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If you are not located in the United States, you -will have to check the laws of the country where you are located before -using this eBook. - -Title: Guerras civiles de Granada - Tomo I - -Author: Ginés Pérez de Hita - -Release Date: March 15, 2022 [eBook #67631] - -Language: Spanish - -Produced by: Ramón Pajares Box and the Online Distributed Proofreading - Team at https://www.pgdp.net (This file was produced from - images generously made available by The Internet - Archive/American Libraries.) - -*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK GUERRAS CIVILES DE -GRANADA *** - - -NOTA DE TRANSCRIPCIÓN - - * Las cursivas se muestran entre _subrayados_ y las versalitas se han - convertido a MAYÚSCULAS. - - * Los errores de imprenta han sido corregidos. - - * Se han convertido en puntos y aparte la mayor parte de los puntos y - seguido, evitando así los párrafos muy largos que se extienden por - varias páginas. - - * La ortografía del texto original ha sido modernizada de acuerdo con - las normas publicadas en 2010 por la Real Academia Española. - - * Los entrecomillados han sido convertidos en rayas iniciales de - diálogo donde el texto adopta forma dialogada. Las restantes rayas - han sido espaciadas según los modernos usos ortotipográficos. - - * Los nombres propios han sido normalizados, y se ha restaurado el - emparejamiento de las comillas y de los signos de exclamación e - interrogación. - - * Los capítulos han sido correctamente numerados, deshaciendo una - errata que alteraba la numeración a partir del capítulo XI. - - * Se ha añadido un Índice al final del libro pese a que el original - impreso no lo incluye. - - - - - Guerras Civiles - DE GRANADA, - - POR - _Ginés Pérez de Hita_, - vecino de Murcia. - - TOMO I. - - _Madrid_: - _En la Imprenta de_ D. LEÓN AMARITA. - 1833. - - - - -PRÓLOGO. - - -Se ha reimpreso esta obra, porque siendo una de las mejores que tenemos -de honesto recreo, se había hecho rara: su lectura deleita tanto, que -quien una vez toma el libro en sus manos no puede luego soltarle hasta -la conclusión. - -Fue el embeleso de nuestros mayores, que aprendían de memoria los -bellísimos romances que contiene; se tradujo al francés y al italiano, -interesando también a los extranjeros; ha dado materia y argumento a -varias composiciones dramáticas, antiguas y modernas, y servido de -modelo para escribir otras obras análogas, principalmente a la del -caballero Florián, intitulada _Gonzalo de Córdoba_, que es en el día la -más conocida, y en mucho estimada. - -Ginés Pérez de Hita proponiéndose escribir de las _Guerras Civiles de -Granada_, nacidas primeramente entre los moros durante la agonía de su -dominación en España, y excitadas después por los mismos contra los -cristianos que los habían subyugado, reunió un gran número de noticias -curiosas sobre aquellas gentes, que no se encuentran en ningún otro -escritor antiguo español. - -Dio su obra en dos partes, tocantes a dos épocas distintas y notables -de nuestra historia. - -En la primera parte inserta la cronología de los reyes de Granada bajo -el dominio de los moros, el nombre de los pueblos de su jurisdicción, y -el de las familias más distinguidas del Estado; describe los palacios, -jardines, mezquitas, y obras más suntuosas de la capital; y después -introduciéndonos en ella, reinando Boabdilín, su último soberano, -nos revela los amores, celos, intrigas y competencias de las damas y -caballeros más principales de la Corte; nos acompaña a sus saraos, -juegos y regocijos; nos declara sus bandos y parcialidades, y nos lleva -a ver sus escaramuzas y desafíos. - -Pinta a Boabdilín ingrato a su virtuoso padre Mulahacén; crédulo, -alucinado, e inicuo contra su esposa, a la cual en fuerza de un grosero -chisme urdido por los vengativos Zegríes, sus cortesanos, acusa del -crimen de adulterio, poniéndola en la necesidad de encontrar quien -venza en singular batalla a sus cuatro furibundos acusadores, o perder -su honor y la vida en las llamas; cruel con los generosos Abencerrajes, -que consiente sean degollados uno a uno por sus émulos en la cámara -de los Leones; atroz con su hermana Moraina y dos inocentes hijos de -ella, a quienes asesina por su propia mano, y en fin aborrecible por -su tiranía a todos los granadinos. - -En este cuadro, alrededor del trono sobresale el valeroso Muza, -hermano natural del rey, como el más cumplido caballero de la corte -mora; campea el gallardo Malique Alabez, de prosapia real, entre una -familia numerosa de héroes; brilla el espléndido Abenámar, mantenedor -en el juego de cañas y de sortija como el más diestro entre todos -los competidores; el esforzado Reduán sorprende y admira, el adusto -Albayaldos estremece, el intrépido Gazul interesa, y el sensible Zaide -enamora. - -Pero de cuando en cuando aparece en esta magnífica escena la flor de -los caballeros cristianos, que eclipsa toda la gloria de tan insignes -varones. - -Los muy ilustres maestres de Calatrava y de Santiago D. Rodrigo Téllez -Girón, y D. Manuel Ponce de León, duque de Arcos, vencedor el primero -de Muza, Albayaldos y Aliatar, y el segundo del gallardo Malique -Alabez, y de Alí Hamete Zegrí, acusador de la reina; el alcaide de -los donceles D. Diego Fernández de Córdoba, cortesano tan galán como -adalid valiente; el robusto D. Juan Chacón, señor de Cartagena, que de -una cuchillada cortaba a cercén el pescuezo a un toro; el esclarecido -Portocarrero, señor de Palma, y el desgraciado D. Alonso de Aguilar -se llevaban la palma en todos los juegos, y en todas las lides y -escaramuzas. - -El profundo sentimiento de esta superioridad, comprobada por el mal -éxito de sus últimas empresas militares, hacía mirar a los moros su -gobierno con menosprecio, y hasta la religión propia con desconfianza o -indiferencia. - -Dividida en bandos, y agitada por la ambición y los celos la nobleza, -a cada paso sus parciales tomaban las armas unos contra otros, se -alteraba la tranquilidad pública, y con el más leve motivo se vertía -la sangre de los primeros campeones en duelos y batallas singulares, -cuando eran más necesarias la unión y concurrencia de todas las fuerzas -del Estado para atajar los rápidos progresos de las armas cristianas. - -La expulsión de los Abencerrajes que se habían salvado del degüello -de la Alhambra, agregó el cuerpo más gallardo de la caballería mora -al poder ya tan formidable del enemigo; y sirviendo desde entonces la -deserción de ejemplo a las demás familias nobles exasperadas, quedó -sin apoyo la independencia de la nación, y la capital casi desierta de -defensores. - -En fin llegaron a su mayor auge el desorden y la confusión cuando -Granada presentó al mundo el inaudito y escandaloso espectáculo de -tres reyes aspirantes al poder supremo dentro de sus murallas: -Boabdilín sostenido siempre por los Zegríes, Mazas, Gomeles, y -Laugetes; Mulahacén restaurado por los Abencerrajes, Gazules, Alabeces -y Venegas, y el gobernador Abdalí proclamado por los Almoradís, -Almohades y Marines. - -Cada uno de estos tres obcecados príncipes tenía allí su palacio y -corte a parte; tropas, vasallos, y aun templos para hacer oración, -diferentes: cada uno de ellos, por afianzar la posesión de aquel -simulacro de soberanía, negociaba secretamente con el enemigo común, -ofreciéndole en pago de su asistencia y protección los tesoros propios, -y las plazas, villas y lugares que se habían declarado por ellos. - -De este modo unos señores, tan poderosos y políticos como los Reyes -Católicos, asistidos de los mejores capitanes que hubo jamás en -Castilla, y viniéndoseles, digámoslo así, la presa a las manos, -acabaron sin grande esfuerzo la conquista del estado granadino, y -extinguieron la larga dominación de los árabes en la Península. - -Aquí concluye la primera parte. - -En la segunda se abre una escena muy distinta, pero no vacía de -instrucción, ni de interés. Llegamos a otros tiempos, y encontramos -otros hombres y otras costumbres. - -La elación del ánimo, derivada de las riquezas y del manejo del poder, -moviendo celos y enemistando a las familias principales del estado -granadino, produjo las primeras guerras civiles, que le condujeron a su -ruina: la miseria y desesperación, hijas de la opresión y la violencia, -abortaron las guerras segundas, que extinguieron las últimas reliquias -de los moros en España. - -Después de la conquista de Granada habían pasado setenta y siete años, -llevando los moros al cuello con harta mortificación el grave yugo que -les echaron sus vencedores. - -Sufrían la poca observancia de las promesas que les fueron hechas -al tiempo de su rendición; el sucesivo despojo de sus tierras; el -abandono forzoso de su culto, la exacción de crecidos tributos, fardas -y prestaciones, y sobre todo esto el menosprecio general; pero estando -ya llenas las medidas, y tratándose todavía de impedirles el uso del -idioma y traje nacionales, se alzaron todos, decididos a morir o -mejorar de suerte. - -Con disimulo y bastante habilidad averiguaron el número de hombres -aptos para las armas que quedaban de su raza, nombraron rey a un -descendiente de sus soberanos antiguos; pidieron auxilio de armas y -tropas a sus progenitores de Asia y África, y levantaron el estandarte -de la rebelión refugiándose en la aspereza de las Alpujarras. - -Temeraria y de mal éxito sin duda era entonces la empresa de los -moros, luchando con el poder colosal de Felipe II; pero también causa -pesadumbre el ver qué esfuerzos y cuánta sangre les costó ahogarla a -los cristianos. - -Precedido de hábiles negociadores, el famoso conde de Tendilla, marqués -de Mondéjar, fue el primer general que envió el rey con un ejército de -veinte mil hombres, contra los rebeldes; mas dice nuestro historiador, -testigo ocular, que una mitad por lo menos de esta brava gente se -componía de asesinos y ladrones, los cuales sabiendo que algún pueblo -de moriscos se había sometido, y fiaba su seguridad del salvo-conducto -que le daba el marqués, se escapaban del real por la noche, y le -asaltaban, y mataban y saqueaban a sus moradores, llevándose a las -mujeres para gozarlas, y después venderlas como esclavas. - -No es extraño pues que una conducta tan atroz y desenfrenada exasperase -los ánimos de los sediciosos, en lugar de calmarlos, y que a poco -tiempo perdiera el general en esta guerra su ejército y la reputación. - -Preséntase luego en la lid el esclarecido D. Luis Fajardo, marqués de -los Vélez y adelantado de Murcia, con sus valerosos tercios; pero -estos se ensangrientan demasiado en la villa de Félix, y sus crueldades -posteriores en Huéscar hacen imposible la reconciliación. - -Los dos héroes cristianos batallan con los moros por dos puntos -diferentes, obran prodigios de valor, se cubren de gloria saliendo -victoriosos en casi todas las acciones marciales, y con todo eso no -adelantan: sus tropas en varios encuentros y sorpresas de convoyes se -disminuyen mucho, al paso que cunde el número de los enemigos; vienen -sucesivamente con refuerzos considerables el marqués de la Favara, y -el comendador mayor de León D. Luis de Zúñiga y Requesens, y todavía -la guerra se prolonga, zozobrando ya el crédito de la orgullosa -corte; el hercúleo D. Luis Fajardo, cuya ponderosa lanza apenas podía -sustentar al hombro un soldado robusto cuando él la manejaba como un -mimbre, después que, entre otras proezas, con poca gente, y la mayor -parte enferma, hizo alarde de su esfuerzo y talento militar rechazando -a los moros, que con todo su poder reunido le atacaron en Berja, se -estanca en el sitio de Galera, y no puede pasar adelante; en fin dura -el conflicto cerca de tres años, y es preciso que el ínclito D. Juan -de Austria, hijo del emperador D. Carlos, salga de Granada con diez -mil infantes y mil caballeros, asistido del valeroso duque de Sesa -con otra tanta fuerza, y que a estos dos ejércitos nuevos se reúnan -las reliquias de todos los anteriores, para salir de tamaño empeño, y -forzar a los rebeldes a deponer las armas e implorar la real clemencia. - -Conteniendo este libro la descripción de muchas batallas, asedios y -entradas de los pueblos a viva fuerza, en que se derramaba por una y -otra parte tanta sangre humana, su lectura no puede ser tan apacible, -como la del anterior: con todo eso abunda de episodios interesantes, -como el razonamiento del Purchení al marqués de Mondéjar estando este -con su campo en Órgiva; la muerte del capitán Álvaro de Flores; la -prisión del moro Albexarí, y sus amores con Almanzora; las fiestas -celebradas en Purchena de orden de Muley Abenumeya; el canto profético -de la mora, natural del Deire; los celos, conspiración y venganza de -Benalguacil contra el rey moro, por haberse apoderado de su prima -Zahara; la historia del Tuzani, y de cuanto hizo para encontrar y matar -al asesino de la hermosa Malhea que pereció en Galera; la muerte y las -exequias de D. Luis de Quijada, ayo del Señor D. Juan de Austria, y el -fin trágico del virtuoso Habaquí. - -Últimamente enamoran la humanidad, el candor y la firmeza de carácter -de Ginés Pérez de Hita, cuando al acabar su obra pinta patéticamente -los sentidos lamentos de los moriscos al ser arrancados de sus tierras, -y llevados por fuerza a Castilla y a la Mancha; censura esta impolítica -y cruel resolución de Felipe II, faltando a lo que se había prometido -por su augusto hermano a los moriscos, los cuales _antes murieran -de mil muertes, que rendir las armas, ni haber hecho las paces_, si -hubiesen sabido que no serían cumplidas las capitulaciones; y añade, -_que más valiera no haberlos sacado del reino de Granada, por lo mucho -que en esto habían perdido S. M. y todos sus demás estados_. - -Y ¿_quién fue Ginés Pérez de Hita_? De su persona y vida no tenemos -más noticias, que las que él propio dejó consignadas en esta obra. -Dijo ser vecino de la ciudad de Murcia, lo cual no prueba que naciese -en ella; pero parece que a lo menos fue de la provincia, no solo por -su domicilio, sino porque no pierde ocasión de levantar a las nubes el -valor de los tercios murcianos. Militó en esta última guerra contra los -moriscos bajo las banderas del marqués de los Vélez, y no sabemos que -saliera de la clase de simple soldado. - -Censurando la rapacidad invencible de sus camaradas, manifiesta mucho -candor cuando confiesa que algunas veces, llevado él propio de tan -mal ejemplo, salía a robar en los pueblos de los moriscos sometidos; -y demuestra que tenía mejores entrañas que los feroces guerreros de -aquella época, contándonos cómo había recogido en la atroz matanza de -Félix a un niño que encontró mamando al pecho sanguinoso de su madre -asesinada, y le entregó a otra morisca para que le criase; gloriándose -tanto de esta acción misericordiosa, como de haber amparado y salvado -de la muerte a más de veinte mujeres. - -Finalmente se infiere que escribió, o a lo menos dio a luz, alguna otra -obra distinta de la presente, por la expresión que hallamos al fin de -la historia del Tuzani, donde dice que vio y habló a este en Villanueva -de Alcardete, _viniendo a Madrid a cobrar un privilegio para un libro -suyo_, cuyo título no declara. - -¿Y es Ginés Pérez de Hita el verdadero autor de las _Guerras Civiles de -Granada_? - -En cuanto a la primera parte, si hemos de creerle a él propio, «la -escribió en arábigo un moro, natural de la ciudad de Granada, llamado -Abenhamín, que pasó luego a África y murió en Tremecén, dejando allí -hijos, y un nieto muy hábil, llamado Argutarfa, el cual recogió todos -los papeles de su abuelo, y entre ellos encontró este libro, que -estimó mucho por tratar la materia de Granada, y se le prestó a un -judío, llamado Saba Santo, quien le sacó en hebreo por su contento, -y el original arábigo le presentó a D. Rodrigo Ponce de León, conde -de Bailén. Que este señor, por saber lo que contenía, y por haberse -hallado su abuelo y bisabuelo en aquellas conquistas, rogó al judío que -le tradujese en castellano, y después el conde le hizo a Hita la merced -de dársele.» Esto dice en las páginas 412 y siguiente de la primera -parte, sin embargo de que en la portada del mismo libro se expresa que -él la tradujo al castellano, y no el judío Saba Santo. - -Lo que por el contexto de la obra parece más cierto es, que ni el uno -ni el otro hicieron una traducción literal de la obra arábiga; pues -no es creíble que un moro hablase con tanta parcialidad a favor de -los cristianos, ni que la hubiese adornado de los hermosos romances -castellanos que la acompañan, cuando muchos de ellos fueron escritos -después de la conquista de Granada, ya entrado el siglo XVI. - -Aquí es donde brilla la gala de este metro peculiarmente español, -que no tienen y envidian todas las demás lenguas europeas, hijas de -la latina; porque los romances se leen junto a los hechos heroicos -para que fueron compuestos de propósito; ilustración que falta al -que lee estas producciones descriptivas, desnudas y hacinadas en los -_Romanceros_, sin tener la noticia necesaria de nuestra historia -antigua y de las tradiciones patrias. - -Así parece que Ginés Pérez de Hita tomando lo sustancial de los hechos -que refiere del arábigo, los redactó a su modo, y dio a la obra -castellana la forma que ahora tiene. - -En cuanto a la segunda parte no ofrece duda que la escribiese Ginés -Pérez de Hita, adornándola también de los razonamientos y romances -que contiene, muy inferiores ciertamente a los de la parte primera; -exceptuándose la descripción del sitio de Galera, que él propio dice -haber copiado de la que escribió el alférez Tomás Pérez de Hevia, -vecino de Murcia, que seguía las banderas del Señor D. Juan de Austria. - -Queda dicho que no es tan interesante la lectura de la segunda parte -de esta obra, como la de la primera; pero faltaba añadir, que jamás ha -podido ser del mismo modo conocida, aunque también entretenga mucho, -porque el desaliño, o más bien la grosería de la impresión con que se -dio al público, la hacían intolerable. - -Son tantas las erratas que la afean, que solamente un talento muy -perspicaz podrá encontrar sentido en su contexto, supliendo la ausencia -total de las reglas de ortografía; además de que causa tedio manejar un -libro de ruin papel de estraza, que se deshace al tiempo de pasar de -una hoja a otra. - -Aquel que se tome el trabajo de cotejar la presente edición con la -antigua, será quien pueda calificar el servicio que en esto ha hecho el -editor a la literatura nacional. - - - - -[Ilustración] - -PARTE PRIMERA. - -Guerras civiles entre Zegríes y Abencerrajes, caballeros moros de -Granada, y batallas particulares que hubo en la Vega entre moros y -cristianos, hasta que el rey D. Fernando el V la ganó. - -CAPÍTULO I. - -_En que se trata de la fundación de Granada, y los reyes que hubo en -ella, con otras muchas cosas tocantes a la Historia._ - - -La ínclita y famosa ciudad de Granada fue fundada por una muy hermosa -doncella, hija o sobrina del rey Hispán. Fue su fundación en una bella -y espaciosa vega, junto de una sierra llamada Elvira, porque tomó el -nombre de la fundadora Infanta, la cual se llamaba Liberia, dos leguas -de donde ahora está, junto de un lugar que se llamaba Arbuler, que en -arábigo se decía Arbulut. - -Después de pasados algunos años, les pareció a los fundadores de ella -que no estaban allí bien por ciertas causas, y fundaron la ciudad en la -parte donde ahora está, junto a Sierra-Nevada, en medio de dos hermosos -ríos, llamado el uno Genil y el otro Darro, los cuales son de la nieve -que se derrite en la sierra. De Darro se coge oro muy fino, de Genil -plata; y no es fábula, que yo el autor de esta relación lo he visto -coger. - -Fundose aquí esta insigne ciudad encima de tres cerros, como hoy se -parece, adonde se fundaron tres castillos: el uno está a la vista de la -hermosa Vega y el río Genil, la cual Vega tiene ocho leguas de largo y -cuatro de ancho, y por ella atraviesan otros dos ríos, aunque no muy -grandes: el uno se dice Veiro y el otro Monachil. - -Comiénzase la Vega desde la falda de la Sierra-Nevada, y va hasta la -fuente del Pino, y pasa más adelante de un gran soto, que se llama el -Soto de Roma, y esta fuerza se nombra Torres-Bermejas. Hízose allí una -gran población llamada el Antequeruela. - -La otra fuerza o castillo está en otro cerro junto a este, un poco más -alto, la cual se llamó la Alhambra, casa muy fuerte, y aquí hicieron -los reyes su Casa Real. - -La otra fuerza se hizo en otro cerro, no lejos del Alhambra, y llamose -Albaicín, donde se hizo gran población. Entre el Albaicín y el Alhambra -pasa por lo hondo el río Darro, haciendo una ribera de árboles -agradables. - -A esta fundación no la llamaron los moradores de ella Iliberia como -la otra, sino Granata, respecto a que en una cueva junto al Darro fue -hallada una hermosa doncella que se decía Granata, y por eso se llamó -la ciudad así; y después de corrompido el vocablo se llamó Granada. -Otros dicen, que por la muchedumbre de las casas, y la espesura que -había en ellas, que estaban juntas como los granos de la granada, y la -nombraron así. - -Hízose esta ciudad famosa, rica y populosa, hasta el infeliz tiempo -en que el rey D. Rodrigo perdió a España, lo cual no se declara por -no ser a propósito de nuestra historia: solo diremos, como después de -perdida España hasta las Asturias y confines de Vizcaya, siendo toda -ella ocupada de moros, traídos por aquellos dos bravos caudillos y -generales, el uno llamado el Tarif, y el otro Muza; asimismo quedó la -famosa Granada ocupada de moros, y llena de gente de África. - -Mas hállase una cosa: que de todas las naciones moras que vinieron -a España, los caballeros mejores y principales, y los más señalados -de aquellos que siguieron al general Muza, se quedaron en Granada, y -la causa fue su hermosura y fertilidad, pareciéndoles bien su gran -riqueza, asiento y fundación; aunque el capitán Tarif estuvo muy bien -con la ciudad de Córdoba, y su hijo Balagís con Sevilla, de donde fue -rey, como dice la crónica del rey D. Rodrigo. - -Mas yo no he hallado que en la ocupación de Córdoba, de Toledo, -Sevilla, Valencia, Murcia, ni otras ciudades poblasen tan nobles ni tan -principales caballeros, ni tan buenos linajes de moros como en Granada; -para lo cual es menester nombrar algunos de estos linajes, y de donde -fueron naturales, aunque no se digan ni declaren todos, por no ser -prolijo. - -Poblada Granada de las gentes mejores del África, no por eso dejó la -insigne ciudad de pasar adelante con sus muy grandes y soberbios -edificios, porque siendo gobernada de reyes de valor y muy curiosos que -en ella reinaron, se hicieron grandes mezquitas y muy ricas cercas, -fuertes muros y torres, porque los cristianos no la tornasen a ganar; -y hicieron muy fuertes castillos, y los reedificaron fuera de las -murallas como hoy día parecen. - -Hicieron el castillo de Bibatambién, fuerte con su cava y puente -levadiza. Hicieron las torres de la puerta Elvira, y las del Alcazaba -y plaza de Vibalbulut, y famosa torre del Aceituno, que está camino de -Guadix, y otras muchas cosas dignas de memoria, como se dirá en nuestro -discurso. - -Bien pudiera traer aquí los nombres de todos los reyes moros que -gobernaron y reinaron en esta insigne ciudad, y los califas, y aun los -de toda España; mas por no gastar tiempo, no diré sino de los reyes -moros que por su orden la gobernaron, y fueron conocidos por reyes de -ella, dejando aparte los califas pasados y señores que hubo, siguiendo -a Esteban Garibay y a Camaloa. - -El 1.er rey moro que Granada tuvo se llamó Mahomad Alhamar: este reinó -en ella veinte y nueve años y más meses; acabó año de 1262. - -El 2.º rey de Granada se llamó, así como su padre, Mahomad Mir -Almuzmelín. Este labró el castillo del Alhambra, muy rico y fuerte, -como hoy se parece; reinó treinta y seis años, y murió año de 1302. - -El 3.º rey de Granada se llamó Mahomad Abenhalamar: a este le quitó -el reino un hermano suyo, y le puso en prisión, habiendo reinado siete -años: acabó año de 1309. - -El 4.º rey de Granada fue llamado Mahomad Abenázar: a este le quitó el -reino un sobrino suyo llamado Ismael, año de 1315: reinó seis años. - -El 5.º rey de Granada se llamó Ismael: a este mataron sus deudos y -vasallos, mas fueron degollados los homicidas: reinó nueve años, y -acabó año de 1324. - -El 6.º rey de Granada se llamó Mahomad: a este también le mataron los -suyos a traición; reinó diez años, y acabó año de 1334. - -El 7.º rey de Granada se llamó Iusef Abenhamet: también fue muerto a -traición: reinó once años, y acabó año de 1345. - -El 8.º rey de Granada fue llamado Mahomad Lagús: a este le despojaron -del reino después de haber reinado doce años, y acabó año de 1357, por -aquella vez que reinó. - -El 9.º rey de Granada se llamó Mahomad Abenhámar, VII de este nombre: -a este le mató el rey D. Pedro en Sevilla, sin culpa, habiendo ido -a pedirle amistad y favor: matole el mismo rey D. Pedro por su mano -con una lanza, y mandó matar a otros que iban con este rey: habiendo -reinado dos años, acabó año de 1359. Fue enviada su cabeza en forma -de presente a la ciudad de Granada. Tornó a reinar Mahomad Lagús en -Granada, y reinó en las dos veces veinte y nueve años: la primera vez -doce, y la segunda diez y siete: acabó año 1376. - -El 10 rey de Granada se llamó Mahomad Ovadiz, y reinó tres años -pacífico, y acabó año de 1379. - -El 11 rey de Granada se llamó Iusef, II de este nombre, el cual murió -con veneno que el rey de Fez le envió puesto en una aljaba o marlota de -brocado: reinó tres años, y acabó año de 1382. - -El 12 rey de Granada fue llamado Mahomad Abenhámar: reinó once años, -acabó año de 1394. Su muerte fue de una camisa que se puso emponzoñada -con veneno. - -El 13 rey de Granada fue llamado Iusef, III de este nombre: reinó -quince años: murió año de 1409. - -El 14 rey de Granada fue llamado Mahomad Abenázar, el Izquierdo. -Habiendo reinado este cuatro años, le desposeyeron del reino año de -1413. - -El 15 rey de Granada fue llamado Mahomad, el Pequeño; a este le cortó -la cabeza Abenázar el Izquierdo, arriba dicho, porque le tornó a quitar -el reino por orden de Mahomad Catraz, caballero Abencerraje: reinó este -Mahomad el Pequeño dos años, y acabó año de 1415. - -Tornó a reinar Abenámar el Izquierdo, el cual fue otra vez despojado -del reino por Iusef Abenalmo, su sobrino: reinó este rey tres años la -última vez, y acabó año de 1418. - -El 17 rey de Granada se llamó Abenocín, el Cojo. En tiempo de este -sucedió aquella sangrienta batalla de los Alporchones, reinando D. Juan -el II. Y pues nos viene a cuento, trataremos de esta batalla, antes de -pasar adelante con la cuenta de los reyes moros de Granada. - -Es a saber, que según se halla en las crónicas antiguas, así -castellanas como arábigas, este rey Abenocín tenía en su corte mucha y -muy honrada caballería de moros, porque en Granada había treinta y dos -linajes de caballeros, como eran Gomeles, Mazas, Zegríes, Venegas y -Abencerrajes; estos eran de muy claro linaje: otros Maliques Alabeces, -descendientes de los reyes de Fez y Marruecos, caballeros valerosos, -de quien los reyes de Granada siempre hicieron mucha cuenta; porque -estos Maliques eran alcaides en el reino de Granada, por tener de ellos -mucha confianza, y así servían en las fronteras y partes de mayor -peligro, como eran en Vera, el alcaide Malique Alabez, bravo y valeroso -caballero; en Vélez el Blanco estaba un hermano suyo, llamado Mahomad -Malique Alabez; en Vélez el Rubio había otro hermano de estos alcaides -muy valiente, y amigo de los cristianos; otro Alabez había alcaide -de Jimena, y otro en Tirieza, frontera de Lorca, y cercana de Orce y -Cuéllar, Benamaviel, Castilleja y Caniles, y en otros lugares del -reino. - -Estos Maliques Alabeces eran alcaides, por ser todos, como hemos dicho, -caballeros de estima. Sin estos había otros caballeros en Granada muy -principales, de quien los reyes de ella hacían grande cuenta, entre -los cuales había un caballero llamado Abidbar, del linaje de Gomeles, -caballero valeroso y capitán de la gente de guerra; y no hallándose -sino en batallas contra cristianos, le dijo un día al rey: - ---Señor, holgaría que tu alteza me diese licencia para entrar en -tierra de cristianos, en los campos de Lorca, Murcia y Cartagena, que -confianza tengo de venir con ricos despojos y cautivos. - -El rey dijo: - ---Conocido tengo tu valor, y te otorgo licencia como lo pides; pero -temo mal suceso, porque son muy soldados los cristianos de esas tierras -que quieres correr. - -Respondió Abidbar: - ---No tema vuestra alteza peligro, que yo llevaré conmigo tal gente y -tales alcaides, que sin temor ninguno ose entrar, no digo en el campo -de Lorca y Murcia, mas aun hasta Valencia me atreviera a entrar. - ---Pues si ese es tu parecer, sigue tu voluntad, que mi licencia tienes. - -Abidbar le besó las manos por ello, y fue a su casa y mandó tocar sus -añafiles y trompetas de guerra, al cual bélico son se juntó grande -copia de gente bien armada para saber de aquel rebato. Abidbar cuando -vio tanta gente junta y tan bien armada, holgó mucho de ella, y les -dijo: - ---Sabed, buenos amigos, que hemos de entrar en el reino de Murcia, de -donde, placiendo al santo Alá, vendremos ricos: por tanto cada cual con -ánimo siga mis banderas. - -Todos respondieron, que eran contentos; y así Abidbar salió de Granada -con mucha gente de a caballo y peones; fue a Guadix, y habló al moro -Almoradí, alcaide de aquella ciudad, el cual ofreció su compañía con -mucha gente de a caballo y de a pie. También vino el alcaide de -Almería, llamado Malique Alabez, con mucha gente muy diestra en la -guerra. - -De allí pasaron a Baza, donde estaba por alcaide Benariz, el cual -también le ofreció su ayuda. En Baza se juntaron once alcaides de -aquellos lugares a la fama de esta entrada del campo de Lorca y Murcia, -y con aquella gente se fue el capitán Abidbar hasta la ciudad de Vera, -donde era alcaide el bravo Alabez Malique, adonde se acabó de juntar -todo el ejército de los moros y alcaides que aquí se nombrarán. - -El general Abidbar; Abenáriz, capitán de Baza; su hermano Abenáriz, -capitán de la Vega de Granada; el Malique Alabez, de Vera; Alabez, -alcaide de Vélez el Blanco; Alabez, alcaide de Vélez el Rubio; Alabez, -alcaide de Almería; Alabez, alcaide de Cuéllar; otro alcaide de -Huéscar; Alabez, alcaide de Orce; Alabez, alcaide de Purchena; Alabez, -alcaide de Jimena; Alabez, alcaide de Tirieza: Alabez, alcaide de -Caniles. - -Todos estos Alabeces Maliques eran parientes, como ya es dicho; se -juntaron en Vera, cada uno llevando la gente que pudo. - -También se juntaron otros tres alcaides, el de Mojácar, el de Sorbas, y -el de Lubrín: todos ya juntos se hizo reseña de la gente que se había -juntado, y se hallaron seiscientos de a caballo, aunque otros dicen que -fueron ochocientos, y mil y quinientos peones: otros dicen, que dos mil. - -Finalmente, se juntó grande poder de gente de guerra; y -determinadamente a doce o catorce de mayo, año de mil cuatrocientos -treinta y cinco, entraron en los términos de Lorca, y por la marina -llegaron al campo de Cartagena, y lo corrieron todo hasta el rincón de -S. Ginés y Pinatar, haciendo grandes daños. - -Cautivaron mucha gente y ahogaron mucho ganado, y con esta presa -se volvían muy ufanos; y en llegando al Puntarón de la Sierra de -Aguaderas, entraron en consejo sobre si vendrían por la marina por -donde habían ido, o si pasarían por la vega de Lorca. - -Sobre esto hubo diferencia, y muchos afirmaban que fuesen por la -marina, por ser más seguro. Otros dijeron, que sería grande cobardía, -si no pasaban por la vega de Lorca a pesar de sus banderas. De este -parecer fue Malique Alabez, y con él todos los alcaides que eran sus -parientes. - -Pues visto por los moros que aquellos valerosos capitanes estaban -determinados de pasar por la vega, no contradijeron cosa alguna; y así -las banderas enarboladas, y la presa en medio del escuadrón, comenzaron -a marchar la vuelta de Lorca, arrimados a la sierra de Aguaderas. - -Los de Lorca tenían ya noticia de la gente que había entrado en sus -tierras. D. Alonso Fajardo, alcaide de Lorca, había escrito lo que -pasaba a Diego de Ribera, corregidor de Murcia, que luego viniese -con la más gente que pudiese. El corregidor no fue perezoso, que con -brevedad salió de Murcia con setenta caballos y quinientos peones, toda -gente de valeroso ánimo y esfuerzo; y juntose con la gente de Lorca, -donde había doscientos caballos, y mil y quinientos peones, gente muy -valerosa. - -También se halló con ellos Alonso de Lisón, caballero del hábito de -Santiago, que era a la sazón castellano en el castillo y fuerza de -Aledo. Llevó consigo nueve caballos y catorce peones, que del castillo -no se pudieron sacar más. - -En este tiempo los moros caminaron a gran priesa, y llegando enfrente -de Lorca, cautivaron un caballero llamado Quiñonero, que había salido a -requerir el campo; y como ya la gente de Lorca y Murcia venían a priesa -y los moros los vieron, se maravillaron viendo junta tanta caballería, -y no podían creer que en solo Lorca hubiese tanta lucida gente. - -Y Malique Alabez, capitán y alcaide de Vera, le preguntó a Quiñonero, -habiéndole quitado el caballo y armas, esta pregunta: - -_Alabez._ - - Anda, cristiano cautivo, - tu fortuna no te asombre, - y dinos luego tu nombre - sin temor de daño esquivo; - Que aunque seas prisionero, - con el rescate, y dinero, - si nos dices la verdad, - tendrás luego libertad. - -_Quiñonero._ - - Es mi nombre Quiñonero: - soy de Lorca natural, - caballero principal; - y aunque me sigue fortuna, - no tengo pena ninguna, - ni se me hace de mal: - Que la guerra es condición, - que hoy soy tuyo, y ya confío - mañana podrás ser mío, - y sujeto a mi prisión. - Por tanto pregunta, y pide, - porque en toda tu pregunta - satisfaré sin repunta, - pues el temor no me impide. - -_Alabez._ - - Trompetas se oyen sonar, - y descubrimos pendones, - y caballos, y peones - junto de aquel olivar: - Y quería, Quiñonero, - saber de ti por entero, - qué pendones, y qué gente - es la que aquí está presente, - con ánimo bravo y fiero. - -_Quiñonero._ - - Aquel pendón colorado, - con las seis coronas de oro, - muy bien muestra su decoro - ser de Lorca, y es nombrado; - Y el otro que tiene un rey - armado por gran blasón, - es de Murcia, y es pendón - que le conoce su rey. - Traen gente belicosa, - con gana de pelear; - si quieres más preguntar, - no siento de esto otra cosa. - Apercíbete al combate, - porque vienen a gran priesa - para quitarte la presa, - y dar fin en tu remate. - -_Alabez._ - - Pues por priesa que se den, - ya querrá nuestro Alcorán, - la Rambla no pasarán, - porque no les irá bien; - Y si con valor extraño - la Rambla pueden romper, - muy bien se puede entender, - que ha de ser por nuestro daño. - Pues al arma, que ellos vienen, - y en nada no se detienen: - tóquese el son y la zambra, - porque lleguen a la Alhambra - nuestras famas, y resuenen. - - - - -CAPÍTULO II. - -_En que se trata de la sangrienta batalla de los Alporchones, y la -gente que en ella se halló de moros y cristianos._ - - -Apenas el capitán Malique Alabez acabó de decir estas palabras, cuando -el escuadrón de los cristianos acometió con tanta braveza y pujanza -que a los primeros encuentros, a pesar de los moros que lo defendían, -pasaron la Rambla. No por eso los moros mostraron punto de cobardía, -antes tuvieron más ánimo peleando. - -Quiñonero, como vio la batalla revuelta, llamó a un cristiano, que -cortase la cuerda con que estaba atado; y siendo libre, al punto tomó -una lanza de un moro muerto, un caballo y una adarga, y con valor muy -crecido, como era valiente caballero, hacía maravillas. - -A esta sazón los valerosos capitanes moros, en especial los Maliques -Alabeces, se mostraron con tanta fortaleza, que los cristianos -estuvieron a punto de pasar la Rambla contra su voluntad; lo cual -visto por Alonso Fajardo, y Alonso de Lisón, y Diego de Ribera, y los -principales caballeros de Murcia y Lorca, pelearon tan valerosamente, -que los moros fueron rompidos, y los cristianos hicieron muy notable -daño en ellos. - -Los valientes Alabez, y Almoradí, capitán de Guadix, tornaron a juntar -gente, y con grande ánimo volvieron sobre los cristianos con bravo -ímpetu y fortaleza. - -¡Quién viera las maravillas de los capitanes cristianos! Era cosa de -ver la braveza con que mataban y herían en los moros. - -Abenáriz, capitán de Baza, hacía gran daño en los cristianos, y -habiendo muerto a uno de una lanzada, se metió por enmedio de la -batalla haciendo cosas muy señaladas; mas Alonso de Lisón, que le vio -matar aquel cristiano, de cólera encendido procuró vengar su muerte, y -así con grande presteza fue en seguimiento de Abenáriz, llamándole a -grandes voces, que le aguardase. - -El moro revolvió a mirar quien le llamaba; y visto, reconoció que aquel -caballero era de valor, pues traía en su escudo aquella encomienda -de Santiago, y entendiendo llevar de él buenos despojos a Baza, le -acometió con gran ímpetu; pero el caballero Lisón se defendió con -gran destreza, y ofendió y acosó de suerte al moro, que en poco rato -le hirió en dos partes; y como se vio tan herido, se encendió en más -cólera, y procuró la muerte del contrario: mas muy presto halló en él -la suya, porque Lisón le cogió en descubierto de la adarga un golpe por -los pechos, tan fuerte, que no aprovechando la cota le metió la lanza -por el cuerpo, y al momento cayó el moro muerto del caballo. - -El caballo de Lisón quedó mal herido; por lo cual le convino tomar el -caballo del alcaide de Baza, que en extremo era bueno, y se entró en el -mayor peligro de la batalla, diciendo a voces: _Santiago, y a ellos_. - -El famoso Alonso Fajardo andaba entre los moros, y el corregidor de -Murcia asimismo, que era cosa de maravilla, y tanto pelearon los de -Murcia y Lorca, que los moros fueron segunda vez rompidos; mas el valor -de los caballeros granadinos era grande, y pelearon fuertemente; y como -tenían tan fuertes caudillos, asistían a la batalla con mucho ánimo; -y era tan grande el valor y esfuerzo de Alabez, que en un punto tornó -a juntar su gente, y volvió a la lid, como si no hubieran sido rotos -alguna vez. - -La batalla estaba tan sangrienta, que era admiración, porque había -tantos cuerpos de hombres y caballos muertos, que apenas podían andar; -pero no por eso dejaban de pelear con mucho esfuerzo ambos ejércitos. - -El valiente Alabez hacía por su persona grandes estragos en los -cristianos; lo cual visto por Alonso Fajardo, valeroso soldado, y -alcaide de Lorca, se maravilló de ver la pujanza del moro, y arremetió -con él con tanta braveza que el moro se espantó, y sintió bien su -valor; pero como no había en él cobardía, resistió con ánimo la -fortaleza de Fajardo, dándole grandes botes de lanza, que a no ir -bien armado el alcaide, muriera allí, porque le sirvieron de poco -las fuerzas, por ser mayores las de Alonso Fajardo; y habiendo el -invencible y valiente alcaide quebrado su lanza, en un instante puso -mano a su espada, y con un valor nunca visto se fue para Alabez, y con -tanta velocidad y presteza, que no pudo el gallardo moro aprovecharse -de la lanza y la perdió, y puso mano al alfanje para herir a Alonso -Fajardo: mas el valeroso alcaide, no mirando el peligro que le seguía, -cubierto con su escudo arremetió con Alabez, y le dio un golpe sobre la -adarga, que le cortó gran pedazo de ella, y asiósela tan fuertemente -con la mano izquierda, que casi le desencajó de la silla; y Alabez que -le vio tan cerca, le tiró un golpe a la cabeza pensando acabar con él, -y si Fajardo no le hurtara el cuerpo, le hiriera; y en esta ocasión -cayó el caballo del moro, porque estaba desangrado, y no se podía -tener. Apenas Alabez estuvo en el suelo, cuando los peones de Lorca le -cercaron maltratándole. - -Alonso Fajardo como vio al moro en tal estado, se apeó, y fue a él, y -echole los brazos encima con tal fuerza, que Alabez no pudo ser señor -de sí. Los peones entonces arremetieron con él, y le prendieron, y -Alonso Fajardo mandó que le sacasen de la batalla, y así lo hicieron. - -Todavía andaba muy revuelta y sangrienta la batalla, y no parecía -ninguno de los capitanes moros, lo cual causó en sus soldados mucha -cobardía, y ya no peleaban como antes, ni con aquel brío. La gente de -Lorca peleó belicosamente este día, y no menos la de Murcia, que se vio -bien su valor. - -El capitán Abidbar, como no vio ningún alcaide, ni capitán de los -suyos, se salió de la batalla, y desde un alto miró su ejército, y le -vio en mal estado; y volviendo como un león a la batalla, le dijeron -unos soldados suyos: - ---¿Qué aguardas? Ya no ha quedado ningún alcaide ni capitán moro: -Alabez de Vera está preso. - -Oído esto por Abidbar, perdió la esperanza de la victoria, y así mandó -tocar a recoger. Oyendo los moros la reseña se retiraron, y mirando por -su general, le vieron ir huyendo por la sierra de Aguaderas, y ellos -atemorizados le siguieron. - -Los cristianos les iban en alcance hiriéndolos, que de todos no se -escaparon trescientos. Siguiéronlos hasta la fuente del Pulpí, junto -a Vera, y este día consiguieron los cristianos una singular victoria. -Era día de S. Patricio, y Lorca y Murcia le celebran en memoria de la -victoria. - -Volviéndose los cristianos alegres a Lorca, y cargados de despojos, -Alonso Fajardo se llevó a su casa al capitán Malique Alabez, y -queriendo entrarle preso por un postigo de un huerto, le dijo Alabez: - ---No soy hombre de baja suerte, que he de entrar por ahí, sino por la -puerta real de la ciudad. - -Y porfió tanto, que enojado Fajardo le hirió de muerte. - -Este fue el fin de aquel capitán y alcaide de Vera. Murieron en la -batalla doce alcaides Alabeces, parientes del Alabez de Vera, y dos -hermanos suyos, alcaides de Vélez el Blanco, y Rubio, y murieron -ochocientos moros. De los cristianos murieron cuarenta, y hubo -doscientos heridos. - -Quedaron los de Lorca y Murcia muy gozosos con la victoria que nuestro -Señor, por la intercesión de su Santísima Madre, les concedió. - -Volvamos al capitán Abidbar que fue huyendo de la lid. Como llegó a -Granada, y el rey supo lo que había pasado, le mandó degollar, porque -no murió como caballero en la batalla, pues él fue por caudillo. - -Sucedió esta batalla, reinando en Castilla el rey D. Juan el II, y en -Granada Albenocín XVII, como está dicho, el cual reinó ocho años, y fue -despojado del reino año de 1473. - -Por esta batalla de los Alporchones se hizo aquel romance antiguo, que -se dice de esta suerte: - - Allá en Granada la rica - instrumentos oí tocar - en calle de los Gomeles, - a la puerta de Abidbar: - El cual es moro valiente, - y muy fuerte capitán; - mandó juntar muchos moros - bien diestros en pelear, - Porque en el campo de Lorca - se determinan de entrar. - Con él salen tres alcaides, - aquí los quiero nombrar: - Almoradí de Guadix, - ese de sangre real; - Abenáriz es el otro, - y de Baza natural; - Y de Vera es Alabez, - de esfuerzo muy singular, - y en cualquier guerra su gente - bien la sabe acaudillar: - Todos se juntan en Vera - para ver lo que harán; - el campo de Cartagena - acuerdan de saquear. - A Alabez por ser valiente - le hacen su general, - otros doce alcaides moros - con ellos juntado se han. - Van por la fuente del Pulpí, - por ser secreto lugar, - y por el puerto, los peones - por la orilla de la mar. - En campos de Cartagena - con furor fueron a entrar, - cautivaron mil cristianos, - que era cosa de espantar. - Todo lo corren los moros, - sin nada se les quedar; - el rincón de S. Ginés, - y con ellos el Pinar. - Cuando tuvieron gran presa, - hacia Vera vuelto se han, - y en llegando al Puntarón - consejo tomado han, - Si pasarían por Lorca, - o si irían por la mar. - Alabez, como es valiente, - por Lorca quiere pasar, - Por tenerla muy en poco, - y por hacerla pesar; - y así con toda su gente - comenzaron de marchar. - Lorca y Murcia lo supieron, - luego los van a buscar, - y el comendador de Aledo, - que Lisón suelen llamar. - Junto de los Alporchones, - allí los van a alcanzar, - y el comendador de Aledo - no dejaba de marchar. - Cautivaron un cristiano, - caballero principal, - al cual llaman Quiñonero, - que de Lorca es natural. - Alabez que vio la gente, - comienza de preguntar: - Quiñonero, Quiñonero, - dirasme tú la verdad; - Pues eres buen caballero, - no me la quieras negar: - ¿qué pendones son aquellos - que están en el olivar? - Quiñonero le responde, - tal respuesta le fue a dar: - Lorca y Murcia son, señor, - Lorca y Murcia son, no más; - Y el comendador Aledo, - de valor más singular, - que de la francesa sangre - es su prosapia real: - Los caballos traen gordos, - ganosos de pelear. - Allí respondió Alabez, - lleno de rabia y pesar: - ¡Pues por gordos que los traigan, - la Rambla no pasarán, - y si ellos la Rambla pasan, - Alá, y qué mala señal! - Estando en estas razones - ha llegado el mariscal, - y el buen alcaide de Lorca - con esfuerzo muy sin par. - Aquel alcaide Fajardo, - valeroso en pelear: - la gente traen valerosa, - no quieren más aguardar. - A los primeros encuentros - la Rambla pasado han; - y aunque los moros son muchos, - allí lo pasan muy mal. - Mas el valiente Alabez - hace gran plaza y lugar: - tantos cristianos mataba, - que es dolor de lo mirar. - Los cristianos son valientes, - nada les puede ganar; - tantos matan de los moros, - que era cosa de espantar. - Por la sierra de Aguaderas, - huyendo sale Abidbar - con trescientos de a caballo, - que no pudo más sacar. - Fajardo prendió a Alabez - con esfuerzo singular, - quitó la cabalgadura, - que en riqueza no hay su par: - Abidbar llegó a Granada, - y el rey lo mandó matar. - -Este fin es el que tuvo esta sangrienta batalla de Alporchones: vamos -ahora a la cuenta de los reyes moros de Granada. - -Ya hemos dicho de Albenocín, que fue el 17, en tiempo del cual pasó la -batalla de los Alporchones: este reinó ocho años, y fue despojado del -reino año 1453. - -El rey 18 de Granada fue Ismael, y este le quitó el reino a Albenocín, -como está dicho. En tiempo de este Ismael murió Garcilaso de la Vega -en una batalla que los moros tuvieron con los cristianos: reinó este -Ismael doce años, y acabó año de 1465. - -El 19 rey de Granada se llamó Muley Hazén; otros le llamaron Alborzén: -este fue hijo del susodicho Ismael. En tiempo de este pasaron grandes -cosas en Granada y su vega: tuvo un hijo llamado Boabdilín, y tuvo, -según cuenta el Arábigo, otro hijo bastardo, llamado Muza. - -Este le hubo en una cristiana cautiva: tuvo un hermano llamado -Boabdilín, así como el hijo del rey. Este infante era muy querido de -los caballeros de Granada, y muchos por estar mal con el rey su padre -le alzaron por rey de Granada; por lo cual le llamaron el rey Chiquito. - -Otros caballeros siguieron la parte del rey, de manera que en Granada -había dos reyes, padre e hijo, y cada día había muy grandes bandos -entre los dos reyes, por donde sucedían muchas muertes: unas veces -amigos, otras enemigos. De esta suerte se gobernaba el reino, y no por -eso se dejaba de continuar la guerra contra cristianos. - -Este rey, padre del rey Chico, estaba siempre en el Alhambra, y el -Chico en el Albaicín, y ausente el uno, mandaba y gobernaba el otro; -mas el rey viejo fue el que adornó e hizo muy magníficas las cosas de -Granada, e hizo grandes y soberbios edificios, por ser muy rico. - -Mandó labrar de todo punto la famosa Alhambra, fábrica muy costosa: -hizo la famosa Torre de Comares; y el cuarto de los Leones llamose así, -porque enmedio dél, que es largo y ancho, hay una fuente de doce leones -de alabastro, riquísimamente obrada. Todo el cuarto está solado de muy -lucidos azulejos, labrado a lo moro. - -Asimismo hizo este rey muchos estanques de agua en la misma Alhambra, y -los aljibes del agua tan nombrados. - -Hizo la torre de la Campana, de la cual se descubre toda la ciudad de -Granada y su vega. - -Hizo un maravilloso bosque junto del Alhambra, debajo de los miradores -de la misma casa real, donde hoy se parecen muchos venados y conejos. - -Mandó labrar los Alijares de oro azul de mazonería, a lo moro. Era tan -costosa esta obra, que el artífice que la labraba, ganaba cada día cien -doblas. - -Mandó hacer encima del cerro de Santa Elena, que así se nombra hoy -aquel cerro, una casa de placer muy rica. Hizo la casa de las gallinas -a propósito de aquel menester. - -Orilla de Genil tenía este rey, encima del río Darro, un jardín muy -deleitoso, llamado Generalife, en el cual hay diversidad de frutas, -fuentes de alabastro, bien obradas plazas, y calles hechas de menudos -arrayanes. Hay labrada una muy rica casa con muchas salas, aposentos, -balcones y ventanas doradas, y en la sala principal retratados por -grandes pintores todos los reyes moros de Granada hasta su tiempo, y en -otra sala todas las batallas que había tenido con los cristianos; todo -tan al vivo, que era cosa admirable. - -Por estas obras, y otras tales, que había hecho en la ciudad de -Granada, adornadas de tanta perfección, hizo el rey D. Juan el I -aquella pregunta al moro Abenámar, el viejo, estando en el río Genil, -que dice así: - - Abenámar, Abenámar, - moro de la Morería, - el día que tú naciste - grandes señales había. - Estaba la mar en calma, - la luna estaba crecida, - moro que en tal signo nace - no debe decir mentira. - Allí respondiera el moro, - bien oiréis lo que decía: - No te la diré, señor, - aunque me cueste la vida, - Porque soy hijo de un moro, - y una cristiana cautiva. - Siendo yo niño, y muchacho, - mi madre me lo decía, - Que mentira no dijese, - que era grande villanía: - por tanto pregunta, rey, - que la verdad te diría. - Yo te agradezco, Abenámar, - aquesta tu cortesía: - ¿qué castillos son aquellos? - Altos son, y relucían. - El Alhambra era, señor, - y la otra la Mezquita: - los otros los Alijares, - labrados a maravilla. - El moro que los labraba - cien doblas ganaba al día: - el día que no labraba - otras tantas se perdía. - El otro es Generalife, - huerta que par no tenía; - el otro Torres-Bermejas, - castillo de gran valía. - Allí habló el rey D. Juan, - bien oiréis lo que decía: - Si tú quisieses, Granada, - contigo me casaría; - darete en arras y dote - a Córdoba y a Sevilla. - Casada soy, rey D. Juan, - viuda no lo sería; - el moro que aquí me tiene - muy grande bien me quería. - -Mostraban tanta suntuosidad y fortaleza los edificios de Granada y -Alhambra, que admiraba, y hoy son fortísimos. - -Estaba tan rico, próspero y bien afortunado el rey Mulahacén, que en -las morismas no había otro tan poderoso, fuera del Gran Turco, si la -fortuna no le derribara del trono en que estaba, como adelante se dirá. - -Era servido de caballeros de mucha estima y de sangre real, porque -había en Granada treinta y dos linajes de caballeros moros, sin otros -muchos poderosos, descendientes de aquellos nobles de África que -ganaron a España. - -Y porque será justo nombrarlos a todos, y de qué reinos y provincias -eran naturales, se dirá todo por extenso, para que se considere la gran -nobleza que a la sazón había en Granada. - - - - -CAPÍTULO III. - -_En que se declaran los nombres de los nobles caballeros moros de -Granada, de los treinta y dos linajes, y otras cosas que pasaron en -Granada. Asimismo se nombran todos los lugares que estaban en aquel -tiempo debajo de la corona de Granada._ - - -Ya que hemos tratado de algunas de las cosas de la ciudad de Granada -y de sus edificios, diremos de los preciados caballeros que en ella -vivían, y de las villas, lugares, castillos y ciudades que estaban -sujetos a la Real Corona de Granada; para lo cual comenzaremos por -los caballeros, de esta manera nombrados por sus nombres: Almoradíes, -de Marruecos; Alabeces, Alarbes; Bencerrajes, id.; alfaquíes, de Fez; -Gazules, Alarbes; Barragís, de Fez; Venegas, de id.; Zegríes, de id.; -Mazas, de id.; Gomeles, de Vélez de la Gomera; Abencerrajes, de -Marruecos; Albayaldes, de id.; Abenámares, de id.; Aliatares, de id.; -Almadenes, de Fez; Audalás, de Marruecos; Hacenes, de Fez; Laugetes, de -id.; Azarques, de id.; Alarifes, de Vélez de la Gomera; Abenhamines, de -Marruecos; Zulemas, de id.; Sarracinos, de id.; Mofarix, de Tremecén; -Abedhoares, de id.; Almanzores, de Fez; Abidbares, de id.; Alhamares, -de Marruecos; Reduanes, de id.; Aldoradines, de id.; Alabeces Maliques, -de Marruecos, descendientes del Almohabez Malique, rey de Cuco. - -Los lugares del reino y vega de Granada son estos: Granada, Cogollos, -Alfacar, Colomera, Alhendín, los Padules, Gabia la Grande, Iznalloz, -Maracena, Albabia, Gabia la Chica, la Zubia, Alhama, Arbolote, Moclín, -Illora, Loja y Lora, Monte-frío, Guadahortuna, la Malá, Pinos, Alcalá -Real, Cardela, Huelma. - -Los lugares de Baza son: Baza, Bezalema, Castilleja, Galera, Vélez el -Blanco, Tirieza, Zújar, Crastil, Huéscar, Cuéllar, Vélez el Rubio, -Freila, Benamanuel, Orce, Cavillas, Xiquena, Tirieza. - -Los del río Almanzor son: Serón, Almuñecar, Urraca, Bertanga, Eria, -Santoperat, Portilla, Cabrera, Sorbas, Alboteas, Serna, Tíjola, -Purchena, Mojar, Abenchez, Zucuyrin, Huércal, Tera, Teresa, Lubrín, -Portaloza, Cuebro, Bayarque, Vicir, Turre, Cantoria, Ovaria, las -Cuevas, Zurgena, Antes, Elvez, Uleya del Campo. - -Los lugares del Filabres son: Filabres, Gergal, Vacares, el Voloduy, -Sierto. - -Los lugares del río de Almería son: Almería, Vicar, Tenix, Huércal, -Fenix, Pichona, Alhamalasec, Santa Cruz, Turpe, Rioja, Ragul, Meles, -Cucija, Ochovez, Santa Fe, Ilar, Efición, Marcena, Guenlejas, -Almaneata, Abiatar, Lacumque, Catiyar. - -_Tabla de Andújar y Oxica_: Castillo del hierro, Velote el alto, Inoa, -Alcundiat, Berja, Veas, la Calahorra, Curiana, Canile-aceytu, Lanjarón, -Valor el chico, Tabernas, Guadix, la Poza, Fiñana, Dalías, Murral, -Cadiar, Potrox, Turón, las Albuñuelas, Guajaras altas, Guajaras bajas. - -Estos y otros muchos lugares de las Alpujarras, Sierra-Bermeja y Ronda, -que no hay para que nombrarlos, estaban debajo de la Real Corona de -Granada. - -Y pues hemos tratado de los lugares, será bien tratar de los caballeros -moros Maliques Alabeces, el cual linaje era muy estimado y tenido de -los reyes de Granada y de todos; y es de saber, que como Miramamolín el -de Marruecos convocase a todos los reyes de África para ir a España, -cuando totalmente fue destruida hasta las Asturias, vino un rey llamado -Abderiame, y este trajo tres mil hombres de pelea: vino otro llamado -Muley Abcalí, y en su compañía otros veinte y cinco reyes moros, los -cuales trajeron grande poder de gente, y entre estos reyes vino uno -llamado Mahomad Malique Almohabez, cuyo era el gran reino de Cuco, y -traía consigo tres hijos valerosos, llamados Maliques Almohabeces, -todos los cuales reyes y sus vasallos conquistaron a España. - -Y en aquella gran batalla en que se perdió el rey D. Rodrigo y la flor -de los caballeros de España, a manos del infante D. Sancho murió el rey -Malique Almohabez, y sus tres hijos anduvieron en las guerras todos los -ocho años que duraron, hasta que se apoderaron los moros de casi toda -España. - -Y acabada la guerra el mayor de los hermanos pasó a África, rico de -despojos, al reino de su padre, do fue rey, y los hijos de este fueron -reyes de Fez y Marruecos, y uno de los reyes de Fez tuvo uno llamado el -infante Abomelique, el cual pasó a España en tiempo que los reyes de -Castilla tenían guerra con los reyes de Granada. - -Fue Abomelique rey de las Algeciras, Ronda y Gibraltar, respecto a que -fue ayudado de sus parientes, porque habían quedado en la ciudad de -Granada descendientes de aquellos hijos del valiente rey Almohabez, -que como arriba es dicho, uno se volvió a su tierra y reino, y los -otros dos se quedaron en Granada, por parecerles la tierra muy amena y -agradable; y quedaron muy ricos de los despojos de la guerra de España. - -Fuéronles dadas grandes partes y haciendas en Granada: sabiendo cuyos -hijos eran, especialmente por el valor de sus personas que era muy -grande, emparentaron con otros claros linajes de la ciudad, que se -decían los Almoradines: sirvieron a sus reyes muy bien en todas las -ocasiones que se les ofrecieron. - -Y así estos y los Abencerrajes eran los más esclarecidos y tenidos -linajes, aunque también había otros tan buenos como ellos, como eran -los Zegríes, Gomeles, Mazas, Venegas, Almoradís, Almohades, Marines y -Gazules, y otros muchos. - -Finalmente, con el favor de estos caballeros Maliques Alabeces, que así -fueron llamados, el infante Abomelique de Marruecos alcanzó en el reino -de Granada a ser rey de Ronda, de las Algeciras y Gibraltar, como está -dicho. - -Volviendo, pues, al propósito de nuestra historia, como dice el -arábigo, el rey de Granada Mulahacén, de quien ahora tratamos, se -servía de los caballeros más principales de la ciudad, con los cuales -tenía su corte próspera, y sus tierras pacíficas, y hacía guerra a los -cristianos, y era de todos muy temido, hasta que su hijo Aboabdilí fue -grande, y entre él y el padre hubo grandes diferencias, y el hijo fue -alzado por rey en favor de los caballeros de Granada que estaban mal -con su padre, por ver los agravios que de él habían recibido: otros -seguían la parte del padre. - -De aquesta manera andaban las cosas de la ciudad y reino de Granada, y -no por eso dejaba de estar en su punto, siendo bien gobernada y regida: -y es de saber, que de los treinta y dos linajes de caballeros que había -en Granada, los que sustentaban la corte eran los que aquí nombraremos, -porque hace mucho al caso a nuestra historia, así como lo escribe el -moro Abenhamín, historiador de aquellos tiempos, desde la entrada de -los moros en España; pero este Abenhamín tuvo cuidado de recoger los -papeles y escrituras que trataban de Granada, y su fundación primera -y segunda, y los caballeros que más se estimaban en Granada eran los -siguientes: Alhamares, Abencerrajes, Llegas, Abenámares, Almoradís, -Gomeles, Mazas, Gazules, Alabeces, Venegas, Zegríes. - -Los caballeros Abencerrajes eran muy estimados, por ser de esclarecido -linaje, descendientes de aquel valeroso capitán Abencerraje, que vino -con Muza en tiempo de la gran derrota de España: de este y de dos -hermanos suyos descendieron estos caballeros Abencerrajes de sangre -real. Hallaranse los hechos de estos insignes caballeros en las -crónicas de los reyes de Castilla, a las cuales me remito. - -Los que tenían mayor amistad con estos caballeros eran los Maliques -Alabeces, y el valiente Muza, hijo bastardo del rey Mulahacén. Era Muza -muy valiente y robusto, y todos le amaban por su nobleza. - -A la sazón había en Granada muchas fiestas, a causa de haber recibido -la corona el rey Chico, aunque contra la voluntad de su padre, el -cual vivía en el Alhambra, y el rey Chico en el Albaicín y Alcazaba, -visitándole los caballeros más principales, por quien había recibido la -corona, así Abencerrajes, como Gomeles y Mazas. - -Pasando estas cosas, el muy valeroso maestre de Calatrava D. Rodrigo -Téllez Girón, con mucha gente de a caballo y de a pie, entró a correr -la vega de Granada y hizo en ella algunas presas; y no contento con -esto, quiso saber si había en Granada algún caballero que con él -quisiese escaramucear lanza por lanza; y sabiendo como en Granada -hacían fiestas por la nueva elección del rey Chico, acordó de enviar -un escudero con una letra suya al rey, el cual estaba en Generalife -holgándose con muchos caballeros, y en llegando el escudero pidió -licencia, y diósela; y siendo en presencia del rey, hizo el acatamiento -debido, y dio el recado de su señor el maestre. - -El rey lo recibió y lo hizo leer alto, que todos lo entendiesen, y -decía así: - - «Poderoso señor, tu alteza goce la nueva corona, que por tu valor se - te ha dado, con el próspero fin que deseas. De mi parte he sentido - gran contento, aunque diversos en leyes: mas confiado en la grande - misericordia de Dios, que al fin tú y los tuyos vendréis al claro - conocimiento de la santa fe de Jesucristo, y querrás amistad con los - cristianos. Y pues ahora hay tantas fiestas por tu nueva corona, es - justo que los caballeros de tu corte se alegren y reciban placer, - probando sus personas con el valor que de ellos por el mundo se - publica. Y así por este respeto yo y mi gente hemos entrado en la - Vega, y la hemos corrido; y si acaso alguno de los tuyos quisiere - salir al campo a tener escaramuza uno a uno, deles tu alteza licencia - para ello, que aquí aguardo en el Fresno gordo cerca de tu ciudad. - Y para esto doy seguro que de los míos no saldrán más de aquellos - que salieren de Granada para escaramucear. Ceso besando tus reales - manos.--_El maestre D. Rodrigo Téllez Girón._» - -Leída la carta, el rey con alegre semblante miró a todos sus -caballeros, y violos andar alborotados y con deseo de salir a la -escaramuza, pretendiendo cada uno de ellos la empresa; y el rey como -los vio así andar, mandó que se sosegasen, y preguntó si era justo -salir a la escaramuza que el maestre pedía, y todos respondieron, -que era cosa muy justa salir, porque haciendo lo contrario, serían -reputados por caballeros de poco valor y muy cobardes, y sobre ello -hubo muchos pareceres, sobre quién saldría a la escaramuza, o cuántos; -y fue acordado que no fuese aquel día más de uno a uno a la escaramuza, -que después saldrían más; y sobre quién había de salir hubo muchas y -grandes diferencias entre todos, de modo que fue necesario que entrasen -en suerte doce caballeros, y que del que saliese primero de una vasija -de plata su nombre escrito, que aquel saliese. - -Así acordado, los que fueron escritos para las suertes, fueron los -caballeros siguientes: Mahomad Abencerraje, el valiente Muza, Malique -Alabez, Mahomad Maza, Mahomad Almoradí, Albayaldos, Venegas Mahomet, -Abenámar, Mahomad Gomel, Almadán, Mahomad Zegrí, el valiente Gazul. - -Todos estos caballeros fueron señalados, y escritos sus nombres y -echados en una vasija, los revolvieron muy bien, y la reina sacó la -suerte, y leída decía _Muza_. - -La alegría que sintió fue grande, y los demás caballeros envidia, -porque cada uno de ellos se holgara en extremo ser el de la suerte, por -probar el valor y esfuerzo del maestre. - -Y aunque después de esto entre todos los caballeros fue conferido y -debatido que mejor fuera salir cuatro a cuatro, o seis a seis, no se -pudo aceptar con Muza; y así luego se escribió al maestre una carta, y -dándosela al escudero en respuesta de la que había traído, le enviaron; -y llegando a la presencia del maestre, le dio la carta del rey Chico, -que decía así. - - «Valeroso maestre, muy bien se muestra en tu virtud la nobleza de tu - sangre, y no menos que de tu bondad pudiera salir el parabién de mi - elección y real corona, lo cual me ha puesto en obligación de acudir - a todo lo que a la amistad de un verdadero amigo se debe tener; y así - me obligo a todo aquello que de mí y de mi reino hubieres menester. - Con muy comedidas razones envías a pedir a mis caballeros escaramuza - en la Vega, por alegrar mi fiesta, lo cual agradezco grandemente. - Entre los principales caballeros de esta corte se echaron suertes por - quitar diferencias, a causa de que cada uno quisiera verse contigo; - cayole la suerte a mi hermano Muza: mañana se verá contigo debajo - de tu palabra, que de ninguno de los tuyos será ofendido. Conocido - tengo, que será muy de ver la escaramuza por ser entre dos tan - buenos caballeros. Queda aquí para lo que cumpliere--_Audalá, rey de - Granada_.» - -Alegre fue el maestre con la respuesta del rey, y aquella noche se -retiró gran trecho la tierra adentro: mandó a su gente que estuviese -con cuidado y vigilancia toda la noche, porque los moros no les diesen -algún asalto. - -Venida la mañana se acercó a la ciudad, llevando para su guarda -cincuenta caballeros, y dejando el resto gran trecho apartado, -avisándoles que estuviesen alistados por si los moros rompían la -palabra de seguro que estaba dada: así estuvo aguardando a Muza para -hacer con él batalla. - - - - -CAPÍTULO IV. - -_Que trata de la batalla que el valiente Muza tuvo con el Maestre, y de -otras cosas que también pasaron._ - - -Así como el mensajero del valeroso maestre partió con la carta -aceptando el desafío, el rey y todos los caballeros quedaron tratando -de él y de otras cosas. - -La reina y las damas no holgaron del desafío, porque sabían bien que -el valor del maestre era grande, y muy diestro en las armas, y a quien -más pesó de este desafío fue a la hermosa y discreta Fátima, del linaje -Zegrí, que amaba de secreto mucho a Muza; pero él adoraba a la hermosa -Daraja, hija de Mahomet Alabez, y hacía en su servicio señaladas -cosas; mas Daraja no amaba a Muza, porque tenía todo su amor puesto en -Abenjamar, caballero Abencerraje de mucho valor: el Abencerraje amaba a -la hermosa Daraja, y la servía. - -Volviendo, pues, a Muza, aquella noche siguiente aderezó todo lo -necesario para la batalla que había de hacer, y la Fátima le envió con -un paje suyo un rico pendoncillo para la lanza, el medio morado, y el -otro verde, todo recamado con riquísimas labores de oro, y sembradas -por él muchas FF, que declaraban el nombre de Fátima. El paje le dio a -Muza diciendo: - ---Valeroso señor, Fátima, mi señora, os besa la mano, y os suplica -pongáis en vuestra lanza este pendoncillo en su servicio, porque será -muy contenta si lo lleváis a la batalla. - -Muza tomó el pendoncillo mostrando muy buen semblante, porque era para -con las damas cortés, aunque él más quisiera que fuera de Daraja; pero -por ser tan discreto como valiente, lo recibió diciendo al paje: - ---Amigo, di a la hermosa Fátima que tengo en muy grande merced y favor -el pendoncillo que me envía, aunque en mí no haya méritos para prenda -de tan hermosa dama, y que Alá me dé gracia para que la pueda servir, -y que la prometo de ponerle en mi lanza, y de entrar con él en la -batalla, porque sé que con tal prenda, y enviada de tal mano, será muy -cierta la victoria de mi parte. - -El paje fue muy contento, y en llegando a Fátima le dijo todo lo que -con el valiente Muza había pasado, que no fue poca alegría para Fátima. - -Pues el alba no había bien rompido, cuando Muza ya estaba aderezado -de todo punto para salir al campo, y dando de ello aviso al rey, se -levantó y mandó que tocasen las trompetas y clarines, al son de los -cuales se juntaron muchos caballeros, sabiendo ya la ocasión de ello. - -El rey se aderezó aquel día muy galán: llevaba una marlota de tela de -oro, tan rica, que no tenía precio, con tantas perlas y piedras de -valor, que muy pocos reyes las pudieran tener tales. - -Mandó el rey que saliesen doscientos caballeros muy bien alistados, -para pelear por la seguridad de su hermano Muza. - -Aún no eran los rayos del sol bien tendidos, cuando el rey Chico y -su caballería salió por la puerta de Biealmazón, llevando a su lado a -Muza, y con él los caballeros: iban tan gallardos que era muy de ver. -No menos parecer y gallardía llevaban los demás caballeros de pelea, y -parecían tan bien con sus adargas blancas, lanzas y pendoncillos, con -tantas divisas y cifras en ellos, que era maravilla. - -Iba por capitán de la gente de guerra Mahoma Alabez, gallardo y -valiente caballero, y muy galán y enamorado de una dama llamada -Cobaida. Llevaba este valiente moro un listón morado en su adarga, y en -él por divisa una corona de oro, y una letra que decía: _De mi sangre_, -dando a entender, que venía de aquel valeroso rey Almohabez, que murió -a manos del infante D. Sancho; y la misma divisa llevaba el gallardo -moro en su pendoncillo. - -Así salieron estas dos cuadrillas, y anduvieron hasta donde estaba el -belicoso maestre con sus cincuenta caballeros aguardando, no menos -aderezados que la contraria parte. Luego como llegó el rey tocaron sus -clarines, y respondieron las trompetas del maestre. - -Después de haberse mirado los unos a los otros, el valeroso Muza no -veía la hora de verse con el maestre, y pidiendo licencia a su hermano -el rey, salió con hermoso donaire y gallardía, mostrando en su aspecto -el valor y esfuerzo que tenía. - -Llevaba el bravo moro su cuerpo bien guarnecido; sobre un jubón de -armar una muy fina cota que llaman jacerina, y encima un peto fuerte, -forrado en terciopelo verde; sobre ella una rica marlota del mismo -terciopelo, labrado con oro, y por ella sembradas muchas DD de oro, -hechas en arábigo. Esta letra llevaba el moro por ser principio del -nombre de Daraja, a quien él tanto amaba. - -El bonete era verde con ramos de oro labrado, y lazadas con las mismas -DD. Llevaba una adarga hecha en Fez, y atravesado por ella un listón -verde, y en el medio una cifra; y era una mano de una doncella, que -apretaba con ella un corazón, del que salían gotas de sangre, con una -letra que decía: _Más merece_. Iba tan gallardo el valiente Muza, que -cualquiera que le miraba quedaba aficionado a las galas. - -El maestre echó de ver luego que aquel era con quien había de -escaramucear, y mandó a todos sus caballeros que ninguno se moviese en -su socorro, aunque le viesen puesto en necesidad; y fuese poco a poco -hacia donde venía el gallardo Muza. - -Iba el maestre bien armado, y sobre las armas una ropa de terciopelo -azul, recamado de oro, el escudo verde en campo blanco, y en él puesta -una cruz roja, la cual señal también llevaba en el pecho. El caballo -era bueno, rucio rodado. Llevaba en la lanza un pendoncillo blanco, y -en él la cruz roja, y debajo de ella una letra que decía: _Por esta y -por mi rey_. - -Parecía tan bien, que en verle daba contento, y cuando el rey le vio -dijo a los que con él estaban: - ---No sin causa este caballero tiene gran fama, porque en su talle y -buena disposición muestra el valor de su persona. - -Llegaron los dos valientes caballeros cerca el uno del otro, y después -de haberse mirado muy bien, el que primero habló fue Muza: - ---Por cierto, valeroso caballero, que vuestra persona muestra bien -claro ser vos el que la fama publica; y así digo, que vuestro rey se -puede tener por bien afortunado en tener un tan estimado caballero -como vos sois; y por la fama que el mundo tiene de vos, yo me tengo -por muy dichoso de entrar con vos en batalla, porque si Alá quisiese -que alcanzase victoria de tan buen caballero, todas las glorias de él -serían mías, que no poca honra y gloria sería para mí, y para todo mi -linaje; y si yo quedare vencido, no sentiré tanta pena, por serlo de -tan buen caballero. - -Con esto feneció el gallardo Muza sus razones, a las cuales respondió -el valeroso maestre con mucha cortesía diciendo: - ---Por un recado que ayer recibí del rey, sé que os llaman Muza, de -quien no menos fama se divulga que la que decís de mí, y que sois su -hermano, descendiente de aquel esforzado y antiguo capitán Muza, que en -tiempos pasados ganó gran parte de nuestra España; y así estimo tener -con vos batalla; y pues cada uno de su parte desea la gloria y honra de -ella, vengamos a ponerlas en ejecución, dejando en manos de la fortuna -el fin del caso, y no aguardemos a que se nos haga más tarde. - -El gallardo moro, que oyó aquellas razones al maestre, se sintió -avergonzado por haber dilatado tanto tiempo la escaramuza, y sin -responder palabra alguna, con mucha presteza rodeó su caballo, y -apretándose el bonete en la cabeza, debajo del cual llevaba un muy -fino y acerado casco, se apartó un gran trecho, y lo mismo había hecho -el maestre. - -A este tiempo la reina y todas sus damas estaban puestas en las torres -del Alhambra, para desde allí mirar la fuerte escaramuza. Fátima estaba -junto a la reina, juntamente con sus damas, ricamente vestida de -damasco verde y morado, y era del propio color del pendoncillo que le -había enviado al valiente Muza: tenía por toda la ropa sembradas muchas -MM griegas, por ser la primera letra de su amante Muza. - -El rey como vio apartados a los caballeros, y que aguardaban la señal -de batalla, mandó tocar sus clarines, a los cuales respondieron las -trompetas del maestre. - -Siendo la señal hecha, arremetieron los caballeros el uno para el otro -con tan grande furia y braveza que cada uno sintió el valor de su -contrario en los encuentros que tuvieron; mas ninguno perdió la silla, -ni hizo mudanza alguna: las lanzas no se quebraron, la adarga de Muza -fue falseada, y el hierro de la lanza tocó en la fina coraza, y rompió -parte de ella, y pasó en la jacerina, sin hacerle otro mal. - -El encuentro de Muza pasó el escudo al maestre, y el hierro de la lanza -tocó en el peto fuerte, que a no serlo fuera herido. - -Los caballeros sacaron las lanzas, y con grande destreza comenzaron -a escaramucear, rodeándose el uno al otro, procurando herirse; pero -aunque era bueno el caballo del maestre, no era ligero como el del -moro, a cuya causa no podía dar golpe a gusto, por andar Muza tan -ligero; y así entraba y salía con velocidad el moro, dándole algunos -golpes al maestre, el cual como vio la ligereza del caballo del -contrario, acordó, fiando en la fortaleza de su brazo, de tirarle la -lanza, y aguardó a que el moro le entrase, y viéndole cerca terció la -lanza, y levantose sobre los estribos, y con fortaleza jamás vista le -arrojó la lanza. - -Muza quiso hurtarle el cuerpo y revolvió la rienda al caballo por huir -del golpe; pero no lo hizo tan a su salvo que llegando primero la lanza -del maestre, le pasó el cuerpo al caballo: alborotose saltando, dando -vueltas y empinándose, y dando grandes corcovos; y visto por el moro, -temiendo no le viniese algún daño por aquella causa, saltó en tierra -y con osado ánimo se fue al maestre para desjarretar el suyo, y de él -entendido, saltó tan ligero como el viento; y embrazando el escudo, -la espada desnuda se fue a Muza, el cual venía lleno de cólera y saña -contra él, por haberle herido tan mal su caballo; y con una cimitarra -fue a herir al maestre, el cual le ofendía bien y le maltrataba: -peleando a pie, y cerca el uno del otro, se daban tan recios y -desaforados golpes, que no bastaba fuerza de los escudos y de las -armas, que con la fortaleza de sus brazos no se deshiciese y rompiese; -y como el valeroso maestre era muy diestro y cursado en las armas, -y más fuerte que Muza, puesto que el moro era valiente y de animoso -corazón, quiso mostrar donde llegaba su valor, y afirmando su espada -sobre la cimitarra de Muza, fue al reparo, y el maestre con muy gran -presteza le hirió en la cabeza sin poderlo remediar el gallardo moro: -cortole con la cuchillada la mitad del bonete, y vino el penacho al -suelo; y si el casco no fuera tan fino, fuera la herida más peligrosa, -y quedó Muza casi aturdido del golpe; y viendo cuán a maltratar le -traía el maestre, volviendo en sí acudió con su cimitarra con destreza, -y descargó un golpe muy recio. - -El maestre lo recibió en el escudo, el cual fue cortado por medio, por -ser fuerte el golpe que en él le dio, y le rompió asimismo la manga -de la loriga, y le alcanzó a herir de una pequeña herida en el brazo, -de la cual le salía mucha sangre, y fue causa de que el maestre se -encendiese en cólera y saña, y queriendo vengarse, acometió con un -golpe a Muza en la cabeza, el cual con presteza fue al reparo porque no -le hiriera. - -El maestre viendo que acudió al reparo, bajó la espada, y de revés le -dio una herida en el muslo, que no le aprovechó la loriga que llevaba -encima, para que no entrase la espada del maestre. - -De aquella suerte andaban los valerosos caballeros muy encarnizados, -dándose muy grandes y fieros golpes. - -Quien mirara a la hermosa Fátima, conociera claro que amaba a Muza, -porque así como vio el bravo golpe que el maestre dio a su amante y -querido Muza, del cual le derribó el bonete y penacho, temió quedaba -mal herido; y viendo el caballo muerto, no lo podía sufrir, y así de -todo punto perdió su color con un desmayo cruel que le dio, y cayó sin -sentido en el suelo. - -La reina mandó que la echasen agua en el rostro, y echándosela volvió -en sí, y abriendo los ojos dio un suspiro, diciendo: - ---¡Oh Mahoma! ¿Por qué no te dueles de mí? - -Y tornándose a amortecer, la mandó la reina llevar a su aposento, y que -la regalasen. Jarifa, Daraja y Cobaida la llevaron con mucha presteza, -haciendo muchos remedios, hasta que la bella mora volvió en sí, y les -dijo a Daraja y a Jarifa que la dejasen sola, porque quería reposar un -poco. - -Estas lo hicieron así, y se tornaron adonde estaba la reina mirando -la escaramuza, que a la sazón estaba más encendida, pero manifiesta -en la ventaja que el maestre llevaba a Muza, por ser más diestro en -las armas; puesto que Muza era de grande esfuerzo y valor, y no mostró -jamás punto de cobardía, y más en aquella ocasión, antes redoblaba sus -golpes, hiriendo al maestre. - -Al moro le salía mucha sangre de la herida del muslo, y era tanta, que -Muza sentía bien la falta de ella, y estaba desfallecido y débil; lo -cual visto por el maestre, considerando que aquel moro era hermano del -rey de Granada, y que era también muy estimado, y deseando también con -muchas veras que fuese cristiano, y que siéndolo, le podría ganar algo -en los negocios de la guerra en provecho del rey D. Fernando, determinó -con todo cuidado de no proseguir la sangrienta batalla, y de tener -amistad verdadera con el valiente Muza, y así luego se fue retirando -afuera, diciendo: - ---Valeroso Muza, paréceme que para negocios de fiestas hacer tan -sangrienta batalla como la que hacemos, no es justo; démosle fin, si -te pareciere, que a ello me mueve ser tú tan buen caballero, y hermano -del rey, de quien tengo ofrecidas mercedes; y no digo esto porque de -mi parte sienta haber perdido nada del campo, ni de mi esfuerzo, sino -porque deseo amistad contigo por tu valor. - -Muza que vio retirar al maestre, se maravilló, y también se retiró, -diciendo: - ---Claramente se deja entender, valeroso maestre, que te retiras, y -no quieres fenecer la batalla, por verme en tal estado, que de ella -no podía yo sacar sino la muerte; y movido tú de mi mala fortuna, me -quieres conceder la vida, de la cual reconozco me haces merced. Y -también digo, que si tu voluntad fuere que nuestra lid fenezca, de mi -parte no faltaré hasta morir, con la cual cumpliré a lo que debo a ley -de caballero; mas si, como dices, lo haces por respeto de mi amistad, -te lo agradezco infinito y lo tengo a grande merced, por tener amistad -con un tan singular caballero como tú, y prometo y juro de serlo tuyo -hasta la muerte, y de no ir contra tu persona ahora ni en tiempo -alguno, sino en cuanto fuere mi poder servirte. - -Y diciendo esto dejó la cimitarra de la mano, y se fue a abrazar al -maestre, y él hizo lo mismo con mucho amor, y entendió de cierto el -maestre que de aquella amistad había de resultar muy gran bien a los -cristianos. - -El rey y los demás que estaban mirando la batalla se maravillaron -mucho, y no podían entender qué podía ser; y venido a entender el caso -y la amistad, el rey con seis caballeros se llegó a hablar al maestre, -y después de haber tratado cosas de muy grandes cortesías, sabiendo -la amistad del maestre y de su hermano, aunque no se holgó mucho, dio -orden de volver a la ciudad, porque Muza fuese curado, que lo había -bien menester. - -Y así se partieron los dos caballeros, llevando la amistad en sus -corazones muy fija y sellada. Este es el fin que tuvo la batalla. - -Vuelto el rey a Granada, no se trataba otra cosa sino de la escaramuza, -y de la amistad que de ella procedió, y de la virtud, bondad y valor -del maestre; y con razón, porque era adornado de todo, y por él se dijo -aquel romance, que dice: - - ¡Ay Dios, qué buen caballero - es el maestre de Caltrava, - y cuán bien corre los moros - por la vega de Granada! - Desde la fuente del Pino - hasta la Sierra Nevada, - y en esas puertas de Elvira, - mete el puñal, y la lanza; - las puertas eran de hierro, - de parte a parte las pasa. - -Siendo fenecida la batalla del maestre y de Muza, desamparando la Vega -el maestre se fue con las presas que habían hecho él y su gente. - -Volvamos ahora a lo que pasó en Granada, después que el rey entró en -ella y sanó Muza de las heridas, que pasó más de un mes. - - - - -CAPÍTULO V. - -_Que trata de un sarao que se hizo en palacio entre las damas de la -reina y los caballeros de la corte, sobre el cual hubo pesadas palabras -entre Muza y Zulema Abencerraje, y de lo que pasó._ - - -Grande fue la reputación que cobró Muza de valiente caballero, pues -no quedó del maestre vencido, como lo habían sido otros valientes -caballeros, a quien había vencido y muerto por sus manos. - -Entró Muza en Granada al lado del rey su hermano, acompañado de todos -los caballeros más principales de la ciudad. Entraron por la puerta -Elvira, y por las calles donde pasaban, todas las damas le salían a -mirar, y otras muchas gentes ocupaban las ventanas, que era cosa de ver. - -De esta suerte fueron hasta la Alhambra, donde fue Muza curado por un -gran maestro, y estuvo casi un mes en sanar: después de sano fue a -besar las manos al rey, el cual tuvo con su vista mucho contento, y -asimismo todos los demás caballeros y damas de la corte; y quien más -con su vista se alegró, fue la hermosa Fátima, porque le amaba mucho, -aunque él no la pagaba su amor. - -La reina le hizo sentar junto a sí, y le preguntó cómo se sentía y qué -le había parecido el esfuerzo del maestre. Muza le respondió: - ---Señora, el valor del maestre es en demasía muy grande, y me hizo -merced que la batalla no pasase adelante, por excusar el daño notable -que estaba de mi parte, que era manifiesto; y juro por Mahoma que en -lo que yo pudiere le tengo de servir. - ---Mahoma le confunda --respondió Fátima--, que en tal sobresalto nos -puso a todos, y especialmente a mí, que como vi que de un golpe que os -dio os derribó la mitad del bonete con todo el penacho, no me quedó -gota de sangre, y faltándome de todo punto el aliento me caí amortecida -en el suelo. - -Fátima dijo esto encendiendo todo su rostro en color, de suerte que -todos echaron de ver, que amaba al gallardo y valiente moro, el cual -respondió: - ---Mucho me pesa, que tan hermosa dama viniese a tal extremo por mi -causa. - -Y diciendo esto volvió los ojos a Daraja, mirándola aficionadamente, -dándola a entender que la amaba de corazón; pero ella se estuvo con los -ojos bajos y sin hacer mudamiento. - -Llegada la hora de comer, el rey se sentó con sus caballeros a la mesa, -porque en comiendo había de haber gran fiesta y zambra. Las mesas -fueron puestas, y comieron con el rey los caballeros más principales, -y eran cuatro caballeros Bencerrajes, cuatro Almoradís, dos Alhamares, -ocho Gomeles, seis Alabeces, doce Abencerrajes y algunos Almoradines, -Abenámar y Muza. Eran estos caballeros de grande estima, y por su valor -les daba el rey su mesa. - -Asimismo con la reina comían muy hermosas damas, y de buenos linajes, -las cuales eran Daraja, Jarifa, Cobaida, Zaida, Sarracina y Alboraida; -todas eran de la flor de Granada. También estaba la hermosa Galiana, -hija del alcaide de Almería, que había venido a las fiestas, y era -parienta de la reina. - -Andaba enamorado de la hermosa Galiana el valiente Abenámar, y por ella -había hecho muchos juegos y escaramuzas, y por él se dijo este romance: - - En las guerras de Almería - estaba el moro Abenámar, - frontero de los palacios - de la mora Galiana. - Por arrimo un albornoz, - y por alfombra su adarga, - la lanza llana en el suelo, - que es mucho allanar su lanza. - En el arzón puesto el freno, - y con las cuerdas trabada - la yegua entre dos linderos, - porque no se pierda, y paza. - -Este romance lo dicen de otra manera, diciendo: _Galiana está en -Toledo_, y es falso, porque la Galiana de Toledo fue mucho tiempo antes -que los Abenámares, especialmente de este de quien ahora tratamos, y el -otro de la pregunta del rey Don Juan, pues en tiempo de aquestos era -Toledo de cristianos, y así queda la verdad clara. - -La Galiana de Toledo fue en tiempo de Carlos Martel, y fue robada de -Toledo, y llevada a Marsella por Carlos. Esta Galiana de quien ahora -tratamos, era de Almería, y por ella se dice el romance y no por la -otra; y este Abenámar era nieto del otro Abenámar. - -Volviendo, pues, a nuestro caso, el rey con sus caballeros, y la reina -con todas sus damas, comían con gran contento al son de muchas y -diversas músicas, así de ministriles, como dulzainas, harpas y laúdes -que en la real sala había. - -Hablando el rey y los caballeros sobre algunas cosas, en especial de -la batalla del maestre y de Muza, y del gran valor del maestre y de su -cortesía, que era muy grande, de lo cual le pesaba al moro Albayaldos, -que sentía mucho el no haberse acabado la escaramuza, porque le parecía -que no era tanto el valor del maestre como la fama publicaba, y que si -peleara en lugar de Muza había de alcanzar victoria del maestre; por lo -cual propuso en sí que la primera vez que entrase en la Vega le había -de pedir campo, por ver si lo que se decía era así. - -Las damas también trataban de la escaramuza pasada, y del grande -esfuerzo del valiente Muza y de su donaire. - -Abenhamet no quitaba los ojos de Daraja a quien amaba en extremo, y -no era mal correspondido en su fe, porque ella le adoraba, por tener -partes para ser querido y porque en extremo era galán y valiente, -temido y muy estimado, y alguacil mayor en Granada, que este cargo y -oficio no se daba sino a persona de mucha estima, y nunca salía este -oficio de los caballeros Abencerrajes, como se verá en los compendios -de Esteban Garibay, y Camaloa, cronista de los reyes cristianos de -Castilla. - -Pues si Albayaldos estaba con deseo de probar el valor del maestre -de Calatrava, no menos lo tenía su primo Aliatar que se preciaba de -valiente, y holgara ver si era así lo que se decía del maestre. - -El valiente Muza ya no trataba de esto, sino de tener por amigo al -maestre, y más se entretenía en mirar a Daraja que en las otras cosas, -y tanto se embebecía en mirarla que muchas veces se olvidaba de comer. - -El rey su hermano advirtió en ello y coligió que amaba Muza a Daraja, -y pesole grandemente porque también él la amaba de secreto, y muchas -veces le había descubierto su corazón, aunque no daba ella atento oído -a sus querellas ni palabras, ni hacía caudal de lo que decía el rey. - -También Mahomad Zegrí miraba a Daraja: este era caballero de mucha -calidad, y sabía que Muza la servía, pero no por eso desistía de su -propósito, de lo cual no se le daba a Daraja nada, por tener puestos -los ojos en Abenhamet, caballero Abencerraje, gallardo y estimado. - -La reina trataba con sus damas cosas de los caballeros y sus bizarrías, -y entre todos, los Abencerrajes y Alabeces, los cuales linajes eran -deudos. - -Estando la reina hablando con sus damas, habiendo acabado de comer -el rey y los demás caballeros, y habiéndose comenzado algunas danzas -entre damas y caballeros, llegó un paje de parte de Muza, e hincando -las rodillas en el suelo, le dio a Daraja un ramo de flores y rosas, -diciendo: - ---Hermosa Daraja, mi señor Muza os besa las manos y os suplica recibáis -este ramillete que él mismo hizo y compuso por su mano, para que os -sirváis de tenerlo en la vuestra, y que no miréis el poco valor del -ramillete, sino la voluntad del que os lo envía, que entre estas flores -viene estampado su corazón para que lo toméis en vuestras manos. - -Daraja miró a la reina y se puso muy colorada, sin saber si lo tomaría -o no; y visto que la reina la miró, y no le dijo cosa alguna, tomó el -ramillete, por no ser demasiadamente descortés ni ingrata a Muza, por -ser buen caballero y hermano del rey, considerando que por tomar el -ramo no era ofendida su honestidad, ni su querido Abencerraje, el cual -vio bien como lo tomó, diciéndole al paje, que ella le agradecía mucho -el presente. - -Quien mirara a Fátima entendiera bien lo mucho que le pesó, porque -nunca él la había enviado ramillete; pero procuró disimular, y -llegándose a Daraja la dijo: - ---No podéis negar que Muza es vuestro amante, pues en presencia de -todos os ha enviado este ramillete; y pues vos lo recibisteis, es -argumento que le queréis bien. - -Casi afrentada Daraja de aquello, la respondió: - ---Amiga Fátima, no os maravilléis si recibí el ramo, que no lo tomé con -mi voluntad, sino por no dar nota de ingrata en presencia de todos los -caballeros y damas de la sala, que si no pareciera mal, lo hiciera mil -pedazos. - -Con esto dejaron de hablar sobre aquel caso porque mandó el rey que -danzasen las damas y caballeros, lo cual fue hecho, y Abenámar danzó -con Galiana; Malique Alabez con su dama Cobaida, y muy bien, por ser -extremada en todo; Abindarráez danzó con la hermosa Jarifa, y Venegas -con la bella Fátima: Almoradí, un bizarro caballero pariente del rey, -danzó con Alboraida; un caballero Zegrí danzó con la hermosa Sarracina; -Algamún Abencerraje con la linda Daraja, y en acabando de danzar -al tiempo que el caballero Abencerraje le hizo una cortesía, ella -haciéndole reverencia le dio el ramillete, y él lo recibió con mucha -alegría, y lo estimó en mucho por ser de su mano. - -El valiente Muza, que había estado mirando la danza, y no quitaba -los ojos un momento de su señora Daraja, visto que le había dado el -ramillete que le había enviado a su dama, ciego de enojo y pasión que -recibió por ello, sin tener respeto al rey ni a los demás caballeros -que en la real sala estaban, se fue al Abencerraje con una vista tan -horrible, que parecía echar fuego por los ojos, y con voz soberbia le -dijo al Abencerraje: - ---Di, vil y bajo villano, descendiente de cristianos, mal nacido, -sabiendo que aqueste ramo fue hecho por mi mano, y que se lo envié a -Daraja, lo osaste recibir, sin considerar que era mío; si no fuera por -lo que debo al rey, por estar en su presencia, ya hubiera castigado tu -loco atrevimiento. - -Visto por el bravo Abencerraje el mal proceder de Muza, y el poco -respeto que tuvo a su antigua amistad, no menos encolerizado que él, le -respondió diciendo: - ---Cualquiera que dijere que soy villano y mal nacido, miente mil veces, -que yo soy muy buen caballero e hijodalgo, y después del rey mi señor, -no es ninguno tal como yo. - -Diciendo esto, los caballeros pusieron mano a las armas para herirse, -lo cual hicieran si el rey no se pusiera en medio, y todos los -caballeros. Y muy enojado el rey contra Muza por haber sido el movedor -de la causa, le dijo palabras muy sentidas; y por haber tenido tanto -atrevimiento en su presencia, mandó saliese desterrado de la corte. - -Muza dijo que se iría, y que algún día en escaramuzas de cristianos le -echaría menos, y diría: «¿dónde está Muza?» Diciendo esto volvió las -espaldas para salir de palacio; mas todos los caballeros y damas le -detuvieron, y suplicaron al rey que se quitase el enojo, y alzase el -destierro a Muza; y tanto se lo rogaron los caballeros, la reina y las -damas, que le perdonó, e hicieron amigos a Muza y al Abencerraje, y le -pesó a Muza de lo hecho, porque era amigo de los Abencerrajes. - -Pasada esta cuestión se movió otra peor, y fue, que un caballero Zegrí, -que era la cabeza de ellos, le dijo a Abenhamet Abencerraje: - ---El rey mi señor echó culpa a su hermano Muza, y no reparó en una -razón que dijísteis, que después del rey no había caballeros tales como -vos, sabiendo que en palacio los hay tales y tan buenos como vos, y no -es de buenos caballeros adelantarse tanto, y si no fuera por alborotar -el real palacio, os digo que os había de costar bien caro lo que -hablasteis en presencia de tantos caballeros. - -Malique Alabez, que era muy cercano deudo de los Abencerrajes, como -valiente y osado, se levantó y respondió al Zegrí muy valerosamente, -diciendo: - ---Más me maravillo de ti en sentirte tú solo, adonde hay tantos y -tan preciados caballeros, y no había ahora para qué tornar a remover -nuevos escándalos y alborotos; porque lo que Abenhamet dijo fue muy -bien dicho, porque los caballeros de Granada son bien conocidos quién -son y de dónde vinieron, y no penséis vosotros los Zegríes, que porque -sois de los reyes de Córdoba descendientes, que sois mejores ni tales -como los Abencerrajes, que son descendientes de los reyes de Marruecos -y de Fez, y de aquel gran Miramamolín. Pues los Almoradís, ya sabéis -que son de aquesta real casa de Granada, también de linaje de los reyes -de África. De nosotros los Maliques Alabeces, ya sabéis que somos -descendientes del rey Almohabez, señor de aquel famoso reino de Cuco, -y deudos de los famosos Malucos: pues donde están todos estos y habían -callado, ¿por qué tu quieres renovar nuevos pleitos y pasiones? Pues -sabe que es verdad lo que te digo, que después del rey nuestro señor, -no hay ningunos caballeros que sean tales como los Abencerrajes, y -quien dijere lo contrario miente, y no le tengo por hidalgo. - -Como los Zegríes, Gomeles y Mazas, que eran deudos, oyeron lo que -Alabez decía, encendidos en saña se levantaron para darle la muerte. -Los Alabeces, Abencerrajes, y Almoradíes, que era otro bando, viendo su -determinación se levantaron para resistirle y ofenderlos. - -El rey que tan alborotado vio el palacio, y el peligro de perderse toda -Granada y así también todo el reino, se levantó dando voces, diciendo: - ---Pena de traidor, cualquiera que más se moviere y sacare armas. - -Y diciendo esto asió a Alabez y al Zegrí, y llamó la gente de la -guarda, y los mandó llevar presos. Los demás caballeros se estuvieron -quietos por no incurrir en la pena de traidores. - -Alabez fue preso en el Alhambra, y el Zegrí en Torres-Bermejas, y -puestas guardas los tuvieron a buen recado. Los caballeros de Granada -procuraron hacer las amistades, y al fin se hicieron interviniendo en -ellas el rey, y fuera mejor que no se hicieran, como se dirá adelante. - - - - -CAPÍTULO VI. - -_Cómo se hicieron fiestas en Granada, y por ellas se encendieron más -las enemistades de los Zegríes, Abencerrajes, Alabeces, y Gomeles, y lo -que pasó entre Zaide y Zaida acerca de sus amores._ - - -Antes de pasar adelante con la fiesta concertada, diremos del valeroso -Zaide y de la bella Zaida, a quien él tanto estimaba, y era tan público -en Granada, que ya no se trataba sino de sus finos amores. - -Sabiendo esto sus padres de ella, determinaron de casarla con otro, -y dar fama de ello, porque Zaida se apartase de aquel propósito y -perdiese la esperanza de sus amores, y cesase en pasearle su calle y -puerta, porque no fuese el honor de Zaida tan rompido. - -Y con este intento pusieron mucho recato en su hija, no dejándola poner -a las ventanas, porque no hablase con Zaide; pero poco aprovecharon sus -prevenciones, porque no por eso dejaba Zaide de pasear la calle, ni -ella le dejaba de amar con más fervor que de antes. - -Y como se publicaba el casamiento de Zaida por toda la ciudad, y -que sus padres la casaban con un moro de Ronda, poderoso y rico, el -bravo Zaide no podía sosegar de noche, ni de día, ocupado en varias -imaginaciones, procurando estorbar el casamiento con darle muerte al -desposado. - -Y no cesando un momento de pasear la calle de su dama, por ver si -la podía hablar para saber de ella su voluntad, porque espantaba el -gallardo moro de que su Zaida consintiese en el casamiento, a causa de -la fe y palabra que entre los dos se habían dado, la aguardaba por ver -si salía a un balcón, como solía hacer. - -La bella Zaida no estaba con menos pena y cuidado que su galán, deseosa -de hablarle, y darle cuenta de lo que sus padres tenían tratado; y así -salió al balcón, y vio al valeroso Zaide que se andaba paseando solo, -con un semblante triste y melancólico, y alzando los ojos al balcón; -y viendo a la hermosa Zaida tan gallarda y bizarra, se le quitó luego -todo su mal, y llegándose al balcón temeroso habló a su mora de esta -manera: - ---Dime, bella Zaida, ¿es verdad esto que se dice, que tu padre te casa? -Si es verdad, dímelo, no me lo encubras, ni me traigas suspenso; porque -si es verdad, vive Alá que tengo de matar al moro que te pretende, para -que no goce de mi gloria. - -La hermosa Zaida le respondió (los ojos muy llenos de lágrimas): - ---Así me parece, Zaide, que mi padre me casa: consuélate, y busca otra -mora a quien servir, que por tu gran valor no te faltará; ya es tiempo -que nuestros amores tengan fin: el cielo sabe las pesadumbres que por -tu causa he tenido con mi padre. - ---¡Oh cruel! --respondió el moro--, ¿es pues esa la palabra que me -tienes dada de ser mía hasta la muerte? - ---Vete, Zaide --dijo la mora--, porque viene mi madre buscándome, y así -ten paciencia. - -Diciendo esto se quitó del balcón llorando, quedando el valeroso -moro confuso, sin saber lo que determinar para alivio de su pena; y -determinando de no dejar su pretensión sin perder la escaramuza de su -pensamiento, desocupó el puesto, dejando allí el alma. - -Por esto que le pasó a Zaide con su mora, se dijo este romance: - - Por la calle de su dama - paseándose anda Zaide, - aguardando que sea hora - que se asome para hablarle. - Desesperado anda el moro - en ver que tanto se tarde, - que piensa con solo verla - aplacar el fuego en que arde. - Viola salir a un balcón - más bella que cuando sale - la luna en la oscura noche, - y el sol en sus tempestades. - Llegose Zaide, diciendo: - bella mora, Alá te guarde, - si es mentira lo que dicen - tus criados a mis pajes. - Dicen, que dejarme quieres, - porque pretendes casarte - con un moro que ha venido - de las tierras de tu padre. - Si eso es verdad, Zaida bella, - declárate, no me engañes; - no quieras tener secreto - lo que tan claro se sabe. - Humilde responde al moro: - mi bien, ya es tiempo se acabe - vuestra amistad y la mía, - pues que ya todos lo saben. - Que perderé el ser quien soy - si el negocio va adelante: - Alá sabe si me pesa, - y lo que siento dejarte. - Bien sabes que te he querido - a pesar de mi linaje, - y sabes las pesadumbres - que he tenido con mi madre - Sobre aguardarte de noche, - como vienes siempre tarde; - y por quitar ocasiones, - dicen que quieren casarme. - No te faltará otra dama - hermosa, y de galán talle, - que te quiera, y tú la quieras, - porque lo mereces, Zaide. - Humilde responde el moro, - cargado de mil pesares: - No entendí yo, Zaida bella, - que conmigo tal usases: - No entendí que tal hicieras, - que así mis prendas trocases - con un moro, feo y torpe, - indigno de un bien tan grande. - Tú eres la que dijiste - en el balcón la otra tarde: - tuya soy, tuya seré, - y tuya es mi vida, Zaide. - -Aunque la bella Zaida pasó con su Zaide todo lo que habéis oído, no por -eso le dejaba de amar en su corazón, y el gallardo Zaide asimismo la -amaba. - -Aunque la dama le despidió, muchas veces se hablaban, no con tanta -libertad, porque sus padres no lo sintiesen; y le hacía todos los -favores que solía, aunque el moro, por evitar escándalo, no continuaba -en pasear la calle de su dama: mas no era tan en secreto, que no fuese -sentido del moro Tarfe, amigo de Zaide, el cual tenía una envidia -mortal en su alma, porque amaba de secreto a Zaida; y considerando que -jamás Zaide dejaría de amar a la bella Zaida, acordó de revolverlos, -poniendo cizaña entre los dos, aunque esto le costó la vida; porque así -acaece a los que no son leales con sus amigos. - -Pues volviendo al caso de las fiestas atrás referidas, trataremos -primero de un romance, que compuso un poeta en respuesta del pasado, y -después diremos lo que en las fiestas pasó. Dice así el romance: - - Bella Zaida de mis ojos, - y del alma bella Zaida, - de las moras la más bella, - y más que todas ingrata: - De cuyos rubios cabellos - enreda amor mil lazadas, - en que ciegas de tu vista - se rinden mil libres almas: - ¿Qué gusto, fiera, recibes - de ser tan mudable, y varia, - y con saber que te adoro, - tratarme como me tratas; - Y no contenta de aquesto - de quitarme la esperanza, - porque de todo la pierda - de ver mi suerte trocada? - ¡Ay cuán mal, fiera enemiga, - las veras de amor me pagas; - pues en cambio dél me ofreces - ingratitud y mudanza! - ¡Cuán presto le diste al viento - tus promesas y palabras! - pero bastaba ser tuyas, - para que tuviesen alas. - Acuérdate, Zaida hermosa, - si aun aquesto no te enfada, - del gusto que recibías - cuando rondaba tu casa. - Si de día, luego al punto - salías a las ventanas; - si de noche, en el balcón - o en las rejas te hallaba. - Si tardaba o no venía, - mostrabas celosa rabia; - mas ahora en qué te ofendo, - ¿que acorte el pasar me mandas? - Mándasme que no te vea, - ni escriba billete o carta, - que un tiempo tu gusto fueron, - mas ya tu disgusto causan. - Ay, Zaida, que tus favores, - tu amor, tus palabras blandas, - por falsas se han descubierto, - y descubres que eres falsa. - Eres mujer, finalmente, - a ser mudable inclinada, - que adoras a quien te olvida, - y a quien te adora desamas. - Mas, Zaida, aunque me aborreces, - por no parecerte en nada, - cuando de hielo tú fueras - más sustentaras mi llama. - Pagaré tu desamor - con mil amorosas ansias, - que el amor fundado en veras - tarde se rinde a mudanza. - -Por ser aqueste romance bueno, y aludir mucho al pasado, se puso aquí, -y por adorno de nuestra obra. - -Pues tornando a nuestro moro Zaide, valeroso y gallardo Abencerraje, -quedó tan apasionado por lo que la bella Zaida le dijo, que le puso -en extremo su pensamiento en si era verdad que los padres de Zaida la -querían casar. - -Con este cuidado andaba el gallardo moro muy pensativo, y por -consolarse paseaba la calle de su dama; pero ella no salía a las -ventanas como otras veces solía, sino muy de tarde en tarde. - -Aunque la bella y hermosa mora le amaba tiernamente, no lo manifestaba -por no dar enojo a sus padres, y por esto no osaba hablar con su -querido y amante moro; lo cual él sentía mucho, y lo mostraba hasta -en los trajes y vestidos, porque conforme a la pasión que sentía, así -traía el vestido, y por él juzgaban los caballeros y damas de Granada -los efectos de su causa y de sus amores. - -Pues con estas congojas y pesadumbres andaba el valeroso Zaide tan -imaginativo, sin poderlas apartar de su pensamiento, que le vinieron -a poner en grande extremo y flaqueza, y estuvo muy mal dispuesto; y -por consolarse, lleno de amorosas ansias, una noche muy oscura, buena -a su propósito, bien aderezada la persona, y solo con un laúd se fue -a la calle de su adorada mora a media noche, y comenzando a tocar el -instrumento con mucho pesar, cantó en arábigo esta sentida - -CANCIÓN. - - Lágrimas que no pudieron - tanta dureza ablandar, - yo las volveré a la mar, - pues que de la mar salieron. - Hicieron en duras peñas - mis lágrimas sentimiento, - tanto, que de su tormento - dieron unas y otras señas; - Y pues ellas no pudieron - tanta dureza ablandar, - yo las volveré a la mar, - pues que de la mar salieron. - -No sin falta de lágrimas decía esta canción el enamorado Zaide al son -de su sonoro laúd, acompañado de muy ardientes suspiros que le salían -del alma, con que acrecentaba más las ansias de su pasión. - -Y así como el enamorado moro sentía pasión en su alma, como lo -mostraba, no la tenía menor la bella Zaida, la cual luego que sintió -el laúd, y que quien le tocaba era su querido Zaide, porque en eso -le conocía, se levantó muy quedito, y se fue a un balcón bajo, donde -oía la canción y los suspiros que daba su amante, y enternecida la -acompañaba en su mismo sentimiento con tristes lágrimas, trayendo a -la memoria la sentencia de la canción, y por la causa que el moro la -decía: la cual era de saber, que la primera vez que Zaide vio a su -hermosa Zaida, fue en Almería un día de S. Juan, siendo capitán de una -fusta, con la cual hacía el moro grandes entradas, y muy grandes robos -por la mar, y acaso llegó Zaide con su bajel a la playa de Almería, a -la sazón que la bella Zaida estaba en ella holgándose con sus padres y -parientes. - -Traía el moro gallardo en su navío ricos despojos de cristianos, y -con muchas flámulas, gallardetes y banderas tendidas, las cuales -adornaban y hermoseaban el navío, y fue causa que su padre de Zaida y -ella entrasen a ver el navío y al capitán de él, el cual fue de ellos -conocido. - -El valeroso y gallardo Zaide los recibió con muy grande alegría y -aplauso, poniendo los ojos en la bella Zaida, a la cual presentó muchas -y muy riquísimas joyas, con las cuales descubrió su deseo y amor, y -quedó amartelado de ella, y ella asimismo se enamoró del bizarro moro. -Finalmente, se trató entre ellos que se fuese Zaide a Granada, y se -tuviesen mucha fe y amor. - -Él aceptó el partido, y determinó dejar la mar e irse a Granada, -dejando su navío a un deudo suyo. Y estando en Granada el gallardo -Zaide sirvió a su dama hasta aquel punto; y visto el proceder de los -padres de su querida mora, y el gran disfavor que ella le había dado, -lleno de amorosas llamas le cantó la canción dicha, trayendo a la -memoria sus primeras vistas. - -Así como la bella mora consideró la pena que su amante mostraba en sus -acentos, hizo el sentimiento que él, y llegose al balcón enternecida, y -llamole quedo por causa de sus padres. No se tardó el bizarro moro en -su ida, y llegándose cuanto pudo al balcón muy gozoso, le dijo su dama: - ---¿Cómo Zaide, todavía perseveras? ¿No sabes que me infamas? Advierte -la nota que das: considera que mis padres me tienen puesta en vida -estrecha solo por tu causa. Vete antes que seas sentido de ellos, -porque han jurado que si no hay enmienda, que me han de enviar a Coín -a casa de mi tío; no des lugar a esto, porque será mi vida acabada. Y -no imagines que te he olvidado, que tan en mi alma te tengo como antes. -Pasen estos nublados, que Alá nos enviará bonanza. - -Y llorando se apartó de su amante, dejando a su amado moro en tinieblas -faltándole su luz; el cual confuso se apartó de aqueste puesto, no -sabiendo el fin que había de tener su amado deseo. - -Pues volviendo al pasado sarao, y a las prometidas y concertadas -fiestas, las cuales fuera mejor que no se concertaran ni hicieran, por -las revoluciones y pesadumbres que en ellas hubo, y duraron por mucho -tiempo después, como más largamente adelante diremos; en este sarao y -fiesta se halló el gallardo y valiente Zaide, caballero Abencerraje, -el cual amaba a su bella Zaida, y ella a él, y era con tanto extremo -el amor que se tenían, que no excedía un punto de su gusto el uno del -otro; y entreteníanse ambos sin gozarse, con solo verse y hablarse, -hasta que llegase el venturoso día de su deseado casamiento. - -Un día la bella mora hizo una linda trenza de sus hermosos cabellos, -pues eran más que hebras de oro de Arabia, y con sus manos se la puso -en el turbante a su querido Zaide; el cual quedó muy ufano, contento y -gozoso con el nuevo bien y favor. - -Audalá Tarfe, su amigo, le pidió le dijese la causa de su demasiado -contento; y como quiera que no se gozan tanto los bienes y contentos -que no se comunican, fiado en su grande amistad, y debajo de secreto, -le declaró la causa, y enseñó la prenda estimada que su dama Zaida le -había dado. - -El moro Tarfe, lleno de envidia y mortal rabia, viendo cuán favorecido -y estimado estaba con Zaida, determinó de revelarle el secreto a la -hermosa mora, y buscando ocasión para hablarla un día, la dijo: - ---¿Eres tú, señora, la que tanto amas a Zaide? ¿La doncella tan -estimada, querida y tenida de todos en Granada y fuera de ella? Pues tu -honra anda muy caída, que no ha mucho que en una conversación, tratando -de los galanes favorecidos de sus damas, se quitó el turbante, y nos -enseñó a todos una trenza de cabellos, y dijo ser tuyos, tejida y -puesta allí por tu mano: mira si son señas bien conocidas. - -Creyole ser así, y como propiamente la mujer es mudable, todo su amor -se volvió en rencor y odio, y le dio gran tristeza y pena, considerando -como andaba su honor; y luego le envió a llamar, y una criada le dijo -que había poco que él había preguntado qué colores le agradaban y quién -la visitaba. Venido Zaide muy alegre, ella encendida en cólera, le dijo: - ---Ruégote que por mi calle ni casa no pases, ni hables con nadie de mi -casa, porque está mi honra muy abatida por tu causa; la trenza que te -di enseñaste a Tarfe y a otros, y así no hay que confiar en ti cosa -alguna, y no esperes de hablarme jamás. - -Y diciendo esto se entró llorando en un aposento, sin bastar las -disculpas del enamorado moro, que la decía que mentían cuantos lo -habían dicho. En vista de que no aprovechaban sus palabras, juró de -matar al moro Tarfe, y por esto se hizo este - -ROMANCE. - - Mira, Zaide, que te aviso, - que no pases por mi calle, - ni hables con mis criadas, - ni con mis cautivos trates. - No preguntes en qué entiendo, - ni quién viene a visitarme, - ni qué fiestas me dan gusto, - ni qué colores me placen. - Basta que son por tu causa - las que en el rostro me salen, - corrida de haber mirado - moro, que tan poco sabe. - Confieso que eres valiente, - que hiendes, rajas y partes, - y que has muerto más cristianos, - que tienes gotas de sangre: - Que eres gallardo jinete, - que danzas, cantas y tañes, - gentilhombre, bien criado - cuanto puede imaginarse: - Blanco, y rubio por extremo, - esclarecido en linaje, - el gallo de las bravatas, - la gala de los donaires: - Que pierdo mucho en perderte, - que gano mucho en ganarte, - y que si nacieras mudo, - fuera posible adorarte: - Y por este inconveniente - determino de dejarte, - que eres pródigo de lengua, - y amargan tus libertades. - Habrá menester ponerte - quien quisiere sustentarte, - un alcázar en el pecho, - y en los labios un alcaide. - Mucho pueden con las damas - los galanes de tus partes, - porque los quieren briosos, - que hiendan, y que desgarren. - Y con esto, Zaide amigo, - si algún banquete las haces, - del plato de tus favores - quieres que coman y callen. - Costoso fue el que me hiciste; - venturoso fueras, Zaide, - si conservarme supieras, - como supiste obligarme. - Pero no saliste apenas - de los jardines de Tarfe, - cuando hiciste de la tuya, - y de mi desdicha alarde. - A un morillo mal nacido, - me dijeron que enseñaste - la trenza de mis cabellos, - que te puse en el turbante. - No pido que me la des, - ni que tampoco la guardes; - mas quiero que entiendas, moro, - que en mi desgracia la traes. - También me certificaron, - como le desafiaste - por las verdades que dijo, - que nunca fueran verdades. - ¡De mala gana me río; - qué donoso disparate! - ¿no guardas tú tu secreto, - y quieres que otro lo guarde? - No quiero admitir disculpa, - otra vez vuelvo a avisarte, - esta será la postrera - que me veas, y te hable. - Dijo la discreta mora - al altivo Abencerraje, - y al despedirse replica: - _quien tal hace, que tal pague_. - -Este romance se hizo por lo que atrás dejamos dicho, y viene a -propósito a la historia. - -Y volviendo a ella quedó Zaide tan desesperado viendo el cruel desdén -de su dama y siendo mentira todo aquello que le increpaba, que saliendo -de allí, casi perdió el juicio, y en cólera ardiente fue a buscar a -Tarfe para matarle, y le halló en la plaza de Vivarrambla, dando orden -de algunas cosas para las venideras fiestas. Llamole aparte y díjole: - ---¿Por qué me has revuelto con mi señora Zaida, no guardando la ley de -mi amistad? - -Tarfe le respondió: - ---Yo no te he revuelto con tu dama, y estoy inocente de lo que dices, y -de mí no debes presumir tal. - -Zaide se afirmaba en lo dicho; Tarfe lo negaba, y se dijeron palabras -muy ofensivas. Cesaron las lenguas, y echando mano a sus alfanjes, -pelearon muy bien, y Zaide dio a Tarfe una herida mortal, de la cual -murió dentro de tres días. - -Los Zegríes quisieron matar a Zaide, por ser amigos de Tarfe; acudieron -los Abencerrajes presto, y si no viniera el rey, aquel día se perdiera -Granada, porque Mazas, Gomeles, Zegríes y los de su bando se armaron -para herir a los Abencerrajes, Gazules, Venegas y Alabeces; mas el -rey Chico acompañado de muy principales caballeros de otros linajes, -hicieron tanto, que los apaciguaron, y a Zaide le llevaron preso a la -Alhambra. - -Hecha la averiguación del caso, se halló que Tarfe era culpado; y -porque el honor de la bella Zaida no fuese manchado, hizo el rey que -Zaide se casase con ella, y le perdonó la muerte de Tarfe. Por esto -quedaron los Zegríes enojados; pero no por eso cesaron las fiestas -concertadas, porque el rey mandó que se hiciesen. No faltando quien a -Zaida respondiera a su mandato de esta suerte: - - Di, Zaida, ¿de qué me avisas? - ¿quieres que mire, y que calle? - no des crédito a mujeres, - ni a mal fundadas verdades. - Que si pregunto en qué entiendes, - o quién viene a visitarte, - fiestas son de mi contento - las colores que te salen. - Si dices son por mi causa, - consuélate con mis males, - que mil veces con mis ojos - tengo regadas tus calles. - Si dices que estás corrida, - de que Zaide poco sabe, - no supe poco, pues supe - conocerte y adorarte. - Conoces que soy valiente, - y tengo otras muchas partes; - no las tengo, pues no puedo - de una mentira vengarme. - Mas si ha querido mi suerte - que ya en quererme te canses, - no pongas inconvenientes - más de que quieres dejarme. - No entendí que eras mujer - a quien novedad aplace, - mas son tales mis descuidos - que aun en lo imposible hacen. - Yo soy quien pierdo en perderte, - y gano mucho en amarte; - y aunque hables en mi ofensa, - no dejaré de adorarte. - Dices que si fuera mudo - fuera posible adorarme; - si en mi daño no lo he sido, - enmudezco en disculparme. - ¿Hate ofendido mi vida? - ¿quieres, señora, matarme? - que no te hable me mandas, - para que el pesar me acabe. - Es mi pecho calabozo - de tormentos inmortales, - mi boca la del silencio, - que no ha menester alcaide. - El hacer plato y banquete - es de hombres principales; - mas el hacer disfavores - solo pertenece a infames. - Zaida cruel, hasme dicho - que no supe conservarte; - mejor supe yo quererte, - que tú supiste obligarme. - Mienten los moros y moras, - y miente el villano Tarfe, - que si yo le amenazara, - bastara para matarle. - Ese perro mal nacido, - a quien yo mostré el turbante, - no le fío yo secretos, - que en bajo pecho no caben. - Yo he de quitarle la vida, - y he de escribir con su sangre - lo que tú, Zaida, replicas, - _quien tal hace, que tal pague_. - -Esta es la historia del valeroso moro Zaide Abencerraje, por la cual se -han hecho dos romances, a mi parecer buenos, donde nos dan a entender -cómo no es bueno revolver a nadie, porque de ello no se espera sino -el galardón de Tarfe, que murió a manos de su buen amigo Zaide. Y si -acaso es mentira que Tarfe no lo había dicho, tomaremos ejemplo en la -liviandad de Zaida, que por creerse de ligero, fue causa de la muerte -de Tarfe. - -Finalmente, por esto, y por las palabras que el Malique Alabez -había hablado en el sarao, y Zulema Abencerraje, todos los Zegríes, -Gomeles, Mazas y los de su bando quedaron muy enojados, y con malos -propósitos y deseos de vengarse del agravio recibido en presencia -del rey y de los caballeros y las damas; pues estaba en el sarao y -en aquella fiesta toda la flor y nobleza de Granada, y aun del reino -todo; porque fue mucha desenvoltura la de Malique Alabez, y se alargó -mucho el Abencerraje también: mas como se habían hecho las amistades, -no trataban de ello ni lo daban a entender; pero el rencor estaba -arraigado en sus corazones y por no mostrar el odio mortal en que -ardían, se comunicaban con los Abencerrajes y Alabeces, disimulando en -todo lo que podían, puesto que eficaz y grande deseo tenían de vengarse -todos los del linaje Zegrí, como pareció después. - -Estando un día todos los Zegríes en el castillo de Bibatambién, morada -de Mahomad Zegrí, cabo y cabeza de los Zegríes, tratando de las cosas -pasadas, trayendo a la memoria las palabras de Alabez, y de las fiestas -que esperaban de torneo y juego de cañas, Mahomad Zegrí habló a todos -los presentes de esta manera: - ---Bien sabéis, ilustres caballeros Zegríes, como nuestro real y antiguo -linaje ha sido tenido en tanto en España y en África; y como han sido -nuestros antecesores reyes de Córdoba, y como ahora ha sido vituperado -y ofendido nuestro honor por los Abencerrajes; y los Almoradís son -nuestros enemigos, porque se han vuelto contra nosotros; con lo cual -estoy tan rabioso que muero de pesar, y lo que me alivia y entretiene -es la confianza que tengo de verme vengado. El agravio es de todos, y -todos nos hemos de satisfacer; ahora nos ofrece muy buena ocasión la -fortuna; aprovechémonos de ella, y es procurar matar en el torneo o -en las cañas a Malique Alabez, y al soberbio Abencerraje; que muertos -estos, iremos dando traza como se acabe de todo punto este pérfido -linaje de los Abencerrajes, que tan estimados y queridos son de -todos; y para esto el día del juego de cañas hemos de ir bien armados -con jacos fuertes debajo de las libreas. Y pues el rey me ha hecho -cuadrillero, saldremos treinta Zegríes, y llevaremos libreas rojas -y encarnadas con los penachos de plumas azules, antigua divisa de -los Abencerrajes, para que sea por esto instrumento de que se enojen -con nosotros y se revuelva cuestión, y venidos a batalla, cada uno -haga como quien es, y pues llevaremos armas, no hay duda sino que los -maltrataremos: no hay que temer, pues tenemos de nuestra parte Mazas y -Gomeles; y si no les diere nada a los Abencerrajes de la divisa azul, -en el juego de cañas les tiraremos agudas lanzas en el lugar de cañas. -Este es mi parecer, decidme ahora el vuestro. - -Así como acabó Mahomad de decir su razonamiento, respondieron todos -que era justo lo que decía, y que era buena la traza, que cada uno -haría lo posible por vengarse; y concertado esto, fue cada uno a su -casa. - -A esta sazón ordenaban su cuadrilla Muza y los Abencerrajes, siendo -cuadrillero el valiente Muza por mandado del rey, en la cual cuadrilla -habían de ir Malique Alabez y los Abencerrajes; y de común acuerdo -sacaron las libreas de damasco azul, forradas en tela de plata fina, -con penachos azules, blancos y pajizos, conformes a las libreas; los -pendoncillos de las lanzas blancos y azules, recamados con mucho oro: -en las adargas llevaban por divisas unos salvajes; solo Malique llevaba -su misma divisa, que era el listón morado, que atraviesa la adarga una -corona de oro con su letra, que decía: _De mi sangre_. - -Muza llevaba la misma divisa que sacó el día que escaramuzó con el -maestre, que era un corazón en la mano de una doncella, apretando el -puño, destilando el corazón gotas de sangre, y la letra decía: _Por la -gloria tengo mi pena_. - -Todos los demás caballeros Abencerrajes sacaron listones y cifras a su -gusto, puestas de suerte que no quitaban la vista de los salvajes. - -Concertada esta cuadrilla del gallardo Muza, acordaron de llevar yeguas -blancas, enlazadas las colas con cintas azules de seda y oro muy fino. - -Llegado ya el celebrado día de la grandiosa fiesta, mandó el rey -traer veinte y cuatro toros de los mejores que había en la sierra de -Ronda, que eran allí muy bravos; y puesta la plaza de Vivarrambla -como verdaderamente convenía para la tal fiesta, el rey acompañado de -muchos caballeros ocupó los miradores reales, que para aquellas fiestas -estaban diputados. La reina con muchas damas se puso en otros miradores -con la misma orden que el rey. Todos los ventanajes de las casas de -Vivarrambla estaban ocupados de bellísimas damas. - -Acudió tanta gente, que no había sitio donde estuviesen, y vinieron -muchos de fuera del reino, como fue de Toledo y de Sevilla, y la flor -de los caballeros de esta ciudad se hallaron en Granada a la fama de -tan grandes fiestas. - -Los caballeros Abencerrajes andaban corriendo los toros con tanta -gallardía y brío que daban a todos mucho contento en mirarlos, -y en verlos hacer aquellas gentilezas les daban mil alabanzas; y -particularmente se llevaban tras de sí los ojos de todas las damas, -porque eran tan favorecidos de ellas que no se tenía por dama quien no -amaba Abencerraje; y donde quiera que había caballeros de este linaje, -eran tan tenidos, estimados y queridos de todos que causaban envidia a -los otros caballeros. - -Y con mucha razón eran queridos de las damas, porque todos ellos eran -galanes y gentiles hombres, hermosos y dotados de discreción, y muy -bien criados y de buenos respetos. - -Ninguno llegaba a cualquiera de ellos con necesidad, que no se la -remediase, aunque fuese muy a su costa. Eran deshacedores de agravios, -aquietadores de la república, padres de huérfanos, amigos por extremo -de la conservación y obediencia a sus reyes debida. - -Eran muy amigos de cristianos, porque ellos mismos iban a las mazmorras -a visitar a los cautivos, y los consolaban, daban limosnas y les -enviaban de comer; y por estas y otras muchas causas eran tan queridos -de todo el reino. - -Jamás en ellos se halló temor, aunque se les ofreciesen casos muy -arduos. Daban tanto contento con su bizarría y nobleza, que las damas y -toda la gente no apartaban su vista de ellos. - -No menos galas llevaban los gallardos Alabeces. - -Procuraron mostrar su valor los Zegríes, porque alancearon ocho toros -muy bien, sin recibir daño ningún Zegrí, ni los caballos. - -A la una de la tarde ya estaban corridos doce toros, y el rey mandó -tocar los clarines y dulzainas, que era señal para que todos los -caballeros que habían de jugar, se juntasen en el mirador, y juntos, -muy gozoso el rey les hizo dar colación. - -Lo mismo hizo la reina a sus damas, las cuales tenían galas y trajes -nunca vistos, a que daba más ser la hermosura de quien los tenía -puestos. - -Llevó la reina una rica marlota de brocado, con muy ricas labores de -oro y pedrería fina. Tenían un tocado muy costoso, y encima de la -frente una rosa encarnada, y enmedio de ella un carbunclo precioso. En -volviendo el rostro la reina, era tanto el resplandor y claridad que -echaba de sí el carbunclo, que quitaba la vista a quien lo miraba. - -La bella Daraja salió de azul, la marlota de damasco picada, forrada -de tela de plata, que descubría por las picaduras la fineza de la -tela. En el tocado dos plumas, una azul, y otra blanca, divisa de los -Abencerrajes; estábale muy bien la gala, por ser hermosa, que ninguna -dama podía competir con ella. - -Galiana de Almería salió con un vestido de damasco blanco con una labor -peregrina; la marlota forrada en brocado morado, con unas cuchilladas -grandes; su tocado era de artificio. Entendíase bien de esta dama, en -su traje, cuán libre vivía de amor, aunque sabía que Abenámar la amaba -mucho, y deseaba servir. - -Fátima salió de morado (no imitando a Muza en la librea, porque estaba -desengañada de que Muza amaba a Daraja, y se empleaba en servirla): -la ropa era costosa, por ser de terciopelo, forrada en tela blanca de -brocado; el tocado era muy de ver, puesta en él una garzota verde. - -Finalmente Cobaida, Sarracina, Alboraida, Jarifa, y todas las demás -damas que estaban con la reina, salieron con tanta bizarría, que era -cosa notable. - -En otro balcón estaban todas las damas del linaje Abencerraje, que no -había más que ver en el mundo. - -Llevaba la ventaja en todo a las damas, Lindaraja, hija de Mahomet -Abencerraje. A esta hermosa dama servía un galán y bizarro moro, -llamado Gazul, y en su servicio, y por darla gusto, hizo muchas fiestas -en Sanlúcar. - -Volviendo, pues, a nuestro propósito, serían las dos de la tarde, -cuando los caballeros y damas acabaron de comer las colaciones, y -soltaron un toro de los más bravos que había entre todos, que no seguía -hombre a quien no volteaba, ni la ligereza de los caballos ni de las -yeguas bastaba a escaparse de sus veloces cornadas. Era tanta su -braveza y ligereza que en breve espacio le desocuparon la plaza todos -los de a pie, aunque contra su voluntad. - -Como vio su braveza el rey, dijo a los caballeros: - ---Bien será lancear ese toro. - -Malique Alabez pidió licencia para hacer algún lance, y el rey se la -dio. Muza venía a pedirla para lancearle, y como se la había dado a -Alabez no la pidió. - -Bajó de los miradores Alabez, y subió en un caballo, el cual le había -enviado el alcaide de Vélez el Rubio y el Blanco, que era primo-hermano -suyo, hijo de un hermano de su padre, al cual mataron a traición unos -caballeros llamados los alfaquíes, por envidia que le tenían, por ser -tan querido del rey; pero no compraron muy barata la muerte del noble -alcaide, que el rey la vengó bien. Siete hermanos eran estos alfaquíes, -y a todos juntos los mandó degollar por la traición que hicieron en -matar sin ocasión ni culpa a quien no lo merecía. Sus bienes fueron -confiscados por la corona real. - -Dio, pues, vuelta Alabez a toda la plaza, y llegando al balcón donde -estaba su señora Cobaida, hizo que se arrodillase el caballo, y él -humilló la cabeza, haciendo cortesía a su dama, y a todas las demás que -estaban allí. La dama enamorada de su Alabez, se levantó y le hizo el -acatamiento. - -Él, muy gozoso de haber visto a su querida señora, y tan favorecido, -espoleó al caballo, y partió más veloz que un rayo; tanta era la -ligereza del caballo, que apenas se le veía en la carrera. El rey y los -caballeros se holgaron de verle; a los Zegríes les pesó, porque era -mortal la envidia. - -Era tanta la gritería de la gente que ponía grima; y era causa que el -toro había dado vuelta por toda la plaza, habiendo volteado y derribado -mucha gente, y muerto cinco o seis personas, y venía como el viento -adonde estaba Alabez, y como le vio venir, quiso hacer una gentileza, -y fue, que saltó del caballo, y aguardó al toro con ánimo osado, el -albornoz en la mano izquierda, y cuando bajó el toro la cabeza para -hacer su golpe y darle un bote, le echó tan bien el albornoz delante de -los ojos, que dio gran contento a todos; y asiéndole de ambos cuernos, -le hizo estar quedo a su pesar, porque era grande la fuerza que tenía. - -El toro procuraba desasirse para matarle, y Alabez se defendía con el -valor de su persona, aunque con mucho peligro. - -Y pareciéndole al valiente moro que duraba mucho aquella pelea, -enojado, y con cólera que tenía, le torció el pescuezo, y con fuerza -increíble le derribó en tierra como si fuera muy débil oveja; y como -lo vio en el suelo, se fue poco a poco, con semblante apacible, y sin -poner el pie en el estribo saltó en su caballo, dejando al toro molido, -y tal, que no se pudo levantar de allí, quedando todos muy admirados de -su esfuerzo, valor y fortaleza invencible, dándole mil loores. - -El rey llamó a Alabez, y fue como si no hubiera hecho cosa alguna; y en -llegando le dijo el rey: - ---Mucho contento me habéis dado, y no se esperaba menos de vuestro -valor y nobleza: yo os hago merced de la alcaidía de la fuerza de -Cantoria, y de que seáis capitán de cien caballeros. - -Alabez le besó las manos por las nuevas mercedes que le hacía. - -Serían a la sazón las cuatro de la tarde, y mandó el rey que se tocase -a cabalgar. Oída la señal, todos los caballeros que eran de juego se -adelantaron para hacer la entrada, y entre tanto comenzaron una muy -acordada música, con diversidad de instrumentos. - -Luego vino entrando por la boca del Zacatín el gallardo Muza con su -cuadrilla Abencerraje. Entrando de cuatro en cuatro, y dando vuelta -por la plaza, haciendo el debido acatamiento al rey, a la reina y a -las damas, dieron algunas carreras con muy grande brío y donaire. -Eran Muza, Malique Alabez, y treinta Abencerrajes en la cuadrilla, y -parecían muy bien las plumas azules y telas de plata sobre nevadas -yeguas, que hermoseaban toda la plaza y amartelaban las damas con su -bizarría. - -No con menos gala y brío entraron los Zegríes por otra puerta, todos de -encarnado y verde, con plumas y penachos azules, yeguas bayas, y en -las adargas una misma divisa puesta en listones azules, que era unos -leones encadenados por mano de una dama. Decía la letra: _Más fuerza -tiene el amor_. - -De esta manera entraron en la plaza de cuatro en cuatro, y juntos -hicieron un caracol y escaramuza con mucho concierto, que no menos -contento dieron que los Abencerrajes. - -Y tomando las dos cuadrillas sus puestos, y apercibidas las cañas, -habiendo dejado sus lanzas, al son de las trompetas y dulzainas se -comenzó a trabar el juego con mucha gallardía, donaire y brío, de ocho -en ocho. - -Los Abencerrajes, que habían reparado en las plumas azules que los -Zegríes traían, antigua divisa suya, muy enojados les tiraban a los -turbantes, por derribárselos, muy valerosamente; mas no pudieron los -Abencerrajes salir con su intento, y así andaban jugando con muy gran -concierto, que era mucho de ver, y daban grande contento a todos los -que les miraban. - -Mahomad Zegrí, como tenía tratado con todos los de su linaje, de dar -la muerte a Malique Alabez, o a alguno de los Abencerrajes por las -palabras dichas; dio orden que Malique Alabez saliese de la parte -contraria, y cayese en su cuadrilla, teniendo inteligencia para que él -y los ocho revolviesen sobre Alabez y los suyos. Y habiendo corrido -seis veces dijo el Zegrí a los de su cuadrilla: - ---Ahora es tiempo, que está el juego encendido; venguémonos, pues se -nos ofrece buena ocasión. - -Y tomando una lanza con un muy agudo hierro, aguardó que Malique Alabez -viniese con los ocho caballeros de su cuadrilla, revolviendo sobre los -de la contraria parte, como es uso y costumbre en semejantes juegos, y -al tiempo que Malique Alabez volvía cubierto con su adarga contra él -y los suyos, salió el Zegrí, y llevando puestos los ojos en Malique -Alabez, mirando por donde mejor le pudiese herir, le arrojó la lanza -con tanta fuerza, que pasó la adarga de una parte a otra, y el agudo -hierro entró en el brazo derecho, que se lo pasó con mucha brevedad. - -Muy grande fue el dolor que el valeroso Malique Alabez sintió de -aqueste golpe, porque le atormentó todo el brazo, y aun todo el cuerpo, -sin entender que estaba herido; y en habiendo llegado a su puesto puso -la mano en la parte que le dolía, y ensangrentósela; y mirando al -brazo, viendo la herida, dijo en alta voz a Muza y a los Abencerrajes: - ---Caballeros, grande traición nos han armado los Zegríes: lanzas con -hierros agudos tiran por cañas; veisme aquí herido. - -Los valientes Abencerrajes al punto tomaron sus lanzas para estar -prevenidos a lo que se les ofreciese. - -A esta sazón volvía el Zegrí con su cuadrilla para irse a su puesto, -cuando Malique Alabez con gran furia se atravesó de por medio viéndose -herido, y le tiró la lanza diciéndole: - ---Traidor, no es de caballero lo que has hecho, sino de villano. - -No fue en balde el tiro, pues le pasó el adarga y cota, y le entró en -el cuerpo un palmo y más de lanza, y luego cayó el Zegrí de la yegua -casi muerto. - -De ambas partes había apercibimiento para lo que se ofreciera, y -empezaron una escaramuza brava y sangrienta; y como los Zegríes iban -bien armados, llevaron lo mejor de la batalla; pero como era tanto -el valor de Muza y del valiente Alabez, y el de los Abencerrajes, no -dejaban de maltratar a los Zegríes, y hacerles daño notable. - -La vocería y algazara era mucha, y cuando vio el rey encendido el -juego, bajó a la plaza, y subió en una yegua y entró entre los -lidiadores con un bastón diciendo: - ---Afuera, afuera. - -Asimismo todos los caballeros desinteresados ayudaron a poner en paz. - -Estuvo este día en peligro de perderse Granada; porque de la parte -de los Zegríes fueron Gomeles y Mazas, y de la de los Abencerrajes, -Almoradís y Venegas. - -Como los bandos y cismas son tan peligrosos entre los príncipes -y magnates, lo temió el rey, y así hizo todo lo posible para -apaciguarlos; quietos y apartados cada uno en su cuadrilla, el valiente -Muza y los de la suya se subieron al Alhambra, llevando consigo a -los Almoradís y Venegas. Los Zegríes se retiraron al castillo de -Bibatambién, llevando muerto a Mahomad Zegrí. - -La reina y las damas se quitaron de los miradores, dando gritos cuando -vieron las veras del juego, porque en los de la lid había maridos, -hermanos, parientes y amantes de las damas, y sus lastimas y lloros -movían a compasión a todos los que las oían, y en particular las -lamentaciones de la hermosa Fátima, llorando su muerto padre; que -eran muchos los extremos que hacía, bastantes a enternecer un corazón -diamantino. - -Este desdichado fin tuvieron las fiestas, quedando muy revuelta -Granada, y por eso se hizo este romance: - - Afuera, afuera, afuera, - aparta, aparta, aparta, - que entra el valeroso Muza, - cuadrillero de unas cañas. - Treinta lleva en su cuadrilla - Abencerrajes de fama, - conformes en las libreas - de azul y tela de plata. - De listones y de cifras - travesadas las adargas: - yeguas de color de cisne, - con las colas encintadas, - Atraviesan cual el viento - la plaza de Vivarrambla, - dejando en cada balcón - mil damas amarteladas. - Los caballeros Zegríes - también entran en la plaza: - sus libreas eran verdes, - y las medias encarnadas. - Al son de los añafiles - traban el juego de cañas, - el cual anda muy revuelto, - parece una gran batalla. - No hay amigo para amigo, - las cañas se vuelven lanzas, - mal herido fue Alabez, - y un Zegrí muerto quedaba. - El rey Chico reconoce - la ciudad alborotada; - con un bastón en la mano - va diciendo: Aparta, aparta. - Muza reconoce al rey, - por el Zacatín se escapa, - con él toda su cuadrilla - no paran hasta el Alhambra. - A Bibatambién Zegríes - tomaron por su posada; - Granada quedó revuelta - por esta cuestión trabada. - -Quedó la ciudad de Granada tan llena de escándalo y revuelta, porque la -flor de los caballeros estaban metidos en estos bandos. - -El rey Chico andaba suspenso, y admirado de ver las novedades que cada -día había en la corte, y con todas veras procuró hacer las amistades, -porque no viniese a más daño del sucedido: mandó que se hiciese -información del caso para castigar a los culpados; y con esto paró la -traición, concierto y junta que se hizo en el castillo de Bibatambién -contra Alabez y los Abencerrajes. - -El rey quiso proceder contra los Zegríes, mas todos los caballeros le -suplicaron los perdonase, y considerase que era ya muerto el caudillo -del bando. El rey los perdonó e hizo las amistades, y así se aquietó la -ciudad, como de antes lo estaba, que no fue poco. - - - - -CAPÍTULO VII. - -_Del triste llanto que hizo la hermosa Fátima por la muerte de su -padre, y cómo se iba a Almería la bella Galiana, si su padre no -viniera, la cual estaba muy vencida de amores de Sarracino; y de lo -que entre él y Abenámar pasó una noche debajo de las ventanas del real -palacio._ - - -Muy gran llanto era el que hacía la bella Fátima por la muerte de -Mahomad Zegrí, su padre, y era en tanto modo su sentimiento y dolor, -que se temía no perdiese el juicio o la vida, porque no bastaba la -reina, ni alguna otra dama a consolarla: era tan grande el dolor que -tenía en su afligido corazón, que del sentimiento, llanto y desconsuelo -enfermó, y enflaqueció de tal suerte que parecía otra de la que ser -solía. - -Visto que no admitía consuelo ninguno, y que las medicinas no la daban -mejoría, acordaron enviarla a Almería a casa del alcaide de ella, que -era su pariente, el cual tenía una hija muy hermosa y discreta, que -sería posible aliviarse allí, y quitarse la tristeza que tenía; y allí -la llevaron, donde fue bien recibida y regalada. - -La hermosa Galiana vivía libre de amor, y fue herida de amores de -Hamete Sarracino, y con grande exceso; y como se acababa la licencia -que de su padre tenía para estar en Granada, envió a llamar al valiente -Sarracino con mucho secreto. - -Dado el recado vino al punto a palacio, y entrando en el aposento de -la bella mora, vio que estaba sola, y ella se levantó a recibirle, -mudadas las colores. El bizarro moro la dijo, que le mandase lo que -quería que en su servicio hiciese. - -Galiana le mandó sentar cerca de sí, tratando largamente de las fiestas -pasadas, y la muerte del Zegrí, y de los bandos movidos para tan -pequeña ocasión, y de otras cosas, con las cuales palabras se enlazaban -las almas, y se aficionaban los ojos. - -Y satisfaciendo el enamorado moro a la dama, no menos aficionada que -él, la dijo y propuso lo siguiente: - ---Grande ha sido, señora, la batalla de los Abencerrajes y Zegríes, y -desdichada la muerte de Mahomad Zegrí; pero yo os certifico, señora de -mi libertad, que es más la guerra que en mi alma y pensamiento hacen -vuestra beldad y hermosura: muerto me han vuestros ojos de amor, mi -pecho se abrasa, y arde en amorosa llama; si no acudís al remedio, sin -duda moriré: recibidme en vuestro servicio, señora, y no seáis ingrata -a mi amorosa voluntad. - -Galiana estuvo atenta a las discretas razones del aficionado y -gallardo moro, y en extremo holgó de ver tantas muestras en su querido -Sarracino, porque ya labraba amor dentro de su pecho, y le estimaba y -quería tiernamente, y así con alegría le respondió: - ---No es de nuevo, galán Sarracino, en los hombres aficionarse a las -damas a primeras vistas y de ligero, y los primeros días tienen -algún fervor y fe, y algún cuidado de visitar sus damas, y pasearles -las calles. Aquesto hacen por obligar a las damas, y dura en ellos -entretanto que ellas se rinden, y se manifiestan por suyas; y en -siendo señores de su libertad, en ese punto cesa el cuidado y la -solicitud, y aun vienen a olvidar y aborrecer sin causa; y así las -damas que vivimos libres, no habíamos de dar crédito a vuestras -palabras y promesas. - -Sarracino respondió: - ---Juro por Mahoma, y él me falte, si yo faltare jamás en serviros, -quereros y adoraros, y a fe de caballero de ser muy fiel y leal -mientras viviere. - ---Bien entendido --dijo Galiana-- que un caballero tan principal como -vos cumpliréis vuestra palabra, como quien sois, sabed, que me he de -ir a Almería, porque se me acaba la licencia que me dio mi padre, y -así habré de partirme de Granada; y antes de irme, holgaré de hablaros -más despacio, y sea esta noche a hora conveniente, y con mucho secreto -os poned debajo de este balcón, y podremos hablar con más quietud que -ahora; y con esto os id con Alá, antes que el rey lo entienda. - -El favorecido moro se ausentó de los ojos que daban vista a los suyos, -y muy ufano y contento, por verse tan favorecido y regalado de la dama -más hermosa y libre de amor que se conocía. Cien mil siglos le parecía -cada hora de las que faltaban hasta la dichosa hora que esperaba. - -Habiendo acabado Febo su curso, y empezado Tetis a tender la tiniebla -oscura, que no lo era para el enamorado moro, se fue a palacio, -prevenido de armas defensivas y ofensivas para lo que se ofreciera; y -a la una, cuando todos de ordinario reposan, se acercó al balcón de -su señora Galiana, y escuchando, oyó tocar un laúd muy acordado, y -una tierna y delicada voz, que al son del instrumento cantaba con gran -suavidad, y mostraba en sus acentos estar herida y lastimada de amor, -según las pausas que hacía, y suspiros que daba. - -El gallardo moro estuvo atento a la dulce música y suave voz, y al -sentido de la dolorosa canción, que dice así: - -CANCIÓN. - - Divina Galiana, - es tal tu hermosura, - que iguala con aquella que el Troyano - le diera la manzana, - por quien la guerra dura - le vino al fuerte muro de Dardano. - ¡Oh rostro soberano! - pues tienes tal lindeza, - el que podrá gozarte - dirá que nunca Marte - gozó cuando fue preso tal belleza; - ni el que se llevó a Argos - la causa de la guerra de años largos. - Y pues sube de punto - tan alto tu belleza, - que no hay acá tu igual en todo el suelo, - do muestres el asunto, - tan lleno de aspereza, - como Anajarte hizo al sin consuelo - amante, que de vuelo - el cuello puso al lazo, - por salir de tormento, - y quiso que llegase tan mal plazo; - muéstrate piadosa, - pues eres en verdad divina diosa. - -Oyendo el bravo Sarracino la enamorada canción, y no pudiendo sufrir -más que el puesto donde había de hablar a su querida dama estuviese -ocupado, se llegó a reconocer quién era el que cantaba. El cual, como -sintió gente, dejó de proseguir su música, y se aprestó de sus armas. - -Era el músico el fuerte Abenámar, el cual estaba amartelado de la bella -Galiana, y por ablandar y mover a quien tan exenta vivía de amor, la -cantaba aquella endecha triste. - -Llegose Sarracino a él, y le dijo: - ---¿Qué gente? - -Respondió: - ---Un hombre. - -Replicó: - ---Mucha nota veo en lo que habéis hecho, por dormir la reina y sus -damas en ese cuarto, y podrá el rey sospechar algo, que por ventura no -hay. - ---No se os dé nada a vos --dijo Abenámar--, ni os entremetáis en lo que -no os va nada, sino pasad adelante antes que os envíe contra vuestra -voluntad. - ---¡Oh villano! Yo veré si vuestras obras son como las palabras --dijo -Sarracino, embrazando su rodela. - -Con el alfanje en la mano embistió a Abenámar, que no menos apercibido -estaba que él venía, y se comenzaron a dar muy grandes golpes. - -Era tanto el ruido que hacían peleando, que algunos caballeros, -mancebos moros, que buscaban sus pretensiones, acudieron a poner en -paz, y no fue menester, porque como los valientes guerreros sintieron -venir gente, y se apartaron, por no ser conocidos. Abenámar quedó -herido en un muslo de una herida pequeña. - -Los caballeros procuraron conocer los que peleaban, y nunca fue -posible, porque huyeron cada uno por su parte. - -La hermosa Galiana vio todo cuanto pasó, porque ya estaba puesta en un -balcón, cuando Abenámar comenzó a tañer y cantar; y como vio trabada -la pendencia, se retiró a su aposento, temerosa no sucediese alguna -desgracia a su querido Sarracino. - -No fue tan secreto este negocio que no lo supiese el rey, y mandó -que se hiciese información, para que fuese castigado el causador del -escándalo. Procurose hacer, y en ninguna manera se halló quiénes fueron -los de la pendencia. - -Pasado todo esto, se dio orden para llevar a Galiana a Almería, y mandó -el rey que se aprestasen cincuenta caballeros, para que fuesen en su -compañía; y estando todo a punto entró en palacio Mahomad Mostafá, -alcaide de Almería, y padre de la hermosa Galiana. - -Traía consigo una hija menor que Galiana, y tan hermosa como ella, la -cual se llamaba Celima: el rey se levantó y abrazó al alcaide, diciendo: - ---¡Qué buena venida es esta, amigo Mostafá, que con ella me has dado -gran contento! Tu hija Galiana estaba ya aprestada para irte a ver con -el acompañamiento que tú y ella merecéis. - -Mostafá le respondió: - ---Bien tengo entendido, que de tu larga y magnífica mano he de recibir -mercedes, como siempre me las has hecho: mil años vivas para que en -tranquilidad y sosiego nos gobiernes. - ---Yo os agradezco aquesa voluntad --dijo el rey, y fue a abrazar a la -bella Celima, y ella humillada le besó las manos. - -La reina y sus damas se levantaron a recibir a Celima, y ella le -besó las manos a la reina, y abrazó a su hermana, y las damas se -maravillaron de la hermosura de Celima, y ella de la de las damas y su -bizarría. - -El alcaide Mostafá fue recibido con mucho amor de todos los cortesanos, -y el rey le mandó sentar en un rico cojín cerca de sí, y le dijo: - ---Holgádome he de tu venida y de la de tu hija, y querría saber, qué te -ha movido a traerla a Granada. - -El alcaide le dijo: - ---Poderoso rey y señor mío, después de venir a besar tus reales manos, -traigo a mi hija para que sirva a mi señora la reina, en compañía de -las damas y de su hermana Galiana, porque no se halle en Almería, -especialmente por el temor que tiene a los rebatos que nos dan siempre -los cristianos; y me pareció que estaba mejor en Granada, que en -Almería. - ---Bien has hecho, dijo el rey, porque aquí estará en compañía de su -hermana y gozará de las fiestas que cada día se hacen, aunque las -pasadas fueron escandalosas. - -A esta sazón entró un moro viejo, y dijo cómo un caballero cristiano -paseaba la Vega bien alistado de armas, en un poderoso caballo que -ponía espanto su brío y fortaleza, y no podía conocer quién fuese de -cierto, por traer puesta la celada. El rey dijo que le procurasen -conocer; y a este tiempo estaba en el Alhambra él, y la reina en la -torre de Comares. - -Deseoso el rey de ver al caballero cristiano, subió a la torre de la -Campana, y con él la reina, caballeros y damas. Es la más alta torre -del Alhambra, la cual señorea toda la Vega; y mirando a ella vieron -un caballero armado, de muy lucidas y fuertes armas, en el escudo y -penacho una cruz roja, sobre un hermoso caballo, que se paseaba como si -estuviera en su misma patria. En viendo la cruz roja, dijo el rey: - ---No es posible sino que aquel caballero es el maestre de Calatrava, -así por la insignia, como por la osadía que ha tenido de llegar hasta -la ciudad. - -Y cuando el maestre vio al rey y a las damas, alzó la celada e hizo -la reverencia debida; y por todos conocido, le fue fecha cortesía, y -en particular por la reina y sus damas. Hecho esto puso el maestre un -pendoncillo rojo en la punta de la lanza, que era señal de batalla. - -Mostafá, alcaide de Almería, pidió licencia al rey para salir a -escaramucear con D. Manuel Ponce de León, maestre de Santiago, atento -que en una escaramuza le había muerto a un tío suyo, y quería vengar su -muerte. - ---No te metas en eso, le dijo el rey, que caballeros hay en mi corte -que saldrán. - -Todos los caballeros le pidieron licencia para irse a ver con el -maestre, y un paje les dijo, que no se cansasen, que ya había salido de -palacio un caballero a escaramucear. - -El rey preguntó quién le dio licencia. Respondió el paje: - ---Mi señora la reina se la dio, porque él se la pidió. - ---¿Y quién es el caballero que salió? - ---Malique Alabez --dijo el paje. - ---Pues si es así yo me huelgo, porque es buen caballero y hará como -quien es: siendo ambos tan valientes, será de ver la escaramuza. - -A muchos caballeros les pesó, porque iba Malique Alabez a la batalla, -y quien más lo sintió fue la hermosa y querida Cobaida, porque le -amaba muy tiernamente, y no quisiera que se pusiera en tanto peligro, y -pidiendo licencia a la reina, se quitó de los miradores, por no ver la -batalla, y estuvo con mucha pena hasta saber el suceso de la escaramuza. - -El rey mandó que saliesen cien caballeros armados, que fuesen en -guarda de Malique Alabez, por si estuviese puesta alguna emboscada de -cristianos. Así como el rey lo mandó, se fueron a armar, y vinieron a -la puerta de Elvira a aguardar que el valeroso Alabez viniese para ir -en su guarda. - - - - -CAPÍTULO VIII. - -_De la batalla cruel que Malique Alabez tuvo con D. Manuel Ponce de -León en la Vega, y de lo que en ella sucedió._ - - -Así como el caballero cristiano puso el pendoncillo en la punta de la -lanza, se quitó de los miradores Malique Alabez, de donde estaba la -reina: hincando la rodilla en tierra, la suplicó le diese licencia para -salir a escaramucear con aquel caballero cristiano, porque si se la -daba, quería en nombre de todas las damas hacer aquella escaramuza. - -La reina se holgó de ver el valeroso ánimo del valiente Malique Alabez, -y con rostro alegre le dijo: - ---Pues es vuestro gusto, caballero gallardo, servirnos hoy, os lo -agradecemos mucho: Alá os dé el suceso que deseamos; yo os doy la -licencia que pedís, id en dichosa hora. - ---Y yo confío en Alá --dijo Alabez-- que con estas mercedes alcanzaré -la victoria. - -Despidiose con esto de la reina, y al partirse miró a su señora -Cobaida, y la vio muy triste; y llegando a su casa, mandó ensillar el -potro rucio que su primo alcaide de los Vélez le había enviado, y que -le diesen una fina adarga de Fez, y una toca jacerina. - -Púsose encima de las armas una aljuba de terciopelo morado, toda -guarnecida de tejido oro, y encima del casco un bonete morado, y en -él un penacho de plumas pajizas y blancos martinetes, y con él unas -garzotas pardas, verdes y azules. - -Apretó bonete y casco en la cabeza con una toca azul de seda -entretejida con oro, dando vuelta a la cabeza, haciendo de ella un -turbante, de la cual asentó una rica medalla de oro de Arabia, labrada -de montería, con dos ramos de laurel que parecían naturales; las hojas -eran de una finísima esmeralda, y en medio de la medalla esculpida la -efigie de la dama muy al natural. - -El bizarro y valiente moro tomó una lanza con dos afilados hierros, y -bien armado de todo lo necesario, sobre un lozano caballo salió de su -casa, y fue para la calle de Elvira, en la cual había muchas damas, las -cuales se holgaban de ver la bizarría y gallardía de Alabez. - -En llegando a la puerta de Elvira, halló cien caballeros que iban -para su seguridad, todos muy bien armados; y en saliendo al campo -arremetieron sus yeguas los moros, escaramuceando unos con otros, que -era muy de ver. Pasaron todos juntos por delante de los miradores do -estaba el rey, la reina y las damas, y Alabez hizo arrodillar el -caballo, y el bizarro moro inclinó cuanto pudo la cabeza, haciendo -grande acatamiento. Fuele correspondido por todos, y acercándose a D. -Manuel, dijo: - ---Por cierto, cristiano caballero, que da tanto contento vuestro buen -talle, que se echa de ver bien ser vuestro valor mucho, y tengo gran -gozo en que mi ventura me haya traído a verme con vos; y si la fortuna -me fuese tan favorable que alcanzase de vos la deseada victoria, me -tendré por el caballero más dichoso del mundo; y si el hado triste y mi -mala suerte me tiene determinado que quede cautivo o muerto a vuestras -manos, lo tendré a feliz dicha; y si es voluntad vuestra decirme el -nombre que tenéis, lo tendré en merced, porque sepa de quien alcanzo -gloria o muerte. - -El valiente maestre escuchó las comedidas razones del valeroso moro, y -por satisfacerle le dijo: - ---Noble moro, cualquiera que vos seáis, vuestro cortesano y discreto -término merece mucho, y yo por complaceros os lo diré. A mí me llaman -D. Manuel Ponce de León, profesor de mi divisa; y pues ya sabéis mi -nombre, si gustáis de decirme el vuestro me holgaré de saberlo. - ---No sería término de caballero --dijo el moro-- negar una petición tan -justa: yo me llamo Malique Alabez, soy de linaje de reyes, y no será -menosprecio vuestro el escaramucear conmigo; y pues sabéis quien soy, y -yo quien vos, empecemos nuestra escaramuza. - -En diciendo esto revolviendo los caballos, se acometieron con tanta -furia, que parecía haberse juntado dos peñascos. - -Juntos, pues, los dos caballeros, se daban tan recios y desaforados -golpes, y botes de lanza, que causaban admiración. - -No fueron bastantes los finos escudos a resistir la gran violencia -de la fuerza con que se acometieron, porque ambos fueron falseados; -y tornando a revolver los veloces caballos, con vueltas gallardas -proseguían su escaramuza el uno contra el otro. - -Grande era el contento que recibían todos los que miraban la cruel -batalla, por ver los ardides de guerra, y las gentilezas que cada uno -hacía por rendir a su contrario. - -Dos horas y más había que batallaban los dos valientes guerreros, sin -que se pudiesen herir con las lanzas, porque aunque cada uno hacía -sus diligencias para herir con ellas, era en balde, respecto que se -adargaban muy bien. - -El moro vio que el caballo del valiente D. Manuel no tenía ya la -velocidad que de antes, porque le pareció que debía de estar cansado; -y era así, que lo estaba, pues muy gran rato había que el maestre lo -había sentido; pero su esfuerzo suplía la flojedad del caballo, y hacía -todo lo que podía. - -No quiso mejor ocasión que aquella el astuto Malique Alabez, y -aprovechándose de ella, empezó a dar vueltas y acometimientos, y -a revolver el caballo tan a menudo y con tanta ligereza, que a D. -Manuel le causaba gran admiración. Todo esto hacía el valiente moro -con intento de acabarle de cansar el caballo, y desalentarle, para en -viendo ocasión ejecutarla. - -Fue así, que teniendo ya muy acosado el caballo del maestre, acometió -a herirle por el brazo derecho, y D. Manuel fue al remedio, y -revolviendo con grande presteza al lado izquierdo, le hirió de una -lanzada, sin hacer resistencia la fina cota, porque el temple de los -hierros de la lanza de Alabez eran extremados. - -La herida fue peligrosa, y de ella salía mucha sangre. El valiente D. -Manuel sintiéndose herido, más bravo que su apellido, enristró la lanza -al tiempo de revolver para salirse por el lado descubierto, y el hierro -le entró en la carne, y abrió una muy peligrosa herida. - -No hay serpiente ni áspid tan ponzoñoso como estaba el valiente moro -viéndose mal herido, y con una cólera frenética embistió a D. Manuel -con la lanza, y pasándole el escudo fue herido otra vez. - -Casi corrido D. Manuel arremetió al moro con tal furia, que le dio otra -herida peor que la primera. - -Andaban tan embriagados de cólera por verse heridos, que mientras más -batallaban, mucho más se cegaban en su pelea, y no se conocía ventaja -en ninguno. - -Y con esto muy enojado D. Manuel por tanta dilación, que había cuatro -horas que escaramuceaban, y no se conseguía la victoria; entendiendo -que estaba la falta en la flojedad de su caballo, por estar tan sudado -y cansado, se apeó de él con una ligereza extraña, y cubierto con su -escudo, puso mano a la espada, y con ánimo belicoso se fue al valiente -moro, el cual, como le vio a pie, se maravilló mucho, y confirmó el ser -de animoso corazón: mas por no ser reputado de villano se apeó y se fue -a D. Manuel, fiado en su gran fuerza y valor, cubierto con su adarga, -y un alfanje de Marruecos en la mano, y comenzó a dar tan grandes -golpes, que el maestre sentía bien la fuerza de su brazo. - -No se descuidaba el maestre en herir a su contrario y en defenderse de -él; y era de tal suerte, que no se juntaba vez que el moro no saliese -herido, por ser mucha la destreza y fortaleza del maestre, y por la -mucha experiencia que tenía en la escaramuza, como quien cada día se -veía en ellas. - -Y aunque el valiente y fuerte moro procuraba herir al maestre, no podía -por hallarse siempre muy bien adargado, y en lugar de herir, salía -herido en cada entrada que hacía. - -A esta causa estaba maltratado y con muchas heridas, muy cansado y -desangrado, pero no por eso dejaba el animoso moro de batallar y -mostrar tanto esfuerzo, como si empezara en aquel momento. - -Fue muy de ver en esta hora ir el caballo de Alabez al del maestre, y -las crines erizadas, y con una furia extraña empezó a morder y tirar -coces, donde se trabó una escaramuza entre los dos caballos que causaba -risa al rey y a las damas, que se admiraban de ver la fortaleza de los -caballos, aunque el del moro llevaba lo mejor, porque estaba enseñado -en aquello. - -Los dos valientes guerreros continuaban su batalla, aunque con -notable daño de Malique Alabez, porque estuvo a pique de rendirse, y -favoreciole la fortuna en este modo. - -El maestre había dejado gran trecho de donde peleaban a ochenta -caballeros que traía para su guarda: viendo que duraba tanto la -escaramuza, se acercaron los guerreros para ver el estado de la -batalla. - -Los cien moros que eran en guarda de Alabez, como vieron venir aquel -lucido escuadrón de cristianos, y tan bien alistados, se recelaron, y -más cuando los vieron acercarse tanto: entonces espolearon las yeguas, -y arremetieron contra los cristianos con gran algazara. Los cristianos -entendiendo que era traición, por guardar a su señor, les salieron al -encuentro, y entre todos se trabó una sangrienta escaramuza. Peleaban -valientemente, dándose terribles heridas, tanto, que había por el suelo -muchos cuerpos sin almas. - -Vista por los caballeros la sangrienta batalla de sus soldados, sin -causa, se apartaron para aquietarlos. Ambos caballeros se fueron a -coger sus caballos, y no había quien se llegase a ellos según estaban -en la pelea. - -Los moros acudieron a favorecer a Alabez y a cogerle el caballo, y los -cristianos a su señor, y cogiendo el caballo de Malique Alabez subió en -él el maestre con la lanza en la mano, y se metió entre los enemigos, -hiriéndolos y maltratándolos. - -Alabez subió en el caballo de D. Manuel, y no se holgó del trueque, -aunque en bondad no debía nada al suyo, salvo que era más ligero, y con -la lanza en la mano se entró por los cristianos, haciendo mucho daño. - -El rey que vio la batalla tan sangrienta, mandó tocar al arma, y que -saliesen mil caballeros en socorro de los suyos. - -El valiente Alabez andaba buscando con mucha diligencia a D. Manuel -Ponce de León, y viéndole que enfoscado andaba en medio de la batalla, -le hizo señas que saliese fuera. El maestre salió muy gozoso por -concluir la escaramuza empezada entre ambos. - -Llegándose cerca Alabez le dijo al maestre: - ---Caballero esforzado y virtuoso, tu nobleza me obliga a que te avise -de un venido peligro, y es: atiende el oído, que pues eres tan buen -soldado, entenderás el son y ruido de las cajas que se hace: sabe, -noble caballero, que tocan al arma, y cuando menos saldrán mil moros -en mi socorro, y no ganarán nada los tuyos con la multitud que vendrá, -aunque traes buenos soldados: toma mi consejo, y desampara la Vega -tú y los tuyos, que a fe de caballero, que te importa mucho, y como -tal te juro que cada vez, y cuando que quieras, concluiremos nuestra -escaramuza, y se acabará; y te lo aviso como moro hijodalgo; ahora haz -tu gusto. - ---Yo te agradezco, valiente moro, el aviso que me das, y quiero admitir -tu consejo, y porque la primera vez que nos veamos hemos de concluir -nuestra escaramuza, no te doy tu caballo: no es el mío peor que el -tuyo, trátalo como yo trataré este. - -Diciendo esto el maestre, tocó una corneta, que era señal de recoger; y -así como los cristianos oyeron la seña dejaron la batalla y se juntaron -con el maestre. - -Lo mismo hicieron los moros, y entrando Malique Alabez con sus cien -caballeros por la puerta de Elvira, salía el socorro, y Alabez los hizo -volver. - -El rey y los caballeros salieron a recibir a Alabez, y le fueron -acompañando hasta su casa, y fue curado de sus heridas. - -D. Manuel iba tan enojado por no haber acabado la escaramuza, que no -hablaba a nadie, ni respondía a lo que le preguntaban. Echaba la culpa -a los suyos, porque habían ido a verlos lidiar, que si no fueran, él -consiguiera el fin deseado de la victoria; y era verdad, porque los -moros no se movieran si no vieran venir a los cristianos. - -Y por esta batalla se dijo el romance siguiente: - - Ensíllenme el potro rucio - del alcaide de los Vélez, - denme la adarga de Fez - y la jacerina fuerte, - Y una lanza con dos hierros, - entrambos de agudo temple, - y aquel acerado casco, - con el dorado bonete, - Que tiene plumas pajizas - entre verdes martinetes; - garzotas verdes y pardas, - antes que me vista, denme. - Tráiganme la cota azul, - que me dio para ponerme - la muy hermosa Cobaida, - hija de Celín Hamete: - Y decidle a mi señora, - que salga, si verme quiere - hacer muy cruel batalla - con D. Manuel el valiente; - que si ella me está mirando, - mal no puede sucederme. - - - - -CAPÍTULO IX. - -_En que se da cuenta de unas fiestas solemnes, y juego de sortija, que -se hicieron en Granada, y como se iban encendiendo los bandos de los -Zegríes y Abencerrajes._ - - -Ya sabía el valeroso y gallardo moro Abenámar, cómo el valiente -Sarracino era aquel con quien había tenido la pendencia aquella noche -en la plaza de palacio, y estaba muy enojado contra él, porque le había -herido, e impidió su música; y mirando a los balcones, vio que hacía -Galiana a Sarracino muchos favores, de lo cual sintió mucho dolor y -pena, y procuró olvidar a la ingrata, visto que no admitía, ni se -acordaba de lo que había hecho en Almería y Granada en su servicio. - -Y para ejecutar su propósito con todas veras, puso los ojos en la bella -Fátima, que ya la habían traído a Granada, y estaba tan hermosa como -de antes, y con tanta salud; y tenía mucha esperanza el moro galán que -no le sería ingrata Fátima respecto de tener olvidado a Muza, por la -certidumbre que tuvo de los amores que trataba con Daraja. - -El moro enamorado empezó a servirla con grandes demostraciones de -amor. Fátima que vio las veras con que Abenámar la amaba, comenzó a -favorecerle y amarle con grande amor, por ser muy galán, discreto y -valiente. - -En este tiempo Daraja y Abenhamín Abencerraje estaban ya para casar, -por lo cual el valeroso Muza había puesto los ojos en la hermosísima -Celima, hermana de la bella Galiana; y no había caballero de estima que -no tuviese puesto todo su amor en alguna dama de palacio, y así cada -día había fiestas y regocijos en la corte. - -El valiente Audalá amaba a la hermosa Aja, y como era caballero -Abencerraje, y muy preso de amor, por dar gusto a su dama, ordenaba y -hacía muchas fiestas. - -El valiente Abenámar por vengarse de la linda Galiana y de Sarracino, -suplicó al rey que se hiciese una fiesta el día de S. Juan de juego de -cañas y de sortija, y que él quería ser mantenedor della. - -El rey era muy amigo de fiestas, y porque se regocijase toda la corte y -se ejercitasen los caballeros, ordenó que se hiciesen, por el contento -que todos tenían de que se hubiese escapado Malique Alabez de las manos -de D. Manuel Ponce de León, que fue mucha ventura, y por la salud que -ya tenía. - -Habida la licencia del rey, mandose pregonar por toda la ciudad el -juego de cañas y sortija: que cualquiera caballero que quisiese correr -tres lanzas con el mantenedor, que era Abenámar, que saliese a él, y -trajese el retrato de su dama; que si fuese vencido el aventurero, -había de perder el retrato que trajese; y si el mantenedor fuese -rendido, llevase el vencedor el retrato de la dama del mantenedor, y -una cadena de mil doblas. - -Todos los caballeros enamorados se holgaron del pregón en extremo, lo -uno por mostrar el valor de sus personas, lo otro porque fuesen vistas -las hermosuras de sus damas, con esperanza de ganar al mantenedor su -dama y cadena. - -El valeroso Sarracino entendió el motivo de Abenámar, y holgose de -ello, porque por aquella vía entendía dar a conocer a su señora Galiana -el valor de su persona; y él y los caballeros amantes que pretendían -correr sortija, hicieron retratar a sus damas, como mejor y más al -natural pudieron, y con aquellos vestidos y ropas que más de ordinario -acostumbraban traer, porque fuesen conocidas. - -Venido el día de S. Juan, fiesta tan celebrada de todas las naciones -del mundo, todos los caballeros granadinos se adornaron de las mejores -galas y joyas que pudieron, así los que eran del juego como los que no -eran, salvo que los del juego se señalaban en las libreas. - -Saliéronse a la ribera del fresco Genil, hechas dos cuadrillas para el -juego, la una de Zegríes, y la contraria de Abencerrajes: hízose otra -cuadrilla de Almoradís y Venegas, y otra contraria de esta de Gomeles y -Mazas, y al son de muchos instrumentos comenzaron el juego de cañas. - -La cuadrilla de los Abencerrajes iba de tela de oro y leonado, con -labores muy costosas y diferentes, unos soles por divisas, y penachos -encarnados. Los Zegríes salieron de verde, con tejidos de oro y -estrellas sembradas por las vestiduras, y por divisas medias lunas. Los -Almoradíes salieron de encarnado y morado, y muy ricamente aderezados. -Los Mazas y Gomeles salieron de morado y pajizo. - -Era un caso de grande admiración el ver estas cuadrillas corriendo por -la Vega de dos en dos, y de cuatro en cuatro, porque más parecía campo -de batalla que caballeros de juego. - -El rey Chico estaba entre los caballeros con unas vestiduras de -inestimable valor; andaba con ellos solo por evitar las ocasiones de -pesadumbres que se podían ofrecer. - -La reina y todas las damas estaban mirando el juego desde las torres -del Alhambra, admiradas de ver el gran concierto que tenían y la -destreza de los jugadores. - -Los caballeros Abencerrajes y Almoradís fueron los que más se señalaron -aquel día. El valeroso Muza, Abenámar y Sarracino hicieron cosas -notables en el juego. - -Cuando el rey vio que andaba muy trabado el juego, y que se iban -encendiendo los Abencerrajes y los Zegríes, temiendo no hubiese otra -desgracia como la pasada, mandó cesase el juego; y luego fue obedecido, -y empezaron un concertado caracol, y luego dieron muchas carreras, con -lo cual concluyeron el juego de cañas. - -El gallardo y fuerte Abindarráez se señaló aquel día más que ninguno de -los jugadores, porque estaba mirándole la hermosa Jarifa, su dama. - -La reina dijo a Jarifa: - ---Por dichosa te puedes tener, por ser tu galán tan bizarro y valiente. - -Jarifa disimuló, encendiéndose el rostro de vergüenza que la dio de oír -aquello. - -Fátima no apartaba los ojos de su Abenámar, por estar muy cautiva de -su voluntad: Jarifa, entendiendo que miraba a su amado Abindarráez, -porque se paseaban juntos los dos enamorados moros, le dijo a Fátima -muy celosa: - ---Muy grandes son las maravillas de amor, Fátima, hermana y amiga, que -donde quiera que da, no puede estar encubierto, porque brota por los -ojos, cuando la lengua calla: no me podrás negar, amiga, que tú estás -tocada de pasión amorosa, pues realmente tu hermoso rostro da de ello -clara señal, que solías estar como la rosa en su zarza, y ahora te veo -triste y melancólica, y son todas las mudanzas evidentes señales que -causa el incendio de la llama amorosa que en tu pecho labra: y si no me -lo niegas, el causador de todo es el valeroso y gallardo Abindarráez, -y así no me debes negar ni encubrir tu secreto, pues sabes cuán leal y -verdadera amiga te soy. - -Fátima, que era muy astuta, sagaz y discreta, luego entendió el blanco -donde tiraba el pensamiento de la hermosa Jarifa, porque ya sabía que -trataba amores con Abindarráez, y no se lo quiso dar a entender, y -disimulando, la respondió: - ---Si las maravillas de amor son grandes, no han llegado a mi noticia -sus efectos, ni de ellos experiencia tengo. El no tener mis colores -como de antes, y estar melancólica, bien sabes que es la causa muy -urgente, pues estas presentes fiestas me renuevan mi dolorosa llaga -de las tristes pasadas, en las cuales fue muerto mi amado padre, como -duran los comenzados bandos entre Zegríes y Abencerrajes; y en caso -que de amor procedieran las causas que dices, te certifico que nunca -por Abindarráez fuera, porque en el juego de cañas hay caballeros -que son de tanto valor, esfuerzo y bondad como él, y en comprobación -de mi verdad el día de la sortija se verán los retratos de las damas -servidas, que los caballeros sus amantes sacan, y entonces echarás de -ver si te he negado el punto de verdad. - -Con esto cesó la celosa conversación de las dos enamoradas damas, y -levantando Fátima los ojos para ver la trabada escaramuza, vio entre -los caballeros a su querido Abenámar, que hacía notables destrezas; -conociole la rendida mora en un pendoncillo morado con una F de plata, -encima una media luna de oro, armas y divisa de la bellísima Fátima. - -Habiendo escaramuceado el rey y los caballeros desde antes que el sol -saliera, hasta las once del día, se tornaron a la ciudad por aprestar -lo que cada uno había de sacar en el juego de sortija. Por este día de -S. Juan, y fiesta que en él se hizo, que fue muy señalada y notable, se -hizo aquel antiguo romance, que dice así: - - La mañana de S. Juan, - al tiempo que alboreaba, - grande fiesta hacen los moros - por la vega de Granada. - Revolviendo sus caballos, - jugando van de las lanzas, - ricos pendones en ellas, - labrados por sus amadas. - Ricas aljubas vestidas, - de oro y seda labradas: - el moro que amores tiene, - allí bien se señalaba; - Y el moro que no los tiene, - de tenerlos procuraba: - míranlos las damas moras - desde torres del Alhambra, - Entre las cuales había - dos de amor muy lastimadas: - la una se llama Jarifa, - la otra Fátima se llama. - Solían ser muy amigas, - aunque ahora no se hablan. - Jarifa llena de celos - a Fátima le hablaba: - ¡Ay, Fátima, hermana mía, - cómo estás de amor tocada! - solías tener colores, - veo que ahora te faltan. - Solías hablar de amores, - ahora obras y callas; - pero si lo quieres ver, - asómate a esta ventana, - Y verás a Abindarráez, - y su gentileza y gala. - Fátima como discreta, - de esta manera le habla: - No estoy tocada de amores, - ni en mi vida los tratara; - si se perdió mi color, - tengo de ello justa causa - Por la muerte de mi padre, - que aquel Alabez matara; - y si amores yo quisiera, - está, hermana, confiada, - Que allí veo caballeros - en aquella vega llana, - de quien pudiera servirme, - y de ellos ser muy amada. - -Habiendo el rey y los demás caballeros ocupado los miradores de la -plaza nueva, donde se había de hacer el juego de la sortija, vieron -junto a la fuente de los Leones una rica y hermosa tienda de brocado -verde, y junto a la tienda un alto aparador con un dosel de terciopelo -verde, y en él puestas ricas joyas de oro, y en medio de ellas estaba -asida una riquísima cadena, que valía mil doblas de oro, y aquesta era -la cadena del premio, sin el retrato de la dama que con ella se ganaba. - -No quedaba en toda la ciudad hombre ni mujer que no viniese a ver -aquella fiesta; y no faltaron tampoco en ella los moradores de los -lugares vecinos. - -No tardó mucho espacio de tiempo, cuando se oyó muy dulce son de -ministriles que salían por la calle del Zacatín; y la causa era que -el valeroso Abenámar, mantenedor de aquella sortija, venía a tomar su -puesto, y su entrada fue de esta manera: primeramente cuatro hermosas -acémilas de recámara, todas cargadas de lanzas para la sortija, con sus -reposteros de damasco verde, todos sembrados de muchas estrellas de -oro, y pretales de cascabeles de plata, y cuerdas de seda verde. - -Estos fueron con hombres de a pie y de a caballo, sin detenerse hasta -donde estaba la tienda del mantenedor, y allí junto fue armada otra muy -ricamente aderezada de libreas verdes y rojas, con muchos sobrepuestos -de plata, todos con plumas blancas y amarillas: venían quince de una -parte, y quince de otra, y al fin de todos ellos, y enmedio, venía el -animoso y valiente Abenámar con un vestido de brocado verde, labrado a -muchísima costa, y marlota y capellar de inestimable valor y aprecio, -y traía una yegua rodada; los paramentos y guarniciones de ella -eran del mismo brocado verde, testera y penacho muy rico de verde y -encarnado. - -Llevaba el gallardo mantenedor sembradas muchas estrellas de oro -finísimo por todas las ropas y vestiduras, y en el lado izquierdo sobre -el rico capellar un sol muy resplandeciente, con una letra que decía: - - Solo yo, sola mi dama; - ella sola en hermosura, - yo solo en tener ventura - más que ninguno de fama. - -Esta misma letra se divulgaba por la plaza. - -Después del valiente Abenámar venía un rico carro triunfal, adornado de -muchas señas; traía hechas en él seis gradas muy bien aderezadas, y por -encima de la más alta grada había un arco triunfal de extraña hechura, -y debajo de él una rica silla, y en ella sentado y puesto el retrato de -la hermosa Fátima. Estaba tan perfecta, que si su original no estuviera -con la reina, dijeran que era ella. - -Causaba espanto ver el adorno y gala del retrato, que no había dama que -no la envidiase, ni caballero que no la pretendiese. Era el vestido -turquesco, de muy extraña y vistosa hechura, la mitad pajizo y la otra -mitad morado, y todo sembrado de estrellas de oro, y con muchos tejidos -y recamados de oro. - -El tocado artificioso y galán, sus cabellos sueltos, como una madeja -de oro de Arabia; sobre ellos una hermosa guirnalda de rosas blancas, -y tejidas muy al natural; sobre su cabeza parecía el dios de Amor, -niño y desnudo, con sus alas abiertas y plumas de mil colores, poniendo -la guirnalda a la bella imagen; y a los pies de ella estaba el arco y -aljaba de Cupido, como por despojos del rendido. De esta suerte iba el -bello retrato de la hermosa Fátima, que agradaba mucho su vista a todos. - -El carro en que iba tiraban cuatro yeguas, más albas que la nevada -sierra. Después del carro iban treinta caballeros de libreas verdes y -encarnadas, con penachos de las mismas colores. - -De la forma dicha entró el bravo y valiente Abenámar, mantenedor de -la justa, y al son de los ministriles y otros instrumentos músicos -que llevaba, dio vuelta por la plaza nueva, pasando por debajo de -los miradores del rey, quedando admirado él y los caballeros de la -gallardía, invención y traza. - -Así como llegó el carro a los miradores de la reina, ella y las damas -se admiraron de ver la belleza, adorno y galas de la efigie de la -hermosísima Fátima, y cuán natural era a su señora. - -Fátima estuvo junto a la reina, y con ella Daraja, Sarracina, Galiana, -Celima, Cobaida, y otras damas, cifra de la hermosura, y alegrándose de -ver la invención que Abenámar traía, la dijeron: - ---Por cierto, hermosa Fátima, que si como lleva la ventaja vuestro -galán y defensor caballero a todos los demás en industria, cifra y -galas, la lleva en defenderos, y alcanzar el premio de la victoria, que -os podéis tener por la más dichosa y bien afortunada dama del mundo. - -Fátima, disimulando lo posible, respondió a las damas: - ---No sé yo con qué intento ha hecho Abenámar lo presente; pero si bien -advertís, son novelas de caballeros, y por esta vía querrían obligarme: -no me da cuidado ninguno, ni es cosa que me toca; y poco se me da que -me defienda o no. - ---No sin misterio --dijo Jarifa-- el caballero Abenámar se ha puesto -a hacer tal desafío a todos los caballeros enamorados, y a sacar tu -retrato. - ---Este motivo de Abenámar --respondió la hermosa Fátima-- él solo -lo entiende, y cada uno hace y deshace a su gusto: si no, mira a -Abindarráez, que por ti, y por lo que a él le está bien, tiene hechas -cosas muy dignas de memoria. - ---Lo de Abindarráez para conmigo --dijo Jarifa-- es cosa muy pública, -y saben todos los de la corte que es mi amante; pero ahora lo de -Abenámar nos parece a todas cosa muy nueva; y cierto que me pesaría si -Abindarráez y Abenámar fueran competidores. - -Dijo Fátima: - ---Y que lo sean, o no, ¿qué se te da a ti? - ---Dame pena --respondió Jarifa-- que tu retrato, que hoy ha entrado con -tanto adorno, viniese a mis manos. - ---¿Pues por tan cierta tienes la victoria de parte de Abindarráez ---dijo Fátima-- que ya me tienes por tuya? Pues no tengas tanta -confianza en tu amante caballero, que el que hizo un desafío general, -ha hecho tantos gastos, y se ha esmerado tanto en la efigie, sabrá muy -bien defender su partido, y al fin son casos de la fortuna, sujetos a -ella. - -La reina que estaba oyendo las disputas de las damas, les dijo: - ---¿De qué importancia es tratar cosas de que se saca poco fruto? Ambas -sois iguales en hermosura, hoy veremos quién lleva la palma, y gloria: -cese esa plática, y atiéndase al fin de la aventura. - -Con esto dieron fin a sus razones, y mirando a la plaza, vieron como -Abenámar habiendo dado vuelta a toda ella, llegó a la tienda, y -habiendo puesto su precioso carro junto del aparador, donde estaban -muchas y muy ricas joyas, mandó poner el retrato de la hermosa Fátima -al son de muchas dulzainas y ministriles, con que recibieron todos -mucho gusto. Luego se apeó del caballo, y dándoselo a sus criados, se -sentó a la puerta de su tienda en una muy rica silla, aguardando que -entrase algún caballero aventurero. Todos los caballeros que habían -acompañado al esforzado Abenámar, se pusieron a una parte, haciendo -todos una larga y vistosa carrera. - -Estando ya los jueces puestos en un tablado, en lugar y en parte que -pudiesen muy bien ver correr las lanzas, aguardaban todos que entrase -algún aventurero. Los jueces eran dos caballeros Zegríes muy honrados, -dos Gomeles y un Abencerraje llamado Abenámar. Este era alguacil mayor -de Granada, oficio y cargo que no se daba sino a caballeros de gran -cuenta y valor. - -No tardó mucho de oírse un grande ruido de música de añafiles y -trompetas, y mirando hacia la calle de los Gomeles, vieron desembocar -por ella una bizarra cuadrilla de caballeros, con librea de damasco -encarnado y blanco. Los penachos y plumas eran blancas y encarnadas. - -Pasada la cuadrilla, iba un caballero en un caballo tordillo, vestido -a lo turquesco, paramentos y cimeras de brocado encarnado, con todas -las bordaduras de oro, y penacho de las mismas colores. La marlota y -capellar sembrada toda de mucha pedrería de inestimable valor. - -Así como lo vieron, fue de todos conocido que era el fuerte y bravo -Sarracino. - -Tras él venía un carro labrado a mucha costa, encima del cual se hacían -arcos triunfales de extraño artificio, en los cuales estaban pintados -los asaltos y escaramuzas, que habían pasado entre moros y cristianos -en la vega de Granada, entre las cuales estaba la batalla tan reñida -que pasó entre el valiente y valeroso mancebo Garcilaso de la Vega, y -Audalá, moro de gran fama, sobre el AVE MARÍA, que llevaba escrita en -la cola del caballo: tan naturales parecían en la pintura, que era cosa -muy peregrina. - -Debajo de los cuatro arcos triunfales le hacía un trono en redondo, que -por todas partes se podía bien ver era de blanco y finísimo alabastro, -y en él entretalladas muchas y diferentes labores. Iba puesta encima -del trono una imagen muy hermosa, vestida de brocado azul, con muchos -recamados de oro; todo ello de mucho precio y estima. A los pies de -la bella imagen muchos militares despojos y trofeos, y el Niño Amor -vencido y arrodillado ante ella, quebrando su arco y rota su aljaba, -tirando la imagen a todas partes las saetas, y denotando que a todos -hería de amores. - -El bravo Sarracino llevaba una divisa de un mar, y en ella un peñasco -combatido de muchas ondas, y una letra que decía: - - Tan firme está mi fe como la roca, - Aunque el viento y el mar siempre la toca. - -Esta letra se extendía por toda la plaza, para que a todos fuese -manifiesta. - -Así entró el valeroso Sarracino con su carro, no menos rico y costoso -que el del mantenedor Abenámar, al cual carro tiraban cuatro caballos -bayos, muy briosos y ricamente enjaezados: y así con solemne música dio -vuelta el bravo Sarracino a la plaza, dando a todos los que le miraban -muy gran contento. - -Luego conocieron todos el retrato, que era de la bellísima Galiana. -Decía todo el vulgo: «Bravo competidor tiene el mantenedor.» - -La reina, admirada de la singular destreza del artífice que retrató -aquel bello trasunto, y cuán natural estaba con su original, se volvió -a Galiana, y la dijo admirada: - ---Secreto estaba este negocio para conmigo, no me podrás negar ahora de -tus amores: bizarro y galán caballero has escogido. No le faltaba nada -de esto a Abenámar, pero en este caso no hay que disputar por ser de tu -gusto. - -Galiana disimulando calló. El rey dijo a los caballeros: - ---No es posible sino que hoy hemos de ver cosas dignas de memoria, -porque el mantenedor es muy esforzado y los aventureros valerosos, que -cada uno ha de procurar alcanzar la victoria, por defender su dama, y -por ganar el premio del contrario. - -Y mirando hacia Sarracino, vieron como después de haber dado la vuelta -por la plaza, mandó arrimar su carro a un lado de ella, y paseándose se -fue a la tienda del mantenedor, y le dijo: - ---Caballero, ya sabrás a qué es mi venida, y te prometo que cada -instante se me hace un siglo hasta correr las tres lanzas puestas; -porque entiendo por muy cierto que ha de gozar mi adorada dama el -retrato de la tuya y la estimada cadena. Si mi desgraciada suerte -tuviere ordenado que pierda el retrato de mi señora, llevarás junto con -él esta preciosa manga, labrada por mi dama, la cual tiene de valor -cuatro mil doblas. - -Era así que tenía aquel valor, porque estaban bordados todos los -extremos de alfójar, perlas y pedrería, y por ella se dijo este - -ROMANCE. - - En el cuarto de Comares - está la hermosa Galiana, - con estudio y gran destreza, - labrando una rica manga - Para el fuerte Sarracino, - que por ella juega cañas: - la manga es de gran valor, - que precio no se le halla. - De alfójar y perlas finas - la manga iba esmaltada, - con muchos recamos de oro, - y lazos finos de plata; - De esmeraldas, y rubíes - por todas partes sembrada. - Muy contento vive el moro, - con el favor de tal dama; - La tiene en el corazón, - y la adora con el alma: - si el moro mucho la quiere, - ella mucho más le ama; - Pues si el moro es de tal suerte, - bien merece Galiana, - que era la mora más bella, - que en muchas partes se hallaba. - Muchos moros la sirvieron, - nadie pudo conquistarla, - sino el fuerte Sarracino, - que ella de él se enamoraba, - Y por sus tiernos amores - dejara los de Abenámar: - contentos viven los dos - con colmadas esperanzas, - Que se casarán muy presto - con regocijo y con zambra; - porque entiende el rey en ello; - y tiene ya la palabra - Del alcaide de Almería, - que es padre de Galiana; - y así en Granada se dice, - que se casarán sin falta. - -Finalmente, la manga no tenía precio su valor, y el fuerte Sarracino -confiado en su gallardía y destreza, quiso poner la manga en ventura de -perderla, no considerando el bravo competidor que tenía delante. - -El cual, así como oyó hablar a Sarracino, dijo que aquel era el premio -del vencedor, corriendo tres lanzas mejores que el contrario; y si lo -vencían perdía su fama y joyas. - -Y diciendo esto, pidió que le diesen un caballo de ocho que tenía -enjaezados, como se ha dicho, y tomando una gruesa lanza de sortija, -se fue paseando por la carrera con tal donaire y brío, que a todos los -que le miraban les daba gran contento. - -Y viendo la bizarría que tenía, dijo el rey a los caballeros: - ---No se niegue el buen parecer y postura que tiene Abenámar a caballo: -Sarracino también es buen caballero, y hoy veremos quién lleva la palma -del vencimiento. - -A la sazón llegó al cabo de la carrera Abenámar, y haciéndole dar a su -caballo una vuelta en el aire, dio un brinco muy alto, y luego salió -como un rayo, y en medio de la carrera tendió su lanza con un donaire -gracioso, y llegando a la sortija, dio por el extremo de arriba, y por -muy poco no se llevó la sortija en la punta de la lanza; y no valía -nada la que no se llevaba la sortija dentro del hierro, ni se podía -ganar el premio si no era de esta manera. - -Y deteniéndose miró a ver la suerte que haría el venturoso Sarracino, -el cual estaba muy confuso y descontento, habiendo visto el golpe que -había hecho el valeroso Abenámar, y mostrando buen ánimo, confiado en -su mucha destreza, tomó una lanza, y poniéndose en la carrera arrancó -con tanta velocidad, como si fuera una bala despedida de una culebrina -por la gran violencia de la encendida pólvora, y tendiendo la lanza la -llevó tan seguida, que la metió por medio de la sortija, y se la llevó -dentro de la lanza. - -Toda la gente que estaba mirando la justa dieron muy grandes voces, -diciendo: - ---Abenámar ha perdido; su retrato y cadena la ha ganado el vencedor -Sarracino, porque la fortuna le ha sido muy favorable, y está de su -parte la victoria. - -Cuán ufano quedó Sarracino con la algazara que levantaron todos, no se -puede encarecer, porque ya se consideraba poseedor de los premios del -vencido; y así dijo, que le entregara el retrato y la cadena, pues la -había ganado. - -Mas el valeroso Muza, que era padrino del mantenedor Abenámar, replicó -que no había ganado, porque eran tres lanzas las que habían de correr, -y faltaban las dos. El padrino de Sarracino, que era un caballero -Azarque, dijo que era ganado el premio con aquella lanza; y todos -daban voces, cada uno alegando su derecho. - -Los jueces mandaron que callasen, que ellos lo determinarían, y fue -determinado que no había ganado Sarracino, atento que le faltaban dos -lanzas que correr. - -Sarracino estaba ardiendo en viva cólera, porque no le daban los -premios ya ganados por la voz del pueblo, y más se encolerizó cuando -sentenciaron que aún no había ganado. No estaba con menos cólera -Abenámar que Sarracino, por haber perdido la primera lanza, y porque el -vulgo le había dado el lauro a Sarracino. - -Quien en estos debates mirara a Galiana, viera en su rostro una mudanza -extrañísima de alegría que tenía por la desgraciada suerte que había -tenido en la primera lanza el valiente Abenámar; y lo contrario se -viera en Fátima por la buena suerte de Sarracino, aunque con discreción -disimulaba su pena, pero no tanto que no se sintiese. - -Y Jarifa, como dama en quien había tanta discreción, le dijo a Fátima: - ---Amiga, mal le va a vuestro caballero y galán Abenámar: si así es -hasta el fin, no le arriendo la ganancia. - ---No tengo cuenta con eso --respondió Fátima--; pero si ahora le ha ido -mal, podrá ser que le vaya bien después, y tanto que te pese, lo cual -veremos al fin. - ---Bien dices --dijo la hermosa Jarifa--, y eso aguardo; pero cree que -los buenos principios siempre traen buenos fines. - ---Eso niego --dijo Fátima--, y espero que me dirás que tengo razón, -por este símil. Bien has visto y oído que un enamorado galán, en las -primicias de sus amores, sirve a su dama con gran cuidado, siendo -puntual en darla gusto, en regalarla, en darla músicas, en rondarle -la casa, y en idolatrarla. Hácele mil promesas, que mientras más -fuere, más la servirá y querrá, y que tan imposible será el dejar de -quererla, como dejar el sol de calentar en el estío, y querer arrebatar -con la mano la luciente luna de su lugar, y otros muchos imposibles -que dicen, y sobre todo, el casarse con ella, todo con motivo y -fundamento de gozar la dama a quien desea. La inocente, obligada con -obras y promesas, entrégale su libertad, y viene en su deseo y gózala. -¿Aquestos son buenos principios, Jarifa? - -Ella respondió: - ---Sí. - -Dijo Fátima: - ---Pues apenas ha gozado la rendida dama el fraudulento amante, cuando, -porque pasando un caballero por su casa le quitó el bonete por -cortesía, dicen luego que es su galán, y que no se admiran, que quién -entregó su honor a él, lo entregará a muchos; no queriendo admitir el -perverso y fementido amante, que debajo de sus promesas y juramentos -se le rindió la desdichada dama. Mira, Jarifa, cuánta es la malicia de -los que esto usan, y traen por flor, que por solo que le dio algún rayo -del sol en su balcón, desisten de la amistad de la recogida dama, y -la dejan burlada, presa de amor, y deshonrada, por cuya causa viene a -tener desastrado fin. ¿Son estos buenos fines? - ---No por cierto --dijo Jarifa--, y confieso ser así lo que dices, y -así pasa hoy en el mundo, y yo conozco algunas señoras pobres, cuya -hermosura han gozado algunos caballeros, y solo por ser pobres las -han dejado, y están arrinconadas y perdidas para siempre; por lo que -debemos las doncellas escarmentar en cabeza ajena, y no creer a nadie -de ligero, sino ir con el gusto de nuestros padres. Y si te parece -miremos a los competidores. - -Y mirándolos, vieron como Abenámar tomó otro caballo y lanza, y aunque -disimuló, ardiendo en cólera por la mala suerte pasada, arrancó a toda -furia, y tendiendo la lanza la llevó derecha como una bala, y pasando -por la sortija como un pensamiento, se la llevó dentro de la lanza. - -La gente dio gran gritería diciendo: - ---El mantenedor va victorioso. - -Sarracino dio la carrera con muy gran desenfado y gallardía, y -enristrando su lanza con cuidado, tocó un lado de la sortija, y no hizo -efecto ninguno. - -Abenámar dijo a Sarracino: - ---Caballero, otra carrera nos queda para que concluyamos nuestro -pleito; concluyámoslo luego. - -Y diciendo esto pidió una lanza, y en dándosela se fue poco a poco, -y puesto en la carrera, la dio con la lanza tan bien puesta, que -embocándola por la sortija, se la llevó dentro. - -Entonces fueron las voces de toda la gente más levantadas de punto, -diciendo: - ---Ganado ha el mantenedor sin duda; suyo es el retrato hermoso de -Galiana y la rica manga. - -Bien se aparecía en Galiana el sentimiento que en su alma había, por la -poca esperanza que tenía de que su enamorado Sarracino ganase. El cual -se puso en la carrera, y al llegar a la sortija dio con la punta de la -lanza en un extremo, que con el gran movimiento cayó en el suelo. - -En parando el caballo del animoso Sarracino, fue llamado por los -jueces, y le dijeron que había perdido el retrato de su dama y la rica -manga. El moro respondió: - ---Si ahora en juego he perdido, en escaramuzas sangrientas ganaré. - -Abenámar, que con él estaba picado por lo que ya hemos dicho, respondió -que si por vía de escaramuza entendía cobrar algo de lo perdido, que le -avisase si quería luego cobrarlo, o que se quedase para cuando hubiese -ocasión, que él le cumpliría de justicia a medida de su deseo. - -Los jueces y padrinos los apaciguaron, y no consintieron que se tratase -más en aquel caso. Sarracino salió de la plaza junto con los caballeros -que le acompañaron. Abenámar mandó poner los ricos despojos a los pies -de Fátima, su señora, sonando al ponerlos muchos instrumentos músicos. - -El gozo y alegría que sintió la discreta y hermosa Fátima fue grande, -por la alcanzada victoria; y más cuando vio a los pies de su retrato -trofeos tan ricos y estimados. - -Mas todo este regocijo lo celebraba entre sí, por disimular el mucho -amor que tenía a su querido Abenámar, porque ella no quería que con -demasiada certidumbre supiesen lo que sospechaban; en lo cual era muy -diferente en el gusto que las otras damas de palacio, que se holgaban -siempre de que sus negocios se supieran. - - - - -CAPÍTULO X. - -_Que declara el fin que tuvo el juego de la sortija, y el desafío que -hubo entre el moro Albayaldos y el maestre de Calatrava._ - - -Ya se ha dicho como Sarracino salió de la plaza lleno de coraje por -haber tenido tan mal suceso en el juego de la sortija; y lo que más -sentía, era haber perdido el hermoso retrato de su señora. - -Entrando en su casa se despidieron de él todos los caballeros que le -habían acompañado, y él muy airoso se despidió de todos, y se apeó -del caballo, se quitó la cimera y plumas, y toda la librea, y con -iracunda cólera dio con todo en el suelo; y se subió a un aposento, y -recostándose en su cama empezó a quejarse de su corta ventura, y contra -sí decía: - ---¿Di, bajo caballero, ruin y de poco valor, qué cuenta darás a tu -señora Galiana de su hermoso retrato y rica manga, perdido todo por tu -poco esfuerzo y destreza? ¿Con qué rostro, di, osarás parecer en su -presencia? ¡Oh Mahoma traidor, porfiado y engañador! En el tiempo que -habías de favorecer mis esperanzas me faltaste. Di, enemigo falso, ¿no -te acuerdas que te prometí hacer toda tu efigie de oro, y de quemar en -tu mezquita gran cantidad de incienso si me dabas victoria este día? -¿Pues por qué me la negaste? Pero bien entiendo de cierto que no tienes -ningún poder. Mas, vive Alá, que por vengarme de ti me tengo de tornar -cristiano, y he de seguir aquella santa ley, y dejar tu falsa secta, -que por aquí se salvará mi alma perdida. - -Estas y otras muchas cosas decía Sarracino, consolándose con su buen -propósito. - -Galiana sintió mucho la desgraciada suerte de su querido amante, y se -le echaba bien de ver, pero con su discreción lo disimulaba, hablando -con la reina y las damas, las cuales la consolaban diciendo que no -porque su amante hubiese perdido su retrato, quedaba cautiva; que se -riese de todo. - ---Ninguna pena tengo de eso --dijo Galiana--, porque son aventuras de -caballeros. - -Y aunque decía esto, tenía en su alma una mortal envidia, y entre sí -decía: «¡Ay, Abenámar victorioso, y cómo ahora te vengarás a gusto -en mi retrato de la ingratitud que contigo usé, y cuán vana y gozosa -estará tu dama con los vencidos despojos!» Celima la consolaba de -secreto, diciéndola que no diese nota de sí con extremos, porque no -fuese sentida de la reina y de sus damas. Galiana disimuló cuanto pudo -su dolor y pena, y procuró desecharla. - -Estando en esto, se oyó un ruido por toda la plaza, y mirándola toda, -vieron que entraba por la calle de Elvira una gran serpiente, echando -de sí mucho fuego; tras ella venían treinta caballeros ricamente -vestidos de una librea blanca y morada, con penachos de la misma color -ellos y sus caballos. - -En medio de todos venía un caballo sin jinete, con cubiertas y -guarniciones de brocado morado y blanco; también venía una sonorosa -música de ministriles y dulzainas. - -La serpiente dio una vuelta a toda la plaza, y enfrente de los -miradores del rey y de la reina, y de los caballeros y damas, se paró, -echando por la boca y oídos muchísimo fuego. - -Era grande el estrépito que hacían los cohetes y ruedas con invenciones -de fuego, que por la boca salían; y con el artificio que tenía la -sierpe mediante el fuego que la quemó toda, se abrió por medio, y -pareció un caballero vestido de brocado morado y blanco, con muchos -recamados de oro; el penacho era de plumas blancas y moradas. - -Con él estaban cuatro salvajes muy al natural, los cuales tenían una -rica silla guarnecida de terciopelo morado, y la clavazón de oro, en la -cual estaba el retrato de la hermosa Jarifa, que fue luego conocido, y -el caballero ser Abindarráez. - -El retrato estaba vestido de brocado blanco y morado, de luceros de -oro, las orlas bordadas de oro y plata, con un tocado vistoso. Estaba -tan natural el retrato, que era muy semejante al original. - -El rey y la reina, y todas las damas miraron a Jarifa, que con una -honesta vergüenza se encendió el rostro, lo que aumentó su hermosura, y -la reina la dijo: - ---Llegado ha, Jarifa, la hora en que se ha de ver el esfuerzo de -vuestro amante, y si alcanza victoria del vencedor Abenámar. - ---Haga la fortuna lo que quisiere --dijo Jarifa--, que tan buen rostro -haré a lo uno como a lo otro. - -Y con esto cesaron, por ver lo que haría el valiente Abencerraje. - -El caballero pidió luego su caballo, y traído subió en él, y fue dando -vuelta a la plaza, acompañado de sus caballeros, llevando en medio a -los salvajes que llevaban la silla, y en ella el retrato de la hermosa -Jarifa, que a todos admiraba su hermosura y maravilloso adorno; y en -llegando adonde estaba el invencible Abenámar, se arrimaron los cuatro -salvajes a los dos carros triunfantes que estaban junto al aparador -de las joyas preciosas y ricas, y levantando estos la rica silla en -una parte muy alta, la pusieron sobre sus hombros, porque el hermoso y -bello retrato fuese bien visto de todas. - -El valiente y esforzado Abindarráez se llegó al fuerte mantenedor, y le -dijo: - ---Vencedor caballero, ¿sois servido que corramos tres lanzas con las -condiciones que están dichas? - -El valiente y esforzado Abenámar le dijo: - ---Para eso estoy aquí. - -Y tomando al instante una lanza, lozaneando su caballo se puso enfrente -de la carrera, y corrió tan bien, que llevó la sortija dentro de la -lanza, y volviéndose, la mandó poner en su mismo lugar. - -No se espantó ni admiró Abindarráez de aquello, antes cobró un nuevo -ánimo, y puesto en la carrera, fue tal y tan seguida su lanza, que en -el hierro de ella quedó metida la sortija. La gente toda movió gran -ruido y vocería; mas luego se puso en silencio por ver el fin de las -otras dos lanzas. - -El mantenedor muy enojado por el buen suceso de su contrario, tornó -a la carrera, y fue con tal brío y tan buen pulso en la mano, que se -llevó segunda vez la sortija en la lanza. El bravo Abindarráez hizo lo -mismo en la segunda carrera. - -Levantose gran gritería, y todos decían: - ---No hay ventaja del mantenedor al aventurero; iguales son en todo. - -Grandes eran los temores de las hermosas moras Fátima y Jarifa, por no -saber quién había de ser el vencido, estando su buena o mala suerte en -la lanza que faltaba, aunque ambas estaban confiadas en el esfuerzo y -valor de sus amantes. - -El animoso Abenámar tomó otra lanza, y con mucho donaire se volvió a -llevar la sortija con no poco contento suyo y de su señora Fátima, la -cual habiendo visto el buen suceso y ventura de su amante, no cabía -de contento; y mirando a Jarifa, la vio robado el color hermoso de su -rostro, y viéndola así, dijo Fátima: - ---Hermana Jarifa, mal has cumplido la palabra que dijiste a la reina mi -señora, pues si te acuerdas, diciéndote que era llegado el tiempo en -que se había de ver el esfuerzo de tu caballero en alcanzar victoria, -respondiste que tan buen rostro harías a lo uno, como a lo otro: ¿cómo -tan presto te se mudan los colores? Consuélate, que será posible le -suceda bien en la lanza venidera. - ---En duda pongo eso --dijo la reina--, y a maravilla tendré que -Abindarráez lleve la sortija. - -Y mirando, vieron cómo partió, y dio al soslayo la lanza en la sortija. -Luego se oyó acordada música del mantenedor en señal del vencimiento. - -Llamaron a Abindarráez los jueces, y le dijeron que ya sabía como había -perdido, que entregase el retrato al vencedor. Él dijo: - ---Pues si es así, entréguese en él, que bien sé que hoy le favorece la -fortuna y a mí me ha sido adversa; y lo que me consuela es que ha sido -mi pérdida en juego, no en escaramuza ni pelea. - -Mas aunque decía esto Abindarráez, le quedaba otra cosa en su pecho, -que no quisiera haber perdido el retrato de Jarifa por cuanto había -en el mundo. Luego se puso el retrato de Jarifa a los pies de Fátima, -sonando la música del mantenedor. - -La reina, viendo poner el retrato, dijo a la hermosa Jarifa: - ---¿Estás satisfecha que el retrato de Fátima no vendría a tus manos? -¿No te decía yo, que no hablases de confianza? Pues mira tu retrato -a los pies de Fátima. ¿No sabes que Abenámar es uno de los buenos -caballeros de la corte, y que Abindarráez ni algún otro caballero no le -llevarán ventaja? Y si no atiende, y verás cómo no han de ser solos los -retratos que ahora están rendidos. - ---Basta --dijo Jarifa--, que la ventura de Abindarráez ha sido corta -en esto, y consuélome con que en otras ocasiones ha sido muchas veces -victorioso. - -Abindarráez se salió de la plaza, llevando consigo todos los de su -guarda, y a los cuatro salvajes; y antes que saliese le mandaron llamar -los jueces para darle joya por galán y buena invención, y vuelto, uno -de los jueces, que fue Abencerraje, descolgó dos ajorcas de oro, de -precio de doscientos ducados, y se las dio. - -Abindarráez las tomó con mucha alegría, y las puso en la punta de la -lanza al son de sus músicos, y fue bien acompañado a los miradores de -la reina, y haciendo la debida reverencia, rindió la lanza hasta donde -estaba su señora Jarifa, y la dijo: - ---Dama hermosa, teniendo presente el original, no me da mucha pena la -ausencia del referido retrato: yo hice lo posible, la fortuna me fue -contraria, y esto no porque en vuestra hermosura haya defecto, sino en -ser juego, no en fuerzas. De invención y de galán se me dio esta joya; -sed servida de recibirla, aunque no sirva sino de memoria de que no os -defendí como debiera. - -Jarifa, riéndose, tomó las ajorcas y le dijo: - ---Con esto me consuelo, porque lo habéis ganado por galán, y por -invención mejor; y pues se perdió el retrato, me alegro de que cayó en -tales manos, que le tratarán como quien son. - -Fátima quisiera responder, y no pudo, porque entró en la plaza una -grande peña, tan natural como si fuera quitada de una sierra, cubierta -de muchas y diversas yerbas y flores, y dentro sonaba gran suavidad de -música. - -Al derredor de la peña venían doce caballeros de librea de brocado -pardo, con grandes cuchilladas, y por ellas se aparecía un forro de -brocado verde, que lucía y campeaba mucho por la ropa parda y oscura. -Los extremos de las cuchilladas estaban tomados con lazadas de oro con -unos ramillos a modo de caracol. Las sobreseñales, penachos y testera -eran de plumas verdes y pardas. - -Atentos estuvieron todos en la peña, por ver el fin de la aventura, -la cual en confrontando con los miradores del rey y de la reina, se -detuvo, y vieron cómo se apeó del caballo uno de los doce caballeros, y -era el más galán, y más bien dispuesto de todos; y luego fue conocido -que era el valeroso Reduán, y se holgaron mucho los que le miraban, -viendo su buen talle, gracia y disposición; y mirando lo que haría, -vieron que echó mano a un alfanje damasquino, y embistiendo con la -peña, la daba grandes golpes; y en la parte que daba abrió una terrible -y espantosa boca, y por ella salían muchas bombas de fuego, y tanto, -que le convino retirar a su caballo, porque era el incendio mucho. - -Y siendo ya consumido el fuego, por la boca donde salía brotó cuatro -demonios muy ferocísimos, cada uno con una honda de fuego en la mano, y -todos con mucho ánimo embistieron con el esforzado Reduán; pero el buen -caballero peleó con ellos con mucho valor, de suerte que los encerró en -la peña. - -No bien hubieron entrado, cuando salieron cuatro salvajes con unas -mazas en sus manos, y comenzaron a pelear con Reduán, y él con ellos, y -en un instante fueron vencidos los salvajes, y entrolos por fuerza en -la peña, y Reduán con ellos. - -En entrando dentro fue cerrada la boca de la peña; luego se oyó -mucho ruido y estruendo de pelea; y en cesando oyeron una música tan -agradable y suave, que se suspendieron los sentidos de los oyentes a la -dulce armonía. - -No tardó mucho en abrirse la boca de la peña, y por ella salió el -vencedor Reduán con los cuatro salvajes, los cuales traían un arco -de oro, tan industrioso, que admiraba, y talladas muchas historias -antiguas y modernas, y debajo del arco puesta una silla de marfil, y -en ella sentado un retrato de una bellísima dama, vestida de brocado -azul, forrado todo de tela naranjada. El tocado era curioso, puesto a -lo greciano. - -Fue muy notado el artificio de todos, y más la suma belleza del -retrato; y fue conocido que era Lindaraja, dama Abencerraje, cuya -hermosura pudiera competir con la de las tres diosas de la discordia de -la manzana, y sin duda que Paris sentenciara en su favor. - -Tras del retrato venían todos los músicos tañendo y cantando -dulcemente, y luego venían los demonios atados en una cadena. Fue una -cosa que a todos puso grande admiración. - -Habiendo salido toda esta compañía de la peña, comenzó a disparar de -sí mucho fuego, con el cual fue toda consumida: luego se le dio un -fuerte caballo a Reduán, y con ligereza subió en él; y dando vuelta a -la plaza, hizo su acatamiento al rey, a la reina y a las damas, y en -llegando a la tienda del mantenedor le dijo: - ---Aunque la condición puesta es de correr tres lanzas, si sois servido -corramos solo una, y en esa se concluya el premio de las tres. - ---Si es ese vuestro gusto, dijo Abenámar, yo soy contento de dároslo. - -Y dicho esto tomó una buena lanza, y paseándose se puso en la carrera, -y partiendo como una saeta, dio un bote de lanza en el extremo de la -sortija, por la parte de arriba en derecho, que aunque no se la llevó, -fue muy buena suerte, y dificultosa de ganar. - -Volvió paseándose a su tienda, para desde allí ver la suerte que hacía -su contrario, el cual tenía ya una muy gruesa lanza, y estaba en la -carrera, y diola con gallardo aire y brío, y al dar el golpe fue más -galán que venturoso, porque erró la sortija y fue por alto la lanza; y -pesándole mucho por haberle salido su pensamiento tan incierto, volvió -diciendo: - ---Tan desgraciado soy en lo uno como en lo otro. - -Los jueces le dijeron: - ---Perdido habéis, caballero, mas por vuestra extremada invención y -mucha gala, llevaréis premio. - -Fuéronle dadas unas arracadas turquescas de oro de Arabia, de valor de -doscientas doblas por la mucha hechura que tenían. - -El arco triunfal de cuatro partes hecho, y la silla con el retrato de -Lindaraja, fue puesto a los pies del triunfante y victorioso retrato -de la hermosa Fátima, que no poco alegre y contenta estaba con la -buena ventura que su caballero había tenido, y muy envidiosas Jarifa y -Galiana en ver tantos trofeos a los pies de la efigie de Fátima. - -El gallardo y animoso Reduán tomó las arracadas con disimulación de su -tristeza, y poniéndolas en la punta de la lanza, siendo acompañado de -muchos caballeros y música, las llevaron a los miradores de las damas -donde estaba la hermosa Lindaraja, y alargando la lanza le dijo: - ---Servíos, señora, de recibir este pequeño don, aunque me cuesta caro; -pero no mirando mi poca suerte en lo que toca al juego de sortija, sino -al grande deseo que tuve de haceros triunfadora de todos los despojos: -mas la fortuna está hoy de parte de Abenámar, y así no soy culpado. -Recibid, bella señora, las joyas por oprobio mío, para que cada vez que -yo las vea en vuestro poder, traiga a la memoria cuán mal os defendí. - ---Uso es de damas --respondió la discreta Lindaraja--por cortesía -recibir lo que se les da, y por ser costumbre por eso las recibo; pero -sabe, caballero, que me ha pesado que sin mi consentimiento hayáis -sacado mi retrato; y pues que no hubo voluntad mía, no tengo por -pérdida la vuestra, ni reconozco ventaja a la Zegrí Fátima, porque soy -Lindaraja Abencerraje. - -Y diciendo esto tomó las joyas de la punta de la lanza, haciendo la -debida cortesía a su galán. - -Bien quisiera replicar Reduán, y poder responder a su señora; pero -hubo mucho alboroto, porque vieron entrar una galera, que parecía ir -navegando con el trinquete. - -La chusma iba bogando, y parecían dividirse en cuatro cuarteles, -vestidos de colores, uno de damasco verde, otro de morado y otro de -azul. La palamenta, árboles y entenas iban doradas, la proa hecha de -plata con sus barandillas torneadas, muy curiosamente obradas. - -Traía tres fanales de oro, el espolón era de plata, las velas de -brocado blanco con fleco de oro y seda, y muchos gallardetes, flámulas -y barandillas de diferentes colores. La divisa de la galera era -un salvaje desquijarando un león, divisa antigua de los valientes -Abencerrajes. Los marineros y proeles venían vestidos de rico damasco, -tejidos y guarniciones de finísimo oro. Las jarcias eran de seda -morada. - -Traían curiosamente hecho en el espolón un mundo de cristal, y en -círculo una faja de oro y unas letras que decían: _Todo es poco_; -bravo blasón, y solo digno del grande Alejandro o de César, aunque -les vino notable daño al linaje de los Abencerrajes, del cual venían -treinta caballeros mancebos dentro de la galera con libreas de brocado -encarnado y blanco, con recamos y tejidos de oro. - -El capitán era un caballero llamado Abin-Hamete, vestido de trajes muy -ricos. Venía arrimado al estanterol, el cual era de oro de martillo. - -De esta manera entró la bizarra galera en la plaza, y llegando -enfrente de los miradores reales disparó el cañón de la crujía y todas -las demás piezas con tal violencia que parecía estar batiendo los -miradores. Acabadas de disparar las piezas, comenzaron cien arcabuceros -a escaramucear unos con otros, que parecía ser batalla formal. - -Al disparar la galera su artillería, respondió con la suya la Alhambra -y Torres-Bermejas. Era tanta la artillería y arcabucería, que parecía -batirse la ciudad; y admirados todos de la brava y costosa invención, -decían que no se había hecho tal entrada como aquella. - -De mortal rabia y envidia ardían los Zegríes y Gomeles en ver que los -Abencerrajes hubiesen hecho semejante grandeza como la de la galera, y -con insaciable envidia dijo un Zegrí al rey: - ---No puedo entender donde han de llegar los pensamientos de estos -Abencerrajes y sus pretensiones, que tan encumbradas van, que en -cierta manera oscurecen las obras y hechos de vuestra alteza y de sus -antecesores. - ---No tenéis razón --dijo el rey--, que más temido y estimado es un rey -teniendo caballeros de esfuerzo y valor en su corte y en su servicio, -que no teniendo caballeros de poca cuenta. Los caballeros Abencerrajes, -como son descendientes de reyes, son valerosos, y procuran extremarse -en todas las cosas que hacen, y a mí me parece bien. - ---Bueno fuera --dijo un caballero de los Gomeles-- si sus cosas fueran -enderezadas a un llano y buen fin, pero pasan por muy alto sus altivos -pensamientos. - ---Hasta ahora no han hecho cosa --dijo el rey-- que no corresponda a -nobles, ni de ellos se puede presumir que la harán, porque todos sus -fines se inclinan a virtud. - -Con aquesto cesó la plática, porque la galera dio vuelta por toda la -plaza, y fueron conocidos todos los caballeros Abencerrajes, cuyas -proezas y grandes hazañas a todos eran notorias. - -Llegada la galera junto al mantenedor, saltaron en tierra todos los -treinta caballeros, y fueron servidos de feroces y briosos caballos, -encobertados del mismo brocado encarnado, y adornados de penachos y -testeras riquísimas. - -No hubieron los bizarros Abencerrajes saltado en tierra cuando la -galera volviendo al son de los músicos instrumentos, y disparando toda -la artillería, se salió de la plaza, y a ella respondió el Alhambra. - -Ahora será bien volver al falso Reduán y a Abindarráez que todavía -estaban en la plaza por ver lo que pasaría. - -Reduán estaba muy triste y muy descontento por lo que Lindaraja le -había dicho, y se llegó a Abindarráez y le dijo: - ---Oh mil veces afortunado Abindarráez, cuán contento vives por saber -que tu señora Jarifa te ama, que es la mayor felicidad que puede dar -fortuna. Y yo cien mil veces desdichado, pues que sé claramente que no -me ama aquella mi dulce y bella ingrata, que hoy me ha despedido con -rigor. - ---Sepamos --dijo Abindarráez-- quién es esa dama a quien estás tan -rendido, que tan mal te corresponde. - ---Es tu prima Lindaraja --respondió Reduán. - ---¿Pues no sabes cómo quiere y ama a Hamete Gazul, porque aquese es su -gusto, y lo sé yo mucho ha? Da orden de apartarla de tu imaginación, -porque sé de muy cierto que siembras en tierra estéril, y no has -de sacar de ella nada, dijo Abindarráez, no porque no llevas buena -insignia de tu pasión, y muy bien lo has publicado; mas no hay que -hacer caso de mujeres, porque brevemente se vuelven como la veleta a -todos vientos. - -Decía esto Abindarráez sonriéndose, y de verdad, porque Reduán sacó -aquel día una avisada insignia de su pena, que era un mongibelo -ardiendo en vivas llamas, con una letra que decía así: _Más está mi -alma_. - -Y viendo Reduán que Abindarráez se sonreía, le dijo: - ---Bien parece que vives contento; quédate en paz, que yo ya no puedo -sufrir la pena que atormenta mi corazón afligido. - -Y dicho esto picó apriesa, y se salió de la plaza con sus caballeros: -Abindarráez hizo lo mismo despidiéndose de su Jarifa. - -Los treinta Abencerrajes de la galera estaban puestos en orden para la -sortija, y el capitán de ellos se llegó al mantenedor diciéndole: - ---Caballero, nosotros no tenemos retratos de damas para ponerlos en -competencia; queremos solamente correr cada uno con vos una sortija, -como es fuero entre gente hidalga. - -Abenámar respondió que era contento de ello, y empezando a correr su -lanza con cada uno, los Abencerrajes lo hicieron tan bien, que el -mantenedor perdió muchas joyas, las cuales dieron ellos a las damas -a quien servían: comenzaron después una escaramuza muy agradable a -la vista y dando carrera se salieron de la plaza, quedando todos muy -contentos. - -En saliendo ellos entró un castillo disparando su artillería, llevando -muchas banderas y pendones, y dejándose de adentro sentir una música -agradable y deleitosa. - -En la cumbre de la torre del homenaje estaba el fiero Marte, armado con -preciosas armas, un estoque en la mano derecha, y en la izquierda un -pendón de brocado verde con una inscripción formada de letras muy ricas -de oro, que contenían el elogio más pomposo de la carrera militar. - -Los pendoncillos del castillo eran de brocado de diversos colores; los -de una parte verdes con flecos y cordones morados, y todos con una -misma letra, que decía así: - - No es muerte la que por ella - se alcanza gloria crecida, - sino vida esclarecida. - -Los de otra parte eran de damasco azul con flocaduras y cordones de oro -fino, teniendo una letra que decía de esta manera: - - Cante la fama las glorias - de Granada, pues son tales, - que se hacen inmortales. - -En el otro lienzo del hermoso castillo había tremolando otros ocho -pendones de brocado encarnado, con cordones y flocaduras de oro. - -Eran de muchísimo precio y estima, y muy agradables a la vista, porque -adornaban con su hermosura el castillo, y con una letra todos, que -decía de esta suerte: - - La verdadera nobleza - está en seguir la virtud: - si acompaña rectitud, - gana renombre de alteza. - -En el cuarto y último lienzo del castillo había otros ocho pendones de -brocado, cordones y flecos de oro, sembrados de medias lunas de plata, -que parecían espejos mirándolas de lejos, según relumbraban, y cada uno -tenía esta letra: - - Toque la famosa trompa, - y todo silencio rompa, - publicando la grandeza - de esta nuestra fortaleza, - que sale con tanta pompa. - -Si entró la galera suntuosa, no con menos aparato entró el castillo. -Ninguno podía entender de qué fuese fabricado, sino que parecía de -oro, con muchas labores y follajes, y muchas batallas, y con artificio -sonaba dentro mucha música, y muy acordadas dulzainas, ministriles -y trompetas bastardas e italianas, que era cosa de oír. Anduvo el -castillo hasta ponerse enmedio de la plaza, y allí paró. - -Venían tras de él muchos caballeros vestidos de libreas costosas, los -cuales traían del diestro treinta y dos caballos, con muy ricos jaeces -y paramentos de brocado de diversos colores, como adelante se dirá. - -Pues mirando al castillo, vieron que por la parte de los pendones de -brocado verde se abrió una grande puerta, y sin aquesta había otras -tres ocultas por las partes de los pendones. - -Abierta, pues, la primera, salieron por ella ocho caballeros con -libreas de brocado verde, con penachos y plumas verdes. En saliendo, -les dieron ocho poderosos caballos encobertados de brocado verde, los -penachos de la testera eran también verdes; y los caballeros sin poner -pie en los estribos subieron en los caballos, y luego conocieron ser -Zegríes. - -Llegáronse al mantenedor, y le dijeron: - ---Mantenedor victorioso, aquí venimos ocho caballeros a probar vuestro -valor en el juego de la sortija; ¿sois contento que corramos una lanza -cada uno? - ---Si ese es vuestro gusto, también lo es el mío --respondió Abenámar--, -aunque venís contra lo dispuesto por el pregón, por no traer retratos -de vuestras damas. - -Y diciendo esto tomó una lanza, y se paseó muy bien; y finalmente -de los ocho Zegríes ganaron los cinco joya, y los tres no; y los -gananciosos sirvieron a sus damas con ellas, al son de diversa y mucha -música. - -Luego se fueron a entrar todos ocho Zegríes en el castillo por la -puerta por donde habían salido, siendo recibidos con la música, y -disparando artillería: luego se abrió la puerta de los pendones azules, -y salieron ocho caballeros vestidos de damasco azul, sembrados con -estrellas de oro, y los penachos azules, llenos de argentería de oro -fino. Fueron conocidos estos ocho caballeros, que eran Gomeles. - -Diéronseles luego caballos encobertados de librea azul, las telas y -penachos azules con adorno. Fuéronse los ocho Gomeles a la tienda -del mantenedor, y corrieron con él una lanza, como los pasados, y de -los ocho ganaron joya los tres, y dadas a sus damas, se volvieron al -castillo. - -Entrados estos, salieron otros ocho caballeros por la puerta de los -pendones de brocado, y ellos vestidos de la misma librea, y con -penachos morados, y les fueron dados caballos, cubiertos de lo mismo, -e igualmente también corrió cada uno su lanza con el mantenedor, -y ganaron los siete joya; y dándolas a sus damas, se volvieron al -castillo con la autoridad que los demás. Eran estos bravos caballeros -Venegas, y muy estimados en Granada. - -Por la última puerta de los pendoncillos encarnados, salieron ocho -caballeros con libreas encarnadas del mismo brocado, y con riquísimos -penachos encarnados, cuajados de toda argentería. Los caballos que les -dieron estaban encobertados del mismo brocado. Estos caballeros eran -Mazas, y cada uno de ellos corrió una lanza, y todos ganaron joya: -todos se holgaron de que salieran con ganancia y en particular el rey, -porque estaba muy bien con aquel linaje. - -Repartidas las joyas a sus damas con gran contento, y al son de la -música, y recibiéndolos con la artillería, se entraron en el castillo. - -Luego se oyó mucho ruido de músicas diferentes y parando todas -sonaron chirimías, trompetas y cajas, que apriesa tocaban un rebato; y -oyéndolo, salieron los treinta y dos caballeros en sus caballos, con -lanzas y adargas, y juntos trabaron una vistosa y agradable escaramuza, -y siendo acabada, tomaron cañas, y repartidos en cuatro cuadrillas -comenzaron a jugar con mucha destreza; el cual juego siendo acabado, -hicieron un caracol extremadamente, y con una carrera en pareja que dio -cada cuadrilla, se salieron de la plaza. - -También se salió el castillo disparando mucha artillería, y diferente -música. Y todos decían, que si la galera había entrado vistosa y -costosa, que el castillo no era de menos estima y gusto. - -Los que estaban con el rey alababan la galera, y otros el castillo, y -uno de los Zegríes dijo: - ---Juro por Mahoma, que tengo gran contento, porque los Zegríes y -Gomeles han sacado tal invención, que puede competir con la de los -Abencerrajes; y a no haber salido tal el castillo, estuvieran muy -desvanecidos: pero bien entenderán que los Zegríes y Gomeles son buenos -caballeros, y tienen partes tan subidas de punto como ellos. - -Un caballero de los Abencerrajes, que allí junto del rey estaba, -respondió: - ---Por cierto, caballero Zegrí, que en lo que habéis hablado no tenéis -ninguna razón, porque los Abencerrajes son caballeros tan modestos -que, por próspera fortuna que tengan, no alcanzan más ni menos, ni por -adversa que les venga se bajan; continuamente se están en un ser, y -siempre viven en una manera con todos, siendo afables con los pobres, -y socorriéndolos; magnánimos con los ricos, y amigos sin doblez ni maña -ninguna, y así no hallaréis que en Granada ni en todo su reino haya -caballero Abencerraje mal quisto, ni de nadie mal querido, sino es de -vosotros los Zegríes y Gomeles, y sin razón los tenéis odiados. - ---¿Sin razón os parece? --dijo el caballero Zegrí--. ¿Luego no es causa -suficiente para aborrecerlos el haber muerto violentamente en el juego -de cañas al Zegrí Mahomad, cabeza de todo nuestro linaje? - ---¿Y no os parece --dijo el Abencerraje-- que se movieron los de mi -linaje con suficiente causa, pues todos los Zegríes se juntaron, e -hicieron traición contra los Abencerrajes para matarlos, y fueron -armados con jacos y cotas debajo de las armas, y en lugar de -cañas tiraban lanzas con hierros agudos, lo cual experimentó bien -Malique Alabez, pues le pasó el brazo de una parte a otra? Así que -manifiestamente ha parecido estar en los Zegríes la culpa, y con -saberlo muy de cierto que fuisteis culpados, tenéis un rencor mortal -contra nosotros, y nos buscáis mil calumnias. - ---Pues así culpáis a los Zegríes --dijo el Zegrí--, y decís que ellos -fueron agresores y cabeza de bando, ¿por qué causa iba Alabez armado? - ---Yo os lo diré --dijo el Abencerraje--. Habéis de saber que uno de -los convocados le dio aviso de la traición, y así se previno él, y por -entender que semejante villanía no harían tales caballeros, no dio -aviso a los Abencerrajes; y creedme, que si lo diera, no había de ser -solo Mahomad, sino que fueron como de juego, y no como de pelea. Pero -con todo eso recibid lo que ganasteis, pues Malique Alabez vengó bien -su herida. - ---Si la vengó --dijo el Zegrí--, espero en Alá Santo que lo ha de pagar -algún día. - -El rey y muchos caballeros estuvieron escuchando el coloquio que había -pasado entre el Abencerraje y el Zegrí, y quisieron responder algunos -Zegríes; y visto por el rey que se iba encendiendo el fuego, les mandó -callar, pena de la vida, porque no se revolviera alguna pendencia. Oído -el mandato callaron, quedando de nuevo encontrados, y con intento de -vengarse unos de otros. - -Estando en esto entró en la plaza un carro triunfante dorado de fino, -en las esquinas y cuadrángulos talladas todas las cosas que habían -sucedido desde la fundación de Granada hasta el día presente, y -dibujados los reyes y califas que la habían gobernado. Oíase dentro del -carro una acordada música de muchos instrumentos. - -Encima del carro venía una gran nube, puesta con tanto artificio, que -causaba admiración. Echaba de sí infinidad de truenos y relámpagos, que -su braveza ponía espanto a quien lo miraba. Tras esto llovía una menuda -gragea de anís con tal concierto, que a todos ponía espanto; toda la -plaza anduvo desta manera, y como fue junto de los reales miradores, -con gran sutileza fue abierta en ocho partes, descubriendo dentro -un cielo azul hermosísimo, adornado de muchas estrellas de oro muy -relucientes. - -Estaba puesto por su arte un Mahoma de oro, sentado en una silla, y en -las manos una corona de oro, que la ponía sobre la cabeza del retrato -de una mora en extremo hermosa, la cual traía sus cabellos sueltos -como hebras de oro: venía vestida de brocado morado, toda la ropa -acuchillada, y todos los golpes venían tomados con broches de diamantes -y esmeraldas. La dama fue conocida de todos, que era la hermosa Cobaida. - -A su lado estaba sentado un caballero, vestido de la misma librea de la -dama, y plumas moradas y blancas, con argentería de oro, y el remate de -ello lo tenía el retrato, que parecía estar preso. - -El caballero fue conocido que era Malique Alabez, que habiendo sanado -de las heridas que le había dado el maestre, quiso hallarse en las -fiestas, y por la confianza que tenía de su destreza. - -El caballo era del maestre, y salió encobertado del mismo brocado, -testera y penachos de la misma color. - -Grande fue el contento que todos recibieron en verle, porque le querían -mucho, y mayor el gozo de su señora Cobaida, por ver el artificio y -autoridad con que venía su retrato. - -Todos esperaban que empezase Alabez las suertes, por la satisfacción -que de él tenían, el cual se fue paseando poco a poco delante de su -carro, por ser bien visto de todos; y en llegando adonde estaba la -tienda del mantenedor, se detuvo y le dijo: - ---Caballero, conforme a las condiciones, ¿gustáis de que corramos tres -lanzas, que aquí traigo el retrato de mi señora? - ---Soy contento --respondió Abenámar, y diciendo esto, tomó una lanza, y -corrió con tan buen aire, que se llevó la sortija dentro de la lanza. - -Alabez corrió e hizo lo mismo. En todas las tres lanzas se llevó -siempre la sortija. Levantaron vocería, diciendo: - ---Bravo caballero es Alabez, pues no ha perdido lanza; buena joya -merece. - -Los jueces habían tratado que pusiesen juntos los retratos de Abenámar -y Alabez, pues ambos eran buenos caballeros, y que por su valor se le -diese a Alabez una buena joya por la sutil y vistosa invención que -trajo. - -Llamáronle, y venido luego pidió su retrato, y junto con él le dieron -una navecilla de oro, con todos su aderezos, y él la tomó, y al son de -muchos instrumentos dio la vuelta a la plaza, y en llegando al mirador -de la reina, en cuya compañía estaba la hermosa Cobaida, y poniendo la -navecilla en la punta de la lanza y dándosela, la dijo: - ---Servíos, dama hermosa, de esta nave, que va viento en popa, como mi -deseo. - -Cobaida la tomó con rostro vergonzoso, que hermoseó más su belleza. - -La reina miró la nave, y dijo: - ---Por cierto que si navegáis con tan buen piloto, como el que la ganó, -que os podéis tener por dichosa, aunque merecéis un rey. - -Cobaida besó las manos a la reina por tanto favor. - -Alabez se fue a su carro, y sentado como de antes, le pusieron la -cadena al cuello al son de muchos instrumentos, y puesta se cerró la -nube, comenzando a echar truenos y relámpagos con gran temeridad, que -parecía querer quemar la plaza, y con esto se salió de ella. - -El rey dijo a los caballeros: - ---Alabez ha llevado el lauro de todas las invenciones, porque la suya -ha sido la mejor que he visto jamás. - -Los caballeros respondieron, que no se había visto tal sutileza. - -En saliendo la nube, entraron cuatro cuadrillas de caballeros muy -galanes. - -La una cuadrilla, que era de seis caballeros, traía libreas de brocado -rosado y amarillo, los caballos encobertados con la misma librea, con -plumas y penachos de la misma color. La otra cuadrilla venía de brocado -verde y rojo con la misma color, y penachos de la librea. La tercera -cuadrilla venía de brocado azul y blanco, recamado de oro y plata, -adornados los caballos con la misma librea. La última cuadrilla venía -de brocado amarillo y naranjado, con lazos y recamos de oro y plata, -cubiertos los caballos de la misma librea. - -Entraron estos veinte y cuatro caballeros con adargas y lanzas, y en -ellas pendoncillos de sus libreas, y entre todos hicieron un extremado -caracol. - -Acabado, empezaron una brava escaramuza doce a doce, que parecía -batalla entre enemigos; y acabada la escaramuza tomaron cañas, y -divididos en cuatro cuadrillas, jugaron muy bien las cañas, y acabado -el juego, fuéronse gallardeando al mantenedor, y le dijeron si quería -correr una lanza con cada uno de ellos. Abenámar respondió que sí la -correría. - -Finalmente con todos veinte y cuatro corrió una lanza, y los quince -ganaron joya, y al son de los instrumentos las dieron a sus damas, y -se salieron de la plaza, dejando a la gente de ella contenta por haber -visto su gentileza y galas. - -La una cuadrilla eran Azarques, y en otra Sarracinos, y la tercera -Alarifes, y la cuarta Aliatares, toda gente noble y principal, y -estimada de todos. Los antepasados de estos caballeros fueron vecinos -de Toledo, de los pobladores, gente principal y estimada. - -Florecieron estos linajes en tiempo del rey Calafín, que reinó en -Toledo: este tenía un hermano, que era rey en un lugar que se llamaba -Belchiz, en Aragón; se decía Zaide, y tenía grandes competencias y -guerras con un bravo moro llamado Atarfe, deudo muy cercano del rey -de Granada; y habiendo hecho partes con Zaide y el moro Atarfe, el -rey de Toledo, por manifestar la alegría que tenía de que su hermano -y Atarfe fuesen ya amigos, hizo una fiesta solemne, en la cual se -corrieron toros, y hubo un vistoso juego de cañas, y los jugadores de -ellas fueron estos cuatro linajes de caballeros, Sarracinos, Alarifes, -Azarques y Aliatares, abuelos de los caballeros nombrados en el juego -de sortija. - -Otros dicen que las fiestas que el rey de Toledo hizo no fueron -sino por dar contento a una dama llamada Zelindaja, a quien el rey -quería mucho, y tomó por achaque las paces de su hermano Zaide con el -granadino Atarfe. - -Sea por una de las dos causas, ellas se hicieron, como está dicho; y -estos caballeros eran de aquella prosapia y sangre de aquellos cuatro -linajes. - -La causa de vivir en Granada fue, que como se perdió Toledo, se -retiraron a Granada; y de aquellas fiestas ya dichas y del juego de -cañas que se hizo en Toledo, quedó grande memoria, por ser las fiestas -notables de buenas, y por ellas se dijo este - -ROMANCE. - - Ocho a ocho, diez a diez - Sarracinos y Aliatares, - juegan cañas en Toledo - contra Alarifes y Azarques. - Publicó fiestas el rey - por las ya juradas paces - de Zaide, rey de Belchite, - y del granadino Atarfe. - Otros dicen que estas fiestas - sirvieron al rey de achaque, - y que Zelindaja ordena - sus fiestas y sus pesares. - Entraron los Sarracinos - en caballos alazanes, - de naranjado y de verde - marlotas y capellares. - En las adargas traían - por empresas sus alfanjes - hechos arcos de Cupido, - y por letras fuego y sangre. - Iguales en las parejas - les siguen los Aliatares, - con encarnadas libreas - llenas de blancos follajes. - Llevan por divisa un cielo - sobre los hombros de Atlante, - y un mote que dice así: - _Tendrelo hasta que me canse._ - Los Alarifes siguieron - muy costosos y galanes, - de encarnado y amarillo, - y por mangas almaizares. - Era su divisa un mundo - que le deshace un salvaje, - y un mote sobre un bastón - en que dice: _Fuerzas valen._ - Los ocho Azarques siguieron, - más que todos arrogantes, - de azul, morado y pajizo, - y unas hojas por plumajes. - Sacaron adargas verdes, - y un cielo azul en que asen - dos manos, y el mote dice: - _En lo verde todo cabe._ - No pudo sufrir el rey - que a los ojos le mostrasen - burladas sus diligencias, - y su pensamiento en balde; - Y mirando a la cuadrilla - le dijo a Zelin su alcaide: - «aquel sol yo le pondré, - pues contra mis ojos sale.» - Azarque tira bordones - que se pierden por el aire, - sin que conozca la vista - a do suben ni a do caen. - Si se adarga o se retira, - de mitad del vulgo sale - un gritar: _Alá te guíe_, - y del rey un _muera, dadle_. - Zelindaja sin respeto - al pasar, por rociarle, - un pomo de agua vertía, - y el rey gritó: _paren_, _paren_. - Creyeron todos que el juego - paraba, por ser ya tarde, - y repite el rey celoso: - «prendan el traidor Azarque.» - Las dos primeras cuadrillas, - dejando cañas a parte, - piden lanzas, y ligeros - a prender al moro salen, - que no hay quien baste - contra la voluntad de un rey amante. - Las otras dos resistían, - si no les dijera Azarque: - «Aunque amor no guarda leyes - hoy es justo que las guarde. - Rindan lanzas mis amigos, - mis contrarios lanzas alcen, - y con lástima y victoria - lloren unos, y otros canten; - que no hay quien baste - contra la voluntad de un rey amante.» - Prendieron, en fin, al moro, - y el vulgo para librarle, - en corrillos diferentes - se divide y se reparte; - Mas como falta caudillo - que los incite y los llame, - se deshacen los corrillos - y su motín se deshace: - que no hay quien baste - contra la voluntad de un rey amante. - Sola Zelindaja grita: - «Libradle, moros, libradle;» - y de su balcón quería - arrojarse por librarle. - Su madre se abraza de ella - diciendo: «Loca, ¿qué haces? - muere sin darlo a entender, - pues por tu desdicha sabes, - que no hay quien baste - contra la voluntad de un rey amante.» - Llegó un recado del rey - en que mandó que señale - una casa de sus deudos, - y que la tenga por cárcel. - Dijo Zelindaja: «Digan - al rey que por no trocarme, - escojo para prisión - la memoria de mi Azarque; - y habrá quien baste - contra la voluntad de un rey amante.» - -Así estas mismas divisas, motes y cifras sacaron las cuatro cuadrillas -de los caballeros ya nombrados, como quien las había heredado de sus -antepasados, y siempre se preciaron de ellas. - -Pues habiendo salido de la plaza con bizarría, y alegres por haber -visto su gala y buen parecer, entró un alcaide de las puertas de Elvira -a gran priesa, y llegando a la presencia del rey hizo el acatamiento -debido y le dijo: - ---Un caballero cristiano ha llegado, y pide licencia a vuestra alteza -para entrar a correr tres lanzas con el mantenedor. - ---Yo la doy: entre, permitido es. - -Luego volvió el alcaide y abrió la puerta. - -En entrando por la plaza pusieron al punto los ojos en él y en su buen -talle; y en solo su aspecto le consideraban victorioso y triunfante de -los despojos ganados por Abenámar, y aun del retrato de su dama y de la -estimada cadena. No hubo caballero ni dama a quien su vista no causara -alegría. - -En la parte izquierda del capellar traía una cruz colorada, la cual -daba ser y adorno a su persona. El cristiano caballero poniendo los -ojos en todas partes, dio vuelta a la plaza, y llegando a los miradores -reales hizo gran reverencia al rey, a la reina y a las damas: a él le -hicieron mucha cortesía, y las damas se levantaron en pie. - -Fue conocido de todos el caballero cristiano, que era el maestre de -Calatrava, de cuya fama y hechos tenía el mundo entera noticia. El rey -se alegró en saber quién era, y que hubiese venido a honrarle su fiesta. - -Habiendo, pues, dado vuelta a toda la plaza, llegó al mantenedor y le -dijo: - ---En tantos despojos y joyas como veo a los pies de ese hermoso -retrato, cuya hermosura, noble caballero, dicen que defendéis, echo -de ver el valor de vuestra persona; y así sois digno de que todos os -honren y tengan en lo que se debe estimar tal caballero como vos. -¿Seréis servido de correr conmigo un par de lanzas, a ley de buenos -caballeros, sin que haya interés de retrato? - -Abenámar miró bien al caballero, y se volvió a Muza y le dijo: - ---Este caballero me parece que es el maestre de Calatrava con quien -trabaste tanta amistad; paréceme que en la cruz roja le quiero conocer. - -Muza puso los ojos en el maestre, y luego le conoció, y le fue a -abrazar diciendo: - ---Seáis bienvenido, flor de toda la cristiandad, y aun también de la -morisma, pues aquí os conocen por las obras contra su voluntad; y en -Castilla y todo el mundo sois conocido solo por oídas. - -El maestre le abrazó, agradeciendo lo que en su alabanza había dicho. - -Abenámar se llegó a él, y le dijo que él se holgaría de correr dos -o tres lanzas con tal caballero. Y diciendo esto corrió una lanza -extremadamente, pero el maestre corrió la suya con más ventaja. - -Finalmente, corrieron tres lanzas y todas las ganó el maestre. - -Todos entendieron que trajera retrato, pero no era miliciano de Cupido -sino de Marte; porque en verdad, no puede ningún caudillo que pretende -alcanzar honra por sus hazañas, entretenerse en amores; y si lo -hiciere, su nombre será borrado de las memorias de todos. - -Los jueces llamaron al maestre y le dieron por premio la cadena de dos -mil doblas de valor, pues no había traído retrato, que si lo trajera -llevara el retrato y los despojos. - -El maestre recibió la cadena, y al son de la música que había en -la plaza, fue dando vuelta a toda ella, acompañado de todos los -caballeros; y en llegando a los miradores de la reina, hizo una muy -grande reverencia, y alzándose en los estribos, besó la cadena, y se la -dio, diciendo: - ---Vuestra alteza reciba esa niñería, que no hallo otra persona digna de -ella. No extrañe vuestra alteza mi atrevimiento, que lícito es en tales -actos recibir cualquiera joya. - -Levantose la reina y recibiola, y besándola se la puso al cuello, y -haciéndole una mesura se volvió a asentar. - -El maestre inclinó la cabeza al rey, y se volvió con Muza y otros -caballeros que le querían bien, por tener tanta fama en todo aquel -reino, por las muchas entradas que hacía entre año, y de todas -conseguía victoria. - -A esta sazón el muy valiente y esforzado Albayaldos, que tenía muy -grande deseo de verse en batalla con el maestre para probar sus -fuerzas, y porque el maestre había muerto a un deudo suyo con quien -él tenía mucha amistad, se quitó del lado del rey con disimulación, y -subió sobre una yegua bien aderezada, y acompañado de sus amigos se fue -paseando adonde estaba el maestre y el valiente Muza; y contemplando el -buen talle del maestre y su donaire, le dijo: - ---Grande ha sido y es el gozo que todos hemos recibido, esforzado e -invicto maestre, de verte tan galán y de fiesta, y fuera muy mayor mi -contento si te viera con tus fuertes y lucientes armas, como otras -veces te he visto en la Vega, y en ella tuviéramos los dos escaramuza, -que ha días que lo deseo, y son dos causas las que me mueven. La una -por el gran valor que la fama ha derramado por el mundo de tu persona, -y el deseo que tengo de vencerte para ser el interesado en todo. La -otra por vengar la muerte que le diste a mi primo el rey Mahomad. -Aunque te conozco, y sé que se la diste en trabada y muy reñida -escaramuza, con todo eso me llama y provoca a venganza el amor de mi -querido primo: y por tanto tente desde hoy por desafiado, para que -cuando fuere tu voluntad se ponga en ejecución mi deseo; y saldré con -armas y caballo, y conmigo irá Malique Alabez. - -Atentamente escuchó el maestre todo lo que le dijo el valeroso -Albayaldos, y con rostro risueño le respondió así: - ---Si te ha sido alegría el verme con traje galán, y gustaras más de -verme con armas, yo me holgaría infinito saber que esa era tu voluntad -para venir prevenido, y que en aqueste día pusiéramos por obra lo -que deseas: tu valor publican los cristianos que corren la Vega; y -ahora lo confirmo en que me has desafiado. Dices tener deseo de verte -conmigo por mi valor: otros muchos caballeros cristianos hay que honran -mis hazañas, y con quien ganaras más fama; y si te incita a tener -escaramuza la vertida sangre de tu primo el rey Mahomad, como dices, sé -decirte, que no vi, ni sentí en él punto de cobardía, sino que murió -como caballero peleando; y pues tu gusto es de probar tus fuerzas con -las mías, yo soy contento de ello, y así mañana te aguardo en la fuente -del Pino, donde estaré con solo un cristiano, padrino mío, que se llama -D. Manuel Ponce de León; y para que estés cierto de que no habrá otra -cosa, recibe este guante en señal de la escaramuza aplazada. - -Diciendo esto, le dio un guante derecho; y el moro lo recibió, y le dio -al maestre un anillo de oro, que era su sello. Muza y los caballeros -quisieron que no se hiciera la escaramuza, mas no quiso ninguno -desistir de su palabra dada; y así quedó hecho el desafío entre los -dos para el día siguiente. - - - - -CAPÍTULO XI. - -_De la batalla que Albayaldos tuvo con el maestre de Calatrava, y cómo -el maestre le venció y dio muerte._ - - -El desafío de los dos valerosos caballeros aceptado, por ser ya tarde -se fue el maestre, habiéndose despedido de todos: dejémosle ir y -volvamos al fin del juego de sortija. - -Pues como ya se había puesto el sol y no venía ningún caballero, los -jueces mandaron a Abenámar, que dejase la tienda, pues no venía ningún -caballero; que él lo había hecho, como todos tenían la confianza, y que -había ganado mucho nombre, y ricos despojos y retratos muy hermosos; -pero que al fin el de su Fátima excedía a todos. - -El vencedor Abenámar mandó quitar el aparador de las joyas, que aún -quedaban muchas y muy ricas. - -Los jueces se bajaron del tablado y subieron a caballo, y pusieron -enmedio al fuerte Abenámar y su padrino Muza, y con toda la caballería -en su compañía, y al son de música dieron vuelta a la plaza, dándole -mil parabienes de su victoria; y en llegando a los miradores reales -de la reina, tocaron chirimías, dulzainas y atabales, y otros -instrumentos, y dio a Fátima todos los despojos ganados en la sortija, -diciendo: - ---Toma, señora, lo que de derecho te toca, porque tu hermosura lo ha -conquistado; y así es bien que lo goces y dispongas de ello a tu gusto -como tuyo. - -Fátima lo recibió todo sin responder; porque la vergüenza la ocupó; -aunque con los ojos le dio mil gracias, cifra con que en tal caso los -amantes se entienden. - -No fue poca la envidia que causaron a Galiana y a Jarifa ver los -ricos trofeos en poder de Fátima, y más les causó ver entre ellos sus -retratos. - -Estaba Galiana muy triste y imaginando cien mil cosas: consideraba que -Abenámar había ordenado aquellas fiestas por vengarse de su ingratitud; -y más lo sentía por ver ausente a Sarracino, que no volvió más a la -plaza. - -El rey, visto era tarde, se quitó de los miradores, y la reina, y se -fueron al Alhambra. - -Aquella noche cenaron con el rey todos los del juego de sortija, menos -Sarracino que fingió estar indispuesto. - -Con la reina cenaron las más principales damas de la corte, en la cual -cena hubo muy alegres fiestas y un sarao público. - -Danzaron todas las damas y caballeros con las libreas que habían jugado -la sortija. Sola Galiana no danzó, porque estaba triste por la ausencia -de su moro, aunque fingió estar indispuesta. Bien conoció la reina su -pena, aunque lo disimulaba. Celima su hermana la consolaba lo posible, -pero no admitía ningún consuelo, porque tenía el corazón muy lastimado. - -El que se aventajó a todos fue el fuerte Gazul con la hermosa -Lindaraja, a quien él tanto amaba, y ella a él; lo cual sintió mucho el -fuerte Reduán de verse aborrecido de quien él tanto amaba; y ardiendo -en rabiosos celos, propuso en su corazón el matar a Gazul; pero no le -sucedió como pensó, según adelante diremos, en una escaramuza que -ambos tuvieron sobre la hermosa dama Abencerraje. - -De esta dama se hace mención en otras partes, y más en una recopilación -del Bachiller Pedro de Moncayo, adonde la llama Celima. Llamáronla así -por su lindeza, y porque era extremada en hermosura; pero su propio -nombre era Lindaraja, por ser Abencerraje. Adelante se tratará de ella, -y de Gazul después de la violenta y cruda muerte que se dio a los -Abencerrajes por la traición que les levantaron. - -Y tornando a la historia, siendo la mayor parte de la noche pasada en -danzas, bailes y otros regocijos, y habiéndoles hecho el rey mucha -honra a Abenámar y a los justadores, les mandó ir a reposar. - -La noble y hermosa Fátima dio todos los retratos a las damas cuyos -eran, pasando entre ellas muchos donaires y gracias, quedando muy -obligadas a la triunfadora por la magnificencia que con ellas había -usado. - -Despedidos del rey los caballeros, se fue cada uno a su casa, y -asimismo las damas que no eran de palacio. - -Albayaldos no pudo reposar el resto de la noche, y tomando la mañana -salió del Alhambra a aguardar a Malique Alabez, y en llegando le dijo: - ---Tarde habemos salido de la fiesta. - ---Así me parece --dijo Alabez--, pero hoy podremos reposar del trabajo -pasado. - ---Antes será al revés --dijo Albayaldos--, porque ayer vestisteis gala -de brocado y seda, y hoy conviene vestiros de pelea con las duras armas. - ---¿Pues por qué causa? --dijo Alabez. - ---Porque tengo desafiado para hoy al maestre de Calatrava, y hemos de -escaramucear en la Vega, y os he señalado por mi padrino. - ---Pues con tal caballero tenéis aplazada escaramuza, plegue al santo -Alá que os vaya bien con él, aunque yo lo pongo en duda, porque es -muy diestro y experimentado en las armas; y puesto que me habéis -recibido por padrino, vamos en buen hora, y por la real corona de mis -antepasados que me holgaría que viniésemos con victoria del desafío. ¿Y -el rey sabe esto? - ---Yo entiendo que no --respondió Albayaldos--, si no es que se lo haya -dicho Muza, porque estuvo presente en nuestro desafío. - ---Sea como fuere, sépalo o no, vamos temprano --dijo Alabez-- y sin que -el rey ni nadie lo entienda, salgamos a la Vega a vernos con el maestre. -¿Y el maestre señaló padrino? - ---Sí --dijo Albayaldos--, a D. Manuel Ponce de León. - ---Si así es, vive Alá que no podremos dejar de venir él y yo a las -manos, porque ya sabéis la escaramuza que tuvimos, dijo Alabez, y -él tiene mi caballo y yo el suyo, y quedó concertado que cuando nos -viéramos otra vez daríamos fin a la escaramuza. - ---No os dé pena eso --dijo Albayaldos--, que confianza tengo de que -vengamos victoriosos. - -Alabez dijo: - ---Vamos a alistar nuestras armas, y a ponernos como conviene, que -importa partirnos luego. - -Con esto se partieron los dos valientes guerreros y aderezaron lo que -les convenía para la pelea, y una hora antes del día se partieron de -la ciudad muy secretamente, por no ser de nadie conocidos, y se fueron -por el campo de Arbolote, lugar que es dos leguas de Granada, para de -allí ir a la fuente del Pino, donde quedó tratado entre el maestre y -Albayaldos que se habían de juntar. - -El sol empezaba ya a alumbrar el mundo, y con la hermosura de sus rayos -a dar ser a las inclinadas rosas y yerbas con el peso del rocío de la -noche, cuando los dos valerosos moros llegaron a la villa de Arbolote, -y pasando sin parar, se fueron a la fuente del Pino, tan nombrada y -celebrada de todos los moros de Granada y su tierra; y sería una hora -salido el sol, cuando llegaron a la fresca fuente, la cual cubre una -hermosa sombra de un pino, que por eso tenía la fuente aquel nombre. - -Llegados allí, no vieron a nadie, y apeándose de los caballos colgaron -las adargas en los arzones, y arrimaron sus lanzas, y sentándose junto -a la fuente se refrescaron en la cristalina agua, y empezaron a tratar -de cómo no venía el maestre, y por qué sería su tardanza. - -Dijo Albayaldos: - ---¿Mas si nos hiciese burla el maestre y no viniese? - ---No digáis eso --dijo Alabez--, que el maestre es buen caballero y no -dejará de venir, que aún es muy de mañana. - -Y diciendo esto vieron venir dos cristianos, muy bien puestos, con -lanzas y adargas, en dos feroces caballos, y ambos de pardo y verde, y -plumas de dos colores; conociéronlos luego en que se divisaba en medio -de la adarga una cruz roja que campeaba en blanco. El otro caballero -también tenía en su adarga otra cruz diferente, porque era de Santiago. - ---¿No os decía yo --dijo Alabez-- que el maestre no tardaría? Mirad si -es cierto. - -Estando en esto llegaron los dos valerosos guerreros, flor de la -cristiandad, y saludaron a los moros, y dijo el maestre: - ---A lo menos hasta ahora somos perdidosos, pues no habemos venido -primero. - ---Poco importa --respondió Albayaldos--, que no consiste en eso la -victoria. - -Estando en esto relinchó el caballo del maestre, y mirando los cuatro -caballeros al camino de Granada, vieron venir por él un moro a todo -correr de su caballo: venía vestido de marlota y capellar naranjado, -y en una adarga azul un sol en negras nubes que parecía oscurecerlo, -y en torno de la adarga unas letras rojas que decían: _Dame luz, o -escóndete_. - -Atentamente fue de todos mirado, y de Albayaldos y Alabez conocido, que -era el valeroso Muza; el cual como supo que Alabez y Albayaldos habían -salido de Granada al cumplimiento del desafío, partió a la costa de la -ciudad por si pudiera evitar la escaramuza, o cuando no hallarse en -ella. - -Y en llegando les dijo: - ---Bien entendíades, caballeros, que habíais de hacer aquesta escaramuza -solos, pues por Alá santo que le he dado la priesa posible a mi -caballo por hallarme en ella, y mi principal intento ha sido venir a -suplicaros, caballeros esforzados y valientes, que os sirváis de no ir -en la prosecución del desafío, por hacerme merced, pues no hay urgente -causa. ¿Qué provecho sacaréis en matar uno al otro, o por desgracia que -mueran ambos? Ea, caballeros, no permitáis que falte del mundo ninguno -de vosotros. Ambos sois mis amigos, y cualquiera desgracia que suceda -a uno de vosotros o a los dos, me lastimará en el alma. No consintáis -que mi venida y ruego sea en vano. Esto pido muy encarecidamente a los -dos, y en particular al maestre. - -Y dando fin a sus razones Muza, le respondió el maestre: - ---Por cierto, noble Muza, que por daros gusto y pedírmelo con tanto -encarecimiento, y por la mucha amistad que os tengo, haré de mi parte -todo lo que me pedís, y yo alzo la palabra puesta del desafío, y no -trataré más de él, como quiera Albayaldos y sea su gusto, porque a no -serlo, no soy el todo, sino parte, y esa rindo a vuestra voluntad. - ---A gran merced tengo la que me hacéis, y no esperaba yo menos de un -caballero tan principal como vos sois, señor maestre. ¿Y vos, señor -Albayaldos, no me haréis merced que cese ese rencor? - -Albayaldos respondió: - ---Señor Muza, tengo tan presente la sangre vertida de mi primo hermano, -por la violencia del penetrante hierro de la lanza del maestre, que -no me da lugar a que haga lo que me mandáis, aunque de cierto supiera -morir a sus manos. Y si muriere yo en esta escaramuza será honrosa mi -muerte; y si yo venciere y matare al maestre, todas sus glorias serán -mías, y en lo que he dicho estoy resuelto. - -El fuerte D. Manuel Ponce de León no gustaba de tantas arengas, y así -dijo: - ---Caballeros, gusto es del señor Albayaldos vengar la muerte de su -primo: no es menester sino que se ponga en ejecución. El señor Alabez -y yo quedamos concertados de dar fin a una escaramuza que tenemos -empezada, y pues hoy viene a coyuntura pelearemos todos, y Muza será -padrino de los cuatro. - -Alabez dijo: - ---Bien concertado está; no aguardemos a más conversación, no se nos -vaya el tiempo en balde, y sean las obras más que las palabras; junto, -si hay lugar, y gustáis de ello, señor D. Manuel, querría que me -dieseis mi caballo y recibieseis el vuestro, y empecemos la escaramuza. - ---No quede por eso, dijo D. Manuel, dadme ese, y aquí tenéis el -vuestro, que bien os sé decir que antes de mucho serán ambos de uno de -los dos. - -Y diciendo esto destrocaron los caballos, y cada uno quedó contento con -su prenda. El bravo Muza, visto que no había podido alcanzar lo que -pretendía, se previno para el oficio que le habían señalado. - -El maestre llevaba en torno de su adarga unas letras rojas, así como la -cruz, que decían: _Por esta morir pretendo_. D. Manuel llevaba por la -orla de su adarga otra letra que decía: _Por esta y por la fe_. - -Malique Alabez y Albayaldos iban de una librea de damasco azul, marlota -y capellar con muchos frisos de oro. Alabez llevaba en su adarga su -acostumbrado blasón y divisa, en campo rojo una banda morada, y en ella -una media luna, las puntas arriba, y encima de ellas una hermosa corona -de oro con una letra que decía: _De mi sangre_. Albayaldos llevaba por -divisa en su adarga, en campo verde un dragón de oro con una letra que -decía en arábigo: _Nadie me toque_. Estaban tan galanes con sus libreas -y divisas, que parecían no ir a pelear, y debajo de ellas llevaban -fuertes armas. - -Albayaldos encolerizado y muy brioso empezó a menear su caballo, y -aprestarse para la escaramuza, y a llamar al maestre que viniera; el -cual haciendo primero la señal de la cruz, movió su caballo a media -rienda, poniendo los ojos en su enemigo con gran diligencia. - -Alabez como se vio con su estimado caballo, como si fuera un Marte -arremetió por el campo, y lo mismo hizo D. Manuel con el suyo, que -en bondad ninguno le excedía: así se trabó entre todos cuatro una -escaramuza de las más bravas y sangrientas que hasta entonces se habían -visto. - -Y no hay que espantarse de la exageración, pues eran los dos cristianos -la mapa de la corte del rey de Castilla, y los dos moros del de Granada. - -Albayaldos viendo muy cerca de sí al maestre, arremetió a él -abalanzándose con intento de herirle, de suerte que feneciera presto la -escaramuza; pero fue diferente de lo imaginado, porque así como le vio -venir tan de rebato, reconoció su intento: hizo que le aguardaba, pero -al tiempo de embestir, con mucha destreza picó al caballo haciéndole -dar un gran salto en el aire, y retirose poco trecho por un lado; de -modo que el encuentro del moro no hizo efecto, y el maestre revolvió -como un pensamiento, y en lo descubierto de la adarga le dio un bote de -lanza tan duro, que la fuerte cota que el moro llevaba fue rompida, y -la carne abierta con el duro hierro. - -No hubo áspid ni víbora pisada al descuido del rústico villano, que tan -presto fuese a la venganza de su daño, ni embravecido león con onza -que le hubiese herido, como el bravo Albayaldos revolvió a herir al -maestre, bramando como un toro, lleno de ponzoñosa cólera; y como le -vio tan cerca de sí, arremetió con tanta presteza, que el maestre no -tuvo tiempo de usar la primera maña ni destreza; y así el moro le hirió -tan poderosamente, que le atropelló la adarga, rompió el fuerte escudo, -e hirió mal al maestre. - -El moro rompió la lanza del golpe, y arrojando el trozo revolvió su -caballo para tener lugar de echar mano al alfanje; mas no pudo revolver -tan presto como lo imaginó, de manera que el maestre tuvo lugar de -arrojarle la lanza porque no se fuese. - -La lanza fue arrojada antes de tiempo, porque pasó por delante de los -pechos del caballo de Albayaldos con tanta furia, como si fuera una -saeta despedida del corvo arco; de modo que gran parte de la dura asta -fue clavada en tierra, y eso a tiempo que el caballo del moro llegaba, -el cual andando tropezó en el asta que quedaba retemblando, de suerte -que sin poderse valer dio en el suelo. - -El bravo moro como vio en tal aprieto su vida, le espoleó para que de -todo punto cayese; mas no lo pudo hacer el moro tan presto, que el -valiente D. Rodrigo no fuese a él con la espada desnuda, y antes que se -levantase el caballo le dio de punta una brava herida. - -Malique Alabez volvió el rostro hacia donde lidiaban el maestre y -Albayaldos, y como le vio en tan notorio peligro, volvió las riendas -a su caballo por favorecerle, y dejó a D. Manuel, que muy trabada -escaramuza tenía con él, y como un águila llegó adonde estaba el -maestre, a tiempo que traía el brazo levantado para tornar a herir -a Albayaldos, y de través le hirió de un bote de lanza, tan a sobre -seguro y a su salvo, que no embargante ser muy mal herido, si no se -asiera a las crines del caballo, cayera en tierra sin duda. - -El moro rompió su lanza con aquella herida que dio, y había puesto -mano a su cimitarra para volver al maestre, cuando D. Manuel llegó a -todo correr de su caballo por socorrer al maestre que estaba en mucho -peligro, y sin duda que allí acabara su vida, y con una emponzoñosa -cólera le dio a Alabez un golpe con la espada, que le quitó el sentido; -y aunque fue la herida pequeña, porque le dio casi de llano, con todo -eso fue dado con tanta fuerza, que le aturdió, y sin ningún remedio -cayó del caballo, y con la caída casi volvió en sí, y reconociendo su -peligro, como era de animoso corazón, se quiso levantar; mas D. Manuel -no le dio lugar, porque habiendo saltado de su caballo, fue a él, y con -gran furia le dio otro golpe por encima de un hombro, que le hizo una -mala herida. - -De aquel golpe tornó Alabez a caer en el suelo, y D. Manuel fue a -cortarle la cabeza; pero como Alabez se vio en tal extremo, habiendo -recobrado todo su natural acuerdo, puso mano a un puñal que tenía, y -con la mayor fuerza que pudo le dio a D. Manuel dos grandes heridas, -una en pos de otra. - -D. Manuel, viéndose tan mal herido, puso mano a una daga que tenía, -y levantando el invencible brazo, le fue a cortar la garganta para -dividirle la cabeza del pescuezo; mas impidiolo el bravo Muza, que -había estado mirando la escaramuza; y como vio a Alabez en tal aprieto, -fue corriendo, y arrojándose de su caballo, detuvo el invicto y fuerte -brazo a D. Manuel, diciendo: - ---Señor D. Manuel, suplícoos me hagáis merced de la vida de este -vencido caballero. - -D. Manuel, que hasta entonces no le había visto ni sentido, volvió la -cabeza, por ver quién se lo pedía; y conociendo ser Muza, hombre de -tanto valor, y viéndose tan mal herido, y recelándose si no otorgaba la -vida de tener escaramuza con él en tan mala ocasión, dijo que le placía -de hacer lo que le pedía; y levantándose de encima de Malique, aunque -con trabajo por estar desangrado, y tener penetrantes heridas, le dejó -libre. - -Malique estaba muy de peligro, y sin fuerza para levantarse del suelo, -porque se desangraba muy apriesa. - -Muza condolido de él, le alzó de la tierra, y le llevó a la fuente, -dando muchas gracias a D. Manuel; el cual mirando el estado de la -escaramuza del maestre y de Albayaldos, vio como el moro andaba -desmayado y para caer, porque tenía tres heridas mortales, una de -lanza, y dos de espada. - -El maestre, viendo que D. Manuel había quedado vencedor de un tan -buen caballero como Alabez, cobró ánimo de nuevo, y con una honrosa -vergüenza, porque tanto se dilataba su victoria, arremetió con toda -furia para Albayaldos, y dándole un golpe muy pesado sobre la cabeza, -no pudiéndose ya el moro apartar, malamente herido, dio con él en el -suelo sin ningún sentido, quedando el maestre con tres heridas. - -El fuerte Muza que vio caído a Albayaldos, fue al maestre, y le pidió -de merced que no pasase más adelante la escaramuza, pues Albayaldos más -estaba muerto que vivo. - -El maestre se lo concedió, y asignando la mano para levantarle, no se -la dio, porque estaba casi privado de su sentido; y llamándole por su -nombre, Albayaldos abrió los ojos, y con voz débil y flaca, como quien -iba rindiendo el alma, le dijo que quería ser cristiano. - -Mucho fue el gozo de los dos cristianos; y cogiéndole entre ambos, le -llevaron a la fuente, y el maestre le bautizó en nombre de la Santísima -Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y le puso por nombre D. Juan, y -muy tiernamente se despidieron de los dos moros, y le encargaron a Muza -cuidase de aquel caballero, porque ellos se iban a curar, que estaban -muy mal heridos. - ---Alá santo os guarde --dijo el afligido Muza--, y él querrá que algún -día os pague las mercedes que me habéis hecho. - -Los fuertes cristianos se fueron adonde su gente los aguardaba, que -era en el Soto de Roma que dicen, por donde pasa el río Genil, y allí -fueron con toda diligencia curados. - -Volvamos al fuerte Muza, que había quedado en la fuente del Pino con -los dos moros heridos. Malique Alabez ya puesto en todo su acuerdo, -y no tan mal herido como se entendía, le dijo a Muza, qué era lo que -había de hacer. - -Muza respondió, que quería aguardar a ver en qué paraba el buen -Albayaldos que estaba acabando, y que si él traía ungüento, que le -curaría de modo que fuese a Arbolote, y que allí se podría curar -despacio. - -Alabez dijo que mirase en su mochila, que allí había lo necesario. - -Muza fue al caballo de Alabez, y trajo paños y ciertos ungüentos para -curar heridas, y poniéndole sobre ellas de los ungüentos, se las -apretó con unos paños; y curado Malique subió en su caballo, y se fue -a Granada, yendo considerando el valor de D. Manuel y del maestre; y -tenía pensamiento de ser cristiano, entendiendo que la fe de Jesucristo -era mejor y de más excelencias, y por gozar de la amistad de tan -valerosos caballeros como aquellos, y de otros de cuya fama estaba el -mundo lleno. - -Con estos pensamientos llegó a Arbolote, y en casa de un amigo suyo se -apeó, donde fue curado de manos de un cirujano experimentado, donde -lo dejaremos por volver a Muza, que quedó con Albayaldos, al cual -aunque se volvió cristiano no le desamparó, antes procuró de curarle; y -desnudándole le halló tres heridas penetrantes, sin otra que tenía en -la cabeza, y viendo que eran de muerte, no quiso curarlo, por no darle -pena, y le dijo: - ---¡Cuánto me pesa de verte así! Si admitieras mi consejo, no vinieras a -este estado. - -El nuevo cristiano D. Juan abrió los ojos, y mirando al cielo, con las -ansias de la muerte decía: - ---¡Oh, buen Jesús! ten misericordia de mí, y no mires que siendo -moro te ofendí, persiguiendo tus cristianos. Mira tu grandísima -misericordia, que es mayor que mis pecados; y mira, Señor, que tú -dijiste por tu boca, que en cualquier tiempo que el pecador se volviese -a ti, sería perdonado. - -Adelante quería pasar D. Juan, mas no pudo, porque se le trabó la -lengua, y comenzó a revolcarse a un lado y a otro por un lago de sangre -que de sus heridas salía, y de la cual estaba todo bañado, que era -compasión; y por esto se hizo este romance, que dice así: - - De tres heridas mortales, - de que mucha sangre vierte, - el valeroso Albayaldos - herido estaba de muerte: - El maestre le hiriera - en batalla dura y fuerte. - Revolcándose en su sangre - con el dolor que se advierte, - Los ojos mirando al cielo, - decía de aquesta suerte: - «Sírvete, dulce Jesús, - que en este tránsito acierte - a acusarme de mis culpas - para que yo pueda verte. - Y tu Madre piadosa - mi lengua rija y gobierne, - porque Satanás maldito - mi alma no desconcierte. - ¡Oh, hado duro y acerbo, - si yo quisiera creerte, - no viniera a tal estado, - ni viniera así a perderme! - El cuerpo doy por perdido, - que el alma no se me pierde, - porque confío en las manos - de aquel que pudo hacerme. - Lo que te ruego, buen Muza, - si en algo has de socorrerme, - que aquí me des sepultura - debajo del pino verde; - Y encima pon un letrero, - que declare esta mi muerte; - y le dirás al rey Chico - como yo quise volverme - Cristiano en aqueste trance, - porque no pueda ofenderme - el fementido Alcorán, - que pretende oscurecerme.» - -Muy atento había estado el fuerte Muza a las razones del nuevo -cristiano, y tanto sentía su mal, que no podía dejar con lágrimas en -sus ojos de hacer un tierno sentimiento, considerando el estado en que -estaba tan bravo caballero, y las grandes victorias por él alcanzadas -contra los cristianos; las riquezas que dejaba, el brío, la valentía y -fortaleza de su persona, y la grande estima y reputación en que estaba -puesto; y verle tendido en el duro suelo, revolcándose en su sangre, -y sin poder restañar la poca que le quedaba; y acercándose a él para -consolarle, viendo cómo el nuevo convertido hizo señal de la Santa Cruz -y la besó, y diciendo JESÚS rindió el alma a su Criador. - -Lastimose tanto de ver al nuevo cristiano muerto, que derramó muchas -lágrimas sobre el difunto con el dolor que tenía de la muerte de su -amigo; mas visto que el llorar y hacer sentimiento doloroso no hacía -al caso, se consoló dejando el llanto, y procuró cómo le podría dar -sepultura en aquel lugar tan desierto; y estando así con este cuidado, -Dios le socorrió en tal necesidad, para que el cristiano fuese -enterrado, y no quedase su cuerpo a las aves en aquel campo; y fue, -que cuatro rústicos iban por leña a la sierra Elvira con todo recado y -azadones para sacar las cepas. - -Muza se alegró cuando los vio y los llamó; los cuales vinieron, y Muza -les dijo: - ---Amigos, por amor de mí, que me ayudéis a enterrar el cuerpo de este -caballero que está aquí, que Alá os lo pagará. - -Los leñadores respondieron que de buena gana lo harían; y habiendo -señalado Muza el lugar de la sepultura, la abrieron con diligencia al -mismo pie del pino; y alzando el cuerpo del caballero le quitaron la -marlota y capellar, y desarmándole de las armas que tenía, de tan poco -provecho a los agudos filos y temples de la espada y lanza del maestre, -y tornándole a poner su marlota y capellar, le enterraron con hartas -lágrimas, que derramó Muza; y habiéndole enterrado, los leñadores se -despidieron, espantados de las mortales heridas del difunto. - -Muza escribió en el mismo tronco del pino un epitafio con letra que de -todos fuese bien entendida, que decía de esta manera: - -_Epitafio de la sepultura de Albayaldos._ - - Aquí yace Albayaldos, - de cuya fama el suelo estaba lleno, - más fuerte que Reynaldos, - ni el Conde Palatino, aunque fue bueno. - Matole el hado ajeno - de su famosa vida, - envidia conocida - de aquel famoso Marte, - que pudo tan sin arte - ponerle el hierro duro, - por vivir en su cielo más seguro. - -Este epitafio puso Muza en el pino sobre la sepultura del convertido -Albayaldos, y derramando lágrimas tomó la fuerte jacerina, casco, -bonete y plumas, todas llenas de argentería, y la fina adarga hecha -en Fez, y haciendo en todo con el alfanje y trozo de lanza enmedio un -trofeo, le colgó en una rama del pino, y encima este letrero: - - Es el trofeo pendiente - del ramo de aqueste pino, - de Albayaldos Sarracino, - de moros el más valiente - del estado granadino. - Si aquí Alejandro llegara - a este sepulcro, llorara - con más envidia y más fuego, - que lloró en aquel del griego, - que el gran Homero cantara. - -Así como Muza acabó de poner el trofeo con las letras que tengo dichas, -y viendo que no había más que hacer, subió en su caballo y asió de la -rienda al de Albayaldos maldiciéndole muchas veces, porque por la gran -caída que dio, fue herido tan mal Albayaldos; aunque después dijo, que -bien sabía que aquella causa, ni otra alguna no fueran bastante, sino -que estaba ya ordenado del cielo que pasara así, y no podía dejar de -suceder. - -Yendo diciendo estas cosas y otras, aún no había andado tres millas -cuando vio venir dos caballeros de buen talle: el uno venía vestido -con marlota amarilla, capellar, bonete y plumas de la misma color; la -adarga era la mitad amarilla y la otra azul, y en el lado azul pintado -un sol metido entre nubes negras, y debajo del sol una luna que le -eclipsaba, con una letra que decía de esta suerte: - - Ya se eclipsó mi esperanza, - y se aclaró mi tormento: - ajeno soy de contento, - pues no hay rastro de mudanza. - -La lanza de este caballero era toda amarilla, el jaez y adorno del -caballo, amarillo, y la banderilla de la lanza amarilla. Bien mostraba -este caballero vivir desesperado. La letra decía: _Sin remedio de -esperanza._ - -El otro caballero venía con una marlota, la mitad roja y la otra mitad -verde, capellar, bonete y plumas de lo mismo, la lanza y la banderilla -verde y roja, la adarga, la mitad roja y la otra mitad verde, y en la -parte roja unas letras de oro, cortadas con mucho artificio, porque -campearan desde lejos, que decían así: - - Mi luz no se oscurece, - antes esclarece el día, - y este me causa alegría, - porque mi gloria más crece. - -Debajo de estas letras había un gran lucero también de oro, con los -rayos muy grandes; y cuando le daba el sol resplandecía de manera, que -privaba de la vista a quien lo miraba. - -Muy bien mostraba este caballero vivir contento y alegre, según lo -daban a entender las colores de su librea y blasón, y señal de su -adarga. - -Venían ambos platicando, y caminando de priesa. Muza los estuvo mirando -por si acaso los pudiera conocer; mas no pudo conocerlos hasta que -estuvieron cerca: entonces fueron conocidos, que el de color amarillo -era Reduán, y vestía de aquesta suerte, porque Lindaraja, Abencerraje, -le desamaba: el otro caballero de lo rojo y verde era el animoso Gazul, -y vestía de aquesta manera, porque Lindaraja le amaba; y los dos venían -desafiados sobre quién había de quedar con la hermosa dama. - -Maravillose Muza de verlos, y ellos de ver a él con aquel caballo de -las riendas y sin ningún escudero que le acompañase; y en llegando los -unos a los otros se saludaron, según su costumbre, y después el que -primero habló fue Muza, diciendo: - ---Por Mahoma juro, que me espanto en veros ir a los dos por este -apartado camino, y sospecho que vuestra venida no es sin causa, y -recibiré gran placer si me dais cuenta de ella. - -Reduán respondió: - ---Más razón hay de admirarnos nosotros en veros venir así solo, y con -ese caballo del diestro; y debe de ser la causa que habéis tenido -escaramuza con algún caballero cristiano y le habéis muerto, y le -quitasteis el caballo. - ---Yo me holgara que fuera así --respondió el afligido Muza--; mas -decidme, señor Reduán, ¿es posible que no conocéis este caballo? - -Reduán mirándole dijo: - ---Si no me engaño es de Albayaldos: suyo es de cierto. Su señor ¿dónde -queda? - ---Pues lo preguntáis --respondió Muza--, yo os lo diré. Sabed que ayer -en el juego de sortija, habiendo corrido el maestre de Calatrava sus -tres lanzas, y ganado al mantenedor, Albayaldos entró en la plaza, y -porque el maestre mató al rey Mahomad, primo de Albayaldos, desafió -al maestre estando yo presente, y quedó que se habían de ver hoy en -la fuente del Pino, llevando Albayaldos por su padrino a Alabez, y el -maestre por el suyo a D. Manuel Ponce de León; y esta mañana fui a -palacio y no vi a Albayaldos ni a Alabez, y acordándome del desafío, -sin dar cuenta a nadie fui por la posta a la fuente del Pino, y allí vi -a los cuatro caballeros; hice todo lo posible porque no pasase adelante -el desafío, y ya lo había alcanzado del maestre; pero Albayaldos estaba -tan pertinaz, que no quiso sino proseguir la escaramuza. Alabez y D. -Manuel tenían antes de ahora comenzada una escaramuza, y por cierta -ocasión no fue fenecida, y hoy la quisieron fenecer, de suerte, que -padrinos y ahijados riñeron cruelmente, y al fin por caer de su caballo -fue muy mal herido Albayaldos, el cual vencido, al punto de su muerte -dijo que quería ser cristiano. Alabez también fue muy mal herido -y vencido por D. Manuel Ponce de León; y si no fuera por mí, allí -muriera. Pedile de merced otorgase la vida a Alabez, y fue tan noble -que dejó de matarle y me lo entregó. Yo le apreté las heridas y se -vino, y entiendo que está curándose en Arbolote. El maestre bautizó a -Albayaldos, y le puso por nombre D. Juan, y a poco rato murió llamando -a Jesucristo: antes que muriera me rogó muy encarecidamente que le -diese sepultura debajo de aquel pino, y así lo hice, y de sus armas -hice un honroso trofeo, y lo colgué encima de su sepultura. Todo esto -pasa como lo he contado: ahora hacedme placer de decirme adónde vais, -por si os puedo servir en algo. - ---Obligación hay --dijo Gazul-- de daros cuenta de nuestra venida, pues -nos la habéis dado de este suceso, y respondiendo a estas cosas, digo -que siento en el alma la muerte de Albayaldos y las heridas de Alabez, -por ser dos caballeros en quien el rey tenía puestos los ojos por su -valor. La causa de nuestra venida es, que el señor Reduán me trae -desafiado, solo porque Lindaraja me ama y a él le aborrece, y para esto -vamos a la fuente del Pino por ser lugar apartado. - -Admirose el fuerte Muza del caso, miró a Reduán y le dijo: - ---¿Pues es posible que queráis que os ame por fuerza la dama? Nunca -forzoso amor es perfecto. De suerte que si ella quiere a otro, ¿queréis -tener escaramuza con quien no os debe nada, y dejáis la culpa sin -castigo, y ponéis la vida en contingencia de perderla? Si ella no os -quiere, buscad otra, que abundancia hay de damas, siendo vos como sois -un caballero tan estimado en el reino, así en valor de la persona, -como en bienes y linaje. Por cierto bien parecería que saliesen a -reñir cada día los caballeros más estimados por esos negocios, y se -matasen; y al tiempo de la necesidad, como cada día vemos que la hay, -por tener los cristianos a la puerta, ¿quién saldría a los rebatos y -escaramuzas? Mirad en que paró Albayaldos por no tomar mi consejo. No -paséis adelante, sino volvamos a Granada. Bien sabéis, señor Reduán, -que yo amaba a Daraja, y a los principios me hizo favores, cuantos a -hombre se le podían hacer; y sin causa, solo por su gusto me aborreció, -y puso los ojos en Zulema Abencerraje. Cuando vi de cierto que no me -quería, aunque luego lo sentí mucho, procuré olvidarla, y me consolé -considerando que no hay veletas de torres tan mudables como ellas. -¿Fuera bueno que la ingratitud que Daraja usó conmigo me lo pagara -Zulema y le matara, no teniendo culpa? Disparate fuera muy grande. En -lo que me vengo de Daraja es en no mirarla, y en hacer a mi dama mil -ofrendas en presencia de ella, y esta es mucho mayor venganza que si -la matara. Por vuestra vida, muy esforzado Reduán, que cesen todos -vuestros rencores, y nos volvamos a Granada. - -Con esto cesó el valiente Muza, y Reduán respondió diciendo: - ---Es tan grave mi tormento, y tan grande el infierno que arde en mis -entrañas, que no me deja reposar porque de noche arde en mi pecho un -mongibelo, y de día me enciende un volcán, sin cesar de abrasarme, de -modo que para mitigar el fuego en que me abraso, no aguardo sino la -acerba y cruda muerte. - ---Quiero preguntar, señor Reduán --dijo Muza--, qué remedio pensáis -sacar después de muerto de todos vuestros males. - ---Descanso --respondió Reduán. - ---Y sepamos --dijo Muza-- si acaso en la escaramuza que pretendéis -hacer, matáis a Gazul, y averiguadamente la dama os aborrece más; y si -por haberla privado de su gusto, y por vengarse de vos, pone los ojos -en otro, ¿le habéis de matar también? - ---Ahora querría acabar esta escaramuza --respondió--, que después el -tiempo me dará orden a lo demás. - -Visto Muza que se iban, y que no había podido reducir a la razón a -Reduán, se fue con ambos, con esperanza de aplacar la escaramuza; y -tan buena priesa se dieron a caminar que en breve tiempo llegaron -a la fuente del Pino; y en parando, Muza ató al pino el caballo de -Albayaldos, y les enseñó el sepulcro, y de nuevo volvió a rogar a -Reduán que no prosiguiese en su intento, y que dejase aquella empresa -que no importaba. - -Reduán sin responder palabra dijo a Gazul: - ---Ea, robador de mi gloria, ahora estamos en parte donde se ha de -acabar de perder mi esperanza. - -En diciendo esto empezó a escaramucear por lo llano, y a llamar a Gazul -que viniera a la escaramuza. - -Gazul enfadado del arrogante contrario, como quien pretendía privarle -de todo punto de su bien, y frustrarle la esperanza que tenía de gozar -a Lindaraja, sin hacer flores de escaramucear, en un momento se juntó -con Reduán con una ardiente cólera, y se comenzaron a dar tan terribles -golpes de lanza, que era admiración. Reduán rompió a su contrario la -adarga y jaco, y le dio una pequeña herida, de la cual salía mucha -sangre. - -Gazul viéndose así herido a los primeros golpes, para vengarse aguardó -que Reduán se ladease con el caballo para herirle en el descubierto; y -sucedió como lo imaginó, porque Reduán quiso volver con otro golpe, y -fue rodeando para ejecutarle, y se le acercó cuanto pudo. - -Luego que Gazul le vio tan cerca arremetió su caballo con tanta -presteza, que cuando Reduán entendió escaparse del encuentro, ya lo -tenía recibido, y no tuvo lugar sino de adargarse por reparar el golpe; -pero no le valió ser fina la adarga ni la jacerina, que el hierro de -la lanza lo falseó todo, y quedó Reduán mal herido, y retirándose -Gazul volvió a herir a Reduán: y él venía con su lanza enristrada, y -se encontraron tan fuertemente, que se quebraron las lanzas, y ambos -se hirieron en los pechos; y como se vieron tan cerca uno de otro, -se abrazaron, haciendo mucha fuerza para sacarse de la silla, y así -pelearon gran rato sin poder efectuar su pretensión. - -Los caballos, como se vieron tan juntos, alborotándose y dando -relinchos, empezaron a morderse, y empinándose, a pesar de sus señores, -volvieron de ancas para hacerse mal con las herraduras; y al tiempo de -revolverse, como estaban apretados los caballeros el uno con el otro, -de necesidad hubieron de venir ambos al suelo; pero Reduán como más -fuerte se trajo tras sí a Gazul y quedó debajo. - -Reduán que se vio en tanto peligro, hizo mucha fuerza con los brazos -y pechos, y afirmando los pies en el suelo, dio tales enviones, que -desechó a Gazul de encima, y se levantó luego en pie, y lo mismo hizo -Gazul, y muy presto se adargaron; y poniendo mano a sus alfanjes se -comenzaron a herir terriblemente dándose recios golpes, de suerte que -las adargas se hicieron pedazos, y quedaron muy mal heridos. - -El que estaba más herido era Reduán, porque tenía dos heridas de lanza. -Ambos andaban mal heridos, sin reconocerse ventaja en ninguno. Las -libreas estaban rotas por el suelo y las armas descubiertas, de suerte -que cada uno procuraba herir en las partes más flacas de las armas, -para que el golpe no fuese en balde. - -Los alfanjes eran damasquinos y de muy finos temples, y no tiraban -golpe que las armas no fuesen rotas y ellos heridos, y así en dos horas -que había que lidiaban, estaban tales, que no se podía esperar sino la -muerte de ambos. - -Reduán llevaba lo peor de la escaramuza porque, aunque es verdad que -era de más fuerza que Gazul, era más seguro, y entraba y saltaba más a -su salvo, y hería como quería Gazul, lo cual no hacía Reduán, a cuya -causa andaba tan mal herido: mas los golpes que Reduán acertaba, eran -muy desaforados. - -Muy mal heridos andaban los dos, y mucha sangre vertían; lo cual visto -por Muza, atendiendo que si la escaramuza pasase adelante, aquellos dos -tan buenos caballeros habían de morir, de compasión que de ellos tuvo, -se apeó de su caballo, y se fue a poner enmedio de ambos, diciendo: - ---Señores caballeros, hacedme merced que no pase adelante la -escaramuza, porque si proseguís, me parece que ambos moriréis. - -Gazul se apartó luego, y el valeroso Reduán, aunque contra su -voluntad se hubo de apartar, considerando que Muza era hermano del -rey; y apartados los curó Muza, y apretó las heridas, y subiendo en -sus caballos, tomó Muza del diestro el de Albayaldos, y se fueron a -Arbolote; y serían las cinco de la tarde cuando llegaron, y preguntando -por Alabez, le hallaron mal herido en una cama, curado con gran -diligencia por un buen maestro que allí estaba. - -Luego los dos caballeros Reduán y Gazul también fueron puestos cada uno -en su cama, y curados por aquel cirujano, y los regalaron y proveyeron -de todo lo necesario. Mucho se admiró Malique Alabez viendo a Gazul y a -Reduán tan mal heridos, porque ambos eran muy grandes amigos suyos. - -Ahora los dejaremos curando, y ya hechos amigos, y volveremos a contar -de Granada, y de algunas cosas que en ella sucedieron el día siguiente -que pasaron estas dos escaramuzas. - - - - -CAPÍTULO XII. - -_En que se da cuenta de una pendencia que los Zegríes tuvieron con los -Abencerrajes, y cómo estuvo Granada a punto de perderse._ - - -Puestos los caballeros en cura partió Muza a Granada, llevando el -caballo de Albayaldos consigo, y puesto el sol llegó a la ciudad; -y entrando por ella se rebozó con el cabo del capellar por no ser -conocido, y así llegó al Alhambra a hora que el rey su hermano se -sentaba a cenar; y apeándose, dio los caballos a uno de la guardia, y -se entró en el real aposento. El rey se maravilló de verle venir de -camino, y le preguntó dónde había estado aquel día. Muza le dijo: - ---Señor, cenemos, y después os diré cosas de que os admiréis. - -Cenaron, que bien lo había menester Muza, y acabada la cena contó por -extenso la muerte de Albayaldos, las heridas de Alabez, y la escaramuza -de Gazul y Reduán, con lo cual fue el rey muy suspenso, y sintió la -muerte de Albayaldos; y el día siguiente se publicó por la ciudad, y -todos hicieron mucho sentimiento, y en particular su primo Aliatar, que -juró de vengar su muerte, aunque le costase la vida. - -Todos los caballeros fueron a darle el pésame a Aliatar; los primeros -fueron los Zegríes, Gomeles, Venegas, Mazas, Gazules, y Bencerrajes, -y otros muy principales caballeros de la corte, y a la postre fueron -Alabeces y Abencerrajes; y puestos todos en sus asientos, como en casa -de un principal caballero, después de haberle dado el pésame, se trató -si sería bueno hacer por él el debido sentimiento, como por semejantes -hombres se suele hacer. - -Para esto hubo grandes pareceres, porque unos decían que no, por cuanto -siendo Albayaldos moro, al tiempo de su muerte se volvió cristiano. - -Los Venegas decían que no importaba eso; que sería bien que sus deudos -y amigos hiciesen sentimiento, así por los unos, como por los otros. - -Los Zegríes decían que pues Albayaldos se había vuelto cristiano, que -no se holgaría Mahoma de que ellos hiciesen sentimiento, porque se -había apartado de su secta, y esto era guardar derechamente el rito del -Alcorán. - -Los Abencerrajes decían que el bien que se había de hacer fuera por -amor de Alá, y que si Albayaldos se había vuelto cristiano a la hora de -su muerte, que aquel secreto solo Dios lo sabía, y que no por esa causa -se dejase de hacer el debido sentimiento. - -Un Zegrí llamado Abenámar dijo: - ---O el moro moro, o el cristiano cristiano: dígolo, porque en esta -ciudad hay caballeros que cada día envían limosnas a los cautivos -cristianos que están en las mazmorras del Alhambra, y les dan de comer, -y son los caballeros que digo los Abencerrajes. - ---Decís verdad --dijo Abinhamad, Abencerraje--, que todos nos preciamos -de hacer bien a los cristianos y a cualquier necesitado, porque los -bienes los da el santo Alá para hacer bien por su amor; pues los -cristianos dan limosnas a los moros en nombre de Dios, y por su amor lo -hacen, y yo que he estado cautivo lo sé, porque las he visto dar, y a -mí me han hecho bien; y en reconocimiento de esto yo y mis parientes -hacemos la limosna que podemos a los cautivos cristianos, que por -ventura lo estaremos nosotros algún día. Y a cualquier caballero que le -pareciere mal, es muy ruin, y siente poco de caridad; y tóquele a quien -le tocare: cualquiera que dijere que hacer limosna a quien la pide no -es bueno, miente, y lo sustentaré. - -El valeroso Zegrí, ardiendo en saña, por verse desmentido, sin -responder alzó la mano para herirle en el rostro al Abencerraje, el -cual reparó el golpe en el brazo izquierdo; pero no fue tan bueno el -reparo, que por eso dejase el Zegrí de alcanzarle en el rostro con las -yemas de los dedos, de lo cual se sintió el Abencerraje, y rabioso -como un león hircano, en viva cólera ardiendo, puso mano a la daga, -y antes que se moviera un paso el Zegrí, le dio dos puñaladas, ambas -penetrantes: al momento cayó muerto a los pies del Abencerraje. - -Otro caballero Zegrí embistió al Abencerraje para herirle con un puñal; -pero no pudo, porque con gran presteza le asió del brazo derecho el -Abencerraje, de modo que el Zegrí no pudo hacer lo que pretendía, y el -animoso y esforzado Abencerraje le dio una herida en el estómago, con -la cual cayó muerto. - -Los Zegríes que allí había, que eran más de veinte, pusieron mano a las -armas, diciendo: - ---Mueran los traidores Abencerrajes. - -Los Abencerrajes se pusieron en defensa. Los Gomeles fueron en favor de -los Zegríes, y serían más de veinte, y con ellos otros tantos Mazas. - -Lo cual visto por los Alabeces y Venegas, fueron en favor de los -Abencerrajes, y entre estos seis linajes de caballeros se comenzó una -revuelta brava y reñida, que en muy poco tiempo fueron otros cinco -Zegríes muertos y tres Gomeles, y dos de los Mazas, y en estos tres -linajes hubo catorce heridos. De los Abencerrajes no hubo muerto, mas -hubo diez y siete heridos: a uno le cortaron un brazo a cercén. De los -Alabeces murieron tres, y hubo ocho muy mal heridos. Algunos Venegas -salieron heridos, y dos muertos. Mucho mayor fuera la desgracia, si -Aliatar y otros caballeros no se pusieran enmedio; y algunos de los que -ponían paz salieron heridos. - -Con esta riña, que parecía hundirse Granada, salieron todos a la calle -continuando su pendencia; pero como los moros que ponían paz eran -muchos, y de mucho valor, que eran Sarracinos, Bencerrajes, Gazules, -Almohades y Almoradís, tanto hicieron que los pusieron en paz, aunque -con dificultad, porque los de la pendencia eran muchos, y había muertos -de por medio. - -El rey Chico fue avisado de lo que pasaba, y salió del Alhambra, y -fue adonde era la cuestión, y aún no estaba de todo punto el negocio -acabado. Los caballeros de la pendencia, así como reconocieron al rey, -se apartaron, y se fue cada uno por su parte. - -Hecha la averiguación del caso, mandó prender a los caballeros -Abencerrajes, les dio por cárcel la Torre de Comares, y a los Zegríes -mandó poner en las Torres-Bermejas, a los Gomeles en la Alcazaba, a -los Mazas en el castillo de Bibatambién, a los Alabeces en la casa -y palacio de Generalife, y los Venegas en una torre fuerte de los -Alijares; y el rey muy enojado se subió al Alhambra, diciendo: - ---Por Mahoma juro, y por mi corona, que he de apaciguar estos bandos, -con quitar seis cabezas a cada linaje. - -Los caballeros que le iban acompañando le suplicaron que no hiciese -tal, porque eran la mapa de la ciudad, y todos bien emparentados; y si -hacía cualquier castigo, se alborotaría la ciudad, y aun todo el reino, -y habría un escándalo, que quisiese luego remediarlo, y no pudiese; -que lo mejor sería hacerlos amigos, a cuyo trabajo y cuidado ellos se -obligaban. - -Finalmente, aplacado algún tanto el rey con lo que dijeron los -caballeros, les encargó que hiciesen con brevedad las amistades. - -Hicieron tanta diligencia los Aliatares, Bencerrajes y Almoradís, que -en espacio de cuatro días todos los caballeros que riñeron, fueron -amigos, y las muertes perdonadas, llevando las justicias gran cantidad -de dinero para la Cámara real. - -Esto pasado soltaron a los presos, cuando los Zegríes muy lastimados -apellidaron entre ellos venganza de tanto daño y deshonra, y para -contrastarla, se juntaron un día todos los Zegríes y Gomeles en un -jardín muy deleitoso de una huerta junto a Darro, y después de haber -comido todos a una mesa, estando sentados por su orden, un caballero -Zegrí, a quien los demás respetaban por mayor y cabeza de ellos, -hermano de aquel Zegrí que mató Alabez en el juego de cañas, comenzó a -hablar, mostrando grande tristeza, y a decir así: - ---Valerosos caballeros Zegríes, deudos y amigos míos, y vosotros los -Gomeles, advertid lo que quiero deciros con lágrimas de sangre. Ya -sabéis en cuánto se debe estimar la honra; cuánto cuesta conservarla, -y que en un instante se pierde; y una vez perdida, no se cobra jamás: -dígolo, porque en Granada nosotros los Zegríes, y vosotros los -Gomeles, estamos puestos en el trono y alteza que podemos desear: el -rey nos estima, la ciudad nos ama, riquezas tenemos abundantemente, -y estos caballeros mestizos Abencerrajes procuran quitarnos el honor -y abatirnos, y nos han muerto a mi hermano, y otros tres o cuatro -deudos, y asimismo de los caballeros Gomeles, haciendo de nosotros -infame menosprecio. Todo esto pide entera venganza; porque si no la -procuramos presto, harán los Abencerrajes que no seamos nada, y que -nadie nos estime; y para el reparo es menester, por todas las vías y -modos que se pudiere, que busquemos cómo seamos vengados, y nuestros -enemigos aniquilados y destruidos, porque nos quedemos en nuestra honra -permanecientes. No se puede hacer por fuerza de armas, respecto que el -rey puede proceder contra nosotros; pero tengo imaginado un buen medio, -aunque no es a ley de caballeros, sino para vengarnos de nuestros -enemigos. - -Un caballero de los Gomeles respondió: - ---Señor Zegrí Mahomad, ordenad lo que conviene, que aquí os seguiremos. - ---Pues sabed --dijo el Zegrí-- que he determinado poner mal a los -Abencerrajes con el rey, de modo que ninguno viva, diciendo que -Albid Hamete, cabeza de ellos, cometió adulterio con la reina; y he -de atestiguar con vosotros, y habéis de decir que es verdad lo que yo -digo, y que a quien nos contradijere, se lo daremos a entender; y que -los Abencerrajes le pretenden matar y quitar el reino, y con esto sin -duda que el rey los mandará degollar a todos; y dejadme el cargo, que -yo daré la orden para ello. Este es mi pensamiento, amigos y parientes, -ahora dadme vuestro parecer, y sea con secreto, porque ya veis lo que -importa. - -Acabando el Zegrí su diabólica y mal pensada razón, todos dijeron a una -que estaba bien acordado, y que se hiciese así, que todos favorecerían -su intención. Luego fueron señalados dos caballeros de los Gomeles para -que el Zegrí y ellos propusiesen el caso delante del rey. - -Acabada de tratar esta tan insolente traición, fueron a la ciudad, -donde estuvieron con su dañado pensamiento aguardando tiempo y lugar -para ponerlo en ejecución; y así los dejaremos a ellos, y volveremos al -moro Aliatar, que estaba enojado por lo que en su casa había sucedido, -y triste por la muerte de su primo Albayaldos, y juró de vengar su -muerte, y propuso de ir a buscar al maestre para matarle; si pudiese; -y para esto no quiso dilatar más su deseo, sino luego se puso un jaco -acerado sobre un estofado jubón, y una marlota leonada sin guarnición, -y púsose un acerado casco, sobre él un bonete leonado, y en él un -penacho negro. - -Trajéronle un caballo enjaezado de negro, lanza y adarga negra, -sin otra señal ni divisa; salió tan gallardo y brioso, que pocos le -igualaron en la ciudad, y llegando a la plaza nueva, vino bajando el -camino de Antequera para buscar al maestre, o a otros cristianos en -quien vengar la muerte de su primo Albayaldos. - -Habiendo pasado de Loja vio un escuadrón de cristianos, que venía para -entrar en la Vega, los cuales traían un pendón blanco y una señal roja, -la cual era la cruz de Santiago, y por capitán de esta gente venía el -maestre de Calatrava, que ya estaba sano de sus heridas por haberlas -curado con precioso bálsamo. - -Aliatar conoció ser aquesta señal del maestre, porque él le había visto -muchas veces en la Vega; y arrimándose al escuadrón, dijo en voz alta: - ---¿Por ventura viene aquí el maestre de Calatrava? - -El maestre que esto oyó, se adelantó de su gente, y le dijo al moro: - ---¿Para qué preguntas por él? - ---Quería hablarle --dijo el moro. - ---Si no es para más, yo soy, decid lo que queréis. - -Aliatar mirando al maestre le conoció luego en la cruz, y arrimándose a -él sin ningún temor y sin saludarle, le dijo: - ---Maestre esforzado, con razón os podéis llamar el caballero más -dichoso del mundo, pues habéis alcanzado victoria de tantos y -tan buenos caballeros, y más con la que alcanzasteis de mi primo -Albayaldos, gloria y espejo de todos los caballeros de Granada, que es -tanto el sentimiento mío, que muero en pensarlo. Mi venida es en busca -vuestra para vengar la muerte de mi primo, acudiendo a la obligación -que tengo; y pues os he topado, holgaré cumpláis mi deseo; y si -muriere en la escaramuza, partiré consolado, por morir a manos de tan -principal caballero, y por hacer compañía a mi amado primo. - -A lo cual respondió el maestre: - ---Holgárame, Aliatar, que ya que me habéis topado habiéndome buscado, -que fuera para cosa que yo os pudiera servir, que juro como caballero, -que en mí tendréis eterna amistad, y me holgaría que no hiciésemos -escaramuza, porque vuestro primo hizo el deber como caballero; quiso -Dios llevárselo al cielo, porque al tiempo de su muerte le conoció, y -pidió el agua del bautismo, y se volvió cristiano: ¡Dichoso él, pues -goza de Dios! Por eso no querría que tuviésemos escaramuza sin haber -para qué, sino ved si os puedo servir en algo, que lo haré por vos. - ---En mucho estimo la merced que me hacéis, señor maestre --respondió -Aliatar--: por ahora no se me ofrece cosa en que me la hagáis, sino que -me clama la sangre de mi primo Albayaldos, y querría que no dilatásemos -la escaramuza; asimismo quisiera me aseguréis que de los vuestros no -seré ofendido, sino que solo con vos he de lidiar. - ---Mucho me holgara --dijo el maestre-- que no pasarais adelante con -vuestro intento; pero pues esta es vuestra voluntad, hágase lo que -queréis. En lo que pedís, que no seáis ofendido de los míos, yo os doy -seguro de ello. - -Diciendo esto alzó las manos a su gente, haciendo señal que se -retirasen de allí, y esta era bastante señal de seguro. - -La gente luego se retiró; lo cual visto por el moro, dijo al maestre: - ---Ea, caballero, ya es tiempo de comenzar nuestra escaramuza, y -diciendo esto movió su caballo a media rienda, escaramuceando con -gracia. - -El maestre, hecha la señal de la cruz, alzó los ojos al cielo diciendo: - ---Por vuestra Santísima Pasión, Señor mío Jesucristo, que me deis -victoria contra este pagano. - -Y diciendo esto, con bravo ánimo arremetió su caballo por el campo, -escaramuceando contra el moro; y aunque no estaba sano de las heridas -que le dio Albayaldos, y le impedían para pelear, su gallardo ánimo -suplía los defectos de sus heridas, y notando la braveza de Aliatar, -su denuedo y ligereza de escaramucear, dijo entre sí: «Conviene andar -cuidadoso porque este moro no alcance victoria, lo cual no permita -Dios»; y diciendo esto sosegó su caballo, viniéndose despacio, y los -ojos puestos siempre en su enemigo para ver lo que haría. - -El moro que vio andar así al maestre, no sabiendo la causa, se le fue -acercando para hacerle algún daño; y estando cerca de él, confiado -en el valor de su brazo, enderezó para dar el golpe, entendiendo que -el maestre no estaría en el caso advertido; y levantándose sobre -los estribos le arrojó la lanza con tanto ímpetu, que el hierro y -banderilla iban rechinando por el aire. - -El maestre que vio desembrazar la lanza con tan gran violencia, y que -el asta venía crujiendo por el aire, con gran presteza arremetió su -caballo y se apartó hacia un lado, hurtándole el cuerpo, de modo que -pasó por delante, y se clavó en la tierra sin hacer efecto. - -Habiéndose el maestre apartado con tal presteza, y cual halcón suele -asaltar a los astutos gorriones, arremetió al moro para herirle; el -cual no osó aguardar, porque le vio venir con violencia, y revolviendo -el caballo fue adonde estaba clavada la lanza; y llegando tiró de ella -y la sacó del suelo con una presteza admirable; y revolviendo para -herir al maestre, le vio tan cerca de sí, que le venía a los alcances, -que no se pudo hacer otra cosa sino embestirse el uno al otro, y -diéronse dos grandes encuentros. - -El moro dio a su contrario en el escudo y se lo falseó, y le hirió en -el pecho de una mala herida. El golpe que el maestre dio fue muy bravo, -porque rompió la adarga del moro, aunque era muy fuerte, y el jaco -acerado, y le hizo una mala herida por la cual salía mucha sangre. - -Bien sintió el moro que estaba mal herido, pero no por eso mostró punto -de desmayo, antes con más ánimo arremetió al maestre, blandeando la -lanza como si fuera un junco. - -El maestre usó de maña con él, que al tiempo que se hubieron de -encontrar los dos, ladeó un poco su caballo, de suerte que le dio -Aliatar en la adarga al soslayo, y aunque la rompió no entró el hierro -en la carne. El maestre le dio de través en lo descubierto, y le hizo -una mala herida. - -El moro, encendido en ira rabiosa, casi desesperado, arremetió al -maestre para herirle, pero guardábase de los golpes con gran ligereza. -Y visto por el moro la grande destreza del maestre, maravillado detuvo -su caballo y le dijo: - ---Cristiano caballero, si queréis, y es vuestro gusto, fenezcamos -nuestra escaramuza a pie pues ha gran tiempo que combatimos a caballo. - -El maestre dijo que le placía, y se alegró, porque era grande la -destreza que tenía a pie; y así se apearon los dos fuertes guerreros, y -embrazando sus escudos, con las armas en las manos se acometieron con -tanta fortaleza, como dos bravos leones; pero poco le valió al moro su -braveza, que tenía poderoso enemigo. - -Heríanse por todas partes, procurando cada uno dar la muerte a su -contrario, y así andaban los dos muy encarnizados: llevaba el moro -lo peor, aunque no lo sentía, porque de dos heridas destilaba mucha -sangre, y tanta, que donde Aliatar ponía los pies quedaba rastro; mas -como era el moro valiente, y de tan animoso corazón, no lo sentía, y -así se mantenía en su escaramuza. - -A esta sazón tiró el maestre un revés a su enemigo, y le cortó la -adarga como si fuera de seda; lo cual visto por el moro lo sintió, y -muy sañudo dio un golpe al maestre por encima de su escudo, que parte -de él vino al suelo; y como el maestre lo alzó por defender la cabeza, -la punta del alfanje alcanzó con tal valor, que el acerado casco del -maestre fue roto, y quedó herido en la cabeza: la herida no fue grande, -respecto que el alfanje le tocó por los extremos, pero salíale tanta -sangre que le bañaba los ojos, de modo que le turbaba; y si a la sazón -el moro no anduviera tan debilitado por la falta de sangre, el maestre -corría peligro, porque como el moro vio tanta sangre por el rostro del -maestre, cobró ánimo, y comenzó a herirle bravamente; mas como estaba -desangrado, no pudo acometer al maestre como quisiera ni mostrar su -valor: con todo eso ponía en aprieto al maestre, el cual como se vio -tan perseguido del moro, y que tanta sangre le salía de la herida de -la cabeza, de todo punto enojado, poniendo la vida en mucho riesgo, -cubierto lo mejor que pudo con la parte de escudo que le quedaba, -acometió a Aliatar, llevando su espada de punta. - -El moro que le vio venir no le rehusó que también le embistió, pensando -con aquel golpe fenecer la escaramuza. El maestre le hirió de punta -al moro con gran furia, de suerte que la espada entró hasta lo más -escondido de sus entrañas; mas no pudo hacer tan a su salvo el maestre -esta herida, que él no quedase mal herido de otra en la cabeza; de tal -suerte, que aturdido vino al suelo, derramando mucha sangre. - -El moro que vio al maestre en tierra y cubierto de sangre, entendió que -era muerto, y fue para cortarle la cabeza; pero cuando se movió para -ello cayó en tierra muerto, a causa de haberle pasado las entrañas. - -A esta sazón el maestre volvió en sí, y viéndose puesto en tal estado, -receloso que el moro viniese sobre él, con presteza se levantó, y -mirando a Aliatar le vio tendido en el suelo que no se movía: entonces -se hincó de rodillas, y dio muchas gracias a Dios por la victoria, y -levantándose se fue al moro y le cortó la cabeza y la arrojó en el -campo. - -Luego tocó la corneta, y al sonido vino su gente, y vista la victoria -se holgaron; y como le hallaron tan mal herido les pesó mucho, y -cogiendo los caballos le dieron el suyo al maestre, y el del moro -cogieron de la rienda, y la cabeza de Aliatar puesta en el pretal, -despojado el cuerpo de ropas y armas, se fueron para curar al maestre, -el cual quedó de esta escaramuza con mucha honra; y por ella se hizo -aquel antiguo romance que dice así: - - De Granada sale el moro - que Aliatar era llamado, - primo hermano del valiente - y esforzado Albayaldos; - Aquel que mató el maestre - en el campo peleando. - Sale a caballo este moro - de finas armas armado, - Sobre ellas una marlota - de damasco leonado; - leonado era el bonete, - negro el plumaje azulado. - La lanza también es negra, - adarga negra ha tomado; - también el caballo es negro, - de valor muy estimado. - No es potro de pocos días, - de diez años ha pasado; - tres cristianos se lo cuidan, - y él mismo les da recado. - Sobre tal caballo el moro - se sale muy enojado; - llegando a la plaza nueva - hacia Darro no ha mirado, - Aunque pasó por la puerta, - según va encolerizado; - sale por la puerta Elvira - y por la Vega se ha entrado. - Camino va de Antequera - en Albayaldos pensando, - topar desea al maestre - para vengarse a su salvo; - Y en llegando junto a Loja - un escuadrón ha encontrado; - todo es de lucida gente, - por señas un pendón blanco, - En medio una cruz roja - del Apóstol Santiago. - Llegándose al escuadrón - sin temor ha preguntado, - «Si venía allí el maestre - que D. Rodrigo es llamado.» - El maestre allí venía, - de su gente se ha apartado, - Y dijo: «¿Qué buscas, moro? - Yo soy el que has demandado.» - Conócele luego el moro - por la cruz que trae al lado, - Y también en el escudo - que lo tiene acostumbrado: - «Dios te guarde, buen maestre, - buen caballero estimado: - Sabrás que soy Aliatar, - de Albayaldos primo hermano, - a quien tú diste la muerte, - y le volviste cristiano; - Y ahora soy yo venido - solamente por vengarlo: - apercíbete a batalla, - que aquí te aguardo en el campo.» - El maestre que esto oyó, - no quiso más dilatarlo: - vase el uno para el otro, - muy grande esfuerzo mostrando. - Dábanse grandes heridas - reciamente peleando: - el maestre es valeroso, - el moro no le ha durado. - Finalmente le mató - como varón esforzado; - cortárale la cabeza, - y en el pretal la ha colgado. - Volviose para su gente - muy malamente llagado, - y su gente le llevó - donde fue muy bien curado. - -A cuatro días que pasó esta escaramuza, se supo en Granada como Aliatar -murió a manos del maestre, lo cual sintió mucho el rey, viendo que en -tan poco tiempo le había muerto dos tan buenos caballeros, como eran -Aliatar y Albayaldos. - -También lo sentían todos los caballeros, y la alegría de los días -pasados se volvió en tristeza y pesar por la muerte de estos dos tan -principales; lo cual visto por el rey, acordó con su consejo, que se -volviesen a alegrar, y ordenose que todos los caballeros que jugaron -en la sortija pasada, se casasen con las damas; que se hiciese sarao -público, y se cantase y danzase la zambra, que es fiesta entre moros -muy estimada, y que se corriesen toros, y hubiese juego de cañas. Y -para esto dio el rey orden al valeroso y valiente Muza, el cual se -encargó de hacer las cuadrillas del juego, y de hacer traer los toros. - -Grande contento sintieron los caballeros mancebos que tenían damas; y -así toda la ciudad tuvo tanta alegría como de antes, y aun más, porque -luego los caballeros comenzaron a ordenar juegos y máscaras de noche -por las calles, mandando poner grandes hogueras y luminarias por toda -la ciudad, de suerte que la noche parecía día. - -Será bueno decir quiénes fueron los caballeros y damas que se casaron. - -El fuerte Sarracino con la linda Galiana; Abindarráez con la hermosa -Jarifa; Abenámar con Fátima; Malique Alabez con la linda Cobaida, que -ya le habían traído de Arbolote, y estaba de todo punto sano de sus -penetrantes heridas; Azarque con Arbolaya; un caballero Almoradí con -la bella Sarracina; un caballero Abencerraje con Celima: todos estos -caballeros y damas nombradas fueron casados en la misma sala real, en -la cual hubo dos meses de fiesta y zambra. - -Como los caballeros y damas ya nombradas era toda gente principal, y -la flor de la ciudad de Granada, se hicieron grandísimos gastos, así -en comidas, como en ricas ropas, oros y sedas; de manera que la ciudad -estaba en esta sazón la más rica y opulenta, y más alegre y regocijada -que había estado en ningún tiempo. - -Fuera gran bien para los moradores de la ciudad y para todo el reino, -que siempre estuvieran en tranquilidad y concordia; pero como la rueda -de la fortuna es mudable, presto volvió lo de arriba abajo, y dio con -todo en el suelo, convirtiendo tantos placeres y regocijos en tristes -llantos, como adelante diremos. - -Muza, como hombre a quien habían hecho cargo de las fiestas, presto -concertó las cuadrillas del juego, tomándose él un puesto con treinta -caballeros Abencerrajes, y dando el otro puesto a un caballero Zegrí, -hermano de Fátima, mancebo de valor; y este señaló otros treinta -Zegríes, deudos suyos, para el juego, el cual había de ser en la plaza -de Vivarrambla, donde se habían de correr los toros; y traídos un -día señalado, los corrieron con mucha alegría de toda la ciudad, en -presencia del rey y la reina, y de toda la corte. Congregáronse de la -ciudad y forasteros mucha gente a la fama de las fiestas reales. - -Ya se habían corrido cuatro toros muy bravos, y el quinto estaba en -la plaza, cuando entró por ella un caballero en un lucido caballo; la -marlota y capellar eran verdes, como quien vivía con esperanza, las -plumas verdes con argentería de oro. Con él salieron seis con la misma -divisa de su librea, y cada uno con un rejón negro en la mano, y unas -listas de plata. - -Grande contento dio el caballero a todos los que estaban mirando las -fiestas, y más a la hermosa Lindaraja, porque luego conoció a Gazul, -que ya estaba sano de las heridas que le dio Reduán en la escaramuza -que tuvieron los dos. - -Reduán no quiso estar en las fiestas aquel día, por los desdenes que -le hacía Lindaraja; y por no verla, y por no traer a la memoria sus -penas, se salió aquel día armado, por si encontraba algún cristiano con -quien pelear. - -Pues como Gazul entró tan gallardo, y vio que todo el vulgo le miraba, -se puso enmedio de la plaza, y aguardó que el toro viniese por aquella -parte; el cual no tardó mucho, que habiendo muerto cinco hombres, -y atropellado más de cincuenta, llegó, y así como vio el caballo, -arremetió para herirle. - -Gazul le aguardó, y al tiempo que el toro quiso dar su golpe, le clavó -un rejonazo tan cruel por medio de los hombros, que contra su gusto -cayó en tierra, y no hirió al caballo. Sentía tanto dolor el lastimado -toro, que puestos los pies y manos hacia arriba, se revolcaba en su -sangre, dando unos bramidos espantables. - -Admirado quedó el rey y toda la corte de ver la venturosa suerte de -Gazul, y qué brevemente había quitado la fuerza y brío a un animal tan -feroz. - -Con mucho contento estaba Gazul, lidiando los toros que se corrían, -aguardándolos hasta llegar muy cerca, y después los lastimaba con el -rejón de tal suerte, que no volvían más a él; y porque aquel día lo -hizo tan bien el invencible Gazul, se dijo este - -ROMANCE. - - Estando toda la corte - de Abdalí, rey de Granada, - haciendo una rica fiesta, - habiendo hecho la zambra, - Por respeto de unas bodas - de gran nombradía y fama, - por las cuales corren toros - en la plaza Vivarrambla. - Estando corriendo un toro, - que su braveza espantaba, - se presentó un caballero - sobre un caballo en la plaza, - Con una marlota verde, - de damasco bandeada, - y el capellar de lo mismo, - muestra color de esperanza. - Plumas verdes, y el bonete - parece de una esmeralda; - seis criados van con él, - que le sirven y acompañan, - Vestidos también de verde, - porque su señor lo manda, - como aquel que en sus amores - esperanza lleva larga. - Un rejón fuerte y agudo - cada criado llevaba; - de color negro eran todos, - y bandeados de plata. - Conocen al caballero - por su presencia bizarra, - que era el muy fuerte Gazul, - caballero de gran fama, - El cual con gentil donaire - se puso enmedio la plaza - con un rejón en la mano, - que al gran Marte semejaba, - Y con ánimo invencible - al fuerte toro aguardaba. - El toro cuando le vio, - al cielo tierra arrojaba - Con las manos y los pies, - cosa que gran temor daba; - y después con gran furor - hacia el caballo arrancaba - Por herirle con sus cuernos, - que como alesnas llevaba; - mas el valiente Gazul - su caballo bien guardaba, - porque con el rejón duro - con presteza no pensada - Al bravo toro hiriera - por entre espalda y espalda: - el toro muy mal herido - con sangre la tierra baña, - Quedando en ella tendido - su braveza aniquilada. - La corte toda se admira - en ver aquella hazaña, - Y dicen que el caballero - es de fuerza aventajada; - el cual corridos los toros, - el Coso desembaraza. - Haciendo mesura al rey, - y a Lindaraja su dama; - lo mismo hizo a la reina, - y a las damas que allí estaban. - -Volviendo al propósito, el fuerte Gazul corrió los demás toros que -quedaban, en compañía de otros caballeros que los corrían; y no -quedando ya ningún toro, hecho el acatamiento debido al rey y a la -reina, y a las damas, y en particular a Lindaraja, se salió de la -plaza, quedando todos muy contentos en haber visto su hazaña. Luego se -tornó a montar para que entrase el juego de cañas. - -Los caballeros del juego se fueron a aderezar, y no tardó mucho que al -son de militares trompetas entró el valeroso Muza con su cuadrilla, con -tanta bizarría, gala y gentileza, que no había más que ver. - -Toda la librea era blanca y azul con griones y bandas pajizas, plumas -encarnadas y blancas, con mucha argentería de oro; por divisa en las -adargas un salvaje, que con un bastón deshacía un mundo. Esta divisa -era de los bravos Abencerrajes muy usada, con una letra a los pies del -salvaje, que decía así: - - Abencerrajes levanten - hoy sus plumas hasta el cielo, - pues las famas en el suelo - con la fortuna combaten. - -De esta forma entró el granadino Muza muy gallardo y bizarro con toda -su cuadrilla, que eran treinta Abencerrajes, todos caballeros de mucho -valor. En entrando hicieron todos un concertado caracol, escaramuceando -unos con otros, y al cabo se pusieron cada uno en su puesto. - -Luego el bando de los Zegríes entró muy gallardo, y no menos vistoso -que los Abencerrajes: su librea era verde y morada, cuarteada de color -de hojaldre muy vistosa. - -Venían en yeguas bayas muy ligeras: los pendones de las lanzas eran -verdes y morados; y si los Abencerrajes hicieron buena entrada y -caracol vistoso, no la hicieron menos los bravos Zegríes. Traían por -divisa en las adargas unos alfanjes sangrientos con una letra que decía -así: - - Alá no quiere que al cielo - hoy suba ninguna pluma, - sino que se hunda y suma - con el acero en el suelo. - -Habiendo hecho su caracol muy gallardamente, tomaron su puesto, y al -punto los dos bandos se apercibieron de cañas para el juego. - -El rey, que ya tenía vistas las letras y divisas de los caballeros, -entendió por ellas el rencor que tenían; y porque no resultase algún -escándalo en tiempo de tantos regocijos y fiestas, luego se quitó de -los miradores, y acompañado de todos los grandes de su corte bajó a la -plaza antes que se comenzasen las cañas, que no fue poco importante su -asistencia. - -Puesto a un lado mandó que jugasen, y al son de los añafiles y -chirimías se comenzaron a jugar las cañas, hechas cuatro cuadrillas. -Las cañas se jugaron sin haber desconcierto alguno, aunque lo -hubiera muy grande, si el rey no descendiera a la plaza, porque los -Zegríes venían de mano armada contra los Abencerrajes, los cuales, -escarmentados de la pasada, estaban apercibidos para lo que se -ofreciera; pero con la presencia del rey que estaba con ellos, no -ejecutaron su intento los Zegríes. - -Habiendo visto los moros de los bandos contrarios al rey, estuvieron -con mucha concordia, y se acabaron las fiestas de aquel día sin -pesadumbre y con mucho gusto, que no fue pequeño misterio. - -Y por estas fiestas de toros y juego de cañas se hizo el siguiente - -ROMANCE. - - Con más de treinta en cuadrilla, - hijosdalgo Abencerrajes, - sale el valeroso Muza - a Vivarrambla una tarde; - Por mandado de su rey - a jugar cañas se sale, - de blanco, azul y pajizo, - con encarnados plumajes; - Y para que se conozcan - en cada adarga un salvaje, - acostumbrada divisa - de moros Abencerrajes, - Con un letrero que dice: - Abencerrajes levanten - hoy sus plumas hasta el cielo; - pues de ellas visten las aves. - Y en otra cuadrilla vienen - atravesando una calle - los valerosos Zegríes, - con libreas muy galanes. - Todos de morado y verde, - marlotas y capellares, - en mil jaqueles gualdados - de plata los acicates. - Sobre yeguas bayas todos, - hermosas, ricas, pujantes; - por divisa en las adargas - unos sangrientos alfanjes, - Con una letra que dice: - no quiere Alá se levanten, - sino que caigan en tierra - con el acero pujante. - Apercíbense de cañas, - el juego va muy pujante; - mas por industria del rey - no se revuelven, ni salen, - Porque los Zegríes tienen - contra los Abencerrajes - un concierto de traidores, - y no pudieron lograrle. - -Acabado el juego de las cañas el rey y los demás caballeros principales -de la corte, y la reina y las damas con sus novios se retiraron al -Alhambra, donde el rey los regaló grandemente en la cena, porque estaba -muy contento de que no había sucedido ninguna desgracia. - -Hubo sarao real, y los desposados danzaron con las desposadas, y el rey -con la reina, Muza con Celima, con mucho contento de ambos; Gazul danzó -con Lindaraja. Tanto danzaron y bailaron aquella noche, que era ya casi -de día cuando se fueron a dormir los desposados. - -La hermosa Galiana, gozosa de verse en aquel punto con su Sarracino, -a quien con tan excesivo amor amaba, después de haberle dicho muchas -amorosas razones, le dijo: - ---Dime, querido señor mío, ¿qué fue la causa que el día de S. Juan -habiendo corrido con Abenámar las tres lanzas en el juego de la -sortija, luego saliste de la plaza, y no pareciste más en aquellos -cuatro o seis días? ¿Fue porque perdiste la joya, o por qué? Que te -prometo que lo deseo saber. - ---Querida esposa y señora mía, la causa fue porque perdí tu retrato -bello y la rica manga labrada de tu mano, y por la vergüenza que me -ocupaba de parecer en tu presencia, y por saber que Abenámar ordenó -aquel juego por vengarse de los dos: de ti, porque le desdeñaste; y -de mí, porque una noche le herí debajo de tu balcón, estándote dando -una música, que bien creo que tendrás noticia de ello; y viendo que -fortuna le favoreció tan a medida de su deseo, y que a mí me había -sido contraria, me dio tan gran tristeza y desesperación, que enfermé -de melancolía y maldecí mi poca ventura; renegué del falso Mahoma, -y prometí y juré a fe de caballero, de ser cristiano, y lo tengo de -cumplir, aunque sobre ello muera, porque tengo por mejor la fe de -los cristianos, que no la burlaria de la secta de Mahoma; y si tú me -quieres bien, como dices, has de ser cristiana, que yo sé que el rey D. -Fernando nos hará grandes mercedes por ello. - -Con esto cesó, aguardando la respuesta que le daría Galiana, la cual -luego le respondió: - ---Señor, y esposo, no puedo yo huir en ninguna manera de tu voluntad; -antes seguirela en todo y por todo; tú eres mi señor y marido, a quien -yo di y entregué mi corazón; y así digo, que no iré contra tu gusto en -cosa ni en parte; y más, que yo sé que la fe de los cristianos es mucho -mejor que el Alcorán, y así prometo de ser cristiana. - ---Acrecentádome habéis las mercedes de todo punto --dijo Sarracino--, -y no esperaba menos de tan leal y firme pecho. - -Y diciendo esto la abrazó entre mil ternezas, y así pasaron toda -aquella noche. - -Venida la mañana, los grandes de la corte se juntaron y ordenaron que -Abenámar, pues era tan buen caballero, se casase con Fátima, ya que en -su servicio había hecho tan grandes cosas. Los Zegríes no quisieron -que aquel casamiento se hiciese, por cuanto Abenámar tenía amistad con -los Abencerrajes; las cuales contradicciones no aprovecharon porque el -rey gustó de que se casaran, y todos los caballeros fueron en que se -efectuase. - -Hecho el casamiento, las fiestas se aumentaron, haciendo cada día -zambra y muchas danzas y juegos; de modo que no había otra cosa en la -corte sino galas, invenciones, máscaras y regocijos; y los dejaremos -en ellas por contar lo que le sucedió a Reduán en la Vega, yendo -desesperado por verse aborrecido de Lindaraja que amaba a Gazul. - -Pues es de saber que como salió de la ciudad se fue por el río Genil -abajo, y llegó al Soto de Roma, que es un soto muy agradable, de mucha -espesura de árboles; y hoy día quien no tiene muy andadas las veredas -se pierde en él: hay dentro infinidad de caza volátil y terrestre, y -estará de Granada el principio del soto legua y media, teniendo de -ancho y largo más de cuatro leguas. - -Allí vio una escaramuza muy reñida entre cuatro moros y cuatro -cristianos, por causa de que les querían quitar una mora muy hermosa, -y la defendían, aunque con pérdida y trabajo, por ser los cristianos -de mucho valor. La mora miraba su escaramuza derramando abundancia de -lágrimas. - -Reduán espoleó su caballo para favorecer a los moros; pero por priesa -que se dio ya habían muerto a los dos, y los otros andaban a mal traer; -y temerosos de la muerte desampararon a la dama, y volvieron las -espaldas a todo correr de sus yeguas. - -A esta sazón llegó Reduán, y mirando a la hermosa mora la vio vertiendo -perlas por los ojos, y que acrecentaba más su triste llanto viendo -muertos dos de sus guardadores, y que los otros dos se habían ido -huyendo. - -Movido de compasión el valiente Reduán, por librarla del poder de -los cristianos, y sin hablarles palabra, los acometió, y del primer -encuentro hirió al uno muy mal en un descubierto de la adarga, de -modo que vino a tierra; y revolviendo su caballo con gran ligereza y -velocidad, se apartó de los tres cristianos escaramuceando un gran -trecho, y luego tornando como un pensamiento sobre ellos, de un -encuentro derribó a otro caballero del caballo, mal herido. - -Los dos cristianos que quedaban embistieron a Reduán, y el uno de ellos -le dio una gran lanzada, de suerte que quedó herido de una mala herida; -el otro caballero, aunque le entró, no le hirió y rompió su lanza. -Reduán viéndose herido, se apartó de ellos, y con muy bravo ánimo les -volvió a embestir, de suerte que derribó del caballo al que estaba sin -lanza. - -El cristiano que estaba solo hirió a Reduán segunda vez, y él -encolerizado acometió al cristiano para herirle, mas no se atrevió a -esperarle por verse solo, pues los compañeros estaban en el suelo mal -heridos, y los caballos andaban sueltos por el campo. - -Los dos moros que habían ido huyendo se detuvieron por ver el fin de -la batalla; y visto cuán en breve había desbaratado aquel moro a los -cuatro cristianos, volvieron espantados adonde había dejado a la mora, -la cual estaba admirada del valor del moro. - -Reduán estaba hablando con ella maravillado de su hermosura, que le -parecía ser mayor que la de Lindaraja y la de todas las damas de -Granada; y así era verdad, que era la más hermosa de todo el reino. -Estaba Reduán tan rendido a la mora, que no se acordaba de Lindaraja, y -solo se ocupaba en mirarla, y la preguntó quién era. - -En esto llegaron los dos moros, y dándole las gracias del socorro le -dijeron así: - ---Señor caballero, Mahoma os trajo aquí a tal tiempo, que si vos no -vinierais, nosotros del todo fuéramos perdidos y muertos a manos de -aquellos caballeros cristianos; y lo que más nos pesara es perder esta -dama que traemos a nuestro cargo, y porque parece que estáis herido, -según demuestra esa sangre, vamos la vuelta de Granada, y en el camino -diremos lo que habéis preguntado; y mirad si de estos caballeros -cristianos se ha de hacer alguna cosa. - ---No --dijo Reduán--, básteles estar heridos; cogedles los caballos, -dádselos, y váyanse. - -De esto se maravillaron los moros, y cogieron los caballos y se los -dieron a los cristianos, y ellos tomaron la vía de Granada. - -Yendo Reduán junto a la hermosa mora, la cual no menos pagada iba de -Reduán que él iba de ella, el uno de los dos moros comenzó a hablar de -esta manera: - ---Habéis de saber, señor caballero, que éramos cuatro hermanos y una -hermana, que es la que presente veis: de los cuatro, por nuestra -desdicha, ya habéis visto como quedan allí los dos muertos a manos de -los cristianos, y aun habemos sido para tan poco los dos que quedamos, -que aún no les dimos sepultura; pero querrá el santo Alá que hallemos -algunos villanos que pagándoselo quieran dársela. Nuestro padre es -alcaide de la fuerza de Ronda; y como supimos que en Granada se hacían -tan grandes fiestas, pedimos a nuestro padre, Zaide Hamete, licencia -para venir a verlas. Pluguiera al santo Alá que no hubiéramos venido, -que nos ha costado dos hermanos, y afrentosamente huimos y dejamos -en tan notable peligro a nuestra hermana Haja, si vos, señor, no lo -remediárades. Esta es, señor caballero, nuestra lastimosa y verdadera -historia; y pues ya, señor, habéis sabido nuestro viaje, y también -quién somos, recibiremos merced, si sois servido, que nos digáis de -dónde sois y cómo os llamáis, para que sepamos a quién somos tan -obligados. - -Reduán les respondió: - ---Holgado me he, caballeros, de saber quién sois; bien conozco a -vuestro padre, y conocí a vuestro abuelo Almadán, a quien mató D. Pedro -Sotomayor. Pésame de no haber venido antes, que yo sé que no hubieran -muerto vuestros hermanos, y huélgome mucho de haberos servido en algo, -y lo haré cada y cuando que se ofrezca; y por si os queréis servir -de mí, y daros gusto, os diré quién soy: llámanme Reduán, y soy de -Granada; vamos allá a mi casa, y será vuestra, donde os haré regalar y -servir conforme merecéis. - ---Gran merced, señor Reduán --respondieron ellos--, por el ofrecimiento -que nos hacéis; deudos tenemos en Granada donde podemos ir a posar, -cuanto más que por la desgracia sucedida nos detendremos muy poco en la -ciudad, especialmente siendo ya pasadas las fiestas. - -En esto iban hablando los dos hermanos de Haja, y Reduán, cuando vieron -venir dos leñadores que con sus bagajes iban por leña al dicho soto, y -en llegando a ellos dijeron los dos hermanos a Reduán: - ---A buen tiempo han venido estos villanos, que podría ser quisiesen dar -sepultura a nuestros hermanos, pagándoselo. - ---Yo se lo rogaré --dijo Reduán, y habló a los villanos diciendo--: -Hermanos, por amor del santo Alá, que deis sepultura a dos caballeros -que están allí bajo muertos, que os será bien pagado. - -Los villanos dijeron, que de buena gana lo harían, sin interés alguno. -Los hermanos suplicaron a Reduán esperase allí en compañía de su -hermana, en tanto que iban a ayudar a enterrar los muertos, que seguros -iban, quedando ella con él, y a traer los caballos, siquiera porque no -se aprovechasen de ellos los cristianos. - ---Mucho me holgara de acompañaros --dijo Reduán--; pero pues es vuestro -gusto que yo quede con vuestra hermana, soy contento. - -Los moros se lo agradecieron mucho, y se fueron con los villanos para -dar sepultura a sus hermanos, y cobrar los caballos perdidos. - -El valiente Reduán ardiendo en llamas de amor por la hermosa Haja, y -viendo la oportuna ocasión por estar solos, la dijo de esta suerte: - ---O fue ventura, o desdicha mía haberos hallado en esta parte; en un -punto vi muerte, vida, cielo, suelo, tempestad, bonanza, paz y guerra; -y lo que más siento, es no saber el fin de una tan extraña aventura, -como es la que la fortuna me ha ofrecido: de suerte estoy suspenso, -Haja hermosa y bella, que no estoy en mí, sino en ti. No sé dónde -vaya sino a ti; temo declarar mi mal, muero si no lo declaro, ardo en -vivas llamas, estoy más helado que los Alpes de Alemania. No sé si -hable, o calle, oh bellísima señora: por mejor medio elijo declararte -lo que mi alma siente, para que des vida a quien le va faltando, pues -tú eres la verdadera medicina, y salutífera a mi enfermedad. Sabrás, -vida de esta mía, que en la dichosa hora que vi tus soles llorosos -por la escaramuza de que tú eras la causa, luego comencé a pelear con -cinco contrarios, cuatro los cristianos, y otro tú; vencilos, y te -libré; y tú me venciste y cautivaste: ¿con qué armas peleaste, que tan -presto me venciste? Pero, ¿para qué lo pregunto, pues eres semejanza -y cifra de la hermosura, dotada en discreción, bravo donaire, brío y -gentileza? Estas son las armas con que peleaste conmigo. No hallaste en -mí resistencia porque de mis potencias estabas apoderada: tu siervo -soy, y tú mi señora y mi bien. Adórote, no me aborrezcas; estímote, no -me menosprecies, no seas ingrata a mi pecho fiel, amoroso y verdadero: -corresponde a mi casto amor, pues te admito por mi esposa, y dame -respuesta piadosa. - -Y diciendo esto enmudeció. Haja le respondió, diciendo: - ---Noble, brioso y esforzado caballero, aunque sin experiencia de causas -de amor, por ser doncella de catorce años, recogida y noble, que presto -sabrás quien soy, luego reconocí ser tu accidente de amorosas llamas, -y a lo que me has dicho, digo que sea así por no contradecirte; pero -bien sé que los hombres, por conseguir su lascivo deseo, dicen mil -lisonjas vanas, y otras cosas o cuitas en daño de las tristes mujeres, -que de ligero se creen. Quiero resolverme y responder, porque veo venir -a mis hermanos, que si tú me amas, soy tu rendida; si con facilidad me -quisiste, con fuerza te adoro; si te parezco bien, me parece que no -hay otro en la tierra como tú. Y si como dices, me quieres por esposa, -pide a mis hermanos que alcancen el sí de mi padre, que el mío en tu -boca está; y te prometo que será tan imposible faltar esta ferviente -fe que tengo, como pedir a la nieve que caliente, al sol que resfríe y -que no alumbre, y como ver en el suelo el firmamento estrellado. Tanto -es lo que te quiero, moro, que en mi alma moras; y porque llegan mis -hermanos, mudemos plática, no apartándome de tu pensamiento, como yo no -te aparto del mío; y cuando caminemos, como que no me has dicho nada, -puedes tratar con mis hermanos el casamiento: y de no querer mi padre, -ni mis hermanos que me case contigo, que no me persuado a que den tan -mal pago a una obligación tan grande como te tenemos, y más siendo tan -principal caballero, que nosotros ganamos en que tú me quieras por -esposa, yo quiero, si tú me quieres; tuya soy, pues me libraste de -poder de los cristianos, que es cierto que había de ser su cautiva. -Pues tanto más me ha valido el trueque, dichosa suerte ha sido la mía, -aunque he perdido dos hermanos, en haber venido por aquí, resultándome -tanto bien de querer ser tú mi esposo; y en señal de que seré tuya, -para que estés confiado en mi palabra, toma esta sortija del dedo del -corazón, y ponla en el tuyo, pues el mío tienes en él. - -Y diciendo esto sacó una sortija de oro, con una esmeralda trasparente -y fina, y se la dio a Reduán, el cual la tomó con mucha alegría, y -besándola mil veces la puso en su dedo, quedando el más contento y -favorecido amante del mundo. - -Quisiera el enamorado moro dar respuesta a su querida mora; pero no -hubo lugar, porque llegaron sus dos hermanos, bañados los rostros en -lágrimas por el dolor de sus dos caros hermanos, a quien venían de -enterrar y traían sus caballos del diestro. La hermosísima Haja no pudo -dejar de llorar los ya difuntos hermanos. Reduán los consolaba lo que -podía, diciéndoles palabras muy eficaces para ello; y con estas y otras -pláticas entraron en Granada. - -Era ya de noche, y dijeron los hermanos a Reduán, que les diese -licencia para ir a posar en casa de un deudo suyo, que era de los -Almadenes, y vivía en la calle de Elvira. Reduán les dijo que hiciesen -su gusto y los acompañó hasta la posada; y despidiéndose de ellos se -volvió a su casa. - -Mas al tiempo de despedirse no apartaba la vista de sus ojos el uno -del otro amante, de tal manera que apartándose se consideraba sin alma -Reduán, por quedársele con su señora; y Haja asimismo, por llevársela -Reduán. - -Los caballeros y la dama fueron bien recibidos de su tío, quien recibió -mucha pena por la muerte de sus dos sobrinos. - -A otro día por la mañana se vistió Reduán, y fue al real palacio por -besar las manos al rey, el cual en aquella hora se acababa de levantar -y vestir para ir a la Mezquita mayor, a ver el zalá que se hacía por -un moro de su secta llamado Gidemahojo; y viendo a Reduán vestido de -marlota y capellar verde, y plumas verdes, alegrose grandemente con su -vista, porque había muchos días que no le había visto; y le preguntó -dónde había estado, y cómo le había ido en la escaramuza con Gazul. -Reduán le satisfizo, diciendo que Gazul era buen caballero, y que Muza -los había hecho amigos. - -Con esto el rey y los demás caballeros que le salían a acompañar, que -por la mayor parte eran Zegríes y Gomeles, se fueron a la mezquita, y -con muy grande aplauso se hizo el zalá y alcoranas ceremonias, y se -volvieron al Alhambra; y en entrando en su palacio real hallaron a la -reina y sus damas en la sala, porque era costumbre del rey Chico; y así -lo tenía mandado, que en cualquier tiempo que saliese, a la vuelta -había de estar la reina y sus damas en la sala por solo su gusto, y -porque se holgaba de verlas; y más a Celima, que la amaba en supremo -grado, por lo cual él y el capitán Muza tuvieron muchas diferencias, -como adelante se dirá. - -Entraron en palacio con todos los caballeros de su corte, y todas las -damas pusieron la vista en la bizarría de Reduán, espantadas de la -mudanza de librea. Lindaraja le miraba de propósito, y admirada de que -no la miraba, dijo entre sí: - ---Disimula Reduán su pasión: bien hace, que no ofenderé a mi Gazul. - -La reina dijo a Lindaraja: - ---Todavía tiene esperanza Reduán de gozarte. - -Respondió Lindaraja: - ---Bien puede desistir de ese pensamiento, porque estoy muy fuera de él. - -Dijo la reina: - ---Pues en verdad que tiene buen talle, y es galán y discreto Reduán, y -que cualquiera dama se puede tener por dichosa en ser suya. - ---Así es, señora, Reduán merece mucho, y de no haber puesto mi afición -en Gazul, es sin duda que ninguno sino él fuera señor de mí. - -Con esto callaron, porque no advirtiesen las otras damas en lo que -hablaban. - -A esta sazón le dijo el rey a Reduán: - ---Bien te acordarás que me diste palabra de ganar a Jaén en una noche: -si lo cumples, como me lo prometiste, te daré doblado el sueldo de -capitán; y si no lo cumplieres, me has de servir en una frontera, -privado de la vista de tu dama. Por tanto apercíbete a la empresa, -que yo iré en persona a la conquista, que estoy muy sentido de estos -cristianos de Jaén, porque cada día nos corren la tierra, y talan la -Vega; y pues ellos me vienen a buscar tantas veces, será bien que vaya -yo a buscarles una, y que de esta se concluya con todos. - -Reduán le respondió con rostro alegre, diciendo: - ---Si algún tiempo di palabra de darte a Jaén ganada en una noche, de -nuevo lo confirmo, con que me des mil soldados de los que yo señalare, -que yo os cumpliré lo dicho. - -El rey dijo: - ---No digo mil soldados, sino cinco mil te daré, y aunque yo vaya, tú -has de ser capitán de todos. - ---Estimo mucho la honra que me hacéis --dijo Reduán--, y yo me holgaría -de acertar a servirte como deseo. Tu Majestad señale la gente y día que -hemos de partir, que desde luego estoy dispuesto y obediente a tu gusto. - ---No espero menos de ti, y no perderás el servicio que me hicieres: -los caballeros que irán contigo serán Abencerrajes, Zegríes, Gomeles, -Mazas, Venegas, Maliques y Alabeces, que bien sabes el valor de todos, -y sin estos irán los demás caballeros e hidalgos, pues yo voy a la -jornada. - -Diciendo esto entró un portero, y dijo al rey que pedían licencia una -dama y dos moros forasteros para besarle las manos. El rey dijo que -entrasen. - -Luego entraron por la sala dos caballeros de buena gracia, marlotas y -capellares, borceguíes y zapatos negros; enmedio de ambos venía una -dama vestida de negro, tapado el rostro con un cabo del almaizar que no -descubría más que dos luceros, y bien se echaba de ver por la hermosura -de ellos, que debía de ser perfecto en todo. - -Maravillado el rey de sus funestos trajes, les dijo: - ---¿Qué es lo que queréis? - -Haciendo gran reverencia al rey y a la reina, y a las damas que allí -estaban, propuso el moro lo siguiente: - ---Nuestro principal intento ha sido venir a besar tus reales manos -y las de mi señora la reina, y a que conozcas estos tus siervos. -Nosotros tres somos nietos de Almadán, alcaide que fue de Ronda, y -ahora lo es nuestro padre; y como tuvimos noticias de las fiestas que -en esta ciudad se hacían, por celebrar los casamientos que tu Majestad -ha hecho en ella, acordamos de venir a verlas. La fortuna no quiso -que las gozásemos, y fue la causa que el día de las fiestas, en un -lugar de grandes espesuras que se dice el Soto de Roma, de improviso -nos asaltaron cuatro caballeros cristianos, muy valerosos, y tanto, -que aunque nosotros nos defendimos por amparar esta doncella, que es -hermana nuestra, pudieron tanto, que de cuatro hermanos que éramos, -nos mataron los dos, y nosotros con temor de la muerte huimos, y si no -fuera por el valor de este caballero que está junto a vuestra Majestad, -todos nos perdiéramos --y diciendo esto, señaló con el dedo al fuerte -Reduán--: que venció con su valentía él solo a tres cristianos, y el -otro huyó. Venimos a darle las gracias al vencedor caballero que estaba -consolando a nuestra afligida hermana, y dio licencia a los vencidos -cristianos para que fuesen libres, sin quitarles ningún despojo; -benignidad de noble caballero nunca vista, que con quedar herido no -quiso vengarse. Os certifico, señor, que si todos los caballeros de -vuestra corte son como Reduán, podéis conquistar el mundo, porque -vimos que de tres botes de lanza derribó tres cristianos mal heridos, y -el otro huyó. Acordamos de venir a besar las manos de vuestra Majestad, -y a pedir licencia para ir a contar a nuestros padres esta desdicha. - -Con esto no dijo más el moro, mostrando mucha tristeza, y la misma -mostró el otro hermano y la doncella. - -Mucha admiración causó al rey la tragedia, y la ventura de ir Reduán -por aquel sitio para remediar la dama; y volviéndose a Reduán le dijo: - ---Grande era el amor que te tenía, y con esta hazaña le has acrisolado -más, y desde hoy te encargo la alcaidía del castillo de Tíjola, que -está junto a Purchena. - -Todos los caballeros tuvieron a heroico hecho el que hizo Reduán, y -le alababan mucho; lo cual lastimaba a Lindaraja, que estaba casi -arrepentida por haber despreciado a Reduán. - -El rey les dijo a los dos hermanos: - ---Pues es vuestra voluntad de iros, id en buen hora, que licencia -tenéis; pero antes que os vais querría ver el rostro de esa dama por mi -gusto y de la reina; decidle se quite el rebozo, porque no será bien -que dejemos de gozar de su vista, que yo bien entiendo que es peregrina -a lo que se infiere por los hermosos ojos que tiene. - -Los hermanos la dijeron que se descubriese; ella lo hizo así, y -quitándose un prendero del almaizar, descubrió su rostro, que no menos -que el de Diana era. - -Así pareció a todos los de la sala real, como el sol que por la mañana -sale esparciendo sus ardientes rayos: esto mismo hacía la hermosa Haja, -pues los de su hermosura reverberaban en quien la miraba, y quedaban -todos deslumbrados, matando con su vista a los caballeros de amor, y a -las damas de envidia. - -A todos admiró la hermosura de la bizarra Haja, y deseaban su amistad -por gozar de su hermosura. La reina que asimismo estaba espantada de la -beldad de Haja, le dijo al rey: - ---Sírvase vuestra Alteza de que goce yo de esta dama. - ---Vaya en buen hora --dijo el rey--, que bien sé que ha de haber más de -cuatro damas envidiosas de las que hoy os sirven. - -Llamaron a Haja, y haciendo mesura al rey y a los caballeros, pasó a -besar la mano a la reina, y de rodillas en el suelo se la pidió. No -quiso la reina dársela, antes la levantó, y la hizo sentar junto a sí. - -A todas las damas causó admiración la perfección con que en todo dotó -naturaleza a Haja; pues aunque estaban allí Daraja, Sarracina, Galiana, -Fátima, Celima, Cobaida y otras muchas damas de excelente hermosura, -ninguna como la de la hermosa Haja. - -Reduán que no apartaba los ojos de su adorada Haja, estaba muy -receloso, y con gran temor no se le trocase, y le quebrase la palabra -dada. - -La mora miraba de cuando en cuando a su amante Reduán, y si con lanza -y adarga le había parecido bien, mucho mejor le parecía vestido con el -traje de corte, y más tan galán como estaba; y extendiendo los ojos -por todos los caballeros presentes, ninguno la pareció llegar a poder -competir con su querido Reduán. Mostrábasele grave, alegre y risueña, -que no fue poco contento para el moro. - -El rey dijo a Reduán: - ---Mucho me holgara de ver la escaramuza que tuvisteis con Gazul, porque -sería de ver, siendo ambos tan valientes. - ---Yo soy testigo de ella --dijo Muza--, porque no pudiéndolos persuadir -a que no peleasen, estuve mirando la cruel y sangrienta escaramuza -que entre un león y una onza no podía ser más violenta; y movido a -compasión de que ambos no muriesen, porque no reconocí ventaja en -ninguno, me puse enmedio, y cesó la escaramuza, quedando los dos con -igual victoria. - ---¿Qué les movió al desafío? --dijo el rey. - ---Son cuentos largos --contestó Muza--; no hay para qué refrescar en -la memoria cosas viejas, sino decir que está en la sala la causa de su -enojo. - ---Ya entiendo lo que puede ser --dijo el rey--: bien sé yo que Reduán -no volverá a hacer escaramuza con Gazul sobre lo pasado en ninguna -manera. - ---Vuestra Majestad está en lo cierto --dijo Reduán--, porque estoy ya -olvidado de todo aquello; pero a la sazón perdiera mil vidas por ella, -si las tuviera, lo que ahora no me pusiera a perder una. - ---Debe de haber algo nuevo, que no es posible menos --dijo el rey. - -Diciendo esto, los dos caballeros, hermanos de Haja, se habían sentado -junto a Mahandín Hamete, principal caballero y rico, del linaje de -los Zegríes, el cual habiendo visto la hermosura de Haja estaba tan -amartelado, que no apartaba los ojos de ella: afligíale tanto la causa -amorosa, que no pudiéndola resistir les dio parte a sus hermanos, -diciéndoles: - ---Señores caballeros, ¿conoceisme? - ---No, señor, sino para serviros --respondieron ellos--, que como -forasteros no conocemos particularmente a los caballeros granadinos; -pero estando en compañía de tan alto rey y en su real palacio, bien -inferimos que debéis de ser de estirpe clara. - ---Pues sabed, caballeros, que soy Zegrí, descendiente de los reyes de -Córdoba, y en Granada valgo yo tanto, que se hace larga mención de mí y -de los de mi linaje, y querría, si lo tuvieseis por bien, emparentaseis -conmigo, dándome por mujer a vuestra hermana Haja, que me ha parecido -tan bien, que me holgara ser vuestro cuñado y pariente; y a ley de -moro hidalgo, que pudiera estar casado con una dama que era de lo más -principal de Granada; mas no me he querido casar hasta ahora que he -visto a vuestra hermana, de la cual estoy muy pagado. - -Con esto cesó el Zegrí, aguardando su bien o su mal. - -Los hermanos de Haja comunicaron entre ambos si convenía o no aquel -casamiento, y al fin considerando el valor de los Zegríes, cuya fama -era tan notoria, le dieron el sí, confiados en que su padre tendría por -bien lo que ambos hiciesen. - -El Zegrí muy alegre con el sí de los hermanos, se levantó, e hincándose -de rodillas habló de esta suerte: - ---Alto y poderoso rey, suplico a vuestra real majestad, que ya que se -celebran casamientos, y por ellos hay fiestas, que se haga el mío para -que goce de ellas, porque sabrá vuestra majestad que vencido de los -amores de la hermosa Haja, la pedí en casamiento a sus dos hermanos, -los cuales sabiendo quién soy, lo han tenido por bien, y me la han -prometido por mujer; por lo que suplico a vuestra majestad sea servido -de que nos desposen conforme a nuestros ritos, pues se ha ofrecido esta -ocasión en tan buen tiempo. - -El rey, mirando a la dama y a sus dos hermanos, admirado de tan -repentino acuerdo, dijo que si era gusto de ellos y la dama quería, que -él era contento. - -Todos se admiraron del caso, y callaron hasta ver en qué paraba; pero -Reduán ardiendo en enojo e ira, se levantó en pie y dijo: - ---Señor, a este casamiento que pide el Zegrí no hay lugar, porque es mi -esposa desde que la libré de los cristianos, y entre los dos nos hemos -dado palabra de esposos, y hay también prendas que son confirmación -de esto que digo: nadie como la dama puede decir lo que pasa; y no -pretenda agraviarme ninguno, porque me lo pagará. - -El Zegrí respondió alborotado que Haja no se podía casar sin licencia -de su padre o hermanos, y que era suya, y la defendería hasta la -muerte. Reduán que oyó la arrogancia del Zegrí, arremetió a él para -herirle con muy encendida rabia. Los Zegríes acudieron a favorecer a su -pariente, y los de Reduán, Muza y los Abencerrajes fueron a socorrerle. - -El rey, viendo el escándalo que se empezaba, mandó pena de muerte a -quien más hablase en el caso, que él determinaría lo que había de ser. - -Con esto se aquietaron aguardando su determinación; y visto que ya -estaban sosegados fue al estrado de la reina, y tomó de la mano a Haja, -y puesto en medio de la sala la dijo que escogiese a Reduán o el Zegrí, -o aquel que más gusto le diese. - -La dama viendo que no podía dejar de obedecer el precepto de su rey, se -puso confusa a considerar la palabra que habían dado sus hermanos al -Zegrí, y por otra parte consideraba el mucho amor que tenía a su Reduán -y él a ella, y el haberla librado del cautiverio, y los coloquios -amorosos que entre los dos habían pasado, y a la fe y palabra que había -dado de ser su esposa. - -Considerándolo todo muy bien, se fue con el rey de la mano adonde -estaban los caballeros juntos, y llegados, haciendo una reverencia al -rey, le dio la mano a Reduán diciendo: - ---Señor, este quiero por esposo. - -El Zegrí quedó avergonzado de que él fuese el desechado; y no pudiendo -sufrir el dolor se salió de palacio con intento de vengarse de Reduán, -del cual se celebraron aquel día las bodas, y al siguiente hubo -fiestas y zambra; y estando ocupados en estas fiestas, trajeron nuevas -como mucha compañía de cristianos corrían y talaban la Vega, y así -fue necesario dejar las fiestas por salir a ella para pelear con los -cristianos. - -El valeroso Muza, como capitán general, salió luego al campo acompañado -de mil de a caballo y dos mil peones, y en topando el escuadrón -de los cristianos trabaron muy sangrienta escaramuza, en la cual -murieron muchos de ambas partes; mas siendo el poder de los moros -mayor, por haber tres veces más gente que de los cristianos, quedaron -vencedores, y ganaron dos banderas cristianas, y cautivaron muchos -cristianos; aunque les costó cara esta victoria, porque murieron más -de seiscientos moros. En este día hicieron los caballeros Abencerrajes -y Alabeces grandes cosas en armas, y si no fuera por su valor no se -venciera la escaramuza. - -Volvió Muza victorioso a Granada, con lo cual se holgó el rey. También -se señaló en este día Reduán, a quien el rey abrazó con muy grande -amor, y por la victoria tornaron a hacer fiestas otros ocho días, y por -los casamientos; las cuales pasadas determinó el rey salir a correr la -tierra de los cristianos, porque lo deseaba, en particular a Jaén que -era quien más daño le hacía; y dándole el cargo de capitán general al -valiente Reduán, como está tratado y atrás habemos dicho, se partió de -la ciudad de Granada. - - - - -CAPÍTULO XIII. - -_En que se da cuenta de lo que sucedió al rey Chico y a su gente -yendo a entrar en Jaén, y la gran traición que los Zegríes y Gomeles -levantaron a la reina mora y a los caballeros Abencerrajes, y muerte de -ellos._ - - -El último y postrero día de las fiestas el rey comió con todos los -principales caballeros de su corte, y alzando las mesas habló a todos -de aquesta manera: - ---Bien sé, leales vasallos y amigos míos, que ya os será odiosa la -vida pasada en tantas fiestas como habemos tenido, y que a voces os -llama el fiero Marte, en lo que os habéis ocupado siempre. Ahora, pues, -que Mahoma nos ha dejado ver las fiestas que le han hecho en nuestra -insigne ciudad, y los casamientos que se han efectuado en ella, será -justo que volvamos a la milicia contra los cristianos, pues que ellos -nos vienen a buscar hasta nuestros muros; y para esto ya sabéis, mis -buenos amigos, que los días pasados traje a la memoria a Reduán una -palabra que me dio de ganarme a Jaén en una noche, y ahora lo confirmó -de nuevo. Pidiome mil soldados, pero yo quiero que sean cinco mil, y -que me la cumpla; y para esto doy a mi hermano Muza cargo de juntar la -gente del número que he dicho, que son dos mil hombres de a caballo y -tres mil peones, y que sean todos expertos en armas, y que Reduán vaya -por general, y demos vista a Jaén, de quien tan grandes daños hemos -recibido y cada día recibimos; y si ganásemos la ciudad de Jaén, no -están seguras Úbeda, Baeza ni su redondez; y para esto quiero que me -digáis vuestro parecer. - -Con esto cesó el rey, aguardando respuesta de sus varones. - -Reduán se levantó y dijo, que él cumpliría su palabra. Muza dijo que -él daría en tres días puesta su gente en la Vega. Todos los demás -caballeros que allí estaban dijeron que hasta la muerte le servirían -con sus personas y hacienda. El rey agradeció mucho a todos su -ofrecimiento. - -Los hermanos de Haja, con licencia de su rey, se fueron a Ronda, donde -fueron muy bien recibidos de sus padres, contentos con el casamiento de -su hija con Reduán, y por otra parte con mucho pesar y tristeza por la -muerte de sus dos hijos. - -En este tiempo mandó el rey a Zulema Abencerraje que fuese a ser -alcaide de la fuerza de Moclín, el cual se fue luego con su esposa y -querida Daraja. El padre de Galiana se volvió a la ciudad de Almería, -dejando a la hermosa Celima en compañía de su hermana Galiana. Otros -muchos caballeros se fueron a sus alcaidías por mandado del rey, -encargándoseles la guarda y custodia de ellas. - -Muza levantó cinco mil hombres de a pie y de a caballo, toda gente muy -belicosa, y en cuatro días los puso en la Vega; el rey mandó a Muza que -se hiciese reseña de la gente dentro de la ciudad, y así se hizo. - -Y visto por el rey la braveza y bizarría de la gente que había -levantado Muza en tan breve tiempo, sin aguardar más quiso luego -partirse, dando a Reduán el cargo de capitán general de su ejército; de -lo cual se alegró Muza por la satisfacción que de Reduán tenía, e hizo -cuenta que él iba por capitán en el ejército; y así salieron por la -puerta Elvira con mucho concierto. - -La gente de a caballo iba partida en cuatro partes con mucho orden, y -cada una tenía su estandarte diferente. - -La una parte tenía Muza, y en su compañía iban ciento y cincuenta -caballeros Abencerrajes, y otros tantos Alabeces y Venegas; todos -caballeros de mucho esfuerzo. Su estandarte era de damasco rojo y -blanco, por divisa un salvaje en campo rojo, que desquijaraba un león, -y en el campo blanco otro salvaje que con un bastón deshacía un mundo, -y por letra: _Todo es poco_. Este bando de caballeros iba bien alistado -de armas y caballos, y todos vestían marlotas de escarlata y grana. - -La segunda cuadrilla era de Zegríes, Gomeles y Mazas: esta iba de -batalla, no menos rica y pujante que la de Muza, la cual llevaba -vanguardia. El estandarte de los Zegríes era de damasco verde y morado, -y tenía por divisa una media luna de plata con esta letra: _Muy presto -se verá llena, sin que el sol pueda eclipsarla_. Era esta cuadrilla -de doscientos y ochenta caballeros, todos gallardos y bizarros, con -aljubas y marlotas de paño tunecí, la mitad verde, y la otra mitad de -grana. - -La tercera cuadrilla llevaban los Aldoradines, caballeros muy -principales; con estos iban Gazules y Azarques; su estandarte leonado -y amarillo. Llevaban por divisa un dragón en campo verde, que con las -uñas despedazaba una corona de oro, con una letra que decía: _Jamás -hubo resistencia_. Esta cuadrilla iba muy gallarda, y aprestada de -armas y caballos; serían todos ciento y cuarenta. - -La cuarta cuadrilla era de Almoradís, Marines y Almohades, caballeros -estimados: estos llevaban el real pendón de Granada, que era de -damasco pajizo y encarnado, con muchas bordaduras de oro por un lado -abiertas, y por la abertura parecían los granos rojos, que eran hechos -de finos rubíes; del pezón de la granada salían dos ramos bordados -de seda verde, con sus hojas, y una letra al pie que decía: _Con la -corona nací_. En esta cuadrilla iba el rey Chico con mucha compañía de -caballeros. - -Eran muy de ver las galas, riquezas, penachos, adargas, lanzas, -caballos, yeguas y pendoncillos de colores en las lanzas. - -Pues si la caballería salió tan bizarra y vistosa, no menos gallarda -y briosa salió la infantería, y muy bien armada, todos con arcos y -ballestas. - -Con esta pujanza salió el rey Chico de Granada, y tomó la vía de Jaén, -mirándole todas las damas de Granada, y más la reina su madre, y su -mujer la reina con todas las damas que estaban en su compañía, desde -las torres de Alhambra. - -Por esta jornada que hizo el rey Chico a Jaén se compuso aquel antiguo -romance, que dice como se sigue: - - «Reduán, bien te acuerdas, - que me diste la palabra, - que me darías a Jaén - en una noche ganada. - Reduán, si tú lo cumples, - darete paga doblada, - y si tú no lo cumplieres, - desterrarte he de Granada: - Echarte he en una frontera, - donde no goces tu dama.» - Reduán le respondiera - sin demudarse la cara: - «Si lo dije, no me acuerdo, - mas cumpliré mi palabra.» - Reduán pide mil hombres, - el rey cinco mil le daba. - Por esa puerta de Elvira - sale muy gran cabalgada: - ¡cuánto del hidalgo moro, - cuánto de la yegua baya. - Cuánta de la lanza en puño, - cuánta de la adarga blanca, - cuánta de marlota verde, - cuánta aljuba de escarlata, - Cuánta pluma y gentileza, - cuánto capellar de grana, - cuánto bayo borceguí, - cuánto raso que se esmalta, - Cuánto de espuela de oro, - cuánta estribera de plata! - Toda es gente valerosa, - y experta para batalla. - En medio de todos ellos - va el rey Chico de Granada, - mirando las damas moras - de las torres del Alhambra. - La reina mora su madre - de esta manera le habla: - «Alá te guarde, mi hijo, - Mahoma vaya en tu guarda, - Y te vuelva de Jaén - libre, sano y con ventaja, - y te dé paz con tu tío, - señor de Guadix y Baza.» - -No fue tan secreta esta salida de Granada, que en Jaén no tuviesen -aviso de ella por las espías que tenía en aquella ciudad. Otros decían, -que fueron avisados por unos cautivos cristianos que se huyeron de -Granada. Otros dicen, que la dieron los Abencerrajes o Alabeces, y esto -entiendo que es lo más cierto, porque estos caballeros eran muy amigos -de los cristianos. - -Sea como fuere, los de Jaén fueron avisados de la entrada de los -moros en su tierra, y así ellos dieron aviso a Baeza, Úbeda, Cazorla -y Quesada, y a los pueblos circunvecinos, los cuales se alistaron y -apercibieron para resistir a los enemigos de Granada. - -Estos llegaron a la puerta de Arenas, donde hallaron gran número de -gente que defendía la entrada al enemigo; pero poco aprovechó la -defensa, porque habiendo corrido los moros todo el campo de Arenas, -entraron por su puerta a pesar de los que la guardaban, y corrieron -todo el campo de la Guardia y Pegalajara, hasta Jordán y Belmar. - -Los caballeros de Jaén salieron a los enemigos, porque fueron avisados -que en la Puerta andaba el rebato. Salieron de Jaén cuatrocientos -hijosdalgo bien armados; de Úbeda y Baeza otros tantos, y hechos todos -un cuerpo de batalla, fueron en busca del enemigo que les corría la -tierra, llevando por caudillo y capitán al obispo D. Gonzalo, varón de -gran valor. - -Juntáronse los dos campos de la otra parte del Riofrío, y aquí se -acometieron, haciendo una brava escaramuza: mas era el valor de los -cristianos tal y tan bueno, que les convino a los moros retirarse -hasta la puerta de Arenas, de la cual habían roto una cadena que la -atravesaba; y aquí fueran los moros vencidos, si no fuera por el valor -de los caballeros Abencerrajes y Alabeces, que pelearon valerosamente; -mas al fin hubo de quedar por los cristianos el campo. - -Con todo eso los moros llevaron gran presa de ganados, así vacunos, -como cabríos, de modo que no se señaló de ninguna parte haber demasiada -ventaja. - -El rey quedó admirado de ver la repentina prevención de los cristianos; -y preguntando a unos cautivos que allí traían, cuál había sido la causa -de haber juntado tanta gente en Jaén, le respondieron que habían sido -avisados días había, y así estaba toda la tierra en arma; lo que fue -bastante disculpa para Reduán sobre no cumplir la palabra dada al rey, -que procuró inquirir y saber quién había dado el aviso. - -Reduán muy bien sabía que Jaén no se podía ganar tan fácilmente; -mas como era belicoso, tenía determinado de llegar a la ciudad y -embestirla; y si no hubiera la poderosa resistencia que les hicieron, -sin duda que la acometieran. - -El rey y su ejército se volvieron a Granada, donde fueron recibidos con -grande alegría y gozo, y se hizo en toda la ciudad mucha fiesta por el -buen suceso. - -Los de Jaén quedaron con grande triunfo por haber resistido a tanta -morisma, y muerto a muchos de ellos. - -El rey Chico venía fatigado del camino, y para aliviarse, ordenó de -irse a una casa de placer, llamada los Alijares, y con él fueron los -Zegríes y Gomeles: ningún caballero Abencerraje ni Gazul fueron con él, -porque Muza los había llevado a un rebato causado de los cristianos que -habían entrado en la Vega. - -Estando un día el rey en los Alijares holgándose, y habiendo acabado de -comer, comenzó a hablar de la jornada de Jaén y de los Abencerrajes; y -cómo por ellos y por los Alabeces habían ganado grandes despojos. - -Un caballero Zegrí, que era el que tenía el cargo de armar traición a -la reina y a los Abencerrajes, dijo al rey: - ---Si buenos son, señor, los caballeros Abencerrajes, mejores son los -caballeros de Jaén, pues nos quitaron gran parte de la presa, y nos -hicieron retirar por fuerza de armas. - -Y era mucha verdad, que el esfuerzo y valor de la gente de Jaén fue muy -grande, y aquel día quedó con nombre perpetuo, y fama para siempre; y -en memoria de esta escaramuza se hizo el siguiente - -ROMANCE. - - Muy revuelto anda Jaén, - rebato tocan apriesa, - porque moros de Granada - les van corriendo la tierra. - Cuatrocientos hijosdalgo - se salen a la pelea; - otros tantos han salido - de Úbeda y de Baeza. - De Cazorla, y de Quesada, - también salen dos banderas; - todos son hidalgos de honra, - y enamorados de veras. - Todos van juramentados - de manos de sus doncellas, - de no volver a Jaén - sin dar moro por empresa; - Y el que linda dama tiene, - cuatro le promete en cuenta. - A la Guardia han llegado, - adonde el rebato suena, - Y junto del Río frío - gran batalla se comienza; - mas los moros eran muchos, - y hacen grande resistencia, - Porque los Abencerrajes - llevaban la delantera; - con ellos los Alabeces, - gente muy brava y fiera. - Mas los valientes cristianos - furiosamente pelean, - de modo que ya los moros - de la batalla se alejan; - Mas llevaron cabalgada, - que vale mucha moneda. - Con gloria quedó Jaén - de la pasada pelea. - -Aqueste romance se compuso en memoria de esta escaramuza, aunque otros -la contaron de otra suerte: de la una o de la otra, la historia es la -que se ha contado. - -El otro romance dice así: - - Ya repican en Andújar, - en la Guardia dan rebato; - ya se salen de Jaén - cuatrocientos hijosdalgo: - Y de Úbeda y Baeza - se salían otros tantos; - todos son mancebos de honra, - y los más enamorados. - De manos de sus amigas - todos van juramentados - de no volver a Jaén - sin dar moro en aguilando; - y el que linda amiga tiene, - la promete tres, o cuatro. - Por capitán solo llevan - al obispo D. Gonzalo. - D. Pedro de Carvajal - de aquesta manera ha hablado. - «Adelante, caballeros, - que me llevan el ganado; - si de algún villano fuera, - ya le hubiérades quitado. - Alguno va entre nosotros - que se huelga de mi daño; - yo lo digo por aquel, - que lleva el roquete blanco.» - -De esta suerte va este romance diciendo; pero este y el pasado -contienen una cosa en sustancia; y aunque son viejos, es bien traerlos -a la memoria, para que quien ignora el fundamento de la historia lo -sepa. Sucedió esta escaramuza en tiempo del rey Chico de Granada, el -año de mil cuatrocientos noventa y uno. - -Volvamos al rey Chico de Granada, que estaba holgándose y descansando -en los Alijares, como atrás queda ya dicho, cuando le dijo el -caballero Zegrí, que los caballeros de Jaén eran de más valor que los -Abencerrajes, pues a su pesar los habían hecho retirar. - -A lo cual respondió el rey: - ---Bien estoy con eso; pero si no fuera por el valor y resistencia de -los valientes Abencerrajes y Alabeces, no tengo duda sino que fuéramos -desbaratados; mas ellos pelearon de tal suerte que salimos a nuestro -salvo, sin que nos quitasen la cabalgada del ganado que trajimos y de -algunos cautivos. - ---Oh cuán ciego está vuestra majestad --dijo el Zegrí--, y cómo vuelve -por los que son traidores a la real corona; y es causa la mucha -bondad y confianza que vuestra majestad tiene de este linaje de los -Abencerrajes, sin saber la traición en que andan. Muchos caballeros hay -que la han querido decir, y no se atreven ni han osado respecto del -buen crédito y posesión en que vuestra majestad tiene a este linaje; -mas aunque no quiera yo lastimar vuestro real pecho con tan afrentosa -infamia, no puedo dejar de hacer lo que debo a leal vasallo, y dar -aviso de la traición y alevosía que se comete contra mi rey y señor; y -así digo, que no se fíe vuestra majestad de ningún Abencerraje, si no -quiere verse desposeído del reino, y muerto violentamente. - -El rey dijo: - ---Di, amigo, lo que sabes; no me tengas confuso ni me lo celes ni -encubras, que tu lealtad será bien pagada. - ---No dejaré de obedecer a vuestra majestad, y para que se entienda la -publicidad que hay en el delito, y cuán a rienda suelta se van en él, -y qué poco temor tienen los Abencerrajes de vuestra real persona, y -cuán seguros y de asiento, por el buen predicamento en que los tenéis, -se están en su traición con la demasiada confianza que tienen de las -mercedes que cada día se les hacen, y que en la tierra no ha de haber -justicia contra ellos; asimismo para que se entienda que odio, rencor -ni envidia, no me mueve a revelar a vuestra majestad lo que ignora -para que lo remedie, sino que soy compelido de obligación y celo de la -honra de mi rey, haga vuestra majestad llamar a Mahandín Gomel, y a mis -sobrinos Mahomad y Alhamut, que saben bien la verdad de todo, y otros -cuatro primos de Mahomad Gomel, del mismo linaje, que ellos presentes -contaré el caso. - -El rey los mandó llamar, y venidos hizo que saliesen de la sala real -todos los caballeros, salvo el acusador y los testigos falsos. - -Y estando todos juntos, empezó el Zegrí, mostrando en lo exterior gran -pena, a decir estas palabras: - ---Sabrá vuestra majestad, que todos los Abencerrajes están conjurados -contra vos para quitaros vuestro reino y la vida; y este atrevimiento -ha salido de ellos, porque trata lascivos y adúlteros amores con... -¡oh cielos, quién dirá esto, que el dolor no le acabe!... mi señora la -reina el Abencerraje Albín Hamete, que es el más poderoso y rico de -todos los caballeros de Granada. ¿Qué quiere vuestra majestad que diga, -sino que gastan sus haciendas con todos, por tenerlos propicios para -su intento? Y así generalmente el caballero, el pechero, el rico, el -pobre, quieren bien a este linaje, porque los tienen embaucados. Bien -se acordará vuestra majestad cuando en Generalife se hacía una zambra, -que entró el maestre a pedir desafío, y salió Muza en la suerte; pues -aquel día paseándonos por la huerta, yo y este caballero Gomel vimos en -una calle de arrayanes, debajo de un rosal, en deshonestos deleites a -la reina y al adúltero de Albín Hamete; y estaban tan embebecidos en -sus actos libidinosos, que no nos sintieron con estar tan cerca. Yo se -lo enseñé a Mahandín Gomel, y admirados del atrevimiento nos apartamos -un poco para ver el fin; y a poco espacio salió la reina, y se fue -hacia la fuente de los Laureles, y de allí adonde estaban sus damas. -Pasado gran rato vimos salir al alevoso de Albín Hamete cogiendo rosas -blancas y rojas, y de ellas hizo una guirnalda, y se la puso en la -cabeza: nosotros nos llegamos con disimulación a él, y le preguntamos -en qué se entretenía; a lo cual nos dijo: En ver esta deleitosa huerta, -que tiene en qué se esparza la vista; y dionos dos rosas a cada uno, y -nos venimos todos paseando hasta donde estaba vuestra majestad con los -caballeros. Quisimos avisar entonces, y no osamos, por no alborotar la -corte en caso de tanto peso. Esto pasa, no debo más a ley de caballero -de decir lo que he visto y sabido: lo que siento es que estoy con pena -y recelo, no se vea privar de la vida alevosamente a vuestra majestad. -¿Es posible que no se acuerde de aquel blasón que en el espolón de la -galera traía el bando Abencerraje en el día del juego de sortija? Era -un mundo hecho de cristal, y por letrero: _Todo es poco_; de suerte que -todo el mundo es poco para ellos; y en el alfanje de la popa un salvaje -desquijarando un león: este sois, señor, y ellos quienes os quitan la -vida. Mirad por vuestra persona: muera el adúltero aleve, y con ellos -la deshonesta reina, pues así ha afrentado vuestra real corona. - -Sintió tanta pena en oír lo que el falso, aleve y traidor del Zegrí -le decía, que creyéndole, se cayó amortecido en tierra por muy gran -espacio de tiempo; y volviendo en sí, dio un doloroso suspiro diciendo: - ---¡Oh Mahoma!, ¿en qué te ofendí? ¿Este es el pago que me das por -los bienes y servicios que te he hecho; por los sacrificios que -te tengo ofrecidos; por las mezquitas que te tengo hechas; por la -copia de incienso que he quemado en tus altares? ¡Oh traidor, cómo -me has engañado! No más traidores, vive Alá, que han de morir los -Abencerrajes, y la adúltera reina ha de morir en el fuego. Vamos a la -ciudad, préndase luego a la reina, que yo haré tal castigo que sea -sabido por todo el mundo. - -Uno de los traidores, que era Gomel, dijo: - ---No será acertado prender a la reina, mi señora, porque se pone -vuestra real persona en contingencias de perder la vida y alborotar -la ciudad, y que tome las armas Albín Hamete con todos los de su -linaje y bando, so color de defender a la reina; y esto les servirá -de instrumento para conseguir el efecto de su intención, más siendo -parciales de los Abencerrajes los Alabeces, Venegas y Gazules, que son -toda la flor Granada. Pero lo que se puede hacer para ser vengado, sin -alborotar la ciudad, es mandar que vengan a palacio uno a uno, y tener -allí veinte caballeros de confianza que los vayan degollando; y siendo -así hecho uno a uno, cuando el caso se venga a entender, ya no quedará -ninguno de todos ellos; y cuando se venga a saber por todos sus amigos, -y ellos quisieren hacer algo contra vuestra majestad, escarmentarán en -cabeza ajena, siendo en vuestro favor los Zegríes, Gomeles y Mazas, que -no son tan pocos, ni valen tan poco, que no os saquen a paz y a salvo -de todo peligro; y esto hecho, mandar prender a la reina, acusándola de -adúltera, y poner en tela de juicio el caso, siendo cuatro caballeros -los acusadores de vuestra parte, y que la reina señale otros cuatro -caballeros que la defiendan; y si estos por su buena suerte vencieren a -los acusadores, que se libre la reina; y si los defensores de la reina -fueren vencidos, que muera la reina conforme a la ley; y de esta forma -todos los del linaje de la reina, que son los Almoradís, y Almohades -y Marines, no se alterarán, viendo que va por vía de justicia, y sin -altercar. Esto es lo que siento para que sea vuestra majestad vengado, -y no se altere la ciudad. - ---Buen consejo es --dijo el rey--, y de tan leales caballeros. Y decid, -¿quiénes serán los cuatro caballeros que pongan la acusación, y la -sustenten en batalla contra los defensores que pusiere la reina? - ---No cuide de eso vuestra majestad --dijo el Zegrí--, que yo seré el -uno, y mi primo Mahandón el otro, y Mahandín el tercero, y su hermano -Abenhamete el cuarto. - ---Pues vámonos a la ciudad --dijo el fácil rey--, y se dará la orden -que pide mi venganza. - -¡Oh desdichada ciudad, y qué revuelta y cisma se te ordena por dar -crédito el mal aconsejado rey a las sirenas que le cantaban al oído! -Con esto se partieron a Granada, y en entrando en el Alhambra se fueron -al palacio real, adonde la reina con sus damas le salieron a recibir; -pero el rey no miró hacia la reina, sino pasó adelante sin detenerse, -de que no poco se espantó la reina; y confusa se retiró a su aposento -con sus damas, sin saber la causa del no usado desdén del rey, el cual -pasó lo que restaba del día con sus caballeros hasta la noche, y luego -cenó, y se fue a recoger, fingiendo estar indispuesto; y así todos los -caballeros se fueron a sus casas. - -Toda aquella noche estuvo vacilando en cien mil pensamientos el -desventurado rey, y sin poder reposar, y entre la máquina de -confusiones, decía: «¡Oh sin ventura Abdalí, rey de Granada, cuán -cercana veo tu perdición y la de tu reino! Si matas a estos caballeros, -gran mal se te ordena; y si no castigas estos yerros, quedas -afrentado, y te valdría más la muerte. ¿Matarelos? Sí, que fue grande -su atrevimiento en cometer tal adulterio en ofensa mía, y tratar de -matarme por alzarse con el reino. Pero di, rey mal aconsejado, ¿no -sabes cuán recatada y honesta mujer tienes? ¿No conoces la bondad y -lealtad de los nobles Abencerrajes, y cuán sus mortales enemigos son -los Zegríes, y que puede ser que por esta vía pretendan venganza de -este virtuoso linaje? Verifica mejor la causa, ya que determinas la -venganza; pero ¿qué más verificación que quien lo vio? No se atreverían -a levantar tal testimonio, y más ponerse a sustentar en batalla lo que -dicen: no hay duda, sino que es verdad.» - -En estas variedades pasó toda la noche, y venida la mañana se levantó; -y saliendo de su dormitorio, vio en la sala muchos Zegríes, Gomeles y -Mazas. - -Y a esta sazón entró un escudero, y le dijo al rey cómo había venido -Muza de pelear con los cristianos, y traía ganadas dos banderas, y más -treinta cabezas, con lo cual se holgó; y apartando al Zegrí le dijo que -tuviese en aquel cuarto de los Leones treinta caballeros armados, y un -verdugo prevenido de lo necesario para lo que estaba tratado. - -Luego el traidor del Zegrí salió del real palacio y puso por obra lo -que el rey le había mandado; y estando todos muy a punto, el rey fue -avisado de ello, y se fue al cuarto de los Leones donde estaba el falso -Zegrí con treinta caballeros Zegríes y Gomeles, muy bien aderezados, -y con ellos un verdugo; y al punto mandó llamar al Abencerraje, su -alguacil mayor. Fue un paje, y le dijo que el rey lo llamaba. - -El Abencerraje fue a su real llamado; y así como entró en la cuadra de -los Leones, le asieron, y sin que pudiese hacer resistencia, en una -taza de alabastro muy grande en un instante fue degollado. - -Asimismo llamaron a Albín Hamete, el cual decían haber adulterado; y de -esta suerte fueron degollados treinta y seis caballeros Abencerrajes de -los más principales de Granada, sin que nadie lo entendiese; y murieran -todos, si Dios nuestro Señor no favoreciese la causa, para que no -murieran tan abatidamente, por dar crédito a un falso traidor, y sin -haber más averiguación; y es muy cierto que sus obras no lo merecían, -porque eran muy caritativos, y amigos de los pobres, y de la verdad, -y de los cristianos; y aun dijeron los que miraban degollar a los -Abencerrajes, que llamaban a Cristo crucificado que les socorriese en -aquel lance, para que no se condenasen, y que morían cristianos. - -Pues para que este linaje no pereciese, ordenó Dios que un paje de un -Abencerraje entró con su señor, y vio como le degollaron, y miró a -todos los muertos que él conocía, y luego se retiró hacia la puerta con -mucha disimulación; y al tiempo que abrieron para ir a llamar a otro, -salió el paje muy temeroso, y llorando la muerte de su señor. - -Se salió del Alhambra, y junto a la fuente vio a Malique Alabez con -Abenámar y Sarracino, que iban a hablar al rey; y como los vio, se -llegó lloroso, y temblando y encogido, les dijo: - ---Ay, señores caballeros, por Alá santo que no paséis más adelante, si -no queréis morir de mala muerte. - -Alabez dijo: - ---¿Cómo así? - -Respondió el paje: - ---Sabed, señor, que en el cuarto de los Leones hay muchos caballeros -degollados, y todos de los Abencerrajes, y mi señor con ellos, que le -vi degollar, porque entré con mi señor, que allá no fuéramos, y lo vi -todo, y no repararon en mí, porque así lo permitió el santo Alá, y -cuando tornaron a abrir la puerta falsa, me salí, y vengo sin mi señor, -y aun sin mí, por lo que mis ojos han visto: por Mahoma que pongáis -remedio en aquesto. - -Muy admirados quedaron los tres caballeros, y mirándose unos a otros, -no sabían si darían crédito o no a lo que el paje decía, y dijo -Abenámar: - ---Gran traición hay, si esto es verdad. - -Dijo Sarracino: - ---Pues ¿cómo sabremos si es cierto? - ---Yo os lo diré --dijo Alabez--: quedaos, señores, aquí, y si viereis -salir algún caballero Abencerraje, o de otro linaje, no le dejéis pasar -adelante, sino entretenedle en tanto que voy a la casa real, y sabré lo -que pasa, y volveré con brevedad. - ---Alá os guarde --dijo Abenámar--, aquí aguardaremos. - -Malique subió al Alhambra, y al entrar por la puerta vio venir un paje -del rey muy apriesa, y díjole: - ---Adónde con tal priesa. - -Respondió el paje: - ---A buscar un Abencerraje. - ---¿Quién le llama? --dijo Malique. - ---El rey mi señor --respondió el paje. Y si queréis hacer una buena -obra, bajad a la ciudad, y avisad a todos los Abencerrajes que salgan -de Granada, porque les conviene, si no quieren verse en el trance cruel -que se ejecuta en el cuarto de los Leones, y quedaos en paz. - -Estando cierto y satisfecho de lo que deseaba saber, se volvió Malique -adonde había dejado a Sarracino y Abenámar, y les dijo: - ---Amigos y señores, verdad es lo que ha dicho el paje; cierta es -la traición y muerte que se ejecuta en los Abencerrajes: todo el -suceso me ha contado un paje del rey, y me dijo que diese aviso a los -Abencerrajes. - ---¡Válgame Alá! --dijo Sarracino--: que me maten, si los Zegríes no -andan en esta traición: vamos a la ciudad y demos aviso para que se -ponga algún remedio. - ---Vamos --dijo Abenámar--, que en esto no quiere haber descuidos. - -Y diciendo así, se bajaron todos tres a la ciudad, y antes de llegar -a la calle de los Gomeles, vieron al capitán Muza, y más de veinte -caballeros Abencerrajes de los que habían ido a la Vega a pelear con -los cristianos, que iban a dar cuenta al rey de aquella jornada. - -Y Malique Alabez les dijo: - ---Caballeros, poneos en cobro, si no queréis morir por traición: más de -treinta de vuestro linaje ha mandado el rey matar. - -Los Abencerrajes espantados no respondieron, pero el valeroso Muza dijo: - ---Por la fe de caballero, que si hay traición, que andan en ella los -Zegríes y Gomeles, porque ninguno salió al rebato, ni parecen por -toda la ciudad; y sin duda que están en el Alhambra con el rey, y son -culpantes en las inocentes muertes de estos nobles caballeros: vénganse -todos conmigo, que yo pondré remedio conveniente. - -Así se volvieron con el valiente Muza a la ciudad; y en llegando a la -plaza nueva, como era capitán general, llamó a un añafil, le mandó que -tocase a recoger a priesa, y él lo hizo; y oído el añafil, en un punto -se juntaron muchos caballeros y soldados en casa de sus capitanes, y de -allí vinieron a la plaza nueva, y se juntaron mucha gente de a pie, y -también de a caballo; y aunque hubo muchos caballeros principales y de -los mejores de Granada, no habían entrado entre ellos ningunos Zegríes, -Gomeles ni Mazas, por donde se acabaron de satisfacer sobre que los -Zegríes andaban en aquella traición. - -Cuando Alabez vio esta gente junta, halló buena ocasión para saber la -traición que se ejecutaba en los inocentes caballeros; y así puesto -enmedio de todos, comenzó a decir en alta voz de aquesta manera: - ---Caballeros, señores y amigos míos, y todos los que me oís, sabed -que hay gran traición: el rey Chico ha mandado degollar a muchos de -los caballeros Abencerrajes, y si no fuera la traición descubierta -por orden del santo Alá, ya estuviéramos todos degollados. Alto a la -venganza, no queramos rey tirano, que así mata a los caballeros que -defienden su tierra. - -No había acabado Alabez de decir estas palabras, cuando toda la gente -plebeya comenzó a dar grandes voces y alaridos, apellidando toda la -ciudad, y diciendo: - ---Traición, traición, que el rey ha muerto a los Abencerrajes: muera el -tirano, muera el tirano: no queremos rey traidor. - -Esta voz comenzó a divulgarse por toda la ciudad con un furor -diabólico; todos tomaron armas a muy gran priesa, y comenzaron a -subir al Alhambra, y en breve espacio se juntaron más de catorce mil -hombres de todas suertes y otros muchos caballeros; y más de doscientos -Abencerrajes que habían quedado, y con ellos Gazules, Venegas, -Almoradís, Almohades y Azarques, y todos los demás caballeros de -Granada, los cuales decían a voces: - ---Si esto se consiente, otro día matará otro linaje de los que quedan. - -Era grande la vocería y rumor que había; gritos de los hombres, -alaridos de las mujeres y llorar de niños. - -Finalmente, estaba todo tan alborotado, que parecía quererse asolar la -ciudad con armas, y anegarla en lágrimas, y todo se oía en el Alhambra; -y recelando lo que era, el rey muy temeroso mandó cerrar las puertas, -teniéndose por mal aconsejado en lo que había hecho, y espantado de -que se hubiese descubierto tan presto aquel secreto. - -Llegó, pues, el tropel y confusión de gente al Alhambra, dando alaridos -y voces, diciendo: - ---Muera el tirano, muera. - -Y como vieron cerradas las puertas del Alhambra mandaron traer fuego -para quemarlas, lo cual luego fue hecho, y por cuatro o seis partes fue -puesto fuego con tanto ímpetu, que ya se empezaba a arder. - -Y el rey Mulahacén, padre del rey Chico, como sintió tan grandísima -revuelta y ruido, siendo ya bastantemente informado de lo que era, muy -enojado contra el rey su hijo, y deseando le matasen, mandó abrir una -puerta falsa del Alhambra, diciendo que él quería salir a apaciguar -aquel alboroto; pero no bien fue abierta, cuando estaban más de mil -hombres para entrar por ella; y como vieron al rey viejo le alzaron en -peso y dijeron: - ---Este es nuestro rey, y no otro: viva el rey Mulahacén. - -Y dejándole con buena guardia, entraron por la puerta muchos caballeros -Abencerrajes, Alabeces y Gazules con más de cien peones. - -El rey mandó cerrasen la puerta falsa, y que defendiesen la entrada, -porque no hubiese dentro del Alhambra más mal del que se esperaba -ver; pero poco aprovechó esta diligencia, porque la gente que había -entrado era bastante a destruir cien Alhambras, y andaba por las calles -diciendo: «Muera el rey Chico y los demás traidores», y con este -ímpetu entraron en la casa real, donde vieron solo a la reina y a sus -damas casi muertas, no sabiendo la causa de tan grande alboroto; y -preguntando dónde estaba el mal rey, no faltó quien les dijo que en el -cuarto de los Leones. - -Luego el tropel de la gente fue allá, y vieron las puertas con fuertes -cerraduras; pero muy poco les sirvió su fortaleza, porque las hicieron -pedazos, y entraron dentro a pesar de los Zegríes que allí había, que -defendían la entrada; y entrando los caballeros Abencerrajes, Gazules -y Alabeces, viendo la mortandad de los Abencerrajes que había en aquel -patio, a quien el rey había mandado degollar, se ensañaron de tal -suerte, que si cogieran al rey y a los traidores, no se satisfacieran -con que murieran degollados, sino que les buscaran mil géneros de -penas para mitigar la mucha que ellos tenían; y acometieron todos a -más de quinientos Zegríes, Gomeles y Mazas que estaban allí en defensa -del rey diciendo: «Mueran los traidores que tal traición han hecho y -aconsejado»; y con ánimo furibundo dieron en ellos a cuchilladas. - -Los Zegríes y los de su parte se defendían poderosamente, porque -estaban bien alistados de armas, y apercibidos para aquel caso; mas -poco les valió todo esto, que allí los hacían pedazos, porque en menos -de una hora ya tenían muertos más de doscientos caballeros Zegríes, -Gomeles y Mazas, y siguiendo su porfía iban matando e hiriendo más de -ellos. - -Allí era el ruido y vocería, allí acudía toda la gente que subía de -la ciudad, y siempre diciendo: «Muera el tirano y los traidores.» Fue -tal la destrucción que los Abencerrajes, Alabeces y Gazules hicieron, -y tal la venganza, que de todos los Zegríes, Gomeles y Mazas que allí -estaban, no se escapó ninguno con vida. El desdichado rey se escondió, -que no pudo ser descubierto. - -Esto hecho, los caballeros muertos los bajaron a la ciudad y los -pusieron sobre paños negros en la plaza Nueva, para que toda la ciudad -los viese, y se moviese a compasión viendo un tan doloroso y triste -espectáculo, y la crueldad que con ellos se usó. - -Toda la gente andaba por la Alhambra buscando al rey con tal alboroto, -que parecía hundirse todas las casas y torres; y si tempestad y ruido -había allí, no menos alboroto y llanto había en la ciudad. - -Todo el pueblo en común lloraba a los muertos Abencerrajes. En -particulares casas lloraban a los muertos Zegríes, Gomeles y Mazas, y -a otros que murieron en esta refriega. Por este conflicto y alboroto -desventurado se dijo este - -ROMANCE. - - En las torres del Alhambra - sonaba gran vocería, - y en la ciudad de Granada - grande llanto se hacía; - Porque sin razón el rey - hizo degollar un día - treinta y seis Abencerrajes, - nobles de grande valía, - A quien Zegríes y Gomeles - acusan de alevosía. - Granada los llora más, - con gran dolor que sentía, - Que en perder tales varones - es mucho lo que perdía: - hombres, mujeres y niños - lloran tan grande pérdida. - Lloraban todas las damas, - cuantas en Granada había; - por las calles y ventanas - mucho luto parecía. - No había dama principal - que luto no se ponía, - ni caballero ninguno - que de negro no vestía; - Si no fueron los Gomeles - donde la traición salía, - y con estos los Zegríes - que les hacen compañía. - Y si algún luto llevaban, - es por los que muerto habían - los Gazules y Alabeces - con gran valor y osadía - en el cuarto de los Leones, - por vengar la villanía. - Y si hallaran al rey Chico, - le privaran de la vida, - por consentir la maldad - que allí cometido habían. - -Volviendo ahora al sangriento y pertinaz motín de la granadina gente -contra el rey y sus valedores, es de saber, que el valeroso Muza -como vio poner fuego al Alhambra, con gran presteza acudió a aplacar -las furiosas llamas; y sabiendo que el rey Mulahacén su padre había -mandado abrir la puerta falsa del Alhambra, luego se fue hacia ella -acompañado de gran tropa de gente, y en llegando vio al rey Mulahacén -acompañado de más de mil hombres que le guardaban, y a grandes voces -decían: - ---Viva el rey Mulahacén, al cual reconocemos por señor, y no al rey -Chico, que a tan gran traición ha muerto la flor de los caballeros de -Granada. - -Muza dijo: - ---Viva el rey Mulahacén, mi padre, que así lo quiere toda Granada. - -Lo mismo dijeron todos los que iban con él; y diciendo esto entraron en -el Alhambra y fueron a la casa real, y andándola toda no toparon al rey. - -De aquí fueron al cuarto de los Leones, y vieron el estrago que habían -hecho los Abencerrajes, Gazules y Alabeces en los Zegríes, Gomeles y -Mazas; y Muza dijo: - ---Si traición se hizo a los Abencerrajes, bien se han vengado, aunque -la traición no tiene satisfacción. - -Y pesándole de lo que había, salió de allí y se fue a la cámara de la -reina, a la cual vio llorosa, acompañada de sus damas y de la hermosa -Celima a quien Muza amaba tiernamente. La temerosa reina le preguntó a -Muza: - ---¿Qué vocería era aquella que sonaba en la ciudad y en el Alhambra? - ---Cosas son del rey --dijo Muza--, que sin mirar más de su gusto, dio -lugar y consintió una traición notable, ejecutada en los caballeros -Abencerrajes, de quien siempre ha recibido muy grandes servicios, y en -pago de ellos hoy ha muerto a treinta y seis dentro del cuarto de los -Leones. Esto es lo que el rey mi hermano, vuestro marido, ha hecho, -o permitido que se hiciese; por lo cual el reino tiene perdido, y -él está, si parece, a punto de perderse, porque ya toda la gente de -Granada, así caballeros como todos los demás estados, han recibido a mi -padre el rey Mulahacén por rey y señor, y a esta causa anda el alboroto -y motín que hay. - ---Santo Alá --dijo la triste y afligida reina--, ¿que eso pase? ¡Ay de -mí! - -Y diciendo esto se cayó amortecida en los brazos de Galiana. - -Todas las damas lloraban amargamente el caso doloroso que había -sucedido, y lloraban a su triste reina puesta en tal calamidad. - -La linda Haja y la hermosa Celima se hincaron a los pies de Muza, y -como quien tanto le amaba le dijo de esta manera: - ---Señor mío, no me levantaré de vuestros pies hasta que me deis palabra -de hacer en este negocio tanto que quede apaciguado, y el rey vuestro -hermano en su posesión como de antes; que aunque ha procurado mi -amistad, no teniendo respeto a la vuestra, no se ha de formar venganza -estando el enemigo caído, ni se ha de dar mal por mal, sino porque de -hoy más tengo cuidado de no ofenderos en esto ni en otra cosa alguna; -en lo que os pido recibiré de vos muy grande merced. - -Fátima, que sabía el grande amor que los dos se tenían, le pidió a Muza -que le concediese a Celima lo que le pedía, y que no tuviese a sus pies -a la que merecía la corona del mundo. - -Muza que estaba transformado en mirar el adorno y nobleza que -naturaleza dio a Celima, no advirtiendo que la tenía a sus pies con la -hermosa Haja, las levantó del suelo, dándolas palabra de apaciguar el -vulgo, y de poner al rey su hermano en la posesión del reino; con lo -cual obligó a su dama a que le amase con más extremo. - -Las damas echaron agua en el rostro de la reina, y de este modo volvió -en sí llorando, y Muza la consoló dándola buenas esperanzas; y se -despidió de ella y sus damas, y fue adonde estaba su padre y le dijo: - ---Mande vuestra alteza pena de muerte al que no dejare las armas, y no -se sosegare. - -Luego mandó el rey que se pregonase así en el Alhambra y por toda la -ciudad, y Muza mandó a la gente de guerra que se aquietasen, y a todos -los demás se lo rogó. - -Mediante esto se apaciguó el pertinaz motín y rebelión, teniendo unos -intento de obedecer a Mulahacén, y otros al rey Chico. - -Para esto ayudaban a Muza todos los más principales de Granada, y los -linajes desapasionados, que eran Alabeces, Bencerrajes, Laugetes, -Azarques, Alarifes, Aldoradines, Almoradís, Almohades y otros muchos -caballeros de Granada. - -De esta suerte fue todo apaciguado, y Muza rogó a todos que no quitasen -a su hermano la obediencia, sino que Granada volviese al estado en que -antes estaba; que si malos consejos no dieran al rey, nunca él mandara -hacer lo que se hizo. - -Todos los caballeros dieron palabra a Muza de no quitar la obediencia -a su hermano el rey; solo los Abencerrajes, Gazules, Alabeces y -Almoradines, estos cuatro linajes poderosos, no quisieron estar en la -obediencia del rey Chico, por lo que hizo contra los Abencerrajes en -admitir el mal consejo del traidor Zegrí; y era así verdad, que por dar -crédito de ligero el fácil rey aceleró el negocio; y si lo llevara por -justicia, no se le siguiera la perdición que le vino a él y a la ciudad. - -Por esta traición se hizo el romance siguiente: - - Caballeros granadinos, - aunque moros hijosdalgo, - con envidiosos intentos - al rey Chico van hablando; - gran traición se va ordenando. - Diz que los Abencerrajes, - linaje noble afamado, - pretenden matar al rey, - y quitarle su reinado; - gran traición se va ordenando. - Y para emprender tal hecho, - tienen favor muy sobrado - de hombres, niños y mujeres, - todo el granadino estado; - gran traición se va ordenando. - Y a su reina tan querida - de traición la han acusado, - que en Albín Abencerraje - tienen puesto su cuidado; - gran traición se va ordenando. - -De esta suerte va declarando el romance la historia que se ha contado, -y la traición; mas porque me aguardan otras cosas importantes no se -acaba. - -Volviendo a Muza, que con gran diligencia procuraba aplacar los -airados pechos de los más principales caballeros y demás gente para -que volviesen a dar la obediencia al rey Chico, como antes estaba, -atrajo muchos a su voluntad, salvo los cuatro linajes que hemos dicho, -y algunos más caballeros que no quisieron estar en la obediencia del -rey Chico, sino a la del rey Mulahacén; y así siempre hubo allí muchas -diferencias entre los dos reyes, padre e hijo, hasta que se perdió -Granada. - -Y la causa porque los Gazules, Alabeces, y Aldoradines no quisieron ser -de la parte del rey Chico, aunque Muza hizo las diligencias posibles, -fue el que ya tenían tratado entre ellos de volverse cristianos, y -pasarse con el rey D. Fernando, como adelante se dirá. - -Pues como viese Muza la mayor parte de la ciudad reducida a su voluntad -para que volviese su hermano a ser obedecido, y al gobierno de su -reino, procuró saber adónde estaba; y supo cómo se había retirado al -cerro del Sol, que hoy llaman de Santa Elena, en una mezquita que -estaba allí, huyendo de la voz que oyó cuando decían todos: _Muera -el tirano y los traidores_; y visto este estrago, que hacían los -Abencerrajes, Gazules y Alabeces en los Zegríes y Gomeles, se salió -por una puerta falsa maldiciendo su ventura y el día de su nacimiento, -quejándose del Zegrí que le había aconsejado cometer tal traición -contra tan leales caballeros. - -Los Zegríes y Gomeles le consolaban, diciéndole que no se fatigase, -que mil Zegríes y Gomeles tenía de su parte, los cuales morirían en su -defensa, y que el consejo no había sido malo, sino importante, si no se -descubriera tan presto. - -Y en esto vieron venir a Muza en un caballo, y fueron a dar aviso al -rey; el cual temeroso preguntó, si venía de paz, o de guerra. - ---De paz viene --respondió un Zegrí-- y solo, y debe de querer hablarte. - ---Alá se sirva que sea por bien --dijo el rey--; porque se temía de -Muza, a causa de Celima. - -En esto llegó Muza, y preguntando si estaba allí el rey su hermano, le -fue dicho que sí; y apeándose del caballo entró en la mezquita, donde -vio al rey acompañado de Zegríes y Gomeles; y haciéndole el acatamiento -que de antes solía, le dijo así: - ---No careces de culpa, permitiendo una maldad y traición tan grande -como la que se ha usado con el más noble y leal linaje de todo el -reino. Y mirad lo que se ha seguido de su muerte; alboroto de toda la -ciudad, muerte de muchos, pérdida de tu reino; y lo fuera de tu vida, -si no te hubieras retirado aquí. Los reyes que han de gobernar en paz, -sosiego y tranquilidad a sus vasallos, ¿son esos los alborotadores, y -privadores de la paz? Merecido y justo castigo es, que sean desposeídos -de sus reinos, y aun de las vidas. Si a caballeros leales que sirven -bien das tal pago, ¿quién esperas que te sirva? Si se te había -ofendido, que no creo tal, siguieras la causa por justicia, y no con -violencia. ¿Qué demonio te insistió a hacer tal matanza? ¿Qué causa te -movió? - ---Hermano --dijo el rey--, ya que me has preguntado la causa de mi -determinada ira, yo te la diré en presencia de los oyentes: Sabrás, que -los caballeros Abencerrajes tenían determinado matarme, y alzarse con -el reino; y sin esto Albín Hamete Abencerraje adulteraba con la reina -mi mujer, pues de todo tengo bastante y probada verificación: ¿parécete -que aceleré en el caso? - -Admirado Muza, le respondió: - ---No tengo yo a la reina en tal opinión, ni lo creo, ni tengo a los -Abencerrajes por caballeros que tal traición ordenaran, porque son -ejemplo de lealtad. - ---Pues si no lo crees --dijo el rey--, pregúntalo a Hamete Zegrí, y -a Mahandín y a Mahandón que están presentes, que ellos te dirán como -testigos de vista. - -Y los falsos refirieron a Muza lo que al rey habían dicho, lo cual no -creyó, porque conocía que la reina era muy honesta y virtuosa, y así -les dijo: - ---Yo no puedo persuadirme a que eso sea así, ni creo que habrá -caballero que lo sustente, porque es cierto que ha de quedar por infame -y fementido. - ---Pues nosotros, dijo Mahandón, lo sustentaremos contra cualesquier -caballeros que lo quisieren contradecir. - -Y enojado Muza, dijo: - ---Pues aunque no sea sino por honra de mi hermano el rey, se ha de -seguir por justicia esta causa y la de los Abencerrajes, pues os -preferís a sustentar con las armas la acusación que ponéis; y mirad -cuán seguro estoy de la casta reina, que sé que habéis de morir, o -quedar desmentidos; y si me fuera lícito, yo solo había de defender -la inocente reina y a los nobles Abencerrajes, porque clara y -manifiestamente se parece ser mentira causada de envidia; pero impídelo -la paz que ando buscando. - -Los Zegríes comenzaron a alborotarse, diciendo que ellos eran -caballeros y lo que habían dicho lo sustentarían en campo armados a -los cuatro caballeros. - ---Eso se verá presto --dijo Muza; y díjole al rey--: Vamos al Alhambra, -que ya todo está apaciguado: solo quedan cuatro linajes de caballeros -que no os quieren dar obediencia, sino a nuestro padre: pasen algunos -días, que yo los compondré. Y vosotros, Zegríes y Gomeles, advertid, -que si por vuestro consejo murieron degollados treinta y seis -caballeros Abencerrajes, de vuestros linajes hay más de cuatrocientos -caballeros muertos; mirad si ha sido granjería la que habéis hecho. Id -al Alhambra, y mandad que los saquen del cuarto de los Leones, y dadles -sepultura, que así han hecho los Abencerrajes a todos sus deudos, -muertos sin culpa. - -Con esto salió Muza de la mezquita, y el rey Chico con él, fiado de su -palabra, y le dijo: - ---Muza, ¿quién te dio aviso de que estaba yo aquí? - ---Quien te vio venir --dijo Muza. - -Diciendo esto, se bajaron todos del cerro, y se entraron en el Alhambra. - -Los Zegríes llevaron los cuerpos muertos a sus casas, y los fueron -acompañando, y Muza con ellos, por evitar algún escándalo; y en todo -aquel día no se oía en toda Granada otra cosa sino llantos y gemidos -muy tristes. - -El rey se retiró a su cuarto con muy buena guarda, y mandó que no -dejasen entrar a nadie en todo aquel día; lo cual se cumplió todo así, -que ni aun a la misma reina dejaron entrar, y muy confusa se volvió a -su retrete, no sabiendo la causa de tan grande encerramiento, pues le -había enviado a decir Muza que no tuviese pena, que el rey volvería a -su silla. - - - - -CAPÍTULO XIV. - -_En que se da cuenta cómo los traidores pusieron acusación a la reina y -a los Abencerrajes, y cómo la reina fue presa por ellos, y dio cuatro -caballeros que la defendiesen, y de lo demás que sucedió._ - - -Los muertos ya enterrados de la una parte y de la otra, y habiendo -cesado los llantos por ellos hechos, y reducida la parte mayor de -los caballeros de Granada a la obediencia del rey Chico, por orden -del valeroso capitán Muza, habiéndose pasado aquel día tan memorable -para Granada, luego el día siguiente dio orden que fuesen a hablar al -rey; y así se juntaron todos los más principales, y le fueron a ver, -aunque contra su voluntad, solo por hacer placer al valiente Muza; y en -entrando en su real sala, se fueron sentando por su orden, como antes -solían, aguardando que el rey saliese de su aposento: el cual como supo -que estaba allí Muza y los demás caballeros, salió vestido de negro -mostrando tristeza en el rostro, y sentado en la silla real, mirando a -todos, les dijo: - ---Muy leales y verdaderos vasallos, amigos míos, bien sé que habéis -estado muy enojados conmigo, y con deliberación de quitarme el reino -y la vida por lo que hubo en el cuarto de los Leones, no sabiendo -vosotros el fundamento y justa causa que a ello me movía, y sin -escandalizaros; pero a veces la cólera ciega la razón de modo, que -no da lugar a la consideración con el deseo de la venganza. Alá os -guarde de rey injuriado, que no aguarda dilación su agravio. Y para -satisfacción de mi poca culpa, y muy sobrada justicia, pedida y -demandada de mi crecido agravio, habéis de saber, oh nobles granadinos, -que los famosos Abencerrajes, de cuya fama el mundo está lleno, habían -conspirado y hecho conjuración para privarme del reino y de la vida, -y de todo esto tengo fulminado proceso con información bastante, por -donde son dignos de muerte, y más. Albín Hamete, Abencerraje, violó mi -honra con mancha de adúltero, tratando con la reina Sultana, mi mujer, -de deshonestos y secretos amores, aunque no lo fueron tanto, que con -facilidad fueron descubiertos; y en esta sala hay caballeros testigos -de vista que lo dirán y sustentarán, y a esta causa se ejecutó ayer lo -que visteis, queriendo por mi mano tomar venganza de tan enorme injuria -y deshonra; y si no se descubriera tan presto mi intento, no hay duda, -sino que no fuera ya vivo ningún Abencerraje; mas mi mala suerte ordenó -que se descubriera. De lo pasado me pesa solo por el alboroto de la -ciudad, y por haber muertes de nobles y leales caballeros a manos de -los Abencerrajes vivos y de los Gazules, y la sangre de los Zegríes y -Gomeles vertida por mi causa pide justísima venganza, la cual prometo -hacer por Mahoma. Y ahora doy por sentencia que los Abencerrajes que -son culpados en esto, por tener atrevimiento de entrar con mano armada -en mi casa real, sean desterrados de Granada, y dados por traidores, -y sus bienes confiscados a mi real Cámara, para que de ellos haga mi -voluntad; y los que no son tan culpados y los ausentes, así alcaides, -como los que no lo son, que se queden en Granada privados de mi real -servicio. Y si tuvieren hijos varones, los envíen a criar fuera de -la ciudad; y si fueren hijas, que las casen fuera del reino; y esto -mando que se publique por toda Granada. Y en lo que toca a la reina -Sultana, mi mujer, mando que los caballeros que han de poner la -acusación la pongan luego; y puesta, sea presa, hasta que se vea su -justicia conforme a derecho, que no es justo que un rey como yo viva -afrentado. Estas dos cosas fueron la causa, buenos caballeros y leales -vasallos, del alboroto de ayer: ahora considere cada uno la causa por -suya, y juzgue lo que haría, y verá cómo no se satisface mi agravio, y -respóndame. - -Dichas estas palabras por el rey todos los caballeros que estaban allí -juntos se miraban los unos a los otros, y admirados de todo aquello que -el rey les había dicho, no sabían qué responderle, porque ninguno de -los que vinieron con Muza a dar la obediencia al rey, no dio crédito -a cosa ni parte de lo que tocaba a los Abencerrajes, como ni a lo -de la reina, y luego entendieron ser traición; y así los caballeros -Almoradís, Almohades, y otros que eran parientes de la reina Sultana, -hicieron entre ellos gran movimiento y comunicación, y al cabo de -una pieza que el rey aguardaba respuesta, se levantó un caballero -Almoradí, tío de la reina, y respondió, diciendo: - ---Atentos hemos estado, rey Abdalí, a tus razones, con las cuales no -menos pesadumbre y alboroto que ayer se espera; porque en lo que has -hablado manifiestamente parece ser averiguada traición, así en lo que -toca a los caballeros Abencerrajes, como en lo de la reina; porque los -Abencerrajes son nobles, y en ellos no puede caber traición, ni tal de -ellos se puede presumir; porque de su bondad y nobleza siempre han dado -verdadero testimonio sus obras, por las cuales tú y tu reino habéis -resplandecido; y si ahora los mandas desterrar, tu reino de hoy en más -lo puedes dar por ninguno, y al tiempo pongo por testigo; cuanto y más, -que aunque tú los destierres, si ellos con su gusto y voluntad no se -quieren salir de Granada, no los puedes tú hacer fuerza, atento que no -eres rey supremo por ser vivo tu padre, el cual estima mucho a este -linaje. Si no me crees, mira tu palacio, y verás como en faltando todos -los Alabeces, Gazules, Aldoradines y Venegas, parece estar solo y sin -acompañamiento ninguno, y te has de ver sin todos estos y otros muchos, -por ser amigos de los Abencerrajes, pues la plebe ya bien sabes el -amor que les tiene; y sé de cierto, que si el amor de ellos levantara -bandera contra ti, te echaran del reino en que estás; pero son leales, -y antes morirán que tal hagan. Repórtate, rey mal aconsejado, y no te -ciegue la cólera; y en lo que dices de la reina que ha sido adúltera, -es falso; es matrona ilustre y honesta, y se debe tener y estimar en -mucho; y si contra ella te mueves o alteras, los Almoradís, Almohades -y sus parciales te hemos de quitar la obediencia, y hemos de darla a -tu padre; y cualquiera que pusiere falta o dolo en la reina Sultana, -miente y es un villano, y yo lo probaré donde quisiere. - -El traidor Zegrí, Mahandín Gomel, Mahandón y Abenhamete con saña se -levantaron y dijeron que lo que ellos decían era verdad, y quien lo -contradecía, mentiría. - -Los Almoradís se alzaron poniendo mano a las armas; todos los Zegríes -y Gomeles hicieron lo mismo, y con gran enojo se fueron los unos a los -otros, moviendo mucho escándalo y alboroto en el palacio real; mas los -caballeros Azarques y Alarifes, Muza, Sarracino, Reduán y el mismo -rey, obraron tanto, que no los dejaron juntar, antes los aquietaron e -hicieron sentar; y estando sosegados dijo estas razones Muza: - ---Señores caballeros, yo querría que se pusiese la acusación a la -reina, y que por ella sea presa, pues confío en Alá que su inocencia ha -de ser verdugo de los acusadores falsos, y han de morir o retractarse -de lo dicho, de donde se seguirá mayor lauro y corona de honor a la -inocente reina y a todos los de su linaje; para lo cual salga aquí la -reina, responda por sí, y dé y señale caballeros que la defiendan. - -A todos pareció bien lo que Muza dijo, y así fue llamada la reina -Sultana, la cual fue acompañada de sus damas, y los caballeros se -levantaron y la hicieron grande acatamiento, salvo los traidores; y -antes que la reina se sentase en su estrado le dijo Muza: - ---Hermosa Sultana, hija del famoso Moraicel, y de nación Almoradí por -descendencia del padre, y Almohades por la madre, descendientes de los -reyes de Marruecos: sabrás, reina de Granada, por tu daño, como en -esta sala hay caballeros que pongan dolo en tu castidad, diciendo que -no has guardado las leyes conyugales, como era razón, a tu marido el -rey; antes dicen que has adulterado y hecho traición con Albín Hamete, -Abencerraje; por lo cual ayer fue degollado con los demás Abencerrajes -que murieron. Si esto es así, lo cual todos nosotros no creemos, -porque tenemos entera satisfacción de tu bondad, virtud y castidad, -has incurrido en pena de muerte de fuego; por tanto da razón de ti, -para que no haya más escándalo del que por tu causa ha habido; y si -no le das cual conviene a tu honor y al de tu marido, morirás quemada -conforme a nuestras leyes: yo te lo he dicho, no por ofenderte, sino -para que repares con tiempo la defensa y lo que te conviene, que por mi -parte seré en tu favor y en todo lo que pudiere, como lo verás. - -Con esto calló Muza, y se sentó, aguardando que la reina respondiese. -La cual como oyó lo que Muza le había dicho, miró a todos los -caballeros de la sala; y como los vio callar, tuvo por verdad lo que -al pronto había escuchado por donaire y juego; y reparándose un poco, -sin mudarse la color de su hermoso rostro, ni hacer mudanza mujeril, -respondió de esta suerte: - ---Cualquiera que en mi honestidad pura, limpia y casta pusiere alguna -falta, miente, y no es caballero, sino villano, vil y de bajos -pensamientos, mestizo, infame y mal nacido, indigno de entrar en el -real palacio; y sea quien fuere, póngase aquí en mi misma presencia la -acusación que contra mí se ha hecho, que no temo pena ninguna, porque -mi inocencia me asegura, y mi castidad y limpieza me hacen libre: jamás -con pensamiento ni obra hice ofensa al rey mi marido, ni la pienso -hacer en tanto que mi marido fuere, ni después; ora sea por separación -de muerte, o por repudiación de su parte hecha. Mas estas cosas y otras -tales no pueden salir sino de moros, de quien no salen sino maldades -y novedades, como de hombres de poca fe y mal inclinados. Benditos -sean los cristianos reyes y quien los sirve, que nunca entre ellos hay -semejantes maldades, y la causa es estar fundados en buena ley. Pero -una cosa sé decir, que confío en el santísimo Alá que ha de volver por -mi casta limpieza, y descubrir la verdad; y hago promesa de que si Alá -se sirve de dar victoria a mis defensores, como lo espero en él que se -la dará, viéndome libre de este testimonio, de no volverme a juntar con -el rey en poblado ni fuera. - -Diciendo esto comenzó a llorar, y con ella todas sus damas; de tal -manera, que a todos los caballeros que la oían movía a muy grande -compasión y lástima. - -Lindaraja se hincó de rodillas delante de la reina, y pidió licencia -para partirse a Sanlúcar a casa de un hermano de su padre, pues por -mandado del rey habían muerto sin culpa a su querido padre, y pues -desterraron a los Abencerrajes, que ella se quería desterrar, por -no ver las tiranías y crueldades que cada día se hacían, y más el -testimonio que a su alteza se levantaba; que no diese lugar que ella -presenciara a aquellos dolores tan acerbos; y que cuando la honra de la -reina padecía, no estaba segura la de sus damas, dueñas y doncellas. - -La reina la abrazó llorando, y quitándose del cuello la cadena que el -maestre la dio el día de la sortija, dijo: - ---Toma, amiga, yo quisiera galardonar tus servicios fieles y leales, -pero ya, por mi desdicha, no soy señora de bienes, sino de males: -dichosa tú, y yo sin ventura. Vete en paz, y vive en ella, que ausente -de la corte yo sé que la tendrás. - -Y diciendo esto la apretó entre sus brazos, regándola su hermoso rostro -con lágrimas, las cuales Lindaraja derramaba de sus ojos en abundancia. -Aquí se aumentó el llanto de todas las damas, porque las iba abrazando -y despidiéndose de todas. - -Estaban los circunstantes tan lastimados de la dolorosa despedida de -la reina y de Lindaraja, que no dejaban de ayudar con lágrimas; y no -pudiendo sufrir aquel dolor, todos los Almoradís y Almohades, y otros -de su parcialidad, se salieron llorando de la sala diciendo: - ---Abdalí rey, abre los ojos y mira lo que haces, y tennos por tus -enemigos de aquí adelante. - -Lindaraja despidiéndose del rey se salió de palacio, y acompañada de -su madre y de algunos caballeros se bajó a la ciudad, y al otro día se -partió para Sanlúcar, y Gazul en su compañía, que era el que la servía, -como ya se ha dicho, y adelante se tratará de ellos más largamente. - -Ahora vayan su camino, y volvamos a tratar del rey, y de la acusación -de la triste reina Sultana, la cual lloraba muy dolorosamente su -deshonra, y con ella sus doncellas. - -El rey mandó al traidor Zegrí que pusiese la acusación, y él se levantó -y dijo: - ---Por la honra de mi rey, y volviendo por ella, como debo, digo -que la reina Sultana es adúltera, y que yo y Mahandín la vimos en -Generalife, debajo de un rosal, que está junto a la fuente grande, -estar en lascivas concupiscencias con Albín Hamete, Abencerraje; lo -cual sustentaremos los cuatro a otros cuatro que señale la reina en su -defensa. - -A esto respondió la reina: - ---Mientes, como traidor infame, falso, tú y todos vosotros; yo fío en -el poderoso Alá que ha de descubrir la verdad, y os ha de costar muy -caro. - -El rey dijo: - ---Sultana, dentro de treinta días habéis de dar caballeros que os -defiendan; donde no, se procederá contra vos conforme a la ley. - -Sarracino no pudiendo sufrir más aquella lástima, dijo: - ---Yo me ofrezco a la defensa de la reina, aunque no haya más caballeros -que quieran volver por su honor. - -Reduán dijo: - ---Yo seré el segundo, y serviré de tercero y cuarto. - -Muza dijo: - ---Pues yo ayudaré también, y no faltará otro caballero que ayude, -porque se haga la batalla cuatro a cuatro; y mire la reina si nos -quiere admitir, que como caballeros juramos de hacer el deber. - -La reina respondió: - ---Muchas mercedes, señores caballeros, por la que me hacéis tan -señalada; yo veré lo que me importa, pues tengo término suficiente, -aunque sé que en hacer tales caballeros la batalla, mis enemigos serían -vencidos, y mi honra satisfecha. - -El rey mandó que estuviese presa en la torre de Comares, y en su -compañía Galiana y Celima para que la sirviesen. Luego Muza y otros -caballeros llevaron a la desdichada e infeliz reina presa, y la -pusieron en un aposento, y a la puerta doce caballeros de guarda, con -orden que si no es a Muza, otro no pudiese entrar a hablar con ella. -Esto hecho se despidieron del rey todos los caballeros, por lo que -había pasado. - -Las damas de la reina se fueron todas: las doncellas en casa de sus -padres, y las casadas a sus casas con sus maridos. Reduán se llevó a -su querida Haja; Abenámar a Fátima, que estaba muy triste por lo que -sus parientes habían hecho. Todas las demás damas se fueron, quedando -desierto el cuarto de la reina. - -Quedaron con el rey Zegríes, Gomeles y Mazas, por acompañarle, y a -muchos pesaba de lo que habían empezado a hacer, porque imaginaban que -no podían tener buen fin todas aquellas traiciones. - -Luego se pregonó que dentro de tres días saliesen los Abencerrajes -desterrados, so pena de las vidas. - -Los Abencerrajes pidieron dos meses de término, porque querían salir -del reino; y fueles concedido a instancias de Muza, porque entre él y -ellos se trató lo que adelante se dirá. - -Este pregón se divulgó por toda la ciudad, y sintieron tanto los -moradores de ella el agravio que a los Abencerrajes se hacía, que si -quisieran ellos levantar bandera contra el rey Chico, los ayudaran -con sus personas y haciendas, porque en extremo eran amados de toda la -ciudad, y tenidos en lugar de padres y amparadores de todos. - -Este pregón lo oyó una hermana del rey Chico, llamada Moraina, la cual -era mujer de Albín Hamete, Abencerraje; y llena de enojo por haberle -muerto a su marido sin culpa, y de temor por haberle quedado dos -niños, uno de cinco años y otro de tres, vestidos ambos de luto y ella -también, fueron al Alhambra y en su compañía cuatro caballeros Venegas, -y entraron en la sala del rey para hablarle. - -Los guardas conociendo a Moraina, la dejaron entrar en el aposento del -rey, su hermano, al cual halló solo; y haciéndole mesura, le dijo: - ---¿Qué es esto, rey? Rey te digo, y no hermano, aunque es nombre de -más piedad; mas porque no entiendas que soy de los conjurados contra -ti, como tú mismo dices, te llamo rey. Pues dime, ¿qué clima es este -que nos sigue tan cruel? ¿Qué hado tan rigoroso y sangriento es este? -¿Qué estrella tan caliginosa y mortífera corre predominando y causando -tantas desventuras? ¿Qué cometa llena de fuego es este, que así abrasa -y eclipsa el claro linaje de los Abencerrajes? ¿En qué te han ofendido, -que así totalmente los quieres destruir? ¿No te ha mitigado haber -degollado la mitad del linaje, sino que ahora mandes desterrar a los -que han quedado? Y ya que así es, ¿qué razón hay para que los hijos -inocentes de los padres se hayan de dar a criar fuera de la ciudad, y -a las hijas casarlas fuera del reino? ¡Pregón duro! ¡Sentencia cruel! -¡Mandato acerbo! ¿Dime de qué sirven estas tiranías, rey inclemente? Y -yo triste, desconsolada y viuda, hermana tuya por mi mal, ¿qué haré con -estos dos niños, retrato de aquel caballero Albín Hamete, mandado por -ti degollar sin culpa? ¿No bastó la muerte inocente de su inculpable -padre, sino desterrar los huérfanos hijos? ¿A quién los encomendaré -fuera del reino que los críe? Si a ellos destierras, yo he de ir -también por su madre. ¡A tu sangre maltratas! Por Alá santo te ruego, -que te reportes; mira que estás mal aconsejado; no pase adelante tu -crueldad injusta, que es en los reyes grande imperfección ser crueles, -y más donde no hay culpa, sino interés y envidia. - -Con esto cesó la bella Moraina, no dejando de llorar, y dando dolorosos -suspiros de lo más íntimo de su alma. - -Todo lo cual no fue bastante a ablandar el diamantino corazón del rey, -antes encendido en infernal cólera, los ojos encarnizados contra su -hermana, la dijo: - ---Di, Moraina infame, sin conocimiento de la real sangre, ¿tan poco -valor en ti se encierra? ¿Eso me dices? ¿Di, no consideras la mancha -que puso en mi honra tu desleal marido? Si tú tuvieras una gota de mi -real sangre, sintieras mi agravio, y esa gota dando el pecho a tus -hijos, les fuera veneno mortífero; y si este efecto hiciera, diría -que eras mi hermana; pero no creo que lo eres, pues no sientes lo que -yo. Mejor hubieras hecho en haber quemado esas dos ramas infames, -salidas de aquel aleve tronco, causador de mi afrenta; y pues tan poco -miramiento has tenido, y no has hecho oficio de hermana, yo haré lo que -tú no hiciste. - -Y diciendo esto asió al niño mayor, y alzándole en peso, le puso -debajo del brazo izquierdo, y echando mano a la daga se la metió por -la garganta, que no pudo defenderle la desdichada madre; y dejando -muerto al inocente niño, a pesar de su triste madre, tomó al otro, y -le degolló, dejando segadas las manos a la sin ventura Moraina por -quitarle a su tierno niño. - -Y habiéndolos muerto, dijo el sanguinolento rey: - ---Acábese de raíz esta traidora casta de Albín Hamete. - -Vista la crueldad del tirano rey, la lastimada madre, bramando como -leona, acometió a su hermano por quitarle la daga para matarle; pero -el rey se defendió, y visto que no podía defenderse de ella, porque -le pedía sus hijos, con diabólica furia la dio dos puñaladas en el -delicado pecho, de las cuales cayó muerta con sus hijos; y dijo el rey: - ---Allá irás con tu marido, pues tanto le amas, que tan traidora eres -como él. - -Y luego mandó que enterrasen aquellos cuerpos en la sepultura de los -reyes, lo cual se hizo admirándose de aquel acaecimiento. - -Los caballeros Venegas, sabiendo el caso atroz que el rey había -cometido, salieron del Alhambra, y se fueron a la ciudad, y contaron el -caso a otros caballeros; y así se supo por toda Granada aquella gran -crueldad del rey. - -Muchos determinaron de matarle, y más sabiendo la injusta prisión de -la reina; mas vivía el rey con tal cuidado y guarda, que no tuvieron -lugar de ejecutar su deseo; porque la puerta del Alhambra la guardaban -mil caballeros, y de noche se cerraba bien, y por los muros y baluartes -había puestas muchas postas y centinelas, guardando todas las entradas. - -La gente del rey Mulahacén guardaba lo que le tocaba, que era la plaza -de los Aljibes y la torre de la Campana, y las torres cercanas a ella, -y sus baluartes y barbacanas. - -Finalmente, lo mejor del Alhambra tenía Mulahacén: el rey Chico tenía -la casa real antigua, y cuarto de los Leones y Torres de Comares, y -miradores del bosque a la parte del Darro y Albaicín. - -Aunque las guardas y gente de ambas partes estaban separadas y -apartadas, y cada cual seguía la parte de su rey, jamás entre ellos -había discordias por mandado de los reyes y ruegos de Muza. - -Y aunque había dos reyes, la gente más principal seguía al rey viejo, -como eran Alabeces, Abencerrajes, Gazules, Almoradís, Langetes, -Atarfes, Azarques, Alarifes y todo el común ciudadano, respecto de -estar bien con los caballeros Abencerrajes y sus valedores. - -Al rey Chico seguían Zegríes, Gomeles, Mazas, Alabeces, Bencerrajes, -Almoradís, Almohades, y otros muchos linajes y caballeros de Granada, -aunque después de la prisión de la reina se habían pasado al rey viejo -los Almoradís, Almohades y Venegas. - -Estaba Granada divisa y llena de bandos y escándalos cada día, y -más se acrecentaron cuando los caballeros Venegas dieron noticia de -la crueldad que el rey Chico había usado con su hermana y con sus -sobrinos; la cual fue de todo punto causa de que los Almoradís, -Almohades, y Marines, y otros muchos caballeros de gran valor le -desampararon; de tal manera, que casi toda Granada estaba apercibida en -su daño. - -Solo tenía de su parte a los Zegríes, Gomeles y Mazas; y como estos -tres linajes eran tan poderosos, le sustentaron en su estado hasta que -se perdió, como adelante se dirá. - -Volviendo a la muerte de los hijos de Moraina y de la suya, hubo en -Granada grande sentimiento del doloroso caso. Todos decían que era el -rey muy cruel, tirano, enemigo de su sangre, e indigno del reino y de -la vida. - -Quien más sintió esta muerte fue el capitán Muza, hermano de Moraina, -y firmó con juramento, que había de ser vengada aquella traición antes -de muchos días; y si Muza sintió el desaforado caso, cruel y grave, no -menos lo sintió el rey Mulahacén, que al fin era su padre. - -Y después de haber hecho gran llanto por su amada hija y por los nietos -tan queridos, con ferviente enojo se fue a armar, y se puso un fino -jaco y un acerado casco, y sobre el jaco una aljuba de escarlata, y -tomó una tablachina en el brazo izquierdo; y llamando a su alcaide, le -dijo, que muy presto juntase la gente de su guardia, que eran más de -cuatrocientos caballeros. - -El alcaide los juntó, y les dijo que el rey Mulahacén los mandaba -juntar; que estuviesen apercibidos para lo que les mandase. - -Ellos dijeron, que allí estaban a su mandado. - -Y visto por el rey que los de su guardia estaban juntos y alistados, -salió a la plaza de su palacio, donde estaba toda la gente, y les dijo -así: - ---Valerosos vasallos y amigos míos, grande deshonra es que mi hijo me -usurpe cetro y corona contra toda mi voluntad, y que siendo yo vivo -haya otro rey; y bien sabéis cómo se hizo llamar rey por el favor y -ayuda que le dieron los Zegríes, Gomeles y Mazas, diciendo que yo era -viejo y sin provecho para la guerra y gobierno del reino; y por este -engaño y color de ambición muchos caballeros le han seguido, y me han -dejado contra toda razón. Que bien se sabe que ningún hijo puede ser -heredero del reino, ni de hacienda hasta la muerte de su padre; y así -lo mandan expresamente las leyes, las cuales ha quebrantado mi hijo, me -ha usurpado el reino, y procede mal en la gobernación; pues en lugar -de conservar la paz y sosiego en que yo tenía el reino, es perturbador -e inquietador de ella, y alborotador del pueblo; y en lugar de guardar -a todos recta justicia, hace los mayores absurdos que en el mundo se -pueden imaginar. Mirad cómo mandó degollar a los nobles Abencerrajes -sin culpa suya, y cómo sin ella tiene presa a su mujer, imputándola de -adúltera; y lo que más me lastima es, que haya muerto a mis nietos y a -mi hija. Pues si siendo vivo yo hace esto, ¿qué hará en viéndose solo? -Bien podéis desamparar vuestra patria y tierra, y buscar la ajena. Ya -no quiere Alá que tal tirano viva en el mundo, y así estoy dispuesto y -determinado a la venganza de mi amada hija y de mis queridos nietos, -dando muerte acerba a este enemigo de su sangre y reino: por tanto, -amigos y leales vasallos, vuestra ayuda pido para tal venganza, que -más vale perder un vil príncipe, que no que se pierda por sus tiranías -un reino como el de Granada. Seguidme todos luego, y mostrad vuestro -valor acostumbrado. - -Diciendo esto, mandó a su alcaide que guardase muy bien su fortaleza, y -se partió para la casa real donde estaba el rey Chico su hijo, diciendo -él y todos los suyos: - ---_Libertad, libertad: mueran los traidores tiranos, y quien los sirve: -no quede ninguno._ - -Y con esta voz dieron tan de improviso en la guardia del rey Chico, que -casi no la dieron lugar a tomar las armas, y entre ellos se movió una -batalla muy cruel y sangrienta, cayendo muchos muertos de ambas partes. - -¿Quién viera al buen rey Mulahacén dar golpes con su cimitarra a un -cabo y a otro, que no daba golpe que no derribase caballero muerto o -mal herido? Porque Mulahacén siempre fue hombre de mucha fuerza en su -mocedad, y de grande ánimo; y no era tan viejo que no pudiese pelear, -pues aún no tenía sesenta años. - -Finalmente andaba entre sus enemigos como león carnicero, y sus -soldados hicieron lo mismo, matando a sus contrarios. - -Aunque eran doblados los del rey Chico, perdieron la plaza, y a su -pesar se retiraron a la casa real, adonde era tanta la gritería y -voces, que no se oían los unos a los otros, salvo la voz de la libertad. - -El rey Chico, que oyó el tropel y ruido, muy espantado y atemorizado -salió a ver lo que era, y vio a su padre entre la gente de su guardia -con un rigor extraño: sospechando lo que podía ser, entró a armarse, y -salió afuera para que los suyos cobrasen ánimo con su vista. - -A esta sazón llegó muy mal herido el capitán de su guardia, diciéndole: - ---Señor, ve a favorecer tu gente, que es grande el estrago que en ellos -hacen tu padre y los suyos. - -El rey Chico salió dando voces, diciendo: - ---A ellos, amigos, a ellos, que aquí está vuestro rey; mueran todos. - -Y diciendo esto, comenzó a herir en la gente del rey su padre con tanto -ánimo, que puso en los suyos tal brío, que hicieron retirar gran trecho -a la gente de Mulahacén; lo cual visto por el viejo, dando voces, decía: - ---No os retiréis de esta vil y traidora canalla. - -Con el ánimo que les daba cada rey a los suyos peleaban todos con -mucho esfuerzo y valor; pero poco les aprovechó a los del rey Chico su -ardimiento, porque eran más valerosos los del rey viejo; y perdida la -esperanza de cobrar lo perdido, se retiraron hasta los mismos aposentos -del rey Chico, y allí comenzaron a pelear los unos con los otros -cruelmente; de suerte que todo el palacio estaba poblado de cuerpos -muertos, y bañado en sangre de los heridos. - -En esta refriega se encontraron padre e hijo; y viendo el viejo el -estrago tan grande que en su gente hacía su hijo, sin mirar el paternal -amor que debía tenerle, acometió a él con una furia de hircana sierpe, -diciendo: - ---Aquí pagarás, aleve, la muerte de mi hija y nietos. - -Y diciendo esto, le dio un tan gran golpe con la cimitarra en la -rodela, con que le reparó, que se la hendió en dos partes, y el -reyecillo fue herido en el brazo; y si no se reparara bien, allí -acabara la vida; y fuera gran bien para Granada, porque se evitaran -tantos males como por su causa hubo. - -Pues como el rey Chico se vio herido, y sin rodela, con indecible -coraje, no respetando las canas de su padre, ni teniéndole aquella -reverencia y obediencia que los buenos hijos deben tener a sus padres, -alzó el brazo para herirle con el alfanje; mas no tuvo efecto su mal -propósito, porque a la sazón acudieron muchos caballeros así de una -parte como de otra, cada uno por favorecer a su rey. - -Aquí se aumentó la gritería y se renovó la civil y sangrienta batalla; -de manera que era gran compasión ver la mortandad de aquella mal -considerada gente. Tan sin piedad se mataban y herían, como si en ellos -de antigüedad viniera algún mortal odio y civil guerra. - -Allí eran hermanos contra hermanos, padres contra hijos, parientes -contra parientes, sin guardar el decoro al parentesco y amistad, no más -guiados que por pasión y afición de sus reyes; cada uno favoreciendo -donde más afición tenía, y así con estos motivos de cada parte andaba -tan sangrienta la refriega, como si fuera batalla hecha entre dos -enemigos ejércitos. - -Mas como la gente y guardia del rey Chico eran más que los de -Mulahacén, sacaban ventaja; lo cual conocido por un moro de la parte de -Mulahacén, hombre de ardid y buen soldado, por salir con la victoria -que pretendían, comenzó a decir en altas voces que todos lo oían: - ---_A ellos_, _a ellos_, rey Mulahacén, que en tu socorro vienen los -caballeros Alabeces, Gazules y Abencerrajes: mueran los traidores, -pues de nuestra parte está la victoria. - -Oída esta voz por el rey Chico y por los suyos, desmayaron de suerte -que parecía verse en manos de la muerte, y por evitar el notorio -peligro que les amenazaba determinaron desamparar la casa real para -no verse despedazados a manos de los caballeros Alabeces, Gazules y -Abencerrajes; y con un esfuerzo muy crecido acometió al rey Chico -con una tropa de ellos por no dejarle en poder de sus enemigos, y se -salieron del real palacio, dejando a sus espaldas otra gran parte de -caballeros que le defendían de sus contrarios. - -Los del rey Mulahacén los seguían con grande osadía, entendiendo que -así era verdad, que tenían socorro. - -De manera que los unos retirándose y los otros siguiéndolos, unos -defendiendo, otros ofendiendo, llegaron a las puertas del Alhambra, las -cuales hallaron abiertas, porque las guardias las desampararon visto -el alboroto y bajaron a la ciudad a dar aviso a los Zegríes y Gomeles -de lo que pasaba, y en la plaza Nueva hallaron algunos de ellos, y les -dieron relación de todo lo que pasaba en el Alhambra. - -Y como supieron el caso, a gran priesa subieron a ella; pero llegaron -tarde, porque ya estaba el rey fuera de las puertas y toda su gente, y -estas muy bien cerradas y puestas las guardias necesarias. - -Los Zegríes, Gomeles, Mazas y otros caballeros de su parcialidad, como -vieron al rey Chico herido en el brazo, y la mayor parte de su guardia -destruida, muerta y herida, se escandalizaron y se llevaron al rey -Chico al Alcazaba, antigua casa de los reyes, la cual era muy fuerte, y -tenía su alcaide y gente de guardia. - -En esta se aposentó el rey, donde fue curado con gran diligencia, y con -la guardia necesaria para su seguridad. - -Estaba con mucha pena porque había perdido el Alhambra, y con no menos -saña procuraba la venganza de ella contra el rey Mulahacén, el cual -estaba muy alegre por ver su Alhambra libre de sus enemigos; y por -limpiarla de todo punto, mandó que a todos los cuerpos muertos de los -contrarios los echasen por las murallas abajo, y a los de su bando -les diesen honrosas sepulturas. En las torres pusieron banderas y -estandartes, mostrando mucho contento y alegría, y tocando añafiles y -dulzainas. - -En toda la ciudad se supo cómo el rey Mulahacén quedaba señor del -Alhambra, y había desbaratado y herido al rey Chico; con lo cual todos -fueron muy regocijados, porque le aborrecían como a la muerte. - -Quien más celebró el contento fueron los Abencerrajes, Alabeces, -Gazules, Venegas y Aldoradines, y fueron muchos de ellos con el -valiente Muza a darle el parabién de la victoria, y le ofrecieron de -nuevo su ayuda, lo cual les agradeció el rey Mulahacén. - -Muza procuró paces entre su padre y su hermano, y no era posible, -porque era tan grande el odio del rey viejo contra su hijo, que no -quiso hacer lo que le pidió Muza, antes dijo que no había de tener -contento hasta verle destruido. No quiso porfiar Muza a su padre, por -conocer en él que tenía muy presente la muerte de Moraina su hija. - -Dejemos a Mulahacén en su Alhambra, y al rey Chico en su Alcazaba -siguiendo sus intereses, y tratemos de los Almoradís, Almohades y -Marines, linajes muy poderosos y ricos, parientes de la reina Sultana, -tan sin culpa presa. - -Ya se acordará el lector que estos caballeros Almoradís y Almohades -se salieron de palacio amenazando al rey Chico por lo que hacía con -su mujer la reina. Pues así como salieron del real palacio, todos se -conjuraron contra el rey Chico para matarle, o a lo menos privarle -del reino, porque tan sin causa tenía presa a su mujer. Y asimismo se -juntaron contra los Zegríes por el testimonio que habían levantado a la -reina. - -Para conseguir mejor su fin, acordaron de trabar estrecha amistad con -los Abencerrajes y sus parciales, sabiendo que por esta vía tenían a -toda Granada de su bando. - -Con esta resolución se fueron a casa de un hermano del rey Mulahacén, -llamado Abdalí, y le hallaron en un aposento, solo, y muy triste en -ver que no podía remediar aquellas maldades y traiciones que se habían -hecho contra los Abencerrajes, y prisión de la reina, y la muerte de -Moraina y sus niños; y como entraron en su aposento aquellos caballeros -Almoradís, que eran doce, y llevaban comisión de todos, se maravilló -Abdalí y les preguntó qué buscaban. - -Los caballeros le dijeron que no se recelase, que más venían en su -provecho que no en su daño, que le querían hablar despacio. - -Abdalí los mandó sentar en un estrado muy rico, a su usanza; y estando -sentados, uno de los Almoradís le dijo: - ---Bien sabes, príncipe valeroso, las grandes insolencias que se hacen -en Granada, y las civiles y sangrientas guerras, como aquellas tan -memorables de Sila y Mario; y si has mirado, no hay calle que no brote -sangre de nobles caballeros; de todo lo cual es la causa tu sobrino -el rey Chico, por admitir los malos consejos, pues sin culpa mandó -degollar a los Abencerrajes, y por esta causa murieron muchos Zegríes, -Mazas y Gomeles; y no contento con esto mató a su hermana Moraina y a -sus tiernos hijos: que estas cosas no son de rey sino de un bárbaro, -cruel y tirano, sediento de sangre humana, y derramador de ella. Ahora -ha tenido una refriega y trabada pelea con su padre, que ya la sabrás, -en la cual han muerto muchos caballeros, y al fin Mahoma fue de la -parte de tu hermano; de suerte que ya tu sobrino está desterrado del -Alhambra, y se ha apoderado del Alcazaba con favor y calor de los -Zegríes, Mazas y Gomeles; y nosotros los Almoradís y Almohades le -hemos quitado la obediencia, porque sin culpa tiene presa a su mujer -la reina Sultana, dejando su honra puesta en manos de la fortuna; -mira si no lo hemos de sentir, siendo tan cercana parienta nuestra, y -más viendo cuán tiranamente procede él en la gobernación del reino, y -las extorsiones que cada día nos hace a todos; y visto esto nos hemos -apartado de su obediencia junto con Marines, Abencerrajes, Gazules, -Aldoradines, Venegas y todos los ciudadanos, que morirán porque vivan -los Abencerrajes, y pase su valor adelante; y considerando que tu -hermano es ya viejo, y cansado de las guerras que contra los cristianos -ha tenido, no puede gobernar como conviene, y que según su naturaleza -vivirá poco, y ha de quedar por rey Abdalí, nuestro capital enemigo, -el cual no hay duda sino que perseverará en lo que ha comenzado, y con -mayor violencia por verse solo en el reino, todos hemos determinado que -tú seas rey de Granada, pues tu valor lo merece, para que gobiernes el -reino en la paz y quietud que todos deseamos, y seamos los caballeros -tratados con amigable benevolencia, como de tu bondad se espera. A esto -solo habemos venido los doce Almoradís que ves, por comisión dada de -todos los caballeros que os hemos referido. Danos respuesta luego, y -de no querer admitir el reino lo daremos a Muza, que aunque es hijo de -cristiana, lo es de tu hermano, y merece por su valor y esfuerzo ser -príncipe del mundo. - -Con esto dio fin el Almoradí a sus razones, aguardando que Abdalí -respondiese, el cual parando un poco en el caso les dijo: - ---Mucho agradezco, señores caballeros, la voluntad y la oferta que me -hacéis: la carga que un rey se echa sobre sus hombros es muy grande, -las obligaciones son muchas y mis fuerzas son pocas: mi hermano está -vivo y con dos hijos; yo no hallo razón concluyente por donde pueda -aceptar el favor que me prometéis; además de que cuando no mirase a -las circunstancias dichas, será mover nuevas disensiones, guerras -civiles y alboroto. Los más principales caballeros y toda la ciudad -son de parte de mi hermano: no alborotemos más la tierra; pero sea de -esta manera: yo sé que mi hermano está mal con su hijo, y al fin de sus -días no le dejará el reino, sino a mí o a uno de mis hijos: hablémosle -mañana, diciéndole que ya es viejo, y que me dé la gobernación del -estado, para que le alivie de tanta carga; y si me da este oficio, -con facilidad se podrá hacer lo que me pedís, y al fin dirán que por -consentimiento de mi hermano habrá sido. - -A todos les pareció muy bien lo que Abdalí respondió, y tuvieron por -buen consejo aquel; y así quedó determinado, que el siguiente día se -tratase aquel caso con el rey Mulahacén; lo cual se trató con él, yendo -para ello muchos caballeros Abencerrajes, Alabeces, Venegas y Gazules; -y estando todos con el rey, un caballero de los Venegas le habló, -diciendo: - ---Noticia tenemos, rey Mulahacén, de todos nuestros pasados, de que -los reyes de Granada han sido para con los vasallos benévolos y -apacibles, y siempre les han tenido muy crecido amor; lo cual ahora es -al contrario, pues tu hijo en vez de hacer mercedes a sus súbditos, -sin ocasión les quita las vidas. Ya sabrás lo que ha pasado estos -días, y el escándalo y alboroto de la ciudad por la muerte de los -nobles Abencerrajes, de lo cual han redundado aquestas guerras civiles, -muertes, y desastrados fines entre los ciudadanos; y sé cierto, que si -no se pone remedio, en poco verás tu ciudad despoblada, porque todos -irán a buscar la paz a las ajenas tierras, pues en la suya no la -tienen: nadie se queja de ti, ni hay por qué; pero nos recelamos de tu -hijo, que tan mal procede en el gobierno de tu estado; que si ahora -que eres viejo nos faltas, y por tu edad la muerte llama, y tu hijo -queda por ley, será gran daño de todos; y así querríamos que pusieses -un gobernador para que te aliviase la carga de la gobernación, y que en -faltando tú, diesen el reino al gobernador, siendo cual conviene. Por -tal elegimos a tu hermano Abdalí, y será posible que tuviese enmienda -tu hijo, visto que has puesto gobernador; y puesta su enmienda, -merecerá tener el reino. A esto solo hemos venido a darte cuenta de -nuestra pretensión, lo cual te suplicamos nos otorgues, y en cambio de -esta merced que te pedimos, si nos lo concedes, te damos palabra, a fe -de caballeros hijosdalgo, de quererte servir, y obedecer en todo y por -todo mientras vivieres. - -Atento estuvo el rey Mulahacén a las palabras del caballero Venega; y -reparando en que las leyes disponen que herede el hijo al padre, en -particular siendo reino; y cuando se acordó de la gran desobediencia -que su hijo había tenido con él, y los grandes daños que por su causa -habían sucedido, y recelándose de otros mayores, acordó de dar contento -a estos caballeros, viendo ser justa la petición, y que era en provecho -de todos, y así dijo que era contento en que su hermano gobernase el -reino junto con él; y después de muerto, su hijo Abdalí fuera rey, -porque debía dársele el reino. - -Los caballeros le dieron las gracias por la merced que les había -concedido, y dieron a Abdalí el parabién de gobernador; y habiendo -jurado de hacer lo que se debía en el oficio de la gobernación, y de -guardar la lealtad debida a su hermano, al son de muchos instrumentos -se le dio el cargo. - -Con esto se despidieron del rey todos los caballeros, y acompañaron al -gobernador hasta su casa: y luego aquel día mandó pregonar por toda la -ciudad, que cualquiera que recibiese algún agravio de otro, que fuese a -su casa, y que él satisfaría a cada uno conforme a derecho, guardando -a todos justicia. Toda la ciudad se holgó mucho por la elección hecha, -porque mediante esto iban quitando las fuerzas al rey Chico. - -Así se entendió apaciguar la ciudad, y fue echar leña al fuego y -alquitrán a la pólvora; porque luego que el rey Chico llegó a saber lo -que su padre había hecho, en lugar de enmendarse, hacía mil agravios y -desafueros, y cosas indecentes, todo confiado en los Zegríes, Gomeles -y Mazas; y estos linajes se comunicaron acerca de lo que harían, pues -había creado Mulahacén coadjutor para el gobierno. - -Resolviéronse en que siguiesen al rey Chico y persiguiesen a los -Abencerrajes, pues tenía poder para uno y otro; y que no desamparasen -al rey hasta la muerte; y así le dijeron al rey, que él solo lo sería, -o morirían en la demanda; y entendida por el rey Chico esta voluntad de -sus valederos, les mandó que cualquiera persona noble o plebeya que -fuese de la parte del rey su padre o del gobernador se la llevara -allí, y al momento fuera degollada; y si se defendiese por no ser -presa, que la matasen al punto. - -Por esta causa fueron degollados y presos muchos que hacían la parte -del rey Mulahacén; y sabido por él, y por Abdalí, gobernador, mandaron -lo mismo a todos los de su parte. - -De aquesta suerte había más matanza cada día, que en Roma en tiempo de -las guerras civiles. - -La ciudad se dividió en tres opiniones y partes: la una seguía a -Mulahacén, y eran los Abencerrajes, Gazules, Alabeces, Aldoradines, -Venegas, Azarques, Alarifes, y la mayor parte del común, por el amor -que a los Abencerrajes tenían. - -Al rey Chico seguían Zegríes, Gomeles, Mazas, Laugetes, Bencerrajes, -Alabeces y otros caballeros. - -Al gobernador Abdalí seguían Almoradís, Almohades, Marines, y otros -muchos caballeros, por ser estos dos linajes de los reyes de Granada. - -De esta suerte estaba la desventurada ciudad repartida, y cada día -había mil escándalos y muertes. - -La gente ciudadana, mercaderes, oficiales, ni labradores, no se -atrevían a salir de sus casas. Los caballeros y gente principal -no salían menos de veinte juntos, porque si les acometiesen sus -contrarios, pudiesen resistirlos; y si salían seis, o diez, luego los -acometían, prendían y degollaban; y si se defendían, los mataban allí. -Con estas violencias y crueldades había cada día llantos, tristeza y -pesadumbres. - -Había tres mezquitas en Granada, y a cada una acudía su bando. - -En lo llano de la ciudad había una, donde ahora es el Sagrario, a la -cual acudían el rey Chico y sus apasionados. - -Otra había en el Albaicín, que ahora se llama S. Salvador, y a esta -acudía el gobernador y su gente. - -En el Alhambra había otra, que ahora se dice Santa María, donde estaba -Mulahacén y los de su bando. - -Cada uno conocía su distrito y jurisdicción. - -¡Oh Granada, qué desventura fue esta que vino sobre ti! ¿Qué se hizo tu -nobleza? ¿Dónde está tu riqueza? ¿Qué se hicieron tus pasatiempos, tus -galas, justas y torneos, juegos de sortija, fiestas de S. Juan, músicas -adornadas y zambras? ¿Adónde están tus admirables juegos de cañas? ¿Qué -se hicieron las vistosas libreas de los gallardos Abencerrajes; las -delicadas invenciones de los Gazules; las altas pruebas y ligerezas -de los Alabeces; los costosos trajes de los Zegríes, Mazas y Gomeles? -¿Dónde está todo tu bien y contento? Paréceme que se ha convertido en -lágrimas, tristezas, traiciones, muertes, lagos de sangre vertida con -crueldad y tiranía. - -Muchos caballeros ciudadanos desamparaban la ciudad, temerosos de lo -que veían. Otros caballeros se iban a sus cármenes y heredades, y de -allí los traían a degollar, cosa no vista sino en Roma. - -Muza estaba muy enojado viendo aquellas maldades que se hacían por -momentos, y procuraba medios para quitar y atajar tal daño; y así él -y un linaje de caballeros llamados los alfaquíes, y Sarracino, Reduán -y Abenámar andaban de un rey en otro, suplicándoles que viniesen en -concierto las enemistades; y como estos caballeros alfaquíes eran -muchos, muy ricos y de esclarecida sangre, y no estaban sujetos -a ninguna parte apasionadamente, siempre a la obediencia del rey -Mulahacén, cada uno de los otros dos bandos deseaba tenerlos por -amigos; y así les quisieron dar gusto en dar asiento en aquellos -bandos, viendo cada día se menoscababan los caballeros y moradores -de la ciudad, así en muertes como en ausencias; y porque Muza había -jurado que había de dar muerte a quien no dejase las comunidades, tanto -hizo con ayuda de los alfaquíes, Sarracino, Reduán y Abenámar, que -vinieron a poner paces entre los caballeros de los bandos, prometiendo -que no habría más crueldades ni muertes, sino que hasta la muerte de -Mulahacén cada uno siguiese a su rey sin ser forzado, sino que a su -gusto siguiesen al que quisiesen de los dos, y que cada rey conociese y -determinase las causas de su jurisdicción, sin entrometerse el un rey -con lo que al otro tocase. - -El rey Chico pidió que los Abencerrajes cumpliesen el tenor de su -sentencia, cumplidos los dos meses que les dio de término. Mulahacén -decía que no habían de salir los Abencerrajes de Granada hasta que él -fuese muerto. En esto estuvieron discordes algunos días, y era la causa -que los Zegríes se lo pedían al rey Chico, y todos los demás caballeros -contrarios lo defendían. - -Finalmente, quedó asentado que habían de salir del reino, pues que -así lo pidieron los Abencerrajes al rey Mulahacén, porque querían ser -cristianos y servir al rey D. Fernando, que si no fuera por esta causa, -jamás salieran de Granada, porque tenían de su parte al rey viejo y a -los más principales caballeros, y a todo el común de la ciudad. - -Mediante las diligencias dichas quedó la ciudad en paz, aunque duró -poco, como adelante se dirá. Por estas diferencias se hizo este - -ROMANCE. - - Muy revuelta anda Granada - en armas y fuego ardiendo, - y los ciudadanos de ella - duras muertes padeciendo; - Por tres reyes que hay esquivos, - cada uno pretendiendo - el mando, cetro y corona - de Granada y su gobierno. - El uno es Mulahacén, - que le viene de derecho; - el otro es un hijo suyo, - que le quiere a su despecho. - El otro un gobernador - que Mulahacén había puesto: - Almoradís y Almohades - a este le dan el cetro. - Al rey Chico los Zegríes, - diciendo que es heredero: - Venegas y Abencerrajes - se lo van contradiciendo. - Dicen que no ha de reinar - ninguno, hasta que sea muerto - el viejo Mulahacén, - pues es vivo, y tiene el reino. - Sobre estas guerras civiles - el reino van consumiendo, - hasta que el valiente Muza - en ello puso remedio. - -Al fin por Muza, los alfaquíes, y por Reduán, Sarracino y Abenámar se -apaciguaron las guerras, de suerte que con seguridad se podía andar por -la ciudad. - -Así parece que será bien tratar de la determinación de los -Abencerrajes; y fue que un día se salieron a pasear, y con ellos los -Alabeces y Aldoradines, y habiéndose consultado entre todos, acordaron -de irse a volver cristianos, y servir al rey D. Fernando en las -guerras que tenía contra Granada; y así para saber el gusto del rey D. -Fernando, le avisaron del suyo por esta carta. - - «A ti, invictísimo Fernando, rey de Castilla, ensalzador y observador - de la fe de Jesucristo, salud, para que con ella defiendas y - aumentes tus estados, y tu fe vaya adelante. Nosotros los caballeros - Abencerrajes, Alabeces y Aldoradines, besamos tus reales manos, y - decimos y hacemos saber que, siendo informados de tu gran bondad, - deseamos de irte a servir, pues por tu valor mereces que todos los - hombres te sirvan; y asimismo queremos ser cristianos, y vivir y - morir en la fe católica que tú y los tuyos profesáis y tenéis. Para - esto queremos saber si es tu voluntad de admitirnos debajo de tu - amparo, y que estemos en tu servicio; y haciéndolo así te damos fe y - palabra de servirte bien y lealmente, como fieles vasallos, en esta - guerra que tienes contra Granada y su reinado; y te serviremos de - suerte, que prometemos darte a Granada en tus manos, y la mayor parte - de su reino. En esto haremos dos cosas: la una servirte a ti como a - señor y rey nuestro, y por la otra trataremos de vengar la muerte de - nuestros deudos, degollados tan sin razón por el rey Chico, a quien - profesamos ya y reconocemos por odioso y mortal enemigo, y deseamos - verle debajo de tu obediencia, y verte enseñoreado de este reino, - como afirmamos que lo serás poniéndote a ello. Y con esto cesamos - besando tus reales pies.--_Los Abencerrajes._» - -Escrita esta carta se la dieron a un cautivo cristiano, y con ella la -libertad, encargándole el secreto; y una noche salieron de Granada -con él, y le acompañaron hasta ponerle en seguridad, y le enviaron en -paz; el cual con diligencia caminó sin detenerse hasta Talavera, donde -estaba el rey D. Fernando, y en llegando a su real presencia hincó -las rodillas en tierra, y habló, presentes todos los grandes, de esta -manera: - ---Muy poderoso y católico rey, columna y defensor de la Religión -cristiana: sabrás, señor, que he estado seis años cautivo en Granada, -donde he padecido muchos trabajos, aunque me los alivió Dios nuestro -Señor por las limosnas que un caballero Abencerraje me ha hecho, por el -cual y la voluntad de Dios, soy vivo y libre: este caballero fue una -noche a la mazmorra donde yo estaba, y me trajo a su casa, y me quitó -las prisiones y vistiome este traje moro. Salimos aquella noche de -Granada él y yo, y otros dos caballeros, y me acompañaron hasta ponerme -en tierra de cristianos, y dándome dineros para el camino, me dieron -esta carta y me encargaron el secreto, y que la pusiese en tus reales -manos. Dios ha sido servido de que llegase a tu real presencia; esta -es, cumplo con mi obligación y promesa. - -Y en besándola se la dio al rey D. Fernando, el cual la tomó y leyó -para sí, y la dio después a Hernando del Pulgar, su secretario, -para que la leyese públicamente; y siendo leída todos los grandes -se alegraron grandemente en saber que aquellos caballeros querían -ser cristianos, y servir al rey en las ocasiones de la guerra contra -Granada, porque serían de mucha importancia para la conquista de aquel -reino; y habiendo consultado el rey con los suyos, se acordó que -respondiesen a la carta; y así que la escribió Hernando del Pulgar, se -buscó mensajero conveniente para aquel secreto, y partió de Talavera; -y llegando a la ciudad de Granada dio la carta al Abencerraje que -dio libertad al cautivo, que se llamaba Alí Mahomat Barrax, el cual -recibió la carta, y de secreto hizo juntar a todos los Abencerrajes, -Aldoradines y Alabeces, y siendo juntos abrió la carta que decía así: - - «Abencerrajes nobles, famosos Aldoradines, y fuertes Alabeces, - recibimos vuestra carta, con la cual se alegró toda nuestra corte, - entendiendo que de vuestra venida no puede resultar cosa dañosa, - sino mucha virtud, porque sois de calificada sangre; y en particular - nos hemos alegrado y dado infinitas gracias a nuestro Redentor - Jesucristo, porque os ha traído al conocimiento de nuestra Santa Fe - Católica, en la cual seréis del todo mejorados por la virtud de ella. - Decís que nos serviréis en las guerras que tenemos contra infieles - de nuestra religión: por ello os prometo doblados sueldos, y esta - nuestra real casa tendréis por vuestra; porque entendemos que vuestro - proceder lo merece. De Talavera donde al presente quedamos,--_El rey - D. Fernando._» - -Grande fue el contento que recibieron todos los caballeros -circunstantes, sabiendo la atención y merced que el rey D. Fernando -se ofrecía a hacerles; y así acordaron de salir de Granada; y para -hacer mejor su negocio, determinaron que luego fuesen los Abencerrajes -a servir a D. Fernando, y que los Alabeces, Aldoradines, Gazules y -Venegas quedasen en Granada dando orden a fin de que se le diese la -ciudad y el reino; para lo cual los Alabeces escribieron a sesenta y -seis alcaides, parientes suyos, que estaban en fuerzas importantes -guardando el reino en el río de Almería y Almanzor, y Sierra de -Filabres, haciéndoles saber lo que tenían acordado, y lo que le -escribieron al rey D. Fernando, y lo que les fue respondido. - -Todos los alcaides estuvieron bien en ello, y no hubo ninguno que lo -contradijese, considerando las pesadumbres de Granada, y que en ella -había tres reyes, y que cada uno quería mandar, de donde no podía -resultar bien ninguno. - -También escribieron los Almoradís, Venegas, y Gazules a parientes -suyos, que eran alcaides en el reino, todos guardando el secreto, y -alistados para cuando fuese tiempo. - -Los Abencerrajes se despidieron de sus amigos y de toda la ciudad, y -salieron de ella a medio día, llevando todo el oro, plata y joyas que -tenían. - -¿Quién podrá contar la lástima y el dolor con que todos los de la -ciudad quedaron, viendo salir desterrados sin culpa a más de cien -Abencerrajes? De antes lloraban a los degollados, ahora lloran a -los que desamparan la ciudad; maldecían al rey Chico, y que no se -lograse en el reino, maldiciendo a los Zegríes, causadores de tantas -sediciones, muertes y destierros. - -Solo se alegraron de la ausencia y destierro de los Abencerrajes, los -Zegríes, Mazas y Gomeles, y celebraban su contento con el rey Chico, -al cual decían mil lisonjas halagüeñas, dándole las gracias por lo que -había hecho por darles gusto; y no faltó entre ellos quien dijo: - ---¿Qué es esto Abdalí? ¿Así dejas salir a la flor de los caballeros -de Granada? ¿No sabes que todo el común, y lo más granado de la -ciudad estaba pendiente de la voluntad de estos nobles caballeros? No -entiendas que a solos ellos pierdes, sino a otros muchos caballeros de -prosapia, nobles y principales, guardadores y defensores de tu reino. -Pues yo te certifico, que te ha de pesar muchas veces de los agravios -que les has hecho, y los has de echar menos antes de mucho tiempo. - -Bien conocía el rey ser notable el agravio que había hecho y hacía a -los Abencerrajes; pero teníanle tapados los oídos las sirenas de los -Zegríes, y no le despertaron los gritos, llantos, alaridos y voces -que todos los de la ciudad daban por la ausencia y destierro de este -virtuoso linaje. - -Así salieron de Granada los Abencerrajes con gran dolor, por ver el -sentimiento que aquella ciudad hacía de su ida. Salieron con ellos -muchos ciudadanos, diciendo que adonde iban los Abencerrajes habían de -ir ellos. - -Quedó la ciudad tan sola, ausentes estos caballeros, que se parecía -muy bien su falta. Echaban menos los caballeros la noble y hermosa -compañía; los galanes el dechado de sus galas, los cautivos pobres su -remedio; los huérfanos y viudas su amparo. - -Idos los Abencerrajes tomó el rey posesión de todos sus bienes, y los -mandaba pregonar por traidores, a lo que no dio lugar Muza ni otros -caballeros, so pena de volver a la guerra pasada. Y cesando en el rey -este propósito, cesó el de los caballeros amigos de los Abencerrajes. -Dieron aviso al rey Mulahacén como habían salido los Abencerrajes a -cumplir su destierro; lo cual sintió mucho, y dijo que él los volvería -a Granada a pesar de su hijo y de sus consejeros. - -Los Abencerrajes fueron adonde el rey D. Fernando estaba, y en su -compañía iban Sarracino y Galiana, Reduán y Haja, Abenámar y Fátima, -Zulema y Daraja: todos con muy firme propósito de recibir el bautismo, -como lo hicieron. - -Y llegados a la real presencia del rey D. Fernando, fueron de él y de -su corte muy bien recibidos, y a otro día fueron bautizados, siendo el -rey padrino y la reina madrina, y los casaron según orden de nuestra -Santa madre Iglesia a los que eran casados cuando moros: a todas las -cuales ceremonias asistió el rey y la reina y todos los grandes, -honrándolos; y fueron hechas fiestas y regocijos por todos, y pasadas -les fueron asentadas plazas de muy ventajosos sueldos. - -A las nuevamente bautizadas hizo la reina Doña Isabel damas de su -estrado. Los caballeros fueron sentados en compañía de D. Juan Chacón, -señor de Cartagena, y capitán de caballos. - -Hizo teniente a un caballero Abencerraje, llamado cuando moro Alí -Mahomad Barrax, y cristiano, D. Pedro Barrax; Sarracino, Reduán y -Abenámar fueron tenientes de capitanes de caballos, como lo fue de D. -Manuel Ponce de León, Sarracino; de D. Alonso de Aguilar, Abenámar; de -D. Pedro Portocarrero, Reduán. - -En las cuales compañías servían con cuidado, y en las ocasiones se -echaba de ver el valor de sus personas; donde los dejaremos por acabar -el pleito de la reina Sultana. - -Habiendo pasado treinta días más de los que había el rey concedido a la -reina Sultana para que diese quien la defendiera, como no había dado -caballeros mandó el rey que la sentenciasen a quemar, porque así lo -disponía la ley. - -A lo que contradijo el valiente Muza diciendo que no había podido la -reina nombrar caballeros, respecto de las guerras civiles y diferencias -que había habido en Granada, y así no se debía ejecutar la sentencia. - -A Muza ayudaron todos los principales caballeros de Granada, salvo -Zegríes, Gomeles y Mazas, por ser de su bando. - -Los Zegríes tuvieron con Muza muchas proposiciones y respuestas de si -se había de ejecutar o no la sentencia; y vista por el rey la disputa, -dio quince días más de término a la reina, para que en el espacio de -ellos señalase caballeros defensores; lo cual fue a mostrar Muza a la -reina, por tener él solo licencia de hablar con ella; y entrando halló -a la Sultana triste por ver su plazo ya cumplido, y por la ausencia de -Galiana, aunque tenía consuelo con Celima. - -Y sentándose Muza junto a la reina, la contó todo lo que había pasado, -y cómo la habían dado quince días más de término para que nombrase -quien la defendiese; que mirase a quien había de señalar, y lo dijese -con tiempo antes que se pasase el término. - -Sus bellas mejillas regadas con la inundación que por los hermosos ojos -brotaba, dijo la reina: - ---Nunca entendí que durara la terrible obstinación en el cruel rey, tu -hermano y mi marido, y que tuviera ya entera satisfacción de mi lealtad -e inocencia; y respecto de esto no he hecho ninguna diligencia en -este caso, por saber de cierto que no he cometido el crimen de que me -hace cargo, y por las revueltas y sediciones, bandos y guerras que ha -habido; pero ahora que veo que la maldad pasa adelante contra mi casto -pecho, yo buscaré quien dé entera satisfacción de mi honra, y castigo -ejemplar a los falsarios. Yo determino de favorecerme de piadosos -caballeros cristianos, porque de moros no quiero confiar un caso de -tanta importancia; no por la vida, que no la tengo en nada, sino por no -dejar tan fea mancha en el honor que con tanta integridad he guardado -siempre. - -Con estas palabras la reina aumentaba más su dolorosa pasión y llanto; -y era tanto en abundancia, que enternecido el valeroso Muza se le -vinieron las lágrimas a los ojos, y esforzándose dijo a la reina: - ---No derrames esas perlas, bella Sultana: cesen vuestros llantos, que -aquí me tenéis a vuestro servicio; yo os defenderé, y no moriréis -aunque sea homicida del rey mi hermano. - -Con esto se consoló un poco, y se resolvió de escribir a tierra de -cristianos para que viniesen a defenderla algunos caballeros. - -Celima estaba muy triste por la ausencia de su hermana Galiana; y -despidiéndose de la reina se fue y la dejó sola en su retrete; la cual -formando querellas de la variable fortuna, se quejaba diciendo: - - Fortuna, que en lo excelso de tu rueda - con ilustrada pompa me pusiste, - ¿por qué de tanta gloria me abatiste? - Estable te estuvieras, firme y queda, - y no abatirme así tan al profundo, - adonde fundo - dos mil querellas - a las estrellas, - porque en mi daño - un mal tamaño - con influencia ardiente premio vieron, - y en penas muy extrañas me pusieron. - Oh mil veces bien afortunados - vosotros Bencerrajes, que muriendo - salisteis de trabajos, feneciendo - los males que os estaban conjurados; - y os puso en libertad gloriosa suerte, - aunque era fuerte; - mas yo, cuitada, - aprisionada, - con llanto esquivo, - muriendo vivo: - y no sé el fin que habrá mi triste vida, - ni a tantos males cómo habrá salida. - Naufragios tristes pasa mi ventura; - en lágrimas se anega mi contento; - secose ya mi flor, llevose el viento - mi bien, dejándome en gran desaventura. - ¿Adónde está lo excelso de mi pompa? - Bien es que rompa - con llanto eterno - el duro infierno, - y favor pida - como afligida, - diciendo que ya el suelo no me quiere; - que se abra, y que me trague si quisiere. - Si el vulgo no dijera que mi honra - de todo punto estaba ya manchada, - yo diera con aguda y dura espada - el postrimero fin a mi deshonra; - mas si me doy la muerte, dirá luego - el vulgo ciego, - que había gran culpa, - y no disculpa; - pues con mi mano - tomé temprano - la muerte aborrecida y fuerte; - y así no sé si viva o me dé muerte. - Si del horrendo lazo el negro sino - de cárdeno color no se estampase, - de suerte que en el cuello declarase - la causa de furor tan repentino; - yo diera el tierno cuello al lazo estrecho, - y muy de hecho, - la ira temo - en grande extremo; - que de otra suerte - aquella muerte - ya fuera por mi mal bien escogida, - si muriendo quedara yo sin vida. - Dichosa tú, Cleopatra, que tuviste - quien del florido campo te trajera - la causa de tu fin, sin que supiera - ninguno por cual modo feneciste: - apenas se hallaron las señales, - ya funerales, - del ponzoñoso - áspid piadoso, - que con dulzura - en la blancura - de tu hermoso brazo fue obrando - con venenoso diente, tierno y blando. - Y si de cautiverio y servidumbre, - ilustre reina, fuiste libertada, - y a la soberbia Roma no llevada - en triunfo como era de costumbre; - Yo, cuitada, que muero sin remedio, - por no haber medio, - cual tú le hubiste, - gran mal me embiste; - y mi enemigo - hará conmigo - un triunfo desigual a mi limpieza, - pues se le entrega al fuego mi nobleza. - Mas aunque falte el áspid a mi medio, - yo romperé mis venas, y la sangre - haré que en abundancia se desangre, - de suerte que el morir me sea remedio; - Y así el Zegrí sangriento que levanta - con furia tanta - el mal horrible, - y tan terrible - en daño mío; - en Dios confío - que no triunfe de mí en aqueste hecho, - pues no verá partirme el duro pecho. - -Estas y otras lastimosas cosas decía la afligida Sultana con intento de -romper sus transparentes venas para desangrarse; y resuelta en darse -este género de muerte, llamó a Celima y a una doncella cristiana, -llamada Esperanza de Hita, que la servía, la cual era natural de -la villa de Mula; y llevándola su padre y cuatro hermanos a Lorca -a desposarla, fueron salteados de moros de Tirieza y Jaquena; y -defendiéndose los cristianos, mataron más de dieciséis moros; y siendo -mortalmente heridos los cristianos, cayeron muertos los caballeros. La -doncella fue cautiva y presentada al rey, y él la dio a la reina por -ser hermosa y discreta. - -Venidas Celima y Esperanza al llamado de la reina, les dijo: - ---Celima bella, discreta Esperanza, aunque tu buen nombre no me la -da en mi pena, ya sabes la injusta prisión mía, y cómo se ha pasado -el término en que había de dar caballeros que me defendieran; aunque -respecto de estas guerras que ha habido, me ha dado el rey quince días -de término más, cuando entendí que estaba arrepentido en su yerro, y -seguro de mi castidad. El tiempo es breve, y no sé a quien encargue -este negocio. Sabed que tengo acordado de darme yo misma la muerte, -y será abriéndome las venas de los brazos, y que vayan destilando la -sangre que me alimenta. Elijo esta muerte, porque los traidores Zegríes -y Gomeles no me vean morir: solo una cosa os ruego, por ser lo último -y postrero, y es que al punto que acabe de expirar (tú, Celima, sabes -dónde entierran los cuerpos reales), abráis los antiguos sepulcros, y -allí pongáis mi cuerpo, aunque desdichado; y tornando a poner las losas -como de antes estaban, me dejéis, callando el secreto, el cual encargo -a las dos; y a ti, Esperanza, te dejo libre, que eres mía: tomarás mis -joyas para tu casamiento; y cásate con quien te estime, y escarmentad -en esta desdichada reina. Lo que os he rogado, os vuelvo a pedir de -nuevo, y no me faltéis en nada, porque con eso moriré contenta. - -Y no cesando de llorar tomó un cuchillo de su estuche, y alzándose -la manga de la camisa se iba a herir; mas Esperanza de Hita la tuvo -el brazo llorando amargamente, y con amorosas y blandas palabras la -consoló con las razones siguientes: - - «Hermosísima Sultana, no te aflijas, - ni a las lágrimas des tus lindos ojos, - y pon en Dios inmenso tu esperanza, - y en su bendita Madre, y de esta suerte - saldrás con vida, junto con victoria, - y a tu enemigo acerbo en este instante - verás atropellado duramente. - Y para que esto venga en cumplimiento, - y en tu favor respire el alto cielo, - pon toda tu esperanza con fe viva - en la que por misterio muy divino - fue Madre del que hizo cielo y tierra, - el cual es Dios inmenso y poderoso, - y por misterio alto y sacrosanto - en ella fue encarnado, sin romperse - aquella intacta y virgen carne santa. - Quedó la infanta virgen y doncella - antes del sacro parto, y en el parto, - y también después de él virgen muy pura. - Nació de ella hecho hombre, por reparo - de aquel pecado acerbo, que el primero - padre que tuvimos cometiera; - nació de aquella virgen, como digo; - después en una cruz pagó la ofrenda, - que al más inmenso Padre se debía; - allí en todo rigor la fue ganando, - por darle al pecador eterna gloria. - En esta virgen, pues, reina y señora, - ahora te encomienda en este trance, - y tenla desde hoy por abogada, - y tórnate cristiana; y te prometo, - que si con devoción tú la llamases, - que en limpio sacaría esta tu causa.» - La reina estuvo a todo muy atenta, - y llena de consuelo halló en su alma - con las palabras dulces y discretas - que la Esperanza dice, y consolada, - habiendo en su memoria ya revuelto - aquel alto misterio de la Virgen; - teniendo ya impreso allá en su idea, - que gran bien le sería ser cristiana, - poniendo en las reales y virgíneas - manos sus trabajos, tan inmensos; - y así abrazando a su Esperanza, dijo: - «Han sido, mi Esperanza, tus razones - tan vivas y tan altas, que en un punto - con penetrante fuego han allegado - a lo que muy más íntimo tenía - allá en mi corazón, y más secreto, - y con afecto grande se han impreso; - tanto, que yo querría que ya fuese - llegado el feliz punto, tan dichoso, - en que cristiana fuese; y te prometo - tener por abogada a la que Madre - de Dios inmenso fue por gran misterio. - Y así lo creo yo, como tú dices, - y a ella me encomiendo ya, y ofrezco - en sus benditas manos mis angustias - con esperanza viva de remedio: - la pongo desde hoy, y en Dios confío - por su bondad inmensa, que me saque - de tan terribles males a buen puerto.» - -Atenta estuvo a todas estas cosas Celima, y enternecida en lágrimas -viendo así llorar a la reina, y determinada de seguir los mismos -motivos, y de tornarse cristiana, con amorosas palabras dijo a la reina: - ---No imagines, hermosa Sultana, que aunque tú te vuelvas cristiana, yo -dejaré de seguir tu compañía, para que de mí sea lo que de ti fuere: -yo también quiero ser cristiana, porque entiendo que la fe de los -cristianos es mucho mejor que la mala secta que hasta ahora hemos -guardado del falso Mahoma. Y pues todas estamos en un mismo parecer, si -se ofreciere, moriremos por Jesucristo y conseguiremos vida eterna. - -La reina escuchaba con el entrañable amor que decía aquellas palabras -Celima, y echándola los brazos, la abrazó, y dijo a Esperanza: - ---Ya que habemos acordado de ser cristianas, ¿qué haremos para salir -de aquí? Aunque mi salida quisiera que fuera para recibir martirio por -Cristo y ser bautizada con mi misma sangre. - -A lo cual respondió Esperanza: - ---Visto, señora, tu buen propósito, te daré buen consejo para que -quedes libre de esta falsedad que te levantan. Sabrás, reina y señora, -que sirve al rey D. Fernando un caballero que se llama D. Juan Chacón, -señor de Cartagena, el cual está casado con Doña Luisa Fajardo, hija de -D. Pedro Fajardo, adelantado y capitán general del reino de Murcia: es -muy valiente el D. Juan Chacón, y muy amigo de hacer bien a todos los -que poco pueden. Escríbele, señora, que yo sé que si le pides su favor, -que no te le negará, porque es muy piadoso, y luego buscará amigos -que vengan con él a librarte; y entiendo que cuando ninguno le quiera -acompañar, que él solo vendrá; porque te certifico que es de esfuerzo -extremado, y dará fin a tanta desventura como tienes, y nos aliviará en -nuestra gran pena, causada de la tuya y de tu cruel prisión. - ---Pues tan buen consejo me diste --dijo la reina-- para lo más -importante, que no fue de menos que ganar un alma perdida, no dejaré de -tomar tu consejo, que es para lo menos, por ser libertad del cuerpo, y -al momento me pondré a escribir a este caballero. - -Y dándole recado escribió una carta a D. Juan Chacón, que decía así: - - «La infeliz y desdichada Sultana, reina de Granada, del antiguo - y claro Moraicel hija; a ti, D. Juan Chacón, señor de Cartagena, - salud para que con ella, ayudado de Dios nuestro Señor y de su - santísima Madre, puedas darme el favor que mi gran necesidad te - pide, en la cual muy grandemente estoy puesta por un testimonio - que me han levantado unos traidores caballeros, que son Zegríes y - Gomeles, diciendo que violé con varón ajeno el aposento real de - mi marido, y que delinquí con un noble caballero llamado Albín - Hamete, Abencerraje; lo cual ha sido causa e instrumento para que - los caballeros Abencerrajes fuesen degollados sin tener culpa; y no - obstante esto, haber por ello en aquesta desdichada ciudad guerras - civiles, de las cuales se han seguido muchas muertes de caballeros; - y lo que más siento es que haya puesto dolo en mi honra, tan sin - culpa, y que si en espacio de quince días no doy quien defienda mi - honor, se ha de ejecutar en mí la sentencia en que estoy condenada, - que es a morir quemada; y avisándome una cautiva cristiana de tu - valor, esfuerzo, piedad, virtud y bondad, acordé de favorecerme - de ti, pues eres padre de necesitados, y vengador de agravios. Mi - necesidad es grande, pues soy mujer sola, desconsolada y triste; mi - agravio es el mayor que en el mundo se ha hecho, pues se han atrevido - traidores a poner mácula en mí, y a levantarme tal testimonio; lo - que jamás imaginé. Yo estoy afrentada y en el peligro dicho: si - no me socorréis soy perdida. No me neguéis vuestro favor, pues - encomiendo en vuestras manos mi honra; y si por ser yo infiel no me - queréis favorecer, consideraréis que no lo soy, sino que creo en Dios - todopoderoso, y en la Virgen Santa María, su madre, en quien confío - me alcanzaréis gloriosa victoria de mis enemigos, con la cual quedará - libre mi honra y se sabrá la verdad cierta; y confío que os doleréis - de esta desconsolada reina: no más. De Granada, etc.--_Sultana, reina - de Granada._» - -Acabada de escribir la carta, se la leyó la reina a Celima y a -Esperanza, de que se holgaron mucho viendo su buen parecer, y cerrada y -sellada, y puesto el sobrescrito, enviaron a llamar a Muza; y venido, -le rogó la reina y Celima que enviase con un mensajero fiel aquella -carta, y Muza lo prometió así; y aquel día despachó con la carta un -hombre de confianza; y llegando a la corte dio la carta a D. Juan -Chacón, y leída respondió a la reina Sultana, consolándola con palabras -muy eficaces en una carta del tenor siguiente: - - «A ti Sultana, reina de Granada, salud para que yo pueda besar tus - reales manos, por la singular merced que me haces en querer servirte - de este tu humilde siervo para un negocio tan arduo y de tanta - gravedad. Muchos y muy principales caballeros hay en esta corte a - quien pudieras mandar lo que a mí; y pues lo mandas, obedezco, y - acepto lo que me pides, confiando en Dios y en su bendita madre, y en - tu inocencia; y así digo que el último día del plazo partiremos a - servirte yo y tres caballeros amigos, y no habrá falta: encomiéndate - a Dios, el cual te guarde y defienda. De Talavera, etc.--_D. Juan - Chacón._» - -La carta escrita, la cerró y selló con su sello, lazos, flor de -lis, blasón de sus antepasados; y dándola al mensajero, le envió; y -llegado a Granada le dio la carta a Muza, y él la llevó a la reina; y -habiéndola hablado, y a Celima su señora, se despidió, y en saliendo -Muza, abrió la reina la carta y la leyó, presentes Celima y Esperanza -de Hita; quedando con mucho contento y consuelo, y aguardando el día de -la batalla. - -A esta coyuntura se sabía por toda Granada cómo los caballeros -Abencerrajes se habían vuelto cristianos, y Abenámar, Sarracino y -Reduán, de que no poco temor tuvo el rey Chico, y los mandó pregonar -por traidores, insistido de los Zegríes y Gomeles. - -A lo cual no quisieron resistir, ni contradecir los linajes de los -Alabeces, Aldoradines, Gazules y Venegas, y todos los de su parte, -por no mover nuevos escándalos; y también porque tenían esperanza que -presto volverían a tomar posesión en todos los bienes de que se había -entregado el reyecillo, y porque no les correspondía aquel pregón, por -ser ya cristianos, y porque era notoria la pasión y odio que tenía -a estos virtuosos y nobles caballeros Abencerrajes: en donde los -dejaremos por hablar de D. Juan Chacón, el cual habiendo despachado el -mensajero de la reina, se puso a considerar a qué caballeros hablaría -para llevar a la defensa de la reina, que fuesen de confianza para la -satisfacción de aquel caso; y por otra vía se determinaba a emprender -aquel hecho él solo; y sin duda saliera con su intención, por ser de -corazón animoso, y valiente por extremo. Tenía grandísima fuerza, y -tanta, que de una cuchillada cortaba todo el pescuezo a un toro. - -Sucedió, pues, que no apartando de su memoria el cuidado de la -reina y la palabra dada, un día se juntó con otros caballeros muy -principales y muy estimados: el uno era D. Manuel Ponce de León, duque -de Arcos, descendiente de los reyes de Jeriza, y señores de la casa -de Villagracia, salidos de la real casa de los reyes de Francia, y -a quienes por señalados hechos que hicieron les dieron los reyes de -Aragón por armas las barras de Aragón, rojas de color de sangre en -campo de oro, y al lado de ellas un león rapante en campo blanco; armas -muy acostumbradas del famoso Héctor troyano, antecesor suyo, como dicen -las crónicas francesas. - -El otro caballero era D. Alonso de Aguilar, gran soldado, belicoso y de -muchas fuerzas, y de animoso corazón, amigo de batallar con los moros; -y de tanta perseverancia que tuvo en esto, vino luego a morir a manos -de los moros, mostrando el valor de su persona, como adelante se dirá. - -El tercero era D. Diego de Córdoba, varón de gran fortaleza, amiguísimo -del militar ejercicio; y tanto que decía que estimaba más a un buen -soldado que a todo su estado; y que merecía comer con el rey, y decir -que era tan bueno como él. - -Finalmente el alcaide de los Donceles, D. Manuel Ponce de León, D. -Alonso de Aguilar, y D. Juan Chacón estaban en conversación tratando -del reino de Granada y de la muerte de los Abencerrajes tan sin culpa, -y de la injusta prisión de la reina Sultana, y en el estado que la -tenía su marido el rey Chico, porque de todo habían informado los -caballeros nuevamente convertidos. - -Y tratando del miserable estado en que la reina estaba por un -testimonio, dijo D. Manuel Ponce: - ---Si fuera lícito, de buena gana fuera yo el primero en defender a la -necesitada reina. - ---Yo el segundo --dijo D. Alonso de Aguilar--, porque estoy condolido -de su desgraciada suerte, y al fin es agravio feo en mujer noble. - -El alcaide de los Donceles dijo: - ---Pues yo fuera el tercero, porque considero la aflicción en que -estará puesta; y aunque es mora, debemos los caballeros deshacer -agravios hechos a personas de tal calidad, y nunca los cristianos -perdemos la buena obra que hacemos. - ---Sepamos, señores --dijo D. Juan Chacón--, qué cosa incierta halláis -para que la reina no sea favorecida en este caso. - ---Dos cosas lo impiden --dijo D. Manuel--: la una, ser mora Sultana, -aunque no hago mucho reparo en esta; la otra, porque no podemos ir sin -licencia del rey nuestro señor. - -Dijo el alcaide de los Donceles: - ---Eso es lo menos, porque sin ella podemos ir de secreto. - ---Pregunto --dijo D. Juan Chacón--: ¿si la reina Sultana escribiera a -uno de los que estamos aquí, pidiendo favor y ayuda en una necesidad -como la que tiene, y que quiere ser cristiana, aunque aventure la vida, -dejaría de ir a la batalla? - -Respondieron todos, que mil vidas que cada uno tuviera, las emplearía -en un caso tan honroso. - -Muy alegre con la respuesta metió la mano en el pecho D. Juan Chacón, y -sacó la carta diciendo: - ---Por esa veréis cómo me hace cargo la reina de la satisfacción de su -honor, y me pesa de que en particular me señale, habiendo en esta corte -tanta flor de caballeros. Avisé de ir con otros tres caballeros si los -hallo, y si no iré solo a tener batalla con los cuatro moros, que yo -confío en Dios y en la inocencia de la reina, que alcanzaré victoria; -y si la fortuna me fuere adversa y muriere en la batalla, yo la tendré -por dichosa muerte. - -Habiendo leído la carta de la Sultana los tres caballeros, y viendo -como decía en ella que quería ser cristiana, y de la deliberada -determinación del señor de Cartagena, dijeron que ellos le acompañarían -en aquella ocasión; y así ordenaron de partirse sin licencia del rey, y -sin dar cuenta a nadie. - -El andaluz, astuto guerrero, alcaide de los Donceles, dijo que sería -bien que fuesen en traje turquesco, porque en Granada no fuesen -conocidos de algunas personas, especialmente de los cautivos. - -Todos dijeron que era acertado aquel parecer; y así aderezaron ricas -libreas a lo turco, y previniéndose de armas y caballos, y de todo lo -necesario para su viaje, partieron de Talavera sin escuderos por ir más -encubiertos; dejaron dicho en sus posadas que iban a montería. - -En todo el camino no entraron en poblado: en campaña dormían, y en las -ventas compraban su menester; y así llegaron a la Vega dos días antes -que se cumpliese el plazo, y entraron en el Soto de Roma, donde con -quietud descansaron todo un día, y estuvieron la noche a orilla del -fresco Genil; y la mayor parte de ella trataron del orden que habían de -tener para conseguir el efecto de aquella batalla. - -Venida la mañana, alegres se alistaron para ir a Granada, y se pusieron -sobre las fuertes armas las vestiduras turquescas; y subiendo en sus -caballos salieron a lo raso de la Vega, por donde se iban poco a -poco acercando a Granada, mirando a todas partes, y alegrándoles su -muy hermosa vista, y la diversidad de riberas, huertas, cármenes y -jardines, que les parecía un paraíso terrenal. - -Y no se admire el lector del encarecimiento, porque puede creer que -no hay maceta de claveles ni de albahaca regalada y cultivada en casa -de los señores, como los moros tenían cada palmo de tierra, aun en los -cerros, como hoy día aparecen muchas ruinas; y así les producía la -tierra que era maravilla; y puede considerarse su mucha fertilidad, -porque un año antes que se ganara Granada, sustentaba ciento y ochenta -mil hombres de pelea, sin viejos, niños y mujeres. - -Yendo, pues, los famosos caballeros a Granada, atravesando por la Vega -dieron en el camino de Loja, por el cual vieron venir muy apriesa a un -caballero moro, que parecía ser de valor por su buen talle y librea. - -Era la marlota de damasco verde con muchos tejidos de oro, y plumas -verdes, blancas y azules. En medio de la adarga blanca estaba pintada -un ave fénix, puesta sobre unas llamas de fuego, y una letra en círculo -que decía: _Segundo no se halla._ El caballo era bayo, cabos negros, y -en la gruesa lanza puesto un pendoncillo verde y rojo. - -Parecía tan bien el moro que dio grandísimo contento su vista a los -caballeros, y le aguardaron a que llegase, y en llegando les saludó en -arábigo, y el alcaide de los Donceles le respondió en el mismo lenguaje. - -El moro detuvo su priesa, y mirando la buena postura y talle de los -cuatro caballeros, les dijo así: - ---Aunque la priesa que llevo es grande, y la gravedad de mi cuidado no -requiere dilación, el deseo de saber, si gustáis de decir quién sois, -me obliga a detener las riendas, porque caballeros como vosotros son -muy peregrinos en esta tierra, y no solemos ver semejantes galas sino -en caballeros o embajadores que vienen de la parte del mar Líbico a -tratar algo con el rey de Granada, aunque es verdad que no traen el -apercibimiento de armas que parece tenéis debajo de las marlotas, ni -caballos tan ligeros de guerra; y si gustáis de que vamos juntos, seré -contento en llevar tan buena compañía, y no me neguéis quien sois, por -lo que debéis a ley de caballeros. - -Don Juan Chacón le respondió en turquesco, que eran de Constantinopla. -Pero el deseoso moro no le entendió, y así dijo: - ---No entiendo esa lengua, hablad en arábigo pues sabéis. - -Entonces respondió el alcaide de los Donceles en algarabía: - ---Nosotros somos de Constantinopla, de nación jenízaros, y tenemos -sueldos del Gran Señor cuatrocientos de nosotros que estamos de -guarnición en Mostagán; y como tenemos noticia de que en estas -fronteras hay muchos cristianos de admirables fuerzas, venimos -con intención de probar las nuestras con las suyas, aunque nos -han certificado de que recibís notables daños cada día de ellos. -Desembarcamos en Adra, y andamos mirando esta vega, que es la mejor que -hay en el mundo, a nuestro parecer; y entendiendo de hallar algunos -cristianos para escaramucear con ellos, no hemos topado ninguno; y -así vamos a ver la nombrada y gran ciudad de Granada, y besaremos las -manos al rey, y luego nos volveremos a embarcar en nuestra fragata, y -nos iremos la vuelta de Mostagán; esta es la verdad de lo que habéis -preguntado. Y pues ya habéis satisfecho vuestro gusto, nos le daréis en -decirnos quien sois, que no menos deseo tenemos de saberlo, que el que -vos manifestasteis tener de saberlo de nosotros. - ---A mí me place --dijo el moro-- de daros cuenta de lo que me pedís; -pero caminemos, y en el camino os daré larga cuenta de lo que deseáis -saber. - ---Vamos --dijo D. Alonso de Aguilar; y diciendo esto caminaron muy -apriesa, y el enamorado Gazul comenzó a contar su historia en esta -manera: - ---Sabed, señores caballeros, que a mí me llaman Mahomad Gazul, que soy -natural de Granada y vengo de Sanlúcar, porque allí está la prenda más -querida y más amada que tengo en esta vida; mi hermosa dama, llamada -Lindaraja, del linaje de los nobles caballeros Abencerrajes. Ausentose -de Granada respecto a que el rey de ella mandó que saliesen desterrados -los Abencerrajes, sin culpa, habiendo ya degollado a treinta y seis -caballeros de ellos, que eran la flor de todo el reino. Esta fue la -causa que movió a mi señora a salir de Granada; y se fue a Sanlúcar en -casa de un tío suyo, y yo la acompañé. Con la vista de mi señora vivía -contento, y ahora no lo estoy. Supe en Sanlúcar como los Abencerrajes -se habían tornado cristianos y servían al rey D. Fernando, y que en -Granada había grandes alborotos y guerras civiles, y la reina Sultana -estaba presa en juicio de batalla; y como soy de su parte y todos los -de mi linaje, vengo para ser uno de los cuatro caballeros que han de -defender a la reina, siendo hoy el postrero día del plazo; y por tanto -demos priesa porque no llegue yo tarde, y con esto he cumplido mi -promesa, y os he dicho el hecho de la verdad. - ---Por cierto, señor caballero --dijo D. Manuel Ponce--, que nos habéis -admirado, y a fe de caballeros, que me holgaría que la señora reina -quisiese que nosotros cuatro fuésemos señalados para su defensa, que -por su alteza hiciéramos todo lo posible hasta perder las vidas. - ---Pluguiese al santo Alá que en vuestros brazos poderosos pusiera la -restitución de su honra la reina, que bien entiendo que estaba segura -la victoria, y tengo de hacer las diligencias posibles para que os -señalen, aunque he oído que no quiere encomendar la reina su causa a -moros, sino a cristianos. - ---Cuando eso sea --dijo D. Manuel Ponce-- no somos moros, sino turcos; -de nación jenízaros, hijos de cristianos. - ---No decís mal --respondió Gazul--, que por esta vía sería posible que -la reina os escogiese para su defensa. - ---Dejando esto aparte --dijo D. Juan Chacón--, señor Gazul, ¿qué -caballeros cristianos son los de más fama, y que más daño hacen en este -reino? - -Respondió Gazul: - ---Los que nos corren la Vega muy a menudo, y a quien temen los -fronterizos de esta comarca, son D. Manuel Ponce de León, y a D. -Alonso de Aguilar, y a Gonzalo Fernández de Córdoba, alcaide de los -Donceles, y a Portocarrero, y a D. Juan Chacón, y al gran maestre. -Estos caballeros son asombro de esta tierra, y sin aquestos hay otros -muchos caballeros en la corte del rey D. Fernando, que nos destruyen -por momentos. - ---Mucho nos holgáramos de vernos con esos caballeros --dijo D. Alonso -de Aguilar. - ---Pues a ley de moro hijodalgo, --respondió Gazul--, que habíais de -hallar un Marte en cada uno de los ya nombrados, y en Granada os -contaré cosas que han hecho, que os pongan espanto. - ---Mucho nos alegraremos de oírlas, por tener que contar en nuestra -tierra --dijo D. Manuel, y caminaron apriesa. - -Dejarémoslos hasta su tiempo, por tratar lo que pasaba en la ciudad de -Granada a esta sazón. - - - - -CAPÍTULO XV. - -_En que se da cuenta de la batalla que se hizo entre los cuatro -caballeros cristianos y los cuatro moros sobre la libertad de la reina, -y cómo vencieron los cristianos y mataron a los moros, y cómo la reina -fue libre; y de otras cosas más._ - - -Con grande tristeza estaba la noble ciudadana gente de Granada, porque -se había cumplido el término a la reina Sultana; y sentían más la -pena, porque no había señalado quien hiciese la batalla contra los -acusadores; y así muchos caballeros fueron a suplicar al rey que -la volviese en su gracia, pues estaba sin culpa, y se echaba de ver -su inocencia en que en los términos que se le habían dado no había -señalado caballeros que volviesen por ella, y que no diese crédito a -los Zegríes, pero no aprovechaban sus ruegos, porque estaba pertinaz, -inducido de los falsos acusadores Zegríes para que su mentira fuese -adelante; y así daba por respuesta que de no dar defensores aquel día, -que al siguiente se ejecutaría la sentencia de la reina; y mandó que se -hiciese en la plaza de Vivarrambla un teatro donde estuviese la reina, -y los jueces que habían de determinar su causa: los cuales fueron Muza, -y un Azarque, y otro Almoradí; y deseaban buen suceso en aquel caso, y -tenían presupuesto de hacer por la reina todo lo que pudieran. - -El tablado fue todo enlutado, y los jueces subieron al Alhambra para -traer a la reina a la plaza, al sitio de la lid, y con ellos fueron -muchos caballeros para venir acompañando a la reina. - -Los Almoradís, Almohades, Aldoradines, Gazules, Venegas, Alabeces -y Marines querían quitar a la reina, y darle de puñaladas al rey -y quemarle la casa; pero fueron aconsejados que no hiciesen tal, -porque aunque salvasen la vida a la reina, su honra quedaba manchada -y oscurecida, y era argumento de verificación; porque diría el vulgo -loco que porque estaba culpada, y saber de cierto que la habían de -condenar a muerte, no consintieron que se hiciese batalla, y era en -favor de los acusadores haciendo su mentira verdad. - -Fue muy eficaz esta razón para que desistiesen de su propósito, -confiando en que la bondad y sencillez de la reina la habían de librar. - -Pues entrando los jueces en el Alhambra no los dejaba pasar adelante el -rey Mulahacén diciendo que no habían de llevar a la reina para ponerla -en acusación. - -Muza y los demás caballeros le dijeron que era conveniente al honor de -la reina poner su causa en juicio, porque por aquella vía quedaba su -honor limpio; y de no dar licencia que la llevasen, quedaría probada la -causa, y los Zegríes con su intención. - -El rey preguntó si tenía la reina caballeros que la defendiesen; Muza -dijo que sí, y que cuando no los hubiera, él mismo en persona haría la -injusta batalla. - -Con esto dio licencia para que entrasen; y así Muza y los dos jueces -entraron, quedando todos los demás fuera del Alhambra: y llegando Muza -a donde estaba la reina, la halló hablando con Celima sin ninguna pena -de lo que aguardaba, que bien sabía que no tenía más de aquel día de -plazo; pero confiada en D. Juan Chacón, estaba sin ninguna congoja, y -también porque si no venía D. Juan Chacón, y ella fuese sentenciada -a muerte, en morir cristiana llevaría mucho gozo, porque empezaría a -vivir para siempre, y con esto estaba la más alegre y contenta que se -podía imaginar. - -Mas así como vio a Muza acompañado de aquellos caballeros que con él -venían, luego presumió a qué era su venida, con la cual sintió alguna -turbación y pesadumbre, y con ánimo varonil hizo en esto la resistencia -que pudo, porque no se entendiera su flaqueza. - -Muza y los caballeros, así como vieron a la reina y a Celima, hicieron -el debido acatamiento, y dijo Muza: - ---Grande ha sido el descuido que vuestra alteza ha tenido en nombrar -caballeros, siendo hoy el último día que tenéis de plazo: ¿qué -determináis? - ---No tengáis pena --dijo la reina-- que yo confío en Dios que hoy se -ha de saber la verdad de mi sincero pecho, y que no han de salir con -su mala intención los falsos acusadores, y que tengo de triunfar de -ellos; y cuando Dios se sirva que por mis pecados sean vencidos mis -defensores, y en mí sea ejecutada la sentencia que contra mí se ha -pronunciado, yo partiré contenta de esta vida mortal para gozar de la -eterna. - -Muza no entendió el secreto de las palabras, y así dijo: - ---Yo he querido que siga aqueste juicio de vuestra alteza por -justicia, por causa de algunas presunciones de gente ignorante y de -poca experiencia, aunque debéis mucho a todos, porque cada uno siente -vuestra pena como si fuera suya propia; y porque se acrisole y apure -más el oro de vuestra castidad, y porque sean castigados los traidores -que la han deslustrado. Así, señora, sabed que venimos por vuestra -alteza estos caballeros y yo, que somos jueces de vuestra causa, y -todos siervos vuestros, y haremos lo que debemos. Podréis luego señalar -caballeros, que cien mil hay que os desean servir en esta ocasión tan -honrosa. Vuestra alteza venga a la plaza y Celima también, porque haya -buen suceso. - ---Vamos --dijo la reina--, y venga conmigo Esperanza, que es mucho el -amor que la tengo, y ha sentido mucho mi afrentosa prisión y tristeza, -y será bien goce del contento, como confío en el poderoso Dios que nos -le ha de dar con el triunfo de la victoria. - -Y diciendo esto se entraron todas en el retrete y se vistieron de -negro, y en saliendo del aposento dijo la angustiada reina al valeroso -Muza: - ---Mucho contento recibiré en que si mi desdicha fuere tanta que mis -valedores sean vencidos, que todo lo que hay mío en este aposento se le -dé a Esperanza, y libertad, porque esta es mi última voluntad por lo -bien que me ha servido. - -No pudo sufrir la reina las lágrimas, diciendo estas palabras; y -lloraba con tanta tristeza y dolor de su afecto, que movió los -varoniles pechos a acompañar su llanto; y dándole Muza la mano salieron -fuera del Alhambra adonde estaba una litera, y entraron dentro de ella -la reina, Celima y Esperanza. - -Allí estaban para irla acompañando, vestidos de luto, muchos caballeros -de los Alabeces, Gazules, Aldoradines, Venegas, Almohades, Marines, -y otros muchos linajes, y debajo de las marlotas y albornoces negros -llevaban muy fuertes armas, con intento de romper aquel día con los -Zegríes, Gomeles y Mazas, por si fuese necesario; y si no fuera por la -honra de la reina, sin duda aquel día se perdiera Granada. - -Y así recelosos los Zegríes, Gomeles, Mazas, y los de su bando llevaban -armas fuertes debajo de sus marlotas y alquifaes por si sus contrarios -les quisiesen acometer. - -No se vio jamás Granada en sus guerras y trabajos tan a pique de -perderse como aqueste día; pero quiso Dios que sin escándalos ni -guerras se acabase aquel negocio. - -En llegando a la calle de los Gomeles salían a los balcones y ventanas -dueñas y doncellas llorando amargamente a la desventurada reina; de -suerte que a sus llantos y gritos se movió toda la ciudad a compasión, -y maldecían al rey y a los Zegríes a grandes voces. De esta manera -entró la litera en la calle del Zacatín, donde más se aumentaron los -sollozos, suspiros y vocería. - -Llegada la caballería y la reina a la plaza, fue puesta la litera junto -al tablado. Muza y los otros dos jueces sacaron a la desconsolada reina -Sultana, a Celima y a Esperanza de Hita, y las subieron al enlutado -tablado por unas ventanas de una casa, y en el tablado había un estrado -de paños negros y bastos. - -Allí se sentó la reina muy afligida y llorosa, por ver que en pública -plaza había de ser juzgada, y junto a ella sentó a Celima, y a sus pies -a Esperanza de Hita; allí fueron los llantos, allí fueron los gritos de -hombres, niños, damas y doncellas, que no pudieran ser mayores los de -Roma y de Troya cuando se veían quemar sin tener remedio. - -Todas las ventanas, balcones y azoteas estaban llenas de gente, y en -la plaza había grandísima multitud, y todos no cesaban de llorar y de -hacer gran sentimiento viendo las lágrimas que derramaba la reina, su -doncella y su esclava. - -A un lado del tablado en otro estrado se sentaron los jueces para -juzgar la causa, y de allí a poco espacio se oyeron veinte trompetas -de guerra, y mirando lo que era vieron venir a los cuatro acusadores -de la reina que venían armados y puestos a punto de batalla, y en muy -poderosos caballos. - -Traían sobre las armas marlotas verdes y moradas, pendoncillos y -plumas del mismo color. Traían en las adargas unos sangrientos -alfanjes con una letra en torno, que decía: _Por la verdad se derrama._ - -De aquesta forma llegaron los cuatro mantenedores de la maldad, -acompañados de los Zegríes, Gomeles y Mazas, y de todos los demás de la -parcialidad, hasta llegar a un grande y espacioso palenque que estaba -hecho junto al tablado. - -Era tan grande como una carrera de caballo, y muy ancho; y abierta una -puerta del palenque entraron los cuatro caballeros acusadores, que eran -Mahomad Zegrí, el caudillo de la traición, Hamete Zegrí, Mahandón Gomel -y Mahandín. Así como entraron tocaron de su parte muchos instrumentos. -Todos los de este bando se pusieron al lado izquierdo del tablado, -porque al derecho estaban los caballeros deudos de la reina. - -Estaban todos aguardando a ver a quién había de nombrar la afligida -reina; y visto que desde las ocho de la mañana estaban allí, y que -eran ya las dos de la tarde y no había señalado defensores, ni parecía -ninguno, estaban todos con grande pena, y no sabían cuál era el -pensamiento de la reina, pues tan descuidada estaba en un negocio que -no le importaba menos que honra y vida; y no menos pena tenía la reina -viendo que era tan tarde y no había venido D. Juan Chacón, en quien, -después de Dios, tenía esperanza de su libertad, y no entendía qué -causa le hacía faltar a la palabra dada. - -Malique Alabez y un Aldoradín, y otros dos caballeros se llegaron al -tablado, y dijeron en alta voz: - ---Si gusta la reina de que la sirvamos en esta ocasión, dé licencia -que la defendamos y lo pondremos por obra. - -A lo cual respondió la reina, que ella lo agradecía, y que quería -esperar otras dos horas; y que si no viniesen ciertos caballeros que -tenía prevenidos, que ella aceptaba la oferta; y así se retiraron a sus -puestos. - -Pero no pasó media hora cuando se oyó un gran ruido y alboroto, al -cual mirando toda la gente vieron entrar por la plaza cinco caballeros -muy galanes, los cuatro vestidos a lo turquesco y el otro a lo moro, -el cual fue conocido de todos que era Gazul: a los demás tuvieron por -extranjeros, y así concurría toda la gente a ver los forasteros. - -Los parientes de la reina y los demás caballeros le daban la bienvenida -a Gazul, y en particular sus deudos, y le preguntaban todos si conocía -aquellos caballeros que con él venían. Y él respondió que no, sino que -en la Vega se habían juntado. - -Y con aquesto llegaron al cadalso donde estaba la reina Sultana y los -jueces, los cuales deseaban saber la causa de su venida; y llegados -miraron a la triste reina, y les quebró el corazón verla en tan -miserable estado; y mirando toda la plaza vieron el gran palenque, y -dentro de él a los acusadores de la reina; y espantados de la mucha -gente que había, dijo D. Juan Chacón en turquesco a los jueces si podía -hablar a la reina dos palabras. Los jueces dijeron que no le entendían, -que hablase en arábigo, y él lo dijo en algarabía; y Muza respondió que -sí, que subiesen. - -D. Juan subió al tablado, y haciendo su acatamiento a los jueces se -fue a la reina, y hecha la reverencia, habló alto que los jueces lo -entendieron, diciendo: - ---Con la procela del océano, reina y señora, fuimos arribados al mar de -España, y desembarcamos en Adra, y venimos con intento de escaramucear -con algunos cristianos, y buscándolos en la Vega no encontramos -ninguno; y viniendo a ver esta ciudad nos alcanzó en el camino un -caballero moro, y nos dio cuenta del desastrado estado de vuestra -alteza, y cómo no teníais caballeros nombrados para vuestra defensa, -y que no queréis que vuestra causa defiendan moros, sino cristianos. -Yo y mis compañeros somos turcos jenízaros, hijos de cristianos, y -doliéndonos de vuestra contraria y adversa fortuna, movidos de piedad -de vuestra inocencia, venimos a ofrecernos para hacer esta batalla; -y si vuestra alteza nos quiere admitir, yo os prometo a ley de -caballeros, por mí y en nombre de mis compañeros, que haremos en este -negocio todo lo que pudiéremos. - -Cuando decía esto D. Juan Chacón, tenía en la mano la carta de la -reina, y al descuido la dejó caer en sus faldas, sin que se reparase en -ello por los jueces, y cayó el sobrescrito hacia arriba. - -La reina pidió a Celima que con recato le diese aquel papel: ella le -alzó y se lo dio, y luego conoció su letra y advirtió el secreto, y con -disimulación miró a Esperanza de Hita, que estaba divertida mirando -a D. Juan Chacón; y volviendo la cabeza a mirar a la reina, ambas se -entendieron mirándose la una a la otra, y maravillada la reina de su -traje y disfraz, respondió a D. Juan Chacón: - ---Yo he estado aguardando hasta ahora a cierto caballero que me dio -palabra por letra suya, de estar hoy aquí con otros tres caballeros; y -pues ya es tarde, y vos, noble caballero, queréis tomar este cuidado a -vuestro cargo y de vuestros compañeros, yo lo agradezco mucho. - -D. Juan replicó y dijo: - ---Yo, señora, me prefiero a hacer lo que ese caballero, y no le -reconozco ventaja, ni es mejor que yo; ni los tres caballeros que había -de traer no excederán en cosa alguna a los que vienen conmigo: sed -cierta de esto, señora, y dadnos licencia. - ---Yo la doy --dijo la reina--, y creedme, virtuoso caballero, que no -debo cosa ninguna en obra ni en pensamiento de lo que se me imputa, y -así pelearéis seguros. - -D. Juan dijo a los jueces que advirtiesen lo que la reina decía. Lo -cual oído por los jueces mandaron que se escribiese aquel auto y lo -firmase la reina: firmó, y haciendo el acatamiento debido a la reina, -se bajó del tablado D. Juan Chacón, y subiendo en su caballo dijo a sus -compañeros: - ---Señores, nuestra es la batalla, empecémosla antes que sea más tarde. - -Los caballeros de la parte de la reina rogaron a los defensores que -hiciesen todos sus poderíos, como de tan buenos caballeros se esperaba; -lo cual ellos prometieron, y así con toda la caballería los llevaron -enmedio, paseándolos y dando vuelta por toda la plaza al son de muchas -chirimías, añafiles y dulzainas. - -Entraron en el palenque los caballeros cristianos, y recibiéndoles -pleito homenaje de que en aquel caso harían el deber, cerraron la -puerta. - -En todo este tiempo no quitaba la vista Malique Alabez de D. Manuel -Ponce de León, porque le parecía haberle visto, y no se acordaba dónde, -y decía entre sí: - ---Válgame Alá, y qué traslado es aquel caballero turco de D. Manuel -Ponce de León; pero no es él, porque es turco, y él es cristiano. - -Miraba el caballo, y conocíale por haberle tenido en su poder. Así -andaba confuso, si era o no, y llegándose a un caballero Almoradí, tío -de la reina, le dijo: - ---Si el caballero del caballo negro es el que imagino, cierta está la -libertad de la reina. - -El caballero Almoradí dijo: - ---¿Quién es? ¿Conoceisle por ventura? - ---Yo os lo diré después, veamos ahora cómo le va en la batalla. - -Diciendo esto, miraron a los caballeros, los cuales descubrían los -escudos que eran muy fuertes y relucientes. - -Ahora, pues, será bien tratar de qué colores eran las ropas turquescas. -Eran todas de paño fino de color celeste, guarnecidas con franjones de -oro y plata: los albornoces eran de seda azul. Llevaba cada caballero -un turbante de toca de seda, listada de oro, y hecho de unas lazadas -curiosas. En la parte de arriba del bonete en la punta, puesta una -media luna de oro. - -Los pendoncillos de las lanzas eran azules, y en ellos las armas de -sus escudos, porque D. Juan Chacón llevaba en su pendoncillo una flor -de lis de oro, y en el escudo en un cuartel de sus armas un lobo en -campo verde, el cual parecía despedazar un moro. Encima del lobo había -un campo azul, y en él una flor de lis de oro, y una letra que decía: -_Por su mal se devora_, significando que aquel lobo se comía aquel moro -por el testimonio que a la reina había levantado. - -D. Manuel Ponce llevaba en su escudo el león de sus armas en campo -blanco, y león dorado: no quiso aquel día poner las barras de Aragón. -El león tenía entre las uñas un moro que estaba despedazando, y una -letra que decía de esta suerte: - - _Merece más dura muerte_ - _quien va contra la verdad,_ - _y aun es poca crueldad_ - _que un león le dé la muerte._ - -El pendoncillo, que era azul, llevaba un león de oro. - -D. Alonso de Aguilar no quiso aquel día poner ningún cuartel de sus -armas, por ser muy conocidas: puso en su escudo un águila dorada en -campo rojo, las alas abiertas como que volaba al cielo, y en las -fuertes uñas llevaba una cabeza de un moro bañada en sangre, que de las -heridas de las uñas le salía. Esta divisa del águila puso D. Alonso a -memoria de su nombre. Llevaba una letra, que decía de esta suerte: - - _La subiré hasta el cielo,_ - _porque dé mayor caída,_ - _por la maldad conocida_ - _que cometió sin recelo._ - -Asimismo llevaba en el pendón de la lanza este bravo caballero el -águila dorada, como en el escudo. - -El alcaide de los Donceles llevaba por divisa en su escudo en campo -blanco un estoque, los filos sangrientos, la cruz de la guarnición era -dorada, en la punta del estoque tenía clavada una cabeza de un moro -goteando sangre, con una letra en arábigo que decía de esta suerte: - - _Por los filos de la espada_ - _quedará con claridad_ - _el hecho de la verdad,_ - _y la reina libertada._ - -Muy maravillados quedaron todos los caballeros circunstantes, así -los de la una parte, como los de la otra, en ver la braveza de los -cuatro caballeros, y más en ver las divisas de sus escudos, por las -cuales conocieron claramente que aquellos caballeros venían al caso -determinadamente y con acuerdo; pues las divisas y letras de sus -escudos lo manifestaban, y que la reina los tenía apercibidos para su -defensa; y se admiraban grandemente de que en tan pocos días vinieran -de tan lejas tierras; pero considerando que por la mar pudieran haber -venido en aquel tiempo, con esto no curaron más de inquirir ni saber el -cómo y cuándo, sino ver el fin de la batalla. - -El valeroso Muza y los otros jueces se admiraron de ver aquellas -divisas; y para gozar mejor de verlas pidió Muza un caballo, y subiendo -en él se entró en el palenque, y mandó a un criado que le tuviese allí -una lanza y una adarga, por si fuera menester. - -Los dos jueces se estuvieron con la reina, la cual decía: - ---Esperanza, dime, ¿conociste a aquel caballero que subió a hablarme? - ---Sí, señora, aquel es D. Juan Chacón, que aunque viniera más -disfrazado, no dejara de conocerle. - ---Ahora digo --dijo la reina-- que es cierta mi libertad, y el -vengarme de mis enemigos. - -Malique Alabez y el animoso Gazul, y otros muchos caballeros, parientes -y amigos de la reina, se pusieron alrededor del tablado, y por lo que -se ofreciese. - -A este tiempo el alcaide de los Donceles empezó a picar a su caballo, y -lozaneando se fue adonde estaban los caballeros acusadores, y llegando -a ellos, les dijo en alta voz: - ---Decid, caballeros, ¿por qué tan sin razón habéis acusado a vuestra -reina y señora, y habéis puesto dolo en su honra? - -Mahomad Zegrí le respondió: - ---Acusámosla por ver con nuestros ojos cometer el delito de adulterio, -y volviendo por la honra de nuestro rey, lo manifestamos. - -El valeroso alcaide, lleno de cólera, le respondió: - ---Cualquiera que lo dijere, miente como villano, y no es caballero; -y pues estamos en parte donde se ha de saber la verdad, apercibíos -al momento todos los traidores a la batalla, que hoy habéis de morir -confesando lo contrario de lo que tenéis dicho. - -Y diciendo esto D. Diego Fernández de Córdoba, terció con presteza su -lanza, y con el encuentro de ella le dio al Zegrí tan terrible golpe en -los pechos, que sintió bien la fuerza de su brazo, y quedó lastimado; y -si fuera el golpe con el hierro, no hay duda sino que de él muriera. - -El Zegrí afrentado por ver que estaba desmentido y ofendido con el -golpe, revolvió su caballo, y fue a herir al alcaide, el cual como -hombre experimentado en la guerra y en escaramuzas, se retiró a un -lado, y revolviendo sobre el moro que a él venía, comenzaron una -trabada escaramuza. - -Y visto esto, los trompeteros tocaron los instrumentos, haciendo señal -de batalla, a la cual se movieron los demás caballeros, los unos contra -los otros con gran furia. - -A D. Manuel le cayó en suerte Alí Hamete, a D. Alonso, Mahandón; y a D. -Juan Chacón le tocó el fuerte Mahandín. - -Reconociendo cada uno su contrario, comenzaron una muy sangrienta -batalla, mostrando cada uno su gran valor. - -Los moros eran muy valientes; pero poco les aprovechaba su valor, -porque lidiaban con lo mejor de Castilla; y así andando escaramuceando -con admirable braveza, y dándose lanzadas por las partes que podían, -D. Juan Chacón fue herido en un muslo, de donde le salía abundancia de -sangre; el cual como se sintió herido en los primeros encuentros, y que -su contrario salió libre sin que llevase otra herida en recompensa, -encendido en cólera y saña furibunda aguardó a que volviese a -segundarle otro golpe, que entonces le embestiría con toda su furia, y -sucedió de la misma manera que lo imaginó, porque el moro muy ufano y -gozoso, como sintió que le había herido, volvió al cebo para tornar a -picar en él, diciendo con grande algazara: - ---Ahora sabréis, turcos, si hay moros granadinos que puedan pelear y -resistir a todos los caballeros del mundo. - -Y diciendo esto se venía a D. Juan, el cual estaba sobre el aviso; -y viéndole venir derecho y con tanta fuerza, apretó las piernas al -caballo, y con valor y furia extraña embistió al esforzado moro, y se -encontraron los dos caballeros tan fuertemente, que parecía haberse -juntado dos montes, según la braveza y furia con que se acometieron. - -El caballo de D. Juan Chacón era más fuerte y furioso que el del -contrario; y así se paró después de haberle encontrado, y el del moro -no se pudo tener, y se cayó de ancas. - -El moro fue herido muy malamente del bote de la lanza que le dio el -valiente D. Juan; mas no tan a su salvo, que no quedase con una pequeña -herida, y que si entrara más el hierro, tuviera mucho peligro, por ser -en el hueco del costado; pero no fue casi nada, porque no encarnó el -agudo hierro. - -El bravo moro se puso en pie con muy grande presteza, y echando mano -a su alfanje se vino derecho a desjarretar el caballo de D. Juan para -que le derribase, y él tuviese lugar de herir a su salvo a D. Juan; y -aunque pudiera el noble cristiano alancear al moro, por tenerle tanta -ventaja de estar a caballo y tener enristrada la lanza, no quiso dar -nota de sí, que se pudiera decir que peleaba con tantas ventajas; y -así no le esperó a caballo, sino saltó de él con grande ligereza, y -desechando la lanza, puso mano a su espada; y embrazando el escudo se -estuvo afirmado, aguardando a su enemigo, el cual llegó, y entre los -dos valerosos guerreros comenzaron de nuevo una batalla tan reñida, que -causaba grima ver las centellas que saltaban de los escudos; de la cual -refriega sacó el moro dos pequeñas heridas; y apartándose un poco para -cobrar aliento, volvió a embestir. - -D. Juan Chacón como se vio acometer de aquella suerte, confiado en -su fuerza, y viendo tan cerca al moro, le tiró un golpe de revés, -que le cortó el adarga y le hirió mortalmente en el hombro; y por muy -poco cayera, porque le quitó el sentido: lo cual visto por el valiente -D. Juan, arremetió a él, y le dio un encuentro con el escudo, que -desapoderado de sus fuerzas cayó en tierra el moro; y luego le dio una -cuchillada que le dividió una pierna de su lugar; y viendo que había -alcanzado victoria de su enemigo, alzó los ojos al cielo, y dio gracias -a nuestro Señor Jesucristo; y tomando un trozo de lanza, se afirmó a -él, porque le daba gran dolor la herida del muslo; y arrimándose a una -parte del palenque, se puso a mirar la batalla. - -Luego tocaron los músicos instrumentos de la reina, en reconocimiento -del vencido moro, lo cual puso grande ánimo a los tres cristianos, y -cobardía a los moros, y perdieron la esperanza de la victoria con tan -mal presagio; y más cuando vieron dar en una ventana muy grandes gritos -y hacer tristes llantos, y quien los daba era la mujer y hermanas de -Mahandín viendo que con angustias mortales se revolcaba en su sangre. - -Los Zegríes mandaron que se quitasen de allí aquellas mujeres, porque -no fuesen sus llantos causa de desmayo en los tres mantenedores del -testimonio. - -Los seis caballeros se combatían con tanta ferocidad, que parecía -que en aquel instante empezaba la batalla, haciendo tanto ruido y -estrépito, que parecía que peleaban cincuenta caballeros. - -D. Juan Chacón sentía mucho dolor de sus heridas, en particular del -muslo, como ya se había enfriado; y subiendo en su caballo se puso -a considerar si iría a ayudar a sus compañeros, o a curarse, y no se -determinó a ninguna de las dos cosas por no ser notado; y así acordó de -esperar el fin de la batalla, porque bien sabía que no duraría mucho, -por dos razones; la una por la satisfacción que tenía en el valor y -fortaleza de sus compañeros; la otra, porque peleaban con justicia y -razón, y defendían la verdad; y así de necesidad los había de favorecer -la fortuna. - -Peleando, pues, los caballeros con un ánimo admirable, el enojado -Mahandón, como vio a su querido hermano Mahandín tendido en el suelo, -lleno de sangre, y hecho pedazos, con el dolor tan grande que sentía, -dijo a D. Alonso de Aguilar. - ---Permitid, señor caballero, que vaya a tomar venganza de aquel que -ha muerto a mi amado hermano, y luego concluiremos vos y yo nuestra -batalla. - ---No trabajes en vano, dijo D. Alonso; fenece conmigo la batalla, -pues tu hermano, como buen caballero, hizo lo que pudo; y no dudes de -verte en el mismo estado que tu hermano está, porque la sangre de los -nobles Abencerrajes vertida sin culpa, y la inocencia de la reina están -pidiendo justa venganza contra los que quedáis. - -Y diciendo esto le acometió con furia, y le hirió con la lanza en el -costado, aunque no fue grande la llaga. Lo cual visto por el moro, -revolvió contra D. Alonso, y colérico le arrojó la lanza. - -D. Alonso que la vio venir con tal presteza, por hurtar el cuerpo al -furioso golpe, revolvió su caballo con ligereza; pero no tan a tiempo, -que no llegase primero la lanza, y entrándole por la una ijada del -caballo, le salió a la otra más de media vara. - -El caballo sintiéndose mal herido con la lanza atravesada, empezó a dar -bufidos, brincos y corcovos, que no era bastante la dureza del freno -para que se sujetase y estuviese sosegado; y visto que no aprovechaba -su diligencia, y que por su desgracia se le podía seguir algún daño -irreparable, determinó de arrojarse en el suelo, aunque se ponía en -mucho peligro, por estar su competidor a caballo; y confiando en Dios -nuestro Señor, se arrojó de la silla quedándose en pie con su espada en -la mano aguardando a su enemigo. - -Grande contento y alegría sintió el bando de los Zegríes y Gomeles -en ver el estrecho en que había puesto su pariente al caballero -extranjero, y en verle a pie le consideraban ya vencido; y como vio -Mahandón a su contrario a pie, recibió mucho contento; y yéndose a él -le dijo: - ---Ahora me pagaréis la muerte de mi hermano; pues me evitasteis de -darla a quien se la dio a él. - -Y arremetió con el caballo para atropellarle, y el alfanje en la mano -para herirle. - -D. Alonso de Aguilar era muy ligero, y se estuvo quedo, como que le -quería aguardar; mas al tiempo que llegó dio un salto, y se apartó, -y Mahandón pasó de largo sin hacer efecto; y revolviendo otras tres -veces, tampoco hizo nada. - -D. Alonso le dijo: - ---Desciende de aquese caballo, si no quieres que te le mate, y te podrá -suceder peor. - -Al moro le pareció buen consejo, y así se apeó; y embrazando su adarga -vino a D. Alonso, diciendo: - ---Por ventura me disteis el consejo por vuestro mal. - ---Ahora lo verás --dijo D. Alonso--, si te di el consejo fue solo -para darte cruel muerte, justamente merecida por el daño que de tu -testimonio se ha seguido; y conviene que los traidores salgan del mundo. - -Diciendo esto arremetió a Mahandón, y así entre los dos se comenzó una -brava y dudosa batalla, porque ambos eran muy valientes y animosos -caballeros. - -Anduvieron más de media hora hiriéndose por las partes que podían, y -cada uno muy deseoso de vencer a su contrario. - -D. Alonso muy enojado, y cuasi corrido en ver que le duraba tanto su -contrario, se acercó a él todo lo más que pudo, y alzando el brazo hizo -señal de quererle herir en la cabeza: el moro acudió al reparo para -recibir el golpe con la adarga; pero saliole incierto su reparo, porque -no ejecutó el golpe en la cabeza, sino que rebatiendo la mano le hirió -en el muslo izquierdo de una mala herida, que le cortó gran parte del -hueso. - -El valiente moro que se halló burlado y tan malamente herido, descargó -un tan desapoderado golpe encima del bonete de D. Alonso, que el águila -fue partida por medio; y rompiendo bonete y casco fue herido de una -pequeña herida, aunque sintió mucho tormento en la cabeza, porque quedó -como sin sentido y aturdido del fiero golpe; y si no fuera de tan -animoso corazón, no hay duda sino que cayera en tierra sin dificultad -ninguna, y consiguiera su enemigo la deseada victoria: mas como era de -corazón fuerte, y nunca se dejó rendir de los trabajos, cobrando el -cuerpo aquel ánimo de su corazón bizarro, y considerándose en cierta -manera afrentado por ver que un golpe le había descompuesto su sentido; -y encolerizado por verse herido y su rostro ensangrentado, con una -cruel furia incomparable le tiró una estocada tan recia, que la adarga -ni jaco fuerte no podían resistir la grande violencia de la espada, -sino que fue todo rompido, y le metió cuatro dedos dentro del pecho al -soberbio Mahandón; y como le cogió ya desangrado de la que le salía por -la herida del muslo, no tuvo fuerzas para poder pelear más, y así cayó -de espaldas. - -Así como D. Alonso vio caído a su contrario, arremetió con él para -cortarle la cabeza, y poniéndole la rodilla en los pechos vio que -estaba expirando; por lo cual no le quiso herir más, y levantándose dio -en su corazón infinitas gracias a Dios por la merced tan grande que le -había hecho; y apretándose la herida de la cabeza con el turbante, se -atajó la sangre; y mirando por su caballo le vio muerto, y fue a coger -el de Mahandón, y subiendo en él se fue adonde estaba D. Juan Chacón, -el cual le abrazó, dándole el parabién del vencimiento. - -A este punto los añafiles y dulzainas de parte de la reina tocaron con -grande alegría, lo cual causaba tristeza y melancolía a los Zegríes. - -Cesando la música miraron la batalla que los cuatro caballeros hacían, -que era muy sangrienta. - -D. Manuel Ponce de León, y Alí Hamete Zegrí hacían su batalla a -pie, respecto a que los caballos se les habían cansado y no podían -concluirla como querían, y andaban muy listos procurando cada uno herir -al otro por donde mejor podía: despedazábanse las armas y la carne con -los duros filos de la espada y cimitarra, de lo que su sangre daba -verdadero testimonio. - -D. Manuel tenía dos heridas y el moro cinco; pero no por eso se vio en -él falta de ánimo ni fuerzas, y andaba con tanto ardid intentando por -donde podría herir a su enemigo y quedarse él reservado, haciéndole -muchos acometimientos. - -D. Manuel le iba contra todas sus malicias, porque ya le conocía el -modo de pelear; y así como vio que D. Juan y D. Alonso habían ya -vencido a sus contrarios, y el alcaide de los Donceles andaba con el -suyo muy revuelto y en punto de traerle a aquel extremo, cobró grande -ira porque no concluía con su enemigo, y llegándose cerca de él le dio -un golpe tan terrible en la cabeza, que, aunque acudió a repararle con -la adarga, no soportó el todo sino alguna parte, y así fue rota con el -fino casco, y herido en la cabeza muy mal, y aun le quitó el sentido -y dio de manos en tierra sin poderse valer; mas volviendo en sí, -temiéndose de su contrario, y de que no fuese causa aquella flaqueza -para que su competidor se gloriase de conseguir la victoria, sacando -fuerzas de pusilanimidad se levantó, procurando la venganza de la -ofensa recibida, y levantando su cimitarra dio un desatinado y fuerte -golpe en un hombro de D. Manuel y no hizo herida; pero la vida le costó -el golpe al moro, porque D. Manuel le dio otra junto a la que tenía -en la cabeza, que desatinado cayó en tierra derramando mucha sangre, y -luego murió. - -Los añafiles de parte de la reina tocaron con mucha alegría por el buen -suceso. - -D. Manuel subió en su caballo, y se fue adonde estaban D. Alonso y D. -Juan, los cuales le recibieron muy alegremente diciendo: - ---Gloria a Dios, que os ha escapado de las manos de aquel pagano. - -Quien en esta ocasión mirara a la hermosa reina Sultana, conociera -muy claramente en su bello rostro la grande alegría que en su corazón -tenía, viendo que se iban aniquilando sus enemigos, de lo cual a ella -se le había de seguir su libertad, y díjoles a Celima y a Esperanza de -Hita: - ---Sabéis lo que veo, que si D. Juan Chacón tiene fama de valiente -caballero y lo es, que sus tres compañeros no lo son menos que él, -pues con tan sobrado valor han vencido a los mejores y más valientes -caballeros del reino de Granada. - -Esperanza la respondió: - ---¿No dije a vuestra alteza que D. Juan tenía muy principales amigos? -Mirad si ha salido verdad lo que dije. - ---Dejemos estar eso --dijo Celima--, no lo entiendan los jueces, y -veamos el fin del caballero que queda, que yo entiendo que no tendrá -menos poder que los tres vencedores. - -Y mirando la batalla vieron cómo andaba muy revuelto y encendido en la -pelea, y aunque herido y cansado, no se vio en él punto de cobardía ni -aun imaginación. - -El valeroso moro proseguía la batalla con grande dolor y rabia, viendo -muerto a su primo hermano y a los dos Gomeles, y él puesto en el mismo -peligro, y así peleaba como hombre desesperado, considerando la infamia -en que había incurrido, y mayor por no haber salido con su intento; -y con la furia de un loco frenético daba tajos y reveses a diestro y -a siniestro, y fuera de orden por si acertara a darle alguna herida -penetrante, de la cual muriera el contrario; porque ya que él fuera -vencido, como los otros tres de su parte, no quedaran tan triunfantes -matando a alguno de ellos; y aunque peleaba con tan grande furia y -braveza, no era menos la del valiente alcaide de los Donceles, porque -estaba muy airado con su enemigo; y aun porque todos sus compañeros -habían alcanzado el lauro y gloria del vencimiento, y estaban ya -descansando, le parecía que empezaba de nuevo la batalla, siendo su -enemigo de muy grandes fuerzas y astucias para pelear; y considerando -que le miraban y que le debían de juzgar por menos que sus compañeros, -pues no daba fin a la batalla, poniendo los ojos ensañados en su -contrario, apretó con toda fuerza las espuelas al caballo, arremetió -al Zegrí, y lo mismo hizo él; y así se embistieron con ánimo y furia -increíble; y fue tan recio el encuentro de los caballeros, que sin -remedio hubieron de venir al suelo los dos sin poderse herir el uno -al otro; pero apenas fueron en tierra cuando estuvieron en pie, y se -acercaron hiriéndose cruelmente, y experimentando cada uno las fuerzas -del contrario, porque eran furiosos y desatentados los golpes que se -daban, mostrando cada uno la fortaleza de su brazo y el ánimo del -corazón. - -Verdad es que el moro andaba más orgulloso y ligero, y las heridas que -daba casi no ofendían, por tener muy buenas armas el valiente alcaide; -pero el golpe que el valeroso alcaide alcanzaba, rompía, cortaba y -destrozaba tan fuertemente con la fortaleza de su brazo, que no daba -golpe con la espada que no hiciese herida grande o pequeña. - -Lo cual visto por el valiente Zegrí, con una rabia crecida, confiando -en sus grandes fuerzas, arremetió al alcaide por venir con él a los -brazos, el cual se alegró mucho, y así abrazados comenzaron a luchar -dando muchas vueltas, y haciendo cada uno lo que podía por derribar a -su contrario; pero cada cual echaba de ver el resto de sus fuerzas, y -así ambos trabajaban muy en balde, porque no había robles tan firmes -como ellos. - -El Zegrí era de muy gran cuerpo y fuerzas, que parecía un jayán, y -procuraba levantar de tierra a su enemigo para dar de golpe con él -en el suelo, y por muchas veces que lo intentó, ninguna salió con su -pretensión, porque parecía que tenía echadas raíces, y que era ponerse -a arrancar un nogal de cuajo; de suerte que por mucha diligencia que -hacía el Zegrí, era molerse en vano. - -Reconocido por el alcaide el mal pensamiento de su contrario, echó mano -a un puñal buido, y diole tres golpes por debajo del brazo izquierdo, y -tales, que el moro dio grandes gritos sintiéndose mal herido de muerte, -y sacando una daga le dio al alcaide otras tres heridas; mas como era -ancha la daga no pudo falsear las armas mucho, y así fueron pequeñas. - -El valeroso alcaide le dio otra muy mala herida en la ijada izquierda, -con la cual se acabó de rematar la sangrienta batalla, porque así como -le dio la última, sin poderse menear cayó en el suelo desangrándose -por las penetrantes heridas; y al tiempo que el alcaide vio en tierra -al contrario, fue de presto y le puso una rodilla en los pechos, y -enarbolando el invicto brazo le dijo: - ---Date por vencido, y confiesa la verdad luego, y así no te acabaré de -matar. - -El malvado Zegrí viéndose tan mal herido y a voluntad de su competidor, -le respondió diciendo: - ---Ya no es menester darme más heridas que las que tengo, porque esta -postrera bastaba para echar del mundo a un tan gran traidor alevoso -como yo; y pues me pedís, vencedor caballero, que declare la verdad, yo -la diré: Sabrás que habiendo muerto algunos de mi linaje los del bando -Abencerraje, y a otros afrentado, y que tanto valían con los reyes que -no nos podíamos vengar de ellos, ordené yo mismo que fuesen perseguidos -todos los caballeros Abencerrajes, y por mi traición fueron muertos sin -culpa; y la reina no debe cosa ninguna de lo que yo la levanté acerca -del adulterio de que fue acusada: esta es la verdad; llegado he a punto -de decirla, y no hay otra cosa sino lo que he dicho: de todo lo cual -estoy muy arrepentido, por haber visto las desgracias y muertes que en -este tiempo han sucedido, y por la afrenta grande en que se ha visto la -reina no siendo culpada en ninguna cosa. - -Todo lo que el traidor Zegrí decía estaban oyéndolo muchos caballeros, -así del bando de la reina, como de los Zegríes; y para más justificar -la causa de la reina llamaron a los jueces para que oyesen todo lo que -el Zegrí decía. - -Luego llegó el valeroso Muza, y los dos jueces que estaban en el -cadalso bajaron, y entrando en el palenque tornó a referir el Zegrí lo -dicho, y luego expiró. - -Al momento tocaron con grande alegría muchas chirimías y dulzainas con -otros instrumentos músicos por victoria tan importante, que habían -conseguido aquellos caballeros extranjeros de los naturales traidores; -y cómo por ella se había sabido la verdad, y le era vuelta y restituida -su honra a la casta e inocente reina. - -A una parte se oían las músicas y grande alegría, y a otra lloros, -tristeza y gritos que daban las mujeres y deudos de los Zegríes muertos. - -Los caballeros vencedores fueron sacados del campo con muy grande -honra, hecha por la mayor parte de los caballeros que eran del bando de -la reina. - -Y de esta suerte los victoriosos caballeros llegaron a la reina que ya -estaba dentro de la litera en que había venido, y la preguntaron si -había otra cosa que hacer en aquel caso, o en otro cualquiera que fuese -de su gusto o de necesidad. - -La reina dijo que para la satisfacción entera de su honra bastaba lo -que habían hecho, y que recibiría mucho contento en que se quisiesen ir -con ella para ser curados de sus heridas. - -Los caballeros aceptaron el ruego de la reina, y así salieron de la -plaza llevando la música de añafiles delante, con mucho contento y -alegría. - -Todo lo cual era al contrario en los mal intencionados Zegríes -y Gomeles, porque con tristes llantos sacaron del palenque los -destrozados cuerpos de sus parientes, y estuvieron determinados de -romper con su contrario bando, y procurar dar muerte a los extranjeros -vencedores; y no se determinaron, por entonces, porque de allí adelante -hubo entre ellos bandos y pasiones mayores que hasta entonces habían -tenido, como adelante lo diremos. - -Los caballeros cristianos llegaron a la posada de la reina, y todos los -demás caballeros; y los vencedores fueron curados con gran diligencia -de cirujanos, y ellos pusieron sus armas junto a sí, por si algo -sucediera. - -Y aquella noche después de haber cenado, la reina, Celima y Esperanza -fueron a visitar a los cuatro caballeros cristianos; y después de haber -hablado de los trabajos en que se había visto aquella ciudad, y de la -muerte injusta de los Abencerrajes, la reina se llegó un poco más al -lecho de D. Juan Chacón, y sentándose le dijo: - ---El alto y poderoso Jesucristo, y su bendita Madre que le parió sin -dolor, quedando Virgen por divino misterio, os den salud entera y vida -larga, y os paguen la buena obra, que a esta triste y desconsolada -reina habéis hecho habiéndome librado de una muerte tan infame y -afrentosa; mas fue la voluntad de Dios de librarme, y que vos fueseis -el instrumento de mi libertad; y así os quedo obligada mientras la -vida me durare, la cual gastaré en vuestro servicio. Deseo ya verme -cristiana para servir a Dios y a su Santísima Madre y a vos, y creedme -que la mayor parte de los caballeros de esta ciudad están deseosos de -verse ya cristianos, y no aguardan sino que el rey D. Fernando comience -la guerra, y está así concertado desde que se fueron los caballeros -Abencerrajes; por tanto así como lleguéis, dad orden a vuestro rey para -que ponga en ejecución la guerra contra este reino, y os ruego que me -digáis quién son esos tres caballeros a quien soy obligada, porque sepa -a quién he de servir. - ---Excelente señora --dijo D. Juan--, los caballeros que a mí me han -hecho merced y a vos servido, son D. Alonso de Aguilar, el gran -D. Manuel Ponce de León, y el otro D. Diego Fernández de Córdoba, -caballeros de grande estima, que ya tendréis noticia de ellos. - ---Sí tengo --respondió la reina--, que muchas veces han entrado en -la Vega, y han hecho cabalgadas de ganados y buenas presas, y son -conocidos por sus hechos y nombres, aunque ahora no han sido conocidos -por el disimulo del traje turquesco, y ha sido buen pensamiento; y pues -son de tan gran valor, será justo que les hable y dé las gracias del -bien que por su causa me ha redundado. - -Diciendo esto la reina Sultana fue donde estaban los tres caballeros, y -a todos, y a cada uno de por sí les dio muchas gracias por el favor que -le tenían hecho, y que confiaba en Dios que algún día les serviría en -algo. - -El alcaide de los Donceles respondió en nombre de todos: - ---Vuestra alteza le dé esas gracias y mercedes al señor D. Juan, que -nosotros poco es lo que hemos hecho, según lo mucho que os deseamos y -debemos servir. - ---Muchas mercedes, señores caballeros, por el nuevo ofrecimiento, que -es para más obligarme a serviros, y reagravar la deuda tan grande que -os tengo. Dios os pague lo que habéis hecho por mí, y dé vida para que -pueda pagar alguna cosa de lo mucho que os debo; y porque parece que es -hora de reposar y descansar, yo me quiero ir a recoger para dar orden a -lo que conviene para vuestro regalo. - -Con aquesto se fue la reina, y habló con su tío Moraicel, y le dijo que -estaba recelosa de que viniesen a tomar venganza los Zegríes y Gomeles -en los cuatro caballeros, por la muerte de los cuatro traidores; que -pusiesen algún remedio. - -Y pareciéndole buen consejo, fue a dar parte de ello a Muza, el cual -puso cien caballeros de guarda en la casa, los cuales estuvieron toda -la noche con gran cuidado. - -Fue muy acertado el parecer de la reina, porque los Zegríes y Gomeles -tenían concertado de cercar la casa, y dar muerte violenta a los -caballeros vencedores; y como vieron tanta guarda, y conociendo que -no podrían salir con su intento, desistieron de su propósito; y más -cuando supieron que el valeroso Muza había puesto aquellos caballeros, -lo sintieron de manera que se les comía el corazón de envidia, por -ver con las veras que acudía Muza a los cuidados de la reina, y no se -atrevieron a irle a la mano porque le temían. - -Venida la mañana se fue la gente de guardia, y los cuatro caballeros -determinaron de irse, porque no los echase menos el rey D. Fernando; y -así pidieron licencia a la reina para partirse a la corte de su rey, -porque les importaba que no supiese la ausencia que habían hecho. - ---¿Pues cómo, señores, dijo la reina, estando tan lastimados, cansados -y heridos os queréis poner en camino tal? No lo tengo de consentir: -¿por ventura os falta cosa alguna, o la deseáis? - ---No uno ni otro --respondió D. Juan Chacón--, porque donde está -vuestra alteza no hay que desear nada; pero importa irnos por lo que he -dicho. - ---Pues que así es --dijo la reina--, tornaos a curar, e id vuestro -viaje con la bendición de Dios; y por él os ruego no me olvidéis, y -suplicad a vuestro rey que comience la guerra contra Granada, porque a -todos los que tienen deseo firme de ser cristianos, se les cumpla. - -Los caballeros se lo prometieron así. La reina mandó llamar a los -cirujanos; y curados, se armaron, y despidiéndose de la reina y Celima, -Esperanza y de Moraicel, se partieron quedando llorando la reina la -ausencia de tan buenos caballeros. - -Muza, Malique Alabez y Gazul, que supieron que los caballeros -extranjeros se iban de Granada, les salieron a prevenir un grande -acompañamiento con más de doscientos moros, a más de media legua la -vuelta de Málaga. - -Pero así como los moros se despidieron de ellos, tomaron la vía -de Castilla, y caminaron a grande priesa; y entrando en tierra de -cristianos, supieron cómo los Reyes Católicos estaban en Écija: ellos -fueron a Talavera, y hallaron a sus criados que los esperaban para que -siguiesen la corte. - -Allí estuvieron ocho días curándose muy secretamente, y estando ya -mejores se partieron para Écija; y en llegando, pidiendo licencia al -rey D. Fernando para irse a sus tierras, se la dio; y llegados a sus -patrias, ellos y otros caballeros dieron orden de ganar a la ciudad de -Alhama, llevando para ello la prevención conveniente, porque era muy -fuerte; y siendo juntos muchos y principales caballeros la cercaron y -combatieron por todas partes. - -Donde los dejaremos combatiendo, por decir lo que pasó en la ciudad de -Granada en este medio y sazón, y también porque a mí no toca escribir -lo que pasó en aquesta guerra de Alhama, que no hace al intento, ni -propósito mío. - - - - -CAPÍTULO XVI. - -_De lo que pasó en Granada, y cómo se volvieron a refrescar los bandos -de ella, y la prisión del rey Mulahacén en Murcia, y la del rey Chico -en Andalucía, y de otras cosas._ - - -Grande fue la tristeza y desconsuelo que la reina Sultana sentía por la -ausencia de sus defensores caballeros, y de buena voluntad fuera en su -compañía, que temía el alboroto de la ciudad; y si su dolor y tristeza -fue grande, más excesivo fue el de los Zegríes y Gomeles y los demás de -su bando por causa de los caballeros que en la cruel batalla murieron, -y porque los agresores se fueron sin que de ellos se tomase venganza, -y porque se sentían muy afrentados y corridos por las cosas pasadas; -pero con disimulación aguardaban ocasión para ejecutar su deseo. - -Digamos ahora del rey Chico, el cual como supo la muerte de los -acusadores de su mujer la reina, y la confesión que había hecho el -malvado Zegrí en su disculpa, descubriendo la pésima y horrible maldad; -enojado de sí mismo, no sabía qué hacerse. - -Poníasele delante la culpa de su ceguedad, y la muerte tan sin culpa -de los nobles Abencerrajes; la grande deshonra en que había puesto a -la reina, el destierro injusto que hizo cumplir a los Abencerrajes, y -cómo por su causa se habían tornado cristianos y a él le aborrecía toda -Granada, y cómo estaban amotinados y conjurados contra él, y hasta su -padre le procuraba quitar el reino, y aun la vida. Imaginando en estas -cosas y otras muchas venía a perder el juicio. - -Maldecía a los Zegríes y Gomeles, porque le habían dado tan malos -consejos, y a él porque los había recibido. - -Llorando todas estas desventuras se tenía por el rey más desdichado de -todo el mundo, y no osaba parecer de vergüenza o de temor; por lo cual -no le visitaban los Zegríes y Gomeles. - -Bien se holgara el reyecillo de que su amada Sultana quisiera volver a -su amistad; mas era imaginación y trabajo muy en vano, porque aunque -ella quisiera, cuanto más que no estaba de ese parecer, sus deudos -no lo consintieran; y con todo esto pidió a Muza que desenojase a la -reina, y alcanzase de ella el perdón, y la dijese cuán arrepentido -estaba, y que viniese a hacer vida con él. - -Muza pidió a la reina y a sus parientes todo lo que el rey Chico le -había pedido, y no fue posible alcanzar alguna cosa de lo que pedía; y -así volvió, y dio al rey la respuesta que había dado la reina. - -Con esto el rey se deshacía en pena; mas consolábase con que había de -procurar traer a su amistad a todos los caballeros que pudiese, y a los -ciudadanos y gente plebeya, para irse apoderando de toda la ciudad; -y así iba adquiriendo amigos, y a todos les pedía perdón diciéndoles -que él había sido mal aconsejado, y aunque habían pagado su delito -los promovedores y consejeros, que ellos verían la enmienda que tenía -de allí adelante, y que lo sucedido le había de ser escarmiento para -mientras viviera, como lo verían, y el tratamiento que haría a sus -vasallos; y como era heredero forzoso del reino, muchos grandes le -obedecían con toda la más gente común. - -Nunca pudo reducir a su obediencia a ninguno de los Almoradís, Marines, -Alabeces, Gazules, Venegas ni Aldoradines, que estos seis linajes -seguían la parte del rey viejo, y la de su hermano el infante Abdalí. - -En este tiempo el rey Mulahacén, como hombre valeroso, no habiendo -perdido sus bríos y braveza de corazón, ordenó de hacer una entrada -en el reino de Murcia, y así juntando mucha y muy lucida gente, -prometiendo buenos sueldos a los de a caballo y de a pie, salió de -Granada llevando consigo dos mil hombres de a pie y de a caballo, y se -fue a la ciudad de Vera, y tomando el camino de la costa, por dejar a -Lorca, salió a los Almazarrones, y de allí fue a Murcia, y recorrió -todo el campo de Sangonera, cautivando mucha gente. - -D. Pedro Fajardo, adelantado del reino de Murcia, salió con la más -lucida gente que pudo a resistir al moro, que andaba corriendo el -campo con gran pujanza; y encima de las lomas del Azul, día de San -Francisco, se rompió la batalla entre moros y cristianos, la cual fue -muy sangrienta y reñida; mas fue Dios servido, por intercesión del -bienaventurado Santo, que D. Pedro Fajardo con la gente de Murcia, -mostrando grandísimo valor, venció a los moros, y desbarató y prendió -al rey. - -Viéndose desbaratados los moros, huyendo volvieron a Granada, donde -se supo la prisión del rey Mulahacén y pérdida de todo su campo, lo -cual se sintió en toda la ciudad, si no fue el infante Abdalí que se -holgó mucho de la prisión del rey su hermano, porque por allí entendió -alzarse con todo el reino, y así escribió al adelantado D. Pedro que le -hiciese merced de tenerle al rey su hermano preso hasta que muriese, y -que por ello le daría las villas de Vélez el Blanco y el Rubio, Xiquena -y Tirieza. - -Mas el adelantado, considerando la traición que el infante quería -hacer, no quiso aceptar su oferta, antes dejó ir libremente al rey y -a los que con él fueron cautivos; el cual como llegó a Granada halló -a Abdalí apoderado del Alhambra, diciendo que su hermano se la había -dejado en guarda. - -Mulahacén muy enojado de esto, y más por la traición que le quiso -hacer, se retiró en el Albaicín, adonde él y su mujer estuvieron muchos -días. - -La madre de Mulahacén, vieja de ochenta años, habiendo visto la -liberalidad del adelantado, le envió diez mil doblas, el cual no las -quiso recibir; y le envió a decir que se las diese a su hijo para que -hiciese guerra a su hermano. - -Visto que no había querido recibir los dineros, le envió ciertas joyas -muy ricas y doce poderosos caballos enjaezados, todo lo cual recibió -D. Pedro Fajardo. - -A pocos días se volvieron al Alhambra, porque su hermano se la dejó -libre, entendiendo que el rey no sabía nada de las cartas que le había -enviado a D. Pedro Fajardo. - -Mulahacén disimuló aquel negocio, y lo guardó para su tiempo, mas -indignado contra su hermano y contra los que le fueron favorables, y -todavía le dejó la administración del gobierno. - -A este Mulahacén le llamaron el Zagal, y Gadabli; mas su nombre propio -y más usado era el de Mulahacén. - -Esta batalla y prisión de este Mulahacén escribió el moro cronista -de este libro, y yo doy fe que en la iglesia mayor de Murcia, en -la capilla de los marqueses de los Vélez, hay una tabla encima del -sepulcro de D. Pedro Fajardo, en la cual se cuenta el suceso de aquesta -batalla. - -Volviendo a nuestro propósito, el rey Mulahacén muy enojado por lo -que el gobernador su hermano había hecho, hizo un día su testamento -diciendo: «Que en fin de sus días fuese su hijo heredero del reino, y -que echase de él al infante su hermano, y a todos los de su bando.» -Esto decía, porque seguían al infante Abdalí muchos caballeros -Almoradís y Marines, los cuales sustentaban la parte del infante. - -Por este testamento hubo después en Granada muchos alborotos, y entre -los ciudadanos guerras civiles, como después de esto sucedieron; pues -estando el rey Mulahacén en el Alhambra, y Granada, como de antes -solía, debajo de la gobernación de dos reyes y un gobernador, no por -eso dejaron los Almoradís de buscar modos y maneras para que totalmente -el rey Chico fuese privado del reino; mas no podían hallar ninguna -comodidad que buena fuese, respecto que los Zegríes y Gomeles estaban -de su parte con otros muchos caballeros que reconocían que aquel era -finalmente el heredero del reino; pero no por esto dejaban de buscar -asechanzas y mil ocasiones tío contra sobrino, y sobrino contra tío; -pero como el rey Chico estaba odiado de los más principales caballeros, -no pudo salir por entonces con su intención en nada, ni pudo expeler -a su tío del cargo que tenía, y así aguardaba tiempo para ejecutar su -intención; y por alegrarse un día se paseaba por la ciudad con otros -principales caballeros, por dar alivio a sus penas, rodeado de sus -Zegríes y Gomeles, y le vino una muy triste nueva: cómo los cristianos -habían ganado la ciudad de Alhama; con la cual embajada hubiera el rey -de perder el sentido, así por perder aquella ciudad como por el peligro -que tenía Granada de ser cada día corrida de cristianos. - -Tanto fue su sentimiento que al mensajero que trajo la nueva le mandó -matar; y subiéndose al Alhambra lloró la pérdida de su ciudad, y mandó -tocar añafiles y trompetas de guerra para que con muy gran presteza se -juntase toda la gente, y fuera al socorro de la ciudad de Alhama. - -La gente de guerra se juntó toda al belicoso son de las trompetas, y -preguntándole al rey que para qué los mandaba juntar, respondió que -para socorrer a Alhama, que la habían ganado los cristianos. - -Entonces un alfaquí viejo le dijo: - ---Por cierto que se emplea muy bien tu desventura en haber perdido a -Alhama; y merecías perder todo el reino, pues mataste a los nobles -caballeros Abencerrajes, y a los que quedaban mandaste desterrar del -reino; por lo cual se tornaron cristianos, y ellos propios son los que -te hacen la guerra. Acogiste a los Zegríes que eran de Córdoba, y te -has fiado de ellos; pues ahora irás al socorro de Alhama, y di a los -Zegríes que te favorezcan en semejante desventura como esta. - -Por esta embajada que al rey Chico le vino de la pérdida de Alhama, -y por lo que este moro alfaquí le dijo, y por la muerte de los -Abencerrajes, se dijo aquel romance antiguo tan doloroso para el rey, -que dice en arábigo, traducido al castellano, de esta manera: - - Paseábase el rey moro - por la ciudad de Granada - desde la puerta de Elvira - hasta la de Vivarrambla. - Cartas le fueron venidas - que Alhama era ganada: - las cartas echó en el fuego, - y al mensajero maltrata. - Descabalga de una mula - y en un caballo cabalga; - por el Zacatín arriba - subido se ha al Alhambra. - Cuando en el Alhambra estuvo, - al mismo tiempo mandaba - que le toquen sus trompetas, - los añafiles de plata, - Y que las cajas de guerra - apriesa toquen al arma, - porque la oigan sus moros, - los de la Vega y Granada. - Los moros que el son oyeron, - y al sangriento Marte llama, - de uno a uno, y dos a dos, - juntádose ha gran batalla. - Allí salió un moro viejo - y desta manera hablara: - «¿Para qué nos llamas, rey; - para qué es esta llamada?» - «Habéis de saber, amigos, - una nueva desdichada, - que cristianos de braveza - ya nos han ganado a Alhama.» - Allí habló un alfaquí - de barba crecida y cana: - «Bien se te emplea, buen rey; - buen rey, bien se te empleaba; - Mataste los Bencerrajes - que eran la flor de Granada, - acogiste advenedizos - de Córdoba la nombrada. - Pos eso mereces, rey, - una pena bien doblada, - que te pierdas tú y tu reino, - y que se pierda Granada.» - -Este romance se hizo en arábigo en aquella ocasión de la pérdida de -Alhama, el cual era muy doloroso, y tanto que vino a vedarse en Granada -que no le cantasen, porque cada vez que le cantaban en cualquiera parte -provocaba a llanto y dolor: después se cantó en lengua castellana de la -misma manera, que decía: - - Por la ciudad de Granada - el rey moro se pasea; - desde la calle de Elvira - llegaba a la plaza Nueva. - Cartas le fueron venidas, - que le dan muy mala nueva, - que habían ganado a Alhama - con batalla y gran pelea. - El rey con aquestas cartas - grande enojo recibiera, - al moro que se las trajo - mandó cortar la cabeza. - Las cartas hizo pedazos - con la saña que le ciega, - descabalga de una mula - y cabalga en una yegua. - Por la calle el Zacatín - al Alhambra se subiera; - trompetas mandó tocar - y las cajas de pelea, - Porque lo oyeran los moros - de Granada y de la Vega, - uno a uno, dos a dos, - grande escuadrón se hiciera. - Cuando los tuviera juntos - un moro allí le dijera: - «¿Para qué nos llamas, rey, - con trompa y cajas de guerra?» - «Habéis de saber, amigos, - que tengo una mala nueva, - que la mi ciudad de Alhama - ya del rey Fernando era. - Los cristianos la ganaron - con muy crecida pelea.» - Allí habló un alfaquí, - desta manera dijera. - «Bien se te emplea, buen rey; - buen rey, muy bien se te emplea, - mataste los Bencerrajes - que eran la flor desta tierra; - Acogiste a advenedizos - que de Córdoba vinieran; - y así mereces, buen rey, - que todo el reino se pierda.» - -Pues volviendo al caso, así como el rey juntó gran copia de gente, al -punto sin poner en ello dilación, salió de Granada para ir al socorro -de Alhama, imaginando que la había de remediar; mas su cuidado y -trabajo fue en vano, porque cuando llegó a Alhama ya los cristianos -estaban apoderados de la ciudad y del castillo, y de todas sus torres -y fortalezas; pero con todo eso hubo una muy grande escaramuza entre -moros y cristianos: allí murieron más de treinta Zegríes a manos de los -cristianos Abencerrajes, que allí había más de cincuenta que estaban a -la orden del marqués de Cádiz. - -Finalmente, por el gran valor y esfuerzo de los caballeros cristianos -fueron desbaratados los moros: lo cual visto por el rey de Granada, se -volvió sin hacer en aquella ocasión cosa de provecho. - -Así como llegó a Granada volvió a hacer más gente y en más cantidad, -y volvió sobre Alhama, y una noche secretamente la hizo echar -escalas y entraron dentro algunos moros; y así como fueron sentidos -de cristianos, tocaron al arma y pelearon con los moros que habían -entrado, y los mataron y se pusieron a la defensa. - -Y viendo el rey que trabajaba en vano, se volvió muy triste, y envió -por el alcaide de Alhama para degollarle, que se había retirado a Loja -a su fortaleza. - -Los mensajeros del rey, presentando los recados que llevaban para -prenderle, le prendieron y le dijeron como le mandaba cortar la cabeza -y llevarla a Granada, y ponerla encima de las puertas del Alhambra, -porque fuese a él castigo y a otros temor, pues había perdido una -fuerza tan importante. - -Y siendo preso, dijo el alcaide que él no tenía culpa de aquella -pérdida, que el rey le había dado licencia para ir a Antequera a bodas -de una hermana suya, que el alcaide Rodrigo de Narváez la casaba con -un caballero, y que ocho días le habían dado de término más que los -que había pedido, y que a él le pesaba mucho de la pérdida de Alhama, -porque si el rey la perdía, él había perdido sus hijos, mujer y -hacienda. - -No bastó esta disculpa que dio el alcaide, y así le llevaron a Granada -y le cortaron la cabeza; y por esto se hizo el siguiente - -ROMANCE. - - Moro alcaide, moro alcaide, - el de la bellida barba, - el rey te manda prender - por la pérdida de Alhama; - Y cortarte la cabeza - y ponerla en el Alhambra, - porque a ti sea castigo, - y otros tiemblen en mirarla; - Pues perdiste la tenencia - de una ciudad tan preciada. - El alcaide respondía, - desta manera les habla: - «Caballeros, y hombres buenos - los que regís a Granada, - decid de mi parte al rey - como no le debo nada. - Yo me estaba en Antequera - en bodas de una mi hermana; - mal fuego queme las bodas - y quien a estas me llevara, - El rey me dio la licencia - que yo no me la tomara; - pedila por quince días, - diómela por tres semanas. - De haberse Alhama perdido - a mí me pesa en el alma, - que si el rey perdió su tierra, - yo perdí mi honra y fama: - Perdí una hija doncella, - que era la flor de Granada; - el que la tiene cautiva - marqués de Cádiz se llama. - Cien doblas le doy por ella, - no me las estima en nada: - la respuesta que me han dado - es, que mi hija es cristiana, - Y por nombre le habían puesto - Doña María de Alhama: - el nombre que ella tenía - mora, Fátima se llama.» - Diciendo esto el alcaide - lo llevaron a Granada, - y siendo puesto ante el rey, - la sentencia le fue dada, - Que le corten la cabeza, - y la lleven al Alhambra: - se ejecutó la sentencia, - así como el rey lo manda. - -Pues habiéndose hecho esta justicia del alcaide de Alhama, se comenzó -a tratar entre todos los caballeros que el tío del rey saliese con la -gente de su bando a tomar venganza de la pérdida de Alhama, o a buscar -otras ocasiones para vengarse de los cristianos; a lo cual el tío les -respondió que harto hacía en guardar la ciudad y tenerla en paz, y que -por esta causa no salían él ni los de su bando de ella. - -Tratando en estas cosas todos los caballeros que estaban a la -obediencia del rey Chico, dijeron que de ley de razón al hijo se -le debía la corona, y no al hermano, y que guardar esta ley era de -caballeros nobles; y como esto se considerase, todos los más linajes -le dieron la obediencia al rey Chico, así como Gazules, Aldoradines, -Venegas, Alabeces; y los de este bando, que eran enemigos de los -Zegríes, no atendieron a enemistades pasadas, pudiendo más la razón -que el rencor, y más la nobleza que la malicia; de tal suerte, que con -el tío del rey Chico no quedaron sino Almoradís, Marines y algunos -caballeros y gente ciudadana. - -Pues todos estos, como hemos dicho, decían, que el infante Abdalí -saliese a buscar algunas ocasiones contra cristianos, de suerte que se -vengase la toma de Alhama, y que no estuviese arrinconado, como hombre -inútil y de poco valor, pues pretendía tener cetro y corona. - -A todo esto respondía el infante lo que habéis oído, y que él quería -guardar a Granada, que era de más importancia que ir a buscar -cristianos a sus casas: lo mismo decían los Almoradís y Marines; y a -cerca de esto Malique Alabez, lleno de cólera y saña, les dijo: - ---Que eran cobardes y ruines, y que no hacían a ley de caballeros en no -salir a buscar cristianos con quien pelear, y querer por fuerza hacer -rey a quien no lo merecía por su persona, ni le venía de derecho. - -Los Almoradís oyendo estas palabras pusieron mano a las armas contra -los Alabeces, y ellos también. Los Gazules no se holgaron viendo -este acontecimiento; y así pusieron mano en las armas y dieron en -los Almoradís y Marines, de suerte que en poco tiempo mataron más de -treinta de ellos, y los Almoradís mataron muchos Gazules y Alabeces. - -De tal manera se revolvieron los bandos unos con otros que se ardía -Granada y se derramaba mucha sangre de ambas partes; mas siempre -llevaron lo peor los Almoradís y Marines, aunque tenían de su parte -gran copia de la gente común, y otros linajes de caballeros; y tan -mal les fue que se hubieron de retirar todo lo mejor que pudieron al -Albaicín. - -Los dos reyes salieron cada uno a favorecer su parte; y si no fuera -por los alfaquíes, y por muchos señores que se pusieron por medio, -perecieran, y también porque Muza con mucha gente de a caballo fue -apaciguando la pendencia; y no sabía contra quien fuese, porque el -rey Chico era su hermano, y el infante su tío; pero considerando que -derechamente era el reino de su hermano, era más de su bando. - -Este día hubo tan grande revuelta que fue causa para que el furor del -amotinado pueblo cesase, y se reconciliasen en amistad; y así se hizo -un crecido escuadrón de gente de a caballo y de a pie. - -Y como el rey Chico los viese con tan grande voluntad de ir a pelear -contra los cristianos, propuestos de morir o vengar la pérdida de -Alhama, salió de Granada con ellos, yendo con acuerdo de no detenerse -hasta entrar bien adentro de Andalucía, y hacer una gran cabalgada, -o rendir alguna fuerza de cristianos; y con este propósito marcharon -hasta llegar legua y media de Lucena, donde el rey mandó hacer de toda -su gente tres batallas: la una tomó él a su cargo, y la otra dio a un -alguacil mayor, y la otra a un capitán de Loja, llamado Aliatar, y -todos corrieron la tierra e hicieron una muy gran presa. - -Esta corrida de los moros se supo en Lucena, Baena y Cabra; y así salió -el conde de ella, y el valiente alcaide de los Donceles con mucha -gente, y pelearon con los moros; los cuales como vieron venir tal -tropel de cristianos, juntaron sus tres batallas y pusieron enmedio la -cabalgada. - -Los valientes andaluces dieron en los moros de tal forma que, aunque -se defendieron con gran valor, fueron desbaratados, y junto al arroyo -del puerco, que otros llaman el arroyo de Martín González, fue preso el -rey de Granada y otros muchos con él. Los moros que escaparon fueron -huyendo la vuelta de Granada. El rey fue llevado a Baena, y de allí a -Córdoba, para que le viese el rey D. Fernando. - -Fuéronle enviados mensajeros al rey Católico para que tratase de -rescate del rey Chico; y sobre si se rescataría, o no, hubo muchas -diferencias entre los del consejo y grandes de Castilla. - -Al fin se acordó de darle libertad con que fuese vasallo del rey D. -Fernando; y así juró, de ser leal y fiel con que le diese su favor y -ayuda para conquistar algunos lugares que no le querían obedecer, sino -a su padre. - -El rey D. Fernando lo prometió así; y le dio cartas para todos los -capitanes cristianos que estaban en las fronteras de Granada, para -que le ayudasen en lo que el rey Chico quisiese, y que a los moros -que quisiesen ir a labrar tierras fuera de Granada, no se les hiciese -perjuicio. - -Y habiendo asentado y jurado todo lo dicho, pidió licencia el rey de -Granada al rey Católico, y dándosela con muchos presentes, se fue a su -patria. - -Y como su tío Abdalí y los demás caballeros de Granada supieron el -trato que había hecho el reyecillo con el rey D. Fernando, les pareció -muy mal; y recelándose de que por esta causa se perdiese Granada, el -infante Abdalí les hizo a todos el siguiente parlamento, diciendo así: - ---Claros, ilustres y muy esforzados caballeros que tan injusto odio -me tenéis, sin razón ni legítima causa: bien sabéis como mi sobrino -fue alzado por rey de Granada, sin ser muerto mi hermano Mulahacén, su -padre, por una causa muy ligera; solo porque degolló cuatro caballeros -Abencerrajes, que lo merecían, y por esto le quitasteis la obediencia, -y alzasteis a su hijo por rey contra toda razón y derecho; y mi -sobrino, habiendo, con vuestro favor, degollado treinta caballeros -Abencerrajes sin ninguna culpa; habiendo levantado tal testimonio a su -mujer, reina nuestra, por donde tantos escándalos, muertes y guerras -civiles ha habido en esta ciudad, le tenéis obediencia y le amáis, sin -mirar que no es digno de ser rey, pues su padre es vivo; y sin esto -mirad ahora lo que ha hecho y concertado con el rey D. Fernando de -Castilla, que le han de dar gente belicosa para hacer guerra con ella -a los pueblos que no le han querido obedecer, y siempre han estado en -la obediencia de su padre; y más le da al rey cristiano tantas mil -doblas de tributo, después de haberse perdido él y los suyos en esta -entrega que ha hecho tan sin causa. Ya que Alhama fue perdida, no tenía -necesidad sino de reparar las fuerzas, pues Alhama no se podía cobrar -al presente, y por tiempo se pudiera restaurar. Pues considerando -ahora, caballeros, a vos digo Zegríes, Gomeles, Mazas y Venegas, -allegados a mi sobrino con tanta vehemencia, si ahora metiese gente -cristiana y guerras en Granada, ¿qué esperanza podríais tener, y qué -seguridad para que no se levantasen con su tierra? ¿No sabéis que los -cristianos son gente feroz y belicosa, todos con ánimo levantado hasta -el cielo? Si no mirad lo de Alhama cómo ha sido, y cuán presto la han -atropellado. Pues Alhama gente de guerra tenía dentro para defenderla: -mirad cómo no la defendieron. Pues si entrasen estos en Granada, y -tuviesen lugar de ver las murallas y torres, ¿quién quita que luego no -fuese ganada por los cristianos? Abrid, amigos, los ojos, y no deis -lugar a mayores males. Mi sobrino no sea admitido por rey, pues es -amigo del rey cristiano. Mi hermano es rey, y por ser ya viejo tengo -yo el gobierno de la corona real: si él muere, y mi padre fue rey de -Granada, ¿por qué no lo seré yo, pues de legítimo derecho me viene, y -la razón lo pide? De necesidad es menester: ahora cada uno responda, y -dé su voto a lo que tengo propuesto y dicho, y sea la respuesta tocante -al bien del reino. - -Fueron tan eficaces estas razones que dijo el infante Abdalí contra -su sobrino, que los alfaquíes y demás caballeros, especialmente -Almoradís y Marines, fueron de común acuerdo que el rey Chico no fuese -admitido en Granada, y que el tío fuese alzado por rey, y entregado -en el Alhambra; lo cual le fue dicho a Mulahacén, el que agravado de -pesadumbres y males salió de su voluntad del Alhambra, y se apoderó -en el Alcazaba junto con su familia; y su hermano fue apoderado en el -Alhambra con título de rey, aunque contra la voluntad de los Zegríes, -Mazas, Gomeles, Gazules, Alabeces, Aldoradines y Venegas; pero -disimularon por ver en qué paraban aquellas cosas. - -El rey Chico llegó a Granada con muchas joyas y presentes que el rey -D. Fernando le había dado. Los de Granada no le quisieron acoger ni -recibir, diciéndole que el moro que hacía alianzas y paces con los -cristianos no había que fiar de él. Visto por el rey que no le querían -recibir, y sabiendo que su tío estaba apoderado en el Alhambra, se fue -a la ciudad de Almería, que era tan grande como Granada, y de tanto -trato y cabeza de reino, donde le recibieron como a su rey. - -Desde allí requería a algunos lugares que le diesen la obediencia, y si -no que los destruiría. Los lugares no se la quisieron dar, por lo cual -les hacía guerra con cristianos y moros. - -En esta sazón murió el rey viejo, con cuya muerte se renovaron los -bandos, porque visto el testamento que había hecho en vida, hallaron en -él la traición que su hermano había intentado contra él, y cómo dejaba -su hijo por heredero del reino, y que fuese obedecido de todos, y si -no, que la maldición de Mahoma viniese sobre ellos. - -Por esto comenzaron nuevos escándalos, porque el reino le venía al hijo -de Mulahacén, y no al infante. En esto estuvieron tratando muchos días, -en los cuales le aconsejaron al infante que procurase con diligencia -matar a su sobrino, y muerto, reinaría en paz. - -Admitió este consejo, y determinó el ir a Almería a matarle; y primero -escribió a los alfaquíes de Almería lo que su sobrino había tratado -con el rey D. Fernando, de lo cual les pesó, y le enviaron a decir que -ellos darían entrada secretamente en Almería; que le viniese a prender -o matar. - -Vista esta respuesta por el infante, se partió con secreto llevando -algunos caballeros consigo, y en llegando a Almería los alfaquíes les -entraron secretamente, y cercando la casa real, procuró prender o -matar a su sobrino; pero oyendo el alboroto, avisaron al rey Chico -y él escapó huyendo con algunos de los suyos, y se fue a tierra de -cristianos. - -El infante quedó muy enojado por haberse escapado el sobrino; pero allí -en Almería halló un muchacho, sobrino suyo y hermano del rey Chico, y -le hizo degollar, porque si el rey Chico moría, pudiese él reinar sin -que nadie se lo impidiera: pasado esto se volvió a Granada donde estuvo -apoderado del Alhambra y ciudad, y obedecido por rey del reino, aunque -no del todo, porque todavía entendían que aquel no era su señor natural. - -El rey Chico se fue adonde estaba el rey D. Fernando y la reina -Doña Isabel, y contó toda su tragedia; de todo lo cual pesó mucho a -los cristianos reyes, y le dieron unas cartas al rey moro para el -gobernador y capitán de todas las fronteras del reino de Granada, -especialmente para Benavides que estaba en Lorca con gente de -guarnición; y dando al rey moro muy grande cantidad de dinero, y otras -cosas de valor, le envió a Vélez el Blanco, donde fue bien recibido -él y los suyos; y asimismo en Vélez el Rubio, donde estaba un alcaide -moro, que se decía Alabez, y en Vélez el Blanco estaba un hermano suyo. - -Estando aquí el rey Chico entraba y salía en los reinos de Castilla -a cosas que le cumplían, donde era de los cristianos favorecido -por mandado del rey D. Fernando; y a este tiempo habían ganado los -cristianos muchos lugares de Granada, así como Ronda, Marbella y otros -pueblos comarcanos, Loja y sus contornos. - -El tío del rey Chico no se aseguraba un punto, porque tenía el -reino tiranizado y siempre procuraba la muerte del sobrino, porque -no reinase, y prometía muchas cosas a quien le matase con yerbas o -violentamente; y no faltaron cuatro moros codiciosos a las promesas que -le dieron palabra de matar al rey Chico; y para la ejecución los envió -con cartas para su sobrino, porque no se recelasen de ellos, atento a -que él no le hacía guerra, y que como de paz le enviaba aquel mensaje -con blandas y cautelosas palabras, que decían así: - - «Amado sobrino: no obstante las causas de las pasadas guerras que - habemos tenido por el reino, sabiendo ya que verdaderamente es - vuestro por una cláusula del testamento de mi hermano, donde dice - que vos sois heredero de él, he acordado que seáis entregado en la - posesión de él, y le recibáis debajo de vuestro amparo, como rey y - señor de él, dándome un lugar en que esté contento para pasar mi - vida, que con esto viviré gustoso; y mirad que os lo requiero de - parte de Dios Todopoderoso, y de Mahoma, su fiel mensajero, porque - el reino de Granada se va perdiendo, sin que en nada haya reparo. - Por tanto, vistos estos mis recados, vos venid a Granada muy seguro, - como rey y señor de ella. De todo lo pasado estoy muy arrepentido, - y así espero el perdón de vos, como de mi señor y rey; y mirad que - si tenemos división y guerras civiles, el reino será perdido; y no - viniendo a él, le entregaré a vuestro hermano Muza, el cual lo tiene - por deseo de gobernar; y si él se apodera del reino, y los grandes le - juramos por rey, con dificultad será desposeído. Ceso, y de Granada - etc.--_Muley Abdalí._» - -Esta carta dio el infante a cuatro moros valientes y conjurados, para -que en acabándosela de dar le matasen; y si no pudiesen buenamente -salir con su intención, que se viniesen. No faltó quien diese aviso de -esto al rey Chico para que se guardase. - -Llegados los mensajeros a Vélez el Blanco preguntaron al alcaide Alabez -por el rey. Él respondió que allí estaba, y qué era lo que querían. - ---Traemos unos recados del rey su tío. - -Alabez dijo: - ---¿Cómo puede ser su tío rey, habiendo legítimo heredero en el reino? - ---Eso no sabemos nosotros --respondieron los mensajeros--, más de que -nos mandó venir con estos recados. - ---Pues dadme las cartas --dijo el alcaide--, que vosotros no le podéis -entrar a hablar. - ---No las podemos dar sino en sus manos --respondieron ellos. - ---Pues aguardad aquí. Avisaré al rey --dijo Alabez; y lo hizo, y dijo -si los dejaría entrar o no. - -El rey mandó que los dejase entrar para oír su mensaje; y mandó a doce -caballeros Zegríes y Gomeles que estuviesen prevenidos en su sala por -si había alguna traición. - -Esto hecho, y el alcaide alistado de armas, volvió a los mensajeros y -les dijo que entrasen; y entrados donde estaba el rey, y viéndole que -estaba tan acompañado, disimularon, y alargando la mano el un mensajero -para darle al rey los despachos, se los quitó el alcaide y se los dio -al rey; y abriendo la carta la leyó toda, y como estaba avisado de -la traición, mandó luego que prendiesen a los mensajeros, y dándoles -tormento confesaron la verdad, y fueron sentenciados a muerte, y los -ahorcaron de las almenas del castillo; y el rey Chico respondió a su -tío en una carta lo siguiente: - - «El muy poderoso Dios, criador del cielo y la tierra, no quiere que - las maldades de los hombres estén ocultas, sino que a todos sean - patentes, como ha hecho en haber descubierto tu maldad. Recibí tu - carta, más llena de engaños que el caballo de los griegos. Ahora - me prometes amistad, que estás harto de perseguirme, matando a mis - familiares y caballeros que me seguían. Traigo por testigos de esto a - los de Almería que lo sabían, y a mi inocente hermano que degollaste. - No sé por cuál razón hiciste tal crueldad; mas yo confío en Dios que - algún día me lo pagarás con tu cabeza, y los de Almería no quedarán - sin castigo. El reino que tienes era de mi padre, y de derecho es - mío; quereisme todos mal porque trato con cristianos: bien sabéis que - por comunicar con ellos labran los moros sus tierras, y tratan en sus - mercaderías seguramente: los cuales no lo hacen estando debajo de tu - dominio contra toda razón. Avísote que algún día he de estar sobre - tu cabeza, y me pagarás la traición que contra mi padre cometiste, y - la que a mí ahora querías hacer debajo de tus melosas palabras; pues - sábete que adonde tú estás tengo quien me da aviso de tus traiciones. - Enviaste cuatro mensajeros, tales como tú, para que me diesen muerte, - y pagaron su maldad, y confío que tú pagarás la tuya. Las joyas que - me enviaste las quemé en pública plaza a vista de todos, recelándome - de tus traiciones. No sé por qué las usáis siendo de linaje de reyes - y teniéndoos por tal: no más. De Vélez el Blanco, etc.--_El rey de - Granada natural._» - -Esta carta escrita, la envió a Granada con otra que iba para Muza, y -él se la dio a su tío, el cual como supo que a los mensajeros que él -envió para matar a su sobrino los habían ahorcado habiendo confesado la -traición, se halló muy confuso; mas disimulando, andaba cuidadoso y con -recato de su persona. - -Muza leyó la carta de su hermano y decía: - - «No sé, amado hermano, cómo tu valor consiente que un tirano sin - razón ni ley tenga usurpado el reino de nuestro padre y abuelos, y - que me persiga y tenga desterrado de lo que es mío. Si están mal - conmigo los Almoradís y Marines por la muerte de los Abencerrajes, - quien fue la causa de ello pagó la culpa, y yo como rey usaba - justicia. Si siendo cautivo traté amistad con cristianos, fue por mi - libertad, y por el bien de Granada, porque con el favor de ellos las - tierras se labran. Poco hacía al caso pagar al rey tributo, dejando - nuestro reino en paz. Ahora veo que va peor teniendo Granada otro - rey, porque los cristianos se van apoderando del reino y ensanchando - el suyo. Por Dios te ruego, que pues tu valor es para todos bastante, - que tomes a tu cargo mi defensa por la honra de ambos; y considera la - ambición de este tirano, pues derramó la sangre de nuestro inocente - hermano. Dame aviso de todo. De Vélez el Blanco, etc.--_Tu hermano el - rey._» - -Así como Muza leyó la carta su hermano fue muy indignado contra su -tío, especialmente por la muerte de su tierno hermano; y así luego -enseñó la carta a sus amigos los caballeros Alabeces, Almoradís, -Gazules, Venegas, Zegríes, Gomeles y Mazas, porque también eran amigos -de su hermano; y habiendo visto por ella la disculpa que daba de la -muerte de los Abencerrajes, y el arrepentimiento que mostraba del -testimonio levantado a la reina, acordaron entre todos los caballeros -de escribir al rey Chico que viniese a Granada con secreto, y que -entrase en el Albaicín por la puerta de Fajalauza, y que se entregaría -de la fortaleza de Blo Albulut, antigua morada de los reyes, porque era -alcaide de ella Muza. - -Aquesta carta fue enviada al rey Chico, el cual como la leyó y vio la -firma de su hermano Muza y de algunos caballeros, luego se dispuso -para ir a Granada, y también porque se le iban los moros que tenía en -su guarda y servicio, y le quedaban ya pocos; y así se partió y llegó -una noche muy oscura a la puerta de Fajalauza con solos cuatro de a -caballo, porque los demás se habían quedado apartados un poco atrás, y -como llegó llamó a la puerta. - -Los guardas preguntaron quién era, y él dijo, vuestro rey soy. Luego le -conocieron, y como estaban ya avisados de Muza que si viniese le diesen -franca puerta, al punto le abrieron y entró con toda su gente. - -En sabiendo Muza su venida le fue a recibir, y le metió en la fuerza -del Alcazaba. Aquella noche fue el rey a casa de algunos caballeros de -los más principales del Albaicín a decirles su venida, y como era para -cobrar su reino con su ayuda. Todos los caballeros le prometieron su -favor; y habiendo visitado a los caballeros de consideración se volvió -al Alcazaba. - -Al otro día por la mañana se supo por toda la ciudad de Granada la -venida del rey Chico, y tomaron las armas para ofenderle como a rey. - -El rey viejo su tío que estaba en el Alhambra, como supo la venida -de su sobrino el rey Chico, hizo armar mucha gente de la ciudad para -pelear contra los del Albaicín, y entre unos y otros hubo una cruel -batalla, en la cual murieron muchos de ambas partes. - -De la parte del rey viejo eran Aldoradines, Marines, Alabeces, -Bencerrajes y otros muchos caballeros. - -De la parte del rey Chico eran Zegríes, Gomeles, Mazas, Venegas, -Alabeces, Gazules, Aldoradines y otros muchos caballeros principales. - -Fue tan reñida aquesta refriega que ninguna de las pasadas le llegó, -porque hubo mucha mortandad y derramamiento de sangre. - -El valor de Muza, que seguía la parte de su hermano, era causa de que -los de la ciudad lo pasasen peor, aunque ya les tenían aportillado el -muro por tres o cuatro partes; lo cual visto por el rey Chico, envió a -gran priesa a pedir socorro a D. Fadrique, capitán general puesto por -el rey D. Fernando, haciendo saber como estaba en el Albaicín en gran -peligro, porque su tío le hacía cruel guerra. - -D. Fadrique le socorrió por mandado del rey Chico, y le envió mucha -gente de guerra, arcabuceros todos, y por capitán de ellos a Hernando -Alabez, alcaide de Colomera. - -Con este socorro los moros se holgaron mucho, especialmente porque D. -Fadrique les envió a decir que peleasen como varones fuertes por su -rey, que era aquel, y que les daba palabra que seguramente podían salir -a la Vega a sembrar y labrar sus tierras sin que nadie se lo estorbase. - -Con este favor tomaron grande ánimo los moros, y peleaban como leones -con el ayuda de los cristianos, a los cuales no les faltaba nada de lo -que habían menester. - -Estas batallas duraron cincuenta días, sin cesar de pelear de día y -de noche, y después de ellos se retiraron los de la ciudad con mucha -pérdida de su gente, por el valor de los cristianos y de Muza; y el rey -Chico reparó las murallas y puso gran defensa para estar seguro. - -Los cristianos fueron muy bien tratados; los moros del Albaicín salían -a la Vega y a sus campos a labrar las tierras, todo lo cual fue causa -para que casi los más siguiesen el bando del rey Chico; pero no por -esto se dejaban las continuas batallas entre los de la ciudad y -Albaicín. - -Los moros de la ciudad tenían más trabajo, porque peleaban con los -cristianos de las fronteras, y con los moros del Albaicín; de suerte -que de continuo tenían guerra. - -En este tiempo fue cercada Vélez-Málaga por el rey D. Fernando. Los -moros de Vélez enviaron a pedir socorro a los de Granada. Los alfaquíes -amonestaron y requirieron al rey viejo que fuese a favorecer a los -moros de Vélez. - -El rey cuando lo supo se turbó, porque nunca imaginó que los cristianos -osarían entrar tan adentro, y temiose salir de Granada, recelándose -que en saliendo se alzaría su sobrino con la ciudad y se apoderaría en -el Alhambra. - -Los alfaquíes le daban priesa diciendo: - ---Di, Muley, ¿de qué reino piensas ser rey, si todo lo dejas perder? -Las sangrientas armas que sin piedad movéis en vuestro daño aquí en -la ciudad, movedlas contra los enemigos, y no matando a los mismos -naturales. - -Estas cosas decían los alfaquíes al rey, y predicando por las calles -y plazas, que era justo y conveniente cosa que Vélez-Málaga fuese -socorrida. - -Tanta era la persuasión de estos alfaquíes, que al fin se determinó de -ir a socorrer a Vélez-Málaga; y habiendo llegado se puso en lo alto de -una sierra, dando muestra de toda su gente. - -Los cristianos le acometieron, y no osó aguardar sino se volvió huyendo -él y su gente, y dejaban los campos por donde pasaban poblados de -muchas armas, por poder huir a la ligera. - -El rey se fue a Almuñecar, y de allí a la ciudad de Almería y Guadix. -Todos los demás moros se tornaron a Granada, donde sabiendo los -alfaquíes y caballeros lo poco que había hecho el rey en aquella -jornada, y que como cobarde había huido, llamaron al rey Chico y -le entregaron el Alhambra, y le alzaron por su rey, a pesar de los -caballeros Almoradís y Marines, y de todos los demás de su bando, que -eran muchos; aunque es verdad que los de la parte del rey Chico eran -más, y todos muy principales. - -Habiendo entregado al rey Chico la Alhambra y todas las demás fuerzas, -en las cuales puso gente de confianza, los moros le suplicaron pidiese -al rey D. Fernando seguro para que la Vega se sembrase; y así lo envió -a suplicar, y que todos los lugares de moros que estaban fronteros de -los lugares de cristianos, que le obedeciesen a él, y no a su tío, y -que para ello les daría seguro de que pudiesen sembrar y tratar en -Granada segura y libremente. - -Todo lo cual le otorgaron los reyes Católicos por ayudarle; y así el -rey cristiano escribió a los lugares de los moros que obedeciesen al -rey Chico, pues era su rey natural, y no a su tío; y que él les daba -seguro de no hacerles ningún mal ni daño, y que pudiesen labrar sus -tierras. - -Los moros con este seguro lo hicieron así, y asimismo escribió el rey -cristiano a todos los capitanes de las fronteras que no hiciesen mal -a los moros fronterizos; lo cual cumplieron, y los moros andaban muy -alegres y contentos, y dieron la obediencia al rey Chico. - -El rey Chico habiendo hecho todo aquesto, y dado contento a sus -ciudadanos y aldeanos, mandó cortar las cabezas a cuatro caballeros -Almoradís que le habían sido muy contrarios, y con esto cesaron las -sangrientas y civiles guerras por entonces. - -Y porque la intención del moro cronista no fue tratar de la guerra de -Granada, sino de las cosas que pasaron dentro de ella, y de las guerras -civiles que en ella hubo, no pongo aquí la guerra, sino el nombre de -los lugares que se rindieron, tomada la ciudad de Vélez-Málaga, que son -estos: - -Bentomiz, la villa de Comares, Dompera, la Villa del Cestillo, -Guadalta, Jaraz, Cavilla, Rubir, Pitargies, Lucas, Jaranca, Almejía, -Mainete, Venaquer, Camillas, Alebonache, Canillas de Albaidas, Narija, -Benicorán, Cafis, Buenas, Alboraba, Alcuchavia, Alhitán, Daimas, -Algorgi, Morgaza, Machara, Albomaila, Benadaliz, Cimbochillas, -Predilipe, Beiros, Sinarax, Hajar, Corterrojas, Alhacaque, Almería, -Aprina, Aletín. - -Estos lugares del Alpujarra se dieron a los reyes Católicos, de lo -cual les pesaba a los moros de Granada, teniendo tan gran recelo de -perderse, como los demás lugares se habían perdido. - -Pues vengamos ahora al propósito: después de haber rendido a -Vélez-Málaga, los pusieron en tanto aprieto, que les faltó el -mantenimiento, y muchas municiones de guerra; de suerte que estaban -para darse. - -Los moros de Guadix sabido este negocio lo sintieron mucho, y los -alfaquíes le rogaron al rey viejo que fuese a socorrer a Málaga, como -lo hizo con mucha gente. - -El rey Chico supo de este socorro de su tío, y mandó juntar mucha gente -de a pie y de a caballo, y fue Muza por capitán de ellos para que les -impidiese el paso, y los desbaratase; y así lo hizo, que les aguardó -y salió al encuentro, y trabaron una cruel batalla, en la cual fueron -muertos gran parte de los de Guadix, y los demás huyeron volviéndose a -su tierra admirados del valeroso Muza y de los suyos. - -Luego el rey Chico escribió al rey D. Fernando todo lo que había pasado -con los moros de Guadix que iban al socorro de Málaga, de lo cual se -alegró el rey Católico, y se lo agradeció, y le envió un rico presente; -y el rey Chico envió al rey D. Fernando un presente de caballos, muy -riquísimamente enjaezados, y a la reina envió paños de seda y perfumes. - -Los reyes cristianos escribieron a los capitanes y alcaides fronteros -de Granada y sus lugares, le diesen favor al rey Chico contra su tío, -y que no hiciesen mal ni daño a los moros, ni tratantes de Granada que -fuesen a sembrar o a labrar sus tierras. - -El rey de Granada envió a decir al rey D. Fernando, que tenía noticia -cómo los moros de Málaga no tenían bastimentos; que les impidiese que -por mar ni por tierra les entrasen, y que se rendirían sin falta. - -Finalmente, dieron los cristianos tan gran batería a los cercados, que -fue ganada Málaga y su distrito; y puesta buena guardia en Málaga y su -costa, recibieron los reyes Católicos una carta de Granada, enviada por -los caballeros Alabeces, Gazules y Almoradines, la cual decía así: - - «Muy poderosos señores: los días pasados hicimos saber a vuestras - majestades los caballeros Alabeces, Gazules, Aldoradines, y otros - muchos de esta ciudad de Granada que somos de un bando, del cual es - también Muza, cómo queríamos ser cristianos y entregar este reino a - vuestras reales personas; y pues se ha dado fin glorioso a las cosas - del Andalucía, se puede empezar la conquista de este reino por la - parte de Murcia, que es cierto que los alcaides de las fronteras y - del río de Almanzor se entregarán luego sin defenderse, porque así - está tratado entre nosotros; y siendo ganada Almería y su río, que es - el más dificultoso, y Baza, se puede cercar a Granada; que te damos - fe, como caballeros, de hacer tanto en tu servicio, que Granada se - entregue a pesar de todos los que en ella viven. Muza en nombre de - los vasallos arriba contenidos besa vuestras reales manos etc. De - Granada.» - -Escrita esta carta, fue enviada al rey D. Fernando; el cual como -entendió las razones, y viendo como los caballeros Abencerrajes que -andaban en su servicio procedían tan bien como lo habían escrito, luego -se puso en camino para Valencia, y allí hizo cortes; y con el grande -deseo que tenía de acabar del todo aquel reino, se vino a la ciudad de -Murcia, y allí fue discurrido cómo había de entrar por la parte de Vera -y Almería; y resuelto en lo que había de hacer, se fue a la villa de -Lorca para desde allí entrar en el reino de Granada. - -Fueron de la ciudad de Murcia con el rey D. Fernando muchos caballeros -muy principales, los cuales será bien declarar, porque su valor y -proezas lo merecían, aunque no se nombrarán todos. - -Fueron Fajardos, caballeros de claro linaje, Albornoces, Ayalas, Giles, -Galeros, Carrillos, Clavillos, Guzmanes, Riquelmes, Avellanedas, -Villaseñores, Comences, Ralones, Pereas, Fontes, Ávalos, Valcárceles, -Pachecos, Moncadas, Monzones, Guevaras, Melgarejos, Torrecillas, -Llamas, Salares, Eustreros, Andosillas, Loaysas, Iufrentes, -Sayavedras, Hermasillas, Pelozones, Balboas, Viloas, Alarcones, Laras, -Fauras, Zambranas, Cascales, Sotos, Sotomayor, Puxmarines, Varribreas, -Paralexas, Saurines, Lázaros, Vorias, Peñaveleros, Escamoz, Dotos y -Rosales, Jereces, Gómez, Mulas, Darines, Alburquerques, Loritas, Ponces -de León, otros Guevaras, Cisones, Manchirones, Leones, otros Ponces -de León, Cildranes, Rosiquíes, Tomases, Tizonas, Paganes, Cernales, -Alemanes, Rodas, Pineros, Hurtados. - -De la villa de Mula, Jerez de Ávila y Gitar, Leyvas, Correllas, Mazas, -Melgarez. - -De Lorca salieron Moratas, Portales, Cozorlas, Pérez de Tudela, -Mutados, Quiñoneros, Pineros, Falconetes, Mateos, Rendones, Marcelas, -Burgos, Alcázares, Romanes. - -Finalmente de estos lugares referidos, Murcia, Lorca y Mula, salieron -todos estos caballeros hijosdalgo en servicio del rey D. Fernando -contra los moros del reino de Granada, y otros muchos que no se -refieren por evitar prolijidad; los cuales mostraron bien el valor de -sus personas en todas las ocasiones que se ofrecieron. - -En Lorca dejó el rey en Santa María una custodia de oro, y una cruz de -cristal, guarnecida de oro fino. - -Pues habiendo puesto el rey toda su gente en muy buena orden, se partió -a Vera, en la cual estaba por alcaide un valiente moro, hijo del -valiente Alabez que murió preso en Lorca. Llamábase también Alabez, -no menos valiente que el otro; el cual como supo la venida del rey D. -Fernando, luego se dispuso a entregarle la ciudad y fuerza, porque -estaba tratado por cartas. - -Y así llegando el rey a una fuente que llaman del Pulpí, salió el -alcaide Alabez a recibirle, y le entregó las llaves de la ciudad de -Vera y de su fuerza. El rey entró en la ciudad, y se apoderó de ella, y -puso otro alcaide, y a Alabez hizo muchas mercedes. - -No había sino seis días que estaba en Vera el rey, cuando se le -entregaron los lugares siguientes: Vera, Antas, Lorin, Sorbas, Teresa, -Cabrera, Sotena, Cricantocia, Las Cuevas, Portilla, Overa, Zurgena, -Huércal, Vélez el Blanco, Turbe, Mojácar, Uleila del Campo, Cuerbro, -Tabernas, Ynox, Albreas, el Box, Santo Perar, Huéscar, Cijola, -Pataloba, Finis, Albanabez, Inmeytin, Ventiagla, Vélez el Rubio, -Tirieza, Xiquena, Purchena, Cúllar, Benamantel, Castilleja, Orce, -Galera, Utreza, Armuña, Bayarque, Sierto, Filabres, Vacares, Durca; y -sin estos otros muchos lugares del río de Almanzor. - -Los tres Alabeces suplicaron al Católico rey que los mandase bautizar; -conviene a saber: Alabez, alcaide de Vera; Alabez, alcaide de Vélez el -Rubio, y Alabez, alcaide de Vélez el Blanco. - -El rey se holgó mucho de ello, y por ser principales caballeros mandó -que los bautizase el Obispo de Plasencia; y del alcaide de Vera fue -padrino D. Juan Chacón, adelantado de Murcia, y del alcaide de Vélez el -Rubio lo fue un principal caballero llamado D. Juan de Ávalos, hombre -de grande valor, y muy estimado del rey por su grande bondad. Este -Ávalos fue alcaide de la villa de Cuéllar, y él y otros caballeros -naturales de la villa de Mula, llamados Pérez de Hita, pelearon con -los moros de Baza, que cercaron la villa de Cuéllar tan bravamente, que -jamás se vio en tan pocos cristianos tan brava resistencia; y al fin -los moros no la tomaron por ser tan bien defendida. - -Esta batalla escribe Hernando del Pulgar, cronista del rey D. Fernando. - -Del nombre de este alcaide Ávalos se llamó el alcaide de Vélez el -Rubio D. Pedro de Ávalos, a quien el rey D. Fernando hizo muy grandes -mercedes por su valor, y le dio y otorgó grandes privilegios, en que -pudiese traer armas, y tener oficios nobles en la república. Del -alcaide de Vélez el Blanco, hermano del que hemos dicho, fue padrino un -caballero llamado D. Fadrique. De aquestos tres famosos alcaides hay -hoy día deudos, en especial de Ávalos. - -De esta suerte se iban tornando cristianos algunos de los más -principales alcaides de estos lugares, entregándosele sin pensar. - -Siendo el rey apoderado de todas estas fuerzas ya dichas, determinó de -irse a Almería por ver su asiento, y ponerla cerco, dando lugar a los -moros que se habían dado para que los que quisiesen se fuesen a África, -o adonde les pareciese, y que los que quisiesen estar quedos, que se -estuviesen. - -Con esto el rey fue a Almería, donde tuvieron con los moros encuentros. - -Partiose de Almería el rey, dejando el cerco para después; y asimismo -lo hizo en Baza, después de haber bien reconocido y visto donde podía -poner sitio y real. - -Tuvo con los moros en Baza grandes encuentros, donde murieron muchos de -ellos: allí hizo D. Juan Chacón cosas memorables. - -Levantose el real, y fue a Huéscar, la cual se dio luego. Aquí mandó -el rey despedir la gente de guerra, y él se fue a Caravaca a adorar la -santa cruz que allá está, y de allí se partió a Murcia, donde estaba la -reina Doña Isabel, y descansó aquel año. - -En este tiempo hubo grandes rebeliones en los lugares que se habían -dado; pero el rey D. Fernando los apaciguó enviando gente de guerra que -los aquietase. - -El año siguiente puso cerco el rey D. Fernando a la ciudad de Baza, -donde hubo muchas escaramuzas y batallas entre moros y cristianos. Vino -a tanto extremo de necesidad Baza, que pidió socorro al rey viejo, que -estaba retirado en Guadix, y al rey Chico de Granada, mas este no quiso -darla ningún socorro. El rey viejo envió bastimentos y gente de guerra -a Baza. - -Muchos moros de Granada comenzaron a alborotar la ciudad; y visto -que el rey de ella no quiso dar favor a los de Baza, decían que los -cristianos ganaban el reino, y no eran socorridos los moros, y que era -mal hecho; y así se salían muchos moros secretamente al socorro de Baza. - -El rey Chico enojado contra los que alborotaban la ciudad, mandó hacer -pesquisa de ellos, y sabido les hizo cortar la cabeza. - -Al fin Baza se dio, y Almería y Guadix, porque el rey viejo las -entregó. El rey D. Fernando le dio ciertas villas en recompensa; pero a -pocos días se pasó a África. - -Así como se dieron las tres ciudades dichas, no hubo villa, lugar ni -fortaleza que no se diese al rey Católico; de suerte que todo el reino -estaba aprisionado, salvo la ciudad de Granada; y así será bien dar -fin a las guerras civiles, y tratar del rey de ella. - -Ya dijimos como fue prisionero el rey Chico de Granada por el alcaide -de los Donceles D. Diego Fernández de Córdoba, señor de Lucena, y por -el Conde de Cabra; y como el rey D. Fernando le dio libertad, con -condición que el moro le había de dar cierto tributo. - -Otrosí, entre estos dos reyes fue concertado que acabado de ganar a -Guadix, Baza y Almería, y todo lo demás del reino, el rey Chico le -había de entregar al rey D. Fernando la ciudad de Granada y Alhama, -con el Alcazaba y Albaicín, Torres-Bermejas y castillo de Bibatambién, -con todas las demás fuerzas de la ciudad; y que el rey D. Fernando le -había de dar al rey moro la ciudad de Purchena y otros lugares en que -estuviese, para que con las rentas de ellos viviese hasta su fin. - -Pues habiendo el rey cristiano ganado a Baza, Guadix y Almería, con -todo lo demás, luego envió sus mensajeros al rey moro que le entregase -a Granada y fuerzas de ella, como estaba puesto en el concierto y -trato, y que él le daría a Purchena y los lugares prometidos. - -A esto respondió el rey moro que estaba arrepentido del trato hecho, -que aquella ciudad era muy grande y populosa, y llena de gente, -naturales y extranjeros, de los que habían escapado de todas las -ciudades ganadas, y que había diversos pareceres sobre la entrega de -la ciudad, y aun se comenzaban nuevos escándalos en ella; y que aunque -los cristianos se apoderasen de la ciudad, que no la podrían sojuzgar: -por tanto, que su alteza pidiese dobladas parias y tributo, que lo -pagaría, y que no le pidiese a Granada, que no se la podía dar, y que -le perdonase. - -Con aquesta respuesta se enojó el rey D. Fernando, en ver que le -quebraba la palabra, y tornó a replicarle, que tenía determinado de -darle a Purchena y otros lugares; y que pues le faltaba de su promesa, -no le daría sino otros pueblos no tan buenos; y que pues decía que la -ciudad de Granada no podía ser sojuzgada, que él se avendría con la -gente, y que siendo entregado en las fuerzas, y quitando las armas a -los moradores, los allanaría con facilidad; y que si no le entregaba la -ciudad le harían cruel guerra. - -Turbado el moro de la resolución del rey cristiano, juntó todos sus -consejos, con los cuales comunicó aquel caso, y sobre ello hubo grandes -pareceres. - -Los Zegríes decían que no hiciese tal, ni por imaginación, ni quitase -las armas. - -Los Gomeles y Mazas estuvieron de aqueste parecer. - -Los Venegas, Aldoradines, Gazules y Alabeces, que determinaban ser -cristianos, decían que el rey D. Fernando pedía justicia, pues estaba -así concertado; y ya que debajo de aquel concierto el rey D. Fernando -les había dado lugar de cultivar sus haciendas y labores, y a los -mercaderes para entrar y salir en los reinos de Castilla a tratar con -sus cartas de seguro, que ahora no era justo hacer otra cosa; que no -era de rey quebrar la palabra, pues el cristiano no la había quebrado. - -Los Almoradís decían que no convenía darle al rey D. Fernando nada de -lo que pedía, que si él había dado lugar a los moros para cultivar sus -labores, también ellos no habían corrido los campos de las fronteras; -que también ellos gozaban de aquella paz y concierto, y así como los -moros, y mejor. - -Toda la demás gente de guerra fue de este parecer, y le fue respondido -al rey Católico, que no había lugar a lo que pedía. - -Vista la respuesta del rey moro, y que venían a correr la tierra de -los cristianos, mandó el rey D. Fernando reforzar y guarnecer todas -las fronteras, y proveerlas de bastimentos y municiones, con intento -de poner cerco a Granada el verano siguiente; y así se fue a Segovia a -invernar. - - - - -CAPÍTULO XVII. - -_En que se da cuenta del cerco de Granada por los reyes Católicos, y de -la fundación de Santa Fe._ - - -El verano siguiente vino el rey D. Fernando a Córdoba, y allí tuvo -ciertas escaramuzas con los moros de Granada, y quitó el cerco de -Salobreña que tenían los moros en aprieto. Hecho esto se fue a Sevilla -a tratar ciertas cosas para el cerco de Granada. - -Volvió a Córdoba, y de allí vino a la Vega de Granada y destruyó todo -el Valle de Alhendín, y mataron los cristianos muchos moros, y quemaron -nueve aldeas. En una escaramuza murieron muchos Zegríes a manos de los -cristianos Abencerrajes, y un Zegrí escapó huyendo a darle esta mala -nueva al rey moro. - -El rey D. Fernando puso su real en la misma Vega, donde estaba -prevenido todo lo necesario, y puso toda su gente en escuadrón formado -con todas sus banderas tendidas y su real estandarte, en el cual -llevaba por divisa un Cristo crucificado. - -Por la nueva que llevó el Zegrí al rey se hizo este - -ROMANCE. - - Mensajeros han entrado - al rey Chico de Granada; - entran por la puerta Elvira - y paran en el Alhambra. - Ese que primero llega - Mahoma Zegrí se llama, - herido viene en un brazo - de una muy mala lanzada. - Y así como hubo llegado - desta manera le habla, - con el rostro demudado - de color muy fría y blanca: - «Nuevas te traigo, señor, - y una muy mala embajada. - Por ese fresco Genil - mucha gente viene armada: - Sus banderas traen tendidas, - puestas a son de batalla, - un estandarte dorado - en el cual viene bordada - Una muy hermosa cruz, - que más relumbra que plata, - y un Cristo crucificado - traía por cada banda. - El general desta gente - el rey Fernando se llama: - todos hacen juramento - en la imagen figurada, - de no salir de la Vega - hasta rendir a Granada. - Y con esta gente viene - una reina muy preciada, - llamada Doña Isabel, - de grande nobleza y fama. - Veisme aquí, herido vengo - ahora de una batalla, - que entre cristianos y moros - en la Vega fue trabada. - Treinta Zegrís quedan muertos, - pasados por el espada - de cristianos Bencerrajes - con braveza no pensada. - Perdóname por Dios, rey, - que no puedo dar el habla, - que me siento desmayado - de la sangre que me falta.» - Estas palabras diciendo - el Zegrí, allí se desmaya: - desto quedó triste el rey, - que no pudo hablar palabra. - -Otros cantaron este romance de otra manera; y porque no se le hace -agravio al que le compuso, lo pondremos aquí, aunque los romances -tienen un mismo sentido, y dice así: - - Al rey Chico de Granada - mensajeros le han entrado; - entran por la puerta Elvira - y en el Alhambra han parado. - Este que primero llega - es un Zegrí muy nombrado, - con una marlota negra, - señal de luto mostrando. - Las rodillas por el suelo, - desta manera ha hablado: - «Nuevas te traigo, señor, - de dolor en sumo grado. - Por ese fresco Genil - un campo viene marchando, - todo de lucida gente, - sus armas van relumbrando. - Las banderas van tendidas, - y un estandarte dorado: - el general de esta gente - es el invicto Fernando. - En el estandarte trae - un Cristo crucificado; - todos hacen juramento - morir por el figurado, - Y no salir de la Vega, - ni volver atrás un paso, - hasta ganar a Granada - y tenerla a su mandado. - Y también viene la reina, - mujer del rey D. Fernando, - la cual tiene tanto esfuerzo - que anima a cualquier soldado. - Yo vengo herido, buen rey, - un brazo tengo pasado, - y un escuadrón de tus moros - ha sido desbaratado. - Todo el campo de Alhendín - queda roto y saqueado.» - Estas palabras diciendo - cayó al Zegrí desmayado. - Mucho lo siente el rey moro, - del gran dolor ha llorado, - al Zegrí quitan de allí - y a su casa le han llevado. - -Dejando ahora los romances, y tornando a lo que hace al caso de nuestra -historia, el rey D. Fernando asentó su real, y le fortificó con muy -gran discreción y conforme práctica de milicia, y en una noche se hizo -allí un lugar en cuatro partes partido, quedando en cruz; el cual tenía -cuatro puertas, y todas se veían estando en medio de las cuatro calles. - -Hízose esta población entre cuatro grandes de Castilla, y cada uno tomó -un cuartel a su cargo. - -Fue cercado de un firme baluarte todo de madera, y por encima cubierto -de lienzo encerado de modo que parecía una firme y blanca muralla, toda -almenada y torreada; siendo una cosa muy de ver, que no parecía sino -labrada de una muy curiosa cantería. - -Otro día por la mañana cuando los moros vieron aquel lugar hecho y tan -cerca de Granada, todo torreado, se maravillaron mucho de verle. - -El rey D. Fernando como vio acabado aquel lugar, y con tan gran -perfección, le hizo ciudad, y le puso por nombre Santa Fe, y la dotó de -muchas franquezas y privilegios, de los cuales hoy día goza. - -Y porque esta ciudad se hizo de esta suerte, se compuso este romance -antiguo, que dice así: - - Cercada está Santa Fe - con mucho lienzo encerado, - al derredor muchas tiendas - de seda, oro y brocado, - Donde están duques y condes, - señores de grande estado, - y otros muchos capitanes, - que lleva el rey D. Fernando. - Todos de valor crecido, - como ya lo habréis notado - en la guerra que se ha hecho - en el granadino estado. - Cuando a las nueve del día - un moro se ha demostrado - sobre un caballo negro, - de blancas manchas manchado; - Cortados ambos hocicos, - porque le tiene enseñado - el moro, que con sus dientes - despedace a los cristianos. - El moro viene vestido - de blanco, azul y encarnado, - debajo de esta librea - traía un muy fuerte jaco; - Una lanza con dos hierros - de acero muy bien templado, - una adarga hecha en Fez - de un ante rico extremado. - Aqueste perro con befa - en la cola del caballo, - la sagrada AVE MARÍA - llevaba haciendo escarnio. - Llegando junto a las tiendas - de esta manera ha hablado: - «¿cuál será aquel caballero, - que sea tan esforzado, - que quiera hacer conmigo - batalla en aqueste campo? - Salga uno, salgan dos, - salgan tres, o salgan cuatro; - el alcaide de los Donceles - salga, que es hombre afamado. - Salga ese conde de Cabra, - en guerra experimentado; - salga Gonzalo Fernández, - que es en Córdoba nombrado, - O si no Martín Galindo, - que es valeroso soldado; - salga ese Portocarrero, - señor de Palma nombrado, - O el bravo D. Manuel - Ponce de León llamado, - aquel que sacara el guante, - que por industria fue echado - donde estaban los leones, - y él lo sacó muy osado. - Y si no salen aquestos, - salga el mismo rey Fernando, - que yo le daré a entender - si tengo valor sobrado.» - Los caballeros del rey - todos están escuchando; - cada uno pretendía - salir con el moro al campo. - Garcilaso estaba allí, - mozo gallardo esforzado: - licencia le pide al rey - para salir al pagano. - «Garcilaso, sois muy mozo - para emprender este caso: - otros hay en el real - a quien poder encargarlo.» - Garcilaso se despide - muy confuso y enojado, - por no tener la licencia, - que al rey le había demandado; - Pero muy secretamente, - Garcilaso se había armado, - y en un caballo morcillo - salídose había al campo. - Nadie le ha conocido, - porque sale disfrazado: - fuese donde estaba el moro, - y de esta suerte le ha hablado; - «Ahora verás tú, moro, - si tiene el rey D. Fernando - caballeros valerosos - que salgan contigo al campo. - Yo soy el menor de todos, - y vengo por su mandado.» - El moro cuando le vido - en poco le había estimado, - Y díjole de está suerte: - «Yo no estoy acostumbrado - a hacer batalla campal - sino con hombres barbados. - Vuélvete, rapaz, le dice, - y venga el más estimado.» - Garcilaso se enojó, - puso piernas al caballo, - Arremete para el moro, - y un grande encuentro le ha dado. - El moro que esto vido, - revuelve así como un rayo: - Comienzan la escaramuza - con un furor muy sobrado: - Garcilaso, aunque era mozo, - muy gran valor ha mostrado. - Diole al moro una lanzada - que el pecho le ha atravesado, - y el moro cayera muerto; - tendido le había en el campo. - Garcilaso con presteza - del caballo se ha apeado: - cortárale la cabeza, - y en el arzón la ha colgado. - Quitole el AVE MARÍA - de la cola del caballo, - e hincando ambas rodillas - con devoción la ha besado, - Y en la punta de la lanza - por bandera la ha colgado: - subió en su caballo luego, - y el del moro había tomado. - Cargado destos despojos - al real se había tornado, - donde están todos los grandes, - también el rey D. Fernando. - Todos tienen en grandeza - aquel hecho señalado: - también el rey y la reina - mucho se han maravillado, - por ser Garcilaso mozo, - y haber hecho un tan gran caso: - Garcilaso de la Vega - desde allí se ha intitulado, - porque en la Vega hiciera - campo con aquel pagano. - -Como dice el romance, el rey y la reina y todos los del real se -maravillaron de aquel gran hecho de Garcilaso, y el rey le mandó poner -en sus armas las letras del AVE MARÍA; con justa razón, por habérsela -quitado al moro de tan indecente parte, y por ello haberle cortado la -cabeza. - -Desde entonces en adelante los moros de Granada salían a tener -escaramuzas con los cristianos en la Vega, en las cuales los cristianos -llevaban lo mejor siempre. - -Los valerosos Abencerrajes cristianos suplicaron al rey que les diese -licencia para hacer un desafío con los Zegríes. - -El rey conociendo su bondad y valor se la otorgó, dándoles por caudillo -al valeroso caballero D. Diego Fernández de Córdoba, alcaide de los -Donceles. Hecho el desafío, los moros Zegríes salieron fuera de la -ciudad. - -El desafío se hizo de cincuenta a cincuenta; y no muy lejos vinieron -los Zegríes muy bien aderezados, todos vestidos de su acostumbrada -librea pajiza y morada, plumas de lo mismo. - -Los bravos Abencerrajes salieron con su acostumbrada librea azul y -blanca, todos llenos de ricos tejidos de plata, las plumas de la -misma color; en sus adargas su acostumbrada divisa, salvajes que -desquijaraban leones, y otros un mundo que le deshacía un salvaje con -un bastón. - -De esta forma salió también el valeroso alcaide de los Donceles, y -llegándose los unos a los otros, uno de los caballeros Abencerrajes les -dijo a los Zegríes: - ---Hoy ha de ser el día, caballeros, en que nuestros prolijos bandos -han de tener fin, y pagarnos la deuda que nos debéis, causa de vuestra -malicia y envidia. - -A lo cual replicaron los Zegríes, que no se gastase el tiempo en -palabras, sino en obras. Diciendo esto se comenzó entre todos una brava -y sangrienta escaramuza, la cual se holgaba el rey de ver, y todos los -demás del real. - -Duró esta escaramuza cuatro horas buenas, en la cual hizo el valeroso -alcaide de los Donceles cosas maravillosas, tanto que fue parte su -bondad para que los Zegríes fuesen desbaratados y muchos muertos, y los -demás puestos en huida. Los Abencerrajes los fueron siguiendo hasta -meterlos por las puertas de Granada. - -Aquesta escaramuza puso a los Zegríes en grande quebranto, y al mismo -rey de Granada, que lo sintió mucho y de allí adelante se tuvo por -perdido. - -Otro día siguiente la reina Doña Isabel tuvo gana de ver el sitio de -Granada, y sus murallas y torres; y así acompañada del rey y de los -Grandes, y gente de guerra, se fue a un lugar, llamado la Zubia, que -está a una legua de Granada, y de allí se puso a mirar la hermosura y -amenidad de la ciudad. - -Miraba las torres y las fuerzas del Alhambra; miraba los labrados y -costosos olivares; miraba las Torres-Bermejas, la brava y soberbia -Alcázar y Albaicín, con todas las demás torres, castillos y murallas. -Holgábase mucho de verlo todo la cristianísima reina, y deseaba verse -dentro, y tenerla ya por suya. - -Mandó la reina que aquel día no hubiese escaramuza, mas no se pudo -excusar, porque sabiendo que estaba allí la reina, quisieron darla -pesadumbre; y así salieron de Granada más de mil moros, y trabaron -escaramuza con los cristianos, la cual se comenzó poco a poco, y -se acabó muy de veras y a gran priesa, porque los cristianos les -acometieron con tanta fortaleza, que los moros huyeron, y los -cristianos siguieron el alcance hasta las puertas de Granada, y mataron -más de cuatrocientos de ellos, y cautivaron más de cincuenta. - -En esta escaramuza se señaló grandemente el alcaide de los Donceles, y -Portocarrero, señor de Palma. - -Este día mataron a casi todos los Zegríes: también esta pérdida sintió -el rey de Granada, porque fue mucha. - -La reina se volvió al real con toda su gente, muy contenta de haber -visto a Granada y su asiento. - -En este tiempo unos leñadores moros se hallaron las cuatro marlotas -y los cuatro escudos de los turcos que hicieron la batalla por la -reina Sultana; y como entraron en Granada con ellas, y conocieron las -marlotas y escudos por sus divisas, se las tomaron a los leñadores, -preguntándoles dónde habían habido aquellas ropas y escudos. Los -leñadores dijeron que ellos las habían hallado en lo más espeso del -Soto de Roma. Gazul, sospechando mal, les volvió a preguntar si habían -hallado a algunos caballeros muertos. Los leñadores respondieron que no. - -Gazul mandó llevar las marlotas y escudos a casa de la reina Sultana, y -fue él también allá, y mostrando las marlotas a la reina, dijo: - ---Señora, ¿no son estas las propias marlotas de los caballeros que os -libraron de la muerte? - -La reina Sultana las miró bien, y luego las conoció, y dijo que ellas -eran. - ---Pues, ¿qué es la causa --dijo Gazul-- que unos leñadores se las hayan -hallado? - ---No sé qué pueda ser --dijo la reina. - -Luego sospecharon que los Zegríes y Gomeles los habían muerto, y que no -podía ser otra cosa. - -Gazul contó lo que pasaba a los Alabeces y Venegas, Aldoradines y -Almoradís, los cuales por aquel respecto trataron mal de palabras a -los Zegríes que quedaban, y a los Gomeles y Mazas: estos, como estaban -libres de aquello que se les imputaba, defendían su partido, y sobre -ello se revolvió entre dichos linajes de caballeros una pendencia, -por cuya causa casi se perdiera Granada; que harto tuvo el rey y los -alfaquíes que apaciguar, y decían los alfaquíes: - ---¿Qué hacéis, caballeros de Granada? ¿Por qué volvéis las armas contra -vosotros mismos, estando vuestros enemigos a las puertas de la ciudad? -Mirad que lo que ellos habían de hacer, hacéis vosotros. Mirad que nos -perdemos, y no es tiempo de andar en divisiones. - -Tan buenas razones dijeron los alfaquíes, y tanto hizo el rey y otros -caballeros, que todo este escándalo fue apaciguado con gran pérdida de -los caballeros Gomeles y Mazas, y algunos de sus contrarios. - -Muza, que deseaba que la ciudad se diese al cristiano rey, viendo -armada de nuevo aquella división entre los más principales, se -holgó mucho por lo que él y los de su bando pretendían, que era ser -cristianos y entregar la ciudad al rey D. Fernando; y un día estando a -solas con el rey su hermano, le habló de esta manera: - ---Muy mal lo has mirado, hermano Abdalí, en haber quebrado la palabra -que le diste al rey cristiano, y no es trato de rey faltar en lo que -propone. Veamos ahora cómo te puedes conservar en esta ciudad, que -te ha quedado sola de tu reino. Bastimentos van faltando, puesta en -división, no olvidados los rencores contra ti por la muerte de los -Abencerrajes, por su destierro tan sin ocasión, y por la deshonra -que hiciste a tu mujer la reina, que aunque fue bien vengada, los -Almoradís y Marines sus parientes te tienen un odio mortal: no -quisiste recibir jamás de mí ningún consejo, que si lo admitieras, no -vinieras al estado miserable en que estás puesto, no teniendo socorro -ninguno para resistir la pujanza grande del rey cristiano. Y así, ¿qué -determinas hacer? ¿No hablas? ¿Por qué no me respondes? De mi voto, si -no te quieres perder de todo punto, entrega al rey D. Fernando esta -ciudad, pues que te da en qué y con qué vivas tú y tus siervos. No le -indignes más, cumple la palabra con voluntad, si no quieres que a tu -pesar te la haga cumplir. Adviértote que están determinados los más -principales caballeros de Granada de irse a servir al rey Católico, o -darte muy cruel guerra; y si quieres saber quién son, has de saber que -los Alabeces y Gazules, Aldoradines y Venegas, Azarques y Alarifes, -y todos los de sus parcialidades, que tú conoces muy bien, y yo el -primero, queremos ser cristianos y servir al rey D. Fernando. Por -tanto, consuélate, y mira que si estos que te digo te faltan, ¿qué -harás aunque sea en tu favor todo lo restante de la ciudad? Porque -todos estos quieren guardar sus haciendas, y no quieren ver su amada -patria destruida y saqueada, ni sus reales banderas y estandartes -rotos con violencia no vista, y ellos esclavos, divididos por diversas -partes de los reinos de Castilla. Muévete a hacer lo que te digo: mira -con cuánta piedad y misericordia el rey D. Fernando ha tratado a los -pueblos del reino, dejándoles vivir con libertad en sus propias casas -y haciendas, pagando lo mismo que a ti te pagaban, y que traigan sus -ropas y vestidos, y hablen la lengua y vivan en su ley. - -Muy admirado y confuso se halló el rey con las razones que su hermano -Muza decía, y con la libertad con que le hablaba; y dando un doloroso -suspiro, viendo que de todo punto le convenía dar su ciudad bella, -porque no tenía reparo de hacer otra cosa; considerando que todos los -caballeros querían ser de la parte del rey Católico, y su mismo hermano -con ellos, y considerando que si no entregaba la ciudad, los males -que la gente de guerra en ella pudieran hacer, así de robos como de -forzar a las doncellas y casadas, y otras cosas que los victoriosos -soldados suelen hacer en las ciudades que rinden, le dijo a su hermano -que estaba de parecer de darle ayuda y ponerse en las manos del rey D. -Fernando. - -Y para la ejecución de ello le dijo a Muza que llamase y juntase todos -los caballeros y linajes que estaban de aquel parecer, lo cual hizo -luego el capitán Muza. - -Y siendo juntos en el Alhambra, se trató con ellos si le darían al -victorioso rey D. Fernando a Granada. Todos los que estaban allí, -Alabeces, Aldoradines, Gazules, Venegas, Azarques, Alarifes y otros -muchos caballeros de este bando, dijeron que la ciudad se entregase al -rey D. Fernando. - -Visto que la flor y lo mejor de los caballeros de Granada estaban de -parecer que la ciudad se entregase; mandando luego tocar sus trompetas -y añafiles, al cual son se juntaron todos los caballeros, y cuando el -rey Chico los vio juntos, les contó lo que estaba tratado entre él y su -hermano, que por dolerse de la ciudad y no verla por el suelo, se la -quería entregar al rey cristiano. - -En la ciudad alborotada por esto, daban diferentes votos unos de -otros: los unos decían que no se diese la ciudad; otros que sí, porque -era bien para toda la ciudad; otros decían que anduviese la guerra, y -que les vendría socorro de África; otros que no vendría. - -En estos dares y tomares estuvieron treinta días, al cabo de los -cuales fue entre todos determinado de dar la ciudad, y ponerse a la -misericordia del rey D. Fernando; y con condición que todos los que -quisiesen vivir en su ley y quedarse con sus haciendas, trajes y -lenguaje, así como habían quedado todas las demás ciudades, villas y -lugares que al rey cristiano se le habían entregado. - -Acordado esto de esta manera, fueron a hablar al rey D. Fernando sobre -ello, y los que fueron a tratarlo eran Alabeces, Aldoradines, Gazules, -Venegas, y Muza por cabeza de todos; los cuales salieron de la ciudad -y fueron a Santa Fe donde estaba el rey D. Fernando acompañado de los -Grandes de Castilla; el cual como vio venir tan grande escuadrón, mandó -que el real se apercibiese por si fuese menester, aunque por cartas de -Muza sabía lo que se trataba en Granada. - -Llegaron al real los granadinos caballeros, se apearon y entraron en -Santa Fe, y fueron al alojamiento real. Eran Muza, Malique Alabez, -Aldoradín y Gazul, los cuales llevaban comisión de tratar este negocio. - -Todos los demás caballeros moros quedaron fuera del real paseándose y -hablando con los demás caballeros, admirados de ver tanta braveza y -apercibimiento de guerra, y de ver aquel fuerte real y su asiento. - -Finalmente, los comisarios moros hablaron con el rey, y Aldoradín, -caballero muy estimado, dijo lo siguiente: - -_Razonamiento que se hizo al rey D. Fernando._ - - «No las sangrientas armas ni el belicoso son de acordadas trompetas - y retumbantes cajas, ni arrastradas banderas, ni muerte de varones - ínclitos, invicto y poderoso rey Católico, ha sido parte para que - nuestra ciudad de Granada viniese a entregarse, y dar, y abatir sus - reales pendones, sino la fama de tu soberana virtud y misericordia, - que de ordinario usas con tus súbditos, lo cual es muy manifiesto - a todos; y confiados en que nosotros los moradores de la ciudad de - Granada no seremos menos tratados ni honrados que los demás que a tu - grandeza se han dado, nos venimos a poner en tus reales manos, para - que de nosotros y de todos los de la ciudad hagas tu voluntad, como - de humildes vasallos; y desde ahora prometemos de darte a Granada y - todas sus fuerzas, para que de la ciudad y de ellos dispongas a tu - voluntad; y el rey besa tus reales pies y manos, y pide perdón de - haber faltado a la palabra y juramento dado; y porque tu grandeza vea - ser esto así, toma una carta suya, la cual me mandó que pusiese en - tus reales manos.» - -Diciendo esto hincadas ambas rodillas, besó la carta, y se la dio al -rey D. Fernando; y recibiéndola con mucho contento la abrió, y leída -entendió el rey ser así lo que Aldoradín le había dicho, y que su -alteza fuese a Granada y tomase posesión de la ciudad y del Alhambra. - -El Aldoradín pasó adelante con su plática diciendo: - - «Las condiciones arriba dichas son que los moros que quisiesen ir - al África se fuesen libres, y que los que se quisiesen quedar que - les dejasen sus bienes, y que los que quisiesen vivir en su ley, - viviesen, y trajesen su hábito y hablasen su lengua.» - -Todo lo cual les otorgó el rey D. Fernando muy alegremente; y así los -cristianos reyes de Castilla y de Aragón, D. Fernando y Doña Isabel -fueron con gran parte de su gente a Granada, dejando su real a muy buen -recaudo; y día de los reyes en treinta días de diciembre, les fue a los -reyes Católicos entregada la fuerza del Alhambra: a dos días del mes -de enero la reina Doña Isabel y su corte, con toda la gente de guerra, -partió de Santa Fe a Granada, y en un cerro que estaba junto a ella se -puso a mirar la hermosura de la ciudad, aguardando que se hiciese la -entrega de ella. - -El rey D. Fernando también, acompañado de sus Grandes de Castilla, se -puso por la parte de Genil adonde salió el rey moro, y en llegando le -entregó las llaves de la ciudad y de las fuerzas, y se quería apear -para besarle los pies. El rey D. Fernando no consintió que hiciese lo -uno ni lo otro. - -Finalmente, el moro le besó la mano y le entregó las llaves, las -cuales dio el rey al conde de Tendilla, por haberle hecho merced de la -alcaidía, porque la tenía bien merecida; y así entraron en la ciudad -y subieron al Alhambra, y encima de la torre de Comares tan famosa, -se levantó la señal de la santa Cruz, y luego el estandarte de los -Católicos reyes; y los dos reyes de armas dijeron en altas voces: _Viva -el rey D. Fernando, por él, y por la reina Doña Isabel, su mujer_. - -La Católica y serenísima reina que vio la señal de la santa Cruz encima -de la torre de Comares, y su estandarte real con ella, se hincó de -rodillas, y puestas las manos dio infinitas gracias a Dios por la feliz -victoria que había ganado contra aquella populosa ciudad de Granada. - -La música de la capilla del rey cantó luego: _Te Deum laudamus._ Fue -tan grande el placer de todos, que lloraban. Luego se oyeron en el -Alhambra mil instrumentos de bélicas trompetas, pífanos y cajas. - -Los moros amigos del rey D. Fernando, que querían ser cristianos, y -cuya cabeza era Muza, tocaron muchas dulzainas y añafiles, sonando gran -ruido de tambores por toda la ciudad. - -Los caballeros moros que habemos dicho en aquella noche jugaron -galanamente alcancías y cañas, las cuales se holgaron de ver los dos -cristianos reyes. Había tantas luminarias, y tantas fiestas y regocijos -aquella noche, que era cosa de ver. - -Dice nuestro cronista, que aquel día de la entrega de la ciudad, el rey -moro hizo sentimiento en dos cosas. - -La una es que pasando el rey moro un río, los moros que iban a la par -de él le cubrieron los pies, lo cual el rey no quiso consentir. - -La otra costumbre es que subiendo el rey alguna escalera, los zapatos -que se descalza, o pantuflos, al pie de ella, los más principales que -van con él se los suben; lo cual el rey moro no quiso consentir aquel -día. - -Y así como llegó a su casa el rey moro, que era el Alcazaba, comenzó a -llorar lo que había perdido; al cual llanto le dijo su madre que, pues -no había sido para defenderla, hacía bien llorarla. - -Todos los Grandes de Castilla le fueron a besar las manos al rey D. -Fernando y a la reina Doña Isabel, y a jurarlos por reyes de Granada -y su reino. Los Católicos reyes hicieron muchas mercedes a todos los -caballeros que se habían hallado en la conquista de Granada. - -Entregada la ciudad fueron puestas todas las armas de los moros en el -Alhambra. - -Acabado de dar asiento en las cosas de Granada, mandó el rey D. -Fernando que a los caballeros Abencerrajes se les volviesen todas sus -casas y haciendas, y sin esto les hizo grandes mercedes. - -Lo mismo hizo con Reduán, Sarracino y Abenámar, los cuales habían -servido en la guerra muy bien, y con grande fidelidad. - -Muza y Celima se volvieron cristianos, y los casó el rey, y les dio -grandes haberes. - -La reina Sultana fue a besar las manos a los reyes Católicos, los -cuales la recibieron benigna y amorosamente, y dijo que quería ser -cristiana; y así la bautizó el nuevo arzobispo, y la puso por nombre -Doña Isabel de Granada. Casola el rey con un principal caballero, y le -dio en dote dos lugares. - -A todos los Alabeces y Gazules el rey les hizo grandes mercedes, -especialmente a Malique Alabez, que se llamó D. Juan Alabez, y el -mismo rey fue padrino suyo, y de Aldoradín, al cual llamó de su propio -nombre Fernando Aldoradín. - -El rey mandó que si quedaban Zegríes, que no viniesen a Granada, por la -maldad que hicieron contra los Abencerrajes. - -Los Gomeles se fueron a África, y el rey Chico con ellos, que no quiso -estar en España aunque le habían dado a Purchena en que viviese; y -en el África le mataron los moros de aquellas partes porque perdió a -Granada. - -Nuestro moro cronista nos advierte de una cosa, y es, que los -caballeros llamados Mazas, que no era este su propio nombre, sino -Abembices. De este nombre Abembiz hubo dos linajes en Granada, y no -bien puestos los unos con los otros, porque cada uno decía ser de más -claro linaje que el otro. - -Sucedió que el bando de aquellos Abembices en tiempo del rey de -Castilla D. Juan I tuvieron una batalla en la Vega de Granada con los -cristianos, y de los cristianos se llamaba el capitán y alférez, que -era su hermano, D. Pedro Maza. - -Decían ser estos caballeros del reino de Aragón y de Valencia, y que -esta sangrienta batalla fue muy reñida; de manera que los capitanes de -ambas partes murieron, asimismo los alféreces, y los estandartes fueron -trocados; que el de los moros llevaron los cristianos, y los moros se -llevaron el de los cristianos; y fueron cautivos, así de una parte como -de otra, y respecto de aquella cruel batalla por la memoria de ella, -en Granada diciendo o nombrando los Abembices, respondían los Mazas o -los otros. De manera que fueron llamados los Abembices Mazas, y se -quedaron con aquel nombre. - -El rey D. Fernando les dio a los caballeros Venegas muy grandes -mercedes y privilegios, como que pudiesen traer armas; y asimismo a los -Alabeces y Aldoradines. - -La hermosa reina, que ser solía llamada Doña Isabel de Granada siendo -casada, como ya hemos dicho, dio libertad a su criada Esperanza de -Hita, y muchas y muy ricas joyas, y la envió a Mula, de donde era -natural, al cabo de siete años de cautiverio. - -No muchos días después de tomada Granada, fue hallada una cueva de -armas, de la cual se hizo grande pesquisa; y descubierta la verdad, se -hizo justicia de los culpados. - -Algunas cosas de aquestas no llegaron a noticia de Hernando del Pulgar, -cronista de los Católicos reyes; y así no las escribió ni la batalla -que los cuatro caballeros cristianos hicieron por la reina, porque de -ello se guardó el secreto; y si algo de estas cosas supo y entendió, no -puso la pluma en ello, por estar ocupado en otras cosas tocantes a los -Católicos reyes y de más gravedad. - -Nuestro moro cronista supo de la Sultana, debajo de secreto, todo lo -que pasó, y ella le dio las dos cartas; la que envió a D. Juan Chacón, -y la respuesta que le envió; que así él pudo escribir aquella famosa -batalla, sin que nadie entendiese quién fueron hasta ahora. - -Visto por el cronista perdido el reino de Granada, se fue a África y a -Tremecén, llevando todos sus papeles consigo: allí murió, y dejó hijos -y un nieto suyo no menos hábil que él, llamado Argutarfa, el cual -recogió todos los papeles de su abuelo, y en ellos halló este pequeño -libro, que no estimó en poco, por tratar la materia de Granada, y por -grande amistad se lo presentó a un judío, llamado Saba Santo, quien le -sacó en hebreo por su contento, y el original arábigo le presentó a D. -Rodrigo Ponce de León, conde de Bailén. - -Y por saber lo que contenía, y por haberse hallado su abuelo y -bisabuelo en las dichas conquistas, le rogó al judío que le tradujese -en castellano, y después el conde me hizo merced de dármelo. - -Y pues ya hemos acabado de decir todas las guerras civiles, y los -bandos de los Zegríes y Abencerrajes, diremos algunas cosas de D. -Alonso de Aguilar, y cómo le mataron los moros en Sierra Bermeja, con -algunos romances de su historia, y daremos fin a los amores de Gazul y -Lindaraja. - -Así como bautizaron a Gazul, y habiéndole hecho el rey merced, pidió -licencia para ir a Sanlúcar, y diósela. Partiose luego, y llego con -brevedad, con el deseo que tenía de ver a su señora, y le hizo saber -con un paje su venida. - -Ella estaba enojada con él sobre ciertos celos, y no quiso oír al paje, -de lo cual le pesó a Gazul; y sabiendo que en Gelves se jugaban cañas, -porque el alcaide de allí las había ordenado por la paz de los reinos, -quiso ir a jugarlas para mostrar su valor; y así un día se puso muy -galán, la librea blanca, morada y verde, y las plumas de lo mismo, -llenas de argentería de oro y plata, el caballo enjaezado de lo mismo; -y antes de partirse fue por la calle de Lindaraja por verla, y él -llegaba a sus ventanas cuando la dama salía a un balcón. - -Gazul que la vio, lleno de alegría y contento picó al caballo, y -llegando junto al balcón le hizo arrodillar y poner la boca en el -suelo, así como aquel que le tenía enseñado en aquello para aquella -hora. Comenzó a hablar diciendo: - ---Qué le mandaba para Gelves, que iba allí a jugar cañas, y que con -haberla visto llevaba esperanza de que le iría bien en aquella jornada. - -La dama le respondió, que a la dama que servía le pidiese favores, que -a ella no había para qué, que no cuidase de engañar a nadie; y diciendo -esto, echándole muchas maldiciones, se quitó del balcón y cerró la -ventana con gran furia. - -Gazul viendo aquel gran disfavor de su dama, arremetió el caballo a la -pared; y así hizo la lanza pedazos y se volvió a su casa, y se desnudó -para no ir a las cañas. - -No faltó quien le diese noticia de esto a Lindaraja, la cual estaba -arrepentida de lo que había hecho; y así con un paje envió a llamar a -Gazul para que se viese con ella en un huerto que ella tenía. - -Gazul lleno de alegre esperanza vino a su llamado, y se vio con ella en -aquel jardín, donde ella le dio disculpas, y pidió perdón de lo hecho, -y se casaron los dos; y para que fuese a jugar cañas a Gelves ella le -dio muy ricas empresas, y por esto se dice este - -ROMANCE. - - Por la plaza de Sanlúcar - galán paseando viene - el animoso Gazul - de blanco, morado y verde. - Quiérese partir el moro - a jugar cañas a Gelves, - que hace fiestas su alcaide - por las paces de los reyes. - Adora una Abencerraje, - reliquia de los valientes - que mataron en Granada - los Zegríes y Gomeles. - Por despedirse y hablarla, - vuelve y revuelve mil veces, - penetrando con los ojos - las venturosas paredes. - Al cabo una hora de noche, - de esperanzas impacientes, - viola venir al balcón, - haciendo los años breves. - Arremetió su caballo, - viendo aquel sol que amanece, - haciendo que se arrodille, - y el suelo en su nombre bese. - Con voz turbada la dice: - «No es posible sucederme - cosa triste en esta empresa, - habiéndote visto alegre. - Allá me llevan sin alma - obligación y parientes; - volverame mi cuidado, - por ver si de mí le tienes. - Dame una empresa o memoria, - y no para que me acuerde, - sino para que me adorne, - guarde, acompañe y esfuerce.» - Celosa está Lindaraja, - que de celos grandes muere - de Zaida, la de Jerez, - porque su Gazul la quiere; - Y de esto la han informado, - que por ella ardiendo muere; - y así a Gazul le responde: - «Si en la guerra te sucede, - Como mi alma desea, - y el tuyo falso merece, - no volverás a Sanlúcar, - tan ufano como sueles, - a los ojos que te adoran, - y a los que más te aborrecen. - Y plegue Alá que en las cañas - los enemigos que tienes, - te tiren secretas lanzas, - porque mueras como mientes. - Y que traigan fuertes jacos - debajo los alquiceles, - porque si quieres vengarte, - acabes, y no te vengues. - Tus amigos no te ayuden, - tus contrarios te atropellen, - y que en hombros de ellos salgas, - cuando a servir damas entres; - Y que en lugar de llorarte - las que engañas y entretienes, - con maldiciones te ayuden, - y de tu muerte se alegren.» - Piensa Gazul que se burla, - que es propio del inocente; - y alzándose en los estribos, - tomarla la mano quiere. - «Miente, la dice, señora, - el moro que me revuelve, - a quien estas maldiciones - le vengan, porque me vengue. - Mi alma aborrece a Zaida; - de que la amé se arrepiente: - malditos sean los años - que la serví por mi suerte. - Dejome a mí por un moro - más rico de pobres bienes.» - Esto que oye Lindaraja, - aquí la paciencia pierde. - A este tiempo pasó un paje - con sus caballos jinetes, - que los llevaba gallardos - de plumas y de jaeces. - La lanza con que ha de entrar - la tomó, y fuerte arremete, - haciéndola mil pedazos - contra las mismas paredes. - Y manda que sus caballos, - jaeces y plumas truequen, - los verdes en leonados, - para entrar leonado en Gelves. - -Ya contamos como habiendo pasado aquestas palabras entre Lindaraja -y Gazul, ella se quitó del balcón muy enojada y confusa, y dio -con su mano a las puertas de la ventana, y con mucho furor la -cerró inconsideradamente: mas después siendo de ello arrepentida, -como aquella que amaba de todo corazón a Gazul, y sabiendo como -desesperadamente había trocado sus aderezos verdes, azules y blancos, -en leonados, y roto la lanza con enojo en la pared, como atrás se dijo; -enviándole a llamar, que le esperaba en su jardín, trató con él muy -largas cosas, y entre los dos se casaron, y ella le dio para irse al -dicho juego de cañas a Gelves ricas preseas por su memoria. - -Y de esto se hizo este romance, que dice así: - - Adornado de preseas - de la bella Lindaraja, - se parte el fuerte Gazul - a Gelves a jugar cañas. - Cuatro caballos jinetes - lleva cubiertos de galas, - con mil cifras de oro fino, - que dicen: _Abencerraja_. - Cada librea de Gazul - era azul, blanca y morada, - los penachos de lo mismo - con una pluma encarnada. - De costosa argentería, - de fino oro, y fina plata, - pone el oro en lo morado, - la plata en lo rojo esmalta. - Un salvaje por divisa - lleva enmedio de la adarga, - que desquijara un león, - divisa hermosa y usada - De nobles Abencerrajes, - que fueron flor de Granada; - de todos bien conocida, - y de muchos estimada. - Llevaba el fuerte Gazul, - por respeto de su dama, - que era de Abencerrajes, - a quien por extremo amaba, - Una letra en lengua mora - que dice: _Nadie la iguala._ - De aquesta suerte Gazul - de Gelves entró en la plaza - Con treinta de su cuadrilla, - que así concertado estaba, - de una librea vestidos, - que admira a quien los miraba; - Y una divisa sacaron - que ninguno discrepaba, - si no fue solo Gazul - en las cifras que llevaba. - Al son de los añafiles - el juego se comenzaba, - tan trabado y tan revuelto, - que parece una batalla. - Mas el bando de Gazul - en todo lleva ventaja: - el moro caña no tira - que no aportille una adarga. - Míranlo mil damas moras - de balcones y ventanas, - también lo estaba mirando - la hermosa mora Zaida; - La cual dicen de Jerez - que en las fiestas se hallara: - vestida va de leonado - por el luto que llevaba - Por su esposo tan querido, - que el bravo Gazul matara. - Zaida bien le reconoce - en el tirar de la caña: - Acuérdase en su memoria - de aquellas cosas pasadas, - cuando Gazul la servía - y ella le fue tan ingrata. - Muy mal pagó sus servicios, - y lo mucho que él la amaba: - siente tanto dolor de esto, - que allí cayó desmayada; - Y al cabo que volvió en sí, - su criada la hablara: - «¿Qué es esto, señora mía? - ¿Por qué causa te desmayas?» - Zaida respondiera así, - con voz muy baja y turbada: - «Advierte bien aquel moro - que arrojó ahora la caña: - Aquel se llama Gazul, - cuya fama es bien nombrada; - seis años fui de él servida, - sin de mí alcanzar nada. - Aquel mató a mi marido, - y de ello yo fui la causa; - y con todo esto le quiero, - y le tengo acá en el alma. - Holgara que me quisiera, - pero no me estima en nada; - adora una Abencerraje, - por quien vivo desmayada.» - En esto se acabó el juego, - y la fiesta aquí se acaba: - Gazul se parte a Sanlúcar - con mucha honra ganada. - -Muy maravillados quedaron en Gelves de la bondad y fortaleza de Gazul, -y cuán bien lo había hecho en el juego de cañas; y de su valor quedaron -muchas damas amarteladas, y se holgaron de ser amadas de tan buen -caballero. - -Llegado Gazul a Sanlúcar, luego fue a ver a su dama Lindaraja, la cual -no se holgó poco de su venida, y preguntándole muy por extenso todo lo -que en Gelves había pasado, el enamorado Gazul la satisfizo de todo con -mucha alegría, contándola cuán bien le había ido en aquel viaje; y por -esto se hizo el siguiente - -ROMANCE. - - De honor y trofeos lleno, - más que el gran Marte lo ha sido, - el valeroso Gazul - de Gelves había venido. - Vínose para Sanlúcar, - donde fue bien recibido - de su dama Lindaraja, - de la cual es muy querido. - Estando ambos a dos - en un jardín muy florido, - con amorosos regalos - siendo cada cual servido, - Lindaraja aficionada, - una guirnalda ha tejido - de clavellinas y rosas, - y de un alhelí escogido. - Cercada de violetas, - flor que de amantes ha sido, - se la puso en la cabeza - a Gazul, y así le ha dicho: - «Nunca fuera Ganimedes - de rostro tan escogido: - si el gran Júpiter te viera, - él te llevara consigo.» - El fuerte Gazul la abraza, - diciéndola con un riso: - «No pudo ser tan hermosa - la que el Troyano ha escogido; - Por la cual se perdió Troya, - y en fuego se había encendido, - como tú, señora mía, - vencedora de Cupido.» - «Si hermosa te parezco, - Gazul, cásate conmigo, - pues que me diste la fe - que serías mi marido:» - «Pláceme, dice Gazul, - pues yo gano en tal partido.» - -Estas y otras amorosas palabras pasaron entre Lindaraja y su amante -Gazul; y así ordenaron de casarse, y Gazul se la pidió a su tío, en -cuyo poder estaba Lindaraja. - -El tío se holgó mucho, por ser Gazul principal y valiente; y así se -celebraron las bodas, y fueron muy costosas, y se hallaron en ellas -muchos caballeros cristianos y moros; porque vinieron de Granada los -cristianos Gazules, Abencerrajes y Venegas. - -También vino Daraja, hermana de Lindaraja, y su marido Zulema, que eran -ya cristianos y muy queridos del rey Católico, y hubo toros, cañas y -sortija. - -Duraron estas fiestas dos meses, al cabo de los cuales todos los -caballeros que habían venido de Granada se volvieron, llevando consigo -a los desposados, los cuales en llegando fueron a besar las manos a los -reyes Católicos, de lo que holgaron mucho en verlos, y mandaron que -todos los bienes del padre de Lindaraja se los entregasen a Gazul y su -esposa. - -Tornose cristiana Lindaraja, y llamose Doña Juana; él se llamó D. Pedro -Gazul cuando le bautizaron. - -En esta historia de Gazul se quedó por poner otro romance que era -primero que el de Sanlúcar; mas por no estar bueno, y no haberle -entendido el autor que le hizo, se puso al principio, porque no causara -confusión; y porque no quede con aquella ignorancia, diremos la verdad -del caso. - -El romance que digo, es aquel que dice: _Sale la estrella de Venus_, -y el que le compuso no entendió la historia, porque no tuvo razón de -decir que se casaba Zaida, hija del alcaide de Jerez, con el alcaide de -Sevilla y su fuerza, porque el Gazul que mató al desposado de Zaida, -no fue en tiempo que Jerez ni Sevilla eran de moros, sino en tiempo -de los reyes Católicos, como se prueba por aquel verso del romance de -Sanlúcar, cuando dice: _Reliquia de los valientes_; pues en este tiempo -ya habían ganado los cristianos a Sevilla y Jerez. Mas hase de entender -de esta manera el romance y su historia. - -Zaida la de Jerez era nieta o biznieta de los alcaides de allí, siendo -Jerez tomada de cristianos, y quedando los moros en pleitesía, gozando -de sus libertades, lengua y hábito, y viviendo en su secta; siendo los -cristianos señores de la ciudad y fortaleza. - -Lo mismo fue en Sevilla, que aquel moro rico que dice el romance que -se casaba con Zaida, por ser alcaide en Sevilla; no porque lo era él, -sino su abuelo, y el moro vivía en Sevilla con los demás que en ella -quedaron, y entre todos se trató el casamiento que dice el romance. - -Pues viniendo al caso, Gazul servía a Zaida en tiempo que se trató el -casamiento con el moro de Sevilla, y nunca pudo alcanzar Gazul lo que -pretendía, porque sabía Zaida que sus padres no querían casarla con él, -sino con el sevillano, por tener algún deudo con él, y por ser más rico -que Gazul; y por eso no le favorecía, aunque le amaba de secreto, y no -lo manifestaba por no dar disgusto a sus padres. - -Pues estando ya tratado el casamiento, una noche en cierta zambra que -se hacía en la casa de Zaida se halló Gazul; porque entonces había -licencia para entrar de paz los moros en las tierras de los cristianos -a tratar o a hablar con los demás moros que estaban en ellas. - -Pues como se halló allí, danzó la zambra con Zaida; y estando danzando -asidos de las manos, como es costumbre en aquel baile, no pudo -refrenarse Gazul tanto con el demasiado amor que a Zaida tenía, que al -tiempo que acabó de danzar, no la abrazase estrechamente; lo cual visto -por el moro sevillano, así como un león, lleno y ciego de cólera, puso -mano a su alfanje y fue a herir a Gazul, el cual se puso en defensa, y -aun hubiera ofendido muy mal al desposado, si no fuera por la gente que -se puso de por medio. - -Alborotada la sala de Zaida por esta ocasión, sus padres de ella se -enojaron mucho con Gazul, y le dijeron que se fuese a su casa. - -Gazul sin replicar en cosa alguna se salió muy enojado de allí, y juró -de matar al desposado, y para ello aguardó tiempo y lugar oportuno; -y sabiendo cuando se desposaba Zaida, ya que era hora, se aderezó -muy bien, y subió en un muy buen caballo, y partió de Medina-Sidonia -para Jerez, y entró al anochecer cuando salían Zaida y su desposado, -acompañados de muchos caballeros, así cristianos como moros, de su -casa, para ir a otra donde se habían de celebrar las bodas; lo cual -visto por Gazul, rabioso de celos y de cólera, echó mano a un estoque -y embistió con el desposado y le dio una estocada, de la cual quedó -muerto. - -Admirados los circunstantes de la tal hazaña, no sabían qué hacer, -ni qué decir, salvo los parientes del muerto y los de Zaida, que -acometieron a Gazul para matarle, diciendo: «Muera el traidor»; pero el -valiente Gazul se defendió de todos, hiriendo a algunos de ellos, sin -que a él le ofendiesen; y así escapó de todos juntos. - -Por la muerte de Zaide, y por este hecho se dijo este romance que -sigue, el cual se había de poner primero que los ya dichos de Gazul; -mas pues se ha declarado la causa, no importa que se ponga aquí, -diciendo de esta manera: - - Sale la estrella de Venus - al tiempo que el sol se pone, - y la enemiga del día - su negro manto descoge. - Y con ella un fuerte moro, - semejante a Rodamonte, - sale de Sidonia armado; - de Jerez la Vega corre, - Por do entra Guadalete - al mar de España, y por donde - Santa María del Puerto - recibe famoso nombre. - Desesperado camina, - que aunque es de linaje noble, - le deja su dama ingrata, - porque se suena que es pobre; - Y aquella noche se casa - con un moro, feo y torpe, - porque es alcaide en Sevilla - del Alcázar y la Torre. - Quejábase grandemente - de un agravio tan enorme, - y a sus palabras la Vega - con el eco le responde: - «Zaida, dice, más airada - que el mar que las nubes sorbe; - más dura e inexorable, - que las entrañas de un monte: - ¿Cómo permites, cruel, - después de tantos favores, - que de prendas que son mías - ajena mano se adorne? - ¿Es posible que te abrazas - a las cortezas de un roble, - y dejas el árbol tuyo - desnudo de fruto y flores? - ¡Dejas a un pobre muy rico, - y un rico muy pobre escoges, - y las riquezas del cuerpo - a las del alma antepones! - ¡Dejas al noble Gazul, - dejas seis años de amores, - das la mano a Alabenzaide, - que aun apenas le conoces! - Alá permita, enemiga, - que te aborrezca y le adores, - que por celos de él suspires, - y por ausencia le llores; - Y en la cama le fastidies, - y que en la mesa le enojes; - y que de noche no duermas, - y de día no reposes; - Ni en las zambras, ni en las fiestas - no se vista tus colores, - ni el almaizar que le labres, - ni la manga que le bordes; - Y se ponga el de su amiga - con la cifra de su nombre, - y para verle en las cañas - no consienta que te asomes - A la puerta, ni ventana, - para que más te alborotes; - y si le has de aborrecer, - que largos años le goces; - Y si mucho le quisieres - de verle muerto te asombres, - que es la mayor maldición, - que te pueden dar los hombres. - Y plegue Alá que te enfade - cuando la mano le tomes»: - con esto llegó a Jerez - a la mitad de la noche; - Halló el palacio cubierto - de luminarias y voces; - y los moros fronterizos - que por todas partes corren - Con mil hachas encendidas, - y sus libreas conformes: - delante del desposado - en los estribos se ponen; - Que también anda a caballo - por honra de aquella noche. - Arrojándole una lanza, - de parte a parte pasole; - Alborotose la plaza; - desnuda el moro su estoque, - y por enmedio de todos - para Medina volviose. - -No hay cosa tan rabiosa como es el mal de celos; y así están las -escrituras llenas de casos acontecidos y desastrados por los celos; -y con verdad dicen los que de ellos tienen experiencia, que es cruel -mal de rabia: esto nace de los amantes que son mal considerados, sino -mírese por Zaida la de Jerez, que después de seis años de amores, y -de otros dares y tomares que tuvo con Gazul, inconsideradamente le -olvidó, y se casó con Zaide de Sevilla, por ser rico, y que Gazul no -lo era tanto, no mirando el valor de las personas que eran diversas; -porque Gazul, aunque no era rico, era noble de linaje, muy valiente y -gentil hombre, como ya se ha dicho; y no era tan pobre, que no tuviese -hacienda que valía más de treinta mil doblas; y muy emparentado en -Granada, y todos los de su linaje eran muy ricos y estimados; mas -porque el moro Zaide era de mayor riqueza, le escogió por su marido. - -Mal haya la riqueza, pues que muchas veces por ella pierden muchas -personas nobles muy buenas ocasiones por no ser ricos, como ahora -tenemos ejemplo en Gazul que le desecharon, porque decían que no era -tan rico como Zaide, según parece por el romance; pero a mi parecer -no se puede creer que Zaida olvidase a Gazul por ser pobre, al cabo -de seis años de amores, en el cual tiempo no podría ignorar Zaida su -necesidad; y no podía ser perfecto amor, si fuera fundado en interés, -porque por eso pintan a Cupido desnudo, que se entiende que los amantes -han de estar desnudos de todo punto de materia de interés, porque si -allí, como entre verdaderos amantes, de dos voluntades y de dos almas -hacen una por la obediencia que el uno al otro se tienen, es fuerza que -en lo menos, que es la hacienda, haya de haber la misma conformidad; y -así digo, que no es posible sino que por causa de sus padres o deudos -dejó Zaida a Gazul; y así parece por aquel romance que trata del juego -de cañas de Gelves, donde ella confesó a su criada querer a Gazul; por -donde se colige que la casaron contra su voluntad. - -Este romance dicho, y su principio va fuera del blanco de la historia, -y ahora, salvo paz de su autor, va enmendado, declarando fielmente la -historia; porque verdaderamente fueron los amores de Gazul en tiempo de -los reyes Católicos, y Sevilla y Jerez ya eran de cristianos; Sevilla -ganada por el rey D. Fernando el III, y Jerez por el rey D. Alonso XI; -y así no faltó otro poeta que compusiese otro romance por el mismo -tema, y no tan intrincado como el pasado, el cual dice así: - - No de tal braveza lleno - Rodamonte el africano, - que llamaron rey de Argel, - y de Zarza intitulado, - Salió por su Doralice - contra el fuerte Mandricardo, - como salió el buen Gazul - de Sidonia aderezado - Para emprender un hecho, - tal, que nunca se ha intentado; - y para aquesto se adorna - de jacerina y de jaco, - Y al lado puesto un estoque - que de Fez le fue enviado, - muy fino y de duro temple, - que le forjara un cristiano - Que allá estaba en Fez cautivo, - porque del rey era esclavo: - más le estimaba Gazul - que a Granada y su reinado. - Sobre las armas se pone - un alquicel leonado: - lanza no quiere llevar - por ir más disimulado. - Pártese para Jerez, - do lleva puesto el cuidado; - toda la Vega atropella, - corriendo con su caballo. - Vadeando pasó el río, - que Guadalete es llamado, - el que da famoso nombre - al Puerto antiguo nombrado, - Que dicen Santa María - de este nuestro mar hispano. - Así como pasó el río, - más aprieta a su caballo - Para llegar a Jerez, - ni muy tarde ni temprano; - porque se casa su Zaida - con un moro sevillano, - Por ser rico y poderoso, - y en Sevilla emparentado; - y biznieto de un alcaide - que fue en Sevilla nombrado - Del Alcázar y la Torre; - moro valiente, esforzado. - Pues de casarla con este - a su Zaida habían tratado; - Mas aqueste casamiento - caro al moro le ha costado, - porque el valiente Gazul - a Jerez había llegado. - A dos horas de la noche, - que así lo tiene acordado, - junto a la casa de Zaida - se puso disimulado. - Pensando está qué haría - en un caso tan pesado; - determina entrar adentro - por matar al desposado. - Ya que a esto estaba resuelto, - vido salir muy despacio - mucha caterva de gente - con mil hachas alumbrando. - Su Zaida venía en medio - con su esposo de la mano, - que los llevan los padrinos - a desposar a otro cabo. - El buen Gazul que los vido, - con ánimo alborotado, - como si fuera un león - se había encolerizado. - Mas refrenando la ira - se acercó con su caballo, - por acertar en su intento, - y en nada salir errado; - Y aguarda llegue la gente - donde él estaba parado; - y como llegaron junto, - a su estoque puso mano, - Y en alta voz que le oyeran, - de esta manera ha hablado: - «No pienses gozar de Zaida, - moro bajo, vil, villano: - No me tengas por traidor, - pues que te aviso y te hablo; - pon mano a tu cimitarra, - si presumes de esforzado.» - Estas palabras diciendo, - un golpe le había tirado - de una estocada cruel, - que le pasó al otro lado. - Muerto cayó el triste moro - de aquel golpe desastrado: - todos dicen: _muera, muera_ - _hombre que ha hecho tal daño._ - El buen Gazul se defiende, - nadie se llega a enojarlo; - de esta manera Gazul - se escapa con su caballo. - -Admirados quedaron todos los que iban acompañando a los desposados de -lo que Gazul hizo, y algunos heridos, porque pretendieron vengar la -muerte del desposado; y visto que no podían ofender a Gazul por ir a -caballo, y por ser valiente, alzaron el cuerpo del moro ya difunto, y -le volvieron a casa de Zaida haciendo grandes llantos sus parientes y -ella; la cual toda aquella noche no cesó de llorar a su amado esposo, -y no le quedó de sus llantos otro consuelo, sino que sería posible que -el enamorado Gazul tornaría a servirla como solía, y que se casaría con -ella; lo cual sucedió muy diferentemente. - -La mañana venidera fue enterrado el difunto con mucha pompa, no sin -faltar llanto de una parte y de otra. Los parientes del muerto se -conjuraron de seguir a Gazul hasta la muerte por vía de justicia, -porque de otra suerte no tenían remedio. - -Pues volviendo a Gazul, así como vio cumplido el fin de su deseo y -juramento, como desesperado se fue a Granada donde tenía su hacienda y -parientes; mas a pocos días llegado, le fue puesta acusación criminal -delante del rey sobre la muerte del sevillano moro, que también se -llamaba Zaide. - -Mucho le pesó al rey de la acusación, porque amaba mucho a Gazul por su -valor; mas vista y entendida la causa, no pudo menos de dar contento -a los acusadores. Finalmente el mismo rey puso la mano en este caso, -y con él otros caballeros de los más principales de Granada; y tanto -hicieron en ello, que condenaron a Gazul en dos mil doblas para las -partes, y así fue libre de este negocio. - -En este tiempo Gazul puso los ojos en Lindaraja, y se dio a servirla, -como ya hemos dicho, y ella le quiso bien; y acerca de ella Gazul y -Reduán tuvieron aquella batalla que se ha contado. - -Finalmente, por respeto de Muza Reduán se apartó de sus amores con -Lindaraja, y quedó por Gazul, el cual la sirvió hasta que sucedió la -muerte de los Abencerrajes, donde fue muerto el padre de Lindaraja; y -por esto ella se salió de Granada como desterrada, y se fue a Sanlúcar, -y con ella Gazul y otros amigos suyos. - -Estando en Sanlúcar estos dos amantes, se hablaban y visitaban con gran -contento. - -Después como el rey D. Fernando cercó a Granada, fue Gazul llamado de -sus parientes para que se hallase con ellos en el trato que se había de -hacer con el rey de Granada para que al rey cristiano se le entregase -la ciudad. - -Gazul se partió a Granada, y no faltó quien dijo a Lindaraja los amores -de Gazul y Zaida, y la muerte que le dio a su esposo; y aun la dijeron -que Gazul estaba en aquella sazón en Jerez, y no en Granada, de lo cual -Lindaraja recibió mucha pena y mortales celos en su ánima; y fue la -causa principal que Lindaraja se mostró cruel a Gazul cuando volvió de -Granada a Sanlúcar. - -Pues como vio tanta mudanza en Lindaraja, estaba muy confuso, por -no saber la causa de aquellos desdenes, y pretendió hablarla para -satisfacerla; pero ella no quiso escucharle, mostrándose cruel. - -A esta sazón se ordenaba en Gelves aquel juego de cañas: fue enviado a -él Gazul, para lo cual se puso tan galán, como habemos dicho. Antes de -ir a Gelves quiso verla y hablarla; hablándola pasó lo atrás referido, -y como dijimos fueron a Granada. - -Zaida se halló burlada, porque siempre entendió que Gazul volvería a -pretenderla; y cuando supo que se había casado, le aborrecía; y dicen -que se casó Zaida con un primo hermano de Gazul, que era muy rico y -estimado, y vivía en Granada, y mediante esto cesó el rencor. - -Pues dejándolo a un lado, y volviendo a nuestra historia, que todavía -hay que decir, a pocos días se rebelaron los lugares de la Alpujarra; -por lo cual convino que el rey D. Fernando mandase juntar a todos sus -capitanes, y estando juntos les dijo: - ---Bien sabéis como Dios nuestro Señor ha sido servido de ponernos en -posesión de Granada y su reino, con tanta costa y trabajo nuestro. -Ahora parece que no temiendo nuestro castigo se han rebelado los -lugares de la Sierra, y es menester irlos a conquistar de nuevo. Por -tanto, ¿cuál se determina a ir a emprender esta hazaña, y poner mis -reales pendones encima de las Alpujarras, que yo lo tendré a gran -servicio, y aumentará la honra? - -Con esto dio fin a sus razones el rey, aguardando respuesta de algunos -de los capitanes: todos los cuales se miraban unos a otros, sin aceptar -ninguno la oferta del rey, porque era una conquista muy dificultosa. - -Y visto por el capitán D. Alonso de Aguilar que todos estaban suspensos -y nadie respondía, se levantó haciendo la reverencia debida, y dijo: - ---Esa empresa, Católica majestad, confirmada está para mí, porque la -reina me la tiene prometida. - -Admirados quedaron todos los demás caballeros de la aceptación de D. -Alonso, con la cual el rey también se holgó mucho. - -Luego a otro día mandó que se le diesen a D. Alonso mil infantes, todos -escogidos, y quinientos hombres de a caballo. Entendió el rey y los de -su consejo, que con aquella gente habría harto para tornar a apaciguar -aquellos pueblos levantados y rebeldes. - -D. Alonso de Aguilar acompañado de muchos caballeros, deudos y amigos -suyos que en aquella jornada le quisieron acompañar, se partió de -Granada y comenzó a subir la sierra. - -Los moros así que supieron la venida de los cristianos, con presteza se -apercibieron para defenderse, y tomaron todos los pasos más estrechos y -angostos del camino, para impedir a los cristianos la subida: después -marchando D. Alonso con su escuadrón y metidos por los caminos más -estrechos, los moros con grandes alaridos acometieron a los cristianos, -arrojando gran muchedumbre de peñascos las cuestas abajo, con lo que -hacían muy notable daño en la cristiana gente, y tanto, que mataban a -muchos. - -La gente de a caballo fue desbaratada de todo punto, y se hubo de -retirar atrás por no poder hacer ningún efecto; y allí murieron muchos -de ellos. - -Visto por D. Alonso el poco provecho de sus caballos, y la destrucción -total de los infantes, a grandes voces animaba su gente subiendo -todavía; pero ningún provecho se les seguía de esto, porque sin pelear -los moros mataban muchos soldados con las peñas que arrojaban. - -Fue tal la matanza, que cuando D. Alonso llegó a lo alto no tenía -quien le ayudase, porque los que subieron con él eran pocos y mal -heridos; y en la cumbre de la sierra, en un llano que había, determinó -de pelear con los moros, y cargaron tantos, que en breve tiempo mataron -a los cansados cristianos; y el último fue D. Alonso, habiendo mostrado -el valor de su animoso corazón, pues cuando él murió había muerto más -de treinta moros. - -Algunos se escaparon y dieron la nueva al rey D. Fernando de la pérdida -de D. Alonso de Aguilar y su gente; lo cual fue muy sentido en toda la -corte, y por este suceso se hizo el siguiente - -ROMANCE. - - Estando el rey D. Fernando - en conquista de Granada, - donde están duques y condes, - y otros señores de salva, - Con valientes capitanes - de la nobleza de España; - después de haberla ganado - a sus capitanes llama. - De que los tuviera juntos - desta manera les habla: - «¿Cuál de vosotros, amigos, - irá a la sierra mañana - a poner el mi pendón - encima del Alpujarra?» - Míranse unos a otros, - y el sí ninguno le daba, - que la ida es peligrosa, - y dudosa la tornada: - Y con el temor que tienen - a todos tiembla la barba, - si no fuera a D. Alonso - que de Aguilar se llamaba. - Levantose en pie ante el rey, - desta manera le habla: - «Aquesta empresa, señor, - para mí estaba guardada; - Que mi señora la reina - ya me la tiene mandada.» - Alegrose mucho el rey - por la oferta que le daba. - Aún no era amanecido - D. Alonso ya cabalga - con quinientos de a caballo - y mil infantes llevaba. - Comenzó a subir la sierra - que llamaban la Nevada: - los moros cuando los vieron - ordenaron gran batalla, - Y entre ramblas y mil cuestas - se pusieron en parada. - La batalla se comienza - muy cruel y ensangrentada, - Porque los moros son muchos, - tienen la cuesta ganada; - aquí la caballería - no podía pelear nada; - Y así con grandes peñascos - fue en un punto destrozada; - los que escaparon de aquí - vuelven huyendo a Granada. - D. Alonso y sus infantes - subieron una llanada, - aunque quedan muchos muertos - en una rambla y cañada. - Tantos cargan de los moros, - que a los cristianos mataban; - solo queda D. Alonso, - su compaña es acabada. - Pelea como un león, - pero no le aprovechaba, - porque los moros son muchos, - y ningún vagar le daban. - En mil partes está herido, - no puede mover la espada; - por la sangre que ha perdido - D. Alonso se desmaya: - al fin cayó muerto en tierra, - a Dios rindiendo su alma. - No se tiene por buen moro - el que no le da lanzada; - lo llevaron a un lugar - que es Oxijerán nombrada. - Allí lo vienen a ver - como a cosa señalada: - míranle moros y moras, - y de su muerte se holgaban. - Llorábale una cautiva, - una cautiva cristiana, - que de chiquito en la cuna - a sus pechos le criara. - A las palabras que dice - cualquiera moro lloraba: - «D. Alonso, D. Alonso, - Dios perdone la tu alma, - pues te mataron los moros, - los moros del Alpujarra.» - -Este fin lastimoso tuvo D. Alonso de Aguilar: ahora sobre su muerte -hay discordia entre los poetas que sobre esta historia han escrito -romances; porque uno dice que esta batalla y otra de cristianos fue en -la Sierra Nevada; otro poeta que hizo el romance de río Verde, dice que -fue la batalla en Sierra Bermeja. - -No sé cuál elija: el lector puede hacer esta elección, pues importa -poco que muriera en una parte o en otra, que todo se llama Alpujarra; -aunque me parece que la batalla dicha pasó en Sierra Bermeja, y así lo -declara un romance que dice así: - - Río Verde, río Verde, - tinto vas en sangre viva, - entre ti y Sierra Bermeja - murió gran caballería. - Murieron duques y condes, - señores de gran valía; - allí muriera Urdiales, - hombre de valor y estima. - Huyendo va Sayavedra - por una ladera arriba, - tras él iba un renegado - que muy bien le conocía. - Con algazara muy grande - de esta manera decía: - «Date, date, Sayavedra, - que muy bien te conocía. - Bien te vide jugar cañas - en la plaza de Sevilla, - y bien conocí a tus padres, - y a tu mujer Doña Elvira. - Siete años fui tu cautivo, - y me diste mala vida; - ahora lo serás mío, - o me ha de costar la vida.» - Sayavedra que lo oyera, - como un león revolvía; - tirole el moro un cuadrillo, - y por alto hizo la vía. - Sayavedra con su espada - duramente le hería; - cayó muerto el renegado - de aquella grande herida. - Cercaron a Sayavedra - más de mil moros que había; - hiciéronle mil pedazos - con saña que de él tenían. - D. Alonso en este tiempo - muy gran batalla le hacían, - el caballo le habían muerto, - por muralla le tenía, - Y arrimado a un gran peñón - con valor se defendía: - muchos moros tiene muertos; - mas muy poco le valía, - Porque sobre él cargan muchos, - y le dan grandes heridas; - tantas, que allí cayó muerto - entre la gente enemiga. - También el conde de Ureña, - mal herido en demasía, - se sale de la batalla - llevado por una guía, - Que sabía bien la senda - que de la sierra salía; - muchos moros deja muertos - por su grande valentía. - También algunos se escapan, - que al buen conde le seguían; - D. Alonso quedó muerto, - recobrando nueva vida - con una fama inmortal - de su esfuerza y valentía. - -Teniendo noticia algunos poetas que la muerte de D. Alonso de Aguilar -fue en Sierra Bermeja, alumbrados de los cronistas reales habiendo -visto el romance pasado, no faltó un poeta que hizo otro nuevo, que -dice así: - - Río Verde, río Verde, - cuánto cuerpo en ti se baña - de cristianos y de moros, - muertos por la dura espada. - Y tus hondas cristalinas - de roja sangre se esmaltan; - entre moros y cristianos - muy gran batalla se traba. - Murieron duques y condes, - grandes señores de salva; - murió gente de valía - de la nobleza de España. - En ti murió D. Alonso, - que de Aguilar se llamaba, - el valeroso Urdiales, - con D. Alonso acababa. - Por una ladera arriba - el buen Sayavedra marcha; - natural es de Sevilla, - de la gente más granada; - Tras él iba un renegado, - de esta manera le habla: - «Date, date, Sayavedra, - no huyas de la batalla: - Yo te conozco muy bien, - gran tiempo estuve en tu casa, - y en la plaza de Sevilla - bien te vide jugar cañas: - Conozco a tu padre y madre, - y a tu mujer Doña Clara; - siete años fui tu cautivo, - malamente me tratabas, - Y ahora lo serás mío, - si Mahoma me ayudara, - y también te trataré, - como tú a mí me tratabas.» - Sayavedra que le oyera - al moro volvió la cara; - tirole el moro una flecha, - pero nunca le acertaba. - Hiriérale Sayavedra - de una herida muy mala; - muerto cayó el renegado - sin poder hablar palabra. - Sayavedra fue cercado - de mucha mora canalla, - y al cabo cayó allí muerto - de una muy mala lanzada. - D. Alonso en este tiempo - bravamente peleaba; - el caballo le habían muerto, - y le tiene por muralla. - Mas cargaron tantos moros, - que mal le hieren y tratan; - de la sangre que perdía - D. Alonso se desmaya. - Al fin, al fin, cayó muerto - al pie de una peña alta; - también el conde de Ureña - mal herido se compara. - Guiárale un adalid, - que sabe bien las entradas; - muchos salen tras el conde - que le siguen las espaldas: - muerto queda D. Alonso, - eterna fama ganara. - -Esta fue la honrada muerte del valeroso D. Alonso de Aguilar; y como -hemos dicho les pesó mucho a los reyes Católicos, los cuales como -viesen la brava resistencia de los moros, por estar en tan ásperos -lugares, no quisieron enviar por entonces contra ellos más gente. - -Mas los moros de la Serranía viendo que no podían vivir sin tratar en -Granada, los unos pasaron a África, y los otros se dieron al rey D. -Fernando, el cual los recibió muy bien, lleno de clemencia y gozo. - -Este fin tuvieron los bandos y guerras de Granada, a honra y gloria de -Dios nuestro Señor. - - -FIN DEL TOMO PRIMERO. - - - - -ÍNDICE. - - - PRÓLOGO. III - - CAPÍTULO I. En que se trata de la fundación de Granada, y los - reyes que hubo en ella, con otras muchas cosas tocantes a la - Historia. 1 - - CAPÍTULO II. En que se trata de la sangrienta batalla de - los Alporchones, y la gente que en ella se halló de moros y - cristianos. 13 - - CAPÍTULO III. En que se declaran los nombres de los nobles - caballeros moros de Granada, de los treinta y dos linajes, y - otras cosas que pasaron en Granada. Asimismo se nombran todos - los lugares que estaban en aquel tiempo debajo de la corona de - Granada. 26 - - CAPÍTULO IV. Que trata de la batalla que el valiente Muza tuvo - con el Maestre, y de otras cosas que también pasaron. 35 - - CAPÍTULO V. Que trata de un sarao que se hizo en palacio entre - las damas de la reina y los caballeros de la corte, sobre el - cual hubo pesadas palabras entre Muza y Zulema Abencerraje, y - de lo que pasó. 46 - - CAPÍTULO VI. Cómo se hicieron fiestas en Granada, y por - ellas se encendieron más las enemistades de los Zegríes, - Abencerrajes, Alabeces, y Gomeles, y lo que pasó entre Zaide y - Zaida acerca de sus amores. 55 - - CAPÍTULO VII. Del triste llanto que hizo la hermosa Fátima - por la muerte de su padre, y cómo se iba a Almería la bella - Galiana, si su padre no viniera, la cual estaba muy vencida de - amores de Sarracino; y de lo que entre él y Abenámar pasó una - noche debajo de las ventanas del real palacio. 86 - - CAPÍTULO VIII. De la batalla cruel que Malique Alabez tuvo - con D. Manuel Ponce de León en la Vega, y de lo que en ella - sucedió. 94 - - CAPÍTULO IX. En que se da cuenta de unas fiestas solemnes, y - juego de sortija, que se hicieron en Granada, y como se iban - encendiendo los bandos de los Zegríes y Abencerrajes. 103 - - CAPÍTULO X. Que declara el fin que tuvo el juego de la sortija, - y el desafío que hubo entre el moro Albayaldos y el maestre de - Calatrava. 124 - - CAPÍTULO XI. De la batalla que Albayaldos tuvo con el maestre - de Calatrava, y cómo el maestre le venció y dio muerte. 157 - - CAPÍTULO XII. En que se da cuenta de una pendencia que los - Zegríes tuvieron con los Abencerrajes, y cómo estuvo Granada a - punto de perderse. 184 - - CAPÍTULO XIII. En que se da cuenta de lo que sucedió al rey - Chico y a su gente yendo a entrar en Jaén, y la gran traición - que los Zegríes y Gomeles levantaron a la reina mora y a los - caballeros Abencerrajes, y muerte de ellos. 228 - - CAPÍTULO XIV. En que se da cuenta cómo los traidores pusieron - acusación a la reina y a los Abencerrajes, y cómo la reina fue - presa por ellos, y dio cuatro caballeros que la defendiesen, y - de lo demás que sucedió. 262 - - CAPÍTULO XV. En que se da cuenta de la batalla que se hizo - entre los cuatro caballeros cristianos y los cuatro moros - sobre la libertad de la reina, y cómo vencieron los cristianos - y mataron a los moros, y cómo la reina fue libre; y de otras - cosas más. 320 - - CAPÍTULO XVI. De lo que pasó en Granada, y cómo se volvieron a - refrescar los bandos de ella, y la prisión del rey Mulahacén en - Murcia, y la del rey Chico en Andalucía, y de otras cosas. 351 - - CAPÍTULO XVII. En que se da cuenta del cerco de Granada por los - reyes Católicos, y de la fundación de Santa Fe. 390 - - -*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK GUERRAS CIVILES DE -GRANADA *** - -Updated editions will replace the previous one--the old editions will -be renamed. - -Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the -United States without permission and without paying copyright -royalties. Special rules, set forth in the General Terms of Use part -of this license, apply to copying and distributing Project -Gutenberg-tm electronic works to protect the PROJECT GUTENBERG-tm -concept and trademark. 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Hart was the originator of the Project -Gutenberg-tm concept of a library of electronic works that could be -freely shared with anyone. For forty years, he produced and -distributed Project Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of -volunteer support. - -Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed -editions, all of which are confirmed as not protected by copyright in -the U.S. unless a copyright notice is included. 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You may copy it, give it away or re-use it under the terms -of the Project Gutenberg License included with this eBook or online -at <a href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>. 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Las restantes rayas han sido - espaciadas según los modernos usos ortotipográficos.</li> - - <li>Los nombres propios han sido normalizados, y se ha restaurado el - emparejamiento de las comillas y de los signos de exclamación e - interrogación.</li> - - <li>Los capítulos han sido correctamente numerados, deshaciendo una - errata que alteraba la numeración a partir del capítulo XI.</li> - - <li>Se ha añadido un <a href="#ToC">Índice</a> al final del libro pese a que el original - impreso no lo incluye.</li> - </ul> -</div> - - -<div class="screenonly x-ebookmaker-drop"> - <hr class="chap" /> - <div class="figcenter"> - <img class="thin" - style="width: 26em; height: auto;" - src="images/cover.jpg" - alt="Cubierta del libro" /> - </div> -</div> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="tit"> - <p><span class="pagenum" id="Page_i">p. i</span></p> - <p class="fs175 lh150 ws1">Guerras Civiles</p> - <p class="fs200 lh150 g0 ws2">DE GRANADA,</p> - <p class="smaller lh200 mt05">POR</p> - <p class="fs140 lh200 ws1"><i>Ginés Pérez de Hita</i>,</p> - <p class="smaller ws1">vecino de Murcia.</p> - - <div class="legal"> - <p>TOMO I.</p> - </div> - - <p class="fs110 lh150"><i>Madrid</i>:</p> - <p class="lh150 ws1"><i>En la Imprenta de</i> <span class="smcap">D. León Amarita</span>.</p> - <p class="smaller lh150 negr">1833.</p> -</div> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch0"> - <p><span class="pagenum" id="Page_iii">p. iii</span></p> - <h2 class="nobreak g1">PRÓLOGO.</h2> - <hr class="tir" /> -</div> - -<p><span class="cap">S</span>e ha reimpreso esta obra, porque siendo -una de las mejores que tenemos de honesto recreo, se había hecho rara: -su lectura deleita tanto, que quien una vez toma el libro en sus manos -no puede luego soltarle hasta la conclusión.</p> - -<p>Fue el embeleso de nuestros mayores, que aprendían de memoria los -bellísimos romances que contiene; se tradujo al francés y al italiano, -interesando también a los extranjeros; ha dado materia y argumento a -varias composiciones dramáticas, antiguas y modernas, y servido de -modelo para escribir otras obras análogas, principalmente a la del -caballero Florián, intitulada <i>Gonzalo de Córdoba</i>, que es en el -día la más conocida, y en mucho estimada.</p> - -<p>Ginés Pérez de Hita proponiéndose escribir de las <i>Guerras Civiles -de Granada</i>, nacidas primeramente entre los moros durante la agonía -de su dominación en España, y excitadas después por los mismos contra -los cristianos que los habían subyugado, reunió un gran número de -noticias curiosas sobre aquellas gentes, que no se encuentran en ningún -otro escritor antiguo español.</p> - -<p>Dio<span class="pagenum" id="Page_iv">p. iv</span> su obra en -dos partes, tocantes a dos épocas distintas y notables de nuestra -historia.</p> - -<p>En la primera parte inserta la cronología de los reyes de -Granada bajo el dominio de los moros, el nombre de los pueblos de -su jurisdicción, y el de las familias más distinguidas del Estado; -describe los palacios, jardines, mezquitas, y obras más suntuosas de -la capital; y después introduciéndonos en ella, reinando Boabdilín, su -último soberano, nos revela los amores, celos, intrigas y competencias -de las damas y caballeros más principales de la Corte; nos acompaña a -sus saraos, juegos y regocijos; nos declara sus bandos y parcialidades, -y nos lleva a ver sus escaramuzas y desafíos.</p> - -<p>Pinta a Boabdilín ingrato a su virtuoso padre Mulahacén; crédulo, -alucinado, e inicuo contra su esposa, a la cual en fuerza de un grosero -chisme urdido por los vengativos Zegríes, sus cortesanos, acusa del -crimen de adulterio, poniéndola en la necesidad de encontrar quien -venza en singular batalla a sus cuatro furibundos acusadores, o perder -su honor y la vida en las llamas; cruel con los generosos Abencerrajes, -que consiente sean degollados uno a uno por sus émulos en la cámara -de los Leones; atroz con su hermana Moraina y dos inocentes hijos de -ella,<span class="pagenum" id="Page_v">p. v</span> a quienes asesina -por su propia mano, y en fin aborrecible por su tiranía a todos los -granadinos.</p> - -<p>En este cuadro, alrededor del trono sobresale el valeroso Muza, -hermano natural del rey, como el más cumplido caballero de la corte -mora; campea el gallardo Malique Alabez, de prosapia real, entre una -familia numerosa de héroes; brilla el espléndido Abenámar, mantenedor -en el juego de cañas y de sortija como el más diestro entre todos -los competidores; el esforzado Reduán sorprende y admira, el adusto -Albayaldos estremece, el intrépido Gazul interesa, y el sensible Zaide -enamora.</p> - -<p>Pero de cuando en cuando aparece en esta magnífica escena la flor de -los caballeros cristianos, que eclipsa toda la gloria de tan insignes -varones.</p> - -<p>Los muy ilustres maestres de Calatrava y de Santiago D. Rodrigo -Téllez Girón, y D. Manuel Ponce de León, duque de Arcos, vencedor -el primero de Muza, Albayaldos y Aliatar, y el segundo del gallardo -Malique Alabez, y de Alí Hamete Zegrí, acusador de la reina; el alcaide -de los donceles D. Diego Fernández de Córdoba, cortesano tan galán -como adalid valiente; el robusto D. Juan Chacón, señor de Cartagena, -que de una cuchillada cortaba a cercén el pescuezo a un toro; el -esclarecido Portocarrero, señor de Palma, y<span class="pagenum" -id="Page_vi">p. vi</span> el desgraciado D. Alonso de Aguilar -se llevaban la palma en todos los juegos, y en todas las lides y -escaramuzas.</p> - -<p>El profundo sentimiento de esta superioridad, comprobada por el mal -éxito de sus últimas empresas militares, hacía mirar a los moros su -gobierno con menosprecio, y hasta la religión propia con desconfianza o -indiferencia.</p> - -<p>Dividida en bandos, y agitada por la ambición y los celos la -nobleza, a cada paso sus parciales tomaban las armas unos contra -otros, se alteraba la tranquilidad pública, y con el más leve motivo -se vertía la sangre de los primeros campeones en duelos y batallas -singulares, cuando eran más necesarias la unión y concurrencia de todas -las fuerzas del Estado para atajar los rápidos progresos de las armas -cristianas.</p> - -<p>La expulsión de los Abencerrajes que se habían salvado del degüello -de la Alhambra, agregó el cuerpo más gallardo de la caballería mora -al poder ya tan formidable del enemigo; y sirviendo desde entonces la -deserción de ejemplo a las demás familias nobles exasperadas, quedó -sin apoyo la independencia de la nación, y la capital casi desierta de -defensores.</p> - -<p>En fin llegaron a su mayor auge el desorden y la confusión cuando -Granada presentó al mundo el inaudito y escandaloso espectáculo de -tres<span class="pagenum" id="Page_vii">p. vii</span> reyes aspirantes -al poder supremo dentro de sus murallas: Boabdilín sostenido siempre -por los Zegríes, Mazas, Gomeles, y Laugetes; Mulahacén restaurado por -los Abencerrajes, Gazules, Alabeces y Venegas, y el gobernador Abdalí -proclamado por los Almoradís, Almohades y Marines.</p> - -<p>Cada uno de estos tres obcecados príncipes tenía allí su palacio -y corte a parte; tropas, vasallos, y aun templos para hacer oración, -diferentes: cada uno de ellos, por afianzar la posesión de aquel -simulacro de soberanía, negociaba secretamente con el enemigo común, -ofreciéndole en pago de su asistencia y protección los tesoros propios, -y las plazas, villas y lugares que se habían declarado por ellos.</p> - -<p>De este modo unos señores, tan poderosos y políticos como los -Reyes Católicos, asistidos de los mejores capitanes que hubo jamás -en Castilla, y viniéndoseles, digámoslo así, la presa a las manos, -acabaron sin grande esfuerzo la conquista del estado granadino, y -extinguieron la larga dominación de los árabes en la Península.</p> - -<p>Aquí concluye la primera parte.</p> - -<p>En la segunda se abre una escena muy distinta, pero no vacía de -instrucción, ni de interés. Llegamos a otros tiempos, y encontramos -otros hombres y otras costumbres.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_viii">p. viii</span>La elación del -ánimo, derivada de las riquezas y del manejo del poder, moviendo celos -y enemistando a las familias principales del estado granadino, produjo -las primeras guerras civiles, que le condujeron a su ruina: la miseria -y desesperación, hijas de la opresión y la violencia, abortaron las -guerras segundas, que extinguieron las últimas reliquias de los moros -en España.</p> - -<p>Después de la conquista de Granada habían pasado setenta y siete -años, llevando los moros al cuello con harta mortificación el grave -yugo que les echaron sus vencedores.</p> - -<p>Sufrían la poca observancia de las promesas que les fueron hechas -al tiempo de su rendición; el sucesivo despojo de sus tierras; el -abandono forzoso de su culto, la exacción de crecidos tributos, fardas -y prestaciones, y sobre todo esto el menosprecio general; pero estando -ya llenas las medidas, y tratándose todavía de impedirles el uso del -idioma y traje nacionales, se alzaron todos, decididos a morir o -mejorar de suerte.</p> - -<p>Con disimulo y bastante habilidad averiguaron el número de -hombres aptos para las armas que quedaban de su raza, nombraron rey -a un descendiente de sus soberanos antiguos; pidieron auxilio de -armas y tropas a sus progenitores de Asia y África, y levantaron el -estandarte<span class="pagenum" id="Page_ix">p. ix</span> de la -rebelión refugiándose en la aspereza de las Alpujarras.</p> - -<p>Temeraria y de mal éxito sin duda era entonces la empresa de los -moros, luchando con el poder colosal de Felipe II; pero también causa -pesadumbre el ver qué esfuerzos y cuánta sangre les costó ahogarla a -los cristianos.</p> - -<p>Precedido de hábiles negociadores, el famoso conde de Tendilla, -marqués de Mondéjar, fue el primer general que envió el rey con un -ejército de veinte mil hombres, contra los rebeldes; mas dice nuestro -historiador, testigo ocular, que una mitad por lo menos de esta brava -gente se componía de asesinos y ladrones, los cuales sabiendo que -algún pueblo de moriscos se había sometido, y fiaba su seguridad del -salvo-conducto que le daba el marqués, se escapaban del real por -la noche, y le asaltaban, y mataban y saqueaban a sus moradores, -llevándose a las mujeres para gozarlas, y después venderlas como -esclavas.</p> - -<p>No es extraño pues que una conducta tan atroz y desenfrenada -exasperase los ánimos de los sediciosos, en lugar de calmarlos, y que -a poco tiempo perdiera el general en esta guerra su ejército y la -reputación.</p> - -<p>Preséntase luego en la lid el esclarecido D. Luis Fajardo, -marqués de los Vélez y adelantado de Murcia, con sus valerosos<span -class="pagenum" id="Page_x">p. x</span> tercios; pero estos se -ensangrientan demasiado en la villa de Félix, y sus crueldades -posteriores en Huéscar hacen imposible la reconciliación.</p> - -<p>Los dos héroes cristianos batallan con los moros por dos puntos -diferentes, obran prodigios de valor, se cubren de gloria saliendo -victoriosos en casi todas las acciones marciales, y con todo eso no -adelantan: sus tropas en varios encuentros y sorpresas de convoyes se -disminuyen mucho, al paso que cunde el número de los enemigos; vienen -sucesivamente con refuerzos considerables el marqués de la Favara, y -el comendador mayor de León D. Luis de Zúñiga y Requesens, y todavía -la guerra se prolonga, zozobrando ya el crédito de la orgullosa -corte; el hercúleo D. Luis Fajardo, cuya ponderosa lanza apenas podía -sustentar al hombro un soldado robusto cuando él la manejaba como un -mimbre, después que, entre otras proezas, con poca gente, y la mayor -parte enferma, hizo alarde de su esfuerzo y talento militar rechazando -a los moros, que con todo su poder reunido le atacaron en Berja, se -estanca en el sitio de Galera, y no puede pasar adelante; en fin -dura el conflicto cerca de tres años, y es preciso que el ínclito D. -Juan de Austria, hijo del emperador D. Carlos, salga de Granada con -diez<span class="pagenum" id="Page_xi">p. xi</span> mil infantes y mil -caballeros, asistido del valeroso duque de Sesa con otra tanta fuerza, -y que a estos dos ejércitos nuevos se reúnan las reliquias de todos -los anteriores, para salir de tamaño empeño, y forzar a los rebeldes a -deponer las armas e implorar la real clemencia.</p> - -<p>Conteniendo este libro la descripción de muchas batallas, asedios y -entradas de los pueblos a viva fuerza, en que se derramaba por una y -otra parte tanta sangre humana, su lectura no puede ser tan apacible, -como la del anterior: con todo eso abunda de episodios interesantes, -como el razonamiento del Purchení al marqués de Mondéjar estando este -con su campo en Órgiva; la muerte del capitán Álvaro de Flores; la -prisión del moro Albexarí, y sus amores con Almanzora; las fiestas -celebradas en Purchena de orden de Muley Abenumeya; el canto profético -de la mora, natural del Deire; los celos, conspiración y venganza de -Benalguacil contra el rey moro, por haberse apoderado de su prima -Zahara; la historia del Tuzani, y de cuanto hizo para encontrar y matar -al asesino de la hermosa Malhea que pereció en Galera; la muerte y las -exequias de D. Luis de Quijada, ayo del Señor D. Juan de Austria, y -el fin trágico<span class="pagenum" id="Page_xii">p. xii</span> del -virtuoso Habaquí.</p> - -<p>Últimamente enamoran la humanidad, el candor y la firmeza de -carácter de Ginés Pérez de Hita, cuando al acabar su obra pinta -patéticamente los sentidos lamentos de los moriscos al ser arrancados -de sus tierras, y llevados por fuerza a Castilla y a la Mancha; censura -esta impolítica y cruel resolución de Felipe II, faltando a lo que -se había prometido por su augusto hermano a los moriscos, los cuales -<i>antes murieran de mil muertes, que rendir las armas, ni haber -hecho las paces</i>, si hubiesen sabido que no serían cumplidas las -capitulaciones; y añade, <i>que más valiera no haberlos sacado del -reino de Granada, por lo mucho que en esto habían perdido S. M. y todos -sus demás estados</i>.</p> - -<p>Y ¿<i>quién fue Ginés Pérez de Hita</i>? De su persona y vida no -tenemos más noticias, que las que él propio dejó consignadas en esta -obra. Dijo ser vecino de la ciudad de Murcia, lo cual no prueba que -naciese en ella; pero parece que a lo menos fue de la provincia, no -solo por su domicilio, sino porque no pierde ocasión de levantar a las -nubes el valor de los tercios murcianos. Militó en esta última guerra -contra los moriscos bajo las banderas del marqués de los Vélez, y no -sabemos que saliera de la clase<span class="pagenum" id="Page_xiii">p. -xiii</span> de simple soldado.</p> - -<p>Censurando la rapacidad invencible de sus camaradas, manifiesta -mucho candor cuando confiesa que algunas veces, llevado él propio -de tan mal ejemplo, salía a robar en los pueblos de los moriscos -sometidos; y demuestra que tenía mejores entrañas que los feroces -guerreros de aquella época, contándonos cómo había recogido en la atroz -matanza de Félix a un niño que encontró mamando al pecho sanguinoso de -su madre asesinada, y le entregó a otra morisca para que le criase; -gloriándose tanto de esta acción misericordiosa, como de haber amparado -y salvado de la muerte a más de veinte mujeres.</p> - -<p>Finalmente se infiere que escribió, o a lo menos dio a luz, alguna -otra obra distinta de la presente, por la expresión que hallamos al -fin de la historia del Tuzani, donde dice que vio y habló a este en -Villanueva de Alcardete, <i>viniendo a Madrid a cobrar un privilegio -para un libro suyo</i>, cuyo título no declara.</p> - -<p>¿Y es Ginés Pérez de Hita el verdadero autor de las <i>Guerras -Civiles de Granada</i>?</p> - -<p>En cuanto a la primera parte, si hemos de creerle a él propio, «la -escribió en arábigo un moro, natural de la ciudad de Granada, llamado -Abenhamín, que pasó luego a África y murió en Tremecén, dejando allí -hijos,<span class="pagenum" id="Page_xiv">p. xiv</span> y un nieto -muy hábil, llamado Argutarfa, el cual recogió todos los papeles de su -abuelo, y entre ellos encontró este libro, que estimó mucho por tratar -la materia de Granada, y se le prestó a un judío, llamado Saba Santo, -quien le sacó en hebreo por su contento, y el original arábigo le -presentó a D. Rodrigo Ponce de León, conde de Bailén. Que este señor, -por saber lo que contenía, y por haberse hallado su abuelo y bisabuelo -en aquellas conquistas, rogó al judío que le tradujese en castellano, y -después el conde le hizo a Hita la merced de dársele.» Esto dice en las -páginas 412 y siguiente de la primera parte, sin embargo de que en la -portada del mismo libro se expresa que él la tradujo al castellano, y -no el judío Saba Santo.</p> - -<p>Lo que por el contexto de la obra parece más cierto es, que ni el -uno ni el otro hicieron una traducción literal de la obra arábiga; -pues no es creíble que un moro hablase con tanta parcialidad a favor -de los cristianos, ni que la hubiese adornado de los hermosos romances -castellanos que la acompañan, cuando muchos de ellos fueron escritos -después de la conquista de Granada, ya entrado el siglo XVI.</p> - -<p>Aquí es donde brilla la gala de este metro peculiarmente español, -que no tienen y envidian todas las demás lenguas<span class="pagenum" -id="Page_xv">p. xv</span> europeas, hijas de la latina; porque los -romances se leen junto a los hechos heroicos para que fueron compuestos -de propósito; ilustración que falta al que lee estas producciones -descriptivas, desnudas y hacinadas en los <i>Romanceros</i>, sin tener -la noticia necesaria de nuestra historia antigua y de las tradiciones -patrias.</p> - -<p>Así parece que Ginés Pérez de Hita tomando lo sustancial de los -hechos que refiere del arábigo, los redactó a su modo, y dio a la obra -castellana la forma que ahora tiene.</p> - -<p>En cuanto a la segunda parte no ofrece duda que la escribiese Ginés -Pérez de Hita, adornándola también de los razonamientos y romances -que contiene, muy inferiores ciertamente a los de la parte primera; -exceptuándose la descripción del sitio de Galera, que él propio dice -haber copiado de la que escribió el alférez Tomás Pérez de Hevia, -vecino de Murcia, que seguía las banderas del Señor D. Juan de -Austria.</p> - -<p>Queda dicho que no es tan interesante la lectura de la segunda parte -de esta obra, como la de la primera; pero faltaba añadir, que jamás ha -podido ser del mismo modo conocida, aunque también entretenga mucho, -porque el desaliño, o más bien la grosería de la impresión con que se -dio al público, la hacían intolerable.</p> - -<p>Son tantas las erratas<span class="pagenum" id="Page_xvi">p. -xvi</span> que la afean, que solamente un talento muy perspicaz podrá -encontrar sentido en su contexto, supliendo la ausencia total de las -reglas de ortografía; además de que causa tedio manejar un libro de -ruin papel de estraza, que se deshace al tiempo de pasar de una hoja a -otra.</p> - -<p>Aquel que se tome el trabajo de cotejar la presente edición con la -antigua, será quien pueda calificar el servicio que en esto ha hecho el -editor a la literatura nacional.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter" id="Ch1"> - <p><span class="pagenum" id="Page_1">p. 1</span></p> - <div class="figcenter"> - <img src="images/illo_b001.jpg" - style="width: 26em; height: auto;" - alt="Ilustración ornamental" /> - </div> - <p class="centra fs140 ws1 negr mt2">PARTE PRIMERA.</p> - <p class="centra fs110 mt15">Guerras civiles entre Zegríes y - Abencerrajes, caballeros moros de Granada, y batallas particulares - que hubo en la Vega entre moros y cristianos, hasta que el rey - D. Fernando el V la ganó.</p> - <h2 class="nobreak">CAPÍTULO I.</h2> - <p class="subh2h"><i>En que se trata de la fundación de Granada, y - los reyes que hubo en ella, con otras muchas cosas tocantes a la - Historia.</i></p> -</div> - -<p><span class="cap">L</span>a ínclita y famosa ciudad de Granada fue -fundada por una muy hermosa doncella, hija o sobrina del rey Hispán. -Fue su fundación en una bella y espaciosa vega, junto de una sierra -llamada Elvira, porque tomó el nombre de la fundadora Infanta, la cual -se llamaba Liberia, dos leguas de donde ahora está, junto de un lugar -que se llamaba Arbuler, que en arábigo se decía Arbulut.</p> - -<p>Después de pasados algunos años, les pareció a los fundadores -de ella que no estaban allí bien por ciertas causas, y fundaron la -ciudad en la parte donde ahora está, junto a Sierra-Nevada,<span -class="pagenum" id="Page_2">p. 2</span> en medio de dos hermosos ríos, -llamado el uno Genil y el otro Darro, los cuales son de la nieve que se -derrite en la sierra. De Darro se coge oro muy fino, de Genil plata; y -no es fábula, que yo el autor de esta relación lo he visto coger.</p> - -<p>Fundose aquí esta insigne ciudad encima de tres cerros, como hoy se -parece, adonde se fundaron tres castillos: el uno está a la vista de la -hermosa Vega y el río Genil, la cual Vega tiene ocho leguas de largo y -cuatro de ancho, y por ella atraviesan otros dos ríos, aunque no muy -grandes: el uno se dice Veiro y el otro Monachil.</p> - -<p>Comiénzase la Vega desde la falda de la Sierra-Nevada, y va hasta la -fuente del Pino, y pasa más adelante de un gran soto, que se llama el -Soto de Roma, y esta fuerza se nombra Torres-Bermejas. Hízose allí una -gran población llamada el Antequeruela.</p> - -<p>La otra fuerza o castillo está en otro cerro junto a este, un -poco más alto, la cual se llamó la Alhambra, casa muy fuerte, y aquí -hicieron los reyes su Casa Real.</p> - -<p>La otra fuerza se hizo en otro cerro, no lejos del Alhambra, y -llamose Albaicín, donde se hizo gran población. Entre el Albaicín y el -Alhambra pasa por lo hondo el río Darro, haciendo una ribera de árboles -agradables.</p> - -<p>A esta fundación no la llamaron los moradores de ella Iliberia como -la otra, sino Granata, respecto a que en una cueva junto al Darro fue -hallada una hermosa doncella que se decía Granata, y por eso se llamó -la ciudad así; y después de corrompido el vocablo se llamó Granada. -Otros dicen,<span class="pagenum" id="Page_3">p. 3</span> que por la -muchedumbre de las casas, y la espesura que había en ellas, que estaban -juntas como los granos de la granada, y la nombraron así.</p> - -<p>Hízose esta ciudad famosa, rica y populosa, hasta el infeliz tiempo -en que el rey D. Rodrigo perdió a España, lo cual no se declara por -no ser a propósito de nuestra historia: solo diremos, como después de -perdida España hasta las Asturias y confines de Vizcaya, siendo toda -ella ocupada de moros, traídos por aquellos dos bravos caudillos y -generales, el uno llamado el Tarif, y el otro Muza; asimismo quedó la -famosa Granada ocupada de moros, y llena de gente de África.</p> - -<p>Mas hállase una cosa: que de todas las naciones moras que vinieron -a España, los caballeros mejores y principales, y los más señalados -de aquellos que siguieron al general Muza, se quedaron en Granada, y -la causa fue su hermosura y fertilidad, pareciéndoles bien su gran -riqueza, asiento y fundación; aunque el capitán Tarif estuvo muy bien -con la ciudad de Córdoba, y su hijo Balagís con Sevilla, de donde fue -rey, como dice la crónica del rey D. Rodrigo.</p> - -<p>Mas yo no he hallado que en la ocupación de Córdoba, de Toledo, -Sevilla, Valencia, Murcia, ni otras ciudades poblasen tan nobles ni tan -principales caballeros, ni tan buenos linajes de moros como en Granada; -para lo cual es menester nombrar algunos de estos linajes, y de donde -fueron naturales, aunque no se digan ni declaren todos, por no ser -prolijo.</p> - -<p>Poblada Granada de las gentes mejores del África, no por eso dejó -la insigne<span class="pagenum" id="Page_4">p. 4</span> ciudad de -pasar adelante con sus muy grandes y soberbios edificios, porque siendo -gobernada de reyes de valor y muy curiosos que en ella reinaron, se -hicieron grandes mezquitas y muy ricas cercas, fuertes muros y torres, -porque los cristianos no la tornasen a ganar; y hicieron muy fuertes -castillos, y los reedificaron fuera de las murallas como hoy día -parecen.</p> - -<p>Hicieron el castillo de Bibatambién, fuerte con su cava y puente -levadiza. Hicieron las torres de la puerta Elvira, y las del Alcazaba -y plaza de Vibalbulut, y famosa torre del Aceituno, que está camino de -Guadix, y otras muchas cosas dignas de memoria, como se dirá en nuestro -discurso.</p> - -<p>Bien pudiera traer aquí los nombres de todos los reyes moros que -gobernaron y reinaron en esta insigne ciudad, y los califas, y aun los -de toda España; mas por no gastar tiempo, no diré sino de los reyes -moros que por su orden la gobernaron, y fueron conocidos por reyes de -ella, dejando aparte los califas pasados y señores que hubo, siguiendo -a Esteban Garibay y a Camaloa.</p> - -<p>El 1.<sup>er</sup> rey moro que Granada tuvo se llamó Mahomad -Alhamar: este reinó en ella veinte y nueve años y más meses; acabó año -de 1262.</p> - -<p>El 2.º rey de Granada se llamó, así como su padre, Mahomad Mir -Almuzmelín. Este labró el castillo del Alhambra, muy rico y fuerte, -como hoy se parece; reinó treinta y seis años, y murió año de 1302.</p> - -<p>El 3.º rey de Granada se llamó Mahomad<span class="pagenum" -id="Page_5">p. 5</span> Abenhalamar: a este le quitó el reino un -hermano suyo, y le puso en prisión, habiendo reinado siete años: acabó -año de 1309.</p> - -<p>El 4.º rey de Granada fue llamado Mahomad Abenázar: a este le quitó -el reino un sobrino suyo llamado Ismael, año de 1315: reinó seis -años.</p> - -<p>El 5.º rey de Granada se llamó Ismael: a este mataron sus deudos -y vasallos, mas fueron degollados los homicidas: reinó nueve años, y -acabó año de 1324.</p> - -<p>El 6.º rey de Granada se llamó Mahomad: a este también le mataron -los suyos a traición; reinó diez años, y acabó año de 1334.</p> - -<p>El 7.º rey de Granada se llamó Iusef Abenhamet: también fue muerto a -traición: reinó once años, y acabó año de 1345.</p> - -<p>El 8.º rey de Granada fue llamado Mahomad Lagús: a este le -despojaron del reino después de haber reinado doce años, y acabó año de -1357, por aquella vez que reinó.</p> - -<p>El 9.º rey de Granada se llamó Mahomad Abenhámar, VII de este -nombre: a este le mató el rey D. Pedro en Sevilla, sin culpa, habiendo -ido a pedirle amistad y favor: matole el mismo rey D. Pedro por su mano -con una lanza, y mandó matar a otros que iban con este rey: habiendo -reinado dos años, acabó año de 1359. Fue enviada su cabeza en forma -de presente a la ciudad de Granada. Tornó a reinar Mahomad Lagús -en Granada, y reinó en las dos veces veinte y nueve años: la<span -class="pagenum" id="Page_6">p. 6</span> primera vez doce, y la segunda -diez y siete: acabó año 1376.</p> - -<p>El 10 rey de Granada se llamó Mahomad Ovadiz, y reinó tres años -pacífico, y acabó año de 1379.</p> - -<p>El 11 rey de Granada se llamó Iusef, II de este nombre, el cual -murió con veneno que el rey de Fez le envió puesto en una aljaba o -marlota de brocado: reinó tres años, y acabó año de 1382.</p> - -<p>El 12 rey de Granada fue llamado Mahomad Abenhámar: reinó once -años, acabó año de 1394. Su muerte fue de una camisa que se puso -emponzoñada con veneno.</p> - -<p>El 13 rey de Granada fue llamado Iusef, III de este nombre: reinó -quince años: murió año de 1409.</p> - -<p>El 14 rey de Granada fue llamado Mahomad Abenázar, el Izquierdo. -Habiendo reinado este cuatro años, le desposeyeron del reino año de -1413.</p> - -<p>El 15 rey de Granada fue llamado Mahomad, el Pequeño; a este le -cortó la cabeza Abenázar el Izquierdo, arriba dicho, porque le tornó -a quitar el reino por orden de Mahomad Catraz, caballero Abencerraje: -reinó este Mahomad el Pequeño dos años, y acabó año de 1415.</p> - -<p>Tornó a reinar Abenámar el Izquierdo, el cual fue otra vez despojado -del reino por Iusef Abenalmo, su sobrino: reinó este rey tres años la -última vez, y acabó año de 1418.</p> - -<p>El 17 rey de Granada se llamó Abenocín, el<span class="pagenum" -id="Page_7">p. 7</span> Cojo. En tiempo de este sucedió aquella -sangrienta batalla de los Alporchones, reinando D. Juan el II. Y pues -nos viene a cuento, trataremos de esta batalla, antes de pasar adelante -con la cuenta de los reyes moros de Granada.</p> - -<p>Es a saber, que según se halla en las crónicas antiguas, así -castellanas como arábigas, este rey Abenocín tenía en su corte mucha y -muy honrada caballería de moros, porque en Granada había treinta y dos -linajes de caballeros, como eran Gomeles, Mazas, Zegríes, Venegas y -Abencerrajes; estos eran de muy claro linaje: otros Maliques Alabeces, -descendientes de los reyes de Fez y Marruecos, caballeros valerosos, -de quien los reyes de Granada siempre hicieron mucha cuenta; porque -estos Maliques eran alcaides en el reino de Granada, por tener de ellos -mucha confianza, y así servían en las fronteras y partes de mayor -peligro, como eran en Vera, el alcaide Malique Alabez, bravo y valeroso -caballero; en Vélez el Blanco estaba un hermano suyo, llamado Mahomad -Malique Alabez; en Vélez el Rubio había otro hermano de estos alcaides -muy valiente, y amigo de los cristianos; otro Alabez había alcaide -de Jimena, y otro en Tirieza, frontera de Lorca, y cercana de Orce y -Cuéllar, Benamaviel, Castilleja y Caniles, y en otros lugares del -reino.</p> - -<p>Estos Maliques Alabeces eran alcaides, por ser todos, como hemos -dicho, caballeros de estima. Sin estos había otros caballeros en -Granada muy principales, de quien los reyes de ella hacían grande -cuenta, entre los cuales había un caballero llamado Abidbar,<span -class="pagenum" id="Page_8">p. 8</span> del linaje de Gomeles, -caballero valeroso y capitán de la gente de guerra; y no hallándose -sino en batallas contra cristianos, le dijo un día al rey:</p> - -<p>—Señor, holgaría que tu alteza me diese licencia para entrar en -tierra de cristianos, en los campos de Lorca, Murcia y Cartagena, que -confianza tengo de venir con ricos despojos y cautivos.</p> - -<p>El rey dijo:</p> - -<p>—Conocido tengo tu valor, y te otorgo licencia como lo pides; pero -temo mal suceso, porque son muy soldados los cristianos de esas tierras -que quieres correr.</p> - -<p>Respondió Abidbar:</p> - -<p>—No tema vuestra alteza peligro, que yo llevaré conmigo tal gente y -tales alcaides, que sin temor ninguno ose entrar, no digo en el campo -de Lorca y Murcia, mas aun hasta Valencia me atreviera a entrar.</p> - -<p>—Pues si ese es tu parecer, sigue tu voluntad, que mi licencia -tienes.</p> - -<p>Abidbar le besó las manos por ello, y fue a su casa y mandó tocar -sus añafiles y trompetas de guerra, al cual bélico son se juntó grande -copia de gente bien armada para saber de aquel rebato. Abidbar cuando -vio tanta gente junta y tan bien armada, holgó mucho de ella, y les -dijo:</p> - -<p>—Sabed, buenos amigos, que hemos de entrar en el reino de Murcia, de -donde, placiendo al santo Alá, vendremos ricos: por tanto cada cual con -ánimo siga mis banderas.</p> - -<p>Todos respondieron, que eran contentos; y así Abidbar salió de -Granada con mucha gente de a caballo y peones; fue a Guadix, y habló -al moro Almoradí, alcaide de aquella ciudad, el cual ofreció su -compañía con mucha gente de a caballo y de a pie. También vino<span -class="pagenum" id="Page_9">p. 9</span> el alcaide de Almería, llamado -Malique Alabez, con mucha gente muy diestra en la guerra.</p> - -<p>De allí pasaron a Baza, donde estaba por alcaide Benariz, el cual -también le ofreció su ayuda. En Baza se juntaron once alcaides de -aquellos lugares a la fama de esta entrada del campo de Lorca y Murcia, -y con aquella gente se fue el capitán Abidbar hasta la ciudad de Vera, -donde era alcaide el bravo Alabez Malique, adonde se acabó de juntar -todo el ejército de los moros y alcaides que aquí se nombrarán.</p> - -<p>El general Abidbar; Abenáriz, capitán de Baza; su hermano Abenáriz, -capitán de la Vega de Granada; el Malique Alabez, de Vera; Alabez, -alcaide de Vélez el Blanco; Alabez, alcaide de Vélez el Rubio; Alabez, -alcaide de Almería; Alabez, alcaide de Cuéllar; otro alcaide de -Huéscar; Alabez, alcaide de Orce; Alabez, alcaide de Purchena; Alabez, -alcaide de Jimena; Alabez, alcaide de Tirieza: Alabez, alcaide de -Caniles.</p> - -<p>Todos estos Alabeces Maliques eran parientes, como ya es dicho; se -juntaron en Vera, cada uno llevando la gente que pudo.</p> - -<p>También se juntaron otros tres alcaides, el de Mojácar, el de -Sorbas, y el de Lubrín: todos ya juntos se hizo reseña de la gente que -se había juntado, y se hallaron seiscientos de a caballo, aunque otros -dicen que fueron ochocientos, y mil y quinientos peones: otros dicen, -que dos mil.</p> - -<p>Finalmente, se juntó grande poder de gente de guerra; y -determinadamente a doce o catorce de mayo, año de mil cuatrocientos -treinta y cinco, entraron en los<span class="pagenum" id="Page_10">p. -10</span> términos de Lorca, y por la marina llegaron al campo de -Cartagena, y lo corrieron todo hasta el rincón de S. Ginés y Pinatar, -haciendo grandes daños.</p> - -<p>Cautivaron mucha gente y ahogaron mucho ganado, y con esta presa -se volvían muy ufanos; y en llegando al Puntarón de la Sierra de -Aguaderas, entraron en consejo sobre si vendrían por la marina por -donde habían ido, o si pasarían por la vega de Lorca.</p> - -<p>Sobre esto hubo diferencia, y muchos afirmaban que fuesen por la -marina, por ser más seguro. Otros dijeron, que sería grande cobardía, -si no pasaban por la vega de Lorca a pesar de sus banderas. De este -parecer fue Malique Alabez, y con él todos los alcaides que eran sus -parientes.</p> - -<p>Pues visto por los moros que aquellos valerosos capitanes estaban -determinados de pasar por la vega, no contradijeron cosa alguna; y así -las banderas enarboladas, y la presa en medio del escuadrón, comenzaron -a marchar la vuelta de Lorca, arrimados a la sierra de Aguaderas.</p> - -<p>Los de Lorca tenían ya noticia de la gente que había entrado en -sus tierras. D. Alonso Fajardo, alcaide de Lorca, había escrito lo -que pasaba a Diego de Ribera, corregidor de Murcia, que luego viniese -con la más gente que pudiese. El corregidor no fue perezoso, que con -brevedad salió de Murcia con setenta caballos y quinientos peones, toda -gente de valeroso ánimo y esfuerzo; y juntose con la gente de Lorca, -donde había doscientos caballos, y mil y quinientos peones, gente muy -valerosa.</p> - -<p>También se halló con ellos Alonso de Lisón, caballero del<span -class="pagenum" id="Page_11">p. 11</span> hábito de Santiago, que era -a la sazón castellano en el castillo y fuerza de Aledo. Llevó consigo -nueve caballos y catorce peones, que del castillo no se pudieron sacar -más.</p> - -<p>En este tiempo los moros caminaron a gran priesa, y llegando -enfrente de Lorca, cautivaron un caballero llamado Quiñonero, que había -salido a requerir el campo; y como ya la gente de Lorca y Murcia venían -a priesa y los moros los vieron, se maravillaron viendo junta tanta -caballería, y no podían creer que en solo Lorca hubiese tanta lucida -gente.</p> - -<p>Y Malique Alabez, capitán y alcaide de Vera, le preguntó a -Quiñonero, habiéndole quitado el caballo y armas, esta pregunta:</p> - -<div class="mt1"> - -<p class="rol"><i>Alabez.</i></p> - -<div class="poem ml65"> - <p class="i2">Anda, cristiano cautivo,</p> - <p class="i0">tu fortuna no te asombre,</p> - <p class="i0">y dinos luego tu nombre</p> - <p class="i0">sin temor de daño esquivo;</p> - <p class="i2">Que aunque seas prisionero,</p> - <p class="i0">con el rescate, y dinero,</p> - <p class="i0">si nos dices la verdad,</p> - <p class="i0">tendrás luego libertad.</p> -</div> - -<p class="rol"><i>Quiñonero.</i></p> - -<div class="poem ml65"> - <p class="i2">Es mi nombre Quiñonero:</p> - <p class="i0">soy de Lorca natural,</p> - <p class="i0">caballero principal;</p> - <p class="i0">y aunque me sigue fortuna,</p> - <p class="i0">no tengo pena ninguna,</p> - <p class="i0">ni se me hace de mal:</p> - <p class="i2">Que la guerra es condición,</p> - <p class="i0">que hoy soy tuyo, y ya confío</p> - <p class="i0">mañana podrás ser mío,</p> - <p class="i0">y sujeto a mi prisión.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_12">p. 12</span>Por tanto pregunta, y pide,</p> - <p class="i0">porque en toda tu pregunta</p> - <p class="i0">satisfaré sin repunta,</p> - <p class="i0">pues el temor no me impide.</p> -</div> - -<p class="rol"><i>Alabez.</i></p> - -<div class="poem ml65"> - <p class="i2">Trompetas se oyen sonar,</p> - <p class="i0">y descubrimos pendones,</p> - <p class="i0">y caballos, y peones</p> - <p class="i0">junto de aquel olivar:</p> - <p class="i2">Y quería, Quiñonero,</p> - <p class="i0">saber de ti por entero,</p> - <p class="i0">qué pendones, y qué gente</p> - <p class="i0">es la que aquí está presente,</p> - <p class="i0">con ánimo bravo y fiero.</p> -</div> - -<p class="rol"><i>Quiñonero.</i></p> - -<div class="poem ml65"> - <p class="i2">Aquel pendón colorado,</p> - <p class="i0">con las seis coronas de oro,</p> - <p class="i0">muy bien muestra su decoro</p> - <p class="i0">ser de Lorca, y es nombrado;</p> - <p class="i2">Y el otro que tiene un rey</p> - <p class="i0">armado por gran blasón,</p> - <p class="i0">es de Murcia, y es pendón</p> - <p class="i0">que le conoce su rey.</p> - <p class="i2">Traen gente belicosa,</p> - <p class="i0">con gana de pelear;</p> - <p class="i0">si quieres más preguntar,</p> - <p class="i0">no siento de esto otra cosa.</p> - <p class="i2">Apercíbete al combate,</p> - <p class="i0">porque vienen a gran priesa</p> - <p class="i0">para quitarte la presa,</p> - <p class="i0">y dar fin en tu remate.</p> -</div> - -<p class="rol"><i>Alabez.</i></p> - -<div class="poem ml65"> - <p class="i2">Pues por priesa que se den,</p> - <p class="i0">ya querrá nuestro Alcorán,</p> - <p class="i0">la Rambla no pasarán,</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_13">p. 13</span>porque no les irá bien;</p> - <p class="i2">Y si con valor extraño</p> - <p class="i0">la Rambla pueden romper,</p> - <p class="i0">muy bien se puede entender,</p> - <p class="i0">que ha de ser por nuestro daño.</p> - <p class="i2">Pues al arma, que ellos vienen,</p> - <p class="i0">y en nada no se detienen:</p> - <p class="i0">tóquese el son y la zambra,</p> - <p class="i0">porque lleguen a la Alhambra</p> - <p class="i0">nuestras famas, y resuenen.</p> -</div> - -</div> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch2"> - <h2 class="nobreak">CAPÍTULO II.</h2> - <p class="subh2h"><i>En que se trata de la sangrienta batalla - de los Alporchones, y la gente que en ella se halló de moros y - cristianos.</i></p> -</div> - -<p><span class="cap">A</span>penas el capitán Malique Alabez acabó de -decir estas palabras, cuando el escuadrón de los cristianos acometió -con tanta braveza y pujanza que a los primeros encuentros, a pesar de -los moros que lo defendían, pasaron la Rambla. No por eso los moros -mostraron punto de cobardía, antes tuvieron más ánimo peleando.</p> - -<p>Quiñonero, como vio la batalla revuelta, llamó a un cristiano, que -cortase la cuerda con que estaba atado; y siendo libre, al punto tomó -una lanza de un moro muerto, un caballo y una adarga, y con valor muy -crecido, como era valiente caballero, hacía maravillas.</p> - -<p>A esta sazón los valerosos capitanes moros, en especial los Maliques -Alabeces, se mostraron con tanta fortaleza, que los cristianos<span -class="pagenum" id="Page_14">p. 14</span> estuvieron a punto de pasar -la Rambla contra su voluntad; lo cual visto por Alonso Fajardo, y -Alonso de Lisón, y Diego de Ribera, y los principales caballeros de -Murcia y Lorca, pelearon tan valerosamente, que los moros fueron -rompidos, y los cristianos hicieron muy notable daño en ellos.</p> - -<p>Los valientes Alabez, y Almoradí, capitán de Guadix, tornaron a -juntar gente, y con grande ánimo volvieron sobre los cristianos con -bravo ímpetu y fortaleza.</p> - -<p>¡Quién viera las maravillas de los capitanes cristianos! Era cosa de -ver la braveza con que mataban y herían en los moros.</p> - -<p>Abenáriz, capitán de Baza, hacía gran daño en los cristianos, y -habiendo muerto a uno de una lanzada, se metió por enmedio de la -batalla haciendo cosas muy señaladas; mas Alonso de Lisón, que le vio -matar aquel cristiano, de cólera encendido procuró vengar su muerte, y -así con grande presteza fue en seguimiento de Abenáriz, llamándole a -grandes voces, que le aguardase.</p> - -<p>El moro revolvió a mirar quien le llamaba; y visto, reconoció -que aquel caballero era de valor, pues traía en su escudo aquella -encomienda de Santiago, y entendiendo llevar de él buenos despojos a -Baza, le acometió con gran ímpetu; pero el caballero Lisón se defendió -con gran destreza, y ofendió y acosó de suerte al moro, que en poco -rato le hirió en dos partes; y como se vio tan herido, se encendió en -más cólera, y procuró la muerte del contrario: mas muy presto halló en -él la suya, porque Lisón le cogió en descubierto de la adarga un golpe -por los<span class="pagenum" id="Page_15">p. 15</span> pechos, tan -fuerte, que no aprovechando la cota le metió la lanza por el cuerpo, y -al momento cayó el moro muerto del caballo.</p> - -<p>El caballo de Lisón quedó mal herido; por lo cual le convino tomar -el caballo del alcaide de Baza, que en extremo era bueno, y se entró -en el mayor peligro de la batalla, diciendo a voces: <i>Santiago, y a -ellos</i>.</p> - -<p>El famoso Alonso Fajardo andaba entre los moros, y el corregidor de -Murcia asimismo, que era cosa de maravilla, y tanto pelearon los de -Murcia y Lorca, que los moros fueron segunda vez rompidos; mas el valor -de los caballeros granadinos era grande, y pelearon fuertemente; y como -tenían tan fuertes caudillos, asistían a la batalla con mucho ánimo; -y era tan grande el valor y esfuerzo de Alabez, que en un punto tornó -a juntar su gente, y volvió a la lid, como si no hubieran sido rotos -alguna vez.</p> - -<p>La batalla estaba tan sangrienta, que era admiración, porque había -tantos cuerpos de hombres y caballos muertos, que apenas podían -andar; pero no por eso dejaban de pelear con mucho esfuerzo ambos -ejércitos.</p> - -<p>El valiente Alabez hacía por su persona grandes estragos en los -cristianos; lo cual visto por Alonso Fajardo, valeroso soldado, y -alcaide de Lorca, se maravilló de ver la pujanza del moro, y arremetió -con él con tanta braveza que el moro se espantó, y sintió bien su -valor; pero como no había en él cobardía, resistió con ánimo la -fortaleza de Fajardo, dándole grandes botes de lanza, que a no ir bien -armado el alcaide, muriera allí, porque le sirvieron de poco<span -class="pagenum" id="Page_16">p. 16</span> las fuerzas, por ser mayores -las de Alonso Fajardo; y habiendo el invencible y valiente alcaide -quebrado su lanza, en un instante puso mano a su espada, y con un valor -nunca visto se fue para Alabez, y con tanta velocidad y presteza, que -no pudo el gallardo moro aprovecharse de la lanza y la perdió, y puso -mano al alfanje para herir a Alonso Fajardo: mas el valeroso alcaide, -no mirando el peligro que le seguía, cubierto con su escudo arremetió -con Alabez, y le dio un golpe sobre la adarga, que le cortó gran pedazo -de ella, y asiósela tan fuertemente con la mano izquierda, que casi -le desencajó de la silla; y Alabez que le vio tan cerca, le tiró un -golpe a la cabeza pensando acabar con él, y si Fajardo no le hurtara el -cuerpo, le hiriera; y en esta ocasión cayó el caballo del moro, porque -estaba desangrado, y no se podía tener. Apenas Alabez estuvo en el -suelo, cuando los peones de Lorca le cercaron maltratándole.</p> - -<p>Alonso Fajardo como vio al moro en tal estado, se apeó, y fue a -él, y echole los brazos encima con tal fuerza, que Alabez no pudo ser -señor de sí. Los peones entonces arremetieron con él, y le prendieron, -y Alonso Fajardo mandó que le sacasen de la batalla, y así lo -hicieron.</p> - -<p>Todavía andaba muy revuelta y sangrienta la batalla, y no parecía -ninguno de los capitanes moros, lo cual causó en sus soldados mucha -cobardía, y ya no peleaban como antes, ni con aquel brío. La gente de -Lorca peleó belicosamente este día, y no menos la de Murcia, que se vio -bien su valor.</p> - -<p>El capitán Abidbar, como<span class="pagenum" id="Page_17">p. -17</span> no vio ningún alcaide, ni capitán de los suyos, se salió de -la batalla, y desde un alto miró su ejército, y le vio en mal estado; y -volviendo como un león a la batalla, le dijeron unos soldados suyos:</p> - -<p>—¿Qué aguardas? Ya no ha quedado ningún alcaide ni capitán moro: -Alabez de Vera está preso.</p> - -<p>Oído esto por Abidbar, perdió la esperanza de la victoria, y así -mandó tocar a recoger. Oyendo los moros la reseña se retiraron, -y mirando por su general, le vieron ir huyendo por la sierra de -Aguaderas, y ellos atemorizados le siguieron.</p> - -<p>Los cristianos les iban en alcance hiriéndolos, que de todos no se -escaparon trescientos. Siguiéronlos hasta la fuente del Pulpí, junto -a Vera, y este día consiguieron los cristianos una singular victoria. -Era día de S. Patricio, y Lorca y Murcia le celebran en memoria de la -victoria.</p> - -<p>Volviéndose los cristianos alegres a Lorca, y cargados de despojos, -Alonso Fajardo se llevó a su casa al capitán Malique Alabez, y -queriendo entrarle preso por un postigo de un huerto, le dijo -Alabez:</p> - -<p>—No soy hombre de baja suerte, que he de entrar por ahí, sino por la -puerta real de la ciudad.</p> - -<p>Y porfió tanto, que enojado Fajardo le hirió de muerte.</p> - -<p>Este fue el fin de aquel capitán y alcaide de Vera. Murieron en -la batalla doce alcaides Alabeces, parientes del Alabez de Vera, y -dos hermanos suyos, alcaides de Vélez el Blanco, y Rubio, y murieron -ochocientos moros. De los cristianos murieron cuarenta, y hubo -doscientos heridos.</p> - -<p>Quedaron los de Lorca y Murcia muy gozosos con la victoria<span -class="pagenum" id="Page_18">p. 18</span> que nuestro Señor, por la -intercesión de su Santísima Madre, les concedió.</p> - -<p>Volvamos al capitán Abidbar que fue huyendo de la lid. Como llegó a -Granada, y el rey supo lo que había pasado, le mandó degollar, porque -no murió como caballero en la batalla, pues él fue por caudillo.</p> - -<p>Sucedió esta batalla, reinando en Castilla el rey D. Juan el II, y -en Granada Albenocín XVII, como está dicho, el cual reinó ocho años, y -fue despojado del reino año de 1473.</p> - -<p>Por esta batalla de los Alporchones se hizo aquel romance antiguo, -que se dice de esta suerte:</p> - -<div class="poem ml65 mb1 mt1"> - <p class="i2">Allá en Granada la rica</p> - <p class="i0">instrumentos oí tocar</p> - <p class="i0">en calle de los Gomeles,</p> - <p class="i0">a la puerta de Abidbar:</p> - <p class="i2">El cual es moro valiente,</p> - <p class="i0">y muy fuerte capitán;</p> - <p class="i0">mandó juntar muchos moros</p> - <p class="i0">bien diestros en pelear,</p> - <p class="i2">Porque en el campo de Lorca</p> - <p class="i0">se determinan de entrar.</p> - <p class="i0">Con él salen tres alcaides,</p> - <p class="i0">aquí los quiero nombrar:</p> - <p class="i2">Almoradí de Guadix,</p> - <p class="i0">ese de sangre real;</p> - <p class="i0">Abenáriz es el otro,</p> - <p class="i0">y de Baza natural;</p> - <p class="i2">Y de Vera es Alabez,</p> - <p class="i0">de esfuerzo muy singular,</p> - <p class="i0">y en cualquier guerra su gente</p> - <p class="i0">bien la sabe acaudillar:</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_19">p. 19</span>Todos se juntan en Vera</p> - <p class="i0">para ver lo que harán;</p> - <p class="i0">el campo de Cartagena</p> - <p class="i0">acuerdan de saquear.</p> - <p class="i2">A Alabez por ser valiente</p> - <p class="i0">le hacen su general,</p> - <p class="i0">otros doce alcaides moros</p> - <p class="i0">con ellos juntado se han.</p> - <p class="i2">Van por la fuente del Pulpí,</p> - <p class="i0">por ser secreto lugar,</p> - <p class="i0">y por el puerto, los peones</p> - <p class="i0">por la orilla de la mar.</p> - <p class="i2">En campos de Cartagena</p> - <p class="i0">con furor fueron a entrar,</p> - <p class="i0">cautivaron mil cristianos,</p> - <p class="i0">que era cosa de espantar.</p> - <p class="i2">Todo lo corren los moros,</p> - <p class="i0">sin nada se les quedar;</p> - <p class="i0">el rincón de S. Ginés,</p> - <p class="i0">y con ellos el Pinar.</p> - <p class="i2">Cuando tuvieron gran presa,</p> - <p class="i0">hacia Vera vuelto se han,</p> - <p class="i0">y en llegando al Puntarón</p> - <p class="i0">consejo tomado han,</p> - <p class="i2">Si pasarían por Lorca,</p> - <p class="i0">o si irían por la mar.</p> - <p class="i0">Alabez, como es valiente,</p> - <p class="i0">por Lorca quiere pasar,</p> - <p class="i2">Por tenerla muy en poco,</p> - <p class="i0">y por hacerla pesar;</p> - <p class="i0">y así con toda su gente</p> - <p class="i0">comenzaron de marchar.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_20">p. 20</span>Lorca y Murcia lo supieron,</p> - <p class="i0">luego los van a buscar,</p> - <p class="i0">y el comendador de Aledo,</p> - <p class="i0">que Lisón suelen llamar.</p> - <p class="i2">Junto de los Alporchones,</p> - <p class="i0">allí los van a alcanzar,</p> - <p class="i0">y el comendador de Aledo</p> - <p class="i0">no dejaba de marchar.</p> - <p class="i2">Cautivaron un cristiano,</p> - <p class="i0">caballero principal,</p> - <p class="i0">al cual llaman Quiñonero,</p> - <p class="i0">que de Lorca es natural.</p> - <p class="i2">Alabez que vio la gente,</p> - <p class="i0">comienza de preguntar:</p> - <p class="i0">Quiñonero, Quiñonero,</p> - <p class="i0">dirasme tú la verdad;</p> - <p class="i2">Pues eres buen caballero,</p> - <p class="i0">no me la quieras negar:</p> - <p class="i0">¿qué pendones son aquellos</p> - <p class="i0">que están en el olivar?</p> - <p class="i2">Quiñonero le responde,</p> - <p class="i0">tal respuesta le fue a dar:</p> - <p class="i0">Lorca y Murcia son, señor,</p> - <p class="i0">Lorca y Murcia son, no más;</p> - <p class="i2">Y el comendador Aledo,</p> - <p class="i0">de valor más singular,</p> - <p class="i0">que de la francesa sangre</p> - <p class="i0">es su prosapia real:</p> - <p class="i2">Los caballos traen gordos,</p> - <p class="i0">ganosos de pelear.</p> - <p class="i0">Allí respondió Alabez,</p> - <p class="i0">lleno de rabia y pesar:</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_21">p. 21</span>¡Pues por gordos que los traigan,</p> - <p class="i0">la Rambla no pasarán,</p> - <p class="i0">y si ellos la Rambla pasan,</p> - <p class="i0">Alá, y qué mala señal!</p> - <p class="i2">Estando en estas razones</p> - <p class="i0">ha llegado el mariscal,</p> - <p class="i0">y el buen alcaide de Lorca</p> - <p class="i0">con esfuerzo muy sin par.</p> - <p class="i2">Aquel alcaide Fajardo,</p> - <p class="i0">valeroso en pelear:</p> - <p class="i0">la gente traen valerosa,</p> - <p class="i0">no quieren más aguardar.</p> - <p class="i2">A los primeros encuentros</p> - <p class="i0">la Rambla pasado han;</p> - <p class="i0">y aunque los moros son muchos,</p> - <p class="i0">allí lo pasan muy mal.</p> - <p class="i2">Mas el valiente Alabez</p> - <p class="i0">hace gran plaza y lugar:</p> - <p class="i0">tantos cristianos mataba,</p> - <p class="i0">que es dolor de lo mirar.</p> - <p class="i2">Los cristianos son valientes,</p> - <p class="i0">nada les puede ganar;</p> - <p class="i0">tantos matan de los moros,</p> - <p class="i0">que era cosa de espantar.</p> - <p class="i2">Por la sierra de Aguaderas,</p> - <p class="i0">huyendo sale Abidbar</p> - <p class="i0">con trescientos de a caballo,</p> - <p class="i0">que no pudo más sacar.</p> - <p class="i2">Fajardo prendió a Alabez</p> - <p class="i0">con esfuerzo singular,</p> - <p class="i0">quitó la cabalgadura,</p> - <p class="i0">que en riqueza no hay su par:</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_22">p. 22</span>Abidbar llegó a Granada,</p> - <p class="i0">y el rey lo mandó matar.</p> -</div> - -<p>Este fin es el que tuvo esta sangrienta batalla de Alporchones: -vamos ahora a la cuenta de los reyes moros de Granada.</p> - -<p>Ya hemos dicho de Albenocín, que fue el 17, en tiempo del cual pasó -la batalla de los Alporchones: este reinó ocho años, y fue despojado -del reino año 1453.</p> - -<p>El rey 18 de Granada fue Ismael, y este le quitó el reino a -Albenocín, como está dicho. En tiempo de este Ismael murió Garcilaso de -la Vega en una batalla que los moros tuvieron con los cristianos: reinó -este Ismael doce años, y acabó año de 1465.</p> - -<p>El 19 rey de Granada se llamó Muley Hazén; otros le llamaron -Alborzén: este fue hijo del susodicho Ismael. En tiempo de este pasaron -grandes cosas en Granada y su vega: tuvo un hijo llamado Boabdilín, y -tuvo, según cuenta el Arábigo, otro hijo bastardo, llamado Muza.</p> - -<p>Este le hubo en una cristiana cautiva: tuvo un hermano llamado -Boabdilín, así como el hijo del rey. Este infante era muy querido -de los caballeros de Granada, y muchos por estar mal con el rey su -padre le alzaron por rey de Granada; por lo cual le llamaron el rey -Chiquito.</p> - -<p>Otros caballeros siguieron la parte del rey, de manera que en -Granada había dos reyes, padre e hijo, y cada día había muy grandes -bandos entre los dos reyes, por donde sucedían muchas muertes: unas -veces amigos, otras enemigos. De esta suerte se gobernaba el reino, y -no por eso se dejaba<span class="pagenum" id="Page_23">p. 23</span> de -continuar la guerra contra cristianos.</p> - -<p>Este rey, padre del rey Chico, estaba siempre en el Alhambra, y el -Chico en el Albaicín, y ausente el uno, mandaba y gobernaba el otro; -mas el rey viejo fue el que adornó e hizo muy magníficas las cosas de -Granada, e hizo grandes y soberbios edificios, por ser muy rico.</p> - -<p>Mandó labrar de todo punto la famosa Alhambra, fábrica muy costosa: -hizo la famosa Torre de Comares; y el cuarto de los Leones llamose así, -porque enmedio dél, que es largo y ancho, hay una fuente de doce leones -de alabastro, riquísimamente obrada. Todo el cuarto está solado de muy -lucidos azulejos, labrado a lo moro.</p> - -<p>Asimismo hizo este rey muchos estanques de agua en la misma -Alhambra, y los aljibes del agua tan nombrados.</p> - -<p>Hizo la torre de la Campana, de la cual se descubre toda la ciudad -de Granada y su vega.</p> - -<p>Hizo un maravilloso bosque junto del Alhambra, debajo de los -miradores de la misma casa real, donde hoy se parecen muchos venados y -conejos.</p> - -<p>Mandó labrar los Alijares de oro azul de mazonería, a lo moro. Era -tan costosa esta obra, que el artífice que la labraba, ganaba cada día -cien doblas.</p> - -<p>Mandó hacer encima del cerro de Santa Elena, que así se nombra hoy -aquel cerro, una casa de placer muy rica. Hizo la casa de las gallinas -a propósito de aquel menester.</p> - -<p>Orilla de Genil tenía este rey, encima del río Darro, un jardín muy -deleitoso, llamado Generalife, en el cual hay diversidad de frutas, -fuentes de alabastro, bien obradas plazas, y calles hechas<span -class="pagenum" id="Page_24">p. 24</span> de menudos arrayanes. Hay -labrada una muy rica casa con muchas salas, aposentos, balcones y -ventanas doradas, y en la sala principal retratados por grandes -pintores todos los reyes moros de Granada hasta su tiempo, y en otra -sala todas las batallas que había tenido con los cristianos; todo tan -al vivo, que era cosa admirable.</p> - -<p>Por estas obras, y otras tales, que había hecho en la ciudad de -Granada, adornadas de tanta perfección, hizo el rey D. Juan el I -aquella pregunta al moro Abenámar, el viejo, estando en el río Genil, -que dice así:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Abenámar, Abenámar,</p> - <p class="i0">moro de la Morería,</p> - <p class="i0">el día que tú naciste</p> - <p class="i0">grandes señales había.</p> - <p class="i2">Estaba la mar en calma,</p> - <p class="i0">la luna estaba crecida,</p> - <p class="i0">moro que en tal signo nace</p> - <p class="i0">no debe decir mentira.</p> - <p class="i2">Allí respondiera el moro,</p> - <p class="i0">bien oiréis lo que decía:</p> - <p class="i0">No te la diré, señor,</p> - <p class="i0">aunque me cueste la vida,</p> - <p class="i2">Porque soy hijo de un moro,</p> - <p class="i0">y una cristiana cautiva.</p> - <p class="i0">Siendo yo niño, y muchacho,</p> - <p class="i0">mi madre me lo decía,</p> - <p class="i2">Que mentira no dijese,</p> - <p class="i0">que era grande villanía:</p> - <p class="i0">por tanto pregunta, rey,</p> - <p class="i0">que la verdad te diría.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_25">p. 25</span>Yo te agradezco, Abenámar,</p> - <p class="i0">aquesta tu cortesía:</p> - <p class="i0">¿qué castillos son aquellos?</p> - <p class="i0">Altos son, y relucían.</p> - <p class="i2">El Alhambra era, señor,</p> - <p class="i0">y la otra la Mezquita:</p> - <p class="i0">los otros los Alijares,</p> - <p class="i0">labrados a maravilla.</p> - <p class="i2">El moro que los labraba</p> - <p class="i0">cien doblas ganaba al día:</p> - <p class="i0">el día que no labraba</p> - <p class="i0">otras tantas se perdía.</p> - <p class="i2">El otro es Generalife,</p> - <p class="i0">huerta que par no tenía;</p> - <p class="i0">el otro Torres-Bermejas,</p> - <p class="i0">castillo de gran valía.</p> - <p class="i2">Allí habló el rey D. Juan,</p> - <p class="i0">bien oiréis lo que decía:</p> - <p class="i0">Si tú quisieses, Granada,</p> - <p class="i0">contigo me casaría;</p> - <p class="i0">darete en arras y dote</p> - <p class="i0">a Córdoba y a Sevilla.</p> - <p class="i2">Casada soy, rey D. Juan,</p> - <p class="i0">viuda no lo sería;</p> - <p class="i0">el moro que aquí me tiene</p> - <p class="i0">muy grande bien me quería.</p> -</div> - -<p>Mostraban tanta suntuosidad y fortaleza los edificios de Granada y -Alhambra, que admiraba, y hoy son fortísimos.</p> - -<p>Estaba tan rico, próspero y bien afortunado el rey Mulahacén, que -en las morismas no había otro tan poderoso, fuera del Gran Turco, si -la fortuna no le derribara del<span class="pagenum" id="Page_26">p. -26</span> trono en que estaba, como adelante se dirá.</p> - -<p>Era servido de caballeros de mucha estima y de sangre real, porque -había en Granada treinta y dos linajes de caballeros moros, sin otros -muchos poderosos, descendientes de aquellos nobles de África que -ganaron a España.</p> - -<p>Y porque será justo nombrarlos a todos, y de qué reinos y provincias -eran naturales, se dirá todo por extenso, para que se considere la gran -nobleza que a la sazón había en Granada.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch3"> - <h2 class="nobreak">CAPÍTULO III.</h2> - <p class="subh2h"><i>En que se declaran los nombres de los nobles - caballeros moros de Granada, de los treinta y dos linajes, y otras - cosas que pasaron en Granada. Asimismo se nombran todos los lugares - que estaban en aquel tiempo debajo de la corona de Granada.</i></p> -</div> - -<p><span class="cap">Y</span>a que hemos tratado de algunas de las -cosas de la ciudad de Granada y de sus edificios, diremos de los -preciados caballeros que en ella vivían, y de las villas, lugares, -castillos y ciudades que estaban sujetos a la Real Corona de Granada; -para lo cual comenzaremos por los caballeros, de esta manera nombrados -por sus nombres: Almoradíes, de Marruecos; Alabeces, Alarbes; -Bencerrajes, id.; alfaquíes, de Fez; Gazules, Alarbes; Barragís, de -Fez; Venegas, de id.; Zegríes, de id.; Mazas, de id.; Gomeles, de Vélez -de la Gomera; Abencerrajes,<span class="pagenum" id="Page_27">p. -27</span> de Marruecos; Albayaldes, de id.; Abenámares, de id.; -Aliatares, de id.; Almadenes, de Fez; Audalás, de Marruecos; Hacenes, -de Fez; Laugetes, de id.; Azarques, de id.; Alarifes, de Vélez de -la Gomera; Abenhamines, de Marruecos; Zulemas, de id.; Sarracinos, -de id.; Mofarix, de Tremecén; Abedhoares, de id.; Almanzores, de -Fez; Abidbares, de id.; Alhamares, de Marruecos; Reduanes, de id.; -Aldoradines, de id.; Alabeces Maliques, de Marruecos, descendientes del -Almohabez Malique, rey de Cuco.</p> - -<p>Los lugares del reino y vega de Granada son estos: Granada, -Cogollos, Alfacar, Colomera, Alhendín, los Padules, Gabia la Grande, -Iznalloz, Maracena, Albabia, Gabia la Chica, la Zubia, Alhama, -Arbolote, Moclín, Illora, Loja y Lora, Monte-frío, Guadahortuna, la -Malá, Pinos, Alcalá Real, Cardela, Huelma.</p> - -<p>Los lugares de Baza son: Baza, Bezalema, Castilleja, Galera, Vélez -el Blanco, Tirieza, Zújar, Crastil, Huéscar, Cuéllar, Vélez el Rubio, -Freila, Benamanuel, Orce, Cavillas, Xiquena, Tirieza.</p> - -<p>Los del río Almanzor son: Serón, Almuñecar, Urraca, Bertanga, -Eria, Santoperat, Portilla, Cabrera, Sorbas, Alboteas, Serna, Tíjola, -Purchena, Mojar, Abenchez, Zucuyrin, Huércal, Tera, Teresa, Lubrín, -Portaloza, Cuebro, Bayarque, Vicir, Turre, Cantoria, Ovaria, las -Cuevas, Zurgena, Antes, Elvez, Uleya del Campo.</p> - -<p>Los lugares del Filabres son: Filabres, Gergal, Vacares, el Voloduy, -Sierto.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_28">p. 28</span>Los lugares del -río de Almería son: Almería, Vicar, Tenix, Huércal, Fenix, Pichona, -Alhamalasec, Santa Cruz, Turpe, Rioja, Ragul, Meles, Cucija, Ochovez, -Santa Fe, Ilar, Efición, Marcena, Guenlejas, Almaneata, Abiatar, -Lacumque, Catiyar.</p> - -<p><i>Tabla de Andújar y Oxica</i>: Castillo del hierro, Velote -el alto, Inoa, Alcundiat, Berja, Veas, la Calahorra, Curiana, -Canile-aceytu, Lanjarón, Valor el chico, Tabernas, Guadix, la Poza, -Fiñana, Dalías, Murral, Cadiar, Potrox, Turón, las Albuñuelas, Guajaras -altas, Guajaras bajas.</p> - -<p>Estos y otros muchos lugares de las Alpujarras, Sierra-Bermeja y -Ronda, que no hay para que nombrarlos, estaban debajo de la Real Corona -de Granada.</p> - -<p>Y pues hemos tratado de los lugares, será bien tratar de los -caballeros moros Maliques Alabeces, el cual linaje era muy estimado -y tenido de los reyes de Granada y de todos; y es de saber, que como -Miramamolín el de Marruecos convocase a todos los reyes de África para -ir a España, cuando totalmente fue destruida hasta las Asturias, vino -un rey llamado Abderiame, y este trajo tres mil hombres de pelea: -vino otro llamado Muley Abcalí, y en su compañía otros veinte y cinco -reyes moros, los cuales trajeron grande poder de gente, y entre estos -reyes vino uno llamado Mahomad Malique Almohabez, cuyo era el gran -reino de Cuco, y traía consigo tres hijos valerosos, llamados Maliques -Almohabeces, todos los cuales reyes y sus vasallos conquistaron a -España.</p> - -<p>Y en<span class="pagenum" id="Page_29">p. 29</span> aquella -gran batalla en que se perdió el rey D. Rodrigo y la flor de los -caballeros de España, a manos del infante D. Sancho murió el rey -Malique Almohabez, y sus tres hijos anduvieron en las guerras todos los -ocho años que duraron, hasta que se apoderaron los moros de casi toda -España.</p> - -<p>Y acabada la guerra el mayor de los hermanos pasó a África, rico de -despojos, al reino de su padre, do fue rey, y los hijos de este fueron -reyes de Fez y Marruecos, y uno de los reyes de Fez tuvo uno llamado el -infante Abomelique, el cual pasó a España en tiempo que los reyes de -Castilla tenían guerra con los reyes de Granada.</p> - -<p>Fue Abomelique rey de las Algeciras, Ronda y Gibraltar, respecto a -que fue ayudado de sus parientes, porque habían quedado en la ciudad -de Granada descendientes de aquellos hijos del valiente rey Almohabez, -que como arriba es dicho, uno se volvió a su tierra y reino, y los -otros dos se quedaron en Granada, por parecerles la tierra muy amena -y agradable; y quedaron muy ricos de los despojos de la guerra de -España.</p> - -<p>Fuéronles dadas grandes partes y haciendas en Granada: sabiendo -cuyos hijos eran, especialmente por el valor de sus personas que era -muy grande, emparentaron con otros claros linajes de la ciudad, que se -decían los Almoradines: sirvieron a sus reyes muy bien en todas las -ocasiones que se les ofrecieron.</p> - -<p>Y así estos y los Abencerrajes eran los más esclarecidos y tenidos -linajes, aunque también había otros tan buenos como ellos, como eran -los Zegríes,<span class="pagenum" id="Page_30">p. 30</span> Gomeles, -Mazas, Venegas, Almoradís, Almohades, Marines y Gazules, y otros -muchos.</p> - -<p>Finalmente, con el favor de estos caballeros Maliques Alabeces, que -así fueron llamados, el infante Abomelique de Marruecos alcanzó en el -reino de Granada a ser rey de Ronda, de las Algeciras y Gibraltar, como -está dicho.</p> - -<p>Volviendo, pues, al propósito de nuestra historia, como dice el -arábigo, el rey de Granada Mulahacén, de quien ahora tratamos, se -servía de los caballeros más principales de la ciudad, con los cuales -tenía su corte próspera, y sus tierras pacíficas, y hacía guerra a los -cristianos, y era de todos muy temido, hasta que su hijo Aboabdilí fue -grande, y entre él y el padre hubo grandes diferencias, y el hijo fue -alzado por rey en favor de los caballeros de Granada que estaban mal -con su padre, por ver los agravios que de él habían recibido: otros -seguían la parte del padre.</p> - -<p>De aquesta manera andaban las cosas de la ciudad y reino de Granada, -y no por eso dejaba de estar en su punto, siendo bien gobernada y -regida: y es de saber, que de los treinta y dos linajes de caballeros -que había en Granada, los que sustentaban la corte eran los que aquí -nombraremos, porque hace mucho al caso a nuestra historia, así como -lo escribe el moro Abenhamín, historiador de aquellos tiempos, desde -la entrada de los moros en España; pero este Abenhamín tuvo cuidado -de recoger los papeles y escrituras que trataban de Granada, y su -fundación primera y segunda, y los caballeros que más se estimaban -en<span class="pagenum" id="Page_31">p. 31</span> Granada eran los -siguientes: Alhamares, Abencerrajes, Llegas, Abenámares, Almoradís, -Gomeles, Mazas, Gazules, Alabeces, Venegas, Zegríes.</p> - -<p>Los caballeros Abencerrajes eran muy estimados, por ser de -esclarecido linaje, descendientes de aquel valeroso capitán -Abencerraje, que vino con Muza en tiempo de la gran derrota de España: -de este y de dos hermanos suyos descendieron estos caballeros -Abencerrajes de sangre real. Hallaranse los hechos de estos insignes -caballeros en las crónicas de los reyes de Castilla, a las cuales me -remito.</p> - -<p>Los que tenían mayor amistad con estos caballeros eran los Maliques -Alabeces, y el valiente Muza, hijo bastardo del rey Mulahacén. Era Muza -muy valiente y robusto, y todos le amaban por su nobleza.</p> - -<p>A la sazón había en Granada muchas fiestas, a causa de haber -recibido la corona el rey Chico, aunque contra la voluntad de su padre, -el cual vivía en el Alhambra, y el rey Chico en el Albaicín y Alcazaba, -visitándole los caballeros más principales, por quien había recibido la -corona, así Abencerrajes, como Gomeles y Mazas.</p> - -<p>Pasando estas cosas, el muy valeroso maestre de Calatrava D. -Rodrigo Téllez Girón, con mucha gente de a caballo y de a pie, entró -a correr la vega de Granada y hizo en ella algunas presas; y no -contento con esto, quiso saber si había en Granada algún caballero -que con él quisiese escaramucear lanza por lanza; y sabiendo como en -Granada hacían fiestas por la nueva elección del rey Chico, acordó de -enviar un escudero con una letra suya al rey,<span class="pagenum" -id="Page_32">p. 32</span> el cual estaba en Generalife holgándose con -muchos caballeros, y en llegando el escudero pidió licencia, y diósela; -y siendo en presencia del rey, hizo el acatamiento debido, y dio el -recado de su señor el maestre.</p> - -<p>El rey lo recibió y lo hizo leer alto, que todos lo entendiesen, y -decía así:</p> - -<blockquote> - - <p>«Poderoso señor, tu alteza goce la nueva corona, que por tu valor - se te ha dado, con el próspero fin que deseas. De mi parte he sentido - gran contento, aunque diversos en leyes: mas confiado en la grande - misericordia de Dios, que al fin tú y los tuyos vendréis al claro - conocimiento de la santa fe de Jesucristo, y querrás amistad con los - cristianos. Y pues ahora hay tantas fiestas por tu nueva corona, es - justo que los caballeros de tu corte se alegren y reciban placer, - probando sus personas con el valor que de ellos por el mundo se - publica. Y así por este respeto yo y mi gente hemos entrado en la - Vega, y la hemos corrido; y si acaso alguno de los tuyos quisiere - salir al campo a tener escaramuza uno a uno, deles tu alteza licencia - para ello, que aquí aguardo en el Fresno gordo cerca de tu ciudad. - Y para esto doy seguro que de los míos no saldrán más de aquellos - que salieren de Granada para escaramucear. Ceso besando tus reales - manos.—<i>El maestre D. Rodrigo Téllez Girón.</i>»</p> - -</blockquote> - -<p>Leída la carta, el rey con alegre semblante miró a todos sus -caballeros, y violos andar alborotados y con deseo de salir a la -escaramuza, pretendiendo cada uno de ellos la empresa; y el<span -class="pagenum" id="Page_33">p. 33</span> rey como los vio así andar, -mandó que se sosegasen, y preguntó si era justo salir a la escaramuza -que el maestre pedía, y todos respondieron, que era cosa muy justa -salir, porque haciendo lo contrario, serían reputados por caballeros -de poco valor y muy cobardes, y sobre ello hubo muchos pareceres, -sobre quién saldría a la escaramuza, o cuántos; y fue acordado que no -fuese aquel día más de uno a uno a la escaramuza, que después saldrían -más; y sobre quién había de salir hubo muchas y grandes diferencias -entre todos, de modo que fue necesario que entrasen en suerte doce -caballeros, y que del que saliese primero de una vasija de plata su -nombre escrito, que aquel saliese.</p> - -<p>Así acordado, los que fueron escritos para las suertes, fueron los -caballeros siguientes: Mahomad Abencerraje, el valiente Muza, Malique -Alabez, Mahomad Maza, Mahomad Almoradí, Albayaldos, Venegas Mahomet, -Abenámar, Mahomad Gomel, Almadán, Mahomad Zegrí, el valiente Gazul.</p> - -<p>Todos estos caballeros fueron señalados, y escritos sus nombres y -echados en una vasija, los revolvieron muy bien, y la reina sacó la -suerte, y leída decía <i>Muza</i>.</p> - -<p>La alegría que sintió fue grande, y los demás caballeros envidia, -porque cada uno de ellos se holgara en extremo ser el de la suerte, por -probar el valor y esfuerzo del maestre.</p> - -<p>Y aunque después de esto entre todos los caballeros fue conferido -y debatido que mejor fuera salir cuatro a cuatro, o seis a seis, no -se pudo aceptar con Muza; y así luego se escribió al maestre<span -class="pagenum" id="Page_34">p. 34</span> una carta, y dándosela al -escudero en respuesta de la que había traído, le enviaron; y llegando -a la presencia del maestre, le dio la carta del rey Chico, que decía -así.</p> - -<blockquote> - - <p>«Valeroso maestre, muy bien se muestra en tu virtud la nobleza - de tu sangre, y no menos que de tu bondad pudiera salir el parabién - de mi elección y real corona, lo cual me ha puesto en obligación - de acudir a todo lo que a la amistad de un verdadero amigo se debe - tener; y así me obligo a todo aquello que de mí y de mi reino - hubieres menester. Con muy comedidas razones envías a pedir a mis - caballeros escaramuza en la Vega, por alegrar mi fiesta, lo cual - agradezco grandemente. Entre los principales caballeros de esta corte - se echaron suertes por quitar diferencias, a causa de que cada uno - quisiera verse contigo; cayole la suerte a mi hermano Muza: mañana - se verá contigo debajo de tu palabra, que de ninguno de los tuyos - será ofendido. Conocido tengo, que será muy de ver la escaramuza - por ser entre dos tan buenos caballeros. Queda aquí para lo que - cumpliere—<i>Audalá, rey de Granada</i>.»</p> - -</blockquote> - -<p>Alegre fue el maestre con la respuesta del rey, y aquella noche se -retiró gran trecho la tierra adentro: mandó a su gente que estuviese -con cuidado y vigilancia toda la noche, porque los moros no les diesen -algún asalto.</p> - -<p>Venida la mañana se acercó a la ciudad, llevando para su guarda -cincuenta caballeros, y dejando el resto gran trecho apartado, -avisándoles que estuviesen<span class="pagenum" id="Page_35">p. -35</span> alistados por si los moros rompían la palabra de seguro que -estaba dada: así estuvo aguardando a Muza para hacer con él batalla.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch4"> - <h2 class="nobreak">CAPÍTULO IV.</h2> - <p class="subh2h"><i>Que trata de la batalla que el valiente Muza - tuvo con el Maestre, y de otras cosas que también pasaron.</i></p> -</div> - -<p><span class="cap">A</span>sí como el mensajero del valeroso maestre -partió con la carta aceptando el desafío, el rey y todos los caballeros -quedaron tratando de él y de otras cosas.</p> - -<p>La reina y las damas no holgaron del desafío, porque sabían bien que -el valor del maestre era grande, y muy diestro en las armas, y a quien -más pesó de este desafío fue a la hermosa y discreta Fátima, del linaje -Zegrí, que amaba de secreto mucho a Muza; pero él adoraba a la hermosa -Daraja, hija de Mahomet Alabez, y hacía en su servicio señaladas -cosas; mas Daraja no amaba a Muza, porque tenía todo su amor puesto en -Abenjamar, caballero Abencerraje de mucho valor: el Abencerraje amaba a -la hermosa Daraja, y la servía.</p> - -<p>Volviendo, pues, a Muza, aquella noche siguiente aderezó todo lo -necesario para la batalla que había de hacer, y la Fátima le envió con -un paje suyo un rico pendoncillo para la lanza, el medio morado, y el -otro verde, todo recamado con riquísimas labores de oro, y sembradas -por él muchas FF, que declaraban el nombre de Fátima. El paje le<span -class="pagenum" id="Page_36">p. 36</span> dio a Muza diciendo:</p> - -<p>—Valeroso señor, Fátima, mi señora, os besa la mano, y os suplica -pongáis en vuestra lanza este pendoncillo en su servicio, porque será -muy contenta si lo lleváis a la batalla.</p> - -<p>Muza tomó el pendoncillo mostrando muy buen semblante, porque era -para con las damas cortés, aunque él más quisiera que fuera de Daraja; -pero por ser tan discreto como valiente, lo recibió diciendo al -paje:</p> - -<p>—Amigo, di a la hermosa Fátima que tengo en muy grande merced y -favor el pendoncillo que me envía, aunque en mí no haya méritos para -prenda de tan hermosa dama, y que Alá me dé gracia para que la pueda -servir, y que la prometo de ponerle en mi lanza, y de entrar con él en -la batalla, porque sé que con tal prenda, y enviada de tal mano, será -muy cierta la victoria de mi parte.</p> - -<p>El paje fue muy contento, y en llegando a Fátima le dijo todo lo -que con el valiente Muza había pasado, que no fue poca alegría para -Fátima.</p> - -<p>Pues el alba no había bien rompido, cuando Muza ya estaba aderezado -de todo punto para salir al campo, y dando de ello aviso al rey, -se levantó y mandó que tocasen las trompetas y clarines, al son de -los cuales se juntaron muchos caballeros, sabiendo ya la ocasión de -ello.</p> - -<p>El rey se aderezó aquel día muy galán: llevaba una marlota de tela -de oro, tan rica, que no tenía precio, con tantas perlas y piedras de -valor, que muy pocos reyes las pudieran tener tales.</p> - -<p>Mandó el rey que saliesen doscientos caballeros muy bien alistados, -para pelear por la seguridad de su hermano Muza.</p> - -<p>Aún no<span class="pagenum" id="Page_37">p. 37</span> eran los -rayos del sol bien tendidos, cuando el rey Chico y su caballería salió -por la puerta de Biealmazón, llevando a su lado a Muza, y con él los -caballeros: iban tan gallardos que era muy de ver. No menos parecer y -gallardía llevaban los demás caballeros de pelea, y parecían tan bien -con sus adargas blancas, lanzas y pendoncillos, con tantas divisas y -cifras en ellos, que era maravilla.</p> - -<p>Iba por capitán de la gente de guerra Mahoma Alabez, gallardo -y valiente caballero, y muy galán y enamorado de una dama llamada -Cobaida. Llevaba este valiente moro un listón morado en su adarga, -y en él por divisa una corona de oro, y una letra que decía: <i>De -mi sangre</i>, dando a entender, que venía de aquel valeroso rey -Almohabez, que murió a manos del infante D. Sancho; y la misma divisa -llevaba el gallardo moro en su pendoncillo.</p> - -<p>Así salieron estas dos cuadrillas, y anduvieron hasta donde estaba -el belicoso maestre con sus cincuenta caballeros aguardando, no menos -aderezados que la contraria parte. Luego como llegó el rey tocaron sus -clarines, y respondieron las trompetas del maestre.</p> - -<p>Después de haberse mirado los unos a los otros, el valeroso Muza no -veía la hora de verse con el maestre, y pidiendo licencia a su hermano -el rey, salió con hermoso donaire y gallardía, mostrando en su aspecto -el valor y esfuerzo que tenía.</p> - -<p>Llevaba el bravo moro su cuerpo bien guarnecido; sobre un jubón de -armar una muy fina cota que llaman jacerina, y encima un peto fuerte, -forrado en terciopelo<span class="pagenum" id="Page_38">p. 38</span> -verde; sobre ella una rica marlota del mismo terciopelo, labrado con -oro, y por ella sembradas muchas DD de oro, hechas en arábigo. Esta -letra llevaba el moro por ser principio del nombre de Daraja, a quien -él tanto amaba.</p> - -<p>El bonete era verde con ramos de oro labrado, y lazadas con las -mismas DD. Llevaba una adarga hecha en Fez, y atravesado por ella un -listón verde, y en el medio una cifra; y era una mano de una doncella, -que apretaba con ella un corazón, del que salían gotas de sangre, con -una letra que decía: <i>Más merece</i>. Iba tan gallardo el valiente -Muza, que cualquiera que le miraba quedaba aficionado a las galas.</p> - -<p>El maestre echó de ver luego que aquel era con quien había de -escaramucear, y mandó a todos sus caballeros que ninguno se moviese en -su socorro, aunque le viesen puesto en necesidad; y fuese poco a poco -hacia donde venía el gallardo Muza.</p> - -<p>Iba el maestre bien armado, y sobre las armas una ropa de terciopelo -azul, recamado de oro, el escudo verde en campo blanco, y en él puesta -una cruz roja, la cual señal también llevaba en el pecho. El caballo -era bueno, rucio rodado. Llevaba en la lanza un pendoncillo blanco, y -en él la cruz roja, y debajo de ella una letra que decía: <i>Por esta y -por mi rey</i>.</p> - -<p>Parecía tan bien, que en verle daba contento, y cuando el rey le vio -dijo a los que con él estaban:</p> - -<p>—No sin causa este caballero tiene gran fama, porque en su talle y -buena disposición muestra el valor de su persona.</p> - -<p>Llegaron los dos valientes caballeros cerca<span class="pagenum" -id="Page_39">p. 39</span> el uno del otro, y después de haberse mirado -muy bien, el que primero habló fue Muza:</p> - -<p>—Por cierto, valeroso caballero, que vuestra persona muestra bien -claro ser vos el que la fama publica; y así digo, que vuestro rey se -puede tener por bien afortunado en tener un tan estimado caballero -como vos sois; y por la fama que el mundo tiene de vos, yo me tengo -por muy dichoso de entrar con vos en batalla, porque si Alá quisiese -que alcanzase victoria de tan buen caballero, todas las glorias de él -serían mías, que no poca honra y gloria sería para mí, y para todo mi -linaje; y si yo quedare vencido, no sentiré tanta pena, por serlo de -tan buen caballero.</p> - -<p>Con esto feneció el gallardo Muza sus razones, a las cuales -respondió el valeroso maestre con mucha cortesía diciendo:</p> - -<p>—Por un recado que ayer recibí del rey, sé que os llaman Muza, de -quien no menos fama se divulga que la que decís de mí, y que sois su -hermano, descendiente de aquel esforzado y antiguo capitán Muza, que en -tiempos pasados ganó gran parte de nuestra España; y así estimo tener -con vos batalla; y pues cada uno de su parte desea la gloria y honra de -ella, vengamos a ponerlas en ejecución, dejando en manos de la fortuna -el fin del caso, y no aguardemos a que se nos haga más tarde.</p> - -<p>El gallardo moro, que oyó aquellas razones al maestre, se sintió -avergonzado por haber dilatado tanto tiempo la escaramuza, y sin -responder palabra alguna, con mucha presteza rodeó su caballo, -y apretándose el bonete en la cabeza,<span class="pagenum" -id="Page_40">p. 40</span> debajo del cual llevaba un muy fino y acerado -casco, se apartó un gran trecho, y lo mismo había hecho el maestre.</p> - -<p>A este tiempo la reina y todas sus damas estaban puestas en las -torres del Alhambra, para desde allí mirar la fuerte escaramuza. Fátima -estaba junto a la reina, juntamente con sus damas, ricamente vestida de -damasco verde y morado, y era del propio color del pendoncillo que le -había enviado al valiente Muza: tenía por toda la ropa sembradas muchas -MM griegas, por ser la primera letra de su amante Muza.</p> - -<p>El rey como vio apartados a los caballeros, y que aguardaban la -señal de batalla, mandó tocar sus clarines, a los cuales respondieron -las trompetas del maestre.</p> - -<p>Siendo la señal hecha, arremetieron los caballeros el uno para el -otro con tan grande furia y braveza que cada uno sintió el valor de su -contrario en los encuentros que tuvieron; mas ninguno perdió la silla, -ni hizo mudanza alguna: las lanzas no se quebraron, la adarga de Muza -fue falseada, y el hierro de la lanza tocó en la fina coraza, y rompió -parte de ella, y pasó en la jacerina, sin hacerle otro mal.</p> - -<p>El encuentro de Muza pasó el escudo al maestre, y el hierro de la -lanza tocó en el peto fuerte, que a no serlo fuera herido.</p> - -<p>Los caballeros sacaron las lanzas, y con grande destreza comenzaron -a escaramucear, rodeándose el uno al otro, procurando herirse; pero -aunque era bueno el caballo del maestre, no era ligero como el del -moro, a cuya causa no podía dar golpe a gusto, por andar Muza tan -ligero; y<span class="pagenum" id="Page_41">p. 41</span> así entraba -y salía con velocidad el moro, dándole algunos golpes al maestre, el -cual como vio la ligereza del caballo del contrario, acordó, fiando en -la fortaleza de su brazo, de tirarle la lanza, y aguardó a que el moro -le entrase, y viéndole cerca terció la lanza, y levantose sobre los -estribos, y con fortaleza jamás vista le arrojó la lanza.</p> - -<p>Muza quiso hurtarle el cuerpo y revolvió la rienda al caballo por -huir del golpe; pero no lo hizo tan a su salvo que llegando primero la -lanza del maestre, le pasó el cuerpo al caballo: alborotose saltando, -dando vueltas y empinándose, y dando grandes corcovos; y visto por -el moro, temiendo no le viniese algún daño por aquella causa, saltó -en tierra y con osado ánimo se fue al maestre para desjarretar el -suyo, y de él entendido, saltó tan ligero como el viento; y embrazando -el escudo, la espada desnuda se fue a Muza, el cual venía lleno de -cólera y saña contra él, por haberle herido tan mal su caballo; y -con una cimitarra fue a herir al maestre, el cual le ofendía bien y -le maltrataba: peleando a pie, y cerca el uno del otro, se daban tan -recios y desaforados golpes, que no bastaba fuerza de los escudos y -de las armas, que con la fortaleza de sus brazos no se deshiciese y -rompiese; y como el valeroso maestre era muy diestro y cursado en las -armas, y más fuerte que Muza, puesto que el moro era valiente y de -animoso corazón, quiso mostrar donde llegaba su valor, y afirmando su -espada sobre la cimitarra de Muza, fue al reparo, y el maestre<span -class="pagenum" id="Page_42">p. 42</span> con muy gran presteza le -hirió en la cabeza sin poderlo remediar el gallardo moro: cortole con -la cuchillada la mitad del bonete, y vino el penacho al suelo; y si el -casco no fuera tan fino, fuera la herida más peligrosa, y quedó Muza -casi aturdido del golpe; y viendo cuán a maltratar le traía el maestre, -volviendo en sí acudió con su cimitarra con destreza, y descargó un -golpe muy recio.</p> - -<p>El maestre lo recibió en el escudo, el cual fue cortado por medio, -por ser fuerte el golpe que en él le dio, y le rompió asimismo la -manga de la loriga, y le alcanzó a herir de una pequeña herida en el -brazo, de la cual le salía mucha sangre, y fue causa de que el maestre -se encendiese en cólera y saña, y queriendo vengarse, acometió con un -golpe a Muza en la cabeza, el cual con presteza fue al reparo porque no -le hiriera.</p> - -<p>El maestre viendo que acudió al reparo, bajó la espada, y de revés -le dio una herida en el muslo, que no le aprovechó la loriga que -llevaba encima, para que no entrase la espada del maestre.</p> - -<p>De aquella suerte andaban los valerosos caballeros muy encarnizados, -dándose muy grandes y fieros golpes.</p> - -<p>Quien mirara a la hermosa Fátima, conociera claro que amaba a Muza, -porque así como vio el bravo golpe que el maestre dio a su amante y -querido Muza, del cual le derribó el bonete y penacho, temió quedaba -mal herido; y viendo el caballo muerto, no lo podía sufrir, y así de -todo punto perdió su color con un desmayo cruel que le dio, y cayó sin -sentido<span class="pagenum" id="Page_43">p. 43</span> en el suelo.</p> - -<p>La reina mandó que la echasen agua en el rostro, y echándosela -volvió en sí, y abriendo los ojos dio un suspiro, diciendo:</p> - -<p>—¡Oh Mahoma! ¿Por qué no te dueles de mí?</p> - -<p>Y tornándose a amortecer, la mandó la reina llevar a su aposento, -y que la regalasen. Jarifa, Daraja y Cobaida la llevaron con mucha -presteza, haciendo muchos remedios, hasta que la bella mora volvió en -sí, y les dijo a Daraja y a Jarifa que la dejasen sola, porque quería -reposar un poco.</p> - -<p>Estas lo hicieron así, y se tornaron adonde estaba la reina mirando -la escaramuza, que a la sazón estaba más encendida, pero manifiesta -en la ventaja que el maestre llevaba a Muza, por ser más diestro en -las armas; puesto que Muza era de grande esfuerzo y valor, y no mostró -jamás punto de cobardía, y más en aquella ocasión, antes redoblaba sus -golpes, hiriendo al maestre.</p> - -<p>Al moro le salía mucha sangre de la herida del muslo, y era tanta, -que Muza sentía bien la falta de ella, y estaba desfallecido y débil; -lo cual visto por el maestre, considerando que aquel moro era hermano -del rey de Granada, y que era también muy estimado, y deseando también -con muchas veras que fuese cristiano, y que siéndolo, le podría ganar -algo en los negocios de la guerra en provecho del rey D. Fernando, -determinó con todo cuidado de no proseguir la sangrienta batalla, y -de tener amistad verdadera con el valiente Muza, y así luego se fue -retirando afuera, diciendo:</p> - -<p>—Valeroso Muza, paréceme que para negocios de fiestas hacer tan -sangrienta batalla como<span class="pagenum" id="Page_44">p. 44</span> -la que hacemos, no es justo; démosle fin, si te pareciere, que a ello -me mueve ser tú tan buen caballero, y hermano del rey, de quien tengo -ofrecidas mercedes; y no digo esto porque de mi parte sienta haber -perdido nada del campo, ni de mi esfuerzo, sino porque deseo amistad -contigo por tu valor.</p> - -<p>Muza que vio retirar al maestre, se maravilló, y también se retiró, -diciendo:</p> - -<p>—Claramente se deja entender, valeroso maestre, que te retiras, y -no quieres fenecer la batalla, por verme en tal estado, que de ella -no podía yo sacar sino la muerte; y movido tú de mi mala fortuna, me -quieres conceder la vida, de la cual reconozco me haces merced. Y -también digo, que si tu voluntad fuere que nuestra lid fenezca, de mi -parte no faltaré hasta morir, con la cual cumpliré a lo que debo a ley -de caballero; mas si, como dices, lo haces por respeto de mi amistad, -te lo agradezco infinito y lo tengo a grande merced, por tener amistad -con un tan singular caballero como tú, y prometo y juro de serlo tuyo -hasta la muerte, y de no ir contra tu persona ahora ni en tiempo -alguno, sino en cuanto fuere mi poder servirte.</p> - -<p>Y diciendo esto dejó la cimitarra de la mano, y se fue a abrazar al -maestre, y él hizo lo mismo con mucho amor, y entendió de cierto el -maestre que de aquella amistad había de resultar muy gran bien a los -cristianos.</p> - -<p>El rey y los demás que estaban mirando la batalla se maravillaron -mucho, y no podían entender qué podía ser; y venido a entender el caso -y la amistad, el rey con seis caballeros se<span class="pagenum" -id="Page_45">p. 45</span> llegó a hablar al maestre, y después de haber -tratado cosas de muy grandes cortesías, sabiendo la amistad del maestre -y de su hermano, aunque no se holgó mucho, dio orden de volver a la -ciudad, porque Muza fuese curado, que lo había bien menester.</p> - -<p>Y así se partieron los dos caballeros, llevando la amistad en sus -corazones muy fija y sellada. Este es el fin que tuvo la batalla.</p> - -<p>Vuelto el rey a Granada, no se trataba otra cosa sino de la -escaramuza, y de la amistad que de ella procedió, y de la virtud, -bondad y valor del maestre; y con razón, porque era adornado de todo, y -por él se dijo aquel romance, que dice:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">¡Ay Dios, qué buen caballero</p> - <p class="i0">es el maestre de Caltrava,</p> - <p class="i0">y cuán bien corre los moros</p> - <p class="i0">por la vega de Granada!</p> - <p class="i2">Desde la fuente del Pino</p> - <p class="i0">hasta la Sierra Nevada,</p> - <p class="i0">y en esas puertas de Elvira,</p> - <p class="i0">mete el puñal, y la lanza;</p> - <p class="i0">las puertas eran de hierro,</p> - <p class="i0">de parte a parte las pasa.</p> -</div> - -<p>Siendo fenecida la batalla del maestre y de Muza, desamparando -la Vega el maestre se fue con las presas que habían hecho él y su -gente.</p> - -<p>Volvamos ahora a lo que pasó en Granada, después que el rey entró en -ella y sanó Muza de las heridas, que pasó más de un mes.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch5"> - <p><span class="pagenum" id="Page_46">p. 46</span></p> - <h2 class="nobreak">CAPÍTULO V.</h2> - <p class="subh2h"><i>Que trata de un sarao que se hizo en palacio - entre las damas de la reina y los caballeros de la corte, sobre el - cual hubo pesadas palabras entre Muza y Zulema Abencerraje, y de lo - que pasó.</i></p> -</div> - -<p><span class="cap">G</span>rande fue la reputación que cobró Muza de -valiente caballero, pues no quedó del maestre vencido, como lo habían -sido otros valientes caballeros, a quien había vencido y muerto por sus -manos.</p> - -<p>Entró Muza en Granada al lado del rey su hermano, acompañado de -todos los caballeros más principales de la ciudad. Entraron por la -puerta Elvira, y por las calles donde pasaban, todas las damas le -salían a mirar, y otras muchas gentes ocupaban las ventanas, que era -cosa de ver.</p> - -<p>De esta suerte fueron hasta la Alhambra, donde fue Muza curado por -un gran maestro, y estuvo casi un mes en sanar: después de sano fue a -besar las manos al rey, el cual tuvo con su vista mucho contento, y -asimismo todos los demás caballeros y damas de la corte; y quien más -con su vista se alegró, fue la hermosa Fátima, porque le amaba mucho, -aunque él no la pagaba su amor.</p> - -<p>La reina le hizo sentar junto a sí, y le preguntó cómo se sentía y -qué le había parecido el esfuerzo del maestre. Muza le respondió:</p> - -<p>—Señora, el valor del maestre es en demasía muy grande, y me hizo -merced que la batalla no pasase adelante, por excusar el daño notable -que estaba<span class="pagenum" id="Page_47">p. 47</span> de mi parte, -que era manifiesto; y juro por Mahoma que en lo que yo pudiere le tengo -de servir.</p> - -<p>—Mahoma le confunda —respondió Fátima—, que en tal sobresalto nos -puso a todos, y especialmente a mí, que como vi que de un golpe que os -dio os derribó la mitad del bonete con todo el penacho, no me quedó -gota de sangre, y faltándome de todo punto el aliento me caí amortecida -en el suelo.</p> - -<p>Fátima dijo esto encendiendo todo su rostro en color, de suerte que -todos echaron de ver, que amaba al gallardo y valiente moro, el cual -respondió:</p> - -<p>—Mucho me pesa, que tan hermosa dama viniese a tal extremo por mi -causa.</p> - -<p>Y diciendo esto volvió los ojos a Daraja, mirándola aficionadamente, -dándola a entender que la amaba de corazón; pero ella se estuvo con los -ojos bajos y sin hacer mudamiento.</p> - -<p>Llegada la hora de comer, el rey se sentó con sus caballeros a la -mesa, porque en comiendo había de haber gran fiesta y zambra. Las mesas -fueron puestas, y comieron con el rey los caballeros más principales, -y eran cuatro caballeros Bencerrajes, cuatro Almoradís, dos Alhamares, -ocho Gomeles, seis Alabeces, doce Abencerrajes y algunos Almoradines, -Abenámar y Muza. Eran estos caballeros de grande estima, y por su valor -les daba el rey su mesa.</p> - -<p>Asimismo con la reina comían muy hermosas damas, y de buenos -linajes, las cuales eran Daraja, Jarifa, Cobaida, Zaida, Sarracina -y Alboraida; todas eran de la flor de Granada. También estaba la -hermosa Galiana, hija del alcaide de Almería, que había venido a las -fiestas,<span class="pagenum" id="Page_48">p. 48</span> y era parienta -de la reina.</p> - -<p>Andaba enamorado de la hermosa Galiana el valiente Abenámar, y por -ella había hecho muchos juegos y escaramuzas, y por él se dijo este -romance:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">En las guerras de Almería</p> - <p class="i0">estaba el moro Abenámar,</p> - <p class="i0">frontero de los palacios</p> - <p class="i0">de la mora Galiana.</p> - <p class="i2">Por arrimo un albornoz,</p> - <p class="i0">y por alfombra su adarga,</p> - <p class="i0">la lanza llana en el suelo,</p> - <p class="i0">que es mucho allanar su lanza.</p> - <p class="i2">En el arzón puesto el freno,</p> - <p class="i0">y con las cuerdas trabada</p> - <p class="i0">la yegua entre dos linderos,</p> - <p class="i0">porque no se pierda, y paza.</p> -</div> - -<p>Este romance lo dicen de otra manera, diciendo: <i>Galiana está -en Toledo</i>, y es falso, porque la Galiana de Toledo fue mucho -tiempo antes que los Abenámares, especialmente de este de quien ahora -tratamos, y el otro de la pregunta del rey Don Juan, pues en tiempo de -aquestos era Toledo de cristianos, y así queda la verdad clara.</p> - -<p>La Galiana de Toledo fue en tiempo de Carlos Martel, y fue robada de -Toledo, y llevada a Marsella por Carlos. Esta Galiana de quien ahora -tratamos, era de Almería, y por ella se dice el romance y no por la -otra; y este Abenámar era nieto del otro Abenámar.</p> - -<p>Volviendo, pues, a nuestro caso, el rey con sus caballeros, y la -reina con todas sus damas, comían con gran contento al son de muchas y -diversas<span class="pagenum" id="Page_49">p. 49</span> músicas, así -de ministriles, como dulzainas, harpas y laúdes que en la real sala -había.</p> - -<p>Hablando el rey y los caballeros sobre algunas cosas, en especial de -la batalla del maestre y de Muza, y del gran valor del maestre y de su -cortesía, que era muy grande, de lo cual le pesaba al moro Albayaldos, -que sentía mucho el no haberse acabado la escaramuza, porque le parecía -que no era tanto el valor del maestre como la fama publicaba, y que si -peleara en lugar de Muza había de alcanzar victoria del maestre; por lo -cual propuso en sí que la primera vez que entrase en la Vega le había -de pedir campo, por ver si lo que se decía era así.</p> - -<p>Las damas también trataban de la escaramuza pasada, y del grande -esfuerzo del valiente Muza y de su donaire.</p> - -<p>Abenhamet no quitaba los ojos de Daraja a quien amaba en extremo, y -no era mal correspondido en su fe, porque ella le adoraba, por tener -partes para ser querido y porque en extremo era galán y valiente, -temido y muy estimado, y alguacil mayor en Granada, que este cargo y -oficio no se daba sino a persona de mucha estima, y nunca salía este -oficio de los caballeros Abencerrajes, como se verá en los compendios -de Esteban Garibay, y Camaloa, cronista de los reyes cristianos de -Castilla.</p> - -<p>Pues si Albayaldos estaba con deseo de probar el valor del maestre -de Calatrava, no menos lo tenía su primo Aliatar que se preciaba de -valiente, y holgara ver si era así lo que se decía del maestre.</p> - -<p>El valiente Muza ya no trataba de esto, sino de tener por<span -class="pagenum" id="Page_50">p. 50</span> amigo al maestre, y más -se entretenía en mirar a Daraja que en las otras cosas, y tanto se -embebecía en mirarla que muchas veces se olvidaba de comer.</p> - -<p>El rey su hermano advirtió en ello y coligió que amaba Muza a -Daraja, y pesole grandemente porque también él la amaba de secreto, -y muchas veces le había descubierto su corazón, aunque no daba ella -atento oído a sus querellas ni palabras, ni hacía caudal de lo que -decía el rey.</p> - -<p>También Mahomad Zegrí miraba a Daraja: este era caballero de mucha -calidad, y sabía que Muza la servía, pero no por eso desistía de su -propósito, de lo cual no se le daba a Daraja nada, por tener puestos -los ojos en Abenhamet, caballero Abencerraje, gallardo y estimado.</p> - -<p>La reina trataba con sus damas cosas de los caballeros y sus -bizarrías, y entre todos, los Abencerrajes y Alabeces, los cuales -linajes eran deudos.</p> - -<p>Estando la reina hablando con sus damas, habiendo acabado de comer -el rey y los demás caballeros, y habiéndose comenzado algunas danzas -entre damas y caballeros, llegó un paje de parte de Muza, e hincando -las rodillas en el suelo, le dio a Daraja un ramo de flores y rosas, -diciendo:</p> - -<p>—Hermosa Daraja, mi señor Muza os besa las manos y os suplica -recibáis este ramillete que él mismo hizo y compuso por su mano, para -que os sirváis de tenerlo en la vuestra, y que no miréis el poco valor -del ramillete, sino la voluntad del que os lo envía, que entre estas -flores viene estampado su corazón para que lo toméis en vuestras -manos.</p> - -<p>Daraja miró a la<span class="pagenum" id="Page_51">p. 51</span> -reina y se puso muy colorada, sin saber si lo tomaría o no; y visto que -la reina la miró, y no le dijo cosa alguna, tomó el ramillete, por no -ser demasiadamente descortés ni ingrata a Muza, por ser buen caballero -y hermano del rey, considerando que por tomar el ramo no era ofendida -su honestidad, ni su querido Abencerraje, el cual vio bien como lo -tomó, diciéndole al paje, que ella le agradecía mucho el presente.</p> - -<p>Quien mirara a Fátima entendiera bien lo mucho que le pesó, porque -nunca él la había enviado ramillete; pero procuró disimular, y -llegándose a Daraja la dijo:</p> - -<p>—No podéis negar que Muza es vuestro amante, pues en presencia de -todos os ha enviado este ramillete; y pues vos lo recibisteis, es -argumento que le queréis bien.</p> - -<p>Casi afrentada Daraja de aquello, la respondió:</p> - -<p>—Amiga Fátima, no os maravilléis si recibí el ramo, que no lo tomé -con mi voluntad, sino por no dar nota de ingrata en presencia de todos -los caballeros y damas de la sala, que si no pareciera mal, lo hiciera -mil pedazos.</p> - -<p>Con esto dejaron de hablar sobre aquel caso porque mandó el rey que -danzasen las damas y caballeros, lo cual fue hecho, y Abenámar danzó -con Galiana; Malique Alabez con su dama Cobaida, y muy bien, por ser -extremada en todo; Abindarráez danzó con la hermosa Jarifa, y Venegas -con la bella Fátima: Almoradí, un bizarro caballero pariente del rey, -danzó con Alboraida; un caballero Zegrí danzó con la hermosa Sarracina; -Algamún Abencerraje con la linda Daraja,<span class="pagenum" -id="Page_52">p. 52</span> y en acabando de danzar al tiempo que el -caballero Abencerraje le hizo una cortesía, ella haciéndole reverencia -le dio el ramillete, y él lo recibió con mucha alegría, y lo estimó en -mucho por ser de su mano.</p> - -<p>El valiente Muza, que había estado mirando la danza, y no quitaba -los ojos un momento de su señora Daraja, visto que le había dado el -ramillete que le había enviado a su dama, ciego de enojo y pasión que -recibió por ello, sin tener respeto al rey ni a los demás caballeros -que en la real sala estaban, se fue al Abencerraje con una vista tan -horrible, que parecía echar fuego por los ojos, y con voz soberbia le -dijo al Abencerraje:</p> - -<p>—Di, vil y bajo villano, descendiente de cristianos, mal nacido, -sabiendo que aqueste ramo fue hecho por mi mano, y que se lo envié a -Daraja, lo osaste recibir, sin considerar que era mío; si no fuera por -lo que debo al rey, por estar en su presencia, ya hubiera castigado tu -loco atrevimiento.</p> - -<p>Visto por el bravo Abencerraje el mal proceder de Muza, y el poco -respeto que tuvo a su antigua amistad, no menos encolerizado que él, le -respondió diciendo:</p> - -<p>—Cualquiera que dijere que soy villano y mal nacido, miente mil -veces, que yo soy muy buen caballero e hijodalgo, y después del rey mi -señor, no es ninguno tal como yo.</p> - -<p>Diciendo esto, los caballeros pusieron mano a las armas para -herirse, lo cual hicieran si el rey no se pusiera en medio, y todos los -caballeros. Y muy enojado el rey contra Muza por haber sido el movedor -de la causa, le dijo palabras<span class="pagenum" id="Page_53">p. -53</span> muy sentidas; y por haber tenido tanto atrevimiento en su -presencia, mandó saliese desterrado de la corte.</p> - -<p>Muza dijo que se iría, y que algún día en escaramuzas de cristianos -le echaría menos, y diría: «¿dónde está Muza?» Diciendo esto volvió las -espaldas para salir de palacio; mas todos los caballeros y damas le -detuvieron, y suplicaron al rey que se quitase el enojo, y alzase el -destierro a Muza; y tanto se lo rogaron los caballeros, la reina y las -damas, que le perdonó, e hicieron amigos a Muza y al Abencerraje, y le -pesó a Muza de lo hecho, porque era amigo de los Abencerrajes.</p> - -<p>Pasada esta cuestión se movió otra peor, y fue, que un caballero -Zegrí, que era la cabeza de ellos, le dijo a Abenhamet Abencerraje:</p> - -<p>—El rey mi señor echó culpa a su hermano Muza, y no reparó en una -razón que dijísteis, que después del rey no había caballeros tales como -vos, sabiendo que en palacio los hay tales y tan buenos como vos, y no -es de buenos caballeros adelantarse tanto, y si no fuera por alborotar -el real palacio, os digo que os había de costar bien caro lo que -hablasteis en presencia de tantos caballeros.</p> - -<p>Malique Alabez, que era muy cercano deudo de los Abencerrajes, como -valiente y osado, se levantó y respondió al Zegrí muy valerosamente, -diciendo:</p> - -<p>—Más me maravillo de ti en sentirte tú solo, adonde hay tantos y -tan preciados caballeros, y no había ahora para qué tornar a remover -nuevos escándalos y alborotos; porque lo que Abenhamet dijo fue muy -bien dicho, porque los caballeros<span class="pagenum" id="Page_54">p. -54</span> de Granada son bien conocidos quién son y de dónde vinieron, -y no penséis vosotros los Zegríes, que porque sois de los reyes de -Córdoba descendientes, que sois mejores ni tales como los Abencerrajes, -que son descendientes de los reyes de Marruecos y de Fez, y de aquel -gran Miramamolín. Pues los Almoradís, ya sabéis que son de aquesta real -casa de Granada, también de linaje de los reyes de África. De nosotros -los Maliques Alabeces, ya sabéis que somos descendientes del rey -Almohabez, señor de aquel famoso reino de Cuco, y deudos de los famosos -Malucos: pues donde están todos estos y habían callado, ¿por qué tu -quieres renovar nuevos pleitos y pasiones? Pues sabe que es verdad -lo que te digo, que después del rey nuestro señor, no hay ningunos -caballeros que sean tales como los Abencerrajes, y quien dijere lo -contrario miente, y no le tengo por hidalgo.</p> - -<p>Como los Zegríes, Gomeles y Mazas, que eran deudos, oyeron lo que -Alabez decía, encendidos en saña se levantaron para darle la muerte. -Los Alabeces, Abencerrajes, y Almoradíes, que era otro bando, viendo su -determinación se levantaron para resistirle y ofenderlos.</p> - -<p>El rey que tan alborotado vio el palacio, y el peligro de perderse -toda Granada y así también todo el reino, se levantó dando voces, -diciendo:</p> - -<p>—Pena de traidor, cualquiera que más se moviere y sacare armas.</p> - -<p>Y diciendo esto asió a Alabez y al Zegrí, y llamó la gente de la -guarda, y los mandó llevar presos. Los demás caballeros se estuvieron -quietos por no incurrir en<span class="pagenum" id="Page_55">p. -55</span> la pena de traidores.</p> - -<p>Alabez fue preso en el Alhambra, y el Zegrí en Torres-Bermejas, y -puestas guardas los tuvieron a buen recado. Los caballeros de Granada -procuraron hacer las amistades, y al fin se hicieron interviniendo -en ellas el rey, y fuera mejor que no se hicieran, como se dirá -adelante.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch6"> - <h2 class="nobreak">CAPÍTULO VI.</h2> - <p class="subh2h"><i>Cómo se hicieron fiestas en Granada, y por ellas - se encendieron más las enemistades de los Zegríes, Abencerrajes, - Alabeces, y Gomeles, y lo que pasó entre Zaide y Zaida acerca de sus - amores.</i></p> -</div> - -<p><span class="cap">A</span>ntes de pasar adelante con la fiesta -concertada, diremos del valeroso Zaide y de la bella Zaida, a quien él -tanto estimaba, y era tan público en Granada, que ya no se trataba sino -de sus finos amores.</p> - -<p>Sabiendo esto sus padres de ella, determinaron de casarla con otro, -y dar fama de ello, porque Zaida se apartase de aquel propósito y -perdiese la esperanza de sus amores, y cesase en pasearle su calle y -puerta, porque no fuese el honor de Zaida tan rompido.</p> - -<p>Y con este intento pusieron mucho recato en su hija, no dejándola -poner a las ventanas, porque no hablase con Zaide; pero poco -aprovecharon sus prevenciones, porque no por eso dejaba Zaide de pasear -la calle, ni ella le dejaba de amar con más fervor que de antes.</p> - -<p>Y como se publicaba el casamiento<span class="pagenum" -id="Page_56">p. 56</span> de Zaida por toda la ciudad, y que sus padres -la casaban con un moro de Ronda, poderoso y rico, el bravo Zaide no -podía sosegar de noche, ni de día, ocupado en varias imaginaciones, -procurando estorbar el casamiento con darle muerte al desposado.</p> - -<p>Y no cesando un momento de pasear la calle de su dama, por ver si -la podía hablar para saber de ella su voluntad, porque espantaba el -gallardo moro de que su Zaida consintiese en el casamiento, a causa de -la fe y palabra que entre los dos se habían dado, la aguardaba por ver -si salía a un balcón, como solía hacer.</p> - -<p>La bella Zaida no estaba con menos pena y cuidado que su galán, -deseosa de hablarle, y darle cuenta de lo que sus padres tenían -tratado; y así salió al balcón, y vio al valeroso Zaide que se andaba -paseando solo, con un semblante triste y melancólico, y alzando los -ojos al balcón; y viendo a la hermosa Zaida tan gallarda y bizarra, se -le quitó luego todo su mal, y llegándose al balcón temeroso habló a su -mora de esta manera:</p> - -<p>—Dime, bella Zaida, ¿es verdad esto que se dice, que tu padre te -casa? Si es verdad, dímelo, no me lo encubras, ni me traigas suspenso; -porque si es verdad, vive Alá que tengo de matar al moro que te -pretende, para que no goce de mi gloria.</p> - -<p>La hermosa Zaida le respondió (los ojos muy llenos de lágrimas):</p> - -<p>—Así me parece, Zaide, que mi padre me casa: consuélate, y busca -otra mora a quien servir, que por tu gran valor no te faltará; -ya es tiempo que nuestros amores tengan fin: el cielo sabe las -pesadumbres<span class="pagenum" id="Page_57">p. 57</span> que por tu -causa he tenido con mi padre.</p> - -<p>—¡Oh cruel! —respondió el moro—, ¿es pues esa la palabra que me -tienes dada de ser mía hasta la muerte?</p> - -<p>—Vete, Zaide —dijo la mora—, porque viene mi madre buscándome, y así -ten paciencia.</p> - -<p>Diciendo esto se quitó del balcón llorando, quedando el valeroso -moro confuso, sin saber lo que determinar para alivio de su pena; y -determinando de no dejar su pretensión sin perder la escaramuza de su -pensamiento, desocupó el puesto, dejando allí el alma.</p> - -<p>Por esto que le pasó a Zaide con su mora, se dijo este romance:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Por la calle de su dama</p> - <p class="i0">paseándose anda Zaide,</p> - <p class="i0">aguardando que sea hora</p> - <p class="i0">que se asome para hablarle.</p> - <p class="i2">Desesperado anda el moro</p> - <p class="i0">en ver que tanto se tarde,</p> - <p class="i0">que piensa con solo verla</p> - <p class="i0">aplacar el fuego en que arde.</p> - <p class="i2">Viola salir a un balcón</p> - <p class="i0">más bella que cuando sale</p> - <p class="i0">la luna en la oscura noche,</p> - <p class="i0">y el sol en sus tempestades.</p> - <p class="i2">Llegose Zaide, diciendo:</p> - <p class="i0">bella mora, Alá te guarde,</p> - <p class="i0">si es mentira lo que dicen</p> - <p class="i0">tus criados a mis pajes.</p> - <p class="i2">Dicen, que dejarme quieres,</p> - <p class="i0">porque pretendes casarte</p> - <p class="i0">con un moro que ha venido</p> - <p class="i0">de las tierras de tu padre.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_58">p. 58</span>Si eso es verdad, Zaida bella,</p> - <p class="i0">declárate, no me engañes;</p> - <p class="i0">no quieras tener secreto</p> - <p class="i0">lo que tan claro se sabe.</p> - <p class="i2">Humilde responde al moro:</p> - <p class="i0">mi bien, ya es tiempo se acabe</p> - <p class="i0">vuestra amistad y la mía,</p> - <p class="i0">pues que ya todos lo saben.</p> - <p class="i2">Que perderé el ser quien soy</p> - <p class="i0">si el negocio va adelante:</p> - <p class="i0">Alá sabe si me pesa,</p> - <p class="i0">y lo que siento dejarte.</p> - <p class="i2">Bien sabes que te he querido</p> - <p class="i0">a pesar de mi linaje,</p> - <p class="i0">y sabes las pesadumbres</p> - <p class="i0">que he tenido con mi madre</p> - <p class="i2">Sobre aguardarte de noche,</p> - <p class="i0">como vienes siempre tarde;</p> - <p class="i0">y por quitar ocasiones,</p> - <p class="i0">dicen que quieren casarme.</p> - <p class="i2">No te faltará otra dama</p> - <p class="i0">hermosa, y de galán talle,</p> - <p class="i0">que te quiera, y tú la quieras,</p> - <p class="i0">porque lo mereces, Zaide.</p> - <p class="i2">Humilde responde el moro,</p> - <p class="i0">cargado de mil pesares:</p> - <p class="i0">No entendí yo, Zaida bella,</p> - <p class="i0">que conmigo tal usases:</p> - <p class="i2">No entendí que tal hicieras,</p> - <p class="i0">que así mis prendas trocases</p> - <p class="i0">con un moro, feo y torpe,</p> - <p class="i0">indigno de un bien tan grande.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_59">p. 59</span>Tú eres la que dijiste</p> - <p class="i0">en el balcón la otra tarde:</p> - <p class="i0">tuya soy, tuya seré,</p> - <p class="i0">y tuya es mi vida, Zaide.</p> -</div> - -<p>Aunque la bella Zaida pasó con su Zaide todo lo que habéis oído, no -por eso le dejaba de amar en su corazón, y el gallardo Zaide asimismo -la amaba.</p> - -<p>Aunque la dama le despidió, muchas veces se hablaban, no con tanta -libertad, porque sus padres no lo sintiesen; y le hacía todos los -favores que solía, aunque el moro, por evitar escándalo, no continuaba -en pasear la calle de su dama: mas no era tan en secreto, que no fuese -sentido del moro Tarfe, amigo de Zaide, el cual tenía una envidia -mortal en su alma, porque amaba de secreto a Zaida; y considerando que -jamás Zaide dejaría de amar a la bella Zaida, acordó de revolverlos, -poniendo cizaña entre los dos, aunque esto le costó la vida; porque así -acaece a los que no son leales con sus amigos.</p> - -<p>Pues volviendo al caso de las fiestas atrás referidas, trataremos -primero de un romance, que compuso un poeta en respuesta del pasado, y -después diremos lo que en las fiestas pasó. Dice así el romance:</p> - -<div class="poem ml65 mb1 mt1"> - <p class="i2">Bella Zaida de mis ojos,</p> - <p class="i0">y del alma bella Zaida,</p> - <p class="i0">de las moras la más bella,</p> - <p class="i0">y más que todas ingrata:</p> - <p class="i2">De cuyos rubios cabellos</p> - <p class="i0">enreda amor mil lazadas,</p> - <p class="i0">en que ciegas de tu vista</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_60">p. 60</span>se rinden mil libres almas:</p> - <p class="i2">¿Qué gusto, fiera, recibes</p> - <p class="i0">de ser tan mudable, y varia,</p> - <p class="i0">y con saber que te adoro,</p> - <p class="i0">tratarme como me tratas;</p> - <p class="i2">Y no contenta de aquesto</p> - <p class="i0">de quitarme la esperanza,</p> - <p class="i0">porque de todo la pierda</p> - <p class="i0">de ver mi suerte trocada?</p> - <p class="i2">¡Ay cuán mal, fiera enemiga,</p> - <p class="i0">las veras de amor me pagas;</p> - <p class="i0">pues en cambio dél me ofreces</p> - <p class="i0">ingratitud y mudanza!</p> - <p class="i2">¡Cuán presto le diste al viento</p> - <p class="i0">tus promesas y palabras!</p> - <p class="i0">pero bastaba ser tuyas,</p> - <p class="i0">para que tuviesen alas.</p> - <p class="i2">Acuérdate, Zaida hermosa,</p> - <p class="i0">si aun aquesto no te enfada,</p> - <p class="i0">del gusto que recibías</p> - <p class="i0">cuando rondaba tu casa.</p> - <p class="i2">Si de día, luego al punto</p> - <p class="i0">salías a las ventanas;</p> - <p class="i0">si de noche, en el balcón</p> - <p class="i0">o en las rejas te hallaba.</p> - <p class="i2">Si tardaba o no venía,</p> - <p class="i0">mostrabas celosa rabia;</p> - <p class="i0">mas ahora en qué te ofendo,</p> - <p class="i0">¿que acorte el pasar me mandas?</p> - <p class="i2">Mándasme que no te vea,</p> - <p class="i0">ni escriba billete o carta,</p> - <p class="i0">que un tiempo tu gusto fueron,</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_61">p. 61</span>mas ya tu disgusto causan.</p> - <p class="i2">Ay, Zaida, que tus favores,</p> - <p class="i0">tu amor, tus palabras blandas,</p> - <p class="i0">por falsas se han descubierto,</p> - <p class="i0">y descubres que eres falsa.</p> - <p class="i2">Eres mujer, finalmente,</p> - <p class="i0">a ser mudable inclinada,</p> - <p class="i0">que adoras a quien te olvida,</p> - <p class="i0">y a quien te adora desamas.</p> - <p class="i2">Mas, Zaida, aunque me aborreces,</p> - <p class="i0">por no parecerte en nada,</p> - <p class="i0">cuando de hielo tú fueras</p> - <p class="i0">más sustentaras mi llama.</p> - <p class="i2">Pagaré tu desamor</p> - <p class="i0">con mil amorosas ansias,</p> - <p class="i0">que el amor fundado en veras</p> - <p class="i0">tarde se rinde a mudanza.</p> -</div> - -<p>Por ser aqueste romance bueno, y aludir mucho al pasado, se puso -aquí, y por adorno de nuestra obra.</p> - -<p>Pues tornando a nuestro moro Zaide, valeroso y gallardo Abencerraje, -quedó tan apasionado por lo que la bella Zaida le dijo, que le puso -en extremo su pensamiento en si era verdad que los padres de Zaida la -querían casar.</p> - -<p>Con este cuidado andaba el gallardo moro muy pensativo, y por -consolarse paseaba la calle de su dama; pero ella no salía a las -ventanas como otras veces solía, sino muy de tarde en tarde.</p> - -<p>Aunque la bella y hermosa mora le amaba tiernamente, no lo -manifestaba por no dar enojo a sus padres, y por esto no osaba hablar -con su querido y amante moro; lo cual él sentía<span class="pagenum" -id="Page_62">p. 62</span> mucho, y lo mostraba hasta en los trajes y -vestidos, porque conforme a la pasión que sentía, así traía el vestido, -y por él juzgaban los caballeros y damas de Granada los efectos de su -causa y de sus amores.</p> - -<p>Pues con estas congojas y pesadumbres andaba el valeroso Zaide tan -imaginativo, sin poderlas apartar de su pensamiento, que le vinieron -a poner en grande extremo y flaqueza, y estuvo muy mal dispuesto; y -por consolarse, lleno de amorosas ansias, una noche muy oscura, buena -a su propósito, bien aderezada la persona, y solo con un laúd se fue -a la calle de su adorada mora a media noche, y comenzando a tocar el -instrumento con mucho pesar, cantó en arábigo esta sentida</p> - -<p class="centra mt15">CANCIÓN.</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Lágrimas que no pudieron</p> - <p class="i0">tanta dureza ablandar,</p> - <p class="i0">yo las volveré a la mar,</p> - <p class="i0">pues que de la mar salieron.</p> - <p class="i2">Hicieron en duras peñas</p> - <p class="i0">mis lágrimas sentimiento,</p> - <p class="i0">tanto, que de su tormento</p> - <p class="i0">dieron unas y otras señas;</p> - <p class="i2">Y pues ellas no pudieron</p> - <p class="i0">tanta dureza ablandar,</p> - <p class="i0">yo las volveré a la mar,</p> - <p class="i0">pues que de la mar salieron.</p> -</div> - -<p>No sin falta de lágrimas decía esta canción el enamorado Zaide al -son de su sonoro laúd,<span class="pagenum" id="Page_63">p. 63</span> -acompañado de muy ardientes suspiros que le salían del alma, con que -acrecentaba más las ansias de su pasión.</p> - -<p>Y así como el enamorado moro sentía pasión en su alma, como lo -mostraba, no la tenía menor la bella Zaida, la cual luego que sintió -el laúd, y que quien le tocaba era su querido Zaide, porque en eso -le conocía, se levantó muy quedito, y se fue a un balcón bajo, donde -oía la canción y los suspiros que daba su amante, y enternecida la -acompañaba en su mismo sentimiento con tristes lágrimas, trayendo a -la memoria la sentencia de la canción, y por la causa que el moro la -decía: la cual era de saber, que la primera vez que Zaide vio a su -hermosa Zaida, fue en Almería un día de S. Juan, siendo capitán de una -fusta, con la cual hacía el moro grandes entradas, y muy grandes robos -por la mar, y acaso llegó Zaide con su bajel a la playa de Almería, a -la sazón que la bella Zaida estaba en ella holgándose con sus padres y -parientes.</p> - -<p>Traía el moro gallardo en su navío ricos despojos de cristianos, -y con muchas flámulas, gallardetes y banderas tendidas, las cuales -adornaban y hermoseaban el navío, y fue causa que su padre de Zaida y -ella entrasen a ver el navío y al capitán de él, el cual fue de ellos -conocido.</p> - -<p>El valeroso y gallardo Zaide los recibió con muy grande alegría y -aplauso, poniendo los ojos en la bella Zaida, a la cual presentó muchas -y muy riquísimas joyas, con las cuales descubrió su deseo y amor, y -quedó amartelado de ella, y ella asimismo se enamoró del bizarro moro. -Finalmente,<span class="pagenum" id="Page_64">p. 64</span> se trató -entre ellos que se fuese Zaide a Granada, y se tuviesen mucha fe y -amor.</p> - -<p>Él aceptó el partido, y determinó dejar la mar e irse a Granada, -dejando su navío a un deudo suyo. Y estando en Granada el gallardo -Zaide sirvió a su dama hasta aquel punto; y visto el proceder de los -padres de su querida mora, y el gran disfavor que ella le había dado, -lleno de amorosas llamas le cantó la canción dicha, trayendo a la -memoria sus primeras vistas.</p> - -<p>Así como la bella mora consideró la pena que su amante mostraba -en sus acentos, hizo el sentimiento que él, y llegose al balcón -enternecida, y llamole quedo por causa de sus padres. No se tardó el -bizarro moro en su ida, y llegándose cuanto pudo al balcón muy gozoso, -le dijo su dama:</p> - -<p>—¿Cómo Zaide, todavía perseveras? ¿No sabes que me infamas? Advierte -la nota que das: considera que mis padres me tienen puesta en vida -estrecha solo por tu causa. Vete antes que seas sentido de ellos, -porque han jurado que si no hay enmienda, que me han de enviar a Coín -a casa de mi tío; no des lugar a esto, porque será mi vida acabada. Y -no imagines que te he olvidado, que tan en mi alma te tengo como antes. -Pasen estos nublados, que Alá nos enviará bonanza.</p> - -<p>Y llorando se apartó de su amante, dejando a su amado moro en -tinieblas faltándole su luz; el cual confuso se apartó de aqueste -puesto, no sabiendo el fin que había de tener su amado deseo.</p> - -<p>Pues volviendo al pasado sarao, y a las prometidas y concertadas -fiestas, las cuales<span class="pagenum" id="Page_65">p. 65</span> -fuera mejor que no se concertaran ni hicieran, por las revoluciones -y pesadumbres que en ellas hubo, y duraron por mucho tiempo después, -como más largamente adelante diremos; en este sarao y fiesta se halló -el gallardo y valiente Zaide, caballero Abencerraje, el cual amaba -a su bella Zaida, y ella a él, y era con tanto extremo el amor que -se tenían, que no excedía un punto de su gusto el uno del otro; y -entreteníanse ambos sin gozarse, con solo verse y hablarse, hasta que -llegase el venturoso día de su deseado casamiento.</p> - -<p>Un día la bella mora hizo una linda trenza de sus hermosos cabellos, -pues eran más que hebras de oro de Arabia, y con sus manos se la puso -en el turbante a su querido Zaide; el cual quedó muy ufano, contento y -gozoso con el nuevo bien y favor.</p> - -<p>Audalá Tarfe, su amigo, le pidió le dijese la causa de su demasiado -contento; y como quiera que no se gozan tanto los bienes y contentos -que no se comunican, fiado en su grande amistad, y debajo de secreto, -le declaró la causa, y enseñó la prenda estimada que su dama Zaida le -había dado.</p> - -<p>El moro Tarfe, lleno de envidia y mortal rabia, viendo cuán -favorecido y estimado estaba con Zaida, determinó de revelarle el -secreto a la hermosa mora, y buscando ocasión para hablarla un día, la -dijo:</p> - -<p>—¿Eres tú, señora, la que tanto amas a Zaide? ¿La doncella tan -estimada, querida y tenida de todos en Granada y fuera de ella? Pues tu -honra anda muy caída, que no ha mucho que en una conversación, tratando -de los galanes favorecidos<span class="pagenum" id="Page_66">p. -66</span> de sus damas, se quitó el turbante, y nos enseñó a todos una -trenza de cabellos, y dijo ser tuyos, tejida y puesta allí por tu mano: -mira si son señas bien conocidas.</p> - -<p>Creyole ser así, y como propiamente la mujer es mudable, todo -su amor se volvió en rencor y odio, y le dio gran tristeza y pena, -considerando como andaba su honor; y luego le envió a llamar, y una -criada le dijo que había poco que él había preguntado qué colores le -agradaban y quién la visitaba. Venido Zaide muy alegre, ella encendida -en cólera, le dijo:</p> - -<p>—Ruégote que por mi calle ni casa no pases, ni hables con nadie de -mi casa, porque está mi honra muy abatida por tu causa; la trenza que -te di enseñaste a Tarfe y a otros, y así no hay que confiar en ti cosa -alguna, y no esperes de hablarme jamás.</p> - -<p>Y diciendo esto se entró llorando en un aposento, sin bastar las -disculpas del enamorado moro, que la decía que mentían cuantos lo -habían dicho. En vista de que no aprovechaban sus palabras, juró de -matar al moro Tarfe, y por esto se hizo este</p> - -<p class="centra mt15">ROMANCE.</p> - -<div class="poem ml65 mb1 mt1"> - <p class="i2">Mira, Zaide, que te aviso,</p> - <p class="i0">que no pases por mi calle,</p> - <p class="i0">ni hables con mis criadas,</p> - <p class="i0">ni con mis cautivos trates.</p> - <p class="i2">No preguntes en qué entiendo,</p> - <p class="i0">ni quién viene a visitarme,</p> - <p class="i0">ni qué fiestas me dan gusto,</p> - <p class="i0">ni qué colores me placen.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_67">p. 67</span>Basta que son por tu causa</p> - <p class="i0">las que en el rostro me salen,</p> - <p class="i0">corrida de haber mirado</p> - <p class="i0">moro, que tan poco sabe.</p> - <p class="i2">Confieso que eres valiente,</p> - <p class="i0">que hiendes, rajas y partes,</p> - <p class="i0">y que has muerto más cristianos,</p> - <p class="i0">que tienes gotas de sangre:</p> - <p class="i2">Que eres gallardo jinete,</p> - <p class="i0">que danzas, cantas y tañes,</p> - <p class="i0">gentilhombre, bien criado</p> - <p class="i0">cuanto puede imaginarse:</p> - <p class="i2">Blanco, y rubio por extremo,</p> - <p class="i0">esclarecido en linaje,</p> - <p class="i0">el gallo de las bravatas,</p> - <p class="i0">la gala de los donaires:</p> - <p class="i2">Que pierdo mucho en perderte,</p> - <p class="i0">que gano mucho en ganarte,</p> - <p class="i0">y que si nacieras mudo,</p> - <p class="i0">fuera posible adorarte:</p> - <p class="i2">Y por este inconveniente</p> - <p class="i0">determino de dejarte,</p> - <p class="i0">que eres pródigo de lengua,</p> - <p class="i0">y amargan tus libertades.</p> - <p class="i2">Habrá menester ponerte</p> - <p class="i0">quien quisiere sustentarte,</p> - <p class="i0">un alcázar en el pecho,</p> - <p class="i0">y en los labios un alcaide.</p> - <p class="i2">Mucho pueden con las damas</p> - <p class="i0">los galanes de tus partes,</p> - <p class="i0">porque los quieren briosos,</p> - <p class="i0">que hiendan, y que desgarren.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_68">p. 68</span>Y con esto, Zaide amigo,</p> - <p class="i0">si algún banquete las haces,</p> - <p class="i0">del plato de tus favores</p> - <p class="i0">quieres que coman y callen.</p> - <p class="i2">Costoso fue el que me hiciste;</p> - <p class="i0">venturoso fueras, Zaide,</p> - <p class="i0">si conservarme supieras,</p> - <p class="i0">como supiste obligarme.</p> - <p class="i2">Pero no saliste apenas</p> - <p class="i0">de los jardines de Tarfe,</p> - <p class="i0">cuando hiciste de la tuya,</p> - <p class="i0">y de mi desdicha alarde.</p> - <p class="i2">A un morillo mal nacido,</p> - <p class="i0">me dijeron que enseñaste</p> - <p class="i0">la trenza de mis cabellos,</p> - <p class="i0">que te puse en el turbante.</p> - <p class="i2">No pido que me la des,</p> - <p class="i0">ni que tampoco la guardes;</p> - <p class="i0">mas quiero que entiendas, moro,</p> - <p class="i0">que en mi desgracia la traes.</p> - <p class="i2">También me certificaron,</p> - <p class="i0">como le desafiaste</p> - <p class="i0">por las verdades que dijo,</p> - <p class="i0">que nunca fueran verdades.</p> - <p class="i2">¡De mala gana me río;</p> - <p class="i0">qué donoso disparate!</p> - <p class="i0">¿no guardas tú tu secreto,</p> - <p class="i0">y quieres que otro lo guarde?</p> - <p class="i2">No quiero admitir disculpa,</p> - <p class="i0">otra vez vuelvo a avisarte,</p> - <p class="i0">esta será la postrera</p> - <p class="i0">que me veas, y te hable.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_69">p. 69</span>Dijo la discreta mora</p> - <p class="i0">al altivo Abencerraje,</p> - <p class="i0">y al despedirse replica:</p> - <p class="i0"><i>quien tal hace, que tal pague</i>.</p> -</div> - -<p>Este romance se hizo por lo que atrás dejamos dicho, y viene a -propósito a la historia.</p> - -<p>Y volviendo a ella quedó Zaide tan desesperado viendo el cruel -desdén de su dama y siendo mentira todo aquello que le increpaba, que -saliendo de allí, casi perdió el juicio, y en cólera ardiente fue a -buscar a Tarfe para matarle, y le halló en la plaza de Vivarrambla, -dando orden de algunas cosas para las venideras fiestas. Llamole aparte -y díjole:</p> - -<p>—¿Por qué me has revuelto con mi señora Zaida, no guardando la ley -de mi amistad?</p> - -<p>Tarfe le respondió:</p> - -<p>—Yo no te he revuelto con tu dama, y estoy inocente de lo que dices, -y de mí no debes presumir tal.</p> - -<p>Zaide se afirmaba en lo dicho; Tarfe lo negaba, y se dijeron -palabras muy ofensivas. Cesaron las lenguas, y echando mano a sus -alfanjes, pelearon muy bien, y Zaide dio a Tarfe una herida mortal, de -la cual murió dentro de tres días.</p> - -<p>Los Zegríes quisieron matar a Zaide, por ser amigos de Tarfe; -acudieron los Abencerrajes presto, y si no viniera el rey, aquel día se -perdiera Granada, porque Mazas, Gomeles, Zegríes y los de su bando se -armaron para herir a los Abencerrajes, Gazules, Venegas y Alabeces; mas -el rey Chico acompañado de muy principales caballeros de otros linajes, -hicieron tanto, que los apaciguaron, y a Zaide le llevaron preso a la -Alhambra.</p> - -<p>Hecha la<span class="pagenum" id="Page_70">p. 70</span> -averiguación del caso, se halló que Tarfe era culpado; y porque el -honor de la bella Zaida no fuese manchado, hizo el rey que Zaide se -casase con ella, y le perdonó la muerte de Tarfe. Por esto quedaron -los Zegríes enojados; pero no por eso cesaron las fiestas concertadas, -porque el rey mandó que se hiciesen. No faltando quien a Zaida -respondiera a su mandato de esta suerte:</p> - -<div class="poem ml65 mb1 mt1"> - <p class="i2">Di, Zaida, ¿de qué me avisas?</p> - <p class="i0">¿quieres que mire, y que calle?</p> - <p class="i0">no des crédito a mujeres,</p> - <p class="i0">ni a mal fundadas verdades.</p> - <p class="i2">Que si pregunto en qué entiendes,</p> - <p class="i0">o quién viene a visitarte,</p> - <p class="i0">fiestas son de mi contento</p> - <p class="i0">las colores que te salen.</p> - <p class="i2">Si dices son por mi causa,</p> - <p class="i0">consuélate con mis males,</p> - <p class="i0">que mil veces con mis ojos</p> - <p class="i0">tengo regadas tus calles.</p> - <p class="i2">Si dices que estás corrida,</p> - <p class="i0">de que Zaide poco sabe,</p> - <p class="i0">no supe poco, pues supe</p> - <p class="i0">conocerte y adorarte.</p> - <p class="i2">Conoces que soy valiente,</p> - <p class="i0">y tengo otras muchas partes;</p> - <p class="i0">no las tengo, pues no puedo</p> - <p class="i0">de una mentira vengarme.</p> - <p class="i2">Mas si ha querido mi suerte</p> - <p class="i0">que ya en quererme te canses,</p> - <p class="i0">no pongas inconvenientes</p> - <p class="i0">más de que quieres dejarme.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_71">p. 71</span>No entendí que eras mujer</p> - <p class="i0">a quien novedad aplace,</p> - <p class="i0">mas son tales mis descuidos</p> - <p class="i0">que aun en lo imposible hacen.</p> - <p class="i2">Yo soy quien pierdo en perderte,</p> - <p class="i0">y gano mucho en amarte;</p> - <p class="i0">y aunque hables en mi ofensa,</p> - <p class="i0">no dejaré de adorarte.</p> - <p class="i2">Dices que si fuera mudo</p> - <p class="i0">fuera posible adorarme;</p> - <p class="i0">si en mi daño no lo he sido,</p> - <p class="i0">enmudezco en disculparme.</p> - <p class="i2">¿Hate ofendido mi vida?</p> - <p class="i0">¿quieres, señora, matarme?</p> - <p class="i0">que no te hable me mandas,</p> - <p class="i0">para que el pesar me acabe.</p> - <p class="i2">Es mi pecho calabozo</p> - <p class="i0">de tormentos inmortales,</p> - <p class="i0">mi boca la del silencio,</p> - <p class="i0">que no ha menester alcaide.</p> - <p class="i2">El hacer plato y banquete</p> - <p class="i0">es de hombres principales;</p> - <p class="i0">mas el hacer disfavores</p> - <p class="i0">solo pertenece a infames.</p> - <p class="i2">Zaida cruel, hasme dicho</p> - <p class="i0">que no supe conservarte;</p> - <p class="i0">mejor supe yo quererte,</p> - <p class="i0">que tú supiste obligarme.</p> - <p class="i2">Mienten los moros y moras,</p> - <p class="i0">y miente el villano Tarfe,</p> - <p class="i0">que si yo le amenazara,</p> - <p class="i0">bastara para matarle.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_72">p. 72</span>Ese perro mal nacido,</p> - <p class="i0">a quien yo mostré el turbante,</p> - <p class="i0">no le fío yo secretos,</p> - <p class="i0">que en bajo pecho no caben.</p> - <p class="i2">Yo he de quitarle la vida,</p> - <p class="i0">y he de escribir con su sangre</p> - <p class="i0">lo que tú, Zaida, replicas,</p> - <p class="i0"><i>quien tal hace, que tal pague</i>.</p> -</div> - -<p>Esta es la historia del valeroso moro Zaide Abencerraje, por la -cual se han hecho dos romances, a mi parecer buenos, donde nos dan -a entender cómo no es bueno revolver a nadie, porque de ello no se -espera sino el galardón de Tarfe, que murió a manos de su buen amigo -Zaide. Y si acaso es mentira que Tarfe no lo había dicho, tomaremos -ejemplo en la liviandad de Zaida, que por creerse de ligero, fue causa -de la muerte de Tarfe.</p> - -<p>Finalmente, por esto, y por las palabras que el Malique Alabez -había hablado en el sarao, y Zulema Abencerraje, todos los Zegríes, -Gomeles, Mazas y los de su bando quedaron muy enojados, y con malos -propósitos y deseos de vengarse del agravio recibido en presencia -del rey y de los caballeros y las damas; pues estaba en el sarao y -en aquella fiesta toda la flor y nobleza de Granada, y aun del reino -todo; porque fue mucha desenvoltura la de Malique Alabez, y se alargó -mucho el Abencerraje también: mas como se habían hecho las amistades, -no trataban de ello ni lo daban a entender; pero el rencor estaba -arraigado en sus corazones y por no mostrar el odio mortal en que -ardían, se comunicaban<span class="pagenum" id="Page_73">p. 73</span> -con los Abencerrajes y Alabeces, disimulando en todo lo que podían, -puesto que eficaz y grande deseo tenían de vengarse todos los del -linaje Zegrí, como pareció después.</p> - -<p>Estando un día todos los Zegríes en el castillo de Bibatambién, -morada de Mahomad Zegrí, cabo y cabeza de los Zegríes, tratando de las -cosas pasadas, trayendo a la memoria las palabras de Alabez, y de las -fiestas que esperaban de torneo y juego de cañas, Mahomad Zegrí habló a -todos los presentes de esta manera:</p> - -<p>—Bien sabéis, ilustres caballeros Zegríes, como nuestro real y -antiguo linaje ha sido tenido en tanto en España y en África; y como -han sido nuestros antecesores reyes de Córdoba, y como ahora ha sido -vituperado y ofendido nuestro honor por los Abencerrajes; y los -Almoradís son nuestros enemigos, porque se han vuelto contra nosotros; -con lo cual estoy tan rabioso que muero de pesar, y lo que me alivia -y entretiene es la confianza que tengo de verme vengado. El agravio es -de todos, y todos nos hemos de satisfacer; ahora nos ofrece muy buena -ocasión la fortuna; aprovechémonos de ella, y es procurar matar en el -torneo o en las cañas a Malique Alabez, y al soberbio Abencerraje; -que muertos estos, iremos dando traza como se acabe de todo punto -este pérfido linaje de los Abencerrajes, que tan estimados y queridos -son de todos; y para esto el día del juego de cañas hemos de ir bien -armados con jacos fuertes debajo de las libreas. Y pues el rey me ha -hecho cuadrillero, saldremos treinta Zegríes,<span class="pagenum" -id="Page_74">p. 74</span> y llevaremos libreas rojas y encarnadas con -los penachos de plumas azules, antigua divisa de los Abencerrajes, -para que sea por esto instrumento de que se enojen con nosotros y se -revuelva cuestión, y venidos a batalla, cada uno haga como quien es, y -pues llevaremos armas, no hay duda sino que los maltrataremos: no hay -que temer, pues tenemos de nuestra parte Mazas y Gomeles; y si no les -diere nada a los Abencerrajes de la divisa azul, en el juego de cañas -les tiraremos agudas lanzas en el lugar de cañas. Este es mi parecer, -decidme ahora el vuestro.</p> - -<p>Así como acabó Mahomad de decir su razonamiento, respondieron todos -que era justo lo que decía, y que era buena la traza, que cada uno -haría lo posible por vengarse; y concertado esto, fue cada uno a su -casa.</p> - -<p>A esta sazón ordenaban su cuadrilla Muza y los Abencerrajes, siendo -cuadrillero el valiente Muza por mandado del rey, en la cual cuadrilla -habían de ir Malique Alabez y los Abencerrajes; y de común acuerdo -sacaron las libreas de damasco azul, forradas en tela de plata fina, -con penachos azules, blancos y pajizos, conformes a las libreas; los -pendoncillos de las lanzas blancos y azules, recamados con mucho oro: -en las adargas llevaban por divisas unos salvajes; solo Malique llevaba -su misma divisa, que era el listón morado, que atraviesa la adarga una -corona de oro con su letra, que decía: <i>De mi sangre</i>.</p> - -<p>Muza llevaba la misma divisa que sacó el día que escaramuzó con el -maestre, que era un corazón en la mano de una doncella, apretando<span -class="pagenum" id="Page_75">p. 75</span> el puño, destilando el -corazón gotas de sangre, y la letra decía: <i>Por la gloria tengo mi -pena</i>.</p> - -<p>Todos los demás caballeros Abencerrajes sacaron listones y cifras -a su gusto, puestas de suerte que no quitaban la vista de los -salvajes.</p> - -<p>Concertada esta cuadrilla del gallardo Muza, acordaron de llevar -yeguas blancas, enlazadas las colas con cintas azules de seda y oro muy -fino.</p> - -<p>Llegado ya el celebrado día de la grandiosa fiesta, mandó el rey -traer veinte y cuatro toros de los mejores que había en la sierra de -Ronda, que eran allí muy bravos; y puesta la plaza de Vivarrambla -como verdaderamente convenía para la tal fiesta, el rey acompañado de -muchos caballeros ocupó los miradores reales, que para aquellas fiestas -estaban diputados. La reina con muchas damas se puso en otros miradores -con la misma orden que el rey. Todos los ventanajes de las casas de -Vivarrambla estaban ocupados de bellísimas damas.</p> - -<p>Acudió tanta gente, que no había sitio donde estuviesen, y vinieron -muchos de fuera del reino, como fue de Toledo y de Sevilla, y la flor -de los caballeros de esta ciudad se hallaron en Granada a la fama de -tan grandes fiestas.</p> - -<p>Los caballeros Abencerrajes andaban corriendo los toros con tanta -gallardía y brío que daban a todos mucho contento en mirarlos, -y en verlos hacer aquellas gentilezas les daban mil alabanzas; y -particularmente se llevaban tras de sí los ojos de todas las damas, -porque eran tan favorecidos de ellas que no se tenía por dama quien -no amaba Abencerraje; y donde quiera que había<span class="pagenum" -id="Page_76">p. 76</span> caballeros de este linaje, eran tan tenidos, -estimados y queridos de todos que causaban envidia a los otros -caballeros.</p> - -<p>Y con mucha razón eran queridos de las damas, porque todos ellos -eran galanes y gentiles hombres, hermosos y dotados de discreción, y -muy bien criados y de buenos respetos.</p> - -<p>Ninguno llegaba a cualquiera de ellos con necesidad, que no se la -remediase, aunque fuese muy a su costa. Eran deshacedores de agravios, -aquietadores de la república, padres de huérfanos, amigos por extremo -de la conservación y obediencia a sus reyes debida.</p> - -<p>Eran muy amigos de cristianos, porque ellos mismos iban a las -mazmorras a visitar a los cautivos, y los consolaban, daban limosnas -y les enviaban de comer; y por estas y otras muchas causas eran tan -queridos de todo el reino.</p> - -<p>Jamás en ellos se halló temor, aunque se les ofreciesen casos muy -arduos. Daban tanto contento con su bizarría y nobleza, que las damas y -toda la gente no apartaban su vista de ellos.</p> - -<p>No menos galas llevaban los gallardos Alabeces.</p> - -<p>Procuraron mostrar su valor los Zegríes, porque alancearon ocho -toros muy bien, sin recibir daño ningún Zegrí, ni los caballos.</p> - -<p>A la una de la tarde ya estaban corridos doce toros, y el rey mandó -tocar los clarines y dulzainas, que era señal para que todos los -caballeros que habían de jugar, se juntasen en el mirador, y juntos, -muy gozoso el rey les hizo dar colación.</p> - -<p>Lo mismo hizo la reina a sus damas, las cuales tenían galas y trajes -nunca vistos, a que daba más ser la hermosura de quien los tenía<span -class="pagenum" id="Page_77">p. 77</span> puestos.</p> - -<p>Llevó la reina una rica marlota de brocado, con muy ricas labores -de oro y pedrería fina. Tenían un tocado muy costoso, y encima de la -frente una rosa encarnada, y enmedio de ella un carbunclo precioso. En -volviendo el rostro la reina, era tanto el resplandor y claridad que -echaba de sí el carbunclo, que quitaba la vista a quien lo miraba.</p> - -<p>La bella Daraja salió de azul, la marlota de damasco picada, forrada -de tela de plata, que descubría por las picaduras la fineza de la -tela. En el tocado dos plumas, una azul, y otra blanca, divisa de los -Abencerrajes; estábale muy bien la gala, por ser hermosa, que ninguna -dama podía competir con ella.</p> - -<p>Galiana de Almería salió con un vestido de damasco blanco con -una labor peregrina; la marlota forrada en brocado morado, con unas -cuchilladas grandes; su tocado era de artificio. Entendíase bien de -esta dama, en su traje, cuán libre vivía de amor, aunque sabía que -Abenámar la amaba mucho, y deseaba servir.</p> - -<p>Fátima salió de morado (no imitando a Muza en la librea, porque -estaba desengañada de que Muza amaba a Daraja, y se empleaba en -servirla): la ropa era costosa, por ser de terciopelo, forrada en tela -blanca de brocado; el tocado era muy de ver, puesta en él una garzota -verde.</p> - -<p>Finalmente Cobaida, Sarracina, Alboraida, Jarifa, y todas las demás -damas que estaban con la reina, salieron con tanta bizarría, que era -cosa notable.</p> - -<p>En otro balcón estaban todas las damas del linaje Abencerraje, que -no había más que ver en el mundo.</p> - -<p>Llevaba<span class="pagenum" id="Page_78">p. 78</span> la ventaja -en todo a las damas, Lindaraja, hija de Mahomet Abencerraje. A esta -hermosa dama servía un galán y bizarro moro, llamado Gazul, y en su -servicio, y por darla gusto, hizo muchas fiestas en Sanlúcar.</p> - -<div class="section"> - <p>Volviendo, pues, a nuestro propósito, serían las dos de la tarde, - cuando los caballeros y damas acabaron de comer las colaciones, y - soltaron un toro de los más bravos que había entre todos, que no - seguía hombre a quien no volteaba, ni la ligereza de los caballos ni - de las yeguas bastaba a escaparse de sus veloces cornadas. Era tanta - su braveza y ligereza que en breve espacio le desocuparon la plaza - todos los de a pie, aunque contra su voluntad.</p> -</div> - -<p>Como vio su braveza el rey, dijo a los caballeros:</p> - -<p>—Bien será lancear ese toro.</p> - -<p>Malique Alabez pidió licencia para hacer algún lance, y el rey se -la dio. Muza venía a pedirla para lancearle, y como se la había dado a -Alabez no la pidió.</p> - -<p>Bajó de los miradores Alabez, y subió en un caballo, el cual le -había enviado el alcaide de Vélez el Rubio y el Blanco, que era -primo-hermano suyo, hijo de un hermano de su padre, al cual mataron a -traición unos caballeros llamados los alfaquíes, por envidia que le -tenían, por ser tan querido del rey; pero no compraron muy barata la -muerte del noble alcaide, que el rey la vengó bien. Siete hermanos eran -estos alfaquíes, y a todos juntos los mandó degollar por la traición -que hicieron en matar sin ocasión ni culpa a quien no lo merecía. Sus -bienes fueron confiscados por la corona real.</p> - -<p>Dio, pues, vuelta<span class="pagenum" id="Page_79">p. 79</span> -Alabez a toda la plaza, y llegando al balcón donde estaba su señora -Cobaida, hizo que se arrodillase el caballo, y él humilló la cabeza, -haciendo cortesía a su dama, y a todas las demás que estaban allí. La -dama enamorada de su Alabez, se levantó y le hizo el acatamiento.</p> - -<p>Él, muy gozoso de haber visto a su querida señora, y tan favorecido, -espoleó al caballo, y partió más veloz que un rayo; tanta era la -ligereza del caballo, que apenas se le veía en la carrera. El rey y los -caballeros se holgaron de verle; a los Zegríes les pesó, porque era -mortal la envidia.</p> - -<p>Era tanta la gritería de la gente que ponía grima; y era causa -que el toro había dado vuelta por toda la plaza, habiendo volteado y -derribado mucha gente, y muerto cinco o seis personas, y venía como -el viento adonde estaba Alabez, y como le vio venir, quiso hacer -una gentileza, y fue, que saltó del caballo, y aguardó al toro con -ánimo osado, el albornoz en la mano izquierda, y cuando bajó el toro -la cabeza para hacer su golpe y darle un bote, le echó tan bien -el albornoz delante de los ojos, que dio gran contento a todos; y -asiéndole de ambos cuernos, le hizo estar quedo a su pesar, porque era -grande la fuerza que tenía.</p> - -<p>El toro procuraba desasirse para matarle, y Alabez se defendía con -el valor de su persona, aunque con mucho peligro.</p> - -<p>Y pareciéndole al valiente moro que duraba mucho aquella pelea, -enojado, y con cólera que tenía, le torció el pescuezo, y con fuerza -increíble le derribó en tierra como si fuera muy débil oveja;<span -class="pagenum" id="Page_80">p. 80</span> y como lo vio en el suelo, -se fue poco a poco, con semblante apacible, y sin poner el pie en el -estribo saltó en su caballo, dejando al toro molido, y tal, que no se -pudo levantar de allí, quedando todos muy admirados de su esfuerzo, -valor y fortaleza invencible, dándole mil loores.</p> - -<p>El rey llamó a Alabez, y fue como si no hubiera hecho cosa alguna; y -en llegando le dijo el rey:</p> - -<p>—Mucho contento me habéis dado, y no se esperaba menos de vuestro -valor y nobleza: yo os hago merced de la alcaidía de la fuerza de -Cantoria, y de que seáis capitán de cien caballeros.</p> - -<p>Alabez le besó las manos por las nuevas mercedes que le hacía.</p> - -<p>Serían a la sazón las cuatro de la tarde, y mandó el rey que se -tocase a cabalgar. Oída la señal, todos los caballeros que eran de -juego se adelantaron para hacer la entrada, y entre tanto comenzaron -una muy acordada música, con diversidad de instrumentos.</p> - -<p>Luego vino entrando por la boca del Zacatín el gallardo Muza con su -cuadrilla Abencerraje. Entrando de cuatro en cuatro, y dando vuelta -por la plaza, haciendo el debido acatamiento al rey, a la reina y a -las damas, dieron algunas carreras con muy grande brío y donaire. -Eran Muza, Malique Alabez, y treinta Abencerrajes en la cuadrilla, y -parecían muy bien las plumas azules y telas de plata sobre nevadas -yeguas, que hermoseaban toda la plaza y amartelaban las damas con su -bizarría.</p> - -<p>No con menos gala y brío entraron los Zegríes por otra puerta, -todos de encarnado y verde, con plumas y penachos azules,<span -class="pagenum" id="Page_81">p. 81</span> yeguas bayas, y en las -adargas una misma divisa puesta en listones azules, que era unos leones -encadenados por mano de una dama. Decía la letra: <i>Más fuerza tiene -el amor</i>.</p> - -<p>De esta manera entraron en la plaza de cuatro en cuatro, y juntos -hicieron un caracol y escaramuza con mucho concierto, que no menos -contento dieron que los Abencerrajes.</p> - -<p>Y tomando las dos cuadrillas sus puestos, y apercibidas las cañas, -habiendo dejado sus lanzas, al son de las trompetas y dulzainas se -comenzó a trabar el juego con mucha gallardía, donaire y brío, de ocho -en ocho.</p> - -<p>Los Abencerrajes, que habían reparado en las plumas azules que los -Zegríes traían, antigua divisa suya, muy enojados les tiraban a los -turbantes, por derribárselos, muy valerosamente; mas no pudieron los -Abencerrajes salir con su intento, y así andaban jugando con muy gran -concierto, que era mucho de ver, y daban grande contento a todos los -que les miraban.</p> - -<p>Mahomad Zegrí, como tenía tratado con todos los de su linaje, de -dar la muerte a Malique Alabez, o a alguno de los Abencerrajes por -las palabras dichas; dio orden que Malique Alabez saliese de la parte -contraria, y cayese en su cuadrilla, teniendo inteligencia para que él -y los ocho revolviesen sobre Alabez y los suyos. Y habiendo corrido -seis veces dijo el Zegrí a los de su cuadrilla:</p> - -<p>—Ahora es tiempo, que está el juego encendido; venguémonos, pues se -nos ofrece buena ocasión.</p> - -<p>Y tomando una lanza con un muy agudo hierro, aguardó que Malique -Alabez viniese<span class="pagenum" id="Page_82">p. 82</span> con los -ocho caballeros de su cuadrilla, revolviendo sobre los de la contraria -parte, como es uso y costumbre en semejantes juegos, y al tiempo que -Malique Alabez volvía cubierto con su adarga contra él y los suyos, -salió el Zegrí, y llevando puestos los ojos en Malique Alabez, mirando -por donde mejor le pudiese herir, le arrojó la lanza con tanta fuerza, -que pasó la adarga de una parte a otra, y el agudo hierro entró en el -brazo derecho, que se lo pasó con mucha brevedad.</p> - -<p>Muy grande fue el dolor que el valeroso Malique Alabez sintió -de aqueste golpe, porque le atormentó todo el brazo, y aun todo el -cuerpo, sin entender que estaba herido; y en habiendo llegado a su -puesto puso la mano en la parte que le dolía, y ensangrentósela; y -mirando al brazo, viendo la herida, dijo en alta voz a Muza y a los -Abencerrajes:</p> - -<p>—Caballeros, grande traición nos han armado los Zegríes: lanzas con -hierros agudos tiran por cañas; veisme aquí herido.</p> - -<p>Los valientes Abencerrajes al punto tomaron sus lanzas para estar -prevenidos a lo que se les ofreciese.</p> - -<p>A esta sazón volvía el Zegrí con su cuadrilla para irse a su puesto, -cuando Malique Alabez con gran furia se atravesó de por medio viéndose -herido, y le tiró la lanza diciéndole:</p> - -<p>—Traidor, no es de caballero lo que has hecho, sino de villano.</p> - -<p>No fue en balde el tiro, pues le pasó el adarga y cota, y le entró -en el cuerpo un palmo y más de lanza, y luego cayó el Zegrí de la yegua -casi muerto.</p> - -<p>De ambas partes había apercibimiento para lo que se ofreciera,<span -class="pagenum" id="Page_83">p. 83</span> y empezaron una escaramuza -brava y sangrienta; y como los Zegríes iban bien armados, llevaron -lo mejor de la batalla; pero como era tanto el valor de Muza y del -valiente Alabez, y el de los Abencerrajes, no dejaban de maltratar a -los Zegríes, y hacerles daño notable.</p> - -<p>La vocería y algazara era mucha, y cuando vio el rey encendido -el juego, bajó a la plaza, y subió en una yegua y entró entre los -lidiadores con un bastón diciendo:</p> - -<p>—Afuera, afuera.</p> - -<p>Asimismo todos los caballeros desinteresados ayudaron a poner en -paz.</p> - -<p>Estuvo este día en peligro de perderse Granada; porque de la parte -de los Zegríes fueron Gomeles y Mazas, y de la de los Abencerrajes, -Almoradís y Venegas.</p> - -<p>Como los bandos y cismas son tan peligrosos entre los príncipes -y magnates, lo temió el rey, y así hizo todo lo posible para -apaciguarlos; quietos y apartados cada uno en su cuadrilla, el valiente -Muza y los de la suya se subieron al Alhambra, llevando consigo a -los Almoradís y Venegas. Los Zegríes se retiraron al castillo de -Bibatambién, llevando muerto a Mahomad Zegrí.</p> - -<p>La reina y las damas se quitaron de los miradores, dando gritos -cuando vieron las veras del juego, porque en los de la lid había -maridos, hermanos, parientes y amantes de las damas, y sus lastimas y -lloros movían a compasión a todos los que las oían, y en particular -las lamentaciones de la hermosa Fátima, llorando su muerto padre; que -eran muchos los extremos que hacía, bastantes a enternecer un corazón -diamantino.</p> - -<p>Este desdichado fin<span class="pagenum" id="Page_84">p. 84</span> -tuvieron las fiestas, quedando muy revuelta Granada, y por eso se hizo -este romance:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Afuera, afuera, afuera,</p> - <p class="i0">aparta, aparta, aparta,</p> - <p class="i0">que entra el valeroso Muza,</p> - <p class="i0">cuadrillero de unas cañas.</p> - <p class="i2">Treinta lleva en su cuadrilla</p> - <p class="i0">Abencerrajes de fama,</p> - <p class="i0">conformes en las libreas</p> - <p class="i0">de azul y tela de plata.</p> - <p class="i2">De listones y de cifras</p> - <p class="i0">travesadas las adargas:</p> - <p class="i0">yeguas de color de cisne,</p> - <p class="i0">con las colas encintadas,</p> - <p class="i2">Atraviesan cual el viento</p> - <p class="i0">la plaza de Vivarrambla,</p> - <p class="i0">dejando en cada balcón</p> - <p class="i0">mil damas amarteladas.</p> - <p class="i2">Los caballeros Zegríes</p> - <p class="i0">también entran en la plaza:</p> - <p class="i0">sus libreas eran verdes,</p> - <p class="i0">y las medias encarnadas.</p> - <p class="i2">Al son de los añafiles</p> - <p class="i0">traban el juego de cañas,</p> - <p class="i0">el cual anda muy revuelto,</p> - <p class="i0">parece una gran batalla.</p> - <p class="i2">No hay amigo para amigo,</p> - <p class="i0">las cañas se vuelven lanzas,</p> - <p class="i0">mal herido fue Alabez,</p> - <p class="i0">y un Zegrí muerto quedaba.</p> - <p class="i2">El rey Chico reconoce</p> - <p class="i0">la ciudad alborotada;</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_85">p. 85</span>con un bastón en la mano</p> - <p class="i0">va diciendo: Aparta, aparta.</p> - <p class="i2">Muza reconoce al rey,</p> - <p class="i0">por el Zacatín se escapa,</p> - <p class="i0">con él toda su cuadrilla</p> - <p class="i0">no paran hasta el Alhambra.</p> - <p class="i2">A Bibatambién Zegríes</p> - <p class="i0">tomaron por su posada;</p> - <p class="i0">Granada quedó revuelta</p> - <p class="i0">por esta cuestión trabada.</p> -</div> - -<p>Quedó la ciudad de Granada tan llena de escándalo y revuelta, porque -la flor de los caballeros estaban metidos en estos bandos.</p> - -<p>El rey Chico andaba suspenso, y admirado de ver las novedades -que cada día había en la corte, y con todas veras procuró hacer las -amistades, porque no viniese a más daño del sucedido: mandó que se -hiciese información del caso para castigar a los culpados; y con esto -paró la traición, concierto y junta que se hizo en el castillo de -Bibatambién contra Alabez y los Abencerrajes.</p> - -<p>El rey quiso proceder contra los Zegríes, mas todos los caballeros -le suplicaron los perdonase, y considerase que era ya muerto el -caudillo del bando. El rey los perdonó e hizo las amistades, y así se -aquietó la ciudad, como de antes lo estaba, que no fue poco.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch7"> - <p><span class="pagenum" id="Page_86">p. 86</span></p> - <h2 class="nobreak">CAPÍTULO VII.</h2> - <p class="subh2h"><i>Del triste llanto que hizo la hermosa Fátima - por la muerte de su padre, y cómo se iba a Almería la bella Galiana, - si su padre no viniera, la cual estaba muy vencida de amores de - Sarracino; y de lo que entre él y Abenámar pasó una noche debajo de - las ventanas del real palacio.</i></p> -</div> - -<p><span class="cap">M</span>uy gran llanto era el que hacía la bella -Fátima por la muerte de Mahomad Zegrí, su padre, y era en tanto modo -su sentimiento y dolor, que se temía no perdiese el juicio o la vida, -porque no bastaba la reina, ni alguna otra dama a consolarla: era tan -grande el dolor que tenía en su afligido corazón, que del sentimiento, -llanto y desconsuelo enfermó, y enflaqueció de tal suerte que parecía -otra de la que ser solía.</p> - -<p>Visto que no admitía consuelo ninguno, y que las medicinas no la -daban mejoría, acordaron enviarla a Almería a casa del alcaide de ella, -que era su pariente, el cual tenía una hija muy hermosa y discreta, que -sería posible aliviarse allí, y quitarse la tristeza que tenía; y allí -la llevaron, donde fue bien recibida y regalada.</p> - -<p>La hermosa Galiana vivía libre de amor, y fue herida de amores de -Hamete Sarracino, y con grande exceso; y como se acababa la licencia -que de su padre tenía para estar en Granada, envió a llamar al valiente -Sarracino con mucho secreto.</p> - -<p>Dado el recado vino al punto a palacio, y entrando en el<span -class="pagenum" id="Page_87">p. 87</span> aposento de la bella mora, -vio que estaba sola, y ella se levantó a recibirle, mudadas las -colores. El bizarro moro la dijo, que le mandase lo que quería que en -su servicio hiciese.</p> - -<p>Galiana le mandó sentar cerca de sí, tratando largamente de las -fiestas pasadas, y la muerte del Zegrí, y de los bandos movidos para -tan pequeña ocasión, y de otras cosas, con las cuales palabras se -enlazaban las almas, y se aficionaban los ojos.</p> - -<p>Y satisfaciendo el enamorado moro a la dama, no menos aficionada que -él, la dijo y propuso lo siguiente:</p> - -<p>—Grande ha sido, señora, la batalla de los Abencerrajes y Zegríes, -y desdichada la muerte de Mahomad Zegrí; pero yo os certifico, señora -de mi libertad, que es más la guerra que en mi alma y pensamiento hacen -vuestra beldad y hermosura: muerto me han vuestros ojos de amor, mi -pecho se abrasa, y arde en amorosa llama; si no acudís al remedio, sin -duda moriré: recibidme en vuestro servicio, señora, y no seáis ingrata -a mi amorosa voluntad.</p> - -<p>Galiana estuvo atenta a las discretas razones del aficionado y -gallardo moro, y en extremo holgó de ver tantas muestras en su querido -Sarracino, porque ya labraba amor dentro de su pecho, y le estimaba y -quería tiernamente, y así con alegría le respondió:</p> - -<p>—No es de nuevo, galán Sarracino, en los hombres aficionarse a -las damas a primeras vistas y de ligero, y los primeros días tienen -algún fervor y fe, y algún cuidado de visitar sus damas, y pasearles -las calles. Aquesto hacen por obligar a las damas, y dura en ellos -entretanto que ellas se rinden, y<span class="pagenum" id="Page_88">p. -88</span> se manifiestan por suyas; y en siendo señores de su libertad, -en ese punto cesa el cuidado y la solicitud, y aun vienen a olvidar y -aborrecer sin causa; y así las damas que vivimos libres, no habíamos de -dar crédito a vuestras palabras y promesas.</p> - -<p>Sarracino respondió:</p> - -<p>—Juro por Mahoma, y él me falte, si yo faltare jamás en serviros, -quereros y adoraros, y a fe de caballero de ser muy fiel y leal -mientras viviere.</p> - -<p>—Bien entendido —dijo Galiana— que un caballero tan principal como -vos cumpliréis vuestra palabra, como quien sois, sabed, que me he de -ir a Almería, porque se me acaba la licencia que me dio mi padre, y -así habré de partirme de Granada; y antes de irme, holgaré de hablaros -más despacio, y sea esta noche a hora conveniente, y con mucho secreto -os poned debajo de este balcón, y podremos hablar con más quietud que -ahora; y con esto os id con Alá, antes que el rey lo entienda.</p> - -<p>El favorecido moro se ausentó de los ojos que daban vista a los -suyos, y muy ufano y contento, por verse tan favorecido y regalado de -la dama más hermosa y libre de amor que se conocía. Cien mil siglos -le parecía cada hora de las que faltaban hasta la dichosa hora que -esperaba.</p> - -<p>Habiendo acabado Febo su curso, y empezado Tetis a tender la -tiniebla oscura, que no lo era para el enamorado moro, se fue a -palacio, prevenido de armas defensivas y ofensivas para lo que se -ofreciera; y a la una, cuando todos de ordinario reposan, se acercó -al balcón de su señora Galiana, y escuchando, oyó tocar un laúd<span -class="pagenum" id="Page_89">p. 89</span> muy acordado, y una tierna -y delicada voz, que al son del instrumento cantaba con gran suavidad, -y mostraba en sus acentos estar herida y lastimada de amor, según las -pausas que hacía, y suspiros que daba.</p> - -<p>El gallardo moro estuvo atento a la dulce música y suave voz, y al -sentido de la dolorosa canción, que dice así:</p> - -<p class="centra mt15">CANCIÓN.</p> - -<div class="poem ml55 mb1 mt1"> - <p class="i2">Divina Galiana,</p> - <p class="i0">es tal tu hermosura,</p> - <p class="i0">que iguala con aquella que el Troyano</p> - <p class="i0">le diera la manzana,</p> - <p class="i0">por quien la guerra dura</p> - <p class="i0">le vino al fuerte muro de Dardano.</p> - <p class="i2">¡Oh rostro soberano!</p> - <p class="i0">pues tienes tal lindeza,</p> - <p class="i0">el que podrá gozarte</p> - <p class="i0">dirá que nunca Marte</p> - <p class="i0">gozó cuando fue preso tal belleza;</p> - <p class="i0">ni el que se llevó a Argos</p> - <p class="i0">la causa de la guerra de años largos.</p> - <p class="i2">Y pues sube de punto</p> - <p class="i0">tan alto tu belleza,</p> - <p class="i0">que no hay acá tu igual en todo el suelo,</p> - <p class="i0">do muestres el asunto,</p> - <p class="i0">tan lleno de aspereza,</p> - <p class="i0">como Anajarte hizo al sin consuelo</p> - <p class="i0">amante, que de vuelo</p> - <p class="i0">el cuello puso al lazo,</p> - <p class="i0">por salir de tormento,</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_90">p. 90</span>y quiso que llegase tan mal plazo;</p> - <p class="i0">muéstrate piadosa,</p> - <p class="i0">pues eres en verdad divina diosa.</p> -</div> - -<p>Oyendo el bravo Sarracino la enamorada canción, y no pudiendo sufrir -más que el puesto donde había de hablar a su querida dama estuviese -ocupado, se llegó a reconocer quién era el que cantaba. El cual, -como sintió gente, dejó de proseguir su música, y se aprestó de sus -armas.</p> - -<p>Era el músico el fuerte Abenámar, el cual estaba amartelado de la -bella Galiana, y por ablandar y mover a quien tan exenta vivía de amor, -la cantaba aquella endecha triste.</p> - -<p>Llegose Sarracino a él, y le dijo:</p> - -<p>—¿Qué gente?</p> - -<p>Respondió:</p> - -<p>—Un hombre.</p> - -<p>Replicó:</p> - -<p>—Mucha nota veo en lo que habéis hecho, por dormir la reina y sus -damas en ese cuarto, y podrá el rey sospechar algo, que por ventura no -hay.</p> - -<p>—No se os dé nada a vos —dijo Abenámar—, ni os entremetáis en lo que -no os va nada, sino pasad adelante antes que os envíe contra vuestra -voluntad.</p> - -<p>—¡Oh villano! Yo veré si vuestras obras son como las palabras —dijo -Sarracino, embrazando su rodela.</p> - -<p>Con el alfanje en la mano embistió a Abenámar, que no menos -apercibido estaba que él venía, y se comenzaron a dar muy grandes -golpes.</p> - -<p>Era tanto el ruido que hacían peleando, que algunos caballeros, -mancebos moros, que buscaban sus pretensiones, acudieron a poner en -paz, y no fue menester, porque como los valientes guerreros sintieron -venir gente, y se apartaron, por no ser conocidos. Abenámar quedó -herido en un muslo de una herida<span class="pagenum" id="Page_91">p. -91</span> pequeña.</p> - -<p>Los caballeros procuraron conocer los que peleaban, y nunca fue -posible, porque huyeron cada uno por su parte.</p> - -<p>La hermosa Galiana vio todo cuanto pasó, porque ya estaba puesta en -un balcón, cuando Abenámar comenzó a tañer y cantar; y como vio trabada -la pendencia, se retiró a su aposento, temerosa no sucediese alguna -desgracia a su querido Sarracino.</p> - -<p>No fue tan secreto este negocio que no lo supiese el rey, y mandó -que se hiciese información, para que fuese castigado el causador del -escándalo. Procurose hacer, y en ninguna manera se halló quiénes fueron -los de la pendencia.</p> - -<p>Pasado todo esto, se dio orden para llevar a Galiana a Almería, y -mandó el rey que se aprestasen cincuenta caballeros, para que fuesen en -su compañía; y estando todo a punto entró en palacio Mahomad Mostafá, -alcaide de Almería, y padre de la hermosa Galiana.</p> - -<p>Traía consigo una hija menor que Galiana, y tan hermosa como ella, -la cual se llamaba Celima: el rey se levantó y abrazó al alcaide, -diciendo:</p> - -<p>—¡Qué buena venida es esta, amigo Mostafá, que con ella me has dado -gran contento! Tu hija Galiana estaba ya aprestada para irte a ver con -el acompañamiento que tú y ella merecéis.</p> - -<p>Mostafá le respondió:</p> - -<p>—Bien tengo entendido, que de tu larga y magnífica mano he de -recibir mercedes, como siempre me las has hecho: mil años vivas para -que en tranquilidad y sosiego nos gobiernes.</p> - -<p>—Yo os agradezco aquesa voluntad —dijo el rey, y fue a abrazar a la -bella Celima, y ella humillada<span class="pagenum" id="Page_92">p. -92</span> le besó las manos.</p> - -<p>La reina y sus damas se levantaron a recibir a Celima, y ella le -besó las manos a la reina, y abrazó a su hermana, y las damas se -maravillaron de la hermosura de Celima, y ella de la de las damas y su -bizarría.</p> - -<p>El alcaide Mostafá fue recibido con mucho amor de todos los -cortesanos, y el rey le mandó sentar en un rico cojín cerca de sí, y le -dijo:</p> - -<p>—Holgádome he de tu venida y de la de tu hija, y querría saber, qué -te ha movido a traerla a Granada.</p> - -<p>El alcaide le dijo:</p> - -<p>—Poderoso rey y señor mío, después de venir a besar tus reales -manos, traigo a mi hija para que sirva a mi señora la reina, en -compañía de las damas y de su hermana Galiana, porque no se halle en -Almería, especialmente por el temor que tiene a los rebatos que nos dan -siempre los cristianos; y me pareció que estaba mejor en Granada, que -en Almería.</p> - -<p>—Bien has hecho, dijo el rey, porque aquí estará en compañía de -su hermana y gozará de las fiestas que cada día se hacen, aunque las -pasadas fueron escandalosas.</p> - -<p>A esta sazón entró un moro viejo, y dijo cómo un caballero cristiano -paseaba la Vega bien alistado de armas, en un poderoso caballo que -ponía espanto su brío y fortaleza, y no podía conocer quién fuese de -cierto, por traer puesta la celada. El rey dijo que le procurasen -conocer; y a este tiempo estaba en el Alhambra él, y la reina en la -torre de Comares.</p> - -<p>Deseoso el rey de ver al caballero cristiano, subió a la torre de la -Campana, y con él la reina, caballeros y damas. Es la más alta torre -del Alhambra, la cual<span class="pagenum" id="Page_93">p. 93</span> -señorea toda la Vega; y mirando a ella vieron un caballero armado, de -muy lucidas y fuertes armas, en el escudo y penacho una cruz roja, -sobre un hermoso caballo, que se paseaba como si estuviera en su misma -patria. En viendo la cruz roja, dijo el rey:</p> - -<p>—No es posible sino que aquel caballero es el maestre de Calatrava, -así por la insignia, como por la osadía que ha tenido de llegar hasta -la ciudad.</p> - -<p>Y cuando el maestre vio al rey y a las damas, alzó la celada e hizo -la reverencia debida; y por todos conocido, le fue fecha cortesía, y -en particular por la reina y sus damas. Hecho esto puso el maestre un -pendoncillo rojo en la punta de la lanza, que era señal de batalla.</p> - -<p>Mostafá, alcaide de Almería, pidió licencia al rey para salir a -escaramucear con D. Manuel Ponce de León, maestre de Santiago, atento -que en una escaramuza le había muerto a un tío suyo, y quería vengar su -muerte.</p> - -<p>—No te metas en eso, le dijo el rey, que caballeros hay en mi corte -que saldrán.</p> - -<p>Todos los caballeros le pidieron licencia para irse a ver con el -maestre, y un paje les dijo, que no se cansasen, que ya había salido de -palacio un caballero a escaramucear.</p> - -<p>El rey preguntó quién le dio licencia. Respondió el paje:</p> - -<p>—Mi señora la reina se la dio, porque él se la pidió.</p> - -<p>—¿Y quién es el caballero que salió?</p> - -<p>—Malique Alabez —dijo el paje.</p> - -<p>—Pues si es así yo me huelgo, porque es buen caballero y hará como -quien es: siendo ambos tan valientes, será de ver la escaramuza.</p> - -<p>A muchos caballeros les pesó, porque iba Malique Alabez a la -batalla, y quien<span class="pagenum" id="Page_94">p. 94</span> -más lo sintió fue la hermosa y querida Cobaida, porque le amaba muy -tiernamente, y no quisiera que se pusiera en tanto peligro, y pidiendo -licencia a la reina, se quitó de los miradores, por no ver la batalla, -y estuvo con mucha pena hasta saber el suceso de la escaramuza.</p> - -<p>El rey mandó que saliesen cien caballeros armados, que fuesen en -guarda de Malique Alabez, por si estuviese puesta alguna emboscada de -cristianos. Así como el rey lo mandó, se fueron a armar, y vinieron a -la puerta de Elvira a aguardar que el valeroso Alabez viniese para ir -en su guarda.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch8"> - <h2 class="nobreak">CAPÍTULO VIII.</h2> - <p class="subh2h"><i>De la batalla cruel que Malique Alabez tuvo - con D. Manuel Ponce de León en la Vega, y de lo que en ella - sucedió.</i></p> -</div> - -<p><span class="cap">A</span>sí como el caballero cristiano puso el -pendoncillo en la punta de la lanza, se quitó de los miradores Malique -Alabez, de donde estaba la reina: hincando la rodilla en tierra, la -suplicó le diese licencia para salir a escaramucear con aquel caballero -cristiano, porque si se la daba, quería en nombre de todas las damas -hacer aquella escaramuza.</p> - -<p>La reina se holgó de ver el valeroso ánimo del valiente Malique -Alabez, y con rostro alegre le dijo:</p> - -<p>—Pues es vuestro gusto, caballero gallardo, servirnos hoy, os lo -agradecemos mucho: Alá os dé el suceso que deseamos; yo os doy la -licencia que pedís, id en dichosa hora.</p> - -<p>—Y<span class="pagenum" id="Page_95">p. 95</span> yo confío en Alá -—dijo Alabez— que con estas mercedes alcanzaré la victoria.</p> - -<p>Despidiose con esto de la reina, y al partirse miró a su señora -Cobaida, y la vio muy triste; y llegando a su casa, mandó ensillar el -potro rucio que su primo alcaide de los Vélez le había enviado, y que -le diesen una fina adarga de Fez, y una toca jacerina.</p> - -<p>Púsose encima de las armas una aljuba de terciopelo morado, toda -guarnecida de tejido oro, y encima del casco un bonete morado, y en -él un penacho de plumas pajizas y blancos martinetes, y con él unas -garzotas pardas, verdes y azules.</p> - -<p>Apretó bonete y casco en la cabeza con una toca azul de seda -entretejida con oro, dando vuelta a la cabeza, haciendo de ella un -turbante, de la cual asentó una rica medalla de oro de Arabia, labrada -de montería, con dos ramos de laurel que parecían naturales; las hojas -eran de una finísima esmeralda, y en medio de la medalla esculpida la -efigie de la dama muy al natural.</p> - -<p>El bizarro y valiente moro tomó una lanza con dos afilados hierros, -y bien armado de todo lo necesario, sobre un lozano caballo salió de su -casa, y fue para la calle de Elvira, en la cual había muchas damas, las -cuales se holgaban de ver la bizarría y gallardía de Alabez.</p> - -<p>En llegando a la puerta de Elvira, halló cien caballeros que iban -para su seguridad, todos muy bien armados; y en saliendo al campo -arremetieron sus yeguas los moros, escaramuceando unos con otros, que -era muy de ver. Pasaron todos juntos por delante de los miradores -do estaba el rey, la reina y las damas,<span class="pagenum" -id="Page_96">p. 96</span> y Alabez hizo arrodillar el caballo, y -el bizarro moro inclinó cuanto pudo la cabeza, haciendo grande -acatamiento. Fuele correspondido por todos, y acercándose a D. Manuel, -dijo:</p> - -<p>—Por cierto, cristiano caballero, que da tanto contento vuestro buen -talle, que se echa de ver bien ser vuestro valor mucho, y tengo gran -gozo en que mi ventura me haya traído a verme con vos; y si la fortuna -me fuese tan favorable que alcanzase de vos la deseada victoria, me -tendré por el caballero más dichoso del mundo; y si el hado triste y mi -mala suerte me tiene determinado que quede cautivo o muerto a vuestras -manos, lo tendré a feliz dicha; y si es voluntad vuestra decirme el -nombre que tenéis, lo tendré en merced, porque sepa de quien alcanzo -gloria o muerte.</p> - -<p>El valiente maestre escuchó las comedidas razones del valeroso moro, -y por satisfacerle le dijo:</p> - -<p>—Noble moro, cualquiera que vos seáis, vuestro cortesano y discreto -término merece mucho, y yo por complaceros os lo diré. A mí me llaman -D. Manuel Ponce de León, profesor de mi divisa; y pues ya sabéis mi -nombre, si gustáis de decirme el vuestro me holgaré de saberlo.</p> - -<p>—No sería término de caballero —dijo el moro— negar una petición tan -justa: yo me llamo Malique Alabez, soy de linaje de reyes, y no será -menosprecio vuestro el escaramucear conmigo; y pues sabéis quien soy, y -yo quien vos, empecemos nuestra escaramuza.</p> - -<p>En diciendo esto revolviendo los caballos, se acometieron con tanta -furia, que parecía haberse juntado dos peñascos.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_97">p. 97</span>Juntos, pues, los dos -caballeros, se daban tan recios y desaforados golpes, y botes de lanza, -que causaban admiración.</p> - -<p>No fueron bastantes los finos escudos a resistir la gran violencia -de la fuerza con que se acometieron, porque ambos fueron falseados; -y tornando a revolver los veloces caballos, con vueltas gallardas -proseguían su escaramuza el uno contra el otro.</p> - -<p>Grande era el contento que recibían todos los que miraban la cruel -batalla, por ver los ardides de guerra, y las gentilezas que cada uno -hacía por rendir a su contrario.</p> - -<p>Dos horas y más había que batallaban los dos valientes guerreros, -sin que se pudiesen herir con las lanzas, porque aunque cada uno hacía -sus diligencias para herir con ellas, era en balde, respecto que se -adargaban muy bien.</p> - -<p>El moro vio que el caballo del valiente D. Manuel no tenía ya la -velocidad que de antes, porque le pareció que debía de estar cansado; -y era así, que lo estaba, pues muy gran rato había que el maestre lo -había sentido; pero su esfuerzo suplía la flojedad del caballo, y hacía -todo lo que podía.</p> - -<p>No quiso mejor ocasión que aquella el astuto Malique Alabez, y -aprovechándose de ella, empezó a dar vueltas y acometimientos, y -a revolver el caballo tan a menudo y con tanta ligereza, que a D. -Manuel le causaba gran admiración. Todo esto hacía el valiente moro -con intento de acabarle de cansar el caballo, y desalentarle, para en -viendo ocasión ejecutarla.</p> - -<p>Fue así, que teniendo ya muy acosado el caballo del maestre, -acometió a herirle por el brazo derecho, y<span class="pagenum" -id="Page_98">p. 98</span> D. Manuel fue al remedio, y revolviendo con -grande presteza al lado izquierdo, le hirió de una lanzada, sin hacer -resistencia la fina cota, porque el temple de los hierros de la lanza -de Alabez eran extremados.</p> - -<p>La herida fue peligrosa, y de ella salía mucha sangre. El valiente -D. Manuel sintiéndose herido, más bravo que su apellido, enristró la -lanza al tiempo de revolver para salirse por el lado descubierto, y el -hierro le entró en la carne, y abrió una muy peligrosa herida.</p> - -<p>No hay serpiente ni áspid tan ponzoñoso como estaba el valiente moro -viéndose mal herido, y con una cólera frenética embistió a D. Manuel -con la lanza, y pasándole el escudo fue herido otra vez.</p> - -<p>Casi corrido D. Manuel arremetió al moro con tal furia, que le dio -otra herida peor que la primera.</p> - -<p>Andaban tan embriagados de cólera por verse heridos, que mientras -más batallaban, mucho más se cegaban en su pelea, y no se conocía -ventaja en ninguno.</p> - -<p>Y con esto muy enojado D. Manuel por tanta dilación, que había -cuatro horas que escaramuceaban, y no se conseguía la victoria; -entendiendo que estaba la falta en la flojedad de su caballo, por -estar tan sudado y cansado, se apeó de él con una ligereza extraña, y -cubierto con su escudo, puso mano a la espada, y con ánimo belicoso se -fue al valiente moro, el cual, como le vio a pie, se maravilló mucho, y -confirmó el ser de animoso corazón: mas por no ser reputado de villano -se apeó y se fue a D. Manuel, fiado en su gran fuerza y valor, cubierto -con su adarga, y<span class="pagenum" id="Page_99">p. 99</span> un -alfanje de Marruecos en la mano, y comenzó a dar tan grandes golpes, -que el maestre sentía bien la fuerza de su brazo.</p> - -<p>No se descuidaba el maestre en herir a su contrario y en defenderse -de él; y era de tal suerte, que no se juntaba vez que el moro no -saliese herido, por ser mucha la destreza y fortaleza del maestre, y -por la mucha experiencia que tenía en la escaramuza, como quien cada -día se veía en ellas.</p> - -<p>Y aunque el valiente y fuerte moro procuraba herir al maestre, no -podía por hallarse siempre muy bien adargado, y en lugar de herir, -salía herido en cada entrada que hacía.</p> - -<p>A esta causa estaba maltratado y con muchas heridas, muy cansado -y desangrado, pero no por eso dejaba el animoso moro de batallar y -mostrar tanto esfuerzo, como si empezara en aquel momento.</p> - -<p>Fue muy de ver en esta hora ir el caballo de Alabez al del maestre, -y las crines erizadas, y con una furia extraña empezó a morder y tirar -coces, donde se trabó una escaramuza entre los dos caballos que causaba -risa al rey y a las damas, que se admiraban de ver la fortaleza de los -caballos, aunque el del moro llevaba lo mejor, porque estaba enseñado -en aquello.</p> - -<p>Los dos valientes guerreros continuaban su batalla, aunque con -notable daño de Malique Alabez, porque estuvo a pique de rendirse, y -favoreciole la fortuna en este modo.</p> - -<p>El maestre había dejado gran trecho de donde peleaban a ochenta -caballeros que traía para su guarda: viendo que duraba tanto la -escaramuza, se acercaron los guerreros para ver<span class="pagenum" -id="Page_100">p. 100</span> el estado de la batalla.</p> - -<p>Los cien moros que eran en guarda de Alabez, como vieron venir aquel -lucido escuadrón de cristianos, y tan bien alistados, se recelaron, y -más cuando los vieron acercarse tanto: entonces espolearon las yeguas, -y arremetieron contra los cristianos con gran algazara. Los cristianos -entendiendo que era traición, por guardar a su señor, les salieron al -encuentro, y entre todos se trabó una sangrienta escaramuza. Peleaban -valientemente, dándose terribles heridas, tanto, que había por el suelo -muchos cuerpos sin almas.</p> - -<p>Vista por los caballeros la sangrienta batalla de sus soldados, sin -causa, se apartaron para aquietarlos. Ambos caballeros se fueron a -coger sus caballos, y no había quien se llegase a ellos según estaban -en la pelea.</p> - -<p>Los moros acudieron a favorecer a Alabez y a cogerle el caballo, -y los cristianos a su señor, y cogiendo el caballo de Malique Alabez -subió en él el maestre con la lanza en la mano, y se metió entre los -enemigos, hiriéndolos y maltratándolos.</p> - -<p>Alabez subió en el caballo de D. Manuel, y no se holgó del trueque, -aunque en bondad no debía nada al suyo, salvo que era más ligero, y -con la lanza en la mano se entró por los cristianos, haciendo mucho -daño.</p> - -<p>El rey que vio la batalla tan sangrienta, mandó tocar al arma, y que -saliesen mil caballeros en socorro de los suyos.</p> - -<p>El valiente Alabez andaba buscando con mucha diligencia a D. Manuel -Ponce de León, y viéndole que enfoscado andaba en medio de la batalla, -le hizo señas que saliese fuera. El maestre<span class="pagenum" -id="Page_101">p. 101</span> salió muy gozoso por concluir la escaramuza -empezada entre ambos.</p> - -<p>Llegándose cerca Alabez le dijo al maestre:</p> - -<p>—Caballero esforzado y virtuoso, tu nobleza me obliga a que te avise -de un venido peligro, y es: atiende el oído, que pues eres tan buen -soldado, entenderás el son y ruido de las cajas que se hace: sabe, -noble caballero, que tocan al arma, y cuando menos saldrán mil moros -en mi socorro, y no ganarán nada los tuyos con la multitud que vendrá, -aunque traes buenos soldados: toma mi consejo, y desampara la Vega -tú y los tuyos, que a fe de caballero, que te importa mucho, y como -tal te juro que cada vez, y cuando que quieras, concluiremos nuestra -escaramuza, y se acabará; y te lo aviso como moro hijodalgo; ahora haz -tu gusto.</p> - -<p>—Yo te agradezco, valiente moro, el aviso que me das, y quiero -admitir tu consejo, y porque la primera vez que nos veamos hemos de -concluir nuestra escaramuza, no te doy tu caballo: no es el mío peor -que el tuyo, trátalo como yo trataré este.</p> - -<p>Diciendo esto el maestre, tocó una corneta, que era señal de -recoger; y así como los cristianos oyeron la seña dejaron la batalla y -se juntaron con el maestre.</p> - -<p>Lo mismo hicieron los moros, y entrando Malique Alabez con sus cien -caballeros por la puerta de Elvira, salía el socorro, y Alabez los hizo -volver.</p> - -<p>El rey y los caballeros salieron a recibir a Alabez, y le fueron -acompañando hasta su casa, y fue curado de sus heridas.</p> - -<p>D. Manuel iba tan enojado por no haber acabado la escaramuza, que -no<span class="pagenum" id="Page_102">p. 102</span> hablaba a nadie, -ni respondía a lo que le preguntaban. Echaba la culpa a los suyos, -porque habían ido a verlos lidiar, que si no fueran, él consiguiera -el fin deseado de la victoria; y era verdad, porque los moros no se -movieran si no vieran venir a los cristianos.</p> - -<p>Y por esta batalla se dijo el romance siguiente:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Ensíllenme el potro rucio</p> - <p class="i0">del alcaide de los Vélez,</p> - <p class="i0">denme la adarga de Fez</p> - <p class="i0">y la jacerina fuerte,</p> - <p class="i2">Y una lanza con dos hierros,</p> - <p class="i0">entrambos de agudo temple,</p> - <p class="i0">y aquel acerado casco,</p> - <p class="i0">con el dorado bonete,</p> - <p class="i2">Que tiene plumas pajizas</p> - <p class="i0">entre verdes martinetes;</p> - <p class="i0">garzotas verdes y pardas,</p> - <p class="i0">antes que me vista, denme.</p> - <p class="i2">Tráiganme la cota azul,</p> - <p class="i0">que me dio para ponerme</p> - <p class="i0">la muy hermosa Cobaida,</p> - <p class="i0">hija de Celín Hamete:</p> - <p class="i2">Y decidle a mi señora,</p> - <p class="i0">que salga, si verme quiere</p> - <p class="i0">hacer muy cruel batalla</p> - <p class="i0">con D. Manuel el valiente;</p> - <p class="i0">que si ella me está mirando,</p> - <p class="i0">mal no puede sucederme.</p> -</div> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch9"> - <p><span class="pagenum" id="Page_103">p. 103</span></p> - <h2 class="nobreak">CAPÍTULO IX.</h2> - <p class="subh2h"><i>En que se da cuenta de unas fiestas solemnes, - y juego de sortija, que se hicieron en Granada, y como se iban - encendiendo los bandos de los Zegríes y Abencerrajes.</i></p> -</div> - -<p><span class="cap">Y</span>a sabía el valeroso y gallardo moro -Abenámar, cómo el valiente Sarracino era aquel con quien había tenido -la pendencia aquella noche en la plaza de palacio, y estaba muy enojado -contra él, porque le había herido, e impidió su música; y mirando a los -balcones, vio que hacía Galiana a Sarracino muchos favores, de lo cual -sintió mucho dolor y pena, y procuró olvidar a la ingrata, visto que no -admitía, ni se acordaba de lo que había hecho en Almería y Granada en -su servicio.</p> - -<p>Y para ejecutar su propósito con todas veras, puso los ojos en la -bella Fátima, que ya la habían traído a Granada, y estaba tan hermosa -como de antes, y con tanta salud; y tenía mucha esperanza el moro -galán que no le sería ingrata Fátima respecto de tener olvidado -a Muza, por la certidumbre que tuvo de los amores que trataba con -Daraja.</p> - -<p>El moro enamorado empezó a servirla con grandes demostraciones de -amor. Fátima que vio las veras con que Abenámar la amaba, comenzó a -favorecerle y amarle con grande amor, por ser muy galán, discreto y -valiente.</p> - -<p>En este tiempo Daraja y Abenhamín Abencerraje estaban ya para -casar, por lo cual el valeroso Muza había puesto los ojos en la -hermosísima<span class="pagenum" id="Page_104">p. 104</span> Celima, -hermana de la bella Galiana; y no había caballero de estima que no -tuviese puesto todo su amor en alguna dama de palacio, y así cada día -había fiestas y regocijos en la corte.</p> - -<p>El valiente Audalá amaba a la hermosa Aja, y como era caballero -Abencerraje, y muy preso de amor, por dar gusto a su dama, ordenaba y -hacía muchas fiestas.</p> - -<p>El valiente Abenámar por vengarse de la linda Galiana y de -Sarracino, suplicó al rey que se hiciese una fiesta el día de S. -Juan de juego de cañas y de sortija, y que él quería ser mantenedor -della.</p> - -<p>El rey era muy amigo de fiestas, y porque se regocijase toda la -corte y se ejercitasen los caballeros, ordenó que se hiciesen, por el -contento que todos tenían de que se hubiese escapado Malique Alabez de -las manos de D. Manuel Ponce de León, que fue mucha ventura, y por la -salud que ya tenía.</p> - -<p>Habida la licencia del rey, mandose pregonar por toda la ciudad el -juego de cañas y sortija: que cualquiera caballero que quisiese correr -tres lanzas con el mantenedor, que era Abenámar, que saliese a él, y -trajese el retrato de su dama; que si fuese vencido el aventurero, -había de perder el retrato que trajese; y si el mantenedor fuese -rendido, llevase el vencedor el retrato de la dama del mantenedor, y -una cadena de mil doblas.</p> - -<p>Todos los caballeros enamorados se holgaron del pregón en extremo, -lo uno por mostrar el valor de sus personas, lo otro porque fuesen -vistas las hermosuras de sus damas, con esperanza de ganar al -mantenedor su dama y cadena.</p> - -<p>El valeroso<span class="pagenum" id="Page_105">p. 105</span> -Sarracino entendió el motivo de Abenámar, y holgose de ello, porque por -aquella vía entendía dar a conocer a su señora Galiana el valor de su -persona; y él y los caballeros amantes que pretendían correr sortija, -hicieron retratar a sus damas, como mejor y más al natural pudieron, y -con aquellos vestidos y ropas que más de ordinario acostumbraban traer, -porque fuesen conocidas.</p> - -<p>Venido el día de S. Juan, fiesta tan celebrada de todas las naciones -del mundo, todos los caballeros granadinos se adornaron de las mejores -galas y joyas que pudieron, así los que eran del juego como los que no -eran, salvo que los del juego se señalaban en las libreas.</p> - -<p>Saliéronse a la ribera del fresco Genil, hechas dos cuadrillas para -el juego, la una de Zegríes, y la contraria de Abencerrajes: hízose -otra cuadrilla de Almoradís y Venegas, y otra contraria de esta de -Gomeles y Mazas, y al son de muchos instrumentos comenzaron el juego de -cañas.</p> - -<p>La cuadrilla de los Abencerrajes iba de tela de oro y leonado, con -labores muy costosas y diferentes, unos soles por divisas, y penachos -encarnados. Los Zegríes salieron de verde, con tejidos de oro y -estrellas sembradas por las vestiduras, y por divisas medias lunas. Los -Almoradíes salieron de encarnado y morado, y muy ricamente aderezados. -Los Mazas y Gomeles salieron de morado y pajizo.</p> - -<p>Era un caso de grande admiración el ver estas cuadrillas corriendo -por la Vega de dos en dos, y de cuatro en cuatro, porque más parecía -campo de batalla que caballeros<span class="pagenum" id="Page_106">p. -106</span> de juego.</p> - -<p>El rey Chico estaba entre los caballeros con unas vestiduras de -inestimable valor; andaba con ellos solo por evitar las ocasiones de -pesadumbres que se podían ofrecer.</p> - -<p>La reina y todas las damas estaban mirando el juego desde las torres -del Alhambra, admiradas de ver el gran concierto que tenían y la -destreza de los jugadores.</p> - -<p>Los caballeros Abencerrajes y Almoradís fueron los que más se -señalaron aquel día. El valeroso Muza, Abenámar y Sarracino hicieron -cosas notables en el juego.</p> - -<p>Cuando el rey vio que andaba muy trabado el juego, y que se iban -encendiendo los Abencerrajes y los Zegríes, temiendo no hubiese otra -desgracia como la pasada, mandó cesase el juego; y luego fue obedecido, -y empezaron un concertado caracol, y luego dieron muchas carreras, con -lo cual concluyeron el juego de cañas.</p> - -<p>El gallardo y fuerte Abindarráez se señaló aquel día más que ninguno -de los jugadores, porque estaba mirándole la hermosa Jarifa, su -dama.</p> - -<p>La reina dijo a Jarifa:</p> - -<p>—Por dichosa te puedes tener, por ser tu galán tan bizarro y -valiente.</p> - -<p>Jarifa disimuló, encendiéndose el rostro de vergüenza que la dio de -oír aquello.</p> - -<p>Fátima no apartaba los ojos de su Abenámar, por estar muy cautiva -de su voluntad: Jarifa, entendiendo que miraba a su amado Abindarráez, -porque se paseaban juntos los dos enamorados moros, le dijo a Fátima -muy celosa:</p> - -<p>—Muy grandes son las maravillas de amor, Fátima, hermana y amiga, -que donde quiera que da, no puede estar encubierto, porque brota por -los ojos, cuando<span class="pagenum" id="Page_107">p. 107</span> la -lengua calla: no me podrás negar, amiga, que tú estás tocada de pasión -amorosa, pues realmente tu hermoso rostro da de ello clara señal, -que solías estar como la rosa en su zarza, y ahora te veo triste y -melancólica, y son todas las mudanzas evidentes señales que causa el -incendio de la llama amorosa que en tu pecho labra: y si no me lo -niegas, el causador de todo es el valeroso y gallardo Abindarráez, y -así no me debes negar ni encubrir tu secreto, pues sabes cuán leal y -verdadera amiga te soy.</p> - -<p>Fátima, que era muy astuta, sagaz y discreta, luego entendió el -blanco donde tiraba el pensamiento de la hermosa Jarifa, porque ya -sabía que trataba amores con Abindarráez, y no se lo quiso dar a -entender, y disimulando, la respondió:</p> - -<p>—Si las maravillas de amor son grandes, no han llegado a mi noticia -sus efectos, ni de ellos experiencia tengo. El no tener mis colores -como de antes, y estar melancólica, bien sabes que es la causa muy -urgente, pues estas presentes fiestas me renuevan mi dolorosa llaga -de las tristes pasadas, en las cuales fue muerto mi amado padre, como -duran los comenzados bandos entre Zegríes y Abencerrajes; y en caso -que de amor procedieran las causas que dices, te certifico que nunca -por Abindarráez fuera, porque en el juego de cañas hay caballeros -que son de tanto valor, esfuerzo y bondad como él, y en comprobación -de mi verdad el día de la sortija se verán los retratos de las damas -servidas, que los caballeros sus amantes sacan, y entonces echarás de -ver si te he negado el punto<span class="pagenum" id="Page_108">p. -108</span> de verdad.</p> - -<p>Con esto cesó la celosa conversación de las dos enamoradas damas, y -levantando Fátima los ojos para ver la trabada escaramuza, vio entre -los caballeros a su querido Abenámar, que hacía notables destrezas; -conociole la rendida mora en un pendoncillo morado con una F de plata, -encima una media luna de oro, armas y divisa de la bellísima Fátima.</p> - -<p>Habiendo escaramuceado el rey y los caballeros desde antes que -el sol saliera, hasta las once del día, se tornaron a la ciudad por -aprestar lo que cada uno había de sacar en el juego de sortija. Por -este día de S. Juan, y fiesta que en él se hizo, que fue muy señalada y -notable, se hizo aquel antiguo romance, que dice así:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">La mañana de S. Juan,</p> - <p class="i0">al tiempo que alboreaba,</p> - <p class="i0">grande fiesta hacen los moros</p> - <p class="i0">por la vega de Granada.</p> - <p class="i2">Revolviendo sus caballos,</p> - <p class="i0">jugando van de las lanzas,</p> - <p class="i0">ricos pendones en ellas,</p> - <p class="i0">labrados por sus amadas.</p> - <p class="i2">Ricas aljubas vestidas,</p> - <p class="i0">de oro y seda labradas:</p> - <p class="i0">el moro que amores tiene,</p> - <p class="i0">allí bien se señalaba;</p> - <p class="i2">Y el moro que no los tiene,</p> - <p class="i0">de tenerlos procuraba:</p> - <p class="i0">míranlos las damas moras</p> - <p class="i0">desde torres del Alhambra,</p> - <p class="i2">Entre las cuales había</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_109">p. 109</span>dos de amor muy lastimadas:</p> - <p class="i0">la una se llama Jarifa,</p> - <p class="i0">la otra Fátima se llama.</p> - <p class="i2">Solían ser muy amigas,</p> - <p class="i0">aunque ahora no se hablan.</p> - <p class="i0">Jarifa llena de celos</p> - <p class="i0">a Fátima le hablaba:</p> - <p class="i2">¡Ay, Fátima, hermana mía,</p> - <p class="i0">cómo estás de amor tocada!</p> - <p class="i0">solías tener colores,</p> - <p class="i0">veo que ahora te faltan.</p> - <p class="i2">Solías hablar de amores,</p> - <p class="i0">ahora obras y callas;</p> - <p class="i0">pero si lo quieres ver,</p> - <p class="i0">asómate a esta ventana,</p> - <p class="i2">Y verás a Abindarráez,</p> - <p class="i0">y su gentileza y gala.</p> - <p class="i0">Fátima como discreta,</p> - <p class="i0">de esta manera le habla:</p> - <p class="i2">No estoy tocada de amores,</p> - <p class="i0">ni en mi vida los tratara;</p> - <p class="i0">si se perdió mi color,</p> - <p class="i0">tengo de ello justa causa</p> - <p class="i2">Por la muerte de mi padre,</p> - <p class="i0">que aquel Alabez matara;</p> - <p class="i0">y si amores yo quisiera,</p> - <p class="i0">está, hermana, confiada,</p> - <p class="i2">Que allí veo caballeros</p> - <p class="i0">en aquella vega llana,</p> - <p class="i0">de quien pudiera servirme,</p> - <p class="i0">y de ellos ser muy amada.</p> -</div> - -<p>Habiendo el rey y los demás caballeros ocupado<span class="pagenum" -id="Page_110">p. 110</span> los miradores de la plaza nueva, donde se -había de hacer el juego de la sortija, vieron junto a la fuente de los -Leones una rica y hermosa tienda de brocado verde, y junto a la tienda -un alto aparador con un dosel de terciopelo verde, y en él puestas -ricas joyas de oro, y en medio de ellas estaba asida una riquísima -cadena, que valía mil doblas de oro, y aquesta era la cadena del -premio, sin el retrato de la dama que con ella se ganaba.</p> - -<p>No quedaba en toda la ciudad hombre ni mujer que no viniese a ver -aquella fiesta; y no faltaron tampoco en ella los moradores de los -lugares vecinos.</p> - -<p>No tardó mucho espacio de tiempo, cuando se oyó muy dulce son de -ministriles que salían por la calle del Zacatín; y la causa era que -el valeroso Abenámar, mantenedor de aquella sortija, venía a tomar su -puesto, y su entrada fue de esta manera: primeramente cuatro hermosas -acémilas de recámara, todas cargadas de lanzas para la sortija, con sus -reposteros de damasco verde, todos sembrados de muchas estrellas de -oro, y pretales de cascabeles de plata, y cuerdas de seda verde.</p> - -<p>Estos fueron con hombres de a pie y de a caballo, sin detenerse -hasta donde estaba la tienda del mantenedor, y allí junto fue armada -otra muy ricamente aderezada de libreas verdes y rojas, con muchos -sobrepuestos de plata, todos con plumas blancas y amarillas: venían -quince de una parte, y quince de otra, y al fin de todos ellos, y -enmedio, venía el animoso y valiente Abenámar con un vestido de -brocado verde, labrado a muchísima costa,<span class="pagenum" -id="Page_111">p. 111</span> y marlota y capellar de inestimable valor -y aprecio, y traía una yegua rodada; los paramentos y guarniciones de -ella eran del mismo brocado verde, testera y penacho muy rico de verde -y encarnado.</p> - -<p>Llevaba el gallardo mantenedor sembradas muchas estrellas de oro -finísimo por todas las ropas y vestiduras, y en el lado izquierdo -sobre el rico capellar un sol muy resplandeciente, con una letra que -decía:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> - <div class="stanza"> - <div class="verse indent2">Solo yo, sola mi dama;</div> - <div class="verse indent0">ella sola en hermosura,</div> - <div class="verse indent0">yo solo en tener ventura</div> - <div class="verse indent0">más que ninguno de fama.</div> - </div> -</div> -</div> - -<p>Esta misma letra se divulgaba por la plaza.</p> - -<p>Después del valiente Abenámar venía un rico carro triunfal, adornado -de muchas señas; traía hechas en él seis gradas muy bien aderezadas, -y por encima de la más alta grada había un arco triunfal de extraña -hechura, y debajo de él una rica silla, y en ella sentado y puesto el -retrato de la hermosa Fátima. Estaba tan perfecta, que si su original -no estuviera con la reina, dijeran que era ella.</p> - -<p>Causaba espanto ver el adorno y gala del retrato, que no había dama -que no la envidiase, ni caballero que no la pretendiese. Era el vestido -turquesco, de muy extraña y vistosa hechura, la mitad pajizo y la otra -mitad morado, y todo sembrado de estrellas de oro, y con muchos tejidos -y recamados de oro.</p> - -<p>El tocado artificioso y galán, sus cabellos sueltos, como una madeja -de oro de Arabia; sobre ellos una hermosa guirnalda de rosas blancas, -y tejidas muy<span class="pagenum" id="Page_112">p. 112</span> al -natural; sobre su cabeza parecía el dios de Amor, niño y desnudo, con -sus alas abiertas y plumas de mil colores, poniendo la guirnalda a la -bella imagen; y a los pies de ella estaba el arco y aljaba de Cupido, -como por despojos del rendido. De esta suerte iba el bello retrato de -la hermosa Fátima, que agradaba mucho su vista a todos.</p> - -<p>El carro en que iba tiraban cuatro yeguas, más albas que la nevada -sierra. Después del carro iban treinta caballeros de libreas verdes y -encarnadas, con penachos de las mismas colores.</p> - -<p>De la forma dicha entró el bravo y valiente Abenámar, mantenedor -de la justa, y al son de los ministriles y otros instrumentos músicos -que llevaba, dio vuelta por la plaza nueva, pasando por debajo de -los miradores del rey, quedando admirado él y los caballeros de la -gallardía, invención y traza.</p> - -<p>Así como llegó el carro a los miradores de la reina, ella y las -damas se admiraron de ver la belleza, adorno y galas de la efigie de la -hermosísima Fátima, y cuán natural era a su señora.</p> - -<p>Fátima estuvo junto a la reina, y con ella Daraja, Sarracina, -Galiana, Celima, Cobaida, y otras damas, cifra de la hermosura, y -alegrándose de ver la invención que Abenámar traía, la dijeron:</p> - -<p>—Por cierto, hermosa Fátima, que si como lleva la ventaja vuestro -galán y defensor caballero a todos los demás en industria, cifra y -galas, la lleva en defenderos, y alcanzar el premio de la victoria, que -os podéis tener por la más dichosa y bien afortunada dama del mundo.</p> - -<p>Fátima, disimulando lo posible, respondió<span class="pagenum" -id="Page_113">p. 113</span> a las damas:</p> - -<p>—No sé yo con qué intento ha hecho Abenámar lo presente; pero si -bien advertís, son novelas de caballeros, y por esta vía querrían -obligarme: no me da cuidado ninguno, ni es cosa que me toca; y poco se -me da que me defienda o no.</p> - -<p>—No sin misterio —dijo Jarifa— el caballero Abenámar se ha puesto -a hacer tal desafío a todos los caballeros enamorados, y a sacar tu -retrato.</p> - -<p>—Este motivo de Abenámar —respondió la hermosa Fátima— él solo -lo entiende, y cada uno hace y deshace a su gusto: si no, mira a -Abindarráez, que por ti, y por lo que a él le está bien, tiene hechas -cosas muy dignas de memoria.</p> - -<p>—Lo de Abindarráez para conmigo —dijo Jarifa— es cosa muy pública, -y saben todos los de la corte que es mi amante; pero ahora lo de -Abenámar nos parece a todas cosa muy nueva; y cierto que me pesaría si -Abindarráez y Abenámar fueran competidores.</p> - -<p>Dijo Fátima:</p> - -<p>—Y que lo sean, o no, ¿qué se te da a ti?</p> - -<p>—Dame pena —respondió Jarifa— que tu retrato, que hoy ha entrado con -tanto adorno, viniese a mis manos.</p> - -<p>—¿Pues por tan cierta tienes la victoria de parte de Abindarráez -—dijo Fátima— que ya me tienes por tuya? Pues no tengas tanta confianza -en tu amante caballero, que el que hizo un desafío general, ha hecho -tantos gastos, y se ha esmerado tanto en la efigie, sabrá muy bien -defender su partido, y al fin son casos de la fortuna, sujetos a -ella.</p> - -<p>La reina que estaba oyendo las disputas de las damas, les dijo:</p> - -<p>—¿De qué importancia es tratar cosas de que se saca poco fruto? -Ambas sois iguales en hermosura,<span class="pagenum" id="Page_114">p. -114</span> hoy veremos quién lleva la palma, y gloria: cese esa -plática, y atiéndase al fin de la aventura.</p> - -<p>Con esto dieron fin a sus razones, y mirando a la plaza, vieron -como Abenámar habiendo dado vuelta a toda ella, llegó a la tienda, y -habiendo puesto su precioso carro junto del aparador, donde estaban -muchas y muy ricas joyas, mandó poner el retrato de la hermosa Fátima -al son de muchas dulzainas y ministriles, con que recibieron todos -mucho gusto. Luego se apeó del caballo, y dándoselo a sus criados, se -sentó a la puerta de su tienda en una muy rica silla, aguardando que -entrase algún caballero aventurero. Todos los caballeros que habían -acompañado al esforzado Abenámar, se pusieron a una parte, haciendo -todos una larga y vistosa carrera.</p> - -<p>Estando ya los jueces puestos en un tablado, en lugar y en parte que -pudiesen muy bien ver correr las lanzas, aguardaban todos que entrase -algún aventurero. Los jueces eran dos caballeros Zegríes muy honrados, -dos Gomeles y un Abencerraje llamado Abenámar. Este era alguacil mayor -de Granada, oficio y cargo que no se daba sino a caballeros de gran -cuenta y valor.</p> - -<p>No tardó mucho de oírse un grande ruido de música de añafiles y -trompetas, y mirando hacia la calle de los Gomeles, vieron desembocar -por ella una bizarra cuadrilla de caballeros, con librea de damasco -encarnado y blanco. Los penachos y plumas eran blancas y encarnadas.</p> - -<p>Pasada la cuadrilla, iba un caballero en un caballo tordillo, -vestido a lo turquesco, paramentos y cimeras de<span class="pagenum" -id="Page_115">p. 115</span> brocado encarnado, con todas las bordaduras -de oro, y penacho de las mismas colores. La marlota y capellar sembrada -toda de mucha pedrería de inestimable valor.</p> - -<p>Así como lo vieron, fue de todos conocido que era el fuerte y bravo -Sarracino.</p> - -<p>Tras él venía un carro labrado a mucha costa, encima del cual se -hacían arcos triunfales de extraño artificio, en los cuales estaban -pintados los asaltos y escaramuzas, que habían pasado entre moros y -cristianos en la vega de Granada, entre las cuales estaba la batalla -tan reñida que pasó entre el valiente y valeroso mancebo Garcilaso de -la Vega, y Audalá, moro de gran fama, sobre el AVE MARÍA, que llevaba -escrita en la cola del caballo: tan naturales parecían en la pintura, -que era cosa muy peregrina.</p> - -<p>Debajo de los cuatro arcos triunfales le hacía un trono en redondo, -que por todas partes se podía bien ver era de blanco y finísimo -alabastro, y en él entretalladas muchas y diferentes labores. Iba -puesta encima del trono una imagen muy hermosa, vestida de brocado -azul, con muchos recamados de oro; todo ello de mucho precio y estima. -A los pies de la bella imagen muchos militares despojos y trofeos, y el -Niño Amor vencido y arrodillado ante ella, quebrando su arco y rota su -aljaba, tirando la imagen a todas partes las saetas, y denotando que a -todos hería de amores.</p> - -<p>El bravo Sarracino llevaba una divisa de un mar, y en ella un -peñasco combatido de muchas ondas, y una letra que decía:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> - <div class="stanza"> - <div class="verse indent0"><span class="pagenum" id="Page_116">p. 116</span>Tan firme está mi fe como la roca,</div> - <div class="verse indent0">Aunque el viento y el mar siempre la toca.</div> - </div> -</div> -</div> - -<p>Esta letra se extendía por toda la plaza, para que a todos fuese -manifiesta.</p> - -<p>Así entró el valeroso Sarracino con su carro, no menos rico y -costoso que el del mantenedor Abenámar, al cual carro tiraban cuatro -caballos bayos, muy briosos y ricamente enjaezados: y así con solemne -música dio vuelta el bravo Sarracino a la plaza, dando a todos los que -le miraban muy gran contento.</p> - -<p>Luego conocieron todos el retrato, que era de la bellísima Galiana. -Decía todo el vulgo: «Bravo competidor tiene el mantenedor.»</p> - -<p>La reina, admirada de la singular destreza del artífice que retrató -aquel bello trasunto, y cuán natural estaba con su original, se volvió -a Galiana, y la dijo admirada:</p> - -<p>—Secreto estaba este negocio para conmigo, no me podrás negar ahora -de tus amores: bizarro y galán caballero has escogido. No le faltaba -nada de esto a Abenámar, pero en este caso no hay que disputar por ser -de tu gusto.</p> - -<p>Galiana disimulando calló. El rey dijo a los caballeros:</p> - -<p>—No es posible sino que hoy hemos de ver cosas dignas de memoria, -porque el mantenedor es muy esforzado y los aventureros valerosos, que -cada uno ha de procurar alcanzar la victoria, por defender su dama, y -por ganar el premio del contrario.</p> - -<p>Y mirando hacia Sarracino, vieron como después de haber dado la -vuelta por la plaza, mandó arrimar su carro a un lado de ella, y -paseándose se fue a la tienda del mantenedor, y le dijo:</p> - -<p>—Caballero, ya sabrás a qué es<span class="pagenum" -id="Page_117">p. 117</span> mi venida, y te prometo que cada instante -se me hace un siglo hasta correr las tres lanzas puestas; porque -entiendo por muy cierto que ha de gozar mi adorada dama el retrato -de la tuya y la estimada cadena. Si mi desgraciada suerte tuviere -ordenado que pierda el retrato de mi señora, llevarás junto con él esta -preciosa manga, labrada por mi dama, la cual tiene de valor cuatro mil -doblas.</p> - -<p>Era así que tenía aquel valor, porque estaban bordados todos los -extremos de alfójar, perlas y pedrería, y por ella se dijo este</p> - -<p class="centra mt15">ROMANCE.</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">En el cuarto de Comares</p> - <p class="i0">está la hermosa Galiana,</p> - <p class="i0">con estudio y gran destreza,</p> - <p class="i0">labrando una rica manga</p> - <p class="i2">Para el fuerte Sarracino,</p> - <p class="i0">que por ella juega cañas:</p> - <p class="i0">la manga es de gran valor,</p> - <p class="i0">que precio no se le halla.</p> - <p class="i2">De alfójar y perlas finas</p> - <p class="i0">la manga iba esmaltada,</p> - <p class="i0">con muchos recamos de oro,</p> - <p class="i0">y lazos finos de plata;</p> - <p class="i2">De esmeraldas, y rubíes</p> - <p class="i0">por todas partes sembrada.</p> - <p class="i0">Muy contento vive el moro,</p> - <p class="i0">con el favor de tal dama;</p> - <p class="i2">La tiene en el corazón,</p> - <p class="i0">y la adora con el alma:</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_118">p. 118</span>si el moro mucho la quiere,</p> - <p class="i0">ella mucho más le ama;</p> - <p class="i2">Pues si el moro es de tal suerte,</p> - <p class="i0">bien merece Galiana,</p> - <p class="i0">que era la mora más bella,</p> - <p class="i0">que en muchas partes se hallaba.</p> - <p class="i2">Muchos moros la sirvieron,</p> - <p class="i0">nadie pudo conquistarla,</p> - <p class="i0">sino el fuerte Sarracino,</p> - <p class="i0">que ella de él se enamoraba,</p> - <p class="i2">Y por sus tiernos amores</p> - <p class="i0">dejara los de Abenámar:</p> - <p class="i0">contentos viven los dos</p> - <p class="i0">con colmadas esperanzas,</p> - <p class="i2">Que se casarán muy presto</p> - <p class="i0">con regocijo y con zambra;</p> - <p class="i0">porque entiende el rey en ello;</p> - <p class="i0">y tiene ya la palabra</p> - <p class="i2">Del alcaide de Almería,</p> - <p class="i0">que es padre de Galiana;</p> - <p class="i0">y así en Granada se dice,</p> - <p class="i0">que se casarán sin falta.</p> -</div> - -<p>Finalmente, la manga no tenía precio su valor, y el fuerte Sarracino -confiado en su gallardía y destreza, quiso poner la manga en ventura de -perderla, no considerando el bravo competidor que tenía delante.</p> - -<p>El cual, así como oyó hablar a Sarracino, dijo que aquel era el -premio del vencedor, corriendo tres lanzas mejores que el contrario; y -si lo vencían perdía su fama y joyas.</p> - -<p>Y diciendo esto, pidió que le diesen un caballo de ocho que tenía -enjaezados, como se ha dicho, y<span class="pagenum" id="Page_119">p. -119</span> tomando una gruesa lanza de sortija, se fue paseando por la -carrera con tal donaire y brío, que a todos los que le miraban les daba -gran contento.</p> - -<p>Y viendo la bizarría que tenía, dijo el rey a los caballeros:</p> - -<p>—No se niegue el buen parecer y postura que tiene Abenámar a -caballo: Sarracino también es buen caballero, y hoy veremos quién lleva -la palma del vencimiento.</p> - -<p>A la sazón llegó al cabo de la carrera Abenámar, y haciéndole dar a -su caballo una vuelta en el aire, dio un brinco muy alto, y luego salió -como un rayo, y en medio de la carrera tendió su lanza con un donaire -gracioso, y llegando a la sortija, dio por el extremo de arriba, y por -muy poco no se llevó la sortija en la punta de la lanza; y no valía -nada la que no se llevaba la sortija dentro del hierro, ni se podía -ganar el premio si no era de esta manera.</p> - -<p>Y deteniéndose miró a ver la suerte que haría el venturoso -Sarracino, el cual estaba muy confuso y descontento, habiendo visto el -golpe que había hecho el valeroso Abenámar, y mostrando buen ánimo, -confiado en su mucha destreza, tomó una lanza, y poniéndose en la -carrera arrancó con tanta velocidad, como si fuera una bala despedida -de una culebrina por la gran violencia de la encendida pólvora, y -tendiendo la lanza la llevó tan seguida, que la metió por medio de la -sortija, y se la llevó dentro de la lanza.</p> - -<p>Toda la gente que estaba mirando la justa dieron muy grandes voces, -diciendo:</p> - -<p>—Abenámar ha perdido; su retrato y cadena la ha ganado el vencedor -Sarracino,<span class="pagenum" id="Page_120">p. 120</span> porque la -fortuna le ha sido muy favorable, y está de su parte la victoria.</p> - -<p>Cuán ufano quedó Sarracino con la algazara que levantaron todos, no -se puede encarecer, porque ya se consideraba poseedor de los premios -del vencido; y así dijo, que le entregara el retrato y la cadena, pues -la había ganado.</p> - -<p>Mas el valeroso Muza, que era padrino del mantenedor Abenámar, -replicó que no había ganado, porque eran tres lanzas las que habían -de correr, y faltaban las dos. El padrino de Sarracino, que era un -caballero Azarque, dijo que era ganado el premio con aquella lanza; y -todos daban voces, cada uno alegando su derecho.</p> - -<p>Los jueces mandaron que callasen, que ellos lo determinarían, y fue -determinado que no había ganado Sarracino, atento que le faltaban dos -lanzas que correr.</p> - -<p>Sarracino estaba ardiendo en viva cólera, porque no le daban los -premios ya ganados por la voz del pueblo, y más se encolerizó cuando -sentenciaron que aún no había ganado. No estaba con menos cólera -Abenámar que Sarracino, por haber perdido la primera lanza, y porque el -vulgo le había dado el lauro a Sarracino.</p> - -<p>Quien en estos debates mirara a Galiana, viera en su rostro una -mudanza extrañísima de alegría que tenía por la desgraciada suerte que -había tenido en la primera lanza el valiente Abenámar; y lo contrario -se viera en Fátima por la buena suerte de Sarracino, aunque con -discreción disimulaba su pena, pero no tanto que no se sintiese.</p> - -<p>Y Jarifa, como dama en quien había tanta discreción, le dijo a -Fátima:</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_121">p. 121</span>—Amiga, mal le va -a vuestro caballero y galán Abenámar: si así es hasta el fin, no le -arriendo la ganancia.</p> - -<p>—No tengo cuenta con eso —respondió Fátima—; pero si ahora le ha ido -mal, podrá ser que le vaya bien después, y tanto que te pese, lo cual -veremos al fin.</p> - -<p>—Bien dices —dijo la hermosa Jarifa—, y eso aguardo; pero cree que -los buenos principios siempre traen buenos fines.</p> - -<p>—Eso niego —dijo Fátima—, y espero que me dirás que tengo razón, -por este símil. Bien has visto y oído que un enamorado galán, en las -primicias de sus amores, sirve a su dama con gran cuidado, siendo -puntual en darla gusto, en regalarla, en darla músicas, en rondarle -la casa, y en idolatrarla. Hácele mil promesas, que mientras más -fuere, más la servirá y querrá, y que tan imposible será el dejar de -quererla, como dejar el sol de calentar en el estío, y querer arrebatar -con la mano la luciente luna de su lugar, y otros muchos imposibles -que dicen, y sobre todo, el casarse con ella, todo con motivo y -fundamento de gozar la dama a quien desea. La inocente, obligada con -obras y promesas, entrégale su libertad, y viene en su deseo y gózala. -¿Aquestos son buenos principios, Jarifa?</p> - -<p>Ella respondió:</p> - -<p>—Sí.</p> - -<p>Dijo Fátima:</p> - -<p>—Pues apenas ha gozado la rendida dama el fraudulento amante, -cuando, porque pasando un caballero por su casa le quitó el bonete por -cortesía, dicen luego que es su galán, y que no se admiran, que quién -entregó su honor a él, lo entregará a muchos; no queriendo admitir el -perverso y fementido<span class="pagenum" id="Page_122">p. 122</span> -amante, que debajo de sus promesas y juramentos se le rindió la -desdichada dama. Mira, Jarifa, cuánta es la malicia de los que esto -usan, y traen por flor, que por solo que le dio algún rayo del sol -en su balcón, desisten de la amistad de la recogida dama, y la dejan -burlada, presa de amor, y deshonrada, por cuya causa viene a tener -desastrado fin. ¿Son estos buenos fines?</p> - -<p>—No por cierto —dijo Jarifa—, y confieso ser así lo que dices, y -así pasa hoy en el mundo, y yo conozco algunas señoras pobres, cuya -hermosura han gozado algunos caballeros, y solo por ser pobres las -han dejado, y están arrinconadas y perdidas para siempre; por lo que -debemos las doncellas escarmentar en cabeza ajena, y no creer a nadie -de ligero, sino ir con el gusto de nuestros padres. Y si te parece -miremos a los competidores.</p> - -<p>Y mirándolos, vieron como Abenámar tomó otro caballo y lanza, y -aunque disimuló, ardiendo en cólera por la mala suerte pasada, arrancó -a toda furia, y tendiendo la lanza la llevó derecha como una bala, y -pasando por la sortija como un pensamiento, se la llevó dentro de la -lanza.</p> - -<p>La gente dio gran gritería diciendo:</p> - -<p>—El mantenedor va victorioso.</p> - -<p>Sarracino dio la carrera con muy gran desenfado y gallardía, y -enristrando su lanza con cuidado, tocó un lado de la sortija, y no hizo -efecto ninguno.</p> - -<p>Abenámar dijo a Sarracino:</p> - -<p>—Caballero, otra carrera nos queda para que concluyamos nuestro -pleito; concluyámoslo luego.</p> - -<p>Y diciendo esto pidió una lanza, y en dándosela se fue poco<span -class="pagenum" id="Page_123">p. 123</span> a poco, y puesto en la -carrera, la dio con la lanza tan bien puesta, que embocándola por la -sortija, se la llevó dentro.</p> - -<p>Entonces fueron las voces de toda la gente más levantadas de punto, -diciendo:</p> - -<p>—Ganado ha el mantenedor sin duda; suyo es el retrato hermoso de -Galiana y la rica manga.</p> - -<p>Bien se aparecía en Galiana el sentimiento que en su alma había, -por la poca esperanza que tenía de que su enamorado Sarracino ganase. -El cual se puso en la carrera, y al llegar a la sortija dio con la -punta de la lanza en un extremo, que con el gran movimiento cayó en el -suelo.</p> - -<p>En parando el caballo del animoso Sarracino, fue llamado por los -jueces, y le dijeron que había perdido el retrato de su dama y la rica -manga. El moro respondió:</p> - -<p>—Si ahora en juego he perdido, en escaramuzas sangrientas ganaré.</p> - -<p>Abenámar, que con él estaba picado por lo que ya hemos dicho, -respondió que si por vía de escaramuza entendía cobrar algo de lo -perdido, que le avisase si quería luego cobrarlo, o que se quedase para -cuando hubiese ocasión, que él le cumpliría de justicia a medida de su -deseo.</p> - -<p>Los jueces y padrinos los apaciguaron, y no consintieron que se -tratase más en aquel caso. Sarracino salió de la plaza junto con -los caballeros que le acompañaron. Abenámar mandó poner los ricos -despojos a los pies de Fátima, su señora, sonando al ponerlos muchos -instrumentos músicos.</p> - -<p>El gozo y alegría que sintió la discreta y hermosa Fátima fue -grande, por la alcanzada victoria; y más cuando vio a los pies de<span -class="pagenum" id="Page_124">p. 124</span> su retrato trofeos tan -ricos y estimados.</p> - -<p>Mas todo este regocijo lo celebraba entre sí, por disimular el mucho -amor que tenía a su querido Abenámar, porque ella no quería que con -demasiada certidumbre supiesen lo que sospechaban; en lo cual era muy -diferente en el gusto que las otras damas de palacio, que se holgaban -siempre de que sus negocios se supieran.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch10"> - <h2 class="nobreak">CAPÍTULO X.</h2> - <p class="subh2h"><i>Que declara el fin que tuvo el juego de la - sortija, y el desafío que hubo entre el moro Albayaldos y el maestre - de Calatrava.</i></p> -</div> - -<p><span class="cap">Y</span>a se ha dicho como Sarracino salió de la -plaza lleno de coraje por haber tenido tan mal suceso en el juego de la -sortija; y lo que más sentía, era haber perdido el hermoso retrato de -su señora.</p> - -<p>Entrando en su casa se despidieron de él todos los caballeros que -le habían acompañado, y él muy airoso se despidió de todos, y se apeó -del caballo, se quitó la cimera y plumas, y toda la librea, y con -iracunda cólera dio con todo en el suelo; y se subió a un aposento, y -recostándose en su cama empezó a quejarse de su corta ventura, y contra -sí decía:</p> - -<p>—¿Di, bajo caballero, ruin y de poco valor, qué cuenta darás a -tu señora Galiana de su hermoso retrato y rica manga, perdido todo -por tu poco esfuerzo y destreza? ¿Con qué rostro, di, osarás parecer -en su presencia? ¡Oh Mahoma traidor, porfiado<span class="pagenum" -id="Page_125">p. 125</span> y engañador! En el tiempo que habías -de favorecer mis esperanzas me faltaste. Di, enemigo falso, ¿no te -acuerdas que te prometí hacer toda tu efigie de oro, y de quemar en -tu mezquita gran cantidad de incienso si me dabas victoria este día? -¿Pues por qué me la negaste? Pero bien entiendo de cierto que no tienes -ningún poder. Mas, vive Alá, que por vengarme de ti me tengo de tornar -cristiano, y he de seguir aquella santa ley, y dejar tu falsa secta, -que por aquí se salvará mi alma perdida.</p> - -<p>Estas y otras muchas cosas decía Sarracino, consolándose con su buen -propósito.</p> - -<p>Galiana sintió mucho la desgraciada suerte de su querido amante, -y se le echaba bien de ver, pero con su discreción lo disimulaba, -hablando con la reina y las damas, las cuales la consolaban diciendo -que no porque su amante hubiese perdido su retrato, quedaba cautiva; -que se riese de todo.</p> - -<p>—Ninguna pena tengo de eso —dijo Galiana—, porque son aventuras de -caballeros.</p> - -<p>Y aunque decía esto, tenía en su alma una mortal envidia, y entre -sí decía: «¡Ay, Abenámar victorioso, y cómo ahora te vengarás a gusto -en mi retrato de la ingratitud que contigo usé, y cuán vana y gozosa -estará tu dama con los vencidos despojos!» Celima la consolaba de -secreto, diciéndola que no diese nota de sí con extremos, porque no -fuese sentida de la reina y de sus damas. Galiana disimuló cuanto pudo -su dolor y pena, y procuró desecharla.</p> - -<p>Estando en esto, se oyó un ruido por toda la plaza, y mirándola -toda, vieron que entraba por la calle de<span class="pagenum" -id="Page_126">p. 126</span> Elvira una gran serpiente, echando de sí -mucho fuego; tras ella venían treinta caballeros ricamente vestidos de -una librea blanca y morada, con penachos de la misma color ellos y sus -caballos.</p> - -<p>En medio de todos venía un caballo sin jinete, con cubiertas y -guarniciones de brocado morado y blanco; también venía una sonorosa -música de ministriles y dulzainas.</p> - -<p>La serpiente dio una vuelta a toda la plaza, y enfrente de los -miradores del rey y de la reina, y de los caballeros y damas, se paró, -echando por la boca y oídos muchísimo fuego.</p> - -<p>Era grande el estrépito que hacían los cohetes y ruedas con -invenciones de fuego, que por la boca salían; y con el artificio que -tenía la sierpe mediante el fuego que la quemó toda, se abrió por -medio, y pareció un caballero vestido de brocado morado y blanco, con -muchos recamados de oro; el penacho era de plumas blancas y moradas.</p> - -<p>Con él estaban cuatro salvajes muy al natural, los cuales tenían una -rica silla guarnecida de terciopelo morado, y la clavazón de oro, en la -cual estaba el retrato de la hermosa Jarifa, que fue luego conocido, y -el caballero ser Abindarráez.</p> - -<p>El retrato estaba vestido de brocado blanco y morado, de luceros de -oro, las orlas bordadas de oro y plata, con un tocado vistoso. Estaba -tan natural el retrato, que era muy semejante al original.</p> - -<p>El rey y la reina, y todas las damas miraron a Jarifa, que con una -honesta vergüenza se encendió el rostro, lo que aumentó su hermosura, y -la reina la dijo:</p> - -<p>—Llegado ha, Jarifa, la hora en que<span class="pagenum" -id="Page_127">p. 127</span> se ha de ver el esfuerzo de vuestro amante, -y si alcanza victoria del vencedor Abenámar.</p> - -<p>—Haga la fortuna lo que quisiere —dijo Jarifa—, que tan buen rostro -haré a lo uno como a lo otro.</p> - -<p>Y con esto cesaron, por ver lo que haría el valiente Abencerraje.</p> - -<p>El caballero pidió luego su caballo, y traído subió en él, y fue -dando vuelta a la plaza, acompañado de sus caballeros, llevando en -medio a los salvajes que llevaban la silla, y en ella el retrato de la -hermosa Jarifa, que a todos admiraba su hermosura y maravilloso adorno; -y en llegando adonde estaba el invencible Abenámar, se arrimaron los -cuatro salvajes a los dos carros triunfantes que estaban junto al -aparador de las joyas preciosas y ricas, y levantando estos la rica -silla en una parte muy alta, la pusieron sobre sus hombros, porque el -hermoso y bello retrato fuese bien visto de todas.</p> - -<p>El valiente y esforzado Abindarráez se llegó al fuerte mantenedor, y -le dijo:</p> - -<p>—Vencedor caballero, ¿sois servido que corramos tres lanzas con las -condiciones que están dichas?</p> - -<p>El valiente y esforzado Abenámar le dijo:</p> - -<p>—Para eso estoy aquí.</p> - -<p>Y tomando al instante una lanza, lozaneando su caballo se puso -enfrente de la carrera, y corrió tan bien, que llevó la sortija dentro -de la lanza, y volviéndose, la mandó poner en su mismo lugar.</p> - -<p>No se espantó ni admiró Abindarráez de aquello, antes cobró un -nuevo ánimo, y puesto en la carrera, fue tal y tan seguida su lanza, -que en el hierro de ella quedó metida la sortija. La gente toda movió -gran ruido y vocería; mas luego<span class="pagenum" id="Page_128">p. -128</span> se puso en silencio por ver el fin de las otras dos -lanzas.</p> - -<p>El mantenedor muy enojado por el buen suceso de su contrario, tornó -a la carrera, y fue con tal brío y tan buen pulso en la mano, que se -llevó segunda vez la sortija en la lanza. El bravo Abindarráez hizo lo -mismo en la segunda carrera.</p> - -<p>Levantose gran gritería, y todos decían:</p> - -<p>—No hay ventaja del mantenedor al aventurero; iguales son en -todo.</p> - -<p>Grandes eran los temores de las hermosas moras Fátima y Jarifa, por -no saber quién había de ser el vencido, estando su buena o mala suerte -en la lanza que faltaba, aunque ambas estaban confiadas en el esfuerzo -y valor de sus amantes.</p> - -<p>El animoso Abenámar tomó otra lanza, y con mucho donaire se volvió -a llevar la sortija con no poco contento suyo y de su señora Fátima, -la cual habiendo visto el buen suceso y ventura de su amante, no cabía -de contento; y mirando a Jarifa, la vio robado el color hermoso de su -rostro, y viéndola así, dijo Fátima:</p> - -<p>—Hermana Jarifa, mal has cumplido la palabra que dijiste a la reina -mi señora, pues si te acuerdas, diciéndote que era llegado el tiempo en -que se había de ver el esfuerzo de tu caballero en alcanzar victoria, -respondiste que tan buen rostro harías a lo uno, como a lo otro: ¿cómo -tan presto te se mudan los colores? Consuélate, que será posible le -suceda bien en la lanza venidera.</p> - -<p>—En duda pongo eso —dijo la reina—, y a maravilla tendré que -Abindarráez lleve la sortija.</p> - -<p>Y mirando, vieron cómo partió, y dio al soslayo la lanza en la -sortija. Luego se oyó<span class="pagenum" id="Page_129">p. 129</span> -acordada música del mantenedor en señal del vencimiento.</p> - -<p>Llamaron a Abindarráez los jueces, y le dijeron que ya sabía como -había perdido, que entregase el retrato al vencedor. Él dijo:</p> - -<p>—Pues si es así, entréguese en él, que bien sé que hoy le favorece -la fortuna y a mí me ha sido adversa; y lo que me consuela es que ha -sido mi pérdida en juego, no en escaramuza ni pelea.</p> - -<p>Mas aunque decía esto Abindarráez, le quedaba otra cosa en su pecho, -que no quisiera haber perdido el retrato de Jarifa por cuanto había -en el mundo. Luego se puso el retrato de Jarifa a los pies de Fátima, -sonando la música del mantenedor.</p> - -<p>La reina, viendo poner el retrato, dijo a la hermosa Jarifa:</p> - -<p>—¿Estás satisfecha que el retrato de Fátima no vendría a tus manos? -¿No te decía yo, que no hablases de confianza? Pues mira tu retrato -a los pies de Fátima. ¿No sabes que Abenámar es uno de los buenos -caballeros de la corte, y que Abindarráez ni algún otro caballero no le -llevarán ventaja? Y si no atiende, y verás cómo no han de ser solos los -retratos que ahora están rendidos.</p> - -<p>—Basta —dijo Jarifa—, que la ventura de Abindarráez ha sido corta -en esto, y consuélome con que en otras ocasiones ha sido muchas veces -victorioso.</p> - -<p>Abindarráez se salió de la plaza, llevando consigo todos los de su -guarda, y a los cuatro salvajes; y antes que saliese le mandaron llamar -los jueces para darle joya por galán y buena invención, y vuelto, uno -de los jueces, que fue Abencerraje, descolgó dos ajorcas de oro, de -precio de doscientos ducados, y<span class="pagenum" id="Page_130">p. -130</span> se las dio.</p> - -<p>Abindarráez las tomó con mucha alegría, y las puso en la punta de la -lanza al son de sus músicos, y fue bien acompañado a los miradores de -la reina, y haciendo la debida reverencia, rindió la lanza hasta donde -estaba su señora Jarifa, y la dijo:</p> - -<p>—Dama hermosa, teniendo presente el original, no me da mucha pena la -ausencia del referido retrato: yo hice lo posible, la fortuna me fue -contraria, y esto no porque en vuestra hermosura haya defecto, sino en -ser juego, no en fuerzas. De invención y de galán se me dio esta joya; -sed servida de recibirla, aunque no sirva sino de memoria de que no os -defendí como debiera.</p> - -<p>Jarifa, riéndose, tomó las ajorcas y le dijo:</p> - -<p>—Con esto me consuelo, porque lo habéis ganado por galán, y por -invención mejor; y pues se perdió el retrato, me alegro de que cayó en -tales manos, que le tratarán como quien son.</p> - -<p>Fátima quisiera responder, y no pudo, porque entró en la plaza una -grande peña, tan natural como si fuera quitada de una sierra, cubierta -de muchas y diversas yerbas y flores, y dentro sonaba gran suavidad de -música.</p> - -<p>Al derredor de la peña venían doce caballeros de librea de brocado -pardo, con grandes cuchilladas, y por ellas se aparecía un forro de -brocado verde, que lucía y campeaba mucho por la ropa parda y oscura. -Los extremos de las cuchilladas estaban tomados con lazadas de oro con -unos ramillos a modo de caracol. Las sobreseñales, penachos y testera -eran de plumas verdes y pardas.</p> - -<p>Atentos estuvieron todos en la peña, por ver el<span -class="pagenum" id="Page_131">p. 131</span> fin de la aventura, la cual -en confrontando con los miradores del rey y de la reina, se detuvo, y -vieron cómo se apeó del caballo uno de los doce caballeros, y era el -más galán, y más bien dispuesto de todos; y luego fue conocido que era -el valeroso Reduán, y se holgaron mucho los que le miraban, viendo su -buen talle, gracia y disposición; y mirando lo que haría, vieron que -echó mano a un alfanje damasquino, y embistiendo con la peña, la daba -grandes golpes; y en la parte que daba abrió una terrible y espantosa -boca, y por ella salían muchas bombas de fuego, y tanto, que le convino -retirar a su caballo, porque era el incendio mucho.</p> - -<p>Y siendo ya consumido el fuego, por la boca donde salía brotó cuatro -demonios muy ferocísimos, cada uno con una honda de fuego en la mano, y -todos con mucho ánimo embistieron con el esforzado Reduán; pero el buen -caballero peleó con ellos con mucho valor, de suerte que los encerró en -la peña.</p> - -<p>No bien hubieron entrado, cuando salieron cuatro salvajes con unas -mazas en sus manos, y comenzaron a pelear con Reduán, y él con ellos, y -en un instante fueron vencidos los salvajes, y entrolos por fuerza en -la peña, y Reduán con ellos.</p> - -<p>En entrando dentro fue cerrada la boca de la peña; luego se oyó -mucho ruido y estruendo de pelea; y en cesando oyeron una música tan -agradable y suave, que se suspendieron los sentidos de los oyentes a la -dulce armonía.</p> - -<p>No tardó mucho en abrirse la boca de la peña, y por ella salió el -vencedor<span class="pagenum" id="Page_132">p. 132</span> Reduán con -los cuatro salvajes, los cuales traían un arco de oro, tan industrioso, -que admiraba, y talladas muchas historias antiguas y modernas, y debajo -del arco puesta una silla de marfil, y en ella sentado un retrato de -una bellísima dama, vestida de brocado azul, forrado todo de tela -naranjada. El tocado era curioso, puesto a lo greciano.</p> - -<p>Fue muy notado el artificio de todos, y más la suma belleza del -retrato; y fue conocido que era Lindaraja, dama Abencerraje, cuya -hermosura pudiera competir con la de las tres diosas de la discordia de -la manzana, y sin duda que Paris sentenciara en su favor.</p> - -<p>Tras del retrato venían todos los músicos tañendo y cantando -dulcemente, y luego venían los demonios atados en una cadena. Fue una -cosa que a todos puso grande admiración.</p> - -<p>Habiendo salido toda esta compañía de la peña, comenzó a disparar -de sí mucho fuego, con el cual fue toda consumida: luego se le dio un -fuerte caballo a Reduán, y con ligereza subió en él; y dando vuelta a -la plaza, hizo su acatamiento al rey, a la reina y a las damas, y en -llegando a la tienda del mantenedor le dijo:</p> - -<p>—Aunque la condición puesta es de correr tres lanzas, si sois -servido corramos solo una, y en esa se concluya el premio de las -tres.</p> - -<p>—Si es ese vuestro gusto, dijo Abenámar, yo soy contento de -dároslo.</p> - -<p>Y dicho esto tomó una buena lanza, y paseándose se puso en la -carrera, y partiendo como una saeta, dio un bote de lanza en el extremo -de la sortija, por la parte de arriba en derecho, que aunque no<span -class="pagenum" id="Page_133">p. 133</span> se la llevó, fue muy buena -suerte, y dificultosa de ganar.</p> - -<p>Volvió paseándose a su tienda, para desde allí ver la suerte que -hacía su contrario, el cual tenía ya una muy gruesa lanza, y estaba en -la carrera, y diola con gallardo aire y brío, y al dar el golpe fue más -galán que venturoso, porque erró la sortija y fue por alto la lanza; y -pesándole mucho por haberle salido su pensamiento tan incierto, volvió -diciendo:</p> - -<p>—Tan desgraciado soy en lo uno como en lo otro.</p> - -<p>Los jueces le dijeron:</p> - -<p>—Perdido habéis, caballero, mas por vuestra extremada invención y -mucha gala, llevaréis premio.</p> - -<p>Fuéronle dadas unas arracadas turquescas de oro de Arabia, de valor -de doscientas doblas por la mucha hechura que tenían.</p> - -<p>El arco triunfal de cuatro partes hecho, y la silla con el retrato -de Lindaraja, fue puesto a los pies del triunfante y victorioso retrato -de la hermosa Fátima, que no poco alegre y contenta estaba con la -buena ventura que su caballero había tenido, y muy envidiosas Jarifa y -Galiana en ver tantos trofeos a los pies de la efigie de Fátima.</p> - -<p>El gallardo y animoso Reduán tomó las arracadas con disimulación de -su tristeza, y poniéndolas en la punta de la lanza, siendo acompañado -de muchos caballeros y música, las llevaron a los miradores de las -damas donde estaba la hermosa Lindaraja, y alargando la lanza le -dijo:</p> - -<p>—Servíos, señora, de recibir este pequeño don, aunque me cuesta -caro; pero no mirando mi poca suerte en lo que toca al juego de -sortija, sino al grande deseo que tuve de haceros<span class="pagenum" -id="Page_134">p. 134</span> triunfadora de todos los despojos: mas la -fortuna está hoy de parte de Abenámar, y así no soy culpado. Recibid, -bella señora, las joyas por oprobio mío, para que cada vez que yo las -vea en vuestro poder, traiga a la memoria cuán mal os defendí.</p> - -<p>—Uso es de damas —respondió la discreta Lindaraja—por cortesía -recibir lo que se les da, y por ser costumbre por eso las recibo; pero -sabe, caballero, que me ha pesado que sin mi consentimiento hayáis -sacado mi retrato; y pues que no hubo voluntad mía, no tengo por -pérdida la vuestra, ni reconozco ventaja a la Zegrí Fátima, porque soy -Lindaraja Abencerraje.</p> - -<p>Y diciendo esto tomó las joyas de la punta de la lanza, haciendo la -debida cortesía a su galán.</p> - -<p>Bien quisiera replicar Reduán, y poder responder a su señora; pero -hubo mucho alboroto, porque vieron entrar una galera, que parecía ir -navegando con el trinquete.</p> - -<p>La chusma iba bogando, y parecían dividirse en cuatro cuarteles, -vestidos de colores, uno de damasco verde, otro de morado y otro de -azul. La palamenta, árboles y entenas iban doradas, la proa hecha de -plata con sus barandillas torneadas, muy curiosamente obradas.</p> - -<p>Traía tres fanales de oro, el espolón era de plata, las velas -de brocado blanco con fleco de oro y seda, y muchos gallardetes, -flámulas y barandillas de diferentes colores. La divisa de la galera -era un salvaje desquijarando un león, divisa antigua de los valientes -Abencerrajes. Los marineros y proeles venían vestidos de rico -damasco, tejidos y guarniciones de finísimo<span class="pagenum" -id="Page_135">p. 135</span> oro. Las jarcias eran de seda morada.</p> - -<p>Traían curiosamente hecho en el espolón un mundo de cristal, y en -círculo una faja de oro y unas letras que decían: <i>Todo es poco</i>; -bravo blasón, y solo digno del grande Alejandro o de César, aunque -les vino notable daño al linaje de los Abencerrajes, del cual venían -treinta caballeros mancebos dentro de la galera con libreas de brocado -encarnado y blanco, con recamos y tejidos de oro.</p> - -<p>El capitán era un caballero llamado Abin-Hamete, vestido de trajes -muy ricos. Venía arrimado al estanterol, el cual era de oro de -martillo.</p> - -<p>De esta manera entró la bizarra galera en la plaza, y llegando -enfrente de los miradores reales disparó el cañón de la crujía y todas -las demás piezas con tal violencia que parecía estar batiendo los -miradores. Acabadas de disparar las piezas, comenzaron cien arcabuceros -a escaramucear unos con otros, que parecía ser batalla formal.</p> - -<p>Al disparar la galera su artillería, respondió con la suya la -Alhambra y Torres-Bermejas. Era tanta la artillería y arcabucería, que -parecía batirse la ciudad; y admirados todos de la brava y costosa -invención, decían que no se había hecho tal entrada como aquella.</p> - -<p>De mortal rabia y envidia ardían los Zegríes y Gomeles en ver que -los Abencerrajes hubiesen hecho semejante grandeza como la de la -galera, y con insaciable envidia dijo un Zegrí al rey:</p> - -<p>—No puedo entender donde han de llegar los pensamientos de estos -Abencerrajes y sus pretensiones, que tan encumbradas van, que en -cierta<span class="pagenum" id="Page_136">p. 136</span> manera -oscurecen las obras y hechos de vuestra alteza y de sus antecesores.</p> - -<p>—No tenéis razón —dijo el rey—, que más temido y estimado es un rey -teniendo caballeros de esfuerzo y valor en su corte y en su servicio, -que no teniendo caballeros de poca cuenta. Los caballeros Abencerrajes, -como son descendientes de reyes, son valerosos, y procuran extremarse -en todas las cosas que hacen, y a mí me parece bien.</p> - -<p>—Bueno fuera —dijo un caballero de los Gomeles— si sus cosas fueran -enderezadas a un llano y buen fin, pero pasan por muy alto sus altivos -pensamientos.</p> - -<p>—Hasta ahora no han hecho cosa —dijo el rey— que no corresponda a -nobles, ni de ellos se puede presumir que la harán, porque todos sus -fines se inclinan a virtud.</p> - -<p>Con aquesto cesó la plática, porque la galera dio vuelta por toda -la plaza, y fueron conocidos todos los caballeros Abencerrajes, cuyas -proezas y grandes hazañas a todos eran notorias.</p> - -<p>Llegada la galera junto al mantenedor, saltaron en tierra todos los -treinta caballeros, y fueron servidos de feroces y briosos caballos, -encobertados del mismo brocado encarnado, y adornados de penachos y -testeras riquísimas.</p> - -<p>No hubieron los bizarros Abencerrajes saltado en tierra cuando la -galera volviendo al son de los músicos instrumentos, y disparando toda -la artillería, se salió de la plaza, y a ella respondió el Alhambra.</p> - -<p>Ahora será bien volver al falso Reduán y a Abindarráez que todavía -estaban en la plaza por ver lo que pasaría.</p> - -<p>Reduán estaba muy triste y muy descontento por lo que Lindaraja le -había dicho,<span class="pagenum" id="Page_137">p. 137</span> y se -llegó a Abindarráez y le dijo:</p> - -<p>—Oh mil veces afortunado Abindarráez, cuán contento vives por saber -que tu señora Jarifa te ama, que es la mayor felicidad que puede dar -fortuna. Y yo cien mil veces desdichado, pues que sé claramente que no -me ama aquella mi dulce y bella ingrata, que hoy me ha despedido con -rigor.</p> - -<p>—Sepamos —dijo Abindarráez— quién es esa dama a quien estás tan -rendido, que tan mal te corresponde.</p> - -<p>—Es tu prima Lindaraja —respondió Reduán.</p> - -<p>—¿Pues no sabes cómo quiere y ama a Hamete Gazul, porque aquese es -su gusto, y lo sé yo mucho ha? Da orden de apartarla de tu imaginación, -porque sé de muy cierto que siembras en tierra estéril, y no has -de sacar de ella nada, dijo Abindarráez, no porque no llevas buena -insignia de tu pasión, y muy bien lo has publicado; mas no hay que -hacer caso de mujeres, porque brevemente se vuelven como la veleta a -todos vientos.</p> - -<p>Decía esto Abindarráez sonriéndose, y de verdad, porque Reduán -sacó aquel día una avisada insignia de su pena, que era un mongibelo -ardiendo en vivas llamas, con una letra que decía así: <i>Más está mi -alma</i>.</p> - -<p>Y viendo Reduán que Abindarráez se sonreía, le dijo:</p> - -<p>—Bien parece que vives contento; quédate en paz, que yo ya no puedo -sufrir la pena que atormenta mi corazón afligido.</p> - -<p>Y dicho esto picó apriesa, y se salió de la plaza con sus -caballeros: Abindarráez hizo lo mismo despidiéndose de su Jarifa.</p> - -<p>Los treinta Abencerrajes de la galera estaban puestos en orden -para la sortija, y el capitán<span class="pagenum" id="Page_138">p. -138</span> de ellos se llegó al mantenedor diciéndole:</p> - -<p>—Caballero, nosotros no tenemos retratos de damas para ponerlos en -competencia; queremos solamente correr cada uno con vos una sortija, -como es fuero entre gente hidalga.</p> - -<p>Abenámar respondió que era contento de ello, y empezando a correr -su lanza con cada uno, los Abencerrajes lo hicieron tan bien, que el -mantenedor perdió muchas joyas, las cuales dieron ellos a las damas -a quien servían: comenzaron después una escaramuza muy agradable a -la vista y dando carrera se salieron de la plaza, quedando todos muy -contentos.</p> - -<p>En saliendo ellos entró un castillo disparando su artillería, -llevando muchas banderas y pendones, y dejándose de adentro sentir una -música agradable y deleitosa.</p> - -<p>En la cumbre de la torre del homenaje estaba el fiero Marte, armado -con preciosas armas, un estoque en la mano derecha, y en la izquierda -un pendón de brocado verde con una inscripción formada de letras -muy ricas de oro, que contenían el elogio más pomposo de la carrera -militar.</p> - -<p>Los pendoncillos del castillo eran de brocado de diversos colores; -los de una parte verdes con flecos y cordones morados, y todos con una -misma letra, que decía así:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> - <div class="stanza"> - <div class="verse indent2">No es muerte la que por ella</div> - <div class="verse indent0">se alcanza gloria crecida,</div> - <div class="verse indent0">sino vida esclarecida.</div> - </div> -</div> -</div> - -<p>Los de otra parte eran de damasco azul con flocaduras y cordones de -oro fino, teniendo una letra que decía de esta manera:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> - <div class="stanza"> - <div class="verse indent2"><span class="pagenum" id="Page_139">p. 139</span>Cante la fama las glorias</div> - <div class="verse indent0">de Granada, pues son tales,</div> - <div class="verse indent0">que se hacen inmortales.</div> - </div> -</div> -</div> - -<p>En el otro lienzo del hermoso castillo había tremolando otros ocho -pendones de brocado encarnado, con cordones y flocaduras de oro.</p> - -<p>Eran de muchísimo precio y estima, y muy agradables a la vista, -porque adornaban con su hermosura el castillo, y con una letra todos, -que decía de esta suerte:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> - <div class="stanza"> - <div class="verse indent2">La verdadera nobleza</div> - <div class="verse indent0">está en seguir la virtud:</div> - <div class="verse indent0">si acompaña rectitud,</div> - <div class="verse indent0">gana renombre de alteza.</div> - </div> -</div> -</div> - -<p>En el cuarto y último lienzo del castillo había otros ocho pendones -de brocado, cordones y flecos de oro, sembrados de medias lunas de -plata, que parecían espejos mirándolas de lejos, según relumbraban, y -cada uno tenía esta letra:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> - <div class="stanza"> - <div class="verse indent2">Toque la famosa trompa,</div> - <div class="verse indent0">y todo silencio rompa,</div> - <div class="verse indent0">publicando la grandeza</div> - <div class="verse indent0">de esta nuestra fortaleza,</div> - <div class="verse indent0">que sale con tanta pompa.</div> - </div> -</div> -</div> - -<p>Si entró la galera suntuosa, no con menos aparato entró el castillo. -Ninguno podía entender de qué fuese fabricado, sino que parecía de -oro, con muchas labores y follajes, y muchas batallas, y con artificio -sonaba dentro mucha música, y muy acordadas dulzainas, ministriles -y trompetas bastardas e italianas, que era cosa de oír. Anduvo el -castillo hasta ponerse enmedio<span class="pagenum" id="Page_140">p. -140</span> de la plaza, y allí paró.</p> - -<p>Venían tras de él muchos caballeros vestidos de libreas costosas, -los cuales traían del diestro treinta y dos caballos, con muy ricos -jaeces y paramentos de brocado de diversos colores, como adelante se -dirá.</p> - -<p>Pues mirando al castillo, vieron que por la parte de los pendones -de brocado verde se abrió una grande puerta, y sin aquesta había otras -tres ocultas por las partes de los pendones.</p> - -<p>Abierta, pues, la primera, salieron por ella ocho caballeros con -libreas de brocado verde, con penachos y plumas verdes. En saliendo, -les dieron ocho poderosos caballos encobertados de brocado verde, los -penachos de la testera eran también verdes; y los caballeros sin poner -pie en los estribos subieron en los caballos, y luego conocieron ser -Zegríes.</p> - -<p>Llegáronse al mantenedor, y le dijeron:</p> - -<p>—Mantenedor victorioso, aquí venimos ocho caballeros a probar -vuestro valor en el juego de la sortija; ¿sois contento que corramos -una lanza cada uno?</p> - -<p>—Si ese es vuestro gusto, también lo es el mío —respondió Abenámar—, -aunque venís contra lo dispuesto por el pregón, por no traer retratos -de vuestras damas.</p> - -<p>Y diciendo esto tomó una lanza, y se paseó muy bien; y finalmente -de los ocho Zegríes ganaron los cinco joya, y los tres no; y los -gananciosos sirvieron a sus damas con ellas, al son de diversa y mucha -música.</p> - -<p>Luego se fueron a entrar todos ocho Zegríes en el castillo por la -puerta por donde habían salido, siendo recibidos con la música, y -disparando artillería: luego se abrió la puerta de los pendones azules, -y salieron ocho<span class="pagenum" id="Page_141">p. 141</span> -caballeros vestidos de damasco azul, sembrados con estrellas de oro, y -los penachos azules, llenos de argentería de oro fino. Fueron conocidos -estos ocho caballeros, que eran Gomeles.</p> - -<p>Diéronseles luego caballos encobertados de librea azul, las telas -y penachos azules con adorno. Fuéronse los ocho Gomeles a la tienda -del mantenedor, y corrieron con él una lanza, como los pasados, y de -los ocho ganaron joya los tres, y dadas a sus damas, se volvieron al -castillo.</p> - -<p>Entrados estos, salieron otros ocho caballeros por la puerta de -los pendones de brocado, y ellos vestidos de la misma librea, y con -penachos morados, y les fueron dados caballos, cubiertos de lo mismo, -e igualmente también corrió cada uno su lanza con el mantenedor, -y ganaron los siete joya; y dándolas a sus damas, se volvieron al -castillo con la autoridad que los demás. Eran estos bravos caballeros -Venegas, y muy estimados en Granada.</p> - -<p>Por la última puerta de los pendoncillos encarnados, salieron ocho -caballeros con libreas encarnadas del mismo brocado, y con riquísimos -penachos encarnados, cuajados de toda argentería. Los caballos que les -dieron estaban encobertados del mismo brocado. Estos caballeros eran -Mazas, y cada uno de ellos corrió una lanza, y todos ganaron joya: -todos se holgaron de que salieran con ganancia y en particular el rey, -porque estaba muy bien con aquel linaje.</p> - -<p>Repartidas las joyas a sus damas con gran contento, y al son de -la música, y recibiéndolos con la artillería, se entraron en el -castillo.</p> - -<p>Luego se oyó mucho ruido<span class="pagenum" id="Page_142">p. -142</span> de músicas diferentes y parando todas sonaron chirimías, -trompetas y cajas, que apriesa tocaban un rebato; y oyéndolo, salieron -los treinta y dos caballeros en sus caballos, con lanzas y adargas, y -juntos trabaron una vistosa y agradable escaramuza, y siendo acabada, -tomaron cañas, y repartidos en cuatro cuadrillas comenzaron a jugar -con mucha destreza; el cual juego siendo acabado, hicieron un caracol -extremadamente, y con una carrera en pareja que dio cada cuadrilla, se -salieron de la plaza.</p> - -<p>También se salió el castillo disparando mucha artillería, y -diferente música. Y todos decían, que si la galera había entrado -vistosa y costosa, que el castillo no era de menos estima y gusto.</p> - -<p>Los que estaban con el rey alababan la galera, y otros el castillo, -y uno de los Zegríes dijo:</p> - -<p>—Juro por Mahoma, que tengo gran contento, porque los Zegríes y -Gomeles han sacado tal invención, que puede competir con la de los -Abencerrajes; y a no haber salido tal el castillo, estuvieran muy -desvanecidos: pero bien entenderán que los Zegríes y Gomeles son buenos -caballeros, y tienen partes tan subidas de punto como ellos.</p> - -<p>Un caballero de los Abencerrajes, que allí junto del rey estaba, -respondió:</p> - -<p>—Por cierto, caballero Zegrí, que en lo que habéis hablado no tenéis -ninguna razón, porque los Abencerrajes son caballeros tan modestos -que, por próspera fortuna que tengan, no alcanzan más ni menos, ni -por adversa que les venga se bajan; continuamente se están en un -ser, y siempre viven en una manera con todos,<span class="pagenum" -id="Page_143">p. 143</span> siendo afables con los pobres, y -socorriéndolos; magnánimos con los ricos, y amigos sin doblez ni maña -ninguna, y así no hallaréis que en Granada ni en todo su reino haya -caballero Abencerraje mal quisto, ni de nadie mal querido, sino es de -vosotros los Zegríes y Gomeles, y sin razón los tenéis odiados.</p> - -<p>—¿Sin razón os parece? —dijo el caballero Zegrí—. ¿Luego no es causa -suficiente para aborrecerlos el haber muerto violentamente en el juego -de cañas al Zegrí Mahomad, cabeza de todo nuestro linaje?</p> - -<p>—¿Y no os parece —dijo el Abencerraje— que se movieron los de mi -linaje con suficiente causa, pues todos los Zegríes se juntaron, e -hicieron traición contra los Abencerrajes para matarlos, y fueron -armados con jacos y cotas debajo de las armas, y en lugar de -cañas tiraban lanzas con hierros agudos, lo cual experimentó bien -Malique Alabez, pues le pasó el brazo de una parte a otra? Así que -manifiestamente ha parecido estar en los Zegríes la culpa, y con -saberlo muy de cierto que fuisteis culpados, tenéis un rencor mortal -contra nosotros, y nos buscáis mil calumnias.</p> - -<p>—Pues así culpáis a los Zegríes —dijo el Zegrí—, y decís que -ellos fueron agresores y cabeza de bando, ¿por qué causa iba Alabez -armado?</p> - -<p>—Yo os lo diré —dijo el Abencerraje—. Habéis de saber que uno de -los convocados le dio aviso de la traición, y así se previno él, y por -entender que semejante villanía no harían tales caballeros, no dio -aviso a los Abencerrajes; y creedme, que si lo diera, no había de ser -solo Mahomad, sino que fueron<span class="pagenum" id="Page_144">p. -144</span> como de juego, y no como de pelea. Pero con todo eso recibid -lo que ganasteis, pues Malique Alabez vengó bien su herida.</p> - -<p>—Si la vengó —dijo el Zegrí—, espero en Alá Santo que lo ha de pagar -algún día.</p> - -<p>El rey y muchos caballeros estuvieron escuchando el coloquio que -había pasado entre el Abencerraje y el Zegrí, y quisieron responder -algunos Zegríes; y visto por el rey que se iba encendiendo el fuego, -les mandó callar, pena de la vida, porque no se revolviera alguna -pendencia. Oído el mandato callaron, quedando de nuevo encontrados, y -con intento de vengarse unos de otros.</p> - -<p>Estando en esto entró en la plaza un carro triunfante dorado de -fino, en las esquinas y cuadrángulos talladas todas las cosas que -habían sucedido desde la fundación de Granada hasta el día presente, y -dibujados los reyes y califas que la habían gobernado. Oíase dentro del -carro una acordada música de muchos instrumentos.</p> - -<p>Encima del carro venía una gran nube, puesta con tanto artificio, -que causaba admiración. Echaba de sí infinidad de truenos y relámpagos, -que su braveza ponía espanto a quien lo miraba. Tras esto llovía una -menuda gragea de anís con tal concierto, que a todos ponía espanto; -toda la plaza anduvo desta manera, y como fue junto de los reales -miradores, con gran sutileza fue abierta en ocho partes, descubriendo -dentro un cielo azul hermosísimo, adornado de muchas estrellas de oro -muy relucientes.</p> - -<p>Estaba puesto por su arte un Mahoma de oro, sentado en una silla, -y en las manos una corona de<span class="pagenum" id="Page_145">p. -145</span> oro, que la ponía sobre la cabeza del retrato de una mora en -extremo hermosa, la cual traía sus cabellos sueltos como hebras de oro: -venía vestida de brocado morado, toda la ropa acuchillada, y todos los -golpes venían tomados con broches de diamantes y esmeraldas. La dama -fue conocida de todos, que era la hermosa Cobaida.</p> - -<p>A su lado estaba sentado un caballero, vestido de la misma librea de -la dama, y plumas moradas y blancas, con argentería de oro, y el remate -de ello lo tenía el retrato, que parecía estar preso.</p> - -<p>El caballero fue conocido que era Malique Alabez, que habiendo -sanado de las heridas que le había dado el maestre, quiso hallarse en -las fiestas, y por la confianza que tenía de su destreza.</p> - -<p>El caballo era del maestre, y salió encobertado del mismo brocado, -testera y penachos de la misma color.</p> - -<p>Grande fue el contento que todos recibieron en verle, porque le -querían mucho, y mayor el gozo de su señora Cobaida, por ver el -artificio y autoridad con que venía su retrato.</p> - -<p>Todos esperaban que empezase Alabez las suertes, por la satisfacción -que de él tenían, el cual se fue paseando poco a poco delante de su -carro, por ser bien visto de todos; y en llegando adonde estaba la -tienda del mantenedor, se detuvo y le dijo:</p> - -<p>—Caballero, conforme a las condiciones, ¿gustáis de que corramos -tres lanzas, que aquí traigo el retrato de mi señora?</p> - -<p>—Soy contento —respondió Abenámar, y diciendo esto, tomó una lanza, -y corrió con tan buen aire, que se llevó la sortija dentro de la -lanza.</p> - -<p>Alabez corrió e hizo<span class="pagenum" id="Page_146">p. -146</span> lo mismo. En todas las tres lanzas se llevó siempre la -sortija. Levantaron vocería, diciendo:</p> - -<p>—Bravo caballero es Alabez, pues no ha perdido lanza; buena joya -merece.</p> - -<p>Los jueces habían tratado que pusiesen juntos los retratos de -Abenámar y Alabez, pues ambos eran buenos caballeros, y que por su -valor se le diese a Alabez una buena joya por la sutil y vistosa -invención que trajo.</p> - -<p>Llamáronle, y venido luego pidió su retrato, y junto con él le -dieron una navecilla de oro, con todos su aderezos, y él la tomó, y -al son de muchos instrumentos dio la vuelta a la plaza, y en llegando -al mirador de la reina, en cuya compañía estaba la hermosa Cobaida, y -poniendo la navecilla en la punta de la lanza y dándosela, la dijo:</p> - -<p>—Servíos, dama hermosa, de esta nave, que va viento en popa, como mi -deseo.</p> - -<p>Cobaida la tomó con rostro vergonzoso, que hermoseó más su -belleza.</p> - -<p>La reina miró la nave, y dijo:</p> - -<p>—Por cierto que si navegáis con tan buen piloto, como el que la -ganó, que os podéis tener por dichosa, aunque merecéis un rey.</p> - -<p>Cobaida besó las manos a la reina por tanto favor.</p> - -<p>Alabez se fue a su carro, y sentado como de antes, le pusieron la -cadena al cuello al son de muchos instrumentos, y puesta se cerró la -nube, comenzando a echar truenos y relámpagos con gran temeridad, que -parecía querer quemar la plaza, y con esto se salió de ella.</p> - -<p>El rey dijo a los caballeros:</p> - -<p>—Alabez ha llevado el lauro de todas las invenciones, porque la suya -ha sido la mejor que he visto jamás.</p> - -<p>Los caballeros respondieron, que no se había<span class="pagenum" -id="Page_147">p. 147</span> visto tal sutileza.</p> - -<p>En saliendo la nube, entraron cuatro cuadrillas de caballeros muy -galanes.</p> - -<p>La una cuadrilla, que era de seis caballeros, traía libreas de -brocado rosado y amarillo, los caballos encobertados con la misma -librea, con plumas y penachos de la misma color. La otra cuadrilla -venía de brocado verde y rojo con la misma color, y penachos de la -librea. La tercera cuadrilla venía de brocado azul y blanco, recamado -de oro y plata, adornados los caballos con la misma librea. La última -cuadrilla venía de brocado amarillo y naranjado, con lazos y recamos de -oro y plata, cubiertos los caballos de la misma librea.</p> - -<p>Entraron estos veinte y cuatro caballeros con adargas y lanzas, y en -ellas pendoncillos de sus libreas, y entre todos hicieron un extremado -caracol.</p> - -<p>Acabado, empezaron una brava escaramuza doce a doce, que parecía -batalla entre enemigos; y acabada la escaramuza tomaron cañas, y -divididos en cuatro cuadrillas, jugaron muy bien las cañas, y acabado -el juego, fuéronse gallardeando al mantenedor, y le dijeron si quería -correr una lanza con cada uno de ellos. Abenámar respondió que sí la -correría.</p> - -<p>Finalmente con todos veinte y cuatro corrió una lanza, y los quince -ganaron joya, y al son de los instrumentos las dieron a sus damas, y -se salieron de la plaza, dejando a la gente de ella contenta por haber -visto su gentileza y galas.</p> - -<p>La una cuadrilla eran Azarques, y en otra Sarracinos, y la tercera -Alarifes, y la cuarta Aliatares, toda gente noble y principal, -y estimada de todos. Los<span class="pagenum" id="Page_148">p. -148</span> antepasados de estos caballeros fueron vecinos de Toledo, de -los pobladores, gente principal y estimada.</p> - -<p>Florecieron estos linajes en tiempo del rey Calafín, que reinó en -Toledo: este tenía un hermano, que era rey en un lugar que se llamaba -Belchiz, en Aragón; se decía Zaide, y tenía grandes competencias y -guerras con un bravo moro llamado Atarfe, deudo muy cercano del rey -de Granada; y habiendo hecho partes con Zaide y el moro Atarfe, el -rey de Toledo, por manifestar la alegría que tenía de que su hermano -y Atarfe fuesen ya amigos, hizo una fiesta solemne, en la cual se -corrieron toros, y hubo un vistoso juego de cañas, y los jugadores de -ellas fueron estos cuatro linajes de caballeros, Sarracinos, Alarifes, -Azarques y Aliatares, abuelos de los caballeros nombrados en el juego -de sortija.</p> - -<p>Otros dicen que las fiestas que el rey de Toledo hizo no fueron -sino por dar contento a una dama llamada Zelindaja, a quien el rey -quería mucho, y tomó por achaque las paces de su hermano Zaide con el -granadino Atarfe.</p> - -<p>Sea por una de las dos causas, ellas se hicieron, como está dicho; y -estos caballeros eran de aquella prosapia y sangre de aquellos cuatro -linajes.</p> - -<p>La causa de vivir en Granada fue, que como se perdió Toledo, se -retiraron a Granada; y de aquellas fiestas ya dichas y del juego de -cañas que se hizo en Toledo, quedó grande memoria, por ser las fiestas -notables de buenas, y por ellas se dijo este</p> - -<p class="centra mt15"><span class="pagenum" id="Page_149">p. 149</span>ROMANCE.</p> - -<div class="poem ml65 mb1 mt1"> - <p class="i2">Ocho a ocho, diez a diez</p> - <p class="i0">Sarracinos y Aliatares,</p> - <p class="i0">juegan cañas en Toledo</p> - <p class="i0">contra Alarifes y Azarques.</p> - <p class="i2">Publicó fiestas el rey</p> - <p class="i0">por las ya juradas paces</p> - <p class="i0">de Zaide, rey de Belchite,</p> - <p class="i0">y del granadino Atarfe.</p> - <p class="i2">Otros dicen que estas fiestas</p> - <p class="i0">sirvieron al rey de achaque,</p> - <p class="i0">y que Zelindaja ordena</p> - <p class="i0">sus fiestas y sus pesares.</p> - <p class="i2">Entraron los Sarracinos</p> - <p class="i0">en caballos alazanes,</p> - <p class="i0">de naranjado y de verde</p> - <p class="i0">marlotas y capellares.</p> - <p class="i2">En las adargas traían</p> - <p class="i0">por empresas sus alfanjes</p> - <p class="i0">hechos arcos de Cupido,</p> - <p class="i0">y por letras fuego y sangre.</p> - <p class="i2">Iguales en las parejas</p> - <p class="i0">les siguen los Aliatares,</p> - <p class="i0">con encarnadas libreas</p> - <p class="i0">llenas de blancos follajes.</p> - <p class="i2">Llevan por divisa un cielo</p> - <p class="i0">sobre los hombros de Atlante,</p> - <p class="i0">y un mote que dice así:</p> - <p class="i0"><i>Tendrelo hasta que me canse.</i></p> - <p class="i2">Los Alarifes siguieron</p> - <p class="i0">muy costosos y galanes,</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_150">p. 150</span>de encarnado y amarillo,</p> - <p class="i0">y por mangas almaizares.</p> - <p class="i2">Era su divisa un mundo</p> - <p class="i0">que le deshace un salvaje,</p> - <p class="i0">y un mote sobre un bastón</p> - <p class="i0">en que dice: <i>Fuerzas valen.</i></p> - <p class="i2">Los ocho Azarques siguieron,</p> - <p class="i0">más que todos arrogantes,</p> - <p class="i0">de azul, morado y pajizo,</p> - <p class="i0">y unas hojas por plumajes.</p> - <p class="i2">Sacaron adargas verdes,</p> - <p class="i0">y un cielo azul en que asen</p> - <p class="i0">dos manos, y el mote dice:</p> - <p class="i0"><i>En lo verde todo cabe.</i></p> - <p class="i2">No pudo sufrir el rey</p> - <p class="i0">que a los ojos le mostrasen</p> - <p class="i0">burladas sus diligencias,</p> - <p class="i0">y su pensamiento en balde;</p> - <p class="i2">Y mirando a la cuadrilla</p> - <p class="i0">le dijo a Zelin su alcaide:</p> - <p class="i0">«aquel sol yo le pondré,</p> - <p class="i0">pues contra mis ojos sale.»</p> - <p class="i2">Azarque tira bordones</p> - <p class="i0">que se pierden por el aire,</p> - <p class="i0">sin que conozca la vista</p> - <p class="i0">a do suben ni a do caen.</p> - <p class="i2">Si se adarga o se retira,</p> - <p class="i0">de mitad del vulgo sale</p> - <p class="i0">un gritar: <i>Alá te guíe</i>,</p> - <p class="i0">y del rey un <i>muera, dadle</i>.</p> - <p class="i2">Zelindaja sin respeto</p> - <p class="i0">al pasar, por rociarle,</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_151">p. 151</span>un pomo de agua vertía,</p> - <p class="i0">y el rey gritó: <i>paren</i>, <i>paren</i>.</p> - <p class="i2">Creyeron todos que el juego</p> - <p class="i0">paraba, por ser ya tarde,</p> - <p class="i0">y repite el rey celoso:</p> - <p class="i0">«prendan el traidor Azarque.»</p> - <p class="i2">Las dos primeras cuadrillas,</p> - <p class="i0">dejando cañas a parte,</p> - <p class="i0">piden lanzas, y ligeros</p> - <p class="i0">a prender al moro salen,</p> - <p class="i0">que no hay quien baste</p> - <p class="i0">contra la voluntad de un rey amante.</p> - <p class="i2">Las otras dos resistían,</p> - <p class="i0">si no les dijera Azarque:</p> - <p class="i0">«Aunque amor no guarda leyes</p> - <p class="i0">hoy es justo que las guarde.</p> - <p class="i2">Rindan lanzas mis amigos,</p> - <p class="i0">mis contrarios lanzas alcen,</p> - <p class="i0">y con lástima y victoria</p> - <p class="i0">lloren unos, y otros canten;</p> - <p class="i0">que no hay quien baste</p> - <p class="i0">contra la voluntad de un rey amante.»</p> - <p class="i2">Prendieron, en fin, al moro,</p> - <p class="i0">y el vulgo para librarle,</p> - <p class="i0">en corrillos diferentes</p> - <p class="i0">se divide y se reparte;</p> - <p class="i2">Mas como falta caudillo</p> - <p class="i0">que los incite y los llame,</p> - <p class="i0">se deshacen los corrillos</p> - <p class="i0">y su motín se deshace:</p> - <p class="i0">que no hay quien baste</p> - <p class="i0">contra la voluntad de un rey amante.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_152">p. 152</span>Sola Zelindaja grita:</p> - <p class="i0">«Libradle, moros, libradle;»</p> - <p class="i0">y de su balcón quería</p> - <p class="i0">arrojarse por librarle.</p> - <p class="i2">Su madre se abraza de ella</p> - <p class="i0">diciendo: «Loca, ¿qué haces?</p> - <p class="i0">muere sin darlo a entender,</p> - <p class="i0">pues por tu desdicha sabes,</p> - <p class="i0">que no hay quien baste</p> - <p class="i0">contra la voluntad de un rey amante.»</p> - <p class="i2">Llegó un recado del rey</p> - <p class="i0">en que mandó que señale</p> - <p class="i0">una casa de sus deudos,</p> - <p class="i0">y que la tenga por cárcel.</p> - <p class="i2">Dijo Zelindaja: «Digan</p> - <p class="i0">al rey que por no trocarme,</p> - <p class="i0">escojo para prisión</p> - <p class="i0">la memoria de mi Azarque;</p> - <p class="i0">y habrá quien baste</p> - <p class="i0">contra la voluntad de un rey amante.»</p> -</div> - -<p>Así estas mismas divisas, motes y cifras sacaron las cuatro -cuadrillas de los caballeros ya nombrados, como quien las había -heredado de sus antepasados, y siempre se preciaron de ellas.</p> - -<p>Pues habiendo salido de la plaza con bizarría, y alegres por haber -visto su gala y buen parecer, entró un alcaide de las puertas de Elvira -a gran priesa, y llegando a la presencia del rey hizo el acatamiento -debido y le dijo:</p> - -<p>—Un caballero cristiano ha llegado, y pide licencia a vuestra alteza -para entrar a correr tres lanzas con el mantenedor.</p> - -<p>—Yo la doy: entre, permitido es.</p> - -<p>Luego<span class="pagenum" id="Page_153">p. 153</span> volvió el -alcaide y abrió la puerta.</p> - -<p>En entrando por la plaza pusieron al punto los ojos en él y en -su buen talle; y en solo su aspecto le consideraban victorioso y -triunfante de los despojos ganados por Abenámar, y aun del retrato de -su dama y de la estimada cadena. No hubo caballero ni dama a quien su -vista no causara alegría.</p> - -<p>En la parte izquierda del capellar traía una cruz colorada, la cual -daba ser y adorno a su persona. El cristiano caballero poniendo los -ojos en todas partes, dio vuelta a la plaza, y llegando a los miradores -reales hizo gran reverencia al rey, a la reina y a las damas: a él le -hicieron mucha cortesía, y las damas se levantaron en pie.</p> - -<p>Fue conocido de todos el caballero cristiano, que era el maestre -de Calatrava, de cuya fama y hechos tenía el mundo entera noticia. El -rey se alegró en saber quién era, y que hubiese venido a honrarle su -fiesta.</p> - -<p>Habiendo, pues, dado vuelta a toda la plaza, llegó al mantenedor y -le dijo:</p> - -<p>—En tantos despojos y joyas como veo a los pies de ese hermoso -retrato, cuya hermosura, noble caballero, dicen que defendéis, echo -de ver el valor de vuestra persona; y así sois digno de que todos os -honren y tengan en lo que se debe estimar tal caballero como vos. -¿Seréis servido de correr conmigo un par de lanzas, a ley de buenos -caballeros, sin que haya interés de retrato?</p> - -<p>Abenámar miró bien al caballero, y se volvió a Muza y le dijo:</p> - -<p>—Este caballero me parece que es el maestre de Calatrava con quien -trabaste tanta amistad; paréceme<span class="pagenum" id="Page_154">p. -154</span> que en la cruz roja le quiero conocer.</p> - -<p>Muza puso los ojos en el maestre, y luego le conoció, y le fue a -abrazar diciendo:</p> - -<p>—Seáis bienvenido, flor de toda la cristiandad, y aun también de la -morisma, pues aquí os conocen por las obras contra su voluntad; y en -Castilla y todo el mundo sois conocido solo por oídas.</p> - -<p>El maestre le abrazó, agradeciendo lo que en su alabanza había -dicho.</p> - -<p>Abenámar se llegó a él, y le dijo que él se holgaría de correr dos -o tres lanzas con tal caballero. Y diciendo esto corrió una lanza -extremadamente, pero el maestre corrió la suya con más ventaja.</p> - -<p>Finalmente, corrieron tres lanzas y todas las ganó el maestre.</p> - -<p>Todos entendieron que trajera retrato, pero no era miliciano de -Cupido sino de Marte; porque en verdad, no puede ningún caudillo que -pretende alcanzar honra por sus hazañas, entretenerse en amores; y si -lo hiciere, su nombre será borrado de las memorias de todos.</p> - -<p>Los jueces llamaron al maestre y le dieron por premio la cadena -de dos mil doblas de valor, pues no había traído retrato, que si lo -trajera llevara el retrato y los despojos.</p> - -<p>El maestre recibió la cadena, y al son de la música que había -en la plaza, fue dando vuelta a toda ella, acompañado de todos los -caballeros; y en llegando a los miradores de la reina, hizo una muy -grande reverencia, y alzándose en los estribos, besó la cadena, y se la -dio, diciendo:</p> - -<p>—Vuestra alteza reciba esa niñería, que no hallo otra persona digna -de ella. No extrañe vuestra alteza mi atrevimiento, que lícito es en -tales actos recibir cualquiera<span class="pagenum" id="Page_155">p. -155</span> joya.</p> - -<p>Levantose la reina y recibiola, y besándola se la puso al cuello, y -haciéndole una mesura se volvió a asentar.</p> - -<p>El maestre inclinó la cabeza al rey, y se volvió con Muza y otros -caballeros que le querían bien, por tener tanta fama en todo aquel -reino, por las muchas entradas que hacía entre año, y de todas -conseguía victoria.</p> - -<p>A esta sazón el muy valiente y esforzado Albayaldos, que tenía -muy grande deseo de verse en batalla con el maestre para probar sus -fuerzas, y porque el maestre había muerto a un deudo suyo con quien -él tenía mucha amistad, se quitó del lado del rey con disimulación, y -subió sobre una yegua bien aderezada, y acompañado de sus amigos se fue -paseando adonde estaba el maestre y el valiente Muza; y contemplando el -buen talle del maestre y su donaire, le dijo:</p> - -<p>—Grande ha sido y es el gozo que todos hemos recibido, esforzado -e invicto maestre, de verte tan galán y de fiesta, y fuera muy mayor -mi contento si te viera con tus fuertes y lucientes armas, como otras -veces te he visto en la Vega, y en ella tuviéramos los dos escaramuza, -que ha días que lo deseo, y son dos causas las que me mueven. La una -por el gran valor que la fama ha derramado por el mundo de tu persona, -y el deseo que tengo de vencerte para ser el interesado en todo. La -otra por vengar la muerte que le diste a mi primo el rey Mahomad. -Aunque te conozco, y sé que se la diste en trabada y muy reñida -escaramuza, con todo eso me llama y provoca a venganza el amor de mi -querido primo:<span class="pagenum" id="Page_156">p. 156</span> y por -tanto tente desde hoy por desafiado, para que cuando fuere tu voluntad -se ponga en ejecución mi deseo; y saldré con armas y caballo, y conmigo -irá Malique Alabez.</p> - -<p>Atentamente escuchó el maestre todo lo que le dijo el valeroso -Albayaldos, y con rostro risueño le respondió así:</p> - -<p>—Si te ha sido alegría el verme con traje galán, y gustaras más de -verme con armas, yo me holgaría infinito saber que esa era tu voluntad -para venir prevenido, y que en aqueste día pusiéramos por obra lo -que deseas: tu valor publican los cristianos que corren la Vega; y -ahora lo confirmo en que me has desafiado. Dices tener deseo de verte -conmigo por mi valor: otros muchos caballeros cristianos hay que honran -mis hazañas, y con quien ganaras más fama; y si te incita a tener -escaramuza la vertida sangre de tu primo el rey Mahomad, como dices, sé -decirte, que no vi, ni sentí en él punto de cobardía, sino que murió -como caballero peleando; y pues tu gusto es de probar tus fuerzas con -las mías, yo soy contento de ello, y así mañana te aguardo en la fuente -del Pino, donde estaré con solo un cristiano, padrino mío, que se llama -D. Manuel Ponce de León; y para que estés cierto de que no habrá otra -cosa, recibe este guante en señal de la escaramuza aplazada.</p> - -<p>Diciendo esto, le dio un guante derecho; y el moro lo recibió, -y le dio al maestre un anillo de oro, que era su sello. Muza y los -caballeros quisieron que no se hiciera la escaramuza, mas no quiso -ninguno desistir de su palabra dada; y así quedó hecho el<span -class="pagenum" id="Page_157">p. 157</span> desafío entre los dos para -el día siguiente.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch11"> - <h2 class="nobreak">CAPÍTULO XI.</h2> - <p class="subh2h"><i>De la batalla que Albayaldos tuvo con el maestre - de Calatrava, y cómo el maestre le venció y dio muerte.</i></p> -</div> - -<p><span class="cap">E</span>l desafío de los dos valerosos caballeros -aceptado, por ser ya tarde se fue el maestre, habiéndose despedido de -todos: dejémosle ir y volvamos al fin del juego de sortija.</p> - -<p>Pues como ya se había puesto el sol y no venía ningún caballero, los -jueces mandaron a Abenámar, que dejase la tienda, pues no venía ningún -caballero; que él lo había hecho, como todos tenían la confianza, y que -había ganado mucho nombre, y ricos despojos y retratos muy hermosos; -pero que al fin el de su Fátima excedía a todos.</p> - -<p>El vencedor Abenámar mandó quitar el aparador de las joyas, que aún -quedaban muchas y muy ricas.</p> - -<p>Los jueces se bajaron del tablado y subieron a caballo, y pusieron -enmedio al fuerte Abenámar y su padrino Muza, y con toda la caballería -en su compañía, y al son de música dieron vuelta a la plaza, dándole -mil parabienes de su victoria; y en llegando a los miradores reales -de la reina, tocaron chirimías, dulzainas y atabales, y otros -instrumentos, y dio a Fátima todos los despojos ganados en la sortija, -diciendo:</p> - -<p>—Toma, señora, lo que de derecho te toca, porque tu hermosura lo ha -conquistado; y así es bien que<span class="pagenum" id="Page_158">p. -158</span> lo goces y dispongas de ello a tu gusto como tuyo.</p> - -<p>Fátima lo recibió todo sin responder; porque la vergüenza la ocupó; -aunque con los ojos le dio mil gracias, cifra con que en tal caso los -amantes se entienden.</p> - -<p>No fue poca la envidia que causaron a Galiana y a Jarifa ver los -ricos trofeos en poder de Fátima, y más les causó ver entre ellos sus -retratos.</p> - -<p>Estaba Galiana muy triste y imaginando cien mil cosas: consideraba -que Abenámar había ordenado aquellas fiestas por vengarse de su -ingratitud; y más lo sentía por ver ausente a Sarracino, que no volvió -más a la plaza.</p> - -<p>El rey, visto era tarde, se quitó de los miradores, y la reina, y se -fueron al Alhambra.</p> - -<p>Aquella noche cenaron con el rey todos los del juego de sortija, -menos Sarracino que fingió estar indispuesto.</p> - -<p>Con la reina cenaron las más principales damas de la corte, en la -cual cena hubo muy alegres fiestas y un sarao público.</p> - -<p>Danzaron todas las damas y caballeros con las libreas que habían -jugado la sortija. Sola Galiana no danzó, porque estaba triste por la -ausencia de su moro, aunque fingió estar indispuesta. Bien conoció la -reina su pena, aunque lo disimulaba. Celima su hermana la consolaba lo -posible, pero no admitía ningún consuelo, porque tenía el corazón muy -lastimado.</p> - -<p>El que se aventajó a todos fue el fuerte Gazul con la hermosa -Lindaraja, a quien él tanto amaba, y ella a él; lo cual sintió mucho el -fuerte Reduán de verse aborrecido de quien él tanto amaba; y ardiendo -en rabiosos celos, propuso en su corazón el matar a Gazul; pero no le -sucedió<span class="pagenum" id="Page_159">p. 159</span> como pensó, -según adelante diremos, en una escaramuza que ambos tuvieron sobre la -hermosa dama Abencerraje.</p> - -<p>De esta dama se hace mención en otras partes, y más en una -recopilación del Bachiller Pedro de Moncayo, adonde la llama Celima. -Llamáronla así por su lindeza, y porque era extremada en hermosura; -pero su propio nombre era Lindaraja, por ser Abencerraje. Adelante se -tratará de ella, y de Gazul después de la violenta y cruda muerte que -se dio a los Abencerrajes por la traición que les levantaron.</p> - -<p>Y tornando a la historia, siendo la mayor parte de la noche pasada -en danzas, bailes y otros regocijos, y habiéndoles hecho el rey mucha -honra a Abenámar y a los justadores, les mandó ir a reposar.</p> - -<p>La noble y hermosa Fátima dio todos los retratos a las damas cuyos -eran, pasando entre ellas muchos donaires y gracias, quedando muy -obligadas a la triunfadora por la magnificencia que con ellas había -usado.</p> - -<p>Despedidos del rey los caballeros, se fue cada uno a su casa, y -asimismo las damas que no eran de palacio.</p> - -<p>Albayaldos no pudo reposar el resto de la noche, y tomando la mañana -salió del Alhambra a aguardar a Malique Alabez, y en llegando le -dijo:</p> - -<p>—Tarde habemos salido de la fiesta.</p> - -<p>—Así me parece —dijo Alabez—, pero hoy podremos reposar del trabajo -pasado.</p> - -<p>—Antes será al revés —dijo Albayaldos—, porque ayer vestisteis gala -de brocado y seda, y hoy conviene vestiros de pelea con las duras -armas.</p> - -<p>—¿Pues por qué causa? —dijo Alabez.</p> - -<p>—Porque tengo desafiado para hoy<span class="pagenum" -id="Page_160">p. 160</span> al maestre de Calatrava, y hemos de -escaramucear en la Vega, y os he señalado por mi padrino.</p> - -<p>—Pues con tal caballero tenéis aplazada escaramuza, plegue al -santo Alá que os vaya bien con él, aunque yo lo pongo en duda, porque -es muy diestro y experimentado en las armas; y puesto que me habéis -recibido por padrino, vamos en buen hora, y por la real corona de mis -antepasados que me holgaría que viniésemos con victoria del desafío. ¿Y -el rey sabe esto?</p> - -<p>—Yo entiendo que no —respondió Albayaldos—, si no es que se lo haya -dicho Muza, porque estuvo presente en nuestro desafío.</p> - -<p>—Sea como fuere, sépalo o no, vamos temprano —dijo Alabez— y sin -que el rey ni nadie lo entienda, salgamos a la Vega a vernos con el -maestre. ¿Y el maestre señaló padrino?</p> - -<p>—Sí —dijo Albayaldos—, a D. Manuel Ponce de León.</p> - -<p>—Si así es, vive Alá que no podremos dejar de venir él y yo a las -manos, porque ya sabéis la escaramuza que tuvimos, dijo Alabez, y -él tiene mi caballo y yo el suyo, y quedó concertado que cuando nos -viéramos otra vez daríamos fin a la escaramuza.</p> - -<p>—No os dé pena eso —dijo Albayaldos—, que confianza tengo de que -vengamos victoriosos.</p> - -<p>Alabez dijo:</p> - -<p>—Vamos a alistar nuestras armas, y a ponernos como conviene, que -importa partirnos luego.</p> - -<p>Con esto se partieron los dos valientes guerreros y aderezaron lo -que les convenía para la pelea, y una hora antes del día se partieron -de la ciudad muy secretamente, por no ser de nadie conocidos, y se -fueron por el campo de Arbolote, lugar que<span class="pagenum" -id="Page_161">p. 161</span> es dos leguas de Granada, para de allí ir a -la fuente del Pino, donde quedó tratado entre el maestre y Albayaldos -que se habían de juntar.</p> - -<p>El sol empezaba ya a alumbrar el mundo, y con la hermosura de sus -rayos a dar ser a las inclinadas rosas y yerbas con el peso del rocío -de la noche, cuando los dos valerosos moros llegaron a la villa de -Arbolote, y pasando sin parar, se fueron a la fuente del Pino, tan -nombrada y celebrada de todos los moros de Granada y su tierra; y sería -una hora salido el sol, cuando llegaron a la fresca fuente, la cual -cubre una hermosa sombra de un pino, que por eso tenía la fuente aquel -nombre.</p> - -<p>Llegados allí, no vieron a nadie, y apeándose de los caballos -colgaron las adargas en los arzones, y arrimaron sus lanzas, y -sentándose junto a la fuente se refrescaron en la cristalina agua, y -empezaron a tratar de cómo no venía el maestre, y por qué sería su -tardanza.</p> - -<p>Dijo Albayaldos:</p> - -<p>—¿Mas si nos hiciese burla el maestre y no viniese?</p> - -<p>—No digáis eso —dijo Alabez—, que el maestre es buen caballero y no -dejará de venir, que aún es muy de mañana.</p> - -<p>Y diciendo esto vieron venir dos cristianos, muy bien puestos, con -lanzas y adargas, en dos feroces caballos, y ambos de pardo y verde, -y plumas de dos colores; conociéronlos luego en que se divisaba en -medio de la adarga una cruz roja que campeaba en blanco. El otro -caballero también tenía en su adarga otra cruz diferente, porque era de -Santiago.</p> - -<p>—¿No os decía yo —dijo Alabez— que el maestre no tardaría? Mirad si -es<span class="pagenum" id="Page_162">p. 162</span> cierto.</p> - -<p>Estando en esto llegaron los dos valerosos guerreros, flor de la -cristiandad, y saludaron a los moros, y dijo el maestre:</p> - -<p>—A lo menos hasta ahora somos perdidosos, pues no habemos venido -primero.</p> - -<p>—Poco importa —respondió Albayaldos—, que no consiste en eso la -victoria.</p> - -<p>Estando en esto relinchó el caballo del maestre, y mirando los -cuatro caballeros al camino de Granada, vieron venir por él un moro -a todo correr de su caballo: venía vestido de marlota y capellar -naranjado, y en una adarga azul un sol en negras nubes que parecía -oscurecerlo, y en torno de la adarga unas letras rojas que decían: -<i>Dame luz, o escóndete</i>.</p> - -<p>Atentamente fue de todos mirado, y de Albayaldos y Alabez conocido, -que era el valeroso Muza; el cual como supo que Alabez y Albayaldos -habían salido de Granada al cumplimiento del desafío, partió a la costa -de la ciudad por si pudiera evitar la escaramuza, o cuando no hallarse -en ella.</p> - -<p>Y en llegando les dijo:</p> - -<p>—Bien entendíades, caballeros, que habíais de hacer aquesta -escaramuza solos, pues por Alá santo que le he dado la priesa posible -a mi caballo por hallarme en ella, y mi principal intento ha sido -venir a suplicaros, caballeros esforzados y valientes, que os sirváis -de no ir en la prosecución del desafío, por hacerme merced, pues no -hay urgente causa. ¿Qué provecho sacaréis en matar uno al otro, o por -desgracia que mueran ambos? Ea, caballeros, no permitáis que falte -del mundo ninguno de vosotros. Ambos sois mis amigos, y cualquiera -desgracia<span class="pagenum" id="Page_163">p. 163</span> que suceda -a uno de vosotros o a los dos, me lastimará en el alma. No consintáis -que mi venida y ruego sea en vano. Esto pido muy encarecidamente a los -dos, y en particular al maestre.</p> - -<p>Y dando fin a sus razones Muza, le respondió el maestre:</p> - -<p>—Por cierto, noble Muza, que por daros gusto y pedírmelo con tanto -encarecimiento, y por la mucha amistad que os tengo, haré de mi parte -todo lo que me pedís, y yo alzo la palabra puesta del desafío, y no -trataré más de él, como quiera Albayaldos y sea su gusto, porque a no -serlo, no soy el todo, sino parte, y esa rindo a vuestra voluntad.</p> - -<p>—A gran merced tengo la que me hacéis, y no esperaba yo menos de un -caballero tan principal como vos sois, señor maestre. ¿Y vos, señor -Albayaldos, no me haréis merced que cese ese rencor?</p> - -<p>Albayaldos respondió:</p> - -<p>—Señor Muza, tengo tan presente la sangre vertida de mi primo -hermano, por la violencia del penetrante hierro de la lanza del -maestre, que no me da lugar a que haga lo que me mandáis, aunque de -cierto supiera morir a sus manos. Y si muriere yo en esta escaramuza -será honrosa mi muerte; y si yo venciere y matare al maestre, todas sus -glorias serán mías, y en lo que he dicho estoy resuelto.</p> - -<p>El fuerte D. Manuel Ponce de León no gustaba de tantas arengas, y -así dijo:</p> - -<p>—Caballeros, gusto es del señor Albayaldos vengar la muerte de su -primo: no es menester sino que se ponga en ejecución. El señor Alabez y -yo quedamos concertados de dar fin a una escaramuza que tenemos<span -class="pagenum" id="Page_164">p. 164</span> empezada, y pues hoy viene -a coyuntura pelearemos todos, y Muza será padrino de los cuatro.</p> - -<p>Alabez dijo:</p> - -<p>—Bien concertado está; no aguardemos a más conversación, no se -nos vaya el tiempo en balde, y sean las obras más que las palabras; -junto, si hay lugar, y gustáis de ello, señor D. Manuel, querría -que me dieseis mi caballo y recibieseis el vuestro, y empecemos la -escaramuza.</p> - -<p>—No quede por eso, dijo D. Manuel, dadme ese, y aquí tenéis el -vuestro, que bien os sé decir que antes de mucho serán ambos de uno de -los dos.</p> - -<p>Y diciendo esto destrocaron los caballos, y cada uno quedó contento -con su prenda. El bravo Muza, visto que no había podido alcanzar lo que -pretendía, se previno para el oficio que le habían señalado.</p> - -<p>El maestre llevaba en torno de su adarga unas letras rojas, así como -la cruz, que decían: <i>Por esta morir pretendo</i>. D. Manuel llevaba -por la orla de su adarga otra letra que decía: <i>Por esta y por la -fe</i>.</p> - -<p>Malique Alabez y Albayaldos iban de una librea de damasco azul, -marlota y capellar con muchos frisos de oro. Alabez llevaba en su -adarga su acostumbrado blasón y divisa, en campo rojo una banda morada, -y en ella una media luna, las puntas arriba, y encima de ellas una -hermosa corona de oro con una letra que decía: <i>De mi sangre</i>. -Albayaldos llevaba por divisa en su adarga, en campo verde un dragón de -oro con una letra que decía en arábigo: <i>Nadie me toque</i>. Estaban -tan galanes con sus libreas y divisas, que parecían no ir a pelear, -y debajo de ellas llevaban<span class="pagenum" id="Page_165">p. -165</span> fuertes armas.</p> - -<p>Albayaldos encolerizado y muy brioso empezó a menear su caballo, y -aprestarse para la escaramuza, y a llamar al maestre que viniera; el -cual haciendo primero la señal de la cruz, movió su caballo a media -rienda, poniendo los ojos en su enemigo con gran diligencia.</p> - -<p>Alabez como se vio con su estimado caballo, como si fuera un Marte -arremetió por el campo, y lo mismo hizo D. Manuel con el suyo, que -en bondad ninguno le excedía: así se trabó entre todos cuatro una -escaramuza de las más bravas y sangrientas que hasta entonces se habían -visto.</p> - -<p>Y no hay que espantarse de la exageración, pues eran los dos -cristianos la mapa de la corte del rey de Castilla, y los dos moros del -de Granada.</p> - -<p>Albayaldos viendo muy cerca de sí al maestre, arremetió a él -abalanzándose con intento de herirle, de suerte que feneciera presto la -escaramuza; pero fue diferente de lo imaginado, porque así como le vio -venir tan de rebato, reconoció su intento: hizo que le aguardaba, pero -al tiempo de embestir, con mucha destreza picó al caballo haciéndole -dar un gran salto en el aire, y retirose poco trecho por un lado; de -modo que el encuentro del moro no hizo efecto, y el maestre revolvió -como un pensamiento, y en lo descubierto de la adarga le dio un bote de -lanza tan duro, que la fuerte cota que el moro llevaba fue rompida, y -la carne abierta con el duro hierro.</p> - -<p>No hubo áspid ni víbora pisada al descuido del rústico villano, -que tan presto fuese a la venganza de su daño,<span class="pagenum" -id="Page_166">p. 166</span> ni embravecido león con onza que le hubiese -herido, como el bravo Albayaldos revolvió a herir al maestre, bramando -como un toro, lleno de ponzoñosa cólera; y como le vio tan cerca de sí, -arremetió con tanta presteza, que el maestre no tuvo tiempo de usar la -primera maña ni destreza; y así el moro le hirió tan poderosamente, -que le atropelló la adarga, rompió el fuerte escudo, e hirió mal al -maestre.</p> - -<p>El moro rompió la lanza del golpe, y arrojando el trozo revolvió su -caballo para tener lugar de echar mano al alfanje; mas no pudo revolver -tan presto como lo imaginó, de manera que el maestre tuvo lugar de -arrojarle la lanza porque no se fuese.</p> - -<p>La lanza fue arrojada antes de tiempo, porque pasó por delante de -los pechos del caballo de Albayaldos con tanta furia, como si fuera una -saeta despedida del corvo arco; de modo que gran parte de la dura asta -fue clavada en tierra, y eso a tiempo que el caballo del moro llegaba, -el cual andando tropezó en el asta que quedaba retemblando, de suerte -que sin poderse valer dio en el suelo.</p> - -<p>El bravo moro como vio en tal aprieto su vida, le espoleó para que -de todo punto cayese; mas no lo pudo hacer el moro tan presto, que el -valiente D. Rodrigo no fuese a él con la espada desnuda, y antes que se -levantase el caballo le dio de punta una brava herida.</p> - -<p>Malique Alabez volvió el rostro hacia donde lidiaban el maestre y -Albayaldos, y como le vio en tan notorio peligro, volvió las riendas a -su caballo por favorecerle, y dejó a D. Manuel,<span class="pagenum" -id="Page_167">p. 167</span> que muy trabada escaramuza tenía con él, y -como un águila llegó adonde estaba el maestre, a tiempo que traía el -brazo levantado para tornar a herir a Albayaldos, y de través le hirió -de un bote de lanza, tan a sobre seguro y a su salvo, que no embargante -ser muy mal herido, si no se asiera a las crines del caballo, cayera en -tierra sin duda.</p> - -<p>El moro rompió su lanza con aquella herida que dio, y había puesto -mano a su cimitarra para volver al maestre, cuando D. Manuel llegó a -todo correr de su caballo por socorrer al maestre que estaba en mucho -peligro, y sin duda que allí acabara su vida, y con una emponzoñosa -cólera le dio a Alabez un golpe con la espada, que le quitó el sentido; -y aunque fue la herida pequeña, porque le dio casi de llano, con todo -eso fue dado con tanta fuerza, que le aturdió, y sin ningún remedio -cayó del caballo, y con la caída casi volvió en sí, y reconociendo su -peligro, como era de animoso corazón, se quiso levantar; mas D. Manuel -no le dio lugar, porque habiendo saltado de su caballo, fue a él, y con -gran furia le dio otro golpe por encima de un hombro, que le hizo una -mala herida.</p> - -<p>De aquel golpe tornó Alabez a caer en el suelo, y D. Manuel fue a -cortarle la cabeza; pero como Alabez se vio en tal extremo, habiendo -recobrado todo su natural acuerdo, puso mano a un puñal que tenía, y -con la mayor fuerza que pudo le dio a D. Manuel dos grandes heridas, -una en pos de otra.</p> - -<p>D. Manuel, viéndose tan mal herido, puso mano a una daga que tenía, -y levantando<span class="pagenum" id="Page_168">p. 168</span> el -invencible brazo, le fue a cortar la garganta para dividirle la cabeza -del pescuezo; mas impidiolo el bravo Muza, que había estado mirando -la escaramuza; y como vio a Alabez en tal aprieto, fue corriendo, -y arrojándose de su caballo, detuvo el invicto y fuerte brazo a D. -Manuel, diciendo:</p> - -<p>—Señor D. Manuel, suplícoos me hagáis merced de la vida de este -vencido caballero.</p> - -<p>D. Manuel, que hasta entonces no le había visto ni sentido, volvió -la cabeza, por ver quién se lo pedía; y conociendo ser Muza, hombre de -tanto valor, y viéndose tan mal herido, y recelándose si no otorgaba la -vida de tener escaramuza con él en tan mala ocasión, dijo que le placía -de hacer lo que le pedía; y levantándose de encima de Malique, aunque -con trabajo por estar desangrado, y tener penetrantes heridas, le dejó -libre.</p> - -<p>Malique estaba muy de peligro, y sin fuerza para levantarse del -suelo, porque se desangraba muy apriesa.</p> - -<p>Muza condolido de él, le alzó de la tierra, y le llevó a la fuente, -dando muchas gracias a D. Manuel; el cual mirando el estado de la -escaramuza del maestre y de Albayaldos, vio como el moro andaba -desmayado y para caer, porque tenía tres heridas mortales, una de -lanza, y dos de espada.</p> - -<p>El maestre, viendo que D. Manuel había quedado vencedor de un tan -buen caballero como Alabez, cobró ánimo de nuevo, y con una honrosa -vergüenza, porque tanto se dilataba su victoria, arremetió con toda -furia para Albayaldos, y dándole un golpe muy pesado sobre la cabeza, -no pudiéndose ya<span class="pagenum" id="Page_169">p. 169</span> -el moro apartar, malamente herido, dio con él en el suelo sin ningún -sentido, quedando el maestre con tres heridas.</p> - -<p>El fuerte Muza que vio caído a Albayaldos, fue al maestre, y -le pidió de merced que no pasase más adelante la escaramuza, pues -Albayaldos más estaba muerto que vivo.</p> - -<p>El maestre se lo concedió, y asignando la mano para levantarle, no -se la dio, porque estaba casi privado de su sentido; y llamándole por -su nombre, Albayaldos abrió los ojos, y con voz débil y flaca, como -quien iba rindiendo el alma, le dijo que quería ser cristiano.</p> - -<p>Mucho fue el gozo de los dos cristianos; y cogiéndole entre ambos, -le llevaron a la fuente, y el maestre le bautizó en nombre de la -Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y le puso por nombre -D. Juan, y muy tiernamente se despidieron de los dos moros, y le -encargaron a Muza cuidase de aquel caballero, porque ellos se iban a -curar, que estaban muy mal heridos.</p> - -<p>—Alá santo os guarde —dijo el afligido Muza—, y él querrá que algún -día os pague las mercedes que me habéis hecho.</p> - -<p>Los fuertes cristianos se fueron adonde su gente los aguardaba, que -era en el Soto de Roma que dicen, por donde pasa el río Genil, y allí -fueron con toda diligencia curados.</p> - -<p>Volvamos al fuerte Muza, que había quedado en la fuente del Pino con -los dos moros heridos. Malique Alabez ya puesto en todo su acuerdo, -y no tan mal herido como se entendía, le dijo a Muza, qué era lo que -había de hacer.</p> - -<p>Muza respondió, que quería aguardar a ver en qué paraba<span -class="pagenum" id="Page_170">p. 170</span> el buen Albayaldos que -estaba acabando, y que si él traía ungüento, que le curaría de modo que -fuese a Arbolote, y que allí se podría curar despacio.</p> - -<p>Alabez dijo que mirase en su mochila, que allí había lo -necesario.</p> - -<p>Muza fue al caballo de Alabez, y trajo paños y ciertos ungüentos -para curar heridas, y poniéndole sobre ellas de los ungüentos, se las -apretó con unos paños; y curado Malique subió en su caballo, y se fue -a Granada, yendo considerando el valor de D. Manuel y del maestre; y -tenía pensamiento de ser cristiano, entendiendo que la fe de Jesucristo -era mejor y de más excelencias, y por gozar de la amistad de tan -valerosos caballeros como aquellos, y de otros de cuya fama estaba el -mundo lleno.</p> - -<p>Con estos pensamientos llegó a Arbolote, y en casa de un amigo suyo -se apeó, donde fue curado de manos de un cirujano experimentado, donde -lo dejaremos por volver a Muza, que quedó con Albayaldos, al cual -aunque se volvió cristiano no le desamparó, antes procuró de curarle; y -desnudándole le halló tres heridas penetrantes, sin otra que tenía en -la cabeza, y viendo que eran de muerte, no quiso curarlo, por no darle -pena, y le dijo:</p> - -<p>—¡Cuánto me pesa de verte así! Si admitieras mi consejo, no vinieras -a este estado.</p> - -<p>El nuevo cristiano D. Juan abrió los ojos, y mirando al cielo, con -las ansias de la muerte decía:</p> - -<p>—¡Oh, buen Jesús! ten misericordia de mí, y no mires que -siendo moro te ofendí, persiguiendo tus cristianos. Mira tu -grandísima misericordia, que es mayor que mis<span class="pagenum" -id="Page_171">p. 171</span> pecados; y mira, Señor, que tú dijiste por -tu boca, que en cualquier tiempo que el pecador se volviese a ti, sería -perdonado.</p> - -<p>Adelante quería pasar D. Juan, mas no pudo, porque se le trabó la -lengua, y comenzó a revolcarse a un lado y a otro por un lago de sangre -que de sus heridas salía, y de la cual estaba todo bañado, que era -compasión; y por esto se hizo este romance, que dice así:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">De tres heridas mortales,</p> - <p class="i0">de que mucha sangre vierte,</p> - <p class="i0">el valeroso Albayaldos</p> - <p class="i0">herido estaba de muerte:</p> - <p class="i2">El maestre le hiriera</p> - <p class="i0">en batalla dura y fuerte.</p> - <p class="i0">Revolcándose en su sangre</p> - <p class="i0">con el dolor que se advierte,</p> - <p class="i2">Los ojos mirando al cielo,</p> - <p class="i0">decía de aquesta suerte:</p> - <p class="i0">«Sírvete, dulce Jesús,</p> - <p class="i0">que en este tránsito acierte</p> - <p class="i0">a acusarme de mis culpas</p> - <p class="i0">para que yo pueda verte.</p> - <p class="i2">Y tu Madre piadosa</p> - <p class="i0">mi lengua rija y gobierne,</p> - <p class="i0">porque Satanás maldito</p> - <p class="i0">mi alma no desconcierte.</p> - <p class="i2">¡Oh, hado duro y acerbo,</p> - <p class="i0">si yo quisiera creerte,</p> - <p class="i0">no viniera a tal estado,</p> - <p class="i0">ni viniera así a perderme!</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_172">p. 172</span>El cuerpo doy por perdido,</p> - <p class="i0">que el alma no se me pierde,</p> - <p class="i0">porque confío en las manos</p> - <p class="i0">de aquel que pudo hacerme.</p> - <p class="i2">Lo que te ruego, buen Muza,</p> - <p class="i0">si en algo has de socorrerme,</p> - <p class="i0">que aquí me des sepultura</p> - <p class="i0">debajo del pino verde;</p> - <p class="i2">Y encima pon un letrero,</p> - <p class="i0">que declare esta mi muerte;</p> - <p class="i0">y le dirás al rey Chico</p> - <p class="i0">como yo quise volverme</p> - <p class="i2">Cristiano en aqueste trance,</p> - <p class="i0">porque no pueda ofenderme</p> - <p class="i0">el fementido Alcorán,</p> - <p class="i0">que pretende oscurecerme.»</p> -</div> - -<p>Muy atento había estado el fuerte Muza a las razones del nuevo -cristiano, y tanto sentía su mal, que no podía dejar con lágrimas en -sus ojos de hacer un tierno sentimiento, considerando el estado en que -estaba tan bravo caballero, y las grandes victorias por él alcanzadas -contra los cristianos; las riquezas que dejaba, el brío, la valentía y -fortaleza de su persona, y la grande estima y reputación en que estaba -puesto; y verle tendido en el duro suelo, revolcándose en su sangre, -y sin poder restañar la poca que le quedaba; y acercándose a él para -consolarle, viendo cómo el nuevo convertido hizo señal de la Santa Cruz -y la besó, y diciendo JESÚS rindió el alma a su Criador.</p> - -<p>Lastimose tanto de ver al<span class="pagenum" id="Page_173">p. -173</span> nuevo cristiano muerto, que derramó muchas lágrimas sobre -el difunto con el dolor que tenía de la muerte de su amigo; mas visto -que el llorar y hacer sentimiento doloroso no hacía al caso, se consoló -dejando el llanto, y procuró cómo le podría dar sepultura en aquel -lugar tan desierto; y estando así con este cuidado, Dios le socorrió -en tal necesidad, para que el cristiano fuese enterrado, y no quedase -su cuerpo a las aves en aquel campo; y fue, que cuatro rústicos iban -por leña a la sierra Elvira con todo recado y azadones para sacar las -cepas.</p> - -<p>Muza se alegró cuando los vio y los llamó; los cuales vinieron, y -Muza les dijo:</p> - -<p>—Amigos, por amor de mí, que me ayudéis a enterrar el cuerpo de este -caballero que está aquí, que Alá os lo pagará.</p> - -<p>Los leñadores respondieron que de buena gana lo harían; y habiendo -señalado Muza el lugar de la sepultura, la abrieron con diligencia al -mismo pie del pino; y alzando el cuerpo del caballero le quitaron la -marlota y capellar, y desarmándole de las armas que tenía, de tan poco -provecho a los agudos filos y temples de la espada y lanza del maestre, -y tornándole a poner su marlota y capellar, le enterraron con hartas -lágrimas, que derramó Muza; y habiéndole enterrado, los leñadores se -despidieron, espantados de las mortales heridas del difunto.</p> - -<p>Muza escribió en el mismo tronco del pino un epitafio con letra que -de todos fuese bien entendida, que decía de esta manera:</p> - -<p class="centra mt15"><span class="pagenum" id="Page_174">p. -174</span><i>Epitafio de la sepultura de Albayaldos.</i></p> - -<div class="poem ml55 mb1 mt1"> - <p class="i2">Aquí yace Albayaldos,</p> - <p class="i0">de cuya fama el suelo estaba lleno,</p> - <p class="i0">más fuerte que Reynaldos,</p> - <p class="i0">ni el Conde Palatino, aunque fue bueno.</p> - <p class="i2">Matole el hado ajeno</p> - <p class="i0">de su famosa vida,</p> - <p class="i0">envidia conocida</p> - <p class="i0">de aquel famoso Marte,</p> - <p class="i0">que pudo tan sin arte</p> - <p class="i0">ponerle el hierro duro,</p> - <p class="i0">por vivir en su cielo más seguro.</p> -</div> - -<p>Este epitafio puso Muza en el pino sobre la sepultura del convertido -Albayaldos, y derramando lágrimas tomó la fuerte jacerina, casco, -bonete y plumas, todas llenas de argentería, y la fina adarga hecha -en Fez, y haciendo en todo con el alfanje y trozo de lanza enmedio un -trofeo, le colgó en una rama del pino, y encima este letrero:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Es el trofeo pendiente</p> - <p class="i0">del ramo de aqueste pino,</p> - <p class="i0">de Albayaldos Sarracino,</p> - <p class="i0">de moros el más valiente</p> - <p class="i0">del estado granadino.</p> - <p class="i2">Si aquí Alejandro llegara</p> - <p class="i0">a este sepulcro, llorara</p> - <p class="i0">con más envidia y más fuego,</p> - <p class="i0">que lloró en aquel del griego,</p> - <p class="i0">que el gran Homero cantara.</p> -</div> - -<p><span class="pagenum" id="Page_175">p. 175</span>Así como Muza -acabó de poner el trofeo con las letras que tengo dichas, y viendo que -no había más que hacer, subió en su caballo y asió de la rienda al de -Albayaldos maldiciéndole muchas veces, porque por la gran caída que -dio, fue herido tan mal Albayaldos; aunque después dijo, que bien sabía -que aquella causa, ni otra alguna no fueran bastante, sino que estaba -ya ordenado del cielo que pasara así, y no podía dejar de suceder.</p> - -<p>Yendo diciendo estas cosas y otras, aún no había andado tres millas -cuando vio venir dos caballeros de buen talle: el uno venía vestido -con marlota amarilla, capellar, bonete y plumas de la misma color; la -adarga era la mitad amarilla y la otra azul, y en el lado azul pintado -un sol metido entre nubes negras, y debajo del sol una luna que le -eclipsaba, con una letra que decía de esta suerte:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> - <div class="stanza"> - <div class="verse indent2">Ya se eclipsó mi esperanza,</div> - <div class="verse indent0">y se aclaró mi tormento:</div> - <div class="verse indent0">ajeno soy de contento,</div> - <div class="verse indent0">pues no hay rastro de mudanza.</div> - </div> -</div> -</div> - -<p>La lanza de este caballero era toda amarilla, el jaez y adorno del -caballo, amarillo, y la banderilla de la lanza amarilla. Bien mostraba -este caballero vivir desesperado. La letra decía: <i>Sin remedio de -esperanza.</i></p> - -<p>El otro caballero venía con una marlota, la mitad roja y la -otra mitad verde, capellar, bonete y plumas de lo mismo, la lanza -y la banderilla verde y roja, la adarga,<span class="pagenum" -id="Page_176">p. 176</span> la mitad roja y la otra mitad verde, y en -la parte roja unas letras de oro, cortadas con mucho artificio, porque -campearan desde lejos, que decían así:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> - <div class="stanza"> - <div class="verse indent2">Mi luz no se oscurece,</div> - <div class="verse indent0">antes esclarece el día,</div> - <div class="verse indent0">y este me causa alegría,</div> - <div class="verse indent0">porque mi gloria más crece.</div> - </div> -</div> -</div> - -<p>Debajo de estas letras había un gran lucero también de oro, con los -rayos muy grandes; y cuando le daba el sol resplandecía de manera, que -privaba de la vista a quien lo miraba.</p> - -<p>Muy bien mostraba este caballero vivir contento y alegre, según -lo daban a entender las colores de su librea y blasón, y señal de su -adarga.</p> - -<p>Venían ambos platicando, y caminando de priesa. Muza los estuvo -mirando por si acaso los pudiera conocer; mas no pudo conocerlos hasta -que estuvieron cerca: entonces fueron conocidos, que el de color -amarillo era Reduán, y vestía de aquesta suerte, porque Lindaraja, -Abencerraje, le desamaba: el otro caballero de lo rojo y verde era el -animoso Gazul, y vestía de aquesta manera, porque Lindaraja le amaba; -y los dos venían desafiados sobre quién había de quedar con la hermosa -dama.</p> - -<p>Maravillose Muza de verlos, y ellos de ver a él con aquel caballo -de las riendas y sin ningún escudero que le acompañase; y en llegando -los unos a los otros se saludaron, según su costumbre, y después el que -primero habló fue Muza, diciendo:</p> - -<p>—Por Mahoma juro, que me espanto en<span class="pagenum" -id="Page_177">p. 177</span> veros ir a los dos por este apartado -camino, y sospecho que vuestra venida no es sin causa, y recibiré gran -placer si me dais cuenta de ella.</p> - -<p>Reduán respondió:</p> - -<p>—Más razón hay de admirarnos nosotros en veros venir así solo, y -con ese caballo del diestro; y debe de ser la causa que habéis tenido -escaramuza con algún caballero cristiano y le habéis muerto, y le -quitasteis el caballo.</p> - -<p>—Yo me holgara que fuera así —respondió el afligido Muza—; mas -decidme, señor Reduán, ¿es posible que no conocéis este caballo?</p> - -<p>Reduán mirándole dijo:</p> - -<p>—Si no me engaño es de Albayaldos: suyo es de cierto. Su señor -¿dónde queda?</p> - -<p>—Pues lo preguntáis —respondió Muza—, yo os lo diré. Sabed que ayer -en el juego de sortija, habiendo corrido el maestre de Calatrava sus -tres lanzas, y ganado al mantenedor, Albayaldos entró en la plaza, y -porque el maestre mató al rey Mahomad, primo de Albayaldos, desafió -al maestre estando yo presente, y quedó que se habían de ver hoy en -la fuente del Pino, llevando Albayaldos por su padrino a Alabez, y el -maestre por el suyo a D. Manuel Ponce de León; y esta mañana fui a -palacio y no vi a Albayaldos ni a Alabez, y acordándome del desafío, -sin dar cuenta a nadie fui por la posta a la fuente del Pino, y allí vi -a los cuatro caballeros; hice todo lo posible porque no pasase adelante -el desafío, y ya lo había alcanzado del maestre; pero Albayaldos -estaba tan pertinaz, que no quiso sino proseguir la escaramuza. Alabez -y D. Manuel tenían antes de ahora comenzada<span class="pagenum" -id="Page_178">p. 178</span> una escaramuza, y por cierta ocasión no -fue fenecida, y hoy la quisieron fenecer, de suerte, que padrinos y -ahijados riñeron cruelmente, y al fin por caer de su caballo fue muy -mal herido Albayaldos, el cual vencido, al punto de su muerte dijo que -quería ser cristiano. Alabez también fue muy mal herido y vencido por -D. Manuel Ponce de León; y si no fuera por mí, allí muriera. Pedile de -merced otorgase la vida a Alabez, y fue tan noble que dejó de matarle -y me lo entregó. Yo le apreté las heridas y se vino, y entiendo que -está curándose en Arbolote. El maestre bautizó a Albayaldos, y le puso -por nombre D. Juan, y a poco rato murió llamando a Jesucristo: antes -que muriera me rogó muy encarecidamente que le diese sepultura debajo -de aquel pino, y así lo hice, y de sus armas hice un honroso trofeo, y -lo colgué encima de su sepultura. Todo esto pasa como lo he contado: -ahora hacedme placer de decirme adónde vais, por si os puedo servir en -algo.</p> - -<p>—Obligación hay —dijo Gazul— de daros cuenta de nuestra venida, pues -nos la habéis dado de este suceso, y respondiendo a estas cosas, digo -que siento en el alma la muerte de Albayaldos y las heridas de Alabez, -por ser dos caballeros en quien el rey tenía puestos los ojos por su -valor. La causa de nuestra venida es, que el señor Reduán me trae -desafiado, solo porque Lindaraja me ama y a él le aborrece, y para esto -vamos a la fuente del Pino por ser lugar apartado.</p> - -<p>Admirose el fuerte Muza del caso, miró a Reduán y le<span -class="pagenum" id="Page_179">p. 179</span> dijo:</p> - -<p>—¿Pues es posible que queráis que os ame por fuerza la dama? Nunca -forzoso amor es perfecto. De suerte que si ella quiere a otro, ¿queréis -tener escaramuza con quien no os debe nada, y dejáis la culpa sin -castigo, y ponéis la vida en contingencia de perderla? Si ella no os -quiere, buscad otra, que abundancia hay de damas, siendo vos como sois -un caballero tan estimado en el reino, así en valor de la persona, -como en bienes y linaje. Por cierto bien parecería que saliesen a -reñir cada día los caballeros más estimados por esos negocios, y se -matasen; y al tiempo de la necesidad, como cada día vemos que la hay, -por tener los cristianos a la puerta, ¿quién saldría a los rebatos y -escaramuzas? Mirad en que paró Albayaldos por no tomar mi consejo. No -paséis adelante, sino volvamos a Granada. Bien sabéis, señor Reduán, -que yo amaba a Daraja, y a los principios me hizo favores, cuantos a -hombre se le podían hacer; y sin causa, solo por su gusto me aborreció, -y puso los ojos en Zulema Abencerraje. Cuando vi de cierto que no me -quería, aunque luego lo sentí mucho, procuré olvidarla, y me consolé -considerando que no hay veletas de torres tan mudables como ellas. -¿Fuera bueno que la ingratitud que Daraja usó conmigo me lo pagara -Zulema y le matara, no teniendo culpa? Disparate fuera muy grande. En -lo que me vengo de Daraja es en no mirarla, y en hacer a mi dama mil -ofrendas en presencia de ella, y esta es mucho mayor venganza que si la -matara. Por vuestra vida, muy esforzado Reduán,<span class="pagenum" -id="Page_180">p. 180</span> que cesen todos vuestros rencores, y nos -volvamos a Granada.</p> - -<p>Con esto cesó el valiente Muza, y Reduán respondió diciendo:</p> - -<p>—Es tan grave mi tormento, y tan grande el infierno que arde en mis -entrañas, que no me deja reposar porque de noche arde en mi pecho un -mongibelo, y de día me enciende un volcán, sin cesar de abrasarme, de -modo que para mitigar el fuego en que me abraso, no aguardo sino la -acerba y cruda muerte.</p> - -<p>—Quiero preguntar, señor Reduán —dijo Muza—, qué remedio pensáis -sacar después de muerto de todos vuestros males.</p> - -<p>—Descanso —respondió Reduán.</p> - -<p>—Y sepamos —dijo Muza— si acaso en la escaramuza que pretendéis -hacer, matáis a Gazul, y averiguadamente la dama os aborrece más; y si -por haberla privado de su gusto, y por vengarse de vos, pone los ojos -en otro, ¿le habéis de matar también?</p> - -<p>—Ahora querría acabar esta escaramuza —respondió—, que después el -tiempo me dará orden a lo demás.</p> - -<p>Visto Muza que se iban, y que no había podido reducir a la razón -a Reduán, se fue con ambos, con esperanza de aplacar la escaramuza; -y tan buena priesa se dieron a caminar que en breve tiempo llegaron -a la fuente del Pino; y en parando, Muza ató al pino el caballo de -Albayaldos, y les enseñó el sepulcro, y de nuevo volvió a rogar a -Reduán que no prosiguiese en su intento, y que dejase aquella empresa -que no importaba.</p> - -<p>Reduán sin responder palabra dijo a Gazul:</p> - -<p>—Ea, robador de mi gloria, ahora estamos en parte donde se ha de -acabar de<span class="pagenum" id="Page_181">p. 181</span> perder mi -esperanza.</p> - -<p>En diciendo esto empezó a escaramucear por lo llano, y a llamar a -Gazul que viniera a la escaramuza.</p> - -<p>Gazul enfadado del arrogante contrario, como quien pretendía -privarle de todo punto de su bien, y frustrarle la esperanza que tenía -de gozar a Lindaraja, sin hacer flores de escaramucear, en un momento -se juntó con Reduán con una ardiente cólera, y se comenzaron a dar -tan terribles golpes de lanza, que era admiración. Reduán rompió a su -contrario la adarga y jaco, y le dio una pequeña herida, de la cual -salía mucha sangre.</p> - -<p>Gazul viéndose así herido a los primeros golpes, para vengarse -aguardó que Reduán se ladease con el caballo para herirle en el -descubierto; y sucedió como lo imaginó, porque Reduán quiso volver -con otro golpe, y fue rodeando para ejecutarle, y se le acercó cuanto -pudo.</p> - -<p>Luego que Gazul le vio tan cerca arremetió su caballo con tanta -presteza, que cuando Reduán entendió escaparse del encuentro, ya lo -tenía recibido, y no tuvo lugar sino de adargarse por reparar el golpe; -pero no le valió ser fina la adarga ni la jacerina, que el hierro de -la lanza lo falseó todo, y quedó Reduán mal herido, y retirándose -Gazul volvió a herir a Reduán: y él venía con su lanza enristrada, y -se encontraron tan fuertemente, que se quebraron las lanzas, y ambos -se hirieron en los pechos; y como se vieron tan cerca uno de otro, -se abrazaron, haciendo mucha fuerza para sacarse de la silla, y así -pelearon gran rato sin poder efectuar su pretensión.</p> - -<p>Los caballos, como<span class="pagenum" id="Page_182">p. 182</span> -se vieron tan juntos, alborotándose y dando relinchos, empezaron a -morderse, y empinándose, a pesar de sus señores, volvieron de ancas -para hacerse mal con las herraduras; y al tiempo de revolverse, como -estaban apretados los caballeros el uno con el otro, de necesidad -hubieron de venir ambos al suelo; pero Reduán como más fuerte se trajo -tras sí a Gazul y quedó debajo.</p> - -<p>Reduán que se vio en tanto peligro, hizo mucha fuerza con los brazos -y pechos, y afirmando los pies en el suelo, dio tales enviones, que -desechó a Gazul de encima, y se levantó luego en pie, y lo mismo hizo -Gazul, y muy presto se adargaron; y poniendo mano a sus alfanjes se -comenzaron a herir terriblemente dándose recios golpes, de suerte que -las adargas se hicieron pedazos, y quedaron muy mal heridos.</p> - -<p>El que estaba más herido era Reduán, porque tenía dos heridas de -lanza. Ambos andaban mal heridos, sin reconocerse ventaja en ninguno. -Las libreas estaban rotas por el suelo y las armas descubiertas, de -suerte que cada uno procuraba herir en las partes más flacas de las -armas, para que el golpe no fuese en balde.</p> - -<p>Los alfanjes eran damasquinos y de muy finos temples, y no tiraban -golpe que las armas no fuesen rotas y ellos heridos, y así en dos horas -que había que lidiaban, estaban tales, que no se podía esperar sino la -muerte de ambos.</p> - -<p>Reduán llevaba lo peor de la escaramuza porque, aunque es verdad -que era de más fuerza que Gazul, era más seguro, y entraba y saltaba -más a su salvo, y hería como quería Gazul,<span class="pagenum" -id="Page_183">p. 183</span> lo cual no hacía Reduán, a cuya causa -andaba tan mal herido: mas los golpes que Reduán acertaba, eran muy -desaforados.</p> - -<p>Muy mal heridos andaban los dos, y mucha sangre vertían; lo cual -visto por Muza, atendiendo que si la escaramuza pasase adelante, -aquellos dos tan buenos caballeros habían de morir, de compasión que de -ellos tuvo, se apeó de su caballo, y se fue a poner enmedio de ambos, -diciendo:</p> - -<p>—Señores caballeros, hacedme merced que no pase adelante la -escaramuza, porque si proseguís, me parece que ambos moriréis.</p> - -<p>Gazul se apartó luego, y el valeroso Reduán, aunque contra su -voluntad se hubo de apartar, considerando que Muza era hermano del -rey; y apartados los curó Muza, y apretó las heridas, y subiendo en -sus caballos, tomó Muza del diestro el de Albayaldos, y se fueron a -Arbolote; y serían las cinco de la tarde cuando llegaron, y preguntando -por Alabez, le hallaron mal herido en una cama, curado con gran -diligencia por un buen maestro que allí estaba.</p> - -<p>Luego los dos caballeros Reduán y Gazul también fueron puestos -cada uno en su cama, y curados por aquel cirujano, y los regalaron y -proveyeron de todo lo necesario. Mucho se admiró Malique Alabez viendo -a Gazul y a Reduán tan mal heridos, porque ambos eran muy grandes -amigos suyos.</p> - -<p>Ahora los dejaremos curando, y ya hechos amigos, y volveremos a -contar de Granada, y de algunas cosas que en ella sucedieron el día -siguiente que pasaron estas dos escaramuzas.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch12"> - <p><span class="pagenum" id="Page_184">p. 184</span></p> - <h2 class="nobreak">CAPÍTULO XII.</h2> - <p class="subh2h"><i>En que se da cuenta de una pendencia que los - Zegríes tuvieron con los Abencerrajes, y cómo estuvo Granada a punto - de perderse.</i></p> -</div> - -<p><span class="cap">P</span>uestos los caballeros en cura partió Muza -a Granada, llevando el caballo de Albayaldos consigo, y puesto el -sol llegó a la ciudad; y entrando por ella se rebozó con el cabo del -capellar por no ser conocido, y así llegó al Alhambra a hora que el -rey su hermano se sentaba a cenar; y apeándose, dio los caballos a uno -de la guardia, y se entró en el real aposento. El rey se maravilló de -verle venir de camino, y le preguntó dónde había estado aquel día. Muza -le dijo:</p> - -<p>—Señor, cenemos, y después os diré cosas de que os admiréis.</p> - -<p>Cenaron, que bien lo había menester Muza, y acabada la cena contó -por extenso la muerte de Albayaldos, las heridas de Alabez, y la -escaramuza de Gazul y Reduán, con lo cual fue el rey muy suspenso, y -sintió la muerte de Albayaldos; y el día siguiente se publicó por la -ciudad, y todos hicieron mucho sentimiento, y en particular su primo -Aliatar, que juró de vengar su muerte, aunque le costase la vida.</p> - -<p>Todos los caballeros fueron a darle el pésame a Aliatar; los -primeros fueron los Zegríes, Gomeles, Venegas, Mazas, Gazules, y -Bencerrajes, y otros muy principales caballeros de la corte, y a la -postre fueron Alabeces y Abencerrajes; y puestos todos en sus asientos, -como en<span class="pagenum" id="Page_185">p. 185</span> casa de un -principal caballero, después de haberle dado el pésame, se trató si -sería bueno hacer por él el debido sentimiento, como por semejantes -hombres se suele hacer.</p> - -<p>Para esto hubo grandes pareceres, porque unos decían que no, por -cuanto siendo Albayaldos moro, al tiempo de su muerte se volvió -cristiano.</p> - -<p>Los Venegas decían que no importaba eso; que sería bien que sus -deudos y amigos hiciesen sentimiento, así por los unos, como por los -otros.</p> - -<p>Los Zegríes decían que pues Albayaldos se había vuelto cristiano, -que no se holgaría Mahoma de que ellos hiciesen sentimiento, porque se -había apartado de su secta, y esto era guardar derechamente el rito del -Alcorán.</p> - -<p>Los Abencerrajes decían que el bien que se había de hacer fuera por -amor de Alá, y que si Albayaldos se había vuelto cristiano a la hora de -su muerte, que aquel secreto solo Dios lo sabía, y que no por esa causa -se dejase de hacer el debido sentimiento.</p> - -<p>Un Zegrí llamado Abenámar dijo:</p> - -<p>—O el moro moro, o el cristiano cristiano: dígolo, porque en esta -ciudad hay caballeros que cada día envían limosnas a los cautivos -cristianos que están en las mazmorras del Alhambra, y les dan de comer, -y son los caballeros que digo los Abencerrajes.</p> - -<p>—Decís verdad —dijo Abinhamad, Abencerraje—, que todos nos -preciamos de hacer bien a los cristianos y a cualquier necesitado, -porque los bienes los da el santo Alá para hacer bien por su amor; -pues los cristianos dan limosnas a los moros en nombre de Dios, y por -su amor lo hacen, y yo que he estado cautivo<span class="pagenum" -id="Page_186">p. 186</span> lo sé, porque las he visto dar, y a mí me -han hecho bien; y en reconocimiento de esto yo y mis parientes hacemos -la limosna que podemos a los cautivos cristianos, que por ventura lo -estaremos nosotros algún día. Y a cualquier caballero que le pareciere -mal, es muy ruin, y siente poco de caridad; y tóquele a quien le -tocare: cualquiera que dijere que hacer limosna a quien la pide no es -bueno, miente, y lo sustentaré.</p> - -<p>El valeroso Zegrí, ardiendo en saña, por verse desmentido, sin -responder alzó la mano para herirle en el rostro al Abencerraje, el -cual reparó el golpe en el brazo izquierdo; pero no fue tan bueno el -reparo, que por eso dejase el Zegrí de alcanzarle en el rostro con las -yemas de los dedos, de lo cual se sintió el Abencerraje, y rabioso -como un león hircano, en viva cólera ardiendo, puso mano a la daga, -y antes que se moviera un paso el Zegrí, le dio dos puñaladas, ambas -penetrantes: al momento cayó muerto a los pies del Abencerraje.</p> - -<p>Otro caballero Zegrí embistió al Abencerraje para herirle con un -puñal; pero no pudo, porque con gran presteza le asió del brazo derecho -el Abencerraje, de modo que el Zegrí no pudo hacer lo que pretendía, y -el animoso y esforzado Abencerraje le dio una herida en el estómago, -con la cual cayó muerto.</p> - -<p>Los Zegríes que allí había, que eran más de veinte, pusieron mano a -las armas, diciendo:</p> - -<p>—Mueran los traidores Abencerrajes.</p> - -<p>Los Abencerrajes se pusieron en defensa. Los Gomeles fueron en -favor de los Zegríes, y serían más de veinte,<span class="pagenum" -id="Page_187">p. 187</span> y con ellos otros tantos Mazas.</p> - -<p>Lo cual visto por los Alabeces y Venegas, fueron en favor de los -Abencerrajes, y entre estos seis linajes de caballeros se comenzó una -revuelta brava y reñida, que en muy poco tiempo fueron otros cinco -Zegríes muertos y tres Gomeles, y dos de los Mazas, y en estos tres -linajes hubo catorce heridos. De los Abencerrajes no hubo muerto, mas -hubo diez y siete heridos: a uno le cortaron un brazo a cercén. De los -Alabeces murieron tres, y hubo ocho muy mal heridos. Algunos Venegas -salieron heridos, y dos muertos. Mucho mayor fuera la desgracia, si -Aliatar y otros caballeros no se pusieran enmedio; y algunos de los que -ponían paz salieron heridos.</p> - -<p>Con esta riña, que parecía hundirse Granada, salieron todos a la -calle continuando su pendencia; pero como los moros que ponían paz eran -muchos, y de mucho valor, que eran Sarracinos, Bencerrajes, Gazules, -Almohades y Almoradís, tanto hicieron que los pusieron en paz, aunque -con dificultad, porque los de la pendencia eran muchos, y había muertos -de por medio.</p> - -<p>El rey Chico fue avisado de lo que pasaba, y salió del Alhambra, y -fue adonde era la cuestión, y aún no estaba de todo punto el negocio -acabado. Los caballeros de la pendencia, así como reconocieron al rey, -se apartaron, y se fue cada uno por su parte.</p> - -<p>Hecha la averiguación del caso, mandó prender a los caballeros -Abencerrajes, les dio por cárcel la Torre de Comares, y a los Zegríes -mandó poner en las Torres-Bermejas, a los Gomeles en la Alcazaba,<span -class="pagenum" id="Page_188">p. 188</span> a los Mazas en el castillo -de Bibatambién, a los Alabeces en la casa y palacio de Generalife, y -los Venegas en una torre fuerte de los Alijares; y el rey muy enojado -se subió al Alhambra, diciendo:</p> - -<p>—Por Mahoma juro, y por mi corona, que he de apaciguar estos bandos, -con quitar seis cabezas a cada linaje.</p> - -<p>Los caballeros que le iban acompañando le suplicaron que no hiciese -tal, porque eran la mapa de la ciudad, y todos bien emparentados; y si -hacía cualquier castigo, se alborotaría la ciudad, y aun todo el reino, -y habría un escándalo, que quisiese luego remediarlo, y no pudiese; -que lo mejor sería hacerlos amigos, a cuyo trabajo y cuidado ellos se -obligaban.</p> - -<p>Finalmente, aplacado algún tanto el rey con lo que dijeron los -caballeros, les encargó que hiciesen con brevedad las amistades.</p> - -<p>Hicieron tanta diligencia los Aliatares, Bencerrajes y Almoradís, -que en espacio de cuatro días todos los caballeros que riñeron, fueron -amigos, y las muertes perdonadas, llevando las justicias gran cantidad -de dinero para la Cámara real.</p> - -<p>Esto pasado soltaron a los presos, cuando los Zegríes muy lastimados -apellidaron entre ellos venganza de tanto daño y deshonra, y para -contrastarla, se juntaron un día todos los Zegríes y Gomeles en un -jardín muy deleitoso de una huerta junto a Darro, y después de haber -comido todos a una mesa, estando sentados por su orden, un caballero -Zegrí, a quien los demás respetaban por mayor y cabeza de ellos, -hermano de aquel Zegrí que mató Alabez en el juego de cañas, comenzó -a hablar, mostrando<span class="pagenum" id="Page_189">p. 189</span> -grande tristeza, y a decir así:</p> - -<p>—Valerosos caballeros Zegríes, deudos y amigos míos, y vosotros los -Gomeles, advertid lo que quiero deciros con lágrimas de sangre. Ya -sabéis en cuánto se debe estimar la honra; cuánto cuesta conservarla, -y que en un instante se pierde; y una vez perdida, no se cobra jamás: -dígolo, porque en Granada nosotros los Zegríes, y vosotros los -Gomeles, estamos puestos en el trono y alteza que podemos desear: el -rey nos estima, la ciudad nos ama, riquezas tenemos abundantemente, -y estos caballeros mestizos Abencerrajes procuran quitarnos el honor -y abatirnos, y nos han muerto a mi hermano, y otros tres o cuatro -deudos, y asimismo de los caballeros Gomeles, haciendo de nosotros -infame menosprecio. Todo esto pide entera venganza; porque si no la -procuramos presto, harán los Abencerrajes que no seamos nada, y que -nadie nos estime; y para el reparo es menester, por todas las vías y -modos que se pudiere, que busquemos cómo seamos vengados, y nuestros -enemigos aniquilados y destruidos, porque nos quedemos en nuestra honra -permanecientes. No se puede hacer por fuerza de armas, respecto que el -rey puede proceder contra nosotros; pero tengo imaginado un buen medio, -aunque no es a ley de caballeros, sino para vengarnos de nuestros -enemigos.</p> - -<p>Un caballero de los Gomeles respondió:</p> - -<p>—Señor Zegrí Mahomad, ordenad lo que conviene, que aquí os -seguiremos.</p> - -<p>—Pues sabed —dijo el Zegrí— que he determinado poner mal a los -Abencerrajes con el<span class="pagenum" id="Page_190">p. 190</span> -rey, de modo que ninguno viva, diciendo que Albid Hamete, cabeza de -ellos, cometió adulterio con la reina; y he de atestiguar con vosotros, -y habéis de decir que es verdad lo que yo digo, y que a quien nos -contradijere, se lo daremos a entender; y que los Abencerrajes le -pretenden matar y quitar el reino, y con esto sin duda que el rey los -mandará degollar a todos; y dejadme el cargo, que yo daré la orden para -ello. Este es mi pensamiento, amigos y parientes, ahora dadme vuestro -parecer, y sea con secreto, porque ya veis lo que importa.</p> - -<p>Acabando el Zegrí su diabólica y mal pensada razón, todos dijeron -a una que estaba bien acordado, y que se hiciese así, que todos -favorecerían su intención. Luego fueron señalados dos caballeros de -los Gomeles para que el Zegrí y ellos propusiesen el caso delante del -rey.</p> - -<p>Acabada de tratar esta tan insolente traición, fueron a la ciudad, -donde estuvieron con su dañado pensamiento aguardando tiempo y lugar -para ponerlo en ejecución; y así los dejaremos a ellos, y volveremos al -moro Aliatar, que estaba enojado por lo que en su casa había sucedido, -y triste por la muerte de su primo Albayaldos, y juró de vengar su -muerte, y propuso de ir a buscar al maestre para matarle; si pudiese; -y para esto no quiso dilatar más su deseo, sino luego se puso un jaco -acerado sobre un estofado jubón, y una marlota leonada sin guarnición, -y púsose un acerado casco, sobre él un bonete leonado, y en él un -penacho negro.</p> - -<p>Trajéronle un caballo enjaezado de negro, lanza<span -class="pagenum" id="Page_191">p. 191</span> y adarga negra, sin otra -señal ni divisa; salió tan gallardo y brioso, que pocos le igualaron -en la ciudad, y llegando a la plaza nueva, vino bajando el camino de -Antequera para buscar al maestre, o a otros cristianos en quien vengar -la muerte de su primo Albayaldos.</p> - -<p>Habiendo pasado de Loja vio un escuadrón de cristianos, que venía -para entrar en la Vega, los cuales traían un pendón blanco y una señal -roja, la cual era la cruz de Santiago, y por capitán de esta gente -venía el maestre de Calatrava, que ya estaba sano de sus heridas por -haberlas curado con precioso bálsamo.</p> - -<p>Aliatar conoció ser aquesta señal del maestre, porque él le había -visto muchas veces en la Vega; y arrimándose al escuadrón, dijo en voz -alta:</p> - -<p>—¿Por ventura viene aquí el maestre de Calatrava?</p> - -<p>El maestre que esto oyó, se adelantó de su gente, y le dijo al -moro:</p> - -<p>—¿Para qué preguntas por él?</p> - -<p>—Quería hablarle —dijo el moro.</p> - -<p>—Si no es para más, yo soy, decid lo que queréis.</p> - -<p>Aliatar mirando al maestre le conoció luego en la cruz, y -arrimándose a él sin ningún temor y sin saludarle, le dijo:</p> - -<p>—Maestre esforzado, con razón os podéis llamar el caballero -más dichoso del mundo, pues habéis alcanzado victoria de tantos y -tan buenos caballeros, y más con la que alcanzasteis de mi primo -Albayaldos, gloria y espejo de todos los caballeros de Granada, que es -tanto el sentimiento mío, que muero en pensarlo. Mi venida es en busca -vuestra para vengar la muerte de mi primo, acudiendo a la obligación -que tengo; y pues os he<span class="pagenum" id="Page_192">p. -192</span> topado, holgaré cumpláis mi deseo; y si muriere en la -escaramuza, partiré consolado, por morir a manos de tan principal -caballero, y por hacer compañía a mi amado primo.</p> - -<p>A lo cual respondió el maestre:</p> - -<p>—Holgárame, Aliatar, que ya que me habéis topado habiéndome buscado, -que fuera para cosa que yo os pudiera servir, que juro como caballero, -que en mí tendréis eterna amistad, y me holgaría que no hiciésemos -escaramuza, porque vuestro primo hizo el deber como caballero; quiso -Dios llevárselo al cielo, porque al tiempo de su muerte le conoció, y -pidió el agua del bautismo, y se volvió cristiano: ¡Dichoso él, pues -goza de Dios! Por eso no querría que tuviésemos escaramuza sin haber -para qué, sino ved si os puedo servir en algo, que lo haré por vos.</p> - -<p>—En mucho estimo la merced que me hacéis, señor maestre —respondió -Aliatar—: por ahora no se me ofrece cosa en que me la hagáis, sino que -me clama la sangre de mi primo Albayaldos, y querría que no dilatásemos -la escaramuza; asimismo quisiera me aseguréis que de los vuestros no -seré ofendido, sino que solo con vos he de lidiar.</p> - -<p>—Mucho me holgara —dijo el maestre— que no pasarais adelante con -vuestro intento; pero pues esta es vuestra voluntad, hágase lo que -queréis. En lo que pedís, que no seáis ofendido de los míos, yo os doy -seguro de ello.</p> - -<p>Diciendo esto alzó las manos a su gente, haciendo señal que se -retirasen de allí, y esta era bastante señal de seguro.</p> - -<p>La gente luego se retiró; lo cual visto por el moro, dijo al -maestre:</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_193">p. 193</span>—Ea, caballero, -ya es tiempo de comenzar nuestra escaramuza, y diciendo esto movió su -caballo a media rienda, escaramuceando con gracia.</p> - -<p>El maestre, hecha la señal de la cruz, alzó los ojos al cielo -diciendo:</p> - -<p>—Por vuestra Santísima Pasión, Señor mío Jesucristo, que me deis -victoria contra este pagano.</p> - -<p>Y diciendo esto, con bravo ánimo arremetió su caballo por el campo, -escaramuceando contra el moro; y aunque no estaba sano de las heridas -que le dio Albayaldos, y le impedían para pelear, su gallardo ánimo -suplía los defectos de sus heridas, y notando la braveza de Aliatar, -su denuedo y ligereza de escaramucear, dijo entre sí: «Conviene andar -cuidadoso porque este moro no alcance victoria, lo cual no permita -Dios»; y diciendo esto sosegó su caballo, viniéndose despacio, y los -ojos puestos siempre en su enemigo para ver lo que haría.</p> - -<p>El moro que vio andar así al maestre, no sabiendo la causa, se le -fue acercando para hacerle algún daño; y estando cerca de él, confiado -en el valor de su brazo, enderezó para dar el golpe, entendiendo que -el maestre no estaría en el caso advertido; y levantándose sobre -los estribos le arrojó la lanza con tanto ímpetu, que el hierro y -banderilla iban rechinando por el aire.</p> - -<p>El maestre que vio desembrazar la lanza con tan gran violencia, y -que el asta venía crujiendo por el aire, con gran presteza arremetió su -caballo y se apartó hacia un lado, hurtándole el cuerpo, de modo que -pasó por delante, y se clavó en la tierra sin hacer efecto.</p> - -<p>Habiéndose<span class="pagenum" id="Page_194">p. 194</span> el -maestre apartado con tal presteza, y cual halcón suele asaltar a los -astutos gorriones, arremetió al moro para herirle; el cual no osó -aguardar, porque le vio venir con violencia, y revolviendo el caballo -fue adonde estaba clavada la lanza; y llegando tiró de ella y la sacó -del suelo con una presteza admirable; y revolviendo para herir al -maestre, le vio tan cerca de sí, que le venía a los alcances, que no -se pudo hacer otra cosa sino embestirse el uno al otro, y diéronse dos -grandes encuentros.</p> - -<p>El moro dio a su contrario en el escudo y se lo falseó, y le hirió -en el pecho de una mala herida. El golpe que el maestre dio fue muy -bravo, porque rompió la adarga del moro, aunque era muy fuerte, y -el jaco acerado, y le hizo una mala herida por la cual salía mucha -sangre.</p> - -<p>Bien sintió el moro que estaba mal herido, pero no por eso mostró -punto de desmayo, antes con más ánimo arremetió al maestre, blandeando -la lanza como si fuera un junco.</p> - -<p>El maestre usó de maña con él, que al tiempo que se hubieron de -encontrar los dos, ladeó un poco su caballo, de suerte que le dio -Aliatar en la adarga al soslayo, y aunque la rompió no entró el hierro -en la carne. El maestre le dio de través en lo descubierto, y le hizo -una mala herida.</p> - -<p>El moro, encendido en ira rabiosa, casi desesperado, arremetió al -maestre para herirle, pero guardábase de los golpes con gran ligereza. -Y visto por el moro la grande destreza del maestre, maravillado detuvo -su caballo y le dijo:</p> - -<p>—Cristiano caballero, si queréis, y es vuestro<span class="pagenum" -id="Page_195">p. 195</span> gusto, fenezcamos nuestra escaramuza a pie -pues ha gran tiempo que combatimos a caballo.</p> - -<p>El maestre dijo que le placía, y se alegró, porque era grande la -destreza que tenía a pie; y así se apearon los dos fuertes guerreros, y -embrazando sus escudos, con las armas en las manos se acometieron con -tanta fortaleza, como dos bravos leones; pero poco le valió al moro su -braveza, que tenía poderoso enemigo.</p> - -<p>Heríanse por todas partes, procurando cada uno dar la muerte a su -contrario, y así andaban los dos muy encarnizados: llevaba el moro -lo peor, aunque no lo sentía, porque de dos heridas destilaba mucha -sangre, y tanta, que donde Aliatar ponía los pies quedaba rastro; mas -como era el moro valiente, y de tan animoso corazón, no lo sentía, y -así se mantenía en su escaramuza.</p> - -<p>A esta sazón tiró el maestre un revés a su enemigo, y le cortó la -adarga como si fuera de seda; lo cual visto por el moro lo sintió, y -muy sañudo dio un golpe al maestre por encima de su escudo, que parte -de él vino al suelo; y como el maestre lo alzó por defender la cabeza, -la punta del alfanje alcanzó con tal valor, que el acerado casco del -maestre fue roto, y quedó herido en la cabeza: la herida no fue grande, -respecto que el alfanje le tocó por los extremos, pero salíale tanta -sangre que le bañaba los ojos, de modo que le turbaba; y si a la sazón -el moro no anduviera tan debilitado por la falta de sangre, el maestre -corría peligro, porque como el moro vio tanta sangre por el rostro -del maestre, cobró<span class="pagenum" id="Page_196">p. 196</span> -ánimo, y comenzó a herirle bravamente; mas como estaba desangrado, no -pudo acometer al maestre como quisiera ni mostrar su valor: con todo -eso ponía en aprieto al maestre, el cual como se vio tan perseguido -del moro, y que tanta sangre le salía de la herida de la cabeza, de -todo punto enojado, poniendo la vida en mucho riesgo, cubierto lo mejor -que pudo con la parte de escudo que le quedaba, acometió a Aliatar, -llevando su espada de punta.</p> - -<p>El moro que le vio venir no le rehusó que también le embistió, -pensando con aquel golpe fenecer la escaramuza. El maestre le hirió -de punta al moro con gran furia, de suerte que la espada entró hasta -lo más escondido de sus entrañas; mas no pudo hacer tan a su salvo el -maestre esta herida, que él no quedase mal herido de otra en la cabeza; -de tal suerte, que aturdido vino al suelo, derramando mucha sangre.</p> - -<p>El moro que vio al maestre en tierra y cubierto de sangre, entendió -que era muerto, y fue para cortarle la cabeza; pero cuando se movió -para ello cayó en tierra muerto, a causa de haberle pasado las -entrañas.</p> - -<p>A esta sazón el maestre volvió en sí, y viéndose puesto en tal -estado, receloso que el moro viniese sobre él, con presteza se -levantó, y mirando a Aliatar le vio tendido en el suelo que no se -movía: entonces se hincó de rodillas, y dio muchas gracias a Dios por -la victoria, y levantándose se fue al moro y le cortó la cabeza y la -arrojó en el campo.</p> - -<p>Luego tocó la corneta, y al sonido vino su gente, y vista la -victoria se holgaron; y como<span class="pagenum" id="Page_197">p. -197</span> le hallaron tan mal herido les pesó mucho, y cogiendo los -caballos le dieron el suyo al maestre, y el del moro cogieron de la -rienda, y la cabeza de Aliatar puesta en el pretal, despojado el cuerpo -de ropas y armas, se fueron para curar al maestre, el cual quedó de -esta escaramuza con mucha honra; y por ella se hizo aquel antiguo -romance que dice así:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">De Granada sale el moro</p> - <p class="i0">que Aliatar era llamado,</p> - <p class="i0">primo hermano del valiente</p> - <p class="i0">y esforzado Albayaldos;</p> - <p class="i2">Aquel que mató el maestre</p> - <p class="i0">en el campo peleando.</p> - <p class="i0">Sale a caballo este moro</p> - <p class="i0">de finas armas armado,</p> - <p class="i2">Sobre ellas una marlota</p> - <p class="i0">de damasco leonado;</p> - <p class="i0">leonado era el bonete,</p> - <p class="i0">negro el plumaje azulado.</p> - <p class="i2">La lanza también es negra,</p> - <p class="i0">adarga negra ha tomado;</p> - <p class="i0">también el caballo es negro,</p> - <p class="i0">de valor muy estimado.</p> - <p class="i2">No es potro de pocos días,</p> - <p class="i0">de diez años ha pasado;</p> - <p class="i0">tres cristianos se lo cuidan,</p> - <p class="i0">y él mismo les da recado.</p> - <p class="i2">Sobre tal caballo el moro</p> - <p class="i0">se sale muy enojado;</p> - <p class="i0">llegando a la plaza nueva</p> - <p class="i0">hacia Darro no ha mirado,</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_198">p. 198</span>Aunque pasó por la puerta,</p> - <p class="i0">según va encolerizado;</p> - <p class="i0">sale por la puerta Elvira</p> - <p class="i0">y por la Vega se ha entrado.</p> - <p class="i2">Camino va de Antequera</p> - <p class="i0">en Albayaldos pensando,</p> - <p class="i0">topar desea al maestre</p> - <p class="i0">para vengarse a su salvo;</p> - <p class="i2">Y en llegando junto a Loja</p> - <p class="i0">un escuadrón ha encontrado;</p> - <p class="i0">todo es de lucida gente,</p> - <p class="i0">por señas un pendón blanco,</p> - <p class="i2">En medio una cruz roja</p> - <p class="i0">del Apóstol Santiago.</p> - <p class="i0">Llegándose al escuadrón</p> - <p class="i0">sin temor ha preguntado,</p> - <p class="i2">«Si venía allí el maestre</p> - <p class="i0">que D. Rodrigo es llamado.»</p> - <p class="i0">El maestre allí venía,</p> - <p class="i0">de su gente se ha apartado,</p> - <p class="i2">Y dijo: «¿Qué buscas, moro?</p> - <p class="i0">Yo soy el que has demandado.»</p> - <p class="i0">Conócele luego el moro</p> - <p class="i0">por la cruz que trae al lado,</p> - <p class="i2">Y también en el escudo</p> - <p class="i0">que lo tiene acostumbrado:</p> - <p class="i0">«Dios te guarde, buen maestre,</p> - <p class="i0">buen caballero estimado:</p> - <p class="i2">Sabrás que soy Aliatar,</p> - <p class="i0">de Albayaldos primo hermano,</p> - <p class="i0">a quien tú diste la muerte,</p> - <p class="i0">y le volviste cristiano;</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_199">p. 199</span>Y ahora soy yo venido</p> - <p class="i0">solamente por vengarlo:</p> - <p class="i0">apercíbete a batalla,</p> - <p class="i0">que aquí te aguardo en el campo.»</p> - <p class="i2">El maestre que esto oyó,</p> - <p class="i0">no quiso más dilatarlo:</p> - <p class="i0">vase el uno para el otro,</p> - <p class="i0">muy grande esfuerzo mostrando.</p> - <p class="i2">Dábanse grandes heridas</p> - <p class="i0">reciamente peleando:</p> - <p class="i0">el maestre es valeroso,</p> - <p class="i0">el moro no le ha durado.</p> - <p class="i2">Finalmente le mató</p> - <p class="i0">como varón esforzado;</p> - <p class="i0">cortárale la cabeza,</p> - <p class="i0">y en el pretal la ha colgado.</p> - <p class="i2">Volviose para su gente</p> - <p class="i0">muy malamente llagado,</p> - <p class="i0">y su gente le llevó</p> - <p class="i0">donde fue muy bien curado.</p> -</div> - -<p>A cuatro días que pasó esta escaramuza, se supo en Granada como -Aliatar murió a manos del maestre, lo cual sintió mucho el rey, viendo -que en tan poco tiempo le había muerto dos tan buenos caballeros, como -eran Aliatar y Albayaldos.</p> - -<p>También lo sentían todos los caballeros, y la alegría de los días -pasados se volvió en tristeza y pesar por la muerte de estos dos tan -principales; lo cual visto por el rey, acordó con su consejo, que se -volviesen a alegrar, y ordenose que todos los caballeros que jugaron -en la sortija pasada, se casasen con las damas; que se hiciese sarao -público,<span class="pagenum" id="Page_200">p. 200</span> y se cantase -y danzase la zambra, que es fiesta entre moros muy estimada, y que se -corriesen toros, y hubiese juego de cañas. Y para esto dio el rey orden -al valeroso y valiente Muza, el cual se encargó de hacer las cuadrillas -del juego, y de hacer traer los toros.</p> - -<p>Grande contento sintieron los caballeros mancebos que tenían damas; -y así toda la ciudad tuvo tanta alegría como de antes, y aun más, -porque luego los caballeros comenzaron a ordenar juegos y máscaras de -noche por las calles, mandando poner grandes hogueras y luminarias por -toda la ciudad, de suerte que la noche parecía día.</p> - -<p>Será bueno decir quiénes fueron los caballeros y damas que se -casaron.</p> - -<p>El fuerte Sarracino con la linda Galiana; Abindarráez con la hermosa -Jarifa; Abenámar con Fátima; Malique Alabez con la linda Cobaida, que -ya le habían traído de Arbolote, y estaba de todo punto sano de sus -penetrantes heridas; Azarque con Arbolaya; un caballero Almoradí con -la bella Sarracina; un caballero Abencerraje con Celima: todos estos -caballeros y damas nombradas fueron casados en la misma sala real, en -la cual hubo dos meses de fiesta y zambra.</p> - -<p>Como los caballeros y damas ya nombradas era toda gente principal, -y la flor de la ciudad de Granada, se hicieron grandísimos gastos, así -en comidas, como en ricas ropas, oros y sedas; de manera que la ciudad -estaba en esta sazón la más rica y opulenta, y más alegre y regocijada -que había estado en ningún tiempo.</p> - -<p>Fuera gran bien para los moradores de la ciudad y para todo<span -class="pagenum" id="Page_201">p. 201</span> el reino, que siempre -estuvieran en tranquilidad y concordia; pero como la rueda de la -fortuna es mudable, presto volvió lo de arriba abajo, y dio con todo -en el suelo, convirtiendo tantos placeres y regocijos en tristes -llantos, como adelante diremos.</p> - -<p>Muza, como hombre a quien habían hecho cargo de las fiestas, presto -concertó las cuadrillas del juego, tomándose él un puesto con treinta -caballeros Abencerrajes, y dando el otro puesto a un caballero Zegrí, -hermano de Fátima, mancebo de valor; y este señaló otros treinta -Zegríes, deudos suyos, para el juego, el cual había de ser en la plaza -de Vivarrambla, donde se habían de correr los toros; y traídos un -día señalado, los corrieron con mucha alegría de toda la ciudad, en -presencia del rey y la reina, y de toda la corte. Congregáronse de la -ciudad y forasteros mucha gente a la fama de las fiestas reales.</p> - -<p>Ya se habían corrido cuatro toros muy bravos, y el quinto estaba en -la plaza, cuando entró por ella un caballero en un lucido caballo; la -marlota y capellar eran verdes, como quien vivía con esperanza, las -plumas verdes con argentería de oro. Con él salieron seis con la misma -divisa de su librea, y cada uno con un rejón negro en la mano, y unas -listas de plata.</p> - -<p>Grande contento dio el caballero a todos los que estaban mirando las -fiestas, y más a la hermosa Lindaraja, porque luego conoció a Gazul, -que ya estaba sano de las heridas que le dio Reduán en la escaramuza -que tuvieron los dos.</p> - -<p>Reduán no quiso estar en las fiestas aquel día, por los -desdenes<span class="pagenum" id="Page_202">p. 202</span> que le hacía -Lindaraja; y por no verla, y por no traer a la memoria sus penas, se -salió aquel día armado, por si encontraba algún cristiano con quien -pelear.</p> - -<p>Pues como Gazul entró tan gallardo, y vio que todo el vulgo le -miraba, se puso enmedio de la plaza, y aguardó que el toro viniese -por aquella parte; el cual no tardó mucho, que habiendo muerto cinco -hombres, y atropellado más de cincuenta, llegó, y así como vio el -caballo, arremetió para herirle.</p> - -<p>Gazul le aguardó, y al tiempo que el toro quiso dar su golpe, le -clavó un rejonazo tan cruel por medio de los hombros, que contra su -gusto cayó en tierra, y no hirió al caballo. Sentía tanto dolor el -lastimado toro, que puestos los pies y manos hacia arriba, se revolcaba -en su sangre, dando unos bramidos espantables.</p> - -<p>Admirado quedó el rey y toda la corte de ver la venturosa suerte de -Gazul, y qué brevemente había quitado la fuerza y brío a un animal tan -feroz.</p> - -<p>Con mucho contento estaba Gazul, lidiando los toros que se corrían, -aguardándolos hasta llegar muy cerca, y después los lastimaba con el -rejón de tal suerte, que no volvían más a él; y porque aquel día lo -hizo tan bien el invencible Gazul, se dijo este</p> - -<p class="centra mt15">ROMANCE.</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Estando toda la corte</p> - <p class="i0">de Abdalí, rey de Granada,</p> - <p class="i0">haciendo una rica fiesta,</p> - <p class="i0">habiendo hecho la zambra,</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_203">p. 203</span>Por respeto de unas bodas</p> - <p class="i0">de gran nombradía y fama,</p> - <p class="i0">por las cuales corren toros</p> - <p class="i0">en la plaza Vivarrambla.</p> - <p class="i2">Estando corriendo un toro,</p> - <p class="i0">que su braveza espantaba,</p> - <p class="i0">se presentó un caballero</p> - <p class="i0">sobre un caballo en la plaza,</p> - <p class="i2">Con una marlota verde,</p> - <p class="i0">de damasco bandeada,</p> - <p class="i0">y el capellar de lo mismo,</p> - <p class="i0">muestra color de esperanza.</p> - <p class="i2">Plumas verdes, y el bonete</p> - <p class="i0">parece de una esmeralda;</p> - <p class="i0">seis criados van con él,</p> - <p class="i0">que le sirven y acompañan,</p> - <p class="i2">Vestidos también de verde,</p> - <p class="i0">porque su señor lo manda,</p> - <p class="i0">como aquel que en sus amores</p> - <p class="i0">esperanza lleva larga.</p> - <p class="i2">Un rejón fuerte y agudo</p> - <p class="i0">cada criado llevaba;</p> - <p class="i0">de color negro eran todos,</p> - <p class="i0">y bandeados de plata.</p> - <p class="i2">Conocen al caballero</p> - <p class="i0">por su presencia bizarra,</p> - <p class="i0">que era el muy fuerte Gazul,</p> - <p class="i0">caballero de gran fama,</p> - <p class="i2">El cual con gentil donaire</p> - <p class="i0">se puso enmedio la plaza</p> - <p class="i0">con un rejón en la mano,</p> - <p class="i0">que al gran Marte semejaba,</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_204">p. 204</span>Y con ánimo invencible</p> - <p class="i0">al fuerte toro aguardaba.</p> - <p class="i0">El toro cuando le vio,</p> - <p class="i0">al cielo tierra arrojaba</p> - <p class="i2">Con las manos y los pies,</p> - <p class="i0">cosa que gran temor daba;</p> - <p class="i0">y después con gran furor</p> - <p class="i0">hacia el caballo arrancaba</p> - <p class="i2">Por herirle con sus cuernos,</p> - <p class="i0">que como alesnas llevaba;</p> - <p class="i0">mas el valiente Gazul</p> - <p class="i0">su caballo bien guardaba,</p> - <p class="i0">porque con el rejón duro</p> - <p class="i0">con presteza no pensada</p> - <p class="i2">Al bravo toro hiriera</p> - <p class="i0">por entre espalda y espalda:</p> - <p class="i0">el toro muy mal herido</p> - <p class="i0">con sangre la tierra baña,</p> - <p class="i2">Quedando en ella tendido</p> - <p class="i0">su braveza aniquilada.</p> - <p class="i0">La corte toda se admira</p> - <p class="i0">en ver aquella hazaña,</p> - <p class="i2">Y dicen que el caballero</p> - <p class="i0">es de fuerza aventajada;</p> - <p class="i0">el cual corridos los toros,</p> - <p class="i0">el Coso desembaraza.</p> - <p class="i2">Haciendo mesura al rey,</p> - <p class="i0">y a Lindaraja su dama;</p> - <p class="i0">lo mismo hizo a la reina,</p> - <p class="i0">y a las damas que allí estaban.</p> -</div> - -<p>Volviendo al propósito, el fuerte Gazul corrió los demás toros que -quedaban, en compañía<span class="pagenum" id="Page_205">p. 205</span> -de otros caballeros que los corrían; y no quedando ya ningún toro, -hecho el acatamiento debido al rey y a la reina, y a las damas, y -en particular a Lindaraja, se salió de la plaza, quedando todos muy -contentos en haber visto su hazaña. Luego se tornó a montar para que -entrase el juego de cañas.</p> - -<p>Los caballeros del juego se fueron a aderezar, y no tardó mucho que -al son de militares trompetas entró el valeroso Muza con su cuadrilla, -con tanta bizarría, gala y gentileza, que no había más que ver.</p> - -<p>Toda la librea era blanca y azul con griones y bandas pajizas, -plumas encarnadas y blancas, con mucha argentería de oro; por divisa -en las adargas un salvaje, que con un bastón deshacía un mundo. Esta -divisa era de los bravos Abencerrajes muy usada, con una letra a los -pies del salvaje, que decía así:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> - <div class="stanza"> - <div class="verse indent2">Abencerrajes levanten</div> - <div class="verse indent0">hoy sus plumas hasta el cielo,</div> - <div class="verse indent0">pues las famas en el suelo</div> - <div class="verse indent0">con la fortuna combaten.</div> - </div> -</div> -</div> - -<p>De esta forma entró el granadino Muza muy gallardo y bizarro con -toda su cuadrilla, que eran treinta Abencerrajes, todos caballeros -de mucho valor. En entrando hicieron todos un concertado caracol, -escaramuceando unos con otros, y al cabo se pusieron cada uno en su -puesto.</p> - -<p>Luego el bando de los Zegríes entró muy gallardo, y no menos vistoso -que los Abencerrajes: su librea era verde y morada, cuarteada de color -de hojaldre muy vistosa.</p> - -<p>Venían en yeguas bayas muy ligeras: los pendones de las lanzas -eran<span class="pagenum" id="Page_206">p. 206</span> verdes y -morados; y si los Abencerrajes hicieron buena entrada y caracol -vistoso, no la hicieron menos los bravos Zegríes. Traían por divisa en -las adargas unos alfanjes sangrientos con una letra que decía así:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> - <div class="stanza"> - <div class="verse indent2">Alá no quiere que al cielo</div> - <div class="verse indent0">hoy suba ninguna pluma,</div> - <div class="verse indent0">sino que se hunda y suma</div> - <div class="verse indent0">con el acero en el suelo.</div> - </div> -</div> -</div> - -<p>Habiendo hecho su caracol muy gallardamente, tomaron su puesto, y al -punto los dos bandos se apercibieron de cañas para el juego.</p> - -<p>El rey, que ya tenía vistas las letras y divisas de los caballeros, -entendió por ellas el rencor que tenían; y porque no resultase algún -escándalo en tiempo de tantos regocijos y fiestas, luego se quitó de -los miradores, y acompañado de todos los grandes de su corte bajó a la -plaza antes que se comenzasen las cañas, que no fue poco importante su -asistencia.</p> - -<p>Puesto a un lado mandó que jugasen, y al son de los añafiles y -chirimías se comenzaron a jugar las cañas, hechas cuatro cuadrillas. -Las cañas se jugaron sin haber desconcierto alguno, aunque lo -hubiera muy grande, si el rey no descendiera a la plaza, porque los -Zegríes venían de mano armada contra los Abencerrajes, los cuales, -escarmentados de la pasada, estaban apercibidos para lo que se -ofreciera; pero con la presencia del rey que estaba con ellos, no -ejecutaron su intento los Zegríes.</p> - -<p>Habiendo visto los moros de los bandos contrarios al rey, -estuvieron con mucha concordia, y se acabaron<span class="pagenum" -id="Page_207">p. 207</span> las fiestas de aquel día sin pesadumbre y -con mucho gusto, que no fue pequeño misterio.</p> - -<p>Y por estas fiestas de toros y juego de cañas se hizo el -siguiente</p> - -<p class="centra mt15">ROMANCE.</p> - -<div class="poem ml7 mb1 mt1"> - <p class="i2">Con más de treinta en cuadrilla,</p> - <p class="i0">hijosdalgo Abencerrajes,</p> - <p class="i0">sale el valeroso Muza</p> - <p class="i0">a Vivarrambla una tarde;</p> - <p class="i2">Por mandado de su rey</p> - <p class="i0">a jugar cañas se sale,</p> - <p class="i0">de blanco, azul y pajizo,</p> - <p class="i0">con encarnados plumajes;</p> - <p class="i2">Y para que se conozcan</p> - <p class="i0">en cada adarga un salvaje,</p> - <p class="i0">acostumbrada divisa</p> - <p class="i0">de moros Abencerrajes,</p> - <p class="i2">Con un letrero que dice:</p> - <p class="i0">Abencerrajes levanten</p> - <p class="i0">hoy sus plumas hasta el cielo;</p> - <p class="i0">pues de ellas visten las aves.</p> - <p class="i2">Y en otra cuadrilla vienen</p> - <p class="i0">atravesando una calle</p> - <p class="i0">los valerosos Zegríes,</p> - <p class="i0">con libreas muy galanes.</p> - <p class="i2">Todos de morado y verde,</p> - <p class="i0">marlotas y capellares,</p> - <p class="i0">en mil jaqueles gualdados</p> - <p class="i0">de plata los acicates.</p> - <p class="i2">Sobre yeguas bayas todos,</p> - <p class="i0">hermosas, ricas, pujantes;</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_208">p. 208</span>por divisa en las adargas</p> - <p class="i0">unos sangrientos alfanjes,</p> - <p class="i2">Con una letra que dice:</p> - <p class="i0">no quiere Alá se levanten,</p> - <p class="i0">sino que caigan en tierra</p> - <p class="i0">con el acero pujante.</p> - <p class="i2">Apercíbense de cañas,</p> - <p class="i0">el juego va muy pujante;</p> - <p class="i0">mas por industria del rey</p> - <p class="i0">no se revuelven, ni salen,</p> - <p class="i2">Porque los Zegríes tienen</p> - <p class="i0">contra los Abencerrajes</p> - <p class="i0">un concierto de traidores,</p> - <p class="i0">y no pudieron lograrle.</p> -</div> - -<p>Acabado el juego de las cañas el rey y los demás caballeros -principales de la corte, y la reina y las damas con sus novios se -retiraron al Alhambra, donde el rey los regaló grandemente en la -cena, porque estaba muy contento de que no había sucedido ninguna -desgracia.</p> - -<p>Hubo sarao real, y los desposados danzaron con las desposadas, y el -rey con la reina, Muza con Celima, con mucho contento de ambos; Gazul -danzó con Lindaraja. Tanto danzaron y bailaron aquella noche, que era -ya casi de día cuando se fueron a dormir los desposados.</p> - -<p>La hermosa Galiana, gozosa de verse en aquel punto con su Sarracino, -a quien con tan excesivo amor amaba, después de haberle dicho muchas -amorosas razones, le dijo:</p> - -<p>—Dime, querido señor mío, ¿qué fue la causa que el día de S. -Juan habiendo corrido con Abenámar las tres lanzas en el juego de -la sortija, luego saliste de<span class="pagenum" id="Page_209">p. -209</span> la plaza, y no pareciste más en aquellos cuatro o seis días? -¿Fue porque perdiste la joya, o por qué? Que te prometo que lo deseo -saber.</p> - -<p>—Querida esposa y señora mía, la causa fue porque perdí tu retrato -bello y la rica manga labrada de tu mano, y por la vergüenza que me -ocupaba de parecer en tu presencia, y por saber que Abenámar ordenó -aquel juego por vengarse de los dos: de ti, porque le desdeñaste; y -de mí, porque una noche le herí debajo de tu balcón, estándote dando -una música, que bien creo que tendrás noticia de ello; y viendo que -fortuna le favoreció tan a medida de su deseo, y que a mí me había -sido contraria, me dio tan gran tristeza y desesperación, que enfermé -de melancolía y maldecí mi poca ventura; renegué del falso Mahoma, -y prometí y juré a fe de caballero, de ser cristiano, y lo tengo de -cumplir, aunque sobre ello muera, porque tengo por mejor la fe de -los cristianos, que no la burlaria de la secta de Mahoma; y si tú me -quieres bien, como dices, has de ser cristiana, que yo sé que el rey D. -Fernando nos hará grandes mercedes por ello.</p> - -<p>Con esto cesó, aguardando la respuesta que le daría Galiana, la cual -luego le respondió:</p> - -<p>—Señor, y esposo, no puedo yo huir en ninguna manera de tu voluntad; -antes seguirela en todo y por todo; tú eres mi señor y marido, a quien -yo di y entregué mi corazón; y así digo, que no iré contra tu gusto en -cosa ni en parte; y más, que yo sé que la fe de los cristianos es mucho -mejor que el Alcorán, y así prometo de ser cristiana.</p> - -<p>—Acrecentádome<span class="pagenum" id="Page_210">p. 210</span> -habéis las mercedes de todo punto —dijo Sarracino—, y no esperaba menos -de tan leal y firme pecho.</p> - -<p>Y diciendo esto la abrazó entre mil ternezas, y así pasaron toda -aquella noche.</p> - -<p>Venida la mañana, los grandes de la corte se juntaron y ordenaron -que Abenámar, pues era tan buen caballero, se casase con Fátima, ya que -en su servicio había hecho tan grandes cosas. Los Zegríes no quisieron -que aquel casamiento se hiciese, por cuanto Abenámar tenía amistad con -los Abencerrajes; las cuales contradicciones no aprovecharon porque el -rey gustó de que se casaran, y todos los caballeros fueron en que se -efectuase.</p> - -<p>Hecho el casamiento, las fiestas se aumentaron, haciendo cada día -zambra y muchas danzas y juegos; de modo que no había otra cosa en la -corte sino galas, invenciones, máscaras y regocijos; y los dejaremos -en ellas por contar lo que le sucedió a Reduán en la Vega, yendo -desesperado por verse aborrecido de Lindaraja que amaba a Gazul.</p> - -<p>Pues es de saber que como salió de la ciudad se fue por el río Genil -abajo, y llegó al Soto de Roma, que es un soto muy agradable, de mucha -espesura de árboles; y hoy día quien no tiene muy andadas las veredas -se pierde en él: hay dentro infinidad de caza volátil y terrestre, y -estará de Granada el principio del soto legua y media, teniendo de -ancho y largo más de cuatro leguas.</p> - -<p>Allí vio una escaramuza muy reñida entre cuatro moros y cuatro -cristianos, por causa de que les querían quitar una mora muy hermosa, y -la defendían, aunque<span class="pagenum" id="Page_211">p. 211</span> -con pérdida y trabajo, por ser los cristianos de mucho valor. La mora -miraba su escaramuza derramando abundancia de lágrimas.</p> - -<p>Reduán espoleó su caballo para favorecer a los moros; pero por -priesa que se dio ya habían muerto a los dos, y los otros andaban a mal -traer; y temerosos de la muerte desampararon a la dama, y volvieron las -espaldas a todo correr de sus yeguas.</p> - -<p>A esta sazón llegó Reduán, y mirando a la hermosa mora la vio -vertiendo perlas por los ojos, y que acrecentaba más su triste llanto -viendo muertos dos de sus guardadores, y que los otros dos se habían -ido huyendo.</p> - -<p>Movido de compasión el valiente Reduán, por librarla del poder de -los cristianos, y sin hablarles palabra, los acometió, y del primer -encuentro hirió al uno muy mal en un descubierto de la adarga, de -modo que vino a tierra; y revolviendo su caballo con gran ligereza y -velocidad, se apartó de los tres cristianos escaramuceando un gran -trecho, y luego tornando como un pensamiento sobre ellos, de un -encuentro derribó a otro caballero del caballo, mal herido.</p> - -<p>Los dos cristianos que quedaban embistieron a Reduán, y el uno de -ellos le dio una gran lanzada, de suerte que quedó herido de una mala -herida; el otro caballero, aunque le entró, no le hirió y rompió su -lanza. Reduán viéndose herido, se apartó de ellos, y con muy bravo -ánimo les volvió a embestir, de suerte que derribó del caballo al que -estaba sin lanza.</p> - -<p>El cristiano que estaba solo hirió a Reduán segunda vez, y -él encolerizado acometió al cristiano<span class="pagenum" -id="Page_212">p. 212</span> para herirle, mas no se atrevió a esperarle -por verse solo, pues los compañeros estaban en el suelo mal heridos, y -los caballos andaban sueltos por el campo.</p> - -<p>Los dos moros que habían ido huyendo se detuvieron por ver el fin de -la batalla; y visto cuán en breve había desbaratado aquel moro a los -cuatro cristianos, volvieron espantados adonde había dejado a la mora, -la cual estaba admirada del valor del moro.</p> - -<p>Reduán estaba hablando con ella maravillado de su hermosura, que -le parecía ser mayor que la de Lindaraja y la de todas las damas de -Granada; y así era verdad, que era la más hermosa de todo el reino. -Estaba Reduán tan rendido a la mora, que no se acordaba de Lindaraja, y -solo se ocupaba en mirarla, y la preguntó quién era.</p> - -<p>En esto llegaron los dos moros, y dándole las gracias del socorro le -dijeron así:</p> - -<p>—Señor caballero, Mahoma os trajo aquí a tal tiempo, que si vos no -vinierais, nosotros del todo fuéramos perdidos y muertos a manos de -aquellos caballeros cristianos; y lo que más nos pesara es perder esta -dama que traemos a nuestro cargo, y porque parece que estáis herido, -según demuestra esa sangre, vamos la vuelta de Granada, y en el camino -diremos lo que habéis preguntado; y mirad si de estos caballeros -cristianos se ha de hacer alguna cosa.</p> - -<p>—No —dijo Reduán—, básteles estar heridos; cogedles los caballos, -dádselos, y váyanse.</p> - -<p>De esto se maravillaron los moros, y cogieron los caballos y se los -dieron a los cristianos, y ellos tomaron la vía de Granada.</p> - -<p>Yendo<span class="pagenum" id="Page_213">p. 213</span> Reduán junto -a la hermosa mora, la cual no menos pagada iba de Reduán que él iba de -ella, el uno de los dos moros comenzó a hablar de esta manera:</p> - -<p>—Habéis de saber, señor caballero, que éramos cuatro hermanos y -una hermana, que es la que presente veis: de los cuatro, por nuestra -desdicha, ya habéis visto como quedan allí los dos muertos a manos de -los cristianos, y aun habemos sido para tan poco los dos que quedamos, -que aún no les dimos sepultura; pero querrá el santo Alá que hallemos -algunos villanos que pagándoselo quieran dársela. Nuestro padre es -alcaide de la fuerza de Ronda; y como supimos que en Granada se hacían -tan grandes fiestas, pedimos a nuestro padre, Zaide Hamete, licencia -para venir a verlas. Pluguiera al santo Alá que no hubiéramos venido, -que nos ha costado dos hermanos, y afrentosamente huimos y dejamos -en tan notable peligro a nuestra hermana Haja, si vos, señor, no lo -remediárades. Esta es, señor caballero, nuestra lastimosa y verdadera -historia; y pues ya, señor, habéis sabido nuestro viaje, y también -quién somos, recibiremos merced, si sois servido, que nos digáis de -dónde sois y cómo os llamáis, para que sepamos a quién somos tan -obligados.</p> - -<p>Reduán les respondió:</p> - -<p>—Holgado me he, caballeros, de saber quién sois; bien conozco a -vuestro padre, y conocí a vuestro abuelo Almadán, a quien mató D. Pedro -Sotomayor. Pésame de no haber venido antes, que yo sé que no hubieran -muerto vuestros hermanos, y huélgome mucho de haberos servido<span -class="pagenum" id="Page_214">p. 214</span> en algo, y lo haré cada -y cuando que se ofrezca; y por si os queréis servir de mí, y daros -gusto, os diré quién soy: llámanme Reduán, y soy de Granada; vamos allá -a mi casa, y será vuestra, donde os haré regalar y servir conforme -merecéis.</p> - -<p>—Gran merced, señor Reduán —respondieron ellos—, por el ofrecimiento -que nos hacéis; deudos tenemos en Granada donde podemos ir a posar, -cuanto más que por la desgracia sucedida nos detendremos muy poco en la -ciudad, especialmente siendo ya pasadas las fiestas.</p> - -<p>En esto iban hablando los dos hermanos de Haja, y Reduán, cuando -vieron venir dos leñadores que con sus bagajes iban por leña al dicho -soto, y en llegando a ellos dijeron los dos hermanos a Reduán:</p> - -<p>—A buen tiempo han venido estos villanos, que podría ser quisiesen -dar sepultura a nuestros hermanos, pagándoselo.</p> - -<p>—Yo se lo rogaré —dijo Reduán, y habló a los villanos diciendo—: -Hermanos, por amor del santo Alá, que deis sepultura a dos caballeros -que están allí bajo muertos, que os será bien pagado.</p> - -<p>Los villanos dijeron, que de buena gana lo harían, sin interés -alguno. Los hermanos suplicaron a Reduán esperase allí en compañía de -su hermana, en tanto que iban a ayudar a enterrar los muertos, que -seguros iban, quedando ella con él, y a traer los caballos, siquiera -porque no se aprovechasen de ellos los cristianos.</p> - -<p>—Mucho me holgara de acompañaros —dijo Reduán—; pero pues es vuestro -gusto que yo quede con vuestra hermana, soy contento.</p> - -<p>Los moros se lo agradecieron<span class="pagenum" id="Page_215">p. -215</span> mucho, y se fueron con los villanos para dar sepultura a sus -hermanos, y cobrar los caballos perdidos.</p> - -<p>El valiente Reduán ardiendo en llamas de amor por la hermosa Haja, y -viendo la oportuna ocasión por estar solos, la dijo de esta suerte:</p> - -<p>—O fue ventura, o desdicha mía haberos hallado en esta parte; en un -punto vi muerte, vida, cielo, suelo, tempestad, bonanza, paz y guerra; -y lo que más siento, es no saber el fin de una tan extraña aventura, -como es la que la fortuna me ha ofrecido: de suerte estoy suspenso, -Haja hermosa y bella, que no estoy en mí, sino en ti. No sé dónde vaya -sino a ti; temo declarar mi mal, muero si no lo declaro, ardo en vivas -llamas, estoy más helado que los Alpes de Alemania. No sé si hable, o -calle, oh bellísima señora: por mejor medio elijo declararte lo que mi -alma siente, para que des vida a quien le va faltando, pues tú eres -la verdadera medicina, y salutífera a mi enfermedad. Sabrás, vida de -esta mía, que en la dichosa hora que vi tus soles llorosos por la -escaramuza de que tú eras la causa, luego comencé a pelear con cinco -contrarios, cuatro los cristianos, y otro tú; vencilos, y te libré; y -tú me venciste y cautivaste: ¿con qué armas peleaste, que tan presto me -venciste? Pero, ¿para qué lo pregunto, pues eres semejanza y cifra de -la hermosura, dotada en discreción, bravo donaire, brío y gentileza? -Estas son las armas con que peleaste conmigo. No hallaste en mí -resistencia porque de mis potencias estabas apoderada: tu siervo soy, -y tú mi señora<span class="pagenum" id="Page_216">p. 216</span> y mi -bien. Adórote, no me aborrezcas; estímote, no me menosprecies, no seas -ingrata a mi pecho fiel, amoroso y verdadero: corresponde a mi casto -amor, pues te admito por mi esposa, y dame respuesta piadosa.</p> - -<p>Y diciendo esto enmudeció. Haja le respondió, diciendo:</p> - -<p>—Noble, brioso y esforzado caballero, aunque sin experiencia de -causas de amor, por ser doncella de catorce años, recogida y noble, que -presto sabrás quien soy, luego reconocí ser tu accidente de amorosas -llamas, y a lo que me has dicho, digo que sea así por no contradecirte; -pero bien sé que los hombres, por conseguir su lascivo deseo, dicen mil -lisonjas vanas, y otras cosas o cuitas en daño de las tristes mujeres, -que de ligero se creen. Quiero resolverme y responder, porque veo venir -a mis hermanos, que si tú me amas, soy tu rendida; si con facilidad me -quisiste, con fuerza te adoro; si te parezco bien, me parece que no -hay otro en la tierra como tú. Y si como dices, me quieres por esposa, -pide a mis hermanos que alcancen el sí de mi padre, que el mío en tu -boca está; y te prometo que será tan imposible faltar esta ferviente -fe que tengo, como pedir a la nieve que caliente, al sol que resfríe y -que no alumbre, y como ver en el suelo el firmamento estrellado. Tanto -es lo que te quiero, moro, que en mi alma moras; y porque llegan mis -hermanos, mudemos plática, no apartándome de tu pensamiento, como yo no -te aparto del mío; y cuando caminemos, como que no me has dicho nada, -puedes tratar con mis hermanos<span class="pagenum" id="Page_217">p. -217</span> el casamiento: y de no querer mi padre, ni mis hermanos -que me case contigo, que no me persuado a que den tan mal pago a una -obligación tan grande como te tenemos, y más siendo tan principal -caballero, que nosotros ganamos en que tú me quieras por esposa, yo -quiero, si tú me quieres; tuya soy, pues me libraste de poder de los -cristianos, que es cierto que había de ser su cautiva. Pues tanto más -me ha valido el trueque, dichosa suerte ha sido la mía, aunque he -perdido dos hermanos, en haber venido por aquí, resultándome tanto bien -de querer ser tú mi esposo; y en señal de que seré tuya, para que estés -confiado en mi palabra, toma esta sortija del dedo del corazón, y ponla -en el tuyo, pues el mío tienes en él.</p> - -<p>Y diciendo esto sacó una sortija de oro, con una esmeralda -trasparente y fina, y se la dio a Reduán, el cual la tomó con mucha -alegría, y besándola mil veces la puso en su dedo, quedando el más -contento y favorecido amante del mundo.</p> - -<p>Quisiera el enamorado moro dar respuesta a su querida mora; pero -no hubo lugar, porque llegaron sus dos hermanos, bañados los rostros -en lágrimas por el dolor de sus dos caros hermanos, a quien venían de -enterrar y traían sus caballos del diestro. La hermosísima Haja no pudo -dejar de llorar los ya difuntos hermanos. Reduán los consolaba lo que -podía, diciéndoles palabras muy eficaces para ello; y con estas y otras -pláticas entraron en Granada.</p> - -<p>Era ya de noche, y dijeron los hermanos a Reduán, que les -diese<span class="pagenum" id="Page_218">p. 218</span> licencia para -ir a posar en casa de un deudo suyo, que era de los Almadenes, y vivía -en la calle de Elvira. Reduán les dijo que hiciesen su gusto y los -acompañó hasta la posada; y despidiéndose de ellos se volvió a su -casa.</p> - -<p>Mas al tiempo de despedirse no apartaba la vista de sus ojos el uno -del otro amante, de tal manera que apartándose se consideraba sin alma -Reduán, por quedársele con su señora; y Haja asimismo, por llevársela -Reduán.</p> - -<p>Los caballeros y la dama fueron bien recibidos de su tío, quien -recibió mucha pena por la muerte de sus dos sobrinos.</p> - -<div class="section"> -<p>A otro día por la mañana se vistió Reduán, y fue al real palacio por -besar las manos al rey, el cual en aquella hora se acababa de levantar -y vestir para ir a la Mezquita mayor, a ver el zalá que se hacía por -un moro de su secta llamado Gidemahojo; y viendo a Reduán vestido de -marlota y capellar verde, y plumas verdes, alegrose grandemente con su -vista, porque había muchos días que no le había visto; y le preguntó -dónde había estado, y cómo le había ido en la escaramuza con Gazul. -Reduán le satisfizo, diciendo que Gazul era buen caballero, y que Muza -los había hecho amigos.</p> -</div> - -<p>Con esto el rey y los demás caballeros que le salían a acompañar, -que por la mayor parte eran Zegríes y Gomeles, se fueron a la mezquita, -y con muy grande aplauso se hizo el zalá y alcoranas ceremonias, y -se volvieron al Alhambra; y en entrando en su palacio real hallaron -a la reina y sus damas en la sala, porque era costumbre del rey -Chico; y así lo tenía mandado, que en cualquier<span class="pagenum" -id="Page_219">p. 219</span> tiempo que saliese, a la vuelta había de -estar la reina y sus damas en la sala por solo su gusto, y porque se -holgaba de verlas; y más a Celima, que la amaba en supremo grado, por -lo cual él y el capitán Muza tuvieron muchas diferencias, como adelante -se dirá.</p> - -<p>Entraron en palacio con todos los caballeros de su corte, y todas -las damas pusieron la vista en la bizarría de Reduán, espantadas de la -mudanza de librea. Lindaraja le miraba de propósito, y admirada de que -no la miraba, dijo entre sí:</p> - -<p>—Disimula Reduán su pasión: bien hace, que no ofenderé a mi -Gazul.</p> - -<p>La reina dijo a Lindaraja:</p> - -<p>—Todavía tiene esperanza Reduán de gozarte.</p> - -<p>Respondió Lindaraja:</p> - -<p>—Bien puede desistir de ese pensamiento, porque estoy muy fuera de -él.</p> - -<p>Dijo la reina:</p> - -<p>—Pues en verdad que tiene buen talle, y es galán y discreto Reduán, -y que cualquiera dama se puede tener por dichosa en ser suya.</p> - -<p>—Así es, señora, Reduán merece mucho, y de no haber puesto mi -afición en Gazul, es sin duda que ninguno sino él fuera señor de mí.</p> - -<p>Con esto callaron, porque no advirtiesen las otras damas en lo que -hablaban.</p> - -<p>A esta sazón le dijo el rey a Reduán:</p> - -<p>—Bien te acordarás que me diste palabra de ganar a Jaén en una -noche: si lo cumples, como me lo prometiste, te daré doblado el sueldo -de capitán; y si no lo cumplieres, me has de servir en una frontera, -privado de la vista de tu dama. Por tanto apercíbete a la empresa, -que yo iré en persona a la conquista, que estoy muy sentido de estos -cristianos de Jaén, porque cada día nos corren la<span class="pagenum" -id="Page_220">p. 220</span> tierra, y talan la Vega; y pues ellos me -vienen a buscar tantas veces, será bien que vaya yo a buscarles una, y -que de esta se concluya con todos.</p> - -<p>Reduán le respondió con rostro alegre, diciendo:</p> - -<p>—Si algún tiempo di palabra de darte a Jaén ganada en una noche, de -nuevo lo confirmo, con que me des mil soldados de los que yo señalare, -que yo os cumpliré lo dicho.</p> - -<p>El rey dijo:</p> - -<p>—No digo mil soldados, sino cinco mil te daré, y aunque yo vaya, tú -has de ser capitán de todos.</p> - -<p>—Estimo mucho la honra que me hacéis —dijo Reduán—, y yo me holgaría -de acertar a servirte como deseo. Tu Majestad señale la gente y día -que hemos de partir, que desde luego estoy dispuesto y obediente a tu -gusto.</p> - -<p>—No espero menos de ti, y no perderás el servicio que me hicieres: -los caballeros que irán contigo serán Abencerrajes, Zegríes, Gomeles, -Mazas, Venegas, Maliques y Alabeces, que bien sabes el valor de todos, -y sin estos irán los demás caballeros e hidalgos, pues yo voy a la -jornada.</p> - -<p>Diciendo esto entró un portero, y dijo al rey que pedían licencia -una dama y dos moros forasteros para besarle las manos. El rey dijo que -entrasen.</p> - -<p>Luego entraron por la sala dos caballeros de buena gracia, marlotas -y capellares, borceguíes y zapatos negros; enmedio de ambos venía una -dama vestida de negro, tapado el rostro con un cabo del almaizar que no -descubría más que dos luceros, y bien se echaba de ver por la hermosura -de ellos, que debía de ser perfecto en todo.</p> - -<p>Maravillado el rey de sus funestos trajes, les dijo:</p> - -<p>—¿Qué es<span class="pagenum" id="Page_221">p. 221</span> lo que -queréis?</p> - -<p>Haciendo gran reverencia al rey y a la reina, y a las damas que allí -estaban, propuso el moro lo siguiente:</p> - -<p>—Nuestro principal intento ha sido venir a besar tus reales manos -y las de mi señora la reina, y a que conozcas estos tus siervos. -Nosotros tres somos nietos de Almadán, alcaide que fue de Ronda, y -ahora lo es nuestro padre; y como tuvimos noticias de las fiestas que -en esta ciudad se hacían, por celebrar los casamientos que tu Majestad -ha hecho en ella, acordamos de venir a verlas. La fortuna no quiso -que las gozásemos, y fue la causa que el día de las fiestas, en un -lugar de grandes espesuras que se dice el Soto de Roma, de improviso -nos asaltaron cuatro caballeros cristianos, muy valerosos, y tanto, -que aunque nosotros nos defendimos por amparar esta doncella, que es -hermana nuestra, pudieron tanto, que de cuatro hermanos que éramos, -nos mataron los dos, y nosotros con temor de la muerte huimos, y si no -fuera por el valor de este caballero que está junto a vuestra Majestad, -todos nos perdiéramos —y diciendo esto, señaló con el dedo al fuerte -Reduán—: que venció con su valentía él solo a tres cristianos, y el -otro huyó. Venimos a darle las gracias al vencedor caballero que estaba -consolando a nuestra afligida hermana, y dio licencia a los vencidos -cristianos para que fuesen libres, sin quitarles ningún despojo; -benignidad de noble caballero nunca vista, que con quedar herido no -quiso vengarse. Os certifico, señor, que si todos los caballeros -de vuestra corte son como<span class="pagenum" id="Page_222">p. -222</span> Reduán, podéis conquistar el mundo, porque vimos que de tres -botes de lanza derribó tres cristianos mal heridos, y el otro huyó. -Acordamos de venir a besar las manos de vuestra Majestad, y a pedir -licencia para ir a contar a nuestros padres esta desdicha.</p> - -<p>Con esto no dijo más el moro, mostrando mucha tristeza, y la misma -mostró el otro hermano y la doncella.</p> - -<p>Mucha admiración causó al rey la tragedia, y la ventura de ir Reduán -por aquel sitio para remediar la dama; y volviéndose a Reduán le -dijo:</p> - -<p>—Grande era el amor que te tenía, y con esta hazaña le has -acrisolado más, y desde hoy te encargo la alcaidía del castillo de -Tíjola, que está junto a Purchena.</p> - -<p>Todos los caballeros tuvieron a heroico hecho el que hizo Reduán, -y le alababan mucho; lo cual lastimaba a Lindaraja, que estaba casi -arrepentida por haber despreciado a Reduán.</p> - -<p>El rey les dijo a los dos hermanos:</p> - -<p>—Pues es vuestra voluntad de iros, id en buen hora, que licencia -tenéis; pero antes que os vais querría ver el rostro de esa dama por mi -gusto y de la reina; decidle se quite el rebozo, porque no será bien -que dejemos de gozar de su vista, que yo bien entiendo que es peregrina -a lo que se infiere por los hermosos ojos que tiene.</p> - -<p>Los hermanos la dijeron que se descubriese; ella lo hizo así, y -quitándose un prendero del almaizar, descubrió su rostro, que no menos -que el de Diana era.</p> - -<p>Así pareció a todos los de la sala real, como el sol que por la -mañana sale esparciendo sus ardientes rayos: esto mismo hacía la -hermosa Haja, pues<span class="pagenum" id="Page_223">p. 223</span> -los de su hermosura reverberaban en quien la miraba, y quedaban todos -deslumbrados, matando con su vista a los caballeros de amor, y a las -damas de envidia.</p> - -<p>A todos admiró la hermosura de la bizarra Haja, y deseaban su -amistad por gozar de su hermosura. La reina que asimismo estaba -espantada de la beldad de Haja, le dijo al rey:</p> - -<p>—Sírvase vuestra Alteza de que goce yo de esta dama.</p> - -<p>—Vaya en buen hora —dijo el rey—, que bien sé que ha de haber más de -cuatro damas envidiosas de las que hoy os sirven.</p> - -<p>Llamaron a Haja, y haciendo mesura al rey y a los caballeros, pasó -a besar la mano a la reina, y de rodillas en el suelo se la pidió. No -quiso la reina dársela, antes la levantó, y la hizo sentar junto a -sí.</p> - -<p>A todas las damas causó admiración la perfección con que en todo -dotó naturaleza a Haja; pues aunque estaban allí Daraja, Sarracina, -Galiana, Fátima, Celima, Cobaida y otras muchas damas de excelente -hermosura, ninguna como la de la hermosa Haja.</p> - -<p>Reduán que no apartaba los ojos de su adorada Haja, estaba muy -receloso, y con gran temor no se le trocase, y le quebrase la palabra -dada.</p> - -<p>La mora miraba de cuando en cuando a su amante Reduán, y si con -lanza y adarga le había parecido bien, mucho mejor le parecía vestido -con el traje de corte, y más tan galán como estaba; y extendiendo los -ojos por todos los caballeros presentes, ninguno la pareció llegar a -poder competir con su querido Reduán. Mostrábasele grave, alegre y -risueña, que no fue poco contento para el moro.</p> - -<p>El rey dijo a Reduán:</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_224">p. 224</span>—Mucho me holgara -de ver la escaramuza que tuvisteis con Gazul, porque sería de ver, -siendo ambos tan valientes.</p> - -<p>—Yo soy testigo de ella —dijo Muza—, porque no pudiéndolos persuadir -a que no peleasen, estuve mirando la cruel y sangrienta escaramuza -que entre un león y una onza no podía ser más violenta; y movido a -compasión de que ambos no muriesen, porque no reconocí ventaja en -ninguno, me puse enmedio, y cesó la escaramuza, quedando los dos con -igual victoria.</p> - -<p>—¿Qué les movió al desafío? —dijo el rey.</p> - -<p>—Son cuentos largos —contestó Muza—; no hay para qué refrescar en -la memoria cosas viejas, sino decir que está en la sala la causa de su -enojo.</p> - -<p>—Ya entiendo lo que puede ser —dijo el rey—: bien sé yo que Reduán -no volverá a hacer escaramuza con Gazul sobre lo pasado en ninguna -manera.</p> - -<p>—Vuestra Majestad está en lo cierto —dijo Reduán—, porque estoy ya -olvidado de todo aquello; pero a la sazón perdiera mil vidas por ella, -si las tuviera, lo que ahora no me pusiera a perder una.</p> - -<p>—Debe de haber algo nuevo, que no es posible menos —dijo el rey.</p> - -<p>Diciendo esto, los dos caballeros, hermanos de Haja, se habían -sentado junto a Mahandín Hamete, principal caballero y rico, del linaje -de los Zegríes, el cual habiendo visto la hermosura de Haja estaba -tan amartelado, que no apartaba los ojos de ella: afligíale tanto la -causa amorosa, que no pudiéndola resistir les dio parte a sus hermanos, -diciéndoles:</p> - -<p>—Señores caballeros, ¿conoceisme?</p> - -<p>—No, señor, sino para serviros —respondieron<span class="pagenum" -id="Page_225">p. 225</span> ellos—, que como forasteros no conocemos -particularmente a los caballeros granadinos; pero estando en compañía -de tan alto rey y en su real palacio, bien inferimos que debéis de ser -de estirpe clara.</p> - -<p>—Pues sabed, caballeros, que soy Zegrí, descendiente de los reyes de -Córdoba, y en Granada valgo yo tanto, que se hace larga mención de mí y -de los de mi linaje, y querría, si lo tuvieseis por bien, emparentaseis -conmigo, dándome por mujer a vuestra hermana Haja, que me ha parecido -tan bien, que me holgara ser vuestro cuñado y pariente; y a ley de -moro hidalgo, que pudiera estar casado con una dama que era de lo más -principal de Granada; mas no me he querido casar hasta ahora que he -visto a vuestra hermana, de la cual estoy muy pagado.</p> - -<p>Con esto cesó el Zegrí, aguardando su bien o su mal.</p> - -<p>Los hermanos de Haja comunicaron entre ambos si convenía o no aquel -casamiento, y al fin considerando el valor de los Zegríes, cuya fama -era tan notoria, le dieron el sí, confiados en que su padre tendría por -bien lo que ambos hiciesen.</p> - -<p>El Zegrí muy alegre con el sí de los hermanos, se levantó, e -hincándose de rodillas habló de esta suerte:</p> - -<p>—Alto y poderoso rey, suplico a vuestra real majestad, que ya que se -celebran casamientos, y por ellos hay fiestas, que se haga el mío para -que goce de ellas, porque sabrá vuestra majestad que vencido de los -amores de la hermosa Haja, la pedí en casamiento a sus dos hermanos, -los cuales sabiendo quién soy, lo han tenido por bien, y me la han -prometido por<span class="pagenum" id="Page_226">p. 226</span> mujer; -por lo que suplico a vuestra majestad sea servido de que nos desposen -conforme a nuestros ritos, pues se ha ofrecido esta ocasión en tan buen -tiempo.</p> - -<p>El rey, mirando a la dama y a sus dos hermanos, admirado de tan -repentino acuerdo, dijo que si era gusto de ellos y la dama quería, que -él era contento.</p> - -<p>Todos se admiraron del caso, y callaron hasta ver en qué paraba; -pero Reduán ardiendo en enojo e ira, se levantó en pie y dijo:</p> - -<p>—Señor, a este casamiento que pide el Zegrí no hay lugar, porque -es mi esposa desde que la libré de los cristianos, y entre los dos -nos hemos dado palabra de esposos, y hay también prendas que son -confirmación de esto que digo: nadie como la dama puede decir lo que -pasa; y no pretenda agraviarme ninguno, porque me lo pagará.</p> - -<p>El Zegrí respondió alborotado que Haja no se podía casar sin -licencia de su padre o hermanos, y que era suya, y la defendería hasta -la muerte. Reduán que oyó la arrogancia del Zegrí, arremetió a él para -herirle con muy encendida rabia. Los Zegríes acudieron a favorecer -a su pariente, y los de Reduán, Muza y los Abencerrajes fueron a -socorrerle.</p> - -<p>El rey, viendo el escándalo que se empezaba, mandó pena de muerte -a quien más hablase en el caso, que él determinaría lo que había de -ser.</p> - -<p>Con esto se aquietaron aguardando su determinación; y visto que ya -estaban sosegados fue al estrado de la reina, y tomó de la mano a Haja, -y puesto en medio de la sala la dijo que escogiese a Reduán o el Zegrí, -o aquel que más gusto<span class="pagenum" id="Page_227">p. 227</span> -le diese.</p> - -<p>La dama viendo que no podía dejar de obedecer el precepto de su rey, -se puso confusa a considerar la palabra que habían dado sus hermanos al -Zegrí, y por otra parte consideraba el mucho amor que tenía a su Reduán -y él a ella, y el haberla librado del cautiverio, y los coloquios -amorosos que entre los dos habían pasado, y a la fe y palabra que había -dado de ser su esposa.</p> - -<p>Considerándolo todo muy bien, se fue con el rey de la mano adonde -estaban los caballeros juntos, y llegados, haciendo una reverencia al -rey, le dio la mano a Reduán diciendo:</p> - -<p>—Señor, este quiero por esposo.</p> - -<p>El Zegrí quedó avergonzado de que él fuese el desechado; y no -pudiendo sufrir el dolor se salió de palacio con intento de vengarse -de Reduán, del cual se celebraron aquel día las bodas, y al siguiente -hubo fiestas y zambra; y estando ocupados en estas fiestas, trajeron -nuevas como mucha compañía de cristianos corrían y talaban la Vega, y -así fue necesario dejar las fiestas por salir a ella para pelear con -los cristianos.</p> - -<p>El valeroso Muza, como capitán general, salió luego al campo -acompañado de mil de a caballo y dos mil peones, y en topando el -escuadrón de los cristianos trabaron muy sangrienta escaramuza, en la -cual murieron muchos de ambas partes; mas siendo el poder de los moros -mayor, por haber tres veces más gente que de los cristianos, quedaron -vencedores, y ganaron dos banderas cristianas, y cautivaron muchos -cristianos; aunque les costó cara esta victoria, porque murieron<span -class="pagenum" id="Page_228">p. 228</span> más de seiscientos -moros. En este día hicieron los caballeros Abencerrajes y Alabeces -grandes cosas en armas, y si no fuera por su valor no se venciera la -escaramuza.</p> - -<p>Volvió Muza victorioso a Granada, con lo cual se holgó el rey. -También se señaló en este día Reduán, a quien el rey abrazó con muy -grande amor, y por la victoria tornaron a hacer fiestas otros ocho -días, y por los casamientos; las cuales pasadas determinó el rey salir -a correr la tierra de los cristianos, porque lo deseaba, en particular -a Jaén que era quien más daño le hacía; y dándole el cargo de capitán -general al valiente Reduán, como está tratado y atrás habemos dicho, se -partió de la ciudad de Granada.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch13"> - <h2 class="nobreak">CAPÍTULO XIII.</h2> - <p class="subh2h"><i>En que se da cuenta de lo que sucedió al rey - Chico y a su gente yendo a entrar en Jaén, y la gran traición que - los Zegríes y Gomeles levantaron a la reina mora y a los caballeros - Abencerrajes, y muerte de ellos.</i></p> -</div> - -<p><span class="cap">E</span>l último y postrero día de las fiestas el -rey comió con todos los principales caballeros de su corte, y alzando -las mesas habló a todos de aquesta manera:</p> - -<p>—Bien sé, leales vasallos y amigos míos, que ya os será odiosa la -vida pasada en tantas fiestas como habemos tenido, y que a voces os -llama el fiero Marte, en lo que os habéis ocupado siempre. Ahora, pues, -que Mahoma nos<span class="pagenum" id="Page_229">p. 229</span> ha -dejado ver las fiestas que le han hecho en nuestra insigne ciudad, y -los casamientos que se han efectuado en ella, será justo que volvamos -a la milicia contra los cristianos, pues que ellos nos vienen a buscar -hasta nuestros muros; y para esto ya sabéis, mis buenos amigos, que -los días pasados traje a la memoria a Reduán una palabra que me dio -de ganarme a Jaén en una noche, y ahora lo confirmó de nuevo. Pidiome -mil soldados, pero yo quiero que sean cinco mil, y que me la cumpla; -y para esto doy a mi hermano Muza cargo de juntar la gente del número -que he dicho, que son dos mil hombres de a caballo y tres mil peones, -y que sean todos expertos en armas, y que Reduán vaya por general, y -demos vista a Jaén, de quien tan grandes daños hemos recibido y cada -día recibimos; y si ganásemos la ciudad de Jaén, no están seguras -Úbeda, Baeza ni su redondez; y para esto quiero que me digáis vuestro -parecer.</p> - -<p>Con esto cesó el rey, aguardando respuesta de sus varones.</p> - -<p>Reduán se levantó y dijo, que él cumpliría su palabra. Muza dijo -que él daría en tres días puesta su gente en la Vega. Todos los demás -caballeros que allí estaban dijeron que hasta la muerte le servirían -con sus personas y hacienda. El rey agradeció mucho a todos su -ofrecimiento.</p> - -<p>Los hermanos de Haja, con licencia de su rey, se fueron a Ronda, -donde fueron muy bien recibidos de sus padres, contentos con el -casamiento de su hija con Reduán, y por otra parte con mucho -pesar y tristeza por la muerte de sus dos<span class="pagenum" -id="Page_230">p. 230</span> hijos.</p> - -<p>En este tiempo mandó el rey a Zulema Abencerraje que fuese a ser -alcaide de la fuerza de Moclín, el cual se fue luego con su esposa y -querida Daraja. El padre de Galiana se volvió a la ciudad de Almería, -dejando a la hermosa Celima en compañía de su hermana Galiana. Otros -muchos caballeros se fueron a sus alcaidías por mandado del rey, -encargándoseles la guarda y custodia de ellas.</p> - -<p>Muza levantó cinco mil hombres de a pie y de a caballo, toda gente -muy belicosa, y en cuatro días los puso en la Vega; el rey mandó a -Muza que se hiciese reseña de la gente dentro de la ciudad, y así se -hizo.</p> - -<p>Y visto por el rey la braveza y bizarría de la gente que había -levantado Muza en tan breve tiempo, sin aguardar más quiso luego -partirse, dando a Reduán el cargo de capitán general de su ejército; de -lo cual se alegró Muza por la satisfacción que de Reduán tenía, e hizo -cuenta que él iba por capitán en el ejército; y así salieron por la -puerta Elvira con mucho concierto.</p> - -<p>La gente de a caballo iba partida en cuatro partes con mucho orden, -y cada una tenía su estandarte diferente.</p> - -<p>La una parte tenía Muza, y en su compañía iban ciento y cincuenta -caballeros Abencerrajes, y otros tantos Alabeces y Venegas; todos -caballeros de mucho esfuerzo. Su estandarte era de damasco rojo y -blanco, por divisa un salvaje en campo rojo, que desquijaraba un león, -y en el campo blanco otro salvaje que con un bastón deshacía un mundo, -y por letra: <i>Todo es poco</i>. Este bando de caballeros iba bien -alistado de armas<span class="pagenum" id="Page_231">p. 231</span> y -caballos, y todos vestían marlotas de escarlata y grana.</p> - -<p>La segunda cuadrilla era de Zegríes, Gomeles y Mazas: esta iba -de batalla, no menos rica y pujante que la de Muza, la cual llevaba -vanguardia. El estandarte de los Zegríes era de damasco verde y -morado, y tenía por divisa una media luna de plata con esta letra: -<i>Muy presto se verá llena, sin que el sol pueda eclipsarla</i>. Era -esta cuadrilla de doscientos y ochenta caballeros, todos gallardos y -bizarros, con aljubas y marlotas de paño tunecí, la mitad verde, y la -otra mitad de grana.</p> - -<p>La tercera cuadrilla llevaban los Aldoradines, caballeros muy -principales; con estos iban Gazules y Azarques; su estandarte leonado -y amarillo. Llevaban por divisa un dragón en campo verde, que con las -uñas despedazaba una corona de oro, con una letra que decía: <i>Jamás -hubo resistencia</i>. Esta cuadrilla iba muy gallarda, y aprestada de -armas y caballos; serían todos ciento y cuarenta.</p> - -<p>La cuarta cuadrilla era de Almoradís, Marines y Almohades, -caballeros estimados: estos llevaban el real pendón de Granada, que era -de damasco pajizo y encarnado, con muchas bordaduras de oro por un lado -abiertas, y por la abertura parecían los granos rojos, que eran hechos -de finos rubíes; del pezón de la granada salían dos ramos bordados de -seda verde, con sus hojas, y una letra al pie que decía: <i>Con la -corona nací</i>. En esta cuadrilla iba el rey Chico con mucha compañía -de caballeros.</p> - -<p>Eran muy de ver las galas, riquezas, penachos, adargas, lanzas, -caballos, yeguas y pendoncillos<span class="pagenum" id="Page_232">p. -232</span> de colores en las lanzas.</p> - -<p>Pues si la caballería salió tan bizarra y vistosa, no menos gallarda -y briosa salió la infantería, y muy bien armada, todos con arcos y -ballestas.</p> - -<p>Con esta pujanza salió el rey Chico de Granada, y tomó la vía de -Jaén, mirándole todas las damas de Granada, y más la reina su madre, y -su mujer la reina con todas las damas que estaban en su compañía, desde -las torres de Alhambra.</p> - -<p>Por esta jornada que hizo el rey Chico a Jaén se compuso aquel -antiguo romance, que dice como se sigue:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">«Reduán, bien te acuerdas,</p> - <p class="i0">que me diste la palabra,</p> - <p class="i0">que me darías a Jaén</p> - <p class="i0">en una noche ganada.</p> - <p class="i2">Reduán, si tú lo cumples,</p> - <p class="i0">darete paga doblada,</p> - <p class="i0">y si tú no lo cumplieres,</p> - <p class="i0">desterrarte he de Granada:</p> - <p class="i2">Echarte he en una frontera,</p> - <p class="i0">donde no goces tu dama.»</p> - <p class="i0">Reduán le respondiera</p> - <p class="i0">sin demudarse la cara:</p> - <p class="i2">«Si lo dije, no me acuerdo,</p> - <p class="i0">mas cumpliré mi palabra.»</p> - <p class="i0">Reduán pide mil hombres,</p> - <p class="i0">el rey cinco mil le daba.</p> - <p class="i2">Por esa puerta de Elvira</p> - <p class="i0">sale muy gran cabalgada:</p> - <p class="i0">¡cuánto del hidalgo moro,</p> - <p class="i0">cuánto de la yegua baya.</p> - <p class="i2">Cuánta de la lanza en puño,</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_233">p. 233</span>cuánta de la adarga blanca,</p> - <p class="i0">cuánta de marlota verde,</p> - <p class="i0">cuánta aljuba de escarlata,</p> - <p class="i2">Cuánta pluma y gentileza,</p> - <p class="i0">cuánto capellar de grana,</p> - <p class="i0">cuánto bayo borceguí,</p> - <p class="i0">cuánto raso que se esmalta,</p> - <p class="i2">Cuánto de espuela de oro,</p> - <p class="i0">cuánta estribera de plata!</p> - <p class="i0">Toda es gente valerosa,</p> - <p class="i0">y experta para batalla.</p> - <p class="i2">En medio de todos ellos</p> - <p class="i0">va el rey Chico de Granada,</p> - <p class="i0">mirando las damas moras</p> - <p class="i0">de las torres del Alhambra.</p> - <p class="i2">La reina mora su madre</p> - <p class="i0">de esta manera le habla:</p> - <p class="i0">«Alá te guarde, mi hijo,</p> - <p class="i0">Mahoma vaya en tu guarda,</p> - <p class="i2">Y te vuelva de Jaén</p> - <p class="i0">libre, sano y con ventaja,</p> - <p class="i0">y te dé paz con tu tío,</p> - <p class="i0">señor de Guadix y Baza.»</p> -</div> - -<p>No fue tan secreta esta salida de Granada, que en Jaén no tuviesen -aviso de ella por las espías que tenía en aquella ciudad. Otros decían, -que fueron avisados por unos cautivos cristianos que se huyeron de -Granada. Otros dicen, que la dieron los Abencerrajes o Alabeces, y esto -entiendo que es lo más cierto, porque estos caballeros eran muy amigos -de los cristianos.</p> - -<p>Sea como fuere, los de Jaén fueron avisados de la entrada de -los<span class="pagenum" id="Page_234">p. 234</span> moros en su -tierra, y así ellos dieron aviso a Baeza, Úbeda, Cazorla y Quesada, y a -los pueblos circunvecinos, los cuales se alistaron y apercibieron para -resistir a los enemigos de Granada.</p> - -<p>Estos llegaron a la puerta de Arenas, donde hallaron gran número -de gente que defendía la entrada al enemigo; pero poco aprovechó la -defensa, porque habiendo corrido los moros todo el campo de Arenas, -entraron por su puerta a pesar de los que la guardaban, y corrieron -todo el campo de la Guardia y Pegalajara, hasta Jordán y Belmar.</p> - -<p>Los caballeros de Jaén salieron a los enemigos, porque fueron -avisados que en la Puerta andaba el rebato. Salieron de Jaén -cuatrocientos hijosdalgo bien armados; de Úbeda y Baeza otros tantos, y -hechos todos un cuerpo de batalla, fueron en busca del enemigo que les -corría la tierra, llevando por caudillo y capitán al obispo D. Gonzalo, -varón de gran valor.</p> - -<p>Juntáronse los dos campos de la otra parte del Riofrío, y aquí se -acometieron, haciendo una brava escaramuza: mas era el valor de los -cristianos tal y tan bueno, que les convino a los moros retirarse -hasta la puerta de Arenas, de la cual habían roto una cadena que la -atravesaba; y aquí fueran los moros vencidos, si no fuera por el valor -de los caballeros Abencerrajes y Alabeces, que pelearon valerosamente; -mas al fin hubo de quedar por los cristianos el campo.</p> - -<p>Con todo eso los moros llevaron gran presa de ganados, así vacunos, -como cabríos, de modo que no se señaló de ninguna parte haber demasiada -ventaja.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_235">p. 235</span>El rey quedó -admirado de ver la repentina prevención de los cristianos; y -preguntando a unos cautivos que allí traían, cuál había sido la causa -de haber juntado tanta gente en Jaén, le respondieron que habían sido -avisados días había, y así estaba toda la tierra en arma; lo que fue -bastante disculpa para Reduán sobre no cumplir la palabra dada al rey, -que procuró inquirir y saber quién había dado el aviso.</p> - -<p>Reduán muy bien sabía que Jaén no se podía ganar tan fácilmente; -mas como era belicoso, tenía determinado de llegar a la ciudad y -embestirla; y si no hubiera la poderosa resistencia que les hicieron, -sin duda que la acometieran.</p> - -<p>El rey y su ejército se volvieron a Granada, donde fueron recibidos -con grande alegría y gozo, y se hizo en toda la ciudad mucha fiesta por -el buen suceso.</p> - -<p>Los de Jaén quedaron con grande triunfo por haber resistido a tanta -morisma, y muerto a muchos de ellos.</p> - -<p>El rey Chico venía fatigado del camino, y para aliviarse, ordenó de -irse a una casa de placer, llamada los Alijares, y con él fueron los -Zegríes y Gomeles: ningún caballero Abencerraje ni Gazul fueron con él, -porque Muza los había llevado a un rebato causado de los cristianos que -habían entrado en la Vega.</p> - -<p>Estando un día el rey en los Alijares holgándose, y habiendo acabado -de comer, comenzó a hablar de la jornada de Jaén y de los Abencerrajes; -y cómo por ellos y por los Alabeces habían ganado grandes despojos.</p> - -<p>Un caballero Zegrí, que era el que tenía el cargo de armar traición -a la reina y a los Abencerrajes,<span class="pagenum" id="Page_236">p. -236</span> dijo al rey:</p> - -<p>—Si buenos son, señor, los caballeros Abencerrajes, mejores son los -caballeros de Jaén, pues nos quitaron gran parte de la presa, y nos -hicieron retirar por fuerza de armas.</p> - -<p>Y era mucha verdad, que el esfuerzo y valor de la gente de Jaén fue -muy grande, y aquel día quedó con nombre perpetuo, y fama para siempre; -y en memoria de esta escaramuza se hizo el siguiente</p> - -<p class="centra mt15">ROMANCE.</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Muy revuelto anda Jaén,</p> - <p class="i0">rebato tocan apriesa,</p> - <p class="i0">porque moros de Granada</p> - <p class="i0">les van corriendo la tierra.</p> - <p class="i2">Cuatrocientos hijosdalgo</p> - <p class="i0">se salen a la pelea;</p> - <p class="i0">otros tantos han salido</p> - <p class="i0">de Úbeda y de Baeza.</p> - <p class="i2">De Cazorla, y de Quesada,</p> - <p class="i0">también salen dos banderas;</p> - <p class="i0">todos son hidalgos de honra,</p> - <p class="i0">y enamorados de veras.</p> - <p class="i2">Todos van juramentados</p> - <p class="i0">de manos de sus doncellas,</p> - <p class="i0">de no volver a Jaén</p> - <p class="i0">sin dar moro por empresa;</p> - <p class="i2">Y el que linda dama tiene,</p> - <p class="i0">cuatro le promete en cuenta.</p> - <p class="i0">A la Guardia han llegado,</p> - <p class="i0">adonde el rebato suena,</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_237">p. 237</span>Y junto del Río frío</p> - <p class="i0">gran batalla se comienza;</p> - <p class="i0">mas los moros eran muchos,</p> - <p class="i0">y hacen grande resistencia,</p> - <p class="i2">Porque los Abencerrajes</p> - <p class="i0">llevaban la delantera;</p> - <p class="i0">con ellos los Alabeces,</p> - <p class="i0">gente muy brava y fiera.</p> - <p class="i2">Mas los valientes cristianos</p> - <p class="i0">furiosamente pelean,</p> - <p class="i0">de modo que ya los moros</p> - <p class="i0">de la batalla se alejan;</p> - <p class="i2">Mas llevaron cabalgada,</p> - <p class="i0">que vale mucha moneda.</p> - <p class="i0">Con gloria quedó Jaén</p> - <p class="i0">de la pasada pelea.</p> -</div> - -<p>Aqueste romance se compuso en memoria de esta escaramuza, aunque -otros la contaron de otra suerte: de la una o de la otra, la historia -es la que se ha contado.</p> - -<p>El otro romance dice así:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Ya repican en Andújar,</p> - <p class="i0">en la Guardia dan rebato;</p> - <p class="i0">ya se salen de Jaén</p> - <p class="i0">cuatrocientos hijosdalgo:</p> - <p class="i2">Y de Úbeda y Baeza</p> - <p class="i0">se salían otros tantos;</p> - <p class="i0">todos son mancebos de honra,</p> - <p class="i0">y los más enamorados.</p> - <p class="i2">De manos de sus amigas</p> - <p class="i0">todos van juramentados</p> - <p class="i0">de no volver a Jaén</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_238">p. 238</span>sin dar moro en aguilando;</p> - <p class="i0">y el que linda amiga tiene,</p> - <p class="i0">la promete tres, o cuatro.</p> - <p class="i2">Por capitán solo llevan</p> - <p class="i0">al obispo D. Gonzalo.</p> - <p class="i0">D. Pedro de Carvajal</p> - <p class="i0">de aquesta manera ha hablado.</p> - <p class="i2">«Adelante, caballeros,</p> - <p class="i0">que me llevan el ganado;</p> - <p class="i0">si de algún villano fuera,</p> - <p class="i0">ya le hubiérades quitado.</p> - <p class="i2">Alguno va entre nosotros</p> - <p class="i0">que se huelga de mi daño;</p> - <p class="i0">yo lo digo por aquel,</p> - <p class="i0">que lleva el roquete blanco.»</p> -</div> - -<p>De esta suerte va este romance diciendo; pero este y el pasado -contienen una cosa en sustancia; y aunque son viejos, es bien traerlos -a la memoria, para que quien ignora el fundamento de la historia lo -sepa. Sucedió esta escaramuza en tiempo del rey Chico de Granada, el -año de mil cuatrocientos noventa y uno.</p> - -<p>Volvamos al rey Chico de Granada, que estaba holgándose y -descansando en los Alijares, como atrás queda ya dicho, cuando le dijo -el caballero Zegrí, que los caballeros de Jaén eran de más valor que -los Abencerrajes, pues a su pesar los habían hecho retirar.</p> - -<p>A lo cual respondió el rey:</p> - -<p>—Bien estoy con eso; pero si no fuera por el valor y resistencia de -los valientes Abencerrajes y Alabeces, no tengo duda sino que fuéramos -desbaratados; mas ellos pelearon de tal suerte que salimos a<span -class="pagenum" id="Page_239">p. 239</span> nuestro salvo, sin que nos -quitasen la cabalgada del ganado que trajimos y de algunos cautivos.</p> - -<p>—Oh cuán ciego está vuestra majestad —dijo el Zegrí—, y cómo vuelve -por los que son traidores a la real corona; y es causa la mucha -bondad y confianza que vuestra majestad tiene de este linaje de los -Abencerrajes, sin saber la traición en que andan. Muchos caballeros hay -que la han querido decir, y no se atreven ni han osado respecto del -buen crédito y posesión en que vuestra majestad tiene a este linaje; -mas aunque no quiera yo lastimar vuestro real pecho con tan afrentosa -infamia, no puedo dejar de hacer lo que debo a leal vasallo, y dar -aviso de la traición y alevosía que se comete contra mi rey y señor; y -así digo, que no se fíe vuestra majestad de ningún Abencerraje, si no -quiere verse desposeído del reino, y muerto violentamente.</p> - -<p>El rey dijo:</p> - -<p>—Di, amigo, lo que sabes; no me tengas confuso ni me lo celes ni -encubras, que tu lealtad será bien pagada.</p> - -<p>—No dejaré de obedecer a vuestra majestad, y para que se entienda -la publicidad que hay en el delito, y cuán a rienda suelta se van en -él, y qué poco temor tienen los Abencerrajes de vuestra real persona, -y cuán seguros y de asiento, por el buen predicamento en que los -tenéis, se están en su traición con la demasiada confianza que tienen -de las mercedes que cada día se les hacen, y que en la tierra no ha de -haber justicia contra ellos; asimismo para que se entienda que odio, -rencor ni envidia, no me mueve a revelar a vuestra majestad lo que -ignora<span class="pagenum" id="Page_240">p. 240</span> para que lo -remedie, sino que soy compelido de obligación y celo de la honra de mi -rey, haga vuestra majestad llamar a Mahandín Gomel, y a mis sobrinos -Mahomad y Alhamut, que saben bien la verdad de todo, y otros cuatro -primos de Mahomad Gomel, del mismo linaje, que ellos presentes contaré -el caso.</p> - -<p>El rey los mandó llamar, y venidos hizo que saliesen de la sala real -todos los caballeros, salvo el acusador y los testigos falsos.</p> - -<p>Y estando todos juntos, empezó el Zegrí, mostrando en lo exterior -gran pena, a decir estas palabras:</p> - -<p>—Sabrá vuestra majestad, que todos los Abencerrajes están conjurados -contra vos para quitaros vuestro reino y la vida; y este atrevimiento -ha salido de ellos, porque trata lascivos y adúlteros amores con... -¡oh cielos, quién dirá esto, que el dolor no le acabe!... mi señora la -reina el Abencerraje Albín Hamete, que es el más poderoso y rico de -todos los caballeros de Granada. ¿Qué quiere vuestra majestad que diga, -sino que gastan sus haciendas con todos, por tenerlos propicios para -su intento? Y así generalmente el caballero, el pechero, el rico, el -pobre, quieren bien a este linaje, porque los tienen embaucados. Bien -se acordará vuestra majestad cuando en Generalife se hacía una zambra, -que entró el maestre a pedir desafío, y salió Muza en la suerte; pues -aquel día paseándonos por la huerta, yo y este caballero Gomel vimos en -una calle de arrayanes, debajo de un rosal, en deshonestos deleites a -la reina y al adúltero de Albín Hamete; y estaban tan embebecidos<span -class="pagenum" id="Page_241">p. 241</span> en sus actos libidinosos, -que no nos sintieron con estar tan cerca. Yo se lo enseñé a Mahandín -Gomel, y admirados del atrevimiento nos apartamos un poco para ver el -fin; y a poco espacio salió la reina, y se fue hacia la fuente de los -Laureles, y de allí adonde estaban sus damas. Pasado gran rato vimos -salir al alevoso de Albín Hamete cogiendo rosas blancas y rojas, y -de ellas hizo una guirnalda, y se la puso en la cabeza: nosotros nos -llegamos con disimulación a él, y le preguntamos en qué se entretenía; -a lo cual nos dijo: En ver esta deleitosa huerta, que tiene en qué se -esparza la vista; y dionos dos rosas a cada uno, y nos venimos todos -paseando hasta donde estaba vuestra majestad con los caballeros. -Quisimos avisar entonces, y no osamos, por no alborotar la corte en -caso de tanto peso. Esto pasa, no debo más a ley de caballero de decir -lo que he visto y sabido: lo que siento es que estoy con pena y -recelo, no se vea privar de la vida alevosamente a vuestra majestad. -¿Es posible que no se acuerde de aquel blasón que en el espolón de -la galera traía el bando Abencerraje en el día del juego de sortija? -Era un mundo hecho de cristal, y por letrero: <i>Todo es poco</i>; de -suerte que todo el mundo es poco para ellos; y en el alfanje de la popa -un salvaje desquijarando un león: este sois, señor, y ellos quienes os -quitan la vida. Mirad por vuestra persona: muera el adúltero aleve, -y con ellos la deshonesta reina, pues así ha afrentado vuestra real -corona.</p> - -<p>Sintió tanta pena en oír lo que el falso, aleve y<span -class="pagenum" id="Page_242">p. 242</span> traidor del Zegrí le decía, -que creyéndole, se cayó amortecido en tierra por muy gran espacio de -tiempo; y volviendo en sí, dio un doloroso suspiro diciendo:</p> - -<p>—¡Oh Mahoma!, ¿en qué te ofendí? ¿Este es el pago que me das por -los bienes y servicios que te he hecho; por los sacrificios que -te tengo ofrecidos; por las mezquitas que te tengo hechas; por la -copia de incienso que he quemado en tus altares? ¡Oh traidor, cómo -me has engañado! No más traidores, vive Alá, que han de morir los -Abencerrajes, y la adúltera reina ha de morir en el fuego. Vamos a la -ciudad, préndase luego a la reina, que yo haré tal castigo que sea -sabido por todo el mundo.</p> - -<p>Uno de los traidores, que era Gomel, dijo:</p> - -<p>—No será acertado prender a la reina, mi señora, porque se pone -vuestra real persona en contingencias de perder la vida y alborotar -la ciudad, y que tome las armas Albín Hamete con todos los de su -linaje y bando, so color de defender a la reina; y esto les servirá -de instrumento para conseguir el efecto de su intención, más siendo -parciales de los Abencerrajes los Alabeces, Venegas y Gazules, que son -toda la flor Granada. Pero lo que se puede hacer para ser vengado, -sin alborotar la ciudad, es mandar que vengan a palacio uno a uno, y -tener allí veinte caballeros de confianza que los vayan degollando; y -siendo así hecho uno a uno, cuando el caso se venga a entender, ya no -quedará ninguno de todos ellos; y cuando se venga a saber por todos sus -amigos, y ellos quisieren hacer algo contra vuestra majestad,<span -class="pagenum" id="Page_243">p. 243</span> escarmentarán en cabeza -ajena, siendo en vuestro favor los Zegríes, Gomeles y Mazas, que no -son tan pocos, ni valen tan poco, que no os saquen a paz y a salvo de -todo peligro; y esto hecho, mandar prender a la reina, acusándola de -adúltera, y poner en tela de juicio el caso, siendo cuatro caballeros -los acusadores de vuestra parte, y que la reina señale otros cuatro -caballeros que la defiendan; y si estos por su buena suerte vencieren a -los acusadores, que se libre la reina; y si los defensores de la reina -fueren vencidos, que muera la reina conforme a la ley; y de esta forma -todos los del linaje de la reina, que son los Almoradís, y Almohades -y Marines, no se alterarán, viendo que va por vía de justicia, y sin -altercar. Esto es lo que siento para que sea vuestra majestad vengado, -y no se altere la ciudad.</p> - -<p>—Buen consejo es —dijo el rey—, y de tan leales caballeros. Y decid, -¿quiénes serán los cuatro caballeros que pongan la acusación, y la -sustenten en batalla contra los defensores que pusiere la reina?</p> - -<p>—No cuide de eso vuestra majestad —dijo el Zegrí—, que yo seré el -uno, y mi primo Mahandón el otro, y Mahandín el tercero, y su hermano -Abenhamete el cuarto.</p> - -<p>—Pues vámonos a la ciudad —dijo el fácil rey—, y se dará la orden -que pide mi venganza.</p> - -<p>¡Oh desdichada ciudad, y qué revuelta y cisma se te ordena por dar -crédito el mal aconsejado rey a las sirenas que le cantaban al oído! -Con esto se partieron a Granada, y en entrando en el Alhambra se fueron -al palacio real, adonde la reina<span class="pagenum" id="Page_244">p. -244</span> con sus damas le salieron a recibir; pero el rey no miró -hacia la reina, sino pasó adelante sin detenerse, de que no poco se -espantó la reina; y confusa se retiró a su aposento con sus damas, sin -saber la causa del no usado desdén del rey, el cual pasó lo que restaba -del día con sus caballeros hasta la noche, y luego cenó, y se fue a -recoger, fingiendo estar indispuesto; y así todos los caballeros se -fueron a sus casas.</p> - -<p>Toda aquella noche estuvo vacilando en cien mil pensamientos -el desventurado rey, y sin poder reposar, y entre la máquina de -confusiones, decía: «¡Oh sin ventura Abdalí, rey de Granada, cuán -cercana veo tu perdición y la de tu reino! Si matas a estos caballeros, -gran mal se te ordena; y si no castigas estos yerros, quedas -afrentado, y te valdría más la muerte. ¿Matarelos? Sí, que fue grande -su atrevimiento en cometer tal adulterio en ofensa mía, y tratar de -matarme por alzarse con el reino. Pero di, rey mal aconsejado, ¿no -sabes cuán recatada y honesta mujer tienes? ¿No conoces la bondad y -lealtad de los nobles Abencerrajes, y cuán sus mortales enemigos son -los Zegríes, y que puede ser que por esta vía pretendan venganza de -este virtuoso linaje? Verifica mejor la causa, ya que determinas la -venganza; pero ¿qué más verificación que quien lo vio? No se atreverían -a levantar tal testimonio, y más ponerse a sustentar en batalla lo que -dicen: no hay duda, sino que es verdad.»</p> - -<p>En estas variedades pasó toda la noche, y venida la mañana se -levantó; y saliendo de su dormitorio, vio en la<span class="pagenum" -id="Page_245">p. 245</span> sala muchos Zegríes, Gomeles y Mazas.</p> - -<p>Y a esta sazón entró un escudero, y le dijo al rey cómo había venido -Muza de pelear con los cristianos, y traía ganadas dos banderas, y más -treinta cabezas, con lo cual se holgó; y apartando al Zegrí le dijo que -tuviese en aquel cuarto de los Leones treinta caballeros armados, y un -verdugo prevenido de lo necesario para lo que estaba tratado.</p> - -<p>Luego el traidor del Zegrí salió del real palacio y puso por obra lo -que el rey le había mandado; y estando todos muy a punto, el rey fue -avisado de ello, y se fue al cuarto de los Leones donde estaba el falso -Zegrí con treinta caballeros Zegríes y Gomeles, muy bien aderezados, -y con ellos un verdugo; y al punto mandó llamar al Abencerraje, su -alguacil mayor. Fue un paje, y le dijo que el rey lo llamaba.</p> - -<p>El Abencerraje fue a su real llamado; y así como entró en la cuadra -de los Leones, le asieron, y sin que pudiese hacer resistencia, en una -taza de alabastro muy grande en un instante fue degollado.</p> - -<p>Asimismo llamaron a Albín Hamete, el cual decían haber adulterado; y -de esta suerte fueron degollados treinta y seis caballeros Abencerrajes -de los más principales de Granada, sin que nadie lo entendiese; y -murieran todos, si Dios nuestro Señor no favoreciese la causa, para que -no murieran tan abatidamente, por dar crédito a un falso traidor, y sin -haber más averiguación; y es muy cierto que sus obras no lo merecían, -porque eran muy caritativos, y amigos de los pobres, y de la verdad, y -de los cristianos; y aun dijeron<span class="pagenum" id="Page_246">p. -246</span> los que miraban degollar a los Abencerrajes, que llamaban a -Cristo crucificado que les socorriese en aquel lance, para que no se -condenasen, y que morían cristianos.</p> - -<p>Pues para que este linaje no pereciese, ordenó Dios que un paje de -un Abencerraje entró con su señor, y vio como le degollaron, y miró a -todos los muertos que él conocía, y luego se retiró hacia la puerta con -mucha disimulación; y al tiempo que abrieron para ir a llamar a otro, -salió el paje muy temeroso, y llorando la muerte de su señor.</p> - -<p>Se salió del Alhambra, y junto a la fuente vio a Malique Alabez con -Abenámar y Sarracino, que iban a hablar al rey; y como los vio, se -llegó lloroso, y temblando y encogido, les dijo:</p> - -<p>—Ay, señores caballeros, por Alá santo que no paséis más adelante, -si no queréis morir de mala muerte.</p> - -<p>Alabez dijo:</p> - -<p>—¿Cómo así?</p> - -<p>Respondió el paje:</p> - -<p>—Sabed, señor, que en el cuarto de los Leones hay muchos caballeros -degollados, y todos de los Abencerrajes, y mi señor con ellos, que le -vi degollar, porque entré con mi señor, que allá no fuéramos, y lo vi -todo, y no repararon en mí, porque así lo permitió el santo Alá, y -cuando tornaron a abrir la puerta falsa, me salí, y vengo sin mi señor, -y aun sin mí, por lo que mis ojos han visto: por Mahoma que pongáis -remedio en aquesto.</p> - -<p>Muy admirados quedaron los tres caballeros, y mirándose unos a -otros, no sabían si darían crédito o no a lo que el paje decía, y dijo -Abenámar:</p> - -<p>—Gran traición hay, si esto es verdad.</p> - -<p>Dijo Sarracino:</p> - -<p>—Pues ¿cómo sabremos<span class="pagenum" id="Page_247">p. -247</span> si es cierto?</p> - -<p>—Yo os lo diré —dijo Alabez—: quedaos, señores, aquí, y si viereis -salir algún caballero Abencerraje, o de otro linaje, no le dejéis pasar -adelante, sino entretenedle en tanto que voy a la casa real, y sabré lo -que pasa, y volveré con brevedad.</p> - -<p>—Alá os guarde —dijo Abenámar—, aquí aguardaremos.</p> - -<p>Malique subió al Alhambra, y al entrar por la puerta vio venir un -paje del rey muy apriesa, y díjole:</p> - -<p>—Adónde con tal priesa.</p> - -<p>Respondió el paje:</p> - -<p>—A buscar un Abencerraje.</p> - -<p>—¿Quién le llama? —dijo Malique.</p> - -<p>—El rey mi señor —respondió el paje. Y si queréis hacer una buena -obra, bajad a la ciudad, y avisad a todos los Abencerrajes que salgan -de Granada, porque les conviene, si no quieren verse en el trance cruel -que se ejecuta en el cuarto de los Leones, y quedaos en paz.</p> - -<p>Estando cierto y satisfecho de lo que deseaba saber, se volvió -Malique adonde había dejado a Sarracino y Abenámar, y les dijo:</p> - -<p>—Amigos y señores, verdad es lo que ha dicho el paje; cierta es -la traición y muerte que se ejecuta en los Abencerrajes: todo el -suceso me ha contado un paje del rey, y me dijo que diese aviso a los -Abencerrajes.</p> - -<p>—¡Válgame Alá! —dijo Sarracino—: que me maten, si los Zegríes no -andan en esta traición: vamos a la ciudad y demos aviso para que se -ponga algún remedio.</p> - -<p>—Vamos —dijo Abenámar—, que en esto no quiere haber descuidos.</p> - -<p>Y diciendo así, se bajaron todos tres a la ciudad, y antes de -llegar a la calle de los Gomeles, vieron al capitán Muza, y más de -veinte caballeros<span class="pagenum" id="Page_248">p. 248</span> -Abencerrajes de los que habían ido a la Vega a pelear con los -cristianos, que iban a dar cuenta al rey de aquella jornada.</p> - -<p>Y Malique Alabez les dijo:</p> - -<p>—Caballeros, poneos en cobro, si no queréis morir por traición: más -de treinta de vuestro linaje ha mandado el rey matar.</p> - -<p>Los Abencerrajes espantados no respondieron, pero el valeroso Muza -dijo:</p> - -<p>—Por la fe de caballero, que si hay traición, que andan en ella -los Zegríes y Gomeles, porque ninguno salió al rebato, ni parecen por -toda la ciudad; y sin duda que están en el Alhambra con el rey, y son -culpantes en las inocentes muertes de estos nobles caballeros: vénganse -todos conmigo, que yo pondré remedio conveniente.</p> - -<p>Así se volvieron con el valiente Muza a la ciudad; y en llegando -a la plaza nueva, como era capitán general, llamó a un añafil, le -mandó que tocase a recoger a priesa, y él lo hizo; y oído el añafil, -en un punto se juntaron muchos caballeros y soldados en casa de sus -capitanes, y de allí vinieron a la plaza nueva, y se juntaron mucha -gente de a pie, y también de a caballo; y aunque hubo muchos caballeros -principales y de los mejores de Granada, no habían entrado entre ellos -ningunos Zegríes, Gomeles ni Mazas, por donde se acabaron de satisfacer -sobre que los Zegríes andaban en aquella traición.</p> - -<p>Cuando Alabez vio esta gente junta, halló buena ocasión para saber -la traición que se ejecutaba en los inocentes caballeros; y así puesto -enmedio de todos, comenzó a decir en alta voz de aquesta manera:</p> - -<p>—Caballeros, señores<span class="pagenum" id="Page_249">p. -249</span> y amigos míos, y todos los que me oís, sabed que hay gran -traición: el rey Chico ha mandado degollar a muchos de los caballeros -Abencerrajes, y si no fuera la traición descubierta por orden del santo -Alá, ya estuviéramos todos degollados. Alto a la venganza, no queramos -rey tirano, que así mata a los caballeros que defienden su tierra.</p> - -<p>No había acabado Alabez de decir estas palabras, cuando toda la -gente plebeya comenzó a dar grandes voces y alaridos, apellidando toda -la ciudad, y diciendo:</p> - -<p>—Traición, traición, que el rey ha muerto a los Abencerrajes: muera -el tirano, muera el tirano: no queremos rey traidor.</p> - -<p>Esta voz comenzó a divulgarse por toda la ciudad con un furor -diabólico; todos tomaron armas a muy gran priesa, y comenzaron a -subir al Alhambra, y en breve espacio se juntaron más de catorce mil -hombres de todas suertes y otros muchos caballeros; y más de doscientos -Abencerrajes que habían quedado, y con ellos Gazules, Venegas, -Almoradís, Almohades y Azarques, y todos los demás caballeros de -Granada, los cuales decían a voces:</p> - -<p>—Si esto se consiente, otro día matará otro linaje de los que -quedan.</p> - -<p>Era grande la vocería y rumor que había; gritos de los hombres, -alaridos de las mujeres y llorar de niños.</p> - -<p>Finalmente, estaba todo tan alborotado, que parecía quererse asolar -la ciudad con armas, y anegarla en lágrimas, y todo se oía en el -Alhambra; y recelando lo que era, el rey muy temeroso mandó cerrar -las puertas, teniéndose por mal aconsejado en lo que había<span -class="pagenum" id="Page_250">p. 250</span> hecho, y espantado de que -se hubiese descubierto tan presto aquel secreto.</p> - -<p>Llegó, pues, el tropel y confusión de gente al Alhambra, dando -alaridos y voces, diciendo:</p> - -<p>—Muera el tirano, muera.</p> - -<p>Y como vieron cerradas las puertas del Alhambra mandaron traer fuego -para quemarlas, lo cual luego fue hecho, y por cuatro o seis partes fue -puesto fuego con tanto ímpetu, que ya se empezaba a arder.</p> - -<p>Y el rey Mulahacén, padre del rey Chico, como sintió tan grandísima -revuelta y ruido, siendo ya bastantemente informado de lo que era, muy -enojado contra el rey su hijo, y deseando le matasen, mandó abrir una -puerta falsa del Alhambra, diciendo que él quería salir a apaciguar -aquel alboroto; pero no bien fue abierta, cuando estaban más de mil -hombres para entrar por ella; y como vieron al rey viejo le alzaron en -peso y dijeron:</p> - -<p>—Este es nuestro rey, y no otro: viva el rey Mulahacén.</p> - -<p>Y dejándole con buena guardia, entraron por la puerta muchos -caballeros Abencerrajes, Alabeces y Gazules con más de cien peones.</p> - -<p>El rey mandó cerrasen la puerta falsa, y que defendiesen la entrada, -porque no hubiese dentro del Alhambra más mal del que se esperaba -ver; pero poco aprovechó esta diligencia, porque la gente que había -entrado era bastante a destruir cien Alhambras, y andaba por las calles -diciendo: «Muera el rey Chico y los demás traidores», y con este -ímpetu entraron en la casa real, donde vieron solo a la reina y a sus -damas casi muertas, no sabiendo la causa de tan grande alboroto;<span -class="pagenum" id="Page_251">p. 251</span> y preguntando dónde estaba -el mal rey, no faltó quien les dijo que en el cuarto de los Leones.</p> - -<p>Luego el tropel de la gente fue allá, y vieron las puertas con -fuertes cerraduras; pero muy poco les sirvió su fortaleza, porque -las hicieron pedazos, y entraron dentro a pesar de los Zegríes que -allí había, que defendían la entrada; y entrando los caballeros -Abencerrajes, Gazules y Alabeces, viendo la mortandad de los -Abencerrajes que había en aquel patio, a quien el rey había mandado -degollar, se ensañaron de tal suerte, que si cogieran al rey y a los -traidores, no se satisfacieran con que murieran degollados, sino que -les buscaran mil géneros de penas para mitigar la mucha que ellos -tenían; y acometieron todos a más de quinientos Zegríes, Gomeles -y Mazas que estaban allí en defensa del rey diciendo: «Mueran los -traidores que tal traición han hecho y aconsejado»; y con ánimo -furibundo dieron en ellos a cuchilladas.</p> - -<p>Los Zegríes y los de su parte se defendían poderosamente, porque -estaban bien alistados de armas, y apercibidos para aquel caso; mas -poco les valió todo esto, que allí los hacían pedazos, porque en menos -de una hora ya tenían muertos más de doscientos caballeros Zegríes, -Gomeles y Mazas, y siguiendo su porfía iban matando e hiriendo más de -ellos.</p> - -<p>Allí era el ruido y vocería, allí acudía toda la gente que subía de -la ciudad, y siempre diciendo: «Muera el tirano y los traidores.» Fue -tal la destrucción que los Abencerrajes, Alabeces y Gazules hicieron, -y tal la venganza, que de todos<span class="pagenum" id="Page_252">p. -252</span> los Zegríes, Gomeles y Mazas que allí estaban, no se escapó -ninguno con vida. El desdichado rey se escondió, que no pudo ser -descubierto.</p> - -<p>Esto hecho, los caballeros muertos los bajaron a la ciudad y los -pusieron sobre paños negros en la plaza Nueva, para que toda la ciudad -los viese, y se moviese a compasión viendo un tan doloroso y triste -espectáculo, y la crueldad que con ellos se usó.</p> - -<p>Toda la gente andaba por la Alhambra buscando al rey con tal -alboroto, que parecía hundirse todas las casas y torres; y si tempestad -y ruido había allí, no menos alboroto y llanto había en la ciudad.</p> - -<p>Todo el pueblo en común lloraba a los muertos Abencerrajes. En -particulares casas lloraban a los muertos Zegríes, Gomeles y Mazas, y -a otros que murieron en esta refriega. Por este conflicto y alboroto -desventurado se dijo este</p> - -<p class="centra mt15">ROMANCE.</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">En las torres del Alhambra</p> - <p class="i0">sonaba gran vocería,</p> - <p class="i0">y en la ciudad de Granada</p> - <p class="i0">grande llanto se hacía;</p> - <p class="i2">Porque sin razón el rey</p> - <p class="i0">hizo degollar un día</p> - <p class="i0">treinta y seis Abencerrajes,</p> - <p class="i0">nobles de grande valía,</p> - <p class="i2">A quien Zegríes y Gomeles</p> - <p class="i0">acusan de alevosía.</p> - <p class="i0">Granada los llora más,</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_253">p. 253</span>con gran dolor que sentía,</p> - <p class="i2">Que en perder tales varones</p> - <p class="i0">es mucho lo que perdía:</p> - <p class="i0">hombres, mujeres y niños</p> - <p class="i0">lloran tan grande pérdida.</p> - <p class="i2">Lloraban todas las damas,</p> - <p class="i0">cuantas en Granada había;</p> - <p class="i0">por las calles y ventanas</p> - <p class="i0">mucho luto parecía.</p> - <p class="i2">No había dama principal</p> - <p class="i0">que luto no se ponía,</p> - <p class="i0">ni caballero ninguno</p> - <p class="i0">que de negro no vestía;</p> - <p class="i2">Si no fueron los Gomeles</p> - <p class="i0">donde la traición salía,</p> - <p class="i0">y con estos los Zegríes</p> - <p class="i0">que les hacen compañía.</p> - <p class="i2">Y si algún luto llevaban,</p> - <p class="i0">es por los que muerto habían</p> - <p class="i0">los Gazules y Alabeces</p> - <p class="i0">con gran valor y osadía</p> - <p class="i0">en el cuarto de los Leones,</p> - <p class="i0">por vengar la villanía.</p> - <p class="i2">Y si hallaran al rey Chico,</p> - <p class="i0">le privaran de la vida,</p> - <p class="i0">por consentir la maldad</p> - <p class="i0">que allí cometido habían.</p> -</div> - -<div class="section"> -<p>Volviendo ahora al sangriento y pertinaz motín de la granadina gente -contra el rey y sus valedores, es de saber, que el valeroso Muza como -vio poner fuego al Alhambra, con gran presteza acudió a aplacar las -furiosas llamas; y sabiendo<span class="pagenum" id="Page_254">p. -254</span> que el rey Mulahacén su padre había mandado abrir la puerta -falsa del Alhambra, luego se fue hacia ella acompañado de gran tropa -de gente, y en llegando vio al rey Mulahacén acompañado de más de mil -hombres que le guardaban, y a grandes voces decían:</p> -</div> - -<p>—Viva el rey Mulahacén, al cual reconocemos por señor, y no al rey -Chico, que a tan gran traición ha muerto la flor de los caballeros de -Granada.</p> - -<p>Muza dijo:</p> - -<p>—Viva el rey Mulahacén, mi padre, que así lo quiere toda Granada.</p> - -<p>Lo mismo dijeron todos los que iban con él; y diciendo esto entraron -en el Alhambra y fueron a la casa real, y andándola toda no toparon al -rey.</p> - -<p>De aquí fueron al cuarto de los Leones, y vieron el estrago que -habían hecho los Abencerrajes, Gazules y Alabeces en los Zegríes, -Gomeles y Mazas; y Muza dijo:</p> - -<p>—Si traición se hizo a los Abencerrajes, bien se han vengado, aunque -la traición no tiene satisfacción.</p> - -<p>Y pesándole de lo que había, salió de allí y se fue a la cámara -de la reina, a la cual vio llorosa, acompañada de sus damas y de la -hermosa Celima a quien Muza amaba tiernamente. La temerosa reina le -preguntó a Muza:</p> - -<p>—¿Qué vocería era aquella que sonaba en la ciudad y en el -Alhambra?</p> - -<p>—Cosas son del rey —dijo Muza—, que sin mirar más de su gusto, dio -lugar y consintió una traición notable, ejecutada en los caballeros -Abencerrajes, de quien siempre ha recibido muy grandes servicios, y -en pago de ellos hoy ha muerto a treinta y seis dentro del cuarto de -los Leones. Esto es lo que el rey mi hermano,<span class="pagenum" -id="Page_255">p. 255</span> vuestro marido, ha hecho, o permitido que -se hiciese; por lo cual el reino tiene perdido, y él está, si parece, a -punto de perderse, porque ya toda la gente de Granada, así caballeros -como todos los demás estados, han recibido a mi padre el rey Mulahacén -por rey y señor, y a esta causa anda el alboroto y motín que hay.</p> - -<p>—Santo Alá —dijo la triste y afligida reina—, ¿que eso pase? ¡Ay de -mí!</p> - -<p>Y diciendo esto se cayó amortecida en los brazos de Galiana.</p> - -<p>Todas las damas lloraban amargamente el caso doloroso que había -sucedido, y lloraban a su triste reina puesta en tal calamidad.</p> - -<p>La linda Haja y la hermosa Celima se hincaron a los pies de Muza, y -como quien tanto le amaba le dijo de esta manera:</p> - -<p>—Señor mío, no me levantaré de vuestros pies hasta que me deis -palabra de hacer en este negocio tanto que quede apaciguado, y el rey -vuestro hermano en su posesión como de antes; que aunque ha procurado -mi amistad, no teniendo respeto a la vuestra, no se ha de formar -venganza estando el enemigo caído, ni se ha de dar mal por mal, sino -porque de hoy más tengo cuidado de no ofenderos en esto ni en otra cosa -alguna; en lo que os pido recibiré de vos muy grande merced.</p> - -<p>Fátima, que sabía el grande amor que los dos se tenían, le pidió a -Muza que le concediese a Celima lo que le pedía, y que no tuviese a sus -pies a la que merecía la corona del mundo.</p> - -<p>Muza que estaba transformado en mirar el adorno y nobleza -que naturaleza dio a Celima, no advirtiendo que la tenía<span -class="pagenum" id="Page_256">p. 256</span> a sus pies con la hermosa -Haja, las levantó del suelo, dándolas palabra de apaciguar el vulgo, y -de poner al rey su hermano en la posesión del reino; con lo cual obligó -a su dama a que le amase con más extremo.</p> - -<p>Las damas echaron agua en el rostro de la reina, y de este modo -volvió en sí llorando, y Muza la consoló dándola buenas esperanzas; -y se despidió de ella y sus damas, y fue adonde estaba su padre y le -dijo:</p> - -<p>—Mande vuestra alteza pena de muerte al que no dejare las armas, y -no se sosegare.</p> - -<p>Luego mandó el rey que se pregonase así en el Alhambra y por toda la -ciudad, y Muza mandó a la gente de guerra que se aquietasen, y a todos -los demás se lo rogó.</p> - -<p>Mediante esto se apaciguó el pertinaz motín y rebelión, teniendo -unos intento de obedecer a Mulahacén, y otros al rey Chico.</p> - -<p>Para esto ayudaban a Muza todos los más principales de Granada, y -los linajes desapasionados, que eran Alabeces, Bencerrajes, Laugetes, -Azarques, Alarifes, Aldoradines, Almoradís, Almohades y otros muchos -caballeros de Granada.</p> - -<p>De esta suerte fue todo apaciguado, y Muza rogó a todos que no -quitasen a su hermano la obediencia, sino que Granada volviese al -estado en que antes estaba; que si malos consejos no dieran al rey, -nunca él mandara hacer lo que se hizo.</p> - -<p>Todos los caballeros dieron palabra a Muza de no quitar la -obediencia a su hermano el rey; solo los Abencerrajes, Gazules, -Alabeces y Almoradines, estos cuatro linajes poderosos, no quisieron -estar en la obediencia del rey Chico, por lo que hizo<span -class="pagenum" id="Page_257">p. 257</span> contra los Abencerrajes en -admitir el mal consejo del traidor Zegrí; y era así verdad, que por -dar crédito de ligero el fácil rey aceleró el negocio; y si lo llevara -por justicia, no se le siguiera la perdición que le vino a él y a la -ciudad.</p> - -<p>Por esta traición se hizo el romance siguiente:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Caballeros granadinos,</p> - <p class="i0">aunque moros hijosdalgo,</p> - <p class="i0">con envidiosos intentos</p> - <p class="i0">al rey Chico van hablando;</p> - <p class="i0">gran traición se va ordenando.</p> - <p class="i2">Diz que los Abencerrajes,</p> - <p class="i0">linaje noble afamado,</p> - <p class="i0">pretenden matar al rey,</p> - <p class="i0">y quitarle su reinado;</p> - <p class="i0">gran traición se va ordenando.</p> - <p class="i2">Y para emprender tal hecho,</p> - <p class="i0">tienen favor muy sobrado</p> - <p class="i0">de hombres, niños y mujeres,</p> - <p class="i0">todo el granadino estado;</p> - <p class="i0">gran traición se va ordenando.</p> - <p class="i2">Y a su reina tan querida</p> - <p class="i0">de traición la han acusado,</p> - <p class="i0">que en Albín Abencerraje</p> - <p class="i0">tienen puesto su cuidado;</p> - <p class="i0">gran traición se va ordenando.</p> -</div> - -<p>De esta suerte va declarando el romance la historia que se ha -contado, y la traición; mas porque me aguardan otras cosas importantes -no se acaba.</p> - -<p>Volviendo a Muza, que con gran diligencia procuraba aplacar los -airados pechos de los más principales caballeros y demás gente -para<span class="pagenum" id="Page_258">p. 258</span> que volviesen -a dar la obediencia al rey Chico, como antes estaba, atrajo muchos a -su voluntad, salvo los cuatro linajes que hemos dicho, y algunos más -caballeros que no quisieron estar en la obediencia del rey Chico, sino -a la del rey Mulahacén; y así siempre hubo allí muchas diferencias -entre los dos reyes, padre e hijo, hasta que se perdió Granada.</p> - -<p>Y la causa porque los Gazules, Alabeces, y Aldoradines no quisieron -ser de la parte del rey Chico, aunque Muza hizo las diligencias -posibles, fue el que ya tenían tratado entre ellos de volverse -cristianos, y pasarse con el rey D. Fernando, como adelante se dirá.</p> - -<p>Pues como viese Muza la mayor parte de la ciudad reducida a su -voluntad para que volviese su hermano a ser obedecido, y al gobierno de -su reino, procuró saber adónde estaba; y supo cómo se había retirado -al cerro del Sol, que hoy llaman de Santa Elena, en una mezquita que -estaba allí, huyendo de la voz que oyó cuando decían todos: <i>Muera -el tirano y los traidores</i>; y visto este estrago, que hacían los -Abencerrajes, Gazules y Alabeces en los Zegríes y Gomeles, se salió -por una puerta falsa maldiciendo su ventura y el día de su nacimiento, -quejándose del Zegrí que le había aconsejado cometer tal traición -contra tan leales caballeros.</p> - -<p>Los Zegríes y Gomeles le consolaban, diciéndole que no se fatigase, -que mil Zegríes y Gomeles tenía de su parte, los cuales morirían en su -defensa, y que el consejo no había sido malo, sino importante, si no se -descubriera tan presto.</p> - -<p>Y en esto vieron venir<span class="pagenum" id="Page_259">p. -259</span> a Muza en un caballo, y fueron a dar aviso al rey; el cual -temeroso preguntó, si venía de paz, o de guerra.</p> - -<p>—De paz viene —respondió un Zegrí— y solo, y debe de querer -hablarte.</p> - -<p>—Alá se sirva que sea por bien —dijo el rey—; porque se temía de -Muza, a causa de Celima.</p> - -<p>En esto llegó Muza, y preguntando si estaba allí el rey su hermano, -le fue dicho que sí; y apeándose del caballo entró en la mezquita, -donde vio al rey acompañado de Zegríes y Gomeles; y haciéndole el -acatamiento que de antes solía, le dijo así:</p> - -<p>—No careces de culpa, permitiendo una maldad y traición tan grande -como la que se ha usado con el más noble y leal linaje de todo el -reino. Y mirad lo que se ha seguido de su muerte; alboroto de toda la -ciudad, muerte de muchos, pérdida de tu reino; y lo fuera de tu vida, -si no te hubieras retirado aquí. Los reyes que han de gobernar en paz, -sosiego y tranquilidad a sus vasallos, ¿son esos los alborotadores, y -privadores de la paz? Merecido y justo castigo es, que sean desposeídos -de sus reinos, y aun de las vidas. Si a caballeros leales que sirven -bien das tal pago, ¿quién esperas que te sirva? Si se te había -ofendido, que no creo tal, siguieras la causa por justicia, y no con -violencia. ¿Qué demonio te insistió a hacer tal matanza? ¿Qué causa te -movió?</p> - -<p>—Hermano —dijo el rey—, ya que me has preguntado la causa de mi -determinada ira, yo te la diré en presencia de los oyentes: Sabrás, -que los caballeros Abencerrajes tenían determinado matarme, y alzarse -con el reino; y sin esto Albín Hamete Abencerraje adulteraba<span -class="pagenum" id="Page_260">p. 260</span> con la reina mi mujer, pues -de todo tengo bastante y probada verificación: ¿parécete que aceleré en -el caso?</p> - -<p>Admirado Muza, le respondió:</p> - -<p>—No tengo yo a la reina en tal opinión, ni lo creo, ni tengo a los -Abencerrajes por caballeros que tal traición ordenaran, porque son -ejemplo de lealtad.</p> - -<p>—Pues si no lo crees —dijo el rey—, pregúntalo a Hamete Zegrí, y -a Mahandín y a Mahandón que están presentes, que ellos te dirán como -testigos de vista.</p> - -<p>Y los falsos refirieron a Muza lo que al rey habían dicho, lo cual -no creyó, porque conocía que la reina era muy honesta y virtuosa, y así -les dijo:</p> - -<p>—Yo no puedo persuadirme a que eso sea así, ni creo que habrá -caballero que lo sustente, porque es cierto que ha de quedar por infame -y fementido.</p> - -<p>—Pues nosotros, dijo Mahandón, lo sustentaremos contra cualesquier -caballeros que lo quisieren contradecir.</p> - -<p>Y enojado Muza, dijo:</p> - -<p>—Pues aunque no sea sino por honra de mi hermano el rey, se ha -de seguir por justicia esta causa y la de los Abencerrajes, pues os -preferís a sustentar con las armas la acusación que ponéis; y mirad -cuán seguro estoy de la casta reina, que sé que habéis de morir, o -quedar desmentidos; y si me fuera lícito, yo solo había de defender -la inocente reina y a los nobles Abencerrajes, porque clara y -manifiestamente se parece ser mentira causada de envidia; pero impídelo -la paz que ando buscando.</p> - -<p>Los Zegríes comenzaron a alborotarse, diciendo que ellos eran -caballeros y lo que habían dicho lo sustentarían en campo armados -a<span class="pagenum" id="Page_261">p. 261</span> los cuatro -caballeros.</p> - -<p>—Eso se verá presto —dijo Muza; y díjole al rey—: Vamos al Alhambra, -que ya todo está apaciguado: solo quedan cuatro linajes de caballeros -que no os quieren dar obediencia, sino a nuestro padre: pasen algunos -días, que yo los compondré. Y vosotros, Zegríes y Gomeles, advertid, -que si por vuestro consejo murieron degollados treinta y seis -caballeros Abencerrajes, de vuestros linajes hay más de cuatrocientos -caballeros muertos; mirad si ha sido granjería la que habéis hecho. Id -al Alhambra, y mandad que los saquen del cuarto de los Leones, y dadles -sepultura, que así han hecho los Abencerrajes a todos sus deudos, -muertos sin culpa.</p> - -<p>Con esto salió Muza de la mezquita, y el rey Chico con él, fiado de -su palabra, y le dijo:</p> - -<p>—Muza, ¿quién te dio aviso de que estaba yo aquí?</p> - -<p>—Quien te vio venir —dijo Muza.</p> - -<p>Diciendo esto, se bajaron todos del cerro, y se entraron en el -Alhambra.</p> - -<p>Los Zegríes llevaron los cuerpos muertos a sus casas, y los fueron -acompañando, y Muza con ellos, por evitar algún escándalo; y en todo -aquel día no se oía en toda Granada otra cosa sino llantos y gemidos -muy tristes.</p> - -<p>El rey se retiró a su cuarto con muy buena guarda, y mandó que no -dejasen entrar a nadie en todo aquel día; lo cual se cumplió todo así, -que ni aun a la misma reina dejaron entrar, y muy confusa se volvió a -su retrete, no sabiendo la causa de tan grande encerramiento, pues le -había enviado a decir Muza que no tuviese pena, que el rey volvería a -su silla.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch14"> - <p><span class="pagenum" id="Page_262">p. 262</span></p> - <h2 class="nobreak">CAPÍTULO XIV.</h2> - <p class="subh2h"><i>En que se da cuenta cómo los traidores pusieron - acusación a la reina y a los Abencerrajes, y cómo la reina fue presa - por ellos, y dio cuatro caballeros que la defendiesen, y de lo demás - que sucedió.</i></p> -</div> - -<p><span class="cap">L</span>os muertos ya enterrados de la una parte y -de la otra, y habiendo cesado los llantos por ellos hechos, y reducida -la parte mayor de los caballeros de Granada a la obediencia del rey -Chico, por orden del valeroso capitán Muza, habiéndose pasado aquel -día tan memorable para Granada, luego el día siguiente dio orden que -fuesen a hablar al rey; y así se juntaron todos los más principales, y -le fueron a ver, aunque contra su voluntad, solo por hacer placer al -valiente Muza; y en entrando en su real sala, se fueron sentando por su -orden, como antes solían, aguardando que el rey saliese de su aposento: -el cual como supo que estaba allí Muza y los demás caballeros, salió -vestido de negro mostrando tristeza en el rostro, y sentado en la silla -real, mirando a todos, les dijo:</p> - -<p>—Muy leales y verdaderos vasallos, amigos míos, bien sé que -habéis estado muy enojados conmigo, y con deliberación de quitarme -el reino y la vida por lo que hubo en el cuarto de los Leones, no -sabiendo vosotros el fundamento y justa causa que a ello me movía, -y sin escandalizaros; pero<span class="pagenum" id="Page_263">p. -263</span> a veces la cólera ciega la razón de modo, que no da lugar -a la consideración con el deseo de la venganza. Alá os guarde de rey -injuriado, que no aguarda dilación su agravio. Y para satisfacción -de mi poca culpa, y muy sobrada justicia, pedida y demandada de mi -crecido agravio, habéis de saber, oh nobles granadinos, que los famosos -Abencerrajes, de cuya fama el mundo está lleno, habían conspirado y -hecho conjuración para privarme del reino y de la vida, y de todo esto -tengo fulminado proceso con información bastante, por donde son dignos -de muerte, y más. Albín Hamete, Abencerraje, violó mi honra con mancha -de adúltero, tratando con la reina Sultana, mi mujer, de deshonestos y -secretos amores, aunque no lo fueron tanto, que con facilidad fueron -descubiertos; y en esta sala hay caballeros testigos de vista que lo -dirán y sustentarán, y a esta causa se ejecutó ayer lo que visteis, -queriendo por mi mano tomar venganza de tan enorme injuria y deshonra; -y si no se descubriera tan presto mi intento, no hay duda, sino que -no fuera ya vivo ningún Abencerraje; mas mi mala suerte ordenó que se -descubriera. De lo pasado me pesa solo por el alboroto de la ciudad, -y por haber muertes de nobles y leales caballeros a manos de los -Abencerrajes vivos y de los Gazules, y la sangre de los Zegríes y -Gomeles vertida por mi causa pide justísima venganza, la cual prometo -hacer por Mahoma. Y ahora doy por sentencia que los Abencerrajes que -son culpados en esto, por tener atrevimiento<span class="pagenum" -id="Page_264">p. 264</span> de entrar con mano armada en mi casa real, -sean desterrados de Granada, y dados por traidores, y sus bienes -confiscados a mi real Cámara, para que de ellos haga mi voluntad; y -los que no son tan culpados y los ausentes, así alcaides, como los que -no lo son, que se queden en Granada privados de mi real servicio. Y -si tuvieren hijos varones, los envíen a criar fuera de la ciudad; y -si fueren hijas, que las casen fuera del reino; y esto mando que se -publique por toda Granada. Y en lo que toca a la reina Sultana, mi -mujer, mando que los caballeros que han de poner la acusación la pongan -luego; y puesta, sea presa, hasta que se vea su justicia conforme a -derecho, que no es justo que un rey como yo viva afrentado. Estas -dos cosas fueron la causa, buenos caballeros y leales vasallos, del -alboroto de ayer: ahora considere cada uno la causa por suya, y juzgue -lo que haría, y verá cómo no se satisface mi agravio, y respóndame.</p> - -<p>Dichas estas palabras por el rey todos los caballeros que estaban -allí juntos se miraban los unos a los otros, y admirados de todo -aquello que el rey les había dicho, no sabían qué responderle, porque -ninguno de los que vinieron con Muza a dar la obediencia al rey, no -dio crédito a cosa ni parte de lo que tocaba a los Abencerrajes, como -ni a lo de la reina, y luego entendieron ser traición; y así los -caballeros Almoradís, Almohades, y otros que eran parientes de la reina -Sultana, hicieron entre ellos gran movimiento y comunicación, y al cabo -de una pieza que el rey aguardaba respuesta,<span class="pagenum" -id="Page_265">p. 265</span> se levantó un caballero Almoradí, tío de la -reina, y respondió, diciendo:</p> - -<p>—Atentos hemos estado, rey Abdalí, a tus razones, con las cuales no -menos pesadumbre y alboroto que ayer se espera; porque en lo que has -hablado manifiestamente parece ser averiguada traición, así en lo que -toca a los caballeros Abencerrajes, como en lo de la reina; porque los -Abencerrajes son nobles, y en ellos no puede caber traición, ni tal de -ellos se puede presumir; porque de su bondad y nobleza siempre han dado -verdadero testimonio sus obras, por las cuales tú y tu reino habéis -resplandecido; y si ahora los mandas desterrar, tu reino de hoy en más -lo puedes dar por ninguno, y al tiempo pongo por testigo; cuanto y más, -que aunque tú los destierres, si ellos con su gusto y voluntad no se -quieren salir de Granada, no los puedes tú hacer fuerza, atento que no -eres rey supremo por ser vivo tu padre, el cual estima mucho a este -linaje. Si no me crees, mira tu palacio, y verás como en faltando todos -los Alabeces, Gazules, Aldoradines y Venegas, parece estar solo y sin -acompañamiento ninguno, y te has de ver sin todos estos y otros muchos, -por ser amigos de los Abencerrajes, pues la plebe ya bien sabes el -amor que les tiene; y sé de cierto, que si el amor de ellos levantara -bandera contra ti, te echaran del reino en que estás; pero son leales, -y antes morirán que tal hagan. Repórtate, rey mal aconsejado, y no te -ciegue la cólera; y en lo que dices de la reina que ha sido adúltera, -es falso; es matrona ilustre y honesta, y se<span class="pagenum" -id="Page_266">p. 266</span> debe tener y estimar en mucho; y si contra -ella te mueves o alteras, los Almoradís, Almohades y sus parciales -te hemos de quitar la obediencia, y hemos de darla a tu padre; y -cualquiera que pusiere falta o dolo en la reina Sultana, miente y es un -villano, y yo lo probaré donde quisiere.</p> - -<p>El traidor Zegrí, Mahandín Gomel, Mahandón y Abenhamete con saña se -levantaron y dijeron que lo que ellos decían era verdad, y quien lo -contradecía, mentiría.</p> - -<p>Los Almoradís se alzaron poniendo mano a las armas; todos los -Zegríes y Gomeles hicieron lo mismo, y con gran enojo se fueron los -unos a los otros, moviendo mucho escándalo y alboroto en el palacio -real; mas los caballeros Azarques y Alarifes, Muza, Sarracino, Reduán -y el mismo rey, obraron tanto, que no los dejaron juntar, antes los -aquietaron e hicieron sentar; y estando sosegados dijo estas razones -Muza:</p> - -<p>—Señores caballeros, yo querría que se pusiese la acusación a la -reina, y que por ella sea presa, pues confío en Alá que su inocencia ha -de ser verdugo de los acusadores falsos, y han de morir o retractarse -de lo dicho, de donde se seguirá mayor lauro y corona de honor a la -inocente reina y a todos los de su linaje; para lo cual salga aquí la -reina, responda por sí, y dé y señale caballeros que la defiendan.</p> - -<p>A todos pareció bien lo que Muza dijo, y así fue llamada la reina -Sultana, la cual fue acompañada de sus damas, y los caballeros se -levantaron y la hicieron grande acatamiento, salvo los traidores; -y antes que la reina se sentase en su estrado le dijo<span -class="pagenum" id="Page_267">p. 267</span> Muza:</p> - -<p>—Hermosa Sultana, hija del famoso Moraicel, y de nación Almoradí -por descendencia del padre, y Almohades por la madre, descendientes de -los reyes de Marruecos: sabrás, reina de Granada, por tu daño, como en -esta sala hay caballeros que pongan dolo en tu castidad, diciendo que -no has guardado las leyes conyugales, como era razón, a tu marido el -rey; antes dicen que has adulterado y hecho traición con Albín Hamete, -Abencerraje; por lo cual ayer fue degollado con los demás Abencerrajes -que murieron. Si esto es así, lo cual todos nosotros no creemos, -porque tenemos entera satisfacción de tu bondad, virtud y castidad, -has incurrido en pena de muerte de fuego; por tanto da razón de ti, -para que no haya más escándalo del que por tu causa ha habido; y si -no le das cual conviene a tu honor y al de tu marido, morirás quemada -conforme a nuestras leyes: yo te lo he dicho, no por ofenderte, sino -para que repares con tiempo la defensa y lo que te conviene, que por mi -parte seré en tu favor y en todo lo que pudiere, como lo verás.</p> - -<p>Con esto calló Muza, y se sentó, aguardando que la reina -respondiese. La cual como oyó lo que Muza le había dicho, miró a todos -los caballeros de la sala; y como los vio callar, tuvo por verdad lo -que al pronto había escuchado por donaire y juego; y reparándose un -poco, sin mudarse la color de su hermoso rostro, ni hacer mudanza -mujeril, respondió de esta suerte:</p> - -<p>—Cualquiera que en mi honestidad pura, limpia y casta pusiere -alguna<span class="pagenum" id="Page_268">p. 268</span> falta, miente, -y no es caballero, sino villano, vil y de bajos pensamientos, mestizo, -infame y mal nacido, indigno de entrar en el real palacio; y sea quien -fuere, póngase aquí en mi misma presencia la acusación que contra mí -se ha hecho, que no temo pena ninguna, porque mi inocencia me asegura, -y mi castidad y limpieza me hacen libre: jamás con pensamiento ni obra -hice ofensa al rey mi marido, ni la pienso hacer en tanto que mi marido -fuere, ni después; ora sea por separación de muerte, o por repudiación -de su parte hecha. Mas estas cosas y otras tales no pueden salir sino -de moros, de quien no salen sino maldades y novedades, como de hombres -de poca fe y mal inclinados. Benditos sean los cristianos reyes y quien -los sirve, que nunca entre ellos hay semejantes maldades, y la causa -es estar fundados en buena ley. Pero una cosa sé decir, que confío en -el santísimo Alá que ha de volver por mi casta limpieza, y descubrir -la verdad; y hago promesa de que si Alá se sirve de dar victoria a mis -defensores, como lo espero en él que se la dará, viéndome libre de este -testimonio, de no volverme a juntar con el rey en poblado ni fuera.</p> - -<p>Diciendo esto comenzó a llorar, y con ella todas sus damas; de tal -manera, que a todos los caballeros que la oían movía a muy grande -compasión y lástima.</p> - -<p>Lindaraja se hincó de rodillas delante de la reina, y pidió licencia -para partirse a Sanlúcar a casa de un hermano de su padre, pues por -mandado del rey habían muerto sin culpa a su querido padre, y<span -class="pagenum" id="Page_269">p. 269</span> pues desterraron a los -Abencerrajes, que ella se quería desterrar, por no ver las tiranías -y crueldades que cada día se hacían, y más el testimonio que a su -alteza se levantaba; que no diese lugar que ella presenciara a aquellos -dolores tan acerbos; y que cuando la honra de la reina padecía, no -estaba segura la de sus damas, dueñas y doncellas.</p> - -<p>La reina la abrazó llorando, y quitándose del cuello la cadena que -el maestre la dio el día de la sortija, dijo:</p> - -<p>—Toma, amiga, yo quisiera galardonar tus servicios fieles y leales, -pero ya, por mi desdicha, no soy señora de bienes, sino de males: -dichosa tú, y yo sin ventura. Vete en paz, y vive en ella, que ausente -de la corte yo sé que la tendrás.</p> - -<p>Y diciendo esto la apretó entre sus brazos, regándola su hermoso -rostro con lágrimas, las cuales Lindaraja derramaba de sus ojos en -abundancia. Aquí se aumentó el llanto de todas las damas, porque las -iba abrazando y despidiéndose de todas.</p> - -<p>Estaban los circunstantes tan lastimados de la dolorosa despedida de -la reina y de Lindaraja, que no dejaban de ayudar con lágrimas; y no -pudiendo sufrir aquel dolor, todos los Almoradís y Almohades, y otros -de su parcialidad, se salieron llorando de la sala diciendo:</p> - -<p>—Abdalí rey, abre los ojos y mira lo que haces, y tennos por tus -enemigos de aquí adelante.</p> - -<p>Lindaraja despidiéndose del rey se salió de palacio, y acompañada de -su madre y de algunos caballeros se bajó a la ciudad, y al otro día se -partió para Sanlúcar, y Gazul en su compañía, que era el que la servía, -como ya se ha dicho,<span class="pagenum" id="Page_270">p. 270</span> -y adelante se tratará de ellos más largamente.</p> - -<p>Ahora vayan su camino, y volvamos a tratar del rey, y de la -acusación de la triste reina Sultana, la cual lloraba muy dolorosamente -su deshonra, y con ella sus doncellas.</p> - -<p>El rey mandó al traidor Zegrí que pusiese la acusación, y él se -levantó y dijo:</p> - -<p>—Por la honra de mi rey, y volviendo por ella, como debo, digo -que la reina Sultana es adúltera, y que yo y Mahandín la vimos en -Generalife, debajo de un rosal, que está junto a la fuente grande, -estar en lascivas concupiscencias con Albín Hamete, Abencerraje; lo -cual sustentaremos los cuatro a otros cuatro que señale la reina en su -defensa.</p> - -<p>A esto respondió la reina:</p> - -<p>—Mientes, como traidor infame, falso, tú y todos vosotros; yo fío en -el poderoso Alá que ha de descubrir la verdad, y os ha de costar muy -caro.</p> - -<p>El rey dijo:</p> - -<p>—Sultana, dentro de treinta días habéis de dar caballeros que os -defiendan; donde no, se procederá contra vos conforme a la ley.</p> - -<p>Sarracino no pudiendo sufrir más aquella lástima, dijo:</p> - -<p>—Yo me ofrezco a la defensa de la reina, aunque no haya más -caballeros que quieran volver por su honor.</p> - -<p>Reduán dijo:</p> - -<p>—Yo seré el segundo, y serviré de tercero y cuarto.</p> - -<p>Muza dijo:</p> - -<p>—Pues yo ayudaré también, y no faltará otro caballero que ayude, -porque se haga la batalla cuatro a cuatro; y mire la reina si nos -quiere admitir, que como caballeros juramos de hacer el deber.</p> - -<p>La reina respondió:</p> - -<p>—Muchas mercedes, señores caballeros, por la que me hacéis tan -señalada; yo<span class="pagenum" id="Page_271">p. 271</span> veré lo -que me importa, pues tengo término suficiente, aunque sé que en hacer -tales caballeros la batalla, mis enemigos serían vencidos, y mi honra -satisfecha.</p> - -<p>El rey mandó que estuviese presa en la torre de Comares, y en su -compañía Galiana y Celima para que la sirviesen. Luego Muza y otros -caballeros llevaron a la desdichada e infeliz reina presa, y la -pusieron en un aposento, y a la puerta doce caballeros de guarda, con -orden que si no es a Muza, otro no pudiese entrar a hablar con ella. -Esto hecho se despidieron del rey todos los caballeros, por lo que -había pasado.</p> - -<p>Las damas de la reina se fueron todas: las doncellas en casa de sus -padres, y las casadas a sus casas con sus maridos. Reduán se llevó a -su querida Haja; Abenámar a Fátima, que estaba muy triste por lo que -sus parientes habían hecho. Todas las demás damas se fueron, quedando -desierto el cuarto de la reina.</p> - -<p>Quedaron con el rey Zegríes, Gomeles y Mazas, por acompañarle, y a -muchos pesaba de lo que habían empezado a hacer, porque imaginaban que -no podían tener buen fin todas aquellas traiciones.</p> - -<p>Luego se pregonó que dentro de tres días saliesen los Abencerrajes -desterrados, so pena de las vidas.</p> - -<p>Los Abencerrajes pidieron dos meses de término, porque querían salir -del reino; y fueles concedido a instancias de Muza, porque entre él y -ellos se trató lo que adelante se dirá.</p> - -<p>Este pregón se divulgó por toda la ciudad, y sintieron tanto los -moradores de ella el agravio que a los Abencerrajes se hacía, que si -quisieran<span class="pagenum" id="Page_272">p. 272</span> ellos -levantar bandera contra el rey Chico, los ayudaran con sus personas y -haciendas, porque en extremo eran amados de toda la ciudad, y tenidos -en lugar de padres y amparadores de todos.</p> - -<p>Este pregón lo oyó una hermana del rey Chico, llamada Moraina, la -cual era mujer de Albín Hamete, Abencerraje; y llena de enojo por -haberle muerto a su marido sin culpa, y de temor por haberle quedado -dos niños, uno de cinco años y otro de tres, vestidos ambos de luto y -ella también, fueron al Alhambra y en su compañía cuatro caballeros -Venegas, y entraron en la sala del rey para hablarle.</p> - -<p>Los guardas conociendo a Moraina, la dejaron entrar en el aposento -del rey, su hermano, al cual halló solo; y haciéndole mesura, le -dijo:</p> - -<p>—¿Qué es esto, rey? Rey te digo, y no hermano, aunque es nombre de -más piedad; mas porque no entiendas que soy de los conjurados contra -ti, como tú mismo dices, te llamo rey. Pues dime, ¿qué clima es este -que nos sigue tan cruel? ¿Qué hado tan rigoroso y sangriento es este? -¿Qué estrella tan caliginosa y mortífera corre predominando y causando -tantas desventuras? ¿Qué cometa llena de fuego es este, que así -abrasa y eclipsa el claro linaje de los Abencerrajes? ¿En qué te han -ofendido, que así totalmente los quieres destruir? ¿No te ha mitigado -haber degollado la mitad del linaje, sino que ahora mandes desterrar -a los que han quedado? Y ya que así es, ¿qué razón hay para que los -hijos inocentes de los padres se hayan de dar a criar fuera de la -ciudad, y a las hijas casarlas fuera del reino?<span class="pagenum" -id="Page_273">p. 273</span> ¡Pregón duro! ¡Sentencia cruel! ¡Mandato -acerbo! ¿Dime de qué sirven estas tiranías, rey inclemente? Y yo -triste, desconsolada y viuda, hermana tuya por mi mal, ¿qué haré con -estos dos niños, retrato de aquel caballero Albín Hamete, mandado por -ti degollar sin culpa? ¿No bastó la muerte inocente de su inculpable -padre, sino desterrar los huérfanos hijos? ¿A quién los encomendaré -fuera del reino que los críe? Si a ellos destierras, yo he de ir -también por su madre. ¡A tu sangre maltratas! Por Alá santo te ruego, -que te reportes; mira que estás mal aconsejado; no pase adelante tu -crueldad injusta, que es en los reyes grande imperfección ser crueles, -y más donde no hay culpa, sino interés y envidia.</p> - -<p>Con esto cesó la bella Moraina, no dejando de llorar, y dando -dolorosos suspiros de lo más íntimo de su alma.</p> - -<p>Todo lo cual no fue bastante a ablandar el diamantino corazón del -rey, antes encendido en infernal cólera, los ojos encarnizados contra -su hermana, la dijo:</p> - -<p>—Di, Moraina infame, sin conocimiento de la real sangre, ¿tan poco -valor en ti se encierra? ¿Eso me dices? ¿Di, no consideras la mancha -que puso en mi honra tu desleal marido? Si tú tuvieras una gota de mi -real sangre, sintieras mi agravio, y esa gota dando el pecho a tus -hijos, les fuera veneno mortífero; y si este efecto hiciera, diría -que eras mi hermana; pero no creo que lo eres, pues no sientes lo que -yo. Mejor hubieras hecho en haber quemado esas dos ramas infames, -salidas de aquel aleve tronco, causador de mi afrenta; y pues tan<span -class="pagenum" id="Page_274">p. 274</span> poco miramiento has tenido, -y no has hecho oficio de hermana, yo haré lo que tú no hiciste.</p> - -<p>Y diciendo esto asió al niño mayor, y alzándole en peso, le puso -debajo del brazo izquierdo, y echando mano a la daga se la metió por -la garganta, que no pudo defenderle la desdichada madre; y dejando -muerto al inocente niño, a pesar de su triste madre, tomó al otro, y -le degolló, dejando segadas las manos a la sin ventura Moraina por -quitarle a su tierno niño.</p> - -<p>Y habiéndolos muerto, dijo el sanguinolento rey:</p> - -<p>—Acábese de raíz esta traidora casta de Albín Hamete.</p> - -<p>Vista la crueldad del tirano rey, la lastimada madre, bramando como -leona, acometió a su hermano por quitarle la daga para matarle; pero -el rey se defendió, y visto que no podía defenderse de ella, porque -le pedía sus hijos, con diabólica furia la dio dos puñaladas en el -delicado pecho, de las cuales cayó muerta con sus hijos; y dijo el -rey:</p> - -<p>—Allá irás con tu marido, pues tanto le amas, que tan traidora eres -como él.</p> - -<p>Y luego mandó que enterrasen aquellos cuerpos en la sepultura de los -reyes, lo cual se hizo admirándose de aquel acaecimiento.</p> - -<p>Los caballeros Venegas, sabiendo el caso atroz que el rey había -cometido, salieron del Alhambra, y se fueron a la ciudad, y contaron el -caso a otros caballeros; y así se supo por toda Granada aquella gran -crueldad del rey.</p> - -<p>Muchos determinaron de matarle, y más sabiendo la injusta prisión -de la reina; mas vivía el rey con tal cuidado y guarda, que no -tuvieron lugar de ejecutar su deseo; porque<span class="pagenum" -id="Page_275">p. 275</span> la puerta del Alhambra la guardaban mil -caballeros, y de noche se cerraba bien, y por los muros y baluartes -había puestas muchas postas y centinelas, guardando todas las -entradas.</p> - -<p>La gente del rey Mulahacén guardaba lo que le tocaba, que era la -plaza de los Aljibes y la torre de la Campana, y las torres cercanas a -ella, y sus baluartes y barbacanas.</p> - -<p>Finalmente, lo mejor del Alhambra tenía Mulahacén: el rey Chico -tenía la casa real antigua, y cuarto de los Leones y Torres de Comares, -y miradores del bosque a la parte del Darro y Albaicín.</p> - -<p>Aunque las guardas y gente de ambas partes estaban separadas y -apartadas, y cada cual seguía la parte de su rey, jamás entre ellos -había discordias por mandado de los reyes y ruegos de Muza.</p> - -<p>Y aunque había dos reyes, la gente más principal seguía al rey -viejo, como eran Alabeces, Abencerrajes, Gazules, Almoradís, Langetes, -Atarfes, Azarques, Alarifes y todo el común ciudadano, respecto de -estar bien con los caballeros Abencerrajes y sus valedores.</p> - -<p>Al rey Chico seguían Zegríes, Gomeles, Mazas, Alabeces, Bencerrajes, -Almoradís, Almohades, y otros muchos linajes y caballeros de Granada, -aunque después de la prisión de la reina se habían pasado al rey viejo -los Almoradís, Almohades y Venegas.</p> - -<p>Estaba Granada divisa y llena de bandos y escándalos cada día, -y más se acrecentaron cuando los caballeros Venegas dieron noticia -de la crueldad que el rey Chico había usado con su hermana y con -sus sobrinos; la cual fue de todo punto causa de que los<span -class="pagenum" id="Page_276">p. 276</span> Almoradís, Almohades, y -Marines, y otros muchos caballeros de gran valor le desampararon; de -tal manera, que casi toda Granada estaba apercibida en su daño.</p> - -<p>Solo tenía de su parte a los Zegríes, Gomeles y Mazas; y como estos -tres linajes eran tan poderosos, le sustentaron en su estado hasta que -se perdió, como adelante se dirá.</p> - -<p>Volviendo a la muerte de los hijos de Moraina y de la suya, hubo en -Granada grande sentimiento del doloroso caso. Todos decían que era el -rey muy cruel, tirano, enemigo de su sangre, e indigno del reino y de -la vida.</p> - -<p>Quien más sintió esta muerte fue el capitán Muza, hermano de -Moraina, y firmó con juramento, que había de ser vengada aquella -traición antes de muchos días; y si Muza sintió el desaforado caso, -cruel y grave, no menos lo sintió el rey Mulahacén, que al fin era su -padre.</p> - -<p>Y después de haber hecho gran llanto por su amada hija y por los -nietos tan queridos, con ferviente enojo se fue a armar, y se puso un -fino jaco y un acerado casco, y sobre el jaco una aljuba de escarlata, -y tomó una tablachina en el brazo izquierdo; y llamando a su alcaide, -le dijo, que muy presto juntase la gente de su guardia, que eran más de -cuatrocientos caballeros.</p> - -<p>El alcaide los juntó, y les dijo que el rey Mulahacén los mandaba -juntar; que estuviesen apercibidos para lo que les mandase.</p> - -<p>Ellos dijeron, que allí estaban a su mandado.</p> - -<p>Y visto por el rey que los de su guardia estaban juntos y alistados, -salió a la plaza de su palacio, donde estaba toda la gente, y les -dijo<span class="pagenum" id="Page_277">p. 277</span> así:</p> - -<p>—Valerosos vasallos y amigos míos, grande deshonra es que mi hijo -me usurpe cetro y corona contra toda mi voluntad, y que siendo yo vivo -haya otro rey; y bien sabéis cómo se hizo llamar rey por el favor y -ayuda que le dieron los Zegríes, Gomeles y Mazas, diciendo que yo era -viejo y sin provecho para la guerra y gobierno del reino; y por este -engaño y color de ambición muchos caballeros le han seguido, y me han -dejado contra toda razón. Que bien se sabe que ningún hijo puede ser -heredero del reino, ni de hacienda hasta la muerte de su padre; y así -lo mandan expresamente las leyes, las cuales ha quebrantado mi hijo, me -ha usurpado el reino, y procede mal en la gobernación; pues en lugar -de conservar la paz y sosiego en que yo tenía el reino, es perturbador -e inquietador de ella, y alborotador del pueblo; y en lugar de guardar -a todos recta justicia, hace los mayores absurdos que en el mundo se -pueden imaginar. Mirad cómo mandó degollar a los nobles Abencerrajes -sin culpa suya, y cómo sin ella tiene presa a su mujer, imputándola de -adúltera; y lo que más me lastima es, que haya muerto a mis nietos y a -mi hija. Pues si siendo vivo yo hace esto, ¿qué hará en viéndose solo? -Bien podéis desamparar vuestra patria y tierra, y buscar la ajena. Ya -no quiere Alá que tal tirano viva en el mundo, y así estoy dispuesto -y determinado a la venganza de mi amada hija y de mis queridos -nietos, dando muerte acerba a este enemigo de su sangre y reino: -por tanto, amigos y leales vasallos, vuestra<span class="pagenum" -id="Page_278">p. 278</span> ayuda pido para tal venganza, que más vale -perder un vil príncipe, que no que se pierda por sus tiranías un reino -como el de Granada. Seguidme todos luego, y mostrad vuestro valor -acostumbrado.</p> - -<p>Diciendo esto, mandó a su alcaide que guardase muy bien su -fortaleza, y se partió para la casa real donde estaba el rey Chico su -hijo, diciendo él y todos los suyos:</p> - -<p>—<i>Libertad, libertad: mueran los traidores tiranos, y quien los -sirve: no quede ninguno.</i></p> - -<p>Y con esta voz dieron tan de improviso en la guardia del rey Chico, -que casi no la dieron lugar a tomar las armas, y entre ellos se movió -una batalla muy cruel y sangrienta, cayendo muchos muertos de ambas -partes.</p> - -<p>¿Quién viera al buen rey Mulahacén dar golpes con su cimitarra a un -cabo y a otro, que no daba golpe que no derribase caballero muerto o -mal herido? Porque Mulahacén siempre fue hombre de mucha fuerza en su -mocedad, y de grande ánimo; y no era tan viejo que no pudiese pelear, -pues aún no tenía sesenta años.</p> - -<p>Finalmente andaba entre sus enemigos como león carnicero, y sus -soldados hicieron lo mismo, matando a sus contrarios.</p> - -<p>Aunque eran doblados los del rey Chico, perdieron la plaza, y a -su pesar se retiraron a la casa real, adonde era tanta la gritería -y voces, que no se oían los unos a los otros, salvo la voz de la -libertad.</p> - -<p>El rey Chico, que oyó el tropel y ruido, muy espantado y atemorizado -salió a ver lo que era, y vio a su padre entre la gente de su guardia -con un rigor extraño: sospechando lo que podía ser, entró a<span -class="pagenum" id="Page_279">p. 279</span> armarse, y salió afuera -para que los suyos cobrasen ánimo con su vista.</p> - -<p>A esta sazón llegó muy mal herido el capitán de su guardia, -diciéndole:</p> - -<p>—Señor, ve a favorecer tu gente, que es grande el estrago que en -ellos hacen tu padre y los suyos.</p> - -<p>El rey Chico salió dando voces, diciendo:</p> - -<p>—A ellos, amigos, a ellos, que aquí está vuestro rey; mueran -todos.</p> - -<p>Y diciendo esto, comenzó a herir en la gente del rey su padre con -tanto ánimo, que puso en los suyos tal brío, que hicieron retirar gran -trecho a la gente de Mulahacén; lo cual visto por el viejo, dando -voces, decía:</p> - -<p>—No os retiréis de esta vil y traidora canalla.</p> - -<p>Con el ánimo que les daba cada rey a los suyos peleaban todos con -mucho esfuerzo y valor; pero poco les aprovechó a los del rey Chico su -ardimiento, porque eran más valerosos los del rey viejo; y perdida la -esperanza de cobrar lo perdido, se retiraron hasta los mismos aposentos -del rey Chico, y allí comenzaron a pelear los unos con los otros -cruelmente; de suerte que todo el palacio estaba poblado de cuerpos -muertos, y bañado en sangre de los heridos.</p> - -<p>En esta refriega se encontraron padre e hijo; y viendo el viejo el -estrago tan grande que en su gente hacía su hijo, sin mirar el paternal -amor que debía tenerle, acometió a él con una furia de hircana sierpe, -diciendo:</p> - -<p>—Aquí pagarás, aleve, la muerte de mi hija y nietos.</p> - -<p>Y diciendo esto, le dio un tan gran golpe con la cimitarra en -la rodela, con que le reparó, que se la hendió en dos partes, y el -reyecillo fue herido en el brazo; y si no se<span class="pagenum" -id="Page_280">p. 280</span> reparara bien, allí acabara la vida; y -fuera gran bien para Granada, porque se evitaran tantos males como por -su causa hubo.</p> - -<p>Pues como el rey Chico se vio herido, y sin rodela, con indecible -coraje, no respetando las canas de su padre, ni teniéndole aquella -reverencia y obediencia que los buenos hijos deben tener a sus padres, -alzó el brazo para herirle con el alfanje; mas no tuvo efecto su mal -propósito, porque a la sazón acudieron muchos caballeros así de una -parte como de otra, cada uno por favorecer a su rey.</p> - -<p>Aquí se aumentó la gritería y se renovó la civil y sangrienta -batalla; de manera que era gran compasión ver la mortandad de aquella -mal considerada gente. Tan sin piedad se mataban y herían, como si en -ellos de antigüedad viniera algún mortal odio y civil guerra.</p> - -<p>Allí eran hermanos contra hermanos, padres contra hijos, parientes -contra parientes, sin guardar el decoro al parentesco y amistad, no más -guiados que por pasión y afición de sus reyes; cada uno favoreciendo -donde más afición tenía, y así con estos motivos de cada parte andaba -tan sangrienta la refriega, como si fuera batalla hecha entre dos -enemigos ejércitos.</p> - -<p>Mas como la gente y guardia del rey Chico eran más que los de -Mulahacén, sacaban ventaja; lo cual conocido por un moro de la parte de -Mulahacén, hombre de ardid y buen soldado, por salir con la victoria -que pretendían, comenzó a decir en altas voces que todos lo oían:</p> - -<p>—<i>A ellos</i>, <i>a ellos</i>, rey Mulahacén, que en tu socorro -vienen los caballeros Alabeces,<span class="pagenum" id="Page_281">p. -281</span> Gazules y Abencerrajes: mueran los traidores, pues de -nuestra parte está la victoria.</p> - -<p>Oída esta voz por el rey Chico y por los suyos, desmayaron de suerte -que parecía verse en manos de la muerte, y por evitar el notorio -peligro que les amenazaba determinaron desamparar la casa real para -no verse despedazados a manos de los caballeros Alabeces, Gazules y -Abencerrajes; y con un esfuerzo muy crecido acometió al rey Chico -con una tropa de ellos por no dejarle en poder de sus enemigos, y se -salieron del real palacio, dejando a sus espaldas otra gran parte de -caballeros que le defendían de sus contrarios.</p> - -<p>Los del rey Mulahacén los seguían con grande osadía, entendiendo que -así era verdad, que tenían socorro.</p> - -<p>De manera que los unos retirándose y los otros siguiéndolos, unos -defendiendo, otros ofendiendo, llegaron a las puertas del Alhambra, las -cuales hallaron abiertas, porque las guardias las desampararon visto -el alboroto y bajaron a la ciudad a dar aviso a los Zegríes y Gomeles -de lo que pasaba, y en la plaza Nueva hallaron algunos de ellos, y les -dieron relación de todo lo que pasaba en el Alhambra.</p> - -<p>Y como supieron el caso, a gran priesa subieron a ella; pero -llegaron tarde, porque ya estaba el rey fuera de las puertas y toda su -gente, y estas muy bien cerradas y puestas las guardias necesarias.</p> - -<p>Los Zegríes, Gomeles, Mazas y otros caballeros de su parcialidad, -como vieron al rey Chico herido en el brazo, y la mayor parte de -su guardia destruida, muerta y herida, se escandalizaron<span -class="pagenum" id="Page_282">p. 282</span> y se llevaron al rey Chico -al Alcazaba, antigua casa de los reyes, la cual era muy fuerte, y tenía -su alcaide y gente de guardia.</p> - -<p>En esta se aposentó el rey, donde fue curado con gran diligencia, y -con la guardia necesaria para su seguridad.</p> - -<p>Estaba con mucha pena porque había perdido el Alhambra, y con no -menos saña procuraba la venganza de ella contra el rey Mulahacén, el -cual estaba muy alegre por ver su Alhambra libre de sus enemigos; y -por limpiarla de todo punto, mandó que a todos los cuerpos muertos de -los contrarios los echasen por las murallas abajo, y a los de su bando -les diesen honrosas sepulturas. En las torres pusieron banderas y -estandartes, mostrando mucho contento y alegría, y tocando añafiles y -dulzainas.</p> - -<p>En toda la ciudad se supo cómo el rey Mulahacén quedaba señor del -Alhambra, y había desbaratado y herido al rey Chico; con lo cual todos -fueron muy regocijados, porque le aborrecían como a la muerte.</p> - -<p>Quien más celebró el contento fueron los Abencerrajes, Alabeces, -Gazules, Venegas y Aldoradines, y fueron muchos de ellos con el -valiente Muza a darle el parabién de la victoria, y le ofrecieron de -nuevo su ayuda, lo cual les agradeció el rey Mulahacén.</p> - -<p>Muza procuró paces entre su padre y su hermano, y no era posible, -porque era tan grande el odio del rey viejo contra su hijo, que no -quiso hacer lo que le pidió Muza, antes dijo que no había de tener -contento hasta verle destruido. No quiso porfiar Muza a su padre, por -conocer en él que<span class="pagenum" id="Page_283">p. 283</span> -tenía muy presente la muerte de Moraina su hija.</p> - -<p>Dejemos a Mulahacén en su Alhambra, y al rey Chico en su Alcazaba -siguiendo sus intereses, y tratemos de los Almoradís, Almohades y -Marines, linajes muy poderosos y ricos, parientes de la reina Sultana, -tan sin culpa presa.</p> - -<p>Ya se acordará el lector que estos caballeros Almoradís y Almohades -se salieron de palacio amenazando al rey Chico por lo que hacía con -su mujer la reina. Pues así como salieron del real palacio, todos se -conjuraron contra el rey Chico para matarle, o a lo menos privarle -del reino, porque tan sin causa tenía presa a su mujer. Y asimismo se -juntaron contra los Zegríes por el testimonio que habían levantado a la -reina.</p> - -<p>Para conseguir mejor su fin, acordaron de trabar estrecha amistad -con los Abencerrajes y sus parciales, sabiendo que por esta vía tenían -a toda Granada de su bando.</p> - -<p>Con esta resolución se fueron a casa de un hermano del rey -Mulahacén, llamado Abdalí, y le hallaron en un aposento, solo, y muy -triste en ver que no podía remediar aquellas maldades y traiciones que -se habían hecho contra los Abencerrajes, y prisión de la reina, y la -muerte de Moraina y sus niños; y como entraron en su aposento aquellos -caballeros Almoradís, que eran doce, y llevaban comisión de todos, se -maravilló Abdalí y les preguntó qué buscaban.</p> - -<p>Los caballeros le dijeron que no se recelase, que más venían en su -provecho que no en su daño, que le querían hablar despacio.</p> - -<p>Abdalí los mandó sentar en un<span class="pagenum" id="Page_284">p. -284</span> estrado muy rico, a su usanza; y estando sentados, uno de -los Almoradís le dijo:</p> - -<p>—Bien sabes, príncipe valeroso, las grandes insolencias que se hacen -en Granada, y las civiles y sangrientas guerras, como aquellas tan -memorables de Sila y Mario; y si has mirado, no hay calle que no brote -sangre de nobles caballeros; de todo lo cual es la causa tu sobrino -el rey Chico, por admitir los malos consejos, pues sin culpa mandó -degollar a los Abencerrajes, y por esta causa murieron muchos Zegríes, -Mazas y Gomeles; y no contento con esto mató a su hermana Moraina y a -sus tiernos hijos: que estas cosas no son de rey sino de un bárbaro, -cruel y tirano, sediento de sangre humana, y derramador de ella. Ahora -ha tenido una refriega y trabada pelea con su padre, que ya la sabrás, -en la cual han muerto muchos caballeros, y al fin Mahoma fue de la -parte de tu hermano; de suerte que ya tu sobrino está desterrado del -Alhambra, y se ha apoderado del Alcazaba con favor y calor de los -Zegríes, Mazas y Gomeles; y nosotros los Almoradís y Almohades le hemos -quitado la obediencia, porque sin culpa tiene presa a su mujer la reina -Sultana, dejando su honra puesta en manos de la fortuna; mira si no lo -hemos de sentir, siendo tan cercana parienta nuestra, y más viendo cuán -tiranamente procede él en la gobernación del reino, y las extorsiones -que cada día nos hace a todos; y visto esto nos hemos apartado de su -obediencia junto con Marines, Abencerrajes, Gazules, Aldoradines, -Venegas y<span class="pagenum" id="Page_285">p. 285</span> todos -los ciudadanos, que morirán porque vivan los Abencerrajes, y pase su -valor adelante; y considerando que tu hermano es ya viejo, y cansado -de las guerras que contra los cristianos ha tenido, no puede gobernar -como conviene, y que según su naturaleza vivirá poco, y ha de quedar -por rey Abdalí, nuestro capital enemigo, el cual no hay duda sino -que perseverará en lo que ha comenzado, y con mayor violencia por -verse solo en el reino, todos hemos determinado que tú seas rey de -Granada, pues tu valor lo merece, para que gobiernes el reino en la -paz y quietud que todos deseamos, y seamos los caballeros tratados con -amigable benevolencia, como de tu bondad se espera. A esto solo habemos -venido los doce Almoradís que ves, por comisión dada de todos los -caballeros que os hemos referido. Danos respuesta luego, y de no querer -admitir el reino lo daremos a Muza, que aunque es hijo de cristiana, -lo es de tu hermano, y merece por su valor y esfuerzo ser príncipe del -mundo.</p> - -<p>Con esto dio fin el Almoradí a sus razones, aguardando que Abdalí -respondiese, el cual parando un poco en el caso les dijo:</p> - -<p>—Mucho agradezco, señores caballeros, la voluntad y la oferta -que me hacéis: la carga que un rey se echa sobre sus hombros es muy -grande, las obligaciones son muchas y mis fuerzas son pocas: mi hermano -está vivo y con dos hijos; yo no hallo razón concluyente por donde -pueda aceptar el favor que me prometéis; además de que cuando no -mirase a las circunstancias dichas, será mover<span class="pagenum" -id="Page_286">p. 286</span> nuevas disensiones, guerras civiles y -alboroto. Los más principales caballeros y toda la ciudad son de parte -de mi hermano: no alborotemos más la tierra; pero sea de esta manera: -yo sé que mi hermano está mal con su hijo, y al fin de sus días no le -dejará el reino, sino a mí o a uno de mis hijos: hablémosle mañana, -diciéndole que ya es viejo, y que me dé la gobernación del estado, para -que le alivie de tanta carga; y si me da este oficio, con facilidad se -podrá hacer lo que me pedís, y al fin dirán que por consentimiento de -mi hermano habrá sido.</p> - -<p>A todos les pareció muy bien lo que Abdalí respondió, y tuvieron por -buen consejo aquel; y así quedó determinado, que el siguiente día se -tratase aquel caso con el rey Mulahacén; lo cual se trató con él, yendo -para ello muchos caballeros Abencerrajes, Alabeces, Venegas y Gazules; -y estando todos con el rey, un caballero de los Venegas le habló, -diciendo:</p> - -<p>—Noticia tenemos, rey Mulahacén, de todos nuestros pasados, de -que los reyes de Granada han sido para con los vasallos benévolos y -apacibles, y siempre les han tenido muy crecido amor; lo cual ahora es -al contrario, pues tu hijo en vez de hacer mercedes a sus súbditos, -sin ocasión les quita las vidas. Ya sabrás lo que ha pasado estos -días, y el escándalo y alboroto de la ciudad por la muerte de los -nobles Abencerrajes, de lo cual han redundado aquestas guerras civiles, -muertes, y desastrados fines entre los ciudadanos; y sé cierto, que si -no se pone remedio, en poco verás tu ciudad despoblada, porque todos -irán a buscar<span class="pagenum" id="Page_287">p. 287</span> la paz -a las ajenas tierras, pues en la suya no la tienen: nadie se queja de -ti, ni hay por qué; pero nos recelamos de tu hijo, que tan mal procede -en el gobierno de tu estado; que si ahora que eres viejo nos faltas, -y por tu edad la muerte llama, y tu hijo queda por ley, será gran -daño de todos; y así querríamos que pusieses un gobernador para que -te aliviase la carga de la gobernación, y que en faltando tú, diesen -el reino al gobernador, siendo cual conviene. Por tal elegimos a tu -hermano Abdalí, y será posible que tuviese enmienda tu hijo, visto que -has puesto gobernador; y puesta su enmienda, merecerá tener el reino. -A esto solo hemos venido a darte cuenta de nuestra pretensión, lo cual -te suplicamos nos otorgues, y en cambio de esta merced que te pedimos, -si nos lo concedes, te damos palabra, a fe de caballeros hijosdalgo, de -quererte servir, y obedecer en todo y por todo mientras vivieres.</p> - -<p>Atento estuvo el rey Mulahacén a las palabras del caballero Venega; -y reparando en que las leyes disponen que herede el hijo al padre, en -particular siendo reino; y cuando se acordó de la gran desobediencia -que su hijo había tenido con él, y los grandes daños que por su causa -habían sucedido, y recelándose de otros mayores, acordó de dar contento -a estos caballeros, viendo ser justa la petición, y que era en provecho -de todos, y así dijo que era contento en que su hermano gobernase el -reino junto con él; y después de muerto, su hijo Abdalí fuera rey, -porque debía dársele el reino.</p> - -<p>Los caballeros<span class="pagenum" id="Page_288">p. 288</span> le -dieron las gracias por la merced que les había concedido, y dieron a -Abdalí el parabién de gobernador; y habiendo jurado de hacer lo que se -debía en el oficio de la gobernación, y de guardar la lealtad debida a -su hermano, al son de muchos instrumentos se le dio el cargo.</p> - -<p>Con esto se despidieron del rey todos los caballeros, y acompañaron -al gobernador hasta su casa: y luego aquel día mandó pregonar por toda -la ciudad, que cualquiera que recibiese algún agravio de otro, que -fuese a su casa, y que él satisfaría a cada uno conforme a derecho, -guardando a todos justicia. Toda la ciudad se holgó mucho por la -elección hecha, porque mediante esto iban quitando las fuerzas al rey -Chico.</p> - -<p>Así se entendió apaciguar la ciudad, y fue echar leña al fuego y -alquitrán a la pólvora; porque luego que el rey Chico llegó a saber lo -que su padre había hecho, en lugar de enmendarse, hacía mil agravios y -desafueros, y cosas indecentes, todo confiado en los Zegríes, Gomeles -y Mazas; y estos linajes se comunicaron acerca de lo que harían, pues -había creado Mulahacén coadjutor para el gobierno.</p> - -<p>Resolviéronse en que siguiesen al rey Chico y persiguiesen a los -Abencerrajes, pues tenía poder para uno y otro; y que no desamparasen -al rey hasta la muerte; y así le dijeron al rey, que él solo lo sería, -o morirían en la demanda; y entendida por el rey Chico esta voluntad -de sus valederos, les mandó que cualquiera persona noble o plebeya -que fuese de la parte del rey su padre o del gobernador se la -llevara<span class="pagenum" id="Page_289">p. 289</span> allí, y al -momento fuera degollada; y si se defendiese por no ser presa, que la -matasen al punto.</p> - -<p>Por esta causa fueron degollados y presos muchos que hacían la parte -del rey Mulahacén; y sabido por él, y por Abdalí, gobernador, mandaron -lo mismo a todos los de su parte.</p> - -<p>De aquesta suerte había más matanza cada día, que en Roma en tiempo -de las guerras civiles.</p> - -<p>La ciudad se dividió en tres opiniones y partes: la una seguía a -Mulahacén, y eran los Abencerrajes, Gazules, Alabeces, Aldoradines, -Venegas, Azarques, Alarifes, y la mayor parte del común, por el amor -que a los Abencerrajes tenían.</p> - -<p>Al rey Chico seguían Zegríes, Gomeles, Mazas, Laugetes, Bencerrajes, -Alabeces y otros caballeros.</p> - -<p>Al gobernador Abdalí seguían Almoradís, Almohades, Marines, y -otros muchos caballeros, por ser estos dos linajes de los reyes de -Granada.</p> - -<p>De esta suerte estaba la desventurada ciudad repartida, y cada día -había mil escándalos y muertes.</p> - -<p>La gente ciudadana, mercaderes, oficiales, ni labradores, no se -atrevían a salir de sus casas. Los caballeros y gente principal -no salían menos de veinte juntos, porque si les acometiesen sus -contrarios, pudiesen resistirlos; y si salían seis, o diez, luego los -acometían, prendían y degollaban; y si se defendían, los mataban allí. -Con estas violencias y crueldades había cada día llantos, tristeza y -pesadumbres.</p> - -<p>Había tres mezquitas en Granada, y a cada una acudía su bando.</p> - -<p>En lo llano de la ciudad había una, donde ahora es el Sagrario, a la -cual acudían el rey Chico y sus<span class="pagenum" id="Page_290">p. -290</span> apasionados.</p> - -<p>Otra había en el Albaicín, que ahora se llama S. Salvador, y a esta -acudía el gobernador y su gente.</p> - -<p>En el Alhambra había otra, que ahora se dice Santa María, donde -estaba Mulahacén y los de su bando.</p> - -<p>Cada uno conocía su distrito y jurisdicción.</p> - -<p>¡Oh Granada, qué desventura fue esta que vino sobre ti! ¿Qué se hizo -tu nobleza? ¿Dónde está tu riqueza? ¿Qué se hicieron tus pasatiempos, -tus galas, justas y torneos, juegos de sortija, fiestas de S. Juan, -músicas adornadas y zambras? ¿Adónde están tus admirables juegos -de cañas? ¿Qué se hicieron las vistosas libreas de los gallardos -Abencerrajes; las delicadas invenciones de los Gazules; las altas -pruebas y ligerezas de los Alabeces; los costosos trajes de los -Zegríes, Mazas y Gomeles? ¿Dónde está todo tu bien y contento? Paréceme -que se ha convertido en lágrimas, tristezas, traiciones, muertes, lagos -de sangre vertida con crueldad y tiranía.</p> - -<p>Muchos caballeros ciudadanos desamparaban la ciudad, temerosos de lo -que veían. Otros caballeros se iban a sus cármenes y heredades, y de -allí los traían a degollar, cosa no vista sino en Roma.</p> - -<p>Muza estaba muy enojado viendo aquellas maldades que se hacían por -momentos, y procuraba medios para quitar y atajar tal daño; y así él -y un linaje de caballeros llamados los alfaquíes, y Sarracino, Reduán -y Abenámar andaban de un rey en otro, suplicándoles que viniesen en -concierto las enemistades; y como estos caballeros alfaquíes eran -muchos, muy ricos y de esclarecida sangre, y<span class="pagenum" -id="Page_291">p. 291</span> no estaban sujetos a ninguna parte -apasionadamente, siempre a la obediencia del rey Mulahacén, cada -uno de los otros dos bandos deseaba tenerlos por amigos; y así les -quisieron dar gusto en dar asiento en aquellos bandos, viendo cada día -se menoscababan los caballeros y moradores de la ciudad, así en muertes -como en ausencias; y porque Muza había jurado que había de dar muerte a -quien no dejase las comunidades, tanto hizo con ayuda de los alfaquíes, -Sarracino, Reduán y Abenámar, que vinieron a poner paces entre los -caballeros de los bandos, prometiendo que no habría más crueldades ni -muertes, sino que hasta la muerte de Mulahacén cada uno siguiese a su -rey sin ser forzado, sino que a su gusto siguiesen al que quisiesen -de los dos, y que cada rey conociese y determinase las causas de su -jurisdicción, sin entrometerse el un rey con lo que al otro tocase.</p> - -<p>El rey Chico pidió que los Abencerrajes cumpliesen el tenor de su -sentencia, cumplidos los dos meses que les dio de término. Mulahacén -decía que no habían de salir los Abencerrajes de Granada hasta que él -fuese muerto. En esto estuvieron discordes algunos días, y era la causa -que los Zegríes se lo pedían al rey Chico, y todos los demás caballeros -contrarios lo defendían.</p> - -<p>Finalmente, quedó asentado que habían de salir del reino, pues que -así lo pidieron los Abencerrajes al rey Mulahacén, porque querían ser -cristianos y servir al rey D. Fernando, que si no fuera por esta causa, -jamás salieran de Granada, porque tenían de su<span class="pagenum" -id="Page_292">p. 292</span> parte al rey viejo y a los más principales -caballeros, y a todo el común de la ciudad.</p> - -<div class="section"> -<p>Mediante las diligencias dichas quedó la ciudad en paz, aunque duró -poco, como adelante se dirá. Por estas diferencias se hizo este</p> -</div> - -<p class="centra mt15">ROMANCE.</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Muy revuelta anda Granada</p> - <p class="i0">en armas y fuego ardiendo,</p> - <p class="i0">y los ciudadanos de ella</p> - <p class="i0">duras muertes padeciendo;</p> - <p class="i2">Por tres reyes que hay esquivos,</p> - <p class="i0">cada uno pretendiendo</p> - <p class="i0">el mando, cetro y corona</p> - <p class="i0">de Granada y su gobierno.</p> - <p class="i2">El uno es Mulahacén,</p> - <p class="i0">que le viene de derecho;</p> - <p class="i0">el otro es un hijo suyo,</p> - <p class="i0">que le quiere a su despecho.</p> - <p class="i2">El otro un gobernador</p> - <p class="i0">que Mulahacén había puesto:</p> - <p class="i0">Almoradís y Almohades</p> - <p class="i0">a este le dan el cetro.</p> - <p class="i2">Al rey Chico los Zegríes,</p> - <p class="i0">diciendo que es heredero:</p> - <p class="i0">Venegas y Abencerrajes</p> - <p class="i0">se lo van contradiciendo.</p> - <p class="i2">Dicen que no ha de reinar</p> - <p class="i0">ninguno, hasta que sea muerto</p> - <p class="i0">el viejo Mulahacén,</p> - <p class="i0">pues es vivo, y tiene el reino.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_293">p. 293</span>Sobre estas guerras civiles</p> - <p class="i0">el reino van consumiendo,</p> - <p class="i0">hasta que el valiente Muza</p> - <p class="i0">en ello puso remedio.</p> -</div> - -<p>Al fin por Muza, los alfaquíes, y por Reduán, Sarracino y Abenámar -se apaciguaron las guerras, de suerte que con seguridad se podía andar -por la ciudad.</p> - -<p>Así parece que será bien tratar de la determinación de los -Abencerrajes; y fue que un día se salieron a pasear, y con ellos los -Alabeces y Aldoradines, y habiéndose consultado entre todos, acordaron -de irse a volver cristianos, y servir al rey D. Fernando en las -guerras que tenía contra Granada; y así para saber el gusto del rey D. -Fernando, le avisaron del suyo por esta carta.</p> - -<blockquote> - - <p>«A ti, invictísimo Fernando, rey de Castilla, ensalzador y - observador de la fe de Jesucristo, salud, para que con ella - defiendas y aumentes tus estados, y tu fe vaya adelante. Nosotros - los caballeros Abencerrajes, Alabeces y Aldoradines, besamos tus - reales manos, y decimos y hacemos saber que, siendo informados de tu - gran bondad, deseamos de irte a servir, pues por tu valor mereces - que todos los hombres te sirvan; y asimismo queremos ser cristianos, - y vivir y morir en la fe católica que tú y los tuyos profesáis y - tenéis. Para esto queremos saber si es tu voluntad de admitirnos - debajo de tu amparo, y que estemos en tu servicio; y haciéndolo así - te damos fe y palabra de servirte bien y lealmente, como fieles - vasallos, en esta guerra<span class="pagenum" id="Page_294">p. - 294</span> que tienes contra Granada y su reinado; y te serviremos de - suerte, que prometemos darte a Granada en tus manos, y la mayor parte - de su reino. En esto haremos dos cosas: la una servirte a ti como a - señor y rey nuestro, y por la otra trataremos de vengar la muerte de - nuestros deudos, degollados tan sin razón por el rey Chico, a quien - profesamos ya y reconocemos por odioso y mortal enemigo, y deseamos - verle debajo de tu obediencia, y verte enseñoreado de este reino, - como afirmamos que lo serás poniéndote a ello. Y con esto cesamos - besando tus reales pies.—<i>Los Abencerrajes.</i>»</p> - -</blockquote> - -<p>Escrita esta carta se la dieron a un cautivo cristiano, y con ella -la libertad, encargándole el secreto; y una noche salieron de Granada -con él, y le acompañaron hasta ponerle en seguridad, y le enviaron en -paz; el cual con diligencia caminó sin detenerse hasta Talavera, donde -estaba el rey D. Fernando, y en llegando a su real presencia hincó -las rodillas en tierra, y habló, presentes todos los grandes, de esta -manera:</p> - -<p>—Muy poderoso y católico rey, columna y defensor de la Religión -cristiana: sabrás, señor, que he estado seis años cautivo en Granada, -donde he padecido muchos trabajos, aunque me los alivió Dios nuestro -Señor por las limosnas que un caballero Abencerraje me ha hecho, por el -cual y la voluntad de Dios, soy vivo y libre: este caballero fue una -noche a la mazmorra donde yo estaba, y me trajo a su casa, y me quitó -las prisiones y vistiome este traje moro. Salimos<span class="pagenum" -id="Page_295">p. 295</span> aquella noche de Granada él y yo, y otros -dos caballeros, y me acompañaron hasta ponerme en tierra de cristianos, -y dándome dineros para el camino, me dieron esta carta y me encargaron -el secreto, y que la pusiese en tus reales manos. Dios ha sido servido -de que llegase a tu real presencia; esta es, cumplo con mi obligación y -promesa.</p> - -<p>Y en besándola se la dio al rey D. Fernando, el cual la tomó y -leyó para sí, y la dio después a Hernando del Pulgar, su secretario, -para que la leyese públicamente; y siendo leída todos los grandes -se alegraron grandemente en saber que aquellos caballeros querían -ser cristianos, y servir al rey en las ocasiones de la guerra contra -Granada, porque serían de mucha importancia para la conquista de aquel -reino; y habiendo consultado el rey con los suyos, se acordó que -respondiesen a la carta; y así que la escribió Hernando del Pulgar, se -buscó mensajero conveniente para aquel secreto, y partió de Talavera; -y llegando a la ciudad de Granada dio la carta al Abencerraje que -dio libertad al cautivo, que se llamaba Alí Mahomat Barrax, el cual -recibió la carta, y de secreto hizo juntar a todos los Abencerrajes, -Aldoradines y Alabeces, y siendo juntos abrió la carta que decía -así:</p> - -<blockquote> - - <p>«Abencerrajes nobles, famosos Aldoradines, y fuertes Alabeces, - recibimos vuestra carta, con la cual se alegró toda nuestra corte, - entendiendo que de vuestra venida no puede resultar cosa dañosa, - sino mucha virtud, porque sois de calificada sangre; y en particular - nos hemos<span class="pagenum" id="Page_296">p. 296</span> alegrado - y dado infinitas gracias a nuestro Redentor Jesucristo, porque os - ha traído al conocimiento de nuestra Santa Fe Católica, en la cual - seréis del todo mejorados por la virtud de ella. Decís que nos - serviréis en las guerras que tenemos contra infieles de nuestra - religión: por ello os prometo doblados sueldos, y esta nuestra real - casa tendréis por vuestra; porque entendemos que vuestro proceder - lo merece. De Talavera donde al presente quedamos,—<i>El rey D. - Fernando.</i>»</p> - -</blockquote> - -<p>Grande fue el contento que recibieron todos los caballeros -circunstantes, sabiendo la atención y merced que el rey D. Fernando -se ofrecía a hacerles; y así acordaron de salir de Granada; y para -hacer mejor su negocio, determinaron que luego fuesen los Abencerrajes -a servir a D. Fernando, y que los Alabeces, Aldoradines, Gazules y -Venegas quedasen en Granada dando orden a fin de que se le diese la -ciudad y el reino; para lo cual los Alabeces escribieron a sesenta y -seis alcaides, parientes suyos, que estaban en fuerzas importantes -guardando el reino en el río de Almería y Almanzor, y Sierra de -Filabres, haciéndoles saber lo que tenían acordado, y lo que le -escribieron al rey D. Fernando, y lo que les fue respondido.</p> - -<p>Todos los alcaides estuvieron bien en ello, y no hubo ninguno que -lo contradijese, considerando las pesadumbres de Granada, y que en -ella había tres reyes, y que cada uno quería mandar, de donde no podía -resultar bien ninguno.</p> - -<p>También escribieron los Almoradís,<span class="pagenum" -id="Page_297">p. 297</span> Venegas, y Gazules a parientes suyos, que -eran alcaides en el reino, todos guardando el secreto, y alistados para -cuando fuese tiempo.</p> - -<p>Los Abencerrajes se despidieron de sus amigos y de toda la ciudad, y -salieron de ella a medio día, llevando todo el oro, plata y joyas que -tenían.</p> - -<p>¿Quién podrá contar la lástima y el dolor con que todos los de la -ciudad quedaron, viendo salir desterrados sin culpa a más de cien -Abencerrajes? De antes lloraban a los degollados, ahora lloran a -los que desamparan la ciudad; maldecían al rey Chico, y que no se -lograse en el reino, maldiciendo a los Zegríes, causadores de tantas -sediciones, muertes y destierros.</p> - -<p>Solo se alegraron de la ausencia y destierro de los Abencerrajes, -los Zegríes, Mazas y Gomeles, y celebraban su contento con el rey -Chico, al cual decían mil lisonjas halagüeñas, dándole las gracias -por lo que había hecho por darles gusto; y no faltó entre ellos quien -dijo:</p> - -<p>—¿Qué es esto Abdalí? ¿Así dejas salir a la flor de los caballeros -de Granada? ¿No sabes que todo el común, y lo más granado de la -ciudad estaba pendiente de la voluntad de estos nobles caballeros? No -entiendas que a solos ellos pierdes, sino a otros muchos caballeros de -prosapia, nobles y principales, guardadores y defensores de tu reino. -Pues yo te certifico, que te ha de pesar muchas veces de los agravios -que les has hecho, y los has de echar menos antes de mucho tiempo.</p> - -<p>Bien conocía el rey ser notable el agravio que había hecho y hacía a -los Abencerrajes; pero teníanle<span class="pagenum" id="Page_298">p. -298</span> tapados los oídos las sirenas de los Zegríes, y no le -despertaron los gritos, llantos, alaridos y voces que todos los de la -ciudad daban por la ausencia y destierro de este virtuoso linaje.</p> - -<p>Así salieron de Granada los Abencerrajes con gran dolor, por ver -el sentimiento que aquella ciudad hacía de su ida. Salieron con ellos -muchos ciudadanos, diciendo que adonde iban los Abencerrajes habían de -ir ellos.</p> - -<p>Quedó la ciudad tan sola, ausentes estos caballeros, que se parecía -muy bien su falta. Echaban menos los caballeros la noble y hermosa -compañía; los galanes el dechado de sus galas, los cautivos pobres su -remedio; los huérfanos y viudas su amparo.</p> - -<p>Idos los Abencerrajes tomó el rey posesión de todos sus bienes, y -los mandaba pregonar por traidores, a lo que no dio lugar Muza ni otros -caballeros, so pena de volver a la guerra pasada. Y cesando en el rey -este propósito, cesó el de los caballeros amigos de los Abencerrajes. -Dieron aviso al rey Mulahacén como habían salido los Abencerrajes a -cumplir su destierro; lo cual sintió mucho, y dijo que él los volvería -a Granada a pesar de su hijo y de sus consejeros.</p> - -<p>Los Abencerrajes fueron adonde el rey D. Fernando estaba, y en su -compañía iban Sarracino y Galiana, Reduán y Haja, Abenámar y Fátima, -Zulema y Daraja: todos con muy firme propósito de recibir el bautismo, -como lo hicieron.</p> - -<p>Y llegados a la real presencia del rey D. Fernando, fueron de él y -de su corte muy bien recibidos, y a otro día fueron bautizados,<span -class="pagenum" id="Page_299">p. 299</span> siendo el rey padrino y la -reina madrina, y los casaron según orden de nuestra Santa madre Iglesia -a los que eran casados cuando moros: a todas las cuales ceremonias -asistió el rey y la reina y todos los grandes, honrándolos; y fueron -hechas fiestas y regocijos por todos, y pasadas les fueron asentadas -plazas de muy ventajosos sueldos.</p> - -<p>A las nuevamente bautizadas hizo la reina Doña Isabel damas de su -estrado. Los caballeros fueron sentados en compañía de D. Juan Chacón, -señor de Cartagena, y capitán de caballos.</p> - -<p>Hizo teniente a un caballero Abencerraje, llamado cuando moro Alí -Mahomad Barrax, y cristiano, D. Pedro Barrax; Sarracino, Reduán y -Abenámar fueron tenientes de capitanes de caballos, como lo fue de D. -Manuel Ponce de León, Sarracino; de D. Alonso de Aguilar, Abenámar; de -D. Pedro Portocarrero, Reduán.</p> - -<p>En las cuales compañías servían con cuidado, y en las ocasiones se -echaba de ver el valor de sus personas; donde los dejaremos por acabar -el pleito de la reina Sultana.</p> - -<p>Habiendo pasado treinta días más de los que había el rey concedido a -la reina Sultana para que diese quien la defendiera, como no había dado -caballeros mandó el rey que la sentenciasen a quemar, porque así lo -disponía la ley.</p> - -<p>A lo que contradijo el valiente Muza diciendo que no había podido -la reina nombrar caballeros, respecto de las guerras civiles y -diferencias que había habido en Granada, y así no se debía ejecutar la -sentencia.</p> - -<p>A Muza ayudaron todos los principales<span class="pagenum" -id="Page_300">p. 300</span> caballeros de Granada, salvo Zegríes, -Gomeles y Mazas, por ser de su bando.</p> - -<p>Los Zegríes tuvieron con Muza muchas proposiciones y respuestas -de si se había de ejecutar o no la sentencia; y vista por el rey la -disputa, dio quince días más de término a la reina, para que en el -espacio de ellos señalase caballeros defensores; lo cual fue a mostrar -Muza a la reina, por tener él solo licencia de hablar con ella; y -entrando halló a la Sultana triste por ver su plazo ya cumplido, y por -la ausencia de Galiana, aunque tenía consuelo con Celima.</p> - -<p>Y sentándose Muza junto a la reina, la contó todo lo que había -pasado, y cómo la habían dado quince días más de término para que -nombrase quien la defendiese; que mirase a quien había de señalar, y lo -dijese con tiempo antes que se pasase el término.</p> - -<p>Sus bellas mejillas regadas con la inundación que por los hermosos -ojos brotaba, dijo la reina:</p> - -<p>—Nunca entendí que durara la terrible obstinación en el cruel rey, -tu hermano y mi marido, y que tuviera ya entera satisfacción de mi -lealtad e inocencia; y respecto de esto no he hecho ninguna diligencia -en este caso, por saber de cierto que no he cometido el crimen de que -me hace cargo, y por las revueltas y sediciones, bandos y guerras -que ha habido; pero ahora que veo que la maldad pasa adelante contra -mi casto pecho, yo buscaré quien dé entera satisfacción de mi honra, -y castigo ejemplar a los falsarios. Yo determino de favorecerme de -piadosos caballeros cristianos, porque de moros no quiero confiar<span -class="pagenum" id="Page_301">p. 301</span> un caso de tanta -importancia; no por la vida, que no la tengo en nada, sino por no -dejar tan fea mancha en el honor que con tanta integridad he guardado -siempre.</p> - -<p>Con estas palabras la reina aumentaba más su dolorosa pasión y -llanto; y era tanto en abundancia, que enternecido el valeroso Muza se -le vinieron las lágrimas a los ojos, y esforzándose dijo a la reina:</p> - -<p>—No derrames esas perlas, bella Sultana: cesen vuestros llantos, -que aquí me tenéis a vuestro servicio; yo os defenderé, y no moriréis -aunque sea homicida del rey mi hermano.</p> - -<p>Con esto se consoló un poco, y se resolvió de escribir a tierra de -cristianos para que viniesen a defenderla algunos caballeros.</p> - -<p>Celima estaba muy triste por la ausencia de su hermana Galiana; y -despidiéndose de la reina se fue y la dejó sola en su retrete; la cual -formando querellas de la variable fortuna, se quejaba diciendo:</p> - -<div class="poem ml5 mb1 mt1"> - <p class="i2">Fortuna, que en lo excelso de tu rueda</p> - <p class="i0">con ilustrada pompa me pusiste,</p> - <p class="i0">¿por qué de tanta gloria me abatiste?</p> - <p class="i0">Estable te estuvieras, firme y queda,</p> - <p class="i0">y no abatirme así tan al profundo,</p> - <p class="i0">adonde fundo</p> - <p class="i0">dos mil querellas</p> - <p class="i0">a las estrellas,</p> - <p class="i0">porque en mi daño</p> - <p class="i0">un mal tamaño</p> - <p class="i0">con influencia ardiente premio vieron,</p> - <p class="i0">y en penas muy extrañas me pusieron.</p> - <p class="i2">Oh mil veces bien afortunados</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_302">p. 302</span>vosotros Bencerrajes, que muriendo</p> - <p class="i0">salisteis de trabajos, feneciendo</p> - <p class="i0">los males que os estaban conjurados;</p> - <p class="i0">y os puso en libertad gloriosa suerte,</p> - <p class="i0">aunque era fuerte;</p> - <p class="i0">mas yo, cuitada,</p> - <p class="i0">aprisionada,</p> - <p class="i0">con llanto esquivo,</p> - <p class="i0">muriendo vivo:</p> - <p class="i0">y no sé el fin que habrá mi triste vida,</p> - <p class="i0">ni a tantos males cómo habrá salida.</p> - <p class="i2">Naufragios tristes pasa mi ventura;</p> - <p class="i0">en lágrimas se anega mi contento;</p> - <p class="i0">secose ya mi flor, llevose el viento</p> - <p class="i0">mi bien, dejándome en gran desaventura.</p> - <p class="i0">¿Adónde está lo excelso de mi pompa?</p> - <p class="i0">Bien es que rompa</p> - <p class="i0">con llanto eterno</p> - <p class="i0">el duro infierno,</p> - <p class="i0">y favor pida</p> - <p class="i0">como afligida,</p> - <p class="i0">diciendo que ya el suelo no me quiere;</p> - <p class="i0">que se abra, y que me trague si quisiere.</p> - <p class="i2">Si el vulgo no dijera que mi honra</p> - <p class="i0">de todo punto estaba ya manchada,</p> - <p class="i0">yo diera con aguda y dura espada</p> - <p class="i0">el postrimero fin a mi deshonra;</p> - <p class="i0">mas si me doy la muerte, dirá luego</p> - <p class="i0">el vulgo ciego,</p> - <p class="i0">que había gran culpa,</p> - <p class="i0">y no disculpa;</p> - <p class="i0">pues con mi mano</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_303">p. 303</span>tomé temprano</p> - <p class="i0">la muerte aborrecida y fuerte;</p> - <p class="i0">y así no sé si viva o me dé muerte.</p> - <p class="i2">Si del horrendo lazo el negro sino</p> - <p class="i0">de cárdeno color no se estampase,</p> - <p class="i0">de suerte que en el cuello declarase</p> - <p class="i0">la causa de furor tan repentino;</p> - <p class="i0">yo diera el tierno cuello al lazo estrecho,</p> - <p class="i0">y muy de hecho,</p> - <p class="i0">la ira temo</p> - <p class="i0">en grande extremo;</p> - <p class="i0">que de otra suerte</p> - <p class="i0">aquella muerte</p> - <p class="i0">ya fuera por mi mal bien escogida,</p> - <p class="i0">si muriendo quedara yo sin vida.</p> - <p class="i2">Dichosa tú, Cleopatra, que tuviste</p> - <p class="i0">quien del florido campo te trajera</p> - <p class="i0">la causa de tu fin, sin que supiera</p> - <p class="i0">ninguno por cual modo feneciste:</p> - <p class="i0">apenas se hallaron las señales,</p> - <p class="i0">ya funerales,</p> - <p class="i0">del ponzoñoso</p> - <p class="i0">áspid piadoso,</p> - <p class="i0">que con dulzura</p> - <p class="i0">en la blancura</p> - <p class="i0">de tu hermoso brazo fue obrando</p> - <p class="i0">con venenoso diente, tierno y blando.</p> - <p class="i2">Y si de cautiverio y servidumbre,</p> - <p class="i0">ilustre reina, fuiste libertada,</p> - <p class="i0">y a la soberbia Roma no llevada</p> - <p class="i0">en triunfo como era de costumbre;</p> - <p class="i0">Yo, cuitada, que muero sin remedio,</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_304">p. 304</span>por no haber medio,</p> - <p class="i0">cual tú le hubiste,</p> - <p class="i0">gran mal me embiste;</p> - <p class="i0">y mi enemigo</p> - <p class="i0">hará conmigo</p> - <p class="i0">un triunfo desigual a mi limpieza,</p> - <p class="i0">pues se le entrega al fuego mi nobleza.</p> - <p class="i2">Mas aunque falte el áspid a mi medio,</p> - <p class="i0">yo romperé mis venas, y la sangre</p> - <p class="i0">haré que en abundancia se desangre,</p> - <p class="i0">de suerte que el morir me sea remedio;</p> - <p class="i0">Y así el Zegrí sangriento que levanta</p> - <p class="i0">con furia tanta</p> - <p class="i0">el mal horrible,</p> - <p class="i0">y tan terrible</p> - <p class="i0">en daño mío;</p> - <p class="i0">en Dios confío</p> - <p class="i0">que no triunfe de mí en aqueste hecho,</p> - <p class="i0">pues no verá partirme el duro pecho.</p> -</div> - -<p>Estas y otras lastimosas cosas decía la afligida Sultana con -intento de romper sus transparentes venas para desangrarse; y resuelta -en darse este género de muerte, llamó a Celima y a una doncella -cristiana, llamada Esperanza de Hita, que la servía, la cual era -natural de la villa de Mula; y llevándola su padre y cuatro hermanos a -Lorca a desposarla, fueron salteados de moros de Tirieza y Jaquena; y -defendiéndose los cristianos, mataron más de dieciséis moros; y siendo -mortalmente heridos los cristianos, cayeron muertos los caballeros. -La doncella fue cautiva y presentada al rey, y él la dio a la reina -por<span class="pagenum" id="Page_305">p. 305</span> ser hermosa y -discreta.</p> - -<p>Venidas Celima y Esperanza al llamado de la reina, les dijo:</p> - -<p>—Celima bella, discreta Esperanza, aunque tu buen nombre no me la -da en mi pena, ya sabes la injusta prisión mía, y cómo se ha pasado -el término en que había de dar caballeros que me defendieran; aunque -respecto de estas guerras que ha habido, me ha dado el rey quince días -de término más, cuando entendí que estaba arrepentido en su yerro, y -seguro de mi castidad. El tiempo es breve, y no sé a quien encargue -este negocio. Sabed que tengo acordado de darme yo misma la muerte, -y será abriéndome las venas de los brazos, y que vayan destilando la -sangre que me alimenta. Elijo esta muerte, porque los traidores Zegríes -y Gomeles no me vean morir: solo una cosa os ruego, por ser lo último -y postrero, y es que al punto que acabe de expirar (tú, Celima, sabes -dónde entierran los cuerpos reales), abráis los antiguos sepulcros, y -allí pongáis mi cuerpo, aunque desdichado; y tornando a poner las losas -como de antes estaban, me dejéis, callando el secreto, el cual encargo -a las dos; y a ti, Esperanza, te dejo libre, que eres mía: tomarás mis -joyas para tu casamiento; y cásate con quien te estime, y escarmentad -en esta desdichada reina. Lo que os he rogado, os vuelvo a pedir de -nuevo, y no me faltéis en nada, porque con eso moriré contenta.</p> - -<p>Y no cesando de llorar tomó un cuchillo de su estuche, y alzándose -la manga de la camisa se iba a herir; mas Esperanza de Hita la -tuvo el brazo llorando amargamente, y con<span class="pagenum" -id="Page_306">p. 306</span> amorosas y blandas palabras la consoló con -las razones siguientes:</p> - -<div class="poem ml5 mb1 mt1"> - <p class="i2">«Hermosísima Sultana, no te aflijas,</p> - <p class="i0">ni a las lágrimas des tus lindos ojos,</p> - <p class="i0">y pon en Dios inmenso tu esperanza,</p> - <p class="i0">y en su bendita Madre, y de esta suerte</p> - <p class="i0">saldrás con vida, junto con victoria,</p> - <p class="i0">y a tu enemigo acerbo en este instante</p> - <p class="i0">verás atropellado duramente.</p> - <p class="i2">Y para que esto venga en cumplimiento,</p> - <p class="i0">y en tu favor respire el alto cielo,</p> - <p class="i0">pon toda tu esperanza con fe viva</p> - <p class="i0">en la que por misterio muy divino</p> - <p class="i0">fue Madre del que hizo cielo y tierra,</p> - <p class="i0">el cual es Dios inmenso y poderoso,</p> - <p class="i0">y por misterio alto y sacrosanto</p> - <p class="i0">en ella fue encarnado, sin romperse</p> - <p class="i0">aquella intacta y virgen carne santa.</p> - <p class="i2">Quedó la infanta virgen y doncella</p> - <p class="i0">antes del sacro parto, y en el parto,</p> - <p class="i0">y también después de él virgen muy pura.</p> - <p class="i0">Nació de ella hecho hombre, por reparo</p> - <p class="i0">de aquel pecado acerbo, que el primero</p> - <p class="i0">padre que tuvimos cometiera;</p> - <p class="i0">nació de aquella virgen, como digo;</p> - <p class="i0">después en una cruz pagó la ofrenda,</p> - <p class="i0">que al más inmenso Padre se debía;</p> - <p class="i0">allí en todo rigor la fue ganando,</p> - <p class="i0">por darle al pecador eterna gloria.</p> - <p class="i2">En esta virgen, pues, reina y señora,</p> - <p class="i0">ahora te encomienda en este trance,</p> - <p class="i0">y tenla desde hoy por abogada,</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_307">p. 307</span>y tórnate cristiana; y te prometo,</p> - <p class="i0">que si con devoción tú la llamases,</p> - <p class="i0">que en limpio sacaría esta tu causa.»</p> - <p class="i2">La reina estuvo a todo muy atenta,</p> - <p class="i0">y llena de consuelo halló en su alma</p> - <p class="i0">con las palabras dulces y discretas</p> - <p class="i0">que la Esperanza dice, y consolada,</p> - <p class="i0">habiendo en su memoria ya revuelto</p> - <p class="i0">aquel alto misterio de la Virgen;</p> - <p class="i0">teniendo ya impreso allá en su idea,</p> - <p class="i0">que gran bien le sería ser cristiana,</p> - <p class="i0">poniendo en las reales y virgíneas</p> - <p class="i0">manos sus trabajos, tan inmensos;</p> - <p class="i0">y así abrazando a su Esperanza, dijo:</p> - <p class="i2">«Han sido, mi Esperanza, tus razones</p> - <p class="i0">tan vivas y tan altas, que en un punto</p> - <p class="i0">con penetrante fuego han allegado</p> - <p class="i0">a lo que muy más íntimo tenía</p> - <p class="i0">allá en mi corazón, y más secreto,</p> - <p class="i0">y con afecto grande se han impreso;</p> - <p class="i0">tanto, que yo querría que ya fuese</p> - <p class="i0">llegado el feliz punto, tan dichoso,</p> - <p class="i0">en que cristiana fuese; y te prometo</p> - <p class="i0">tener por abogada a la que Madre</p> - <p class="i0">de Dios inmenso fue por gran misterio.</p> - <p class="i2">Y así lo creo yo, como tú dices,</p> - <p class="i0">y a ella me encomiendo ya, y ofrezco</p> - <p class="i0">en sus benditas manos mis angustias</p> - <p class="i0">con esperanza viva de remedio:</p> - <p class="i0">la pongo desde hoy, y en Dios confío</p> - <p class="i0">por su bondad inmensa, que me saque</p> - <p class="i0">de tan terribles males a buen puerto.»</p> -</div> - -<p><span class="pagenum" id="Page_308">p. 308</span>Atenta estuvo a -todas estas cosas Celima, y enternecida en lágrimas viendo así llorar -a la reina, y determinada de seguir los mismos motivos, y de tornarse -cristiana, con amorosas palabras dijo a la reina:</p> - -<p>—No imagines, hermosa Sultana, que aunque tú te vuelvas cristiana, -yo dejaré de seguir tu compañía, para que de mí sea lo que de ti -fuere: yo también quiero ser cristiana, porque entiendo que la fe de -los cristianos es mucho mejor que la mala secta que hasta ahora hemos -guardado del falso Mahoma. Y pues todas estamos en un mismo parecer, si -se ofreciere, moriremos por Jesucristo y conseguiremos vida eterna.</p> - -<p>La reina escuchaba con el entrañable amor que decía aquellas -palabras Celima, y echándola los brazos, la abrazó, y dijo a -Esperanza:</p> - -<p>—Ya que habemos acordado de ser cristianas, ¿qué haremos para salir -de aquí? Aunque mi salida quisiera que fuera para recibir martirio por -Cristo y ser bautizada con mi misma sangre.</p> - -<p>A lo cual respondió Esperanza:</p> - -<p>—Visto, señora, tu buen propósito, te daré buen consejo para que -quedes libre de esta falsedad que te levantan. Sabrás, reina y señora, -que sirve al rey D. Fernando un caballero que se llama D. Juan Chacón, -señor de Cartagena, el cual está casado con Doña Luisa Fajardo, hija -de D. Pedro Fajardo, adelantado y capitán general del reino de Murcia: -es muy valiente el D. Juan Chacón, y muy amigo de hacer bien a todos -los que poco pueden. Escríbele, señora, que yo sé que si le pides su -favor, que no te<span class="pagenum" id="Page_309">p. 309</span> le -negará, porque es muy piadoso, y luego buscará amigos que vengan con -él a librarte; y entiendo que cuando ninguno le quiera acompañar, que -él solo vendrá; porque te certifico que es de esfuerzo extremado, y -dará fin a tanta desventura como tienes, y nos aliviará en nuestra gran -pena, causada de la tuya y de tu cruel prisión.</p> - -<p>—Pues tan buen consejo me diste —dijo la reina— para lo más -importante, que no fue de menos que ganar un alma perdida, no dejaré de -tomar tu consejo, que es para lo menos, por ser libertad del cuerpo, y -al momento me pondré a escribir a este caballero.</p> - -<p>Y dándole recado escribió una carta a D. Juan Chacón, que decía -así:</p> - -<blockquote> - - <p>«La infeliz y desdichada Sultana, reina de Granada, del antiguo - y claro Moraicel hija; a ti, D. Juan Chacón, señor de Cartagena, - salud para que con ella, ayudado de Dios nuestro Señor y de su - santísima Madre, puedas darme el favor que mi gran necesidad te - pide, en la cual muy grandemente estoy puesta por un testimonio - que me han levantado unos traidores caballeros, que son Zegríes y - Gomeles, diciendo que violé con varón ajeno el aposento real de - mi marido, y que delinquí con un noble caballero llamado Albín - Hamete, Abencerraje; lo cual ha sido causa e instrumento para que - los caballeros Abencerrajes fuesen degollados sin tener culpa; y no - obstante esto, haber por ello en aquesta desdichada ciudad guerras - civiles, de las cuales se han seguido muchas muertes de caballeros; y - lo que más siento<span class="pagenum" id="Page_310">p. 310</span> - es que haya puesto dolo en mi honra, tan sin culpa, y que si en - espacio de quince días no doy quien defienda mi honor, se ha de - ejecutar en mí la sentencia en que estoy condenada, que es a morir - quemada; y avisándome una cautiva cristiana de tu valor, esfuerzo, - piedad, virtud y bondad, acordé de favorecerme de ti, pues eres padre - de necesitados, y vengador de agravios. Mi necesidad es grande, pues - soy mujer sola, desconsolada y triste; mi agravio es el mayor que en - el mundo se ha hecho, pues se han atrevido traidores a poner mácula - en mí, y a levantarme tal testimonio; lo que jamás imaginé. Yo estoy - afrentada y en el peligro dicho: si no me socorréis soy perdida. No - me neguéis vuestro favor, pues encomiendo en vuestras manos mi honra; - y si por ser yo infiel no me queréis favorecer, consideraréis que - no lo soy, sino que creo en Dios todopoderoso, y en la Virgen Santa - María, su madre, en quien confío me alcanzaréis gloriosa victoria - de mis enemigos, con la cual quedará libre mi honra y se sabrá la - verdad cierta; y confío que os doleréis de esta desconsolada reina: - no más. De Granada, etc.—<i>Sultana, reina de Granada.</i>»</p> - -</blockquote> - -<p>Acabada de escribir la carta, se la leyó la reina a Celima y a -Esperanza, de que se holgaron mucho viendo su buen parecer, y cerrada -y sellada, y puesto el sobrescrito, enviaron a llamar a Muza; y -venido, le rogó la reina y Celima que enviase con un mensajero fiel -aquella carta, y Muza lo prometió así; y aquel día despachó<span -class="pagenum" id="Page_311">p. 311</span> con la carta un hombre de -confianza; y llegando a la corte dio la carta a D. Juan Chacón, y leída -respondió a la reina Sultana, consolándola con palabras muy eficaces en -una carta del tenor siguiente:</p> - -<blockquote> - - <p>«A ti Sultana, reina de Granada, salud para que yo pueda besar - tus reales manos, por la singular merced que me haces en querer - servirte de este tu humilde siervo para un negocio tan arduo y de - tanta gravedad. Muchos y muy principales caballeros hay en esta corte - a quien pudieras mandar lo que a mí; y pues lo mandas, obedezco, y - acepto lo que me pides, confiando en Dios y en su bendita madre, y en - tu inocencia; y así digo que el último día del plazo partiremos a - servirte yo y tres caballeros amigos, y no habrá falta: encomiéndate - a Dios, el cual te guarde y defienda. De Talavera, etc.—<i>D. Juan - Chacón.</i>»</p> - -</blockquote> - -<p>La carta escrita, la cerró y selló con su sello, lazos, flor de -lis, blasón de sus antepasados; y dándola al mensajero, le envió; y -llegado a Granada le dio la carta a Muza, y él la llevó a la reina; y -habiéndola hablado, y a Celima su señora, se despidió, y en saliendo -Muza, abrió la reina la carta y la leyó, presentes Celima y Esperanza -de Hita; quedando con mucho contento y consuelo, y aguardando el día de -la batalla.</p> - -<p>A esta coyuntura se sabía por toda Granada cómo los caballeros -Abencerrajes se habían vuelto cristianos, y Abenámar, Sarracino y -Reduán, de que no poco temor tuvo el rey Chico,<span class="pagenum" -id="Page_312">p. 312</span> y los mandó pregonar por traidores, -insistido de los Zegríes y Gomeles.</p> - -<p>A lo cual no quisieron resistir, ni contradecir los linajes de los -Alabeces, Aldoradines, Gazules y Venegas, y todos los de su parte, -por no mover nuevos escándalos; y también porque tenían esperanza que -presto volverían a tomar posesión en todos los bienes de que se había -entregado el reyecillo, y porque no les correspondía aquel pregón, por -ser ya cristianos, y porque era notoria la pasión y odio que tenía -a estos virtuosos y nobles caballeros Abencerrajes: en donde los -dejaremos por hablar de D. Juan Chacón, el cual habiendo despachado el -mensajero de la reina, se puso a considerar a qué caballeros hablaría -para llevar a la defensa de la reina, que fuesen de confianza para la -satisfacción de aquel caso; y por otra vía se determinaba a emprender -aquel hecho él solo; y sin duda saliera con su intención, por ser de -corazón animoso, y valiente por extremo. Tenía grandísima fuerza, y -tanta, que de una cuchillada cortaba todo el pescuezo a un toro.</p> - -<p>Sucedió, pues, que no apartando de su memoria el cuidado de la -reina y la palabra dada, un día se juntó con otros caballeros muy -principales y muy estimados: el uno era D. Manuel Ponce de León, duque -de Arcos, descendiente de los reyes de Jeriza, y señores de la casa -de Villagracia, salidos de la real casa de los reyes de Francia, y a -quienes por señalados hechos que hicieron les dieron los reyes de -Aragón por armas las barras de Aragón, rojas de color de sangre<span -class="pagenum" id="Page_313">p. 313</span> en campo de oro, y al lado -de ellas un león rapante en campo blanco; armas muy acostumbradas -del famoso Héctor troyano, antecesor suyo, como dicen las crónicas -francesas.</p> - -<p>El otro caballero era D. Alonso de Aguilar, gran soldado, belicoso -y de muchas fuerzas, y de animoso corazón, amigo de batallar con los -moros; y de tanta perseverancia que tuvo en esto, vino luego a morir a -manos de los moros, mostrando el valor de su persona, como adelante se -dirá.</p> - -<p>El tercero era D. Diego de Córdoba, varón de gran fortaleza, -amiguísimo del militar ejercicio; y tanto que decía que estimaba más a -un buen soldado que a todo su estado; y que merecía comer con el rey, -y decir que era tan bueno como él.</p> - -<p>Finalmente el alcaide de los Donceles, D. Manuel Ponce de León, D. -Alonso de Aguilar, y D. Juan Chacón estaban en conversación tratando -del reino de Granada y de la muerte de los Abencerrajes tan sin culpa, -y de la injusta prisión de la reina Sultana, y en el estado que la -tenía su marido el rey Chico, porque de todo habían informado los -caballeros nuevamente convertidos.</p> - -<p>Y tratando del miserable estado en que la reina estaba por un -testimonio, dijo D. Manuel Ponce:</p> - -<p>—Si fuera lícito, de buena gana fuera yo el primero en defender a la -necesitada reina.</p> - -<p>—Yo el segundo —dijo D. Alonso de Aguilar—, porque estoy condolido -de su desgraciada suerte, y al fin es agravio feo en mujer noble.</p> - -<p>El alcaide de los Donceles dijo:</p> - -<p>—Pues yo fuera el tercero, porque considero la aflicción<span -class="pagenum" id="Page_314">p. 314</span> en que estará puesta; y -aunque es mora, debemos los caballeros deshacer agravios hechos a -personas de tal calidad, y nunca los cristianos perdemos la buena obra -que hacemos.</p> - -<p>—Sepamos, señores —dijo D. Juan Chacón—, qué cosa incierta halláis -para que la reina no sea favorecida en este caso.</p> - -<p>—Dos cosas lo impiden —dijo D. Manuel—: la una, ser mora Sultana, -aunque no hago mucho reparo en esta; la otra, porque no podemos ir sin -licencia del rey nuestro señor.</p> - -<p>Dijo el alcaide de los Donceles:</p> - -<p>—Eso es lo menos, porque sin ella podemos ir de secreto.</p> - -<p>—Pregunto —dijo D. Juan Chacón—: ¿si la reina Sultana escribiera a -uno de los que estamos aquí, pidiendo favor y ayuda en una necesidad -como la que tiene, y que quiere ser cristiana, aunque aventure la vida, -dejaría de ir a la batalla?</p> - -<p>Respondieron todos, que mil vidas que cada uno tuviera, las -emplearía en un caso tan honroso.</p> - -<p>Muy alegre con la respuesta metió la mano en el pecho D. Juan -Chacón, y sacó la carta diciendo:</p> - -<p>—Por esa veréis cómo me hace cargo la reina de la satisfacción de su -honor, y me pesa de que en particular me señale, habiendo en esta corte -tanta flor de caballeros. Avisé de ir con otros tres caballeros si los -hallo, y si no iré solo a tener batalla con los cuatro moros, que yo -confío en Dios y en la inocencia de la reina, que alcanzaré victoria; -y si la fortuna me fuere adversa y muriere en la batalla, yo la tendré -por dichosa muerte.</p> - -<p>Habiendo leído la carta de la Sultana los tres caballeros, y -viendo<span class="pagenum" id="Page_315">p. 315</span> como decía -en ella que quería ser cristiana, y de la deliberada determinación -del señor de Cartagena, dijeron que ellos le acompañarían en aquella -ocasión; y así ordenaron de partirse sin licencia del rey, y sin dar -cuenta a nadie.</p> - -<p>El andaluz, astuto guerrero, alcaide de los Donceles, dijo que -sería bien que fuesen en traje turquesco, porque en Granada no fuesen -conocidos de algunas personas, especialmente de los cautivos.</p> - -<p>Todos dijeron que era acertado aquel parecer; y así aderezaron ricas -libreas a lo turco, y previniéndose de armas y caballos, y de todo lo -necesario para su viaje, partieron de Talavera sin escuderos por ir más -encubiertos; dejaron dicho en sus posadas que iban a montería.</p> - -<p>En todo el camino no entraron en poblado: en campaña dormían, y en -las ventas compraban su menester; y así llegaron a la Vega dos días -antes que se cumpliese el plazo, y entraron en el Soto de Roma, donde -con quietud descansaron todo un día, y estuvieron la noche a orilla del -fresco Genil; y la mayor parte de ella trataron del orden que habían de -tener para conseguir el efecto de aquella batalla.</p> - -<p>Venida la mañana, alegres se alistaron para ir a Granada, y se -pusieron sobre las fuertes armas las vestiduras turquescas; y subiendo -en sus caballos salieron a lo raso de la Vega, por donde se iban poco -a poco acercando a Granada, mirando a todas partes, y alegrándoles su -muy hermosa vista, y la diversidad de riberas, huertas, cármenes y -jardines, que les parecía un paraíso terrenal.</p> - -<p>Y no<span class="pagenum" id="Page_316">p. 316</span> se admire -el lector del encarecimiento, porque puede creer que no hay maceta de -claveles ni de albahaca regalada y cultivada en casa de los señores, -como los moros tenían cada palmo de tierra, aun en los cerros, como -hoy día aparecen muchas ruinas; y así les producía la tierra que era -maravilla; y puede considerarse su mucha fertilidad, porque un año -antes que se ganara Granada, sustentaba ciento y ochenta mil hombres de -pelea, sin viejos, niños y mujeres.</p> - -<p>Yendo, pues, los famosos caballeros a Granada, atravesando por la -Vega dieron en el camino de Loja, por el cual vieron venir muy apriesa -a un caballero moro, que parecía ser de valor por su buen talle y -librea.</p> - -<p>Era la marlota de damasco verde con muchos tejidos de oro, y plumas -verdes, blancas y azules. En medio de la adarga blanca estaba pintada -un ave fénix, puesta sobre unas llamas de fuego, y una letra en círculo -que decía: <i>Segundo no se halla.</i> El caballo era bayo, cabos -negros, y en la gruesa lanza puesto un pendoncillo verde y rojo.</p> - -<p>Parecía tan bien el moro que dio grandísimo contento su vista a los -caballeros, y le aguardaron a que llegase, y en llegando les saludó -en arábigo, y el alcaide de los Donceles le respondió en el mismo -lenguaje.</p> - -<p>El moro detuvo su priesa, y mirando la buena postura y talle de los -cuatro caballeros, les dijo así:</p> - -<p>—Aunque la priesa que llevo es grande, y la gravedad de mi -cuidado no requiere dilación, el deseo de saber, si gustáis de decir -quién sois, me obliga a detener las riendas,<span class="pagenum" -id="Page_317">p. 317</span> porque caballeros como vosotros son muy -peregrinos en esta tierra, y no solemos ver semejantes galas sino -en caballeros o embajadores que vienen de la parte del mar Líbico a -tratar algo con el rey de Granada, aunque es verdad que no traen el -apercibimiento de armas que parece tenéis debajo de las marlotas, ni -caballos tan ligeros de guerra; y si gustáis de que vamos juntos, seré -contento en llevar tan buena compañía, y no me neguéis quien sois, por -lo que debéis a ley de caballeros.</p> - -<p>Don Juan Chacón le respondió en turquesco, que eran de -Constantinopla. Pero el deseoso moro no le entendió, y así dijo:</p> - -<p>—No entiendo esa lengua, hablad en arábigo pues sabéis.</p> - -<p>Entonces respondió el alcaide de los Donceles en algarabía:</p> - -<p>—Nosotros somos de Constantinopla, de nación jenízaros, y tenemos -sueldos del Gran Señor cuatrocientos de nosotros que estamos de -guarnición en Mostagán; y como tenemos noticia de que en estas -fronteras hay muchos cristianos de admirables fuerzas, venimos -con intención de probar las nuestras con las suyas, aunque nos -han certificado de que recibís notables daños cada día de ellos. -Desembarcamos en Adra, y andamos mirando esta vega, que es la mejor que -hay en el mundo, a nuestro parecer; y entendiendo de hallar algunos -cristianos para escaramucear con ellos, no hemos topado ninguno; y -así vamos a ver la nombrada y gran ciudad de Granada, y besaremos las -manos al rey, y luego nos volveremos a embarcar en nuestra fragata, y -nos iremos la<span class="pagenum" id="Page_318">p. 318</span> vuelta -de Mostagán; esta es la verdad de lo que habéis preguntado. Y pues ya -habéis satisfecho vuestro gusto, nos le daréis en decirnos quien sois, -que no menos deseo tenemos de saberlo, que el que vos manifestasteis -tener de saberlo de nosotros.</p> - -<p>—A mí me place —dijo el moro— de daros cuenta de lo que me pedís; -pero caminemos, y en el camino os daré larga cuenta de lo que deseáis -saber.</p> - -<p>—Vamos —dijo D. Alonso de Aguilar; y diciendo esto caminaron muy -apriesa, y el enamorado Gazul comenzó a contar su historia en esta -manera:</p> - -<p>—Sabed, señores caballeros, que a mí me llaman Mahomad Gazul, que -soy natural de Granada y vengo de Sanlúcar, porque allí está la prenda -más querida y más amada que tengo en esta vida; mi hermosa dama, -llamada Lindaraja, del linaje de los nobles caballeros Abencerrajes. -Ausentose de Granada respecto a que el rey de ella mandó que saliesen -desterrados los Abencerrajes, sin culpa, habiendo ya degollado a -treinta y seis caballeros de ellos, que eran la flor de todo el reino. -Esta fue la causa que movió a mi señora a salir de Granada; y se fue a -Sanlúcar en casa de un tío suyo, y yo la acompañé. Con la vista de mi -señora vivía contento, y ahora no lo estoy. Supe en Sanlúcar como los -Abencerrajes se habían tornado cristianos y servían al rey D. Fernando, -y que en Granada había grandes alborotos y guerras civiles, y la reina -Sultana estaba presa en juicio de batalla; y como soy de su parte y -todos los de mi linaje, vengo para ser uno de los cuatro caballeros que -han de<span class="pagenum" id="Page_319">p. 319</span> defender a la -reina, siendo hoy el postrero día del plazo; y por tanto demos priesa -porque no llegue yo tarde, y con esto he cumplido mi promesa, y os he -dicho el hecho de la verdad.</p> - -<p>—Por cierto, señor caballero —dijo D. Manuel Ponce—, que nos habéis -admirado, y a fe de caballeros, que me holgaría que la señora reina -quisiese que nosotros cuatro fuésemos señalados para su defensa, que -por su alteza hiciéramos todo lo posible hasta perder las vidas.</p> - -<p>—Pluguiese al santo Alá que en vuestros brazos poderosos pusiera la -restitución de su honra la reina, que bien entiendo que estaba segura -la victoria, y tengo de hacer las diligencias posibles para que os -señalen, aunque he oído que no quiere encomendar la reina su causa a -moros, sino a cristianos.</p> - -<p>—Cuando eso sea —dijo D. Manuel Ponce— no somos moros, sino turcos; -de nación jenízaros, hijos de cristianos.</p> - -<p>—No decís mal —respondió Gazul—, que por esta vía sería posible que -la reina os escogiese para su defensa.</p> - -<p>—Dejando esto aparte —dijo D. Juan Chacón—, señor Gazul, ¿qué -caballeros cristianos son los de más fama, y que más daño hacen en este -reino?</p> - -<p>Respondió Gazul:</p> - -<p>—Los que nos corren la Vega muy a menudo, y a quien temen los -fronterizos de esta comarca, son D. Manuel Ponce de León, y a D. -Alonso de Aguilar, y a Gonzalo Fernández de Córdoba, alcaide de los -Donceles, y a Portocarrero, y a D. Juan Chacón, y al gran maestre. -Estos caballeros son asombro de esta tierra, y sin aquestos hay otros -muchos caballeros<span class="pagenum" id="Page_320">p. 320</span> en -la corte del rey D. Fernando, que nos destruyen por momentos.</p> - -<p>—Mucho nos holgáramos de vernos con esos caballeros —dijo D. Alonso -de Aguilar.</p> - -<p>—Pues a ley de moro hijodalgo, —respondió Gazul—, que habíais de -hallar un Marte en cada uno de los ya nombrados, y en Granada os -contaré cosas que han hecho, que os pongan espanto.</p> - -<p>—Mucho nos alegraremos de oírlas, por tener que contar en nuestra -tierra —dijo D. Manuel, y caminaron apriesa.</p> - -<p>Dejarémoslos hasta su tiempo, por tratar lo que pasaba en la ciudad -de Granada a esta sazón.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch15"> - <h2 class="nobreak">CAPÍTULO XV.</h2> - <p class="subh2h"><i>En que se da cuenta de la batalla que se hizo - entre los cuatro caballeros cristianos y los cuatro moros sobre la - libertad de la reina, y cómo vencieron los cristianos y mataron a los - moros, y cómo la reina fue libre; y de otras cosas más.</i></p> -</div> - -<p><span class="cap">C</span>on grande tristeza estaba la noble -ciudadana gente de Granada, porque se había cumplido el término a la -reina Sultana; y sentían más la pena, porque no había señalado quien -hiciese la batalla contra los acusadores; y así muchos caballeros -fueron a suplicar al rey que la volviese en su gracia, pues estaba sin -culpa, y se echaba de ver su inocencia en que en los términos que se le -habían dado no había señalado caballeros que volviesen por ella, y que -no diese<span class="pagenum" id="Page_321">p. 321</span> crédito a -los Zegríes, pero no aprovechaban sus ruegos, porque estaba pertinaz, -inducido de los falsos acusadores Zegríes para que su mentira fuese -adelante; y así daba por respuesta que de no dar defensores aquel día, -que al siguiente se ejecutaría la sentencia de la reina; y mandó que se -hiciese en la plaza de Vivarrambla un teatro donde estuviese la reina, -y los jueces que habían de determinar su causa: los cuales fueron Muza, -y un Azarque, y otro Almoradí; y deseaban buen suceso en aquel caso, y -tenían presupuesto de hacer por la reina todo lo que pudieran.</p> - -<p>El tablado fue todo enlutado, y los jueces subieron al Alhambra para -traer a la reina a la plaza, al sitio de la lid, y con ellos fueron -muchos caballeros para venir acompañando a la reina.</p> - -<p>Los Almoradís, Almohades, Aldoradines, Gazules, Venegas, Alabeces -y Marines querían quitar a la reina, y darle de puñaladas al rey -y quemarle la casa; pero fueron aconsejados que no hiciesen tal, -porque aunque salvasen la vida a la reina, su honra quedaba manchada -y oscurecida, y era argumento de verificación; porque diría el vulgo -loco que porque estaba culpada, y saber de cierto que la habían de -condenar a muerte, no consintieron que se hiciese batalla, y era en -favor de los acusadores haciendo su mentira verdad.</p> - -<p>Fue muy eficaz esta razón para que desistiesen de su propósito, -confiando en que la bondad y sencillez de la reina la habían de -librar.</p> - -<p>Pues entrando los jueces en el Alhambra no los dejaba pasar adelante -el rey Mulahacén diciendo<span class="pagenum" id="Page_322">p. -322</span> que no habían de llevar a la reina para ponerla en -acusación.</p> - -<p>Muza y los demás caballeros le dijeron que era conveniente al honor -de la reina poner su causa en juicio, porque por aquella vía quedaba su -honor limpio; y de no dar licencia que la llevasen, quedaría probada la -causa, y los Zegríes con su intención.</p> - -<p>El rey preguntó si tenía la reina caballeros que la defendiesen; -Muza dijo que sí, y que cuando no los hubiera, él mismo en persona -haría la injusta batalla.</p> - -<p>Con esto dio licencia para que entrasen; y así Muza y los dos jueces -entraron, quedando todos los demás fuera del Alhambra: y llegando Muza -a donde estaba la reina, la halló hablando con Celima sin ninguna pena -de lo que aguardaba, que bien sabía que no tenía más de aquel día de -plazo; pero confiada en D. Juan Chacón, estaba sin ninguna congoja, y -también porque si no venía D. Juan Chacón, y ella fuese sentenciada -a muerte, en morir cristiana llevaría mucho gozo, porque empezaría a -vivir para siempre, y con esto estaba la más alegre y contenta que se -podía imaginar.</p> - -<p>Mas así como vio a Muza acompañado de aquellos caballeros que con él -venían, luego presumió a qué era su venida, con la cual sintió alguna -turbación y pesadumbre, y con ánimo varonil hizo en esto la resistencia -que pudo, porque no se entendiera su flaqueza.</p> - -<p>Muza y los caballeros, así como vieron a la reina y a Celima, -hicieron el debido acatamiento, y dijo Muza:</p> - -<p>—Grande ha sido el descuido que vuestra alteza ha tenido en nombrar -caballeros, siendo<span class="pagenum" id="Page_323">p. 323</span> -hoy el último día que tenéis de plazo: ¿qué determináis?</p> - -<p>—No tengáis pena —dijo la reina— que yo confío en Dios que hoy se -ha de saber la verdad de mi sincero pecho, y que no han de salir con -su mala intención los falsos acusadores, y que tengo de triunfar de -ellos; y cuando Dios se sirva que por mis pecados sean vencidos mis -defensores, y en mí sea ejecutada la sentencia que contra mí se ha -pronunciado, yo partiré contenta de esta vida mortal para gozar de la -eterna.</p> - -<p>Muza no entendió el secreto de las palabras, y así dijo:</p> - -<p>—Yo he querido que siga aqueste juicio de vuestra alteza por -justicia, por causa de algunas presunciones de gente ignorante y de -poca experiencia, aunque debéis mucho a todos, porque cada uno siente -vuestra pena como si fuera suya propia; y porque se acrisole y apure -más el oro de vuestra castidad, y porque sean castigados los traidores -que la han deslustrado. Así, señora, sabed que venimos por vuestra -alteza estos caballeros y yo, que somos jueces de vuestra causa, y -todos siervos vuestros, y haremos lo que debemos. Podréis luego señalar -caballeros, que cien mil hay que os desean servir en esta ocasión tan -honrosa. Vuestra alteza venga a la plaza y Celima también, porque haya -buen suceso.</p> - -<p>—Vamos —dijo la reina—, y venga conmigo Esperanza, que es mucho el -amor que la tengo, y ha sentido mucho mi afrentosa prisión y tristeza, -y será bien goce del contento, como confío en el poderoso Dios que nos -le ha de dar con el triunfo de la victoria.</p> - -<p>Y diciendo esto se entraron todas en el<span class="pagenum" -id="Page_324">p. 324</span> retrete y se vistieron de negro, y en -saliendo del aposento dijo la angustiada reina al valeroso Muza:</p> - -<p>—Mucho contento recibiré en que si mi desdicha fuere tanta que mis -valedores sean vencidos, que todo lo que hay mío en este aposento se le -dé a Esperanza, y libertad, porque esta es mi última voluntad por lo -bien que me ha servido.</p> - -<p>No pudo sufrir la reina las lágrimas, diciendo estas palabras; -y lloraba con tanta tristeza y dolor de su afecto, que movió los -varoniles pechos a acompañar su llanto; y dándole Muza la mano salieron -fuera del Alhambra adonde estaba una litera, y entraron dentro de ella -la reina, Celima y Esperanza.</p> - -<p>Allí estaban para irla acompañando, vestidos de luto, muchos -caballeros de los Alabeces, Gazules, Aldoradines, Venegas, Almohades, -Marines, y otros muchos linajes, y debajo de las marlotas y albornoces -negros llevaban muy fuertes armas, con intento de romper aquel día con -los Zegríes, Gomeles y Mazas, por si fuese necesario; y si no fuera por -la honra de la reina, sin duda aquel día se perdiera Granada.</p> - -<p>Y así recelosos los Zegríes, Gomeles, Mazas, y los de su bando -llevaban armas fuertes debajo de sus marlotas y alquifaes por si sus -contrarios les quisiesen acometer.</p> - -<p>No se vio jamás Granada en sus guerras y trabajos tan a pique de -perderse como aqueste día; pero quiso Dios que sin escándalos ni -guerras se acabase aquel negocio.</p> - -<p>En llegando a la calle de los Gomeles salían a los balcones -y ventanas dueñas y doncellas llorando amargamente a la -desventurada<span class="pagenum" id="Page_325">p. 325</span> reina; -de suerte que a sus llantos y gritos se movió toda la ciudad a -compasión, y maldecían al rey y a los Zegríes a grandes voces. De esta -manera entró la litera en la calle del Zacatín, donde más se aumentaron -los sollozos, suspiros y vocería.</p> - -<p>Llegada la caballería y la reina a la plaza, fue puesta la litera -junto al tablado. Muza y los otros dos jueces sacaron a la desconsolada -reina Sultana, a Celima y a Esperanza de Hita, y las subieron al -enlutado tablado por unas ventanas de una casa, y en el tablado había -un estrado de paños negros y bastos.</p> - -<p>Allí se sentó la reina muy afligida y llorosa, por ver que en -pública plaza había de ser juzgada, y junto a ella sentó a Celima, y -a sus pies a Esperanza de Hita; allí fueron los llantos, allí fueron -los gritos de hombres, niños, damas y doncellas, que no pudieran -ser mayores los de Roma y de Troya cuando se veían quemar sin tener -remedio.</p> - -<p>Todas las ventanas, balcones y azoteas estaban llenas de gente, y en -la plaza había grandísima multitud, y todos no cesaban de llorar y de -hacer gran sentimiento viendo las lágrimas que derramaba la reina, su -doncella y su esclava.</p> - -<p>A un lado del tablado en otro estrado se sentaron los jueces para -juzgar la causa, y de allí a poco espacio se oyeron veinte trompetas -de guerra, y mirando lo que era vieron venir a los cuatro acusadores -de la reina que venían armados y puestos a punto de batalla, y en muy -poderosos caballos.</p> - -<p>Traían sobre las armas marlotas verdes y moradas, pendoncillos y -plumas<span class="pagenum" id="Page_326">p. 326</span> del mismo -color. Traían en las adargas unos sangrientos alfanjes con una letra en -torno, que decía: <i>Por la verdad se derrama.</i></p> - -<p>De aquesta forma llegaron los cuatro mantenedores de la maldad, -acompañados de los Zegríes, Gomeles y Mazas, y de todos los demás de la -parcialidad, hasta llegar a un grande y espacioso palenque que estaba -hecho junto al tablado.</p> - -<p>Era tan grande como una carrera de caballo, y muy ancho; y abierta -una puerta del palenque entraron los cuatro caballeros acusadores, -que eran Mahomad Zegrí, el caudillo de la traición, Hamete Zegrí, -Mahandón Gomel y Mahandín. Así como entraron tocaron de su parte muchos -instrumentos. Todos los de este bando se pusieron al lado izquierdo -del tablado, porque al derecho estaban los caballeros deudos de la -reina.</p> - -<p>Estaban todos aguardando a ver a quién había de nombrar la afligida -reina; y visto que desde las ocho de la mañana estaban allí, y que -eran ya las dos de la tarde y no había señalado defensores, ni parecía -ninguno, estaban todos con grande pena, y no sabían cuál era el -pensamiento de la reina, pues tan descuidada estaba en un negocio que -no le importaba menos que honra y vida; y no menos pena tenía la reina -viendo que era tan tarde y no había venido D. Juan Chacón, en quien, -después de Dios, tenía esperanza de su libertad, y no entendía qué -causa le hacía faltar a la palabra dada.</p> - -<p>Malique Alabez y un Aldoradín, y otros dos caballeros se llegaron al -tablado, y dijeron en alta voz:</p> - -<p>—Si gusta la reina<span class="pagenum" id="Page_327">p. 327</span> -de que la sirvamos en esta ocasión, dé licencia que la defendamos y lo -pondremos por obra.</p> - -<p>A lo cual respondió la reina, que ella lo agradecía, y que quería -esperar otras dos horas; y que si no viniesen ciertos caballeros que -tenía prevenidos, que ella aceptaba la oferta; y así se retiraron a sus -puestos.</p> - -<p>Pero no pasó media hora cuando se oyó un gran ruido y alboroto, al -cual mirando toda la gente vieron entrar por la plaza cinco caballeros -muy galanes, los cuatro vestidos a lo turquesco y el otro a lo moro, -el cual fue conocido de todos que era Gazul: a los demás tuvieron por -extranjeros, y así concurría toda la gente a ver los forasteros.</p> - -<p>Los parientes de la reina y los demás caballeros le daban la -bienvenida a Gazul, y en particular sus deudos, y le preguntaban todos -si conocía aquellos caballeros que con él venían. Y él respondió que -no, sino que en la Vega se habían juntado.</p> - -<p>Y con aquesto llegaron al cadalso donde estaba la reina Sultana -y los jueces, los cuales deseaban saber la causa de su venida; y -llegados miraron a la triste reina, y les quebró el corazón verla en -tan miserable estado; y mirando toda la plaza vieron el gran palenque, -y dentro de él a los acusadores de la reina; y espantados de la mucha -gente que había, dijo D. Juan Chacón en turquesco a los jueces si podía -hablar a la reina dos palabras. Los jueces dijeron que no le entendían, -que hablase en arábigo, y él lo dijo en algarabía; y Muza respondió que -sí, que subiesen.</p> - -<p>D. Juan subió al tablado, y haciendo su acatamiento a<span -class="pagenum" id="Page_328">p. 328</span> los jueces se fue a la -reina, y hecha la reverencia, habló alto que los jueces lo entendieron, -diciendo:</p> - -<p>—Con la procela del océano, reina y señora, fuimos arribados al -mar de España, y desembarcamos en Adra, y venimos con intento de -escaramucear con algunos cristianos, y buscándolos en la Vega no -encontramos ninguno; y viniendo a ver esta ciudad nos alcanzó en el -camino un caballero moro, y nos dio cuenta del desastrado estado de -vuestra alteza, y cómo no teníais caballeros nombrados para vuestra -defensa, y que no queréis que vuestra causa defiendan moros, sino -cristianos. Yo y mis compañeros somos turcos jenízaros, hijos de -cristianos, y doliéndonos de vuestra contraria y adversa fortuna, -movidos de piedad de vuestra inocencia, venimos a ofrecernos para hacer -esta batalla; y si vuestra alteza nos quiere admitir, yo os prometo a -ley de caballeros, por mí y en nombre de mis compañeros, que haremos en -este negocio todo lo que pudiéremos.</p> - -<p>Cuando decía esto D. Juan Chacón, tenía en la mano la carta de la -reina, y al descuido la dejó caer en sus faldas, sin que se reparase en -ello por los jueces, y cayó el sobrescrito hacia arriba.</p> - -<p>La reina pidió a Celima que con recato le diese aquel papel: ella -le alzó y se lo dio, y luego conoció su letra y advirtió el secreto, y -con disimulación miró a Esperanza de Hita, que estaba divertida mirando -a D. Juan Chacón; y volviendo la cabeza a mirar a la reina, ambas se -entendieron mirándose la una a la otra, y maravillada la reina<span -class="pagenum" id="Page_329">p. 329</span> de su traje y disfraz, -respondió a D. Juan Chacón:</p> - -<p>—Yo he estado aguardando hasta ahora a cierto caballero que me dio -palabra por letra suya, de estar hoy aquí con otros tres caballeros; y -pues ya es tarde, y vos, noble caballero, queréis tomar este cuidado a -vuestro cargo y de vuestros compañeros, yo lo agradezco mucho.</p> - -<p>D. Juan replicó y dijo:</p> - -<p>—Yo, señora, me prefiero a hacer lo que ese caballero, y no le -reconozco ventaja, ni es mejor que yo; ni los tres caballeros que había -de traer no excederán en cosa alguna a los que vienen conmigo: sed -cierta de esto, señora, y dadnos licencia.</p> - -<p>—Yo la doy —dijo la reina—, y creedme, virtuoso caballero, que no -debo cosa ninguna en obra ni en pensamiento de lo que se me imputa, y -así pelearéis seguros.</p> - -<p>D. Juan dijo a los jueces que advirtiesen lo que la reina decía. Lo -cual oído por los jueces mandaron que se escribiese aquel auto y lo -firmase la reina: firmó, y haciendo el acatamiento debido a la reina, -se bajó del tablado D. Juan Chacón, y subiendo en su caballo dijo a sus -compañeros:</p> - -<p>—Señores, nuestra es la batalla, empecémosla antes que sea más -tarde.</p> - -<p>Los caballeros de la parte de la reina rogaron a los defensores que -hiciesen todos sus poderíos, como de tan buenos caballeros se esperaba; -lo cual ellos prometieron, y así con toda la caballería los llevaron -enmedio, paseándolos y dando vuelta por toda la plaza al son de muchas -chirimías, añafiles y dulzainas.</p> - -<p>Entraron en el palenque los caballeros cristianos, y recibiéndoles -pleito homenaje<span class="pagenum" id="Page_330">p. 330</span> de -que en aquel caso harían el deber, cerraron la puerta.</p> - -<p>En todo este tiempo no quitaba la vista Malique Alabez de D. Manuel -Ponce de León, porque le parecía haberle visto, y no se acordaba dónde, -y decía entre sí:</p> - -<p>—Válgame Alá, y qué traslado es aquel caballero turco de D. Manuel -Ponce de León; pero no es él, porque es turco, y él es cristiano.</p> - -<p>Miraba el caballo, y conocíale por haberle tenido en su poder. Así -andaba confuso, si era o no, y llegándose a un caballero Almoradí, tío -de la reina, le dijo:</p> - -<p>—Si el caballero del caballo negro es el que imagino, cierta está la -libertad de la reina.</p> - -<p>El caballero Almoradí dijo:</p> - -<p>—¿Quién es? ¿Conoceisle por ventura?</p> - -<p>—Yo os lo diré después, veamos ahora cómo le va en la batalla.</p> - -<p>Diciendo esto, miraron a los caballeros, los cuales descubrían los -escudos que eran muy fuertes y relucientes.</p> - -<p>Ahora, pues, será bien tratar de qué colores eran las ropas -turquescas. Eran todas de paño fino de color celeste, guarnecidas con -franjones de oro y plata: los albornoces eran de seda azul. Llevaba -cada caballero un turbante de toca de seda, listada de oro, y hecho de -unas lazadas curiosas. En la parte de arriba del bonete en la punta, -puesta una media luna de oro.</p> - -<p>Los pendoncillos de las lanzas eran azules, y en ellos las armas de -sus escudos, porque D. Juan Chacón llevaba en su pendoncillo una flor -de lis de oro, y en el escudo en un cuartel de sus armas un lobo en -campo verde, el cual parecía despedazar un moro. Encima del lobo había -un campo azul, y en<span class="pagenum" id="Page_331">p. 331</span> -él una flor de lis de oro, y una letra que decía: <i>Por su mal se -devora</i>, significando que aquel lobo se comía aquel moro por el -testimonio que a la reina había levantado.</p> - -<p>D. Manuel Ponce llevaba en su escudo el león de sus armas en campo -blanco, y león dorado: no quiso aquel día poner las barras de Aragón. -El león tenía entre las uñas un moro que estaba despedazando, y una -letra que decía de esta suerte:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> - <div class="stanza"> - <div class="verse indent2"><i>Merece más dura muerte</i></div> - <div class="verse indent0"><i>quien va contra la verdad,</i></div> - <div class="verse indent0"><i>y aun es poca crueldad</i></div> - <div class="verse indent0"><i>que un león le dé la muerte.</i></div> - </div> -</div> -</div> - -<p>El pendoncillo, que era azul, llevaba un león de oro.</p> - -<p>D. Alonso de Aguilar no quiso aquel día poner ningún cuartel de -sus armas, por ser muy conocidas: puso en su escudo un águila dorada -en campo rojo, las alas abiertas como que volaba al cielo, y en las -fuertes uñas llevaba una cabeza de un moro bañada en sangre, que de las -heridas de las uñas le salía. Esta divisa del águila puso D. Alonso a -memoria de su nombre. Llevaba una letra, que decía de esta suerte:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> - <div class="stanza"> - <div class="verse indent2"><i>La subiré hasta el cielo,</i></div> - <div class="verse indent0"><i>porque dé mayor caída,</i></div> - <div class="verse indent0"><i>por la maldad conocida</i></div> - <div class="verse indent0"><i>que cometió sin recelo.</i></div> - </div> -</div> -</div> - -<p>Asimismo llevaba en el pendón de la lanza este bravo caballero el -águila dorada, como en el escudo.</p> - -<p>El alcaide de los Donceles llevaba por divisa en su escudo en campo -blanco un estoque, los filos sangrientos, la cruz de la guarnición -era<span class="pagenum" id="Page_332">p. 332</span> dorada, en la -punta del estoque tenía clavada una cabeza de un moro goteando sangre, -con una letra en arábigo que decía de esta suerte:</p> - -<div class="poetry-container"> -<div class="poetry"> - <div class="stanza"> - <div class="verse indent2"><i>Por los filos de la espada</i></div> - <div class="verse indent0"><i>quedará con claridad</i></div> - <div class="verse indent0"><i>el hecho de la verdad,</i></div> - <div class="verse indent0"><i>y la reina libertada.</i></div> - </div> -</div> -</div> - -<p>Muy maravillados quedaron todos los caballeros circunstantes, así -los de la una parte, como los de la otra, en ver la braveza de los -cuatro caballeros, y más en ver las divisas de sus escudos, por las -cuales conocieron claramente que aquellos caballeros venían al caso -determinadamente y con acuerdo; pues las divisas y letras de sus -escudos lo manifestaban, y que la reina los tenía apercibidos para su -defensa; y se admiraban grandemente de que en tan pocos días vinieran -de tan lejas tierras; pero considerando que por la mar pudieran haber -venido en aquel tiempo, con esto no curaron más de inquirir ni saber el -cómo y cuándo, sino ver el fin de la batalla.</p> - -<p>El valeroso Muza y los otros jueces se admiraron de ver aquellas -divisas; y para gozar mejor de verlas pidió Muza un caballo, y subiendo -en él se entró en el palenque, y mandó a un criado que le tuviese allí -una lanza y una adarga, por si fuera menester.</p> - -<p>Los dos jueces se estuvieron con la reina, la cual decía:</p> - -<p>—Esperanza, dime, ¿conociste a aquel caballero que subió a -hablarme?</p> - -<p>—Sí, señora, aquel es D. Juan Chacón, que aunque viniera más -disfrazado, no dejara de conocerle.</p> - -<p>—Ahora digo —dijo la reina—<span class="pagenum" id="Page_333">p. -333</span> que es cierta mi libertad, y el vengarme de mis enemigos.</p> - -<p>Malique Alabez y el animoso Gazul, y otros muchos caballeros, -parientes y amigos de la reina, se pusieron alrededor del tablado, y -por lo que se ofreciese.</p> - -<p>A este tiempo el alcaide de los Donceles empezó a picar a su -caballo, y lozaneando se fue adonde estaban los caballeros acusadores, -y llegando a ellos, les dijo en alta voz:</p> - -<p>—Decid, caballeros, ¿por qué tan sin razón habéis acusado a vuestra -reina y señora, y habéis puesto dolo en su honra?</p> - -<p>Mahomad Zegrí le respondió:</p> - -<p>—Acusámosla por ver con nuestros ojos cometer el delito de -adulterio, y volviendo por la honra de nuestro rey, lo manifestamos.</p> - -<p>El valeroso alcaide, lleno de cólera, le respondió:</p> - -<p>—Cualquiera que lo dijere, miente como villano, y no es caballero; -y pues estamos en parte donde se ha de saber la verdad, apercibíos -al momento todos los traidores a la batalla, que hoy habéis de morir -confesando lo contrario de lo que tenéis dicho.</p> - -<p>Y diciendo esto D. Diego Fernández de Córdoba, terció con presteza -su lanza, y con el encuentro de ella le dio al Zegrí tan terrible -golpe en los pechos, que sintió bien la fuerza de su brazo, y quedó -lastimado; y si fuera el golpe con el hierro, no hay duda sino que de -él muriera.</p> - -<p>El Zegrí afrentado por ver que estaba desmentido y ofendido con el -golpe, revolvió su caballo, y fue a herir al alcaide, el cual como -hombre experimentado en la guerra y en escaramuzas, se retiró a un -lado, y revolviendo sobre el moro que a él venía, comenzaron una<span -class="pagenum" id="Page_334">p. 334</span> trabada escaramuza.</p> - -<p>Y visto esto, los trompeteros tocaron los instrumentos, haciendo -señal de batalla, a la cual se movieron los demás caballeros, los unos -contra los otros con gran furia.</p> - -<p>A D. Manuel le cayó en suerte Alí Hamete, a D. Alonso, Mahandón; y a -D. Juan Chacón le tocó el fuerte Mahandín.</p> - -<p>Reconociendo cada uno su contrario, comenzaron una muy sangrienta -batalla, mostrando cada uno su gran valor.</p> - -<p>Los moros eran muy valientes; pero poco les aprovechaba su valor, -porque lidiaban con lo mejor de Castilla; y así andando escaramuceando -con admirable braveza, y dándose lanzadas por las partes que podían, -D. Juan Chacón fue herido en un muslo, de donde le salía abundancia de -sangre; el cual como se sintió herido en los primeros encuentros, y que -su contrario salió libre sin que llevase otra herida en recompensa, -encendido en cólera y saña furibunda aguardó a que volviese a -segundarle otro golpe, que entonces le embestiría con toda su furia, y -sucedió de la misma manera que lo imaginó, porque el moro muy ufano y -gozoso, como sintió que le había herido, volvió al cebo para tornar a -picar en él, diciendo con grande algazara:</p> - -<p>—Ahora sabréis, turcos, si hay moros granadinos que puedan pelear y -resistir a todos los caballeros del mundo.</p> - -<p>Y diciendo esto se venía a D. Juan, el cual estaba sobre el aviso; -y viéndole venir derecho y con tanta fuerza, apretó las piernas al -caballo, y con valor y furia extraña embistió al esforzado moro, y se -encontraron los dos caballeros tan fuertemente,<span class="pagenum" -id="Page_335">p. 335</span> que parecía haberse juntado dos montes, -según la braveza y furia con que se acometieron.</p> - -<p>El caballo de D. Juan Chacón era más fuerte y furioso que el del -contrario; y así se paró después de haberle encontrado, y el del moro -no se pudo tener, y se cayó de ancas.</p> - -<p>El moro fue herido muy malamente del bote de la lanza que le dio el -valiente D. Juan; mas no tan a su salvo, que no quedase con una pequeña -herida, y que si entrara más el hierro, tuviera mucho peligro, por ser -en el hueco del costado; pero no fue casi nada, porque no encarnó el -agudo hierro.</p> - -<p>El bravo moro se puso en pie con muy grande presteza, y echando mano -a su alfanje se vino derecho a desjarretar el caballo de D. Juan para -que le derribase, y él tuviese lugar de herir a su salvo a D. Juan; y -aunque pudiera el noble cristiano alancear al moro, por tenerle tanta -ventaja de estar a caballo y tener enristrada la lanza, no quiso dar -nota de sí, que se pudiera decir que peleaba con tantas ventajas; y -así no le esperó a caballo, sino saltó de él con grande ligereza, y -desechando la lanza, puso mano a su espada; y embrazando el escudo se -estuvo afirmado, aguardando a su enemigo, el cual llegó, y entre los -dos valerosos guerreros comenzaron de nuevo una batalla tan reñida, que -causaba grima ver las centellas que saltaban de los escudos; de la cual -refriega sacó el moro dos pequeñas heridas; y apartándose un poco para -cobrar aliento, volvió a embestir.</p> - -<p>D. Juan Chacón como se vio acometer de aquella suerte, confiado en -su fuerza,<span class="pagenum" id="Page_336">p. 336</span> y viendo -tan cerca al moro, le tiró un golpe de revés, que le cortó el adarga -y le hirió mortalmente en el hombro; y por muy poco cayera, porque le -quitó el sentido: lo cual visto por el valiente D. Juan, arremetió -a él, y le dio un encuentro con el escudo, que desapoderado de sus -fuerzas cayó en tierra el moro; y luego le dio una cuchillada que le -dividió una pierna de su lugar; y viendo que había alcanzado victoria -de su enemigo, alzó los ojos al cielo, y dio gracias a nuestro Señor -Jesucristo; y tomando un trozo de lanza, se afirmó a él, porque le daba -gran dolor la herida del muslo; y arrimándose a una parte del palenque, -se puso a mirar la batalla.</p> - -<p>Luego tocaron los músicos instrumentos de la reina, en -reconocimiento del vencido moro, lo cual puso grande ánimo a los tres -cristianos, y cobardía a los moros, y perdieron la esperanza de la -victoria con tan mal presagio; y más cuando vieron dar en una ventana -muy grandes gritos y hacer tristes llantos, y quien los daba era la -mujer y hermanas de Mahandín viendo que con angustias mortales se -revolcaba en su sangre.</p> - -<p>Los Zegríes mandaron que se quitasen de allí aquellas mujeres, -porque no fuesen sus llantos causa de desmayo en los tres mantenedores -del testimonio.</p> - -<p>Los seis caballeros se combatían con tanta ferocidad, que parecía -que en aquel instante empezaba la batalla, haciendo tanto ruido y -estrépito, que parecía que peleaban cincuenta caballeros.</p> - -<p>D. Juan Chacón sentía mucho dolor de sus heridas, en particular -del muslo, como ya se había enfriado; y<span class="pagenum" -id="Page_337">p. 337</span> subiendo en su caballo se puso a considerar -si iría a ayudar a sus compañeros, o a curarse, y no se determinó a -ninguna de las dos cosas por no ser notado; y así acordó de esperar -el fin de la batalla, porque bien sabía que no duraría mucho, por dos -razones; la una por la satisfacción que tenía en el valor y fortaleza -de sus compañeros; la otra, porque peleaban con justicia y razón, y -defendían la verdad; y así de necesidad los había de favorecer la -fortuna.</p> - -<p>Peleando, pues, los caballeros con un ánimo admirable, el enojado -Mahandón, como vio a su querido hermano Mahandín tendido en el suelo, -lleno de sangre, y hecho pedazos, con el dolor tan grande que sentía, -dijo a D. Alonso de Aguilar.</p> - -<p>—Permitid, señor caballero, que vaya a tomar venganza de aquel que -ha muerto a mi amado hermano, y luego concluiremos vos y yo nuestra -batalla.</p> - -<p>—No trabajes en vano, dijo D. Alonso; fenece conmigo la batalla, -pues tu hermano, como buen caballero, hizo lo que pudo; y no dudes de -verte en el mismo estado que tu hermano está, porque la sangre de los -nobles Abencerrajes vertida sin culpa, y la inocencia de la reina están -pidiendo justa venganza contra los que quedáis.</p> - -<p>Y diciendo esto le acometió con furia, y le hirió con la lanza en -el costado, aunque no fue grande la llaga. Lo cual visto por el moro, -revolvió contra D. Alonso, y colérico le arrojó la lanza.</p> - -<p>D. Alonso que la vio venir con tal presteza, por hurtar el cuerpo -al furioso golpe, revolvió su caballo con ligereza; pero no tan<span -class="pagenum" id="Page_338">p. 338</span> a tiempo, que no llegase -primero la lanza, y entrándole por la una ijada del caballo, le salió a -la otra más de media vara.</p> - -<p>El caballo sintiéndose mal herido con la lanza atravesada, empezó -a dar bufidos, brincos y corcovos, que no era bastante la dureza -del freno para que se sujetase y estuviese sosegado; y visto que no -aprovechaba su diligencia, y que por su desgracia se le podía seguir -algún daño irreparable, determinó de arrojarse en el suelo, aunque se -ponía en mucho peligro, por estar su competidor a caballo; y confiando -en Dios nuestro Señor, se arrojó de la silla quedándose en pie con su -espada en la mano aguardando a su enemigo.</p> - -<p>Grande contento y alegría sintió el bando de los Zegríes y Gomeles -en ver el estrecho en que había puesto su pariente al caballero -extranjero, y en verle a pie le consideraban ya vencido; y como vio -Mahandón a su contrario a pie, recibió mucho contento; y yéndose a él -le dijo:</p> - -<p>—Ahora me pagaréis la muerte de mi hermano; pues me evitasteis de -darla a quien se la dio a él.</p> - -<p>Y arremetió con el caballo para atropellarle, y el alfanje en la -mano para herirle.</p> - -<p>D. Alonso de Aguilar era muy ligero, y se estuvo quedo, como que le -quería aguardar; mas al tiempo que llegó dio un salto, y se apartó, -y Mahandón pasó de largo sin hacer efecto; y revolviendo otras tres -veces, tampoco hizo nada.</p> - -<p>D. Alonso le dijo:</p> - -<p>—Desciende de aquese caballo, si no quieres que te le mate, y te -podrá suceder peor.</p> - -<p>Al moro le pareció buen consejo, y así se apeó; y embrazando<span -class="pagenum" id="Page_339">p. 339</span> su adarga vino a D. Alonso, -diciendo:</p> - -<p>—Por ventura me disteis el consejo por vuestro mal.</p> - -<p>—Ahora lo verás —dijo D. Alonso—, si te di el consejo fue solo -para darte cruel muerte, justamente merecida por el daño que de tu -testimonio se ha seguido; y conviene que los traidores salgan del -mundo.</p> - -<p>Diciendo esto arremetió a Mahandón, y así entre los dos se comenzó -una brava y dudosa batalla, porque ambos eran muy valientes y animosos -caballeros.</p> - -<p>Anduvieron más de media hora hiriéndose por las partes que podían, y -cada uno muy deseoso de vencer a su contrario.</p> - -<p>D. Alonso muy enojado, y cuasi corrido en ver que le duraba tanto su -contrario, se acercó a él todo lo más que pudo, y alzando el brazo hizo -señal de quererle herir en la cabeza: el moro acudió al reparo para -recibir el golpe con la adarga; pero saliole incierto su reparo, porque -no ejecutó el golpe en la cabeza, sino que rebatiendo la mano le hirió -en el muslo izquierdo de una mala herida, que le cortó gran parte del -hueso.</p> - -<p>El valiente moro que se halló burlado y tan malamente herido, -descargó un tan desapoderado golpe encima del bonete de D. Alonso, que -el águila fue partida por medio; y rompiendo bonete y casco fue herido -de una pequeña herida, aunque sintió mucho tormento en la cabeza, -porque quedó como sin sentido y aturdido del fiero golpe; y si no fuera -de tan animoso corazón, no hay duda sino que cayera en tierra sin -dificultad ninguna, y consiguiera su enemigo la deseada victoria: mas -como era de corazón<span class="pagenum" id="Page_340">p. 340</span> -fuerte, y nunca se dejó rendir de los trabajos, cobrando el cuerpo -aquel ánimo de su corazón bizarro, y considerándose en cierta manera -afrentado por ver que un golpe le había descompuesto su sentido; y -encolerizado por verse herido y su rostro ensangrentado, con una cruel -furia incomparable le tiró una estocada tan recia, que la adarga ni -jaco fuerte no podían resistir la grande violencia de la espada, sino -que fue todo rompido, y le metió cuatro dedos dentro del pecho al -soberbio Mahandón; y como le cogió ya desangrado de la que le salía por -la herida del muslo, no tuvo fuerzas para poder pelear más, y así cayó -de espaldas.</p> - -<p>Así como D. Alonso vio caído a su contrario, arremetió con él para -cortarle la cabeza, y poniéndole la rodilla en los pechos vio que -estaba expirando; por lo cual no le quiso herir más, y levantándose dio -en su corazón infinitas gracias a Dios por la merced tan grande que le -había hecho; y apretándose la herida de la cabeza con el turbante, se -atajó la sangre; y mirando por su caballo le vio muerto, y fue a coger -el de Mahandón, y subiendo en él se fue adonde estaba D. Juan Chacón, -el cual le abrazó, dándole el parabién del vencimiento.</p> - -<p>A este punto los añafiles y dulzainas de parte de la reina tocaron -con grande alegría, lo cual causaba tristeza y melancolía a los -Zegríes.</p> - -<p>Cesando la música miraron la batalla que los cuatro caballeros -hacían, que era muy sangrienta.</p> - -<p>D. Manuel Ponce de León, y Alí Hamete Zegrí hacían su batalla a pie, -respecto a que los caballos se les habían cansado<span class="pagenum" -id="Page_341">p. 341</span> y no podían concluirla como querían, y -andaban muy listos procurando cada uno herir al otro por donde mejor -podía: despedazábanse las armas y la carne con los duros filos de la -espada y cimitarra, de lo que su sangre daba verdadero testimonio.</p> - -<p>D. Manuel tenía dos heridas y el moro cinco; pero no por eso se vio -en él falta de ánimo ni fuerzas, y andaba con tanto ardid intentando -por donde podría herir a su enemigo y quedarse él reservado, haciéndole -muchos acometimientos.</p> - -<p>D. Manuel le iba contra todas sus malicias, porque ya le conocía -el modo de pelear; y así como vio que D. Juan y D. Alonso habían ya -vencido a sus contrarios, y el alcaide de los Donceles andaba con el -suyo muy revuelto y en punto de traerle a aquel extremo, cobró grande -ira porque no concluía con su enemigo, y llegándose cerca de él le dio -un golpe tan terrible en la cabeza, que, aunque acudió a repararle con -la adarga, no soportó el todo sino alguna parte, y así fue rota con el -fino casco, y herido en la cabeza muy mal, y aun le quitó el sentido -y dio de manos en tierra sin poderse valer; mas volviendo en sí, -temiéndose de su contrario, y de que no fuese causa aquella flaqueza -para que su competidor se gloriase de conseguir la victoria, sacando -fuerzas de pusilanimidad se levantó, procurando la venganza de la -ofensa recibida, y levantando su cimitarra dio un desatinado y fuerte -golpe en un hombro de D. Manuel y no hizo herida; pero la vida le costó -el golpe al moro, porque D. Manuel le dio otra<span class="pagenum" -id="Page_342">p. 342</span> junto a la que tenía en la cabeza, que -desatinado cayó en tierra derramando mucha sangre, y luego murió.</p> - -<p>Los añafiles de parte de la reina tocaron con mucha alegría por el -buen suceso.</p> - -<p>D. Manuel subió en su caballo, y se fue adonde estaban D. Alonso y -D. Juan, los cuales le recibieron muy alegremente diciendo:</p> - -<p>—Gloria a Dios, que os ha escapado de las manos de aquel pagano.</p> - -<p>Quien en esta ocasión mirara a la hermosa reina Sultana, conociera -muy claramente en su bello rostro la grande alegría que en su corazón -tenía, viendo que se iban aniquilando sus enemigos, de lo cual a ella -se le había de seguir su libertad, y díjoles a Celima y a Esperanza de -Hita:</p> - -<p>—Sabéis lo que veo, que si D. Juan Chacón tiene fama de valiente -caballero y lo es, que sus tres compañeros no lo son menos que él, -pues con tan sobrado valor han vencido a los mejores y más valientes -caballeros del reino de Granada.</p> - -<p>Esperanza la respondió:</p> - -<p>—¿No dije a vuestra alteza que D. Juan tenía muy principales amigos? -Mirad si ha salido verdad lo que dije.</p> - -<p>—Dejemos estar eso —dijo Celima—, no lo entiendan los jueces, y -veamos el fin del caballero que queda, que yo entiendo que no tendrá -menos poder que los tres vencedores.</p> - -<p>Y mirando la batalla vieron cómo andaba muy revuelto y encendido en -la pelea, y aunque herido y cansado, no se vio en él punto de cobardía -ni aun imaginación.</p> - -<p>El valeroso moro proseguía la batalla con grande dolor y rabia, -viendo muerto a su primo hermano y a los dos Gomeles, y él puesto<span -class="pagenum" id="Page_343">p. 343</span> en el mismo peligro, y así -peleaba como hombre desesperado, considerando la infamia en que había -incurrido, y mayor por no haber salido con su intento; y con la furia -de un loco frenético daba tajos y reveses a diestro y a siniestro, y -fuera de orden por si acertara a darle alguna herida penetrante, de la -cual muriera el contrario; porque ya que él fuera vencido, como los -otros tres de su parte, no quedaran tan triunfantes matando a alguno de -ellos; y aunque peleaba con tan grande furia y braveza, no era menos -la del valiente alcaide de los Donceles, porque estaba muy airado con -su enemigo; y aun porque todos sus compañeros habían alcanzado el -lauro y gloria del vencimiento, y estaban ya descansando, le parecía -que empezaba de nuevo la batalla, siendo su enemigo de muy grandes -fuerzas y astucias para pelear; y considerando que le miraban y que le -debían de juzgar por menos que sus compañeros, pues no daba fin a la -batalla, poniendo los ojos ensañados en su contrario, apretó con toda -fuerza las espuelas al caballo, arremetió al Zegrí, y lo mismo hizo él; -y así se embistieron con ánimo y furia increíble; y fue tan recio el -encuentro de los caballeros, que sin remedio hubieron de venir al suelo -los dos sin poderse herir el uno al otro; pero apenas fueron en tierra -cuando estuvieron en pie, y se acercaron hiriéndose cruelmente, y -experimentando cada uno las fuerzas del contrario, porque eran furiosos -y desatentados los golpes que se daban, mostrando cada uno la fortaleza -de su<span class="pagenum" id="Page_344">p. 344</span> brazo y el -ánimo del corazón.</p> - -<p>Verdad es que el moro andaba más orgulloso y ligero, y las heridas -que daba casi no ofendían, por tener muy buenas armas el valiente -alcaide; pero el golpe que el valeroso alcaide alcanzaba, rompía, -cortaba y destrozaba tan fuertemente con la fortaleza de su brazo, que -no daba golpe con la espada que no hiciese herida grande o pequeña.</p> - -<p>Lo cual visto por el valiente Zegrí, con una rabia crecida, -confiando en sus grandes fuerzas, arremetió al alcaide por venir con -él a los brazos, el cual se alegró mucho, y así abrazados comenzaron -a luchar dando muchas vueltas, y haciendo cada uno lo que podía por -derribar a su contrario; pero cada cual echaba de ver el resto de sus -fuerzas, y así ambos trabajaban muy en balde, porque no había robles -tan firmes como ellos.</p> - -<p>El Zegrí era de muy gran cuerpo y fuerzas, que parecía un jayán, -y procuraba levantar de tierra a su enemigo para dar de golpe con él -en el suelo, y por muchas veces que lo intentó, ninguna salió con su -pretensión, porque parecía que tenía echadas raíces, y que era ponerse -a arrancar un nogal de cuajo; de suerte que por mucha diligencia que -hacía el Zegrí, era molerse en vano.</p> - -<p>Reconocido por el alcaide el mal pensamiento de su contrario, -echó mano a un puñal buido, y diole tres golpes por debajo del brazo -izquierdo, y tales, que el moro dio grandes gritos sintiéndose mal -herido de muerte, y sacando una daga le dio al alcaide otras tres -heridas; mas como era ancha la daga no pudo<span class="pagenum" -id="Page_345">p. 345</span> falsear las armas mucho, y así fueron -pequeñas.</p> - -<p>El valeroso alcaide le dio otra muy mala herida en la ijada -izquierda, con la cual se acabó de rematar la sangrienta batalla, -porque así como le dio la última, sin poderse menear cayó en el suelo -desangrándose por las penetrantes heridas; y al tiempo que el alcaide -vio en tierra al contrario, fue de presto y le puso una rodilla en los -pechos, y enarbolando el invicto brazo le dijo:</p> - -<p>—Date por vencido, y confiesa la verdad luego, y así no te acabaré -de matar.</p> - -<p>El malvado Zegrí viéndose tan mal herido y a voluntad de su -competidor, le respondió diciendo:</p> - -<p>—Ya no es menester darme más heridas que las que tengo, porque esta -postrera bastaba para echar del mundo a un tan gran traidor alevoso -como yo; y pues me pedís, vencedor caballero, que declare la verdad, yo -la diré: Sabrás que habiendo muerto algunos de mi linaje los del bando -Abencerraje, y a otros afrentado, y que tanto valían con los reyes que -no nos podíamos vengar de ellos, ordené yo mismo que fuesen perseguidos -todos los caballeros Abencerrajes, y por mi traición fueron muertos sin -culpa; y la reina no debe cosa ninguna de lo que yo la levanté acerca -del adulterio de que fue acusada: esta es la verdad; llegado he a punto -de decirla, y no hay otra cosa sino lo que he dicho: de todo lo cual -estoy muy arrepentido, por haber visto las desgracias y muertes que en -este tiempo han sucedido, y por la afrenta grande en que se ha visto la -reina no siendo culpada en ninguna cosa.</p> - -<p>Todo lo que<span class="pagenum" id="Page_346">p. 346</span> el -traidor Zegrí decía estaban oyéndolo muchos caballeros, así del bando -de la reina, como de los Zegríes; y para más justificar la causa de -la reina llamaron a los jueces para que oyesen todo lo que el Zegrí -decía.</p> - -<p>Luego llegó el valeroso Muza, y los dos jueces que estaban en el -cadalso bajaron, y entrando en el palenque tornó a referir el Zegrí lo -dicho, y luego expiró.</p> - -<p>Al momento tocaron con grande alegría muchas chirimías y dulzainas -con otros instrumentos músicos por victoria tan importante, que habían -conseguido aquellos caballeros extranjeros de los naturales traidores; -y cómo por ella se había sabido la verdad, y le era vuelta y restituida -su honra a la casta e inocente reina.</p> - -<p>A una parte se oían las músicas y grande alegría, y a otra lloros, -tristeza y gritos que daban las mujeres y deudos de los Zegríes -muertos.</p> - -<p>Los caballeros vencedores fueron sacados del campo con muy grande -honra, hecha por la mayor parte de los caballeros que eran del bando de -la reina.</p> - -<p>Y de esta suerte los victoriosos caballeros llegaron a la reina que -ya estaba dentro de la litera en que había venido, y la preguntaron si -había otra cosa que hacer en aquel caso, o en otro cualquiera que fuese -de su gusto o de necesidad.</p> - -<p>La reina dijo que para la satisfacción entera de su honra bastaba lo -que habían hecho, y que recibiría mucho contento en que se quisiesen ir -con ella para ser curados de sus heridas.</p> - -<p>Los caballeros aceptaron el ruego de la reina, y así salieron de la -plaza llevando la<span class="pagenum" id="Page_347">p. 347</span> -música de añafiles delante, con mucho contento y alegría.</p> - -<p>Todo lo cual era al contrario en los mal intencionados Zegríes -y Gomeles, porque con tristes llantos sacaron del palenque los -destrozados cuerpos de sus parientes, y estuvieron determinados de -romper con su contrario bando, y procurar dar muerte a los extranjeros -vencedores; y no se determinaron, por entonces, porque de allí adelante -hubo entre ellos bandos y pasiones mayores que hasta entonces habían -tenido, como adelante lo diremos.</p> - -<p>Los caballeros cristianos llegaron a la posada de la reina, y -todos los demás caballeros; y los vencedores fueron curados con gran -diligencia de cirujanos, y ellos pusieron sus armas junto a sí, por si -algo sucediera.</p> - -<p>Y aquella noche después de haber cenado, la reina, Celima y -Esperanza fueron a visitar a los cuatro caballeros cristianos; y -después de haber hablado de los trabajos en que se había visto aquella -ciudad, y de la muerte injusta de los Abencerrajes, la reina se llegó -un poco más al lecho de D. Juan Chacón, y sentándose le dijo:</p> - -<p>—El alto y poderoso Jesucristo, y su bendita Madre que le parió sin -dolor, quedando Virgen por divino misterio, os den salud entera y vida -larga, y os paguen la buena obra, que a esta triste y desconsolada -reina habéis hecho habiéndome librado de una muerte tan infame y -afrentosa; mas fue la voluntad de Dios de librarme, y que vos fueseis -el instrumento de mi libertad; y así os quedo obligada mientras la vida -me durare, la cual gastaré en vuestro servicio. Deseo ya verme<span -class="pagenum" id="Page_348">p. 348</span> cristiana para servir a -Dios y a su Santísima Madre y a vos, y creedme que la mayor parte de -los caballeros de esta ciudad están deseosos de verse ya cristianos, -y no aguardan sino que el rey D. Fernando comience la guerra, y está -así concertado desde que se fueron los caballeros Abencerrajes; por -tanto así como lleguéis, dad orden a vuestro rey para que ponga en -ejecución la guerra contra este reino, y os ruego que me digáis quién -son esos tres caballeros a quien soy obligada, porque sepa a quién he -de servir.</p> - -<p>—Excelente señora —dijo D. Juan—, los caballeros que a mí me han -hecho merced y a vos servido, son D. Alonso de Aguilar, el gran -D. Manuel Ponce de León, y el otro D. Diego Fernández de Córdoba, -caballeros de grande estima, que ya tendréis noticia de ellos.</p> - -<p>—Sí tengo —respondió la reina—, que muchas veces han entrado en -la Vega, y han hecho cabalgadas de ganados y buenas presas, y son -conocidos por sus hechos y nombres, aunque ahora no han sido conocidos -por el disimulo del traje turquesco, y ha sido buen pensamiento; y pues -son de tan gran valor, será justo que les hable y dé las gracias del -bien que por su causa me ha redundado.</p> - -<p>Diciendo esto la reina Sultana fue donde estaban los tres -caballeros, y a todos, y a cada uno de por sí les dio muchas gracias -por el favor que le tenían hecho, y que confiaba en Dios que algún día -les serviría en algo.</p> - -<p>El alcaide de los Donceles respondió en nombre de todos:</p> - -<p>—Vuestra alteza le dé esas gracias y mercedes al<span -class="pagenum" id="Page_349">p. 349</span> señor D. Juan, que nosotros -poco es lo que hemos hecho, según lo mucho que os deseamos y debemos -servir.</p> - -<p>—Muchas mercedes, señores caballeros, por el nuevo ofrecimiento, que -es para más obligarme a serviros, y reagravar la deuda tan grande que -os tengo. Dios os pague lo que habéis hecho por mí, y dé vida para que -pueda pagar alguna cosa de lo mucho que os debo; y porque parece que es -hora de reposar y descansar, yo me quiero ir a recoger para dar orden a -lo que conviene para vuestro regalo.</p> - -<p>Con aquesto se fue la reina, y habló con su tío Moraicel, y le -dijo que estaba recelosa de que viniesen a tomar venganza los Zegríes -y Gomeles en los cuatro caballeros, por la muerte de los cuatro -traidores; que pusiesen algún remedio.</p> - -<p>Y pareciéndole buen consejo, fue a dar parte de ello a Muza, el cual -puso cien caballeros de guarda en la casa, los cuales estuvieron toda -la noche con gran cuidado.</p> - -<p>Fue muy acertado el parecer de la reina, porque los Zegríes y -Gomeles tenían concertado de cercar la casa, y dar muerte violenta a -los caballeros vencedores; y como vieron tanta guarda, y conociendo que -no podrían salir con su intento, desistieron de su propósito; y más -cuando supieron que el valeroso Muza había puesto aquellos caballeros, -lo sintieron de manera que se les comía el corazón de envidia, por -ver con las veras que acudía Muza a los cuidados de la reina, y no se -atrevieron a irle a la mano porque le temían.</p> - -<p>Venida la mañana se fue la gente de guardia,<span class="pagenum" -id="Page_350">p. 350</span> y los cuatro caballeros determinaron de -irse, porque no los echase menos el rey D. Fernando; y así pidieron -licencia a la reina para partirse a la corte de su rey, porque les -importaba que no supiese la ausencia que habían hecho.</p> - -<p>—¿Pues cómo, señores, dijo la reina, estando tan lastimados, -cansados y heridos os queréis poner en camino tal? No lo tengo de -consentir: ¿por ventura os falta cosa alguna, o la deseáis?</p> - -<p>—No uno ni otro —respondió D. Juan Chacón—, porque donde está -vuestra alteza no hay que desear nada; pero importa irnos por lo que he -dicho.</p> - -<p>—Pues que así es —dijo la reina—, tornaos a curar, e id vuestro -viaje con la bendición de Dios; y por él os ruego no me olvidéis, y -suplicad a vuestro rey que comience la guerra contra Granada, porque a -todos los que tienen deseo firme de ser cristianos, se les cumpla.</p> - -<p>Los caballeros se lo prometieron así. La reina mandó llamar a los -cirujanos; y curados, se armaron, y despidiéndose de la reina y Celima, -Esperanza y de Moraicel, se partieron quedando llorando la reina la -ausencia de tan buenos caballeros.</p> - -<p>Muza, Malique Alabez y Gazul, que supieron que los caballeros -extranjeros se iban de Granada, les salieron a prevenir un grande -acompañamiento con más de doscientos moros, a más de media legua la -vuelta de Málaga.</p> - -<p>Pero así como los moros se despidieron de ellos, tomaron la vía -de Castilla, y caminaron a grande priesa; y entrando en tierra de -cristianos, supieron cómo los Reyes Católicos estaban en Écija: ellos -fueron a Talavera,<span class="pagenum" id="Page_351">p. 351</span> -y hallaron a sus criados que los esperaban para que siguiesen la -corte.</p> - -<p>Allí estuvieron ocho días curándose muy secretamente, y estando ya -mejores se partieron para Écija; y en llegando, pidiendo licencia al -rey D. Fernando para irse a sus tierras, se la dio; y llegados a sus -patrias, ellos y otros caballeros dieron orden de ganar a la ciudad de -Alhama, llevando para ello la prevención conveniente, porque era muy -fuerte; y siendo juntos muchos y principales caballeros la cercaron y -combatieron por todas partes.</p> - -<p>Donde los dejaremos combatiendo, por decir lo que pasó en la -ciudad de Granada en este medio y sazón, y también porque a mí no -toca escribir lo que pasó en aquesta guerra de Alhama, que no hace al -intento, ni propósito mío.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch16"> - <h2 class="nobreak">CAPÍTULO XVI.</h2> - <p class="subh2h"><i>De lo que pasó en Granada, y cómo se volvieron - a refrescar los bandos de ella, y la prisión del rey Mulahacén en - Murcia, y la del rey Chico en Andalucía, y de otras cosas.</i></p> -</div> - -<p><span class="cap">G</span>rande fue la tristeza y desconsuelo que -la reina Sultana sentía por la ausencia de sus defensores caballeros, -y de buena voluntad fuera en su compañía, que temía el alboroto de la -ciudad; y si su dolor y tristeza fue grande, más excesivo fue el de los -Zegríes y Gomeles y los demás de su bando por causa de los caballeros -que en la cruel batalla murieron, y porque los<span class="pagenum" -id="Page_352">p. 352</span> agresores se fueron sin que de ellos se -tomase venganza, y porque se sentían muy afrentados y corridos por las -cosas pasadas; pero con disimulación aguardaban ocasión para ejecutar -su deseo.</p> - -<p>Digamos ahora del rey Chico, el cual como supo la muerte de los -acusadores de su mujer la reina, y la confesión que había hecho el -malvado Zegrí en su disculpa, descubriendo la pésima y horrible maldad; -enojado de sí mismo, no sabía qué hacerse.</p> - -<p>Poníasele delante la culpa de su ceguedad, y la muerte tan sin culpa -de los nobles Abencerrajes; la grande deshonra en que había puesto a -la reina, el destierro injusto que hizo cumplir a los Abencerrajes, y -cómo por su causa se habían tornado cristianos y a él le aborrecía toda -Granada, y cómo estaban amotinados y conjurados contra él, y hasta su -padre le procuraba quitar el reino, y aun la vida. Imaginando en estas -cosas y otras muchas venía a perder el juicio.</p> - -<p>Maldecía a los Zegríes y Gomeles, porque le habían dado tan malos -consejos, y a él porque los había recibido.</p> - -<p>Llorando todas estas desventuras se tenía por el rey más desdichado -de todo el mundo, y no osaba parecer de vergüenza o de temor; por lo -cual no le visitaban los Zegríes y Gomeles.</p> - -<p>Bien se holgara el reyecillo de que su amada Sultana quisiera volver -a su amistad; mas era imaginación y trabajo muy en vano, porque aunque -ella quisiera, cuanto más que no estaba de ese parecer, sus deudos -no lo consintieran; y con todo esto pidió a Muza que desenojase a la -reina, y alcanzase de ella el<span class="pagenum" id="Page_353">p. -353</span> perdón, y la dijese cuán arrepentido estaba, y que viniese a -hacer vida con él.</p> - -<p>Muza pidió a la reina y a sus parientes todo lo que el rey Chico le -había pedido, y no fue posible alcanzar alguna cosa de lo que pedía; y -así volvió, y dio al rey la respuesta que había dado la reina.</p> - -<p>Con esto el rey se deshacía en pena; mas consolábase con que había -de procurar traer a su amistad a todos los caballeros que pudiese, y a -los ciudadanos y gente plebeya, para irse apoderando de toda la ciudad; -y así iba adquiriendo amigos, y a todos les pedía perdón diciéndoles -que él había sido mal aconsejado, y aunque habían pagado su delito -los promovedores y consejeros, que ellos verían la enmienda que tenía -de allí adelante, y que lo sucedido le había de ser escarmiento para -mientras viviera, como lo verían, y el tratamiento que haría a sus -vasallos; y como era heredero forzoso del reino, muchos grandes le -obedecían con toda la más gente común.</p> - -<p>Nunca pudo reducir a su obediencia a ninguno de los Almoradís, -Marines, Alabeces, Gazules, Venegas ni Aldoradines, que estos seis -linajes seguían la parte del rey viejo, y la de su hermano el infante -Abdalí.</p> - -<p>En este tiempo el rey Mulahacén, como hombre valeroso, no habiendo -perdido sus bríos y braveza de corazón, ordenó de hacer una entrada -en el reino de Murcia, y así juntando mucha y muy lucida gente, -prometiendo buenos sueldos a los de a caballo y de a pie, salió de -Granada llevando consigo dos mil hombres de a pie y de a caballo, y -se<span class="pagenum" id="Page_354">p. 354</span> fue a la ciudad -de Vera, y tomando el camino de la costa, por dejar a Lorca, salió a -los Almazarrones, y de allí fue a Murcia, y recorrió todo el campo de -Sangonera, cautivando mucha gente.</p> - -<p>D. Pedro Fajardo, adelantado del reino de Murcia, salió con la más -lucida gente que pudo a resistir al moro, que andaba corriendo el -campo con gran pujanza; y encima de las lomas del Azul, día de San -Francisco, se rompió la batalla entre moros y cristianos, la cual fue -muy sangrienta y reñida; mas fue Dios servido, por intercesión del -bienaventurado Santo, que D. Pedro Fajardo con la gente de Murcia, -mostrando grandísimo valor, venció a los moros, y desbarató y prendió -al rey.</p> - -<p>Viéndose desbaratados los moros, huyendo volvieron a Granada, donde -se supo la prisión del rey Mulahacén y pérdida de todo su campo, lo -cual se sintió en toda la ciudad, si no fue el infante Abdalí que se -holgó mucho de la prisión del rey su hermano, porque por allí entendió -alzarse con todo el reino, y así escribió al adelantado D. Pedro que le -hiciese merced de tenerle al rey su hermano preso hasta que muriese, y -que por ello le daría las villas de Vélez el Blanco y el Rubio, Xiquena -y Tirieza.</p> - -<p>Mas el adelantado, considerando la traición que el infante quería -hacer, no quiso aceptar su oferta, antes dejó ir libremente al rey y -a los que con él fueron cautivos; el cual como llegó a Granada halló -a Abdalí apoderado del Alhambra, diciendo que su hermano se la había -dejado en guarda.</p> - -<p>Mulahacén<span class="pagenum" id="Page_355">p. 355</span> muy -enojado de esto, y más por la traición que le quiso hacer, se retiró en -el Albaicín, adonde él y su mujer estuvieron muchos días.</p> - -<p>La madre de Mulahacén, vieja de ochenta años, habiendo visto la -liberalidad del adelantado, le envió diez mil doblas, el cual no las -quiso recibir; y le envió a decir que se las diese a su hijo para que -hiciese guerra a su hermano.</p> - -<p>Visto que no había querido recibir los dineros, le envió ciertas -joyas muy ricas y doce poderosos caballos enjaezados, todo lo cual -recibió D. Pedro Fajardo.</p> - -<p>A pocos días se volvieron al Alhambra, porque su hermano se la dejó -libre, entendiendo que el rey no sabía nada de las cartas que le había -enviado a D. Pedro Fajardo.</p> - -<p>Mulahacén disimuló aquel negocio, y lo guardó para su tiempo, mas -indignado contra su hermano y contra los que le fueron favorables, y -todavía le dejó la administración del gobierno.</p> - -<p>A este Mulahacén le llamaron el Zagal, y Gadabli; mas su nombre -propio y más usado era el de Mulahacén.</p> - -<p>Esta batalla y prisión de este Mulahacén escribió el moro cronista -de este libro, y yo doy fe que en la iglesia mayor de Murcia, en -la capilla de los marqueses de los Vélez, hay una tabla encima del -sepulcro de D. Pedro Fajardo, en la cual se cuenta el suceso de aquesta -batalla.</p> - -<p>Volviendo a nuestro propósito, el rey Mulahacén muy enojado por lo -que el gobernador su hermano había hecho, hizo un día su testamento -diciendo: «Que en fin de sus días fuese su hijo heredero del reino, y -que echase de él al infante su hermano, y a todos<span class="pagenum" -id="Page_356">p. 356</span> los de su bando.» Esto decía, porque -seguían al infante Abdalí muchos caballeros Almoradís y Marines, los -cuales sustentaban la parte del infante.</p> - -<p>Por este testamento hubo después en Granada muchos alborotos, y -entre los ciudadanos guerras civiles, como después de esto sucedieron; -pues estando el rey Mulahacén en el Alhambra, y Granada, como de antes -solía, debajo de la gobernación de dos reyes y un gobernador, no por -eso dejaron los Almoradís de buscar modos y maneras para que totalmente -el rey Chico fuese privado del reino; mas no podían hallar ninguna -comodidad que buena fuese, respecto que los Zegríes y Gomeles estaban -de su parte con otros muchos caballeros que reconocían que aquel era -finalmente el heredero del reino; pero no por esto dejaban de buscar -asechanzas y mil ocasiones tío contra sobrino, y sobrino contra tío; -pero como el rey Chico estaba odiado de los más principales caballeros, -no pudo salir por entonces con su intención en nada, ni pudo expeler -a su tío del cargo que tenía, y así aguardaba tiempo para ejecutar su -intención; y por alegrarse un día se paseaba por la ciudad con otros -principales caballeros, por dar alivio a sus penas, rodeado de sus -Zegríes y Gomeles, y le vino una muy triste nueva: cómo los cristianos -habían ganado la ciudad de Alhama; con la cual embajada hubiera el rey -de perder el sentido, así por perder aquella ciudad como por el peligro -que tenía Granada de ser cada día corrida de cristianos.</p> - -<p>Tanto fue su sentimiento que al mensajero<span class="pagenum" -id="Page_357">p. 357</span> que trajo la nueva le mandó matar; y -subiéndose al Alhambra lloró la pérdida de su ciudad, y mandó tocar -añafiles y trompetas de guerra para que con muy gran presteza se -juntase toda la gente, y fuera al socorro de la ciudad de Alhama.</p> - -<p>La gente de guerra se juntó toda al belicoso son de las trompetas, -y preguntándole al rey que para qué los mandaba juntar, respondió que -para socorrer a Alhama, que la habían ganado los cristianos.</p> - -<p>Entonces un alfaquí viejo le dijo:</p> - -<p>—Por cierto que se emplea muy bien tu desventura en haber perdido -a Alhama; y merecías perder todo el reino, pues mataste a los nobles -caballeros Abencerrajes, y a los que quedaban mandaste desterrar del -reino; por lo cual se tornaron cristianos, y ellos propios son los que -te hacen la guerra. Acogiste a los Zegríes que eran de Córdoba, y te -has fiado de ellos; pues ahora irás al socorro de Alhama, y di a los -Zegríes que te favorezcan en semejante desventura como esta.</p> - -<p>Por esta embajada que al rey Chico le vino de la pérdida de Alhama, -y por lo que este moro alfaquí le dijo, y por la muerte de los -Abencerrajes, se dijo aquel romance antiguo tan doloroso para el rey, -que dice en arábigo, traducido al castellano, de esta manera:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Paseábase el rey moro</p> - <p class="i0">por la ciudad de Granada</p> - <p class="i0">desde la puerta de Elvira</p> - <p class="i0">hasta la de Vivarrambla.</p> - <p class="i2">Cartas le fueron venidas</p> - <p class="i0">que Alhama era ganada:</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_358">p. 358</span>las cartas echó en el fuego,</p> - <p class="i0">y al mensajero maltrata.</p> - <p class="i2">Descabalga de una mula</p> - <p class="i0">y en un caballo cabalga;</p> - <p class="i0">por el Zacatín arriba</p> - <p class="i0">subido se ha al Alhambra.</p> - <p class="i2">Cuando en el Alhambra estuvo,</p> - <p class="i0">al mismo tiempo mandaba</p> - <p class="i0">que le toquen sus trompetas,</p> - <p class="i0">los añafiles de plata,</p> - <p class="i2">Y que las cajas de guerra</p> - <p class="i0">apriesa toquen al arma,</p> - <p class="i0">porque la oigan sus moros,</p> - <p class="i0">los de la Vega y Granada.</p> - <p class="i2">Los moros que el son oyeron,</p> - <p class="i0">y al sangriento Marte llama,</p> - <p class="i0">de uno a uno, y dos a dos,</p> - <p class="i0">juntádose ha gran batalla.</p> - <p class="i2">Allí salió un moro viejo</p> - <p class="i0">y desta manera hablara:</p> - <p class="i0">«¿Para qué nos llamas, rey;</p> - <p class="i0">para qué es esta llamada?»</p> - <p class="i2">«Habéis de saber, amigos,</p> - <p class="i0">una nueva desdichada,</p> - <p class="i0">que cristianos de braveza</p> - <p class="i0">ya nos han ganado a Alhama.»</p> - <p class="i2">Allí habló un alfaquí</p> - <p class="i0">de barba crecida y cana:</p> - <p class="i0">«Bien se te emplea, buen rey;</p> - <p class="i0">buen rey, bien se te empleaba;</p> - <p class="i2">Mataste los Bencerrajes</p> - <p class="i0">que eran la flor de Granada,</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_359">p. 359</span>acogiste advenedizos</p> - <p class="i0">de Córdoba la nombrada.</p> - <p class="i2">Pos eso mereces, rey,</p> - <p class="i0">una pena bien doblada,</p> - <p class="i0">que te pierdas tú y tu reino,</p> - <p class="i0">y que se pierda Granada.»</p> -</div> - -<p>Este romance se hizo en arábigo en aquella ocasión de la pérdida de -Alhama, el cual era muy doloroso, y tanto que vino a vedarse en Granada -que no le cantasen, porque cada vez que le cantaban en cualquiera parte -provocaba a llanto y dolor: después se cantó en lengua castellana de la -misma manera, que decía:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Por la ciudad de Granada</p> - <p class="i0">el rey moro se pasea;</p> - <p class="i0">desde la calle de Elvira</p> - <p class="i0">llegaba a la plaza Nueva.</p> - <p class="i2">Cartas le fueron venidas,</p> - <p class="i0">que le dan muy mala nueva,</p> - <p class="i0">que habían ganado a Alhama</p> - <p class="i0">con batalla y gran pelea.</p> - <p class="i2">El rey con aquestas cartas</p> - <p class="i0">grande enojo recibiera,</p> - <p class="i0">al moro que se las trajo</p> - <p class="i0">mandó cortar la cabeza.</p> - <p class="i2">Las cartas hizo pedazos</p> - <p class="i0">con la saña que le ciega,</p> - <p class="i0">descabalga de una mula</p> - <p class="i0">y cabalga en una yegua.</p> - <p class="i2">Por la calle el Zacatín</p> - <p class="i0">al Alhambra se subiera;</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_360">p. 360</span>trompetas mandó tocar</p> - <p class="i0">y las cajas de pelea,</p> - <p class="i2">Porque lo oyeran los moros</p> - <p class="i0">de Granada y de la Vega,</p> - <p class="i0">uno a uno, dos a dos,</p> - <p class="i0">grande escuadrón se hiciera.</p> - <p class="i2">Cuando los tuviera juntos</p> - <p class="i0">un moro allí le dijera:</p> - <p class="i0">«¿Para qué nos llamas, rey,</p> - <p class="i0">con trompa y cajas de guerra?»</p> - <p class="i2">«Habéis de saber, amigos,</p> - <p class="i0">que tengo una mala nueva,</p> - <p class="i0">que la mi ciudad de Alhama</p> - <p class="i0">ya del rey Fernando era.</p> - <p class="i2">Los cristianos la ganaron</p> - <p class="i0">con muy crecida pelea.»</p> - <p class="i0">Allí habló un alfaquí,</p> - <p class="i0">desta manera dijera.</p> - <p class="i2">«Bien se te emplea, buen rey;</p> - <p class="i0">buen rey, muy bien se te emplea,</p> - <p class="i0">mataste los Bencerrajes</p> - <p class="i0">que eran la flor desta tierra;</p> - <p class="i2">Acogiste a advenedizos</p> - <p class="i0">que de Córdoba vinieran;</p> - <p class="i0">y así mereces, buen rey,</p> - <p class="i0">que todo el reino se pierda.»</p> -</div> - -<p>Pues volviendo al caso, así como el rey juntó gran copia de -gente, al punto sin poner en ello dilación, salió de Granada para ir -al socorro de Alhama, imaginando que la había de remediar; mas su -cuidado y trabajo fue en vano, porque cuando llegó a Alhama ya los -cristianos<span class="pagenum" id="Page_361">p. 361</span> estaban -apoderados de la ciudad y del castillo, y de todas sus torres y -fortalezas; pero con todo eso hubo una muy grande escaramuza entre -moros y cristianos: allí murieron más de treinta Zegríes a manos de los -cristianos Abencerrajes, que allí había más de cincuenta que estaban a -la orden del marqués de Cádiz.</p> - -<p>Finalmente, por el gran valor y esfuerzo de los caballeros -cristianos fueron desbaratados los moros: lo cual visto por el rey de -Granada, se volvió sin hacer en aquella ocasión cosa de provecho.</p> - -<p>Así como llegó a Granada volvió a hacer más gente y en más cantidad, -y volvió sobre Alhama, y una noche secretamente la hizo echar -escalas y entraron dentro algunos moros; y así como fueron sentidos -de cristianos, tocaron al arma y pelearon con los moros que habían -entrado, y los mataron y se pusieron a la defensa.</p> - -<p>Y viendo el rey que trabajaba en vano, se volvió muy triste, y envió -por el alcaide de Alhama para degollarle, que se había retirado a Loja -a su fortaleza.</p> - -<p>Los mensajeros del rey, presentando los recados que llevaban para -prenderle, le prendieron y le dijeron como le mandaba cortar la cabeza -y llevarla a Granada, y ponerla encima de las puertas del Alhambra, -porque fuese a él castigo y a otros temor, pues había perdido una -fuerza tan importante.</p> - -<p>Y siendo preso, dijo el alcaide que él no tenía culpa de aquella -pérdida, que el rey le había dado licencia para ir a Antequera a bodas -de una hermana suya, que el alcaide Rodrigo de Narváez la casaba con un -caballero, y que<span class="pagenum" id="Page_362">p. 362</span> ocho -días le habían dado de término más que los que había pedido, y que a él -le pesaba mucho de la pérdida de Alhama, porque si el rey la perdía, él -había perdido sus hijos, mujer y hacienda.</p> - -<p>No bastó esta disculpa que dio el alcaide, y así le llevaron a -Granada y le cortaron la cabeza; y por esto se hizo el siguiente</p> - -<p class="centra mt15">ROMANCE.</p> - -<div class="poem ml7 mb1 mt1"> - <p class="i2">Moro alcaide, moro alcaide,</p> - <p class="i0">el de la bellida barba,</p> - <p class="i0">el rey te manda prender</p> - <p class="i0">por la pérdida de Alhama;</p> - <p class="i2">Y cortarte la cabeza</p> - <p class="i0">y ponerla en el Alhambra,</p> - <p class="i0">porque a ti sea castigo,</p> - <p class="i0">y otros tiemblen en mirarla;</p> - <p class="i2">Pues perdiste la tenencia</p> - <p class="i0">de una ciudad tan preciada.</p> - <p class="i0">El alcaide respondía,</p> - <p class="i0">desta manera les habla:</p> - <p class="i2">«Caballeros, y hombres buenos</p> - <p class="i0">los que regís a Granada,</p> - <p class="i0">decid de mi parte al rey</p> - <p class="i0">como no le debo nada.</p> - <p class="i2">Yo me estaba en Antequera</p> - <p class="i0">en bodas de una mi hermana;</p> - <p class="i0">mal fuego queme las bodas</p> - <p class="i0">y quien a estas me llevara,</p> - <p class="i2">El rey me dio la licencia</p> - <p class="i0">que yo no me la tomara;</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_363">p. 363</span>pedila por quince días,</p> - <p class="i0">diómela por tres semanas.</p> - <p class="i2">De haberse Alhama perdido</p> - <p class="i0">a mí me pesa en el alma,</p> - <p class="i0">que si el rey perdió su tierra,</p> - <p class="i0">yo perdí mi honra y fama:</p> - <p class="i2">Perdí una hija doncella,</p> - <p class="i0">que era la flor de Granada;</p> - <p class="i0">el que la tiene cautiva</p> - <p class="i0">marqués de Cádiz se llama.</p> - <p class="i2">Cien doblas le doy por ella,</p> - <p class="i0">no me las estima en nada:</p> - <p class="i0">la respuesta que me han dado</p> - <p class="i0">es, que mi hija es cristiana,</p> - <p class="i2">Y por nombre le habían puesto</p> - <p class="i0">Doña María de Alhama:</p> - <p class="i0">el nombre que ella tenía</p> - <p class="i0">mora, Fátima se llama.»</p> - <p class="i2">Diciendo esto el alcaide</p> - <p class="i0">lo llevaron a Granada,</p> - <p class="i0">y siendo puesto ante el rey,</p> - <p class="i0">la sentencia le fue dada,</p> - <p class="i2">Que le corten la cabeza,</p> - <p class="i0">y la lleven al Alhambra:</p> - <p class="i0">se ejecutó la sentencia,</p> - <p class="i0">así como el rey lo manda.</p> -</div> - -<p>Pues habiéndose hecho esta justicia del alcaide de Alhama, se -comenzó a tratar entre todos los caballeros que el tío del rey saliese -con la gente de su bando a tomar venganza de la pérdida de Alhama, o a -buscar otras ocasiones para vengarse de los cristianos; a lo cual el -tío<span class="pagenum" id="Page_364">p. 364</span> les respondió que -harto hacía en guardar la ciudad y tenerla en paz, y que por esta causa -no salían él ni los de su bando de ella.</p> - -<p>Tratando en estas cosas todos los caballeros que estaban a la -obediencia del rey Chico, dijeron que de ley de razón al hijo se -le debía la corona, y no al hermano, y que guardar esta ley era de -caballeros nobles; y como esto se considerase, todos los más linajes -le dieron la obediencia al rey Chico, así como Gazules, Aldoradines, -Venegas, Alabeces; y los de este bando, que eran enemigos de los -Zegríes, no atendieron a enemistades pasadas, pudiendo más la razón -que el rencor, y más la nobleza que la malicia; de tal suerte, que con -el tío del rey Chico no quedaron sino Almoradís, Marines y algunos -caballeros y gente ciudadana.</p> - -<p>Pues todos estos, como hemos dicho, decían, que el infante Abdalí -saliese a buscar algunas ocasiones contra cristianos, de suerte que se -vengase la toma de Alhama, y que no estuviese arrinconado, como hombre -inútil y de poco valor, pues pretendía tener cetro y corona.</p> - -<p>A todo esto respondía el infante lo que habéis oído, y que él -quería guardar a Granada, que era de más importancia que ir a buscar -cristianos a sus casas: lo mismo decían los Almoradís y Marines; y a -cerca de esto Malique Alabez, lleno de cólera y saña, les dijo:</p> - -<p>—Que eran cobardes y ruines, y que no hacían a ley de caballeros -en no salir a buscar cristianos con quien pelear, y querer por fuerza -hacer rey a quien no lo merecía por su persona, ni le venía de -derecho.</p> - -<p>Los<span class="pagenum" id="Page_365">p. 365</span> Almoradís -oyendo estas palabras pusieron mano a las armas contra los Alabeces, y -ellos también. Los Gazules no se holgaron viendo este acontecimiento; -y así pusieron mano en las armas y dieron en los Almoradís y Marines, -de suerte que en poco tiempo mataron más de treinta de ellos, y los -Almoradís mataron muchos Gazules y Alabeces.</p> - -<p>De tal manera se revolvieron los bandos unos con otros que se ardía -Granada y se derramaba mucha sangre de ambas partes; mas siempre -llevaron lo peor los Almoradís y Marines, aunque tenían de su parte -gran copia de la gente común, y otros linajes de caballeros; y tan -mal les fue que se hubieron de retirar todo lo mejor que pudieron al -Albaicín.</p> - -<p>Los dos reyes salieron cada uno a favorecer su parte; y si no fuera -por los alfaquíes, y por muchos señores que se pusieron por medio, -perecieran, y también porque Muza con mucha gente de a caballo fue -apaciguando la pendencia; y no sabía contra quien fuese, porque el -rey Chico era su hermano, y el infante su tío; pero considerando que -derechamente era el reino de su hermano, era más de su bando.</p> - -<p>Este día hubo tan grande revuelta que fue causa para que el furor -del amotinado pueblo cesase, y se reconciliasen en amistad; y así se -hizo un crecido escuadrón de gente de a caballo y de a pie.</p> - -<p>Y como el rey Chico los viese con tan grande voluntad de ir a -pelear contra los cristianos, propuestos de morir o vengar la pérdida -de Alhama, salió de Granada con ellos, yendo<span class="pagenum" -id="Page_366">p. 366</span> con acuerdo de no detenerse hasta entrar -bien adentro de Andalucía, y hacer una gran cabalgada, o rendir alguna -fuerza de cristianos; y con este propósito marcharon hasta llegar legua -y media de Lucena, donde el rey mandó hacer de toda su gente tres -batallas: la una tomó él a su cargo, y la otra dio a un alguacil mayor, -y la otra a un capitán de Loja, llamado Aliatar, y todos corrieron la -tierra e hicieron una muy gran presa.</p> - -<p>Esta corrida de los moros se supo en Lucena, Baena y Cabra; y así -salió el conde de ella, y el valiente alcaide de los Donceles con mucha -gente, y pelearon con los moros; los cuales como vieron venir tal -tropel de cristianos, juntaron sus tres batallas y pusieron enmedio la -cabalgada.</p> - -<p>Los valientes andaluces dieron en los moros de tal forma que, aunque -se defendieron con gran valor, fueron desbaratados, y junto al arroyo -del puerco, que otros llaman el arroyo de Martín González, fue preso el -rey de Granada y otros muchos con él. Los moros que escaparon fueron -huyendo la vuelta de Granada. El rey fue llevado a Baena, y de allí a -Córdoba, para que le viese el rey D. Fernando.</p> - -<p>Fuéronle enviados mensajeros al rey Católico para que tratase de -rescate del rey Chico; y sobre si se rescataría, o no, hubo muchas -diferencias entre los del consejo y grandes de Castilla.</p> - -<p>Al fin se acordó de darle libertad con que fuese vasallo del rey -D. Fernando; y así juró, de ser leal y fiel con que le diese su favor -y ayuda para conquistar algunos lugares que no le querían obedecer, -sino<span class="pagenum" id="Page_367">p. 367</span> a su padre.</p> - -<p>El rey D. Fernando lo prometió así; y le dio cartas para todos los -capitanes cristianos que estaban en las fronteras de Granada, para -que le ayudasen en lo que el rey Chico quisiese, y que a los moros -que quisiesen ir a labrar tierras fuera de Granada, no se les hiciese -perjuicio.</p> - -<p>Y habiendo asentado y jurado todo lo dicho, pidió licencia el rey de -Granada al rey Católico, y dándosela con muchos presentes, se fue a su -patria.</p> - -<p>Y como su tío Abdalí y los demás caballeros de Granada supieron el -trato que había hecho el reyecillo con el rey D. Fernando, les pareció -muy mal; y recelándose de que por esta causa se perdiese Granada, el -infante Abdalí les hizo a todos el siguiente parlamento, diciendo -así:</p> - -<p>—Claros, ilustres y muy esforzados caballeros que tan injusto odio -me tenéis, sin razón ni legítima causa: bien sabéis como mi sobrino -fue alzado por rey de Granada, sin ser muerto mi hermano Mulahacén, su -padre, por una causa muy ligera; solo porque degolló cuatro caballeros -Abencerrajes, que lo merecían, y por esto le quitasteis la obediencia, -y alzasteis a su hijo por rey contra toda razón y derecho; y mi -sobrino, habiendo, con vuestro favor, degollado treinta caballeros -Abencerrajes sin ninguna culpa; habiendo levantado tal testimonio -a su mujer, reina nuestra, por donde tantos escándalos, muertes y -guerras civiles ha habido en esta ciudad, le tenéis obediencia y le -amáis, sin mirar que no es digno de ser rey, pues su padre es<span -class="pagenum" id="Page_368">p. 368</span> vivo; y sin esto mirad -ahora lo que ha hecho y concertado con el rey D. Fernando de Castilla, -que le han de dar gente belicosa para hacer guerra con ella a los -pueblos que no le han querido obedecer, y siempre han estado en la -obediencia de su padre; y más le da al rey cristiano tantas mil doblas -de tributo, después de haberse perdido él y los suyos en esta entrega -que ha hecho tan sin causa. Ya que Alhama fue perdida, no tenía -necesidad sino de reparar las fuerzas, pues Alhama no se podía cobrar -al presente, y por tiempo se pudiera restaurar. Pues considerando -ahora, caballeros, a vos digo Zegríes, Gomeles, Mazas y Venegas, -allegados a mi sobrino con tanta vehemencia, si ahora metiese gente -cristiana y guerras en Granada, ¿qué esperanza podríais tener, y qué -seguridad para que no se levantasen con su tierra? ¿No sabéis que -los cristianos son gente feroz y belicosa, todos con ánimo levantado -hasta el cielo? Si no mirad lo de Alhama cómo ha sido, y cuán presto -la han atropellado. Pues Alhama gente de guerra tenía dentro para -defenderla: mirad cómo no la defendieron. Pues si entrasen estos en -Granada, y tuviesen lugar de ver las murallas y torres, ¿quién quita -que luego no fuese ganada por los cristianos? Abrid, amigos, los ojos, -y no deis lugar a mayores males. Mi sobrino no sea admitido por rey, -pues es amigo del rey cristiano. Mi hermano es rey, y por ser ya viejo -tengo yo el gobierno de la corona real: si él muere, y mi padre fue -rey de Granada, ¿por qué no lo seré yo, pues<span class="pagenum" -id="Page_369">p. 369</span> de legítimo derecho me viene, y la razón lo -pide? De necesidad es menester: ahora cada uno responda, y dé su voto a -lo que tengo propuesto y dicho, y sea la respuesta tocante al bien del -reino.</p> - -<p>Fueron tan eficaces estas razones que dijo el infante Abdalí contra -su sobrino, que los alfaquíes y demás caballeros, especialmente -Almoradís y Marines, fueron de común acuerdo que el rey Chico no fuese -admitido en Granada, y que el tío fuese alzado por rey, y entregado -en el Alhambra; lo cual le fue dicho a Mulahacén, el que agravado de -pesadumbres y males salió de su voluntad del Alhambra, y se apoderó -en el Alcazaba junto con su familia; y su hermano fue apoderado en el -Alhambra con título de rey, aunque contra la voluntad de los Zegríes, -Mazas, Gomeles, Gazules, Alabeces, Aldoradines y Venegas; pero -disimularon por ver en qué paraban aquellas cosas.</p> - -<p>El rey Chico llegó a Granada con muchas joyas y presentes que el -rey D. Fernando le había dado. Los de Granada no le quisieron acoger -ni recibir, diciéndole que el moro que hacía alianzas y paces con los -cristianos no había que fiar de él. Visto por el rey que no le querían -recibir, y sabiendo que su tío estaba apoderado en el Alhambra, se fue -a la ciudad de Almería, que era tan grande como Granada, y de tanto -trato y cabeza de reino, donde le recibieron como a su rey.</p> - -<p>Desde allí requería a algunos lugares que le diesen la obediencia, -y si no que los destruiría. Los lugares no se la quisieron<span -class="pagenum" id="Page_370">p. 370</span> dar, por lo cual les hacía -guerra con cristianos y moros.</p> - -<p>En esta sazón murió el rey viejo, con cuya muerte se renovaron los -bandos, porque visto el testamento que había hecho en vida, hallaron en -él la traición que su hermano había intentado contra él, y cómo dejaba -su hijo por heredero del reino, y que fuese obedecido de todos, y si -no, que la maldición de Mahoma viniese sobre ellos.</p> - -<p>Por esto comenzaron nuevos escándalos, porque el reino le venía -al hijo de Mulahacén, y no al infante. En esto estuvieron tratando -muchos días, en los cuales le aconsejaron al infante que procurase con -diligencia matar a su sobrino, y muerto, reinaría en paz.</p> - -<p>Admitió este consejo, y determinó el ir a Almería a matarle; y -primero escribió a los alfaquíes de Almería lo que su sobrino había -tratado con el rey D. Fernando, de lo cual les pesó, y le enviaron a -decir que ellos darían entrada secretamente en Almería; que le viniese -a prender o matar.</p> - -<p>Vista esta respuesta por el infante, se partió con secreto llevando -algunos caballeros consigo, y en llegando a Almería los alfaquíes -les entraron secretamente, y cercando la casa real, procuró prender -o matar a su sobrino; pero oyendo el alboroto, avisaron al rey Chico -y él escapó huyendo con algunos de los suyos, y se fue a tierra de -cristianos.</p> - -<p>El infante quedó muy enojado por haberse escapado el sobrino; -pero allí en Almería halló un muchacho, sobrino suyo y hermano del -rey Chico, y le hizo degollar, porque si el rey Chico moría, pudiese -él<span class="pagenum" id="Page_371">p. 371</span> reinar sin que -nadie se lo impidiera: pasado esto se volvió a Granada donde estuvo -apoderado del Alhambra y ciudad, y obedecido por rey del reino, aunque -no del todo, porque todavía entendían que aquel no era su señor -natural.</p> - -<p>El rey Chico se fue adonde estaba el rey D. Fernando y la reina -Doña Isabel, y contó toda su tragedia; de todo lo cual pesó mucho a -los cristianos reyes, y le dieron unas cartas al rey moro para el -gobernador y capitán de todas las fronteras del reino de Granada, -especialmente para Benavides que estaba en Lorca con gente de -guarnición; y dando al rey moro muy grande cantidad de dinero, y otras -cosas de valor, le envió a Vélez el Blanco, donde fue bien recibido -él y los suyos; y asimismo en Vélez el Rubio, donde estaba un alcaide -moro, que se decía Alabez, y en Vélez el Blanco estaba un hermano -suyo.</p> - -<p>Estando aquí el rey Chico entraba y salía en los reinos de Castilla -a cosas que le cumplían, donde era de los cristianos favorecido -por mandado del rey D. Fernando; y a este tiempo habían ganado los -cristianos muchos lugares de Granada, así como Ronda, Marbella y otros -pueblos comarcanos, Loja y sus contornos.</p> - -<p>El tío del rey Chico no se aseguraba un punto, porque tenía el -reino tiranizado y siempre procuraba la muerte del sobrino, porque -no reinase, y prometía muchas cosas a quien le matase con yerbas o -violentamente; y no faltaron cuatro moros codiciosos a las promesas -que le dieron palabra de matar al rey Chico; y para la ejecución los -envió con cartas<span class="pagenum" id="Page_372">p. 372</span> para -su sobrino, porque no se recelasen de ellos, atento a que él no le -hacía guerra, y que como de paz le enviaba aquel mensaje con blandas y -cautelosas palabras, que decían así:</p> - -<blockquote> - - <p>«Amado sobrino: no obstante las causas de las pasadas guerras - que habemos tenido por el reino, sabiendo ya que verdaderamente es - vuestro por una cláusula del testamento de mi hermano, donde dice - que vos sois heredero de él, he acordado que seáis entregado en la - posesión de él, y le recibáis debajo de vuestro amparo, como rey y - señor de él, dándome un lugar en que esté contento para pasar mi - vida, que con esto viviré gustoso; y mirad que os lo requiero de - parte de Dios Todopoderoso, y de Mahoma, su fiel mensajero, porque - el reino de Granada se va perdiendo, sin que en nada haya reparo. - Por tanto, vistos estos mis recados, vos venid a Granada muy seguro, - como rey y señor de ella. De todo lo pasado estoy muy arrepentido, - y así espero el perdón de vos, como de mi señor y rey; y mirad que - si tenemos división y guerras civiles, el reino será perdido; y no - viniendo a él, le entregaré a vuestro hermano Muza, el cual lo tiene - por deseo de gobernar; y si él se apodera del reino, y los grandes le - juramos por rey, con dificultad será desposeído. Ceso, y de Granada - etc.—<i>Muley Abdalí.</i>»</p> - -</blockquote> - -<p>Esta carta dio el infante a cuatro moros valientes y conjurados, -para que en acabándosela de dar le matasen; y si no pudiesen buenamente -salir con su intención, que se viniesen. No<span class="pagenum" -id="Page_373">p. 373</span> faltó quien diese aviso de esto al rey -Chico para que se guardase.</p> - -<p>Llegados los mensajeros a Vélez el Blanco preguntaron al alcaide -Alabez por el rey. Él respondió que allí estaba, y qué era lo que -querían.</p> - -<p>—Traemos unos recados del rey su tío.</p> - -<p>Alabez dijo:</p> - -<p>—¿Cómo puede ser su tío rey, habiendo legítimo heredero en el -reino?</p> - -<p>—Eso no sabemos nosotros —respondieron los mensajeros—, más de que -nos mandó venir con estos recados.</p> - -<p>—Pues dadme las cartas —dijo el alcaide—, que vosotros no le podéis -entrar a hablar.</p> - -<p>—No las podemos dar sino en sus manos —respondieron ellos.</p> - -<p>—Pues aguardad aquí. Avisaré al rey —dijo Alabez; y lo hizo, y dijo -si los dejaría entrar o no.</p> - -<p>El rey mandó que los dejase entrar para oír su mensaje; y mandó a -doce caballeros Zegríes y Gomeles que estuviesen prevenidos en su sala -por si había alguna traición.</p> - -<p>Esto hecho, y el alcaide alistado de armas, volvió a los mensajeros -y les dijo que entrasen; y entrados donde estaba el rey, y viéndole que -estaba tan acompañado, disimularon, y alargando la mano el un mensajero -para darle al rey los despachos, se los quitó el alcaide y se los dio -al rey; y abriendo la carta la leyó toda, y como estaba avisado de -la traición, mandó luego que prendiesen a los mensajeros, y dándoles -tormento confesaron la verdad, y fueron sentenciados a muerte, y los -ahorcaron de las almenas del castillo; y el rey Chico respondió a su -tío en una carta lo siguiente:</p> - -<blockquote> - - <p><span class="pagenum" id="Page_374">p. 374</span>«El muy poderoso - Dios, criador del cielo y la tierra, no quiere que las maldades de - los hombres estén ocultas, sino que a todos sean patentes, como ha - hecho en haber descubierto tu maldad. Recibí tu carta, más llena de - engaños que el caballo de los griegos. Ahora me prometes amistad, que - estás harto de perseguirme, matando a mis familiares y caballeros - que me seguían. Traigo por testigos de esto a los de Almería que - lo sabían, y a mi inocente hermano que degollaste. No sé por cuál - razón hiciste tal crueldad; mas yo confío en Dios que algún día me - lo pagarás con tu cabeza, y los de Almería no quedarán sin castigo. - El reino que tienes era de mi padre, y de derecho es mío; quereisme - todos mal porque trato con cristianos: bien sabéis que por comunicar - con ellos labran los moros sus tierras, y tratan en sus mercaderías - seguramente: los cuales no lo hacen estando debajo de tu dominio - contra toda razón. Avísote que algún día he de estar sobre tu cabeza, - y me pagarás la traición que contra mi padre cometiste, y la que a - mí ahora querías hacer debajo de tus melosas palabras; pues sábete - que adonde tú estás tengo quien me da aviso de tus traiciones. - Enviaste cuatro mensajeros, tales como tú, para que me diesen muerte, - y pagaron su maldad, y confío que tú pagarás la tuya. Las joyas que - me enviaste las quemé en pública plaza a vista de todos, recelándome - de tus traiciones. No sé por qué las usáis siendo de linaje de reyes - y teniéndoos por tal: no<span class="pagenum" id="Page_375">p. - 375</span> más. De Vélez el Blanco, etc.—<i>El rey de Granada - natural.</i>»</p> - -</blockquote> - -<p>Esta carta escrita, la envió a Granada con otra que iba para Muza, -y él se la dio a su tío, el cual como supo que a los mensajeros que él -envió para matar a su sobrino los habían ahorcado habiendo confesado la -traición, se halló muy confuso; mas disimulando, andaba cuidadoso y con -recato de su persona.</p> - -<p>Muza leyó la carta de su hermano y decía:</p> - -<blockquote> - - <p>«No sé, amado hermano, cómo tu valor consiente que un tirano sin - razón ni ley tenga usurpado el reino de nuestro padre y abuelos, y - que me persiga y tenga desterrado de lo que es mío. Si están mal - conmigo los Almoradís y Marines por la muerte de los Abencerrajes, - quien fue la causa de ello pagó la culpa, y yo como rey usaba - justicia. Si siendo cautivo traté amistad con cristianos, fue por mi - libertad, y por el bien de Granada, porque con el favor de ellos las - tierras se labran. Poco hacía al caso pagar al rey tributo, dejando - nuestro reino en paz. Ahora veo que va peor teniendo Granada otro - rey, porque los cristianos se van apoderando del reino y ensanchando - el suyo. Por Dios te ruego, que pues tu valor es para todos bastante, - que tomes a tu cargo mi defensa por la honra de ambos; y considera la - ambición de este tirano, pues derramó la sangre de nuestro inocente - hermano. Dame aviso de todo. De Vélez el Blanco, etc.—<i>Tu hermano - el rey.</i>»</p> - -</blockquote> - -<p>Así como Muza leyó la carta su hermano<span class="pagenum" -id="Page_376">p. 376</span> fue muy indignado contra su tío, -especialmente por la muerte de su tierno hermano; y así luego enseñó -la carta a sus amigos los caballeros Alabeces, Almoradís, Gazules, -Venegas, Zegríes, Gomeles y Mazas, porque también eran amigos de su -hermano; y habiendo visto por ella la disculpa que daba de la muerte -de los Abencerrajes, y el arrepentimiento que mostraba del testimonio -levantado a la reina, acordaron entre todos los caballeros de escribir -al rey Chico que viniese a Granada con secreto, y que entrase en -el Albaicín por la puerta de Fajalauza, y que se entregaría de la -fortaleza de Blo Albulut, antigua morada de los reyes, porque era -alcaide de ella Muza.</p> - -<p>Aquesta carta fue enviada al rey Chico, el cual como la leyó y vio -la firma de su hermano Muza y de algunos caballeros, luego se dispuso -para ir a Granada, y también porque se le iban los moros que tenía en -su guarda y servicio, y le quedaban ya pocos; y así se partió y llegó -una noche muy oscura a la puerta de Fajalauza con solos cuatro de a -caballo, porque los demás se habían quedado apartados un poco atrás, y -como llegó llamó a la puerta.</p> - -<p>Los guardas preguntaron quién era, y él dijo, vuestro rey soy. -Luego le conocieron, y como estaban ya avisados de Muza que si viniese -le diesen franca puerta, al punto le abrieron y entró con toda su -gente.</p> - -<p>En sabiendo Muza su venida le fue a recibir, y le metió en la fuerza -del Alcazaba. Aquella noche fue el rey a casa de algunos caballeros -de los más principales del Albaicín a decirles su venida,<span -class="pagenum" id="Page_377">p. 377</span> y como era para cobrar -su reino con su ayuda. Todos los caballeros le prometieron su favor; -y habiendo visitado a los caballeros de consideración se volvió al -Alcazaba.</p> - -<p>Al otro día por la mañana se supo por toda la ciudad de Granada la -venida del rey Chico, y tomaron las armas para ofenderle como a rey.</p> - -<p>El rey viejo su tío que estaba en el Alhambra, como supo la venida -de su sobrino el rey Chico, hizo armar mucha gente de la ciudad para -pelear contra los del Albaicín, y entre unos y otros hubo una cruel -batalla, en la cual murieron muchos de ambas partes.</p> - -<p>De la parte del rey viejo eran Aldoradines, Marines, Alabeces, -Bencerrajes y otros muchos caballeros.</p> - -<p>De la parte del rey Chico eran Zegríes, Gomeles, Mazas, -Venegas, Alabeces, Gazules, Aldoradines y otros muchos caballeros -principales.</p> - -<p>Fue tan reñida aquesta refriega que ninguna de las pasadas le llegó, -porque hubo mucha mortandad y derramamiento de sangre.</p> - -<p>El valor de Muza, que seguía la parte de su hermano, era causa de -que los de la ciudad lo pasasen peor, aunque ya les tenían aportillado -el muro por tres o cuatro partes; lo cual visto por el rey Chico, envió -a gran priesa a pedir socorro a D. Fadrique, capitán general puesto por -el rey D. Fernando, haciendo saber como estaba en el Albaicín en gran -peligro, porque su tío le hacía cruel guerra.</p> - -<p>D. Fadrique le socorrió por mandado del rey Chico, y le envió mucha -gente de guerra, arcabuceros todos, y por capitán de ellos a Hernando -Alabez, alcaide<span class="pagenum" id="Page_378">p. 378</span> de -Colomera.</p> - -<p>Con este socorro los moros se holgaron mucho, especialmente porque -D. Fadrique les envió a decir que peleasen como varones fuertes por -su rey, que era aquel, y que les daba palabra que seguramente podían -salir a la Vega a sembrar y labrar sus tierras sin que nadie se lo -estorbase.</p> - -<p>Con este favor tomaron grande ánimo los moros, y peleaban como -leones con el ayuda de los cristianos, a los cuales no les faltaba nada -de lo que habían menester.</p> - -<p>Estas batallas duraron cincuenta días, sin cesar de pelear de día y -de noche, y después de ellos se retiraron los de la ciudad con mucha -pérdida de su gente, por el valor de los cristianos y de Muza; y el rey -Chico reparó las murallas y puso gran defensa para estar seguro.</p> - -<p>Los cristianos fueron muy bien tratados; los moros del Albaicín -salían a la Vega y a sus campos a labrar las tierras, todo lo cual fue -causa para que casi los más siguiesen el bando del rey Chico; pero no -por esto se dejaban las continuas batallas entre los de la ciudad y -Albaicín.</p> - -<p>Los moros de la ciudad tenían más trabajo, porque peleaban con los -cristianos de las fronteras, y con los moros del Albaicín; de suerte -que de continuo tenían guerra.</p> - -<p>En este tiempo fue cercada Vélez-Málaga por el rey D. Fernando. Los -moros de Vélez enviaron a pedir socorro a los de Granada. Los alfaquíes -amonestaron y requirieron al rey viejo que fuese a favorecer a los -moros de Vélez.</p> - -<p>El rey cuando lo supo se turbó, porque nunca imaginó que los -cristianos osarían entrar tan<span class="pagenum" id="Page_379">p. -379</span> adentro, y temiose salir de Granada, recelándose que en -saliendo se alzaría su sobrino con la ciudad y se apoderaría en el -Alhambra.</p> - -<p>Los alfaquíes le daban priesa diciendo:</p> - -<p>—Di, Muley, ¿de qué reino piensas ser rey, si todo lo dejas perder? -Las sangrientas armas que sin piedad movéis en vuestro daño aquí en -la ciudad, movedlas contra los enemigos, y no matando a los mismos -naturales.</p> - -<p>Estas cosas decían los alfaquíes al rey, y predicando por las calles -y plazas, que era justo y conveniente cosa que Vélez-Málaga fuese -socorrida.</p> - -<p>Tanta era la persuasión de estos alfaquíes, que al fin se determinó -de ir a socorrer a Vélez-Málaga; y habiendo llegado se puso en lo alto -de una sierra, dando muestra de toda su gente.</p> - -<p>Los cristianos le acometieron, y no osó aguardar sino se volvió -huyendo él y su gente, y dejaban los campos por donde pasaban poblados -de muchas armas, por poder huir a la ligera.</p> - -<p>El rey se fue a Almuñecar, y de allí a la ciudad de Almería y -Guadix. Todos los demás moros se tornaron a Granada, donde sabiendo -los alfaquíes y caballeros lo poco que había hecho el rey en aquella -jornada, y que como cobarde había huido, llamaron al rey Chico y -le entregaron el Alhambra, y le alzaron por su rey, a pesar de los -caballeros Almoradís y Marines, y de todos los demás de su bando, que -eran muchos; aunque es verdad que los de la parte del rey Chico eran -más, y todos muy principales.</p> - -<p>Habiendo entregado al rey Chico la Alhambra y todas las demás -fuerzas,<span class="pagenum" id="Page_380">p. 380</span> en las -cuales puso gente de confianza, los moros le suplicaron pidiese al -rey D. Fernando seguro para que la Vega se sembrase; y así lo envió a -suplicar, y que todos los lugares de moros que estaban fronteros de los -lugares de cristianos, que le obedeciesen a él, y no a su tío, y que -para ello les daría seguro de que pudiesen sembrar y tratar en Granada -segura y libremente.</p> - -<p>Todo lo cual le otorgaron los reyes Católicos por ayudarle; y así el -rey cristiano escribió a los lugares de los moros que obedeciesen al -rey Chico, pues era su rey natural, y no a su tío; y que él les daba -seguro de no hacerles ningún mal ni daño, y que pudiesen labrar sus -tierras.</p> - -<p>Los moros con este seguro lo hicieron así, y asimismo escribió el -rey cristiano a todos los capitanes de las fronteras que no hiciesen -mal a los moros fronterizos; lo cual cumplieron, y los moros andaban -muy alegres y contentos, y dieron la obediencia al rey Chico.</p> - -<p>El rey Chico habiendo hecho todo aquesto, y dado contento a sus -ciudadanos y aldeanos, mandó cortar las cabezas a cuatro caballeros -Almoradís que le habían sido muy contrarios, y con esto cesaron las -sangrientas y civiles guerras por entonces.</p> - -<p>Y porque la intención del moro cronista no fue tratar de la -guerra de Granada, sino de las cosas que pasaron dentro de ella, y -de las guerras civiles que en ella hubo, no pongo aquí la guerra, -sino el nombre de los lugares que se rindieron, tomada la ciudad de -Vélez-Málaga, que son estos:</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_381">p. 381</span>Bentomiz, la villa -de Comares, Dompera, la Villa del Cestillo, Guadalta, Jaraz, Cavilla, -Rubir, Pitargies, Lucas, Jaranca, Almejía, Mainete, Venaquer, Camillas, -Alebonache, Canillas de Albaidas, Narija, Benicorán, Cafis, Buenas, -Alboraba, Alcuchavia, Alhitán, Daimas, Algorgi, Morgaza, Machara, -Albomaila, Benadaliz, Cimbochillas, Predilipe, Beiros, Sinarax, Hajar, -Corterrojas, Alhacaque, Almería, Aprina, Aletín.</p> - -<p>Estos lugares del Alpujarra se dieron a los reyes Católicos, de lo -cual les pesaba a los moros de Granada, teniendo tan gran recelo de -perderse, como los demás lugares se habían perdido.</p> - -<p>Pues vengamos ahora al propósito: después de haber rendido a -Vélez-Málaga, los pusieron en tanto aprieto, que les faltó el -mantenimiento, y muchas municiones de guerra; de suerte que estaban -para darse.</p> - -<p>Los moros de Guadix sabido este negocio lo sintieron mucho, y los -alfaquíes le rogaron al rey viejo que fuese a socorrer a Málaga, como -lo hizo con mucha gente.</p> - -<p>El rey Chico supo de este socorro de su tío, y mandó juntar mucha -gente de a pie y de a caballo, y fue Muza por capitán de ellos para -que les impidiese el paso, y los desbaratase; y así lo hizo, que les -aguardó y salió al encuentro, y trabaron una cruel batalla, en la -cual fueron muertos gran parte de los de Guadix, y los demás huyeron -volviéndose a su tierra admirados del valeroso Muza y de los suyos.</p> - -<p>Luego el rey Chico escribió al rey D. Fernando todo lo que había -pasado con los moros de Guadix que iban<span class="pagenum" -id="Page_382">p. 382</span> al socorro de Málaga, de lo cual se alegró -el rey Católico, y se lo agradeció, y le envió un rico presente; -y el rey Chico envió al rey D. Fernando un presente de caballos, -muy riquísimamente enjaezados, y a la reina envió paños de seda y -perfumes.</p> - -<p>Los reyes cristianos escribieron a los capitanes y alcaides -fronteros de Granada y sus lugares, le diesen favor al rey Chico contra -su tío, y que no hiciesen mal ni daño a los moros, ni tratantes de -Granada que fuesen a sembrar o a labrar sus tierras.</p> - -<p>El rey de Granada envió a decir al rey D. Fernando, que tenía -noticia cómo los moros de Málaga no tenían bastimentos; que les -impidiese que por mar ni por tierra les entrasen, y que se rendirían -sin falta.</p> - -<p>Finalmente, dieron los cristianos tan gran batería a los cercados, -que fue ganada Málaga y su distrito; y puesta buena guardia en Málaga y -su costa, recibieron los reyes Católicos una carta de Granada, enviada -por los caballeros Alabeces, Gazules y Almoradines, la cual decía -así:</p> - -<blockquote> - - <p>«Muy poderosos señores: los días pasados hicimos saber a vuestras - majestades los caballeros Alabeces, Gazules, Aldoradines, y otros - muchos de esta ciudad de Granada que somos de un bando, del cual - es también Muza, cómo queríamos ser cristianos y entregar este - reino a vuestras reales personas; y pues se ha dado fin glorioso - a las cosas del Andalucía, se puede empezar la conquista de este - reino por la parte de Murcia, que es cierto que los alcaides de las - fronteras y del río de Almanzor se entregarán<span class="pagenum" - id="Page_383">p. 383</span> luego sin defenderse, porque así está - tratado entre nosotros; y siendo ganada Almería y su río, que es el - más dificultoso, y Baza, se puede cercar a Granada; que te damos - fe, como caballeros, de hacer tanto en tu servicio, que Granada se - entregue a pesar de todos los que en ella viven. Muza en nombre de - los vasallos arriba contenidos besa vuestras reales manos etc. De - Granada.»</p> - -</blockquote> - -<p>Escrita esta carta, fue enviada al rey D. Fernando; el cual como -entendió las razones, y viendo como los caballeros Abencerrajes que -andaban en su servicio procedían tan bien como lo habían escrito, luego -se puso en camino para Valencia, y allí hizo cortes; y con el grande -deseo que tenía de acabar del todo aquel reino, se vino a la ciudad de -Murcia, y allí fue discurrido cómo había de entrar por la parte de Vera -y Almería; y resuelto en lo que había de hacer, se fue a la villa de -Lorca para desde allí entrar en el reino de Granada.</p> - -<p>Fueron de la ciudad de Murcia con el rey D. Fernando muchos -caballeros muy principales, los cuales será bien declarar, porque su -valor y proezas lo merecían, aunque no se nombrarán todos.</p> - -<p>Fueron Fajardos, caballeros de claro linaje, Albornoces, Ayalas, -Giles, Galeros, Carrillos, Clavillos, Guzmanes, Riquelmes, Avellanedas, -Villaseñores, Comences, Ralones, Pereas, Fontes, Ávalos, Valcárceles, -Pachecos, Moncadas, Monzones, Guevaras, Melgarejos, Torrecillas, -Llamas, Salares, Eustreros, Andosillas, Loaysas, Iufrentes,<span -class="pagenum" id="Page_384">p. 384</span> Sayavedras, Hermasillas, -Pelozones, Balboas, Viloas, Alarcones, Laras, Fauras, Zambranas, -Cascales, Sotos, Sotomayor, Puxmarines, Varribreas, Paralexas, -Saurines, Lázaros, Vorias, Peñaveleros, Escamoz, Dotos y Rosales, -Jereces, Gómez, Mulas, Darines, Alburquerques, Loritas, Ponces de León, -otros Guevaras, Cisones, Manchirones, Leones, otros Ponces de León, -Cildranes, Rosiquíes, Tomases, Tizonas, Paganes, Cernales, Alemanes, -Rodas, Pineros, Hurtados.</p> - -<p>De la villa de Mula, Jerez de Ávila y Gitar, Leyvas, Correllas, -Mazas, Melgarez.</p> - -<p>De Lorca salieron Moratas, Portales, Cozorlas, Pérez de Tudela, -Mutados, Quiñoneros, Pineros, Falconetes, Mateos, Rendones, Marcelas, -Burgos, Alcázares, Romanes.</p> - -<p>Finalmente de estos lugares referidos, Murcia, Lorca y Mula, -salieron todos estos caballeros hijosdalgo en servicio del rey D. -Fernando contra los moros del reino de Granada, y otros muchos que no -se refieren por evitar prolijidad; los cuales mostraron bien el valor -de sus personas en todas las ocasiones que se ofrecieron.</p> - -<p>En Lorca dejó el rey en Santa María una custodia de oro, y una cruz -de cristal, guarnecida de oro fino.</p> - -<p>Pues habiendo puesto el rey toda su gente en muy buena orden, se -partió a Vera, en la cual estaba por alcaide un valiente moro, hijo del -valiente Alabez que murió preso en Lorca. Llamábase también Alabez, -no menos valiente que el otro; el cual como supo la venida del rey D. -Fernando, luego se dispuso a entregarle la ciudad y fuerza, porque -estaba tratado por cartas.</p> - -<p><span class="pagenum" id="Page_385">p. 385</span>Y así llegando -el rey a una fuente que llaman del Pulpí, salió el alcaide Alabez a -recibirle, y le entregó las llaves de la ciudad de Vera y de su fuerza. -El rey entró en la ciudad, y se apoderó de ella, y puso otro alcaide, y -a Alabez hizo muchas mercedes.</p> - -<p>No había sino seis días que estaba en Vera el rey, cuando se le -entregaron los lugares siguientes: Vera, Antas, Lorin, Sorbas, Teresa, -Cabrera, Sotena, Cricantocia, Las Cuevas, Portilla, Overa, Zurgena, -Huércal, Vélez el Blanco, Turbe, Mojácar, Uleila del Campo, Cuerbro, -Tabernas, Ynox, Albreas, el Box, Santo Perar, Huéscar, Cijola, -Pataloba, Finis, Albanabez, Inmeytin, Ventiagla, Vélez el Rubio, -Tirieza, Xiquena, Purchena, Cúllar, Benamantel, Castilleja, Orce, -Galera, Utreza, Armuña, Bayarque, Sierto, Filabres, Vacares, Durca; y -sin estos otros muchos lugares del río de Almanzor.</p> - -<p>Los tres Alabeces suplicaron al Católico rey que los mandase -bautizar; conviene a saber: Alabez, alcaide de Vera; Alabez, alcaide de -Vélez el Rubio, y Alabez, alcaide de Vélez el Blanco.</p> - -<p>El rey se holgó mucho de ello, y por ser principales caballeros -mandó que los bautizase el Obispo de Plasencia; y del alcaide de Vera -fue padrino D. Juan Chacón, adelantado de Murcia, y del alcaide de -Vélez el Rubio lo fue un principal caballero llamado D. Juan de Ávalos, -hombre de grande valor, y muy estimado del rey por su grande bondad. -Este Ávalos fue alcaide de la villa de Cuéllar, y él y otros caballeros -naturales de la villa de Mula, llamados Pérez de Hita, pelearon<span -class="pagenum" id="Page_386">p. 386</span> con los moros de Baza, -que cercaron la villa de Cuéllar tan bravamente, que jamás se vio en -tan pocos cristianos tan brava resistencia; y al fin los moros no la -tomaron por ser tan bien defendida.</p> - -<p>Esta batalla escribe Hernando del Pulgar, cronista del rey D. -Fernando.</p> - -<p>Del nombre de este alcaide Ávalos se llamó el alcaide de Vélez el -Rubio D. Pedro de Ávalos, a quien el rey D. Fernando hizo muy grandes -mercedes por su valor, y le dio y otorgó grandes privilegios, en que -pudiese traer armas, y tener oficios nobles en la república. Del -alcaide de Vélez el Blanco, hermano del que hemos dicho, fue padrino un -caballero llamado D. Fadrique. De aquestos tres famosos alcaides hay -hoy día deudos, en especial de Ávalos.</p> - -<p>De esta suerte se iban tornando cristianos algunos de los más -principales alcaides de estos lugares, entregándosele sin pensar.</p> - -<p>Siendo el rey apoderado de todas estas fuerzas ya dichas, determinó -de irse a Almería por ver su asiento, y ponerla cerco, dando lugar a -los moros que se habían dado para que los que quisiesen se fuesen a -África, o adonde les pareciese, y que los que quisiesen estar quedos, -que se estuviesen.</p> - -<p>Con esto el rey fue a Almería, donde tuvieron con los moros -encuentros.</p> - -<p>Partiose de Almería el rey, dejando el cerco para después; y -asimismo lo hizo en Baza, después de haber bien reconocido y visto -donde podía poner sitio y real.</p> - -<p>Tuvo con los moros en Baza grandes encuentros, donde murieron muchos -de ellos: allí hizo D. Juan Chacón cosas memorables.</p> - -<p>Levantose el real, y<span class="pagenum" id="Page_387">p. -387</span> fue a Huéscar, la cual se dio luego. Aquí mandó el rey -despedir la gente de guerra, y él se fue a Caravaca a adorar la santa -cruz que allá está, y de allí se partió a Murcia, donde estaba la reina -Doña Isabel, y descansó aquel año.</p> - -<p>En este tiempo hubo grandes rebeliones en los lugares que se habían -dado; pero el rey D. Fernando los apaciguó enviando gente de guerra que -los aquietase.</p> - -<p>El año siguiente puso cerco el rey D. Fernando a la ciudad de Baza, -donde hubo muchas escaramuzas y batallas entre moros y cristianos. Vino -a tanto extremo de necesidad Baza, que pidió socorro al rey viejo, que -estaba retirado en Guadix, y al rey Chico de Granada, mas este no quiso -darla ningún socorro. El rey viejo envió bastimentos y gente de guerra -a Baza.</p> - -<p>Muchos moros de Granada comenzaron a alborotar la ciudad; y visto -que el rey de ella no quiso dar favor a los de Baza, decían que los -cristianos ganaban el reino, y no eran socorridos los moros, y que era -mal hecho; y así se salían muchos moros secretamente al socorro de -Baza.</p> - -<p>El rey Chico enojado contra los que alborotaban la ciudad, mandó -hacer pesquisa de ellos, y sabido les hizo cortar la cabeza.</p> - -<p>Al fin Baza se dio, y Almería y Guadix, porque el rey viejo las -entregó. El rey D. Fernando le dio ciertas villas en recompensa; pero a -pocos días se pasó a África.</p> - -<p>Así como se dieron las tres ciudades dichas, no hubo villa, lugar ni -fortaleza que no se diese al rey Católico; de suerte que todo el reino -estaba aprisionado, salvo la ciudad de Granada; y<span class="pagenum" -id="Page_388">p. 388</span> así será bien dar fin a las guerras -civiles, y tratar del rey de ella.</p> - -<p>Ya dijimos como fue prisionero el rey Chico de Granada por el -alcaide de los Donceles D. Diego Fernández de Córdoba, señor de Lucena, -y por el Conde de Cabra; y como el rey D. Fernando le dio libertad, con -condición que el moro le había de dar cierto tributo.</p> - -<p>Otrosí, entre estos dos reyes fue concertado que acabado de ganar -a Guadix, Baza y Almería, y todo lo demás del reino, el rey Chico le -había de entregar al rey D. Fernando la ciudad de Granada y Alhama, -con el Alcazaba y Albaicín, Torres-Bermejas y castillo de Bibatambién, -con todas las demás fuerzas de la ciudad; y que el rey D. Fernando le -había de dar al rey moro la ciudad de Purchena y otros lugares en que -estuviese, para que con las rentas de ellos viviese hasta su fin.</p> - -<p>Pues habiendo el rey cristiano ganado a Baza, Guadix y Almería, con -todo lo demás, luego envió sus mensajeros al rey moro que le entregase -a Granada y fuerzas de ella, como estaba puesto en el concierto y -trato, y que él le daría a Purchena y los lugares prometidos.</p> - -<p>A esto respondió el rey moro que estaba arrepentido del trato -hecho, que aquella ciudad era muy grande y populosa, y llena de gente, -naturales y extranjeros, de los que habían escapado de todas las -ciudades ganadas, y que había diversos pareceres sobre la entrega de la -ciudad, y aun se comenzaban nuevos escándalos en ella; y que aunque los -cristianos se apoderasen de la<span class="pagenum" id="Page_389">p. -389</span> ciudad, que no la podrían sojuzgar: por tanto, que su alteza -pidiese dobladas parias y tributo, que lo pagaría, y que no le pidiese -a Granada, que no se la podía dar, y que le perdonase.</p> - -<p>Con aquesta respuesta se enojó el rey D. Fernando, en ver que le -quebraba la palabra, y tornó a replicarle, que tenía determinado de -darle a Purchena y otros lugares; y que pues le faltaba de su promesa, -no le daría sino otros pueblos no tan buenos; y que pues decía que la -ciudad de Granada no podía ser sojuzgada, que él se avendría con la -gente, y que siendo entregado en las fuerzas, y quitando las armas a -los moradores, los allanaría con facilidad; y que si no le entregaba la -ciudad le harían cruel guerra.</p> - -<p>Turbado el moro de la resolución del rey cristiano, juntó todos sus -consejos, con los cuales comunicó aquel caso, y sobre ello hubo grandes -pareceres.</p> - -<p>Los Zegríes decían que no hiciese tal, ni por imaginación, ni -quitase las armas.</p> - -<p>Los Gomeles y Mazas estuvieron de aqueste parecer.</p> - -<p>Los Venegas, Aldoradines, Gazules y Alabeces, que determinaban -ser cristianos, decían que el rey D. Fernando pedía justicia, pues -estaba así concertado; y ya que debajo de aquel concierto el rey D. -Fernando les había dado lugar de cultivar sus haciendas y labores, y a -los mercaderes para entrar y salir en los reinos de Castilla a tratar -con sus cartas de seguro, que ahora no era justo hacer otra cosa; -que no era de rey quebrar la palabra, pues el cristiano no la había -quebrado.</p> - -<p>Los Almoradís decían que no convenía<span class="pagenum" -id="Page_390">p. 390</span> darle al rey D. Fernando nada de lo que -pedía, que si él había dado lugar a los moros para cultivar sus -labores, también ellos no habían corrido los campos de las fronteras; -que también ellos gozaban de aquella paz y concierto, y así como los -moros, y mejor.</p> - -<p>Toda la demás gente de guerra fue de este parecer, y le fue -respondido al rey Católico, que no había lugar a lo que pedía.</p> - -<p>Vista la respuesta del rey moro, y que venían a correr la tierra de -los cristianos, mandó el rey D. Fernando reforzar y guarnecer todas -las fronteras, y proveerlas de bastimentos y municiones, con intento -de poner cerco a Granada el verano siguiente; y así se fue a Segovia a -invernar.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt3" id="Ch17"> - <h2 class="nobreak">CAPÍTULO XVII.</h2> - <p class="subh2h"><i>En que se da cuenta del cerco de Granada por los - reyes Católicos, y de la fundación de Santa Fe.</i></p> -</div> - -<p><span class="cap">E</span>l verano siguiente vino el rey D. Fernando -a Córdoba, y allí tuvo ciertas escaramuzas con los moros de Granada, y -quitó el cerco de Salobreña que tenían los moros en aprieto. Hecho esto -se fue a Sevilla a tratar ciertas cosas para el cerco de Granada.</p> - -<p>Volvió a Córdoba, y de allí vino a la Vega de Granada y destruyó -todo el Valle de Alhendín, y mataron los cristianos muchos moros, -y quemaron nueve aldeas. En una escaramuza murieron muchos Zegríes -a<span class="pagenum" id="Page_391">p. 391</span> manos de los -cristianos Abencerrajes, y un Zegrí escapó huyendo a darle esta mala -nueva al rey moro.</p> - -<p>El rey D. Fernando puso su real en la misma Vega, donde estaba -prevenido todo lo necesario, y puso toda su gente en escuadrón formado -con todas sus banderas tendidas y su real estandarte, en el cual -llevaba por divisa un Cristo crucificado.</p> - -<p>Por la nueva que llevó el Zegrí al rey se hizo este</p> - -<p class="centra mt15">ROMANCE.</p> - -<div class="poem ml7 mb1 mt1"> - <p class="i2">Mensajeros han entrado</p> - <p class="i0">al rey Chico de Granada;</p> - <p class="i0">entran por la puerta Elvira</p> - <p class="i0">y paran en el Alhambra.</p> - <p class="i2">Ese que primero llega</p> - <p class="i0">Mahoma Zegrí se llama,</p> - <p class="i0">herido viene en un brazo</p> - <p class="i0">de una muy mala lanzada.</p> - <p class="i2">Y así como hubo llegado</p> - <p class="i0">desta manera le habla,</p> - <p class="i0">con el rostro demudado</p> - <p class="i0">de color muy fría y blanca:</p> - <p class="i2">«Nuevas te traigo, señor,</p> - <p class="i0">y una muy mala embajada.</p> - <p class="i0">Por ese fresco Genil</p> - <p class="i0">mucha gente viene armada:</p> - <p class="i2">Sus banderas traen tendidas,</p> - <p class="i0">puestas a son de batalla,</p> - <p class="i0">un estandarte dorado</p> - <p class="i0">en el cual viene bordada</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_392">p. 392</span>Una muy hermosa cruz,</p> - <p class="i0">que más relumbra que plata,</p> - <p class="i0">y un Cristo crucificado</p> - <p class="i0">traía por cada banda.</p> - <p class="i2">El general desta gente</p> - <p class="i0">el rey Fernando se llama:</p> - <p class="i0">todos hacen juramento</p> - <p class="i0">en la imagen figurada,</p> - <p class="i0">de no salir de la Vega</p> - <p class="i0">hasta rendir a Granada.</p> - <p class="i2">Y con esta gente viene</p> - <p class="i0">una reina muy preciada,</p> - <p class="i0">llamada Doña Isabel,</p> - <p class="i0">de grande nobleza y fama.</p> - <p class="i2">Veisme aquí, herido vengo</p> - <p class="i0">ahora de una batalla,</p> - <p class="i0">que entre cristianos y moros</p> - <p class="i0">en la Vega fue trabada.</p> - <p class="i2">Treinta Zegrís quedan muertos,</p> - <p class="i0">pasados por el espada</p> - <p class="i0">de cristianos Bencerrajes</p> - <p class="i0">con braveza no pensada.</p> - <p class="i2">Perdóname por Dios, rey,</p> - <p class="i0">que no puedo dar el habla,</p> - <p class="i0">que me siento desmayado</p> - <p class="i0">de la sangre que me falta.»</p> - <p class="i2">Estas palabras diciendo</p> - <p class="i0">el Zegrí, allí se desmaya:</p> - <p class="i0">desto quedó triste el rey,</p> - <p class="i0">que no pudo hablar palabra.</p> -</div> - -<p>Otros cantaron este romance de otra manera; y porque no se le hace -agravio al que le<span class="pagenum" id="Page_393">p. 393</span> -compuso, lo pondremos aquí, aunque los romances tienen un mismo -sentido, y dice así:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Al rey Chico de Granada</p> - <p class="i0">mensajeros le han entrado;</p> - <p class="i0">entran por la puerta Elvira</p> - <p class="i0">y en el Alhambra han parado.</p> - <p class="i2">Este que primero llega</p> - <p class="i0">es un Zegrí muy nombrado,</p> - <p class="i0">con una marlota negra,</p> - <p class="i0">señal de luto mostrando.</p> - <p class="i2">Las rodillas por el suelo,</p> - <p class="i0">desta manera ha hablado:</p> - <p class="i0">«Nuevas te traigo, señor,</p> - <p class="i0">de dolor en sumo grado.</p> - <p class="i2">Por ese fresco Genil</p> - <p class="i0">un campo viene marchando,</p> - <p class="i0">todo de lucida gente,</p> - <p class="i0">sus armas van relumbrando.</p> - <p class="i2">Las banderas van tendidas,</p> - <p class="i0">y un estandarte dorado:</p> - <p class="i0">el general de esta gente</p> - <p class="i0">es el invicto Fernando.</p> - <p class="i2">En el estandarte trae</p> - <p class="i0">un Cristo crucificado;</p> - <p class="i0">todos hacen juramento</p> - <p class="i0">morir por el figurado,</p> - <p class="i2">Y no salir de la Vega,</p> - <p class="i0">ni volver atrás un paso,</p> - <p class="i0">hasta ganar a Granada</p> - <p class="i0">y tenerla a su mandado.</p> - <p class="i2">Y también viene la reina,</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_394">p. 394</span>mujer del rey D. Fernando,</p> - <p class="i0">la cual tiene tanto esfuerzo</p> - <p class="i0">que anima a cualquier soldado.</p> - <p class="i2">Yo vengo herido, buen rey,</p> - <p class="i0">un brazo tengo pasado,</p> - <p class="i0">y un escuadrón de tus moros</p> - <p class="i0">ha sido desbaratado.</p> - <p class="i2">Todo el campo de Alhendín</p> - <p class="i0">queda roto y saqueado.»</p> - <p class="i0">Estas palabras diciendo</p> - <p class="i0">cayó al Zegrí desmayado.</p> - <p class="i2">Mucho lo siente el rey moro,</p> - <p class="i0">del gran dolor ha llorado,</p> - <p class="i0">al Zegrí quitan de allí</p> - <p class="i0">y a su casa le han llevado.</p> -</div> - -<p>Dejando ahora los romances, y tornando a lo que hace al caso de -nuestra historia, el rey D. Fernando asentó su real, y le fortificó con -muy gran discreción y conforme práctica de milicia, y en una noche se -hizo allí un lugar en cuatro partes partido, quedando en cruz; el cual -tenía cuatro puertas, y todas se veían estando en medio de las cuatro -calles.</p> - -<p>Hízose esta población entre cuatro grandes de Castilla, y cada uno -tomó un cuartel a su cargo.</p> - -<p>Fue cercado de un firme baluarte todo de madera, y por encima -cubierto de lienzo encerado de modo que parecía una firme y blanca -muralla, toda almenada y torreada; siendo una cosa muy de ver, que no -parecía sino labrada de una muy curiosa cantería.</p> - -<p>Otro día por la mañana cuando los moros vieron aquel lugar hecho y -tan cerca de<span class="pagenum" id="Page_395">p. 395</span> Granada, -todo torreado, se maravillaron mucho de verle.</p> - -<p>El rey D. Fernando como vio acabado aquel lugar, y con tan gran -perfección, le hizo ciudad, y le puso por nombre Santa Fe, y la dotó de -muchas franquezas y privilegios, de los cuales hoy día goza.</p> - -<p>Y porque esta ciudad se hizo de esta suerte, se compuso este romance -antiguo, que dice así:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Cercada está Santa Fe</p> - <p class="i0">con mucho lienzo encerado,</p> - <p class="i0">al derredor muchas tiendas</p> - <p class="i0">de seda, oro y brocado,</p> - <p class="i2">Donde están duques y condes,</p> - <p class="i0">señores de grande estado,</p> - <p class="i0">y otros muchos capitanes,</p> - <p class="i0">que lleva el rey D. Fernando.</p> - <p class="i2">Todos de valor crecido,</p> - <p class="i0">como ya lo habréis notado</p> - <p class="i0">en la guerra que se ha hecho</p> - <p class="i0">en el granadino estado.</p> - <p class="i2">Cuando a las nueve del día</p> - <p class="i0">un moro se ha demostrado</p> - <p class="i0">sobre un caballo negro,</p> - <p class="i0">de blancas manchas manchado;</p> - <p class="i2">Cortados ambos hocicos,</p> - <p class="i0">porque le tiene enseñado</p> - <p class="i0">el moro, que con sus dientes</p> - <p class="i0">despedace a los cristianos.</p> - <p class="i2">El moro viene vestido</p> - <p class="i0">de blanco, azul y encarnado,</p> - <p class="i0">debajo de esta librea</p> - <p class="i0">traía un muy fuerte jaco;</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_396">p. 396</span>Una lanza con dos hierros</p> - <p class="i0">de acero muy bien templado,</p> - <p class="i0">una adarga hecha en Fez</p> - <p class="i0">de un ante rico extremado.</p> - <p class="i2">Aqueste perro con befa</p> - <p class="i0">en la cola del caballo,</p> - <p class="i0">la sagrada AVE MARÍA</p> - <p class="i0">llevaba haciendo escarnio.</p> - <p class="i2">Llegando junto a las tiendas</p> - <p class="i0">de esta manera ha hablado:</p> - <p class="i0">«¿cuál será aquel caballero,</p> - <p class="i0">que sea tan esforzado,</p> - <p class="i0">que quiera hacer conmigo</p> - <p class="i0">batalla en aqueste campo?</p> - <p class="i2">Salga uno, salgan dos,</p> - <p class="i0">salgan tres, o salgan cuatro;</p> - <p class="i0">el alcaide de los Donceles</p> - <p class="i0">salga, que es hombre afamado.</p> - <p class="i2">Salga ese conde de Cabra,</p> - <p class="i0">en guerra experimentado;</p> - <p class="i0">salga Gonzalo Fernández,</p> - <p class="i0">que es en Córdoba nombrado,</p> - <p class="i2">O si no Martín Galindo,</p> - <p class="i0">que es valeroso soldado;</p> - <p class="i0">salga ese Portocarrero,</p> - <p class="i0">señor de Palma nombrado,</p> - <p class="i2">O el bravo D. Manuel</p> - <p class="i0">Ponce de León llamado,</p> - <p class="i0">aquel que sacara el guante,</p> - <p class="i0">que por industria fue echado</p> - <p class="i0">donde estaban los leones,</p> - <p class="i0">y él lo sacó muy osado.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_397">p. 397</span>Y si no salen aquestos,</p> - <p class="i0">salga el mismo rey Fernando,</p> - <p class="i0">que yo le daré a entender</p> - <p class="i0">si tengo valor sobrado.»</p> - <p class="i2">Los caballeros del rey</p> - <p class="i0">todos están escuchando;</p> - <p class="i0">cada uno pretendía</p> - <p class="i0">salir con el moro al campo.</p> - <p class="i2">Garcilaso estaba allí,</p> - <p class="i0">mozo gallardo esforzado:</p> - <p class="i0">licencia le pide al rey</p> - <p class="i0">para salir al pagano.</p> - <p class="i2">«Garcilaso, sois muy mozo</p> - <p class="i0">para emprender este caso:</p> - <p class="i0">otros hay en el real</p> - <p class="i0">a quien poder encargarlo.»</p> - <p class="i2">Garcilaso se despide</p> - <p class="i0">muy confuso y enojado,</p> - <p class="i0">por no tener la licencia,</p> - <p class="i0">que al rey le había demandado;</p> - <p class="i2">Pero muy secretamente,</p> - <p class="i0">Garcilaso se había armado,</p> - <p class="i0">y en un caballo morcillo</p> - <p class="i0">salídose había al campo.</p> - <p class="i2">Nadie le ha conocido,</p> - <p class="i0">porque sale disfrazado:</p> - <p class="i0">fuese donde estaba el moro,</p> - <p class="i0">y de esta suerte le ha hablado;</p> - <p class="i2">«Ahora verás tú, moro,</p> - <p class="i0">si tiene el rey D. Fernando</p> - <p class="i0">caballeros valerosos</p> - <p class="i0">que salgan contigo al campo.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_398">p. 398</span>Yo soy el menor de todos,</p> - <p class="i0">y vengo por su mandado.»</p> - <p class="i0">El moro cuando le vido</p> - <p class="i0">en poco le había estimado,</p> - <p class="i2">Y díjole de está suerte:</p> - <p class="i0">«Yo no estoy acostumbrado</p> - <p class="i0">a hacer batalla campal</p> - <p class="i0">sino con hombres barbados.</p> - <p class="i2">Vuélvete, rapaz, le dice,</p> - <p class="i0">y venga el más estimado.»</p> - <p class="i0">Garcilaso se enojó,</p> - <p class="i0">puso piernas al caballo,</p> - <p class="i2">Arremete para el moro,</p> - <p class="i0">y un grande encuentro le ha dado.</p> - <p class="i0">El moro que esto vido,</p> - <p class="i0">revuelve así como un rayo:</p> - <p class="i2">Comienzan la escaramuza</p> - <p class="i0">con un furor muy sobrado:</p> - <p class="i0">Garcilaso, aunque era mozo,</p> - <p class="i0">muy gran valor ha mostrado.</p> - <p class="i2">Diole al moro una lanzada</p> - <p class="i0">que el pecho le ha atravesado,</p> - <p class="i0">y el moro cayera muerto;</p> - <p class="i0">tendido le había en el campo.</p> - <p class="i2">Garcilaso con presteza</p> - <p class="i0">del caballo se ha apeado:</p> - <p class="i0">cortárale la cabeza,</p> - <p class="i0">y en el arzón la ha colgado.</p> - <p class="i2">Quitole el AVE MARÍA</p> - <p class="i0">de la cola del caballo,</p> - <p class="i0">e hincando ambas rodillas</p> - <p class="i0">con devoción la ha besado,</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_399">p. 399</span>Y en la punta de la lanza</p> - <p class="i0">por bandera la ha colgado:</p> - <p class="i0">subió en su caballo luego,</p> - <p class="i0">y el del moro había tomado.</p> - <p class="i2">Cargado destos despojos</p> - <p class="i0">al real se había tornado,</p> - <p class="i0">donde están todos los grandes,</p> - <p class="i0">también el rey D. Fernando.</p> - <p class="i2">Todos tienen en grandeza</p> - <p class="i0">aquel hecho señalado:</p> - <p class="i0">también el rey y la reina</p> - <p class="i0">mucho se han maravillado,</p> - <p class="i0">por ser Garcilaso mozo,</p> - <p class="i0">y haber hecho un tan gran caso:</p> - <p class="i2">Garcilaso de la Vega</p> - <p class="i0">desde allí se ha intitulado,</p> - <p class="i0">porque en la Vega hiciera</p> - <p class="i0">campo con aquel pagano.</p> -</div> - -<p>Como dice el romance, el rey y la reina y todos los del real se -maravillaron de aquel gran hecho de Garcilaso, y el rey le mandó poner -en sus armas las letras del AVE MARÍA; con justa razón, por habérsela -quitado al moro de tan indecente parte, y por ello haberle cortado la -cabeza.</p> - -<p>Desde entonces en adelante los moros de Granada salían a tener -escaramuzas con los cristianos en la Vega, en las cuales los cristianos -llevaban lo mejor siempre.</p> - -<p>Los valerosos Abencerrajes cristianos suplicaron al rey que les -diese licencia para hacer un desafío con los Zegríes.</p> - -<p>El rey conociendo su bondad y valor se la otorgó, dándoles por -caudillo al valeroso caballero<span class="pagenum" id="Page_400">p. -400</span> D. Diego Fernández de Córdoba, alcaide de los Donceles. -Hecho el desafío, los moros Zegríes salieron fuera de la ciudad.</p> - -<p>El desafío se hizo de cincuenta a cincuenta; y no muy lejos vinieron -los Zegríes muy bien aderezados, todos vestidos de su acostumbrada -librea pajiza y morada, plumas de lo mismo.</p> - -<p>Los bravos Abencerrajes salieron con su acostumbrada librea azul -y blanca, todos llenos de ricos tejidos de plata, las plumas de la -misma color; en sus adargas su acostumbrada divisa, salvajes que -desquijaraban leones, y otros un mundo que le deshacía un salvaje con -un bastón.</p> - -<p>De esta forma salió también el valeroso alcaide de los Donceles, y -llegándose los unos a los otros, uno de los caballeros Abencerrajes les -dijo a los Zegríes:</p> - -<p>—Hoy ha de ser el día, caballeros, en que nuestros prolijos bandos -han de tener fin, y pagarnos la deuda que nos debéis, causa de vuestra -malicia y envidia.</p> - -<p>A lo cual replicaron los Zegríes, que no se gastase el tiempo en -palabras, sino en obras. Diciendo esto se comenzó entre todos una brava -y sangrienta escaramuza, la cual se holgaba el rey de ver, y todos los -demás del real.</p> - -<p>Duró esta escaramuza cuatro horas buenas, en la cual hizo el -valeroso alcaide de los Donceles cosas maravillosas, tanto que fue -parte su bondad para que los Zegríes fuesen desbaratados y muchos -muertos, y los demás puestos en huida. Los Abencerrajes los fueron -siguiendo hasta meterlos por las puertas de Granada.</p> - -<p>Aquesta escaramuza puso a los Zegríes en grande quebranto, y<span -class="pagenum" id="Page_401">p. 401</span> al mismo rey de Granada, -que lo sintió mucho y de allí adelante se tuvo por perdido.</p> - -<p>Otro día siguiente la reina Doña Isabel tuvo gana de ver el sitio -de Granada, y sus murallas y torres; y así acompañada del rey y de los -Grandes, y gente de guerra, se fue a un lugar, llamado la Zubia, que -está a una legua de Granada, y de allí se puso a mirar la hermosura y -amenidad de la ciudad.</p> - -<p>Miraba las torres y las fuerzas del Alhambra; miraba los labrados -y costosos olivares; miraba las Torres-Bermejas, la brava y soberbia -Alcázar y Albaicín, con todas las demás torres, castillos y murallas. -Holgábase mucho de verlo todo la cristianísima reina, y deseaba verse -dentro, y tenerla ya por suya.</p> - -<p>Mandó la reina que aquel día no hubiese escaramuza, mas no se -pudo excusar, porque sabiendo que estaba allí la reina, quisieron -darla pesadumbre; y así salieron de Granada más de mil moros, y -trabaron escaramuza con los cristianos, la cual se comenzó poco a -poco, y se acabó muy de veras y a gran priesa, porque los cristianos -les acometieron con tanta fortaleza, que los moros huyeron, y los -cristianos siguieron el alcance hasta las puertas de Granada, y mataron -más de cuatrocientos de ellos, y cautivaron más de cincuenta.</p> - -<p>En esta escaramuza se señaló grandemente el alcaide de los Donceles, -y Portocarrero, señor de Palma.</p> - -<p>Este día mataron a casi todos los Zegríes: también esta pérdida -sintió el rey de Granada, porque fue mucha.</p> - -<p>La reina se volvió al real con toda su gente, muy contenta de haber -visto a Granada<span class="pagenum" id="Page_402">p. 402</span> y su -asiento.</p> - -<p>En este tiempo unos leñadores moros se hallaron las cuatro marlotas -y los cuatro escudos de los turcos que hicieron la batalla por la -reina Sultana; y como entraron en Granada con ellas, y conocieron las -marlotas y escudos por sus divisas, se las tomaron a los leñadores, -preguntándoles dónde habían habido aquellas ropas y escudos. Los -leñadores dijeron que ellos las habían hallado en lo más espeso del -Soto de Roma. Gazul, sospechando mal, les volvió a preguntar si habían -hallado a algunos caballeros muertos. Los leñadores respondieron que -no.</p> - -<p>Gazul mandó llevar las marlotas y escudos a casa de la reina -Sultana, y fue él también allá, y mostrando las marlotas a la reina, -dijo:</p> - -<p>—Señora, ¿no son estas las propias marlotas de los caballeros que os -libraron de la muerte?</p> - -<p>La reina Sultana las miró bien, y luego las conoció, y dijo que -ellas eran.</p> - -<p>—Pues, ¿qué es la causa —dijo Gazul— que unos leñadores se las hayan -hallado?</p> - -<p>—No sé qué pueda ser —dijo la reina.</p> - -<p>Luego sospecharon que los Zegríes y Gomeles los habían muerto, y que -no podía ser otra cosa.</p> - -<p>Gazul contó lo que pasaba a los Alabeces y Venegas, Aldoradines y -Almoradís, los cuales por aquel respecto trataron mal de palabras a -los Zegríes que quedaban, y a los Gomeles y Mazas: estos, como estaban -libres de aquello que se les imputaba, defendían su partido, y sobre -ello se revolvió entre dichos linajes de caballeros una pendencia, -por cuya causa casi se perdiera Granada; que harto tuvo el rey y -los alfaquíes que<span class="pagenum" id="Page_403">p. 403</span> -apaciguar, y decían los alfaquíes:</p> - -<p>—¿Qué hacéis, caballeros de Granada? ¿Por qué volvéis las armas -contra vosotros mismos, estando vuestros enemigos a las puertas de la -ciudad? Mirad que lo que ellos habían de hacer, hacéis vosotros. Mirad -que nos perdemos, y no es tiempo de andar en divisiones.</p> - -<p>Tan buenas razones dijeron los alfaquíes, y tanto hizo el rey -y otros caballeros, que todo este escándalo fue apaciguado con -gran pérdida de los caballeros Gomeles y Mazas, y algunos de sus -contrarios.</p> - -<p>Muza, que deseaba que la ciudad se diese al cristiano rey, viendo -armada de nuevo aquella división entre los más principales, se -holgó mucho por lo que él y los de su bando pretendían, que era ser -cristianos y entregar la ciudad al rey D. Fernando; y un día estando a -solas con el rey su hermano, le habló de esta manera:</p> - -<p>—Muy mal lo has mirado, hermano Abdalí, en haber quebrado la palabra -que le diste al rey cristiano, y no es trato de rey faltar en lo que -propone. Veamos ahora cómo te puedes conservar en esta ciudad, que -te ha quedado sola de tu reino. Bastimentos van faltando, puesta en -división, no olvidados los rencores contra ti por la muerte de los -Abencerrajes, por su destierro tan sin ocasión, y por la deshonra que -hiciste a tu mujer la reina, que aunque fue bien vengada, los Almoradís -y Marines sus parientes te tienen un odio mortal: no quisiste recibir -jamás de mí ningún consejo, que si lo admitieras, no vinieras al estado -miserable en que estás puesto,<span class="pagenum" id="Page_404">p. -404</span> no teniendo socorro ninguno para resistir la pujanza grande -del rey cristiano. Y así, ¿qué determinas hacer? ¿No hablas? ¿Por qué -no me respondes? De mi voto, si no te quieres perder de todo punto, -entrega al rey D. Fernando esta ciudad, pues que te da en qué y con -qué vivas tú y tus siervos. No le indignes más, cumple la palabra con -voluntad, si no quieres que a tu pesar te la haga cumplir. Adviértote -que están determinados los más principales caballeros de Granada de -irse a servir al rey Católico, o darte muy cruel guerra; y si quieres -saber quién son, has de saber que los Alabeces y Gazules, Aldoradines y -Venegas, Azarques y Alarifes, y todos los de sus parcialidades, que tú -conoces muy bien, y yo el primero, queremos ser cristianos y servir al -rey D. Fernando. Por tanto, consuélate, y mira que si estos que te digo -te faltan, ¿qué harás aunque sea en tu favor todo lo restante de la -ciudad? Porque todos estos quieren guardar sus haciendas, y no quieren -ver su amada patria destruida y saqueada, ni sus reales banderas y -estandartes rotos con violencia no vista, y ellos esclavos, divididos -por diversas partes de los reinos de Castilla. Muévete a hacer lo que -te digo: mira con cuánta piedad y misericordia el rey D. Fernando ha -tratado a los pueblos del reino, dejándoles vivir con libertad en sus -propias casas y haciendas, pagando lo mismo que a ti te pagaban, y que -traigan sus ropas y vestidos, y hablen la lengua y vivan en su ley.</p> - -<p>Muy admirado y confuso se halló el rey con las razones<span -class="pagenum" id="Page_405">p. 405</span> que su hermano Muza decía, -y con la libertad con que le hablaba; y dando un doloroso suspiro, -viendo que de todo punto le convenía dar su ciudad bella, porque no -tenía reparo de hacer otra cosa; considerando que todos los caballeros -querían ser de la parte del rey Católico, y su mismo hermano con ellos, -y considerando que si no entregaba la ciudad, los males que la gente -de guerra en ella pudieran hacer, así de robos como de forzar a las -doncellas y casadas, y otras cosas que los victoriosos soldados suelen -hacer en las ciudades que rinden, le dijo a su hermano que estaba de -parecer de darle ayuda y ponerse en las manos del rey D. Fernando.</p> - -<p>Y para la ejecución de ello le dijo a Muza que llamase y juntase -todos los caballeros y linajes que estaban de aquel parecer, lo cual -hizo luego el capitán Muza.</p> - -<p>Y siendo juntos en el Alhambra, se trató con ellos si le darían -al victorioso rey D. Fernando a Granada. Todos los que estaban allí, -Alabeces, Aldoradines, Gazules, Venegas, Azarques, Alarifes y otros -muchos caballeros de este bando, dijeron que la ciudad se entregase al -rey D. Fernando.</p> - -<p>Visto que la flor y lo mejor de los caballeros de Granada estaban de -parecer que la ciudad se entregase; mandando luego tocar sus trompetas -y añafiles, al cual son se juntaron todos los caballeros, y cuando el -rey Chico los vio juntos, les contó lo que estaba tratado entre él y su -hermano, que por dolerse de la ciudad y no verla por el suelo, se la -quería entregar al rey cristiano.</p> - -<p>En la ciudad alborotada<span class="pagenum" id="Page_406">p. -406</span> por esto, daban diferentes votos unos de otros: los unos -decían que no se diese la ciudad; otros que sí, porque era bien para -toda la ciudad; otros decían que anduviese la guerra, y que les vendría -socorro de África; otros que no vendría.</p> - -<p>En estos dares y tomares estuvieron treinta días, al cabo de los -cuales fue entre todos determinado de dar la ciudad, y ponerse a la -misericordia del rey D. Fernando; y con condición que todos los que -quisiesen vivir en su ley y quedarse con sus haciendas, trajes y -lenguaje, así como habían quedado todas las demás ciudades, villas y -lugares que al rey cristiano se le habían entregado.</p> - -<p>Acordado esto de esta manera, fueron a hablar al rey D. Fernando -sobre ello, y los que fueron a tratarlo eran Alabeces, Aldoradines, -Gazules, Venegas, y Muza por cabeza de todos; los cuales salieron de la -ciudad y fueron a Santa Fe donde estaba el rey D. Fernando acompañado -de los Grandes de Castilla; el cual como vio venir tan grande -escuadrón, mandó que el real se apercibiese por si fuese menester, -aunque por cartas de Muza sabía lo que se trataba en Granada.</p> - -<p>Llegaron al real los granadinos caballeros, se apearon y entraron -en Santa Fe, y fueron al alojamiento real. Eran Muza, Malique Alabez, -Aldoradín y Gazul, los cuales llevaban comisión de tratar este -negocio.</p> - -<p>Todos los demás caballeros moros quedaron fuera del real paseándose -y hablando con los demás caballeros, admirados de ver tanta braveza y -apercibimiento de guerra, y de ver aquel fuerte<span class="pagenum" -id="Page_407">p. 407</span> real y su asiento.</p> - -<p>Finalmente, los comisarios moros hablaron con el rey, y Aldoradín, -caballero muy estimado, dijo lo siguiente:</p> - -<p class="centra mt15"><i>Razonamiento que se hizo al rey D. Fernando.</i></p> - -<blockquote> - - <p>«No las sangrientas armas ni el belicoso son de acordadas - trompetas y retumbantes cajas, ni arrastradas banderas, ni muerte - de varones ínclitos, invicto y poderoso rey Católico, ha sido parte - para que nuestra ciudad de Granada viniese a entregarse, y dar, y - abatir sus reales pendones, sino la fama de tu soberana virtud y - misericordia, que de ordinario usas con tus súbditos, lo cual es - muy manifiesto a todos; y confiados en que nosotros los moradores - de la ciudad de Granada no seremos menos tratados ni honrados que - los demás que a tu grandeza se han dado, nos venimos a poner en tus - reales manos, para que de nosotros y de todos los de la ciudad hagas - tu voluntad, como de humildes vasallos; y desde ahora prometemos de - darte a Granada y todas sus fuerzas, para que de la ciudad y de ellos - dispongas a tu voluntad; y el rey besa tus reales pies y manos, y - pide perdón de haber faltado a la palabra y juramento dado; y porque - tu grandeza vea ser esto así, toma una carta suya, la cual me mandó - que pusiese en tus reales manos.»</p> - -</blockquote> - -<p>Diciendo esto hincadas ambas rodillas, besó la carta, y se la dio -al rey D. Fernando; y recibiéndola con mucho contento la abrió, y -leída<span class="pagenum" id="Page_408">p. 408</span> entendió el -rey ser así lo que Aldoradín le había dicho, y que su alteza fuese a -Granada y tomase posesión de la ciudad y del Alhambra.</p> - -<p>El Aldoradín pasó adelante con su plática diciendo:</p> - -<blockquote> - - <p>«Las condiciones arriba dichas son que los moros que quisiesen ir - al África se fuesen libres, y que los que se quisiesen quedar que - les dejasen sus bienes, y que los que quisiesen vivir en su ley, - viviesen, y trajesen su hábito y hablasen su lengua.»</p> - -</blockquote> - -<p>Todo lo cual les otorgó el rey D. Fernando muy alegremente; y así -los cristianos reyes de Castilla y de Aragón, D. Fernando y Doña Isabel -fueron con gran parte de su gente a Granada, dejando su real a muy buen -recaudo; y día de los reyes en treinta días de diciembre, les fue a los -reyes Católicos entregada la fuerza del Alhambra: a dos días del mes -de enero la reina Doña Isabel y su corte, con toda la gente de guerra, -partió de Santa Fe a Granada, y en un cerro que estaba junto a ella se -puso a mirar la hermosura de la ciudad, aguardando que se hiciese la -entrega de ella.</p> - -<p>El rey D. Fernando también, acompañado de sus Grandes de Castilla, -se puso por la parte de Genil adonde salió el rey moro, y en llegando -le entregó las llaves de la ciudad y de las fuerzas, y se quería apear -para besarle los pies. El rey D. Fernando no consintió que hiciese lo -uno ni lo otro.</p> - -<p>Finalmente, el moro le besó la mano y le entregó las llaves, las -cuales dio el rey al conde de Tendilla, por haberle hecho merced de -la alcaidía,<span class="pagenum" id="Page_409">p. 409</span> porque -la tenía bien merecida; y así entraron en la ciudad y subieron al -Alhambra, y encima de la torre de Comares tan famosa, se levantó la -señal de la santa Cruz, y luego el estandarte de los Católicos reyes; -y los dos reyes de armas dijeron en altas voces: <i>Viva el rey D. -Fernando, por él, y por la reina Doña Isabel, su mujer</i>.</p> - -<p>La Católica y serenísima reina que vio la señal de la santa Cruz -encima de la torre de Comares, y su estandarte real con ella, se hincó -de rodillas, y puestas las manos dio infinitas gracias a Dios por la -feliz victoria que había ganado contra aquella populosa ciudad de -Granada.</p> - -<p>La música de la capilla del rey cantó luego: <i>Te Deum -laudamus.</i> Fue tan grande el placer de todos, que lloraban. Luego se -oyeron en el Alhambra mil instrumentos de bélicas trompetas, pífanos y -cajas.</p> - -<p>Los moros amigos del rey D. Fernando, que querían ser cristianos, y -cuya cabeza era Muza, tocaron muchas dulzainas y añafiles, sonando gran -ruido de tambores por toda la ciudad.</p> - -<p>Los caballeros moros que habemos dicho en aquella noche jugaron -galanamente alcancías y cañas, las cuales se holgaron de ver los dos -cristianos reyes. Había tantas luminarias, y tantas fiestas y regocijos -aquella noche, que era cosa de ver.</p> - -<p>Dice nuestro cronista, que aquel día de la entrega de la ciudad, el -rey moro hizo sentimiento en dos cosas.</p> - -<p>La una es que pasando el rey moro un río, los moros que iban a la -par de él le cubrieron los pies, lo cual el rey no quiso consentir.</p> - -<p>La otra costumbre es que subiendo el<span class="pagenum" -id="Page_410">p. 410</span> rey alguna escalera, los zapatos que se -descalza, o pantuflos, al pie de ella, los más principales que van con -él se los suben; lo cual el rey moro no quiso consentir aquel día.</p> - -<p>Y así como llegó a su casa el rey moro, que era el Alcazaba, comenzó -a llorar lo que había perdido; al cual llanto le dijo su madre que, pues -no había sido para defenderla, hacía bien llorarla.</p> - -<p>Todos los Grandes de Castilla le fueron a besar las manos al rey D. -Fernando y a la reina Doña Isabel, y a jurarlos por reyes de Granada -y su reino. Los Católicos reyes hicieron muchas mercedes a todos los -caballeros que se habían hallado en la conquista de Granada.</p> - -<p>Entregada la ciudad fueron puestas todas las armas de los moros en -el Alhambra.</p> - -<p>Acabado de dar asiento en las cosas de Granada, mandó el rey D. -Fernando que a los caballeros Abencerrajes se les volviesen todas sus -casas y haciendas, y sin esto les hizo grandes mercedes.</p> - -<p>Lo mismo hizo con Reduán, Sarracino y Abenámar, los cuales habían -servido en la guerra muy bien, y con grande fidelidad.</p> - -<p>Muza y Celima se volvieron cristianos, y los casó el rey, y les dio -grandes haberes.</p> - -<p>La reina Sultana fue a besar las manos a los reyes Católicos, los -cuales la recibieron benigna y amorosamente, y dijo que quería ser -cristiana; y así la bautizó el nuevo arzobispo, y la puso por nombre -Doña Isabel de Granada. Casola el rey con un principal caballero, y le -dio en dote dos lugares.</p> - -<p>A todos los Alabeces y Gazules el rey les hizo grandes mercedes, -especialmente a Malique Alabez, que se llamó<span class="pagenum" -id="Page_411">p. 411</span> D. Juan Alabez, y el mismo rey fue padrino -suyo, y de Aldoradín, al cual llamó de su propio nombre Fernando -Aldoradín.</p> - -<p>El rey mandó que si quedaban Zegríes, que no viniesen a Granada, por -la maldad que hicieron contra los Abencerrajes.</p> - -<p>Los Gomeles se fueron a África, y el rey Chico con ellos, que no -quiso estar en España aunque le habían dado a Purchena en que viviese; -y en el África le mataron los moros de aquellas partes porque perdió a -Granada.</p> - -<p>Nuestro moro cronista nos advierte de una cosa, y es, que los -caballeros llamados Mazas, que no era este su propio nombre, sino -Abembices. De este nombre Abembiz hubo dos linajes en Granada, y no -bien puestos los unos con los otros, porque cada uno decía ser de más -claro linaje que el otro.</p> - -<p>Sucedió que el bando de aquellos Abembices en tiempo del rey de -Castilla D. Juan I tuvieron una batalla en la Vega de Granada con los -cristianos, y de los cristianos se llamaba el capitán y alférez, que -era su hermano, D. Pedro Maza.</p> - -<p>Decían ser estos caballeros del reino de Aragón y de Valencia, y que -esta sangrienta batalla fue muy reñida; de manera que los capitanes de -ambas partes murieron, asimismo los alféreces, y los estandartes fueron -trocados; que el de los moros llevaron los cristianos, y los moros se -llevaron el de los cristianos; y fueron cautivos, así de una parte como -de otra, y respecto de aquella cruel batalla por la memoria de ella, en -Granada diciendo o nombrando los Abembices, respondían los Mazas o los -otros. De manera que<span class="pagenum" id="Page_412">p. 412</span> -fueron llamados los Abembices Mazas, y se quedaron con aquel nombre.</p> - -<p>El rey D. Fernando les dio a los caballeros Venegas muy grandes -mercedes y privilegios, como que pudiesen traer armas; y asimismo a los -Alabeces y Aldoradines.</p> - -<p>La hermosa reina, que ser solía llamada Doña Isabel de Granada -siendo casada, como ya hemos dicho, dio libertad a su criada Esperanza -de Hita, y muchas y muy ricas joyas, y la envió a Mula, de donde era -natural, al cabo de siete años de cautiverio.</p> - -<p>No muchos días después de tomada Granada, fue hallada una cueva de -armas, de la cual se hizo grande pesquisa; y descubierta la verdad, se -hizo justicia de los culpados.</p> - -<p>Algunas cosas de aquestas no llegaron a noticia de Hernando del -Pulgar, cronista de los Católicos reyes; y así no las escribió ni la -batalla que los cuatro caballeros cristianos hicieron por la reina, -porque de ello se guardó el secreto; y si algo de estas cosas supo y -entendió, no puso la pluma en ello, por estar ocupado en otras cosas -tocantes a los Católicos reyes y de más gravedad.</p> - -<p>Nuestro moro cronista supo de la Sultana, debajo de secreto, todo lo -que pasó, y ella le dio las dos cartas; la que envió a D. Juan Chacón, -y la respuesta que le envió; que así él pudo escribir aquella famosa -batalla, sin que nadie entendiese quién fueron hasta ahora.</p> - -<p>Visto por el cronista perdido el reino de Granada, se fue a África -y a Tremecén, llevando todos sus papeles consigo: allí murió, y dejó -hijos y un nieto suyo no menos<span class="pagenum" id="Page_413">p. -413</span> hábil que él, llamado Argutarfa, el cual recogió todos los -papeles de su abuelo, y en ellos halló este pequeño libro, que no -estimó en poco, por tratar la materia de Granada, y por grande amistad -se lo presentó a un judío, llamado Saba Santo, quien le sacó en hebreo -por su contento, y el original arábigo le presentó a D. Rodrigo Ponce -de León, conde de Bailén.</p> - -<p>Y por saber lo que contenía, y por haberse hallado su abuelo y -bisabuelo en las dichas conquistas, le rogó al judío que le tradujese -en castellano, y después el conde me hizo merced de dármelo.</p> - -<p>Y pues ya hemos acabado de decir todas las guerras civiles, y los -bandos de los Zegríes y Abencerrajes, diremos algunas cosas de D. -Alonso de Aguilar, y cómo le mataron los moros en Sierra Bermeja, con -algunos romances de su historia, y daremos fin a los amores de Gazul y -Lindaraja.</p> - -<p>Así como bautizaron a Gazul, y habiéndole hecho el rey merced, pidió -licencia para ir a Sanlúcar, y diósela. Partiose luego, y llego con -brevedad, con el deseo que tenía de ver a su señora, y le hizo saber -con un paje su venida.</p> - -<p>Ella estaba enojada con él sobre ciertos celos, y no quiso oír al -paje, de lo cual le pesó a Gazul; y sabiendo que en Gelves se jugaban -cañas, porque el alcaide de allí las había ordenado por la paz de los -reinos, quiso ir a jugarlas para mostrar su valor; y así un día se puso -muy galán, la librea blanca, morada y verde, y las plumas de lo mismo, -llenas de argentería de oro y plata, el caballo enjaezado de lo mismo; -y antes<span class="pagenum" id="Page_414">p. 414</span> de partirse -fue por la calle de Lindaraja por verla, y él llegaba a sus ventanas -cuando la dama salía a un balcón.</p> - -<p>Gazul que la vio, lleno de alegría y contento picó al caballo, y -llegando junto al balcón le hizo arrodillar y poner la boca en el -suelo, así como aquel que le tenía enseñado en aquello para aquella -hora. Comenzó a hablar diciendo:</p> - -<p>—Qué le mandaba para Gelves, que iba allí a jugar cañas, y que -con haberla visto llevaba esperanza de que le iría bien en aquella -jornada.</p> - -<p>La dama le respondió, que a la dama que servía le pidiese favores, -que a ella no había para qué, que no cuidase de engañar a nadie; y -diciendo esto, echándole muchas maldiciones, se quitó del balcón y -cerró la ventana con gran furia.</p> - -<p>Gazul viendo aquel gran disfavor de su dama, arremetió el caballo -a la pared; y así hizo la lanza pedazos y se volvió a su casa, y se -desnudó para no ir a las cañas.</p> - -<p>No faltó quien le diese noticia de esto a Lindaraja, la cual estaba -arrepentida de lo que había hecho; y así con un paje envió a llamar a -Gazul para que se viese con ella en un huerto que ella tenía.</p> - -<p>Gazul lleno de alegre esperanza vino a su llamado, y se vio con ella -en aquel jardín, donde ella le dio disculpas, y pidió perdón de lo -hecho, y se casaron los dos; y para que fuese a jugar cañas a Gelves -ella le dio muy ricas empresas, y por esto se dice este</p> - -<p class="centra mt15"><span class="pagenum" id="Page_415">p. 415</span>ROMANCE.</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Por la plaza de Sanlúcar</p> - <p class="i0">galán paseando viene</p> - <p class="i0">el animoso Gazul</p> - <p class="i0">de blanco, morado y verde.</p> - <p class="i2">Quiérese partir el moro</p> - <p class="i0">a jugar cañas a Gelves,</p> - <p class="i0">que hace fiestas su alcaide</p> - <p class="i0">por las paces de los reyes.</p> - <p class="i2">Adora una Abencerraje,</p> - <p class="i0">reliquia de los valientes</p> - <p class="i0">que mataron en Granada</p> - <p class="i0">los Zegríes y Gomeles.</p> - <p class="i2">Por despedirse y hablarla,</p> - <p class="i0">vuelve y revuelve mil veces,</p> - <p class="i0">penetrando con los ojos</p> - <p class="i0">las venturosas paredes.</p> - <p class="i2">Al cabo una hora de noche,</p> - <p class="i0">de esperanzas impacientes,</p> - <p class="i0">viola venir al balcón,</p> - <p class="i0">haciendo los años breves.</p> - <p class="i2">Arremetió su caballo,</p> - <p class="i0">viendo aquel sol que amanece,</p> - <p class="i0">haciendo que se arrodille,</p> - <p class="i0">y el suelo en su nombre bese.</p> - <p class="i2">Con voz turbada la dice:</p> - <p class="i0">«No es posible sucederme</p> - <p class="i0">cosa triste en esta empresa,</p> - <p class="i0">habiéndote visto alegre.</p> - <p class="i2">Allá me llevan sin alma</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_416">p. 416</span>obligación y parientes;</p> - <p class="i0">volverame mi cuidado,</p> - <p class="i0">por ver si de mí le tienes.</p> - <p class="i2">Dame una empresa o memoria,</p> - <p class="i0">y no para que me acuerde,</p> - <p class="i0">sino para que me adorne,</p> - <p class="i0">guarde, acompañe y esfuerce.»</p> - <p class="i2">Celosa está Lindaraja,</p> - <p class="i0">que de celos grandes muere</p> - <p class="i0">de Zaida, la de Jerez,</p> - <p class="i0">porque su Gazul la quiere;</p> - <p class="i2">Y de esto la han informado,</p> - <p class="i0">que por ella ardiendo muere;</p> - <p class="i0">y así a Gazul le responde:</p> - <p class="i0">«Si en la guerra te sucede,</p> - <p class="i2">Como mi alma desea,</p> - <p class="i0">y el tuyo falso merece,</p> - <p class="i0">no volverás a Sanlúcar,</p> - <p class="i0">tan ufano como sueles,</p> - <p class="i0">a los ojos que te adoran,</p> - <p class="i0">y a los que más te aborrecen.</p> - <p class="i2">Y plegue Alá que en las cañas</p> - <p class="i0">los enemigos que tienes,</p> - <p class="i0">te tiren secretas lanzas,</p> - <p class="i0">porque mueras como mientes.</p> - <p class="i2">Y que traigan fuertes jacos</p> - <p class="i0">debajo los alquiceles,</p> - <p class="i0">porque si quieres vengarte,</p> - <p class="i0">acabes, y no te vengues.</p> - <p class="i2">Tus amigos no te ayuden,</p> - <p class="i0">tus contrarios te atropellen,</p> - <p class="i0">y que en hombros de ellos salgas,</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_417">p. 417</span>cuando a servir damas entres;</p> - <p class="i2">Y que en lugar de llorarte</p> - <p class="i0">las que engañas y entretienes,</p> - <p class="i0">con maldiciones te ayuden,</p> - <p class="i0">y de tu muerte se alegren.»</p> - <p class="i2">Piensa Gazul que se burla,</p> - <p class="i0">que es propio del inocente;</p> - <p class="i0">y alzándose en los estribos,</p> - <p class="i0">tomarla la mano quiere.</p> - <p class="i2">«Miente, la dice, señora,</p> - <p class="i0">el moro que me revuelve,</p> - <p class="i0">a quien estas maldiciones</p> - <p class="i0">le vengan, porque me vengue.</p> - <p class="i2">Mi alma aborrece a Zaida;</p> - <p class="i0">de que la amé se arrepiente:</p> - <p class="i0">malditos sean los años</p> - <p class="i0">que la serví por mi suerte.</p> - <p class="i2">Dejome a mí por un moro</p> - <p class="i0">más rico de pobres bienes.»</p> - <p class="i0">Esto que oye Lindaraja,</p> - <p class="i0">aquí la paciencia pierde.</p> - <p class="i2">A este tiempo pasó un paje</p> - <p class="i0">con sus caballos jinetes,</p> - <p class="i0">que los llevaba gallardos</p> - <p class="i0">de plumas y de jaeces.</p> - <p class="i2">La lanza con que ha de entrar</p> - <p class="i0">la tomó, y fuerte arremete,</p> - <p class="i0">haciéndola mil pedazos</p> - <p class="i0">contra las mismas paredes.</p> - <p class="i2">Y manda que sus caballos,</p> - <p class="i0">jaeces y plumas truequen,</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_418">p. 418</span>los verdes en leonados,</p> - <p class="i0">para entrar leonado en Gelves.</p> -</div> - -<p>Ya contamos como habiendo pasado aquestas palabras entre Lindaraja -y Gazul, ella se quitó del balcón muy enojada y confusa, y dio -con su mano a las puertas de la ventana, y con mucho furor la -cerró inconsideradamente: mas después siendo de ello arrepentida, -como aquella que amaba de todo corazón a Gazul, y sabiendo como -desesperadamente había trocado sus aderezos verdes, azules y blancos, -en leonados, y roto la lanza con enojo en la pared, como atrás se dijo; -enviándole a llamar, que le esperaba en su jardín, trató con él muy -largas cosas, y entre los dos se casaron, y ella le dio para irse al -dicho juego de cañas a Gelves ricas preseas por su memoria.</p> - -<div class="section"> -<p>Y de esto se hizo este romance, que dice así:</p> -</div> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Adornado de preseas</p> - <p class="i0">de la bella Lindaraja,</p> - <p class="i0">se parte el fuerte Gazul</p> - <p class="i0">a Gelves a jugar cañas.</p> - <p class="i2">Cuatro caballos jinetes</p> - <p class="i0">lleva cubiertos de galas,</p> - <p class="i0">con mil cifras de oro fino,</p> - <p class="i0">que dicen: <i>Abencerraja</i>.</p> - <p class="i2">Cada librea de Gazul</p> - <p class="i0">era azul, blanca y morada,</p> - <p class="i0">los penachos de lo mismo</p> - <p class="i0">con una pluma encarnada.</p> - <p class="i2">De costosa argentería,</p> - <p class="i0">de fino oro, y fina plata,</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_419">p. 419</span>pone el oro en lo morado,</p> - <p class="i0">la plata en lo rojo esmalta.</p> - <p class="i2">Un salvaje por divisa</p> - <p class="i0">lleva enmedio de la adarga,</p> - <p class="i0">que desquijara un león,</p> - <p class="i0">divisa hermosa y usada</p> - <p class="i2">De nobles Abencerrajes,</p> - <p class="i0">que fueron flor de Granada;</p> - <p class="i0">de todos bien conocida,</p> - <p class="i0">y de muchos estimada.</p> - <p class="i2">Llevaba el fuerte Gazul,</p> - <p class="i0">por respeto de su dama,</p> - <p class="i0">que era de Abencerrajes,</p> - <p class="i0">a quien por extremo amaba,</p> - <p class="i2">Una letra en lengua mora</p> - <p class="i0">que dice: <i>Nadie la iguala.</i></p> - <p class="i0">De aquesta suerte Gazul</p> - <p class="i0">de Gelves entró en la plaza</p> - <p class="i2">Con treinta de su cuadrilla,</p> - <p class="i0">que así concertado estaba,</p> - <p class="i0">de una librea vestidos,</p> - <p class="i0">que admira a quien los miraba;</p> - <p class="i2">Y una divisa sacaron</p> - <p class="i0">que ninguno discrepaba,</p> - <p class="i0">si no fue solo Gazul</p> - <p class="i0">en las cifras que llevaba.</p> - <p class="i2">Al son de los añafiles</p> - <p class="i0">el juego se comenzaba,</p> - <p class="i0">tan trabado y tan revuelto,</p> - <p class="i0">que parece una batalla.</p> - <p class="i2">Mas el bando de Gazul</p> - <p class="i0">en todo lleva ventaja:</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_420">p. 420</span>el moro caña no tira</p> - <p class="i0">que no aportille una adarga.</p> - <p class="i2">Míranlo mil damas moras</p> - <p class="i0">de balcones y ventanas,</p> - <p class="i0">también lo estaba mirando</p> - <p class="i0">la hermosa mora Zaida;</p> - <p class="i2">La cual dicen de Jerez</p> - <p class="i0">que en las fiestas se hallara:</p> - <p class="i0">vestida va de leonado</p> - <p class="i0">por el luto que llevaba</p> - <p class="i2">Por su esposo tan querido,</p> - <p class="i0">que el bravo Gazul matara.</p> - <p class="i0">Zaida bien le reconoce</p> - <p class="i0">en el tirar de la caña:</p> - <p class="i2">Acuérdase en su memoria</p> - <p class="i0">de aquellas cosas pasadas,</p> - <p class="i0">cuando Gazul la servía</p> - <p class="i0">y ella le fue tan ingrata.</p> - <p class="i2">Muy mal pagó sus servicios,</p> - <p class="i0">y lo mucho que él la amaba:</p> - <p class="i0">siente tanto dolor de esto,</p> - <p class="i0">que allí cayó desmayada;</p> - <p class="i2">Y al cabo que volvió en sí,</p> - <p class="i0">su criada la hablara:</p> - <p class="i0">«¿Qué es esto, señora mía?</p> - <p class="i0">¿Por qué causa te desmayas?»</p> - <p class="i2">Zaida respondiera así,</p> - <p class="i0">con voz muy baja y turbada:</p> - <p class="i0">«Advierte bien aquel moro</p> - <p class="i0">que arrojó ahora la caña:</p> - <p class="i2">Aquel se llama Gazul,</p> - <p class="i0">cuya fama es bien nombrada;</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_421">p. 421</span>seis años fui de él servida,</p> - <p class="i0">sin de mí alcanzar nada.</p> - <p class="i2">Aquel mató a mi marido,</p> - <p class="i0">y de ello yo fui la causa;</p> - <p class="i0">y con todo esto le quiero,</p> - <p class="i0">y le tengo acá en el alma.</p> - <p class="i2">Holgara que me quisiera,</p> - <p class="i0">pero no me estima en nada;</p> - <p class="i0">adora una Abencerraje,</p> - <p class="i0">por quien vivo desmayada.»</p> - <p class="i2">En esto se acabó el juego,</p> - <p class="i0">y la fiesta aquí se acaba:</p> - <p class="i0">Gazul se parte a Sanlúcar</p> - <p class="i0">con mucha honra ganada.</p> -</div> - -<p>Muy maravillados quedaron en Gelves de la bondad y fortaleza de -Gazul, y cuán bien lo había hecho en el juego de cañas; y de su valor -quedaron muchas damas amarteladas, y se holgaron de ser amadas de tan -buen caballero.</p> - -<p>Llegado Gazul a Sanlúcar, luego fue a ver a su dama Lindaraja, la -cual no se holgó poco de su venida, y preguntándole muy por extenso -todo lo que en Gelves había pasado, el enamorado Gazul la satisfizo -de todo con mucha alegría, contándola cuán bien le había ido en aquel -viaje; y por esto se hizo el siguiente</p> - -<p class="centra mt15">ROMANCE.</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">De honor y trofeos lleno,</p> - <p class="i0">más que el gran Marte lo ha sido,</p> - <p class="i0">el valeroso Gazul</p> - <p class="i0">de Gelves había venido.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_422">p. 422</span>Vínose para Sanlúcar,</p> - <p class="i0">donde fue bien recibido</p> - <p class="i0">de su dama Lindaraja,</p> - <p class="i0">de la cual es muy querido.</p> - <p class="i2">Estando ambos a dos</p> - <p class="i0">en un jardín muy florido,</p> - <p class="i0">con amorosos regalos</p> - <p class="i0">siendo cada cual servido,</p> - <p class="i2">Lindaraja aficionada,</p> - <p class="i0">una guirnalda ha tejido</p> - <p class="i0">de clavellinas y rosas,</p> - <p class="i0">y de un alhelí escogido.</p> - <p class="i2">Cercada de violetas,</p> - <p class="i0">flor que de amantes ha sido,</p> - <p class="i0">se la puso en la cabeza</p> - <p class="i0">a Gazul, y así le ha dicho:</p> - <p class="i2">«Nunca fuera Ganimedes</p> - <p class="i0">de rostro tan escogido:</p> - <p class="i0">si el gran Júpiter te viera,</p> - <p class="i0">él te llevara consigo.»</p> - <p class="i2">El fuerte Gazul la abraza,</p> - <p class="i0">diciéndola con un riso:</p> - <p class="i0">«No pudo ser tan hermosa</p> - <p class="i0">la que el Troyano ha escogido;</p> - <p class="i2">Por la cual se perdió Troya,</p> - <p class="i0">y en fuego se había encendido,</p> - <p class="i0">como tú, señora mía,</p> - <p class="i0">vencedora de Cupido.»</p> - <p class="i2">«Si hermosa te parezco,</p> - <p class="i0">Gazul, cásate conmigo,</p> - <p class="i0">pues que me diste la fe</p> - <p class="i0">que serías mi marido:»</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_423">p. 423</span>«Pláceme, dice Gazul,</p> - <p class="i0">pues yo gano en tal partido.»</p> -</div> - -<p>Estas y otras amorosas palabras pasaron entre Lindaraja y su amante -Gazul; y así ordenaron de casarse, y Gazul se la pidió a su tío, en -cuyo poder estaba Lindaraja.</p> - -<p>El tío se holgó mucho, por ser Gazul principal y valiente; y así se -celebraron las bodas, y fueron muy costosas, y se hallaron en ellas -muchos caballeros cristianos y moros; porque vinieron de Granada los -cristianos Gazules, Abencerrajes y Venegas.</p> - -<p>También vino Daraja, hermana de Lindaraja, y su marido Zulema, que -eran ya cristianos y muy queridos del rey Católico, y hubo toros, cañas -y sortija.</p> - -<p>Duraron estas fiestas dos meses, al cabo de los cuales todos los -caballeros que habían venido de Granada se volvieron, llevando consigo -a los desposados, los cuales en llegando fueron a besar las manos a los -reyes Católicos, de lo que holgaron mucho en verlos, y mandaron que -todos los bienes del padre de Lindaraja se los entregasen a Gazul y su -esposa.</p> - -<p>Tornose cristiana Lindaraja, y llamose Doña Juana; él se llamó D. -Pedro Gazul cuando le bautizaron.</p> - -<p>En esta historia de Gazul se quedó por poner otro romance que era -primero que el de Sanlúcar; mas por no estar bueno, y no haberle -entendido el autor que le hizo, se puso al principio, porque no causara -confusión; y porque no quede con aquella ignorancia, diremos la verdad -del caso.</p> - -<p>El romance que digo, es aquel que dice: <i>Sale la estrella de -Venus</i>, y el que le compuso<span class="pagenum" id="Page_424">p. -424</span> no entendió la historia, porque no tuvo razón de decir que -se casaba Zaida, hija del alcaide de Jerez, con el alcaide de Sevilla -y su fuerza, porque el Gazul que mató al desposado de Zaida, no fue en -tiempo que Jerez ni Sevilla eran de moros, sino en tiempo de los reyes -Católicos, como se prueba por aquel verso del romance de Sanlúcar, -cuando dice: <i>Reliquia de los valientes</i>; pues en este tiempo ya -habían ganado los cristianos a Sevilla y Jerez. Mas hase de entender de -esta manera el romance y su historia.</p> - -<p>Zaida la de Jerez era nieta o biznieta de los alcaides de allí, -siendo Jerez tomada de cristianos, y quedando los moros en pleitesía, -gozando de sus libertades, lengua y hábito, y viviendo en su secta; -siendo los cristianos señores de la ciudad y fortaleza.</p> - -<p>Lo mismo fue en Sevilla, que aquel moro rico que dice el romance que -se casaba con Zaida, por ser alcaide en Sevilla; no porque lo era él, -sino su abuelo, y el moro vivía en Sevilla con los demás que en ella -quedaron, y entre todos se trató el casamiento que dice el romance.</p> - -<p>Pues viniendo al caso, Gazul servía a Zaida en tiempo que se trató -el casamiento con el moro de Sevilla, y nunca pudo alcanzar Gazul lo -que pretendía, porque sabía Zaida que sus padres no querían casarla con -él, sino con el sevillano, por tener algún deudo con él, y por ser más -rico que Gazul; y por eso no le favorecía, aunque le amaba de secreto, -y no lo manifestaba por no dar disgusto a sus padres.</p> - -<p>Pues estando ya tratado el casamiento, una noche<span -class="pagenum" id="Page_425">p. 425</span> en cierta zambra que -se hacía en la casa de Zaida se halló Gazul; porque entonces había -licencia para entrar de paz los moros en las tierras de los cristianos -a tratar o a hablar con los demás moros que estaban en ellas.</p> - -<p>Pues como se halló allí, danzó la zambra con Zaida; y estando -danzando asidos de las manos, como es costumbre en aquel baile, no pudo -refrenarse Gazul tanto con el demasiado amor que a Zaida tenía, que al -tiempo que acabó de danzar, no la abrazase estrechamente; lo cual visto -por el moro sevillano, así como un león, lleno y ciego de cólera, puso -mano a su alfanje y fue a herir a Gazul, el cual se puso en defensa, y -aun hubiera ofendido muy mal al desposado, si no fuera por la gente que -se puso de por medio.</p> - -<p>Alborotada la sala de Zaida por esta ocasión, sus padres de ella se -enojaron mucho con Gazul, y le dijeron que se fuese a su casa.</p> - -<p>Gazul sin replicar en cosa alguna se salió muy enojado de allí, -y juró de matar al desposado, y para ello aguardó tiempo y lugar -oportuno; y sabiendo cuando se desposaba Zaida, ya que era hora, -se aderezó muy bien, y subió en un muy buen caballo, y partió de -Medina-Sidonia para Jerez, y entró al anochecer cuando salían Zaida y -su desposado, acompañados de muchos caballeros, así cristianos como -moros, de su casa, para ir a otra donde se habían de celebrar las -bodas; lo cual visto por Gazul, rabioso de celos y de cólera, echó -mano a un estoque y embistió con el desposado y le dio una estocada, -de la<span class="pagenum" id="Page_426">p. 426</span> cual quedó -muerto.</p> - -<p>Admirados los circunstantes de la tal hazaña, no sabían qué hacer, -ni qué decir, salvo los parientes del muerto y los de Zaida, que -acometieron a Gazul para matarle, diciendo: «Muera el traidor»; pero el -valiente Gazul se defendió de todos, hiriendo a algunos de ellos, sin -que a él le ofendiesen; y así escapó de todos juntos.</p> - -<p>Por la muerte de Zaide, y por este hecho se dijo este romance que -sigue, el cual se había de poner primero que los ya dichos de Gazul; -mas pues se ha declarado la causa, no importa que se ponga aquí, -diciendo de esta manera:</p> - -<div class="poem ml7 mb1 mt1"> - <p class="i2">Sale la estrella de Venus</p> - <p class="i0">al tiempo que el sol se pone,</p> - <p class="i0">y la enemiga del día</p> - <p class="i0">su negro manto descoge.</p> - <p class="i2">Y con ella un fuerte moro,</p> - <p class="i0">semejante a Rodamonte,</p> - <p class="i0">sale de Sidonia armado;</p> - <p class="i0">de Jerez la Vega corre,</p> - <p class="i2">Por do entra Guadalete</p> - <p class="i0">al mar de España, y por donde</p> - <p class="i0">Santa María del Puerto</p> - <p class="i0">recibe famoso nombre.</p> - <p class="i2">Desesperado camina,</p> - <p class="i0">que aunque es de linaje noble,</p> - <p class="i0">le deja su dama ingrata,</p> - <p class="i0">porque se suena que es pobre;</p> - <p class="i2">Y aquella noche se casa</p> - <p class="i0">con un moro, feo y torpe,</p> - <p class="i0">porque es alcaide en Sevilla</p> - <p class="i0">del Alcázar y la Torre.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_427">p. 427</span>Quejábase grandemente</p> - <p class="i0">de un agravio tan enorme,</p> - <p class="i0">y a sus palabras la Vega</p> - <p class="i0">con el eco le responde:</p> - <p class="i2">«Zaida, dice, más airada</p> - <p class="i0">que el mar que las nubes sorbe;</p> - <p class="i0">más dura e inexorable,</p> - <p class="i0">que las entrañas de un monte:</p> - <p class="i2">¿Cómo permites, cruel,</p> - <p class="i0">después de tantos favores,</p> - <p class="i0">que de prendas que son mías</p> - <p class="i0">ajena mano se adorne?</p> - <p class="i2">¿Es posible que te abrazas</p> - <p class="i0">a las cortezas de un roble,</p> - <p class="i0">y dejas el árbol tuyo</p> - <p class="i0">desnudo de fruto y flores?</p> - <p class="i2">¡Dejas a un pobre muy rico,</p> - <p class="i0">y un rico muy pobre escoges,</p> - <p class="i0">y las riquezas del cuerpo</p> - <p class="i0">a las del alma antepones!</p> - <p class="i2">¡Dejas al noble Gazul,</p> - <p class="i0">dejas seis años de amores,</p> - <p class="i0">das la mano a Alabenzaide,</p> - <p class="i0">que aun apenas le conoces!</p> - <p class="i2">Alá permita, enemiga,</p> - <p class="i0">que te aborrezca y le adores,</p> - <p class="i0">que por celos de él suspires,</p> - <p class="i0">y por ausencia le llores;</p> - <p class="i2">Y en la cama le fastidies,</p> - <p class="i0">y que en la mesa le enojes;</p> - <p class="i0">y que de noche no duermas,</p> - <p class="i0">y de día no reposes;</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_428">p. 428</span>Ni en las zambras, ni en las fiestas</p> - <p class="i0">no se vista tus colores,</p> - <p class="i0">ni el almaizar que le labres,</p> - <p class="i0">ni la manga que le bordes;</p> - <p class="i2">Y se ponga el de su amiga</p> - <p class="i0">con la cifra de su nombre,</p> - <p class="i0">y para verle en las cañas</p> - <p class="i0">no consienta que te asomes</p> - <p class="i2">A la puerta, ni ventana,</p> - <p class="i0">para que más te alborotes;</p> - <p class="i0">y si le has de aborrecer,</p> - <p class="i0">que largos años le goces;</p> - <p class="i2">Y si mucho le quisieres</p> - <p class="i0">de verle muerto te asombres,</p> - <p class="i0">que es la mayor maldición,</p> - <p class="i0">que te pueden dar los hombres.</p> - <p class="i2">Y plegue Alá que te enfade</p> - <p class="i0">cuando la mano le tomes»:</p> - <p class="i0">con esto llegó a Jerez</p> - <p class="i0">a la mitad de la noche;</p> - <p class="i2">Halló el palacio cubierto</p> - <p class="i0">de luminarias y voces;</p> - <p class="i0">y los moros fronterizos</p> - <p class="i0">que por todas partes corren</p> - <p class="i2">Con mil hachas encendidas,</p> - <p class="i0">y sus libreas conformes:</p> - <p class="i0">delante del desposado</p> - <p class="i0">en los estribos se ponen;</p> - <p class="i2">Que también anda a caballo</p> - <p class="i0">por honra de aquella noche.</p> - <p class="i0">Arrojándole una lanza,</p> - <p class="i0">de parte a parte pasole;</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_429">p. 429</span>Alborotose la plaza;</p> - <p class="i0">desnuda el moro su estoque,</p> - <p class="i0">y por enmedio de todos</p> - <p class="i0">para Medina volviose.</p> -</div> - -<p>No hay cosa tan rabiosa como es el mal de celos; y así están las -escrituras llenas de casos acontecidos y desastrados por los celos; -y con verdad dicen los que de ellos tienen experiencia, que es cruel -mal de rabia: esto nace de los amantes que son mal considerados, sino -mírese por Zaida la de Jerez, que después de seis años de amores, y -de otros dares y tomares que tuvo con Gazul, inconsideradamente le -olvidó, y se casó con Zaide de Sevilla, por ser rico, y que Gazul no -lo era tanto, no mirando el valor de las personas que eran diversas; -porque Gazul, aunque no era rico, era noble de linaje, muy valiente y -gentil hombre, como ya se ha dicho; y no era tan pobre, que no tuviese -hacienda que valía más de treinta mil doblas; y muy emparentado en -Granada, y todos los de su linaje eran muy ricos y estimados; mas -porque el moro Zaide era de mayor riqueza, le escogió por su marido.</p> - -<p>Mal haya la riqueza, pues que muchas veces por ella pierden muchas -personas nobles muy buenas ocasiones por no ser ricos, como ahora -tenemos ejemplo en Gazul que le desecharon, porque decían que no era -tan rico como Zaide, según parece por el romance; pero a mi parecer -no se puede creer que Zaida olvidase a Gazul por ser pobre, al cabo -de seis años de amores, en el cual tiempo no podría ignorar Zaida su -necesidad;<span class="pagenum" id="Page_430">p. 430</span> y no podía -ser perfecto amor, si fuera fundado en interés, porque por eso pintan a -Cupido desnudo, que se entiende que los amantes han de estar desnudos -de todo punto de materia de interés, porque si allí, como entre -verdaderos amantes, de dos voluntades y de dos almas hacen una por la -obediencia que el uno al otro se tienen, es fuerza que en lo menos, -que es la hacienda, haya de haber la misma conformidad; y así digo, -que no es posible sino que por causa de sus padres o deudos dejó Zaida -a Gazul; y así parece por aquel romance que trata del juego de cañas -de Gelves, donde ella confesó a su criada querer a Gazul; por donde se -colige que la casaron contra su voluntad.</p> - -<p>Este romance dicho, y su principio va fuera del blanco de la -historia, y ahora, salvo paz de su autor, va enmendado, declarando -fielmente la historia; porque verdaderamente fueron los amores de -Gazul en tiempo de los reyes Católicos, y Sevilla y Jerez ya eran de -cristianos; Sevilla ganada por el rey D. Fernando el III, y Jerez por -el rey D. Alonso XI; y así no faltó otro poeta que compusiese otro -romance por el mismo tema, y no tan intrincado como el pasado, el cual -dice así:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">No de tal braveza lleno</p> - <p class="i0">Rodamonte el africano,</p> - <p class="i0">que llamaron rey de Argel,</p> - <p class="i0">y de Zarza intitulado,</p> - <p class="i2">Salió por su Doralice</p> - <p class="i0">contra el fuerte Mandricardo,</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_431">p. 431</span>como salió el buen Gazul</p> - <p class="i0">de Sidonia aderezado</p> - <p class="i2">Para emprender un hecho,</p> - <p class="i0">tal, que nunca se ha intentado;</p> - <p class="i0">y para aquesto se adorna</p> - <p class="i0">de jacerina y de jaco,</p> - <p class="i2">Y al lado puesto un estoque</p> - <p class="i0">que de Fez le fue enviado,</p> - <p class="i0">muy fino y de duro temple,</p> - <p class="i0">que le forjara un cristiano</p> - <p class="i2">Que allá estaba en Fez cautivo,</p> - <p class="i0">porque del rey era esclavo:</p> - <p class="i0">más le estimaba Gazul</p> - <p class="i0">que a Granada y su reinado.</p> - <p class="i2">Sobre las armas se pone</p> - <p class="i0">un alquicel leonado:</p> - <p class="i0">lanza no quiere llevar</p> - <p class="i0">por ir más disimulado.</p> - <p class="i2">Pártese para Jerez,</p> - <p class="i0">do lleva puesto el cuidado;</p> - <p class="i0">toda la Vega atropella,</p> - <p class="i0">corriendo con su caballo.</p> - <p class="i2">Vadeando pasó el río,</p> - <p class="i0">que Guadalete es llamado,</p> - <p class="i0">el que da famoso nombre</p> - <p class="i0">al Puerto antiguo nombrado,</p> - <p class="i2">Que dicen Santa María</p> - <p class="i0">de este nuestro mar hispano.</p> - <p class="i0">Así como pasó el río,</p> - <p class="i0">más aprieta a su caballo</p> - <p class="i2">Para llegar a Jerez,</p> - <p class="i0">ni muy tarde ni temprano;</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_432">p. 432</span>porque se casa su Zaida</p> - <p class="i0">con un moro sevillano,</p> - <p class="i2">Por ser rico y poderoso,</p> - <p class="i0">y en Sevilla emparentado;</p> - <p class="i0">y biznieto de un alcaide</p> - <p class="i0">que fue en Sevilla nombrado</p> - <p class="i2">Del Alcázar y la Torre;</p> - <p class="i0">moro valiente, esforzado.</p> - <p class="i0">Pues de casarla con este</p> - <p class="i0">a su Zaida habían tratado;</p> - <p class="i2">Mas aqueste casamiento</p> - <p class="i0">caro al moro le ha costado,</p> - <p class="i0">porque el valiente Gazul</p> - <p class="i0">a Jerez había llegado.</p> - <p class="i2">A dos horas de la noche,</p> - <p class="i0">que así lo tiene acordado,</p> - <p class="i0">junto a la casa de Zaida</p> - <p class="i0">se puso disimulado.</p> - <p class="i2">Pensando está qué haría</p> - <p class="i0">en un caso tan pesado;</p> - <p class="i0">determina entrar adentro</p> - <p class="i0">por matar al desposado.</p> - <p class="i2">Ya que a esto estaba resuelto,</p> - <p class="i0">vido salir muy despacio</p> - <p class="i0">mucha caterva de gente</p> - <p class="i0">con mil hachas alumbrando.</p> - <p class="i2">Su Zaida venía en medio</p> - <p class="i0">con su esposo de la mano,</p> - <p class="i0">que los llevan los padrinos</p> - <p class="i0">a desposar a otro cabo.</p> - <p class="i2">El buen Gazul que los vido,</p> - <p class="i0">con ánimo alborotado,</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_433">p. 433</span>como si fuera un león</p> - <p class="i0">se había encolerizado.</p> - <p class="i2">Mas refrenando la ira</p> - <p class="i0">se acercó con su caballo,</p> - <p class="i0">por acertar en su intento,</p> - <p class="i0">y en nada salir errado;</p> - <p class="i2">Y aguarda llegue la gente</p> - <p class="i0">donde él estaba parado;</p> - <p class="i0">y como llegaron junto,</p> - <p class="i0">a su estoque puso mano,</p> - <p class="i2">Y en alta voz que le oyeran,</p> - <p class="i0">de esta manera ha hablado:</p> - <p class="i0">«No pienses gozar de Zaida,</p> - <p class="i0">moro bajo, vil, villano:</p> - <p class="i2">No me tengas por traidor,</p> - <p class="i0">pues que te aviso y te hablo;</p> - <p class="i0">pon mano a tu cimitarra,</p> - <p class="i0">si presumes de esforzado.»</p> - <p class="i2">Estas palabras diciendo,</p> - <p class="i0">un golpe le había tirado</p> - <p class="i0">de una estocada cruel,</p> - <p class="i0">que le pasó al otro lado.</p> - <p class="i2">Muerto cayó el triste moro</p> - <p class="i0">de aquel golpe desastrado:</p> - <p class="i0">todos dicen: <i>muera, muera</i></p> - <p class="i0"><i>hombre que ha hecho tal daño.</i></p> - <p class="i2">El buen Gazul se defiende,</p> - <p class="i0">nadie se llega a enojarlo;</p> - <p class="i0">de esta manera Gazul</p> - <p class="i0">se escapa con su caballo.</p> -</div> - -<p>Admirados quedaron todos los que iban acompañando a los desposados -de lo que Gazul hizo,<span class="pagenum" id="Page_434">p. 434</span> -y algunos heridos, porque pretendieron vengar la muerte del desposado; -y visto que no podían ofender a Gazul por ir a caballo, y por ser -valiente, alzaron el cuerpo del moro ya difunto, y le volvieron a casa -de Zaida haciendo grandes llantos sus parientes y ella; la cual toda -aquella noche no cesó de llorar a su amado esposo, y no le quedó de sus -llantos otro consuelo, sino que sería posible que el enamorado Gazul -tornaría a servirla como solía, y que se casaría con ella; lo cual -sucedió muy diferentemente.</p> - -<p>La mañana venidera fue enterrado el difunto con mucha pompa, no -sin faltar llanto de una parte y de otra. Los parientes del muerto -se conjuraron de seguir a Gazul hasta la muerte por vía de justicia, -porque de otra suerte no tenían remedio.</p> - -<p>Pues volviendo a Gazul, así como vio cumplido el fin de su deseo y -juramento, como desesperado se fue a Granada donde tenía su hacienda y -parientes; mas a pocos días llegado, le fue puesta acusación criminal -delante del rey sobre la muerte del sevillano moro, que también se -llamaba Zaide.</p> - -<p>Mucho le pesó al rey de la acusación, porque amaba mucho a Gazul por -su valor; mas vista y entendida la causa, no pudo menos de dar contento -a los acusadores. Finalmente el mismo rey puso la mano en este caso, -y con él otros caballeros de los más principales de Granada; y tanto -hicieron en ello, que condenaron a Gazul en dos mil doblas para las -partes, y así fue libre de este negocio.</p> - -<p>En este tiempo Gazul puso los ojos en Lindaraja, y se dio a<span -class="pagenum" id="Page_435">p. 435</span> servirla, como ya hemos -dicho, y ella le quiso bien; y acerca de ella Gazul y Reduán tuvieron -aquella batalla que se ha contado.</p> - -<p>Finalmente, por respeto de Muza Reduán se apartó de sus amores con -Lindaraja, y quedó por Gazul, el cual la sirvió hasta que sucedió la -muerte de los Abencerrajes, donde fue muerto el padre de Lindaraja; y -por esto ella se salió de Granada como desterrada, y se fue a Sanlúcar, -y con ella Gazul y otros amigos suyos.</p> - -<p>Estando en Sanlúcar estos dos amantes, se hablaban y visitaban con -gran contento.</p> - -<p>Después como el rey D. Fernando cercó a Granada, fue Gazul llamado -de sus parientes para que se hallase con ellos en el trato que se -había de hacer con el rey de Granada para que al rey cristiano se le -entregase la ciudad.</p> - -<p>Gazul se partió a Granada, y no faltó quien dijo a Lindaraja los -amores de Gazul y Zaida, y la muerte que le dio a su esposo; y aun la -dijeron que Gazul estaba en aquella sazón en Jerez, y no en Granada, -de lo cual Lindaraja recibió mucha pena y mortales celos en su ánima; -y fue la causa principal que Lindaraja se mostró cruel a Gazul cuando -volvió de Granada a Sanlúcar.</p> - -<p>Pues como vio tanta mudanza en Lindaraja, estaba muy confuso, por -no saber la causa de aquellos desdenes, y pretendió hablarla para -satisfacerla; pero ella no quiso escucharle, mostrándose cruel.</p> - -<p>A esta sazón se ordenaba en Gelves aquel juego de cañas: fue enviado -a él Gazul, para lo cual se puso tan galán, como habemos dicho. -Antes de ir a Gelves quiso verla y hablarla;<span class="pagenum" -id="Page_436">p. 436</span> hablándola pasó lo atrás referido, y como -dijimos fueron a Granada.</p> - -<p>Zaida se halló burlada, porque siempre entendió que Gazul volvería a -pretenderla; y cuando supo que se había casado, le aborrecía; y dicen -que se casó Zaida con un primo hermano de Gazul, que era muy rico y -estimado, y vivía en Granada, y mediante esto cesó el rencor.</p> - -<p>Pues dejándolo a un lado, y volviendo a nuestra historia, que -todavía hay que decir, a pocos días se rebelaron los lugares de la -Alpujarra; por lo cual convino que el rey D. Fernando mandase juntar a -todos sus capitanes, y estando juntos les dijo:</p> - -<p>—Bien sabéis como Dios nuestro Señor ha sido servido de ponernos -en posesión de Granada y su reino, con tanta costa y trabajo nuestro. -Ahora parece que no temiendo nuestro castigo se han rebelado los -lugares de la Sierra, y es menester irlos a conquistar de nuevo. Por -tanto, ¿cuál se determina a ir a emprender esta hazaña, y poner mis -reales pendones encima de las Alpujarras, que yo lo tendré a gran -servicio, y aumentará la honra?</p> - -<p>Con esto dio fin a sus razones el rey, aguardando respuesta de -algunos de los capitanes: todos los cuales se miraban unos a otros, -sin aceptar ninguno la oferta del rey, porque era una conquista muy -dificultosa.</p> - -<p>Y visto por el capitán D. Alonso de Aguilar que todos estaban -suspensos y nadie respondía, se levantó haciendo la reverencia debida, -y dijo:</p> - -<p>—Esa empresa, Católica majestad, confirmada está para mí, porque la -reina me la tiene prometida.</p> - -<p>Admirados quedaron<span class="pagenum" id="Page_437">p. 437</span> -todos los demás caballeros de la aceptación de D. Alonso, con la cual -el rey también se holgó mucho.</p> - -<p>Luego a otro día mandó que se le diesen a D. Alonso mil infantes, -todos escogidos, y quinientos hombres de a caballo. Entendió el rey y -los de su consejo, que con aquella gente habría harto para tornar a -apaciguar aquellos pueblos levantados y rebeldes.</p> - -<p>D. Alonso de Aguilar acompañado de muchos caballeros, deudos y -amigos suyos que en aquella jornada le quisieron acompañar, se partió -de Granada y comenzó a subir la sierra.</p> - -<p>Los moros así que supieron la venida de los cristianos, con -presteza se apercibieron para defenderse, y tomaron todos los pasos -más estrechos y angostos del camino, para impedir a los cristianos la -subida: después marchando D. Alonso con su escuadrón y metidos por los -caminos más estrechos, los moros con grandes alaridos acometieron a los -cristianos, arrojando gran muchedumbre de peñascos las cuestas abajo, -con lo que hacían muy notable daño en la cristiana gente, y tanto, que -mataban a muchos.</p> - -<p>La gente de a caballo fue desbaratada de todo punto, y se hubo de -retirar atrás por no poder hacer ningún efecto; y allí murieron muchos -de ellos.</p> - -<p>Visto por D. Alonso el poco provecho de sus caballos, y la -destrucción total de los infantes, a grandes voces animaba su gente -subiendo todavía; pero ningún provecho se les seguía de esto, porque -sin pelear los moros mataban muchos soldados con las peñas que -arrojaban.</p> - -<p>Fue tal la matanza, que<span class="pagenum" id="Page_438">p. -438</span> cuando D. Alonso llegó a lo alto no tenía quien le ayudase, -porque los que subieron con él eran pocos y mal heridos; y en la cumbre -de la sierra, en un llano que había, determinó de pelear con los -moros, y cargaron tantos, que en breve tiempo mataron a los cansados -cristianos; y el último fue D. Alonso, habiendo mostrado el valor de -su animoso corazón, pues cuando él murió había muerto más de treinta -moros.</p> - -<p>Algunos se escaparon y dieron la nueva al rey D. Fernando de la -pérdida de D. Alonso de Aguilar y su gente; lo cual fue muy sentido en -toda la corte, y por este suceso se hizo el siguiente</p> - -<p class="centra mt15">ROMANCE.</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Estando el rey D. Fernando</p> - <p class="i0">en conquista de Granada,</p> - <p class="i0">donde están duques y condes,</p> - <p class="i0">y otros señores de salva,</p> - <p class="i2">Con valientes capitanes</p> - <p class="i0">de la nobleza de España;</p> - <p class="i0">después de haberla ganado</p> - <p class="i0">a sus capitanes llama.</p> - <p class="i2">De que los tuviera juntos</p> - <p class="i0">desta manera les habla:</p> - <p class="i0">«¿Cuál de vosotros, amigos,</p> - <p class="i0">irá a la sierra mañana</p> - <p class="i0">a poner el mi pendón</p> - <p class="i0">encima del Alpujarra?»</p> - <p class="i2">Míranse unos a otros,</p> - <p class="i0">y el sí ninguno le daba,</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_439">p. 439</span>que la ida es peligrosa,</p> - <p class="i0">y dudosa la tornada:</p> - <p class="i2">Y con el temor que tienen</p> - <p class="i0">a todos tiembla la barba,</p> - <p class="i0">si no fuera a D. Alonso</p> - <p class="i0">que de Aguilar se llamaba.</p> - <p class="i2">Levantose en pie ante el rey,</p> - <p class="i0">desta manera le habla:</p> - <p class="i0">«Aquesta empresa, señor,</p> - <p class="i0">para mí estaba guardada;</p> - <p class="i2">Que mi señora la reina</p> - <p class="i0">ya me la tiene mandada.»</p> - <p class="i0">Alegrose mucho el rey</p> - <p class="i0">por la oferta que le daba.</p> - <p class="i2">Aún no era amanecido</p> - <p class="i0">D. Alonso ya cabalga</p> - <p class="i0">con quinientos de a caballo</p> - <p class="i0">y mil infantes llevaba.</p> - <p class="i2">Comenzó a subir la sierra</p> - <p class="i0">que llamaban la Nevada:</p> - <p class="i0">los moros cuando los vieron</p> - <p class="i0">ordenaron gran batalla,</p> - <p class="i2">Y entre ramblas y mil cuestas</p> - <p class="i0">se pusieron en parada.</p> - <p class="i0">La batalla se comienza</p> - <p class="i0">muy cruel y ensangrentada,</p> - <p class="i2">Porque los moros son muchos,</p> - <p class="i0">tienen la cuesta ganada;</p> - <p class="i0">aquí la caballería</p> - <p class="i0">no podía pelear nada;</p> - <p class="i2">Y así con grandes peñascos</p> - <p class="i0">fue en un punto destrozada;</p> - <p class="i0"><span class="pagenum" id="Page_440">p. 440</span>los que escaparon de aquí</p> - <p class="i0">vuelven huyendo a Granada.</p> - <p class="i2">D. Alonso y sus infantes</p> - <p class="i0">subieron una llanada,</p> - <p class="i0">aunque quedan muchos muertos</p> - <p class="i0">en una rambla y cañada.</p> - <p class="i2">Tantos cargan de los moros,</p> - <p class="i0">que a los cristianos mataban;</p> - <p class="i0">solo queda D. Alonso,</p> - <p class="i0">su compaña es acabada.</p> - <p class="i2">Pelea como un león,</p> - <p class="i0">pero no le aprovechaba,</p> - <p class="i0">porque los moros son muchos,</p> - <p class="i0">y ningún vagar le daban.</p> - <p class="i2">En mil partes está herido,</p> - <p class="i0">no puede mover la espada;</p> - <p class="i0">por la sangre que ha perdido</p> - <p class="i0">D. Alonso se desmaya:</p> - <p class="i0">al fin cayó muerto en tierra,</p> - <p class="i0">a Dios rindiendo su alma.</p> - <p class="i2">No se tiene por buen moro</p> - <p class="i0">el que no le da lanzada;</p> - <p class="i0">lo llevaron a un lugar</p> - <p class="i0">que es Oxijerán nombrada.</p> - <p class="i2">Allí lo vienen a ver</p> - <p class="i0">como a cosa señalada:</p> - <p class="i0">míranle moros y moras,</p> - <p class="i0">y de su muerte se holgaban.</p> - <p class="i2">Llorábale una cautiva,</p> - <p class="i0">una cautiva cristiana,</p> - <p class="i0">que de chiquito en la cuna</p> - <p class="i0">a sus pechos le criara.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_441">p. 441</span>A las palabras que dice</p> - <p class="i0">cualquiera moro lloraba:</p> - <p class="i0">«D. Alonso, D. Alonso,</p> - <p class="i0">Dios perdone la tu alma,</p> - <p class="i0">pues te mataron los moros,</p> - <p class="i0">los moros del Alpujarra.»</p> -</div> - -<p>Este fin lastimoso tuvo D. Alonso de Aguilar: ahora sobre su muerte -hay discordia entre los poetas que sobre esta historia han escrito -romances; porque uno dice que esta batalla y otra de cristianos fue en -la Sierra Nevada; otro poeta que hizo el romance de río Verde, dice que -fue la batalla en Sierra Bermeja.</p> - -<p>No sé cuál elija: el lector puede hacer esta elección, pues importa -poco que muriera en una parte o en otra, que todo se llama Alpujarra; -aunque me parece que la batalla dicha pasó en Sierra Bermeja, y así lo -declara un romance que dice así:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Río Verde, río Verde,</p> - <p class="i0">tinto vas en sangre viva,</p> - <p class="i0">entre ti y Sierra Bermeja</p> - <p class="i0">murió gran caballería.</p> - <p class="i2">Murieron duques y condes,</p> - <p class="i0">señores de gran valía;</p> - <p class="i0">allí muriera Urdiales,</p> - <p class="i0">hombre de valor y estima.</p> - <p class="i2">Huyendo va Sayavedra</p> - <p class="i0">por una ladera arriba,</p> - <p class="i0">tras él iba un renegado</p> - <p class="i0">que muy bien le conocía.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_442">p. 442</span>Con algazara muy grande</p> - <p class="i0">de esta manera decía:</p> - <p class="i0">«Date, date, Sayavedra,</p> - <p class="i0">que muy bien te conocía.</p> - <p class="i2">Bien te vide jugar cañas</p> - <p class="i0">en la plaza de Sevilla,</p> - <p class="i0">y bien conocí a tus padres,</p> - <p class="i0">y a tu mujer Doña Elvira.</p> - <p class="i2">Siete años fui tu cautivo,</p> - <p class="i0">y me diste mala vida;</p> - <p class="i0">ahora lo serás mío,</p> - <p class="i0">o me ha de costar la vida.»</p> - <p class="i2">Sayavedra que lo oyera,</p> - <p class="i0">como un león revolvía;</p> - <p class="i0">tirole el moro un cuadrillo,</p> - <p class="i0">y por alto hizo la vía.</p> - <p class="i2">Sayavedra con su espada</p> - <p class="i0">duramente le hería;</p> - <p class="i0">cayó muerto el renegado</p> - <p class="i0">de aquella grande herida.</p> - <p class="i2">Cercaron a Sayavedra</p> - <p class="i0">más de mil moros que había;</p> - <p class="i0">hiciéronle mil pedazos</p> - <p class="i0">con saña que de él tenían.</p> - <p class="i2">D. Alonso en este tiempo</p> - <p class="i0">muy gran batalla le hacían,</p> - <p class="i0">el caballo le habían muerto,</p> - <p class="i0">por muralla le tenía,</p> - <p class="i2">Y arrimado a un gran peñón</p> - <p class="i0">con valor se defendía:</p> - <p class="i0">muchos moros tiene muertos;</p> - <p class="i0">mas muy poco le valía,</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_443">p. 443</span>Porque sobre él cargan muchos,</p> - <p class="i0">y le dan grandes heridas;</p> - <p class="i0">tantas, que allí cayó muerto</p> - <p class="i0">entre la gente enemiga.</p> - <p class="i2">También el conde de Ureña,</p> - <p class="i0">mal herido en demasía,</p> - <p class="i0">se sale de la batalla</p> - <p class="i0">llevado por una guía,</p> - <p class="i2">Que sabía bien la senda</p> - <p class="i0">que de la sierra salía;</p> - <p class="i0">muchos moros deja muertos</p> - <p class="i0">por su grande valentía.</p> - <p class="i2">También algunos se escapan,</p> - <p class="i0">que al buen conde le seguían;</p> - <p class="i0">D. Alonso quedó muerto,</p> - <p class="i0">recobrando nueva vida</p> - <p class="i0">con una fama inmortal</p> - <p class="i0">de su esfuerza y valentía.</p> -</div> - -<p>Teniendo noticia algunos poetas que la muerte de D. Alonso de -Aguilar fue en Sierra Bermeja, alumbrados de los cronistas reales -habiendo visto el romance pasado, no faltó un poeta que hizo otro -nuevo, que dice así:</p> - -<div class="poem ml75 mb1 mt1"> - <p class="i2">Río Verde, río Verde,</p> - <p class="i0">cuánto cuerpo en ti se baña</p> - <p class="i0">de cristianos y de moros,</p> - <p class="i0">muertos por la dura espada.</p> - <p class="i2">Y tus hondas cristalinas</p> - <p class="i0">de roja sangre se esmaltan;</p> - <p class="i0">entre moros y cristianos</p> - <p class="i0">muy gran batalla se traba.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_444">p. 444</span>Murieron duques y condes,</p> - <p class="i0">grandes señores de salva;</p> - <p class="i0">murió gente de valía</p> - <p class="i0">de la nobleza de España.</p> - <p class="i2">En ti murió D. Alonso,</p> - <p class="i0">que de Aguilar se llamaba,</p> - <p class="i0">el valeroso Urdiales,</p> - <p class="i0">con D. Alonso acababa.</p> - <p class="i2">Por una ladera arriba</p> - <p class="i0">el buen Sayavedra marcha;</p> - <p class="i0">natural es de Sevilla,</p> - <p class="i0">de la gente más granada;</p> - <p class="i2">Tras él iba un renegado,</p> - <p class="i0">de esta manera le habla:</p> - <p class="i0">«Date, date, Sayavedra,</p> - <p class="i0">no huyas de la batalla:</p> - <p class="i2">Yo te conozco muy bien,</p> - <p class="i0">gran tiempo estuve en tu casa,</p> - <p class="i0">y en la plaza de Sevilla</p> - <p class="i0">bien te vide jugar cañas:</p> - <p class="i2">Conozco a tu padre y madre,</p> - <p class="i0">y a tu mujer Doña Clara;</p> - <p class="i0">siete años fui tu cautivo,</p> - <p class="i0">malamente me tratabas,</p> - <p class="i2">Y ahora lo serás mío,</p> - <p class="i0">si Mahoma me ayudara,</p> - <p class="i0">y también te trataré,</p> - <p class="i0">como tú a mí me tratabas.»</p> - <p class="i2">Sayavedra que le oyera</p> - <p class="i0">al moro volvió la cara;</p> - <p class="i0">tirole el moro una flecha,</p> - <p class="i0">pero nunca le acertaba.</p> - <p class="i2"><span class="pagenum" id="Page_445">p. 445</span>Hiriérale Sayavedra</p> - <p class="i0">de una herida muy mala;</p> - <p class="i0">muerto cayó el renegado</p> - <p class="i0">sin poder hablar palabra.</p> - <p class="i2">Sayavedra fue cercado</p> - <p class="i0">de mucha mora canalla,</p> - <p class="i0">y al cabo cayó allí muerto</p> - <p class="i0">de una muy mala lanzada.</p> - <p class="i2">D. Alonso en este tiempo</p> - <p class="i0">bravamente peleaba;</p> - <p class="i0">el caballo le habían muerto,</p> - <p class="i0">y le tiene por muralla.</p> - <p class="i2">Mas cargaron tantos moros,</p> - <p class="i0">que mal le hieren y tratan;</p> - <p class="i0">de la sangre que perdía</p> - <p class="i0">D. Alonso se desmaya.</p> - <p class="i2">Al fin, al fin, cayó muerto</p> - <p class="i0">al pie de una peña alta;</p> - <p class="i0">también el conde de Ureña</p> - <p class="i0">mal herido se compara.</p> - <p class="i2">Guiárale un adalid,</p> - <p class="i0">que sabe bien las entradas;</p> - <p class="i0">muchos salen tras el conde</p> - <p class="i0">que le siguen las espaldas:</p> - <p class="i0">muerto queda D. Alonso,</p> - <p class="i0">eterna fama ganara.</p> -</div> - -<p>Esta fue la honrada muerte del valeroso D. Alonso de Aguilar; y -como hemos dicho les pesó mucho a los reyes Católicos, los cuales como -viesen la brava resistencia de los moros, por estar en tan ásperos -lugares, no quisieron enviar<span class="pagenum" id="Page_446">p. -446</span> por entonces contra ellos más gente.</p> - -<p>Mas los moros de la Serranía viendo que no podían vivir sin tratar -en Granada, los unos pasaron a África, y los otros se dieron al rey D. -Fernando, el cual los recibió muy bien, lleno de clemencia y gozo.</p> - -<p>Este fin tuvieron los bandos y guerras de Granada, a honra y gloria -de Dios nuestro Señor.</p> - -<p class="fin">FIN DEL TOMO PRIMERO.</p> - -<hr class="chap x-ebookmaker-drop" /> - - -<div class="chapter pt3" id="ToC"> - <h2 class="nobreak g1">ÍNDICE.</h2> - <hr class="tir" /> -</div> - -<table class="toc" summary=""> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch0">PRÓLOGO</a>.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Page_iii"><span class="asc">III</span></a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch1">CAPÍTULO I</a>. En que se trata de la - fundación de Granada, y los reyes que hubo en ella, con otras muchas - cosas tocantes a la Historia.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Page_1">1</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch2">CAPÍTULO II</a>. En que se trata de - la sangrienta batalla de los Alporchones, y la gente que en ella se - halló de moros y cristianos.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Page_13">13</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch3">CAPÍTULO III</a>. En que se declaran - los nombres de los nobles caballeros moros de Granada, de los treinta - y dos linajes, y otras cosas que pasaron en Granada. Asimismo se - nombran todos los lugares que estaban en aquel tiempo debajo de la - corona de Granada.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Page_26">26</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch4">CAPÍTULO IV</a>. Que trata de la - batalla que el valiente Muza tuvo con el Maestre, y de otras cosas - que también pasaron.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Page_35">35</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch5">CAPÍTULO V</a>. Que trata de un sarao - que se hizo en palacio entre las damas de la reina y los caballeros - de la corte, sobre el cual hubo pesadas palabras entre Muza y Zulema - Abencerraje, y de lo que pasó.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Page_46">46</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch6">CAPÍTULO VI</a>. Cómo se hicieron - fiestas en Granada, y por ellas se encendieron más las enemistades de - los Zegríes, Abencerrajes, Alabeces, y Gomeles, y lo que pasó entre - Zaide y Zaida acerca de sus amores.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Page_55">55</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch7">CAPÍTULO VII</a>. Del triste llanto - que hizo la hermosa Fátima por la muerte de su padre, y cómo se iba a - Almería la bella Galiana, si su padre no viniera, la cual estaba muy - vencida de amores de Sarracino; y de lo que entre él y Abenámar pasó - una noche debajo de las ventanas del real palacio.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Page_86">86</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch8">CAPÍTULO VIII</a>. De la batalla - cruel que Malique Alabez tuvo con D. Manuel Ponce de León en la Vega, - y de lo que en ella sucedió.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Page_94">94</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch9">CAPÍTULO IX</a>. En que se da cuenta - de unas fiestas solemnes, y juego de sortija, que se hicieron en - Granada, y como se iban encendiendo los bandos de los Zegríes y - Abencerrajes.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Page_103">103</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch10">CAPÍTULO X</a>. Que declara el fin - que tuvo el juego de la sortija, y el desafío que hubo entre el moro - Albayaldos y el maestre de Calatrava.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Page_124">124</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch11">CAPÍTULO XI</a>. De la batalla que - Albayaldos tuvo con el maestre de Calatrava, y cómo el maestre le - venció y dio muerte.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Page_157">157</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch12">CAPÍTULO XII</a>. En que se - da cuenta de una pendencia que los Zegríes tuvieron con los - Abencerrajes, y cómo estuvo Granada a punto de perderse.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Page_184">184</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch13">CAPÍTULO XIII</a>. En que se da - cuenta de lo que sucedió al rey Chico y a su gente yendo a entrar en - Jaén, y la gran traición que los Zegríes y Gomeles levantaron a la - reina mora y a los caballeros Abencerrajes, y muerte de ellos.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Page_228">228</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch14">CAPÍTULO XIV</a>. En que se da - cuenta cómo los traidores pusieron acusación a la reina y a los - Abencerrajes, y cómo la reina fue presa por ellos, y dio cuatro - caballeros que la defendiesen, y de lo demás que sucedió.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Page_262">262</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch15">CAPÍTULO XV</a>. En que se da cuenta - de la batalla que se hizo entre los cuatro caballeros cristianos y - los cuatro moros sobre la libertad de la reina, y cómo vencieron los - cristianos y mataron a los moros, y cómo la reina fue libre; y de - otras cosas más.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Page_320">320</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch16">CAPÍTULO XVI</a>. De lo que pasó en - Granada, y cómo se volvieron a refrescar los bandos de ella, y la - prisión del rey Mulahacén en Murcia, y la del rey Chico en Andalucía, - y de otras cosas.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Page_351">351</a></td> - </tr> - <tr> - <td class="tdlh"><a href="#Ch17">CAPÍTULO XVII</a>. En que se - da cuenta del cerco de Granada por los reyes Católicos, y de la - fundación de Santa Fe.</td> - <td class="tdrb"><a href="#Page_390">390</a></td> - </tr> -</table> - -<hr class="chap" /> - - -<hr class="full" /> - -<div lang='en' xml:lang='en'> -<div style='display:block; margin-top:4em'>*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK <span lang='es' xml:lang='es'>GUERRAS CIVILES DE GRANADA</span> ***</div> -<div style='text-align:left'> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Updated editions will replace the previous one—the old editions will -be renamed. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Creating the works from print editions not protected by U.S. copyright -law means that no one owns a United States copyright in these works, -so the Foundation (and you!) can copy and distribute it in the United -States without permission and without paying copyright -royalties. 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Redistribution is subject to the trademark -license, especially commercial redistribution. -</div> - -<div style='margin:0.83em 0; font-size:1.1em; text-align:center'>START: FULL LICENSE<br /> -<span style='font-size:smaller'>THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE<br /> -PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK</span> -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -To protect the Project Gutenberg™ mission of promoting the free -distribution of electronic works, by using or distributing this work -(or any other work associated in any way with the phrase “Project -Gutenberg”), you agree to comply with all the terms of the Full -Project Gutenberg™ License available with this file or online at -www.gutenberg.org/license. -</div> - -<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'> -Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project Gutenberg™ electronic works -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg™ -electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to -and accept all the terms of this license and intellectual property -(trademark/copyright) agreement. If you do not agree to abide by all -the terms of this agreement, you must cease using and return or -destroy all copies of Project Gutenberg™ electronic works in your -possession. If you paid a fee for obtaining a copy of or access to a -Project Gutenberg™ electronic work and you do not agree to be bound -by the terms of this agreement, you may obtain a refund from the person -or entity to whom you paid the fee as set forth in paragraph 1.E.8. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -1.B. “Project Gutenberg” is a registered trademark. It may only be -used on or associated in any way with an electronic work by people who -agree to be bound by the terms of this agreement. 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If any disclaimer or limitation set forth in this agreement -violates the law of the state applicable to this agreement, the -agreement shall be interpreted to make the maximum disclaimer or -limitation permitted by the applicable state law. The invalidity or -unenforceability of any provision of this agreement shall not void the -remaining provisions. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -1.F.6. 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Information about the Mission of Project Gutenberg™ -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Project Gutenberg™ is synonymous with the free distribution of -electronic works in formats readable by the widest variety of -computers including obsolete, old, middle-aged and new computers. It -exists because of the efforts of hundreds of volunteers and donations -from people in all walks of life. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Volunteers and financial support to provide volunteers with the -assistance they need are critical to reaching Project Gutenberg™’s -goals and ensuring that the Project Gutenberg™ collection will -remain freely available for generations to come. In 2001, the Project -Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure -and permanent future for Project Gutenberg™ and future -generations. To learn more about the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation and how your efforts and donations can help, see -Sections 3 and 4 and the Foundation information page at www.gutenberg.org. -</div> - -<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'> -Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non-profit -501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the -state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal -Revenue Service. The Foundation’s EIN or federal tax identification -number is 64-6221541. Contributions to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation are tax deductible to the full extent permitted by -U.S. federal laws and your state’s laws. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -The Foundation’s business office is located at 809 North 1500 West, -Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. Email contact links and up -to date contact information can be found at the Foundation’s website -and official page at www.gutenberg.org/contact -</div> - -<div style='display:block; font-size:1.1em; margin:1em 0; font-weight:bold'> -Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Project Gutenberg™ depends upon and cannot survive without widespread -public support and donations to carry out its mission of -increasing the number of public domain and licensed works that can be -freely distributed in machine-readable form accessible by the widest -array of equipment including outdated equipment. Many small donations -($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt -status with the IRS. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -The Foundation is committed to complying with the laws regulating -charities and charitable donations in all 50 states of the United -States. Compliance requirements are not uniform and it takes a -considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up -with these requirements. 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Thus, we do not -necessarily keep eBooks in compliance with any particular paper -edition. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -Most people start at our website which has the main PG search -facility: <a href="https://www.gutenberg.org">www.gutenberg.org</a>. -</div> - -<div style='display:block; margin:1em 0'> -This website includes information about Project Gutenberg™, -including how to make donations to the Project Gutenberg Literary -Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to -subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks. -</div> - -</div> -</div> -</body> -</html> diff --git a/old/67631-h/images/cover.jpg b/old/67631-h/images/cover.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index ed30779..0000000 --- a/old/67631-h/images/cover.jpg +++ /dev/null diff --git a/old/67631-h/images/illo_b001.jpg b/old/67631-h/images/illo_b001.jpg Binary files differdeleted file mode 100644 index 7891ee9..0000000 --- a/old/67631-h/images/illo_b001.jpg +++ /dev/null |
