosas decían los alfaquíes al rey, y predicando por las calles
-y plazas, que era justo y conveniente cosa que Vélez-Málaga fuese
-socorrida.
-
-Tanta era la persuasión de estos alfaquíes, que al fin se determinó de
-ir a socorrer a Vélez-Málaga; y habiendo llegado se puso en lo alto de
-una sierra, dando muestra de toda su gente.
-
-Los cristianos le acometieron, y no osó aguardar sino se volvió huyendo
-él y su gente, y dejaban los campos por donde pasaban poblados de
-muchas armas, por poder huir a la ligera.
-
-El rey se fue a Almuñecar, y de allí a la ciudad de Almería y Guadix.
-Todos los demás moros se tornaron a Granada, donde sabiendo los
-alfaquíes y caballeros lo poco que había hecho el rey en aquella
-jornada, y que como cobarde había huido, llamaron al rey Chico y
-le entregaron el Alhambra, y le alzaron por su rey, a pesar de los
-caballeros Almoradís y Marines, y de todos los demás de su bando, que
-eran muchos; aunque es verdad que los de la parte del rey Chico eran
-más, y todos muy principales.
-
-Habiendo entregado al rey Chico la Alhambra y todas las demás fuerzas,
-en las cuales puso gente de confianza, los moros le suplicaron pidiese
-al rey D. Fernando seguro para que la Vega se sembrase; y así lo envió
-a suplicar, y que todos los lugares de moros que estaban fronteros de
-los lugares de cristianos, que le obedeciesen a él, y no a su tío, y
-que para ello les daría seguro de que pudiesen sembrar y tratar en
-Granada segura y libremente.
-
-Todo lo cual le otorgaron los reyes Católicos por ayudarle; y así el
-rey cristiano escribió a los lugares de los moros que obedeciesen al
-rey Chico, pues era su rey natural, y no a su tío; y que él les daba
-seguro de no hacerles ningún mal ni daño, y que pudiesen labrar sus
-tierras.
-
-Los moros con este seguro lo hicieron así, y asimismo escribió el rey
-cristiano a todos los capitanes de las fronteras que no hiciesen mal
-a los moros fronterizos; lo cual cumplieron, y los moros andaban muy
-alegres y contentos, y dieron la obediencia al rey Chico.
-
-El rey Chico habiendo hecho todo aquesto, y dado contento a sus
-ciudadanos y aldeanos, mandó cortar las cabezas a cuatro caballeros
-Almoradís que le habían sido muy contrarios, y con esto cesaron las
-sangrientas y civiles guerras por entonces.
-
-Y porque la intención del moro cronista no fue tratar de la guerra de
-Granada, sino de las cosas que pasaron dentro de ella, y de las guerras
-civiles que en ella hubo, no pongo aquí la guerra, sino el nombre de
-los lugares que se rindieron, tomada la ciudad de Vélez-Málaga, que son
-estos:
-
-Bentomiz, la villa de Comares, Dompera, la Villa del Cestillo,
-Guadalta, Jaraz, Cavilla, Rubir, Pitargies, Lucas, Jaranca, Almejía,
-Mainete, Venaquer, Camillas, Alebonache, Canillas de Albaidas, Narija,
-Benicorán, Cafis, Buenas, Alboraba, Alcuchavia, Alhitán, Daimas,
-Algorgi, Morgaza, Machara, Albomaila, Benadaliz, Cimbochillas,
-Predilipe, Beiros, Sinarax, Hajar, Corterrojas, Alhacaque, Almería,
-Aprina, Aletín.
-
-Estos lugares del Alpujarra se dieron a los reyes Católicos, de lo
-cual les pesaba a los moros de Granada, teniendo tan gran recelo de
-perderse, como los demás lugares se habían perdido.
-
-Pues vengamos ahora al propósito: después de haber rendido a
-Vélez-Málaga, los pusieron en tanto aprieto, que les faltó el
-mantenimiento, y muchas municiones de guerra; de suerte que estaban
-para darse.
-
-Los moros de Guadix sabido este negocio lo sintieron mucho, y los
-alfaquíes le rogaron al rey viejo que fuese a socorrer a Málaga, como
-lo hizo con mucha gente.
-
-El rey Chico supo de este socorro de su tío, y mandó juntar mucha gente
-de a pie y de a caballo, y fue Muza por capitán de ellos para que les
-impidiese el paso, y los desbaratase; y así lo hizo, que les aguardó
-y salió al encuentro, y trabaron una cruel batalla, en la cual fueron
-muertos gran parte de los de Guadix, y los demás huyeron volviéndose a
-su tierra admirados del valeroso Muza y de los suyos.
-
-Luego el rey Chico escribió al rey D. Fernando todo lo que había pasado
-con los moros de Guadix que iban al socorro de Málaga, de lo cual se
-alegró el rey Católico, y se lo agradeció, y le envió un rico presente;
-y el rey Chico envió al rey D. Fernando un presente de caballos, muy
-riquísimamente enjaezados, y a la reina envió paños de seda y perfumes.
-
-Los reyes cristianos escribieron a los capitanes y alcaides fronteros
-de Granada y sus lugares, le diesen favor al rey Chico contra su tío,
-y que no hiciesen mal ni daño a los moros, ni tratantes de Granada que
-fuesen a sembrar o a labrar sus tierras.
-
-El rey de Granada envió a decir al rey D. Fernando, que tenía noticia
-cómo los moros de Málaga no tenían bastimentos; que les impidiese que
-por mar ni por tierra les entrasen, y que se rendirían sin falta.
-
-Finalmente, dieron los cristianos tan gran batería a los cercados, que
-fue ganada Málaga y su distrito; y puesta buena guardia en Málaga y su
-costa, recibieron los reyes Católicos una carta de Granada, enviada por
-los caballeros Alabeces, Gazules y Almoradines, la cual decía así:
-
- «Muy poderosos señores: los días pasados hicimos saber a vuestras
- majestades los caballeros Alabeces, Gazules, Aldoradines, y otros
- muchos de esta ciudad de Granada que somos de un bando, del cual es
- también Muza, cómo queríamos ser cristianos y entregar este reino a
- vuestras reales personas; y pues se ha dado fin glorioso a las cosas
- del Andalucía, se puede empezar la conquista de este reino por la
- parte de Murcia, que es cierto que los alcaides de las fronteras y
- del río de Almanzor se entregarán luego sin defenderse, porque así
- está tratado entre nosotros; y siendo ganada Almería y su río, que es
- el más dificultoso, y Baza, se puede cercar a Granada; que te damos
- fe, como caballeros, de hacer tanto en tu servicio, que Granada se
- entregue a pesar de todos los que en ella viven. Muza en nombre de
- los vasallos arriba contenidos besa vuestras reales manos etc. De
- Granada.»
-
-Escrita esta carta, fue enviada al rey D. Fernando; el cual como
-entendió las razones, y viendo como los caballeros Abencerrajes que
-andaban en su servicio procedían tan bien como lo habían escrito, luego
-se puso en camino para Valencia, y allí hizo cortes; y con el grande
-deseo que tenía de acabar del todo aquel reino, se vino a la ciudad de
-Murcia, y allí fue discurrido cómo había de entrar por la parte de Vera
-y Almería; y resuelto en lo que había de hacer, se fue a la villa de
-Lorca para desde allí entrar en el reino de Granada.
-
-Fueron de la ciudad de Murcia con el rey D. Fernando muchos caballeros
-muy principales, los cuales será bien declarar, porque su valor y
-proezas lo merecían, aunque no se nombrarán todos.
-
-Fueron Fajardos, caballeros de claro linaje, Albornoces, Ayalas, Giles,
-Galeros, Carrillos, Clavillos, Guzmanes, Riquelmes, Avellanedas,
-Villaseñores, Comences, Ralones, Pereas, Fontes, Ávalos, Valcárceles,
-Pachecos, Moncadas, Monzones, Guevaras, Melgarejos, Torrecillas,
-Llamas, Salares, Eustreros, Andosillas, Loaysas, Iufrentes,
-Sayavedras, Hermasillas, Pelozones, Balboas, Viloas, Alarcones, Laras,
-Fauras, Zambranas, Cascales, Sotos, Sotomayor, Puxmarines, Varribreas,
-Paralexas, Saurines, Lázaros, Vorias, Peñaveleros, Escamoz, Dotos y
-Rosales, Jereces, Gómez, Mulas, Darines, Alburquerques, Loritas, Ponces
-de León, otros Guevaras, Cisones, Manchirones, Leones, otros Ponces
-de León, Cildranes, Rosiquíes, Tomases, Tizonas, Paganes, Cernales,
-Alemanes, Rodas, Pineros, Hurtados.
-
-De la villa de Mula, Jerez de Ávila y Gitar, Leyvas, Correllas, Mazas,
-Melgarez.
-
-De Lorca salieron Moratas, Portales, Cozorlas, Pérez de Tudela,
-Mutados, Quiñoneros, Pineros, Falconetes, Mateos, Rendones, Marcelas,
-Burgos, Alcázares, Romanes.
-
-Finalmente de estos lugares referidos, Murcia, Lorca y Mula, salieron
-todos estos caballeros hijosdalgo en servicio del rey D. Fernando
-contra los moros del reino de Granada, y otros muchos que no se
-refieren por evitar prolijidad; los cuales mostraron bien el valor de
-sus personas en todas las ocasiones que se ofrecieron.
-
-En Lorca dejó el rey en Santa María una custodia de oro, y una cruz de
-cristal, guarnecida de oro fino.
-
-Pues habiendo puesto el rey toda su gente en muy buena orden, se partió
-a Vera, en la cual estaba por alcaide un valiente moro, hijo del
-valiente Alabez que murió preso en Lorca. Llamábase también Alabez,
-no menos valiente que el otro; el cual como supo la venida del rey D.
-Fernando, luego se dispuso a entregarle la ciudad y fuerza, porque
-estaba tratado por cartas.
-
-Y así llegando el rey a una fuente que llaman del Pulpí, salió el
-alcaide Alabez a recibirle, y le entregó las llaves de la ciudad de
-Vera y de su fuerza. El rey entró en la ciudad, y se apoderó de ella, y
-puso otro alcaide, y a Alabez hizo muchas mercedes.
-
-No había sino seis días que estaba en Vera el rey, cuando se le
-entregaron los lugares siguientes: Vera, Antas, Lorin, Sorbas, Teresa,
-Cabrera, Sotena, Cricantocia, Las Cuevas, Portilla, Overa, Zurgena,
-Huércal, Vélez el Blanco, Turbe, Mojácar, Uleila del Campo, Cuerbro,
-Tabernas, Ynox, Albreas, el Box, Santo Perar, Huéscar, Cijola,
-Pataloba, Finis, Albanabez, Inmeytin, Ventiagla, Vélez el Rubio,
-Tirieza, Xiquena, Purchena, Cúllar, Benamantel, Castilleja, Orce,
-Galera, Utreza, Armuña, Bayarque, Sierto, Filabres, Vacares, Durca; y
-sin estos otros muchos lugares del río de Almanzor.
-
-Los tres Alabeces suplicaron al Católico rey que los mandase bautizar;
-conviene a saber: Alabez, alcaide de Vera; Alabez, alcaide de Vélez el
-Rubio, y Alabez, alcaide de Vélez el Blanco.
-
-El rey se holgó mucho de ello, y por ser principales caballeros mandó
-que los bautizase el Obispo de Plasencia; y del alcaide de Vera fue
-padrino D. Juan Chacón, adelantado de Murcia, y del alcaide de Vélez el
-Rubio lo fue un principal caballero llamado D. Juan de Ávalos, hombre
-de grande valor, y muy estimado del rey por su grande bondad. Este
-Ávalos fue alcaide de la villa de Cuéllar, y él y otros caballeros
-naturales de la villa de Mula, llamados Pérez de Hita, pelearon con
-los moros de Baza, que cercaron la villa de Cuéllar tan bravamente, que
-jamás se vio en tan pocos cristianos tan brava resistencia; y al fin
-los moros no la tomaron por ser tan bien defendida.
-
-Esta batalla escribe Hernando del Pulgar, cronista del rey D. Fernando.
-
-Del nombre de este alcaide Ávalos se llamó el alcaide de Vélez el
-Rubio D. Pedro de Ávalos, a quien el rey D. Fernando hizo muy grandes
-mercedes por su valor, y le dio y otorgó grandes privilegios, en que
-pudiese traer armas, y tener oficios nobles en la república. Del
-alcaide de Vélez el Blanco, hermano del que hemos dicho, fue padrino un
-caballero llamado D. Fadrique. De aquestos tres famosos alcaides hay
-hoy día deudos, en especial de Ávalos.
-
-De esta suerte se iban tornando cristianos algunos de los más
-principales alcaides de estos lugares, entregándosele sin pensar.
-
-Siendo el rey apoderado de todas estas fuerzas ya dichas, determinó de
-irse a Almería por ver su asiento, y ponerla cerco, dando lugar a los
-moros que se habían dado para que los que quisiesen se fuesen a África,
-o adonde les pareciese, y que los que quisiesen estar quedos, que se
-estuviesen.
-
-Con esto el rey fue a Almería, donde tuvieron con los moros encuentros.
-
-Partiose de Almería el rey, dejando el cerco para después; y asimismo
-lo hizo en Baza, después de haber bien reconocido y visto donde podía
-poner sitio y real.
-
-Tuvo con los moros en Baza grandes encuentros, donde murieron muchos de
-ellos: allí hizo D. Juan Chacón cosas memorables.
-
-Levantose el real, y fue a Huéscar, la cual se dio luego. Aquí mandó
-el rey despedir la gente de guerra, y él se fue a Caravaca a adorar la
-santa cruz que allá está, y de allí se partió a Murcia, donde estaba la
-reina Doña Isabel, y descansó aquel año.
-
-En este tiempo hubo grandes rebeliones en los lugares que se habían
-dado; pero el rey D. Fernando los apaciguó enviando gente de guerra que
-los aquietase.
-
-El año siguiente puso cerco el rey D. Fernando a la ciudad de Baza,
-donde hubo muchas escaramuzas y batallas entre moros y cristianos. Vino
-a tanto extremo de necesidad Baza, que pidió socorro al rey viejo, que
-estaba retirado en Guadix, y al rey Chico de Granada, mas este no quiso
-darla ningún socorro. El rey viejo envió bastimentos y gente de guerra
-a Baza.
-
-Muchos moros de Granada comenzaron a alborotar la ciudad; y visto
-que el rey de ella no quiso dar favor a los de Baza, decían que los
-cristianos ganaban el reino, y no eran socorridos los moros, y que era
-mal hecho; y así se salían muchos moros secretamente al socorro de Baza.
-
-El rey Chico enojado contra los que alborotaban la ciudad, mandó hacer
-pesquisa de ellos, y sabido les hizo cortar la cabeza.
-
-Al fin Baza se dio, y Almería y Guadix, porque el rey viejo las
-entregó. El rey D. Fernando le dio ciertas villas en recompensa; pero a
-pocos días se pasó a África.
-
-Así como se dieron las tres ciudades dichas, no hubo villa, lugar ni
-fortaleza que no se diese al rey Católico; de suerte que todo el reino
-estaba aprisionado, salvo la ciudad de Granada; y así será bien dar
-fin a las guerras civiles, y tratar del rey de ella.
-
-Ya dijimos como fue prisionero el rey Chico de Granada por el alcaide
-de los Donceles D. Diego Fernández de Córdoba, señor de Lucena, y por
-el Conde de Cabra; y como el rey D. Fernando le dio libertad, con
-condición que el moro le había de dar cierto tributo.
-
-Otrosí, entre estos dos reyes fue concertado que acabado de ganar a
-Guadix, Baza y Almería, y todo lo demás del reino, el rey Chico le
-había de entregar al rey D. Fernando la ciudad de Granada y Alhama,
-con el Alcazaba y Albaicín, Torres-Bermejas y castillo de Bibatambién,
-con todas las demás fuerzas de la ciudad; y que el rey D. Fernando le
-había de dar al rey moro la ciudad de Purchena y otros lugares en que
-estuviese, para que con las rentas de ellos viviese hasta su fin.
-
-Pues habiendo el rey cristiano ganado a Baza, Guadix y Almería, con
-todo lo demás, luego envió sus mensajeros al rey moro que le entregase
-a Granada y fuerzas de ella, como estaba puesto en el concierto y
-trato, y que él le daría a Purchena y los lugares prometidos.
-
-A esto respondió el rey moro que estaba arrepentido del trato hecho,
-que aquella ciudad era muy grande y populosa, y llena de gente,
-naturales y extranjeros, de los que habían escapado de todas las
-ciudades ganadas, y que había diversos pareceres sobre la entrega de
-la ciudad, y aun se comenzaban nuevos escándalos en ella; y que aunque
-los cristianos se apoderasen de la ciudad, que no la podrían sojuzgar:
-por tanto, que su alteza pidiese dobladas parias y tributo, que lo
-pagaría, y que no le pidiese a Granada, que no se la podía dar, y que
-le perdonase.
-
-Con aquesta respuesta se enojó el rey D. Fernando, en ver que le
-quebraba la palabra, y tornó a replicarle, que tenía determinado de
-darle a Purchena y otros lugares; y que pues le faltaba de su promesa,
-no le daría sino otros pueblos no tan buenos; y que pues decía que la
-ciudad de Granada no podía ser sojuzgada, que él se avendría con la
-gente, y que siendo entregado en las fuerzas, y quitando las armas a
-los moradores, los allanaría con facilidad; y que si no le entregaba la
-ciudad le harían cruel guerra.
-
-Turbado el moro de la resolución del rey cristiano, juntó todos sus
-consejos, con los cuales comunicó aquel caso, y sobre ello hubo grandes
-pareceres.
-
-Los Zegríes decían que no hiciese tal, ni por imaginación, ni quitase
-las armas.
-
-Los Gomeles y Mazas estuvieron de aqueste parecer.
-
-Los Venegas, Aldoradines, Gazules y Alabeces, que determinaban ser
-cristianos, decían que el rey D. Fernando pedía justicia, pues estaba
-así concertado; y ya que debajo de aquel concierto el rey D. Fernando
-les había dado lugar de cultivar sus haciendas y labores, y a los
-mercaderes para entrar y salir en los reinos de Castilla a tratar con
-sus cartas de seguro, que ahora no era justo hacer otra cosa; que no
-era de rey quebrar la palabra, pues el cristiano no la había quebrado.
-
-Los Almoradís decían que no convenía darle al rey D. Fernando nada de
-lo que pedía, que si él había dado lugar a los moros para cultivar sus
-labores, también ellos no habían corrido los campos de las fronteras;
-que también ellos gozaban de aquella paz y concierto, y así como los
-moros, y mejor.
-
-Toda la demás gente de guerra fue de este parecer, y le fue respondido
-al rey Católico, que no había lugar a lo que pedía.
-
-Vista la respuesta del rey moro, y que venían a correr la tierra de
-los cristianos, mandó el rey D. Fernando reforzar y guarnecer todas
-las fronteras, y proveerlas de bastimentos y municiones, con intento
-de poner cerco a Granada el verano siguiente; y así se fue a Segovia a
-invernar.
-
-
-
-
-CAPÍTULO XVII.
-
-_En que se da cuenta del cerco de Granada por los reyes Católicos, y de
-la fundación de Santa Fe._
-
-
-El verano siguiente vino el rey D. Fernando a Córdoba, y allí tuvo
-ciertas escaramuzas con los moros de Granada, y quitó el cerco de
-Salobreña que tenían los moros en aprieto. Hecho esto se fue a Sevilla
-a tratar ciertas cosas para el cerco de Granada.
-
-Volvió a Córdoba, y de allí vino a la Vega de Granada y destruyó todo
-el Valle de Alhendín, y mataron los cristianos muchos moros, y quemaron
-nueve aldeas. En una escaramuza murieron muchos Zegríes a manos de los
-cristianos Abencerrajes, y un Zegrí escapó huyendo a darle esta mala
-nueva al rey moro.
-
-El rey D. Fernando puso su real en la misma Vega, donde estaba
-prevenido todo lo necesario, y puso toda su gente en escuadrón formado
-con todas sus banderas tendidas y su real estandarte, en el cual
-llevaba por divisa un Cristo crucificado.
-
-Por la nueva que llevó el Zegrí al rey se hizo este
-
-ROMANCE.
-
- Mensajeros han entrado
- al rey Chico de Granada;
- entran por la puerta Elvira
- y paran en el Alhambra.
- Ese que primero llega
- Mahoma Zegrí se llama,
- herido viene en un brazo
- de una muy mala lanzada.
- Y así como hubo llegado
- desta manera le habla,
- con el rostro demudado
- de color muy fría y blanca:
- «Nuevas te traigo, señor,
- y una muy mala embajada.
- Por ese fresco Genil
- mucha gente viene armada:
- Sus banderas traen tendidas,
- puestas a son de batalla,
- un estandarte dorado
- en el cual viene bordada
- Una muy hermosa cruz,
- que más relumbra que plata,
- y un Cristo crucificado
- traía por cada banda.
- El general desta gente
- el rey Fernando se llama:
- todos hacen juramento
- en la imagen figurada,
- de no salir de la Vega
- hasta rendir a Granada.
- Y con esta gente viene
- una reina muy preciada,
- llamada Doña Isabel,
- de grande nobleza y fama.
- Veisme aquí, herido vengo
- ahora de una batalla,
- que entre cristianos y moros
- en la Vega fue trabada.
- Treinta Zegrís quedan muertos,
- pasados por el espada
- de cristianos Bencerrajes
- con braveza no pensada.
- Perdóname por Dios, rey,
- que no puedo dar el habla,
- que me siento desmayado
- de la sangre que me falta.»
- Estas palabras diciendo
- el Zegrí, allí se desmaya:
- desto quedó triste el rey,
- que no pudo hablar palabra.
-
-Otros cantaron este romance de otra manera; y porque no se le hace
-agravio al que le compuso, lo pondremos aquí, aunque los romances
-tienen un mismo sentido, y dice así:
-
- Al rey Chico de Granada
- mensajeros le han entrado;
- entran por la puerta Elvira
- y en el Alhambra han parado.
- Este que primero llega
- es un Zegrí muy nombrado,
- con una marlota negra,
- señal de luto mostrando.
- Las rodillas por el suelo,
- desta manera ha hablado:
- «Nuevas te traigo, señor,
- de dolor en sumo grado.
- Por ese fresco Genil
- un campo viene marchando,
- todo de lucida gente,
- sus armas van relumbrando.
- Las banderas van tendidas,
- y un estandarte dorado:
- el general de esta gente
- es el invicto Fernando.
- En el estandarte trae
- un Cristo crucificado;
- todos hacen juramento
- morir por el figurado,
- Y no salir de la Vega,
- ni volver atrás un paso,
- hasta ganar a Granada
- y tenerla a su mandado.
- Y también viene la reina,
- mujer del rey D. Fernando,
- la cual tiene tanto esfuerzo
- que anima a cualquier soldado.
- Yo vengo herido, buen rey,
- un brazo tengo pasado,
- y un escuadrón de tus moros
- ha sido desbaratado.
- Todo el campo de Alhendín
- queda roto y saqueado.»
- Estas palabras diciendo
- cayó al Zegrí desmayado.
- Mucho lo siente el rey moro,
- del gran dolor ha llorado,
- al Zegrí quitan de allí
- y a su casa le han llevado.
-
-Dejando ahora los romances, y tornando a lo que hace al caso de nuestra
-historia, el rey D. Fernando asentó su real, y le fortificó con muy
-gran discreción y conforme práctica de milicia, y en una noche se hizo
-allí un lugar en cuatro partes partido, quedando en cruz; el cual tenía
-cuatro puertas, y todas se veían estando en medio de las cuatro calles.
-
-Hízose esta población entre cuatro grandes de Castilla, y cada uno tomó
-un cuartel a su cargo.
-
-Fue cercado de un firme baluarte todo de madera, y por encima cubierto
-de lienzo encerado de modo que parecía una firme y blanca muralla, toda
-almenada y torreada; siendo una cosa muy de ver, que no parecía sino
-labrada de una muy curiosa cantería.
-
-Otro día por la mañana cuando los moros vieron aquel lugar hecho y tan
-cerca de Granada, todo torreado, se maravillaron mucho de verle.
-
-El rey D. Fernando como vio acabado aquel lugar, y con tan gran
-perfección, le hizo ciudad, y le puso por nombre Santa Fe, y la dotó de
-muchas franquezas y privilegios, de los cuales hoy día goza.
-
-Y porque esta ciudad se hizo de esta suerte, se compuso este romance
-antiguo, que dice así:
-
- Cercada está Santa Fe
- con mucho lienzo encerado,
- al derredor muchas tiendas
- de seda, oro y brocado,
- Donde están duques y condes,
- señores de grande estado,
- y otros muchos capitanes,
- que lleva el rey D. Fernando.
- Todos de valor crecido,
- como ya lo habréis notado
- en la guerra que se ha hecho
- en el granadino estado.
- Cuando a las nueve del día
- un moro se ha demostrado
- sobre un caballo negro,
- de blancas manchas manchado;
- Cortados ambos hocicos,
- porque le tiene enseñado
- el moro, que con sus dientes
- despedace a los cristianos.
- El moro viene vestido
- de blanco, azul y encarnado,
- debajo de esta librea
- traía un muy fuerte jaco;
- Una lanza con dos hierros
- de acero muy bien templado,
- una adarga hecha en Fez
- de un ante rico extremado.
- Aqueste perro con befa
- en la cola del caballo,
- la sagrada AVE MARÍA
- llevaba haciendo escarnio.
- Llegando junto a las tiendas
- de esta manera ha hablado:
- «¿cuál será aquel caballero,
- que sea tan esforzado,
- que quiera hacer conmigo
- batalla en aqueste campo?
- Salga uno, salgan dos,
- salgan tres, o salgan cuatro;
- el alcaide de los Donceles
- salga, que es hombre afamado.
- Salga ese conde de Cabra,
- en guerra experimentado;
- salga Gonzalo Fernández,
- que es en Córdoba nombrado,
- O si no Martín Galindo,
- que es valeroso soldado;
- salga ese Portocarrero,
- señor de Palma nombrado,
- O el bravo D. Manuel
- Ponce de León llamado,
- aquel que sacara el guante,
- que por industria fue echado
- donde estaban los leones,
- y él lo sacó muy osado.
- Y si no salen aquestos,
- salga el mismo rey Fernando,
- que yo le daré a entender
- si tengo valor sobrado.»
- Los caballeros del rey
- todos están escuchando;
- cada uno pretendía
- salir con el moro al campo.
- Garcilaso estaba allí,
- mozo gallardo esforzado:
- licencia le pide al rey
- para salir al pagano.
- «Garcilaso, sois muy mozo
- para emprender este caso:
- otros hay en el real
- a quien poder encargarlo.»
- Garcilaso se despide
- muy confuso y enojado,
- por no tener la licencia,
- que al rey le había demandado;
- Pero muy secretamente,
- Garcilaso se había armado,
- y en un caballo morcillo
- salídose había al campo.
- Nadie le ha conocido,
- porque sale disfrazado:
- fuese donde estaba el moro,
- y de esta suerte le ha hablado;
- «Ahora verás tú, moro,
- si tiene el rey D. Fernando
- caballeros valerosos
- que salgan contigo al campo.
- Yo soy el menor de todos,
- y vengo por su mandado.»
- El moro cuando le vido
- en poco le había estimado,
- Y díjole de está suerte:
- «Yo no estoy acostumbrado
- a hacer batalla campal
- sino con hombres barbados.
- Vuélvete, rapaz, le dice,
- y venga el más estimado.»
- Garcilaso se enojó,
- puso piernas al caballo,
- Arremete para el moro,
- y un grande encuentro le ha dado.
- El moro que esto vido,
- revuelve así como un rayo:
- Comienzan la escaramuza
- con un furor muy sobrado:
- Garcilaso, aunque era mozo,
- muy gran valor ha mostrado.
- Diole al moro una lanzada
- que el pecho le ha atravesado,
- y el moro cayera muerto;
- tendido le había en el campo.
- Garcilaso con presteza
- del caballo se ha apeado:
- cortárale la cabeza,
- y en el arzón la ha colgado.
- Quitole el AVE MARÍA
- de la cola del caballo,
- e hincando ambas rodillas
- con devoción la ha besado,
- Y en la punta de la lanza
- por bandera la ha colgado:
- subió en su caballo luego,
- y el del moro había tomado.
- Cargado destos despojos
- al real se había tornado,
- donde están todos los grandes,
- también el rey D. Fernando.
- Todos tienen en grandeza
- aquel hecho señalado:
- también el rey y la reina
- mucho se han maravillado,
- por ser Garcilaso mozo,
- y haber hecho un tan gran caso:
- Garcilaso de la Vega
- desde allí se ha intitulado,
- porque en la Vega hiciera
- campo con aquel pagano.
-
-Como dice el romance, el rey y la reina y todos los del real se
-maravillaron de aquel gran hecho de Garcilaso, y el rey le mandó poner
-en sus armas las letras del AVE MARÍA; con justa razón, por habérsela
-quitado al moro de tan indecente parte, y por ello haberle cortado la
-cabeza.
-
-Desde entonces en adelante los moros de Granada salían a tener
-escaramuzas con los cristianos en la Vega, en las cuales los cristianos
-llevaban lo mejor siempre.
-
-Los valerosos Abencerrajes cristianos suplicaron al rey que les diese
-licencia para hacer un desafío con los Zegríes.
-
-El rey conociendo su bondad y valor se la otorgó, dándoles por caudillo
-al valeroso caballero D. Diego Fernández de Córdoba, alcaide de los
-Donceles. Hecho el desafío, los moros Zegríes salieron fuera de la
-ciudad.
-
-El desafío se hizo de cincuenta a cincuenta; y no muy lejos vinieron
-los Zegríes muy bien aderezados, todos vestidos de su acostumbrada
-librea pajiza y morada, plumas de lo mismo.
-
-Los bravos Abencerrajes salieron con su acostumbrada librea azul y
-blanca, todos llenos de ricos tejidos de plata, las plumas de la
-misma color; en sus adargas su acostumbrada divisa, salvajes que
-desquijaraban leones, y otros un mundo que le deshacía un salvaje con
-un bastón.
-
-De esta forma salió también el valeroso alcaide de los Donceles, y
-llegándose los unos a los otros, uno de los caballeros Abencerrajes les
-dijo a los Zegríes:
-
---Hoy ha de ser el día, caballeros, en que nuestros prolijos bandos
-han de tener fin, y pagarnos la deuda que nos debéis, causa de vuestra
-malicia y envidia.
-
-A lo cual replicaron los Zegríes, que no se gastase el tiempo en
-palabras, sino en obras. Diciendo esto se comenzó entre todos una brava
-y sangrienta escaramuza, la cual se holgaba el rey de ver, y todos los
-demás del real.
-
-Duró esta escaramuza cuatro horas buenas, en la cual hizo el valeroso
-alcaide de los Donceles cosas maravillosas, tanto que fue parte su
-bondad para que los Zegríes fuesen desbaratados y muchos muertos, y los
-demás puestos en huida. Los Abencerrajes los fueron siguiendo hasta
-meterlos por las puertas de Granada.
-
-Aquesta escaramuza puso a los Zegríes en grande quebranto, y al mismo
-rey de Granada, que lo sintió mucho y de allí adelante se tuvo por
-perdido.
-
-Otro día siguiente la reina Doña Isabel tuvo gana de ver el sitio de
-Granada, y sus murallas y torres; y así acompañada del rey y de los
-Grandes, y gente de guerra, se fue a un lugar, llamado la Zubia, que
-está a una legua de Granada, y de allí se puso a mirar la hermosura y
-amenidad de la ciudad.
-
-Miraba las torres y las fuerzas del Alhambra; miraba los labrados y
-costosos olivares; miraba las Torres-Bermejas, la brava y soberbia
-Alcázar y Albaicín, con todas las demás torres, castillos y murallas.
-Holgábase mucho de verlo todo la cristianísima reina, y deseaba verse
-dentro, y tenerla ya por suya.
-
-Mandó la reina que aquel día no hubiese escaramuza, mas no se pudo
-excusar, porque sabiendo que estaba allí la reina, quisieron darla
-pesadumbre; y así salieron de Granada más de mil moros, y trabaron
-escaramuza con los cristianos, la cual se comenzó poco a poco, y
-se acabó muy de veras y a gran priesa, porque los cristianos les
-acometieron con tanta fortaleza, que los moros huyeron, y los
-cristianos siguieron el alcance hasta las puertas de Granada, y mataron
-más de cuatrocientos de ellos, y cautivaron más de cincuenta.
-
-En esta escaramuza se señaló grandemente el alcaide de los Donceles, y
-Portocarrero, señor de Palma.
-
-Este día mataron a casi todos los Zegríes: también esta pérdida sintió
-el rey de Granada, porque fue mucha.
-
-La reina se volvió al real con toda su gente, muy contenta de haber
-visto a Granada y su asiento.
-
-En este tiempo unos leñadores moros se hallaron las cuatro marlotas
-y los cuatro escudos de los turcos que hicieron la batalla por la
-reina Sultana; y como entraron en Granada con ellas, y conocieron las
-marlotas y escudos por sus divisas, se las tomaron a los leñadores,
-preguntándoles dónde habían habido aquellas ropas y escudos. Los
-leñadores dijeron que ellos las habían hallado en lo más espeso del
-Soto de Roma. Gazul, sospechando mal, les volvió a preguntar si habían
-hallado a algunos caballeros muertos. Los leñadores respondieron que no.
-
-Gazul mandó llevar las marlotas y escudos a casa de la reina Sultana, y
-fue él también allá, y mostrando las marlotas a la reina, dijo:
-
---Señora, ¿no son estas las propias marlotas de los caballeros que os
-libraron de la muerte?
-
-La reina Sultana las miró bien, y luego las conoció, y dijo que ellas
-eran.
-
---Pues, ¿qué es la causa --dijo Gazul-- que unos leñadores se las hayan
-hallado?
-
---No sé qué pueda ser --dijo la reina.
-
-Luego sospecharon que los Zegríes y Gomeles los habían muerto, y que no
-podía ser otra cosa.
-
-Gazul contó lo que pasaba a los Alabeces y Venegas, Aldoradines y
-Almoradís, los cuales por aquel respecto trataron mal de palabras a
-los Zegríes que quedaban, y a los Gomeles y Mazas: estos, como estaban
-libres de aquello que se les imputaba, defendían su partido, y sobre
-ello se revolvió entre dichos linajes de caballeros una pendencia,
-por cuya causa casi se perdiera Granada; que harto tuvo el rey y los
-alfaquíes que apaciguar, y decían los alfaquíes:
-
---¿Qué hacéis, caballeros de Granada? ¿Por qué volvéis las armas contra
-vosotros mismos, estando vuestros enemigos a las puertas de la ciudad?
-Mirad que lo que ellos habían de hacer, hacéis vosotros. Mirad que nos
-perdemos, y no es tiempo de andar en divisiones.
-
-Tan buenas razones dijeron los alfaquíes, y tanto hizo el rey y otros
-caballeros, que todo este escándalo fue apaciguado con gran pérdida de
-los caballeros Gomeles y Mazas, y algunos de sus contrarios.
-
-Muza, que deseaba que la ciudad se diese al cristiano rey, viendo
-armada de nuevo aquella división entre los más principales, se
-holgó mucho por lo que él y los de su bando pretendían, que era ser
-cristianos y entregar la ciudad al rey D. Fernando; y un día estando a
-solas con el rey su hermano, le habló de esta manera:
-
---Muy mal lo has mirado, hermano Abdalí, en haber quebrado la palabra
-que le diste al rey cristiano, y no es trato de rey faltar en lo que
-propone. Veamos ahora cómo te puedes conservar en esta ciudad, que
-te ha quedado sola de tu reino. Bastimentos van faltando, puesta en
-división, no olvidados los rencores contra ti por la muerte de los
-Abencerrajes, por su destierro tan sin ocasión, y por la deshonra
-que hiciste a tu mujer la reina, que aunque fue bien vengada, los
-Almoradís y Marines sus parientes te tienen un odio mortal: no
-quisiste recibir jamás de mí ningún consejo, que si lo admitieras, no
-vinieras al estado miserable en que estás puesto, no teniendo socorro
-ninguno para resistir la pujanza grande del rey cristiano. Y así, ¿qué
-determinas hacer? ¿No hablas? ¿Por qué no me respondes? De mi voto, si
-no te quieres perder de todo punto, entrega al rey D. Fernando esta
-ciudad, pues que te da en qué y con qué vivas tú y tus siervos. No le
-indignes más, cumple la palabra con voluntad, si no quieres que a tu
-pesar te la haga cumplir. Adviértote que están determinados los más
-principales caballeros de Granada de irse a servir al rey Católico, o
-darte muy cruel guerra; y si quieres saber quién son, has de saber que
-los Alabeces y Gazules, Aldoradines y Venegas, Azarques y Alarifes,
-y todos los de sus parcialidades, que tú conoces muy bien, y yo el
-primero, queremos ser cristianos y servir al rey D. Fernando. Por
-tanto, consuélate, y mira que si estos que te digo te faltan, ¿qué
-harás aunque sea en tu favor todo lo restante de la ciudad? Porque
-todos estos quieren guardar sus haciendas, y no quieren ver su amada
-patria destruida y saqueada, ni sus reales banderas y estandartes
-rotos con violencia no vista, y ellos esclavos, divididos por diversas
-partes de los reinos de Castilla. Muévete a hacer lo que te digo: mira
-con cuánta piedad y misericordia el rey D. Fernando ha tratado a los
-pueblos del reino, dejándoles vivir con libertad en sus propias casas
-y haciendas, pagando lo mismo que a ti te pagaban, y que traigan sus
-ropas y vestidos, y hablen la lengua y vivan en su ley.
-
-Muy admirado y confuso se halló el rey con las razones que su hermano
-Muza decía, y con la libertad con que le hablaba; y dando un doloroso
-suspiro, viendo que de todo punto le convenía dar su ciudad bella,
-porque no tenía reparo de hacer otra cosa; considerando que todos los
-caballeros querían ser de la parte del rey Católico, y su mismo hermano
-con ellos, y considerando que si no entregaba la ciudad, los males
-que la gente de guerra en ella pudieran hacer, así de robos como de
-forzar a las doncellas y casadas, y otras cosas que los victoriosos
-soldados suelen hacer en las ciudades que rinden, le dijo a su hermano
-que estaba de parecer de darle ayuda y ponerse en las manos del rey D.
-Fernando.
-
-Y para la ejecución de ello le dijo a Muza que llamase y juntase todos
-los caballeros y linajes que estaban de aquel parecer, lo cual hizo
-luego el capitán Muza.
-
-Y siendo juntos en el Alhambra, se trató con ellos si le darían al
-victorioso rey D. Fernando a Granada. Todos los que estaban allí,
-Alabeces, Aldoradines, Gazules, Venegas, Azarques, Alarifes y otros
-muchos caballeros de este bando, dijeron que la ciudad se entregase al
-rey D. Fernando.
-
-Visto que la flor y lo mejor de los caballeros de Granada estaban de
-parecer que la ciudad se entregase; mandando luego tocar sus trompetas
-y añafiles, al cual son se juntaron todos los caballeros, y cuando el
-rey Chico los vio juntos, les contó lo que estaba tratado entre él y su
-hermano, que por dolerse de la ciudad y no verla por el suelo, se la
-quería entregar al rey cristiano.
-
-En la ciudad alborotada por esto, daban diferentes votos unos de
-otros: los unos decían que no se diese la ciudad; otros que sí, porque
-era bien para toda la ciudad; otros decían que anduviese la guerra, y
-que les vendría socorro de África; otros que no vendría.
-
-En estos dares y tomares estuvieron treinta días, al cabo de los
-cuales fue entre todos determinado de dar la ciudad, y ponerse a la
-misericordia del rey D. Fernando; y con condición que todos los que
-quisiesen vivir en su ley y quedarse con sus haciendas, trajes y
-lenguaje, así como habían quedado todas las demás ciudades, villas y
-lugares que al rey cristiano se le habían entregado.
-
-Acordado esto de esta manera, fueron a hablar al rey D. Fernando sobre
-ello, y los que fueron a tratarlo eran Alabeces, Aldoradines, Gazules,
-Venegas, y Muza por cabeza de todos; los cuales salieron de la ciudad
-y fueron a Santa Fe donde estaba el rey D. Fernando acompañado de los
-Grandes de Castilla; el cual como vio venir tan grande escuadrón, mandó
-que el real se apercibiese por si fuese menester, aunque por cartas de
-Muza sabía lo que se trataba en Granada.
-
-Llegaron al real los granadinos caballeros, se apearon y entraron en
-Santa Fe, y fueron al alojamiento real. Eran Muza, Malique Alabez,
-Aldoradín y Gazul, los cuales llevaban comisión de tratar este negocio.
-
-Todos los demás caballeros moros quedaron fuera del real paseándose y
-hablando con los demás caballeros, admirados de ver tanta braveza y
-apercibimiento de guerra, y de ver aquel fuerte real y su asiento.
-
-Finalmente, los comisarios moros hablaron con el rey, y Aldoradín,
-caballero muy estimado, dijo lo siguiente:
-
-_Razonamiento que se hizo al rey D. Fernando._
-
- «No las sangrientas armas ni el belicoso son de acordadas trompetas
- y retumbantes cajas, ni arrastradas banderas, ni muerte de varones
- ínclitos, invicto y poderoso rey Católico, ha sido parte para que
- nuestra ciudad de Granada viniese a entregarse, y dar, y abatir sus
- reales pendones, sino la fama de tu soberana virtud y misericordia,
- que de ordinario usas con tus súbditos, lo cual es muy manifiesto
- a todos; y confiados en que nosotros los moradores de la ciudad de
- Granada no seremos menos tratados ni honrados que los demás que a tu
- grandeza se han dado, nos venimos a poner en tus reales manos, para
- que de nosotros y de todos los de la ciudad hagas tu voluntad, como
- de humildes vasallos; y desde ahora prometemos de darte a Granada y
- todas sus fuerzas, para que de la ciudad y de ellos dispongas a tu
- voluntad; y el rey besa tus reales pies y manos, y pide perdón de
- haber faltado a la palabra y juramento dado; y porque tu grandeza vea
- ser esto así, toma una carta suya, la cual me mandó que pusiese en
- tus reales manos.»
-
-Diciendo esto hincadas ambas rodillas, besó la carta, y se la dio al
-rey D. Fernando; y recibiéndola con mucho contento la abrió, y leída
-entendió el rey ser así lo que Aldoradín le había dicho, y que su
-alteza fuese a Granada y tomase posesión de la ciudad y del Alhambra.
-
-El Aldoradín pasó adelante con su plática diciendo:
-
- «Las condiciones arriba dichas son que los moros que quisiesen ir
- al África se fuesen libres, y que los que se quisiesen quedar que
- les dejasen sus bienes, y que los que quisiesen vivir en su ley,
- viviesen, y trajesen su hábito y hablasen su lengua.»
-
-Todo lo cual les otorgó el rey D. Fernando muy alegremente; y así los
-cristianos reyes de Castilla y de Aragón, D. Fernando y Doña Isabel
-fueron con gran parte de su gente a Granada, dejando su real a muy buen
-recaudo; y día de los reyes en treinta días de diciembre, les fue a los
-reyes Católicos entregada la fuerza del Alhambra: a dos días del mes
-de enero la reina Doña Isabel y su corte, con toda la gente de guerra,
-partió de Santa Fe a Granada, y en un cerro que estaba junto a ella se
-puso a mirar la hermosura de la ciudad, aguardando que se hiciese la
-entrega de ella.
-
-El rey D. Fernando también, acompañado de sus Grandes de Castilla, se
-puso por la parte de Genil adonde salió el rey moro, y en llegando le
-entregó las llaves de la ciudad y de las fuerzas, y se quería apear
-para besarle los pies. El rey D. Fernando no consintió que hiciese lo
-uno ni lo otro.
-
-Finalmente, el moro le besó la mano y le entregó las llaves, las
-cuales dio el rey al conde de Tendilla, por haberle hecho merced de la
-alcaidía, porque la tenía bien merecida; y así entraron en la ciudad
-y subieron al Alhambra, y encima de la torre de Comares tan famosa,
-se levantó la señal de la santa Cruz, y luego el estandarte de los
-Católicos reyes; y los dos reyes de armas dijeron en altas voces: _Viva
-el rey D. Fernando, por él, y por la reina Doña Isabel, su mujer_.
-
-La Católica y serenísima reina que vio la señal de la santa Cruz encima
-de la torre de Comares, y su estandarte real con ella, se hincó de
-rodillas, y puestas las manos dio infinitas gracias a Dios por la feliz
-victoria que había ganado contra aquella populosa ciudad de Granada.
-
-La música de la capilla del rey cantó luego: _Te Deum laudamus._ Fue
-tan grande el placer de todos, que lloraban. Luego se oyeron en el
-Alhambra mil instrumentos de bélicas trompetas, pífanos y cajas.
-
-Los moros amigos del rey D. Fernando, que querían ser cristianos, y
-cuya cabeza era Muza, tocaron muchas dulzainas y añafiles, sonando gran
-ruido de tambores por toda la ciudad.
-
-Los caballeros moros que habemos dicho en aquella noche jugaron
-galanamente alcancías y cañas, las cuales se holgaron de ver los dos
-cristianos reyes. Había tantas luminarias, y tantas fiestas y regocijos
-aquella noche, que era cosa de ver.
-
-Dice nuestro cronista, que aquel día de la entrega de la ciudad, el rey
-moro hizo sentimiento en dos cosas.
-
-La una es que pasando el rey moro un río, los moros que iban a la par
-de él le cubrieron los pies, lo cual el rey no quiso consentir.
-
-La otra costumbre es que subiendo el rey alguna escalera, los zapatos
-que se descalza, o pantuflos, al pie de ella, los más principales que
-van con él se los suben; lo cual el rey moro no quiso consentir aquel
-día.
-
-Y así como llegó a su casa el rey moro, que era el Alcazaba, comenzó a
-llorar lo que había perdido; al cual llanto le dijo su madre que, pues
-no había sido para defenderla, hacía bien llorarla.
-
-Todos los Grandes de Castilla le fueron a besar las manos al rey D.
-Fernando y a la reina Doña Isabel, y a jurarlos por reyes de Granada
-y su reino. Los Católicos reyes hicieron muchas mercedes a todos los
-caballeros que se habían hallado en la conquista de Granada.
-
-Entregada la ciudad fueron puestas todas las armas de los moros en el
-Alhambra.
-
-Acabado de dar asiento en las cosas de Granada, mandó el rey D.
-Fernando que a los caballeros Abencerrajes se les volviesen todas sus
-casas y haciendas, y sin esto les hizo grandes mercedes.
-
-Lo mismo hizo con Reduán, Sarracino y Abenámar, los cuales habían
-servido en la guerra muy bien, y con grande fidelidad.
-
-Muza y Celima se volvieron cristianos, y los casó el rey, y les dio
-grandes haberes.
-
-La reina Sultana fue a besar las manos a los reyes Católicos, los
-cuales la recibieron benigna y amorosamente, y dijo que quería ser
-cristiana; y así la bautizó el nuevo arzobispo, y la puso por nombre
-Doña Isabel de Granada. Casola el rey con un principal caballero, y le
-dio en dote dos lugares.
-
-A todos los Alabeces y Gazules el rey les hizo grandes mercedes,
-especialmente a Malique Alabez, que se llamó D. Juan Alabez, y el
-mismo rey fue padrino suyo, y de Aldoradín, al cual llamó de su propio
-nombre Fernando Aldoradín.
-
-El rey mandó que si quedaban Zegríes, que no viniesen a Granada, por la
-maldad que hicieron contra los Abencerrajes.
-
-Los Gomeles se fueron a África, y el rey Chico con ellos, que no quiso
-estar en España aunque le habían dado a Purchena en que viviese; y
-en el África le mataron los moros de aquellas partes porque perdió a
-Granada.
-
-Nuestro moro cronista nos advierte de una cosa, y es, que los
-caballeros llamados Mazas, que no era este su propio nombre, sino
-Abembices. De este nombre Abembiz hubo dos linajes en Granada, y no
-bien puestos los unos con los otros, porque cada uno decía ser de más
-claro linaje que el otro.
-
-Sucedió que el bando de aquellos Abembices en tiempo del rey de
-Castilla D. Juan I tuvieron una batalla en la Vega de Granada con los
-cristianos, y de los cristianos se llamaba el capitán y alférez, que
-era su hermano, D. Pedro Maza.
-
-Decían ser estos caballeros del reino de Aragón y de Valencia, y que
-esta sangrienta batalla fue muy reñida; de manera que los capitanes de
-ambas partes murieron, asimismo los alféreces, y los estandartes fueron
-trocados; que el de los moros llevaron los cristianos, y los moros se
-llevaron el de los cristianos; y fueron cautivos, así de una parte como
-de otra, y respecto de aquella cruel batalla por la memoria de ella,
-en Granada diciendo o nombrando los Abembices, respondían los Mazas o
-los otros. De manera que fueron llamados los Abembices Mazas, y se
-quedaron con aquel nombre.
-
-El rey D. Fernando les dio a los caballeros Venegas muy grandes
-mercedes y privilegios, como que pudiesen traer armas; y asimismo a los
-Alabeces y Aldoradines.
-
-La hermosa reina, que ser solía llamada Doña Isabel de Granada siendo
-casada, como ya hemos dicho, dio libertad a su criada Esperanza de
-Hita, y muchas y muy ricas joyas, y la envió a Mula, de donde era
-natural, al cabo de siete años de cautiverio.
-
-No muchos días después de tomada Granada, fue hallada una cueva de
-armas, de la cual se hizo grande pesquisa; y descubierta la verdad, se
-hizo justicia de los culpados.
-
-Algunas cosas de aquestas no llegaron a noticia de Hernando del Pulgar,
-cronista de los Católicos reyes; y así no las escribió ni la batalla
-que los cuatro caballeros cristianos hicieron por la reina, porque de
-ello se guardó el secreto; y si algo de estas cosas supo y entendió, no
-puso la pluma en ello, por estar ocupado en otras cosas tocantes a los
-Católicos reyes y de más gravedad.
-
-Nuestro moro cronista supo de la Sultana, debajo de secreto, todo lo
-que pasó, y ella le dio las dos cartas; la que envió a D. Juan Chacón,
-y la respuesta que le envió; que así él pudo escribir aquella famosa
-batalla, sin que nadie entendiese quién fueron hasta ahora.
-
-Visto por el cronista perdido el reino de Granada, se fue a África y a
-Tremecén, llevando todos sus papeles consigo: allí murió, y dejó hijos
-y un nieto suyo no menos hábil que él, llamado Argutarfa, el cual
-recogió todos los papeles de su abuelo, y en ellos halló este pequeño
-libro, que no estimó en poco, por tratar la materia de Granada, y por
-grande amistad se lo presentó a un judío, llamado Saba Santo, quien le
-sacó en hebreo por su contento, y el original arábigo le presentó a D.
-Rodrigo Ponce de León, conde de Bailén.
-
-Y por saber lo que contenía, y por haberse hallado su abuelo y
-bisabuelo en las dichas conquistas, le rogó al judío que le tradujese
-en castellano, y después el conde me hizo merced de dármelo.
-
-Y pues ya hemos acabado de decir todas las guerras civiles, y los
-bandos de los Zegríes y Abencerrajes, diremos algunas cosas de D.
-Alonso de Aguilar, y cómo le mataron los moros en Sierra Bermeja, con
-algunos romances de su historia, y daremos fin a los amores de Gazul y
-Lindaraja.
-
-Así como bautizaron a Gazul, y habiéndole hecho el rey merced, pidió
-licencia para ir a Sanlúcar, y diósela. Partiose luego, y llego con
-brevedad, con el deseo que tenía de ver a su señora, y le hizo saber
-con un paje su venida.
-
-Ella estaba enojada con él sobre ciertos celos, y no quiso oír al paje,
-de lo cual le pesó a Gazul; y sabiendo que en Gelves se jugaban cañas,
-porque el alcaide de allí las había ordenado por la paz de los reinos,
-quiso ir a jugarlas para mostrar su valor; y así un día se puso muy
-galán, la librea blanca, morada y verde, y las plumas de lo mismo,
-llenas de argentería de oro y plata, el caballo enjaezado de lo mismo;
-y antes de partirse fue por la calle de Lindaraja por verla, y él
-llegaba a sus ventanas cuando la dama salía a un balcón.
-
-Gazul que la vio, lleno de alegría y contento picó al caballo, y
-llegando junto al balcón le hizo arrodillar y poner la boca en el
-suelo, así como aquel que le tenía enseñado en aquello para aquella
-hora. Comenzó a hablar diciendo:
-
---Qué le mandaba para Gelves, que iba allí a jugar cañas, y que con
-haberla visto llevaba esperanza de que le iría bien en aquella jornada.
-
-La dama le respondió, que a la dama que servía le pidiese favores, que
-a ella no había para qué, que no cuidase de engañar a nadie; y diciendo
-esto, echándole muchas maldiciones, se quitó del balcón y cerró la
-ventana con gran furia.
-
-Gazul viendo aquel gran disfavor de su dama, arremetió el caballo a la
-pared; y así hizo la lanza pedazos y se volvió a su casa, y se desnudó
-para no ir a las cañas.
-
-No faltó quien le diese noticia de esto a Lindaraja, la cual estaba
-arrepentida de lo que había hecho; y así con un paje envió a llamar a
-Gazul para que se viese con ella en un huerto que ella tenía.
-
-Gazul lleno de alegre esperanza vino a su llamado, y se vio con ella en
-aquel jardín, donde ella le dio disculpas, y pidió perdón de lo hecho,
-y se casaron los dos; y para que fuese a jugar cañas a Gelves ella le
-dio muy ricas empresas, y por esto se dice este
-
-ROMANCE.
-
- Por la plaza de Sanlúcar
- galán paseando viene
- el animoso Gazul
- de blanco, morado y verde.
- Quiérese partir el moro
- a jugar cañas a Gelves,
- que hace fiestas su alcaide
- por las paces de los reyes.
- Adora una Abencerraje,
- reliquia de los valientes
- que mataron en Granada
- los Zegríes y Gomeles.
- Por despedirse y hablarla,
- vuelve y revuelve mil veces,
- penetrando con los ojos
- las venturosas paredes.
- Al cabo una hora de noche,
- de esperanzas impacientes,
- viola venir al balcón,
- haciendo los años breves.
- Arremetió su caballo,
- viendo aquel sol que amanece,
- haciendo que se arrodille,
- y el suelo en su nombre bese.
- Con voz turbada la dice:
- «No es posible sucederme
- cosa triste en esta empresa,
- habiéndote visto alegre.
- Allá me llevan sin alma
- obligación y parientes;
- volverame mi cuidado,
- por ver si de mí le tienes.
- Dame una empresa o memoria,
- y no para que me acuerde,
- sino para que me adorne,
- guarde, acompañe y esfuerce.»
- Celosa está Lindaraja,
- que de celos grandes muere
- de Zaida, la de Jerez,
- porque su Gazul la quiere;
- Y de esto la han informado,
- que por ella ardiendo muere;
- y así a Gazul le responde:
- «Si en la guerra te sucede,
- Como mi alma desea,
- y el tuyo falso merece,
- no volverás a Sanlúcar,
- tan ufano como sueles,
- a los ojos que te adoran,
- y a los que más te aborrecen.
- Y plegue Alá que en las cañas
- los enemigos que tienes,
- te tiren secretas lanzas,
- porque mueras como mientes.
- Y que traigan fuertes jacos
- debajo los alquiceles,
- porque si quieres vengarte,
- acabes, y no te vengues.
- Tus amigos no te ayuden,
- tus contrarios te atropellen,
- y que en hombros de ellos salgas,
- cuando a servir damas entres;
- Y que en lugar de llorarte
- las que engañas y entretienes,
- con maldiciones te ayuden,
- y de tu muerte se alegren.»
- Piensa Gazul que se burla,
- que es propio del inocente;
- y alzándose en los estribos,
- tomarla la mano quiere.
- «Miente, la dice, señora,
- el moro que me revuelve,
- a quien estas maldiciones
- le vengan, porque me vengue.
- Mi alma aborrece a Zaida;
- de que la amé se arrepiente:
- malditos sean los años
- que la serví por mi suerte.
- Dejome a mí por un moro
- más rico de pobres bienes.»
- Esto que oye Lindaraja,
- aquí la paciencia pierde.
- A este tiempo pasó un paje
- con sus caballos jinetes,
- que los llevaba gallardos
- de plumas y de jaeces.
- La lanza con que ha de entrar
- la tomó, y fuerte arremete,
- haciéndola mil pedazos
- contra las mismas paredes.
- Y manda que sus caballos,
- jaeces y plumas truequen,
- los verdes en leonados,
- para entrar leonado en Gelves.
-
-Ya contamos como habiendo pasado aquestas palabras entre Lindaraja
-y Gazul, ella se quitó del balcón muy enojada y confusa, y dio
-con su mano a las puertas de la ventana, y con mucho furor la
-cerró inconsideradamente: mas después siendo de ello arrepentida,
-como aquella que amaba de todo corazón a Gazul, y sabiendo como
-desesperadamente había trocado sus aderezos verdes, azules y blancos,
-en leonados, y roto la lanza con enojo en la pared, como atrás se dijo;
-enviándole a llamar, que le esperaba en su jardín, trató con él muy
-largas cosas, y entre los dos se casaron, y ella le dio para irse al
-dicho juego de cañas a Gelves ricas preseas por su memoria.
-
-Y de esto se hizo este romance, que dice así:
-
- Adornado de preseas
- de la bella Lindaraja,
- se parte el fuerte Gazul
- a Gelves a jugar cañas.
- Cuatro caballos jinetes
- lleva cubiertos de galas,
- con mil cifras de oro fino,
- que dicen: _Abencerraja_.
- Cada librea de Gazul
- era azul, blanca y morada,
- los penachos de lo mismo
- con una pluma encarnada.
- De costosa argentería,
- de fino oro, y fina plata,
- pone el oro en lo morado,
- la plata en lo rojo esmalta.
- Un salvaje por divisa
- lleva enmedio de la adarga,
- que desquijara un león,
- divisa hermosa y usada
- De nobles Abencerrajes,
- que fueron flor de Granada;
- de todos bien conocida,
- y de muchos estimada.
- Llevaba el fuerte Gazul,
- por respeto de su dama,
- que era de Abencerrajes,
- a quien por extremo amaba,
- Una letra en lengua mora
- que dice: _Nadie la iguala._
- De aquesta suerte Gazul
- de Gelves entró en la plaza
- Con treinta de su cuadrilla,
- que así concertado estaba,
- de una librea vestidos,
- que admira a quien los miraba;
- Y una divisa sacaron
- que ninguno discrepaba,
- si no fue solo Gazul
- en las cifras que llevaba.
- Al son de los añafiles
- el juego se comenzaba,
- tan trabado y tan revuelto,
- que parece una batalla.
- Mas el bando de Gazul
- en todo lleva ventaja:
- el moro caña no tira
- que no aportille una adarga.
- Míranlo mil damas moras
- de balcones y ventanas,
- también lo estaba mirando
- la hermosa mora Zaida;
- La cual dicen de Jerez
- que en las fiestas se hallara:
- vestida va de leonado
- por el luto que llevaba
- Por su esposo tan querido,
- que el bravo Gazul matara.
- Zaida bien le reconoce
- en el tirar de la caña:
- Acuérdase en su memoria
- de aquellas cosas pasadas,
- cuando Gazul la servía
- y ella le fue tan ingrata.
- Muy mal pagó sus servicios,
- y lo mucho que él la amaba:
- siente tanto dolor de esto,
- que allí cayó desmayada;
- Y al cabo que volvió en sí,
- su criada la hablara:
- «¿Qué es esto, señora mía?
- ¿Por qué causa te desmayas?»
- Zaida respondiera así,
- con voz muy baja y turbada:
- «Advierte bien aquel moro
- que arrojó ahora la caña:
- Aquel se llama Gazul,
- cuya fama es bien nombrada;
- seis años fui de él servida,
- sin de mí alcanzar nada.
- Aquel mató a mi marido,
- y de ello yo fui la causa;
- y con todo esto le quiero,
- y le tengo acá en el alma.
- Holgara que me quisiera,
- pero no me estima en nada;
- adora una Abencerraje,
- por quien vivo desmayada.»
- En esto se acabó el juego,
- y la fiesta aquí se acaba:
- Gazul se parte a Sanlúcar
- con mucha honra ganada.
-
-Muy maravillados quedaron en Gelves de la bondad y fortaleza de Gazul,
-y cuán bien lo había hecho en el juego de cañas; y de su valor quedaron
-muchas damas amarteladas, y se holgaron de ser amadas de tan buen
-caballero.
-
-Llegado Gazul a Sanlúcar, luego fue a ver a su dama Lindaraja, la cual
-no se holgó poco de su venida, y preguntándole muy por extenso todo lo
-que en Gelves había pasado, el enamorado Gazul la satisfizo de todo con
-mucha alegría, contándola cuán bien le había ido en aquel viaje; y por
-esto se hizo el siguiente
-
-ROMANCE.
-
- De honor y trofeos lleno,
- más que el gran Marte lo ha sido,
- el valeroso Gazul
- de Gelves había venido.
- Vínose para Sanlúcar,
- donde fue bien recibido
- de su dama Lindaraja,
- de la cual es muy querido.
- Estando ambos a dos
- en un jardín muy florido,
- con amorosos regalos
- siendo cada cual servido,
- Lindaraja aficionada,
- una guirnalda ha tejido
- de clavellinas y rosas,
- y de un alhelí escogido.
- Cercada de violetas,
- flor que de amantes ha sido,
- se la puso en la cabeza
- a Gazul, y así le ha dicho:
- «Nunca fuera Ganimedes
- de rostro tan escogido:
- si el gran Júpiter te viera,
- él te llevara consigo.»
- El fuerte Gazul la abraza,
- diciéndola con un riso:
- «No pudo ser tan hermosa
- la que el Troyano ha escogido;
- Por la cual se perdió Troya,
- y en fuego se había encendido,
- como tú, señora mía,
- vencedora de Cupido.»
- «Si hermosa te parezco,
- Gazul, cásate conmigo,
- pues que me diste la fe
- que serías mi marido:»
- «Pláceme, dice Gazul,
- pues yo gano en tal partido.»
-
-Estas y otras amorosas palabras pasaron entre Lindaraja y su amante
-Gazul; y así ordenaron de casarse, y Gazul se la pidió a su tío, en
-cuyo poder estaba Lindaraja.
-
-El tío se holgó mucho, por ser Gazul principal y valiente; y así se
-celebraron las bodas, y fueron muy costosas, y se hallaron en ellas
-muchos caballeros cristianos y moros; porque vinieron de Granada los
-cristianos Gazules, Abencerrajes y Venegas.
-
-También vino Daraja, hermana de Lindaraja, y su marido Zulema, que eran
-ya cristianos y muy queridos del rey Católico, y hubo toros, cañas y
-sortija.
-
-Duraron estas fiestas dos meses, al cabo de los cuales todos los
-caballeros que habían venido de Granada se volvieron, llevando consigo
-a los desposados, los cuales en llegando fueron a besar las manos a los
-reyes Católicos, de lo que holgaron mucho en verlos, y mandaron que
-todos los bienes del padre de Lindaraja se los entregasen a Gazul y su
-esposa.
-
-Tornose cristiana Lindaraja, y llamose Doña Juana; él se llamó D. Pedro
-Gazul cuando le bautizaron.
-
-En esta historia de Gazul se quedó por poner otro romance que era
-primero que el de Sanlúcar; mas por no estar bueno, y no haberle
-entendido el autor que le hizo, se puso al principio, porque no causara
-confusión; y porque no quede con aquella ignorancia, diremos la verdad
-del caso.
-
-El romance que digo, es aquel que dice: _Sale la estrella de Venus_,
-y el que le compuso no entendió la historia, porque no tuvo razón de
-decir que se casaba Zaida, hija del alcaide de Jerez, con el alcaide de
-Sevilla y su fuerza, porque el Gazul que mató al desposado de Zaida,
-no fue en tiempo que Jerez ni Sevilla eran de moros, sino en tiempo
-de los reyes Católicos, como se prueba por aquel verso del romance de
-Sanlúcar, cuando dice: _Reliquia de los valientes_; pues en este tiempo
-ya habían ganado los cristianos a Sevilla y Jerez. Mas hase de entender
-de esta manera el romance y su historia.
-
-Zaida la de Jerez era nieta o biznieta de los alcaides de allí, siendo
-Jerez tomada de cristianos, y quedando los moros en pleitesía, gozando
-de sus libertades, lengua y hábito, y viviendo en su secta; siendo los
-cristianos señores de la ciudad y fortaleza.
-
-Lo mismo fue en Sevilla, que aquel moro rico que dice el romance que
-se casaba con Zaida, por ser alcaide en Sevilla; no porque lo era él,
-sino su abuelo, y el moro vivía en Sevilla con los demás que en ella
-quedaron, y entre todos se trató el casamiento que dice el romance.
-
-Pues viniendo al caso, Gazul servía a Zaida en tiempo que se trató el
-casamiento con el moro de Sevilla, y nunca pudo alcanzar Gazul lo que
-pretendía, porque sabía Zaida que sus padres no querían casarla con él,
-sino con el sevillano, por tener algún deudo con él, y por ser más rico
-que Gazul; y por eso no le favorecía, aunque le amaba de secreto, y no
-lo manifestaba por no dar disgusto a sus padres.
-
-Pues estando ya tratado el casamiento, una noche en cierta zambra que
-se hacía en la casa de Zaida se halló Gazul; porque entonces había
-licencia para entrar de paz los moros en las tierras de los cristianos
-a tratar o a hablar con los demás moros que estaban en ellas.
-
-Pues como se halló allí, danzó la zambra con Zaida; y estando danzando
-asidos de las manos, como es costumbre en aquel baile, no pudo
-refrenarse Gazul tanto con el demasiado amor que a Zaida tenía, que al
-tiempo que acabó de danzar, no la abrazase estrechamente; lo cual visto
-por el moro sevillano, así como un león, lleno y ciego de cólera, puso
-mano a su alfanje y fue a herir a Gazul, el cual se puso en defensa, y
-aun hubiera ofendido muy mal al desposado, si no fuera por la gente que
-se puso de por medio.
-
-Alborotada la sala de Zaida por esta ocasión, sus padres de ella se
-enojaron mucho con Gazul, y le dijeron que se fuese a su casa.
-
-Gazul sin replicar en cosa alguna se salió muy enojado de allí, y juró
-de matar al desposado, y para ello aguardó tiempo y lugar oportuno;
-y sabiendo cuando se desposaba Zaida, ya que era hora, se aderezó
-muy bien, y subió en un muy buen caballo, y partió de Medina-Sidonia
-para Jerez, y entró al anochecer cuando salían Zaida y su desposado,
-acompañados de muchos caballeros, así cristianos como moros, de su
-casa, para ir a otra donde se habían de celebrar las bodas; lo cual
-visto por Gazul, rabioso de celos y de cólera, echó mano a un estoque
-y embistió con el desposado y le dio una estocada, de la cual quedó
-muerto.
-
-Admirados los circunstantes de la tal hazaña, no sabían qué hacer,
-ni qué decir, salvo los parientes del muerto y los de Zaida, que
-acometieron a Gazul para matarle, diciendo: «Muera el traidor»; pero el
-valiente Gazul se defendió de todos, hiriendo a algunos de ellos, sin
-que a él le ofendiesen; y así escapó de todos juntos.
-
-Por la muerte de Zaide, y por este hecho se dijo este romance que
-sigue, el cual se había de poner primero que los ya dichos de Gazul;
-mas pues se ha declarado la causa, no importa que se ponga aquí,
-diciendo de esta manera:
-
- Sale la estrella de Venus
- al tiempo que el sol se pone,
- y la enemiga del día
- su negro manto descoge.
- Y con ella un fuerte moro,
- semejante a Rodamonte,
- sale de Sidonia armado;
- de Jerez la Vega corre,
- Por do entra Guadalete
- al mar de España, y por donde
- Santa María del Puerto
- recibe famoso nombre.
- Desesperado camina,
- que aunque es de linaje noble,
- le deja su dama ingrata,
- porque se suena que es pobre;
- Y aquella noche se casa
- con un moro, feo y torpe,
- porque es alcaide en Sevilla
- del Alcázar y la Torre.
- Quejábase grandemente
- de un agravio tan enorme,
- y a sus palabras la Vega
- con el eco le responde:
- «Zaida, dice, más airada
- que el mar que las nubes sorbe;
- más dura e inexorable,
- que las entrañas de un monte:
- ¿Cómo permites, cruel,
- después de tantos favores,
- que de prendas que son mías
- ajena mano se adorne?
- ¿Es posible que te abrazas
- a las cortezas de un roble,
- y dejas el árbol tuyo
- desnudo de fruto y flores?
- ¡Dejas a un pobre muy rico,
- y un rico muy pobre escoges,
- y las riquezas del cuerpo
- a las del alma antepones!
- ¡Dejas al noble Gazul,
- dejas seis años de amores,
- das la mano a Alabenzaide,
- que aun apenas le conoces!
- Alá permita, enemiga,
- que te aborrezca y le adores,
- que por celos de él suspires,
- y por ausencia le llores;
- Y en la cama le fastidies,
- y que en la mesa le enojes;
- y que de noche no duermas,
- y de día no reposes;
- Ni en las zambras, ni en las fiestas
- no se vista tus colores,
- ni el almaizar que le labres,
- ni la manga que le bordes;
- Y se ponga el de su amiga
- con la cifra de su nombre,
- y para verle en las cañas
- no consienta que te asomes
- A la puerta, ni ventana,
- para que más te alborotes;
- y si le has de aborrecer,
- que largos años le goces;
- Y si mucho le quisieres
- de verle muerto te asombres,
- que es la mayor maldición,
- que te pueden dar los hombres.
- Y plegue Alá que te enfade
- cuando la mano le tomes»:
- con esto llegó a Jerez
- a la mitad de la noche;
- Halló el palacio cubierto
- de luminarias y voces;
- y los moros fronterizos
- que por todas partes corren
- Con mil hachas encendidas,
- y sus libreas conformes:
- delante del desposado
- en los estribos se ponen;
- Que también anda a caballo
- por honra de aquella noche.
- Arrojándole una lanza,
- de parte a parte pasole;
- Alborotose la plaza;
- desnuda el moro su estoque,
- y por enmedio de todos
- para Medina volviose.
-
-No hay cosa tan rabiosa como es el mal de celos; y así están las
-escrituras llenas de casos acontecidos y desastrados por los celos;
-y con verdad dicen los que de ellos tienen experiencia, que es cruel
-mal de rabia: esto nace de los amantes que son mal considerados, sino
-mírese por Zaida la de Jerez, que después de seis años de amores, y
-de otros dares y tomares que tuvo con Gazul, inconsideradamente le
-olvidó, y se casó con Zaide de Sevilla, por ser rico, y que Gazul no
-lo era tanto, no mirando el valor de las personas que eran diversas;
-porque Gazul, aunque no era rico, era noble de linaje, muy valiente y
-gentil hombre, como ya se ha dicho; y no era tan pobre, que no tuviese
-hacienda que valía más de treinta mil doblas; y muy emparentado en
-Granada, y todos los de su linaje eran muy ricos y estimados; mas
-porque el moro Zaide era de mayor riqueza, le escogió por su marido.
-
-Mal haya la riqueza, pues que muchas veces por ella pierden muchas
-personas nobles muy buenas ocasiones por no ser ricos, como ahora
-tenemos ejemplo en Gazul que le desecharon, porque decían que no era
-tan rico como Zaide, según parece por el romance; pero a mi parecer
-no se puede creer que Zaida olvidase a Gazul por ser pobre, al cabo
-de seis años de amores, en el cual tiempo no podría ignorar Zaida su
-necesidad; y no podía ser perfecto amor, si fuera fundado en interés,
-porque por eso pintan a Cupido desnudo, que se entiende que los amantes
-han de estar desnudos de todo punto de materia de interés, porque si
-allí, como entre verdaderos amantes, de dos voluntades y de dos almas
-hacen una por la obediencia que el uno al otro se tienen, es fuerza que
-en lo menos, que es la hacienda, haya de haber la misma conformidad; y
-así digo, que no es posible sino que por causa de sus padres o deudos
-dejó Zaida a Gazul; y así parece por aquel romance que trata del juego
-de cañas de Gelves, donde ella confesó a su criada querer a Gazul; por
-donde se colige que la casaron contra su voluntad.
-
-Este romance dicho, y su principio va fuera del blanco de la historia,
-y ahora, salvo paz de su autor, va enmendado, declarando fielmente la
-historia; porque verdaderamente fueron los amores de Gazul en tiempo de
-los reyes Católicos, y Sevilla y Jerez ya eran de cristianos; Sevilla
-ganada por el rey D. Fernando el III, y Jerez por el rey D. Alonso XI;
-y así no faltó otro poeta que compusiese otro romance por el mismo
-tema, y no tan intrincado como el pasado, el cual dice así:
-
- No de tal braveza lleno
- Rodamonte el africano,
- que llamaron rey de Argel,
- y de Zarza intitulado,
- Salió por su Doralice
- contra el fuerte Mandricardo,
- como salió el buen Gazul
- de Sidonia aderezado
- Para emprender un hecho,
- tal, que nunca se ha intentado;
- y para aquesto se adorna
- de jacerina y de jaco,
- Y al lado puesto un estoque
- que de Fez le fue enviado,
- muy fino y de duro temple,
- que le forjara un cristiano
- Que allá estaba en Fez cautivo,
- porque del rey era esclavo:
- más le estimaba Gazul
- que a Granada y su reinado.
- Sobre las armas se pone
- un alquicel leonado:
- lanza no quiere llevar
- por ir más disimulado.
- Pártese para Jerez,
- do lleva puesto el cuidado;
- toda la Vega atropella,
- corriendo con su caballo.
- Vadeando pasó el río,
- que Guadalete es llamado,
- el que da famoso nombre
- al Puerto antiguo nombrado,
- Que dicen Santa María
- de este nuestro mar hispano.
- Así como pasó el río,
- más aprieta a su caballo
- Para llegar a Jerez,
- ni muy tarde ni temprano;
- porque se casa su Zaida
- con un moro sevillano,
- Por ser rico y poderoso,
- y en Sevilla emparentado;
- y biznieto de un alcaide
- que fue en Sevilla nombrado
- Del Alcázar y la Torre;
- moro valiente, esforzado.
- Pues de casarla con este
- a su Zaida habían tratado;
- Mas aqueste casamiento
- caro al moro le ha costado,
- porque el valiente Gazul
- a Jerez había llegado.
- A dos horas de la noche,
- que así lo tiene acordado,
- junto a la casa de Zaida
- se puso disimulado.
- Pensando está qué haría
- en un caso tan pesado;
- determina entrar adentro
- por matar al desposado.
- Ya que a esto estaba resuelto,
- vido salir muy despacio
- mucha caterva de gente
- con mil hachas alumbrando.
- Su Zaida venía en medio
- con su esposo de la mano,
- que los llevan los padrinos
- a desposar a otro cabo.
- El buen Gazul que los vido,
- con ánimo alborotado,
- como si fuera un león
- se había encolerizado.
- Mas refrenando la ira
- se acercó con su caballo,
- por acertar en su intento,
- y en nada salir errado;
- Y aguarda llegue la gente
- donde él estaba parado;
- y como llegaron junto,
- a su estoque puso mano,
- Y en alta voz que le oyeran,
- de esta manera ha hablado:
- «No pienses gozar de Zaida,
- moro bajo, vil, villano:
- No me tengas por traidor,
- pues que te aviso y te hablo;
- pon mano a tu cimitarra,
- si presumes de esforzado.»
- Estas palabras diciendo,
- un golpe le había tirado
- de una estocada cruel,
- que le pasó al otro lado.
- Muerto cayó el triste moro
- de aquel golpe desastrado:
- todos dicen: _muera, muera_
- _hombre que ha hecho tal daño._
- El buen Gazul se defiende,
- nadie se llega a enojarlo;
- de esta manera Gazul
- se escapa con su caballo.
-
-Admirados quedaron todos los que iban acompañando a los desposados de
-lo que Gazul hizo, y algunos heridos, porque pretendieron vengar la
-muerte del desposado; y visto que no podían ofender a Gazul por ir a
-caballo, y por ser valiente, alzaron el cuerpo del moro ya difunto, y
-le volvieron a casa de Zaida haciendo grandes llantos sus parientes y
-ella; la cual toda aquella noche no cesó de llorar a su amado esposo,
-y no le quedó de sus llantos otro consuelo, sino que sería posible que
-el enamorado Gazul tornaría a servirla como solía, y que se casaría con
-ella; lo cual sucedió muy diferentemente.
-
-La mañana venidera fue enterrado el difunto con mucha pompa, no sin
-faltar llanto de una parte y de otra. Los parientes del muerto se
-conjuraron de seguir a Gazul hasta la muerte por vía de justicia,
-porque de otra suerte no tenían remedio.
-
-Pues volviendo a Gazul, así como vio cumplido el fin de su deseo y
-juramento, como desesperado se fue a Granada donde tenía su hacienda y
-parientes; mas a pocos días llegado, le fue puesta acusación criminal
-delante del rey sobre la muerte del sevillano moro, que también se
-llamaba Zaide.
-
-Mucho le pesó al rey de la acusación, porque amaba mucho a Gazul por su
-valor; mas vista y entendida la causa, no pudo menos de dar contento
-a los acusadores. Finalmente el mismo rey puso la mano en este caso,
-y con él otros caballeros de los más principales de Granada; y tanto
-hicieron en ello, que condenaron a Gazul en dos mil doblas para las
-partes, y así fue libre de este negocio.
-
-En este tiempo Gazul puso los ojos en Lindaraja, y se dio a servirla,
-como ya hemos dicho, y ella le quiso bien; y acerca de ella Gazul y
-Reduán tuvieron aquella batalla que se ha contado.
-
-Finalmente, por respeto de Muza Reduán se apartó de sus amores con
-Lindaraja, y quedó por Gazul, el cual la sirvió hasta que sucedió la
-muerte de los Abencerrajes, donde fue muerto el padre de Lindaraja; y
-por esto ella se salió de Granada como desterrada, y se fue a Sanlúcar,
-y con ella Gazul y otros amigos suyos.
-
-Estando en Sanlúcar estos dos amantes, se hablaban y visitaban con gran
-contento.
-
-Después como el rey D. Fernando cercó a Granada, fue Gazul llamado de
-sus parientes para que se hallase con ellos en el trato que se había de
-hacer con el rey de Granada para que al rey cristiano se le entregase
-la ciudad.
-
-Gazul se partió a Granada, y no faltó quien dijo a Lindaraja los amores
-de Gazul y Zaida, y la muerte que le dio a su esposo; y aun la dijeron
-que Gazul estaba en aquella sazón en Jerez, y no en Granada, de lo cual
-Lindaraja recibió mucha pena y mortales celos en su ánima; y fue la
-causa principal que Lindaraja se mostró cruel a Gazul cuando volvió de
-Granada a Sanlúcar.
-
-Pues como vio tanta mudanza en Lindaraja, estaba muy confuso, por
-no saber la causa de aquellos desdenes, y pretendió hablarla para
-satisfacerla; pero ella no quiso escucharle, mostrándose cruel.
-
-A esta sazón se ordenaba en Gelves aquel juego de cañas: fue enviado a
-él Gazul, para lo cual se puso tan galán, como habemos dicho. Antes de
-ir a Gelves quiso verla y hablarla; hablándola pasó lo atrás referido,
-y como dijimos fueron a Granada.
-
-Zaida se halló burlada, porque siempre entendió que Gazul volvería a
-pretenderla; y cuando supo que se había casado, le aborrecía; y dicen
-que se casó Zaida con un primo hermano de Gazul, que era muy rico y
-estimado, y vivía en Granada, y mediante esto cesó el rencor.
-
-Pues dejándolo a un lado, y volviendo a nuestra historia, que todavía
-hay que decir, a pocos días se rebelaron los lugares de la Alpujarra;
-por lo cual convino que el rey D. Fernando mandase juntar a todos sus
-capitanes, y estando juntos les dijo:
-
---Bien sabéis como Dios nuestro Señor ha sido servido de ponernos en
-posesión de Granada y su reino, con tanta costa y trabajo nuestro.
-Ahora parece que no temiendo nuestro castigo se han rebelado los
-lugares de la Sierra, y es menester irlos a conquistar de nuevo. Por
-tanto, ¿cuál se determina a ir a emprender esta hazaña, y poner mis
-reales pendones encima de las Alpujarras, que yo lo tendré a gran
-servicio, y aumentará la honra?
-
-Con esto dio fin a sus razones el rey, aguardando respuesta de algunos
-de los capitanes: todos los cuales se miraban unos a otros, sin aceptar
-ninguno la oferta del rey, porque era una conquista muy dificultosa.
-
-Y visto por el capitán D. Alonso de Aguilar que todos estaban suspensos
-y nadie respondía, se levantó haciendo la reverencia debida, y dijo:
-
---Esa empresa, Católica majestad, confirmada está para mí, porque la
-reina me la tiene prometida.
-
-Admirados quedaron todos los demás caballeros de la aceptación de D.
-Alonso, con la cual el rey también se holgó mucho.
-
-Luego a otro día mandó que se le diesen a D. Alonso mil infantes, todos
-escogidos, y quinientos hombres de a caballo. Entendió el rey y los de
-su consejo, que con aquella gente habría harto para tornar a apaciguar
-aquellos pueblos levantados y rebeldes.
-
-D. Alonso de Aguilar acompañado de muchos caballeros, deudos y amigos
-suyos que en aquella jornada le quisieron acompañar, se partió de
-Granada y comenzó a subir la sierra.
-
-Los moros así que supieron la venida de los cristianos, con presteza se
-apercibieron para defenderse, y tomaron todos los pasos más estrechos y
-angostos del camino, para impedir a los cristianos la subida: después
-marchando D. Alonso con su escuadrón y metidos por los caminos más
-estrechos, los moros con grandes alaridos acometieron a los cristianos,
-arrojando gran muchedumbre de peñascos las cuestas abajo, con lo que
-hacían muy notable daño en la cristiana gente, y tanto, que mataban a
-muchos.
-
-La gente de a caballo fue desbaratada de todo punto, y se hubo de
-retirar atrás por no poder hacer ningún efecto; y allí murieron muchos
-de ellos.
-
-Visto por D. Alonso el poco provecho de sus caballos, y la destrucción
-total de los infantes, a grandes voces animaba su gente subiendo
-todavía; pero ningún provecho se les seguía de esto, porque sin pelear
-los moros mataban muchos soldados con las peñas que arrojaban.
-
-Fue tal la matanza, que cuando D. Alonso llegó a lo alto no tenía
-quien le ayudase, porque los que subieron con él eran pocos y mal
-heridos; y en la cumbre de la sierra, en un llano que había, determinó
-de pelear con los moros, y cargaron tantos, que en breve tiempo mataron
-a los cansados cristianos; y el último fue D. Alonso, habiendo mostrado
-el valor de su animoso corazón, pues cuando él murió había muerto más
-de treinta moros.
-
-Algunos se escaparon y dieron la nueva al rey D. Fernando de la pérdida
-de D. Alonso de Aguilar y su gente; lo cual fue muy sentido en toda la
-corte, y por este suceso se hizo el siguiente
-
-ROMANCE.
-
- Estando el rey D. Fernando
- en conquista de Granada,
- donde están duques y condes,
- y otros señores de salva,
- Con valientes capitanes
- de la nobleza de España;
- después de haberla ganado
- a sus capitanes llama.
- De que los tuviera juntos
- desta manera les habla:
- «¿Cuál de vosotros, amigos,
- irá a la sierra mañana
- a poner el mi pendón
- encima del Alpujarra?»
- Míranse unos a otros,
- y el sí ninguno le daba,
- que la ida es peligrosa,
- y dudosa la tornada:
- Y con el temor que tienen
- a todos tiembla la barba,
- si no fuera a D. Alonso
- que de Aguilar se llamaba.
- Levantose en pie ante el rey,
- desta manera le habla:
- «Aquesta empresa, señor,
- para mí estaba guardada;
- Que mi señora la reina
- ya me la tiene mandada.»
- Alegrose mucho el rey
- por la oferta que le daba.
- Aún no era amanecido
- D. Alonso ya cabalga
- con quinientos de a caballo
- y mil infantes llevaba.
- Comenzó a subir la sierra
- que llamaban la Nevada:
- los moros cuando los vieron
- ordenaron gran batalla,
- Y entre ramblas y mil cuestas
- se pusieron en parada.
- La batalla se comienza
- muy cruel y ensangrentada,
- Porque los moros son muchos,
- tienen la cuesta ganada;
- aquí la caballería
- no podía pelear nada;
- Y así con grandes peñascos
- fue en un punto destrozada;
- los que escaparon de aquí
- vuelven huyendo a Granada.
- D. Alonso y sus infantes
- subieron una llanada,
- aunque quedan muchos muertos
- en una rambla y cañada.
- Tantos cargan de los moros,
- que a los cristianos mataban;
- solo queda D. Alonso,
- su compaña es acabada.
- Pelea como un león,
- pero no le aprovechaba,
- porque los moros son muchos,
- y ningún vagar le daban.
- En mil partes está herido,
- no puede mover la espada;
- por la sangre que ha perdido
- D. Alonso se desmaya:
- al fin cayó muerto en tierra,
- a Dios rindiendo su alma.
- No se tiene por buen moro
- el que no le da lanzada;
- lo llevaron a un lugar
- que es Oxijerán nombrada.
- Allí lo vienen a ver
- como a cosa señalada:
- míranle moros y moras,
- y de su muerte se holgaban.
- Llorábale una cautiva,
- una cautiva cristiana,
- que de chiquito en la cuna
- a sus pechos le criara.
- A las palabras que dice
- cualquiera moro lloraba:
- «D. Alonso, D. Alonso,
- Dios perdone la tu alma,
- pues te mataron los moros,
- los moros del Alpujarra.»
-
-Este fin lastimoso tuvo D. Alonso de Aguilar: ahora sobre su muerte
-hay discordia entre los poetas que sobre esta historia han escrito
-romances; porque uno dice que esta batalla y otra de cristianos fue en
-la Sierra Nevada; otro poeta que hizo el romance de río Verde, dice que
-fue la batalla en Sierra Bermeja.
-
-No sé cuál elija: el lector puede hacer esta elección, pues importa
-poco que muriera en una parte o en otra, que todo se llama Alpujarra;
-aunque me parece que la batalla dicha pasó en Sierra Bermeja, y así lo
-declara un romance que dice así:
-
- Río Verde, río Verde,
- tinto vas en sangre viva,
- entre ti y Sierra Bermeja
- murió gran caballería.
- Murieron duques y condes,
- señores de gran valía;
- allí muriera Urdiales,
- hombre de valor y estima.
- Huyendo va Sayavedra
- por una ladera arriba,
- tras él iba un renegado
- que muy bien le conocía.
- Con algazara muy grande
- de esta manera decía:
- «Date, date, Sayavedra,
- que muy bien te conocía.
- Bien te vide jugar cañas
- en la plaza de Sevilla,
- y bien conocí a tus padres,
- y a tu mujer Doña Elvira.
- Siete años fui tu cautivo,
- y me diste mala vida;
- ahora lo serás mío,
- o me ha de costar la vida.»
- Sayavedra que lo oyera,
- como un león revolvía;
- tirole el moro un cuadrillo,
- y por alto hizo la vía.
- Sayavedra con su espada
- duramente le hería;
- cayó muerto el renegado
- de aquella grande herida.
- Cercaron a Sayavedra
- más de mil moros que había;
- hiciéronle mil pedazos
- con saña que de él tenían.
- D. Alonso en este tiempo
- muy gran batalla le hacían,
- el caballo le habían muerto,
- por muralla le tenía,
- Y arrimado a un gran peñón
- con valor se defendía:
- muchos moros tiene muertos;
- mas muy poco le valía,
- Porque sobre él cargan muchos,
- y le dan grandes heridas;
- tantas, que allí cayó muerto
- entre la gente enemiga.
- También el conde de Ureña,
- mal herido en demasía,
- se sale de la batalla
- llevado por una guía,
- Que sabía bien la senda
- que de la sierra salía;
- muchos moros deja muertos
- por su grande valentía.
- También algunos se escapan,
- que al buen conde le seguían;
- D. Alonso quedó muerto,
- recobrando nueva vida
- con una fama inmortal
- de su esfuerza y valentía.
-
-Teniendo noticia algunos poetas que la muerte de D. Alonso de Aguilar
-fue en Sierra Bermeja, alumbrados de los cronistas reales habiendo
-visto el romance pasado, no faltó un poeta que hizo otro nuevo, que
-dice así:
-
- Río Verde, río Verde,
- cuánto cuerpo en ti se baña
- de cristianos y de moros,
- muertos por la dura espada.
- Y tus hondas cristalinas
- de roja sangre se esmaltan;
- entre moros y cristianos
- muy gran batalla se traba.
- Murieron duques y condes,
- grandes señores de salva;
- murió gente de valía
- de la nobleza de España.
- En ti murió D. Alonso,
- que de Aguilar se llamaba,
- el valeroso Urdiales,
- con D. Alonso acababa.
- Por una ladera arriba
- el buen Sayavedra marcha;
- natural es de Sevilla,
- de la gente más granada;
- Tras él iba un renegado,
- de esta manera le habla:
- «Date, date, Sayavedra,
- no huyas de la batalla:
- Yo te conozco muy bien,
- gran tiempo estuve en tu casa,
- y en la plaza de Sevilla
- bien te vide jugar cañas:
- Conozco a tu padre y madre,
- y a tu mujer Doña Clara;
- siete años fui tu cautivo,
- malamente me tratabas,
- Y ahora lo serás mío,
- si Mahoma me ayudara,
- y también te trataré,
- como tú a mí me tratabas.»
- Sayavedra que le oyera
- al moro volvió la cara;
- tirole el moro una flecha,
- pero nunca le acertaba.
- Hiriérale Sayavedra
- de una herida muy mala;
- muerto cayó el renegado
- sin poder hablar palabra.
- Sayavedra fue cercado
- de mucha mora canalla,
- y al cabo cayó allí muerto
- de una muy mala lanzada.
- D. Alonso en este tiempo
- bravamente peleaba;
- el caballo le habían muerto,
- y le tiene por muralla.
- Mas cargaron tantos moros,
- que mal le hieren y tratan;
- de la sangre que perdía
- D. Alonso se desmaya.
- Al fin, al fin, cayó muerto
- al pie de una peña alta;
- también el conde de Ureña
- mal herido se compara.
- Guiárale un adalid,
- que sabe bien las entradas;
- muchos salen tras el conde
- que le siguen las espaldas:
- muerto queda D. Alonso,
- eterna fama ganara.
-
-Esta fue la honrada muerte del valeroso D. Alonso de Aguilar; y como
-hemos dicho les pesó mucho a los reyes Católicos, los cuales como
-viesen la brava resistencia de los moros, por estar en tan ásperos
-lugares, no quisieron enviar por entonces contra ellos más gente.
-
-Mas los moros de la Serranía viendo que no podían vivir sin tratar en
-Granada, los unos pasaron a África, y los otros se dieron al rey D.
-Fernando, el cual los recibió muy bien, lleno de clemencia y gozo.
-
-Este fin tuvieron los bandos y guerras de Granada, a honra y gloria de
-Dios nuestro Señor.
-
-
-FIN DEL TOMO PRIMERO.
-
-
-
-
-ÍNDICE.
-
-
- PRÓLOGO. III
-
- CAPÍTULO I. En que se trata de la fundación de Granada, y los
- reyes que hubo en ella, con otras muchas cosas tocantes a la
- Historia. 1
-
- CAPÍTULO II. En que se trata de la sangrienta batalla de
- los Alporchones, y la gente que en ella se halló de moros y
- cristianos. 13
-
- CAPÍTULO III. En que se declaran los nombres de los nobles
- caballeros moros de Granada, de los treinta y dos linajes, y
- otras cosas que pasaron en Granada. Asimismo se nombran todos
- los lugares que estaban en aquel tiempo debajo de la corona de
- Granada. 26
-
- CAPÍTULO IV. Que trata de la batalla que el valiente Muza tuvo
- con el Maestre, y de otras cosas que también pasaron. 35
-
- CAPÍTULO V. Que trata de un sarao que se hizo en palacio entre
- las damas de la reina y los caballeros de la corte, sobre el
- cual hubo pesadas palabras entre Muza y Zulema Abencerraje, y
- de lo que pasó. 46
-
- CAPÍTULO VI. Cómo se hicieron fiestas en Granada, y por
- ellas se encendieron más las enemistades de los Zegríes,
- Abencerrajes, Alabeces, y Gomeles, y lo que pasó entre Zaide y
- Zaida acerca de sus amores. 55
-
- CAPÍTULO VII. Del triste llanto que hizo la hermosa Fátima
- por la muerte de su padre, y cómo se iba a Almería la bella
- Galiana, si su padre no viniera, la cual estaba muy vencida de
- amores de Sarracino; y de lo que entre él y Abenámar pasó una
- noche debajo de las ventanas del real palacio. 86
-
- CAPÍTULO VIII. De la batalla cruel que Malique Alabez tuvo
- con D. Manuel Ponce de León en la Vega, y de lo que en ella
- sucedió. 94
-
- CAPÍTULO IX. En que se da cuenta de unas fiestas solemnes, y
- juego de sortija, que se hicieron en Granada, y como se iban
- encendiendo los bandos de los Zegríes y Abencerrajes. 103
-
- CAPÍTULO X. Que declara el fin que tuvo el juego de la sortija,
- y el desafío que hubo entre el moro Albayaldos y el maestre de
- Calatrava. 124
-
- CAPÍTULO XI. De la batalla que Albayaldos tuvo con el maestre
- de Calatrava, y cómo el maestre le venció y dio muerte. 157
-
- CAPÍTULO XII. En que se da cuenta de una pendencia que los
- Zegríes tuvieron con los Abencerrajes, y cómo estuvo Granada a
- punto de perderse. 184
-
- CAPÍTULO XIII. En que se da cuenta de lo que sucedió al rey
- Chico y a su gente yendo a entrar en Jaén, y la gran traición
- que los Zegríes y Gomeles levantaron a la reina mora y a los
- caballeros Abencerrajes, y muerte de ellos. 228
-
- CAPÍTULO XIV. En que se da cuenta cómo los traidores pusieron
- acusación a la reina y a los Abencerrajes, y cómo la reina fue
- presa por ellos, y dio cuatro caballeros que la defendiesen, y
- de lo demás que sucedió. 262
-
- CAPÍTULO XV. En que se da cuenta de la batalla que se hizo
- entre los cuatro caballeros cristianos y los cuatro moros
- sobre la libertad de la reina, y cómo vencieron los cristianos
- y mataron a los moros, y cómo la reina fue libre; y de otras
- cosas más. 320
-
- CAPÍTULO XVI. De lo que pasó en Granada, y cómo se volvieron a
- refrescar los bandos de ella, y la prisión del rey Mulahacén en
- Murcia, y la del rey Chico en Andalucía, y de otras cosas. 351
-
- CAPÍTULO XVII. En que se da cuenta del cerco de Granada por los
- reyes Católicos, y de la fundación de Santa Fe. 390
-
-
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- Guerras civiles de Granada - Tomo I, by Ginés Pérez de Hita&mdash;A Project Gutenberg eBook
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-
-<body class="formato">
-<div lang='en' xml:lang='en'>
-<p style='text-align:center; font-size:1.2em; font-weight:bold'>The Project Gutenberg eBook of <span lang='es' xml:lang='es'>Guerras civiles de Granada</span>, by Ginés Pérez de Hita</p>
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and
-most other parts of the world at no cost and with almost no restrictions
-whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms
-of the Project Gutenberg License included with this eBook or online
-at <a href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>. If you
-are not located in the United States, you will have to check the laws of the
-country where you are located before using this eBook.
-</div>
-</div>
-
-<p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em'>Title: <span lang='es' xml:lang='es'>Guerras civiles de Granada</span></p>
-<p style='display:block; margin-left:2em; text-indent:0; margin-top:0; margin-bottom:1em;'><span lang='es' xml:lang='es'>Tomo I</span></p>
-<p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em'>Author: Ginés Pérez de Hita</p>
-<p style='display:block; text-indent:0; margin:1em 0'>Release Date: March 15, 2022 [eBook #67631]</p>
-<p style='display:block; text-indent:0; margin:1em 0'>Language: Spanish</p>
- <p style='display:block; margin-top:1em; margin-bottom:0; margin-left:2em; text-indent:-2em; text-align:left'>Produced by: Ramón Pajares Box and the Online Distributed Proofreading Team at https://www.pgdp.net (This file was produced from images generously made available by The Internet Archive/American Libraries.)</p>
-<div style='margin-top:2em; margin-bottom:4em'>*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK <span lang='es' xml:lang='es'>GUERRAS CIVILES DE GRANADA</span> ***</div>
-
-<div class="front">
- <hr class="full" />
- <p><a href="#ToC">Índice</a></p>
- <h1 class="faux">Guerras civiles de Granada - Tomo I</h1>
-</div>
-
-<div class="transnote" id="tnote">
- <p class="tnotetit">Nota de transcripción</p>
- <ul>
- <li>Los errores de imprenta han sido corregidos.</li>
-
- <li>Se han convertido en puntos y aparte la mayor parte de los puntos y
- seguido, evitando así los párrafos muy largos que se extienden por
- varias páginas.</li>
-
- <li>La ortografía del texto original ha sido modernizada de acuerdo con
- las normas publicadas en 2010 por la Real Academia Española.</li>
-
- <li>Los entrecomillados han sido convertidos en rayas iniciales de diálogo
- donde el texto adopta forma dialogada. Las restantes rayas han sido
- espaciadas según los modernos usos ortotipográficos.</li>
-
- <li>Los nombres propios han sido normalizados, y se ha restaurado el
- emparejamiento de las comillas y de los signos de exclamación e
- interrogación.</li>
-
- <li>Los capítulos han sido correctamente numerados, deshaciendo una
- errata que alteraba la numeración a partir del capítulo XI.</li>
-
- <li>Se ha añadido un <a href="#ToC">Índice</a> al final del libro pese a que el original
- impreso no lo incluye.</li>
- </ul>
-</div>
-
-
-<div class="screenonly x-ebookmaker-drop">
- <hr class="chap" />
- <div class="figcenter">
- <img class="thin"
- style="width: 26em; height: auto;"
- src="images/cover.jpg"
- alt="Cubierta del libro" />
- </div>
-</div>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="tit">
- <p><span class="pagenum" id="Page_i">p. i</span></p>
- <p class="fs175 lh150 ws1">Guerras Civiles</p>
- <p class="fs200 lh150 g0 ws2">DE GRANADA,</p>
- <p class="smaller lh200 mt05">POR</p>
- <p class="fs140 lh200 ws1"><i>Ginés Pérez de Hita</i>,</p>
- <p class="smaller ws1">vecino de Murcia.</p>
-
- <div class="legal">
- <p>TOMO I.</p>
- </div>
-
- <p class="fs110 lh150"><i>Madrid</i>:</p>
- <p class="lh150 ws1"><i>En la Imprenta de</i> <span class="smcap">D. León Amarita</span>.</p>
- <p class="smaller lh150 negr">1833.</p>
-</div>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch0">
- <p><span class="pagenum" id="Page_iii">p. iii</span></p>
- <h2 class="nobreak g1">PRÓLOGO.</h2>
- <hr class="tir" />
-</div>
-
-<p><span class="cap">S</span>e ha reimpreso esta obra, porque siendo
-una de las mejores que tenemos de honesto recreo, se había hecho rara:
-su lectura deleita tanto, que quien una vez toma el libro en sus manos
-no puede luego soltarle hasta la conclusión.</p>
-
-<p>Fue el embeleso de nuestros mayores, que aprendían de memoria los
-bellísimos romances que contiene; se tradujo al francés y al italiano,
-interesando también a los extranjeros; ha dado materia y argumento a
-varias composiciones dramáticas, antiguas y modernas, y servido de
-modelo para escribir otras obras análogas, principalmente a la del
-caballero Florián, intitulada <i>Gonzalo de Córdoba</i>, que es en el
-día la más conocida, y en mucho estimada.</p>
-
-<p>Ginés Pérez de Hita proponiéndose escribir de las <i>Guerras Civiles
-de Granada</i>, nacidas primeramente entre los moros durante la agonía
-de su dominación en España, y excitadas después por los mismos contra
-los cristianos que los habían subyugado, reunió un gran número de
-noticias curiosas sobre aquellas gentes, que no se encuentran en ningún
-otro escritor antiguo español.</p>
-
-<p>Dio<span class="pagenum" id="Page_iv">p. iv</span> su obra en
-dos partes, tocantes a dos épocas distintas y notables de nuestra
-historia.</p>
-
-<p>En la primera parte inserta la cronología de los reyes de
-Granada bajo el dominio de los moros, el nombre de los pueblos de
-su jurisdicción, y el de las familias más distinguidas del Estado;
-describe los palacios, jardines, mezquitas, y obras más suntuosas de
-la capital; y después introduciéndonos en ella, reinando Boabdilín, su
-último soberano, nos revela los amores, celos, intrigas y competencias
-de las damas y caballeros más principales de la Corte; nos acompaña a
-sus saraos, juegos y regocijos; nos declara sus bandos y parcialidades,
-y nos lleva a ver sus escaramuzas y desafíos.</p>
-
-<p>Pinta a Boabdilín ingrato a su virtuoso padre Mulahacén; crédulo,
-alucinado, e inicuo contra su esposa, a la cual en fuerza de un grosero
-chisme urdido por los vengativos Zegríes, sus cortesanos, acusa del
-crimen de adulterio, poniéndola en la necesidad de encontrar quien
-venza en singular batalla a sus cuatro furibundos acusadores, o perder
-su honor y la vida en las llamas; cruel con los generosos Abencerrajes,
-que consiente sean degollados uno a uno por sus émulos en la cámara
-de los Leones; atroz con su hermana Moraina y dos inocentes hijos de
-ella,<span class="pagenum" id="Page_v">p. v</span> a quienes asesina
-por su propia mano, y en fin aborrecible por su tiranía a todos los
-granadinos.</p>
-
-<p>En este cuadro, alrededor del trono sobresale el valeroso Muza,
-hermano natural del rey, como el más cumplido caballero de la corte
-mora; campea el gallardo Malique Alabez, de prosapia real, entre una
-familia numerosa de héroes; brilla el espléndido Abenámar, mantenedor
-en el juego de cañas y de sortija como el más diestro entre todos
-los competidores; el esforzado Reduán sorprende y admira, el adusto
-Albayaldos estremece, el intrépido Gazul interesa, y el sensible Zaide
-enamora.</p>
-
-<p>Pero de cuando en cuando aparece en esta magnífica escena la flor de
-los caballeros cristianos, que eclipsa toda la gloria de tan insignes
-varones.</p>
-
-<p>Los muy ilustres maestres de Calatrava y de Santiago D. Rodrigo
-Téllez Girón, y D. Manuel Ponce de León, duque de Arcos, vencedor
-el primero de Muza, Albayaldos y Aliatar, y el segundo del gallardo
-Malique Alabez, y de Alí Hamete Zegrí, acusador de la reina; el alcaide
-de los donceles D. Diego Fernández de Córdoba, cortesano tan galán
-como adalid valiente; el robusto D. Juan Chacón, señor de Cartagena,
-que de una cuchillada cortaba a cercén el pescuezo a un toro; el
-esclarecido Portocarrero, señor de Palma, y<span class="pagenum"
-id="Page_vi">p. vi</span> el desgraciado D. Alonso de Aguilar
-se llevaban la palma en todos los juegos, y en todas las lides y
-escaramuzas.</p>
-
-<p>El profundo sentimiento de esta superioridad, comprobada por el mal
-éxito de sus últimas empresas militares, hacía mirar a los moros su
-gobierno con menosprecio, y hasta la religión propia con desconfianza o
-indiferencia.</p>
-
-<p>Dividida en bandos, y agitada por la ambición y los celos la
-nobleza, a cada paso sus parciales tomaban las armas unos contra
-otros, se alteraba la tranquilidad pública, y con el más leve motivo
-se vertía la sangre de los primeros campeones en duelos y batallas
-singulares, cuando eran más necesarias la unión y concurrencia de todas
-las fuerzas del Estado para atajar los rápidos progresos de las armas
-cristianas.</p>
-
-<p>La expulsión de los Abencerrajes que se habían salvado del degüello
-de la Alhambra, agregó el cuerpo más gallardo de la caballería mora
-al poder ya tan formidable del enemigo; y sirviendo desde entonces la
-deserción de ejemplo a las demás familias nobles exasperadas, quedó
-sin apoyo la independencia de la nación, y la capital casi desierta de
-defensores.</p>
-
-<p>En fin llegaron a su mayor auge el desorden y la confusión cuando
-Granada presentó al mundo el inaudito y escandaloso espectáculo de
-tres<span class="pagenum" id="Page_vii">p. vii</span> reyes aspirantes
-al poder supremo dentro de sus murallas: Boabdilín sostenido siempre
-por los Zegríes, Mazas, Gomeles, y Laugetes; Mulahacén restaurado por
-los Abencerrajes, Gazules, Alabeces y Venegas, y el gobernador Abdalí
-proclamado por los Almoradís, Almohades y Marines.</p>
-
-<p>Cada uno de estos tres obcecados príncipes tenía allí su palacio
-y corte a parte; tropas, vasallos, y aun templos para hacer oración,
-diferentes: cada uno de ellos, por afianzar la posesión de aquel
-simulacro de soberanía, negociaba secretamente con el enemigo común,
-ofreciéndole en pago de su asistencia y protección los tesoros propios,
-y las plazas, villas y lugares que se habían declarado por ellos.</p>
-
-<p>De este modo unos señores, tan poderosos y políticos como los
-Reyes Católicos, asistidos de los mejores capitanes que hubo jamás
-en Castilla, y viniéndoseles, digámoslo así, la presa a las manos,
-acabaron sin grande esfuerzo la conquista del estado granadino, y
-extinguieron la larga dominación de los árabes en la Península.</p>
-
-<p>Aquí concluye la primera parte.</p>
-
-<p>En la segunda se abre una escena muy distinta, pero no vacía de
-instrucción, ni de interés. Llegamos a otros tiempos, y encontramos
-otros hombres y otras costumbres.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_viii">p. viii</span>La elación del
-ánimo, derivada de las riquezas y del manejo del poder, moviendo celos
-y enemistando a las familias principales del estado granadino, produjo
-las primeras guerras civiles, que le condujeron a su ruina: la miseria
-y desesperación, hijas de la opresión y la violencia, abortaron las
-guerras segundas, que extinguieron las últimas reliquias de los moros
-en España.</p>
-
-<p>Después de la conquista de Granada habían pasado setenta y siete
-años, llevando los moros al cuello con harta mortificación el grave
-yugo que les echaron sus vencedores.</p>
-
-<p>Sufrían la poca observancia de las promesas que les fueron hechas
-al tiempo de su rendición; el sucesivo despojo de sus tierras; el
-abandono forzoso de su culto, la exacción de crecidos tributos, fardas
-y prestaciones, y sobre todo esto el menosprecio general; pero estando
-ya llenas las medidas, y tratándose todavía de impedirles el uso del
-idioma y traje nacionales, se alzaron todos, decididos a morir o
-mejorar de suerte.</p>
-
-<p>Con disimulo y bastante habilidad averiguaron el número de
-hombres aptos para las armas que quedaban de su raza, nombraron rey
-a un descendiente de sus soberanos antiguos; pidieron auxilio de
-armas y tropas a sus progenitores de Asia y África, y levantaron el
-estandarte<span class="pagenum" id="Page_ix">p. ix</span> de la
-rebelión refugiándose en la aspereza de las Alpujarras.</p>
-
-<p>Temeraria y de mal éxito sin duda era entonces la empresa de los
-moros, luchando con el poder colosal de Felipe II; pero también causa
-pesadumbre el ver qué esfuerzos y cuánta sangre les costó ahogarla a
-los cristianos.</p>
-
-<p>Precedido de hábiles negociadores, el famoso conde de Tendilla,
-marqués de Mondéjar, fue el primer general que envió el rey con un
-ejército de veinte mil hombres, contra los rebeldes; mas dice nuestro
-historiador, testigo ocular, que una mitad por lo menos de esta brava
-gente se componía de asesinos y ladrones, los cuales sabiendo que
-algún pueblo de moriscos se había sometido, y fiaba su seguridad del
-salvo-conducto que le daba el marqués, se escapaban del real por
-la noche, y le asaltaban, y mataban y saqueaban a sus moradores,
-llevándose a las mujeres para gozarlas, y después venderlas como
-esclavas.</p>
-
-<p>No es extraño pues que una conducta tan atroz y desenfrenada
-exasperase los ánimos de los sediciosos, en lugar de calmarlos, y que
-a poco tiempo perdiera el general en esta guerra su ejército y la
-reputación.</p>
-
-<p>Preséntase luego en la lid el esclarecido D. Luis Fajardo,
-marqués de los Vélez y adelantado de Murcia, con sus valerosos<span
-class="pagenum" id="Page_x">p. x</span> tercios; pero estos se
-ensangrientan demasiado en la villa de Félix, y sus crueldades
-posteriores en Huéscar hacen imposible la reconciliación.</p>
-
-<p>Los dos héroes cristianos batallan con los moros por dos puntos
-diferentes, obran prodigios de valor, se cubren de gloria saliendo
-victoriosos en casi todas las acciones marciales, y con todo eso no
-adelantan: sus tropas en varios encuentros y sorpresas de convoyes se
-disminuyen mucho, al paso que cunde el número de los enemigos; vienen
-sucesivamente con refuerzos considerables el marqués de la Favara, y
-el comendador mayor de León D. Luis de Zúñiga y Requesens, y todavía
-la guerra se prolonga, zozobrando ya el crédito de la orgullosa
-corte; el hercúleo D. Luis Fajardo, cuya ponderosa lanza apenas podía
-sustentar al hombro un soldado robusto cuando él la manejaba como un
-mimbre, después que, entre otras proezas, con poca gente, y la mayor
-parte enferma, hizo alarde de su esfuerzo y talento militar rechazando
-a los moros, que con todo su poder reunido le atacaron en Berja, se
-estanca en el sitio de Galera, y no puede pasar adelante; en fin
-dura el conflicto cerca de tres años, y es preciso que el ínclito D.
-Juan de Austria, hijo del emperador D. Carlos, salga de Granada con
-diez<span class="pagenum" id="Page_xi">p. xi</span> mil infantes y mil
-caballeros, asistido del valeroso duque de Sesa con otra tanta fuerza,
-y que a estos dos ejércitos nuevos se reúnan las reliquias de todos
-los anteriores, para salir de tamaño empeño, y forzar a los rebeldes a
-deponer las armas e implorar la real clemencia.</p>
-
-<p>Conteniendo este libro la descripción de muchas batallas, asedios y
-entradas de los pueblos a viva fuerza, en que se derramaba por una y
-otra parte tanta sangre humana, su lectura no puede ser tan apacible,
-como la del anterior: con todo eso abunda de episodios interesantes,
-como el razonamiento del Purchení al marqués de Mondéjar estando este
-con su campo en Órgiva; la muerte del capitán Álvaro de Flores; la
-prisión del moro Albexarí, y sus amores con Almanzora; las fiestas
-celebradas en Purchena de orden de Muley Abenumeya; el canto profético
-de la mora, natural del Deire; los celos, conspiración y venganza de
-Benalguacil contra el rey moro, por haberse apoderado de su prima
-Zahara; la historia del Tuzani, y de cuanto hizo para encontrar y matar
-al asesino de la hermosa Malhea que pereció en Galera; la muerte y las
-exequias de D. Luis de Quijada, ayo del Señor D. Juan de Austria, y
-el fin trágico<span class="pagenum" id="Page_xii">p. xii</span> del
-virtuoso Habaquí.</p>
-
-<p>Últimamente enamoran la humanidad, el candor y la firmeza de
-carácter de Ginés Pérez de Hita, cuando al acabar su obra pinta
-patéticamente los sentidos lamentos de los moriscos al ser arrancados
-de sus tierras, y llevados por fuerza a Castilla y a la Mancha; censura
-esta impolítica y cruel resolución de Felipe II, faltando a lo que
-se había prometido por su augusto hermano a los moriscos, los cuales
-<i>antes murieran de mil muertes, que rendir las armas, ni haber
-hecho las paces</i>, si hubiesen sabido que no serían cumplidas las
-capitulaciones; y añade, <i>que más valiera no haberlos sacado del
-reino de Granada, por lo mucho que en esto habían perdido S. M. y todos
-sus demás estados</i>.</p>
-
-<p>Y ¿<i>quién fue Ginés Pérez de Hita</i>? De su persona y vida no
-tenemos más noticias, que las que él propio dejó consignadas en esta
-obra. Dijo ser vecino de la ciudad de Murcia, lo cual no prueba que
-naciese en ella; pero parece que a lo menos fue de la provincia, no
-solo por su domicilio, sino porque no pierde ocasión de levantar a las
-nubes el valor de los tercios murcianos. Militó en esta última guerra
-contra los moriscos bajo las banderas del marqués de los Vélez, y no
-sabemos que saliera de la clase<span class="pagenum" id="Page_xiii">p.
-xiii</span> de simple soldado.</p>
-
-<p>Censurando la rapacidad invencible de sus camaradas, manifiesta
-mucho candor cuando confiesa que algunas veces, llevado él propio
-de tan mal ejemplo, salía a robar en los pueblos de los moriscos
-sometidos; y demuestra que tenía mejores entrañas que los feroces
-guerreros de aquella época, contándonos cómo había recogido en la atroz
-matanza de Félix a un niño que encontró mamando al pecho sanguinoso de
-su madre asesinada, y le entregó a otra morisca para que le criase;
-gloriándose tanto de esta acción misericordiosa, como de haber amparado
-y salvado de la muerte a más de veinte mujeres.</p>
-
-<p>Finalmente se infiere que escribió, o a lo menos dio a luz, alguna
-otra obra distinta de la presente, por la expresión que hallamos al
-fin de la historia del Tuzani, donde dice que vio y habló a este en
-Villanueva de Alcardete, <i>viniendo a Madrid a cobrar un privilegio
-para un libro suyo</i>, cuyo título no declara.</p>
-
-<p>¿Y es Ginés Pérez de Hita el verdadero autor de las <i>Guerras
-Civiles de Granada</i>?</p>
-
-<p>En cuanto a la primera parte, si hemos de creerle a él propio, «la
-escribió en arábigo un moro, natural de la ciudad de Granada, llamado
-Abenhamín, que pasó luego a África y murió en Tremecén, dejando allí
-hijos,<span class="pagenum" id="Page_xiv">p. xiv</span> y un nieto
-muy hábil, llamado Argutarfa, el cual recogió todos los papeles de su
-abuelo, y entre ellos encontró este libro, que estimó mucho por tratar
-la materia de Granada, y se le prestó a un judío, llamado Saba Santo,
-quien le sacó en hebreo por su contento, y el original arábigo le
-presentó a D. Rodrigo Ponce de León, conde de Bailén. Que este señor,
-por saber lo que contenía, y por haberse hallado su abuelo y bisabuelo
-en aquellas conquistas, rogó al judío que le tradujese en castellano, y
-después el conde le hizo a Hita la merced de dársele.» Esto dice en las
-páginas 412 y siguiente de la primera parte, sin embargo de que en la
-portada del mismo libro se expresa que él la tradujo al castellano, y
-no el judío Saba Santo.</p>
-
-<p>Lo que por el contexto de la obra parece más cierto es, que ni el
-uno ni el otro hicieron una traducción literal de la obra arábiga;
-pues no es creíble que un moro hablase con tanta parcialidad a favor
-de los cristianos, ni que la hubiese adornado de los hermosos romances
-castellanos que la acompañan, cuando muchos de ellos fueron escritos
-después de la conquista de Granada, ya entrado el siglo XVI.</p>
-
-<p>Aquí es donde brilla la gala de este metro peculiarmente español,
-que no tienen y envidian todas las demás lenguas<span class="pagenum"
-id="Page_xv">p. xv</span> europeas, hijas de la latina; porque los
-romances se leen junto a los hechos heroicos para que fueron compuestos
-de propósito; ilustración que falta al que lee estas producciones
-descriptivas, desnudas y hacinadas en los <i>Romanceros</i>, sin tener
-la noticia necesaria de nuestra historia antigua y de las tradiciones
-patrias.</p>
-
-<p>Así parece que Ginés Pérez de Hita tomando lo sustancial de los
-hechos que refiere del arábigo, los redactó a su modo, y dio a la obra
-castellana la forma que ahora tiene.</p>
-
-<p>En cuanto a la segunda parte no ofrece duda que la escribiese Ginés
-Pérez de Hita, adornándola también de los razonamientos y romances
-que contiene, muy inferiores ciertamente a los de la parte primera;
-exceptuándose la descripción del sitio de Galera, que él propio dice
-haber copiado de la que escribió el alférez Tomás Pérez de Hevia,
-vecino de Murcia, que seguía las banderas del Señor D. Juan de
-Austria.</p>
-
-<p>Queda dicho que no es tan interesante la lectura de la segunda parte
-de esta obra, como la de la primera; pero faltaba añadir, que jamás ha
-podido ser del mismo modo conocida, aunque también entretenga mucho,
-porque el desaliño, o más bien la grosería de la impresión con que se
-dio al público, la hacían intolerable.</p>
-
-<p>Son tantas las erratas<span class="pagenum" id="Page_xvi">p.
-xvi</span> que la afean, que solamente un talento muy perspicaz podrá
-encontrar sentido en su contexto, supliendo la ausencia total de las
-reglas de ortografía; además de que causa tedio manejar un libro de
-ruin papel de estraza, que se deshace al tiempo de pasar de una hoja a
-otra.</p>
-
-<p>Aquel que se tome el trabajo de cotejar la presente edición con la
-antigua, será quien pueda calificar el servicio que en esto ha hecho el
-editor a la literatura nacional.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter" id="Ch1">
- <p><span class="pagenum" id="Page_1">p. 1</span></p>
- <div class="figcenter">
- <img src="images/illo_b001.jpg"
- style="width: 26em; height: auto;"
- alt="Ilustración ornamental" />
- </div>
- <p class="centra fs140 ws1 negr mt2">PARTE PRIMERA.</p>
- <p class="centra fs110 mt15">Guerras civiles entre Zegríes y
- Abencerrajes, caballeros moros de Granada, y batallas particulares
- que hubo en la Vega entre moros y cristianos, hasta que el rey
- D.&nbsp;Fernando el V la&nbsp;ganó.</p>
- <h2 class="nobreak">CAPÍTULO I.</h2>
- <p class="subh2h"><i>En que se trata de la fundación de Granada, y
- los reyes que hubo en ella, con otras muchas cosas tocantes a la
- Historia.</i></p>
-</div>
-
-<p><span class="cap">L</span>a ínclita y famosa ciudad de Granada fue
-fundada por una muy hermosa doncella, hija o sobrina del rey Hispán.
-Fue su fundación en una bella y espaciosa vega, junto de una sierra
-llamada Elvira, porque tomó el nombre de la fundadora Infanta, la cual
-se llamaba Liberia, dos leguas de donde ahora está, junto de un lugar
-que se llamaba Arbuler, que en arábigo se decía Arbulut.</p>
-
-<p>Después de pasados algunos años, les pareció a los fundadores
-de ella que no estaban allí bien por ciertas causas, y fundaron la
-ciudad en la parte donde ahora está, junto a Sierra-Nevada,<span
-class="pagenum" id="Page_2">p. 2</span> en medio de dos hermosos ríos,
-llamado el uno Genil y el otro Darro, los cuales son de la nieve que se
-derrite en la sierra. De Darro se coge oro muy fino, de Genil plata; y
-no es fábula, que yo el autor de esta relación lo he visto coger.</p>
-
-<p>Fundose aquí esta insigne ciudad encima de tres cerros, como hoy se
-parece, adonde se fundaron tres castillos: el uno está a la vista de la
-hermosa Vega y el río Genil, la cual Vega tiene ocho leguas de largo y
-cuatro de ancho, y por ella atraviesan otros dos ríos, aunque no muy
-grandes: el uno se dice Veiro y el otro Monachil.</p>
-
-<p>Comiénzase la Vega desde la falda de la Sierra-Nevada, y va hasta la
-fuente del Pino, y pasa más adelante de un gran soto, que se llama el
-Soto de Roma, y esta fuerza se nombra Torres-Bermejas. Hízose allí una
-gran población llamada el Antequeruela.</p>
-
-<p>La otra fuerza o castillo está en otro cerro junto a este, un
-poco más alto, la cual se llamó la Alhambra, casa muy fuerte, y aquí
-hicieron los reyes su Casa Real.</p>
-
-<p>La otra fuerza se hizo en otro cerro, no lejos del Alhambra, y
-llamose Albaicín, donde se hizo gran población. Entre el Albaicín y el
-Alhambra pasa por lo hondo el río Darro, haciendo una ribera de árboles
-agradables.</p>
-
-<p>A esta fundación no la llamaron los moradores de ella Iliberia como
-la otra, sino Granata, respecto a que en una cueva junto al Darro fue
-hallada una hermosa doncella que se decía Granata, y por eso se llamó
-la ciudad así; y después de corrompido el vocablo se llamó Granada.
-Otros dicen,<span class="pagenum" id="Page_3">p. 3</span> que por la
-muchedumbre de las casas, y la espesura que había en ellas, que estaban
-juntas como los granos de la granada, y la nombraron así.</p>
-
-<p>Hízose esta ciudad famosa, rica y populosa, hasta el infeliz tiempo
-en que el rey D. Rodrigo perdió a España, lo cual no se declara por
-no ser a propósito de nuestra historia: solo diremos, como después de
-perdida España hasta las Asturias y confines de Vizcaya, siendo toda
-ella ocupada de moros, traídos por aquellos dos bravos caudillos y
-generales, el uno llamado el Tarif, y el otro Muza; asimismo quedó la
-famosa Granada ocupada de moros, y llena de gente de África.</p>
-
-<p>Mas hállase una cosa: que de todas las naciones moras que vinieron
-a España, los caballeros mejores y principales, y los más señalados
-de aquellos que siguieron al general Muza, se quedaron en Granada, y
-la causa fue su hermosura y fertilidad, pareciéndoles bien su gran
-riqueza, asiento y fundación; aunque el capitán Tarif estuvo muy bien
-con la ciudad de Córdoba, y su hijo Balagís con Sevilla, de donde fue
-rey, como dice la crónica del rey D. Rodrigo.</p>
-
-<p>Mas yo no he hallado que en la ocupación de Córdoba, de Toledo,
-Sevilla, Valencia, Murcia, ni otras ciudades poblasen tan nobles ni tan
-principales caballeros, ni tan buenos linajes de moros como en Granada;
-para lo cual es menester nombrar algunos de estos linajes, y de donde
-fueron naturales, aunque no se digan ni declaren todos, por no ser
-prolijo.</p>
-
-<p>Poblada Granada de las gentes mejores del África, no por eso dejó
-la insigne<span class="pagenum" id="Page_4">p. 4</span> ciudad de
-pasar adelante con sus muy grandes y soberbios edificios, porque siendo
-gobernada de reyes de valor y muy curiosos que en ella reinaron, se
-hicieron grandes mezquitas y muy ricas cercas, fuertes muros y torres,
-porque los cristianos no la tornasen a ganar; y hicieron muy fuertes
-castillos, y los reedificaron fuera de las murallas como hoy día
-parecen.</p>
-
-<p>Hicieron el castillo de Bibatambién, fuerte con su cava y puente
-levadiza. Hicieron las torres de la puerta Elvira, y las del Alcazaba
-y plaza de Vibalbulut, y famosa torre del Aceituno, que está camino de
-Guadix, y otras muchas cosas dignas de memoria, como se dirá en nuestro
-discurso.</p>
-
-<p>Bien pudiera traer aquí los nombres de todos los reyes moros que
-gobernaron y reinaron en esta insigne ciudad, y los califas, y aun los
-de toda España; mas por no gastar tiempo, no diré sino de los reyes
-moros que por su orden la gobernaron, y fueron conocidos por reyes de
-ella, dejando aparte los califas pasados y señores que hubo, siguiendo
-a Esteban Garibay y a Camaloa.</p>
-
-<p>El 1.<sup>er</sup> rey moro que Granada tuvo se llamó Mahomad
-Alhamar: este reinó en ella veinte y nueve años y más meses; acabó año
-de 1262.</p>
-
-<p>El 2.º rey de Granada se llamó, así como su padre, Mahomad Mir
-Almuzmelín. Este labró el castillo del Alhambra, muy rico y fuerte,
-como hoy se parece; reinó treinta y seis años, y murió año de 1302.</p>
-
-<p>El 3.º rey de Granada se llamó Mahomad<span class="pagenum"
-id="Page_5">p. 5</span> Abenhalamar: a este le quitó el reino un
-hermano suyo, y le puso en prisión, habiendo reinado siete años: acabó
-año de 1309.</p>
-
-<p>El 4.º rey de Granada fue llamado Mahomad Abenázar: a este le quitó
-el reino un sobrino suyo llamado Ismael, año de 1315: reinó seis
-años.</p>
-
-<p>El 5.º rey de Granada se llamó Ismael: a este mataron sus deudos
-y vasallos, mas fueron degollados los homicidas: reinó nueve años, y
-acabó año de 1324.</p>
-
-<p>El 6.º rey de Granada se llamó Mahomad: a este también le mataron
-los suyos a traición; reinó diez años, y acabó año de 1334.</p>
-
-<p>El 7.º rey de Granada se llamó Iusef Abenhamet: también fue muerto a
-traición: reinó once años, y acabó año de 1345.</p>
-
-<p>El 8.º rey de Granada fue llamado Mahomad Lagús: a este le
-despojaron del reino después de haber reinado doce años, y acabó año de
-1357, por aquella vez que reinó.</p>
-
-<p>El 9.º rey de Granada se llamó Mahomad Abenhámar, VII de este
-nombre: a este le mató el rey D. Pedro en Sevilla, sin culpa, habiendo
-ido a pedirle amistad y favor: matole el mismo rey D. Pedro por su mano
-con una lanza, y mandó matar a otros que iban con este rey: habiendo
-reinado dos años, acabó año de 1359. Fue enviada su cabeza en forma
-de presente a la ciudad de Granada. Tornó a reinar Mahomad Lagús
-en Granada, y reinó en las dos veces veinte y nueve años: la<span
-class="pagenum" id="Page_6">p. 6</span> primera vez doce, y la segunda
-diez y siete: acabó año 1376.</p>
-
-<p>El 10 rey de Granada se llamó Mahomad Ovadiz, y reinó tres años
-pacífico, y acabó año de 1379.</p>
-
-<p>El 11 rey de Granada se llamó Iusef, II de este nombre, el cual
-murió con veneno que el rey de Fez le envió puesto en una aljaba o
-marlota de brocado: reinó tres años, y acabó año de 1382.</p>
-
-<p>El 12 rey de Granada fue llamado Mahomad Abenhámar: reinó once
-años, acabó año de 1394. Su muerte fue de una camisa que se puso
-emponzoñada con veneno.</p>
-
-<p>El 13 rey de Granada fue llamado Iusef, III de este nombre: reinó
-quince años: murió año de 1409.</p>
-
-<p>El 14 rey de Granada fue llamado Mahomad Abenázar, el Izquierdo.
-Habiendo reinado este cuatro años, le desposeyeron del reino año de
-1413.</p>
-
-<p>El 15 rey de Granada fue llamado Mahomad, el Pequeño; a este le
-cortó la cabeza Abenázar el Izquierdo, arriba dicho, porque le tornó
-a quitar el reino por orden de Mahomad Catraz, caballero Abencerraje:
-reinó este Mahomad el Pequeño dos años, y acabó año de 1415.</p>
-
-<p>Tornó a reinar Abenámar el Izquierdo, el cual fue otra vez despojado
-del reino por Iusef Abenalmo, su sobrino: reinó este rey tres años la
-última vez, y acabó año de 1418.</p>
-
-<p>El 17 rey de Granada se llamó Abenocín, el<span class="pagenum"
-id="Page_7">p. 7</span> Cojo. En tiempo de este sucedió aquella
-sangrienta batalla de los Alporchones, reinando D. Juan el II. Y pues
-nos viene a cuento, trataremos de esta batalla, antes de pasar adelante
-con la cuenta de los reyes moros de Granada.</p>
-
-<p>Es a saber, que según se halla en las crónicas antiguas, así
-castellanas como arábigas, este rey Abenocín tenía en su corte mucha y
-muy honrada caballería de moros, porque en Granada había treinta y dos
-linajes de caballeros, como eran Gomeles, Mazas, Zegríes, Venegas y
-Abencerrajes; estos eran de muy claro linaje: otros Maliques Alabeces,
-descendientes de los reyes de Fez y Marruecos, caballeros valerosos,
-de quien los reyes de Granada siempre hicieron mucha cuenta; porque
-estos Maliques eran alcaides en el reino de Granada, por tener de ellos
-mucha confianza, y así servían en las fronteras y partes de mayor
-peligro, como eran en Vera, el alcaide Malique Alabez, bravo y valeroso
-caballero; en Vélez el Blanco estaba un hermano suyo, llamado Mahomad
-Malique Alabez; en Vélez el Rubio había otro hermano de estos alcaides
-muy valiente, y amigo de los cristianos; otro Alabez había alcaide
-de Jimena, y otro en Tirieza, frontera de Lorca, y cercana de Orce y
-Cuéllar, Benamaviel, Castilleja y Caniles, y en otros lugares del
-reino.</p>
-
-<p>Estos Maliques Alabeces eran alcaides, por ser todos, como hemos
-dicho, caballeros de estima. Sin estos había otros caballeros en
-Granada muy principales, de quien los reyes de ella hacían grande
-cuenta, entre los cuales había un caballero llamado Abidbar,<span
-class="pagenum" id="Page_8">p. 8</span> del linaje de Gomeles,
-caballero valeroso y capitán de la gente de guerra; y no hallándose
-sino en batallas contra cristianos, le dijo un día al rey:</p>
-
-<p>—Señor, holgaría que tu alteza me diese licencia para entrar en
-tierra de cristianos, en los campos de Lorca, Murcia y Cartagena, que
-confianza tengo de venir con ricos despojos y cautivos.</p>
-
-<p>El rey dijo:</p>
-
-<p>—Conocido tengo tu valor, y te otorgo licencia como lo pides; pero
-temo mal suceso, porque son muy soldados los cristianos de esas tierras
-que quieres correr.</p>
-
-<p>Respondió Abidbar:</p>
-
-<p>—No tema vuestra alteza peligro, que yo llevaré conmigo tal gente y
-tales alcaides, que sin temor ninguno ose entrar, no digo en el campo
-de Lorca y Murcia, mas aun hasta Valencia me atreviera a entrar.</p>
-
-<p>—Pues si ese es tu parecer, sigue tu voluntad, que mi licencia
-tienes.</p>
-
-<p>Abidbar le besó las manos por ello, y fue a su casa y mandó tocar
-sus añafiles y trompetas de guerra, al cual bélico son se juntó grande
-copia de gente bien armada para saber de aquel rebato. Abidbar cuando
-vio tanta gente junta y tan bien armada, holgó mucho de ella, y les
-dijo:</p>
-
-<p>—Sabed, buenos amigos, que hemos de entrar en el reino de Murcia, de
-donde, placiendo al santo Alá, vendremos ricos: por tanto cada cual con
-ánimo siga mis banderas.</p>
-
-<p>Todos respondieron, que eran contentos; y así Abidbar salió de
-Granada con mucha gente de a caballo y peones; fue a Guadix, y habló
-al moro Almoradí, alcaide de aquella ciudad, el cual ofreció su
-compañía con mucha gente de a caballo y de a pie. También vino<span
-class="pagenum" id="Page_9">p. 9</span> el alcaide de Almería, llamado
-Malique Alabez, con mucha gente muy diestra en la guerra.</p>
-
-<p>De allí pasaron a Baza, donde estaba por alcaide Benariz, el cual
-también le ofreció su ayuda. En Baza se juntaron once alcaides de
-aquellos lugares a la fama de esta entrada del campo de Lorca y Murcia,
-y con aquella gente se fue el capitán Abidbar hasta la ciudad de Vera,
-donde era alcaide el bravo Alabez Malique, adonde se acabó de juntar
-todo el ejército de los moros y alcaides que aquí se nombrarán.</p>
-
-<p>El general Abidbar; Abenáriz, capitán de Baza; su hermano Abenáriz,
-capitán de la Vega de Granada; el Malique Alabez, de Vera; Alabez,
-alcaide de Vélez el Blanco; Alabez, alcaide de Vélez el Rubio; Alabez,
-alcaide de Almería; Alabez, alcaide de Cuéllar; otro alcaide de
-Huéscar; Alabez, alcaide de Orce; Alabez, alcaide de Purchena; Alabez,
-alcaide de Jimena; Alabez, alcaide de Tirieza: Alabez, alcaide de
-Caniles.</p>
-
-<p>Todos estos Alabeces Maliques eran parientes, como ya es dicho; se
-juntaron en Vera, cada uno llevando la gente que pudo.</p>
-
-<p>También se juntaron otros tres alcaides, el de Mojácar, el de
-Sorbas, y el de Lubrín: todos ya juntos se hizo reseña de la gente que
-se había juntado, y se hallaron seiscientos de a caballo, aunque otros
-dicen que fueron ochocientos, y mil y quinientos peones: otros dicen,
-que dos mil.</p>
-
-<p>Finalmente, se juntó grande poder de gente de guerra; y
-determinadamente a doce o catorce de mayo, año de mil cuatrocientos
-treinta y cinco, entraron en los<span class="pagenum" id="Page_10">p.
-10</span> términos de Lorca, y por la marina llegaron al campo de
-Cartagena, y lo corrieron todo hasta el rincón de S. Ginés y Pinatar,
-haciendo grandes daños.</p>
-
-<p>Cautivaron mucha gente y ahogaron mucho ganado, y con esta presa
-se volvían muy ufanos; y en llegando al Puntarón de la Sierra de
-Aguaderas, entraron en consejo sobre si vendrían por la marina por
-donde habían ido, o si pasarían por la vega de Lorca.</p>
-
-<p>Sobre esto hubo diferencia, y muchos afirmaban que fuesen por la
-marina, por ser más seguro. Otros dijeron, que sería grande cobardía,
-si no pasaban por la vega de Lorca a pesar de sus banderas. De este
-parecer fue Malique Alabez, y con él todos los alcaides que eran sus
-parientes.</p>
-
-<p>Pues visto por los moros que aquellos valerosos capitanes estaban
-determinados de pasar por la vega, no contradijeron cosa alguna; y así
-las banderas enarboladas, y la presa en medio del escuadrón, comenzaron
-a marchar la vuelta de Lorca, arrimados a la sierra de Aguaderas.</p>
-
-<p>Los de Lorca tenían ya noticia de la gente que había entrado en
-sus tierras. D. Alonso Fajardo, alcaide de Lorca, había escrito lo
-que pasaba a Diego de Ribera, corregidor de Murcia, que luego viniese
-con la más gente que pudiese. El corregidor no fue perezoso, que con
-brevedad salió de Murcia con setenta caballos y quinientos peones, toda
-gente de valeroso ánimo y esfuerzo; y juntose con la gente de Lorca,
-donde había doscientos caballos, y mil y quinientos peones, gente muy
-valerosa.</p>
-
-<p>También se halló con ellos Alonso de Lisón, caballero del<span
-class="pagenum" id="Page_11">p. 11</span> hábito de Santiago, que era
-a la sazón castellano en el castillo y fuerza de Aledo. Llevó consigo
-nueve caballos y catorce peones, que del castillo no se pudieron sacar
-más.</p>
-
-<p>En este tiempo los moros caminaron a gran priesa, y llegando
-enfrente de Lorca, cautivaron un caballero llamado Quiñonero, que había
-salido a requerir el campo; y como ya la gente de Lorca y Murcia venían
-a priesa y los moros los vieron, se maravillaron viendo junta tanta
-caballería, y no podían creer que en solo Lorca hubiese tanta lucida
-gente.</p>
-
-<p>Y Malique Alabez, capitán y alcaide de Vera, le preguntó a
-Quiñonero, habiéndole quitado el caballo y armas, esta pregunta:</p>
-
-<div class="mt1">
-
-<p class="rol"><i>Alabez.</i></p>
-
-<div class="poem ml65">
- <p class="i2">Anda, cristiano cautivo,</p>
- <p class="i0">tu fortuna no te asombre,</p>
- <p class="i0">y dinos luego tu nombre</p>
- <p class="i0">sin temor de daño esquivo;</p>
- <p class="i2">Que aunque seas prisionero,</p>
- <p class="i0">con el rescate, y dinero,</p>
- <p class="i0">si nos dices la verdad,</p>
- <p class="i0">tendrás luego libertad.</p>
-</div>
-
-<p class="rol"><i>Quiñonero.</i></p>
-
-<div class="poem ml65">
- <p class="i2">Es mi nombre Quiñonero:</p>
- <p class="i0">soy de Lorca natural,</p>
- <p class="i0">caballero principal;</p>
- <p class="i0">y aunque me sigue fortuna,</p>
- <p class="i0">no tengo pena ninguna,</p>
- <p class="i0">ni se me hace de mal:</p>
- <p class="i2">Que la guerra es condición,</p>
- <p class="i0">que hoy soy tuyo, y ya confío</p>
- <p class="i0">mañana podrás ser mío,</p>
- <p class="i0">y sujeto a mi prisión.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_12">p. 12</span>Por tanto pregunta, y pide,</p>
- <p class="i0">porque en toda tu pregunta</p>
- <p class="i0">satisfaré sin repunta,</p>
- <p class="i0">pues el temor no me impide.</p>
-</div>
-
-<p class="rol"><i>Alabez.</i></p>
-
-<div class="poem ml65">
- <p class="i2">Trompetas se oyen sonar,</p>
- <p class="i0">y descubrimos pendones,</p>
- <p class="i0">y caballos, y peones</p>
- <p class="i0">junto de aquel olivar:</p>
- <p class="i2">Y quería, Quiñonero,</p>
- <p class="i0">saber de ti por entero,</p>
- <p class="i0">qué pendones, y qué gente</p>
- <p class="i0">es la que aquí está presente,</p>
- <p class="i0">con ánimo bravo y fiero.</p>
-</div>
-
-<p class="rol"><i>Quiñonero.</i></p>
-
-<div class="poem ml65">
- <p class="i2">Aquel pendón colorado,</p>
- <p class="i0">con las seis coronas de oro,</p>
- <p class="i0">muy bien muestra su decoro</p>
- <p class="i0">ser de Lorca, y es nombrado;</p>
- <p class="i2">Y el otro que tiene un rey</p>
- <p class="i0">armado por gran blasón,</p>
- <p class="i0">es de Murcia, y es pendón</p>
- <p class="i0">que le conoce su rey.</p>
- <p class="i2">Traen gente belicosa,</p>
- <p class="i0">con gana de pelear;</p>
- <p class="i0">si quieres más preguntar,</p>
- <p class="i0">no siento de esto otra cosa.</p>
- <p class="i2">Apercíbete al combate,</p>
- <p class="i0">porque vienen a gran priesa</p>
- <p class="i0">para quitarte la presa,</p>
- <p class="i0">y dar fin en tu remate.</p>
-</div>
-
-<p class="rol"><i>Alabez.</i></p>
-
-<div class="poem ml65">
- <p class="i2">Pues por priesa que se den,</p>
- <p class="i0">ya querrá nuestro Alcorán,</p>
- <p class="i0">la Rambla no pasarán,</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_13">p. 13</span>porque no les irá bien;</p>
- <p class="i2">Y si con valor extraño</p>
- <p class="i0">la Rambla pueden romper,</p>
- <p class="i0">muy bien se puede entender,</p>
- <p class="i0">que ha de ser por nuestro daño.</p>
- <p class="i2">Pues al arma, que ellos vienen,</p>
- <p class="i0">y en nada no se detienen:</p>
- <p class="i0">tóquese el son y la zambra,</p>
- <p class="i0">porque lleguen a la Alhambra</p>
- <p class="i0">nuestras famas, y resuenen.</p>
-</div>
-
-</div>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch2">
- <h2 class="nobreak">CAPÍTULO II.</h2>
- <p class="subh2h"><i>En que se trata de la sangrienta batalla
- de los Alporchones, y la gente que en ella se halló de moros y
- cristianos.</i></p>
-</div>
-
-<p><span class="cap">A</span>penas el capitán Malique Alabez acabó de
-decir estas palabras, cuando el escuadrón de los cristianos acometió
-con tanta braveza y pujanza que a los primeros encuentros, a pesar de
-los moros que lo defendían, pasaron la Rambla. No por eso los moros
-mostraron punto de cobardía, antes tuvieron más ánimo peleando.</p>
-
-<p>Quiñonero, como vio la batalla revuelta, llamó a un cristiano, que
-cortase la cuerda con que estaba atado; y siendo libre, al punto tomó
-una lanza de un moro muerto, un caballo y una adarga, y con valor muy
-crecido, como era valiente caballero, hacía maravillas.</p>
-
-<p>A esta sazón los valerosos capitanes moros, en especial los Maliques
-Alabeces, se mostraron con tanta fortaleza, que los cristianos<span
-class="pagenum" id="Page_14">p. 14</span> estuvieron a punto de pasar
-la Rambla contra su voluntad; lo cual visto por Alonso Fajardo, y
-Alonso de Lisón, y Diego de Ribera, y los principales caballeros de
-Murcia y Lorca, pelearon tan valerosamente, que los moros fueron
-rompidos, y los cristianos hicieron muy notable daño en ellos.</p>
-
-<p>Los valientes Alabez, y Almoradí, capitán de Guadix, tornaron a
-juntar gente, y con grande ánimo volvieron sobre los cristianos con
-bravo ímpetu y fortaleza.</p>
-
-<p>¡Quién viera las maravillas de los capitanes cristianos! Era cosa de
-ver la braveza con que mataban y herían en los moros.</p>
-
-<p>Abenáriz, capitán de Baza, hacía gran daño en los cristianos, y
-habiendo muerto a uno de una lanzada, se metió por enmedio de la
-batalla haciendo cosas muy señaladas; mas Alonso de Lisón, que le vio
-matar aquel cristiano, de cólera encendido procuró vengar su muerte, y
-así con grande presteza fue en seguimiento de Abenáriz, llamándole a
-grandes voces, que le aguardase.</p>
-
-<p>El moro revolvió a mirar quien le llamaba; y visto, reconoció
-que aquel caballero era de valor, pues traía en su escudo aquella
-encomienda de Santiago, y entendiendo llevar de él buenos despojos a
-Baza, le acometió con gran ímpetu; pero el caballero Lisón se defendió
-con gran destreza, y ofendió y acosó de suerte al moro, que en poco
-rato le hirió en dos partes; y como se vio tan herido, se encendió en
-más cólera, y procuró la muerte del contrario: mas muy presto halló en
-él la suya, porque Lisón le cogió en descubierto de la adarga un golpe
-por los<span class="pagenum" id="Page_15">p. 15</span> pechos, tan
-fuerte, que no aprovechando la cota le metió la lanza por el cuerpo, y
-al momento cayó el moro muerto del caballo.</p>
-
-<p>El caballo de Lisón quedó mal herido; por lo cual le convino tomar
-el caballo del alcaide de Baza, que en extremo era bueno, y se entró
-en el mayor peligro de la batalla, diciendo a voces: <i>Santiago, y a
-ellos</i>.</p>
-
-<p>El famoso Alonso Fajardo andaba entre los moros, y el corregidor de
-Murcia asimismo, que era cosa de maravilla, y tanto pelearon los de
-Murcia y Lorca, que los moros fueron segunda vez rompidos; mas el valor
-de los caballeros granadinos era grande, y pelearon fuertemente; y como
-tenían tan fuertes caudillos, asistían a la batalla con mucho ánimo;
-y era tan grande el valor y esfuerzo de Alabez, que en un punto tornó
-a juntar su gente, y volvió a la lid, como si no hubieran sido rotos
-alguna vez.</p>
-
-<p>La batalla estaba tan sangrienta, que era admiración, porque había
-tantos cuerpos de hombres y caballos muertos, que apenas podían
-andar; pero no por eso dejaban de pelear con mucho esfuerzo ambos
-ejércitos.</p>
-
-<p>El valiente Alabez hacía por su persona grandes estragos en los
-cristianos; lo cual visto por Alonso Fajardo, valeroso soldado, y
-alcaide de Lorca, se maravilló de ver la pujanza del moro, y arremetió
-con él con tanta braveza que el moro se espantó, y sintió bien su
-valor; pero como no había en él cobardía, resistió con ánimo la
-fortaleza de Fajardo, dándole grandes botes de lanza, que a no ir bien
-armado el alcaide, muriera allí, porque le sirvieron de poco<span
-class="pagenum" id="Page_16">p. 16</span> las fuerzas, por ser mayores
-las de Alonso Fajardo; y habiendo el invencible y valiente alcaide
-quebrado su lanza, en un instante puso mano a su espada, y con un valor
-nunca visto se fue para Alabez, y con tanta velocidad y presteza, que
-no pudo el gallardo moro aprovecharse de la lanza y la perdió, y puso
-mano al alfanje para herir a Alonso Fajardo: mas el valeroso alcaide,
-no mirando el peligro que le seguía, cubierto con su escudo arremetió
-con Alabez, y le dio un golpe sobre la adarga, que le cortó gran pedazo
-de ella, y asiósela tan fuertemente con la mano izquierda, que casi
-le desencajó de la silla; y Alabez que le vio tan cerca, le tiró un
-golpe a la cabeza pensando acabar con él, y si Fajardo no le hurtara el
-cuerpo, le hiriera; y en esta ocasión cayó el caballo del moro, porque
-estaba desangrado, y no se podía tener. Apenas Alabez estuvo en el
-suelo, cuando los peones de Lorca le cercaron maltratándole.</p>
-
-<p>Alonso Fajardo como vio al moro en tal estado, se apeó, y fue a
-él, y echole los brazos encima con tal fuerza, que Alabez no pudo ser
-señor de sí. Los peones entonces arremetieron con él, y le prendieron,
-y Alonso Fajardo mandó que le sacasen de la batalla, y así lo
-hicieron.</p>
-
-<p>Todavía andaba muy revuelta y sangrienta la batalla, y no parecía
-ninguno de los capitanes moros, lo cual causó en sus soldados mucha
-cobardía, y ya no peleaban como antes, ni con aquel brío. La gente de
-Lorca peleó belicosamente este día, y no menos la de Murcia, que se vio
-bien su valor.</p>
-
-<p>El capitán Abidbar, como<span class="pagenum" id="Page_17">p.
-17</span> no vio ningún alcaide, ni capitán de los suyos, se salió de
-la batalla, y desde un alto miró su ejército, y le vio en mal estado; y
-volviendo como un león a la batalla, le dijeron unos soldados suyos:</p>
-
-<p>—¿Qué aguardas? Ya no ha quedado ningún alcaide ni capitán moro:
-Alabez de Vera está preso.</p>
-
-<p>Oído esto por Abidbar, perdió la esperanza de la victoria, y así
-mandó tocar a recoger. Oyendo los moros la reseña se retiraron,
-y mirando por su general, le vieron ir huyendo por la sierra de
-Aguaderas, y ellos atemorizados le siguieron.</p>
-
-<p>Los cristianos les iban en alcance hiriéndolos, que de todos no se
-escaparon trescientos. Siguiéronlos hasta la fuente del Pulpí, junto
-a Vera, y este día consiguieron los cristianos una singular victoria.
-Era día de S. Patricio, y Lorca y Murcia le celebran en memoria de la
-victoria.</p>
-
-<p>Volviéndose los cristianos alegres a Lorca, y cargados de despojos,
-Alonso Fajardo se llevó a su casa al capitán Malique Alabez, y
-queriendo entrarle preso por un postigo de un huerto, le dijo
-Alabez:</p>
-
-<p>—No soy hombre de baja suerte, que he de entrar por ahí, sino por la
-puerta real de la ciudad.</p>
-
-<p>Y porfió tanto, que enojado Fajardo le hirió de muerte.</p>
-
-<p>Este fue el fin de aquel capitán y alcaide de Vera. Murieron en
-la batalla doce alcaides Alabeces, parientes del Alabez de Vera, y
-dos hermanos suyos, alcaides de Vélez el Blanco, y Rubio, y murieron
-ochocientos moros. De los cristianos murieron cuarenta, y hubo
-doscientos heridos.</p>
-
-<p>Quedaron los de Lorca y Murcia muy gozosos con la victoria<span
-class="pagenum" id="Page_18">p. 18</span> que nuestro Señor, por la
-intercesión de su Santísima Madre, les concedió.</p>
-
-<p>Volvamos al capitán Abidbar que fue huyendo de la lid. Como llegó a
-Granada, y el rey supo lo que había pasado, le mandó degollar, porque
-no murió como caballero en la batalla, pues él fue por caudillo.</p>
-
-<p>Sucedió esta batalla, reinando en Castilla el rey D. Juan el II, y
-en Granada Albenocín XVII, como está dicho, el cual reinó ocho años, y
-fue despojado del reino año de 1473.</p>
-
-<p>Por esta batalla de los Alporchones se hizo aquel romance antiguo,
-que se dice de esta suerte:</p>
-
-<div class="poem ml65 mb1 mt1">
- <p class="i2">Allá en Granada la rica</p>
- <p class="i0">instrumentos oí tocar</p>
- <p class="i0">en calle de los Gomeles,</p>
- <p class="i0">a la puerta de Abidbar:</p>
- <p class="i2">El cual es moro valiente,</p>
- <p class="i0">y muy fuerte capitán;</p>
- <p class="i0">mandó juntar muchos moros</p>
- <p class="i0">bien diestros en pelear,</p>
- <p class="i2">Porque en el campo de Lorca</p>
- <p class="i0">se determinan de entrar.</p>
- <p class="i0">Con él salen tres alcaides,</p>
- <p class="i0">aquí los quiero nombrar:</p>
- <p class="i2">Almoradí de Guadix,</p>
- <p class="i0">ese de sangre real;</p>
- <p class="i0">Abenáriz es el otro,</p>
- <p class="i0">y de Baza natural;</p>
- <p class="i2">Y de Vera es Alabez,</p>
- <p class="i0">de esfuerzo muy singular,</p>
- <p class="i0">y en cualquier guerra su gente</p>
- <p class="i0">bien la sabe acaudillar:</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_19">p. 19</span>Todos se juntan en Vera</p>
- <p class="i0">para ver lo que harán;</p>
- <p class="i0">el campo de Cartagena</p>
- <p class="i0">acuerdan de saquear.</p>
- <p class="i2">A Alabez por ser valiente</p>
- <p class="i0">le hacen su general,</p>
- <p class="i0">otros doce alcaides moros</p>
- <p class="i0">con ellos juntado se han.</p>
- <p class="i2">Van por la fuente del Pulpí,</p>
- <p class="i0">por ser secreto lugar,</p>
- <p class="i0">y por el puerto, los peones</p>
- <p class="i0">por la orilla de la mar.</p>
- <p class="i2">En campos de Cartagena</p>
- <p class="i0">con furor fueron a entrar,</p>
- <p class="i0">cautivaron mil cristianos,</p>
- <p class="i0">que era cosa de espantar.</p>
- <p class="i2">Todo lo corren los moros,</p>
- <p class="i0">sin nada se les quedar;</p>
- <p class="i0">el rincón de S. Ginés,</p>
- <p class="i0">y con ellos el Pinar.</p>
- <p class="i2">Cuando tuvieron gran presa,</p>
- <p class="i0">hacia Vera vuelto se han,</p>
- <p class="i0">y en llegando al Puntarón</p>
- <p class="i0">consejo tomado han,</p>
- <p class="i2">Si pasarían por Lorca,</p>
- <p class="i0">o si irían por la mar.</p>
- <p class="i0">Alabez, como es valiente,</p>
- <p class="i0">por Lorca quiere pasar,</p>
- <p class="i2">Por tenerla muy en poco,</p>
- <p class="i0">y por hacerla pesar;</p>
- <p class="i0">y así con toda su gente</p>
- <p class="i0">comenzaron de marchar.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_20">p. 20</span>Lorca y Murcia lo supieron,</p>
- <p class="i0">luego los van a buscar,</p>
- <p class="i0">y el comendador de Aledo,</p>
- <p class="i0">que Lisón suelen llamar.</p>
- <p class="i2">Junto de los Alporchones,</p>
- <p class="i0">allí los van a alcanzar,</p>
- <p class="i0">y el comendador de Aledo</p>
- <p class="i0">no dejaba de marchar.</p>
- <p class="i2">Cautivaron un cristiano,</p>
- <p class="i0">caballero principal,</p>
- <p class="i0">al cual llaman Quiñonero,</p>
- <p class="i0">que de Lorca es natural.</p>
- <p class="i2">Alabez que vio la gente,</p>
- <p class="i0">comienza de preguntar:</p>
- <p class="i0">Quiñonero, Quiñonero,</p>
- <p class="i0">dirasme tú la verdad;</p>
- <p class="i2">Pues eres buen caballero,</p>
- <p class="i0">no me la quieras negar:</p>
- <p class="i0">¿qué pendones son aquellos</p>
- <p class="i0">que están en el olivar?</p>
- <p class="i2">Quiñonero le responde,</p>
- <p class="i0">tal respuesta le fue a dar:</p>
- <p class="i0">Lorca y Murcia son, señor,</p>
- <p class="i0">Lorca y Murcia son, no más;</p>
- <p class="i2">Y el comendador Aledo,</p>
- <p class="i0">de valor más singular,</p>
- <p class="i0">que de la francesa sangre</p>
- <p class="i0">es su prosapia real:</p>
- <p class="i2">Los caballos traen gordos,</p>
- <p class="i0">ganosos de pelear.</p>
- <p class="i0">Allí respondió Alabez,</p>
- <p class="i0">lleno de rabia y pesar:</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_21">p. 21</span>¡Pues por gordos que los traigan,</p>
- <p class="i0">la Rambla no pasarán,</p>
- <p class="i0">y si ellos la Rambla pasan,</p>
- <p class="i0">Alá, y qué mala señal!</p>
- <p class="i2">Estando en estas razones</p>
- <p class="i0">ha llegado el mariscal,</p>
- <p class="i0">y el buen alcaide de Lorca</p>
- <p class="i0">con esfuerzo muy sin par.</p>
- <p class="i2">Aquel alcaide Fajardo,</p>
- <p class="i0">valeroso en pelear:</p>
- <p class="i0">la gente traen valerosa,</p>
- <p class="i0">no quieren más aguardar.</p>
- <p class="i2">A los primeros encuentros</p>
- <p class="i0">la Rambla pasado han;</p>
- <p class="i0">y aunque los moros son muchos,</p>
- <p class="i0">allí lo pasan muy mal.</p>
- <p class="i2">Mas el valiente Alabez</p>
- <p class="i0">hace gran plaza y lugar:</p>
- <p class="i0">tantos cristianos mataba,</p>
- <p class="i0">que es dolor de lo mirar.</p>
- <p class="i2">Los cristianos son valientes,</p>
- <p class="i0">nada les puede ganar;</p>
- <p class="i0">tantos matan de los moros,</p>
- <p class="i0">que era cosa de espantar.</p>
- <p class="i2">Por la sierra de Aguaderas,</p>
- <p class="i0">huyendo sale Abidbar</p>
- <p class="i0">con trescientos de a caballo,</p>
- <p class="i0">que no pudo más sacar.</p>
- <p class="i2">Fajardo prendió a Alabez</p>
- <p class="i0">con esfuerzo singular,</p>
- <p class="i0">quitó la cabalgadura,</p>
- <p class="i0">que en riqueza no hay su par:</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_22">p. 22</span>Abidbar llegó a Granada,</p>
- <p class="i0">y el rey lo mandó matar.</p>
-</div>
-
-<p>Este fin es el que tuvo esta sangrienta batalla de Alporchones:
-vamos ahora a la cuenta de los reyes moros de Granada.</p>
-
-<p>Ya hemos dicho de Albenocín, que fue el 17, en tiempo del cual pasó
-la batalla de los Alporchones: este reinó ocho años, y fue despojado
-del reino año 1453.</p>
-
-<p>El rey 18 de Granada fue Ismael, y este le quitó el reino a
-Albenocín, como está dicho. En tiempo de este Ismael murió Garcilaso de
-la Vega en una batalla que los moros tuvieron con los cristianos: reinó
-este Ismael doce años, y acabó año de 1465.</p>
-
-<p>El 19 rey de Granada se llamó Muley Hazén; otros le llamaron
-Alborzén: este fue hijo del susodicho Ismael. En tiempo de este pasaron
-grandes cosas en Granada y su vega: tuvo un hijo llamado Boabdilín, y
-tuvo, según cuenta el Arábigo, otro hijo bastardo, llamado Muza.</p>
-
-<p>Este le hubo en una cristiana cautiva: tuvo un hermano llamado
-Boabdilín, así como el hijo del rey. Este infante era muy querido
-de los caballeros de Granada, y muchos por estar mal con el rey su
-padre le alzaron por rey de Granada; por lo cual le llamaron el rey
-Chiquito.</p>
-
-<p>Otros caballeros siguieron la parte del rey, de manera que en
-Granada había dos reyes, padre e hijo, y cada día había muy grandes
-bandos entre los dos reyes, por donde sucedían muchas muertes: unas
-veces amigos, otras enemigos. De esta suerte se gobernaba el reino, y
-no por eso se dejaba<span class="pagenum" id="Page_23">p. 23</span> de
-continuar la guerra contra cristianos.</p>
-
-<p>Este rey, padre del rey Chico, estaba siempre en el Alhambra, y el
-Chico en el Albaicín, y ausente el uno, mandaba y gobernaba el otro;
-mas el rey viejo fue el que adornó e hizo muy magníficas las cosas de
-Granada, e hizo grandes y soberbios edificios, por ser muy rico.</p>
-
-<p>Mandó labrar de todo punto la famosa Alhambra, fábrica muy costosa:
-hizo la famosa Torre de Comares; y el cuarto de los Leones llamose así,
-porque enmedio dél, que es largo y ancho, hay una fuente de doce leones
-de alabastro, riquísimamente obrada. Todo el cuarto está solado de muy
-lucidos azulejos, labrado a lo moro.</p>
-
-<p>Asimismo hizo este rey muchos estanques de agua en la misma
-Alhambra, y los aljibes del agua tan nombrados.</p>
-
-<p>Hizo la torre de la Campana, de la cual se descubre toda la ciudad
-de Granada y su vega.</p>
-
-<p>Hizo un maravilloso bosque junto del Alhambra, debajo de los
-miradores de la misma casa real, donde hoy se parecen muchos venados y
-conejos.</p>
-
-<p>Mandó labrar los Alijares de oro azul de mazonería, a lo moro. Era
-tan costosa esta obra, que el artífice que la labraba, ganaba cada día
-cien doblas.</p>
-
-<p>Mandó hacer encima del cerro de Santa Elena, que así se nombra hoy
-aquel cerro, una casa de placer muy rica. Hizo la casa de las gallinas
-a propósito de aquel menester.</p>
-
-<p>Orilla de Genil tenía este rey, encima del río Darro, un jardín muy
-deleitoso, llamado Generalife, en el cual hay diversidad de frutas,
-fuentes de alabastro, bien obradas plazas, y calles hechas<span
-class="pagenum" id="Page_24">p. 24</span> de menudos arrayanes. Hay
-labrada una muy rica casa con muchas salas, aposentos, balcones y
-ventanas doradas, y en la sala principal retratados por grandes
-pintores todos los reyes moros de Granada hasta su tiempo, y en otra
-sala todas las batallas que había tenido con los cristianos; todo tan
-al vivo, que era cosa admirable.</p>
-
-<p>Por estas obras, y otras tales, que había hecho en la ciudad de
-Granada, adornadas de tanta perfección, hizo el rey D. Juan el I
-aquella pregunta al moro Abenámar, el viejo, estando en el río Genil,
-que dice así:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Abenámar, Abenámar,</p>
- <p class="i0">moro de la Morería,</p>
- <p class="i0">el día que tú naciste</p>
- <p class="i0">grandes señales había.</p>
- <p class="i2">Estaba la mar en calma,</p>
- <p class="i0">la luna estaba crecida,</p>
- <p class="i0">moro que en tal signo nace</p>
- <p class="i0">no debe decir mentira.</p>
- <p class="i2">Allí respondiera el moro,</p>
- <p class="i0">bien oiréis lo que decía:</p>
- <p class="i0">No te la diré, señor,</p>
- <p class="i0">aunque me cueste la vida,</p>
- <p class="i2">Porque soy hijo de un moro,</p>
- <p class="i0">y una cristiana cautiva.</p>
- <p class="i0">Siendo yo niño, y muchacho,</p>
- <p class="i0">mi madre me lo decía,</p>
- <p class="i2">Que mentira no dijese,</p>
- <p class="i0">que era grande villanía:</p>
- <p class="i0">por tanto pregunta, rey,</p>
- <p class="i0">que la verdad te diría.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_25">p. 25</span>Yo te agradezco, Abenámar,</p>
- <p class="i0">aquesta tu cortesía:</p>
- <p class="i0">¿qué castillos son aquellos?</p>
- <p class="i0">Altos son, y relucían.</p>
- <p class="i2">El Alhambra era, señor,</p>
- <p class="i0">y la otra la Mezquita:</p>
- <p class="i0">los otros los Alijares,</p>
- <p class="i0">labrados a maravilla.</p>
- <p class="i2">El moro que los labraba</p>
- <p class="i0">cien doblas ganaba al día:</p>
- <p class="i0">el día que no labraba</p>
- <p class="i0">otras tantas se perdía.</p>
- <p class="i2">El otro es Generalife,</p>
- <p class="i0">huerta que par no tenía;</p>
- <p class="i0">el otro Torres-Bermejas,</p>
- <p class="i0">castillo de gran valía.</p>
- <p class="i2">Allí habló el rey D. Juan,</p>
- <p class="i0">bien oiréis lo que decía:</p>
- <p class="i0">Si tú quisieses, Granada,</p>
- <p class="i0">contigo me casaría;</p>
- <p class="i0">darete en arras y dote</p>
- <p class="i0">a Córdoba y a Sevilla.</p>
- <p class="i2">Casada soy, rey D. Juan,</p>
- <p class="i0">viuda no lo sería;</p>
- <p class="i0">el moro que aquí me tiene</p>
- <p class="i0">muy grande bien me quería.</p>
-</div>
-
-<p>Mostraban tanta suntuosidad y fortaleza los edificios de Granada y
-Alhambra, que admiraba, y hoy son fortísimos.</p>
-
-<p>Estaba tan rico, próspero y bien afortunado el rey Mulahacén, que
-en las morismas no había otro tan poderoso, fuera del Gran Turco, si
-la fortuna no le derribara del<span class="pagenum" id="Page_26">p.
-26</span> trono en que estaba, como adelante se dirá.</p>
-
-<p>Era servido de caballeros de mucha estima y de sangre real, porque
-había en Granada treinta y dos linajes de caballeros moros, sin otros
-muchos poderosos, descendientes de aquellos nobles de África que
-ganaron a España.</p>
-
-<p>Y porque será justo nombrarlos a todos, y de qué reinos y provincias
-eran naturales, se dirá todo por extenso, para que se considere la gran
-nobleza que a la sazón había en Granada.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch3">
- <h2 class="nobreak">CAPÍTULO III.</h2>
- <p class="subh2h"><i>En que se declaran los nombres de los nobles
- caballeros moros de Granada, de los treinta y dos linajes, y otras
- cosas que pasaron en Granada. Asimismo se nombran todos los lugares
- que estaban en aquel tiempo debajo de la corona de Granada.</i></p>
-</div>
-
-<p><span class="cap">Y</span>a que hemos tratado de algunas de las
-cosas de la ciudad de Granada y de sus edificios, diremos de los
-preciados caballeros que en ella vivían, y de las villas, lugares,
-castillos y ciudades que estaban sujetos a la Real Corona de Granada;
-para lo cual comenzaremos por los caballeros, de esta manera nombrados
-por sus nombres: Almoradíes, de Marruecos; Alabeces, Alarbes;
-Bencerrajes, id.; alfaquíes, de Fez; Gazules, Alarbes; Barragís, de
-Fez; Venegas, de id.; Zegríes, de id.; Mazas, de id.; Gomeles, de Vélez
-de la Gomera; Abencerrajes,<span class="pagenum" id="Page_27">p.
-27</span> de Marruecos; Albayaldes, de id.; Abenámares, de id.;
-Aliatares, de id.; Almadenes, de Fez; Audalás, de Marruecos; Hacenes,
-de Fez; Laugetes, de id.; Azarques, de id.; Alarifes, de Vélez de
-la Gomera; Abenhamines, de Marruecos; Zulemas, de id.; Sarracinos,
-de id.; Mofarix, de Tremecén; Abedhoares, de id.; Almanzores, de
-Fez; Abidbares, de id.; Alhamares, de Marruecos; Reduanes, de id.;
-Aldoradines, de id.; Alabeces Maliques, de Marruecos, descendientes del
-Almohabez Malique, rey de Cuco.</p>
-
-<p>Los lugares del reino y vega de Granada son estos: Granada,
-Cogollos, Alfacar, Colomera, Alhendín, los Padules, Gabia la Grande,
-Iznalloz, Maracena, Albabia, Gabia la Chica, la Zubia, Alhama,
-Arbolote, Moclín, Illora, Loja y Lora, Monte-frío, Guadahortuna, la
-Malá, Pinos, Alcalá Real, Cardela, Huelma.</p>
-
-<p>Los lugares de Baza son: Baza, Bezalema, Castilleja, Galera, Vélez
-el Blanco, Tirieza, Zújar, Crastil, Huéscar, Cuéllar, Vélez el Rubio,
-Freila, Benamanuel, Orce, Cavillas, Xiquena, Tirieza.</p>
-
-<p>Los del río Almanzor son: Serón, Almuñecar, Urraca, Bertanga,
-Eria, Santoperat, Portilla, Cabrera, Sorbas, Alboteas, Serna, Tíjola,
-Purchena, Mojar, Abenchez, Zucuyrin, Huércal, Tera, Teresa, Lubrín,
-Portaloza, Cuebro, Bayarque, Vicir, Turre, Cantoria, Ovaria, las
-Cuevas, Zurgena, Antes, Elvez, Uleya del Campo.</p>
-
-<p>Los lugares del Filabres son: Filabres, Gergal, Vacares, el Voloduy,
-Sierto.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_28">p. 28</span>Los lugares del
-río de Almería son: Almería, Vicar, Tenix, Huércal, Fenix, Pichona,
-Alhamalasec, Santa Cruz, Turpe, Rioja, Ragul, Meles, Cucija, Ochovez,
-Santa Fe, Ilar, Efición, Marcena, Guenlejas, Almaneata, Abiatar,
-Lacumque, Catiyar.</p>
-
-<p><i>Tabla de Andújar y Oxica</i>: Castillo del hierro, Velote
-el alto, Inoa, Alcundiat, Berja, Veas, la Calahorra, Curiana,
-Canile-aceytu, Lanjarón, Valor el chico, Tabernas, Guadix, la Poza,
-Fiñana, Dalías, Murral, Cadiar, Potrox, Turón, las Albuñuelas, Guajaras
-altas, Guajaras bajas.</p>
-
-<p>Estos y otros muchos lugares de las Alpujarras, Sierra-Bermeja y
-Ronda, que no hay para que nombrarlos, estaban debajo de la Real Corona
-de Granada.</p>
-
-<p>Y pues hemos tratado de los lugares, será bien tratar de los
-caballeros moros Maliques Alabeces, el cual linaje era muy estimado
-y tenido de los reyes de Granada y de todos; y es de saber, que como
-Miramamolín el de Marruecos convocase a todos los reyes de África para
-ir a España, cuando totalmente fue destruida hasta las Asturias, vino
-un rey llamado Abderiame, y este trajo tres mil hombres de pelea:
-vino otro llamado Muley Abcalí, y en su compañía otros veinte y cinco
-reyes moros, los cuales trajeron grande poder de gente, y entre estos
-reyes vino uno llamado Mahomad Malique Almohabez, cuyo era el gran
-reino de Cuco, y traía consigo tres hijos valerosos, llamados Maliques
-Almohabeces, todos los cuales reyes y sus vasallos conquistaron a
-España.</p>
-
-<p>Y en<span class="pagenum" id="Page_29">p. 29</span> aquella
-gran batalla en que se perdió el rey D. Rodrigo y la flor de los
-caballeros de España, a manos del infante D. Sancho murió el rey
-Malique Almohabez, y sus tres hijos anduvieron en las guerras todos los
-ocho años que duraron, hasta que se apoderaron los moros de casi toda
-España.</p>
-
-<p>Y acabada la guerra el mayor de los hermanos pasó a África, rico de
-despojos, al reino de su padre, do fue rey, y los hijos de este fueron
-reyes de Fez y Marruecos, y uno de los reyes de Fez tuvo uno llamado el
-infante Abomelique, el cual pasó a España en tiempo que los reyes de
-Castilla tenían guerra con los reyes de Granada.</p>
-
-<p>Fue Abomelique rey de las Algeciras, Ronda y Gibraltar, respecto a
-que fue ayudado de sus parientes, porque habían quedado en la ciudad
-de Granada descendientes de aquellos hijos del valiente rey Almohabez,
-que como arriba es dicho, uno se volvió a su tierra y reino, y los
-otros dos se quedaron en Granada, por parecerles la tierra muy amena
-y agradable; y quedaron muy ricos de los despojos de la guerra de
-España.</p>
-
-<p>Fuéronles dadas grandes partes y haciendas en Granada: sabiendo
-cuyos hijos eran, especialmente por el valor de sus personas que era
-muy grande, emparentaron con otros claros linajes de la ciudad, que se
-decían los Almoradines: sirvieron a sus reyes muy bien en todas las
-ocasiones que se les ofrecieron.</p>
-
-<p>Y así estos y los Abencerrajes eran los más esclarecidos y tenidos
-linajes, aunque también había otros tan buenos como ellos, como eran
-los Zegríes,<span class="pagenum" id="Page_30">p. 30</span> Gomeles,
-Mazas, Venegas, Almoradís, Almohades, Marines y Gazules, y otros
-muchos.</p>
-
-<p>Finalmente, con el favor de estos caballeros Maliques Alabeces, que
-así fueron llamados, el infante Abomelique de Marruecos alcanzó en el
-reino de Granada a ser rey de Ronda, de las Algeciras y Gibraltar, como
-está dicho.</p>
-
-<p>Volviendo, pues, al propósito de nuestra historia, como dice el
-arábigo, el rey de Granada Mulahacén, de quien ahora tratamos, se
-servía de los caballeros más principales de la ciudad, con los cuales
-tenía su corte próspera, y sus tierras pacíficas, y hacía guerra a los
-cristianos, y era de todos muy temido, hasta que su hijo Aboabdilí fue
-grande, y entre él y el padre hubo grandes diferencias, y el hijo fue
-alzado por rey en favor de los caballeros de Granada que estaban mal
-con su padre, por ver los agravios que de él habían recibido: otros
-seguían la parte del padre.</p>
-
-<p>De aquesta manera andaban las cosas de la ciudad y reino de Granada,
-y no por eso dejaba de estar en su punto, siendo bien gobernada y
-regida: y es de saber, que de los treinta y dos linajes de caballeros
-que había en Granada, los que sustentaban la corte eran los que aquí
-nombraremos, porque hace mucho al caso a nuestra historia, así como
-lo escribe el moro Abenhamín, historiador de aquellos tiempos, desde
-la entrada de los moros en España; pero este Abenhamín tuvo cuidado
-de recoger los papeles y escrituras que trataban de Granada, y su
-fundación primera y segunda, y los caballeros que más se estimaban
-en<span class="pagenum" id="Page_31">p. 31</span> Granada eran los
-siguientes: Alhamares, Abencerrajes, Llegas, Abenámares, Almoradís,
-Gomeles, Mazas, Gazules, Alabeces, Venegas, Zegríes.</p>
-
-<p>Los caballeros Abencerrajes eran muy estimados, por ser de
-esclarecido linaje, descendientes de aquel valeroso capitán
-Abencerraje, que vino con Muza en tiempo de la gran derrota de España:
-de este y de dos hermanos suyos descendieron estos caballeros
-Abencerrajes de sangre real. Hallaranse los hechos de estos insignes
-caballeros en las crónicas de los reyes de Castilla, a las cuales me
-remito.</p>
-
-<p>Los que tenían mayor amistad con estos caballeros eran los Maliques
-Alabeces, y el valiente Muza, hijo bastardo del rey Mulahacén. Era Muza
-muy valiente y robusto, y todos le amaban por su nobleza.</p>
-
-<p>A la sazón había en Granada muchas fiestas, a causa de haber
-recibido la corona el rey Chico, aunque contra la voluntad de su padre,
-el cual vivía en el Alhambra, y el rey Chico en el Albaicín y Alcazaba,
-visitándole los caballeros más principales, por quien había recibido la
-corona, así Abencerrajes, como Gomeles y Mazas.</p>
-
-<p>Pasando estas cosas, el muy valeroso maestre de Calatrava D.
-Rodrigo Téllez Girón, con mucha gente de a caballo y de a pie, entró
-a correr la vega de Granada y hizo en ella algunas presas; y no
-contento con esto, quiso saber si había en Granada algún caballero
-que con él quisiese escaramucear lanza por lanza; y sabiendo como en
-Granada hacían fiestas por la nueva elección del rey Chico, acordó de
-enviar un escudero con una letra suya al rey,<span class="pagenum"
-id="Page_32">p. 32</span> el cual estaba en Generalife holgándose con
-muchos caballeros, y en llegando el escudero pidió licencia, y diósela;
-y siendo en presencia del rey, hizo el acatamiento debido, y dio el
-recado de su señor el maestre.</p>
-
-<p>El rey lo recibió y lo hizo leer alto, que todos lo entendiesen, y
-decía así:</p>
-
-<blockquote>
-
- <p>«Poderoso señor, tu alteza goce la nueva corona, que por tu valor
- se te ha dado, con el próspero fin que deseas. De mi parte he sentido
- gran contento, aunque diversos en leyes: mas confiado en la grande
- misericordia de Dios, que al fin tú y los tuyos vendréis al claro
- conocimiento de la santa fe de Jesucristo, y querrás amistad con los
- cristianos. Y pues ahora hay tantas fiestas por tu nueva corona, es
- justo que los caballeros de tu corte se alegren y reciban placer,
- probando sus personas con el valor que de ellos por el mundo se
- publica. Y así por este respeto yo y mi gente hemos entrado en la
- Vega, y la hemos corrido; y si acaso alguno de los tuyos quisiere
- salir al campo a tener escaramuza uno a uno, deles tu alteza licencia
- para ello, que aquí aguardo en el Fresno gordo cerca de tu ciudad.
- Y para esto doy seguro que de los míos no saldrán más de aquellos
- que salieren de Granada para escaramucear. Ceso besando tus reales
- manos.—<i>El maestre D. Rodrigo Téllez Girón.</i>»</p>
-
-</blockquote>
-
-<p>Leída la carta, el rey con alegre semblante miró a todos sus
-caballeros, y violos andar alborotados y con deseo de salir a la
-escaramuza, pretendiendo cada uno de ellos la empresa; y el<span
-class="pagenum" id="Page_33">p. 33</span> rey como los vio así andar,
-mandó que se sosegasen, y preguntó si era justo salir a la escaramuza
-que el maestre pedía, y todos respondieron, que era cosa muy justa
-salir, porque haciendo lo contrario, serían reputados por caballeros
-de poco valor y muy cobardes, y sobre ello hubo muchos pareceres,
-sobre quién saldría a la escaramuza, o cuántos; y fue acordado que no
-fuese aquel día más de uno a uno a la escaramuza, que después saldrían
-más; y sobre quién había de salir hubo muchas y grandes diferencias
-entre todos, de modo que fue necesario que entrasen en suerte doce
-caballeros, y que del que saliese primero de una vasija de plata su
-nombre escrito, que aquel saliese.</p>
-
-<p>Así acordado, los que fueron escritos para las suertes, fueron los
-caballeros siguientes: Mahomad Abencerraje, el valiente Muza, Malique
-Alabez, Mahomad Maza, Mahomad Almoradí, Albayaldos, Venegas Mahomet,
-Abenámar, Mahomad Gomel, Almadán, Mahomad Zegrí, el valiente Gazul.</p>
-
-<p>Todos estos caballeros fueron señalados, y escritos sus nombres y
-echados en una vasija, los revolvieron muy bien, y la reina sacó la
-suerte, y leída decía <i>Muza</i>.</p>
-
-<p>La alegría que sintió fue grande, y los demás caballeros envidia,
-porque cada uno de ellos se holgara en extremo ser el de la suerte, por
-probar el valor y esfuerzo del maestre.</p>
-
-<p>Y aunque después de esto entre todos los caballeros fue conferido
-y debatido que mejor fuera salir cuatro a cuatro, o seis a seis, no
-se pudo aceptar con Muza; y así luego se escribió al maestre<span
-class="pagenum" id="Page_34">p. 34</span> una carta, y dándosela al
-escudero en respuesta de la que había traído, le enviaron; y llegando
-a la presencia del maestre, le dio la carta del rey Chico, que decía
-así.</p>
-
-<blockquote>
-
- <p>«Valeroso maestre, muy bien se muestra en tu virtud la nobleza
- de tu sangre, y no menos que de tu bondad pudiera salir el parabién
- de mi elección y real corona, lo cual me ha puesto en obligación
- de acudir a todo lo que a la amistad de un verdadero amigo se debe
- tener; y así me obligo a todo aquello que de mí y de mi reino
- hubieres menester. Con muy comedidas razones envías a pedir a mis
- caballeros escaramuza en la Vega, por alegrar mi fiesta, lo cual
- agradezco grandemente. Entre los principales caballeros de esta corte
- se echaron suertes por quitar diferencias, a causa de que cada uno
- quisiera verse contigo; cayole la suerte a mi hermano Muza: mañana
- se verá contigo debajo de tu palabra, que de ninguno de los tuyos
- será ofendido. Conocido tengo, que será muy de ver la escaramuza
- por ser entre dos tan buenos caballeros. Queda aquí para lo que
- cumpliere—<i>Audalá, rey de Granada</i>.»</p>
-
-</blockquote>
-
-<p>Alegre fue el maestre con la respuesta del rey, y aquella noche se
-retiró gran trecho la tierra adentro: mandó a su gente que estuviese
-con cuidado y vigilancia toda la noche, porque los moros no les diesen
-algún asalto.</p>
-
-<p>Venida la mañana se acercó a la ciudad, llevando para su guarda
-cincuenta caballeros, y dejando el resto gran trecho apartado,
-avisándoles que estuviesen<span class="pagenum" id="Page_35">p.
-35</span> alistados por si los moros rompían la palabra de seguro que
-estaba dada: así estuvo aguardando a Muza para hacer con él batalla.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch4">
- <h2 class="nobreak">CAPÍTULO IV.</h2>
- <p class="subh2h"><i>Que trata de la batalla que el valiente Muza
- tuvo con el Maestre, y de otras cosas que también pasaron.</i></p>
-</div>
-
-<p><span class="cap">A</span>sí como el mensajero del valeroso maestre
-partió con la carta aceptando el desafío, el rey y todos los caballeros
-quedaron tratando de él y de otras cosas.</p>
-
-<p>La reina y las damas no holgaron del desafío, porque sabían bien que
-el valor del maestre era grande, y muy diestro en las armas, y a quien
-más pesó de este desafío fue a la hermosa y discreta Fátima, del linaje
-Zegrí, que amaba de secreto mucho a Muza; pero él adoraba a la hermosa
-Daraja, hija de Mahomet Alabez, y hacía en su servicio señaladas
-cosas; mas Daraja no amaba a Muza, porque tenía todo su amor puesto en
-Abenjamar, caballero Abencerraje de mucho valor: el Abencerraje amaba a
-la hermosa Daraja, y la servía.</p>
-
-<p>Volviendo, pues, a Muza, aquella noche siguiente aderezó todo lo
-necesario para la batalla que había de hacer, y la Fátima le envió con
-un paje suyo un rico pendoncillo para la lanza, el medio morado, y el
-otro verde, todo recamado con riquísimas labores de oro, y sembradas
-por él muchas FF, que declaraban el nombre de Fátima. El paje le<span
-class="pagenum" id="Page_36">p. 36</span> dio a Muza diciendo:</p>
-
-<p>—Valeroso señor, Fátima, mi señora, os besa la mano, y os suplica
-pongáis en vuestra lanza este pendoncillo en su servicio, porque será
-muy contenta si lo lleváis a la batalla.</p>
-
-<p>Muza tomó el pendoncillo mostrando muy buen semblante, porque era
-para con las damas cortés, aunque él más quisiera que fuera de Daraja;
-pero por ser tan discreto como valiente, lo recibió diciendo al
-paje:</p>
-
-<p>—Amigo, di a la hermosa Fátima que tengo en muy grande merced y
-favor el pendoncillo que me envía, aunque en mí no haya méritos para
-prenda de tan hermosa dama, y que Alá me dé gracia para que la pueda
-servir, y que la prometo de ponerle en mi lanza, y de entrar con él en
-la batalla, porque sé que con tal prenda, y enviada de tal mano, será
-muy cierta la victoria de mi parte.</p>
-
-<p>El paje fue muy contento, y en llegando a Fátima le dijo todo lo
-que con el valiente Muza había pasado, que no fue poca alegría para
-Fátima.</p>
-
-<p>Pues el alba no había bien rompido, cuando Muza ya estaba aderezado
-de todo punto para salir al campo, y dando de ello aviso al rey,
-se levantó y mandó que tocasen las trompetas y clarines, al son de
-los cuales se juntaron muchos caballeros, sabiendo ya la ocasión de
-ello.</p>
-
-<p>El rey se aderezó aquel día muy galán: llevaba una marlota de tela
-de oro, tan rica, que no tenía precio, con tantas perlas y piedras de
-valor, que muy pocos reyes las pudieran tener tales.</p>
-
-<p>Mandó el rey que saliesen doscientos caballeros muy bien alistados,
-para pelear por la seguridad de su hermano Muza.</p>
-
-<p>Aún no<span class="pagenum" id="Page_37">p. 37</span> eran los
-rayos del sol bien tendidos, cuando el rey Chico y su caballería salió
-por la puerta de Biealmazón, llevando a su lado a Muza, y con él los
-caballeros: iban tan gallardos que era muy de ver. No menos parecer y
-gallardía llevaban los demás caballeros de pelea, y parecían tan bien
-con sus adargas blancas, lanzas y pendoncillos, con tantas divisas y
-cifras en ellos, que era maravilla.</p>
-
-<p>Iba por capitán de la gente de guerra Mahoma Alabez, gallardo
-y valiente caballero, y muy galán y enamorado de una dama llamada
-Cobaida. Llevaba este valiente moro un listón morado en su adarga,
-y en él por divisa una corona de oro, y una letra que decía: <i>De
-mi sangre</i>, dando a entender, que venía de aquel valeroso rey
-Almohabez, que murió a manos del infante D. Sancho; y la misma divisa
-llevaba el gallardo moro en su pendoncillo.</p>
-
-<p>Así salieron estas dos cuadrillas, y anduvieron hasta donde estaba
-el belicoso maestre con sus cincuenta caballeros aguardando, no menos
-aderezados que la contraria parte. Luego como llegó el rey tocaron sus
-clarines, y respondieron las trompetas del maestre.</p>
-
-<p>Después de haberse mirado los unos a los otros, el valeroso Muza no
-veía la hora de verse con el maestre, y pidiendo licencia a su hermano
-el rey, salió con hermoso donaire y gallardía, mostrando en su aspecto
-el valor y esfuerzo que tenía.</p>
-
-<p>Llevaba el bravo moro su cuerpo bien guarnecido; sobre un jubón de
-armar una muy fina cota que llaman jacerina, y encima un peto fuerte,
-forrado en terciopelo<span class="pagenum" id="Page_38">p. 38</span>
-verde; sobre ella una rica marlota del mismo terciopelo, labrado con
-oro, y por ella sembradas muchas DD de oro, hechas en arábigo. Esta
-letra llevaba el moro por ser principio del nombre de Daraja, a quien
-él tanto amaba.</p>
-
-<p>El bonete era verde con ramos de oro labrado, y lazadas con las
-mismas DD. Llevaba una adarga hecha en Fez, y atravesado por ella un
-listón verde, y en el medio una cifra; y era una mano de una doncella,
-que apretaba con ella un corazón, del que salían gotas de sangre, con
-una letra que decía: <i>Más merece</i>. Iba tan gallardo el valiente
-Muza, que cualquiera que le miraba quedaba aficionado a las galas.</p>
-
-<p>El maestre echó de ver luego que aquel era con quien había de
-escaramucear, y mandó a todos sus caballeros que ninguno se moviese en
-su socorro, aunque le viesen puesto en necesidad; y fuese poco a poco
-hacia donde venía el gallardo Muza.</p>
-
-<p>Iba el maestre bien armado, y sobre las armas una ropa de terciopelo
-azul, recamado de oro, el escudo verde en campo blanco, y en él puesta
-una cruz roja, la cual señal también llevaba en el pecho. El caballo
-era bueno, rucio rodado. Llevaba en la lanza un pendoncillo blanco, y
-en él la cruz roja, y debajo de ella una letra que decía: <i>Por esta y
-por mi rey</i>.</p>
-
-<p>Parecía tan bien, que en verle daba contento, y cuando el rey le vio
-dijo a los que con él estaban:</p>
-
-<p>—No sin causa este caballero tiene gran fama, porque en su talle y
-buena disposición muestra el valor de su persona.</p>
-
-<p>Llegaron los dos valientes caballeros cerca<span class="pagenum"
-id="Page_39">p. 39</span> el uno del otro, y después de haberse mirado
-muy bien, el que primero habló fue Muza:</p>
-
-<p>—Por cierto, valeroso caballero, que vuestra persona muestra bien
-claro ser vos el que la fama publica; y así digo, que vuestro rey se
-puede tener por bien afortunado en tener un tan estimado caballero
-como vos sois; y por la fama que el mundo tiene de vos, yo me tengo
-por muy dichoso de entrar con vos en batalla, porque si Alá quisiese
-que alcanzase victoria de tan buen caballero, todas las glorias de él
-serían mías, que no poca honra y gloria sería para mí, y para todo mi
-linaje; y si yo quedare vencido, no sentiré tanta pena, por serlo de
-tan buen caballero.</p>
-
-<p>Con esto feneció el gallardo Muza sus razones, a las cuales
-respondió el valeroso maestre con mucha cortesía diciendo:</p>
-
-<p>—Por un recado que ayer recibí del rey, sé que os llaman Muza, de
-quien no menos fama se divulga que la que decís de mí, y que sois su
-hermano, descendiente de aquel esforzado y antiguo capitán Muza, que en
-tiempos pasados ganó gran parte de nuestra España; y así estimo tener
-con vos batalla; y pues cada uno de su parte desea la gloria y honra de
-ella, vengamos a ponerlas en ejecución, dejando en manos de la fortuna
-el fin del caso, y no aguardemos a que se nos haga más tarde.</p>
-
-<p>El gallardo moro, que oyó aquellas razones al maestre, se sintió
-avergonzado por haber dilatado tanto tiempo la escaramuza, y sin
-responder palabra alguna, con mucha presteza rodeó su caballo,
-y apretándose el bonete en la cabeza,<span class="pagenum"
-id="Page_40">p. 40</span> debajo del cual llevaba un muy fino y acerado
-casco, se apartó un gran trecho, y lo mismo había hecho el maestre.</p>
-
-<p>A este tiempo la reina y todas sus damas estaban puestas en las
-torres del Alhambra, para desde allí mirar la fuerte escaramuza. Fátima
-estaba junto a la reina, juntamente con sus damas, ricamente vestida de
-damasco verde y morado, y era del propio color del pendoncillo que le
-había enviado al valiente Muza: tenía por toda la ropa sembradas muchas
-MM griegas, por ser la primera letra de su amante Muza.</p>
-
-<p>El rey como vio apartados a los caballeros, y que aguardaban la
-señal de batalla, mandó tocar sus clarines, a los cuales respondieron
-las trompetas del maestre.</p>
-
-<p>Siendo la señal hecha, arremetieron los caballeros el uno para el
-otro con tan grande furia y braveza que cada uno sintió el valor de su
-contrario en los encuentros que tuvieron; mas ninguno perdió la silla,
-ni hizo mudanza alguna: las lanzas no se quebraron, la adarga de Muza
-fue falseada, y el hierro de la lanza tocó en la fina coraza, y rompió
-parte de ella, y pasó en la jacerina, sin hacerle otro mal.</p>
-
-<p>El encuentro de Muza pasó el escudo al maestre, y el hierro de la
-lanza tocó en el peto fuerte, que a no serlo fuera herido.</p>
-
-<p>Los caballeros sacaron las lanzas, y con grande destreza comenzaron
-a escaramucear, rodeándose el uno al otro, procurando herirse; pero
-aunque era bueno el caballo del maestre, no era ligero como el del
-moro, a cuya causa no podía dar golpe a gusto, por andar Muza tan
-ligero; y<span class="pagenum" id="Page_41">p. 41</span> así entraba
-y salía con velocidad el moro, dándole algunos golpes al maestre, el
-cual como vio la ligereza del caballo del contrario, acordó, fiando en
-la fortaleza de su brazo, de tirarle la lanza, y aguardó a que el moro
-le entrase, y viéndole cerca terció la lanza, y levantose sobre los
-estribos, y con fortaleza jamás vista le arrojó la lanza.</p>
-
-<p>Muza quiso hurtarle el cuerpo y revolvió la rienda al caballo por
-huir del golpe; pero no lo hizo tan a su salvo que llegando primero la
-lanza del maestre, le pasó el cuerpo al caballo: alborotose saltando,
-dando vueltas y empinándose, y dando grandes corcovos; y visto por
-el moro, temiendo no le viniese algún daño por aquella causa, saltó
-en tierra y con osado ánimo se fue al maestre para desjarretar el
-suyo, y de él entendido, saltó tan ligero como el viento; y embrazando
-el escudo, la espada desnuda se fue a Muza, el cual venía lleno de
-cólera y saña contra él, por haberle herido tan mal su caballo; y
-con una cimitarra fue a herir al maestre, el cual le ofendía bien y
-le maltrataba: peleando a pie, y cerca el uno del otro, se daban tan
-recios y desaforados golpes, que no bastaba fuerza de los escudos y
-de las armas, que con la fortaleza de sus brazos no se deshiciese y
-rompiese; y como el valeroso maestre era muy diestro y cursado en las
-armas, y más fuerte que Muza, puesto que el moro era valiente y de
-animoso corazón, quiso mostrar donde llegaba su valor, y afirmando su
-espada sobre la cimitarra de Muza, fue al reparo, y el maestre<span
-class="pagenum" id="Page_42">p. 42</span> con muy gran presteza le
-hirió en la cabeza sin poderlo remediar el gallardo moro: cortole con
-la cuchillada la mitad del bonete, y vino el penacho al suelo; y si el
-casco no fuera tan fino, fuera la herida más peligrosa, y quedó Muza
-casi aturdido del golpe; y viendo cuán a maltratar le traía el maestre,
-volviendo en sí acudió con su cimitarra con destreza, y descargó un
-golpe muy recio.</p>
-
-<p>El maestre lo recibió en el escudo, el cual fue cortado por medio,
-por ser fuerte el golpe que en él le dio, y le rompió asimismo la
-manga de la loriga, y le alcanzó a herir de una pequeña herida en el
-brazo, de la cual le salía mucha sangre, y fue causa de que el maestre
-se encendiese en cólera y saña, y queriendo vengarse, acometió con un
-golpe a Muza en la cabeza, el cual con presteza fue al reparo porque no
-le hiriera.</p>
-
-<p>El maestre viendo que acudió al reparo, bajó la espada, y de revés
-le dio una herida en el muslo, que no le aprovechó la loriga que
-llevaba encima, para que no entrase la espada del maestre.</p>
-
-<p>De aquella suerte andaban los valerosos caballeros muy encarnizados,
-dándose muy grandes y fieros golpes.</p>
-
-<p>Quien mirara a la hermosa Fátima, conociera claro que amaba a Muza,
-porque así como vio el bravo golpe que el maestre dio a su amante y
-querido Muza, del cual le derribó el bonete y penacho, temió quedaba
-mal herido; y viendo el caballo muerto, no lo podía sufrir, y así de
-todo punto perdió su color con un desmayo cruel que le dio, y cayó sin
-sentido<span class="pagenum" id="Page_43">p. 43</span> en el suelo.</p>
-
-<p>La reina mandó que la echasen agua en el rostro, y echándosela
-volvió en sí, y abriendo los ojos dio un suspiro, diciendo:</p>
-
-<p>—¡Oh Mahoma! ¿Por qué no te dueles de mí?</p>
-
-<p>Y tornándose a amortecer, la mandó la reina llevar a su aposento,
-y que la regalasen. Jarifa, Daraja y Cobaida la llevaron con mucha
-presteza, haciendo muchos remedios, hasta que la bella mora volvió en
-sí, y les dijo a Daraja y a Jarifa que la dejasen sola, porque quería
-reposar un poco.</p>
-
-<p>Estas lo hicieron así, y se tornaron adonde estaba la reina mirando
-la escaramuza, que a la sazón estaba más encendida, pero manifiesta
-en la ventaja que el maestre llevaba a Muza, por ser más diestro en
-las armas; puesto que Muza era de grande esfuerzo y valor, y no mostró
-jamás punto de cobardía, y más en aquella ocasión, antes redoblaba sus
-golpes, hiriendo al maestre.</p>
-
-<p>Al moro le salía mucha sangre de la herida del muslo, y era tanta,
-que Muza sentía bien la falta de ella, y estaba desfallecido y débil;
-lo cual visto por el maestre, considerando que aquel moro era hermano
-del rey de Granada, y que era también muy estimado, y deseando también
-con muchas veras que fuese cristiano, y que siéndolo, le podría ganar
-algo en los negocios de la guerra en provecho del rey D. Fernando,
-determinó con todo cuidado de no proseguir la sangrienta batalla, y
-de tener amistad verdadera con el valiente Muza, y así luego se fue
-retirando afuera, diciendo:</p>
-
-<p>—Valeroso Muza, paréceme que para negocios de fiestas hacer tan
-sangrienta batalla como<span class="pagenum" id="Page_44">p. 44</span>
-la que hacemos, no es justo; démosle fin, si te pareciere, que a ello
-me mueve ser tú tan buen caballero, y hermano del rey, de quien tengo
-ofrecidas mercedes; y no digo esto porque de mi parte sienta haber
-perdido nada del campo, ni de mi esfuerzo, sino porque deseo amistad
-contigo por tu valor.</p>
-
-<p>Muza que vio retirar al maestre, se maravilló, y también se retiró,
-diciendo:</p>
-
-<p>—Claramente se deja entender, valeroso maestre, que te retiras, y
-no quieres fenecer la batalla, por verme en tal estado, que de ella
-no podía yo sacar sino la muerte; y movido tú de mi mala fortuna, me
-quieres conceder la vida, de la cual reconozco me haces merced. Y
-también digo, que si tu voluntad fuere que nuestra lid fenezca, de mi
-parte no faltaré hasta morir, con la cual cumpliré a lo que debo a ley
-de caballero; mas si, como dices, lo haces por respeto de mi amistad,
-te lo agradezco infinito y lo tengo a grande merced, por tener amistad
-con un tan singular caballero como tú, y prometo y juro de serlo tuyo
-hasta la muerte, y de no ir contra tu persona ahora ni en tiempo
-alguno, sino en cuanto fuere mi poder servirte.</p>
-
-<p>Y diciendo esto dejó la cimitarra de la mano, y se fue a abrazar al
-maestre, y él hizo lo mismo con mucho amor, y entendió de cierto el
-maestre que de aquella amistad había de resultar muy gran bien a los
-cristianos.</p>
-
-<p>El rey y los demás que estaban mirando la batalla se maravillaron
-mucho, y no podían entender qué podía ser; y venido a entender el caso
-y la amistad, el rey con seis caballeros se<span class="pagenum"
-id="Page_45">p. 45</span> llegó a hablar al maestre, y después de haber
-tratado cosas de muy grandes cortesías, sabiendo la amistad del maestre
-y de su hermano, aunque no se holgó mucho, dio orden de volver a la
-ciudad, porque Muza fuese curado, que lo había bien menester.</p>
-
-<p>Y así se partieron los dos caballeros, llevando la amistad en sus
-corazones muy fija y sellada. Este es el fin que tuvo la batalla.</p>
-
-<p>Vuelto el rey a Granada, no se trataba otra cosa sino de la
-escaramuza, y de la amistad que de ella procedió, y de la virtud,
-bondad y valor del maestre; y con razón, porque era adornado de todo, y
-por él se dijo aquel romance, que dice:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">¡Ay Dios, qué buen caballero</p>
- <p class="i0">es el maestre de Caltrava,</p>
- <p class="i0">y cuán bien corre los moros</p>
- <p class="i0">por la vega de Granada!</p>
- <p class="i2">Desde la fuente del Pino</p>
- <p class="i0">hasta la Sierra Nevada,</p>
- <p class="i0">y en esas puertas de Elvira,</p>
- <p class="i0">mete el puñal, y la lanza;</p>
- <p class="i0">las puertas eran de hierro,</p>
- <p class="i0">de parte a parte las pasa.</p>
-</div>
-
-<p>Siendo fenecida la batalla del maestre y de Muza, desamparando
-la Vega el maestre se fue con las presas que habían hecho él y su
-gente.</p>
-
-<p>Volvamos ahora a lo que pasó en Granada, después que el rey entró en
-ella y sanó Muza de las heridas, que pasó más de un mes.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch5">
- <p><span class="pagenum" id="Page_46">p. 46</span></p>
- <h2 class="nobreak">CAPÍTULO V.</h2>
- <p class="subh2h"><i>Que trata de un sarao que se hizo en palacio
- entre las damas de la reina y los caballeros de la corte, sobre el
- cual hubo pesadas palabras entre Muza y Zulema Abencerraje, y de lo
- que pasó.</i></p>
-</div>
-
-<p><span class="cap">G</span>rande fue la reputación que cobró Muza de
-valiente caballero, pues no quedó del maestre vencido, como lo habían
-sido otros valientes caballeros, a quien había vencido y muerto por sus
-manos.</p>
-
-<p>Entró Muza en Granada al lado del rey su hermano, acompañado de
-todos los caballeros más principales de la ciudad. Entraron por la
-puerta Elvira, y por las calles donde pasaban, todas las damas le
-salían a mirar, y otras muchas gentes ocupaban las ventanas, que era
-cosa de ver.</p>
-
-<p>De esta suerte fueron hasta la Alhambra, donde fue Muza curado por
-un gran maestro, y estuvo casi un mes en sanar: después de sano fue a
-besar las manos al rey, el cual tuvo con su vista mucho contento, y
-asimismo todos los demás caballeros y damas de la corte; y quien más
-con su vista se alegró, fue la hermosa Fátima, porque le amaba mucho,
-aunque él no la pagaba su amor.</p>
-
-<p>La reina le hizo sentar junto a sí, y le preguntó cómo se sentía y
-qué le había parecido el esfuerzo del maestre. Muza le respondió:</p>
-
-<p>—Señora, el valor del maestre es en demasía muy grande, y me hizo
-merced que la batalla no pasase adelante, por excusar el daño notable
-que estaba<span class="pagenum" id="Page_47">p. 47</span> de mi parte,
-que era manifiesto; y juro por Mahoma que en lo que yo pudiere le tengo
-de servir.</p>
-
-<p>—Mahoma le confunda —respondió Fátima—, que en tal sobresalto nos
-puso a todos, y especialmente a mí, que como vi que de un golpe que os
-dio os derribó la mitad del bonete con todo el penacho, no me quedó
-gota de sangre, y faltándome de todo punto el aliento me caí amortecida
-en el suelo.</p>
-
-<p>Fátima dijo esto encendiendo todo su rostro en color, de suerte que
-todos echaron de ver, que amaba al gallardo y valiente moro, el cual
-respondió:</p>
-
-<p>—Mucho me pesa, que tan hermosa dama viniese a tal extremo por mi
-causa.</p>
-
-<p>Y diciendo esto volvió los ojos a Daraja, mirándola aficionadamente,
-dándola a entender que la amaba de corazón; pero ella se estuvo con los
-ojos bajos y sin hacer mudamiento.</p>
-
-<p>Llegada la hora de comer, el rey se sentó con sus caballeros a la
-mesa, porque en comiendo había de haber gran fiesta y zambra. Las mesas
-fueron puestas, y comieron con el rey los caballeros más principales,
-y eran cuatro caballeros Bencerrajes, cuatro Almoradís, dos Alhamares,
-ocho Gomeles, seis Alabeces, doce Abencerrajes y algunos Almoradines,
-Abenámar y Muza. Eran estos caballeros de grande estima, y por su valor
-les daba el rey su mesa.</p>
-
-<p>Asimismo con la reina comían muy hermosas damas, y de buenos
-linajes, las cuales eran Daraja, Jarifa, Cobaida, Zaida, Sarracina
-y Alboraida; todas eran de la flor de Granada. También estaba la
-hermosa Galiana, hija del alcaide de Almería, que había venido a las
-fiestas,<span class="pagenum" id="Page_48">p. 48</span> y era parienta
-de la reina.</p>
-
-<p>Andaba enamorado de la hermosa Galiana el valiente Abenámar, y por
-ella había hecho muchos juegos y escaramuzas, y por él se dijo este
-romance:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">En las guerras de Almería</p>
- <p class="i0">estaba el moro Abenámar,</p>
- <p class="i0">frontero de los palacios</p>
- <p class="i0">de la mora Galiana.</p>
- <p class="i2">Por arrimo un albornoz,</p>
- <p class="i0">y por alfombra su adarga,</p>
- <p class="i0">la lanza llana en el suelo,</p>
- <p class="i0">que es mucho allanar su lanza.</p>
- <p class="i2">En el arzón puesto el freno,</p>
- <p class="i0">y con las cuerdas trabada</p>
- <p class="i0">la yegua entre dos linderos,</p>
- <p class="i0">porque no se pierda, y paza.</p>
-</div>
-
-<p>Este romance lo dicen de otra manera, diciendo: <i>Galiana está
-en Toledo</i>, y es falso, porque la Galiana de Toledo fue mucho
-tiempo antes que los Abenámares, especialmente de este de quien ahora
-tratamos, y el otro de la pregunta del rey Don Juan, pues en tiempo de
-aquestos era Toledo de cristianos, y así queda la verdad clara.</p>
-
-<p>La Galiana de Toledo fue en tiempo de Carlos Martel, y fue robada de
-Toledo, y llevada a Marsella por Carlos. Esta Galiana de quien ahora
-tratamos, era de Almería, y por ella se dice el romance y no por la
-otra; y este Abenámar era nieto del otro Abenámar.</p>
-
-<p>Volviendo, pues, a nuestro caso, el rey con sus caballeros, y la
-reina con todas sus damas, comían con gran contento al son de muchas y
-diversas<span class="pagenum" id="Page_49">p. 49</span> músicas, así
-de ministriles, como dulzainas, harpas y laúdes que en la real sala
-había.</p>
-
-<p>Hablando el rey y los caballeros sobre algunas cosas, en especial de
-la batalla del maestre y de Muza, y del gran valor del maestre y de su
-cortesía, que era muy grande, de lo cual le pesaba al moro Albayaldos,
-que sentía mucho el no haberse acabado la escaramuza, porque le parecía
-que no era tanto el valor del maestre como la fama publicaba, y que si
-peleara en lugar de Muza había de alcanzar victoria del maestre; por lo
-cual propuso en sí que la primera vez que entrase en la Vega le había
-de pedir campo, por ver si lo que se decía era así.</p>
-
-<p>Las damas también trataban de la escaramuza pasada, y del grande
-esfuerzo del valiente Muza y de su donaire.</p>
-
-<p>Abenhamet no quitaba los ojos de Daraja a quien amaba en extremo, y
-no era mal correspondido en su fe, porque ella le adoraba, por tener
-partes para ser querido y porque en extremo era galán y valiente,
-temido y muy estimado, y alguacil mayor en Granada, que este cargo y
-oficio no se daba sino a persona de mucha estima, y nunca salía este
-oficio de los caballeros Abencerrajes, como se verá en los compendios
-de Esteban Garibay, y Camaloa, cronista de los reyes cristianos de
-Castilla.</p>
-
-<p>Pues si Albayaldos estaba con deseo de probar el valor del maestre
-de Calatrava, no menos lo tenía su primo Aliatar que se preciaba de
-valiente, y holgara ver si era así lo que se decía del maestre.</p>
-
-<p>El valiente Muza ya no trataba de esto, sino de tener por<span
-class="pagenum" id="Page_50">p. 50</span> amigo al maestre, y más
-se entretenía en mirar a Daraja que en las otras cosas, y tanto se
-embebecía en mirarla que muchas veces se olvidaba de comer.</p>
-
-<p>El rey su hermano advirtió en ello y coligió que amaba Muza a
-Daraja, y pesole grandemente porque también él la amaba de secreto,
-y muchas veces le había descubierto su corazón, aunque no daba ella
-atento oído a sus querellas ni palabras, ni hacía caudal de lo que
-decía el rey.</p>
-
-<p>También Mahomad Zegrí miraba a Daraja: este era caballero de mucha
-calidad, y sabía que Muza la servía, pero no por eso desistía de su
-propósito, de lo cual no se le daba a Daraja nada, por tener puestos
-los ojos en Abenhamet, caballero Abencerraje, gallardo y estimado.</p>
-
-<p>La reina trataba con sus damas cosas de los caballeros y sus
-bizarrías, y entre todos, los Abencerrajes y Alabeces, los cuales
-linajes eran deudos.</p>
-
-<p>Estando la reina hablando con sus damas, habiendo acabado de comer
-el rey y los demás caballeros, y habiéndose comenzado algunas danzas
-entre damas y caballeros, llegó un paje de parte de Muza, e hincando
-las rodillas en el suelo, le dio a Daraja un ramo de flores y rosas,
-diciendo:</p>
-
-<p>—Hermosa Daraja, mi señor Muza os besa las manos y os suplica
-recibáis este ramillete que él mismo hizo y compuso por su mano, para
-que os sirváis de tenerlo en la vuestra, y que no miréis el poco valor
-del ramillete, sino la voluntad del que os lo envía, que entre estas
-flores viene estampado su corazón para que lo toméis en vuestras
-manos.</p>
-
-<p>Daraja miró a la<span class="pagenum" id="Page_51">p. 51</span>
-reina y se puso muy colorada, sin saber si lo tomaría o no; y visto que
-la reina la miró, y no le dijo cosa alguna, tomó el ramillete, por no
-ser demasiadamente descortés ni ingrata a Muza, por ser buen caballero
-y hermano del rey, considerando que por tomar el ramo no era ofendida
-su honestidad, ni su querido Abencerraje, el cual vio bien como lo
-tomó, diciéndole al paje, que ella le agradecía mucho el presente.</p>
-
-<p>Quien mirara a Fátima entendiera bien lo mucho que le pesó, porque
-nunca él la había enviado ramillete; pero procuró disimular, y
-llegándose a Daraja la dijo:</p>
-
-<p>—No podéis negar que Muza es vuestro amante, pues en presencia de
-todos os ha enviado este ramillete; y pues vos lo recibisteis, es
-argumento que le queréis bien.</p>
-
-<p>Casi afrentada Daraja de aquello, la respondió:</p>
-
-<p>—Amiga Fátima, no os maravilléis si recibí el ramo, que no lo tomé
-con mi voluntad, sino por no dar nota de ingrata en presencia de todos
-los caballeros y damas de la sala, que si no pareciera mal, lo hiciera
-mil pedazos.</p>
-
-<p>Con esto dejaron de hablar sobre aquel caso porque mandó el rey que
-danzasen las damas y caballeros, lo cual fue hecho, y Abenámar danzó
-con Galiana; Malique Alabez con su dama Cobaida, y muy bien, por ser
-extremada en todo; Abindarráez danzó con la hermosa Jarifa, y Venegas
-con la bella Fátima: Almoradí, un bizarro caballero pariente del rey,
-danzó con Alboraida; un caballero Zegrí danzó con la hermosa Sarracina;
-Algamún Abencerraje con la linda Daraja,<span class="pagenum"
-id="Page_52">p. 52</span> y en acabando de danzar al tiempo que el
-caballero Abencerraje le hizo una cortesía, ella haciéndole reverencia
-le dio el ramillete, y él lo recibió con mucha alegría, y lo estimó en
-mucho por ser de su mano.</p>
-
-<p>El valiente Muza, que había estado mirando la danza, y no quitaba
-los ojos un momento de su señora Daraja, visto que le había dado el
-ramillete que le había enviado a su dama, ciego de enojo y pasión que
-recibió por ello, sin tener respeto al rey ni a los demás caballeros
-que en la real sala estaban, se fue al Abencerraje con una vista tan
-horrible, que parecía echar fuego por los ojos, y con voz soberbia le
-dijo al Abencerraje:</p>
-
-<p>—Di, vil y bajo villano, descendiente de cristianos, mal nacido,
-sabiendo que aqueste ramo fue hecho por mi mano, y que se lo envié a
-Daraja, lo osaste recibir, sin considerar que era mío; si no fuera por
-lo que debo al rey, por estar en su presencia, ya hubiera castigado tu
-loco atrevimiento.</p>
-
-<p>Visto por el bravo Abencerraje el mal proceder de Muza, y el poco
-respeto que tuvo a su antigua amistad, no menos encolerizado que él, le
-respondió diciendo:</p>
-
-<p>—Cualquiera que dijere que soy villano y mal nacido, miente mil
-veces, que yo soy muy buen caballero e hijodalgo, y después del rey mi
-señor, no es ninguno tal como yo.</p>
-
-<p>Diciendo esto, los caballeros pusieron mano a las armas para
-herirse, lo cual hicieran si el rey no se pusiera en medio, y todos los
-caballeros. Y muy enojado el rey contra Muza por haber sido el movedor
-de la causa, le dijo palabras<span class="pagenum" id="Page_53">p.
-53</span> muy sentidas; y por haber tenido tanto atrevimiento en su
-presencia, mandó saliese desterrado de la corte.</p>
-
-<p>Muza dijo que se iría, y que algún día en escaramuzas de cristianos
-le echaría menos, y diría: «¿dónde está Muza?» Diciendo esto volvió las
-espaldas para salir de palacio; mas todos los caballeros y damas le
-detuvieron, y suplicaron al rey que se quitase el enojo, y alzase el
-destierro a Muza; y tanto se lo rogaron los caballeros, la reina y las
-damas, que le perdonó, e hicieron amigos a Muza y al Abencerraje, y le
-pesó a Muza de lo hecho, porque era amigo de los Abencerrajes.</p>
-
-<p>Pasada esta cuestión se movió otra peor, y fue, que un caballero
-Zegrí, que era la cabeza de ellos, le dijo a Abenhamet Abencerraje:</p>
-
-<p>—El rey mi señor echó culpa a su hermano Muza, y no reparó en una
-razón que dijísteis, que después del rey no había caballeros tales como
-vos, sabiendo que en palacio los hay tales y tan buenos como vos, y no
-es de buenos caballeros adelantarse tanto, y si no fuera por alborotar
-el real palacio, os digo que os había de costar bien caro lo que
-hablasteis en presencia de tantos caballeros.</p>
-
-<p>Malique Alabez, que era muy cercano deudo de los Abencerrajes, como
-valiente y osado, se levantó y respondió al Zegrí muy valerosamente,
-diciendo:</p>
-
-<p>—Más me maravillo de ti en sentirte tú solo, adonde hay tantos y
-tan preciados caballeros, y no había ahora para qué tornar a remover
-nuevos escándalos y alborotos; porque lo que Abenhamet dijo fue muy
-bien dicho, porque los caballeros<span class="pagenum" id="Page_54">p.
-54</span> de Granada son bien conocidos quién son y de dónde vinieron,
-y no penséis vosotros los Zegríes, que porque sois de los reyes de
-Córdoba descendientes, que sois mejores ni tales como los Abencerrajes,
-que son descendientes de los reyes de Marruecos y de Fez, y de aquel
-gran Miramamolín. Pues los Almoradís, ya sabéis que son de aquesta real
-casa de Granada, también de linaje de los reyes de África. De nosotros
-los Maliques Alabeces, ya sabéis que somos descendientes del rey
-Almohabez, señor de aquel famoso reino de Cuco, y deudos de los famosos
-Malucos: pues donde están todos estos y habían callado, ¿por qué tu
-quieres renovar nuevos pleitos y pasiones? Pues sabe que es verdad
-lo que te digo, que después del rey nuestro señor, no hay ningunos
-caballeros que sean tales como los Abencerrajes, y quien dijere lo
-contrario miente, y no le tengo por hidalgo.</p>
-
-<p>Como los Zegríes, Gomeles y Mazas, que eran deudos, oyeron lo que
-Alabez decía, encendidos en saña se levantaron para darle la muerte.
-Los Alabeces, Abencerrajes, y Almoradíes, que era otro bando, viendo su
-determinación se levantaron para resistirle y ofenderlos.</p>
-
-<p>El rey que tan alborotado vio el palacio, y el peligro de perderse
-toda Granada y así también todo el reino, se levantó dando voces,
-diciendo:</p>
-
-<p>—Pena de traidor, cualquiera que más se moviere y sacare armas.</p>
-
-<p>Y diciendo esto asió a Alabez y al Zegrí, y llamó la gente de la
-guarda, y los mandó llevar presos. Los demás caballeros se estuvieron
-quietos por no incurrir en<span class="pagenum" id="Page_55">p.
-55</span> la pena de traidores.</p>
-
-<p>Alabez fue preso en el Alhambra, y el Zegrí en Torres-Bermejas, y
-puestas guardas los tuvieron a buen recado. Los caballeros de Granada
-procuraron hacer las amistades, y al fin se hicieron interviniendo
-en ellas el rey, y fuera mejor que no se hicieran, como se dirá
-adelante.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch6">
- <h2 class="nobreak">CAPÍTULO VI.</h2>
- <p class="subh2h"><i>Cómo se hicieron fiestas en Granada, y por ellas
- se encendieron más las enemistades de los Zegríes, Abencerrajes,
- Alabeces, y Gomeles, y lo que pasó entre Zaide y Zaida acerca de sus
- amores.</i></p>
-</div>
-
-<p><span class="cap">A</span>ntes de pasar adelante con la fiesta
-concertada, diremos del valeroso Zaide y de la bella Zaida, a quien él
-tanto estimaba, y era tan público en Granada, que ya no se trataba sino
-de sus finos amores.</p>
-
-<p>Sabiendo esto sus padres de ella, determinaron de casarla con otro,
-y dar fama de ello, porque Zaida se apartase de aquel propósito y
-perdiese la esperanza de sus amores, y cesase en pasearle su calle y
-puerta, porque no fuese el honor de Zaida tan rompido.</p>
-
-<p>Y con este intento pusieron mucho recato en su hija, no dejándola
-poner a las ventanas, porque no hablase con Zaide; pero poco
-aprovecharon sus prevenciones, porque no por eso dejaba Zaide de pasear
-la calle, ni ella le dejaba de amar con más fervor que de antes.</p>
-
-<p>Y como se publicaba el casamiento<span class="pagenum"
-id="Page_56">p. 56</span> de Zaida por toda la ciudad, y que sus padres
-la casaban con un moro de Ronda, poderoso y rico, el bravo Zaide no
-podía sosegar de noche, ni de día, ocupado en varias imaginaciones,
-procurando estorbar el casamiento con darle muerte al desposado.</p>
-
-<p>Y no cesando un momento de pasear la calle de su dama, por ver si
-la podía hablar para saber de ella su voluntad, porque espantaba el
-gallardo moro de que su Zaida consintiese en el casamiento, a causa de
-la fe y palabra que entre los dos se habían dado, la aguardaba por ver
-si salía a un balcón, como solía hacer.</p>
-
-<p>La bella Zaida no estaba con menos pena y cuidado que su galán,
-deseosa de hablarle, y darle cuenta de lo que sus padres tenían
-tratado; y así salió al balcón, y vio al valeroso Zaide que se andaba
-paseando solo, con un semblante triste y melancólico, y alzando los
-ojos al balcón; y viendo a la hermosa Zaida tan gallarda y bizarra, se
-le quitó luego todo su mal, y llegándose al balcón temeroso habló a su
-mora de esta manera:</p>
-
-<p>—Dime, bella Zaida, ¿es verdad esto que se dice, que tu padre te
-casa? Si es verdad, dímelo, no me lo encubras, ni me traigas suspenso;
-porque si es verdad, vive Alá que tengo de matar al moro que te
-pretende, para que no goce de mi gloria.</p>
-
-<p>La hermosa Zaida le respondió (los ojos muy llenos de lágrimas):</p>
-
-<p>—Así me parece, Zaide, que mi padre me casa: consuélate, y busca
-otra mora a quien servir, que por tu gran valor no te faltará;
-ya es tiempo que nuestros amores tengan fin: el cielo sabe las
-pesadumbres<span class="pagenum" id="Page_57">p. 57</span> que por tu
-causa he tenido con mi padre.</p>
-
-<p>—¡Oh cruel! —respondió el moro—, ¿es pues esa la palabra que me
-tienes dada de ser mía hasta la muerte?</p>
-
-<p>—Vete, Zaide —dijo la mora—, porque viene mi madre buscándome, y así
-ten paciencia.</p>
-
-<p>Diciendo esto se quitó del balcón llorando, quedando el valeroso
-moro confuso, sin saber lo que determinar para alivio de su pena; y
-determinando de no dejar su pretensión sin perder la escaramuza de su
-pensamiento, desocupó el puesto, dejando allí el alma.</p>
-
-<p>Por esto que le pasó a Zaide con su mora, se dijo este romance:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Por la calle de su dama</p>
- <p class="i0">paseándose anda Zaide,</p>
- <p class="i0">aguardando que sea hora</p>
- <p class="i0">que se asome para hablarle.</p>
- <p class="i2">Desesperado anda el moro</p>
- <p class="i0">en ver que tanto se tarde,</p>
- <p class="i0">que piensa con solo verla</p>
- <p class="i0">aplacar el fuego en que arde.</p>
- <p class="i2">Viola salir a un balcón</p>
- <p class="i0">más bella que cuando sale</p>
- <p class="i0">la luna en la oscura noche,</p>
- <p class="i0">y el sol en sus tempestades.</p>
- <p class="i2">Llegose Zaide, diciendo:</p>
- <p class="i0">bella mora, Alá te guarde,</p>
- <p class="i0">si es mentira lo que dicen</p>
- <p class="i0">tus criados a mis pajes.</p>
- <p class="i2">Dicen, que dejarme quieres,</p>
- <p class="i0">porque pretendes casarte</p>
- <p class="i0">con un moro que ha venido</p>
- <p class="i0">de las tierras de tu padre.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_58">p. 58</span>Si eso es verdad, Zaida bella,</p>
- <p class="i0">declárate, no me engañes;</p>
- <p class="i0">no quieras tener secreto</p>
- <p class="i0">lo que tan claro se sabe.</p>
- <p class="i2">Humilde responde al moro:</p>
- <p class="i0">mi bien, ya es tiempo se acabe</p>
- <p class="i0">vuestra amistad y la mía,</p>
- <p class="i0">pues que ya todos lo saben.</p>
- <p class="i2">Que perderé el ser quien soy</p>
- <p class="i0">si el negocio va adelante:</p>
- <p class="i0">Alá sabe si me pesa,</p>
- <p class="i0">y lo que siento dejarte.</p>
- <p class="i2">Bien sabes que te he querido</p>
- <p class="i0">a pesar de mi linaje,</p>
- <p class="i0">y sabes las pesadumbres</p>
- <p class="i0">que he tenido con mi madre</p>
- <p class="i2">Sobre aguardarte de noche,</p>
- <p class="i0">como vienes siempre tarde;</p>
- <p class="i0">y por quitar ocasiones,</p>
- <p class="i0">dicen que quieren casarme.</p>
- <p class="i2">No te faltará otra dama</p>
- <p class="i0">hermosa, y de galán talle,</p>
- <p class="i0">que te quiera, y tú la quieras,</p>
- <p class="i0">porque lo mereces, Zaide.</p>
- <p class="i2">Humilde responde el moro,</p>
- <p class="i0">cargado de mil pesares:</p>
- <p class="i0">No entendí yo, Zaida bella,</p>
- <p class="i0">que conmigo tal usases:</p>
- <p class="i2">No entendí que tal hicieras,</p>
- <p class="i0">que así mis prendas trocases</p>
- <p class="i0">con un moro, feo y torpe,</p>
- <p class="i0">indigno de un bien tan grande.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_59">p. 59</span>Tú eres la que dijiste</p>
- <p class="i0">en el balcón la otra tarde:</p>
- <p class="i0">tuya soy, tuya seré,</p>
- <p class="i0">y tuya es mi vida, Zaide.</p>
-</div>
-
-<p>Aunque la bella Zaida pasó con su Zaide todo lo que habéis oído, no
-por eso le dejaba de amar en su corazón, y el gallardo Zaide asimismo
-la amaba.</p>
-
-<p>Aunque la dama le despidió, muchas veces se hablaban, no con tanta
-libertad, porque sus padres no lo sintiesen; y le hacía todos los
-favores que solía, aunque el moro, por evitar escándalo, no continuaba
-en pasear la calle de su dama: mas no era tan en secreto, que no fuese
-sentido del moro Tarfe, amigo de Zaide, el cual tenía una envidia
-mortal en su alma, porque amaba de secreto a Zaida; y considerando que
-jamás Zaide dejaría de amar a la bella Zaida, acordó de revolverlos,
-poniendo cizaña entre los dos, aunque esto le costó la vida; porque así
-acaece a los que no son leales con sus amigos.</p>
-
-<p>Pues volviendo al caso de las fiestas atrás referidas, trataremos
-primero de un romance, que compuso un poeta en respuesta del pasado, y
-después diremos lo que en las fiestas pasó. Dice así el romance:</p>
-
-<div class="poem ml65 mb1 mt1">
- <p class="i2">Bella Zaida de mis ojos,</p>
- <p class="i0">y del alma bella Zaida,</p>
- <p class="i0">de las moras la más bella,</p>
- <p class="i0">y más que todas ingrata:</p>
- <p class="i2">De cuyos rubios cabellos</p>
- <p class="i0">enreda amor mil lazadas,</p>
- <p class="i0">en que ciegas de tu vista</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_60">p. 60</span>se rinden mil libres almas:</p>
- <p class="i2">¿Qué gusto, fiera, recibes</p>
- <p class="i0">de ser tan mudable, y varia,</p>
- <p class="i0">y con saber que te adoro,</p>
- <p class="i0">tratarme como me tratas;</p>
- <p class="i2">Y no contenta de aquesto</p>
- <p class="i0">de quitarme la esperanza,</p>
- <p class="i0">porque de todo la pierda</p>
- <p class="i0">de ver mi suerte trocada?</p>
- <p class="i2">¡Ay cuán mal, fiera enemiga,</p>
- <p class="i0">las veras de amor me pagas;</p>
- <p class="i0">pues en cambio dél me ofreces</p>
- <p class="i0">ingratitud y mudanza!</p>
- <p class="i2">¡Cuán presto le diste al viento</p>
- <p class="i0">tus promesas y palabras!</p>
- <p class="i0">pero bastaba ser tuyas,</p>
- <p class="i0">para que tuviesen alas.</p>
- <p class="i2">Acuérdate, Zaida hermosa,</p>
- <p class="i0">si aun aquesto no te enfada,</p>
- <p class="i0">del gusto que recibías</p>
- <p class="i0">cuando rondaba tu casa.</p>
- <p class="i2">Si de día, luego al punto</p>
- <p class="i0">salías a las ventanas;</p>
- <p class="i0">si de noche, en el balcón</p>
- <p class="i0">o en las rejas te hallaba.</p>
- <p class="i2">Si tardaba o no venía,</p>
- <p class="i0">mostrabas celosa rabia;</p>
- <p class="i0">mas ahora en qué te ofendo,</p>
- <p class="i0">¿que acorte el pasar me mandas?</p>
- <p class="i2">Mándasme que no te vea,</p>
- <p class="i0">ni escriba billete o carta,</p>
- <p class="i0">que un tiempo tu gusto fueron,</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_61">p. 61</span>mas ya tu disgusto causan.</p>
- <p class="i2">Ay, Zaida, que tus favores,</p>
- <p class="i0">tu amor, tus palabras blandas,</p>
- <p class="i0">por falsas se han descubierto,</p>
- <p class="i0">y descubres que eres falsa.</p>
- <p class="i2">Eres mujer, finalmente,</p>
- <p class="i0">a ser mudable inclinada,</p>
- <p class="i0">que adoras a quien te olvida,</p>
- <p class="i0">y a quien te adora desamas.</p>
- <p class="i2">Mas, Zaida, aunque me aborreces,</p>
- <p class="i0">por no parecerte en nada,</p>
- <p class="i0">cuando de hielo tú fueras</p>
- <p class="i0">más sustentaras mi llama.</p>
- <p class="i2">Pagaré tu desamor</p>
- <p class="i0">con mil amorosas ansias,</p>
- <p class="i0">que el amor fundado en veras</p>
- <p class="i0">tarde se rinde a mudanza.</p>
-</div>
-
-<p>Por ser aqueste romance bueno, y aludir mucho al pasado, se puso
-aquí, y por adorno de nuestra obra.</p>
-
-<p>Pues tornando a nuestro moro Zaide, valeroso y gallardo Abencerraje,
-quedó tan apasionado por lo que la bella Zaida le dijo, que le puso
-en extremo su pensamiento en si era verdad que los padres de Zaida la
-querían casar.</p>
-
-<p>Con este cuidado andaba el gallardo moro muy pensativo, y por
-consolarse paseaba la calle de su dama; pero ella no salía a las
-ventanas como otras veces solía, sino muy de tarde en tarde.</p>
-
-<p>Aunque la bella y hermosa mora le amaba tiernamente, no lo
-manifestaba por no dar enojo a sus padres, y por esto no osaba hablar
-con su querido y amante moro; lo cual él sentía<span class="pagenum"
-id="Page_62">p. 62</span> mucho, y lo mostraba hasta en los trajes y
-vestidos, porque conforme a la pasión que sentía, así traía el vestido,
-y por él juzgaban los caballeros y damas de Granada los efectos de su
-causa y de sus amores.</p>
-
-<p>Pues con estas congojas y pesadumbres andaba el valeroso Zaide tan
-imaginativo, sin poderlas apartar de su pensamiento, que le vinieron
-a poner en grande extremo y flaqueza, y estuvo muy mal dispuesto; y
-por consolarse, lleno de amorosas ansias, una noche muy oscura, buena
-a su propósito, bien aderezada la persona, y solo con un laúd se fue
-a la calle de su adorada mora a media noche, y comenzando a tocar el
-instrumento con mucho pesar, cantó en arábigo esta sentida</p>
-
-<p class="centra mt15">CANCIÓN.</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Lágrimas que no pudieron</p>
- <p class="i0">tanta dureza ablandar,</p>
- <p class="i0">yo las volveré a la mar,</p>
- <p class="i0">pues que de la mar salieron.</p>
- <p class="i2">Hicieron en duras peñas</p>
- <p class="i0">mis lágrimas sentimiento,</p>
- <p class="i0">tanto, que de su tormento</p>
- <p class="i0">dieron unas y otras señas;</p>
- <p class="i2">Y pues ellas no pudieron</p>
- <p class="i0">tanta dureza ablandar,</p>
- <p class="i0">yo las volveré a la mar,</p>
- <p class="i0">pues que de la mar salieron.</p>
-</div>
-
-<p>No sin falta de lágrimas decía esta canción el enamorado Zaide al
-son de su sonoro laúd,<span class="pagenum" id="Page_63">p. 63</span>
-acompañado de muy ardientes suspiros que le salían del alma, con que
-acrecentaba más las ansias de su pasión.</p>
-
-<p>Y así como el enamorado moro sentía pasión en su alma, como lo
-mostraba, no la tenía menor la bella Zaida, la cual luego que sintió
-el laúd, y que quien le tocaba era su querido Zaide, porque en eso
-le conocía, se levantó muy quedito, y se fue a un balcón bajo, donde
-oía la canción y los suspiros que daba su amante, y enternecida la
-acompañaba en su mismo sentimiento con tristes lágrimas, trayendo a
-la memoria la sentencia de la canción, y por la causa que el moro la
-decía: la cual era de saber, que la primera vez que Zaide vio a su
-hermosa Zaida, fue en Almería un día de S. Juan, siendo capitán de una
-fusta, con la cual hacía el moro grandes entradas, y muy grandes robos
-por la mar, y acaso llegó Zaide con su bajel a la playa de Almería, a
-la sazón que la bella Zaida estaba en ella holgándose con sus padres y
-parientes.</p>
-
-<p>Traía el moro gallardo en su navío ricos despojos de cristianos,
-y con muchas flámulas, gallardetes y banderas tendidas, las cuales
-adornaban y hermoseaban el navío, y fue causa que su padre de Zaida y
-ella entrasen a ver el navío y al capitán de él, el cual fue de ellos
-conocido.</p>
-
-<p>El valeroso y gallardo Zaide los recibió con muy grande alegría y
-aplauso, poniendo los ojos en la bella Zaida, a la cual presentó muchas
-y muy riquísimas joyas, con las cuales descubrió su deseo y amor, y
-quedó amartelado de ella, y ella asimismo se enamoró del bizarro moro.
-Finalmente,<span class="pagenum" id="Page_64">p. 64</span> se trató
-entre ellos que se fuese Zaide a Granada, y se tuviesen mucha fe y
-amor.</p>
-
-<p>Él aceptó el partido, y determinó dejar la mar e irse a Granada,
-dejando su navío a un deudo suyo. Y estando en Granada el gallardo
-Zaide sirvió a su dama hasta aquel punto; y visto el proceder de los
-padres de su querida mora, y el gran disfavor que ella le había dado,
-lleno de amorosas llamas le cantó la canción dicha, trayendo a la
-memoria sus primeras vistas.</p>
-
-<p>Así como la bella mora consideró la pena que su amante mostraba
-en sus acentos, hizo el sentimiento que él, y llegose al balcón
-enternecida, y llamole quedo por causa de sus padres. No se tardó el
-bizarro moro en su ida, y llegándose cuanto pudo al balcón muy gozoso,
-le dijo su dama:</p>
-
-<p>—¿Cómo Zaide, todavía perseveras? ¿No sabes que me infamas? Advierte
-la nota que das: considera que mis padres me tienen puesta en vida
-estrecha solo por tu causa. Vete antes que seas sentido de ellos,
-porque han jurado que si no hay enmienda, que me han de enviar a Coín
-a casa de mi tío; no des lugar a esto, porque será mi vida acabada. Y
-no imagines que te he olvidado, que tan en mi alma te tengo como antes.
-Pasen estos nublados, que Alá nos enviará bonanza.</p>
-
-<p>Y llorando se apartó de su amante, dejando a su amado moro en
-tinieblas faltándole su luz; el cual confuso se apartó de aqueste
-puesto, no sabiendo el fin que había de tener su amado deseo.</p>
-
-<p>Pues volviendo al pasado sarao, y a las prometidas y concertadas
-fiestas, las cuales<span class="pagenum" id="Page_65">p. 65</span>
-fuera mejor que no se concertaran ni hicieran, por las revoluciones
-y pesadumbres que en ellas hubo, y duraron por mucho tiempo después,
-como más largamente adelante diremos; en este sarao y fiesta se halló
-el gallardo y valiente Zaide, caballero Abencerraje, el cual amaba
-a su bella Zaida, y ella a él, y era con tanto extremo el amor que
-se tenían, que no excedía un punto de su gusto el uno del otro; y
-entreteníanse ambos sin gozarse, con solo verse y hablarse, hasta que
-llegase el venturoso día de su deseado casamiento.</p>
-
-<p>Un día la bella mora hizo una linda trenza de sus hermosos cabellos,
-pues eran más que hebras de oro de Arabia, y con sus manos se la puso
-en el turbante a su querido Zaide; el cual quedó muy ufano, contento y
-gozoso con el nuevo bien y favor.</p>
-
-<p>Audalá Tarfe, su amigo, le pidió le dijese la causa de su demasiado
-contento; y como quiera que no se gozan tanto los bienes y contentos
-que no se comunican, fiado en su grande amistad, y debajo de secreto,
-le declaró la causa, y enseñó la prenda estimada que su dama Zaida le
-había dado.</p>
-
-<p>El moro Tarfe, lleno de envidia y mortal rabia, viendo cuán
-favorecido y estimado estaba con Zaida, determinó de revelarle el
-secreto a la hermosa mora, y buscando ocasión para hablarla un día, la
-dijo:</p>
-
-<p>—¿Eres tú, señora, la que tanto amas a Zaide? ¿La doncella tan
-estimada, querida y tenida de todos en Granada y fuera de ella? Pues tu
-honra anda muy caída, que no ha mucho que en una conversación, tratando
-de los galanes favorecidos<span class="pagenum" id="Page_66">p.
-66</span> de sus damas, se quitó el turbante, y nos enseñó a todos una
-trenza de cabellos, y dijo ser tuyos, tejida y puesta allí por tu mano:
-mira si son señas bien conocidas.</p>
-
-<p>Creyole ser así, y como propiamente la mujer es mudable, todo
-su amor se volvió en rencor y odio, y le dio gran tristeza y pena,
-considerando como andaba su honor; y luego le envió a llamar, y una
-criada le dijo que había poco que él había preguntado qué colores le
-agradaban y quién la visitaba. Venido Zaide muy alegre, ella encendida
-en cólera, le dijo:</p>
-
-<p>—Ruégote que por mi calle ni casa no pases, ni hables con nadie de
-mi casa, porque está mi honra muy abatida por tu causa; la trenza que
-te di enseñaste a Tarfe y a otros, y así no hay que confiar en ti cosa
-alguna, y no esperes de hablarme jamás.</p>
-
-<p>Y diciendo esto se entró llorando en un aposento, sin bastar las
-disculpas del enamorado moro, que la decía que mentían cuantos lo
-habían dicho. En vista de que no aprovechaban sus palabras, juró de
-matar al moro Tarfe, y por esto se hizo este</p>
-
-<p class="centra mt15">ROMANCE.</p>
-
-<div class="poem ml65 mb1 mt1">
- <p class="i2">Mira, Zaide, que te aviso,</p>
- <p class="i0">que no pases por mi calle,</p>
- <p class="i0">ni hables con mis criadas,</p>
- <p class="i0">ni con mis cautivos trates.</p>
- <p class="i2">No preguntes en qué entiendo,</p>
- <p class="i0">ni quién viene a visitarme,</p>
- <p class="i0">ni qué fiestas me dan gusto,</p>
- <p class="i0">ni qué colores me placen.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_67">p. 67</span>Basta que son por tu causa</p>
- <p class="i0">las que en el rostro me salen,</p>
- <p class="i0">corrida de haber mirado</p>
- <p class="i0">moro, que tan poco sabe.</p>
- <p class="i2">Confieso que eres valiente,</p>
- <p class="i0">que hiendes, rajas y partes,</p>
- <p class="i0">y que has muerto más cristianos,</p>
- <p class="i0">que tienes gotas de sangre:</p>
- <p class="i2">Que eres gallardo jinete,</p>
- <p class="i0">que danzas, cantas y tañes,</p>
- <p class="i0">gentilhombre, bien criado</p>
- <p class="i0">cuanto puede imaginarse:</p>
- <p class="i2">Blanco, y rubio por extremo,</p>
- <p class="i0">esclarecido en linaje,</p>
- <p class="i0">el gallo de las bravatas,</p>
- <p class="i0">la gala de los donaires:</p>
- <p class="i2">Que pierdo mucho en perderte,</p>
- <p class="i0">que gano mucho en ganarte,</p>
- <p class="i0">y que si nacieras mudo,</p>
- <p class="i0">fuera posible adorarte:</p>
- <p class="i2">Y por este inconveniente</p>
- <p class="i0">determino de dejarte,</p>
- <p class="i0">que eres pródigo de lengua,</p>
- <p class="i0">y amargan tus libertades.</p>
- <p class="i2">Habrá menester ponerte</p>
- <p class="i0">quien quisiere sustentarte,</p>
- <p class="i0">un alcázar en el pecho,</p>
- <p class="i0">y en los labios un alcaide.</p>
- <p class="i2">Mucho pueden con las damas</p>
- <p class="i0">los galanes de tus partes,</p>
- <p class="i0">porque los quieren briosos,</p>
- <p class="i0">que hiendan, y que desgarren.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_68">p. 68</span>Y con esto, Zaide amigo,</p>
- <p class="i0">si algún banquete las haces,</p>
- <p class="i0">del plato de tus favores</p>
- <p class="i0">quieres que coman y callen.</p>
- <p class="i2">Costoso fue el que me hiciste;</p>
- <p class="i0">venturoso fueras, Zaide,</p>
- <p class="i0">si conservarme supieras,</p>
- <p class="i0">como supiste obligarme.</p>
- <p class="i2">Pero no saliste apenas</p>
- <p class="i0">de los jardines de Tarfe,</p>
- <p class="i0">cuando hiciste de la tuya,</p>
- <p class="i0">y de mi desdicha alarde.</p>
- <p class="i2">A un morillo mal nacido,</p>
- <p class="i0">me dijeron que enseñaste</p>
- <p class="i0">la trenza de mis cabellos,</p>
- <p class="i0">que te puse en el turbante.</p>
- <p class="i2">No pido que me la des,</p>
- <p class="i0">ni que tampoco la guardes;</p>
- <p class="i0">mas quiero que entiendas, moro,</p>
- <p class="i0">que en mi desgracia la traes.</p>
- <p class="i2">También me certificaron,</p>
- <p class="i0">como le desafiaste</p>
- <p class="i0">por las verdades que dijo,</p>
- <p class="i0">que nunca fueran verdades.</p>
- <p class="i2">¡De mala gana me río;</p>
- <p class="i0">qué donoso disparate!</p>
- <p class="i0">¿no guardas tú tu secreto,</p>
- <p class="i0">y quieres que otro lo guarde?</p>
- <p class="i2">No quiero admitir disculpa,</p>
- <p class="i0">otra vez vuelvo a avisarte,</p>
- <p class="i0">esta será la postrera</p>
- <p class="i0">que me veas, y te hable.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_69">p. 69</span>Dijo la discreta mora</p>
- <p class="i0">al altivo Abencerraje,</p>
- <p class="i0">y al despedirse replica:</p>
- <p class="i0"><i>quien tal hace, que tal pague</i>.</p>
-</div>
-
-<p>Este romance se hizo por lo que atrás dejamos dicho, y viene a
-propósito a la historia.</p>
-
-<p>Y volviendo a ella quedó Zaide tan desesperado viendo el cruel
-desdén de su dama y siendo mentira todo aquello que le increpaba, que
-saliendo de allí, casi perdió el juicio, y en cólera ardiente fue a
-buscar a Tarfe para matarle, y le halló en la plaza de Vivarrambla,
-dando orden de algunas cosas para las venideras fiestas. Llamole aparte
-y díjole:</p>
-
-<p>—¿Por qué me has revuelto con mi señora Zaida, no guardando la ley
-de mi amistad?</p>
-
-<p>Tarfe le respondió:</p>
-
-<p>—Yo no te he revuelto con tu dama, y estoy inocente de lo que dices,
-y de mí no debes presumir tal.</p>
-
-<p>Zaide se afirmaba en lo dicho; Tarfe lo negaba, y se dijeron
-palabras muy ofensivas. Cesaron las lenguas, y echando mano a sus
-alfanjes, pelearon muy bien, y Zaide dio a Tarfe una herida mortal, de
-la cual murió dentro de tres días.</p>
-
-<p>Los Zegríes quisieron matar a Zaide, por ser amigos de Tarfe;
-acudieron los Abencerrajes presto, y si no viniera el rey, aquel día se
-perdiera Granada, porque Mazas, Gomeles, Zegríes y los de su bando se
-armaron para herir a los Abencerrajes, Gazules, Venegas y Alabeces; mas
-el rey Chico acompañado de muy principales caballeros de otros linajes,
-hicieron tanto, que los apaciguaron, y a Zaide le llevaron preso a la
-Alhambra.</p>
-
-<p>Hecha la<span class="pagenum" id="Page_70">p. 70</span>
-averiguación del caso, se halló que Tarfe era culpado; y porque el
-honor de la bella Zaida no fuese manchado, hizo el rey que Zaide se
-casase con ella, y le perdonó la muerte de Tarfe. Por esto quedaron
-los Zegríes enojados; pero no por eso cesaron las fiestas concertadas,
-porque el rey mandó que se hiciesen. No faltando quien a Zaida
-respondiera a su mandato de esta suerte:</p>
-
-<div class="poem ml65 mb1 mt1">
- <p class="i2">Di, Zaida, ¿de qué me avisas?</p>
- <p class="i0">¿quieres que mire, y que calle?</p>
- <p class="i0">no des crédito a mujeres,</p>
- <p class="i0">ni a mal fundadas verdades.</p>
- <p class="i2">Que si pregunto en qué entiendes,</p>
- <p class="i0">o quién viene a visitarte,</p>
- <p class="i0">fiestas son de mi contento</p>
- <p class="i0">las colores que te salen.</p>
- <p class="i2">Si dices son por mi causa,</p>
- <p class="i0">consuélate con mis males,</p>
- <p class="i0">que mil veces con mis ojos</p>
- <p class="i0">tengo regadas tus calles.</p>
- <p class="i2">Si dices que estás corrida,</p>
- <p class="i0">de que Zaide poco sabe,</p>
- <p class="i0">no supe poco, pues supe</p>
- <p class="i0">conocerte y adorarte.</p>
- <p class="i2">Conoces que soy valiente,</p>
- <p class="i0">y tengo otras muchas partes;</p>
- <p class="i0">no las tengo, pues no puedo</p>
- <p class="i0">de una mentira vengarme.</p>
- <p class="i2">Mas si ha querido mi suerte</p>
- <p class="i0">que ya en quererme te canses,</p>
- <p class="i0">no pongas inconvenientes</p>
- <p class="i0">más de que quieres dejarme.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_71">p. 71</span>No entendí que eras mujer</p>
- <p class="i0">a quien novedad aplace,</p>
- <p class="i0">mas son tales mis descuidos</p>
- <p class="i0">que aun en lo imposible hacen.</p>
- <p class="i2">Yo soy quien pierdo en perderte,</p>
- <p class="i0">y gano mucho en amarte;</p>
- <p class="i0">y aunque hables en mi ofensa,</p>
- <p class="i0">no dejaré de adorarte.</p>
- <p class="i2">Dices que si fuera mudo</p>
- <p class="i0">fuera posible adorarme;</p>
- <p class="i0">si en mi daño no lo he sido,</p>
- <p class="i0">enmudezco en disculparme.</p>
- <p class="i2">¿Hate ofendido mi vida?</p>
- <p class="i0">¿quieres, señora, matarme?</p>
- <p class="i0">que no te hable me mandas,</p>
- <p class="i0">para que el pesar me acabe.</p>
- <p class="i2">Es mi pecho calabozo</p>
- <p class="i0">de tormentos inmortales,</p>
- <p class="i0">mi boca la del silencio,</p>
- <p class="i0">que no ha menester alcaide.</p>
- <p class="i2">El hacer plato y banquete</p>
- <p class="i0">es de hombres principales;</p>
- <p class="i0">mas el hacer disfavores</p>
- <p class="i0">solo pertenece a infames.</p>
- <p class="i2">Zaida cruel, hasme dicho</p>
- <p class="i0">que no supe conservarte;</p>
- <p class="i0">mejor supe yo quererte,</p>
- <p class="i0">que tú supiste obligarme.</p>
- <p class="i2">Mienten los moros y moras,</p>
- <p class="i0">y miente el villano Tarfe,</p>
- <p class="i0">que si yo le amenazara,</p>
- <p class="i0">bastara para matarle.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_72">p. 72</span>Ese perro mal nacido,</p>
- <p class="i0">a quien yo mostré el turbante,</p>
- <p class="i0">no le fío yo secretos,</p>
- <p class="i0">que en bajo pecho no caben.</p>
- <p class="i2">Yo he de quitarle la vida,</p>
- <p class="i0">y he de escribir con su sangre</p>
- <p class="i0">lo que tú, Zaida, replicas,</p>
- <p class="i0"><i>quien tal hace, que tal pague</i>.</p>
-</div>
-
-<p>Esta es la historia del valeroso moro Zaide Abencerraje, por la
-cual se han hecho dos romances, a mi parecer buenos, donde nos dan
-a entender cómo no es bueno revolver a nadie, porque de ello no se
-espera sino el galardón de Tarfe, que murió a manos de su buen amigo
-Zaide. Y si acaso es mentira que Tarfe no lo había dicho, tomaremos
-ejemplo en la liviandad de Zaida, que por creerse de ligero, fue causa
-de la muerte de Tarfe.</p>
-
-<p>Finalmente, por esto, y por las palabras que el Malique Alabez
-había hablado en el sarao, y Zulema Abencerraje, todos los Zegríes,
-Gomeles, Mazas y los de su bando quedaron muy enojados, y con malos
-propósitos y deseos de vengarse del agravio recibido en presencia
-del rey y de los caballeros y las damas; pues estaba en el sarao y
-en aquella fiesta toda la flor y nobleza de Granada, y aun del reino
-todo; porque fue mucha desenvoltura la de Malique Alabez, y se alargó
-mucho el Abencerraje también: mas como se habían hecho las amistades,
-no trataban de ello ni lo daban a entender; pero el rencor estaba
-arraigado en sus corazones y por no mostrar el odio mortal en que
-ardían, se comunicaban<span class="pagenum" id="Page_73">p. 73</span>
-con los Abencerrajes y Alabeces, disimulando en todo lo que podían,
-puesto que eficaz y grande deseo tenían de vengarse todos los del
-linaje Zegrí, como pareció después.</p>
-
-<p>Estando un día todos los Zegríes en el castillo de Bibatambién,
-morada de Mahomad Zegrí, cabo y cabeza de los Zegríes, tratando de las
-cosas pasadas, trayendo a la memoria las palabras de Alabez, y de las
-fiestas que esperaban de torneo y juego de cañas, Mahomad Zegrí habló a
-todos los presentes de esta manera:</p>
-
-<p>—Bien sabéis, ilustres caballeros Zegríes, como nuestro real y
-antiguo linaje ha sido tenido en tanto en España y en África; y como
-han sido nuestros antecesores reyes de Córdoba, y como ahora ha sido
-vituperado y ofendido nuestro honor por los Abencerrajes; y los
-Almoradís son nuestros enemigos, porque se han vuelto contra nosotros;
-con lo cual estoy tan rabioso que muero de pesar, y lo que me alivia
-y entretiene es la confianza que tengo de verme vengado. El agravio es
-de todos, y todos nos hemos de satisfacer; ahora nos ofrece muy buena
-ocasión la fortuna; aprovechémonos de ella, y es procurar matar en el
-torneo o en las cañas a Malique Alabez, y al soberbio Abencerraje;
-que muertos estos, iremos dando traza como se acabe de todo punto
-este pérfido linaje de los Abencerrajes, que tan estimados y queridos
-son de todos; y para esto el día del juego de cañas hemos de ir bien
-armados con jacos fuertes debajo de las libreas. Y pues el rey me ha
-hecho cuadrillero, saldremos treinta Zegríes,<span class="pagenum"
-id="Page_74">p. 74</span> y llevaremos libreas rojas y encarnadas con
-los penachos de plumas azules, antigua divisa de los Abencerrajes,
-para que sea por esto instrumento de que se enojen con nosotros y se
-revuelva cuestión, y venidos a batalla, cada uno haga como quien es, y
-pues llevaremos armas, no hay duda sino que los maltrataremos: no hay
-que temer, pues tenemos de nuestra parte Mazas y Gomeles; y si no les
-diere nada a los Abencerrajes de la divisa azul, en el juego de cañas
-les tiraremos agudas lanzas en el lugar de cañas. Este es mi parecer,
-decidme ahora el vuestro.</p>
-
-<p>Así como acabó Mahomad de decir su razonamiento, respondieron todos
-que era justo lo que decía, y que era buena la traza, que cada uno
-haría lo posible por vengarse; y concertado esto, fue cada uno a su
-casa.</p>
-
-<p>A esta sazón ordenaban su cuadrilla Muza y los Abencerrajes, siendo
-cuadrillero el valiente Muza por mandado del rey, en la cual cuadrilla
-habían de ir Malique Alabez y los Abencerrajes; y de común acuerdo
-sacaron las libreas de damasco azul, forradas en tela de plata fina,
-con penachos azules, blancos y pajizos, conformes a las libreas; los
-pendoncillos de las lanzas blancos y azules, recamados con mucho oro:
-en las adargas llevaban por divisas unos salvajes; solo Malique llevaba
-su misma divisa, que era el listón morado, que atraviesa la adarga una
-corona de oro con su letra, que decía: <i>De mi sangre</i>.</p>
-
-<p>Muza llevaba la misma divisa que sacó el día que escaramuzó con el
-maestre, que era un corazón en la mano de una doncella, apretando<span
-class="pagenum" id="Page_75">p. 75</span> el puño, destilando el
-corazón gotas de sangre, y la letra decía: <i>Por la gloria tengo mi
-pena</i>.</p>
-
-<p>Todos los demás caballeros Abencerrajes sacaron listones y cifras
-a su gusto, puestas de suerte que no quitaban la vista de los
-salvajes.</p>
-
-<p>Concertada esta cuadrilla del gallardo Muza, acordaron de llevar
-yeguas blancas, enlazadas las colas con cintas azules de seda y oro muy
-fino.</p>
-
-<p>Llegado ya el celebrado día de la grandiosa fiesta, mandó el rey
-traer veinte y cuatro toros de los mejores que había en la sierra de
-Ronda, que eran allí muy bravos; y puesta la plaza de Vivarrambla
-como verdaderamente convenía para la tal fiesta, el rey acompañado de
-muchos caballeros ocupó los miradores reales, que para aquellas fiestas
-estaban diputados. La reina con muchas damas se puso en otros miradores
-con la misma orden que el rey. Todos los ventanajes de las casas de
-Vivarrambla estaban ocupados de bellísimas damas.</p>
-
-<p>Acudió tanta gente, que no había sitio donde estuviesen, y vinieron
-muchos de fuera del reino, como fue de Toledo y de Sevilla, y la flor
-de los caballeros de esta ciudad se hallaron en Granada a la fama de
-tan grandes fiestas.</p>
-
-<p>Los caballeros Abencerrajes andaban corriendo los toros con tanta
-gallardía y brío que daban a todos mucho contento en mirarlos,
-y en verlos hacer aquellas gentilezas les daban mil alabanzas; y
-particularmente se llevaban tras de sí los ojos de todas las damas,
-porque eran tan favorecidos de ellas que no se tenía por dama quien
-no amaba Abencerraje; y donde quiera que había<span class="pagenum"
-id="Page_76">p. 76</span> caballeros de este linaje, eran tan tenidos,
-estimados y queridos de todos que causaban envidia a los otros
-caballeros.</p>
-
-<p>Y con mucha razón eran queridos de las damas, porque todos ellos
-eran galanes y gentiles hombres, hermosos y dotados de discreción, y
-muy bien criados y de buenos respetos.</p>
-
-<p>Ninguno llegaba a cualquiera de ellos con necesidad, que no se la
-remediase, aunque fuese muy a su costa. Eran deshacedores de agravios,
-aquietadores de la república, padres de huérfanos, amigos por extremo
-de la conservación y obediencia a sus reyes debida.</p>
-
-<p>Eran muy amigos de cristianos, porque ellos mismos iban a las
-mazmorras a visitar a los cautivos, y los consolaban, daban limosnas
-y les enviaban de comer; y por estas y otras muchas causas eran tan
-queridos de todo el reino.</p>
-
-<p>Jamás en ellos se halló temor, aunque se les ofreciesen casos muy
-arduos. Daban tanto contento con su bizarría y nobleza, que las damas y
-toda la gente no apartaban su vista de ellos.</p>
-
-<p>No menos galas llevaban los gallardos Alabeces.</p>
-
-<p>Procuraron mostrar su valor los Zegríes, porque alancearon ocho
-toros muy bien, sin recibir daño ningún Zegrí, ni los caballos.</p>
-
-<p>A la una de la tarde ya estaban corridos doce toros, y el rey mandó
-tocar los clarines y dulzainas, que era señal para que todos los
-caballeros que habían de jugar, se juntasen en el mirador, y juntos,
-muy gozoso el rey les hizo dar colación.</p>
-
-<p>Lo mismo hizo la reina a sus damas, las cuales tenían galas y trajes
-nunca vistos, a que daba más ser la hermosura de quien los tenía<span
-class="pagenum" id="Page_77">p. 77</span> puestos.</p>
-
-<p>Llevó la reina una rica marlota de brocado, con muy ricas labores
-de oro y pedrería fina. Tenían un tocado muy costoso, y encima de la
-frente una rosa encarnada, y enmedio de ella un carbunclo precioso. En
-volviendo el rostro la reina, era tanto el resplandor y claridad que
-echaba de sí el carbunclo, que quitaba la vista a quien lo miraba.</p>
-
-<p>La bella Daraja salió de azul, la marlota de damasco picada, forrada
-de tela de plata, que descubría por las picaduras la fineza de la
-tela. En el tocado dos plumas, una azul, y otra blanca, divisa de los
-Abencerrajes; estábale muy bien la gala, por ser hermosa, que ninguna
-dama podía competir con ella.</p>
-
-<p>Galiana de Almería salió con un vestido de damasco blanco con
-una labor peregrina; la marlota forrada en brocado morado, con unas
-cuchilladas grandes; su tocado era de artificio. Entendíase bien de
-esta dama, en su traje, cuán libre vivía de amor, aunque sabía que
-Abenámar la amaba mucho, y deseaba servir.</p>
-
-<p>Fátima salió de morado (no imitando a Muza en la librea, porque
-estaba desengañada de que Muza amaba a Daraja, y se empleaba en
-servirla): la ropa era costosa, por ser de terciopelo, forrada en tela
-blanca de brocado; el tocado era muy de ver, puesta en él una garzota
-verde.</p>
-
-<p>Finalmente Cobaida, Sarracina, Alboraida, Jarifa, y todas las demás
-damas que estaban con la reina, salieron con tanta bizarría, que era
-cosa notable.</p>
-
-<p>En otro balcón estaban todas las damas del linaje Abencerraje, que
-no había más que ver en el mundo.</p>
-
-<p>Llevaba<span class="pagenum" id="Page_78">p. 78</span> la ventaja
-en todo a las damas, Lindaraja, hija de Mahomet Abencerraje. A esta
-hermosa dama servía un galán y bizarro moro, llamado Gazul, y en su
-servicio, y por darla gusto, hizo muchas fiestas en Sanlúcar.</p>
-
-<div class="section">
- <p>Volviendo, pues, a nuestro propósito, serían las dos de la tarde,
- cuando los caballeros y damas acabaron de comer las colaciones, y
- soltaron un toro de los más bravos que había entre todos, que no
- seguía hombre a quien no volteaba, ni la ligereza de los caballos ni
- de las yeguas bastaba a escaparse de sus veloces cornadas. Era tanta
- su braveza y ligereza que en breve espacio le desocuparon la plaza
- todos los de a pie, aunque contra su voluntad.</p>
-</div>
-
-<p>Como vio su braveza el rey, dijo a los caballeros:</p>
-
-<p>—Bien será lancear ese toro.</p>
-
-<p>Malique Alabez pidió licencia para hacer algún lance, y el rey se
-la dio. Muza venía a pedirla para lancearle, y como se la había dado a
-Alabez no la pidió.</p>
-
-<p>Bajó de los miradores Alabez, y subió en un caballo, el cual le
-había enviado el alcaide de Vélez el Rubio y el Blanco, que era
-primo-hermano suyo, hijo de un hermano de su padre, al cual mataron a
-traición unos caballeros llamados los alfaquíes, por envidia que le
-tenían, por ser tan querido del rey; pero no compraron muy barata la
-muerte del noble alcaide, que el rey la vengó bien. Siete hermanos eran
-estos alfaquíes, y a todos juntos los mandó degollar por la traición
-que hicieron en matar sin ocasión ni culpa a quien no lo merecía. Sus
-bienes fueron confiscados por la corona real.</p>
-
-<p>Dio, pues, vuelta<span class="pagenum" id="Page_79">p. 79</span>
-Alabez a toda la plaza, y llegando al balcón donde estaba su señora
-Cobaida, hizo que se arrodillase el caballo, y él humilló la cabeza,
-haciendo cortesía a su dama, y a todas las demás que estaban allí. La
-dama enamorada de su Alabez, se levantó y le hizo el acatamiento.</p>
-
-<p>Él, muy gozoso de haber visto a su querida señora, y tan favorecido,
-espoleó al caballo, y partió más veloz que un rayo; tanta era la
-ligereza del caballo, que apenas se le veía en la carrera. El rey y los
-caballeros se holgaron de verle; a los Zegríes les pesó, porque era
-mortal la envidia.</p>
-
-<p>Era tanta la gritería de la gente que ponía grima; y era causa
-que el toro había dado vuelta por toda la plaza, habiendo volteado y
-derribado mucha gente, y muerto cinco o seis personas, y venía como
-el viento adonde estaba Alabez, y como le vio venir, quiso hacer
-una gentileza, y fue, que saltó del caballo, y aguardó al toro con
-ánimo osado, el albornoz en la mano izquierda, y cuando bajó el toro
-la cabeza para hacer su golpe y darle un bote, le echó tan bien
-el albornoz delante de los ojos, que dio gran contento a todos; y
-asiéndole de ambos cuernos, le hizo estar quedo a su pesar, porque era
-grande la fuerza que tenía.</p>
-
-<p>El toro procuraba desasirse para matarle, y Alabez se defendía con
-el valor de su persona, aunque con mucho peligro.</p>
-
-<p>Y pareciéndole al valiente moro que duraba mucho aquella pelea,
-enojado, y con cólera que tenía, le torció el pescuezo, y con fuerza
-increíble le derribó en tierra como si fuera muy débil oveja;<span
-class="pagenum" id="Page_80">p. 80</span> y como lo vio en el suelo,
-se fue poco a poco, con semblante apacible, y sin poner el pie en el
-estribo saltó en su caballo, dejando al toro molido, y tal, que no se
-pudo levantar de allí, quedando todos muy admirados de su esfuerzo,
-valor y fortaleza invencible, dándole mil loores.</p>
-
-<p>El rey llamó a Alabez, y fue como si no hubiera hecho cosa alguna; y
-en llegando le dijo el rey:</p>
-
-<p>—Mucho contento me habéis dado, y no se esperaba menos de vuestro
-valor y nobleza: yo os hago merced de la alcaidía de la fuerza de
-Cantoria, y de que seáis capitán de cien caballeros.</p>
-
-<p>Alabez le besó las manos por las nuevas mercedes que le hacía.</p>
-
-<p>Serían a la sazón las cuatro de la tarde, y mandó el rey que se
-tocase a cabalgar. Oída la señal, todos los caballeros que eran de
-juego se adelantaron para hacer la entrada, y entre tanto comenzaron
-una muy acordada música, con diversidad de instrumentos.</p>
-
-<p>Luego vino entrando por la boca del Zacatín el gallardo Muza con su
-cuadrilla Abencerraje. Entrando de cuatro en cuatro, y dando vuelta
-por la plaza, haciendo el debido acatamiento al rey, a la reina y a
-las damas, dieron algunas carreras con muy grande brío y donaire.
-Eran Muza, Malique Alabez, y treinta Abencerrajes en la cuadrilla, y
-parecían muy bien las plumas azules y telas de plata sobre nevadas
-yeguas, que hermoseaban toda la plaza y amartelaban las damas con su
-bizarría.</p>
-
-<p>No con menos gala y brío entraron los Zegríes por otra puerta,
-todos de encarnado y verde, con plumas y penachos azules,<span
-class="pagenum" id="Page_81">p. 81</span> yeguas bayas, y en las
-adargas una misma divisa puesta en listones azules, que era unos leones
-encadenados por mano de una dama. Decía la letra: <i>Más fuerza tiene
-el amor</i>.</p>
-
-<p>De esta manera entraron en la plaza de cuatro en cuatro, y juntos
-hicieron un caracol y escaramuza con mucho concierto, que no menos
-contento dieron que los Abencerrajes.</p>
-
-<p>Y tomando las dos cuadrillas sus puestos, y apercibidas las cañas,
-habiendo dejado sus lanzas, al son de las trompetas y dulzainas se
-comenzó a trabar el juego con mucha gallardía, donaire y brío, de ocho
-en ocho.</p>
-
-<p>Los Abencerrajes, que habían reparado en las plumas azules que los
-Zegríes traían, antigua divisa suya, muy enojados les tiraban a los
-turbantes, por derribárselos, muy valerosamente; mas no pudieron los
-Abencerrajes salir con su intento, y así andaban jugando con muy gran
-concierto, que era mucho de ver, y daban grande contento a todos los
-que les miraban.</p>
-
-<p>Mahomad Zegrí, como tenía tratado con todos los de su linaje, de
-dar la muerte a Malique Alabez, o a alguno de los Abencerrajes por
-las palabras dichas; dio orden que Malique Alabez saliese de la parte
-contraria, y cayese en su cuadrilla, teniendo inteligencia para que él
-y los ocho revolviesen sobre Alabez y los suyos. Y habiendo corrido
-seis veces dijo el Zegrí a los de su cuadrilla:</p>
-
-<p>—Ahora es tiempo, que está el juego encendido; venguémonos, pues se
-nos ofrece buena ocasión.</p>
-
-<p>Y tomando una lanza con un muy agudo hierro, aguardó que Malique
-Alabez viniese<span class="pagenum" id="Page_82">p. 82</span> con los
-ocho caballeros de su cuadrilla, revolviendo sobre los de la contraria
-parte, como es uso y costumbre en semejantes juegos, y al tiempo que
-Malique Alabez volvía cubierto con su adarga contra él y los suyos,
-salió el Zegrí, y llevando puestos los ojos en Malique Alabez, mirando
-por donde mejor le pudiese herir, le arrojó la lanza con tanta fuerza,
-que pasó la adarga de una parte a otra, y el agudo hierro entró en el
-brazo derecho, que se lo pasó con mucha brevedad.</p>
-
-<p>Muy grande fue el dolor que el valeroso Malique Alabez sintió
-de aqueste golpe, porque le atormentó todo el brazo, y aun todo el
-cuerpo, sin entender que estaba herido; y en habiendo llegado a su
-puesto puso la mano en la parte que le dolía, y ensangrentósela; y
-mirando al brazo, viendo la herida, dijo en alta voz a Muza y a los
-Abencerrajes:</p>
-
-<p>—Caballeros, grande traición nos han armado los Zegríes: lanzas con
-hierros agudos tiran por cañas; veisme aquí herido.</p>
-
-<p>Los valientes Abencerrajes al punto tomaron sus lanzas para estar
-prevenidos a lo que se les ofreciese.</p>
-
-<p>A esta sazón volvía el Zegrí con su cuadrilla para irse a su puesto,
-cuando Malique Alabez con gran furia se atravesó de por medio viéndose
-herido, y le tiró la lanza diciéndole:</p>
-
-<p>—Traidor, no es de caballero lo que has hecho, sino de villano.</p>
-
-<p>No fue en balde el tiro, pues le pasó el adarga y cota, y le entró
-en el cuerpo un palmo y más de lanza, y luego cayó el Zegrí de la yegua
-casi muerto.</p>
-
-<p>De ambas partes había apercibimiento para lo que se ofreciera,<span
-class="pagenum" id="Page_83">p. 83</span> y empezaron una escaramuza
-brava y sangrienta; y como los Zegríes iban bien armados, llevaron
-lo mejor de la batalla; pero como era tanto el valor de Muza y del
-valiente Alabez, y el de los Abencerrajes, no dejaban de maltratar a
-los Zegríes, y hacerles daño notable.</p>
-
-<p>La vocería y algazara era mucha, y cuando vio el rey encendido
-el juego, bajó a la plaza, y subió en una yegua y entró entre los
-lidiadores con un bastón diciendo:</p>
-
-<p>—Afuera, afuera.</p>
-
-<p>Asimismo todos los caballeros desinteresados ayudaron a poner en
-paz.</p>
-
-<p>Estuvo este día en peligro de perderse Granada; porque de la parte
-de los Zegríes fueron Gomeles y Mazas, y de la de los Abencerrajes,
-Almoradís y Venegas.</p>
-
-<p>Como los bandos y cismas son tan peligrosos entre los príncipes
-y magnates, lo temió el rey, y así hizo todo lo posible para
-apaciguarlos; quietos y apartados cada uno en su cuadrilla, el valiente
-Muza y los de la suya se subieron al Alhambra, llevando consigo a
-los Almoradís y Venegas. Los Zegríes se retiraron al castillo de
-Bibatambién, llevando muerto a Mahomad Zegrí.</p>
-
-<p>La reina y las damas se quitaron de los miradores, dando gritos
-cuando vieron las veras del juego, porque en los de la lid había
-maridos, hermanos, parientes y amantes de las damas, y sus lastimas y
-lloros movían a compasión a todos los que las oían, y en particular
-las lamentaciones de la hermosa Fátima, llorando su muerto padre; que
-eran muchos los extremos que hacía, bastantes a enternecer un corazón
-diamantino.</p>
-
-<p>Este desdichado fin<span class="pagenum" id="Page_84">p. 84</span>
-tuvieron las fiestas, quedando muy revuelta Granada, y por eso se hizo
-este romance:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Afuera, afuera, afuera,</p>
- <p class="i0">aparta, aparta, aparta,</p>
- <p class="i0">que entra el valeroso Muza,</p>
- <p class="i0">cuadrillero de unas cañas.</p>
- <p class="i2">Treinta lleva en su cuadrilla</p>
- <p class="i0">Abencerrajes de fama,</p>
- <p class="i0">conformes en las libreas</p>
- <p class="i0">de azul y tela de plata.</p>
- <p class="i2">De listones y de cifras</p>
- <p class="i0">travesadas las adargas:</p>
- <p class="i0">yeguas de color de cisne,</p>
- <p class="i0">con las colas encintadas,</p>
- <p class="i2">Atraviesan cual el viento</p>
- <p class="i0">la plaza de Vivarrambla,</p>
- <p class="i0">dejando en cada balcón</p>
- <p class="i0">mil damas amarteladas.</p>
- <p class="i2">Los caballeros Zegríes</p>
- <p class="i0">también entran en la plaza:</p>
- <p class="i0">sus libreas eran verdes,</p>
- <p class="i0">y las medias encarnadas.</p>
- <p class="i2">Al son de los añafiles</p>
- <p class="i0">traban el juego de cañas,</p>
- <p class="i0">el cual anda muy revuelto,</p>
- <p class="i0">parece una gran batalla.</p>
- <p class="i2">No hay amigo para amigo,</p>
- <p class="i0">las cañas se vuelven lanzas,</p>
- <p class="i0">mal herido fue Alabez,</p>
- <p class="i0">y un Zegrí muerto quedaba.</p>
- <p class="i2">El rey Chico reconoce</p>
- <p class="i0">la ciudad alborotada;</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_85">p. 85</span>con un bastón en la mano</p>
- <p class="i0">va diciendo: Aparta, aparta.</p>
- <p class="i2">Muza reconoce al rey,</p>
- <p class="i0">por el Zacatín se escapa,</p>
- <p class="i0">con él toda su cuadrilla</p>
- <p class="i0">no paran hasta el Alhambra.</p>
- <p class="i2">A Bibatambién Zegríes</p>
- <p class="i0">tomaron por su posada;</p>
- <p class="i0">Granada quedó revuelta</p>
- <p class="i0">por esta cuestión trabada.</p>
-</div>
-
-<p>Quedó la ciudad de Granada tan llena de escándalo y revuelta, porque
-la flor de los caballeros estaban metidos en estos bandos.</p>
-
-<p>El rey Chico andaba suspenso, y admirado de ver las novedades
-que cada día había en la corte, y con todas veras procuró hacer las
-amistades, porque no viniese a más daño del sucedido: mandó que se
-hiciese información del caso para castigar a los culpados; y con esto
-paró la traición, concierto y junta que se hizo en el castillo de
-Bibatambién contra Alabez y los Abencerrajes.</p>
-
-<p>El rey quiso proceder contra los Zegríes, mas todos los caballeros
-le suplicaron los perdonase, y considerase que era ya muerto el
-caudillo del bando. El rey los perdonó e hizo las amistades, y así se
-aquietó la ciudad, como de antes lo estaba, que no fue poco.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch7">
- <p><span class="pagenum" id="Page_86">p. 86</span></p>
- <h2 class="nobreak">CAPÍTULO VII.</h2>
- <p class="subh2h"><i>Del triste llanto que hizo la hermosa Fátima
- por la muerte de su padre, y cómo se iba a Almería la bella Galiana,
- si su padre no viniera, la cual estaba muy vencida de amores de
- Sarracino; y de lo que entre él y Abenámar pasó una noche debajo de
- las ventanas del real palacio.</i></p>
-</div>
-
-<p><span class="cap">M</span>uy gran llanto era el que hacía la bella
-Fátima por la muerte de Mahomad Zegrí, su padre, y era en tanto modo
-su sentimiento y dolor, que se temía no perdiese el juicio o la vida,
-porque no bastaba la reina, ni alguna otra dama a consolarla: era tan
-grande el dolor que tenía en su afligido corazón, que del sentimiento,
-llanto y desconsuelo enfermó, y enflaqueció de tal suerte que parecía
-otra de la que ser solía.</p>
-
-<p>Visto que no admitía consuelo ninguno, y que las medicinas no la
-daban mejoría, acordaron enviarla a Almería a casa del alcaide de ella,
-que era su pariente, el cual tenía una hija muy hermosa y discreta, que
-sería posible aliviarse allí, y quitarse la tristeza que tenía; y allí
-la llevaron, donde fue bien recibida y regalada.</p>
-
-<p>La hermosa Galiana vivía libre de amor, y fue herida de amores de
-Hamete Sarracino, y con grande exceso; y como se acababa la licencia
-que de su padre tenía para estar en Granada, envió a llamar al valiente
-Sarracino con mucho secreto.</p>
-
-<p>Dado el recado vino al punto a palacio, y entrando en el<span
-class="pagenum" id="Page_87">p. 87</span> aposento de la bella mora,
-vio que estaba sola, y ella se levantó a recibirle, mudadas las
-colores. El bizarro moro la dijo, que le mandase lo que quería que en
-su servicio hiciese.</p>
-
-<p>Galiana le mandó sentar cerca de sí, tratando largamente de las
-fiestas pasadas, y la muerte del Zegrí, y de los bandos movidos para
-tan pequeña ocasión, y de otras cosas, con las cuales palabras se
-enlazaban las almas, y se aficionaban los ojos.</p>
-
-<p>Y satisfaciendo el enamorado moro a la dama, no menos aficionada que
-él, la dijo y propuso lo siguiente:</p>
-
-<p>—Grande ha sido, señora, la batalla de los Abencerrajes y Zegríes,
-y desdichada la muerte de Mahomad Zegrí; pero yo os certifico, señora
-de mi libertad, que es más la guerra que en mi alma y pensamiento hacen
-vuestra beldad y hermosura: muerto me han vuestros ojos de amor, mi
-pecho se abrasa, y arde en amorosa llama; si no acudís al remedio, sin
-duda moriré: recibidme en vuestro servicio, señora, y no seáis ingrata
-a mi amorosa voluntad.</p>
-
-<p>Galiana estuvo atenta a las discretas razones del aficionado y
-gallardo moro, y en extremo holgó de ver tantas muestras en su querido
-Sarracino, porque ya labraba amor dentro de su pecho, y le estimaba y
-quería tiernamente, y así con alegría le respondió:</p>
-
-<p>—No es de nuevo, galán Sarracino, en los hombres aficionarse a
-las damas a primeras vistas y de ligero, y los primeros días tienen
-algún fervor y fe, y algún cuidado de visitar sus damas, y pasearles
-las calles. Aquesto hacen por obligar a las damas, y dura en ellos
-entretanto que ellas se rinden, y<span class="pagenum" id="Page_88">p.
-88</span> se manifiestan por suyas; y en siendo señores de su libertad,
-en ese punto cesa el cuidado y la solicitud, y aun vienen a olvidar y
-aborrecer sin causa; y así las damas que vivimos libres, no habíamos de
-dar crédito a vuestras palabras y promesas.</p>
-
-<p>Sarracino respondió:</p>
-
-<p>—Juro por Mahoma, y él me falte, si yo faltare jamás en serviros,
-quereros y adoraros, y a fe de caballero de ser muy fiel y leal
-mientras viviere.</p>
-
-<p>—Bien entendido —dijo Galiana— que un caballero tan principal como
-vos cumpliréis vuestra palabra, como quien sois, sabed, que me he de
-ir a Almería, porque se me acaba la licencia que me dio mi padre, y
-así habré de partirme de Granada; y antes de irme, holgaré de hablaros
-más despacio, y sea esta noche a hora conveniente, y con mucho secreto
-os poned debajo de este balcón, y podremos hablar con más quietud que
-ahora; y con esto os id con Alá, antes que el rey lo entienda.</p>
-
-<p>El favorecido moro se ausentó de los ojos que daban vista a los
-suyos, y muy ufano y contento, por verse tan favorecido y regalado de
-la dama más hermosa y libre de amor que se conocía. Cien mil siglos
-le parecía cada hora de las que faltaban hasta la dichosa hora que
-esperaba.</p>
-
-<p>Habiendo acabado Febo su curso, y empezado Tetis a tender la
-tiniebla oscura, que no lo era para el enamorado moro, se fue a
-palacio, prevenido de armas defensivas y ofensivas para lo que se
-ofreciera; y a la una, cuando todos de ordinario reposan, se acercó
-al balcón de su señora Galiana, y escuchando, oyó tocar un laúd<span
-class="pagenum" id="Page_89">p. 89</span> muy acordado, y una tierna
-y delicada voz, que al son del instrumento cantaba con gran suavidad,
-y mostraba en sus acentos estar herida y lastimada de amor, según las
-pausas que hacía, y suspiros que daba.</p>
-
-<p>El gallardo moro estuvo atento a la dulce música y suave voz, y al
-sentido de la dolorosa canción, que dice así:</p>
-
-<p class="centra mt15">CANCIÓN.</p>
-
-<div class="poem ml55 mb1 mt1">
- <p class="i2">Divina Galiana,</p>
- <p class="i0">es tal tu hermosura,</p>
- <p class="i0">que iguala con aquella que el Troyano</p>
- <p class="i0">le diera la manzana,</p>
- <p class="i0">por quien la guerra dura</p>
- <p class="i0">le vino al fuerte muro de Dardano.</p>
- <p class="i2">¡Oh rostro soberano!</p>
- <p class="i0">pues tienes tal lindeza,</p>
- <p class="i0">el que podrá gozarte</p>
- <p class="i0">dirá que nunca Marte</p>
- <p class="i0">gozó cuando fue preso tal belleza;</p>
- <p class="i0">ni el que se llevó a Argos</p>
- <p class="i0">la causa de la guerra de años largos.</p>
- <p class="i2">Y pues sube de punto</p>
- <p class="i0">tan alto tu belleza,</p>
- <p class="i0">que no hay acá tu igual en todo el suelo,</p>
- <p class="i0">do muestres el asunto,</p>
- <p class="i0">tan lleno de aspereza,</p>
- <p class="i0">como Anajarte hizo al sin consuelo</p>
- <p class="i0">amante, que de vuelo</p>
- <p class="i0">el cuello puso al lazo,</p>
- <p class="i0">por salir de tormento,</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_90">p. 90</span>y quiso que llegase tan mal plazo;</p>
- <p class="i0">muéstrate piadosa,</p>
- <p class="i0">pues eres en verdad divina diosa.</p>
-</div>
-
-<p>Oyendo el bravo Sarracino la enamorada canción, y no pudiendo sufrir
-más que el puesto donde había de hablar a su querida dama estuviese
-ocupado, se llegó a reconocer quién era el que cantaba. El cual,
-como sintió gente, dejó de proseguir su música, y se aprestó de sus
-armas.</p>
-
-<p>Era el músico el fuerte Abenámar, el cual estaba amartelado de la
-bella Galiana, y por ablandar y mover a quien tan exenta vivía de amor,
-la cantaba aquella endecha triste.</p>
-
-<p>Llegose Sarracino a él, y le dijo:</p>
-
-<p>—¿Qué gente?</p>
-
-<p>Respondió:</p>
-
-<p>—Un hombre.</p>
-
-<p>Replicó:</p>
-
-<p>—Mucha nota veo en lo que habéis hecho, por dormir la reina y sus
-damas en ese cuarto, y podrá el rey sospechar algo, que por ventura no
-hay.</p>
-
-<p>—No se os dé nada a vos —dijo Abenámar—, ni os entremetáis en lo que
-no os va nada, sino pasad adelante antes que os envíe contra vuestra
-voluntad.</p>
-
-<p>—¡Oh villano! Yo veré si vuestras obras son como las palabras —dijo
-Sarracino, embrazando su rodela.</p>
-
-<p>Con el alfanje en la mano embistió a Abenámar, que no menos
-apercibido estaba que él venía, y se comenzaron a dar muy grandes
-golpes.</p>
-
-<p>Era tanto el ruido que hacían peleando, que algunos caballeros,
-mancebos moros, que buscaban sus pretensiones, acudieron a poner en
-paz, y no fue menester, porque como los valientes guerreros sintieron
-venir gente, y se apartaron, por no ser conocidos. Abenámar quedó
-herido en un muslo de una herida<span class="pagenum" id="Page_91">p.
-91</span> pequeña.</p>
-
-<p>Los caballeros procuraron conocer los que peleaban, y nunca fue
-posible, porque huyeron cada uno por su parte.</p>
-
-<p>La hermosa Galiana vio todo cuanto pasó, porque ya estaba puesta en
-un balcón, cuando Abenámar comenzó a tañer y cantar; y como vio trabada
-la pendencia, se retiró a su aposento, temerosa no sucediese alguna
-desgracia a su querido Sarracino.</p>
-
-<p>No fue tan secreto este negocio que no lo supiese el rey, y mandó
-que se hiciese información, para que fuese castigado el causador del
-escándalo. Procurose hacer, y en ninguna manera se halló quiénes fueron
-los de la pendencia.</p>
-
-<p>Pasado todo esto, se dio orden para llevar a Galiana a Almería, y
-mandó el rey que se aprestasen cincuenta caballeros, para que fuesen en
-su compañía; y estando todo a punto entró en palacio Mahomad Mostafá,
-alcaide de Almería, y padre de la hermosa Galiana.</p>
-
-<p>Traía consigo una hija menor que Galiana, y tan hermosa como ella,
-la cual se llamaba Celima: el rey se levantó y abrazó al alcaide,
-diciendo:</p>
-
-<p>—¡Qué buena venida es esta, amigo Mostafá, que con ella me has dado
-gran contento! Tu hija Galiana estaba ya aprestada para irte a ver con
-el acompañamiento que tú y ella merecéis.</p>
-
-<p>Mostafá le respondió:</p>
-
-<p>—Bien tengo entendido, que de tu larga y magnífica mano he de
-recibir mercedes, como siempre me las has hecho: mil años vivas para
-que en tranquilidad y sosiego nos gobiernes.</p>
-
-<p>—Yo os agradezco aquesa voluntad —dijo el rey, y fue a abrazar a la
-bella Celima, y ella humillada<span class="pagenum" id="Page_92">p.
-92</span> le besó las manos.</p>
-
-<p>La reina y sus damas se levantaron a recibir a Celima, y ella le
-besó las manos a la reina, y abrazó a su hermana, y las damas se
-maravillaron de la hermosura de Celima, y ella de la de las damas y su
-bizarría.</p>
-
-<p>El alcaide Mostafá fue recibido con mucho amor de todos los
-cortesanos, y el rey le mandó sentar en un rico cojín cerca de sí, y le
-dijo:</p>
-
-<p>—Holgádome he de tu venida y de la de tu hija, y querría saber, qué
-te ha movido a traerla a Granada.</p>
-
-<p>El alcaide le dijo:</p>
-
-<p>—Poderoso rey y señor mío, después de venir a besar tus reales
-manos, traigo a mi hija para que sirva a mi señora la reina, en
-compañía de las damas y de su hermana Galiana, porque no se halle en
-Almería, especialmente por el temor que tiene a los rebatos que nos dan
-siempre los cristianos; y me pareció que estaba mejor en Granada, que
-en Almería.</p>
-
-<p>—Bien has hecho, dijo el rey, porque aquí estará en compañía de
-su hermana y gozará de las fiestas que cada día se hacen, aunque las
-pasadas fueron escandalosas.</p>
-
-<p>A esta sazón entró un moro viejo, y dijo cómo un caballero cristiano
-paseaba la Vega bien alistado de armas, en un poderoso caballo que
-ponía espanto su brío y fortaleza, y no podía conocer quién fuese de
-cierto, por traer puesta la celada. El rey dijo que le procurasen
-conocer; y a este tiempo estaba en el Alhambra él, y la reina en la
-torre de Comares.</p>
-
-<p>Deseoso el rey de ver al caballero cristiano, subió a la torre de la
-Campana, y con él la reina, caballeros y damas. Es la más alta torre
-del Alhambra, la cual<span class="pagenum" id="Page_93">p. 93</span>
-señorea toda la Vega; y mirando a ella vieron un caballero armado, de
-muy lucidas y fuertes armas, en el escudo y penacho una cruz roja,
-sobre un hermoso caballo, que se paseaba como si estuviera en su misma
-patria. En viendo la cruz roja, dijo el rey:</p>
-
-<p>—No es posible sino que aquel caballero es el maestre de Calatrava,
-así por la insignia, como por la osadía que ha tenido de llegar hasta
-la ciudad.</p>
-
-<p>Y cuando el maestre vio al rey y a las damas, alzó la celada e hizo
-la reverencia debida; y por todos conocido, le fue fecha cortesía, y
-en particular por la reina y sus damas. Hecho esto puso el maestre un
-pendoncillo rojo en la punta de la lanza, que era señal de batalla.</p>
-
-<p>Mostafá, alcaide de Almería, pidió licencia al rey para salir a
-escaramucear con D. Manuel Ponce de León, maestre de Santiago, atento
-que en una escaramuza le había muerto a un tío suyo, y quería vengar su
-muerte.</p>
-
-<p>—No te metas en eso, le dijo el rey, que caballeros hay en mi corte
-que saldrán.</p>
-
-<p>Todos los caballeros le pidieron licencia para irse a ver con el
-maestre, y un paje les dijo, que no se cansasen, que ya había salido de
-palacio un caballero a escaramucear.</p>
-
-<p>El rey preguntó quién le dio licencia. Respondió el paje:</p>
-
-<p>—Mi señora la reina se la dio, porque él se la pidió.</p>
-
-<p>—¿Y quién es el caballero que salió?</p>
-
-<p>—Malique Alabez —dijo el paje.</p>
-
-<p>—Pues si es así yo me huelgo, porque es buen caballero y hará como
-quien es: siendo ambos tan valientes, será de ver la escaramuza.</p>
-
-<p>A muchos caballeros les pesó, porque iba Malique Alabez a la
-batalla, y quien<span class="pagenum" id="Page_94">p. 94</span>
-más lo sintió fue la hermosa y querida Cobaida, porque le amaba muy
-tiernamente, y no quisiera que se pusiera en tanto peligro, y pidiendo
-licencia a la reina, se quitó de los miradores, por no ver la batalla,
-y estuvo con mucha pena hasta saber el suceso de la escaramuza.</p>
-
-<p>El rey mandó que saliesen cien caballeros armados, que fuesen en
-guarda de Malique Alabez, por si estuviese puesta alguna emboscada de
-cristianos. Así como el rey lo mandó, se fueron a armar, y vinieron a
-la puerta de Elvira a aguardar que el valeroso Alabez viniese para ir
-en su guarda.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch8">
- <h2 class="nobreak">CAPÍTULO VIII.</h2>
- <p class="subh2h"><i>De la batalla cruel que Malique Alabez tuvo
- con D. Manuel Ponce de León en la Vega, y de lo que en ella
- sucedió.</i></p>
-</div>
-
-<p><span class="cap">A</span>sí como el caballero cristiano puso el
-pendoncillo en la punta de la lanza, se quitó de los miradores Malique
-Alabez, de donde estaba la reina: hincando la rodilla en tierra, la
-suplicó le diese licencia para salir a escaramucear con aquel caballero
-cristiano, porque si se la daba, quería en nombre de todas las damas
-hacer aquella escaramuza.</p>
-
-<p>La reina se holgó de ver el valeroso ánimo del valiente Malique
-Alabez, y con rostro alegre le dijo:</p>
-
-<p>—Pues es vuestro gusto, caballero gallardo, servirnos hoy, os lo
-agradecemos mucho: Alá os dé el suceso que deseamos; yo os doy la
-licencia que pedís, id en dichosa hora.</p>
-
-<p>—Y<span class="pagenum" id="Page_95">p. 95</span> yo confío en Alá
-—dijo Alabez— que con estas mercedes alcanzaré la victoria.</p>
-
-<p>Despidiose con esto de la reina, y al partirse miró a su señora
-Cobaida, y la vio muy triste; y llegando a su casa, mandó ensillar el
-potro rucio que su primo alcaide de los Vélez le había enviado, y que
-le diesen una fina adarga de Fez, y una toca jacerina.</p>
-
-<p>Púsose encima de las armas una aljuba de terciopelo morado, toda
-guarnecida de tejido oro, y encima del casco un bonete morado, y en
-él un penacho de plumas pajizas y blancos martinetes, y con él unas
-garzotas pardas, verdes y azules.</p>
-
-<p>Apretó bonete y casco en la cabeza con una toca azul de seda
-entretejida con oro, dando vuelta a la cabeza, haciendo de ella un
-turbante, de la cual asentó una rica medalla de oro de Arabia, labrada
-de montería, con dos ramos de laurel que parecían naturales; las hojas
-eran de una finísima esmeralda, y en medio de la medalla esculpida la
-efigie de la dama muy al natural.</p>
-
-<p>El bizarro y valiente moro tomó una lanza con dos afilados hierros,
-y bien armado de todo lo necesario, sobre un lozano caballo salió de su
-casa, y fue para la calle de Elvira, en la cual había muchas damas, las
-cuales se holgaban de ver la bizarría y gallardía de Alabez.</p>
-
-<p>En llegando a la puerta de Elvira, halló cien caballeros que iban
-para su seguridad, todos muy bien armados; y en saliendo al campo
-arremetieron sus yeguas los moros, escaramuceando unos con otros, que
-era muy de ver. Pasaron todos juntos por delante de los miradores
-do estaba el rey, la reina y las damas,<span class="pagenum"
-id="Page_96">p. 96</span> y Alabez hizo arrodillar el caballo, y
-el bizarro moro inclinó cuanto pudo la cabeza, haciendo grande
-acatamiento. Fuele correspondido por todos, y acercándose a D. Manuel,
-dijo:</p>
-
-<p>—Por cierto, cristiano caballero, que da tanto contento vuestro buen
-talle, que se echa de ver bien ser vuestro valor mucho, y tengo gran
-gozo en que mi ventura me haya traído a verme con vos; y si la fortuna
-me fuese tan favorable que alcanzase de vos la deseada victoria, me
-tendré por el caballero más dichoso del mundo; y si el hado triste y mi
-mala suerte me tiene determinado que quede cautivo o muerto a vuestras
-manos, lo tendré a feliz dicha; y si es voluntad vuestra decirme el
-nombre que tenéis, lo tendré en merced, porque sepa de quien alcanzo
-gloria o muerte.</p>
-
-<p>El valiente maestre escuchó las comedidas razones del valeroso moro,
-y por satisfacerle le dijo:</p>
-
-<p>—Noble moro, cualquiera que vos seáis, vuestro cortesano y discreto
-término merece mucho, y yo por complaceros os lo diré. A mí me llaman
-D. Manuel Ponce de León, profesor de mi divisa; y pues ya sabéis mi
-nombre, si gustáis de decirme el vuestro me holgaré de saberlo.</p>
-
-<p>—No sería término de caballero —dijo el moro— negar una petición tan
-justa: yo me llamo Malique Alabez, soy de linaje de reyes, y no será
-menosprecio vuestro el escaramucear conmigo; y pues sabéis quien soy, y
-yo quien vos, empecemos nuestra escaramuza.</p>
-
-<p>En diciendo esto revolviendo los caballos, se acometieron con tanta
-furia, que parecía haberse juntado dos peñascos.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_97">p. 97</span>Juntos, pues, los dos
-caballeros, se daban tan recios y desaforados golpes, y botes de lanza,
-que causaban admiración.</p>
-
-<p>No fueron bastantes los finos escudos a resistir la gran violencia
-de la fuerza con que se acometieron, porque ambos fueron falseados;
-y tornando a revolver los veloces caballos, con vueltas gallardas
-proseguían su escaramuza el uno contra el otro.</p>
-
-<p>Grande era el contento que recibían todos los que miraban la cruel
-batalla, por ver los ardides de guerra, y las gentilezas que cada uno
-hacía por rendir a su contrario.</p>
-
-<p>Dos horas y más había que batallaban los dos valientes guerreros,
-sin que se pudiesen herir con las lanzas, porque aunque cada uno hacía
-sus diligencias para herir con ellas, era en balde, respecto que se
-adargaban muy bien.</p>
-
-<p>El moro vio que el caballo del valiente D. Manuel no tenía ya la
-velocidad que de antes, porque le pareció que debía de estar cansado;
-y era así, que lo estaba, pues muy gran rato había que el maestre lo
-había sentido; pero su esfuerzo suplía la flojedad del caballo, y hacía
-todo lo que podía.</p>
-
-<p>No quiso mejor ocasión que aquella el astuto Malique Alabez, y
-aprovechándose de ella, empezó a dar vueltas y acometimientos, y
-a revolver el caballo tan a menudo y con tanta ligereza, que a D.
-Manuel le causaba gran admiración. Todo esto hacía el valiente moro
-con intento de acabarle de cansar el caballo, y desalentarle, para en
-viendo ocasión ejecutarla.</p>
-
-<p>Fue así, que teniendo ya muy acosado el caballo del maestre,
-acometió a herirle por el brazo derecho, y<span class="pagenum"
-id="Page_98">p. 98</span> D. Manuel fue al remedio, y revolviendo con
-grande presteza al lado izquierdo, le hirió de una lanzada, sin hacer
-resistencia la fina cota, porque el temple de los hierros de la lanza
-de Alabez eran extremados.</p>
-
-<p>La herida fue peligrosa, y de ella salía mucha sangre. El valiente
-D. Manuel sintiéndose herido, más bravo que su apellido, enristró la
-lanza al tiempo de revolver para salirse por el lado descubierto, y el
-hierro le entró en la carne, y abrió una muy peligrosa herida.</p>
-
-<p>No hay serpiente ni áspid tan ponzoñoso como estaba el valiente moro
-viéndose mal herido, y con una cólera frenética embistió a D. Manuel
-con la lanza, y pasándole el escudo fue herido otra vez.</p>
-
-<p>Casi corrido D. Manuel arremetió al moro con tal furia, que le dio
-otra herida peor que la primera.</p>
-
-<p>Andaban tan embriagados de cólera por verse heridos, que mientras
-más batallaban, mucho más se cegaban en su pelea, y no se conocía
-ventaja en ninguno.</p>
-
-<p>Y con esto muy enojado D. Manuel por tanta dilación, que había
-cuatro horas que escaramuceaban, y no se conseguía la victoria;
-entendiendo que estaba la falta en la flojedad de su caballo, por
-estar tan sudado y cansado, se apeó de él con una ligereza extraña, y
-cubierto con su escudo, puso mano a la espada, y con ánimo belicoso se
-fue al valiente moro, el cual, como le vio a pie, se maravilló mucho, y
-confirmó el ser de animoso corazón: mas por no ser reputado de villano
-se apeó y se fue a D. Manuel, fiado en su gran fuerza y valor, cubierto
-con su adarga, y<span class="pagenum" id="Page_99">p. 99</span> un
-alfanje de Marruecos en la mano, y comenzó a dar tan grandes golpes,
-que el maestre sentía bien la fuerza de su brazo.</p>
-
-<p>No se descuidaba el maestre en herir a su contrario y en defenderse
-de él; y era de tal suerte, que no se juntaba vez que el moro no
-saliese herido, por ser mucha la destreza y fortaleza del maestre, y
-por la mucha experiencia que tenía en la escaramuza, como quien cada
-día se veía en ellas.</p>
-
-<p>Y aunque el valiente y fuerte moro procuraba herir al maestre, no
-podía por hallarse siempre muy bien adargado, y en lugar de herir,
-salía herido en cada entrada que hacía.</p>
-
-<p>A esta causa estaba maltratado y con muchas heridas, muy cansado
-y desangrado, pero no por eso dejaba el animoso moro de batallar y
-mostrar tanto esfuerzo, como si empezara en aquel momento.</p>
-
-<p>Fue muy de ver en esta hora ir el caballo de Alabez al del maestre,
-y las crines erizadas, y con una furia extraña empezó a morder y tirar
-coces, donde se trabó una escaramuza entre los dos caballos que causaba
-risa al rey y a las damas, que se admiraban de ver la fortaleza de los
-caballos, aunque el del moro llevaba lo mejor, porque estaba enseñado
-en aquello.</p>
-
-<p>Los dos valientes guerreros continuaban su batalla, aunque con
-notable daño de Malique Alabez, porque estuvo a pique de rendirse, y
-favoreciole la fortuna en este modo.</p>
-
-<p>El maestre había dejado gran trecho de donde peleaban a ochenta
-caballeros que traía para su guarda: viendo que duraba tanto la
-escaramuza, se acercaron los guerreros para ver<span class="pagenum"
-id="Page_100">p. 100</span> el estado de la batalla.</p>
-
-<p>Los cien moros que eran en guarda de Alabez, como vieron venir aquel
-lucido escuadrón de cristianos, y tan bien alistados, se recelaron, y
-más cuando los vieron acercarse tanto: entonces espolearon las yeguas,
-y arremetieron contra los cristianos con gran algazara. Los cristianos
-entendiendo que era traición, por guardar a su señor, les salieron al
-encuentro, y entre todos se trabó una sangrienta escaramuza. Peleaban
-valientemente, dándose terribles heridas, tanto, que había por el suelo
-muchos cuerpos sin almas.</p>
-
-<p>Vista por los caballeros la sangrienta batalla de sus soldados, sin
-causa, se apartaron para aquietarlos. Ambos caballeros se fueron a
-coger sus caballos, y no había quien se llegase a ellos según estaban
-en la pelea.</p>
-
-<p>Los moros acudieron a favorecer a Alabez y a cogerle el caballo,
-y los cristianos a su señor, y cogiendo el caballo de Malique Alabez
-subió en él el maestre con la lanza en la mano, y se metió entre los
-enemigos, hiriéndolos y maltratándolos.</p>
-
-<p>Alabez subió en el caballo de D. Manuel, y no se holgó del trueque,
-aunque en bondad no debía nada al suyo, salvo que era más ligero, y
-con la lanza en la mano se entró por los cristianos, haciendo mucho
-daño.</p>
-
-<p>El rey que vio la batalla tan sangrienta, mandó tocar al arma, y que
-saliesen mil caballeros en socorro de los suyos.</p>
-
-<p>El valiente Alabez andaba buscando con mucha diligencia a D. Manuel
-Ponce de León, y viéndole que enfoscado andaba en medio de la batalla,
-le hizo señas que saliese fuera. El maestre<span class="pagenum"
-id="Page_101">p. 101</span> salió muy gozoso por concluir la escaramuza
-empezada entre ambos.</p>
-
-<p>Llegándose cerca Alabez le dijo al maestre:</p>
-
-<p>—Caballero esforzado y virtuoso, tu nobleza me obliga a que te avise
-de un venido peligro, y es: atiende el oído, que pues eres tan buen
-soldado, entenderás el son y ruido de las cajas que se hace: sabe,
-noble caballero, que tocan al arma, y cuando menos saldrán mil moros
-en mi socorro, y no ganarán nada los tuyos con la multitud que vendrá,
-aunque traes buenos soldados: toma mi consejo, y desampara la Vega
-tú y los tuyos, que a fe de caballero, que te importa mucho, y como
-tal te juro que cada vez, y cuando que quieras, concluiremos nuestra
-escaramuza, y se acabará; y te lo aviso como moro hijodalgo; ahora haz
-tu gusto.</p>
-
-<p>—Yo te agradezco, valiente moro, el aviso que me das, y quiero
-admitir tu consejo, y porque la primera vez que nos veamos hemos de
-concluir nuestra escaramuza, no te doy tu caballo: no es el mío peor
-que el tuyo, trátalo como yo trataré este.</p>
-
-<p>Diciendo esto el maestre, tocó una corneta, que era señal de
-recoger; y así como los cristianos oyeron la seña dejaron la batalla y
-se juntaron con el maestre.</p>
-
-<p>Lo mismo hicieron los moros, y entrando Malique Alabez con sus cien
-caballeros por la puerta de Elvira, salía el socorro, y Alabez los hizo
-volver.</p>
-
-<p>El rey y los caballeros salieron a recibir a Alabez, y le fueron
-acompañando hasta su casa, y fue curado de sus heridas.</p>
-
-<p>D. Manuel iba tan enojado por no haber acabado la escaramuza, que
-no<span class="pagenum" id="Page_102">p. 102</span> hablaba a nadie,
-ni respondía a lo que le preguntaban. Echaba la culpa a los suyos,
-porque habían ido a verlos lidiar, que si no fueran, él consiguiera
-el fin deseado de la victoria; y era verdad, porque los moros no se
-movieran si no vieran venir a los cristianos.</p>
-
-<p>Y por esta batalla se dijo el romance siguiente:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Ensíllenme el potro rucio</p>
- <p class="i0">del alcaide de los Vélez,</p>
- <p class="i0">denme la adarga de Fez</p>
- <p class="i0">y la jacerina fuerte,</p>
- <p class="i2">Y una lanza con dos hierros,</p>
- <p class="i0">entrambos de agudo temple,</p>
- <p class="i0">y aquel acerado casco,</p>
- <p class="i0">con el dorado bonete,</p>
- <p class="i2">Que tiene plumas pajizas</p>
- <p class="i0">entre verdes martinetes;</p>
- <p class="i0">garzotas verdes y pardas,</p>
- <p class="i0">antes que me vista, denme.</p>
- <p class="i2">Tráiganme la cota azul,</p>
- <p class="i0">que me dio para ponerme</p>
- <p class="i0">la muy hermosa Cobaida,</p>
- <p class="i0">hija de Celín Hamete:</p>
- <p class="i2">Y decidle a mi señora,</p>
- <p class="i0">que salga, si verme quiere</p>
- <p class="i0">hacer muy cruel batalla</p>
- <p class="i0">con D. Manuel el valiente;</p>
- <p class="i0">que si ella me está mirando,</p>
- <p class="i0">mal no puede sucederme.</p>
-</div>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch9">
- <p><span class="pagenum" id="Page_103">p. 103</span></p>
- <h2 class="nobreak">CAPÍTULO IX.</h2>
- <p class="subh2h"><i>En que se da cuenta de unas fiestas solemnes,
- y juego de sortija, que se hicieron en Granada, y como se iban
- encendiendo los bandos de los Zegríes y Abencerrajes.</i></p>
-</div>
-
-<p><span class="cap">Y</span>a sabía el valeroso y gallardo moro
-Abenámar, cómo el valiente Sarracino era aquel con quien había tenido
-la pendencia aquella noche en la plaza de palacio, y estaba muy enojado
-contra él, porque le había herido, e impidió su música; y mirando a los
-balcones, vio que hacía Galiana a Sarracino muchos favores, de lo cual
-sintió mucho dolor y pena, y procuró olvidar a la ingrata, visto que no
-admitía, ni se acordaba de lo que había hecho en Almería y Granada en
-su servicio.</p>
-
-<p>Y para ejecutar su propósito con todas veras, puso los ojos en la
-bella Fátima, que ya la habían traído a Granada, y estaba tan hermosa
-como de antes, y con tanta salud; y tenía mucha esperanza el moro
-galán que no le sería ingrata Fátima respecto de tener olvidado
-a Muza, por la certidumbre que tuvo de los amores que trataba con
-Daraja.</p>
-
-<p>El moro enamorado empezó a servirla con grandes demostraciones de
-amor. Fátima que vio las veras con que Abenámar la amaba, comenzó a
-favorecerle y amarle con grande amor, por ser muy galán, discreto y
-valiente.</p>
-
-<p>En este tiempo Daraja y Abenhamín Abencerraje estaban ya para
-casar, por lo cual el valeroso Muza había puesto los ojos en la
-hermosísima<span class="pagenum" id="Page_104">p. 104</span> Celima,
-hermana de la bella Galiana; y no había caballero de estima que no
-tuviese puesto todo su amor en alguna dama de palacio, y así cada día
-había fiestas y regocijos en la corte.</p>
-
-<p>El valiente Audalá amaba a la hermosa Aja, y como era caballero
-Abencerraje, y muy preso de amor, por dar gusto a su dama, ordenaba y
-hacía muchas fiestas.</p>
-
-<p>El valiente Abenámar por vengarse de la linda Galiana y de
-Sarracino, suplicó al rey que se hiciese una fiesta el día de S.
-Juan de juego de cañas y de sortija, y que él quería ser mantenedor
-della.</p>
-
-<p>El rey era muy amigo de fiestas, y porque se regocijase toda la
-corte y se ejercitasen los caballeros, ordenó que se hiciesen, por el
-contento que todos tenían de que se hubiese escapado Malique Alabez de
-las manos de D. Manuel Ponce de León, que fue mucha ventura, y por la
-salud que ya tenía.</p>
-
-<p>Habida la licencia del rey, mandose pregonar por toda la ciudad el
-juego de cañas y sortija: que cualquiera caballero que quisiese correr
-tres lanzas con el mantenedor, que era Abenámar, que saliese a él, y
-trajese el retrato de su dama; que si fuese vencido el aventurero,
-había de perder el retrato que trajese; y si el mantenedor fuese
-rendido, llevase el vencedor el retrato de la dama del mantenedor, y
-una cadena de mil doblas.</p>
-
-<p>Todos los caballeros enamorados se holgaron del pregón en extremo,
-lo uno por mostrar el valor de sus personas, lo otro porque fuesen
-vistas las hermosuras de sus damas, con esperanza de ganar al
-mantenedor su dama y cadena.</p>
-
-<p>El valeroso<span class="pagenum" id="Page_105">p. 105</span>
-Sarracino entendió el motivo de Abenámar, y holgose de ello, porque por
-aquella vía entendía dar a conocer a su señora Galiana el valor de su
-persona; y él y los caballeros amantes que pretendían correr sortija,
-hicieron retratar a sus damas, como mejor y más al natural pudieron, y
-con aquellos vestidos y ropas que más de ordinario acostumbraban traer,
-porque fuesen conocidas.</p>
-
-<p>Venido el día de S. Juan, fiesta tan celebrada de todas las naciones
-del mundo, todos los caballeros granadinos se adornaron de las mejores
-galas y joyas que pudieron, así los que eran del juego como los que no
-eran, salvo que los del juego se señalaban en las libreas.</p>
-
-<p>Saliéronse a la ribera del fresco Genil, hechas dos cuadrillas para
-el juego, la una de Zegríes, y la contraria de Abencerrajes: hízose
-otra cuadrilla de Almoradís y Venegas, y otra contraria de esta de
-Gomeles y Mazas, y al son de muchos instrumentos comenzaron el juego de
-cañas.</p>
-
-<p>La cuadrilla de los Abencerrajes iba de tela de oro y leonado, con
-labores muy costosas y diferentes, unos soles por divisas, y penachos
-encarnados. Los Zegríes salieron de verde, con tejidos de oro y
-estrellas sembradas por las vestiduras, y por divisas medias lunas. Los
-Almoradíes salieron de encarnado y morado, y muy ricamente aderezados.
-Los Mazas y Gomeles salieron de morado y pajizo.</p>
-
-<p>Era un caso de grande admiración el ver estas cuadrillas corriendo
-por la Vega de dos en dos, y de cuatro en cuatro, porque más parecía
-campo de batalla que caballeros<span class="pagenum" id="Page_106">p.
-106</span> de juego.</p>
-
-<p>El rey Chico estaba entre los caballeros con unas vestiduras de
-inestimable valor; andaba con ellos solo por evitar las ocasiones de
-pesadumbres que se podían ofrecer.</p>
-
-<p>La reina y todas las damas estaban mirando el juego desde las torres
-del Alhambra, admiradas de ver el gran concierto que tenían y la
-destreza de los jugadores.</p>
-
-<p>Los caballeros Abencerrajes y Almoradís fueron los que más se
-señalaron aquel día. El valeroso Muza, Abenámar y Sarracino hicieron
-cosas notables en el juego.</p>
-
-<p>Cuando el rey vio que andaba muy trabado el juego, y que se iban
-encendiendo los Abencerrajes y los Zegríes, temiendo no hubiese otra
-desgracia como la pasada, mandó cesase el juego; y luego fue obedecido,
-y empezaron un concertado caracol, y luego dieron muchas carreras, con
-lo cual concluyeron el juego de cañas.</p>
-
-<p>El gallardo y fuerte Abindarráez se señaló aquel día más que ninguno
-de los jugadores, porque estaba mirándole la hermosa Jarifa, su
-dama.</p>
-
-<p>La reina dijo a Jarifa:</p>
-
-<p>—Por dichosa te puedes tener, por ser tu galán tan bizarro y
-valiente.</p>
-
-<p>Jarifa disimuló, encendiéndose el rostro de vergüenza que la dio de
-oír aquello.</p>
-
-<p>Fátima no apartaba los ojos de su Abenámar, por estar muy cautiva
-de su voluntad: Jarifa, entendiendo que miraba a su amado Abindarráez,
-porque se paseaban juntos los dos enamorados moros, le dijo a Fátima
-muy celosa:</p>
-
-<p>—Muy grandes son las maravillas de amor, Fátima, hermana y amiga,
-que donde quiera que da, no puede estar encubierto, porque brota por
-los ojos, cuando<span class="pagenum" id="Page_107">p. 107</span> la
-lengua calla: no me podrás negar, amiga, que tú estás tocada de pasión
-amorosa, pues realmente tu hermoso rostro da de ello clara señal,
-que solías estar como la rosa en su zarza, y ahora te veo triste y
-melancólica, y son todas las mudanzas evidentes señales que causa el
-incendio de la llama amorosa que en tu pecho labra: y si no me lo
-niegas, el causador de todo es el valeroso y gallardo Abindarráez, y
-así no me debes negar ni encubrir tu secreto, pues sabes cuán leal y
-verdadera amiga te soy.</p>
-
-<p>Fátima, que era muy astuta, sagaz y discreta, luego entendió el
-blanco donde tiraba el pensamiento de la hermosa Jarifa, porque ya
-sabía que trataba amores con Abindarráez, y no se lo quiso dar a
-entender, y disimulando, la respondió:</p>
-
-<p>—Si las maravillas de amor son grandes, no han llegado a mi noticia
-sus efectos, ni de ellos experiencia tengo. El no tener mis colores
-como de antes, y estar melancólica, bien sabes que es la causa muy
-urgente, pues estas presentes fiestas me renuevan mi dolorosa llaga
-de las tristes pasadas, en las cuales fue muerto mi amado padre, como
-duran los comenzados bandos entre Zegríes y Abencerrajes; y en caso
-que de amor procedieran las causas que dices, te certifico que nunca
-por Abindarráez fuera, porque en el juego de cañas hay caballeros
-que son de tanto valor, esfuerzo y bondad como él, y en comprobación
-de mi verdad el día de la sortija se verán los retratos de las damas
-servidas, que los caballeros sus amantes sacan, y entonces echarás de
-ver si te he negado el punto<span class="pagenum" id="Page_108">p.
-108</span> de verdad.</p>
-
-<p>Con esto cesó la celosa conversación de las dos enamoradas damas, y
-levantando Fátima los ojos para ver la trabada escaramuza, vio entre
-los caballeros a su querido Abenámar, que hacía notables destrezas;
-conociole la rendida mora en un pendoncillo morado con una F de plata,
-encima una media luna de oro, armas y divisa de la bellísima Fátima.</p>
-
-<p>Habiendo escaramuceado el rey y los caballeros desde antes que
-el sol saliera, hasta las once del día, se tornaron a la ciudad por
-aprestar lo que cada uno había de sacar en el juego de sortija. Por
-este día de S. Juan, y fiesta que en él se hizo, que fue muy señalada y
-notable, se hizo aquel antiguo romance, que dice así:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">La mañana de S. Juan,</p>
- <p class="i0">al tiempo que alboreaba,</p>
- <p class="i0">grande fiesta hacen los moros</p>
- <p class="i0">por la vega de Granada.</p>
- <p class="i2">Revolviendo sus caballos,</p>
- <p class="i0">jugando van de las lanzas,</p>
- <p class="i0">ricos pendones en ellas,</p>
- <p class="i0">labrados por sus amadas.</p>
- <p class="i2">Ricas aljubas vestidas,</p>
- <p class="i0">de oro y seda labradas:</p>
- <p class="i0">el moro que amores tiene,</p>
- <p class="i0">allí bien se señalaba;</p>
- <p class="i2">Y el moro que no los tiene,</p>
- <p class="i0">de tenerlos procuraba:</p>
- <p class="i0">míranlos las damas moras</p>
- <p class="i0">desde torres del Alhambra,</p>
- <p class="i2">Entre las cuales había</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_109">p. 109</span>dos de amor muy lastimadas:</p>
- <p class="i0">la una se llama Jarifa,</p>
- <p class="i0">la otra Fátima se llama.</p>
- <p class="i2">Solían ser muy amigas,</p>
- <p class="i0">aunque ahora no se hablan.</p>
- <p class="i0">Jarifa llena de celos</p>
- <p class="i0">a Fátima le hablaba:</p>
- <p class="i2">¡Ay, Fátima, hermana mía,</p>
- <p class="i0">cómo estás de amor tocada!</p>
- <p class="i0">solías tener colores,</p>
- <p class="i0">veo que ahora te faltan.</p>
- <p class="i2">Solías hablar de amores,</p>
- <p class="i0">ahora obras y callas;</p>
- <p class="i0">pero si lo quieres ver,</p>
- <p class="i0">asómate a esta ventana,</p>
- <p class="i2">Y verás a Abindarráez,</p>
- <p class="i0">y su gentileza y gala.</p>
- <p class="i0">Fátima como discreta,</p>
- <p class="i0">de esta manera le habla:</p>
- <p class="i2">No estoy tocada de amores,</p>
- <p class="i0">ni en mi vida los tratara;</p>
- <p class="i0">si se perdió mi color,</p>
- <p class="i0">tengo de ello justa causa</p>
- <p class="i2">Por la muerte de mi padre,</p>
- <p class="i0">que aquel Alabez matara;</p>
- <p class="i0">y si amores yo quisiera,</p>
- <p class="i0">está, hermana, confiada,</p>
- <p class="i2">Que allí veo caballeros</p>
- <p class="i0">en aquella vega llana,</p>
- <p class="i0">de quien pudiera servirme,</p>
- <p class="i0">y de ellos ser muy amada.</p>
-</div>
-
-<p>Habiendo el rey y los demás caballeros ocupado<span class="pagenum"
-id="Page_110">p. 110</span> los miradores de la plaza nueva, donde se
-había de hacer el juego de la sortija, vieron junto a la fuente de los
-Leones una rica y hermosa tienda de brocado verde, y junto a la tienda
-un alto aparador con un dosel de terciopelo verde, y en él puestas
-ricas joyas de oro, y en medio de ellas estaba asida una riquísima
-cadena, que valía mil doblas de oro, y aquesta era la cadena del
-premio, sin el retrato de la dama que con ella se ganaba.</p>
-
-<p>No quedaba en toda la ciudad hombre ni mujer que no viniese a ver
-aquella fiesta; y no faltaron tampoco en ella los moradores de los
-lugares vecinos.</p>
-
-<p>No tardó mucho espacio de tiempo, cuando se oyó muy dulce son de
-ministriles que salían por la calle del Zacatín; y la causa era que
-el valeroso Abenámar, mantenedor de aquella sortija, venía a tomar su
-puesto, y su entrada fue de esta manera: primeramente cuatro hermosas
-acémilas de recámara, todas cargadas de lanzas para la sortija, con sus
-reposteros de damasco verde, todos sembrados de muchas estrellas de
-oro, y pretales de cascabeles de plata, y cuerdas de seda verde.</p>
-
-<p>Estos fueron con hombres de a pie y de a caballo, sin detenerse
-hasta donde estaba la tienda del mantenedor, y allí junto fue armada
-otra muy ricamente aderezada de libreas verdes y rojas, con muchos
-sobrepuestos de plata, todos con plumas blancas y amarillas: venían
-quince de una parte, y quince de otra, y al fin de todos ellos, y
-enmedio, venía el animoso y valiente Abenámar con un vestido de
-brocado verde, labrado a muchísima costa,<span class="pagenum"
-id="Page_111">p. 111</span> y marlota y capellar de inestimable valor
-y aprecio, y traía una yegua rodada; los paramentos y guarniciones de
-ella eran del mismo brocado verde, testera y penacho muy rico de verde
-y encarnado.</p>
-
-<p>Llevaba el gallardo mantenedor sembradas muchas estrellas de oro
-finísimo por todas las ropas y vestiduras, y en el lado izquierdo
-sobre el rico capellar un sol muy resplandeciente, con una letra que
-decía:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
- <div class="stanza">
- <div class="verse indent2">Solo yo, sola mi dama;</div>
- <div class="verse indent0">ella sola en hermosura,</div>
- <div class="verse indent0">yo solo en tener ventura</div>
- <div class="verse indent0">más que ninguno de fama.</div>
- </div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Esta misma letra se divulgaba por la plaza.</p>
-
-<p>Después del valiente Abenámar venía un rico carro triunfal, adornado
-de muchas señas; traía hechas en él seis gradas muy bien aderezadas,
-y por encima de la más alta grada había un arco triunfal de extraña
-hechura, y debajo de él una rica silla, y en ella sentado y puesto el
-retrato de la hermosa Fátima. Estaba tan perfecta, que si su original
-no estuviera con la reina, dijeran que era ella.</p>
-
-<p>Causaba espanto ver el adorno y gala del retrato, que no había dama
-que no la envidiase, ni caballero que no la pretendiese. Era el vestido
-turquesco, de muy extraña y vistosa hechura, la mitad pajizo y la otra
-mitad morado, y todo sembrado de estrellas de oro, y con muchos tejidos
-y recamados de oro.</p>
-
-<p>El tocado artificioso y galán, sus cabellos sueltos, como una madeja
-de oro de Arabia; sobre ellos una hermosa guirnalda de rosas blancas,
-y tejidas muy<span class="pagenum" id="Page_112">p. 112</span> al
-natural; sobre su cabeza parecía el dios de Amor, niño y desnudo, con
-sus alas abiertas y plumas de mil colores, poniendo la guirnalda a la
-bella imagen; y a los pies de ella estaba el arco y aljaba de Cupido,
-como por despojos del rendido. De esta suerte iba el bello retrato de
-la hermosa Fátima, que agradaba mucho su vista a todos.</p>
-
-<p>El carro en que iba tiraban cuatro yeguas, más albas que la nevada
-sierra. Después del carro iban treinta caballeros de libreas verdes y
-encarnadas, con penachos de las mismas colores.</p>
-
-<p>De la forma dicha entró el bravo y valiente Abenámar, mantenedor
-de la justa, y al son de los ministriles y otros instrumentos músicos
-que llevaba, dio vuelta por la plaza nueva, pasando por debajo de
-los miradores del rey, quedando admirado él y los caballeros de la
-gallardía, invención y traza.</p>
-
-<p>Así como llegó el carro a los miradores de la reina, ella y las
-damas se admiraron de ver la belleza, adorno y galas de la efigie de la
-hermosísima Fátima, y cuán natural era a su señora.</p>
-
-<p>Fátima estuvo junto a la reina, y con ella Daraja, Sarracina,
-Galiana, Celima, Cobaida, y otras damas, cifra de la hermosura, y
-alegrándose de ver la invención que Abenámar traía, la dijeron:</p>
-
-<p>—Por cierto, hermosa Fátima, que si como lleva la ventaja vuestro
-galán y defensor caballero a todos los demás en industria, cifra y
-galas, la lleva en defenderos, y alcanzar el premio de la victoria, que
-os podéis tener por la más dichosa y bien afortunada dama del mundo.</p>
-
-<p>Fátima, disimulando lo posible, respondió<span class="pagenum"
-id="Page_113">p. 113</span> a las damas:</p>
-
-<p>—No sé yo con qué intento ha hecho Abenámar lo presente; pero si
-bien advertís, son novelas de caballeros, y por esta vía querrían
-obligarme: no me da cuidado ninguno, ni es cosa que me toca; y poco se
-me da que me defienda o no.</p>
-
-<p>—No sin misterio —dijo Jarifa— el caballero Abenámar se ha puesto
-a hacer tal desafío a todos los caballeros enamorados, y a sacar tu
-retrato.</p>
-
-<p>—Este motivo de Abenámar —respondió la hermosa Fátima— él solo
-lo entiende, y cada uno hace y deshace a su gusto: si no, mira a
-Abindarráez, que por ti, y por lo que a él le está bien, tiene hechas
-cosas muy dignas de memoria.</p>
-
-<p>—Lo de Abindarráez para conmigo —dijo Jarifa— es cosa muy pública,
-y saben todos los de la corte que es mi amante; pero ahora lo de
-Abenámar nos parece a todas cosa muy nueva; y cierto que me pesaría si
-Abindarráez y Abenámar fueran competidores.</p>
-
-<p>Dijo Fátima:</p>
-
-<p>—Y que lo sean, o no, ¿qué se te da a ti?</p>
-
-<p>—Dame pena —respondió Jarifa— que tu retrato, que hoy ha entrado con
-tanto adorno, viniese a mis manos.</p>
-
-<p>—¿Pues por tan cierta tienes la victoria de parte de Abindarráez
-—dijo Fátima— que ya me tienes por tuya? Pues no tengas tanta confianza
-en tu amante caballero, que el que hizo un desafío general, ha hecho
-tantos gastos, y se ha esmerado tanto en la efigie, sabrá muy bien
-defender su partido, y al fin son casos de la fortuna, sujetos a
-ella.</p>
-
-<p>La reina que estaba oyendo las disputas de las damas, les dijo:</p>
-
-<p>—¿De qué importancia es tratar cosas de que se saca poco fruto?
-Ambas sois iguales en hermosura,<span class="pagenum" id="Page_114">p.
-114</span> hoy veremos quién lleva la palma, y gloria: cese esa
-plática, y atiéndase al fin de la aventura.</p>
-
-<p>Con esto dieron fin a sus razones, y mirando a la plaza, vieron
-como Abenámar habiendo dado vuelta a toda ella, llegó a la tienda, y
-habiendo puesto su precioso carro junto del aparador, donde estaban
-muchas y muy ricas joyas, mandó poner el retrato de la hermosa Fátima
-al son de muchas dulzainas y ministriles, con que recibieron todos
-mucho gusto. Luego se apeó del caballo, y dándoselo a sus criados, se
-sentó a la puerta de su tienda en una muy rica silla, aguardando que
-entrase algún caballero aventurero. Todos los caballeros que habían
-acompañado al esforzado Abenámar, se pusieron a una parte, haciendo
-todos una larga y vistosa carrera.</p>
-
-<p>Estando ya los jueces puestos en un tablado, en lugar y en parte que
-pudiesen muy bien ver correr las lanzas, aguardaban todos que entrase
-algún aventurero. Los jueces eran dos caballeros Zegríes muy honrados,
-dos Gomeles y un Abencerraje llamado Abenámar. Este era alguacil mayor
-de Granada, oficio y cargo que no se daba sino a caballeros de gran
-cuenta y valor.</p>
-
-<p>No tardó mucho de oírse un grande ruido de música de añafiles y
-trompetas, y mirando hacia la calle de los Gomeles, vieron desembocar
-por ella una bizarra cuadrilla de caballeros, con librea de damasco
-encarnado y blanco. Los penachos y plumas eran blancas y encarnadas.</p>
-
-<p>Pasada la cuadrilla, iba un caballero en un caballo tordillo,
-vestido a lo turquesco, paramentos y cimeras de<span class="pagenum"
-id="Page_115">p. 115</span> brocado encarnado, con todas las bordaduras
-de oro, y penacho de las mismas colores. La marlota y capellar sembrada
-toda de mucha pedrería de inestimable valor.</p>
-
-<p>Así como lo vieron, fue de todos conocido que era el fuerte y bravo
-Sarracino.</p>
-
-<p>Tras él venía un carro labrado a mucha costa, encima del cual se
-hacían arcos triunfales de extraño artificio, en los cuales estaban
-pintados los asaltos y escaramuzas, que habían pasado entre moros y
-cristianos en la vega de Granada, entre las cuales estaba la batalla
-tan reñida que pasó entre el valiente y valeroso mancebo Garcilaso de
-la Vega, y Audalá, moro de gran fama, sobre el AVE MARÍA, que llevaba
-escrita en la cola del caballo: tan naturales parecían en la pintura,
-que era cosa muy peregrina.</p>
-
-<p>Debajo de los cuatro arcos triunfales le hacía un trono en redondo,
-que por todas partes se podía bien ver era de blanco y finísimo
-alabastro, y en él entretalladas muchas y diferentes labores. Iba
-puesta encima del trono una imagen muy hermosa, vestida de brocado
-azul, con muchos recamados de oro; todo ello de mucho precio y estima.
-A los pies de la bella imagen muchos militares despojos y trofeos, y el
-Niño Amor vencido y arrodillado ante ella, quebrando su arco y rota su
-aljaba, tirando la imagen a todas partes las saetas, y denotando que a
-todos hería de amores.</p>
-
-<p>El bravo Sarracino llevaba una divisa de un mar, y en ella un
-peñasco combatido de muchas ondas, y una letra que decía:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
- <div class="stanza">
- <div class="verse indent0"><span class="pagenum" id="Page_116">p. 116</span>Tan firme está mi fe como la roca,</div>
- <div class="verse indent0">Aunque el viento y el mar siempre la toca.</div>
- </div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Esta letra se extendía por toda la plaza, para que a todos fuese
-manifiesta.</p>
-
-<p>Así entró el valeroso Sarracino con su carro, no menos rico y
-costoso que el del mantenedor Abenámar, al cual carro tiraban cuatro
-caballos bayos, muy briosos y ricamente enjaezados: y así con solemne
-música dio vuelta el bravo Sarracino a la plaza, dando a todos los que
-le miraban muy gran contento.</p>
-
-<p>Luego conocieron todos el retrato, que era de la bellísima Galiana.
-Decía todo el vulgo: «Bravo competidor tiene el mantenedor.»</p>
-
-<p>La reina, admirada de la singular destreza del artífice que retrató
-aquel bello trasunto, y cuán natural estaba con su original, se volvió
-a Galiana, y la dijo admirada:</p>
-
-<p>—Secreto estaba este negocio para conmigo, no me podrás negar ahora
-de tus amores: bizarro y galán caballero has escogido. No le faltaba
-nada de esto a Abenámar, pero en este caso no hay que disputar por ser
-de tu gusto.</p>
-
-<p>Galiana disimulando calló. El rey dijo a los caballeros:</p>
-
-<p>—No es posible sino que hoy hemos de ver cosas dignas de memoria,
-porque el mantenedor es muy esforzado y los aventureros valerosos, que
-cada uno ha de procurar alcanzar la victoria, por defender su dama, y
-por ganar el premio del contrario.</p>
-
-<p>Y mirando hacia Sarracino, vieron como después de haber dado la
-vuelta por la plaza, mandó arrimar su carro a un lado de ella, y
-paseándose se fue a la tienda del mantenedor, y le dijo:</p>
-
-<p>—Caballero, ya sabrás a qué es<span class="pagenum"
-id="Page_117">p. 117</span> mi venida, y te prometo que cada instante
-se me hace un siglo hasta correr las tres lanzas puestas; porque
-entiendo por muy cierto que ha de gozar mi adorada dama el retrato
-de la tuya y la estimada cadena. Si mi desgraciada suerte tuviere
-ordenado que pierda el retrato de mi señora, llevarás junto con él esta
-preciosa manga, labrada por mi dama, la cual tiene de valor cuatro mil
-doblas.</p>
-
-<p>Era así que tenía aquel valor, porque estaban bordados todos los
-extremos de alfójar, perlas y pedrería, y por ella se dijo este</p>
-
-<p class="centra mt15">ROMANCE.</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">En el cuarto de Comares</p>
- <p class="i0">está la hermosa Galiana,</p>
- <p class="i0">con estudio y gran destreza,</p>
- <p class="i0">labrando una rica manga</p>
- <p class="i2">Para el fuerte Sarracino,</p>
- <p class="i0">que por ella juega cañas:</p>
- <p class="i0">la manga es de gran valor,</p>
- <p class="i0">que precio no se le halla.</p>
- <p class="i2">De alfójar y perlas finas</p>
- <p class="i0">la manga iba esmaltada,</p>
- <p class="i0">con muchos recamos de oro,</p>
- <p class="i0">y lazos finos de plata;</p>
- <p class="i2">De esmeraldas, y rubíes</p>
- <p class="i0">por todas partes sembrada.</p>
- <p class="i0">Muy contento vive el moro,</p>
- <p class="i0">con el favor de tal dama;</p>
- <p class="i2">La tiene en el corazón,</p>
- <p class="i0">y la adora con el alma:</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_118">p. 118</span>si el moro mucho la quiere,</p>
- <p class="i0">ella mucho más le ama;</p>
- <p class="i2">Pues si el moro es de tal suerte,</p>
- <p class="i0">bien merece Galiana,</p>
- <p class="i0">que era la mora más bella,</p>
- <p class="i0">que en muchas partes se hallaba.</p>
- <p class="i2">Muchos moros la sirvieron,</p>
- <p class="i0">nadie pudo conquistarla,</p>
- <p class="i0">sino el fuerte Sarracino,</p>
- <p class="i0">que ella de él se enamoraba,</p>
- <p class="i2">Y por sus tiernos amores</p>
- <p class="i0">dejara los de Abenámar:</p>
- <p class="i0">contentos viven los dos</p>
- <p class="i0">con colmadas esperanzas,</p>
- <p class="i2">Que se casarán muy presto</p>
- <p class="i0">con regocijo y con zambra;</p>
- <p class="i0">porque entiende el rey en ello;</p>
- <p class="i0">y tiene ya la palabra</p>
- <p class="i2">Del alcaide de Almería,</p>
- <p class="i0">que es padre de Galiana;</p>
- <p class="i0">y así en Granada se dice,</p>
- <p class="i0">que se casarán sin falta.</p>
-</div>
-
-<p>Finalmente, la manga no tenía precio su valor, y el fuerte Sarracino
-confiado en su gallardía y destreza, quiso poner la manga en ventura de
-perderla, no considerando el bravo competidor que tenía delante.</p>
-
-<p>El cual, así como oyó hablar a Sarracino, dijo que aquel era el
-premio del vencedor, corriendo tres lanzas mejores que el contrario; y
-si lo vencían perdía su fama y joyas.</p>
-
-<p>Y diciendo esto, pidió que le diesen un caballo de ocho que tenía
-enjaezados, como se ha dicho, y<span class="pagenum" id="Page_119">p.
-119</span> tomando una gruesa lanza de sortija, se fue paseando por la
-carrera con tal donaire y brío, que a todos los que le miraban les daba
-gran contento.</p>
-
-<p>Y viendo la bizarría que tenía, dijo el rey a los caballeros:</p>
-
-<p>—No se niegue el buen parecer y postura que tiene Abenámar a
-caballo: Sarracino también es buen caballero, y hoy veremos quién lleva
-la palma del vencimiento.</p>
-
-<p>A la sazón llegó al cabo de la carrera Abenámar, y haciéndole dar a
-su caballo una vuelta en el aire, dio un brinco muy alto, y luego salió
-como un rayo, y en medio de la carrera tendió su lanza con un donaire
-gracioso, y llegando a la sortija, dio por el extremo de arriba, y por
-muy poco no se llevó la sortija en la punta de la lanza; y no valía
-nada la que no se llevaba la sortija dentro del hierro, ni se podía
-ganar el premio si no era de esta manera.</p>
-
-<p>Y deteniéndose miró a ver la suerte que haría el venturoso
-Sarracino, el cual estaba muy confuso y descontento, habiendo visto el
-golpe que había hecho el valeroso Abenámar, y mostrando buen ánimo,
-confiado en su mucha destreza, tomó una lanza, y poniéndose en la
-carrera arrancó con tanta velocidad, como si fuera una bala despedida
-de una culebrina por la gran violencia de la encendida pólvora, y
-tendiendo la lanza la llevó tan seguida, que la metió por medio de la
-sortija, y se la llevó dentro de la lanza.</p>
-
-<p>Toda la gente que estaba mirando la justa dieron muy grandes voces,
-diciendo:</p>
-
-<p>—Abenámar ha perdido; su retrato y cadena la ha ganado el vencedor
-Sarracino,<span class="pagenum" id="Page_120">p. 120</span> porque la
-fortuna le ha sido muy favorable, y está de su parte la victoria.</p>
-
-<p>Cuán ufano quedó Sarracino con la algazara que levantaron todos, no
-se puede encarecer, porque ya se consideraba poseedor de los premios
-del vencido; y así dijo, que le entregara el retrato y la cadena, pues
-la había ganado.</p>
-
-<p>Mas el valeroso Muza, que era padrino del mantenedor Abenámar,
-replicó que no había ganado, porque eran tres lanzas las que habían
-de correr, y faltaban las dos. El padrino de Sarracino, que era un
-caballero Azarque, dijo que era ganado el premio con aquella lanza; y
-todos daban voces, cada uno alegando su derecho.</p>
-
-<p>Los jueces mandaron que callasen, que ellos lo determinarían, y fue
-determinado que no había ganado Sarracino, atento que le faltaban dos
-lanzas que correr.</p>
-
-<p>Sarracino estaba ardiendo en viva cólera, porque no le daban los
-premios ya ganados por la voz del pueblo, y más se encolerizó cuando
-sentenciaron que aún no había ganado. No estaba con menos cólera
-Abenámar que Sarracino, por haber perdido la primera lanza, y porque el
-vulgo le había dado el lauro a Sarracino.</p>
-
-<p>Quien en estos debates mirara a Galiana, viera en su rostro una
-mudanza extrañísima de alegría que tenía por la desgraciada suerte que
-había tenido en la primera lanza el valiente Abenámar; y lo contrario
-se viera en Fátima por la buena suerte de Sarracino, aunque con
-discreción disimulaba su pena, pero no tanto que no se sintiese.</p>
-
-<p>Y Jarifa, como dama en quien había tanta discreción, le dijo a
-Fátima:</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_121">p. 121</span>—Amiga, mal le va
-a vuestro caballero y galán Abenámar: si así es hasta el fin, no le
-arriendo la ganancia.</p>
-
-<p>—No tengo cuenta con eso —respondió Fátima—; pero si ahora le ha ido
-mal, podrá ser que le vaya bien después, y tanto que te pese, lo cual
-veremos al fin.</p>
-
-<p>—Bien dices —dijo la hermosa Jarifa—, y eso aguardo; pero cree que
-los buenos principios siempre traen buenos fines.</p>
-
-<p>—Eso niego —dijo Fátima—, y espero que me dirás que tengo razón,
-por este símil. Bien has visto y oído que un enamorado galán, en las
-primicias de sus amores, sirve a su dama con gran cuidado, siendo
-puntual en darla gusto, en regalarla, en darla músicas, en rondarle
-la casa, y en idolatrarla. Hácele mil promesas, que mientras más
-fuere, más la servirá y querrá, y que tan imposible será el dejar de
-quererla, como dejar el sol de calentar en el estío, y querer arrebatar
-con la mano la luciente luna de su lugar, y otros muchos imposibles
-que dicen, y sobre todo, el casarse con ella, todo con motivo y
-fundamento de gozar la dama a quien desea. La inocente, obligada con
-obras y promesas, entrégale su libertad, y viene en su deseo y gózala.
-¿Aquestos son buenos principios, Jarifa?</p>
-
-<p>Ella respondió:</p>
-
-<p>—Sí.</p>
-
-<p>Dijo Fátima:</p>
-
-<p>—Pues apenas ha gozado la rendida dama el fraudulento amante,
-cuando, porque pasando un caballero por su casa le quitó el bonete por
-cortesía, dicen luego que es su galán, y que no se admiran, que quién
-entregó su honor a él, lo entregará a muchos; no queriendo admitir el
-perverso y fementido<span class="pagenum" id="Page_122">p. 122</span>
-amante, que debajo de sus promesas y juramentos se le rindió la
-desdichada dama. Mira, Jarifa, cuánta es la malicia de los que esto
-usan, y traen por flor, que por solo que le dio algún rayo del sol
-en su balcón, desisten de la amistad de la recogida dama, y la dejan
-burlada, presa de amor, y deshonrada, por cuya causa viene a tener
-desastrado fin. ¿Son estos buenos fines?</p>
-
-<p>—No por cierto —dijo Jarifa—, y confieso ser así lo que dices, y
-así pasa hoy en el mundo, y yo conozco algunas señoras pobres, cuya
-hermosura han gozado algunos caballeros, y solo por ser pobres las
-han dejado, y están arrinconadas y perdidas para siempre; por lo que
-debemos las doncellas escarmentar en cabeza ajena, y no creer a nadie
-de ligero, sino ir con el gusto de nuestros padres. Y si te parece
-miremos a los competidores.</p>
-
-<p>Y mirándolos, vieron como Abenámar tomó otro caballo y lanza, y
-aunque disimuló, ardiendo en cólera por la mala suerte pasada, arrancó
-a toda furia, y tendiendo la lanza la llevó derecha como una bala, y
-pasando por la sortija como un pensamiento, se la llevó dentro de la
-lanza.</p>
-
-<p>La gente dio gran gritería diciendo:</p>
-
-<p>—El mantenedor va victorioso.</p>
-
-<p>Sarracino dio la carrera con muy gran desenfado y gallardía, y
-enristrando su lanza con cuidado, tocó un lado de la sortija, y no hizo
-efecto ninguno.</p>
-
-<p>Abenámar dijo a Sarracino:</p>
-
-<p>—Caballero, otra carrera nos queda para que concluyamos nuestro
-pleito; concluyámoslo luego.</p>
-
-<p>Y diciendo esto pidió una lanza, y en dándosela se fue poco<span
-class="pagenum" id="Page_123">p. 123</span> a poco, y puesto en la
-carrera, la dio con la lanza tan bien puesta, que embocándola por la
-sortija, se la llevó dentro.</p>
-
-<p>Entonces fueron las voces de toda la gente más levantadas de punto,
-diciendo:</p>
-
-<p>—Ganado ha el mantenedor sin duda; suyo es el retrato hermoso de
-Galiana y la rica manga.</p>
-
-<p>Bien se aparecía en Galiana el sentimiento que en su alma había,
-por la poca esperanza que tenía de que su enamorado Sarracino ganase.
-El cual se puso en la carrera, y al llegar a la sortija dio con la
-punta de la lanza en un extremo, que con el gran movimiento cayó en el
-suelo.</p>
-
-<p>En parando el caballo del animoso Sarracino, fue llamado por los
-jueces, y le dijeron que había perdido el retrato de su dama y la rica
-manga. El moro respondió:</p>
-
-<p>—Si ahora en juego he perdido, en escaramuzas sangrientas ganaré.</p>
-
-<p>Abenámar, que con él estaba picado por lo que ya hemos dicho,
-respondió que si por vía de escaramuza entendía cobrar algo de lo
-perdido, que le avisase si quería luego cobrarlo, o que se quedase para
-cuando hubiese ocasión, que él le cumpliría de justicia a medida de su
-deseo.</p>
-
-<p>Los jueces y padrinos los apaciguaron, y no consintieron que se
-tratase más en aquel caso. Sarracino salió de la plaza junto con
-los caballeros que le acompañaron. Abenámar mandó poner los ricos
-despojos a los pies de Fátima, su señora, sonando al ponerlos muchos
-instrumentos músicos.</p>
-
-<p>El gozo y alegría que sintió la discreta y hermosa Fátima fue
-grande, por la alcanzada victoria; y más cuando vio a los pies de<span
-class="pagenum" id="Page_124">p. 124</span> su retrato trofeos tan
-ricos y estimados.</p>
-
-<p>Mas todo este regocijo lo celebraba entre sí, por disimular el mucho
-amor que tenía a su querido Abenámar, porque ella no quería que con
-demasiada certidumbre supiesen lo que sospechaban; en lo cual era muy
-diferente en el gusto que las otras damas de palacio, que se holgaban
-siempre de que sus negocios se supieran.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch10">
- <h2 class="nobreak">CAPÍTULO X.</h2>
- <p class="subh2h"><i>Que declara el fin que tuvo el juego de la
- sortija, y el desafío que hubo entre el moro Albayaldos y el maestre
- de Calatrava.</i></p>
-</div>
-
-<p><span class="cap">Y</span>a se ha dicho como Sarracino salió de la
-plaza lleno de coraje por haber tenido tan mal suceso en el juego de la
-sortija; y lo que más sentía, era haber perdido el hermoso retrato de
-su señora.</p>
-
-<p>Entrando en su casa se despidieron de él todos los caballeros que
-le habían acompañado, y él muy airoso se despidió de todos, y se apeó
-del caballo, se quitó la cimera y plumas, y toda la librea, y con
-iracunda cólera dio con todo en el suelo; y se subió a un aposento, y
-recostándose en su cama empezó a quejarse de su corta ventura, y contra
-sí decía:</p>
-
-<p>—¿Di, bajo caballero, ruin y de poco valor, qué cuenta darás a
-tu señora Galiana de su hermoso retrato y rica manga, perdido todo
-por tu poco esfuerzo y destreza? ¿Con qué rostro, di, osarás parecer
-en su presencia? ¡Oh Mahoma traidor, porfiado<span class="pagenum"
-id="Page_125">p. 125</span> y engañador! En el tiempo que habías
-de favorecer mis esperanzas me faltaste. Di, enemigo falso, ¿no te
-acuerdas que te prometí hacer toda tu efigie de oro, y de quemar en
-tu mezquita gran cantidad de incienso si me dabas victoria este día?
-¿Pues por qué me la negaste? Pero bien entiendo de cierto que no tienes
-ningún poder. Mas, vive Alá, que por vengarme de ti me tengo de tornar
-cristiano, y he de seguir aquella santa ley, y dejar tu falsa secta,
-que por aquí se salvará mi alma perdida.</p>
-
-<p>Estas y otras muchas cosas decía Sarracino, consolándose con su buen
-propósito.</p>
-
-<p>Galiana sintió mucho la desgraciada suerte de su querido amante,
-y se le echaba bien de ver, pero con su discreción lo disimulaba,
-hablando con la reina y las damas, las cuales la consolaban diciendo
-que no porque su amante hubiese perdido su retrato, quedaba cautiva;
-que se riese de todo.</p>
-
-<p>—Ninguna pena tengo de eso —dijo Galiana—, porque son aventuras de
-caballeros.</p>
-
-<p>Y aunque decía esto, tenía en su alma una mortal envidia, y entre
-sí decía: «¡Ay, Abenámar victorioso, y cómo ahora te vengarás a gusto
-en mi retrato de la ingratitud que contigo usé, y cuán vana y gozosa
-estará tu dama con los vencidos despojos!» Celima la consolaba de
-secreto, diciéndola que no diese nota de sí con extremos, porque no
-fuese sentida de la reina y de sus damas. Galiana disimuló cuanto pudo
-su dolor y pena, y procuró desecharla.</p>
-
-<p>Estando en esto, se oyó un ruido por toda la plaza, y mirándola
-toda, vieron que entraba por la calle de<span class="pagenum"
-id="Page_126">p. 126</span> Elvira una gran serpiente, echando de sí
-mucho fuego; tras ella venían treinta caballeros ricamente vestidos de
-una librea blanca y morada, con penachos de la misma color ellos y sus
-caballos.</p>
-
-<p>En medio de todos venía un caballo sin jinete, con cubiertas y
-guarniciones de brocado morado y blanco; también venía una sonorosa
-música de ministriles y dulzainas.</p>
-
-<p>La serpiente dio una vuelta a toda la plaza, y enfrente de los
-miradores del rey y de la reina, y de los caballeros y damas, se paró,
-echando por la boca y oídos muchísimo fuego.</p>
-
-<p>Era grande el estrépito que hacían los cohetes y ruedas con
-invenciones de fuego, que por la boca salían; y con el artificio que
-tenía la sierpe mediante el fuego que la quemó toda, se abrió por
-medio, y pareció un caballero vestido de brocado morado y blanco, con
-muchos recamados de oro; el penacho era de plumas blancas y moradas.</p>
-
-<p>Con él estaban cuatro salvajes muy al natural, los cuales tenían una
-rica silla guarnecida de terciopelo morado, y la clavazón de oro, en la
-cual estaba el retrato de la hermosa Jarifa, que fue luego conocido, y
-el caballero ser Abindarráez.</p>
-
-<p>El retrato estaba vestido de brocado blanco y morado, de luceros de
-oro, las orlas bordadas de oro y plata, con un tocado vistoso. Estaba
-tan natural el retrato, que era muy semejante al original.</p>
-
-<p>El rey y la reina, y todas las damas miraron a Jarifa, que con una
-honesta vergüenza se encendió el rostro, lo que aumentó su hermosura, y
-la reina la dijo:</p>
-
-<p>—Llegado ha, Jarifa, la hora en que<span class="pagenum"
-id="Page_127">p. 127</span> se ha de ver el esfuerzo de vuestro amante,
-y si alcanza victoria del vencedor Abenámar.</p>
-
-<p>—Haga la fortuna lo que quisiere —dijo Jarifa—, que tan buen rostro
-haré a lo uno como a lo otro.</p>
-
-<p>Y con esto cesaron, por ver lo que haría el valiente Abencerraje.</p>
-
-<p>El caballero pidió luego su caballo, y traído subió en él, y fue
-dando vuelta a la plaza, acompañado de sus caballeros, llevando en
-medio a los salvajes que llevaban la silla, y en ella el retrato de la
-hermosa Jarifa, que a todos admiraba su hermosura y maravilloso adorno;
-y en llegando adonde estaba el invencible Abenámar, se arrimaron los
-cuatro salvajes a los dos carros triunfantes que estaban junto al
-aparador de las joyas preciosas y ricas, y levantando estos la rica
-silla en una parte muy alta, la pusieron sobre sus hombros, porque el
-hermoso y bello retrato fuese bien visto de todas.</p>
-
-<p>El valiente y esforzado Abindarráez se llegó al fuerte mantenedor, y
-le dijo:</p>
-
-<p>—Vencedor caballero, ¿sois servido que corramos tres lanzas con las
-condiciones que están dichas?</p>
-
-<p>El valiente y esforzado Abenámar le dijo:</p>
-
-<p>—Para eso estoy aquí.</p>
-
-<p>Y tomando al instante una lanza, lozaneando su caballo se puso
-enfrente de la carrera, y corrió tan bien, que llevó la sortija dentro
-de la lanza, y volviéndose, la mandó poner en su mismo lugar.</p>
-
-<p>No se espantó ni admiró Abindarráez de aquello, antes cobró un
-nuevo ánimo, y puesto en la carrera, fue tal y tan seguida su lanza,
-que en el hierro de ella quedó metida la sortija. La gente toda movió
-gran ruido y vocería; mas luego<span class="pagenum" id="Page_128">p.
-128</span> se puso en silencio por ver el fin de las otras dos
-lanzas.</p>
-
-<p>El mantenedor muy enojado por el buen suceso de su contrario, tornó
-a la carrera, y fue con tal brío y tan buen pulso en la mano, que se
-llevó segunda vez la sortija en la lanza. El bravo Abindarráez hizo lo
-mismo en la segunda carrera.</p>
-
-<p>Levantose gran gritería, y todos decían:</p>
-
-<p>—No hay ventaja del mantenedor al aventurero; iguales son en
-todo.</p>
-
-<p>Grandes eran los temores de las hermosas moras Fátima y Jarifa, por
-no saber quién había de ser el vencido, estando su buena o mala suerte
-en la lanza que faltaba, aunque ambas estaban confiadas en el esfuerzo
-y valor de sus amantes.</p>
-
-<p>El animoso Abenámar tomó otra lanza, y con mucho donaire se volvió
-a llevar la sortija con no poco contento suyo y de su señora Fátima,
-la cual habiendo visto el buen suceso y ventura de su amante, no cabía
-de contento; y mirando a Jarifa, la vio robado el color hermoso de su
-rostro, y viéndola así, dijo Fátima:</p>
-
-<p>—Hermana Jarifa, mal has cumplido la palabra que dijiste a la reina
-mi señora, pues si te acuerdas, diciéndote que era llegado el tiempo en
-que se había de ver el esfuerzo de tu caballero en alcanzar victoria,
-respondiste que tan buen rostro harías a lo uno, como a lo otro: ¿cómo
-tan presto te se mudan los colores? Consuélate, que será posible le
-suceda bien en la lanza venidera.</p>
-
-<p>—En duda pongo eso —dijo la reina—, y a maravilla tendré que
-Abindarráez lleve la sortija.</p>
-
-<p>Y mirando, vieron cómo partió, y dio al soslayo la lanza en la
-sortija. Luego se oyó<span class="pagenum" id="Page_129">p. 129</span>
-acordada música del mantenedor en señal del vencimiento.</p>
-
-<p>Llamaron a Abindarráez los jueces, y le dijeron que ya sabía como
-había perdido, que entregase el retrato al vencedor. Él dijo:</p>
-
-<p>—Pues si es así, entréguese en él, que bien sé que hoy le favorece
-la fortuna y a mí me ha sido adversa; y lo que me consuela es que ha
-sido mi pérdida en juego, no en escaramuza ni pelea.</p>
-
-<p>Mas aunque decía esto Abindarráez, le quedaba otra cosa en su pecho,
-que no quisiera haber perdido el retrato de Jarifa por cuanto había
-en el mundo. Luego se puso el retrato de Jarifa a los pies de Fátima,
-sonando la música del mantenedor.</p>
-
-<p>La reina, viendo poner el retrato, dijo a la hermosa Jarifa:</p>
-
-<p>—¿Estás satisfecha que el retrato de Fátima no vendría a tus manos?
-¿No te decía yo, que no hablases de confianza? Pues mira tu retrato
-a los pies de Fátima. ¿No sabes que Abenámar es uno de los buenos
-caballeros de la corte, y que Abindarráez ni algún otro caballero no le
-llevarán ventaja? Y si no atiende, y verás cómo no han de ser solos los
-retratos que ahora están rendidos.</p>
-
-<p>—Basta —dijo Jarifa—, que la ventura de Abindarráez ha sido corta
-en esto, y consuélome con que en otras ocasiones ha sido muchas veces
-victorioso.</p>
-
-<p>Abindarráez se salió de la plaza, llevando consigo todos los de su
-guarda, y a los cuatro salvajes; y antes que saliese le mandaron llamar
-los jueces para darle joya por galán y buena invención, y vuelto, uno
-de los jueces, que fue Abencerraje, descolgó dos ajorcas de oro, de
-precio de doscientos ducados, y<span class="pagenum" id="Page_130">p.
-130</span> se las dio.</p>
-
-<p>Abindarráez las tomó con mucha alegría, y las puso en la punta de la
-lanza al son de sus músicos, y fue bien acompañado a los miradores de
-la reina, y haciendo la debida reverencia, rindió la lanza hasta donde
-estaba su señora Jarifa, y la dijo:</p>
-
-<p>—Dama hermosa, teniendo presente el original, no me da mucha pena la
-ausencia del referido retrato: yo hice lo posible, la fortuna me fue
-contraria, y esto no porque en vuestra hermosura haya defecto, sino en
-ser juego, no en fuerzas. De invención y de galán se me dio esta joya;
-sed servida de recibirla, aunque no sirva sino de memoria de que no os
-defendí como debiera.</p>
-
-<p>Jarifa, riéndose, tomó las ajorcas y le dijo:</p>
-
-<p>—Con esto me consuelo, porque lo habéis ganado por galán, y por
-invención mejor; y pues se perdió el retrato, me alegro de que cayó en
-tales manos, que le tratarán como quien son.</p>
-
-<p>Fátima quisiera responder, y no pudo, porque entró en la plaza una
-grande peña, tan natural como si fuera quitada de una sierra, cubierta
-de muchas y diversas yerbas y flores, y dentro sonaba gran suavidad de
-música.</p>
-
-<p>Al derredor de la peña venían doce caballeros de librea de brocado
-pardo, con grandes cuchilladas, y por ellas se aparecía un forro de
-brocado verde, que lucía y campeaba mucho por la ropa parda y oscura.
-Los extremos de las cuchilladas estaban tomados con lazadas de oro con
-unos ramillos a modo de caracol. Las sobreseñales, penachos y testera
-eran de plumas verdes y pardas.</p>
-
-<p>Atentos estuvieron todos en la peña, por ver el<span
-class="pagenum" id="Page_131">p. 131</span> fin de la aventura, la cual
-en confrontando con los miradores del rey y de la reina, se detuvo, y
-vieron cómo se apeó del caballo uno de los doce caballeros, y era el
-más galán, y más bien dispuesto de todos; y luego fue conocido que era
-el valeroso Reduán, y se holgaron mucho los que le miraban, viendo su
-buen talle, gracia y disposición; y mirando lo que haría, vieron que
-echó mano a un alfanje damasquino, y embistiendo con la peña, la daba
-grandes golpes; y en la parte que daba abrió una terrible y espantosa
-boca, y por ella salían muchas bombas de fuego, y tanto, que le convino
-retirar a su caballo, porque era el incendio mucho.</p>
-
-<p>Y siendo ya consumido el fuego, por la boca donde salía brotó cuatro
-demonios muy ferocísimos, cada uno con una honda de fuego en la mano, y
-todos con mucho ánimo embistieron con el esforzado Reduán; pero el buen
-caballero peleó con ellos con mucho valor, de suerte que los encerró en
-la peña.</p>
-
-<p>No bien hubieron entrado, cuando salieron cuatro salvajes con unas
-mazas en sus manos, y comenzaron a pelear con Reduán, y él con ellos, y
-en un instante fueron vencidos los salvajes, y entrolos por fuerza en
-la peña, y Reduán con ellos.</p>
-
-<p>En entrando dentro fue cerrada la boca de la peña; luego se oyó
-mucho ruido y estruendo de pelea; y en cesando oyeron una música tan
-agradable y suave, que se suspendieron los sentidos de los oyentes a la
-dulce armonía.</p>
-
-<p>No tardó mucho en abrirse la boca de la peña, y por ella salió el
-vencedor<span class="pagenum" id="Page_132">p. 132</span> Reduán con
-los cuatro salvajes, los cuales traían un arco de oro, tan industrioso,
-que admiraba, y talladas muchas historias antiguas y modernas, y debajo
-del arco puesta una silla de marfil, y en ella sentado un retrato de
-una bellísima dama, vestida de brocado azul, forrado todo de tela
-naranjada. El tocado era curioso, puesto a lo greciano.</p>
-
-<p>Fue muy notado el artificio de todos, y más la suma belleza del
-retrato; y fue conocido que era Lindaraja, dama Abencerraje, cuya
-hermosura pudiera competir con la de las tres diosas de la discordia de
-la manzana, y sin duda que Paris sentenciara en su favor.</p>
-
-<p>Tras del retrato venían todos los músicos tañendo y cantando
-dulcemente, y luego venían los demonios atados en una cadena. Fue una
-cosa que a todos puso grande admiración.</p>
-
-<p>Habiendo salido toda esta compañía de la peña, comenzó a disparar
-de sí mucho fuego, con el cual fue toda consumida: luego se le dio un
-fuerte caballo a Reduán, y con ligereza subió en él; y dando vuelta a
-la plaza, hizo su acatamiento al rey, a la reina y a las damas, y en
-llegando a la tienda del mantenedor le dijo:</p>
-
-<p>—Aunque la condición puesta es de correr tres lanzas, si sois
-servido corramos solo una, y en esa se concluya el premio de las
-tres.</p>
-
-<p>—Si es ese vuestro gusto, dijo Abenámar, yo soy contento de
-dároslo.</p>
-
-<p>Y dicho esto tomó una buena lanza, y paseándose se puso en la
-carrera, y partiendo como una saeta, dio un bote de lanza en el extremo
-de la sortija, por la parte de arriba en derecho, que aunque no<span
-class="pagenum" id="Page_133">p. 133</span> se la llevó, fue muy buena
-suerte, y dificultosa de ganar.</p>
-
-<p>Volvió paseándose a su tienda, para desde allí ver la suerte que
-hacía su contrario, el cual tenía ya una muy gruesa lanza, y estaba en
-la carrera, y diola con gallardo aire y brío, y al dar el golpe fue más
-galán que venturoso, porque erró la sortija y fue por alto la lanza; y
-pesándole mucho por haberle salido su pensamiento tan incierto, volvió
-diciendo:</p>
-
-<p>—Tan desgraciado soy en lo uno como en lo otro.</p>
-
-<p>Los jueces le dijeron:</p>
-
-<p>—Perdido habéis, caballero, mas por vuestra extremada invención y
-mucha gala, llevaréis premio.</p>
-
-<p>Fuéronle dadas unas arracadas turquescas de oro de Arabia, de valor
-de doscientas doblas por la mucha hechura que tenían.</p>
-
-<p>El arco triunfal de cuatro partes hecho, y la silla con el retrato
-de Lindaraja, fue puesto a los pies del triunfante y victorioso retrato
-de la hermosa Fátima, que no poco alegre y contenta estaba con la
-buena ventura que su caballero había tenido, y muy envidiosas Jarifa y
-Galiana en ver tantos trofeos a los pies de la efigie de Fátima.</p>
-
-<p>El gallardo y animoso Reduán tomó las arracadas con disimulación de
-su tristeza, y poniéndolas en la punta de la lanza, siendo acompañado
-de muchos caballeros y música, las llevaron a los miradores de las
-damas donde estaba la hermosa Lindaraja, y alargando la lanza le
-dijo:</p>
-
-<p>—Servíos, señora, de recibir este pequeño don, aunque me cuesta
-caro; pero no mirando mi poca suerte en lo que toca al juego de
-sortija, sino al grande deseo que tuve de haceros<span class="pagenum"
-id="Page_134">p. 134</span> triunfadora de todos los despojos: mas la
-fortuna está hoy de parte de Abenámar, y así no soy culpado. Recibid,
-bella señora, las joyas por oprobio mío, para que cada vez que yo las
-vea en vuestro poder, traiga a la memoria cuán mal os defendí.</p>
-
-<p>—Uso es de damas —respondió la discreta Lindaraja—por cortesía
-recibir lo que se les da, y por ser costumbre por eso las recibo; pero
-sabe, caballero, que me ha pesado que sin mi consentimiento hayáis
-sacado mi retrato; y pues que no hubo voluntad mía, no tengo por
-pérdida la vuestra, ni reconozco ventaja a la Zegrí Fátima, porque soy
-Lindaraja Abencerraje.</p>
-
-<p>Y diciendo esto tomó las joyas de la punta de la lanza, haciendo la
-debida cortesía a su galán.</p>
-
-<p>Bien quisiera replicar Reduán, y poder responder a su señora; pero
-hubo mucho alboroto, porque vieron entrar una galera, que parecía ir
-navegando con el trinquete.</p>
-
-<p>La chusma iba bogando, y parecían dividirse en cuatro cuarteles,
-vestidos de colores, uno de damasco verde, otro de morado y otro de
-azul. La palamenta, árboles y entenas iban doradas, la proa hecha de
-plata con sus barandillas torneadas, muy curiosamente obradas.</p>
-
-<p>Traía tres fanales de oro, el espolón era de plata, las velas
-de brocado blanco con fleco de oro y seda, y muchos gallardetes,
-flámulas y barandillas de diferentes colores. La divisa de la galera
-era un salvaje desquijarando un león, divisa antigua de los valientes
-Abencerrajes. Los marineros y proeles venían vestidos de rico
-damasco, tejidos y guarniciones de finísimo<span class="pagenum"
-id="Page_135">p. 135</span> oro. Las jarcias eran de seda morada.</p>
-
-<p>Traían curiosamente hecho en el espolón un mundo de cristal, y en
-círculo una faja de oro y unas letras que decían: <i>Todo es poco</i>;
-bravo blasón, y solo digno del grande Alejandro o de César, aunque
-les vino notable daño al linaje de los Abencerrajes, del cual venían
-treinta caballeros mancebos dentro de la galera con libreas de brocado
-encarnado y blanco, con recamos y tejidos de oro.</p>
-
-<p>El capitán era un caballero llamado Abin-Hamete, vestido de trajes
-muy ricos. Venía arrimado al estanterol, el cual era de oro de
-martillo.</p>
-
-<p>De esta manera entró la bizarra galera en la plaza, y llegando
-enfrente de los miradores reales disparó el cañón de la crujía y todas
-las demás piezas con tal violencia que parecía estar batiendo los
-miradores. Acabadas de disparar las piezas, comenzaron cien arcabuceros
-a escaramucear unos con otros, que parecía ser batalla formal.</p>
-
-<p>Al disparar la galera su artillería, respondió con la suya la
-Alhambra y Torres-Bermejas. Era tanta la artillería y arcabucería, que
-parecía batirse la ciudad; y admirados todos de la brava y costosa
-invención, decían que no se había hecho tal entrada como aquella.</p>
-
-<p>De mortal rabia y envidia ardían los Zegríes y Gomeles en ver que
-los Abencerrajes hubiesen hecho semejante grandeza como la de la
-galera, y con insaciable envidia dijo un Zegrí al rey:</p>
-
-<p>—No puedo entender donde han de llegar los pensamientos de estos
-Abencerrajes y sus pretensiones, que tan encumbradas van, que en
-cierta<span class="pagenum" id="Page_136">p. 136</span> manera
-oscurecen las obras y hechos de vuestra alteza y de sus antecesores.</p>
-
-<p>—No tenéis razón —dijo el rey—, que más temido y estimado es un rey
-teniendo caballeros de esfuerzo y valor en su corte y en su servicio,
-que no teniendo caballeros de poca cuenta. Los caballeros Abencerrajes,
-como son descendientes de reyes, son valerosos, y procuran extremarse
-en todas las cosas que hacen, y a mí me parece bien.</p>
-
-<p>—Bueno fuera —dijo un caballero de los Gomeles— si sus cosas fueran
-enderezadas a un llano y buen fin, pero pasan por muy alto sus altivos
-pensamientos.</p>
-
-<p>—Hasta ahora no han hecho cosa —dijo el rey— que no corresponda a
-nobles, ni de ellos se puede presumir que la harán, porque todos sus
-fines se inclinan a virtud.</p>
-
-<p>Con aquesto cesó la plática, porque la galera dio vuelta por toda
-la plaza, y fueron conocidos todos los caballeros Abencerrajes, cuyas
-proezas y grandes hazañas a todos eran notorias.</p>
-
-<p>Llegada la galera junto al mantenedor, saltaron en tierra todos los
-treinta caballeros, y fueron servidos de feroces y briosos caballos,
-encobertados del mismo brocado encarnado, y adornados de penachos y
-testeras riquísimas.</p>
-
-<p>No hubieron los bizarros Abencerrajes saltado en tierra cuando la
-galera volviendo al son de los músicos instrumentos, y disparando toda
-la artillería, se salió de la plaza, y a ella respondió el Alhambra.</p>
-
-<p>Ahora será bien volver al falso Reduán y a Abindarráez que todavía
-estaban en la plaza por ver lo que pasaría.</p>
-
-<p>Reduán estaba muy triste y muy descontento por lo que Lindaraja le
-había dicho,<span class="pagenum" id="Page_137">p. 137</span> y se
-llegó a Abindarráez y le dijo:</p>
-
-<p>—Oh mil veces afortunado Abindarráez, cuán contento vives por saber
-que tu señora Jarifa te ama, que es la mayor felicidad que puede dar
-fortuna. Y yo cien mil veces desdichado, pues que sé claramente que no
-me ama aquella mi dulce y bella ingrata, que hoy me ha despedido con
-rigor.</p>
-
-<p>—Sepamos —dijo Abindarráez— quién es esa dama a quien estás tan
-rendido, que tan mal te corresponde.</p>
-
-<p>—Es tu prima Lindaraja —respondió Reduán.</p>
-
-<p>—¿Pues no sabes cómo quiere y ama a Hamete Gazul, porque aquese es
-su gusto, y lo sé yo mucho ha? Da orden de apartarla de tu imaginación,
-porque sé de muy cierto que siembras en tierra estéril, y no has
-de sacar de ella nada, dijo Abindarráez, no porque no llevas buena
-insignia de tu pasión, y muy bien lo has publicado; mas no hay que
-hacer caso de mujeres, porque brevemente se vuelven como la veleta a
-todos vientos.</p>
-
-<p>Decía esto Abindarráez sonriéndose, y de verdad, porque Reduán
-sacó aquel día una avisada insignia de su pena, que era un mongibelo
-ardiendo en vivas llamas, con una letra que decía así: <i>Más está mi
-alma</i>.</p>
-
-<p>Y viendo Reduán que Abindarráez se sonreía, le dijo:</p>
-
-<p>—Bien parece que vives contento; quédate en paz, que yo ya no puedo
-sufrir la pena que atormenta mi corazón afligido.</p>
-
-<p>Y dicho esto picó apriesa, y se salió de la plaza con sus
-caballeros: Abindarráez hizo lo mismo despidiéndose de su Jarifa.</p>
-
-<p>Los treinta Abencerrajes de la galera estaban puestos en orden
-para la sortija, y el capitán<span class="pagenum" id="Page_138">p.
-138</span> de ellos se llegó al mantenedor diciéndole:</p>
-
-<p>—Caballero, nosotros no tenemos retratos de damas para ponerlos en
-competencia; queremos solamente correr cada uno con vos una sortija,
-como es fuero entre gente hidalga.</p>
-
-<p>Abenámar respondió que era contento de ello, y empezando a correr
-su lanza con cada uno, los Abencerrajes lo hicieron tan bien, que el
-mantenedor perdió muchas joyas, las cuales dieron ellos a las damas
-a quien servían: comenzaron después una escaramuza muy agradable a
-la vista y dando carrera se salieron de la plaza, quedando todos muy
-contentos.</p>
-
-<p>En saliendo ellos entró un castillo disparando su artillería,
-llevando muchas banderas y pendones, y dejándose de adentro sentir una
-música agradable y deleitosa.</p>
-
-<p>En la cumbre de la torre del homenaje estaba el fiero Marte, armado
-con preciosas armas, un estoque en la mano derecha, y en la izquierda
-un pendón de brocado verde con una inscripción formada de letras
-muy ricas de oro, que contenían el elogio más pomposo de la carrera
-militar.</p>
-
-<p>Los pendoncillos del castillo eran de brocado de diversos colores;
-los de una parte verdes con flecos y cordones morados, y todos con una
-misma letra, que decía así:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
- <div class="stanza">
- <div class="verse indent2">No es muerte la que por ella</div>
- <div class="verse indent0">se alcanza gloria crecida,</div>
- <div class="verse indent0">sino vida esclarecida.</div>
- </div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Los de otra parte eran de damasco azul con flocaduras y cordones de
-oro fino, teniendo una letra que decía de esta manera:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
- <div class="stanza">
- <div class="verse indent2"><span class="pagenum" id="Page_139">p. 139</span>Cante la fama las glorias</div>
- <div class="verse indent0">de Granada, pues son tales,</div>
- <div class="verse indent0">que se hacen inmortales.</div>
- </div>
-</div>
-</div>
-
-<p>En el otro lienzo del hermoso castillo había tremolando otros ocho
-pendones de brocado encarnado, con cordones y flocaduras de oro.</p>
-
-<p>Eran de muchísimo precio y estima, y muy agradables a la vista,
-porque adornaban con su hermosura el castillo, y con una letra todos,
-que decía de esta suerte:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
- <div class="stanza">
- <div class="verse indent2">La verdadera nobleza</div>
- <div class="verse indent0">está en seguir la virtud:</div>
- <div class="verse indent0">si acompaña rectitud,</div>
- <div class="verse indent0">gana renombre de alteza.</div>
- </div>
-</div>
-</div>
-
-<p>En el cuarto y último lienzo del castillo había otros ocho pendones
-de brocado, cordones y flecos de oro, sembrados de medias lunas de
-plata, que parecían espejos mirándolas de lejos, según relumbraban, y
-cada uno tenía esta letra:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
- <div class="stanza">
- <div class="verse indent2">Toque la famosa trompa,</div>
- <div class="verse indent0">y todo silencio rompa,</div>
- <div class="verse indent0">publicando la grandeza</div>
- <div class="verse indent0">de esta nuestra fortaleza,</div>
- <div class="verse indent0">que sale con tanta pompa.</div>
- </div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Si entró la galera suntuosa, no con menos aparato entró el castillo.
-Ninguno podía entender de qué fuese fabricado, sino que parecía de
-oro, con muchas labores y follajes, y muchas batallas, y con artificio
-sonaba dentro mucha música, y muy acordadas dulzainas, ministriles
-y trompetas bastardas e italianas, que era cosa de oír. Anduvo el
-castillo hasta ponerse enmedio<span class="pagenum" id="Page_140">p.
-140</span> de la plaza, y allí paró.</p>
-
-<p>Venían tras de él muchos caballeros vestidos de libreas costosas,
-los cuales traían del diestro treinta y dos caballos, con muy ricos
-jaeces y paramentos de brocado de diversos colores, como adelante se
-dirá.</p>
-
-<p>Pues mirando al castillo, vieron que por la parte de los pendones
-de brocado verde se abrió una grande puerta, y sin aquesta había otras
-tres ocultas por las partes de los pendones.</p>
-
-<p>Abierta, pues, la primera, salieron por ella ocho caballeros con
-libreas de brocado verde, con penachos y plumas verdes. En saliendo,
-les dieron ocho poderosos caballos encobertados de brocado verde, los
-penachos de la testera eran también verdes; y los caballeros sin poner
-pie en los estribos subieron en los caballos, y luego conocieron ser
-Zegríes.</p>
-
-<p>Llegáronse al mantenedor, y le dijeron:</p>
-
-<p>—Mantenedor victorioso, aquí venimos ocho caballeros a probar
-vuestro valor en el juego de la sortija; ¿sois contento que corramos
-una lanza cada uno?</p>
-
-<p>—Si ese es vuestro gusto, también lo es el mío —respondió Abenámar—,
-aunque venís contra lo dispuesto por el pregón, por no traer retratos
-de vuestras damas.</p>
-
-<p>Y diciendo esto tomó una lanza, y se paseó muy bien; y finalmente
-de los ocho Zegríes ganaron los cinco joya, y los tres no; y los
-gananciosos sirvieron a sus damas con ellas, al son de diversa y mucha
-música.</p>
-
-<p>Luego se fueron a entrar todos ocho Zegríes en el castillo por la
-puerta por donde habían salido, siendo recibidos con la música, y
-disparando artillería: luego se abrió la puerta de los pendones azules,
-y salieron ocho<span class="pagenum" id="Page_141">p. 141</span>
-caballeros vestidos de damasco azul, sembrados con estrellas de oro, y
-los penachos azules, llenos de argentería de oro fino. Fueron conocidos
-estos ocho caballeros, que eran Gomeles.</p>
-
-<p>Diéronseles luego caballos encobertados de librea azul, las telas
-y penachos azules con adorno. Fuéronse los ocho Gomeles a la tienda
-del mantenedor, y corrieron con él una lanza, como los pasados, y de
-los ocho ganaron joya los tres, y dadas a sus damas, se volvieron al
-castillo.</p>
-
-<p>Entrados estos, salieron otros ocho caballeros por la puerta de
-los pendones de brocado, y ellos vestidos de la misma librea, y con
-penachos morados, y les fueron dados caballos, cubiertos de lo mismo,
-e igualmente también corrió cada uno su lanza con el mantenedor,
-y ganaron los siete joya; y dándolas a sus damas, se volvieron al
-castillo con la autoridad que los demás. Eran estos bravos caballeros
-Venegas, y muy estimados en Granada.</p>
-
-<p>Por la última puerta de los pendoncillos encarnados, salieron ocho
-caballeros con libreas encarnadas del mismo brocado, y con riquísimos
-penachos encarnados, cuajados de toda argentería. Los caballos que les
-dieron estaban encobertados del mismo brocado. Estos caballeros eran
-Mazas, y cada uno de ellos corrió una lanza, y todos ganaron joya:
-todos se holgaron de que salieran con ganancia y en particular el rey,
-porque estaba muy bien con aquel linaje.</p>
-
-<p>Repartidas las joyas a sus damas con gran contento, y al son de
-la música, y recibiéndolos con la artillería, se entraron en el
-castillo.</p>
-
-<p>Luego se oyó mucho ruido<span class="pagenum" id="Page_142">p.
-142</span> de músicas diferentes y parando todas sonaron chirimías,
-trompetas y cajas, que apriesa tocaban un rebato; y oyéndolo, salieron
-los treinta y dos caballeros en sus caballos, con lanzas y adargas, y
-juntos trabaron una vistosa y agradable escaramuza, y siendo acabada,
-tomaron cañas, y repartidos en cuatro cuadrillas comenzaron a jugar
-con mucha destreza; el cual juego siendo acabado, hicieron un caracol
-extremadamente, y con una carrera en pareja que dio cada cuadrilla, se
-salieron de la plaza.</p>
-
-<p>También se salió el castillo disparando mucha artillería, y
-diferente música. Y todos decían, que si la galera había entrado
-vistosa y costosa, que el castillo no era de menos estima y gusto.</p>
-
-<p>Los que estaban con el rey alababan la galera, y otros el castillo,
-y uno de los Zegríes dijo:</p>
-
-<p>—Juro por Mahoma, que tengo gran contento, porque los Zegríes y
-Gomeles han sacado tal invención, que puede competir con la de los
-Abencerrajes; y a no haber salido tal el castillo, estuvieran muy
-desvanecidos: pero bien entenderán que los Zegríes y Gomeles son buenos
-caballeros, y tienen partes tan subidas de punto como ellos.</p>
-
-<p>Un caballero de los Abencerrajes, que allí junto del rey estaba,
-respondió:</p>
-
-<p>—Por cierto, caballero Zegrí, que en lo que habéis hablado no tenéis
-ninguna razón, porque los Abencerrajes son caballeros tan modestos
-que, por próspera fortuna que tengan, no alcanzan más ni menos, ni
-por adversa que les venga se bajan; continuamente se están en un
-ser, y siempre viven en una manera con todos,<span class="pagenum"
-id="Page_143">p. 143</span> siendo afables con los pobres, y
-socorriéndolos; magnánimos con los ricos, y amigos sin doblez ni maña
-ninguna, y así no hallaréis que en Granada ni en todo su reino haya
-caballero Abencerraje mal quisto, ni de nadie mal querido, sino es de
-vosotros los Zegríes y Gomeles, y sin razón los tenéis odiados.</p>
-
-<p>—¿Sin razón os parece? —dijo el caballero Zegrí—. ¿Luego no es causa
-suficiente para aborrecerlos el haber muerto violentamente en el juego
-de cañas al Zegrí Mahomad, cabeza de todo nuestro linaje?</p>
-
-<p>—¿Y no os parece —dijo el Abencerraje— que se movieron los de mi
-linaje con suficiente causa, pues todos los Zegríes se juntaron, e
-hicieron traición contra los Abencerrajes para matarlos, y fueron
-armados con jacos y cotas debajo de las armas, y en lugar de
-cañas tiraban lanzas con hierros agudos, lo cual experimentó bien
-Malique Alabez, pues le pasó el brazo de una parte a otra? Así que
-manifiestamente ha parecido estar en los Zegríes la culpa, y con
-saberlo muy de cierto que fuisteis culpados, tenéis un rencor mortal
-contra nosotros, y nos buscáis mil calumnias.</p>
-
-<p>—Pues así culpáis a los Zegríes —dijo el Zegrí—, y decís que
-ellos fueron agresores y cabeza de bando, ¿por qué causa iba Alabez
-armado?</p>
-
-<p>—Yo os lo diré —dijo el Abencerraje—. Habéis de saber que uno de
-los convocados le dio aviso de la traición, y así se previno él, y por
-entender que semejante villanía no harían tales caballeros, no dio
-aviso a los Abencerrajes; y creedme, que si lo diera, no había de ser
-solo Mahomad, sino que fueron<span class="pagenum" id="Page_144">p.
-144</span> como de juego, y no como de pelea. Pero con todo eso recibid
-lo que ganasteis, pues Malique Alabez vengó bien su herida.</p>
-
-<p>—Si la vengó —dijo el Zegrí—, espero en Alá Santo que lo ha de pagar
-algún día.</p>
-
-<p>El rey y muchos caballeros estuvieron escuchando el coloquio que
-había pasado entre el Abencerraje y el Zegrí, y quisieron responder
-algunos Zegríes; y visto por el rey que se iba encendiendo el fuego,
-les mandó callar, pena de la vida, porque no se revolviera alguna
-pendencia. Oído el mandato callaron, quedando de nuevo encontrados, y
-con intento de vengarse unos de otros.</p>
-
-<p>Estando en esto entró en la plaza un carro triunfante dorado de
-fino, en las esquinas y cuadrángulos talladas todas las cosas que
-habían sucedido desde la fundación de Granada hasta el día presente, y
-dibujados los reyes y califas que la habían gobernado. Oíase dentro del
-carro una acordada música de muchos instrumentos.</p>
-
-<p>Encima del carro venía una gran nube, puesta con tanto artificio,
-que causaba admiración. Echaba de sí infinidad de truenos y relámpagos,
-que su braveza ponía espanto a quien lo miraba. Tras esto llovía una
-menuda gragea de anís con tal concierto, que a todos ponía espanto;
-toda la plaza anduvo desta manera, y como fue junto de los reales
-miradores, con gran sutileza fue abierta en ocho partes, descubriendo
-dentro un cielo azul hermosísimo, adornado de muchas estrellas de oro
-muy relucientes.</p>
-
-<p>Estaba puesto por su arte un Mahoma de oro, sentado en una silla,
-y en las manos una corona de<span class="pagenum" id="Page_145">p.
-145</span> oro, que la ponía sobre la cabeza del retrato de una mora en
-extremo hermosa, la cual traía sus cabellos sueltos como hebras de oro:
-venía vestida de brocado morado, toda la ropa acuchillada, y todos los
-golpes venían tomados con broches de diamantes y esmeraldas. La dama
-fue conocida de todos, que era la hermosa Cobaida.</p>
-
-<p>A su lado estaba sentado un caballero, vestido de la misma librea de
-la dama, y plumas moradas y blancas, con argentería de oro, y el remate
-de ello lo tenía el retrato, que parecía estar preso.</p>
-
-<p>El caballero fue conocido que era Malique Alabez, que habiendo
-sanado de las heridas que le había dado el maestre, quiso hallarse en
-las fiestas, y por la confianza que tenía de su destreza.</p>
-
-<p>El caballo era del maestre, y salió encobertado del mismo brocado,
-testera y penachos de la misma color.</p>
-
-<p>Grande fue el contento que todos recibieron en verle, porque le
-querían mucho, y mayor el gozo de su señora Cobaida, por ver el
-artificio y autoridad con que venía su retrato.</p>
-
-<p>Todos esperaban que empezase Alabez las suertes, por la satisfacción
-que de él tenían, el cual se fue paseando poco a poco delante de su
-carro, por ser bien visto de todos; y en llegando adonde estaba la
-tienda del mantenedor, se detuvo y le dijo:</p>
-
-<p>—Caballero, conforme a las condiciones, ¿gustáis de que corramos
-tres lanzas, que aquí traigo el retrato de mi señora?</p>
-
-<p>—Soy contento —respondió Abenámar, y diciendo esto, tomó una lanza,
-y corrió con tan buen aire, que se llevó la sortija dentro de la
-lanza.</p>
-
-<p>Alabez corrió e hizo<span class="pagenum" id="Page_146">p.
-146</span> lo mismo. En todas las tres lanzas se llevó siempre la
-sortija. Levantaron vocería, diciendo:</p>
-
-<p>—Bravo caballero es Alabez, pues no ha perdido lanza; buena joya
-merece.</p>
-
-<p>Los jueces habían tratado que pusiesen juntos los retratos de
-Abenámar y Alabez, pues ambos eran buenos caballeros, y que por su
-valor se le diese a Alabez una buena joya por la sutil y vistosa
-invención que trajo.</p>
-
-<p>Llamáronle, y venido luego pidió su retrato, y junto con él le
-dieron una navecilla de oro, con todos su aderezos, y él la tomó, y
-al son de muchos instrumentos dio la vuelta a la plaza, y en llegando
-al mirador de la reina, en cuya compañía estaba la hermosa Cobaida, y
-poniendo la navecilla en la punta de la lanza y dándosela, la dijo:</p>
-
-<p>—Servíos, dama hermosa, de esta nave, que va viento en popa, como mi
-deseo.</p>
-
-<p>Cobaida la tomó con rostro vergonzoso, que hermoseó más su
-belleza.</p>
-
-<p>La reina miró la nave, y dijo:</p>
-
-<p>—Por cierto que si navegáis con tan buen piloto, como el que la
-ganó, que os podéis tener por dichosa, aunque merecéis un rey.</p>
-
-<p>Cobaida besó las manos a la reina por tanto favor.</p>
-
-<p>Alabez se fue a su carro, y sentado como de antes, le pusieron la
-cadena al cuello al son de muchos instrumentos, y puesta se cerró la
-nube, comenzando a echar truenos y relámpagos con gran temeridad, que
-parecía querer quemar la plaza, y con esto se salió de ella.</p>
-
-<p>El rey dijo a los caballeros:</p>
-
-<p>—Alabez ha llevado el lauro de todas las invenciones, porque la suya
-ha sido la mejor que he visto jamás.</p>
-
-<p>Los caballeros respondieron, que no se había<span class="pagenum"
-id="Page_147">p. 147</span> visto tal sutileza.</p>
-
-<p>En saliendo la nube, entraron cuatro cuadrillas de caballeros muy
-galanes.</p>
-
-<p>La una cuadrilla, que era de seis caballeros, traía libreas de
-brocado rosado y amarillo, los caballos encobertados con la misma
-librea, con plumas y penachos de la misma color. La otra cuadrilla
-venía de brocado verde y rojo con la misma color, y penachos de la
-librea. La tercera cuadrilla venía de brocado azul y blanco, recamado
-de oro y plata, adornados los caballos con la misma librea. La última
-cuadrilla venía de brocado amarillo y naranjado, con lazos y recamos de
-oro y plata, cubiertos los caballos de la misma librea.</p>
-
-<p>Entraron estos veinte y cuatro caballeros con adargas y lanzas, y en
-ellas pendoncillos de sus libreas, y entre todos hicieron un extremado
-caracol.</p>
-
-<p>Acabado, empezaron una brava escaramuza doce a doce, que parecía
-batalla entre enemigos; y acabada la escaramuza tomaron cañas, y
-divididos en cuatro cuadrillas, jugaron muy bien las cañas, y acabado
-el juego, fuéronse gallardeando al mantenedor, y le dijeron si quería
-correr una lanza con cada uno de ellos. Abenámar respondió que sí la
-correría.</p>
-
-<p>Finalmente con todos veinte y cuatro corrió una lanza, y los quince
-ganaron joya, y al son de los instrumentos las dieron a sus damas, y
-se salieron de la plaza, dejando a la gente de ella contenta por haber
-visto su gentileza y galas.</p>
-
-<p>La una cuadrilla eran Azarques, y en otra Sarracinos, y la tercera
-Alarifes, y la cuarta Aliatares, toda gente noble y principal,
-y estimada de todos. Los<span class="pagenum" id="Page_148">p.
-148</span> antepasados de estos caballeros fueron vecinos de Toledo, de
-los pobladores, gente principal y estimada.</p>
-
-<p>Florecieron estos linajes en tiempo del rey Calafín, que reinó en
-Toledo: este tenía un hermano, que era rey en un lugar que se llamaba
-Belchiz, en Aragón; se decía Zaide, y tenía grandes competencias y
-guerras con un bravo moro llamado Atarfe, deudo muy cercano del rey
-de Granada; y habiendo hecho partes con Zaide y el moro Atarfe, el
-rey de Toledo, por manifestar la alegría que tenía de que su hermano
-y Atarfe fuesen ya amigos, hizo una fiesta solemne, en la cual se
-corrieron toros, y hubo un vistoso juego de cañas, y los jugadores de
-ellas fueron estos cuatro linajes de caballeros, Sarracinos, Alarifes,
-Azarques y Aliatares, abuelos de los caballeros nombrados en el juego
-de sortija.</p>
-
-<p>Otros dicen que las fiestas que el rey de Toledo hizo no fueron
-sino por dar contento a una dama llamada Zelindaja, a quien el rey
-quería mucho, y tomó por achaque las paces de su hermano Zaide con el
-granadino Atarfe.</p>
-
-<p>Sea por una de las dos causas, ellas se hicieron, como está dicho; y
-estos caballeros eran de aquella prosapia y sangre de aquellos cuatro
-linajes.</p>
-
-<p>La causa de vivir en Granada fue, que como se perdió Toledo, se
-retiraron a Granada; y de aquellas fiestas ya dichas y del juego de
-cañas que se hizo en Toledo, quedó grande memoria, por ser las fiestas
-notables de buenas, y por ellas se dijo este</p>
-
-<p class="centra mt15"><span class="pagenum" id="Page_149">p. 149</span>ROMANCE.</p>
-
-<div class="poem ml65 mb1 mt1">
- <p class="i2">Ocho a ocho, diez a diez</p>
- <p class="i0">Sarracinos y Aliatares,</p>
- <p class="i0">juegan cañas en Toledo</p>
- <p class="i0">contra Alarifes y Azarques.</p>
- <p class="i2">Publicó fiestas el rey</p>
- <p class="i0">por las ya juradas paces</p>
- <p class="i0">de Zaide, rey de Belchite,</p>
- <p class="i0">y del granadino Atarfe.</p>
- <p class="i2">Otros dicen que estas fiestas</p>
- <p class="i0">sirvieron al rey de achaque,</p>
- <p class="i0">y que Zelindaja ordena</p>
- <p class="i0">sus fiestas y sus pesares.</p>
- <p class="i2">Entraron los Sarracinos</p>
- <p class="i0">en caballos alazanes,</p>
- <p class="i0">de naranjado y de verde</p>
- <p class="i0">marlotas y capellares.</p>
- <p class="i2">En las adargas traían</p>
- <p class="i0">por empresas sus alfanjes</p>
- <p class="i0">hechos arcos de Cupido,</p>
- <p class="i0">y por letras fuego y sangre.</p>
- <p class="i2">Iguales en las parejas</p>
- <p class="i0">les siguen los Aliatares,</p>
- <p class="i0">con encarnadas libreas</p>
- <p class="i0">llenas de blancos follajes.</p>
- <p class="i2">Llevan por divisa un cielo</p>
- <p class="i0">sobre los hombros de Atlante,</p>
- <p class="i0">y un mote que dice así:</p>
- <p class="i0"><i>Tendrelo hasta que me canse.</i></p>
- <p class="i2">Los Alarifes siguieron</p>
- <p class="i0">muy costosos y galanes,</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_150">p. 150</span>de encarnado y amarillo,</p>
- <p class="i0">y por mangas almaizares.</p>
- <p class="i2">Era su divisa un mundo</p>
- <p class="i0">que le deshace un salvaje,</p>
- <p class="i0">y un mote sobre un bastón</p>
- <p class="i0">en que dice: <i>Fuerzas valen.</i></p>
- <p class="i2">Los ocho Azarques siguieron,</p>
- <p class="i0">más que todos arrogantes,</p>
- <p class="i0">de azul, morado y pajizo,</p>
- <p class="i0">y unas hojas por plumajes.</p>
- <p class="i2">Sacaron adargas verdes,</p>
- <p class="i0">y un cielo azul en que asen</p>
- <p class="i0">dos manos, y el mote dice:</p>
- <p class="i0"><i>En lo verde todo cabe.</i></p>
- <p class="i2">No pudo sufrir el rey</p>
- <p class="i0">que a los ojos le mostrasen</p>
- <p class="i0">burladas sus diligencias,</p>
- <p class="i0">y su pensamiento en balde;</p>
- <p class="i2">Y mirando a la cuadrilla</p>
- <p class="i0">le dijo a Zelin su alcaide:</p>
- <p class="i0">«aquel sol yo le pondré,</p>
- <p class="i0">pues contra mis ojos sale.»</p>
- <p class="i2">Azarque tira bordones</p>
- <p class="i0">que se pierden por el aire,</p>
- <p class="i0">sin que conozca la vista</p>
- <p class="i0">a do suben ni a do caen.</p>
- <p class="i2">Si se adarga o se retira,</p>
- <p class="i0">de mitad del vulgo sale</p>
- <p class="i0">un gritar: <i>Alá te guíe</i>,</p>
- <p class="i0">y del rey un <i>muera, dadle</i>.</p>
- <p class="i2">Zelindaja sin respeto</p>
- <p class="i0">al pasar, por rociarle,</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_151">p. 151</span>un pomo de agua vertía,</p>
- <p class="i0">y el rey gritó: <i>paren</i>, <i>paren</i>.</p>
- <p class="i2">Creyeron todos que el juego</p>
- <p class="i0">paraba, por ser ya tarde,</p>
- <p class="i0">y repite el rey celoso:</p>
- <p class="i0">«prendan el traidor Azarque.»</p>
- <p class="i2">Las dos primeras cuadrillas,</p>
- <p class="i0">dejando cañas a parte,</p>
- <p class="i0">piden lanzas, y ligeros</p>
- <p class="i0">a prender al moro salen,</p>
- <p class="i0">que no hay quien baste</p>
- <p class="i0">contra la voluntad de un rey amante.</p>
- <p class="i2">Las otras dos resistían,</p>
- <p class="i0">si no les dijera Azarque:</p>
- <p class="i0">«Aunque amor no guarda leyes</p>
- <p class="i0">hoy es justo que las guarde.</p>
- <p class="i2">Rindan lanzas mis amigos,</p>
- <p class="i0">mis contrarios lanzas alcen,</p>
- <p class="i0">y con lástima y victoria</p>
- <p class="i0">lloren unos, y otros canten;</p>
- <p class="i0">que no hay quien baste</p>
- <p class="i0">contra la voluntad de un rey amante.»</p>
- <p class="i2">Prendieron, en fin, al moro,</p>
- <p class="i0">y el vulgo para librarle,</p>
- <p class="i0">en corrillos diferentes</p>
- <p class="i0">se divide y se reparte;</p>
- <p class="i2">Mas como falta caudillo</p>
- <p class="i0">que los incite y los llame,</p>
- <p class="i0">se deshacen los corrillos</p>
- <p class="i0">y su motín se deshace:</p>
- <p class="i0">que no hay quien baste</p>
- <p class="i0">contra la voluntad de un rey amante.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_152">p. 152</span>Sola Zelindaja grita:</p>
- <p class="i0">«Libradle, moros, libradle;»</p>
- <p class="i0">y de su balcón quería</p>
- <p class="i0">arrojarse por librarle.</p>
- <p class="i2">Su madre se abraza de ella</p>
- <p class="i0">diciendo: «Loca, ¿qué haces?</p>
- <p class="i0">muere sin darlo a entender,</p>
- <p class="i0">pues por tu desdicha sabes,</p>
- <p class="i0">que no hay quien baste</p>
- <p class="i0">contra la voluntad de un rey amante.»</p>
- <p class="i2">Llegó un recado del rey</p>
- <p class="i0">en que mandó que señale</p>
- <p class="i0">una casa de sus deudos,</p>
- <p class="i0">y que la tenga por cárcel.</p>
- <p class="i2">Dijo Zelindaja: «Digan</p>
- <p class="i0">al rey que por no trocarme,</p>
- <p class="i0">escojo para prisión</p>
- <p class="i0">la memoria de mi Azarque;</p>
- <p class="i0">y habrá quien baste</p>
- <p class="i0">contra la voluntad de un rey amante.»</p>
-</div>
-
-<p>Así estas mismas divisas, motes y cifras sacaron las cuatro
-cuadrillas de los caballeros ya nombrados, como quien las había
-heredado de sus antepasados, y siempre se preciaron de ellas.</p>
-
-<p>Pues habiendo salido de la plaza con bizarría, y alegres por haber
-visto su gala y buen parecer, entró un alcaide de las puertas de Elvira
-a gran priesa, y llegando a la presencia del rey hizo el acatamiento
-debido y le dijo:</p>
-
-<p>—Un caballero cristiano ha llegado, y pide licencia a vuestra alteza
-para entrar a correr tres lanzas con el mantenedor.</p>
-
-<p>—Yo la doy: entre, permitido es.</p>
-
-<p>Luego<span class="pagenum" id="Page_153">p. 153</span> volvió el
-alcaide y abrió la puerta.</p>
-
-<p>En entrando por la plaza pusieron al punto los ojos en él y en
-su buen talle; y en solo su aspecto le consideraban victorioso y
-triunfante de los despojos ganados por Abenámar, y aun del retrato de
-su dama y de la estimada cadena. No hubo caballero ni dama a quien su
-vista no causara alegría.</p>
-
-<p>En la parte izquierda del capellar traía una cruz colorada, la cual
-daba ser y adorno a su persona. El cristiano caballero poniendo los
-ojos en todas partes, dio vuelta a la plaza, y llegando a los miradores
-reales hizo gran reverencia al rey, a la reina y a las damas: a él le
-hicieron mucha cortesía, y las damas se levantaron en pie.</p>
-
-<p>Fue conocido de todos el caballero cristiano, que era el maestre
-de Calatrava, de cuya fama y hechos tenía el mundo entera noticia. El
-rey se alegró en saber quién era, y que hubiese venido a honrarle su
-fiesta.</p>
-
-<p>Habiendo, pues, dado vuelta a toda la plaza, llegó al mantenedor y
-le dijo:</p>
-
-<p>—En tantos despojos y joyas como veo a los pies de ese hermoso
-retrato, cuya hermosura, noble caballero, dicen que defendéis, echo
-de ver el valor de vuestra persona; y así sois digno de que todos os
-honren y tengan en lo que se debe estimar tal caballero como vos.
-¿Seréis servido de correr conmigo un par de lanzas, a ley de buenos
-caballeros, sin que haya interés de retrato?</p>
-
-<p>Abenámar miró bien al caballero, y se volvió a Muza y le dijo:</p>
-
-<p>—Este caballero me parece que es el maestre de Calatrava con quien
-trabaste tanta amistad; paréceme<span class="pagenum" id="Page_154">p.
-154</span> que en la cruz roja le quiero conocer.</p>
-
-<p>Muza puso los ojos en el maestre, y luego le conoció, y le fue a
-abrazar diciendo:</p>
-
-<p>—Seáis bienvenido, flor de toda la cristiandad, y aun también de la
-morisma, pues aquí os conocen por las obras contra su voluntad; y en
-Castilla y todo el mundo sois conocido solo por oídas.</p>
-
-<p>El maestre le abrazó, agradeciendo lo que en su alabanza había
-dicho.</p>
-
-<p>Abenámar se llegó a él, y le dijo que él se holgaría de correr dos
-o tres lanzas con tal caballero. Y diciendo esto corrió una lanza
-extremadamente, pero el maestre corrió la suya con más ventaja.</p>
-
-<p>Finalmente, corrieron tres lanzas y todas las ganó el maestre.</p>
-
-<p>Todos entendieron que trajera retrato, pero no era miliciano de
-Cupido sino de Marte; porque en verdad, no puede ningún caudillo que
-pretende alcanzar honra por sus hazañas, entretenerse en amores; y si
-lo hiciere, su nombre será borrado de las memorias de todos.</p>
-
-<p>Los jueces llamaron al maestre y le dieron por premio la cadena
-de dos mil doblas de valor, pues no había traído retrato, que si lo
-trajera llevara el retrato y los despojos.</p>
-
-<p>El maestre recibió la cadena, y al son de la música que había
-en la plaza, fue dando vuelta a toda ella, acompañado de todos los
-caballeros; y en llegando a los miradores de la reina, hizo una muy
-grande reverencia, y alzándose en los estribos, besó la cadena, y se la
-dio, diciendo:</p>
-
-<p>—Vuestra alteza reciba esa niñería, que no hallo otra persona digna
-de ella. No extrañe vuestra alteza mi atrevimiento, que lícito es en
-tales actos recibir cualquiera<span class="pagenum" id="Page_155">p.
-155</span> joya.</p>
-
-<p>Levantose la reina y recibiola, y besándola se la puso al cuello, y
-haciéndole una mesura se volvió a asentar.</p>
-
-<p>El maestre inclinó la cabeza al rey, y se volvió con Muza y otros
-caballeros que le querían bien, por tener tanta fama en todo aquel
-reino, por las muchas entradas que hacía entre año, y de todas
-conseguía victoria.</p>
-
-<p>A esta sazón el muy valiente y esforzado Albayaldos, que tenía
-muy grande deseo de verse en batalla con el maestre para probar sus
-fuerzas, y porque el maestre había muerto a un deudo suyo con quien
-él tenía mucha amistad, se quitó del lado del rey con disimulación, y
-subió sobre una yegua bien aderezada, y acompañado de sus amigos se fue
-paseando adonde estaba el maestre y el valiente Muza; y contemplando el
-buen talle del maestre y su donaire, le dijo:</p>
-
-<p>—Grande ha sido y es el gozo que todos hemos recibido, esforzado
-e invicto maestre, de verte tan galán y de fiesta, y fuera muy mayor
-mi contento si te viera con tus fuertes y lucientes armas, como otras
-veces te he visto en la Vega, y en ella tuviéramos los dos escaramuza,
-que ha días que lo deseo, y son dos causas las que me mueven. La una
-por el gran valor que la fama ha derramado por el mundo de tu persona,
-y el deseo que tengo de vencerte para ser el interesado en todo. La
-otra por vengar la muerte que le diste a mi primo el rey Mahomad.
-Aunque te conozco, y sé que se la diste en trabada y muy reñida
-escaramuza, con todo eso me llama y provoca a venganza el amor de mi
-querido primo:<span class="pagenum" id="Page_156">p. 156</span> y por
-tanto tente desde hoy por desafiado, para que cuando fuere tu voluntad
-se ponga en ejecución mi deseo; y saldré con armas y caballo, y conmigo
-irá Malique Alabez.</p>
-
-<p>Atentamente escuchó el maestre todo lo que le dijo el valeroso
-Albayaldos, y con rostro risueño le respondió así:</p>
-
-<p>—Si te ha sido alegría el verme con traje galán, y gustaras más de
-verme con armas, yo me holgaría infinito saber que esa era tu voluntad
-para venir prevenido, y que en aqueste día pusiéramos por obra lo
-que deseas: tu valor publican los cristianos que corren la Vega; y
-ahora lo confirmo en que me has desafiado. Dices tener deseo de verte
-conmigo por mi valor: otros muchos caballeros cristianos hay que honran
-mis hazañas, y con quien ganaras más fama; y si te incita a tener
-escaramuza la vertida sangre de tu primo el rey Mahomad, como dices, sé
-decirte, que no vi, ni sentí en él punto de cobardía, sino que murió
-como caballero peleando; y pues tu gusto es de probar tus fuerzas con
-las mías, yo soy contento de ello, y así mañana te aguardo en la fuente
-del Pino, donde estaré con solo un cristiano, padrino mío, que se llama
-D. Manuel Ponce de León; y para que estés cierto de que no habrá otra
-cosa, recibe este guante en señal de la escaramuza aplazada.</p>
-
-<p>Diciendo esto, le dio un guante derecho; y el moro lo recibió,
-y le dio al maestre un anillo de oro, que era su sello. Muza y los
-caballeros quisieron que no se hiciera la escaramuza, mas no quiso
-ninguno desistir de su palabra dada; y así quedó hecho el<span
-class="pagenum" id="Page_157">p. 157</span> desafío entre los dos para
-el día siguiente.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch11">
- <h2 class="nobreak">CAPÍTULO XI.</h2>
- <p class="subh2h"><i>De la batalla que Albayaldos tuvo con el maestre
- de Calatrava, y cómo el maestre le venció y dio muerte.</i></p>
-</div>
-
-<p><span class="cap">E</span>l desafío de los dos valerosos caballeros
-aceptado, por ser ya tarde se fue el maestre, habiéndose despedido de
-todos: dejémosle ir y volvamos al fin del juego de sortija.</p>
-
-<p>Pues como ya se había puesto el sol y no venía ningún caballero, los
-jueces mandaron a Abenámar, que dejase la tienda, pues no venía ningún
-caballero; que él lo había hecho, como todos tenían la confianza, y que
-había ganado mucho nombre, y ricos despojos y retratos muy hermosos;
-pero que al fin el de su Fátima excedía a todos.</p>
-
-<p>El vencedor Abenámar mandó quitar el aparador de las joyas, que aún
-quedaban muchas y muy ricas.</p>
-
-<p>Los jueces se bajaron del tablado y subieron a caballo, y pusieron
-enmedio al fuerte Abenámar y su padrino Muza, y con toda la caballería
-en su compañía, y al son de música dieron vuelta a la plaza, dándole
-mil parabienes de su victoria; y en llegando a los miradores reales
-de la reina, tocaron chirimías, dulzainas y atabales, y otros
-instrumentos, y dio a Fátima todos los despojos ganados en la sortija,
-diciendo:</p>
-
-<p>—Toma, señora, lo que de derecho te toca, porque tu hermosura lo ha
-conquistado; y así es bien que<span class="pagenum" id="Page_158">p.
-158</span> lo goces y dispongas de ello a tu gusto como tuyo.</p>
-
-<p>Fátima lo recibió todo sin responder; porque la vergüenza la ocupó;
-aunque con los ojos le dio mil gracias, cifra con que en tal caso los
-amantes se entienden.</p>
-
-<p>No fue poca la envidia que causaron a Galiana y a Jarifa ver los
-ricos trofeos en poder de Fátima, y más les causó ver entre ellos sus
-retratos.</p>
-
-<p>Estaba Galiana muy triste y imaginando cien mil cosas: consideraba
-que Abenámar había ordenado aquellas fiestas por vengarse de su
-ingratitud; y más lo sentía por ver ausente a Sarracino, que no volvió
-más a la plaza.</p>
-
-<p>El rey, visto era tarde, se quitó de los miradores, y la reina, y se
-fueron al Alhambra.</p>
-
-<p>Aquella noche cenaron con el rey todos los del juego de sortija,
-menos Sarracino que fingió estar indispuesto.</p>
-
-<p>Con la reina cenaron las más principales damas de la corte, en la
-cual cena hubo muy alegres fiestas y un sarao público.</p>
-
-<p>Danzaron todas las damas y caballeros con las libreas que habían
-jugado la sortija. Sola Galiana no danzó, porque estaba triste por la
-ausencia de su moro, aunque fingió estar indispuesta. Bien conoció la
-reina su pena, aunque lo disimulaba. Celima su hermana la consolaba lo
-posible, pero no admitía ningún consuelo, porque tenía el corazón muy
-lastimado.</p>
-
-<p>El que se aventajó a todos fue el fuerte Gazul con la hermosa
-Lindaraja, a quien él tanto amaba, y ella a él; lo cual sintió mucho el
-fuerte Reduán de verse aborrecido de quien él tanto amaba; y ardiendo
-en rabiosos celos, propuso en su corazón el matar a Gazul; pero no le
-sucedió<span class="pagenum" id="Page_159">p. 159</span> como pensó,
-según adelante diremos, en una escaramuza que ambos tuvieron sobre la
-hermosa dama Abencerraje.</p>
-
-<p>De esta dama se hace mención en otras partes, y más en una
-recopilación del Bachiller Pedro de Moncayo, adonde la llama Celima.
-Llamáronla así por su lindeza, y porque era extremada en hermosura;
-pero su propio nombre era Lindaraja, por ser Abencerraje. Adelante se
-tratará de ella, y de Gazul después de la violenta y cruda muerte que
-se dio a los Abencerrajes por la traición que les levantaron.</p>
-
-<p>Y tornando a la historia, siendo la mayor parte de la noche pasada
-en danzas, bailes y otros regocijos, y habiéndoles hecho el rey mucha
-honra a Abenámar y a los justadores, les mandó ir a reposar.</p>
-
-<p>La noble y hermosa Fátima dio todos los retratos a las damas cuyos
-eran, pasando entre ellas muchos donaires y gracias, quedando muy
-obligadas a la triunfadora por la magnificencia que con ellas había
-usado.</p>
-
-<p>Despedidos del rey los caballeros, se fue cada uno a su casa, y
-asimismo las damas que no eran de palacio.</p>
-
-<p>Albayaldos no pudo reposar el resto de la noche, y tomando la mañana
-salió del Alhambra a aguardar a Malique Alabez, y en llegando le
-dijo:</p>
-
-<p>—Tarde habemos salido de la fiesta.</p>
-
-<p>—Así me parece —dijo Alabez—, pero hoy podremos reposar del trabajo
-pasado.</p>
-
-<p>—Antes será al revés —dijo Albayaldos—, porque ayer vestisteis gala
-de brocado y seda, y hoy conviene vestiros de pelea con las duras
-armas.</p>
-
-<p>—¿Pues por qué causa? —dijo Alabez.</p>
-
-<p>—Porque tengo desafiado para hoy<span class="pagenum"
-id="Page_160">p. 160</span> al maestre de Calatrava, y hemos de
-escaramucear en la Vega, y os he señalado por mi padrino.</p>
-
-<p>—Pues con tal caballero tenéis aplazada escaramuza, plegue al
-santo Alá que os vaya bien con él, aunque yo lo pongo en duda, porque
-es muy diestro y experimentado en las armas; y puesto que me habéis
-recibido por padrino, vamos en buen hora, y por la real corona de mis
-antepasados que me holgaría que viniésemos con victoria del desafío. ¿Y
-el rey sabe esto?</p>
-
-<p>—Yo entiendo que no —respondió Albayaldos—, si no es que se lo haya
-dicho Muza, porque estuvo presente en nuestro desafío.</p>
-
-<p>—Sea como fuere, sépalo o no, vamos temprano —dijo Alabez— y sin
-que el rey ni nadie lo entienda, salgamos a la Vega a vernos con el
-maestre. ¿Y el maestre señaló padrino?</p>
-
-<p>—Sí —dijo Albayaldos—, a D. Manuel Ponce de León.</p>
-
-<p>—Si así es, vive Alá que no podremos dejar de venir él y yo a las
-manos, porque ya sabéis la escaramuza que tuvimos, dijo Alabez, y
-él tiene mi caballo y yo el suyo, y quedó concertado que cuando nos
-viéramos otra vez daríamos fin a la escaramuza.</p>
-
-<p>—No os dé pena eso —dijo Albayaldos—, que confianza tengo de que
-vengamos victoriosos.</p>
-
-<p>Alabez dijo:</p>
-
-<p>—Vamos a alistar nuestras armas, y a ponernos como conviene, que
-importa partirnos luego.</p>
-
-<p>Con esto se partieron los dos valientes guerreros y aderezaron lo
-que les convenía para la pelea, y una hora antes del día se partieron
-de la ciudad muy secretamente, por no ser de nadie conocidos, y se
-fueron por el campo de Arbolote, lugar que<span class="pagenum"
-id="Page_161">p. 161</span> es dos leguas de Granada, para de allí ir a
-la fuente del Pino, donde quedó tratado entre el maestre y Albayaldos
-que se habían de juntar.</p>
-
-<p>El sol empezaba ya a alumbrar el mundo, y con la hermosura de sus
-rayos a dar ser a las inclinadas rosas y yerbas con el peso del rocío
-de la noche, cuando los dos valerosos moros llegaron a la villa de
-Arbolote, y pasando sin parar, se fueron a la fuente del Pino, tan
-nombrada y celebrada de todos los moros de Granada y su tierra; y sería
-una hora salido el sol, cuando llegaron a la fresca fuente, la cual
-cubre una hermosa sombra de un pino, que por eso tenía la fuente aquel
-nombre.</p>
-
-<p>Llegados allí, no vieron a nadie, y apeándose de los caballos
-colgaron las adargas en los arzones, y arrimaron sus lanzas, y
-sentándose junto a la fuente se refrescaron en la cristalina agua, y
-empezaron a tratar de cómo no venía el maestre, y por qué sería su
-tardanza.</p>
-
-<p>Dijo Albayaldos:</p>
-
-<p>—¿Mas si nos hiciese burla el maestre y no viniese?</p>
-
-<p>—No digáis eso —dijo Alabez—, que el maestre es buen caballero y no
-dejará de venir, que aún es muy de mañana.</p>
-
-<p>Y diciendo esto vieron venir dos cristianos, muy bien puestos, con
-lanzas y adargas, en dos feroces caballos, y ambos de pardo y verde,
-y plumas de dos colores; conociéronlos luego en que se divisaba en
-medio de la adarga una cruz roja que campeaba en blanco. El otro
-caballero también tenía en su adarga otra cruz diferente, porque era de
-Santiago.</p>
-
-<p>—¿No os decía yo —dijo Alabez— que el maestre no tardaría? Mirad si
-es<span class="pagenum" id="Page_162">p. 162</span> cierto.</p>
-
-<p>Estando en esto llegaron los dos valerosos guerreros, flor de la
-cristiandad, y saludaron a los moros, y dijo el maestre:</p>
-
-<p>—A lo menos hasta ahora somos perdidosos, pues no habemos venido
-primero.</p>
-
-<p>—Poco importa —respondió Albayaldos—, que no consiste en eso la
-victoria.</p>
-
-<p>Estando en esto relinchó el caballo del maestre, y mirando los
-cuatro caballeros al camino de Granada, vieron venir por él un moro
-a todo correr de su caballo: venía vestido de marlota y capellar
-naranjado, y en una adarga azul un sol en negras nubes que parecía
-oscurecerlo, y en torno de la adarga unas letras rojas que decían:
-<i>Dame luz, o escóndete</i>.</p>
-
-<p>Atentamente fue de todos mirado, y de Albayaldos y Alabez conocido,
-que era el valeroso Muza; el cual como supo que Alabez y Albayaldos
-habían salido de Granada al cumplimiento del desafío, partió a la costa
-de la ciudad por si pudiera evitar la escaramuza, o cuando no hallarse
-en ella.</p>
-
-<p>Y en llegando les dijo:</p>
-
-<p>—Bien entendíades, caballeros, que habíais de hacer aquesta
-escaramuza solos, pues por Alá santo que le he dado la priesa posible
-a mi caballo por hallarme en ella, y mi principal intento ha sido
-venir a suplicaros, caballeros esforzados y valientes, que os sirváis
-de no ir en la prosecución del desafío, por hacerme merced, pues no
-hay urgente causa. ¿Qué provecho sacaréis en matar uno al otro, o por
-desgracia que mueran ambos? Ea, caballeros, no permitáis que falte
-del mundo ninguno de vosotros. Ambos sois mis amigos, y cualquiera
-desgracia<span class="pagenum" id="Page_163">p. 163</span> que suceda
-a uno de vosotros o a los dos, me lastimará en el alma. No consintáis
-que mi venida y ruego sea en vano. Esto pido muy encarecidamente a los
-dos, y en particular al maestre.</p>
-
-<p>Y dando fin a sus razones Muza, le respondió el maestre:</p>
-
-<p>—Por cierto, noble Muza, que por daros gusto y pedírmelo con tanto
-encarecimiento, y por la mucha amistad que os tengo, haré de mi parte
-todo lo que me pedís, y yo alzo la palabra puesta del desafío, y no
-trataré más de él, como quiera Albayaldos y sea su gusto, porque a no
-serlo, no soy el todo, sino parte, y esa rindo a vuestra voluntad.</p>
-
-<p>—A gran merced tengo la que me hacéis, y no esperaba yo menos de un
-caballero tan principal como vos sois, señor maestre. ¿Y vos, señor
-Albayaldos, no me haréis merced que cese ese rencor?</p>
-
-<p>Albayaldos respondió:</p>
-
-<p>—Señor Muza, tengo tan presente la sangre vertida de mi primo
-hermano, por la violencia del penetrante hierro de la lanza del
-maestre, que no me da lugar a que haga lo que me mandáis, aunque de
-cierto supiera morir a sus manos. Y si muriere yo en esta escaramuza
-será honrosa mi muerte; y si yo venciere y matare al maestre, todas sus
-glorias serán mías, y en lo que he dicho estoy resuelto.</p>
-
-<p>El fuerte D. Manuel Ponce de León no gustaba de tantas arengas, y
-así dijo:</p>
-
-<p>—Caballeros, gusto es del señor Albayaldos vengar la muerte de su
-primo: no es menester sino que se ponga en ejecución. El señor Alabez y
-yo quedamos concertados de dar fin a una escaramuza que tenemos<span
-class="pagenum" id="Page_164">p. 164</span> empezada, y pues hoy viene
-a coyuntura pelearemos todos, y Muza será padrino de los cuatro.</p>
-
-<p>Alabez dijo:</p>
-
-<p>—Bien concertado está; no aguardemos a más conversación, no se
-nos vaya el tiempo en balde, y sean las obras más que las palabras;
-junto, si hay lugar, y gustáis de ello, señor D. Manuel, querría
-que me dieseis mi caballo y recibieseis el vuestro, y empecemos la
-escaramuza.</p>
-
-<p>—No quede por eso, dijo D. Manuel, dadme ese, y aquí tenéis el
-vuestro, que bien os sé decir que antes de mucho serán ambos de uno de
-los dos.</p>
-
-<p>Y diciendo esto destrocaron los caballos, y cada uno quedó contento
-con su prenda. El bravo Muza, visto que no había podido alcanzar lo que
-pretendía, se previno para el oficio que le habían señalado.</p>
-
-<p>El maestre llevaba en torno de su adarga unas letras rojas, así como
-la cruz, que decían: <i>Por esta morir pretendo</i>. D. Manuel llevaba
-por la orla de su adarga otra letra que decía: <i>Por esta y por la
-fe</i>.</p>
-
-<p>Malique Alabez y Albayaldos iban de una librea de damasco azul,
-marlota y capellar con muchos frisos de oro. Alabez llevaba en su
-adarga su acostumbrado blasón y divisa, en campo rojo una banda morada,
-y en ella una media luna, las puntas arriba, y encima de ellas una
-hermosa corona de oro con una letra que decía: <i>De mi sangre</i>.
-Albayaldos llevaba por divisa en su adarga, en campo verde un dragón de
-oro con una letra que decía en arábigo: <i>Nadie me toque</i>. Estaban
-tan galanes con sus libreas y divisas, que parecían no ir a pelear,
-y debajo de ellas llevaban<span class="pagenum" id="Page_165">p.
-165</span> fuertes armas.</p>
-
-<p>Albayaldos encolerizado y muy brioso empezó a menear su caballo, y
-aprestarse para la escaramuza, y a llamar al maestre que viniera; el
-cual haciendo primero la señal de la cruz, movió su caballo a media
-rienda, poniendo los ojos en su enemigo con gran diligencia.</p>
-
-<p>Alabez como se vio con su estimado caballo, como si fuera un Marte
-arremetió por el campo, y lo mismo hizo D. Manuel con el suyo, que
-en bondad ninguno le excedía: así se trabó entre todos cuatro una
-escaramuza de las más bravas y sangrientas que hasta entonces se habían
-visto.</p>
-
-<p>Y no hay que espantarse de la exageración, pues eran los dos
-cristianos la mapa de la corte del rey de Castilla, y los dos moros del
-de Granada.</p>
-
-<p>Albayaldos viendo muy cerca de sí al maestre, arremetió a él
-abalanzándose con intento de herirle, de suerte que feneciera presto la
-escaramuza; pero fue diferente de lo imaginado, porque así como le vio
-venir tan de rebato, reconoció su intento: hizo que le aguardaba, pero
-al tiempo de embestir, con mucha destreza picó al caballo haciéndole
-dar un gran salto en el aire, y retirose poco trecho por un lado; de
-modo que el encuentro del moro no hizo efecto, y el maestre revolvió
-como un pensamiento, y en lo descubierto de la adarga le dio un bote de
-lanza tan duro, que la fuerte cota que el moro llevaba fue rompida, y
-la carne abierta con el duro hierro.</p>
-
-<p>No hubo áspid ni víbora pisada al descuido del rústico villano,
-que tan presto fuese a la venganza de su daño,<span class="pagenum"
-id="Page_166">p. 166</span> ni embravecido león con onza que le hubiese
-herido, como el bravo Albayaldos revolvió a herir al maestre, bramando
-como un toro, lleno de ponzoñosa cólera; y como le vio tan cerca de sí,
-arremetió con tanta presteza, que el maestre no tuvo tiempo de usar la
-primera maña ni destreza; y así el moro le hirió tan poderosamente,
-que le atropelló la adarga, rompió el fuerte escudo, e hirió mal al
-maestre.</p>
-
-<p>El moro rompió la lanza del golpe, y arrojando el trozo revolvió su
-caballo para tener lugar de echar mano al alfanje; mas no pudo revolver
-tan presto como lo imaginó, de manera que el maestre tuvo lugar de
-arrojarle la lanza porque no se fuese.</p>
-
-<p>La lanza fue arrojada antes de tiempo, porque pasó por delante de
-los pechos del caballo de Albayaldos con tanta furia, como si fuera una
-saeta despedida del corvo arco; de modo que gran parte de la dura asta
-fue clavada en tierra, y eso a tiempo que el caballo del moro llegaba,
-el cual andando tropezó en el asta que quedaba retemblando, de suerte
-que sin poderse valer dio en el suelo.</p>
-
-<p>El bravo moro como vio en tal aprieto su vida, le espoleó para que
-de todo punto cayese; mas no lo pudo hacer el moro tan presto, que el
-valiente D. Rodrigo no fuese a él con la espada desnuda, y antes que se
-levantase el caballo le dio de punta una brava herida.</p>
-
-<p>Malique Alabez volvió el rostro hacia donde lidiaban el maestre y
-Albayaldos, y como le vio en tan notorio peligro, volvió las riendas a
-su caballo por favorecerle, y dejó a D. Manuel,<span class="pagenum"
-id="Page_167">p. 167</span> que muy trabada escaramuza tenía con él, y
-como un águila llegó adonde estaba el maestre, a tiempo que traía el
-brazo levantado para tornar a herir a Albayaldos, y de través le hirió
-de un bote de lanza, tan a sobre seguro y a su salvo, que no embargante
-ser muy mal herido, si no se asiera a las crines del caballo, cayera en
-tierra sin duda.</p>
-
-<p>El moro rompió su lanza con aquella herida que dio, y había puesto
-mano a su cimitarra para volver al maestre, cuando D. Manuel llegó a
-todo correr de su caballo por socorrer al maestre que estaba en mucho
-peligro, y sin duda que allí acabara su vida, y con una emponzoñosa
-cólera le dio a Alabez un golpe con la espada, que le quitó el sentido;
-y aunque fue la herida pequeña, porque le dio casi de llano, con todo
-eso fue dado con tanta fuerza, que le aturdió, y sin ningún remedio
-cayó del caballo, y con la caída casi volvió en sí, y reconociendo su
-peligro, como era de animoso corazón, se quiso levantar; mas D. Manuel
-no le dio lugar, porque habiendo saltado de su caballo, fue a él, y con
-gran furia le dio otro golpe por encima de un hombro, que le hizo una
-mala herida.</p>
-
-<p>De aquel golpe tornó Alabez a caer en el suelo, y D. Manuel fue a
-cortarle la cabeza; pero como Alabez se vio en tal extremo, habiendo
-recobrado todo su natural acuerdo, puso mano a un puñal que tenía, y
-con la mayor fuerza que pudo le dio a D. Manuel dos grandes heridas,
-una en pos de otra.</p>
-
-<p>D. Manuel, viéndose tan mal herido, puso mano a una daga que tenía,
-y levantando<span class="pagenum" id="Page_168">p. 168</span> el
-invencible brazo, le fue a cortar la garganta para dividirle la cabeza
-del pescuezo; mas impidiolo el bravo Muza, que había estado mirando
-la escaramuza; y como vio a Alabez en tal aprieto, fue corriendo,
-y arrojándose de su caballo, detuvo el invicto y fuerte brazo a D.
-Manuel, diciendo:</p>
-
-<p>—Señor D. Manuel, suplícoos me hagáis merced de la vida de este
-vencido caballero.</p>
-
-<p>D. Manuel, que hasta entonces no le había visto ni sentido, volvió
-la cabeza, por ver quién se lo pedía; y conociendo ser Muza, hombre de
-tanto valor, y viéndose tan mal herido, y recelándose si no otorgaba la
-vida de tener escaramuza con él en tan mala ocasión, dijo que le placía
-de hacer lo que le pedía; y levantándose de encima de Malique, aunque
-con trabajo por estar desangrado, y tener penetrantes heridas, le dejó
-libre.</p>
-
-<p>Malique estaba muy de peligro, y sin fuerza para levantarse del
-suelo, porque se desangraba muy apriesa.</p>
-
-<p>Muza condolido de él, le alzó de la tierra, y le llevó a la fuente,
-dando muchas gracias a D. Manuel; el cual mirando el estado de la
-escaramuza del maestre y de Albayaldos, vio como el moro andaba
-desmayado y para caer, porque tenía tres heridas mortales, una de
-lanza, y dos de espada.</p>
-
-<p>El maestre, viendo que D. Manuel había quedado vencedor de un tan
-buen caballero como Alabez, cobró ánimo de nuevo, y con una honrosa
-vergüenza, porque tanto se dilataba su victoria, arremetió con toda
-furia para Albayaldos, y dándole un golpe muy pesado sobre la cabeza,
-no pudiéndose ya<span class="pagenum" id="Page_169">p. 169</span>
-el moro apartar, malamente herido, dio con él en el suelo sin ningún
-sentido, quedando el maestre con tres heridas.</p>
-
-<p>El fuerte Muza que vio caído a Albayaldos, fue al maestre, y
-le pidió de merced que no pasase más adelante la escaramuza, pues
-Albayaldos más estaba muerto que vivo.</p>
-
-<p>El maestre se lo concedió, y asignando la mano para levantarle, no
-se la dio, porque estaba casi privado de su sentido; y llamándole por
-su nombre, Albayaldos abrió los ojos, y con voz débil y flaca, como
-quien iba rindiendo el alma, le dijo que quería ser cristiano.</p>
-
-<p>Mucho fue el gozo de los dos cristianos; y cogiéndole entre ambos,
-le llevaron a la fuente, y el maestre le bautizó en nombre de la
-Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y le puso por nombre
-D. Juan, y muy tiernamente se despidieron de los dos moros, y le
-encargaron a Muza cuidase de aquel caballero, porque ellos se iban a
-curar, que estaban muy mal heridos.</p>
-
-<p>—Alá santo os guarde —dijo el afligido Muza—, y él querrá que algún
-día os pague las mercedes que me habéis hecho.</p>
-
-<p>Los fuertes cristianos se fueron adonde su gente los aguardaba, que
-era en el Soto de Roma que dicen, por donde pasa el río Genil, y allí
-fueron con toda diligencia curados.</p>
-
-<p>Volvamos al fuerte Muza, que había quedado en la fuente del Pino con
-los dos moros heridos. Malique Alabez ya puesto en todo su acuerdo,
-y no tan mal herido como se entendía, le dijo a Muza, qué era lo que
-había de hacer.</p>
-
-<p>Muza respondió, que quería aguardar a ver en qué paraba<span
-class="pagenum" id="Page_170">p. 170</span> el buen Albayaldos que
-estaba acabando, y que si él traía ungüento, que le curaría de modo que
-fuese a Arbolote, y que allí se podría curar despacio.</p>
-
-<p>Alabez dijo que mirase en su mochila, que allí había lo
-necesario.</p>
-
-<p>Muza fue al caballo de Alabez, y trajo paños y ciertos ungüentos
-para curar heridas, y poniéndole sobre ellas de los ungüentos, se las
-apretó con unos paños; y curado Malique subió en su caballo, y se fue
-a Granada, yendo considerando el valor de D. Manuel y del maestre; y
-tenía pensamiento de ser cristiano, entendiendo que la fe de Jesucristo
-era mejor y de más excelencias, y por gozar de la amistad de tan
-valerosos caballeros como aquellos, y de otros de cuya fama estaba el
-mundo lleno.</p>
-
-<p>Con estos pensamientos llegó a Arbolote, y en casa de un amigo suyo
-se apeó, donde fue curado de manos de un cirujano experimentado, donde
-lo dejaremos por volver a Muza, que quedó con Albayaldos, al cual
-aunque se volvió cristiano no le desamparó, antes procuró de curarle; y
-desnudándole le halló tres heridas penetrantes, sin otra que tenía en
-la cabeza, y viendo que eran de muerte, no quiso curarlo, por no darle
-pena, y le dijo:</p>
-
-<p>—¡Cuánto me pesa de verte así! Si admitieras mi consejo, no vinieras
-a este estado.</p>
-
-<p>El nuevo cristiano D. Juan abrió los ojos, y mirando al cielo, con
-las ansias de la muerte decía:</p>
-
-<p>—¡Oh, buen Jesús! ten misericordia de mí, y no mires que
-siendo moro te ofendí, persiguiendo tus cristianos. Mira tu
-grandísima misericordia, que es mayor que mis<span class="pagenum"
-id="Page_171">p. 171</span> pecados; y mira, Señor, que tú dijiste por
-tu boca, que en cualquier tiempo que el pecador se volviese a ti, sería
-perdonado.</p>
-
-<p>Adelante quería pasar D. Juan, mas no pudo, porque se le trabó la
-lengua, y comenzó a revolcarse a un lado y a otro por un lago de sangre
-que de sus heridas salía, y de la cual estaba todo bañado, que era
-compasión; y por esto se hizo este romance, que dice así:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">De tres heridas mortales,</p>
- <p class="i0">de que mucha sangre vierte,</p>
- <p class="i0">el valeroso Albayaldos</p>
- <p class="i0">herido estaba de muerte:</p>
- <p class="i2">El maestre le hiriera</p>
- <p class="i0">en batalla dura y fuerte.</p>
- <p class="i0">Revolcándose en su sangre</p>
- <p class="i0">con el dolor que se advierte,</p>
- <p class="i2">Los ojos mirando al cielo,</p>
- <p class="i0">decía de aquesta suerte:</p>
- <p class="i0">«Sírvete, dulce Jesús,</p>
- <p class="i0">que en este tránsito acierte</p>
- <p class="i0">a acusarme de mis culpas</p>
- <p class="i0">para que yo pueda verte.</p>
- <p class="i2">Y tu Madre piadosa</p>
- <p class="i0">mi lengua rija y gobierne,</p>
- <p class="i0">porque Satanás maldito</p>
- <p class="i0">mi alma no desconcierte.</p>
- <p class="i2">¡Oh, hado duro y acerbo,</p>
- <p class="i0">si yo quisiera creerte,</p>
- <p class="i0">no viniera a tal estado,</p>
- <p class="i0">ni viniera así a perderme!</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_172">p. 172</span>El cuerpo doy por perdido,</p>
- <p class="i0">que el alma no se me pierde,</p>
- <p class="i0">porque confío en las manos</p>
- <p class="i0">de aquel que pudo hacerme.</p>
- <p class="i2">Lo que te ruego, buen Muza,</p>
- <p class="i0">si en algo has de socorrerme,</p>
- <p class="i0">que aquí me des sepultura</p>
- <p class="i0">debajo del pino verde;</p>
- <p class="i2">Y encima pon un letrero,</p>
- <p class="i0">que declare esta mi muerte;</p>
- <p class="i0">y le dirás al rey Chico</p>
- <p class="i0">como yo quise volverme</p>
- <p class="i2">Cristiano en aqueste trance,</p>
- <p class="i0">porque no pueda ofenderme</p>
- <p class="i0">el fementido Alcorán,</p>
- <p class="i0">que pretende oscurecerme.»</p>
-</div>
-
-<p>Muy atento había estado el fuerte Muza a las razones del nuevo
-cristiano, y tanto sentía su mal, que no podía dejar con lágrimas en
-sus ojos de hacer un tierno sentimiento, considerando el estado en que
-estaba tan bravo caballero, y las grandes victorias por él alcanzadas
-contra los cristianos; las riquezas que dejaba, el brío, la valentía y
-fortaleza de su persona, y la grande estima y reputación en que estaba
-puesto; y verle tendido en el duro suelo, revolcándose en su sangre,
-y sin poder restañar la poca que le quedaba; y acercándose a él para
-consolarle, viendo cómo el nuevo convertido hizo señal de la Santa Cruz
-y la besó, y diciendo JESÚS rindió el alma a su Criador.</p>
-
-<p>Lastimose tanto de ver al<span class="pagenum" id="Page_173">p.
-173</span> nuevo cristiano muerto, que derramó muchas lágrimas sobre
-el difunto con el dolor que tenía de la muerte de su amigo; mas visto
-que el llorar y hacer sentimiento doloroso no hacía al caso, se consoló
-dejando el llanto, y procuró cómo le podría dar sepultura en aquel
-lugar tan desierto; y estando así con este cuidado, Dios le socorrió
-en tal necesidad, para que el cristiano fuese enterrado, y no quedase
-su cuerpo a las aves en aquel campo; y fue, que cuatro rústicos iban
-por leña a la sierra Elvira con todo recado y azadones para sacar las
-cepas.</p>
-
-<p>Muza se alegró cuando los vio y los llamó; los cuales vinieron, y
-Muza les dijo:</p>
-
-<p>—Amigos, por amor de mí, que me ayudéis a enterrar el cuerpo de este
-caballero que está aquí, que Alá os lo pagará.</p>
-
-<p>Los leñadores respondieron que de buena gana lo harían; y habiendo
-señalado Muza el lugar de la sepultura, la abrieron con diligencia al
-mismo pie del pino; y alzando el cuerpo del caballero le quitaron la
-marlota y capellar, y desarmándole de las armas que tenía, de tan poco
-provecho a los agudos filos y temples de la espada y lanza del maestre,
-y tornándole a poner su marlota y capellar, le enterraron con hartas
-lágrimas, que derramó Muza; y habiéndole enterrado, los leñadores se
-despidieron, espantados de las mortales heridas del difunto.</p>
-
-<p>Muza escribió en el mismo tronco del pino un epitafio con letra que
-de todos fuese bien entendida, que decía de esta manera:</p>
-
-<p class="centra mt15"><span class="pagenum" id="Page_174">p.
-174</span><i>Epitafio de la sepultura de Albayaldos.</i></p>
-
-<div class="poem ml55 mb1 mt1">
- <p class="i2">Aquí yace Albayaldos,</p>
- <p class="i0">de cuya fama el suelo estaba lleno,</p>
- <p class="i0">más fuerte que Reynaldos,</p>
- <p class="i0">ni el Conde Palatino, aunque fue bueno.</p>
- <p class="i2">Matole el hado ajeno</p>
- <p class="i0">de su famosa vida,</p>
- <p class="i0">envidia conocida</p>
- <p class="i0">de aquel famoso Marte,</p>
- <p class="i0">que pudo tan sin arte</p>
- <p class="i0">ponerle el hierro duro,</p>
- <p class="i0">por vivir en su cielo más seguro.</p>
-</div>
-
-<p>Este epitafio puso Muza en el pino sobre la sepultura del convertido
-Albayaldos, y derramando lágrimas tomó la fuerte jacerina, casco,
-bonete y plumas, todas llenas de argentería, y la fina adarga hecha
-en Fez, y haciendo en todo con el alfanje y trozo de lanza enmedio un
-trofeo, le colgó en una rama del pino, y encima este letrero:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Es el trofeo pendiente</p>
- <p class="i0">del ramo de aqueste pino,</p>
- <p class="i0">de Albayaldos Sarracino,</p>
- <p class="i0">de moros el más valiente</p>
- <p class="i0">del estado granadino.</p>
- <p class="i2">Si aquí Alejandro llegara</p>
- <p class="i0">a este sepulcro, llorara</p>
- <p class="i0">con más envidia y más fuego,</p>
- <p class="i0">que lloró en aquel del griego,</p>
- <p class="i0">que el gran Homero cantara.</p>
-</div>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_175">p. 175</span>Así como Muza
-acabó de poner el trofeo con las letras que tengo dichas, y viendo que
-no había más que hacer, subió en su caballo y asió de la rienda al de
-Albayaldos maldiciéndole muchas veces, porque por la gran caída que
-dio, fue herido tan mal Albayaldos; aunque después dijo, que bien sabía
-que aquella causa, ni otra alguna no fueran bastante, sino que estaba
-ya ordenado del cielo que pasara así, y no podía dejar de suceder.</p>
-
-<p>Yendo diciendo estas cosas y otras, aún no había andado tres millas
-cuando vio venir dos caballeros de buen talle: el uno venía vestido
-con marlota amarilla, capellar, bonete y plumas de la misma color; la
-adarga era la mitad amarilla y la otra azul, y en el lado azul pintado
-un sol metido entre nubes negras, y debajo del sol una luna que le
-eclipsaba, con una letra que decía de esta suerte:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
- <div class="stanza">
- <div class="verse indent2">Ya se eclipsó mi esperanza,</div>
- <div class="verse indent0">y se aclaró mi tormento:</div>
- <div class="verse indent0">ajeno soy de contento,</div>
- <div class="verse indent0">pues no hay rastro de mudanza.</div>
- </div>
-</div>
-</div>
-
-<p>La lanza de este caballero era toda amarilla, el jaez y adorno del
-caballo, amarillo, y la banderilla de la lanza amarilla. Bien mostraba
-este caballero vivir desesperado. La letra decía: <i>Sin remedio de
-esperanza.</i></p>
-
-<p>El otro caballero venía con una marlota, la mitad roja y la
-otra mitad verde, capellar, bonete y plumas de lo mismo, la lanza
-y la banderilla verde y roja, la adarga,<span class="pagenum"
-id="Page_176">p. 176</span> la mitad roja y la otra mitad verde, y en
-la parte roja unas letras de oro, cortadas con mucho artificio, porque
-campearan desde lejos, que decían así:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
- <div class="stanza">
- <div class="verse indent2">Mi luz no se oscurece,</div>
- <div class="verse indent0">antes esclarece el día,</div>
- <div class="verse indent0">y este me causa alegría,</div>
- <div class="verse indent0">porque mi gloria más crece.</div>
- </div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Debajo de estas letras había un gran lucero también de oro, con los
-rayos muy grandes; y cuando le daba el sol resplandecía de manera, que
-privaba de la vista a quien lo miraba.</p>
-
-<p>Muy bien mostraba este caballero vivir contento y alegre, según
-lo daban a entender las colores de su librea y blasón, y señal de su
-adarga.</p>
-
-<p>Venían ambos platicando, y caminando de priesa. Muza los estuvo
-mirando por si acaso los pudiera conocer; mas no pudo conocerlos hasta
-que estuvieron cerca: entonces fueron conocidos, que el de color
-amarillo era Reduán, y vestía de aquesta suerte, porque Lindaraja,
-Abencerraje, le desamaba: el otro caballero de lo rojo y verde era el
-animoso Gazul, y vestía de aquesta manera, porque Lindaraja le amaba;
-y los dos venían desafiados sobre quién había de quedar con la hermosa
-dama.</p>
-
-<p>Maravillose Muza de verlos, y ellos de ver a él con aquel caballo
-de las riendas y sin ningún escudero que le acompañase; y en llegando
-los unos a los otros se saludaron, según su costumbre, y después el que
-primero habló fue Muza, diciendo:</p>
-
-<p>—Por Mahoma juro, que me espanto en<span class="pagenum"
-id="Page_177">p. 177</span> veros ir a los dos por este apartado
-camino, y sospecho que vuestra venida no es sin causa, y recibiré gran
-placer si me dais cuenta de ella.</p>
-
-<p>Reduán respondió:</p>
-
-<p>—Más razón hay de admirarnos nosotros en veros venir así solo, y
-con ese caballo del diestro; y debe de ser la causa que habéis tenido
-escaramuza con algún caballero cristiano y le habéis muerto, y le
-quitasteis el caballo.</p>
-
-<p>—Yo me holgara que fuera así —respondió el afligido Muza—; mas
-decidme, señor Reduán, ¿es posible que no conocéis este caballo?</p>
-
-<p>Reduán mirándole dijo:</p>
-
-<p>—Si no me engaño es de Albayaldos: suyo es de cierto. Su señor
-¿dónde queda?</p>
-
-<p>—Pues lo preguntáis —respondió Muza—, yo os lo diré. Sabed que ayer
-en el juego de sortija, habiendo corrido el maestre de Calatrava sus
-tres lanzas, y ganado al mantenedor, Albayaldos entró en la plaza, y
-porque el maestre mató al rey Mahomad, primo de Albayaldos, desafió
-al maestre estando yo presente, y quedó que se habían de ver hoy en
-la fuente del Pino, llevando Albayaldos por su padrino a Alabez, y el
-maestre por el suyo a D. Manuel Ponce de León; y esta mañana fui a
-palacio y no vi a Albayaldos ni a Alabez, y acordándome del desafío,
-sin dar cuenta a nadie fui por la posta a la fuente del Pino, y allí vi
-a los cuatro caballeros; hice todo lo posible porque no pasase adelante
-el desafío, y ya lo había alcanzado del maestre; pero Albayaldos
-estaba tan pertinaz, que no quiso sino proseguir la escaramuza. Alabez
-y D. Manuel tenían antes de ahora comenzada<span class="pagenum"
-id="Page_178">p. 178</span> una escaramuza, y por cierta ocasión no
-fue fenecida, y hoy la quisieron fenecer, de suerte, que padrinos y
-ahijados riñeron cruelmente, y al fin por caer de su caballo fue muy
-mal herido Albayaldos, el cual vencido, al punto de su muerte dijo que
-quería ser cristiano. Alabez también fue muy mal herido y vencido por
-D. Manuel Ponce de León; y si no fuera por mí, allí muriera. Pedile de
-merced otorgase la vida a Alabez, y fue tan noble que dejó de matarle
-y me lo entregó. Yo le apreté las heridas y se vino, y entiendo que
-está curándose en Arbolote. El maestre bautizó a Albayaldos, y le puso
-por nombre D. Juan, y a poco rato murió llamando a Jesucristo: antes
-que muriera me rogó muy encarecidamente que le diese sepultura debajo
-de aquel pino, y así lo hice, y de sus armas hice un honroso trofeo, y
-lo colgué encima de su sepultura. Todo esto pasa como lo he contado:
-ahora hacedme placer de decirme adónde vais, por si os puedo servir en
-algo.</p>
-
-<p>—Obligación hay —dijo Gazul— de daros cuenta de nuestra venida, pues
-nos la habéis dado de este suceso, y respondiendo a estas cosas, digo
-que siento en el alma la muerte de Albayaldos y las heridas de Alabez,
-por ser dos caballeros en quien el rey tenía puestos los ojos por su
-valor. La causa de nuestra venida es, que el señor Reduán me trae
-desafiado, solo porque Lindaraja me ama y a él le aborrece, y para esto
-vamos a la fuente del Pino por ser lugar apartado.</p>
-
-<p>Admirose el fuerte Muza del caso, miró a Reduán y le<span
-class="pagenum" id="Page_179">p. 179</span> dijo:</p>
-
-<p>—¿Pues es posible que queráis que os ame por fuerza la dama? Nunca
-forzoso amor es perfecto. De suerte que si ella quiere a otro, ¿queréis
-tener escaramuza con quien no os debe nada, y dejáis la culpa sin
-castigo, y ponéis la vida en contingencia de perderla? Si ella no os
-quiere, buscad otra, que abundancia hay de damas, siendo vos como sois
-un caballero tan estimado en el reino, así en valor de la persona,
-como en bienes y linaje. Por cierto bien parecería que saliesen a
-reñir cada día los caballeros más estimados por esos negocios, y se
-matasen; y al tiempo de la necesidad, como cada día vemos que la hay,
-por tener los cristianos a la puerta, ¿quién saldría a los rebatos y
-escaramuzas? Mirad en que paró Albayaldos por no tomar mi consejo. No
-paséis adelante, sino volvamos a Granada. Bien sabéis, señor Reduán,
-que yo amaba a Daraja, y a los principios me hizo favores, cuantos a
-hombre se le podían hacer; y sin causa, solo por su gusto me aborreció,
-y puso los ojos en Zulema Abencerraje. Cuando vi de cierto que no me
-quería, aunque luego lo sentí mucho, procuré olvidarla, y me consolé
-considerando que no hay veletas de torres tan mudables como ellas.
-¿Fuera bueno que la ingratitud que Daraja usó conmigo me lo pagara
-Zulema y le matara, no teniendo culpa? Disparate fuera muy grande. En
-lo que me vengo de Daraja es en no mirarla, y en hacer a mi dama mil
-ofrendas en presencia de ella, y esta es mucho mayor venganza que si la
-matara. Por vuestra vida, muy esforzado Reduán,<span class="pagenum"
-id="Page_180">p. 180</span> que cesen todos vuestros rencores, y nos
-volvamos a Granada.</p>
-
-<p>Con esto cesó el valiente Muza, y Reduán respondió diciendo:</p>
-
-<p>—Es tan grave mi tormento, y tan grande el infierno que arde en mis
-entrañas, que no me deja reposar porque de noche arde en mi pecho un
-mongibelo, y de día me enciende un volcán, sin cesar de abrasarme, de
-modo que para mitigar el fuego en que me abraso, no aguardo sino la
-acerba y cruda muerte.</p>
-
-<p>—Quiero preguntar, señor Reduán —dijo Muza—, qué remedio pensáis
-sacar después de muerto de todos vuestros males.</p>
-
-<p>—Descanso —respondió Reduán.</p>
-
-<p>—Y sepamos —dijo Muza— si acaso en la escaramuza que pretendéis
-hacer, matáis a Gazul, y averiguadamente la dama os aborrece más; y si
-por haberla privado de su gusto, y por vengarse de vos, pone los ojos
-en otro, ¿le habéis de matar también?</p>
-
-<p>—Ahora querría acabar esta escaramuza —respondió—, que después el
-tiempo me dará orden a lo demás.</p>
-
-<p>Visto Muza que se iban, y que no había podido reducir a la razón
-a Reduán, se fue con ambos, con esperanza de aplacar la escaramuza;
-y tan buena priesa se dieron a caminar que en breve tiempo llegaron
-a la fuente del Pino; y en parando, Muza ató al pino el caballo de
-Albayaldos, y les enseñó el sepulcro, y de nuevo volvió a rogar a
-Reduán que no prosiguiese en su intento, y que dejase aquella empresa
-que no importaba.</p>
-
-<p>Reduán sin responder palabra dijo a Gazul:</p>
-
-<p>—Ea, robador de mi gloria, ahora estamos en parte donde se ha de
-acabar de<span class="pagenum" id="Page_181">p. 181</span> perder mi
-esperanza.</p>
-
-<p>En diciendo esto empezó a escaramucear por lo llano, y a llamar a
-Gazul que viniera a la escaramuza.</p>
-
-<p>Gazul enfadado del arrogante contrario, como quien pretendía
-privarle de todo punto de su bien, y frustrarle la esperanza que tenía
-de gozar a Lindaraja, sin hacer flores de escaramucear, en un momento
-se juntó con Reduán con una ardiente cólera, y se comenzaron a dar
-tan terribles golpes de lanza, que era admiración. Reduán rompió a su
-contrario la adarga y jaco, y le dio una pequeña herida, de la cual
-salía mucha sangre.</p>
-
-<p>Gazul viéndose así herido a los primeros golpes, para vengarse
-aguardó que Reduán se ladease con el caballo para herirle en el
-descubierto; y sucedió como lo imaginó, porque Reduán quiso volver
-con otro golpe, y fue rodeando para ejecutarle, y se le acercó cuanto
-pudo.</p>
-
-<p>Luego que Gazul le vio tan cerca arremetió su caballo con tanta
-presteza, que cuando Reduán entendió escaparse del encuentro, ya lo
-tenía recibido, y no tuvo lugar sino de adargarse por reparar el golpe;
-pero no le valió ser fina la adarga ni la jacerina, que el hierro de
-la lanza lo falseó todo, y quedó Reduán mal herido, y retirándose
-Gazul volvió a herir a Reduán: y él venía con su lanza enristrada, y
-se encontraron tan fuertemente, que se quebraron las lanzas, y ambos
-se hirieron en los pechos; y como se vieron tan cerca uno de otro,
-se abrazaron, haciendo mucha fuerza para sacarse de la silla, y así
-pelearon gran rato sin poder efectuar su pretensión.</p>
-
-<p>Los caballos, como<span class="pagenum" id="Page_182">p. 182</span>
-se vieron tan juntos, alborotándose y dando relinchos, empezaron a
-morderse, y empinándose, a pesar de sus señores, volvieron de ancas
-para hacerse mal con las herraduras; y al tiempo de revolverse, como
-estaban apretados los caballeros el uno con el otro, de necesidad
-hubieron de venir ambos al suelo; pero Reduán como más fuerte se trajo
-tras sí a Gazul y quedó debajo.</p>
-
-<p>Reduán que se vio en tanto peligro, hizo mucha fuerza con los brazos
-y pechos, y afirmando los pies en el suelo, dio tales enviones, que
-desechó a Gazul de encima, y se levantó luego en pie, y lo mismo hizo
-Gazul, y muy presto se adargaron; y poniendo mano a sus alfanjes se
-comenzaron a herir terriblemente dándose recios golpes, de suerte que
-las adargas se hicieron pedazos, y quedaron muy mal heridos.</p>
-
-<p>El que estaba más herido era Reduán, porque tenía dos heridas de
-lanza. Ambos andaban mal heridos, sin reconocerse ventaja en ninguno.
-Las libreas estaban rotas por el suelo y las armas descubiertas, de
-suerte que cada uno procuraba herir en las partes más flacas de las
-armas, para que el golpe no fuese en balde.</p>
-
-<p>Los alfanjes eran damasquinos y de muy finos temples, y no tiraban
-golpe que las armas no fuesen rotas y ellos heridos, y así en dos horas
-que había que lidiaban, estaban tales, que no se podía esperar sino la
-muerte de ambos.</p>
-
-<p>Reduán llevaba lo peor de la escaramuza porque, aunque es verdad
-que era de más fuerza que Gazul, era más seguro, y entraba y saltaba
-más a su salvo, y hería como quería Gazul,<span class="pagenum"
-id="Page_183">p. 183</span> lo cual no hacía Reduán, a cuya causa
-andaba tan mal herido: mas los golpes que Reduán acertaba, eran muy
-desaforados.</p>
-
-<p>Muy mal heridos andaban los dos, y mucha sangre vertían; lo cual
-visto por Muza, atendiendo que si la escaramuza pasase adelante,
-aquellos dos tan buenos caballeros habían de morir, de compasión que de
-ellos tuvo, se apeó de su caballo, y se fue a poner enmedio de ambos,
-diciendo:</p>
-
-<p>—Señores caballeros, hacedme merced que no pase adelante la
-escaramuza, porque si proseguís, me parece que ambos moriréis.</p>
-
-<p>Gazul se apartó luego, y el valeroso Reduán, aunque contra su
-voluntad se hubo de apartar, considerando que Muza era hermano del
-rey; y apartados los curó Muza, y apretó las heridas, y subiendo en
-sus caballos, tomó Muza del diestro el de Albayaldos, y se fueron a
-Arbolote; y serían las cinco de la tarde cuando llegaron, y preguntando
-por Alabez, le hallaron mal herido en una cama, curado con gran
-diligencia por un buen maestro que allí estaba.</p>
-
-<p>Luego los dos caballeros Reduán y Gazul también fueron puestos
-cada uno en su cama, y curados por aquel cirujano, y los regalaron y
-proveyeron de todo lo necesario. Mucho se admiró Malique Alabez viendo
-a Gazul y a Reduán tan mal heridos, porque ambos eran muy grandes
-amigos suyos.</p>
-
-<p>Ahora los dejaremos curando, y ya hechos amigos, y volveremos a
-contar de Granada, y de algunas cosas que en ella sucedieron el día
-siguiente que pasaron estas dos escaramuzas.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch12">
- <p><span class="pagenum" id="Page_184">p. 184</span></p>
- <h2 class="nobreak">CAPÍTULO XII.</h2>
- <p class="subh2h"><i>En que se da cuenta de una pendencia que los
- Zegríes tuvieron con los Abencerrajes, y cómo estuvo Granada a punto
- de perderse.</i></p>
-</div>
-
-<p><span class="cap">P</span>uestos los caballeros en cura partió Muza
-a Granada, llevando el caballo de Albayaldos consigo, y puesto el
-sol llegó a la ciudad; y entrando por ella se rebozó con el cabo del
-capellar por no ser conocido, y así llegó al Alhambra a hora que el
-rey su hermano se sentaba a cenar; y apeándose, dio los caballos a uno
-de la guardia, y se entró en el real aposento. El rey se maravilló de
-verle venir de camino, y le preguntó dónde había estado aquel día. Muza
-le dijo:</p>
-
-<p>—Señor, cenemos, y después os diré cosas de que os admiréis.</p>
-
-<p>Cenaron, que bien lo había menester Muza, y acabada la cena contó
-por extenso la muerte de Albayaldos, las heridas de Alabez, y la
-escaramuza de Gazul y Reduán, con lo cual fue el rey muy suspenso, y
-sintió la muerte de Albayaldos; y el día siguiente se publicó por la
-ciudad, y todos hicieron mucho sentimiento, y en particular su primo
-Aliatar, que juró de vengar su muerte, aunque le costase la vida.</p>
-
-<p>Todos los caballeros fueron a darle el pésame a Aliatar; los
-primeros fueron los Zegríes, Gomeles, Venegas, Mazas, Gazules, y
-Bencerrajes, y otros muy principales caballeros de la corte, y a la
-postre fueron Alabeces y Abencerrajes; y puestos todos en sus asientos,
-como en<span class="pagenum" id="Page_185">p. 185</span> casa de un
-principal caballero, después de haberle dado el pésame, se trató si
-sería bueno hacer por él el debido sentimiento, como por semejantes
-hombres se suele hacer.</p>
-
-<p>Para esto hubo grandes pareceres, porque unos decían que no, por
-cuanto siendo Albayaldos moro, al tiempo de su muerte se volvió
-cristiano.</p>
-
-<p>Los Venegas decían que no importaba eso; que sería bien que sus
-deudos y amigos hiciesen sentimiento, así por los unos, como por los
-otros.</p>
-
-<p>Los Zegríes decían que pues Albayaldos se había vuelto cristiano,
-que no se holgaría Mahoma de que ellos hiciesen sentimiento, porque se
-había apartado de su secta, y esto era guardar derechamente el rito del
-Alcorán.</p>
-
-<p>Los Abencerrajes decían que el bien que se había de hacer fuera por
-amor de Alá, y que si Albayaldos se había vuelto cristiano a la hora de
-su muerte, que aquel secreto solo Dios lo sabía, y que no por esa causa
-se dejase de hacer el debido sentimiento.</p>
-
-<p>Un Zegrí llamado Abenámar dijo:</p>
-
-<p>—O el moro moro, o el cristiano cristiano: dígolo, porque en esta
-ciudad hay caballeros que cada día envían limosnas a los cautivos
-cristianos que están en las mazmorras del Alhambra, y les dan de comer,
-y son los caballeros que digo los Abencerrajes.</p>
-
-<p>—Decís verdad —dijo Abinhamad, Abencerraje—, que todos nos
-preciamos de hacer bien a los cristianos y a cualquier necesitado,
-porque los bienes los da el santo Alá para hacer bien por su amor;
-pues los cristianos dan limosnas a los moros en nombre de Dios, y por
-su amor lo hacen, y yo que he estado cautivo<span class="pagenum"
-id="Page_186">p. 186</span> lo sé, porque las he visto dar, y a mí me
-han hecho bien; y en reconocimiento de esto yo y mis parientes hacemos
-la limosna que podemos a los cautivos cristianos, que por ventura lo
-estaremos nosotros algún día. Y a cualquier caballero que le pareciere
-mal, es muy ruin, y siente poco de caridad; y tóquele a quien le
-tocare: cualquiera que dijere que hacer limosna a quien la pide no es
-bueno, miente, y lo sustentaré.</p>
-
-<p>El valeroso Zegrí, ardiendo en saña, por verse desmentido, sin
-responder alzó la mano para herirle en el rostro al Abencerraje, el
-cual reparó el golpe en el brazo izquierdo; pero no fue tan bueno el
-reparo, que por eso dejase el Zegrí de alcanzarle en el rostro con las
-yemas de los dedos, de lo cual se sintió el Abencerraje, y rabioso
-como un león hircano, en viva cólera ardiendo, puso mano a la daga,
-y antes que se moviera un paso el Zegrí, le dio dos puñaladas, ambas
-penetrantes: al momento cayó muerto a los pies del Abencerraje.</p>
-
-<p>Otro caballero Zegrí embistió al Abencerraje para herirle con un
-puñal; pero no pudo, porque con gran presteza le asió del brazo derecho
-el Abencerraje, de modo que el Zegrí no pudo hacer lo que pretendía, y
-el animoso y esforzado Abencerraje le dio una herida en el estómago,
-con la cual cayó muerto.</p>
-
-<p>Los Zegríes que allí había, que eran más de veinte, pusieron mano a
-las armas, diciendo:</p>
-
-<p>—Mueran los traidores Abencerrajes.</p>
-
-<p>Los Abencerrajes se pusieron en defensa. Los Gomeles fueron en
-favor de los Zegríes, y serían más de veinte,<span class="pagenum"
-id="Page_187">p. 187</span> y con ellos otros tantos Mazas.</p>
-
-<p>Lo cual visto por los Alabeces y Venegas, fueron en favor de los
-Abencerrajes, y entre estos seis linajes de caballeros se comenzó una
-revuelta brava y reñida, que en muy poco tiempo fueron otros cinco
-Zegríes muertos y tres Gomeles, y dos de los Mazas, y en estos tres
-linajes hubo catorce heridos. De los Abencerrajes no hubo muerto, mas
-hubo diez y siete heridos: a uno le cortaron un brazo a cercén. De los
-Alabeces murieron tres, y hubo ocho muy mal heridos. Algunos Venegas
-salieron heridos, y dos muertos. Mucho mayor fuera la desgracia, si
-Aliatar y otros caballeros no se pusieran enmedio; y algunos de los que
-ponían paz salieron heridos.</p>
-
-<p>Con esta riña, que parecía hundirse Granada, salieron todos a la
-calle continuando su pendencia; pero como los moros que ponían paz eran
-muchos, y de mucho valor, que eran Sarracinos, Bencerrajes, Gazules,
-Almohades y Almoradís, tanto hicieron que los pusieron en paz, aunque
-con dificultad, porque los de la pendencia eran muchos, y había muertos
-de por medio.</p>
-
-<p>El rey Chico fue avisado de lo que pasaba, y salió del Alhambra, y
-fue adonde era la cuestión, y aún no estaba de todo punto el negocio
-acabado. Los caballeros de la pendencia, así como reconocieron al rey,
-se apartaron, y se fue cada uno por su parte.</p>
-
-<p>Hecha la averiguación del caso, mandó prender a los caballeros
-Abencerrajes, les dio por cárcel la Torre de Comares, y a los Zegríes
-mandó poner en las Torres-Bermejas, a los Gomeles en la Alcazaba,<span
-class="pagenum" id="Page_188">p. 188</span> a los Mazas en el castillo
-de Bibatambién, a los Alabeces en la casa y palacio de Generalife, y
-los Venegas en una torre fuerte de los Alijares; y el rey muy enojado
-se subió al Alhambra, diciendo:</p>
-
-<p>—Por Mahoma juro, y por mi corona, que he de apaciguar estos bandos,
-con quitar seis cabezas a cada linaje.</p>
-
-<p>Los caballeros que le iban acompañando le suplicaron que no hiciese
-tal, porque eran la mapa de la ciudad, y todos bien emparentados; y si
-hacía cualquier castigo, se alborotaría la ciudad, y aun todo el reino,
-y habría un escándalo, que quisiese luego remediarlo, y no pudiese;
-que lo mejor sería hacerlos amigos, a cuyo trabajo y cuidado ellos se
-obligaban.</p>
-
-<p>Finalmente, aplacado algún tanto el rey con lo que dijeron los
-caballeros, les encargó que hiciesen con brevedad las amistades.</p>
-
-<p>Hicieron tanta diligencia los Aliatares, Bencerrajes y Almoradís,
-que en espacio de cuatro días todos los caballeros que riñeron, fueron
-amigos, y las muertes perdonadas, llevando las justicias gran cantidad
-de dinero para la Cámara real.</p>
-
-<p>Esto pasado soltaron a los presos, cuando los Zegríes muy lastimados
-apellidaron entre ellos venganza de tanto daño y deshonra, y para
-contrastarla, se juntaron un día todos los Zegríes y Gomeles en un
-jardín muy deleitoso de una huerta junto a Darro, y después de haber
-comido todos a una mesa, estando sentados por su orden, un caballero
-Zegrí, a quien los demás respetaban por mayor y cabeza de ellos,
-hermano de aquel Zegrí que mató Alabez en el juego de cañas, comenzó
-a hablar, mostrando<span class="pagenum" id="Page_189">p. 189</span>
-grande tristeza, y a decir así:</p>
-
-<p>—Valerosos caballeros Zegríes, deudos y amigos míos, y vosotros los
-Gomeles, advertid lo que quiero deciros con lágrimas de sangre. Ya
-sabéis en cuánto se debe estimar la honra; cuánto cuesta conservarla,
-y que en un instante se pierde; y una vez perdida, no se cobra jamás:
-dígolo, porque en Granada nosotros los Zegríes, y vosotros los
-Gomeles, estamos puestos en el trono y alteza que podemos desear: el
-rey nos estima, la ciudad nos ama, riquezas tenemos abundantemente,
-y estos caballeros mestizos Abencerrajes procuran quitarnos el honor
-y abatirnos, y nos han muerto a mi hermano, y otros tres o cuatro
-deudos, y asimismo de los caballeros Gomeles, haciendo de nosotros
-infame menosprecio. Todo esto pide entera venganza; porque si no la
-procuramos presto, harán los Abencerrajes que no seamos nada, y que
-nadie nos estime; y para el reparo es menester, por todas las vías y
-modos que se pudiere, que busquemos cómo seamos vengados, y nuestros
-enemigos aniquilados y destruidos, porque nos quedemos en nuestra honra
-permanecientes. No se puede hacer por fuerza de armas, respecto que el
-rey puede proceder contra nosotros; pero tengo imaginado un buen medio,
-aunque no es a ley de caballeros, sino para vengarnos de nuestros
-enemigos.</p>
-
-<p>Un caballero de los Gomeles respondió:</p>
-
-<p>—Señor Zegrí Mahomad, ordenad lo que conviene, que aquí os
-seguiremos.</p>
-
-<p>—Pues sabed —dijo el Zegrí— que he determinado poner mal a los
-Abencerrajes con el<span class="pagenum" id="Page_190">p. 190</span>
-rey, de modo que ninguno viva, diciendo que Albid Hamete, cabeza de
-ellos, cometió adulterio con la reina; y he de atestiguar con vosotros,
-y habéis de decir que es verdad lo que yo digo, y que a quien nos
-contradijere, se lo daremos a entender; y que los Abencerrajes le
-pretenden matar y quitar el reino, y con esto sin duda que el rey los
-mandará degollar a todos; y dejadme el cargo, que yo daré la orden para
-ello. Este es mi pensamiento, amigos y parientes, ahora dadme vuestro
-parecer, y sea con secreto, porque ya veis lo que importa.</p>
-
-<p>Acabando el Zegrí su diabólica y mal pensada razón, todos dijeron
-a una que estaba bien acordado, y que se hiciese así, que todos
-favorecerían su intención. Luego fueron señalados dos caballeros de
-los Gomeles para que el Zegrí y ellos propusiesen el caso delante del
-rey.</p>
-
-<p>Acabada de tratar esta tan insolente traición, fueron a la ciudad,
-donde estuvieron con su dañado pensamiento aguardando tiempo y lugar
-para ponerlo en ejecución; y así los dejaremos a ellos, y volveremos al
-moro Aliatar, que estaba enojado por lo que en su casa había sucedido,
-y triste por la muerte de su primo Albayaldos, y juró de vengar su
-muerte, y propuso de ir a buscar al maestre para matarle; si pudiese;
-y para esto no quiso dilatar más su deseo, sino luego se puso un jaco
-acerado sobre un estofado jubón, y una marlota leonada sin guarnición,
-y púsose un acerado casco, sobre él un bonete leonado, y en él un
-penacho negro.</p>
-
-<p>Trajéronle un caballo enjaezado de negro, lanza<span
-class="pagenum" id="Page_191">p. 191</span> y adarga negra, sin otra
-señal ni divisa; salió tan gallardo y brioso, que pocos le igualaron
-en la ciudad, y llegando a la plaza nueva, vino bajando el camino de
-Antequera para buscar al maestre, o a otros cristianos en quien vengar
-la muerte de su primo Albayaldos.</p>
-
-<p>Habiendo pasado de Loja vio un escuadrón de cristianos, que venía
-para entrar en la Vega, los cuales traían un pendón blanco y una señal
-roja, la cual era la cruz de Santiago, y por capitán de esta gente
-venía el maestre de Calatrava, que ya estaba sano de sus heridas por
-haberlas curado con precioso bálsamo.</p>
-
-<p>Aliatar conoció ser aquesta señal del maestre, porque él le había
-visto muchas veces en la Vega; y arrimándose al escuadrón, dijo en voz
-alta:</p>
-
-<p>—¿Por ventura viene aquí el maestre de Calatrava?</p>
-
-<p>El maestre que esto oyó, se adelantó de su gente, y le dijo al
-moro:</p>
-
-<p>—¿Para qué preguntas por él?</p>
-
-<p>—Quería hablarle —dijo el moro.</p>
-
-<p>—Si no es para más, yo soy, decid lo que queréis.</p>
-
-<p>Aliatar mirando al maestre le conoció luego en la cruz, y
-arrimándose a él sin ningún temor y sin saludarle, le dijo:</p>
-
-<p>—Maestre esforzado, con razón os podéis llamar el caballero
-más dichoso del mundo, pues habéis alcanzado victoria de tantos y
-tan buenos caballeros, y más con la que alcanzasteis de mi primo
-Albayaldos, gloria y espejo de todos los caballeros de Granada, que es
-tanto el sentimiento mío, que muero en pensarlo. Mi venida es en busca
-vuestra para vengar la muerte de mi primo, acudiendo a la obligación
-que tengo; y pues os he<span class="pagenum" id="Page_192">p.
-192</span> topado, holgaré cumpláis mi deseo; y si muriere en la
-escaramuza, partiré consolado, por morir a manos de tan principal
-caballero, y por hacer compañía a mi amado primo.</p>
-
-<p>A lo cual respondió el maestre:</p>
-
-<p>—Holgárame, Aliatar, que ya que me habéis topado habiéndome buscado,
-que fuera para cosa que yo os pudiera servir, que juro como caballero,
-que en mí tendréis eterna amistad, y me holgaría que no hiciésemos
-escaramuza, porque vuestro primo hizo el deber como caballero; quiso
-Dios llevárselo al cielo, porque al tiempo de su muerte le conoció, y
-pidió el agua del bautismo, y se volvió cristiano: ¡Dichoso él, pues
-goza de Dios! Por eso no querría que tuviésemos escaramuza sin haber
-para qué, sino ved si os puedo servir en algo, que lo haré por vos.</p>
-
-<p>—En mucho estimo la merced que me hacéis, señor maestre —respondió
-Aliatar—: por ahora no se me ofrece cosa en que me la hagáis, sino que
-me clama la sangre de mi primo Albayaldos, y querría que no dilatásemos
-la escaramuza; asimismo quisiera me aseguréis que de los vuestros no
-seré ofendido, sino que solo con vos he de lidiar.</p>
-
-<p>—Mucho me holgara —dijo el maestre— que no pasarais adelante con
-vuestro intento; pero pues esta es vuestra voluntad, hágase lo que
-queréis. En lo que pedís, que no seáis ofendido de los míos, yo os doy
-seguro de ello.</p>
-
-<p>Diciendo esto alzó las manos a su gente, haciendo señal que se
-retirasen de allí, y esta era bastante señal de seguro.</p>
-
-<p>La gente luego se retiró; lo cual visto por el moro, dijo al
-maestre:</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_193">p. 193</span>—Ea, caballero,
-ya es tiempo de comenzar nuestra escaramuza, y diciendo esto movió su
-caballo a media rienda, escaramuceando con gracia.</p>
-
-<p>El maestre, hecha la señal de la cruz, alzó los ojos al cielo
-diciendo:</p>
-
-<p>—Por vuestra Santísima Pasión, Señor mío Jesucristo, que me deis
-victoria contra este pagano.</p>
-
-<p>Y diciendo esto, con bravo ánimo arremetió su caballo por el campo,
-escaramuceando contra el moro; y aunque no estaba sano de las heridas
-que le dio Albayaldos, y le impedían para pelear, su gallardo ánimo
-suplía los defectos de sus heridas, y notando la braveza de Aliatar,
-su denuedo y ligereza de escaramucear, dijo entre sí: «Conviene andar
-cuidadoso porque este moro no alcance victoria, lo cual no permita
-Dios»; y diciendo esto sosegó su caballo, viniéndose despacio, y los
-ojos puestos siempre en su enemigo para ver lo que haría.</p>
-
-<p>El moro que vio andar así al maestre, no sabiendo la causa, se le
-fue acercando para hacerle algún daño; y estando cerca de él, confiado
-en el valor de su brazo, enderezó para dar el golpe, entendiendo que
-el maestre no estaría en el caso advertido; y levantándose sobre
-los estribos le arrojó la lanza con tanto ímpetu, que el hierro y
-banderilla iban rechinando por el aire.</p>
-
-<p>El maestre que vio desembrazar la lanza con tan gran violencia, y
-que el asta venía crujiendo por el aire, con gran presteza arremetió su
-caballo y se apartó hacia un lado, hurtándole el cuerpo, de modo que
-pasó por delante, y se clavó en la tierra sin hacer efecto.</p>
-
-<p>Habiéndose<span class="pagenum" id="Page_194">p. 194</span> el
-maestre apartado con tal presteza, y cual halcón suele asaltar a los
-astutos gorriones, arremetió al moro para herirle; el cual no osó
-aguardar, porque le vio venir con violencia, y revolviendo el caballo
-fue adonde estaba clavada la lanza; y llegando tiró de ella y la sacó
-del suelo con una presteza admirable; y revolviendo para herir al
-maestre, le vio tan cerca de sí, que le venía a los alcances, que no
-se pudo hacer otra cosa sino embestirse el uno al otro, y diéronse dos
-grandes encuentros.</p>
-
-<p>El moro dio a su contrario en el escudo y se lo falseó, y le hirió
-en el pecho de una mala herida. El golpe que el maestre dio fue muy
-bravo, porque rompió la adarga del moro, aunque era muy fuerte, y
-el jaco acerado, y le hizo una mala herida por la cual salía mucha
-sangre.</p>
-
-<p>Bien sintió el moro que estaba mal herido, pero no por eso mostró
-punto de desmayo, antes con más ánimo arremetió al maestre, blandeando
-la lanza como si fuera un junco.</p>
-
-<p>El maestre usó de maña con él, que al tiempo que se hubieron de
-encontrar los dos, ladeó un poco su caballo, de suerte que le dio
-Aliatar en la adarga al soslayo, y aunque la rompió no entró el hierro
-en la carne. El maestre le dio de través en lo descubierto, y le hizo
-una mala herida.</p>
-
-<p>El moro, encendido en ira rabiosa, casi desesperado, arremetió al
-maestre para herirle, pero guardábase de los golpes con gran ligereza.
-Y visto por el moro la grande destreza del maestre, maravillado detuvo
-su caballo y le dijo:</p>
-
-<p>—Cristiano caballero, si queréis, y es vuestro<span class="pagenum"
-id="Page_195">p. 195</span> gusto, fenezcamos nuestra escaramuza a pie
-pues ha gran tiempo que combatimos a caballo.</p>
-
-<p>El maestre dijo que le placía, y se alegró, porque era grande la
-destreza que tenía a pie; y así se apearon los dos fuertes guerreros, y
-embrazando sus escudos, con las armas en las manos se acometieron con
-tanta fortaleza, como dos bravos leones; pero poco le valió al moro su
-braveza, que tenía poderoso enemigo.</p>
-
-<p>Heríanse por todas partes, procurando cada uno dar la muerte a su
-contrario, y así andaban los dos muy encarnizados: llevaba el moro
-lo peor, aunque no lo sentía, porque de dos heridas destilaba mucha
-sangre, y tanta, que donde Aliatar ponía los pies quedaba rastro; mas
-como era el moro valiente, y de tan animoso corazón, no lo sentía, y
-así se mantenía en su escaramuza.</p>
-
-<p>A esta sazón tiró el maestre un revés a su enemigo, y le cortó la
-adarga como si fuera de seda; lo cual visto por el moro lo sintió, y
-muy sañudo dio un golpe al maestre por encima de su escudo, que parte
-de él vino al suelo; y como el maestre lo alzó por defender la cabeza,
-la punta del alfanje alcanzó con tal valor, que el acerado casco del
-maestre fue roto, y quedó herido en la cabeza: la herida no fue grande,
-respecto que el alfanje le tocó por los extremos, pero salíale tanta
-sangre que le bañaba los ojos, de modo que le turbaba; y si a la sazón
-el moro no anduviera tan debilitado por la falta de sangre, el maestre
-corría peligro, porque como el moro vio tanta sangre por el rostro
-del maestre, cobró<span class="pagenum" id="Page_196">p. 196</span>
-ánimo, y comenzó a herirle bravamente; mas como estaba desangrado, no
-pudo acometer al maestre como quisiera ni mostrar su valor: con todo
-eso ponía en aprieto al maestre, el cual como se vio tan perseguido
-del moro, y que tanta sangre le salía de la herida de la cabeza, de
-todo punto enojado, poniendo la vida en mucho riesgo, cubierto lo mejor
-que pudo con la parte de escudo que le quedaba, acometió a Aliatar,
-llevando su espada de punta.</p>
-
-<p>El moro que le vio venir no le rehusó que también le embistió,
-pensando con aquel golpe fenecer la escaramuza. El maestre le hirió
-de punta al moro con gran furia, de suerte que la espada entró hasta
-lo más escondido de sus entrañas; mas no pudo hacer tan a su salvo el
-maestre esta herida, que él no quedase mal herido de otra en la cabeza;
-de tal suerte, que aturdido vino al suelo, derramando mucha sangre.</p>
-
-<p>El moro que vio al maestre en tierra y cubierto de sangre, entendió
-que era muerto, y fue para cortarle la cabeza; pero cuando se movió
-para ello cayó en tierra muerto, a causa de haberle pasado las
-entrañas.</p>
-
-<p>A esta sazón el maestre volvió en sí, y viéndose puesto en tal
-estado, receloso que el moro viniese sobre él, con presteza se
-levantó, y mirando a Aliatar le vio tendido en el suelo que no se
-movía: entonces se hincó de rodillas, y dio muchas gracias a Dios por
-la victoria, y levantándose se fue al moro y le cortó la cabeza y la
-arrojó en el campo.</p>
-
-<p>Luego tocó la corneta, y al sonido vino su gente, y vista la
-victoria se holgaron; y como<span class="pagenum" id="Page_197">p.
-197</span> le hallaron tan mal herido les pesó mucho, y cogiendo los
-caballos le dieron el suyo al maestre, y el del moro cogieron de la
-rienda, y la cabeza de Aliatar puesta en el pretal, despojado el cuerpo
-de ropas y armas, se fueron para curar al maestre, el cual quedó de
-esta escaramuza con mucha honra; y por ella se hizo aquel antiguo
-romance que dice así:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">De Granada sale el moro</p>
- <p class="i0">que Aliatar era llamado,</p>
- <p class="i0">primo hermano del valiente</p>
- <p class="i0">y esforzado Albayaldos;</p>
- <p class="i2">Aquel que mató el maestre</p>
- <p class="i0">en el campo peleando.</p>
- <p class="i0">Sale a caballo este moro</p>
- <p class="i0">de finas armas armado,</p>
- <p class="i2">Sobre ellas una marlota</p>
- <p class="i0">de damasco leonado;</p>
- <p class="i0">leonado era el bonete,</p>
- <p class="i0">negro el plumaje azulado.</p>
- <p class="i2">La lanza también es negra,</p>
- <p class="i0">adarga negra ha tomado;</p>
- <p class="i0">también el caballo es negro,</p>
- <p class="i0">de valor muy estimado.</p>
- <p class="i2">No es potro de pocos días,</p>
- <p class="i0">de diez años ha pasado;</p>
- <p class="i0">tres cristianos se lo cuidan,</p>
- <p class="i0">y él mismo les da recado.</p>
- <p class="i2">Sobre tal caballo el moro</p>
- <p class="i0">se sale muy enojado;</p>
- <p class="i0">llegando a la plaza nueva</p>
- <p class="i0">hacia Darro no ha mirado,</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_198">p. 198</span>Aunque pasó por la puerta,</p>
- <p class="i0">según va encolerizado;</p>
- <p class="i0">sale por la puerta Elvira</p>
- <p class="i0">y por la Vega se ha entrado.</p>
- <p class="i2">Camino va de Antequera</p>
- <p class="i0">en Albayaldos pensando,</p>
- <p class="i0">topar desea al maestre</p>
- <p class="i0">para vengarse a su salvo;</p>
- <p class="i2">Y en llegando junto a Loja</p>
- <p class="i0">un escuadrón ha encontrado;</p>
- <p class="i0">todo es de lucida gente,</p>
- <p class="i0">por señas un pendón blanco,</p>
- <p class="i2">En medio una cruz roja</p>
- <p class="i0">del Apóstol Santiago.</p>
- <p class="i0">Llegándose al escuadrón</p>
- <p class="i0">sin temor ha preguntado,</p>
- <p class="i2">«Si venía allí el maestre</p>
- <p class="i0">que D. Rodrigo es llamado.»</p>
- <p class="i0">El maestre allí venía,</p>
- <p class="i0">de su gente se ha apartado,</p>
- <p class="i2">Y dijo: «¿Qué buscas, moro?</p>
- <p class="i0">Yo soy el que has demandado.»</p>
- <p class="i0">Conócele luego el moro</p>
- <p class="i0">por la cruz que trae al lado,</p>
- <p class="i2">Y también en el escudo</p>
- <p class="i0">que lo tiene acostumbrado:</p>
- <p class="i0">«Dios te guarde, buen maestre,</p>
- <p class="i0">buen caballero estimado:</p>
- <p class="i2">Sabrás que soy Aliatar,</p>
- <p class="i0">de Albayaldos primo hermano,</p>
- <p class="i0">a quien tú diste la muerte,</p>
- <p class="i0">y le volviste cristiano;</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_199">p. 199</span>Y ahora soy yo venido</p>
- <p class="i0">solamente por vengarlo:</p>
- <p class="i0">apercíbete a batalla,</p>
- <p class="i0">que aquí te aguardo en el campo.»</p>
- <p class="i2">El maestre que esto oyó,</p>
- <p class="i0">no quiso más dilatarlo:</p>
- <p class="i0">vase el uno para el otro,</p>
- <p class="i0">muy grande esfuerzo mostrando.</p>
- <p class="i2">Dábanse grandes heridas</p>
- <p class="i0">reciamente peleando:</p>
- <p class="i0">el maestre es valeroso,</p>
- <p class="i0">el moro no le ha durado.</p>
- <p class="i2">Finalmente le mató</p>
- <p class="i0">como varón esforzado;</p>
- <p class="i0">cortárale la cabeza,</p>
- <p class="i0">y en el pretal la ha colgado.</p>
- <p class="i2">Volviose para su gente</p>
- <p class="i0">muy malamente llagado,</p>
- <p class="i0">y su gente le llevó</p>
- <p class="i0">donde fue muy bien curado.</p>
-</div>
-
-<p>A cuatro días que pasó esta escaramuza, se supo en Granada como
-Aliatar murió a manos del maestre, lo cual sintió mucho el rey, viendo
-que en tan poco tiempo le había muerto dos tan buenos caballeros, como
-eran Aliatar y Albayaldos.</p>
-
-<p>También lo sentían todos los caballeros, y la alegría de los días
-pasados se volvió en tristeza y pesar por la muerte de estos dos tan
-principales; lo cual visto por el rey, acordó con su consejo, que se
-volviesen a alegrar, y ordenose que todos los caballeros que jugaron
-en la sortija pasada, se casasen con las damas; que se hiciese sarao
-público,<span class="pagenum" id="Page_200">p. 200</span> y se cantase
-y danzase la zambra, que es fiesta entre moros muy estimada, y que se
-corriesen toros, y hubiese juego de cañas. Y para esto dio el rey orden
-al valeroso y valiente Muza, el cual se encargó de hacer las cuadrillas
-del juego, y de hacer traer los toros.</p>
-
-<p>Grande contento sintieron los caballeros mancebos que tenían damas;
-y así toda la ciudad tuvo tanta alegría como de antes, y aun más,
-porque luego los caballeros comenzaron a ordenar juegos y máscaras de
-noche por las calles, mandando poner grandes hogueras y luminarias por
-toda la ciudad, de suerte que la noche parecía día.</p>
-
-<p>Será bueno decir quiénes fueron los caballeros y damas que se
-casaron.</p>
-
-<p>El fuerte Sarracino con la linda Galiana; Abindarráez con la hermosa
-Jarifa; Abenámar con Fátima; Malique Alabez con la linda Cobaida, que
-ya le habían traído de Arbolote, y estaba de todo punto sano de sus
-penetrantes heridas; Azarque con Arbolaya; un caballero Almoradí con
-la bella Sarracina; un caballero Abencerraje con Celima: todos estos
-caballeros y damas nombradas fueron casados en la misma sala real, en
-la cual hubo dos meses de fiesta y zambra.</p>
-
-<p>Como los caballeros y damas ya nombradas era toda gente principal,
-y la flor de la ciudad de Granada, se hicieron grandísimos gastos, así
-en comidas, como en ricas ropas, oros y sedas; de manera que la ciudad
-estaba en esta sazón la más rica y opulenta, y más alegre y regocijada
-que había estado en ningún tiempo.</p>
-
-<p>Fuera gran bien para los moradores de la ciudad y para todo<span
-class="pagenum" id="Page_201">p. 201</span> el reino, que siempre
-estuvieran en tranquilidad y concordia; pero como la rueda de la
-fortuna es mudable, presto volvió lo de arriba abajo, y dio con todo
-en el suelo, convirtiendo tantos placeres y regocijos en tristes
-llantos, como adelante diremos.</p>
-
-<p>Muza, como hombre a quien habían hecho cargo de las fiestas, presto
-concertó las cuadrillas del juego, tomándose él un puesto con treinta
-caballeros Abencerrajes, y dando el otro puesto a un caballero Zegrí,
-hermano de Fátima, mancebo de valor; y este señaló otros treinta
-Zegríes, deudos suyos, para el juego, el cual había de ser en la plaza
-de Vivarrambla, donde se habían de correr los toros; y traídos un
-día señalado, los corrieron con mucha alegría de toda la ciudad, en
-presencia del rey y la reina, y de toda la corte. Congregáronse de la
-ciudad y forasteros mucha gente a la fama de las fiestas reales.</p>
-
-<p>Ya se habían corrido cuatro toros muy bravos, y el quinto estaba en
-la plaza, cuando entró por ella un caballero en un lucido caballo; la
-marlota y capellar eran verdes, como quien vivía con esperanza, las
-plumas verdes con argentería de oro. Con él salieron seis con la misma
-divisa de su librea, y cada uno con un rejón negro en la mano, y unas
-listas de plata.</p>
-
-<p>Grande contento dio el caballero a todos los que estaban mirando las
-fiestas, y más a la hermosa Lindaraja, porque luego conoció a Gazul,
-que ya estaba sano de las heridas que le dio Reduán en la escaramuza
-que tuvieron los dos.</p>
-
-<p>Reduán no quiso estar en las fiestas aquel día, por los
-desdenes<span class="pagenum" id="Page_202">p. 202</span> que le hacía
-Lindaraja; y por no verla, y por no traer a la memoria sus penas, se
-salió aquel día armado, por si encontraba algún cristiano con quien
-pelear.</p>
-
-<p>Pues como Gazul entró tan gallardo, y vio que todo el vulgo le
-miraba, se puso enmedio de la plaza, y aguardó que el toro viniese
-por aquella parte; el cual no tardó mucho, que habiendo muerto cinco
-hombres, y atropellado más de cincuenta, llegó, y así como vio el
-caballo, arremetió para herirle.</p>
-
-<p>Gazul le aguardó, y al tiempo que el toro quiso dar su golpe, le
-clavó un rejonazo tan cruel por medio de los hombros, que contra su
-gusto cayó en tierra, y no hirió al caballo. Sentía tanto dolor el
-lastimado toro, que puestos los pies y manos hacia arriba, se revolcaba
-en su sangre, dando unos bramidos espantables.</p>
-
-<p>Admirado quedó el rey y toda la corte de ver la venturosa suerte de
-Gazul, y qué brevemente había quitado la fuerza y brío a un animal tan
-feroz.</p>
-
-<p>Con mucho contento estaba Gazul, lidiando los toros que se corrían,
-aguardándolos hasta llegar muy cerca, y después los lastimaba con el
-rejón de tal suerte, que no volvían más a él; y porque aquel día lo
-hizo tan bien el invencible Gazul, se dijo este</p>
-
-<p class="centra mt15">ROMANCE.</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Estando toda la corte</p>
- <p class="i0">de Abdalí, rey de Granada,</p>
- <p class="i0">haciendo una rica fiesta,</p>
- <p class="i0">habiendo hecho la zambra,</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_203">p. 203</span>Por respeto de unas bodas</p>
- <p class="i0">de gran nombradía y fama,</p>
- <p class="i0">por las cuales corren toros</p>
- <p class="i0">en la plaza Vivarrambla.</p>
- <p class="i2">Estando corriendo un toro,</p>
- <p class="i0">que su braveza espantaba,</p>
- <p class="i0">se presentó un caballero</p>
- <p class="i0">sobre un caballo en la plaza,</p>
- <p class="i2">Con una marlota verde,</p>
- <p class="i0">de damasco bandeada,</p>
- <p class="i0">y el capellar de lo mismo,</p>
- <p class="i0">muestra color de esperanza.</p>
- <p class="i2">Plumas verdes, y el bonete</p>
- <p class="i0">parece de una esmeralda;</p>
- <p class="i0">seis criados van con él,</p>
- <p class="i0">que le sirven y acompañan,</p>
- <p class="i2">Vestidos también de verde,</p>
- <p class="i0">porque su señor lo manda,</p>
- <p class="i0">como aquel que en sus amores</p>
- <p class="i0">esperanza lleva larga.</p>
- <p class="i2">Un rejón fuerte y agudo</p>
- <p class="i0">cada criado llevaba;</p>
- <p class="i0">de color negro eran todos,</p>
- <p class="i0">y bandeados de plata.</p>
- <p class="i2">Conocen al caballero</p>
- <p class="i0">por su presencia bizarra,</p>
- <p class="i0">que era el muy fuerte Gazul,</p>
- <p class="i0">caballero de gran fama,</p>
- <p class="i2">El cual con gentil donaire</p>
- <p class="i0">se puso enmedio la plaza</p>
- <p class="i0">con un rejón en la mano,</p>
- <p class="i0">que al gran Marte semejaba,</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_204">p. 204</span>Y con ánimo invencible</p>
- <p class="i0">al fuerte toro aguardaba.</p>
- <p class="i0">El toro cuando le vio,</p>
- <p class="i0">al cielo tierra arrojaba</p>
- <p class="i2">Con las manos y los pies,</p>
- <p class="i0">cosa que gran temor daba;</p>
- <p class="i0">y después con gran furor</p>
- <p class="i0">hacia el caballo arrancaba</p>
- <p class="i2">Por herirle con sus cuernos,</p>
- <p class="i0">que como alesnas llevaba;</p>
- <p class="i0">mas el valiente Gazul</p>
- <p class="i0">su caballo bien guardaba,</p>
- <p class="i0">porque con el rejón duro</p>
- <p class="i0">con presteza no pensada</p>
- <p class="i2">Al bravo toro hiriera</p>
- <p class="i0">por entre espalda y espalda:</p>
- <p class="i0">el toro muy mal herido</p>
- <p class="i0">con sangre la tierra baña,</p>
- <p class="i2">Quedando en ella tendido</p>
- <p class="i0">su braveza aniquilada.</p>
- <p class="i0">La corte toda se admira</p>
- <p class="i0">en ver aquella hazaña,</p>
- <p class="i2">Y dicen que el caballero</p>
- <p class="i0">es de fuerza aventajada;</p>
- <p class="i0">el cual corridos los toros,</p>
- <p class="i0">el Coso desembaraza.</p>
- <p class="i2">Haciendo mesura al rey,</p>
- <p class="i0">y a Lindaraja su dama;</p>
- <p class="i0">lo mismo hizo a la reina,</p>
- <p class="i0">y a las damas que allí estaban.</p>
-</div>
-
-<p>Volviendo al propósito, el fuerte Gazul corrió los demás toros que
-quedaban, en compañía<span class="pagenum" id="Page_205">p. 205</span>
-de otros caballeros que los corrían; y no quedando ya ningún toro,
-hecho el acatamiento debido al rey y a la reina, y a las damas, y
-en particular a Lindaraja, se salió de la plaza, quedando todos muy
-contentos en haber visto su hazaña. Luego se tornó a montar para que
-entrase el juego de cañas.</p>
-
-<p>Los caballeros del juego se fueron a aderezar, y no tardó mucho que
-al son de militares trompetas entró el valeroso Muza con su cuadrilla,
-con tanta bizarría, gala y gentileza, que no había más que ver.</p>
-
-<p>Toda la librea era blanca y azul con griones y bandas pajizas,
-plumas encarnadas y blancas, con mucha argentería de oro; por divisa
-en las adargas un salvaje, que con un bastón deshacía un mundo. Esta
-divisa era de los bravos Abencerrajes muy usada, con una letra a los
-pies del salvaje, que decía así:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
- <div class="stanza">
- <div class="verse indent2">Abencerrajes levanten</div>
- <div class="verse indent0">hoy sus plumas hasta el cielo,</div>
- <div class="verse indent0">pues las famas en el suelo</div>
- <div class="verse indent0">con la fortuna combaten.</div>
- </div>
-</div>
-</div>
-
-<p>De esta forma entró el granadino Muza muy gallardo y bizarro con
-toda su cuadrilla, que eran treinta Abencerrajes, todos caballeros
-de mucho valor. En entrando hicieron todos un concertado caracol,
-escaramuceando unos con otros, y al cabo se pusieron cada uno en su
-puesto.</p>
-
-<p>Luego el bando de los Zegríes entró muy gallardo, y no menos vistoso
-que los Abencerrajes: su librea era verde y morada, cuarteada de color
-de hojaldre muy vistosa.</p>
-
-<p>Venían en yeguas bayas muy ligeras: los pendones de las lanzas
-eran<span class="pagenum" id="Page_206">p. 206</span> verdes y
-morados; y si los Abencerrajes hicieron buena entrada y caracol
-vistoso, no la hicieron menos los bravos Zegríes. Traían por divisa en
-las adargas unos alfanjes sangrientos con una letra que decía así:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
- <div class="stanza">
- <div class="verse indent2">Alá no quiere que al cielo</div>
- <div class="verse indent0">hoy suba ninguna pluma,</div>
- <div class="verse indent0">sino que se hunda y suma</div>
- <div class="verse indent0">con el acero en el suelo.</div>
- </div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Habiendo hecho su caracol muy gallardamente, tomaron su puesto, y al
-punto los dos bandos se apercibieron de cañas para el juego.</p>
-
-<p>El rey, que ya tenía vistas las letras y divisas de los caballeros,
-entendió por ellas el rencor que tenían; y porque no resultase algún
-escándalo en tiempo de tantos regocijos y fiestas, luego se quitó de
-los miradores, y acompañado de todos los grandes de su corte bajó a la
-plaza antes que se comenzasen las cañas, que no fue poco importante su
-asistencia.</p>
-
-<p>Puesto a un lado mandó que jugasen, y al son de los añafiles y
-chirimías se comenzaron a jugar las cañas, hechas cuatro cuadrillas.
-Las cañas se jugaron sin haber desconcierto alguno, aunque lo
-hubiera muy grande, si el rey no descendiera a la plaza, porque los
-Zegríes venían de mano armada contra los Abencerrajes, los cuales,
-escarmentados de la pasada, estaban apercibidos para lo que se
-ofreciera; pero con la presencia del rey que estaba con ellos, no
-ejecutaron su intento los Zegríes.</p>
-
-<p>Habiendo visto los moros de los bandos contrarios al rey,
-estuvieron con mucha concordia, y se acabaron<span class="pagenum"
-id="Page_207">p. 207</span> las fiestas de aquel día sin pesadumbre y
-con mucho gusto, que no fue pequeño misterio.</p>
-
-<p>Y por estas fiestas de toros y juego de cañas se hizo el
-siguiente</p>
-
-<p class="centra mt15">ROMANCE.</p>
-
-<div class="poem ml7 mb1 mt1">
- <p class="i2">Con más de treinta en cuadrilla,</p>
- <p class="i0">hijosdalgo Abencerrajes,</p>
- <p class="i0">sale el valeroso Muza</p>
- <p class="i0">a Vivarrambla una tarde;</p>
- <p class="i2">Por mandado de su rey</p>
- <p class="i0">a jugar cañas se sale,</p>
- <p class="i0">de blanco, azul y pajizo,</p>
- <p class="i0">con encarnados plumajes;</p>
- <p class="i2">Y para que se conozcan</p>
- <p class="i0">en cada adarga un salvaje,</p>
- <p class="i0">acostumbrada divisa</p>
- <p class="i0">de moros Abencerrajes,</p>
- <p class="i2">Con un letrero que dice:</p>
- <p class="i0">Abencerrajes levanten</p>
- <p class="i0">hoy sus plumas hasta el cielo;</p>
- <p class="i0">pues de ellas visten las aves.</p>
- <p class="i2">Y en otra cuadrilla vienen</p>
- <p class="i0">atravesando una calle</p>
- <p class="i0">los valerosos Zegríes,</p>
- <p class="i0">con libreas muy galanes.</p>
- <p class="i2">Todos de morado y verde,</p>
- <p class="i0">marlotas y capellares,</p>
- <p class="i0">en mil jaqueles gualdados</p>
- <p class="i0">de plata los acicates.</p>
- <p class="i2">Sobre yeguas bayas todos,</p>
- <p class="i0">hermosas, ricas, pujantes;</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_208">p. 208</span>por divisa en las adargas</p>
- <p class="i0">unos sangrientos alfanjes,</p>
- <p class="i2">Con una letra que dice:</p>
- <p class="i0">no quiere Alá se levanten,</p>
- <p class="i0">sino que caigan en tierra</p>
- <p class="i0">con el acero pujante.</p>
- <p class="i2">Apercíbense de cañas,</p>
- <p class="i0">el juego va muy pujante;</p>
- <p class="i0">mas por industria del rey</p>
- <p class="i0">no se revuelven, ni salen,</p>
- <p class="i2">Porque los Zegríes tienen</p>
- <p class="i0">contra los Abencerrajes</p>
- <p class="i0">un concierto de traidores,</p>
- <p class="i0">y no pudieron lograrle.</p>
-</div>
-
-<p>Acabado el juego de las cañas el rey y los demás caballeros
-principales de la corte, y la reina y las damas con sus novios se
-retiraron al Alhambra, donde el rey los regaló grandemente en la
-cena, porque estaba muy contento de que no había sucedido ninguna
-desgracia.</p>
-
-<p>Hubo sarao real, y los desposados danzaron con las desposadas, y el
-rey con la reina, Muza con Celima, con mucho contento de ambos; Gazul
-danzó con Lindaraja. Tanto danzaron y bailaron aquella noche, que era
-ya casi de día cuando se fueron a dormir los desposados.</p>
-
-<p>La hermosa Galiana, gozosa de verse en aquel punto con su Sarracino,
-a quien con tan excesivo amor amaba, después de haberle dicho muchas
-amorosas razones, le dijo:</p>
-
-<p>—Dime, querido señor mío, ¿qué fue la causa que el día de S.
-Juan habiendo corrido con Abenámar las tres lanzas en el juego de
-la sortija, luego saliste de<span class="pagenum" id="Page_209">p.
-209</span> la plaza, y no pareciste más en aquellos cuatro o seis días?
-¿Fue porque perdiste la joya, o por qué? Que te prometo que lo deseo
-saber.</p>
-
-<p>—Querida esposa y señora mía, la causa fue porque perdí tu retrato
-bello y la rica manga labrada de tu mano, y por la vergüenza que me
-ocupaba de parecer en tu presencia, y por saber que Abenámar ordenó
-aquel juego por vengarse de los dos: de ti, porque le desdeñaste; y
-de mí, porque una noche le herí debajo de tu balcón, estándote dando
-una música, que bien creo que tendrás noticia de ello; y viendo que
-fortuna le favoreció tan a medida de su deseo, y que a mí me había
-sido contraria, me dio tan gran tristeza y desesperación, que enfermé
-de melancolía y maldecí mi poca ventura; renegué del falso Mahoma,
-y prometí y juré a fe de caballero, de ser cristiano, y lo tengo de
-cumplir, aunque sobre ello muera, porque tengo por mejor la fe de
-los cristianos, que no la burlaria de la secta de Mahoma; y si tú me
-quieres bien, como dices, has de ser cristiana, que yo sé que el rey D.
-Fernando nos hará grandes mercedes por ello.</p>
-
-<p>Con esto cesó, aguardando la respuesta que le daría Galiana, la cual
-luego le respondió:</p>
-
-<p>—Señor, y esposo, no puedo yo huir en ninguna manera de tu voluntad;
-antes seguirela en todo y por todo; tú eres mi señor y marido, a quien
-yo di y entregué mi corazón; y así digo, que no iré contra tu gusto en
-cosa ni en parte; y más, que yo sé que la fe de los cristianos es mucho
-mejor que el Alcorán, y así prometo de ser cristiana.</p>
-
-<p>—Acrecentádome<span class="pagenum" id="Page_210">p. 210</span>
-habéis las mercedes de todo punto —dijo Sarracino—, y no esperaba menos
-de tan leal y firme pecho.</p>
-
-<p>Y diciendo esto la abrazó entre mil ternezas, y así pasaron toda
-aquella noche.</p>
-
-<p>Venida la mañana, los grandes de la corte se juntaron y ordenaron
-que Abenámar, pues era tan buen caballero, se casase con Fátima, ya que
-en su servicio había hecho tan grandes cosas. Los Zegríes no quisieron
-que aquel casamiento se hiciese, por cuanto Abenámar tenía amistad con
-los Abencerrajes; las cuales contradicciones no aprovecharon porque el
-rey gustó de que se casaran, y todos los caballeros fueron en que se
-efectuase.</p>
-
-<p>Hecho el casamiento, las fiestas se aumentaron, haciendo cada día
-zambra y muchas danzas y juegos; de modo que no había otra cosa en la
-corte sino galas, invenciones, máscaras y regocijos; y los dejaremos
-en ellas por contar lo que le sucedió a Reduán en la Vega, yendo
-desesperado por verse aborrecido de Lindaraja que amaba a Gazul.</p>
-
-<p>Pues es de saber que como salió de la ciudad se fue por el río Genil
-abajo, y llegó al Soto de Roma, que es un soto muy agradable, de mucha
-espesura de árboles; y hoy día quien no tiene muy andadas las veredas
-se pierde en él: hay dentro infinidad de caza volátil y terrestre, y
-estará de Granada el principio del soto legua y media, teniendo de
-ancho y largo más de cuatro leguas.</p>
-
-<p>Allí vio una escaramuza muy reñida entre cuatro moros y cuatro
-cristianos, por causa de que les querían quitar una mora muy hermosa, y
-la defendían, aunque<span class="pagenum" id="Page_211">p. 211</span>
-con pérdida y trabajo, por ser los cristianos de mucho valor. La mora
-miraba su escaramuza derramando abundancia de lágrimas.</p>
-
-<p>Reduán espoleó su caballo para favorecer a los moros; pero por
-priesa que se dio ya habían muerto a los dos, y los otros andaban a mal
-traer; y temerosos de la muerte desampararon a la dama, y volvieron las
-espaldas a todo correr de sus yeguas.</p>
-
-<p>A esta sazón llegó Reduán, y mirando a la hermosa mora la vio
-vertiendo perlas por los ojos, y que acrecentaba más su triste llanto
-viendo muertos dos de sus guardadores, y que los otros dos se habían
-ido huyendo.</p>
-
-<p>Movido de compasión el valiente Reduán, por librarla del poder de
-los cristianos, y sin hablarles palabra, los acometió, y del primer
-encuentro hirió al uno muy mal en un descubierto de la adarga, de
-modo que vino a tierra; y revolviendo su caballo con gran ligereza y
-velocidad, se apartó de los tres cristianos escaramuceando un gran
-trecho, y luego tornando como un pensamiento sobre ellos, de un
-encuentro derribó a otro caballero del caballo, mal herido.</p>
-
-<p>Los dos cristianos que quedaban embistieron a Reduán, y el uno de
-ellos le dio una gran lanzada, de suerte que quedó herido de una mala
-herida; el otro caballero, aunque le entró, no le hirió y rompió su
-lanza. Reduán viéndose herido, se apartó de ellos, y con muy bravo
-ánimo les volvió a embestir, de suerte que derribó del caballo al que
-estaba sin lanza.</p>
-
-<p>El cristiano que estaba solo hirió a Reduán segunda vez, y
-él encolerizado acometió al cristiano<span class="pagenum"
-id="Page_212">p. 212</span> para herirle, mas no se atrevió a esperarle
-por verse solo, pues los compañeros estaban en el suelo mal heridos, y
-los caballos andaban sueltos por el campo.</p>
-
-<p>Los dos moros que habían ido huyendo se detuvieron por ver el fin de
-la batalla; y visto cuán en breve había desbaratado aquel moro a los
-cuatro cristianos, volvieron espantados adonde había dejado a la mora,
-la cual estaba admirada del valor del moro.</p>
-
-<p>Reduán estaba hablando con ella maravillado de su hermosura, que
-le parecía ser mayor que la de Lindaraja y la de todas las damas de
-Granada; y así era verdad, que era la más hermosa de todo el reino.
-Estaba Reduán tan rendido a la mora, que no se acordaba de Lindaraja, y
-solo se ocupaba en mirarla, y la preguntó quién era.</p>
-
-<p>En esto llegaron los dos moros, y dándole las gracias del socorro le
-dijeron así:</p>
-
-<p>—Señor caballero, Mahoma os trajo aquí a tal tiempo, que si vos no
-vinierais, nosotros del todo fuéramos perdidos y muertos a manos de
-aquellos caballeros cristianos; y lo que más nos pesara es perder esta
-dama que traemos a nuestro cargo, y porque parece que estáis herido,
-según demuestra esa sangre, vamos la vuelta de Granada, y en el camino
-diremos lo que habéis preguntado; y mirad si de estos caballeros
-cristianos se ha de hacer alguna cosa.</p>
-
-<p>—No —dijo Reduán—, básteles estar heridos; cogedles los caballos,
-dádselos, y váyanse.</p>
-
-<p>De esto se maravillaron los moros, y cogieron los caballos y se los
-dieron a los cristianos, y ellos tomaron la vía de Granada.</p>
-
-<p>Yendo<span class="pagenum" id="Page_213">p. 213</span> Reduán junto
-a la hermosa mora, la cual no menos pagada iba de Reduán que él iba de
-ella, el uno de los dos moros comenzó a hablar de esta manera:</p>
-
-<p>—Habéis de saber, señor caballero, que éramos cuatro hermanos y
-una hermana, que es la que presente veis: de los cuatro, por nuestra
-desdicha, ya habéis visto como quedan allí los dos muertos a manos de
-los cristianos, y aun habemos sido para tan poco los dos que quedamos,
-que aún no les dimos sepultura; pero querrá el santo Alá que hallemos
-algunos villanos que pagándoselo quieran dársela. Nuestro padre es
-alcaide de la fuerza de Ronda; y como supimos que en Granada se hacían
-tan grandes fiestas, pedimos a nuestro padre, Zaide Hamete, licencia
-para venir a verlas. Pluguiera al santo Alá que no hubiéramos venido,
-que nos ha costado dos hermanos, y afrentosamente huimos y dejamos
-en tan notable peligro a nuestra hermana Haja, si vos, señor, no lo
-remediárades. Esta es, señor caballero, nuestra lastimosa y verdadera
-historia; y pues ya, señor, habéis sabido nuestro viaje, y también
-quién somos, recibiremos merced, si sois servido, que nos digáis de
-dónde sois y cómo os llamáis, para que sepamos a quién somos tan
-obligados.</p>
-
-<p>Reduán les respondió:</p>
-
-<p>—Holgado me he, caballeros, de saber quién sois; bien conozco a
-vuestro padre, y conocí a vuestro abuelo Almadán, a quien mató D. Pedro
-Sotomayor. Pésame de no haber venido antes, que yo sé que no hubieran
-muerto vuestros hermanos, y huélgome mucho de haberos servido<span
-class="pagenum" id="Page_214">p. 214</span> en algo, y lo haré cada
-y cuando que se ofrezca; y por si os queréis servir de mí, y daros
-gusto, os diré quién soy: llámanme Reduán, y soy de Granada; vamos allá
-a mi casa, y será vuestra, donde os haré regalar y servir conforme
-merecéis.</p>
-
-<p>—Gran merced, señor Reduán —respondieron ellos—, por el ofrecimiento
-que nos hacéis; deudos tenemos en Granada donde podemos ir a posar,
-cuanto más que por la desgracia sucedida nos detendremos muy poco en la
-ciudad, especialmente siendo ya pasadas las fiestas.</p>
-
-<p>En esto iban hablando los dos hermanos de Haja, y Reduán, cuando
-vieron venir dos leñadores que con sus bagajes iban por leña al dicho
-soto, y en llegando a ellos dijeron los dos hermanos a Reduán:</p>
-
-<p>—A buen tiempo han venido estos villanos, que podría ser quisiesen
-dar sepultura a nuestros hermanos, pagándoselo.</p>
-
-<p>—Yo se lo rogaré —dijo Reduán, y habló a los villanos diciendo—:
-Hermanos, por amor del santo Alá, que deis sepultura a dos caballeros
-que están allí bajo muertos, que os será bien pagado.</p>
-
-<p>Los villanos dijeron, que de buena gana lo harían, sin interés
-alguno. Los hermanos suplicaron a Reduán esperase allí en compañía de
-su hermana, en tanto que iban a ayudar a enterrar los muertos, que
-seguros iban, quedando ella con él, y a traer los caballos, siquiera
-porque no se aprovechasen de ellos los cristianos.</p>
-
-<p>—Mucho me holgara de acompañaros —dijo Reduán—; pero pues es vuestro
-gusto que yo quede con vuestra hermana, soy contento.</p>
-
-<p>Los moros se lo agradecieron<span class="pagenum" id="Page_215">p.
-215</span> mucho, y se fueron con los villanos para dar sepultura a sus
-hermanos, y cobrar los caballos perdidos.</p>
-
-<p>El valiente Reduán ardiendo en llamas de amor por la hermosa Haja, y
-viendo la oportuna ocasión por estar solos, la dijo de esta suerte:</p>
-
-<p>—O fue ventura, o desdicha mía haberos hallado en esta parte; en un
-punto vi muerte, vida, cielo, suelo, tempestad, bonanza, paz y guerra;
-y lo que más siento, es no saber el fin de una tan extraña aventura,
-como es la que la fortuna me ha ofrecido: de suerte estoy suspenso,
-Haja hermosa y bella, que no estoy en mí, sino en ti. No sé dónde vaya
-sino a ti; temo declarar mi mal, muero si no lo declaro, ardo en vivas
-llamas, estoy más helado que los Alpes de Alemania. No sé si hable, o
-calle, oh bellísima señora: por mejor medio elijo declararte lo que mi
-alma siente, para que des vida a quien le va faltando, pues tú eres
-la verdadera medicina, y salutífera a mi enfermedad. Sabrás, vida de
-esta mía, que en la dichosa hora que vi tus soles llorosos por la
-escaramuza de que tú eras la causa, luego comencé a pelear con cinco
-contrarios, cuatro los cristianos, y otro tú; vencilos, y te libré; y
-tú me venciste y cautivaste: ¿con qué armas peleaste, que tan presto me
-venciste? Pero, ¿para qué lo pregunto, pues eres semejanza y cifra de
-la hermosura, dotada en discreción, bravo donaire, brío y gentileza?
-Estas son las armas con que peleaste conmigo. No hallaste en mí
-resistencia porque de mis potencias estabas apoderada: tu siervo soy,
-y tú mi señora<span class="pagenum" id="Page_216">p. 216</span> y mi
-bien. Adórote, no me aborrezcas; estímote, no me menosprecies, no seas
-ingrata a mi pecho fiel, amoroso y verdadero: corresponde a mi casto
-amor, pues te admito por mi esposa, y dame respuesta piadosa.</p>
-
-<p>Y diciendo esto enmudeció. Haja le respondió, diciendo:</p>
-
-<p>—Noble, brioso y esforzado caballero, aunque sin experiencia de
-causas de amor, por ser doncella de catorce años, recogida y noble, que
-presto sabrás quien soy, luego reconocí ser tu accidente de amorosas
-llamas, y a lo que me has dicho, digo que sea así por no contradecirte;
-pero bien sé que los hombres, por conseguir su lascivo deseo, dicen mil
-lisonjas vanas, y otras cosas o cuitas en daño de las tristes mujeres,
-que de ligero se creen. Quiero resolverme y responder, porque veo venir
-a mis hermanos, que si tú me amas, soy tu rendida; si con facilidad me
-quisiste, con fuerza te adoro; si te parezco bien, me parece que no
-hay otro en la tierra como tú. Y si como dices, me quieres por esposa,
-pide a mis hermanos que alcancen el sí de mi padre, que el mío en tu
-boca está; y te prometo que será tan imposible faltar esta ferviente
-fe que tengo, como pedir a la nieve que caliente, al sol que resfríe y
-que no alumbre, y como ver en el suelo el firmamento estrellado. Tanto
-es lo que te quiero, moro, que en mi alma moras; y porque llegan mis
-hermanos, mudemos plática, no apartándome de tu pensamiento, como yo no
-te aparto del mío; y cuando caminemos, como que no me has dicho nada,
-puedes tratar con mis hermanos<span class="pagenum" id="Page_217">p.
-217</span> el casamiento: y de no querer mi padre, ni mis hermanos
-que me case contigo, que no me persuado a que den tan mal pago a una
-obligación tan grande como te tenemos, y más siendo tan principal
-caballero, que nosotros ganamos en que tú me quieras por esposa, yo
-quiero, si tú me quieres; tuya soy, pues me libraste de poder de los
-cristianos, que es cierto que había de ser su cautiva. Pues tanto más
-me ha valido el trueque, dichosa suerte ha sido la mía, aunque he
-perdido dos hermanos, en haber venido por aquí, resultándome tanto bien
-de querer ser tú mi esposo; y en señal de que seré tuya, para que estés
-confiado en mi palabra, toma esta sortija del dedo del corazón, y ponla
-en el tuyo, pues el mío tienes en él.</p>
-
-<p>Y diciendo esto sacó una sortija de oro, con una esmeralda
-trasparente y fina, y se la dio a Reduán, el cual la tomó con mucha
-alegría, y besándola mil veces la puso en su dedo, quedando el más
-contento y favorecido amante del mundo.</p>
-
-<p>Quisiera el enamorado moro dar respuesta a su querida mora; pero
-no hubo lugar, porque llegaron sus dos hermanos, bañados los rostros
-en lágrimas por el dolor de sus dos caros hermanos, a quien venían de
-enterrar y traían sus caballos del diestro. La hermosísima Haja no pudo
-dejar de llorar los ya difuntos hermanos. Reduán los consolaba lo que
-podía, diciéndoles palabras muy eficaces para ello; y con estas y otras
-pláticas entraron en Granada.</p>
-
-<p>Era ya de noche, y dijeron los hermanos a Reduán, que les
-diese<span class="pagenum" id="Page_218">p. 218</span> licencia para
-ir a posar en casa de un deudo suyo, que era de los Almadenes, y vivía
-en la calle de Elvira. Reduán les dijo que hiciesen su gusto y los
-acompañó hasta la posada; y despidiéndose de ellos se volvió a su
-casa.</p>
-
-<p>Mas al tiempo de despedirse no apartaba la vista de sus ojos el uno
-del otro amante, de tal manera que apartándose se consideraba sin alma
-Reduán, por quedársele con su señora; y Haja asimismo, por llevársela
-Reduán.</p>
-
-<p>Los caballeros y la dama fueron bien recibidos de su tío, quien
-recibió mucha pena por la muerte de sus dos sobrinos.</p>
-
-<div class="section">
-<p>A otro día por la mañana se vistió Reduán, y fue al real palacio por
-besar las manos al rey, el cual en aquella hora se acababa de levantar
-y vestir para ir a la Mezquita mayor, a ver el zalá que se hacía por
-un moro de su secta llamado Gidemahojo; y viendo a Reduán vestido de
-marlota y capellar verde, y plumas verdes, alegrose grandemente con su
-vista, porque había muchos días que no le había visto; y le preguntó
-dónde había estado, y cómo le había ido en la escaramuza con Gazul.
-Reduán le satisfizo, diciendo que Gazul era buen caballero, y que Muza
-los había hecho amigos.</p>
-</div>
-
-<p>Con esto el rey y los demás caballeros que le salían a acompañar,
-que por la mayor parte eran Zegríes y Gomeles, se fueron a la mezquita,
-y con muy grande aplauso se hizo el zalá y alcoranas ceremonias, y
-se volvieron al Alhambra; y en entrando en su palacio real hallaron
-a la reina y sus damas en la sala, porque era costumbre del rey
-Chico; y así lo tenía mandado, que en cualquier<span class="pagenum"
-id="Page_219">p. 219</span> tiempo que saliese, a la vuelta había de
-estar la reina y sus damas en la sala por solo su gusto, y porque se
-holgaba de verlas; y más a Celima, que la amaba en supremo grado, por
-lo cual él y el capitán Muza tuvieron muchas diferencias, como adelante
-se dirá.</p>
-
-<p>Entraron en palacio con todos los caballeros de su corte, y todas
-las damas pusieron la vista en la bizarría de Reduán, espantadas de la
-mudanza de librea. Lindaraja le miraba de propósito, y admirada de que
-no la miraba, dijo entre sí:</p>
-
-<p>—Disimula Reduán su pasión: bien hace, que no ofenderé a mi
-Gazul.</p>
-
-<p>La reina dijo a Lindaraja:</p>
-
-<p>—Todavía tiene esperanza Reduán de gozarte.</p>
-
-<p>Respondió Lindaraja:</p>
-
-<p>—Bien puede desistir de ese pensamiento, porque estoy muy fuera de
-él.</p>
-
-<p>Dijo la reina:</p>
-
-<p>—Pues en verdad que tiene buen talle, y es galán y discreto Reduán,
-y que cualquiera dama se puede tener por dichosa en ser suya.</p>
-
-<p>—Así es, señora, Reduán merece mucho, y de no haber puesto mi
-afición en Gazul, es sin duda que ninguno sino él fuera señor de mí.</p>
-
-<p>Con esto callaron, porque no advirtiesen las otras damas en lo que
-hablaban.</p>
-
-<p>A esta sazón le dijo el rey a Reduán:</p>
-
-<p>—Bien te acordarás que me diste palabra de ganar a Jaén en una
-noche: si lo cumples, como me lo prometiste, te daré doblado el sueldo
-de capitán; y si no lo cumplieres, me has de servir en una frontera,
-privado de la vista de tu dama. Por tanto apercíbete a la empresa,
-que yo iré en persona a la conquista, que estoy muy sentido de estos
-cristianos de Jaén, porque cada día nos corren la<span class="pagenum"
-id="Page_220">p. 220</span> tierra, y talan la Vega; y pues ellos me
-vienen a buscar tantas veces, será bien que vaya yo a buscarles una, y
-que de esta se concluya con todos.</p>
-
-<p>Reduán le respondió con rostro alegre, diciendo:</p>
-
-<p>—Si algún tiempo di palabra de darte a Jaén ganada en una noche, de
-nuevo lo confirmo, con que me des mil soldados de los que yo señalare,
-que yo os cumpliré lo dicho.</p>
-
-<p>El rey dijo:</p>
-
-<p>—No digo mil soldados, sino cinco mil te daré, y aunque yo vaya, tú
-has de ser capitán de todos.</p>
-
-<p>—Estimo mucho la honra que me hacéis —dijo Reduán—, y yo me holgaría
-de acertar a servirte como deseo. Tu Majestad señale la gente y día
-que hemos de partir, que desde luego estoy dispuesto y obediente a tu
-gusto.</p>
-
-<p>—No espero menos de ti, y no perderás el servicio que me hicieres:
-los caballeros que irán contigo serán Abencerrajes, Zegríes, Gomeles,
-Mazas, Venegas, Maliques y Alabeces, que bien sabes el valor de todos,
-y sin estos irán los demás caballeros e hidalgos, pues yo voy a la
-jornada.</p>
-
-<p>Diciendo esto entró un portero, y dijo al rey que pedían licencia
-una dama y dos moros forasteros para besarle las manos. El rey dijo que
-entrasen.</p>
-
-<p>Luego entraron por la sala dos caballeros de buena gracia, marlotas
-y capellares, borceguíes y zapatos negros; enmedio de ambos venía una
-dama vestida de negro, tapado el rostro con un cabo del almaizar que no
-descubría más que dos luceros, y bien se echaba de ver por la hermosura
-de ellos, que debía de ser perfecto en todo.</p>
-
-<p>Maravillado el rey de sus funestos trajes, les dijo:</p>
-
-<p>—¿Qué es<span class="pagenum" id="Page_221">p. 221</span> lo que
-queréis?</p>
-
-<p>Haciendo gran reverencia al rey y a la reina, y a las damas que allí
-estaban, propuso el moro lo siguiente:</p>
-
-<p>—Nuestro principal intento ha sido venir a besar tus reales manos
-y las de mi señora la reina, y a que conozcas estos tus siervos.
-Nosotros tres somos nietos de Almadán, alcaide que fue de Ronda, y
-ahora lo es nuestro padre; y como tuvimos noticias de las fiestas que
-en esta ciudad se hacían, por celebrar los casamientos que tu Majestad
-ha hecho en ella, acordamos de venir a verlas. La fortuna no quiso
-que las gozásemos, y fue la causa que el día de las fiestas, en un
-lugar de grandes espesuras que se dice el Soto de Roma, de improviso
-nos asaltaron cuatro caballeros cristianos, muy valerosos, y tanto,
-que aunque nosotros nos defendimos por amparar esta doncella, que es
-hermana nuestra, pudieron tanto, que de cuatro hermanos que éramos,
-nos mataron los dos, y nosotros con temor de la muerte huimos, y si no
-fuera por el valor de este caballero que está junto a vuestra Majestad,
-todos nos perdiéramos —y diciendo esto, señaló con el dedo al fuerte
-Reduán—: que venció con su valentía él solo a tres cristianos, y el
-otro huyó. Venimos a darle las gracias al vencedor caballero que estaba
-consolando a nuestra afligida hermana, y dio licencia a los vencidos
-cristianos para que fuesen libres, sin quitarles ningún despojo;
-benignidad de noble caballero nunca vista, que con quedar herido no
-quiso vengarse. Os certifico, señor, que si todos los caballeros
-de vuestra corte son como<span class="pagenum" id="Page_222">p.
-222</span> Reduán, podéis conquistar el mundo, porque vimos que de tres
-botes de lanza derribó tres cristianos mal heridos, y el otro huyó.
-Acordamos de venir a besar las manos de vuestra Majestad, y a pedir
-licencia para ir a contar a nuestros padres esta desdicha.</p>
-
-<p>Con esto no dijo más el moro, mostrando mucha tristeza, y la misma
-mostró el otro hermano y la doncella.</p>
-
-<p>Mucha admiración causó al rey la tragedia, y la ventura de ir Reduán
-por aquel sitio para remediar la dama; y volviéndose a Reduán le
-dijo:</p>
-
-<p>—Grande era el amor que te tenía, y con esta hazaña le has
-acrisolado más, y desde hoy te encargo la alcaidía del castillo de
-Tíjola, que está junto a Purchena.</p>
-
-<p>Todos los caballeros tuvieron a heroico hecho el que hizo Reduán,
-y le alababan mucho; lo cual lastimaba a Lindaraja, que estaba casi
-arrepentida por haber despreciado a Reduán.</p>
-
-<p>El rey les dijo a los dos hermanos:</p>
-
-<p>—Pues es vuestra voluntad de iros, id en buen hora, que licencia
-tenéis; pero antes que os vais querría ver el rostro de esa dama por mi
-gusto y de la reina; decidle se quite el rebozo, porque no será bien
-que dejemos de gozar de su vista, que yo bien entiendo que es peregrina
-a lo que se infiere por los hermosos ojos que tiene.</p>
-
-<p>Los hermanos la dijeron que se descubriese; ella lo hizo así, y
-quitándose un prendero del almaizar, descubrió su rostro, que no menos
-que el de Diana era.</p>
-
-<p>Así pareció a todos los de la sala real, como el sol que por la
-mañana sale esparciendo sus ardientes rayos: esto mismo hacía la
-hermosa Haja, pues<span class="pagenum" id="Page_223">p. 223</span>
-los de su hermosura reverberaban en quien la miraba, y quedaban todos
-deslumbrados, matando con su vista a los caballeros de amor, y a las
-damas de envidia.</p>
-
-<p>A todos admiró la hermosura de la bizarra Haja, y deseaban su
-amistad por gozar de su hermosura. La reina que asimismo estaba
-espantada de la beldad de Haja, le dijo al rey:</p>
-
-<p>—Sírvase vuestra Alteza de que goce yo de esta dama.</p>
-
-<p>—Vaya en buen hora —dijo el rey—, que bien sé que ha de haber más de
-cuatro damas envidiosas de las que hoy os sirven.</p>
-
-<p>Llamaron a Haja, y haciendo mesura al rey y a los caballeros, pasó
-a besar la mano a la reina, y de rodillas en el suelo se la pidió. No
-quiso la reina dársela, antes la levantó, y la hizo sentar junto a
-sí.</p>
-
-<p>A todas las damas causó admiración la perfección con que en todo
-dotó naturaleza a Haja; pues aunque estaban allí Daraja, Sarracina,
-Galiana, Fátima, Celima, Cobaida y otras muchas damas de excelente
-hermosura, ninguna como la de la hermosa Haja.</p>
-
-<p>Reduán que no apartaba los ojos de su adorada Haja, estaba muy
-receloso, y con gran temor no se le trocase, y le quebrase la palabra
-dada.</p>
-
-<p>La mora miraba de cuando en cuando a su amante Reduán, y si con
-lanza y adarga le había parecido bien, mucho mejor le parecía vestido
-con el traje de corte, y más tan galán como estaba; y extendiendo los
-ojos por todos los caballeros presentes, ninguno la pareció llegar a
-poder competir con su querido Reduán. Mostrábasele grave, alegre y
-risueña, que no fue poco contento para el moro.</p>
-
-<p>El rey dijo a Reduán:</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_224">p. 224</span>—Mucho me holgara
-de ver la escaramuza que tuvisteis con Gazul, porque sería de ver,
-siendo ambos tan valientes.</p>
-
-<p>—Yo soy testigo de ella —dijo Muza—, porque no pudiéndolos persuadir
-a que no peleasen, estuve mirando la cruel y sangrienta escaramuza
-que entre un león y una onza no podía ser más violenta; y movido a
-compasión de que ambos no muriesen, porque no reconocí ventaja en
-ninguno, me puse enmedio, y cesó la escaramuza, quedando los dos con
-igual victoria.</p>
-
-<p>—¿Qué les movió al desafío? —dijo el rey.</p>
-
-<p>—Son cuentos largos —contestó Muza—; no hay para qué refrescar en
-la memoria cosas viejas, sino decir que está en la sala la causa de su
-enojo.</p>
-
-<p>—Ya entiendo lo que puede ser —dijo el rey—: bien sé yo que Reduán
-no volverá a hacer escaramuza con Gazul sobre lo pasado en ninguna
-manera.</p>
-
-<p>—Vuestra Majestad está en lo cierto —dijo Reduán—, porque estoy ya
-olvidado de todo aquello; pero a la sazón perdiera mil vidas por ella,
-si las tuviera, lo que ahora no me pusiera a perder una.</p>
-
-<p>—Debe de haber algo nuevo, que no es posible menos —dijo el rey.</p>
-
-<p>Diciendo esto, los dos caballeros, hermanos de Haja, se habían
-sentado junto a Mahandín Hamete, principal caballero y rico, del linaje
-de los Zegríes, el cual habiendo visto la hermosura de Haja estaba
-tan amartelado, que no apartaba los ojos de ella: afligíale tanto la
-causa amorosa, que no pudiéndola resistir les dio parte a sus hermanos,
-diciéndoles:</p>
-
-<p>—Señores caballeros, ¿conoceisme?</p>
-
-<p>—No, señor, sino para serviros —respondieron<span class="pagenum"
-id="Page_225">p. 225</span> ellos—, que como forasteros no conocemos
-particularmente a los caballeros granadinos; pero estando en compañía
-de tan alto rey y en su real palacio, bien inferimos que debéis de ser
-de estirpe clara.</p>
-
-<p>—Pues sabed, caballeros, que soy Zegrí, descendiente de los reyes de
-Córdoba, y en Granada valgo yo tanto, que se hace larga mención de mí y
-de los de mi linaje, y querría, si lo tuvieseis por bien, emparentaseis
-conmigo, dándome por mujer a vuestra hermana Haja, que me ha parecido
-tan bien, que me holgara ser vuestro cuñado y pariente; y a ley de
-moro hidalgo, que pudiera estar casado con una dama que era de lo más
-principal de Granada; mas no me he querido casar hasta ahora que he
-visto a vuestra hermana, de la cual estoy muy pagado.</p>
-
-<p>Con esto cesó el Zegrí, aguardando su bien o su mal.</p>
-
-<p>Los hermanos de Haja comunicaron entre ambos si convenía o no aquel
-casamiento, y al fin considerando el valor de los Zegríes, cuya fama
-era tan notoria, le dieron el sí, confiados en que su padre tendría por
-bien lo que ambos hiciesen.</p>
-
-<p>El Zegrí muy alegre con el sí de los hermanos, se levantó, e
-hincándose de rodillas habló de esta suerte:</p>
-
-<p>—Alto y poderoso rey, suplico a vuestra real majestad, que ya que se
-celebran casamientos, y por ellos hay fiestas, que se haga el mío para
-que goce de ellas, porque sabrá vuestra majestad que vencido de los
-amores de la hermosa Haja, la pedí en casamiento a sus dos hermanos,
-los cuales sabiendo quién soy, lo han tenido por bien, y me la han
-prometido por<span class="pagenum" id="Page_226">p. 226</span> mujer;
-por lo que suplico a vuestra majestad sea servido de que nos desposen
-conforme a nuestros ritos, pues se ha ofrecido esta ocasión en tan buen
-tiempo.</p>
-
-<p>El rey, mirando a la dama y a sus dos hermanos, admirado de tan
-repentino acuerdo, dijo que si era gusto de ellos y la dama quería, que
-él era contento.</p>
-
-<p>Todos se admiraron del caso, y callaron hasta ver en qué paraba;
-pero Reduán ardiendo en enojo e ira, se levantó en pie y dijo:</p>
-
-<p>—Señor, a este casamiento que pide el Zegrí no hay lugar, porque
-es mi esposa desde que la libré de los cristianos, y entre los dos
-nos hemos dado palabra de esposos, y hay también prendas que son
-confirmación de esto que digo: nadie como la dama puede decir lo que
-pasa; y no pretenda agraviarme ninguno, porque me lo pagará.</p>
-
-<p>El Zegrí respondió alborotado que Haja no se podía casar sin
-licencia de su padre o hermanos, y que era suya, y la defendería hasta
-la muerte. Reduán que oyó la arrogancia del Zegrí, arremetió a él para
-herirle con muy encendida rabia. Los Zegríes acudieron a favorecer
-a su pariente, y los de Reduán, Muza y los Abencerrajes fueron a
-socorrerle.</p>
-
-<p>El rey, viendo el escándalo que se empezaba, mandó pena de muerte
-a quien más hablase en el caso, que él determinaría lo que había de
-ser.</p>
-
-<p>Con esto se aquietaron aguardando su determinación; y visto que ya
-estaban sosegados fue al estrado de la reina, y tomó de la mano a Haja,
-y puesto en medio de la sala la dijo que escogiese a Reduán o el Zegrí,
-o aquel que más gusto<span class="pagenum" id="Page_227">p. 227</span>
-le diese.</p>
-
-<p>La dama viendo que no podía dejar de obedecer el precepto de su rey,
-se puso confusa a considerar la palabra que habían dado sus hermanos al
-Zegrí, y por otra parte consideraba el mucho amor que tenía a su Reduán
-y él a ella, y el haberla librado del cautiverio, y los coloquios
-amorosos que entre los dos habían pasado, y a la fe y palabra que había
-dado de ser su esposa.</p>
-
-<p>Considerándolo todo muy bien, se fue con el rey de la mano adonde
-estaban los caballeros juntos, y llegados, haciendo una reverencia al
-rey, le dio la mano a Reduán diciendo:</p>
-
-<p>—Señor, este quiero por esposo.</p>
-
-<p>El Zegrí quedó avergonzado de que él fuese el desechado; y no
-pudiendo sufrir el dolor se salió de palacio con intento de vengarse
-de Reduán, del cual se celebraron aquel día las bodas, y al siguiente
-hubo fiestas y zambra; y estando ocupados en estas fiestas, trajeron
-nuevas como mucha compañía de cristianos corrían y talaban la Vega, y
-así fue necesario dejar las fiestas por salir a ella para pelear con
-los cristianos.</p>
-
-<p>El valeroso Muza, como capitán general, salió luego al campo
-acompañado de mil de a caballo y dos mil peones, y en topando el
-escuadrón de los cristianos trabaron muy sangrienta escaramuza, en la
-cual murieron muchos de ambas partes; mas siendo el poder de los moros
-mayor, por haber tres veces más gente que de los cristianos, quedaron
-vencedores, y ganaron dos banderas cristianas, y cautivaron muchos
-cristianos; aunque les costó cara esta victoria, porque murieron<span
-class="pagenum" id="Page_228">p. 228</span> más de seiscientos
-moros. En este día hicieron los caballeros Abencerrajes y Alabeces
-grandes cosas en armas, y si no fuera por su valor no se venciera la
-escaramuza.</p>
-
-<p>Volvió Muza victorioso a Granada, con lo cual se holgó el rey.
-También se señaló en este día Reduán, a quien el rey abrazó con muy
-grande amor, y por la victoria tornaron a hacer fiestas otros ocho
-días, y por los casamientos; las cuales pasadas determinó el rey salir
-a correr la tierra de los cristianos, porque lo deseaba, en particular
-a Jaén que era quien más daño le hacía; y dándole el cargo de capitán
-general al valiente Reduán, como está tratado y atrás habemos dicho, se
-partió de la ciudad de Granada.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch13">
- <h2 class="nobreak">CAPÍTULO XIII.</h2>
- <p class="subh2h"><i>En que se da cuenta de lo que sucedió al rey
- Chico y a su gente yendo a entrar en Jaén, y la gran traición que
- los Zegríes y Gomeles levantaron a la reina mora y a los caballeros
- Abencerrajes, y muerte de ellos.</i></p>
-</div>
-
-<p><span class="cap">E</span>l último y postrero día de las fiestas el
-rey comió con todos los principales caballeros de su corte, y alzando
-las mesas habló a todos de aquesta manera:</p>
-
-<p>—Bien sé, leales vasallos y amigos míos, que ya os será odiosa la
-vida pasada en tantas fiestas como habemos tenido, y que a voces os
-llama el fiero Marte, en lo que os habéis ocupado siempre. Ahora, pues,
-que Mahoma nos<span class="pagenum" id="Page_229">p. 229</span> ha
-dejado ver las fiestas que le han hecho en nuestra insigne ciudad, y
-los casamientos que se han efectuado en ella, será justo que volvamos
-a la milicia contra los cristianos, pues que ellos nos vienen a buscar
-hasta nuestros muros; y para esto ya sabéis, mis buenos amigos, que
-los días pasados traje a la memoria a Reduán una palabra que me dio
-de ganarme a Jaén en una noche, y ahora lo confirmó de nuevo. Pidiome
-mil soldados, pero yo quiero que sean cinco mil, y que me la cumpla;
-y para esto doy a mi hermano Muza cargo de juntar la gente del número
-que he dicho, que son dos mil hombres de a caballo y tres mil peones,
-y que sean todos expertos en armas, y que Reduán vaya por general, y
-demos vista a Jaén, de quien tan grandes daños hemos recibido y cada
-día recibimos; y si ganásemos la ciudad de Jaén, no están seguras
-Úbeda, Baeza ni su redondez; y para esto quiero que me digáis vuestro
-parecer.</p>
-
-<p>Con esto cesó el rey, aguardando respuesta de sus varones.</p>
-
-<p>Reduán se levantó y dijo, que él cumpliría su palabra. Muza dijo
-que él daría en tres días puesta su gente en la Vega. Todos los demás
-caballeros que allí estaban dijeron que hasta la muerte le servirían
-con sus personas y hacienda. El rey agradeció mucho a todos su
-ofrecimiento.</p>
-
-<p>Los hermanos de Haja, con licencia de su rey, se fueron a Ronda,
-donde fueron muy bien recibidos de sus padres, contentos con el
-casamiento de su hija con Reduán, y por otra parte con mucho
-pesar y tristeza por la muerte de sus dos<span class="pagenum"
-id="Page_230">p. 230</span> hijos.</p>
-
-<p>En este tiempo mandó el rey a Zulema Abencerraje que fuese a ser
-alcaide de la fuerza de Moclín, el cual se fue luego con su esposa y
-querida Daraja. El padre de Galiana se volvió a la ciudad de Almería,
-dejando a la hermosa Celima en compañía de su hermana Galiana. Otros
-muchos caballeros se fueron a sus alcaidías por mandado del rey,
-encargándoseles la guarda y custodia de ellas.</p>
-
-<p>Muza levantó cinco mil hombres de a pie y de a caballo, toda gente
-muy belicosa, y en cuatro días los puso en la Vega; el rey mandó a
-Muza que se hiciese reseña de la gente dentro de la ciudad, y así se
-hizo.</p>
-
-<p>Y visto por el rey la braveza y bizarría de la gente que había
-levantado Muza en tan breve tiempo, sin aguardar más quiso luego
-partirse, dando a Reduán el cargo de capitán general de su ejército; de
-lo cual se alegró Muza por la satisfacción que de Reduán tenía, e hizo
-cuenta que él iba por capitán en el ejército; y así salieron por la
-puerta Elvira con mucho concierto.</p>
-
-<p>La gente de a caballo iba partida en cuatro partes con mucho orden,
-y cada una tenía su estandarte diferente.</p>
-
-<p>La una parte tenía Muza, y en su compañía iban ciento y cincuenta
-caballeros Abencerrajes, y otros tantos Alabeces y Venegas; todos
-caballeros de mucho esfuerzo. Su estandarte era de damasco rojo y
-blanco, por divisa un salvaje en campo rojo, que desquijaraba un león,
-y en el campo blanco otro salvaje que con un bastón deshacía un mundo,
-y por letra: <i>Todo es poco</i>. Este bando de caballeros iba bien
-alistado de armas<span class="pagenum" id="Page_231">p. 231</span> y
-caballos, y todos vestían marlotas de escarlata y grana.</p>
-
-<p>La segunda cuadrilla era de Zegríes, Gomeles y Mazas: esta iba
-de batalla, no menos rica y pujante que la de Muza, la cual llevaba
-vanguardia. El estandarte de los Zegríes era de damasco verde y
-morado, y tenía por divisa una media luna de plata con esta letra:
-<i>Muy presto se verá llena, sin que el sol pueda eclipsarla</i>. Era
-esta cuadrilla de doscientos y ochenta caballeros, todos gallardos y
-bizarros, con aljubas y marlotas de paño tunecí, la mitad verde, y la
-otra mitad de grana.</p>
-
-<p>La tercera cuadrilla llevaban los Aldoradines, caballeros muy
-principales; con estos iban Gazules y Azarques; su estandarte leonado
-y amarillo. Llevaban por divisa un dragón en campo verde, que con las
-uñas despedazaba una corona de oro, con una letra que decía: <i>Jamás
-hubo resistencia</i>. Esta cuadrilla iba muy gallarda, y aprestada de
-armas y caballos; serían todos ciento y cuarenta.</p>
-
-<p>La cuarta cuadrilla era de Almoradís, Marines y Almohades,
-caballeros estimados: estos llevaban el real pendón de Granada, que era
-de damasco pajizo y encarnado, con muchas bordaduras de oro por un lado
-abiertas, y por la abertura parecían los granos rojos, que eran hechos
-de finos rubíes; del pezón de la granada salían dos ramos bordados de
-seda verde, con sus hojas, y una letra al pie que decía: <i>Con la
-corona nací</i>. En esta cuadrilla iba el rey Chico con mucha compañía
-de caballeros.</p>
-
-<p>Eran muy de ver las galas, riquezas, penachos, adargas, lanzas,
-caballos, yeguas y pendoncillos<span class="pagenum" id="Page_232">p.
-232</span> de colores en las lanzas.</p>
-
-<p>Pues si la caballería salió tan bizarra y vistosa, no menos gallarda
-y briosa salió la infantería, y muy bien armada, todos con arcos y
-ballestas.</p>
-
-<p>Con esta pujanza salió el rey Chico de Granada, y tomó la vía de
-Jaén, mirándole todas las damas de Granada, y más la reina su madre, y
-su mujer la reina con todas las damas que estaban en su compañía, desde
-las torres de Alhambra.</p>
-
-<p>Por esta jornada que hizo el rey Chico a Jaén se compuso aquel
-antiguo romance, que dice como se sigue:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">«Reduán, bien te acuerdas,</p>
- <p class="i0">que me diste la palabra,</p>
- <p class="i0">que me darías a Jaén</p>
- <p class="i0">en una noche ganada.</p>
- <p class="i2">Reduán, si tú lo cumples,</p>
- <p class="i0">darete paga doblada,</p>
- <p class="i0">y si tú no lo cumplieres,</p>
- <p class="i0">desterrarte he de Granada:</p>
- <p class="i2">Echarte he en una frontera,</p>
- <p class="i0">donde no goces tu dama.»</p>
- <p class="i0">Reduán le respondiera</p>
- <p class="i0">sin demudarse la cara:</p>
- <p class="i2">«Si lo dije, no me acuerdo,</p>
- <p class="i0">mas cumpliré mi palabra.»</p>
- <p class="i0">Reduán pide mil hombres,</p>
- <p class="i0">el rey cinco mil le daba.</p>
- <p class="i2">Por esa puerta de Elvira</p>
- <p class="i0">sale muy gran cabalgada:</p>
- <p class="i0">¡cuánto del hidalgo moro,</p>
- <p class="i0">cuánto de la yegua baya.</p>
- <p class="i2">Cuánta de la lanza en puño,</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_233">p. 233</span>cuánta de la adarga blanca,</p>
- <p class="i0">cuánta de marlota verde,</p>
- <p class="i0">cuánta aljuba de escarlata,</p>
- <p class="i2">Cuánta pluma y gentileza,</p>
- <p class="i0">cuánto capellar de grana,</p>
- <p class="i0">cuánto bayo borceguí,</p>
- <p class="i0">cuánto raso que se esmalta,</p>
- <p class="i2">Cuánto de espuela de oro,</p>
- <p class="i0">cuánta estribera de plata!</p>
- <p class="i0">Toda es gente valerosa,</p>
- <p class="i0">y experta para batalla.</p>
- <p class="i2">En medio de todos ellos</p>
- <p class="i0">va el rey Chico de Granada,</p>
- <p class="i0">mirando las damas moras</p>
- <p class="i0">de las torres del Alhambra.</p>
- <p class="i2">La reina mora su madre</p>
- <p class="i0">de esta manera le habla:</p>
- <p class="i0">«Alá te guarde, mi hijo,</p>
- <p class="i0">Mahoma vaya en tu guarda,</p>
- <p class="i2">Y te vuelva de Jaén</p>
- <p class="i0">libre, sano y con ventaja,</p>
- <p class="i0">y te dé paz con tu tío,</p>
- <p class="i0">señor de Guadix y Baza.»</p>
-</div>
-
-<p>No fue tan secreta esta salida de Granada, que en Jaén no tuviesen
-aviso de ella por las espías que tenía en aquella ciudad. Otros decían,
-que fueron avisados por unos cautivos cristianos que se huyeron de
-Granada. Otros dicen, que la dieron los Abencerrajes o Alabeces, y esto
-entiendo que es lo más cierto, porque estos caballeros eran muy amigos
-de los cristianos.</p>
-
-<p>Sea como fuere, los de Jaén fueron avisados de la entrada de
-los<span class="pagenum" id="Page_234">p. 234</span> moros en su
-tierra, y así ellos dieron aviso a Baeza, Úbeda, Cazorla y Quesada, y a
-los pueblos circunvecinos, los cuales se alistaron y apercibieron para
-resistir a los enemigos de Granada.</p>
-
-<p>Estos llegaron a la puerta de Arenas, donde hallaron gran número
-de gente que defendía la entrada al enemigo; pero poco aprovechó la
-defensa, porque habiendo corrido los moros todo el campo de Arenas,
-entraron por su puerta a pesar de los que la guardaban, y corrieron
-todo el campo de la Guardia y Pegalajara, hasta Jordán y Belmar.</p>
-
-<p>Los caballeros de Jaén salieron a los enemigos, porque fueron
-avisados que en la Puerta andaba el rebato. Salieron de Jaén
-cuatrocientos hijosdalgo bien armados; de Úbeda y Baeza otros tantos, y
-hechos todos un cuerpo de batalla, fueron en busca del enemigo que les
-corría la tierra, llevando por caudillo y capitán al obispo D. Gonzalo,
-varón de gran valor.</p>
-
-<p>Juntáronse los dos campos de la otra parte del Riofrío, y aquí se
-acometieron, haciendo una brava escaramuza: mas era el valor de los
-cristianos tal y tan bueno, que les convino a los moros retirarse
-hasta la puerta de Arenas, de la cual habían roto una cadena que la
-atravesaba; y aquí fueran los moros vencidos, si no fuera por el valor
-de los caballeros Abencerrajes y Alabeces, que pelearon valerosamente;
-mas al fin hubo de quedar por los cristianos el campo.</p>
-
-<p>Con todo eso los moros llevaron gran presa de ganados, así vacunos,
-como cabríos, de modo que no se señaló de ninguna parte haber demasiada
-ventaja.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_235">p. 235</span>El rey quedó
-admirado de ver la repentina prevención de los cristianos; y
-preguntando a unos cautivos que allí traían, cuál había sido la causa
-de haber juntado tanta gente en Jaén, le respondieron que habían sido
-avisados días había, y así estaba toda la tierra en arma; lo que fue
-bastante disculpa para Reduán sobre no cumplir la palabra dada al rey,
-que procuró inquirir y saber quién había dado el aviso.</p>
-
-<p>Reduán muy bien sabía que Jaén no se podía ganar tan fácilmente;
-mas como era belicoso, tenía determinado de llegar a la ciudad y
-embestirla; y si no hubiera la poderosa resistencia que les hicieron,
-sin duda que la acometieran.</p>
-
-<p>El rey y su ejército se volvieron a Granada, donde fueron recibidos
-con grande alegría y gozo, y se hizo en toda la ciudad mucha fiesta por
-el buen suceso.</p>
-
-<p>Los de Jaén quedaron con grande triunfo por haber resistido a tanta
-morisma, y muerto a muchos de ellos.</p>
-
-<p>El rey Chico venía fatigado del camino, y para aliviarse, ordenó de
-irse a una casa de placer, llamada los Alijares, y con él fueron los
-Zegríes y Gomeles: ningún caballero Abencerraje ni Gazul fueron con él,
-porque Muza los había llevado a un rebato causado de los cristianos que
-habían entrado en la Vega.</p>
-
-<p>Estando un día el rey en los Alijares holgándose, y habiendo acabado
-de comer, comenzó a hablar de la jornada de Jaén y de los Abencerrajes;
-y cómo por ellos y por los Alabeces habían ganado grandes despojos.</p>
-
-<p>Un caballero Zegrí, que era el que tenía el cargo de armar traición
-a la reina y a los Abencerrajes,<span class="pagenum" id="Page_236">p.
-236</span> dijo al rey:</p>
-
-<p>—Si buenos son, señor, los caballeros Abencerrajes, mejores son los
-caballeros de Jaén, pues nos quitaron gran parte de la presa, y nos
-hicieron retirar por fuerza de armas.</p>
-
-<p>Y era mucha verdad, que el esfuerzo y valor de la gente de Jaén fue
-muy grande, y aquel día quedó con nombre perpetuo, y fama para siempre;
-y en memoria de esta escaramuza se hizo el siguiente</p>
-
-<p class="centra mt15">ROMANCE.</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Muy revuelto anda Jaén,</p>
- <p class="i0">rebato tocan apriesa,</p>
- <p class="i0">porque moros de Granada</p>
- <p class="i0">les van corriendo la tierra.</p>
- <p class="i2">Cuatrocientos hijosdalgo</p>
- <p class="i0">se salen a la pelea;</p>
- <p class="i0">otros tantos han salido</p>
- <p class="i0">de Úbeda y de Baeza.</p>
- <p class="i2">De Cazorla, y de Quesada,</p>
- <p class="i0">también salen dos banderas;</p>
- <p class="i0">todos son hidalgos de honra,</p>
- <p class="i0">y enamorados de veras.</p>
- <p class="i2">Todos van juramentados</p>
- <p class="i0">de manos de sus doncellas,</p>
- <p class="i0">de no volver a Jaén</p>
- <p class="i0">sin dar moro por empresa;</p>
- <p class="i2">Y el que linda dama tiene,</p>
- <p class="i0">cuatro le promete en cuenta.</p>
- <p class="i0">A la Guardia han llegado,</p>
- <p class="i0">adonde el rebato suena,</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_237">p. 237</span>Y junto del Río frío</p>
- <p class="i0">gran batalla se comienza;</p>
- <p class="i0">mas los moros eran muchos,</p>
- <p class="i0">y hacen grande resistencia,</p>
- <p class="i2">Porque los Abencerrajes</p>
- <p class="i0">llevaban la delantera;</p>
- <p class="i0">con ellos los Alabeces,</p>
- <p class="i0">gente muy brava y fiera.</p>
- <p class="i2">Mas los valientes cristianos</p>
- <p class="i0">furiosamente pelean,</p>
- <p class="i0">de modo que ya los moros</p>
- <p class="i0">de la batalla se alejan;</p>
- <p class="i2">Mas llevaron cabalgada,</p>
- <p class="i0">que vale mucha moneda.</p>
- <p class="i0">Con gloria quedó Jaén</p>
- <p class="i0">de la pasada pelea.</p>
-</div>
-
-<p>Aqueste romance se compuso en memoria de esta escaramuza, aunque
-otros la contaron de otra suerte: de la una o de la otra, la historia
-es la que se ha contado.</p>
-
-<p>El otro romance dice así:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Ya repican en Andújar,</p>
- <p class="i0">en la Guardia dan rebato;</p>
- <p class="i0">ya se salen de Jaén</p>
- <p class="i0">cuatrocientos hijosdalgo:</p>
- <p class="i2">Y de Úbeda y Baeza</p>
- <p class="i0">se salían otros tantos;</p>
- <p class="i0">todos son mancebos de honra,</p>
- <p class="i0">y los más enamorados.</p>
- <p class="i2">De manos de sus amigas</p>
- <p class="i0">todos van juramentados</p>
- <p class="i0">de no volver a Jaén</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_238">p. 238</span>sin dar moro en aguilando;</p>
- <p class="i0">y el que linda amiga tiene,</p>
- <p class="i0">la promete tres, o cuatro.</p>
- <p class="i2">Por capitán solo llevan</p>
- <p class="i0">al obispo D. Gonzalo.</p>
- <p class="i0">D. Pedro de Carvajal</p>
- <p class="i0">de aquesta manera ha hablado.</p>
- <p class="i2">«Adelante, caballeros,</p>
- <p class="i0">que me llevan el ganado;</p>
- <p class="i0">si de algún villano fuera,</p>
- <p class="i0">ya le hubiérades quitado.</p>
- <p class="i2">Alguno va entre nosotros</p>
- <p class="i0">que se huelga de mi daño;</p>
- <p class="i0">yo lo digo por aquel,</p>
- <p class="i0">que lleva el roquete blanco.»</p>
-</div>
-
-<p>De esta suerte va este romance diciendo; pero este y el pasado
-contienen una cosa en sustancia; y aunque son viejos, es bien traerlos
-a la memoria, para que quien ignora el fundamento de la historia lo
-sepa. Sucedió esta escaramuza en tiempo del rey Chico de Granada, el
-año de mil cuatrocientos noventa y uno.</p>
-
-<p>Volvamos al rey Chico de Granada, que estaba holgándose y
-descansando en los Alijares, como atrás queda ya dicho, cuando le dijo
-el caballero Zegrí, que los caballeros de Jaén eran de más valor que
-los Abencerrajes, pues a su pesar los habían hecho retirar.</p>
-
-<p>A lo cual respondió el rey:</p>
-
-<p>—Bien estoy con eso; pero si no fuera por el valor y resistencia de
-los valientes Abencerrajes y Alabeces, no tengo duda sino que fuéramos
-desbaratados; mas ellos pelearon de tal suerte que salimos a<span
-class="pagenum" id="Page_239">p. 239</span> nuestro salvo, sin que nos
-quitasen la cabalgada del ganado que trajimos y de algunos cautivos.</p>
-
-<p>—Oh cuán ciego está vuestra majestad —dijo el Zegrí—, y cómo vuelve
-por los que son traidores a la real corona; y es causa la mucha
-bondad y confianza que vuestra majestad tiene de este linaje de los
-Abencerrajes, sin saber la traición en que andan. Muchos caballeros hay
-que la han querido decir, y no se atreven ni han osado respecto del
-buen crédito y posesión en que vuestra majestad tiene a este linaje;
-mas aunque no quiera yo lastimar vuestro real pecho con tan afrentosa
-infamia, no puedo dejar de hacer lo que debo a leal vasallo, y dar
-aviso de la traición y alevosía que se comete contra mi rey y señor; y
-así digo, que no se fíe vuestra majestad de ningún Abencerraje, si no
-quiere verse desposeído del reino, y muerto violentamente.</p>
-
-<p>El rey dijo:</p>
-
-<p>—Di, amigo, lo que sabes; no me tengas confuso ni me lo celes ni
-encubras, que tu lealtad será bien pagada.</p>
-
-<p>—No dejaré de obedecer a vuestra majestad, y para que se entienda
-la publicidad que hay en el delito, y cuán a rienda suelta se van en
-él, y qué poco temor tienen los Abencerrajes de vuestra real persona,
-y cuán seguros y de asiento, por el buen predicamento en que los
-tenéis, se están en su traición con la demasiada confianza que tienen
-de las mercedes que cada día se les hacen, y que en la tierra no ha de
-haber justicia contra ellos; asimismo para que se entienda que odio,
-rencor ni envidia, no me mueve a revelar a vuestra majestad lo que
-ignora<span class="pagenum" id="Page_240">p. 240</span> para que lo
-remedie, sino que soy compelido de obligación y celo de la honra de mi
-rey, haga vuestra majestad llamar a Mahandín Gomel, y a mis sobrinos
-Mahomad y Alhamut, que saben bien la verdad de todo, y otros cuatro
-primos de Mahomad Gomel, del mismo linaje, que ellos presentes contaré
-el caso.</p>
-
-<p>El rey los mandó llamar, y venidos hizo que saliesen de la sala real
-todos los caballeros, salvo el acusador y los testigos falsos.</p>
-
-<p>Y estando todos juntos, empezó el Zegrí, mostrando en lo exterior
-gran pena, a decir estas palabras:</p>
-
-<p>—Sabrá vuestra majestad, que todos los Abencerrajes están conjurados
-contra vos para quitaros vuestro reino y la vida; y este atrevimiento
-ha salido de ellos, porque trata lascivos y adúlteros amores con...
-¡oh cielos, quién dirá esto, que el dolor no le acabe!... mi señora la
-reina el Abencerraje Albín Hamete, que es el más poderoso y rico de
-todos los caballeros de Granada. ¿Qué quiere vuestra majestad que diga,
-sino que gastan sus haciendas con todos, por tenerlos propicios para
-su intento? Y así generalmente el caballero, el pechero, el rico, el
-pobre, quieren bien a este linaje, porque los tienen embaucados. Bien
-se acordará vuestra majestad cuando en Generalife se hacía una zambra,
-que entró el maestre a pedir desafío, y salió Muza en la suerte; pues
-aquel día paseándonos por la huerta, yo y este caballero Gomel vimos en
-una calle de arrayanes, debajo de un rosal, en deshonestos deleites a
-la reina y al adúltero de Albín Hamete; y estaban tan embebecidos<span
-class="pagenum" id="Page_241">p. 241</span> en sus actos libidinosos,
-que no nos sintieron con estar tan cerca. Yo se lo enseñé a Mahandín
-Gomel, y admirados del atrevimiento nos apartamos un poco para ver el
-fin; y a poco espacio salió la reina, y se fue hacia la fuente de los
-Laureles, y de allí adonde estaban sus damas. Pasado gran rato vimos
-salir al alevoso de Albín Hamete cogiendo rosas blancas y rojas, y
-de ellas hizo una guirnalda, y se la puso en la cabeza: nosotros nos
-llegamos con disimulación a él, y le preguntamos en qué se entretenía;
-a lo cual nos dijo: En ver esta deleitosa huerta, que tiene en qué se
-esparza la vista; y dionos dos rosas a cada uno, y nos venimos todos
-paseando hasta donde estaba vuestra majestad con los caballeros.
-Quisimos avisar entonces, y no osamos, por no alborotar la corte en
-caso de tanto peso. Esto pasa, no debo más a ley de caballero de decir
-lo que he visto y sabido: lo que siento es que estoy con pena y
-recelo, no se vea privar de la vida alevosamente a vuestra majestad.
-¿Es posible que no se acuerde de aquel blasón que en el espolón de
-la galera traía el bando Abencerraje en el día del juego de sortija?
-Era un mundo hecho de cristal, y por letrero: <i>Todo es poco</i>; de
-suerte que todo el mundo es poco para ellos; y en el alfanje de la popa
-un salvaje desquijarando un león: este sois, señor, y ellos quienes os
-quitan la vida. Mirad por vuestra persona: muera el adúltero aleve,
-y con ellos la deshonesta reina, pues así ha afrentado vuestra real
-corona.</p>
-
-<p>Sintió tanta pena en oír lo que el falso, aleve y<span
-class="pagenum" id="Page_242">p. 242</span> traidor del Zegrí le decía,
-que creyéndole, se cayó amortecido en tierra por muy gran espacio de
-tiempo; y volviendo en sí, dio un doloroso suspiro diciendo:</p>
-
-<p>—¡Oh Mahoma!, ¿en qué te ofendí? ¿Este es el pago que me das por
-los bienes y servicios que te he hecho; por los sacrificios que
-te tengo ofrecidos; por las mezquitas que te tengo hechas; por la
-copia de incienso que he quemado en tus altares? ¡Oh traidor, cómo
-me has engañado! No más traidores, vive Alá, que han de morir los
-Abencerrajes, y la adúltera reina ha de morir en el fuego. Vamos a la
-ciudad, préndase luego a la reina, que yo haré tal castigo que sea
-sabido por todo el mundo.</p>
-
-<p>Uno de los traidores, que era Gomel, dijo:</p>
-
-<p>—No será acertado prender a la reina, mi señora, porque se pone
-vuestra real persona en contingencias de perder la vida y alborotar
-la ciudad, y que tome las armas Albín Hamete con todos los de su
-linaje y bando, so color de defender a la reina; y esto les servirá
-de instrumento para conseguir el efecto de su intención, más siendo
-parciales de los Abencerrajes los Alabeces, Venegas y Gazules, que son
-toda la flor Granada. Pero lo que se puede hacer para ser vengado,
-sin alborotar la ciudad, es mandar que vengan a palacio uno a uno, y
-tener allí veinte caballeros de confianza que los vayan degollando; y
-siendo así hecho uno a uno, cuando el caso se venga a entender, ya no
-quedará ninguno de todos ellos; y cuando se venga a saber por todos sus
-amigos, y ellos quisieren hacer algo contra vuestra majestad,<span
-class="pagenum" id="Page_243">p. 243</span> escarmentarán en cabeza
-ajena, siendo en vuestro favor los Zegríes, Gomeles y Mazas, que no
-son tan pocos, ni valen tan poco, que no os saquen a paz y a salvo de
-todo peligro; y esto hecho, mandar prender a la reina, acusándola de
-adúltera, y poner en tela de juicio el caso, siendo cuatro caballeros
-los acusadores de vuestra parte, y que la reina señale otros cuatro
-caballeros que la defiendan; y si estos por su buena suerte vencieren a
-los acusadores, que se libre la reina; y si los defensores de la reina
-fueren vencidos, que muera la reina conforme a la ley; y de esta forma
-todos los del linaje de la reina, que son los Almoradís, y Almohades
-y Marines, no se alterarán, viendo que va por vía de justicia, y sin
-altercar. Esto es lo que siento para que sea vuestra majestad vengado,
-y no se altere la ciudad.</p>
-
-<p>—Buen consejo es —dijo el rey—, y de tan leales caballeros. Y decid,
-¿quiénes serán los cuatro caballeros que pongan la acusación, y la
-sustenten en batalla contra los defensores que pusiere la reina?</p>
-
-<p>—No cuide de eso vuestra majestad —dijo el Zegrí—, que yo seré el
-uno, y mi primo Mahandón el otro, y Mahandín el tercero, y su hermano
-Abenhamete el cuarto.</p>
-
-<p>—Pues vámonos a la ciudad —dijo el fácil rey—, y se dará la orden
-que pide mi venganza.</p>
-
-<p>¡Oh desdichada ciudad, y qué revuelta y cisma se te ordena por dar
-crédito el mal aconsejado rey a las sirenas que le cantaban al oído!
-Con esto se partieron a Granada, y en entrando en el Alhambra se fueron
-al palacio real, adonde la reina<span class="pagenum" id="Page_244">p.
-244</span> con sus damas le salieron a recibir; pero el rey no miró
-hacia la reina, sino pasó adelante sin detenerse, de que no poco se
-espantó la reina; y confusa se retiró a su aposento con sus damas, sin
-saber la causa del no usado desdén del rey, el cual pasó lo que restaba
-del día con sus caballeros hasta la noche, y luego cenó, y se fue a
-recoger, fingiendo estar indispuesto; y así todos los caballeros se
-fueron a sus casas.</p>
-
-<p>Toda aquella noche estuvo vacilando en cien mil pensamientos
-el desventurado rey, y sin poder reposar, y entre la máquina de
-confusiones, decía: «¡Oh sin ventura Abdalí, rey de Granada, cuán
-cercana veo tu perdición y la de tu reino! Si matas a estos caballeros,
-gran mal se te ordena; y si no castigas estos yerros, quedas
-afrentado, y te valdría más la muerte. ¿Matarelos? Sí, que fue grande
-su atrevimiento en cometer tal adulterio en ofensa mía, y tratar de
-matarme por alzarse con el reino. Pero di, rey mal aconsejado, ¿no
-sabes cuán recatada y honesta mujer tienes? ¿No conoces la bondad y
-lealtad de los nobles Abencerrajes, y cuán sus mortales enemigos son
-los Zegríes, y que puede ser que por esta vía pretendan venganza de
-este virtuoso linaje? Verifica mejor la causa, ya que determinas la
-venganza; pero ¿qué más verificación que quien lo vio? No se atreverían
-a levantar tal testimonio, y más ponerse a sustentar en batalla lo que
-dicen: no hay duda, sino que es verdad.»</p>
-
-<p>En estas variedades pasó toda la noche, y venida la mañana se
-levantó; y saliendo de su dormitorio, vio en la<span class="pagenum"
-id="Page_245">p. 245</span> sala muchos Zegríes, Gomeles y Mazas.</p>
-
-<p>Y a esta sazón entró un escudero, y le dijo al rey cómo había venido
-Muza de pelear con los cristianos, y traía ganadas dos banderas, y más
-treinta cabezas, con lo cual se holgó; y apartando al Zegrí le dijo que
-tuviese en aquel cuarto de los Leones treinta caballeros armados, y un
-verdugo prevenido de lo necesario para lo que estaba tratado.</p>
-
-<p>Luego el traidor del Zegrí salió del real palacio y puso por obra lo
-que el rey le había mandado; y estando todos muy a punto, el rey fue
-avisado de ello, y se fue al cuarto de los Leones donde estaba el falso
-Zegrí con treinta caballeros Zegríes y Gomeles, muy bien aderezados,
-y con ellos un verdugo; y al punto mandó llamar al Abencerraje, su
-alguacil mayor. Fue un paje, y le dijo que el rey lo llamaba.</p>
-
-<p>El Abencerraje fue a su real llamado; y así como entró en la cuadra
-de los Leones, le asieron, y sin que pudiese hacer resistencia, en una
-taza de alabastro muy grande en un instante fue degollado.</p>
-
-<p>Asimismo llamaron a Albín Hamete, el cual decían haber adulterado; y
-de esta suerte fueron degollados treinta y seis caballeros Abencerrajes
-de los más principales de Granada, sin que nadie lo entendiese; y
-murieran todos, si Dios nuestro Señor no favoreciese la causa, para que
-no murieran tan abatidamente, por dar crédito a un falso traidor, y sin
-haber más averiguación; y es muy cierto que sus obras no lo merecían,
-porque eran muy caritativos, y amigos de los pobres, y de la verdad, y
-de los cristianos; y aun dijeron<span class="pagenum" id="Page_246">p.
-246</span> los que miraban degollar a los Abencerrajes, que llamaban a
-Cristo crucificado que les socorriese en aquel lance, para que no se
-condenasen, y que morían cristianos.</p>
-
-<p>Pues para que este linaje no pereciese, ordenó Dios que un paje de
-un Abencerraje entró con su señor, y vio como le degollaron, y miró a
-todos los muertos que él conocía, y luego se retiró hacia la puerta con
-mucha disimulación; y al tiempo que abrieron para ir a llamar a otro,
-salió el paje muy temeroso, y llorando la muerte de su señor.</p>
-
-<p>Se salió del Alhambra, y junto a la fuente vio a Malique Alabez con
-Abenámar y Sarracino, que iban a hablar al rey; y como los vio, se
-llegó lloroso, y temblando y encogido, les dijo:</p>
-
-<p>—Ay, señores caballeros, por Alá santo que no paséis más adelante,
-si no queréis morir de mala muerte.</p>
-
-<p>Alabez dijo:</p>
-
-<p>—¿Cómo así?</p>
-
-<p>Respondió el paje:</p>
-
-<p>—Sabed, señor, que en el cuarto de los Leones hay muchos caballeros
-degollados, y todos de los Abencerrajes, y mi señor con ellos, que le
-vi degollar, porque entré con mi señor, que allá no fuéramos, y lo vi
-todo, y no repararon en mí, porque así lo permitió el santo Alá, y
-cuando tornaron a abrir la puerta falsa, me salí, y vengo sin mi señor,
-y aun sin mí, por lo que mis ojos han visto: por Mahoma que pongáis
-remedio en aquesto.</p>
-
-<p>Muy admirados quedaron los tres caballeros, y mirándose unos a
-otros, no sabían si darían crédito o no a lo que el paje decía, y dijo
-Abenámar:</p>
-
-<p>—Gran traición hay, si esto es verdad.</p>
-
-<p>Dijo Sarracino:</p>
-
-<p>—Pues ¿cómo sabremos<span class="pagenum" id="Page_247">p.
-247</span> si es cierto?</p>
-
-<p>—Yo os lo diré —dijo Alabez—: quedaos, señores, aquí, y si viereis
-salir algún caballero Abencerraje, o de otro linaje, no le dejéis pasar
-adelante, sino entretenedle en tanto que voy a la casa real, y sabré lo
-que pasa, y volveré con brevedad.</p>
-
-<p>—Alá os guarde —dijo Abenámar—, aquí aguardaremos.</p>
-
-<p>Malique subió al Alhambra, y al entrar por la puerta vio venir un
-paje del rey muy apriesa, y díjole:</p>
-
-<p>—Adónde con tal priesa.</p>
-
-<p>Respondió el paje:</p>
-
-<p>—A buscar un Abencerraje.</p>
-
-<p>—¿Quién le llama? —dijo Malique.</p>
-
-<p>—El rey mi señor —respondió el paje. Y si queréis hacer una buena
-obra, bajad a la ciudad, y avisad a todos los Abencerrajes que salgan
-de Granada, porque les conviene, si no quieren verse en el trance cruel
-que se ejecuta en el cuarto de los Leones, y quedaos en paz.</p>
-
-<p>Estando cierto y satisfecho de lo que deseaba saber, se volvió
-Malique adonde había dejado a Sarracino y Abenámar, y les dijo:</p>
-
-<p>—Amigos y señores, verdad es lo que ha dicho el paje; cierta es
-la traición y muerte que se ejecuta en los Abencerrajes: todo el
-suceso me ha contado un paje del rey, y me dijo que diese aviso a los
-Abencerrajes.</p>
-
-<p>—¡Válgame Alá! —dijo Sarracino—: que me maten, si los Zegríes no
-andan en esta traición: vamos a la ciudad y demos aviso para que se
-ponga algún remedio.</p>
-
-<p>—Vamos —dijo Abenámar—, que en esto no quiere haber descuidos.</p>
-
-<p>Y diciendo así, se bajaron todos tres a la ciudad, y antes de
-llegar a la calle de los Gomeles, vieron al capitán Muza, y más de
-veinte caballeros<span class="pagenum" id="Page_248">p. 248</span>
-Abencerrajes de los que habían ido a la Vega a pelear con los
-cristianos, que iban a dar cuenta al rey de aquella jornada.</p>
-
-<p>Y Malique Alabez les dijo:</p>
-
-<p>—Caballeros, poneos en cobro, si no queréis morir por traición: más
-de treinta de vuestro linaje ha mandado el rey matar.</p>
-
-<p>Los Abencerrajes espantados no respondieron, pero el valeroso Muza
-dijo:</p>
-
-<p>—Por la fe de caballero, que si hay traición, que andan en ella
-los Zegríes y Gomeles, porque ninguno salió al rebato, ni parecen por
-toda la ciudad; y sin duda que están en el Alhambra con el rey, y son
-culpantes en las inocentes muertes de estos nobles caballeros: vénganse
-todos conmigo, que yo pondré remedio conveniente.</p>
-
-<p>Así se volvieron con el valiente Muza a la ciudad; y en llegando
-a la plaza nueva, como era capitán general, llamó a un añafil, le
-mandó que tocase a recoger a priesa, y él lo hizo; y oído el añafil,
-en un punto se juntaron muchos caballeros y soldados en casa de sus
-capitanes, y de allí vinieron a la plaza nueva, y se juntaron mucha
-gente de a pie, y también de a caballo; y aunque hubo muchos caballeros
-principales y de los mejores de Granada, no habían entrado entre ellos
-ningunos Zegríes, Gomeles ni Mazas, por donde se acabaron de satisfacer
-sobre que los Zegríes andaban en aquella traición.</p>
-
-<p>Cuando Alabez vio esta gente junta, halló buena ocasión para saber
-la traición que se ejecutaba en los inocentes caballeros; y así puesto
-enmedio de todos, comenzó a decir en alta voz de aquesta manera:</p>
-
-<p>—Caballeros, señores<span class="pagenum" id="Page_249">p.
-249</span> y amigos míos, y todos los que me oís, sabed que hay gran
-traición: el rey Chico ha mandado degollar a muchos de los caballeros
-Abencerrajes, y si no fuera la traición descubierta por orden del santo
-Alá, ya estuviéramos todos degollados. Alto a la venganza, no queramos
-rey tirano, que así mata a los caballeros que defienden su tierra.</p>
-
-<p>No había acabado Alabez de decir estas palabras, cuando toda la
-gente plebeya comenzó a dar grandes voces y alaridos, apellidando toda
-la ciudad, y diciendo:</p>
-
-<p>—Traición, traición, que el rey ha muerto a los Abencerrajes: muera
-el tirano, muera el tirano: no queremos rey traidor.</p>
-
-<p>Esta voz comenzó a divulgarse por toda la ciudad con un furor
-diabólico; todos tomaron armas a muy gran priesa, y comenzaron a
-subir al Alhambra, y en breve espacio se juntaron más de catorce mil
-hombres de todas suertes y otros muchos caballeros; y más de doscientos
-Abencerrajes que habían quedado, y con ellos Gazules, Venegas,
-Almoradís, Almohades y Azarques, y todos los demás caballeros de
-Granada, los cuales decían a voces:</p>
-
-<p>—Si esto se consiente, otro día matará otro linaje de los que
-quedan.</p>
-
-<p>Era grande la vocería y rumor que había; gritos de los hombres,
-alaridos de las mujeres y llorar de niños.</p>
-
-<p>Finalmente, estaba todo tan alborotado, que parecía quererse asolar
-la ciudad con armas, y anegarla en lágrimas, y todo se oía en el
-Alhambra; y recelando lo que era, el rey muy temeroso mandó cerrar
-las puertas, teniéndose por mal aconsejado en lo que había<span
-class="pagenum" id="Page_250">p. 250</span> hecho, y espantado de que
-se hubiese descubierto tan presto aquel secreto.</p>
-
-<p>Llegó, pues, el tropel y confusión de gente al Alhambra, dando
-alaridos y voces, diciendo:</p>
-
-<p>—Muera el tirano, muera.</p>
-
-<p>Y como vieron cerradas las puertas del Alhambra mandaron traer fuego
-para quemarlas, lo cual luego fue hecho, y por cuatro o seis partes fue
-puesto fuego con tanto ímpetu, que ya se empezaba a arder.</p>
-
-<p>Y el rey Mulahacén, padre del rey Chico, como sintió tan grandísima
-revuelta y ruido, siendo ya bastantemente informado de lo que era, muy
-enojado contra el rey su hijo, y deseando le matasen, mandó abrir una
-puerta falsa del Alhambra, diciendo que él quería salir a apaciguar
-aquel alboroto; pero no bien fue abierta, cuando estaban más de mil
-hombres para entrar por ella; y como vieron al rey viejo le alzaron en
-peso y dijeron:</p>
-
-<p>—Este es nuestro rey, y no otro: viva el rey Mulahacén.</p>
-
-<p>Y dejándole con buena guardia, entraron por la puerta muchos
-caballeros Abencerrajes, Alabeces y Gazules con más de cien peones.</p>
-
-<p>El rey mandó cerrasen la puerta falsa, y que defendiesen la entrada,
-porque no hubiese dentro del Alhambra más mal del que se esperaba
-ver; pero poco aprovechó esta diligencia, porque la gente que había
-entrado era bastante a destruir cien Alhambras, y andaba por las calles
-diciendo: «Muera el rey Chico y los demás traidores», y con este
-ímpetu entraron en la casa real, donde vieron solo a la reina y a sus
-damas casi muertas, no sabiendo la causa de tan grande alboroto;<span
-class="pagenum" id="Page_251">p. 251</span> y preguntando dónde estaba
-el mal rey, no faltó quien les dijo que en el cuarto de los Leones.</p>
-
-<p>Luego el tropel de la gente fue allá, y vieron las puertas con
-fuertes cerraduras; pero muy poco les sirvió su fortaleza, porque
-las hicieron pedazos, y entraron dentro a pesar de los Zegríes que
-allí había, que defendían la entrada; y entrando los caballeros
-Abencerrajes, Gazules y Alabeces, viendo la mortandad de los
-Abencerrajes que había en aquel patio, a quien el rey había mandado
-degollar, se ensañaron de tal suerte, que si cogieran al rey y a los
-traidores, no se satisfacieran con que murieran degollados, sino que
-les buscaran mil géneros de penas para mitigar la mucha que ellos
-tenían; y acometieron todos a más de quinientos Zegríes, Gomeles
-y Mazas que estaban allí en defensa del rey diciendo: «Mueran los
-traidores que tal traición han hecho y aconsejado»; y con ánimo
-furibundo dieron en ellos a cuchilladas.</p>
-
-<p>Los Zegríes y los de su parte se defendían poderosamente, porque
-estaban bien alistados de armas, y apercibidos para aquel caso; mas
-poco les valió todo esto, que allí los hacían pedazos, porque en menos
-de una hora ya tenían muertos más de doscientos caballeros Zegríes,
-Gomeles y Mazas, y siguiendo su porfía iban matando e hiriendo más de
-ellos.</p>
-
-<p>Allí era el ruido y vocería, allí acudía toda la gente que subía de
-la ciudad, y siempre diciendo: «Muera el tirano y los traidores.» Fue
-tal la destrucción que los Abencerrajes, Alabeces y Gazules hicieron,
-y tal la venganza, que de todos<span class="pagenum" id="Page_252">p.
-252</span> los Zegríes, Gomeles y Mazas que allí estaban, no se escapó
-ninguno con vida. El desdichado rey se escondió, que no pudo ser
-descubierto.</p>
-
-<p>Esto hecho, los caballeros muertos los bajaron a la ciudad y los
-pusieron sobre paños negros en la plaza Nueva, para que toda la ciudad
-los viese, y se moviese a compasión viendo un tan doloroso y triste
-espectáculo, y la crueldad que con ellos se usó.</p>
-
-<p>Toda la gente andaba por la Alhambra buscando al rey con tal
-alboroto, que parecía hundirse todas las casas y torres; y si tempestad
-y ruido había allí, no menos alboroto y llanto había en la ciudad.</p>
-
-<p>Todo el pueblo en común lloraba a los muertos Abencerrajes. En
-particulares casas lloraban a los muertos Zegríes, Gomeles y Mazas, y
-a otros que murieron en esta refriega. Por este conflicto y alboroto
-desventurado se dijo este</p>
-
-<p class="centra mt15">ROMANCE.</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">En las torres del Alhambra</p>
- <p class="i0">sonaba gran vocería,</p>
- <p class="i0">y en la ciudad de Granada</p>
- <p class="i0">grande llanto se hacía;</p>
- <p class="i2">Porque sin razón el rey</p>
- <p class="i0">hizo degollar un día</p>
- <p class="i0">treinta y seis Abencerrajes,</p>
- <p class="i0">nobles de grande valía,</p>
- <p class="i2">A quien Zegríes y Gomeles</p>
- <p class="i0">acusan de alevosía.</p>
- <p class="i0">Granada los llora más,</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_253">p. 253</span>con gran dolor que sentía,</p>
- <p class="i2">Que en perder tales varones</p>
- <p class="i0">es mucho lo que perdía:</p>
- <p class="i0">hombres, mujeres y niños</p>
- <p class="i0">lloran tan grande pérdida.</p>
- <p class="i2">Lloraban todas las damas,</p>
- <p class="i0">cuantas en Granada había;</p>
- <p class="i0">por las calles y ventanas</p>
- <p class="i0">mucho luto parecía.</p>
- <p class="i2">No había dama principal</p>
- <p class="i0">que luto no se ponía,</p>
- <p class="i0">ni caballero ninguno</p>
- <p class="i0">que de negro no vestía;</p>
- <p class="i2">Si no fueron los Gomeles</p>
- <p class="i0">donde la traición salía,</p>
- <p class="i0">y con estos los Zegríes</p>
- <p class="i0">que les hacen compañía.</p>
- <p class="i2">Y si algún luto llevaban,</p>
- <p class="i0">es por los que muerto habían</p>
- <p class="i0">los Gazules y Alabeces</p>
- <p class="i0">con gran valor y osadía</p>
- <p class="i0">en el cuarto de los Leones,</p>
- <p class="i0">por vengar la villanía.</p>
- <p class="i2">Y si hallaran al rey Chico,</p>
- <p class="i0">le privaran de la vida,</p>
- <p class="i0">por consentir la maldad</p>
- <p class="i0">que allí cometido habían.</p>
-</div>
-
-<div class="section">
-<p>Volviendo ahora al sangriento y pertinaz motín de la granadina gente
-contra el rey y sus valedores, es de saber, que el valeroso Muza como
-vio poner fuego al Alhambra, con gran presteza acudió a aplacar las
-furiosas llamas; y sabiendo<span class="pagenum" id="Page_254">p.
-254</span> que el rey Mulahacén su padre había mandado abrir la puerta
-falsa del Alhambra, luego se fue hacia ella acompañado de gran tropa
-de gente, y en llegando vio al rey Mulahacén acompañado de más de mil
-hombres que le guardaban, y a grandes voces decían:</p>
-</div>
-
-<p>—Viva el rey Mulahacén, al cual reconocemos por señor, y no al rey
-Chico, que a tan gran traición ha muerto la flor de los caballeros de
-Granada.</p>
-
-<p>Muza dijo:</p>
-
-<p>—Viva el rey Mulahacén, mi padre, que así lo quiere toda Granada.</p>
-
-<p>Lo mismo dijeron todos los que iban con él; y diciendo esto entraron
-en el Alhambra y fueron a la casa real, y andándola toda no toparon al
-rey.</p>
-
-<p>De aquí fueron al cuarto de los Leones, y vieron el estrago que
-habían hecho los Abencerrajes, Gazules y Alabeces en los Zegríes,
-Gomeles y Mazas; y Muza dijo:</p>
-
-<p>—Si traición se hizo a los Abencerrajes, bien se han vengado, aunque
-la traición no tiene satisfacción.</p>
-
-<p>Y pesándole de lo que había, salió de allí y se fue a la cámara
-de la reina, a la cual vio llorosa, acompañada de sus damas y de la
-hermosa Celima a quien Muza amaba tiernamente. La temerosa reina le
-preguntó a Muza:</p>
-
-<p>—¿Qué vocería era aquella que sonaba en la ciudad y en el
-Alhambra?</p>
-
-<p>—Cosas son del rey —dijo Muza—, que sin mirar más de su gusto, dio
-lugar y consintió una traición notable, ejecutada en los caballeros
-Abencerrajes, de quien siempre ha recibido muy grandes servicios, y
-en pago de ellos hoy ha muerto a treinta y seis dentro del cuarto de
-los Leones. Esto es lo que el rey mi hermano,<span class="pagenum"
-id="Page_255">p. 255</span> vuestro marido, ha hecho, o permitido que
-se hiciese; por lo cual el reino tiene perdido, y él está, si parece, a
-punto de perderse, porque ya toda la gente de Granada, así caballeros
-como todos los demás estados, han recibido a mi padre el rey Mulahacén
-por rey y señor, y a esta causa anda el alboroto y motín que hay.</p>
-
-<p>—Santo Alá —dijo la triste y afligida reina—, ¿que eso pase? ¡Ay de
-mí!</p>
-
-<p>Y diciendo esto se cayó amortecida en los brazos de Galiana.</p>
-
-<p>Todas las damas lloraban amargamente el caso doloroso que había
-sucedido, y lloraban a su triste reina puesta en tal calamidad.</p>
-
-<p>La linda Haja y la hermosa Celima se hincaron a los pies de Muza, y
-como quien tanto le amaba le dijo de esta manera:</p>
-
-<p>—Señor mío, no me levantaré de vuestros pies hasta que me deis
-palabra de hacer en este negocio tanto que quede apaciguado, y el rey
-vuestro hermano en su posesión como de antes; que aunque ha procurado
-mi amistad, no teniendo respeto a la vuestra, no se ha de formar
-venganza estando el enemigo caído, ni se ha de dar mal por mal, sino
-porque de hoy más tengo cuidado de no ofenderos en esto ni en otra cosa
-alguna; en lo que os pido recibiré de vos muy grande merced.</p>
-
-<p>Fátima, que sabía el grande amor que los dos se tenían, le pidió a
-Muza que le concediese a Celima lo que le pedía, y que no tuviese a sus
-pies a la que merecía la corona del mundo.</p>
-
-<p>Muza que estaba transformado en mirar el adorno y nobleza
-que naturaleza dio a Celima, no advirtiendo que la tenía<span
-class="pagenum" id="Page_256">p. 256</span> a sus pies con la hermosa
-Haja, las levantó del suelo, dándolas palabra de apaciguar el vulgo, y
-de poner al rey su hermano en la posesión del reino; con lo cual obligó
-a su dama a que le amase con más extremo.</p>
-
-<p>Las damas echaron agua en el rostro de la reina, y de este modo
-volvió en sí llorando, y Muza la consoló dándola buenas esperanzas;
-y se despidió de ella y sus damas, y fue adonde estaba su padre y le
-dijo:</p>
-
-<p>—Mande vuestra alteza pena de muerte al que no dejare las armas, y
-no se sosegare.</p>
-
-<p>Luego mandó el rey que se pregonase así en el Alhambra y por toda la
-ciudad, y Muza mandó a la gente de guerra que se aquietasen, y a todos
-los demás se lo rogó.</p>
-
-<p>Mediante esto se apaciguó el pertinaz motín y rebelión, teniendo
-unos intento de obedecer a Mulahacén, y otros al rey Chico.</p>
-
-<p>Para esto ayudaban a Muza todos los más principales de Granada, y
-los linajes desapasionados, que eran Alabeces, Bencerrajes, Laugetes,
-Azarques, Alarifes, Aldoradines, Almoradís, Almohades y otros muchos
-caballeros de Granada.</p>
-
-<p>De esta suerte fue todo apaciguado, y Muza rogó a todos que no
-quitasen a su hermano la obediencia, sino que Granada volviese al
-estado en que antes estaba; que si malos consejos no dieran al rey,
-nunca él mandara hacer lo que se hizo.</p>
-
-<p>Todos los caballeros dieron palabra a Muza de no quitar la
-obediencia a su hermano el rey; solo los Abencerrajes, Gazules,
-Alabeces y Almoradines, estos cuatro linajes poderosos, no quisieron
-estar en la obediencia del rey Chico, por lo que hizo<span
-class="pagenum" id="Page_257">p. 257</span> contra los Abencerrajes en
-admitir el mal consejo del traidor Zegrí; y era así verdad, que por
-dar crédito de ligero el fácil rey aceleró el negocio; y si lo llevara
-por justicia, no se le siguiera la perdición que le vino a él y a la
-ciudad.</p>
-
-<p>Por esta traición se hizo el romance siguiente:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Caballeros granadinos,</p>
- <p class="i0">aunque moros hijosdalgo,</p>
- <p class="i0">con envidiosos intentos</p>
- <p class="i0">al rey Chico van hablando;</p>
- <p class="i0">gran traición se va ordenando.</p>
- <p class="i2">Diz que los Abencerrajes,</p>
- <p class="i0">linaje noble afamado,</p>
- <p class="i0">pretenden matar al rey,</p>
- <p class="i0">y quitarle su reinado;</p>
- <p class="i0">gran traición se va ordenando.</p>
- <p class="i2">Y para emprender tal hecho,</p>
- <p class="i0">tienen favor muy sobrado</p>
- <p class="i0">de hombres, niños y mujeres,</p>
- <p class="i0">todo el granadino estado;</p>
- <p class="i0">gran traición se va ordenando.</p>
- <p class="i2">Y a su reina tan querida</p>
- <p class="i0">de traición la han acusado,</p>
- <p class="i0">que en Albín Abencerraje</p>
- <p class="i0">tienen puesto su cuidado;</p>
- <p class="i0">gran traición se va ordenando.</p>
-</div>
-
-<p>De esta suerte va declarando el romance la historia que se ha
-contado, y la traición; mas porque me aguardan otras cosas importantes
-no se acaba.</p>
-
-<p>Volviendo a Muza, que con gran diligencia procuraba aplacar los
-airados pechos de los más principales caballeros y demás gente
-para<span class="pagenum" id="Page_258">p. 258</span> que volviesen
-a dar la obediencia al rey Chico, como antes estaba, atrajo muchos a
-su voluntad, salvo los cuatro linajes que hemos dicho, y algunos más
-caballeros que no quisieron estar en la obediencia del rey Chico, sino
-a la del rey Mulahacén; y así siempre hubo allí muchas diferencias
-entre los dos reyes, padre e hijo, hasta que se perdió Granada.</p>
-
-<p>Y la causa porque los Gazules, Alabeces, y Aldoradines no quisieron
-ser de la parte del rey Chico, aunque Muza hizo las diligencias
-posibles, fue el que ya tenían tratado entre ellos de volverse
-cristianos, y pasarse con el rey D. Fernando, como adelante se dirá.</p>
-
-<p>Pues como viese Muza la mayor parte de la ciudad reducida a su
-voluntad para que volviese su hermano a ser obedecido, y al gobierno de
-su reino, procuró saber adónde estaba; y supo cómo se había retirado
-al cerro del Sol, que hoy llaman de Santa Elena, en una mezquita que
-estaba allí, huyendo de la voz que oyó cuando decían todos: <i>Muera
-el tirano y los traidores</i>; y visto este estrago, que hacían los
-Abencerrajes, Gazules y Alabeces en los Zegríes y Gomeles, se salió
-por una puerta falsa maldiciendo su ventura y el día de su nacimiento,
-quejándose del Zegrí que le había aconsejado cometer tal traición
-contra tan leales caballeros.</p>
-
-<p>Los Zegríes y Gomeles le consolaban, diciéndole que no se fatigase,
-que mil Zegríes y Gomeles tenía de su parte, los cuales morirían en su
-defensa, y que el consejo no había sido malo, sino importante, si no se
-descubriera tan presto.</p>
-
-<p>Y en esto vieron venir<span class="pagenum" id="Page_259">p.
-259</span> a Muza en un caballo, y fueron a dar aviso al rey; el cual
-temeroso preguntó, si venía de paz, o de guerra.</p>
-
-<p>—De paz viene —respondió un Zegrí— y solo, y debe de querer
-hablarte.</p>
-
-<p>—Alá se sirva que sea por bien —dijo el rey—; porque se temía de
-Muza, a causa de Celima.</p>
-
-<p>En esto llegó Muza, y preguntando si estaba allí el rey su hermano,
-le fue dicho que sí; y apeándose del caballo entró en la mezquita,
-donde vio al rey acompañado de Zegríes y Gomeles; y haciéndole el
-acatamiento que de antes solía, le dijo así:</p>
-
-<p>—No careces de culpa, permitiendo una maldad y traición tan grande
-como la que se ha usado con el más noble y leal linaje de todo el
-reino. Y mirad lo que se ha seguido de su muerte; alboroto de toda la
-ciudad, muerte de muchos, pérdida de tu reino; y lo fuera de tu vida,
-si no te hubieras retirado aquí. Los reyes que han de gobernar en paz,
-sosiego y tranquilidad a sus vasallos, ¿son esos los alborotadores, y
-privadores de la paz? Merecido y justo castigo es, que sean desposeídos
-de sus reinos, y aun de las vidas. Si a caballeros leales que sirven
-bien das tal pago, ¿quién esperas que te sirva? Si se te había
-ofendido, que no creo tal, siguieras la causa por justicia, y no con
-violencia. ¿Qué demonio te insistió a hacer tal matanza? ¿Qué causa te
-movió?</p>
-
-<p>—Hermano —dijo el rey—, ya que me has preguntado la causa de mi
-determinada ira, yo te la diré en presencia de los oyentes: Sabrás,
-que los caballeros Abencerrajes tenían determinado matarme, y alzarse
-con el reino; y sin esto Albín Hamete Abencerraje adulteraba<span
-class="pagenum" id="Page_260">p. 260</span> con la reina mi mujer, pues
-de todo tengo bastante y probada verificación: ¿parécete que aceleré en
-el caso?</p>
-
-<p>Admirado Muza, le respondió:</p>
-
-<p>—No tengo yo a la reina en tal opinión, ni lo creo, ni tengo a los
-Abencerrajes por caballeros que tal traición ordenaran, porque son
-ejemplo de lealtad.</p>
-
-<p>—Pues si no lo crees —dijo el rey—, pregúntalo a Hamete Zegrí, y
-a Mahandín y a Mahandón que están presentes, que ellos te dirán como
-testigos de vista.</p>
-
-<p>Y los falsos refirieron a Muza lo que al rey habían dicho, lo cual
-no creyó, porque conocía que la reina era muy honesta y virtuosa, y así
-les dijo:</p>
-
-<p>—Yo no puedo persuadirme a que eso sea así, ni creo que habrá
-caballero que lo sustente, porque es cierto que ha de quedar por infame
-y fementido.</p>
-
-<p>—Pues nosotros, dijo Mahandón, lo sustentaremos contra cualesquier
-caballeros que lo quisieren contradecir.</p>
-
-<p>Y enojado Muza, dijo:</p>
-
-<p>—Pues aunque no sea sino por honra de mi hermano el rey, se ha
-de seguir por justicia esta causa y la de los Abencerrajes, pues os
-preferís a sustentar con las armas la acusación que ponéis; y mirad
-cuán seguro estoy de la casta reina, que sé que habéis de morir, o
-quedar desmentidos; y si me fuera lícito, yo solo había de defender
-la inocente reina y a los nobles Abencerrajes, porque clara y
-manifiestamente se parece ser mentira causada de envidia; pero impídelo
-la paz que ando buscando.</p>
-
-<p>Los Zegríes comenzaron a alborotarse, diciendo que ellos eran
-caballeros y lo que habían dicho lo sustentarían en campo armados
-a<span class="pagenum" id="Page_261">p. 261</span> los cuatro
-caballeros.</p>
-
-<p>—Eso se verá presto —dijo Muza; y díjole al rey—: Vamos al Alhambra,
-que ya todo está apaciguado: solo quedan cuatro linajes de caballeros
-que no os quieren dar obediencia, sino a nuestro padre: pasen algunos
-días, que yo los compondré. Y vosotros, Zegríes y Gomeles, advertid,
-que si por vuestro consejo murieron degollados treinta y seis
-caballeros Abencerrajes, de vuestros linajes hay más de cuatrocientos
-caballeros muertos; mirad si ha sido granjería la que habéis hecho. Id
-al Alhambra, y mandad que los saquen del cuarto de los Leones, y dadles
-sepultura, que así han hecho los Abencerrajes a todos sus deudos,
-muertos sin culpa.</p>
-
-<p>Con esto salió Muza de la mezquita, y el rey Chico con él, fiado de
-su palabra, y le dijo:</p>
-
-<p>—Muza, ¿quién te dio aviso de que estaba yo aquí?</p>
-
-<p>—Quien te vio venir —dijo Muza.</p>
-
-<p>Diciendo esto, se bajaron todos del cerro, y se entraron en el
-Alhambra.</p>
-
-<p>Los Zegríes llevaron los cuerpos muertos a sus casas, y los fueron
-acompañando, y Muza con ellos, por evitar algún escándalo; y en todo
-aquel día no se oía en toda Granada otra cosa sino llantos y gemidos
-muy tristes.</p>
-
-<p>El rey se retiró a su cuarto con muy buena guarda, y mandó que no
-dejasen entrar a nadie en todo aquel día; lo cual se cumplió todo así,
-que ni aun a la misma reina dejaron entrar, y muy confusa se volvió a
-su retrete, no sabiendo la causa de tan grande encerramiento, pues le
-había enviado a decir Muza que no tuviese pena, que el rey volvería a
-su silla.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch14">
- <p><span class="pagenum" id="Page_262">p. 262</span></p>
- <h2 class="nobreak">CAPÍTULO XIV.</h2>
- <p class="subh2h"><i>En que se da cuenta cómo los traidores pusieron
- acusación a la reina y a los Abencerrajes, y cómo la reina fue presa
- por ellos, y dio cuatro caballeros que la defendiesen, y de lo demás
- que sucedió.</i></p>
-</div>
-
-<p><span class="cap">L</span>os muertos ya enterrados de la una parte y
-de la otra, y habiendo cesado los llantos por ellos hechos, y reducida
-la parte mayor de los caballeros de Granada a la obediencia del rey
-Chico, por orden del valeroso capitán Muza, habiéndose pasado aquel
-día tan memorable para Granada, luego el día siguiente dio orden que
-fuesen a hablar al rey; y así se juntaron todos los más principales, y
-le fueron a ver, aunque contra su voluntad, solo por hacer placer al
-valiente Muza; y en entrando en su real sala, se fueron sentando por su
-orden, como antes solían, aguardando que el rey saliese de su aposento:
-el cual como supo que estaba allí Muza y los demás caballeros, salió
-vestido de negro mostrando tristeza en el rostro, y sentado en la silla
-real, mirando a todos, les dijo:</p>
-
-<p>—Muy leales y verdaderos vasallos, amigos míos, bien sé que
-habéis estado muy enojados conmigo, y con deliberación de quitarme
-el reino y la vida por lo que hubo en el cuarto de los Leones, no
-sabiendo vosotros el fundamento y justa causa que a ello me movía,
-y sin escandalizaros; pero<span class="pagenum" id="Page_263">p.
-263</span> a veces la cólera ciega la razón de modo, que no da lugar
-a la consideración con el deseo de la venganza. Alá os guarde de rey
-injuriado, que no aguarda dilación su agravio. Y para satisfacción
-de mi poca culpa, y muy sobrada justicia, pedida y demandada de mi
-crecido agravio, habéis de saber, oh nobles granadinos, que los famosos
-Abencerrajes, de cuya fama el mundo está lleno, habían conspirado y
-hecho conjuración para privarme del reino y de la vida, y de todo esto
-tengo fulminado proceso con información bastante, por donde son dignos
-de muerte, y más. Albín Hamete, Abencerraje, violó mi honra con mancha
-de adúltero, tratando con la reina Sultana, mi mujer, de deshonestos y
-secretos amores, aunque no lo fueron tanto, que con facilidad fueron
-descubiertos; y en esta sala hay caballeros testigos de vista que lo
-dirán y sustentarán, y a esta causa se ejecutó ayer lo que visteis,
-queriendo por mi mano tomar venganza de tan enorme injuria y deshonra;
-y si no se descubriera tan presto mi intento, no hay duda, sino que
-no fuera ya vivo ningún Abencerraje; mas mi mala suerte ordenó que se
-descubriera. De lo pasado me pesa solo por el alboroto de la ciudad,
-y por haber muertes de nobles y leales caballeros a manos de los
-Abencerrajes vivos y de los Gazules, y la sangre de los Zegríes y
-Gomeles vertida por mi causa pide justísima venganza, la cual prometo
-hacer por Mahoma. Y ahora doy por sentencia que los Abencerrajes que
-son culpados en esto, por tener atrevimiento<span class="pagenum"
-id="Page_264">p. 264</span> de entrar con mano armada en mi casa real,
-sean desterrados de Granada, y dados por traidores, y sus bienes
-confiscados a mi real Cámara, para que de ellos haga mi voluntad; y
-los que no son tan culpados y los ausentes, así alcaides, como los que
-no lo son, que se queden en Granada privados de mi real servicio. Y
-si tuvieren hijos varones, los envíen a criar fuera de la ciudad; y
-si fueren hijas, que las casen fuera del reino; y esto mando que se
-publique por toda Granada. Y en lo que toca a la reina Sultana, mi
-mujer, mando que los caballeros que han de poner la acusación la pongan
-luego; y puesta, sea presa, hasta que se vea su justicia conforme a
-derecho, que no es justo que un rey como yo viva afrentado. Estas
-dos cosas fueron la causa, buenos caballeros y leales vasallos, del
-alboroto de ayer: ahora considere cada uno la causa por suya, y juzgue
-lo que haría, y verá cómo no se satisface mi agravio, y respóndame.</p>
-
-<p>Dichas estas palabras por el rey todos los caballeros que estaban
-allí juntos se miraban los unos a los otros, y admirados de todo
-aquello que el rey les había dicho, no sabían qué responderle, porque
-ninguno de los que vinieron con Muza a dar la obediencia al rey, no
-dio crédito a cosa ni parte de lo que tocaba a los Abencerrajes, como
-ni a lo de la reina, y luego entendieron ser traición; y así los
-caballeros Almoradís, Almohades, y otros que eran parientes de la reina
-Sultana, hicieron entre ellos gran movimiento y comunicación, y al cabo
-de una pieza que el rey aguardaba respuesta,<span class="pagenum"
-id="Page_265">p. 265</span> se levantó un caballero Almoradí, tío de la
-reina, y respondió, diciendo:</p>
-
-<p>—Atentos hemos estado, rey Abdalí, a tus razones, con las cuales no
-menos pesadumbre y alboroto que ayer se espera; porque en lo que has
-hablado manifiestamente parece ser averiguada traición, así en lo que
-toca a los caballeros Abencerrajes, como en lo de la reina; porque los
-Abencerrajes son nobles, y en ellos no puede caber traición, ni tal de
-ellos se puede presumir; porque de su bondad y nobleza siempre han dado
-verdadero testimonio sus obras, por las cuales tú y tu reino habéis
-resplandecido; y si ahora los mandas desterrar, tu reino de hoy en más
-lo puedes dar por ninguno, y al tiempo pongo por testigo; cuanto y más,
-que aunque tú los destierres, si ellos con su gusto y voluntad no se
-quieren salir de Granada, no los puedes tú hacer fuerza, atento que no
-eres rey supremo por ser vivo tu padre, el cual estima mucho a este
-linaje. Si no me crees, mira tu palacio, y verás como en faltando todos
-los Alabeces, Gazules, Aldoradines y Venegas, parece estar solo y sin
-acompañamiento ninguno, y te has de ver sin todos estos y otros muchos,
-por ser amigos de los Abencerrajes, pues la plebe ya bien sabes el
-amor que les tiene; y sé de cierto, que si el amor de ellos levantara
-bandera contra ti, te echaran del reino en que estás; pero son leales,
-y antes morirán que tal hagan. Repórtate, rey mal aconsejado, y no te
-ciegue la cólera; y en lo que dices de la reina que ha sido adúltera,
-es falso; es matrona ilustre y honesta, y se<span class="pagenum"
-id="Page_266">p. 266</span> debe tener y estimar en mucho; y si contra
-ella te mueves o alteras, los Almoradís, Almohades y sus parciales
-te hemos de quitar la obediencia, y hemos de darla a tu padre; y
-cualquiera que pusiere falta o dolo en la reina Sultana, miente y es un
-villano, y yo lo probaré donde quisiere.</p>
-
-<p>El traidor Zegrí, Mahandín Gomel, Mahandón y Abenhamete con saña se
-levantaron y dijeron que lo que ellos decían era verdad, y quien lo
-contradecía, mentiría.</p>
-
-<p>Los Almoradís se alzaron poniendo mano a las armas; todos los
-Zegríes y Gomeles hicieron lo mismo, y con gran enojo se fueron los
-unos a los otros, moviendo mucho escándalo y alboroto en el palacio
-real; mas los caballeros Azarques y Alarifes, Muza, Sarracino, Reduán
-y el mismo rey, obraron tanto, que no los dejaron juntar, antes los
-aquietaron e hicieron sentar; y estando sosegados dijo estas razones
-Muza:</p>
-
-<p>—Señores caballeros, yo querría que se pusiese la acusación a la
-reina, y que por ella sea presa, pues confío en Alá que su inocencia ha
-de ser verdugo de los acusadores falsos, y han de morir o retractarse
-de lo dicho, de donde se seguirá mayor lauro y corona de honor a la
-inocente reina y a todos los de su linaje; para lo cual salga aquí la
-reina, responda por sí, y dé y señale caballeros que la defiendan.</p>
-
-<p>A todos pareció bien lo que Muza dijo, y así fue llamada la reina
-Sultana, la cual fue acompañada de sus damas, y los caballeros se
-levantaron y la hicieron grande acatamiento, salvo los traidores;
-y antes que la reina se sentase en su estrado le dijo<span
-class="pagenum" id="Page_267">p. 267</span> Muza:</p>
-
-<p>—Hermosa Sultana, hija del famoso Moraicel, y de nación Almoradí
-por descendencia del padre, y Almohades por la madre, descendientes de
-los reyes de Marruecos: sabrás, reina de Granada, por tu daño, como en
-esta sala hay caballeros que pongan dolo en tu castidad, diciendo que
-no has guardado las leyes conyugales, como era razón, a tu marido el
-rey; antes dicen que has adulterado y hecho traición con Albín Hamete,
-Abencerraje; por lo cual ayer fue degollado con los demás Abencerrajes
-que murieron. Si esto es así, lo cual todos nosotros no creemos,
-porque tenemos entera satisfacción de tu bondad, virtud y castidad,
-has incurrido en pena de muerte de fuego; por tanto da razón de ti,
-para que no haya más escándalo del que por tu causa ha habido; y si
-no le das cual conviene a tu honor y al de tu marido, morirás quemada
-conforme a nuestras leyes: yo te lo he dicho, no por ofenderte, sino
-para que repares con tiempo la defensa y lo que te conviene, que por mi
-parte seré en tu favor y en todo lo que pudiere, como lo verás.</p>
-
-<p>Con esto calló Muza, y se sentó, aguardando que la reina
-respondiese. La cual como oyó lo que Muza le había dicho, miró a todos
-los caballeros de la sala; y como los vio callar, tuvo por verdad lo
-que al pronto había escuchado por donaire y juego; y reparándose un
-poco, sin mudarse la color de su hermoso rostro, ni hacer mudanza
-mujeril, respondió de esta suerte:</p>
-
-<p>—Cualquiera que en mi honestidad pura, limpia y casta pusiere
-alguna<span class="pagenum" id="Page_268">p. 268</span> falta, miente,
-y no es caballero, sino villano, vil y de bajos pensamientos, mestizo,
-infame y mal nacido, indigno de entrar en el real palacio; y sea quien
-fuere, póngase aquí en mi misma presencia la acusación que contra mí
-se ha hecho, que no temo pena ninguna, porque mi inocencia me asegura,
-y mi castidad y limpieza me hacen libre: jamás con pensamiento ni obra
-hice ofensa al rey mi marido, ni la pienso hacer en tanto que mi marido
-fuere, ni después; ora sea por separación de muerte, o por repudiación
-de su parte hecha. Mas estas cosas y otras tales no pueden salir sino
-de moros, de quien no salen sino maldades y novedades, como de hombres
-de poca fe y mal inclinados. Benditos sean los cristianos reyes y quien
-los sirve, que nunca entre ellos hay semejantes maldades, y la causa
-es estar fundados en buena ley. Pero una cosa sé decir, que confío en
-el santísimo Alá que ha de volver por mi casta limpieza, y descubrir
-la verdad; y hago promesa de que si Alá se sirve de dar victoria a mis
-defensores, como lo espero en él que se la dará, viéndome libre de este
-testimonio, de no volverme a juntar con el rey en poblado ni fuera.</p>
-
-<p>Diciendo esto comenzó a llorar, y con ella todas sus damas; de tal
-manera, que a todos los caballeros que la oían movía a muy grande
-compasión y lástima.</p>
-
-<p>Lindaraja se hincó de rodillas delante de la reina, y pidió licencia
-para partirse a Sanlúcar a casa de un hermano de su padre, pues por
-mandado del rey habían muerto sin culpa a su querido padre, y<span
-class="pagenum" id="Page_269">p. 269</span> pues desterraron a los
-Abencerrajes, que ella se quería desterrar, por no ver las tiranías
-y crueldades que cada día se hacían, y más el testimonio que a su
-alteza se levantaba; que no diese lugar que ella presenciara a aquellos
-dolores tan acerbos; y que cuando la honra de la reina padecía, no
-estaba segura la de sus damas, dueñas y doncellas.</p>
-
-<p>La reina la abrazó llorando, y quitándose del cuello la cadena que
-el maestre la dio el día de la sortija, dijo:</p>
-
-<p>—Toma, amiga, yo quisiera galardonar tus servicios fieles y leales,
-pero ya, por mi desdicha, no soy señora de bienes, sino de males:
-dichosa tú, y yo sin ventura. Vete en paz, y vive en ella, que ausente
-de la corte yo sé que la tendrás.</p>
-
-<p>Y diciendo esto la apretó entre sus brazos, regándola su hermoso
-rostro con lágrimas, las cuales Lindaraja derramaba de sus ojos en
-abundancia. Aquí se aumentó el llanto de todas las damas, porque las
-iba abrazando y despidiéndose de todas.</p>
-
-<p>Estaban los circunstantes tan lastimados de la dolorosa despedida de
-la reina y de Lindaraja, que no dejaban de ayudar con lágrimas; y no
-pudiendo sufrir aquel dolor, todos los Almoradís y Almohades, y otros
-de su parcialidad, se salieron llorando de la sala diciendo:</p>
-
-<p>—Abdalí rey, abre los ojos y mira lo que haces, y tennos por tus
-enemigos de aquí adelante.</p>
-
-<p>Lindaraja despidiéndose del rey se salió de palacio, y acompañada de
-su madre y de algunos caballeros se bajó a la ciudad, y al otro día se
-partió para Sanlúcar, y Gazul en su compañía, que era el que la servía,
-como ya se ha dicho,<span class="pagenum" id="Page_270">p. 270</span>
-y adelante se tratará de ellos más largamente.</p>
-
-<p>Ahora vayan su camino, y volvamos a tratar del rey, y de la
-acusación de la triste reina Sultana, la cual lloraba muy dolorosamente
-su deshonra, y con ella sus doncellas.</p>
-
-<p>El rey mandó al traidor Zegrí que pusiese la acusación, y él se
-levantó y dijo:</p>
-
-<p>—Por la honra de mi rey, y volviendo por ella, como debo, digo
-que la reina Sultana es adúltera, y que yo y Mahandín la vimos en
-Generalife, debajo de un rosal, que está junto a la fuente grande,
-estar en lascivas concupiscencias con Albín Hamete, Abencerraje; lo
-cual sustentaremos los cuatro a otros cuatro que señale la reina en su
-defensa.</p>
-
-<p>A esto respondió la reina:</p>
-
-<p>—Mientes, como traidor infame, falso, tú y todos vosotros; yo fío en
-el poderoso Alá que ha de descubrir la verdad, y os ha de costar muy
-caro.</p>
-
-<p>El rey dijo:</p>
-
-<p>—Sultana, dentro de treinta días habéis de dar caballeros que os
-defiendan; donde no, se procederá contra vos conforme a la ley.</p>
-
-<p>Sarracino no pudiendo sufrir más aquella lástima, dijo:</p>
-
-<p>—Yo me ofrezco a la defensa de la reina, aunque no haya más
-caballeros que quieran volver por su honor.</p>
-
-<p>Reduán dijo:</p>
-
-<p>—Yo seré el segundo, y serviré de tercero y cuarto.</p>
-
-<p>Muza dijo:</p>
-
-<p>—Pues yo ayudaré también, y no faltará otro caballero que ayude,
-porque se haga la batalla cuatro a cuatro; y mire la reina si nos
-quiere admitir, que como caballeros juramos de hacer el deber.</p>
-
-<p>La reina respondió:</p>
-
-<p>—Muchas mercedes, señores caballeros, por la que me hacéis tan
-señalada; yo<span class="pagenum" id="Page_271">p. 271</span> veré lo
-que me importa, pues tengo término suficiente, aunque sé que en hacer
-tales caballeros la batalla, mis enemigos serían vencidos, y mi honra
-satisfecha.</p>
-
-<p>El rey mandó que estuviese presa en la torre de Comares, y en su
-compañía Galiana y Celima para que la sirviesen. Luego Muza y otros
-caballeros llevaron a la desdichada e infeliz reina presa, y la
-pusieron en un aposento, y a la puerta doce caballeros de guarda, con
-orden que si no es a Muza, otro no pudiese entrar a hablar con ella.
-Esto hecho se despidieron del rey todos los caballeros, por lo que
-había pasado.</p>
-
-<p>Las damas de la reina se fueron todas: las doncellas en casa de sus
-padres, y las casadas a sus casas con sus maridos. Reduán se llevó a
-su querida Haja; Abenámar a Fátima, que estaba muy triste por lo que
-sus parientes habían hecho. Todas las demás damas se fueron, quedando
-desierto el cuarto de la reina.</p>
-
-<p>Quedaron con el rey Zegríes, Gomeles y Mazas, por acompañarle, y a
-muchos pesaba de lo que habían empezado a hacer, porque imaginaban que
-no podían tener buen fin todas aquellas traiciones.</p>
-
-<p>Luego se pregonó que dentro de tres días saliesen los Abencerrajes
-desterrados, so pena de las vidas.</p>
-
-<p>Los Abencerrajes pidieron dos meses de término, porque querían salir
-del reino; y fueles concedido a instancias de Muza, porque entre él y
-ellos se trató lo que adelante se dirá.</p>
-
-<p>Este pregón se divulgó por toda la ciudad, y sintieron tanto los
-moradores de ella el agravio que a los Abencerrajes se hacía, que si
-quisieran<span class="pagenum" id="Page_272">p. 272</span> ellos
-levantar bandera contra el rey Chico, los ayudaran con sus personas y
-haciendas, porque en extremo eran amados de toda la ciudad, y tenidos
-en lugar de padres y amparadores de todos.</p>
-
-<p>Este pregón lo oyó una hermana del rey Chico, llamada Moraina, la
-cual era mujer de Albín Hamete, Abencerraje; y llena de enojo por
-haberle muerto a su marido sin culpa, y de temor por haberle quedado
-dos niños, uno de cinco años y otro de tres, vestidos ambos de luto y
-ella también, fueron al Alhambra y en su compañía cuatro caballeros
-Venegas, y entraron en la sala del rey para hablarle.</p>
-
-<p>Los guardas conociendo a Moraina, la dejaron entrar en el aposento
-del rey, su hermano, al cual halló solo; y haciéndole mesura, le
-dijo:</p>
-
-<p>—¿Qué es esto, rey? Rey te digo, y no hermano, aunque es nombre de
-más piedad; mas porque no entiendas que soy de los conjurados contra
-ti, como tú mismo dices, te llamo rey. Pues dime, ¿qué clima es este
-que nos sigue tan cruel? ¿Qué hado tan rigoroso y sangriento es este?
-¿Qué estrella tan caliginosa y mortífera corre predominando y causando
-tantas desventuras? ¿Qué cometa llena de fuego es este, que así
-abrasa y eclipsa el claro linaje de los Abencerrajes? ¿En qué te han
-ofendido, que así totalmente los quieres destruir? ¿No te ha mitigado
-haber degollado la mitad del linaje, sino que ahora mandes desterrar
-a los que han quedado? Y ya que así es, ¿qué razón hay para que los
-hijos inocentes de los padres se hayan de dar a criar fuera de la
-ciudad, y a las hijas casarlas fuera del reino?<span class="pagenum"
-id="Page_273">p. 273</span> ¡Pregón duro! ¡Sentencia cruel! ¡Mandato
-acerbo! ¿Dime de qué sirven estas tiranías, rey inclemente? Y yo
-triste, desconsolada y viuda, hermana tuya por mi mal, ¿qué haré con
-estos dos niños, retrato de aquel caballero Albín Hamete, mandado por
-ti degollar sin culpa? ¿No bastó la muerte inocente de su inculpable
-padre, sino desterrar los huérfanos hijos? ¿A quién los encomendaré
-fuera del reino que los críe? Si a ellos destierras, yo he de ir
-también por su madre. ¡A tu sangre maltratas! Por Alá santo te ruego,
-que te reportes; mira que estás mal aconsejado; no pase adelante tu
-crueldad injusta, que es en los reyes grande imperfección ser crueles,
-y más donde no hay culpa, sino interés y envidia.</p>
-
-<p>Con esto cesó la bella Moraina, no dejando de llorar, y dando
-dolorosos suspiros de lo más íntimo de su alma.</p>
-
-<p>Todo lo cual no fue bastante a ablandar el diamantino corazón del
-rey, antes encendido en infernal cólera, los ojos encarnizados contra
-su hermana, la dijo:</p>
-
-<p>—Di, Moraina infame, sin conocimiento de la real sangre, ¿tan poco
-valor en ti se encierra? ¿Eso me dices? ¿Di, no consideras la mancha
-que puso en mi honra tu desleal marido? Si tú tuvieras una gota de mi
-real sangre, sintieras mi agravio, y esa gota dando el pecho a tus
-hijos, les fuera veneno mortífero; y si este efecto hiciera, diría
-que eras mi hermana; pero no creo que lo eres, pues no sientes lo que
-yo. Mejor hubieras hecho en haber quemado esas dos ramas infames,
-salidas de aquel aleve tronco, causador de mi afrenta; y pues tan<span
-class="pagenum" id="Page_274">p. 274</span> poco miramiento has tenido,
-y no has hecho oficio de hermana, yo haré lo que tú no hiciste.</p>
-
-<p>Y diciendo esto asió al niño mayor, y alzándole en peso, le puso
-debajo del brazo izquierdo, y echando mano a la daga se la metió por
-la garganta, que no pudo defenderle la desdichada madre; y dejando
-muerto al inocente niño, a pesar de su triste madre, tomó al otro, y
-le degolló, dejando segadas las manos a la sin ventura Moraina por
-quitarle a su tierno niño.</p>
-
-<p>Y habiéndolos muerto, dijo el sanguinolento rey:</p>
-
-<p>—Acábese de raíz esta traidora casta de Albín Hamete.</p>
-
-<p>Vista la crueldad del tirano rey, la lastimada madre, bramando como
-leona, acometió a su hermano por quitarle la daga para matarle; pero
-el rey se defendió, y visto que no podía defenderse de ella, porque
-le pedía sus hijos, con diabólica furia la dio dos puñaladas en el
-delicado pecho, de las cuales cayó muerta con sus hijos; y dijo el
-rey:</p>
-
-<p>—Allá irás con tu marido, pues tanto le amas, que tan traidora eres
-como él.</p>
-
-<p>Y luego mandó que enterrasen aquellos cuerpos en la sepultura de los
-reyes, lo cual se hizo admirándose de aquel acaecimiento.</p>
-
-<p>Los caballeros Venegas, sabiendo el caso atroz que el rey había
-cometido, salieron del Alhambra, y se fueron a la ciudad, y contaron el
-caso a otros caballeros; y así se supo por toda Granada aquella gran
-crueldad del rey.</p>
-
-<p>Muchos determinaron de matarle, y más sabiendo la injusta prisión
-de la reina; mas vivía el rey con tal cuidado y guarda, que no
-tuvieron lugar de ejecutar su deseo; porque<span class="pagenum"
-id="Page_275">p. 275</span> la puerta del Alhambra la guardaban mil
-caballeros, y de noche se cerraba bien, y por los muros y baluartes
-había puestas muchas postas y centinelas, guardando todas las
-entradas.</p>
-
-<p>La gente del rey Mulahacén guardaba lo que le tocaba, que era la
-plaza de los Aljibes y la torre de la Campana, y las torres cercanas a
-ella, y sus baluartes y barbacanas.</p>
-
-<p>Finalmente, lo mejor del Alhambra tenía Mulahacén: el rey Chico
-tenía la casa real antigua, y cuarto de los Leones y Torres de Comares,
-y miradores del bosque a la parte del Darro y Albaicín.</p>
-
-<p>Aunque las guardas y gente de ambas partes estaban separadas y
-apartadas, y cada cual seguía la parte de su rey, jamás entre ellos
-había discordias por mandado de los reyes y ruegos de Muza.</p>
-
-<p>Y aunque había dos reyes, la gente más principal seguía al rey
-viejo, como eran Alabeces, Abencerrajes, Gazules, Almoradís, Langetes,
-Atarfes, Azarques, Alarifes y todo el común ciudadano, respecto de
-estar bien con los caballeros Abencerrajes y sus valedores.</p>
-
-<p>Al rey Chico seguían Zegríes, Gomeles, Mazas, Alabeces, Bencerrajes,
-Almoradís, Almohades, y otros muchos linajes y caballeros de Granada,
-aunque después de la prisión de la reina se habían pasado al rey viejo
-los Almoradís, Almohades y Venegas.</p>
-
-<p>Estaba Granada divisa y llena de bandos y escándalos cada día,
-y más se acrecentaron cuando los caballeros Venegas dieron noticia
-de la crueldad que el rey Chico había usado con su hermana y con
-sus sobrinos; la cual fue de todo punto causa de que los<span
-class="pagenum" id="Page_276">p. 276</span> Almoradís, Almohades, y
-Marines, y otros muchos caballeros de gran valor le desampararon; de
-tal manera, que casi toda Granada estaba apercibida en su daño.</p>
-
-<p>Solo tenía de su parte a los Zegríes, Gomeles y Mazas; y como estos
-tres linajes eran tan poderosos, le sustentaron en su estado hasta que
-se perdió, como adelante se dirá.</p>
-
-<p>Volviendo a la muerte de los hijos de Moraina y de la suya, hubo en
-Granada grande sentimiento del doloroso caso. Todos decían que era el
-rey muy cruel, tirano, enemigo de su sangre, e indigno del reino y de
-la vida.</p>
-
-<p>Quien más sintió esta muerte fue el capitán Muza, hermano de
-Moraina, y firmó con juramento, que había de ser vengada aquella
-traición antes de muchos días; y si Muza sintió el desaforado caso,
-cruel y grave, no menos lo sintió el rey Mulahacén, que al fin era su
-padre.</p>
-
-<p>Y después de haber hecho gran llanto por su amada hija y por los
-nietos tan queridos, con ferviente enojo se fue a armar, y se puso un
-fino jaco y un acerado casco, y sobre el jaco una aljuba de escarlata,
-y tomó una tablachina en el brazo izquierdo; y llamando a su alcaide,
-le dijo, que muy presto juntase la gente de su guardia, que eran más de
-cuatrocientos caballeros.</p>
-
-<p>El alcaide los juntó, y les dijo que el rey Mulahacén los mandaba
-juntar; que estuviesen apercibidos para lo que les mandase.</p>
-
-<p>Ellos dijeron, que allí estaban a su mandado.</p>
-
-<p>Y visto por el rey que los de su guardia estaban juntos y alistados,
-salió a la plaza de su palacio, donde estaba toda la gente, y les
-dijo<span class="pagenum" id="Page_277">p. 277</span> así:</p>
-
-<p>—Valerosos vasallos y amigos míos, grande deshonra es que mi hijo
-me usurpe cetro y corona contra toda mi voluntad, y que siendo yo vivo
-haya otro rey; y bien sabéis cómo se hizo llamar rey por el favor y
-ayuda que le dieron los Zegríes, Gomeles y Mazas, diciendo que yo era
-viejo y sin provecho para la guerra y gobierno del reino; y por este
-engaño y color de ambición muchos caballeros le han seguido, y me han
-dejado contra toda razón. Que bien se sabe que ningún hijo puede ser
-heredero del reino, ni de hacienda hasta la muerte de su padre; y así
-lo mandan expresamente las leyes, las cuales ha quebrantado mi hijo, me
-ha usurpado el reino, y procede mal en la gobernación; pues en lugar
-de conservar la paz y sosiego en que yo tenía el reino, es perturbador
-e inquietador de ella, y alborotador del pueblo; y en lugar de guardar
-a todos recta justicia, hace los mayores absurdos que en el mundo se
-pueden imaginar. Mirad cómo mandó degollar a los nobles Abencerrajes
-sin culpa suya, y cómo sin ella tiene presa a su mujer, imputándola de
-adúltera; y lo que más me lastima es, que haya muerto a mis nietos y a
-mi hija. Pues si siendo vivo yo hace esto, ¿qué hará en viéndose solo?
-Bien podéis desamparar vuestra patria y tierra, y buscar la ajena. Ya
-no quiere Alá que tal tirano viva en el mundo, y así estoy dispuesto
-y determinado a la venganza de mi amada hija y de mis queridos
-nietos, dando muerte acerba a este enemigo de su sangre y reino:
-por tanto, amigos y leales vasallos, vuestra<span class="pagenum"
-id="Page_278">p. 278</span> ayuda pido para tal venganza, que más vale
-perder un vil príncipe, que no que se pierda por sus tiranías un reino
-como el de Granada. Seguidme todos luego, y mostrad vuestro valor
-acostumbrado.</p>
-
-<p>Diciendo esto, mandó a su alcaide que guardase muy bien su
-fortaleza, y se partió para la casa real donde estaba el rey Chico su
-hijo, diciendo él y todos los suyos:</p>
-
-<p>—<i>Libertad, libertad: mueran los traidores tiranos, y quien los
-sirve: no quede ninguno.</i></p>
-
-<p>Y con esta voz dieron tan de improviso en la guardia del rey Chico,
-que casi no la dieron lugar a tomar las armas, y entre ellos se movió
-una batalla muy cruel y sangrienta, cayendo muchos muertos de ambas
-partes.</p>
-
-<p>¿Quién viera al buen rey Mulahacén dar golpes con su cimitarra a un
-cabo y a otro, que no daba golpe que no derribase caballero muerto o
-mal herido? Porque Mulahacén siempre fue hombre de mucha fuerza en su
-mocedad, y de grande ánimo; y no era tan viejo que no pudiese pelear,
-pues aún no tenía sesenta años.</p>
-
-<p>Finalmente andaba entre sus enemigos como león carnicero, y sus
-soldados hicieron lo mismo, matando a sus contrarios.</p>
-
-<p>Aunque eran doblados los del rey Chico, perdieron la plaza, y a
-su pesar se retiraron a la casa real, adonde era tanta la gritería
-y voces, que no se oían los unos a los otros, salvo la voz de la
-libertad.</p>
-
-<p>El rey Chico, que oyó el tropel y ruido, muy espantado y atemorizado
-salió a ver lo que era, y vio a su padre entre la gente de su guardia
-con un rigor extraño: sospechando lo que podía ser, entró a<span
-class="pagenum" id="Page_279">p. 279</span> armarse, y salió afuera
-para que los suyos cobrasen ánimo con su vista.</p>
-
-<p>A esta sazón llegó muy mal herido el capitán de su guardia,
-diciéndole:</p>
-
-<p>—Señor, ve a favorecer tu gente, que es grande el estrago que en
-ellos hacen tu padre y los suyos.</p>
-
-<p>El rey Chico salió dando voces, diciendo:</p>
-
-<p>—A ellos, amigos, a ellos, que aquí está vuestro rey; mueran
-todos.</p>
-
-<p>Y diciendo esto, comenzó a herir en la gente del rey su padre con
-tanto ánimo, que puso en los suyos tal brío, que hicieron retirar gran
-trecho a la gente de Mulahacén; lo cual visto por el viejo, dando
-voces, decía:</p>
-
-<p>—No os retiréis de esta vil y traidora canalla.</p>
-
-<p>Con el ánimo que les daba cada rey a los suyos peleaban todos con
-mucho esfuerzo y valor; pero poco les aprovechó a los del rey Chico su
-ardimiento, porque eran más valerosos los del rey viejo; y perdida la
-esperanza de cobrar lo perdido, se retiraron hasta los mismos aposentos
-del rey Chico, y allí comenzaron a pelear los unos con los otros
-cruelmente; de suerte que todo el palacio estaba poblado de cuerpos
-muertos, y bañado en sangre de los heridos.</p>
-
-<p>En esta refriega se encontraron padre e hijo; y viendo el viejo el
-estrago tan grande que en su gente hacía su hijo, sin mirar el paternal
-amor que debía tenerle, acometió a él con una furia de hircana sierpe,
-diciendo:</p>
-
-<p>—Aquí pagarás, aleve, la muerte de mi hija y nietos.</p>
-
-<p>Y diciendo esto, le dio un tan gran golpe con la cimitarra en
-la rodela, con que le reparó, que se la hendió en dos partes, y el
-reyecillo fue herido en el brazo; y si no se<span class="pagenum"
-id="Page_280">p. 280</span> reparara bien, allí acabara la vida; y
-fuera gran bien para Granada, porque se evitaran tantos males como por
-su causa hubo.</p>
-
-<p>Pues como el rey Chico se vio herido, y sin rodela, con indecible
-coraje, no respetando las canas de su padre, ni teniéndole aquella
-reverencia y obediencia que los buenos hijos deben tener a sus padres,
-alzó el brazo para herirle con el alfanje; mas no tuvo efecto su mal
-propósito, porque a la sazón acudieron muchos caballeros así de una
-parte como de otra, cada uno por favorecer a su rey.</p>
-
-<p>Aquí se aumentó la gritería y se renovó la civil y sangrienta
-batalla; de manera que era gran compasión ver la mortandad de aquella
-mal considerada gente. Tan sin piedad se mataban y herían, como si en
-ellos de antigüedad viniera algún mortal odio y civil guerra.</p>
-
-<p>Allí eran hermanos contra hermanos, padres contra hijos, parientes
-contra parientes, sin guardar el decoro al parentesco y amistad, no más
-guiados que por pasión y afición de sus reyes; cada uno favoreciendo
-donde más afición tenía, y así con estos motivos de cada parte andaba
-tan sangrienta la refriega, como si fuera batalla hecha entre dos
-enemigos ejércitos.</p>
-
-<p>Mas como la gente y guardia del rey Chico eran más que los de
-Mulahacén, sacaban ventaja; lo cual conocido por un moro de la parte de
-Mulahacén, hombre de ardid y buen soldado, por salir con la victoria
-que pretendían, comenzó a decir en altas voces que todos lo oían:</p>
-
-<p>—<i>A ellos</i>, <i>a ellos</i>, rey Mulahacén, que en tu socorro
-vienen los caballeros Alabeces,<span class="pagenum" id="Page_281">p.
-281</span> Gazules y Abencerrajes: mueran los traidores, pues de
-nuestra parte está la victoria.</p>
-
-<p>Oída esta voz por el rey Chico y por los suyos, desmayaron de suerte
-que parecía verse en manos de la muerte, y por evitar el notorio
-peligro que les amenazaba determinaron desamparar la casa real para
-no verse despedazados a manos de los caballeros Alabeces, Gazules y
-Abencerrajes; y con un esfuerzo muy crecido acometió al rey Chico
-con una tropa de ellos por no dejarle en poder de sus enemigos, y se
-salieron del real palacio, dejando a sus espaldas otra gran parte de
-caballeros que le defendían de sus contrarios.</p>
-
-<p>Los del rey Mulahacén los seguían con grande osadía, entendiendo que
-así era verdad, que tenían socorro.</p>
-
-<p>De manera que los unos retirándose y los otros siguiéndolos, unos
-defendiendo, otros ofendiendo, llegaron a las puertas del Alhambra, las
-cuales hallaron abiertas, porque las guardias las desampararon visto
-el alboroto y bajaron a la ciudad a dar aviso a los Zegríes y Gomeles
-de lo que pasaba, y en la plaza Nueva hallaron algunos de ellos, y les
-dieron relación de todo lo que pasaba en el Alhambra.</p>
-
-<p>Y como supieron el caso, a gran priesa subieron a ella; pero
-llegaron tarde, porque ya estaba el rey fuera de las puertas y toda su
-gente, y estas muy bien cerradas y puestas las guardias necesarias.</p>
-
-<p>Los Zegríes, Gomeles, Mazas y otros caballeros de su parcialidad,
-como vieron al rey Chico herido en el brazo, y la mayor parte de
-su guardia destruida, muerta y herida, se escandalizaron<span
-class="pagenum" id="Page_282">p. 282</span> y se llevaron al rey Chico
-al Alcazaba, antigua casa de los reyes, la cual era muy fuerte, y tenía
-su alcaide y gente de guardia.</p>
-
-<p>En esta se aposentó el rey, donde fue curado con gran diligencia, y
-con la guardia necesaria para su seguridad.</p>
-
-<p>Estaba con mucha pena porque había perdido el Alhambra, y con no
-menos saña procuraba la venganza de ella contra el rey Mulahacén, el
-cual estaba muy alegre por ver su Alhambra libre de sus enemigos; y
-por limpiarla de todo punto, mandó que a todos los cuerpos muertos de
-los contrarios los echasen por las murallas abajo, y a los de su bando
-les diesen honrosas sepulturas. En las torres pusieron banderas y
-estandartes, mostrando mucho contento y alegría, y tocando añafiles y
-dulzainas.</p>
-
-<p>En toda la ciudad se supo cómo el rey Mulahacén quedaba señor del
-Alhambra, y había desbaratado y herido al rey Chico; con lo cual todos
-fueron muy regocijados, porque le aborrecían como a la muerte.</p>
-
-<p>Quien más celebró el contento fueron los Abencerrajes, Alabeces,
-Gazules, Venegas y Aldoradines, y fueron muchos de ellos con el
-valiente Muza a darle el parabién de la victoria, y le ofrecieron de
-nuevo su ayuda, lo cual les agradeció el rey Mulahacén.</p>
-
-<p>Muza procuró paces entre su padre y su hermano, y no era posible,
-porque era tan grande el odio del rey viejo contra su hijo, que no
-quiso hacer lo que le pidió Muza, antes dijo que no había de tener
-contento hasta verle destruido. No quiso porfiar Muza a su padre, por
-conocer en él que<span class="pagenum" id="Page_283">p. 283</span>
-tenía muy presente la muerte de Moraina su hija.</p>
-
-<p>Dejemos a Mulahacén en su Alhambra, y al rey Chico en su Alcazaba
-siguiendo sus intereses, y tratemos de los Almoradís, Almohades y
-Marines, linajes muy poderosos y ricos, parientes de la reina Sultana,
-tan sin culpa presa.</p>
-
-<p>Ya se acordará el lector que estos caballeros Almoradís y Almohades
-se salieron de palacio amenazando al rey Chico por lo que hacía con
-su mujer la reina. Pues así como salieron del real palacio, todos se
-conjuraron contra el rey Chico para matarle, o a lo menos privarle
-del reino, porque tan sin causa tenía presa a su mujer. Y asimismo se
-juntaron contra los Zegríes por el testimonio que habían levantado a la
-reina.</p>
-
-<p>Para conseguir mejor su fin, acordaron de trabar estrecha amistad
-con los Abencerrajes y sus parciales, sabiendo que por esta vía tenían
-a toda Granada de su bando.</p>
-
-<p>Con esta resolución se fueron a casa de un hermano del rey
-Mulahacén, llamado Abdalí, y le hallaron en un aposento, solo, y muy
-triste en ver que no podía remediar aquellas maldades y traiciones que
-se habían hecho contra los Abencerrajes, y prisión de la reina, y la
-muerte de Moraina y sus niños; y como entraron en su aposento aquellos
-caballeros Almoradís, que eran doce, y llevaban comisión de todos, se
-maravilló Abdalí y les preguntó qué buscaban.</p>
-
-<p>Los caballeros le dijeron que no se recelase, que más venían en su
-provecho que no en su daño, que le querían hablar despacio.</p>
-
-<p>Abdalí los mandó sentar en un<span class="pagenum" id="Page_284">p.
-284</span> estrado muy rico, a su usanza; y estando sentados, uno de
-los Almoradís le dijo:</p>
-
-<p>—Bien sabes, príncipe valeroso, las grandes insolencias que se hacen
-en Granada, y las civiles y sangrientas guerras, como aquellas tan
-memorables de Sila y Mario; y si has mirado, no hay calle que no brote
-sangre de nobles caballeros; de todo lo cual es la causa tu sobrino
-el rey Chico, por admitir los malos consejos, pues sin culpa mandó
-degollar a los Abencerrajes, y por esta causa murieron muchos Zegríes,
-Mazas y Gomeles; y no contento con esto mató a su hermana Moraina y a
-sus tiernos hijos: que estas cosas no son de rey sino de un bárbaro,
-cruel y tirano, sediento de sangre humana, y derramador de ella. Ahora
-ha tenido una refriega y trabada pelea con su padre, que ya la sabrás,
-en la cual han muerto muchos caballeros, y al fin Mahoma fue de la
-parte de tu hermano; de suerte que ya tu sobrino está desterrado del
-Alhambra, y se ha apoderado del Alcazaba con favor y calor de los
-Zegríes, Mazas y Gomeles; y nosotros los Almoradís y Almohades le hemos
-quitado la obediencia, porque sin culpa tiene presa a su mujer la reina
-Sultana, dejando su honra puesta en manos de la fortuna; mira si no lo
-hemos de sentir, siendo tan cercana parienta nuestra, y más viendo cuán
-tiranamente procede él en la gobernación del reino, y las extorsiones
-que cada día nos hace a todos; y visto esto nos hemos apartado de su
-obediencia junto con Marines, Abencerrajes, Gazules, Aldoradines,
-Venegas y<span class="pagenum" id="Page_285">p. 285</span> todos
-los ciudadanos, que morirán porque vivan los Abencerrajes, y pase su
-valor adelante; y considerando que tu hermano es ya viejo, y cansado
-de las guerras que contra los cristianos ha tenido, no puede gobernar
-como conviene, y que según su naturaleza vivirá poco, y ha de quedar
-por rey Abdalí, nuestro capital enemigo, el cual no hay duda sino
-que perseverará en lo que ha comenzado, y con mayor violencia por
-verse solo en el reino, todos hemos determinado que tú seas rey de
-Granada, pues tu valor lo merece, para que gobiernes el reino en la
-paz y quietud que todos deseamos, y seamos los caballeros tratados con
-amigable benevolencia, como de tu bondad se espera. A esto solo habemos
-venido los doce Almoradís que ves, por comisión dada de todos los
-caballeros que os hemos referido. Danos respuesta luego, y de no querer
-admitir el reino lo daremos a Muza, que aunque es hijo de cristiana,
-lo es de tu hermano, y merece por su valor y esfuerzo ser príncipe del
-mundo.</p>
-
-<p>Con esto dio fin el Almoradí a sus razones, aguardando que Abdalí
-respondiese, el cual parando un poco en el caso les dijo:</p>
-
-<p>—Mucho agradezco, señores caballeros, la voluntad y la oferta
-que me hacéis: la carga que un rey se echa sobre sus hombros es muy
-grande, las obligaciones son muchas y mis fuerzas son pocas: mi hermano
-está vivo y con dos hijos; yo no hallo razón concluyente por donde
-pueda aceptar el favor que me prometéis; además de que cuando no
-mirase a las circunstancias dichas, será mover<span class="pagenum"
-id="Page_286">p. 286</span> nuevas disensiones, guerras civiles y
-alboroto. Los más principales caballeros y toda la ciudad son de parte
-de mi hermano: no alborotemos más la tierra; pero sea de esta manera:
-yo sé que mi hermano está mal con su hijo, y al fin de sus días no le
-dejará el reino, sino a mí o a uno de mis hijos: hablémosle mañana,
-diciéndole que ya es viejo, y que me dé la gobernación del estado, para
-que le alivie de tanta carga; y si me da este oficio, con facilidad se
-podrá hacer lo que me pedís, y al fin dirán que por consentimiento de
-mi hermano habrá sido.</p>
-
-<p>A todos les pareció muy bien lo que Abdalí respondió, y tuvieron por
-buen consejo aquel; y así quedó determinado, que el siguiente día se
-tratase aquel caso con el rey Mulahacén; lo cual se trató con él, yendo
-para ello muchos caballeros Abencerrajes, Alabeces, Venegas y Gazules;
-y estando todos con el rey, un caballero de los Venegas le habló,
-diciendo:</p>
-
-<p>—Noticia tenemos, rey Mulahacén, de todos nuestros pasados, de
-que los reyes de Granada han sido para con los vasallos benévolos y
-apacibles, y siempre les han tenido muy crecido amor; lo cual ahora es
-al contrario, pues tu hijo en vez de hacer mercedes a sus súbditos,
-sin ocasión les quita las vidas. Ya sabrás lo que ha pasado estos
-días, y el escándalo y alboroto de la ciudad por la muerte de los
-nobles Abencerrajes, de lo cual han redundado aquestas guerras civiles,
-muertes, y desastrados fines entre los ciudadanos; y sé cierto, que si
-no se pone remedio, en poco verás tu ciudad despoblada, porque todos
-irán a buscar<span class="pagenum" id="Page_287">p. 287</span> la paz
-a las ajenas tierras, pues en la suya no la tienen: nadie se queja de
-ti, ni hay por qué; pero nos recelamos de tu hijo, que tan mal procede
-en el gobierno de tu estado; que si ahora que eres viejo nos faltas,
-y por tu edad la muerte llama, y tu hijo queda por ley, será gran
-daño de todos; y así querríamos que pusieses un gobernador para que
-te aliviase la carga de la gobernación, y que en faltando tú, diesen
-el reino al gobernador, siendo cual conviene. Por tal elegimos a tu
-hermano Abdalí, y será posible que tuviese enmienda tu hijo, visto que
-has puesto gobernador; y puesta su enmienda, merecerá tener el reino.
-A esto solo hemos venido a darte cuenta de nuestra pretensión, lo cual
-te suplicamos nos otorgues, y en cambio de esta merced que te pedimos,
-si nos lo concedes, te damos palabra, a fe de caballeros hijosdalgo, de
-quererte servir, y obedecer en todo y por todo mientras vivieres.</p>
-
-<p>Atento estuvo el rey Mulahacén a las palabras del caballero Venega;
-y reparando en que las leyes disponen que herede el hijo al padre, en
-particular siendo reino; y cuando se acordó de la gran desobediencia
-que su hijo había tenido con él, y los grandes daños que por su causa
-habían sucedido, y recelándose de otros mayores, acordó de dar contento
-a estos caballeros, viendo ser justa la petición, y que era en provecho
-de todos, y así dijo que era contento en que su hermano gobernase el
-reino junto con él; y después de muerto, su hijo Abdalí fuera rey,
-porque debía dársele el reino.</p>
-
-<p>Los caballeros<span class="pagenum" id="Page_288">p. 288</span> le
-dieron las gracias por la merced que les había concedido, y dieron a
-Abdalí el parabién de gobernador; y habiendo jurado de hacer lo que se
-debía en el oficio de la gobernación, y de guardar la lealtad debida a
-su hermano, al son de muchos instrumentos se le dio el cargo.</p>
-
-<p>Con esto se despidieron del rey todos los caballeros, y acompañaron
-al gobernador hasta su casa: y luego aquel día mandó pregonar por toda
-la ciudad, que cualquiera que recibiese algún agravio de otro, que
-fuese a su casa, y que él satisfaría a cada uno conforme a derecho,
-guardando a todos justicia. Toda la ciudad se holgó mucho por la
-elección hecha, porque mediante esto iban quitando las fuerzas al rey
-Chico.</p>
-
-<p>Así se entendió apaciguar la ciudad, y fue echar leña al fuego y
-alquitrán a la pólvora; porque luego que el rey Chico llegó a saber lo
-que su padre había hecho, en lugar de enmendarse, hacía mil agravios y
-desafueros, y cosas indecentes, todo confiado en los Zegríes, Gomeles
-y Mazas; y estos linajes se comunicaron acerca de lo que harían, pues
-había creado Mulahacén coadjutor para el gobierno.</p>
-
-<p>Resolviéronse en que siguiesen al rey Chico y persiguiesen a los
-Abencerrajes, pues tenía poder para uno y otro; y que no desamparasen
-al rey hasta la muerte; y así le dijeron al rey, que él solo lo sería,
-o morirían en la demanda; y entendida por el rey Chico esta voluntad
-de sus valederos, les mandó que cualquiera persona noble o plebeya
-que fuese de la parte del rey su padre o del gobernador se la
-llevara<span class="pagenum" id="Page_289">p. 289</span> allí, y al
-momento fuera degollada; y si se defendiese por no ser presa, que la
-matasen al punto.</p>
-
-<p>Por esta causa fueron degollados y presos muchos que hacían la parte
-del rey Mulahacén; y sabido por él, y por Abdalí, gobernador, mandaron
-lo mismo a todos los de su parte.</p>
-
-<p>De aquesta suerte había más matanza cada día, que en Roma en tiempo
-de las guerras civiles.</p>
-
-<p>La ciudad se dividió en tres opiniones y partes: la una seguía a
-Mulahacén, y eran los Abencerrajes, Gazules, Alabeces, Aldoradines,
-Venegas, Azarques, Alarifes, y la mayor parte del común, por el amor
-que a los Abencerrajes tenían.</p>
-
-<p>Al rey Chico seguían Zegríes, Gomeles, Mazas, Laugetes, Bencerrajes,
-Alabeces y otros caballeros.</p>
-
-<p>Al gobernador Abdalí seguían Almoradís, Almohades, Marines, y
-otros muchos caballeros, por ser estos dos linajes de los reyes de
-Granada.</p>
-
-<p>De esta suerte estaba la desventurada ciudad repartida, y cada día
-había mil escándalos y muertes.</p>
-
-<p>La gente ciudadana, mercaderes, oficiales, ni labradores, no se
-atrevían a salir de sus casas. Los caballeros y gente principal
-no salían menos de veinte juntos, porque si les acometiesen sus
-contrarios, pudiesen resistirlos; y si salían seis, o diez, luego los
-acometían, prendían y degollaban; y si se defendían, los mataban allí.
-Con estas violencias y crueldades había cada día llantos, tristeza y
-pesadumbres.</p>
-
-<p>Había tres mezquitas en Granada, y a cada una acudía su bando.</p>
-
-<p>En lo llano de la ciudad había una, donde ahora es el Sagrario, a la
-cual acudían el rey Chico y sus<span class="pagenum" id="Page_290">p.
-290</span> apasionados.</p>
-
-<p>Otra había en el Albaicín, que ahora se llama S. Salvador, y a esta
-acudía el gobernador y su gente.</p>
-
-<p>En el Alhambra había otra, que ahora se dice Santa María, donde
-estaba Mulahacén y los de su bando.</p>
-
-<p>Cada uno conocía su distrito y jurisdicción.</p>
-
-<p>¡Oh Granada, qué desventura fue esta que vino sobre ti! ¿Qué se hizo
-tu nobleza? ¿Dónde está tu riqueza? ¿Qué se hicieron tus pasatiempos,
-tus galas, justas y torneos, juegos de sortija, fiestas de S. Juan,
-músicas adornadas y zambras? ¿Adónde están tus admirables juegos
-de cañas? ¿Qué se hicieron las vistosas libreas de los gallardos
-Abencerrajes; las delicadas invenciones de los Gazules; las altas
-pruebas y ligerezas de los Alabeces; los costosos trajes de los
-Zegríes, Mazas y Gomeles? ¿Dónde está todo tu bien y contento? Paréceme
-que se ha convertido en lágrimas, tristezas, traiciones, muertes, lagos
-de sangre vertida con crueldad y tiranía.</p>
-
-<p>Muchos caballeros ciudadanos desamparaban la ciudad, temerosos de lo
-que veían. Otros caballeros se iban a sus cármenes y heredades, y de
-allí los traían a degollar, cosa no vista sino en Roma.</p>
-
-<p>Muza estaba muy enojado viendo aquellas maldades que se hacían por
-momentos, y procuraba medios para quitar y atajar tal daño; y así él
-y un linaje de caballeros llamados los alfaquíes, y Sarracino, Reduán
-y Abenámar andaban de un rey en otro, suplicándoles que viniesen en
-concierto las enemistades; y como estos caballeros alfaquíes eran
-muchos, muy ricos y de esclarecida sangre, y<span class="pagenum"
-id="Page_291">p. 291</span> no estaban sujetos a ninguna parte
-apasionadamente, siempre a la obediencia del rey Mulahacén, cada
-uno de los otros dos bandos deseaba tenerlos por amigos; y así les
-quisieron dar gusto en dar asiento en aquellos bandos, viendo cada día
-se menoscababan los caballeros y moradores de la ciudad, así en muertes
-como en ausencias; y porque Muza había jurado que había de dar muerte a
-quien no dejase las comunidades, tanto hizo con ayuda de los alfaquíes,
-Sarracino, Reduán y Abenámar, que vinieron a poner paces entre los
-caballeros de los bandos, prometiendo que no habría más crueldades ni
-muertes, sino que hasta la muerte de Mulahacén cada uno siguiese a su
-rey sin ser forzado, sino que a su gusto siguiesen al que quisiesen
-de los dos, y que cada rey conociese y determinase las causas de su
-jurisdicción, sin entrometerse el un rey con lo que al otro tocase.</p>
-
-<p>El rey Chico pidió que los Abencerrajes cumpliesen el tenor de su
-sentencia, cumplidos los dos meses que les dio de término. Mulahacén
-decía que no habían de salir los Abencerrajes de Granada hasta que él
-fuese muerto. En esto estuvieron discordes algunos días, y era la causa
-que los Zegríes se lo pedían al rey Chico, y todos los demás caballeros
-contrarios lo defendían.</p>
-
-<p>Finalmente, quedó asentado que habían de salir del reino, pues que
-así lo pidieron los Abencerrajes al rey Mulahacén, porque querían ser
-cristianos y servir al rey D. Fernando, que si no fuera por esta causa,
-jamás salieran de Granada, porque tenían de su<span class="pagenum"
-id="Page_292">p. 292</span> parte al rey viejo y a los más principales
-caballeros, y a todo el común de la ciudad.</p>
-
-<div class="section">
-<p>Mediante las diligencias dichas quedó la ciudad en paz, aunque duró
-poco, como adelante se dirá. Por estas diferencias se hizo este</p>
-</div>
-
-<p class="centra mt15">ROMANCE.</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Muy revuelta anda Granada</p>
- <p class="i0">en armas y fuego ardiendo,</p>
- <p class="i0">y los ciudadanos de ella</p>
- <p class="i0">duras muertes padeciendo;</p>
- <p class="i2">Por tres reyes que hay esquivos,</p>
- <p class="i0">cada uno pretendiendo</p>
- <p class="i0">el mando, cetro y corona</p>
- <p class="i0">de Granada y su gobierno.</p>
- <p class="i2">El uno es Mulahacén,</p>
- <p class="i0">que le viene de derecho;</p>
- <p class="i0">el otro es un hijo suyo,</p>
- <p class="i0">que le quiere a su despecho.</p>
- <p class="i2">El otro un gobernador</p>
- <p class="i0">que Mulahacén había puesto:</p>
- <p class="i0">Almoradís y Almohades</p>
- <p class="i0">a este le dan el cetro.</p>
- <p class="i2">Al rey Chico los Zegríes,</p>
- <p class="i0">diciendo que es heredero:</p>
- <p class="i0">Venegas y Abencerrajes</p>
- <p class="i0">se lo van contradiciendo.</p>
- <p class="i2">Dicen que no ha de reinar</p>
- <p class="i0">ninguno, hasta que sea muerto</p>
- <p class="i0">el viejo Mulahacén,</p>
- <p class="i0">pues es vivo, y tiene el reino.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_293">p. 293</span>Sobre estas guerras civiles</p>
- <p class="i0">el reino van consumiendo,</p>
- <p class="i0">hasta que el valiente Muza</p>
- <p class="i0">en ello puso remedio.</p>
-</div>
-
-<p>Al fin por Muza, los alfaquíes, y por Reduán, Sarracino y Abenámar
-se apaciguaron las guerras, de suerte que con seguridad se podía andar
-por la ciudad.</p>
-
-<p>Así parece que será bien tratar de la determinación de los
-Abencerrajes; y fue que un día se salieron a pasear, y con ellos los
-Alabeces y Aldoradines, y habiéndose consultado entre todos, acordaron
-de irse a volver cristianos, y servir al rey D. Fernando en las
-guerras que tenía contra Granada; y así para saber el gusto del rey D.
-Fernando, le avisaron del suyo por esta carta.</p>
-
-<blockquote>
-
- <p>«A ti, invictísimo Fernando, rey de Castilla, ensalzador y
- observador de la fe de Jesucristo, salud, para que con ella
- defiendas y aumentes tus estados, y tu fe vaya adelante. Nosotros
- los caballeros Abencerrajes, Alabeces y Aldoradines, besamos tus
- reales manos, y decimos y hacemos saber que, siendo informados de tu
- gran bondad, deseamos de irte a servir, pues por tu valor mereces
- que todos los hombres te sirvan; y asimismo queremos ser cristianos,
- y vivir y morir en la fe católica que tú y los tuyos profesáis y
- tenéis. Para esto queremos saber si es tu voluntad de admitirnos
- debajo de tu amparo, y que estemos en tu servicio; y haciéndolo así
- te damos fe y palabra de servirte bien y lealmente, como fieles
- vasallos, en esta guerra<span class="pagenum" id="Page_294">p.
- 294</span> que tienes contra Granada y su reinado; y te serviremos de
- suerte, que prometemos darte a Granada en tus manos, y la mayor parte
- de su reino. En esto haremos dos cosas: la una servirte a ti como a
- señor y rey nuestro, y por la otra trataremos de vengar la muerte de
- nuestros deudos, degollados tan sin razón por el rey Chico, a quien
- profesamos ya y reconocemos por odioso y mortal enemigo, y deseamos
- verle debajo de tu obediencia, y verte enseñoreado de este reino,
- como afirmamos que lo serás poniéndote a ello. Y con esto cesamos
- besando tus reales pies.—<i>Los Abencerrajes.</i>»</p>
-
-</blockquote>
-
-<p>Escrita esta carta se la dieron a un cautivo cristiano, y con ella
-la libertad, encargándole el secreto; y una noche salieron de Granada
-con él, y le acompañaron hasta ponerle en seguridad, y le enviaron en
-paz; el cual con diligencia caminó sin detenerse hasta Talavera, donde
-estaba el rey D. Fernando, y en llegando a su real presencia hincó
-las rodillas en tierra, y habló, presentes todos los grandes, de esta
-manera:</p>
-
-<p>—Muy poderoso y católico rey, columna y defensor de la Religión
-cristiana: sabrás, señor, que he estado seis años cautivo en Granada,
-donde he padecido muchos trabajos, aunque me los alivió Dios nuestro
-Señor por las limosnas que un caballero Abencerraje me ha hecho, por el
-cual y la voluntad de Dios, soy vivo y libre: este caballero fue una
-noche a la mazmorra donde yo estaba, y me trajo a su casa, y me quitó
-las prisiones y vistiome este traje moro. Salimos<span class="pagenum"
-id="Page_295">p. 295</span> aquella noche de Granada él y yo, y otros
-dos caballeros, y me acompañaron hasta ponerme en tierra de cristianos,
-y dándome dineros para el camino, me dieron esta carta y me encargaron
-el secreto, y que la pusiese en tus reales manos. Dios ha sido servido
-de que llegase a tu real presencia; esta es, cumplo con mi obligación y
-promesa.</p>
-
-<p>Y en besándola se la dio al rey D. Fernando, el cual la tomó y
-leyó para sí, y la dio después a Hernando del Pulgar, su secretario,
-para que la leyese públicamente; y siendo leída todos los grandes
-se alegraron grandemente en saber que aquellos caballeros querían
-ser cristianos, y servir al rey en las ocasiones de la guerra contra
-Granada, porque serían de mucha importancia para la conquista de aquel
-reino; y habiendo consultado el rey con los suyos, se acordó que
-respondiesen a la carta; y así que la escribió Hernando del Pulgar, se
-buscó mensajero conveniente para aquel secreto, y partió de Talavera;
-y llegando a la ciudad de Granada dio la carta al Abencerraje que
-dio libertad al cautivo, que se llamaba Alí Mahomat Barrax, el cual
-recibió la carta, y de secreto hizo juntar a todos los Abencerrajes,
-Aldoradines y Alabeces, y siendo juntos abrió la carta que decía
-así:</p>
-
-<blockquote>
-
- <p>«Abencerrajes nobles, famosos Aldoradines, y fuertes Alabeces,
- recibimos vuestra carta, con la cual se alegró toda nuestra corte,
- entendiendo que de vuestra venida no puede resultar cosa dañosa,
- sino mucha virtud, porque sois de calificada sangre; y en particular
- nos hemos<span class="pagenum" id="Page_296">p. 296</span> alegrado
- y dado infinitas gracias a nuestro Redentor Jesucristo, porque os
- ha traído al conocimiento de nuestra Santa Fe Católica, en la cual
- seréis del todo mejorados por la virtud de ella. Decís que nos
- serviréis en las guerras que tenemos contra infieles de nuestra
- religión: por ello os prometo doblados sueldos, y esta nuestra real
- casa tendréis por vuestra; porque entendemos que vuestro proceder
- lo merece. De Talavera donde al presente quedamos,—<i>El rey D.
- Fernando.</i>»</p>
-
-</blockquote>
-
-<p>Grande fue el contento que recibieron todos los caballeros
-circunstantes, sabiendo la atención y merced que el rey D. Fernando
-se ofrecía a hacerles; y así acordaron de salir de Granada; y para
-hacer mejor su negocio, determinaron que luego fuesen los Abencerrajes
-a servir a D. Fernando, y que los Alabeces, Aldoradines, Gazules y
-Venegas quedasen en Granada dando orden a fin de que se le diese la
-ciudad y el reino; para lo cual los Alabeces escribieron a sesenta y
-seis alcaides, parientes suyos, que estaban en fuerzas importantes
-guardando el reino en el río de Almería y Almanzor, y Sierra de
-Filabres, haciéndoles saber lo que tenían acordado, y lo que le
-escribieron al rey D. Fernando, y lo que les fue respondido.</p>
-
-<p>Todos los alcaides estuvieron bien en ello, y no hubo ninguno que
-lo contradijese, considerando las pesadumbres de Granada, y que en
-ella había tres reyes, y que cada uno quería mandar, de donde no podía
-resultar bien ninguno.</p>
-
-<p>También escribieron los Almoradís,<span class="pagenum"
-id="Page_297">p. 297</span> Venegas, y Gazules a parientes suyos, que
-eran alcaides en el reino, todos guardando el secreto, y alistados para
-cuando fuese tiempo.</p>
-
-<p>Los Abencerrajes se despidieron de sus amigos y de toda la ciudad, y
-salieron de ella a medio día, llevando todo el oro, plata y joyas que
-tenían.</p>
-
-<p>¿Quién podrá contar la lástima y el dolor con que todos los de la
-ciudad quedaron, viendo salir desterrados sin culpa a más de cien
-Abencerrajes? De antes lloraban a los degollados, ahora lloran a
-los que desamparan la ciudad; maldecían al rey Chico, y que no se
-lograse en el reino, maldiciendo a los Zegríes, causadores de tantas
-sediciones, muertes y destierros.</p>
-
-<p>Solo se alegraron de la ausencia y destierro de los Abencerrajes,
-los Zegríes, Mazas y Gomeles, y celebraban su contento con el rey
-Chico, al cual decían mil lisonjas halagüeñas, dándole las gracias
-por lo que había hecho por darles gusto; y no faltó entre ellos quien
-dijo:</p>
-
-<p>—¿Qué es esto Abdalí? ¿Así dejas salir a la flor de los caballeros
-de Granada? ¿No sabes que todo el común, y lo más granado de la
-ciudad estaba pendiente de la voluntad de estos nobles caballeros? No
-entiendas que a solos ellos pierdes, sino a otros muchos caballeros de
-prosapia, nobles y principales, guardadores y defensores de tu reino.
-Pues yo te certifico, que te ha de pesar muchas veces de los agravios
-que les has hecho, y los has de echar menos antes de mucho tiempo.</p>
-
-<p>Bien conocía el rey ser notable el agravio que había hecho y hacía a
-los Abencerrajes; pero teníanle<span class="pagenum" id="Page_298">p.
-298</span> tapados los oídos las sirenas de los Zegríes, y no le
-despertaron los gritos, llantos, alaridos y voces que todos los de la
-ciudad daban por la ausencia y destierro de este virtuoso linaje.</p>
-
-<p>Así salieron de Granada los Abencerrajes con gran dolor, por ver
-el sentimiento que aquella ciudad hacía de su ida. Salieron con ellos
-muchos ciudadanos, diciendo que adonde iban los Abencerrajes habían de
-ir ellos.</p>
-
-<p>Quedó la ciudad tan sola, ausentes estos caballeros, que se parecía
-muy bien su falta. Echaban menos los caballeros la noble y hermosa
-compañía; los galanes el dechado de sus galas, los cautivos pobres su
-remedio; los huérfanos y viudas su amparo.</p>
-
-<p>Idos los Abencerrajes tomó el rey posesión de todos sus bienes, y
-los mandaba pregonar por traidores, a lo que no dio lugar Muza ni otros
-caballeros, so pena de volver a la guerra pasada. Y cesando en el rey
-este propósito, cesó el de los caballeros amigos de los Abencerrajes.
-Dieron aviso al rey Mulahacén como habían salido los Abencerrajes a
-cumplir su destierro; lo cual sintió mucho, y dijo que él los volvería
-a Granada a pesar de su hijo y de sus consejeros.</p>
-
-<p>Los Abencerrajes fueron adonde el rey D. Fernando estaba, y en su
-compañía iban Sarracino y Galiana, Reduán y Haja, Abenámar y Fátima,
-Zulema y Daraja: todos con muy firme propósito de recibir el bautismo,
-como lo hicieron.</p>
-
-<p>Y llegados a la real presencia del rey D. Fernando, fueron de él y
-de su corte muy bien recibidos, y a otro día fueron bautizados,<span
-class="pagenum" id="Page_299">p. 299</span> siendo el rey padrino y la
-reina madrina, y los casaron según orden de nuestra Santa madre Iglesia
-a los que eran casados cuando moros: a todas las cuales ceremonias
-asistió el rey y la reina y todos los grandes, honrándolos; y fueron
-hechas fiestas y regocijos por todos, y pasadas les fueron asentadas
-plazas de muy ventajosos sueldos.</p>
-
-<p>A las nuevamente bautizadas hizo la reina Doña Isabel damas de su
-estrado. Los caballeros fueron sentados en compañía de D. Juan Chacón,
-señor de Cartagena, y capitán de caballos.</p>
-
-<p>Hizo teniente a un caballero Abencerraje, llamado cuando moro Alí
-Mahomad Barrax, y cristiano, D. Pedro Barrax; Sarracino, Reduán y
-Abenámar fueron tenientes de capitanes de caballos, como lo fue de D.
-Manuel Ponce de León, Sarracino; de D. Alonso de Aguilar, Abenámar; de
-D. Pedro Portocarrero, Reduán.</p>
-
-<p>En las cuales compañías servían con cuidado, y en las ocasiones se
-echaba de ver el valor de sus personas; donde los dejaremos por acabar
-el pleito de la reina Sultana.</p>
-
-<p>Habiendo pasado treinta días más de los que había el rey concedido a
-la reina Sultana para que diese quien la defendiera, como no había dado
-caballeros mandó el rey que la sentenciasen a quemar, porque así lo
-disponía la ley.</p>
-
-<p>A lo que contradijo el valiente Muza diciendo que no había podido
-la reina nombrar caballeros, respecto de las guerras civiles y
-diferencias que había habido en Granada, y así no se debía ejecutar la
-sentencia.</p>
-
-<p>A Muza ayudaron todos los principales<span class="pagenum"
-id="Page_300">p. 300</span> caballeros de Granada, salvo Zegríes,
-Gomeles y Mazas, por ser de su bando.</p>
-
-<p>Los Zegríes tuvieron con Muza muchas proposiciones y respuestas
-de si se había de ejecutar o no la sentencia; y vista por el rey la
-disputa, dio quince días más de término a la reina, para que en el
-espacio de ellos señalase caballeros defensores; lo cual fue a mostrar
-Muza a la reina, por tener él solo licencia de hablar con ella; y
-entrando halló a la Sultana triste por ver su plazo ya cumplido, y por
-la ausencia de Galiana, aunque tenía consuelo con Celima.</p>
-
-<p>Y sentándose Muza junto a la reina, la contó todo lo que había
-pasado, y cómo la habían dado quince días más de término para que
-nombrase quien la defendiese; que mirase a quien había de señalar, y lo
-dijese con tiempo antes que se pasase el término.</p>
-
-<p>Sus bellas mejillas regadas con la inundación que por los hermosos
-ojos brotaba, dijo la reina:</p>
-
-<p>—Nunca entendí que durara la terrible obstinación en el cruel rey,
-tu hermano y mi marido, y que tuviera ya entera satisfacción de mi
-lealtad e inocencia; y respecto de esto no he hecho ninguna diligencia
-en este caso, por saber de cierto que no he cometido el crimen de que
-me hace cargo, y por las revueltas y sediciones, bandos y guerras
-que ha habido; pero ahora que veo que la maldad pasa adelante contra
-mi casto pecho, yo buscaré quien dé entera satisfacción de mi honra,
-y castigo ejemplar a los falsarios. Yo determino de favorecerme de
-piadosos caballeros cristianos, porque de moros no quiero confiar<span
-class="pagenum" id="Page_301">p. 301</span> un caso de tanta
-importancia; no por la vida, que no la tengo en nada, sino por no
-dejar tan fea mancha en el honor que con tanta integridad he guardado
-siempre.</p>
-
-<p>Con estas palabras la reina aumentaba más su dolorosa pasión y
-llanto; y era tanto en abundancia, que enternecido el valeroso Muza se
-le vinieron las lágrimas a los ojos, y esforzándose dijo a la reina:</p>
-
-<p>—No derrames esas perlas, bella Sultana: cesen vuestros llantos,
-que aquí me tenéis a vuestro servicio; yo os defenderé, y no moriréis
-aunque sea homicida del rey mi hermano.</p>
-
-<p>Con esto se consoló un poco, y se resolvió de escribir a tierra de
-cristianos para que viniesen a defenderla algunos caballeros.</p>
-
-<p>Celima estaba muy triste por la ausencia de su hermana Galiana; y
-despidiéndose de la reina se fue y la dejó sola en su retrete; la cual
-formando querellas de la variable fortuna, se quejaba diciendo:</p>
-
-<div class="poem ml5 mb1 mt1">
- <p class="i2">Fortuna, que en lo excelso de tu rueda</p>
- <p class="i0">con ilustrada pompa me pusiste,</p>
- <p class="i0">¿por qué de tanta gloria me abatiste?</p>
- <p class="i0">Estable te estuvieras, firme y queda,</p>
- <p class="i0">y no abatirme así tan al profundo,</p>
- <p class="i0">adonde fundo</p>
- <p class="i0">dos mil querellas</p>
- <p class="i0">a las estrellas,</p>
- <p class="i0">porque en mi daño</p>
- <p class="i0">un mal tamaño</p>
- <p class="i0">con influencia ardiente premio vieron,</p>
- <p class="i0">y en penas muy extrañas me pusieron.</p>
- <p class="i2">Oh mil veces bien afortunados</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_302">p. 302</span>vosotros Bencerrajes, que muriendo</p>
- <p class="i0">salisteis de trabajos, feneciendo</p>
- <p class="i0">los males que os estaban conjurados;</p>
- <p class="i0">y os puso en libertad gloriosa suerte,</p>
- <p class="i0">aunque era fuerte;</p>
- <p class="i0">mas yo, cuitada,</p>
- <p class="i0">aprisionada,</p>
- <p class="i0">con llanto esquivo,</p>
- <p class="i0">muriendo vivo:</p>
- <p class="i0">y no sé el fin que habrá mi triste vida,</p>
- <p class="i0">ni a tantos males cómo habrá salida.</p>
- <p class="i2">Naufragios tristes pasa mi ventura;</p>
- <p class="i0">en lágrimas se anega mi contento;</p>
- <p class="i0">secose ya mi flor, llevose el viento</p>
- <p class="i0">mi bien, dejándome en gran desaventura.</p>
- <p class="i0">¿Adónde está lo excelso de mi pompa?</p>
- <p class="i0">Bien es que rompa</p>
- <p class="i0">con llanto eterno</p>
- <p class="i0">el duro infierno,</p>
- <p class="i0">y favor pida</p>
- <p class="i0">como afligida,</p>
- <p class="i0">diciendo que ya el suelo no me quiere;</p>
- <p class="i0">que se abra, y que me trague si quisiere.</p>
- <p class="i2">Si el vulgo no dijera que mi honra</p>
- <p class="i0">de todo punto estaba ya manchada,</p>
- <p class="i0">yo diera con aguda y dura espada</p>
- <p class="i0">el postrimero fin a mi deshonra;</p>
- <p class="i0">mas si me doy la muerte, dirá luego</p>
- <p class="i0">el vulgo ciego,</p>
- <p class="i0">que había gran culpa,</p>
- <p class="i0">y no disculpa;</p>
- <p class="i0">pues con mi mano</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_303">p. 303</span>tomé temprano</p>
- <p class="i0">la muerte aborrecida y fuerte;</p>
- <p class="i0">y así no sé si viva o me dé muerte.</p>
- <p class="i2">Si del horrendo lazo el negro sino</p>
- <p class="i0">de cárdeno color no se estampase,</p>
- <p class="i0">de suerte que en el cuello declarase</p>
- <p class="i0">la causa de furor tan repentino;</p>
- <p class="i0">yo diera el tierno cuello al lazo estrecho,</p>
- <p class="i0">y muy de hecho,</p>
- <p class="i0">la ira temo</p>
- <p class="i0">en grande extremo;</p>
- <p class="i0">que de otra suerte</p>
- <p class="i0">aquella muerte</p>
- <p class="i0">ya fuera por mi mal bien escogida,</p>
- <p class="i0">si muriendo quedara yo sin vida.</p>
- <p class="i2">Dichosa tú, Cleopatra, que tuviste</p>
- <p class="i0">quien del florido campo te trajera</p>
- <p class="i0">la causa de tu fin, sin que supiera</p>
- <p class="i0">ninguno por cual modo feneciste:</p>
- <p class="i0">apenas se hallaron las señales,</p>
- <p class="i0">ya funerales,</p>
- <p class="i0">del ponzoñoso</p>
- <p class="i0">áspid piadoso,</p>
- <p class="i0">que con dulzura</p>
- <p class="i0">en la blancura</p>
- <p class="i0">de tu hermoso brazo fue obrando</p>
- <p class="i0">con venenoso diente, tierno y blando.</p>
- <p class="i2">Y si de cautiverio y servidumbre,</p>
- <p class="i0">ilustre reina, fuiste libertada,</p>
- <p class="i0">y a la soberbia Roma no llevada</p>
- <p class="i0">en triunfo como era de costumbre;</p>
- <p class="i0">Yo, cuitada, que muero sin remedio,</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_304">p. 304</span>por no haber medio,</p>
- <p class="i0">cual tú le hubiste,</p>
- <p class="i0">gran mal me embiste;</p>
- <p class="i0">y mi enemigo</p>
- <p class="i0">hará conmigo</p>
- <p class="i0">un triunfo desigual a mi limpieza,</p>
- <p class="i0">pues se le entrega al fuego mi nobleza.</p>
- <p class="i2">Mas aunque falte el áspid a mi medio,</p>
- <p class="i0">yo romperé mis venas, y la sangre</p>
- <p class="i0">haré que en abundancia se desangre,</p>
- <p class="i0">de suerte que el morir me sea remedio;</p>
- <p class="i0">Y así el Zegrí sangriento que levanta</p>
- <p class="i0">con furia tanta</p>
- <p class="i0">el mal horrible,</p>
- <p class="i0">y tan terrible</p>
- <p class="i0">en daño mío;</p>
- <p class="i0">en Dios confío</p>
- <p class="i0">que no triunfe de mí en aqueste hecho,</p>
- <p class="i0">pues no verá partirme el duro pecho.</p>
-</div>
-
-<p>Estas y otras lastimosas cosas decía la afligida Sultana con
-intento de romper sus transparentes venas para desangrarse; y resuelta
-en darse este género de muerte, llamó a Celima y a una doncella
-cristiana, llamada Esperanza de Hita, que la servía, la cual era
-natural de la villa de Mula; y llevándola su padre y cuatro hermanos a
-Lorca a desposarla, fueron salteados de moros de Tirieza y Jaquena; y
-defendiéndose los cristianos, mataron más de dieciséis moros; y siendo
-mortalmente heridos los cristianos, cayeron muertos los caballeros.
-La doncella fue cautiva y presentada al rey, y él la dio a la reina
-por<span class="pagenum" id="Page_305">p. 305</span> ser hermosa y
-discreta.</p>
-
-<p>Venidas Celima y Esperanza al llamado de la reina, les dijo:</p>
-
-<p>—Celima bella, discreta Esperanza, aunque tu buen nombre no me la
-da en mi pena, ya sabes la injusta prisión mía, y cómo se ha pasado
-el término en que había de dar caballeros que me defendieran; aunque
-respecto de estas guerras que ha habido, me ha dado el rey quince días
-de término más, cuando entendí que estaba arrepentido en su yerro, y
-seguro de mi castidad. El tiempo es breve, y no sé a quien encargue
-este negocio. Sabed que tengo acordado de darme yo misma la muerte,
-y será abriéndome las venas de los brazos, y que vayan destilando la
-sangre que me alimenta. Elijo esta muerte, porque los traidores Zegríes
-y Gomeles no me vean morir: solo una cosa os ruego, por ser lo último
-y postrero, y es que al punto que acabe de expirar (tú, Celima, sabes
-dónde entierran los cuerpos reales), abráis los antiguos sepulcros, y
-allí pongáis mi cuerpo, aunque desdichado; y tornando a poner las losas
-como de antes estaban, me dejéis, callando el secreto, el cual encargo
-a las dos; y a ti, Esperanza, te dejo libre, que eres mía: tomarás mis
-joyas para tu casamiento; y cásate con quien te estime, y escarmentad
-en esta desdichada reina. Lo que os he rogado, os vuelvo a pedir de
-nuevo, y no me faltéis en nada, porque con eso moriré contenta.</p>
-
-<p>Y no cesando de llorar tomó un cuchillo de su estuche, y alzándose
-la manga de la camisa se iba a herir; mas Esperanza de Hita la
-tuvo el brazo llorando amargamente, y con<span class="pagenum"
-id="Page_306">p. 306</span> amorosas y blandas palabras la consoló con
-las razones siguientes:</p>
-
-<div class="poem ml5 mb1 mt1">
- <p class="i2">«Hermosísima Sultana, no te aflijas,</p>
- <p class="i0">ni a las lágrimas des tus lindos ojos,</p>
- <p class="i0">y pon en Dios inmenso tu esperanza,</p>
- <p class="i0">y en su bendita Madre, y de esta suerte</p>
- <p class="i0">saldrás con vida, junto con victoria,</p>
- <p class="i0">y a tu enemigo acerbo en este instante</p>
- <p class="i0">verás atropellado duramente.</p>
- <p class="i2">Y para que esto venga en cumplimiento,</p>
- <p class="i0">y en tu favor respire el alto cielo,</p>
- <p class="i0">pon toda tu esperanza con fe viva</p>
- <p class="i0">en la que por misterio muy divino</p>
- <p class="i0">fue Madre del que hizo cielo y tierra,</p>
- <p class="i0">el cual es Dios inmenso y poderoso,</p>
- <p class="i0">y por misterio alto y sacrosanto</p>
- <p class="i0">en ella fue encarnado, sin romperse</p>
- <p class="i0">aquella intacta y virgen carne santa.</p>
- <p class="i2">Quedó la infanta virgen y doncella</p>
- <p class="i0">antes del sacro parto, y en el parto,</p>
- <p class="i0">y también después de él virgen muy pura.</p>
- <p class="i0">Nació de ella hecho hombre, por reparo</p>
- <p class="i0">de aquel pecado acerbo, que el primero</p>
- <p class="i0">padre que tuvimos cometiera;</p>
- <p class="i0">nació de aquella virgen, como digo;</p>
- <p class="i0">después en una cruz pagó la ofrenda,</p>
- <p class="i0">que al más inmenso Padre se debía;</p>
- <p class="i0">allí en todo rigor la fue ganando,</p>
- <p class="i0">por darle al pecador eterna gloria.</p>
- <p class="i2">En esta virgen, pues, reina y señora,</p>
- <p class="i0">ahora te encomienda en este trance,</p>
- <p class="i0">y tenla desde hoy por abogada,</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_307">p. 307</span>y tórnate cristiana; y te prometo,</p>
- <p class="i0">que si con devoción tú la llamases,</p>
- <p class="i0">que en limpio sacaría esta tu causa.»</p>
- <p class="i2">La reina estuvo a todo muy atenta,</p>
- <p class="i0">y llena de consuelo halló en su alma</p>
- <p class="i0">con las palabras dulces y discretas</p>
- <p class="i0">que la Esperanza dice, y consolada,</p>
- <p class="i0">habiendo en su memoria ya revuelto</p>
- <p class="i0">aquel alto misterio de la Virgen;</p>
- <p class="i0">teniendo ya impreso allá en su idea,</p>
- <p class="i0">que gran bien le sería ser cristiana,</p>
- <p class="i0">poniendo en las reales y virgíneas</p>
- <p class="i0">manos sus trabajos, tan inmensos;</p>
- <p class="i0">y así abrazando a su Esperanza, dijo:</p>
- <p class="i2">«Han sido, mi Esperanza, tus razones</p>
- <p class="i0">tan vivas y tan altas, que en un punto</p>
- <p class="i0">con penetrante fuego han allegado</p>
- <p class="i0">a lo que muy más íntimo tenía</p>
- <p class="i0">allá en mi corazón, y más secreto,</p>
- <p class="i0">y con afecto grande se han impreso;</p>
- <p class="i0">tanto, que yo querría que ya fuese</p>
- <p class="i0">llegado el feliz punto, tan dichoso,</p>
- <p class="i0">en que cristiana fuese; y te prometo</p>
- <p class="i0">tener por abogada a la que Madre</p>
- <p class="i0">de Dios inmenso fue por gran misterio.</p>
- <p class="i2">Y así lo creo yo, como tú dices,</p>
- <p class="i0">y a ella me encomiendo ya, y ofrezco</p>
- <p class="i0">en sus benditas manos mis angustias</p>
- <p class="i0">con esperanza viva de remedio:</p>
- <p class="i0">la pongo desde hoy, y en Dios confío</p>
- <p class="i0">por su bondad inmensa, que me saque</p>
- <p class="i0">de tan terribles males a buen puerto.»</p>
-</div>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_308">p. 308</span>Atenta estuvo a
-todas estas cosas Celima, y enternecida en lágrimas viendo así llorar
-a la reina, y determinada de seguir los mismos motivos, y de tornarse
-cristiana, con amorosas palabras dijo a la reina:</p>
-
-<p>—No imagines, hermosa Sultana, que aunque tú te vuelvas cristiana,
-yo dejaré de seguir tu compañía, para que de mí sea lo que de ti
-fuere: yo también quiero ser cristiana, porque entiendo que la fe de
-los cristianos es mucho mejor que la mala secta que hasta ahora hemos
-guardado del falso Mahoma. Y pues todas estamos en un mismo parecer, si
-se ofreciere, moriremos por Jesucristo y conseguiremos vida eterna.</p>
-
-<p>La reina escuchaba con el entrañable amor que decía aquellas
-palabras Celima, y echándola los brazos, la abrazó, y dijo a
-Esperanza:</p>
-
-<p>—Ya que habemos acordado de ser cristianas, ¿qué haremos para salir
-de aquí? Aunque mi salida quisiera que fuera para recibir martirio por
-Cristo y ser bautizada con mi misma sangre.</p>
-
-<p>A lo cual respondió Esperanza:</p>
-
-<p>—Visto, señora, tu buen propósito, te daré buen consejo para que
-quedes libre de esta falsedad que te levantan. Sabrás, reina y señora,
-que sirve al rey D. Fernando un caballero que se llama D. Juan Chacón,
-señor de Cartagena, el cual está casado con Doña Luisa Fajardo, hija
-de D. Pedro Fajardo, adelantado y capitán general del reino de Murcia:
-es muy valiente el D. Juan Chacón, y muy amigo de hacer bien a todos
-los que poco pueden. Escríbele, señora, que yo sé que si le pides su
-favor, que no te<span class="pagenum" id="Page_309">p. 309</span> le
-negará, porque es muy piadoso, y luego buscará amigos que vengan con
-él a librarte; y entiendo que cuando ninguno le quiera acompañar, que
-él solo vendrá; porque te certifico que es de esfuerzo extremado, y
-dará fin a tanta desventura como tienes, y nos aliviará en nuestra gran
-pena, causada de la tuya y de tu cruel prisión.</p>
-
-<p>—Pues tan buen consejo me diste —dijo la reina— para lo más
-importante, que no fue de menos que ganar un alma perdida, no dejaré de
-tomar tu consejo, que es para lo menos, por ser libertad del cuerpo, y
-al momento me pondré a escribir a este caballero.</p>
-
-<p>Y dándole recado escribió una carta a D. Juan Chacón, que decía
-así:</p>
-
-<blockquote>
-
- <p>«La infeliz y desdichada Sultana, reina de Granada, del antiguo
- y claro Moraicel hija; a ti, D. Juan Chacón, señor de Cartagena,
- salud para que con ella, ayudado de Dios nuestro Señor y de su
- santísima Madre, puedas darme el favor que mi gran necesidad te
- pide, en la cual muy grandemente estoy puesta por un testimonio
- que me han levantado unos traidores caballeros, que son Zegríes y
- Gomeles, diciendo que violé con varón ajeno el aposento real de
- mi marido, y que delinquí con un noble caballero llamado Albín
- Hamete, Abencerraje; lo cual ha sido causa e instrumento para que
- los caballeros Abencerrajes fuesen degollados sin tener culpa; y no
- obstante esto, haber por ello en aquesta desdichada ciudad guerras
- civiles, de las cuales se han seguido muchas muertes de caballeros; y
- lo que más siento<span class="pagenum" id="Page_310">p. 310</span>
- es que haya puesto dolo en mi honra, tan sin culpa, y que si en
- espacio de quince días no doy quien defienda mi honor, se ha de
- ejecutar en mí la sentencia en que estoy condenada, que es a morir
- quemada; y avisándome una cautiva cristiana de tu valor, esfuerzo,
- piedad, virtud y bondad, acordé de favorecerme de ti, pues eres padre
- de necesitados, y vengador de agravios. Mi necesidad es grande, pues
- soy mujer sola, desconsolada y triste; mi agravio es el mayor que en
- el mundo se ha hecho, pues se han atrevido traidores a poner mácula
- en mí, y a levantarme tal testimonio; lo que jamás imaginé. Yo estoy
- afrentada y en el peligro dicho: si no me socorréis soy perdida. No
- me neguéis vuestro favor, pues encomiendo en vuestras manos mi honra;
- y si por ser yo infiel no me queréis favorecer, consideraréis que
- no lo soy, sino que creo en Dios todopoderoso, y en la Virgen Santa
- María, su madre, en quien confío me alcanzaréis gloriosa victoria
- de mis enemigos, con la cual quedará libre mi honra y se sabrá la
- verdad cierta; y confío que os doleréis de esta desconsolada reina:
- no más. De Granada, etc.—<i>Sultana, reina de Granada.</i>»</p>
-
-</blockquote>
-
-<p>Acabada de escribir la carta, se la leyó la reina a Celima y a
-Esperanza, de que se holgaron mucho viendo su buen parecer, y cerrada
-y sellada, y puesto el sobrescrito, enviaron a llamar a Muza; y
-venido, le rogó la reina y Celima que enviase con un mensajero fiel
-aquella carta, y Muza lo prometió así; y aquel día despachó<span
-class="pagenum" id="Page_311">p. 311</span> con la carta un hombre de
-confianza; y llegando a la corte dio la carta a D. Juan Chacón, y leída
-respondió a la reina Sultana, consolándola con palabras muy eficaces en
-una carta del tenor siguiente:</p>
-
-<blockquote>
-
- <p>«A ti Sultana, reina de Granada, salud para que yo pueda besar
- tus reales manos, por la singular merced que me haces en querer
- servirte de este tu humilde siervo para un negocio tan arduo y de
- tanta gravedad. Muchos y muy principales caballeros hay en esta corte
- a quien pudieras mandar lo que a mí; y pues lo mandas, obedezco, y
- acepto lo que me pides, confiando en Dios y en su bendita madre, y en
- tu inocencia; y así digo que el último día del plazo partiremos a
- servirte yo y tres caballeros amigos, y no habrá falta: encomiéndate
- a Dios, el cual te guarde y defienda. De Talavera, etc.—<i>D. Juan
- Chacón.</i>»</p>
-
-</blockquote>
-
-<p>La carta escrita, la cerró y selló con su sello, lazos, flor de
-lis, blasón de sus antepasados; y dándola al mensajero, le envió; y
-llegado a Granada le dio la carta a Muza, y él la llevó a la reina; y
-habiéndola hablado, y a Celima su señora, se despidió, y en saliendo
-Muza, abrió la reina la carta y la leyó, presentes Celima y Esperanza
-de Hita; quedando con mucho contento y consuelo, y aguardando el día de
-la batalla.</p>
-
-<p>A esta coyuntura se sabía por toda Granada cómo los caballeros
-Abencerrajes se habían vuelto cristianos, y Abenámar, Sarracino y
-Reduán, de que no poco temor tuvo el rey Chico,<span class="pagenum"
-id="Page_312">p. 312</span> y los mandó pregonar por traidores,
-insistido de los Zegríes y Gomeles.</p>
-
-<p>A lo cual no quisieron resistir, ni contradecir los linajes de los
-Alabeces, Aldoradines, Gazules y Venegas, y todos los de su parte,
-por no mover nuevos escándalos; y también porque tenían esperanza que
-presto volverían a tomar posesión en todos los bienes de que se había
-entregado el reyecillo, y porque no les correspondía aquel pregón, por
-ser ya cristianos, y porque era notoria la pasión y odio que tenía
-a estos virtuosos y nobles caballeros Abencerrajes: en donde los
-dejaremos por hablar de D. Juan Chacón, el cual habiendo despachado el
-mensajero de la reina, se puso a considerar a qué caballeros hablaría
-para llevar a la defensa de la reina, que fuesen de confianza para la
-satisfacción de aquel caso; y por otra vía se determinaba a emprender
-aquel hecho él solo; y sin duda saliera con su intención, por ser de
-corazón animoso, y valiente por extremo. Tenía grandísima fuerza, y
-tanta, que de una cuchillada cortaba todo el pescuezo a un toro.</p>
-
-<p>Sucedió, pues, que no apartando de su memoria el cuidado de la
-reina y la palabra dada, un día se juntó con otros caballeros muy
-principales y muy estimados: el uno era D. Manuel Ponce de León, duque
-de Arcos, descendiente de los reyes de Jeriza, y señores de la casa
-de Villagracia, salidos de la real casa de los reyes de Francia, y a
-quienes por señalados hechos que hicieron les dieron los reyes de
-Aragón por armas las barras de Aragón, rojas de color de sangre<span
-class="pagenum" id="Page_313">p. 313</span> en campo de oro, y al lado
-de ellas un león rapante en campo blanco; armas muy acostumbradas
-del famoso Héctor troyano, antecesor suyo, como dicen las crónicas
-francesas.</p>
-
-<p>El otro caballero era D. Alonso de Aguilar, gran soldado, belicoso
-y de muchas fuerzas, y de animoso corazón, amigo de batallar con los
-moros; y de tanta perseverancia que tuvo en esto, vino luego a morir a
-manos de los moros, mostrando el valor de su persona, como adelante se
-dirá.</p>
-
-<p>El tercero era D. Diego de Córdoba, varón de gran fortaleza,
-amiguísimo del militar ejercicio; y tanto que decía que estimaba más a
-un buen soldado que a todo su estado; y que merecía comer con el rey,
-y decir que era tan bueno como él.</p>
-
-<p>Finalmente el alcaide de los Donceles, D. Manuel Ponce de León, D.
-Alonso de Aguilar, y D. Juan Chacón estaban en conversación tratando
-del reino de Granada y de la muerte de los Abencerrajes tan sin culpa,
-y de la injusta prisión de la reina Sultana, y en el estado que la
-tenía su marido el rey Chico, porque de todo habían informado los
-caballeros nuevamente convertidos.</p>
-
-<p>Y tratando del miserable estado en que la reina estaba por un
-testimonio, dijo D. Manuel Ponce:</p>
-
-<p>—Si fuera lícito, de buena gana fuera yo el primero en defender a la
-necesitada reina.</p>
-
-<p>—Yo el segundo —dijo D. Alonso de Aguilar—, porque estoy condolido
-de su desgraciada suerte, y al fin es agravio feo en mujer noble.</p>
-
-<p>El alcaide de los Donceles dijo:</p>
-
-<p>—Pues yo fuera el tercero, porque considero la aflicción<span
-class="pagenum" id="Page_314">p. 314</span> en que estará puesta; y
-aunque es mora, debemos los caballeros deshacer agravios hechos a
-personas de tal calidad, y nunca los cristianos perdemos la buena obra
-que hacemos.</p>
-
-<p>—Sepamos, señores —dijo D. Juan Chacón—, qué cosa incierta halláis
-para que la reina no sea favorecida en este caso.</p>
-
-<p>—Dos cosas lo impiden —dijo D. Manuel—: la una, ser mora Sultana,
-aunque no hago mucho reparo en esta; la otra, porque no podemos ir sin
-licencia del rey nuestro señor.</p>
-
-<p>Dijo el alcaide de los Donceles:</p>
-
-<p>—Eso es lo menos, porque sin ella podemos ir de secreto.</p>
-
-<p>—Pregunto —dijo D. Juan Chacón—: ¿si la reina Sultana escribiera a
-uno de los que estamos aquí, pidiendo favor y ayuda en una necesidad
-como la que tiene, y que quiere ser cristiana, aunque aventure la vida,
-dejaría de ir a la batalla?</p>
-
-<p>Respondieron todos, que mil vidas que cada uno tuviera, las
-emplearía en un caso tan honroso.</p>
-
-<p>Muy alegre con la respuesta metió la mano en el pecho D. Juan
-Chacón, y sacó la carta diciendo:</p>
-
-<p>—Por esa veréis cómo me hace cargo la reina de la satisfacción de su
-honor, y me pesa de que en particular me señale, habiendo en esta corte
-tanta flor de caballeros. Avisé de ir con otros tres caballeros si los
-hallo, y si no iré solo a tener batalla con los cuatro moros, que yo
-confío en Dios y en la inocencia de la reina, que alcanzaré victoria;
-y si la fortuna me fuere adversa y muriere en la batalla, yo la tendré
-por dichosa muerte.</p>
-
-<p>Habiendo leído la carta de la Sultana los tres caballeros, y
-viendo<span class="pagenum" id="Page_315">p. 315</span> como decía
-en ella que quería ser cristiana, y de la deliberada determinación
-del señor de Cartagena, dijeron que ellos le acompañarían en aquella
-ocasión; y así ordenaron de partirse sin licencia del rey, y sin dar
-cuenta a nadie.</p>
-
-<p>El andaluz, astuto guerrero, alcaide de los Donceles, dijo que
-sería bien que fuesen en traje turquesco, porque en Granada no fuesen
-conocidos de algunas personas, especialmente de los cautivos.</p>
-
-<p>Todos dijeron que era acertado aquel parecer; y así aderezaron ricas
-libreas a lo turco, y previniéndose de armas y caballos, y de todo lo
-necesario para su viaje, partieron de Talavera sin escuderos por ir más
-encubiertos; dejaron dicho en sus posadas que iban a montería.</p>
-
-<p>En todo el camino no entraron en poblado: en campaña dormían, y en
-las ventas compraban su menester; y así llegaron a la Vega dos días
-antes que se cumpliese el plazo, y entraron en el Soto de Roma, donde
-con quietud descansaron todo un día, y estuvieron la noche a orilla del
-fresco Genil; y la mayor parte de ella trataron del orden que habían de
-tener para conseguir el efecto de aquella batalla.</p>
-
-<p>Venida la mañana, alegres se alistaron para ir a Granada, y se
-pusieron sobre las fuertes armas las vestiduras turquescas; y subiendo
-en sus caballos salieron a lo raso de la Vega, por donde se iban poco
-a poco acercando a Granada, mirando a todas partes, y alegrándoles su
-muy hermosa vista, y la diversidad de riberas, huertas, cármenes y
-jardines, que les parecía un paraíso terrenal.</p>
-
-<p>Y no<span class="pagenum" id="Page_316">p. 316</span> se admire
-el lector del encarecimiento, porque puede creer que no hay maceta de
-claveles ni de albahaca regalada y cultivada en casa de los señores,
-como los moros tenían cada palmo de tierra, aun en los cerros, como
-hoy día aparecen muchas ruinas; y así les producía la tierra que era
-maravilla; y puede considerarse su mucha fertilidad, porque un año
-antes que se ganara Granada, sustentaba ciento y ochenta mil hombres de
-pelea, sin viejos, niños y mujeres.</p>
-
-<p>Yendo, pues, los famosos caballeros a Granada, atravesando por la
-Vega dieron en el camino de Loja, por el cual vieron venir muy apriesa
-a un caballero moro, que parecía ser de valor por su buen talle y
-librea.</p>
-
-<p>Era la marlota de damasco verde con muchos tejidos de oro, y plumas
-verdes, blancas y azules. En medio de la adarga blanca estaba pintada
-un ave fénix, puesta sobre unas llamas de fuego, y una letra en círculo
-que decía: <i>Segundo no se halla.</i> El caballo era bayo, cabos
-negros, y en la gruesa lanza puesto un pendoncillo verde y rojo.</p>
-
-<p>Parecía tan bien el moro que dio grandísimo contento su vista a los
-caballeros, y le aguardaron a que llegase, y en llegando les saludó
-en arábigo, y el alcaide de los Donceles le respondió en el mismo
-lenguaje.</p>
-
-<p>El moro detuvo su priesa, y mirando la buena postura y talle de los
-cuatro caballeros, les dijo así:</p>
-
-<p>—Aunque la priesa que llevo es grande, y la gravedad de mi
-cuidado no requiere dilación, el deseo de saber, si gustáis de decir
-quién sois, me obliga a detener las riendas,<span class="pagenum"
-id="Page_317">p. 317</span> porque caballeros como vosotros son muy
-peregrinos en esta tierra, y no solemos ver semejantes galas sino
-en caballeros o embajadores que vienen de la parte del mar Líbico a
-tratar algo con el rey de Granada, aunque es verdad que no traen el
-apercibimiento de armas que parece tenéis debajo de las marlotas, ni
-caballos tan ligeros de guerra; y si gustáis de que vamos juntos, seré
-contento en llevar tan buena compañía, y no me neguéis quien sois, por
-lo que debéis a ley de caballeros.</p>
-
-<p>Don Juan Chacón le respondió en turquesco, que eran de
-Constantinopla. Pero el deseoso moro no le entendió, y así dijo:</p>
-
-<p>—No entiendo esa lengua, hablad en arábigo pues sabéis.</p>
-
-<p>Entonces respondió el alcaide de los Donceles en algarabía:</p>
-
-<p>—Nosotros somos de Constantinopla, de nación jenízaros, y tenemos
-sueldos del Gran Señor cuatrocientos de nosotros que estamos de
-guarnición en Mostagán; y como tenemos noticia de que en estas
-fronteras hay muchos cristianos de admirables fuerzas, venimos
-con intención de probar las nuestras con las suyas, aunque nos
-han certificado de que recibís notables daños cada día de ellos.
-Desembarcamos en Adra, y andamos mirando esta vega, que es la mejor que
-hay en el mundo, a nuestro parecer; y entendiendo de hallar algunos
-cristianos para escaramucear con ellos, no hemos topado ninguno; y
-así vamos a ver la nombrada y gran ciudad de Granada, y besaremos las
-manos al rey, y luego nos volveremos a embarcar en nuestra fragata, y
-nos iremos la<span class="pagenum" id="Page_318">p. 318</span> vuelta
-de Mostagán; esta es la verdad de lo que habéis preguntado. Y pues ya
-habéis satisfecho vuestro gusto, nos le daréis en decirnos quien sois,
-que no menos deseo tenemos de saberlo, que el que vos manifestasteis
-tener de saberlo de nosotros.</p>
-
-<p>—A mí me place —dijo el moro— de daros cuenta de lo que me pedís;
-pero caminemos, y en el camino os daré larga cuenta de lo que deseáis
-saber.</p>
-
-<p>—Vamos —dijo D. Alonso de Aguilar; y diciendo esto caminaron muy
-apriesa, y el enamorado Gazul comenzó a contar su historia en esta
-manera:</p>
-
-<p>—Sabed, señores caballeros, que a mí me llaman Mahomad Gazul, que
-soy natural de Granada y vengo de Sanlúcar, porque allí está la prenda
-más querida y más amada que tengo en esta vida; mi hermosa dama,
-llamada Lindaraja, del linaje de los nobles caballeros Abencerrajes.
-Ausentose de Granada respecto a que el rey de ella mandó que saliesen
-desterrados los Abencerrajes, sin culpa, habiendo ya degollado a
-treinta y seis caballeros de ellos, que eran la flor de todo el reino.
-Esta fue la causa que movió a mi señora a salir de Granada; y se fue a
-Sanlúcar en casa de un tío suyo, y yo la acompañé. Con la vista de mi
-señora vivía contento, y ahora no lo estoy. Supe en Sanlúcar como los
-Abencerrajes se habían tornado cristianos y servían al rey D. Fernando,
-y que en Granada había grandes alborotos y guerras civiles, y la reina
-Sultana estaba presa en juicio de batalla; y como soy de su parte y
-todos los de mi linaje, vengo para ser uno de los cuatro caballeros que
-han de<span class="pagenum" id="Page_319">p. 319</span> defender a la
-reina, siendo hoy el postrero día del plazo; y por tanto demos priesa
-porque no llegue yo tarde, y con esto he cumplido mi promesa, y os he
-dicho el hecho de la verdad.</p>
-
-<p>—Por cierto, señor caballero —dijo D. Manuel Ponce—, que nos habéis
-admirado, y a fe de caballeros, que me holgaría que la señora reina
-quisiese que nosotros cuatro fuésemos señalados para su defensa, que
-por su alteza hiciéramos todo lo posible hasta perder las vidas.</p>
-
-<p>—Pluguiese al santo Alá que en vuestros brazos poderosos pusiera la
-restitución de su honra la reina, que bien entiendo que estaba segura
-la victoria, y tengo de hacer las diligencias posibles para que os
-señalen, aunque he oído que no quiere encomendar la reina su causa a
-moros, sino a cristianos.</p>
-
-<p>—Cuando eso sea —dijo D. Manuel Ponce— no somos moros, sino turcos;
-de nación jenízaros, hijos de cristianos.</p>
-
-<p>—No decís mal —respondió Gazul—, que por esta vía sería posible que
-la reina os escogiese para su defensa.</p>
-
-<p>—Dejando esto aparte —dijo D. Juan Chacón—, señor Gazul, ¿qué
-caballeros cristianos son los de más fama, y que más daño hacen en este
-reino?</p>
-
-<p>Respondió Gazul:</p>
-
-<p>—Los que nos corren la Vega muy a menudo, y a quien temen los
-fronterizos de esta comarca, son D. Manuel Ponce de León, y a D.
-Alonso de Aguilar, y a Gonzalo Fernández de Córdoba, alcaide de los
-Donceles, y a Portocarrero, y a D. Juan Chacón, y al gran maestre.
-Estos caballeros son asombro de esta tierra, y sin aquestos hay otros
-muchos caballeros<span class="pagenum" id="Page_320">p. 320</span> en
-la corte del rey D. Fernando, que nos destruyen por momentos.</p>
-
-<p>—Mucho nos holgáramos de vernos con esos caballeros —dijo D. Alonso
-de Aguilar.</p>
-
-<p>—Pues a ley de moro hijodalgo, —respondió Gazul—, que habíais de
-hallar un Marte en cada uno de los ya nombrados, y en Granada os
-contaré cosas que han hecho, que os pongan espanto.</p>
-
-<p>—Mucho nos alegraremos de oírlas, por tener que contar en nuestra
-tierra —dijo D. Manuel, y caminaron apriesa.</p>
-
-<p>Dejarémoslos hasta su tiempo, por tratar lo que pasaba en la ciudad
-de Granada a esta sazón.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch15">
- <h2 class="nobreak">CAPÍTULO XV.</h2>
- <p class="subh2h"><i>En que se da cuenta de la batalla que se hizo
- entre los cuatro caballeros cristianos y los cuatro moros sobre la
- libertad de la reina, y cómo vencieron los cristianos y mataron a los
- moros, y cómo la reina fue libre; y de otras cosas más.</i></p>
-</div>
-
-<p><span class="cap">C</span>on grande tristeza estaba la noble
-ciudadana gente de Granada, porque se había cumplido el término a la
-reina Sultana; y sentían más la pena, porque no había señalado quien
-hiciese la batalla contra los acusadores; y así muchos caballeros
-fueron a suplicar al rey que la volviese en su gracia, pues estaba sin
-culpa, y se echaba de ver su inocencia en que en los términos que se le
-habían dado no había señalado caballeros que volviesen por ella, y que
-no diese<span class="pagenum" id="Page_321">p. 321</span> crédito a
-los Zegríes, pero no aprovechaban sus ruegos, porque estaba pertinaz,
-inducido de los falsos acusadores Zegríes para que su mentira fuese
-adelante; y así daba por respuesta que de no dar defensores aquel día,
-que al siguiente se ejecutaría la sentencia de la reina; y mandó que se
-hiciese en la plaza de Vivarrambla un teatro donde estuviese la reina,
-y los jueces que habían de determinar su causa: los cuales fueron Muza,
-y un Azarque, y otro Almoradí; y deseaban buen suceso en aquel caso, y
-tenían presupuesto de hacer por la reina todo lo que pudieran.</p>
-
-<p>El tablado fue todo enlutado, y los jueces subieron al Alhambra para
-traer a la reina a la plaza, al sitio de la lid, y con ellos fueron
-muchos caballeros para venir acompañando a la reina.</p>
-
-<p>Los Almoradís, Almohades, Aldoradines, Gazules, Venegas, Alabeces
-y Marines querían quitar a la reina, y darle de puñaladas al rey
-y quemarle la casa; pero fueron aconsejados que no hiciesen tal,
-porque aunque salvasen la vida a la reina, su honra quedaba manchada
-y oscurecida, y era argumento de verificación; porque diría el vulgo
-loco que porque estaba culpada, y saber de cierto que la habían de
-condenar a muerte, no consintieron que se hiciese batalla, y era en
-favor de los acusadores haciendo su mentira verdad.</p>
-
-<p>Fue muy eficaz esta razón para que desistiesen de su propósito,
-confiando en que la bondad y sencillez de la reina la habían de
-librar.</p>
-
-<p>Pues entrando los jueces en el Alhambra no los dejaba pasar adelante
-el rey Mulahacén diciendo<span class="pagenum" id="Page_322">p.
-322</span> que no habían de llevar a la reina para ponerla en
-acusación.</p>
-
-<p>Muza y los demás caballeros le dijeron que era conveniente al honor
-de la reina poner su causa en juicio, porque por aquella vía quedaba su
-honor limpio; y de no dar licencia que la llevasen, quedaría probada la
-causa, y los Zegríes con su intención.</p>
-
-<p>El rey preguntó si tenía la reina caballeros que la defendiesen;
-Muza dijo que sí, y que cuando no los hubiera, él mismo en persona
-haría la injusta batalla.</p>
-
-<p>Con esto dio licencia para que entrasen; y así Muza y los dos jueces
-entraron, quedando todos los demás fuera del Alhambra: y llegando Muza
-a donde estaba la reina, la halló hablando con Celima sin ninguna pena
-de lo que aguardaba, que bien sabía que no tenía más de aquel día de
-plazo; pero confiada en D. Juan Chacón, estaba sin ninguna congoja, y
-también porque si no venía D. Juan Chacón, y ella fuese sentenciada
-a muerte, en morir cristiana llevaría mucho gozo, porque empezaría a
-vivir para siempre, y con esto estaba la más alegre y contenta que se
-podía imaginar.</p>
-
-<p>Mas así como vio a Muza acompañado de aquellos caballeros que con él
-venían, luego presumió a qué era su venida, con la cual sintió alguna
-turbación y pesadumbre, y con ánimo varonil hizo en esto la resistencia
-que pudo, porque no se entendiera su flaqueza.</p>
-
-<p>Muza y los caballeros, así como vieron a la reina y a Celima,
-hicieron el debido acatamiento, y dijo Muza:</p>
-
-<p>—Grande ha sido el descuido que vuestra alteza ha tenido en nombrar
-caballeros, siendo<span class="pagenum" id="Page_323">p. 323</span>
-hoy el último día que tenéis de plazo: ¿qué determináis?</p>
-
-<p>—No tengáis pena —dijo la reina— que yo confío en Dios que hoy se
-ha de saber la verdad de mi sincero pecho, y que no han de salir con
-su mala intención los falsos acusadores, y que tengo de triunfar de
-ellos; y cuando Dios se sirva que por mis pecados sean vencidos mis
-defensores, y en mí sea ejecutada la sentencia que contra mí se ha
-pronunciado, yo partiré contenta de esta vida mortal para gozar de la
-eterna.</p>
-
-<p>Muza no entendió el secreto de las palabras, y así dijo:</p>
-
-<p>—Yo he querido que siga aqueste juicio de vuestra alteza por
-justicia, por causa de algunas presunciones de gente ignorante y de
-poca experiencia, aunque debéis mucho a todos, porque cada uno siente
-vuestra pena como si fuera suya propia; y porque se acrisole y apure
-más el oro de vuestra castidad, y porque sean castigados los traidores
-que la han deslustrado. Así, señora, sabed que venimos por vuestra
-alteza estos caballeros y yo, que somos jueces de vuestra causa, y
-todos siervos vuestros, y haremos lo que debemos. Podréis luego señalar
-caballeros, que cien mil hay que os desean servir en esta ocasión tan
-honrosa. Vuestra alteza venga a la plaza y Celima también, porque haya
-buen suceso.</p>
-
-<p>—Vamos —dijo la reina—, y venga conmigo Esperanza, que es mucho el
-amor que la tengo, y ha sentido mucho mi afrentosa prisión y tristeza,
-y será bien goce del contento, como confío en el poderoso Dios que nos
-le ha de dar con el triunfo de la victoria.</p>
-
-<p>Y diciendo esto se entraron todas en el<span class="pagenum"
-id="Page_324">p. 324</span> retrete y se vistieron de negro, y en
-saliendo del aposento dijo la angustiada reina al valeroso Muza:</p>
-
-<p>—Mucho contento recibiré en que si mi desdicha fuere tanta que mis
-valedores sean vencidos, que todo lo que hay mío en este aposento se le
-dé a Esperanza, y libertad, porque esta es mi última voluntad por lo
-bien que me ha servido.</p>
-
-<p>No pudo sufrir la reina las lágrimas, diciendo estas palabras;
-y lloraba con tanta tristeza y dolor de su afecto, que movió los
-varoniles pechos a acompañar su llanto; y dándole Muza la mano salieron
-fuera del Alhambra adonde estaba una litera, y entraron dentro de ella
-la reina, Celima y Esperanza.</p>
-
-<p>Allí estaban para irla acompañando, vestidos de luto, muchos
-caballeros de los Alabeces, Gazules, Aldoradines, Venegas, Almohades,
-Marines, y otros muchos linajes, y debajo de las marlotas y albornoces
-negros llevaban muy fuertes armas, con intento de romper aquel día con
-los Zegríes, Gomeles y Mazas, por si fuese necesario; y si no fuera por
-la honra de la reina, sin duda aquel día se perdiera Granada.</p>
-
-<p>Y así recelosos los Zegríes, Gomeles, Mazas, y los de su bando
-llevaban armas fuertes debajo de sus marlotas y alquifaes por si sus
-contrarios les quisiesen acometer.</p>
-
-<p>No se vio jamás Granada en sus guerras y trabajos tan a pique de
-perderse como aqueste día; pero quiso Dios que sin escándalos ni
-guerras se acabase aquel negocio.</p>
-
-<p>En llegando a la calle de los Gomeles salían a los balcones
-y ventanas dueñas y doncellas llorando amargamente a la
-desventurada<span class="pagenum" id="Page_325">p. 325</span> reina;
-de suerte que a sus llantos y gritos se movió toda la ciudad a
-compasión, y maldecían al rey y a los Zegríes a grandes voces. De esta
-manera entró la litera en la calle del Zacatín, donde más se aumentaron
-los sollozos, suspiros y vocería.</p>
-
-<p>Llegada la caballería y la reina a la plaza, fue puesta la litera
-junto al tablado. Muza y los otros dos jueces sacaron a la desconsolada
-reina Sultana, a Celima y a Esperanza de Hita, y las subieron al
-enlutado tablado por unas ventanas de una casa, y en el tablado había
-un estrado de paños negros y bastos.</p>
-
-<p>Allí se sentó la reina muy afligida y llorosa, por ver que en
-pública plaza había de ser juzgada, y junto a ella sentó a Celima, y
-a sus pies a Esperanza de Hita; allí fueron los llantos, allí fueron
-los gritos de hombres, niños, damas y doncellas, que no pudieran
-ser mayores los de Roma y de Troya cuando se veían quemar sin tener
-remedio.</p>
-
-<p>Todas las ventanas, balcones y azoteas estaban llenas de gente, y en
-la plaza había grandísima multitud, y todos no cesaban de llorar y de
-hacer gran sentimiento viendo las lágrimas que derramaba la reina, su
-doncella y su esclava.</p>
-
-<p>A un lado del tablado en otro estrado se sentaron los jueces para
-juzgar la causa, y de allí a poco espacio se oyeron veinte trompetas
-de guerra, y mirando lo que era vieron venir a los cuatro acusadores
-de la reina que venían armados y puestos a punto de batalla, y en muy
-poderosos caballos.</p>
-
-<p>Traían sobre las armas marlotas verdes y moradas, pendoncillos y
-plumas<span class="pagenum" id="Page_326">p. 326</span> del mismo
-color. Traían en las adargas unos sangrientos alfanjes con una letra en
-torno, que decía: <i>Por la verdad se derrama.</i></p>
-
-<p>De aquesta forma llegaron los cuatro mantenedores de la maldad,
-acompañados de los Zegríes, Gomeles y Mazas, y de todos los demás de la
-parcialidad, hasta llegar a un grande y espacioso palenque que estaba
-hecho junto al tablado.</p>
-
-<p>Era tan grande como una carrera de caballo, y muy ancho; y abierta
-una puerta del palenque entraron los cuatro caballeros acusadores,
-que eran Mahomad Zegrí, el caudillo de la traición, Hamete Zegrí,
-Mahandón Gomel y Mahandín. Así como entraron tocaron de su parte muchos
-instrumentos. Todos los de este bando se pusieron al lado izquierdo
-del tablado, porque al derecho estaban los caballeros deudos de la
-reina.</p>
-
-<p>Estaban todos aguardando a ver a quién había de nombrar la afligida
-reina; y visto que desde las ocho de la mañana estaban allí, y que
-eran ya las dos de la tarde y no había señalado defensores, ni parecía
-ninguno, estaban todos con grande pena, y no sabían cuál era el
-pensamiento de la reina, pues tan descuidada estaba en un negocio que
-no le importaba menos que honra y vida; y no menos pena tenía la reina
-viendo que era tan tarde y no había venido D. Juan Chacón, en quien,
-después de Dios, tenía esperanza de su libertad, y no entendía qué
-causa le hacía faltar a la palabra dada.</p>
-
-<p>Malique Alabez y un Aldoradín, y otros dos caballeros se llegaron al
-tablado, y dijeron en alta voz:</p>
-
-<p>—Si gusta la reina<span class="pagenum" id="Page_327">p. 327</span>
-de que la sirvamos en esta ocasión, dé licencia que la defendamos y lo
-pondremos por obra.</p>
-
-<p>A lo cual respondió la reina, que ella lo agradecía, y que quería
-esperar otras dos horas; y que si no viniesen ciertos caballeros que
-tenía prevenidos, que ella aceptaba la oferta; y así se retiraron a sus
-puestos.</p>
-
-<p>Pero no pasó media hora cuando se oyó un gran ruido y alboroto, al
-cual mirando toda la gente vieron entrar por la plaza cinco caballeros
-muy galanes, los cuatro vestidos a lo turquesco y el otro a lo moro,
-el cual fue conocido de todos que era Gazul: a los demás tuvieron por
-extranjeros, y así concurría toda la gente a ver los forasteros.</p>
-
-<p>Los parientes de la reina y los demás caballeros le daban la
-bienvenida a Gazul, y en particular sus deudos, y le preguntaban todos
-si conocía aquellos caballeros que con él venían. Y él respondió que
-no, sino que en la Vega se habían juntado.</p>
-
-<p>Y con aquesto llegaron al cadalso donde estaba la reina Sultana
-y los jueces, los cuales deseaban saber la causa de su venida; y
-llegados miraron a la triste reina, y les quebró el corazón verla en
-tan miserable estado; y mirando toda la plaza vieron el gran palenque,
-y dentro de él a los acusadores de la reina; y espantados de la mucha
-gente que había, dijo D. Juan Chacón en turquesco a los jueces si podía
-hablar a la reina dos palabras. Los jueces dijeron que no le entendían,
-que hablase en arábigo, y él lo dijo en algarabía; y Muza respondió que
-sí, que subiesen.</p>
-
-<p>D. Juan subió al tablado, y haciendo su acatamiento a<span
-class="pagenum" id="Page_328">p. 328</span> los jueces se fue a la
-reina, y hecha la reverencia, habló alto que los jueces lo entendieron,
-diciendo:</p>
-
-<p>—Con la procela del océano, reina y señora, fuimos arribados al
-mar de España, y desembarcamos en Adra, y venimos con intento de
-escaramucear con algunos cristianos, y buscándolos en la Vega no
-encontramos ninguno; y viniendo a ver esta ciudad nos alcanzó en el
-camino un caballero moro, y nos dio cuenta del desastrado estado de
-vuestra alteza, y cómo no teníais caballeros nombrados para vuestra
-defensa, y que no queréis que vuestra causa defiendan moros, sino
-cristianos. Yo y mis compañeros somos turcos jenízaros, hijos de
-cristianos, y doliéndonos de vuestra contraria y adversa fortuna,
-movidos de piedad de vuestra inocencia, venimos a ofrecernos para hacer
-esta batalla; y si vuestra alteza nos quiere admitir, yo os prometo a
-ley de caballeros, por mí y en nombre de mis compañeros, que haremos en
-este negocio todo lo que pudiéremos.</p>
-
-<p>Cuando decía esto D. Juan Chacón, tenía en la mano la carta de la
-reina, y al descuido la dejó caer en sus faldas, sin que se reparase en
-ello por los jueces, y cayó el sobrescrito hacia arriba.</p>
-
-<p>La reina pidió a Celima que con recato le diese aquel papel: ella
-le alzó y se lo dio, y luego conoció su letra y advirtió el secreto, y
-con disimulación miró a Esperanza de Hita, que estaba divertida mirando
-a D. Juan Chacón; y volviendo la cabeza a mirar a la reina, ambas se
-entendieron mirándose la una a la otra, y maravillada la reina<span
-class="pagenum" id="Page_329">p. 329</span> de su traje y disfraz,
-respondió a D. Juan Chacón:</p>
-
-<p>—Yo he estado aguardando hasta ahora a cierto caballero que me dio
-palabra por letra suya, de estar hoy aquí con otros tres caballeros; y
-pues ya es tarde, y vos, noble caballero, queréis tomar este cuidado a
-vuestro cargo y de vuestros compañeros, yo lo agradezco mucho.</p>
-
-<p>D. Juan replicó y dijo:</p>
-
-<p>—Yo, señora, me prefiero a hacer lo que ese caballero, y no le
-reconozco ventaja, ni es mejor que yo; ni los tres caballeros que había
-de traer no excederán en cosa alguna a los que vienen conmigo: sed
-cierta de esto, señora, y dadnos licencia.</p>
-
-<p>—Yo la doy —dijo la reina—, y creedme, virtuoso caballero, que no
-debo cosa ninguna en obra ni en pensamiento de lo que se me imputa, y
-así pelearéis seguros.</p>
-
-<p>D. Juan dijo a los jueces que advirtiesen lo que la reina decía. Lo
-cual oído por los jueces mandaron que se escribiese aquel auto y lo
-firmase la reina: firmó, y haciendo el acatamiento debido a la reina,
-se bajó del tablado D. Juan Chacón, y subiendo en su caballo dijo a sus
-compañeros:</p>
-
-<p>—Señores, nuestra es la batalla, empecémosla antes que sea más
-tarde.</p>
-
-<p>Los caballeros de la parte de la reina rogaron a los defensores que
-hiciesen todos sus poderíos, como de tan buenos caballeros se esperaba;
-lo cual ellos prometieron, y así con toda la caballería los llevaron
-enmedio, paseándolos y dando vuelta por toda la plaza al son de muchas
-chirimías, añafiles y dulzainas.</p>
-
-<p>Entraron en el palenque los caballeros cristianos, y recibiéndoles
-pleito homenaje<span class="pagenum" id="Page_330">p. 330</span> de
-que en aquel caso harían el deber, cerraron la puerta.</p>
-
-<p>En todo este tiempo no quitaba la vista Malique Alabez de D. Manuel
-Ponce de León, porque le parecía haberle visto, y no se acordaba dónde,
-y decía entre sí:</p>
-
-<p>—Válgame Alá, y qué traslado es aquel caballero turco de D. Manuel
-Ponce de León; pero no es él, porque es turco, y él es cristiano.</p>
-
-<p>Miraba el caballo, y conocíale por haberle tenido en su poder. Así
-andaba confuso, si era o no, y llegándose a un caballero Almoradí, tío
-de la reina, le dijo:</p>
-
-<p>—Si el caballero del caballo negro es el que imagino, cierta está la
-libertad de la reina.</p>
-
-<p>El caballero Almoradí dijo:</p>
-
-<p>—¿Quién es? ¿Conoceisle por ventura?</p>
-
-<p>—Yo os lo diré después, veamos ahora cómo le va en la batalla.</p>
-
-<p>Diciendo esto, miraron a los caballeros, los cuales descubrían los
-escudos que eran muy fuertes y relucientes.</p>
-
-<p>Ahora, pues, será bien tratar de qué colores eran las ropas
-turquescas. Eran todas de paño fino de color celeste, guarnecidas con
-franjones de oro y plata: los albornoces eran de seda azul. Llevaba
-cada caballero un turbante de toca de seda, listada de oro, y hecho de
-unas lazadas curiosas. En la parte de arriba del bonete en la punta,
-puesta una media luna de oro.</p>
-
-<p>Los pendoncillos de las lanzas eran azules, y en ellos las armas de
-sus escudos, porque D. Juan Chacón llevaba en su pendoncillo una flor
-de lis de oro, y en el escudo en un cuartel de sus armas un lobo en
-campo verde, el cual parecía despedazar un moro. Encima del lobo había
-un campo azul, y en<span class="pagenum" id="Page_331">p. 331</span>
-él una flor de lis de oro, y una letra que decía: <i>Por su mal se
-devora</i>, significando que aquel lobo se comía aquel moro por el
-testimonio que a la reina había levantado.</p>
-
-<p>D. Manuel Ponce llevaba en su escudo el león de sus armas en campo
-blanco, y león dorado: no quiso aquel día poner las barras de Aragón.
-El león tenía entre las uñas un moro que estaba despedazando, y una
-letra que decía de esta suerte:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
- <div class="stanza">
- <div class="verse indent2"><i>Merece más dura muerte</i></div>
- <div class="verse indent0"><i>quien va contra la verdad,</i></div>
- <div class="verse indent0"><i>y aun es poca crueldad</i></div>
- <div class="verse indent0"><i>que un león le dé la muerte.</i></div>
- </div>
-</div>
-</div>
-
-<p>El pendoncillo, que era azul, llevaba un león de oro.</p>
-
-<p>D. Alonso de Aguilar no quiso aquel día poner ningún cuartel de
-sus armas, por ser muy conocidas: puso en su escudo un águila dorada
-en campo rojo, las alas abiertas como que volaba al cielo, y en las
-fuertes uñas llevaba una cabeza de un moro bañada en sangre, que de las
-heridas de las uñas le salía. Esta divisa del águila puso D. Alonso a
-memoria de su nombre. Llevaba una letra, que decía de esta suerte:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
- <div class="stanza">
- <div class="verse indent2"><i>La subiré hasta el cielo,</i></div>
- <div class="verse indent0"><i>porque dé mayor caída,</i></div>
- <div class="verse indent0"><i>por la maldad conocida</i></div>
- <div class="verse indent0"><i>que cometió sin recelo.</i></div>
- </div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Asimismo llevaba en el pendón de la lanza este bravo caballero el
-águila dorada, como en el escudo.</p>
-
-<p>El alcaide de los Donceles llevaba por divisa en su escudo en campo
-blanco un estoque, los filos sangrientos, la cruz de la guarnición
-era<span class="pagenum" id="Page_332">p. 332</span> dorada, en la
-punta del estoque tenía clavada una cabeza de un moro goteando sangre,
-con una letra en arábigo que decía de esta suerte:</p>
-
-<div class="poetry-container">
-<div class="poetry">
- <div class="stanza">
- <div class="verse indent2"><i>Por los filos de la espada</i></div>
- <div class="verse indent0"><i>quedará con claridad</i></div>
- <div class="verse indent0"><i>el hecho de la verdad,</i></div>
- <div class="verse indent0"><i>y la reina libertada.</i></div>
- </div>
-</div>
-</div>
-
-<p>Muy maravillados quedaron todos los caballeros circunstantes, así
-los de la una parte, como los de la otra, en ver la braveza de los
-cuatro caballeros, y más en ver las divisas de sus escudos, por las
-cuales conocieron claramente que aquellos caballeros venían al caso
-determinadamente y con acuerdo; pues las divisas y letras de sus
-escudos lo manifestaban, y que la reina los tenía apercibidos para su
-defensa; y se admiraban grandemente de que en tan pocos días vinieran
-de tan lejas tierras; pero considerando que por la mar pudieran haber
-venido en aquel tiempo, con esto no curaron más de inquirir ni saber el
-cómo y cuándo, sino ver el fin de la batalla.</p>
-
-<p>El valeroso Muza y los otros jueces se admiraron de ver aquellas
-divisas; y para gozar mejor de verlas pidió Muza un caballo, y subiendo
-en él se entró en el palenque, y mandó a un criado que le tuviese allí
-una lanza y una adarga, por si fuera menester.</p>
-
-<p>Los dos jueces se estuvieron con la reina, la cual decía:</p>
-
-<p>—Esperanza, dime, ¿conociste a aquel caballero que subió a
-hablarme?</p>
-
-<p>—Sí, señora, aquel es D. Juan Chacón, que aunque viniera más
-disfrazado, no dejara de conocerle.</p>
-
-<p>—Ahora digo —dijo la reina—<span class="pagenum" id="Page_333">p.
-333</span> que es cierta mi libertad, y el vengarme de mis enemigos.</p>
-
-<p>Malique Alabez y el animoso Gazul, y otros muchos caballeros,
-parientes y amigos de la reina, se pusieron alrededor del tablado, y
-por lo que se ofreciese.</p>
-
-<p>A este tiempo el alcaide de los Donceles empezó a picar a su
-caballo, y lozaneando se fue adonde estaban los caballeros acusadores,
-y llegando a ellos, les dijo en alta voz:</p>
-
-<p>—Decid, caballeros, ¿por qué tan sin razón habéis acusado a vuestra
-reina y señora, y habéis puesto dolo en su honra?</p>
-
-<p>Mahomad Zegrí le respondió:</p>
-
-<p>—Acusámosla por ver con nuestros ojos cometer el delito de
-adulterio, y volviendo por la honra de nuestro rey, lo manifestamos.</p>
-
-<p>El valeroso alcaide, lleno de cólera, le respondió:</p>
-
-<p>—Cualquiera que lo dijere, miente como villano, y no es caballero;
-y pues estamos en parte donde se ha de saber la verdad, apercibíos
-al momento todos los traidores a la batalla, que hoy habéis de morir
-confesando lo contrario de lo que tenéis dicho.</p>
-
-<p>Y diciendo esto D. Diego Fernández de Córdoba, terció con presteza
-su lanza, y con el encuentro de ella le dio al Zegrí tan terrible
-golpe en los pechos, que sintió bien la fuerza de su brazo, y quedó
-lastimado; y si fuera el golpe con el hierro, no hay duda sino que de
-él muriera.</p>
-
-<p>El Zegrí afrentado por ver que estaba desmentido y ofendido con el
-golpe, revolvió su caballo, y fue a herir al alcaide, el cual como
-hombre experimentado en la guerra y en escaramuzas, se retiró a un
-lado, y revolviendo sobre el moro que a él venía, comenzaron una<span
-class="pagenum" id="Page_334">p. 334</span> trabada escaramuza.</p>
-
-<p>Y visto esto, los trompeteros tocaron los instrumentos, haciendo
-señal de batalla, a la cual se movieron los demás caballeros, los unos
-contra los otros con gran furia.</p>
-
-<p>A D. Manuel le cayó en suerte Alí Hamete, a D. Alonso, Mahandón; y a
-D. Juan Chacón le tocó el fuerte Mahandín.</p>
-
-<p>Reconociendo cada uno su contrario, comenzaron una muy sangrienta
-batalla, mostrando cada uno su gran valor.</p>
-
-<p>Los moros eran muy valientes; pero poco les aprovechaba su valor,
-porque lidiaban con lo mejor de Castilla; y así andando escaramuceando
-con admirable braveza, y dándose lanzadas por las partes que podían,
-D. Juan Chacón fue herido en un muslo, de donde le salía abundancia de
-sangre; el cual como se sintió herido en los primeros encuentros, y que
-su contrario salió libre sin que llevase otra herida en recompensa,
-encendido en cólera y saña furibunda aguardó a que volviese a
-segundarle otro golpe, que entonces le embestiría con toda su furia, y
-sucedió de la misma manera que lo imaginó, porque el moro muy ufano y
-gozoso, como sintió que le había herido, volvió al cebo para tornar a
-picar en él, diciendo con grande algazara:</p>
-
-<p>—Ahora sabréis, turcos, si hay moros granadinos que puedan pelear y
-resistir a todos los caballeros del mundo.</p>
-
-<p>Y diciendo esto se venía a D. Juan, el cual estaba sobre el aviso;
-y viéndole venir derecho y con tanta fuerza, apretó las piernas al
-caballo, y con valor y furia extraña embistió al esforzado moro, y se
-encontraron los dos caballeros tan fuertemente,<span class="pagenum"
-id="Page_335">p. 335</span> que parecía haberse juntado dos montes,
-según la braveza y furia con que se acometieron.</p>
-
-<p>El caballo de D. Juan Chacón era más fuerte y furioso que el del
-contrario; y así se paró después de haberle encontrado, y el del moro
-no se pudo tener, y se cayó de ancas.</p>
-
-<p>El moro fue herido muy malamente del bote de la lanza que le dio el
-valiente D. Juan; mas no tan a su salvo, que no quedase con una pequeña
-herida, y que si entrara más el hierro, tuviera mucho peligro, por ser
-en el hueco del costado; pero no fue casi nada, porque no encarnó el
-agudo hierro.</p>
-
-<p>El bravo moro se puso en pie con muy grande presteza, y echando mano
-a su alfanje se vino derecho a desjarretar el caballo de D. Juan para
-que le derribase, y él tuviese lugar de herir a su salvo a D. Juan; y
-aunque pudiera el noble cristiano alancear al moro, por tenerle tanta
-ventaja de estar a caballo y tener enristrada la lanza, no quiso dar
-nota de sí, que se pudiera decir que peleaba con tantas ventajas; y
-así no le esperó a caballo, sino saltó de él con grande ligereza, y
-desechando la lanza, puso mano a su espada; y embrazando el escudo se
-estuvo afirmado, aguardando a su enemigo, el cual llegó, y entre los
-dos valerosos guerreros comenzaron de nuevo una batalla tan reñida, que
-causaba grima ver las centellas que saltaban de los escudos; de la cual
-refriega sacó el moro dos pequeñas heridas; y apartándose un poco para
-cobrar aliento, volvió a embestir.</p>
-
-<p>D. Juan Chacón como se vio acometer de aquella suerte, confiado en
-su fuerza,<span class="pagenum" id="Page_336">p. 336</span> y viendo
-tan cerca al moro, le tiró un golpe de revés, que le cortó el adarga
-y le hirió mortalmente en el hombro; y por muy poco cayera, porque le
-quitó el sentido: lo cual visto por el valiente D. Juan, arremetió
-a él, y le dio un encuentro con el escudo, que desapoderado de sus
-fuerzas cayó en tierra el moro; y luego le dio una cuchillada que le
-dividió una pierna de su lugar; y viendo que había alcanzado victoria
-de su enemigo, alzó los ojos al cielo, y dio gracias a nuestro Señor
-Jesucristo; y tomando un trozo de lanza, se afirmó a él, porque le daba
-gran dolor la herida del muslo; y arrimándose a una parte del palenque,
-se puso a mirar la batalla.</p>
-
-<p>Luego tocaron los músicos instrumentos de la reina, en
-reconocimiento del vencido moro, lo cual puso grande ánimo a los tres
-cristianos, y cobardía a los moros, y perdieron la esperanza de la
-victoria con tan mal presagio; y más cuando vieron dar en una ventana
-muy grandes gritos y hacer tristes llantos, y quien los daba era la
-mujer y hermanas de Mahandín viendo que con angustias mortales se
-revolcaba en su sangre.</p>
-
-<p>Los Zegríes mandaron que se quitasen de allí aquellas mujeres,
-porque no fuesen sus llantos causa de desmayo en los tres mantenedores
-del testimonio.</p>
-
-<p>Los seis caballeros se combatían con tanta ferocidad, que parecía
-que en aquel instante empezaba la batalla, haciendo tanto ruido y
-estrépito, que parecía que peleaban cincuenta caballeros.</p>
-
-<p>D. Juan Chacón sentía mucho dolor de sus heridas, en particular
-del muslo, como ya se había enfriado; y<span class="pagenum"
-id="Page_337">p. 337</span> subiendo en su caballo se puso a considerar
-si iría a ayudar a sus compañeros, o a curarse, y no se determinó a
-ninguna de las dos cosas por no ser notado; y así acordó de esperar
-el fin de la batalla, porque bien sabía que no duraría mucho, por dos
-razones; la una por la satisfacción que tenía en el valor y fortaleza
-de sus compañeros; la otra, porque peleaban con justicia y razón, y
-defendían la verdad; y así de necesidad los había de favorecer la
-fortuna.</p>
-
-<p>Peleando, pues, los caballeros con un ánimo admirable, el enojado
-Mahandón, como vio a su querido hermano Mahandín tendido en el suelo,
-lleno de sangre, y hecho pedazos, con el dolor tan grande que sentía,
-dijo a D. Alonso de Aguilar.</p>
-
-<p>—Permitid, señor caballero, que vaya a tomar venganza de aquel que
-ha muerto a mi amado hermano, y luego concluiremos vos y yo nuestra
-batalla.</p>
-
-<p>—No trabajes en vano, dijo D. Alonso; fenece conmigo la batalla,
-pues tu hermano, como buen caballero, hizo lo que pudo; y no dudes de
-verte en el mismo estado que tu hermano está, porque la sangre de los
-nobles Abencerrajes vertida sin culpa, y la inocencia de la reina están
-pidiendo justa venganza contra los que quedáis.</p>
-
-<p>Y diciendo esto le acometió con furia, y le hirió con la lanza en
-el costado, aunque no fue grande la llaga. Lo cual visto por el moro,
-revolvió contra D. Alonso, y colérico le arrojó la lanza.</p>
-
-<p>D. Alonso que la vio venir con tal presteza, por hurtar el cuerpo
-al furioso golpe, revolvió su caballo con ligereza; pero no tan<span
-class="pagenum" id="Page_338">p. 338</span> a tiempo, que no llegase
-primero la lanza, y entrándole por la una ijada del caballo, le salió a
-la otra más de media vara.</p>
-
-<p>El caballo sintiéndose mal herido con la lanza atravesada, empezó
-a dar bufidos, brincos y corcovos, que no era bastante la dureza
-del freno para que se sujetase y estuviese sosegado; y visto que no
-aprovechaba su diligencia, y que por su desgracia se le podía seguir
-algún daño irreparable, determinó de arrojarse en el suelo, aunque se
-ponía en mucho peligro, por estar su competidor a caballo; y confiando
-en Dios nuestro Señor, se arrojó de la silla quedándose en pie con su
-espada en la mano aguardando a su enemigo.</p>
-
-<p>Grande contento y alegría sintió el bando de los Zegríes y Gomeles
-en ver el estrecho en que había puesto su pariente al caballero
-extranjero, y en verle a pie le consideraban ya vencido; y como vio
-Mahandón a su contrario a pie, recibió mucho contento; y yéndose a él
-le dijo:</p>
-
-<p>—Ahora me pagaréis la muerte de mi hermano; pues me evitasteis de
-darla a quien se la dio a él.</p>
-
-<p>Y arremetió con el caballo para atropellarle, y el alfanje en la
-mano para herirle.</p>
-
-<p>D. Alonso de Aguilar era muy ligero, y se estuvo quedo, como que le
-quería aguardar; mas al tiempo que llegó dio un salto, y se apartó,
-y Mahandón pasó de largo sin hacer efecto; y revolviendo otras tres
-veces, tampoco hizo nada.</p>
-
-<p>D. Alonso le dijo:</p>
-
-<p>—Desciende de aquese caballo, si no quieres que te le mate, y te
-podrá suceder peor.</p>
-
-<p>Al moro le pareció buen consejo, y así se apeó; y embrazando<span
-class="pagenum" id="Page_339">p. 339</span> su adarga vino a D. Alonso,
-diciendo:</p>
-
-<p>—Por ventura me disteis el consejo por vuestro mal.</p>
-
-<p>—Ahora lo verás —dijo D. Alonso—, si te di el consejo fue solo
-para darte cruel muerte, justamente merecida por el daño que de tu
-testimonio se ha seguido; y conviene que los traidores salgan del
-mundo.</p>
-
-<p>Diciendo esto arremetió a Mahandón, y así entre los dos se comenzó
-una brava y dudosa batalla, porque ambos eran muy valientes y animosos
-caballeros.</p>
-
-<p>Anduvieron más de media hora hiriéndose por las partes que podían, y
-cada uno muy deseoso de vencer a su contrario.</p>
-
-<p>D. Alonso muy enojado, y cuasi corrido en ver que le duraba tanto su
-contrario, se acercó a él todo lo más que pudo, y alzando el brazo hizo
-señal de quererle herir en la cabeza: el moro acudió al reparo para
-recibir el golpe con la adarga; pero saliole incierto su reparo, porque
-no ejecutó el golpe en la cabeza, sino que rebatiendo la mano le hirió
-en el muslo izquierdo de una mala herida, que le cortó gran parte del
-hueso.</p>
-
-<p>El valiente moro que se halló burlado y tan malamente herido,
-descargó un tan desapoderado golpe encima del bonete de D. Alonso, que
-el águila fue partida por medio; y rompiendo bonete y casco fue herido
-de una pequeña herida, aunque sintió mucho tormento en la cabeza,
-porque quedó como sin sentido y aturdido del fiero golpe; y si no fuera
-de tan animoso corazón, no hay duda sino que cayera en tierra sin
-dificultad ninguna, y consiguiera su enemigo la deseada victoria: mas
-como era de corazón<span class="pagenum" id="Page_340">p. 340</span>
-fuerte, y nunca se dejó rendir de los trabajos, cobrando el cuerpo
-aquel ánimo de su corazón bizarro, y considerándose en cierta manera
-afrentado por ver que un golpe le había descompuesto su sentido; y
-encolerizado por verse herido y su rostro ensangrentado, con una cruel
-furia incomparable le tiró una estocada tan recia, que la adarga ni
-jaco fuerte no podían resistir la grande violencia de la espada, sino
-que fue todo rompido, y le metió cuatro dedos dentro del pecho al
-soberbio Mahandón; y como le cogió ya desangrado de la que le salía por
-la herida del muslo, no tuvo fuerzas para poder pelear más, y así cayó
-de espaldas.</p>
-
-<p>Así como D. Alonso vio caído a su contrario, arremetió con él para
-cortarle la cabeza, y poniéndole la rodilla en los pechos vio que
-estaba expirando; por lo cual no le quiso herir más, y levantándose dio
-en su corazón infinitas gracias a Dios por la merced tan grande que le
-había hecho; y apretándose la herida de la cabeza con el turbante, se
-atajó la sangre; y mirando por su caballo le vio muerto, y fue a coger
-el de Mahandón, y subiendo en él se fue adonde estaba D. Juan Chacón,
-el cual le abrazó, dándole el parabién del vencimiento.</p>
-
-<p>A este punto los añafiles y dulzainas de parte de la reina tocaron
-con grande alegría, lo cual causaba tristeza y melancolía a los
-Zegríes.</p>
-
-<p>Cesando la música miraron la batalla que los cuatro caballeros
-hacían, que era muy sangrienta.</p>
-
-<p>D. Manuel Ponce de León, y Alí Hamete Zegrí hacían su batalla a pie,
-respecto a que los caballos se les habían cansado<span class="pagenum"
-id="Page_341">p. 341</span> y no podían concluirla como querían, y
-andaban muy listos procurando cada uno herir al otro por donde mejor
-podía: despedazábanse las armas y la carne con los duros filos de la
-espada y cimitarra, de lo que su sangre daba verdadero testimonio.</p>
-
-<p>D. Manuel tenía dos heridas y el moro cinco; pero no por eso se vio
-en él falta de ánimo ni fuerzas, y andaba con tanto ardid intentando
-por donde podría herir a su enemigo y quedarse él reservado, haciéndole
-muchos acometimientos.</p>
-
-<p>D. Manuel le iba contra todas sus malicias, porque ya le conocía
-el modo de pelear; y así como vio que D. Juan y D. Alonso habían ya
-vencido a sus contrarios, y el alcaide de los Donceles andaba con el
-suyo muy revuelto y en punto de traerle a aquel extremo, cobró grande
-ira porque no concluía con su enemigo, y llegándose cerca de él le dio
-un golpe tan terrible en la cabeza, que, aunque acudió a repararle con
-la adarga, no soportó el todo sino alguna parte, y así fue rota con el
-fino casco, y herido en la cabeza muy mal, y aun le quitó el sentido
-y dio de manos en tierra sin poderse valer; mas volviendo en sí,
-temiéndose de su contrario, y de que no fuese causa aquella flaqueza
-para que su competidor se gloriase de conseguir la victoria, sacando
-fuerzas de pusilanimidad se levantó, procurando la venganza de la
-ofensa recibida, y levantando su cimitarra dio un desatinado y fuerte
-golpe en un hombro de D. Manuel y no hizo herida; pero la vida le costó
-el golpe al moro, porque D. Manuel le dio otra<span class="pagenum"
-id="Page_342">p. 342</span> junto a la que tenía en la cabeza, que
-desatinado cayó en tierra derramando mucha sangre, y luego murió.</p>
-
-<p>Los añafiles de parte de la reina tocaron con mucha alegría por el
-buen suceso.</p>
-
-<p>D. Manuel subió en su caballo, y se fue adonde estaban D. Alonso y
-D. Juan, los cuales le recibieron muy alegremente diciendo:</p>
-
-<p>—Gloria a Dios, que os ha escapado de las manos de aquel pagano.</p>
-
-<p>Quien en esta ocasión mirara a la hermosa reina Sultana, conociera
-muy claramente en su bello rostro la grande alegría que en su corazón
-tenía, viendo que se iban aniquilando sus enemigos, de lo cual a ella
-se le había de seguir su libertad, y díjoles a Celima y a Esperanza de
-Hita:</p>
-
-<p>—Sabéis lo que veo, que si D. Juan Chacón tiene fama de valiente
-caballero y lo es, que sus tres compañeros no lo son menos que él,
-pues con tan sobrado valor han vencido a los mejores y más valientes
-caballeros del reino de Granada.</p>
-
-<p>Esperanza la respondió:</p>
-
-<p>—¿No dije a vuestra alteza que D. Juan tenía muy principales amigos?
-Mirad si ha salido verdad lo que dije.</p>
-
-<p>—Dejemos estar eso —dijo Celima—, no lo entiendan los jueces, y
-veamos el fin del caballero que queda, que yo entiendo que no tendrá
-menos poder que los tres vencedores.</p>
-
-<p>Y mirando la batalla vieron cómo andaba muy revuelto y encendido en
-la pelea, y aunque herido y cansado, no se vio en él punto de cobardía
-ni aun imaginación.</p>
-
-<p>El valeroso moro proseguía la batalla con grande dolor y rabia,
-viendo muerto a su primo hermano y a los dos Gomeles, y él puesto<span
-class="pagenum" id="Page_343">p. 343</span> en el mismo peligro, y así
-peleaba como hombre desesperado, considerando la infamia en que había
-incurrido, y mayor por no haber salido con su intento; y con la furia
-de un loco frenético daba tajos y reveses a diestro y a siniestro, y
-fuera de orden por si acertara a darle alguna herida penetrante, de la
-cual muriera el contrario; porque ya que él fuera vencido, como los
-otros tres de su parte, no quedaran tan triunfantes matando a alguno de
-ellos; y aunque peleaba con tan grande furia y braveza, no era menos
-la del valiente alcaide de los Donceles, porque estaba muy airado con
-su enemigo; y aun porque todos sus compañeros habían alcanzado el
-lauro y gloria del vencimiento, y estaban ya descansando, le parecía
-que empezaba de nuevo la batalla, siendo su enemigo de muy grandes
-fuerzas y astucias para pelear; y considerando que le miraban y que le
-debían de juzgar por menos que sus compañeros, pues no daba fin a la
-batalla, poniendo los ojos ensañados en su contrario, apretó con toda
-fuerza las espuelas al caballo, arremetió al Zegrí, y lo mismo hizo él;
-y así se embistieron con ánimo y furia increíble; y fue tan recio el
-encuentro de los caballeros, que sin remedio hubieron de venir al suelo
-los dos sin poderse herir el uno al otro; pero apenas fueron en tierra
-cuando estuvieron en pie, y se acercaron hiriéndose cruelmente, y
-experimentando cada uno las fuerzas del contrario, porque eran furiosos
-y desatentados los golpes que se daban, mostrando cada uno la fortaleza
-de su<span class="pagenum" id="Page_344">p. 344</span> brazo y el
-ánimo del corazón.</p>
-
-<p>Verdad es que el moro andaba más orgulloso y ligero, y las heridas
-que daba casi no ofendían, por tener muy buenas armas el valiente
-alcaide; pero el golpe que el valeroso alcaide alcanzaba, rompía,
-cortaba y destrozaba tan fuertemente con la fortaleza de su brazo, que
-no daba golpe con la espada que no hiciese herida grande o pequeña.</p>
-
-<p>Lo cual visto por el valiente Zegrí, con una rabia crecida,
-confiando en sus grandes fuerzas, arremetió al alcaide por venir con
-él a los brazos, el cual se alegró mucho, y así abrazados comenzaron
-a luchar dando muchas vueltas, y haciendo cada uno lo que podía por
-derribar a su contrario; pero cada cual echaba de ver el resto de sus
-fuerzas, y así ambos trabajaban muy en balde, porque no había robles
-tan firmes como ellos.</p>
-
-<p>El Zegrí era de muy gran cuerpo y fuerzas, que parecía un jayán,
-y procuraba levantar de tierra a su enemigo para dar de golpe con él
-en el suelo, y por muchas veces que lo intentó, ninguna salió con su
-pretensión, porque parecía que tenía echadas raíces, y que era ponerse
-a arrancar un nogal de cuajo; de suerte que por mucha diligencia que
-hacía el Zegrí, era molerse en vano.</p>
-
-<p>Reconocido por el alcaide el mal pensamiento de su contrario,
-echó mano a un puñal buido, y diole tres golpes por debajo del brazo
-izquierdo, y tales, que el moro dio grandes gritos sintiéndose mal
-herido de muerte, y sacando una daga le dio al alcaide otras tres
-heridas; mas como era ancha la daga no pudo<span class="pagenum"
-id="Page_345">p. 345</span> falsear las armas mucho, y así fueron
-pequeñas.</p>
-
-<p>El valeroso alcaide le dio otra muy mala herida en la ijada
-izquierda, con la cual se acabó de rematar la sangrienta batalla,
-porque así como le dio la última, sin poderse menear cayó en el suelo
-desangrándose por las penetrantes heridas; y al tiempo que el alcaide
-vio en tierra al contrario, fue de presto y le puso una rodilla en los
-pechos, y enarbolando el invicto brazo le dijo:</p>
-
-<p>—Date por vencido, y confiesa la verdad luego, y así no te acabaré
-de matar.</p>
-
-<p>El malvado Zegrí viéndose tan mal herido y a voluntad de su
-competidor, le respondió diciendo:</p>
-
-<p>—Ya no es menester darme más heridas que las que tengo, porque esta
-postrera bastaba para echar del mundo a un tan gran traidor alevoso
-como yo; y pues me pedís, vencedor caballero, que declare la verdad, yo
-la diré: Sabrás que habiendo muerto algunos de mi linaje los del bando
-Abencerraje, y a otros afrentado, y que tanto valían con los reyes que
-no nos podíamos vengar de ellos, ordené yo mismo que fuesen perseguidos
-todos los caballeros Abencerrajes, y por mi traición fueron muertos sin
-culpa; y la reina no debe cosa ninguna de lo que yo la levanté acerca
-del adulterio de que fue acusada: esta es la verdad; llegado he a punto
-de decirla, y no hay otra cosa sino lo que he dicho: de todo lo cual
-estoy muy arrepentido, por haber visto las desgracias y muertes que en
-este tiempo han sucedido, y por la afrenta grande en que se ha visto la
-reina no siendo culpada en ninguna cosa.</p>
-
-<p>Todo lo que<span class="pagenum" id="Page_346">p. 346</span> el
-traidor Zegrí decía estaban oyéndolo muchos caballeros, así del bando
-de la reina, como de los Zegríes; y para más justificar la causa de
-la reina llamaron a los jueces para que oyesen todo lo que el Zegrí
-decía.</p>
-
-<p>Luego llegó el valeroso Muza, y los dos jueces que estaban en el
-cadalso bajaron, y entrando en el palenque tornó a referir el Zegrí lo
-dicho, y luego expiró.</p>
-
-<p>Al momento tocaron con grande alegría muchas chirimías y dulzainas
-con otros instrumentos músicos por victoria tan importante, que habían
-conseguido aquellos caballeros extranjeros de los naturales traidores;
-y cómo por ella se había sabido la verdad, y le era vuelta y restituida
-su honra a la casta e inocente reina.</p>
-
-<p>A una parte se oían las músicas y grande alegría, y a otra lloros,
-tristeza y gritos que daban las mujeres y deudos de los Zegríes
-muertos.</p>
-
-<p>Los caballeros vencedores fueron sacados del campo con muy grande
-honra, hecha por la mayor parte de los caballeros que eran del bando de
-la reina.</p>
-
-<p>Y de esta suerte los victoriosos caballeros llegaron a la reina que
-ya estaba dentro de la litera en que había venido, y la preguntaron si
-había otra cosa que hacer en aquel caso, o en otro cualquiera que fuese
-de su gusto o de necesidad.</p>
-
-<p>La reina dijo que para la satisfacción entera de su honra bastaba lo
-que habían hecho, y que recibiría mucho contento en que se quisiesen ir
-con ella para ser curados de sus heridas.</p>
-
-<p>Los caballeros aceptaron el ruego de la reina, y así salieron de la
-plaza llevando la<span class="pagenum" id="Page_347">p. 347</span>
-música de añafiles delante, con mucho contento y alegría.</p>
-
-<p>Todo lo cual era al contrario en los mal intencionados Zegríes
-y Gomeles, porque con tristes llantos sacaron del palenque los
-destrozados cuerpos de sus parientes, y estuvieron determinados de
-romper con su contrario bando, y procurar dar muerte a los extranjeros
-vencedores; y no se determinaron, por entonces, porque de allí adelante
-hubo entre ellos bandos y pasiones mayores que hasta entonces habían
-tenido, como adelante lo diremos.</p>
-
-<p>Los caballeros cristianos llegaron a la posada de la reina, y
-todos los demás caballeros; y los vencedores fueron curados con gran
-diligencia de cirujanos, y ellos pusieron sus armas junto a sí, por si
-algo sucediera.</p>
-
-<p>Y aquella noche después de haber cenado, la reina, Celima y
-Esperanza fueron a visitar a los cuatro caballeros cristianos; y
-después de haber hablado de los trabajos en que se había visto aquella
-ciudad, y de la muerte injusta de los Abencerrajes, la reina se llegó
-un poco más al lecho de D. Juan Chacón, y sentándose le dijo:</p>
-
-<p>—El alto y poderoso Jesucristo, y su bendita Madre que le parió sin
-dolor, quedando Virgen por divino misterio, os den salud entera y vida
-larga, y os paguen la buena obra, que a esta triste y desconsolada
-reina habéis hecho habiéndome librado de una muerte tan infame y
-afrentosa; mas fue la voluntad de Dios de librarme, y que vos fueseis
-el instrumento de mi libertad; y así os quedo obligada mientras la vida
-me durare, la cual gastaré en vuestro servicio. Deseo ya verme<span
-class="pagenum" id="Page_348">p. 348</span> cristiana para servir a
-Dios y a su Santísima Madre y a vos, y creedme que la mayor parte de
-los caballeros de esta ciudad están deseosos de verse ya cristianos,
-y no aguardan sino que el rey D. Fernando comience la guerra, y está
-así concertado desde que se fueron los caballeros Abencerrajes; por
-tanto así como lleguéis, dad orden a vuestro rey para que ponga en
-ejecución la guerra contra este reino, y os ruego que me digáis quién
-son esos tres caballeros a quien soy obligada, porque sepa a quién he
-de servir.</p>
-
-<p>—Excelente señora —dijo D. Juan—, los caballeros que a mí me han
-hecho merced y a vos servido, son D. Alonso de Aguilar, el gran
-D. Manuel Ponce de León, y el otro D. Diego Fernández de Córdoba,
-caballeros de grande estima, que ya tendréis noticia de ellos.</p>
-
-<p>—Sí tengo —respondió la reina—, que muchas veces han entrado en
-la Vega, y han hecho cabalgadas de ganados y buenas presas, y son
-conocidos por sus hechos y nombres, aunque ahora no han sido conocidos
-por el disimulo del traje turquesco, y ha sido buen pensamiento; y pues
-son de tan gran valor, será justo que les hable y dé las gracias del
-bien que por su causa me ha redundado.</p>
-
-<p>Diciendo esto la reina Sultana fue donde estaban los tres
-caballeros, y a todos, y a cada uno de por sí les dio muchas gracias
-por el favor que le tenían hecho, y que confiaba en Dios que algún día
-les serviría en algo.</p>
-
-<p>El alcaide de los Donceles respondió en nombre de todos:</p>
-
-<p>—Vuestra alteza le dé esas gracias y mercedes al<span
-class="pagenum" id="Page_349">p. 349</span> señor D. Juan, que nosotros
-poco es lo que hemos hecho, según lo mucho que os deseamos y debemos
-servir.</p>
-
-<p>—Muchas mercedes, señores caballeros, por el nuevo ofrecimiento, que
-es para más obligarme a serviros, y reagravar la deuda tan grande que
-os tengo. Dios os pague lo que habéis hecho por mí, y dé vida para que
-pueda pagar alguna cosa de lo mucho que os debo; y porque parece que es
-hora de reposar y descansar, yo me quiero ir a recoger para dar orden a
-lo que conviene para vuestro regalo.</p>
-
-<p>Con aquesto se fue la reina, y habló con su tío Moraicel, y le
-dijo que estaba recelosa de que viniesen a tomar venganza los Zegríes
-y Gomeles en los cuatro caballeros, por la muerte de los cuatro
-traidores; que pusiesen algún remedio.</p>
-
-<p>Y pareciéndole buen consejo, fue a dar parte de ello a Muza, el cual
-puso cien caballeros de guarda en la casa, los cuales estuvieron toda
-la noche con gran cuidado.</p>
-
-<p>Fue muy acertado el parecer de la reina, porque los Zegríes y
-Gomeles tenían concertado de cercar la casa, y dar muerte violenta a
-los caballeros vencedores; y como vieron tanta guarda, y conociendo que
-no podrían salir con su intento, desistieron de su propósito; y más
-cuando supieron que el valeroso Muza había puesto aquellos caballeros,
-lo sintieron de manera que se les comía el corazón de envidia, por
-ver con las veras que acudía Muza a los cuidados de la reina, y no se
-atrevieron a irle a la mano porque le temían.</p>
-
-<p>Venida la mañana se fue la gente de guardia,<span class="pagenum"
-id="Page_350">p. 350</span> y los cuatro caballeros determinaron de
-irse, porque no los echase menos el rey D. Fernando; y así pidieron
-licencia a la reina para partirse a la corte de su rey, porque les
-importaba que no supiese la ausencia que habían hecho.</p>
-
-<p>—¿Pues cómo, señores, dijo la reina, estando tan lastimados,
-cansados y heridos os queréis poner en camino tal? No lo tengo de
-consentir: ¿por ventura os falta cosa alguna, o la deseáis?</p>
-
-<p>—No uno ni otro —respondió D. Juan Chacón—, porque donde está
-vuestra alteza no hay que desear nada; pero importa irnos por lo que he
-dicho.</p>
-
-<p>—Pues que así es —dijo la reina—, tornaos a curar, e id vuestro
-viaje con la bendición de Dios; y por él os ruego no me olvidéis, y
-suplicad a vuestro rey que comience la guerra contra Granada, porque a
-todos los que tienen deseo firme de ser cristianos, se les cumpla.</p>
-
-<p>Los caballeros se lo prometieron así. La reina mandó llamar a los
-cirujanos; y curados, se armaron, y despidiéndose de la reina y Celima,
-Esperanza y de Moraicel, se partieron quedando llorando la reina la
-ausencia de tan buenos caballeros.</p>
-
-<p>Muza, Malique Alabez y Gazul, que supieron que los caballeros
-extranjeros se iban de Granada, les salieron a prevenir un grande
-acompañamiento con más de doscientos moros, a más de media legua la
-vuelta de Málaga.</p>
-
-<p>Pero así como los moros se despidieron de ellos, tomaron la vía
-de Castilla, y caminaron a grande priesa; y entrando en tierra de
-cristianos, supieron cómo los Reyes Católicos estaban en Écija: ellos
-fueron a Talavera,<span class="pagenum" id="Page_351">p. 351</span>
-y hallaron a sus criados que los esperaban para que siguiesen la
-corte.</p>
-
-<p>Allí estuvieron ocho días curándose muy secretamente, y estando ya
-mejores se partieron para Écija; y en llegando, pidiendo licencia al
-rey D. Fernando para irse a sus tierras, se la dio; y llegados a sus
-patrias, ellos y otros caballeros dieron orden de ganar a la ciudad de
-Alhama, llevando para ello la prevención conveniente, porque era muy
-fuerte; y siendo juntos muchos y principales caballeros la cercaron y
-combatieron por todas partes.</p>
-
-<p>Donde los dejaremos combatiendo, por decir lo que pasó en la
-ciudad de Granada en este medio y sazón, y también porque a mí no
-toca escribir lo que pasó en aquesta guerra de Alhama, que no hace al
-intento, ni propósito mío.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch16">
- <h2 class="nobreak">CAPÍTULO XVI.</h2>
- <p class="subh2h"><i>De lo que pasó en Granada, y cómo se volvieron
- a refrescar los bandos de ella, y la prisión del rey Mulahacén en
- Murcia, y la del rey Chico en Andalucía, y de otras cosas.</i></p>
-</div>
-
-<p><span class="cap">G</span>rande fue la tristeza y desconsuelo que
-la reina Sultana sentía por la ausencia de sus defensores caballeros,
-y de buena voluntad fuera en su compañía, que temía el alboroto de la
-ciudad; y si su dolor y tristeza fue grande, más excesivo fue el de los
-Zegríes y Gomeles y los demás de su bando por causa de los caballeros
-que en la cruel batalla murieron, y porque los<span class="pagenum"
-id="Page_352">p. 352</span> agresores se fueron sin que de ellos se
-tomase venganza, y porque se sentían muy afrentados y corridos por las
-cosas pasadas; pero con disimulación aguardaban ocasión para ejecutar
-su deseo.</p>
-
-<p>Digamos ahora del rey Chico, el cual como supo la muerte de los
-acusadores de su mujer la reina, y la confesión que había hecho el
-malvado Zegrí en su disculpa, descubriendo la pésima y horrible maldad;
-enojado de sí mismo, no sabía qué hacerse.</p>
-
-<p>Poníasele delante la culpa de su ceguedad, y la muerte tan sin culpa
-de los nobles Abencerrajes; la grande deshonra en que había puesto a
-la reina, el destierro injusto que hizo cumplir a los Abencerrajes, y
-cómo por su causa se habían tornado cristianos y a él le aborrecía toda
-Granada, y cómo estaban amotinados y conjurados contra él, y hasta su
-padre le procuraba quitar el reino, y aun la vida. Imaginando en estas
-cosas y otras muchas venía a perder el juicio.</p>
-
-<p>Maldecía a los Zegríes y Gomeles, porque le habían dado tan malos
-consejos, y a él porque los había recibido.</p>
-
-<p>Llorando todas estas desventuras se tenía por el rey más desdichado
-de todo el mundo, y no osaba parecer de vergüenza o de temor; por lo
-cual no le visitaban los Zegríes y Gomeles.</p>
-
-<p>Bien se holgara el reyecillo de que su amada Sultana quisiera volver
-a su amistad; mas era imaginación y trabajo muy en vano, porque aunque
-ella quisiera, cuanto más que no estaba de ese parecer, sus deudos
-no lo consintieran; y con todo esto pidió a Muza que desenojase a la
-reina, y alcanzase de ella el<span class="pagenum" id="Page_353">p.
-353</span> perdón, y la dijese cuán arrepentido estaba, y que viniese a
-hacer vida con él.</p>
-
-<p>Muza pidió a la reina y a sus parientes todo lo que el rey Chico le
-había pedido, y no fue posible alcanzar alguna cosa de lo que pedía; y
-así volvió, y dio al rey la respuesta que había dado la reina.</p>
-
-<p>Con esto el rey se deshacía en pena; mas consolábase con que había
-de procurar traer a su amistad a todos los caballeros que pudiese, y a
-los ciudadanos y gente plebeya, para irse apoderando de toda la ciudad;
-y así iba adquiriendo amigos, y a todos les pedía perdón diciéndoles
-que él había sido mal aconsejado, y aunque habían pagado su delito
-los promovedores y consejeros, que ellos verían la enmienda que tenía
-de allí adelante, y que lo sucedido le había de ser escarmiento para
-mientras viviera, como lo verían, y el tratamiento que haría a sus
-vasallos; y como era heredero forzoso del reino, muchos grandes le
-obedecían con toda la más gente común.</p>
-
-<p>Nunca pudo reducir a su obediencia a ninguno de los Almoradís,
-Marines, Alabeces, Gazules, Venegas ni Aldoradines, que estos seis
-linajes seguían la parte del rey viejo, y la de su hermano el infante
-Abdalí.</p>
-
-<p>En este tiempo el rey Mulahacén, como hombre valeroso, no habiendo
-perdido sus bríos y braveza de corazón, ordenó de hacer una entrada
-en el reino de Murcia, y así juntando mucha y muy lucida gente,
-prometiendo buenos sueldos a los de a caballo y de a pie, salió de
-Granada llevando consigo dos mil hombres de a pie y de a caballo, y
-se<span class="pagenum" id="Page_354">p. 354</span> fue a la ciudad
-de Vera, y tomando el camino de la costa, por dejar a Lorca, salió a
-los Almazarrones, y de allí fue a Murcia, y recorrió todo el campo de
-Sangonera, cautivando mucha gente.</p>
-
-<p>D. Pedro Fajardo, adelantado del reino de Murcia, salió con la más
-lucida gente que pudo a resistir al moro, que andaba corriendo el
-campo con gran pujanza; y encima de las lomas del Azul, día de San
-Francisco, se rompió la batalla entre moros y cristianos, la cual fue
-muy sangrienta y reñida; mas fue Dios servido, por intercesión del
-bienaventurado Santo, que D. Pedro Fajardo con la gente de Murcia,
-mostrando grandísimo valor, venció a los moros, y desbarató y prendió
-al rey.</p>
-
-<p>Viéndose desbaratados los moros, huyendo volvieron a Granada, donde
-se supo la prisión del rey Mulahacén y pérdida de todo su campo, lo
-cual se sintió en toda la ciudad, si no fue el infante Abdalí que se
-holgó mucho de la prisión del rey su hermano, porque por allí entendió
-alzarse con todo el reino, y así escribió al adelantado D. Pedro que le
-hiciese merced de tenerle al rey su hermano preso hasta que muriese, y
-que por ello le daría las villas de Vélez el Blanco y el Rubio, Xiquena
-y Tirieza.</p>
-
-<p>Mas el adelantado, considerando la traición que el infante quería
-hacer, no quiso aceptar su oferta, antes dejó ir libremente al rey y
-a los que con él fueron cautivos; el cual como llegó a Granada halló
-a Abdalí apoderado del Alhambra, diciendo que su hermano se la había
-dejado en guarda.</p>
-
-<p>Mulahacén<span class="pagenum" id="Page_355">p. 355</span> muy
-enojado de esto, y más por la traición que le quiso hacer, se retiró en
-el Albaicín, adonde él y su mujer estuvieron muchos días.</p>
-
-<p>La madre de Mulahacén, vieja de ochenta años, habiendo visto la
-liberalidad del adelantado, le envió diez mil doblas, el cual no las
-quiso recibir; y le envió a decir que se las diese a su hijo para que
-hiciese guerra a su hermano.</p>
-
-<p>Visto que no había querido recibir los dineros, le envió ciertas
-joyas muy ricas y doce poderosos caballos enjaezados, todo lo cual
-recibió D. Pedro Fajardo.</p>
-
-<p>A pocos días se volvieron al Alhambra, porque su hermano se la dejó
-libre, entendiendo que el rey no sabía nada de las cartas que le había
-enviado a D. Pedro Fajardo.</p>
-
-<p>Mulahacén disimuló aquel negocio, y lo guardó para su tiempo, mas
-indignado contra su hermano y contra los que le fueron favorables, y
-todavía le dejó la administración del gobierno.</p>
-
-<p>A este Mulahacén le llamaron el Zagal, y Gadabli; mas su nombre
-propio y más usado era el de Mulahacén.</p>
-
-<p>Esta batalla y prisión de este Mulahacén escribió el moro cronista
-de este libro, y yo doy fe que en la iglesia mayor de Murcia, en
-la capilla de los marqueses de los Vélez, hay una tabla encima del
-sepulcro de D. Pedro Fajardo, en la cual se cuenta el suceso de aquesta
-batalla.</p>
-
-<p>Volviendo a nuestro propósito, el rey Mulahacén muy enojado por lo
-que el gobernador su hermano había hecho, hizo un día su testamento
-diciendo: «Que en fin de sus días fuese su hijo heredero del reino, y
-que echase de él al infante su hermano, y a todos<span class="pagenum"
-id="Page_356">p. 356</span> los de su bando.» Esto decía, porque
-seguían al infante Abdalí muchos caballeros Almoradís y Marines, los
-cuales sustentaban la parte del infante.</p>
-
-<p>Por este testamento hubo después en Granada muchos alborotos, y
-entre los ciudadanos guerras civiles, como después de esto sucedieron;
-pues estando el rey Mulahacén en el Alhambra, y Granada, como de antes
-solía, debajo de la gobernación de dos reyes y un gobernador, no por
-eso dejaron los Almoradís de buscar modos y maneras para que totalmente
-el rey Chico fuese privado del reino; mas no podían hallar ninguna
-comodidad que buena fuese, respecto que los Zegríes y Gomeles estaban
-de su parte con otros muchos caballeros que reconocían que aquel era
-finalmente el heredero del reino; pero no por esto dejaban de buscar
-asechanzas y mil ocasiones tío contra sobrino, y sobrino contra tío;
-pero como el rey Chico estaba odiado de los más principales caballeros,
-no pudo salir por entonces con su intención en nada, ni pudo expeler
-a su tío del cargo que tenía, y así aguardaba tiempo para ejecutar su
-intención; y por alegrarse un día se paseaba por la ciudad con otros
-principales caballeros, por dar alivio a sus penas, rodeado de sus
-Zegríes y Gomeles, y le vino una muy triste nueva: cómo los cristianos
-habían ganado la ciudad de Alhama; con la cual embajada hubiera el rey
-de perder el sentido, así por perder aquella ciudad como por el peligro
-que tenía Granada de ser cada día corrida de cristianos.</p>
-
-<p>Tanto fue su sentimiento que al mensajero<span class="pagenum"
-id="Page_357">p. 357</span> que trajo la nueva le mandó matar; y
-subiéndose al Alhambra lloró la pérdida de su ciudad, y mandó tocar
-añafiles y trompetas de guerra para que con muy gran presteza se
-juntase toda la gente, y fuera al socorro de la ciudad de Alhama.</p>
-
-<p>La gente de guerra se juntó toda al belicoso son de las trompetas,
-y preguntándole al rey que para qué los mandaba juntar, respondió que
-para socorrer a Alhama, que la habían ganado los cristianos.</p>
-
-<p>Entonces un alfaquí viejo le dijo:</p>
-
-<p>—Por cierto que se emplea muy bien tu desventura en haber perdido
-a Alhama; y merecías perder todo el reino, pues mataste a los nobles
-caballeros Abencerrajes, y a los que quedaban mandaste desterrar del
-reino; por lo cual se tornaron cristianos, y ellos propios son los que
-te hacen la guerra. Acogiste a los Zegríes que eran de Córdoba, y te
-has fiado de ellos; pues ahora irás al socorro de Alhama, y di a los
-Zegríes que te favorezcan en semejante desventura como esta.</p>
-
-<p>Por esta embajada que al rey Chico le vino de la pérdida de Alhama,
-y por lo que este moro alfaquí le dijo, y por la muerte de los
-Abencerrajes, se dijo aquel romance antiguo tan doloroso para el rey,
-que dice en arábigo, traducido al castellano, de esta manera:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Paseábase el rey moro</p>
- <p class="i0">por la ciudad de Granada</p>
- <p class="i0">desde la puerta de Elvira</p>
- <p class="i0">hasta la de Vivarrambla.</p>
- <p class="i2">Cartas le fueron venidas</p>
- <p class="i0">que Alhama era ganada:</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_358">p. 358</span>las cartas echó en el fuego,</p>
- <p class="i0">y al mensajero maltrata.</p>
- <p class="i2">Descabalga de una mula</p>
- <p class="i0">y en un caballo cabalga;</p>
- <p class="i0">por el Zacatín arriba</p>
- <p class="i0">subido se ha al Alhambra.</p>
- <p class="i2">Cuando en el Alhambra estuvo,</p>
- <p class="i0">al mismo tiempo mandaba</p>
- <p class="i0">que le toquen sus trompetas,</p>
- <p class="i0">los añafiles de plata,</p>
- <p class="i2">Y que las cajas de guerra</p>
- <p class="i0">apriesa toquen al arma,</p>
- <p class="i0">porque la oigan sus moros,</p>
- <p class="i0">los de la Vega y Granada.</p>
- <p class="i2">Los moros que el son oyeron,</p>
- <p class="i0">y al sangriento Marte llama,</p>
- <p class="i0">de uno a uno, y dos a dos,</p>
- <p class="i0">juntádose ha gran batalla.</p>
- <p class="i2">Allí salió un moro viejo</p>
- <p class="i0">y desta manera hablara:</p>
- <p class="i0">«¿Para qué nos llamas, rey;</p>
- <p class="i0">para qué es esta llamada?»</p>
- <p class="i2">«Habéis de saber, amigos,</p>
- <p class="i0">una nueva desdichada,</p>
- <p class="i0">que cristianos de braveza</p>
- <p class="i0">ya nos han ganado a Alhama.»</p>
- <p class="i2">Allí habló un alfaquí</p>
- <p class="i0">de barba crecida y cana:</p>
- <p class="i0">«Bien se te emplea, buen rey;</p>
- <p class="i0">buen rey, bien se te empleaba;</p>
- <p class="i2">Mataste los Bencerrajes</p>
- <p class="i0">que eran la flor de Granada,</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_359">p. 359</span>acogiste advenedizos</p>
- <p class="i0">de Córdoba la nombrada.</p>
- <p class="i2">Pos eso mereces, rey,</p>
- <p class="i0">una pena bien doblada,</p>
- <p class="i0">que te pierdas tú y tu reino,</p>
- <p class="i0">y que se pierda Granada.»</p>
-</div>
-
-<p>Este romance se hizo en arábigo en aquella ocasión de la pérdida de
-Alhama, el cual era muy doloroso, y tanto que vino a vedarse en Granada
-que no le cantasen, porque cada vez que le cantaban en cualquiera parte
-provocaba a llanto y dolor: después se cantó en lengua castellana de la
-misma manera, que decía:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Por la ciudad de Granada</p>
- <p class="i0">el rey moro se pasea;</p>
- <p class="i0">desde la calle de Elvira</p>
- <p class="i0">llegaba a la plaza Nueva.</p>
- <p class="i2">Cartas le fueron venidas,</p>
- <p class="i0">que le dan muy mala nueva,</p>
- <p class="i0">que habían ganado a Alhama</p>
- <p class="i0">con batalla y gran pelea.</p>
- <p class="i2">El rey con aquestas cartas</p>
- <p class="i0">grande enojo recibiera,</p>
- <p class="i0">al moro que se las trajo</p>
- <p class="i0">mandó cortar la cabeza.</p>
- <p class="i2">Las cartas hizo pedazos</p>
- <p class="i0">con la saña que le ciega,</p>
- <p class="i0">descabalga de una mula</p>
- <p class="i0">y cabalga en una yegua.</p>
- <p class="i2">Por la calle el Zacatín</p>
- <p class="i0">al Alhambra se subiera;</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_360">p. 360</span>trompetas mandó tocar</p>
- <p class="i0">y las cajas de pelea,</p>
- <p class="i2">Porque lo oyeran los moros</p>
- <p class="i0">de Granada y de la Vega,</p>
- <p class="i0">uno a uno, dos a dos,</p>
- <p class="i0">grande escuadrón se hiciera.</p>
- <p class="i2">Cuando los tuviera juntos</p>
- <p class="i0">un moro allí le dijera:</p>
- <p class="i0">«¿Para qué nos llamas, rey,</p>
- <p class="i0">con trompa y cajas de guerra?»</p>
- <p class="i2">«Habéis de saber, amigos,</p>
- <p class="i0">que tengo una mala nueva,</p>
- <p class="i0">que la mi ciudad de Alhama</p>
- <p class="i0">ya del rey Fernando era.</p>
- <p class="i2">Los cristianos la ganaron</p>
- <p class="i0">con muy crecida pelea.»</p>
- <p class="i0">Allí habló un alfaquí,</p>
- <p class="i0">desta manera dijera.</p>
- <p class="i2">«Bien se te emplea, buen rey;</p>
- <p class="i0">buen rey, muy bien se te emplea,</p>
- <p class="i0">mataste los Bencerrajes</p>
- <p class="i0">que eran la flor desta tierra;</p>
- <p class="i2">Acogiste a advenedizos</p>
- <p class="i0">que de Córdoba vinieran;</p>
- <p class="i0">y así mereces, buen rey,</p>
- <p class="i0">que todo el reino se pierda.»</p>
-</div>
-
-<p>Pues volviendo al caso, así como el rey juntó gran copia de
-gente, al punto sin poner en ello dilación, salió de Granada para ir
-al socorro de Alhama, imaginando que la había de remediar; mas su
-cuidado y trabajo fue en vano, porque cuando llegó a Alhama ya los
-cristianos<span class="pagenum" id="Page_361">p. 361</span> estaban
-apoderados de la ciudad y del castillo, y de todas sus torres y
-fortalezas; pero con todo eso hubo una muy grande escaramuza entre
-moros y cristianos: allí murieron más de treinta Zegríes a manos de los
-cristianos Abencerrajes, que allí había más de cincuenta que estaban a
-la orden del marqués de Cádiz.</p>
-
-<p>Finalmente, por el gran valor y esfuerzo de los caballeros
-cristianos fueron desbaratados los moros: lo cual visto por el rey de
-Granada, se volvió sin hacer en aquella ocasión cosa de provecho.</p>
-
-<p>Así como llegó a Granada volvió a hacer más gente y en más cantidad,
-y volvió sobre Alhama, y una noche secretamente la hizo echar
-escalas y entraron dentro algunos moros; y así como fueron sentidos
-de cristianos, tocaron al arma y pelearon con los moros que habían
-entrado, y los mataron y se pusieron a la defensa.</p>
-
-<p>Y viendo el rey que trabajaba en vano, se volvió muy triste, y envió
-por el alcaide de Alhama para degollarle, que se había retirado a Loja
-a su fortaleza.</p>
-
-<p>Los mensajeros del rey, presentando los recados que llevaban para
-prenderle, le prendieron y le dijeron como le mandaba cortar la cabeza
-y llevarla a Granada, y ponerla encima de las puertas del Alhambra,
-porque fuese a él castigo y a otros temor, pues había perdido una
-fuerza tan importante.</p>
-
-<p>Y siendo preso, dijo el alcaide que él no tenía culpa de aquella
-pérdida, que el rey le había dado licencia para ir a Antequera a bodas
-de una hermana suya, que el alcaide Rodrigo de Narváez la casaba con un
-caballero, y que<span class="pagenum" id="Page_362">p. 362</span> ocho
-días le habían dado de término más que los que había pedido, y que a él
-le pesaba mucho de la pérdida de Alhama, porque si el rey la perdía, él
-había perdido sus hijos, mujer y hacienda.</p>
-
-<p>No bastó esta disculpa que dio el alcaide, y así le llevaron a
-Granada y le cortaron la cabeza; y por esto se hizo el siguiente</p>
-
-<p class="centra mt15">ROMANCE.</p>
-
-<div class="poem ml7 mb1 mt1">
- <p class="i2">Moro alcaide, moro alcaide,</p>
- <p class="i0">el de la bellida barba,</p>
- <p class="i0">el rey te manda prender</p>
- <p class="i0">por la pérdida de Alhama;</p>
- <p class="i2">Y cortarte la cabeza</p>
- <p class="i0">y ponerla en el Alhambra,</p>
- <p class="i0">porque a ti sea castigo,</p>
- <p class="i0">y otros tiemblen en mirarla;</p>
- <p class="i2">Pues perdiste la tenencia</p>
- <p class="i0">de una ciudad tan preciada.</p>
- <p class="i0">El alcaide respondía,</p>
- <p class="i0">desta manera les habla:</p>
- <p class="i2">«Caballeros, y hombres buenos</p>
- <p class="i0">los que regís a Granada,</p>
- <p class="i0">decid de mi parte al rey</p>
- <p class="i0">como no le debo nada.</p>
- <p class="i2">Yo me estaba en Antequera</p>
- <p class="i0">en bodas de una mi hermana;</p>
- <p class="i0">mal fuego queme las bodas</p>
- <p class="i0">y quien a estas me llevara,</p>
- <p class="i2">El rey me dio la licencia</p>
- <p class="i0">que yo no me la tomara;</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_363">p. 363</span>pedila por quince días,</p>
- <p class="i0">diómela por tres semanas.</p>
- <p class="i2">De haberse Alhama perdido</p>
- <p class="i0">a mí me pesa en el alma,</p>
- <p class="i0">que si el rey perdió su tierra,</p>
- <p class="i0">yo perdí mi honra y fama:</p>
- <p class="i2">Perdí una hija doncella,</p>
- <p class="i0">que era la flor de Granada;</p>
- <p class="i0">el que la tiene cautiva</p>
- <p class="i0">marqués de Cádiz se llama.</p>
- <p class="i2">Cien doblas le doy por ella,</p>
- <p class="i0">no me las estima en nada:</p>
- <p class="i0">la respuesta que me han dado</p>
- <p class="i0">es, que mi hija es cristiana,</p>
- <p class="i2">Y por nombre le habían puesto</p>
- <p class="i0">Doña María de Alhama:</p>
- <p class="i0">el nombre que ella tenía</p>
- <p class="i0">mora, Fátima se llama.»</p>
- <p class="i2">Diciendo esto el alcaide</p>
- <p class="i0">lo llevaron a Granada,</p>
- <p class="i0">y siendo puesto ante el rey,</p>
- <p class="i0">la sentencia le fue dada,</p>
- <p class="i2">Que le corten la cabeza,</p>
- <p class="i0">y la lleven al Alhambra:</p>
- <p class="i0">se ejecutó la sentencia,</p>
- <p class="i0">así como el rey lo manda.</p>
-</div>
-
-<p>Pues habiéndose hecho esta justicia del alcaide de Alhama, se
-comenzó a tratar entre todos los caballeros que el tío del rey saliese
-con la gente de su bando a tomar venganza de la pérdida de Alhama, o a
-buscar otras ocasiones para vengarse de los cristianos; a lo cual el
-tío<span class="pagenum" id="Page_364">p. 364</span> les respondió que
-harto hacía en guardar la ciudad y tenerla en paz, y que por esta causa
-no salían él ni los de su bando de ella.</p>
-
-<p>Tratando en estas cosas todos los caballeros que estaban a la
-obediencia del rey Chico, dijeron que de ley de razón al hijo se
-le debía la corona, y no al hermano, y que guardar esta ley era de
-caballeros nobles; y como esto se considerase, todos los más linajes
-le dieron la obediencia al rey Chico, así como Gazules, Aldoradines,
-Venegas, Alabeces; y los de este bando, que eran enemigos de los
-Zegríes, no atendieron a enemistades pasadas, pudiendo más la razón
-que el rencor, y más la nobleza que la malicia; de tal suerte, que con
-el tío del rey Chico no quedaron sino Almoradís, Marines y algunos
-caballeros y gente ciudadana.</p>
-
-<p>Pues todos estos, como hemos dicho, decían, que el infante Abdalí
-saliese a buscar algunas ocasiones contra cristianos, de suerte que se
-vengase la toma de Alhama, y que no estuviese arrinconado, como hombre
-inútil y de poco valor, pues pretendía tener cetro y corona.</p>
-
-<p>A todo esto respondía el infante lo que habéis oído, y que él
-quería guardar a Granada, que era de más importancia que ir a buscar
-cristianos a sus casas: lo mismo decían los Almoradís y Marines; y a
-cerca de esto Malique Alabez, lleno de cólera y saña, les dijo:</p>
-
-<p>—Que eran cobardes y ruines, y que no hacían a ley de caballeros
-en no salir a buscar cristianos con quien pelear, y querer por fuerza
-hacer rey a quien no lo merecía por su persona, ni le venía de
-derecho.</p>
-
-<p>Los<span class="pagenum" id="Page_365">p. 365</span> Almoradís
-oyendo estas palabras pusieron mano a las armas contra los Alabeces, y
-ellos también. Los Gazules no se holgaron viendo este acontecimiento;
-y así pusieron mano en las armas y dieron en los Almoradís y Marines,
-de suerte que en poco tiempo mataron más de treinta de ellos, y los
-Almoradís mataron muchos Gazules y Alabeces.</p>
-
-<p>De tal manera se revolvieron los bandos unos con otros que se ardía
-Granada y se derramaba mucha sangre de ambas partes; mas siempre
-llevaron lo peor los Almoradís y Marines, aunque tenían de su parte
-gran copia de la gente común, y otros linajes de caballeros; y tan
-mal les fue que se hubieron de retirar todo lo mejor que pudieron al
-Albaicín.</p>
-
-<p>Los dos reyes salieron cada uno a favorecer su parte; y si no fuera
-por los alfaquíes, y por muchos señores que se pusieron por medio,
-perecieran, y también porque Muza con mucha gente de a caballo fue
-apaciguando la pendencia; y no sabía contra quien fuese, porque el
-rey Chico era su hermano, y el infante su tío; pero considerando que
-derechamente era el reino de su hermano, era más de su bando.</p>
-
-<p>Este día hubo tan grande revuelta que fue causa para que el furor
-del amotinado pueblo cesase, y se reconciliasen en amistad; y así se
-hizo un crecido escuadrón de gente de a caballo y de a pie.</p>
-
-<p>Y como el rey Chico los viese con tan grande voluntad de ir a
-pelear contra los cristianos, propuestos de morir o vengar la pérdida
-de Alhama, salió de Granada con ellos, yendo<span class="pagenum"
-id="Page_366">p. 366</span> con acuerdo de no detenerse hasta entrar
-bien adentro de Andalucía, y hacer una gran cabalgada, o rendir alguna
-fuerza de cristianos; y con este propósito marcharon hasta llegar legua
-y media de Lucena, donde el rey mandó hacer de toda su gente tres
-batallas: la una tomó él a su cargo, y la otra dio a un alguacil mayor,
-y la otra a un capitán de Loja, llamado Aliatar, y todos corrieron la
-tierra e hicieron una muy gran presa.</p>
-
-<p>Esta corrida de los moros se supo en Lucena, Baena y Cabra; y así
-salió el conde de ella, y el valiente alcaide de los Donceles con mucha
-gente, y pelearon con los moros; los cuales como vieron venir tal
-tropel de cristianos, juntaron sus tres batallas y pusieron enmedio la
-cabalgada.</p>
-
-<p>Los valientes andaluces dieron en los moros de tal forma que, aunque
-se defendieron con gran valor, fueron desbaratados, y junto al arroyo
-del puerco, que otros llaman el arroyo de Martín González, fue preso el
-rey de Granada y otros muchos con él. Los moros que escaparon fueron
-huyendo la vuelta de Granada. El rey fue llevado a Baena, y de allí a
-Córdoba, para que le viese el rey D. Fernando.</p>
-
-<p>Fuéronle enviados mensajeros al rey Católico para que tratase de
-rescate del rey Chico; y sobre si se rescataría, o no, hubo muchas
-diferencias entre los del consejo y grandes de Castilla.</p>
-
-<p>Al fin se acordó de darle libertad con que fuese vasallo del rey
-D. Fernando; y así juró, de ser leal y fiel con que le diese su favor
-y ayuda para conquistar algunos lugares que no le querían obedecer,
-sino<span class="pagenum" id="Page_367">p. 367</span> a su padre.</p>
-
-<p>El rey D. Fernando lo prometió así; y le dio cartas para todos los
-capitanes cristianos que estaban en las fronteras de Granada, para
-que le ayudasen en lo que el rey Chico quisiese, y que a los moros
-que quisiesen ir a labrar tierras fuera de Granada, no se les hiciese
-perjuicio.</p>
-
-<p>Y habiendo asentado y jurado todo lo dicho, pidió licencia el rey de
-Granada al rey Católico, y dándosela con muchos presentes, se fue a su
-patria.</p>
-
-<p>Y como su tío Abdalí y los demás caballeros de Granada supieron el
-trato que había hecho el reyecillo con el rey D. Fernando, les pareció
-muy mal; y recelándose de que por esta causa se perdiese Granada, el
-infante Abdalí les hizo a todos el siguiente parlamento, diciendo
-así:</p>
-
-<p>—Claros, ilustres y muy esforzados caballeros que tan injusto odio
-me tenéis, sin razón ni legítima causa: bien sabéis como mi sobrino
-fue alzado por rey de Granada, sin ser muerto mi hermano Mulahacén, su
-padre, por una causa muy ligera; solo porque degolló cuatro caballeros
-Abencerrajes, que lo merecían, y por esto le quitasteis la obediencia,
-y alzasteis a su hijo por rey contra toda razón y derecho; y mi
-sobrino, habiendo, con vuestro favor, degollado treinta caballeros
-Abencerrajes sin ninguna culpa; habiendo levantado tal testimonio
-a su mujer, reina nuestra, por donde tantos escándalos, muertes y
-guerras civiles ha habido en esta ciudad, le tenéis obediencia y le
-amáis, sin mirar que no es digno de ser rey, pues su padre es<span
-class="pagenum" id="Page_368">p. 368</span> vivo; y sin esto mirad
-ahora lo que ha hecho y concertado con el rey D. Fernando de Castilla,
-que le han de dar gente belicosa para hacer guerra con ella a los
-pueblos que no le han querido obedecer, y siempre han estado en la
-obediencia de su padre; y más le da al rey cristiano tantas mil doblas
-de tributo, después de haberse perdido él y los suyos en esta entrega
-que ha hecho tan sin causa. Ya que Alhama fue perdida, no tenía
-necesidad sino de reparar las fuerzas, pues Alhama no se podía cobrar
-al presente, y por tiempo se pudiera restaurar. Pues considerando
-ahora, caballeros, a vos digo Zegríes, Gomeles, Mazas y Venegas,
-allegados a mi sobrino con tanta vehemencia, si ahora metiese gente
-cristiana y guerras en Granada, ¿qué esperanza podríais tener, y qué
-seguridad para que no se levantasen con su tierra? ¿No sabéis que
-los cristianos son gente feroz y belicosa, todos con ánimo levantado
-hasta el cielo? Si no mirad lo de Alhama cómo ha sido, y cuán presto
-la han atropellado. Pues Alhama gente de guerra tenía dentro para
-defenderla: mirad cómo no la defendieron. Pues si entrasen estos en
-Granada, y tuviesen lugar de ver las murallas y torres, ¿quién quita
-que luego no fuese ganada por los cristianos? Abrid, amigos, los ojos,
-y no deis lugar a mayores males. Mi sobrino no sea admitido por rey,
-pues es amigo del rey cristiano. Mi hermano es rey, y por ser ya viejo
-tengo yo el gobierno de la corona real: si él muere, y mi padre fue
-rey de Granada, ¿por qué no lo seré yo, pues<span class="pagenum"
-id="Page_369">p. 369</span> de legítimo derecho me viene, y la razón lo
-pide? De necesidad es menester: ahora cada uno responda, y dé su voto a
-lo que tengo propuesto y dicho, y sea la respuesta tocante al bien del
-reino.</p>
-
-<p>Fueron tan eficaces estas razones que dijo el infante Abdalí contra
-su sobrino, que los alfaquíes y demás caballeros, especialmente
-Almoradís y Marines, fueron de común acuerdo que el rey Chico no fuese
-admitido en Granada, y que el tío fuese alzado por rey, y entregado
-en el Alhambra; lo cual le fue dicho a Mulahacén, el que agravado de
-pesadumbres y males salió de su voluntad del Alhambra, y se apoderó
-en el Alcazaba junto con su familia; y su hermano fue apoderado en el
-Alhambra con título de rey, aunque contra la voluntad de los Zegríes,
-Mazas, Gomeles, Gazules, Alabeces, Aldoradines y Venegas; pero
-disimularon por ver en qué paraban aquellas cosas.</p>
-
-<p>El rey Chico llegó a Granada con muchas joyas y presentes que el
-rey D. Fernando le había dado. Los de Granada no le quisieron acoger
-ni recibir, diciéndole que el moro que hacía alianzas y paces con los
-cristianos no había que fiar de él. Visto por el rey que no le querían
-recibir, y sabiendo que su tío estaba apoderado en el Alhambra, se fue
-a la ciudad de Almería, que era tan grande como Granada, y de tanto
-trato y cabeza de reino, donde le recibieron como a su rey.</p>
-
-<p>Desde allí requería a algunos lugares que le diesen la obediencia,
-y si no que los destruiría. Los lugares no se la quisieron<span
-class="pagenum" id="Page_370">p. 370</span> dar, por lo cual les hacía
-guerra con cristianos y moros.</p>
-
-<p>En esta sazón murió el rey viejo, con cuya muerte se renovaron los
-bandos, porque visto el testamento que había hecho en vida, hallaron en
-él la traición que su hermano había intentado contra él, y cómo dejaba
-su hijo por heredero del reino, y que fuese obedecido de todos, y si
-no, que la maldición de Mahoma viniese sobre ellos.</p>
-
-<p>Por esto comenzaron nuevos escándalos, porque el reino le venía
-al hijo de Mulahacén, y no al infante. En esto estuvieron tratando
-muchos días, en los cuales le aconsejaron al infante que procurase con
-diligencia matar a su sobrino, y muerto, reinaría en paz.</p>
-
-<p>Admitió este consejo, y determinó el ir a Almería a matarle; y
-primero escribió a los alfaquíes de Almería lo que su sobrino había
-tratado con el rey D. Fernando, de lo cual les pesó, y le enviaron a
-decir que ellos darían entrada secretamente en Almería; que le viniese
-a prender o matar.</p>
-
-<p>Vista esta respuesta por el infante, se partió con secreto llevando
-algunos caballeros consigo, y en llegando a Almería los alfaquíes
-les entraron secretamente, y cercando la casa real, procuró prender
-o matar a su sobrino; pero oyendo el alboroto, avisaron al rey Chico
-y él escapó huyendo con algunos de los suyos, y se fue a tierra de
-cristianos.</p>
-
-<p>El infante quedó muy enojado por haberse escapado el sobrino;
-pero allí en Almería halló un muchacho, sobrino suyo y hermano del
-rey Chico, y le hizo degollar, porque si el rey Chico moría, pudiese
-él<span class="pagenum" id="Page_371">p. 371</span> reinar sin que
-nadie se lo impidiera: pasado esto se volvió a Granada donde estuvo
-apoderado del Alhambra y ciudad, y obedecido por rey del reino, aunque
-no del todo, porque todavía entendían que aquel no era su señor
-natural.</p>
-
-<p>El rey Chico se fue adonde estaba el rey D. Fernando y la reina
-Doña Isabel, y contó toda su tragedia; de todo lo cual pesó mucho a
-los cristianos reyes, y le dieron unas cartas al rey moro para el
-gobernador y capitán de todas las fronteras del reino de Granada,
-especialmente para Benavides que estaba en Lorca con gente de
-guarnición; y dando al rey moro muy grande cantidad de dinero, y otras
-cosas de valor, le envió a Vélez el Blanco, donde fue bien recibido
-él y los suyos; y asimismo en Vélez el Rubio, donde estaba un alcaide
-moro, que se decía Alabez, y en Vélez el Blanco estaba un hermano
-suyo.</p>
-
-<p>Estando aquí el rey Chico entraba y salía en los reinos de Castilla
-a cosas que le cumplían, donde era de los cristianos favorecido
-por mandado del rey D. Fernando; y a este tiempo habían ganado los
-cristianos muchos lugares de Granada, así como Ronda, Marbella y otros
-pueblos comarcanos, Loja y sus contornos.</p>
-
-<p>El tío del rey Chico no se aseguraba un punto, porque tenía el
-reino tiranizado y siempre procuraba la muerte del sobrino, porque
-no reinase, y prometía muchas cosas a quien le matase con yerbas o
-violentamente; y no faltaron cuatro moros codiciosos a las promesas
-que le dieron palabra de matar al rey Chico; y para la ejecución los
-envió con cartas<span class="pagenum" id="Page_372">p. 372</span> para
-su sobrino, porque no se recelasen de ellos, atento a que él no le
-hacía guerra, y que como de paz le enviaba aquel mensaje con blandas y
-cautelosas palabras, que decían así:</p>
-
-<blockquote>
-
- <p>«Amado sobrino: no obstante las causas de las pasadas guerras
- que habemos tenido por el reino, sabiendo ya que verdaderamente es
- vuestro por una cláusula del testamento de mi hermano, donde dice
- que vos sois heredero de él, he acordado que seáis entregado en la
- posesión de él, y le recibáis debajo de vuestro amparo, como rey y
- señor de él, dándome un lugar en que esté contento para pasar mi
- vida, que con esto viviré gustoso; y mirad que os lo requiero de
- parte de Dios Todopoderoso, y de Mahoma, su fiel mensajero, porque
- el reino de Granada se va perdiendo, sin que en nada haya reparo.
- Por tanto, vistos estos mis recados, vos venid a Granada muy seguro,
- como rey y señor de ella. De todo lo pasado estoy muy arrepentido,
- y así espero el perdón de vos, como de mi señor y rey; y mirad que
- si tenemos división y guerras civiles, el reino será perdido; y no
- viniendo a él, le entregaré a vuestro hermano Muza, el cual lo tiene
- por deseo de gobernar; y si él se apodera del reino, y los grandes le
- juramos por rey, con dificultad será desposeído. Ceso, y de Granada
- etc.—<i>Muley Abdalí.</i>»</p>
-
-</blockquote>
-
-<p>Esta carta dio el infante a cuatro moros valientes y conjurados,
-para que en acabándosela de dar le matasen; y si no pudiesen buenamente
-salir con su intención, que se viniesen. No<span class="pagenum"
-id="Page_373">p. 373</span> faltó quien diese aviso de esto al rey
-Chico para que se guardase.</p>
-
-<p>Llegados los mensajeros a Vélez el Blanco preguntaron al alcaide
-Alabez por el rey. Él respondió que allí estaba, y qué era lo que
-querían.</p>
-
-<p>—Traemos unos recados del rey su tío.</p>
-
-<p>Alabez dijo:</p>
-
-<p>—¿Cómo puede ser su tío rey, habiendo legítimo heredero en el
-reino?</p>
-
-<p>—Eso no sabemos nosotros —respondieron los mensajeros—, más de que
-nos mandó venir con estos recados.</p>
-
-<p>—Pues dadme las cartas —dijo el alcaide—, que vosotros no le podéis
-entrar a hablar.</p>
-
-<p>—No las podemos dar sino en sus manos —respondieron ellos.</p>
-
-<p>—Pues aguardad aquí. Avisaré al rey —dijo Alabez; y lo hizo, y dijo
-si los dejaría entrar o no.</p>
-
-<p>El rey mandó que los dejase entrar para oír su mensaje; y mandó a
-doce caballeros Zegríes y Gomeles que estuviesen prevenidos en su sala
-por si había alguna traición.</p>
-
-<p>Esto hecho, y el alcaide alistado de armas, volvió a los mensajeros
-y les dijo que entrasen; y entrados donde estaba el rey, y viéndole que
-estaba tan acompañado, disimularon, y alargando la mano el un mensajero
-para darle al rey los despachos, se los quitó el alcaide y se los dio
-al rey; y abriendo la carta la leyó toda, y como estaba avisado de
-la traición, mandó luego que prendiesen a los mensajeros, y dándoles
-tormento confesaron la verdad, y fueron sentenciados a muerte, y los
-ahorcaron de las almenas del castillo; y el rey Chico respondió a su
-tío en una carta lo siguiente:</p>
-
-<blockquote>
-
- <p><span class="pagenum" id="Page_374">p. 374</span>«El muy poderoso
- Dios, criador del cielo y la tierra, no quiere que las maldades de
- los hombres estén ocultas, sino que a todos sean patentes, como ha
- hecho en haber descubierto tu maldad. Recibí tu carta, más llena de
- engaños que el caballo de los griegos. Ahora me prometes amistad, que
- estás harto de perseguirme, matando a mis familiares y caballeros
- que me seguían. Traigo por testigos de esto a los de Almería que
- lo sabían, y a mi inocente hermano que degollaste. No sé por cuál
- razón hiciste tal crueldad; mas yo confío en Dios que algún día me
- lo pagarás con tu cabeza, y los de Almería no quedarán sin castigo.
- El reino que tienes era de mi padre, y de derecho es mío; quereisme
- todos mal porque trato con cristianos: bien sabéis que por comunicar
- con ellos labran los moros sus tierras, y tratan en sus mercaderías
- seguramente: los cuales no lo hacen estando debajo de tu dominio
- contra toda razón. Avísote que algún día he de estar sobre tu cabeza,
- y me pagarás la traición que contra mi padre cometiste, y la que a
- mí ahora querías hacer debajo de tus melosas palabras; pues sábete
- que adonde tú estás tengo quien me da aviso de tus traiciones.
- Enviaste cuatro mensajeros, tales como tú, para que me diesen muerte,
- y pagaron su maldad, y confío que tú pagarás la tuya. Las joyas que
- me enviaste las quemé en pública plaza a vista de todos, recelándome
- de tus traiciones. No sé por qué las usáis siendo de linaje de reyes
- y teniéndoos por tal: no<span class="pagenum" id="Page_375">p.
- 375</span> más. De Vélez el Blanco, etc.—<i>El rey de Granada
- natural.</i>»</p>
-
-</blockquote>
-
-<p>Esta carta escrita, la envió a Granada con otra que iba para Muza,
-y él se la dio a su tío, el cual como supo que a los mensajeros que él
-envió para matar a su sobrino los habían ahorcado habiendo confesado la
-traición, se halló muy confuso; mas disimulando, andaba cuidadoso y con
-recato de su persona.</p>
-
-<p>Muza leyó la carta de su hermano y decía:</p>
-
-<blockquote>
-
- <p>«No sé, amado hermano, cómo tu valor consiente que un tirano sin
- razón ni ley tenga usurpado el reino de nuestro padre y abuelos, y
- que me persiga y tenga desterrado de lo que es mío. Si están mal
- conmigo los Almoradís y Marines por la muerte de los Abencerrajes,
- quien fue la causa de ello pagó la culpa, y yo como rey usaba
- justicia. Si siendo cautivo traté amistad con cristianos, fue por mi
- libertad, y por el bien de Granada, porque con el favor de ellos las
- tierras se labran. Poco hacía al caso pagar al rey tributo, dejando
- nuestro reino en paz. Ahora veo que va peor teniendo Granada otro
- rey, porque los cristianos se van apoderando del reino y ensanchando
- el suyo. Por Dios te ruego, que pues tu valor es para todos bastante,
- que tomes a tu cargo mi defensa por la honra de ambos; y considera la
- ambición de este tirano, pues derramó la sangre de nuestro inocente
- hermano. Dame aviso de todo. De Vélez el Blanco, etc.—<i>Tu hermano
- el rey.</i>»</p>
-
-</blockquote>
-
-<p>Así como Muza leyó la carta su hermano<span class="pagenum"
-id="Page_376">p. 376</span> fue muy indignado contra su tío,
-especialmente por la muerte de su tierno hermano; y así luego enseñó
-la carta a sus amigos los caballeros Alabeces, Almoradís, Gazules,
-Venegas, Zegríes, Gomeles y Mazas, porque también eran amigos de su
-hermano; y habiendo visto por ella la disculpa que daba de la muerte
-de los Abencerrajes, y el arrepentimiento que mostraba del testimonio
-levantado a la reina, acordaron entre todos los caballeros de escribir
-al rey Chico que viniese a Granada con secreto, y que entrase en
-el Albaicín por la puerta de Fajalauza, y que se entregaría de la
-fortaleza de Blo Albulut, antigua morada de los reyes, porque era
-alcaide de ella Muza.</p>
-
-<p>Aquesta carta fue enviada al rey Chico, el cual como la leyó y vio
-la firma de su hermano Muza y de algunos caballeros, luego se dispuso
-para ir a Granada, y también porque se le iban los moros que tenía en
-su guarda y servicio, y le quedaban ya pocos; y así se partió y llegó
-una noche muy oscura a la puerta de Fajalauza con solos cuatro de a
-caballo, porque los demás se habían quedado apartados un poco atrás, y
-como llegó llamó a la puerta.</p>
-
-<p>Los guardas preguntaron quién era, y él dijo, vuestro rey soy.
-Luego le conocieron, y como estaban ya avisados de Muza que si viniese
-le diesen franca puerta, al punto le abrieron y entró con toda su
-gente.</p>
-
-<p>En sabiendo Muza su venida le fue a recibir, y le metió en la fuerza
-del Alcazaba. Aquella noche fue el rey a casa de algunos caballeros
-de los más principales del Albaicín a decirles su venida,<span
-class="pagenum" id="Page_377">p. 377</span> y como era para cobrar
-su reino con su ayuda. Todos los caballeros le prometieron su favor;
-y habiendo visitado a los caballeros de consideración se volvió al
-Alcazaba.</p>
-
-<p>Al otro día por la mañana se supo por toda la ciudad de Granada la
-venida del rey Chico, y tomaron las armas para ofenderle como a rey.</p>
-
-<p>El rey viejo su tío que estaba en el Alhambra, como supo la venida
-de su sobrino el rey Chico, hizo armar mucha gente de la ciudad para
-pelear contra los del Albaicín, y entre unos y otros hubo una cruel
-batalla, en la cual murieron muchos de ambas partes.</p>
-
-<p>De la parte del rey viejo eran Aldoradines, Marines, Alabeces,
-Bencerrajes y otros muchos caballeros.</p>
-
-<p>De la parte del rey Chico eran Zegríes, Gomeles, Mazas,
-Venegas, Alabeces, Gazules, Aldoradines y otros muchos caballeros
-principales.</p>
-
-<p>Fue tan reñida aquesta refriega que ninguna de las pasadas le llegó,
-porque hubo mucha mortandad y derramamiento de sangre.</p>
-
-<p>El valor de Muza, que seguía la parte de su hermano, era causa de
-que los de la ciudad lo pasasen peor, aunque ya les tenían aportillado
-el muro por tres o cuatro partes; lo cual visto por el rey Chico, envió
-a gran priesa a pedir socorro a D. Fadrique, capitán general puesto por
-el rey D. Fernando, haciendo saber como estaba en el Albaicín en gran
-peligro, porque su tío le hacía cruel guerra.</p>
-
-<p>D. Fadrique le socorrió por mandado del rey Chico, y le envió mucha
-gente de guerra, arcabuceros todos, y por capitán de ellos a Hernando
-Alabez, alcaide<span class="pagenum" id="Page_378">p. 378</span> de
-Colomera.</p>
-
-<p>Con este socorro los moros se holgaron mucho, especialmente porque
-D. Fadrique les envió a decir que peleasen como varones fuertes por
-su rey, que era aquel, y que les daba palabra que seguramente podían
-salir a la Vega a sembrar y labrar sus tierras sin que nadie se lo
-estorbase.</p>
-
-<p>Con este favor tomaron grande ánimo los moros, y peleaban como
-leones con el ayuda de los cristianos, a los cuales no les faltaba nada
-de lo que habían menester.</p>
-
-<p>Estas batallas duraron cincuenta días, sin cesar de pelear de día y
-de noche, y después de ellos se retiraron los de la ciudad con mucha
-pérdida de su gente, por el valor de los cristianos y de Muza; y el rey
-Chico reparó las murallas y puso gran defensa para estar seguro.</p>
-
-<p>Los cristianos fueron muy bien tratados; los moros del Albaicín
-salían a la Vega y a sus campos a labrar las tierras, todo lo cual fue
-causa para que casi los más siguiesen el bando del rey Chico; pero no
-por esto se dejaban las continuas batallas entre los de la ciudad y
-Albaicín.</p>
-
-<p>Los moros de la ciudad tenían más trabajo, porque peleaban con los
-cristianos de las fronteras, y con los moros del Albaicín; de suerte
-que de continuo tenían guerra.</p>
-
-<p>En este tiempo fue cercada Vélez-Málaga por el rey D. Fernando. Los
-moros de Vélez enviaron a pedir socorro a los de Granada. Los alfaquíes
-amonestaron y requirieron al rey viejo que fuese a favorecer a los
-moros de Vélez.</p>
-
-<p>El rey cuando lo supo se turbó, porque nunca imaginó que los
-cristianos osarían entrar tan<span class="pagenum" id="Page_379">p.
-379</span> adentro, y temiose salir de Granada, recelándose que en
-saliendo se alzaría su sobrino con la ciudad y se apoderaría en el
-Alhambra.</p>
-
-<p>Los alfaquíes le daban priesa diciendo:</p>
-
-<p>—Di, Muley, ¿de qué reino piensas ser rey, si todo lo dejas perder?
-Las sangrientas armas que sin piedad movéis en vuestro daño aquí en
-la ciudad, movedlas contra los enemigos, y no matando a los mismos
-naturales.</p>
-
-<p>Estas cosas decían los alfaquíes al rey, y predicando por las calles
-y plazas, que era justo y conveniente cosa que Vélez-Málaga fuese
-socorrida.</p>
-
-<p>Tanta era la persuasión de estos alfaquíes, que al fin se determinó
-de ir a socorrer a Vélez-Málaga; y habiendo llegado se puso en lo alto
-de una sierra, dando muestra de toda su gente.</p>
-
-<p>Los cristianos le acometieron, y no osó aguardar sino se volvió
-huyendo él y su gente, y dejaban los campos por donde pasaban poblados
-de muchas armas, por poder huir a la ligera.</p>
-
-<p>El rey se fue a Almuñecar, y de allí a la ciudad de Almería y
-Guadix. Todos los demás moros se tornaron a Granada, donde sabiendo
-los alfaquíes y caballeros lo poco que había hecho el rey en aquella
-jornada, y que como cobarde había huido, llamaron al rey Chico y
-le entregaron el Alhambra, y le alzaron por su rey, a pesar de los
-caballeros Almoradís y Marines, y de todos los demás de su bando, que
-eran muchos; aunque es verdad que los de la parte del rey Chico eran
-más, y todos muy principales.</p>
-
-<p>Habiendo entregado al rey Chico la Alhambra y todas las demás
-fuerzas,<span class="pagenum" id="Page_380">p. 380</span> en las
-cuales puso gente de confianza, los moros le suplicaron pidiese al
-rey D. Fernando seguro para que la Vega se sembrase; y así lo envió a
-suplicar, y que todos los lugares de moros que estaban fronteros de los
-lugares de cristianos, que le obedeciesen a él, y no a su tío, y que
-para ello les daría seguro de que pudiesen sembrar y tratar en Granada
-segura y libremente.</p>
-
-<p>Todo lo cual le otorgaron los reyes Católicos por ayudarle; y así el
-rey cristiano escribió a los lugares de los moros que obedeciesen al
-rey Chico, pues era su rey natural, y no a su tío; y que él les daba
-seguro de no hacerles ningún mal ni daño, y que pudiesen labrar sus
-tierras.</p>
-
-<p>Los moros con este seguro lo hicieron así, y asimismo escribió el
-rey cristiano a todos los capitanes de las fronteras que no hiciesen
-mal a los moros fronterizos; lo cual cumplieron, y los moros andaban
-muy alegres y contentos, y dieron la obediencia al rey Chico.</p>
-
-<p>El rey Chico habiendo hecho todo aquesto, y dado contento a sus
-ciudadanos y aldeanos, mandó cortar las cabezas a cuatro caballeros
-Almoradís que le habían sido muy contrarios, y con esto cesaron las
-sangrientas y civiles guerras por entonces.</p>
-
-<p>Y porque la intención del moro cronista no fue tratar de la
-guerra de Granada, sino de las cosas que pasaron dentro de ella, y
-de las guerras civiles que en ella hubo, no pongo aquí la guerra,
-sino el nombre de los lugares que se rindieron, tomada la ciudad de
-Vélez-Málaga, que son estos:</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_381">p. 381</span>Bentomiz, la villa
-de Comares, Dompera, la Villa del Cestillo, Guadalta, Jaraz, Cavilla,
-Rubir, Pitargies, Lucas, Jaranca, Almejía, Mainete, Venaquer, Camillas,
-Alebonache, Canillas de Albaidas, Narija, Benicorán, Cafis, Buenas,
-Alboraba, Alcuchavia, Alhitán, Daimas, Algorgi, Morgaza, Machara,
-Albomaila, Benadaliz, Cimbochillas, Predilipe, Beiros, Sinarax, Hajar,
-Corterrojas, Alhacaque, Almería, Aprina, Aletín.</p>
-
-<p>Estos lugares del Alpujarra se dieron a los reyes Católicos, de lo
-cual les pesaba a los moros de Granada, teniendo tan gran recelo de
-perderse, como los demás lugares se habían perdido.</p>
-
-<p>Pues vengamos ahora al propósito: después de haber rendido a
-Vélez-Málaga, los pusieron en tanto aprieto, que les faltó el
-mantenimiento, y muchas municiones de guerra; de suerte que estaban
-para darse.</p>
-
-<p>Los moros de Guadix sabido este negocio lo sintieron mucho, y los
-alfaquíes le rogaron al rey viejo que fuese a socorrer a Málaga, como
-lo hizo con mucha gente.</p>
-
-<p>El rey Chico supo de este socorro de su tío, y mandó juntar mucha
-gente de a pie y de a caballo, y fue Muza por capitán de ellos para
-que les impidiese el paso, y los desbaratase; y así lo hizo, que les
-aguardó y salió al encuentro, y trabaron una cruel batalla, en la
-cual fueron muertos gran parte de los de Guadix, y los demás huyeron
-volviéndose a su tierra admirados del valeroso Muza y de los suyos.</p>
-
-<p>Luego el rey Chico escribió al rey D. Fernando todo lo que había
-pasado con los moros de Guadix que iban<span class="pagenum"
-id="Page_382">p. 382</span> al socorro de Málaga, de lo cual se alegró
-el rey Católico, y se lo agradeció, y le envió un rico presente;
-y el rey Chico envió al rey D. Fernando un presente de caballos,
-muy riquísimamente enjaezados, y a la reina envió paños de seda y
-perfumes.</p>
-
-<p>Los reyes cristianos escribieron a los capitanes y alcaides
-fronteros de Granada y sus lugares, le diesen favor al rey Chico contra
-su tío, y que no hiciesen mal ni daño a los moros, ni tratantes de
-Granada que fuesen a sembrar o a labrar sus tierras.</p>
-
-<p>El rey de Granada envió a decir al rey D. Fernando, que tenía
-noticia cómo los moros de Málaga no tenían bastimentos; que les
-impidiese que por mar ni por tierra les entrasen, y que se rendirían
-sin falta.</p>
-
-<p>Finalmente, dieron los cristianos tan gran batería a los cercados,
-que fue ganada Málaga y su distrito; y puesta buena guardia en Málaga y
-su costa, recibieron los reyes Católicos una carta de Granada, enviada
-por los caballeros Alabeces, Gazules y Almoradines, la cual decía
-así:</p>
-
-<blockquote>
-
- <p>«Muy poderosos señores: los días pasados hicimos saber a vuestras
- majestades los caballeros Alabeces, Gazules, Aldoradines, y otros
- muchos de esta ciudad de Granada que somos de un bando, del cual
- es también Muza, cómo queríamos ser cristianos y entregar este
- reino a vuestras reales personas; y pues se ha dado fin glorioso
- a las cosas del Andalucía, se puede empezar la conquista de este
- reino por la parte de Murcia, que es cierto que los alcaides de las
- fronteras y del río de Almanzor se entregarán<span class="pagenum"
- id="Page_383">p. 383</span> luego sin defenderse, porque así está
- tratado entre nosotros; y siendo ganada Almería y su río, que es el
- más dificultoso, y Baza, se puede cercar a Granada; que te damos
- fe, como caballeros, de hacer tanto en tu servicio, que Granada se
- entregue a pesar de todos los que en ella viven. Muza en nombre de
- los vasallos arriba contenidos besa vuestras reales manos etc. De
- Granada.»</p>
-
-</blockquote>
-
-<p>Escrita esta carta, fue enviada al rey D. Fernando; el cual como
-entendió las razones, y viendo como los caballeros Abencerrajes que
-andaban en su servicio procedían tan bien como lo habían escrito, luego
-se puso en camino para Valencia, y allí hizo cortes; y con el grande
-deseo que tenía de acabar del todo aquel reino, se vino a la ciudad de
-Murcia, y allí fue discurrido cómo había de entrar por la parte de Vera
-y Almería; y resuelto en lo que había de hacer, se fue a la villa de
-Lorca para desde allí entrar en el reino de Granada.</p>
-
-<p>Fueron de la ciudad de Murcia con el rey D. Fernando muchos
-caballeros muy principales, los cuales será bien declarar, porque su
-valor y proezas lo merecían, aunque no se nombrarán todos.</p>
-
-<p>Fueron Fajardos, caballeros de claro linaje, Albornoces, Ayalas,
-Giles, Galeros, Carrillos, Clavillos, Guzmanes, Riquelmes, Avellanedas,
-Villaseñores, Comences, Ralones, Pereas, Fontes, Ávalos, Valcárceles,
-Pachecos, Moncadas, Monzones, Guevaras, Melgarejos, Torrecillas,
-Llamas, Salares, Eustreros, Andosillas, Loaysas, Iufrentes,<span
-class="pagenum" id="Page_384">p. 384</span> Sayavedras, Hermasillas,
-Pelozones, Balboas, Viloas, Alarcones, Laras, Fauras, Zambranas,
-Cascales, Sotos, Sotomayor, Puxmarines, Varribreas, Paralexas,
-Saurines, Lázaros, Vorias, Peñaveleros, Escamoz, Dotos y Rosales,
-Jereces, Gómez, Mulas, Darines, Alburquerques, Loritas, Ponces de León,
-otros Guevaras, Cisones, Manchirones, Leones, otros Ponces de León,
-Cildranes, Rosiquíes, Tomases, Tizonas, Paganes, Cernales, Alemanes,
-Rodas, Pineros, Hurtados.</p>
-
-<p>De la villa de Mula, Jerez de Ávila y Gitar, Leyvas, Correllas,
-Mazas, Melgarez.</p>
-
-<p>De Lorca salieron Moratas, Portales, Cozorlas, Pérez de Tudela,
-Mutados, Quiñoneros, Pineros, Falconetes, Mateos, Rendones, Marcelas,
-Burgos, Alcázares, Romanes.</p>
-
-<p>Finalmente de estos lugares referidos, Murcia, Lorca y Mula,
-salieron todos estos caballeros hijosdalgo en servicio del rey D.
-Fernando contra los moros del reino de Granada, y otros muchos que no
-se refieren por evitar prolijidad; los cuales mostraron bien el valor
-de sus personas en todas las ocasiones que se ofrecieron.</p>
-
-<p>En Lorca dejó el rey en Santa María una custodia de oro, y una cruz
-de cristal, guarnecida de oro fino.</p>
-
-<p>Pues habiendo puesto el rey toda su gente en muy buena orden, se
-partió a Vera, en la cual estaba por alcaide un valiente moro, hijo del
-valiente Alabez que murió preso en Lorca. Llamábase también Alabez,
-no menos valiente que el otro; el cual como supo la venida del rey D.
-Fernando, luego se dispuso a entregarle la ciudad y fuerza, porque
-estaba tratado por cartas.</p>
-
-<p><span class="pagenum" id="Page_385">p. 385</span>Y así llegando
-el rey a una fuente que llaman del Pulpí, salió el alcaide Alabez a
-recibirle, y le entregó las llaves de la ciudad de Vera y de su fuerza.
-El rey entró en la ciudad, y se apoderó de ella, y puso otro alcaide, y
-a Alabez hizo muchas mercedes.</p>
-
-<p>No había sino seis días que estaba en Vera el rey, cuando se le
-entregaron los lugares siguientes: Vera, Antas, Lorin, Sorbas, Teresa,
-Cabrera, Sotena, Cricantocia, Las Cuevas, Portilla, Overa, Zurgena,
-Huércal, Vélez el Blanco, Turbe, Mojácar, Uleila del Campo, Cuerbro,
-Tabernas, Ynox, Albreas, el Box, Santo Perar, Huéscar, Cijola,
-Pataloba, Finis, Albanabez, Inmeytin, Ventiagla, Vélez el Rubio,
-Tirieza, Xiquena, Purchena, Cúllar, Benamantel, Castilleja, Orce,
-Galera, Utreza, Armuña, Bayarque, Sierto, Filabres, Vacares, Durca; y
-sin estos otros muchos lugares del río de Almanzor.</p>
-
-<p>Los tres Alabeces suplicaron al Católico rey que los mandase
-bautizar; conviene a saber: Alabez, alcaide de Vera; Alabez, alcaide de
-Vélez el Rubio, y Alabez, alcaide de Vélez el Blanco.</p>
-
-<p>El rey se holgó mucho de ello, y por ser principales caballeros
-mandó que los bautizase el Obispo de Plasencia; y del alcaide de Vera
-fue padrino D. Juan Chacón, adelantado de Murcia, y del alcaide de
-Vélez el Rubio lo fue un principal caballero llamado D. Juan de Ávalos,
-hombre de grande valor, y muy estimado del rey por su grande bondad.
-Este Ávalos fue alcaide de la villa de Cuéllar, y él y otros caballeros
-naturales de la villa de Mula, llamados Pérez de Hita, pelearon<span
-class="pagenum" id="Page_386">p. 386</span> con los moros de Baza,
-que cercaron la villa de Cuéllar tan bravamente, que jamás se vio en
-tan pocos cristianos tan brava resistencia; y al fin los moros no la
-tomaron por ser tan bien defendida.</p>
-
-<p>Esta batalla escribe Hernando del Pulgar, cronista del rey D.
-Fernando.</p>
-
-<p>Del nombre de este alcaide Ávalos se llamó el alcaide de Vélez el
-Rubio D. Pedro de Ávalos, a quien el rey D. Fernando hizo muy grandes
-mercedes por su valor, y le dio y otorgó grandes privilegios, en que
-pudiese traer armas, y tener oficios nobles en la república. Del
-alcaide de Vélez el Blanco, hermano del que hemos dicho, fue padrino un
-caballero llamado D. Fadrique. De aquestos tres famosos alcaides hay
-hoy día deudos, en especial de Ávalos.</p>
-
-<p>De esta suerte se iban tornando cristianos algunos de los más
-principales alcaides de estos lugares, entregándosele sin pensar.</p>
-
-<p>Siendo el rey apoderado de todas estas fuerzas ya dichas, determinó
-de irse a Almería por ver su asiento, y ponerla cerco, dando lugar a
-los moros que se habían dado para que los que quisiesen se fuesen a
-África, o adonde les pareciese, y que los que quisiesen estar quedos,
-que se estuviesen.</p>
-
-<p>Con esto el rey fue a Almería, donde tuvieron con los moros
-encuentros.</p>
-
-<p>Partiose de Almería el rey, dejando el cerco para después; y
-asimismo lo hizo en Baza, después de haber bien reconocido y visto
-donde podía poner sitio y real.</p>
-
-<p>Tuvo con los moros en Baza grandes encuentros, donde murieron muchos
-de ellos: allí hizo D. Juan Chacón cosas memorables.</p>
-
-<p>Levantose el real, y<span class="pagenum" id="Page_387">p.
-387</span> fue a Huéscar, la cual se dio luego. Aquí mandó el rey
-despedir la gente de guerra, y él se fue a Caravaca a adorar la santa
-cruz que allá está, y de allí se partió a Murcia, donde estaba la reina
-Doña Isabel, y descansó aquel año.</p>
-
-<p>En este tiempo hubo grandes rebeliones en los lugares que se habían
-dado; pero el rey D. Fernando los apaciguó enviando gente de guerra que
-los aquietase.</p>
-
-<p>El año siguiente puso cerco el rey D. Fernando a la ciudad de Baza,
-donde hubo muchas escaramuzas y batallas entre moros y cristianos. Vino
-a tanto extremo de necesidad Baza, que pidió socorro al rey viejo, que
-estaba retirado en Guadix, y al rey Chico de Granada, mas este no quiso
-darla ningún socorro. El rey viejo envió bastimentos y gente de guerra
-a Baza.</p>
-
-<p>Muchos moros de Granada comenzaron a alborotar la ciudad; y visto
-que el rey de ella no quiso dar favor a los de Baza, decían que los
-cristianos ganaban el reino, y no eran socorridos los moros, y que era
-mal hecho; y así se salían muchos moros secretamente al socorro de
-Baza.</p>
-
-<p>El rey Chico enojado contra los que alborotaban la ciudad, mandó
-hacer pesquisa de ellos, y sabido les hizo cortar la cabeza.</p>
-
-<p>Al fin Baza se dio, y Almería y Guadix, porque el rey viejo las
-entregó. El rey D. Fernando le dio ciertas villas en recompensa; pero a
-pocos días se pasó a África.</p>
-
-<p>Así como se dieron las tres ciudades dichas, no hubo villa, lugar ni
-fortaleza que no se diese al rey Católico; de suerte que todo el reino
-estaba aprisionado, salvo la ciudad de Granada; y<span class="pagenum"
-id="Page_388">p. 388</span> así será bien dar fin a las guerras
-civiles, y tratar del rey de ella.</p>
-
-<p>Ya dijimos como fue prisionero el rey Chico de Granada por el
-alcaide de los Donceles D. Diego Fernández de Córdoba, señor de Lucena,
-y por el Conde de Cabra; y como el rey D. Fernando le dio libertad, con
-condición que el moro le había de dar cierto tributo.</p>
-
-<p>Otrosí, entre estos dos reyes fue concertado que acabado de ganar
-a Guadix, Baza y Almería, y todo lo demás del reino, el rey Chico le
-había de entregar al rey D. Fernando la ciudad de Granada y Alhama,
-con el Alcazaba y Albaicín, Torres-Bermejas y castillo de Bibatambién,
-con todas las demás fuerzas de la ciudad; y que el rey D. Fernando le
-había de dar al rey moro la ciudad de Purchena y otros lugares en que
-estuviese, para que con las rentas de ellos viviese hasta su fin.</p>
-
-<p>Pues habiendo el rey cristiano ganado a Baza, Guadix y Almería, con
-todo lo demás, luego envió sus mensajeros al rey moro que le entregase
-a Granada y fuerzas de ella, como estaba puesto en el concierto y
-trato, y que él le daría a Purchena y los lugares prometidos.</p>
-
-<p>A esto respondió el rey moro que estaba arrepentido del trato
-hecho, que aquella ciudad era muy grande y populosa, y llena de gente,
-naturales y extranjeros, de los que habían escapado de todas las
-ciudades ganadas, y que había diversos pareceres sobre la entrega de la
-ciudad, y aun se comenzaban nuevos escándalos en ella; y que aunque los
-cristianos se apoderasen de la<span class="pagenum" id="Page_389">p.
-389</span> ciudad, que no la podrían sojuzgar: por tanto, que su alteza
-pidiese dobladas parias y tributo, que lo pagaría, y que no le pidiese
-a Granada, que no se la podía dar, y que le perdonase.</p>
-
-<p>Con aquesta respuesta se enojó el rey D. Fernando, en ver que le
-quebraba la palabra, y tornó a replicarle, que tenía determinado de
-darle a Purchena y otros lugares; y que pues le faltaba de su promesa,
-no le daría sino otros pueblos no tan buenos; y que pues decía que la
-ciudad de Granada no podía ser sojuzgada, que él se avendría con la
-gente, y que siendo entregado en las fuerzas, y quitando las armas a
-los moradores, los allanaría con facilidad; y que si no le entregaba la
-ciudad le harían cruel guerra.</p>
-
-<p>Turbado el moro de la resolución del rey cristiano, juntó todos sus
-consejos, con los cuales comunicó aquel caso, y sobre ello hubo grandes
-pareceres.</p>
-
-<p>Los Zegríes decían que no hiciese tal, ni por imaginación, ni
-quitase las armas.</p>
-
-<p>Los Gomeles y Mazas estuvieron de aqueste parecer.</p>
-
-<p>Los Venegas, Aldoradines, Gazules y Alabeces, que determinaban
-ser cristianos, decían que el rey D. Fernando pedía justicia, pues
-estaba así concertado; y ya que debajo de aquel concierto el rey D.
-Fernando les había dado lugar de cultivar sus haciendas y labores, y a
-los mercaderes para entrar y salir en los reinos de Castilla a tratar
-con sus cartas de seguro, que ahora no era justo hacer otra cosa;
-que no era de rey quebrar la palabra, pues el cristiano no la había
-quebrado.</p>
-
-<p>Los Almoradís decían que no convenía<span class="pagenum"
-id="Page_390">p. 390</span> darle al rey D. Fernando nada de lo que
-pedía, que si él había dado lugar a los moros para cultivar sus
-labores, también ellos no habían corrido los campos de las fronteras;
-que también ellos gozaban de aquella paz y concierto, y así como los
-moros, y mejor.</p>
-
-<p>Toda la demás gente de guerra fue de este parecer, y le fue
-respondido al rey Católico, que no había lugar a lo que pedía.</p>
-
-<p>Vista la respuesta del rey moro, y que venían a correr la tierra de
-los cristianos, mandó el rey D. Fernando reforzar y guarnecer todas
-las fronteras, y proveerlas de bastimentos y municiones, con intento
-de poner cerco a Granada el verano siguiente; y así se fue a Segovia a
-invernar.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="Ch17">
- <h2 class="nobreak">CAPÍTULO XVII.</h2>
- <p class="subh2h"><i>En que se da cuenta del cerco de Granada por los
- reyes Católicos, y de la fundación de Santa Fe.</i></p>
-</div>
-
-<p><span class="cap">E</span>l verano siguiente vino el rey D. Fernando
-a Córdoba, y allí tuvo ciertas escaramuzas con los moros de Granada, y
-quitó el cerco de Salobreña que tenían los moros en aprieto. Hecho esto
-se fue a Sevilla a tratar ciertas cosas para el cerco de Granada.</p>
-
-<p>Volvió a Córdoba, y de allí vino a la Vega de Granada y destruyó
-todo el Valle de Alhendín, y mataron los cristianos muchos moros,
-y quemaron nueve aldeas. En una escaramuza murieron muchos Zegríes
-a<span class="pagenum" id="Page_391">p. 391</span> manos de los
-cristianos Abencerrajes, y un Zegrí escapó huyendo a darle esta mala
-nueva al rey moro.</p>
-
-<p>El rey D. Fernando puso su real en la misma Vega, donde estaba
-prevenido todo lo necesario, y puso toda su gente en escuadrón formado
-con todas sus banderas tendidas y su real estandarte, en el cual
-llevaba por divisa un Cristo crucificado.</p>
-
-<p>Por la nueva que llevó el Zegrí al rey se hizo este</p>
-
-<p class="centra mt15">ROMANCE.</p>
-
-<div class="poem ml7 mb1 mt1">
- <p class="i2">Mensajeros han entrado</p>
- <p class="i0">al rey Chico de Granada;</p>
- <p class="i0">entran por la puerta Elvira</p>
- <p class="i0">y paran en el Alhambra.</p>
- <p class="i2">Ese que primero llega</p>
- <p class="i0">Mahoma Zegrí se llama,</p>
- <p class="i0">herido viene en un brazo</p>
- <p class="i0">de una muy mala lanzada.</p>
- <p class="i2">Y así como hubo llegado</p>
- <p class="i0">desta manera le habla,</p>
- <p class="i0">con el rostro demudado</p>
- <p class="i0">de color muy fría y blanca:</p>
- <p class="i2">«Nuevas te traigo, señor,</p>
- <p class="i0">y una muy mala embajada.</p>
- <p class="i0">Por ese fresco Genil</p>
- <p class="i0">mucha gente viene armada:</p>
- <p class="i2">Sus banderas traen tendidas,</p>
- <p class="i0">puestas a son de batalla,</p>
- <p class="i0">un estandarte dorado</p>
- <p class="i0">en el cual viene bordada</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_392">p. 392</span>Una muy hermosa cruz,</p>
- <p class="i0">que más relumbra que plata,</p>
- <p class="i0">y un Cristo crucificado</p>
- <p class="i0">traía por cada banda.</p>
- <p class="i2">El general desta gente</p>
- <p class="i0">el rey Fernando se llama:</p>
- <p class="i0">todos hacen juramento</p>
- <p class="i0">en la imagen figurada,</p>
- <p class="i0">de no salir de la Vega</p>
- <p class="i0">hasta rendir a Granada.</p>
- <p class="i2">Y con esta gente viene</p>
- <p class="i0">una reina muy preciada,</p>
- <p class="i0">llamada Doña Isabel,</p>
- <p class="i0">de grande nobleza y fama.</p>
- <p class="i2">Veisme aquí, herido vengo</p>
- <p class="i0">ahora de una batalla,</p>
- <p class="i0">que entre cristianos y moros</p>
- <p class="i0">en la Vega fue trabada.</p>
- <p class="i2">Treinta Zegrís quedan muertos,</p>
- <p class="i0">pasados por el espada</p>
- <p class="i0">de cristianos Bencerrajes</p>
- <p class="i0">con braveza no pensada.</p>
- <p class="i2">Perdóname por Dios, rey,</p>
- <p class="i0">que no puedo dar el habla,</p>
- <p class="i0">que me siento desmayado</p>
- <p class="i0">de la sangre que me falta.»</p>
- <p class="i2">Estas palabras diciendo</p>
- <p class="i0">el Zegrí, allí se desmaya:</p>
- <p class="i0">desto quedó triste el rey,</p>
- <p class="i0">que no pudo hablar palabra.</p>
-</div>
-
-<p>Otros cantaron este romance de otra manera; y porque no se le hace
-agravio al que le<span class="pagenum" id="Page_393">p. 393</span>
-compuso, lo pondremos aquí, aunque los romances tienen un mismo
-sentido, y dice así:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Al rey Chico de Granada</p>
- <p class="i0">mensajeros le han entrado;</p>
- <p class="i0">entran por la puerta Elvira</p>
- <p class="i0">y en el Alhambra han parado.</p>
- <p class="i2">Este que primero llega</p>
- <p class="i0">es un Zegrí muy nombrado,</p>
- <p class="i0">con una marlota negra,</p>
- <p class="i0">señal de luto mostrando.</p>
- <p class="i2">Las rodillas por el suelo,</p>
- <p class="i0">desta manera ha hablado:</p>
- <p class="i0">«Nuevas te traigo, señor,</p>
- <p class="i0">de dolor en sumo grado.</p>
- <p class="i2">Por ese fresco Genil</p>
- <p class="i0">un campo viene marchando,</p>
- <p class="i0">todo de lucida gente,</p>
- <p class="i0">sus armas van relumbrando.</p>
- <p class="i2">Las banderas van tendidas,</p>
- <p class="i0">y un estandarte dorado:</p>
- <p class="i0">el general de esta gente</p>
- <p class="i0">es el invicto Fernando.</p>
- <p class="i2">En el estandarte trae</p>
- <p class="i0">un Cristo crucificado;</p>
- <p class="i0">todos hacen juramento</p>
- <p class="i0">morir por el figurado,</p>
- <p class="i2">Y no salir de la Vega,</p>
- <p class="i0">ni volver atrás un paso,</p>
- <p class="i0">hasta ganar a Granada</p>
- <p class="i0">y tenerla a su mandado.</p>
- <p class="i2">Y también viene la reina,</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_394">p. 394</span>mujer del rey D. Fernando,</p>
- <p class="i0">la cual tiene tanto esfuerzo</p>
- <p class="i0">que anima a cualquier soldado.</p>
- <p class="i2">Yo vengo herido, buen rey,</p>
- <p class="i0">un brazo tengo pasado,</p>
- <p class="i0">y un escuadrón de tus moros</p>
- <p class="i0">ha sido desbaratado.</p>
- <p class="i2">Todo el campo de Alhendín</p>
- <p class="i0">queda roto y saqueado.»</p>
- <p class="i0">Estas palabras diciendo</p>
- <p class="i0">cayó al Zegrí desmayado.</p>
- <p class="i2">Mucho lo siente el rey moro,</p>
- <p class="i0">del gran dolor ha llorado,</p>
- <p class="i0">al Zegrí quitan de allí</p>
- <p class="i0">y a su casa le han llevado.</p>
-</div>
-
-<p>Dejando ahora los romances, y tornando a lo que hace al caso de
-nuestra historia, el rey D. Fernando asentó su real, y le fortificó con
-muy gran discreción y conforme práctica de milicia, y en una noche se
-hizo allí un lugar en cuatro partes partido, quedando en cruz; el cual
-tenía cuatro puertas, y todas se veían estando en medio de las cuatro
-calles.</p>
-
-<p>Hízose esta población entre cuatro grandes de Castilla, y cada uno
-tomó un cuartel a su cargo.</p>
-
-<p>Fue cercado de un firme baluarte todo de madera, y por encima
-cubierto de lienzo encerado de modo que parecía una firme y blanca
-muralla, toda almenada y torreada; siendo una cosa muy de ver, que no
-parecía sino labrada de una muy curiosa cantería.</p>
-
-<p>Otro día por la mañana cuando los moros vieron aquel lugar hecho y
-tan cerca de<span class="pagenum" id="Page_395">p. 395</span> Granada,
-todo torreado, se maravillaron mucho de verle.</p>
-
-<p>El rey D. Fernando como vio acabado aquel lugar, y con tan gran
-perfección, le hizo ciudad, y le puso por nombre Santa Fe, y la dotó de
-muchas franquezas y privilegios, de los cuales hoy día goza.</p>
-
-<p>Y porque esta ciudad se hizo de esta suerte, se compuso este romance
-antiguo, que dice así:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Cercada está Santa Fe</p>
- <p class="i0">con mucho lienzo encerado,</p>
- <p class="i0">al derredor muchas tiendas</p>
- <p class="i0">de seda, oro y brocado,</p>
- <p class="i2">Donde están duques y condes,</p>
- <p class="i0">señores de grande estado,</p>
- <p class="i0">y otros muchos capitanes,</p>
- <p class="i0">que lleva el rey D. Fernando.</p>
- <p class="i2">Todos de valor crecido,</p>
- <p class="i0">como ya lo habréis notado</p>
- <p class="i0">en la guerra que se ha hecho</p>
- <p class="i0">en el granadino estado.</p>
- <p class="i2">Cuando a las nueve del día</p>
- <p class="i0">un moro se ha demostrado</p>
- <p class="i0">sobre un caballo negro,</p>
- <p class="i0">de blancas manchas manchado;</p>
- <p class="i2">Cortados ambos hocicos,</p>
- <p class="i0">porque le tiene enseñado</p>
- <p class="i0">el moro, que con sus dientes</p>
- <p class="i0">despedace a los cristianos.</p>
- <p class="i2">El moro viene vestido</p>
- <p class="i0">de blanco, azul y encarnado,</p>
- <p class="i0">debajo de esta librea</p>
- <p class="i0">traía un muy fuerte jaco;</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_396">p. 396</span>Una lanza con dos hierros</p>
- <p class="i0">de acero muy bien templado,</p>
- <p class="i0">una adarga hecha en Fez</p>
- <p class="i0">de un ante rico extremado.</p>
- <p class="i2">Aqueste perro con befa</p>
- <p class="i0">en la cola del caballo,</p>
- <p class="i0">la sagrada AVE MARÍA</p>
- <p class="i0">llevaba haciendo escarnio.</p>
- <p class="i2">Llegando junto a las tiendas</p>
- <p class="i0">de esta manera ha hablado:</p>
- <p class="i0">«¿cuál será aquel caballero,</p>
- <p class="i0">que sea tan esforzado,</p>
- <p class="i0">que quiera hacer conmigo</p>
- <p class="i0">batalla en aqueste campo?</p>
- <p class="i2">Salga uno, salgan dos,</p>
- <p class="i0">salgan tres, o salgan cuatro;</p>
- <p class="i0">el alcaide de los Donceles</p>
- <p class="i0">salga, que es hombre afamado.</p>
- <p class="i2">Salga ese conde de Cabra,</p>
- <p class="i0">en guerra experimentado;</p>
- <p class="i0">salga Gonzalo Fernández,</p>
- <p class="i0">que es en Córdoba nombrado,</p>
- <p class="i2">O si no Martín Galindo,</p>
- <p class="i0">que es valeroso soldado;</p>
- <p class="i0">salga ese Portocarrero,</p>
- <p class="i0">señor de Palma nombrado,</p>
- <p class="i2">O el bravo D. Manuel</p>
- <p class="i0">Ponce de León llamado,</p>
- <p class="i0">aquel que sacara el guante,</p>
- <p class="i0">que por industria fue echado</p>
- <p class="i0">donde estaban los leones,</p>
- <p class="i0">y él lo sacó muy osado.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_397">p. 397</span>Y si no salen aquestos,</p>
- <p class="i0">salga el mismo rey Fernando,</p>
- <p class="i0">que yo le daré a entender</p>
- <p class="i0">si tengo valor sobrado.»</p>
- <p class="i2">Los caballeros del rey</p>
- <p class="i0">todos están escuchando;</p>
- <p class="i0">cada uno pretendía</p>
- <p class="i0">salir con el moro al campo.</p>
- <p class="i2">Garcilaso estaba allí,</p>
- <p class="i0">mozo gallardo esforzado:</p>
- <p class="i0">licencia le pide al rey</p>
- <p class="i0">para salir al pagano.</p>
- <p class="i2">«Garcilaso, sois muy mozo</p>
- <p class="i0">para emprender este caso:</p>
- <p class="i0">otros hay en el real</p>
- <p class="i0">a quien poder encargarlo.»</p>
- <p class="i2">Garcilaso se despide</p>
- <p class="i0">muy confuso y enojado,</p>
- <p class="i0">por no tener la licencia,</p>
- <p class="i0">que al rey le había demandado;</p>
- <p class="i2">Pero muy secretamente,</p>
- <p class="i0">Garcilaso se había armado,</p>
- <p class="i0">y en un caballo morcillo</p>
- <p class="i0">salídose había al campo.</p>
- <p class="i2">Nadie le ha conocido,</p>
- <p class="i0">porque sale disfrazado:</p>
- <p class="i0">fuese donde estaba el moro,</p>
- <p class="i0">y de esta suerte le ha hablado;</p>
- <p class="i2">«Ahora verás tú, moro,</p>
- <p class="i0">si tiene el rey D. Fernando</p>
- <p class="i0">caballeros valerosos</p>
- <p class="i0">que salgan contigo al campo.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_398">p. 398</span>Yo soy el menor de todos,</p>
- <p class="i0">y vengo por su mandado.»</p>
- <p class="i0">El moro cuando le vido</p>
- <p class="i0">en poco le había estimado,</p>
- <p class="i2">Y díjole de está suerte:</p>
- <p class="i0">«Yo no estoy acostumbrado</p>
- <p class="i0">a hacer batalla campal</p>
- <p class="i0">sino con hombres barbados.</p>
- <p class="i2">Vuélvete, rapaz, le dice,</p>
- <p class="i0">y venga el más estimado.»</p>
- <p class="i0">Garcilaso se enojó,</p>
- <p class="i0">puso piernas al caballo,</p>
- <p class="i2">Arremete para el moro,</p>
- <p class="i0">y un grande encuentro le ha dado.</p>
- <p class="i0">El moro que esto vido,</p>
- <p class="i0">revuelve así como un rayo:</p>
- <p class="i2">Comienzan la escaramuza</p>
- <p class="i0">con un furor muy sobrado:</p>
- <p class="i0">Garcilaso, aunque era mozo,</p>
- <p class="i0">muy gran valor ha mostrado.</p>
- <p class="i2">Diole al moro una lanzada</p>
- <p class="i0">que el pecho le ha atravesado,</p>
- <p class="i0">y el moro cayera muerto;</p>
- <p class="i0">tendido le había en el campo.</p>
- <p class="i2">Garcilaso con presteza</p>
- <p class="i0">del caballo se ha apeado:</p>
- <p class="i0">cortárale la cabeza,</p>
- <p class="i0">y en el arzón la ha colgado.</p>
- <p class="i2">Quitole el AVE MARÍA</p>
- <p class="i0">de la cola del caballo,</p>
- <p class="i0">e hincando ambas rodillas</p>
- <p class="i0">con devoción la ha besado,</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_399">p. 399</span>Y en la punta de la lanza</p>
- <p class="i0">por bandera la ha colgado:</p>
- <p class="i0">subió en su caballo luego,</p>
- <p class="i0">y el del moro había tomado.</p>
- <p class="i2">Cargado destos despojos</p>
- <p class="i0">al real se había tornado,</p>
- <p class="i0">donde están todos los grandes,</p>
- <p class="i0">también el rey D. Fernando.</p>
- <p class="i2">Todos tienen en grandeza</p>
- <p class="i0">aquel hecho señalado:</p>
- <p class="i0">también el rey y la reina</p>
- <p class="i0">mucho se han maravillado,</p>
- <p class="i0">por ser Garcilaso mozo,</p>
- <p class="i0">y haber hecho un tan gran caso:</p>
- <p class="i2">Garcilaso de la Vega</p>
- <p class="i0">desde allí se ha intitulado,</p>
- <p class="i0">porque en la Vega hiciera</p>
- <p class="i0">campo con aquel pagano.</p>
-</div>
-
-<p>Como dice el romance, el rey y la reina y todos los del real se
-maravillaron de aquel gran hecho de Garcilaso, y el rey le mandó poner
-en sus armas las letras del AVE MARÍA; con justa razón, por habérsela
-quitado al moro de tan indecente parte, y por ello haberle cortado la
-cabeza.</p>
-
-<p>Desde entonces en adelante los moros de Granada salían a tener
-escaramuzas con los cristianos en la Vega, en las cuales los cristianos
-llevaban lo mejor siempre.</p>
-
-<p>Los valerosos Abencerrajes cristianos suplicaron al rey que les
-diese licencia para hacer un desafío con los Zegríes.</p>
-
-<p>El rey conociendo su bondad y valor se la otorgó, dándoles por
-caudillo al valeroso caballero<span class="pagenum" id="Page_400">p.
-400</span> D. Diego Fernández de Córdoba, alcaide de los Donceles.
-Hecho el desafío, los moros Zegríes salieron fuera de la ciudad.</p>
-
-<p>El desafío se hizo de cincuenta a cincuenta; y no muy lejos vinieron
-los Zegríes muy bien aderezados, todos vestidos de su acostumbrada
-librea pajiza y morada, plumas de lo mismo.</p>
-
-<p>Los bravos Abencerrajes salieron con su acostumbrada librea azul
-y blanca, todos llenos de ricos tejidos de plata, las plumas de la
-misma color; en sus adargas su acostumbrada divisa, salvajes que
-desquijaraban leones, y otros un mundo que le deshacía un salvaje con
-un bastón.</p>
-
-<p>De esta forma salió también el valeroso alcaide de los Donceles, y
-llegándose los unos a los otros, uno de los caballeros Abencerrajes les
-dijo a los Zegríes:</p>
-
-<p>—Hoy ha de ser el día, caballeros, en que nuestros prolijos bandos
-han de tener fin, y pagarnos la deuda que nos debéis, causa de vuestra
-malicia y envidia.</p>
-
-<p>A lo cual replicaron los Zegríes, que no se gastase el tiempo en
-palabras, sino en obras. Diciendo esto se comenzó entre todos una brava
-y sangrienta escaramuza, la cual se holgaba el rey de ver, y todos los
-demás del real.</p>
-
-<p>Duró esta escaramuza cuatro horas buenas, en la cual hizo el
-valeroso alcaide de los Donceles cosas maravillosas, tanto que fue
-parte su bondad para que los Zegríes fuesen desbaratados y muchos
-muertos, y los demás puestos en huida. Los Abencerrajes los fueron
-siguiendo hasta meterlos por las puertas de Granada.</p>
-
-<p>Aquesta escaramuza puso a los Zegríes en grande quebranto, y<span
-class="pagenum" id="Page_401">p. 401</span> al mismo rey de Granada,
-que lo sintió mucho y de allí adelante se tuvo por perdido.</p>
-
-<p>Otro día siguiente la reina Doña Isabel tuvo gana de ver el sitio
-de Granada, y sus murallas y torres; y así acompañada del rey y de los
-Grandes, y gente de guerra, se fue a un lugar, llamado la Zubia, que
-está a una legua de Granada, y de allí se puso a mirar la hermosura y
-amenidad de la ciudad.</p>
-
-<p>Miraba las torres y las fuerzas del Alhambra; miraba los labrados
-y costosos olivares; miraba las Torres-Bermejas, la brava y soberbia
-Alcázar y Albaicín, con todas las demás torres, castillos y murallas.
-Holgábase mucho de verlo todo la cristianísima reina, y deseaba verse
-dentro, y tenerla ya por suya.</p>
-
-<p>Mandó la reina que aquel día no hubiese escaramuza, mas no se
-pudo excusar, porque sabiendo que estaba allí la reina, quisieron
-darla pesadumbre; y así salieron de Granada más de mil moros, y
-trabaron escaramuza con los cristianos, la cual se comenzó poco a
-poco, y se acabó muy de veras y a gran priesa, porque los cristianos
-les acometieron con tanta fortaleza, que los moros huyeron, y los
-cristianos siguieron el alcance hasta las puertas de Granada, y mataron
-más de cuatrocientos de ellos, y cautivaron más de cincuenta.</p>
-
-<p>En esta escaramuza se señaló grandemente el alcaide de los Donceles,
-y Portocarrero, señor de Palma.</p>
-
-<p>Este día mataron a casi todos los Zegríes: también esta pérdida
-sintió el rey de Granada, porque fue mucha.</p>
-
-<p>La reina se volvió al real con toda su gente, muy contenta de haber
-visto a Granada<span class="pagenum" id="Page_402">p. 402</span> y su
-asiento.</p>
-
-<p>En este tiempo unos leñadores moros se hallaron las cuatro marlotas
-y los cuatro escudos de los turcos que hicieron la batalla por la
-reina Sultana; y como entraron en Granada con ellas, y conocieron las
-marlotas y escudos por sus divisas, se las tomaron a los leñadores,
-preguntándoles dónde habían habido aquellas ropas y escudos. Los
-leñadores dijeron que ellos las habían hallado en lo más espeso del
-Soto de Roma. Gazul, sospechando mal, les volvió a preguntar si habían
-hallado a algunos caballeros muertos. Los leñadores respondieron que
-no.</p>
-
-<p>Gazul mandó llevar las marlotas y escudos a casa de la reina
-Sultana, y fue él también allá, y mostrando las marlotas a la reina,
-dijo:</p>
-
-<p>—Señora, ¿no son estas las propias marlotas de los caballeros que os
-libraron de la muerte?</p>
-
-<p>La reina Sultana las miró bien, y luego las conoció, y dijo que
-ellas eran.</p>
-
-<p>—Pues, ¿qué es la causa —dijo Gazul— que unos leñadores se las hayan
-hallado?</p>
-
-<p>—No sé qué pueda ser —dijo la reina.</p>
-
-<p>Luego sospecharon que los Zegríes y Gomeles los habían muerto, y que
-no podía ser otra cosa.</p>
-
-<p>Gazul contó lo que pasaba a los Alabeces y Venegas, Aldoradines y
-Almoradís, los cuales por aquel respecto trataron mal de palabras a
-los Zegríes que quedaban, y a los Gomeles y Mazas: estos, como estaban
-libres de aquello que se les imputaba, defendían su partido, y sobre
-ello se revolvió entre dichos linajes de caballeros una pendencia,
-por cuya causa casi se perdiera Granada; que harto tuvo el rey y
-los alfaquíes que<span class="pagenum" id="Page_403">p. 403</span>
-apaciguar, y decían los alfaquíes:</p>
-
-<p>—¿Qué hacéis, caballeros de Granada? ¿Por qué volvéis las armas
-contra vosotros mismos, estando vuestros enemigos a las puertas de la
-ciudad? Mirad que lo que ellos habían de hacer, hacéis vosotros. Mirad
-que nos perdemos, y no es tiempo de andar en divisiones.</p>
-
-<p>Tan buenas razones dijeron los alfaquíes, y tanto hizo el rey
-y otros caballeros, que todo este escándalo fue apaciguado con
-gran pérdida de los caballeros Gomeles y Mazas, y algunos de sus
-contrarios.</p>
-
-<p>Muza, que deseaba que la ciudad se diese al cristiano rey, viendo
-armada de nuevo aquella división entre los más principales, se
-holgó mucho por lo que él y los de su bando pretendían, que era ser
-cristianos y entregar la ciudad al rey D. Fernando; y un día estando a
-solas con el rey su hermano, le habló de esta manera:</p>
-
-<p>—Muy mal lo has mirado, hermano Abdalí, en haber quebrado la palabra
-que le diste al rey cristiano, y no es trato de rey faltar en lo que
-propone. Veamos ahora cómo te puedes conservar en esta ciudad, que
-te ha quedado sola de tu reino. Bastimentos van faltando, puesta en
-división, no olvidados los rencores contra ti por la muerte de los
-Abencerrajes, por su destierro tan sin ocasión, y por la deshonra que
-hiciste a tu mujer la reina, que aunque fue bien vengada, los Almoradís
-y Marines sus parientes te tienen un odio mortal: no quisiste recibir
-jamás de mí ningún consejo, que si lo admitieras, no vinieras al estado
-miserable en que estás puesto,<span class="pagenum" id="Page_404">p.
-404</span> no teniendo socorro ninguno para resistir la pujanza grande
-del rey cristiano. Y así, ¿qué determinas hacer? ¿No hablas? ¿Por qué
-no me respondes? De mi voto, si no te quieres perder de todo punto,
-entrega al rey D. Fernando esta ciudad, pues que te da en qué y con
-qué vivas tú y tus siervos. No le indignes más, cumple la palabra con
-voluntad, si no quieres que a tu pesar te la haga cumplir. Adviértote
-que están determinados los más principales caballeros de Granada de
-irse a servir al rey Católico, o darte muy cruel guerra; y si quieres
-saber quién son, has de saber que los Alabeces y Gazules, Aldoradines y
-Venegas, Azarques y Alarifes, y todos los de sus parcialidades, que tú
-conoces muy bien, y yo el primero, queremos ser cristianos y servir al
-rey D. Fernando. Por tanto, consuélate, y mira que si estos que te digo
-te faltan, ¿qué harás aunque sea en tu favor todo lo restante de la
-ciudad? Porque todos estos quieren guardar sus haciendas, y no quieren
-ver su amada patria destruida y saqueada, ni sus reales banderas y
-estandartes rotos con violencia no vista, y ellos esclavos, divididos
-por diversas partes de los reinos de Castilla. Muévete a hacer lo que
-te digo: mira con cuánta piedad y misericordia el rey D. Fernando ha
-tratado a los pueblos del reino, dejándoles vivir con libertad en sus
-propias casas y haciendas, pagando lo mismo que a ti te pagaban, y que
-traigan sus ropas y vestidos, y hablen la lengua y vivan en su ley.</p>
-
-<p>Muy admirado y confuso se halló el rey con las razones<span
-class="pagenum" id="Page_405">p. 405</span> que su hermano Muza decía,
-y con la libertad con que le hablaba; y dando un doloroso suspiro,
-viendo que de todo punto le convenía dar su ciudad bella, porque no
-tenía reparo de hacer otra cosa; considerando que todos los caballeros
-querían ser de la parte del rey Católico, y su mismo hermano con ellos,
-y considerando que si no entregaba la ciudad, los males que la gente
-de guerra en ella pudieran hacer, así de robos como de forzar a las
-doncellas y casadas, y otras cosas que los victoriosos soldados suelen
-hacer en las ciudades que rinden, le dijo a su hermano que estaba de
-parecer de darle ayuda y ponerse en las manos del rey D. Fernando.</p>
-
-<p>Y para la ejecución de ello le dijo a Muza que llamase y juntase
-todos los caballeros y linajes que estaban de aquel parecer, lo cual
-hizo luego el capitán Muza.</p>
-
-<p>Y siendo juntos en el Alhambra, se trató con ellos si le darían
-al victorioso rey D. Fernando a Granada. Todos los que estaban allí,
-Alabeces, Aldoradines, Gazules, Venegas, Azarques, Alarifes y otros
-muchos caballeros de este bando, dijeron que la ciudad se entregase al
-rey D. Fernando.</p>
-
-<p>Visto que la flor y lo mejor de los caballeros de Granada estaban de
-parecer que la ciudad se entregase; mandando luego tocar sus trompetas
-y añafiles, al cual son se juntaron todos los caballeros, y cuando el
-rey Chico los vio juntos, les contó lo que estaba tratado entre él y su
-hermano, que por dolerse de la ciudad y no verla por el suelo, se la
-quería entregar al rey cristiano.</p>
-
-<p>En la ciudad alborotada<span class="pagenum" id="Page_406">p.
-406</span> por esto, daban diferentes votos unos de otros: los unos
-decían que no se diese la ciudad; otros que sí, porque era bien para
-toda la ciudad; otros decían que anduviese la guerra, y que les vendría
-socorro de África; otros que no vendría.</p>
-
-<p>En estos dares y tomares estuvieron treinta días, al cabo de los
-cuales fue entre todos determinado de dar la ciudad, y ponerse a la
-misericordia del rey D. Fernando; y con condición que todos los que
-quisiesen vivir en su ley y quedarse con sus haciendas, trajes y
-lenguaje, así como habían quedado todas las demás ciudades, villas y
-lugares que al rey cristiano se le habían entregado.</p>
-
-<p>Acordado esto de esta manera, fueron a hablar al rey D. Fernando
-sobre ello, y los que fueron a tratarlo eran Alabeces, Aldoradines,
-Gazules, Venegas, y Muza por cabeza de todos; los cuales salieron de la
-ciudad y fueron a Santa Fe donde estaba el rey D. Fernando acompañado
-de los Grandes de Castilla; el cual como vio venir tan grande
-escuadrón, mandó que el real se apercibiese por si fuese menester,
-aunque por cartas de Muza sabía lo que se trataba en Granada.</p>
-
-<p>Llegaron al real los granadinos caballeros, se apearon y entraron
-en Santa Fe, y fueron al alojamiento real. Eran Muza, Malique Alabez,
-Aldoradín y Gazul, los cuales llevaban comisión de tratar este
-negocio.</p>
-
-<p>Todos los demás caballeros moros quedaron fuera del real paseándose
-y hablando con los demás caballeros, admirados de ver tanta braveza y
-apercibimiento de guerra, y de ver aquel fuerte<span class="pagenum"
-id="Page_407">p. 407</span> real y su asiento.</p>
-
-<p>Finalmente, los comisarios moros hablaron con el rey, y Aldoradín,
-caballero muy estimado, dijo lo siguiente:</p>
-
-<p class="centra mt15"><i>Razonamiento que se hizo al rey D. Fernando.</i></p>
-
-<blockquote>
-
- <p>«No las sangrientas armas ni el belicoso son de acordadas
- trompetas y retumbantes cajas, ni arrastradas banderas, ni muerte
- de varones ínclitos, invicto y poderoso rey Católico, ha sido parte
- para que nuestra ciudad de Granada viniese a entregarse, y dar, y
- abatir sus reales pendones, sino la fama de tu soberana virtud y
- misericordia, que de ordinario usas con tus súbditos, lo cual es
- muy manifiesto a todos; y confiados en que nosotros los moradores
- de la ciudad de Granada no seremos menos tratados ni honrados que
- los demás que a tu grandeza se han dado, nos venimos a poner en tus
- reales manos, para que de nosotros y de todos los de la ciudad hagas
- tu voluntad, como de humildes vasallos; y desde ahora prometemos de
- darte a Granada y todas sus fuerzas, para que de la ciudad y de ellos
- dispongas a tu voluntad; y el rey besa tus reales pies y manos, y
- pide perdón de haber faltado a la palabra y juramento dado; y porque
- tu grandeza vea ser esto así, toma una carta suya, la cual me mandó
- que pusiese en tus reales manos.»</p>
-
-</blockquote>
-
-<p>Diciendo esto hincadas ambas rodillas, besó la carta, y se la dio
-al rey D. Fernando; y recibiéndola con mucho contento la abrió, y
-leída<span class="pagenum" id="Page_408">p. 408</span> entendió el
-rey ser así lo que Aldoradín le había dicho, y que su alteza fuese a
-Granada y tomase posesión de la ciudad y del Alhambra.</p>
-
-<p>El Aldoradín pasó adelante con su plática diciendo:</p>
-
-<blockquote>
-
- <p>«Las condiciones arriba dichas son que los moros que quisiesen ir
- al África se fuesen libres, y que los que se quisiesen quedar que
- les dejasen sus bienes, y que los que quisiesen vivir en su ley,
- viviesen, y trajesen su hábito y hablasen su lengua.»</p>
-
-</blockquote>
-
-<p>Todo lo cual les otorgó el rey D. Fernando muy alegremente; y así
-los cristianos reyes de Castilla y de Aragón, D. Fernando y Doña Isabel
-fueron con gran parte de su gente a Granada, dejando su real a muy buen
-recaudo; y día de los reyes en treinta días de diciembre, les fue a los
-reyes Católicos entregada la fuerza del Alhambra: a dos días del mes
-de enero la reina Doña Isabel y su corte, con toda la gente de guerra,
-partió de Santa Fe a Granada, y en un cerro que estaba junto a ella se
-puso a mirar la hermosura de la ciudad, aguardando que se hiciese la
-entrega de ella.</p>
-
-<p>El rey D. Fernando también, acompañado de sus Grandes de Castilla,
-se puso por la parte de Genil adonde salió el rey moro, y en llegando
-le entregó las llaves de la ciudad y de las fuerzas, y se quería apear
-para besarle los pies. El rey D. Fernando no consintió que hiciese lo
-uno ni lo otro.</p>
-
-<p>Finalmente, el moro le besó la mano y le entregó las llaves, las
-cuales dio el rey al conde de Tendilla, por haberle hecho merced de
-la alcaidía,<span class="pagenum" id="Page_409">p. 409</span> porque
-la tenía bien merecida; y así entraron en la ciudad y subieron al
-Alhambra, y encima de la torre de Comares tan famosa, se levantó la
-señal de la santa Cruz, y luego el estandarte de los Católicos reyes;
-y los dos reyes de armas dijeron en altas voces: <i>Viva el rey D.
-Fernando, por él, y por la reina Doña Isabel, su mujer</i>.</p>
-
-<p>La Católica y serenísima reina que vio la señal de la santa Cruz
-encima de la torre de Comares, y su estandarte real con ella, se hincó
-de rodillas, y puestas las manos dio infinitas gracias a Dios por la
-feliz victoria que había ganado contra aquella populosa ciudad de
-Granada.</p>
-
-<p>La música de la capilla del rey cantó luego: <i>Te Deum
-laudamus.</i> Fue tan grande el placer de todos, que lloraban. Luego se
-oyeron en el Alhambra mil instrumentos de bélicas trompetas, pífanos y
-cajas.</p>
-
-<p>Los moros amigos del rey D. Fernando, que querían ser cristianos, y
-cuya cabeza era Muza, tocaron muchas dulzainas y añafiles, sonando gran
-ruido de tambores por toda la ciudad.</p>
-
-<p>Los caballeros moros que habemos dicho en aquella noche jugaron
-galanamente alcancías y cañas, las cuales se holgaron de ver los dos
-cristianos reyes. Había tantas luminarias, y tantas fiestas y regocijos
-aquella noche, que era cosa de ver.</p>
-
-<p>Dice nuestro cronista, que aquel día de la entrega de la ciudad, el
-rey moro hizo sentimiento en dos cosas.</p>
-
-<p>La una es que pasando el rey moro un río, los moros que iban a la
-par de él le cubrieron los pies, lo cual el rey no quiso consentir.</p>
-
-<p>La otra costumbre es que subiendo el<span class="pagenum"
-id="Page_410">p. 410</span> rey alguna escalera, los zapatos que se
-descalza, o pantuflos, al pie de ella, los más principales que van con
-él se los suben; lo cual el rey moro no quiso consentir aquel día.</p>
-
-<p>Y así como llegó a su casa el rey moro, que era el Alcazaba, comenzó
-a llorar lo que había perdido; al cual llanto le dijo su madre que, pues
-no había sido para defenderla, hacía bien llorarla.</p>
-
-<p>Todos los Grandes de Castilla le fueron a besar las manos al rey D.
-Fernando y a la reina Doña Isabel, y a jurarlos por reyes de Granada
-y su reino. Los Católicos reyes hicieron muchas mercedes a todos los
-caballeros que se habían hallado en la conquista de Granada.</p>
-
-<p>Entregada la ciudad fueron puestas todas las armas de los moros en
-el Alhambra.</p>
-
-<p>Acabado de dar asiento en las cosas de Granada, mandó el rey D.
-Fernando que a los caballeros Abencerrajes se les volviesen todas sus
-casas y haciendas, y sin esto les hizo grandes mercedes.</p>
-
-<p>Lo mismo hizo con Reduán, Sarracino y Abenámar, los cuales habían
-servido en la guerra muy bien, y con grande fidelidad.</p>
-
-<p>Muza y Celima se volvieron cristianos, y los casó el rey, y les dio
-grandes haberes.</p>
-
-<p>La reina Sultana fue a besar las manos a los reyes Católicos, los
-cuales la recibieron benigna y amorosamente, y dijo que quería ser
-cristiana; y así la bautizó el nuevo arzobispo, y la puso por nombre
-Doña Isabel de Granada. Casola el rey con un principal caballero, y le
-dio en dote dos lugares.</p>
-
-<p>A todos los Alabeces y Gazules el rey les hizo grandes mercedes,
-especialmente a Malique Alabez, que se llamó<span class="pagenum"
-id="Page_411">p. 411</span> D. Juan Alabez, y el mismo rey fue padrino
-suyo, y de Aldoradín, al cual llamó de su propio nombre Fernando
-Aldoradín.</p>
-
-<p>El rey mandó que si quedaban Zegríes, que no viniesen a Granada, por
-la maldad que hicieron contra los Abencerrajes.</p>
-
-<p>Los Gomeles se fueron a África, y el rey Chico con ellos, que no
-quiso estar en España aunque le habían dado a Purchena en que viviese;
-y en el África le mataron los moros de aquellas partes porque perdió a
-Granada.</p>
-
-<p>Nuestro moro cronista nos advierte de una cosa, y es, que los
-caballeros llamados Mazas, que no era este su propio nombre, sino
-Abembices. De este nombre Abembiz hubo dos linajes en Granada, y no
-bien puestos los unos con los otros, porque cada uno decía ser de más
-claro linaje que el otro.</p>
-
-<p>Sucedió que el bando de aquellos Abembices en tiempo del rey de
-Castilla D. Juan I tuvieron una batalla en la Vega de Granada con los
-cristianos, y de los cristianos se llamaba el capitán y alférez, que
-era su hermano, D. Pedro Maza.</p>
-
-<p>Decían ser estos caballeros del reino de Aragón y de Valencia, y que
-esta sangrienta batalla fue muy reñida; de manera que los capitanes de
-ambas partes murieron, asimismo los alféreces, y los estandartes fueron
-trocados; que el de los moros llevaron los cristianos, y los moros se
-llevaron el de los cristianos; y fueron cautivos, así de una parte como
-de otra, y respecto de aquella cruel batalla por la memoria de ella, en
-Granada diciendo o nombrando los Abembices, respondían los Mazas o los
-otros. De manera que<span class="pagenum" id="Page_412">p. 412</span>
-fueron llamados los Abembices Mazas, y se quedaron con aquel nombre.</p>
-
-<p>El rey D. Fernando les dio a los caballeros Venegas muy grandes
-mercedes y privilegios, como que pudiesen traer armas; y asimismo a los
-Alabeces y Aldoradines.</p>
-
-<p>La hermosa reina, que ser solía llamada Doña Isabel de Granada
-siendo casada, como ya hemos dicho, dio libertad a su criada Esperanza
-de Hita, y muchas y muy ricas joyas, y la envió a Mula, de donde era
-natural, al cabo de siete años de cautiverio.</p>
-
-<p>No muchos días después de tomada Granada, fue hallada una cueva de
-armas, de la cual se hizo grande pesquisa; y descubierta la verdad, se
-hizo justicia de los culpados.</p>
-
-<p>Algunas cosas de aquestas no llegaron a noticia de Hernando del
-Pulgar, cronista de los Católicos reyes; y así no las escribió ni la
-batalla que los cuatro caballeros cristianos hicieron por la reina,
-porque de ello se guardó el secreto; y si algo de estas cosas supo y
-entendió, no puso la pluma en ello, por estar ocupado en otras cosas
-tocantes a los Católicos reyes y de más gravedad.</p>
-
-<p>Nuestro moro cronista supo de la Sultana, debajo de secreto, todo lo
-que pasó, y ella le dio las dos cartas; la que envió a D. Juan Chacón,
-y la respuesta que le envió; que así él pudo escribir aquella famosa
-batalla, sin que nadie entendiese quién fueron hasta ahora.</p>
-
-<p>Visto por el cronista perdido el reino de Granada, se fue a África
-y a Tremecén, llevando todos sus papeles consigo: allí murió, y dejó
-hijos y un nieto suyo no menos<span class="pagenum" id="Page_413">p.
-413</span> hábil que él, llamado Argutarfa, el cual recogió todos los
-papeles de su abuelo, y en ellos halló este pequeño libro, que no
-estimó en poco, por tratar la materia de Granada, y por grande amistad
-se lo presentó a un judío, llamado Saba Santo, quien le sacó en hebreo
-por su contento, y el original arábigo le presentó a D. Rodrigo Ponce
-de León, conde de Bailén.</p>
-
-<p>Y por saber lo que contenía, y por haberse hallado su abuelo y
-bisabuelo en las dichas conquistas, le rogó al judío que le tradujese
-en castellano, y después el conde me hizo merced de dármelo.</p>
-
-<p>Y pues ya hemos acabado de decir todas las guerras civiles, y los
-bandos de los Zegríes y Abencerrajes, diremos algunas cosas de D.
-Alonso de Aguilar, y cómo le mataron los moros en Sierra Bermeja, con
-algunos romances de su historia, y daremos fin a los amores de Gazul y
-Lindaraja.</p>
-
-<p>Así como bautizaron a Gazul, y habiéndole hecho el rey merced, pidió
-licencia para ir a Sanlúcar, y diósela. Partiose luego, y llego con
-brevedad, con el deseo que tenía de ver a su señora, y le hizo saber
-con un paje su venida.</p>
-
-<p>Ella estaba enojada con él sobre ciertos celos, y no quiso oír al
-paje, de lo cual le pesó a Gazul; y sabiendo que en Gelves se jugaban
-cañas, porque el alcaide de allí las había ordenado por la paz de los
-reinos, quiso ir a jugarlas para mostrar su valor; y así un día se puso
-muy galán, la librea blanca, morada y verde, y las plumas de lo mismo,
-llenas de argentería de oro y plata, el caballo enjaezado de lo mismo;
-y antes<span class="pagenum" id="Page_414">p. 414</span> de partirse
-fue por la calle de Lindaraja por verla, y él llegaba a sus ventanas
-cuando la dama salía a un balcón.</p>
-
-<p>Gazul que la vio, lleno de alegría y contento picó al caballo, y
-llegando junto al balcón le hizo arrodillar y poner la boca en el
-suelo, así como aquel que le tenía enseñado en aquello para aquella
-hora. Comenzó a hablar diciendo:</p>
-
-<p>—Qué le mandaba para Gelves, que iba allí a jugar cañas, y que
-con haberla visto llevaba esperanza de que le iría bien en aquella
-jornada.</p>
-
-<p>La dama le respondió, que a la dama que servía le pidiese favores,
-que a ella no había para qué, que no cuidase de engañar a nadie; y
-diciendo esto, echándole muchas maldiciones, se quitó del balcón y
-cerró la ventana con gran furia.</p>
-
-<p>Gazul viendo aquel gran disfavor de su dama, arremetió el caballo
-a la pared; y así hizo la lanza pedazos y se volvió a su casa, y se
-desnudó para no ir a las cañas.</p>
-
-<p>No faltó quien le diese noticia de esto a Lindaraja, la cual estaba
-arrepentida de lo que había hecho; y así con un paje envió a llamar a
-Gazul para que se viese con ella en un huerto que ella tenía.</p>
-
-<p>Gazul lleno de alegre esperanza vino a su llamado, y se vio con ella
-en aquel jardín, donde ella le dio disculpas, y pidió perdón de lo
-hecho, y se casaron los dos; y para que fuese a jugar cañas a Gelves
-ella le dio muy ricas empresas, y por esto se dice este</p>
-
-<p class="centra mt15"><span class="pagenum" id="Page_415">p. 415</span>ROMANCE.</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Por la plaza de Sanlúcar</p>
- <p class="i0">galán paseando viene</p>
- <p class="i0">el animoso Gazul</p>
- <p class="i0">de blanco, morado y verde.</p>
- <p class="i2">Quiérese partir el moro</p>
- <p class="i0">a jugar cañas a Gelves,</p>
- <p class="i0">que hace fiestas su alcaide</p>
- <p class="i0">por las paces de los reyes.</p>
- <p class="i2">Adora una Abencerraje,</p>
- <p class="i0">reliquia de los valientes</p>
- <p class="i0">que mataron en Granada</p>
- <p class="i0">los Zegríes y Gomeles.</p>
- <p class="i2">Por despedirse y hablarla,</p>
- <p class="i0">vuelve y revuelve mil veces,</p>
- <p class="i0">penetrando con los ojos</p>
- <p class="i0">las venturosas paredes.</p>
- <p class="i2">Al cabo una hora de noche,</p>
- <p class="i0">de esperanzas impacientes,</p>
- <p class="i0">viola venir al balcón,</p>
- <p class="i0">haciendo los años breves.</p>
- <p class="i2">Arremetió su caballo,</p>
- <p class="i0">viendo aquel sol que amanece,</p>
- <p class="i0">haciendo que se arrodille,</p>
- <p class="i0">y el suelo en su nombre bese.</p>
- <p class="i2">Con voz turbada la dice:</p>
- <p class="i0">«No es posible sucederme</p>
- <p class="i0">cosa triste en esta empresa,</p>
- <p class="i0">habiéndote visto alegre.</p>
- <p class="i2">Allá me llevan sin alma</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_416">p. 416</span>obligación y parientes;</p>
- <p class="i0">volverame mi cuidado,</p>
- <p class="i0">por ver si de mí le tienes.</p>
- <p class="i2">Dame una empresa o memoria,</p>
- <p class="i0">y no para que me acuerde,</p>
- <p class="i0">sino para que me adorne,</p>
- <p class="i0">guarde, acompañe y esfuerce.»</p>
- <p class="i2">Celosa está Lindaraja,</p>
- <p class="i0">que de celos grandes muere</p>
- <p class="i0">de Zaida, la de Jerez,</p>
- <p class="i0">porque su Gazul la quiere;</p>
- <p class="i2">Y de esto la han informado,</p>
- <p class="i0">que por ella ardiendo muere;</p>
- <p class="i0">y así a Gazul le responde:</p>
- <p class="i0">«Si en la guerra te sucede,</p>
- <p class="i2">Como mi alma desea,</p>
- <p class="i0">y el tuyo falso merece,</p>
- <p class="i0">no volverás a Sanlúcar,</p>
- <p class="i0">tan ufano como sueles,</p>
- <p class="i0">a los ojos que te adoran,</p>
- <p class="i0">y a los que más te aborrecen.</p>
- <p class="i2">Y plegue Alá que en las cañas</p>
- <p class="i0">los enemigos que tienes,</p>
- <p class="i0">te tiren secretas lanzas,</p>
- <p class="i0">porque mueras como mientes.</p>
- <p class="i2">Y que traigan fuertes jacos</p>
- <p class="i0">debajo los alquiceles,</p>
- <p class="i0">porque si quieres vengarte,</p>
- <p class="i0">acabes, y no te vengues.</p>
- <p class="i2">Tus amigos no te ayuden,</p>
- <p class="i0">tus contrarios te atropellen,</p>
- <p class="i0">y que en hombros de ellos salgas,</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_417">p. 417</span>cuando a servir damas entres;</p>
- <p class="i2">Y que en lugar de llorarte</p>
- <p class="i0">las que engañas y entretienes,</p>
- <p class="i0">con maldiciones te ayuden,</p>
- <p class="i0">y de tu muerte se alegren.»</p>
- <p class="i2">Piensa Gazul que se burla,</p>
- <p class="i0">que es propio del inocente;</p>
- <p class="i0">y alzándose en los estribos,</p>
- <p class="i0">tomarla la mano quiere.</p>
- <p class="i2">«Miente, la dice, señora,</p>
- <p class="i0">el moro que me revuelve,</p>
- <p class="i0">a quien estas maldiciones</p>
- <p class="i0">le vengan, porque me vengue.</p>
- <p class="i2">Mi alma aborrece a Zaida;</p>
- <p class="i0">de que la amé se arrepiente:</p>
- <p class="i0">malditos sean los años</p>
- <p class="i0">que la serví por mi suerte.</p>
- <p class="i2">Dejome a mí por un moro</p>
- <p class="i0">más rico de pobres bienes.»</p>
- <p class="i0">Esto que oye Lindaraja,</p>
- <p class="i0">aquí la paciencia pierde.</p>
- <p class="i2">A este tiempo pasó un paje</p>
- <p class="i0">con sus caballos jinetes,</p>
- <p class="i0">que los llevaba gallardos</p>
- <p class="i0">de plumas y de jaeces.</p>
- <p class="i2">La lanza con que ha de entrar</p>
- <p class="i0">la tomó, y fuerte arremete,</p>
- <p class="i0">haciéndola mil pedazos</p>
- <p class="i0">contra las mismas paredes.</p>
- <p class="i2">Y manda que sus caballos,</p>
- <p class="i0">jaeces y plumas truequen,</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_418">p. 418</span>los verdes en leonados,</p>
- <p class="i0">para entrar leonado en Gelves.</p>
-</div>
-
-<p>Ya contamos como habiendo pasado aquestas palabras entre Lindaraja
-y Gazul, ella se quitó del balcón muy enojada y confusa, y dio
-con su mano a las puertas de la ventana, y con mucho furor la
-cerró inconsideradamente: mas después siendo de ello arrepentida,
-como aquella que amaba de todo corazón a Gazul, y sabiendo como
-desesperadamente había trocado sus aderezos verdes, azules y blancos,
-en leonados, y roto la lanza con enojo en la pared, como atrás se dijo;
-enviándole a llamar, que le esperaba en su jardín, trató con él muy
-largas cosas, y entre los dos se casaron, y ella le dio para irse al
-dicho juego de cañas a Gelves ricas preseas por su memoria.</p>
-
-<div class="section">
-<p>Y de esto se hizo este romance, que dice así:</p>
-</div>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Adornado de preseas</p>
- <p class="i0">de la bella Lindaraja,</p>
- <p class="i0">se parte el fuerte Gazul</p>
- <p class="i0">a Gelves a jugar cañas.</p>
- <p class="i2">Cuatro caballos jinetes</p>
- <p class="i0">lleva cubiertos de galas,</p>
- <p class="i0">con mil cifras de oro fino,</p>
- <p class="i0">que dicen: <i>Abencerraja</i>.</p>
- <p class="i2">Cada librea de Gazul</p>
- <p class="i0">era azul, blanca y morada,</p>
- <p class="i0">los penachos de lo mismo</p>
- <p class="i0">con una pluma encarnada.</p>
- <p class="i2">De costosa argentería,</p>
- <p class="i0">de fino oro, y fina plata,</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_419">p. 419</span>pone el oro en lo morado,</p>
- <p class="i0">la plata en lo rojo esmalta.</p>
- <p class="i2">Un salvaje por divisa</p>
- <p class="i0">lleva enmedio de la adarga,</p>
- <p class="i0">que desquijara un león,</p>
- <p class="i0">divisa hermosa y usada</p>
- <p class="i2">De nobles Abencerrajes,</p>
- <p class="i0">que fueron flor de Granada;</p>
- <p class="i0">de todos bien conocida,</p>
- <p class="i0">y de muchos estimada.</p>
- <p class="i2">Llevaba el fuerte Gazul,</p>
- <p class="i0">por respeto de su dama,</p>
- <p class="i0">que era de Abencerrajes,</p>
- <p class="i0">a quien por extremo amaba,</p>
- <p class="i2">Una letra en lengua mora</p>
- <p class="i0">que dice: <i>Nadie la iguala.</i></p>
- <p class="i0">De aquesta suerte Gazul</p>
- <p class="i0">de Gelves entró en la plaza</p>
- <p class="i2">Con treinta de su cuadrilla,</p>
- <p class="i0">que así concertado estaba,</p>
- <p class="i0">de una librea vestidos,</p>
- <p class="i0">que admira a quien los miraba;</p>
- <p class="i2">Y una divisa sacaron</p>
- <p class="i0">que ninguno discrepaba,</p>
- <p class="i0">si no fue solo Gazul</p>
- <p class="i0">en las cifras que llevaba.</p>
- <p class="i2">Al son de los añafiles</p>
- <p class="i0">el juego se comenzaba,</p>
- <p class="i0">tan trabado y tan revuelto,</p>
- <p class="i0">que parece una batalla.</p>
- <p class="i2">Mas el bando de Gazul</p>
- <p class="i0">en todo lleva ventaja:</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_420">p. 420</span>el moro caña no tira</p>
- <p class="i0">que no aportille una adarga.</p>
- <p class="i2">Míranlo mil damas moras</p>
- <p class="i0">de balcones y ventanas,</p>
- <p class="i0">también lo estaba mirando</p>
- <p class="i0">la hermosa mora Zaida;</p>
- <p class="i2">La cual dicen de Jerez</p>
- <p class="i0">que en las fiestas se hallara:</p>
- <p class="i0">vestida va de leonado</p>
- <p class="i0">por el luto que llevaba</p>
- <p class="i2">Por su esposo tan querido,</p>
- <p class="i0">que el bravo Gazul matara.</p>
- <p class="i0">Zaida bien le reconoce</p>
- <p class="i0">en el tirar de la caña:</p>
- <p class="i2">Acuérdase en su memoria</p>
- <p class="i0">de aquellas cosas pasadas,</p>
- <p class="i0">cuando Gazul la servía</p>
- <p class="i0">y ella le fue tan ingrata.</p>
- <p class="i2">Muy mal pagó sus servicios,</p>
- <p class="i0">y lo mucho que él la amaba:</p>
- <p class="i0">siente tanto dolor de esto,</p>
- <p class="i0">que allí cayó desmayada;</p>
- <p class="i2">Y al cabo que volvió en sí,</p>
- <p class="i0">su criada la hablara:</p>
- <p class="i0">«¿Qué es esto, señora mía?</p>
- <p class="i0">¿Por qué causa te desmayas?»</p>
- <p class="i2">Zaida respondiera así,</p>
- <p class="i0">con voz muy baja y turbada:</p>
- <p class="i0">«Advierte bien aquel moro</p>
- <p class="i0">que arrojó ahora la caña:</p>
- <p class="i2">Aquel se llama Gazul,</p>
- <p class="i0">cuya fama es bien nombrada;</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_421">p. 421</span>seis años fui de él servida,</p>
- <p class="i0">sin de mí alcanzar nada.</p>
- <p class="i2">Aquel mató a mi marido,</p>
- <p class="i0">y de ello yo fui la causa;</p>
- <p class="i0">y con todo esto le quiero,</p>
- <p class="i0">y le tengo acá en el alma.</p>
- <p class="i2">Holgara que me quisiera,</p>
- <p class="i0">pero no me estima en nada;</p>
- <p class="i0">adora una Abencerraje,</p>
- <p class="i0">por quien vivo desmayada.»</p>
- <p class="i2">En esto se acabó el juego,</p>
- <p class="i0">y la fiesta aquí se acaba:</p>
- <p class="i0">Gazul se parte a Sanlúcar</p>
- <p class="i0">con mucha honra ganada.</p>
-</div>
-
-<p>Muy maravillados quedaron en Gelves de la bondad y fortaleza de
-Gazul, y cuán bien lo había hecho en el juego de cañas; y de su valor
-quedaron muchas damas amarteladas, y se holgaron de ser amadas de tan
-buen caballero.</p>
-
-<p>Llegado Gazul a Sanlúcar, luego fue a ver a su dama Lindaraja, la
-cual no se holgó poco de su venida, y preguntándole muy por extenso
-todo lo que en Gelves había pasado, el enamorado Gazul la satisfizo
-de todo con mucha alegría, contándola cuán bien le había ido en aquel
-viaje; y por esto se hizo el siguiente</p>
-
-<p class="centra mt15">ROMANCE.</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">De honor y trofeos lleno,</p>
- <p class="i0">más que el gran Marte lo ha sido,</p>
- <p class="i0">el valeroso Gazul</p>
- <p class="i0">de Gelves había venido.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_422">p. 422</span>Vínose para Sanlúcar,</p>
- <p class="i0">donde fue bien recibido</p>
- <p class="i0">de su dama Lindaraja,</p>
- <p class="i0">de la cual es muy querido.</p>
- <p class="i2">Estando ambos a dos</p>
- <p class="i0">en un jardín muy florido,</p>
- <p class="i0">con amorosos regalos</p>
- <p class="i0">siendo cada cual servido,</p>
- <p class="i2">Lindaraja aficionada,</p>
- <p class="i0">una guirnalda ha tejido</p>
- <p class="i0">de clavellinas y rosas,</p>
- <p class="i0">y de un alhelí escogido.</p>
- <p class="i2">Cercada de violetas,</p>
- <p class="i0">flor que de amantes ha sido,</p>
- <p class="i0">se la puso en la cabeza</p>
- <p class="i0">a Gazul, y así le ha dicho:</p>
- <p class="i2">«Nunca fuera Ganimedes</p>
- <p class="i0">de rostro tan escogido:</p>
- <p class="i0">si el gran Júpiter te viera,</p>
- <p class="i0">él te llevara consigo.»</p>
- <p class="i2">El fuerte Gazul la abraza,</p>
- <p class="i0">diciéndola con un riso:</p>
- <p class="i0">«No pudo ser tan hermosa</p>
- <p class="i0">la que el Troyano ha escogido;</p>
- <p class="i2">Por la cual se perdió Troya,</p>
- <p class="i0">y en fuego se había encendido,</p>
- <p class="i0">como tú, señora mía,</p>
- <p class="i0">vencedora de Cupido.»</p>
- <p class="i2">«Si hermosa te parezco,</p>
- <p class="i0">Gazul, cásate conmigo,</p>
- <p class="i0">pues que me diste la fe</p>
- <p class="i0">que serías mi marido:»</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_423">p. 423</span>«Pláceme, dice Gazul,</p>
- <p class="i0">pues yo gano en tal partido.»</p>
-</div>
-
-<p>Estas y otras amorosas palabras pasaron entre Lindaraja y su amante
-Gazul; y así ordenaron de casarse, y Gazul se la pidió a su tío, en
-cuyo poder estaba Lindaraja.</p>
-
-<p>El tío se holgó mucho, por ser Gazul principal y valiente; y así se
-celebraron las bodas, y fueron muy costosas, y se hallaron en ellas
-muchos caballeros cristianos y moros; porque vinieron de Granada los
-cristianos Gazules, Abencerrajes y Venegas.</p>
-
-<p>También vino Daraja, hermana de Lindaraja, y su marido Zulema, que
-eran ya cristianos y muy queridos del rey Católico, y hubo toros, cañas
-y sortija.</p>
-
-<p>Duraron estas fiestas dos meses, al cabo de los cuales todos los
-caballeros que habían venido de Granada se volvieron, llevando consigo
-a los desposados, los cuales en llegando fueron a besar las manos a los
-reyes Católicos, de lo que holgaron mucho en verlos, y mandaron que
-todos los bienes del padre de Lindaraja se los entregasen a Gazul y su
-esposa.</p>
-
-<p>Tornose cristiana Lindaraja, y llamose Doña Juana; él se llamó D.
-Pedro Gazul cuando le bautizaron.</p>
-
-<p>En esta historia de Gazul se quedó por poner otro romance que era
-primero que el de Sanlúcar; mas por no estar bueno, y no haberle
-entendido el autor que le hizo, se puso al principio, porque no causara
-confusión; y porque no quede con aquella ignorancia, diremos la verdad
-del caso.</p>
-
-<p>El romance que digo, es aquel que dice: <i>Sale la estrella de
-Venus</i>, y el que le compuso<span class="pagenum" id="Page_424">p.
-424</span> no entendió la historia, porque no tuvo razón de decir que
-se casaba Zaida, hija del alcaide de Jerez, con el alcaide de Sevilla
-y su fuerza, porque el Gazul que mató al desposado de Zaida, no fue en
-tiempo que Jerez ni Sevilla eran de moros, sino en tiempo de los reyes
-Católicos, como se prueba por aquel verso del romance de Sanlúcar,
-cuando dice: <i>Reliquia de los valientes</i>; pues en este tiempo ya
-habían ganado los cristianos a Sevilla y Jerez. Mas hase de entender de
-esta manera el romance y su historia.</p>
-
-<p>Zaida la de Jerez era nieta o biznieta de los alcaides de allí,
-siendo Jerez tomada de cristianos, y quedando los moros en pleitesía,
-gozando de sus libertades, lengua y hábito, y viviendo en su secta;
-siendo los cristianos señores de la ciudad y fortaleza.</p>
-
-<p>Lo mismo fue en Sevilla, que aquel moro rico que dice el romance que
-se casaba con Zaida, por ser alcaide en Sevilla; no porque lo era él,
-sino su abuelo, y el moro vivía en Sevilla con los demás que en ella
-quedaron, y entre todos se trató el casamiento que dice el romance.</p>
-
-<p>Pues viniendo al caso, Gazul servía a Zaida en tiempo que se trató
-el casamiento con el moro de Sevilla, y nunca pudo alcanzar Gazul lo
-que pretendía, porque sabía Zaida que sus padres no querían casarla con
-él, sino con el sevillano, por tener algún deudo con él, y por ser más
-rico que Gazul; y por eso no le favorecía, aunque le amaba de secreto,
-y no lo manifestaba por no dar disgusto a sus padres.</p>
-
-<p>Pues estando ya tratado el casamiento, una noche<span
-class="pagenum" id="Page_425">p. 425</span> en cierta zambra que
-se hacía en la casa de Zaida se halló Gazul; porque entonces había
-licencia para entrar de paz los moros en las tierras de los cristianos
-a tratar o a hablar con los demás moros que estaban en ellas.</p>
-
-<p>Pues como se halló allí, danzó la zambra con Zaida; y estando
-danzando asidos de las manos, como es costumbre en aquel baile, no pudo
-refrenarse Gazul tanto con el demasiado amor que a Zaida tenía, que al
-tiempo que acabó de danzar, no la abrazase estrechamente; lo cual visto
-por el moro sevillano, así como un león, lleno y ciego de cólera, puso
-mano a su alfanje y fue a herir a Gazul, el cual se puso en defensa, y
-aun hubiera ofendido muy mal al desposado, si no fuera por la gente que
-se puso de por medio.</p>
-
-<p>Alborotada la sala de Zaida por esta ocasión, sus padres de ella se
-enojaron mucho con Gazul, y le dijeron que se fuese a su casa.</p>
-
-<p>Gazul sin replicar en cosa alguna se salió muy enojado de allí,
-y juró de matar al desposado, y para ello aguardó tiempo y lugar
-oportuno; y sabiendo cuando se desposaba Zaida, ya que era hora,
-se aderezó muy bien, y subió en un muy buen caballo, y partió de
-Medina-Sidonia para Jerez, y entró al anochecer cuando salían Zaida y
-su desposado, acompañados de muchos caballeros, así cristianos como
-moros, de su casa, para ir a otra donde se habían de celebrar las
-bodas; lo cual visto por Gazul, rabioso de celos y de cólera, echó
-mano a un estoque y embistió con el desposado y le dio una estocada,
-de la<span class="pagenum" id="Page_426">p. 426</span> cual quedó
-muerto.</p>
-
-<p>Admirados los circunstantes de la tal hazaña, no sabían qué hacer,
-ni qué decir, salvo los parientes del muerto y los de Zaida, que
-acometieron a Gazul para matarle, diciendo: «Muera el traidor»; pero el
-valiente Gazul se defendió de todos, hiriendo a algunos de ellos, sin
-que a él le ofendiesen; y así escapó de todos juntos.</p>
-
-<p>Por la muerte de Zaide, y por este hecho se dijo este romance que
-sigue, el cual se había de poner primero que los ya dichos de Gazul;
-mas pues se ha declarado la causa, no importa que se ponga aquí,
-diciendo de esta manera:</p>
-
-<div class="poem ml7 mb1 mt1">
- <p class="i2">Sale la estrella de Venus</p>
- <p class="i0">al tiempo que el sol se pone,</p>
- <p class="i0">y la enemiga del día</p>
- <p class="i0">su negro manto descoge.</p>
- <p class="i2">Y con ella un fuerte moro,</p>
- <p class="i0">semejante a Rodamonte,</p>
- <p class="i0">sale de Sidonia armado;</p>
- <p class="i0">de Jerez la Vega corre,</p>
- <p class="i2">Por do entra Guadalete</p>
- <p class="i0">al mar de España, y por donde</p>
- <p class="i0">Santa María del Puerto</p>
- <p class="i0">recibe famoso nombre.</p>
- <p class="i2">Desesperado camina,</p>
- <p class="i0">que aunque es de linaje noble,</p>
- <p class="i0">le deja su dama ingrata,</p>
- <p class="i0">porque se suena que es pobre;</p>
- <p class="i2">Y aquella noche se casa</p>
- <p class="i0">con un moro, feo y torpe,</p>
- <p class="i0">porque es alcaide en Sevilla</p>
- <p class="i0">del Alcázar y la Torre.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_427">p. 427</span>Quejábase grandemente</p>
- <p class="i0">de un agravio tan enorme,</p>
- <p class="i0">y a sus palabras la Vega</p>
- <p class="i0">con el eco le responde:</p>
- <p class="i2">«Zaida, dice, más airada</p>
- <p class="i0">que el mar que las nubes sorbe;</p>
- <p class="i0">más dura e inexorable,</p>
- <p class="i0">que las entrañas de un monte:</p>
- <p class="i2">¿Cómo permites, cruel,</p>
- <p class="i0">después de tantos favores,</p>
- <p class="i0">que de prendas que son mías</p>
- <p class="i0">ajena mano se adorne?</p>
- <p class="i2">¿Es posible que te abrazas</p>
- <p class="i0">a las cortezas de un roble,</p>
- <p class="i0">y dejas el árbol tuyo</p>
- <p class="i0">desnudo de fruto y flores?</p>
- <p class="i2">¡Dejas a un pobre muy rico,</p>
- <p class="i0">y un rico muy pobre escoges,</p>
- <p class="i0">y las riquezas del cuerpo</p>
- <p class="i0">a las del alma antepones!</p>
- <p class="i2">¡Dejas al noble Gazul,</p>
- <p class="i0">dejas seis años de amores,</p>
- <p class="i0">das la mano a Alabenzaide,</p>
- <p class="i0">que aun apenas le conoces!</p>
- <p class="i2">Alá permita, enemiga,</p>
- <p class="i0">que te aborrezca y le adores,</p>
- <p class="i0">que por celos de él suspires,</p>
- <p class="i0">y por ausencia le llores;</p>
- <p class="i2">Y en la cama le fastidies,</p>
- <p class="i0">y que en la mesa le enojes;</p>
- <p class="i0">y que de noche no duermas,</p>
- <p class="i0">y de día no reposes;</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_428">p. 428</span>Ni en las zambras, ni en las fiestas</p>
- <p class="i0">no se vista tus colores,</p>
- <p class="i0">ni el almaizar que le labres,</p>
- <p class="i0">ni la manga que le bordes;</p>
- <p class="i2">Y se ponga el de su amiga</p>
- <p class="i0">con la cifra de su nombre,</p>
- <p class="i0">y para verle en las cañas</p>
- <p class="i0">no consienta que te asomes</p>
- <p class="i2">A la puerta, ni ventana,</p>
- <p class="i0">para que más te alborotes;</p>
- <p class="i0">y si le has de aborrecer,</p>
- <p class="i0">que largos años le goces;</p>
- <p class="i2">Y si mucho le quisieres</p>
- <p class="i0">de verle muerto te asombres,</p>
- <p class="i0">que es la mayor maldición,</p>
- <p class="i0">que te pueden dar los hombres.</p>
- <p class="i2">Y plegue Alá que te enfade</p>
- <p class="i0">cuando la mano le tomes»:</p>
- <p class="i0">con esto llegó a Jerez</p>
- <p class="i0">a la mitad de la noche;</p>
- <p class="i2">Halló el palacio cubierto</p>
- <p class="i0">de luminarias y voces;</p>
- <p class="i0">y los moros fronterizos</p>
- <p class="i0">que por todas partes corren</p>
- <p class="i2">Con mil hachas encendidas,</p>
- <p class="i0">y sus libreas conformes:</p>
- <p class="i0">delante del desposado</p>
- <p class="i0">en los estribos se ponen;</p>
- <p class="i2">Que también anda a caballo</p>
- <p class="i0">por honra de aquella noche.</p>
- <p class="i0">Arrojándole una lanza,</p>
- <p class="i0">de parte a parte pasole;</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_429">p. 429</span>Alborotose la plaza;</p>
- <p class="i0">desnuda el moro su estoque,</p>
- <p class="i0">y por enmedio de todos</p>
- <p class="i0">para Medina volviose.</p>
-</div>
-
-<p>No hay cosa tan rabiosa como es el mal de celos; y así están las
-escrituras llenas de casos acontecidos y desastrados por los celos;
-y con verdad dicen los que de ellos tienen experiencia, que es cruel
-mal de rabia: esto nace de los amantes que son mal considerados, sino
-mírese por Zaida la de Jerez, que después de seis años de amores, y
-de otros dares y tomares que tuvo con Gazul, inconsideradamente le
-olvidó, y se casó con Zaide de Sevilla, por ser rico, y que Gazul no
-lo era tanto, no mirando el valor de las personas que eran diversas;
-porque Gazul, aunque no era rico, era noble de linaje, muy valiente y
-gentil hombre, como ya se ha dicho; y no era tan pobre, que no tuviese
-hacienda que valía más de treinta mil doblas; y muy emparentado en
-Granada, y todos los de su linaje eran muy ricos y estimados; mas
-porque el moro Zaide era de mayor riqueza, le escogió por su marido.</p>
-
-<p>Mal haya la riqueza, pues que muchas veces por ella pierden muchas
-personas nobles muy buenas ocasiones por no ser ricos, como ahora
-tenemos ejemplo en Gazul que le desecharon, porque decían que no era
-tan rico como Zaide, según parece por el romance; pero a mi parecer
-no se puede creer que Zaida olvidase a Gazul por ser pobre, al cabo
-de seis años de amores, en el cual tiempo no podría ignorar Zaida su
-necesidad;<span class="pagenum" id="Page_430">p. 430</span> y no podía
-ser perfecto amor, si fuera fundado en interés, porque por eso pintan a
-Cupido desnudo, que se entiende que los amantes han de estar desnudos
-de todo punto de materia de interés, porque si allí, como entre
-verdaderos amantes, de dos voluntades y de dos almas hacen una por la
-obediencia que el uno al otro se tienen, es fuerza que en lo menos,
-que es la hacienda, haya de haber la misma conformidad; y así digo,
-que no es posible sino que por causa de sus padres o deudos dejó Zaida
-a Gazul; y así parece por aquel romance que trata del juego de cañas
-de Gelves, donde ella confesó a su criada querer a Gazul; por donde se
-colige que la casaron contra su voluntad.</p>
-
-<p>Este romance dicho, y su principio va fuera del blanco de la
-historia, y ahora, salvo paz de su autor, va enmendado, declarando
-fielmente la historia; porque verdaderamente fueron los amores de
-Gazul en tiempo de los reyes Católicos, y Sevilla y Jerez ya eran de
-cristianos; Sevilla ganada por el rey D. Fernando el III, y Jerez por
-el rey D. Alonso XI; y así no faltó otro poeta que compusiese otro
-romance por el mismo tema, y no tan intrincado como el pasado, el cual
-dice así:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">No de tal braveza lleno</p>
- <p class="i0">Rodamonte el africano,</p>
- <p class="i0">que llamaron rey de Argel,</p>
- <p class="i0">y de Zarza intitulado,</p>
- <p class="i2">Salió por su Doralice</p>
- <p class="i0">contra el fuerte Mandricardo,</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_431">p. 431</span>como salió el buen Gazul</p>
- <p class="i0">de Sidonia aderezado</p>
- <p class="i2">Para emprender un hecho,</p>
- <p class="i0">tal, que nunca se ha intentado;</p>
- <p class="i0">y para aquesto se adorna</p>
- <p class="i0">de jacerina y de jaco,</p>
- <p class="i2">Y al lado puesto un estoque</p>
- <p class="i0">que de Fez le fue enviado,</p>
- <p class="i0">muy fino y de duro temple,</p>
- <p class="i0">que le forjara un cristiano</p>
- <p class="i2">Que allá estaba en Fez cautivo,</p>
- <p class="i0">porque del rey era esclavo:</p>
- <p class="i0">más le estimaba Gazul</p>
- <p class="i0">que a Granada y su reinado.</p>
- <p class="i2">Sobre las armas se pone</p>
- <p class="i0">un alquicel leonado:</p>
- <p class="i0">lanza no quiere llevar</p>
- <p class="i0">por ir más disimulado.</p>
- <p class="i2">Pártese para Jerez,</p>
- <p class="i0">do lleva puesto el cuidado;</p>
- <p class="i0">toda la Vega atropella,</p>
- <p class="i0">corriendo con su caballo.</p>
- <p class="i2">Vadeando pasó el río,</p>
- <p class="i0">que Guadalete es llamado,</p>
- <p class="i0">el que da famoso nombre</p>
- <p class="i0">al Puerto antiguo nombrado,</p>
- <p class="i2">Que dicen Santa María</p>
- <p class="i0">de este nuestro mar hispano.</p>
- <p class="i0">Así como pasó el río,</p>
- <p class="i0">más aprieta a su caballo</p>
- <p class="i2">Para llegar a Jerez,</p>
- <p class="i0">ni muy tarde ni temprano;</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_432">p. 432</span>porque se casa su Zaida</p>
- <p class="i0">con un moro sevillano,</p>
- <p class="i2">Por ser rico y poderoso,</p>
- <p class="i0">y en Sevilla emparentado;</p>
- <p class="i0">y biznieto de un alcaide</p>
- <p class="i0">que fue en Sevilla nombrado</p>
- <p class="i2">Del Alcázar y la Torre;</p>
- <p class="i0">moro valiente, esforzado.</p>
- <p class="i0">Pues de casarla con este</p>
- <p class="i0">a su Zaida habían tratado;</p>
- <p class="i2">Mas aqueste casamiento</p>
- <p class="i0">caro al moro le ha costado,</p>
- <p class="i0">porque el valiente Gazul</p>
- <p class="i0">a Jerez había llegado.</p>
- <p class="i2">A dos horas de la noche,</p>
- <p class="i0">que así lo tiene acordado,</p>
- <p class="i0">junto a la casa de Zaida</p>
- <p class="i0">se puso disimulado.</p>
- <p class="i2">Pensando está qué haría</p>
- <p class="i0">en un caso tan pesado;</p>
- <p class="i0">determina entrar adentro</p>
- <p class="i0">por matar al desposado.</p>
- <p class="i2">Ya que a esto estaba resuelto,</p>
- <p class="i0">vido salir muy despacio</p>
- <p class="i0">mucha caterva de gente</p>
- <p class="i0">con mil hachas alumbrando.</p>
- <p class="i2">Su Zaida venía en medio</p>
- <p class="i0">con su esposo de la mano,</p>
- <p class="i0">que los llevan los padrinos</p>
- <p class="i0">a desposar a otro cabo.</p>
- <p class="i2">El buen Gazul que los vido,</p>
- <p class="i0">con ánimo alborotado,</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_433">p. 433</span>como si fuera un león</p>
- <p class="i0">se había encolerizado.</p>
- <p class="i2">Mas refrenando la ira</p>
- <p class="i0">se acercó con su caballo,</p>
- <p class="i0">por acertar en su intento,</p>
- <p class="i0">y en nada salir errado;</p>
- <p class="i2">Y aguarda llegue la gente</p>
- <p class="i0">donde él estaba parado;</p>
- <p class="i0">y como llegaron junto,</p>
- <p class="i0">a su estoque puso mano,</p>
- <p class="i2">Y en alta voz que le oyeran,</p>
- <p class="i0">de esta manera ha hablado:</p>
- <p class="i0">«No pienses gozar de Zaida,</p>
- <p class="i0">moro bajo, vil, villano:</p>
- <p class="i2">No me tengas por traidor,</p>
- <p class="i0">pues que te aviso y te hablo;</p>
- <p class="i0">pon mano a tu cimitarra,</p>
- <p class="i0">si presumes de esforzado.»</p>
- <p class="i2">Estas palabras diciendo,</p>
- <p class="i0">un golpe le había tirado</p>
- <p class="i0">de una estocada cruel,</p>
- <p class="i0">que le pasó al otro lado.</p>
- <p class="i2">Muerto cayó el triste moro</p>
- <p class="i0">de aquel golpe desastrado:</p>
- <p class="i0">todos dicen: <i>muera, muera</i></p>
- <p class="i0"><i>hombre que ha hecho tal daño.</i></p>
- <p class="i2">El buen Gazul se defiende,</p>
- <p class="i0">nadie se llega a enojarlo;</p>
- <p class="i0">de esta manera Gazul</p>
- <p class="i0">se escapa con su caballo.</p>
-</div>
-
-<p>Admirados quedaron todos los que iban acompañando a los desposados
-de lo que Gazul hizo,<span class="pagenum" id="Page_434">p. 434</span>
-y algunos heridos, porque pretendieron vengar la muerte del desposado;
-y visto que no podían ofender a Gazul por ir a caballo, y por ser
-valiente, alzaron el cuerpo del moro ya difunto, y le volvieron a casa
-de Zaida haciendo grandes llantos sus parientes y ella; la cual toda
-aquella noche no cesó de llorar a su amado esposo, y no le quedó de sus
-llantos otro consuelo, sino que sería posible que el enamorado Gazul
-tornaría a servirla como solía, y que se casaría con ella; lo cual
-sucedió muy diferentemente.</p>
-
-<p>La mañana venidera fue enterrado el difunto con mucha pompa, no
-sin faltar llanto de una parte y de otra. Los parientes del muerto
-se conjuraron de seguir a Gazul hasta la muerte por vía de justicia,
-porque de otra suerte no tenían remedio.</p>
-
-<p>Pues volviendo a Gazul, así como vio cumplido el fin de su deseo y
-juramento, como desesperado se fue a Granada donde tenía su hacienda y
-parientes; mas a pocos días llegado, le fue puesta acusación criminal
-delante del rey sobre la muerte del sevillano moro, que también se
-llamaba Zaide.</p>
-
-<p>Mucho le pesó al rey de la acusación, porque amaba mucho a Gazul por
-su valor; mas vista y entendida la causa, no pudo menos de dar contento
-a los acusadores. Finalmente el mismo rey puso la mano en este caso,
-y con él otros caballeros de los más principales de Granada; y tanto
-hicieron en ello, que condenaron a Gazul en dos mil doblas para las
-partes, y así fue libre de este negocio.</p>
-
-<p>En este tiempo Gazul puso los ojos en Lindaraja, y se dio a<span
-class="pagenum" id="Page_435">p. 435</span> servirla, como ya hemos
-dicho, y ella le quiso bien; y acerca de ella Gazul y Reduán tuvieron
-aquella batalla que se ha contado.</p>
-
-<p>Finalmente, por respeto de Muza Reduán se apartó de sus amores con
-Lindaraja, y quedó por Gazul, el cual la sirvió hasta que sucedió la
-muerte de los Abencerrajes, donde fue muerto el padre de Lindaraja; y
-por esto ella se salió de Granada como desterrada, y se fue a Sanlúcar,
-y con ella Gazul y otros amigos suyos.</p>
-
-<p>Estando en Sanlúcar estos dos amantes, se hablaban y visitaban con
-gran contento.</p>
-
-<p>Después como el rey D. Fernando cercó a Granada, fue Gazul llamado
-de sus parientes para que se hallase con ellos en el trato que se
-había de hacer con el rey de Granada para que al rey cristiano se le
-entregase la ciudad.</p>
-
-<p>Gazul se partió a Granada, y no faltó quien dijo a Lindaraja los
-amores de Gazul y Zaida, y la muerte que le dio a su esposo; y aun la
-dijeron que Gazul estaba en aquella sazón en Jerez, y no en Granada,
-de lo cual Lindaraja recibió mucha pena y mortales celos en su ánima;
-y fue la causa principal que Lindaraja se mostró cruel a Gazul cuando
-volvió de Granada a Sanlúcar.</p>
-
-<p>Pues como vio tanta mudanza en Lindaraja, estaba muy confuso, por
-no saber la causa de aquellos desdenes, y pretendió hablarla para
-satisfacerla; pero ella no quiso escucharle, mostrándose cruel.</p>
-
-<p>A esta sazón se ordenaba en Gelves aquel juego de cañas: fue enviado
-a él Gazul, para lo cual se puso tan galán, como habemos dicho.
-Antes de ir a Gelves quiso verla y hablarla;<span class="pagenum"
-id="Page_436">p. 436</span> hablándola pasó lo atrás referido, y como
-dijimos fueron a Granada.</p>
-
-<p>Zaida se halló burlada, porque siempre entendió que Gazul volvería a
-pretenderla; y cuando supo que se había casado, le aborrecía; y dicen
-que se casó Zaida con un primo hermano de Gazul, que era muy rico y
-estimado, y vivía en Granada, y mediante esto cesó el rencor.</p>
-
-<p>Pues dejándolo a un lado, y volviendo a nuestra historia, que
-todavía hay que decir, a pocos días se rebelaron los lugares de la
-Alpujarra; por lo cual convino que el rey D. Fernando mandase juntar a
-todos sus capitanes, y estando juntos les dijo:</p>
-
-<p>—Bien sabéis como Dios nuestro Señor ha sido servido de ponernos
-en posesión de Granada y su reino, con tanta costa y trabajo nuestro.
-Ahora parece que no temiendo nuestro castigo se han rebelado los
-lugares de la Sierra, y es menester irlos a conquistar de nuevo. Por
-tanto, ¿cuál se determina a ir a emprender esta hazaña, y poner mis
-reales pendones encima de las Alpujarras, que yo lo tendré a gran
-servicio, y aumentará la honra?</p>
-
-<p>Con esto dio fin a sus razones el rey, aguardando respuesta de
-algunos de los capitanes: todos los cuales se miraban unos a otros,
-sin aceptar ninguno la oferta del rey, porque era una conquista muy
-dificultosa.</p>
-
-<p>Y visto por el capitán D. Alonso de Aguilar que todos estaban
-suspensos y nadie respondía, se levantó haciendo la reverencia debida,
-y dijo:</p>
-
-<p>—Esa empresa, Católica majestad, confirmada está para mí, porque la
-reina me la tiene prometida.</p>
-
-<p>Admirados quedaron<span class="pagenum" id="Page_437">p. 437</span>
-todos los demás caballeros de la aceptación de D. Alonso, con la cual
-el rey también se holgó mucho.</p>
-
-<p>Luego a otro día mandó que se le diesen a D. Alonso mil infantes,
-todos escogidos, y quinientos hombres de a caballo. Entendió el rey y
-los de su consejo, que con aquella gente habría harto para tornar a
-apaciguar aquellos pueblos levantados y rebeldes.</p>
-
-<p>D. Alonso de Aguilar acompañado de muchos caballeros, deudos y
-amigos suyos que en aquella jornada le quisieron acompañar, se partió
-de Granada y comenzó a subir la sierra.</p>
-
-<p>Los moros así que supieron la venida de los cristianos, con
-presteza se apercibieron para defenderse, y tomaron todos los pasos
-más estrechos y angostos del camino, para impedir a los cristianos la
-subida: después marchando D. Alonso con su escuadrón y metidos por los
-caminos más estrechos, los moros con grandes alaridos acometieron a los
-cristianos, arrojando gran muchedumbre de peñascos las cuestas abajo,
-con lo que hacían muy notable daño en la cristiana gente, y tanto, que
-mataban a muchos.</p>
-
-<p>La gente de a caballo fue desbaratada de todo punto, y se hubo de
-retirar atrás por no poder hacer ningún efecto; y allí murieron muchos
-de ellos.</p>
-
-<p>Visto por D. Alonso el poco provecho de sus caballos, y la
-destrucción total de los infantes, a grandes voces animaba su gente
-subiendo todavía; pero ningún provecho se les seguía de esto, porque
-sin pelear los moros mataban muchos soldados con las peñas que
-arrojaban.</p>
-
-<p>Fue tal la matanza, que<span class="pagenum" id="Page_438">p.
-438</span> cuando D. Alonso llegó a lo alto no tenía quien le ayudase,
-porque los que subieron con él eran pocos y mal heridos; y en la cumbre
-de la sierra, en un llano que había, determinó de pelear con los
-moros, y cargaron tantos, que en breve tiempo mataron a los cansados
-cristianos; y el último fue D. Alonso, habiendo mostrado el valor de
-su animoso corazón, pues cuando él murió había muerto más de treinta
-moros.</p>
-
-<p>Algunos se escaparon y dieron la nueva al rey D. Fernando de la
-pérdida de D. Alonso de Aguilar y su gente; lo cual fue muy sentido en
-toda la corte, y por este suceso se hizo el siguiente</p>
-
-<p class="centra mt15">ROMANCE.</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Estando el rey D. Fernando</p>
- <p class="i0">en conquista de Granada,</p>
- <p class="i0">donde están duques y condes,</p>
- <p class="i0">y otros señores de salva,</p>
- <p class="i2">Con valientes capitanes</p>
- <p class="i0">de la nobleza de España;</p>
- <p class="i0">después de haberla ganado</p>
- <p class="i0">a sus capitanes llama.</p>
- <p class="i2">De que los tuviera juntos</p>
- <p class="i0">desta manera les habla:</p>
- <p class="i0">«¿Cuál de vosotros, amigos,</p>
- <p class="i0">irá a la sierra mañana</p>
- <p class="i0">a poner el mi pendón</p>
- <p class="i0">encima del Alpujarra?»</p>
- <p class="i2">Míranse unos a otros,</p>
- <p class="i0">y el sí ninguno le daba,</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_439">p. 439</span>que la ida es peligrosa,</p>
- <p class="i0">y dudosa la tornada:</p>
- <p class="i2">Y con el temor que tienen</p>
- <p class="i0">a todos tiembla la barba,</p>
- <p class="i0">si no fuera a D. Alonso</p>
- <p class="i0">que de Aguilar se llamaba.</p>
- <p class="i2">Levantose en pie ante el rey,</p>
- <p class="i0">desta manera le habla:</p>
- <p class="i0">«Aquesta empresa, señor,</p>
- <p class="i0">para mí estaba guardada;</p>
- <p class="i2">Que mi señora la reina</p>
- <p class="i0">ya me la tiene mandada.»</p>
- <p class="i0">Alegrose mucho el rey</p>
- <p class="i0">por la oferta que le daba.</p>
- <p class="i2">Aún no era amanecido</p>
- <p class="i0">D. Alonso ya cabalga</p>
- <p class="i0">con quinientos de a caballo</p>
- <p class="i0">y mil infantes llevaba.</p>
- <p class="i2">Comenzó a subir la sierra</p>
- <p class="i0">que llamaban la Nevada:</p>
- <p class="i0">los moros cuando los vieron</p>
- <p class="i0">ordenaron gran batalla,</p>
- <p class="i2">Y entre ramblas y mil cuestas</p>
- <p class="i0">se pusieron en parada.</p>
- <p class="i0">La batalla se comienza</p>
- <p class="i0">muy cruel y ensangrentada,</p>
- <p class="i2">Porque los moros son muchos,</p>
- <p class="i0">tienen la cuesta ganada;</p>
- <p class="i0">aquí la caballería</p>
- <p class="i0">no podía pelear nada;</p>
- <p class="i2">Y así con grandes peñascos</p>
- <p class="i0">fue en un punto destrozada;</p>
- <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_440">p. 440</span>los que escaparon de aquí</p>
- <p class="i0">vuelven huyendo a Granada.</p>
- <p class="i2">D. Alonso y sus infantes</p>
- <p class="i0">subieron una llanada,</p>
- <p class="i0">aunque quedan muchos muertos</p>
- <p class="i0">en una rambla y cañada.</p>
- <p class="i2">Tantos cargan de los moros,</p>
- <p class="i0">que a los cristianos mataban;</p>
- <p class="i0">solo queda D. Alonso,</p>
- <p class="i0">su compaña es acabada.</p>
- <p class="i2">Pelea como un león,</p>
- <p class="i0">pero no le aprovechaba,</p>
- <p class="i0">porque los moros son muchos,</p>
- <p class="i0">y ningún vagar le daban.</p>
- <p class="i2">En mil partes está herido,</p>
- <p class="i0">no puede mover la espada;</p>
- <p class="i0">por la sangre que ha perdido</p>
- <p class="i0">D. Alonso se desmaya:</p>
- <p class="i0">al fin cayó muerto en tierra,</p>
- <p class="i0">a Dios rindiendo su alma.</p>
- <p class="i2">No se tiene por buen moro</p>
- <p class="i0">el que no le da lanzada;</p>
- <p class="i0">lo llevaron a un lugar</p>
- <p class="i0">que es Oxijerán nombrada.</p>
- <p class="i2">Allí lo vienen a ver</p>
- <p class="i0">como a cosa señalada:</p>
- <p class="i0">míranle moros y moras,</p>
- <p class="i0">y de su muerte se holgaban.</p>
- <p class="i2">Llorábale una cautiva,</p>
- <p class="i0">una cautiva cristiana,</p>
- <p class="i0">que de chiquito en la cuna</p>
- <p class="i0">a sus pechos le criara.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_441">p. 441</span>A las palabras que dice</p>
- <p class="i0">cualquiera moro lloraba:</p>
- <p class="i0">«D. Alonso, D. Alonso,</p>
- <p class="i0">Dios perdone la tu alma,</p>
- <p class="i0">pues te mataron los moros,</p>
- <p class="i0">los moros del Alpujarra.»</p>
-</div>
-
-<p>Este fin lastimoso tuvo D. Alonso de Aguilar: ahora sobre su muerte
-hay discordia entre los poetas que sobre esta historia han escrito
-romances; porque uno dice que esta batalla y otra de cristianos fue en
-la Sierra Nevada; otro poeta que hizo el romance de río Verde, dice que
-fue la batalla en Sierra Bermeja.</p>
-
-<p>No sé cuál elija: el lector puede hacer esta elección, pues importa
-poco que muriera en una parte o en otra, que todo se llama Alpujarra;
-aunque me parece que la batalla dicha pasó en Sierra Bermeja, y así lo
-declara un romance que dice así:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Río Verde, río Verde,</p>
- <p class="i0">tinto vas en sangre viva,</p>
- <p class="i0">entre ti y Sierra Bermeja</p>
- <p class="i0">murió gran caballería.</p>
- <p class="i2">Murieron duques y condes,</p>
- <p class="i0">señores de gran valía;</p>
- <p class="i0">allí muriera Urdiales,</p>
- <p class="i0">hombre de valor y estima.</p>
- <p class="i2">Huyendo va Sayavedra</p>
- <p class="i0">por una ladera arriba,</p>
- <p class="i0">tras él iba un renegado</p>
- <p class="i0">que muy bien le conocía.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_442">p. 442</span>Con algazara muy grande</p>
- <p class="i0">de esta manera decía:</p>
- <p class="i0">«Date, date, Sayavedra,</p>
- <p class="i0">que muy bien te conocía.</p>
- <p class="i2">Bien te vide jugar cañas</p>
- <p class="i0">en la plaza de Sevilla,</p>
- <p class="i0">y bien conocí a tus padres,</p>
- <p class="i0">y a tu mujer Doña Elvira.</p>
- <p class="i2">Siete años fui tu cautivo,</p>
- <p class="i0">y me diste mala vida;</p>
- <p class="i0">ahora lo serás mío,</p>
- <p class="i0">o me ha de costar la vida.»</p>
- <p class="i2">Sayavedra que lo oyera,</p>
- <p class="i0">como un león revolvía;</p>
- <p class="i0">tirole el moro un cuadrillo,</p>
- <p class="i0">y por alto hizo la vía.</p>
- <p class="i2">Sayavedra con su espada</p>
- <p class="i0">duramente le hería;</p>
- <p class="i0">cayó muerto el renegado</p>
- <p class="i0">de aquella grande herida.</p>
- <p class="i2">Cercaron a Sayavedra</p>
- <p class="i0">más de mil moros que había;</p>
- <p class="i0">hiciéronle mil pedazos</p>
- <p class="i0">con saña que de él tenían.</p>
- <p class="i2">D. Alonso en este tiempo</p>
- <p class="i0">muy gran batalla le hacían,</p>
- <p class="i0">el caballo le habían muerto,</p>
- <p class="i0">por muralla le tenía,</p>
- <p class="i2">Y arrimado a un gran peñón</p>
- <p class="i0">con valor se defendía:</p>
- <p class="i0">muchos moros tiene muertos;</p>
- <p class="i0">mas muy poco le valía,</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_443">p. 443</span>Porque sobre él cargan muchos,</p>
- <p class="i0">y le dan grandes heridas;</p>
- <p class="i0">tantas, que allí cayó muerto</p>
- <p class="i0">entre la gente enemiga.</p>
- <p class="i2">También el conde de Ureña,</p>
- <p class="i0">mal herido en demasía,</p>
- <p class="i0">se sale de la batalla</p>
- <p class="i0">llevado por una guía,</p>
- <p class="i2">Que sabía bien la senda</p>
- <p class="i0">que de la sierra salía;</p>
- <p class="i0">muchos moros deja muertos</p>
- <p class="i0">por su grande valentía.</p>
- <p class="i2">También algunos se escapan,</p>
- <p class="i0">que al buen conde le seguían;</p>
- <p class="i0">D. Alonso quedó muerto,</p>
- <p class="i0">recobrando nueva vida</p>
- <p class="i0">con una fama inmortal</p>
- <p class="i0">de su esfuerza y valentía.</p>
-</div>
-
-<p>Teniendo noticia algunos poetas que la muerte de D. Alonso de
-Aguilar fue en Sierra Bermeja, alumbrados de los cronistas reales
-habiendo visto el romance pasado, no faltó un poeta que hizo otro
-nuevo, que dice así:</p>
-
-<div class="poem ml75 mb1 mt1">
- <p class="i2">Río Verde, río Verde,</p>
- <p class="i0">cuánto cuerpo en ti se baña</p>
- <p class="i0">de cristianos y de moros,</p>
- <p class="i0">muertos por la dura espada.</p>
- <p class="i2">Y tus hondas cristalinas</p>
- <p class="i0">de roja sangre se esmaltan;</p>
- <p class="i0">entre moros y cristianos</p>
- <p class="i0">muy gran batalla se traba.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_444">p. 444</span>Murieron duques y condes,</p>
- <p class="i0">grandes señores de salva;</p>
- <p class="i0">murió gente de valía</p>
- <p class="i0">de la nobleza de España.</p>
- <p class="i2">En ti murió D. Alonso,</p>
- <p class="i0">que de Aguilar se llamaba,</p>
- <p class="i0">el valeroso Urdiales,</p>
- <p class="i0">con D. Alonso acababa.</p>
- <p class="i2">Por una ladera arriba</p>
- <p class="i0">el buen Sayavedra marcha;</p>
- <p class="i0">natural es de Sevilla,</p>
- <p class="i0">de la gente más granada;</p>
- <p class="i2">Tras él iba un renegado,</p>
- <p class="i0">de esta manera le habla:</p>
- <p class="i0">«Date, date, Sayavedra,</p>
- <p class="i0">no huyas de la batalla:</p>
- <p class="i2">Yo te conozco muy bien,</p>
- <p class="i0">gran tiempo estuve en tu casa,</p>
- <p class="i0">y en la plaza de Sevilla</p>
- <p class="i0">bien te vide jugar cañas:</p>
- <p class="i2">Conozco a tu padre y madre,</p>
- <p class="i0">y a tu mujer Doña Clara;</p>
- <p class="i0">siete años fui tu cautivo,</p>
- <p class="i0">malamente me tratabas,</p>
- <p class="i2">Y ahora lo serás mío,</p>
- <p class="i0">si Mahoma me ayudara,</p>
- <p class="i0">y también te trataré,</p>
- <p class="i0">como tú a mí me tratabas.»</p>
- <p class="i2">Sayavedra que le oyera</p>
- <p class="i0">al moro volvió la cara;</p>
- <p class="i0">tirole el moro una flecha,</p>
- <p class="i0">pero nunca le acertaba.</p>
- <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_445">p. 445</span>Hiriérale Sayavedra</p>
- <p class="i0">de una herida muy mala;</p>
- <p class="i0">muerto cayó el renegado</p>
- <p class="i0">sin poder hablar palabra.</p>
- <p class="i2">Sayavedra fue cercado</p>
- <p class="i0">de mucha mora canalla,</p>
- <p class="i0">y al cabo cayó allí muerto</p>
- <p class="i0">de una muy mala lanzada.</p>
- <p class="i2">D. Alonso en este tiempo</p>
- <p class="i0">bravamente peleaba;</p>
- <p class="i0">el caballo le habían muerto,</p>
- <p class="i0">y le tiene por muralla.</p>
- <p class="i2">Mas cargaron tantos moros,</p>
- <p class="i0">que mal le hieren y tratan;</p>
- <p class="i0">de la sangre que perdía</p>
- <p class="i0">D. Alonso se desmaya.</p>
- <p class="i2">Al fin, al fin, cayó muerto</p>
- <p class="i0">al pie de una peña alta;</p>
- <p class="i0">también el conde de Ureña</p>
- <p class="i0">mal herido se compara.</p>
- <p class="i2">Guiárale un adalid,</p>
- <p class="i0">que sabe bien las entradas;</p>
- <p class="i0">muchos salen tras el conde</p>
- <p class="i0">que le siguen las espaldas:</p>
- <p class="i0">muerto queda D. Alonso,</p>
- <p class="i0">eterna fama ganara.</p>
-</div>
-
-<p>Esta fue la honrada muerte del valeroso D. Alonso de Aguilar; y
-como hemos dicho les pesó mucho a los reyes Católicos, los cuales como
-viesen la brava resistencia de los moros, por estar en tan ásperos
-lugares, no quisieron enviar<span class="pagenum" id="Page_446">p.
-446</span> por entonces contra ellos más gente.</p>
-
-<p>Mas los moros de la Serranía viendo que no podían vivir sin tratar
-en Granada, los unos pasaron a África, y los otros se dieron al rey D.
-Fernando, el cual los recibió muy bien, lleno de clemencia y gozo.</p>
-
-<p>Este fin tuvieron los bandos y guerras de Granada, a honra y gloria
-de Dios nuestro Señor.</p>
-
-<p class="fin">FIN DEL TOMO PRIMERO.</p>
-
-<hr class="chap x-ebookmaker-drop" />
-
-
-<div class="chapter pt3" id="ToC">
- <h2 class="nobreak g1">ÍNDICE.</h2>
- <hr class="tir" />
-</div>
-
-<table class="toc" summary="">
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch0">PRÓLOGO</a>.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Page_iii"><span class="asc">III</span></a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch1">CAPÍTULO I</a>. En que se trata de la
- fundación de Granada, y los reyes que hubo en ella, con otras muchas
- cosas tocantes a la Historia.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Page_1">1</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch2">CAPÍTULO II</a>. En que se trata de
- la sangrienta batalla de los Alporchones, y la gente que en ella se
- halló de moros y cristianos.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Page_13">13</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch3">CAPÍTULO III</a>. En que se declaran
- los nombres de los nobles caballeros moros de Granada, de los treinta
- y dos linajes, y otras cosas que pasaron en Granada. Asimismo se
- nombran todos los lugares que estaban en aquel tiempo debajo de la
- corona de Granada.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Page_26">26</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch4">CAPÍTULO IV</a>. Que trata de la
- batalla que el valiente Muza tuvo con el Maestre, y de otras cosas
- que también pasaron.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Page_35">35</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch5">CAPÍTULO V</a>. Que trata de un sarao
- que se hizo en palacio entre las damas de la reina y los caballeros
- de la corte, sobre el cual hubo pesadas palabras entre Muza y Zulema
- Abencerraje, y de lo que pasó.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Page_46">46</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch6">CAPÍTULO VI</a>. Cómo se hicieron
- fiestas en Granada, y por ellas se encendieron más las enemistades de
- los Zegríes, Abencerrajes, Alabeces, y Gomeles, y lo que pasó entre
- Zaide y Zaida acerca de sus amores.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Page_55">55</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch7">CAPÍTULO VII</a>. Del triste llanto
- que hizo la hermosa Fátima por la muerte de su padre, y cómo se iba a
- Almería la bella Galiana, si su padre no viniera, la cual estaba muy
- vencida de amores de Sarracino; y de lo que entre él y Abenámar pasó
- una noche debajo de las ventanas del real palacio.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Page_86">86</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch8">CAPÍTULO VIII</a>. De la batalla
- cruel que Malique Alabez tuvo con D. Manuel Ponce de León en la Vega,
- y de lo que en ella sucedió.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Page_94">94</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch9">CAPÍTULO IX</a>. En que se da cuenta
- de unas fiestas solemnes, y juego de sortija, que se hicieron en
- Granada, y como se iban encendiendo los bandos de los Zegríes y
- Abencerrajes.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Page_103">103</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch10">CAPÍTULO X</a>. Que declara el fin
- que tuvo el juego de la sortija, y el desafío que hubo entre el moro
- Albayaldos y el maestre de Calatrava.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Page_124">124</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch11">CAPÍTULO XI</a>. De la batalla que
- Albayaldos tuvo con el maestre de Calatrava, y cómo el maestre le
- venció y dio muerte.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Page_157">157</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch12">CAPÍTULO XII</a>. En que se
- da cuenta de una pendencia que los Zegríes tuvieron con los
- Abencerrajes, y cómo estuvo Granada a punto de perderse.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Page_184">184</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch13">CAPÍTULO XIII</a>. En que se da
- cuenta de lo que sucedió al rey Chico y a su gente yendo a entrar en
- Jaén, y la gran traición que los Zegríes y Gomeles levantaron a la
- reina mora y a los caballeros Abencerrajes, y muerte de ellos.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Page_228">228</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch14">CAPÍTULO XIV</a>. En que se da
- cuenta cómo los traidores pusieron acusación a la reina y a los
- Abencerrajes, y cómo la reina fue presa por ellos, y dio cuatro
- caballeros que la defendiesen, y de lo demás que sucedió.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Page_262">262</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch15">CAPÍTULO XV</a>. En que se da cuenta
- de la batalla que se hizo entre los cuatro caballeros cristianos y
- los cuatro moros sobre la libertad de la reina, y cómo vencieron los
- cristianos y mataron a los moros, y cómo la reina fue libre; y de
- otras cosas más.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Page_320">320</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch16">CAPÍTULO XVI</a>. De lo que pasó en
- Granada, y cómo se volvieron a refrescar los bandos de ella, y la
- prisión del rey Mulahacén en Murcia, y la del rey Chico en Andalucía,
- y de otras cosas.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Page_351">351</a></td>
- </tr>
- <tr>
- <td class="tdlh"><a href="#Ch17">CAPÍTULO XVII</a>. En que se
- da cuenta del cerco de Granada por los reyes Católicos, y de la
- fundación de Santa Fe.</td>
- <td class="tdrb"><a href="#Page_390">390</a></td>
- </tr>
-</table>
-
-<hr class="chap" />
-
-
-<hr class="full" />
-
-<div lang='en' xml:lang='en'>
-<div style='display:block; margin-top:4em'>*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK <span lang='es' xml:lang='es'>GUERRAS CIVILES DE GRANADA</span> ***</div>
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-Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg&#8482;
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-</div>
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-Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
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-The Foundation&#8217;s business office is located at 809 North 1500 West,
-Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. Email contact links and up
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-</div>
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-Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
-</div>
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-</div>
-
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-
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-
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-
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-Section 5. General Information About Project Gutenberg&#8482; electronic works
-</div>
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-Professor Michael S. Hart was the originator of the Project
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-freely shared with anyone. For forty years, he produced and
-distributed Project Gutenberg&#8482; eBooks with only a loose network of
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-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
-Project Gutenberg&#8482; eBooks are often created from several printed
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-the U.S. unless a copyright notice is included. Thus, we do not
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-</div>
-
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-facility: <a href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>.
-</div>
-
-<div style='display:block; margin:1em 0'>
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-Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to
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