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You may copy it, give it away or +re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included +with this eBook or online at www.gutenberg.org + + +Title: La letra escarlata + novela escrita en inglés + +Author: Nathaniel Hawthorne + +Translator: Sellén Francisco + +Release Date: August 6, 2011 [EBook #36990] + +Language: Spanish + +Character set encoding: ISO-8859-1 + +*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA LETRA ESCARLATA *** + + + + +Produced by David Starner, Chuck Greif and the Online +Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This +book was produced from scanned images of public domain +material from the Google Print project.) + + + + + + + + +[Illustration] + +LA +LETRA +ESCARLATA + +POR NATANIEL HAWTHORNE + +NUEVA YORK +D. APPLETON Y CÍA. +Editores + + + + +"=Confusión.=--Tal es el título de una preciosa obrita que acabamos de +recibir, y que es una joya de la literatura Inglesa. Su autor, el famoso +literato Conway, en esta nueva producción de su fecundo ingenio, ha sido +tan feliz como en sus obras anteriores: una trama siempre viva é +interesante que mantiene viva la atención del lector que ávido devora +los capítulos tan correctos como elegantemente escritos."--_El Mentor de +los Niños_, Guadalajara. + + * * * * * + +"=Misterio * * * *.=--Hemos leído esta novela sin poderla dejar de la mano +un solo instante, tal es el interés verdaderamente extraordinario de su +argumento, así como la novedad del mismo y la admirable armonía de todos +sus capítulos."--_La Lucha_, Habana. + + * * * * * + +"=Las Minas del Rey Salomón.=--Esta obra está escrita sin pretensiones de +ningún género, con esa sobriedad que tanto nos encanta en los novelistas +Ingleses, con un lenguaje claro y correcto y un estilo gráfico y +elegante, es un acabado cuadro de las costumbres de los habitantes del +África austral, hecha con discreción, exactitud é imparcialidad."--_El +Buscapié._, Puerto Rico. + + * * * * * + +"=Dora.=--Profunda moralidad, correcto y elegante estilo literario, unidos +á una viva é interesante trama, que mantiene siempre ávido al lector por +continuar devorando sus capítulos, son las cualidades de esta joya de la +literatura Inglesa."--_El Mentor de los Niños_, Guadalajara, Méjico. + + + + +LA LETRA ESCARLATA + +_NOVELA ESCRITA EN INGLÉS_ + +POR +NATANIEL HAWTHORNE + +VERSIÓN CASTELLANA DE +FRANCISCO SELLÉN + +TERCERA EDICIÓN + +[Illustration: colophon] + +NUEVA YORK +D. APPLETON Y COMPAÑÍA, EDITORES +1903 + +COPYRIGHT, 1894, +BY D. APPLETON AND COMPANY. + +_La propiedad de esta obra está protegida por la ley en varios países, +donde se perseguirá á los que la reproduzcan fraudulentamente._ + +_Traducción española, registrada según el Tratado Internacional de +Propiedad Literaria._ + + + + +INTRODUCCIÓN + + +Al presentar en lengua castellana la obra maestra del novelista +americano Nataniel Hawthorne, que sin duda es también una de las más +notables producciones de la literatura amena de los Estados Unidos, +hemos creído conveniente hacerla preceder de la traducción de los +párrafos que, á manera de prefacio, aparecen en una de las últimas +ediciones de esta novela en su idioma nativo. Como verá el que lo +leyere, se dan en dicho trabajo algunos detalles, que no carecen de +interés, acerca de la obra y de su autor:-- + +"LA LETRA ESCARLATA fué la primera producción de gran aliento que +escribió Hawthorne después de haberse dado á conocer con sus "Cuentos +dos veces referidos;" y también el primero de sus libros que alcanzó +popularidad. En el intermedio había publicado "El Sillón del Abuelo," +para niños, y "Musgos de una antigua morada;" pero solo después de +fijada su residencia en Salem, donde desempeñaba el empleo de +Administrador de la Aduana de aquel puerto, fué cuando comenzó á +experimentar la sensación, según manifestó él mismo á un amigo suyo, de +"que una novela le bullía en el cerebro." Esta novela es la que hoy +goza de fama universal y se ofrece á los lectores en el presente +volumen. La comenzó á principios del invierno de 1849 á 1850, y la +terminó en 3 de Febrero del año últimamente nombrado. Al día siguiente +de concluída, escribió á su amigo Horacio Bridge diciéndole:-- + +"Ayer fué cuando vine á dar remate á mi libro, una parte del cual, el +principio, se hallaba ya en prensa en Boston, mientras la otra, el +final, aun yacía en las profundidades de mi cerebro, en esta ciudad de +Salem; de modo que, como Vd. vé, la historia tiene por lo menos catorce +millas de largo.[1]... Algunas partes están escritas con vigor; pero mis +producciones nunca se han dirigido ni se dirigirán jamás á los +sentimientos generales de la humanidad, y por lo tanto no serán nunca +muy populares; y si bien hay personas que gustan mucho de mis escritos, +hay otras á quienes les son completamente indiferentes y no encuentran +en ellos nada digno de notarse. Precede á este libro una introducción +(La Aduana) en la que bosquejo mi vida de empleado: hay de vez en cuando +en ella ciertas pinceladas, que acaso la hagan más interesante que la +historia misma, la cual es en extremo sombría." + +Lo grave y lóbrego de la situación en que había colocado á Ester y á +Dimmesdale le abrumaban de tal modo, que decía de sí mismo que, durante +el invierno citado, su espíritu había sido "un tegido de dolores." +Hawthorne, á semejanza de Balzac, se aislaba mientras estaba +escribiendo una novela; y puede decirse, sin exageración, que entonces +apenas veía á nadie. En ciertas épocas de su vida llegó á notarse que +adelgazaba de una manera visible; y hasta qué punto le conmovían las +vicisitudes de los seres creados por su imaginación, puede juzgarse por +el siguiente pasaje de sus "Notas inglesas," donde con fecha de 14 de +Septiembre de 1855, dice:-- + +"Al hablar de Thackeray, no puedo menos que sorprenderme de la +indiferencia que mostraba respecto á las situaciones patéticas de sus +obras, y compararla con la emoción que experimenté yo al leer á mi +esposa la última escena de _La Letra Escarlata_, inmediatamente después +de escrita. No puedo decir que la leí, sino que traté de hacerlo, pues +mi voz se henchía y se elevaba, como si me viera levantado ó hundido, +alternativamente, por las olas del mar cuando comienza á calmarse tras +una tempestad." + +Ni sólo en las horas en que, pluma en mano, se empleaba Hawthorne en la +composición de sus ficciones embargaban éstas sus potencias. Mientras +estuvo escribiendo _La Letra Escarlata_, se le veía con frecuencia +olvidarse de cuanto le rodeaba, sumergido en profundo ensimismamiento. +Refiérese que un día, hallándose en este estado, tomó del costurero de +su esposa una pieza que ella estaba cosiendo, y la picó en pedazos muy +menudos, sin reparar en lo que había hecho. Esta costumbre de +destrucción inconsciente databa de su juventud. El que esto escribe +posee un sillón mecedor que usó Hawthorne, y del que casi hizo +desaparecer los brazos con un cortaplumas mientras estaba en el colegio +ó estudiando sus lecciones, ó divagando con la imaginación por los +espacios. + +En Febrero de 1850 fué terminada _La Letra Escarlata_, pero no se +publicó hasta el mes de Abril; y aunque el editor, que era el Sr. +Fields, formó el más elevado concepto de su mérito como obra de arte, +parece, sin embargo, que no tenía mucha confianza en su valor comercial +inmediato, si hemos de juzgar por los hechos siguientes. La primera +edición fué de cinco mil ejemplares, lo que ya era un bonito número; +pero el tipo con que se había parado el libro se distribuyó +inmediatamente, lo que prueba que no se abrigaban muchas esperanzas de +obtener una venta rápida. Pero la edición desapareció en diez días, y +hubo necesidad de parar de nuevo todo el libro y estereotiparlo para +poder dar abasto á la demanda. + +Una prueba de la manera con que llevaba á cabo Hawthorne sus tareas +literarias, y de la madurez con que meditaba sus novelas desde que +concebía la primera idea, nos la ofrece su historia de "Endicott y la +Cruz Roja," escrita y publicada antes de 1845. Háblase en esa producción +de--"una joven dotada de belleza nada común, cuyo destino fué llevar la +letra A en el cuerpo del vestido, á la vista de todo el mundo, y aun de +sus mismos hijos, quienes sabían lo que esa letra significaba. Como si +se recreara en su propia infamia aquella criatura perdida y llena de +desesperación, había bordado la divisa fatídica en paño de color +escarlata, con hilos dorados, y con todo el arte de que es capaz la +aguja; de tal modo, que aquella A mayúscula podría haberse tomado por la +inicial de la voz Admirable ó de otra por el estilo, excepto la de +Adúltera, que realmente significaba." Cuando se publicó dicha +historieta, la Srta. E. P. Peabody le escribió á un amigo: "Ya oiremos +algo más acerca de esta letra, pues es evidente que ha hecho profunda +impresión en el ánimo de Hawthorne." Muchos años después de publicadas +las líneas arriba citadas, que aparecen en sus "Cuentos dos veces +referidos," el castigo especial aludido en ellas vino á transformarse, +merced á una completa elaboración mental, en el argumento de _La Letra +Escarlata_. + +Es un hecho auténtico que el código puritano imponía semejante castigo; +y se supone que Hawthorne lo vió mencionado en alguno de los archivos de +Boston, y aún puede verse en las leyes de la Colonia de Plymouth del año +1658. No hace mucho que el erudito investigador de los anales de la +Nueva Inglaterra, el Reverendo Dr. Jorge Ellis, vecino de Boston, +manifestó incidentalmente, en una conferencia pública, que no había ni +el más ligero asomo de verdad en lo referente al carácter y personalidad +del ministro que tan importante papel desempeña en _La Letra Escarlata_. +Sostiene el Dr. Ellis, que puesto que se hace predicar á Dimmesdale el +sermón de la elección el año en que falleció el Gobernador Winthrop, es +claro que Dimmesdale personifica también al Reverendo Tomás Cobbett, +vecino de Lynn, que fué realmente quien predicó dicho sermón en el +referido año; y agregó que deseaba defender su memoria de cualquier +sospecha que pudiesen abrigar los que, como él, hubieran creído que +Dimmesdale era simplemente una máscara bajo la cual se ocultaba Cobbett, +el verdadero predicador de aquella época. En aquel tiempo, dijo, no +había en Boston sino una iglesia, y sus pastores ó ministros eran Juan +Wilson y Juan Cotton. En la novela se menciona á Wilson con su propio +nombre; de modo que no puede confundirse su identidad con la de +Dimmesdale; ni hay tampoco motivos para suponer que Hawthorne tuviese la +más ligera intención de que Juan Cotton ó Tomás Cobbett, de Lynn, +cargasen con el delito de su ministro imaginario. La mera circunstancia +de ser ficticio el nombre de Arturo Dimmesdale, mientras el Reverendo +Wilson y el Gobernador Bellingham figuran con sus nombres y títulos +verdaderos, debería constituir suficiente prueba para no imputar los +hechos de Dimmesdale al Reverendo Cobbett, predicador genuino del sermón +de la elección en 1649. Téngase presente que esta disquisición erudita +sirve tan sólo para realzar la verosimilitud de la novela, por ser +incuestionables su verdad poética general y la posibilidad de que la +acción pasara en la Nueva Inglaterra de los primeros tiempos. + +Creo que hasta ahora no se ha mencionado la circunstancia de que cuando +tenía Hawthorne casi concluída la novela, leyó lo escrito á su esposa, y +preguntándole ésta cuál sería el desenlace, obtuvo por toda respuesta: +"Realmente no sé." Á su cuñada, la Srta. Peabody, le dijo una vez: "La +dificultad no estriba en _cómo_ decir las cosas, sino en lo que se ha de +decir,"--significando con esto, que cuando empezaba á escribir algo, +tenía ya el asunto tan bien estudiado y desenvuelto en su cerebro, que +sólo se trataba entonces de lo que debía elegirse; y fácil es de +comprender que, al llegar á la solución final de un problema +dificultoso, viéndose arrastrado en diversas direcciones por los +intereses contrarios de los diferentes personajes, vacilase acerca del +desenlace que tenía que dar á la obra. + +Cuando se publicó _La Letra Escarlata_ recibió Hawthorne numerosas +cartas de personas desconocidas que, ó habían delinquido, ó estaban en +gran peligro de delinquir, y se hallaban padeciendo las consecuencias de +su situación especial. Estas personas se dirigían al autor en solicitud +de consejos, como si se tratara de un amigo experimentado, ó de un +antiguo y venerable confesor. + +El capítulo titulado "La Aduana," que sirve de introducción á la novela, +destinado por Hawthorne á que formara una especie de contraste con el +cuadro sombrío de la historia, gracias á la ligereza de las pinceladas y +al buen humor que en él reinan, realizó perfectamente el fin apetecido; +pero en la época en que se publicó, su inocente desenfado concitó contra +el autor las iras de algunos de los ciudadanos de Salem, que creyeron +verse retratados á lo vivo en los bosquejos de empleados de quienes ya +nadie se acuerda. Se asegura que hubo quien, á pesar de ser persona +inteligente, se abstuvo por completo en lo sucesivo de leer nada de lo +que Hawthorne escribió. ¡Extraña venganza que parece ideada expresamente +en perjuicio del que la perpetró, sin que el autor padeciera lo más +mínimo, pues nunca llegó á sus oídos semejante resolución! + +Hasta aquí lo traducido. Poco tenemos que agregar á lo que en las +páginas que preceden se dice acerca del mérito de este notable libro. +Como se habrá visto en ellas, la primera edición, que constó de 5,000 +ejemplares, se agotó en el breve espacio de diez días. Desde 1850, fecha +en que se publicó LA LETRA ESCARLATA, su reputación ha ido +constantemente en aumento, y las ediciones de todas clases y de todos +precios, se han sucedido unas á otras, no sólo en los Estados Unidos, +sino en Inglaterra, gozando de una gran popularidad en todos los países +en que se habla el inglés. El teatro se ha apoderado de la novela, y la +ha convertido en drama: tenemos noticias de dos. Uno, que se remonta á +muchos años atrás, es producción de un dramaturgo americano, no muy +conocido, Gabriel Harrison; el otro, más reciente, es obra del autor +dramático inglés J. Hatton, y se ha representado en estos últimos +tiempos en los teatros de Nueva York. Pero los dramas están muy por +debajo de la novela. Se habla también de hacer una ópera de esta +vigorosa obra maestra de la literatura novelesca de los Estados Unidos. + +LA LETRA ESCARLATA se ha traducido á casi todos los idiomas europeos. No +conocemos versión alguna en castellano, á lo menos no ha llegado á +nuestras manos. En la presente hemos procurado reproducir, hasta donde +es posible, las peculiaridades del estilo de Hawthorne, nada sencillo +por cierto, antes al contrario, elaboradísimo y abundante en toda clase +de metáforas, imágenes y comparaciones. Si lo hemos conseguido, el +lector lo dirá. + +F. S. + +_Julio de 1894._ + + + + +PREFACIO DEL AUTOR Á LA SEGUNDA EDICIÓN AMERICANA + + +Con gran sorpresa del autor, y habiéndole proporcionado, si cabe, mayor +divertimiento que sorpresa, ha llegado á sus noticias que el bosquejo +que sirve de introducción á LA LETRA ESCARLATA, relativo á la vida +oficial de los empleados de la Aduana de Salem, ha sido causa de no poca +algarada y agitación en la respetable comunidad donde vive. Á duras +penas habrían sido más intensos esos sentimientos, si el autor hubiese +reducido á cenizas el edificio de la Aduana, apagando sus últimos +rescoldos con la sangre de cierto venerable personaje, contra quien se +le supone la más negra inquina. Y como la desaprobación del público, +dado caso de merecerla, habría sido insoportable para el autor, desea +éste manifestar que ha releído atentamente las páginas de dicha +introducción, con ánimo de suprimir ó alterar todo aquello que pudiera +parecer descomedido ó impropio, subsanando, en cuanto le fuera dable, +las atrocidades de que se le acusa. Sin embargo, lo único que ha podido +hallar en el bosquejo es cierto desenfado y buen humor, unidos á la +exactitud general con que ha expresado la impresión sincera que dejaron +en su ánimo los caracteres allí descritos. Y en lo que hace á inquina, +malquerencia, ó enemistad alguna, ya política, ya personal, confiesa +redondamente, que no hay nada de eso. Quizás el tal bosquejo pudo +haberse suprimido sin pérdida para el público, ni detrimento del libro: +pero una vez que tomó la resolución de escribirlo, no cree que pudiera +haberse inspirado en sentimientos de mayor benevolencia, ni, hasta donde +alcanzan sus fuerzas, haberlo llevado á cabo con mayor verdad. + +Por consiguiente, el autor se ve obligado á reimprimir el bosquejo de +introducción, sin alterar una palabra. + +N. H. + +SALEM, _Marzo 30, 1850_. + + + + +LA LETRA ESCARLATA + + + + +LA ADUANA + +INTRODUCCIÓN Á LA LETRA ESCARLATA + + +No deja de ser singular que, á pesar de mi poca afición á hablar de mi +persona y de mis asuntos, ni aun á mis amigos íntimos cuando estoy en mi +hogar, al amor de la lumbre, se haya sin embargo apoderado de mí, en dos +ocasiones distintas, una verdadera comezón autobiográfica al dirigirme +al público. Fué la primera hará cosa de tres ó cuatro años cuando, sin +motivo justo que lo excusara, ni razón de ninguna especie que pudieran +imaginar el benévolo lector ó el autor intruso, obsequié á aquel con una +descripción de mi género de vida en la profunda quietud de la "Antigua +Mansión."[2] Y ahora, porque entonces, sin méritos que lo justificaran, +tuve uno ó dos oyentes, echo de nuevo mano al público por el ojal de la +levita, por decirlo así, y quieras que no quieras, me pongo á charlar de +mis vicisitudes durante los tres años que pasé en una Aduana. Parece, no +obstante, que cuando un autor da sus páginas á la publicidad, se dirige, +no á la multitud que arrojará á un lado el libro, ó jamás lo tomará en +las manos, sino á los muy contados que lo comprenderán mejor que la +mayoría de sus condiscípulos de colegio ó sus contemporáneos. Y no +faltan autores que en este punto vayan aún más lejos, y se complazcan en +ciertos detalles confidenciales que pueden interesar sólo, y +exclusivamente, á un corazón único y á una inteligencia en perfecta +simpatía con la suya, como si el libro impreso se lanzara al vasto mundo +con la certeza de que ha de tropezar con el sér que forma el complemento +de la naturaleza del escritor, completando el círculo de su existencia +al ponerlos así en mutua comunicación. Sin embargo, no me parece +decoroso hablar de sí mismo sin reserva alguna, aun cuando se haga +impersonalmente. Pero como es sabido que si el orador no se pone en +completa é íntima relación con su auditorio, los pensamientos carecerán +de vida y color, y la frase quedará desmayada y fría, es de perdonarse +que nos imaginemos que un amigo, sin necesidad de que sea muy íntimo, +aunque sí benévolo y atento, está prestando oídos á nuestra plática; y +entonces, desapareciendo nuestra reserva natural, merced á esta especie +de intuición, podremos charlar de las cosas que nos rodean, y aun de +nosotros mismos, pero siempre dejando que el recóndito _Yo_ no se haga +demasiado visible. Hasta ese extremo, y dentro de estos límites, se me +alcanza que un autor puede ser autobiográfico, sin violar ciertas leyes +y respetando ciertas prerrogativas del lector y aun las consideraciones +debidas á su persona. + +Ya se echará de ver que este bosquejo de la Aduana no carece de +oportunidad, por lo menos de esa oportunidad apreciada siempre en la +literatura, puesto que explica la manera como llegaron á mis manos +muchas de las páginas que van á continuación, á la vez que presenta una +prueba de la autenticidad de la historia que en ellas se refiere. En +realidad, la única razón que he tenido para ponerme en comunicación +directa con el público, viene á ser el deseo de presentarme como autor +de la más larga de mis narraciones; y al paso que realizaba mi objeto +principal, me pareció que podría permitírseme, por medio de unas cuantas +pinceladas, dar una vaga idea de un género de vida hasta ahora no +descrito, bosquejando los retratos de algunas de las personas que se +mueven en ese círculo, entre las cuales la casualidad ha hecho que se +contara el autor. + +Había en mi ciudad natal de Salem, hará cosa de medio siglo, un muelle +muy lleno de animación, y que hoy sucumbe bajo el peso de almacenes de +madera casi podrida. Apenas se ven otras señales de vida comercial que +uno que otro bergantín ó barca, atracado al costado del melancólico +muelle, descargando cueros, ó alguna goleta de Nueva Escocia en que se +está embreando un cargamento de leña que ha de servir para hacer fuego +en las chimeneas. Donde comienza este dilapidado muelle, á veces +cubierto por la marea, se alza un espacioso edificio de ladrillos, desde +cuyas ventanas se puede disfrutar de la vista de la escena poco animada +que presentan las cercanías, y de la abundante hierba que crece por +todas partes, y han dejado tras sí los muchos años y el escaso +movimiento comercial. En el punto más alto del techo del espacioso +edificio de que se ha hecho mención, y precisamente durante tres horas +y media de cada día, á contar del mediodía, flota al aire ó se mantiene +tranquila, según que la brisa sople ó esté encalmada, la bandera de la +república, pero con las trece estrellas en posición vertical y no +horizontal, lo que indica que aquí existe un puesto civil, y no militar, +del gobierno del Tío Samuel.[3] Adorna la fachada un pórtico formado de +media docena de pilares de madera que sostienen un balcón, debajo del +cual desciende hacia la calle una escalera con anchas gradas de granito. +Encima de la entrada se cierne un enorme ejemplar del águila americana, +con las alas abiertas, un escudo en el pecho y, si la memoria no me es +infiel, un haz de rayos y dardos en cada garra. Con la falta +acostumbrada de carácter peculiar á esta malaventurada ave, parece, á +juzgar por la fiereza que despliegan su pico y ojos y la general +ferocidad de su actitud, que está dispuesta á castigar al inofensivo +vecindario, previniendo especialmente á todos los ciudadanos que estimen +en algo su seguridad personal, que no perjudiquen la propiedad que +proteje con sus alas. Sin embargo, á pesar de lo colérico de su aspecto, +muchas personas están tratando, ahora mismo, de guarecerse bajo las alas +del águila federal, imaginando que su pecho posee toda la blandura y +comodidad de una almohada de edredón. Pero su ternura no es grande, en +verdad, aun en sus horas más apacibles, y tarde ó temprano,--más bien lo +último que lo primero,--puede arrojar del nido á sus polluelos, con un +arañazo de las garras, un picotazo, ó una escocedora herida causada por +sus dardos. + +El suelo alrededor del edificio que acabo de describir--que una vez por +todas llamaré la Aduana del Puerto--tiene las grietas llenas de hierbas +tan altas y en tal abundancia, que bien á las claras demuestra que en +los últimos tiempos no se ha visto muy favorecido con la numerosa +presencia de hombres de negocios. Sin embargo, en ciertos meses del año +suele haber alguno que otro mediodía en que presenta un aspecto más +animado. Ocasiones semejantes pueden traer á la memoria de los +ciudadanos ya entrados en años, el tiempo aquel antes de la última +guerra con Inglaterra[4] en que Salem era un puerto de importancia, y no +desdeñado como lo es ahora por sus propios comerciantes y navieros, que +permiten que sus muelles se destruyan, mientras sus transacciones +mercantiles van á engrosar, innecesaria é imperceptiblemente, la +poderosa corriente del comercio de Nueva York ó Boston. En uno de esos +días, cuando han llegado casi á la vez tres ó cuatro buques, por lo +común de África ó de la América del Sur, ó cuando están á punto de salir +con ese destino, se oye el frecuente ruido de las pisadas de los que +suben ó bajan á toda prisa los escalones de granito de la Aduana. Aquí, +aun antes de que su esposa le haya saludado, podemos estrechar la mano +del capitán del buque recién llegado al puerto, con los papeles del +barco en deslustrada caja de hojalata que lleva bajo el brazo. Aquí +también se nos presenta el dueño de la embarcación, de buen humor ó mal +talante, afable ó áspero, á medida que sus esperanzas acerca de los +resultados del viaje se habían realizado ó quedado fallidas; esto es, si +las mercancías traídas podían convertirse fácilmente en dinero, ó si +eran de aquellas que á ningún precio podrían venderse. Aquí igualmente +se veía el germen del mercader de arrugado ceño, barba gris y rostro +devorado de inquietud, en el joven dependiente, lleno de viveza, que va +adquiriendo el gusto del comercio, como el lobezno el de la sangre, y +que ya se aventura á remitir sus mercancías en los buques de su +principal, cuando sería mejor que estuviera jugando con barquichuelos en +el estanque del molino. Otra de las personas que se presenta en escena +es el marinero enganchado para el extranjero, que viene en busca de un +pasaporte; ó el que acaba de llegar de un largo viaje, todo pálido y +débil, que busca un pase para el hospital. Ni debemos tampoco olvidar á +los capitanes de las goletas que traen madera de las posesiones inglesas +de la América del Norte; marinos de rudo aspecto, sin la viveza del +yankee, pero que contribuyen con una suma no despreciable á mantener el +decadente comercio de Salem. + +La reunión de estas individualidades en un grupo, lo que acontecía á +veces, juntamente con la de otras personas de distinta clase, infundía á +la Aduana cierta vida durante algunas horas convirtiéndola en teatro de +escenas bastante animadas. Sin embargo, lo que con más frecuencia se +veía á la entrada del edificio, si era en verano, ó en las habitaciones +interiores, si era en invierno, ó reinaba mal tiempo, era una hilera de +venerables figuras sentadas en sillones del tiempo antiguo cuyas patas +posteriores estaban reclinadas contra la pared. Con frecuencia también +se hallaban durmiendo; pero de vez en cuando se les veía departir unos +con otros en una voz que participaba del habla y del ronquido, y con +aquella carencia de energía peculiar á los internos de un asilo de +pobres y á todos los que dependen de la caridad pública para su +subsistencia, ó de un trabajo en que reina el monopolio, ó de cualquiera +otra ocupación que no sea un trabajo personal é independiente. Todos +estos ancianos caballeros,--sentados como San Mateo cuando cobraba las +alcabalas, pero que de seguro no serán llamados como aquel á desempeñar +una misión apostólica,--eran empleados de Aduana. + +Al entrar por la puerta principal del edificio se vé á mano izquierda un +cuarto ú oficina de unos quince pies cuadrados de superficie, aunque de +mucha altura, con dos ventanas en forma de arco, desde donde se domina +el antedicho dilapidado muelle, y una tercera que da á una estrecha +callejuela, desde donde se vé también una parte de la calle de Derby. De +las tres ventanas se divisan igualmente tiendas de especieros, de +fabricantes de garruchas, vendedores de bebidas malas, y de velas para +embarcaciones. Delante de las puertas de dichas tiendas generalmente se +ven grupos de viejos marineros y de otros frecuentadores de los muelles, +personajes comunes á todos los puertos de mar, charlando, riendo y +fumando. El cuarto de que hablo está cubierto de muchas telarañas y +embadurnado con una mano de pintura vetustísima; su pavimento es de +arena parduzca, de una clase que ya en ninguna parte se usa; y del +desaseo general de la habitación bien puede inferirse que es un +santuario en que la mujer, con sus instrumentos mágicos, la escoba y el +estropajo, muy rara vez entra. En cuanto á mueblaje y utensilios, hay +una estufa con un tubo ó cañón voluminoso; un viejo pupitre de pino con +un taburete de tres pies; dos ó tres sillas con asientos de madera, +excesivamente decrépitas y no muy seguras; y--para no olvidar la +Biblioteca--unos treinta ó cuarenta volúmenes de las Sesiones del +Congreso de los Estados Unidos y un ponderoso Digesto de las Leyes de +Aduana, todo esparcido en algunos entrepaños. Hay, además, un tubo de +hoja de lata que asciende hasta el cielo de la habitación, +atravesándolo, y establece una comunicación vocal con otras partes del +edificio. Y en el cuarto descrito, habrá de esto unos seis meses, +paseándose de rincón á rincón, ó arrellanado en el taburete, de codos +sobre el pupitre, recorriendo con la vista las columnas del periódico de +la mañana, podrías haber reconocido, honrado lector, al mismo individuo +que ya te invitó en otro libro[5] á su reducido estudio, donde los rayos +del sol brillaban tan alegremente al través de las ramas de sauce, al +costado occidental de la Antigua Mansión. Pero si se te ocurriera ahora +ir allí á visitarle, en vano preguntarías por el Inspector de marras. La +necesidad de reformas y cambios motivada por la política, barrió con su +empleo, y un sucesor más meritorio se ha hecho cargo de su dignidad, y +también de sus emolumentos. + +Esta antigua ciudad de Salem,--mi ciudad natal,--y no obstante haber +vivido mucho tiempo lejos de ella, tanto en mi infancia como más entrado +en años, es, ó fué objeto de un cariño de parte mía de cuya intensidad +jamás pude darme cuenta en las temporadas que en ella residí. Porque, en +honor de la verdad, si se considera el aspecto físico de Salem, con su +suelo llano y monótono, con sus casas casi todas de madera, con muy +pocos ó casi ningún edificio que aspire á la belleza arquitectónica,--con +una irregularidad que no es ni pintoresca, ni rara, sino simplemente +común,--con su larga y soñolienta calle que se prolonga en toda la +longitud de la península donde está edificada,--y que estos son los +rasgos característicos de mi ciudad natal, tanto valdría experimentar un +cariño sentimental hacia un tablero de ajedrez en desorden. Y sin +embargo, aunque más feliz indudablemente en cualquiera otra parte, allá +en lo íntimo de mi sér existe un sentimiento respecto de la vieja ciudad +de Salem, al que, por carecer de otra expresión mejor, me contentaré con +llamarlo apego, y que acaso tiene su origen en las antiguas y profundas +raíces que puede decirse ha echado mi familia en su suelo. En efecto, +hace ya cerca de dos siglos y cuarto que el primer emigrante británico +de mi apellido hizo su aparición en el agreste establecimiento rodeado +de selvas, que posteriormente se convirtió en una ciudad. Y aquí han +nacido y han muerto sus descendientes, y han mezclado su parte terrenal +con el suelo, hasta que una porción no pequeña del mismo debe de tener +estrecho parentesco con esta envoltura mortal en que, durante un corto +espacio de tiempo, me paseo por sus calles. De consiguiente, el apego y +cariño de que hablo, viene á ser simplemente una simpatía sensual del +polvo hacia el polvo. + +Pero sea de ello lo que fuere, ese sentimiento mío tiene su lado moral. +La imagen de aquel primer antepasado, al que la tradición de la familia +llegó á dotar de cierta grandeza vaga y tenebrosa, se apoderó por +completo de mi imaginación infantil, y aún puedo decir que no me ha +abandonado enteramente, y que mantiene vivo en mí una especie de +sentimiento doméstico y de amor á lo pasado, en que por cierto no entra +por nada el aspecto presente de la población. Se me figura que tengo +mucho más derecho á residir aquí, á causa de este progenitor barbudo, +serio, vestido de negra capa y sombrero puntiagudo, que vino ha tanto +tiempo con su Biblia y su espada, y holló esta tierra con su porte +majestuoso, é hizo tanto papel como hombre de guerra y hombre de +paz,--tengo mucho más derecho, repito, merced á él, que el que podría +reclamar por mí mismo, de quien nadie apenas oye el nombre ni vé el +rostro. Ese antepasado mío era soldado, legislador, juez: su voz se +obedecía en la iglesia; tenía todas las cualidades características de +los puritanos, tanto las buenas como las malas. Era también un +inflexible enemigo, de que dan buen testimonio los cuákeros en sus +historias, en las que, al hablar de él, recuerdan un incidente de su +dura severidad para con una mujer de su secta, suceso que es de temerse +durará más tiempo en la memoria de los hombres que cualquiera otra de +sus buenas acciones, con ser estas no pocas. Su hijo heredó igualmente +el espíritu de persecución, y se hizo tan conspícuo en el martirio de +las brujas,[6] que bien puede decirse que la sangre de éstas ha dejado +una mancha en su nombre. Ignoro si estos antepasados míos pensaron al +fin en arrepentirse y pedir al cielo que les perdonara sus crueldades; ó +si aún gimen padeciendo las graves consecuencias de sus culpas, en otro +estado. De todos modos, el que estas líneas escribe, en su calidad de +representante de esos hombres, se avergüenza, en su nombre, de sus +hechos, y ruega que cualquiera maldición en que pudieran haber +incurrido,--de que ha oído hablar, y de que parece dar testimonio la +triste y poco próspera condición de la familia durante muchas +generaciones,--desaparezca de ahora en adelante y para siempre. + +No hay, sin embargo, duda de que cualquiera de esos sombríos y severos +puritanos habría creído que era ya suficiente expiación de sus pecados, +ver que el antiguo tronco del árbol de la familia, después de +transcurridos tantos y tantos años que lo han cubierto de venerable +musgo, haya venido á producir, como fruto que adorna su cima, un ocioso +de mi categoría. Ninguno de los objetos que más caros me han sido, lo +considerarían laudable; cualquiera que fuese el buen éxito obtenido por +mí,--si es que en la vida, excepto en el círculo de mis afectos +domésticos, me ha sonreído alguna vez el buen éxito,--habría sido +juzgado por ellos como cosa sin valor alguno, si no lo creían realmente +deshonroso. "¿Qué es él?"--pregunta con una especie de murmullo una de +las dos graves sombras de mis antepasados á la otra. "¡Un escritor de +libros de historietas! ¿Qué clase de ocupación es esta? ¿Qué manera será +esta de glorificar á Dios, y de ser durante su vida útil á la humanidad? +¡Qué! Ese vástago degenerado podría con el mismo derecho ser un rascador +de violín." ¡Tales son los elogios que me prodigan mis abuelos al través +del océano de los años! Y á pesar de su desdén, es innegable que en mí +hay muchos de los rasgos característicos de su naturaleza. + +Plantado, por decirlo así, con hondas raíces el árbol de mi familia por +esos dos hombres serios y enérgicos en la infancia de la ciudad de +Salem, ha subsistido ahí desde entonces; siempre digno de respeto; +nunca, que yo sepa, deshonrado por ninguna acción indigna de alguno de +sus miembros; pero, rara vez, ó nunca, habiendo tampoco realizado, +después de las dos primeras generaciones, hecho alguno notable ó que por +lo menos mereciere la atención del público. Gradualmente la familia se +ha ido haciendo cada vez menos visible, á manera de las casas antiguas +que van desapareciendo poco á poco merced á la lenta elevación del +terreno, en que parece como que se van hundiendo. Durante más de cien +años, padres é hijos buscaron su ocupación en el mar: en cada generación +había un capitán de buque encanecido en el oficio, que abandonaba el +alcázar del barco y se retiraba al antiguo hogar de la familia, mientras +un muchacho de catorce años ocupaba el puesto hereditario junto al +mástil, afrontando la ola salobre y la tormenta que ya habían azotado á +su padre y á su abuelo. Andando el tiempo, el muchacho pasaba del +castillo de proa á la cámara del buque: allí corrían entre tempestades +y calmas los años de su juventud y de su edad viril, y regresaba de sus +peregrinaciones por el mundo á envejecer, morir, y mezclar su polvo +mortal con el de la tierra que le vió nacer. Esta prolongada asociación +de la familia con un mismo lugar, á la vez su cuna y su sepultura, crea +cierta especie de parentesco entre el hombre y la localidad, que nada +tiene que ver con la belleza del paisaje ni con las condiciones morales +que le rodean. Puede decirse que no es amor sino instinto. El nuevo +habitante,--procedente de un país extranjero, ya fuere él, ó su padre, ó +su abuelo,--no posee títulos á ser llamado Salemita; no tiene idea de +esa tenacidad, parecida á la de la ostra, con que un antiguo morador se +apega al sitio donde una generación tras otra generación se ha ido +incrustando. Poco importa que el lugar le parezca triste; que esté +aburrido de las viejas casas de madera, del fango y del polvo, del +viento helado del Este y de la atmósfera social aun más helada,--todo +esto, y cualesquiera otras faltas que vea ó imagine ver, nada tienen que +hacer con el asunto. El encanto sobrevive, y tan poderoso como si el +terruño natal fuera un paraíso terrestre. Eso es lo que ha pasado +conmigo. Yo casi creía que el destino me forzaba á hacer de Salem mi +hogar, para que los rasgos de las fisonomías y el temple del carácter +que por tanto tiempo han sido familiares aquí,--pues cuando un +representante de la raza descendía á su fosa, otro continuaba, por +decirlo así, la acostumbrada facción de centinela en la calle +principal,--aún se pudieran ver y reconocer en mi persona en la antigua +población. Sin embargo, este sentimiento mismo viene á ser una prueba de +que esa asociación ha adquirido un carácter enfermizo, y que por lo +tanto debe, al fin, cesar por completo. La naturaleza humana, lo mismo +que un árbol, no florecerá ni dará frutos si se planta y se vuelve á +plantar durante una larga serie de generaciones en el mismo terreno ya +cansado. Mis hijos han nacido en otros lugares, y hasta donde dependiere +de mí, irán á echar raíces en terrenos distintos. + +Al salir de la Antigua Mansión, fué principalmente este extraño, apático +y triste apego á mi ciudad natal, lo que me trajo á desempeñar un empleo +oficial en el gran edificio de ladrillos que he descrito, y servía de +Aduana, cuando hubiera podido ir, quizá con mejor fortuna, á otro punto +cualquiera. Pero estaba escrito. No una vez, ni dos, sino muchas, había +salido de Salem, al parecer para siempre, y de nuevo había regresado á +la vieja población, como si Salem fuera para mí el centro del universo. + +Pues bien, una mañana, muy bella por cierto, subí los escalones de +granito de que he hablado, llevando en el bolsillo mi nombramiento de +Inspector de Aduana, firmado por el Presidente de los Estados Unidos, y +fuí presentado al cuerpo de caballeros que tenían que ayudarme á +sobrellevar la grave responsabilidad que sobre mis hombros arrojaba mi +empleo. + +Dudo mucho, ó mejor dicho, creo firmemente, que ningún funcionario +público de los Estados Unidos, civil ó militar, haya tenido bajo sus +órdenes un cuerpo de veteranos tan patriarcales como el que me cupo en +suerte. Cuando los ví por vez primera, quedó resuelta para mí la +cuestión de saber dónde se hallaba el vecino más antiguo de la ciudad. +Durante más de veinte años, antes de la época de que hablo, la posición +independiente del Administrador había conservado la Aduana de Salem al +abrigo del torbellino de las vicisitudes políticas que hacen +generalmente tan precario todo destino del Gobierno. Un militar,--uno de +los soldados más distinguidos de la Nueva Inglaterra,--se mantenía +firmemente sobre el pedestal de sus heroicos servicios; y, +considerándose seguro en su puesto, merced á la sabia liberalidad de los +Gobiernos sucesivos bajo los cuales había mantenido su empleo, había +sido también el áncora de salvación de sus subordinados en más de una +hora de peligro. El general Miller no era, por naturaleza, amigo de +variaciones: era un hombre de benévola disposición en quien la costumbre +ejercía no poco influjo, apegándose fuertemente á las personas cuyo +rostro le era familiar, y con dificultad se decidía á hacer un cambio, +aun cuando éste trajera aparejada una mejora incuestionable. Así es que +al tomar posesión de mi destino, hallé no pocos empleados ancianos. +Eran, en su mayor parte, antiguos capitanes de buque, que después de +haber rodado por todos los mares y haber resistido firmemente los +huracanes de la vida, habían al fin echado el ancla en este tranquilo +rincón del mundo, en donde con muy poco que los perturbara, excepto los +terrores periódicos de una elección presidencial, que podría dejarlos +cesantes, tenían asegurada la subsistencia y hasta casi una prolongación +de la vida; porque si bien tan expuestos como los otros mortales á los +achaques de los años y sus enfermedades, tenían evidentemente algún +talismán, amuleto ó algo por el estilo, que parecía demorar la +catástrofe inevitable. Se me dijo que dos ó tres de los empleados que +padecían de gota y reumatismo, ó quizá estaban clavados en sus lechos, +ni por casualidad se dejaban ver en la Aduana durante una gran parte del +año; pero una vez pasado el invierno, se arrastraban perezosamente al +calor de los rayos de Mayo ó Junio, desempeñando lo que ellos llamaban +su deber, y tomando de nuevo cama cuando mejor les parecía. Tengo que +confesar que abrevié la existencia oficial de más de uno de estos +venerables servidores de la República. Á petición mía, se les permitió +que descansaran de sus arduas labores; y poco después,--como si el único +objeto de su vida hubiera sido su celo por el servicio del +país,--pasaron á un mundo mejor. No deja sin embargo de servirme de +piadoso consuelo la idea de que, gracias á mi intervención, se les +concedió tiempo suficiente para que se arrepintieran de las malas y +corruptas costumbres en que, como cosa corriente, se supone que tarde ó +temprano cae todo empleado de Aduana, pues sabido es que de dicha +institución no arranca senda alguna que nos lleve derechamente al +Paraíso. + +La mayor parte de mis subordinados pertenecía á un partido político +distinto del mío. Y no fué poca fortuna para aquella venerable +fraternidad, que el nuevo Inspector no fuera lo que se llama un +politicastro, ni hubiera recibido su empleo en recompensa de servicios +prestados en el terreno de la política. De lo contrario, al cabo de un +mes de haber subido el ángel exterminador las escaleras de la Aduana, ni +un solo hombre del antiguo personal de funcionarios hubiera quedado en +pie. Y en remate de cuentas, no habría hecho ni más ni menos que +conformarse á la costumbre establecida en casos semejantes por la +política. Bien visible era que aquellos viejos lobos marinos temían que +yo hiciera algo parecido; y no poca pena, mezclada con cierta risa, +produjeron en mí los terrores á que dió origen mi llegada, al notar cómo +aquellos rostros curtidos por medio siglo de exposición á las +tempestades del mar, palidecían al ver á un individuo tan inofensivo +como yo; ó al percibir, cuando alguno me hablaba, el temblor de una vez +que, en años ya remotos, acostumbraba resonar en la bocina del buque tan +ronca y vigorosa que habría causado espanto al mismísimo Bóreas. Muy +bien sabían aquellos excelentes ancianos que, según las prácticas +usuales, y, respecto de algunos de ellos en razón de su falta de aptitud +para los negocios, deberían haber cedido sus puestos á hombres más +jóvenes, de distinto credo político, y más adecuados para el servicio de +nuestro Gobierno. Yo también lo sabía, pero no pude resolverme á +proceder de acuerdo con ese conocimiento. Por lo tanto, con grande y +merecido descrédito mío, y considerable detrimento de mi conciencia +oficial, continuaron, durante mi época de mando arrastrándose, como +quien dice, por los muelles, y subiendo y bajando las escaleras de la +Aduana. Una parte del tiempo, no poca en honor de la verdad, la pasaban +dormidos en sus rincones acostumbrados, con las sillas reclinadas contra +la pared, despertando sin embargo una ó dos veces al mediodía para +aburrirse mutuamente refiriéndose, por la milésima vez, sus viejas +historias marítimas y sus chistes ó enmohecidas jocosidades que ya todos +se sabían de memoria. + +Me parece que no tardaron en descubrir que el nuevo jefe era hombre de +buena pasta, de quien no había mucho que temer. De consiguiente, con +corazones contentos y con la íntima convicción de creerse empleados de +utilidad y provecho,--á lo menos en beneficio propio, si no en el de +nuestra amada patria,--estos santos varones continuaron desempeñando, +nominalmente, en realidad de verdad, sus varios empleos. ¡Con qué +sagacidad, auxiliados por sus grandes espejuelos, dirigían una mirada al +interior de las bodegas de los buques! ¡Qué gresca armaban á veces con +motivo de nimiedades, mientras otras, con maravillosa estupidez, dejaban +pasar por alto cosas verdaderamente dignas de toda atención! Cuando algo +por el estilo acontecía, por ejemplo, cuando un carromato cargado de +valiosas mercancías había sido trasbordado subrepticiamente á tierra, en +pleno mediodía, bajo sus mismas narices, sin que se lo olieran, era de +ver entonces la energía y actividad que desplegaban, cerrando á doble +llave todas las escotillas y aperturas del buque delincuente, redoblando +la vigilancia, de tal modo, que en vez de recibir una reprimenda por su +anterior negligencia, parecía que eran más bien acreedores á todo elogio +por su celo y sus medidas precautorias, después que el mal estaba hecho +y no tenía remedio. + +Á no ser que las personas con quienes tenga yo algún trato, sean en +extremo displicentes y desagradables, es mi costumbre, tonta si se +quiere, cobrarles afecto; pues las cualidades mejores de mis compañeros, +caso que las tengan, son las que comunmente noto, y constituyen el rasgo +saliente que me hace apreciar al hombre. Como la mayor parte de aquellos +viejos empleados del resguardo tenían buenas cualidades, y como mi +posición respecto de ellos era casi paternal y protectora, y favorable +por lo tanto al desarrollo de sentimientos amistosos, pronto se +granjearon todos mi cariño. En el verano, al mediodía, cuando los +fuertes calores que casi hacían derretir al resto del género humano +apenas si vivificaban sus soñolientos organismos, era sumamente grato +oirlos charlar recostados todos en hilera, como de costumbre, contra la +pared, trayendo á la memoria los chistes ya helados de pasadas +generaciones que se referían, medio balbuciendo, entre sonoras +carcajadas. He notado que, exteriormente por lo menos, la alegría de los +ancianos tiene muchos puntos de contacto con la de los niños, en cuanto +que ni la inteligencia ni un profundo sentimiento humorístico entran por +algo en el asunto. Tanto en el niño como en el anciano viene á ser á +manera de un rayo de sol que juguetea sobre la superficie, impartiendo +un aspecto luminoso y risueño, lo mismo á la rama verde del árbol, que +al tronco decaído y seco. Sin embargo, en uno es un verdadero rayo de +sol; en el otro, se asemeja más bien al brillo fosforescente de la +madera carcomida. + +Sería realmente injusto que el lector llegase á creer que todos mis +excelentes viejos amigos estaban chocheando. En primer lugar, no todos +eran ancianos: había, entre mis compañeros subordinados, hombres en toda +la lozanía y fuerza de la edad: hábiles, inteligentes, enérgicos, y en +todo y por todo superiores á la ocupación rutinaria á que los había +condenado su mala estrella. Además, las canas de más de uno cubrían un +cerebro dotado de inteligencia conservada en muy buenas condiciones. +Pero respecto á la mayoría de mi cuerpo de veteranos, no cometo +injusticia alguna si la califico, en lo general, de conjunto de seres +fastidiosos que de su larga y variada experiencia de la vida no habían +sacado nada que valiera la pena de conservarse. Se diría que, habiendo +esparcido á todos los vientos los granos de oro de la sabiduría práctica +que tuvieron tantas oportunidades de atesorar, habían conservado, con el +mayor esmero, tan sólo la inútil é inservible cáscara. Hablaban con +mayor interés y abundancia de corazón de lo que habían almorzado aquel +día, ó de la comida del anterior, ó de la que harían el siguiente, que +del naufragio de hace cuarenta ó cincuenta años, y de todas las +maravillas del mundo que habían visto con sus ojos juveniles. + +El abuelo de la Aduana, el patriarca, no sólo de este reducido grupo de +empleados, sino estoy por decir que de todo el personal respetable de +todas las Aduanas de los Estados Unidos, era cierto funcionario +inamovible. Podría apellidársele, con toda exactitud, el hijo legítimo +del sistema aduanero, nacido y criado en el regazo de esta noble +institución, como que su padre, coronel de la guerra de la +Independencia, y en otro tiempo Administrador de Aduana, había creado +para él un destino en una época que pocos de los hombres que hoy viven +pueden recordar. Cuando conocí á este empleado, tendría á cuestas sus +ochenta años, poco más ó menos: con las mejillas sonrosadas; cuerpo +sólido y trabado; levita azul de brillantes botones; paso vigoroso y +rápido, y aspecto sano y robusto, parecía, si no joven, por lo menos una +nueva creación de la Madre Naturaleza en forma de hombre, con quien ni +la edad ni los achaques propios de ella, nada tenían qué hacer. Su voz +y su risa, que resonaban constantemente en todos los ámbitos de la +Aduana, no adolecían de ese sacudimiento trémulo á manera de cacareo de +gallina tan común en la vejez: parecíase al canto de un gallo ó al +sonido de un clarín. Considerándole simplemente desde el punto de vista +zoológico,--y tal vez no había otro modo de considerarlo,--era un objeto +realmente interesante, al observar cuan saludable y sana era su +constitución, y la aptitud que en su avanzada edad tenía para gozar de +todos ó de casi todos los placeres á que siempre había aspirado. La +certidumbre de tener la existencia asegurada en la Aduana, viéndose +exento de cuidados, y casi sin temores de ser dado de baja, junto con el +salario que recibía puntualmente, habían sin duda contribuído á que los +años pasaran por él sin dejar ninguna huella. Sin embargo, había causas +mucho más poderosas, que consistían en la rara perfección de su +naturaleza física, la moderada proporción de su inteligencia, y el papel +tan reducido que desempeñaban en él las cualidades morales y +espirituales, que para decir la verdad, á duras penas bastaban para +impedir que el anciano caballero imitase en la manera de andar al rey +Nabucodonosor durante los años de su transformación. La fuerza de su +pensamiento era nula; la facultad de experimentar afectos, ninguna; y en +cuanto á sensibilidad, cero. En una palabra, en él no había sino unos +cuantos instintos que, auxiliados por el buen humor que era el resultado +inevitable de su bienestar físico, hacían las veces de corazón. Se había +casado tres veces, y otras tantas había enviudado: era el padre de +veinte niños, la mayor parte de los cuales había pagado, á diversas +edades, el tributo común á la madre tierra. Esto es bastante para +hacernos suponer que la naturaleza más feliz, el hombre más contento con +su suerte, tenía que dar cabida á un dolor suficiente para engendrar +cierto sentimiento de melancolía. ¡Nada de esto con nuestro anciano +empleado! En un breve suspiro se exhalaba toda la tristeza de estos +recuerdos; y al momento siguiente estaba tan dispuesto y alegre como un +niño; mucho más que el escribiente más joven de la Aduana que, á pesar +de no contar sino diez y nueve años de edad, era con todo un hombre más +grave y reposado que el octogenario oficial del resguardo. + +Yo estudiaba y observaba á este personaje patriarcal con una curiosidad +mayor que la que hasta entonces me hubiera inspirado ningún sér humano; +pues era, en realidad, un raro fenómeno: tan perfecto y completo, desde +un punto de vista, como superficial, ilusorio, impalpable, y +absolutamente insignificante desde cualquiera otro. Llegué á creer á +puño cerrado que ese individuo no tenía ni alma, ni corazón, ni +intelecto, ni nada, como ya he dicho, excepto instintos; y sin embargo, +de tal manera estaba compaginado lo poco que en realidad había en él, +que no producía una impresión penosa de deficiencia; antes al contrario, +por lo que á mí hace, me daba por muy satisfecho con lo que en él había +hallado. Difícil sería concebir su existencia espiritual futura, en +vista de lo completamente terrenal y material que parecía; pero es lo +cierto que su existencia en este mundo nuestro, suponiendo que terminara +con su último aliento, no le había sido concedida bajo duras +condiciones: su responsabilidad moral no era mayor que la de los seres +irracionales, aunque poseyendo mayores facultades que ellos para gozar +de la vida, y viéndose exento igualmente de los achaques y tristezas de +la vejez. + +En un particular les era vasta, inmensamente superior: en la facultad de +recordar las buenas comidas de que había disfrutado y que constituían no +pequeña parte de su felicidad terrenal. Era un gastrónomo consumado. +Oirle hablar de un asado, bastaba ya para despertar nuestro apetito; y +como nunca poseyó otras dotes superiores, ni pervirtió ni sacrificó +ningún don espiritual anteponiéndolo á la satisfacción de su paladar y +de su estómago, me causaba siempre gran placer oirle discurrir acerca +del pescado, de la volatería, de los mariscos, y de la diversidad de +carnes, espaciándose en lo referente al mejor modo de condimentarlos y +servirlos en la mesa. Sus reminiscencias de una buena comida, por +antigua que fuera su fecha, eran tan vivas que parecía que estaba +realmente aspirando el olor de un lechoncito asado ó de un pavo trufado. +Su paladar conservaba todavía el sabor de manjares que había comido +hacía sesenta ó setenta años, como si se tratara de las chuletas de +carnero del almuerzo de aquel día. Recordaba con verdadero deleite, con +fruición sin igual, un pedazo de lomo asado, ó un pollo especial, ó un +pavo digno de particular elogio, ó un pescado notable, ú otro manjar +cualquiera que adornó su mesa allá en los días de su primera juventud; +mientras los grandes acontecimientos de que había sido teatro el mundo +durante los largos años de su existencia, habían pasado por él como pasa +la brisa, sin dejar la menor huella. Hasta donde me ha sido dable +juzgar, el acontecimiento más trágico de su vida, fué cierto percance +con un pato que dejó de existir hace treinta ó cuarenta años, pato cuyo +aspecto auguraba momentos deliciosos; pero que una vez en la mesa, +resultó tan inveteradamente duro, que el trinchante no hizo mella alguna +en él, y hubo necesidad de apelar á una hacha y á un serrucho de mano +para dividirlo. + +Pero es tiempo ya de terminar este retrato, aunque tendría el mayor +placer en dilatarme en él indefinidamente, pues de todos los hombres que +he conocido, este individuo me parece el más apropósito para vista de +Aduana. La mayoría de las personas, debido á causas que no tengo tiempo +ni espacio para explicar, experimentan una especie de detrimento moral +en consecuencia del género peculiar de vida de dicha profesión. El +anciano funcionario era incapaz de experimentarlo; y si pudiera +continuar desempeñando su empleo hasta el fin de los siglos, seguiría +siendo tan bueno como era entonces, y se sentaría á la mesa para comer +con tan excelente apetito como de costumbre. + +Hay aún otra figura sin la cual mi galería de retratos de empleados de +la Aduana quedaría incompleta; pero que me contentaré simplemente con +bosquejar, porque mis oportunidades para estudiarla no han sido muchas. +Me refiero á nuestro Administrador, al bizarro y antiguo general Miller +quien, después de sus brillantes servicios militares y de haber +gobernado por algún tiempo uno de los incultos territorios del Oeste, +había venido, hacía veinte años, á pasar en Salem el resto de su +honorable y agitada vida. El valiente soldado contaba ya unos setenta +años de edad, y estaba abrumado de achaques que ni aun su marcial +espíritu, ni los recuerdos de sus altos hechos podían mitigar. Solo con +el auxilio de un sirviente, y asiéndose del pasamanos de hierro, podía +subir lenta y dolorosamente las escaleras de la Aduana; y luego, +arrastrándose con harto trabajo, llegar á su asiento de costumbre junto +á la chimenea. Allí permanecía observando con sereno semblante á los que +entraban y salían, en medio del rumor causado por la discusión de los +negocios, la charla de la oficina, el crujir de los papeles, etc., todo +lo cual parecía no influir en manera alguna en sus sentidos, ni mucho +menos penetrar, perturbándola, en la esfera de sus contemplaciones. Su +rostro, cuando el General se hallaba en semejante estado de quietud, era +benévolo y afable. Si alguno se le acercaba en demanda de algo, +iluminaba sus facciones una expresión de cortesía y de interés, que bien +á las claras demostraba que aun ardía interiormente el fuego sagrado, y +que sólo la corteza exterior se oponía al libre paso de su luz +intelectual. Cuanto más de cerca se le trataba, tanto más sana se +revelaba su inteligencia. Cuando no se veía como forzado á hablar ó á +prestar atención á lo que se le decía, pues ambas operaciones le +costaban evidentemente un esfuerzo, su rostro volvía á revestirse de la +tranquila placidez de costumbre. Debo agregar que su aspecto no dejaba +en el ánimo del que le contemplaba ninguna impresión penosa, pues nada +acusaba en él la decadencia intelectual propia de la vejez. Su armazón +corpórea, de suyo fuerte y maciza, no se estaba todavía desmoronando. + +Bajo condiciones tan poco favorables, era difícil estudiar su verdadero +carácter y definirlo, como lo sería, por ejemplo, reconstruir, por medio +de la imaginación, una antigua fortaleza como la de Ticonderoga, +teniendo á la vista sólo sus ruinas. Aquí y acullá tal vez se encuentre +un paño de muralla casi completo; pero en lo general se vé únicamente +una masa informe, oprimida por su mismo peso, y á la que largos años de +paz y de abandono han cubierto de hierbas y abrojos. + +Sin embargo, contemplando al viejo guerrero con afecto,--pues á pesar de +nuestro poco trato mutuo, los sentimientos que hacia él abrigaba, como +acontecía con cuantos le conocieron, no podían menos de ser +afectuosos,--pude discernir los rasgos principales de su carácter. +Descollaban en él las nobles y heroicas cualidades que ponían de +manifiesto que el nombre distinguido de que disfrutaba, no lo había +alcanzado por un mero capricho de la fortuna, sino con toda justicia. Su +actividad no fué hija de un espíritu inquieto, sino que necesitó siempre +algún motivo poderoso que le imprimiera el impulso; pero una vez puesta +en movimiento, y habiendo obstáculos que vencer, y un resultado valioso +que alcanzar, no fué hombre que cediera ni fracasara. El fuego que le +animó un tiempo, y que aún no estaba extinguido sino entibiado, no era +de esas llamaradas que toman cuerpo rápidamente, brillan y se apagan al +punto, sino una llama intensa y rojiza, como la de un hierro candente. +Solidez, firmeza, y peso: tal es lo que expresaba el reposado continente +del General en la época á que me refiero, aun en medio de la decadencia +que prematuramente se iba enseñoreando de su naturaleza; si bien puedo +imaginarme que, en circunstancias excepcionales, cuando se hallase +agitado por un sentimiento vivo que despertara su energía, que sólo +estaba adormecida, era capaz de despojarse de sus achaques, como un +enfermo de la ropa que le cubre, y arrojando á un lado el báculo de la +vejez, empuñar de nuevo el sable de batalla, y ser el guerrero de otros +tiempos. Y aun entonces su aspecto habría revelado calma. + +Semejante exhibición de sus facultades físicas es solo para concebirse +con la fantasía, y no fuera de desearse que se realizara. Lo que ví en +él--fueron los rasgos de una tenaz y decidida perseverancia, que en su +juventud pudiera haber sido obstinación; una integridad que, como la +mayor parte de sus otras cualidades, era maciza, sólida, tan poco dúctil +y tan inmanejable como una tonelada de mineral de hierro; y una +benevolencia que, á pesar del impetuoso ardor con que al frente de sus +soldados mandó las cargas á la bayoneta en Chippewa ó el Fuerte Erie, +era tan genuina y verdadera como la que pueda mover á cualquier +filántropo de nuestro siglo. Más de un enemigo, en el campo de batalla, +perdió la vida al filo de su acero; y ciertamente que muchos y muchos +quedaron allí tendidos, como en el prado la hierba segada por la +guadaña, á impulsos de aquellas cargas á que su espíritu comunicó su +triunfante energía. Pero de todos modos, nunca hubo en su corazón +crueldad bastante para poder ni aun despojar á una mariposa del polvo +brillante de sus alas. No conozco á otro hombre en cuya innata bondad +tanto pudiera yo confiar. + +Muchas de las cualidades características del General,--especialmente +las que habrían contribuído en sumo grado á que el bosquejo que voy +trazando se pareciese al original,--debían de haberse desvanecido ó +debilitado antes de que yo le hubiera visto por primera vez. Sabido es +que los atributos más delicados son también los que más pronto +desaparecen; ni tiene la naturaleza por costumbre adornar las ruinas +humanas con las flores de una nueva hermosura cuyas raíces yacen en las +grietas y hendeduras de los escombros de donde sacan su sustento, como +las que brotan en las arruinadas murallas de la fortaleza de +Ticonderoga; y sin embargo, en lo que toca á gracia y belleza, había en +él algo digno de atención. De vez en cuando iluminaba su rostro, de +agradable manera, un rayo de buen humor socarrón; mientras que también +podía notarse un rasgo de elegancia y gusto delicado natural, que no +siempre se vé en las almas viriles pasada la primera juventud, en el +placer que causaban al General la vista y fragancia de las flores. Es de +suponerse que un viejo guerrero estima, antes que todo, el sangriento +laurel para sus sienes; pero aquí se daba el ejemplo de un soldado que +participaba de las preferencias de una joven muchacha hacia las bellas +producciones de Flora. + +Allí, junto á la chimenea, acostumbraba sentarse el anciano y valiente +General; mientras el Inspector, que si podía evitarlo, raras veces +tomaba sobre sí la difícil tarea de entablar con él una conversación, se +complacía en quedarse á cierta distancia observando aquel apacible +rostro, casi en un estado de semi-somnolencia. Parecía como si estuviera +en otro mundo distinto del nuestro, aunque le veíamos á unas cuantas +varas de nosotros; remoto, aunque pasábamos junto á su sillón; +inaccesible, aunque podríamos alargar las manos y estrechar las suyas. +Era muy posible que allá, en las profundidades de sus pensamientos, +viviera una vida más real que no en medio de la atmósfera que le rodeaba +en la poco adecuada oficina de un Administrador de Aduana. Las +evoluciones de las maniobras militares; el tumulto y fragor de la +batalla; los bélicos sonidos de antigua y heroica música oída hacía +treinta años,--tales eran quizá las escenas y armonías que llenaban su +espíritu y se desplegaban en su imaginación. Entre tanto, los +comerciantes y los capitanes de buques, los dependientes de almacén y +los rudos marineros entraban y salían: en torno suyo continuaba el +mezquino ruido que producía la vida comercial y la vida de la Aduana: +pero ni con los hombres, ni con los asuntos que les preocupaban, parecía +que tuviera la más remota relación. Allí, en la Aduana, estaba tan fuera +de su lugar, como una antigua espada, ya enmohecida, después de haber +fulgurado en cien combates, pero conservando aun algún brillo en la +hoja, lo estaría en medio de las plumas, tinteros, pisapapeles y reglas +de caoba del bufete de uno de los empleados subalternos. + +Había especialmente una circunstancia que me ayudó mucho en la tarea de +reanimar y reconstruir la figura del vigoroso soldado que peleó en las +fronteras del Canadá, cerca del Niágara, del hombre de energía sencilla +y verdadera. Era el recuerdo de aquellas memorables palabras suyas--"¡Lo +probaré, señor!"--pronunciadas en los momentos mismos de llevar á cabo +una empresa tan heroica cuanto desesperada, y que respiraban el +indomable espíritu de la Nueva Inglaterra. Si en nuestro país se +premiase el valor con títulos de nobleza, esa frase,--que parece tan +fácil de emitir, pero que solamente él, ante el peligro y la gloria que +le esperaban, ha llegado á pronunciar,--esa frase, repito, sería el mote +mejor, y el más apropiado, para el escudo de armas del General. + +Mucho contribuye á la educación moral é intelectual de un hombre +hallarse en contacto diario con individuos de hábitos no parecidos á los +suyos, que no tienen interés alguno en sus ideas y ocupaciones, y que +nos fuerzan en cierto modo á salir de nosotros mismos, para poder +penetrar en la esfera en que se mueven sus pensamientos y sus aptitudes. +Los accidentes de mi vida me han proporcionado con frecuencia esta +ventaja; pero nunca de una manera tan completa y variada como durante el +tiempo que permanecí en la Aduana de Salem. Había allí, particularmente, +un hombre que me dió una nueva idea de lo que pudiera ser el talento, +gracias al estudio que hice de su carácter. Poseía realmente las dotes +que distinguen á un verdadero hombre de negocios: era vivo, muy listo, y +de clara inteligencia; de una rápida mirada veía donde estaba la +dificultad en los asuntos más embrollados, y tenía el don especial de +hacerla desaparecer como por encanto. Criado y desarrollado, como quien +dice, en la Aduana, era ésta el campo propio de su actividad; y las +muchas complicaciones de los negocios, tan molestas y enojosas para el +novicio, se presentaban á su vista con toda la sencillez de un sistema +perfectamente arreglado. Para mí, era ese individuo el ideal de su +clase, la encarnación de la Aduana misma, ó á lo menos el resorte +principal que mantenía en movimiento toda aquella maquinaria; porque en +una institución de este género, cuyos empleados superiores se nombran +merced á motivos especiales, y en que raras veces se tiene en cuenta su +aptitud para el acertado desempeño de sus deberes, es natural que esos +empleados busquen en otros las cualidades de que ellos carecen. Por lo +tanto, por una necesidad ineludible, así como el imán atrae las +partículas de acero, del mismo modo nuestro hombre de negocios atraía +hacia sí las dificultades con que cada uno tropezaba. Con una +condescendencia notable, y sin molestarse por nuestra estupidez,--que +para una persona de su género de talento debía de ser punto menos que un +crimen,--lograba en un momento hacernos ver claro como la luz del día, +lo que á nosotros nos había parecido incomprensible. Los comerciantes le +tenían en tanto aprecio como nosotros, sus compañeros de oficina. Su +integridad era perfecta; innata, más bien que resultado de principios +fijos de moralidad. Ni podía ser de otro modo, pues en un hombre de una +inteligencia tan lúcida y exacta como la suya, la honradez completa y la +regularidad suma en la administración de los negocios, tenían que ser +las cualidades dominantes. Una mancha en su conciencia, respecto á +cualquiera cosa que se relacionase con sus deberes de empleado, habría +atormentado á una persona semejante, del mismo modo, aunque en un grado +mucho mayor, que un error en el balance de una cuenta, ó un borrón de +tinta en la bella página de un libro del Registro. En suma, hallé en él +lo que raras veces he visto en el curso de mi vida,--un hombre que se +adaptaba perfectamente al desempeño de su empleo. + +Tales eran algunos de los individuos con quienes me puse en contacto al +entrar en la Aduana. Acepté de buen talante una ocupación tan poco en +armonía con mis hábitos y mis inclinaciones, y me puse con empeño á +sacar de mi situación el mejor partido posible. Después de haberme visto +asociado á los trabajos y á los planes impracticables de mis soñadores +compañeros del _Brook Farm_;[7] después de haber vivido tres años bajo +el influjo sutil de una inteligencia como la de Emerson; después de +aquellos días pasados en Assabeth en fantásticas especulaciones en +compañía de Ellery Channing, junto á los trozos de leña que ardían en +nuestra chimenea; después de hablar con Thoreau acerca de los pinos y de +las reliquias de los indios, en su retiro de Walden; después de haberme +vuelto en extremo exigente, merced á la influencia de la elegante +cultura clásica de Hillard; después de haberme saturado de sentimientos +poéticos en el hogar de Longfellow,[8]--era en verdad tiempo de que +empezara á ejercer otras facultades del espíritu, y que me alimentase +con un manjar hacia el cual, hasta entonces no me sentía muy inclinado. +Hasta el octogenario oficial del resguardo de que he hablado antes, me +parecía, como cambio de dieta, muy apetecible para un hombre que había +conocido á Alcott.[9] Tengo para mí que, en cierto sentido, es prueba +evidente de una constitución bien equilibrada, y de una organización en +que no falta nada esencial, el hecho de que, á pesar de haberme asociado +algún tiempo con hombres tales como los que acabo de mencionar, hubiera +podido mezclarme después con individuos de cualidades completamente +distintas, sin quejarme del cambio. + +La Literatura, su ejercicio y sus fines, eran á la sazón objetos de poca +monta para mí. En esa época no tenía por los libros interés alguno. La +naturaleza--excepto la humana--la naturaleza visible en cielo y tierra, +puede decirse que no existía para mis ojos; y toda aquella delicia con +que la imaginación la había idealizado en otros tiempos, se había +desvanecido en mi espíritu. Como suspensos é inanimados, si es que no me +habían abandonado por completo, se hallaban un cierto don y una cierta +facultad; y á no haber tenido la conciencia de que me era dado evocar, +cuando quisiera, todo lo que realmente tenía algún valor en lo pasado, +mi posición habría sido infinitamente triste y desconsoladora. +Seguramente era esta una clase de vida que no podía llevarse con +impunidad por mucho tiempo; de lo contrario, me habría convertido, de un +modo permanente, en algo distinto de lo que siempre había sido, sin +transformarme tampoco en algo que valiera la pena de aceptarse. Pero +nunca consideré aquel estado de vida sino transitorio, pues una especie +de instinto profético, una voz misteriosa me murmuraba continuamente al +oído, diciéndome que en una época, no lejana, y cuando para bien mío +fuera necesario un cambio, éste se efectuaría. + +Entre tanto, ahí me estaba yo, todo un Inspector de Aduana, y hasta +donde me ha sido posible comprenderlo, tan bueno como se pueda desear; +porque un hombre que siente, que piensa, y que está dotado de +imaginación (aunque fueran sus facultades diez veces superiores á la del +Inspector) puede, en cualquiera tiempo, ser un hombre de negocios, si +quiere tomarse el trabajo de dedicarse á ellos. Mis compañeros de +oficina, los comerciantes y los capitanes de buques con quienes mis +deberes oficiales me pusieron en contacto, me tenían sólo por hombre de +negocios, y probablemente ignoraban por completo que fuera otra cosa. +Creo que ninguno había leído nunca una página de mis escritos, ni +hubiera pesado yo un adarme más en la balanza de su consideración, +aunque hubiesen leído todo lo que he borroneado: aun hay más, poco +habría importado que esas mal aventuradas páginas hubieran sido +escritas con la pluma de un Burns ó la de un Chaucer,[10] que en su +tiempo fueron como yo empleados de Aduana. No deja de ser una buena +lección, aunque á veces algo dura, para el que ha soñado con la fama +literaria y con la idea de crearse, por medio de sus obras, un nombre +respetado entre las celebridades del mundo, descubrir de buenas á +primeras que, fuera del círculo estrecho en que se tiene noticia de sus +méritos y presunciones, nada de lo que ha llevado á cabo, ni nada de +aquello á que aspira, tiene importancia ó significación alguna. No creo +que yo tenía una necesidad especial de recibir lección semejante, ni +siquiera como aviso preventivo y saludable, pero ello es que la recibí +por completo, bien que no me causó ningún dolor, ni me costó un solo +suspiro. Cierto es también que en materia de literatura, un oficial de +marina que entró á servir en la Aduana al mismo tiempo que yo, con +frecuencia echaba su cuarto á espadas conmigo en discusiones acerca de +uno de sus dos temas favoritos: Napoleón y Shakespeare; y que también +uno de los escribientes del Administrador, aun muy joven y que llenaba, +según se decía en voz baja, las blancas cuartillas de papel de la Aduana +con lo que á cierta distancia tenía la apariencia de versos, de cuando +en cuando me hablaba de libros, como de un asunto que quizá me sería +familiar. Á esto se reducía todo mi comercio literario, y debo confesar +que era más que suficiente para satisfacción de mis necesidades +intelectuales. + +Pero aunque hacía tiempo que no trataba de que mi nombre recorriese el +mundo impreso en el frontis de un libro, ni me importaba, no podía sin +embargo menos de sonreirme al pensar que tenía entonces otra clase de +boga. El marcador de la Aduana lo imprimía, con un patrón y pintura +negra, en los sacos de pimienta, en las cajas de tabacos, en las pacas +de todas las mercancías sujetas á derechos, como testimonio de que estos +artículos habían pagado el impuesto y pasado por la Aduana. Llevado en +tan extraño vehículo de la fama, iba mi nombre á donde jamás había +llegado antes, y á donde espero que nunca irá de nuevo. + +Pero el pasado no había muerto por completo. De vez en cuando, los +pensamientos que en otro tiempo parecían tan vitales y tan activos, pero +que se habían entregado al reposo de la manera más tranquila del mundo, +cobraban vida y vigor. Una de las ocasiones en que mis hábitos de otros +días renacieron, fué la que dió margen á que ofrezca al público el +bosquejo que estoy trazando. + +En el segundo piso de la Aduana hay una vasta habitación cuyas vigas y +enladrillado nunca han sido cubiertos con torta y artesonado. El +edificio, que se ideó en una escala en armonía con el antiguo espíritu +comercial del puerto y la esperanza de una prosperidad futura que nunca +había de realizarse, tiene más espacio del que era necesario y al que no +se puede dar uso alguno. Por lo tanto, el gran salón que está encima de +las habitaciones del Administrador, se ha quedado por concluir, y á +pesar de las telarañas que adornan sus empolvadas vigas, parece como que +espera la mano del carpintero y del albañil. En una extremidad de dicha +habitación había cierto número de barriles, amontonados unos sobre +otros, y llenos de líos de documentos oficiales, de los cuales gran +número yacía también en el pavimento. ¡Tristeza causaba pensar en los +días, y semanas, y meses y años de trabajo que se habían empleado en +esos papeles enmohecidos, que eran ahora simplemente un estorbo, ó +estaban ocultos en un olvidado rincón donde jamás ojos humanos les +darían una mirada! Pero también, ¡cuántas resmas y resmas de otros +manuscritos, llenos, no de las fastidiosas fórmulas oficiales, sino de +los pensamientos de una clara inteligencia y de las ricas efusiones de +un corazón sensible, han ido á parar igualmente al olvido más completo! +Y lo más triste de todo, sin que en su tiempo, como las pilas de papeles +de la Aduana, hubieran proporcionado á aquellos que los borronearon las +comodidades y medios de subsistencia que obtuvieron los aduaneros con +los rasgos inservibles y comunes de sus plumas. Sin embargo, esto último +no es completamente exacto, pues no carecen de valor para la historia +local de Salem; y en esos papeles podrían descubrirse noticias y datos +estadísticos del antiguo tráfico del puerto, y recuerdos de sus grandes +comerciantes y otros magnates de la época, cuyas inmensas riquezas +comenzaron á ir á menos mientras sus cenizas estaban aún calientes. En +esos papeles pudiera hallarse el origen de los fundadores de la mayor +parte de las familias que constituyen ahora la aristocracia de Salem, +desde sus obscuros principios cuando se dedicaban á trafiquillos de poca +monta, hasta lo que hoy consideran sus descendientes una jerarquía +establecida de larga fecha. + +Es lo cierto que hay una gran escasez de documentos oficiales relativos +á la época anterior á la Revolución, circunstancia que muchas veces he +lamentado, pues esos papeles podrían haber contenido numerosas +referencias á personas ya olvidadas, ó de que aún se conserva recuerdo, +así como á antiguas costumbres que me habrían proporcionado el mismo +placer que experimentaba cuando encontraba flechas de indios en los +campos cerca de la Antigua Mansión. + +Pero un día lluvioso, en que no tenía mucho en que ocuparme, tuve la +buena fortuna de hacer un descubrimiento de algún interés. Revolviendo +aquella pila de papeles viejos, y huroneando entre ellos; desdoblando +alguno que otro documento, y leyendo los nombres de los buques que +luengos años ha desaparecieron en el fondo del océano, ó se pudrieron en +los muelles, así como los de los comerciantes que ya no se mencionan en +la Bolsa, ni aún apenas pueden descifrarse en las dilapidadas losas de +sus tumbas; contemplando esos papeles con aquella especie de +semi-interés melancólico que inspiran las cosas que no sirven ya para +nada, me vino á las manos un paquete pequeño cuidadosamente envuelto en +un pedazo de antiguo pergamino amarillo. Esta cubierta tenía el aspecto +de un documento oficial de un período remoto, cuando los escribientes +trazaban sus signos en materiales de mayor solidez que los nuestros. +Había en el paquete algo que despertó vivamente mi curiosidad y me llevó +á deshacer la cinta de un rojo desvanecido que lo ataba, animado de la +idea de que iba á sacar á luz un tesoro. Al desdoblar el rígido +pergamino, ví que era el nombramiento expedido por el Gobernador Shirley +en favor de un tal Jonatán Pue para el empleo de Inspector de las +Aduanas de Su Majestad en el puerto de Salem, en la Provincia de la +Bahía de Massachusetts. Recordé que había leído, creo que en los Anales +de Felt, la noticia del fallecimiento del Sr. Inspector Pue, ocurrido +hacía unos ochenta años; y que también en un periódico de nuestros días +había visto el relato de la extracción de sus restos mientras se +restauraba la Iglesia de San Pedro, en cuyo pequeño cementerio estaban +enterrados. Por más señas que sólo hallaron un esqueleto incompleto y +una enorme peluca bien conservada. Al examinar los papeles con mayor +detenimiento, ví que no eran oficiales, sino privados, y al parecer de +letra y puño del Inspector. La única explicación que pude darme del +porqué se encontraban en la pila de papeles de que he hablado, consiste +en que el Sr. Pue falleció repentinamente, y esos escritos, que +probablemente conservaba en su bufete oficial, nunca llegaron á manos de +sus herederos, por suponerse que tal vez se referían á asuntos del +servicio de la Aduana. + +Se me figura que las ocupaciones anexas á su empleo dejaban al antiguo +Inspector en aquellos tiempos muchas horas libres que dedicar á +investigaciones históricas locales y á otros asuntos de igual +naturaleza. No pequeña parte de los datos que hallé en los papeles de +que hablo, me sirvieron de mucho para el artículo titulado la CALLE +PRINCIPAL incluído en uno de mis libros. + +Pero lo que más me atrajo la atención en el misterioso paquete, fué algo +forrado con paño de un rojo hermoso, bien que bastante gastado y +desvanecido. Había también en el forro visibles huellas de un bordado de +oro, igualmente muy gastado, de tal modo que puede decirse que apenas +quedaba nada. Se conoce que había sido hecho á la aguja con sorprendente +habilidad; y las puntadas, como me aseguraron damas muy peritas en el +asunto, dan prueba patente de un arte ya perdido, que no es posible +restaurar, aunque se fueran sacando uno á uno los hilos del bordado. +Este harapo de paño color de escarlata,--pues los años y las polillas lo +habían reducido en realidad á un harapo, y nada más,--después de +examinado minuciosa y cuidadosamente parecía tener la forma de la letra +A. Cada una de las piernas ó trazos de la letra tenía precisamente tres +pulgadas y cuarto de longitud. No quedaba duda alguna que se había +ideado para adorno de un vestido; pero cómo debió de usarse, y cuál era +la categoría, dignidad ó empleo honorífico que en otros tiempos +significaba, era para mí un verdadero enigma que no tenía muchas +esperanzas de resolver. Y sin embargo, me produjo un extraño interés. +Mis miradas se fijaron tenazmente en la antigua letra de color +escarlata, y no querían apartarse de ella. Había con seguridad algún +sentido oculto en aquella letra, que merecía la pena de investigarse, y +que, por decirlo así, parecía emanar del símbolo místico, revelándose +sutilmente á mis sentimientos pero rehuyendo el análisis de la +inteligencia. + +Mientras me hallaba así, todo perplejo, pensando, entre otras cosas, que +acaso esa letra habría sido uno de los adornos de que hacían uso los +blancos para atraerse la atención de los indios, me la puse casualmente +sobre el pecho. El lector sin duda se sonreirá cuando le diga, aunque es +la pura verdad, que me pareció experimentar una sensación, que si no +enteramente física, casi era la de un calor abrasante; como si la letra +no fuera un pedazo de paño rojo, sino un hierro candente. Me estremecí, +é involuntariamente la dejé caer al suelo. + +La contemplación de la letra escarlata me había hecho descuidar el +examen de un pequeño rollo de papel negruzco al que servía de +envoltorio. Lo abrí al fin, y tuve la satisfacción de hallar, escrita de +puño y letra del antiguo Inspector de Aduana, una explicación bastante +completa de toda la historia. Había varios pliegos de papel de á folio +que contenían muchos particulares acerca de la vida y hechos de una tal +Ester Prynne, que parecía haber sido persona notable para nuestros +antepasados, allá á fines del siglo diez y siete. Algunos individuos, +muy entrados en años, que vivían aún en la época del Inspector Pue, y de +cuyos labios había éste oído la narración que confió al papel, +recordaban haberla visto cuando jóvenes, y cuando dicha Ester era ya muy +anciana, aunque no decrépita, y de aspecto majestuoso é imponente. De +tiempo inmemorial era su costumbre, según decían, recorrer el país como +enfermera voluntaria, haciendo todo el bien que podía, y dando consejos +en todas las materias, principalmente en las que se relacionaban con los +afectos del corazón, lo que dió lugar á que si muchos la reverenciaban +como á un ángel, otros la consideraran una verdadera calamidad. +Registrando más minuciosamente el manuscrito, hallé la historia de otros +actos y padecimientos de esta mujer singular, muchos de los cuales +encontrará el lector en la narración titulada "LA LETRA ESCARLATA"; +debiendo tenerse presente, que las circunstancias principales de dicha +historia son auténticas, como que cuentan con la autoridad que les da el +manuscrito del Inspector Pue. Los papeles originales, juntamente con la +letra escarlata, que diré de paso es una reliquia muy curiosa, están aún +en mi poder, y se mostrarán á quienquiera que, incitado por el interés +de esta narrativa, deseare verlos. Mas no por eso se crea que al +compaginar esta novela, y al idear los motivos y pasiones que influyeron +en los personajes que en ella figuran, me he ceñido servilmente á lo que +reza la docena de páginas del antiguo manuscrito. Al contrario, me he +tomado en ciertos puntos casi tanta libertad como si el asunto fuera +enteramente de mi invención. Lo que deseo afirmar es la autenticidad de +los hechos fundamentales de la historia. + +El incidente del manuscrito despertó en cierta manera mis antiguas +aficiones literarias. Me pareció ver en él la armazón de una novela. Fué +para mí, realmente, como si el antiguo Inspector, con su traje de hace +cien años, y su inmortal peluca, sepultada con él, pero que no pereció +en el sepulcro, me hubiera visitado en la desierta habitación de la +Aduana. Su porte tenía toda la dignidad de quien había desempeñado un +empleo de Su Majestad Británica, y estaba iluminado, por lo tanto, con +un rayo del esplendor que tan deslumbrantemente brilla en rededor del +trono. ¡Ah! ¡Cuán diferente es el aspecto de un empleado de la República +que, siendo un servidor del pueblo, se considera punto menos que un +cualquiera, é inferior al más ínfimo de sus señores! Imaginé que con su +mano espectral, la majestuosa figura del Inspector Pue me había dado el +símbolo escarlata y el pequeño manuscrito que lo explicaba; y que +también con su voz espectral me había exhortado á que, como una prueba +de deber filial y de respeto hacia él,--que podía considerarse +oficialmente mi antepasado,--diese al público sus lucubraciones ya +mohosas y roídas por la polilla.--"Haz esto,"--dijo el espectro del Sr. +Inspector Pue con un movimiento de cabeza que parecía tan imponente como +su imperecedera peluca,--"haz esto, y el lucro será todo tuyo. Pronto lo +necesitarás, pues estos tiempos no son como los míos en que los empleos +eran vitalicios, y á veces hereditarios. Pero te pido que en este asunto +de la anciana Señora Prynne, no olvides honrar como se debe la memoria +de tu predecesor."--Y yo respondí al espectro del Sr. Inspector +Pue:--"Lo haré." + +Por consiguiente, dediqué mis pensamientos á la historia de Ester +Prynne, que fué objeto de mis meditaciones muchas y muchas horas, +mientras me paseaba á lo largo de mi habitación, ó atravesaba cien y +cien veces el espacio, nada corto por cierto, que mediaba entre la +puerta principal de la Aduana y una de las laterales. Grandes eran el +fastidio y la molestia que experimentaban el octogenario empleado y los +pesadores y aforadores, cuyo sueño se veía perturbado implacablemente +por la acompasada y constante resonancia de mis pasos, de ida y vuelta +en mi continuo andar. Mis subordinados, recordando sus antiguas +ocupaciones, acostumbraban decir que el Inspector se estaba paseando en +la toldilla del buque. Probablemente imaginaban que mi único objeto era +despertar el apetito. Y en puridad de verdad, el único resultado valioso +de mi infatigable ejercicio de piernas era el desarrollo de un buen +apetito, aguzado por las ráfagas del viento del Este, que generalmente +soplaba en aquel lugar. Pero tan poco favorable era la atmósfera de la +Aduana para el cultivo de las delicadas producciones del espíritu, que +si yo hubiera permanecido allí cuarenta años, dudo mucho que la historia +de LA LETRA ESCARLATA hubiese visto jamás la luz pública. Mi cerebro se +había convertido en un espejo empañado que no reflejaba las figuras con +que trataba de poblarlo, ó si lo hacía era vaga y confusamente. Los +personajes de mi narración no querían entrar en calor, ni podía yo +convertirlos en materia dúctil con ayuda del fuego que ardía en mi +imaginación. Ni me era posible conseguir que los inflamara la llama de +la pasión, ni que experimentasen la ternura de sentimientos delicados, +sino que conservaban toda la rigidez de cuerpos sin vida, que fijaban en +mí sus horribles miradas como si me retaran desdeñosamente. Parecía que +me apostrofaban diciéndome: "¿Qué tienes tú que ver con nosotros? La +escasa facultad que en un tiempo poseíste para manejar las creaciones de +la fantasía, ha desaparecido. La trocaste en cambio de un poco del oro +del público. Vete á ganar tu sueldo." En una palabra: las inertes +criaturas, hijas de mi imaginación, me tachaban de imbecilidad, y no sin +algún fundamento. + +Y no solo durante las tres horas y media que consagraba diariamente al +desempeño de mis deberes en la Aduana sentía aquella especie de +parálisis, sino que me acompañaba en mis paseos por la orilla del mar y +por los campos, cuando, lo que no era frecuente, buscaba el vigorizador +encanto de la naturaleza que tanta frescura y actividad de pensamiento +me infundía desde el instante que traspasaba el umbral de la Antigua +Mansión. Ese mismo marasmo intelectual no me abandonaba en mi casa, ni +aún en la habitación que, sin saber á derechas por qué, llamaba yo mi +gabinete de estudio. Ni tampoco desaparecía cuando, muy entrada la +noche, me encontraba solo en mi salón desierto, iluminado únicamente por +el resplandor del fuego que ardía en la chimenea y la luz melancólica de +la luna, y trataba de representarme escenas imaginarias que me prometía +fijar al día siguiente en páginas de brillante descripción. + +Si las facultades creadoras se niegan á funcionar á semejante hora, hay +que perder toda esperanza de que jamás puedan hacerlo. La luz de la +luna, en una habitación que nos es familiar, dando de lleno en la +alfombra y dejando ver con toda claridad las figuras en ella dibujadas, +y haciendo igualmente visibles todos los objetos, por pequeños que sean, +aunque de un modo diferente que á la luz de la mañana ó del +mediodía,--es la situación más apropiada para que un novelista entre en +conocimiento con sus huéspedes ilusorios. Ahí está el espectáculo +doméstico que conocemos perfectamente: las sillas, cada una con su +distinta individualidad; la mesa del centro, con uno ó dos volúmenes y +una lámpara apagada; el sofá; el estante de libros; el cuadro que cuelga +en la pared: todos estos detalles, que se ven de una manera tan +completa, se presentan sin embargo tan idealizados por la misteriosa luz +de la luna, que se diría que pierden su verdadera realidad para +convertirse en cosas espirituales. Nada hay que sea demasiado pequeño ó +insignificante para que se libre de esta transformación, adquiriendo +con ella cierta dignidad. El zapatito de un niño; la muñeca, sentada en +su cochecito; el caballito de madera,--en una palabra, cualquier objeto +que se hubiere usado ó con que se hubiere jugado durante el día, reviste +ahora un aspecto extraño y singular, aunque sea tan perfectamente +visible como con la claridad del sol. De este modo el suelo de nuestro +cuarto se ha convertido en una especie de terreno en que lo real y lo +imaginario se confunden; algo así como una región intermediaria entre +nuestro mundo positivo y el país de las hadas. Aquí podrían entrar los +espectros sin causarnos temor: y de tal manera se adaptarían al medio +ambiente, que no experimentaríamos sorpresa alguna si, al dirigir la +vista á nuestro alrededor, descubriéramos la forma de un sér querido, +aunque ya ausente de este mundo, sentada tranquilamente á la luz de este +mágico rayo de luna, con un aspecto tal, que nos haría dudar si es que +ha regresado de la región ignota, ó si nunca se alejó del hogar +doméstico. + +La dudosa claridad que esparcen los carbones encendidos que arden en la +chimenea, tiende á producir el efecto que he tratado de describir. +Vierten una luz suave en toda la habitación, acompañada de una ligera +tinta rojiza en las paredes y en el cielo raso, y de un débil reflejo +del pulido barniz de los muebles. Esta luz, más caliente, se mezcla con +la frialdad de los rayos de la luna, y puede decirse que dota de +corazón, de ternura y de sensibilidad humana, las formas que evoca la +fantasía. De imágenes de nieve que son, las convierte en hombres y +mujeres. Dando una mirada al espejo, contemplamos la moribunda llama de +los carbones medio extinguidos, los pálidos rayos de la luna en el +pavimento, y una reproducción de toda la luz y sombra del cuadro, que +nos aleja más de lo real y nos acerca más á lo imaginario. En tal hora, +pues, y con semejante espectáculo á la vista, si un hombre sentado solo +en las altas horas de la noche, no puede idear cosas extrañas y +conseguir que tengan éstas un aire de realidad, debe abandonar para +siempre toda tentativa de escribir novelas. + +Por lo que á mí hace, durante todo el tiempo que permanecí en la Aduana, +la luz del sol ó de la luna, ó el resplandor de la lumbre de la +chimenea, eran idénticos en sus efectos; y tanto importaban, para el +caso, como la mísera llama de una vela de sebo. Cierto género de +aptitudes y de sensibilidad, juntamente con un don especial para sacar +partido de ellas,--ni muy grande ni de mucho valor por lo demás, pero lo +mejor de que yo podía disponer,--había desaparecido por completo. + +Creo, sin embargo, que si hubiera ensayado las fuerzas en otra clase de +composiciones, no habría hallado mis facultades tan obtusas é inertes. +Por ejemplo, podría haber puesto por escrito las narraciones de un +veterano capitán de buque, uno de los empleados del resguardo, con quien +me mostraría muy ingrato si no lo mencionara, pues apenas se pasaba un +día sin que me movieran á la vez á risa y admiración sus maravillosas +dotes de cuentista. Si hubiera podido conservar la fuerza pintoresca de +su estilo, y el colorido humorístico con que adornaba sus descripciones, +creo firmemente que el resultado habría sido algo nuevo en literatura. Ó +pudiera haberme dedicado fácilmente á una ocupación más seria. En medio +de mis diarias y prosaicas obligaciones era mi deseo, quizás insensato, +lanzarme en alas de la imaginación á siglos remotos, ó tratar de crear +las apariencias de la vida con materiales aéreos, cuando, á cada +instante, la impalpable belleza de mis burbujas de jabón se deshacía al +rudo contacto de algo real. Lo más cuerdo habría sido dedicar talento é +imaginación á los asuntos del día, y buscar resueltamente el verdadero é +indestructible valor que yace oculto en los pequeños y enojosos +incidentes y en los caracteres comunes que me eran familiares. La falta +fué mía. La página de la vida abierta ante mis ojos, me pareció vulgar y +fastidiosa, sólo por no haber penetrado yo más íntimamente su +significación. Allí había un libro mejor que el que jamás podré +escribir, que se me iba presentando hoja tras hoja, precisamente como +las llenaba la realidad de la hora fugitiva, y que se desvanecían con la +misma rapidez con que habían sido escritas, porque mi inteligencia +carecía de la profundidad necesaria para comprenderlas, y mi pluma de +habilidad suficiente para transcribirlas. Algún día recuerde quizás unos +cuantos fragmentos esparcidos por todas partes, y los reproduzca con +gran provecho mío, hallando que las letras se convierten en oro en las +páginas de mi libro. + +Pero estas ideas se me ocurrieron demasiado tarde. Á la sazón, tenía tan +solamente la conciencia de que lo que en un tiempo había sido un placer +para mí, era ahora una tarea irrealizable. No era ocasión para entrar en +lamentaciones acerca del estado de las cosas. Había cesado de ser un +escritor de historietas y de artículos, bastante malos, para convertirme +en un Inspector de Aduana tolerablemente bueno. Ni más ni menos. Sin +embargo, no es nada agradable verse acosado por la sospecha de que +nuestra inteligencia se va extinguiendo; ó que se va desvaneciendo, sin +darnos cuenta de ello, como el éter en una redoma, que hallamos más y +más reducido á cada mirada que le dirigimos. No me quedaba duda alguna +del hecho; y al examinarme á mí mismo y á otros de mis compañeros, +llegué á conclusiones no muy favorables relativamente al efecto que +produce un empleo del gobierno en el carácter de los individuos. Acaso +algún día me extienda más sobre la materia; por ahora, baste decir que +un empleado del resguardo, de larga fecha, á duras penas puede ser +persona digna de elogios ó de mucho respeto, por numerosas razones; +entre otras, por las circunstancias á que debe su destino; y luego, por +la naturaleza especial del mismo, que si bien muy honroso, como creo, es +esta una opinión de que no participa todo el género humano. + +Uno de los efectos que he notado, y creo que puede observarse más ó +menos en cada persona que haya tenido uno de esos destinos, es que al +paso que el hombre se reclina en el brazo poderoso de la República, su +propia fuerza individual le abandona. Si posee una gran suma de energía +natural, ó si el empleo público no ejerce en él su enervante influjo por +mucho tiempo, podrá recobrar sus facultades embotadas. El empleado que +ha perdido su destino, puede volver sobre sus pasos, y ser de nuevo todo +lo que era antes. Pero esto rara vez acontece, pues por lo regular +permanece en su puesto el tiempo necesario para que se efectúe su propia +perdición y decadencia, y entonces le ponen de patitas en la calle, para +que continúe su marcha por el camino de la vida como mejor pueda. +Teniendo conciencia de su propia debilidad, y de que todo el temple de +su espíritu ha desaparecido, en adelante sólo dirige miradas inquietas +en torno suyo en demanda de quien le auxilie. Su constante +esperanza,--que viene á ser una especie de alucinación que, á despecho +de todo lo que sea desalentador, y sin hacer alto en imposibilidades le +persigue mientras viva,--consiste en que al fin y al cabo, y en no +lejano tiempo, merced á una reunión de circunstancias felices, será +restablecido en su empleo. Esta esperanza, más que ninguna otra cosa, +mina por completo y hiere de muerte, desde sus principios, cualquiera +empresa que intente llevar á cabo. ¿Por qué trabajar y afanarse y tratar +de salir de la miseria en que se encuentra, si de un momento á otro el +brazo del Gobierno lo pondrá á flote? ¿Por qué procurar librarse la +subsistencia aquí con el sudor de su frente, ó ir á California á extraer +oro,[11] cuando no pasará mucho tiempo sin que ese mismo Gobierno le +haga feliz, poniendo en sus bolsillos, con intervalos mensuales, un +puñado de monedas brillantes procedentes de las arcas de la República? +No deja de ser curioso, y triste al mismo tiempo, observar cuán pronto +se inficiona con esta enfermedad un pobre diablo, por poco que haya +probado el turrón de un destinillo. El dinero del Gobierno tiene, bajo +este concepto, una cualidad semejante á la de los pactos con el demonio: +quien lo toca, tiene que andar muy listo, ó de lo contrario al fin y al +cabo, si no pierde su alma, como con el pacto mencionado, perderá muchas +de sus mejores cualidades: la fuerza, el valor y constancia, la +sinceridad, la confianza en sí mismo, y todo lo que constituye un +carácter varonil. + +¡Hermoso porvenir me esperaba por cierto! Y no porque el Inspector se +hubiese aplicado á sí propio la moral de la historia, ó pudiese admitir +que la continuación en su empleo, ó la cesantía, influiría en él de un +modo desastroso. Nada de eso: pero á pesar de todo, mis reflexiones +sobre el asunto no eran muy alentadoras. Comencé á volverme melancólico +é inquieto, examinando constantemente mi inteligencia para descubrir si +mis facultades estaban cabales, y ver qué detrimento habían +experimentado. Traté de calcular cuánto tiempo podría aun permanecer en +la Aduana, y salir de ella siendo todavía lo que se llama un hombre. +Para decir la verdad, comencé á temer que,--puesto que no habría sido +político declarar cesante á las calladas á un hombre de mi importancia, +ni es muy corriente en un empleado del Gobierno hacer dimisión de su +destino,--comencé á temer, repito, que podría darse conmigo el caso de +envejecer y hasta de volverme decrépito en mi puesto de Inspector, +convirtiéndome en algo parecido al octogenario empleado de marras. Y +¿por qué, en el curso de los largos años de la vida oficial que creía me +estaban aun reservados, no me sucedería al fin y á la postre lo mismo +que á mi venerable amigo; esto es, llegar á convertir la hora de la +comida en la más importante del día, y el resto del tiempo pasarlo +durmiendo á la sombra ó al calor del sol? ¡Triste perspectiva para un +hombre que hace consistir la felicidad en vivir en el pleno ejercicio +de sus facultades y de sus sentimientos! Pero durante todo este tiempo +me estuve atormentando inútilmente, porque la Providencia había +dispuesto la realización de cosas mucho mejores y benéficas para mí, que +las que yo mismo pude jamás idear. + +En el tercer año de mi empleo de Inspector hubo un acontecimiento +notable, cual fué la elección del General Taylor á la Presidencia de los +Estados Unidos. Para que se comprendan perfectamente las tribulaciones +de la vida de un empleado del Gobierno, es preciso considerarlo en los +primeros tiempos de la Administración de un Presidente que pertenece á +un partido político distinto del suyo. Su posición es entonces realmente +la más dificultosa y hasta desagradable en que pueda hallarse un infeliz +mortal, casi sin alternativa alguna en buen sentido, aunque lo que él +juzga como lo peor que le puede acontecer, sea tal vez lo mejor. Mas +para un hombre digno y sensible es bien doloroso saber que sus intereses +dependen de personas que ni le estiman ni le comprenden, y quienes más +bien tratarán de hacerle daño que de beneficiarlo. Ni deja tampoco de +sorprenderle, y mucho, al que supo conservar toda su calma durante una +contienda electoral, ver la sed de sangre que se desarrolla en la hora +del triunfo, y tener la conciencia de que él es una de las víctimas en +que los vencedores tienen fijas las miradas. Pocas cosas hay tan feas en +la naturaleza humana como esta tendencia á la crueldad, tan sólo porque +se tiene el poder de hacer daño, que llegué entonces á notar en personas +que después de todo no eran peores que sus vecinos. Si en vez de ser +una expresión metafórica, aunque muy apropiada, fuera un hecho real lo +de la guillotina aplicada á los empleados del Gobierno, después de una +nueva Administración, creo sinceramente que los miembros del partido +victorioso, en los primeros momentos de la agitación causada por su +triunfo, nos habrían cortado la cabeza á todos los del partido opuesto. + +Pero sea de ello lo que fuere, y á pesar de lo poco agradable que era mi +situación, hallé que tenía más de un motivo para congratularme de estar +del lado de los vencidos más bien que del de los vencedores. Si hasta +entonces no habían sido muy ardientes mis convicciones políticas, en +aquella hora de peligro y de adversidad comencé á sentir vivamente hacia +qué partido se inclinaban mis predilecciones; y no sin cierto dolor y +vergüenza llegué á vislumbrar que, según cálculos razonables, tenía yo +más probabilidades de conservar mi destino que mis otros +correligionarios políticos. Pero ¿quién puede ver en lo futuro más allá +de sus narices? Mi cabeza fué la primera que cayó. + +Tengo para mí, que cuando á un empleado lo declaran cesante, ó, para +hablar metafóricamente, le cortan la cabeza, rara vez, ó nunca, es +aquella la época más feliz de su vida. Sin embargo, como sucede en la +mayor parte de nuestros grandes infortunios, aun ese grave +acontecimiento trae aparejado consigo su remedio y su consuelo, con tal +de que la víctima trate de sacar el mejor partido de su desgracia. Por +lo que á mí respecta, el consuelo lo tenía á la mano, y ya se me había +presentado en mis meditaciones mucho tiempo antes de que fuera +absolutamente necesario apelar á ese remedio. En la Aduana de Salem, +como anteriormente en la Antigua Mansión, pasé tres años; tiempo más que +suficiente para que descansara mi cerebro fatigado y para que rompiera +con antiguos hábitos intelectuales y adoptara otros nuevos; y tiempo +también demasiado largo para la vida que llevé, tan completamente ajena +á mis inclinaciones naturales, sin haber hecho en realidad nada que +fuera provechoso ó agradable á algún sér humano, habiéndome retraído de +una labor que, por lo menos, habría satisfecho los latentes deseos de mi +espíritu. Además, la manera poco ceremoniosa con que le declararon +cesante, y el haber sido considerado como enemigo por sus adversarios +políticos, fué en cierto modo agradable al ex-Inspector de Aduana, +puesto que su apatía en los asuntos de la política,--su tendencia á +divagar, á merced de su voluntad, por el vasto y apacible campo en que +todo el género humano puede codearse sin reparo, antes que ceñirse á los +estrechos senderos en que los hermanos de un mismo hogar tienen que +separarse unos de otros,--había hecho que sus mismos correligionarios le +mirasen con cierta sospecha, dudando si en realidad les pertenecía. Pero +ahora, después de haber obtenido la corona del martirio, la duda +desapareció. Por otra parte, á pesar de lo poco heroica que es su +naturaleza, parecía más decoroso verse también arrastrado en la caída +del partido á que estaba afiliado, que no permanecer de pie cuando +tantos hombres, mucho más meritorios, iban cayendo día tras día; y, por +último, era eso preferible á quedarse cuatro años más en su puesto, á la +merced de una Administración hostil, para verse á la postre obligado á +definir su posición de nuevo, y mendigar tal vez la buena voluntad de +los vencedores.[12] + +Entretanto, la prensa periódica había tomado por su cuenta el asunto de +mi cesantía, y durante un par de semanas me exhibió ante el público en +mi nuevo estado de persona decapitada, deseando yo que me dejaran en paz +y me enterrasen al fin, como conviene á un hombre políticamente muerto. +Esto, hablando naturalmente en el sentido figurado, porque en la +realidad, todo este tiempo en que se trataba de mí en los periódicos +como del Inspector decapitado, tenía yo muy bien asegurada la cabeza en +los hombros, y había llegado á la excelente conclusión de que no hay mal +que por bien no venga; y empleando algunos cuantos reales en tinta, +papel y plumas, abrí mi olvidado escritorio, y me convertí de nuevo en +hombre de letras. + +Entonces fué cuando dediqué toda mi atención á las lucubraciones de mi +antiguo predecesor el Inspector de Aduana Sr. Pue; y como mis facultades +intelectuales se hallaban un tanto entorpecidas por la falta de +conveniente uso durante largo tiempo, pasó también alguno antes de que +me fuera dado trabajar en mi narración de una manera algo satisfactoria. +Y con todo, á pesar de que la obra absorbía por completo mis +pensamientos, ésta se presenta á mi vista con un aspecto sombrío y +grave, sin que la alegre un festivo rayo de sol, sin que se hagan sentir +mucho en ella las dulces y familiares influencias que á menudo suavizan +casi todas las escenas de la naturaleza y de la vida real, y debieran +suavizar también la pintura que de ellas se hace. Este efecto poco +halagüeño es quizás el resultado del período de agitación é +incertidumbre en que la historia tomó forma; sin que indique carencia de +buen humor en el espíritu del novelista, pues era más feliz mientras +divagaba entre la lobreguez de estas tristes fantasías suyas, que en +ninguna otra época desde que salió de la Antigua Mansión. Pero +continuando con la metáfora de la guillotina política, si este bosquejo +de la Aduana, que voy á terminar, pareciere por ventura demasiado +autobiográfico para que lo publique en vida una persona que, como su +autor, no es de mucho viso, téngase en cuenta que procede de un +caballero que lo escribe desde ultratumba. ¡La paz sea con el mundo! ¡Mi +bendición para mis amigos! ¡Mi perdón para mis enemigos! ¡Me encuentro +en la región del reposo! + +La vida de la Aduana yace en lo pasado, como si fuera un sueño. El +octogenario empleado del resguardo,--que, siento decirlo, murió hace +algún tiempo en consecuencia de la coz de un caballo, pues de lo +contrario habría vivido de seguro eternamente,--así como todos los demás +venerables personajes que se sentaban junto con él en la Aduana, se han +convertido para mí en sombras: imágenes de rostros arrugados y cabezas +blancas en canas, con quienes mi fantasía se ocupó algún tiempo y que ya +ha arrojado á lo lejos para siempre. Los comerciantes, cuyos nombres me +eran tan familiares hace sólo seis meses, estos hombres del tráfico que +parecía ocupaban una posición tan importante en el mundo,--¡cuán corto +tiempo se ha necesitado para separarme de todos ellos, y aun para +borrarlos de la memoria, hasta el punto de haberme sido preciso un +esfuerzo para recordar el rostro y nombre de alguno que otro! + +Pronto, igualmente, mi antigua ciudad nativa se me presentará al través +de la bruma de los recuerdos que la envolverá por todas partes, como si +no fuera una porción de este mundo real y positivo, sino una gran aldea +allá en una región nebulosa, con habitantes imaginarios que pueblan sus +casas de madera, y pasean por sus feas callejuelas y su calle principal +tan uniforme y poco pintoresca. Desde ahora en adelante cesa de ser una +realidad de mi vida: soy un ciudadano de otro lugar cualquiera. No lo +sentirán mucho las buenas gentes de Salem, pues aunque me he empeñado en +llegar con mis tareas literarias á ser algo á los ojos de esos paisanos +míos, y dejar una memoria grata de mi nombre en esa que ha sido cuna, +morada y cementerio de tantos de mis antepasados,--nunca encontré _allí_ +la atmósfera genial que requiere un hombre de letras para que se sazonen +debidamente los frutos de su inteligencia. Haré algo mejor entre otras +personas; y apenas tengo que añadir que aquellas, que me son tan +familiares, no echarán de menos mi ausencia. + + + + +LA LETRA ESCARLATA + + + + +I + +LA PUERTA DE LA PRISIÓN + + +Una multitud de hombres barbudos, vestidos con trajes obscuros y +sombreros de copa alta, casi puntiaguda, de color gris, mezclados con +mujeres unas con caperuzas y otras con la cabeza descubierta, se hallaba +congregada frente á un edificio de madera cuya pesada puerta de roble +estaba tachonada con puntas de hierro. + +Los fundadores de una nueva colonia, cualesquiera que hayan sido los +ensueños utópicos de virtud y felicidad que presidieran á su proyecto, +han considerado siempre, entre las cosas más necesarias, dedicar á un +cementerio una parte del terreno virgen, y otra parte á la erección de +una cárcel. De acuerdo con este principio, puede darse por sentado que +los fundadores de Boston edificaron la primera cárcel en las cercanías +de Cornhill, así como trazaron el primer cementerio en el lugar que +después llegó á ser el núcleo de todos los sepulcros aglomerados en el +antiguo campo santo de la Capilla del Rey. Es lo cierto que quince ó +veinte años después de fundada la población, ya la cárcel, que era de +madera, presentaba todas las señales exteriores de haber pasado algunos +inviernos por ella, lo que le daba un aspecto más sombrío que el que de +suyo tenía. El orín de que estaba cubierta la pesada obra de hierro de +su puerta, la dotaba de una apariencia de mayor antigüedad que la de +ninguna otra cosa en el Nuevo Mundo. Como todo lo que se relaciona de un +modo ú otro con el crimen, parecía no haber gozado nunca de juventud. +Frente á este feo edificio, y entre él y los carriles ó rodadas de la +calle, había una especie de pradillo en que crecían en abundancia la +bardana y otras malas hierbas por el estilo, que evidentemente +encontraron terreno apropiado en un sitio que ya había producido la +negra flor común á una sociedad civilizada,--la cárcel. Pero á un lado +de la puerta, casi en el umbral, se veía un rosal silvestre que en este +mes de Junio estaba cubierto con las delicadas flores que pudiera +decirse ofrecían su fragancia y frágil belleza á los reos que entraban +en la prisión, y á los criminales condenados que salían á sufrir su +pena, como si la naturaleza se compadeciera de ellos. + +La existencia de este rosal, por una extraña casualidad, se ha +conservado en la historia; pero no trataremos de averiguar si fué +simplemente un arbusto que quedó de la antigua selva primitiva después +que desaparecieron los gigantescos pinos y robles que le prestaron +sombra, ó si, como cuenta la tradición, brotó bajo las pisadas de la +santa Ana Hutchinson[13] cuando entró en la cárcel. Sea de ello lo que +fuere, puesto que lo encontramos en el umbral de nuestra narración, por +decirlo así, no podemos menos que arrancar una de sus flores y +ofrecérsela al lector, esperando que simbolice alguna apacible lección +de moral, ya se desprenda de estas páginas, ó ya sirva para mitigar el +sombrío desenlace de una historia de fragilidad humana y de dolor. + + + + +II + +LA PLAZA DEL MERCADO + + +El pradillo frente á la cárcel, del cual hemos hecho mención, se hallaba +ocupado hace unos doscientos años, en una mañana de verano, por un gran +número de habitantes de Boston, todos con las miradas dirigidas á la +puerta de madera de roble con puntas de hierro. En cualquiera otra +población de la Nueva Inglaterra, ó en un período posterior de su +historia, nada bueno habría augurado el aspecto sombrío de aquellos +rostros barbudos; se habría dicho que anunciaba la próxima ejecución de +algún criminal notable, contra el cual un tribunal de justicia había +dictado una sentencia, que no venía á ser sino la confirmación de la +expresada por el sentimiento público. Pero dada la severidad natural del +carácter puritano en aquellos tiempos, no podía sacarse semejante +deducción, fundándola sólo en el aspecto de las personas allí reunidas: +tal vez algún esclavo perezoso, ó algún hijo desobediente entregado por +sus padres á la autoridad civil, recibían un castigo en la picota. +Pudiera ser también que un cuákero ú otro individuo perteneciente á una +secta heterodoxa, iba á ser expulsado de la ciudad á punta de látigo; ó +acaso algún indio ocioso y vagamundo, que alborotaba las calles en +estado de completa embriaguez, gracias al aguardiente de los blancos, +iba á ser arrojado á los bosques á bastonazos; ó tal vez alguna +hechicera, como la anciana Señora Hibbins, la mordaz viuda del +magistrado, iba á morir en el cadalso. Sea de ello lo que fuere, había +en los espectadores aquel aire de gravedad que cuadraba perfectamente á +un pueblo para quien religión y ley eran cosas casi idénticas, y en cuyo +carácter se hallaban ambos sentimientos tan completamente amalgamados, +que cualquier acto de justicia pública, por benigno ó severo que fuese, +asumía igualmente un aspecto de respetuosa solemnidad. Poca ó ninguna +era la compasión que de semejantes espectadores podía esperar un +criminal en el patíbulo. Pero por otra parte, un castigo que en nuestros +tiempos atraería cierto grado de infamia y hasta de ridículo sobre el +culpable, se revestía entonces de una dignidad tan sombría como la pena +capital misma. + +Merece notarse que en la mañana de verano en que comienza nuestra +historia, las mujeres que había mezcladas entre la multitud, parecían +tener especial interés en presenciar el castigo cuya imposición se +esperaba. En aquella época las costumbres no habían adquirido ese grado +de pulimento en que la idea de las consideraciones sociales pudiera +retraer al sexo femenino de invadir las vías públicas, y si la +oportunidad se presentaba, de abrir paso á su robusta humanidad entre la +muchedumbre, para estar lo más cerca posible del cadalso, cuando se +trataba de una ejecución. En aquellas matronas y jóvenes doncellas de +antigua estirpe y educación inglesa había, tanto moral como físicamente, +algo más tosco y rudo que en sus bellas descendientes, de las que están +separadas por seis ó siete generaciones; porque puede decirse que cada +madre, desde entonces, ha ido trasmitiendo sucesivamente á su prole un +color menos encendido, una belleza más delicada y menos duradera, una +constitución física más débil, y aun quizás un carácter de menos fuerza +y solidez. Las mujeres que estaban de pie cerca de la puerta de la +cárcel en aquella hermosa mañana de verano, mostraban rollizas y +sonrosadas mejillas, cuerpos robustos y bien desarrollados con anchas +espaldas; mientras que el lenguaje que empleaban las matronas tenía una +rotundidad y desenfado que en nuestros tiempos nos llenaría de sorpresa, +tanto por el vigor de las expresiones cuanto por el volumen de la voz. + +--Honradas esposas,--dijo una dama de cincuenta años, de facciones +duras,--voy á deciros lo que pienso. Redundaría en beneficio público si +nosotras, las mujeres de edad madura, de buena reputación, y miembros de +una iglesia, tomásemos por nuestra cuenta la manera de tratar á +malhechoras como la tal Ester Prynne. ¿Qué pensáis, comadres? Si esa +buena pieza tuviera que ser juzgada por nosotras, las cinco que estamos +aquí, ¿saldría acaso tan bien librada como ahora con una sentencia cual +la dictada por los venerables magistrados? ¡No por cierto! + +--Buenas gentes, decía otra, se corre por ahí que el Reverendo Sr. +Dimmesdale, su piadoso pastor espiritual, se aflige profundamente de que +escándalo semejante haya sucedido en su congregación. + +--Los magistrados son caballeros llenos de temor de Dios, pero en +extremo misericordiosos, esto es la verdad,--agregó una tercera +matrona, ya entrada en la madurez de su otoño.--Á lo menos deberían +haber marcado con un hierro hecho ascua la frente de Ester Prynne. Yo os +aseguro que Madama Ester habría sabido entonces lo que era bueno. Pero +qué le importa á esa zorra lo que le han puesto en la cotilla de su +vestido. Lo cubrirá con su broche, ó con algún otro de esos adornos +paganos en boga, y la veremos pasearse por las calles tan fresca como si +tal cosa. + +--¡Ah!--dijo una mujer joven, casada, que parecía de natural más suave y +llevaba un niño de la mano,--dejadla que cubra esa marca como quiera; +siempre la sentirá en su corazón. + +--¿Qué estamos hablando aquí de marcas ó sellos infamantes, ya en el +corpiño del traje, en las espaldas ó en la frente?--gritó otra, la más +fea así como la más implacable de aquellas que se habían constituído +jueces por sí y ante sí.--Esta mujer nos ha deshonrado á todas, y debe +morir. ¿No hay acaso una ley para ello? Sí, por cierto: la hay tanto en +las Sagradas Escrituras como en los Estatutos de la ciudad. Los +magistrados que no han hecho caso de ella, tendrán que culparse á sí +propios, si sus esposas ó hijas se desvían del buen sendero. + +--¡El cielo se apiade de nosotros! buena dueña,--exclamó un hombre--¿no +hay por ventura más virtud en la mujer que la debida al temor de la +horca? Nada peor podría decirse. Silencio ahora, vecinas, porque van á +abrir la puerta de la cárcel y ahí viene en persona Madama Ester. + +La puerta de la cárcel se abrió en efecto, y apareció en primer lugar, á +semejanza de una negra sombra que sale á la luz del día, la torva y +terrible figura del alguacil de la población, con la espada al cinto y +en la mano la vara, símbolo de su empleo. El aspecto de este personaje +representaba toda la sombría severidad del Código de leyes puritanas, +que estaba llamado á hacer cumplir hasta la última extremidad. +Extendiendo la vara de su oficio con la mano izquierda, puso la derecha +sobre el hombro de una mujer joven á la que hacía avanzar, empujándola, +hasta que, en el umbral de la prisión, aquella le repelió con un +movimiento que indicaba dignidad natural y fuerza de carácter, y salió +al aire libre como si lo hiciera por su propia voluntad. Llevaba en los +brazos á un tierno infante de unos tres meses de edad, que cerró los +ojos y volvió la carita á un lado, esquivando la demasiada claridad del +día, cosa muy natural como que su existencia hasta entonces la había +pasado en las tinieblas de un calabozo, ó en otra habitación sombría de +la cárcel. + +Cuando aquella mujer joven, madre de la tierna criatura, se halló en +presencia de la multitud, fué su primer impulso estrechar á la niñita +contra el seno, no tanto por un acto de afecto maternal, sino más bien +como si quisiera de ese modo ocultar cierto signo labrado ó fijado en su +vestido. Sin embargo, juzgando, tal vez cuerdamente, que una prueba de +vergüenza no podría muy bien ocultar otra, tomó la criaturita en brazos, +y con rostro lleno de sonrojo, pero con sonrisa altiva y ojos que no +permitían ser humillados, dió una mirada á los vecinos que se hallaban +en torno suyo. Sobre el corpiño de su traje, en un paño de un rojo +brillante, y rodeada de bordado primoroso y fantásticos adornos de +hilos de oro, se destacaba la letra A. Estaba hecha tan artísticamente, +y con tal lujo de caprichosa fantasía, que producía el efecto de ser el +ornato final y adecuado de su vestido, que tenía todo el esplendor +compatible con el gusto de aquella época, excediendo en mucho á lo +permitido por las leyes suntuarias de la colonia. + +Aquella mujer era de elevada estatura, perfectamente formada y esbelta. +Sus cabellos eran abundantes y casi negros, y tan lustrosos que +reverberaban los rayos del sol: su rostro, además de ser bello por la +regularidad de sus facciones y la suavidad del color, tenía toda la +fuerza de expresión que comunican cejas bien marcadas y ojos +intensamente negros. El aspecto era el de una dama caracterizado, como +era usual en aquellos tiempos, más bien por cierta dignidad en el porte, +que no por la gracia delicada, evanescente é indescriptible que se +acepta hoy día como indicio de aquella cualidad. Y jamás tuvo Ester más +aspecto de verdadera señora, según la antigua significación de esta +palabra, que cuando salió de la cárcel. Los que la habían conocido antes +y esperaban verla abatida y humillada, se sorprendieron, casi se +asombraron al contemplar cómo brillaba su belleza, cual si le formaran +una aureola el infortunio é ignominia en que estaba envuelta. Cierto es +que un observador dotado de sensibilidad habría percibido algo +suavemente doloroso en sus facciones. Su traje, que seguramente fué +hecho por ella misma en la cárcel para aquel día, sirviéndole de modelo +su propio capricho, parecía expresar el estado de su espíritu, la +desesperada indiferencia de sus sentimientos, á juzgar por su +extravagante y pintoresco aspecto. Pero lo que atrajo todas las +miradas, y lo que puede decirse que transfiguraba á la mujer que la +llevaba,--de tal modo que los que habían conocido familiarmente á Ester +Prynne experimentaban la sensación de que ahora la veían por vez +primera,--era LA LETRA ESCARLATA, tan fantásticamente bordada é +iluminada que tenía cosida al cuerpo de su vestido. Era su efecto el de +un amuleto mágico, que separaba á aquella mujer del resto del género +humano y la ponía aparte, en un mundo que le era peculiar. + +--No puede negarse que tiene una aguja muy hábil, observó una de las +espectadoras; pero dudo mucho que exista otra mujer que haya ideado una +manera tan descarada de hacer patente su habilidad. ¿Á qué equivale +esto, comadres, sino á burlarse de nuestros piadosos magistrados, y +vanagloriarse de lo que esos dignos caballeros creyeron que sería un +castigo? + +--Bueno fuera,--exclamó la más cariavinagrada de aquellas viejas,--que +despojásemos á Madama Ester de su hermoso traje, y en vez de esa letra +roja tan primorosamente bordada, le claváramos una hecha de un pedazo de +esta franela que uso para mi reumatismo. + +--¡Oh! basta, vecinas, basta,--murmuró la más joven de las +circunstantes,--hablad de modo que no os oiga. ¡No hay una sola puntada +en el bordado de esa letra que no la haya sentido en su corazón! + +El sombrío alguacil hizo en este momento una señal con su vara. + +--Buena gente, haced plaza; ¡haced plaza en nombre del Rey! exclamó. +Abridle paso, y os prometo que Madama Ester se sentará donde todo el +mundo, hombre, mujer ó niño, podrá contemplar perfectamente y á su +sabor el hermoso adorno desde ahora hasta la una de la tarde. El cielo +bendiga la justa Colonia de Massachusetts, donde la iniquidad se vé +obligada á comparecer ante la luz del sol. Venid acá Madama Ester, y +mostrad vuestra letra escarlata en la plaza del mercado. + +Inmediatamente quedó un espacio franco al través de la turba de +espectadores. Precedida del alguacil, y acompañada de una comitiva de +hombres de duro semblante y de mujeres de rostro nada compasivo, Ester +Prynne se adelantó al sitio fijado para su castigo. Una multitud de +chicos de escuela, atraídos por la curiosidad y que no comprendían de lo +que se trataba, excepto que les proporcionaba medio día de asueto, la +precedía á todo correr, volviendo de cuando en cuando la cabeza ya para +fijar las miradas en ella, ya en la tierna criaturita, ora en la letra +ignominiosa que brillaba en el seno de la madre. En aquellos tiempos la +distancia que había de la puerta de la cárcel á la plaza del mercado no +era grande; sin embargo, midiéndola por lo que experimentaba Ester, +debió de parecerle muy larga, porque á pesar de la altivez de su porte, +cada paso que daba en medio de aquella muchedumbre hostil era para ella +un dolor indecible. Se diría que su corazón había sido arrojado á la +calle para que la gente lo escarneciera y lo pisoteara. Pero hay en +nuestra naturaleza algo, que participa de lo maravilloso y de lo +compasivo, que nos impide conocer toda la intensidad de lo que +padecemos, merced al efecto mismo de la tortura del momento, aunque más +tarde nos demos cuenta de ello por el dolor que tras sí deja. Por lo +tanto, con continente casi sereno sufrió Ester esta parte de su castigo, +y llegó á un pequeño tablado que se levantaba en la extremidad +occidental de la plaza del mercado, cerca de la iglesia más antigua de +Boston, como si formara parte de la misma. + +En efecto, este cadalso constituía una parte de la maquinaria penal de +aquel tiempo, y si bien desde hace dos ó tres generaciones es +simplemente histórico y tradicional entre nosotros, se consideraba +entonces un agente tan eficaz para la conservación de las buenas +costumbres de los ciudadanos, como se consideró más tarde la guillotina +entre los terroristas de la Francia revolucionaria. Era, en una palabra, +el tablado en que estaba la picota: sobre él se levantaba la armazón de +aquel instrumento de disciplina, de tal modo construído que, sujetando +en un agujero la cabeza de una persona, la exponía á la vista del +público. En aquella armazón de hierro y madera se hallaba encarnado el +verdadero ideal de la ignominia; porque no creo que pueda hacerse mayor +ultraje á la naturaleza humana, cualesquiera que sean las faltas del +individuo, como impedirle que oculte el rostro por un sentimiento de +vergüenza, haciendo de esa imposibilidad la esencia del castigo. Con +respecto á Ester, sin embargo, como acontecía más ó menos +frecuentemente, la sentencia ordenaba que estuviera de pie cierto tiempo +en el tablado, sin introducir el cuello en la argolla ó cepo que dejaba +expuesta la cabeza á las miradas del público. Sabiendo bien lo que tenía +que hacer, subió los escalones de madera, y permaneció á la vista de la +multitud que rodeaba el tablado ó cadalso. + +La escena aquella no carecía de esa cierta solemnidad pavorosa que +producirá siempre el espectáculo de la culpa y la vergüenza en uno de +nuestros semejantes, mientras la sociedad no se haya corrompido lo +bastante para que le haga reir en vez de estremecerse. Los que +presenciaban la deshonra de Ester Prynne no se encontraban en ese caso. +Era gente severa y dura, hasta el extremo de que habrían contemplado su +muerte, si tal hubiera sido la sentencia, sin un murmullo ni la menor +protesta; pero no habrían podido hallar materia para chistes y +jocosidades en una exhibición como esta de que hablamos: y dado caso que +hubiese habido alguna disposición á convertir el castigo aquel en asunto +de bromas, toda tentativa de este género habría sido reprimida con la +solemne presencia de personas de tanta importancia y dignidad como el +Gobernador y varios de sus consejeros: un juez, un general, y los +ministros de justicia de la población, todos los cuales estaban sentados +ó se hallaban de pie en un balcón de la iglesia que daba á la +plataforma. Cuando personas de tanto viso podían asistir á tal +espectáculo, sin arriesgar la majestad ó la reverencia debida á su +jerarquía y empleo, era fácil de inferirse que la aplicación de una +sentencia legal debía de tener un significado tan serio cuanto eficaz; y +por lo tanto, la multitud permanecía silenciosa y grave. La infeliz +culpable se portaba lo mejor que le era dado á una mujer que sentía +fijas en ella, y concentradas en la letra escarlata de su traje, mil +miradas implacables. Era un tormento insoportable. + +Hallándose Ester dotada de una naturaleza impetuosa y dejándose llevar +de su primer impulso, había resuelto arrostrar el desprecio público, por +emponzoñados que fueran sus dardos y crueles sus insultos; pero en el +solemne silencio de aquella multitud había algo tan terrible, que +hubiera preferido ver esos rostros rígidos y severos descompuestos por +las burlas y sarcasmos de que ella hubiese sido el objeto; y si en medio +de aquella muchedumbre hubiera estallado una carcajada general, en que +hombres, mujeres, y hasta los niños tomaran parte, Ester les habría +respondido con amarga y desdeñosa sonrisa. Pero abrumada bajo el peso +del castigo que estaba condenada á sufrir, por momentos sentía como si +tuviera que gritar con toda la fuerza de sus pulmones y arrojarse desde +el tablado al suelo, ó de lo contrario volverse loca. + +Había sin embargo intervalos en que toda la escena en que ella +desempeñaba el papel más importante, parecía desvanecerse ante sus ojos, +ó á lo menos, brillaba de una manera indistinta y vaga, como si los +espectadores fueran una masa de imágenes imperfectamente bosquejadas ó +de apariencia espectral. Su espíritu, y especialmente su memoria, tenían +una actividad casi sobrenatural, y la llevaban á la contemplación de +algo muy distinto de lo que la rodeaba en aquellos momentos, lejos de +esa pequeña ciudad, en otro país donde veía otros rostros muy diferentes +de los que allí fijaban en ella sus implacables miradas. Reminiscencias +de la más insignificante naturaleza, de sus juegos infantiles, de sus +días escolares, de sus riñas pueriles, del hogar doméstico, se agolpaban +á su memoria mezcladas con los recuerdos de lo que era más grave y serio +en los años subsecuentes, un cuadro siendo precisamente tan vivo y +animado como el otro, como si todos fueran de igual importancia, ó +todos un simple juego. Tal vez era aquello un recurso que +instintivamente encontró su espíritu para librarse, por medio de la +contemplación de estas visiones de su fantasía, de la abrumadora +pesadumbre de la realidad presente. + +Pero sea de ello lo que fuere, el tablado de la picota era una especie +de mirador que revelaba á Ester todo el camino que había recorrido desde +los tiempos de su feliz infancia. De pie en aquella triste altura, vió +de nuevo su aldea nativa en la vieja Inglaterra y su hogar paterno: una +casa semi-derruida de piedra obscura, de un aspecto que revelaba +pobreza, pero que conservaba aún sobre el portal, en señal de antigua +hidalguía, un escudo de armas medio borrado. Vió el rostro de su padre, +de frente espaciosa y calva y venerable barba blanca que caía sobre la +antigua valona del tiempo de la reina Isabel de Inglaterra. Vió también +á su madre, con aquella mirada de amor llena de ansiedad y de cuidado, +siempre presente en su recuerdo y que, aún después de su muerte, con +frecuencia y á manera de suave reproche, había sido una especie de +preventivo en la senda de su hija. Vió su propio rostro, en el esplendor +de su belleza juvenil é iluminando el opaco espejo en que acostumbraba +mirarse. Allí contempló otro rostro, el de un hombre ya entrado en años, +pálido, delgado, con fisonomía de quien se ha dedicado al estudio, ojos +turbios y fatigados por la lámpara á cuya luz leyó tanto ponderoso +volumen y meditó sobre ellos. Sin embargo, esos mismos fatigados ojos +tenían un poder extraño y penetrante cuando el que los poseía deseaba +leer en las conciencias humanas. Esa figura era un tanto deformada, con +un hombro ligeramente más alto que el otro. Después vió surgir en la +galería de cuadros que le iba presentando su memoria, las intrincadas y +estrechas calles, las altas y parduscas casas, las enormes catedrales y +los edificios públicos de antigua fecha y extraña arquitectura de una +ciudad europea, donde le esperaba una nueva vida, siempre relacionándose +con el sabio y mal formado erudito. Finalmente, en lugar de estas +escenas y de esta especie de variable panorama, se le presentó la ruda +plaza del mercado de una colonia puritana con todas las gentes de la +población reunidas allí y dirigiendo las severas miradas á Ester +Prynne,--sí, á ella misma,--que estaba en el tablado de la picota, con +una tierna niña en los brazos, y la letra A, de color escarlata, +fantásticamente bordada con hilo de oro, sobre su seno. + +¿Sería aquello verdad? Estrechó á la criaturita con tal fuerza contra el +seno, que la hizo dar un grito: bajó entonces los ojos, y fijó las +miradas en la letra escarlata, y aún la palpó con los dedos para tener +la seguridad de que tanto la niñita como la vergüenza á que estaba +expuesta eran reales. Sí: eran realidades--¡todo lo demás se había +desvanecido! + + + + +III + +EL RECONOCIMIENTO + + +De esta intensa sensación y convencimiento de ser el objeto de las +miradas severas y escudriñadoras de todo el mundo, salió al fin la mujer +de la letra escarlata al percibir, en las últimas filas de la multitud, +una figura que irresistiblemente embargó sus pensamientos. Allí estaba +en pie un indio vestido con el traje de su tribu; pero los hombres de +piel cobriza no eran visitas tan raras en las colonias inglesas, que la +presencia de uno pudiera atraer la atención de Ester en aquellas +circunstancias, y mucho menos distraerla de las ideas que preocupaban su +espíritu. Al lado del indio, y evidentemente en compañía suya, había un +hombre blanco, vestido con una extraña mezcla de traje semi-civilizado y +semi-salvaje. + +Era de pequeña estatura, con semblante surcado por numerosas arrugas y +que sin embargo no podía llamarse el de un anciano. En los rasgos de su +fisonomía se revelaba una inteligencia notable, como la de quien hubiera +cultivado de tal modo sus facultades mentales, que la parte física no +podía menos que amoldarse á ellas y revelarse por rasgos inequívocos. +Aunque merced á un aparente desarreglo de su heterogénea vestimenta +había tratado de ocultar ó disimular cierta peculiaridad de su figura, +para Ester era evidente que uno de los hombros de este individuo era más +alto que el otro. No bien hubo percibido aquel rostro delgado y aquella +ligera deformidad de la figura, estrechó á la niña contra el pecho, con +tan convulsiva fuerza, que la pobre criaturita dió otro grito de dolor. +Pero la madre no pareció oirlo. + +Desde que llegó á la plaza del mercado, y algún tiempo antes que ella le +hubiera visto, aquel desconocido había fijado sus miradas en Ester. Al +principio, de una manera descuidada, como hombre acostumbrado á +dirigirlas principalmente dentro de sí mismo, y para quien las cosas +externas son asunto de poca monta, á menos que no se relacionen con algo +que preocupe su espíritu. Pronto, sin embargo, las miradas se volvieron +fijas y penetrantes. Una especie de horror puede decirse que retorció +visiblemente su fisonomía, como serpiente que se deslizara ligeramente +sobre las facciones, haciendo una ligera pausa y verificando todas sus +circunvoluciones á la luz del día. Su rostro se obscureció á impulsos de +alguna poderosa emoción que pudo sin embargo dominar instantáneamente, +merced á un esfuerzo de su voluntad, y de tal modo, que excepto un +rápido instante, la expresión de su rostro habría parecido completamente +tranquila. Después de un breve momento, la convulsión fué casi +imperceptible, hasta que al fin se desvaneció totalmente. Cuando vió que +las miradas de Ester se habían fijado en las suyas, y notó que parecía +haberle reconocido, levantó lenta y tranquilamente el dedo, hizo una +señal con él en el aire, y lo llevó á sus labios. + +Entonces, tocando en el hombro á una de las personas que estaban á su +lado, le dirigió la palabra con la mayor cortesía, diciéndole: + +--Le ruego á Vd., buen señor, se sirva decirme ¿quién es esa mujer, y +por qué la exponen de tal modo á la vergüenza pública? + +--Vd. tiene que ser un extranjero recién llegado, amigo,--le respondió +el hombre, dirigiendo al mismo tiempo una mirada curiosa al que hizo la +pregunta y á su salvaje compañero,--de lo contrario habría Vd. oído +hablar de la Señora Ester Prynne y de sus fechorías. Ha sido motivo de +un gran escándalo en la iglesia del santo varón Dimmesdale. + +--De veras, replicó el otro. Yo soy aquí forastero; y muy contra mi +voluntad he estado recorriendo el mundo, habiendo padecido contratiempos +de todo género por mar y tierra. He permanecido en cautiverio entre los +salvajes mucho tiempo, y vengo ahora en compañía de este indio para +redimirme. Por lo tanto ¿quiere Vd. tener la bondad de referirme los +delitos de Ester Prynne (creo que así se llama), y decirme qué es lo que +la ha conducido á ese tablado? + +--Con mucho gusto, amigo mío, y me parece que se alegrará Vd. en +extremo, después de todo lo que ha padecido Vd. entre los salvajes, dijo +el narrador, de encontrarse en fin en una tierra donde la iniquidad se +persigue y se castiga en presencia de los gobernantes y del pueblo, como +se practica aquí, en nuestra buena Nueva Inglaterra. Debe Vd. saber, +señor, que esa mujer fué la esposa de un cierto sabio, inglés de +nacimiento, pero que había habitado mucho tiempo en Amsterdam, de donde +hace años pensó venir á fijar su suerte entre nosotros aquí en +Massachusetts. Con este objeto envió primeramente á su esposa, +quedándose él en Europa mientras arreglaba ciertos asuntos. Pero en los +dos años ó más que la mujer ha residido en esta ciudad de Boston, +ninguna noticia se ha recibido del sabio caballero Señor Prynne; y su +joven esposa, habiendo quedado entregada á su propia extraviada +dirección.... + +--¡Ah! ¡ah! comprendo, le interrumpió el extraño con una amarga sonrisa. +Un hombre tan sabio como ese de quien Vd. habla, debería de haber +aprendido también eso en sus libros. Y ¿quién se dice, mi excelente +señor, que es el padre de la criaturita, que parece contar tres ó cuatro +meses de nacida, y que la Sra. Prynne tiene en los brazos? + +--En realidad amigo mío, ese asunto continúa siendo un enigma, y está +por encontrarse quien lo descifre, respondió el interlocutor. Madama +Ester rehusa hablar en absoluto, y los magistrados se han roto la cabeza +en vano. Nada de extraño tendría que el culpable estuviera presente +contemplando este triste espectáculo, desconocido á los hombres, pero +olvidando que Dios le está viendo. + +--El sabio marido, dijo el extranjero con otra sonrisa, debería venir á +descifrar este enigma. + +--Bien le estaría hacerlo, si aun vive, respondió el vecino. Sepa Vd., +buen amigo, que los magistrados de nuestro Massachusetts, teniendo en +cuenta que esta mujer es joven y bella, y que la tentación que la hizo +caer fué sin duda demasiado poderosa, y pensando, además, que su marido +yace en el fondo del mar,--no han tenido el valor de hacerla sentir todo +el rigor de nuestras justas leyes. El castigo de esa ofensa es la pena +de muerte. Pero movidos á piedad y llenos de misericordia, han condenado +á Madama Ester á permanecer de pie en el tablado de la picota solamente +tres horas, y después, y durante todo el tiempo de su vida natural, á +llevar una señal de ignominia en el cuerpo de su vestido. + +--Una sentencia muy sabia,--observó el extranjero inclinando gravemente +la cabeza. De este modo será una especie de sermón viviente contra el +pecado, hasta que la letra ignominiosa se grabe en la losa de su +sepulcro. Me duele, sin embargo, que el compañero de su iniquidad no +estuviera, por lo menos, á su lado sobre ese cadalso. Pero ¡ya se sabrá +quién es! ¡ya se sabrá quién es! + +Saludó cortésmente al comunicativo vecino, y diciendo en voz baja +algunas cuantas palabras á su compañero el indio, se abrieron ambos paso +por en medio de la multitud. + +Mientras esto pasaba, Ester había permanecido en su pedestal, con la +mirada fija en el extranjero; tan fija era la mirada, que parecía que +todos los otros objetos del mundo visible habían desaparecido, quedando +tan solos él y ella. Esa entrevista solitaria quizás habría sido más +terrible aun que verle, como sucedía ahora, con el ardiente sol del +mediodía abrasándole á ella el rostro é iluminando su vergüenza; con la +letra escarlata, como emblema de ignominia, en el pecho; con la niña, +nacida en el pecado, en los brazos; con el pueblo entero, congregado +allí como para una fiesta, fijando las miradas implacables en un rostro, +que debía haberse contemplado solo al suave resplandor de la lumbre +doméstica, á la sombra de un hogar feliz, ó bajo el velo de novia en la +iglesia. Pero por terrible que fuera su situación, sabía, con todo, que +la presencia misma de aquellos millares de testigos era para ella una +especie de amparo y abrigo. Preferible era estar así, con tantos y +tantos seres mediando entre él y ella, que no verse faz á faz y á solas. +Puede decirse que buscó un refugio en su misma exposición á la vergüenza +pública, y que temía el momento en que esa protección le faltara. +Embargada por tales ideas, apenas oyó una voz que resonaba detrás de +ella y que repitió su nombre varias veces con acento tan vigoroso y +solemne, que fué oído por toda la multitud. + +--¡Óyeme, Ester Prynne! dijo la voz. + +Como se ha dicho, directamente encima del tablado en que estaba de pie +Ester, había una especie de balconcillo ó galería abierta, que era el +lugar donde se proclamaban los bandos y órdenes con todo el ceremonial y +pompa que en ocasiones tales se usaban en aquellos días. Aquí, como +testigos de la escena que estamos describiendo, se encontraba el +Gobernador Bellingham, con cuatro maceros junto á su silla, armados de +sendas alabardas, que constituían su guardia de honor. Una pluma de +obscuro color adornaba su sombrero, su capa tenía las orillas bordadas, +y bajo de ella llevaba un traje de terciopelo verde. Era un caballero ya +entrado en años, con arrugado rostro que revelaba mucha y muy amarga +experiencia de la vida. Era hombre á propósito para hallarse al frente +de una comunidad que debe su origen y progreso, y su actual desarrollo, +no á los impulsos de la juventud, sino á la severa y templada energía de +la edad viril y á la sombría sagacidad de la vejez; habiendo realizado +tanto, precisamente porque imaginó y esperó tan poco. Las otras +eminentes personas que rodeaban al Gobernador se distinguían por cierta +dignidad de porte, propia de un período en que las formas de autoridad +parecían revestidas de lo sagrado de una institución divina. Eran +indudablemente hombres buenos, justos y cuerdos; pero difícilmente +habría sido posible escoger, entre toda la familia humana, igual número +de hombres sabios y virtuosos, y al mismo tiempo menos capaces de +comprender el corazón de una mujer extraviada, y separar en él lo bueno +de lo malo, que aquellas personas cuerdas de severo continente á quienes +Ester volvía ahora el rostro. Puede decirse que la infeliz tenía la +conciencia de que si había alguna compasión hacia ella, debía de +esperarla más bien de la multitud, pues al dirigir las miradas al +balconcillo, toda tembló y palideció. + +La voz que había llamado su atención era la del reverendo y famoso Juan +Wilson, el clérigo decano de Boston, gran erudito, como la mayor parte +de sus contemporáneos de la misma profesión, y con todo eso hombre +afable y natural. Estas últimas cualidades no habían tenido, sin +embargo, un desenvolvimiento igual al de sus facultades intelectuales. +Allí estaba él con los mechones de sus cabellos, ya bastante canos, que +salían por debajo de los bordes de su sombrero; mientras los ojos +parduscos, acostumbrados á la luz velada de su estudio, pestañeaban como +los de la niña de Ester ante la brillante claridad del sol. Se parecía á +uno de esos retratos sombríos que vemos grabados en los antiguos +volúmenes de sermones; y para decir la verdad, con tanta aptitud para +tratar de las culpas, pasiones y angustias del corazón humano, como la +tendría uno de esos retratos. + +--Ester Prynne, dijo el clérigo, he estado tratando con este joven +hermano cuyas enseñanzas has tenido el privilegio de gozar,--y aquí el +Sr. Wilson puso la mano en el hombro de un joven pálido que estaba á su +lado,--he procurado, repito, persuadir á este piadoso joven para que +aquí, á la faz del cielo y ante estas rectas y sabias autoridades y este +pueblo aquí congregado, se dirija á tí y te hable de la fealdad y +negrura de tu pecado. Conociendo mejor que yo el temple de tu espíritu, +podría también, mejor que yo, saber qué razones emplear para vencer tu +dureza y obstinación, de modo que no ocultes por más tiempo el nombre +del que te ha tentado á esta dolorosa caída. Pero con la extremada +blandura propia de su juventud, á pesar de la madurez de su espíritu, me +replica que sería ir contra los innatos sentimientos de una mujer, +forzarla á descubrir los secretos de su corazón á la luz del día, y en +presencia de tan vasta multitud. He tratado de convencerle de que la +vergüenza consiste en cometer el pecado y no en confesarlo. ¿Qué +decides, hermano Dimmesdale? ¿Quieres dirigirte al alma de esta pobre +pecadora, ó debo hacerlo yo? + +Se oyó un murmullo entre los encopetados y reverendos ocupantes del +balconcillo; y el Gobernador Bellingham expresó el deseo general, al +hablar con acento de autoridad, aunque con respeto, al joven clérigo á +quien se dirigía. + +--Mi buen Señor Dimmesdale, dijo, la responsabilidad de la salvación +del alma de esta mujer pesa en gran parte sobre vos. Por lo tanto, os +pertenece exhortarla al arrepentimiento y á la confesión. + +Lo directo de estas palabras atrajeron las miradas de toda la multitud +hacia el Reverendo Sr. Dimmesdale, joven clérigo que había venido de una +de las grandes universidades inglesas, trayendo toda la ciencia de su +tiempo á nuestras selvas y tierras incultas. Su elocuencia y su fervor +religioso le habían hecho eminente en su profesión. Era persona de +aspecto notable, de blanca y elevada frente, ojos garzos, grandes y +melancólicos, boca cuyos labios, á menos de mantenerlos cerrados casi +por la fuerza, tenían cierta tendencia á la movilidad, expresando al +mismo tiempo que una sensibilidad nerviosa, un gran dominio de sí mismo. +Á pesar de sus muchos dones naturales y vastos conocimientos, había en +el aspecto de este joven ministro[14] algo que denotaba una persona +asustadiza, tímida, fácil de alarmarse, como si fuera un sér que se +sintiese completamente extraviado en el camino de la vida humana y sin +saber qué rumbo tomar, sintiéndose tranquilo y satisfecho tan sólo en un +lugar apartado, escogido por él mismo. Por lo tanto, hasta donde sus +obligaciones se lo permitían, su existencia se deslizaba, como si +dijéramos, en la penumbra, habiendo conservado toda la sencillez y +candor de la infancia; surgiendo de esa especie de sombra, cuando se +presentaba la ocasión, con una frescura, fragancia y pureza de +pensamiento tales que, como afirmaban las gentes, hacían el efecto que +produciría la palabra de un ángel. + +Tal era el joven ministro hacia quien el Reverendo Sr. Wilson y el +Gobernador habían llamado la atención del público, al pedirle que +hablase, en presencia de todos, del misterio del alma de una mujer, tan +sagrado aún en medio de su caída. Lo difícil y penoso de la posición que +así le crearon, hizo agolpársele la sangre á las mejillas y volvió +trémulos sus labios. + +--Háblale á esa mujer, hermano, le dijo el Sr. Wilson. Es de la mayor +importancia para su alma, y por lo tanto, como dice nuestro digno +Gobernador, importante también á la tuya, á cuyo cargo está la de esa +mujer. Exhórtala á que confiese la verdad. + +El Reverendo Sr. Dimmesdale inclinó la cabeza como si estuviera orando, +y luego se adelantó. + +--Ester Prynne,--dijo reclinándose sobre el balconcillo y fijando sus +miradas en los ojos de aquella mujer,--ya has oído lo que ha dicho este +hombre justo, y ves la responsabilidad que sobre mí pesa. Si crees que +conviene á la paz de tu alma, y que tu castigo terrenal será de ese modo +más eficaz para tu salvación, te pido que reveles el nombre de tu +compañero en la culpa y en el sufrimiento. No te haga guardar silencio +una mal entendida piedad y compasión hacia él; porque, créeme, Ester, +aunque tuviera que descender de un alto puesto, y colocarse á tu lado, +en ese mismo pedestal de vergüenza, sería sin embargo mucho mejor para +él que así sucediera, que no ocultar durante toda su vida un corazón +culpable. ¿Qué puede hacer tu silencio en pró de ese hombre sino +tentarlo, sí, compelerlo á agregar la hipocresía al pecado? El cielo te +ha concedido una ignominia pública, para que de este modo puedas +conseguir un triunfo público sobre lo malo que en tí pueda haber. Mira +lo que haces al negarle, á quien tal vez no tenga el valor de tomarla +por sí mismo, la amarga pero saludable copa que ahora te presentan á los +labios. + +La voz del joven ministro, al pronunciar estas palabras, era +trémulamente dulce, rica, profunda y entrecortada. La emoción que tan +evidentemente manifestaba, más bien que la significación de las +palabras, halló honda resonancia en los corazones de todos los +circunstantes, que se sintieron movidos de un mismo sentimiento de +compasión. Hasta la pobre criaturita que Ester estrechaba contra su seno +parecía afectada por la misma influencia, pues dirigió las miradas hacia +el Sr. Dimmesdale y levantó sus tiernos bracillos con un murmullo +semi-placentero y semi-quejumbroso. Tan vehemente encontró el pueblo la +alocución del joven ministro, que todos creyeron que Ester pronunciaría +el nombre del culpado, ó que bien éste mismo, por elevada ó humilde que +fuera su posición, se presentaría movido de interno é irresistible +impulso y subiría al tablado donde estaba la infeliz mujer. + +Ester movió la cabeza en sentido negativo. + +--¡Mujer! no abuses de la clemencia del cielo,--exclamó el Reverendo Sr. +Wilson con acento más áspero que antes.--Esa tierna niña con su débil +vocecita ha apoyado y confirmado el consejo que has oído de los labios +del Reverendo Dimmesdale. ¡Pronuncia el nombre! Eso, y tu +arrepentimiento, pueden servir para que te libren de la letra escarlata +que llevas en el vestido. + +--¡Nunca! ¡jamás!--replicó Ester fijando las miradas, no en el Sr. +Wilson, sino en los profundos y turbados ojos del joven ministro.--Está +grabada demasiado hondamente. No podéis arrancarla. Y ¡ojalá pudiera yo +sufrir la agonía que él sufre, como soporto la mía! + +--Habla, mujer, dijo otra voz, fría y severa, que procedía de la +multitud que rodeaba el tablado. Habla; y dale un padre á tu hija. + +--No hablaré,--replicó Ester volviéndose pálida como una muerta, pero +respondiendo á aquella voz que ciertamente había reconocido.--Y mi hija +buscará un padre celestial: jamás conocerá á uno terrestre. + +--¡No quiere hablar!--murmuró el Sr. Dimmesdale que, reclinado sobre el +balconcillo, con la mano sobre el corazón, había estado esperando el +resultado de su discurso.--¡Maravillosa fuerza y generosidad de un +corazón de mujer! ¡No quiere hablar!... Y se echó hacia atrás respirando +profundamente. + +Comprendiendo el estado del espíritu de la pobre culpable, el ministro +de más edad, que se había preparado para el caso, dirigió á la multitud +un discurso acerca del pecado en todas sus ramificaciones, aludiendo con +frecuencia á la letra ignominiosa. Con tal vigor se espació sobre este +símbolo, durante la hora ó más que duró su peroración, que llenó de +terror la imaginación de los circunstantes á quienes pareció que su +brillo escarlata provenía de las llamas de los abismos infernales. +Entretanto Ester permaneció de pie en su pedestal de vergüenza, con la +mirada vaga y un aspecto general de fatigada indiferencia. Había sufrido +aquella mañana cuanto es dado soportar á la humana naturaleza, y como +su temperamento no era de los que por medio de un desmayo se libran de +un padecimiento demasiado intenso, su espíritu podía solamente hallar +cierto desahogo bajo la capa de una insensibilidad marmórea, mientras +sus fuerzas corporales permanecieran intactas. En condición semejante, +aunque la voz del orador tronaba implacablemente, los oídos de Ester +nada percibían. Durante la última parte del discurso la niña llenó el +aire con sus gritos y sus quejidos; la madre trató de acallarla, +mecánicamente, sin que le afectara, al parecer, el desasosiego de la +criaturita. Con la misma dura indiferencia fué conducida de nuevo á su +prisión y desapareció á la vista del público tras la puerta de hierro. +Los que pudieron seguirla con la vista dijeron, en voz muy baja, que la +letra escarlata iba esparciendo un siniestro resplandor á lo lago del +obscuro pasadizo que conducía al interior de la cárcel. + + + + +IV + +LA ENTREVISTA + + +Después de su regreso á la cárcel fué tal el estado de agitación +nerviosa de Ester, que se hizo necesaria la vigilancia más asidua para +impedir que intentase algo contra su persona, ó que en un momento de +arrebato hiciera algún daño á la pobre criaturita. Al acercarse la +noche, y al ver que no era posible reducirla á la obediencia ni por +medio de reprensiones ni de amenazas de castigo, el carcelero creyó +conveniente hacer venir á un médico, que calificó de hombre muy experto +en todas las artes cristianas de ciencias físicas, y que al mismo tiempo +estaba familiarizado con todo lo que los salvajes podían enseñar en +materia de hierbas y raíces medicinales que crecen en los bosques. En +realidad, no solamente Ester, sino mucho más aún la tierna niña, +necesitaban con urgencia los auxilios de un médico; la niña, que +derivaba su sustento del seno maternal, parecía haber bebido toda la +angustia, desesperación y agitación que llenaban el alma de su madre, y +se retorcía ahora en convulsiones de dolor. Era, en pequeña escala, una +imagen viva de la agonía moral por que había pasado Ester durante tantas +horas. + +Siguiendo de cerca al carcelero en aquella sombría morada, entró el +individuo de aspecto singular cuya presencia en la multitud había +causado tan honda impresión en la portadora de la letra escarlata. Lo +habían alojado en la cárcel, no porque se le sospechase de algún delito, +sino por ser la manera más conveniente y cómoda de disponer de él hasta +que los magistrados hubieran conferenciado con los jefes indios acerca +del rescate. Se dijo que su nombre era Rogerio Chillingworth. El +carcelero, después de introducirlo en la habitación, permaneció allí un +momento, sorprendido de la calma comparativa que había causado su +entrada, pues Ester se había vuelto inmediatamente tan tranquila como la +muerte, aunque la criaturita continuaba quejándose. + +--Te ruego, amigo, que me dejes solo con la enferma, dijo el médico. +Créeme, buen carcelero, pronto habrá paz en esta morada; y te prometo +que la Sra. Prynne se mostrará en adelante más dócil á la autoridad y +más tratable que hasta ahora. + +--Si Su Señoría puede realizar eso, contestó el carcelero, os tendré por +un hombre indudablemente hábil. En verdad que esta mujer se ha portado +como si estuviese poseída del enemigo malo; y poco faltó para decidirme +á arrojar de su cuerpo á Satanás y á latigazos. + +El extranjero había entrado en la habitación con la tranquilidad +característica de la profesión á que se decía pertenecer. Ni tampoco +cambió de aspecto cuando la retirada del carcelero le dejó faz á faz con +la mujer que le había reconocido en medio de la multitud, y cuya +abstracción profunda al reconocerle indicaba mucha intimidad entre +ambos. Su primer cuidado fué atender á la tierna criaturita, cuyos +gritos, mientras se retorcía en su cama, hacían de absoluta necesidad +posponer todo otro asunto á la tarea de calmar sus dolores. La examinó +cuidadosamente y procedió luego á abrir una bolsa de cuero, que llevaba +bajo su traje, y parecía contener medicinas, una de las cuales mezcló +con un poco de agua en una taza. + +--Mis antiguos estudios en alquimia, dijo por vía de observación, y mi +residencia de más de un año entre un pueblo muy versado en las +propiedades de las hierbas, han hecho de mí un médico mejor que muchos +que se han graduado. Oye, mujer, la niña es tuya, no tiene nada mío, ni +reconocerá mi voz ni mi rostro como los de un padre. Adminístrale por lo +tanto esta poción con tus propias manos. + +Ester rechazó la medicina que le presentaban, fijando al mismo tiempo +con visible temor las miradas en el rostro del hombre. + +--¿Tratarías de vengarte en la inocente criatura? dijo en voz baja. + +--¡Loca mujer! respondió el médico con acento entre frío y blando. ¿Qué +provecho me vendría á mí de hacer daño á esta pobre y bastarda criatura? +La medicina es buena y provechosa; y si fuera mi hija, mi propia hija +así como tuya, no podría hacer nada mejor en beneficio suyo. + +Como Ester aun vacilaba, no hallándose realmente en aquellos momentos en +su sano juicio, el médico tomó á la niña en brazos y él mismo le +administró la poción, que pronto dejó sentir su eficacia. Los quejidos +de la pequeña paciente se calmaron, sus convulsiones fueron cesando +gradualmente; y á los pocos momentos, como es la costumbre de los +tiernos niños después de verse libres del dolor, quedó sumergida en un +profundo sueño. El médico, pues así puede llamársele con todo derecho, +dirigió entonces su atención á la madre. Con calma y despacio la +examinó, le tomó el pulso, dió una mirada á sus ojos; mirada que le +oprimió el corazón y la hizo estremecer, por serle tan familiar, y sin +embargo tan extraña y fría,--y finalmente, satisfecho de los resultados +de su investigación, procedió á preparar otra poción. + +--No sé donde hallar el _leteo_ ni el _nepentes_, dijo, pero he +aprendido muchos nuevos secretos entre los salvajes; y esta receta que +me dió un indio en cambio de algunas lecciones mías, tan antiguas como +Paracelso, es uno de esos secretos. Bebe esto. Será sin embargo menos +calmante que una conciencia limpia y pura; pero no puedo darte eso. +Calmará á pesar de todo la agitación de tu pecho y las marejadas de tu +pasión, así como lo hace el aceite arrojado sobre las olas de un mar +tempestuoso. + +Presentó la taza á Ester, que la recibió mirándole con fijeza de una +manera lenta y seria; no precisamente con una mirada de temor, sino +llena de dudas, como interrogándole acerca de lo que podrían ser sus +propósitos, y al mismo tiempo dirigió también una mirada á la niñita +dormida. + +--He pensado en la muerte, dijo, la he deseado, hasta hubiera rogado por +ella, si pudiera rogar por algo. Sin embargo, si la muerte se encierra +en esta taza, te pido que lo reflexiones antes de que me veas beberla. +Mira: ya la he llevado á los labios. + +--Bebe, pues, replicó el médico con el mismo aire de sosiego y frialdad +de antes. ¿Tan poco me conoces, Ester? ¿Podrían ser mis propósitos tan +vanos? Aun en el caso de que imaginara un medio de vengarme, ¿qué podría +servir mejor para mis fines que dejarte vivir, y darte estas medicinas +contra todo lo que pudiese poner en peligro tu vida, de modo que esa +candente ignominia continúe brillando en tu seno? + +Al hablar así, tocó con el índice la letra escarlata, que parecía +abrasar el pecho de Ester como si hubiera sido en efecto un hierro +candente. El médico notó su gesto involuntario, y con una sonrisa dijo: + +--Vive, sí, vive; y lleva contigo este signo ante los ojos de hombres y +mujeres,--ante los ojos de aquel á quien llamaste tu marido,--ante los +ojos de esa niñita. Y para que puedas vivir, toma esta medicina. + +Sin decir una palabra, Ester apuró la taza, y obedeciendo á una señal de +aquel hombre de ciencia, se sentó en la cama en que dormía la niñita, +mientras él, tomando la única silla que había en la habitación, se sentó +á su lado. Ella no pudo menos de temblar ante estos preparativos, pues +comprendía que, habiendo ya hecho él todo lo que la humanidad, ó el +deber, ó si se quiere, una refinada crueldad le obligaban á hacer en +alivio de sus dolores físicos, iba á tratarla ahora como hombre á quien +había ofendido de la manera más profunda é irreparable. + +--Ester, dijo, no pregunto por qué motivos, ni cómo has caído en el +abismo, mejor dicho, has subido al pedestal de infamia en que te he +hallado. La razón es fácil de hallar. Ha sido mi locura y tu debilidad. +Yo,--un hombre dado al estudio, una verdadera polilla de +biblioteca,--un hombre ya en el declive de sus años, que empleó los +mejores de su vida en alimentar su afán devorador de saber,--¿qué tenía +que ver con una belleza y juventud como la tuya? Contrahecho desde que +nací, ¿cómo pude engañarme con la idea de que los dones intelectuales +podrían en la fantasía de una joven doncella arrojar un velo sobre las +deformidades físicas? Los hombres me llaman sabio. Si los sabios fueran +cuerdos en lo que les concierne, yo debería haber previsto todo esto. Yo +debería haber sabido que, al dejar la vasta y tenebrosa selva para +entrar en esta población de cristianos, el primer objeto con que habían +de tropezar mis miradas, serías tú, Ester, de pie, como una estatua de +ignominia, expuesta á los ojos del pueblo. Sí, desde el instante que +salimos de la iglesia, ya unidos por los lazos del matrimonio, debería +haber contemplado la llama ardiente de esa letra escarlata brillando á +la extremidad de nuestro sendero. + +--Tú sabes, dijo Ester,--quien á pesar del estado de abatimiento en que +se encontraba, no pudo sufrir este último golpe que le recordaba su +vergüenza,--tú sabes que fuí franca contigo. Ni sentí amor, ni fingí +tener ninguno. + +--Es verdad, replicó el médico: ¡fué una locura mía! Ya lo he dicho. +Pero, hasta aquella época de mi vida, yo había vivido en vano. ¡El mundo +me había parecido tan triste! Mi corazón era como una morada bastante +grande para dar cabida á muchos huéspedes, pero fría y solitaria. Yo +deseaba tener un hogar, experimentar su calor. Á pesar de lo viejo, de +lo contrahecho y sombrío que era, no me pareció un sueño extravagante +la idea de que yo podía gozar también de esta simple felicidad, +esparcida en todas partes, y de que toda la humanidad puede disfrutar. Y +por eso, Ester, te albergué en lo más recóndito de mi corazón, y traté +de animar el tuyo con aquella llama que tu presencia había encendido en +mi pecho. + +--Te he agraviado en extremo, murmuró Ester. + +--Nos hemos agraviado mutuamente, respondió el médico. El primer error y +agravio fué mío, cuando hice que tu floreciente juventud entrara en una +relación falsa, y contraria á la naturaleza, con mi decadencia. Por +consiguiente, como hombre que no ha pensado ni filosofado vanamente, no +busco venganza, no abrigo ningún mal designio contra tí. Entre tú y yo +la balanza está perfectamente equilibrada. Pero, Ester, el hombre que +nos ha agraviado á los dos vive. ¿Quién es? + +--No me lo preguntes, replicó Ester mirándole al rostro con firmeza. Eso +nunca lo sabrás. + +--¿Nunca, dices?--replicó el médico con una sonrisa amarga de confianza +en sí mismo. ¿Nunca lo sabré? Créeme, Ester, hay pocas cosas,--ya en el +mundo exterior, ó ya á cierta profundidad en la esfera invisible del +pensamiento,--hay pocas cosas, repito, que queden ocultas al hombre que +se dedica seriamente y sin descanso á la solución de un misterio. Tú +puedes ocultar tu secreto á las miradas escudriñadoras de la multitud. +Puedes ocultarlo también á las investigaciones de los ministros y +magistrados, como hiciste hoy cuando procuraron arrancar ese nombre á tu +corazón y darte un compañero en tu pedestal. Pero en cuanto á mí, yo me +dedicaré á la investigación con sentidos que ellos no poseen. Yo +buscaré á este hombre como he buscado la verdad en los libros; como he +buscado oro en la alquimia. Hay una simpatía oculta que me lo hará +conocer. Le veré temblar. Yo mismo al verle, me sentiré estremecer de +repente y sin saber por qué. Tarde ó temprano, tiene que ser mío. + +Los ojos del médico, fijos en el rostro de Ester, brillaron con tal +intensidad, que ésta se llevó las manos al corazón como temiendo que +pudiese descubrir allí el secreto en aquel momento mismo. + +--¿No quieres revelar su nombre? Sin embargo, de todos modos lo +sabré,--continuó el médico con una mirada llena de confianza, cual si el +destino lo hubiera decretado así. No lleva ninguna letra infamante +bordada en su traje, como tú; pero yo la leeré en su corazón. Pero no +temas por él. No creas que me mezclaré en la clase de retribución que +adopte el cielo, ó que lo entregue á las garras de la justicia humana. +Ni te imagines que intentaré algo contra su vida; no, ni contra su fama +si, como juzgo, es un hombre que goza de buena reputación. Le dejaré +vivir: le dejaré envolverse en el manto de su honra externa, si puede. +Sin embargo, será mío. + +--Tus acciones parecen misericordiosas, dijo Ester desconcertada y +aterrada, pero tus palabras te hacen horrible. + +--Una cosa te recomendaré, á tí, que eras mi esposa, dijo el sabio. Tú +has guardado el secreto de tu cómplice: guarda también el mío. Nadie me +conoce en esta tierra. No digas á ningún sér humano que en un tiempo me +llamaste tu esposo. Aquí, en esta franja de tierra plantaré mi tienda; +porque habiendo sido donde quiera un peregrino, y habiendo vivido +alejado de los intereses humanos, he encontrado aquí á una mujer, á un +hombre, y á una tierna niña entre los cuales y yo existen los lazos más +estrechos que puedan imaginarse. Nada importa que sean de amor ó de +odio, justos ó injustos. Tú y los tuyos, Ester, me pertenecéis. Mi hogar +está donde tú estés y donde él esté. ¡Pero no me vendas! + +--¿Con qué objeto lo deseas?--le preguntó Ester, negándose, sin saber +por qué, á aceptar este secreto convenio. ¿Por qué no te anuncias +públicamente y te deshaces de mí de una vez? + +--Pudiera moverme á ello, replicó el médico, no querer arrostrar la +deshonra que mancha al marido de una mujer infiel. Pudieran moverme +también otras razones. Basta con que sepas que es mi objeto vivir y +morir desconocido. Por lo tanto, tu marido ha de ser para el mundo un +hombre ya muerto, y de quien jamás se recibirá noticia alguna. No me +reconozcas ni por una palabra, ni por un signo, ni por una mirada. No +descubras á nadie tu secreto, sobre todo al hombre que sabes. Si me +faltares en esto... ¡ay de tí! Su fama y buen nombre, su posición, su +vida, estarán en mis manos! ¡Guárdate de ello! + +--Guardaré tu secreto, como guardo el suyo, dijo Ester. + +--Júralo, replicó el otro. + +Y ella prestó el juramento. + +--Y ahora, Ester,--dijo el anciano Rogerio Chillingworth, como había de +llamarse en lo sucesivo,--te dejo sola: sola con tu hija y con la letra +escarlata. ¿Qué es eso, Ester? ¿Te obliga la sentencia á dormir con la +letra? ¿No tienes temor de que te asalten pesadillas y sueños horribles? + +--¿Por qué me miras y te sonríes de ese modo?--le preguntó Ester toda +inquieta al ver la expresión de sus ojos.--¿Eres acaso como el Hombre +Negro que recorre las selvas que nos rodean? ¿Me has inducido á aceptar +un pacto que dará por resultado la perdición de mi alma? + +--No la de tu alma,--respondió el médico con otra sonrisa. ¡No; no la de +tu alma! + + + + +V + +ESTER AGUJA EN MANO + + +Terminado el período de encarcelamiento á que fué condenada Ester, se +abrieron las puertas de la prisión y salió á la luz del sol que, +brillando lo mismo para todos, le parecía sin embargo á su mórbida +imaginación que había sido creado con el único objeto de revelar la +letra escarlata que llevaba en el seno de su vestido. Quizá padeció +moralmente más cuando, habiendo cruzado los umbrales de la cárcel, +empezó á moverse libre y sola, que no en medio de la muchedumbre y +espectáculo que quedan descritos, donde se hizo pública su vergüenza y +donde todos la señalaron con el dedo. En aquel entonces se encontraba +sostenida por una tensión sobrenatural de los nervios y toda la energía +batalladora de su carácter, que la ayudaban á convertir aquella escena +en una especie de lóbrego triunfo. Fué, además, un acontecimiento +aislado y singular que solo ocurriría una vez durante su vida; y para +arrostrarlo tuvo que gastar toda la fuerza vital que habría bastado para +muchos años de tranquilidad y calma. La misma ley que la condenaba, la +había sostenido durante la terrible prueba de su ignominia. Pero ahora, +fuera ya de la prisión, sola y sin compañía en el sendero de la vida, +empezaba para ella una nueva existencia, y tenía que sostenerse y +proseguir adelante con los recursos que le proporcionara su propia +naturaleza, ó de lo contrario, sucumbir. No podía contar con lo porvenir +para sobrellevar su dolor presente. El día de mañana aportaría su ración +de pesadumbre, y lo mismo el siguiente y los sucesivos: cada uno traería +su propio pesar que, en esencia, era sin embargo el mismo que ahora le +parecía tan inmensamente doloroso. Los años por venir se sucederían unos +á otros, y ella tendría que continuar sobrellevando la misma carga, sin +poder jamás arrojarla; pues la sucesión de días y de años no haría más +que acumular miseria sobre ignominia. Durante todo ese tiempo, +despojándose Ester de su propia individualidad, se convertiría en el +ejemplo vivo de que podrían servirse el moralista y el predicador para +encarecer sus imágenes de fragilidad femenina y de pasión pecaminosa. Le +diría á la joven y á la pura, que contemplasen la letra escarlata que +brillaba en su seno,--que se fijasen en esa mujer, la hija de padres +honrados,--la madre de una criaturita que más adelante sería también una +mujer,--que recordasen que en un tiempo había sido inocente--y que +vieran ahora en ella la imagen, la encarnación, la realidad del pecado; +y sobre su tumba, la infamia que la había acompañado en vida, sería +también su único monumento. + +Parecerá sorprendente, que con el mundo abierto ante ella, sin ninguna +restricción en su sentencia que la impidiera dejar aquella obscura y +remota colonia puritana y volver al lugar de su nacimiento, ó á +cualquiera otro país europeo, y ocultar allí su persona y su identidad, +bajo un nuevo exterior, como si empezara por completo otra +existencia,--y teniendo también á su alcance los bosques sombríos y casi +impenetrables, donde lo impetuoso de su sér espiritual podría asimilarse +al pueblo cuyas costumbres y vida nada tenían de común con la ley que la +había condenado;--parecerá sorprendente, repito, que esta mujer pudiera +aún dar el nombre de hogar á aquel sitio donde había ella de ser el tipo +de la ignominia. Pero hay una especie de fatalidad, un sentimiento tan +irresistible é inevitable, que tiene toda la fuerza del destino, que +casi obliga invariablemente á los hombres á permanecer y vagar, á manera +de espectros, en el lugar mismo en que un acontecimiento grande y +notable ha influído en el curso de su vida, y que es tanto más +irresistible cuanto más sombría ha sido su influencia. Su pecado, su +ignominia, eran las raíces que la retenían en aquel suelo, que había +llegado á convertirse en el hogar permanente y final de Ester. Todos los +otros sitios del mundo, aun aquella aldea de Inglaterra donde corrieron +su infancia feliz y su juventud inmaculada, se habían convertido en +cosas extrañas. Los lazos que la ataban á este nuevo suelo estaban +formados de eslabones de hierro que penetraban en lo más íntimo de su +alma, sin que jamás llegaran á romperse. + +Pudiera ser también,--y sin duda lo era aunque se lo ocultaba á sí +propia, y palidecía cuando luchaba por salir de su corazón como una +serpiente de su agujero,--pudiera ser también que otro sentimiento la +hiciera permanecer en el lugar que tan funesto le había sido. Allí +moraba, allí pasaba su existencia alguien á quien ella se consideraba +unida con lazos que, si bien no reconocidos en la tierra, los llevarían +juntos ante el tribunal del juicio final, donde quedarían enlazados para +un futuro común de retribución inextinguible. El tentador del género +humano había presentado repetidas veces esta idea á la mente de Ester, y +se reía del gozo apasionado, al mismo tiempo que lleno de desesperación, +con que ella al principio la acogía, y después se esforzaba en +rechazarla. Apenas acariciaba semejante idea, cuando ya quería +destruirla. Lo que al fin quiso creer, lo que ella misma consideró la +razón suprema para continuar viviendo en aquel sitio, era en parte +verdad y en parte una ilusión con que trataba de engañarse. Aquí, se +decía para sus adentros, cometí mi falta, y aquí debe efectuarse mi +castigo terrenal; y quizás de este modo las torturas de su diaria +ignominia purificarán al fin su alma, dotándola de una nueva pureza en +cambio de la que había perdido, más sagrada puesto que sería el +resultado del martirio. + +De consiguiente Ester no se movió de allí. En los lindes de la +población, aunque no en la vecindad inmediata de ninguna morada, había +una choza ó cabaña, construída por uno de los primeros colonos, y +abandonada porque la tierra era demasiado estéril para el cultivo. Su +aislamiento y distancia de la población, la ponían fuera del círculo de +la actividad social que ya se notaba en las costumbres de los colonos. +Aquella pequeña habitación estaba á orillas del mar, medio oculta por un +bosquecillo de árboles no muy corpulentos; y en ese lugar solitario, con +los pocos recursos que poseía, y gracias al permiso de los magistrados +que aun ejercían una especie de vigilancia inquisitorial sobre Ester, se +instaló ésta con su niñita. Inmediatamente se asoció á aquel lugar una +vaga idea de algo misterioso y desconocido. Los niños, demasiado tiernos +para comprender por qué aquella mujer se encontraba separada del resto +de sus semejantes, se arrastraban lo más cerca posible para verla +ocupada con su aguja sentada á la ventana de su cabaña, ó de pie á la +puerta de la misma, ó trabajando en el jardincito, ó paseándose en el +sendero que conducía á la población; y al contemplar la letra escarlata +en el seno de su vestido, emprendían la carrera con un temor extraño y +contagioso. + +Á pesar de lo solitario de la situación de Ester, y aunque no tenía un +amigo en la tierra que se atreviese á visitarla, no corría sin embargo +el riesgo de padecer escaseces. Poseía un arte que bastaba para +proporcionarle el sustento á ella y á su hijita, aun en un país que +ofrecía comparativamente pocas oportunidades para su ejercicio. Arte que +en aquella época, como hoy, era casi el único que estuviera al alcance +de la mujer,--la costura. Llevaba en el seno, en la letra primorosamente +bordada, una muestra de su habilidad delicada y de su inventiva, de que +se habrían alegrado las damas mismas de la Corte poder aprovecharse para +agregar á sus ricas telas de seda y oro los adornos aun más preciados +del arte humano. + +Cierto es que, dada la sencillez del traje negro que caracterizaba en lo +general las modas puritanas de aquel tiempo, no se presentarían muchas +ocasiones en que pudiera desplegar Ester sus talentos con la aguja; sin +embargo, el gusto de la época que se complacía en lo que era complicado +en esta clase de trabajos, no pudo menos de ejercer su influencia en +aquellos severos puritanos, nuestros antepasados, que se habían +desprendido de tantas cosas que hoy nos parecen muy difíciles de +renunciar. Las ceremonias públicas, tales como la instalación de +magistrados, y cuanto pudiera agregar majestad al modo con que un nuevo +gobernador se presentaba al pueblo, se distinguían por un ceremonial +imponente y una sombría pero estudiada magnificencia. Grandes cuellos ó +lechuguillas, fajas de intrincadas labores, y guantes lujosamente +bordados, eran de absoluta necesidad para los altos funcionarios al +hacerse cargo de las riendas del poder; y su uso se permitía también á +los individuos distinguidos por su posición ó riqueza, aunque las leyes +suntuarias prohibían estos y otros lujos semejantes á los plebeyos. En +los funerales, ya en el vestido del difunto, ó ya para expresar por +variedad de signos emblemáticos de paño negro y linón blanco el dolor de +los sobrevivientes, había también una demanda frecuente de la clase de +labor que Ester podía suministrar. Los pañales y faldellines para niños, +pues en aquella época los niños de tierna edad llevaban vestidos de +gala, ofrecían también ocasión para labores delicadas de aguja. + +Poco á poco, aunque no con mucha lentitud, los trabajos de Ester se +fueron haciendo de moda, como hoy se dice, ya por compasión hacia una +mujer cuyo destino había sido tan desgraciado, ya por la mórbida +curiosidad que da un valor ficticio á cosas comunes ó que no tienen +ninguno, ya porque entonces, como ahora, se concediera á ciertas +personas, por cualquiera razón, lo que otros solicitan en vano, ó porque +Ester llenara realmente un vacío que se dejaba sentir; es lo cierto que +halló frecuente empleo para su aguja, y bien remunerado. Tal vez la +vanidad escogió, como medio de mortificarse, llevar á las pompas y +ceremonias del Estado los adornos labrados por sus manos pecadoras. +Veíase su labor en los cuellos del Gobernador; los militares la +mostraban en sus bandas y fajas; el ministro del altar también dejaba +verla en su traje severo; adornaba el gorrito de los recién nacidos, y +hasta los ataúdes de los que llevaban á enterrar. Pero no se recuerda un +solo caso en que la habilidad de Ester se solicitase para bordar el velo +blanco que debía de cubrir el rostro pudoroso de una novia conducida al +altar. Esta excepción indicaba lo inextinguible del rigor con que la +sociedad reprobaba su pecado. + +Ester no trataba de adquirir más allá de lo necesario para su +subsistencia, siendo ésta de la naturaleza más sencilla y ascética que +pueda darse en lo que á ella se refería; y para su niña, alimentos muy +sencillos si bien con abundancia. Los vestidos que usaba eran hechos de +las telas más bastas y del color más sombrío, con un solo adorno,--la +letra escarlata--que estaba condenada á llevar siempre. El trajecito de +la niña, por el contrario, se distinguía por cierto corte y adornos +caprichosos, mejor dicho, fantásticos, que servían para realzar una +especie de encanto aéreo que desde muy temprano empezó á notarse en la +criaturita, la que también daba muestras de una seriedad profunda. Ya +hablaremos de esto más adelante. Excepto la pequeña suma que dedicaba +Ester al adorno de su hija, el resto lo empleaba en obras de caridad, en +infelices menos desgraciados que ella, y que con frecuencia insultaban +la mano que los socorría. + +Mucha parte del tiempo que hubiera podido aplicar á labores más +productivos, la pasaba haciendo vestidos de estofas groseras para los +pobres. Es probable que á esta clase de ocupación asociara ella una idea +de penitencia, y que al dedicar tantas horas á esa ruda labor, las +ofreciera como una especie de sacrificio de otros goces. En la +naturaleza de Ester había algo de la rica y voluptuosa naturaleza +oriental, un gusto por todo lo que era esplendorosamente bello, y que, +excepto en las exquisitas producciones de su aguja, no encontraba en qué +poder ejercitarlo. Las mujeres hallan en la delicada labor de la aguja +un placer incomprensible para el sexo fuerte. Para Ester era quizás una +manera de expresar la pasión de su vida, y por lo tanto de calmarla. Á +semejanza de todos los otros goces, rechazó esta pasión como un pecado. +Semejante mórbida intervención de la conciencia en cosas de poca monta +pudiera muy bien considerarse indicio de una penitencia que no era +genuina ni constante, sino más bien algo dudoso, y que en el fondo no +era lo que debería ser. + +De este modo Ester Prynne tuvo su parte que desempeñar en el mundo. +Merced á la energía natural de su carácter, y á su rara inteligencia, no +fué posible segregarla por completo de la sociedad, aunque ésta la había +marcado con una señal más intolerable para el corazón de una mujer que +la grabada en la frente de Caín. En todas sus relaciones con esa +sociedad, no había sin embargo nada que la hiciera comprender que +pertenecía á ella. Cada gesto, cada palabra, y hasta el silencio mismo +de aquellos con quienes se ponía en contacto, implicaban y expresaban +con frecuencia la idea de que estaba desterrada, y tan aislada como si +habitase en otra esfera. Encontrábase separada de los intereses morales +de sus semejantes, á pesar de estar tan cerca de ellos, á manera de un +espíritu que volviese á visitar el hogar doméstico sin poder hacerse ver +ni dejarse sentir; sin participar de sus alegrías, ni poder tomar parte +en sus dolores; y que, caso de que llegase á manifestar los sentimientos +que le estaban vedados, habría sido para despertar solamente terror y +horrible repugnancia. Y en realidad esto, y el más acerbo desdén, +parecía que era lo único que había para ella en el corazón de sus +conciudadanos. No era aquella una época de delicadeza y refinamiento en +las costumbres; y aunque Ester se diese exacta cuenta de su posición, y +no hubiera peligro de que la olvidara, con harta frecuencia se la hacían +sentir de una manera muy ruda, y cuando ella menos lo esperaba. Los +pobres, como ya hemos dicho, á quienes había hecho el objeto de sus +bondades y de su beneficencia, á menudo deprimían la mano que se +extendía para socorrerlos. Las damas de alto copete en cuyas moradas +penetraba á desempeñar sus labores de costura, acostumbraban destilar +gotas de acíbar en su corazón; á veces, merced á esa alquimia secreta y +refinada con que la mujer puede infiltrar un veneno sutil extraído de +las cosas más baladíes; y en otras ocasiones, con una rudeza de +expresión que caía en el pecho indefenso de aquella infeliz como un +golpe asestado á una herida ulcerada. Ester se había amaestrado por +largo tiempo en el arte de sufrir en silencio: jamás respondía á estos +ataques, sino con el rubor que irresistiblemente enrojecía su pálida +mejilla y después desaparecía en las profundidades de su alma. Era +paciente, una verdadera mártir; pero se abstenía de rezar por sus +enemigos, por temor de que, á despecho de sus buenas intenciones, las +palabras con que implorase la bendición para ellos se convirtiesen +irremediablemente en una maldición. + +Continuamente, y de mil maneras, experimentaba los innumerables +tormentos que para ella había ideado la sentencia imperecedera del +tribunal puritano. Los ministros del altar se detenían en medio de la +calle para dirigirla palabras de exhortación, que atraían una multitud +implacable alrededor de la pobre pecadora. Si entraba en la iglesia los +domingos, confiada en la misericordia del Padre Universal, era con +frecuencia, por su mala suerte, para verse convertida en el tema del +sermón. Llegó á tener un verdadero terror de los niños, que habían +concebido, gracias á las conversaciones de sus padres, una vaga idea de +que había algo horrible en esa triste mujer que se deslizaba silenciosa +por las calles de la población, sin otra compañía que su única niña. Por +lo tanto, dejándola al principio pasar, la perseguían después á cierta +distancia con agudos chillidos, pronunciando una palabra cuyo sentido +exacto no podían ellos comprender, pero que no por eso era menos +terrible para Ester, por venir de labios que la emitían +inconscientemente. Parecía indicar una difusión tal de su ignominia, +como si esta fuera conocida de toda la naturaleza; y no le habría +causado pesar más profundo si hubiera oído á las hojas de los árboles +referirse entre sí la sombría historia de su caída, y á las brisas del +verano contarla entre susurros, ó á los ábregos del invierno +proclamarla con sus voces tempestuosas. + +Otra especie de tortura peculiar que experimentaba la pobre mujer era +cuando veía un nuevo rostro, cuando personas extrañas fijaban con +curiosidad las miradas en la letra escarlata, lo que ninguna dejaba de +hacer y era para ella como si le aplicasen un hierro candente al +corazón. Entonces apenas podía contener el impulso de cubrir el símbolo +fatal con las manos, aunque nunca llegó á hacerlo. Pero las personas +acostumbradas á contemplar aquel signo de ignominia, podían hacerla +sufrir también intensa agonía. Desde el primer momento en que la letra +formó parte integrante de su vestido, Ester había experimentado el +terror secreto de que un ojo humano estaba siempre fijo en el triste +emblema: su sensibilidad en ese particular, lejos de disminuirse con el +tiempo, era cada vez mayor, merced al tormento cuotidiano que sufría. + +Pero alguna que otra vez, quizás con intervalo de muchos días ó acaso de +varios meses, tenía la sensación de que una mirada--una mirada +compasiva--se fijaba en la letra ignominiosa; y esto parecía +proporcionarla un alivio momentáneo, como si alguien compartiera la +mitad de su agonía. Pero un instante después se reduplicaba ésta con +renovado dolor, porque en aquel breve momento había pecado nuevamente. +¿Había Ester pecado sola? + +Su imaginación estaba un tanto afectada, y á haber poseído menos fibra +intelectual y moral, se habría afectado aun mucho más, en consecuencia +de la soledad y de la angustia continua en que vivía. Yendo al reducido +mundo exterior con que estaba en relaciones y regresando á su morada, y +siempre solitaria en esos paseos, creyó Ester, ó se imaginó creer, que +la letra escarlata la había dotado de un nuevo sentido. Se estremecía al +pensar, y no podía menos de pensar así, que aquella le proporcionaba una +especie de conocimiento intuitivo de las culpas secretas de otras almas. +Las revelaciones que de este modo se presentaron á sus ojos la llenaban +de terror. ¿Y cuáles eran? ¿Pero qué podían ser sino las insidiosas +insinuaciones del ángel malo, que habría deseado persuadir á aquella +mujer, que estaba luchando y era solo su víctima á medias, que el +aspecto exterior de pureza no era más que una mentira, y que si la +verdad se conociera, la letra escarlata brillaría en más de un seno, y +no únicamente en el de Ester Prynne? ¿Debía ella acaso recibir esas +obscuras insinuaciones como si fueran una cosa real y positiva? Esta +especie de sentido sobrenatural de que se creía dotada, era de lo más +terrible é insoportable que hubiese experimentado en el curso de su +desgraciada existencia. La llenaba de perplejidad y de malestar, pues á +veces aquella marca roja de infamia en el pecho de su vestido, parecía +como si latiera y se agitase cuando Ester pasaba junto á un venerable +eclesiástico ó magistrado, modelos de piedad y de justicia, á quienes el +mundo contemplaba como si fueran los compañeros de los ángeles. + +--¿Qué malvado pasa junto á mí? Se decía Ester para sus adentros. + +Y levantando con repugnancia la cabeza veía que en aquellos alredederes +no había más ser humano que aquel hombre que todos consideraban un +santo. Otras veces creía tener á su lado á una hermana en la culpa, y +al levantar los ojos tropezaba con la forma de una devota y áspera +matrona, cuyo corazón, según la creencia pública, había sido un pedazo +de hielo durante toda su vida. Aquel hielo en el pecho de la matrona y +la candente ignominia de Ester ¿qué tenían de común? Otras veces el +estremecimiento eléctrico le daba la señal, como si le dijera: "Ester, +ahí tienes una compañera,"--y al alzar los ojos, veía á una joven +doncella que contemplaba la letra escarlata, á hurtadillas, y se alejaba +rápidamente con un ligero rubor en las mejillas, como si su pureza se +hubiera empañado con aquella ojeada instantánea. Semejante falta de fe +en la virtud de los demás, es una de las consecuencias más tristes del +pecado. Pero una prueba de que en esta pobre víctima de su propia +fragilidad y de la dureza de las leyes del hombre, la corrupción no +había hecho mucho progreso, consistía en la constante lucha de su +espíritu para creer que ningún mortal era tan culpable como ella misma. + +El vulgo, que en aquellos rudos tiempos añadía siempre el elemento de lo +grotesco á todo lo que hiriera su imaginación, había inventado una +historia acerca de la letra escarlata, que fácilmente podríamos +convertir en una terrible leyenda. Afirmaban que aquel símbolo no era +simplemente un paño escarlata, teñido con un color que era obra del +hombre, sino que el rojo ardiente lo producía el fuego del infierno, y +se le podía ver brillar con todo su fulgor cuando Ester se paseaba sola, +junto á su morada, durante la noche. + + + + +VI + +PERLA + + +Hasta ahora apenas hemos hablado de la niña; de la criaturita cuya +inocente vida parecía una bella é inmortal flor brotada en medio de la +excesiva lozanía de una pasión criminal. ¡Cuán extraña se presentaba esa +niña á los ojos de la triste mujer, á medida que ésta contemplaba el +desarrollo y la hermosura, cada vez más brillante, y la inteligencia que +iluminaba con sus trémulos rayos las delicadas facciones de su hija, de +su Perla! Tal era el nombre que le había dado Ester, no porque tuviese +analogía alguna con su aspecto, pues no tenía nada del blanco, tranquilo +y frío lustre que podría indicar la comparación; sino que la llamó +"Perla," por haberla obtenido á un gran precio, por haberla comprado en +realidad con todo lo que ella poseía, con lo que era su único tesoro. +¡Cuán singular era todo esto! El hombre había hecho patente la falta de +esta mujer por medio de una letra escarlata dotada de tan grande y +desastrosa eficacia, que impedía que aquella fuera objeto de las +simpatías humanas, á no ser de personas igualmente culpables. Pero la +naturaleza, en compensación de esta falta que el hombre había castigado, +la dotó de una niña encantadora, que reposaba en aquel mismo seno +infamado por la ley, para poner por siempre á la madre en relación con +la raza humana, y para que llegara al fin á ser un alma escogida en el +cielo. Sin embargo, estas ideas llenaban la mente de Ester con +sentimientos de temor más bien que de esperanza. Sabía que su acción +había sido mala, y por lo tanto no podía creer que sus resultados fueran +buenos. Con creciente sobresalto contemplaba el desarrollo de la +criatura, temiendo siempre descubrir alguna peculiaridad sombría y +extraña, que guardara correspondencia con la culpa á que debió el ser. + +Defecto físico no había ninguno en la niña: por su forma perfecta, por +su vigor y la natural agilidad en el uso de sus tiernos miembros, era +digna de haber nacido en el Edén; de haber sido dejada allí para que +jugara con los ángeles, después de la expulsión de nuestros primeros +padres. Poseía una gracia ingénita que no siempre acompaña á la belleza +perfecta: su traje, á pesar de su sencillez, despertaba en el que la +veía la idea de que era precisamente el que más le convenía. Pero la +tierna Perlita no estaba vestida con silvestres hierbas. Su madre, +merced á cierta tendencia mórbida, que más adelante se comprenderá +mejor, había comprado las telas más ricas que pudieran procurarse y daba +rienda suelta á su fantasía creadora en el arreglo y adorno de los +vestidos de la niña, cada vez que ésta se presentaba en público. Tan +magníficamente lucía aquella criaturita ataviada de esa suerte, y era +tal el esplendor de la propia belleza de Perla, brillando al través de +los trajes vistosos que habrían podido apagar una hermosura mucho menos +radiante, que puede decirse que en torno suyo se formaba un círculo de +fulgente luz en el suelo de la obscura cabaña. El aspecto de Perla tenía +un encanto de infinita variedad: en aquella niña se compendiaban y +resumían muchos niños, comprendiendo desde la belleza á manera de flor +silvestre de un niño campesino, hasta la pompa, en escala menor, de una +princesita. En toda ella había sin embargo algo de apasionado, una +cierta intensidad de color de que nunca se despojaba; y si en alguno de +sus cambios ese color se hubiera vuelto más débil ó más pálido, habría +cesado de ser ella, no habría sido Perla. + +Esta movilidad externa indicaba y expresaba completamente las diversas +condiciones de su vida interior. Parecía que en su naturaleza la +profundidad se hermanaba con la variedad; pero, á no ser que los temores +de Ester la engañasen, diríamos que le faltaba la facultad de adaptarse +al mundo en que había nacido. La niña no podía someterse á reglas fijas. +Al darle la existencia, se había quebrantado una gran ley moral, y el +resultado fué un sér cuyos elementos tal vez eran bellos y brillantes, +pero en desorden, ó con un orden que les era peculiar, siendo difícil, ó +casi imposible, descubrir donde empezaban ó terminaban la variedad y el +arreglo. Ester únicamente podía darse cuenta del carácter de Perla, y +eso de una manera vaga é imperfecta, recordando lo que ella misma había +sido durante aquel período crítico en que el alma y el cuerpo de la niña +se estaban formando. El estado de agitación apasionada en que se hallaba +la madre había servido para transmitir á la criaturita por nacer los +rayos de su vida moral; y por claros y puros que fueran primitivamente, +habían adquirido ciertos tintes ya vivos y brillantes, ya intensos y +sombríos. Pero sobre todo, se había perpetuado en el alma de Perla +aquella violenta lucha que reinaba en el ánimo de Ester, quien podía +reconocer en su hija el mismo espíritu libre, inquieto, provocativo y +desesperado, y la misma ligereza de su carácter, y aun algo del mismo +abatimiento que se había apoderado de su corazón. Ahora todo eso estaba +iluminado por los rayos de la aurora que doran el cielo de la infancia, +pero más entrado el día de la existencia terrenal, pudiera ser fecundo +en torbellinos y tempestades. + +La educación de la familia era en aquellos tiempos mucho más severa que +ahora. El entrecejo, la reprensión áspera y la aplicación de la correa ó +de las varillas, no tenían por objeto castigar solamente faltas +cometidas, sino que se empleaban como un medio saludable para el +desenvolvimiento de todas las virtudes infantiles. Sin embargo, Ester, +la madre solitaria de esta su única hija, corría poco riesgo de pecar +por demasiado severa. Teniendo plena conciencia de sus propios errores y +de sus infortunios, trató desde muy temprano de ejercer una estricta +vigilancia sobre la tierna alma cuyos destinos estaban á su cargo. Pero +esta tarea era superior á sus fuerzas, ó á su capacidad. Después de +probar tanto la sonrisa como el entrecejo, y viendo que nada ejercía una +influencia notable, decidió por fin dejar que la niña obedeciera á sus +propios impulsos. Por supuesto que la restricción ó la compulsión +producían su efecto mientras estaban vigentes; pero toda otra clase de +disciplina moral, ya se dirigiere á su inteligencia ó á su corazón, daba +ó no daba resultados según fuera la disposición caprichosa de su ánimo á +la sazón. Cuando Perla era todavía muy tierna, su madre había observado +en ella cierta expresión peculiar de la fisonomía, que era señal de que +entonces todo cuanto se hiciera para que la niña obedeciese sus órdenes +sería en vano. Aquella expresión era tan inteligente, y sin embargo tan +inexplicable, tan perversa, y á veces tan maligna, aunque en lo general +acompañada de una gran exuberancia de extravagante buen humor, que Ester +no podía menos de preguntarse si Perla era en realidad una criatura +humana. Parecía más bien un espíritu aéreo que, después de haberse +divertido con sus juegos fantásticos en el suelo de la cabaña, +desaparecería en los aires con una sonrisa burlona. Siempre que sus ojos +profundamente negros y brillantes tomaban esa expresión, la niña +semejaba á un sér intangible de indefinible extrañeza. Se diría que se +estaba cerniendo en el aire y que podría desvanecerse á manera de una +luz que no sabemos de dónde viene ni á dónde irá. Entonces Ester se veía +obligada á arrojarse sobre la niña, á perseguirla en la carrera que +invariablemente emprendía el pequeño duende, y á estrecharla contra el +seno cubriéndola de besos y caricias, no tanto por un efecto de excesivo +amor, sino para cerciorarse de que era la misma Perla en carne y hueso, +y no una forma completamente ilusoria. Pero la risa de Perla cuando se +veía atrapada, bien que armoniosa y rebosando contento, solo daba por +resultado aumentar las dudas de su madre. + +Herida en el corazón por esta especie de misterio indescifrable y +desconcertador que con tanta frecuencia se interponía entre ella y su +único tesoro, tan caramente adquirido, y que era todo su universo, +Ester rompía á veces en amargo llanto. Entonces, y sin saber por qué, +Perla fruncía el entrecejo, cerraba el puño, y daba á su pequeño rostro +una expresión dura, severa y de seco descontento; ó bien prorrumpía de +nuevo en una risa más ruidosa que antes, como si fuera un sér incapaz de +sentir y comprender el pesar humano; ó acaso, aunque muy raramente, +experimentaba convulsiones de dolor, y en medio de sollozos y palabras +entrecortadas expresaba su amor hacia su madre, y parecía que deseaba +probar que tenía un corazón haciéndoselo pedazos. Sin embargo, Ester no +confiaba mucho en aquel exceso de ternura, que pasaba con tanta rapidez +como se había presentado. Pensando en todas estas cosas, la madre se +encontraba en la posición de una persona que ha evocado un espíritu, +como se lee en las historias fantásticas, pero que ignora la palabra +mágica con que debe mantener bajo sus órdenes y dominar aquel poder +misterioso. Sus únicas horas de completa tranquilidad eran cuando la +niña yacía en el reposo del sueño. Entonces estaba plenamente segura de +la criaturita, y gozaba de deliciosa y apacible felicidad hasta que, +acaso con aquella perversa expresión que se veía vislumbrar bajo los +entreabiertos párpados,--Perla despertaba. + +¡Cuán pronto!--y realmente ¡con cuánta extraña rapidez!--alcanzó Perla +una edad en que ya era capaz de oir algo más que las palabras casi sin +sentido con que una madre habla á su pequeñuela. Y ¡qué felicidad habría +sido entonces para Ester poder oir la voz clara y sonora de Perla +mezclada al tumulto de otras voces infantiles, y distinguir y reconocer +los sonidos que emitiera su adorado tesoro entre la mezcla confusa de +la gritería de un grupo de niños juguetones! Pero semejante dicha le +estaba vedada. Perla, desde que nació, era una proscripta del mundo +infantil. Siendo un enjerto del mal, emblema y producto del pecado, no +tenía derecho á estar entre niños bautizados. Era muy notable el +instinto con que la niñita comprendía su soledad y el destino que había +trazado un círculo inviolable en derredor suyo; en una palabra, todo lo +peculiar de su posición respecto á otros niños. Jamás, desde que salió +de la cárcel, había arrostrado Ester la presencia del público sin ir +acompañada de Perla. En todas sus visitas á la población, iba Perla +también: primero, cuando tierna niña, la llevaba en brazos; luego, más +crecida, iba como una pequeña compañera de su madre, asida de un dedo y +dando saltitos. Veía á los niños del pueblo ora sobre la hierba que +crecía en las aceras de las calles, ya en los umbrales de las puertas de +sus casas, jugando de la manera que les permitía su educación puritana, +esto es: jugando á ir á la iglesia; ó á arrancar cabelleras en simulacro +de combates con los indios; ó bien asustándose mutuamente con algo en +que trataban de imitar actos de hechicería ó brujería. Perla lo veía +todo, lo contemplaba todo intensamente, pero jamás trató de trabar +conocimiento con ninguno de los niños. Si le hablaban, no respondía. Si +los niños la rodeaban, como acontecía á veces, Perla se volvía realmente +terrible en su cólera infantil, cogiendo piedras para arrojarlas á +aquellos, acompañando la acción con gritos y exclamaciones incoherentes +y penetrantes que hacían temblar á su madre, porque se asemejaban á los +acentos de una maldición que pronunciara una hechicera en algún idioma +desconocido. + +La verdad del caso era que aquellos puritanitos en agraz, como dignos +vástagos de la casta más intolerante que jamás haya existido, abrigaban +una vaga idea de que había algo extraño, misterioso y fuera de lo común +y diario tanto en la madre como en la hija, y por lo tanto las +despreciaban en lo íntimo de su corazón, y con frecuencia las insultaban +de voz en cuello. Perla resentía la ofensa, y se vengaba con todo el +odio de que puede suponerse capaz un pecho infantil. Estas explosiones +de un carácter violento, tenían algún valor y aun servían de consuelo á +la madre, puesto que por lo menos revelaban cierta seriedad comprensible +en aquella manera de sentir, lo que no acontecía con los caprichos +fantásticos que tantas veces la llenaban de sorpresa y que no acertaba á +explicarse en algunas manifestaciones de su hija. Le aterraba, sin +embargo, discernir aquí y allí una especie de reflejo del mal que había +existido en ella misma. Todos estos sentimientos de enemistad y de +cólera los había heredado Perla de su madre: en el mismo estado de +exclusión de todo trato social, se encontraban la madre y la hija; y en +la naturaleza de esta última parecía que se perpetuaban todos aquellos +elementos de inquietud que tanto agitaron á Ester antes del nacimiento +de la niña, y que después habían comenzado á calmarse merced á la +influencia benéfica de la maternidad. + +Al lado de su madre, en el hogar doméstico, Perla no tenía necesidad de +mucho trato social. Su imaginación prestaba los atributos de la vida á +millares de objetos inanimados, como una antorcha que enciende una llama +donde quiera que se le aplique: la rama de un árbol, unos cuantos +harapos, una flor, eran los juguetes en que se ejercitaba la magia +creadora de Perla; y sin que experimentasen ningún cambio exterior, se +adaptaban á todas las necesidades de su fantasía. Prestaba su voz +infantil á multitud de seres imaginarios, viejos y jóvenes, con quienes +emprendía de ese modo animados diálogos. Los antiguos pinos, negros y +solemnes, que emitían una especie de gruñido y otros rumores +melancólicos cuando los agitaba la brisa, convertíanse sin dificultad en +clérigos puritanos á los ojos de Perla; las hierbas más feas del jardín, +eran sus hijos; hierbas que la niña pisoteaba y arrancaba sin compasión. +Era en realidad sorprendente la vasta variedad de formas en que se +complacía su inteligencia, sin orden ni concierto, siempre en un estado +de actividad sobrenatural, sucediéndose unas á otras como las +emanaciones y despliegues caprichosos de la aurora boreal. En el mero +ejercicio de la fantasía y la festiva disposición de una mente en +desarrollo, tal vez no hubiera mucho más de lo que se podría observar en +otros niños dotados de facultades brillantes, excepto que Perla, por +verse privada de compañeros de juego, acudía, para reemplazarlos, á los +recursos que le prestaba su imaginación. Lo singular del caso consistía +en la actitud hostil que la niña desplegaba hacia esas criaturas hijas +de su fantasía y de su corazón. Jamás creó un amigo, sino que siempre, á +imitación del Cadmo de la fábula, parecía sembrar á derecha é izquierda +los dientes del dragón, de los que brotaban batallones de enemigos +armados á los cuales la niña declaraba al punto la guerra. Era en +extremo triste observar en un sér tan tierno esta idea constante de un +mundo adverso, y el fiero despliegue de energía que la preparaba para +las luchas del mundo; y fácil es de suponer el dolor intenso que todo +esto produciría en su madre, que hallaba en su mismo corazón la causa de +aquel fenómeno. + +Contemplando á Perla, dejaba con frecuencia Ester caer la costura en el +regazo, y rompía á llorar con una aflicción que hubiera deseado ocultar, +y que se manifestaba con sollozos y palabras entrecortadas +exclamando:--"¡Oh Padre que estás en los cielos! si es que eres aun mi +Padre, ¿qué criatura es esta que he traído al mundo?"--Y Perla, al oir +esta exclamación, ó al percibir aquellos sollozos de angustia, volvía +hacia su madre la viva y preciosa carita, sonreía dulcemente y +continuaba su juego. + +Nos resta hablar de una peculiaridad de esta niñita. La primer cosa que +notó en su vida, no fué la sonrisa de la madre respondiendo á lo que, +como en otros niños de tierna edad, puede tomarse por una sonrisa, ó +mejor dicho, embrión de sonrisa. No: el primer objeto que parece haber +llamado la atención de Perla, fué la letra escarlata en el seno de +Ester. Un día, al inclinarse ésta sobre la cuna, las miradas de la +niñita se fijaron en el brillo del bordado de oro que cercaba la letra, +y extendiendo las manecitas trató de asirla, sonriendo sin duda, aunque +con una extraña expresión que hizo que su rostro pareciera el de un niño +de mucha más edad. Entonces Ester, trémula y convulsa, apretó con la +mano el signo fatal, como si instintivamente quisiera arrancárselo del +seno. ¡Tan intensa fué la tortura que le causó la acción de aquella +criaturita! Y como si la agonía que revelaba el rostro de la madre, no +tuviera otro objeto que divertirla, la niñita fijó las miradas en ella y +se sonrió. Desde esa época, excepto cuando Perla estaba durmiendo, Ester +jamás tuvo un instante de seguridad, ni un momento en que gozara con +plena calma de la compañía de su hija. Cierto es que á veces +transcurrían semanas enteras sin que las miradas de la criaturita se +fijaran en la letra escarlata; pero también es cierto que lo contrario +acontecía cuando menos se esperaba, y siempre con aquella sonrisa +peculiar y la extraña expresión de los ojos de que ya se ha hablado. + +Una vez, mientras Ester contemplaba su propia imagen en los ojos de su +hija, como es costumbre en las madres, brilló en ellos esa expresión +singular y fantástica; y como las mujeres que viven solitarias y cuyo +corazón está inquieto se hallan sujetas á innumerables ilusiones, se +imaginó de repente que veía, no su propia imagen en miniatura, sino otra +faz que se reflejaba en los ojos negros de Perla. Era un rostro enemigo, +lleno de malignas sonrisas, pero que sin embargo tenía gran semejanza +con facciones que había conocido muy bien, aunque raras veces las +animara una sonrisa y jamás una expresión malévola. Se diría que un +espíritu maligno se había posesionado de la niña, y se mostraba en sus +ojos. Después de ese suceso, Ester se vió atormentada varias veces con +la misma ilusión de sus sentidos, aunque no con tanta fuerza. + +En la tarde de cierto día de verano, cuando ya Perla había crecido lo +bastante para poder andar sola, se divertía la niña en recoger flores +silvestres, arrojándolas una á una al regazo de su madre; y ejecutando +una especie de baile cada vez que una de las flores acertaba á dar en la +letra escarlata. El primer movimiento de Ester fué cubrir la letra con +ambas manos; pero fuese orgullo ó resignación, ó la idea de que la pena +á que había sido condenada la satisfaría más pronto por medio de este +dolor indecible, resistió el impulso y se irguió en su asiento, pálida +como la muerte, mirando con tristeza profunda á Perla cuyos ojos +brillaban de inusitado modo. Y siguió la niña lanzándole las flores que +invariablemente daban contra la letra, llenando el pecho maternal de +heridas para las que no podía hallar bálsamo en este mundo, ni sabía +cómo buscarlo en el otro. Al fin, cuando concluyó de arrojar las flores, +la niña permaneció en pie mirando á Ester precisamente como aquella +imagen burlona del enemigo que la madre creía ver en el abismo +insondable de los ojos negros de su hija. + +--Hija mía ¿quién eres tú?--exclamó la madre. + +--¡Oh! yo soy tu pequeña Perla, respondió. + +Pero mientras Perla decía esto, se echó á reir y empezó á bailar con la +gesticulación petulante de un pequeño trasgo, cuyo próximo capricho +sería escaparse por la chimenea. + +--¿Eres tú en realidad mi hija? le preguntó Ester. + +Y no fué una pregunta ociosa la que hizo, sino que, en aquel momento, +así lo sentía; porque era tal la maravillosa inteligencia de Perla, que +su madre hasta llegaba á imaginarse que la niña conocía la secreta +historia de su existencia y se la revelaría ahora. + +--Sí; yo soy tu pequeña Perla, repitió la niña continuando sus +cabriolas. + +--¡Tú no eres mi hija! ¡Tú no eres mi Perla! dijo la madre con aire semi +risueño, porque frecuentemente en medio del más profundo dolor le venían +impulsos festivos.--Díme, pues, quién eres y quién te ha enviado aquí. + +--Dímelo, madre mía,--respondió Perla con acento grave, acercándose á +Ester y abrazándose á sus rodillas,--dímelo, madre, dímelo. + +--Tu Padre Celestial te envió, respondió Ester. + +Pero lo dijo con una vacilación que no escapó á la viva inteligencia de +la niña; la cual, bien sea movida por su ordinaria petulancia, ó porque +un maligno espíritu la inspirara, levantando el dedito índice y tocando +la letra escarlata, exclamó con acento de convicción: + +--No; Él no me envió. Yo no tengo Padre Celestial. + +--¡Silencio, Perla, silencio! Tú no debes hablar así,--respondió la +madre suprimiendo un gemido. El Padre Celestial nos ha enviado á todos á +este mundo. Hasta me ha enviado á mí, tu madre; y con mucha mayor razón +á tí. Y si no ¿de dónde has venido tú, niña singular y caprichosa? + +--Dímelo, dímelo,--repitió Perla, no ya con su carita seria, sino riendo +y dando brinquitos en el suelo. Tú eres quien debes decírmelo. + +Pero Ester no pudo resolver la pregunta, encontrándose ella misma en un +laberinto de dudas. Recordaba, entre risueña y asustada, la charla de +las gentes del pueblo que, buscando en vano la paternidad de la niña, y +observando algunas de sus peculiaridades, habían dado en decir que +Perla procedía de un demonio, como ya había acontecido más de una vez en +la tierra; ni fué Perla la única á quien los puritanos de la Nueva +Inglaterra imputaron origen tan siniestro. + + + + +VII + +LA SALA DEL GOBERNADOR + + +Un día fué Ester á la morada del Gobernador Bellingham á llevarle un par +de guantes que había ribeteado y bordado por orden suya, y que debía de +usar en cierta ceremonia oficial, porque si bien no desempeñaba ya el +alto puesto de antes, aun ocupaba un destino honroso é influyente en la +magistratura colonial. + +Pero algo más importante que la entrega de un par de guantes bordados, +obligó á Ester entonces á solicitar una entrevista con un personaje de +tanto poder y tan activo en los negocios de la colonia. Había llegado á +sus oídos el rumor de que algunos de los principales habitantes de la +población trataban de despojarla de su niña, deseosos de que imperaran +más rígidos principios en materias de religión y de gobierno. Suponiendo +estas buenas gentes, como ya se ha dicho, que Perla era de estirpe +diabólica, creyeron que para mayor beneficio del alma de la madre, +convenía quitarle ese obstáculo de su sendero; agregando, que si la niña +era realmente capaz de una educación religiosa y moral, y tenía en sí +los elementos de su futura salvación, gozaría indudablemente de todas +estas ventajas si se la separase de su madre y se confiara su educación +á persona mejor y más cuerda. Se decía también que entre los +promovedores de esta idea, era el Gobernador uno de los más activos. + +Parecerá singular, y hasta ridículo, que un asunto de esta naturaleza +haya sido cuestión públicamente discutida, en la que tomaron parte en +pro y en contra varias personas eminentes del gobierno. Pero en aquella +época de prístina sencillez, negocios de menor importancia pública, y de +menor trascendencia que el bienestar de Ester y de su hija, tenían +cabida en las deliberaciones de los legisladores y en los actos del +Estado; y hasta se refiere que una disputa relativa al derecho de +propiedad de un cerdo dió margen, en una época anterior á la en que pasa +nuestra historia, á debates acalorados en el cuerpo legislativo de la +colonia, y ocasionó importantes modificaciones en el modo de ser de la +Legislatura. + +Llena, pues, de temores, aunque con tan pleno convencimiento de su +derecho, que no le parecía desigual la lucha entre el público de una +parte y una mujer solitaria de la otra, Ester se puso en marcha saliendo +de su cabaña acompañada, como era de esperarse, de Perla. Esta había +alcanzado ya una edad que la permitía correr al lado de su madre, y como +estaba siempre en constante movimiento desde la mañana hasta la noche, +hubiera podido hacer una jornada mucho más larga. Sin embargo, á veces, +más por capricho que por necesidad, pedía que la llevaran en brazos; +pero á los pocos momentos quería que la dejasen andar, y continuaba +junto á Ester dando saltitos y tropezando á cada instante. + +Hemos hablado de la belleza singular de Perla, belleza de tintes vivos +y profundos, de tez brillante, ojos que poseían á la vez fulgor é +intensidad meditativa, y un cabello de color castaño, lustroso, suave, y +que más tarde serían casi negros. Toda ella era fuego y parecía el fruto +de un momento de pasión impremeditada. La madre, al idear el traje de su +hija, había dado rienda suelta á las tendencias vistosas de su +imaginación, y la vistió con una túnica de terciopelo carmesí, de un +corte peculiar, abundantemente adornada con caprichosos bordados y +floreos de hilo de oro. Tal lujo de colores, que habrían dado un pálido +y macilento aspecto á mejillas menos brillantes, se adaptaba +admirablemente á la belleza de Perla, y la convertían en la más +reluciente llama que jamás se haya movido sobre la tierra. + +Pero era una particularidad notable de este traje, y en realidad de la +apariencia general de la niña, la de traer irremediablemente á la +memoria del que la contemplaba el recuerdo del signo que Ester estaba +condenada á llevar en su vestido. Era la letra escarlata bajo otra +forma: la letra escarlata dotada de vida. La madre misma,--como si +aquella ignominia roja se hubiera grabado profundamente en su cerebro de +modo que todas sus ideas revistieran su aspecto,--la madre misma había +encontrado aquella semejanza, empleando muchas horas de mórbida +ingeniosidad en hallar una analogía entre el objeto de su cariño y el +emblema de su falta y de su tormento. Pero como en realidad Perla era al +mismo tiempo una y otra cosa, pudo Ester imaginarse perfectamente que la +apariencia de la niña guardaba completa semejanza con la letra +escarlata. + +Al llegar madre é hija á los linderos de la población, los niños de los +puritanos, en medio de sus juegos, ó de lo que pasaba por juego entre +aquellos sombríos chicuelos, fijaron en ellas las miradas y dijeron: + +--Ahí viene la mujer de la letra escarlata; y á su lado viene saltando +lo que también se parece á una letra escarlata. Vamos á arrojarles +fango. + +Pero Perla, que era una niña intrépida, después de fruncir el entrecejo, +de golpear el suelo con el piececito y de apretar el puño con diversos +gestos amenazadores, se lanzó de repente contra el grupo de sus enemigos +y los puso á todos en fuga. Al mismo tiempo chilló y gritó con violencia +tal, que el corazón de los fugitivos tembló de espanto. Terminada su +victoria, Perla regresó tranquilamente al lado de su madre, á la que +dirigió una risueña mirada. + +Sin otra aventura llegaron á la morada del Gobernador. Era ésta una gran +casa de madera, fabricada al estilo de las que aun se ven en las calles +de nuestras ciudades más antiguas; ahora cubiertas de musgo, +derrumbándose, y de aspecto melancólico, mudos testigos de las penas ó +alegrías de que fueron teatro sus obscuras habitaciones. Entonces, sin +embargo, había en su exterior la frescura de la juventud, y en sus +ventanas, iluminadas por el sol, parecía brillar aquel contento que +reina en las moradas humanas en que aun no ha entrado la muerte. La casa +del Gobernador tenía, á la verdad, una apariencia muy alegre: las +paredes estaban cubiertas con una especie de estuco con innumerables +fragmentos de vidrio, de modo que cuando el sol alumbraba oblicuamente +el edificio, brillaba y fulguraba como si sobre él se hubieran arrojado +diamantes á manos llenas, lo que le hacía parecer más propio para el +palacio de Aladino, que para mansión de un viejo y grave jefe puritano. +Estaba además adornado con figuras y diagramas extraños y al parecer +cabalísticos, de acuerdo con el raro gusto de la época, que habían sido +dibujados en el estuco cuando se acabó de poner, y se habían endurecido +con el tiempo, sin duda para que sirvieran de admiración á las edades +futuras. + +Perla, cuando contempló esta especie de casa maravillosa, comenzó á +palmotear y á bailar, y pidió con acento decidido que arrancaran todo +aquel frente radiante del edificio, y se lo dieran para jugar con él. + +--No, mi querida Perlita, le dijo su madre. Tú misma tienes que +procurarte tus rayos de sol; yo no tengo nada que darte. + +Se acercaron á la puerta, que tenía la forma de un arco, y estaba +flanqueada á cada costado por una torre estrecha ó proyección del +edificio, con ventanas de enrejado de alambre y postigos de madera. +Levantando el aldabón de hierro, Ester dió un golpe al que respondió uno +de los siervos del Gobernador, inglés de nacimiento y libre, pero que á +la sazón era esclavo por siete años. Durante ese tiempo tenía que ser la +propiedad de su amo, lo mismo que si fuera un buey. El siervo llevaba el +traje azul que era el vestido ordinario de los siervos de aquella época, +como lo fué también mucho antes en las antiguas casas solariegas de +Inglaterra. + +--¿Está en casa Su Señoría el Gobernador Bellingham? preguntó Ester. + +--Ciertamente que sí, respondió el siervo, contemplando con tamaños +ojos la letra escarlata, pues habiendo llegado recientemente al país, no +la había visto todavía. Sí, Su Señoría está en casa; pero con él hay un +par de piadosos ministros, y al mismo tiempo un médico: no creo que +podáis verle ahora. + +--Entraré, sin embargo, replicó Ester. + +Y el siervo, juzgando tal vez por el tono decisivo con que pronunció +estas palabras, y el brillante símbolo que llevaba en el pecho, que era +una gran señora del país, no opuso resistencia alguna. + +Madre é hija fueron, pues, admitidas en el vestíbulo. El Gobernador, +teniendo en cuenta la naturaleza de los materiales de construcción +disponibles, así como la diferencia del clima y costumbres sociales de +la colonia, había trazado el plano de su nueva morada á imitación de las +de los caballeros de moderados recursos en su país natal. Había por lo +tanto un ancho y elevado vestíbulo que se extendía hasta el fondo de la +casa y servía de medio de comunicación más ó menos directa con todas las +otras piezas. En una extremidad se hallaba alumbrada esta espaciosa +habitación por las ventanas de las dos torres; y en la otra, aunque +protegida por una cortina, lo estaba por una gran ventana abovedada, +provista de un asiento de almohadones, en el que había un volumen en +folio, probablemente de las Crónicas de Inglaterra ú otra literatura por +el estilo. El mueblaje consistía en algunas sillas macizas, en cuyos +respaldares había esculpidas guirnaldas de flores de roble; en el centro +había una mesa del mismo estilo que las sillas, todo del tiempo de la +Reina Isabel de Inglaterra, ó quizás anterior á él, y traído de la casa +paterna del Gobernador. Y en la mesa, como prueba de que la antigua +hospitalidad no había muerto, un gran jarro de peltre en el fondo del +cual el curioso podría haber visto la espuma de la cerveza bebida +recientemente. + +Colgaba en la pared una hilera de retratos que representaban los +antepasados del linaje de Bellingham, algunos vestidos con petos y +armaduras y otros con cuellos alechugados y ropa talar. Como rasgo +característico, tenían todos aquella severidad y rigidez que +invariablemente hay en los antiguos retratos, como si en vez de pinturas +fueran los espíritus de hombres ilustres, ya muertos, que estuvieran +contemplando con dureza é intolerancia, criticándolos, las acciones y +placeres de los vivos. + +Hacia el centro de los tableros de roble que cubrían las paredes del +vestíbulo había suspendida una cota de malla y sus accesorios, no una +reliquia hereditaria, como los retratos, sino de fecha más moderna, +fabricada por un hábil armero de Londres el año mismo en que el +Gobernador Bellingham vino á la Nueva Inglaterra. Allí había un yelmo, +una coraza, una gola y grebas, con un par de manoplas, y colgando debajo +una espada; todo, y especialmente el yelmo y la coraza, tan +perfectamente bruñido, que resplandecían con un blanco radiante, +iluminando el pavimento. Esta brillante panoplia no servía de simple +ornato, sino que el Gobernador se la había endosado más de una vez, +especialmente á la cabeza de un regimiento en la guerra contra los +indios, pues aunque por estudios y profesión era un abogado, las +exigencias del nuevo país habían hecho de él un soldado y un +Gobernante. + +Perlita,--á quien agradó la resplandeciente armadura tanto como el +brillante frontispicio de la casa, se entretuvo algún tiempo mirando la +pulida superficie de la coraza que resplandecía como si fuera un espejo. + +--¡Madre! gritó, madre, te veo aquí. ¡Mira! ¡mira! + +Ester, por complacer á su hijita, dió una mirada á la coraza, y vió que, +debido al efecto peculiar de este espejo convexo, la letra escarlata +parecía reproducida en proporciones exageradas y gigantescas, de tal +modo que venía á ser lo más prominente de toda su persona. En realidad, +parecía como si Ester se ocultara detrás de la letra. Perla le llamó +también la atención á otra figura semejante en el yelmo, sonriendo á su +madre con aquella especie de expresión de duendecillo tan común á su +inteligente rostro. Esta mirada de traviesa alegría se reflejó +igualmente en el espejo, con tales proporciones y tal intensidad de +efecto, que Ester no creyó que pudiera ser la imagen de su propia hija, +sino la de algún trasgo ó duende que trataba de amoldarse á la forma de +Perla. + +--Vamos, Perla, dijo la madre llevándosela consigo. Ven á ver este +hermoso jardín. Quizás haya en él flores más hermosas que las de los +bosques. + +Perla se dirigió á la ventana abovedada en el fondo del vestíbulo, y +tendió la mirada á lo largo de las calles del jardín, alfombrado de +hierba recién cortada, y guarnecido con algunos arbustos, no muchos, +como si el dueño hubiera desistido de su idea de perpetuar en este lado +del Atlántico el gusto inglés en materia de jardines. Las coles crecían +á la simple vista, y una calabacera, plantada á alguna distancia, se +había extendido al través del espacio intermediario, depositando uno de +sus gigantescos productos directamente debajo de la ventana indicada. +Había, sin embargo, unos cuantos rosales, y cierto número de manzanos, +procedentes probablemente de los plantados por los primeros colonos. + +Perla, al ver los rosales, empezó á clamar por una rosa encarnada, y no +quiso estarse tranquila. + +--Cállate, niña, cállate, dijo la madre encarecidamente. No llores, mi +querida Perla. Oigo voces en el jardín. El Gobernador se acerca +acompañado de varios caballeros. Cállate. + +En efecto, por la avenida del jardín se veía cierto número de personas +con dirección hacia la casa. Perla, sin hacer caso de las tentativas de +su madre para aquietarla, dió un grito agudísimo, y guardó entonces +silencio; no debido á un sentimiento de obediencia, sino á la viva y +móvil curiosidad de su naturaleza que hizo que todo su interés se +concentrara en la aparición de estos nuevos personajes. + + + + +VIII + +LA NIÑA DUENDE Y EL MINISTRO + + +El Gobernador Bellingham, vestido en traje de casa, que consistía en una +bata no muy ajustada, y gorra, abría la comitiva y parecía ir mostrando +su propiedad á los que le acompañaban, explicándoles las mejoras que +proyectaba introducir. La vasta circunferencia de un cuello alechugado, +hecho con mucho esmero, que proyectaba por debajo de su barba gris, +según la moda del tiempo antiguo, contribuía á darle á su cabeza un +parecido á la de San Juan Bautista en la fuente. La impresión producida +por su rígido y severo semblante, por el que habían pasado algunos +otoños, no estaba en armonía con todo lo que allí le rodeaba y parecía +destinado al goce de las cosas terrenales. Pero es un error suponer que +nuestros graves abuelos,--aunque acostumbrados á hablar de la existencia +humana y pensar en ella como si fuese una mera prueba y una lucha +constante, y aunque se hallaban preparados á sacrificar bienes y vida +cuando el deber lo requería,--hicieran caso de conciencia rechazar todas +aquellas comodidades, y aun regalo, que estaban á su alcance. Semejante +doctrina no fué nunca enseñada, por ejemplo, por el venerable pastor de +almas Juan Wilson, cuya barba, blanca como la nieve, se veía por sobre +el hombro del Gobernador Bellingham, mientras le decía que las peras y +los melocotones podrían aclimatarse en la Nueva Inglaterra, y que las +uvas de color de púrpura podrían florecer si estuvieran protegidas por +los muros del jardín expuestos más directamente al sol. El anciano +ministro tenía un gusto legítimo y de larga fecha por todas las cosas +buenas y todas las comodidades de la vida; y por severo que se mostrase +en el púlpito en su reprobación pública de transgresiones como las de +Ester Prynne, sin embargo, la benevolencia que desplegaba en la vida +privada le había grangeado mayor cantidad de afecto que la concedida á +ningún otro de sus colegas. + +Detrás del Gobernador y del Sr. Wilson venían otros dos huéspedes: uno +el Reverendo Arturo Dimmesdale, á quien el lector recordará tal vez por +haber desempeñado, no voluntariamente, un corto papel en la escena del +castigo público de Ester; y á su lado, como si fuera su compañero +íntimo, el viejo Rogerio Chillingworth, persona de gran habilidad en la +medicina, y que hacía dos ó tres años había fijado su residencia en la +colonia. Se decía que este sabio anciano era al mismo tiempo el médico y +el amigo del joven eclesiástico, cuya salud se había deteriorado mucho +últimamente á causa de su abnegación sin límites y su consagración +completa á los trabajos y deberes de su sagrado ministerio. + +El Gobernador, adelantándose á sus huéspedes, subió dos ó tres +escalones, y abriendo una de las hojas de la gran ventana del vestíbulo, +se encontró cerca de Perla. La sombra de la cortina ocultaba +parcialmente á la madre. + +--¿Qué tenemos aquí?--dijo el Gobernador mirando á la figurita color de +escarlata que estaba delante de él. Confieso que no he visto nada +parecido desde los días de mis vanidades, allá en mis tiempos juveniles, +cuando consideraba inestimable favor ser admitido en los bailes de +disfraces de la Corte. Había entonces un enjambre de estas pequeñas +apariciones en los días de fiesta. ¿Pero cómo ha entrado este huésped en +mi antecámara? + +--Sí, en efecto, exclamó el buen anciano Sr. Wilson, ¿qué pajarito color +de escarlata podrá ser éste? Me parece haber visto algo semejante cuando +el sol brilla al través de los cristales de una ventana de variedad de +colores, y dibuja imágenes doradas y carmesíes en el suelo. Pero eso era +allá en nuestra vieja patria. Díme, niña, ¿quién eres, y qué ha movido á +tu madre á aderezarte de un modo tan extraño? ¿Eres una niña cristiana? +¿Sabes el catecismo? ¿Ó eres acaso uno de esos petulantes duendes ó +trasgos que creíamos haber dejado para siempre en la alegre Inglaterra? + +--Yo soy la hija de mi madre, respondió la visión escarlata, y mi nombre +es Perla. + +--¿Perla?--más bien Rubí, ó Coral, ó Rosa encendida por lo menos, á +juzgar por tu color, respondió el anciano ministro extendiendo la mano, +inútilmente, para acariciar la mejilla de Perla.--¿Pero dónde está tu +madre? ¡Ah! Ya comprendo, agregó; y dirigiéndose al Gobernador le dijo +en voz baja:--Esta es precisamente la niña de que hemos hablado; y ved +ahí á esa infeliz mujer, á Ester Prynne, su madre. + +--¿Eso dices? exclamó el Gobernador. Sí, deberíamos haber pensado que +la madre de tal niña tenía que ser una mujer escarlata, y un tipo digno +de Babilonia. Pero á buen tiempo llega, y trataremos de este asunto +inmediatamente. + +El Gobernador entró en la antecámara seguido de sus tres huéspedes. + +--Ester Prynne, dijo clavando la mirada naturalmente severa en la +portadora de la letra escarlata, en estos días se ha hablado mucho de +tí. Hemos discutido con toda calma y seso, si nosotros, que somos +personas de autoridad é influencia, cumplimos con nuestro deber +confiando la dirección y guía de un alma inmortal, como la de esta +criatura, á quien ha tropezado y caído en medio de los lazos y redes del +mundo. Habla, tú que eres la madre de esta niña. ¿No crees que sería +mejor, tanto para el bienestar temporal como para la vida eterna de tu +pequeñuela, que se te prive de su cuidado, y que vestida de una manera +menos vistosa, se la eduque en la obediencia y se la instruya en las +verdades del cielo y de la tierra? ¿Qué puedes hacer en pró de tu niña +en este particular? + +--Yo puedo instruir á mi hija según la enseñanza que he recibido de +esto,--respondió Ester tocando con el dedo la letra escarlata. + +--Mujer, esa es tu insignia de vergüenza, replicó el severo magistrado. +Precisamente en consecuencia de la falta que indica esa letra, deseamos +que tu hija pase al cuidado de otras manos. + +--Sin embargo, dijo la madre tranquilamente, aunque volviéndose cada vez +más pálida, esta insignia me ha dado, y me da diariamente, y hasta en +este momento, lecciones que harán á mi hija más cuerda y mejor, aunque +para mí no sean ya de provecho. + +--Ahora lo sabremos, dijo el Gobernador, y decidiremos lo que hay que +hacer. Mi buen Señor Wilson, os ruego que examinéis á esta Perla, pues +tal es su nombre, y veáis si tiene la instrucción cristiana que conviene +á una niña de su edad. + +El anciano eclesiástico se sentó en un sillón é hizo un esfuerzo para +atraer á Perla entre sus rodillas. Pero la niña, acostumbrada solamente +al tacto familiar de su madre y no al de otra persona, se escapó por la +ventana abierta y se plantó en el escalón más alto, pareciendo entonces +un pájaro tropical silvestre, de brillante plumaje, dispuesto á +emprender el vuelo en los espacios. El Sr. Wilson, no poco sorprendido +de esto, pues era una especie de patriarca favorito de los niños, trató +sin embargo de proceder al examen. + +--Perla, le dijo con gran solemnidad, tienes que recibir instrucción +para que, á su debido tiempo, logres llevar en tu seno una perla de gran +precio. ¿Puedes decir, hija mía, quién te ha creado? + +Perla sabía perfectamente qué responder, porque siendo Ester la hija de +una familia piadosa, poco después de la conversación que había tenido +con su niña acerca de su Padre Celestial, había comenzado á hablarle de +esas verdades que el espíritu humano, cualquiera que sea su estado de +desarrollo, oye con intenso interés. Por lo tanto Perla, aunque solo +contaba tres años de edad, podría haber sufrido con buen éxito un examen +en algunas materias religiosas; pero la perversidad más ó menos común á +todos los niños, y de la cual la chicuela tenía una buena dosis, se +apoderó de ella en el momento más inoportuno, y la hizo cerrar los +labios ó proferir palabras que no venían al caso. Después de llevarse el +dedo á la boca, y de muchas negativas de responder á las preguntas del +buen Sr. Wilson, la niña finalmente anunció que no había sido creada por +nadie, sino que su madre la había recogido en un rosal silvestre que +crecía junto á la puerta de la cárcel. + +Esta respuesta fantástica le fué probablemente sugerida por la +proximidad de los rosales del Gobernador, que tenía á la vista, y por el +recuerdo del rosal silvestre de la cárcel, junto al cual había pasado al +venir á la morada de Bellingham. + +El viejo Rogerio Chillingworth, con una sonrisa en los labios, murmuró +unas cuantas palabras al oído del joven eclesiástico. Ester dirigió una +mirada al hombre de ciencia, y á pesar de que su destino estaba colgando +de un hilo, se quedó sorprendida al notar el cambio verificado en las +facciones de Rogerio, que se había vuelto mucho más feo, su cutis más +atezado, y su figura peor formada que en los tiempos en que le había +conocido más familiarmente. Sus miradas se cruzaron un instante, pero +inmediatamente tuvo que prestar toda su atención á lo que estaba pasando +respecto á su hija. + +--¡Esto es horrible!--exclamó el Gobernador volviendo lentamente del +asombro que le había causado la respuesta de Perla. He aquí una niña de +tres años de edad, que no sabe quién la ha creado. No hay duda de que en +la misma ignorancia se encuentra respecto á su alma, su actual +perversidad y su futuro destino. Me parece, caballeros, que no hay +necesidad de proseguir adelante. + +Ester tomó entonces á Perla y la estrechó entre sus brazos, mirando al +viejo magistrado puritano casi con una feroz expresión en los ojos. Sola +en el mundo, arrojada de él como fruto podrido, y con este único tesoro +que era el consuelo de su corazón, tenía la conciencia de que poseía +derechos indestructibles contra las pretensiones del mundo, y se hallaba +dispuesta á defenderlos á todo trance. + +--Dios me ha dado á esta niña, exclamó. Me la ha dado en desquite de +todo aquello de que he sido despojada por vosotros. Es mi felicidad, y +al mismo tiempo mi tormento. Perla es quien me sostiene viva en este +mundo. Perla también me castiga. ¿No véis que ella es la letra +escarlata, capaz solamente de ser amada y dotada de un poder infinito de +retribución por mi falta? No me la quitaréis: primero moriré. + +--Pobre mujer, dijo con cierta bondad el anciano eclesiástico, la niña +será muy bien cuidada, tal vez mejor que lo que tú puedes hacer. + +--Dios la confió á mi cuidado, repitió Ester esforzando la voz. No la +entregaré. + +Y entonces, como movida de impulso repentino se dirigió al joven +eclesiástico, al Sr. Dimmesdale, á quien, hasta ese momento apenas había +mirado, y exclamó: + +--¡Habla por mí! Tú eras mi pastor, y tenías mi alma á tu cargo, y me +conoces mejor que estos hombres. Yo no quiero perder á mi hija. Habla +por mí: tú sabes,--porque estás dotado de la conmiseración de que +carecen estos hombres,--tú sabes lo que hay en mi corazón, y cuáles son +los derechos de una madre, y que son mucho más poderosos cuando esa +madre tiene sólo á su hija y la letra escarlata. ¡Mírala! Yo no quiero +perder la niña. ¡Mírala! + +Á este llamamiento frenético y singular que indicaba que la posición +actual de Ester casi la había privado del juicio, el joven eclesiástico +se adelantó pálido y llevándose la mano al corazón, como era su +costumbre siempre que su nervioso temperamento le ponía en un estado de +suma agitación. Parecía ahora más lleno de zozobra y más extenuado que +cuando lo describimos en la escena de la pública ignominia de Ester; y +bien sea por lo quebrantado de su salud, ó por otra causa cualquiera, +sus grandes ojos negros revelaban un mundo de dolor en la expresión +inquieta y melancólica de sus miradas. + +--Hay mucha verdad en lo que esta mujer dice,--comenzó el Sr. Dimmesdale +con voz dulce y trémula, aunque vigorosa, que resonó en todos los +ámbitos del vestíbulo;--hay verdad en lo que Ester dice, y en los +sentimientos que la inspiran. Dios le ha dado la niña, y al mismo tiempo +un conocimiento instintivo de la naturaleza y las necesidades de ese +tierno sér, que parecen muy peculiares, conocimiento que ningún otro +mortal puede poseer. Y, además, ¿no hay algo inmensamente sagrado entre +las relaciones de esta madre y de esta niña? + +--¡Ah! ¿cómo es eso, buen Sr. Dimmesdale?--interrumpió el +Gobernador,--os ruego que aclaréis este punto. + +--Así tiene que ser,--continuó el joven eclesiástico,--porque, si +pensamos de otro modo, ¿no implicaría que el Padre Celestial, el Creador +de todas las cosas de este mundo, ha tenido en poco una acción +pecaminosa, y no ha dado mucha importancia á la diferencia que existe +entre un amor puro y uno impuro? Esta hija de la culpa del padre y la +vergüenza de la madre ha venido, enviada por Dios, á influir de varios +modos en el corazón de la que ahora con tanta vehemencia y con tal +amargura reclama el derecho de conservarla á su lado. Fué creada para +una bendición, para la única felicidad de su vida. Fué creada sin duda, +como la madre misma nos lo ha dicho, para que fuera también una +retribución; un tormento de todas las horas; un dardo, una congoja, una +agonía siempre latente en medio de un gozo pasajero. ¿No ha expresado +ella este pensamiento en el traje de la pobre niña, que de una manera +tan eficaz nos recuerda el símbolo rojo que abrasa su seno? + +--¡Bien dicho, bien dicho! exclamó el buen Sr. Wilson. Yo temía que la +mujer pensaba solo en hacer de su hija una saltimbanquis. + +--¡Oh! no, no; continuó Dimmesdale. La madre, creédmelo, reconoce el +solemne milagro que Dios ha operado en la existencia de esa criatura. +Pueda también comprender,--lo que es para mí una verdad +indiscutible,--que este don, ante todo, tiene por objeto conservar el +alma de la madre en estado de gracia y librarla de los abismos profundos +del pecado en que de otro modo Satanás la hubiera hundido. Por lo tanto, +es un bien para esta pobre mujer pecadora tener á su cargo un alma +infantil, un sér capaz de eterna dicha ó de eterna pena,--un sér que sea +educado por ella en los senderos de la justicia, que á cada instante le +recuerde su caída, pero que al mismo tiempo le haga tener presente, como +si fuera una sagrada promesa del Creador, que si la madre educa á la +niña para el cielo, la niña llevará también allí á su madre. Y en esto, +la madre pecadora es más feliz que el padre pecador. De consiguiente, en +beneficio de Ester Prynne, no menos que en el de la pobre niña, +dejémoslas como la Providencia ha considerado conveniente situarlas. + +--Habláis, amigo mío, con extraña vehemencia,--le dijo el viejo Rogerio +con una sonrisa. + +--Y tiene gran peso lo que mi joven hermano ha dicho,--agregó el +Reverendo Sr. Wilson. ¿Qué dice el muy digno Gobernador? ¿No ha +defendido bien los derechos de la pobre mujer? + +--Seguramente que sí,--respondió el magistrado,--y ha aducido tales +razones, que dejaremos el asunto como está; por lo menos, mientras la +mujer no sea objeto de escándalo. Hemos de tener, sin embargo, cuidado +de que la niña se instruya contigo en el catecismo, buen Sr. Wilson, ó +con el Reverendo Sr. Dimmesdale. Además, á su debido tiempo es preciso +ocuparse en que vaya á la escuela y á la iglesia. + +Cuando el joven ministro acabó de hablar se alejó unos cuantos pasos del +grupo, y permaneció con el rostro parcialmente oculto por los pesados +pliegues de las cortinas de la ventana, mientras la sombra de su cuerpo, +que la luz del sol hacía proyectar sobre el suelo, estaba toda trémula +con la vehemencia de su discurso. Perla, con la viveza caprichosa que la +caracterizaba, se dirigió hacia él, y tomándole una de las manos entre +las suyas, apoyó en ella su mejilla: caricia tan tierna, y á la vez tan +natural, que Ester, al contemplarla, se dijo para sus adentros: "¿Es esa +mi Perla?" Sabía, sin embargo, que el corazón de su hija era capaz de +amor, aunque éste se revelaba casi siempre de una manera apasionada y +violenta; y en el curso de sus pocos años apenas si se había manifestado +dos veces con tanta suavidad y ternura como ahora. El joven +ministro,--pues excepto las miradas de una mujer que se idolatra, no +existe nada tan dulce como estas espontáneas caricias de un niño, que +son indicio de que hay en nosotros algo verdaderamente digno de ser +amado,--el joven ministro arrojó una mirada en torno suyo, puso la mano +en la cabeza de la niña, vaciló un momento, y la besó en la frente. +Aquel tierno capricho, tan poco común en el carácter de Perla, no duró +mucho tiempo: se echó á reir, y se fué á lo largo del vestíbulo saltando +tan ligeramente, que el anciano Sr. Wilson se preguntó si había tocado +el pavimento con la punta de los pies. + +--Este pequeño traste tiene en sí algo de hechicería,--le dijo á +Dimmesdale: no necesita del palo de escoba de una vieja para volar. + +--¡Extraña niña!--observó el anciano Rogerio. Es fácil ver lo que hay en +ella de su madre. ¿Creeréis por ventura, señores, que esté fuera del +alcance de un filósofo analizar la naturaleza de la niña, y por su +hechura y modo de ser adivinar quién es el padre? + +--No: en tal asunto, sería pecaminoso atenerse á la filosofía +profana,--dijo el Sr. Wilson. Vale más entregarse al ayuno y á la +oración para resolver el problema; y mucho mejor aún dejar el misterio +como está, hasta que la Providencia lo revele cuando lo tenga á bien. De +consiguiente, todo buen cristiano tiene el derecho de mostrar la bondad +de un padre hacia esta pobre niña abandonada. + +Resuelto así el negocio de una manera satisfactoria para Ester, ésta +partió con su hija para su cabaña. Cuando descendían las escaleras, se +cuenta que se abrió el postigo de la ventana de uno de los cuartos, +asomándose el rostro de la Sra. Hibbins, la iracunda hermana del +Gobernador, la misma que algunos años después fué ejecutada por bruja. + +--¡Eh! ¡Eh! dijo,--dejando ver un rostro de mal agüero que contrastaba +con el aspecto alegre de la casa. ¿Quieres venir con nosotros esta noche +á la selva? Tendremos allí gentes muy alegres; y he prometido al Hombre +Negro que Ester Prynne tomaría parte en la fiesta. + +--Servíos disculparme,--respondió Ester con una sonrisa de triunfo. +Tengo que regresar á mi casa y cuidar de mi Perlita. Si me la hubieran +quitado, entonces habría ido con gusto á la selva en tu compañía, +firmando mi nombre en el libro del Hombre Negro, y eso con mi propia +sangre. + +--Ya te tendremos allí antes de mucho,--dijo la dama bruja, frunciendo +el entrecejo y retirándose. + +Pero aquí,--si suponemos que este diálogo entre la Sra. Hibbins y Ester +es auténtico, y no una fábula,--aquí tenemos ya una prueba de la razón +que tuvo el joven eclesiástico en oponerse á que se cortaran los lazos +que unen una madre delincuente al fruto de su fragilidad. Ya en esta +ocasión el amor de la niña salvó á la madre de las asechanzas de +Satanás. + + + + +IX + +EL MÉDICO + + +Como el lector recordará, el nombre de Rogerio Chillingworth ocultaba +otro nombre, cuyo antiguo poseedor había resuelto que no se mencionara +jamás. Ya se ha referido que en medio de la muchedumbre que presenciaba +el castigo ignominioso de Ester, un individuo de edad provecta, recién +llegado de las tierras ocupadas por los indios, contempló de repente, +expuesta á los ojos del público, como si fuera una imagen viviente del +pecado, á la mujer en quien había esperado hallar encarnados la alegría +y el calor del hogar. La honra de su esposa la veía pisoteada por todos +los circunstantes. Su infamia palpitaba allí, en la plaza pública. Si la +noticia llegaba alguna vez á oídos de los parientes y de las compañeras +de infancia de aquella mujer, ¿qué otra cosa les quedaría sino el +contagio de su deshonra, tanto mayor cuanto más íntimas y sagradas +hubieran sido sus relaciones de parentesco? Y en cuanto á él, cuyos +lazos de unión con la mujer delincuente habían sido los más estrechos y +sagrados que puedan darse, ¿por qué presentarse á reclamar una herencia +tan poco apetecible? Resolvió, por lo tanto, no dejarse exponer en la +picota de la infamia al lado de la que en un tiempo fué su esposa. +Desconocido para todo el mundo, excepto para Ester, y poseyendo los +medios de que ésta guardara silencio, escogió borrar su nombre de la +lista de los vivos, considerar completamente disueltos sus antiguos +lazos é intereses, y, en una palabra, darse por segregado del mundo como +si en realidad yaciera en el fondo del océano, donde el rumor público +hace mucho tiempo lo había consignado. Una vez realizado este plan, +surgirían inmediatamente nuevos intereses y á la vez un nuevo objeto á +que consagrar su energía, tenebrosa, es verdad, y acaso criminal, pero +de incentivo bastante absorbente para que dedicara á su realización toda +la fuerza de sus facultades. + +Para llevar á cabo este proyecto, fijó su residencia en la ciudad +puritana, bajo el nombre supuesto de Rogerio Chillingworth, sin otra +recomendación que sus conocimientos científicos y su inteligencia, de +que poseía una suma no común. Como los estudios que hizo en otros +tiempos le habían familiarizado con la ciencia médica del día, se +presentó como físico, y como tal fué cordialmente recibido. En la +colonia eran muy raros los hombres hábiles en medicina ó cirugía. La +salud de los vecinos de la buena ciudad de Boston, por lo menos en lo +que se refiere á la medicina, había estado hasta entonces confiada á la +tutela de un anciano diácono y farmacéutico, cuya piedad y rectitud eran +testimonios más convincentes en favor suyo, que los que podría haber +presentado bajo la forma de un diploma en regla. El único cirujano era +un individuo que unía al ejercicio casual de esa noble profesión, el +manejo diario y habitual de la navaja de afeitar. + +Para semejante cuerpo facultativo fué Rogerio Chillingworth una +adquisición brillante. Pronto manifestó su familiaridad con la ponderosa +é imponente maquinaria de la antigua medicina, en la que cada remedio +contenía una multitud de extraordinarios y heterogéneos ingredientes, +compuestos con tanto trabajo y esmero como si se tratara de obtener el +Elixir de Vida. Durante su cautiverio entre los indios, había adquirido +un notable conocimiento de las propiedades de las hierbas y raíces +indígenas; ni ocultó á sus pacientes que estas simples medicinas, que la +sabia naturaleza había dado á conocer al inculto salvaje, merecían su +confianza en el mismo grado que la farmacopea de los europeos, en cuya +formación se habían empleado tantos siglos y tantos sabios doctores. + +Era este erudito extranjero una persona ejemplar, por lo menos en cuanto +á las formas externas de la religión, y poco después de su llegada á la +colonia escogió al Reverendo Sr. Dimmesdale como guía espiritual. El +joven eclesiástico, que había hecho sus estudios en la Universidad de +Oxford, donde se conservaba su memoria con respeto, era tenido por sus +más ardientes admiradores casi como un apóstol consagrado por el cielo y +destinado, si podía trabajar y vivir el término ordinario de la +existencia humana, á hacer mucho en beneficio de la Iglesia de la Nueva +Inglaterra. En el período en que estamos de nuestra historia, su salud, +sin embargo, había empezado evidentemente á decaer. Aquellos que estaban +más familiarizados con los hábitos y costumbres de Dimmesdale, creían +que la palidez de sus mejillas era el resultado de su celo intenso por +el estudio, del escrupuloso cumplimiento de sus deberes religiosos, y +más que todo de los ayunos y vigilias que con tanta frecuencia +practicaba para impedir que la materia terrenal obscureciera ó +disminuyese el brillo de su lámpara espiritual. Algunos declaraban que +si el Sr. Dimmesdale estaba realmente á punto de morir tan joven, +consistía en que el mundo no era digno de ser hollado por sus pies. Por +otra parte, él mismo, con característica humildad, decía que si la +Providencia juzgaba conveniente llevárselo de este mundo, sería á causa +de su poco mérito para desempeñar la más humilde misión en la tierra. +Pero á pesar de la divergencia de opiniones en el particular, lo cierto +era que su salud estaba muy quebrantada. Había adelgazado mucho; su voz, +aunque todavía sonora y dulce, tenía cierta melancólica expresión de +decaimiento; con frecuencia se le veía, al menor ruido ó accidente de +poca importancia, llevarse la mano al corazón, con una súbita rubicundez +del rostro, seguida de palidez, indicio de dolor. + +Tal era el estado del joven Dimmesdale, y tan inminente el peligro de +que se extinguiera esa naciente luz del mundo, antes de tiempo, cuando +Rogerio Chillingworth llegó á la ciudad. Su primera entrada en escena, +sin que se supiera de dónde venía, si era caído del cielo ó si procedía +de las regiones inferiores, le daba cierto aspecto de misterio, que +fácilmente se convirtió en algo casi milagroso. Se sabía que era un +hombre hábil é inteligente; se había observado que recogía hierbas y +flores silvestres, que arrancaba raíces, que cortaba ramas de los +árboles del bosque, como persona familiarizada con las ocultas virtudes +de lo que no tenía ningún valor á los ojos del vulgo. Se le había oído +hablar de Sir Kenelm Digby[15] y de otros hombres famosos, cuyos +conocimientos en asuntos científicos se consideraban casi +sobrenaturales, con quienes se había asociado ó tenido correspondencia. +¿Por qué, ocupando tan alto puesto en el mundo de la ciencia, había +venido á la colonia? ¿Qué podría buscar en un país semisalvaje este +hombre cuya esfera de acción estaba en las grandes ciudades? En +respuesta á esta pregunta, empezó entonces á circular un rumor,--al que, +por absurdo que fuera, hasta personas sensatas le daban crédito. Se +decía que el cielo había operado un verdadero milagro transportando por +el aire, desde una Universidad de Alemania, á un eminente Doctor en +Medicina, depositándolo á la puerta del estudio del Sr. Dimmesdale. +Personas mucho más sensatas en materias de fe, y que sabían que el cielo +alcanza sus fines sin lo que se llama intervención milagrosa, se +hallaban inclinadas á ver algo providencial en la llegada tan oportuna +de Rogerio Chillingworth. + +Daba consistencia á esta idea el gran interés que el físico, como se +decía en aquellos tiempos, manifestó desde el principio por el joven +eclesiástico, á quién se apegó como uno de sus feligreses; y á pesar de +la reserva natural de aquel, trató de ganarse su amistad y su confianza. +Manifestó gran alarma por el estado de la salud de su pastor, y también +grandes deseos de probar si podía curarle, y no desesperaba de +conseguirlo si se emprendía la obra en tiempo. Los funcionarios de la +iglesia del Sr. Dimmesdale, así como las damas casadas y las jóvenes y +bellas señoritas, sus feligreses, le instaron para que se aprovechara de +la habilidad del médico, que tan generosamente se había ofrecido á +servirle. El Sr. Dimmesdale, rehusó con dulzura sus instancias. + +--No necesito medicina, dijo. + +Pero ¿cómo podía hablar así el joven ministro, cuando con cada domingo +que pasaba sus mejillas se volvían más pálidas, su rostro más delgado, y +su voz más trémula; y cuando ya se había convertido en hábito constante +oprimirse el corazón con la mano? ¿Estaba fatigado de sus labores? +¿Deseaba morir? Estas preguntas le fueron solemnemente hechas al Sr. +Dimmesdale por los ministros más ancianos de Boston y por los +dignatarios de su misma iglesia quienes, para emplear su propio +lenguaje, le amonestaron acerca del pecado que cometía en rechazar el +auxilio que la Providencia tan manifiestamente le presentaba. Los oyó en +silencio y finalmente prometió consultarse con el médico. + +--Si fuere la voluntad de Dios,--dijo el Reverendo Sr. Dimmesdale cuando +en cumplimiento de su promesa pidió al anciano Rogerio Chillingworth los +auxilios de su profesión,--estaría contento con que mis labores, y mis +penas, y mis pecados, terminaran pronto junto con mi existencia, y lo +que en mí es terrenal se enterrase en mi sepultura, y lo que es +espiritual me acompañara á mi morada eterna, antes que poner á prueba +vuestra habilidad en beneficio mío. + +--¡Ah!--replicó el médico con aquella calma que, natural ó impuesta, +distinguía todas sus maneras,--así es como un joven eclesiástico habla +por lo común. La juventud, por lo mismo que no ha echado aun raíces +profundas, con facilidad renuncia á la vida. Y los hombres devotos y +buenos que siguen en la tierra los preceptos de Dios, con gusto dejarían +este mundo para estar á su lado en la Nueva Jerusalén. + +--No,--replicó Dimmesdale llevándose la mano al corazón, con una rápida +rubicundez en la frente y una contracción de dolor en el rostro,--si yo +fuera más digno de ir allí, tendría más satisfacción en trabajar aquí. + +--Los hombres buenos siempre se forman de sí propios una idea demasiado +mezquina,--dijo el médico. + +De esta manera el misterioso Rogerio Chillingworth se convirtió en el +consejero médico del Reverendo Sr. Dimmesdale. Como no solamente la +enfermedad despertaba el interés del médico, sino también el carácter y +cualidades de su paciente, estos dos hombres, tan diferentes en edad, +gradualmente llegaron á pasar mucho tiempo juntos. En beneficio de la +salud del eclesiástico, y para facilitar al médico la mejor manera de +recoger las plantas con propiedades medicinales que le eran necesarias, +daban largos paseos á orillas del mar ó por el bosque, mezclando su +variada conversación con el rumor y cadencia de las olas, y el solemne +murmullo del viento en la copa de los árboles. Con frecuencia también, +uno era el huésped del otro; y para el joven ministro había una especie +de fascinación en la sociedad del hombre de ciencia, en quien reconocía +un desenvolvimiento intelectual de un alcance y profundidad nada +comunes, juntamente con una liberalidad y amplitud de ideas que en vano +trataría de buscar en los miembros de su profesión. En realidad de +verdad, se quedó sorprendido, si no escandalizado, al descubrir esta +última cualidad en el médico. + +El Sr. Dimmesdale era un verdadero sacerdote, en la significación vasta +de esta palabra: un hombre verdaderamente religioso, con el sentimiento +de la reverencia muy desarrollado, y con un género de inteligencia que +le obligaba á no desviarse de los senderos estrechos de la fe, que cada +día se volvía en él más profunda. En ningún estado de la sociedad habría +sido lo que se llama hombre de ideas liberales; siempre hubiera +necesitado, para la paz de su espíritu, sentir que la fe le rodeaba por +todas partes, sosteniéndolo, al mismo tiempo que estrechándolo en un +círculo de hierro. Á pesar de esto, si bien con trémulo gozo, +experimentaba una especie de desahogo temporal en poder contemplar el +universo al través de una inteligencia del todo diferente á aquellas con +que habitualmente estaba en contacto. Era como si se hubiere abierto una +ventana por donde penetrara un aire más puro en la atmósfera densa y +sofocante de su estudio, donde su vida se iba consumiendo á la luz de la +lámpara, ó á los rayos del sol que allí penetraban con dificultad, y +donde aspiraba solamente el olor enmohecido que se desprende de los +libros. Pero aquel aire era demasiado sutil y frío para que pudiese +respirarse con seguridad por mucho tiempo; de consiguiente, el +eclesiástico, así como el médico, volvieron á entrar en los límites que +permite la iglesia para no caer en herejía. + +De este modo examinó á su paciente con el mayor esmero y cuidado, no +solo como le veía en su vida diaria, sin desviarse del sendero de las +ideas y sentimientos que le eran habituales, sino también como se le +presentaba cuando, en otro medio diferente tanto moral como intelectual, +la novedad de ese medio hacía dar expresión á algo que era igualmente +nuevo en su naturaleza. Parece que consideraba esencial conocer al +hombre antes de intentar curarle; porque donde quiera que existen +combinados corazón é inteligencia, tienen estos cierto influjo en las +enfermedades del cuerpo. La imaginación y el cerebro eran tan activos en +Arturo Dimmesdale, y tan intensa la sensibilidad, que sus males físicos +tenían seguramente origen en aquellos. Por lo tanto, Rogerio +Chillingworth,--el hombre hábil, el médico benévolo y amistoso,--trató +de sondear primero el corazón de su paciente, rastreando sus ideas y +principios, escudriñando sus recuerdos y tentándolo todo con cautelosa +mano, como quien busca un tesoro en sombría caverna. + +Pocos secretos pueden escapar al investigador que tiene la oportunidad y +la licencia de dedicarse á semejante empresa, y posee la sagacidad de +llevarla adelante. El hombre que se siente abrumado bajo el peso de un +grave secreto, debe evitar especialmente la intimidad de su médico; +porque si éste se hallare dotado de natural sagacidad y de cierto no sé +qué, á manera de intuición; si no demuestra vanidad importuna, ni +cualidades características desagradables; si tiene la facultad innata de +establecer tal afinidad entre su inteligencia y la de su paciente, que +éste llegue á hablar, con llaneza y por descuido, lo que se imagina +haber pensado solamente; si tales revelaciones se reciben en silencio, +con una simple mirada de simpatía, ó á lo más con una que otra palabra +en que se dé á entender que todo se ha comprendido; y si á estas +cualidades necesarias á un confidente se unieren las ventajas que presta +la circunstancia de ser médico,--entonces, en un momento inevitable, el +alma del paciente se abrirá descubriendo á la luz del día sus más +ocultos misterios. + +Rogerio Chillingworth poseía todas, ó casi todas las condiciones arriba +enumeradas. El tiempo sin embargo transcurría; una especie de intimidad, +como ya hemos dicho, se había establecido entre estos dos hombres +instruídos é inteligentes; discutían todos los temas relativos á asuntos +morales ó religiosos, así como los negocios públicos ó de carácter +privado; cada uno hablaba también mucho de materias que parecían +puramente personales; y sin embargo, ningún secreto, como el médico +imaginó que debía de existir, se escapó de los labios del joven +ministro. Tenía, no obstante, la sospecha de que ni siquiera la +naturaleza exacta de la enfermedad corporal del Sr. Dimmesdale le había +sido revelada. ¡Era una extraña reserva! + +Al cabo de algún tiempo, debido á una indicación del médico, los amigos +del Sr. Dimmesdale arreglaron las cosas de modo que los dos se alojaran +bajo un mismo techo, de manera que el facultativo tuviese más +oportunidades de velar por la salud del joven eclesiástico. Gran alegría +causó en la ciudad este arreglo. Se creía que era lo más acertado para +el bienestar del Sr. Dimmesdale; á menos que, como se lo habían +aconsejado repetidas veces los que tenían autoridad para ello, se +decidiera á escoger por esposa á una de las muchas señoritas que +espiritualmente le eran adictas. Pero por el presente no había +esperanzas de que Arturo Dimmesdale se decidiera á hacerlo; había +respondido con una negativa á todas las indicaciones de esta naturaleza, +como si el celibato sacerdotal fuera uno de sus artículos de fe.[16] +Hallándose las cosas en tal estado, parecía que este anciano, sagaz, +experimentado y benévolo médico, sobre todo si se tenía además en cuenta +el amor paternal y el respeto que profesaba al joven ministro, era la +única persona y la más apta para estar constantemente á su lado y al +alcance de su voz. + +Los dos amigos fijaron su nueva morada en la casa de una piadosa viuda, +de buena posición social, la cual asignó al Sr. Dimmesdale una +habitación que daba á la calle, bañada por el sol, pero con espesas +cortinas en la ventana que suavizaban la luz cuando así se deseaba. Las +paredes estaban colgadas con tapices que se decía provenir de los +Gobelinos, y representaban la historia de David y de Betsabé, y la del +profeta Nathán, como se refiere en la Biblia, con colores aun vivos que +daban aspecto de horribles profetisas de desgracias á las bellas figuras +femeninas del cuadro. Aquí depositó el pálido eclesiástico su +biblioteca, rica en enormes libros en folio forrados en pergamino, que +contenían las obras de los Santos Padres, la ciencia de los Rabinos y la +erudición de los monjes, de cuyos escritos se veían obligados á servirse +con frecuencia los clérigos protestantes por más que los desdeñasen y +hasta vilipendiasen. Al fondo de la casa arregló su estudio y +laboratorio el anciano médico, no como un hombre científico moderno lo +consideraría tolerablemente completo, sino provisto de un aparato de +destilar y de los adminículos necesarios para preparar drogas y +sustancias químicas, de que el práctico alquimista sabía hacer buen uso. +Con una situación tan cómoda, estas dos sabias personas se fijaron cada +una de asiento en su respectivo dominio, pero pasando familiarmente de +una habitación á otra, manifestando cada uno sumo interés en los +negocios del otro, sin llegar sin embargo á los límites de la +curiosidad. + +Los amigos más sensatos del Reverendo Arturo Dimmesdale, como ya hemos +indicado, se imaginaban, muy fundadamente, que la mano de la Providencia +había hecho todo esto con el objeto,--demandado en tantas preces, así +públicas como privadas,--de restaurar la salud del joven ministro. Pero +es preciso decir también que cierta parte de la comunidad había +comenzado últimamente á considerar de un modo distinto las relaciones +entre el Sr. Dimmesdale y el misterioso y anciano médico. Cuando una +multitud ignorante trata de ver las cosas con sus propios ojos, por su +cuenta y riesgo, corre grave peligro de engañarse. Sin embargo, cuando +forma su juicio, como acontece comunmente, guiada por las enseñanzas de +una gran alma, las conclusiones á que llega son con frecuencia tan +profundas y tan exactas, que puede decirse que poseen el carácter de +verdades reveladas sobrenaturalmente. El pueblo, en el caso de que +tratamos, no podía justificar su prevención contra Rogerio Chillingworth +con razones ningunas dignas de refutarse. Es verdad que un antiguo +artesano que había vivido en Londres treinta años antes de los sucesos +que narramos, afirmaba haber visto al médico, aunque con un nombre +distinto, que no recordaba, en compañía del Doctor Forman, el famoso y +viejo mágico implicado en el asunto del asesinato de Sir Tomás Overbury, +que ocurrió por aquel entonces y causó lo que hoy se llama gran +sensación. Dos ó tres individuos decían que el físico, durante su +cautiverio entre los indios, había aumentado sus conocimientos médicos +tomando parte en los encantamientos ó ceremonias mágicas de los +sacerdotes salvajes; quienes, como se sabía de fijo, eran hechiceros +poderosos que á veces realizaban curas casi milagrosas merced á su +pericia en la Magia Negra. Un gran número de individuos,--y muchos de +ellos dotados de sensatez, y observadores prácticos, cuyas opiniones en +otras materias hubieran sido muy valiosas,--afirmaban que el aspecto +externo de Rogerio Chillingworth había experimentado un notable cambio +desde que se había fijado en la población, y especialmente desde que +vivía bajo el mismo techo que Dimmesdale. La expresión de su rostro +tranquila, meditativa y de hombre dedicado al estudio que le +caracterizaba al principio, había sido reemplazada por algo maligno y +desagradable, que antes no se notaba, pero cuya intensidad se iba +aumentando á medida que se le observaba más de cerca y con más +frecuencia. Según la idea vulgar, el fuego que ardía en su laboratorio +procedía del infierno, y estaba alimentado con sustancias infernales; y +por lo tanto, como era de esperarse, su rostro se iba también +ennegreciendo más y más con el humo. + +Para resumir diremos, que tomó cuerpo la creencia de que el Reverendo +Arturo Dimmesdale, á semejanza de otros muchos personajes de especial +santidad en todas las épocas de la religión cristiana, se veía tentado +por Satanás mismo, ó por un emisario suyo en la persona del viejo +Rogerio Chillingworth. Este diabólico agente tenía el permiso divino de +gozar por algún tiempo de la intimidad del joven eclesiástico, y de +conspirar contra la salvación de su alma; aunque ningún hombre sensato +podía dudar por un momento de qué lado quedaría la victoria. El pueblo +esperaba, con fe inquebrantable, ver al ministro salir de aquella lucha +transfigurado con la gloria que le proporcionaría su triunfo inevitable. +Entretanto, era sin embargo muy triste pensar en la mortal agonía por +que tenía que pasar antes de salir vencedor. + +¡Ay! á juzgar por la tristeza y terror que se revelaban en las miradas +del pobre eclesiástico, la batalla estaba siendo muy ruda sin que +pudiera decirse que la victoria fuera segura. + + + + +X + +EL MÉDICO Y SU PACIENTE + + +El anciano médico había sido durante toda su vida un hombre de +temperamento tranquilo y benévolo, aunque no de afectos muy calurosos, y +siempre puro y honrado en todos sus tratos con el mundo. Había comenzado +ahora una investigación con la severa é imparcial integridad de un juez, +como él se imaginaba, deseoso tan sólo de hallar la verdad, como si se +tratara de un problema geométrico, y no de las pasiones humanas y de las +ofensas de que él era víctima. Pero á medida que procedía en su labor, +una especie de terrible fascinación, una necesidad imperiosa é +ineludible se apoderó del anciano Rogerio, y no le dejó paz ni reposo +mientras no hubo hecho todo lo que creía de su deber. Sondeaba ahora el +corazón del pobre ministro como un minero cava la tierra en busca de +oro; ó un sepulturero una fosa en busca de una joya enterrada con un +cadáver, para encontrar al fin solamente huesos y corrupción. ¡Ojalá +que, para beneficio de su alma, hubiera sido esto lo que Chillingworth +buscaba! + +Á veces en los ojos del médico brillaba un fulgor ominoso á manera del +reflejo de una hoguera infernal, como si el terreno en que trabajaba +este sombrío minero le hubiese dado indicios que le hicieran concebir +fundadas esperanzas de hallar algo valioso. + +--Este hombre,--se decía en tales momentos allá para sus adentros,--este +hombre tan puro como lo juzgan, que parece todo espíritu, ha heredado +una naturaleza animal, muy fuerte, de su padre ó de su madre. Ahondemos +un poco más en esta dirección. + +Entonces, después de escudriñar minuciosamente el alma del joven +clérigo, y de descubrir muchos materiales preciosos en la forma de +elevadas aspiraciones por el bienestar de la raza humana, amor ferviente +de las almas, sentimientos puros, piedad natural fortalecida por la +meditación y el estudio, é iluminada por la revelación,--todo lo cual, +si bien oro de muchos quilates, no tenía valor ninguno para el +escudriñador médico,--éste, aunque desalentado, empezaba sus +investigaciones en otra dirección. Se deslizaba á hurtadillas, con +pisadas tan cautelosas y aspecto tan precavido como un ladrón que +penetra en una alcoba donde hay un hombre medio dormido, ó quizá +completamente despierto, con el objeto de hurtar el tesoro mismo que +este hombre guarda como la niña de sus ojos. Á pesar de todas sus +precauciones y cuidado, el pavimento crujía de vez en cuando; sus +vestidos formaban ligero ruido; la sombra de su figura, en una +proximidad no permitida, casi envolvía á su víctima. El Sr. Dimmesdale, +cuya sensibilidad nerviosa era frecuentemente para él una especie de +intuición espiritual, tenía á veces una vaga idea de que algo, enemigo +de su paz, se había puesto en medio de su camino. Pero el viejo médico +poseía también percepciones que eran casi intuitivas; y cuando el +ministro le dirigía entonces una mirada de asombro, el médico se +sentaba tranquilamente sin decir palabra como su amigo benévolo, +vigilante y afectuoso, aunque no importuno. + +Sin embargo, el Sr. Dimmesdale acaso se habría dado más perfecta cuenta +del carácter de este individuo, si cierto sentimiento mórbido, á que +están expuestas las almas enfermas, no le hubiera hecho concebir +sospechas de todo el género humano. No confiando en la amistad de hombre +alguno, no pudo reconocer á un enemigo cuando éste realmente se +presentó. Por lo tanto, continuaba manteniendo su trato familiar con el +médico, recibiéndole diariamente en su estudio, ó visitándole en su +laboratorio, y, por vía de recreo, prestando atención á los +procedimientos por medio de los cuales se convertían las hierbas en +drogas poderosas. + +Un día, con la frente reclinada en la mano, y el codo en el antepecho de +la ventana que daba á un cementerio cerca de la casa, hablaba con el +médico, mientras éste examinaba un manojo de plantas de fea catadura. + +--¿Dónde,--le dijo, contemplando de soslayo las plantas, pues rara vez +miraba ahora frente á frente ningún objeto, ya fuera humano ó +inanimado,--dónde, buen Doctor, habéis recogido esas hierbas de hojas +tan negras y lacias? + +--En el cercano cementerio,--respondió el médico continuando en su +ocupación. Son nuevas para mí. Crecían sobre una fosa sin lápida +sepulcral, ni sin ningún otro signo que conserve la memoria del muerto, +excepto estas feas hierbas. Parece que brotaban de su corazón, como si +simbolizaran algún horrible secreto sepultado con él y que habría hecho +mucho mejor en confesar durante su vida. + +--Quizá,--replicó el Sr. Dimmesdale,--lo deseó ardientemente, pero no le +fué dado hacerlo. + +--Y ¿por qué?--dijo el médico,--¿por qué no hacerlo, cuando todas las +fuerzas de la naturaleza demandan de tal manera la confesión de la +culpa, que hasta estas hierbas negras han salido de un corazón +enterrado, para que quede manifiesto un crimen que no se reveló? + +--Eso, buen señor, no pasa de ser una fantasía vuestra. Si no me +equivoco, solo el poder de la Divinidad alcanza á descubrir, ya por +medio de palabras proferidas, ó por signo, ó emblema, los secretos que +pudieran estar sepultados en un corazón humano. El corazón que se hace +reo de tales secretos, tiene por fuerza que conservarlos, hasta el día +en que todas las cosas ocultas se revelarán. Ni he leído ó interpretado +las Sagradas Escrituras de modo que me hagan comprender que el +descubrimiento de los hechos ó pensamientos humanos que entonces ha de +verificarse, deba formar parte de la retribución. Esto sería seguramente +una manera muy superficial de ver las cosas. No; estas revelaciones, á +no ser que yo me equivoque muy mucho, sirven sólo para aumentar la +satisfacción intelectual de todos los seres racionales que en ese día +estarán esperando ver la explicación del sombrío problema de la vida. +Para que sea completa en todas sus partes la resolución de ese problema, +será necesario un conocimiento del corazón de los hombres. Y yo creo, +además, que los corazones que encierran esos tristes secretos de que +habláis, lo darán á conocer en ese día postrimero, no con repugnancia, +sino con alegría inexplicable. + +--Entonces ¿por qué no revelarlos aquí?--preguntó el médico mirando de +soslayo y tranquilamente al ministro--¿por qué los culpables no se +aprovechan cuanto antes de este gozo indecible? + +--La mayor parte lo hacen,--dijo Dimmesdale llevándose la mano al pecho +como si fuera presa de repentino dolor. Más de una infeliz alma ha +depositado en mí su secreto, no solo en el lecho de muerte, sino en la +plenitud de la existencia y del goce de una buena reputación. Y siempre, +después de una confesión semejante, ¡oh! ¡qué aspecto de interna +tranquilidad he visto reflejarse en el rostro de esos hermanos que +habían errado en la senda del deber! Y ¿cómo podría ser de otro modo? +¿Por qué habría de preferir un hombre culpable, por ejemplo, de +asesinato, conservar el cadáver enterrado en su propio corazón, más bien +que arrojarlo lejos de sí de una vez y por siempre, para que el mundo lo +tome por su cuenta? + +--Sin embargo, algunos hombres entierran sus secretos de esta +manera,--observó el tranquilo médico. + +--Sí, es cierto; existen semejantes hombres,--contestó el Sr. +Dimmesdale. Pero, por no presentar otras razones más obvias, pudiera ser +que no desplieguen los labios á causa de la constitución misma de su +naturaleza. Ó--¿por qué no suponerlo?--por culpables que fueren, como +todavía abrigan verdadero celo por la gloria de Dios y el bienestar de +sus semejantes, les arredra acaso la idea de presentarse manchados y +culpables ante los ojos de los hombres, pues temen que en lo futuro +nada bueno podrá esperarse de ellos, ni podrán redimir por medio de +buenas obras el mal que hubieren hecho. De consiguiente, para su propio +é indecible tormento, se mueven entre sus semejantes, al parecer puros +como la nieve recién caída, mientras sus corazones están todo tiznados y +manchados con iniquidad de que no pueden deshacerse. + +--Estos hombres se engañan á sí propios,--dijo el médico con alguna más +vehemencia de la que le era natural, y haciendo un signo ligero con el +dedo índice,--temen echarse sobre sí la ignominia que de derecho les +pertenece. Su amor á los hombres, su celo en el servicio de Dios, todos +estos santos impulsos, pueden ó no existir en sus corazones á la par de +las iniquidades á que sus faltas han dado cabida, y que necesariamente +engendrarán en ellos productos infernales. Pero no eleven al cielo sus +manos impuras si trataren de glorificar á Dios. Si quieren servir á sus +semejantes, háganlo dejando ver de un modo patente el poder y realidad +de la conciencia, humillándose voluntariamente y haciendo penitencia. +¿Querrás hacerme creer, ¡oh sabio y piadoso amigo! que un falso exterior +puede hacer más por la gloria de Dios ó el bienestar de los hombres, que +la pura y simple verdad? Créeme, esos hombres se engañan á sí mismos. + +--Tal vez sea así,--dijo el joven ministro con aire indiferente, como +esquivando una discusión que consideraba poco del caso ó no muy +razonable; pues poseía en alto grado la facultad de desentenderse de un +tema que agitara su temperamento demasiado nervioso y sensible. Tal vez +sea así, continuó, pero ahora quiero preguntar á mi hábil médico si +cree en realidad que me ha sido de provecho el bondadoso cuidado que +viene teniendo de esta mi débil máquina humana. + +Antes que el médico pudiera responder, oyeron la risa clara y alocada de +un labio infantil en el cementerio contiguo. Mirando instintivamente por +la ventana entreabierta, pues era verano, el joven ministro vió á Ester +y á Perla en el sendero que atravesaba el recinto sepulcral. Perla lucía +tan bella como la luz de la aurora, pero se encontraba precisamente en +uno de esos accesos de alegría maligna, que cuando se presentaban, +parece como que la segregaban por completo de todo lo que era humano. +Iba saltando sin respeto alguno de sepultura en sepultura, hasta que +llegó á una cubierta con una gran lápida en que había grabado un escudo +de armas, y se puso á bailar sobre ella. En respuesta á las +amonestaciones de su madre, la niña se detuvo un momento para arrancar +los espinosos capullos de una cardencha que crecía junto á la tumba. +Tomando un puñado de capullos, los fué prendiendo á lo largo de las +líneas de la letra escarlata que decoraba el pecho de su madre, á la que +se quedaron tenazmente adheridos. Ester no se los arrancó. + +El médico que, entretanto, se había acercado á la ventana, dirigió una +mirada al cementerio, y sonrió amargamente. + +--En la naturaleza de esa niña,--dijo tanto para sí como dirigiéndose á +su compañero,--no hay ni ley, ni reverencia por la autoridad, ni +consideración á las opiniones y costumbres de los demás, sean buenas ó +malas. Días pasados la ví rociar con agua al Gobernador mismo en el +bebedero para el ganado. ¿Qué es esta niña, en fin, en nombre del cielo? +¿Es un trasgo completamente perverso? ¿Tiene afectos de alguna clase? +¿Tiene algún principio patente? + +--Ninguno, excepto la libertad que proviene del quebrantamiento de una +ley,--respondió el Sr. Dimmesdale con reposado acento, como si hubiera +estado discutiendo este asunto consigo mismo. Si es capaz de algo bueno, +no lo sé. + +Probablemente la niña oyó la voz de estos hombres, porque alzando con +inteligente y maliciosa sonrisa los ojos hacia la ventana, arrojó uno de +los capullos espinosos al Reverendo Sr. Dimmesdale, quien con nerviosa +mano y cierto temor trató de esquivar el proyectil. Perla, notando su +inquietud, palmoteó con la alegría más extravagante. Ester también había +alzado los ojos involuntariamente; y todas estas cuatro personas, viejos +y jóvenes, se miraron unos á otros en silencio, basta que la niña +prorrumpió en una carcajada, y gritó: + +--Vámonos, madre; vámonos, ó ese viejo Hombre Negro que está ahí te +atrapará. Ya se ha apoderado del ministro. Vámonos, madre, vámonos, ó te +atrapará también. Pero no puede atrapar á Perlita. + +É hizo partir á su madre, saltando, bailando, retozando fantásticamente +entre los túmulos de los muertos, como criatura que nada tuviese de +común con las generaciones allí enterradas, ni aun el más remoto +parentesco con ellas. Parecía como si hubiera sido creada de nuevos +elementos, debiendo por lo tanto vivir forzosamente una existencia +aparte, con leyes propias y especiales, sin que pudieran considerarse +un crimen sus excentricidades. + +--Ahí va una mujer,--prosiguió el médico después de una pausa,--que sean +cuales fueren sus faltas, no tiene nada de esa misteriosa corrupción +oculta que creéis debe ser tan dura de llevar. ¿Pensáis acaso que Ester +Prynne es menos infeliz á causa de esa letra escarlata que ostenta en el +seno? + +--Así lo creo,--replicó el ministro. Sin embargo, no puedo responder por +ella. Hay en su rostro una expresión de dolor, que hubiera deseado no +haber visto. Creo, no obstante, que es mucho mejor para el paciente +hallarse en libertad de mostrar su dolor, como acontece con esta pobre +Ester, que no llevarlo oculto en su corazón. + +Hubo otra pausa; y el médico empezó de nuevo á examinar y á arreglar las +plantas que había recogido. + +--Me preguntásteis, no ha mucho, dijo, mi opinión acerca de vuestra +salud. + +--Así lo hice,--respondió Dimmesdale,--y me alegraría conocerla. Os +ruego que habléis francamente, sea cuál fuere vuestra sentencia. + +--Pues bien, con toda franqueza y sin rodeos,--dijo el médico ocupado +aun en el arreglo de sus hierbas, pero observando con circunspección al +Sr. Dimmesdale,--la enfermedad es muy extraña; no tanto en sí misma, ó +en su manera de manifestarse exteriormente, á lo menos hasta donde puedo +juzgar por los síntomas que me ha sido dado observar. Viéndoos +diariamente, mi buen señor, y habiendo estudiado durante meses los +cambios de vuestra fisonomía, podría quizás consideraros un hombre +bastante enfermo, aunque no tan enfermo que un médico instruído y +vigilante no abrigara la esperanza de curar. Pero--no sé qué decir,--la +enfermedad parece serme conocida, y sin embargo no la conozco. + +--Estáis hablando en enigmas, mi sabio señor, dijo el pálido ministro +mirando por la ventana hacia afuera. + +--Entonces, para hablar con más claridad,--continuó el médico, y os pido +perdón, si es necesario que se me perdone la franqueza de mi +lenguaje,--permitidme que os pregunte,--como amigo vuestro, á cuyo cargo +ha puesto la Providencia vuestra vida y bienestar físico,--si me habéis +expuesto y referido completamente todos los efectos y síntomas de esta +enfermedad. + +--¿Cómo podéis hacerme semejante pregunta?--replicó el ministro. Sería +ciertamente un juego de niños llamar á un médico y ocultar la llaga. + +--Me dais, pues, á entender que lo sé todo,--dijo Rogerio Chillingworth +con acento deliberado y fijando en el ministro una mirada perspicaz, +llena de intensa y concentrada inteligencia. Así será; pero aquel á +quien se le expone solamente el mal físico y externo, á veces no conoce +sino la mitad del mal para cuya curación se le ha llamado. Una +enfermedad del cuerpo, que consideramos un todo completo en sí mismo, +puede acaso no ser sino el síntoma de alguna perturbación puramente +espiritual. Os pido de nuevo perdón, mi buen amigo, si mi lenguaje os +ofende en lo más mínimo; pero de todos los hombres que he conocido, en +ninguno, como en vos, la parte física se halla tan completamente +amalgamada é identificada, si se me permite la expresión, con la parte +espiritual de que aquella es el mero instrumento. + +--En ese caso no necesito haceros más preguntas,--dijo el ministro +levantándose un tanto precipitadamente de su asiento. No creo que +tengáis á vuestro cargo la cura de almas. + +--Esto hace,--continuó el médico sin alterar la voz, ni fijarse en la +interrupción, pero poniéndose en pie frente al extenuado y pálido +ministro,--que una enfermedad, que un lugar llagado, si podemos llamarlo +así, en vuestro espíritu, tenga inmediatamente su manifestación adecuada +en vuestra forma corpórea. ¿Quisiérais que vuestro médico curara el mal +físico? Pero ¿cómo podrá hacerlo sin que primero le dejéis ver la herida +ó pesadumbre de vuestra alma? + +--¡No!--¡no á tí!--no á un médico terrenal!--exclamó el Sr. Dimmesdale +con la mayor agitación y fijando sus ojos grandemente abiertos, +brillantes, y con una especie de fiereza, en el viejo Rogerio +Chillingworth. ¡No á tí! Pero si fuere una enfermedad del alma la que +tengo, entonces me pondré en manos del único Médico del alma; él puede +curar ó puede matar según juzgue más conveniente. Haga conmigo en su +justicia y sabiduría lo que crea bueno. Pero ¿quién eres tú, que te +mezclas en este asunto? ¿Tú, que te atreves á interponerte entre el +paciente y su Dios? + +Y con ademán furioso salió á toda prisa de la habitación. + +--Me alegro de haber dado este paso,--se dijo el médico para sus +adentros, siguiendo con las miradas al ministro y con una grave sonrisa. +Nada hay perdido. Seremos amigos de nuevo y pronto. Pero ved ¡cómo la +cólera se apodera de este hombre y lo pone fuera de sí! Y lo mismo que +acontece con un sentimiento acontece con otro. Este piadoso Sr. +Dimmesdale ha cometido antes de ahora una falta, en un momento de +ardiente arrebato. + +No fué difícil restablecer la intimidad de los dos compañeros, en el +mismo estado y condición que antes. El joven ministro, después de unas +cuantas horas de soledad, comprendió que el desorden de sus nervios le +había hecho incurrir en una explosión de ira, sin que en las palabras +del médico hubiera habido algo que pudiera disculparle. Se maravilló de +la violencia con que había tratado al bondadoso anciano, cuando no hacía +más que emitir una opinión y dar un consejo que eran parte de su deber +como médico, y que él mismo había solicitado expresamente. Lleno de +estas ideas de arrepentimiento, no perdió tiempo en darle la más +completa satisfacción, y en suplicar á su amigo que continuase con su +tarea y cuidados, que si no llegaban á restablecer completamente su +salud, habían sido indudablemente parte á prolongar su débil existencia +hasta aquella hora. El anciano Rogerio accedió fácilmente, y continuó su +vigilancia médica, haciendo cuanto podía en beneficio del ministro, con +la mayor buena fe, pero saliendo siempre de la habitación del paciente, +después de una entrevista facultativa, con una sonrisa misteriosa y +extraña en los labios. Esta expresión era invisible en la presencia de +Dimmesdale, pero se volvía más intensa cuando el médico cruzaba el +umbral. + +--¡Un caso extraño!--murmuraba. Necesito escudriñarlo más +profundamente. ¡Rara simpatía entre alma y cuerpo! Aunque no fuera más +que en beneficio de la ciencia, tengo que investigar este asunto á +fondo. + +Poco tiempo después de la escena arriba referida, aconteció que el +Reverendo Sr. Dimmesdale, al mediodía, y enteramente de improviso, cayó +en profundísimo sueño mientras, sentado en su sillón, estaba leyendo un +volumen en folio que yacía abierto sobre la mesa. La intensidad del +reposo del ministro era tanto más notable, cuanto que era una de esas +personas de sueño por lo común ligero, no continuado, y fácil de +interrumpirse por la menor causa. Pero su espíritu no estaba tan +hondamente aletargado, que le impidiera moverse en el sillón cuando el +anciano médico, sin ningunas precauciones extraordinarias, entró en el +cuarto. Chillingworth se dirigió sin vacilar á su enfermo amigo, y +poniendo la mano en el seno de éste, echó á un lado el vestido que lo +había mantenido cubierto siempre, aún á las miradas del facultativo. + +Entonces fué cuando el Sr. Dimmesdale se estremeció y hasta se movió +ligeramente. + +Después de una breve pausa el médico se retiró. ¡Pero con qué feroz +mirada de sorpresa, de alegría y de horror! ¡Con qué siniestro placer, +demasiado intenso para que pudiera hallar plena expresión en sus miradas +y facciones, y que por lo tanto se esparció por toda la fealdad de su +rostro y cuerpo, manifestándose por medio de extravagantes gestos y +ademanes, ya levantando los brazos hacia el cielo, ya golpeando el suelo +con los pies! Si alguien hubiera podido ver en aquel momento de éxtasis +al viejo Rogerio Chillingworth, no tendría que preguntarse cómo se +comporta Satanás cuando logra que se pierda un alma preciosa para el +cielo y la gana para el infierno. + +Pero lo que distinguía el éxtasis del médico del que experimentaría +Satanás, era la expresión de asombro que lo acompañaba. + + + + +XI + +EL INTERIOR DE UN CORAZÓN + + +Después del suceso últimamente referido, las relaciones entre Dimmesdale +y el médico, aunque en apariencia las mismas, eran en realidad de un +carácter distinto al que habían tenido antes. El médico veía ahora una +senda bien sencilla que seguir, aunque no precisamente la que él se +había trazado. Á pesar de lo tranquilo, apacible y frío que parecía, era +de temerse que existiera en él un fondo de malignidad, hasta entonces +latente, pero ahora activa, que le impulsaba á imaginar una venganza más +íntima que la que ningún otro mortal hubiera tomado jamás de su enemigo. +Aspiró á convertirse en el amigo fiel á cuyo corazón se confiara todo el +temor, el remordimiento, la agonía, el arrepentimiento inútil, la +repetida invasión de ideas pecaminosas que en vano había querido +rechazar. Todo aquel dolor culpable, oculto á las miradas del mundo y +del que éste se habría compadecido y le habría perdonado, debía +revelársele á él, el Implacable, á él, que no perdonaría jamás. ¡Todo +aquel tenebroso secreto tenía que mostrarse precisamente al hombre á +quien ninguna otra cosa podría colmar, como esta y de una manera tan +completa, el deseo de venganza! + +La natural reserva y esquivez del joven ministro había sido un +obstáculo para este plan. El médico, sin embargo, no estaba dispuesto á +darse por satisfecho con el aspecto que, casi providencialmente, tomó el +asunto en sustitución á los negros planes que él se trazara. Podía decir +que se le había hecho una revelación; y poco le importaba que su +procedencia fuera celestial ó infernal. Gracias á esa inesperada +revelación, en todas sus relaciones subsecuentes con el Sr. Dimmesdale, +parecía que lo más recóndito del alma del joven ministro estaba visible +á los ojos del médico para que pudiese observar y estudiar sus más +íntimas emociones. Desde entonces se convirtió, no sólo en espectador, +sino también en actor principal de lo que pasaba en lo más recóndito del +pecho del pobre ministro. Podía hacer de él lo que quisiera. Si se le +antojaba despertarle con una sensación de agonía, ahí estaba su víctima +sobre el potro del tormento. Sólo necesitaba mover ciertos resortes de +su alma, que el médico conocía perfectamente. ¿Quería estremecerle con +un súbito temor? Como si obedeciese á la varilla de un mágico +prodigioso, surgían mil visiones de formas diferentes, que giraban en +torno del infeliz eclesiástico con los dedos apuntando á su pecho. + +Todo esto lo ejecutaba con tan perfecta sutileza, que el ministro, +aunque constantemente con una vaga percepción de que algo maligno le +estaba vigilando, nunca pudo darse cuenta exacta de su verdadera +naturaleza. Es cierto que miraba con duda y temor, y aun á veces con +espanto é intensa aversión, al viejo médico. Sus gestos, sus +movimientos, su barba gris, sus acciones más insignificantes é +indiferentes, hasta el corte y la moda de su traje, le eran odiosos: +señal todo de una antipatía en el corazón del ministro más profunda de +lo que él se hallaba dispuesto á confesarse á sí mismo. Y como era +imposible asignar una causa á tal desconfianza y aversión, el Sr. +Dimmesdale, con la conciencia de que el veneno de algún punto mórbido en +su espíritu le estaba inficionando todo el corazón, atribuía á esto +todos sus presentimientos. Se empeñó, pues, en curarse de sus antipatías +hacia el viejo médico, y sin parar mientes en lo que debía haber +deducido de ellas, hizo cuanto pudo para extirparlas. Siéndole imposible +conseguirlo, continuó sus hábitos de relaciones familiares con el +anciano, proporcionándole de este modo oportunidades constantes para que +el vengativo médico,--pobre y mísera criatura más infeliz que su +víctima,--consiguiese el fin á que había dedicado toda su energía. + +Mientras padecía corporalmente, con el alma corroída y atormentada por +alguna causa tenebrosa, y entregado por completo á las maquinaciones de +su más mortal enemigo, el Reverendo Sr. Dimmesdale había ido alcanzado +una brillante popularidad en su sagrado ministerio. En gran parte la +obtuvo seguramente merced á sus padecimientos. Sus dotes intelectuales, +sus percepciones morales, su facultad de comunicar á otros las emociones +que él mismo experimentaba, le mantenían en un estado de actividad +sobrenatural debido á la angustia é inquietud de su vida diaria. Su +fama, aunque todavía en constante ascenso, había dejado ya en la sombra +las reputaciones menos brillantes de algunos de sus colegas, entre los +cuales se contaban hombres que habían empleado en adquirir sus +conocimientos teológicos muchos más años que los que tenía de edad el +Sr. Dimmesdale, y que por lo tanto deberían de hallarse mucho más llenos +de sólida ciencia que su joven compañero. Había otros dotados de más +tenaz empeño, de mayor peso y gravedad, cualidades que, unidas á cierta +dosis de conocimientos teológicos, constituye una variedad eficiente y +altamente digna de respeto, aunque poco amable, de la especie clerical. +Otros había, verdaderos Santos Padres, cuyas facultades se habían +desenvuelto con el paciente, constante é infatigable estudio de los +libros, y cuya pureza de vida puede decirse que los había puesto en +comunicación espiritual con un mundo superior. Pero todos estos hombres +carecían de aquel don divino que descendió sobre los discípulos del +Señor en lenguas de llamas el día de Pentecostés, simbolizando, no solo +la facultad de hablar en idiomas extraños y desconocidos, sino la de +dirigirse á todo el género humano en el idioma propio del corazón. Todos +estos ministros, por lo demás muy apostólicos, carecían de ese don +divino de una lengua de llamas. Vanamente habrían procurado, dado el +caso que lo intentaran, expresar las verdades más sublimes por medio de +voces é imágenes familiares. + +Probablemente que á esta clase pertenecía el Sr. Dimmesdale tanto por +temperamento como por educación. Se habría remontado á las altas cimas +de la fe y de la santidad, á no habérselo impedido el peso del crímen, +de la angustia, ó de lo que fuere, que le arrastraba hacia abajo. Este +peso,--no obstante ser él un hombre de etéreos atributos cuya voz +hubieran escuchado tal vez los mismos ángeles,--le mantenía al nivel de +los más humildes; pero al mismo tiempo le ponía en más íntima relación +con la humanidad pecadora, de modo que su corazón vibraba al unísono del +de ésta, comprendiendo sus dolores, y haciendo compartir los suyos +propios á millares de corazones, por medio de su elocuencia melancólica +y persuasiva, aunque á veces terrible. El pueblo culpable conocía el +poder que de tal modo lo conmovía. Las gentes pensaban que el joven +ministro era un milagro de santidad: se imaginaban que por su boca +hablaba el cielo, ya para consolarlas, ya para reprobarlas ó bien para +decirles palabras de amor ó de sabiduría. Á sus ojos, el terreno que +pisaba estaba santificado. Las jóvenes doncellas de su iglesia se +volvían cada vez más pálidas en torno suyo, víctimas de una pasión tan +llena de sentimiento religioso, que imaginaban ser todo solamente +religión, y la ofrecían públicamente al pie de los altares como el más +aceptable de los sacrificios. Los miembros ancianos de su feligresía, +contemplando la delicada constitución física del Sr. Dimmesdale, y +comparándola con el vigor de las suyas, á pesar de la diferencia de +edad, creían que les precedería en su viaje á la región celestial, y +recomendaban á sus hijos que enterrasen sus viejos restos junto á la +santa fosa del joven ministro. Y mientras tanto, cuando el infortunado +Sr. Dimmesdale pensaba en su sepultura, se preguntaba si sería posible +que la hierba creciera sobre ella, puesto que allí había de enterrarse +una cosa maldecida. + +¡Es inconcebible la angustia de que le llenaba esta veneración pública! +Adorar la verdad era en él un impulso genuino, así como considerar +vacío, vano y completamente desprovisto de todo peso y valor, lo que no +estaba vivificado por la verdad. ¿Qué era él, pues? ¿Algo corpóreo, ó la +más impalpable de las sombras? Anhelaba, por lo tanto, hablar una vez +por todas desde lo alto de su púlpito, y decir en alta voz, ante todo el +mundo, lo que él en realidad era:--"Yo, á quien veis vestido con este +negro traje del sacerdocio;--yo, que asciendo al sagrado púlpito y +levanto hacia el cielo el rostro pálido tratando de ponerme en relación, +en nombre vuestro, con el Todopoderoso;--yo, en cuya vida diaria creéis +discernir la santidad de Enoch;--yo, cuyas pisadas, como suponéis, dejan +una huella luminosa en mi sendero terrenal, que servirá á los peregrinos +que vengan después de mí para guiarlos á la región de los +bienaventurados;--yo, que he puesto el agua del bautismo sobre la cabeza +de vuestros hijos;--yo, que he repetido las últimas preces por las almas +de los que han partido para siempre;--yo, vuestro pastor, á quien tanto +reverenciáis y en quien tanto confiáis, yo no soy más que una mentira y +una profanación." + +Más de una vez el Reverendo Dimmesdale había subido al púlpito con el +firme propósito de no descender hasta haber pronunciado palabras como +las anteriores. Más de una vez se había limpiado la garganta, y tomado +largo, profundo y trémulo aliento para librarse del tenebroso secreto de +su alma. Más de una vez,--no, más de cien veces,--había realmente +hablado. ¡Hablado! Pero ¿cómo? Había dicho á sus oyentes que él era un +sér completamente abyecto, el más abyecto entre los abyectos, el peor de +los pecadores, una abominación, una cosa de iniquidad increíble; y que +lo único digno de sorpresa era que no viesen su miserable cuerpo +calcinarse en su presencia por la ardiente cólera del Todopoderoso. +¿Podía darse un lenguaje más claro que éste? ¿No se levantarían los +oyentes de sus asientos, por impulso simultáneo, y le harían descender +del púlpito que estaba contaminando con su presencia? No; de ningún +modo. Todos oyeron eso, y todos le reverenciaron mucho más. No tenían la +menor sospecha del terrible alcance de estas palabras con que él mismo +se condenaba. "¡El excelente joven!--se decían unos á otros. ¡El santo +sobre la tierra! ¡Ay! si en la pureza de armiño de su alma puede él +percibir semejante iniquidad, ¡qué horrible espectáculo no verá en la +tuya ó en la mía!" + +Bien sabía Dimmesdale,--hipócrita sutil, aunque lleno de +remordimientos,--de qué modo se consideraría esta vaga confesión. Había +tratado de forjarse una especie de ilusión, exponiendo al público el +espectáculo de una conciencia culpable, pero consiguió solamente +recargarse con un nuevo pecado, y agregar una nueva vergüenza á la +antigua, sin obtener siquiera el momentáneo consuelo de engañarse á sí +mismo. Había hablado la pura verdad, transformándola sin embargo en la +falsedad más completa. Y no obstante esto, por instinto, por educación, +por principios, amaba la verdad y aborrecía la mentira como pocos +hombres. Pero ante todas cosas, y más que todo, se detestaba á sí +propio. + +Sus angustias íntimas le habían llevado á adoptar prácticas más en +armonía con las de la iglesia católica, que no con las de la protestante +en que había nacido y se había educado. Encerrándose en su alcoba, bajo +llave, se entregaba al empleo de la disciplina en su enfermo cuerpo. +Con frecuencia este ministro protestante y puritano se las había +aplicado á las espaldas, riéndose amargamente de sí mismo al mismo +tiempo, y fustigándose aun más implacablemente á causa de esta risa +amarga. Como otros muchos piadosos puritanos tenía por costumbre ayunar; +aunque no como ellos para purificar el cuerpo y hacerlo más digno de la +inspiración celestial, sino de una manera rigorosa, hasta que le +temblaban las rodillas, y como un acto de penitencia. Pasaba también en +vela noche tras noche, algunas veces en completa obscuridad; otras +alumbrado sólo por la luz vacilante de una lámpara; y otras +contemplándose el rostro en un espejo iluminado por la luz más fuerte +que le era posible obtener, simbolizando de este modo el constante +examen interior con que se torturaba, pero con el cual no podía +purificarse. + +En estas prolongadas vigilias su cerebro se turbaba, y entonces creía +ver visiones que flotaban ante sus ojos; quizás las percibía +confusamente á la débil luz que de ellas irradiaba, en la parte más +remota y obscura de su habitación, ó más distintamente, y á su lado, +reflejándose en el espejo. Ya era una manada de formas diabólicas que +hacían visajes al pálido ministro, mofándose de él é invitándole á +seguirlas; ya un grupo de brillantes ángeles que se remontaban al cielo, +llenos de dolor, tornándose más etéreos á medida que ascendían. Ó eran +los amigos de su juventud, ya muertos, y su padre, de blanca barba, +frunciendo piadosamente el entrecejo, y su madre, que le volvía el +rostro al pasar por su lado. ¡Espíritu de una madre! Creo que habría +arrojado una mirada de compasión á su hijo. Y luego, al través de la +habitación que hacían tan horrible estas visiones espectrales, se +deslizó Ester Prynne, llevando de la mano á Perlita, en su traje color +de escarlata, y señalando con el índice, primeramente la letra que +brillaba en su seno, y luego el pecho del joven eclesiástico. + +Ninguna de estas visiones le engañó jamás por completo. En cualquier +instante, con un esfuerzo de su voluntad, podía convencerse de que no +eran sustancias corpóreas sino creaciones de su inquieta imaginación; +pero á pesar de todo, en cierto sentido, eran las cosas más verdaderas y +reales con que el pobre ministro tenía ahora que hacer. En una vida tan +falsa como la suya, el dolor más indecible consistía en que las +realidades que nos rodean, destinadas por el cielo para sustento y +alegría de nuestro espíritu, se veían privadas de lo que constituye su +propia vida y esencia. Para el hombre falso, el universo entero es +falso, impalpable, y todo lo que palpa se convierte en nada. Y él mismo, +mostrándose bajo un falso aspecto, se convierte en una sombra, ó acaso +cesa de existir. La única verdad que continuaba dando al Sr. Dimmesdale +una existencia real en este mundo, era la agonía latente en lo más +recóndito de su alma, y la no disfrazada expresión de la misma en todo +su aspecto exterior. Si hubiera hallado una vez la facultad de sonreir, +y presentar un rostro alegre, no habría sido el hombre que era. + +En una de esas terribles noches que hemos tratado vanamente de +describir, el ministro se levantó sobresaltado de su asiento. Una nueva +idea se le había ocurrido. Podría haber un momento de paz en su alma. +Vistiéndose con el mismo esmero que si fuera á desempeñar su sagrado +ministerio, y precisamente de la misma manera, descendió las escaleras +sin hacer ruido, abrió la puerta y salió á la calle. + + + + +XII + +LA VIGILIA DEL MINISTRO + + +Andando como en un sueño, y quizá realmente bajo la influencia de una +especie de sonambulismo, el Sr. Dimmesdale llegó al lugar en que, años +atrás, Ester había sufrido las primeras horas de su ignominia pública. +El mismo tablado, negro y percudido por las lluvias, soles y tormentas +de siete largos años, con los escalones gastados por las pisadas de los +muchos reos que desde aquella época los habían subido, se elevaba allí +bajo el balcón de la iglesia ó casa de reunión. El ministro ascendió los +escalones. + +Era una obscura noche de principios de Mayo. El cielo estaba cubierto en +toda su extensión con un manto espeso de nubes. Si la misma multitud que +presenció el castigo de Ester Prynne hubiera podido ser convocada ahora, +no le habría sido posible distinguir las facciones de rostro alguno en +el tablado, ni apenas los contornos de una forma humana en las profundas +tinieblas de la media noche. Pero la población toda estaba entregada al +sueño. No había peligro de que pudieran sus moradores descubrir nada. El +ministro podía permanecer allí de pie, si así le agradaba, hasta que la +mañana tiñera de rojo el oriente, sin correr otro riesgo sino el daño +que el aire frío y húmedo de la noche pudiera ocasionar á su organismo. +Ningún ojo alcanzaría á verle, excepto Aquél, siempre alerta y +despierto, que le había visto cuando estaba encerrado en su alcoba +retirada azotándose con las sangrientas disciplinas. ¿Por qué, pues, +había ido allí? ¿Era aquello acaso una parodia de penitencia? Sí, una +parodia, pero en la cual su alma se engañaba á sí misma mientras los +ángeles vertían triste llanto y el enemigo de los hombres se regocijaba. +Había ido allí arrastrado á impulsos del Remordimiento, que donde quiera +le acosaba, y cuya compañera era aquella Cobardía que invariablemente le +hacía retroceder en el momento mismo en que iba á desplegar los labios. +¡Pobre, infeliz hombre! ¿Qué derecho tenía de abrumar bajo el peso del +delito hombros tan flacos como los suyos? El crimen es para los fuertes +que ó pueden soportarlo en silencio, ó librarse de él descargando de una +vez su conciencia si encuentran el peso demasiado grave. Pero esta alma +tan extremadamente débil y sensible no podía hacer ni lo uno ni lo otro, +sino vacilar contínuamente entre los dos extremos, enredándose cada vez +más en los lazos inextricables de la agonía de un inútil arrepentimiento +y de un oculto delito. + +Y así, mientras se hallaba en el tablado, ocupado en la tarea de esta +vana muestra de expiación, se vió Dimmesdale sobrecogido de un gran +horror, como si el universo entero estuviera contemplando una marca +escarlata en su seno desnudo, precisamente encima de la región del +corazón. Y en aquel lugar, en verdad, estaba, y allí había estado desde +hace largo tiempo, el roedor y emponzoñado diente del dolor físico. Sin +esfuerzo ninguno de su voluntad para impedirlo, y sin poder dominarse, +lanzó un grito agudo penetrante, que fué repercutiendo de casa en casa, +y que devolvieron las colinas lejanas, como si una comparsa de espíritus +malignos, conociendo cuanto horror y miseria encerraba aquel grito, se +hubiera divertido en hacer rebotar el sonido de un lado á otro. + +¡Ya no hay remedio!--exclamó el eclesiástico cubriéndose el rostro con +las manos,--la ciudad toda se despertará y saldrá á la calle +apresuradamente y me hallará aquí. + +Pero no fué así. El gritó resonó tal vez en sus asustados oídos con +mayor fuerza de la que realmente tuvo. La población no se despertó; ó si +algunos se despertaron, lo atribuyeron á algo horrible que pasó en un +sueño, ó al ruido de las brujas ó hechiceras cuyas voces, en aquella +época, se oían con frecuencia en los lugares solitarios cuando cruzaban +el aire en compañía de Satanás. El Sr. Dimmesdale, por lo tanto, no +oyendo nada que indicase una alarma general, separó las manos del rostro +y miró en torno suyo. En una de las ventanas de la casa del Gobernador, +que estaba á cierta distancia, vió la figura del anciano magistrado +envuelta en una blanca bata de dormir, con una lámpara en la mano y un +gorro de noche en la cabeza. Parecía una fantasma evocada en mal hora. +El grito evidentemente le había asustado. En otra ventana de la misma +casa apareció la vieja Señora Hibbins, hermana del Gobernador, también +con una lámpara que, aun á la distancia en que se encontraba, dejaba ver +la expresión displicente y dura del rostro de la señora. Esta asomó la +cabeza por el postigo y miró hacia arriba con cierta ansiedad. +Seguramente la venerable hechicera había oído también el grito del Sr. +Dimmesdale y creyó que era, con la multitud de sus ecos y repercusiones, +el clamor de los demonios y de las brujas nocturnas con quienes, como es +sabido, tenía la costumbre de hacer excursiones á la selva. + +Al notar la luz de la lámpara del Gobernador, la anciana señora apagó +prontamente la suya y desapareció probablemente entre las nubes. El +ministro no la volvió á ver. El magistrado, después de una escrupulosa +observación de las tinieblas, en las que por otra parte nada le habría +sido posible distinguir, se retiró de la ventana. + +El ministro entonces se tranquilizó algo. Pronto distinguió, sin +embargo, el brillo de una luz lejana que se iba acercando gradualmente, +y que le permitía reconocer allá un objeto, más acá otro, tales como la +puerta arqueada de una casa, con aldabón de hierro, una bomba de agua, +etc., que fijaban su atención, á pesar de que estaba firmemente +convencido de que á medida que se aproximaba aquella luz, que pronto +daría de lleno en su rostro, se iba también acercando el momento en que +su suerte quedaría decidida y revelado el funesto secreto oculto por +tanto tiempo. Cuando la luz estuvo más cerca, pudo distinguir la figura +de su hermano en religión, ó para hablar con más propiedad, de su padre +espiritual al mismo tiempo que muy estimado amigo, el Reverendo Sr. +Wilson quien, como el Sr. Dimmesdale conjeturaba con razón, había estado +rezando á la cabecera de un moribundo. El bueno y anciano ministro venía +precisamente de la alcoba mortuoria del Gobernador Winthrop, que +acababa de pasar á mejor mundo, y se dirigía ahora á su casa +alumbrándose con una linterna. El brillo de ésta había hecho imaginar al +Sr. Dimmesdale que veía al buen padre Wilson rodeado de un halo ó corona +radiante como la de los santos varones de otros tiempos, lo que le daba +un aspecto de gloriosa beatitud en medio de esta noche sombría del +pecado. Dimmesdale se sonrió, mejor dicho, se echó á reir ante tales +ideas sugeridas por la luz de la linterna, y se preguntó si se había +vuelto loco. + +Cuando el Reverendo Sr. Wilson pasó junto al tablado, envolviéndose muy +bien en los pliegues de su manto genovés con una mano, mientras sostenía +con la otra la linterna, el Sr. Dimmesdale apenas pudo reprimir el deseo +de hablar. + +--Buenas noches, venerable padre Wilson; os ruego que subáis y que +paséis un rato en mi compañía. + +¡Cielos! ¿Había hablado realmente el Sr. Dimmesdale? Así lo creyó él +mismo un instante; pero esas palabras fueron pronunciadas sólo en su +imaginación. El venerable padre Wilson continuó lentamente su camino, +teniendo el mayor cuidado en evitar mancharse con el lodo de la calle, y +sin volver siquiera la cabeza hacia el fatídico tablado. Cuando la luz +de su linterna se hubo desvanecido á lo lejos por completo, el joven +ministro se dió cuenta, por la especie de desmayo que le sobrecogió, de +que los últimos momentos habían sido para él una crisis de terrible +ansiedad, aunque su espíritu había hecho un esfuerzo involuntario para +salir de ella con la especie de apóstrofe semijocoso dirigido al Sr. +Wilson. + +Poco después se deslizó nuevamente en Dimmesdale el sentimiento de lo +grotesco en medio de las solemnes visiones que se forjaba su cerebro. +Creyó que las piernas se le iban poniendo rígidas con el frío de la +noche, y empezó á imaginarse que no podría descender los escalones del +tablado. La mañana se acercaba entretanto y allí se encontraría él: los +vecinos empezarían á levantarse. El más madrugador, saliendo en la +semiobscuridad del crepúsculo, percibiría una vaga figura de pie en el +lugar consagrado á expiar los crímenes y delitos; y casi fuera de +juicio, movido de susto y de curiosidad, iría llamando de puerta en +puerta á todo el pueblo para que viniese á contemplar el espectro,--pues +así se lo figuraría,--de algún difunto criminal. En esto, la luz de la +mañana iría creciendo cada vez en intensidad: los ancianos patriarcas de +la población se irían levantando apresuradamente, cada uno envuelto en +su bata de franela, y las respetables matronas sin detenerse á cambiar +su traje de dormir. Toda la congregación de personas decentes y +decorosas, que jamás hasta entonces se habían dejado ver con un solo +cabello despeinado, se presentarían ahora con la cabellera y el vestido +en el mayor desorden. El viejo Gobernador Bellingham saldría con severo +rostro llevando sus cuellos de lechuguilla al revés; y la Señora +Hibbins, su hermana, vendría con algunos ramitos de la selva prendidos á +su traje, y con rostro más avinagrado que nunca, como que apenas había +podido dormir un minuto después de su paseo nocturno; y el buen padre +Wilson se presentaría también, después de haber pasado la mitad de la +noche junto á la cabecera de un moribundo, sin que le hubiera agradado +mucho que le turbaran el sueño tan temprano. Vendrían igualmente los +dignatarios de la iglesia del Sr. Dimmesdale y las jóvenes vírgenes que +idolatraban á su pastor espiritual y le habían erigido un altar en sus +puros corazones. Todos llegarían apresuradamente, dando tumbos y +tropiezos, y dirigiendo con espanto y horror las miradas hacia el +tablado fatídico. ¿Y á quién percibirían allí á la luz rojiza de la +aurora? ¡Á quién, sino al Reverendo Arturo Dimmesdale, medio helado de +frío, abrumado de vergüenza, y de pie donde había estado Ester Prynne! + +Movido por el grotesco horror de este cuadro, el ministro, olvidándose +de su inquietud y alarma infinitas, prorrumpió en una carcajada, que fué +respondida inmediatamente por una risa ligera, aérea, infantil, en la +que con un estremecimiento del corazón--que no sabía si era de intenso +dolor, ó de placer extremo,--reconoció el acento de la pequeña Perla. + +--¡Perla! ¡Perlita!--exclamó después de un momento de pausa; y luego, +con voz más baja, agregó:--Ester, Ester Prynne, ¿estáis ahí? + +--Sí; es Ester Prynne,--replicó ella con acento de sorpresa;--y el +ministro oyó sus pisadas que se iban acercando.--Soy yo y mi pequeña +Perla. + +--¿De dónde venís, Ester?--preguntó el ministro. ¿Qué os ha traído aquí? + +--He estado velando á un moribundo,--respondió Ester,--he estado junto +al lecho de muerte del Gobernador Winthrop, he tomado las medidas para +su traje, y ahora me dirijo á mi habitación. + +--Sube aquí, Ester; ven tu con Perlita, dijo el Reverendo Sr. +Dimmesdale. Ambas habéis estado aquí antes de ahora, pero yo no me +hallaba á vuestro lado. Subid aquí una vez más, y los tres estaremos +juntos. + +Ester subió en silencio los escalones, y permaneció de pie en el +tablado, asiendo á Perla de la mano. El ministro tomó entre las suyas la +otra mano de la niña. No bien lo hizo, parece como si una nueva vida +hubiera penetrado en su sér, invadiendo su corazón á manera de un +torrente y esparciéndose por sus venas. Se diría que madre é hija +estaban comunicando su calor vital á la naturaleza medio congelada del +joven eclesiástico. Los tres formaban una cadena eléctrica. + +--¡Ministro!--susurró la pequeña Perla. + +--¿Qué deseas decir, niña?--le preguntó el Sr. Dimmesdale. + +--¿Quieres estar aquí mañana al mediodía con mi madre y +conmigo?--preguntó Perla. + +--No; no así, Perlita mía,--respondió el ministro; porque con la nueva +energía adquirida en aquel instante, se apoderó de él todo el antiguo +temor de revelación pública que por tanto tiempo fué la agonía de su +vida, y ya estaba temblando, aunque con una mezcla de extraña alegría, +al fijarse en la situación en que se encontraba en la actualidad.--No, +no así, niña mía, continuó. Estaré de pie contigo y con tu madre otro +día; sí, otro día; pero no mañana. + +Perla se rió é intentó desasir la mano que le tenía asida el ministro, +pero éste la mantuvo firme. + +--Un instante más, niña mía,--dijo. + +--Pero ¿quieres prometerme que mañana al mediodía nos tomarás de la mano +á mi madre y á mí?--le preguntó Perla. + +--No, no mañana, Perla,--dijo el ministro,--pero otro día. + +--¿Qué día?--persistió la niña. + +--En el gran día del Juicio Final,--murmuró el eclesiástico, que se vió +como obligado á responder de este modo á la niña en su carácter sagrado +de ministro del altar.--Entonces, y allí ante el Juez Supremo, continuó, +tendremos que comparecer tu madre, tú y yo, al mismo tiempo. Pero la luz +del sol de este mundo no habrá de vernos reunidos. + +Perla empezó á reir de nuevo. + +Pero antes de que el Sr. Dimmesdale hubiera terminado de hablar, brilló +una luz en toda la extensión del obscuro horizonte. Fué sin duda uno de +esos meteoros que el observador nocturno puede ver á menudo, que se +inflaman, brillan y se extinguen rápidamente en las regiones del +espacio. Tan intenso fué su esplendor, que iluminó por completo la densa +masa de nubes entre el firmamento y la tierra. La bóveda celeste +resplandeció de tal modo, que dejó ver la calle como si estuviera +alumbrada por la luz del mediodía, pero con la extrañeza que siempre +comunica á los objetos familiares una claridad no acostumbrada. Las +casas de madera, con sus pisos que sobresalían y sus curiosos caballetes +rematados en punta; las escaleras de las puertas y los quicios con las +primeras hierbas de la primavera que empezaban á brotar en las +cercanías; los bancos de tierra de los jardines que parecían negros con +la tierra removida recientemente;--todo se volvió visible, pero con una +singularidad de aspecto que parecía darle á los objetos una +significación diferente de la que antes tenían. Y allí estaba el +ministro con la mano puesta sobre el corazón; y Ester Prynne, con la +letra bordada brillando en su seno; y la pequeña Perla que era en sí +misma un símbolo y el lazo de unión entre aquellos dos seres. Allí +estaban de pie al fulgor de aquella extraña y solemne luz, como si ésta +fuera la que había de revelar todos los secretos, y fuera también la +alborada que había de reunir todos los que mutuamente se pertenecían. + +En los ojos de Perla había cierta expresión misteriosa, y en su rostro, +cuando lo alzó para mirar al ministro, aquella sonrisa maliciosa que la +hacía comparar á un trasgo. Retiró su mano de la del Sr. Dimmesdale, y +señaló al otro lado de la calle. Pero él cruzó las manos sobre el pecho +y levantó las miradas hacia el cielo. + +Nada era tan común en aquellos tiempos como interpretar todas las +apariciones meteóricas, y todos los otros fenómenos naturales, que +ocurren con menos regularidad que la salida y la puesta del sol y de la +luna, como otras tantas revelaciones de origen sobrenatural. Así es que +una lanza brillante, una espada de llamas, un arco, ó un haz de flechas, +pronosticaban una guerra con los indios. Era sabido que una lluvia de +luz carmesí indicaba una epidemia. Dudamos mucho que haya acontecido +algo notable en la Nueva Inglaterra, desde los primeros días de su +colonización hasta el tiempo de la guerra de la Independencia, de que +los habitantes no hubieran tenido un previo aviso merced á un +espectáculo de esta naturaleza. Á veces había sido visto por la +multitud; pero con mucha mayor frecuencia, todo reposaba en el mero +dicho de un solitario espectador que había contemplado el maravilloso +fenómeno al través del trastornador vidrio de aumento de su imaginación, +dándole más tarde una forma más precisa. Era sin duda una idea grandiosa +pensar que el destino de las naciones debía revelarse en estos +sorprendentes geroglíficos en la bóveda celeste. Entre nuestros +antepasados era una creencia muy extendida, indicando que su naciente +comunidad estaba bajo la custodia especial del cielo. Pero ¿qué diremos +cuando un individuo descubre una revelación en ese mismo libro +misterioso dirigida á él solamente? En ese caso, sería únicamente el +síntoma de una alteración profunda del espíritu, si un hombre, en +consecuencia de un dolor prolongado, intenso y secreto, y de la +costumbre mórbida de estarse estudiando constantemente, ha llegado á +asociar su personalidad á la naturaleza entera, hasta el extremo de que +el firmamento no venga á ser sino una página adecuada para la historia +del futuro destino de su alma. + +Por lo tanto, á esta enfermedad de su espíritu atribuímos la idea de que +el ministro, al dirigir sus miradas hacia el cielo, creyese contemplar +en él la figura de una inmensa letra,--la letra A,--dibujada con +contornos de luz de un rojo obscuro. En aquel lugar, y ardiendo +opacamente, solo se había dejado ver un meteoro al través de un velo de +nubes; pero no con la forma que su culpable imaginación le prestaba, ó á +lo menos, de una manera tan poco definida, que otra conciencia +delincuente podría haber visto en él otro símbolo distinto. + +Había una circunstancia especial que caracterizaba el estado psicológico +del Sr. Dimmesdale en aquel momento. Todo el tiempo que estuvo mirando +al zenit, tenía la plena conciencia de que Perla estaba apuntando con +el dedo en dirección del viejo Rogerio Chillingworth, que se hallaba en +pie no muy distante del tablado. El ministro parecía verle con la misma +mirada con que discernía la letra milagrosa. Así como á los demás +objetos, la luz meteórica comunicaba una nueva expresión á las facciones +del médico; ó bien pudiera suceder que éste no se cuidaba en esta +ocasión, como siempre lo hacía, de ocultar la malevolencia con que +miraba á su víctima. Ciertamente, si el meteoro iluminó el espacio é +hizo visible la tierra con un fulgor solemne que obligó á recordar al +clérigo y á Ester el día del Juicio Final, en ese caso Rogerio +Chillingworth debió parecerles el gran enemigo del género humano, que se +presentaba allí con una sonrisa amenazadora reclamando lo que le +pertenecía. Tan viva fué aquella expresión, ó tan intensa la percepción +que de ella tuvo el ministro, que le pareció que permanecía visible en +la obscuridad, aun después de desvanecida la luz del meteoro, como si la +calle y todo lo demás hubiera desaparecido por completo. + +--¿Quién es ese hombre, Ester?--preguntó Dimmesdale con voz trémula, +sobrecogido de terror.--Me estremezco al verlo. ¿Conoces á ese hombre? +Le odio, Ester. + +Ella recordó su juramento y permaneció en silencio. + +--Te repito que mi alma se estremece en su presencia,--murmuró el +ministro de nuevo.--¿Quién es? ¿Quién es? ¿No puedes hacer nada por mí? +Ese hombre me inspira un horror indecible. + +--Ministro, dijo Perlita, yo puedo decirte quién es. + +--Pronto, niña, pronto,--dijo el ministro inclinando el oído junto á +los labios de Perla.--Pronto, y tan bajo como te sea posible. + +Perla murmuró algo á su oído que resonaba á manera de lenguaje humano, +cuando no era en realidad sino la jerigonza ininteligible y sin sentido +alguno que usan á veces los niños para divertirse cuando están juntos. +De todos modos, no le comunicó ninguna noticia secreta acerca del viejo +facultativo. Era un idioma desconocido para el erudito clérigo, que sólo +sirvió para aumentar la confusión de su espíritu. La niña entonces +prorrumpió en una carcajada. + +--¿Te burlas de mí ahora?--dijo el ministro. + +--No has sido valiente, no has sido sincero,--respondió la niña,--no +quisiste prometerme que nos tomarías de la mano á mí y á mi madre mañana +al mediodía. + +--¡Digno señor!--exclamó el médico que se había adelantado hasta el pie +del tablado,--piadoso Sr. Dimmesdale, ¿sóis realmente vos? Sí, sí, +seguramente que sí. ¡Vaya! ¡Vaya! Nosotros, hombres de estudio, que +tenemos la cabeza metida en nuestros libros, necesitamos que se nos +vigile. Soñamos despiertos, y nos paseamos durmiendo. Venid, buen señor +y amigo querido; dejadme que os conduzca á vuestra casa. + +--¿Cómo supiste que yo estaba aquí?--preguntó Dimmesdale con temor. + +--En realidad de verdad, respondió el médico, no sabía nada de esto. +Gran parte de la noche la he pasado á la cabecera del digno Gobernador +Winthrop haciendo en su beneficio lo que mi poca habilidad me permitía. +Á un mundo mejor ha partido, y yo me dirigía á mi morada, cuando brilló +esa luz extraordinaria. Os ruego que vengáis, reverendo señor; de otro +modo no os hallaréis en estado de cumplir vuestros deberes mañana +domingo. ¡Ah! ¡Ved cómo los libros perturban el cerebro! ¡Estos libros, +estos libros! Debéis estudiar menos, buen señor, y procuraros algún +recreo, si no queréis que estas cosas se repitan. + +--Iré con vos á mi casa,--dijo el Sr. Dimmesdale. Completamente abatido, +con una sensación de frío, como el que despierta de una pesadilla, +acompañó al médico, y partieron juntos. + +El día siguiente, domingo, predicó sin embargo un sermón que se +consideró el mejor, el más vigoroso y más lleno de unción celeste que +hasta entonces hubieran pronunciado sus labios. Se dijo que más de un +alma se sintió regenerada con la eficacia de aquel discurso, y que +fueron muchos los que juraron eterna gratitud al Sr. Dimmesdale por el +bien que les había hecho. Pero, cuando bajó del púlpito, le detuvo el +anciano sacristán presentándole un guante negro que el ministro +reconoció por suyo. + +--Se encontró esta mañana,--dijo el sacristán,--en el tablado en que se +expone á los malhechores á la vergüenza pública. Satanás lo dejó caer +allí deseando sin duda jugar una mala pasada á su Reverencia. Pero ha +procedido con el mismo desacierto y ligereza de siempre. Una mano limpia +y pura no necesita guante que la cubra. + +--Gracias, buen amigo,--dijo el ministro con gravedad, pero muy +sobresaltado, pues tan confusos eran sus recuerdos, que casi creía que +los acontecimientos de la noche pasada eran solo un sueño.--Sí, agregó, +parece que es mi guante. + +--Y puesto que Satanás ha creído conveniente robároslo, en adelante +Vuestra Reverencia debe tratar á ese enemigo sin miramientos de ninguna +clase. Duro con él;--dijo el anciano sacristán con horrible sonrisa. +Pero, ¿ha oído Vuestra Reverencia hablar del portento que se vió anoche? +Se dice que apareció en el cielo una gran letra roja, la letra A, que +hemos interpretado significa Ángel. Y como nuestro buen Gobernador +Winthrop falleció también anoche, y fué convertido en ángel, de seguro +que se creyó conveniente publicar la noticia de algún modo. + +--No; nada he oído acerca de ese particular,--contestó el ministro. + + + + +XIII + +OTRO MODO DE JUZGAR Á ESTER + + +En su última y singular entrevista con el Sr. Dimmesdale, se quedó Ester +completamente sorprendida al ver el estado á que se hallaba reducido el +ministro. Sus nervios parecían del todo arruinados: su fuerza moral era +la de un niño: andaba arrastrando los pasos, aun cuando sus facultades +intelectuales conservaban su prístina fuerza, ó habían adquirido acaso +una mórbida energía, que solamente pudo haberles comunicado la +enfermedad. Conociendo ella toda la cadena de circunstancias que eran un +profundo secreto para los otros, podía inferir que, además de la acción +legítima de su propia conciencia, se había empleado, y se empleaba +todavía contra el reposo y bienestar del Sr. Dimmesdale, una maquinaria +terrible y misteriosa. Conociendo también lo que había sido en otros +tiempos este pobre hombre, ahora caído, su alma se llenó de compasión al +recordar el hondo sentimiento de terror con que le pidió á ella,--la +mujer despreciada,--que lo protegiese contra un enemigo que +instintivamente había descubierto; y decidió que el ministro tenía el +derecho de esperar de su parte todo el auxilio posible. Poco +acostumbrada, en su largo aislamiento y estado de segregación de la +sociedad, á medir sus ideas de lo justo ó de lo injusto según el rasero +común, Ester vió, ó creyó ver, que había en ella una responsabilidad +respecto á Dimmesdale, superior á la que tenía para con el mundo entero. +Los lazos que á este último la ligaron, cualquiera que hubiese sido su +naturaleza, estaban todos destruídos. Por el contrario, respecto al +ministro existía el férreo lazo del crimen mutuo, que ni él ni ella +podían romper, y que, como todos los otros lazos, traía aparejadas +consigo obligaciones ineludibles. + +Ester no ocupaba ya precisamente la misma posición que en los primeros +tiempos de su ignominia. Los años se habían ido sucediendo, y Perla +contaba ya siete de edad. Su madre, con la letra escarlata en el pecho, +brillando con su fantástico bordado, era ahora una figura muy conocida +en la población; y como no se mezclaba en los asuntos públicos ó +privados de nadie, en nada ni para nada, se había ido formando una +especie de consideración general hacia Ester. En honra de la naturaleza +humana puede decirse que, excepto cuando interviene el egoísmo, está más +dispuesta á amar que á odiar. El odio, por medio de un procedimiento +silencioso y gradual, se puede transformar hasta en amor, siempre que á +ello no se opongan nuevas causas que mantengan vivo el sentimiento +primero de hostilidad. En el caso de Ester Prynne, no había ocurrido +nada que lo agravase, porque jamás ella se declaró en contra del +público, sino que se sometió, sin quejarse, á todo lo que éste quiso +hacer, sin demandar nada en recompensa de sus sufrimientos. Hay que +agregar la pureza inmaculada de su vida durante todos estos años en que +se había visto segregada del trato social y declarada infame, y esa +circunstancia influyó mucho en favor suyo. No teniendo ahora nada que +perder para con el mundo, y sin esperanzas, y acaso tampoco sin deseos +de ganar alguna cosa, su vuelta á la senda austera del deber sólo podría +atribuirse á un verdadero amor de la virtud. + +Se había notado igualmente que si bien Ester jamás reclamó la más mínima +participación en los bienes y beneficios del mundo, excepto respirar el +aire común á todos y ganar el sustento para Perlita y para ella misma +con la labor de sus manos,--sin embargo, siempre se hallaba dispuesta á +servir á sus semejantes, cuando la ocasión se presentaba. No había nadie +que con tanta prontitud y buena voluntad compartiera sus escasas +provisiones con el pobre, aun cuando éste, en recompensa de los +alimentos llevados con toda regularidad á su puerta, ó de los vestidos +trabajados por aquellos dedos que habrían podido bordar el manto de un +monarca, le pagase con un sarcasmo ó una palabra ofensiva. En tiempos de +calamidad general, de epidemia, ó de escasez, nadie había tan llena de +abnegación como Ester: en los hogares invadidos por la desgracia, allí +entraba ella, no como huésped intruso é inoportuno, sino como quien +tiene pleno derecho á hacerlo; cual si las sombras que esparce el dolor +fueran el medio más adecuado para poder tratar con sus semejantes. Allí +brillaba la letra escarlata á manera de luz que derrama consuelo y +bienestar: símbolo del pecado en todas partes, en la cabecera del +enfermo era emblema de caridad y conmiseración. En casos tales, la +naturaleza de Ester se mostraba con todo el calor que le era innato, y +con aquella ternura y suavidad que nunca dejaban de producir el efecto +deseado en los afligidos que á ella acudían. Su seno, con el signo de +ignominia que en él lucía, puede decirse que era el regazo donde podía +reposar en calma la cabeza del infortunado. Era una hermana de la +caridad, ordenada por sí misma, ó mejor dicho, ordenada por la ruda mano +del mundo, cuando ni éste, ni ella, podían prever semejante resultado. +La letra escarlata fué el símbolo de su vocación. Ester se volvió tan +útil, desplegó tal facultad de hacer el bien y de identificarse con los +dolores ajenos, que muchas personas se negaron á dar á la _A_ escarlata +su significado primitivo de "Adúltera," y decían que en realidad +significaba--"Abnegación." ¡Tales eran las virtudes manifestadas por +Ester Prynne! + +Sólo las moradas en que el infortunio había arrojado un velo sombrío, +eran las que podían retenerla; desde el instante en que comenzaban á +iluminarlas los rayos de la felicidad, Ester desaparecía. El huésped +caritativo y servicial se alejaba, sin dar siquiera una mirada de +despedida en que recoger el tributo de gratitud que le era debido, si es +que existía alguna en los corazones de aquellos á quienes había servido +con tanto celo. Al encontrarlos en la calle, jamás levantaba la cabeza +para recibir su saludo; y si alguno se dirigía á ella resueltamente, +entonces indicaba en silencio la letra escarlata con un dedo, y +continuaba su camino. Esto podría atribuirse á orgullo, pero se +asemejaba tanto á la humildad, que producía en el espíritu del público +todo el efecto conciliador de esta virtud. El temperamento del público +es en lo general despótico, y capaz de denegar la justicia más +evidente, cuando se demanda con demasiada exigencia como de derecho; +pero concede frecuentemente más de lo que se pide, si, como sucede con +los déspotas, se apela enteramente á su generosidad. Interpretando la +conducta de Ester como una apelación de esta naturaleza, la sociedad se +hallaba inclinada á tratar á su antigua víctima con mayor benignidad de +la que ella misma deseaba ó tal vez merecía. + +Los gobernantes de aquella comunidad tardaron más tiempo que el pueblo +en reconocer la influencia de las buenas cualidades de Ester. Las +preocupaciones que compartían en común con aquel, adquirían en ellos +mayor fuerza merced á una serie de razonamientos que dificultaba en +extremo la tarea de desentenderse de dichas prevenciones. Sin embargo, +día tras día, sus rostros avinagrados y rígidos se fueron desarrugando y +adquiriendo algo que, con el transcurso de los tiempos, se podría tomar +por una expresión de benevolencia. Así acontecía también con los hombres +de alto copete, que se consideraban los guardianes de la moralidad +pública. Los individuos privados habían perdonado ya completamente á +Ester Prynne su fragilidad; aún más, habían empezado á considerar la +letra escarlata, no como el signo que denunciaba una falta, tan larga y +duramente expiada, sino como el símbolo de sus muchas y buenas acciones. +"¿Véis esa mujer con la divisa bordada?"--decían á los extraños. "Es +nuestra Ester, la Ester de nuestra población, tan compasiva con los +pobres, tan servicial con los enfermos, tan consoladora para los +afligidos." Cierto es que entonces la propensión de la naturaleza humana +á referir lo malo cuando se trata de otro, les impelía también á contar +en voz baja el escándalo de otros tiempos. Y á pesar de todo, era un +hecho real que á los ojos de las mismas personas que así hablaban, la +letra escarlata producía un efecto parecido al de la cruz en el pecho de +una monja, comunicando á la que la llevaba una especie de santidad, que +le permitía atravesar con toda seguridad por en medio de cualquier clase +de peligro. Si hubiera caído entre ladrones, la habría protegido. Se +decía, y muchos lo creían, que un indio disparó una vez una flecha +contra la letra, y que, al tocarla, cayó la flecha al suelo hecha +pedazos, sin haberle causado el menor daño á la letra. + +El efecto de la divisa, ó mejor dicho, de la posición que ésta indicaba +con respecto á la sociedad, fué poderoso y peculiar en el ánimo de +Ester. Toda la gracia y ligereza de su espíritu habían desaparecido á +influjos de esta funesta letra, dejando solamente algo ostensiblemente +rudo y tosco, que habría podido hasta ser repulsivo para sus amigas ó +compañeras, á haberlas tenido. Los atractivos físicos de su persona +habían experimentado un cambio igual; quizá debido en parte á la +seriedad de su traje, y en parte á la sequedad de sus maneras. También +fué una triste transformación la que experimentó su hermosa y espléndida +cabellera que, ó había sido cortada, ó estaba tan completamente oculta +bajo su gorra, que ni siquiera se alcanzaba á ver uno solo de sus rizos. +En consecuencia de todas estas causas, pero aun mucho más debido á algo +desconocido, parecía que no había ya en el rostro de Ester nada que +pudiera atraer las miradas del amor; nada en la figura de Ester, aunque +majestuosa y semejante á una estatua, que despertara en la pasión el +anhelo de estrecharla entre sus brazos; nada en el corazón de Ester que +pudiera responder á los latidos amorosos de otro corazón. Algo había +desaparecido en ella, algo completamente femenino, como acontece con +frecuencia cuando la mujer ha pasado por pruebas de una severidad +peculiar: porque si ella es toda ternura, esto le costará la vida; y si +sobreviviere á estas pruebas, entonces esa ternura ó tiene que +extinguirse por completo, ó reconcentrarse tan hondamente en el corazón, +que jamás se podrá mostrar de nuevo. Tal vez esto último sea lo más +exacto. La que una vez fué una verdadera mujer, y ha cesado de serlo, +puede á cada instante recobrar sus atributos femeninos, si solamente +viene el toque mágico que efectúe la transfiguración. Ya veremos si +Ester Prynne recibió más tarde ese toque mágico y quedó transfigurada. + +Mucha parte de la frialdad marmórea de que parecía estar dotada Ester, +debe atribuirse á la circunstancia de que se había operado un gran +cambio en su vida, reinando ahora el pensamiento donde antes reinaban la +pasión y los sentimientos. Estando sola en el mundo, sola en cuanto á +depender de la sociedad, y con la pequeña Perla á quien guiar y +proteger,--sola y sin esperanzas de mejorar su posición, aunque no +hubiera desdeñado semejante idea,--arrojó lejos de sí los fragmentos de +una cadena hecha pedazos. La ley universal no era la ley de su espíritu. +Vivía además en una época en que la inteligencia humana, recientemente +emancipada, había desplegado mayor actividad y entrado en una esfera más +vasta de acción que lo que había hecho durante muchos siglos. Nobles y +tronos habían sido derrocados por los hombres de la espada; y antiguas +preocupaciones habían sido destruídas por hombres aun más atrevidos que +aquellos. Ester se había penetrado de este espíritu puramente moderno, +adoptando una libertad de especulación, común entonces al otro lado del +Atlántico, pero que, á haber tenido noticia de ello nuestros +antepasados, lo habrían juzgado un pecado más mortal que el que +estigmatizaron con la letra escarlata. En su cabaña solitaria, á orillas +del mar, la visitaban ideas y pensamientos tales, como no era posible +que se atrevieran á penetrar en otra morada de la Nueva Inglaterra: +huéspedes invisibles, que habrían sido tan peligrosos para los que les +daban entrada en su espíritu, como si se les hubiera visto en trato +familiar con el enemigo del género humano. + +Es digno de notarse que las personas que se entregan á las más atrevidas +especulaciones mentales, son con frecuencia también las que más +tranquilamente se conforman á las leyes externas de la sociedad. El +pensamiento les basta, sin que traten de convertirlo en acción. Así +parece que pasaba con Ester. Sin embargo, si no hubiera tenido á Perla, +las cosas habrían sido muy diferentes. Entonces tal vez su nombre +brillaría hoy en la Historia como la fundadora de una secta religiosa á +par de Ana Hutchinson:[17] quizás habría sido una especie de profetisa; +pero probablemente los severos tribunales de la época la habrían +condenado á muerte por intentar destruir los fundamentos en que +descansaba la colonia puritana. Pero en la educación de su hija, la +osadía de sus pensamientos había abatido en gran parte su entusiasta +vuelo. En la persona de su niñita, la Providencia le había asignado á +Ester la tarea de hacer que germinaran y florecieran, en medio de +grandes dificultades, los más dignos atributos de la mujer. Todo estaba +en contra de la madre: el mundo le era hostil; la naturaleza misma de la +niña tenía algo perverso en su esencia, que hacía recordar continuamente +que en su nacimiento había presidido la culpa,--el resultado de la +pasión desordenada de la madre,--y repetidas veces se preguntaba Ester +con amargura si esta criaturita había venido al mundo para bien ó para +mal. + +Verdad es que la misma pregunta se hacía respecto al género humano en +general. ¿Valía la pena aceptar la existencia, aun á los más felices +entre los mortales? Por lo que á ella misma tocaba, tiempo hacía que la +había contestado por la negativa, dando el punto por completamente +terminado. La tendencia á la especulación, aunque puede verter la calma +en el espíritu de la mujer, como sucede con el hombre, la vuelve sin +embargo triste, pues acaso vé ante sí una tarea irrealizable. +Primeramente, todo el edificio social tiene que derribarse, y +reconstruirse todo de nuevo; luego, la naturaleza del hombre tiene que +modificarse esencialmente antes de permitírsele á la mujer que ocupe lo +que parece ser una posición justa y adecuada; y, finalmente, aun después +de allanadas todas las otras dificultades, la mujer no podrá +aprovecharse de todas estas reformas preliminares hasta que ella misma +haya experimentado un cambio radical, en el cual, quizá, la esencia +etérea, que constituye el alma verdaderamente femenina, se habría +evaporado por completo. Una mujer nunca resuelve estos problemas con el +mero uso del pensamiento: son irresolubles, ó solamente pueden +resolverse de una manera. Si por casualidad prepondera el corazón, los +problemas se desvanecen. Ester, cuyo corazón, por decirlo así, había +perdido su ritmo regular y saludable, vagaba errante, sin luz que la +guiase, en el sombrío laberinto de su espíritu; y á veces se apoderaba +de ella la duda terrible de si no sería mejor enviar cuanto antes á +Perla al cielo, y presentarse ella también á aceptar el destino á que la +Eterna Justicia la creyese acreedora. La letra escarlata no había +llenado el objeto á que se la destinó. + +Ahora, sin embargo, su entrevista con el Reverendo Sr. Dimmesdale en la +noche de la vigilia de éste, la había proporcionado nueva materia de +reflexiones, presentándole en perspectiva un objeto digno de toda clase +de esfuerzos y sacrificios para conseguirlo. Había presenciado el +suplicio intenso bajo el cual luchaba el ministro, ó, para hablar con +más propiedad, había cesado de luchar. Vió que se encontraba al borde de +la locura, si es que ya su razón no se había hundido. Era imposible +dudar que, por mucha que fuese la eficacia dolorosa de un punzante y +secreto remordimiento, un veneno mucho más mortífero le había sido +administrado por la misma mano que pretendía curarle. Bajo la capa de +amigo y favorecedor médico, había constantemente á su lado un secreto +enemigo que se aprovechaba de las oportunidades que así se le +presentasen para tocar, con malvada intención, todos los resortes de la +naturaleza delicada del Sr. Dimmesdale. Ester no podía menos de +preguntarse si no fué desde el principio una falta de valor, de +sinceridad y de lealtad de parte suya, permitir que el ministro se +encontrara en una situación de la que nada bueno, y sí mucho malo, +podría esperarse. Su única justificación era la imposibilidad en que +había estado de hallar otro medio de librarle de una ruina aun más +terrible de la que á ella le había caído en suerte. Lo único posible fué +acceder al plan del disfraz de Rogerio Chillingworth. Movida de esta +idea, se decidió, entonces, como ahora lo comprendía, por el partido +peor que pudiera haber adoptado. Determinó, por lo tanto, remediar su +error hasta donde le fuera posible. Fortalecida por años de rudas +pruebas, ya no se sentía tan incapacitada para luchar con Rogerio como +la noche aquella en que, abatida por el pecado, y medio loca por la +ignominia á que acababa de ser expuesta, tuvo con él la entrevista en el +cuarto de la prisión. Desde entonces, su espíritu se había ido +remontando á mayores alturas; mientras que el anciano médico había ido +descendiendo al nivel de Ester, ó quizás muy por debajo de ella, merced +á la idea de venganza de que se hallaba poseído. + +En una palabra, Ester resolvió tener una nueva entrevista con su antiguo +marido, y hacer cuanto estuviera en su poder para salvar á la víctima de +que evidentemente se había apoderado. La ocasión no tardó en +presentarse. Una tarde, paseándose con Perla en un sitio retirado en las +cercanías de su cabaña, vió al viejo médico con un cesto en una mano, y +un bastón en la otra, buscando hierbas y raíces para confeccionar sus +remedios y medicinas. + + + + +XIV + +ESTER Y EL MÉDICO + + +Ester le dijo á Perla que corretease por la ribera del mar y jugara con +las conchas y las algas marinas, mientras ella hablaba un rato con el +hombre que estaba recogiendo hierbas á cierta distancia; por +consiguiente, la niña partió como un pájaro, y descalzándose los +piececitos empezó á recorrer la orilla húmeda del mar. Aquí y allá se +detenía junto á un charco de agua dejado por la marea, y se ponía á +mirarse en él como si fuera un espejo. Reflejábase en el charco la +imagen de la niñita con brillantes y negros rizos y la sonrisa de un +duendecillo, á la que Perla, no teniendo otra compañera con quien jugar, +invitaba á que la tomara de la mano y diese una carrera con ella. La +imagen repetía la misma señal como diciendo:--"Este es un lugar mejor: +ven aquí;"--y Perla, entrando en el agua hasta las rodillas, contemplaba +sus piececitos blancos en el fondo mientras, aun más profundamente, veía +una vaga sonrisa flotar en el agua agitada. + +Entretanto la madre se había acercado al médico. + +--Quisiera hablarte una palabra,--dijo Ester,--una palabra que á ambos +nos interesa. + +--¡Hola! ¿Es la Sra. Ester la que desea hablar una palabra con el viejo +Rogerio Chillingworth?--respondió el médico, irguiéndose +lentamente.--Con todo mi corazón, continuó; vamos, señora, oigo +solamente buenas noticias vuestras en todas partes. Sin ir más lejos, +ayer por la tarde, un magistrado, hombre sabio y temeroso de Dios, +estaba discurriendo conmigo acerca de vuestros asuntos, Sra. Ester, y me +dijo que se había estado discutiendo en el Consejo si se podría quitar +de vuestro pecho, sin que padeciera la comunidad, esa letra escarlata +que ostentáis. Os juro por mi vida, Ester, que rogué encarecidamente al +digno magistrado que se hiciera eso sin pérdida de tiempo. + +--No depende de la voluntad de los magistrados quitarme esta +insignia,--respondió tranquilamente Ester.--Si yo fuere digna de verme +libre de ella, ya se habría caído por sí misma, ó se habría transformado +en algo de una significación muy diferente. + +--Llevadla, pues, si así os place,--replicó el médico.--Una mujer debe +seguir su propio capricho en lo que concierne al adorno de su persona. +La letra está bellamente bordada, y luce muy bien en vuestro pecho. + +Mientras así hablaban, Ester había estado observando fijamente al +anciano médico, y se quedó sorprendida á la vez que espantada, al notar +el cambio que en él se había operado en los últimos siete años; no +porque hubiera envejecido, pues aunque eran visibles las huellas de la +edad, parecía retener aun su vigor y antigua viveza de espíritu; pero +aquel aspecto de hombre intelectual y estudioso, tranquilo y apacible, +que era lo que ella mejor recordaba, había desaparecido por completo, +reemplazándole una expresión ansiosa, escudriñadora, casi feroz, aunque +reservada. Parecía que su deseo y su propósito eran ocultar esa +expresión bajo una sonrisa, pero ésta le vendía, pues vagaba tan +irrisoriamente por su rostro, que el espectador podía, merced á ella, +discernir mejor la negrura de su alma. De vez en cuando brillaban sus +ojos con siniestro fulgor, como si el alma del anciano fuera presa de un +incendio, que se manifestara solo de tarde en tarde por una rápida +explosión de cólera y momentánea llamarada. Esto lo reprimía el médico +tan pronto como le era posible, y trataba entonces de parecer tan +tranquilo como si nada hubiera sucedido. + +En una palabra, el viejo médico era un ejemplo de la extraordinaria +facultad que tiene el hombre de transformarse en un demonio, si quiere +por cierto tiempo desempeñar el oficio de éste. Transformación tal se +había operado en el médico, por haberse dedicado durante siete años al +constante análisis de un corazón lleno de agonía, hallando su placer en +esa tarea, y añadiendo, por decirlo así, combustible á las horribles +torturas que analizaba y en cuyo análisis hallaba tan intenso placer. + +La letra escarlata abrasaba el seno de Ester Prynne. Aquí había otra +ruina de que ella era en parte responsable. + +--¿Qué véis en mi rostro, que contempláis con tal gravedad de +expresión?--preguntó el médico. + +--Algo que me haría llorar, si para ello hubiese en mí lágrimas bastante +acerbas,--respondió Ester;--pero no hablemos de eso. De aquel +infortunado hombre es de quien quisiera hablar. + +--Y ¿qué hay con él?--preguntó el médico con ansiedad, como si el tema +fuera muy de su agrado, y se alegrara de hallar una oportunidad de +discutirlo con la única persona con quien pudiera hacerlo.--Para decir +la verdad, mi Sra. Ester, precisamente mis pensamientos estaban ahora +ocupados en ese caballero: de consiguiente, hablad con toda libertad, +que os responderé. + +--Cuando nos hablamos la última vez, dijo Ester, de esto hace unos siete +años, os complacísteis en arrancarme la promesa de que guardara el +secreto acerca de las relaciones que en otro tiempo existieron entre +nosotros. Como la vida y el buen nombre del ministro estaban en vuestras +manos, no me quedó otra cosa que hacer sino permanecer en silencio de +acuerdo con vuestro deseo. Sin embargo, no sin graves presentimientos, +me obligué á ello; porque hallándome desligada de toda obligación para +con los demás seres humanos, no lo estaba para con él; y algo había que +me murmuraba en los oídos que al empeñar mi palabra de que obedecería +vuestro mandato, le estaba haciendo traición. Desde entonces, nadie como +vos se halla tan cerca de él: seguís cada uno de sus pasos; estáis á su +lado, despierto ó dormido; escudriñáis sus pensamientos; mináis y +ulceráis su corazón; su vida está en vuestras garras; le estáis matando +con una muerte lenta, y todavía no os conoce, no sabe quién sois. Al +permitir yo esto, he procedido con falsedad respecto al único hombre con +quien tenía el deber de ser sincera. + +--¿Qué otro camino os quedaba?--preguntó el médico.--Si yo hubiera +señalado á este hombre con el dedo, habría sido arrojado de su púlpito á +un calabozo--y de allí tal vez al cadalso. + +--Habría sido preferible,--dijo Ester. + +--¡Qué mal le he hecho á ese hombre?--preguntó de nuevo el médico.--Te +aseguro, Ester Prynne, que con los honorarios más crecidos y valiosos +que un monarca pudiera haber pagado á un facultativo, no se habría +conseguido todo el esmero y la atención que he consagrado á este infeliz +eclesiástico. Á no ser por mí, su vida se habría extinguido en medio de +tormentos y agonías en los dos primeros años que siguieron á la +perpetración de su crimen y el tuyo. Porque tú sabes, Ester, que su alma +carece de la fortaleza de la tuya para sobrellevar, como lo has hecho, +un peso semejante al de tu letra escarlata. ¡Oh! ¡yo podría revelar un +secreto digno de ser conocido! Pero basta sobre este punto. Lo que la +ciencia puede hacer, lo he hecho en su beneficio. Si aun respira y se +arrastra en este mundo, á mí solamente lo debe. + +--Más le valiera haber muerto de una vez,--dijo Ester. + +--Sí, mujer, tienes razón,--exclamó el viejo Rogerio haciendo brillar en +los ojos todo el fuego infernal de su corazón;--más le valiera haber +muerto de una vez. Jamás mortal alguno padeció lo que este hombre ha +padecido.... Y todo, todo, á la vista de su peor enemigo. Ha tenido una +vaga sospecha acerca de mí: ha sentido que algo se cernía siempre sobre +él á manera de una maldición; conocía instintivamente que la mano que +sondeaba su corazón no era mano amiga, y que había un ojo que le +observaba, buscando solamente la iniquidad, y la ha encontrado. ¡Pero no +sabía que esa mano y ese ojo fueran los míos! Con la superstición común +á su clase, se imaginaba entregado á un demonio para que le atormentara +con sueños espantosos, con pensamientos terribles, con el aguijón del +remordimiento, y con la creencia de que no será perdonado, todo como +anticipación de lo que le espera más allá de la tumba. Pero era la +sombra constante de mi presencia, la proximidad del hombre á quien más +vilmente había ofendido, y que vive tan solo merced á este veneno +perpetuo del más intenso deseo de venganza. ¡Sí; sí por cierto! No se +equivocaba, tenía un enemigo implacable junto á sí. Un mortal, dotado en +otro tiempo de sentimientos humanos, se ha convertido en un demonio para +su tormento especial. + +El infortunado médico, al pronunciar estas palabras, alzó los brazos con +una mirada de horror, como si hubiera visto alguna forma espantosa, que +no podía reconocer y estuviese usurpando el lugar de su propia imagen en +un espejo. Era uno de esos raros momentos en que el aspecto moral de un +hombre se revela con toda fidelidad á los ojos de su alma. Probablemente +jamás se había visto á sí mismo como se veía ahora. + +--¿No lo has torturado ya bastante?--le preguntó Ester notando la +expresión del rostro del anciano.--¿No te ha pagado todo con usura? + +--¡No! ¡no! Ha aumentado su deuda,--respondió el médico, y á medida que +proseguía, su rostro fué perdiendo la expresión de fiereza, volviéndose +más y más sombrío.--¿Te acuerdas, Ester, cómo era yo hace nueve años? +Aun entonces me encontraba en el otoño de mis días, y no al principio +del otoño. Pero toda mi vida había consistido en años tranquilos de +estudio severo y de meditación, consagrados á aumentar mis +conocimientos, y también, fielmente, al progreso del bienestar del +género humano. Ninguna vida había sido tan pacífica é inocente como la +mía: pocas, tan ricas en beneficios conferidos. ¿No recuerdas lo que yo +era? Aunque frío en la apariencia, ¿no era yo un hombre que pensaba en +el bien de los demás, sin acordarse mucho de sí mismo; bondadoso, +sincero, justo, y constante en sus afectos, si bien éstos no muy +ardientes? ¿No era yo todo esto? + +--Todo esto, y más,--dijo Ester. + +--¿Y qué soy ahora?--preguntó el anciano, mirándola fijamente al rostro, +y dejando que toda la perversidad de su alma se retratase en la +fisonomía.--¿Qué soy yo ahora? Ya te he dicho lo que soy: un enemigo +implacable: un demonio en forma humana. ¿Quién me ha hecho así? + +--Yo he sido,--exclamó Ester estremeciéndose.--Yo he sido, tanto ó más +que él. ¿Por qué no te has vengado en mí? + +--Te he dejado entregada á la letra escarlata,--replicó Rogerio.--Si eso +no me ha vengado, no puedo hacer más. + +Y puso un dedo en la letra, con una sonrisa. + +--¡Te ha vengado!--replicó Ester. + +--Es lo que creía,--dijo el médico.--Y ahora ¿qué es lo que quieres de +mí respecto á ese hombre? + +--Tengo que revelarle el secreto,--respondió Ester con firmeza,--tiene +que ver y saber lo que realmente eres. No sé cuáles serán las +consecuencias. Pero esta deuda mía para con él, cuya ruina y tormento he +sido, tiene al fin que quedar satisfecha. En tus manos está la +destrucción ó la conservación de su buen nombre y estado social, y tal +vez hasta su vida. Ni puedo yo,--á quien la letra escarlata ha hecho +comprender el valor de la verdad, si bien haciéndola penetrar en el alma +como con un hierro candente,--no, ni puedo yo percibir la ventaja que él +reporte de vivir por más tiempo esa vida de miseria y de horror, para +rebajarme ante tí é implorarte compasión hacia tu víctima. No; haz con +él lo que quieras. No hay nada bueno que esperar para él--ni para mí--ni +para tí--ni aun siquiera para mi pequeña Perla. No hay sendero alguno +que nos saque de este triste y sombrío laberinto. + +--Mujer, casi podría compadecerte,--dijo el médico á quien no fué +posible contener un movimiento de admiración, pues había una cierta +majestad en la desesperación con que Ester se expresó.--Había en tí +grandes cualidades; y si hubieras hallado en tus primeros años un amor +más adecuado que el mío, nada de esto habría acontecido. Te compadezco +por todo lo bueno que en tí se ha perdido. + +--Y yo á tí,--contestó Ester,--por todo el odio que ha transformado en +un monstruo infernal á un hombre justo y sabio. ¿Quieres despojarte de +ese odio y volver de nuevo á ser una criatura humana? Si no por él, á lo +menos por tí. Perdona; y deja su ulterior castigo al Poder á quien +pertenece. Dije ahora poco que nada bueno podíamos esperar él, ni tú, ni +yo, que andamos vagando juntos en este sombrío laberinto de maldad, +tropezando á cada paso contra la culpa que hemos esparcido en nuestra +senda. No es así. Puede haber algo bueno para tí; sí, para tí solo, +porque tú eres el profundamente ofendido, y tienes el privilegio de +poder perdonar. ¿Quieres abandonar ese único privilegio? ¿Quieres +rechazar esa ventaja de incomparable valor? + +--Basta, Ester, basta,--replicó el anciano médico con sombría +entereza.--No me está concedido perdonar. No hay en mí esa facultad de +que hablas. Mi antigua fe, olvidada hace tiempo, se apodera de nuevo de +mí y explica todo lo que hacemos y todo lo que padecemos. El primer paso +errado que diste, sembró el germen del mal; pero desde aquel momento ha +sido todo una fatal necesidad. Vosotros que de tal modo me habéis +ofendido, no sois culpables, excepto en una especie de ilusión; ni soy +yo el enemigo infernal que ha arrebatado al gran enemigo del género +humano su oficio. Es nuestro destino. Deja que se desenvuelva como +quiera. Continúa en tu sendero, y haz lo que te parezca con ese hombre. + +Hizo una señal con la mano y siguió recogiendo hierbas y raíces. + + + + +XV + +ESTER Y PERLA + + +De este modo Rogerio Chillingworth,--viejo, deforme, y con un rostro que +se quedaba grabado en la memoria de los hombres más tiempo de lo que +hubieran querido,--se despidió de Ester y continuó su camino en la +tierra. Iba recogiendo aquí una hierba, arrancaba más allá una raíz, y +lo ponía todo en el cesto que llevaba al brazo. Su barba gris casi +tocaba el suelo cuando, inclinado, proseguía hacia adelante. Ester le +contempló un momento, con cierta extraña curiosidad, para ver si las +tiernas hierbas de la temprana primavera no se marchitarían bajo sus +pies, dejando un negro y seco rastro al través del alegre verdor que +cubría el suelo. Se preguntaba qué clase de hierbas serían esas que el +anciano recogía con tanto cuidado. ¿No le ofrecería la tierra, avivada +para el mal, en virtud del influjo de su maligna mirada, raíces y +hierbas venenosas de especies hasta ahora desconocidas que brotarían al +contacto de sus dedos? ¿Ó no bastaría ese mismo contacto para convertir +en algo deletéreo y mortífero los productos más saludables del seno de +la tierra? El sol, que con tanto esplendor brillaba donde quiera, +¿derramaba realmente sobre él sus rayos benéficos? ¿Ó acaso, como más +bien parecía, le rodeaba un círculo de fatídica sombra que se movía á +par de él donde quiera que dirigiera sus pasos? ¿Y á dónde iba ahora? +¿No se hundiría de repente en la tierra, dejando un lugar estéril y +calcinado que con el curso del tiempo se cubriría de mortífera yerba +mora, beleño, cicuta, apócimo, y toda otra clase de hierbas nocivas que +el clima produjese, creciendo allí con horrible abundancia? ¿Ó tal vez +extendería enormes alas de murciélago, y echando á volar en los +espacios, parecería tanto más feo cuanto más ascendiera hacia el cielo? + +--Sea ó no un pecado,--dijo Ester con amargura y con la mirada fija en +el viejo médico,--¡odio á ese hombre! + +Se reprendió á sí misma á causa de ese sentimiento, pero ni pudo +sobreponerse á él ni disminuir su intensidad. Para conseguirlo, pensó en +aquellos días, ya muy lejanos, en que Rogerio acostumbraba dejar su +cuarto de estudio á la caída de la tarde, y venía á sentarse junto á la +lumbre del hogar, á los rayos de luz de su sonrisa nupcial. Decía +entonces que necesitaba calentarse al resplandor de aquella sonrisa, +para que desapareciera de su corazón de erudito el frío producido por +tantas horas solitarias pasadas entre sus libros. Escenas semejantes le +parecieron en otro tiempo investidas de cierta felicidad; pero ahora, +contempladas al través de los acontecimientos posteriores, se habían +convertido en sus recuerdos más amargos. Se maravillaba de que hubiera +habido tales escenas; y sobre todo, de que se hubiera dejado inducir á +casarse con él. Consideraba eso el crimen mayor de que tuviera que +arrepentirse, así como haber correspondido á la fría presión de aquella +mano, y haber consentido que la sonrisa de sus labios y de sus ojos se +mezclara á las de aquel hombre. Y le parecía que el viejo médico, al +persuadirla, cuando su corazón inexperto nada sabía del mundo, al +persuadirla que se imaginase feliz á su lado, había cometido una ofensa +mayor que todo lo que á él se le hubiere hecho. + +--¡Sí, le odio!--repitió Ester con más intenso rencor que antes.--¡Me ha +engañado! ¡Me hizo un mal mucho mayor que cuanto yo le he inferido! + +¡Tiemble el hombre que consigue la mano de una mujer, si al mismo tiempo +no obtiene por completo todo el amor de su corazón! De lo contrario, le +acontecerá lo que á Rogerio Chillingworth, cuando un acento más poderoso +y elocuente que el suyo despierte las dormidas pasiones de la mujer; +entonces le echarán en cara hasta aquel apacible contento, aquella fría +imagen de la felicidad que se la hizo creer era la calurosa realidad. +Pero Ester hace tiempo que debía haberse desentendido de esta +injusticia. ¿Qué significaba? ¿Acaso los siete largos años de tortura +con la letra escarlata habían producido dolores indecibles sin que en su +alma hubiese penetrado el remordimiento? + +Las emociones de aquellos breves instantes, en que estuvo contemplando +la figura contrahecha del viejo Rogerio, arrojaron una luz en el +espíritu de Ester, revelando muchas cosas de que, de otro modo, ella +misma no se habría dado cuenta. + +Una vez que el médico hubo desaparecido, llamó á su hijita. + +--¡Perla! ¡Perlita! ¿dónde estás? + +Perla, cuya actividad de espíritu jamás flaqueaba, no había carecido de +distracciones mientras su madre hablaba con el anciano herbolario. Al +principio se divirtió contemplando su propia imagen en un charco de +agua; luego hizo pequeñas embarcaciones de corteza de abedul y las cargó +de conchas marítimas, zozobrando la mayor parte; después se empeñó en +tomar entre sus dedos la blanca espuma que dejaban las olas al +retirarse, y la esparcía al viento; percibiendo luego una bandada de +pajarillos ribereños, que revoloteaban á lo largo de la playa, la +traviesa niña se llenó de pequeños guijarros el delantal, y deslizándose +de roca en roca en persecución de estas avecillas, deplegó una destreza +notable en apedrearlas. Un pajarito de pardo color y pecho blanco fué +alcanzado por un guijarro, y se retiró revoloteando con el ala quebrada. +Pero entonces la niña cesó de jugar, porque le causó mucha pena haber +hecho daño á aquella criaturita tan caprichosa como la brisa del mar ó +como la misma Perla. + +Su última ocupación fué reunir algas marinas de varias clases, haciendo +con ellas una especie de banda ó manto y un adorno para la cabeza, lo +que le daba el aspecto de una pequeña sirena. Perla había heredado de su +madre la facultad de idear trajes y adornos. Como último toque á su +vestido de sirena, tomó algunas algas y se las puso en el pecho +imitando, lo mejor que pudo, la letra A que brillaba en el seno de su +madre y cuya vista le era tan familiar, con la diferencia de que esta A +era verde y no escarlata. La niña inclinó la cabecita sobre el pecho y +contempló este ornato con extraño interés, como si la única cosa para +que hubiera sido enviada al mundo fuese para desentrañar su oculta +significación. + +--¿Quisiera saber si mi madre me preguntará qué significa esto?--pensó +Perla. + +Precisamente oyó entonces la voz de su madre, y corriendo con la misma +ligereza que revoloteaban los pajaritos ribereños, se presentó ante +Ester, bailando, riendo, y señalando con el dedo el adorno que se había +fijado en el pecho. + +--Mi Perlita,--dijo la madre después de un momento de silencio,--la +letra verde y en tu seno infantil no tiene objeto. ¿Pero sabes tú, hija +mía, lo que significa la letra que tu madre tiene que llevar? + +--Sí, madre,--dijo la niña,--es la A mayúscula. Tú me lo has enseñado en +la cartilla. + +Ester la miró fijamente; pero aunque en los ojos negros de la niña había +la singular expresión que tantas veces notara en ellos, no pudo +descubrir si para Perla tenía realmente alguna significación aquel +símbolo, y experimentó una mórbida curiosidad de averiguarlo. + +--¿Sabes acaso, hija mía, por qué tu madre lleva esta letra? + +--Sí lo sé,--respondió Perla fijando su inteligente mirada en el rostro +de la madre,--por la misma causa que el ministro se lleva la mano al +corazón. + +--¿Y cuál es esa causa?--preguntó Ester medio sonriéndose al principio +con la absurda respuesta de la niña, pero palideciendo un momento +después.--¿Qué tiene que ver la letra con ningún corazón, excepto el +mío? + +--Nada, madre; he dicho todo lo que sé,--respondió Perla con mayor +seriedad de la que le era habitual.--Pregúntale á ese viejo con quien +has estado hablando. Tal vez él te lo pueda decir. Pero dime, mi +querida madre, ¿qué significa esa letra escarlata? ¿Y por qué la llevas +tú en el pecho? ¿Y por qué el ministro se lleva la mano al corazón? + +Diciendo esto tomó la mano de su madre entre las dos suyas y fijó en su +rostro las miradas con una expresión grave y reposada, poco común en su +inquieto y caprichoso carácter. Se le ocurrió á Ester la idea de que tal +vez la niña estaba tratando realmente de identificarse con ella con +infantil confianza, haciendo lo que podía y del modo más inteligente que +le era dable, para establecer entre las dos un lazo más estrecho de +cariño. Perla se le mostraba bajo un aspecto que hasta entonces no había +visto. Aunque la madre amaba á su hija con la intensidad de un afecto +único, había tratado de conformarse con la idea de que no podía esperar +en cambio sino muy poco: un cariño pasajero, vago, con arranques de +pasión, petulante en sus mejores horas, que nos hiela con más frecuencia +que nos acaricia, que se muestra besando las mejillas con dudosa +ternura, ó jugando con el pelo, ó de otro modo semejante, para +desvanecerse el instante inmediato y continuar con sus juegos de +costumbre. Y esto era lo que pensaba una madre acerca de su hijita, pues +los extraños habrían visto tan solo unos cuantos rasgos poco amables, +haciéndolos aparecer aun más negros. + +Pero ahora se apoderó de Ester la idea de que Perla, con su notable +precocidad y perspicacia, había llegado ya á la edad en que podía +hacerse de ella una amiga y confiarle mucho de lo que causaba el dolor +de su corazón maternal, hasta donde fuera posible teniendo en cuenta la +consideración debida á la niña y al padre. En el pequeño caos del +carácter de Perla había sin duda en embrión un valor indomable, una +voluntad tenaz, un orgullo altivo que podía convertirse en respeto de sí +misma, y un desprecio por muchas cosas que, bien examinadas, se vería +que estaban contaminadas de falsedad. Se hallaba igualmente dotada de +afectos que, si bien poco tiernos, tenían todo el rico aroma de los +frutos aun no madurados. Con todas estas altas cualidades creía Ester +que esta niña se volvería una noble y excelente mujer, á menos que la +parte mala heredada de la madre fuese grande en demasía. + +La tendencia inevitable de Perla á ocuparse en el enigma de la letra +escarlata, parecía una cualidad innata en la niña. Ester había pensado á +menudo que la Providencia, al dotar á Perla con esta marcada propensión, +lo hizo movida de una idea de justicia y de retribución; pero nunca, +hasta ahora, se le había ocurrido preguntarse si, enlazada á esta idea, +no habría también la de benevolencia y perdón. Si tratara á Perla +teniendo en ella fe y confianza, considerándola mensajero espiritual al +mismo tiempo que criatura terrestre, ¿no sería su destino suavizar y +finalmente desvanecer el dolor que había convertido el corazón de su +madre en una tumba? ¿No serviría también para ayudarla á vencer la +pasión, en un tiempo tan impetuosa, y aun hoy ni muerta ni dormida sino +sólo aprisionada en aquel sepulcro de su corazón? + +Tales fueron algunos de los pensamientos que bulleron en la mente de +Ester, con tanta viveza como si en realidad algún sér misterioso se los +hubiera murmurado al oído. Y allí estaba Perla todo este tiempo +estrechando entre las manecitas suyas la mano de su madre, con las +miradas fijas en su rostro, mientras repetía una y otra vez las mismas +preguntas. + +--¿Qué significa la letra, madre mía? y ¿por qué la llevas tú? y ¿por +qué se lleva el ministro la mano al corazón? + +--¿Qué le diré?--se preguntó Ester á sí misma.--¡No! Si este ha de ser +el precio del afecto de mi hija, no puedo comprarlo á tal costo. + +Después habló en voz alta. + +--Tontuela,--le dijo,--¿qué preguntas son esas? Hay muchas cosas en este +mundo que una niña no debe preguntar. ¿Qué sé yo acerca del corazón del +ministro? Y en cuanto á la letra escarlata, la llevo por lo bonito que +lucen sus hilos de oro. + +En todos los siete años ya transcurridos, jamás Ester había mostrado +falsedad alguna respecto al símbolo que ostentaba su pecho, excepto en +aquel momento, como si á pesar de su constante vigilancia hubiese +penetrado en su corazón una nueva enfermedad moral, ó alguna otra de +antigua fecha no hubiera sido expulsada por completo. En cuanto á Perla, +la seriedad de su rostro ya había desaparecido. + +Pero la niña no se dió por vencida en el asunto de la letra escarlata; y +dos ó tres veces, mientras regresaban á su morada, y otras tantas +durante la cena, y cuando su madre la estaba acostando, y aun una vez +después que parecía estar ya durmiendo, Perla con cierta malignidad en +las miradas de sus negros ojos, continuó su pregunta: + +--Madre, ¿qué significa la letra escarlata? + +Y la mañana siguiente, la primera señal que dió la niña de estar +despierta fué levantar la cabecita de la almohada y hacer la otra +pregunta que de tan extraño modo había asociado á la letra escarlata: + +--Madre, madre, ¿por qué tiene siempre el ministro la mano sobre el +corazón? + +--Cállate, niña traviesa,--respondió la madre con una aspereza que nunca +había empleado hasta aquel momento.--No me mortifiques más, ó te +encerraré en un cuarto obscuro. + + + + +XVI + +UN PASEO POR EL BOSQUE + + +Ester permaneció firme en su propósito de hacer que el Reverendo Sr. +Dimmesdale conociera el verdadero carácter del hombre que se había +apoderado de su confianza, fuesen cuales fuesen las consecuencias de su +revelación. Durante varios días, sin embargo, en vano buscó la +oportunidad de hablarle en uno de los paseos solitarios que el ministro +acostumbraba dar, todo meditabundo, á lo largo de la costa ó en las +colinas cubiertas de bosques del campo vecino. No habría habido sin duda +nada de escandaloso ni de particular, ni peligro alguno para la buena +reputación del ministro, si Ester le hubiera visitado en su propio +estudio donde tanto penitente, antes de ahora, había confesado culpas +quizás aun más graves que la que acusaba la letra escarlata. Pero sea +que ella temiese la intervención secreta ó pública de Rogerio +Chillingworth, ó que su conciencia le hiciera temer que se concibiese +una sospecha, que ningún otro habría imaginado, ó que tanto el ministro +como ella necesitaban de más amplitud de espacio para poder respirar con +toda libertad mientras hablasen juntos,--ó quizás todas estas razones +combinadas, lo cierto es que Ester nunca pensó en hablarle en otro +lugar sino á la faz del cielo, y de ningún modo entre cuatro paredes. + +Al fin, una noche que asistía á un enfermo, supo que el Reverendo Sr. +Dimmesdale, á quien habían ido á buscar para que le ayudase á bien +morir, había partido á visitar al apóstol Eliot, allá en su residencia +entre sus indios convertidos, y que regresaría probablemente el día +siguiente al mediodía. Al acercarse la hora indicada, tomó de la mano á +Perla, su constante compañera, y partió en busca del Sr. Dimmesdale. + +El camino no era más que un sendero que se perdía en el misterio de una +selva virgen, tan espesa que apenas podía entreverse el cielo al través +de las copas de los árboles. Ester la comparó á la soledad y laberinto +moral en que había estado ella vagando tanto tiempo. El día era frío y +obscuro: cubrían el firmamento espesas y cenicientas nubes ligeramente +movidas por la brisa, lo que permitía que de cuando en cuando se +vislumbrara un rayo de sol que jugueteaba en la estrecha senda. Esta +tenue y vacilante claridad se percibía siempre en la extremidad más +lejana, visible al través de la selva, y parece como que se desvanecía ó +se alejaba á medida que los solitarios viajeros avanzaban en su +dirección, dejando aun más sombríos los lugares en que brillaba, por lo +mismo que habían esperado hallarlos luminosos. + +--Madre,--dijo Perla,--la luz del sol no te quiere. Corre y se oculta, +porque tiene miedo de algo que hay en tu pecho. Mira ahora: allí está +jugando, á una buena distancia de nosotros. Quédate aquí, y déjame +correr á mí para cogerla. Yo solamente soy una niña. No huirá de mí +porque aun no llevo nada sobre mi pecho. + +--Y espero que nunca lo lleves, hija mía,--dijo Ester. + +--Y ¿por qué no, madre?--preguntó Perla deteniéndose precisamente cuando +iba á emprender la carrera. ¿No vendrá eso por sí mismo cuando yo sea +una mujer grande? + +--Corre, hija mía,--respondió la madre,--y atrapa el rayo del sol, pues +pronto se irá. + +Perla emprendió la carrera á toda prisa y pronto se halló en medio de la +luz del sol, riendo, toda iluminada por su esplendor, y con los ojos +brillantes de alegría. Parecía como si el rayo solar se hubiera detenido +en torno de la solitaria niña regocijándose en jugar con ella, hasta que +la madre llegó bastante cerca para penetrar casi también en el círculo +mágico. + +--Ahora se irá,--dijo Perla moviendo la cabeza. + +--Mira,--dijo Ester sonriendo,--ahora yo puedo alargar la mano y atrapar +algo. + +Pero al intentarlo, el rayo de sol desapareció; ó, á juzgar por la +brillantez con que irradiaba el rostro de Perla, su madre podía haberse +imaginado que la niña lo había absorbido, y lo devolvería luego +iluminando la senda por donde iban, cuando de nuevo penetrasen en los +parajes sombríos de la selva. Ninguno de los atributos de su tierna hija +le causaba á la madre tanta impresión como aquella vivacidad constante +de espíritu, reflejo quizás de la energía con que Ester había luchado +combatiendo sus íntimos dolores antes del nacimiento de Perla. Era +ciertamente un encanto dudoso, que comunicaba al carácter de la niña +cierto brillo metálico y duro. Necesitaba un dolor profundo para +humanizarse y hacerse capaz de sentir compasión. Pero Perla tenía tiempo +sobrado para ello. + +--Ven, hija mía,--dijo Ester;--vamos á sentarnos en el bosque y á +descansar un rato. + +--Yo no estoy cansada, madre,--replicó la niña; pero tú puedes sentarte +si quieres, y entretanto contarme un cuento. + +--Un cuento, niña,--dijo Ester,--y ¿qué clase de cuento? + +--¡Ah! algo acerca de la historia del Hombre Negro,--respondió asiéndola +del vestido y mirándola con expresión entre seria y maliciosa.--Díme +cómo recorre este bosque llevando bajo el brazo un libro grande, pesado, +con broches de hierro; y como este Hombre Negro y feo ofrece su libro y +una pluma de hierro á todos los que le encuentran aquí entre los +árboles, y como también todos tienen que escribir sus nombres con su +propia sangre. Y entonces les hace una señal en el pecho. ¿Has +encontrado alguna vez al Hombre Negro, madre? + +--Y ¿quién te ha contado esta historia, Perla?--preguntó la madre +reconociendo una superstición muy común en aquella época. + +--Aquella señora vieja que estaba sentada en un rincón junto á la +chimenea en la casa donde estuviste velando anoche,--dijo la niña. Ella +me creía dormida mientras estaba hablando de eso. Dijo que mil y mil +personas lo habían encontrado aquí, y habían escrito en su libro, y +tenían su marca en el pecho. Y una de las que lo han visto es esa mujer +de tan mal genio, la anciana Señora Hibbins. Y, madre, dijo también que +esa letra escarlata que tú tienes es la señal que te puso el Hombre +Negro, y que brilla como una llama roja cuando lo ves á media noche, +aquí, en este bosque obscuro. ¿Es verdad, eso, madre? ¿Y es verdad que +tú vas á verle de noche? + +--¿Te has despertado alguna vez sin que me hayas visto junto á tí?--le +preguntó Ester. + +--No lo recuerdo,--dijo la niña.--Si temes dejarme sola en nuestra +choza, debes llevarme contigo. Mucho me alegraría acompañarte. Pero, +madre, dime ahora, ¿existe semejante Hombre Negro? ¿Y lo has visto +alguna vez? ¿Y es ésta su señal? + +--¿Quieres dejarme en paz, si te lo digo de una vez?--le preguntó su +madre. + +--Sí, si me lo dices todo,--respondió Perla. + +--Pues bien, una vez en mi vida encontré al Hombre Negro,--dijo la +madre.--Esta letra escarlata es su señal. + +Conversando así, penetraron en el bosque lo bastante para ponerse á +cubierto de las miradas de algún transeunte casual, y se sentaron en el +tronco carcomido de un pino que en otros tiempos habría sido un árbol +gigantesco y ahora era tan solo una masa de musgo. El lugar en que se +sentaron era una pequeña hondonada, atravesada por un arroyuelo que se +deslizaba sobre un lecho de hojas de árboles. Las ramas caídas de estos +árboles interrumpían de trecho en trecho la corriente del arroyuelo, que +formaba pequeños remolinos aquí y allí, mientras en otras partes se +deslizaba á manera de un canal sobre un lecho de piedrecitas y arena. +Siguiendo con la vista el curso del agua se veía á veces en su +superficie el reflejo de la luz del sol, pero pronto se perdía en medio +del laberinto de árboles y matorrales que crecían á lo largo de sus +orillas: aquí y allí tropezaba con alguna gran roca cubierta de liquen. +Todos estos árboles y estas rocas de granito parecían destinados á hacer +un misterio del curso de este arroyuelo, temiendo quizás que su +incesante locuacidad revelase las historias de la antigua selva. +Constantemente, es verdad, mientras el arroyuelo continuaba deslizándose +hacia adelante, dejaba oir un suave, apacible y tranquilo murmurio, +aunque lleno de dulce melancolía, como el acento de un niño que pasara +los primeros años de su vida sin compañeros de su edad con quienes poder +jugar, y no supiese lo que fuera estar alegre, por vivir entre tristes +parientes y aun más tristes acontecimientos. + +--¡Oh arroyuelo! ¡Oh loco y fastidioso arroyuelo!--exclamó Perla después +de prestar oído un rato á sus murmullos.--¿Por qué estás tan triste? +¡Cobra ánimo y no estés todo el tiempo suspirando y murmurando! + +Pero el arroyuelo, en el curso de su existencia entre los árboles de la +selva, había pasado por una experiencia tan solemne que no podía menos +sino expresarla con el rumor de sus ondas, y parecía que no tenía otra +cosa que decir. Perla se asemejaba al arroyuelo, en cuanto á que la +corriente de su vida había brotado de una fuente también misteriosa, y +se había deslizado entre escenas harto sombrías. Pero, todo lo contrario +del arroyuelo, la niña bailaba, y se divertía y charlaba á medida que su +existencia transcurría. + +--¿Qué dice este arroyuelo tan triste, madre?--preguntó la niña. + +--Si tuvieras algún pesar que te abrumara, el arroyuelo te lo +diría,--respondió la madre,--así como me habla á mí del mío. Pero ahora, +Perla, oigo pasos en el camino y el ruido que forma el apartar las ramas +de los árboles; vete á jugar y déjame que hable un rato con el hombre +que viene allá á lo lejos. + +--¿Es el Hombre Negro?--preguntó Perla. + +--Vete á jugar,--repitió la madre,--pero no te internes mucho en el +bosque, y ten cuidado de venir en el instante que te llame. + +--Sí, madre,--respondió Perla,--pero si fuere el Hombre Negro, ¿no +quieres permitirme que me quede un rato para mirarlo con su gran libro +bajo el brazo? + +--Vete á jugar, tontuela,--dijo la madre impaciente,--no es el Hombre +Negro. Ahora puedes verlo por entre los árboles. Es el ministro. + +--Sí, él es,--dijo la niña.--Y tiene la mano sobre el corazón, madre. +Eso es porque cuando el ministro escribió su nombre en el libro, el +Hombre Negro le puso la señal en el pecho. Y ¿por qué no la lleva como +tú fuera del pecho? + +--Ve á jugar ahora, niña, y atorméntame después cuanto quieras,--exclamó +Ester.--Pero no te alejes mucho. Quédate donde puedas oir la charla del +arroyuelo. + +La niña se alejó cantando á lo largo de la corriente del arroyuelo, +tratando de mezclar algunos acentos más alegres á la melancólica +cadencia de sus aguas. Pero el arroyuelo no quería ser consolado y +continuó, como antes, refiriendo su secreto ininteligible de algo muy +triste y misterioso que había sucedido, ó lamentándose proféticamente de +algo que iba á acontecer en la sombría floresta; pero Perla que tenía +harta sombra en su breve existencia, se alejó del arroyuelo gemidor, y +se puso á recoger violetas y anémonas y algunas florecillas color de +escarlata que encontró creciendo en los intersticios de una alta roca. + +Cuando la niña hubo partido, Ester dió un par de pasos hacia el sendero +que atravesaba la selva, aunque permaneciendo todavía bajo la espesa +sombra de los árboles. Vió al ministro que avanzaba solitario apoyándose +en una rama que había cortado en el camino. Su aspecto era el de una +persona macilenta y débil, y se revelaba en todo su sér un abatimiento, +que nunca se había notado en él en tanto grado, ni en sus paseos por la +población, ni en ninguna otra oportunidad en que creyera que se le +pudiese observar. Aquí, en la intensa soledad de la selva, era +penosamente visible. En su modo de andar había una especie de cansancio, +como si no viera razón alguna para dar un paso más, ni experimentase el +deseo de hacerlo, sino que con sumo placer, si es que algo pudiera +causarle placer, habría preferido arrojarse al pie del árbol más cercano +y tenderse allí á descansar para siempre. Podrían cubrirle las hojas, y +el terreno elevarse gradualmente y formar un montecillo sobre su cuerpo, +sin importar nada que éste estuviera animado ó no por la vida. La muerte +era un objeto demasiado definido para que pudiese anhelarla ó desease +evitarla. + +Para Ester, á juzgar por lo que ella podía ver, el Reverendo Arturo +Dimmesdale no presentaba síntoma ninguno visible de un padecimiento real +y profundo, excepto que, como Perla ya había notado, siempre se llevaba +la mano al corazón. + + + + +XVII + +EL PASTOR DE ALMAS Y SU FELIGRESA + + +Á pesar de lo lentamente que caminaba el ministro, había éste pasado +casi de largo, antes de que á Ester le hubiera sido posible hacerse oir +y atraer su atención. Al fin lo consiguió. + +--¡Arturo Dimmesdale!--dijo al principio con voz apenas perceptible, +pero que fué creciendo en fuerza, aunque un tanto ronca,--¡Arturo +Dimmesdale! + +--¿Quién me llama?--respondió el ministro. + +Irguiéndose rápidamente, permaneció en esa posición, como un hombre +sorprendido en una actitud en que no quisiera haber sido visto. +Dirigiendo las miradas con ansiedad hacia el lugar de donde procedía la +voz, percibió vagamente bajo los árboles una forma vestida con traje tan +obscuro, y que se destacaba tan poco en medio de la penumbra que reinaba +entre el espeso follaje, que casi no daba paso á la luz del mediodía, +que apenas pudo distinguir si era una sombra ó una mujer. + +Se adelantó un paso hacia ella y descubrió la letra escarlata. + +--¡Ester! ¡Ester Prynne!--exclamó,--¿eres tú? ¿Estás viva? + +--Sí,--respondió,--¡con la vida con que he vivido estos siete últimos +años! Y tú, Arturo Dimmesdale, ¿vives aún? + +No debe causar sorpresa que se preguntaran mútuamente si estaban +realmente vivos, y que hasta dudasen de su propia existencia corporal. +De tan extraña manera se encontraron en el crepúsculo de aquella selva, +que parecía como si fuese la primer entrevista que tuvieran más allá del +sepulcro dos espíritus que habían estado íntimamente asociados en su +vida terrestre, pero que ahora se hallaban temblando, llenos de mutuo +temor, sin haberse familiarizado aún con su condición presente, ni +acostumbrado á la compañía de almas desprovistas de sus cuerpos. Cada +uno era un espíritu que contemplaba, lleno de asombro, al otro espíritu. +Igualmente experimentaban respecto de sí mismos una extraña sensación, +porque en aquel momento á cada cual se le representó, de una manera viva +é intensa, toda su íntima historia y toda la amarga experiencia de la +vida, como acontece tan solo en tales instantes en el curso de nuestra +existencia. El alma se contempla en el espejo de aquel fugitivo momento. +Con temor pues, y trémulamente, cual si lo hiciera impulsado por +necesidad ineludible, extendió Arturo Dimmesdale su mano, fría como la +muerte, y tocó la helada mano de Ester Prynne. Á pesar de lo frígido del +contacto de aquellas manos, se sintieron al fin habitantes de la misma +esfera, desapareciendo lo que había de extraño y misterioso en la +entrevista. + +Sin hablar una sola palabra, sin que uno ni otro sirviera de guía á su +compañero, pero con silencioso y mutuo acuerdo, se deslizaron entre las +sombras del bosque de donde había salido Ester, y se sentaron en el +mismo tronco de árbol cubierto de musgo en que ella y Perla habían +estado sentadas antes. Cuando al fin pudieron hallar una voz con que +hablarse, emitieron al principio solo las observaciones y preguntas que +podrían haber hecho dos conocidos cualesquiera, acerca de lo sombrío del +cielo, del mal tiempo que amenazaba, y luego de la salud de cada uno. +Procedieron después, por decirlo así, paso á paso, y con muchos rodeos, +á tratar de los temas que más profundamente les interesaban y más á +pecho tenían. Separados tan largo tiempo por el destino y las +circunstancias, necesitaban algo ligero, casual, casi indiferente en que +ocuparse, antes de comenzar á dar salida á las ideas y pensamientos que +realmente llenaban sus almas. + +Después de un rato, el ministro fijó los ojos en los de Ester. + +--Ester, dijo, ¿has hallado la paz del alma? + +Ella sonrió tristemente dirigiéndose una mirada al pecho. + +--¿La has hallado tú?--le preguntó ella á su vez. + +--No: no; solamente desesperación,--contestó el ministro.--¿Ni qué otra +cosa podía esperar, siendo lo que soy, y llevando una vida como la que +llevo? Si yo fuera ateo, si fuera un hombre desprovisto de conciencia, +un miserable con instintos groseros y brutales, ya habría hallado la paz +hace tiempo: mejor dicho, nunca la habría perdido. Pero tal como es el +alma mía, cualquiera que fuese la capacidad que originalmente pudiera +existir en mí para el bien, todos los dones de Dios, los más selectos y +escogidos, se han convertido en otros tantos motivos de tortura +espiritual. Ester, ¡yo soy inmensamente infeliz! + +--El pueblo te reverencia,--dijo Ester,--y ciertamente producen mucho +bien entre el pueblo tus palabras. ¿No te proporciona esto consuelo? + +--Más padecimientos, Ester, solo más padecimientos!--contestó Dimmesdale +con una amarga sonrisa.--En cuanto al bien que yo pueda aparentemente +hacer, no tengo fe en él. ¿Qué puede realizar un alma perdida como la +mía, en pro de la redención de otras almas? ¿Ni qué puede un alma +manchada hacer en beneficio de la purificación de otras almas? Y en +cuanto á la reverencia del pueblo, ¡ojalá que se convirtiera en odio y +desprecio! ¿Crees tú, Ester, que pueda servirme de consuelo tener que +subir á mi púlpito, y allí exponerme á las miradas de tantos que dirigen +á mí sus ojos, como si resplandeciera en mi rostro la luz del cielo? ¿Ó +tener que contemplar mi rebaño espiritual sediento de verdad y oyendo +mis palabras como si fueran vertidas por uno de los escogidos del +Eterno, y luego contemplarme yo á mí mismo para no ver sino la triste y +negra realidad que ellos idolatran? ¡Ah! me he reído con intensa +amargura y agonía de espíritu ante el contraste que existe entre lo que +parezco y lo que soy verdaderamente! ¡Y Satanás se ríe también! + +--Tú eres injusto contigo mismo en esto,--dijo Ester con dulzura.--Tú te +has arrepentido profunda y amargamente. Tu falta ha quedado relegada á +una época que hace tiempo ha pasado para siempre. Tu vida presente no es +menos santa, en realidad de verdad, de lo que aparece á la vista de los +hombres. ¿No tiene por ventura fuerza alguna la penitencia á que han +puesto un sello y de que dan testimonio tus buenas obras? ¿Y por qué no +han de traer la paz á tu espíritu? + +--¡No, Ester, no!--replicó el ministro.--No hay realidad en ello: es +frío, inanimado y no puede producirme bien alguno. Padecimientos, he +tenido muchos; penitencia, ninguna. De lo contrario, hace tiempo que +debería haberme despojado de este traje de aparente santidad, y +presentarme ante los hombres como me verán el día del Juicio Final. +¡Feliz tú, Ester, que llevas la letra escarlata al descubierto sobre el +pecho! ¡La mía me abrasa en secreto! Tú no sabes cuán gran alivio es, +después de un fraude de siete años, mirar unos ojos que me ven tal como +soy. Si tuviera yo un amigo,--ó aunque fuese mi peor enemigo,--al que, +cuando me siento enfermo con los elogios de todos los otros hombres, +pudiera abrir mi pecho diariamente para que me viese como al más vil de +los pecadores, creo que con eso recobraría nuevas fuerzas. Aun esa parte +de verdad, con ser tan poca, me salvaría.... Pero ahora, ¡todo es +mentira!--¡todo es vanidad!--¡todo es muerte! + +Ester le dirigió una mirada, quiso hablar, pero vaciló. Sin embargo, al +dar el ministro rienda suelta á sus emociones largo tiempo reprimidas, y +con la vehemencia que lo hizo, sus palabras ofrecieron á Ester la +oportunidad de decir aquello para lo cual le había buscado. Venció sus +temores, y habló. + +--Un amigo como el que ahora has deseado,--dijo,--con quien poder llorar +sobre tu falta, lo tienes en mí, la cómplice de esa falta. Vaciló de +nuevo, pero al fin pronunció con un gran esfuerzo estas palabras:--en +cuanto á un enemigo, largo tiempo lo has tenido, y has vivido con él, +bajo un mismo techo. + +El ministro se puso en pie, buscando aire que respirar, y llevándose la +mano al corazón como si quisiera arrancárselo del pecho. + +--¡Cómo! ¿Qué dices?--exclamó.--¡Un enemigo! ¡Y bajo mi mismo techo! +¿Qué quieres decir, Ester? + +Ester Prynne comprendió ahora perfectamente el mal inmenso hecho á este +hombre desgraciado, y de que era ella responsable, al dejarle permanecer +por tantos años, más aun, por un solo momento, á la merced de un hombre +cuyo propósito y objeto no podían ser sino perversos. La sola proximidad +de este enemigo, bajo cualquiera máscara que quisiera ocultarse, era ya +suficiente para perturbar un alma tan delicadamente sensible como la de +Arturo Dimmesdale. Hubo cierto tiempo en que Ester no se dió bastante +cuenta de todo esto; ó quizás, en la profunda contemplación de su propia +desgracia, dejó que el ministro soportara lo que ella podría imaginarse +que era un destino más tolerable. Pero últimamente, desde la noche +aquella de su vigilia, sintió profunda compasión hacia él, pues podía +leer ahora con más acierto en su corazón. No dudaba que la continua +presencia de Rogerio Chillingworth,--infectando con la ponzoña de su +malignidad el aire que le rodeaba,--y su intervención autorizada, como +médico, en las dolencias físicas y espirituales del ministro, no dudaba, +no, que todas esas oportunidades las había aprovechado para fines +aviesos. Sí, esas oportunidades le habían permitido mantener la +conciencia de su paciente en un estado de irritación constante, no para +curarle por medio del dolor, sino para desorganizar y corromper su sér +espiritual. Su resultado en la tierra sería indudablemente la locura; y +más allá de esta vida, aquel eterno alejamiento de Dios y de la Verdad, +del que la locura es acaso el tipo terrestre. + +¡Á tal estado de infortunio y miseria había ella traído al hombre que en +otro tiempo,--y, ¿por qué no decirlo?--que aun amaba apasionadamente! +Ester comprendió que el sacrificio del buen nombre del eclesiástico y +hasta la muerte misma, como se lo había dicho á Rogerio Chillingworth, +habrían sido infinitamente preferibles á la alternativa que ella se +había visto obligada á escoger. Y ahora, más bien que tener que confesar +este funesto error, hubiera querido arrojarse sobre las hojas de la +selva y morir allí á los pies de Arturo Dimmesdale. + +--¡Oh Arturo!--exclamó Ester,--¡perdóname! En todas las cosas de este +mundo he tratado de ser sincera y atenerme á la verdad. La única virtud +á que podía haberme aferrado, y á la que me aferré fuertemente hasta la +última extremidad, ha sido la verdad; en todas las circunstancias lo +hice, excepto cuando se trató de tu bien, de tu vida, de tu reputación; +entonces consentí en el engaño. Pero una mentira nunca es buena, aun +cuando la muerte nos amenace, ¿No adivinas lo que voy á decir?... Ese +anciano,--ese médico,--ese á quien llaman Rogerio Chillingworth... ¡fué +mi marido! + +Arturo Dimmesdale la miró un instante con toda aquella violenta pasión +que,--entrelazada de más de un modo á sus otras cualidades más elevadas, +puras y serenas,--era en realidad la parte á que dirigía sus ataques el +enemigo del género humano, y por medio de la cual trataba de ganar todo +el resto. Nunca hubo en su rostro una expresión de cólera tan sombría y +feroz como la que entonces vió Ester. Durante el breve espacio de tiempo +que duró, fué verdaderamente una horrible transformación. Pero el +carácter de Dimmesdale en tal manera se había debilitado por el +sufrimiento, que aun esos arranques de energía de un grado inferior no +podían durar sino un rápido momento. Se arrojó al suelo y sepultó el +rostro entre las manos. + +--¡Debía haberlo conocido!--murmuró.--Sí: lo conocí, ¿No me reveló ese +secreto la voz íntima de mi corazón desde la primera vez que le ví, y +después cuantas veces le he visto desde entonces? ¿Por qué no lo +comprendí? ¡Oh Ester Prynne! ¡qué poco, qué poco conoces todo el horror +de esto! ¡Y la vergüenza!... ¡la vergüenza!... ¡la horrible fealdad de +exponer un corazón enfermo y culpado á las miradas del hombre que con +ello tanto había de regocijarse!... ¡Mujer, mujer, tú eres responsable +de esto!... ¡Yo no puedo perdonarte! + +--Sí, sí; tú tienes que perdonarme,--exclamó Ester arrojándose junto á +él sobre las hojas del suelo.--¡Castígueme Dios, pero tú tienes que +perdonarme! + +Y con un rápido y desesperado arranque de ternura le rodeó el cuello con +los brazos y le estrechó la cabeza contra su seno, sin cuidarse de si la +mejilla del ministro reposaba sobre la letra escarlata. Dimmesdale, +aunque en vano, intentó desasirse de los brazos que así le estrechaban. +Ester no quiso soltarle por temor de que fijase en ella una mirada +severa. El mundo entero la había rechazado, y durante siete largos años +había mirado con ceño á esta pobre mujer solitaria,--y ella lo había +sufrido todo, sin devolver siquiera al mundo una mirada de sus ojos +firmes, aunque tristes. El cielo también la había mirado con ceño, y +ella no había sucumbido sin embargo. Pero el ceño de este hombre pálido, +débil, pecador, á quien el pesar abatía de tal modo, era lo que Ester no +podía soportar y seguir viviendo. + +--¿No me quieres perdonar? ¿No quieres perdonarme?--repetía una y otra +vez.--¡No me rechaces! ¿Me quieres perdonar? + +--Sí, te perdono, Ester,--replicó el ministro al fin, con hondo acento +salido de un abismo de tristeza, pero sin cólera.--Te perdono ahora de +todo corazón. Así nos perdone Dios á entrambos. No somos los más negros +pecadores del mundo, Ester. ¡Hay uno que es aun peor que este +contaminado ministro del altar! La venganza de ese anciano ha sido más +negra que mi pecado. Á sangre fría ha violado la santidad de un corazón +humano. Ni tú ni yo, Ester, jamás lo hicimos. + +--No: nunca, jamás,--respondió ella en voz baja. Lo que hicimos tenía en +sí mismo su consagración, y así lo comprendimos. Nos lo dijimos +mutuamente. ¿Lo has olvidado? + +--Silencio, Ester, silencio,--dijo Arturo Dimmesdale alzándose del +suelo;--no: no lo he olvidado. + +Se sentaron de nuevo uno al lado del otro sobre el musgoso tronco del +árbol caído, con las manos mutuamente entrelazadas. Hora más sombría que +ésta jamás les había traído la vida en el curso de los años: era el +punto á que sus sendas se habían ido aproximando por tanto tiempo, +obscureciéndose cada vez más y más á medida que avanzaban, y sin embargo +tenía todo aquello un encanto singular que les hacía detenerse un +instante, y otro, y después otro, y aun otro más. Tenebroso era el +bosque que les rodeaba, y las ramas de los árboles crujían agitadas por +ráfagas violentas, mientras un solemne y añoso árbol se quejaba +lastimosamente como si refiriese á otro árbol la triste historia de la +pareja que allí se había sentado, ó estuviera anunciando males futuros. + +Y allí permanecieron aun más tiempo. ¡Cuán sombrío les parecía el +sendero que llevaba á la población, donde Ester Prynne cargaría de nuevo +con el peso de su ignominia y el ministro se revestiría con la máscara +de su buen nombre! Y así permanecieron un instante más. Ningún rayo de +luz, por dorado y brillante que fuera, había sido jamás tan precioso +como la obscuridad de esta selva tenebrosa. Aquí, vista solamente por +los ojos del ministro, la letra escarlata no ardía en el seno de la +mujer caída. Aquí, visto solamente por los ojos de Ester, el ministro +Dimmesdale, falso ante Dios y falso para con los hombres, podía ser +sincero un breve momento. + +Dimmesdale se sobresaltó á la idea de un pensamiento que se le ocurrió +súbitamente. + +--¡Ester!--exclamó--¡he aquí un nuevo horror! Rogerio Chillingworth +conoce tu propósito de revelarme su verdadero carácter. ¿Continuará +entonces guardando nuestro secreto? ¿Cuál será ahora la nueva faz que +tome su venganza? + +--Hay en su naturaleza una extraña discreción,--replicó Ester +pensativamente,--nacida tal vez de sus ocultos manejos de venganza. Yo +no creo que publique el secreto, sino que busque otros medios de saciar +su sombría pasión. + +--¿Y cómo podré yo vivir por más tiempo respirando el mismo aire que +respira este mi mortal enemigo?--exclamó Dimmesdale, todo trémulo, y +llevándose nerviosamente la mano al corazón,--lo que ya se había +convertido en él en acto involuntario.--Piensa por mí, Ester; tú eres +fuerte. Resuelve por mí. + +--No debes habitar más tiempo bajo un mismo techo con ese hombre,--dijo +Ester lenta y resueltamente.--Tu corazón no debe permanecer por más +tiempo expuesto á la malignidad de sus miradas. + +--Sería peor que la muerte,--replicó el ministro,--¿pero cómo evitarlo? +¿Qué elección me queda? ¿Me tenderé de nuevo sobre estas hojas secas, +donde me arrojé cuando me dijiste quien era? ¿Deberé hundirme aquí y +morir de una vez? + +--¡Ah! ¡de qué infortunio eras presa!--dijo Ester con los ojos anegados +en llanto.--¿Quieres morir de pura debilidad de espíritu? No hay otra +causa. + +--El juicio de Dios ha caído sobre mí,--dijo el eclesiástico cuya +conciencia estaba como herida de un rayo.--Es demasiado poderoso para +luchar contra él. + +--¡El cielo tendrá piedad de tí!--exclamó Ester. ¡Ojalá tuvieras la +fuerza de aprovecharte de ella! + +--Sé tú fuerte por mí,--respondió Dimmesdale. Aconséjame lo que debo +hacer. + +--¿Es por ventura el mundo tan estrecho?--exclamó Ester fijando su +profunda mirada en los ojos del ministro, y ejerciendo instintivamente +un poder magnético sobre un espíritu tan aniquilado y sumiso que apenas +podía mantenerlo en pie.--¿Se reduce el universo á los límites de esa +población, que hace poco no era sino un desierto, tan solitario como +esta selva en que estamos? ¿Á dónde conduce ese sendero? De nuevo á la +población, dices. Sí: de ese lado, á ella conduce; pero del lado +opuesto, se interna más y más en la soledad de los bosques, hasta que á +algunas millas de aquí las hojas amarillas no dejan ya ver vestigio +alguno de la huella del hombre. ¡Allí eres libre! Una jornada tan breve +te llevará de un mundo, donde has sido tan intensamente desgraciado, á +otro en que aun pudieras ser feliz. ¿No hay acaso en toda esta selva sin +límites un lugar donde tu corazón pueda estar oculto á las miradas de +Rogerio Chillingworth? + +--Sí, Ester; pero solo debajo de las hojas caídas--replicó el ministro +con una triste sonrisa. + +--Ahí está también el vasto sendero del mar,--continuó Ester:--él te +trajo aquí; si tú quieres, te llevará de nuevo á tu hogar. En nuestra +tierra nativa, ya en alguna remota aldea, ó en el vasto Londres,--ó +seguramente, en Alemania, en Francia, en Italia,--te hallarás lejos del +poder y conocimiento de ese hombre. ¿Y qué tienes tú que ver con todos +estos hombres de corazón de hierro ni con sus opiniones? Ellos han +mantenido en abyecta servidumbre, demasiado tiempo, lo que en tí hay de +mejor y de más noble. + +--No puede ser,--respondió el ministro como si se le pidiese que +realizara con sueño.--No tengo las fuerzas para ir. Miserable y pecador +como soy, no me ha animado otra idea que la de arrastrar mi existencia +terrenal en la esfera en que la Providencia me ha colocado. Á pesar de +que mi alma está perdida, continuaré haciendo todavía lo que pueda en +beneficio de la salud de otras almas. No me atrevo á abandonar mi +puesto, por más que sea un centinela poco fiel, cuya recompensa segura +será la muerte y la deshonra cuando haya terminado su triste guardia. + +--Estos siete años de infortunio y de desgracia te han abrumado con su +peso,--replicó Ester resuelta á infundirle ánimo con su propia +energía.--Pero tienes que dejar todo eso detrás de tí. No ha de retardar +tus pasos si escoges el sendero de la selva y quieres alejarte de la +población; ni debes echar su peso en la nave, si prefieres atravesar el +océano. Deja estos restos del naufragio y estas ruinas aquí, en el lugar +donde aconteció. Echa todo eso á un lado. Comiénzalo todo de nuevo. ¿Has +agotado por ventura todas las posibilidades de acción en el fracaso de +una sola prueba? De ningún modo. El futuro está aun lleno de otras +pruebas, y finalmente de buen éxito. ¡Hay aun felicidad de que +disfrutar! ¡Hay aun mucho bien que hacer! Cambia esta vida falsa que +llevas por una de sinceridad y de verdad. Si tu espíritu te inclina á +esa vocación, sé el maestro y el apóstol de la raza indígena, Ó,--pues +acaso se adapta más á tu naturaleza,--sé un sabio y un erudito entre los +más sabios y renombrados del mundo de las letras. Predica: escribe: sé +hombre de acción. Haz cualquier cosa, excepto echarte al suelo y dejarte +morir. Despójate de tu nombre de Arturo Dimmesdale, y créate uno nuevo, +un nombre excelso, tal como puedes llevarlo sin temor ni vergüenza. ¿Por +qué has de soportar un solo día más los tormentos que de tal modo han +devorado tu existencia,--que te han hecho débil para la voluntad y para +la acción,--y que hasta te privarán de las fuerzas para +arrepentirte?--Ánimo; arriba, y adelante. + +--¡Oh Ester!--exclamó Arturo Dimmesdale cuyos ojos brillaron un momento, +para perder el fulgor inmediatamente, á influjos del entusiasmo de +aquella mujer,--¡oh Ester! estás hablando de emprender la carrera á un +hombre cuyas rodillas vacilan y tiemblan. ¡Yo tengo que morir aquí! No +tengo ya ni fuerzas, ni valor, ni energía para lanzarme á un mundo +extraño, inmenso, erizado de dificultades, y lanzarme solo. + +Era esta la última expresión del abatimiento de un espíritu quebrantado. +Le faltaba la energía para aprovecharse de la fortuna más favorable que +parecía estar á su alcance. + +Repitió la palabra. + +--¡Solo, Ester! + +--Tú no irás solo,--respondió Ester con profundo acento. + +Y con esto, todo quedó dicho. + + + + +XVIII + +UN TORRENTE DE LUZ + + +Arturo Dimmesdale fijó los ojos en Ester con miradas en que la esperanza +y la alegría brillaban, seguramente, si bien mezcladas con cierto miedo +y una especie de horror, ante la intrepidez con que ella había expresado +lo que él vagamente indicó y no se atrevió á decir. + +Pero Ester Prynne, con un espíritu lleno de innato valor y actividad, y +por largo tiempo no sólo segregada, sino desterrada de la sociedad, se +había acostumbrado á una libertad de especulación completamente extraña +á la manera de ser del eclesiástico. Sin guía ni regla de ninguna clase +había estado vagando en una especie de desierto espiritual; tan vasto, +tan intrincado, tan sombrío y selvático como aquel bosque en que estaban +ahora sosteniendo un diálogo que iba á decidir del destino de ambos. El +corazón y la inteligencia de Ester puede decirse que se hallaban en su +elemento en los lugares desiertos que ella recorría con tanta libertad +como los indios salvajes sus bosques. Durante años había contemplado las +instituciones humanas, y todo lo establecido por la religión ó las +leyes, desde un punto de vista que le era peculiar; criticándolo todo +con tan poca reverencia como la que experimentaría el indio de las +selvas por la toga judicial, la picota, el cadalso, ó la iglesia. Tanto +su destino como los acontecimientos de su vida habían tendido á hacer +libre su espíritu. La letra escarlata era su pasaporte para entrar en +regiones á que otras mujeres no osaban acercarse. La Vergüenza, la +Desesperación, la Soledad: tales habían sido sus maestras; rudas y +severas, pero que la habían hecho fuerte, aunque induciéndola al error. + +El ministro, por el contrario, nunca había pasado por una experiencia +tal que le condujera á poner en tela de juicio las leyes generalmente +aceptadas; bien que en una sola ocasión hubiera quebrantado una de las +más sagradas. Pero esto había sido un pecado cometido por la pasión, no +las consecuencias de principios determinados, ni siquiera de un +propósito. Desde aquella malhadada época, había observado con mórbido +celo y minuciosidad, no sus acciones, porque éstas eran fáciles de +arreglar, sino cada emoción por leve que fuera, y hasta cada +pensamiento. Hallándose á la cabeza del sistema social, como lo estaba +el eclesiástico en aquella época, se encontraba por esa misma causa más +encadenado por sus reglas, sus principios y aun sus prevenciones +injustas. Como ministro del altar que era, el mecanismo del sistema de +la institución lo comprimía inevitablemente. Como hombre que había +cometido una falta una vez, pero que conservaba su conciencia viva y +penosamente sensible, merced al roce constante de una herida que no se +había cicatrizado, podía suponérsele más á salvo de pecar de nuevo que +si nunca hubiese delinquido. + +Así nos parece observar que, en cuanto á Ester, los siete años de +ignominia y destierro social habían sido sólo una preparación para esta +hora. Pero, ¿y Arturo Dimmesdale? Si este hombre delinquiera de nuevo, +¿qué excusa podría presentarse para atenuar su crimen? Ninguna, á menos +que le valiera de algo decir que sus fuerzas estaban quebrantadas en +virtud de largos é intensos padecimientos; que su espíritu estaba +obscurecido y confuso por el remordimiento que lo corroía; que entre la +alternativa de huir como un criminal confeso ó permanecer siendo un +hipócrita, sería difícil hallar la decisión más justa; que está en la +naturaleza humana evitar el peligro de muerte é infamia y las sutiles +maquinaciones de un enemigo; y, finalmente, que este pobre peregrino, +débil, enfermo, infeliz, vió brillar inesperadamente, en su senda +desierta y sombría, un rayo de afecto humano y de simpatía, una nueva +vida, llena de sinceridad, en cambio de la triste y pesada vida de +expiación que estaba ahora llevando. Y dígase también la siguiente y +amarga verdad: la brecha que el delito ha abierto una vez en el alma +humana, jamás queda completamente cerrada mientras conservamos nuestra +condición mortal. Tiene que vigilarse y guardarse, para que el enemigo +no penetre de nuevo en la fortaleza, y escoja quizás otros medios de +entrar que los empleados antes. Pero siempre está allí el muro abierto, +y junto á él el enemigo artificioso que, con cautela y á hurtadillas, +trata de obtener de nuevo una victoria más completa. + +La lucha, si hubo alguna, no es preciso describirla; baste decir que +Dimmesdale resolvió emprender la fuga, y no solo. + +--Si en todos estos siete años pasados--pensó--pudiera yo recordar un +solo momento de paz ó de esperanza, aún lo soportaría todo confiando en +la clemencia del Cielo; pero puesto que estoy irremediablemente +condenado, ¿por qué no gozar del solaz concedido al sentenciado antes de +su ejecución? Ó si este sendero, como Ester trata de persuadirme, es el +que conduce á una vida mejor, ¿por qué no seguirlo? Ni puedo vivir por +más tiempo sin la compañía de Ester, cuya fuerza para sostenerme es tan +vigorosa, así como lo es también su poder para calmar las angustias de +mi alma. ¡Oh Tú á quien no me atrevo á levantar las miradas!--¿me +perdonarás? + +--Tú partirás,--dijo Ester con reposado acento al encontrar las miradas +de Dimmesdale. + +Una vez tomada la decisión, el brillo de una extraña alegría esparció su +vacilante esplendor sobre el rostro inquieto del ministro. Fué el efecto +animador que experimenta un prisionero, que precisamente acaba de +librarse del calabozo de su propio corazón, al respirar la libre y +borrascosa atmósfera de una región selvática, sin leyes y sin freno de +ninguna especie. Su espíritu se elevó, como de un golpe, á alturas más +excelsas de las que le fué dado alcanzar durante todos los años que el +infortunio le había mantenido clavado en la tierra; y como era de un +temperamento en extremo religioso, en su actual animación había +inevitablemente algo espiritual. + +--¿Siento de nuevo la alegría?--se preguntaba, sorprendido de sí +mismo.--Creía que el germen de todo contento había muerto en mí. ¡Oh +Ester, tú eres mi ángel bueno! Me parece que me arrojé, enfermo, +contaminado por la culpa, abatido por el dolor, sobre estas hojas de la +selva, y que me he levantado otro hombre completamente nuevo, y con +nuevas fuerzas para glorificar á Aquel que ha sido tan misericordioso. +Esta es ya una vida mejor. ¿Por qué no nos hemos encontrado antes? + +--No miremos hacia atrás,--respondió Ester,--lo pasado es pasado: ¿para +qué detenernos ahora en él? ¡Mira! con este símbolo deshago todo lo +hecho y procedo como si nunca hubiera existido. + +Y diciendo esto, desabrochó los corchetes que aseguraban la letra +escarlata, y arrancándola de su pecho la arrojó á una gran distancia +entre las hojas secas. El símbolo místico cayó en la misma orilla del +arroyuelo, y á poco más lo habría hecho en el agua que le hubiera +arrastrado en su melancólica corriente, agregando un nuevo dolor á la +historia que constantemente estaba refiriendo en sus murmullos. Pero +allí quedó la letra bordada brillando como una joya perdida que algún +malhadado viajero podría recoger, para verse después perseguido quizá +por extraños sueños de crimen, abatimiento del corazón é infortunio sin +igual. + +Una vez arrojada la insignia fatal, dió Ester un largo y profundo +suspiro con el que su espíritu se libró de la vergüenza y angustia que +la habían oprimido. ¡Oh exquisito alivio! No había conocido su verdadero +peso hasta que se sintió libre de él. Movida de otro impulso, se quitó +la gorra que aprisionaba sus cabellos, que cayeron sobre sus espaldas, +ricos, negros, con una mezcla de luz y sombra en su abundancia, +comunicándole al rostro todo el encanto de una suave expresión. +Jugueteaba en los labios y brillaba en los ojos una tierna y radiante +sonrisa, que parecía tener su origen en su femenino corazón. Las +mejillas, tan pálidas hasta entonces, se veían animadas de rosado color. +Su sexo, su juventud, y toda la riqueza de su hermosura se diría que +habían surgido de nuevo de lo que se llama el pasado irrevocable, y se +agrupaban en torno de ella con su esperanza virginal y una felicidad +hasta entonces desconocida, y todo dentro del mágico círculo de esta +hora. Y como si la obscuridad y tristeza de la tierra y del firmamento +solo hubieran sido el reflejo de lo que pasaba en el corazón de estos +dos mortales, se desvanecieron también con su dolor. De pronto, como con +repentina sonrisa del cielo, el sol hizo una especie de irrupción en la +tenebrosa selva, derramando un torrente de esplendor, alegrando cada +hoja verde, convirtiendo las amarillentas en doradas, y brillando entre +los negruzcos troncos de los solemnes árboles. Los objetos, que hasta +entonces habían esparcido solamente sombras, eran ahora cuerpos +luminosos. El curso del arroyuelo podría trazarse, merced á su alegre +murmullo, hasta allá á lo lejos en el misterioso centro de aquella selva +que se había convertido en testigo de una alegría aún más misteriosa. + +Tal fué la simpatía de la Naturaleza con la felicidad de estos dos +espíritus. El amor, ya brote por vez primera, ó surja de cenizas casi +apagadas, siempre tiene que crear un rayo de sol que llena el corazón de +esplendores tales, que se esparcen en todo el mundo interior. Si la +selva hubiera conservado aun su triste obscuridad, habría parecido sin +embargo brillante á los ojos de Ester, y brillante igualmente á los de +Arturo Dimmesdale. + +Ester le dirigió una mirada llena de la luz de una nueva alegría. + +--Tienes que conocer á Perla,--le dijo,--¡nuestra Perlita! Tú la has +visto,--sí, yo lo sé,--pero la verás ahora con otros ojos. Es una niña +singular. Apenas la comprendo. Pero tú la amarás tiernamente, como yo, y +me aconsejarás acerca del modo de manejarla. + +--¿Crees que la niña se alegrará de conocerme?--preguntó el ministro +visiblemente inquieto.--Siempre me he alejado de los niños, porque con +frecuencia demuestran cierta desconfianza, una especie de encogimiento +en entrar en relaciones familiares conmigo. ¡Yo he temido siempre á +Perla! + +--Eso era triste,--respondió la madre,--pero ella te amará tiernamente y +tú la amarás también. No se encuentra muy lejos. Voy á llamarla. ¡Perla! +¡Perla! + +--Desde aquí la veo,--observó el ministro.--Allí está, en medio de la +luz del sol, al otro lado del arroyuelo. ¿De modo que crees que la niña +me amará? + +Ester sonrió y llamó de nuevo á Perla que estaba visible á cierta +distancia, como el ministro había dicho, y semejaba una brillante visión +iluminada por un rayo de sol que caía sobre ella al través de las ramas +de los árboles. El rayo se agitaba de un lado á otro, haciendo que la +niña pareciera más ó menos confusa, ya como una criatura humana, ora +como una especie de espíritu, á medida que el esplendor desaparecía y +retornaba. Oyó la voz de su madre, y se dirigió á ella cruzando +lentamente la selva. + +Perla no había hallado largo ni fastidioso el tiempo, mientras su madre +y el ministro estuvieron hablando. La gran selva, que tan sombría y +severa se presentaba á los que allí traían la culpa y las angustias del +mundo, se convirtió en compañera de los juegos de esta solitaria niña. +Se diría que, para divertirla, había adoptado las maneras más +cautivadoras y halagüeñas: le ofreció bayas exquisitas de rojizo color, +que la niña recogió, deleitándose con su agreste sabor. Los pequeños +moradores de aquella soledad apenas se apartaban del camino de la niña. +Cierto es que una perdiz, seguida de diez perdigones, se adelantó hacia +ella con aire amenazador, pero pronto se arrepintió de su fiereza y se +volvió tranquila al lado de su tierna prole, como diciéndoles que no +tuvieran temor. Un pichón de paloma, que estaba solo en una rama baja, +permitió á Perla que se le acercase, y emitió un sonido que lo mismo +podía ser un saludo que un grito de alarma. Una ardilla, desde lo alto +del árbol en que tenía su morada, charlaba en són de cólera ó de +alegría, porque una ardilla es un animalito tan colérico y caprichoso +que es muy difícil saber si está iracundo ó de buen humor, y le arrojó +una nuez á la cabeza. Una zorra, á la que sobresaltó el ruido ligero de +los pasos de la niña sobre las hojas, miró con curiosidad á Perla como +dudando qué sería mejor, si alejarse de allí, ó continuar su siesta como +antes. Se dice que un lobo,--pero aquí ya la historia ha degenerado en +lo improbable,--se acercó á Perla, olfateó el vestido de la niña é +inclinó la feroz cabeza para que se la acariciara con su manecita. Sin +embargo, lo que parece ser la verdad es que la selva, y todas estas +silvestres criaturas á que daba sustento, reconocieron en aquella niña +un sér humano de una naturaleza tan libre como la de ellas mismas. + +También la niña desplegaba aquí un carácter más suave y dulce que en las +calles herbosas de la población, ó en la morada de su madre. Las flores +parecían conocerla, y en un susurro le iban diciendo cuando cerca de +ellas pasaba: "Adórnate conmigo, linda niña, adórnate conmigo;"--y para +darles gusto, Perla cogió violetas, y anémonas, y columbinas, y algunos +ramos verdes, y se adornó los cabellos, y se rodeó la cintura, +convirtiéndose en una ninfa infantil, en una tierna dríada, ó en algo +que armonizaba con el antiguo bosque. De tal manera se había adornado +cuando oyó la voz de su madre y se dirigía á ella lentamente. + +Lentamente, sí, porque había visto al ministro. + + + + +XIX + +LA NIÑA JUNTO AL ARROYUELO + + +--Tú la amarás tiernamente,--repitió Ester mientras en unión de +Dimmesdale contemplaban á Perla.--¿No la encuentras bella? Y mira con +qué arte tan natural ha convertido en adorno esas flores tan sencillas. +Si hubiera recogido perlas, y diamantes, y rubíes en el bosque, no le +sentarían mejor. ¡Es una niña espléndida! Pero bien sé á qué frente se +parece la suya. + +--¿Sabes tú, Ester,--dijo Arturo Dimmesdale con inquieta sonrisa,--que +esta querida niña, que va siempre dando saltitos á tu lado, me ha +producido más de una alarma? Me parecía... ¡oh Ester!... ¡qué +pensamiento es ese, y qué terrible la idea!... Me parecía que los rasgos +de mis facciones se reproducían en parte en su rostro, y que todo el +mundo podría reconocerlas. ¡Tal es su semejanza! ¡Pero más que todo es +tu imagen. + +--No, no es así,--respondió la madre con una tierna sonrisa. Espera +algún tiempo, no mucho, y no necesitarás asustarte ante la idea de que +se vea de quién es hija. ¡Pero qué singularmente bella parece con esas +flores silvestres con que se ha adornado el cabello! Se diría que una de +las hadas que hemos dejado en nuestra querida Inglaterra la ha ataviado +para que nos salga al encuentro. + +Con un sentimiento que jamás hasta entonces ninguno de los dos había +experimentado, contemplaban la lenta marcha de Perla. En ella era +visible el lazo que los unía. En estos siete años que habían +transcurrido, fué la niña para el mundo un jeroglífico viviente en que +se revelaba el secreto que ellos de tal modo trataron de ocultar: en +este símbolo estaba todo escrito, todo patente de un modo sencillo, á +haber existido un profeta ó un hábil mago capaces de interpretar sus +caracteres de fuego. Sea cual fuere el mal pasado, ¿cómo podrían dudar +que sus vidas terrenales y sus futuros destinos estaban entrelazados, +cuando veían ante sí tanto la unión material como la idea espiritual en +que ambos se confundían, y en que habían de morar juntos inmortalmente? +Pensamientos de esta naturaleza,--y quizás otros que no se confesaban ó +no describían,--revistieron á la niña de una especie de misteriosa +solemnidad á medida que se adelantaba. + +--Que no vea nada extraño, nada apasionado, ni ansiedad alguna en tu +manera de recibirla y dirigirte á ella,--le dijo Ester al ministro en +voz baja.--Nuestra Perla es á veces como un duende fantástico y +caprichoso. Especialmente no puede tolerar las fuertes emociones, cuando +no comprende plenamente la causa ni el objeto de las mismas. Pero la +niña es capaz de afectos intensos. Me ama y te amará. + +--Tú no tienes una idea,--dijo el ministro mirando de soslayo á +Ester,--de lo que temo esta entrevista, y al mismo tiempo cuánto la +anhelo. Pero la verdad es, como ya te he dicho, que no me gano +fácilmente la voluntad de los niños. No se me suben á las rodillas, no +me charlan al oído, no responden á mi sonrisa; sino que permanecen +alejados de mí y me miran de una manera extraña. Aun los recién nacidos +lloran fuertemente cuando los tomo en brazos. Sin embargo, Perla ha sido +cariñosa para conmigo dos veces en su vida. La primera vez... ¡bien +sabes cuando fué! La última, cuando la llevaste contigo á la casa del +severo y anciano Gobernador. + +--Y cuando tú abogaste tan valerosamente en favor de ella y +mío,--respondió la madre.--Lo recuerdo perfectamente, y también deberá +recordarlo Perla. ¡No temas nada! Al principio podrá parecerte singular +y hasta huraña, pero pronto aprenderá á amarte. + +Ya Perla había llegado á la orilla del arroyuelo, y allí se quedó +contemplando silenciosamente á Ester y al ministro, que permanecían +sentados juntos en el tronco musgoso del viejo árbol, esperando que +viniese. Precisamente donde la niña se había detenido, el arroyuelo +formaba un charco tan liso y tranquilo que reflejaba una imagen perfecta +de su cuerpecito, con toda la pintoresca brillantez de su belleza, que +realzaba su adorno de flores y hojas, si bien más espiritualizada y +delicada que en la realidad. Esta imagen, casi tan idéntica á lo que era +Perla, parecía comunicar algo de su cualidad intangible y flotante á la +niña misma. La manera en que Perla permanecía allí, mirándoles fijamente +al través de la semi-obscuridad de la selva, era realmente extraña; +iluminada ella, sin embargo, por un rayo de sol atraído allí por cierta +oculta simpatía. Ester misma se sentía de un modo vago y misterioso +como alejada de su hija; como si ésta, en su paseo solitario por la +selva, se hubiera apartado por completo de la esfera en que tanto ella +como su madre habitaban juntas, y estuviese ahora tratando de regresar, +aunque en vano, al perdido hogar. + +Y en esta sensación había á la vez verdad y error: hija y madre se +sentían ahora mutuamente extrañas, pero por culpa de Ester, no de Perla. +Mientras la niña se paseaba solitariamente, otro sér había sido admitido +en la esfera de los sentimientos de la madre, modificando de tal modo el +aspecto de las cosas, que Perla, al regresar de su paseo, no pudo hallar +su acostumbrado puesto y apenas reconoció á su madre. + +--Una singular idea se ha apoderado de mí,--dijo el enfermizo +ministro.--Se me figura que este arroyuelo forma el límite entre dos +mundos, y que nunca más has de encontrar á tu Perla. ¿Ó acaso es ella +una especie de duende ó espíritu encantado á los que, como nos decían en +los cuentos de nuestra infancia, les está prohibido cruzar una corriente +de agua? Te ruego que te apresures, porque esta demora ya me ha puesto +los nervios en conmoción. + +--Ven, querida niña,--dijo Ester animándola y extendiendo los brazos +hacia ella.--Ven: ¡qué lenta eres! ¿Cuándo, antes de ahora, te has +mostrado tan floja? Aquí está un amigo mío que también quiere ser tu +amigo. En adelante tendrás dos veces tanto amor como el que tu madre +sola puede darte. Salta sobre el arroyuelo y ven hacia nosotros. Tú +puedes saltar como un corzo. + +Perla, sin responder de ningún modo á estas melosas expresiones, +permaneció al otro lado del arroyuelo, fijando los brillantes ojos ya +en su madre, ya en el ministro, ó incluyendo á veces á entrambos en la +misma mirada, como si quisiera descubrir y explicarse lo que había de +común entre los dos. Debido á inexplicable motivo, al sentir Arturo +Dimmesdale que las miradas de la niña se clavaban en él, se llevó la +mano al corazón con el gesto que le era tan habitual y que se había +convertido en acción involuntaria. Al fin, tomando cierto aspecto +singular de autoridad, Perla extendió la mano señalando con el dedo +índice evidentemente el pecho de su madre. Y debajo, en el cristal del +arroyuelo, se veía la imagen brillante y llena de flores de Perla, +señalando también con su dedito. + +--Niña singular, ¿por qué no vienes donde estoy?--exclamó Ester. + +Perla tenía extendido aun el dedo índice, y frunció el entrecejo, lo que +le comunicaba una significación más notable, atendidas las facciones +infantiles que tal aspecto tomaban. Como su madre continuaba llamándola, +lleno el rostro de inusitadas sonrisas, la niña golpeó la tierra con el +pie con gestos y miradas aun más imperiosos, que también reflejó el +arroyuelo, así como el dedo extendido y el gesto imperioso de la niña. + +--Apresúrate, Perla, ó me incomodaré,--gritó Ester, quien, acostumbrada +á semejante modo de proceder de parte de su hija en otras ocasiones, +deseaba, como era natural, un comportamiento algo mejor en las +circunstancias actuales.--Salta el arroyuelo, traviesa niña, y corre +hacia aquí: de lo contrario yo iré á donde tú estás. + +Pero Perla no hizo caso de las amenazas de su madre, como no lo había +hecho de sus palabras afectuosas, sino que rompió en un arrebato de +cólera, gesticulando violentamente y agitando su cuerpecito con las más +extravagantes contorsiones, acompañando esta explosión de ira de agudos +gritos que repercutió la selva por todas partes; de modo que á pesar de +lo sola que estaba en su infantil é incomprensible furor, parecía que +una oculta multitud la acompañaba y hasta la alentaba en sus acciones. Y +en el agua del arroyuelo se reflejó una vez más la colérica imagen de +Perla, coronada de flores, golpeando el suelo con el pie, gesticulando +violentamente y apuntando con el dedo índice al seno de Ester. + +--Ya sé lo que quiere esta niña,--murmuró Ester al ministro, y +palideciendo, á pesar de un gran esfuerzo para ocultar su disgusto y su +mortificación, dijo:--los niños no permiten el más leve cambio en el +aspecto acostumbrado de las cosas que tienen diariamente á la vista. +Perla echa de menos algo que siempre me ha visto llevar. + +--Si tienes algún medio de apaciguar á la niña,--le dijo el +ministro,--te ruego que lo hagas inmediatamente. Excepto el furor de una +vieja hechicera, como la Sra. Hibbins,--agregó tratando de +sonreir,--nada hay que me asuste tanto como un arrebato de cólera cual +éste en un niño. En la tierna belleza de Perla, así como en las arrugas +de la vieja hechicera, tiene ese arrebato algo de sobrenatural. +Apacíguala, si me amas. + +Ester se dirigió de nuevo á Perla, con el rostro encendido, dando una +mirada de soslayo al ministro, y exhalando luego un hondo suspiro; y aun +antes de haber tenido tiempo de hablar, el color de sus mejillas se +convirtió en mortal palidez. + +--Perla,--dijo con tristeza,--mira á tus pies.... Ahí... frente á tí... +al otro lado del arroyuelo. + +La niña dirigió las miradas al punto indicado, y allí vió la letra +escarlata, tan cerca de la orilla de la corriente, que el bordado de oro +se reflejaba en el agua. + +--Tráela aquí,--dijo Ester. + +--Ven tú á buscarla,--respondió Perla. + +--¡Habráse visto jamás niña igual!--observó Ester aparte al +ministro.--¡Oh! Te tengo que decir mucho acerca de ella. Pero á la +verdad, en el asunto de este odioso símbolo, tiene razón. Debo sufrir +este tormento todavía algún tiempo, unos cuantos días más, hasta que +hayamos dejado esta región y la miremos como un país con que hemos +soñado. La selva no puede ocultarla. El océano recibirá la letra de mis +manos, y la tragará para siempre! + +Diciendo esto se adelantó á la margen del arroyuelo, recogió la letra +escarlata y la fijó de nuevo en el pecho. Un momento antes, cuando Ester +habló de arrojarla al seno del océano, había en ella un sentimiento de +fundada esperanza; al recibir de nuevo este símbolo mortífero de la mano +del destino, experimentó la sensación de una sentencia irrevocable que +sobre ella pesaba. La había arrojado al espacio infinito,--había +respirado una hora el aire de la libertad,--y de nuevo estaba aquí la +letra escarlata con todo su suplicio, brillando en el lugar +acostumbrado. De la misma manera una mala acción se reviste siempre del +carácter de ineludible destino. Ester recogió inmediatamente las espesas +trenzas de sus cabellos y las ocultó bajo su gorra. Y como si hubiera +un maleficio en la triste letra, desapareció su hermosura y todo lo que +en ella había de femenino, á manera de rayo de sol que se desvanece, y +como si una sombra se hubiera extendido sobre todo su sér. + +Efectuado el terrible cambio, extendió la mano á Perla. + +--¿Conoces ahora á tu madre, niña?--le preguntó con acento de reproche, +aunque en un tono moderado. ¿Quieres atravesar el arroyo, y venir á +donde está tu madre, ahora que se ha puesto de nuevo su +ignominia,--ahora que está triste? + +--Sí, ahora quiero,--respondió la niña atravesando el arroyuelo, y +estrechando á su madre contra su pecho. Ahora eres realmente mi madre, y +yo soy tu Perlita. + +Y con una ternura que no era común en ella, atrajo hacia sí la cabeza de +su madre y la besó en la frente y en las mejillas. Pero entonces,--por +una especie de necesidad que siempre la impulsaba á mezclar en el +contento que proporcionaba una parte de dolor,--Perla besó también la +letra escarlata. + +--Eso no es bueno,--dijo Ester,--cuando me has demostrado un poco de +amor, te mofas de mí. + +--¿Por qué está sentado el ministro allí?--preguntó Perla. + +--Te está esperando para saludarte,--replicó su madre.--Vé y pídele su +bendición. Él te ama, Perlita mía, y también ama á tu madre. ¿No lo +amarás tú igualmente? Vé: él desea acariciarte. + +--¿Nos ama realmente?--dijo Perla mirando á su madre con expresión de +viva inteligencia.--¿Irá con nosotros, dándonos la mano, y entraremos +los tres juntos en la población? + +--Ahora no, mi querida hija,--respondió Ester.--Pero dentro de algunos +días iremos juntos de la mano, y tendremos un hogar y una casa nuestra, +y te sentarás sobre sus rodillas, y te enseñará muchas cosas y te amará +muy tiernamente. Tú también lo amarás, ¿no es verdad? + +--¿Y conservará siempre la mano sobre el corazón? + +--¿Qué pregunta es esa, locuela?--exclamó la madre: ven y pídele su +bendición. + +Pero sea que influyeran en ella los celos que parecen instintivos en +todos los niños mimados, en presencia de un rival peligroso, ó que fuese +un capricho de su naturaleza singular, Perla no quiso dar muestras de +afecto alguno á Arturo Dimmesdale. Solamente, y á la fuerza, la llevó su +madre hacia el ministro, y eso quedándose atrás y manifestando su mala +gana con raros visajes, de los cuales, desde su más tierna infancia, +poseía numerosa variedad, pudiendo transformar su móvil fisonomía de +diversas maneras, y siempre con una expresión más ó menos perversa. El +ministro,--penosamente desconcertado, pero con la esperanza de que un +beso podría ser una especie de talismán que le ganara la buena voluntad +de la niña,--se inclinó hacia ella y la besó en la frente. +Inmediatamente Perla logró desasirse de las manos de su madre, y +corriendo hacia el arroyuelo, se detuvo en la orilla y se lavó la frente +en sus aguas, hasta que creyó borrado completamente el beso recibido de +mala gana. Después permaneció á un lado contemplando en silencio á Ester +y al ministro, mientras éstos conversaban juntos y hacían los arreglos +sugeridos por su nueva posición y por los propósitos que pronto habían +de realizar. + +Y ahora esta fatídica entrevista quedó terminada. Aquel lugar donde se +encontraban, permanecería abandonado en su soledad entre los sombríos y +antiguos árboles de la selva que, con sus numerosas lenguas, susurrarían +largamente lo que allí había pasado, sin que ningún mortal fuera por eso +más cuerdo. Y el melancólico arroyuelo agregaría esta nueva historia á +los misteriosos cuentos que ya conocía, y continuaría su antiguo +murmullo, no por cierto más alegre de lo que había sido durante siglos y +siglos. + + + + +XX + +EL MINISTRO PERDIDO EN UN LABERINTO + + +ARTURO DIMMESDALE partió el primero, adelantándose á Ester y á Perla, y +ya á cierta distancia dirigió una mirada hacia atrás, como si esperara +descubrir tan sólo algunos rasgos débiles ó los contornos de la madre y +de la niña desvaneciéndose lentamente en la semiobscuridad de la selva. +Acontecimiento de tal importancia en su existencia, no podía concebir +que fuese real. Pero allí estaba Ester, vestida con su traje de pardo +color, de pie todavía junto al tronco del árbol que algún viento +tempestuoso derrumbó en tiempos inmemoriales, todo cubierto de musgo, +para que esos dos seres predestinados, con el alma abrumada de pesar, +pudieran sentarse allí juntos y encontrar una sola hora de descanso y +solaz. Y allí también estaba Perla, bailando alegremente á orillas del +arroyuelo, ahora que aquel extraño intruso se había ido, y la dejaba +ocupar su antiguo puesto al lado de su madre. No: el ministro no se +había quedado dormido, ni había soñado. + +Para conseguir que desaparecieran de su mente la vaguedad y confusión de +sus impresiones, que le hacían experimentar una extraña inquietud, se +puso á recordar de una manera precisa y definida los planes y proyectos +que él y Ester habían bosquejado para su partida. Se había convenido +entre los dos que el Antiguo Mundo, con sus ciudades populosas, les +ofrecería mejor abrigo y mayor oportunidad, para pasar inadvertidos que +no las selvas mismas de la Nueva Inglaterra ó de toda la América, con +sus alternativas de una que otra choza de indios ó las pocas ciudades de +europeos, escasamente pobladas, esparcidas aquí y allí á lo largo de las +costas. Todo esto sin hablar de la mala salud del ministro, que no se +prestaba ciertamente á soportar los trabajos y privaciones de la vida de +los bosques, cuando sus dones naturales, su cultura y el +desenvolvimiento de todas sus facultades le adaptaban para vivir tan +sólo en medio de pueblos de adelantada civilización. Para que pudiesen +llevar á cabo lo que habían determinado, la casualidad les deparó que +hubiera en el puerto un buque, una de esas embarcaciones de dudoso +carácter, cosa muy común en aquellos tiempos, que sin ser realmente +piratas, recorrían sin embargo los mares con muy poco respeto á las +leyes de propiedad. Este buque había llegado recientemente del Mar de +las Antillas, y debía hacerse á la vela dentro de tres días con rumbo á +Brístol en Inglaterra. Ester, cuya vocación para hermana de la Caridad +la había puesto en contacto con el capitán y los tripulantes de la nave, +se ocuparía en conseguir el pasaje de dos individuos y una niña, con +todo el secreto que las circunstancias hacían más que necesario. + +El ministro había preguntado á Ester, con no poco interés, la fecha +precisa en que el buque había de partir. Probablemente sería dentro de +cuatro días á contar de aquel en que estaban. "¡Feliz casualidad!"--se +dijo para sus adentros. Por qué razón el Reverendo Arturo Dimmesdale lo +consideró una feliz casualidad, vacilamos en revelarlo. Sin embargo, +para que el lector lo sepa todo, diremos que dentro de tres días tenía +que predicar el sermón de la elección; y como semejante acto formaba una +época honrosa en la vida de un eclesiástico de la Nueva Inglaterra, el +Sr. Dimmesdale no podía haber escogido una oportunidad más conveniente +para terminar su carrera profesional. "Á lo menos, dirán de mí,--pensó +este hombre ejemplar,--que no he dejado por desempeñar ningún deber +público, ni lo he desempeñado mal."--¡Triste es, indudablemente, ver que +una persona que podía hacer un examen tan profundo y minucioso de sí +mismo, se engañara á tal extremo! Ya hemos dicho, y aun nos quedan por +decir, cosas peores de él; pero ninguna tan lastimosamente débil; +ninguna que diera una prueba tan irrefragable de la sutil enfermedad que +había, desde tiempo atrás, minado la verdadera base de su carácter. +Ningún hombre puede llevar por mucho tiempo, por decirlo así, dos +rostros: uno en público y otro frente á frente de su conciencia, sin que +al fin llegue á no saber cuál es el verdadero. + +La agitación que experimentó el Sr. Dimmesdale al regresar de su +entrevista con Ester, le comunicó una energía física inusitada, y le +hizo caminar hacia la población con rápido paso. El sendero al través de +los bosques le pareció más bravío, más áspero con sus obstáculos +naturales, y menos hollado por pies humanos, que cuando lo recorrió en +sentido inverso. Pero saltaba sobre los lugares pantanosos, se +introducía por entre el frondoso ramaje, trepaba cuando encontraba +cuestas que subir, ó descendía á las hondonadas; en una palabra, venció +todas las dificultades que se le presentaron en el camino, con una +actividad infatigable que á él mismo le sorprendía. No pudo menos de +recordar cuán fatigosamente, y con cuántas paradas para recobrar +aliento, había recorrido ese mismo camino tan solo dos días antes. Á +medida que se acercaba á la ciudad fué creyendo que notaba un cambio en +los objetos que le eran más familiares, como si desde que salió de la +población no hubieran transcurrido solamente dos ó tres días, sino +muchos años. + +Ciertamente que las calles presentaban el mismo aspecto que antes, según +las recordaba, y las casas tenían las mismas peculiaridades, con su +multitud de aleros y una veleta precisamente en el lugar en que su +memoria se lo indicaba. Sin embargo, la idea de cambio le acosaba á cada +instante, aconteciéndole igual fenómeno con las personas conocidas que +veía, y con todas las que le eran familiares en la pequeña población. No +las hallaba ahora ni más jóvenes ni más viejas; las barbas de los +ancianos no eran más blancas, ni el niño que andaba á gatas ayer podía +moverse hoy haciendo uso de sus pies: era imposible decir en qué +diferían de las personas á quienes había visto antes de partir; y sin +embargo, algo interno parecía sugerirle que se había efectuado un +cambio. Recibió una impresión de esta naturaleza, de la manera más +notable, al pasar junto á la iglesia que estaba á su cargo. El edificio +se le presentó con un aspecto á la vez tan extraño y tan familiar, que +el Sr. Dimmesdale estuvo vacilando entre estas dos ideas: ó que hasta +entonces lo había visto solamente en un sueño, ó que ahora estaba +simplemente soñando. + +Este fenómeno, en las varias formas que iba tomando, no indicaba un +cambio externo, sino un cambio tan repentino é importante en el +espectador mismo, que el espacio de un solo día de intervalo había sido +para él equivalente al transcurso de varios años. La voluntad del +ministro y la de Ester, y el destino que sobre ellos pesaba, habían +operado esta transformación. Era la misma ciudad que antes; pero no era +el mismo ministro el que había regresado de la selva. Podría haber dicho +á los amigos que le saludaban: "No soy el hombre por quien me tomáis. Lo +he dejado allá en la selva, retirado en un oculto vallecillo, junto á un +tronco musgoso de árbol, no lejos de un melancólico arroyuelo. Id: +buscad á vuestro ministro, y ved si su cuerpo extenuado, sus mejillas +descarnadas, y su pálida frente surcada de arrugas por el dolor, no han +sido arrojados allí como vestido de que uno se deshace." Sin duda alguna +sus amigos habrían insistido, diciéndole: "Tú eres el mismo hombre"; +pero el error hubiera estado de parte de sus amigos y no del ministro. + +Antes de que el Sr. Dimmesdale llegara á su morada, su sér íntimo le dió +otras pruebas de que una revolución se había operado en su modo de +pensar y de sentir. Á la verdad, solo á una revolución de esa +naturaleza, completa y total, podían atribuirse los impulsos que +agitaban al infortunado ministro. Á cada paso se sentía movido del deseo +de hacer algo extraño, inusitado, violento ó perverso, con la convicción +de que sería á la vez involuntario é intencional y á despecho de sí +mismo, pero emanando de un sentimiento más profundo que el que se oponía +al impulso. Por ejemplo, se encontró con uno de los diáconos de su +iglesia, buen anciano que le saludó con el afecto paternal y el aire +patriarcal á que tenía derecho por sus años, sus virtudes y su posición, +y al mismo tiempo con el profundo respeto, casi veneración, que el +carácter público y privado del ministro reclamaban. Nunca se vió un +ejemplo más hermoso de cómo la majestad y sabiduría de los años pueden +hermanarse á la obediencia y respeto que una categoría social é +inteligencia inferiores deben á una persona superior en esas cualidades. +Pues bien, durante una conversación de unos pocos momentos entre el +Reverendo Sr. Dimmesdale y este excelente y anciano diácono, solo merced +á la más cuidadosa circunspección y casi haciéndose violencia, evitó el +ministro proferir ciertas reflexiones heréticas que se le ocurrieron +sobre varios puntos religiosos. Temblaba y palidecía temiendo que sus +labios, á despecho de sí mismo, emitiesen algunos de los horribles +pensamientos que le cruzaban por la mente. Y sin embargo, aunque con el +corazón lleno de tal terror, no pudo menos de sonreirse al imaginar lo +estupefacto que se habría quedado el santo varón y patriarcal diácono +ante la impiedad de su ministro. + +Referiremos otro incidente de igual naturaleza. Yendo á toda prisa por +la calle, el Reverendo Sr. Dimmesdale tropezó de manos á boca con uno de +los más antiguos miembros de su iglesia, una anciana señora, la más +piadosa y ejemplar que pueda darse: pobre, viuda, sola, y con el corazón +todo lleno de reminiscencias de su marido y de sus hijos, ya muertos, +así como de sus amigos fallecidos también hacía tiempo. Sin embargo, +todo esto, que de otro modo habría sido un dolor intenso, se había casi +convertido para esta alma piadosa en un goce solemne, gracias á los +consuelos religiosos y á las verdades de las Sagradas Escrituras, con +que puede decirse que se había nutrido continuamente por espacio de más +de treinta años. Desde que el Reverendo Sr. Dimmesdale la tomó á su +cargo, el principal consuelo terrenal de la buena señora consistía en +ver á su pastor espiritual, ya de propósito deliberado, ya por +casualidad, y sentir confortada el alma con una palabra que respirase +las verdades consoladoras del Evangelio, y que saliendo de aquellos +labios reverenciados, penetrase en su pobre pero atento oído. Mas en la +presente ocasión, al querer el Reverendo Sr. Dimmesdale abrir los +labios, no le fué posible recordar un solo texto de las Sagradas +Escrituras, y lo único que pudo decir fué algo breve, enérgico, que +según le pareció á él mismo entonces, venía á ser un argumento +irrefutable contra la inmortalidad del alma. La simple insinuación de +semejante idea habría hecho probablemente caer á tierra sin sentido á +esta anciana señora, como por efecto de una infusión de veneno +intensamente mortífero. Lo que el ministro dijo en realidad, no pudo +recordarlo nunca. Tal vez hubo en sus palabras una cierta obscuridad que +impidió á la buena viuda comprender exactamente la idea que Dimmesdale +quiso expresar, ó quizás ella las interpretó allá á su manera. Lo cierto +es, que cuando el ministro volvió la mirada hacia atrás, notó en el +rostro de la santa mujer una expresión de éxtasis y divina gratitud, +como si estuviera iluminado por los resplandores de la ciudad divina. + +Aun referiremos un tercer ejemplo. Después de separarse de la anciana +viuda, encontró á la más joven de sus feligreses. Era una tierna +doncella á quien el sermón predicado por el Reverendo Sr. Dimmesdale, el +día después de la noche pasada en vela en el tablado, había hecho trocar +los goces transitorios del mundo por la esperanza celestial que iría +ganando brillantez á medida que las sombras de la existencia se fueran +aumentando, y que finalmente convertiría las tinieblas postreras en +oleadas de luz gloriosa. Era tan pura y tan bella como un lirio que +hubiese florecido en el Paraíso. El ministro sabía perfectamente que su +imagen se hallaba venerada en el santuario inmaculado del corazón de la +doncella, que mezclaba su entusiasmo religioso con el dulce fuego del +amor, y comunicaba al amor toda la pureza de la religión. De seguro que +el enemigo del género humano había apartado aquel día á la joven +doncella del lado de su madre, para ponerla al paso de este hombre que +podemos llamar perdido y desesperanzado. Á medida que la joven se iba +acercando al ministro, el maligno espíritu le murmuró á éste en el oído +que condensara en la forma más breve, y vertiera en el tierno corazón de +la virgen, un germen de maldad que pronto produciría negras flores y +frutos aún más negros. Era tal la convicción de su influencia sobre esta +alma virginal, que de este modo á él se confiaba, que el ministro sabía +muy bien que le era dado marchitar todo este jardín de inocencia con una +sola mirada perversa, ó hacerle florecer en virtudes con una sola buena +palabra. De consiguiente, después de sostener consigo mismo una lucha +más fuerte que las que ya había sostenido, se cubrió el rostro con el +capote y apresuró el paso sin darse por entendido que la había visto, +dejando á la pobre muchacha que interpretase su rudeza como quisiera. +Ella escudriñó su conciencia, llena de pequeñas acciones inocentes, y la +infeliz se reprochó mil faltas imaginarias, y al día siguiente estuvo +desempeñando sus quehaceres domésticos toda cabizbaja y con ojos +llorosos. + +Antes de que el ministro hubiera tenido tiempo de celebrar su victoria +sobre esta última tentación, experimentó otro impulso no ya ridículo, +sino casi horrible. Era,--nos avergonzamos de decirlo,--nada menos que +detenerse en la calle y enseñar algunas palabrotas muy malsonantes á un +grupo de niños puritanos, que apenas empezaban á hablar. Habiendo +resistido este impulso como completamente indigno del traje que vestía, +encontró á un marinero borracho de la tripulación del buque del Mar de +las Antillas de que hemos hablado; y esta vez, después de haber +rechazado tan valerosamente todas las otras perversas tentaciones, el +pobre Sr. Dimmesdale deseó, al fin, dar un apretón de manos á este +tunante alquitranado, y recrearse con algunos de esos chistes de mala +ley de que tal acopio tienen los marineros, sazonado todo con una +andanada de ternos y juramentos capaces de estremecer el cielo. +Detuviéronle no tanto sus buenos principios, como su pudor innato y las +decorosas costumbres adquiridas bajo su traje de eclesiástico. + +--¿Qué es lo que me persigue y me tienta de esta manera?--se preguntó el +ministro á sí mismo, deteniéndose en la calle y golpeándose la +frente.--¿Estoy loco por ventura, ó me hallo completamente en poder del +enemigo malo? ¿Hice un pacto con él en la selva y lo firmé con mi propia +sangre? ¿Y me pide ahora que lo cumpla, sugiriéndome que lleve á cabo +todas las iniquidades que pueda concebir su perversa imaginación? + +En los momentos en que el Reverendo Sr. Dimmesdale razonaba de este modo +consigo mismo, y se golpeaba la frente con la mano, se dice que la +anciana Sra. Hibbins, la dama reputada por hechicera, pasaba por allí, +vestida con rico traje de terciopelo, fantásticamente peinada, y con un +hermoso cuello de lechuguilla, todo lo cual le daba una apariencia de +persona de muchas campanillas. Como si la hechicera hubiese leído los +pensamientos del ministro, se detuvo ante él, fijó las miradas +astutamente en su rostro, sonrió con malicia, y,--aunque no muy dada á +hablar con gente de la iglesia,--tuvo con él el siguiente diálogo: + +--De modo, Reverendo Señor, que habéis hecho una visita á la +selva,--observó la hechicera inclinando su gran peinado hacia el +ministro.--La próxima vez que vayáis, os ruego me lo aviséis en tiempo, +y me consideraré muy honrada en acompañaros. Sin querer exagerar mi +importancia, creo que una palabra mía servirá para proporcionar á +cualquier caballero extraño una excelente recepción de parte de aquel +potentado que sabéis. + +--Os aseguro, señora,--respondió el ministro con respetuoso saludo, como +demandaba la alta jerarquía de la dama, y como su buena educación se lo +exigía,--os aseguro, bajo mi conciencia y honor, que estoy completamente +á obscuras acerca del sentido que entrañan vuestras palabras. No he ido +á la selva á buscar á ningún potentado; ni intento hacer allí una futura +visita con el fin de ganarme la protección y favor de semejante +personaje. Mi único objeto fué saludar á mi piadoso amigo el apóstol +Eliot, y regocijarme con él por las muchas preciosas almas que ha +arrancado á la idolatría. + +--¡Ja! ¡ja! ¡ja!--exclamó la anciana bruja, inclinando siempre su alto +peinado hacia el ministro.--Bien, bien: no necesitamos hablar de esto +durante el día; pero á media noche, y en la selva, tendremos juntos otra +conversación. + +La vieja hechicera continuó su camino con su acostumbrada majestad, pero +de cuando en cuando volvía hacia atrás las miradas y se sonreía, +exactamente como quien quisiera dar á entender que existía entre ella y +el ministro una secreta y misteriosa intimidad. + +--¿Me habré vendido yo mismo,--se preguntó el ministro,--al maligno +espíritu á quien, si es verdad lo que se dice, esta vieja y amarillenta +bruja, vestida de terciopelo, ha escogido por su príncipe y señor? + +¡Infeliz ministro! Había hecho un pacto muy parecido á ese de que +hablaba. Alucinado por un sueño de felicidad, había cedido, +deliberadamente, como nunca lo hizo antes, á la tentación de lo que +sabía que era un pecado mortal; y el veneno inficionador de ese pecado +se había difundido rápidamente en todo su sér moral; adormeciendo todos +sus buenos impulsos, y despertando en él todos los malos á vida +animadísima. El odio, el desprecio, la malignidad sin provocación +alguna, el deseo gratuito de ser perverso, de ridiculizar todo lo bueno +y santo, se despertaron en él para tentarle al mismo tiempo que le +llenaban de pavor. Y su encuentro con la vieja hechicera Hibbins, caso +de que hubiera acontecido realmente, sólo vino á mostrarle sus simpatías +y su compañerismo con mortales perversos y con el mundo de perversos +espíritus. + +Ya para este tiempo había llegado á su morada, cerca del cementerio, y +subiendo apresuradamente las escaleras se refugió en su estudio. Mucho +se alegró el ministro de verse al fin en este asilo, sin haberse vendido +él mismo cometiendo una de esas extrañas y malignas excentricidades, á +que había estado continuamente expuesto, mientras atravesaba las calles +de la población. Entró en su cuarto, y dió una mirada alrededor +examinando los libros, las ventanas, la chimenea para el fuego, y los +tapices, experimentando la misma sensación de extrañeza que le había +acosado durante el trayecto desde la selva á la ciudad. En esta +habitación había estudiado y escrito; aquí había ayunado y pasado las +noches en vela, hasta quedar casi medio muerto de fatiga y debilidad; +aquí se había esforzado en orar; aquí había padecido mil y mil tormentos +y agonías. Allí estaba su Biblia, en el antiguo y rico hebreo, con +Moisés y los Profetas que le hablaban constantemente, y resonando en +toda ella la voz de Dios. Allí, sobre la mesa, con la pluma al lado, +había un sermón por terminar, con una frase incompleta tal como la dejó +cuando salió á hacer su visita dos días antes. Sabía que él era el +mismo, el ministro delgado de pálidas mejillas que había hecho y sufrido +todas estas cosas, y tenía ya muy adelantado su sermón de la elección. +Pero parecía como si estuviera aparte contemplando su antiguo sér con +cierta curiosidad desdeñosa, compasiva y semienvidiosa. Aquel antiguo +sér había desaparecido, y otro hombre había regresado de la selva: más +sabio, dotado de un conocimiento de ocultos misterios que la sencillez +del primero nunca pudo haber conseguido. ¡Amargo conocimiento por +cierto! + +Mientras se hallaba ocupado en estas reflexiones, resonó un golpecito en +la puerta del estudio, y el ministro dijo: "Entrad"--no sin cierto temor +de que pudiera ser un espíritu maligno. ¡Y así fué! Era el anciano +Rogerio Chillingworth. El ministro se puso en pie, pálido y mudo, con +una mano en las Sagradas Escrituras y la otra sobre el pecho. + +--¡Bienvenido, Reverendo Señor!--dijo el médico.--Y cómo habéis hallado +á ese santo varón, el apóstol Eliot? Pero me parece, mi querido señor, +que estáis pálido; como si el viaje al través de las selvas hubiera sido +muy penoso. ¿No necesitáis de mi auxilio para fortaleceros algo, cosa de +que podáis predicar el sermón de la elección? + +--No, creo que no,--replicó el Reverendo Sr. Dimmesdale.--Mi viaje, y la +vista del santo apóstol, y el aire libre y puro que allí he respirado, +después de tan largo encierro en mi estudio, me han hecho mucho bien. +Creo que no tendré más necesidad de vuestras drogas, mi benévolo médico, +á pesar de lo buenas que son y de estar administradas por una mano +amiga. + +Durante todo este tiempo el anciano Rogerio había estado contemplando al +ministro con la mirada grave y fija de un médico para con su paciente; +pero á pesar de estas apariencias, el ministro estaba casi convencido +de que Chillingworth sabia, ó por lo menos sospechaba, su entrevista con +Ester. El médico conocía, pues, que para su enfermo él no era ya un +amigo íntimo y leal, sino su más encarnizado enemigo; de consiguiente, +era natural que una parte de esos sentimientos tomara forma visible. Es +sin embargo singular el hecho de que á veces transcurra tanto tiempo +antes de que ciertos pensamientos se expresen por medio de palabras, y +así vemos con cuanta seguridad dos personas, que no desean tratar el +asunto que más á pecho tienen, se acercan hasta sus mismos límites y se +retiran sin tocarlo. Por esta razón, el ministro no temía que el médico +tratara de un modo claro y distinto la posición verdadera en que +mutuamente se encontraban uno y otro. Sin embargo, el anciano Rogerio, +con su manera tenebrosa de costumbre, se acercó considerablemente al +particular del secreto. + +--¿No sería mejor, dijo, que os sirvierais esta noche de mi poca +habilidad? Realmente, mi querido señor, tenemos que esmerarnos y hacer +todo lo posible para que estéis fuerte y vigoroso el día del sermón de +la elección. El público espera grandes cosas de vos, temiendo que al +llegar otro año ya su pastor haya partido. + +--Sí, á otro mundo,--replicó el ministro con piadosa +resignación.--Concédame el cielo que sea á un mundo mejor, porque, en +verdad, apenas creo que podré permanecer entre mis feligreses las +rápidas estaciones de otro año. Y en cuanto á vuestras medicinas, buen +señor, en el estado actual de mi cuerpo, no las necesito. + +--Mucho me alegro de oírlo,--respondió el médico.--Pudiera ser que mis +remedios, administrados tanto tiempo en vano, empezaran ahora á surtir +efecto. Por feliz me tendría si así fuere, pues merecería la gratitud de +la Nueva Inglaterra, si pudiese efectuar tal cura. + +--Os doy las gracias con todo mi corazón, vigilante amigo,--dijo el +Reverendo Sr. Dimmesdale con una solemne sonrisa.--Os doy las gracias, y +sólo podré pagar con mis oraciones vuestros buenos servicios. + +--Las preces de un hombre bueno son la más valiosa recompensa,--contestó +el anciano médico al despedirse.--Son las monedas de oro corriente en la +Nueva Jerusalén, con el busto del Rey grabado en ellas. + +Cuando estuvo solo, el ministro llamó á un sirviente de la casa y le +pidió algo de comer, lo que traído que fué, puede decirse que despachó +con voraz apetito; y arrojando á las llamas lo que ya tenía escrito de +su sermón, empezó acto continuo á escribir otro, con tal afluencia de +pensamientos y de emoción que se creyó verdaderamente inspirado, +admirándose sólo de que el cielo quisiera transmitir la grande y solemne +música de sus oráculos por un conducto tan indigno como él se +consideraba. Dejando, sin embargo, que ese misterio se resolviese por sí +mismo, ó permaneciera eternamente sin resolverse, continuó su labor con +empeño y entusiasmo. Y así se pasó la noche hasta que apareció la +mañana, arrojando un rayo dorado en el estudio, donde sorprendió al +ministro, pluma en mano, con innumerables páginas escritas y esparcidas +por donde quiera. + + + + +XXI + +EL DÍA DE FIESTA EN LA NUEVA INGLATERRA + + +Muy temprano, en la mañana del día en que el nuevo Gobernador había de +ser elegido por el pueblo, fueron Ester y Perla á la plaza del mercado, +que ya estaba llena de artesanos y otros plebeyos habitantes de la +ciudad en número considerable. Entre estos había muchos individuos de +aspecto rudo, cuyos vestidos, hechos de piel de ciervo, daban á conocer +que pertenecían á algunos de los establecimientos situados en las selvas +que rodeaban la pequeña metrópoli de la colonia. + +En este día de fiesta, como en todas las demás ocasiones durante los +siete últimos años, llevaba Ester un traje de paño burdo de color gris, +que no tanto por su color como por cierta peculiaridad indescriptible de +su corte, daba por resultado relegar su persona á la obscuridad, como si +la hiciera desaparecer á las miradas de todos, mientras la letra +escarlata, por el contrario, la hacía surgir de esta especie de +crepúsculo ó penumbra, presentándola al mundo bajo el aspecto moral de +su propio brillo. Su rostro, por tanto tiempo familiar á las gentes de +la ciudad, dejaba ver la calma marmórea que estaban acostumbrados á +contemplar. Era una especie de máscara; ó mejor dicho, era la calma +congelada de las facciones de una mujer ya muerta, y esta triste +semejanza se debía á la circunstancia de que Ester estaba en realidad +muerta, en lo concerniente á poder reclamar alguna simpatía ó afecto, y +á que ella se había segregado por completo del mundo con el cual parecía +que aún se mezclaba. + +Quizás en este día especial pudiera decirse que había en el rostro de +Ester una expresión no vista hasta entonces, aunque en realidad no tan +marcada que pudiese notarse fácilmente, á no ser por un observador +dotado de tales facultades de penetración que leyera, primero, lo que +pasaba en el corazón, y luego hubiese buscado un reflejo correspondiente +en el rostro y aspecto general de esa mujer. Semejante observador, ó más +bien adivino, podría haber pensado que, después de haber sostenido Ester +las miradas de la multitud durante siete largos y malhadados años +soportándolas como una necesidad, una penitencia, y una especie de +severa religión, ahora, por la última vez, las afrontaba libre y +voluntariamente para convertir también en una especie de triunfo lo que +había sido una prolongada agonía. "¡Mirad por última vez la letra +escarlata y á la que la lleva!"--parecía decirles la víctima del +pueblo.--"Esperad un poco y me veré libre de vosotros. Unas cuantas +horas, no más, y el misterioso y profundo océano recibirá en su seno, y +ocultará en él para siempre, el símbolo que habéis hecho brillar por +tanto tiempo en mi pecho!" + +Ni sería incurrir en una inconsistencia demasiado grande, si +supusiéramos que Ester experimentaba cierto sentimiento de pesar en +aquellos instantes mismos en que estaba á punto de verse libre del +dolor, que puede decirse se había encarnado profundamente en su sér. +¿No habría quizás en ella un deseo irresistible de apurar por última +vez, y á grandes tragos, la copa del amargo absintio y acíbar que había +estado bebiendo durante casi todos los años de su juventud? El licor que +en lo sucesivo se llevaría á los labios, tendría que ser seguramente +rico, delicioso, vivificante y en pulido vaso de oro; ó de otro modo +produciría una languidez inevitable y tediosa, viniendo después de las +heces de amargura que hasta entonces había apurado á manera de cordial +de intensa potencia. + +Perla estaba ataviada alegremente. Habría sido imposible adivinar que +esta brillante y luminosa aparición debía su existencia á aquella mujer +de sombrío traje; ó que la fantasía tan espléndida, y á la vez tan +delicada, que ideó el vestido de la niña, era la misma que llevase á +cabo la tarea, quizá más difícil, de dar al sencillo traje de Ester el +aspecto peculiar tan notable que tenía. De tal modo se adaptaba á +Perlita su vestido, que éste parecía la emanación ó el desarrollo +inevitable y la manifestación externa de su carácter, tan imposible de +separarse de ella, como al ala de una mariposa desprenderse de su +brillantez abigarrada, ó á los pétalos de una espléndida flor despojarse +de su radiante colorido. En este día extraordinario, había sin embargo +una cierta inquietud y agitación singular en todo el sér de la niña, +parecidas al brillo de los diamantes que fulguran y centellean al compás +de los latidos del pecho en que se ostentan. Los niños participan +siempre de las agitaciones de aquellas personas con quienes están en +íntima relación; experimentan siempre el malestar debido á cualquier +disgusto ó trastorno inminente, de cualquier clase que sea, en el hogar +doméstico; y por lo tanto Perla, que era entonces la joya del inquieto +corazón de la madre, revelaba en su misma vivacidad las emociones que +nadie podía descubrir en la impasibilidad marmórea de la frente de +Ester. + +Esta efervescencia la hizo moverse como un ave, más bien que andar al +lado de su madre, prorrumpiendo continuamente en exclamaciones +inarticuladas, agudas, penetrantes. Cuando llegaron á la plaza del +mercado, se volvió aún más inquieta y febril al notar el bullicio y +movimiento que allí reinaban, pues por lo común aquel lugar tenía en +realidad el aspecto de un solitario prado frente á la iglesia de una +aldea, y no el del centro de los negocios de una población. + +--¿Qué significa esto, madre?--gritó la niña.--¿Por qué han abandonado +todos hoy su trabajo? ¿Es un día de fiesta para todo el mundo? Mira, ahí +está el herrero. Se ha lavado su cara sucia y se ha puesto la ropa de +los domingos, y parece que quisiera estar contento y alegre, si hubiese +solamente quien le enseñase el modo de estarlo. Y aquí está el Sr. +Brackett, el viejo carcelero, que se sonríe conmigo y me saluda. ¿Por +qué lo hace, madre? + +--Se acuerda cuando tú eras muy chiquita,--hija mía,--respondió Ester. + +--Ese viejo horrible, negro y feo, no debe sonreirme ni saludarme,--dijo +Perla.--Que lo haga contigo, si quiere, porque estás vestida de color +obscuro y llevas la letra escarlata. Pero mira, madre, ¡cuántas gentes +extrañas, y entre ellos indios y también marineros! ¿Para qué han +venido todos esos hombres á la plaza del mercado? + +--Están esperando que la procesión pase para verla,--dijo Ester,--porque +el Gobernador y los magistrados han de venir, y los ministros, y todas +las personas notables y buenas han de marchar con música y soldados á la +cabeza. + +--¿Y estará allí el ministro?--preguntó Perla,--¿y extenderá las dos +manos hacia mí, como hizo cuando tú me llevaste á su lado desde el +arroyuelo? + +--Sí estará,--respondió su madre,--pero no te saludará hoy, ni tampoco +debes tú saludarle. + +--¡Qué hombre tan triste y tan raro es el ministro!--dijo la niña como +si hablara en parte á solas y consigo misma.--En medio de la noche nos +llama y estrecha tus manos y las mías, como cuando estuvimos juntas con +él sobre el tablado. Y en el bosque, donde solo los antiguos árboles +pueden oir á uno, y donde sólo un pedacito de cielo puede vernos, se +pone á hablar contigo sentado en un tronco de árbol. Y me besa la frente +de modo que el arroyuelo apenas puede borrar su beso. Pero aquí, á la +luz del sol, y en medio de todas estas gentes, no nos conoce, ni +nosotros debemos conocerle. ¡Sí, un hombre raro y triste con la mano +siempre sobre el corazón! + +--No hables más, Perla,--le dijo su madre,--tú no entiendes de estas +cosas. No pienses ahora en el ministro, sino mira lo que pasa á tu +alrededor y verás cuán alegre parece hoy todo el mundo. Los niños han +venido de sus escuelas, y las personas crecidas han dejado sus tiendas, +sus talleres y los campos con el objeto de divertirse; porque hoy +empieza á regirlos un nuevo Gobernador. + +Como Ester decía, era mucho el contento y alegría que brillaban en el +rostro de todos los presentes. En un día semejante, como sucedió después +durante la mayor parte de dos siglos, los puritanos se entregaban á todo +el regocijo y alborozo público que consideraban permisibles á la +fragilidad humana; disipando solo en el espacio de un día de fiesta, +aquella nube sombría en que siempre estaban envueltos, pero de manera +tal, que apenas si aparecían menos graves que otras comunidades en +tiempo de duelo general. + +Pero tal vez exageramos el aspecto sombrío que indudablemente +caracterizaba la manera de ser de aquel tiempo. Las personas que se +hallaban en la plaza del mercado de Boston no eran todas herederas del +adusto y triste carácter puritano. Había allí individuos naturales de +Inglaterra, cuyos padres habían vivido en la época de la Reina Isabel, +cuando la vida social inglesa, considerada en conjunto, parece haber +sido tan magnífica, fastuosa y alegre como el mundo pueda haber +presenciado jamás. Si hubieran seguido su gusto hereditario, los colonos +de la Nueva Inglaterra habrían celebrado todos los acontecimientos de +interés público con hogueras, banquetes, procesiones cívicas, todo con +gran pompa y esplendor. Ni habría sido difícil combinar, en la +observación de las majestuosas ceremonias, el recreo alegre con la +solemnidad, como si el gran traje de gala que en tales fiestas reviste +una nación, estuviese adornado de una manera brillante á la vez que +grotesca. Algo parecido á esto había en el modo de celebrar el día que +daba comienzo al año político de la colonia. El vago reflejo de una +magnificencia que vivía en el recuerdo, una imitación pálida y débil de +lo que habían presenciado en el viejo Londres, no diremos de una +coronación real, sino de las fiestas con que se inaugura el Lord +Corregidor de aquella gran capital, podría trazarse en las costumbres +que observaban nuestros antepasados en la instalación anual de sus +magistrados. Los padres y fundadores de la República,--el hombre de +Estado, el sacerdote y el militar,--creían de su deber revestirse en +esta oportunidad de toda la pompa y aparato majestuoso que, de acuerdo +con las antiguas tradiciones, se consideraba el adminículo indispensable +de la eminencia pública ó social. Todos venían á formar parte de la +procesión que había de desfilar ante las miradas del pueblo, comunicando +de este modo cierta dignidad á la sencilla estructura de un gobierno tan +recientemente constituído. + +En ocasiones semejantes se le permitía al pueblo, y hasta se le animaba, +á que se solazara y dejase sus diversos trabajos é industrias, á que en +todo tiempo parecía se aplicaba con la misma rigidez y severidad que á +sus austeras prácticas religiosas. Por de contado que aquí no podía +esperarse nada parecido á lo que se hubiera visto en las fiestas +populares de Inglaterra en tiempos de la Reina Isabel; ni rudas +representaciones teatrales; ni ministriles con sus arpas y baladas +legendarias; ni músicos ambulantes con un mono bailando al son de la +música; ni jugadores de mano y titiriteros con sus suertes y artificios +de hechicería; ni payasos y saltimbanquis tratando de alegrar la +multitud con sus chistes, quizás de varios siglos de antigüedad, pero +surtiendo siempre buen efecto, porque se dirigen á los sentimientos +universales dispuestos á la alegría y buen humor. Toda esta clase de +profesores de los diferentes ramos de diversión y entretenimiento habían +sido severamente suprimidos, no sólo por la rígida disciplina de la ley, +sino por la sanción general que es lo que constituye la vitalidad de las +leyes. Sin embargo, aún careciendo de todo esto, la honrada y buena cara +del pueblo sonreía, quizás con cierta dureza, pero también á quijada +batiente. Ni se diga por eso que faltaban juegos y recreos de la clase +que los colonos habían presenciado muchos años atrás, en las ferias +campestres de Inglaterra, en los que acaso tomaron parte, y consideraban +sería conveniente conservar en estas nuevas tierras; por ejemplo, se +veían luchas á brazo partido, de diferentes clases, aquí y allí en la +plaza del mercado; en una esquina había un combate amistoso al garrote; +y lo que más que todo llamaba la atención, en el tablado de la picota á +que ya se ha hecho referencia varias veces en estas páginas, dos +maestros de armas comenzaban á dar una muestra de sus habilidades con +broquel y espadón. Pero con gran chasco y disgusto de los espectadores, +este entretenimiento fué suspendido mediante la intervención del +alguacil de la ciudad, que no quería permitir que la majestad de la ley +se violase con semejante abuso de uno de sus lugares consagrados. + +Aunque los colores del cuadro de la vida humana que se desplegaba en la +plaza del mercado fueran en lo general sombríos, no por eso dejaban de +estar animados con diversidad de matices. Había una cuadrilla de indios +con trajes de piel de ciervo curiosamente bordados, cinturones rojos y +amarillos, plumas en la cabeza, y armados con arco, flechas y lanzas de +punta de pedernal, que permanecían aparte, como separados de todo el +mundo, con rostros de inflexible gravedad, que ni aun la de los +puritanos podía superar. Pero á pesar de todo, no eran estos salvajes +pintados de colores, los que pudieran presentarse como tipo de lo más +violento ó licencioso de las gentes que allí estaban congregadas. +Semejante honor, si en ello le hay, podían reclamarlo con más fundamento +algunos de los marineros que formaban parte de la tripulación del buque +procedente del Mar Caribe, que también habían venido á tierra á +divertirse el día de la elección. Eran hombres que se habían echado el +alma á las espaldas, de rostros tostados por el sol y grandes y espesas +barbas; sus pantalones, cortos y anchos, estaban sostenidos por un +cinturón, que á veces cerraban placas ó hebillas de oro, y del cual +pendía siempre un gran cuchillo, y en algunos casos un sable. Por debajo +de las anchas alas de sus sombreros de paja, se veían brillar ojos que, +aun en momentos de alegría y buen humor, tenían una especie de ferocidad +instintiva. Sin temor ni escrúpulo de ninguna especie, violaban las +reglas de buen comportamiento á que se sometían todos los demás, fumando +á las mismas narices del alguacil de la población, aunque cada bocanada +de humo habría costado buena suma de reales, por vía de multa, á todo +otro vecino de la ciudad, y apurando sin ningún reparo tragos de vino ó +de aguardiente en frascos que sacaban de sus faltriqueras, y que +ofrecían liberalmente á la asombrada multitud que los rodeaba. Nada +caracteriza tanto la moralidad á medias de aquellos tiempos, que hoy +calificamos de rígidos, como la licencia que se permitía á los +marineros, no hablamos sólo de sus calaveradas cuando estaban en tierra, +sino aún mucho más tratándose de sus actos de violencia y rapiña cuando +se hallaban en su propio elemento. El marinero de aquella época correría +hoy el peligro de que se le acusara de pirata ante un tribunal. Por +ejemplo, poca duda podría abrigarse que los tripulantes del buque de que +hemos hablado, aunque no de lo peor de su género, habían sido culpables +de depredaciones contra el comercio español, de tal naturaleza, que +pondrían en riesgo sus vidas en un moderno tribunal de justicia. + +Pero en aquellos antiguos tiempos el mar se alborotaba, se henchía y se +rizaba, según su capricho, ó estaba sujeto solamente á los vientos +tempestuosos, sin que apenas se hubiera intentado establecer código +alguno que regulase las acciones de los que lo surcaban. El bucanero +podía abandonar su profesión y convertirse, si así lo deseaba, en hombre +honrado y piadoso, dejando las olas y fijándose en tierra; y ni aun en +plena carrera de su existencia borrascosa se le consideraba como +individuo con quien no era decente tener tratos ni relación social, +aunque fuera casualmente. De consiguiente, los viejos puritanos con sus +capas negras y sombreros puntiagudos, no podían menos de sonreirse ante +la manera bulliciosa y ruda de comportarse de estos alegres marineros; +sin que excitara sorpresa, ni diese lugar á críticas, ver que una +persona tan respetable como el anciano Rogerio Chillingworth entrase en +la plaza del mercado en íntima y amistosa plática con el capitán del +buque de dudosa reputación. + +Puede afirmarse que entre toda aquella multitud allí congregada no había +figura de aspecto tan vistoso y bizarro, á lo menos en lo que hace al +traje, como la de aquel capitán. Llevaba el vestido profusamente +cubierto de cintas, galón de oro en el sombrero que rodeaba una +cadenilla, también de oro, y adornado además con una pluma. Tenía espada +al cinto, y ostentaba en la frente una cuchillada que, merced á cierto +arreglo especial del cabello, parecía más deseoso de mostrar que de +esconder. Un ciudadano que no hubiera sido marino, apenas se habría +atrevido á llevar ese traje y mostrar esa cara, con tal desenfado y +arrogancia, sabiendo que se exponía á sufrir un severo interrogatorio +ante un magistrado, incurriendo probablemente en una crecida multa ó en +algunos cuantos días de cárcel: pero tratándose de un capitán de buque, +todo se consideraba perteneciente al oficio, así como las escamas son +parte de un pez. + +Después de separarse del médico, el capitán del buque con destino á +Brístol empezó á pasearse lentamente por la plaza del mercado, hasta +que, acercándose por casualidad al sitio en que estaba Ester, pareció +reconocerla y no vaciló en dirigirle la palabra. Como acontecía por lo +común donde quiera que se hallaba Ester, en torno suyo se formaba un +corto espacio vacío, una especie de círculo mágico en el que, aunque el +pueblo se estuviera codeando y pisoteando á muy corta distancia, nadie +se aventuraba ni se sentía dispuesto á penetrar. Era un ejemplo vivo de +la soledad moral á que la letra escarlata condenaba á su portadora, +debido en parte á la reserva de Ester, y en parte al instintivo +alejamiento de sus conciudadanos, á pesar de que hacía ya tiempo que +habían dejado de mostrarse poco caritativos para con ella. Ahora, más +que nunca, le sirvió admirablemente, pues le proporcionó el modo de +hablar con el marino sin peligro de que los circunstantes se enteraran +de su conversación; y tal cambio se había operado en la reputación de +que gozaba Ester á los ojos del público, que la matrona más eminente de +la colonia en punto á rígida moralidad, no podría haberse permitido +aquella entrevista, sin dar margen al escándalo. + +--De modo, señora,--dijo el capitán,--que debo ordenar á mi mayordomo +que prepare otro camarote, además de los que Vd. ha contratado. Lo que +es en este viaje no habrá temor de escorbuto ó tifus; porque con el +cirujano de abordo, y este otro médico, nuestro único peligro serán las +píldoras ó las drogas que nos administren, pues tengo en el buque una +buena provisión de medicinas que compré á un buque español. + +--¿Qué está Vd. diciendo?--preguntó Ester con mayor alarma de la que +quisiera haber mostrado.--¿Tiene Vd. otro pasajero? + +--¡Cómo! ¿No sabe Vd.,--exclamó el capitán del barco,--que el médico de +esta plaza,--Chillingworth como dice llamarse,--está dispuesto á +compartir mi cámara con Vd.? Sí, sí, Vd. debe saberlo, pues me ha dicho +que es uno de la compañía, y además íntimo amigo del caballero de quien +Vd. habló, de ese que corre peligro aquí en manos de estos viejos y +ásperos gobernantes puritanos. + +--Sí, se conocen íntimamente,--replicó Ester con semblante sereno, +aunque toda llena de la más profunda consternación,--han vivido juntos +mucho tiempo. + +Nada más pasó entre el marino y Ester. Pero en aquel mismo instante vió +ésta al viejo Rogerio de pie en el ángulo más remoto de la plaza del +mercado, sonriéndole; sonrisa que,--al través de aquel vasto espacio de +terreno, y en medio de tanta charla, alegría, bullicio y animación, y de +tanta diversidad de intereses y de sentimientos,--encerraba una +significación secreta y terrible. + + + + +XXII + +LA PROCESIÓN + + +Antes de que Ester hubiera podido darse cuenta de lo que pasaba, y +considerar lo que podía hacerse en vista de este nuevo é inesperado +aspecto del asunto, se oyeron los sones de una música militar que se +acercaba por una de las calles contiguas, indicando la marcha de la +procesión de los magistrados y ciudadanos en dirección de la iglesia, +donde, de acuerdo con una antigua costumbre adoptada en los primeros +tiempos de la colonia, el Reverendo Señor Dimmesdale debía predicar el +sermón de la elección. + +Pronto se dejó ver la cabeza de la procesión que, procediendo lenta y +majestuosamente, doblaba una esquina y se abría paso al través de la +muchedumbre que llenaba la plaza del mercado. Primeramente venía la +banda de música, compuesta de variedad de instrumentos, quizás +imperfectamente adaptados unos á otros, y tocados sin mucho arte; sin +embargo, se alcanzaba el gran objeto que la armonía de los tambores y +del clarín debe producir en la multitud; esto es, revestir de un aspecto +más heroico y elevado la escena que se desarrollaba ante la vista. +Perla, al principio, empezó á palmotear, pero luego, por un instante, +perdió la agitación febril que la había mantenido en un estado de +continua efervescencia toda la mañana: contempló silenciosamente lo que +pasaba, y parecía como si los sonidos de la música, arrebatando su +espíritu, la hicieran, á manera de ave acuátil, cernerse sobre aquellas +oleadas de armonía. Pero volvió á su antigua agitación al ver fulgurar á +los rayos del sol las armas y brillantes arreos de los soldados que +venían inmediatamente después de la banda de música, y formaban la +escolta de honor de la procesión. Este cuerpo militar,--que aun subsiste +como institución, y continúa su vieja existencia con antigua y honrosa +fama,--no se componía de hombres asalariados, sino de caballeros que, +animados de ardor marcial, deseaban establecer una especie de Colegio de +Armas donde, como en una Asociación de Caballeros Templarios, pudieran +aprender la ciencia de la guerra y las prácticas de la misma, hasta +donde lo permitieran sus ocupaciones pacíficas habituales. La alta +estimación en que se tenía á los militares en aquella época, podía verse +en el porte majestuoso de cada uno de los individuos que formaban la +compañía. Algunos, en realidad de verdad, por sus servicios en los +Países Bajos y en otros campos de batalla, habían conquistado +perfectamente el derecho de usar el nombre de soldado con toda la pompa +y prosopopeya del oficio. Toda aquella columna vestida con petos de +luciente acero y brillantes morriones coronados de penachos de plumas, +presentaba un golpe de vista cuyo esplendor ningún despliegue de tropas +modernas puede igualar. + +Y sin embargo, los hombres de eminencia en lo civil, que marchaban +inmediatamente en seguida de la escolta militar, eran aun más dignos de +la observación de una persona pensadora. Su aspecto exterior tenía +cierto sello de majestad que hacía parecer vulgar, y hasta absurdo á su +lado, el altivo continente del guerrero. Era aquel un siglo en que el +talento merecía menos estimación que ahora, reservándose ésta en mayor +grado para las cualidades sólidas que denotaban firmeza y dignidad de +carácter. El pueblo, por herencia, era respetuoso y deferente; y los +colonos ingleses que habían fijado sus moradas en estas ásperas costas, +dejando tras sí, rey, nobles, y toda la escala de la jerarquía social, +aunque con la idea de respeto y obediencia todavía muy arraigada en +ellos, la reservaban para las canas y las cabezas que los años hacían +venerables; para la integridad á toda prueba; para la sólida sabiduría y +amarga experiencia de la vida; en fin, para todas aquellas cualidades +que indican peso, madurez, y se comprenden bajo el calificativo general +de respetabilidad. Por lo tanto, aquellos primitivos hombres de Estado, +tales como Bradstreet, Endicott, Dudley, Bellingham y sus compañeros, +que fueron elevados al poder por la elección popular, no parece que +pertenecieron á esa clase de hombres que hoy se llaman brillantes, sino +que se distinguían como personas de madurez y de peso, más bien que de +inteligencias vivas y extraordinarias. Tenían fortaleza de ánimo y +confianza en sus propias fuerzas, y en tiempos difíciles ó peligrosos, +cuando se trataba del bienestar de la cosa pública, eran como muralla de +rocas contra los embates de las tempestuosas olas. Los rasgos de +carácter aquí indicados se manifestaban perfectamente en sus rostros +casi cuadrados y en el gran desarrollo físico de los nuevos magistrados +coloniales; y en lo que concierne á porte y autoridad natural, la madre +patria no se habría avergonzado de admitir á estos hombres en la Cámara +de los Pares ó en el Consejo del Soberano. + +Después de los magistrados venía el joven y eminente eclesiástico cuyos +labios habían de pronunciar el discurso religioso en celebración del +acto solemne. En la época de que hablamos, la profesión que él ejercía +se prestaba mucho más que la política al despliegue de las facultades +intelectuales. Los que veían ahora al Sr. Dimmesdale, observaron que +jamás mostró tanta energía en su aspecto y hasta en su modo de andar, +como la que desplegaba en la procesión. Su pisada no era vacilante, como +en otras ocasiones, sino firme; no iba con el cuerpo casi doblado, ni se +llevaba como de costumbre la mano al corazón. Sin embargo, bien +considerado, su vigor no parecía corporal sino espiritual, como si se +debiera á favor especial de los ángeles; ó quizás era la animación +procedente de una inteligencia absorbida por serios y profundos +pensamientos; ó acaso su temperamento sensible se veía vigorizado por +los sonidos penetrantes de la música que, ascendiendo al cielo, le +arrastraban y hacían mover con inusitada vivacidad. Sin embargo, tal era +la abstracción de sus miradas, que podía pensarse que el Sr. Dimmesdale +ni aun siquiera oía la música. Allí estaba su cuerpo marchando adelante +con vigor no acostumbrado. ¿Pero dónde estaba su espíritu? Allá en las +profundidades de su sér, ocupado con actividad extraordinaria en +coordinar la legión de pensamientos majestuosos que pronto habían de +verter sus labios; y de consiguiente ni veía, ni oía, ni tenía idea de +nada de lo que le rodeaba; pero la parte espiritual se apoderó de +aquella débil fábrica y la arrastró consigo adelante, inconscientemente, +y convertida también en espíritu. Los hombres de inteligencia poco +común, que han llegado á adquirir cierta condición mórbida, poseen á +veces esta facultad de hacer un esfuerzo poderoso en el cual invierten +la fuerza vital de muchos días, para permanecer después como agotados +durante mucho tiempo. + +Ester, con los ojos fijos en el ministro, se sentía dominada por tristes +ideas, sin saber por qué ni de qué provenían. Se había imaginado que una +mirada, siquiera rápida, tenía que cambiarse entre los dos. Recordaba la +obscura selva con su pradillo solitario, y el amor y la angustia de que +había sido testigo; y el tronco mohoso del árbol donde, sentados, asidos +de las manos, mezclaron sus tristes y apasionadas palabras al murmullo +melancólico del arroyuelo. ¡Cuán profundo conocimiento adquirieron +entonces de lo que eran en realidad uno y otro! ¿Y era éste el mismo +hombre? Apenas lo conocía ahora. ¿Era acaso él, ese hombre que pasaba +altivo al compás de la hermosa música, en compañía de los venerables y +majestuosos magistrados, él, tan inaccesible en su posición social, y +aún mucho más como ahora le veía allí, entregado á los poco simpáticos +pensamientos que le preocupaban? El corazón de Ester se entristeció á la +idea de que todo había sido una ilusión, y que por vívido que hubiera +sido su sueño, no podía existir un verdadero lazo de unión entre ella y +el ministro. Y había en Ester tal suma de sentimiento femenino, que +apenas podía perdonarle,--y menos que nunca ahora cuando casi se oían, +cada vez más próximas, las pisadas del Destino que se acercaba á toda +prisa,--no, no podía perdonarle que de tal modo le fuera dado abstraerse +del mundo que á los dos les era común, mientras ella, perdida en las +tinieblas, extendía las manos congeladas buscándole, sin poder hallarle. + +Perla, ó vió y respondió á los pensamientos íntimos de su madre, ó +sintió por sí misma también el alejamiento del ministro y creyó notar la +especie de barrera inaccesible que los separaba. Mientras pasaba la +procesión, la niña estuvo inquieta, moviéndose y balanceándose como un +ave á punto de emprender el vuelo; pero cuando todo hubo terminado, miró +á Ester en el rostro, y le dijo: + +--Madre, ¿es ese el mismo ministro que me besó junto al arroyo? + +--Calla ahora, mi querida Perla,--le contestó su madre en voz baja,--no +debemos hablar siempre en la plaza del mercado de lo que nos acontece en +la selva. + +--No puedo estar segura de que sea él, ¡tan diferente me +parece!--continuó la niña;--de otro modo habría corrido hacia él y le +hubiera pedido que me besara ahora, delante de todo el mundo, como lo +hizo allá, bajo aquellos árboles sombríos. ¿Qué habría dicho el +ministro, madre? ¿Se habría llevado la mano al corazón, riñéndome y +ordenándome que me alejara? + +--¿Qué otra cosa podría haber dicho, Perla,--respondió su madre,--sino +que no era esta la ocasión de besar á nadie, y que los besos no deben +darse en la plaza del mercado? Perfectamente hiciste, locuela, en no +hablarle. + +Hubo otra persona que expresó igualmente sus ideas acerca del Sr. +Dimmesdale. Esta persona era la Sra. Hibbins, cuyas excentricidades, ó +mejor dicho, locura, la llevaban á hacer lo que pocos de la población se +hubieran atrevido á realizar, esto es: sostener una conversación, +delante del público, con la portadora de la letra escarlata. Vestida con +gran magnificencia, con un triple cuello alechugado, talle bordado, bata +de rico terciopelo y apoyada en un bastón de puño de oro, había salido á +ver la procesión cívica. Como esta anciana señora tenía la fama (que +después le costó la vida) de ser parte principal en todos los trabajos +de nigromancia que continuamente se estaban ejecutando, la multitud le +abrió paso franco y se apartó de ella, pareciendo temer el contacto de +sus vestidos, como si llevaran la peste oculta entre sus primorosos +pliegues. Vista en unión de Ester Prynne,--á pesar del sentimiento de +benevolencia con que muchos miraban á esta última,--el terror que de +suyo inspiraba la Sra. Hibbins se aumentó y dió lugar á un alejamiento +general de aquel sitio en que se encontraban las dos mujeres. + +--¿Qué imaginación mortal podría concebirlo?--dijo la anciana en voz +baja, confidencialmente, á Ester.--¡Ese hombre religioso, ese santo en +la tierra como el pueblo lo creía, y como realmente lo parece! ¿Quién +que le vió ahora en la procesión podría pensar que no hace mucho que +salió de su estudio,--apostaría que murmurando algunas frases de la +Biblia en hebreo,--á dar una vuelta por la selva? ¡Ah! Nosotras, Ester +Prynne, sabemos lo que eso significa. Pero, en realidad de verdad, no +puedo resolverme á creer que ese sea el mismo hombre. He visto marchando +detrás de la música á más de un eclesiástico que ha bailado conmigo +cuando Alguien, que no quiero nombrar aquí, tocaba el violín, y que tal +vez sea un hechicero indio ó un brujo laponés que nos saluda y estrecha +las manos en otras ocasiones. Pero eso es una bicoca, para quien sabe lo +que es el mundo, ¿Pero este ministro? ¿Podrás decirme con seguridad, +Ester, si es el mismo hombre á quien encontraste en el sendero de la +selva? + +--Señora, no sé de qué me estáis hablando,--respondió Ester, conociendo, +como conocía, que la dama Hibbins no tenía todos sus sentidos cabales, +pero sorprendida en extremo, y hasta amedrentada, al oir la seguridad +con que afirmaba las relaciones personales que existían entre tantos +individuos (entre ellos Ester misma) y el enemigo malo.--No me +corresponde á mí hablar con ligereza de un ministro tan piadoso y sabio +como el Reverendo Sr. Dimmesdale. + +--¡Ja! ¡ja! ¡mujer!--exclamó la anciana señora alzando el dedo y +moviéndolo de un modo significativo.--¿Crees tú que después de haber ido +yo á la selva tantas veces, no me sería dado conocer á los que han +estado también allí? Sí; aunque no hubiera quedado en sus cabellos +ninguna hojita de las guirnaldas silvestres con que se adornaron la +cabeza mientras bailaban. Yo te conozco, Ester; pues veo la señal que te +distingue entre todas las demás. Todos podemos verla á la luz del sol; +pero en las tinieblas brilla como una llama rojiza. Tú la llevas á la +faz del mundo; de modo que no hay necesidad de preguntarte nada acerca +de este asunto. ¡Pero este ministro!... ¡Déjame decírtelo al oído! +Cuando el Hombre Negro ve á alguno de sus propios sirvientes, que tiene +la marca y el sello suyo, y que se muestra tan cauteloso en no querer +que se sepan los lazos que á él le ligan, como sucede con el Reverendo +Sr. Dimmesdale, entonces tiene un medio de arreglar las cosas de manera +que la marca se ostente á la luz del día y sea visible á los ojos de +todo el mundo. ¿Qué es lo que el ministro trata de ocultar con la mano +siempre sobre el corazón? ¡Ah! ¡Ester Prynne! + +--¿Qué es lo que oculta, buena Sra. Hibbins?--preguntó con vehemencia +Perla.--¿Lo has visto? + +--Nada, querida niña,--respondió la Sra. Hibbins haciendo una profunda +reverencia á Perla.--Tú misma lo verás algún día. Dicen, niña, que +desciendes del Príncipe del Aire. ¿Quieres venir conmigo una noche que +sea hermosa á visitar á tu padre? Entonces sabrás por qué el ministro se +lleva siempre la mano al corazón. + +Y riendo tan estrepitosamente, que todos los que estaban en la plaza del +mercado pudieron oirla, la anciana hechicera se separó de Ester. + +Mientras esto pasaba, se había hecho la plegaria preliminar en la +iglesia, y el Reverendo Sr. Dimmesdale había comenzado su discurso. Un +sentimiento irresistible mantenía á Ester cerca del templo. Como el +sagrado edificio estaba tan lleno que no podía dar cabida á ninguna +persona más, se situó junto al tablado de la picota, hallándose lo +bastante cerca de la iglesia para poder oir todo el sermón como si fuera +un murmullo vago, pero variado, lo mismo que el débil acento de la voz +peculiar del ministro. + +El órgano vocal del Sr. Dimmesdale era de suyo un rico tesoro, de modo +que el oyente, aunque no comprendiera nada del idioma en que el orador +hablaba, podía sin embargo sentirse arrastrado por el simple sonido y +cadencia de las palabras. Como toda otra música respiraban pasión y +vehemencia, y despertaban emociones ya tiernas, ya elevadas, en una +lengua que todos podían entender. Á pesar de lo indistinto de los +sonidos, Ester escuchaba con atención tal y con tan profunda simpatía, +que el sermón tuvo para ella una significación propia, completamente +personal, y sin relacionarse en manera alguna con las palabras; las +cuales, si las hubiera podido oir más claramente, sólo habrían sido un +medio materializado que hubiera obscurecido su sentido espiritual. Ya +oía las notas bajas á semejanza del viento que se calma como para +reposarse; ya se elevaba con los sonidos, como si ascendiera por +gradaciones progresivas, ora suaves, ya fuertes, hasta que el volumen de +la voz parecía envolverla en una atmósfera de respetuoso temor y solemne +grandeza. Y sin embargo, á pesar de lo imponente que á veces se volvía +aquella voz, tenía siempre algo esencialmente quejumbroso. Había en ella +una expresión de angustia, ya leve, ya aguda, el murmullo ó el grito, +como quiera concebírsele, de la humanidad sufriente, que brotaba de un +corazón que padecía é iba á herir la sensibilidad de los demás +corazones. Á veces lo único que se percibía era esta expresión +inarticulada de profundo sentimiento, á manera de un sollozo que se +oyera en medio de hondo silencio. Pero aún en los momentos en que la voz +del ministro adquiría más fuerza y vigor, ascendiendo de una manera +irresistible, con mayor amplitud y volumen, llenando la iglesia de tal +modo que parecía querer abrirse paso al través de las paredes y +difundirse en los espacios,--aún entonces, si el oyente prestaba +cuidadosa atención, con ese objeto determinado, podía descubrir también +el mismo grito de dolor. ¿Qué era eso? La queja de un corazón humano, +abrumado de penas, quizás culpable, que revelaba su secreto, cualquiera +que éste fuese, al gran corazón de la humanidad, pidiendo su simpatía ó +su perdón,--á cada momento--en cada acento--y nunca en vano. Esta nota +profunda y dominante, era lo que proporcionaba gran parte de su poder al +ministro. + +Durante todo este tiempo Ester permaneció, como una estatua, clavada al +pie del tablado fatídico. Si la voz del ministro no la hubiese mantenido +allí, habría de todos modos habido un inevitable magnetismo en aquel +lugar, en que comenzó la primera hora de su vida de ignominia. Reinaba +en Ester la idea vaga, confusa, aunque pesaba gravemente en su espíritu, +de que toda la órbita de su vida, tanto antes como después de aquella +fecha, estaba relacionada con aquel sitio, como si fuera el punto que le +diera unidad á su existencia. + +Perla, entretanto, se había apartado de su madre y estaba jugando como +mejor le parecía en la plaza del mercado, alegrando á aquella sombría +multitud con sus movimientos y vivacidad, á manera de un ave de +brillantes plumas que ilumina todo un árbol de follaje obscuro, saltando +de un lado á otro, medio visible y medio oculta entre la sombra de las +espesas hojas. Tenía movimientos ondulantes, á veces irregulares, que +indicaban la inquietud de su espíritu, mucho mayor en aquel día porque +reflejaba la de su madre. Donde quiera que Perla veía algo que excitara +su curiosidad, siempre alerta, allí se dirigía rápidamente, pudiendo +decirse que la niña tomaba plena posesión de lo que fuere, como si lo +considerase su propiedad. Los puritanos la miraban y si se sonreían; mas +no por eso se sentían menos inclinados á creer que la niña era el +vástago de un espíritu malo, á juzgar por el encanto indescriptible de +belleza y excentricidad que brillaba en todo su cuerpecito y se +manifestaba en su actividad. Se dirigió hacia el indio salvaje y le miró +fijamente al rostro, hasta que el indio tuvo conciencia de que se las +había con un sér más selvático que él mismo. De allí, con innata +audacia, pero siempre con característica reserva, corrió al medio de un +grupo de marineros de tostadas mejillas, aquellos salvajes del océano, +como los indios lo eran de la tierra, los que con sorpresa y admiración +contemplaron á Perla como si una espuma del mar hubiese tomado la forma +de una niñita, y estuviera dotada de un alma con esa fosforescencia de +las olas que se vé brillar de noche bajo la proa del buque que va +cortando las aguas. + +Uno de estos marinos, el capitán seguramente, que había hablado con +Ester, se quedó tan prendado del aspecto de Perla, que intentó asirla +para besarla; pero viendo que eso era tan imposible como atrapar un +colibrí en el aire, tomó la cadena de oro que adornaba su sombrero, y se +la arrojó á la niñita. Perla inmediatamente se la puso al rededor del +cuello y de la cintura, con tal habilidad que, al verla, parecía que +formaba parte de ella y era difícil imaginarla sin ese adorno. + +--¿Es tu madre aquella mujer que está allí con la letra escarlata?--dijo +el capitán.--¿Quieres llevarle un recado mío? + +--Si el recado me agrada, lo haré,--dijo Perla. + +--Entonces dile,--replicó el capitán,--que he hablado otra vez con el +viejo médico de rostro moreno, y que él se compromete á traer á su +amigo, el caballero que ella sabe, á bordo de mi buque. De consiguiente, +tu madre sólo tiene que pensar en ella y en tí. ¿Quieres decirle esto, +niña brujita? + +--La Sra. Hibbins dice que mi padre es el Príncipe del Aire,--exclamó +Perla con una maligna sonrisa.--Si vuelves á llamarme bruja, se lo diré +á ella, y perseguirá tu buque con una tempestad. + +Atrevesando la plaza del mercado regresó la niña junto á su madre y le +comunicó lo que el marino le había dicho. Ester, á pesar de su ánimo +fuerte, tranquilo, resuelto, y constante en la adversidad, estuvo á +punto de desmayarse al oir esta noticia precursora de inevitable +desastre, precisamente en los momentos en que parecía haberse abierto un +camino para que ella y el ministro pudieran salir del laberinto de dolor +y de angustias en que estaban perdidos. + +Abrumado su espíritu y llena de terrible perplejidad con las noticias +que le comunicaba el capitán del buque, se vió además sujeta en aquellos +momentos á otra clase de prueba. Se hallaban allí presentes muchos +individuos de los lugares circunvecinos, que habían oído hablar con +frecuencia de la letra escarlata, y para quienes ésta se había +convertido en algo terrífico por los millares de historias falsas ó +exageradas que acerca de ella circulaban, pero que nunca la habían visto +con sus propios ojos; los cuales, después de haber agotado toda otra +clase de distracciones, se agolpaban en torno de Ester de una manera +rudamente indiscreta. Pero á pesar de lo poco escrupulosos que eran, no +podían llegar sino á unas cuantas varas de distancia de ella. Allí se +detenían, merced á la especie de fuerza repulsiva de la repugnancia que +les inspiraba el místico símbolo. Los marineros, observando la +aglomeración de los espectadores, y enterados de lo que significaba la +letra escarlata, vinieron con sus rostros ennegrecidos por el sol, y de +hombres de alma atravesada, á formar también parte del círculo que +rodeaba á Ester; y hasta los indios se vieron contagiados con la +curiosidad de los blancos, y deslizándose al través de la multitud, +fijaron sus ojos negros, á manera de serpiente, en el seno de la pobre +mujer, creyendo acaso que el portador de este brillante emblema bordado +tenía que ser persona de alta categoría entre los suyos. Finalmente, los +vecinos de la población, á pesar de que no experimentaban ya interés +alguno en este asunto, se dirigieron también á aquel sitio y +atormentaron á Ester, tal vez mucho más que todo el resto de los +circunstantes, con la fría é indiferente mirada que fijaban en la +insignia de su vergüenza. Ester vió y reconoció los mismos rostros de +aquel grupo de matronas que habían estado esperando su salida en la +puerta de la cárcel siete años antes; todas estaban allí, excepto la más +joven y la única compasiva entre ellas, cuya veste funeraria hizo +después de aquel acontecimiento. En aquella hora final, cuando creía que +pronto iba á arrojar para siempre la letra candente, se había ésta +convertido singularmente en centro de la mayor atención y curiosidad, +abrasándole el seno más dolorosamente que en ningún tiempo desde el +primer día que la llevó. + +Mientras Ester permanecía dentro de aquel círculo mágico de ignominia +donde la crueldad de su sentencia parecía haberla fijado para siempre, +el admirable orador contemplaba desde su púlpito un auditorio subyugado +por el poder de su palabra hasta las fibras más íntimas de su múltiple +sér. ¡El santo ministro en la iglesia! ¡La mujer de la letra escarlata +en la plaza del mercado! ¿Qué imaginación podría hallarse tan falta de +reverencia que hubiera sospechado que ambos estaban marcados con el +mismo candente estigma? + + + + +XXIII + +LA REVELACIÓN DE LA LETRA ESCARLATA + + +La elocuente voz que había arrebatado el alma de los oyentes, +haciéndoles agitarse como si se hallaran mecidos por las olas de +turbulento océano, cesó al fin de resonar. Hubo un momento de silencio, +profundo como el que tendría que reinar después de las palabras de un +oráculo. Luego hubo un murmullo, seguido de una especie de ruido +tumultuoso: se diría que los circunstantes, viéndose ya libres de la +influencia del encanto mágico que los había transportado á las esferas +en que se cernía el espíritu del orador, estaban volviendo de nuevo en +sí mismos, aunque todavía llenos de la admiración y respeto que aquel +les infundiera. Un momento después, la multitud empezó á salir por las +puertas de la iglesia; y como ahora todo había concluído, necesitaban +respirar una atmósfera más propia para la vida terrestre á que habían +descendido, que aquella á que el predicador los elevó con sus palabras +de fuego. + +Una vez al aire libre, los oyentes expresaron su admiración de diversas +maneras: la calle y la plaza del mercado resonaron de extremo á extremo +con las alabanzas prodigadas al ministro, y los circunstantes no +hallaban reposo hasta haber referido cada cual á su vecino lo que +pensaba recordar ó saber mejor que él. Según el testimonio universal, +jamás hombre alguno había hablado con espíritu tan sabio, tan elevado y +santo como el ministro aquel día; ni jamás hubo labios mortales tan +evidentemente inspirados como los suyos. Podría decirse que esa +inspiración descendió sobre él y se apoderó de su sér, elevándole +constantemente sobre el discurso escrito que yacía ante sus ojos, +llenándole con ideas que habían de parecerle á él mismo tan maravillosas +como á su auditorio. + +Según se colige de lo que hablaba la multitud, el asunto del sermón +había sido la relación entre la Divinidad y las sociedades humanas, con +referencia especial á la Nueva Inglaterra que ellos habían fundado en el +desierto; y á medida que se fué acercando al final de su discurso, +descendió sobre él un espíritu de profecía, que le obligaba á continuar +en su tema como acontecía con los antiguos profetas de Israel, con esta +diferencia, sin embargo, que mientras aquellos anunciaban la ruina y +desolación de su patria, Dimmesdale predecía un grande y glorioso +destino al pueblo allí congregado. Pero en todo su discurso había cierta +nota profunda, triste, dominante, que sólo podía interpretarse como el +sentimiento natural y melancólico de uno que pronto ha de abandonar este +mundo. Sí: su ministro, á quien tanto amaban, y que los amaba tanto á +todos ellos, que no podía partir hacia el cielo sin exhalar un suspiro +de dolor,--tenía el presentimiento de que una muerte prematura le +esperaba, y de que pronto los dejaría bañados en lágrimas. Esta idea de +su permanencia transitoria en la tierra, dió el último toque al efecto +que el predicador había producido; diríase que un ángel, en su paso por +el firmamento, había sacudido un instante sus luminosas alas sobre el +pueblo, produciendo al mismo tiempo sombra y esplendor, y derramando una +lluvia de verdades sobre el auditorio. + +De este modo llegó para el Reverendo Sr. Dimmesdale,--como llega para la +mayoría de los hombres en sus varias esferas de acción, aunque con +frecuencia demasiado tarde,--una época de vida más brillante y llena de +triunfos que ninguna otra en el curso de su existencia, ó que jamás +pudiera esperar. En aquel momento se encontraba en la cúspide de la +altura á que los dones de la inteligencia, de la erudición, de la +oratoria, y de un nombre de intachable pureza, podían elevar á un +eclesiástico en los primeros tiempos de la Nueva Inglaterra, cuando ya +una carrera de esa clase era en sí misma un alto pedestal. Tal era la +posición que el ministro ocupaba, cuando inclinó la cabeza sobre el +borde del púlpito al terminar su discurso. Entre tanto, Ester Prynne +permanecía al pie del tablado de la picota con la letra escarlata +abrasando aún su corazón. + +Oyéronse de nuevo los sones de la música y el paso mesurado de la +escolta militar que salía por la puerta de la iglesia. La procesión +debía dirigirse á la casa consistorial, donde un solemne banquete iba á +completar las ceremonias del día. + +Por lo tanto, de nuevo la comitiva de venerables y majestuosos padres de +la ciudad empezó á moverse en el espacio libre que dejaba el pueblo, +haciéndose respetuosamente á uno y otro lado, cuando el Gobernador y los +magistrados, los hombres ancianos y cuerdos, los santos ministros del +altar, y todo lo que era eminente y renombrado en la población, +avanzaban por en medio de los espectadores. Cuando llegaron á la plaza +del mercado, su presencia fué saludada con una aclamación general; que +si bien podía atribuirse al sentimiento de lealtad que en aquella época +experimentaba el pueblo hacia sus gobernantes, era también la explosión +irresistible del entusiasmo que en el alma de los oyentes había +despertado la elevada elocuencia que aun vibraba en sus oídos. Cada uno +sintió el impulso en sí mismo y casi instantáneamente este impulso se +hizo unánime. Dentro de la iglesia á duras penas pudo reprimirse; pero +debajo de la bóveda del cielo no fué posible contener su manifestación, +más grandiosa que los rugidos del huracán, del trueno ó del mar, en +aquella potente oleada de tantas voces reunidas en una gran voz por el +impulso universal que de muchos corazones forma uno solo. Jamás en el +suelo de la Nueva Inglaterra había resonado antes igual clamoreo. Jamás, +en el suelo de la Nueva Inglaterra, se había visto un hombre de tal modo +honrado por sus conciudadanos como lo era ahora el predicador. + +¿Y qué era de él? ¿No se veían por ventura en el aire las partículas +brillantes de una aureola al rededor de su cabeza? Habiéndose vuelto tan +etéreo, habiendo sus admiradores hecho su apoteosis, ¿pisaban sus pies +el polvo de la tierra cuando iba marchando en la procesión? + +Mientras las filas de los hombres de la milicia y de los magistrados +civiles avanzaban, todas las miradas se dirigían al lugar en que +marchaba el Sr. Dimmesdale. La aclamación se iba convirtiendo en +murmullo á medida que una parte de los espectadores tras otra lograba +divisarle. ¡Cuán pálido y débil parecía en medio de todo este triunfo +suyo! La energía,--ó, mejor dicho, la inspiración que lo sostuvo +mientras pronunciaba el sagrado mensaje que le comunicó su propia +fuerza, como venida del cielo,--ya le había abandonado después de haber +cumplido tan fielmente su misión. El color que antes parecía abrasar sus +mejillas, se había extinguido como llama que se apaga irremediablemente +entre los últimos rescoldos. La mortal palidez de su rostro era tal, que +apenas semejaba éste el de un hombre vivo; ni el que marchaba con pasos +tan vacilantes como si fuera á desplomarse á cada momento, sin hacerlo +sin embargo, apenas podía tampoco tomarse por un ser viviente. + +Uno de sus hermanos eclesiásticos,--el venerable Juan +Wilson,--observando el estado en que se hallaba el Sr. Dimmesdale +después que pronunció su discurso, se adelantó apresuradamente para +ofrecerle su apoyo; pero el ministro, todo trémulo, aunque de una manera +decidida, alejó el brazo que le presentaba su anciano colega. Continuó +andando, si es que puede llamarse andar lo que más bien parecía el +esfuerzo vacilante de un niño á la vista de los brazos de su madre, +extendidos para animarle á que se adelante. Y ahora, casi +imperceptiblemente á pesar de la lentitud de sus últimos pasos, se +encontraba frente á frente de aquel tablado, cuyo recuerdo jamás se +borró de su memoria, de aquel tablado donde, muchos años antes, Ester +Prynne había tenido que soportar las miradas ignominiosas del mundo. +¡Allí estaba Ester teniendo de la mano á Perla! ¡Y allí estaba la letra +escarlata en su pecho! El ministro hizo aquí alto, aunque la música +continuaba tocando la majestuosa y animada marcha al compás de la cual +la procesión iba desfilando. ¡Adelante!--le decía la música,--¡adelante, +al banquete! Pero el ministro se quedó allí como si estuviera clavado. + +El Gobernador Bellingham, que durante los últimos momentos había tenido +fijas en el ministro las ansiosas miradas, abandonando ahora su puesto +en la procesión, se adelantó para prestarle auxilio, creyendo, por el +aspecto del Sr. Dimmesdale, que de lo contrario caería al suelo. Pero en +la expresión de las miradas del ministro había algo que hizo retroceder +al magistrado, aunque no era hombre que fácilmente cediese á las vagas +intimaciones de otro. Entre tanto la multitud contemplaba todo aquello +con temor respetuoso y admiración. Este desmayo terrenal era, según +creían, sólo otra faz de la fuerza celestial del ministro; ni se hubiera +tenido por un milagro demasiado sorprendente contemplarle ascender en +los espacios, ante sus miradas, volviéndose cada vez más transparente y +más brillante, hasta verle por fin desvanecerse en la claridad de los +cielos. + +El ministro se acercó al tablado y extendió los brazos. + +--¡Ester!--dijo,--¡ven aquí! ¡Ven aquí también, Perlita! + +La mirada que les dirigió fué lúgubre, pero había en ella á la vez que +cierta ternura, una extraña expresión de triunfo. La niña, con sus +movimientos parecidos á los de un ave, que eran una de sus cualidades +características, corrió hacia él y estrechó las rodillas del ministro +entre sus tiernos bracitos. Ester, como impelida por inevitable destino, +y contra toda su voluntad, se acercó también á Dimmesdale, pero se +detuvo antes de llegar. En este momento el viejo Rogerio Chillingworth +se abrió paso al través de la multitud, ó, tan sombría, maligna é +inquieta era su mirada, que acaso surgió de una región infernal para +impedir que su víctima realizara su propósito. Pero sea de ello lo que +se quiera, el anciano médico se adelantó rápidamente hacia el ministro y +le asió del brazo. + +--¡Insensato, detente! ¿qué intentas hacer?--le dijo en voz baja.--¡Haz +seña á esa mujer de que se aleje! ¡Haz que se retire también esta niña! +Todo irá bien. ¡No manches tu buen nombre, ni mueras deshonrado! +¡Todavía puedo salvarte! ¿Quieres cubrir de ignominia tu sagrada +profesión? + +--¡Ah! ¡tentador! Me parece que vienes demasiado tarde,--respondió el +ministro fijando las miradas en los ojos del médico, con temor, pero con +firmeza.--Tu poder no es el que antes era. Con la ayuda de Dios me +libraré ahora de tus garras. + +Y extendió de nuevo la mano á la mujer de la letra escarlata. + +--Ester Prynne,--gritó con penetrante vehemencia,--en el nombre de Aquel +tan terrible y tan misericordioso, que en este último momento me concede +la gracia de hacer lo que, con grave pecado y agonía infinita me he +abstenido de hacer hace siete años, ven aquí ahora y ayúdame con tus +fuerzas. Préstame tu auxilio, Ester, pero deja que lo guíe la voluntad +que Dios me ha concedido. Este perverso y agraviado anciano se opone á +ello con todo su poder, con todo su propio poder y el del enemigo malo. +¡Ven, Ester, ven! Ayúdame á subir ese tablado. + +En la multitud reinaba la mayor confusión. Los hombres de categoría y +dignidad que se hallaban más inmediatos al ministro, se quedaron tan +sorprendidos y perplejos acerca de lo que significaba aquello que veían, +tan incapaces de comprender la explicación que más fácilmente se les +presentaba, ó imaginar alguna otra, que permanecieron mudos y tranquilos +espectadores del juicio que la Providencia parecía iba á pronunciar. +Veían al ministro, apoyado en el hombro de Ester y sostenido por el +brazo con que ésta le rodeaba, acercarse al tablado y subir sus gradas, +teniendo entre las manos las de aquella niñita nacida en el pecado. El +viejo Rogerio Chillingworth le seguía, como persona íntimamente +relacionada con el drama de culpa y de dolor en que todos ellos habían +sido actores, y por lo tanto con derecho bastante á hallarse presente en +la escena final. + +--Si hubieras escudriñado toda la tierra,--dijo mirando con sombríos +ojos al ministro,--no habrías hallado un lugar tan secreto, ni tan alto, +ni tan bajo, donde hubieras podido librarte de mí,--como este cadalso en +que ahora estás. + +--¡Gracias sean dadas á Aquel que me ha traído aquí!--contestó el +ministro. + +Temblaba sin embargo, y se volvió hacia Ester con una expresión de duda +y ansiedad en los ojos que fácilmente podía distinguirse, por estar +acompañada de una débil sonrisa en sus labios. + +--¿No es esto mejor,--murmuró,--que lo que imaginamos en la selva? + +--¡No sé! ¡No sé!--respondió ella rápidamente.--¿Mejor? Sí: ¡ojalá +pudiéramos morir aquí ambos, y Perlita con nosotros! + +--Respecto á tí y á Perla, ¡sea lo que Dios ordene!--dijo el +ministro,--y Dios es misericordioso. Déjame hacer ahora lo que Él ha +puesto claramente de manifiesto ante mis ojos, porque yo me estoy +muriendo, Ester. Deja, pues, que me apresure á tomar sobre mi alma la +parte de vergüenza que me corresponde. + +En parte sostenido por Ester, y teniendo de la mano á Perla, el +Reverendo Sr. Dimmesdale se volvió á los dignos y venerables +magistrados, á los sagrados ministros que eran sus hermanos en el Señor, +al pueblo cuya gran alma estaba completamente consternada, aunque llena +de simpatía dolorosa, como si supiera que un asunto vital y profundo, +que si repleto de culpa también lo estaba de angustia y de +arrepentimiento, se iba á poner ahora de manifiesto á la vista de todos. +El sol, que había pasado ya su meridiano, derramaba su luz sobre el +ministro y hacía destacar su figura perfectamente, como si se hubiera +desprendido de la tierra para confesar su delito ante el tribunal de la +Justicia Eterna. + +--¡Pueblo de la Nueva Inglaterra!--exclamó con una voz que se elevó por +encima de todos los circunstantes, alta, solemne y majestuosa,--pero que +con todo era siempre algo trémula, y á veces semejaba un grito que +surgía luchando desde un abismo insondable de remordimiento y de +dolor,--vosotros, continuó, que me habéis amado,--vosotros, que me +habéis creído santo,--miradme aquí, mirad al más grande pecador del +mundo. ¡Al fin, al fin estoy de pie en el lugar en que debía haber +estado hace siete años: aquí, con esta mujer, cuyo brazo, más que la +poca fuerza con que me he arrastrado hasta aquí, me sostiene en este +terrible momento y me impide caer de bruces al suelo! ¡Ved ahí la letra +escarlata que Ester lleva! Todos os habéis estremecido á su vista. Donde +quiera que esta mujer ha ido, donde quiera que, bajo el peso de tanta +desgracia, hubiera podido tener la esperanza de hallar reposo,--esa +letra ha esparcido en torno suyo un triste fulgor que inspiraba espanto +y repugnancia. ¡Pero en medio de vosotros había un hombre, ante cuya +marca de infamia y de pecado jamás os habéis estremecido! + +Al llegar á este punto, pareció que el ministro tenía que dejar en +silencio el resto de su secreto; pero luchó contra su debilidad +corporal, y aun mucho más contra la flaqueza de ánimo que se esforzaba +en subyugarle. Se desembarazó entonces de todo sostén corporal, y dió un +paso hacia adelante resueltamente, dejando detrás de sí á la mujer y á +la niña. + +--¡Esa marca la tenía él!--continuó con una especie de fiero arrebato. +¡Tan determinado estaba á revelarlo todo!--¡El ojo de Dios la veía! ¡Los +ángeles estaban siempre señalándola! ¡El enemigo malo la conocía muy +bien y la estregaba constantemente con sus dedos candentes! Pero él la +ocultaba con astucia á la mirada de los hombres, y se movía entre +vosotros con rostro apesadumbrado, como el de un hombre muy puro en un +mundo tan pecador; y triste, porque echaba de menos sus compañeros +celestiales. Ahora, en los últimos momentos de su vida, se presenta ante +vosotros; os pide que contempléis de nuevo la letra escarlata de Ester; +y os dice que, con todo su horror misterioso, no es sino la pálida +sombra de la que él lleva en su propio pecho; y que aun esta marca roja +que tengo aquí, esta marca roja mía, es solo el reflejo de la que está +abrasando lo más íntimo de su corazón. ¿Hay aquí quién pueda poner en +duda el juicio de Dios sobre un pecador? ¡Mirad! ¡Contemplad un +testimonio terrible de ese juicio! + +Con un movimiento convulsivo desgarró la banda eclesiástica que llevaba +en el pecho. ¡Todo quedó revelado! Pero sería irreverente describir +aquella revelación. Durante un momento las miradas de la multitud +horrorizada se concentraron en el lúgubre milagro, mientras el ministro +permanecía en pie con una expresión triunfante en el rostro, como la de +un hombre que en medio de una crisis del más agudo dolor ha conseguido +una victoria. Después cayó desplomado sobre el cadalso. Ester lo levantó +parcialmente y le hizo reclinar la cabeza sobre su seno. El viejo +Rogerio se arrodilló á su lado con aspecto sombrío, desconcertado, con +un rostro en el cual parecía haberse extinguido la vida. + +--¡Has logrado escaparte de mí!--repetía con frecuencia.--¡Has logrado +escaparte de mí! + +--¡Que Dios te perdone!--dijo el ministro.--¡Tú también has pecado +gravemente! + +Apartó sus miradas moribundas del anciano, y las fijó en la mujer y la +niña. + +--¡Mi pequeña Perla!--dijo débilmente, y una dulce y tierna sonrisa +iluminó su semblante, como el de un espíritu que va entrando en profundo +reposo; mejor dicho, ahora que el peso que abrumaba su alma había +desaparecido, parecía que deseaba jugar con la niña,--mi querida +Perlita, ¿me besarás ahora? ¡No lo querías hacer en la selva! Pero ahora +sí lo harás. + +Perla le dió un beso en la boca. El encanto se deshizo. La gran escena +de dolor en que la errática niña tuvo su parte, había madurado de una +vez todos sus sentimientos y afectos; y las lágrimas que derramaba sobre +las mejillas de su padre, eran una prenda de que ella iría creciendo +entre la pena y la alegría, no para estar siempre en lucha contra el +mundo, sino para ser en él una verdadera mujer. También respecto de su +madre la misión de Perla, como mensajera de dolor, se había cumplido +plenamente. + +--Ester,--dijo el ministro,--¡adiós! + +--¿No nos volveremos á encontrar?--murmuró Ester inclinando la cabeza +junto á la del ministro.--¿No pasaremos juntos nuestra vida inmortal? +Sí, sí, con todo este dolor nos hemos rescatado mutuamente. Tú estás +mirando muy lejos, allá en la eternidad, con tus brillantes y moribundos +ojos. Díme, ¿qué es lo que ves? + +--¡Silencio, Ester, silencio!--dijo el ministro con trémula +solemnidad.--La ley que quebrantamos,--la culpa tan terriblemente +revelada,--sean tus solos pensamientos. ¡Yo temo!... ¡temo!... Quizás +desde que olvidamos á nuestro Dios, desde que violamos el mutuo respeto +que debíamos á nuestras almas,--fué ya vano esperar el poder asociarnos +después de esta vida en una unión pura y sempiterna. Dios sólo lo sabe y +Él es misericordioso. Ha mostrado su compasión, más que nunca, en medio +de mis aflicciones, con darme esta candente tortura que llevaba en el +pecho; con enviarme á ese terrible y sombrío anciano, que mantenía +siempre esa tortura cada vez más viva; con traerme aquí, para acabar mi +vida con esta muerte de triunfante ignominia ante los ojos del pueblo. +Si alguno de estos tormentos me hubiera faltado, yo estaría perdido para +siempre! ¡Loado sea su nombre! ¡Hágase su voluntad! ¡Adiós! + +Con la última palabra, el ministro exhaló también su último aliento. La +multitud, silenciosa hasta entonces, prorrumpió en un murmullo extraño y +profundo de temor y de sorpresa que no pudieron hallar otra expresión, +sino en ese murmullo que resonó tan gravemente después que aquella alma +hubo partido. + + + + +XXIV + +CONCLUSIÓN + + +Al cabo de muchos días, cuando el pueblo pudo coordinar sus ideas acerca +de la escena que acabamos de referir, hubo más de una versión de lo que +había ocurrido en el tablado de la picota. + +La mayor parte de los espectadores aseguró haber visto impresa en la +carne del pecho del infeliz ministro una LETRA ESCARLATA, que era la +exacta reproducción de la que tenía Ester en el vestido. Respecto á su +origen se dieron varias explicaciones, todas las cuales fueron +simplemente conjeturas. Algunos afirmaban que el Reverendo Sr. +Dimmesdale, el mismo día en que Ester Prynne llevó por vez primera su +divisa ignominiosa, había comenzado una serie de penitencias, que +después continuó de diversos modos, imponiéndose él mismo una horrible +tortura corporal. Otros aseguraban que el estigma no se había producido +sino mucho tiempo después, cuando el viejo Rogerio Chillingworth, que +era un poderoso nigromántico, la hizo aparecer con sus artes mágicas y +venenosas drogas. Otros había,--y estos eran los más á propósito para +apreciar la sensibilidad exquisita del ministro y la maravillosa +influencia que ejercía su espíritu sobre su cuerpo,--que pensaban que el +terrible símbolo era el efecto del constante y roedor remordimiento que +se albergaba en lo más íntimo del corazón, manifestándose al fin el +inexorable juicio del Cielo por la presencia visible de la letra. El +lector puede escoger entre estas teorías la que más le agrade. + +Es singular, sin embargo, que varios individuos, que fueron espectadores +de toda la escena, y sostenían no haber apartado un instante las miradas +del Reverendo Sr. Dimmesdale, negaran absolutamente que se hubiese visto +señal alguna en su pecho. Y á juzgar por lo que estas mismas personas +decían, las últimas palabras del moribundo no admitieron, ni aun +siquiera remotamente, que hubiera habido, de su parte, la más leve +relación con la culpa que obligó á Ester á llevar por tanto tiempo la +letra escarlata. Según estos testigos, dignos del mayor respeto y +consideración, el ministro, que tenía conciencia de que estaba moribundo +y también de que la reverencia de la multitud le colocaba ya entre el +número de los santos y de los ángeles, había deseado, exhalando el +último aliento en los brazos de la mujer caída, expresar ante la faz del +mundo cuán completamente vano era lo que se llama virtud y perfección +del hombre. Después de haberse acabado la vida con sus esfuerzos en pró +del bien espiritual de la humanidad, había convertido su manera de morir +en una especie de parábola viviente, con objeto de imprimir en la mente +de sus admiradores la poderosa y triste enseñanza de que, comparados con +la Infinita Pureza, todos somos igualmente pecadores; para enseñarles +también que el más inmaculado entre nosotros, sólo ha podido elevarse +sobre sus semejantes lo necesario para discernir con mayor claridad la +misericordia que nos contempla desde las alturas, y repudiar más +absolutamente el fantasma del mérito humano que dirige sus miradas hacia +arriba. Sin querer disputar la verdad de este aserto, se nos debe +permitir que consideremos esta versión de la historia del Sr. +Dimmesdale, tan sólo como un ejemplo de la tenaz fidelidad con que los +amigos de un hombre, y especialmente de un eclesiástico, defienden su +reputación, aun cuando pruebas tan claras como la luz del sol al +mediodía iluminando la letra escarlata, lo proclamen una criatura +terrenal, falsa y manchada con el pecado. + +La autoridad que hemos seguido principalmente,--esto es, un manuscrito +de fecha muy antigua, redactado en vista del testimonio verbal de varias +personas, algunas de las cuales habían conocido á Ester Prynne, mientras +otras habían oído su historia de los labios de testigos +presenciales,--confirma plenamente la opinión adoptada en las páginas +que preceden. Entre muchas conclusiones morales que se pueden deducir de +la experiencia dolorosa del pobre ministro, y que se agolpan á nuestra +mente, escogemos esta:--"¡Sé sincero! ¡Sé sincero! ¡Sé sincero! Muestra +al mundo, sin ambajes, si no lo peor de tu naturaleza, por lo menos +algún rasgo del que se pueda inferir lo peor." + +Nada hubo que llamara tanto la atención como el cambio que se operó casi +inmediatamente después de la muerte del Sr. Dimmesdale, en el aspecto y +modo de ser del anciano conocido bajo el nombre de Rogerio +Chillingworth. Todo su vigor y su energía, toda su fuerza vital é +intelectual, parecieron abandonarle de una vez, hasta el extremo de que +realmente se consumió, se arrugó, y hasta desapareció de la vista de +los mortales, como una hierba arrancada de raíz que se seca á los rayos +ardientes del sol. Este hombre infeliz había hecho de la prosecución y +ejercicio sistemático de la venganza el objeto primordial de su +existencia; y una vez obtenido el triunfo más completo, el principio +maléfico que le animaba no tuvo ya en que emplearse, y no habiendo +tampoco en la tierra ninguna obra diabólica que realizar, no le quedaba +á aquel mortal inhumano otra cosa que hacer, sino ir á donde su Amo le +proporcionase tarea suficiente, y le recompensase con el salario debido. +Pero queremos ser clementes con todos esos seres impalpables que por +tanto tiempo han sido nuestros conocidos, lo mismo con Rogerio +Chillingworth que con sus compañeros. Es asunto digno de investigarse +saber hasta qué punto el odio y el amor vienen á ser en realidad la +misma cosa. Cada uno de estos sentimientos, en su más completo +desarrollo, presupone un profundo é íntimo conocimiento del corazón +humano; también cada uno de estos sentimientos presupone que un +individuo depende de otro para la satisfacción de sus afectos y de su +vida espiritual; cada una de esas sensaciones deja en el desamparo y la +desolación al amante apasionado ó al aborrecedor no menos apasionado, +desde el momento en que desaparece el objeto del odio ó del amor. Por lo +tanto, considerados filosóficamente los dos sentimientos de que +hablamos, vienen á ser en su esencia uno mismo, excepto que el amor se +contempla á la luz de un esplendor celestial, y el odio al reflejo de +sombría y lúgubre llamarada. En el mundo espiritual, el anciano médico y +el joven ministro,--habiendo sido ambos víctimas mutuas,--quizás, hayan +encontrado toda la suma de su odio y antipatía terrenal transformada en +amor. + +Pero dejando á un lado esta discusión, comunicaremos al lector algunas +noticias de otra naturaleza. Al fallecimiento del anciano Rogerio +Chillingworth (que aconteció al cabo de un año), se vió por su +testamento y última voluntad, del cual fueron albaceas el Gobernador +Bellingham y el Reverendo Sr. Wilson, que había legado una considerable +fortuna, tanto en la Nueva Inglaterra como en la madre patria, á +Perlita, la hija de Ester Prynne. + +De consiguiente Perla, la niña duende, el vástago del demonio como +algunas personas aún persistían en considerarla, se convirtió en la +heredera más rica de su época en aquella parte del Nuevo Mundo; y +probablemente esta circunstancia produjo un cambio muy notable en la +estimación pública, y si la madre y la hija hubieran permanecido en la +población, la pequeña Perla, al llegar á la edad de poder casarse, +habría mezclado su sangre impetuosa con la del linaje de los más devotos +puritanos de la colonia. Pero no mucho tiempo después del fallecimiento +del médico, la portadora de la letra escarlata desapareció de la ciudad +y con ella Perla. + +Durante muchos años, aunque de tarde en tarde solían llegar algunos +vagos rumores al través de los mares, no se recibieron sin embargo +noticias auténticas de la madre y de la hija. La historia de la letra +escarlata se convirtió en leyenda; la fascinación que ejercía se mantuvo +poderosa por mucho tiempo, y tanto el tablado fatídico como la cabaña +junto á la orilla del mar donde vivió Ester, continuaron siendo objeto +de cierto respetuoso temor. Varios niños que jugaban una tarde cerca de +la referida cabaña, vieron á una mujer alta, con traje de color obscuro, +acercarse á la puerta; ésta no se había abierto ni una sola vez en +muchos años; pero sea que la mujer la abriera, ó que la puerta cediese á +la presión de su mano, por hallarse la madera y el hierro en estado de +descomposición, ó sea que se deslizara como un fantasma al través de +cualquier obstáculo,--lo cierto es que aquella mujer entró en la +desierta y abandonada cabaña. + +Se detuvo en el umbral, y dirigió una mirada en torno suyo,--porque tal +vez la idea de entrar sola, y después de tantos cambios, en aquella +morada en que también había padecido tanto, fué algo más triste y +horrible de lo que ella podía soportar. Pero su vacilación, aunque no +duró sino un instante, fué lo suficiente para dejar ver una letra +escarlata en su pecho. + +Ester Prynne había, pues, regresado y tomado de nuevo la divisa de su +ignominia, ya largo tiempo dada al olvido. ¿Pero dónde estaba Perlita? +Si aún vivía, se hallaba indudablemente en todo el brillo y florescencia +de su primera juventud. Nadie sabía, ni se supo jamás á ciencia cierta, +si la niña duende había descendido á una tumba prematura, ó si su +naturaleza tumultuosa y exuberante se había calmado y suavizado, +haciéndola capaz de experimentar la apacible felicidad propia de una +mujer. Pero durante el resto de la vida de Ester, hubo indicios de que +la reclusa de la letra escarlata era objeto del amor é interés de algún +habitante de otras tierras. Se recibían cartas estampadas con un escudo +de armas desconocidas en la heráldica inglesa. En la cabaña consabida +había objetos y artículos de diversa clase, hasta de lujo, que nunca se +ocurrió á Ester usar, pero que solamente una persona rica podría haber +comprado, ó en los que podría haber pensado sólo el afecto hacia ella. +Se veían allí bagatelas, adornos, dijes, bellos presentes que indicaban +un recuerdo constante y que debieron de ser hechos por delicados dedos, +á impulsos de un tierno corazón. Una vez se vió á Ester bordando un +trajecito de niño de tierna edad, con tal profusión de oro, que casi +habría dado origen á un motín, si en las calles de Boston se hubiera +presentado un tierno infante con un vestido de tal jaez. + +En fin, las comadres de aquel tiempo creían, y el administrador de +aduana Sr. Pue, que investigó el asunto un siglo más tarde, creía +igualmente,--y uno de sus recientes sucesores en el mismo empleo cree +también á puño cerrado, que Perla no solo vivía, sino que estaba casada, +era feliz, y se acordaba de su madre, y que con el mayor contento habría +tenido junto á sí y festejado en su hogar á aquella triste y solitaria +mujer. + +Pero había para Ester Prynne una vida más real en la Nueva Inglaterra, +que no en la región desconocida donde se había establecido Perla. Su +culpa la cometió en la Nueva Inglaterra: aquí fué donde padeció; y aquí +donde tenía aún que hacer penitencia. Por lo tanto había regresado, y +volvió á llevar en el pecho, por efecto de su propia voluntad, pues ni +el más severo magistrado de aquel rígido período se lo hubiera impuesto, +el símbolo cuya sombría historia hemos referido, sin que después dejara +jamás de lucir en su seno. Pero con el transcurso de los años de +trabajos, de meditación y de obras de caridad que constituyeron la vida +de Ester, la letra escarlata cesó de ser un estigma que atraía la +malevolencia y el sarcasmo del mundo, y se convirtió en un emblema de +algo que producía tristeza, que se miraba con cierto asombro temeroso y +sin embargo con reverencia. Y como Ester Prynne no tenía sentimientos +egoístas, ni de ningún modo vivía pensando solo en su propio bienestar y +satisfacción personal, las gentes iban á confiarle todos sus dolores y +tribulaciones y le pedían consejo, como á persona que había pasado por +pruebas severísimas. Especialmente las mujeres, con la historia eterna +de almas heridas por afectos mal retribuidos, ó mal puestos, ó no bien +apreciados, ó en consecuencia de pasión errada ó culpable,--ó abrumadas +bajo el grave peso de un corazón inflexible, que de nadie fué solicitado +ni estimado,--estas mujeres eran las que especialmente iban á la cabaña +de Ester á consultarla, y preguntarle por qué se sentían tan +desgraciadas y cuál era el remedio para sus penas. Ester las consolaba y +aconsejaba lo mejor que podía, dándoles también la seguridad de su +creencia firmísima de que algún día, cuando el mundo se encuentre en +estado de recibirla, se revelará una nueva doctrina que establezca las +relaciones entre el hombre y la mujer sobre una base más sólida y más +segura de mutua felicidad. En la primera época de su vida Ester se había +imaginado, aunque en vano, que ella misma podría ser la profetisa +escogida por el destino para semejante obra; pero desde hace tiempo +había reconocido la imposibilidad de que la misión de dar á conocer una +verdad tan divina y misteriosa, se confiara á una mujer manchada con la +culpa, humillada con la vergüenza de esa culpa, ó abrumada con un dolor +de toda la vida. El ángel, y al mismo tiempo el apóstol de la futura +revelación, tiene que ser indudablemente una mujer, pero excelsa, pura y +bella; y además sabia y cuerda, no como resultado del sombrío pesar, +sino del suave calor de la alegría, demostrando cuán felices nos puede +hacer el santo amor, mediante el ejemplo de una vida dedicada á ese fin +con éxito completo. + +Así decía Ester Prynne dirigiendo sus tristes miradas á la letra +escarlata. Y después de muchos, muchos años, se abrió una nueva tumba, +cerca de otra ya vieja y hundida, en el cementerio de la ciudad, +dejándose un espacio entre ellas, como si el polvo de los dos dormidos +no tuviera el derecho de mezclarse; pero una misma lápida sepulcral +servía para las dos tumbas. Al rededor se veían por todas partes +monumentos en que había esculpidos escudos de armas; y en esta sencilla +losa,--como el curioso investigador podrá aún discernirlo, aunque se +quede confuso acerca de su significado, se veía algo á semejanza de un +escudo de armas. Llevaba una divisa cuyos términos heráldicos podrían +servir de epígrafe y ser como el resumen de la leyenda á que damos fin: +sombría, y aclarada solo por un punto luminoso, á veces más tétrico que +la misma sombra:-- + + "EN CAMPO, SABLE, LA LETRA A, GULES."[18] + + FIN. + + * * * * * + + +"=La Isla del Tesoro.=--Es una sabrosa narración con un niño por héroe, +con peripecias dramáticas y conmovedoras. Conserva en toda ella una +pureza y una sencillez muy dignas, que la darán franca entrada en el +hogar doméstico más severo."--_La Ilustración Española y Americana_, +Madrid. + + * * * * * + +"=Pan, Queso y Besos.=--Es un relato fiel de esas escenas tan +magistralmente descritas, que al contemplarlas experimenta el lector +grandísimas impresiones."--_Boletín de la Sociedad Protectora de los +Niños_, Madrid. + + * * * * * + +"=Azabache.=--¡Qué alta enseñanza se desprende de la lectura de tan +precioso libro! ¡Cómo se pone de relieve en sus páginas el atraso de los +hombres y pueblos que maltratan, estropean, torturan y aniquilan á los +animales, esos buenos amigos y compañeros del hombre en su evolución +histórica y social á través de los tiempos! No es para sorprender, en +vista del mérito excepcional de esta obra, las numerosas ediciones que +de ella se han hecho y la circunstancia de haber sido declarada como +texto suplementario de lectura en las escuelas de Massachusetts. Desde +el punto de vista de la educación moral, _Azabache_ es un valiosísimo +contingente, que no debía faltar en ninguna familia, si esta desea +fomentar en los jóvenes los sentimientos de la bondad, de la justicia y +aun de la filantropía."--_La Escuela Primaria_, Mérida de Yucatán, +_Junio 15, 1893._ + + * * * * * + +"=La Casa del Pantano=, escrita por FLORENCE WARDEN, pertenece al género +de literatura moderno. Allí, pues, nada hay que no sea verosímil y el +argumento está descrito con tanta habilidad, que nuestra imaginación no +tiene que divagar para encontrar los personajes que figuran en la obra, +aunque en distintos países y con diferentes nombres."--_El Callao_, +Callao. + + +LAS AVENTURAS DEL +VICARIO DE +WAKEFIELD + +POR +OLIVERIO GOLDSMITH. + +Versión castellana hecha con sumo esmero y la única completa en nuestra +lengua, de esta famosísima obra, considerada universalmente como +CLÁSICA. + +Un tomo de unas 300 páginas, bien impreso, con preciosos grabados y +encuadernado artísticamente. + +Edición económica 50 centavos. De medio lujo 75 centavos. + +EL VICARIO DE WAKEFIELD.--"La novela más interesante en lengua +inglesa."--LORD BYRON. + +EL VICARIO DE WAKEFIELD.--"Excelente, interesante, lo mejor de cuanto se +ha escrito como novela doméstica."--GOETHE. + +EL VICARIO DE WAKEFIELD.--"Lo más delicado de cuanto la inteligencia +humana ha producido en su género."--WALTER SCOTT. + +EL VICARIO DE WAKEFIELD.--"Ningún otro escritor ha logrado con tan buen +suceso llegar á los fines del moralista. Pensamientos, humoradas y +agudezas abundan en cada página."--WASHINGTON IRVING. + +La única versión española del VICARIO DE WAKEFIELD., completa y correcta +es la publicada por + +D. APPLETON Y COMPAÑÍA, EDITORES, +NUEVA YORK. + + +NOTAS: + +[1] Boston es la capital del Estado de Massachusetts, y Salem, donde se +escribió el libro, es un puerto de mar en el mismo Estado, distante unas +14 millas del primero. Á esa distancia hace referencia el autor.--N. del +T. + +[2] El autor se refiere al bosquejo así titulado que sirve de +introducción á uno de sus primeros libros: _Musgos de una Antigua +Mansión_, donde entra en ciertos pormenores autobiográficos.--N. del T. + +[3] De las letras U. S., iniciales y abreviación del nombre inglés +United States, ó sea los Estados Unidos, se ha formado _Uncle Sam_, el +Tío Samuel, apodo ó mote que se dá vulgarmente á dicha nación.--N. del +T. + +[4] La última guerra entre Inglaterra y los Estados Unidos fué en +1812-'14. + +[5] Hawthorne se refiere á los _Musgos de una Antigua Mansión_, que ya +antes se ha mencionado.--N. del T. + +[6] Hawthorne alude al famoso proceso, ó mejor dicho, persecución de las +brujas ó individuos acusados de sostener tratos con el diablo, que costó +la vida á unas veinte personas en el verano de 1692. Este acontecimiento +es célebre en los anales de la Nueva Inglaterra.--N. del T. + +[7] Hawthorne alude á la famosa "Asociación literaria del _Brook Farm_ +(Finca del Riachuelo) para la Educación y la Agricultura," fundada por +el crítico y literato americano Jorge Ripley y Sofía Ripley en 1841, a +unas diez millas de Boston. El objeto de esa asociación unitaria, +comunística y humanitaria era crear las condiciones necesarias para +producir el adelanto intelectual y una civilización ideal, reduciendo á +su mínimum el trabajo material, simplificando la maquinaria social, y +consiguiendo de este modo el máximum de tiempo para el desenvolvimiento +y educación moral y espiritual. Tomaron parte en el proyecto muchas +personas de ambos sexos que después brillaron en la literatura, el +periodismo, etc. Hawthorne permaneció en la asociación muy poco tiempo. +La empresa, como es de suponerse, fracasó al cabo de cuatro ó cinco +años.--N. del T. + +[8] Los nombres que cita el autor son de los más distinguidos de la +literatura de los Estados Unidos. R. Waldo Emerson, poeta, filósofo +eminente y educacionista, talento original, autor de gran valer, nacido +en 1803, falleció en 1882. Guillermo Ellery Channing, teólogo, +filántropo, y autor de nota, nació en 1780 y murió en 1842. Enrique D. +Thoreau, filósofo, naturalista, y autor, también muy original, nació en +1817 y murió en 1862. Jorge S. Hillard (1803-1879) fué un abogado muy +distinguido, un orador notable, y autor no común; por último Enrique W. +Longfellow es uno de los pocos poetas americanos que goza de reputación +universal y cuyas obras están traducidas á casi todos los idiomas +europeos. Nació en 1807 y murió en 1882.--N. del T. + +[9] Amos Bronson Alcott (1799-1888) fué un filósofo transcendentalista y +neoplatónico, y un idealista consumado.--N. del T. + +[10] Chaucer y Burns, dos célebres poetas ingleses que florecieron, el +primero en el siglo XIV, y el segundo á fines del siglo pasado.--N. del +T. + +[11] Cuando se escribió _La Letra Escarlata_, hacía poco tiempo que se +habían descubierto las ricas minas de oro de California, que atraían +aventureros de todas partes del mundo halagados con la esperanza de +enriquecerse en poco tiempo.--N. del T. + +[12] En la época en que se escribió _La Letra Escarlata_ había en los +Estados Unidos dos grandes partidos políticos, los _whigs_ (hoy +republicanos) y los demócratas, al que pertenecía Hawthorne. El período +presidencial dura cuatro años, al cabo de los cuales se celebran +elecciones para nombrar un sucesor á la Presidencia. Un nuevo Presidente +trae numerosos cambios en el personal de los empleados federales y +muchas cesantías, especialmente cuando uno de los dos partidos políticos +entra á tomar el puesto del otro. En este caso las decapitaciones, como +dice Hawthorne, no tienen fin.--N. del T. + +[13] Ana Hutchinson fué una mujer notable por sus virtudes y sus ideas +en materia de religión. Nacida en Inglaterra hacia 1590, vino á Boston +con su familia en 1634, y comenzó á dar conferencias religiosas. Por +desgracia para ella, sus doctrinas no eran las que profesaban los +puritanos de la Nueva Inglaterra, quienes alarmados al ver los +prosélitos que hacía, la acusaron de hereje y sediciosa, y la +desterraron de la Provincia de Massachusetts, con muchos de sus +partidarios, después de haberla tenido en prisión algún tiempo. En 1643 +fué asesinada por los indios, juntamente con varios miembros de su +familia.--N. del T. + +[14] Casi es inútil observar que en las sectas protestantes se da el +nombre de Ministros ó Pastores á los ministros del altar y que les está +permitido casarse.--N. del T. + +[15] Filósofo inglés y hombre de ciencia que floreció en la primera +mitad del siglo 17.--N. del T. + +[16] Sabido es que á los ministros ó pastores de las sectas protestantes +les está permitido casarse.--N. del T. + +[17] Véase acerca de Ana Hutchinson la nota en la página 59 [nota 13]. + +[18] Esta frase heráldica, vertida en lenguaje común, quiere decir que +en un campo ó fondo obscuro, resalta la letra A de color escarlata.--N. +del T. + + + + + + +End of Project Gutenberg's La letra escarlata, by Nathaniel Hawthorne + +*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA LETRA ESCARLATA *** + +***** This file should be named 36990-8.txt or 36990-8.zip ***** +This and all associated files of various formats will be found in: + http://www.gutenberg.org/3/6/9/9/36990/ + +Produced by David Starner, Chuck Greif and the Online +Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This +book was produced from scanned images of public domain +material from the Google Print project.) + + +Updated editions will replace the previous one--the old editions +will be renamed. + +Creating the works from public domain print editions means that no +one owns a United States copyright in these works, so the Foundation +(and you!) can copy and distribute it in the United States without +permission and without paying copyright royalties. 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It exists +because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from +people in all walks of life. + +Volunteers and financial support to provide volunteers with the +assistance they need, are critical to reaching Project Gutenberg-tm's +goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will +remain freely available for generations to come. In 2001, the Project +Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure +and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations. +To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation +and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4 +and the Foundation web page at http://www.pglaf.org. + + +Section 3. 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You may copy it, give it away or +re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included +with this eBook or online at www.gutenberg.org + + +Title: La letra escarlata + novela escrita en inglés + +Author: Nathaniel Hawthorne + +Translator: Sellén Francisco + +Release Date: August 6, 2011 [EBook #36990] + +Language: Spanish + +Character set encoding: ISO-8859-1 + +*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA LETRA ESCARLATA *** + + + + +Produced by David Starner, Chuck Greif and the Online +Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This +book was produced from scanned images of public domain +material from the Google Print project.) + + + + + + +</pre> + +<hr class="full" /> + +<p class="figcenter"> +<a href="images/front.jpg"> +<img src="images/cover.jpg" +id="coverpage" width="344" height="550" alt="LA +LETRA +ESCARLATA +POR NATANIEL HAWTHORNE +NUEVA YORK +D. APPLETON Y CÍA. +Editores" title="" /></a> +</p> + +<p><span class="lettree">“</span><b><span class="lettre">C</span>onfusión.</b>—Tal es el título de una preciosa obrita que acabamos de +recibir, y que es una joya de la literatura Inglesa. Su autor, el famoso +literato Conway, en esta nueva producción de su fecundo ingenio, ha sido +tan feliz como en sus obras anteriores: una trama siempre viva é +interesante que mantiene viva la atención del lector que ávido devora +los capítulos tan correctos como elegantemente escritos.”—<i>El Mentor de +los Niños</i>, Guadalajara.</p> + +<p class="ast">*<br />* *</p> + +<p><span class="lettree">“</span><b><span class="lettre">M</span>isterio * * * *.</b>—Hemos leído esta novela sin poderla dejar de la mano +un solo instante, tal es el interés verdaderamente extraordinario de su +argumento, así como la novedad del mismo y la admirable armonía de todos +sus capítulos.”—<i>La Lucha</i>, Habana.</p> + +<p class="ast">*<br />* *</p> + +<p><span class="lettree">“</span><b><span class="lettre">L</span>as Minas del Rey Salomón.</b>—Esta obra está escrita sin pretensiones de +ningún género, con esa sobriedad que tanto nos encanta en los novelistas +Ingleses, con un lenguaje claro y correcto y un estilo gráfico y +elegante, es un acabado cuadro de las costumbres de los habitantes del +África austral, hecha con discreción, exactitud é imparcialidad.”—<i>El +Buscapié.</i>, Puerto Rico.</p> + +<p class="ast">*<br />* *</p> + +<p><span class="lettree">“</span><b><span class="lettre">D</span>ora.</b>—Profunda moralidad, correcto y elegante estilo literario, unidos +á una viva é interesante trama, que mantiene siempre ávido al lector por +continuar devorando sus capítulos, son las cualidades de esta joya de la +literatura Inglesa.”—<i>El Mentor de los Niños</i>, Guadalajara, Méjico.</p> + +<div class="sans"> +<h1>LA LETRA ESCARLATA<br /><br /> +<small><small><i>NOVELA ESCRITA EN INGLÉS</i></small></small></h1> + +<p> +<br /> +</p> + +<p class="cb"><small>POR</small><br /><br /> +NATANIEL HAWTHORNE</p> + +<p> +<br /> +</p> + +<p class="cb"><small>VERSIÓN CASTELLANA DE</small><br /> +FRANCISCO SELLÉN<br /> +<br /> +<small>TERCERA EDICIÓN</small></p> + +<p class="figcenter"> +<img src="images/colophon.png" width="100" height="113" alt="colophon" title="" /> +</p> + +<p class="cb"> +NUEVA YORK<br /> +D. APPLETON Y COMPAÑÍA, EDITORES<br /> +1903</p> + +</div> + +<p> +<br /> +</p> + +<p class="c">C<small>OPYRIGHT</small>, 1894,<br /> +B<small>Y</small> D. APPLETON AND COMPANY.<br /> +<br /> +<i>La propiedad de esta obra está protegida por la ley en varios países,<br /> +donde se perseguirá á los que la reproduzcan fraudulentamente.</i><br /> +<br /> +<i>Traducción española, registrada según el Tratado Internacional de<br /> +Propiedad Literaria.</i></p> + +<p> +<br /> +<br /> +</p> + +<table border="0" cellpadding="5" cellspacing="0" summary="contents" +style="text-align:center;"> +<tr><td><a href="#INTRODUCCION"><b>INTRODUCCIÓN</b></a></td></tr> +<tr><td><a href="#PREFACIO_DEL_AUTOR_A_LA_SEGUNDA_EDICION_AMERICANA"><b>PREFACIO DEL AUTOR Á LA SEGUNDA EDICIÓN AMERICANA</b></a></td></tr> +<tr><td><a href="#LA_ADUANA"><b>LA ADUANA</b></a></td></tr> +<tr><td><a href="#LA_LETRA_ESCARLATA"><b>LA LETRA ESCARLATA:</b></a> <a href="#I"><b>I, </b></a> +<a href="#II"><b>II, </b></a> +<a href="#III"><b>III, </b></a> +<a href="#IV"><b>IV, </b></a> +<a href="#V"><b>V, </b></a> +<a href="#VI"><b>VI, </b></a> +<a href="#VII"><b>VII, </b></a> +<a href="#VIII"><b>VIII, </b></a> +<a href="#IX"><b>IX, </b></a> +<a href="#X"><b>X, </b></a> +<a href="#XI"><b>XI, </b></a> +<a href="#XII"><b>XII, </b></a> +<a href="#XIII"><b>XIII, </b></a> +<a href="#XIV"><b>XIV, </b></a> +<a href="#XV"><b>XV, </b></a> +<a href="#XVI"><b>XVI, </b></a> +<a href="#XVII"><b>XVII, </b></a> +<a href="#XVIII"><b>XVIII, </b></a> +<a href="#XIX"><b>XIX, </b></a> +<a href="#XX"><b>XX, </b></a> +<a href="#XXI"><b>XXI, </b></a> +<a href="#XXII"><b>XXII, </b></a> +<a href="#XXIII"><b>XXIII, </b></a> +<a href="#XXIV"><b>XXIV.</b></a> +</td></tr> +</table> + +<h3><a name="INTRODUCCION" id="INTRODUCCION"></a>INTRODUCCIÓN</h3> + +<p class="cb">——</p> + +<p>A<small>L</small> presentar en lengua castellana la obra maestra del novelista +americano Nataniel Hawthorne, que sin duda es también una de las más +notables producciones de la literatura amena de los Estados Unidos, +hemos creído conveniente hacerla preceder de la traducción de los +párrafos que, á manera de prefacio, aparecen en una de las últimas +ediciones de esta novela en su idioma nativo. Como verá el que lo +leyere, se dan en dicho trabajo algunos detalles, que no carecen de +interés, acerca de la obra y de su autor:—</p> + +<p>"L<small>A</small> L<small>ETRA</small> E<small>SCARLATA</small> fué la primera producción de gran aliento que +escribió Hawthorne después de haberse dado á conocer con sus "Cuentos +dos veces referidos;" y también el primero de sus libros que alcanzó +popularidad. En el intermedio había publicado "El Sillón del Abuelo," +para niños, y "Musgos de una antigua morada;" pero solo después de +fijada su residencia en Salem, donde desempeñaba el empleo de +Administrador de la Aduana de aquel puerto, fué cuando comenzó á +experimentar la sensación, según manifestó él mismo á un amigo suyo, de +"que una novela le bullía en el cerebro." Esta novela es la que hoy +goza de fama universal y se ofrece á los lectores en el presente +volumen. La comenzó á principios del invierno de 1849 á 1850, y la +terminó en 3 de Febrero del año últimamente nombrado. Al día siguiente +de concluída, escribió á su amigo Horacio Bridge diciéndole:—</p> + +<p>"Ayer fué cuando vine á dar remate á mi libro, una parte del cual, el +principio, se hallaba ya en prensa en Boston, mientras la otra, el +final, aun yacía en las profundidades de mi cerebro, en esta ciudad de +Salem; de modo que, como Vd. vé, la historia tiene por lo menos catorce +millas de largo.<a name="FNanchor_1_1" id="FNanchor_1_1"></a><a href="#Footnote_1_1" class="fnanchor">[1]</a>... Algunas partes están escritas con vigor; pero mis +producciones nunca se han dirigido ni se dirigirán jamás á los +sentimientos generales de la humanidad, y por lo tanto no serán nunca +muy populares; y si bien hay personas que gustan mucho de mis escritos, +hay otras á quienes les son completamente indiferentes y no encuentran +en ellos nada digno de notarse. Precede á este libro una introducción +(La Aduana) en la que bosquejo mi vida de empleado: hay de vez en cuando +en ella ciertas pinceladas, que acaso la hagan más interesante que la +historia misma, la cual es en extremo sombría."</p> + +<p>Lo grave y lóbrego de la situación en que había colocado á Ester y á +Dimmesdale le abrumaban de tal modo, que decía de sí mismo que, durante +el invierno citado, su espíritu había sido "un tegido de dolores." +Hawthorne, á semejanza de Balzac, se aislaba mientras estaba +escribiendo una novela; y puede decirse, sin exageración, que entonces +apenas veía á nadie. En ciertas épocas de su vida llegó á notarse que +adelgazaba de una manera visible; y hasta qué punto le conmovían las +vicisitudes de los seres creados por su imaginación, puede juzgarse por +el siguiente pasaje de sus "Notas inglesas," donde con fecha de 14 de +Septiembre de 1855, dice:—</p> + +<p>"Al hablar de Thackeray, no puedo menos que sorprenderme de la +indiferencia que mostraba respecto á las situaciones patéticas de sus +obras, y compararla con la emoción que experimenté yo al leer á mi +esposa la última escena de <i>La Letra Escarlata</i>, inmediatamente después +de escrita. No puedo decir que la leí, sino que traté de hacerlo, pues +mi voz se henchía y se elevaba, como si me viera levantado ó hundido, +alternativamente, por las olas del mar cuando comienza á calmarse tras +una tempestad."</p> + +<p>Ni sólo en las horas en que, pluma en mano, se empleaba Hawthorne en la +composición de sus ficciones embargaban éstas sus potencias. Mientras +estuvo escribiendo <i>La Letra Escarlata</i>, se le veía con frecuencia +olvidarse de cuanto le rodeaba, sumergido en profundo ensimismamiento. +Refiérese que un día, hallándose en este estado, tomó del costurero de +su esposa una pieza que ella estaba cosiendo, y la picó en pedazos muy +menudos, sin reparar en lo que había hecho. Esta costumbre de +destrucción inconsciente databa de su juventud. El que esto escribe +posee un sillón mecedor que usó Hawthorne, y del que casi hizo +desaparecer los brazos con un cortaplumas mientras estaba en el colegio +ó estudiando sus lecciones, ó divagando con la imaginación por los +espacios.</p> + +<p>En Febrero de 1850 fué terminada <i>La Letra Escarlata</i>, pero no se +publicó hasta el mes de Abril; y aunque el editor, que era el Sr. +Fields, formó el más elevado concepto de su mérito como obra de arte, +parece, sin embargo, que no tenía mucha confianza en su valor comercial +inmediato, si hemos de juzgar por los hechos siguientes. La primera +edición fué de cinco mil ejemplares, lo que ya era un bonito número; +pero el tipo con que se había parado el libro se distribuyó +inmediatamente, lo que prueba que no se abrigaban muchas esperanzas de +obtener una venta rápida. Pero la edición desapareció en diez días, y +hubo necesidad de parar de nuevo todo el libro y estereotiparlo para +poder dar abasto á la demanda.</p> + +<p>Una prueba de la manera con que llevaba á cabo Hawthorne sus tareas +literarias, y de la madurez con que meditaba sus novelas desde que +concebía la primera idea, nos la ofrece su historia de "Endicott y la +Cruz Roja," escrita y publicada antes de 1845. Háblase en esa producción +de—"una joven dotada de belleza nada común, cuyo destino fué llevar la +letra A en el cuerpo del vestido, á la vista de todo el mundo, y aun de +sus mismos hijos, quienes sabían lo que esa letra significaba. Como si +se recreara en su propia infamia aquella criatura perdida y llena de +desesperación, había bordado la divisa fatídica en paño de color +escarlata, con hilos dorados, y con todo el arte de que es capaz la +aguja; de tal modo, que aquella A mayúscula podría haberse tomado por la +inicial de la voz Admirable ó de otra por el estilo, excepto la de +Adúltera, que realmente significaba." Cuando se publicó dicha +historieta, la Srta. E. P. Peabody le escribió á un amigo: "Ya oiremos +algo más acerca de esta letra, pues es evidente que ha hecho profunda +impresión en el ánimo de Hawthorne." Muchos años después de publicadas +las líneas arriba citadas, que aparecen en sus "Cuentos dos veces +referidos," el castigo especial aludido en ellas vino á transformarse, +merced á una completa elaboración mental, en el argumento de <i>La Letra +Escarlata</i>.</p> + +<p>Es un hecho auténtico que el código puritano imponía semejante castigo; +y se supone que Hawthorne lo vió mencionado en alguno de los archivos de +Boston, y aún puede verse en las leyes de la Colonia de Plymouth del año +1658. No hace mucho que el erudito investigador de los anales de la +Nueva Inglaterra, el Reverendo Dr. Jorge Ellis, vecino de Boston, +manifestó incidentalmente, en una conferencia pública, que no había ni +el más ligero asomo de verdad en lo referente al carácter y personalidad +del ministro que tan importante papel desempeña en <i>La Letra Escarlata</i>. +Sostiene el Dr. Ellis, que puesto que se hace predicar á Dimmesdale el +sermón de la elección el año en que falleció el Gobernador Winthrop, es +claro que Dimmesdale personifica también al Reverendo Tomás Cobbett, +vecino de Lynn, que fué realmente quien predicó dicho sermón en el +referido año; y agregó que deseaba defender su memoria de cualquier +sospecha que pudiesen abrigar los que, como él, hubieran creído que +Dimmesdale era simplemente una máscara bajo la cual se ocultaba Cobbett, +el verdadero predicador de aquella época. En aquel tiempo, dijo, no +había en Boston sino una iglesia, y sus pastores ó ministros eran Juan +Wilson y Juan Cotton. En la novela se menciona á Wilson con su propio +nombre; de modo que no puede confundirse su identidad con la de +Dimmesdale; ni hay tampoco motivos para suponer que Hawthorne tuviese la +más ligera intención de que Juan Cotton ó Tomás Cobbett, de Lynn, +cargasen con el delito de su ministro imaginario. La mera circunstancia +de ser ficticio el nombre de Arturo Dimmesdale, mientras el Reverendo +Wilson y el Gobernador Bellingham figuran con sus nombres y títulos +verdaderos, debería constituir suficiente prueba para no imputar los +hechos de Dimmesdale al Reverendo Cobbett, predicador genuino del sermón +de la elección en 1649. Téngase presente que esta disquisición erudita +sirve tan sólo para realzar la verosimilitud de la novela, por ser +incuestionables su verdad poética general y la posibilidad de que la +acción pasara en la Nueva Inglaterra de los primeros tiempos.</p> + +<p>Creo que hasta ahora no se ha mencionado la circunstancia de que cuando +tenía Hawthorne casi concluída la novela, leyó lo escrito á su esposa, y +preguntándole ésta cuál sería el desenlace, obtuvo por toda respuesta: +"Realmente no sé." Á su cuñada, la Srta. Peabody, le dijo una vez: "La +dificultad no estriba en <i>cómo</i> decir las cosas, sino en lo que se ha de +decir,"—significando con esto, que cuando empezaba á escribir algo, +tenía ya el asunto tan bien estudiado y desenvuelto en su cerebro, que +sólo se trataba entonces de lo que debía elegirse; y fácil es de +comprender que, al llegar á la solución final de un problema +dificultoso, viéndose arrastrado en diversas direcciones por los +intereses contrarios de los diferentes personajes, vacilase acerca del +desenlace que tenía que dar á la obra.</p> + +<p>Cuando se publicó <i>La Letra Escarlata</i> recibió Hawthorne numerosas +cartas de personas desconocidas que, ó habían delinquido, ó estaban en +gran peligro de delinquir, y se hallaban padeciendo las consecuencias de +su situación especial. Estas personas se dirigían al autor en solicitud +de consejos, como si se tratara de un amigo experimentado, ó de un +antiguo y venerable confesor.</p> + +<p>El capítulo titulado "La Aduana," que sirve de introducción á la novela, +destinado por Hawthorne á que formara una especie de contraste con el +cuadro sombrío de la historia, gracias á la ligereza de las pinceladas y +al buen humor que en él reinan, realizó perfectamente el fin apetecido; +pero en la época en que se publicó, su inocente desenfado concitó contra +el autor las iras de algunos de los ciudadanos de Salem, que creyeron +verse retratados á lo vivo en los bosquejos de empleados de quienes ya +nadie se acuerda. Se asegura que hubo quien, á pesar de ser persona +inteligente, se abstuvo por completo en lo sucesivo de leer nada de lo +que Hawthorne escribió. ¡Extraña venganza que parece ideada expresamente +en perjuicio del que la perpetró, sin que el autor padeciera lo más +mínimo, pues nunca llegó á sus oídos semejante resolución!</p> + +<p>Hasta aquí lo traducido. Poco tenemos que agregar á lo que en las +páginas que preceden se dice acerca del mérito de este notable libro. +Como se habrá visto en ellas, la primera edición, que constó de 5,000 +ejemplares, se agotó en el breve espacio de diez días. Desde 1850, fecha +en que se publicó L<small>A</small> L<small>ETRA</small> E<small>SCARLATA</small>, su reputación ha ido +constantemente en aumento, y las ediciones de todas clases y de todos +precios, se han sucedido unas á otras, no sólo en los Estados Unidos, +sino en Inglaterra, gozando de una gran popularidad en todos los países +en que se habla el inglés. El teatro se ha apoderado de la novela, y la +ha convertido en drama: tenemos noticias de dos. Uno, que se remonta á +muchos años atrás, es producción de un dramaturgo americano, no muy +conocido, Gabriel Harrison; el otro, más reciente, es obra del autor +dramático inglés J. Hatton, y se ha representado en estos últimos +tiempos en los teatros de Nueva York. Pero los dramas están muy por +debajo de la novela. Se habla también de hacer una ópera de esta +vigorosa obra maestra de la literatura novelesca de los Estados Unidos.</p> + +<p>L<small>A</small> L<small>ETRA</small> E<small>SCARLATA</small> se ha traducido á casi todos los idiomas europeos. No +conocemos versión alguna en castellano, á lo menos no ha llegado á +nuestras manos. En la presente hemos procurado reproducir, hasta donde +es posible, las peculiaridades del estilo de Hawthorne, nada sencillo +por cierto, antes al contrario, elaboradísimo y abundante en toda clase +de metáforas, imágenes y comparaciones. Si lo hemos conseguido, el +lector lo dirá.</p> + +<p class="r">F. S.</p> + +<p><small><i>Julio de 1894.</i></small></p> + +<h3><a name="PREFACIO_DEL_AUTOR_A_LA_SEGUNDA_EDICION_AMERICANA" id="PREFACIO_DEL_AUTOR_A_LA_SEGUNDA_EDICION_AMERICANA"></a>PREFACIO DEL AUTOR<br /> +Á LA SEGUNDA EDICIÓN AMERICANA</h3> + +<p class="cb">——</p> + +<p>C<small>ON</small> gran sorpresa del autor, y habiéndole proporcionado, si cabe, mayor +divertimiento que sorpresa, ha llegado á sus noticias que el bosquejo +que sirve de introducción á L<small>A</small> L<small>ETRA</small> E<small>SCARLATA</small>, relativo á la vida +oficial de los empleados de la Aduana de Salem, ha sido causa de no poca +algarada y agitación en la respetable comunidad donde vive. Á duras +penas habrían sido más intensos esos sentimientos, si el autor hubiese +reducido á cenizas el edificio de la Aduana, apagando sus últimos +rescoldos con la sangre de cierto venerable personaje, contra quien se +le supone la más negra inquina. Y como la desaprobación del público, +dado caso de merecerla, habría sido insoportable para el autor, desea +éste manifestar que ha releído atentamente las páginas de dicha +introducción, con ánimo de suprimir ó alterar todo aquello que pudiera +parecer descomedido ó impropio, subsanando, en cuanto le fuera dable, +las atrocidades de que se le acusa. Sin embargo, lo único que ha podido +hallar en el bosquejo es cierto desenfado y buen humor, unidos á la +exactitud general con que ha expresado la impresión sincera que dejaron +en<a name="page_000" id="page_000"></a> su ánimo los caracteres allí descritos. Y en lo que hace á inquina, +malquerencia, ó enemistad alguna, ya política, ya personal, confiesa +redondamente, que no hay nada de eso. Quizás el tal bosquejo pudo +haberse suprimido sin pérdida para el público, ni detrimento del libro: +pero una vez que tomó la resolución de escribirlo, no cree que pudiera +haberse inspirado en sentimientos de mayor benevolencia, ni, hasta donde +alcanzan sus fuerzas, haberlo llevado á cabo con mayor verdad.</p> + +<p>Por consiguiente, el autor se ve obligado á reimprimir el bosquejo de +introducción, sin alterar una palabra.</p> + +<p class="r">N. H.</p> + +<p><small>S<small>ALEM</small>, <i>Marzo 30, 1850</i>.</small></p> + +<p><a name="page_001" id="page_001"></a></p> + +<h1>LA LETRA ESCARLATA</h1> + +<p class="cb">————</p> + +<h3><a name="LA_ADUANA" id="LA_ADUANA"></a>LA ADUANA<br /><br /> +<small>INTRODUCCIÓN Á LA LETRA ESCARLATA</small></h3> + +<p>N<small>O</small> deja de ser singular que, á pesar de mi poca afición á hablar de mi +persona y de mis asuntos, ni aun á mis amigos íntimos cuando estoy en mi +hogar, al amor de la lumbre, se haya sin embargo apoderado de mí, en dos +ocasiones distintas, una verdadera comezón autobiográfica al dirigirme +al público. Fué la primera hará cosa de tres ó cuatro años cuando, sin +motivo justo que lo excusara, ni razón de ninguna especie que pudieran +imaginar el benévolo lector ó el autor intruso, obsequié á aquel con una +descripción de mi género de vida en la profunda quietud de la "Antigua +Mansión."<a name="FNanchor_2_2" id="FNanchor_2_2"></a><a href="#Footnote_2_2" class="fnanchor">[2]</a> Y ahora, porque entonces, sin méritos que lo justificaran, +tuve uno ó dos oyentes, echo de nuevo mano al público por el ojal de la +levita, por decirlo así, y quieras que no quieras, me pongo á charlar de +mis vicisitudes durante los tres años que pasé en una Aduana. Parece, no +obstante, que cuando un autor da sus páginas á la publicidad, se dirige, +no<a name="page_002" id="page_002"></a> á la multitud que arrojará á un lado el libro, ó jamás lo tomará en +las manos, sino á los muy contados que lo comprenderán mejor que la +mayoría de sus condiscípulos de colegio ó sus contemporáneos. Y no +faltan autores que en este punto vayan aún más lejos, y se complazcan en +ciertos detalles confidenciales que pueden interesar sólo, y +exclusivamente, á un corazón único y á una inteligencia en perfecta +simpatía con la suya, como si el libro impreso se lanzara al vasto mundo +con la certeza de que ha de tropezar con el sér que forma el complemento +de la naturaleza del escritor, completando el círculo de su existencia +al ponerlos así en mutua comunicación. Sin embargo, no me parece +decoroso hablar de sí mismo sin reserva alguna, aun cuando se haga +impersonalmente. Pero como es sabido que si el orador no se pone en +completa é íntima relación con su auditorio, los pensamientos carecerán +de vida y color, y la frase quedará desmayada y fría, es de perdonarse +que nos imaginemos que un amigo, sin necesidad de que sea muy íntimo, +aunque sí benévolo y atento, está prestando oídos á nuestra plática; y +entonces, desapareciendo nuestra reserva natural, merced á esta especie +de intuición, podremos charlar de las cosas que nos rodean, y aun de +nosotros mismos, pero siempre dejando que el recóndito <i>Yo</i> no se haga +demasiado visible. Hasta ese extremo, y dentro de estos límites, se me +alcanza que un autor puede ser autobiográfico, sin violar ciertas leyes +y respetando ciertas prerrogativas del lector y aun las consideraciones +debidas á su persona.</p> + +<p>Ya se echará de ver que este bosquejo de la Aduana no carece de +oportunidad, por lo menos de<a name="page_003" id="page_003"></a> esa oportunidad apreciada siempre en la +literatura, puesto que explica la manera como llegaron á mis manos +muchas de las páginas que van á continuación, á la vez que presenta una +prueba de la autenticidad de la historia que en ellas se refiere. En +realidad, la única razón que he tenido para ponerme en comunicación +directa con el público, viene á ser el deseo de presentarme como autor +de la más larga de mis narraciones; y al paso que realizaba mi objeto +principal, me pareció que podría permitírseme, por medio de unas cuantas +pinceladas, dar una vaga idea de un género de vida hasta ahora no +descrito, bosquejando los retratos de algunas de las personas que se +mueven en ese círculo, entre las cuales la casualidad ha hecho que se +contara el autor.</p> + +<p>Había en mi ciudad natal de Salem, hará cosa de medio siglo, un muelle +muy lleno de animación, y que hoy sucumbe bajo el peso de almacenes de +madera casi podrida. Apenas se ven otras señales de vida comercial que +uno que otro bergantín ó barca, atracado al costado del melancólico +muelle, descargando cueros, ó alguna goleta de Nueva Escocia en que se +está embreando un cargamento de leña que ha de servir para hacer fuego +en las chimeneas. Donde comienza este dilapidado muelle, á veces +cubierto por la marea, se alza un espacioso edificio de ladrillos, desde +cuyas ventanas se puede disfrutar de la vista de la escena poco animada +que presentan las cercanías, y de la abundante hierba que crece por +todas partes, y han dejado tras sí los muchos años y el escaso +movimiento comercial. En el punto más alto del techo del espacioso +edificio de que se ha hecho mención, y<a name="page_004" id="page_004"></a> precisamente durante tres horas +y media de cada día, á contar del mediodía, flota al aire ó se mantiene +tranquila, según que la brisa sople ó esté encalmada, la bandera de la +república, pero con las trece estrellas en posición vertical y no +horizontal, lo que indica que aquí existe un puesto civil, y no militar, +del gobierno del Tío Samuel.<a name="FNanchor_3_3" id="FNanchor_3_3"></a><a href="#Footnote_3_3" class="fnanchor">[3]</a> Adorna la fachada un pórtico formado de +media docena de pilares de madera que sostienen un balcón, debajo del +cual desciende hacia la calle una escalera con anchas gradas de granito. +Encima de la entrada se cierne un enorme ejemplar del águila americana, +con las alas abiertas, un escudo en el pecho y, si la memoria no me es +infiel, un haz de rayos y dardos en cada garra. Con la falta +acostumbrada de carácter peculiar á esta malaventurada ave, parece, á +juzgar por la fiereza que despliegan su pico y ojos y la general +ferocidad de su actitud, que está dispuesta á castigar al inofensivo +vecindario, previniendo especialmente á todos los ciudadanos que estimen +en algo su seguridad personal, que no perjudiquen la propiedad que +proteje con sus alas. Sin embargo, á pesar de lo colérico de su aspecto, +muchas personas están tratando, ahora mismo, de guarecerse bajo las alas +del águila federal, imaginando que su pecho posee toda la blandura y +comodidad de una almohada de edredón. Pero su ternura no es grande, en +verdad, aun en sus horas más apacibles, y tarde ó temprano,—más bien lo +último<a name="page_005" id="page_005"></a> que lo primero,—puede arrojar del nido á sus polluelos, con un +arañazo de las garras, un picotazo, ó una escocedora herida causada por +sus dardos.</p> + +<p>El suelo alrededor del edificio que acabo de describir—que una vez por +todas llamaré la Aduana del Puerto—tiene las grietas llenas de hierbas +tan altas y en tal abundancia, que bien á las claras demuestra que en +los últimos tiempos no se ha visto muy favorecido con la numerosa +presencia de hombres de negocios. Sin embargo, en ciertos meses del año +suele haber alguno que otro mediodía en que presenta un aspecto más +animado. Ocasiones semejantes pueden traer á la memoria de los +ciudadanos ya entrados en años, el tiempo aquel antes de la última +guerra con Inglaterra<a name="FNanchor_4_4" id="FNanchor_4_4"></a><a href="#Footnote_4_4" class="fnanchor">[4]</a> en que Salem era un puerto de importancia, y no +desdeñado como lo es ahora por sus propios comerciantes y navieros, que +permiten que sus muelles se destruyan, mientras sus transacciones +mercantiles van á engrosar, innecesaria é imperceptiblemente, la +poderosa corriente del comercio de Nueva York ó Boston. En uno de esos +días, cuando han llegado casi á la vez tres ó cuatro buques, por lo +común de África ó de la América del Sur, ó cuando están á punto de salir +con ese destino, se oye el frecuente ruido de las pisadas de los que +suben ó bajan á toda prisa los escalones de granito de la Aduana. Aquí, +aun antes de que su esposa le haya saludado, podemos estrechar la mano +del capitán del buque recién llegado al puerto, con los papeles del +barco en deslustrada caja de hojalata que lleva bajo el brazo. Aquí +también se nos<a name="page_006" id="page_006"></a> presenta el dueño de la embarcación, de buen humor ó mal +talante, afable ó áspero, á medida que sus esperanzas acerca de los +resultados del viaje se habían realizado ó quedado fallidas; esto es, si +las mercancías traídas podían convertirse fácilmente en dinero, ó si +eran de aquellas que á ningún precio podrían venderse. Aquí igualmente +se veía el germen del mercader de arrugado ceño, barba gris y rostro +devorado de inquietud, en el joven dependiente, lleno de viveza, que va +adquiriendo el gusto del comercio, como el lobezno el de la sangre, y +que ya se aventura á remitir sus mercancías en los buques de su +principal, cuando sería mejor que estuviera jugando con barquichuelos en +el estanque del molino. Otra de las personas que se presenta en escena +es el marinero enganchado para el extranjero, que viene en busca de un +pasaporte; ó el que acaba de llegar de un largo viaje, todo pálido y +débil, que busca un pase para el hospital. Ni debemos tampoco olvidar á +los capitanes de las goletas que traen madera de las posesiones inglesas +de la América del Norte; marinos de rudo aspecto, sin la viveza del +yankee, pero que contribuyen con una suma no despreciable á mantener el +decadente comercio de Salem.</p> + +<p>La reunión de estas individualidades en un grupo, lo que acontecía á +veces, juntamente con la de otras personas de distinta clase, infundía á +la Aduana cierta vida durante algunas horas convirtiéndola en teatro de +escenas bastante animadas. Sin embargo, lo que con más frecuencia se +veía á la entrada del edificio, si era en verano, ó en las habitaciones +interiores, si era en invierno, ó reinaba mal tiempo, era una hilera de<a name="page_007" id="page_007"></a> +venerables figuras sentadas en sillones del tiempo antiguo cuyas patas +posteriores estaban reclinadas contra la pared. Con frecuencia también +se hallaban durmiendo; pero de vez en cuando se les veía departir unos +con otros en una voz que participaba del habla y del ronquido, y con +aquella carencia de energía peculiar á los internos de un asilo de +pobres y á todos los que dependen de la caridad pública para su +subsistencia, ó de un trabajo en que reina el monopolio, ó de cualquiera +otra ocupación que no sea un trabajo personal é independiente. Todos +estos ancianos caballeros,—sentados como San Mateo cuando cobraba las +alcabalas, pero que de seguro no serán llamados como aquel á desempeñar +una misión apostólica,—eran empleados de Aduana.</p> + +<p>Al entrar por la puerta principal del edificio se vé á mano izquierda un +cuarto ú oficina de unos quince pies cuadrados de superficie, aunque de +mucha altura, con dos ventanas en forma de arco, desde donde se domina +el antedicho dilapidado muelle, y una tercera que da á una estrecha +callejuela, desde donde se vé también una parte de la calle de Derby. De +las tres ventanas se divisan igualmente tiendas de especieros, de +fabricantes de garruchas, vendedores de bebidas malas, y de velas para +embarcaciones. Delante de las puertas de dichas tiendas generalmente se +ven grupos de viejos marineros y de otros frecuentadores de los muelles, +personajes comunes á todos los puertos de mar, charlando, riendo y +fumando. El cuarto de que hablo está cubierto de muchas telarañas y +embadurnado con una mano de pintura vetustísima; su pavimento es de +arena parduzca, de una clase que ya en ninguna<a name="page_008" id="page_008"></a> parte se usa; y del +desaseo general de la habitación bien puede inferirse que es un +santuario en que la mujer, con sus instrumentos mágicos, la escoba y el +estropajo, muy rara vez entra. En cuanto á mueblaje y utensilios, hay +una estufa con un tubo ó cañón voluminoso; un viejo pupitre de pino con +un taburete de tres pies; dos ó tres sillas con asientos de madera, +excesivamente decrépitas y no muy seguras; y—para no olvidar la +Biblioteca—unos treinta ó cuarenta volúmenes de las Sesiones del +Congreso de los Estados Unidos y un ponderoso Digesto de las Leyes de +Aduana, todo esparcido en algunos entrepaños. Hay, además, un tubo de +hoja de lata que asciende hasta el cielo de la habitación, +atravesándolo, y establece una comunicación vocal con otras partes del +edificio. Y en el cuarto descrito, habrá de esto unos seis meses, +paseándose de rincón á rincón, ó arrellanado en el taburete, de codos +sobre el pupitre, recorriendo con la vista las columnas del periódico de +la mañana, podrías haber reconocido, honrado lector, al mismo individuo +que ya te invitó en otro libro<a name="FNanchor_5_5" id="FNanchor_5_5"></a><a href="#Footnote_5_5" class="fnanchor">[5]</a> á su reducido estudio, donde los rayos +del sol brillaban tan alegremente al través de las ramas de sauce, al +costado occidental de la Antigua Mansión. Pero si se te ocurriera ahora +ir allí á visitarle, en vano preguntarías por el Inspector de marras. La +necesidad de reformas y cambios motivada por la política, barrió con su +empleo, y un sucesor más meritorio se ha hecho cargo de su dignidad, y +también de sus emolumentos.<a name="page_009" id="page_009"></a></p> + +<p>Esta antigua ciudad de Salem,—mi ciudad natal,—y no obstante haber +vivido mucho tiempo lejos de ella, tanto en mi infancia como más entrado +en años, es, ó fué objeto de un cariño de parte mía de cuya intensidad +jamás pude darme cuenta en las temporadas que en ella residí. Porque, en +honor de la verdad, si se considera el aspecto físico de Salem, con su +suelo llano y monótono, con sus casas casi todas de madera, con muy +pocos ó casi ningún edificio que aspire á la belleza +arquitectónica,—con una irregularidad que no es ni pintoresca, ni rara, +sino simplemente común,—con su larga y soñolienta calle que se prolonga +en toda la longitud de la península donde está edificada,—y que estos +son los rasgos característicos de mi ciudad natal, tanto valdría +experimentar un cariño sentimental hacia un tablero de ajedrez en +desorden. Y sin embargo, aunque más feliz indudablemente en cualquiera +otra parte, allá en lo íntimo de mi sér existe un sentimiento respecto +de la vieja ciudad de Salem, al que, por carecer de otra expresión +mejor, me contentaré con llamarlo apego, y que acaso tiene su origen en +las antiguas y profundas raíces que puede decirse ha echado mi familia +en su suelo. En efecto, hace ya cerca de dos siglos y cuarto que el +primer emigrante británico de mi apellido hizo su aparición en el +agreste establecimiento rodeado de selvas, que posteriormente se +convirtió en una ciudad. Y aquí han nacido y han muerto sus +descendientes, y han mezclado su parte terrenal con el suelo, hasta que +una porción no pequeña del mismo debe de tener estrecho parentesco con +esta envoltura mortal en que, durante un corto espacio de tiempo, me +paseo por sus calles. De consiguiente, el<a name="page_010" id="page_010"></a> apego y cariño de que hablo, +viene á ser simplemente una simpatía sensual del polvo hacia el polvo.</p> + +<p>Pero sea de ello lo que fuere, ese sentimiento mío tiene su lado moral. +La imagen de aquel primer antepasado, al que la tradición de la familia +llegó á dotar de cierta grandeza vaga y tenebrosa, se apoderó por +completo de mi imaginación infantil, y aún puedo decir que no me ha +abandonado enteramente, y que mantiene vivo en mí una especie de +sentimiento doméstico y de amor á lo pasado, en que por cierto no entra +por nada el aspecto presente de la población. Se me figura que tengo +mucho más derecho á residir aquí, á causa de este progenitor barbudo, +serio, vestido de negra capa y sombrero puntiagudo, que vino ha tanto +tiempo con su Biblia y su espada, y holló esta tierra con su porte +majestuoso, é hizo tanto papel como hombre de guerra y hombre de +paz,—tengo mucho más derecho, repito, merced á él, que el que podría +reclamar por mí mismo, de quien nadie apenas oye el nombre ni vé el +rostro. Ese antepasado mío era soldado, legislador, juez: su voz se +obedecía en la iglesia; tenía todas las cualidades características de +los puritanos, tanto las buenas como las malas. Era también un +inflexible enemigo, de que dan buen testimonio los cuákeros en sus +historias, en las que, al hablar de él, recuerdan un incidente de su +dura severidad para con una mujer de su secta, suceso que es de temerse +durará más tiempo en la memoria de los hombres que cualquiera otra de +sus buenas acciones, con ser estas no pocas. Su hijo heredó igualmente +el espíritu de persecución, y se hizo tan conspícuo en el martirio de +las brujas,<a name="FNanchor_6_6" id="FNanchor_6_6"></a><a href="#Footnote_6_6" class="fnanchor">[6]</a> que<a name="page_011" id="page_011"></a> bien puede decirse que la sangre de éstas ha dejado +una mancha en su nombre. Ignoro si estos antepasados míos pensaron al +fin en arrepentirse y pedir al cielo que les perdonara sus crueldades; ó +si aún gimen padeciendo las graves consecuencias de sus culpas, en otro +estado. De todos modos, el que estas líneas escribe, en su calidad de +representante de esos hombres, se avergüenza, en su nombre, de sus +hechos, y ruega que cualquiera maldición en que pudieran haber +incurrido,—de que ha oído hablar, y de que parece dar testimonio la +triste y poco próspera condición de la familia durante muchas +generaciones,—desaparezca de ahora en adelante y para siempre.</p> + +<p>No hay, sin embargo, duda de que cualquiera de esos sombríos y severos +puritanos habría creído que era ya suficiente expiación de sus pecados, +ver que el antiguo tronco del árbol de la familia, después de +transcurridos tantos y tantos años que lo han cubierto de venerable +musgo, haya venido á producir, como fruto que adorna su cima, un ocioso +de mi categoría. Ninguno de los objetos que más caros me han sido, lo +considerarían laudable; cualquiera que fuese el buen éxito obtenido por +mí,—si es que en la vida, excepto en el círculo de mis afectos +domésticos, me ha sonreído alguna vez el buen éxito,—habría sido +juzgado por ellos como cosa sin valor alguno, si no lo creían realmente +deshonroso. "¿Qué es él?"—pregunta con una especie de murmullo una de +las dos graves sombras de mis antepasados á la otra. "¡Un escritor de<a name="page_012" id="page_012"></a> +libros de historietas! ¿Qué clase de ocupación es esta? ¿Qué manera será +esta de glorificar á Dios, y de ser durante su vida útil á la humanidad? +¡Qué! Ese vástago degenerado podría con el mismo derecho ser un rascador +de violín." ¡Tales son los elogios que me prodigan mis abuelos al través +del océano de los años! Y á pesar de su desdén, es innegable que en mí +hay muchos de los rasgos característicos de su naturaleza.</p> + +<p>Plantado, por decirlo así, con hondas raíces el árbol de mi familia por +esos dos hombres serios y enérgicos en la infancia de la ciudad de +Salem, ha subsistido ahí desde entonces; siempre digno de respeto; +nunca, que yo sepa, deshonrado por ninguna acción indigna de alguno de +sus miembros; pero, rara vez, ó nunca, habiendo tampoco realizado, +después de las dos primeras generaciones, hecho alguno notable ó que por +lo menos mereciere la atención del público. Gradualmente la familia se +ha ido haciendo cada vez menos visible, á manera de las casas antiguas +que van desapareciendo poco á poco merced á la lenta elevación del +terreno, en que parece como que se van hundiendo. Durante más de cien +años, padres é hijos buscaron su ocupación en el mar: en cada generación +había un capitán de buque encanecido en el oficio, que abandonaba el +alcázar del barco y se retiraba al antiguo hogar de la familia, mientras +un muchacho de catorce años ocupaba el puesto hereditario junto al +mástil, afrontando la ola salobre y la tormenta que ya habían azotado á +su padre y á su abuelo. Andando el tiempo, el muchacho pasaba del +castillo de proa á la cámara del buque: allí corrían entre tempestades +y<a name="page_013" id="page_013"></a> calmas los años de su juventud y de su edad viril, y regresaba de sus +peregrinaciones por el mundo á envejecer, morir, y mezclar su polvo +mortal con el de la tierra que le vió nacer. Esta prolongada asociación +de la familia con un mismo lugar, á la vez su cuna y su sepultura, crea +cierta especie de parentesco entre el hombre y la localidad, que nada +tiene que ver con la belleza del paisaje ni con las condiciones morales +que le rodean. Puede decirse que no es amor sino instinto. El nuevo +habitante,—procedente de un país extranjero, ya fuere él, ó su padre, ó +su abuelo,—no posee títulos á ser llamado Salemita; no tiene idea de +esa tenacidad, parecida á la de la ostra, con que un antiguo morador se +apega al sitio donde una generación tras otra generación se ha ido +incrustando. Poco importa que el lugar le parezca triste; que esté +aburrido de las viejas casas de madera, del fango y del polvo, del +viento helado del Este y de la atmósfera social aun más helada,—todo +esto, y cualesquiera otras faltas que vea ó imagine ver, nada tienen que +hacer con el asunto. El encanto sobrevive, y tan poderoso como si el +terruño natal fuera un paraíso terrestre. Eso es lo que ha pasado +conmigo. Yo casi creía que el destino me forzaba á hacer de Salem mi +hogar, para que los rasgos de las fisonomías y el temple del carácter +que por tanto tiempo han sido familiares aquí,—pues cuando un +representante de la raza descendía á su fosa, otro continuaba, por +decirlo así, la acostumbrada facción de centinela en la calle +principal,—aún se pudieran ver y reconocer en mi persona en la antigua +población. Sin embargo, este sentimiento mismo viene á ser una prueba de +que esa asociación ha adquirido un carácter<a name="page_014" id="page_014"></a> enfermizo, y que por lo +tanto debe, al fin, cesar por completo. La naturaleza humana, lo mismo +que un árbol, no florecerá ni dará frutos si se planta y se vuelve á +plantar durante una larga serie de generaciones en el mismo terreno ya +cansado. Mis hijos han nacido en otros lugares, y hasta donde dependiere +de mí, irán á echar raíces en terrenos distintos.</p> + +<p>Al salir de la Antigua Mansión, fué principalmente este extraño, apático +y triste apego á mi ciudad natal, lo que me trajo á desempeñar un empleo +oficial en el gran edificio de ladrillos que he descrito, y servía de +Aduana, cuando hubiera podido ir, quizá con mejor fortuna, á otro punto +cualquiera. Pero estaba escrito. No una vez, ni dos, sino muchas, había +salido de Salem, al parecer para siempre, y de nuevo había regresado á +la vieja población, como si Salem fuera para mí el centro del universo.</p> + +<p>Pues bien, una mañana, muy bella por cierto, subí los escalones de +granito de que he hablado, llevando en el bolsillo mi nombramiento de +Inspector de Aduana, firmado por el Presidente de los Estados Unidos, y +fuí presentado al cuerpo de caballeros que tenían que ayudarme á +sobrellevar la grave responsabilidad que sobre mis hombros arrojaba mi +empleo.</p> + +<p>Dudo mucho, ó mejor dicho, creo firmemente, que ningún funcionario +público de los Estados Unidos, civil ó militar, haya tenido bajo sus +órdenes un cuerpo de veteranos tan patriarcales como el que me cupo en +suerte. Cuando los ví por vez primera, quedó resuelta para mí la +cuestión de saber dónde se hallaba el vecino más antiguo de la ciudad. +Durante más de veinte años, antes de la época de que hablo, la posición<a name="page_015" id="page_015"></a> +independiente del Administrador había conservado la Aduana de Salem al +abrigo del torbellino de las vicisitudes políticas que hacen +generalmente tan precario todo destino del Gobierno. Un militar,—uno de +los soldados más distinguidos de la Nueva Inglaterra,—se mantenía +firmemente sobre el pedestal de sus heroicos servicios; y, +considerándose seguro en su puesto, merced á la sabia liberalidad de los +Gobiernos sucesivos bajo los cuales había mantenido su empleo, había +sido también el áncora de salvación de sus subordinados en más de una +hora de peligro. El general Miller no era, por naturaleza, amigo de +variaciones: era un hombre de benévola disposición en quien la costumbre +ejercía no poco influjo, apegándose fuertemente á las personas cuyo +rostro le era familiar, y con dificultad se decidía á hacer un cambio, +aun cuando éste trajera aparejada una mejora incuestionable. Así es que +al tomar posesión de mi destino, hallé no pocos empleados ancianos. +Eran, en su mayor parte, antiguos capitanes de buque, que después de +haber rodado por todos los mares y haber resistido firmemente los +huracanes de la vida, habían al fin echado el ancla en este tranquilo +rincón del mundo, en donde con muy poco que los perturbara, excepto los +terrores periódicos de una elección presidencial, que podría dejarlos +cesantes, tenían asegurada la subsistencia y hasta casi una prolongación +de la vida; porque si bien tan expuestos como los otros mortales á los +achaques de los años y sus enfermedades, tenían evidentemente algún +talismán, amuleto ó algo por el estilo, que parecía demorar la +catástrofe inevitable. Se me dijo que dos ó tres de los empleados que<a name="page_016" id="page_016"></a> +padecían de gota y reumatismo, ó quizá estaban clavados en sus lechos, +ni por casualidad se dejaban ver en la Aduana durante una gran parte del +año; pero una vez pasado el invierno, se arrastraban perezosamente al +calor de los rayos de Mayo ó Junio, desempeñando lo que ellos llamaban +su deber, y tomando de nuevo cama cuando mejor les parecía. Tengo que +confesar que abrevié la existencia oficial de más de uno de estos +venerables servidores de la República. Á petición mía, se les permitió +que descansaran de sus arduas labores; y poco después,—como si el único +objeto de su vida hubiera sido su celo por el servicio del +país,—pasaron á un mundo mejor. No deja sin embargo de servirme de +piadoso consuelo la idea de que, gracias á mi intervención, se les +concedió tiempo suficiente para que se arrepintieran de las malas y +corruptas costumbres en que, como cosa corriente, se supone que tarde ó +temprano cae todo empleado de Aduana, pues sabido es que de dicha +institución no arranca senda alguna que nos lleve derechamente al +Paraíso.</p> + +<p>La mayor parte de mis subordinados pertenecía á un partido político +distinto del mío. Y no fué poca fortuna para aquella venerable +fraternidad, que el nuevo Inspector no fuera lo que se llama un +politicastro, ni hubiera recibido su empleo en recompensa de servicios +prestados en el terreno de la política. De lo contrario, al cabo de un +mes de haber subido el ángel exterminador las escaleras de la Aduana, ni +un solo hombre del antiguo personal de funcionarios hubiera quedado en +pie. Y en remate de cuentas, no habría hecho ni más ni menos que +conformarse á la costumbre establecida en casos semejantes por la +política.<a name="page_017" id="page_017"></a> Bien visible era que aquellos viejos lobos marinos temían que +yo hiciera algo parecido; y no poca pena, mezclada con cierta risa, +produjeron en mí los terrores á que dió origen mi llegada, al notar cómo +aquellos rostros curtidos por medio siglo de exposición á las +tempestades del mar, palidecían al ver á un individuo tan inofensivo +como yo; ó al percibir, cuando alguno me hablaba, el temblor de una vez +que, en años ya remotos, acostumbraba resonar en la bocina del buque tan +ronca y vigorosa que habría causado espanto al mismísimo Bóreas. Muy +bien sabían aquellos excelentes ancianos que, según las prácticas +usuales, y, respecto de algunos de ellos en razón de su falta de aptitud +para los negocios, deberían haber cedido sus puestos á hombres más +jóvenes, de distinto credo político, y más adecuados para el servicio de +nuestro Gobierno. Yo también lo sabía, pero no pude resolverme á +proceder de acuerdo con ese conocimiento. Por lo tanto, con grande y +merecido descrédito mío, y considerable detrimento de mi conciencia +oficial, continuaron, durante mi época de mando arrastrándose, como +quien dice, por los muelles, y subiendo y bajando las escaleras de la +Aduana. Una parte del tiempo, no poca en honor de la verdad, la pasaban +dormidos en sus rincones acostumbrados, con las sillas reclinadas contra +la pared, despertando sin embargo una ó dos veces al mediodía para +aburrirse mutuamente refiriéndose, por la milésima vez, sus viejas +historias marítimas y sus chistes ó enmohecidas jocosidades que ya todos +se sabían de memoria.</p> + +<p>Me parece que no tardaron en descubrir que el nuevo jefe era hombre de +buena pasta, de quien no<a name="page_018" id="page_018"></a> había mucho que temer. De consiguiente, con +corazones contentos y con la íntima convicción de creerse empleados de +utilidad y provecho,—á lo menos en beneficio propio, si no en el de +nuestra amada patria,—estos santos varones continuaron desempeñando, +nominalmente, en realidad de verdad, sus varios empleos. ¡Con qué +sagacidad, auxiliados por sus grandes espejuelos, dirigían una mirada al +interior de las bodegas de los buques! ¡Qué gresca armaban á veces con +motivo de nimiedades, mientras otras, con maravillosa estupidez, dejaban +pasar por alto cosas verdaderamente dignas de toda atención! Cuando algo +por el estilo acontecía, por ejemplo, cuando un carromato cargado de +valiosas mercancías había sido trasbordado subrepticiamente á tierra, en +pleno mediodía, bajo sus mismas narices, sin que se lo olieran, era de +ver entonces la energía y actividad que desplegaban, cerrando á doble +llave todas las escotillas y aperturas del buque delincuente, redoblando +la vigilancia, de tal modo, que en vez de recibir una reprimenda por su +anterior negligencia, parecía que eran más bien acreedores á todo elogio +por su celo y sus medidas precautorias, después que el mal estaba hecho +y no tenía remedio.</p> + +<p>Á no ser que las personas con quienes tenga yo algún trato, sean en +extremo displicentes y desagradables, es mi costumbre, tonta si se +quiere, cobrarles afecto; pues las cualidades mejores de mis compañeros, +caso que las tengan, son las que comunmente noto, y constituyen el rasgo +saliente que me hace apreciar al hombre. Como la mayor parte de aquellos +viejos empleados del resguardo tenían buenas cualidades, y<a name="page_019" id="page_019"></a> como mi +posición respecto de ellos era casi paternal y protectora, y favorable +por lo tanto al desarrollo de sentimientos amistosos, pronto se +granjearon todos mi cariño. En el verano, al mediodía, cuando los +fuertes calores que casi hacían derretir al resto del género humano +apenas si vivificaban sus soñolientos organismos, era sumamente grato +oirlos charlar recostados todos en hilera, como de costumbre, contra la +pared, trayendo á la memoria los chistes ya helados de pasadas +generaciones que se referían, medio balbuciendo, entre sonoras +carcajadas. He notado que, exteriormente por lo menos, la alegría de los +ancianos tiene muchos puntos de contacto con la de los niños, en cuanto +que ni la inteligencia ni un profundo sentimiento humorístico entran por +algo en el asunto. Tanto en el niño como en el anciano viene á ser á +manera de un rayo de sol que juguetea sobre la superficie, impartiendo +un aspecto luminoso y risueño, lo mismo á la rama verde del árbol, que +al tronco decaído y seco. Sin embargo, en uno es un verdadero rayo de +sol; en el otro, se asemeja más bien al brillo fosforescente de la +madera carcomida.</p> + +<p>Sería realmente injusto que el lector llegase á creer que todos mis +excelentes viejos amigos estaban chocheando. En primer lugar, no todos +eran ancianos: había, entre mis compañeros subordinados, hombres en toda +la lozanía y fuerza de la edad: hábiles, inteligentes, enérgicos, y en +todo y por todo superiores á la ocupación rutinaria á que los había +condenado su mala estrella. Además, las canas de más de uno cubrían un +cerebro dotado de inteligencia conservada en muy buenas condiciones. +Pero respecto á la mayoría de<a name="page_020" id="page_020"></a> mi cuerpo de veteranos, no cometo +injusticia alguna si la califico, en lo general, de conjunto de seres +fastidiosos que de su larga y variada experiencia de la vida no habían +sacado nada que valiera la pena de conservarse. Se diría que, habiendo +esparcido á todos los vientos los granos de oro de la sabiduría práctica +que tuvieron tantas oportunidades de atesorar, habían conservado, con el +mayor esmero, tan sólo la inútil é inservible cáscara. Hablaban con +mayor interés y abundancia de corazón de lo que habían almorzado aquel +día, ó de la comida del anterior, ó de la que harían el siguiente, que +del naufragio de hace cuarenta ó cincuenta años, y de todas las +maravillas del mundo que habían visto con sus ojos juveniles.</p> + +<p>El abuelo de la Aduana, el patriarca, no sólo de este reducido grupo de +empleados, sino estoy por decir que de todo el personal respetable de +todas las Aduanas de los Estados Unidos, era cierto funcionario +inamovible. Podría apellidársele, con toda exactitud, el hijo legítimo +del sistema aduanero, nacido y criado en el regazo de esta noble +institución, como que su padre, coronel de la guerra de la +Independencia, y en otro tiempo Administrador de Aduana, había creado +para él un destino en una época que pocos de los hombres que hoy viven +pueden recordar. Cuando conocí á este empleado, tendría á cuestas sus +ochenta años, poco más ó menos: con las mejillas sonrosadas; cuerpo +sólido y trabado; levita azul de brillantes botones; paso vigoroso y +rápido, y aspecto sano y robusto, parecía, si no joven, por lo menos una +nueva creación de la Madre Naturaleza en forma de hombre, con quien ni +la edad ni los achaques propios de ella,<a name="page_021" id="page_021"></a> nada tenían qué hacer. Su voz +y su risa, que resonaban constantemente en todos los ámbitos de la +Aduana, no adolecían de ese sacudimiento trémulo á manera de cacareo de +gallina tan común en la vejez: parecíase al canto de un gallo ó al +sonido de un clarín. Considerándole simplemente desde el punto de vista +zoológico,—y tal vez no había otro modo de considerarlo,—era un objeto +realmente interesante, al observar cuan saludable y sana era su +constitución, y la aptitud que en su avanzada edad tenía para gozar de +todos ó de casi todos los placeres á que siempre había aspirado. La +certidumbre de tener la existencia asegurada en la Aduana, viéndose +exento de cuidados, y casi sin temores de ser dado de baja, junto con el +salario que recibía puntualmente, habían sin duda contribuído á que los +años pasaran por él sin dejar ninguna huella. Sin embargo, había causas +mucho más poderosas, que consistían en la rara perfección de su +naturaleza física, la moderada proporción de su inteligencia, y el papel +tan reducido que desempeñaban en él las cualidades morales y +espirituales, que para decir la verdad, á duras penas bastaban para +impedir que el anciano caballero imitase en la manera de andar al rey +Nabucodonosor durante los años de su transformación. La fuerza de su +pensamiento era nula; la facultad de experimentar afectos, ninguna; y en +cuanto á sensibilidad, cero. En una palabra, en él no había sino unos +cuantos instintos que, auxiliados por el buen humor que era el resultado +inevitable de su bienestar físico, hacían las veces de corazón. Se había +casado tres veces, y otras tantas había enviudado: era el padre de +veinte niños, la mayor parte de los cuales<a name="page_022" id="page_022"></a> había pagado, á diversas +edades, el tributo común á la madre tierra. Esto es bastante para +hacernos suponer que la naturaleza más feliz, el hombre más contento con +su suerte, tenía que dar cabida á un dolor suficiente para engendrar +cierto sentimiento de melancolía. ¡Nada de esto con nuestro anciano +empleado! En un breve suspiro se exhalaba toda la tristeza de estos +recuerdos; y al momento siguiente estaba tan dispuesto y alegre como un +niño; mucho más que el escribiente más joven de la Aduana que, á pesar +de no contar sino diez y nueve años de edad, era con todo un hombre más +grave y reposado que el octogenario oficial del resguardo.</p> + +<p>Yo estudiaba y observaba á este personaje patriarcal con una curiosidad +mayor que la que hasta entonces me hubiera inspirado ningún sér humano; +pues era, en realidad, un raro fenómeno: tan perfecto y completo, desde +un punto de vista, como superficial, ilusorio, impalpable, y +absolutamente insignificante desde cualquiera otro. Llegué á creer á +puño cerrado que ese individuo no tenía ni alma, ni corazón, ni +intelecto, ni nada, como ya he dicho, excepto instintos; y sin embargo, +de tal manera estaba compaginado lo poco que en realidad había en él, +que no producía una impresión penosa de deficiencia; antes al contrario, +por lo que á mí hace, me daba por muy satisfecho con lo que en él había +hallado. Difícil sería concebir su existencia espiritual futura, en +vista de lo completamente terrenal y material que parecía; pero es lo +cierto que su existencia en este mundo nuestro, suponiendo que terminara +con su último aliento, no le había sido concedida bajo duras +condiciones: su responsabilidad<a name="page_023" id="page_023"></a> moral no era mayor que la de los seres +irracionales, aunque poseyendo mayores facultades que ellos para gozar +de la vida, y viéndose exento igualmente de los achaques y tristezas de +la vejez.</p> + +<p>En un particular les era vasta, inmensamente superior: en la facultad de +recordar las buenas comidas de que había disfrutado y que constituían no +pequeña parte de su felicidad terrenal. Era un gastrónomo consumado. +Oirle hablar de un asado, bastaba ya para despertar nuestro apetito; y +como nunca poseyó otras dotes superiores, ni pervirtió ni sacrificó +ningún don espiritual anteponiéndolo á la satisfacción de su paladar y +de su estómago, me causaba siempre gran placer oirle discurrir acerca +del pescado, de la volatería, de los mariscos, y de la diversidad de +carnes, espaciándose en lo referente al mejor modo de condimentarlos y +servirlos en la mesa. Sus reminiscencias de una buena comida, por +antigua que fuera su fecha, eran tan vivas que parecía que estaba +realmente aspirando el olor de un lechoncito asado ó de un pavo trufado. +Su paladar conservaba todavía el sabor de manjares que había comido +hacía sesenta ó setenta años, como si se tratara de las chuletas de +carnero del almuerzo de aquel día. Recordaba con verdadero deleite, con +fruición sin igual, un pedazo de lomo asado, ó un pollo especial, ó un +pavo digno de particular elogio, ó un pescado notable, ú otro manjar +cualquiera que adornó su mesa allá en los días de su primera juventud; +mientras los grandes acontecimientos de que había sido teatro el mundo +durante los largos años de su existencia, habían pasado por él como pasa +la brisa, sin dejar la menor huella. Hasta donde me<a name="page_024" id="page_024"></a> ha sido dable +juzgar, el acontecimiento más trágico de su vida, fué cierto percance +con un pato que dejó de existir hace treinta ó cuarenta años, pato cuyo +aspecto auguraba momentos deliciosos; pero que una vez en la mesa, +resultó tan inveteradamente duro, que el trinchante no hizo mella alguna +en él, y hubo necesidad de apelar á una hacha y á un serrucho de mano +para dividirlo.</p> + +<p>Pero es tiempo ya de terminar este retrato, aunque tendría el mayor +placer en dilatarme en él indefinidamente, pues de todos los hombres que +he conocido, este individuo me parece el más apropósito para vista de +Aduana. La mayoría de las personas, debido á causas que no tengo tiempo +ni espacio para explicar, experimentan una especie de detrimento moral +en consecuencia del género peculiar de vida de dicha profesión. El +anciano funcionario era incapaz de experimentarlo; y si pudiera +continuar desempeñando su empleo hasta el fin de los siglos, seguiría +siendo tan bueno como era entonces, y se sentaría á la mesa para comer +con tan excelente apetito como de costumbre.</p> + +<p>Hay aún otra figura sin la cual mi galería de retratos de empleados de +la Aduana quedaría incompleta; pero que me contentaré simplemente con +bosquejar, porque mis oportunidades para estudiarla no han sido muchas. +Me refiero á nuestro Administrador, al bizarro y antiguo general Miller +quien, después de sus brillantes servicios militares y de haber +gobernado por algún tiempo uno de los incultos territorios del Oeste, +había venido, hacía veinte años, á pasar en Salem el resto de su +honorable y agitada vida. El valiente soldado<a name="page_025" id="page_025"></a> contaba ya unos setenta +años de edad, y estaba abrumado de achaques que ni aun su marcial +espíritu, ni los recuerdos de sus altos hechos podían mitigar. Solo con +el auxilio de un sirviente, y asiéndose del pasamanos de hierro, podía +subir lenta y dolorosamente las escaleras de la Aduana; y luego, +arrastrándose con harto trabajo, llegar á su asiento de costumbre junto +á la chimenea. Allí permanecía observando con sereno semblante á los que +entraban y salían, en medio del rumor causado por la discusión de los +negocios, la charla de la oficina, el crujir de los papeles, etc., todo +lo cual parecía no influir en manera alguna en sus sentidos, ni mucho +menos penetrar, perturbándola, en la esfera de sus contemplaciones. Su +rostro, cuando el General se hallaba en semejante estado de quietud, era +benévolo y afable. Si alguno se le acercaba en demanda de algo, +iluminaba sus facciones una expresión de cortesía y de interés, que bien +á las claras demostraba que aun ardía interiormente el fuego sagrado, y +que sólo la corteza exterior se oponía al libre paso de su luz +intelectual. Cuanto más de cerca se le trataba, tanto más sana se +revelaba su inteligencia. Cuando no se veía como forzado á hablar ó á +prestar atención á lo que se le decía, pues ambas operaciones le +costaban evidentemente un esfuerzo, su rostro volvía á revestirse de la +tranquila placidez de costumbre. Debo agregar que su aspecto no dejaba +en el ánimo del que le contemplaba ninguna impresión penosa, pues nada +acusaba en él la decadencia intelectual propia de la vejez. Su armazón +corpórea, de suyo fuerte y maciza, no se estaba todavía desmoronando.<a name="page_026" id="page_026"></a></p> + +<p>Bajo condiciones tan poco favorables, era difícil estudiar su verdadero +carácter y definirlo, como lo sería, por ejemplo, reconstruir, por medio +de la imaginación, una antigua fortaleza como la de Ticonderoga, +teniendo á la vista sólo sus ruinas. Aquí y acullá tal vez se encuentre +un paño de muralla casi completo; pero en lo general se vé únicamente +una masa informe, oprimida por su mismo peso, y á la que largos años de +paz y de abandono han cubierto de hierbas y abrojos.</p> + +<p>Sin embargo, contemplando al viejo guerrero con afecto,—pues á pesar de +nuestro poco trato mutuo, los sentimientos que hacia él abrigaba, como +acontecía con cuantos le conocieron, no podían menos de ser +afectuosos,—pude discernir los rasgos principales de su carácter. +Descollaban en él las nobles y heroicas cualidades que ponían de +manifiesto que el nombre distinguido de que disfrutaba, no lo había +alcanzado por un mero capricho de la fortuna, sino con toda justicia. Su +actividad no fué hija de un espíritu inquieto, sino que necesitó siempre +algún motivo poderoso que le imprimiera el impulso; pero una vez puesta +en movimiento, y habiendo obstáculos que vencer, y un resultado valioso +que alcanzar, no fué hombre que cediera ni fracasara. El fuego que le +animó un tiempo, y que aún no estaba extinguido sino entibiado, no era +de esas llamaradas que toman cuerpo rápidamente, brillan y se apagan al +punto, sino una llama intensa y rojiza, como la de un hierro candente. +Solidez, firmeza, y peso: tal es lo que expresaba el reposado continente +del General en la época á que me refiero, aun en medio de la decadencia +que prematuramente se iba enseñoreando<a name="page_027" id="page_027"></a> de su naturaleza; si bien puedo +imaginarme que, en circunstancias excepcionales, cuando se hallase +agitado por un sentimiento vivo que despertara su energía, que sólo +estaba adormecida, era capaz de despojarse de sus achaques, como un +enfermo de la ropa que le cubre, y arrojando á un lado el báculo de la +vejez, empuñar de nuevo el sable de batalla, y ser el guerrero de otros +tiempos. Y aun entonces su aspecto habría revelado calma.</p> + +<p>Semejante exhibición de sus facultades físicas es solo para concebirse +con la fantasía, y no fuera de desearse que se realizara. Lo que ví en +él—fueron los rasgos de una tenaz y decidida perseverancia, que en su +juventud pudiera haber sido obstinación; una integridad que, como la +mayor parte de sus otras cualidades, era maciza, sólida, tan poco dúctil +y tan inmanejable como una tonelada de mineral de hierro; y una +benevolencia que, á pesar del impetuoso ardor con que al frente de sus +soldados mandó las cargas á la bayoneta en Chippewa ó el Fuerte Erie, +era tan genuina y verdadera como la que pueda mover á cualquier +filántropo de nuestro siglo. Más de un enemigo, en el campo de batalla, +perdió la vida al filo de su acero; y ciertamente que muchos y muchos +quedaron allí tendidos, como en el prado la hierba segada por la +guadaña, á impulsos de aquellas cargas á que su espíritu comunicó su +triunfante energía. Pero de todos modos, nunca hubo en su corazón +crueldad bastante para poder ni aun despojar á una mariposa del polvo +brillante de sus alas. No conozco á otro hombre en cuya innata bondad +tanto pudiera yo confiar.</p> + +<p>Muchas de las cualidades características del General,<a name="page_028" id="page_028"></a>—especialmente +las que habrían contribuído en sumo grado á que el bosquejo que voy +trazando se pareciese al original,—debían de haberse desvanecido ó +debilitado antes de que yo le hubiera visto por primera vez. Sabido es +que los atributos más delicados son también los que más pronto +desaparecen; ni tiene la naturaleza por costumbre adornar las ruinas +humanas con las flores de una nueva hermosura cuyas raíces yacen en las +grietas y hendeduras de los escombros de donde sacan su sustento, como +las que brotan en las arruinadas murallas de la fortaleza de +Ticonderoga; y sin embargo, en lo que toca á gracia y belleza, había en +él algo digno de atención. De vez en cuando iluminaba su rostro, de +agradable manera, un rayo de buen humor socarrón; mientras que también +podía notarse un rasgo de elegancia y gusto delicado natural, que no +siempre se vé en las almas viriles pasada la primera juventud, en el +placer que causaban al General la vista y fragancia de las flores. Es de +suponerse que un viejo guerrero estima, antes que todo, el sangriento +laurel para sus sienes; pero aquí se daba el ejemplo de un soldado que +participaba de las preferencias de una joven muchacha hacia las bellas +producciones de Flora.</p> + +<p>Allí, junto á la chimenea, acostumbraba sentarse el anciano y valiente +General; mientras el Inspector, que si podía evitarlo, raras veces +tomaba sobre sí la difícil tarea de entablar con él una conversación, se +complacía en quedarse á cierta distancia observando aquel apacible +rostro, casi en un estado de semi-somnolencia. Parecía como si estuviera +en otro mundo distinto del nuestro, aunque le veíamos á unas cuantas +varas de nosotros; remoto, aunque pasábamos junto á<a name="page_029" id="page_029"></a> su sillón; +inaccesible, aunque podríamos alargar las manos y estrechar las suyas. +Era muy posible que allá, en las profundidades de sus pensamientos, +viviera una vida más real que no en medio de la atmósfera que le rodeaba +en la poco adecuada oficina de un Administrador de Aduana. Las +evoluciones de las maniobras militares; el tumulto y fragor de la +batalla; los bélicos sonidos de antigua y heroica música oída hacía +treinta años,—tales eran quizá las escenas y armonías que llenaban su +espíritu y se desplegaban en su imaginación. Entre tanto, los +comerciantes y los capitanes de buques, los dependientes de almacén y +los rudos marineros entraban y salían: en torno suyo continuaba el +mezquino ruido que producía la vida comercial y la vida de la Aduana: +pero ni con los hombres, ni con los asuntos que les preocupaban, parecía +que tuviera la más remota relación. Allí, en la Aduana, estaba tan fuera +de su lugar, como una antigua espada, ya enmohecida, después de haber +fulgurado en cien combates, pero conservando aun algún brillo en la +hoja, lo estaría en medio de las plumas, tinteros, pisapapeles y reglas +de caoba del bufete de uno de los empleados subalternos.</p> + +<p>Había especialmente una circunstancia que me ayudó mucho en la tarea de +reanimar y reconstruir la figura del vigoroso soldado que peleó en las +fronteras del Canadá, cerca del Niágara, del hombre de energía sencilla +y verdadera. Era el recuerdo de aquellas memorables palabras suyas—"¡Lo +probaré, señor!"—pronunciadas en los momentos mismos de llevar á cabo +una empresa tan heroica cuanto desesperada, y que respiraban el +indomable espíritu de la Nueva<a name="page_030" id="page_030"></a> Inglaterra. Si en nuestro país se +premiase el valor con títulos de nobleza, esa frase,—que parece tan +fácil de emitir, pero que solamente él, ante el peligro y la gloria que +le esperaban, ha llegado á pronunciar,—esa frase, repito, sería el mote +mejor, y el más apropiado, para el escudo de armas del General.</p> + +<p>Mucho contribuye á la educación moral é intelectual de un hombre +hallarse en contacto diario con individuos de hábitos no parecidos á los +suyos, que no tienen interés alguno en sus ideas y ocupaciones, y que +nos fuerzan en cierto modo á salir de nosotros mismos, para poder +penetrar en la esfera en que se mueven sus pensamientos y sus aptitudes. +Los accidentes de mi vida me han proporcionado con frecuencia esta +ventaja; pero nunca de una manera tan completa y variada como durante el +tiempo que permanecí en la Aduana de Salem. Había allí, particularmente, +un hombre que me dió una nueva idea de lo que pudiera ser el talento, +gracias al estudio que hice de su carácter. Poseía realmente las dotes +que distinguen á un verdadero hombre de negocios: era vivo, muy listo, y +de clara inteligencia; de una rápida mirada veía donde estaba la +dificultad en los asuntos más embrollados, y tenía el don especial de +hacerla desaparecer como por encanto. Criado y desarrollado, como quien +dice, en la Aduana, era ésta el campo propio de su actividad; y las +muchas complicaciones de los negocios, tan molestas y enojosas para el +novicio, se presentaban á su vista con toda la sencillez de un sistema +perfectamente arreglado. Para mí, era ese individuo el ideal de su +clase, la encarnación de la Aduana misma, ó á lo menos el resorte +principal que mantenía en movimiento<a name="page_031" id="page_031"></a> toda aquella maquinaria; porque en +una institución de este género, cuyos empleados superiores se nombran +merced á motivos especiales, y en que raras veces se tiene en cuenta su +aptitud para el acertado desempeño de sus deberes, es natural que esos +empleados busquen en otros las cualidades de que ellos carecen. Por lo +tanto, por una necesidad ineludible, así como el imán atrae las +partículas de acero, del mismo modo nuestro hombre de negocios atraía +hacia sí las dificultades con que cada uno tropezaba. Con una +condescendencia notable, y sin molestarse por nuestra estupidez,—que +para una persona de su género de talento debía de ser punto menos que un +crimen,—lograba en un momento hacernos ver claro como la luz del día, +lo que á nosotros nos había parecido incomprensible. Los comerciantes le +tenían en tanto aprecio como nosotros, sus compañeros de oficina. Su +integridad era perfecta; innata, más bien que resultado de principios +fijos de moralidad. Ni podía ser de otro modo, pues en un hombre de una +inteligencia tan lúcida y exacta como la suya, la honradez completa y la +regularidad suma en la administración de los negocios, tenían que ser +las cualidades dominantes. Una mancha en su conciencia, respecto á +cualquiera cosa que se relacionase con sus deberes de empleado, habría +atormentado á una persona semejante, del mismo modo, aunque en un grado +mucho mayor, que un error en el balance de una cuenta, ó un borrón de +tinta en la bella página de un libro del Registro. En suma, hallé en él +lo que raras veces he visto en el curso de mi vida,—un hombre que se +adaptaba perfectamente al desempeño de su empleo.<a name="page_032" id="page_032"></a></p> + +<p>Tales eran algunos de los individuos con quienes me puse en contacto al +entrar en la Aduana. Acepté de buen talante una ocupación tan poco en +armonía con mis hábitos y mis inclinaciones, y me puse con empeño á +sacar de mi situación el mejor partido posible. Después de haberme visto +asociado á los trabajos y á los planes impracticables de mis soñadores +compañeros del <i>Brook Farm</i>;<a name="FNanchor_7_7" id="FNanchor_7_7"></a><a href="#Footnote_7_7" class="fnanchor">[7]</a> después de haber vivido tres años bajo +el influjo sutil de una inteligencia como la de Emerson; después de +aquellos días pasados en Assabeth en fantásticas especulaciones en +compañía de Ellery Channing, junto á los trozos de leña que ardían en +nuestra chimenea; después de hablar con Thoreau acerca de los pinos y de +las reliquias de los indios, en su retiro de Walden; después de haberme +vuelto en extremo exigente, merced á la influencia de la elegante +cultura clásica de Hillard; después de haberme saturado de sentimientos +poéticos en el hogar de Longfellow,<a name="FNanchor_8_8" id="FNanchor_8_8"></a><a href="#Footnote_8_8" class="fnanchor">[8]</a>—era en verdad tiempo de que<a name="page_033" id="page_033"></a> +empezara á ejercer otras facultades del espíritu, y que me alimentase +con un manjar hacia el cual, hasta entonces no me sentía muy inclinado. +Hasta el octogenario oficial del resguardo de que he hablado antes, me +parecía, como cambio de dieta, muy apetecible para un hombre que había +conocido á Alcott.<a name="FNanchor_9_9" id="FNanchor_9_9"></a><a href="#Footnote_9_9" class="fnanchor">[9]</a> Tengo para mí que, en cierto sentido, es prueba +evidente de una constitución bien equilibrada, y de una organización en +que no falta nada esencial, el hecho de que, á pesar de haberme asociado +algún tiempo con hombres tales como los que acabo de mencionar, hubiera +podido mezclarme después con individuos de cualidades completamente +distintas, sin quejarme del cambio.</p> + +<p>La Literatura, su ejercicio y sus fines, eran á la sazón objetos de poca +monta para mí. En esa época no tenía por los libros interés alguno. La +naturaleza—excepto la humana—la naturaleza visible en cielo y tierra, +puede decirse que no existía para mis ojos; y toda aquella delicia con +que la imaginación la había idealizado en otros tiempos, se había +desvanecido en mi espíritu. Como suspensos é inanimados, si es que no me +habían abandonado por completo, se hallaban<a name="page_034" id="page_034"></a> un cierto don y una cierta +facultad; y á no haber tenido la conciencia de que me era dado evocar, +cuando quisiera, todo lo que realmente tenía algún valor en lo pasado, +mi posición habría sido infinitamente triste y desconsoladora. +Seguramente era esta una clase de vida que no podía llevarse con +impunidad por mucho tiempo; de lo contrario, me habría convertido, de un +modo permanente, en algo distinto de lo que siempre había sido, sin +transformarme tampoco en algo que valiera la pena de aceptarse. Pero +nunca consideré aquel estado de vida sino transitorio, pues una especie +de instinto profético, una voz misteriosa me murmuraba continuamente al +oído, diciéndome que en una época, no lejana, y cuando para bien mío +fuera necesario un cambio, éste se efectuaría.</p> + +<p>Entre tanto, ahí me estaba yo, todo un Inspector de Aduana, y hasta +donde me ha sido posible comprenderlo, tan bueno como se pueda desear; +porque un hombre que siente, que piensa, y que está dotado de +imaginación (aunque fueran sus facultades diez veces superiores á la del +Inspector) puede, en cualquiera tiempo, ser un hombre de negocios, si +quiere tomarse el trabajo de dedicarse á ellos. Mis compañeros de +oficina, los comerciantes y los capitanes de buques con quienes mis +deberes oficiales me pusieron en contacto, me tenían sólo por hombre de +negocios, y probablemente ignoraban por completo que fuera otra cosa. +Creo que ninguno había leído nunca una página de mis escritos, ni +hubiera pesado yo un adarme más en la balanza de su consideración, +aunque hubiesen leído todo lo que he borroneado: aun hay más, poco +habría importado que esas mal aventuradas páginas hubieran<a name="page_035" id="page_035"></a> sido +escritas con la pluma de un Burns ó la de un Chaucer,<a name="FNanchor_10_10" id="FNanchor_10_10"></a><a href="#Footnote_10_10" class="fnanchor">[10]</a> que en su +tiempo fueron como yo empleados de Aduana. No deja de ser una buena +lección, aunque á veces algo dura, para el que ha soñado con la fama +literaria y con la idea de crearse, por medio de sus obras, un nombre +respetado entre las celebridades del mundo, descubrir de buenas á +primeras que, fuera del círculo estrecho en que se tiene noticia de sus +méritos y presunciones, nada de lo que ha llevado á cabo, ni nada de +aquello á que aspira, tiene importancia ó significación alguna. No creo +que yo tenía una necesidad especial de recibir lección semejante, ni +siquiera como aviso preventivo y saludable, pero ello es que la recibí +por completo, bien que no me causó ningún dolor, ni me costó un solo +suspiro. Cierto es también que en materia de literatura, un oficial de +marina que entró á servir en la Aduana al mismo tiempo que yo, con +frecuencia echaba su cuarto á espadas conmigo en discusiones acerca de +uno de sus dos temas favoritos: Napoleón y Shakespeare; y que también +uno de los escribientes del Administrador, aun muy joven y que llenaba, +según se decía en voz baja, las blancas cuartillas de papel de la Aduana +con lo que á cierta distancia tenía la apariencia de versos, de cuando +en cuando me hablaba de libros, como de un asunto que quizá me sería +familiar. Á esto se reducía todo mi comercio literario, y debo confesar +que era más que suficiente para satisfacción de mis necesidades +intelectuales.</p> + +<p>Pero aunque hacía tiempo que no trataba de que<a name="page_036" id="page_036"></a> mi nombre recorriese el +mundo impreso en el frontis de un libro, ni me importaba, no podía sin +embargo menos de sonreirme al pensar que tenía entonces otra clase de +boga. El marcador de la Aduana lo imprimía, con un patrón y pintura +negra, en los sacos de pimienta, en las cajas de tabacos, en las pacas +de todas las mercancías sujetas á derechos, como testimonio de que estos +artículos habían pagado el impuesto y pasado por la Aduana. Llevado en +tan extraño vehículo de la fama, iba mi nombre á donde jamás había +llegado antes, y á donde espero que nunca irá de nuevo.</p> + +<p>Pero el pasado no había muerto por completo. De vez en cuando, los +pensamientos que en otro tiempo parecían tan vitales y tan activos, pero +que se habían entregado al reposo de la manera más tranquila del mundo, +cobraban vida y vigor. Una de las ocasiones en que mis hábitos de otros +días renacieron, fué la que dió margen á que ofrezca al público el +bosquejo que estoy trazando.</p> + +<p>En el segundo piso de la Aduana hay una vasta habitación cuyas vigas y +enladrillado nunca han sido cubiertos con torta y artesonado. El +edificio, que se ideó en una escala en armonía con el antiguo espíritu +comercial del puerto y la esperanza de una prosperidad futura que nunca +había de realizarse, tiene más espacio del que era necesario y al que no +se puede dar uso alguno. Por lo tanto, el gran salón que está encima de +las habitaciones del Administrador, se ha quedado por concluir, y á +pesar de las telarañas que adornan sus empolvadas vigas, parece como que +espera la mano del carpintero y del albañil. En una extremidad de dicha +habitación había cierto número de<a name="page_037" id="page_037"></a> barriles, amontonados unos sobre +otros, y llenos de líos de documentos oficiales, de los cuales gran +número yacía también en el pavimento. ¡Tristeza causaba pensar en los +días, y semanas, y meses y años de trabajo que se habían empleado en +esos papeles enmohecidos, que eran ahora simplemente un estorbo, ó +estaban ocultos en un olvidado rincón donde jamás ojos humanos les +darían una mirada! Pero también, ¡cuántas resmas y resmas de otros +manuscritos, llenos, no de las fastidiosas fórmulas oficiales, sino de +los pensamientos de una clara inteligencia y de las ricas efusiones de +un corazón sensible, han ido á parar igualmente al olvido más completo! +Y lo más triste de todo, sin que en su tiempo, como las pilas de papeles +de la Aduana, hubieran proporcionado á aquellos que los borronearon las +comodidades y medios de subsistencia que obtuvieron los aduaneros con +los rasgos inservibles y comunes de sus plumas. Sin embargo, esto último +no es completamente exacto, pues no carecen de valor para la historia +local de Salem; y en esos papeles podrían descubrirse noticias y datos +estadísticos del antiguo tráfico del puerto, y recuerdos de sus grandes +comerciantes y otros magnates de la época, cuyas inmensas riquezas +comenzaron á ir á menos mientras sus cenizas estaban aún calientes. En +esos papeles pudiera hallarse el origen de los fundadores de la mayor +parte de las familias que constituyen ahora la aristocracia de Salem, +desde sus obscuros principios cuando se dedicaban á trafiquillos de poca +monta, hasta lo que hoy consideran sus descendientes una jerarquía +establecida de larga fecha.</p> + +<p>Es lo cierto que hay una gran escasez de documentos<a name="page_038" id="page_038"></a> oficiales relativos +á la época anterior á la Revolución, circunstancia que muchas veces he +lamentado, pues esos papeles podrían haber contenido numerosas +referencias á personas ya olvidadas, ó de que aún se conserva recuerdo, +así como á antiguas costumbres que me habrían proporcionado el mismo +placer que experimentaba cuando encontraba flechas de indios en los +campos cerca de la Antigua Mansión.</p> + +<p>Pero un día lluvioso, en que no tenía mucho en que ocuparme, tuve la +buena fortuna de hacer un descubrimiento de algún interés. Revolviendo +aquella pila de papeles viejos, y huroneando entre ellos; desdoblando +alguno que otro documento, y leyendo los nombres de los buques que +luengos años ha desaparecieron en el fondo del océano, ó se pudrieron en +los muelles, así como los de los comerciantes que ya no se mencionan en +la Bolsa, ni aún apenas pueden descifrarse en las dilapidadas losas de +sus tumbas; contemplando esos papeles con aquella especie de +semi-interés melancólico que inspiran las cosas que no sirven ya para +nada, me vino á las manos un paquete pequeño cuidadosamente envuelto en +un pedazo de antiguo pergamino amarillo. Esta cubierta tenía el aspecto +de un documento oficial de un período remoto, cuando los escribientes +trazaban sus signos en materiales de mayor solidez que los nuestros. +Había en el paquete algo que despertó vivamente mi curiosidad y me llevó +á deshacer la cinta de un rojo desvanecido que lo ataba, animado de la +idea de que iba á sacar á luz un tesoro. Al desdoblar el rígido +pergamino, ví que era el nombramiento expedido por el Gobernador Shirley +en favor de un tal Jonatán Pue para el empleo de Inspector de las +Aduanas<a name="page_039" id="page_039"></a> de Su Majestad en el puerto de Salem, en la Provincia de la +Bahía de Massachusetts. Recordé que había leído, creo que en los Anales +de Felt, la noticia del fallecimiento del Sr. Inspector Pue, ocurrido +hacía unos ochenta años; y que también en un periódico de nuestros días +había visto el relato de la extracción de sus restos mientras se +restauraba la Iglesia de San Pedro, en cuyo pequeño cementerio estaban +enterrados. Por más señas que sólo hallaron un esqueleto incompleto y +una enorme peluca bien conservada. Al examinar los papeles con mayor +detenimiento, ví que no eran oficiales, sino privados, y al parecer de +letra y puño del Inspector. La única explicación que pude darme del +porqué se encontraban en la pila de papeles de que he hablado, consiste +en que el Sr. Pue falleció repentinamente, y esos escritos, que +probablemente conservaba en su bufete oficial, nunca llegaron á manos de +sus herederos, por suponerse que tal vez se referían á asuntos del +servicio de la Aduana.</p> + +<p>Se me figura que las ocupaciones anexas á su empleo dejaban al antiguo +Inspector en aquellos tiempos muchas horas libres que dedicar á +investigaciones históricas locales y á otros asuntos de igual +naturaleza. No pequeña parte de los datos que hallé en los papeles de +que hablo, me sirvieron de mucho para el artículo titulado la C<small>ALLE</small> +P<small>RINCIPAL</small> incluído en uno de mis libros.</p> + +<p>Pero lo que más me atrajo la atención en el misterioso paquete, fué algo +forrado con paño de un rojo hermoso, bien que bastante gastado y +desvanecido. Había también en el forro visibles huellas de un bordado de +oro, igualmente muy gastado, de tal modo<a name="page_040" id="page_040"></a> que puede decirse que apenas +quedaba nada. Se conoce que había sido hecho á la aguja con sorprendente +habilidad; y las puntadas, como me aseguraron damas muy peritas en el +asunto, dan prueba patente de un arte ya perdido, que no es posible +restaurar, aunque se fueran sacando uno á uno los hilos del bordado. +Este harapo de paño color de escarlata,—pues los años y las polillas lo +habían reducido en realidad á un harapo, y nada más,—después de +examinado minuciosa y cuidadosamente parecía tener la forma de la letra +A. Cada una de las piernas ó trazos de la letra tenía precisamente tres +pulgadas y cuarto de longitud. No quedaba duda alguna que se había +ideado para adorno de un vestido; pero cómo debió de usarse, y cuál era +la categoría, dignidad ó empleo honorífico que en otros tiempos +significaba, era para mí un verdadero enigma que no tenía muchas +esperanzas de resolver. Y sin embargo, me produjo un extraño interés. +Mis miradas se fijaron tenazmente en la antigua letra de color +escarlata, y no querían apartarse de ella. Había con seguridad algún +sentido oculto en aquella letra, que merecía la pena de investigarse, y +que, por decirlo así, parecía emanar del símbolo místico, revelándose +sutilmente á mis sentimientos pero rehuyendo el análisis de la +inteligencia.</p> + +<p>Mientras me hallaba así, todo perplejo, pensando, entre otras cosas, que +acaso esa letra habría sido uno de los adornos de que hacían uso los +blancos para atraerse la atención de los indios, me la puse casualmente +sobre el pecho. El lector sin duda se sonreirá cuando le diga, aunque es +la pura verdad, que me pareció experimentar una sensación, que si no +enteramente<a name="page_041" id="page_041"></a> física, casi era la de un calor abrasante; como si la letra +no fuera un pedazo de paño rojo, sino un hierro candente. Me estremecí, +é involuntariamente la dejé caer al suelo.</p> + +<p>La contemplación de la letra escarlata me había hecho descuidar el +examen de un pequeño rollo de papel negruzco al que servía de +envoltorio. Lo abrí al fin, y tuve la satisfacción de hallar, escrita de +puño y letra del antiguo Inspector de Aduana, una explicación bastante +completa de toda la historia. Había varios pliegos de papel de á folio +que contenían muchos particulares acerca de la vida y hechos de una tal +Ester Prynne, que parecía haber sido persona notable para nuestros +antepasados, allá á fines del siglo diez y siete. Algunos individuos, +muy entrados en años, que vivían aún en la época del Inspector Pue, y de +cuyos labios había éste oído la narración que confió al papel, +recordaban haberla visto cuando jóvenes, y cuando dicha Ester era ya muy +anciana, aunque no decrépita, y de aspecto majestuoso é imponente. De +tiempo inmemorial era su costumbre, según decían, recorrer el país como +enfermera voluntaria, haciendo todo el bien que podía, y dando consejos +en todas las materias, principalmente en las que se relacionaban con los +afectos del corazón, lo que dió lugar á que si muchos la reverenciaban +como á un ángel, otros la consideraran una verdadera calamidad. +Registrando más minuciosamente el manuscrito, hallé la historia de otros +actos y padecimientos de esta mujer singular, muchos de los cuales +encontrará el lector en la narración titulada "L<small>A</small> L<small>ETRA</small> E<small>SCARLATA</small>"; +debiendo tenerse presente, que las circunstancias<a name="page_042" id="page_042"></a> principales de dicha +historia son auténticas, como que cuentan con la autoridad que les da el +manuscrito del Inspector Pue. Los papeles originales, juntamente con la +letra escarlata, que diré de paso es una reliquia muy curiosa, están aún +en mi poder, y se mostrarán á quienquiera que, incitado por el interés +de esta narrativa, deseare verlos. Mas no por eso se crea que al +compaginar esta novela, y al idear los motivos y pasiones que influyeron +en los personajes que en ella figuran, me he ceñido servilmente á lo que +reza la docena de páginas del antiguo manuscrito. Al contrario, me he +tomado en ciertos puntos casi tanta libertad como si el asunto fuera +enteramente de mi invención. Lo que deseo afirmar es la autenticidad de +los hechos fundamentales de la historia.</p> + +<p>El incidente del manuscrito despertó en cierta manera mis antiguas +aficiones literarias. Me pareció ver en él la armazón de una novela. Fué +para mí, realmente, como si el antiguo Inspector, con su traje de hace +cien años, y su inmortal peluca, sepultada con él, pero que no pereció +en el sepulcro, me hubiera visitado en la desierta habitación de la +Aduana. Su porte tenía toda la dignidad de quien había desempeñado un +empleo de Su Majestad Británica, y estaba iluminado, por lo tanto, con +un rayo del esplendor que tan deslumbrantemente brilla en rededor del +trono. ¡Ah! ¡Cuán diferente es el aspecto de un empleado de la República +que, siendo un servidor del pueblo, se considera punto menos que un +cualquiera, é inferior al más ínfimo de sus señores! Imaginé que con su +mano espectral, la majestuosa figura del Inspector Pue me había dado el +símbolo escarlata y el pequeño<a name="page_043" id="page_043"></a> manuscrito que lo explicaba; y que +también con su voz espectral me había exhortado á que, como una prueba +de deber filial y de respeto hacia él,—que podía considerarse +oficialmente mi antepasado,—diese al público sus lucubraciones ya +mohosas y roídas por la polilla.—"Haz esto,"—dijo el espectro del Sr. +Inspector Pue con un movimiento de cabeza que parecía tan imponente como +su imperecedera peluca,—"haz esto, y el lucro será todo tuyo. Pronto lo +necesitarás, pues estos tiempos no son como los míos en que los empleos +eran vitalicios, y á veces hereditarios. Pero te pido que en este asunto +de la anciana Señora Prynne, no olvides honrar como se debe la memoria +de tu predecesor."—Y yo respondí al espectro del Sr. Inspector +Pue:—"Lo haré."</p> + +<p>Por consiguiente, dediqué mis pensamientos á la historia de Ester +Prynne, que fué objeto de mis meditaciones muchas y muchas horas, +mientras me paseaba á lo largo de mi habitación, ó atravesaba cien y +cien veces el espacio, nada corto por cierto, que mediaba entre la +puerta principal de la Aduana y una de las laterales. Grandes eran el +fastidio y la molestia que experimentaban el octogenario empleado y los +pesadores y aforadores, cuyo sueño se veía perturbado implacablemente +por la acompasada y constante resonancia de mis pasos, de ida y vuelta +en mi continuo andar. Mis subordinados, recordando sus antiguas +ocupaciones, acostumbraban decir que el Inspector se estaba paseando en +la toldilla del buque. Probablemente imaginaban que mi único objeto era +despertar el apetito. Y en puridad de verdad, el único resultado valioso +de mi infatigable ejercicio de piernas era el desarrollo de<a name="page_044" id="page_044"></a> un buen +apetito, aguzado por las ráfagas del viento del Este, que generalmente +soplaba en aquel lugar. Pero tan poco favorable era la atmósfera de la +Aduana para el cultivo de las delicadas producciones del espíritu, que +si yo hubiera permanecido allí cuarenta años, dudo mucho que la historia +de L<small>A</small> L<small>ETRA</small> E<small>SCARLATA</small> hubiese visto jamás la luz pública. Mi cerebro se +había convertido en un espejo empañado que no reflejaba las figuras con +que trataba de poblarlo, ó si lo hacía era vaga y confusamente. Los +personajes de mi narración no querían entrar en calor, ni podía yo +convertirlos en materia dúctil con ayuda del fuego que ardía en mi +imaginación. Ni me era posible conseguir que los inflamara la llama de +la pasión, ni que experimentasen la ternura de sentimientos delicados, +sino que conservaban toda la rigidez de cuerpos sin vida, que fijaban en +mí sus horribles miradas como si me retaran desdeñosamente. Parecía que +me apostrofaban diciéndome: "¿Qué tienes tú que ver con nosotros? La +escasa facultad que en un tiempo poseíste para manejar las creaciones de +la fantasía, ha desaparecido. La trocaste en cambio de un poco del oro +del público. Vete á ganar tu sueldo." En una palabra: las inertes +criaturas, hijas de mi imaginación, me tachaban de imbecilidad, y no sin +algún fundamento.</p> + +<p>Y no solo durante las tres horas y media que consagraba diariamente al +desempeño de mis deberes en la Aduana sentía aquella especie de +parálisis, sino que me acompañaba en mis paseos por la orilla del mar y +por los campos, cuando, lo que no era frecuente, buscaba el vigorizador +encanto de la naturaleza que tanta frescura y actividad de pensamiento +me infundía<a name="page_045" id="page_045"></a> desde el instante que traspasaba el umbral de la Antigua +Mansión. Ese mismo marasmo intelectual no me abandonaba en mi casa, ni +aún en la habitación que, sin saber á derechas por qué, llamaba yo mi +gabinete de estudio. Ni tampoco desaparecía cuando, muy entrada la +noche, me encontraba solo en mi salón desierto, iluminado únicamente por +el resplandor del fuego que ardía en la chimenea y la luz melancólica de +la luna, y trataba de representarme escenas imaginarias que me prometía +fijar al día siguiente en páginas de brillante descripción.</p> + +<p>Si las facultades creadoras se niegan á funcionar á semejante hora, hay +que perder toda esperanza de que jamás puedan hacerlo. La luz de la +luna, en una habitación que nos es familiar, dando de lleno en la +alfombra y dejando ver con toda claridad las figuras en ella dibujadas, +y haciendo igualmente visibles todos los objetos, por pequeños que sean, +aunque de un modo diferente que á la luz de la mañana ó del +mediodía,—es la situación más apropiada para que un novelista entre en +conocimiento con sus huéspedes ilusorios. Ahí está el espectáculo +doméstico que conocemos perfectamente: las sillas, cada una con su +distinta individualidad; la mesa del centro, con uno ó dos volúmenes y +una lámpara apagada; el sofá; el estante de libros; el cuadro que cuelga +en la pared: todos estos detalles, que se ven de una manera tan +completa, se presentan sin embargo tan idealizados por la misteriosa luz +de la luna, que se diría que pierden su verdadera realidad para +convertirse en cosas espirituales. Nada hay que sea demasiado pequeño ó +insignificante para que se libre de esta transformación,<a name="page_046" id="page_046"></a> adquiriendo +con ella cierta dignidad. El zapatito de un niño; la muñeca, sentada en +su cochecito; el caballito de madera,—en una palabra, cualquier objeto +que se hubiere usado ó con que se hubiere jugado durante el día, reviste +ahora un aspecto extraño y singular, aunque sea tan perfectamente +visible como con la claridad del sol. De este modo el suelo de nuestro +cuarto se ha convertido en una especie de terreno en que lo real y lo +imaginario se confunden; algo así como una región intermediaria entre +nuestro mundo positivo y el país de las hadas. Aquí podrían entrar los +espectros sin causarnos temor: y de tal manera se adaptarían al medio +ambiente, que no experimentaríamos sorpresa alguna si, al dirigir la +vista á nuestro alrededor, descubriéramos la forma de un sér querido, +aunque ya ausente de este mundo, sentada tranquilamente á la luz de este +mágico rayo de luna, con un aspecto tal, que nos haría dudar si es que +ha regresado de la región ignota, ó si nunca se alejó del hogar +doméstico.</p> + +<p>La dudosa claridad que esparcen los carbones encendidos que arden en la +chimenea, tiende á producir el efecto que he tratado de describir. +Vierten una luz suave en toda la habitación, acompañada de una ligera +tinta rojiza en las paredes y en el cielo raso, y de un débil reflejo +del pulido barniz de los muebles. Esta luz, más caliente, se mezcla con +la frialdad de los rayos de la luna, y puede decirse que dota de +corazón, de ternura y de sensibilidad humana, las formas que evoca la +fantasía. De imágenes de nieve que son, las convierte en hombres y +mujeres. Dando una mirada al espejo, contemplamos la moribunda llama de +los carbones medio extinguidos, los pálidos rayos de la<a name="page_047" id="page_047"></a> luna en el +pavimento, y una reproducción de toda la luz y sombra del cuadro, que +nos aleja más de lo real y nos acerca más á lo imaginario. En tal hora, +pues, y con semejante espectáculo á la vista, si un hombre sentado solo +en las altas horas de la noche, no puede idear cosas extrañas y +conseguir que tengan éstas un aire de realidad, debe abandonar para +siempre toda tentativa de escribir novelas.</p> + +<p>Por lo que á mí hace, durante todo el tiempo que permanecí en la Aduana, +la luz del sol ó de la luna, ó el resplandor de la lumbre de la +chimenea, eran idénticos en sus efectos; y tanto importaban, para el +caso, como la mísera llama de una vela de sebo. Cierto género de +aptitudes y de sensibilidad, juntamente con un don especial para sacar +partido de ellas,—ni muy grande ni de mucho valor por lo demás, pero lo +mejor de que yo podía disponer,—había desaparecido por completo.</p> + +<p>Creo, sin embargo, que si hubiera ensayado las fuerzas en otra clase de +composiciones, no habría hallado mis facultades tan obtusas é inertes. +Por ejemplo, podría haber puesto por escrito las narraciones de un +veterano capitán de buque, uno de los empleados del resguardo, con quien +me mostraría muy ingrato si no lo mencionara, pues apenas se pasaba un +día sin que me movieran á la vez á risa y admiración sus maravillosas +dotes de cuentista. Si hubiera podido conservar la fuerza pintoresca de +su estilo, y el colorido humorístico con que adornaba sus descripciones, +creo firmemente que el resultado habría sido algo nuevo en literatura. Ó +pudiera haberme dedicado fácilmente á una ocupación más seria. En medio +de mis<a name="page_048" id="page_048"></a> diarias y prosaicas obligaciones era mi deseo, quizás insensato, +lanzarme en alas de la imaginación á siglos remotos, ó tratar de crear +las apariencias de la vida con materiales aéreos, cuando, á cada +instante, la impalpable belleza de mis burbujas de jabón se deshacía al +rudo contacto de algo real. Lo más cuerdo habría sido dedicar talento é +imaginación á los asuntos del día, y buscar resueltamente el verdadero é +indestructible valor que yace oculto en los pequeños y enojosos +incidentes y en los caracteres comunes que me eran familiares. La falta +fué mía. La página de la vida abierta ante mis ojos, me pareció vulgar y +fastidiosa, sólo por no haber penetrado yo más íntimamente su +significación. Allí había un libro mejor que el que jamás podré +escribir, que se me iba presentando hoja tras hoja, precisamente como +las llenaba la realidad de la hora fugitiva, y que se desvanecían con la +misma rapidez con que habían sido escritas, porque mi inteligencia +carecía de la profundidad necesaria para comprenderlas, y mi pluma de +habilidad suficiente para transcribirlas. Algún día recuerde quizás unos +cuantos fragmentos esparcidos por todas partes, y los reproduzca con +gran provecho mío, hallando que las letras se convierten en oro en las +páginas de mi libro.</p> + +<p>Pero estas ideas se me ocurrieron demasiado tarde. Á la sazón, tenía tan +solamente la conciencia de que lo que en un tiempo había sido un placer +para mí, era ahora una tarea irrealizable. No era ocasión para entrar en +lamentaciones acerca del estado de las cosas. Había cesado de ser un +escritor de historietas y de artículos, bastante malos, para convertirme +en un Inspector de Aduana tolerablemente bueno. Ni más<a name="page_049" id="page_049"></a> ni menos. Sin +embargo, no es nada agradable verse acosado por la sospecha de que +nuestra inteligencia se va extinguiendo; ó que se va desvaneciendo, sin +darnos cuenta de ello, como el éter en una redoma, que hallamos más y +más reducido á cada mirada que le dirigimos. No me quedaba duda alguna +del hecho; y al examinarme á mí mismo y á otros de mis compañeros, +llegué á conclusiones no muy favorables relativamente al efecto que +produce un empleo del gobierno en el carácter de los individuos. Acaso +algún día me extienda más sobre la materia; por ahora, baste decir que +un empleado del resguardo, de larga fecha, á duras penas puede ser +persona digna de elogios ó de mucho respeto, por numerosas razones; +entre otras, por las circunstancias á que debe su destino; y luego, por +la naturaleza especial del mismo, que si bien muy honroso, como creo, es +esta una opinión de que no participa todo el género humano.</p> + +<p>Uno de los efectos que he notado, y creo que puede observarse más ó +menos en cada persona que haya tenido uno de esos destinos, es que al +paso que el hombre se reclina en el brazo poderoso de la República, su +propia fuerza individual le abandona. Si posee una gran suma de energía +natural, ó si el empleo público no ejerce en él su enervante influjo por +mucho tiempo, podrá recobrar sus facultades embotadas. El empleado que +ha perdido su destino, puede volver sobre sus pasos, y ser de nuevo todo +lo que era antes. Pero esto rara vez acontece, pues por lo regular +permanece en su puesto el tiempo necesario para que se efectúe su propia +perdición y decadencia, y entonces le ponen de patitas en la calle, para +que continúe su<a name="page_050" id="page_050"></a> marcha por el camino de la vida como mejor pueda. +Teniendo conciencia de su propia debilidad, y de que todo el temple de +su espíritu ha desaparecido, en adelante sólo dirige miradas inquietas +en torno suyo en demanda de quien le auxilie. Su constante +esperanza,—que viene á ser una especie de alucinación que, á despecho +de todo lo que sea desalentador, y sin hacer alto en imposibilidades le +persigue mientras viva,—consiste en que al fin y al cabo, y en no +lejano tiempo, merced á una reunión de circunstancias felices, será +restablecido en su empleo. Esta esperanza, más que ninguna otra cosa, +mina por completo y hiere de muerte, desde sus principios, cualquiera +empresa que intente llevar á cabo. ¿Por qué trabajar y afanarse y tratar +de salir de la miseria en que se encuentra, si de un momento á otro el +brazo del Gobierno lo pondrá á flote? ¿Por qué procurar librarse la +subsistencia aquí con el sudor de su frente, ó ir á California á extraer +oro,<a name="FNanchor_11_11" id="FNanchor_11_11"></a><a href="#Footnote_11_11" class="fnanchor">[11]</a> cuando no pasará mucho tiempo sin que ese mismo Gobierno le +haga feliz, poniendo en sus bolsillos, con intervalos mensuales, un +puñado de monedas brillantes procedentes de las arcas de la República? +No deja de ser curioso, y triste al mismo tiempo, observar cuán pronto +se inficiona con esta enfermedad un pobre diablo, por poco que haya +probado el turrón de un destinillo. El dinero del Gobierno tiene, bajo +este concepto, una cualidad semejante á la de los pactos con el demonio: +quien lo toca, tiene que andar muy<a name="page_051" id="page_051"></a> listo, ó de lo contrario al fin y al +cabo, si no pierde su alma, como con el pacto mencionado, perderá muchas +de sus mejores cualidades: la fuerza, el valor y constancia, la +sinceridad, la confianza en sí mismo, y todo lo que constituye un +carácter varonil.</p> + +<p>¡Hermoso porvenir me esperaba por cierto! Y no porque el Inspector se +hubiese aplicado á sí propio la moral de la historia, ó pudiese admitir +que la continuación en su empleo, ó la cesantía, influiría en él de un +modo desastroso. Nada de eso: pero á pesar de todo, mis reflexiones +sobre el asunto no eran muy alentadoras. Comencé á volverme melancólico +é inquieto, examinando constantemente mi inteligencia para descubrir si +mis facultades estaban cabales, y ver qué detrimento habían +experimentado. Traté de calcular cuánto tiempo podría aun permanecer en +la Aduana, y salir de ella siendo todavía lo que se llama un hombre. +Para decir la verdad, comencé á temer que,—puesto que no habría sido +político declarar cesante á las calladas á un hombre de mi importancia, +ni es muy corriente en un empleado del Gobierno hacer dimisión de su +destino,—comencé á temer, repito, que podría darse conmigo el caso de +envejecer y hasta de volverme decrépito en mi puesto de Inspector, +convirtiéndome en algo parecido al octogenario empleado de marras. Y +¿por qué, en el curso de los largos años de la vida oficial que creía me +estaban aun reservados, no me sucedería al fin y á la postre lo mismo +que á mi venerable amigo; esto es, llegar á convertir la hora de la +comida en la más importante del día, y el resto del tiempo pasarlo +durmiendo á la sombra ó al calor del sol? ¡Triste perspectiva para un +hombre<a name="page_052" id="page_052"></a> que hace consistir la felicidad en vivir en el pleno ejercicio +de sus facultades y de sus sentimientos! Pero durante todo este tiempo +me estuve atormentando inútilmente, porque la Providencia había +dispuesto la realización de cosas mucho mejores y benéficas para mí, que +las que yo mismo pude jamás idear.</p> + +<p>En el tercer año de mi empleo de Inspector hubo un acontecimiento +notable, cual fué la elección del General Taylor á la Presidencia de los +Estados Unidos. Para que se comprendan perfectamente las tribulaciones +de la vida de un empleado del Gobierno, es preciso considerarlo en los +primeros tiempos de la Administración de un Presidente que pertenece á +un partido político distinto del suyo. Su posición es entonces realmente +la más dificultosa y hasta desagradable en que pueda hallarse un infeliz +mortal, casi sin alternativa alguna en buen sentido, aunque lo que él +juzga como lo peor que le puede acontecer, sea tal vez lo mejor. Mas +para un hombre digno y sensible es bien doloroso saber que sus intereses +dependen de personas que ni le estiman ni le comprenden, y quienes más +bien tratarán de hacerle daño que de beneficiarlo. Ni deja tampoco de +sorprenderle, y mucho, al que supo conservar toda su calma durante una +contienda electoral, ver la sed de sangre que se desarrolla en la hora +del triunfo, y tener la conciencia de que él es una de las víctimas en +que los vencedores tienen fijas las miradas. Pocas cosas hay tan feas en +la naturaleza humana como esta tendencia á la crueldad, tan sólo porque +se tiene el poder de hacer daño, que llegué entonces á notar en personas +que después de todo no eran peores que sus vecinos. Si en vez de ser +una<a name="page_053" id="page_053"></a> expresión metafórica, aunque muy apropiada, fuera un hecho real lo +de la guillotina aplicada á los empleados del Gobierno, después de una +nueva Administración, creo sinceramente que los miembros del partido +victorioso, en los primeros momentos de la agitación causada por su +triunfo, nos habrían cortado la cabeza á todos los del partido opuesto.</p> + +<p>Pero sea de ello lo que fuere, y á pesar de lo poco agradable que era mi +situación, hallé que tenía más de un motivo para congratularme de estar +del lado de los vencidos más bien que del de los vencedores. Si hasta +entonces no habían sido muy ardientes mis convicciones políticas, en +aquella hora de peligro y de adversidad comencé á sentir vivamente hacia +qué partido se inclinaban mis predilecciones; y no sin cierto dolor y +vergüenza llegué á vislumbrar que, según cálculos razonables, tenía yo +más probabilidades de conservar mi destino que mis otros +correligionarios políticos. Pero ¿quién puede ver en lo futuro más allá +de sus narices? Mi cabeza fué la primera que cayó.</p> + +<p>Tengo para mí, que cuando á un empleado lo declaran cesante, ó, para +hablar metafóricamente, le cortan la cabeza, rara vez, ó nunca, es +aquella la época más feliz de su vida. Sin embargo, como sucede en la +mayor parte de nuestros grandes infortunios, aun ese grave +acontecimiento trae aparejado consigo su remedio y su consuelo, con tal +de que la víctima trate de sacar el mejor partido de su desgracia. Por +lo que á mí respecta, el consuelo lo tenía á la mano, y ya se me había +presentado en mis meditaciones mucho tiempo antes de que fuera +absolutamente necesario<a name="page_054" id="page_054"></a> apelar á ese remedio. En la Aduana de Salem, +como anteriormente en la Antigua Mansión, pasé tres años; tiempo más que +suficiente para que descansara mi cerebro fatigado y para que rompiera +con antiguos hábitos intelectuales y adoptara otros nuevos; y tiempo +también demasiado largo para la vida que llevé, tan completamente ajena +á mis inclinaciones naturales, sin haber hecho en realidad nada que +fuera provechoso ó agradable á algún sér humano, habiéndome retraído de +una labor que, por lo menos, habría satisfecho los latentes deseos de mi +espíritu. Además, la manera poco ceremoniosa con que le declararon +cesante, y el haber sido considerado como enemigo por sus adversarios +políticos, fué en cierto modo agradable al ex-Inspector de Aduana, +puesto que su apatía en los asuntos de la política,—su tendencia á +divagar, á merced de su voluntad, por el vasto y apacible campo en que +todo el género humano puede codearse sin reparo, antes que ceñirse á los +estrechos senderos en que los hermanos de un mismo hogar tienen que +separarse unos de otros,—había hecho que sus mismos correligionarios le +mirasen con cierta sospecha, dudando si en realidad les pertenecía. Pero +ahora, después de haber obtenido la corona del martirio, la duda +desapareció. Por otra parte, á pesar de lo poco heroica que es su +naturaleza, parecía más decoroso verse también arrastrado en la caída +del partido á que estaba afiliado, que no permanecer de pie cuando +tantos hombres, mucho más meritorios, iban cayendo día tras día; y, por +último, era eso preferible á quedarse cuatro años más en su puesto, á la +merced de una Administración hostil, para verse á la postre<a name="page_055" id="page_055"></a> obligado á +definir su posición de nuevo, y mendigar tal vez la buena voluntad de +los vencedores.<a name="FNanchor_12_12" id="FNanchor_12_12"></a><a href="#Footnote_12_12" class="fnanchor">[12]</a></p> + +<p>Entretanto, la prensa periódica había tomado por su cuenta el asunto de +mi cesantía, y durante un par de semanas me exhibió ante el público en +mi nuevo estado de persona decapitada, deseando yo que me dejaran en paz +y me enterrasen al fin, como conviene á un hombre políticamente muerto. +Esto, hablando naturalmente en el sentido figurado, porque en la +realidad, todo este tiempo en que se trataba de mí en los periódicos +como del Inspector decapitado, tenía yo muy bien asegurada la cabeza en +los hombros, y había llegado á la excelente conclusión de que no hay mal +que por bien no venga; y empleando algunos cuantos reales en tinta, +papel y plumas, abrí mi olvidado escritorio, y me convertí de nuevo en +hombre de letras.</p> + +<p>Entonces fué cuando dediqué toda mi atención á las lucubraciones de mi +antiguo predecesor el Inspector de Aduana Sr. Pue; y como mis facultades +intelectuales se hallaban un tanto entorpecidas por la falta de +conveniente uso durante largo tiempo, pasó también alguno antes de que +me fuera dado trabajar en mi narración de una manera algo satisfactoria. +Y con todo, á pesar de que la obra absorbía por completo<a name="page_056" id="page_056"></a> mis +pensamientos, ésta se presenta á mi vista con un aspecto sombrío y +grave, sin que la alegre un festivo rayo de sol, sin que se hagan sentir +mucho en ella las dulces y familiares influencias que á menudo suavizan +casi todas las escenas de la naturaleza y de la vida real, y debieran +suavizar también la pintura que de ellas se hace. Este efecto poco +halagüeño es quizás el resultado del período de agitación é +incertidumbre en que la historia tomó forma; sin que indique carencia de +buen humor en el espíritu del novelista, pues era más feliz mientras +divagaba entre la lobreguez de estas tristes fantasías suyas, que en +ninguna otra época desde que salió de la Antigua Mansión. Pero +continuando con la metáfora de la guillotina política, si este bosquejo +de la Aduana, que voy á terminar, pareciere por ventura demasiado +autobiográfico para que lo publique en vida una persona que, como su +autor, no es de mucho viso, téngase en cuenta que procede de un +caballero que lo escribe desde ultratumba. ¡La paz sea con el mundo! ¡Mi +bendición para mis amigos! ¡Mi perdón para mis enemigos! ¡Me encuentro +en la región del reposo!</p> + +<p>La vida de la Aduana yace en lo pasado, como si fuera un sueño. El +octogenario empleado del resguardo,—que, siento decirlo, murió hace +algún tiempo en consecuencia de la coz de un caballo, pues de lo +contrario habría vivido de seguro eternamente,—así como todos los demás +venerables personajes que se sentaban junto con él en la Aduana, se han +convertido para mí en sombras: imágenes de rostros arrugados y cabezas +blancas en canas, con quienes mi fantasía se ocupó algún tiempo y que ya +ha arrojado á lo lejos<a name="page_057" id="page_057"></a> para siempre. Los comerciantes, cuyos nombres me +eran tan familiares hace sólo seis meses, estos hombres del tráfico que +parecía ocupaban una posición tan importante en el mundo,—¡cuán corto +tiempo se ha necesitado para separarme de todos ellos, y aun para +borrarlos de la memoria, hasta el punto de haberme sido preciso un +esfuerzo para recordar el rostro y nombre de alguno que otro!</p> + +<p>Pronto, igualmente, mi antigua ciudad nativa se me presentará al través +de la bruma de los recuerdos que la envolverá por todas partes, como si +no fuera una porción de este mundo real y positivo, sino una gran aldea +allá en una región nebulosa, con habitantes imaginarios que pueblan sus +casas de madera, y pasean por sus feas callejuelas y su calle principal +tan uniforme y poco pintoresca. Desde ahora en adelante cesa de ser una +realidad de mi vida: soy un ciudadano de otro lugar cualquiera. No lo +sentirán mucho las buenas gentes de Salem, pues aunque me he empeñado en +llegar con mis tareas literarias á ser algo á los ojos de esos paisanos +míos, y dejar una memoria grata de mi nombre en esa que ha sido cuna, +morada y cementerio de tantos de mis antepasados,—nunca encontré <i>allí</i> +la atmósfera genial que requiere un hombre de letras para que se sazonen +debidamente los frutos de su inteligencia. Haré algo mejor entre otras +personas; y apenas tengo que añadir que aquellas, que me son tan +familiares, no echarán de menos mi ausencia.</p> + +<p><a name="page_058" id="page_058"></a></p> + +<p><a name="page_059" id="page_059"></a></p> + +<h3><a name="LA_LETRA_ESCARLATA" id="LA_LETRA_ESCARLATA"></a>LA LETRA ESCARLATA</h3> + +<p class="cb">————</p> + +<h3><a name="I" id="I"></a>I<br /><br /> +<small>LA PUERTA DE LA PRISIÓN</small></h3> + +<p>U<small>NA</small> multitud de hombres barbudos, vestidos con trajes obscuros y +sombreros de copa alta, casi puntiaguda, de color gris, mezclados con +mujeres unas con caperuzas y otras con la cabeza descubierta, se hallaba +congregada frente á un edificio de madera cuya pesada puerta de roble +estaba tachonada con puntas de hierro.</p> + +<p>Los fundadores de una nueva colonia, cualesquiera que hayan sido los +ensueños utópicos de virtud y felicidad que presidieran á su proyecto, +han considerado siempre, entre las cosas más necesarias, dedicar á un +cementerio una parte del terreno virgen, y otra parte á la erección de +una cárcel. De acuerdo con este principio, puede darse por sentado que +los fundadores de Boston edificaron la primera cárcel en las cercanías +de Cornhill, así como trazaron el primer cementerio en el lugar que +después llegó á ser el núcleo de todos los sepulcros aglomerados en el +antiguo campo santo de la Capilla del Rey. Es lo cierto que quince ó +veinte años después de fundada la población, ya la cárcel, que era de +madera, presentaba todas las señales exteriores de haber pasado algunos +inviernos por ella, lo<a name="page_060" id="page_060"></a> que le daba un aspecto más sombrío que el que de +suyo tenía. El orín de que estaba cubierta la pesada obra de hierro de +su puerta, la dotaba de una apariencia de mayor antigüedad que la de +ninguna otra cosa en el Nuevo Mundo. Como todo lo que se relaciona de un +modo ú otro con el crimen, parecía no haber gozado nunca de juventud. +Frente á este feo edificio, y entre él y los carriles ó rodadas de la +calle, había una especie de pradillo en que crecían en abundancia la +bardana y otras malas hierbas por el estilo, que evidentemente +encontraron terreno apropiado en un sitio que ya había producido la +negra flor común á una sociedad civilizada,—la cárcel. Pero á un lado +de la puerta, casi en el umbral, se veía un rosal silvestre que en este +mes de Junio estaba cubierto con las delicadas flores que pudiera +decirse ofrecían su fragancia y frágil belleza á los reos que entraban +en la prisión, y á los criminales condenados que salían á sufrir su +pena, como si la naturaleza se compadeciera de ellos.</p> + +<p>La existencia de este rosal, por una extraña casualidad, se ha +conservado en la historia; pero no trataremos de averiguar si fué +simplemente un arbusto que quedó de la antigua selva primitiva después +que desaparecieron los gigantescos pinos y robles que le prestaron +sombra, ó si, como cuenta la tradición, brotó bajo las pisadas de la +santa Ana Hutchinson<a name="FNanchor_13_13" id="FNanchor_13_13"></a><a href="#Footnote_13_13" class="fnanchor">[13]</a> cuando<a name="page_061" id="page_061"></a> entró en la cárcel. Sea de ello lo que +fuere, puesto que lo encontramos en el umbral de nuestra narración, por +decirlo así, no podemos menos que arrancar una de sus flores y +ofrecérsela al lector, esperando que simbolice alguna apacible lección +de moral, ya se desprenda de estas páginas, ó ya sirva para mitigar el +sombrío desenlace de una historia de fragilidad humana y de dolor.<a name="page_062" id="page_062"></a></p> + +<h3><a name="II" id="II"></a>II<br /><br /> +<small>LA PLAZA DEL MERCADO</small></h3> + +<p>E<small>L</small> pradillo frente á la cárcel, del cual hemos hecho mención, se hallaba +ocupado hace unos doscientos años, en una mañana de verano, por un gran +número de habitantes de Boston, todos con las miradas dirigidas á la +puerta de madera de roble con puntas de hierro. En cualquiera otra +población de la Nueva Inglaterra, ó en un período posterior de su +historia, nada bueno habría augurado el aspecto sombrío de aquellos +rostros barbudos; se habría dicho que anunciaba la próxima ejecución de +algún criminal notable, contra el cual un tribunal de justicia había +dictado una sentencia, que no venía á ser sino la confirmación de la +expresada por el sentimiento público. Pero dada la severidad natural del +carácter puritano en aquellos tiempos, no podía sacarse semejante +deducción, fundándola sólo en el aspecto de las personas allí reunidas: +tal vez algún esclavo perezoso, ó algún hijo desobediente entregado por +sus padres á la autoridad civil, recibían un castigo en la picota. +Pudiera ser también que un cuákero ú otro individuo perteneciente á una +secta heterodoxa, iba á ser expulsado de la ciudad á punta de látigo; ó +acaso algún indio ocioso y vagamundo, que alborotaba las calles en +estado<a name="page_063" id="page_063"></a> de completa embriaguez, gracias al aguardiente de los blancos, +iba á ser arrojado á los bosques á bastonazos; ó tal vez alguna +hechicera, como la anciana Señora Hibbins, la mordaz viuda del +magistrado, iba á morir en el cadalso. Sea de ello lo que fuere, había +en los espectadores aquel aire de gravedad que cuadraba perfectamente á +un pueblo para quien religión y ley eran cosas casi idénticas, y en cuyo +carácter se hallaban ambos sentimientos tan completamente amalgamados, +que cualquier acto de justicia pública, por benigno ó severo que fuese, +asumía igualmente un aspecto de respetuosa solemnidad. Poca ó ninguna +era la compasión que de semejantes espectadores podía esperar un +criminal en el patíbulo. Pero por otra parte, un castigo que en nuestros +tiempos atraería cierto grado de infamia y hasta de ridículo sobre el +culpable, se revestía entonces de una dignidad tan sombría como la pena +capital misma.</p> + +<p>Merece notarse que en la mañana de verano en que comienza nuestra +historia, las mujeres que había mezcladas entre la multitud, parecían +tener especial interés en presenciar el castigo cuya imposición se +esperaba. En aquella época las costumbres no habían adquirido ese grado +de pulimento en que la idea de las consideraciones sociales pudiera +retraer al sexo femenino de invadir las vías públicas, y si la +oportunidad se presentaba, de abrir paso á su robusta humanidad entre la +muchedumbre, para estar lo más cerca posible del cadalso, cuando se +trataba de una ejecución. En aquellas matronas y jóvenes doncellas de +antigua estirpe y educación inglesa había, tanto moral como físicamente, +algo más tosco y rudo que<a name="page_064" id="page_064"></a> en sus bellas descendientes, de las que están +separadas por seis ó siete generaciones; porque puede decirse que cada +madre, desde entonces, ha ido trasmitiendo sucesivamente á su prole un +color menos encendido, una belleza más delicada y menos duradera, una +constitución física más débil, y aun quizás un carácter de menos fuerza +y solidez. Las mujeres que estaban de pie cerca de la puerta de la +cárcel en aquella hermosa mañana de verano, mostraban rollizas y +sonrosadas mejillas, cuerpos robustos y bien desarrollados con anchas +espaldas; mientras que el lenguaje que empleaban las matronas tenía una +rotundidad y desenfado que en nuestros tiempos nos llenaría de sorpresa, +tanto por el vigor de las expresiones cuanto por el volumen de la voz.</p> + +<p>—Honradas esposas,—dijo una dama de cincuenta años, de facciones +duras,—voy á deciros lo que pienso. Redundaría en beneficio público si +nosotras, las mujeres de edad madura, de buena reputación, y miembros de +una iglesia, tomásemos por nuestra cuenta la manera de tratar á +malhechoras como la tal Ester Prynne. ¿Qué pensáis, comadres? Si esa +buena pieza tuviera que ser juzgada por nosotras, las cinco que estamos +aquí, ¿saldría acaso tan bien librada como ahora con una sentencia cual +la dictada por los venerables magistrados? ¡No por cierto!</p> + +<p>—Buenas gentes, decía otra, se corre por ahí que el Reverendo Sr. +Dimmesdale, su piadoso pastor espiritual, se aflige profundamente de que +escándalo semejante haya sucedido en su congregación.</p> + +<p>—Los magistrados son caballeros llenos de temor de Dios, pero en +extremo misericordiosos, esto es la<a name="page_065" id="page_065"></a> verdad,—agregó una tercera +matrona, ya entrada en la madurez de su otoño.—Á lo menos deberían +haber marcado con un hierro hecho ascua la frente de Ester Prynne. Yo os +aseguro que Madama Ester habría sabido entonces lo que era bueno. Pero +qué le importa á esa zorra lo que le han puesto en la cotilla de su +vestido. Lo cubrirá con su broche, ó con algún otro de esos adornos +paganos en boga, y la veremos pasearse por las calles tan fresca como si +tal cosa.</p> + +<p>—¡Ah!—dijo una mujer joven, casada, que parecía de natural más suave y +llevaba un niño de la mano,—dejadla que cubra esa marca como quiera; +siempre la sentirá en su corazón.</p> + +<p>—¿Qué estamos hablando aquí de marcas ó sellos infamantes, ya en el +corpiño del traje, en las espaldas ó en la frente?—gritó otra, la más +fea así como la más implacable de aquellas que se habían constituído +jueces por sí y ante sí.—Esta mujer nos ha deshonrado á todas, y debe +morir. ¿No hay acaso una ley para ello? Sí, por cierto: la hay tanto en +las Sagradas Escrituras como en los Estatutos de la ciudad. Los +magistrados que no han hecho caso de ella, tendrán que culparse á sí +propios, si sus esposas ó hijas se desvían del buen sendero.</p> + +<p>—¡El cielo se apiade de nosotros! buena dueña,—exclamó un hombre—¿no +hay por ventura más virtud en la mujer que la debida al temor de la +horca? Nada peor podría decirse. Silencio ahora, vecinas, porque van á +abrir la puerta de la cárcel y ahí viene en persona Madama Ester.</p> + +<p>La puerta de la cárcel se abrió en efecto, y apareció en primer lugar, á +semejanza de una negra sombra<a name="page_066" id="page_066"></a> que sale á la luz del día, la torva y +terrible figura del alguacil de la población, con la espada al cinto y +en la mano la vara, símbolo de su empleo. El aspecto de este personaje +representaba toda la sombría severidad del Código de leyes puritanas, +que estaba llamado á hacer cumplir hasta la última extremidad. +Extendiendo la vara de su oficio con la mano izquierda, puso la derecha +sobre el hombro de una mujer joven á la que hacía avanzar, empujándola, +hasta que, en el umbral de la prisión, aquella le repelió con un +movimiento que indicaba dignidad natural y fuerza de carácter, y salió +al aire libre como si lo hiciera por su propia voluntad. Llevaba en los +brazos á un tierno infante de unos tres meses de edad, que cerró los +ojos y volvió la carita á un lado, esquivando la demasiada claridad del +día, cosa muy natural como que su existencia hasta entonces la había +pasado en las tinieblas de un calabozo, ó en otra habitación sombría de +la cárcel.</p> + +<p>Cuando aquella mujer joven, madre de la tierna criatura, se halló en +presencia de la multitud, fué su primer impulso estrechar á la niñita +contra el seno, no tanto por un acto de afecto maternal, sino más bien +como si quisiera de ese modo ocultar cierto signo labrado ó fijado en su +vestido. Sin embargo, juzgando, tal vez cuerdamente, que una prueba de +vergüenza no podría muy bien ocultar otra, tomó la criaturita en brazos, +y con rostro lleno de sonrojo, pero con sonrisa altiva y ojos que no +permitían ser humillados, dió una mirada á los vecinos que se hallaban +en torno suyo. Sobre el corpiño de su traje, en un paño de un rojo +brillante, y rodeada de bordado primoroso y fantásticos<a name="page_067" id="page_067"></a> adornos de +hilos de oro, se destacaba la letra A. Estaba hecha tan artísticamente, +y con tal lujo de caprichosa fantasía, que producía el efecto de ser el +ornato final y adecuado de su vestido, que tenía todo el esplendor +compatible con el gusto de aquella época, excediendo en mucho á lo +permitido por las leyes suntuarias de la colonia.</p> + +<p>Aquella mujer era de elevada estatura, perfectamente formada y esbelta. +Sus cabellos eran abundantes y casi negros, y tan lustrosos que +reverberaban los rayos del sol: su rostro, además de ser bello por la +regularidad de sus facciones y la suavidad del color, tenía toda la +fuerza de expresión que comunican cejas bien marcadas y ojos +intensamente negros. El aspecto era el de una dama caracterizado, como +era usual en aquellos tiempos, más bien por cierta dignidad en el porte, +que no por la gracia delicada, evanescente é indescriptible que se +acepta hoy día como indicio de aquella cualidad. Y jamás tuvo Ester más +aspecto de verdadera señora, según la antigua significación de esta +palabra, que cuando salió de la cárcel. Los que la habían conocido antes +y esperaban verla abatida y humillada, se sorprendieron, casi se +asombraron al contemplar cómo brillaba su belleza, cual si le formaran +una aureola el infortunio é ignominia en que estaba envuelta. Cierto es +que un observador dotado de sensibilidad habría percibido algo +suavemente doloroso en sus facciones. Su traje, que seguramente fué +hecho por ella misma en la cárcel para aquel día, sirviéndole de modelo +su propio capricho, parecía expresar el estado de su espíritu, la +desesperada indiferencia de sus sentimientos, á juzgar por su +extravagante y pintoresco<a name="page_068" id="page_068"></a> aspecto. Pero lo que atrajo todas las +miradas, y lo que puede decirse que transfiguraba á la mujer que la +llevaba,—de tal modo que los que habían conocido familiarmente á Ester +Prynne experimentaban la sensación de que ahora la veían por vez +primera,—era L<small>A</small> L<small>ETRA</small> E<small>SCARLATA</small>, tan fantásticamente bordada é +iluminada que tenía cosida al cuerpo de su vestido. Era su efecto el de +un amuleto mágico, que separaba á aquella mujer del resto del género +humano y la ponía aparte, en un mundo que le era peculiar.</p> + +<p>—No puede negarse que tiene una aguja muy hábil, observó una de las +espectadoras; pero dudo mucho que exista otra mujer que haya ideado una +manera tan descarada de hacer patente su habilidad. ¿Á qué equivale +esto, comadres, sino á burlarse de nuestros piadosos magistrados, y +vanagloriarse de lo que esos dignos caballeros creyeron que sería un +castigo?</p> + +<p>—Bueno fuera,—exclamó la más cariavinagrada de aquellas viejas,—que +despojásemos á Madama Ester de su hermoso traje, y en vez de esa letra +roja tan primorosamente bordada, le claváramos una hecha de un pedazo de +esta franela que uso para mi reumatismo.</p> + +<p>—¡Oh! basta, vecinas, basta,—murmuró la más joven de las +circunstantes,—hablad de modo que no os oiga. ¡No hay una sola puntada +en el bordado de esa letra que no la haya sentido en su corazón!</p> + +<p>El sombrío alguacil hizo en este momento una señal con su vara.</p> + +<p>—Buena gente, haced plaza; ¡haced plaza en nombre del Rey! exclamó. +Abridle paso, y os prometo que Madama Ester se sentará donde todo el +mundo,<a name="page_069" id="page_069"></a> hombre, mujer ó niño, podrá contemplar perfectamente y á su +sabor el hermoso adorno desde ahora hasta la una de la tarde. El cielo +bendiga la justa Colonia de Massachusetts, donde la iniquidad se vé +obligada á comparecer ante la luz del sol. Venid acá Madama Ester, y +mostrad vuestra letra escarlata en la plaza del mercado.</p> + +<p>Inmediatamente quedó un espacio franco al través de la turba de +espectadores. Precedida del alguacil, y acompañada de una comitiva de +hombres de duro semblante y de mujeres de rostro nada compasivo, Ester +Prynne se adelantó al sitio fijado para su castigo. Una multitud de +chicos de escuela, atraídos por la curiosidad y que no comprendían de lo +que se trataba, excepto que les proporcionaba medio día de asueto, la +precedía á todo correr, volviendo de cuando en cuando la cabeza ya para +fijar las miradas en ella, ya en la tierna criaturita, ora en la letra +ignominiosa que brillaba en el seno de la madre. En aquellos tiempos la +distancia que había de la puerta de la cárcel á la plaza del mercado no +era grande; sin embargo, midiéndola por lo que experimentaba Ester, +debió de parecerle muy larga, porque á pesar de la altivez de su porte, +cada paso que daba en medio de aquella muchedumbre hostil era para ella +un dolor indecible. Se diría que su corazón había sido arrojado á la +calle para que la gente lo escarneciera y lo pisoteara. Pero hay en +nuestra naturaleza algo, que participa de lo maravilloso y de lo +compasivo, que nos impide conocer toda la intensidad de lo que +padecemos, merced al efecto mismo de la tortura del momento, aunque más +tarde nos demos cuenta de ello por el dolor que tras<a name="page_070" id="page_070"></a> sí deja. Por lo +tanto, con continente casi sereno sufrió Ester esta parte de su castigo, +y llegó á un pequeño tablado que se levantaba en la extremidad +occidental de la plaza del mercado, cerca de la iglesia más antigua de +Boston, como si formara parte de la misma.</p> + +<p>En efecto, este cadalso constituía una parte de la maquinaria penal de +aquel tiempo, y si bien desde hace dos ó tres generaciones es +simplemente histórico y tradicional entre nosotros, se consideraba +entonces un agente tan eficaz para la conservación de las buenas +costumbres de los ciudadanos, como se consideró más tarde la guillotina +entre los terroristas de la Francia revolucionaria. Era, en una palabra, +el tablado en que estaba la picota: sobre él se levantaba la armazón de +aquel instrumento de disciplina, de tal modo construído que, sujetando +en un agujero la cabeza de una persona, la exponía á la vista del +público. En aquella armazón de hierro y madera se hallaba encarnado el +verdadero ideal de la ignominia; porque no creo que pueda hacerse mayor +ultraje á la naturaleza humana, cualesquiera que sean las faltas del +individuo, como impedirle que oculte el rostro por un sentimiento de +vergüenza, haciendo de esa imposibilidad la esencia del castigo. Con +respecto á Ester, sin embargo, como acontecía más ó menos +frecuentemente, la sentencia ordenaba que estuviera de pie cierto tiempo +en el tablado, sin introducir el cuello en la argolla ó cepo que dejaba +expuesta la cabeza á las miradas del público. Sabiendo bien lo que tenía +que hacer, subió los escalones de madera, y permaneció á la vista de la +multitud que rodeaba el tablado ó cadalso.</p> + +<p>La escena aquella no carecía de esa cierta solemnidad<a name="page_071" id="page_071"></a> pavorosa que +producirá siempre el espectáculo de la culpa y la vergüenza en uno de +nuestros semejantes, mientras la sociedad no se haya corrompido lo +bastante para que le haga reir en vez de estremecerse. Los que +presenciaban la deshonra de Ester Prynne no se encontraban en ese caso. +Era gente severa y dura, hasta el extremo de que habrían contemplado su +muerte, si tal hubiera sido la sentencia, sin un murmullo ni la menor +protesta; pero no habrían podido hallar materia para chistes y +jocosidades en una exhibición como esta de que hablamos: y dado caso que +hubiese habido alguna disposición á convertir el castigo aquel en asunto +de bromas, toda tentativa de este género habría sido reprimida con la +solemne presencia de personas de tanta importancia y dignidad como el +Gobernador y varios de sus consejeros: un juez, un general, y los +ministros de justicia de la población, todos los cuales estaban sentados +ó se hallaban de pie en un balcón de la iglesia que daba á la +plataforma. Cuando personas de tanto viso podían asistir á tal +espectáculo, sin arriesgar la majestad ó la reverencia debida á su +jerarquía y empleo, era fácil de inferirse que la aplicación de una +sentencia legal debía de tener un significado tan serio cuanto eficaz; y +por lo tanto, la multitud permanecía silenciosa y grave. La infeliz +culpable se portaba lo mejor que le era dado á una mujer que sentía +fijas en ella, y concentradas en la letra escarlata de su traje, mil +miradas implacables. Era un tormento insoportable.</p> + +<p>Hallándose Ester dotada de una naturaleza impetuosa y dejándose llevar +de su primer impulso, había resuelto arrostrar el desprecio público, por +emponzoñados<a name="page_072" id="page_072"></a> que fueran sus dardos y crueles sus insultos; pero en el +solemne silencio de aquella multitud había algo tan terrible, que +hubiera preferido ver esos rostros rígidos y severos descompuestos por +las burlas y sarcasmos de que ella hubiese sido el objeto; y si en medio +de aquella muchedumbre hubiera estallado una carcajada general, en que +hombres, mujeres, y hasta los niños tomaran parte, Ester les habría +respondido con amarga y desdeñosa sonrisa. Pero abrumada bajo el peso +del castigo que estaba condenada á sufrir, por momentos sentía como si +tuviera que gritar con toda la fuerza de sus pulmones y arrojarse desde +el tablado al suelo, ó de lo contrario volverse loca.</p> + +<p>Había sin embargo intervalos en que toda la escena en que ella +desempeñaba el papel más importante, parecía desvanecerse ante sus ojos, +ó á lo menos, brillaba de una manera indistinta y vaga, como si los +espectadores fueran una masa de imágenes imperfectamente bosquejadas ó +de apariencia espectral. Su espíritu, y especialmente su memoria, tenían +una actividad casi sobrenatural, y la llevaban á la contemplación de +algo muy distinto de lo que la rodeaba en aquellos momentos, lejos de +esa pequeña ciudad, en otro país donde veía otros rostros muy diferentes +de los que allí fijaban en ella sus implacables miradas. Reminiscencias +de la más insignificante naturaleza, de sus juegos infantiles, de sus +días escolares, de sus riñas pueriles, del hogar doméstico, se agolpaban +á su memoria mezcladas con los recuerdos de lo que era más grave y serio +en los años subsecuentes, un cuadro siendo precisamente tan vivo y +animado como el otro, como si todos fueran de igual importancia, ó +todos<a name="page_073" id="page_073"></a> un simple juego. Tal vez era aquello un recurso que +instintivamente encontró su espíritu para librarse, por medio de la +contemplación de estas visiones de su fantasía, de la abrumadora +pesadumbre de la realidad presente.</p> + +<p>Pero sea de ello lo que fuere, el tablado de la picota era una especie +de mirador que revelaba á Ester todo el camino que había recorrido desde +los tiempos de su feliz infancia. De pie en aquella triste altura, vió +de nuevo su aldea nativa en la vieja Inglaterra y su hogar paterno: una +casa semi-derruida de piedra obscura, de un aspecto que revelaba +pobreza, pero que conservaba aún sobre el portal, en señal de antigua +hidalguía, un escudo de armas medio borrado. Vió el rostro de su padre, +de frente espaciosa y calva y venerable barba blanca que caía sobre la +antigua valona del tiempo de la reina Isabel de Inglaterra. Vió también +á su madre, con aquella mirada de amor llena de ansiedad y de cuidado, +siempre presente en su recuerdo y que, aún después de su muerte, con +frecuencia y á manera de suave reproche, había sido una especie de +preventivo en la senda de su hija. Vió su propio rostro, en el esplendor +de su belleza juvenil é iluminando el opaco espejo en que acostumbraba +mirarse. Allí contempló otro rostro, el de un hombre ya entrado en años, +pálido, delgado, con fisonomía de quien se ha dedicado al estudio, ojos +turbios y fatigados por la lámpara á cuya luz leyó tanto ponderoso +volumen y meditó sobre ellos. Sin embargo, esos mismos fatigados ojos +tenían un poder extraño y penetrante cuando el que los poseía deseaba +leer en las conciencias humanas. Esa figura era un tanto<a name="page_074" id="page_074"></a> deformada, con +un hombro ligeramente más alto que el otro. Después vió surgir en la +galería de cuadros que le iba presentando su memoria, las intrincadas y +estrechas calles, las altas y parduscas casas, las enormes catedrales y +los edificios públicos de antigua fecha y extraña arquitectura de una +ciudad europea, donde le esperaba una nueva vida, siempre relacionándose +con el sabio y mal formado erudito. Finalmente, en lugar de estas +escenas y de esta especie de variable panorama, se le presentó la ruda +plaza del mercado de una colonia puritana con todas las gentes de la +población reunidas allí y dirigiendo las severas miradas á Ester +Prynne,—sí, á ella misma,—que estaba en el tablado de la picota, con +una tierna niña en los brazos, y la letra A, de color escarlata, +fantásticamente bordada con hilo de oro, sobre su seno.</p> + +<p>¿Sería aquello verdad? Estrechó á la criaturita con tal fuerza contra el +seno, que la hizo dar un grito: bajó entonces los ojos, y fijó las +miradas en la letra escarlata, y aún la palpó con los dedos para tener +la seguridad de que tanto la niñita como la vergüenza á que estaba +expuesta eran reales. Sí: eran realidades—¡todo lo demás se había +desvanecido!<a name="page_075" id="page_075"></a></p> + +<h3><a name="III" id="III"></a>III<br /><br /> +<small>EL RECONOCIMIENTO</small></h3> + +<p>D<small>E</small> esta intensa sensación y convencimiento de ser el objeto de las +miradas severas y escudriñadoras de todo el mundo, salió al fin la mujer +de la letra escarlata al percibir, en las últimas filas de la multitud, +una figura que irresistiblemente embargó sus pensamientos. Allí estaba +en pie un indio vestido con el traje de su tribu; pero los hombres de +piel cobriza no eran visitas tan raras en las colonias inglesas, que la +presencia de uno pudiera atraer la atención de Ester en aquellas +circunstancias, y mucho menos distraerla de las ideas que preocupaban su +espíritu. Al lado del indio, y evidentemente en compañía suya, había un +hombre blanco, vestido con una extraña mezcla de traje semi-civilizado y +semi-salvaje.</p> + +<p>Era de pequeña estatura, con semblante surcado por numerosas arrugas y +que sin embargo no podía llamarse el de un anciano. En los rasgos de su +fisonomía se revelaba una inteligencia notable, como la de quien hubiera +cultivado de tal modo sus facultades mentales, que la parte física no +podía menos que amoldarse á ellas y revelarse por rasgos inequívocos. +Aunque merced á un aparente desarreglo de su heterogénea vestimenta +había tratado de ocultar ó<a name="page_076" id="page_076"></a> disimular cierta peculiaridad de su figura, +para Ester era evidente que uno de los hombros de este individuo era más +alto que el otro. No bien hubo percibido aquel rostro delgado y aquella +ligera deformidad de la figura, estrechó á la niña contra el pecho, con +tan convulsiva fuerza, que la pobre criaturita dió otro grito de dolor. +Pero la madre no pareció oirlo.</p> + +<p>Desde que llegó á la plaza del mercado, y algún tiempo antes que ella le +hubiera visto, aquel desconocido había fijado sus miradas en Ester. Al +principio, de una manera descuidada, como hombre acostumbrado á +dirigirlas principalmente dentro de sí mismo, y para quien las cosas +externas son asunto de poca monta, á menos que no se relacionen con algo +que preocupe su espíritu. Pronto, sin embargo, las miradas se volvieron +fijas y penetrantes. Una especie de horror puede decirse que retorció +visiblemente su fisonomía, como serpiente que se deslizara ligeramente +sobre las facciones, haciendo una ligera pausa y verificando todas sus +circunvoluciones á la luz del día. Su rostro se obscureció á impulsos de +alguna poderosa emoción que pudo sin embargo dominar instantáneamente, +merced á un esfuerzo de su voluntad, y de tal modo, que excepto un +rápido instante, la expresión de su rostro habría parecido completamente +tranquila. Después de un breve momento, la convulsión fué casi +imperceptible, hasta que al fin se desvaneció totalmente. Cuando vió que +las miradas de Ester se habían fijado en las suyas, y notó que parecía +haberle reconocido, levantó lenta y tranquilamente el dedo, hizo una +señal con él en el aire, y lo llevó á sus labios.</p> + +<p>Entonces, tocando en el hombro á una de las personas<a name="page_077" id="page_077"></a> que estaban á su +lado, le dirigió la palabra con la mayor cortesía, diciéndole:</p> + +<p>—Le ruego á Vd., buen señor, se sirva decirme ¿quién es esa mujer, y +por qué la exponen de tal modo á la vergüenza pública?</p> + +<p>—Vd. tiene que ser un extranjero recién llegado, amigo,—le respondió +el hombre, dirigiendo al mismo tiempo una mirada curiosa al que hizo la +pregunta y á su salvaje compañero,—de lo contrario habría Vd. oído +hablar de la Señora Ester Prynne y de sus fechorías. Ha sido motivo de +un gran escándalo en la iglesia del santo varón Dimmesdale.</p> + +<p>—De veras, replicó el otro. Yo soy aquí forastero; y muy contra mi +voluntad he estado recorriendo el mundo, habiendo padecido contratiempos +de todo género por mar y tierra. He permanecido en cautiverio entre los +salvajes mucho tiempo, y vengo ahora en compañía de este indio para +redimirme. Por lo tanto ¿quiere Vd. tener la bondad de referirme los +delitos de Ester Prynne (creo que así se llama), y decirme qué es lo que +la ha conducido á ese tablado?</p> + +<p>—Con mucho gusto, amigo mío, y me parece que se alegrará Vd. en +extremo, después de todo lo que ha padecido Vd. entre los salvajes, dijo +el narrador, de encontrarse en fin en una tierra donde la iniquidad se +persigue y se castiga en presencia de los gobernantes y del pueblo, como +se practica aquí, en nuestra buena Nueva Inglaterra. Debe Vd. saber, +señor, que esa mujer fué la esposa de un cierto sabio, inglés de +nacimiento, pero que había habitado mucho tiempo en Amsterdam, de donde +hace años pensó venir á fijar su suerte entre nosotros aquí en +Massachusetts.<a name="page_078" id="page_078"></a> Con este objeto envió primeramente á su esposa, +quedándose él en Europa mientras arreglaba ciertos asuntos. Pero en los +dos años ó más que la mujer ha residido en esta ciudad de Boston, +ninguna noticia se ha recibido del sabio caballero Señor Prynne; y su +joven esposa, habiendo quedado entregada á su propia extraviada +dirección....</p> + +<p>—¡Ah! ¡ah! comprendo, le interrumpió el extraño con una amarga sonrisa. +Un hombre tan sabio como ese de quien Vd. habla, debería de haber +aprendido también eso en sus libros. Y ¿quién se dice, mi excelente +señor, que es el padre de la criaturita, que parece contar tres ó cuatro +meses de nacida, y que la Sra. Prynne tiene en los brazos?</p> + +<p>—En realidad amigo mío, ese asunto continúa siendo un enigma, y está +por encontrarse quien lo descifre, respondió el interlocutor. Madama +Ester rehusa hablar en absoluto, y los magistrados se han roto la cabeza +en vano. Nada de extraño tendría que el culpable estuviera presente +contemplando este triste espectáculo, desconocido á los hombres, pero +olvidando que Dios le está viendo.</p> + +<p>—El sabio marido, dijo el extranjero con otra sonrisa, debería venir á +descifrar este enigma.</p> + +<p>—Bien le estaría hacerlo, si aun vive, respondió el vecino. Sepa Vd., +buen amigo, que los magistrados de nuestro Massachusetts, teniendo en +cuenta que esta mujer es joven y bella, y que la tentación que la hizo +caer fué sin duda demasiado poderosa, y pensando, además, que su marido +yace en el fondo del mar,—no han tenido el valor de hacerla sentir todo +el rigor de nuestras justas leyes. El castigo de esa ofensa es la<a name="page_079" id="page_079"></a> pena +de muerte. Pero movidos á piedad y llenos de misericordia, han condenado +á Madama Ester á permanecer de pie en el tablado de la picota solamente +tres horas, y después, y durante todo el tiempo de su vida natural, á +llevar una señal de ignominia en el cuerpo de su vestido.</p> + +<p>—Una sentencia muy sabia,—observó el extranjero inclinando gravemente +la cabeza. De este modo será una especie de sermón viviente contra el +pecado, hasta que la letra ignominiosa se grabe en la losa de su +sepulcro. Me duele, sin embargo, que el compañero de su iniquidad no +estuviera, por lo menos, á su lado sobre ese cadalso. Pero ¡ya se sabrá +quién es! ¡ya se sabrá quién es!</p> + +<p>Saludó cortésmente al comunicativo vecino, y diciendo en voz baja +algunas cuantas palabras á su compañero el indio, se abrieron ambos paso +por en medio de la multitud.</p> + +<p>Mientras esto pasaba, Ester había permanecido en su pedestal, con la +mirada fija en el extranjero; tan fija era la mirada, que parecía que +todos los otros objetos del mundo visible habían desaparecido, quedando +tan solos él y ella. Esa entrevista solitaria quizás habría sido más +terrible aun que verle, como sucedía ahora, con el ardiente sol del +mediodía abrasándole á ella el rostro é iluminando su vergüenza; con la +letra escarlata, como emblema de ignominia, en el pecho; con la niña, +nacida en el pecado, en los brazos; con el pueblo entero, congregado +allí como para una fiesta, fijando las miradas implacables en un rostro, +que debía haberse contemplado solo al suave resplandor de la lumbre +doméstica, á la sombra<a name="page_080" id="page_080"></a> de un hogar feliz, ó bajo el velo de novia en la +iglesia. Pero por terrible que fuera su situación, sabía, con todo, que +la presencia misma de aquellos millares de testigos era para ella una +especie de amparo y abrigo. Preferible era estar así, con tantos y +tantos seres mediando entre él y ella, que no verse faz á faz y á solas. +Puede decirse que buscó un refugio en su misma exposición á la vergüenza +pública, y que temía el momento en que esa protección le faltara. +Embargada por tales ideas, apenas oyó una voz que resonaba detrás de +ella y que repitió su nombre varias veces con acento tan vigoroso y +solemne, que fué oído por toda la multitud.</p> + +<p>—¡Óyeme, Ester Prynne! dijo la voz.</p> + +<p>Como se ha dicho, directamente encima del tablado en que estaba de pie +Ester, había una especie de balconcillo ó galería abierta, que era el +lugar donde se proclamaban los bandos y órdenes con todo el ceremonial y +pompa que en ocasiones tales se usaban en aquellos días. Aquí, como +testigos de la escena que estamos describiendo, se encontraba el +Gobernador Bellingham, con cuatro maceros junto á su silla, armados de +sendas alabardas, que constituían su guardia de honor. Una pluma de +obscuro color adornaba su sombrero, su capa tenía las orillas bordadas, +y bajo de ella llevaba un traje de terciopelo verde. Era un caballero ya +entrado en años, con arrugado rostro que revelaba mucha y muy amarga +experiencia de la vida. Era hombre á propósito para hallarse al frente +de una comunidad que debe su origen y progreso, y su actual desarrollo, +no á los impulsos de la juventud, sino á la severa y templada energía de +la edad viril y á la sombría<a name="page_081" id="page_081"></a> sagacidad de la vejez; habiendo realizado +tanto, precisamente porque imaginó y esperó tan poco. Las otras +eminentes personas que rodeaban al Gobernador se distinguían por cierta +dignidad de porte, propia de un período en que las formas de autoridad +parecían revestidas de lo sagrado de una institución divina. Eran +indudablemente hombres buenos, justos y cuerdos; pero difícilmente +habría sido posible escoger, entre toda la familia humana, igual número +de hombres sabios y virtuosos, y al mismo tiempo menos capaces de +comprender el corazón de una mujer extraviada, y separar en él lo bueno +de lo malo, que aquellas personas cuerdas de severo continente á quienes +Ester volvía ahora el rostro. Puede decirse que la infeliz tenía la +conciencia de que si había alguna compasión hacia ella, debía de +esperarla más bien de la multitud, pues al dirigir las miradas al +balconcillo, toda tembló y palideció.</p> + +<p>La voz que había llamado su atención era la del reverendo y famoso Juan +Wilson, el clérigo decano de Boston, gran erudito, como la mayor parte +de sus contemporáneos de la misma profesión, y con todo eso hombre +afable y natural. Estas últimas cualidades no habían tenido, sin +embargo, un desenvolvimiento igual al de sus facultades intelectuales. +Allí estaba él con los mechones de sus cabellos, ya bastante canos, que +salían por debajo de los bordes de su sombrero; mientras los ojos +parduscos, acostumbrados á la luz velada de su estudio, pestañeaban como +los de la niña de Ester ante la brillante claridad del sol. Se parecía á +uno de esos retratos sombríos que vemos grabados en los antiguos +volúmenes de sermones; y<a name="page_082" id="page_082"></a> para decir la verdad, con tanta aptitud para +tratar de las culpas, pasiones y angustias del corazón humano, como la +tendría uno de esos retratos.</p> + +<p>—Ester Prynne, dijo el clérigo, he estado tratando con este joven +hermano cuyas enseñanzas has tenido el privilegio de gozar,—y aquí el +Sr. Wilson puso la mano en el hombro de un joven pálido que estaba á su +lado,—he procurado, repito, persuadir á este piadoso joven para que +aquí, á la faz del cielo y ante estas rectas y sabias autoridades y este +pueblo aquí congregado, se dirija á tí y te hable de la fealdad y +negrura de tu pecado. Conociendo mejor que yo el temple de tu espíritu, +podría también, mejor que yo, saber qué razones emplear para vencer tu +dureza y obstinación, de modo que no ocultes por más tiempo el nombre +del que te ha tentado á esta dolorosa caída. Pero con la extremada +blandura propia de su juventud, á pesar de la madurez de su espíritu, me +replica que sería ir contra los innatos sentimientos de una mujer, +forzarla á descubrir los secretos de su corazón á la luz del día, y en +presencia de tan vasta multitud. He tratado de convencerle de que la +vergüenza consiste en cometer el pecado y no en confesarlo. ¿Qué +decides, hermano Dimmesdale? ¿Quieres dirigirte al alma de esta pobre +pecadora, ó debo hacerlo yo?</p> + +<p>Se oyó un murmullo entre los encopetados y reverendos ocupantes del +balconcillo; y el Gobernador Bellingham expresó el deseo general, al +hablar con acento de autoridad, aunque con respeto, al joven clérigo á +quien se dirigía.</p> + +<p>—Mi buen Señor Dimmesdale, dijo, la responsabilidad<a name="page_083" id="page_083"></a> de la salvación +del alma de esta mujer pesa en gran parte sobre vos. Por lo tanto, os +pertenece exhortarla al arrepentimiento y á la confesión.</p> + +<p>Lo directo de estas palabras atrajeron las miradas de toda la multitud +hacia el Reverendo Sr. Dimmesdale, joven clérigo que había venido de una +de las grandes universidades inglesas, trayendo toda la ciencia de su +tiempo á nuestras selvas y tierras incultas. Su elocuencia y su fervor +religioso le habían hecho eminente en su profesión. Era persona de +aspecto notable, de blanca y elevada frente, ojos garzos, grandes y +melancólicos, boca cuyos labios, á menos de mantenerlos cerrados casi +por la fuerza, tenían cierta tendencia á la movilidad, expresando al +mismo tiempo que una sensibilidad nerviosa, un gran dominio de sí mismo. +Á pesar de sus muchos dones naturales y vastos conocimientos, había en +el aspecto de este joven ministro<a name="FNanchor_14_14" id="FNanchor_14_14"></a><a href="#Footnote_14_14" class="fnanchor">[14]</a> algo que denotaba una persona +asustadiza, tímida, fácil de alarmarse, como si fuera un sér que se +sintiese completamente extraviado en el camino de la vida humana y sin +saber qué rumbo tomar, sintiéndose tranquilo y satisfecho tan sólo en un +lugar apartado, escogido por él mismo. Por lo tanto, hasta donde sus +obligaciones se lo permitían, su existencia se deslizaba, como si +dijéramos, en la penumbra, habiendo conservado toda la sencillez y +candor de la infancia; surgiendo de esa especie de sombra, cuando se +presentaba la ocasión, con una frescura, fragancia y pureza de +pensamiento tales que, como afirmaban las<a name="page_084" id="page_084"></a> gentes, hacían el efecto que +produciría la palabra de un ángel.</p> + +<p>Tal era el joven ministro hacia quien el Reverendo Sr. Wilson y el +Gobernador habían llamado la atención del público, al pedirle que +hablase, en presencia de todos, del misterio del alma de una mujer, tan +sagrado aún en medio de su caída. Lo difícil y penoso de la posición que +así le crearon, hizo agolpársele la sangre á las mejillas y volvió +trémulos sus labios.</p> + +<p>—Háblale á esa mujer, hermano, le dijo el Sr. Wilson. Es de la mayor +importancia para su alma, y por lo tanto, como dice nuestro digno +Gobernador, importante también á la tuya, á cuyo cargo está la de esa +mujer. Exhórtala á que confiese la verdad.</p> + +<p>El Reverendo Sr. Dimmesdale inclinó la cabeza como si estuviera orando, +y luego se adelantó.</p> + +<p>—Ester Prynne,—dijo reclinándose sobre el balconcillo y fijando sus +miradas en los ojos de aquella mujer,—ya has oído lo que ha dicho este +hombre justo, y ves la responsabilidad que sobre mí pesa. Si crees que +conviene á la paz de tu alma, y que tu castigo terrenal será de ese modo +más eficaz para tu salvación, te pido que reveles el nombre de tu +compañero en la culpa y en el sufrimiento. No te haga guardar silencio +una mal entendida piedad y compasión hacia él; porque, créeme, Ester, +aunque tuviera que descender de un alto puesto, y colocarse á tu lado, +en ese mismo pedestal de vergüenza, sería sin embargo mucho mejor para +él que así sucediera, que no ocultar durante toda su vida un corazón +culpable. ¿Qué puede hacer tu silencio en pró de ese hombre sino +tentarlo, sí, compelerlo á agregar la hipocresía al<a name="page_085" id="page_085"></a> pecado? El cielo te +ha concedido una ignominia pública, para que de este modo puedas +conseguir un triunfo público sobre lo malo que en tí pueda haber. Mira +lo que haces al negarle, á quien tal vez no tenga el valor de tomarla +por sí mismo, la amarga pero saludable copa que ahora te presentan á los +labios.</p> + +<p>La voz del joven ministro, al pronunciar estas palabras, era +trémulamente dulce, rica, profunda y entrecortada. La emoción que tan +evidentemente manifestaba, más bien que la significación de las +palabras, halló honda resonancia en los corazones de todos los +circunstantes, que se sintieron movidos de un mismo sentimiento de +compasión. Hasta la pobre criaturita que Ester estrechaba contra su seno +parecía afectada por la misma influencia, pues dirigió las miradas hacia +el Sr. Dimmesdale y levantó sus tiernos bracillos con un murmullo +semi-placentero y semi-quejumbroso. Tan vehemente encontró el pueblo la +alocución del joven ministro, que todos creyeron que Ester pronunciaría +el nombre del culpado, ó que bien éste mismo, por elevada ó humilde que +fuera su posición, se presentaría movido de interno é irresistible +impulso y subiría al tablado donde estaba la infeliz mujer.</p> + +<p>Ester movió la cabeza en sentido negativo.</p> + +<p>—¡Mujer! no abuses de la clemencia del cielo,—exclamó el Reverendo Sr. +Wilson con acento más áspero que antes.—Esa tierna niña con su débil +vocecita ha apoyado y confirmado el consejo que has oído de los labios +del Reverendo Dimmesdale. ¡Pronuncia el nombre! Eso, y tu +arrepentimiento, pueden servir para que te libren de la letra escarlata +que llevas en el vestido.<a name="page_086" id="page_086"></a></p> + +<p>—¡Nunca! ¡jamás!—replicó Ester fijando las miradas, no en el Sr. +Wilson, sino en los profundos y turbados ojos del joven ministro.—Está +grabada demasiado hondamente. No podéis arrancarla. Y ¡ojalá pudiera yo +sufrir la agonía que él sufre, como soporto la mía!</p> + +<p>—Habla, mujer, dijo otra voz, fría y severa, que procedía de la +multitud que rodeaba el tablado. Habla; y dale un padre á tu hija.</p> + +<p>—No hablaré,—replicó Ester volviéndose pálida como una muerta, pero +respondiendo á aquella voz que ciertamente había reconocido.—Y mi hija +buscará un padre celestial: jamás conocerá á uno terrestre.</p> + +<p>—¡No quiere hablar!—murmuró el Sr. Dimmesdale que, reclinado sobre el +balconcillo, con la mano sobre el corazón, había estado esperando el +resultado de su discurso.—¡Maravillosa fuerza y generosidad de un +corazón de mujer! ¡No quiere hablar!... Y se echó hacia atrás respirando +profundamente.</p> + +<p>Comprendiendo el estado del espíritu de la pobre culpable, el ministro +de más edad, que se había preparado para el caso, dirigió á la multitud +un discurso acerca del pecado en todas sus ramificaciones, aludiendo con +frecuencia á la letra ignominiosa. Con tal vigor se espació sobre este +símbolo, durante la hora ó más que duró su peroración, que llenó de +terror la imaginación de los circunstantes á quienes pareció que su +brillo escarlata provenía de las llamas de los abismos infernales. +Entretanto Ester permaneció de pie en su pedestal de vergüenza, con la +mirada vaga y un aspecto general de fatigada indiferencia. Había sufrido +aquella mañana cuanto es dado soportar á la<a name="page_087" id="page_087"></a> humana naturaleza, y como +su temperamento no era de los que por medio de un desmayo se libran de +un padecimiento demasiado intenso, su espíritu podía solamente hallar +cierto desahogo bajo la capa de una insensibilidad marmórea, mientras +sus fuerzas corporales permanecieran intactas. En condición semejante, +aunque la voz del orador tronaba implacablemente, los oídos de Ester +nada percibían. Durante la última parte del discurso la niña llenó el +aire con sus gritos y sus quejidos; la madre trató de acallarla, +mecánicamente, sin que le afectara, al parecer, el desasosiego de la +criaturita. Con la misma dura indiferencia fué conducida de nuevo á su +prisión y desapareció á la vista del público tras la puerta de hierro. +Los que pudieron seguirla con la vista dijeron, en voz muy baja, que la +letra escarlata iba esparciendo un siniestro resplandor á lo lago del +obscuro pasadizo que conducía al interior de la cárcel.<a name="page_088" id="page_088"></a></p> + +<h3><a name="IV" id="IV"></a>IV<br /><br /> +<small>LA ENTREVISTA</small></h3> + +<p>D<small>ESPUÉS</small> de su regreso á la cárcel fué tal el estado de agitación +nerviosa de Ester, que se hizo necesaria la vigilancia más asidua para +impedir que intentase algo contra su persona, ó que en un momento de +arrebato hiciera algún daño á la pobre criaturita. Al acercarse la +noche, y al ver que no era posible reducirla á la obediencia ni por +medio de reprensiones ni de amenazas de castigo, el carcelero creyó +conveniente hacer venir á un médico, que calificó de hombre muy experto +en todas las artes cristianas de ciencias físicas, y que al mismo tiempo +estaba familiarizado con todo lo que los salvajes podían enseñar en +materia de hierbas y raíces medicinales que crecen en los bosques. En +realidad, no solamente Ester, sino mucho más aún la tierna niña, +necesitaban con urgencia los auxilios de un médico; la niña, que +derivaba su sustento del seno maternal, parecía haber bebido toda la +angustia, desesperación y agitación que llenaban el alma de su madre, y +se retorcía ahora en convulsiones de dolor. Era, en pequeña escala, una +imagen viva de la agonía moral por que había pasado Ester durante tantas +horas.</p> + +<p>Siguiendo de cerca al carcelero en aquella sombría<a name="page_089" id="page_089"></a> morada, entró el +individuo de aspecto singular cuya presencia en la multitud había +causado tan honda impresión en la portadora de la letra escarlata. Lo +habían alojado en la cárcel, no porque se le sospechase de algún delito, +sino por ser la manera más conveniente y cómoda de disponer de él hasta +que los magistrados hubieran conferenciado con los jefes indios acerca +del rescate. Se dijo que su nombre era Rogerio Chillingworth. El +carcelero, después de introducirlo en la habitación, permaneció allí un +momento, sorprendido de la calma comparativa que había causado su +entrada, pues Ester se había vuelto inmediatamente tan tranquila como la +muerte, aunque la criaturita continuaba quejándose.</p> + +<p>—Te ruego, amigo, que me dejes solo con la enferma, dijo el médico. +Créeme, buen carcelero, pronto habrá paz en esta morada; y te prometo +que la Sra. Prynne se mostrará en adelante más dócil á la autoridad y +más tratable que hasta ahora.</p> + +<p>—Si Su Señoría puede realizar eso, contestó el carcelero, os tendré por +un hombre indudablemente hábil. En verdad que esta mujer se ha portado +como si estuviese poseída del enemigo malo; y poco faltó para decidirme +á arrojar de su cuerpo á Satanás y á latigazos.</p> + +<p>El extranjero había entrado en la habitación con la tranquilidad +característica de la profesión á que se decía pertenecer. Ni tampoco +cambió de aspecto cuando la retirada del carcelero le dejó faz á faz con +la mujer que le había reconocido en medio de la multitud, y cuya +abstracción profunda al reconocerle indicaba mucha intimidad entre +ambos. Su primer cuidado<a name="page_090" id="page_090"></a> fué atender á la tierna criaturita, cuyos +gritos, mientras se retorcía en su cama, hacían de absoluta necesidad +posponer todo otro asunto á la tarea de calmar sus dolores. La examinó +cuidadosamente y procedió luego á abrir una bolsa de cuero, que llevaba +bajo su traje, y parecía contener medicinas, una de las cuales mezcló +con un poco de agua en una taza.</p> + +<p>—Mis antiguos estudios en alquimia, dijo por vía de observación, y mi +residencia de más de un año entre un pueblo muy versado en las +propiedades de las hierbas, han hecho de mí un médico mejor que muchos +que se han graduado. Oye, mujer, la niña es tuya, no tiene nada mío, ni +reconocerá mi voz ni mi rostro como los de un padre. Adminístrale por lo +tanto esta poción con tus propias manos.</p> + +<p>Ester rechazó la medicina que le presentaban, fijando al mismo tiempo +con visible temor las miradas en el rostro del hombre.</p> + +<p>—¿Tratarías de vengarte en la inocente criatura? dijo en voz baja.</p> + +<p>—¡Loca mujer! respondió el médico con acento entre frío y blando. ¿Qué +provecho me vendría á mí de hacer daño á esta pobre y bastarda criatura? +La medicina es buena y provechosa; y si fuera mi hija, mi propia hija +así como tuya, no podría hacer nada mejor en beneficio suyo.</p> + +<p>Como Ester aun vacilaba, no hallándose realmente en aquellos momentos en +su sano juicio, el médico tomó á la niña en brazos y él mismo le +administró la poción, que pronto dejó sentir su eficacia. Los quejidos +de la pequeña paciente se calmaron, sus convulsiones fueron cesando +gradualmente; y á los pocos<a name="page_091" id="page_091"></a> momentos, como es la costumbre de los +tiernos niños después de verse libres del dolor, quedó sumergida en un +profundo sueño. El médico, pues así puede llamársele con todo derecho, +dirigió entonces su atención á la madre. Con calma y despacio la +examinó, le tomó el pulso, dió una mirada á sus ojos; mirada que le +oprimió el corazón y la hizo estremecer, por serle tan familiar, y sin +embargo tan extraña y fría,—y finalmente, satisfecho de los resultados +de su investigación, procedió á preparar otra poción.</p> + +<p>—No sé donde hallar el <i>leteo</i> ni el <i>nepentes</i>, dijo, pero he +aprendido muchos nuevos secretos entre los salvajes; y esta receta que +me dió un indio en cambio de algunas lecciones mías, tan antiguas como +Paracelso, es uno de esos secretos. Bebe esto. Será sin embargo menos +calmante que una conciencia limpia y pura; pero no puedo darte eso. +Calmará á pesar de todo la agitación de tu pecho y las marejadas de tu +pasión, así como lo hace el aceite arrojado sobre las olas de un mar +tempestuoso.</p> + +<p>Presentó la taza á Ester, que la recibió mirándole con fijeza de una +manera lenta y seria; no precisamente con una mirada de temor, sino +llena de dudas, como interrogándole acerca de lo que podrían ser sus +propósitos, y al mismo tiempo dirigió también una mirada á la niñita +dormida.</p> + +<p>—He pensado en la muerte, dijo, la he deseado, hasta hubiera rogado por +ella, si pudiera rogar por algo. Sin embargo, si la muerte se encierra +en esta taza, te pido que lo reflexiones antes de que me veas beberla. +Mira: ya la he llevado á los labios.</p> + +<p>—Bebe, pues, replicó el médico con el mismo aire<a name="page_092" id="page_092"></a> de sosiego y frialdad +de antes. ¿Tan poco me conoces, Ester? ¿Podrían ser mis propósitos tan +vanos? Aun en el caso de que imaginara un medio de vengarme, ¿qué podría +servir mejor para mis fines que dejarte vivir, y darte estas medicinas +contra todo lo que pudiese poner en peligro tu vida, de modo que esa +candente ignominia continúe brillando en tu seno?</p> + +<p>Al hablar así, tocó con el índice la letra escarlata, que parecía +abrasar el pecho de Ester como si hubiera sido en efecto un hierro +candente. El médico notó su gesto involuntario, y con una sonrisa dijo:</p> + +<p>—Vive, sí, vive; y lleva contigo este signo ante los ojos de hombres y +mujeres,—ante los ojos de aquel á quien llamaste tu marido,—ante los +ojos de esa niñita. Y para que puedas vivir, toma esta medicina.</p> + +<p>Sin decir una palabra, Ester apuró la taza, y obedeciendo á una señal de +aquel hombre de ciencia, se sentó en la cama en que dormía la niñita, +mientras él, tomando la única silla que había en la habitación, se sentó +á su lado. Ella no pudo menos de temblar ante estos preparativos, pues +comprendía que, habiendo ya hecho él todo lo que la humanidad, ó el +deber, ó si se quiere, una refinada crueldad le obligaban á hacer en +alivio de sus dolores físicos, iba á tratarla ahora como hombre á quien +había ofendido de la manera más profunda é irreparable.</p> + +<p>—Ester, dijo, no pregunto por qué motivos, ni cómo has caído en el +abismo, mejor dicho, has subido al pedestal de infamia en que te he +hallado. La razón es fácil de hallar. Ha sido mi locura y tu debilidad. +Yo,—un hombre dado al estudio, una verdadera polilla<a name="page_093" id="page_093"></a> de +biblioteca,—un hombre ya en el declive de sus años, que empleó los +mejores de su vida en alimentar su afán devorador de saber,—¿qué tenía +que ver con una belleza y juventud como la tuya? Contrahecho desde que +nací, ¿cómo pude engañarme con la idea de que los dones intelectuales +podrían en la fantasía de una joven doncella arrojar un velo sobre las +deformidades físicas? Los hombres me llaman sabio. Si los sabios fueran +cuerdos en lo que les concierne, yo debería haber previsto todo esto. Yo +debería haber sabido que, al dejar la vasta y tenebrosa selva para +entrar en esta población de cristianos, el primer objeto con que habían +de tropezar mis miradas, serías tú, Ester, de pie, como una estatua de +ignominia, expuesta á los ojos del pueblo. Sí, desde el instante que +salimos de la iglesia, ya unidos por los lazos del matrimonio, debería +haber contemplado la llama ardiente de esa letra escarlata brillando á +la extremidad de nuestro sendero.</p> + +<p>—Tú sabes, dijo Ester,—quien á pesar del estado de abatimiento en que +se encontraba, no pudo sufrir este último golpe que le recordaba su +vergüenza,—tú sabes que fuí franca contigo. Ni sentí amor, ni fingí +tener ninguno.</p> + +<p>—Es verdad, replicó el médico: ¡fué una locura mía! Ya lo he dicho. +Pero, hasta aquella época de mi vida, yo había vivido en vano. ¡El mundo +me había parecido tan triste! Mi corazón era como una morada bastante +grande para dar cabida á muchos huéspedes, pero fría y solitaria. Yo +deseaba tener un hogar, experimentar su calor. Á pesar de lo viejo, de +lo contrahecho y sombrío que era, no me pareció<a name="page_094" id="page_094"></a> un sueño extravagante +la idea de que yo podía gozar también de esta simple felicidad, +esparcida en todas partes, y de que toda la humanidad puede disfrutar. Y +por eso, Ester, te albergué en lo más recóndito de mi corazón, y traté +de animar el tuyo con aquella llama que tu presencia había encendido en +mi pecho.</p> + +<p>—Te he agraviado en extremo, murmuró Ester.</p> + +<p>—Nos hemos agraviado mutuamente, respondió el médico. El primer error y +agravio fué mío, cuando hice que tu floreciente juventud entrara en una +relación falsa, y contraria á la naturaleza, con mi decadencia. Por +consiguiente, como hombre que no ha pensado ni filosofado vanamente, no +busco venganza, no abrigo ningún mal designio contra tí. Entre tú y yo +la balanza está perfectamente equilibrada. Pero, Ester, el hombre que +nos ha agraviado á los dos vive. ¿Quién es?</p> + +<p>—No me lo preguntes, replicó Ester mirándole al rostro con firmeza. Eso +nunca lo sabrás.</p> + +<p>—¿Nunca, dices?—replicó el médico con una sonrisa amarga de confianza +en sí mismo. ¿Nunca lo sabré? Créeme, Ester, hay pocas cosas,—ya en el +mundo exterior, ó ya á cierta profundidad en la esfera invisible del +pensamiento,—hay pocas cosas, repito, que queden ocultas al hombre que +se dedica seriamente y sin descanso á la solución de un misterio. Tú +puedes ocultar tu secreto á las miradas escudriñadoras de la multitud. +Puedes ocultarlo también á las investigaciones de los ministros y +magistrados, como hiciste hoy cuando procuraron arrancar ese nombre á tu +corazón y darte un compañero en tu pedestal. Pero en cuanto á mí, yo me +dedicaré á la investigación con<a name="page_095" id="page_095"></a> sentidos que ellos no poseen. Yo +buscaré á este hombre como he buscado la verdad en los libros; como he +buscado oro en la alquimia. Hay una simpatía oculta que me lo hará +conocer. Le veré temblar. Yo mismo al verle, me sentiré estremecer de +repente y sin saber por qué. Tarde ó temprano, tiene que ser mío.</p> + +<p>Los ojos del médico, fijos en el rostro de Ester, brillaron con tal +intensidad, que ésta se llevó las manos al corazón como temiendo que +pudiese descubrir allí el secreto en aquel momento mismo.</p> + +<p>—¿No quieres revelar su nombre? Sin embargo, de todos modos lo +sabré,—continuó el médico con una mirada llena de confianza, cual si el +destino lo hubiera decretado así. No lleva ninguna letra infamante +bordada en su traje, como tú; pero yo la leeré en su corazón. Pero no +temas por él. No creas que me mezclaré en la clase de retribución que +adopte el cielo, ó que lo entregue á las garras de la justicia humana. +Ni te imagines que intentaré algo contra su vida; no, ni contra su fama +si, como juzgo, es un hombre que goza de buena reputación. Le dejaré +vivir: le dejaré envolverse en el manto de su honra externa, si puede. +Sin embargo, será mío.</p> + +<p>—Tus acciones parecen misericordiosas, dijo Ester desconcertada y +aterrada, pero tus palabras te hacen horrible.</p> + +<p>—Una cosa te recomendaré, á tí, que eras mi esposa, dijo el sabio. Tú +has guardado el secreto de tu cómplice: guarda también el mío. Nadie me +conoce en esta tierra. No digas á ningún sér humano que en un tiempo me +llamaste tu esposo. Aquí, en esta franja de tierra plantaré mi tienda; +porque habiendo<a name="page_096" id="page_096"></a> sido donde quiera un peregrino, y habiendo vivido +alejado de los intereses humanos, he encontrado aquí á una mujer, á un +hombre, y á una tierna niña entre los cuales y yo existen los lazos más +estrechos que puedan imaginarse. Nada importa que sean de amor ó de +odio, justos ó injustos. Tú y los tuyos, Ester, me pertenecéis. Mi hogar +está donde tú estés y donde él esté. ¡Pero no me vendas!</p> + +<p>—¿Con qué objeto lo deseas?—le preguntó Ester, negándose, sin saber +por qué, á aceptar este secreto convenio. ¿Por qué no te anuncias +públicamente y te deshaces de mí de una vez?</p> + +<p>—Pudiera moverme á ello, replicó el médico, no querer arrostrar la +deshonra que mancha al marido de una mujer infiel. Pudieran moverme +también otras razones. Basta con que sepas que es mi objeto vivir y +morir desconocido. Por lo tanto, tu marido ha de ser para el mundo un +hombre ya muerto, y de quien jamás se recibirá noticia alguna. No me +reconozcas ni por una palabra, ni por un signo, ni por una mirada. No +descubras á nadie tu secreto, sobre todo al hombre que sabes. Si me +faltares en esto... ¡ay de tí! Su fama y buen nombre, su posición, su +vida, estarán en mis manos! ¡Guárdate de ello!</p> + +<p>—Guardaré tu secreto, como guardo el suyo, dijo Ester.</p> + +<p>—Júralo, replicó el otro.</p> + +<p>Y ella prestó el juramento.</p> + +<p>—Y ahora, Ester,—dijo el anciano Rogerio Chillingworth, como había de +llamarse en lo sucesivo,—te dejo sola: sola con tu hija y con la letra +escarlata. ¿Qué es eso, Ester? ¿Te obliga la sentencia á dormir con la<a name="page_097" id="page_097"></a> +letra? ¿No tienes temor de que te asalten pesadillas y sueños horribles?</p> + +<p>—¿Por qué me miras y te sonríes de ese modo?—le preguntó Ester toda +inquieta al ver la expresión de sus ojos.—¿Eres acaso como el Hombre +Negro que recorre las selvas que nos rodean? ¿Me has inducido á aceptar +un pacto que dará por resultado la perdición de mi alma?</p> + +<p>—No la de tu alma,—respondió el médico con otra sonrisa. ¡No; no la de +tu alma!<a name="page_098" id="page_098"></a></p> + +<h3><a name="V" id="V"></a>V<br /><br /> +<small>ESTER AGUJA EN MANO</small></h3> + +<p>T<small>ERMINADO</small> el período de encarcelamiento á que fué condenada Ester, se +abrieron las puertas de la prisión y salió á la luz del sol que, +brillando lo mismo para todos, le parecía sin embargo á su mórbida +imaginación que había sido creado con el único objeto de revelar la +letra escarlata que llevaba en el seno de su vestido. Quizá padeció +moralmente más cuando, habiendo cruzado los umbrales de la cárcel, +empezó á moverse libre y sola, que no en medio de la muchedumbre y +espectáculo que quedan descritos, donde se hizo pública su vergüenza y +donde todos la señalaron con el dedo. En aquel entonces se encontraba +sostenida por una tensión sobrenatural de los nervios y toda la energía +batalladora de su carácter, que la ayudaban á convertir aquella escena +en una especie de lóbrego triunfo. Fué, además, un acontecimiento +aislado y singular que solo ocurriría una vez durante su vida; y para +arrostrarlo tuvo que gastar toda la fuerza vital que habría bastado para +muchos años de tranquilidad y calma. La misma ley que la condenaba, la +había sostenido durante la terrible prueba de su ignominia. Pero ahora, +fuera ya de la prisión, sola y sin compañía en el sendero de la vida, +empezaba<a name="page_099" id="page_099"></a> para ella una nueva existencia, y tenía que sostenerse y +proseguir adelante con los recursos que le proporcionara su propia +naturaleza, ó de lo contrario, sucumbir. No podía contar con lo porvenir +para sobrellevar su dolor presente. El día de mañana aportaría su ración +de pesadumbre, y lo mismo el siguiente y los sucesivos: cada uno traería +su propio pesar que, en esencia, era sin embargo el mismo que ahora le +parecía tan inmensamente doloroso. Los años por venir se sucederían unos +á otros, y ella tendría que continuar sobrellevando la misma carga, sin +poder jamás arrojarla; pues la sucesión de días y de años no haría más +que acumular miseria sobre ignominia. Durante todo ese tiempo, +despojándose Ester de su propia individualidad, se convertiría en el +ejemplo vivo de que podrían servirse el moralista y el predicador para +encarecer sus imágenes de fragilidad femenina y de pasión pecaminosa. Le +diría á la joven y á la pura, que contemplasen la letra escarlata que +brillaba en su seno,—que se fijasen en esa mujer, la hija de padres +honrados,—la madre de una criaturita que más adelante sería también una +mujer,—que recordasen que en un tiempo había sido inocente—y que +vieran ahora en ella la imagen, la encarnación, la realidad del pecado; +y sobre su tumba, la infamia que la había acompañado en vida, sería +también su único monumento.</p> + +<p>Parecerá sorprendente, que con el mundo abierto ante ella, sin ninguna +restricción en su sentencia que la impidiera dejar aquella obscura y +remota colonia puritana y volver al lugar de su nacimiento, ó á +cualquiera otro país europeo, y ocultar allí su persona<a name="page_100" id="page_100"></a> y su identidad, +bajo un nuevo exterior, como si empezara por completo otra +existencia,—y teniendo también á su alcance los bosques sombríos y casi +impenetrables, donde lo impetuoso de su sér espiritual podría asimilarse +al pueblo cuyas costumbres y vida nada tenían de común con la ley que la +había condenado;—parecerá sorprendente, repito, que esta mujer pudiera +aún dar el nombre de hogar á aquel sitio donde había ella de ser el tipo +de la ignominia. Pero hay una especie de fatalidad, un sentimiento tan +irresistible é inevitable, que tiene toda la fuerza del destino, que +casi obliga invariablemente á los hombres á permanecer y vagar, á manera +de espectros, en el lugar mismo en que un acontecimiento grande y +notable ha influído en el curso de su vida, y que es tanto más +irresistible cuanto más sombría ha sido su influencia. Su pecado, su +ignominia, eran las raíces que la retenían en aquel suelo, que había +llegado á convertirse en el hogar permanente y final de Ester. Todos los +otros sitios del mundo, aun aquella aldea de Inglaterra donde corrieron +su infancia feliz y su juventud inmaculada, se habían convertido en +cosas extrañas. Los lazos que la ataban á este nuevo suelo estaban +formados de eslabones de hierro que penetraban en lo más íntimo de su +alma, sin que jamás llegaran á romperse.</p> + +<p>Pudiera ser también,—y sin duda lo era aunque se lo ocultaba á sí +propia, y palidecía cuando luchaba por salir de su corazón como una +serpiente de su agujero,—pudiera ser también que otro sentimiento la +hiciera permanecer en el lugar que tan funesto le había sido. Allí +moraba, allí pasaba su existencia alguien á quien ella se consideraba +unida con lazos que, si bien no<a name="page_101" id="page_101"></a> reconocidos en la tierra, los llevarían +juntos ante el tribunal del juicio final, donde quedarían enlazados para +un futuro común de retribución inextinguible. El tentador del género +humano había presentado repetidas veces esta idea á la mente de Ester, y +se reía del gozo apasionado, al mismo tiempo que lleno de desesperación, +con que ella al principio la acogía, y después se esforzaba en +rechazarla. Apenas acariciaba semejante idea, cuando ya quería +destruirla. Lo que al fin quiso creer, lo que ella misma consideró la +razón suprema para continuar viviendo en aquel sitio, era en parte +verdad y en parte una ilusión con que trataba de engañarse. Aquí, se +decía para sus adentros, cometí mi falta, y aquí debe efectuarse mi +castigo terrenal; y quizás de este modo las torturas de su diaria +ignominia purificarán al fin su alma, dotándola de una nueva pureza en +cambio de la que había perdido, más sagrada puesto que sería el +resultado del martirio.</p> + +<p>De consiguiente Ester no se movió de allí. En los lindes de la +población, aunque no en la vecindad inmediata de ninguna morada, había +una choza ó cabaña, construída por uno de los primeros colonos, y +abandonada porque la tierra era demasiado estéril para el cultivo. Su +aislamiento y distancia de la población, la ponían fuera del círculo de +la actividad social que ya se notaba en las costumbres de los colonos. +Aquella pequeña habitación estaba á orillas del mar, medio oculta por un +bosquecillo de árboles no muy corpulentos; y en ese lugar solitario, con +los pocos recursos que poseía, y gracias al permiso de los magistrados +que aun ejercían una especie de vigilancia inquisitorial sobre Ester, se +instaló ésta con su niñita. Inmediatamente<a name="page_102" id="page_102"></a> se asoció á aquel lugar una +vaga idea de algo misterioso y desconocido. Los niños, demasiado tiernos +para comprender por qué aquella mujer se encontraba separada del resto +de sus semejantes, se arrastraban lo más cerca posible para verla +ocupada con su aguja sentada á la ventana de su cabaña, ó de pie á la +puerta de la misma, ó trabajando en el jardincito, ó paseándose en el +sendero que conducía á la población; y al contemplar la letra escarlata +en el seno de su vestido, emprendían la carrera con un temor extraño y +contagioso.</p> + +<p>Á pesar de lo solitario de la situación de Ester, y aunque no tenía un +amigo en la tierra que se atreviese á visitarla, no corría sin embargo +el riesgo de padecer escaseces. Poseía un arte que bastaba para +proporcionarle el sustento á ella y á su hijita, aun en un país que +ofrecía comparativamente pocas oportunidades para su ejercicio. Arte que +en aquella época, como hoy, era casi el único que estuviera al alcance +de la mujer,—la costura. Llevaba en el seno, en la letra primorosamente +bordada, una muestra de su habilidad delicada y de su inventiva, de que +se habrían alegrado las damas mismas de la Corte poder aprovecharse para +agregar á sus ricas telas de seda y oro los adornos aun más preciados +del arte humano.</p> + +<p>Cierto es que, dada la sencillez del traje negro que caracterizaba en lo +general las modas puritanas de aquel tiempo, no se presentarían muchas +ocasiones en que pudiera desplegar Ester sus talentos con la aguja; sin +embargo, el gusto de la época que se complacía en lo que era complicado +en esta clase de trabajos, no pudo menos de ejercer su influencia en<a name="page_103" id="page_103"></a> +aquellos severos puritanos, nuestros antepasados, que se habían +desprendido de tantas cosas que hoy nos parecen muy difíciles de +renunciar. Las ceremonias públicas, tales como la instalación de +magistrados, y cuanto pudiera agregar majestad al modo con que un nuevo +gobernador se presentaba al pueblo, se distinguían por un ceremonial +imponente y una sombría pero estudiada magnificencia. Grandes cuellos ó +lechuguillas, fajas de intrincadas labores, y guantes lujosamente +bordados, eran de absoluta necesidad para los altos funcionarios al +hacerse cargo de las riendas del poder; y su uso se permitía también á +los individuos distinguidos por su posición ó riqueza, aunque las leyes +suntuarias prohibían estos y otros lujos semejantes á los plebeyos. En +los funerales, ya en el vestido del difunto, ó ya para expresar por +variedad de signos emblemáticos de paño negro y linón blanco el dolor de +los sobrevivientes, había también una demanda frecuente de la clase de +labor que Ester podía suministrar. Los pañales y faldellines para niños, +pues en aquella época los niños de tierna edad llevaban vestidos de +gala, ofrecían también ocasión para labores delicadas de aguja.</p> + +<p>Poco á poco, aunque no con mucha lentitud, los trabajos de Ester se +fueron haciendo de moda, como hoy se dice, ya por compasión hacia una +mujer cuyo destino había sido tan desgraciado, ya por la mórbida +curiosidad que da un valor ficticio á cosas comunes ó que no tienen +ninguno, ya porque entonces, como ahora, se concediera á ciertas +personas, por cualquiera razón, lo que otros solicitan en vano, ó porque +Ester llenara realmente un vacío que se dejaba sentir; es<a name="page_104" id="page_104"></a> lo cierto que +halló frecuente empleo para su aguja, y bien remunerado. Tal vez la +vanidad escogió, como medio de mortificarse, llevar á las pompas y +ceremonias del Estado los adornos labrados por sus manos pecadoras. +Veíase su labor en los cuellos del Gobernador; los militares la +mostraban en sus bandas y fajas; el ministro del altar también dejaba +verla en su traje severo; adornaba el gorrito de los recién nacidos, y +hasta los ataúdes de los que llevaban á enterrar. Pero no se recuerda un +solo caso en que la habilidad de Ester se solicitase para bordar el velo +blanco que debía de cubrir el rostro pudoroso de una novia conducida al +altar. Esta excepción indicaba lo inextinguible del rigor con que la +sociedad reprobaba su pecado.</p> + +<p>Ester no trataba de adquirir más allá de lo necesario para su +subsistencia, siendo ésta de la naturaleza más sencilla y ascética que +pueda darse en lo que á ella se refería; y para su niña, alimentos muy +sencillos si bien con abundancia. Los vestidos que usaba eran hechos de +las telas más bastas y del color más sombrío, con un solo adorno,—la +letra escarlata—que estaba condenada á llevar siempre. El trajecito de +la niña, por el contrario, se distinguía por cierto corte y adornos +caprichosos, mejor dicho, fantásticos, que servían para realzar una +especie de encanto aéreo que desde muy temprano empezó á notarse en la +criaturita, la que también daba muestras de una seriedad profunda. Ya +hablaremos de esto más adelante. Excepto la pequeña suma que dedicaba +Ester al adorno de su hija, el resto lo empleaba en obras de caridad, en +infelices menos desgraciados que ella, y que con frecuencia insultaban +la mano que los socorría.<a name="page_105" id="page_105"></a></p> + +<p>Mucha parte del tiempo que hubiera podido aplicar á labores más +productivos, la pasaba haciendo vestidos de estofas groseras para los +pobres. Es probable que á esta clase de ocupación asociara ella una idea +de penitencia, y que al dedicar tantas horas á esa ruda labor, las +ofreciera como una especie de sacrificio de otros goces. En la +naturaleza de Ester había algo de la rica y voluptuosa naturaleza +oriental, un gusto por todo lo que era esplendorosamente bello, y que, +excepto en las exquisitas producciones de su aguja, no encontraba en qué +poder ejercitarlo. Las mujeres hallan en la delicada labor de la aguja +un placer incomprensible para el sexo fuerte. Para Ester era quizás una +manera de expresar la pasión de su vida, y por lo tanto de calmarla. Á +semejanza de todos los otros goces, rechazó esta pasión como un pecado. +Semejante mórbida intervención de la conciencia en cosas de poca monta +pudiera muy bien considerarse indicio de una penitencia que no era +genuina ni constante, sino más bien algo dudoso, y que en el fondo no +era lo que debería ser.</p> + +<p>De este modo Ester Prynne tuvo su parte que desempeñar en el mundo. +Merced á la energía natural de su carácter, y á su rara inteligencia, no +fué posible segregarla por completo de la sociedad, aunque ésta la había +marcado con una señal más intolerable para el corazón de una mujer que +la grabada en la frente de Caín. En todas sus relaciones con esa +sociedad, no había sin embargo nada que la hiciera comprender que +pertenecía á ella. Cada gesto, cada palabra, y hasta el silencio mismo +de aquellos con quienes se ponía en contacto, implicaban y expresaban<a name="page_106" id="page_106"></a> +con frecuencia la idea de que estaba desterrada, y tan aislada como si +habitase en otra esfera. Encontrábase separada de los intereses morales +de sus semejantes, á pesar de estar tan cerca de ellos, á manera de un +espíritu que volviese á visitar el hogar doméstico sin poder hacerse ver +ni dejarse sentir; sin participar de sus alegrías, ni poder tomar parte +en sus dolores; y que, caso de que llegase á manifestar los sentimientos +que le estaban vedados, habría sido para despertar solamente terror y +horrible repugnancia. Y en realidad esto, y el más acerbo desdén, +parecía que era lo único que había para ella en el corazón de sus +conciudadanos. No era aquella una época de delicadeza y refinamiento en +las costumbres; y aunque Ester se diese exacta cuenta de su posición, y +no hubiera peligro de que la olvidara, con harta frecuencia se la hacían +sentir de una manera muy ruda, y cuando ella menos lo esperaba. Los +pobres, como ya hemos dicho, á quienes había hecho el objeto de sus +bondades y de su beneficencia, á menudo deprimían la mano que se +extendía para socorrerlos. Las damas de alto copete en cuyas moradas +penetraba á desempeñar sus labores de costura, acostumbraban destilar +gotas de acíbar en su corazón; á veces, merced á esa alquimia secreta y +refinada con que la mujer puede infiltrar un veneno sutil extraído de +las cosas más baladíes; y en otras ocasiones, con una rudeza de +expresión que caía en el pecho indefenso de aquella infeliz como un +golpe asestado á una herida ulcerada. Ester se había amaestrado por +largo tiempo en el arte de sufrir en silencio: jamás respondía á estos +ataques, sino con el rubor que irresistiblemente enrojecía su pálida +mejilla y después<a name="page_107" id="page_107"></a> desaparecía en las profundidades de su alma. Era +paciente, una verdadera mártir; pero se abstenía de rezar por sus +enemigos, por temor de que, á despecho de sus buenas intenciones, las +palabras con que implorase la bendición para ellos se convirtiesen +irremediablemente en una maldición.</p> + +<p>Continuamente, y de mil maneras, experimentaba los innumerables +tormentos que para ella había ideado la sentencia imperecedera del +tribunal puritano. Los ministros del altar se detenían en medio de la +calle para dirigirla palabras de exhortación, que atraían una multitud +implacable alrededor de la pobre pecadora. Si entraba en la iglesia los +domingos, confiada en la misericordia del Padre Universal, era con +frecuencia, por su mala suerte, para verse convertida en el tema del +sermón. Llegó á tener un verdadero terror de los niños, que habían +concebido, gracias á las conversaciones de sus padres, una vaga idea de +que había algo horrible en esa triste mujer que se deslizaba silenciosa +por las calles de la población, sin otra compañía que su única niña. Por +lo tanto, dejándola al principio pasar, la perseguían después á cierta +distancia con agudos chillidos, pronunciando una palabra cuyo sentido +exacto no podían ellos comprender, pero que no por eso era menos +terrible para Ester, por venir de labios que la emitían +inconscientemente. Parecía indicar una difusión tal de su ignominia, +como si esta fuera conocida de toda la naturaleza; y no le habría +causado pesar más profundo si hubiera oído á las hojas de los árboles +referirse entre sí la sombría historia de su caída, y á las brisas del +verano contarla entre susurros, ó á los<a name="page_108" id="page_108"></a> ábregos del invierno +proclamarla con sus voces tempestuosas.</p> + +<p>Otra especie de tortura peculiar que experimentaba la pobre mujer era +cuando veía un nuevo rostro, cuando personas extrañas fijaban con +curiosidad las miradas en la letra escarlata, lo que ninguna dejaba de +hacer y era para ella como si le aplicasen un hierro candente al +corazón. Entonces apenas podía contener el impulso de cubrir el símbolo +fatal con las manos, aunque nunca llegó á hacerlo. Pero las personas +acostumbradas á contemplar aquel signo de ignominia, podían hacerla +sufrir también intensa agonía. Desde el primer momento en que la letra +formó parte integrante de su vestido, Ester había experimentado el +terror secreto de que un ojo humano estaba siempre fijo en el triste +emblema: su sensibilidad en ese particular, lejos de disminuirse con el +tiempo, era cada vez mayor, merced al tormento cuotidiano que sufría.</p> + +<p>Pero alguna que otra vez, quizás con intervalo de muchos días ó acaso de +varios meses, tenía la sensación de que una mirada—una mirada +compasiva—se fijaba en la letra ignominiosa; y esto parecía +proporcionarla un alivio momentáneo, como si alguien compartiera la +mitad de su agonía. Pero un instante después se reduplicaba ésta con +renovado dolor, porque en aquel breve momento había pecado nuevamente. +¿Había Ester pecado sola?</p> + +<p>Su imaginación estaba un tanto afectada, y á haber poseído menos fibra +intelectual y moral, se habría afectado aun mucho más, en consecuencia +de la soledad y de la angustia continua en que vivía. Yendo al reducido<a name="page_109" id="page_109"></a> +mundo exterior con que estaba en relaciones y regresando á su morada, y +siempre solitaria en esos paseos, creyó Ester, ó se imaginó creer, que +la letra escarlata la había dotado de un nuevo sentido. Se estremecía al +pensar, y no podía menos de pensar así, que aquella le proporcionaba una +especie de conocimiento intuitivo de las culpas secretas de otras almas. +Las revelaciones que de este modo se presentaron á sus ojos la llenaban +de terror. ¿Y cuáles eran? ¿Pero qué podían ser sino las insidiosas +insinuaciones del ángel malo, que habría deseado persuadir á aquella +mujer, que estaba luchando y era solo su víctima á medias, que el +aspecto exterior de pureza no era más que una mentira, y que si la +verdad se conociera, la letra escarlata brillaría en más de un seno, y +no únicamente en el de Ester Prynne? ¿Debía ella acaso recibir esas +obscuras insinuaciones como si fueran una cosa real y positiva? Esta +especie de sentido sobrenatural de que se creía dotada, era de lo más +terrible é insoportable que hubiese experimentado en el curso de su +desgraciada existencia. La llenaba de perplejidad y de malestar, pues á +veces aquella marca roja de infamia en el pecho de su vestido, parecía +como si latiera y se agitase cuando Ester pasaba junto á un venerable +eclesiástico ó magistrado, modelos de piedad y de justicia, á quienes el +mundo contemplaba como si fueran los compañeros de los ángeles.</p> + +<p>—¿Qué malvado pasa junto á mí? Se decía Ester para sus adentros.</p> + +<p>Y levantando con repugnancia la cabeza veía que en aquellos alredederes +no había más ser humano que aquel hombre que todos consideraban un +santo. Otras<a name="page_110" id="page_110"></a> veces creía tener á su lado á una hermana en la culpa, y +al levantar los ojos tropezaba con la forma de una devota y áspera +matrona, cuyo corazón, según la creencia pública, había sido un pedazo +de hielo durante toda su vida. Aquel hielo en el pecho de la matrona y +la candente ignominia de Ester ¿qué tenían de común? Otras veces el +estremecimiento eléctrico le daba la señal, como si le dijera: "Ester, +ahí tienes una compañera,"—y al alzar los ojos, veía á una joven +doncella que contemplaba la letra escarlata, á hurtadillas, y se alejaba +rápidamente con un ligero rubor en las mejillas, como si su pureza se +hubiera empañado con aquella ojeada instantánea. Semejante falta de fe +en la virtud de los demás, es una de las consecuencias más tristes del +pecado. Pero una prueba de que en esta pobre víctima de su propia +fragilidad y de la dureza de las leyes del hombre, la corrupción no +había hecho mucho progreso, consistía en la constante lucha de su +espíritu para creer que ningún mortal era tan culpable como ella misma.</p> + +<p>El vulgo, que en aquellos rudos tiempos añadía siempre el elemento de lo +grotesco á todo lo que hiriera su imaginación, había inventado una +historia acerca de la letra escarlata, que fácilmente podríamos +convertir en una terrible leyenda. Afirmaban que aquel símbolo no era +simplemente un paño escarlata, teñido con un color que era obra del +hombre, sino que el rojo ardiente lo producía el fuego del infierno, y +se le podía ver brillar con todo su fulgor cuando Ester se paseaba sola, +junto á su morada, durante la noche.<a name="page_111" id="page_111"></a></p> + +<h3><a name="VI" id="VI"></a>VI<br /><br /> +<small>PERLA</small></h3> + +<p>H<small>ASTA</small> ahora apenas hemos hablado de la niña; de la criaturita cuya +inocente vida parecía una bella é inmortal flor brotada en medio de la +excesiva lozanía de una pasión criminal. ¡Cuán extraña se presentaba esa +niña á los ojos de la triste mujer, á medida que ésta contemplaba el +desarrollo y la hermosura, cada vez más brillante, y la inteligencia que +iluminaba con sus trémulos rayos las delicadas facciones de su hija, de +su Perla! Tal era el nombre que le había dado Ester, no porque tuviese +analogía alguna con su aspecto, pues no tenía nada del blanco, tranquilo +y frío lustre que podría indicar la comparación; sino que la llamó +"Perla," por haberla obtenido á un gran precio, por haberla comprado en +realidad con todo lo que ella poseía, con lo que era su único tesoro. +¡Cuán singular era todo esto! El hombre había hecho patente la falta de +esta mujer por medio de una letra escarlata dotada de tan grande y +desastrosa eficacia, que impedía que aquella fuera objeto de las +simpatías humanas, á no ser de personas igualmente culpables. Pero la +naturaleza, en compensación de esta falta que el hombre había castigado, +la dotó de una niña encantadora, que reposaba en aquel mismo seno<a name="page_112" id="page_112"></a> +infamado por la ley, para poner por siempre á la madre en relación con +la raza humana, y para que llegara al fin á ser un alma escogida en el +cielo. Sin embargo, estas ideas llenaban la mente de Ester con +sentimientos de temor más bien que de esperanza. Sabía que su acción +había sido mala, y por lo tanto no podía creer que sus resultados fueran +buenos. Con creciente sobresalto contemplaba el desarrollo de la +criatura, temiendo siempre descubrir alguna peculiaridad sombría y +extraña, que guardara correspondencia con la culpa á que debió el ser.</p> + +<p>Defecto físico no había ninguno en la niña: por su forma perfecta, por +su vigor y la natural agilidad en el uso de sus tiernos miembros, era +digna de haber nacido en el Edén; de haber sido dejada allí para que +jugara con los ángeles, después de la expulsión de nuestros primeros +padres. Poseía una gracia ingénita que no siempre acompaña á la belleza +perfecta: su traje, á pesar de su sencillez, despertaba en el que la +veía la idea de que era precisamente el que más le convenía. Pero la +tierna Perlita no estaba vestida con silvestres hierbas. Su madre, +merced á cierta tendencia mórbida, que más adelante se comprenderá +mejor, había comprado las telas más ricas que pudieran procurarse y daba +rienda suelta á su fantasía creadora en el arreglo y adorno de los +vestidos de la niña, cada vez que ésta se presentaba en público. Tan +magníficamente lucía aquella criaturita ataviada de esa suerte, y era +tal el esplendor de la propia belleza de Perla, brillando al través de +los trajes vistosos que habrían podido apagar una hermosura mucho menos +radiante, que puede decirse que en torno suyo<a name="page_113" id="page_113"></a> se formaba un círculo de +fulgente luz en el suelo de la obscura cabaña. El aspecto de Perla tenía +un encanto de infinita variedad: en aquella niña se compendiaban y +resumían muchos niños, comprendiendo desde la belleza á manera de flor +silvestre de un niño campesino, hasta la pompa, en escala menor, de una +princesita. En toda ella había sin embargo algo de apasionado, una +cierta intensidad de color de que nunca se despojaba; y si en alguno de +sus cambios ese color se hubiera vuelto más débil ó más pálido, habría +cesado de ser ella, no habría sido Perla.</p> + +<p>Esta movilidad externa indicaba y expresaba completamente las diversas +condiciones de su vida interior. Parecía que en su naturaleza la +profundidad se hermanaba con la variedad; pero, á no ser que los temores +de Ester la engañasen, diríamos que le faltaba la facultad de adaptarse +al mundo en que había nacido. La niña no podía someterse á reglas fijas. +Al darle la existencia, se había quebrantado una gran ley moral, y el +resultado fué un sér cuyos elementos tal vez eran bellos y brillantes, +pero en desorden, ó con un orden que les era peculiar, siendo difícil, ó +casi imposible, descubrir donde empezaban ó terminaban la variedad y el +arreglo. Ester únicamente podía darse cuenta del carácter de Perla, y +eso de una manera vaga é imperfecta, recordando lo que ella misma había +sido durante aquel período crítico en que el alma y el cuerpo de la niña +se estaban formando. El estado de agitación apasionada en que se hallaba +la madre había servido para transmitir á la criaturita por nacer los +rayos de su vida moral; y por claros y puros que fueran primitivamente, +habían adquirido ciertos tintes<a name="page_114" id="page_114"></a> ya vivos y brillantes, ya intensos y +sombríos. Pero sobre todo, se había perpetuado en el alma de Perla +aquella violenta lucha que reinaba en el ánimo de Ester, quien podía +reconocer en su hija el mismo espíritu libre, inquieto, provocativo y +desesperado, y la misma ligereza de su carácter, y aun algo del mismo +abatimiento que se había apoderado de su corazón. Ahora todo eso estaba +iluminado por los rayos de la aurora que doran el cielo de la infancia, +pero más entrado el día de la existencia terrenal, pudiera ser fecundo +en torbellinos y tempestades.</p> + +<p>La educación de la familia era en aquellos tiempos mucho más severa que +ahora. El entrecejo, la reprensión áspera y la aplicación de la correa ó +de las varillas, no tenían por objeto castigar solamente faltas +cometidas, sino que se empleaban como un medio saludable para el +desenvolvimiento de todas las virtudes infantiles. Sin embargo, Ester, +la madre solitaria de esta su única hija, corría poco riesgo de pecar +por demasiado severa. Teniendo plena conciencia de sus propios errores y +de sus infortunios, trató desde muy temprano de ejercer una estricta +vigilancia sobre la tierna alma cuyos destinos estaban á su cargo. Pero +esta tarea era superior á sus fuerzas, ó á su capacidad. Después de +probar tanto la sonrisa como el entrecejo, y viendo que nada ejercía una +influencia notable, decidió por fin dejar que la niña obedeciera á sus +propios impulsos. Por supuesto que la restricción ó la compulsión +producían su efecto mientras estaban vigentes; pero toda otra clase de +disciplina moral, ya se dirigiere á su inteligencia ó á su corazón, daba +ó no daba resultados según fuera la disposición caprichosa de su ánimo á +la<a name="page_115" id="page_115"></a> sazón. Cuando Perla era todavía muy tierna, su madre había observado +en ella cierta expresión peculiar de la fisonomía, que era señal de que +entonces todo cuanto se hiciera para que la niña obedeciese sus órdenes +sería en vano. Aquella expresión era tan inteligente, y sin embargo tan +inexplicable, tan perversa, y á veces tan maligna, aunque en lo general +acompañada de una gran exuberancia de extravagante buen humor, que Ester +no podía menos de preguntarse si Perla era en realidad una criatura +humana. Parecía más bien un espíritu aéreo que, después de haberse +divertido con sus juegos fantásticos en el suelo de la cabaña, +desaparecería en los aires con una sonrisa burlona. Siempre que sus ojos +profundamente negros y brillantes tomaban esa expresión, la niña +semejaba á un sér intangible de indefinible extrañeza. Se diría que se +estaba cerniendo en el aire y que podría desvanecerse á manera de una +luz que no sabemos de dónde viene ni á dónde irá. Entonces Ester se veía +obligada á arrojarse sobre la niña, á perseguirla en la carrera que +invariablemente emprendía el pequeño duende, y á estrecharla contra el +seno cubriéndola de besos y caricias, no tanto por un efecto de excesivo +amor, sino para cerciorarse de que era la misma Perla en carne y hueso, +y no una forma completamente ilusoria. Pero la risa de Perla cuando se +veía atrapada, bien que armoniosa y rebosando contento, solo daba por +resultado aumentar las dudas de su madre.</p> + +<p>Herida en el corazón por esta especie de misterio indescifrable y +desconcertador que con tanta frecuencia se interponía entre ella y su +único tesoro, tan caramente<a name="page_116" id="page_116"></a> adquirido, y que era todo su universo, +Ester rompía á veces en amargo llanto. Entonces, y sin saber por qué, +Perla fruncía el entrecejo, cerraba el puño, y daba á su pequeño rostro +una expresión dura, severa y de seco descontento; ó bien prorrumpía de +nuevo en una risa más ruidosa que antes, como si fuera un sér incapaz de +sentir y comprender el pesar humano; ó acaso, aunque muy raramente, +experimentaba convulsiones de dolor, y en medio de sollozos y palabras +entrecortadas expresaba su amor hacia su madre, y parecía que deseaba +probar que tenía un corazón haciéndoselo pedazos. Sin embargo, Ester no +confiaba mucho en aquel exceso de ternura, que pasaba con tanta rapidez +como se había presentado. Pensando en todas estas cosas, la madre se +encontraba en la posición de una persona que ha evocado un espíritu, +como se lee en las historias fantásticas, pero que ignora la palabra +mágica con que debe mantener bajo sus órdenes y dominar aquel poder +misterioso. Sus únicas horas de completa tranquilidad eran cuando la +niña yacía en el reposo del sueño. Entonces estaba plenamente segura de +la criaturita, y gozaba de deliciosa y apacible felicidad hasta que, +acaso con aquella perversa expresión que se veía vislumbrar bajo los +entreabiertos párpados,—Perla despertaba.</p> + +<p>¡Cuán pronto!—y realmente ¡con cuánta extraña rapidez!—alcanzó Perla +una edad en que ya era capaz de oir algo más que las palabras casi sin +sentido con que una madre habla á su pequeñuela. Y ¡qué felicidad habría +sido entonces para Ester poder oir la voz clara y sonora de Perla +mezclada al tumulto de otras voces infantiles, y distinguir y reconocer +los<a name="page_117" id="page_117"></a> sonidos que emitiera su adorado tesoro entre la mezcla confusa de +la gritería de un grupo de niños juguetones! Pero semejante dicha le +estaba vedada. Perla, desde que nació, era una proscripta del mundo +infantil. Siendo un enjerto del mal, emblema y producto del pecado, no +tenía derecho á estar entre niños bautizados. Era muy notable el +instinto con que la niñita comprendía su soledad y el destino que había +trazado un círculo inviolable en derredor suyo; en una palabra, todo lo +peculiar de su posición respecto á otros niños. Jamás, desde que salió +de la cárcel, había arrostrado Ester la presencia del público sin ir +acompañada de Perla. En todas sus visitas á la población, iba Perla +también: primero, cuando tierna niña, la llevaba en brazos; luego, más +crecida, iba como una pequeña compañera de su madre, asida de un dedo y +dando saltitos. Veía á los niños del pueblo ora sobre la hierba que +crecía en las aceras de las calles, ya en los umbrales de las puertas de +sus casas, jugando de la manera que les permitía su educación puritana, +esto es: jugando á ir á la iglesia; ó á arrancar cabelleras en simulacro +de combates con los indios; ó bien asustándose mutuamente con algo en +que trataban de imitar actos de hechicería ó brujería. Perla lo veía +todo, lo contemplaba todo intensamente, pero jamás trató de trabar +conocimiento con ninguno de los niños. Si le hablaban, no respondía. Si +los niños la rodeaban, como acontecía á veces, Perla se volvía realmente +terrible en su cólera infantil, cogiendo piedras para arrojarlas á +aquellos, acompañando la acción con gritos y exclamaciones incoherentes +y penetrantes que hacían temblar á su madre,<a name="page_118" id="page_118"></a> porque se asemejaban á los +acentos de una maldición que pronunciara una hechicera en algún idioma +desconocido.</p> + +<p>La verdad del caso era que aquellos puritanitos en agraz, como dignos +vástagos de la casta más intolerante que jamás haya existido, abrigaban +una vaga idea de que había algo extraño, misterioso y fuera de lo común +y diario tanto en la madre como en la hija, y por lo tanto las +despreciaban en lo íntimo de su corazón, y con frecuencia las insultaban +de voz en cuello. Perla resentía la ofensa, y se vengaba con todo el +odio de que puede suponerse capaz un pecho infantil. Estas explosiones +de un carácter violento, tenían algún valor y aun servían de consuelo á +la madre, puesto que por lo menos revelaban cierta seriedad comprensible +en aquella manera de sentir, lo que no acontecía con los caprichos +fantásticos que tantas veces la llenaban de sorpresa y que no acertaba á +explicarse en algunas manifestaciones de su hija. Le aterraba, sin +embargo, discernir aquí y allí una especie de reflejo del mal que había +existido en ella misma. Todos estos sentimientos de enemistad y de +cólera los había heredado Perla de su madre: en el mismo estado de +exclusión de todo trato social, se encontraban la madre y la hija; y en +la naturaleza de esta última parecía que se perpetuaban todos aquellos +elementos de inquietud que tanto agitaron á Ester antes del nacimiento +de la niña, y que después habían comenzado á calmarse merced á la +influencia benéfica de la maternidad.</p> + +<p>Al lado de su madre, en el hogar doméstico, Perla no tenía necesidad de +mucho trato social. Su imaginación<a name="page_119" id="page_119"></a> prestaba los atributos de la vida á +millares de objetos inanimados, como una antorcha que enciende una llama +donde quiera que se le aplique: la rama de un árbol, unos cuantos +harapos, una flor, eran los juguetes en que se ejercitaba la magia +creadora de Perla; y sin que experimentasen ningún cambio exterior, se +adaptaban á todas las necesidades de su fantasía. Prestaba su voz +infantil á multitud de seres imaginarios, viejos y jóvenes, con quienes +emprendía de ese modo animados diálogos. Los antiguos pinos, negros y +solemnes, que emitían una especie de gruñido y otros rumores +melancólicos cuando los agitaba la brisa, convertíanse sin dificultad en +clérigos puritanos á los ojos de Perla; las hierbas más feas del jardín, +eran sus hijos; hierbas que la niña pisoteaba y arrancaba sin compasión. +Era en realidad sorprendente la vasta variedad de formas en que se +complacía su inteligencia, sin orden ni concierto, siempre en un estado +de actividad sobrenatural, sucediéndose unas á otras como las +emanaciones y despliegues caprichosos de la aurora boreal. En el mero +ejercicio de la fantasía y la festiva disposición de una mente en +desarrollo, tal vez no hubiera mucho más de lo que se podría observar en +otros niños dotados de facultades brillantes, excepto que Perla, por +verse privada de compañeros de juego, acudía, para reemplazarlos, á los +recursos que le prestaba su imaginación. Lo singular del caso consistía +en la actitud hostil que la niña desplegaba hacia esas criaturas hijas +de su fantasía y de su corazón. Jamás creó un amigo, sino que siempre, á +imitación del Cadmo de la fábula, parecía sembrar á derecha é izquierda +los dientes del dragón, de los que brotaban batallones de enemigos<a name="page_120" id="page_120"></a> +armados á los cuales la niña declaraba al punto la guerra. Era en +extremo triste observar en un sér tan tierno esta idea constante de un +mundo adverso, y el fiero despliegue de energía que la preparaba para +las luchas del mundo; y fácil es de suponer el dolor intenso que todo +esto produciría en su madre, que hallaba en su mismo corazón la causa de +aquel fenómeno.</p> + +<p>Contemplando á Perla, dejaba con frecuencia Ester caer la costura en el +regazo, y rompía á llorar con una aflicción que hubiera deseado ocultar, +y que se manifestaba con sollozos y palabras entrecortadas +exclamando:—"¡Oh Padre que estás en los cielos! si es que eres aun mi +Padre, ¿qué criatura es esta que he traído al mundo?"—Y Perla, al oir +esta exclamación, ó al percibir aquellos sollozos de angustia, volvía +hacia su madre la viva y preciosa carita, sonreía dulcemente y +continuaba su juego.</p> + +<p>Nos resta hablar de una peculiaridad de esta niñita. La primer cosa que +notó en su vida, no fué la sonrisa de la madre respondiendo á lo que, +como en otros niños de tierna edad, puede tomarse por una sonrisa, ó +mejor dicho, embrión de sonrisa. No: el primer objeto que parece haber +llamado la atención de Perla, fué la letra escarlata en el seno de +Ester. Un día, al inclinarse ésta sobre la cuna, las miradas de la +niñita se fijaron en el brillo del bordado de oro que cercaba la letra, +y extendiendo las manecitas trató de asirla, sonriendo sin duda, aunque +con una extraña expresión que hizo que su rostro pareciera el de un niño +de mucha más edad. Entonces Ester, trémula y convulsa, apretó con la +mano el signo fatal, como si<a name="page_121" id="page_121"></a> instintivamente quisiera arrancárselo del +seno. ¡Tan intensa fué la tortura que le causó la acción de aquella +criaturita! Y como si la agonía que revelaba el rostro de la madre, no +tuviera otro objeto que divertirla, la niñita fijó las miradas en ella y +se sonrió. Desde esa época, excepto cuando Perla estaba durmiendo, Ester +jamás tuvo un instante de seguridad, ni un momento en que gozara con +plena calma de la compañía de su hija. Cierto es que á veces +transcurrían semanas enteras sin que las miradas de la criaturita se +fijaran en la letra escarlata; pero también es cierto que lo contrario +acontecía cuando menos se esperaba, y siempre con aquella sonrisa +peculiar y la extraña expresión de los ojos de que ya se ha hablado.</p> + +<p>Una vez, mientras Ester contemplaba su propia imagen en los ojos de su +hija, como es costumbre en las madres, brilló en ellos esa expresión +singular y fantástica; y como las mujeres que viven solitarias y cuyo +corazón está inquieto se hallan sujetas á innumerables ilusiones, se +imaginó de repente que veía, no su propia imagen en miniatura, sino otra +faz que se reflejaba en los ojos negros de Perla. Era un rostro enemigo, +lleno de malignas sonrisas, pero que sin embargo tenía gran semejanza +con facciones que había conocido muy bien, aunque raras veces las +animara una sonrisa y jamás una expresión malévola. Se diría que un +espíritu maligno se había posesionado de la niña, y se mostraba en sus +ojos. Después de ese suceso, Ester se vió atormentada varias veces con +la misma ilusión de sus sentidos, aunque no con tanta fuerza.</p> + +<p>En la tarde de cierto día de verano, cuando ya<a name="page_122" id="page_122"></a> Perla había crecido lo +bastante para poder andar sola, se divertía la niña en recoger flores +silvestres, arrojándolas una á una al regazo de su madre; y ejecutando +una especie de baile cada vez que una de las flores acertaba á dar en la +letra escarlata. El primer movimiento de Ester fué cubrir la letra con +ambas manos; pero fuese orgullo ó resignación, ó la idea de que la pena +á que había sido condenada la satisfaría más pronto por medio de este +dolor indecible, resistió el impulso y se irguió en su asiento, pálida +como la muerte, mirando con tristeza profunda á Perla cuyos ojos +brillaban de inusitado modo. Y siguió la niña lanzándole las flores que +invariablemente daban contra la letra, llenando el pecho maternal de +heridas para las que no podía hallar bálsamo en este mundo, ni sabía +cómo buscarlo en el otro. Al fin, cuando concluyó de arrojar las flores, +la niña permaneció en pie mirando á Ester precisamente como aquella +imagen burlona del enemigo que la madre creía ver en el abismo +insondable de los ojos negros de su hija.</p> + +<p>—Hija mía ¿quién eres tú?—exclamó la madre.</p> + +<p>—¡Oh! yo soy tu pequeña Perla, respondió.</p> + +<p>Pero mientras Perla decía esto, se echó á reir y empezó á bailar con la +gesticulación petulante de un pequeño trasgo, cuyo próximo capricho +sería escaparse por la chimenea.</p> + +<p>—¿Eres tú en realidad mi hija? le preguntó Ester.</p> + +<p>Y no fué una pregunta ociosa la que hizo, sino que, en aquel momento, +así lo sentía; porque era tal la maravillosa inteligencia de Perla, que +su madre hasta llegaba á imaginarse que la niña conocía la secreta +historia de su existencia y se la revelaría ahora.<a name="page_123" id="page_123"></a></p> + +<p>—Sí; yo soy tu pequeña Perla, repitió la niña continuando sus +cabriolas.</p> + +<p>—¡Tú no eres mi hija! ¡Tú no eres mi Perla! dijo la madre con aire semi +risueño, porque frecuentemente en medio del más profundo dolor le venían +impulsos festivos.—Díme, pues, quién eres y quién te ha enviado aquí.</p> + +<p>—Dímelo, madre mía,—respondió Perla con acento grave, acercándose á +Ester y abrazándose á sus rodillas,—dímelo, madre, dímelo.</p> + +<p>—Tu Padre Celestial te envió, respondió Ester.</p> + +<p>Pero lo dijo con una vacilación que no escapó á la viva inteligencia de +la niña; la cual, bien sea movida por su ordinaria petulancia, ó porque +un maligno espíritu la inspirara, levantando el dedito índice y tocando +la letra escarlata, exclamó con acento de convicción:</p> + +<p>—No; Él no me envió. Yo no tengo Padre Celestial.</p> + +<p>—¡Silencio, Perla, silencio! Tú no debes hablar así,—respondió la +madre suprimiendo un gemido. El Padre Celestial nos ha enviado á todos á +este mundo. Hasta me ha enviado á mí, tu madre; y con mucha mayor razón +á tí. Y si no ¿de dónde has venido tú, niña singular y caprichosa?</p> + +<p>—Dímelo, dímelo,—repitió Perla, no ya con su carita seria, sino riendo +y dando brinquitos en el suelo. Tú eres quien debes decírmelo.</p> + +<p>Pero Ester no pudo resolver la pregunta, encontrándose ella misma en un +laberinto de dudas. Recordaba, entre risueña y asustada, la charla de +las gentes del pueblo que, buscando en vano la paternidad de la niña, y +observando algunas de sus peculiaridades,<a name="page_124" id="page_124"></a> habían dado en decir que +Perla procedía de un demonio, como ya había acontecido más de una vez en +la tierra; ni fué Perla la única á quien los puritanos de la Nueva +Inglaterra imputaron origen tan siniestro.<a name="page_125" id="page_125"></a></p> + +<h3><a name="VII" id="VII"></a>VII<br /><br /> +<small>LA SALA DEL GOBERNADOR</small></h3> + +<p>U<small>N</small> día fué Ester á la morada del Gobernador Bellingham á llevarle un par +de guantes que había ribeteado y bordado por orden suya, y que debía de +usar en cierta ceremonia oficial, porque si bien no desempeñaba ya el +alto puesto de antes, aun ocupaba un destino honroso é influyente en la +magistratura colonial.</p> + +<p>Pero algo más importante que la entrega de un par de guantes bordados, +obligó á Ester entonces á solicitar una entrevista con un personaje de +tanto poder y tan activo en los negocios de la colonia. Había llegado á +sus oídos el rumor de que algunos de los principales habitantes de la +población trataban de despojarla de su niña, deseosos de que imperaran +más rígidos principios en materias de religión y de gobierno. Suponiendo +estas buenas gentes, como ya se ha dicho, que Perla era de estirpe +diabólica, creyeron que para mayor beneficio del alma de la madre, +convenía quitarle ese obstáculo de su sendero; agregando, que si la niña +era realmente capaz de una educación religiosa y moral, y tenía en sí +los elementos de su futura salvación, gozaría indudablemente de todas +estas ventajas si se la separase de su madre y se confiara su educación<a name="page_126" id="page_126"></a> +á persona mejor y más cuerda. Se decía también que entre los +promovedores de esta idea, era el Gobernador uno de los más activos.</p> + +<p>Parecerá singular, y hasta ridículo, que un asunto de esta naturaleza +haya sido cuestión públicamente discutida, en la que tomaron parte en +pro y en contra varias personas eminentes del gobierno. Pero en aquella +época de prístina sencillez, negocios de menor importancia pública, y de +menor trascendencia que el bienestar de Ester y de su hija, tenían +cabida en las deliberaciones de los legisladores y en los actos del +Estado; y hasta se refiere que una disputa relativa al derecho de +propiedad de un cerdo dió margen, en una época anterior á la en que pasa +nuestra historia, á debates acalorados en el cuerpo legislativo de la +colonia, y ocasionó importantes modificaciones en el modo de ser de la +Legislatura.</p> + +<p>Llena, pues, de temores, aunque con tan pleno convencimiento de su +derecho, que no le parecía desigual la lucha entre el público de una +parte y una mujer solitaria de la otra, Ester se puso en marcha saliendo +de su cabaña acompañada, como era de esperarse, de Perla. Esta había +alcanzado ya una edad que la permitía correr al lado de su madre, y como +estaba siempre en constante movimiento desde la mañana hasta la noche, +hubiera podido hacer una jornada mucho más larga. Sin embargo, á veces, +más por capricho que por necesidad, pedía que la llevaran en brazos; +pero á los pocos momentos quería que la dejasen andar, y continuaba +junto á Ester dando saltitos y tropezando á cada instante.</p> + +<p>Hemos hablado de la belleza singular de Perla,<a name="page_127" id="page_127"></a> belleza de tintes vivos +y profundos, de tez brillante, ojos que poseían á la vez fulgor é +intensidad meditativa, y un cabello de color castaño, lustroso, suave, y +que más tarde serían casi negros. Toda ella era fuego y parecía el fruto +de un momento de pasión impremeditada. La madre, al idear el traje de su +hija, había dado rienda suelta á las tendencias vistosas de su +imaginación, y la vistió con una túnica de terciopelo carmesí, de un +corte peculiar, abundantemente adornada con caprichosos bordados y +floreos de hilo de oro. Tal lujo de colores, que habrían dado un pálido +y macilento aspecto á mejillas menos brillantes, se adaptaba +admirablemente á la belleza de Perla, y la convertían en la más +reluciente llama que jamás se haya movido sobre la tierra.</p> + +<p>Pero era una particularidad notable de este traje, y en realidad de la +apariencia general de la niña, la de traer irremediablemente á la +memoria del que la contemplaba el recuerdo del signo que Ester estaba +condenada á llevar en su vestido. Era la letra escarlata bajo otra +forma: la letra escarlata dotada de vida. La madre misma,—como si +aquella ignominia roja se hubiera grabado profundamente en su cerebro de +modo que todas sus ideas revistieran su aspecto,—la madre misma había +encontrado aquella semejanza, empleando muchas horas de mórbida +ingeniosidad en hallar una analogía entre el objeto de su cariño y el +emblema de su falta y de su tormento. Pero como en realidad Perla era al +mismo tiempo una y otra cosa, pudo Ester imaginarse perfectamente que la +apariencia de la niña guardaba completa semejanza con la letra +escarlata.<a name="page_128" id="page_128"></a></p> + +<p>Al llegar madre é hija á los linderos de la población, los niños de los +puritanos, en medio de sus juegos, ó de lo que pasaba por juego entre +aquellos sombríos chicuelos, fijaron en ellas las miradas y dijeron:</p> + +<p>—Ahí viene la mujer de la letra escarlata; y á su lado viene saltando +lo que también se parece á una letra escarlata. Vamos á arrojarles +fango.</p> + +<p>Pero Perla, que era una niña intrépida, después de fruncir el entrecejo, +de golpear el suelo con el piececito y de apretar el puño con diversos +gestos amenazadores, se lanzó de repente contra el grupo de sus enemigos +y los puso á todos en fuga. Al mismo tiempo chilló y gritó con violencia +tal, que el corazón de los fugitivos tembló de espanto. Terminada su +victoria, Perla regresó tranquilamente al lado de su madre, á la que +dirigió una risueña mirada.</p> + +<p>Sin otra aventura llegaron á la morada del Gobernador. Era ésta una gran +casa de madera, fabricada al estilo de las que aun se ven en las calles +de nuestras ciudades más antiguas; ahora cubiertas de musgo, +derrumbándose, y de aspecto melancólico, mudos testigos de las penas ó +alegrías de que fueron teatro sus obscuras habitaciones. Entonces, sin +embargo, había en su exterior la frescura de la juventud, y en sus +ventanas, iluminadas por el sol, parecía brillar aquel contento que +reina en las moradas humanas en que aun no ha entrado la muerte. La casa +del Gobernador tenía, á la verdad, una apariencia muy alegre: las +paredes estaban cubiertas con una especie de estuco con innumerables +fragmentos de vidrio, de modo que cuando el sol alumbraba oblicuamente +el edificio, brillaba y fulguraba como si sobre él se hubieran arrojado<a name="page_129" id="page_129"></a> +diamantes á manos llenas, lo que le hacía parecer más propio para el +palacio de Aladino, que para mansión de un viejo y grave jefe puritano. +Estaba además adornado con figuras y diagramas extraños y al parecer +cabalísticos, de acuerdo con el raro gusto de la época, que habían sido +dibujados en el estuco cuando se acabó de poner, y se habían endurecido +con el tiempo, sin duda para que sirvieran de admiración á las edades +futuras.</p> + +<p>Perla, cuando contempló esta especie de casa maravillosa, comenzó á +palmotear y á bailar, y pidió con acento decidido que arrancaran todo +aquel frente radiante del edificio, y se lo dieran para jugar con él.</p> + +<p>—No, mi querida Perlita, le dijo su madre. Tú misma tienes que +procurarte tus rayos de sol; yo no tengo nada que darte.</p> + +<p>Se acercaron á la puerta, que tenía la forma de un arco, y estaba +flanqueada á cada costado por una torre estrecha ó proyección del +edificio, con ventanas de enrejado de alambre y postigos de madera. +Levantando el aldabón de hierro, Ester dió un golpe al que respondió uno +de los siervos del Gobernador, inglés de nacimiento y libre, pero que á +la sazón era esclavo por siete años. Durante ese tiempo tenía que ser la +propiedad de su amo, lo mismo que si fuera un buey. El siervo llevaba el +traje azul que era el vestido ordinario de los siervos de aquella época, +como lo fué también mucho antes en las antiguas casas solariegas de +Inglaterra.</p> + +<p>—¿Está en casa Su Señoría el Gobernador Bellingham? preguntó Ester.</p> + +<p>—Ciertamente que sí, respondió el siervo, contemplando<a name="page_130" id="page_130"></a> con tamaños +ojos la letra escarlata, pues habiendo llegado recientemente al país, no +la había visto todavía. Sí, Su Señoría está en casa; pero con él hay un +par de piadosos ministros, y al mismo tiempo un médico: no creo que +podáis verle ahora.</p> + +<p>—Entraré, sin embargo, replicó Ester.</p> + +<p>Y el siervo, juzgando tal vez por el tono decisivo con que pronunció +estas palabras, y el brillante símbolo que llevaba en el pecho, que era +una gran señora del país, no opuso resistencia alguna.</p> + +<p>Madre é hija fueron, pues, admitidas en el vestíbulo. El Gobernador, +teniendo en cuenta la naturaleza de los materiales de construcción +disponibles, así como la diferencia del clima y costumbres sociales de +la colonia, había trazado el plano de su nueva morada á imitación de las +de los caballeros de moderados recursos en su país natal. Había por lo +tanto un ancho y elevado vestíbulo que se extendía hasta el fondo de la +casa y servía de medio de comunicación más ó menos directa con todas las +otras piezas. En una extremidad se hallaba alumbrada esta espaciosa +habitación por las ventanas de las dos torres; y en la otra, aunque +protegida por una cortina, lo estaba por una gran ventana abovedada, +provista de un asiento de almohadones, en el que había un volumen en +folio, probablemente de las Crónicas de Inglaterra ú otra literatura por +el estilo. El mueblaje consistía en algunas sillas macizas, en cuyos +respaldares había esculpidas guirnaldas de flores de roble; en el centro +había una mesa del mismo estilo que las sillas, todo del tiempo de la +Reina Isabel de Inglaterra, ó quizás anterior á él, y traído de la casa +paterna del Gobernador.<a name="page_131" id="page_131"></a> Y en la mesa, como prueba de que la antigua +hospitalidad no había muerto, un gran jarro de peltre en el fondo del +cual el curioso podría haber visto la espuma de la cerveza bebida +recientemente.</p> + +<p>Colgaba en la pared una hilera de retratos que representaban los +antepasados del linaje de Bellingham, algunos vestidos con petos y +armaduras y otros con cuellos alechugados y ropa talar. Como rasgo +característico, tenían todos aquella severidad y rigidez que +invariablemente hay en los antiguos retratos, como si en vez de pinturas +fueran los espíritus de hombres ilustres, ya muertos, que estuvieran +contemplando con dureza é intolerancia, criticándolos, las acciones y +placeres de los vivos.</p> + +<p>Hacia el centro de los tableros de roble que cubrían las paredes del +vestíbulo había suspendida una cota de malla y sus accesorios, no una +reliquia hereditaria, como los retratos, sino de fecha más moderna, +fabricada por un hábil armero de Londres el año mismo en que el +Gobernador Bellingham vino á la Nueva Inglaterra. Allí había un yelmo, +una coraza, una gola y grebas, con un par de manoplas, y colgando debajo +una espada; todo, y especialmente el yelmo y la coraza, tan +perfectamente bruñido, que resplandecían con un blanco radiante, +iluminando el pavimento. Esta brillante panoplia no servía de simple +ornato, sino que el Gobernador se la había endosado más de una vez, +especialmente á la cabeza de un regimiento en la guerra contra los +indios, pues aunque por estudios y profesión era un abogado, las +exigencias del nuevo país habían hecho de él un soldado y un +Gobernante.<a name="page_132" id="page_132"></a></p> + +<p>Perlita,—á quien agradó la resplandeciente armadura tanto como el +brillante frontispicio de la casa, se entretuvo algún tiempo mirando la +pulida superficie de la coraza que resplandecía como si fuera un espejo.</p> + +<p>—¡Madre! gritó, madre, te veo aquí. ¡Mira! ¡mira!</p> + +<p>Ester, por complacer á su hijita, dió una mirada á la coraza, y vió que, +debido al efecto peculiar de este espejo convexo, la letra escarlata +parecía reproducida en proporciones exageradas y gigantescas, de tal +modo que venía á ser lo más prominente de toda su persona. En realidad, +parecía como si Ester se ocultara detrás de la letra. Perla le llamó +también la atención á otra figura semejante en el yelmo, sonriendo á su +madre con aquella especie de expresión de duendecillo tan común á su +inteligente rostro. Esta mirada de traviesa alegría se reflejó +igualmente en el espejo, con tales proporciones y tal intensidad de +efecto, que Ester no creyó que pudiera ser la imagen de su propia hija, +sino la de algún trasgo ó duende que trataba de amoldarse á la forma de +Perla.</p> + +<p>—Vamos, Perla, dijo la madre llevándosela consigo. Ven á ver este +hermoso jardín. Quizás haya en él flores más hermosas que las de los +bosques.</p> + +<p>Perla se dirigió á la ventana abovedada en el fondo del vestíbulo, y +tendió la mirada á lo largo de las calles del jardín, alfombrado de +hierba recién cortada, y guarnecido con algunos arbustos, no muchos, +como si el dueño hubiera desistido de su idea de perpetuar en este lado +del Atlántico el gusto inglés en materia de jardines. Las coles crecían +á la simple vista, y una calabacera, plantada á alguna distancia, se<a name="page_133" id="page_133"></a> +había extendido al través del espacio intermediario, depositando uno de +sus gigantescos productos directamente debajo de la ventana indicada. +Había, sin embargo, unos cuantos rosales, y cierto número de manzanos, +procedentes probablemente de los plantados por los primeros colonos.</p> + +<p>Perla, al ver los rosales, empezó á clamar por una rosa encarnada, y no +quiso estarse tranquila.</p> + +<p>—Cállate, niña, cállate, dijo la madre encarecidamente. No llores, mi +querida Perla. Oigo voces en el jardín. El Gobernador se acerca +acompañado de varios caballeros. Cállate.</p> + +<p>En efecto, por la avenida del jardín se veía cierto número de personas +con dirección hacia la casa. Perla, sin hacer caso de las tentativas de +su madre para aquietarla, dió un grito agudísimo, y guardó entonces +silencio; no debido á un sentimiento de obediencia, sino á la viva y +móvil curiosidad de su naturaleza que hizo que todo su interés se +concentrara en la aparición de estos nuevos personajes.<a name="page_134" id="page_134"></a></p> + +<h3><a name="VIII" id="VIII"></a>VIII<br /><br /> +<small>LA NIÑA DUENDE Y EL MINISTRO</small></h3> + +<p>E<small>L</small> Gobernador Bellingham, vestido en traje de casa, que consistía en una +bata no muy ajustada, y gorra, abría la comitiva y parecía ir mostrando +su propiedad á los que le acompañaban, explicándoles las mejoras que +proyectaba introducir. La vasta circunferencia de un cuello alechugado, +hecho con mucho esmero, que proyectaba por debajo de su barba gris, +según la moda del tiempo antiguo, contribuía á darle á su cabeza un +parecido á la de San Juan Bautista en la fuente. La impresión producida +por su rígido y severo semblante, por el que habían pasado algunos +otoños, no estaba en armonía con todo lo que allí le rodeaba y parecía +destinado al goce de las cosas terrenales. Pero es un error suponer que +nuestros graves abuelos,—aunque acostumbrados á hablar de la existencia +humana y pensar en ella como si fuese una mera prueba y una lucha +constante, y aunque se hallaban preparados á sacrificar bienes y vida +cuando el deber lo requería,—hicieran caso de conciencia rechazar todas +aquellas comodidades, y aun regalo, que estaban á su alcance. Semejante +doctrina no fué nunca enseñada, por ejemplo, por el venerable pastor de +almas Juan Wilson, cuya barba, blanca como la nieve, se veía por sobre +el<a name="page_135" id="page_135"></a> hombro del Gobernador Bellingham, mientras le decía que las peras y +los melocotones podrían aclimatarse en la Nueva Inglaterra, y que las +uvas de color de púrpura podrían florecer si estuvieran protegidas por +los muros del jardín expuestos más directamente al sol. El anciano +ministro tenía un gusto legítimo y de larga fecha por todas las cosas +buenas y todas las comodidades de la vida; y por severo que se mostrase +en el púlpito en su reprobación pública de transgresiones como las de +Ester Prynne, sin embargo, la benevolencia que desplegaba en la vida +privada le había grangeado mayor cantidad de afecto que la concedida á +ningún otro de sus colegas.</p> + +<p>Detrás del Gobernador y del Sr. Wilson venían otros dos huéspedes: uno +el Reverendo Arturo Dimmesdale, á quien el lector recordará tal vez por +haber desempeñado, no voluntariamente, un corto papel en la escena del +castigo público de Ester; y á su lado, como si fuera su compañero +íntimo, el viejo Rogerio Chillingworth, persona de gran habilidad en la +medicina, y que hacía dos ó tres años había fijado su residencia en la +colonia. Se decía que este sabio anciano era al mismo tiempo el médico y +el amigo del joven eclesiástico, cuya salud se había deteriorado mucho +últimamente á causa de su abnegación sin límites y su consagración +completa á los trabajos y deberes de su sagrado ministerio.</p> + +<p>El Gobernador, adelantándose á sus huéspedes, subió dos ó tres +escalones, y abriendo una de las hojas de la gran ventana del vestíbulo, +se encontró cerca de Perla. La sombra de la cortina ocultaba +parcialmente á la madre.<a name="page_136" id="page_136"></a></p> + +<p>—¿Qué tenemos aquí?—dijo el Gobernador mirando á la figurita color de +escarlata que estaba delante de él. Confieso que no he visto nada +parecido desde los días de mis vanidades, allá en mis tiempos juveniles, +cuando consideraba inestimable favor ser admitido en los bailes de +disfraces de la Corte. Había entonces un enjambre de estas pequeñas +apariciones en los días de fiesta. ¿Pero cómo ha entrado este huésped en +mi antecámara?</p> + +<p>—Sí, en efecto, exclamó el buen anciano Sr. Wilson, ¿qué pajarito color +de escarlata podrá ser éste? Me parece haber visto algo semejante cuando +el sol brilla al través de los cristales de una ventana de variedad de +colores, y dibuja imágenes doradas y carmesíes en el suelo. Pero eso era +allá en nuestra vieja patria. Díme, niña, ¿quién eres, y qué ha movido á +tu madre á aderezarte de un modo tan extraño? ¿Eres una niña cristiana? +¿Sabes el catecismo? ¿Ó eres acaso uno de esos petulantes duendes ó +trasgos que creíamos haber dejado para siempre en la alegre Inglaterra?</p> + +<p>—Yo soy la hija de mi madre, respondió la visión escarlata, y mi nombre +es Perla.</p> + +<p>—¿Perla?—más bien Rubí, ó Coral, ó Rosa encendida por lo menos, á +juzgar por tu color, respondió el anciano ministro extendiendo la mano, +inútilmente, para acariciar la mejilla de Perla.—¿Pero dónde está tu +madre? ¡Ah! Ya comprendo, agregó; y dirigiéndose al Gobernador le dijo +en voz baja:—Esta es precisamente la niña de que hemos hablado; y ved +ahí á esa infeliz mujer, á Ester Prynne, su madre.</p> + +<p>—¿Eso dices? exclamó el Gobernador. Sí, deberíamos<a name="page_137" id="page_137"></a> haber pensado que +la madre de tal niña tenía que ser una mujer escarlata, y un tipo digno +de Babilonia. Pero á buen tiempo llega, y trataremos de este asunto +inmediatamente.</p> + +<p>El Gobernador entró en la antecámara seguido de sus tres huéspedes.</p> + +<p>—Ester Prynne, dijo clavando la mirada naturalmente severa en la +portadora de la letra escarlata, en estos días se ha hablado mucho de +tí. Hemos discutido con toda calma y seso, si nosotros, que somos +personas de autoridad é influencia, cumplimos con nuestro deber +confiando la dirección y guía de un alma inmortal, como la de esta +criatura, á quien ha tropezado y caído en medio de los lazos y redes del +mundo. Habla, tú que eres la madre de esta niña. ¿No crees que sería +mejor, tanto para el bienestar temporal como para la vida eterna de tu +pequeñuela, que se te prive de su cuidado, y que vestida de una manera +menos vistosa, se la eduque en la obediencia y se la instruya en las +verdades del cielo y de la tierra? ¿Qué puedes hacer en pró de tu niña +en este particular?</p> + +<p>—Yo puedo instruir á mi hija según la enseñanza que he recibido de +esto,—respondió Ester tocando con el dedo la letra escarlata.</p> + +<p>—Mujer, esa es tu insignia de vergüenza, replicó el severo magistrado. +Precisamente en consecuencia de la falta que indica esa letra, deseamos +que tu hija pase al cuidado de otras manos.</p> + +<p>—Sin embargo, dijo la madre tranquilamente, aunque volviéndose cada vez +más pálida, esta insignia me ha dado, y me da diariamente, y hasta en +este momento,<a name="page_138" id="page_138"></a> lecciones que harán á mi hija más cuerda y mejor, aunque +para mí no sean ya de provecho.</p> + +<p>—Ahora lo sabremos, dijo el Gobernador, y decidiremos lo que hay que +hacer. Mi buen Señor Wilson, os ruego que examinéis á esta Perla, pues +tal es su nombre, y veáis si tiene la instrucción cristiana que conviene +á una niña de su edad.</p> + +<p>El anciano eclesiástico se sentó en un sillón é hizo un esfuerzo para +atraer á Perla entre sus rodillas. Pero la niña, acostumbrada solamente +al tacto familiar de su madre y no al de otra persona, se escapó por la +ventana abierta y se plantó en el escalón más alto, pareciendo entonces +un pájaro tropical silvestre, de brillante plumaje, dispuesto á +emprender el vuelo en los espacios. El Sr. Wilson, no poco sorprendido +de esto, pues era una especie de patriarca favorito de los niños, trató +sin embargo de proceder al examen.</p> + +<p>—Perla, le dijo con gran solemnidad, tienes que recibir instrucción +para que, á su debido tiempo, logres llevar en tu seno una perla de gran +precio. ¿Puedes decir, hija mía, quién te ha creado?</p> + +<p>Perla sabía perfectamente qué responder, porque siendo Ester la hija de +una familia piadosa, poco después de la conversación que había tenido +con su niña acerca de su Padre Celestial, había comenzado á hablarle de +esas verdades que el espíritu humano, cualquiera que sea su estado de +desarrollo, oye con intenso interés. Por lo tanto Perla, aunque solo +contaba tres años de edad, podría haber sufrido con buen éxito un examen +en algunas materias religiosas; pero la perversidad más ó menos común á +todos los niños, y de la cual la chicuela tenía una buena dosis, se +apoderó de<a name="page_139" id="page_139"></a> ella en el momento más inoportuno, y la hizo cerrar los +labios ó proferir palabras que no venían al caso. Después de llevarse el +dedo á la boca, y de muchas negativas de responder á las preguntas del +buen Sr. Wilson, la niña finalmente anunció que no había sido creada por +nadie, sino que su madre la había recogido en un rosal silvestre que +crecía junto á la puerta de la cárcel.</p> + +<p>Esta respuesta fantástica le fué probablemente sugerida por la +proximidad de los rosales del Gobernador, que tenía á la vista, y por el +recuerdo del rosal silvestre de la cárcel, junto al cual había pasado al +venir á la morada de Bellingham.</p> + +<p>El viejo Rogerio Chillingworth, con una sonrisa en los labios, murmuró +unas cuantas palabras al oído del joven eclesiástico. Ester dirigió una +mirada al hombre de ciencia, y á pesar de que su destino estaba colgando +de un hilo, se quedó sorprendida al notar el cambio verificado en las +facciones de Rogerio, que se había vuelto mucho más feo, su cutis más +atezado, y su figura peor formada que en los tiempos en que le había +conocido más familiarmente. Sus miradas se cruzaron un instante, pero +inmediatamente tuvo que prestar toda su atención á lo que estaba pasando +respecto á su hija.</p> + +<p>—¡Esto es horrible!—exclamó el Gobernador volviendo lentamente del +asombro que le había causado la respuesta de Perla. He aquí una niña de +tres años de edad, que no sabe quién la ha creado. No hay duda de que en +la misma ignorancia se encuentra respecto á su alma, su actual +perversidad y su futuro destino. Me parece, caballeros, que no hay +necesidad de proseguir adelante.<a name="page_140" id="page_140"></a></p> + +<p>Ester tomó entonces á Perla y la estrechó entre sus brazos, mirando al +viejo magistrado puritano casi con una feroz expresión en los ojos. Sola +en el mundo, arrojada de él como fruto podrido, y con este único tesoro +que era el consuelo de su corazón, tenía la conciencia de que poseía +derechos indestructibles contra las pretensiones del mundo, y se hallaba +dispuesta á defenderlos á todo trance.</p> + +<p>—Dios me ha dado á esta niña, exclamó. Me la ha dado en desquite de +todo aquello de que he sido despojada por vosotros. Es mi felicidad, y +al mismo tiempo mi tormento. Perla es quien me sostiene viva en este +mundo. Perla también me castiga. ¿No véis que ella es la letra +escarlata, capaz solamente de ser amada y dotada de un poder infinito de +retribución por mi falta? No me la quitaréis: primero moriré.</p> + +<p>—Pobre mujer, dijo con cierta bondad el anciano eclesiástico, la niña +será muy bien cuidada, tal vez mejor que lo que tú puedes hacer.</p> + +<p>—Dios la confió á mi cuidado, repitió Ester esforzando la voz. No la +entregaré.</p> + +<p>Y entonces, como movida de impulso repentino se dirigió al joven +eclesiástico, al Sr. Dimmesdale, á quien, hasta ese momento apenas había +mirado, y exclamó:</p> + +<p>—¡Habla por mí! Tú eras mi pastor, y tenías mi alma á tu cargo, y me +conoces mejor que estos hombres. Yo no quiero perder á mi hija. Habla +por mí: tú sabes,—porque estás dotado de la conmiseración de que +carecen estos hombres,—tú sabes lo que hay en mi corazón, y cuáles son +los derechos de una madre, y que son mucho más poderosos cuando esa<a name="page_141" id="page_141"></a> +madre tiene sólo á su hija y la letra escarlata. ¡Mírala! Yo no quiero +perder la niña. ¡Mírala!</p> + +<p>Á este llamamiento frenético y singular que indicaba que la posición +actual de Ester casi la había privado del juicio, el joven eclesiástico +se adelantó pálido y llevándose la mano al corazón, como era su +costumbre siempre que su nervioso temperamento le ponía en un estado de +suma agitación. Parecía ahora más lleno de zozobra y más extenuado que +cuando lo describimos en la escena de la pública ignominia de Ester; y +bien sea por lo quebrantado de su salud, ó por otra causa cualquiera, +sus grandes ojos negros revelaban un mundo de dolor en la expresión +inquieta y melancólica de sus miradas.</p> + +<p>—Hay mucha verdad en lo que esta mujer dice,—comenzó el Sr. Dimmesdale +con voz dulce y trémula, aunque vigorosa, que resonó en todos los +ámbitos del vestíbulo;—hay verdad en lo que Ester dice, y en los +sentimientos que la inspiran. Dios le ha dado la niña, y al mismo tiempo +un conocimiento instintivo de la naturaleza y las necesidades de ese +tierno sér, que parecen muy peculiares, conocimiento que ningún otro +mortal puede poseer. Y, además, ¿no hay algo inmensamente sagrado entre +las relaciones de esta madre y de esta niña?</p> + +<p>—¡Ah! ¿cómo es eso, buen Sr. Dimmesdale?—interrumpió el +Gobernador,—os ruego que aclaréis este punto.</p> + +<p>—Así tiene que ser,—continuó el joven eclesiástico,—porque, si +pensamos de otro modo, ¿no implicaría que el Padre Celestial, el Creador +de todas las cosas de este mundo, ha tenido en poco una acción<a name="page_142" id="page_142"></a> +pecaminosa, y no ha dado mucha importancia á la diferencia que existe +entre un amor puro y uno impuro? Esta hija de la culpa del padre y la +vergüenza de la madre ha venido, enviada por Dios, á influir de varios +modos en el corazón de la que ahora con tanta vehemencia y con tal +amargura reclama el derecho de conservarla á su lado. Fué creada para +una bendición, para la única felicidad de su vida. Fué creada sin duda, +como la madre misma nos lo ha dicho, para que fuera también una +retribución; un tormento de todas las horas; un dardo, una congoja, una +agonía siempre latente en medio de un gozo pasajero. ¿No ha expresado +ella este pensamiento en el traje de la pobre niña, que de una manera +tan eficaz nos recuerda el símbolo rojo que abrasa su seno?</p> + +<p>—¡Bien dicho, bien dicho! exclamó el buen Sr. Wilson. Yo temía que la +mujer pensaba solo en hacer de su hija una saltimbanquis.</p> + +<p>—¡Oh! no, no; continuó Dimmesdale. La madre, creédmelo, reconoce el +solemne milagro que Dios ha operado en la existencia de esa criatura. +Pueda también comprender,—lo que es para mí una verdad +indiscutible,—que este don, ante todo, tiene por objeto conservar el +alma de la madre en estado de gracia y librarla de los abismos profundos +del pecado en que de otro modo Satanás la hubiera hundido. Por lo tanto, +es un bien para esta pobre mujer pecadora tener á su cargo un alma +infantil, un sér capaz de eterna dicha ó de eterna pena,—un sér que sea +educado por ella en los senderos de la justicia, que á cada instante le +recuerde su caída, pero que al mismo tiempo le haga tener presente, como +si fuera una sagrada<a name="page_143" id="page_143"></a> promesa del Creador, que si la madre educa á la +niña para el cielo, la niña llevará también allí á su madre. Y en esto, +la madre pecadora es más feliz que el padre pecador. De consiguiente, en +beneficio de Ester Prynne, no menos que en el de la pobre niña, +dejémoslas como la Providencia ha considerado conveniente situarlas.</p> + +<p>—Habláis, amigo mío, con extraña vehemencia,—le dijo el viejo Rogerio +con una sonrisa.</p> + +<p>—Y tiene gran peso lo que mi joven hermano ha dicho,—agregó el +Reverendo Sr. Wilson. ¿Qué dice el muy digno Gobernador? ¿No ha +defendido bien los derechos de la pobre mujer?</p> + +<p>—Seguramente que sí,—respondió el magistrado,—y ha aducido tales +razones, que dejaremos el asunto como está; por lo menos, mientras la +mujer no sea objeto de escándalo. Hemos de tener, sin embargo, cuidado +de que la niña se instruya contigo en el catecismo, buen Sr. Wilson, ó +con el Reverendo Sr. Dimmesdale. Además, á su debido tiempo es preciso +ocuparse en que vaya á la escuela y á la iglesia.</p> + +<p>Cuando el joven ministro acabó de hablar se alejó unos cuantos pasos del +grupo, y permaneció con el rostro parcialmente oculto por los pesados +pliegues de las cortinas de la ventana, mientras la sombra de su cuerpo, +que la luz del sol hacía proyectar sobre el suelo, estaba toda trémula +con la vehemencia de su discurso. Perla, con la viveza caprichosa que la +caracterizaba, se dirigió hacia él, y tomándole una de las manos entre +las suyas, apoyó en ella su mejilla: caricia tan tierna, y á la vez tan +natural, que Ester, al contemplarla, se dijo para sus adentros: "¿Es esa +mi<a name="page_144" id="page_144"></a> Perla?" Sabía, sin embargo, que el corazón de su hija era capaz de +amor, aunque éste se revelaba casi siempre de una manera apasionada y +violenta; y en el curso de sus pocos años apenas si se había manifestado +dos veces con tanta suavidad y ternura como ahora. El joven +ministro,—pues excepto las miradas de una mujer que se idolatra, no +existe nada tan dulce como estas espontáneas caricias de un niño, que +son indicio de que hay en nosotros algo verdaderamente digno de ser +amado,—el joven ministro arrojó una mirada en torno suyo, puso la mano +en la cabeza de la niña, vaciló un momento, y la besó en la frente. +Aquel tierno capricho, tan poco común en el carácter de Perla, no duró +mucho tiempo: se echó á reir, y se fué á lo largo del vestíbulo saltando +tan ligeramente, que el anciano Sr. Wilson se preguntó si había tocado +el pavimento con la punta de los pies.</p> + +<p>—Este pequeño traste tiene en sí algo de hechicería,—le dijo á +Dimmesdale: no necesita del palo de escoba de una vieja para volar.</p> + +<p>—¡Extraña niña!—observó el anciano Rogerio. Es fácil ver lo que hay en +ella de su madre. ¿Creeréis por ventura, señores, que esté fuera del +alcance de un filósofo analizar la naturaleza de la niña, y por su +hechura y modo de ser adivinar quién es el padre?</p> + +<p>—No: en tal asunto, sería pecaminoso atenerse á la filosofía +profana,—dijo el Sr. Wilson. Vale más entregarse al ayuno y á la +oración para resolver el problema; y mucho mejor aún dejar el misterio +como está, hasta que la Providencia lo revele cuando lo tenga á bien. De +consiguiente, todo buen cristiano<a name="page_145" id="page_145"></a> tiene el derecho de mostrar la bondad +de un padre hacia esta pobre niña abandonada.</p> + +<p>Resuelto así el negocio de una manera satisfactoria para Ester, ésta +partió con su hija para su cabaña. Cuando descendían las escaleras, se +cuenta que se abrió el postigo de la ventana de uno de los cuartos, +asomándose el rostro de la Sra. Hibbins, la iracunda hermana del +Gobernador, la misma que algunos años después fué ejecutada por bruja.</p> + +<p>—¡Eh! ¡Eh! dijo,—dejando ver un rostro de mal agüero que contrastaba +con el aspecto alegre de la casa. ¿Quieres venir con nosotros esta noche +á la selva? Tendremos allí gentes muy alegres; y he prometido al Hombre +Negro que Ester Prynne tomaría parte en la fiesta.</p> + +<p>—Servíos disculparme,—respondió Ester con una sonrisa de triunfo. +Tengo que regresar á mi casa y cuidar de mi Perlita. Si me la hubieran +quitado, entonces habría ido con gusto á la selva en tu compañía, +firmando mi nombre en el libro del Hombre Negro, y eso con mi propia +sangre.</p> + +<p>—Ya te tendremos allí antes de mucho,—dijo la dama bruja, frunciendo +el entrecejo y retirándose.</p> + +<p>Pero aquí,—si suponemos que este diálogo entre la Sra. Hibbins y Ester +es auténtico, y no una fábula,—aquí tenemos ya una prueba de la razón +que tuvo el joven eclesiástico en oponerse á que se cortaran los lazos +que unen una madre delincuente al fruto de su fragilidad. Ya en esta +ocasión el amor de la niña salvó á la madre de las asechanzas de +Satanás.<a name="page_146" id="page_146"></a></p> + +<h3><a name="IX" id="IX"></a>IX<br /><br /> +<small>EL MÉDICO</small></h3> + +<p>C<small>OMO</small> el lector recordará, el nombre de Rogerio Chillingworth ocultaba +otro nombre, cuyo antiguo poseedor había resuelto que no se mencionara +jamás. Ya se ha referido que en medio de la muchedumbre que presenciaba +el castigo ignominioso de Ester, un individuo de edad provecta, recién +llegado de las tierras ocupadas por los indios, contempló de repente, +expuesta á los ojos del público, como si fuera una imagen viviente del +pecado, á la mujer en quien había esperado hallar encarnados la alegría +y el calor del hogar. La honra de su esposa la veía pisoteada por todos +los circunstantes. Su infamia palpitaba allí, en la plaza pública. Si la +noticia llegaba alguna vez á oídos de los parientes y de las compañeras +de infancia de aquella mujer, ¿qué otra cosa les quedaría sino el +contagio de su deshonra, tanto mayor cuanto más íntimas y sagradas +hubieran sido sus relaciones de parentesco? Y en cuanto á él, cuyos +lazos de unión con la mujer delincuente habían sido los más estrechos y +sagrados que puedan darse, ¿por qué presentarse á reclamar una herencia +tan poco apetecible? Resolvió, por lo tanto, no dejarse exponer en la +picota de la infamia al lado de la que en un tiempo fué<a name="page_147" id="page_147"></a> su esposa. +Desconocido para todo el mundo, excepto para Ester, y poseyendo los +medios de que ésta guardara silencio, escogió borrar su nombre de la +lista de los vivos, considerar completamente disueltos sus antiguos +lazos é intereses, y, en una palabra, darse por segregado del mundo como +si en realidad yaciera en el fondo del océano, donde el rumor público +hace mucho tiempo lo había consignado. Una vez realizado este plan, +surgirían inmediatamente nuevos intereses y á la vez un nuevo objeto á +que consagrar su energía, tenebrosa, es verdad, y acaso criminal, pero +de incentivo bastante absorbente para que dedicara á su realización toda +la fuerza de sus facultades.</p> + +<p>Para llevar á cabo este proyecto, fijó su residencia en la ciudad +puritana, bajo el nombre supuesto de Rogerio Chillingworth, sin otra +recomendación que sus conocimientos científicos y su inteligencia, de +que poseía una suma no común. Como los estudios que hizo en otros +tiempos le habían familiarizado con la ciencia médica del día, se +presentó como físico, y como tal fué cordialmente recibido. En la +colonia eran muy raros los hombres hábiles en medicina ó cirugía. La +salud de los vecinos de la buena ciudad de Boston, por lo menos en lo +que se refiere á la medicina, había estado hasta entonces confiada á la +tutela de un anciano diácono y farmacéutico, cuya piedad y rectitud eran +testimonios más convincentes en favor suyo, que los que podría haber +presentado bajo la forma de un diploma en regla. El único cirujano era +un individuo que unía al ejercicio casual de esa noble profesión, el +manejo diario y habitual de la navaja de afeitar.<a name="page_148" id="page_148"></a></p> + +<p>Para semejante cuerpo facultativo fué Rogerio Chillingworth una +adquisición brillante. Pronto manifestó su familiaridad con la ponderosa +é imponente maquinaria de la antigua medicina, en la que cada remedio +contenía una multitud de extraordinarios y heterogéneos ingredientes, +compuestos con tanto trabajo y esmero como si se tratara de obtener el +Elixir de Vida. Durante su cautiverio entre los indios, había adquirido +un notable conocimiento de las propiedades de las hierbas y raíces +indígenas; ni ocultó á sus pacientes que estas simples medicinas, que la +sabia naturaleza había dado á conocer al inculto salvaje, merecían su +confianza en el mismo grado que la farmacopea de los europeos, en cuya +formación se habían empleado tantos siglos y tantos sabios doctores.</p> + +<p>Era este erudito extranjero una persona ejemplar, por lo menos en cuanto +á las formas externas de la religión, y poco después de su llegada á la +colonia escogió al Reverendo Sr. Dimmesdale como guía espiritual. El +joven eclesiástico, que había hecho sus estudios en la Universidad de +Oxford, donde se conservaba su memoria con respeto, era tenido por sus +más ardientes admiradores casi como un apóstol consagrado por el cielo y +destinado, si podía trabajar y vivir el término ordinario de la +existencia humana, á hacer mucho en beneficio de la Iglesia de la Nueva +Inglaterra. En el período en que estamos de nuestra historia, su salud, +sin embargo, había empezado evidentemente á decaer. Aquellos que estaban +más familiarizados con los hábitos y costumbres de Dimmesdale, creían +que la palidez de sus mejillas era el resultado<a name="page_149" id="page_149"></a> de su celo intenso por +el estudio, del escrupuloso cumplimiento de sus deberes religiosos, y +más que todo de los ayunos y vigilias que con tanta frecuencia +practicaba para impedir que la materia terrenal obscureciera ó +disminuyese el brillo de su lámpara espiritual. Algunos declaraban que +si el Sr. Dimmesdale estaba realmente á punto de morir tan joven, +consistía en que el mundo no era digno de ser hollado por sus pies. Por +otra parte, él mismo, con característica humildad, decía que si la +Providencia juzgaba conveniente llevárselo de este mundo, sería á causa +de su poco mérito para desempeñar la más humilde misión en la tierra. +Pero á pesar de la divergencia de opiniones en el particular, lo cierto +era que su salud estaba muy quebrantada. Había adelgazado mucho; su voz, +aunque todavía sonora y dulce, tenía cierta melancólica expresión de +decaimiento; con frecuencia se le veía, al menor ruido ó accidente de +poca importancia, llevarse la mano al corazón, con una súbita rubicundez +del rostro, seguida de palidez, indicio de dolor.</p> + +<p>Tal era el estado del joven Dimmesdale, y tan inminente el peligro de +que se extinguiera esa naciente luz del mundo, antes de tiempo, cuando +Rogerio Chillingworth llegó á la ciudad. Su primera entrada en escena, +sin que se supiera de dónde venía, si era caído del cielo ó si procedía +de las regiones inferiores, le daba cierto aspecto de misterio, que +fácilmente se convirtió en algo casi milagroso. Se sabía que era un +hombre hábil é inteligente; se había observado que recogía hierbas y +flores silvestres, que arrancaba raíces, que cortaba ramas de los +árboles del bosque,<a name="page_150" id="page_150"></a> como persona familiarizada con las ocultas virtudes +de lo que no tenía ningún valor á los ojos del vulgo. Se le había oído +hablar de Sir Kenelm Digby<a name="FNanchor_15_15" id="FNanchor_15_15"></a><a href="#Footnote_15_15" class="fnanchor">[15]</a> y de otros hombres famosos, cuyos +conocimientos en asuntos científicos se consideraban casi +sobrenaturales, con quienes se había asociado ó tenido correspondencia. +¿Por qué, ocupando tan alto puesto en el mundo de la ciencia, había +venido á la colonia? ¿Qué podría buscar en un país semisalvaje este +hombre cuya esfera de acción estaba en las grandes ciudades? En +respuesta á esta pregunta, empezó entonces á circular un rumor,—al que, +por absurdo que fuera, hasta personas sensatas le daban crédito. Se +decía que el cielo había operado un verdadero milagro transportando por +el aire, desde una Universidad de Alemania, á un eminente Doctor en +Medicina, depositándolo á la puerta del estudio del Sr. Dimmesdale. +Personas mucho más sensatas en materias de fe, y que sabían que el cielo +alcanza sus fines sin lo que se llama intervención milagrosa, se +hallaban inclinadas á ver algo providencial en la llegada tan oportuna +de Rogerio Chillingworth.</p> + +<p>Daba consistencia á esta idea el gran interés que el físico, como se +decía en aquellos tiempos, manifestó desde el principio por el joven +eclesiástico, á quién se apegó como uno de sus feligreses; y á pesar de +la reserva natural de aquel, trató de ganarse su amistad y su confianza. +Manifestó gran alarma por el estado de la salud de su pastor, y también +grandes deseos de probar si podía curarle, y no desesperaba de<a name="page_151" id="page_151"></a> +conseguirlo si se emprendía la obra en tiempo. Los funcionarios de la +iglesia del Sr. Dimmesdale, así como las damas casadas y las jóvenes y +bellas señoritas, sus feligreses, le instaron para que se aprovechara de +la habilidad del médico, que tan generosamente se había ofrecido á +servirle. El Sr. Dimmesdale, rehusó con dulzura sus instancias.</p> + +<p>—No necesito medicina, dijo.</p> + +<p>Pero ¿cómo podía hablar así el joven ministro, cuando con cada domingo +que pasaba sus mejillas se volvían más pálidas, su rostro más delgado, y +su voz más trémula; y cuando ya se había convertido en hábito constante +oprimirse el corazón con la mano? ¿Estaba fatigado de sus labores? +¿Deseaba morir? Estas preguntas le fueron solemnemente hechas al Sr. +Dimmesdale por los ministros más ancianos de Boston y por los +dignatarios de su misma iglesia quienes, para emplear su propio +lenguaje, le amonestaron acerca del pecado que cometía en rechazar el +auxilio que la Providencia tan manifiestamente le presentaba. Los oyó en +silencio y finalmente prometió consultarse con el médico.</p> + +<p>—Si fuere la voluntad de Dios,—dijo el Reverendo Sr. Dimmesdale cuando +en cumplimiento de su promesa pidió al anciano Rogerio Chillingworth los +auxilios de su profesión,—estaría contento con que mis labores, y mis +penas, y mis pecados, terminaran pronto junto con mi existencia, y lo +que en mí es terrenal se enterrase en mi sepultura, y lo que es +espiritual me acompañara á mi morada eterna, antes que poner á prueba +vuestra habilidad en beneficio mío.</p> + +<p>—¡Ah!—replicó el médico con aquella calma que,<a name="page_152" id="page_152"></a> natural ó impuesta, +distinguía todas sus maneras,—así es como un joven eclesiástico habla +por lo común. La juventud, por lo mismo que no ha echado aun raíces +profundas, con facilidad renuncia á la vida. Y los hombres devotos y +buenos que siguen en la tierra los preceptos de Dios, con gusto dejarían +este mundo para estar á su lado en la Nueva Jerusalén.</p> + +<p>—No,—replicó Dimmesdale llevándose la mano al corazón, con una rápida +rubicundez en la frente y una contracción de dolor en el rostro,—si yo +fuera más digno de ir allí, tendría más satisfacción en trabajar aquí.</p> + +<p>—Los hombres buenos siempre se forman de sí propios una idea demasiado +mezquina,—dijo el médico.</p> + +<p>De esta manera el misterioso Rogerio Chillingworth se convirtió en el +consejero médico del Reverendo Sr. Dimmesdale. Como no solamente la +enfermedad despertaba el interés del médico, sino también el carácter y +cualidades de su paciente, estos dos hombres, tan diferentes en edad, +gradualmente llegaron á pasar mucho tiempo juntos. En beneficio de la +salud del eclesiástico, y para facilitar al médico la mejor manera de +recoger las plantas con propiedades medicinales que le eran necesarias, +daban largos paseos á orillas del mar ó por el bosque, mezclando su +variada conversación con el rumor y cadencia de las olas, y el solemne +murmullo del viento en la copa de los árboles. Con frecuencia también, +uno era el huésped del otro; y para el joven ministro había una especie +de fascinación en la sociedad del hombre de ciencia, en quien reconocía +un desenvolvimiento intelectual de un alcance y profundidad nada +comunes,<a name="page_153" id="page_153"></a> juntamente con una liberalidad y amplitud de ideas que en vano +trataría de buscar en los miembros de su profesión. En realidad de +verdad, se quedó sorprendido, si no escandalizado, al descubrir esta +última cualidad en el médico.</p> + +<p>El Sr. Dimmesdale era un verdadero sacerdote, en la significación vasta +de esta palabra: un hombre verdaderamente religioso, con el sentimiento +de la reverencia muy desarrollado, y con un género de inteligencia que +le obligaba á no desviarse de los senderos estrechos de la fe, que cada +día se volvía en él más profunda. En ningún estado de la sociedad habría +sido lo que se llama hombre de ideas liberales; siempre hubiera +necesitado, para la paz de su espíritu, sentir que la fe le rodeaba por +todas partes, sosteniéndolo, al mismo tiempo que estrechándolo en un +círculo de hierro. Á pesar de esto, si bien con trémulo gozo, +experimentaba una especie de desahogo temporal en poder contemplar el +universo al través de una inteligencia del todo diferente á aquellas con +que habitualmente estaba en contacto. Era como si se hubiere abierto una +ventana por donde penetrara un aire más puro en la atmósfera densa y +sofocante de su estudio, donde su vida se iba consumiendo á la luz de la +lámpara, ó á los rayos del sol que allí penetraban con dificultad, y +donde aspiraba solamente el olor enmohecido que se desprende de los +libros. Pero aquel aire era demasiado sutil y frío para que pudiese +respirarse con seguridad por mucho tiempo; de consiguiente, el +eclesiástico, así como el médico, volvieron á entrar en los límites que +permite la iglesia para no caer en herejía.<a name="page_154" id="page_154"></a></p> + +<p>De este modo examinó á su paciente con el mayor esmero y cuidado, no +solo como le veía en su vida diaria, sin desviarse del sendero de las +ideas y sentimientos que le eran habituales, sino también como se le +presentaba cuando, en otro medio diferente tanto moral como intelectual, +la novedad de ese medio hacía dar expresión á algo que era igualmente +nuevo en su naturaleza. Parece que consideraba esencial conocer al +hombre antes de intentar curarle; porque donde quiera que existen +combinados corazón é inteligencia, tienen estos cierto influjo en las +enfermedades del cuerpo. La imaginación y el cerebro eran tan activos en +Arturo Dimmesdale, y tan intensa la sensibilidad, que sus males físicos +tenían seguramente origen en aquellos. Por lo tanto, Rogerio +Chillingworth,—el hombre hábil, el médico benévolo y amistoso,—trató +de sondear primero el corazón de su paciente, rastreando sus ideas y +principios, escudriñando sus recuerdos y tentándolo todo con cautelosa +mano, como quien busca un tesoro en sombría caverna.</p> + +<p>Pocos secretos pueden escapar al investigador que tiene la oportunidad y +la licencia de dedicarse á semejante empresa, y posee la sagacidad de +llevarla adelante. El hombre que se siente abrumado bajo el peso de un +grave secreto, debe evitar especialmente la intimidad de su médico; +porque si éste se hallare dotado de natural sagacidad y de cierto no sé +qué, á manera de intuición; si no demuestra vanidad importuna, ni +cualidades características desagradables; si tiene la facultad innata de +establecer tal afinidad entre su inteligencia y la de su paciente, que +éste llegue á hablar, con llaneza y por descuido, lo que se<a name="page_155" id="page_155"></a> imagina +haber pensado solamente; si tales revelaciones se reciben en silencio, +con una simple mirada de simpatía, ó á lo más con una que otra palabra +en que se dé á entender que todo se ha comprendido; y si á estas +cualidades necesarias á un confidente se unieren las ventajas que presta +la circunstancia de ser médico,—entonces, en un momento inevitable, el +alma del paciente se abrirá descubriendo á la luz del día sus más +ocultos misterios.</p> + +<p>Rogerio Chillingworth poseía todas, ó casi todas las condiciones arriba +enumeradas. El tiempo sin embargo transcurría; una especie de intimidad, +como ya hemos dicho, se había establecido entre estos dos hombres +instruídos é inteligentes; discutían todos los temas relativos á asuntos +morales ó religiosos, así como los negocios públicos ó de carácter +privado; cada uno hablaba también mucho de materias que parecían +puramente personales; y sin embargo, ningún secreto, como el médico +imaginó que debía de existir, se escapó de los labios del joven +ministro. Tenía, no obstante, la sospecha de que ni siquiera la +naturaleza exacta de la enfermedad corporal del Sr. Dimmesdale le había +sido revelada. ¡Era una extraña reserva!</p> + +<p>Al cabo de algún tiempo, debido á una indicación del médico, los amigos +del Sr. Dimmesdale arreglaron las cosas de modo que los dos se alojaran +bajo un mismo techo, de manera que el facultativo tuviese más +oportunidades de velar por la salud del joven eclesiástico. Gran alegría +causó en la ciudad este arreglo. Se creía que era lo más acertado para +el bienestar del Sr. Dimmesdale; á menos que, como se lo habían +aconsejado repetidas veces los que tenían autoridad para ello, se<a name="page_156" id="page_156"></a> +decidiera á escoger por esposa á una de las muchas señoritas que +espiritualmente le eran adictas. Pero por el presente no había +esperanzas de que Arturo Dimmesdale se decidiera á hacerlo; había +respondido con una negativa á todas las indicaciones de esta naturaleza, +como si el celibato sacerdotal fuera uno de sus artículos de fe.<a name="FNanchor_16_16" id="FNanchor_16_16"></a><a href="#Footnote_16_16" class="fnanchor">[16]</a> +Hallándose las cosas en tal estado, parecía que este anciano, sagaz, +experimentado y benévolo médico, sobre todo si se tenía además en cuenta +el amor paternal y el respeto que profesaba al joven ministro, era la +única persona y la más apta para estar constantemente á su lado y al +alcance de su voz.</p> + +<p>Los dos amigos fijaron su nueva morada en la casa de una piadosa viuda, +de buena posición social, la cual asignó al Sr. Dimmesdale una +habitación que daba á la calle, bañada por el sol, pero con espesas +cortinas en la ventana que suavizaban la luz cuando así se deseaba. Las +paredes estaban colgadas con tapices que se decía provenir de los +Gobelinos, y representaban la historia de David y de Betsabé, y la del +profeta Nathán, como se refiere en la Biblia, con colores aun vivos que +daban aspecto de horribles profetisas de desgracias á las bellas figuras +femeninas del cuadro. Aquí depositó el pálido eclesiástico su +biblioteca, rica en enormes libros en folio forrados en pergamino, que +contenían las obras de los Santos Padres, la ciencia de los Rabinos y la +erudición de los monjes, de cuyos escritos se veían obligados á servirse +con frecuencia los clérigos protestantes por más que los desdeñasen y +hasta vilipendiasen. Al fondo de la casa arregló su estudio y<a name="page_157" id="page_157"></a> +laboratorio el anciano médico, no como un hombre científico moderno lo +consideraría tolerablemente completo, sino provisto de un aparato de +destilar y de los adminículos necesarios para preparar drogas y +sustancias químicas, de que el práctico alquimista sabía hacer buen uso. +Con una situación tan cómoda, estas dos sabias personas se fijaron cada +una de asiento en su respectivo dominio, pero pasando familiarmente de +una habitación á otra, manifestando cada uno sumo interés en los +negocios del otro, sin llegar sin embargo á los límites de la +curiosidad.</p> + +<p>Los amigos más sensatos del Reverendo Arturo Dimmesdale, como ya hemos +indicado, se imaginaban, muy fundadamente, que la mano de la Providencia +había hecho todo esto con el objeto,—demandado en tantas preces, así +públicas como privadas,—de restaurar la salud del joven ministro. Pero +es preciso decir también que cierta parte de la comunidad había +comenzado últimamente á considerar de un modo distinto las relaciones +entre el Sr. Dimmesdale y el misterioso y anciano médico. Cuando una +multitud ignorante trata de ver las cosas con sus propios ojos, por su +cuenta y riesgo, corre grave peligro de engañarse. Sin embargo, cuando +forma su juicio, como acontece comunmente, guiada por las enseñanzas de +una gran alma, las conclusiones á que llega son con frecuencia tan +profundas y tan exactas, que puede decirse que poseen el carácter de +verdades reveladas sobrenaturalmente. El pueblo, en el caso de que +tratamos, no podía justificar su prevención contra Rogerio Chillingworth +con razones ningunas dignas de refutarse. Es verdad que un antiguo +artesano que había vivido<a name="page_158" id="page_158"></a> en Londres treinta años antes de los sucesos +que narramos, afirmaba haber visto al médico, aunque con un nombre +distinto, que no recordaba, en compañía del Doctor Forman, el famoso y +viejo mágico implicado en el asunto del asesinato de Sir Tomás Overbury, +que ocurrió por aquel entonces y causó lo que hoy se llama gran +sensación. Dos ó tres individuos decían que el físico, durante su +cautiverio entre los indios, había aumentado sus conocimientos médicos +tomando parte en los encantamientos ó ceremonias mágicas de los +sacerdotes salvajes; quienes, como se sabía de fijo, eran hechiceros +poderosos que á veces realizaban curas casi milagrosas merced á su +pericia en la Magia Negra. Un gran número de individuos,—y muchos de +ellos dotados de sensatez, y observadores prácticos, cuyas opiniones en +otras materias hubieran sido muy valiosas,—afirmaban que el aspecto +externo de Rogerio Chillingworth había experimentado un notable cambio +desde que se había fijado en la población, y especialmente desde que +vivía bajo el mismo techo que Dimmesdale. La expresión de su rostro +tranquila, meditativa y de hombre dedicado al estudio que le +caracterizaba al principio, había sido reemplazada por algo maligno y +desagradable, que antes no se notaba, pero cuya intensidad se iba +aumentando á medida que se le observaba más de cerca y con más +frecuencia. Según la idea vulgar, el fuego que ardía en su laboratorio +procedía del infierno, y estaba alimentado con sustancias infernales; y +por lo tanto, como era de esperarse, su rostro se iba también +ennegreciendo más y más con el humo.</p> + +<p>Para resumir diremos, que tomó cuerpo la creencia<a name="page_159" id="page_159"></a> de que el Reverendo +Arturo Dimmesdale, á semejanza de otros muchos personajes de especial +santidad en todas las épocas de la religión cristiana, se veía tentado +por Satanás mismo, ó por un emisario suyo en la persona del viejo +Rogerio Chillingworth. Este diabólico agente tenía el permiso divino de +gozar por algún tiempo de la intimidad del joven eclesiástico, y de +conspirar contra la salvación de su alma; aunque ningún hombre sensato +podía dudar por un momento de qué lado quedaría la victoria. El pueblo +esperaba, con fe inquebrantable, ver al ministro salir de aquella lucha +transfigurado con la gloria que le proporcionaría su triunfo inevitable. +Entretanto, era sin embargo muy triste pensar en la mortal agonía por +que tenía que pasar antes de salir vencedor.</p> + +<p>¡Ay! á juzgar por la tristeza y terror que se revelaban en las miradas +del pobre eclesiástico, la batalla estaba siendo muy ruda sin que +pudiera decirse que la victoria fuera segura.<a name="page_160" id="page_160"></a></p> + +<h3><a name="X" id="X"></a>X<br /><br /> +<small>EL MÉDICO Y SU PACIENTE</small></h3> + +<p>E<small>L</small> anciano médico había sido durante toda su vida un hombre de +temperamento tranquilo y benévolo, aunque no de afectos muy calurosos, y +siempre puro y honrado en todos sus tratos con el mundo. Había comenzado +ahora una investigación con la severa é imparcial integridad de un juez, +como él se imaginaba, deseoso tan sólo de hallar la verdad, como si se +tratara de un problema geométrico, y no de las pasiones humanas y de las +ofensas de que él era víctima. Pero á medida que procedía en su labor, +una especie de terrible fascinación, una necesidad imperiosa é +ineludible se apoderó del anciano Rogerio, y no le dejó paz ni reposo +mientras no hubo hecho todo lo que creía de su deber. Sondeaba ahora el +corazón del pobre ministro como un minero cava la tierra en busca de +oro; ó un sepulturero una fosa en busca de una joya enterrada con un +cadáver, para encontrar al fin solamente huesos y corrupción. ¡Ojalá +que, para beneficio de su alma, hubiera sido esto lo que Chillingworth +buscaba!</p> + +<p>Á veces en los ojos del médico brillaba un fulgor ominoso á manera del +reflejo de una hoguera infernal, como si el terreno en que trabajaba +este sombrío minero<a name="page_161" id="page_161"></a> le hubiese dado indicios que le hicieran concebir +fundadas esperanzas de hallar algo valioso.</p> + +<p>—Este hombre,—se decía en tales momentos allá para sus adentros,—este +hombre tan puro como lo juzgan, que parece todo espíritu, ha heredado +una naturaleza animal, muy fuerte, de su padre ó de su madre. Ahondemos +un poco más en esta dirección.</p> + +<p>Entonces, después de escudriñar minuciosamente el alma del joven +clérigo, y de descubrir muchos materiales preciosos en la forma de +elevadas aspiraciones por el bienestar de la raza humana, amor ferviente +de las almas, sentimientos puros, piedad natural fortalecida por la +meditación y el estudio, é iluminada por la revelación,—todo lo cual, +si bien oro de muchos quilates, no tenía valor ninguno para el +escudriñador médico,—éste, aunque desalentado, empezaba sus +investigaciones en otra dirección. Se deslizaba á hurtadillas, con +pisadas tan cautelosas y aspecto tan precavido como un ladrón que +penetra en una alcoba donde hay un hombre medio dormido, ó quizá +completamente despierto, con el objeto de hurtar el tesoro mismo que +este hombre guarda como la niña de sus ojos. Á pesar de todas sus +precauciones y cuidado, el pavimento crujía de vez en cuando; sus +vestidos formaban ligero ruido; la sombra de su figura, en una +proximidad no permitida, casi envolvía á su víctima. El Sr. Dimmesdale, +cuya sensibilidad nerviosa era frecuentemente para él una especie de +intuición espiritual, tenía á veces una vaga idea de que algo, enemigo +de su paz, se había puesto en medio de su camino. Pero el viejo médico +poseía también percepciones que eran casi intuitivas; y cuando el +ministro le dirigía entonces<a name="page_162" id="page_162"></a> una mirada de asombro, el médico se +sentaba tranquilamente sin decir palabra como su amigo benévolo, +vigilante y afectuoso, aunque no importuno.</p> + +<p>Sin embargo, el Sr. Dimmesdale acaso se habría dado más perfecta cuenta +del carácter de este individuo, si cierto sentimiento mórbido, á que +están expuestas las almas enfermas, no le hubiera hecho concebir +sospechas de todo el género humano. No confiando en la amistad de hombre +alguno, no pudo reconocer á un enemigo cuando éste realmente se +presentó. Por lo tanto, continuaba manteniendo su trato familiar con el +médico, recibiéndole diariamente en su estudio, ó visitándole en su +laboratorio, y, por vía de recreo, prestando atención á los +procedimientos por medio de los cuales se convertían las hierbas en +drogas poderosas.</p> + +<p>Un día, con la frente reclinada en la mano, y el codo en el antepecho de +la ventana que daba á un cementerio cerca de la casa, hablaba con el +médico, mientras éste examinaba un manojo de plantas de fea catadura.</p> + +<p>—¿Dónde,—le dijo, contemplando de soslayo las plantas, pues rara vez +miraba ahora frente á frente ningún objeto, ya fuera humano ó +inanimado,—dónde, buen Doctor, habéis recogido esas hierbas de hojas +tan negras y lacias?</p> + +<p>—En el cercano cementerio,—respondió el médico continuando en su +ocupación. Son nuevas para mí. Crecían sobre una fosa sin lápida +sepulcral, ni sin ningún otro signo que conserve la memoria del muerto, +excepto estas feas hierbas. Parece que brotaban de su corazón, como si +simbolizaran algún horrible secreto<a name="page_163" id="page_163"></a> sepultado con él y que habría hecho +mucho mejor en confesar durante su vida.</p> + +<p>—Quizá,—replicó el Sr. Dimmesdale,—lo deseó ardientemente, pero no le +fué dado hacerlo.</p> + +<p>—Y ¿por qué?—dijo el médico,—¿por qué no hacerlo, cuando todas las +fuerzas de la naturaleza demandan de tal manera la confesión de la +culpa, que hasta estas hierbas negras han salido de un corazón +enterrado, para que quede manifiesto un crimen que no se reveló?</p> + +<p>—Eso, buen señor, no pasa de ser una fantasía vuestra. Si no me +equivoco, solo el poder de la Divinidad alcanza á descubrir, ya por +medio de palabras proferidas, ó por signo, ó emblema, los secretos que +pudieran estar sepultados en un corazón humano. El corazón que se hace +reo de tales secretos, tiene por fuerza que conservarlos, hasta el día +en que todas las cosas ocultas se revelarán. Ni he leído ó interpretado +las Sagradas Escrituras de modo que me hagan comprender que el +descubrimiento de los hechos ó pensamientos humanos que entonces ha de +verificarse, deba formar parte de la retribución. Esto sería seguramente +una manera muy superficial de ver las cosas. No; estas revelaciones, á +no ser que yo me equivoque muy mucho, sirven sólo para aumentar la +satisfacción intelectual de todos los seres racionales que en ese día +estarán esperando ver la explicación del sombrío problema de la vida. +Para que sea completa en todas sus partes la resolución de ese problema, +será necesario un conocimiento del corazón de los hombres. Y yo creo, +además, que los corazones que encierran esos tristes secretos de que +habláis, lo darán á conocer en<a name="page_164" id="page_164"></a> ese día postrimero, no con repugnancia, +sino con alegría inexplicable.</p> + +<p>—Entonces ¿por qué no revelarlos aquí?—preguntó el médico mirando de +soslayo y tranquilamente al ministro—¿por qué los culpables no se +aprovechan cuanto antes de este gozo indecible?</p> + +<p>—La mayor parte lo hacen,—dijo Dimmesdale llevándose la mano al pecho +como si fuera presa de repentino dolor. Más de una infeliz alma ha +depositado en mí su secreto, no solo en el lecho de muerte, sino en la +plenitud de la existencia y del goce de una buena reputación. Y siempre, +después de una confesión semejante, ¡oh! ¡qué aspecto de interna +tranquilidad he visto reflejarse en el rostro de esos hermanos que +habían errado en la senda del deber! Y ¿cómo podría ser de otro modo? +¿Por qué habría de preferir un hombre culpable, por ejemplo, de +asesinato, conservar el cadáver enterrado en su propio corazón, más bien +que arrojarlo lejos de sí de una vez y por siempre, para que el mundo lo +tome por su cuenta?</p> + +<p>—Sin embargo, algunos hombres entierran sus secretos de esta +manera,—observó el tranquilo médico.</p> + +<p>—Sí, es cierto; existen semejantes hombres,—contestó el Sr. +Dimmesdale. Pero, por no presentar otras razones más obvias, pudiera ser +que no desplieguen los labios á causa de la constitución misma de su +naturaleza. Ó—¿por qué no suponerlo?—por culpables que fueren, como +todavía abrigan verdadero celo por la gloria de Dios y el bienestar de +sus semejantes, les arredra acaso la idea de presentarse manchados y +culpables ante los ojos de los hombres, pues temen que<a name="page_165" id="page_165"></a> en lo futuro +nada bueno podrá esperarse de ellos, ni podrán redimir por medio de +buenas obras el mal que hubieren hecho. De consiguiente, para su propio +é indecible tormento, se mueven entre sus semejantes, al parecer puros +como la nieve recién caída, mientras sus corazones están todo tiznados y +manchados con iniquidad de que no pueden deshacerse.</p> + +<p>—Estos hombres se engañan á sí propios,—dijo el médico con alguna más +vehemencia de la que le era natural, y haciendo un signo ligero con el +dedo índice,—temen echarse sobre sí la ignominia que de derecho les +pertenece. Su amor á los hombres, su celo en el servicio de Dios, todos +estos santos impulsos, pueden ó no existir en sus corazones á la par de +las iniquidades á que sus faltas han dado cabida, y que necesariamente +engendrarán en ellos productos infernales. Pero no eleven al cielo sus +manos impuras si trataren de glorificar á Dios. Si quieren servir á sus +semejantes, háganlo dejando ver de un modo patente el poder y realidad +de la conciencia, humillándose voluntariamente y haciendo penitencia. +¿Querrás hacerme creer, ¡oh sabio y piadoso amigo! que un falso exterior +puede hacer más por la gloria de Dios ó el bienestar de los hombres, que +la pura y simple verdad? Créeme, esos hombres se engañan á sí mismos.</p> + +<p>—Tal vez sea así,—dijo el joven ministro con aire indiferente, como +esquivando una discusión que consideraba poco del caso ó no muy +razonable; pues poseía en alto grado la facultad de desentenderse de un +tema que agitara su temperamento demasiado nervioso y sensible. Tal vez +sea así, continuó, pero<a name="page_166" id="page_166"></a> ahora quiero preguntar á mi hábil médico si +cree en realidad que me ha sido de provecho el bondadoso cuidado que +viene teniendo de esta mi débil máquina humana.</p> + +<p>Antes que el médico pudiera responder, oyeron la risa clara y alocada de +un labio infantil en el cementerio contiguo. Mirando instintivamente por +la ventana entreabierta, pues era verano, el joven ministro vió á Ester +y á Perla en el sendero que atravesaba el recinto sepulcral. Perla lucía +tan bella como la luz de la aurora, pero se encontraba precisamente en +uno de esos accesos de alegría maligna, que cuando se presentaban, +parece como que la segregaban por completo de todo lo que era humano. +Iba saltando sin respeto alguno de sepultura en sepultura, hasta que +llegó á una cubierta con una gran lápida en que había grabado un escudo +de armas, y se puso á bailar sobre ella. En respuesta á las +amonestaciones de su madre, la niña se detuvo un momento para arrancar +los espinosos capullos de una cardencha que crecía junto á la tumba. +Tomando un puñado de capullos, los fué prendiendo á lo largo de las +líneas de la letra escarlata que decoraba el pecho de su madre, á la que +se quedaron tenazmente adheridos. Ester no se los arrancó.</p> + +<p>El médico que, entretanto, se había acercado á la ventana, dirigió una +mirada al cementerio, y sonrió amargamente.</p> + +<p>—En la naturaleza de esa niña,—dijo tanto para sí como dirigiéndose á +su compañero,—no hay ni ley, ni reverencia por la autoridad, ni +consideración á las opiniones y costumbres de los demás, sean buenas ó +malas.<a name="page_167" id="page_167"></a> Días pasados la ví rociar con agua al Gobernador mismo en el +bebedero para el ganado. ¿Qué es esta niña, en fin, en nombre del cielo? +¿Es un trasgo completamente perverso? ¿Tiene afectos de alguna clase? +¿Tiene algún principio patente?</p> + +<p>—Ninguno, excepto la libertad que proviene del quebrantamiento de una +ley,—respondió el Sr. Dimmesdale con reposado acento, como si hubiera +estado discutiendo este asunto consigo mismo. Si es capaz de algo bueno, +no lo sé.</p> + +<p>Probablemente la niña oyó la voz de estos hombres, porque alzando con +inteligente y maliciosa sonrisa los ojos hacia la ventana, arrojó uno de +los capullos espinosos al Reverendo Sr. Dimmesdale, quien con nerviosa +mano y cierto temor trató de esquivar el proyectil. Perla, notando su +inquietud, palmoteó con la alegría más extravagante. Ester también había +alzado los ojos involuntariamente; y todas estas cuatro personas, viejos +y jóvenes, se miraron unos á otros en silencio, basta que la niña +prorrumpió en una carcajada, y gritó:</p> + +<p>—Vámonos, madre; vámonos, ó ese viejo Hombre Negro que está ahí te +atrapará. Ya se ha apoderado del ministro. Vámonos, madre, vámonos, ó te +atrapará también. Pero no puede atrapar á Perlita.</p> + +<p>É hizo partir á su madre, saltando, bailando, retozando fantásticamente +entre los túmulos de los muertos, como criatura que nada tuviese de +común con las generaciones allí enterradas, ni aun el más remoto +parentesco con ellas. Parecía como si hubiera sido creada de nuevos +elementos, debiendo por lo tanto vivir forzosamente una existencia +aparte, con leyes<a name="page_168" id="page_168"></a> propias y especiales, sin que pudieran considerarse +un crimen sus excentricidades.</p> + +<p>—Ahí va una mujer,—prosiguió el médico después de una pausa,—que sean +cuales fueren sus faltas, no tiene nada de esa misteriosa corrupción +oculta que creéis debe ser tan dura de llevar. ¿Pensáis acaso que Ester +Prynne es menos infeliz á causa de esa letra escarlata que ostenta en el +seno?</p> + +<p>—Así lo creo,—replicó el ministro. Sin embargo, no puedo responder por +ella. Hay en su rostro una expresión de dolor, que hubiera deseado no +haber visto. Creo, no obstante, que es mucho mejor para el paciente +hallarse en libertad de mostrar su dolor, como acontece con esta pobre +Ester, que no llevarlo oculto en su corazón.</p> + +<p>Hubo otra pausa; y el médico empezó de nuevo á examinar y á arreglar las +plantas que había recogido.</p> + +<p>—Me preguntásteis, no ha mucho, dijo, mi opinión acerca de vuestra +salud.</p> + +<p>—Así lo hice,—respondió Dimmesdale,—y me alegraría conocerla. Os +ruego que habléis francamente, sea cuál fuere vuestra sentencia.</p> + +<p>—Pues bien, con toda franqueza y sin rodeos,—dijo el médico ocupado +aun en el arreglo de sus hierbas, pero observando con circunspección al +Sr. Dimmesdale,—la enfermedad es muy extraña; no tanto en sí misma, ó +en su manera de manifestarse exteriormente, á lo menos hasta donde puedo +juzgar por los síntomas que me ha sido dado observar. Viéndoos +diariamente, mi buen señor, y habiendo estudiado durante meses los +cambios de vuestra fisonomía, podría quizás consideraros un hombre +bastante enfermo,<a name="page_169" id="page_169"></a> aunque no tan enfermo que un médico instruído y +vigilante no abrigara la esperanza de curar. Pero—no sé qué decir,—la +enfermedad parece serme conocida, y sin embargo no la conozco.</p> + +<p>—Estáis hablando en enigmas, mi sabio señor, dijo el pálido ministro +mirando por la ventana hacia afuera.</p> + +<p>—Entonces, para hablar con más claridad,—continuó el médico, y os pido +perdón, si es necesario que se me perdone la franqueza de mi +lenguaje,—permitidme que os pregunte,—como amigo vuestro, á cuyo cargo +ha puesto la Providencia vuestra vida y bienestar físico,—si me habéis +expuesto y referido completamente todos los efectos y síntomas de esta +enfermedad.</p> + +<p>—¿Cómo podéis hacerme semejante pregunta?—replicó el ministro. Sería +ciertamente un juego de niños llamar á un médico y ocultar la llaga.</p> + +<p>—Me dais, pues, á entender que lo sé todo,—dijo Rogerio Chillingworth +con acento deliberado y fijando en el ministro una mirada perspicaz, +llena de intensa y concentrada inteligencia. Así será; pero aquel á +quien se le expone solamente el mal físico y externo, á veces no conoce +sino la mitad del mal para cuya curación se le ha llamado. Una +enfermedad del cuerpo, que consideramos un todo completo en sí mismo, +puede acaso no ser sino el síntoma de alguna perturbación puramente +espiritual. Os pido de nuevo perdón, mi buen amigo, si mi lenguaje os +ofende en lo más mínimo; pero de todos los hombres que he conocido, en +ninguno, como en vos, la parte física se halla tan completamente +amalgamada é identificada, si se me permite<a name="page_170" id="page_170"></a> la expresión, con la parte +espiritual de que aquella es el mero instrumento.</p> + +<p>—En ese caso no necesito haceros más preguntas,—dijo el ministro +levantándose un tanto precipitadamente de su asiento. No creo que +tengáis á vuestro cargo la cura de almas.</p> + +<p>—Esto hace,—continuó el médico sin alterar la voz, ni fijarse en la +interrupción, pero poniéndose en pie frente al extenuado y pálido +ministro,—que una enfermedad, que un lugar llagado, si podemos llamarlo +así, en vuestro espíritu, tenga inmediatamente su manifestación adecuada +en vuestra forma corpórea. ¿Quisiérais que vuestro médico curara el mal +físico? Pero ¿cómo podrá hacerlo sin que primero le dejéis ver la herida +ó pesadumbre de vuestra alma?</p> + +<p>—¡No!—¡no á tí!—no á un médico terrenal!—exclamó el Sr. Dimmesdale +con la mayor agitación y fijando sus ojos grandemente abiertos, +brillantes, y con una especie de fiereza, en el viejo Rogerio +Chillingworth. ¡No á tí! Pero si fuere una enfermedad del alma la que +tengo, entonces me pondré en manos del único Médico del alma; él puede +curar ó puede matar según juzgue más conveniente. Haga conmigo en su +justicia y sabiduría lo que crea bueno. Pero ¿quién eres tú, que te +mezclas en este asunto? ¿Tú, que te atreves á interponerte entre el +paciente y su Dios?</p> + +<p>Y con ademán furioso salió á toda prisa de la habitación.</p> + +<p>—Me alegro de haber dado este paso,—se dijo el médico para sus +adentros, siguiendo con las miradas al ministro y con una grave sonrisa. +Nada hay perdido.<a name="page_171" id="page_171"></a> Seremos amigos de nuevo y pronto. Pero ved ¡cómo la +cólera se apodera de este hombre y lo pone fuera de sí! Y lo mismo que +acontece con un sentimiento acontece con otro. Este piadoso Sr. +Dimmesdale ha cometido antes de ahora una falta, en un momento de +ardiente arrebato.</p> + +<p>No fué difícil restablecer la intimidad de los dos compañeros, en el +mismo estado y condición que antes. El joven ministro, después de unas +cuantas horas de soledad, comprendió que el desorden de sus nervios le +había hecho incurrir en una explosión de ira, sin que en las palabras +del médico hubiera habido algo que pudiera disculparle. Se maravilló de +la violencia con que había tratado al bondadoso anciano, cuando no hacía +más que emitir una opinión y dar un consejo que eran parte de su deber +como médico, y que él mismo había solicitado expresamente. Lleno de +estas ideas de arrepentimiento, no perdió tiempo en darle la más +completa satisfacción, y en suplicar á su amigo que continuase con su +tarea y cuidados, que si no llegaban á restablecer completamente su +salud, habían sido indudablemente parte á prolongar su débil existencia +hasta aquella hora. El anciano Rogerio accedió fácilmente, y continuó su +vigilancia médica, haciendo cuanto podía en beneficio del ministro, con +la mayor buena fe, pero saliendo siempre de la habitación del paciente, +después de una entrevista facultativa, con una sonrisa misteriosa y +extraña en los labios. Esta expresión era invisible en la presencia de +Dimmesdale, pero se volvía más intensa cuando el médico cruzaba el +umbral.</p> + +<p>—¡Un caso extraño!—murmuraba. Necesito escudriñarlo<a name="page_172" id="page_172"></a> más +profundamente. ¡Rara simpatía entre alma y cuerpo! Aunque no fuera más +que en beneficio de la ciencia, tengo que investigar este asunto á +fondo.</p> + +<p>Poco tiempo después de la escena arriba referida, aconteció que el +Reverendo Sr. Dimmesdale, al mediodía, y enteramente de improviso, cayó +en profundísimo sueño mientras, sentado en su sillón, estaba leyendo un +volumen en folio que yacía abierto sobre la mesa. La intensidad del +reposo del ministro era tanto más notable, cuanto que era una de esas +personas de sueño por lo común ligero, no continuado, y fácil de +interrumpirse por la menor causa. Pero su espíritu no estaba tan +hondamente aletargado, que le impidiera moverse en el sillón cuando el +anciano médico, sin ningunas precauciones extraordinarias, entró en el +cuarto. Chillingworth se dirigió sin vacilar á su enfermo amigo, y +poniendo la mano en el seno de éste, echó á un lado el vestido que lo +había mantenido cubierto siempre, aún á las miradas del facultativo.</p> + +<p>Entonces fué cuando el Sr. Dimmesdale se estremeció y hasta se movió +ligeramente.</p> + +<p>Después de una breve pausa el médico se retiró. ¡Pero con qué feroz +mirada de sorpresa, de alegría y de horror! ¡Con qué siniestro placer, +demasiado intenso para que pudiera hallar plena expresión en sus miradas +y facciones, y que por lo tanto se esparció por toda la fealdad de su +rostro y cuerpo, manifestándose por medio de extravagantes gestos y +ademanes, ya levantando los brazos hacia el cielo, ya golpeando el suelo +con los pies! Si alguien hubiera podido ver en aquel momento de éxtasis +al viejo Rogerio Chillingworth,<a name="page_173" id="page_173"></a> no tendría que preguntarse cómo se +comporta Satanás cuando logra que se pierda un alma preciosa para el +cielo y la gana para el infierno.</p> + +<p>Pero lo que distinguía el éxtasis del médico del que experimentaría +Satanás, era la expresión de asombro que lo acompañaba.<a name="page_174" id="page_174"></a></p> + +<h3><a name="XI" id="XI"></a>XI<br /><br /> +<small>EL INTERIOR DE UN CORAZÓN</small></h3> + +<p>D<small>ESPUÉS</small> del suceso últimamente referido, las relaciones entre Dimmesdale +y el médico, aunque en apariencia las mismas, eran en realidad de un +carácter distinto al que habían tenido antes. El médico veía ahora una +senda bien sencilla que seguir, aunque no precisamente la que él se +había trazado. Á pesar de lo tranquilo, apacible y frío que parecía, era +de temerse que existiera en él un fondo de malignidad, hasta entonces +latente, pero ahora activa, que le impulsaba á imaginar una venganza más +íntima que la que ningún otro mortal hubiera tomado jamás de su enemigo. +Aspiró á convertirse en el amigo fiel á cuyo corazón se confiara todo el +temor, el remordimiento, la agonía, el arrepentimiento inútil, la +repetida invasión de ideas pecaminosas que en vano había querido +rechazar. Todo aquel dolor culpable, oculto á las miradas del mundo y +del que éste se habría compadecido y le habría perdonado, debía +revelársele á él, el Implacable, á él, que no perdonaría jamás. ¡Todo +aquel tenebroso secreto tenía que mostrarse precisamente al hombre á +quien ninguna otra cosa podría colmar, como esta y de una manera tan +completa, el deseo de venganza!</p> + +<p>La natural reserva y esquivez del joven ministro<a name="page_175" id="page_175"></a> había sido un +obstáculo para este plan. El médico, sin embargo, no estaba dispuesto á +darse por satisfecho con el aspecto que, casi providencialmente, tomó el +asunto en sustitución á los negros planes que él se trazara. Podía decir +que se le había hecho una revelación; y poco le importaba que su +procedencia fuera celestial ó infernal. Gracias á esa inesperada +revelación, en todas sus relaciones subsecuentes con el Sr. Dimmesdale, +parecía que lo más recóndito del alma del joven ministro estaba visible +á los ojos del médico para que pudiese observar y estudiar sus más +íntimas emociones. Desde entonces se convirtió, no sólo en espectador, +sino también en actor principal de lo que pasaba en lo más recóndito del +pecho del pobre ministro. Podía hacer de él lo que quisiera. Si se le +antojaba despertarle con una sensación de agonía, ahí estaba su víctima +sobre el potro del tormento. Sólo necesitaba mover ciertos resortes de +su alma, que el médico conocía perfectamente. ¿Quería estremecerle con +un súbito temor? Como si obedeciese á la varilla de un mágico +prodigioso, surgían mil visiones de formas diferentes, que giraban en +torno del infeliz eclesiástico con los dedos apuntando á su pecho.</p> + +<p>Todo esto lo ejecutaba con tan perfecta sutileza, que el ministro, +aunque constantemente con una vaga percepción de que algo maligno le +estaba vigilando, nunca pudo darse cuenta exacta de su verdadera +naturaleza. Es cierto que miraba con duda y temor, y aun á veces con +espanto é intensa aversión, al viejo médico. Sus gestos, sus +movimientos, su barba gris, sus acciones más insignificantes é +indiferentes, hasta el corte y la moda de su traje, le eran odiosos: +señal<a name="page_176" id="page_176"></a> todo de una antipatía en el corazón del ministro más profunda de +lo que él se hallaba dispuesto á confesarse á sí mismo. Y como era +imposible asignar una causa á tal desconfianza y aversión, el Sr. +Dimmesdale, con la conciencia de que el veneno de algún punto mórbido en +su espíritu le estaba inficionando todo el corazón, atribuía á esto +todos sus presentimientos. Se empeñó, pues, en curarse de sus antipatías +hacia el viejo médico, y sin parar mientes en lo que debía haber +deducido de ellas, hizo cuanto pudo para extirparlas. Siéndole imposible +conseguirlo, continuó sus hábitos de relaciones familiares con el +anciano, proporcionándole de este modo oportunidades constantes para que +el vengativo médico,—pobre y mísera criatura más infeliz que su +víctima,—consiguiese el fin á que había dedicado toda su energía.</p> + +<p>Mientras padecía corporalmente, con el alma corroída y atormentada por +alguna causa tenebrosa, y entregado por completo á las maquinaciones de +su más mortal enemigo, el Reverendo Sr. Dimmesdale había ido alcanzado +una brillante popularidad en su sagrado ministerio. En gran parte la +obtuvo seguramente merced á sus padecimientos. Sus dotes intelectuales, +sus percepciones morales, su facultad de comunicar á otros las emociones +que él mismo experimentaba, le mantenían en un estado de actividad +sobrenatural debido á la angustia é inquietud de su vida diaria. Su +fama, aunque todavía en constante ascenso, había dejado ya en la sombra +las reputaciones menos brillantes de algunos de sus colegas, entre los +cuales se contaban hombres que habían empleado en adquirir sus +conocimientos teológicos muchos más años que los<a name="page_177" id="page_177"></a> que tenía de edad el +Sr. Dimmesdale, y que por lo tanto deberían de hallarse mucho más llenos +de sólida ciencia que su joven compañero. Había otros dotados de más +tenaz empeño, de mayor peso y gravedad, cualidades que, unidas á cierta +dosis de conocimientos teológicos, constituye una variedad eficiente y +altamente digna de respeto, aunque poco amable, de la especie clerical. +Otros había, verdaderos Santos Padres, cuyas facultades se habían +desenvuelto con el paciente, constante é infatigable estudio de los +libros, y cuya pureza de vida puede decirse que los había puesto en +comunicación espiritual con un mundo superior. Pero todos estos hombres +carecían de aquel don divino que descendió sobre los discípulos del +Señor en lenguas de llamas el día de Pentecostés, simbolizando, no solo +la facultad de hablar en idiomas extraños y desconocidos, sino la de +dirigirse á todo el género humano en el idioma propio del corazón. Todos +estos ministros, por lo demás muy apostólicos, carecían de ese don +divino de una lengua de llamas. Vanamente habrían procurado, dado el +caso que lo intentaran, expresar las verdades más sublimes por medio de +voces é imágenes familiares.</p> + +<p>Probablemente que á esta clase pertenecía el Sr. Dimmesdale tanto por +temperamento como por educación. Se habría remontado á las altas cimas +de la fe y de la santidad, á no habérselo impedido el peso del crímen, +de la angustia, ó de lo que fuere, que le arrastraba hacia abajo. Este +peso,—no obstante ser él un hombre de etéreos atributos cuya voz +hubieran escuchado tal vez los mismos ángeles,—le mantenía al nivel de +los más humildes; pero al mismo tiempo le<a name="page_178" id="page_178"></a> ponía en más íntima relación +con la humanidad pecadora, de modo que su corazón vibraba al unísono del +de ésta, comprendiendo sus dolores, y haciendo compartir los suyos +propios á millares de corazones, por medio de su elocuencia melancólica +y persuasiva, aunque á veces terrible. El pueblo culpable conocía el +poder que de tal modo lo conmovía. Las gentes pensaban que el joven +ministro era un milagro de santidad: se imaginaban que por su boca +hablaba el cielo, ya para consolarlas, ya para reprobarlas ó bien para +decirles palabras de amor ó de sabiduría. Á sus ojos, el terreno que +pisaba estaba santificado. Las jóvenes doncellas de su iglesia se +volvían cada vez más pálidas en torno suyo, víctimas de una pasión tan +llena de sentimiento religioso, que imaginaban ser todo solamente +religión, y la ofrecían públicamente al pie de los altares como el más +aceptable de los sacrificios. Los miembros ancianos de su feligresía, +contemplando la delicada constitución física del Sr. Dimmesdale, y +comparándola con el vigor de las suyas, á pesar de la diferencia de +edad, creían que les precedería en su viaje á la región celestial, y +recomendaban á sus hijos que enterrasen sus viejos restos junto á la +santa fosa del joven ministro. Y mientras tanto, cuando el infortunado +Sr. Dimmesdale pensaba en su sepultura, se preguntaba si sería posible +que la hierba creciera sobre ella, puesto que allí había de enterrarse +una cosa maldecida.</p> + +<p>¡Es inconcebible la angustia de que le llenaba esta veneración pública! +Adorar la verdad era en él un impulso genuino, así como considerar +vacío, vano y completamente desprovisto de todo peso y valor, lo<a name="page_179" id="page_179"></a> que no +estaba vivificado por la verdad. ¿Qué era él, pues? ¿Algo corpóreo, ó la +más impalpable de las sombras? Anhelaba, por lo tanto, hablar una vez +por todas desde lo alto de su púlpito, y decir en alta voz, ante todo el +mundo, lo que él en realidad era:—"Yo, á quien veis vestido con este +negro traje del sacerdocio;—yo, que asciendo al sagrado púlpito y +levanto hacia el cielo el rostro pálido tratando de ponerme en relación, +en nombre vuestro, con el Todopoderoso;—yo, en cuya vida diaria creéis +discernir la santidad de Enoch;—yo, cuyas pisadas, como suponéis, dejan +una huella luminosa en mi sendero terrenal, que servirá á los peregrinos +que vengan después de mí para guiarlos á la región de los +bienaventurados;—yo, que he puesto el agua del bautismo sobre la cabeza +de vuestros hijos;—yo, que he repetido las últimas preces por las almas +de los que han partido para siempre;—yo, vuestro pastor, á quien tanto +reverenciáis y en quien tanto confiáis, yo no soy más que una mentira y +una profanación."</p> + +<p>Más de una vez el Reverendo Dimmesdale había subido al púlpito con el +firme propósito de no descender hasta haber pronunciado palabras como +las anteriores. Más de una vez se había limpiado la garganta, y tomado +largo, profundo y trémulo aliento para librarse del tenebroso secreto de +su alma. Más de una vez,—no, más de cien veces,—había realmente +hablado. ¡Hablado! Pero ¿cómo? Había dicho á sus oyentes que él era un +sér completamente abyecto, el más abyecto entre los abyectos, el peor de +los pecadores, una abominación, una cosa de iniquidad increíble; y que +lo único digno de sorpresa era que no viesen su miserable<a name="page_180" id="page_180"></a> cuerpo +calcinarse en su presencia por la ardiente cólera del Todopoderoso. +¿Podía darse un lenguaje más claro que éste? ¿No se levantarían los +oyentes de sus asientos, por impulso simultáneo, y le harían descender +del púlpito que estaba contaminando con su presencia? No; de ningún +modo. Todos oyeron eso, y todos le reverenciaron mucho más. No tenían la +menor sospecha del terrible alcance de estas palabras con que él mismo +se condenaba. "¡El excelente joven!—se decían unos á otros. ¡El santo +sobre la tierra! ¡Ay! si en la pureza de armiño de su alma puede él +percibir semejante iniquidad, ¡qué horrible espectáculo no verá en la +tuya ó en la mía!"</p> + +<p>Bien sabía Dimmesdale,—hipócrita sutil, aunque lleno de +remordimientos,—de qué modo se consideraría esta vaga confesión. Había +tratado de forjarse una especie de ilusión, exponiendo al público el +espectáculo de una conciencia culpable, pero consiguió solamente +recargarse con un nuevo pecado, y agregar una nueva vergüenza á la +antigua, sin obtener siquiera el momentáneo consuelo de engañarse á sí +mismo. Había hablado la pura verdad, transformándola sin embargo en la +falsedad más completa. Y no obstante esto, por instinto, por educación, +por principios, amaba la verdad y aborrecía la mentira como pocos +hombres. Pero ante todas cosas, y más que todo, se detestaba á sí +propio.</p> + +<p>Sus angustias íntimas le habían llevado á adoptar prácticas más en +armonía con las de la iglesia católica, que no con las de la protestante +en que había nacido y se había educado. Encerrándose en su alcoba, bajo +llave, se entregaba al empleo de la disciplina en su<a name="page_181" id="page_181"></a> enfermo cuerpo. +Con frecuencia este ministro protestante y puritano se las había +aplicado á las espaldas, riéndose amargamente de sí mismo al mismo +tiempo, y fustigándose aun más implacablemente á causa de esta risa +amarga. Como otros muchos piadosos puritanos tenía por costumbre ayunar; +aunque no como ellos para purificar el cuerpo y hacerlo más digno de la +inspiración celestial, sino de una manera rigorosa, hasta que le +temblaban las rodillas, y como un acto de penitencia. Pasaba también en +vela noche tras noche, algunas veces en completa obscuridad; otras +alumbrado sólo por la luz vacilante de una lámpara; y otras +contemplándose el rostro en un espejo iluminado por la luz más fuerte +que le era posible obtener, simbolizando de este modo el constante +examen interior con que se torturaba, pero con el cual no podía +purificarse.</p> + +<p>En estas prolongadas vigilias su cerebro se turbaba, y entonces creía +ver visiones que flotaban ante sus ojos; quizás las percibía +confusamente á la débil luz que de ellas irradiaba, en la parte más +remota y obscura de su habitación, ó más distintamente, y á su lado, +reflejándose en el espejo. Ya era una manada de formas diabólicas que +hacían visajes al pálido ministro, mofándose de él é invitándole á +seguirlas; ya un grupo de brillantes ángeles que se remontaban al cielo, +llenos de dolor, tornándose más etéreos á medida que ascendían. Ó eran +los amigos de su juventud, ya muertos, y su padre, de blanca barba, +frunciendo piadosamente el entrecejo, y su madre, que le volvía el +rostro al pasar por su lado. ¡Espíritu de una madre! Creo que habría +arrojado una mirada de compasión<a name="page_182" id="page_182"></a> á su hijo. Y luego, al través de la +habitación que hacían tan horrible estas visiones espectrales, se +deslizó Ester Prynne, llevando de la mano á Perlita, en su traje color +de escarlata, y señalando con el índice, primeramente la letra que +brillaba en su seno, y luego el pecho del joven eclesiástico.</p> + +<p>Ninguna de estas visiones le engañó jamás por completo. En cualquier +instante, con un esfuerzo de su voluntad, podía convencerse de que no +eran sustancias corpóreas sino creaciones de su inquieta imaginación; +pero á pesar de todo, en cierto sentido, eran las cosas más verdaderas y +reales con que el pobre ministro tenía ahora que hacer. En una vida tan +falsa como la suya, el dolor más indecible consistía en que las +realidades que nos rodean, destinadas por el cielo para sustento y +alegría de nuestro espíritu, se veían privadas de lo que constituye su +propia vida y esencia. Para el hombre falso, el universo entero es +falso, impalpable, y todo lo que palpa se convierte en nada. Y él mismo, +mostrándose bajo un falso aspecto, se convierte en una sombra, ó acaso +cesa de existir. La única verdad que continuaba dando al Sr. Dimmesdale +una existencia real en este mundo, era la agonía latente en lo más +recóndito de su alma, y la no disfrazada expresión de la misma en todo +su aspecto exterior. Si hubiera hallado una vez la facultad de sonreir, +y presentar un rostro alegre, no habría sido el hombre que era.</p> + +<p>En una de esas terribles noches que hemos tratado vanamente de +describir, el ministro se levantó sobresaltado de su asiento. Una nueva +idea se le había ocurrido. Podría haber un momento de<a name="page_183" id="page_183"></a> paz en su alma. +Vistiéndose con el mismo esmero que si fuera á desempeñar su sagrado +ministerio, y precisamente de la misma manera, descendió las escaleras +sin hacer ruido, abrió la puerta y salió á la calle.<a name="page_184" id="page_184"></a></p> + +<h3><a name="XII" id="XII"></a>XII<br /><br /> +<small>LA VIGILIA DEL MINISTRO</small></h3> + +<p>A<small>NDANDO</small> como en un sueño, y quizá realmente bajo la influencia de una +especie de sonambulismo, el Sr. Dimmesdale llegó al lugar en que, años +atrás, Ester había sufrido las primeras horas de su ignominia pública. +El mismo tablado, negro y percudido por las lluvias, soles y tormentas +de siete largos años, con los escalones gastados por las pisadas de los +muchos reos que desde aquella época los habían subido, se elevaba allí +bajo el balcón de la iglesia ó casa de reunión. El ministro ascendió los +escalones.</p> + +<p>Era una obscura noche de principios de Mayo. El cielo estaba cubierto en +toda su extensión con un manto espeso de nubes. Si la misma multitud que +presenció el castigo de Ester Prynne hubiera podido ser convocada ahora, +no le habría sido posible distinguir las facciones de rostro alguno en +el tablado, ni apenas los contornos de una forma humana en las profundas +tinieblas de la media noche. Pero la población toda estaba entregada al +sueño. No había peligro de que pudieran sus moradores descubrir nada. El +ministro podía permanecer allí de pie, si así le agradaba, hasta que la +mañana tiñera de rojo el oriente, sin correr otro riesgo sino el daño +que el aire frío y húmedo<a name="page_185" id="page_185"></a> de la noche pudiera ocasionar á su organismo. +Ningún ojo alcanzaría á verle, excepto Aquél, siempre alerta y +despierto, que le había visto cuando estaba encerrado en su alcoba +retirada azotándose con las sangrientas disciplinas. ¿Por qué, pues, +había ido allí? ¿Era aquello acaso una parodia de penitencia? Sí, una +parodia, pero en la cual su alma se engañaba á sí misma mientras los +ángeles vertían triste llanto y el enemigo de los hombres se regocijaba. +Había ido allí arrastrado á impulsos del Remordimiento, que donde quiera +le acosaba, y cuya compañera era aquella Cobardía que invariablemente le +hacía retroceder en el momento mismo en que iba á desplegar los labios. +¡Pobre, infeliz hombre! ¿Qué derecho tenía de abrumar bajo el peso del +delito hombros tan flacos como los suyos? El crimen es para los fuertes +que ó pueden soportarlo en silencio, ó librarse de él descargando de una +vez su conciencia si encuentran el peso demasiado grave. Pero esta alma +tan extremadamente débil y sensible no podía hacer ni lo uno ni lo otro, +sino vacilar contínuamente entre los dos extremos, enredándose cada vez +más en los lazos inextricables de la agonía de un inútil arrepentimiento +y de un oculto delito.</p> + +<p>Y así, mientras se hallaba en el tablado, ocupado en la tarea de esta +vana muestra de expiación, se vió Dimmesdale sobrecogido de un gran +horror, como si el universo entero estuviera contemplando una marca +escarlata en su seno desnudo, precisamente encima de la región del +corazón. Y en aquel lugar, en verdad, estaba, y allí había estado desde +hace largo tiempo, el roedor y emponzoñado diente del dolor físico. Sin<a name="page_186" id="page_186"></a> +esfuerzo ninguno de su voluntad para impedirlo, y sin poder dominarse, +lanzó un grito agudo penetrante, que fué repercutiendo de casa en casa, +y que devolvieron las colinas lejanas, como si una comparsa de espíritus +malignos, conociendo cuanto horror y miseria encerraba aquel grito, se +hubiera divertido en hacer rebotar el sonido de un lado á otro.</p> + +<p>¡Ya no hay remedio!—exclamó el eclesiástico cubriéndose el rostro con +las manos,—la ciudad toda se despertará y saldrá á la calle +apresuradamente y me hallará aquí.</p> + +<p>Pero no fué así. El gritó resonó tal vez en sus asustados oídos con +mayor fuerza de la que realmente tuvo. La población no se despertó; ó si +algunos se despertaron, lo atribuyeron á algo horrible que pasó en un +sueño, ó al ruido de las brujas ó hechiceras cuyas voces, en aquella +época, se oían con frecuencia en los lugares solitarios cuando cruzaban +el aire en compañía de Satanás. El Sr. Dimmesdale, por lo tanto, no +oyendo nada que indicase una alarma general, separó las manos del rostro +y miró en torno suyo. En una de las ventanas de la casa del Gobernador, +que estaba á cierta distancia, vió la figura del anciano magistrado +envuelta en una blanca bata de dormir, con una lámpara en la mano y un +gorro de noche en la cabeza. Parecía una fantasma evocada en mal hora. +El grito evidentemente le había asustado. En otra ventana de la misma +casa apareció la vieja Señora Hibbins, hermana del Gobernador, también +con una lámpara que, aun á la distancia en que se encontraba, dejaba ver +la expresión displicente y dura del rostro de la señora. Esta asomó la +cabeza por el postigo y<a name="page_187" id="page_187"></a> miró hacia arriba con cierta ansiedad. +Seguramente la venerable hechicera había oído también el grito del Sr. +Dimmesdale y creyó que era, con la multitud de sus ecos y repercusiones, +el clamor de los demonios y de las brujas nocturnas con quienes, como es +sabido, tenía la costumbre de hacer excursiones á la selva.</p> + +<p>Al notar la luz de la lámpara del Gobernador, la anciana señora apagó +prontamente la suya y desapareció probablemente entre las nubes. El +ministro no la volvió á ver. El magistrado, después de una escrupulosa +observación de las tinieblas, en las que por otra parte nada le habría +sido posible distinguir, se retiró de la ventana.</p> + +<p>El ministro entonces se tranquilizó algo. Pronto distinguió, sin +embargo, el brillo de una luz lejana que se iba acercando gradualmente, +y que le permitía reconocer allá un objeto, más acá otro, tales como la +puerta arqueada de una casa, con aldabón de hierro, una bomba de agua, +etc., que fijaban su atención, á pesar de que estaba firmemente +convencido de que á medida que se aproximaba aquella luz, que pronto +daría de lleno en su rostro, se iba también acercando el momento en que +su suerte quedaría decidida y revelado el funesto secreto oculto por +tanto tiempo. Cuando la luz estuvo más cerca, pudo distinguir la figura +de su hermano en religión, ó para hablar con más propiedad, de su padre +espiritual al mismo tiempo que muy estimado amigo, el Reverendo Sr. +Wilson quien, como el Sr. Dimmesdale conjeturaba con razón, había estado +rezando á la cabecera de un moribundo. El bueno y anciano ministro venía +precisamente de la alcoba mortuoria del Gobernador Winthrop, que +acababa<a name="page_188" id="page_188"></a> de pasar á mejor mundo, y se dirigía ahora á su casa +alumbrándose con una linterna. El brillo de ésta había hecho imaginar al +Sr. Dimmesdale que veía al buen padre Wilson rodeado de un halo ó corona +radiante como la de los santos varones de otros tiempos, lo que le daba +un aspecto de gloriosa beatitud en medio de esta noche sombría del +pecado. Dimmesdale se sonrió, mejor dicho, se echó á reir ante tales +ideas sugeridas por la luz de la linterna, y se preguntó si se había +vuelto loco.</p> + +<p>Cuando el Reverendo Sr. Wilson pasó junto al tablado, envolviéndose muy +bien en los pliegues de su manto genovés con una mano, mientras sostenía +con la otra la linterna, el Sr. Dimmesdale apenas pudo reprimir el deseo +de hablar.</p> + +<p>—Buenas noches, venerable padre Wilson; os ruego que subáis y que +paséis un rato en mi compañía.</p> + +<p>¡Cielos! ¿Había hablado realmente el Sr. Dimmesdale? Así lo creyó él +mismo un instante; pero esas palabras fueron pronunciadas sólo en su +imaginación. El venerable padre Wilson continuó lentamente su camino, +teniendo el mayor cuidado en evitar mancharse con el lodo de la calle, y +sin volver siquiera la cabeza hacia el fatídico tablado. Cuando la luz +de su linterna se hubo desvanecido á lo lejos por completo, el joven +ministro se dió cuenta, por la especie de desmayo que le sobrecogió, de +que los últimos momentos habían sido para él una crisis de terrible +ansiedad, aunque su espíritu había hecho un esfuerzo involuntario para +salir de ella con la especie de apóstrofe semijocoso dirigido al Sr. +Wilson.</p> + +<p>Poco después se deslizó nuevamente en Dimmesdale<a name="page_189" id="page_189"></a> el sentimiento de lo +grotesco en medio de las solemnes visiones que se forjaba su cerebro. +Creyó que las piernas se le iban poniendo rígidas con el frío de la +noche, y empezó á imaginarse que no podría descender los escalones del +tablado. La mañana se acercaba entretanto y allí se encontraría él: los +vecinos empezarían á levantarse. El más madrugador, saliendo en la +semiobscuridad del crepúsculo, percibiría una vaga figura de pie en el +lugar consagrado á expiar los crímenes y delitos; y casi fuera de +juicio, movido de susto y de curiosidad, iría llamando de puerta en +puerta á todo el pueblo para que viniese á contemplar el espectro,—pues +así se lo figuraría,—de algún difunto criminal. En esto, la luz de la +mañana iría creciendo cada vez en intensidad: los ancianos patriarcas de +la población se irían levantando apresuradamente, cada uno envuelto en +su bata de franela, y las respetables matronas sin detenerse á cambiar +su traje de dormir. Toda la congregación de personas decentes y +decorosas, que jamás hasta entonces se habían dejado ver con un solo +cabello despeinado, se presentarían ahora con la cabellera y el vestido +en el mayor desorden. El viejo Gobernador Bellingham saldría con severo +rostro llevando sus cuellos de lechuguilla al revés; y la Señora +Hibbins, su hermana, vendría con algunos ramitos de la selva prendidos á +su traje, y con rostro más avinagrado que nunca, como que apenas había +podido dormir un minuto después de su paseo nocturno; y el buen padre +Wilson se presentaría también, después de haber pasado la mitad de la +noche junto á la cabecera de un moribundo, sin que le hubiera agradado +mucho que le turbaran<a name="page_190" id="page_190"></a> el sueño tan temprano. Vendrían igualmente los +dignatarios de la iglesia del Sr. Dimmesdale y las jóvenes vírgenes que +idolatraban á su pastor espiritual y le habían erigido un altar en sus +puros corazones. Todos llegarían apresuradamente, dando tumbos y +tropiezos, y dirigiendo con espanto y horror las miradas hacia el +tablado fatídico. ¿Y á quién percibirían allí á la luz rojiza de la +aurora? ¡Á quién, sino al Reverendo Arturo Dimmesdale, medio helado de +frío, abrumado de vergüenza, y de pie donde había estado Ester Prynne!</p> + +<p>Movido por el grotesco horror de este cuadro, el ministro, olvidándose +de su inquietud y alarma infinitas, prorrumpió en una carcajada, que fué +respondida inmediatamente por una risa ligera, aérea, infantil, en la +que con un estremecimiento del corazón—que no sabía si era de intenso +dolor, ó de placer extremo,—reconoció el acento de la pequeña Perla.</p> + +<p>—¡Perla! ¡Perlita!—exclamó después de un momento de pausa; y luego, +con voz más baja, agregó:—Ester, Ester Prynne, ¿estáis ahí?</p> + +<p>—Sí; es Ester Prynne,—replicó ella con acento de sorpresa;—y el +ministro oyó sus pisadas que se iban acercando.—Soy yo y mi pequeña +Perla.</p> + +<p>—¿De dónde venís, Ester?—preguntó el ministro. ¿Qué os ha traído aquí?</p> + +<p>—He estado velando á un moribundo,—respondió Ester,—he estado junto +al lecho de muerte del Gobernador Winthrop, he tomado las medidas para +su traje, y ahora me dirijo á mi habitación.</p> + +<p>—Sube aquí, Ester; ven tu con Perlita, dijo el Reverendo Sr. +Dimmesdale. Ambas habéis estado<a name="page_191" id="page_191"></a> aquí antes de ahora, pero yo no me +hallaba á vuestro lado. Subid aquí una vez más, y los tres estaremos +juntos.</p> + +<p>Ester subió en silencio los escalones, y permaneció de pie en el +tablado, asiendo á Perla de la mano. El ministro tomó entre las suyas la +otra mano de la niña. No bien lo hizo, parece como si una nueva vida +hubiera penetrado en su sér, invadiendo su corazón á manera de un +torrente y esparciéndose por sus venas. Se diría que madre é hija +estaban comunicando su calor vital á la naturaleza medio congelada del +joven eclesiástico. Los tres formaban una cadena eléctrica.</p> + +<p>—¡Ministro!—susurró la pequeña Perla.</p> + +<p>—¿Qué deseas decir, niña?—le preguntó el Sr. Dimmesdale.</p> + +<p>—¿Quieres estar aquí mañana al mediodía con mi madre y +conmigo?—preguntó Perla.</p> + +<p>—No; no así, Perlita mía,—respondió el ministro; porque con la nueva +energía adquirida en aquel instante, se apoderó de él todo el antiguo +temor de revelación pública que por tanto tiempo fué la agonía de su +vida, y ya estaba temblando, aunque con una mezcla de extraña alegría, +al fijarse en la situación en que se encontraba en la actualidad.—No, +no así, niña mía, continuó. Estaré de pie contigo y con tu madre otro +día; sí, otro día; pero no mañana.</p> + +<p>Perla se rió é intentó desasir la mano que le tenía asida el ministro, +pero éste la mantuvo firme.</p> + +<p>—Un instante más, niña mía,—dijo.</p> + +<p>—Pero ¿quieres prometerme que mañana al mediodía nos tomarás de la mano +á mi madre y á mí?—le preguntó Perla.<a name="page_192" id="page_192"></a></p> + +<p>—No, no mañana, Perla,—dijo el ministro,—pero otro día.</p> + +<p>—¿Qué día?—persistió la niña.</p> + +<p>—En el gran día del Juicio Final,—murmuró el eclesiástico, que se vió +como obligado á responder de este modo á la niña en su carácter sagrado +de ministro del altar.—Entonces, y allí ante el Juez Supremo, continuó, +tendremos que comparecer tu madre, tú y yo, al mismo tiempo. Pero la luz +del sol de este mundo no habrá de vernos reunidos.</p> + +<p>Perla empezó á reir de nuevo.</p> + +<p>Pero antes de que el Sr. Dimmesdale hubiera terminado de hablar, brilló +una luz en toda la extensión del obscuro horizonte. Fué sin duda uno de +esos meteoros que el observador nocturno puede ver á menudo, que se +inflaman, brillan y se extinguen rápidamente en las regiones del +espacio. Tan intenso fué su esplendor, que iluminó por completo la densa +masa de nubes entre el firmamento y la tierra. La bóveda celeste +resplandeció de tal modo, que dejó ver la calle como si estuviera +alumbrada por la luz del mediodía, pero con la extrañeza que siempre +comunica á los objetos familiares una claridad no acostumbrada. Las +casas de madera, con sus pisos que sobresalían y sus curiosos caballetes +rematados en punta; las escaleras de las puertas y los quicios con las +primeras hierbas de la primavera que empezaban á brotar en las +cercanías; los bancos de tierra de los jardines que parecían negros con +la tierra removida recientemente;—todo se volvió visible, pero con una +singularidad de aspecto que parecía darle á los objetos una +significación diferente de la que antes tenían. Y allí estaba el +ministro<a name="page_193" id="page_193"></a> con la mano puesta sobre el corazón; y Ester Prynne, con la +letra bordada brillando en su seno; y la pequeña Perla que era en sí +misma un símbolo y el lazo de unión entre aquellos dos seres. Allí +estaban de pie al fulgor de aquella extraña y solemne luz, como si ésta +fuera la que había de revelar todos los secretos, y fuera también la +alborada que había de reunir todos los que mutuamente se pertenecían.</p> + +<p>En los ojos de Perla había cierta expresión misteriosa, y en su rostro, +cuando lo alzó para mirar al ministro, aquella sonrisa maliciosa que la +hacía comparar á un trasgo. Retiró su mano de la del Sr. Dimmesdale, y +señaló al otro lado de la calle. Pero él cruzó las manos sobre el pecho +y levantó las miradas hacia el cielo.</p> + +<p>Nada era tan común en aquellos tiempos como interpretar todas las +apariciones meteóricas, y todos los otros fenómenos naturales, que +ocurren con menos regularidad que la salida y la puesta del sol y de la +luna, como otras tantas revelaciones de origen sobrenatural. Así es que +una lanza brillante, una espada de llamas, un arco, ó un haz de flechas, +pronosticaban una guerra con los indios. Era sabido que una lluvia de +luz carmesí indicaba una epidemia. Dudamos mucho que haya acontecido +algo notable en la Nueva Inglaterra, desde los primeros días de su +colonización hasta el tiempo de la guerra de la Independencia, de que +los habitantes no hubieran tenido un previo aviso merced á un +espectáculo de esta naturaleza. Á veces había sido visto por la +multitud; pero con mucha mayor frecuencia, todo reposaba en el mero +dicho de un solitario espectador que había contemplado el maravilloso<a name="page_194" id="page_194"></a> +fenómeno al través del trastornador vidrio de aumento de su imaginación, +dándole más tarde una forma más precisa. Era sin duda una idea grandiosa +pensar que el destino de las naciones debía revelarse en estos +sorprendentes geroglíficos en la bóveda celeste. Entre nuestros +antepasados era una creencia muy extendida, indicando que su naciente +comunidad estaba bajo la custodia especial del cielo. Pero ¿qué diremos +cuando un individuo descubre una revelación en ese mismo libro +misterioso dirigida á él solamente? En ese caso, sería únicamente el +síntoma de una alteración profunda del espíritu, si un hombre, en +consecuencia de un dolor prolongado, intenso y secreto, y de la +costumbre mórbida de estarse estudiando constantemente, ha llegado á +asociar su personalidad á la naturaleza entera, hasta el extremo de que +el firmamento no venga á ser sino una página adecuada para la historia +del futuro destino de su alma.</p> + +<p>Por lo tanto, á esta enfermedad de su espíritu atribuímos la idea de que +el ministro, al dirigir sus miradas hacia el cielo, creyese contemplar +en él la figura de una inmensa letra,—la letra A,—dibujada con +contornos de luz de un rojo obscuro. En aquel lugar, y ardiendo +opacamente, solo se había dejado ver un meteoro al través de un velo de +nubes; pero no con la forma que su culpable imaginación le prestaba, ó á +lo menos, de una manera tan poco definida, que otra conciencia +delincuente podría haber visto en él otro símbolo distinto.</p> + +<p>Había una circunstancia especial que caracterizaba el estado psicológico +del Sr. Dimmesdale en aquel momento. Todo el tiempo que estuvo mirando +al<a name="page_195" id="page_195"></a> zenit, tenía la plena conciencia de que Perla estaba apuntando con +el dedo en dirección del viejo Rogerio Chillingworth, que se hallaba en +pie no muy distante del tablado. El ministro parecía verle con la misma +mirada con que discernía la letra milagrosa. Así como á los demás +objetos, la luz meteórica comunicaba una nueva expresión á las facciones +del médico; ó bien pudiera suceder que éste no se cuidaba en esta +ocasión, como siempre lo hacía, de ocultar la malevolencia con que +miraba á su víctima. Ciertamente, si el meteoro iluminó el espacio é +hizo visible la tierra con un fulgor solemne que obligó á recordar al +clérigo y á Ester el día del Juicio Final, en ese caso Rogerio +Chillingworth debió parecerles el gran enemigo del género humano, que se +presentaba allí con una sonrisa amenazadora reclamando lo que le +pertenecía. Tan viva fué aquella expresión, ó tan intensa la percepción +que de ella tuvo el ministro, que le pareció que permanecía visible en +la obscuridad, aun después de desvanecida la luz del meteoro, como si la +calle y todo lo demás hubiera desaparecido por completo.</p> + +<p>—¿Quién es ese hombre, Ester?—preguntó Dimmesdale con voz trémula, +sobrecogido de terror.—Me estremezco al verlo. ¿Conoces á ese hombre? +Le odio, Ester.</p> + +<p>Ella recordó su juramento y permaneció en silencio.</p> + +<p>—Te repito que mi alma se estremece en su presencia,—murmuró el +ministro de nuevo.—¿Quién es? ¿Quién es? ¿No puedes hacer nada por mí? +Ese hombre me inspira un horror indecible.</p> + +<p>—Ministro, dijo Perlita, yo puedo decirte quién es.</p> + +<p>—Pronto, niña, pronto,—dijo el ministro inclinando<a name="page_196" id="page_196"></a> el oído junto á +los labios de Perla.—Pronto, y tan bajo como te sea posible.</p> + +<p>Perla murmuró algo á su oído que resonaba á manera de lenguaje humano, +cuando no era en realidad sino la jerigonza ininteligible y sin sentido +alguno que usan á veces los niños para divertirse cuando están juntos. +De todos modos, no le comunicó ninguna noticia secreta acerca del viejo +facultativo. Era un idioma desconocido para el erudito clérigo, que sólo +sirvió para aumentar la confusión de su espíritu. La niña entonces +prorrumpió en una carcajada.</p> + +<p>—¿Te burlas de mí ahora?—dijo el ministro.</p> + +<p>—No has sido valiente, no has sido sincero,—respondió la niña,—no +quisiste prometerme que nos tomarías de la mano á mí y á mi madre mañana +al mediodía.</p> + +<p>—¡Digno señor!—exclamó el médico que se había adelantado hasta el pie +del tablado,—piadoso Sr. Dimmesdale, ¿sóis realmente vos? Sí, sí, +seguramente que sí. ¡Vaya! ¡Vaya! Nosotros, hombres de estudio, que +tenemos la cabeza metida en nuestros libros, necesitamos que se nos +vigile. Soñamos despiertos, y nos paseamos durmiendo. Venid, buen señor +y amigo querido; dejadme que os conduzca á vuestra casa.</p> + +<p>—¿Cómo supiste que yo estaba aquí?—preguntó Dimmesdale con temor.</p> + +<p>—En realidad de verdad, respondió el médico, no sabía nada de esto. +Gran parte de la noche la he pasado á la cabecera del digno Gobernador +Winthrop haciendo en su beneficio lo que mi poca habilidad me permitía. +Á un mundo mejor ha partido, y yo me<a name="page_197" id="page_197"></a> dirigía á mi morada, cuando brilló +esa luz extraordinaria. Os ruego que vengáis, reverendo señor; de otro +modo no os hallaréis en estado de cumplir vuestros deberes mañana +domingo. ¡Ah! ¡Ved cómo los libros perturban el cerebro! ¡Estos libros, +estos libros! Debéis estudiar menos, buen señor, y procuraros algún +recreo, si no queréis que estas cosas se repitan.</p> + +<p>—Iré con vos á mi casa,—dijo el Sr. Dimmesdale. Completamente abatido, +con una sensación de frío, como el que despierta de una pesadilla, +acompañó al médico, y partieron juntos.</p> + +<p>El día siguiente, domingo, predicó sin embargo un sermón que se +consideró el mejor, el más vigoroso y más lleno de unción celeste que +hasta entonces hubieran pronunciado sus labios. Se dijo que más de un +alma se sintió regenerada con la eficacia de aquel discurso, y que +fueron muchos los que juraron eterna gratitud al Sr. Dimmesdale por el +bien que les había hecho. Pero, cuando bajó del púlpito, le detuvo el +anciano sacristán presentándole un guante negro que el ministro +reconoció por suyo.</p> + +<p>—Se encontró esta mañana,—dijo el sacristán,—en el tablado en que se +expone á los malhechores á la vergüenza pública. Satanás lo dejó caer +allí deseando sin duda jugar una mala pasada á su Reverencia. Pero ha +procedido con el mismo desacierto y ligereza de siempre. Una mano limpia +y pura no necesita guante que la cubra.</p> + +<p>—Gracias, buen amigo,—dijo el ministro con gravedad, pero muy +sobresaltado, pues tan confusos eran sus recuerdos, que casi creía que +los acontecimientos de la<a name="page_198" id="page_198"></a> noche pasada eran solo un sueño.—Sí, agregó, +parece que es mi guante.</p> + +<p>—Y puesto que Satanás ha creído conveniente robároslo, en adelante +Vuestra Reverencia debe tratar á ese enemigo sin miramientos de ninguna +clase. Duro con él;—dijo el anciano sacristán con horrible sonrisa. +Pero, ¿ha oído Vuestra Reverencia hablar del portento que se vió anoche? +Se dice que apareció en el cielo una gran letra roja, la letra A, que +hemos interpretado significa Ángel. Y como nuestro buen Gobernador +Winthrop falleció también anoche, y fué convertido en ángel, de seguro +que se creyó conveniente publicar la noticia de algún modo.</p> + +<p>—No; nada he oído acerca de ese particular,—contestó el ministro.<a name="page_199" id="page_199"></a></p> + +<h3><a name="XIII" id="XIII"></a>XIII<br /><br /> +<small>OTRO MODO DE JUZGAR Á ESTER</small></h3> + +<p>E<small>N</small> su última y singular entrevista con el Sr. Dimmesdale, se quedó Ester +completamente sorprendida al ver el estado á que se hallaba reducido el +ministro. Sus nervios parecían del todo arruinados: su fuerza moral era +la de un niño: andaba arrastrando los pasos, aun cuando sus facultades +intelectuales conservaban su prístina fuerza, ó habían adquirido acaso +una mórbida energía, que solamente pudo haberles comunicado la +enfermedad. Conociendo ella toda la cadena de circunstancias que eran un +profundo secreto para los otros, podía inferir que, además de la acción +legítima de su propia conciencia, se había empleado, y se empleaba +todavía contra el reposo y bienestar del Sr. Dimmesdale, una maquinaria +terrible y misteriosa. Conociendo también lo que había sido en otros +tiempos este pobre hombre, ahora caído, su alma se llenó de compasión al +recordar el hondo sentimiento de terror con que le pidió á ella,—la +mujer despreciada,—que lo protegiese contra un enemigo que +instintivamente había descubierto; y decidió que el ministro tenía el +derecho de esperar de su parte todo el auxilio posible. Poco +acostumbrada, en su largo aislamiento y estado de segregación de la +sociedad, á medir sus<a name="page_200" id="page_200"></a> ideas de lo justo ó de lo injusto según el rasero +común, Ester vió, ó creyó ver, que había en ella una responsabilidad +respecto á Dimmesdale, superior á la que tenía para con el mundo entero. +Los lazos que á este último la ligaron, cualquiera que hubiese sido su +naturaleza, estaban todos destruídos. Por el contrario, respecto al +ministro existía el férreo lazo del crimen mutuo, que ni él ni ella +podían romper, y que, como todos los otros lazos, traía aparejadas +consigo obligaciones ineludibles.</p> + +<p>Ester no ocupaba ya precisamente la misma posición que en los primeros +tiempos de su ignominia. Los años se habían ido sucediendo, y Perla +contaba ya siete de edad. Su madre, con la letra escarlata en el pecho, +brillando con su fantástico bordado, era ahora una figura muy conocida +en la población; y como no se mezclaba en los asuntos públicos ó +privados de nadie, en nada ni para nada, se había ido formando una +especie de consideración general hacia Ester. En honra de la naturaleza +humana puede decirse que, excepto cuando interviene el egoísmo, está más +dispuesta á amar que á odiar. El odio, por medio de un procedimiento +silencioso y gradual, se puede transformar hasta en amor, siempre que á +ello no se opongan nuevas causas que mantengan vivo el sentimiento +primero de hostilidad. En el caso de Ester Prynne, no había ocurrido +nada que lo agravase, porque jamás ella se declaró en contra del +público, sino que se sometió, sin quejarse, á todo lo que éste quiso +hacer, sin demandar nada en recompensa de sus sufrimientos. Hay que +agregar la pureza inmaculada de su vida durante todos estos años en que +se había visto segregada del trato<a name="page_201" id="page_201"></a> social y declarada infame, y esa +circunstancia influyó mucho en favor suyo. No teniendo ahora nada que +perder para con el mundo, y sin esperanzas, y acaso tampoco sin deseos +de ganar alguna cosa, su vuelta á la senda austera del deber sólo podría +atribuirse á un verdadero amor de la virtud.</p> + +<p>Se había notado igualmente que si bien Ester jamás reclamó la más mínima +participación en los bienes y beneficios del mundo, excepto respirar el +aire común á todos y ganar el sustento para Perlita y para ella misma +con la labor de sus manos,—sin embargo, siempre se hallaba dispuesta á +servir á sus semejantes, cuando la ocasión se presentaba. No había nadie +que con tanta prontitud y buena voluntad compartiera sus escasas +provisiones con el pobre, aun cuando éste, en recompensa de los +alimentos llevados con toda regularidad á su puerta, ó de los vestidos +trabajados por aquellos dedos que habrían podido bordar el manto de un +monarca, le pagase con un sarcasmo ó una palabra ofensiva. En tiempos de +calamidad general, de epidemia, ó de escasez, nadie había tan llena de +abnegación como Ester: en los hogares invadidos por la desgracia, allí +entraba ella, no como huésped intruso é inoportuno, sino como quien +tiene pleno derecho á hacerlo; cual si las sombras que esparce el dolor +fueran el medio más adecuado para poder tratar con sus semejantes. Allí +brillaba la letra escarlata á manera de luz que derrama consuelo y +bienestar: símbolo del pecado en todas partes, en la cabecera del +enfermo era emblema de caridad y conmiseración. En casos tales, la +naturaleza de Ester se mostraba con todo el calor que le era innato, y +con aquella ternura<a name="page_202" id="page_202"></a> y suavidad que nunca dejaban de producir el efecto +deseado en los afligidos que á ella acudían. Su seno, con el signo de +ignominia que en él lucía, puede decirse que era el regazo donde podía +reposar en calma la cabeza del infortunado. Era una hermana de la +caridad, ordenada por sí misma, ó mejor dicho, ordenada por la ruda mano +del mundo, cuando ni éste, ni ella, podían prever semejante resultado. +La letra escarlata fué el símbolo de su vocación. Ester se volvió tan +útil, desplegó tal facultad de hacer el bien y de identificarse con los +dolores ajenos, que muchas personas se negaron á dar á la <i>A</i> escarlata +su significado primitivo de "Adúltera," y decían que en realidad +significaba—"Abnegación." ¡Tales eran las virtudes manifestadas por +Ester Prynne!</p> + +<p>Sólo las moradas en que el infortunio había arrojado un velo sombrío, +eran las que podían retenerla; desde el instante en que comenzaban á +iluminarlas los rayos de la felicidad, Ester desaparecía. El huésped +caritativo y servicial se alejaba, sin dar siquiera una mirada de +despedida en que recoger el tributo de gratitud que le era debido, si es +que existía alguna en los corazones de aquellos á quienes había servido +con tanto celo. Al encontrarlos en la calle, jamás levantaba la cabeza +para recibir su saludo; y si alguno se dirigía á ella resueltamente, +entonces indicaba en silencio la letra escarlata con un dedo, y +continuaba su camino. Esto podría atribuirse á orgullo, pero se +asemejaba tanto á la humildad, que producía en el espíritu del público +todo el efecto conciliador de esta virtud. El temperamento del público +es en lo general despótico, y capaz de denegar la justicia más +evidente,<a name="page_203" id="page_203"></a> cuando se demanda con demasiada exigencia como de derecho; +pero concede frecuentemente más de lo que se pide, si, como sucede con +los déspotas, se apela enteramente á su generosidad. Interpretando la +conducta de Ester como una apelación de esta naturaleza, la sociedad se +hallaba inclinada á tratar á su antigua víctima con mayor benignidad de +la que ella misma deseaba ó tal vez merecía.</p> + +<p>Los gobernantes de aquella comunidad tardaron más tiempo que el pueblo +en reconocer la influencia de las buenas cualidades de Ester. Las +preocupaciones que compartían en común con aquel, adquirían en ellos +mayor fuerza merced á una serie de razonamientos que dificultaba en +extremo la tarea de desentenderse de dichas prevenciones. Sin embargo, +día tras día, sus rostros avinagrados y rígidos se fueron desarrugando y +adquiriendo algo que, con el transcurso de los tiempos, se podría tomar +por una expresión de benevolencia. Así acontecía también con los hombres +de alto copete, que se consideraban los guardianes de la moralidad +pública. Los individuos privados habían perdonado ya completamente á +Ester Prynne su fragilidad; aún más, habían empezado á considerar la +letra escarlata, no como el signo que denunciaba una falta, tan larga y +duramente expiada, sino como el símbolo de sus muchas y buenas acciones. +"¿Véis esa mujer con la divisa bordada?"—decían á los extraños. "Es +nuestra Ester, la Ester de nuestra población, tan compasiva con los +pobres, tan servicial con los enfermos, tan consoladora para los +afligidos." Cierto es que entonces la propensión de la naturaleza humana +á referir lo malo cuando se trata de otro, les<a name="page_204" id="page_204"></a> impelía también á contar +en voz baja el escándalo de otros tiempos. Y á pesar de todo, era un +hecho real que á los ojos de las mismas personas que así hablaban, la +letra escarlata producía un efecto parecido al de la cruz en el pecho de +una monja, comunicando á la que la llevaba una especie de santidad, que +le permitía atravesar con toda seguridad por en medio de cualquier clase +de peligro. Si hubiera caído entre ladrones, la habría protegido. Se +decía, y muchos lo creían, que un indio disparó una vez una flecha +contra la letra, y que, al tocarla, cayó la flecha al suelo hecha +pedazos, sin haberle causado el menor daño á la letra.</p> + +<p>El efecto de la divisa, ó mejor dicho, de la posición que ésta indicaba +con respecto á la sociedad, fué poderoso y peculiar en el ánimo de +Ester. Toda la gracia y ligereza de su espíritu habían desaparecido á +influjos de esta funesta letra, dejando solamente algo ostensiblemente +rudo y tosco, que habría podido hasta ser repulsivo para sus amigas ó +compañeras, á haberlas tenido. Los atractivos físicos de su persona +habían experimentado un cambio igual; quizá debido en parte á la +seriedad de su traje, y en parte á la sequedad de sus maneras. También +fué una triste transformación la que experimentó su hermosa y espléndida +cabellera que, ó había sido cortada, ó estaba tan completamente oculta +bajo su gorra, que ni siquiera se alcanzaba á ver uno solo de sus rizos. +En consecuencia de todas estas causas, pero aun mucho más debido á algo +desconocido, parecía que no había ya en el rostro de Ester nada que +pudiera atraer las miradas del amor; nada en la figura de Ester, aunque +majestuosa y semejante á una estatua, que despertara<a name="page_205" id="page_205"></a> en la pasión el +anhelo de estrecharla entre sus brazos; nada en el corazón de Ester que +pudiera responder á los latidos amorosos de otro corazón. Algo había +desaparecido en ella, algo completamente femenino, como acontece con +frecuencia cuando la mujer ha pasado por pruebas de una severidad +peculiar: porque si ella es toda ternura, esto le costará la vida; y si +sobreviviere á estas pruebas, entonces esa ternura ó tiene que +extinguirse por completo, ó reconcentrarse tan hondamente en el corazón, +que jamás se podrá mostrar de nuevo. Tal vez esto último sea lo más +exacto. La que una vez fué una verdadera mujer, y ha cesado de serlo, +puede á cada instante recobrar sus atributos femeninos, si solamente +viene el toque mágico que efectúe la transfiguración. Ya veremos si +Ester Prynne recibió más tarde ese toque mágico y quedó transfigurada.</p> + +<p>Mucha parte de la frialdad marmórea de que parecía estar dotada Ester, +debe atribuirse á la circunstancia de que se había operado un gran +cambio en su vida, reinando ahora el pensamiento donde antes reinaban la +pasión y los sentimientos. Estando sola en el mundo, sola en cuanto á +depender de la sociedad, y con la pequeña Perla á quien guiar y +proteger,—sola y sin esperanzas de mejorar su posición, aunque no +hubiera desdeñado semejante idea,—arrojó lejos de sí los fragmentos de +una cadena hecha pedazos. La ley universal no era la ley de su espíritu. +Vivía además en una época en que la inteligencia humana, recientemente +emancipada, había desplegado mayor actividad y entrado en una esfera más +vasta de acción que lo que había hecho durante muchos siglos. Nobles y +tronos<a name="page_206" id="page_206"></a> habían sido derrocados por los hombres de la espada; y antiguas +preocupaciones habían sido destruídas por hombres aun más atrevidos que +aquellos. Ester se había penetrado de este espíritu puramente moderno, +adoptando una libertad de especulación, común entonces al otro lado del +Atlántico, pero que, á haber tenido noticia de ello nuestros +antepasados, lo habrían juzgado un pecado más mortal que el que +estigmatizaron con la letra escarlata. En su cabaña solitaria, á orillas +del mar, la visitaban ideas y pensamientos tales, como no era posible +que se atrevieran á penetrar en otra morada de la Nueva Inglaterra: +huéspedes invisibles, que habrían sido tan peligrosos para los que les +daban entrada en su espíritu, como si se les hubiera visto en trato +familiar con el enemigo del género humano.</p> + +<p>Es digno de notarse que las personas que se entregan á las más atrevidas +especulaciones mentales, son con frecuencia también las que más +tranquilamente se conforman á las leyes externas de la sociedad. El +pensamiento les basta, sin que traten de convertirlo en acción. Así +parece que pasaba con Ester. Sin embargo, si no hubiera tenido á Perla, +las cosas habrían sido muy diferentes. Entonces tal vez su nombre +brillaría hoy en la Historia como la fundadora de una secta religiosa á +par de Ana Hutchinson:<a name="FNanchor_17_17" id="FNanchor_17_17"></a><a href="#Footnote_17_17" class="fnanchor">[17]</a> quizás habría sido una especie de profetisa; +pero probablemente los severos tribunales de la época la habrían +condenado á muerte por intentar destruir los fundamentos en que +descansaba la colonia puritana. Pero en la educación de su hija, la +osadía de sus pensamientos<a name="page_207" id="page_207"></a> había abatido en gran parte su entusiasta +vuelo. En la persona de su niñita, la Providencia le había asignado á +Ester la tarea de hacer que germinaran y florecieran, en medio de +grandes dificultades, los más dignos atributos de la mujer. Todo estaba +en contra de la madre: el mundo le era hostil; la naturaleza misma de la +niña tenía algo perverso en su esencia, que hacía recordar continuamente +que en su nacimiento había presidido la culpa,—el resultado de la +pasión desordenada de la madre,—y repetidas veces se preguntaba Ester +con amargura si esta criaturita había venido al mundo para bien ó para +mal.</p> + +<p>Verdad es que la misma pregunta se hacía respecto al género humano en +general. ¿Valía la pena aceptar la existencia, aun á los más felices +entre los mortales? Por lo que á ella misma tocaba, tiempo hacía que la +había contestado por la negativa, dando el punto por completamente +terminado. La tendencia á la especulación, aunque puede verter la calma +en el espíritu de la mujer, como sucede con el hombre, la vuelve sin +embargo triste, pues acaso vé ante sí una tarea irrealizable. +Primeramente, todo el edificio social tiene que derribarse, y +reconstruirse todo de nuevo; luego, la naturaleza del hombre tiene que +modificarse esencialmente antes de permitírsele á la mujer que ocupe lo +que parece ser una posición justa y adecuada; y, finalmente, aun después +de allanadas todas las otras dificultades, la mujer no podrá +aprovecharse de todas estas reformas preliminares hasta que ella misma +haya experimentado un cambio radical, en el cual, quizá, la esencia +etérea, que constituye el alma verdaderamente femenina, se habría +evaporado por completo.<a name="page_208" id="page_208"></a> Una mujer nunca resuelve estos problemas con el +mero uso del pensamiento: son irresolubles, ó solamente pueden +resolverse de una manera. Si por casualidad prepondera el corazón, los +problemas se desvanecen. Ester, cuyo corazón, por decirlo así, había +perdido su ritmo regular y saludable, vagaba errante, sin luz que la +guiase, en el sombrío laberinto de su espíritu; y á veces se apoderaba +de ella la duda terrible de si no sería mejor enviar cuanto antes á +Perla al cielo, y presentarse ella también á aceptar el destino á que la +Eterna Justicia la creyese acreedora. La letra escarlata no había +llenado el objeto á que se la destinó.</p> + +<p>Ahora, sin embargo, su entrevista con el Reverendo Sr. Dimmesdale en la +noche de la vigilia de éste, la había proporcionado nueva materia de +reflexiones, presentándole en perspectiva un objeto digno de toda clase +de esfuerzos y sacrificios para conseguirlo. Había presenciado el +suplicio intenso bajo el cual luchaba el ministro, ó, para hablar con +más propiedad, había cesado de luchar. Vió que se encontraba al borde de +la locura, si es que ya su razón no se había hundido. Era imposible +dudar que, por mucha que fuese la eficacia dolorosa de un punzante y +secreto remordimiento, un veneno mucho más mortífero le había sido +administrado por la misma mano que pretendía curarle. Bajo la capa de +amigo y favorecedor médico, había constantemente á su lado un secreto +enemigo que se aprovechaba de las oportunidades que así se le +presentasen para tocar, con malvada intención, todos los resortes de la +naturaleza delicada del Sr. Dimmesdale. Ester no podía menos de +preguntarse si no fué desde<a name="page_209" id="page_209"></a> el principio una falta de valor, de +sinceridad y de lealtad de parte suya, permitir que el ministro se +encontrara en una situación de la que nada bueno, y sí mucho malo, +podría esperarse. Su única justificación era la imposibilidad en que +había estado de hallar otro medio de librarle de una ruina aun más +terrible de la que á ella le había caído en suerte. Lo único posible fué +acceder al plan del disfraz de Rogerio Chillingworth. Movida de esta +idea, se decidió, entonces, como ahora lo comprendía, por el partido +peor que pudiera haber adoptado. Determinó, por lo tanto, remediar su +error hasta donde le fuera posible. Fortalecida por años de rudas +pruebas, ya no se sentía tan incapacitada para luchar con Rogerio como +la noche aquella en que, abatida por el pecado, y medio loca por la +ignominia á que acababa de ser expuesta, tuvo con él la entrevista en el +cuarto de la prisión. Desde entonces, su espíritu se había ido +remontando á mayores alturas; mientras que el anciano médico había ido +descendiendo al nivel de Ester, ó quizás muy por debajo de ella, merced +á la idea de venganza de que se hallaba poseído.</p> + +<p>En una palabra, Ester resolvió tener una nueva entrevista con su antiguo +marido, y hacer cuanto estuviera en su poder para salvar á la víctima de +que evidentemente se había apoderado. La ocasión no tardó en +presentarse. Una tarde, paseándose con Perla en un sitio retirado en las +cercanías de su cabaña, vió al viejo médico con un cesto en una mano, y +un bastón en la otra, buscando hierbas y raíces para confeccionar sus +remedios y medicinas.<a name="page_210" id="page_210"></a></p> + +<h3><a name="XIV" id="XIV"></a>XIV<br /><br /> +<small>ESTER Y EL MÉDICO</small></h3> + +<p>E<small>STER</small> le dijo á Perla que corretease por la ribera del mar y jugara con +las conchas y las algas marinas, mientras ella hablaba un rato con el +hombre que estaba recogiendo hierbas á cierta distancia; por +consiguiente, la niña partió como un pájaro, y descalzándose los +piececitos empezó á recorrer la orilla húmeda del mar. Aquí y allá se +detenía junto á un charco de agua dejado por la marea, y se ponía á +mirarse en él como si fuera un espejo. Reflejábase en el charco la +imagen de la niñita con brillantes y negros rizos y la sonrisa de un +duendecillo, á la que Perla, no teniendo otra compañera con quien jugar, +invitaba á que la tomara de la mano y diese una carrera con ella. La +imagen repetía la misma señal como diciendo:—"Este es un lugar mejor: +ven aquí;"—y Perla, entrando en el agua hasta las rodillas, contemplaba +sus piececitos blancos en el fondo mientras, aun más profundamente, veía +una vaga sonrisa flotar en el agua agitada.</p> + +<p>Entretanto la madre se había acercado al médico.</p> + +<p>—Quisiera hablarte una palabra,—dijo Ester,—una palabra que á ambos +nos interesa.</p> + +<p>—¡Hola! ¿Es la Sra. Ester la que desea hablar una palabra con el viejo +Rogerio Chillingworth?—respondió <a name="page_211" id="page_211"></a>el médico, irguiéndose +lentamente.—Con todo mi corazón, continuó; vamos, señora, oigo +solamente buenas noticias vuestras en todas partes. Sin ir más lejos, +ayer por la tarde, un magistrado, hombre sabio y temeroso de Dios, +estaba discurriendo conmigo acerca de vuestros asuntos, Sra. Ester, y me +dijo que se había estado discutiendo en el Consejo si se podría quitar +de vuestro pecho, sin que padeciera la comunidad, esa letra escarlata +que ostentáis. Os juro por mi vida, Ester, que rogué encarecidamente al +digno magistrado que se hiciera eso sin pérdida de tiempo.</p> + +<p>—No depende de la voluntad de los magistrados quitarme esta +insignia,—respondió tranquilamente Ester.—Si yo fuere digna de verme +libre de ella, ya se habría caído por sí misma, ó se habría transformado +en algo de una significación muy diferente.</p> + +<p>—Llevadla, pues, si así os place,—replicó el médico.—Una mujer debe +seguir su propio capricho en lo que concierne al adorno de su persona. +La letra está bellamente bordada, y luce muy bien en vuestro pecho.</p> + +<p>Mientras así hablaban, Ester había estado observando fijamente al +anciano médico, y se quedó sorprendida á la vez que espantada, al notar +el cambio que en él se había operado en los últimos siete años; no +porque hubiera envejecido, pues aunque eran visibles las huellas de la +edad, parecía retener aun su vigor y antigua viveza de espíritu; pero +aquel aspecto de hombre intelectual y estudioso, tranquilo y apacible, +que era lo que ella mejor recordaba, había desaparecido por completo, +reemplazándole una expresión ansiosa, escudriñadora, casi feroz, aunque +reservada. Parecía que su deseo y su propósito eran ocultar esa<a name="page_212" id="page_212"></a> +expresión bajo una sonrisa, pero ésta le vendía, pues vagaba tan +irrisoriamente por su rostro, que el espectador podía, merced á ella, +discernir mejor la negrura de su alma. De vez en cuando brillaban sus +ojos con siniestro fulgor, como si el alma del anciano fuera presa de un +incendio, que se manifestara solo de tarde en tarde por una rápida +explosión de cólera y momentánea llamarada. Esto lo reprimía el médico +tan pronto como le era posible, y trataba entonces de parecer tan +tranquilo como si nada hubiera sucedido.</p> + +<p>En una palabra, el viejo médico era un ejemplo de la extraordinaria +facultad que tiene el hombre de transformarse en un demonio, si quiere +por cierto tiempo desempeñar el oficio de éste. Transformación tal se +había operado en el médico, por haberse dedicado durante siete años al +constante análisis de un corazón lleno de agonía, hallando su placer en +esa tarea, y añadiendo, por decirlo así, combustible á las horribles +torturas que analizaba y en cuyo análisis hallaba tan intenso placer.</p> + +<p>La letra escarlata abrasaba el seno de Ester Prynne. Aquí había otra +ruina de que ella era en parte responsable.</p> + +<p>—¿Qué véis en mi rostro, que contempláis con tal gravedad de +expresión?—preguntó el médico.</p> + +<p>—Algo que me haría llorar, si para ello hubiese en mí lágrimas bastante +acerbas,—respondió Ester;—pero no hablemos de eso. De aquel +infortunado hombre es de quien quisiera hablar.</p> + +<p>—Y ¿qué hay con él?—preguntó el médico con ansiedad, como si el tema +fuera muy de su agrado, y se alegrara de hallar una oportunidad de +discutirlo con la<a name="page_213" id="page_213"></a> única persona con quien pudiera hacerlo.—Para decir +la verdad, mi Sra. Ester, precisamente mis pensamientos estaban ahora +ocupados en ese caballero: de consiguiente, hablad con toda libertad, +que os responderé.</p> + +<p>—Cuando nos hablamos la última vez, dijo Ester, de esto hace unos siete +años, os complacísteis en arrancarme la promesa de que guardara el +secreto acerca de las relaciones que en otro tiempo existieron entre +nosotros. Como la vida y el buen nombre del ministro estaban en vuestras +manos, no me quedó otra cosa que hacer sino permanecer en silencio de +acuerdo con vuestro deseo. Sin embargo, no sin graves presentimientos, +me obligué á ello; porque hallándome desligada de toda obligación para +con los demás seres humanos, no lo estaba para con él; y algo había que +me murmuraba en los oídos que al empeñar mi palabra de que obedecería +vuestro mandato, le estaba haciendo traición. Desde entonces, nadie como +vos se halla tan cerca de él: seguís cada uno de sus pasos; estáis á su +lado, despierto ó dormido; escudriñáis sus pensamientos; mináis y +ulceráis su corazón; su vida está en vuestras garras; le estáis matando +con una muerte lenta, y todavía no os conoce, no sabe quién sois. Al +permitir yo esto, he procedido con falsedad respecto al único hombre con +quien tenía el deber de ser sincera.</p> + +<p>—¿Qué otro camino os quedaba?—preguntó el médico.—Si yo hubiera +señalado á este hombre con el dedo, habría sido arrojado de su púlpito á +un calabozo—y de allí tal vez al cadalso.</p> + +<p>—Habría sido preferible,—dijo Ester.</p> + +<p>—¡Qué mal le he hecho á ese hombre?—preguntó<a name="page_214" id="page_214"></a> de nuevo el médico.—Te +aseguro, Ester Prynne, que con los honorarios más crecidos y valiosos +que un monarca pudiera haber pagado á un facultativo, no se habría +conseguido todo el esmero y la atención que he consagrado á este infeliz +eclesiástico. Á no ser por mí, su vida se habría extinguido en medio de +tormentos y agonías en los dos primeros años que siguieron á la +perpetración de su crimen y el tuyo. Porque tú sabes, Ester, que su alma +carece de la fortaleza de la tuya para sobrellevar, como lo has hecho, +un peso semejante al de tu letra escarlata. ¡Oh! ¡yo podría revelar un +secreto digno de ser conocido! Pero basta sobre este punto. Lo que la +ciencia puede hacer, lo he hecho en su beneficio. Si aun respira y se +arrastra en este mundo, á mí solamente lo debe.</p> + +<p>—Más le valiera haber muerto de una vez,—dijo Ester.</p> + +<p>—Sí, mujer, tienes razón,—exclamó el viejo Rogerio haciendo brillar en +los ojos todo el fuego infernal de su corazón;—más le valiera haber +muerto de una vez. Jamás mortal alguno padeció lo que este hombre ha +padecido.... Y todo, todo, á la vista de su peor enemigo. Ha tenido una +vaga sospecha acerca de mí: ha sentido que algo se cernía siempre sobre +él á manera de una maldición; conocía instintivamente que la mano que +sondeaba su corazón no era mano amiga, y que había un ojo que le +observaba, buscando solamente la iniquidad, y la ha encontrado. ¡Pero no +sabía que esa mano y ese ojo fueran los míos! Con la superstición común +á su clase, se imaginaba entregado á un demonio para que le atormentara +con sueños espantosos, con pensamientos terribles, con el<a name="page_215" id="page_215"></a> aguijón del +remordimiento, y con la creencia de que no será perdonado, todo como +anticipación de lo que le espera más allá de la tumba. Pero era la +sombra constante de mi presencia, la proximidad del hombre á quien más +vilmente había ofendido, y que vive tan solo merced á este veneno +perpetuo del más intenso deseo de venganza. ¡Sí; sí por cierto! No se +equivocaba, tenía un enemigo implacable junto á sí. Un mortal, dotado en +otro tiempo de sentimientos humanos, se ha convertido en un demonio para +su tormento especial.</p> + +<p>El infortunado médico, al pronunciar estas palabras, alzó los brazos con +una mirada de horror, como si hubiera visto alguna forma espantosa, que +no podía reconocer y estuviese usurpando el lugar de su propia imagen en +un espejo. Era uno de esos raros momentos en que el aspecto moral de un +hombre se revela con toda fidelidad á los ojos de su alma. Probablemente +jamás se había visto á sí mismo como se veía ahora.</p> + +<p>—¿No lo has torturado ya bastante?—le preguntó Ester notando la +expresión del rostro del anciano.—¿No te ha pagado todo con usura?</p> + +<p>—¡No! ¡no! Ha aumentado su deuda,—respondió el médico, y á medida que +proseguía, su rostro fué perdiendo la expresión de fiereza, volviéndose +más y más sombrío.—¿Te acuerdas, Ester, cómo era yo hace nueve años? +Aun entonces me encontraba en el otoño de mis días, y no al principio +del otoño. Pero toda mi vida había consistido en años tranquilos de +estudio severo y de meditación, consagrados á aumentar mis +conocimientos, y también, fielmente, al progreso<a name="page_216" id="page_216"></a> del bienestar del +género humano. Ninguna vida había sido tan pacífica é inocente como la +mía: pocas, tan ricas en beneficios conferidos. ¿No recuerdas lo que yo +era? Aunque frío en la apariencia, ¿no era yo un hombre que pensaba en +el bien de los demás, sin acordarse mucho de sí mismo; bondadoso, +sincero, justo, y constante en sus afectos, si bien éstos no muy +ardientes? ¿No era yo todo esto?</p> + +<p>—Todo esto, y más,—dijo Ester.</p> + +<p>—¿Y qué soy ahora?—preguntó el anciano, mirándola fijamente al rostro, +y dejando que toda la perversidad de su alma se retratase en la +fisonomía.—¿Qué soy yo ahora? Ya te he dicho lo que soy: un enemigo +implacable: un demonio en forma humana. ¿Quién me ha hecho así?</p> + +<p>—Yo he sido,—exclamó Ester estremeciéndose.—Yo he sido, tanto ó más +que él. ¿Por qué no te has vengado en mí?</p> + +<p>—Te he dejado entregada á la letra escarlata,—replicó Rogerio.—Si eso +no me ha vengado, no puedo hacer más.</p> + +<p>Y puso un dedo en la letra, con una sonrisa.</p> + +<p>—¡Te ha vengado!—replicó Ester.</p> + +<p>—Es lo que creía,—dijo el médico.—Y ahora ¿qué es lo que quieres de +mí respecto á ese hombre?</p> + +<p>—Tengo que revelarle el secreto,—respondió Ester con firmeza,—tiene +que ver y saber lo que realmente eres. No sé cuáles serán las +consecuencias. Pero esta deuda mía para con él, cuya ruina y tormento he +sido, tiene al fin que quedar satisfecha. En tus manos está la +destrucción ó la conservación de su buen nombre y estado social, y tal +vez hasta su vida. Ni puedo yo,—<a name="page_217" id="page_217"></a>á quien la letra escarlata ha hecho +comprender el valor de la verdad, si bien haciéndola penetrar en el alma +como con un hierro candente,—no, ni puedo yo percibir la ventaja que él +reporte de vivir por más tiempo esa vida de miseria y de horror, para +rebajarme ante tí é implorarte compasión hacia tu víctima. No; haz con +él lo que quieras. No hay nada bueno que esperar para él—ni para mí—ni +para tí—ni aun siquiera para mi pequeña Perla. No hay sendero alguno +que nos saque de este triste y sombrío laberinto.</p> + +<p>—Mujer, casi podría compadecerte,—dijo el médico á quien no fué +posible contener un movimiento de admiración, pues había una cierta +majestad en la desesperación con que Ester se expresó.—Había en tí +grandes cualidades; y si hubieras hallado en tus primeros años un amor +más adecuado que el mío, nada de esto habría acontecido. Te compadezco +por todo lo bueno que en tí se ha perdido.</p> + +<p>—Y yo á tí,—contestó Ester,—por todo el odio que ha transformado en +un monstruo infernal á un hombre justo y sabio. ¿Quieres despojarte de +ese odio y volver de nuevo á ser una criatura humana? Si no por él, á lo +menos por tí. Perdona; y deja su ulterior castigo al Poder á quien +pertenece. Dije ahora poco que nada bueno podíamos esperar él, ni tú, ni +yo, que andamos vagando juntos en este sombrío laberinto de maldad, +tropezando á cada paso contra la culpa que hemos esparcido en nuestra +senda. No es así. Puede haber algo bueno para tí; sí, para tí solo, +porque tú eres el profundamente ofendido, y tienes el privilegio de +poder perdonar. ¿Quieres abandonar ese único<a name="page_218" id="page_218"></a> privilegio? ¿Quieres +rechazar esa ventaja de incomparable valor?</p> + +<p>—Basta, Ester, basta,—replicó el anciano médico con sombría +entereza.—No me está concedido perdonar. No hay en mí esa facultad de +que hablas. Mi antigua fe, olvidada hace tiempo, se apodera de nuevo de +mí y explica todo lo que hacemos y todo lo que padecemos. El primer paso +errado que diste, sembró el germen del mal; pero desde aquel momento ha +sido todo una fatal necesidad. Vosotros que de tal modo me habéis +ofendido, no sois culpables, excepto en una especie de ilusión; ni soy +yo el enemigo infernal que ha arrebatado al gran enemigo del género +humano su oficio. Es nuestro destino. Deja que se desenvuelva como +quiera. Continúa en tu sendero, y haz lo que te parezca con ese hombre.</p> + +<p>Hizo una señal con la mano y siguió recogiendo hierbas y raíces.<a name="page_219" id="page_219"></a></p> + +<h3><a name="XV" id="XV"></a>XV<br /><br /> +<small>ESTER Y PERLA</small></h3> + +<p>D<small>E</small> este modo Rogerio Chillingworth,—viejo, deforme, y con un rostro que +se quedaba grabado en la memoria de los hombres más tiempo de lo que +hubieran querido,—se despidió de Ester y continuó su camino en la +tierra. Iba recogiendo aquí una hierba, arrancaba más allá una raíz, y +lo ponía todo en el cesto que llevaba al brazo. Su barba gris casi +tocaba el suelo cuando, inclinado, proseguía hacia adelante. Ester le +contempló un momento, con cierta extraña curiosidad, para ver si las +tiernas hierbas de la temprana primavera no se marchitarían bajo sus +pies, dejando un negro y seco rastro al través del alegre verdor que +cubría el suelo. Se preguntaba qué clase de hierbas serían esas que el +anciano recogía con tanto cuidado. ¿No le ofrecería la tierra, avivada +para el mal, en virtud del influjo de su maligna mirada, raíces y +hierbas venenosas de especies hasta ahora desconocidas que brotarían al +contacto de sus dedos? ¿Ó no bastaría ese mismo contacto para convertir +en algo deletéreo y mortífero los productos más saludables del seno de +la tierra? El sol, que con tanto esplendor brillaba donde quiera, +¿derramaba realmente sobre él sus rayos benéficos? ¿Ó acaso, como más +bien parecía, le rodeaba un círculo de fatídica sombra que se<a name="page_220" id="page_220"></a> movía á +par de él donde quiera que dirigiera sus pasos? ¿Y á dónde iba ahora? +¿No se hundiría de repente en la tierra, dejando un lugar estéril y +calcinado que con el curso del tiempo se cubriría de mortífera yerba +mora, beleño, cicuta, apócimo, y toda otra clase de hierbas nocivas que +el clima produjese, creciendo allí con horrible abundancia? ¿Ó tal vez +extendería enormes alas de murciélago, y echando á volar en los +espacios, parecería tanto más feo cuanto más ascendiera hacia el cielo?</p> + +<p>—Sea ó no un pecado,—dijo Ester con amargura y con la mirada fija en +el viejo médico,—¡odio á ese hombre!</p> + +<p>Se reprendió á sí misma á causa de ese sentimiento, pero ni pudo +sobreponerse á él ni disminuir su intensidad. Para conseguirlo, pensó en +aquellos días, ya muy lejanos, en que Rogerio acostumbraba dejar su +cuarto de estudio á la caída de la tarde, y venía á sentarse junto á la +lumbre del hogar, á los rayos de luz de su sonrisa nupcial. Decía +entonces que necesitaba calentarse al resplandor de aquella sonrisa, +para que desapareciera de su corazón de erudito el frío producido por +tantas horas solitarias pasadas entre sus libros. Escenas semejantes le +parecieron en otro tiempo investidas de cierta felicidad; pero ahora, +contempladas al través de los acontecimientos posteriores, se habían +convertido en sus recuerdos más amargos. Se maravillaba de que hubiera +habido tales escenas; y sobre todo, de que se hubiera dejado inducir á +casarse con él. Consideraba eso el crimen mayor de que tuviera que +arrepentirse, así como haber correspondido á la fría presión de aquella +mano, y haber consentido<a name="page_221" id="page_221"></a> que la sonrisa de sus labios y de sus ojos se +mezclara á las de aquel hombre. Y le parecía que el viejo médico, al +persuadirla, cuando su corazón inexperto nada sabía del mundo, al +persuadirla que se imaginase feliz á su lado, había cometido una ofensa +mayor que todo lo que á él se le hubiere hecho.</p> + +<p>—¡Sí, le odio!—repitió Ester con más intenso rencor que antes.—¡Me ha +engañado! ¡Me hizo un mal mucho mayor que cuanto yo le he inferido!</p> + +<p>¡Tiemble el hombre que consigue la mano de una mujer, si al mismo tiempo +no obtiene por completo todo el amor de su corazón! De lo contrario, le +acontecerá lo que á Rogerio Chillingworth, cuando un acento más poderoso +y elocuente que el suyo despierte las dormidas pasiones de la mujer; +entonces le echarán en cara hasta aquel apacible contento, aquella fría +imagen de la felicidad que se la hizo creer era la calurosa realidad. +Pero Ester hace tiempo que debía haberse desentendido de esta +injusticia. ¿Qué significaba? ¿Acaso los siete largos años de tortura +con la letra escarlata habían producido dolores indecibles sin que en su +alma hubiese penetrado el remordimiento?</p> + +<p>Las emociones de aquellos breves instantes, en que estuvo contemplando +la figura contrahecha del viejo Rogerio, arrojaron una luz en el +espíritu de Ester, revelando muchas cosas de que, de otro modo, ella +misma no se habría dado cuenta.</p> + +<p>Una vez que el médico hubo desaparecido, llamó á su hijita.</p> + +<p>—¡Perla! ¡Perlita! ¿dónde estás?</p> + +<p>Perla, cuya actividad de espíritu jamás flaqueaba, no había carecido de +distracciones mientras su madre<a name="page_222" id="page_222"></a> hablaba con el anciano herbolario. Al +principio se divirtió contemplando su propia imagen en un charco de +agua; luego hizo pequeñas embarcaciones de corteza de abedul y las cargó +de conchas marítimas, zozobrando la mayor parte; después se empeñó en +tomar entre sus dedos la blanca espuma que dejaban las olas al +retirarse, y la esparcía al viento; percibiendo luego una bandada de +pajarillos ribereños, que revoloteaban á lo largo de la playa, la +traviesa niña se llenó de pequeños guijarros el delantal, y deslizándose +de roca en roca en persecución de estas avecillas, deplegó una destreza +notable en apedrearlas. Un pajarito de pardo color y pecho blanco fué +alcanzado por un guijarro, y se retiró revoloteando con el ala quebrada. +Pero entonces la niña cesó de jugar, porque le causó mucha pena haber +hecho daño á aquella criaturita tan caprichosa como la brisa del mar ó +como la misma Perla.</p> + +<p>Su última ocupación fué reunir algas marinas de varias clases, haciendo +con ellas una especie de banda ó manto y un adorno para la cabeza, lo +que le daba el aspecto de una pequeña sirena. Perla había heredado de su +madre la facultad de idear trajes y adornos. Como último toque á su +vestido de sirena, tomó algunas algas y se las puso en el pecho +imitando, lo mejor que pudo, la letra A que brillaba en el seno de su +madre y cuya vista le era tan familiar, con la diferencia de que esta A +era verde y no escarlata. La niña inclinó la cabecita sobre el pecho y +contempló este ornato con extraño interés, como si la única cosa para +que hubiera sido enviada al mundo fuese para desentrañar su oculta +significación.<a name="page_223" id="page_223"></a></p> + +<p>—¿Quisiera saber si mi madre me preguntará qué significa esto?—pensó +Perla.</p> + +<p>Precisamente oyó entonces la voz de su madre, y corriendo con la misma +ligereza que revoloteaban los pajaritos ribereños, se presentó ante +Ester, bailando, riendo, y señalando con el dedo el adorno que se había +fijado en el pecho.</p> + +<p>—Mi Perlita,—dijo la madre después de un momento de silencio,—la +letra verde y en tu seno infantil no tiene objeto. ¿Pero sabes tú, hija +mía, lo que significa la letra que tu madre tiene que llevar?</p> + +<p>—Sí, madre,—dijo la niña,—es la A mayúscula. Tú me lo has enseñado en +la cartilla.</p> + +<p>Ester la miró fijamente; pero aunque en los ojos negros de la niña había +la singular expresión que tantas veces notara en ellos, no pudo +descubrir si para Perla tenía realmente alguna significación aquel +símbolo, y experimentó una mórbida curiosidad de averiguarlo.</p> + +<p>—¿Sabes acaso, hija mía, por qué tu madre lleva esta letra?</p> + +<p>—Sí lo sé,—respondió Perla fijando su inteligente mirada en el rostro +de la madre,—por la misma causa que el ministro se lleva la mano al +corazón.</p> + +<p>—¿Y cuál es esa causa?—preguntó Ester medio sonriéndose al principio +con la absurda respuesta de la niña, pero palideciendo un momento +después.—¿Qué tiene que ver la letra con ningún corazón, excepto el +mío?</p> + +<p>—Nada, madre; he dicho todo lo que sé,—respondió Perla con mayor +seriedad de la que le era habitual.—Pregúntale á ese viejo con quien +has estado hablando.<a name="page_224" id="page_224"></a> Tal vez él te lo pueda decir. Pero dime, mi +querida madre, ¿qué significa esa letra escarlata? ¿Y por qué la llevas +tú en el pecho? ¿Y por qué el ministro se lleva la mano al corazón?</p> + +<p>Diciendo esto tomó la mano de su madre entre las dos suyas y fijó en su +rostro las miradas con una expresión grave y reposada, poco común en su +inquieto y caprichoso carácter. Se le ocurrió á Ester la idea de que tal +vez la niña estaba tratando realmente de identificarse con ella con +infantil confianza, haciendo lo que podía y del modo más inteligente que +le era dable, para establecer entre las dos un lazo más estrecho de +cariño. Perla se le mostraba bajo un aspecto que hasta entonces no había +visto. Aunque la madre amaba á su hija con la intensidad de un afecto +único, había tratado de conformarse con la idea de que no podía esperar +en cambio sino muy poco: un cariño pasajero, vago, con arranques de +pasión, petulante en sus mejores horas, que nos hiela con más frecuencia +que nos acaricia, que se muestra besando las mejillas con dudosa +ternura, ó jugando con el pelo, ó de otro modo semejante, para +desvanecerse el instante inmediato y continuar con sus juegos de +costumbre. Y esto era lo que pensaba una madre acerca de su hijita, pues +los extraños habrían visto tan solo unos cuantos rasgos poco amables, +haciéndolos aparecer aun más negros.</p> + +<p>Pero ahora se apoderó de Ester la idea de que Perla, con su notable +precocidad y perspicacia, había llegado ya á la edad en que podía +hacerse de ella una amiga y confiarle mucho de lo que causaba el dolor +de su corazón maternal, hasta donde fuera posible teniendo<a name="page_225" id="page_225"></a> en cuenta la +consideración debida á la niña y al padre. En el pequeño caos del +carácter de Perla había sin duda en embrión un valor indomable, una +voluntad tenaz, un orgullo altivo que podía convertirse en respeto de sí +misma, y un desprecio por muchas cosas que, bien examinadas, se vería +que estaban contaminadas de falsedad. Se hallaba igualmente dotada de +afectos que, si bien poco tiernos, tenían todo el rico aroma de los +frutos aun no madurados. Con todas estas altas cualidades creía Ester +que esta niña se volvería una noble y excelente mujer, á menos que la +parte mala heredada de la madre fuese grande en demasía.</p> + +<p>La tendencia inevitable de Perla á ocuparse en el enigma de la letra +escarlata, parecía una cualidad innata en la niña. Ester había pensado á +menudo que la Providencia, al dotar á Perla con esta marcada propensión, +lo hizo movida de una idea de justicia y de retribución; pero nunca, +hasta ahora, se le había ocurrido preguntarse si, enlazada á esta idea, +no habría también la de benevolencia y perdón. Si tratara á Perla +teniendo en ella fe y confianza, considerándola mensajero espiritual al +mismo tiempo que criatura terrestre, ¿no sería su destino suavizar y +finalmente desvanecer el dolor que había convertido el corazón de su +madre en una tumba? ¿No serviría también para ayudarla á vencer la +pasión, en un tiempo tan impetuosa, y aun hoy ni muerta ni dormida sino +sólo aprisionada en aquel sepulcro de su corazón?</p> + +<p>Tales fueron algunos de los pensamientos que bulleron en la mente de +Ester, con tanta viveza como si en realidad algún sér misterioso se los +hubiera murmurado<a name="page_226" id="page_226"></a> al oído. Y allí estaba Perla todo este tiempo +estrechando entre las manecitas suyas la mano de su madre, con las +miradas fijas en su rostro, mientras repetía una y otra vez las mismas +preguntas.</p> + +<p>—¿Qué significa la letra, madre mía? y ¿por qué la llevas tú? y ¿por +qué se lleva el ministro la mano al corazón?</p> + +<p>—¿Qué le diré?—se preguntó Ester á sí misma.—¡No! Si este ha de ser +el precio del afecto de mi hija, no puedo comprarlo á tal costo.</p> + +<p>Después habló en voz alta.</p> + +<p>—Tontuela,—le dijo,—¿qué preguntas son esas? Hay muchas cosas en este +mundo que una niña no debe preguntar. ¿Qué sé yo acerca del corazón del +ministro? Y en cuanto á la letra escarlata, la llevo por lo bonito que +lucen sus hilos de oro.</p> + +<p>En todos los siete años ya transcurridos, jamás Ester había mostrado +falsedad alguna respecto al símbolo que ostentaba su pecho, excepto en +aquel momento, como si á pesar de su constante vigilancia hubiese +penetrado en su corazón una nueva enfermedad moral, ó alguna otra de +antigua fecha no hubiera sido expulsada por completo. En cuanto á Perla, +la seriedad de su rostro ya había desaparecido.</p> + +<p>Pero la niña no se dió por vencida en el asunto de la letra escarlata; y +dos ó tres veces, mientras regresaban á su morada, y otras tantas +durante la cena, y cuando su madre la estaba acostando, y aun una vez +después que parecía estar ya durmiendo, Perla con cierta malignidad en +las miradas de sus negros ojos, continuó su pregunta:</p> + +<p>—Madre, ¿qué significa la letra escarlata?<a name="page_227" id="page_227"></a></p> + +<p>Y la mañana siguiente, la primera señal que dió la niña de estar +despierta fué levantar la cabecita de la almohada y hacer la otra +pregunta que de tan extraño modo había asociado á la letra escarlata:</p> + +<p>—Madre, madre, ¿por qué tiene siempre el ministro la mano sobre el +corazón?</p> + +<p>—Cállate, niña traviesa,—respondió la madre con una aspereza que nunca +había empleado hasta aquel momento.—No me mortifiques más, ó te +encerraré en un cuarto obscuro.<a name="page_228" id="page_228"></a></p> + +<h3><a name="XVI" id="XVI"></a>XVI<br /><br /> +<small>UN PASEO POR EL BOSQUE</small></h3> + +<p>E<small>STER</small> permaneció firme en su propósito de hacer que el Reverendo Sr. +Dimmesdale conociera el verdadero carácter del hombre que se había +apoderado de su confianza, fuesen cuales fuesen las consecuencias de su +revelación. Durante varios días, sin embargo, en vano buscó la +oportunidad de hablarle en uno de los paseos solitarios que el ministro +acostumbraba dar, todo meditabundo, á lo largo de la costa ó en las +colinas cubiertas de bosques del campo vecino. No habría habido sin duda +nada de escandaloso ni de particular, ni peligro alguno para la buena +reputación del ministro, si Ester le hubiera visitado en su propio +estudio donde tanto penitente, antes de ahora, había confesado culpas +quizás aun más graves que la que acusaba la letra escarlata. Pero sea +que ella temiese la intervención secreta ó pública de Rogerio +Chillingworth, ó que su conciencia le hiciera temer que se concibiese +una sospecha, que ningún otro habría imaginado, ó que tanto el ministro +como ella necesitaban de más amplitud de espacio para poder respirar con +toda libertad mientras hablasen juntos,—ó quizás todas estas razones +combinadas, lo cierto es que Ester nunca pensó<a name="page_229" id="page_229"></a> en hablarle en otro +lugar sino á la faz del cielo, y de ningún modo entre cuatro paredes.</p> + +<p>Al fin, una noche que asistía á un enfermo, supo que el Reverendo Sr. +Dimmesdale, á quien habían ido á buscar para que le ayudase á bien +morir, había partido á visitar al apóstol Eliot, allá en su residencia +entre sus indios convertidos, y que regresaría probablemente el día +siguiente al mediodía. Al acercarse la hora indicada, tomó de la mano á +Perla, su constante compañera, y partió en busca del Sr. Dimmesdale.</p> + +<p>El camino no era más que un sendero que se perdía en el misterio de una +selva virgen, tan espesa que apenas podía entreverse el cielo al través +de las copas de los árboles. Ester la comparó á la soledad y laberinto +moral en que había estado ella vagando tanto tiempo. El día era frío y +obscuro: cubrían el firmamento espesas y cenicientas nubes ligeramente +movidas por la brisa, lo que permitía que de cuando en cuando se +vislumbrara un rayo de sol que jugueteaba en la estrecha senda. Esta +tenue y vacilante claridad se percibía siempre en la extremidad más +lejana, visible al través de la selva, y parece como que se desvanecía ó +se alejaba á medida que los solitarios viajeros avanzaban en su +dirección, dejando aun más sombríos los lugares en que brillaba, por lo +mismo que habían esperado hallarlos luminosos.</p> + +<p>—Madre,—dijo Perla,—la luz del sol no te quiere. Corre y se oculta, +porque tiene miedo de algo que hay en tu pecho. Mira ahora: allí está +jugando, á una buena distancia de nosotros. Quédate aquí, y déjame +correr á mí para cogerla. Yo solamente soy una niña.<a name="page_230" id="page_230"></a> No huirá de mí +porque aun no llevo nada sobre mi pecho.</p> + +<p>—Y espero que nunca lo lleves, hija mía,—dijo Ester.</p> + +<p>—Y ¿por qué no, madre?—preguntó Perla deteniéndose precisamente cuando +iba á emprender la carrera. ¿No vendrá eso por sí mismo cuando yo sea +una mujer grande?</p> + +<p>—Corre, hija mía,—respondió la madre,—y atrapa el rayo del sol, pues +pronto se irá.</p> + +<p>Perla emprendió la carrera á toda prisa y pronto se halló en medio de la +luz del sol, riendo, toda iluminada por su esplendor, y con los ojos +brillantes de alegría. Parecía como si el rayo solar se hubiera detenido +en torno de la solitaria niña regocijándose en jugar con ella, hasta que +la madre llegó bastante cerca para penetrar casi también en el círculo +mágico.</p> + +<p>—Ahora se irá,—dijo Perla moviendo la cabeza.</p> + +<p>—Mira,—dijo Ester sonriendo,—ahora yo puedo alargar la mano y atrapar +algo.</p> + +<p>Pero al intentarlo, el rayo de sol desapareció; ó, á juzgar por la +brillantez con que irradiaba el rostro de Perla, su madre podía haberse +imaginado que la niña lo había absorbido, y lo devolvería luego +iluminando la senda por donde iban, cuando de nuevo penetrasen en los +parajes sombríos de la selva. Ninguno de los atributos de su tierna hija +le causaba á la madre tanta impresión como aquella vivacidad constante +de espíritu, reflejo quizás de la energía con que Ester había luchado +combatiendo sus íntimos dolores antes del nacimiento de Perla. Era +ciertamente un encanto dudoso, que comunicaba al carácter de la niña +cierto brillo<a name="page_231" id="page_231"></a> metálico y duro. Necesitaba un dolor profundo para +humanizarse y hacerse capaz de sentir compasión. Pero Perla tenía tiempo +sobrado para ello.</p> + +<p>—Ven, hija mía,—dijo Ester;—vamos á sentarnos en el bosque y á +descansar un rato.</p> + +<p>—Yo no estoy cansada, madre,—replicó la niña; pero tú puedes sentarte +si quieres, y entretanto contarme un cuento.</p> + +<p>—Un cuento, niña,—dijo Ester,—y ¿qué clase de cuento?</p> + +<p>—¡Ah! algo acerca de la historia del Hombre Negro,—respondió asiéndola +del vestido y mirándola con expresión entre seria y maliciosa.—Díme +cómo recorre este bosque llevando bajo el brazo un libro grande, pesado, +con broches de hierro; y como este Hombre Negro y feo ofrece su libro y +una pluma de hierro á todos los que le encuentran aquí entre los +árboles, y como también todos tienen que escribir sus nombres con su +propia sangre. Y entonces les hace una señal en el pecho. ¿Has +encontrado alguna vez al Hombre Negro, madre?</p> + +<p>—Y ¿quién te ha contado esta historia, Perla?—preguntó la madre +reconociendo una superstición muy común en aquella época.</p> + +<p>—Aquella señora vieja que estaba sentada en un rincón junto á la +chimenea en la casa donde estuviste velando anoche,—dijo la niña. Ella +me creía dormida mientras estaba hablando de eso. Dijo que mil y mil +personas lo habían encontrado aquí, y habían escrito en su libro, y +tenían su marca en el pecho. Y una de las que lo han visto es esa mujer +de tan mal genio, la anciana Señora Hibbins. Y, madre, dijo también que<a name="page_232" id="page_232"></a> +esa letra escarlata que tú tienes es la señal que te puso el Hombre +Negro, y que brilla como una llama roja cuando lo ves á media noche, +aquí, en este bosque obscuro. ¿Es verdad, eso, madre? ¿Y es verdad que +tú vas á verle de noche?</p> + +<p>—¿Te has despertado alguna vez sin que me hayas visto junto á tí?—le +preguntó Ester.</p> + +<p>—No lo recuerdo,—dijo la niña.—Si temes dejarme sola en nuestra +choza, debes llevarme contigo. Mucho me alegraría acompañarte. Pero, +madre, dime ahora, ¿existe semejante Hombre Negro? ¿Y lo has visto +alguna vez? ¿Y es ésta su señal?</p> + +<p>—¿Quieres dejarme en paz, si te lo digo de una vez?—le preguntó su +madre.</p> + +<p>—Sí, si me lo dices todo,—respondió Perla.</p> + +<p>—Pues bien, una vez en mi vida encontré al Hombre Negro,—dijo la +madre.—Esta letra escarlata es su señal.</p> + +<p>Conversando así, penetraron en el bosque lo bastante para ponerse á +cubierto de las miradas de algún transeunte casual, y se sentaron en el +tronco carcomido de un pino que en otros tiempos habría sido un árbol +gigantesco y ahora era tan solo una masa de musgo. El lugar en que se +sentaron era una pequeña hondonada, atravesada por un arroyuelo que se +deslizaba sobre un lecho de hojas de árboles. Las ramas caídas de estos +árboles interrumpían de trecho en trecho la corriente del arroyuelo, que +formaba pequeños remolinos aquí y allí, mientras en otras partes se +deslizaba á manera de un canal sobre un lecho de piedrecitas y arena. +Siguiendo con la vista el curso del agua se veía á veces en su +superficie el reflejo de la luz del sol,<a name="page_233" id="page_233"></a> pero pronto se perdía en medio +del laberinto de árboles y matorrales que crecían á lo largo de sus +orillas: aquí y allí tropezaba con alguna gran roca cubierta de liquen. +Todos estos árboles y estas rocas de granito parecían destinados á hacer +un misterio del curso de este arroyuelo, temiendo quizás que su +incesante locuacidad revelase las historias de la antigua selva. +Constantemente, es verdad, mientras el arroyuelo continuaba deslizándose +hacia adelante, dejaba oir un suave, apacible y tranquilo murmurio, +aunque lleno de dulce melancolía, como el acento de un niño que pasara +los primeros años de su vida sin compañeros de su edad con quienes poder +jugar, y no supiese lo que fuera estar alegre, por vivir entre tristes +parientes y aun más tristes acontecimientos.</p> + +<p>—¡Oh arroyuelo! ¡Oh loco y fastidioso arroyuelo!—exclamó Perla después +de prestar oído un rato á sus murmullos.—¿Por qué estás tan triste? +¡Cobra ánimo y no estés todo el tiempo suspirando y murmurando!</p> + +<p>Pero el arroyuelo, en el curso de su existencia entre los árboles de la +selva, había pasado por una experiencia tan solemne que no podía menos +sino expresarla con el rumor de sus ondas, y parecía que no tenía otra +cosa que decir. Perla se asemejaba al arroyuelo, en cuanto á que la +corriente de su vida había brotado de una fuente también misteriosa, y +se había deslizado entre escenas harto sombrías. Pero, todo lo contrario +del arroyuelo, la niña bailaba, y se divertía y charlaba á medida que su +existencia transcurría.</p> + +<p>—¿Qué dice este arroyuelo tan triste, madre?—preguntó la niña.</p> + +<p>—Si tuvieras algún pesar que te abrumara, el arroyuelo<a name="page_234" id="page_234"></a> te lo +diría,—respondió la madre,—así como me habla á mí del mío. Pero ahora, +Perla, oigo pasos en el camino y el ruido que forma el apartar las ramas +de los árboles; vete á jugar y déjame que hable un rato con el hombre +que viene allá á lo lejos.</p> + +<p>—¿Es el Hombre Negro?—preguntó Perla.</p> + +<p>—Vete á jugar,—repitió la madre,—pero no te internes mucho en el +bosque, y ten cuidado de venir en el instante que te llame.</p> + +<p>—Sí, madre,—respondió Perla,—pero si fuere el Hombre Negro, ¿no +quieres permitirme que me quede un rato para mirarlo con su gran libro +bajo el brazo?</p> + +<p>—Vete á jugar, tontuela,—dijo la madre impaciente,—no es el Hombre +Negro. Ahora puedes verlo por entre los árboles. Es el ministro.</p> + +<p>—Sí, él es,—dijo la niña.—Y tiene la mano sobre el corazón, madre. +Eso es porque cuando el ministro escribió su nombre en el libro, el +Hombre Negro le puso la señal en el pecho. Y ¿por qué no la lleva como +tú fuera del pecho?</p> + +<p>—Ve á jugar ahora, niña, y atorméntame después cuanto quieras,—exclamó +Ester.—Pero no te alejes mucho. Quédate donde puedas oir la charla del +arroyuelo.</p> + +<p>La niña se alejó cantando á lo largo de la corriente del arroyuelo, +tratando de mezclar algunos acentos más alegres á la melancólica +cadencia de sus aguas. Pero el arroyuelo no quería ser consolado y +continuó, como antes, refiriendo su secreto ininteligible de algo muy +triste y misterioso que había sucedido, ó lamentándose proféticamente de +algo que iba á acontecer en la sombría floresta; pero Perla que tenía +harta<a name="page_235" id="page_235"></a> sombra en su breve existencia, se alejó del arroyuelo gemidor, y +se puso á recoger violetas y anémonas y algunas florecillas color de +escarlata que encontró creciendo en los intersticios de una alta roca.</p> + +<p>Cuando la niña hubo partido, Ester dió un par de pasos hacia el sendero +que atravesaba la selva, aunque permaneciendo todavía bajo la espesa +sombra de los árboles. Vió al ministro que avanzaba solitario apoyándose +en una rama que había cortado en el camino. Su aspecto era el de una +persona macilenta y débil, y se revelaba en todo su sér un abatimiento, +que nunca se había notado en él en tanto grado, ni en sus paseos por la +población, ni en ninguna otra oportunidad en que creyera que se le +pudiese observar. Aquí, en la intensa soledad de la selva, era +penosamente visible. En su modo de andar había una especie de cansancio, +como si no viera razón alguna para dar un paso más, ni experimentase el +deseo de hacerlo, sino que con sumo placer, si es que algo pudiera +causarle placer, habría preferido arrojarse al pie del árbol más cercano +y tenderse allí á descansar para siempre. Podrían cubrirle las hojas, y +el terreno elevarse gradualmente y formar un montecillo sobre su cuerpo, +sin importar nada que éste estuviera animado ó no por la vida. La muerte +era un objeto demasiado definido para que pudiese anhelarla ó desease +evitarla.</p> + +<p>Para Ester, á juzgar por lo que ella podía ver, el Reverendo Arturo +Dimmesdale no presentaba síntoma ninguno visible de un padecimiento real +y profundo, excepto que, como Perla ya había notado, siempre se llevaba +la mano al corazón.<a name="page_236" id="page_236"></a></p> + +<h3><a name="XVII" id="XVII"></a>XVII<br /><br /> +<small>EL PASTOR DE ALMAS Y SU FELIGRESA</small></h3> + +<p>Á pesar de lo lentamente que caminaba el ministro, había éste pasado +casi de largo, antes de que á Ester le hubiera sido posible hacerse oir +y atraer su atención. Al fin lo consiguió.</p> + +<p>—¡Arturo Dimmesdale!—dijo al principio con voz apenas perceptible, +pero que fué creciendo en fuerza, aunque un tanto ronca,—¡Arturo +Dimmesdale!</p> + +<p>—¿Quién me llama?—respondió el ministro.</p> + +<p>Irguiéndose rápidamente, permaneció en esa posición, como un hombre +sorprendido en una actitud en que no quisiera haber sido visto. +Dirigiendo las miradas con ansiedad hacia el lugar de donde procedía la +voz, percibió vagamente bajo los árboles una forma vestida con traje tan +obscuro, y que se destacaba tan poco en medio de la penumbra que reinaba +entre el espeso follaje, que casi no daba paso á la luz del mediodía, +que apenas pudo distinguir si era una sombra ó una mujer.</p> + +<p>Se adelantó un paso hacia ella y descubrió la letra escarlata.</p> + +<p>—¡Ester! ¡Ester Prynne!—exclamó,—¿eres tú? ¿Estás viva?</p> + +<p>—Sí,—respondió,—¡con la vida con que he vivido<a name="page_237" id="page_237"></a> estos siete últimos +años! Y tú, Arturo Dimmesdale, ¿vives aún?</p> + +<p>No debe causar sorpresa que se preguntaran mútuamente si estaban +realmente vivos, y que hasta dudasen de su propia existencia corporal. +De tan extraña manera se encontraron en el crepúsculo de aquella selva, +que parecía como si fuese la primer entrevista que tuvieran más allá del +sepulcro dos espíritus que habían estado íntimamente asociados en su +vida terrestre, pero que ahora se hallaban temblando, llenos de mutuo +temor, sin haberse familiarizado aún con su condición presente, ni +acostumbrado á la compañía de almas desprovistas de sus cuerpos. Cada +uno era un espíritu que contemplaba, lleno de asombro, al otro espíritu. +Igualmente experimentaban respecto de sí mismos una extraña sensación, +porque en aquel momento á cada cual se le representó, de una manera viva +é intensa, toda su íntima historia y toda la amarga experiencia de la +vida, como acontece tan solo en tales instantes en el curso de nuestra +existencia. El alma se contempla en el espejo de aquel fugitivo momento. +Con temor pues, y trémulamente, cual si lo hiciera impulsado por +necesidad ineludible, extendió Arturo Dimmesdale su mano, fría como la +muerte, y tocó la helada mano de Ester Prynne. Á pesar de lo frígido del +contacto de aquellas manos, se sintieron al fin habitantes de la misma +esfera, desapareciendo lo que había de extraño y misterioso en la +entrevista.</p> + +<p>Sin hablar una sola palabra, sin que uno ni otro sirviera de guía á su +compañero, pero con silencioso y mutuo acuerdo, se deslizaron entre las +sombras del bosque de donde había salido Ester, y se sentaron en<a name="page_238" id="page_238"></a> el +mismo tronco de árbol cubierto de musgo en que ella y Perla habían +estado sentadas antes. Cuando al fin pudieron hallar una voz con que +hablarse, emitieron al principio solo las observaciones y preguntas que +podrían haber hecho dos conocidos cualesquiera, acerca de lo sombrío del +cielo, del mal tiempo que amenazaba, y luego de la salud de cada uno. +Procedieron después, por decirlo así, paso á paso, y con muchos rodeos, +á tratar de los temas que más profundamente les interesaban y más á +pecho tenían. Separados tan largo tiempo por el destino y las +circunstancias, necesitaban algo ligero, casual, casi indiferente en que +ocuparse, antes de comenzar á dar salida á las ideas y pensamientos que +realmente llenaban sus almas.</p> + +<p>Después de un rato, el ministro fijó los ojos en los de Ester.</p> + +<p>—Ester, dijo, ¿has hallado la paz del alma?</p> + +<p>Ella sonrió tristemente dirigiéndose una mirada al pecho.</p> + +<p>—¿La has hallado tú?—le preguntó ella á su vez.</p> + +<p>—No: no; solamente desesperación,—contestó el ministro.—¿Ni qué otra +cosa podía esperar, siendo lo que soy, y llevando una vida como la que +llevo? Si yo fuera ateo, si fuera un hombre desprovisto de conciencia, +un miserable con instintos groseros y brutales, ya habría hallado la paz +hace tiempo: mejor dicho, nunca la habría perdido. Pero tal como es el +alma mía, cualquiera que fuese la capacidad que originalmente pudiera +existir en mí para el bien, todos los dones de Dios, los más selectos y +escogidos, se han convertido en otros tantos motivos de tortura +espiritual. Ester, ¡yo soy inmensamente infeliz!<a name="page_239" id="page_239"></a></p> + +<p>—El pueblo te reverencia,—dijo Ester,—y ciertamente producen mucho +bien entre el pueblo tus palabras. ¿No te proporciona esto consuelo?</p> + +<p>—Más padecimientos, Ester, solo más padecimientos!—contestó Dimmesdale +con una amarga sonrisa.—En cuanto al bien que yo pueda aparentemente +hacer, no tengo fe en él. ¿Qué puede realizar un alma perdida como la +mía, en pro de la redención de otras almas? ¿Ni qué puede un alma +manchada hacer en beneficio de la purificación de otras almas? Y en +cuanto á la reverencia del pueblo, ¡ojalá que se convirtiera en odio y +desprecio! ¿Crees tú, Ester, que pueda servirme de consuelo tener que +subir á mi púlpito, y allí exponerme á las miradas de tantos que dirigen +á mí sus ojos, como si resplandeciera en mi rostro la luz del cielo? ¿Ó +tener que contemplar mi rebaño espiritual sediento de verdad y oyendo +mis palabras como si fueran vertidas por uno de los escogidos del +Eterno, y luego contemplarme yo á mí mismo para no ver sino la triste y +negra realidad que ellos idolatran? ¡Ah! me he reído con intensa +amargura y agonía de espíritu ante el contraste que existe entre lo que +parezco y lo que soy verdaderamente! ¡Y Satanás se ríe también!</p> + +<p>—Tú eres injusto contigo mismo en esto,—dijo Ester con dulzura.—Tú te +has arrepentido profunda y amargamente. Tu falta ha quedado relegada á +una época que hace tiempo ha pasado para siempre. Tu vida presente no es +menos santa, en realidad de verdad, de lo que aparece á la vista de los +hombres. ¿No tiene por ventura fuerza alguna la penitencia á que han +puesto un sello y de que dan testimonio tus buenas<a name="page_240" id="page_240"></a> obras? ¿Y por qué no +han de traer la paz á tu espíritu?</p> + +<p>—¡No, Ester, no!—replicó el ministro.—No hay realidad en ello: es +frío, inanimado y no puede producirme bien alguno. Padecimientos, he +tenido muchos; penitencia, ninguna. De lo contrario, hace tiempo que +debería haberme despojado de este traje de aparente santidad, y +presentarme ante los hombres como me verán el día del Juicio Final. +¡Feliz tú, Ester, que llevas la letra escarlata al descubierto sobre el +pecho! ¡La mía me abrasa en secreto! Tú no sabes cuán gran alivio es, +después de un fraude de siete años, mirar unos ojos que me ven tal como +soy. Si tuviera yo un amigo,—ó aunque fuese mi peor enemigo,—al que, +cuando me siento enfermo con los elogios de todos los otros hombres, +pudiera abrir mi pecho diariamente para que me viese como al más vil de +los pecadores, creo que con eso recobraría nuevas fuerzas. Aun esa parte +de verdad, con ser tan poca, me salvaría.... Pero ahora, ¡todo es +mentira!—¡todo es vanidad!—¡todo es muerte!</p> + +<p>Ester le dirigió una mirada, quiso hablar, pero vaciló. Sin embargo, al +dar el ministro rienda suelta á sus emociones largo tiempo reprimidas, y +con la vehemencia que lo hizo, sus palabras ofrecieron á Ester la +oportunidad de decir aquello para lo cual le había buscado. Venció sus +temores, y habló.</p> + +<p>—Un amigo como el que ahora has deseado,—dijo,—con quien poder llorar +sobre tu falta, lo tienes en mí, la cómplice de esa falta. Vaciló de +nuevo, pero al fin pronunció con un gran esfuerzo estas palabras:—en +cuanto á un enemigo, largo tiempo<a name="page_241" id="page_241"></a> lo has tenido, y has vivido con él, +bajo un mismo techo.</p> + +<p>El ministro se puso en pie, buscando aire que respirar, y llevándose la +mano al corazón como si quisiera arrancárselo del pecho.</p> + +<p>—¡Cómo! ¿Qué dices?—exclamó.—¡Un enemigo! ¡Y bajo mi mismo techo! +¿Qué quieres decir, Ester?</p> + +<p>Ester Prynne comprendió ahora perfectamente el mal inmenso hecho á este +hombre desgraciado, y de que era ella responsable, al dejarle permanecer +por tantos años, más aun, por un solo momento, á la merced de un hombre +cuyo propósito y objeto no podían ser sino perversos. La sola proximidad +de este enemigo, bajo cualquiera máscara que quisiera ocultarse, era ya +suficiente para perturbar un alma tan delicadamente sensible como la de +Arturo Dimmesdale. Hubo cierto tiempo en que Ester no se dió bastante +cuenta de todo esto; ó quizás, en la profunda contemplación de su propia +desgracia, dejó que el ministro soportara lo que ella podría imaginarse +que era un destino más tolerable. Pero últimamente, desde la noche +aquella de su vigilia, sintió profunda compasión hacia él, pues podía +leer ahora con más acierto en su corazón. No dudaba que la continua +presencia de Rogerio Chillingworth,—infectando con la ponzoña de su +malignidad el aire que le rodeaba,—y su intervención autorizada, como +médico, en las dolencias físicas y espirituales del ministro, no dudaba, +no, que todas esas oportunidades las había aprovechado para fines +aviesos. Sí, esas oportunidades le habían permitido mantener la +conciencia de su paciente en un estado de irritación constante,<a name="page_242" id="page_242"></a> no para +curarle por medio del dolor, sino para desorganizar y corromper su sér +espiritual. Su resultado en la tierra sería indudablemente la locura; y +más allá de esta vida, aquel eterno alejamiento de Dios y de la Verdad, +del que la locura es acaso el tipo terrestre.</p> + +<p>¡Á tal estado de infortunio y miseria había ella traído al hombre que en +otro tiempo,—y, ¿por qué no decirlo?—que aun amaba apasionadamente! +Ester comprendió que el sacrificio del buen nombre del eclesiástico y +hasta la muerte misma, como se lo había dicho á Rogerio Chillingworth, +habrían sido infinitamente preferibles á la alternativa que ella se +había visto obligada á escoger. Y ahora, más bien que tener que confesar +este funesto error, hubiera querido arrojarse sobre las hojas de la +selva y morir allí á los pies de Arturo Dimmesdale.</p> + +<p>—¡Oh Arturo!—exclamó Ester,—¡perdóname! En todas las cosas de este +mundo he tratado de ser sincera y atenerme á la verdad. La única virtud +á que podía haberme aferrado, y á la que me aferré fuertemente hasta la +última extremidad, ha sido la verdad; en todas las circunstancias lo +hice, excepto cuando se trató de tu bien, de tu vida, de tu reputación; +entonces consentí en el engaño. Pero una mentira nunca es buena, aun +cuando la muerte nos amenace, ¿No adivinas lo que voy á decir?... Ese +anciano,—ese médico,—ese á quien llaman Rogerio Chillingworth... ¡fué +mi marido!</p> + +<p>Arturo Dimmesdale la miró un instante con toda aquella violenta pasión +que,—entrelazada de más de un modo á sus otras cualidades más elevadas, +puras y<a name="page_243" id="page_243"></a> serenas,—era en realidad la parte á que dirigía sus ataques el +enemigo del género humano, y por medio de la cual trataba de ganar todo +el resto. Nunca hubo en su rostro una expresión de cólera tan sombría y +feroz como la que entonces vió Ester. Durante el breve espacio de tiempo +que duró, fué verdaderamente una horrible transformación. Pero el +carácter de Dimmesdale en tal manera se había debilitado por el +sufrimiento, que aun esos arranques de energía de un grado inferior no +podían durar sino un rápido momento. Se arrojó al suelo y sepultó el +rostro entre las manos.</p> + +<p>—¡Debía haberlo conocido!—murmuró.—Sí: lo conocí, ¿No me reveló ese +secreto la voz íntima de mi corazón desde la primera vez que le ví, y +después cuantas veces le he visto desde entonces? ¿Por qué no lo +comprendí? ¡Oh Ester Prynne! ¡qué poco, qué poco conoces todo el horror +de esto! ¡Y la vergüenza!... ¡la vergüenza!... ¡la horrible fealdad de +exponer un corazón enfermo y culpado á las miradas del hombre que con +ello tanto había de regocijarse!... ¡Mujer, mujer, tú eres responsable +de esto!... ¡Yo no puedo perdonarte!</p> + +<p>—Sí, sí; tú tienes que perdonarme,—exclamó Ester arrojándose junto á +él sobre las hojas del suelo.—¡Castígueme Dios, pero tú tienes que +perdonarme!</p> + +<p>Y con un rápido y desesperado arranque de ternura le rodeó el cuello con +los brazos y le estrechó la cabeza contra su seno, sin cuidarse de si la +mejilla del ministro reposaba sobre la letra escarlata. Dimmesdale, +aunque en vano, intentó desasirse de los brazos que así le estrechaban. +Ester no quiso soltarle por temor de que fijase en ella una mirada +severa. El mundo<a name="page_244" id="page_244"></a> entero la había rechazado, y durante siete largos años +había mirado con ceño á esta pobre mujer solitaria,—y ella lo había +sufrido todo, sin devolver siquiera al mundo una mirada de sus ojos +firmes, aunque tristes. El cielo también la había mirado con ceño, y +ella no había sucumbido sin embargo. Pero el ceño de este hombre pálido, +débil, pecador, á quien el pesar abatía de tal modo, era lo que Ester no +podía soportar y seguir viviendo.</p> + +<p>—¿No me quieres perdonar? ¿No quieres perdonarme?—repetía una y otra +vez.—¡No me rechaces! ¿Me quieres perdonar?</p> + +<p>—Sí, te perdono, Ester,—replicó el ministro al fin, con hondo acento +salido de un abismo de tristeza, pero sin cólera.—Te perdono ahora de +todo corazón. Así nos perdone Dios á entrambos. No somos los más negros +pecadores del mundo, Ester. ¡Hay uno que es aun peor que este +contaminado ministro del altar! La venganza de ese anciano ha sido más +negra que mi pecado. Á sangre fría ha violado la santidad de un corazón +humano. Ni tú ni yo, Ester, jamás lo hicimos.</p> + +<p>—No: nunca, jamás,—respondió ella en voz baja. Lo que hicimos tenía en +sí mismo su consagración, y así lo comprendimos. Nos lo dijimos +mutuamente. ¿Lo has olvidado?</p> + +<p>—Silencio, Ester, silencio,—dijo Arturo Dimmesdale alzándose del +suelo;—no: no lo he olvidado.</p> + +<p>Se sentaron de nuevo uno al lado del otro sobre el musgoso tronco del +árbol caído, con las manos mutuamente entrelazadas. Hora más sombría que +ésta jamás les había traído la vida en el curso de los años: era el<a name="page_245" id="page_245"></a> +punto á que sus sendas se habían ido aproximando por tanto tiempo, +obscureciéndose cada vez más y más á medida que avanzaban, y sin embargo +tenía todo aquello un encanto singular que les hacía detenerse un +instante, y otro, y después otro, y aun otro más. Tenebroso era el +bosque que les rodeaba, y las ramas de los árboles crujían agitadas por +ráfagas violentas, mientras un solemne y añoso árbol se quejaba +lastimosamente como si refiriese á otro árbol la triste historia de la +pareja que allí se había sentado, ó estuviera anunciando males futuros.</p> + +<p>Y allí permanecieron aun más tiempo. ¡Cuán sombrío les parecía el +sendero que llevaba á la población, donde Ester Prynne cargaría de nuevo +con el peso de su ignominia y el ministro se revestiría con la máscara +de su buen nombre! Y así permanecieron un instante más. Ningún rayo de +luz, por dorado y brillante que fuera, había sido jamás tan precioso +como la obscuridad de esta selva tenebrosa. Aquí, vista solamente por +los ojos del ministro, la letra escarlata no ardía en el seno de la +mujer caída. Aquí, visto solamente por los ojos de Ester, el ministro +Dimmesdale, falso ante Dios y falso para con los hombres, podía ser +sincero un breve momento.</p> + +<p>Dimmesdale se sobresaltó á la idea de un pensamiento que se le ocurrió +súbitamente.</p> + +<p>—¡Ester!—exclamó—¡he aquí un nuevo horror! Rogerio Chillingworth +conoce tu propósito de revelarme su verdadero carácter. ¿Continuará +entonces guardando nuestro secreto? ¿Cuál será ahora la nueva faz que +tome su venganza?</p> + +<p>—Hay en su naturaleza una extraña discreción,—<a name="page_246" id="page_246"></a>replicó Ester +pensativamente,—nacida tal vez de sus ocultos manejos de venganza. Yo +no creo que publique el secreto, sino que busque otros medios de saciar +su sombría pasión.</p> + +<p>—¿Y cómo podré yo vivir por más tiempo respirando el mismo aire que +respira este mi mortal enemigo?—exclamó Dimmesdale, todo trémulo, y +llevándose nerviosamente la mano al corazón,—lo que ya se había +convertido en él en acto involuntario.—Piensa por mí, Ester; tú eres +fuerte. Resuelve por mí.</p> + +<p>—No debes habitar más tiempo bajo un mismo techo con ese hombre,—dijo +Ester lenta y resueltamente.—Tu corazón no debe permanecer por más +tiempo expuesto á la malignidad de sus miradas.</p> + +<p>—Sería peor que la muerte,—replicó el ministro,—¿pero cómo evitarlo? +¿Qué elección me queda? ¿Me tenderé de nuevo sobre estas hojas secas, +donde me arrojé cuando me dijiste quien era? ¿Deberé hundirme aquí y +morir de una vez?</p> + +<p>—¡Ah! ¡de qué infortunio eras presa!—dijo Ester con los ojos anegados +en llanto.—¿Quieres morir de pura debilidad de espíritu? No hay otra +causa.</p> + +<p>—El juicio de Dios ha caído sobre mí,—dijo el eclesiástico cuya +conciencia estaba como herida de un rayo.—Es demasiado poderoso para +luchar contra él.</p> + +<p>—¡El cielo tendrá piedad de tí!—exclamó Ester. ¡Ojalá tuvieras la +fuerza de aprovecharte de ella!</p> + +<p>—Sé tú fuerte por mí,—respondió Dimmesdale. Aconséjame lo que debo +hacer.</p> + +<p>—¿Es por ventura el mundo tan estrecho?—exclamó Ester fijando su +profunda mirada en los ojos del ministro, y ejerciendo instintivamente +un poder<a name="page_247" id="page_247"></a> magnético sobre un espíritu tan aniquilado y sumiso que apenas +podía mantenerlo en pie.—¿Se reduce el universo á los límites de esa +población, que hace poco no era sino un desierto, tan solitario como +esta selva en que estamos? ¿Á dónde conduce ese sendero? De nuevo á la +población, dices. Sí: de ese lado, á ella conduce; pero del lado +opuesto, se interna más y más en la soledad de los bosques, hasta que á +algunas millas de aquí las hojas amarillas no dejan ya ver vestigio +alguno de la huella del hombre. ¡Allí eres libre! Una jornada tan breve +te llevará de un mundo, donde has sido tan intensamente desgraciado, á +otro en que aun pudieras ser feliz. ¿No hay acaso en toda esta selva sin +límites un lugar donde tu corazón pueda estar oculto á las miradas de +Rogerio Chillingworth?</p> + +<p>—Sí, Ester; pero solo debajo de las hojas caídas—replicó el ministro +con una triste sonrisa.</p> + +<p>—Ahí está también el vasto sendero del mar,—continuó Ester:—él te +trajo aquí; si tú quieres, te llevará de nuevo á tu hogar. En nuestra +tierra nativa, ya en alguna remota aldea, ó en el vasto Londres,—ó +seguramente, en Alemania, en Francia, en Italia,—te hallarás lejos del +poder y conocimiento de ese hombre. ¿Y qué tienes tú que ver con todos +estos hombres de corazón de hierro ni con sus opiniones? Ellos han +mantenido en abyecta servidumbre, demasiado tiempo, lo que en tí hay de +mejor y de más noble.</p> + +<p>—No puede ser,—respondió el ministro como si se le pidiese que +realizara con sueño.—No tengo las fuerzas para ir. Miserable y pecador +como soy, no me ha animado otra idea que la de arrastrar mi existencia<a name="page_248" id="page_248"></a> +terrenal en la esfera en que la Providencia me ha colocado. Á pesar de +que mi alma está perdida, continuaré haciendo todavía lo que pueda en +beneficio de la salud de otras almas. No me atrevo á abandonar mi +puesto, por más que sea un centinela poco fiel, cuya recompensa segura +será la muerte y la deshonra cuando haya terminado su triste guardia.</p> + +<p>—Estos siete años de infortunio y de desgracia te han abrumado con su +peso,—replicó Ester resuelta á infundirle ánimo con su propia +energía.—Pero tienes que dejar todo eso detrás de tí. No ha de retardar +tus pasos si escoges el sendero de la selva y quieres alejarte de la +población; ni debes echar su peso en la nave, si prefieres atravesar el +océano. Deja estos restos del naufragio y estas ruinas aquí, en el lugar +donde aconteció. Echa todo eso á un lado. Comiénzalo todo de nuevo. ¿Has +agotado por ventura todas las posibilidades de acción en el fracaso de +una sola prueba? De ningún modo. El futuro está aun lleno de otras +pruebas, y finalmente de buen éxito. ¡Hay aun felicidad de que +disfrutar! ¡Hay aun mucho bien que hacer! Cambia esta vida falsa que +llevas por una de sinceridad y de verdad. Si tu espíritu te inclina á +esa vocación, sé el maestro y el apóstol de la raza indígena, Ó,—pues +acaso se adapta más á tu naturaleza,—sé un sabio y un erudito entre los +más sabios y renombrados del mundo de las letras. Predica: escribe: sé +hombre de acción. Haz cualquier cosa, excepto echarte al suelo y dejarte +morir. Despójate de tu nombre de Arturo Dimmesdale, y créate uno nuevo, +un nombre excelso, tal como puedes llevarlo sin temor ni vergüenza. ¿Por +qué has de soportar un solo día más<a name="page_249" id="page_249"></a> los tormentos que de tal modo han +devorado tu existencia,—que te han hecho débil para la voluntad y para +la acción,—y que hasta te privarán de las fuerzas para +arrepentirte?—Ánimo; arriba, y adelante.</p> + +<p>—¡Oh Ester!—exclamó Arturo Dimmesdale cuyos ojos brillaron un momento, +para perder el fulgor inmediatamente, á influjos del entusiasmo de +aquella mujer,—¡oh Ester! estás hablando de emprender la carrera á un +hombre cuyas rodillas vacilan y tiemblan. ¡Yo tengo que morir aquí! No +tengo ya ni fuerzas, ni valor, ni energía para lanzarme á un mundo +extraño, inmenso, erizado de dificultades, y lanzarme solo.</p> + +<p>Era esta la última expresión del abatimiento de un espíritu quebrantado. +Le faltaba la energía para aprovecharse de la fortuna más favorable que +parecía estar á su alcance.</p> + +<p>Repitió la palabra.</p> + +<p>—¡Solo, Ester!</p> + +<p>—Tú no irás solo,—respondió Ester con profundo acento.</p> + +<p>Y con esto, todo quedó dicho.<a name="page_250" id="page_250"></a></p> + +<h3><a name="XVIII" id="XVIII"></a>XVIII<br /><br /> +<small>UN TORRENTE DE LUZ</small></h3> + +<p>A<small>RTURO</small> D<small>IMMESDALE</small> fijó los ojos en Ester con miradas en que la esperanza +y la alegría brillaban, seguramente, si bien mezcladas con cierto miedo +y una especie de horror, ante la intrepidez con que ella había expresado +lo que él vagamente indicó y no se atrevió á decir.</p> + +<p>Pero Ester Prynne, con un espíritu lleno de innato valor y actividad, y +por largo tiempo no sólo segregada, sino desterrada de la sociedad, se +había acostumbrado á una libertad de especulación completamente extraña +á la manera de ser del eclesiástico. Sin guía ni regla de ninguna clase +había estado vagando en una especie de desierto espiritual; tan vasto, +tan intrincado, tan sombrío y selvático como aquel bosque en que estaban +ahora sosteniendo un diálogo que iba á decidir del destino de ambos. El +corazón y la inteligencia de Ester puede decirse que se hallaban en su +elemento en los lugares desiertos que ella recorría con tanta libertad +como los indios salvajes sus bosques. Durante años había contemplado las +instituciones humanas, y todo lo establecido por la religión ó las +leyes, desde un punto de vista que le era peculiar; criticándolo todo +con tan poca reverencia como la que experimentaría<a name="page_251" id="page_251"></a> el indio de las +selvas por la toga judicial, la picota, el cadalso, ó la iglesia. Tanto +su destino como los acontecimientos de su vida habían tendido á hacer +libre su espíritu. La letra escarlata era su pasaporte para entrar en +regiones á que otras mujeres no osaban acercarse. La Vergüenza, la +Desesperación, la Soledad: tales habían sido sus maestras; rudas y +severas, pero que la habían hecho fuerte, aunque induciéndola al error.</p> + +<p>El ministro, por el contrario, nunca había pasado por una experiencia +tal que le condujera á poner en tela de juicio las leyes generalmente +aceptadas; bien que en una sola ocasión hubiera quebrantado una de las +más sagradas. Pero esto había sido un pecado cometido por la pasión, no +las consecuencias de principios determinados, ni siquiera de un +propósito. Desde aquella malhadada época, había observado con mórbido +celo y minuciosidad, no sus acciones, porque éstas eran fáciles de +arreglar, sino cada emoción por leve que fuera, y hasta cada +pensamiento. Hallándose á la cabeza del sistema social, como lo estaba +el eclesiástico en aquella época, se encontraba por esa misma causa más +encadenado por sus reglas, sus principios y aun sus prevenciones +injustas. Como ministro del altar que era, el mecanismo del sistema de +la institución lo comprimía inevitablemente. Como hombre que había +cometido una falta una vez, pero que conservaba su conciencia viva y +penosamente sensible, merced al roce constante de una herida que no se +había cicatrizado, podía suponérsele más á salvo de pecar de nuevo que +si nunca hubiese delinquido.</p> + +<p>Así nos parece observar que, en cuanto á Ester,<a name="page_252" id="page_252"></a> los siete años de +ignominia y destierro social habían sido sólo una preparación para esta +hora. Pero, ¿y Arturo Dimmesdale? Si este hombre delinquiera de nuevo, +¿qué excusa podría presentarse para atenuar su crimen? Ninguna, á menos +que le valiera de algo decir que sus fuerzas estaban quebrantadas en +virtud de largos é intensos padecimientos; que su espíritu estaba +obscurecido y confuso por el remordimiento que lo corroía; que entre la +alternativa de huir como un criminal confeso ó permanecer siendo un +hipócrita, sería difícil hallar la decisión más justa; que está en la +naturaleza humana evitar el peligro de muerte é infamia y las sutiles +maquinaciones de un enemigo; y, finalmente, que este pobre peregrino, +débil, enfermo, infeliz, vió brillar inesperadamente, en su senda +desierta y sombría, un rayo de afecto humano y de simpatía, una nueva +vida, llena de sinceridad, en cambio de la triste y pesada vida de +expiación que estaba ahora llevando. Y dígase también la siguiente y +amarga verdad: la brecha que el delito ha abierto una vez en el alma +humana, jamás queda completamente cerrada mientras conservamos nuestra +condición mortal. Tiene que vigilarse y guardarse, para que el enemigo +no penetre de nuevo en la fortaleza, y escoja quizás otros medios de +entrar que los empleados antes. Pero siempre está allí el muro abierto, +y junto á él el enemigo artificioso que, con cautela y á hurtadillas, +trata de obtener de nuevo una victoria más completa.</p> + +<p>La lucha, si hubo alguna, no es preciso describirla; baste decir que +Dimmesdale resolvió emprender la fuga, y no solo.<a name="page_253" id="page_253"></a></p> + +<p>—Si en todos estos siete años pasados—pensó—pudiera yo recordar un +solo momento de paz ó de esperanza, aún lo soportaría todo confiando en +la clemencia del Cielo; pero puesto que estoy irremediablemente +condenado, ¿por qué no gozar del solaz concedido al sentenciado antes de +su ejecución? Ó si este sendero, como Ester trata de persuadirme, es el +que conduce á una vida mejor, ¿por qué no seguirlo? Ni puedo vivir por +más tiempo sin la compañía de Ester, cuya fuerza para sostenerme es tan +vigorosa, así como lo es también su poder para calmar las angustias de +mi alma. ¡Oh Tú á quien no me atrevo á levantar las miradas!—¿me +perdonarás?</p> + +<p>—Tú partirás,—dijo Ester con reposado acento al encontrar las miradas +de Dimmesdale.</p> + +<p>Una vez tomada la decisión, el brillo de una extraña alegría esparció su +vacilante esplendor sobre el rostro inquieto del ministro. Fué el efecto +animador que experimenta un prisionero, que precisamente acaba de +librarse del calabozo de su propio corazón, al respirar la libre y +borrascosa atmósfera de una región selvática, sin leyes y sin freno de +ninguna especie. Su espíritu se elevó, como de un golpe, á alturas más +excelsas de las que le fué dado alcanzar durante todos los años que el +infortunio le había mantenido clavado en la tierra; y como era de un +temperamento en extremo religioso, en su actual animación había +inevitablemente algo espiritual.</p> + +<p>—¿Siento de nuevo la alegría?—se preguntaba, sorprendido de sí +mismo.—Creía que el germen de todo contento había muerto en mí. ¡Oh +Ester, tú eres mi ángel bueno! Me parece que me arrojé, enfermo,<a name="page_254" id="page_254"></a> +contaminado por la culpa, abatido por el dolor, sobre estas hojas de la +selva, y que me he levantado otro hombre completamente nuevo, y con +nuevas fuerzas para glorificar á Aquel que ha sido tan misericordioso. +Esta es ya una vida mejor. ¿Por qué no nos hemos encontrado antes?</p> + +<p>—No miremos hacia atrás,—respondió Ester,—lo pasado es pasado: ¿para +qué detenernos ahora en él? ¡Mira! con este símbolo deshago todo lo +hecho y procedo como si nunca hubiera existido.</p> + +<p>Y diciendo esto, desabrochó los corchetes que aseguraban la letra +escarlata, y arrancándola de su pecho la arrojó á una gran distancia +entre las hojas secas. El símbolo místico cayó en la misma orilla del +arroyuelo, y á poco más lo habría hecho en el agua que le hubiera +arrastrado en su melancólica corriente, agregando un nuevo dolor á la +historia que constantemente estaba refiriendo en sus murmullos. Pero +allí quedó la letra bordada brillando como una joya perdida que algún +malhadado viajero podría recoger, para verse después perseguido quizá +por extraños sueños de crimen, abatimiento del corazón é infortunio sin +igual.</p> + +<p>Una vez arrojada la insignia fatal, dió Ester un largo y profundo +suspiro con el que su espíritu se libró de la vergüenza y angustia que +la habían oprimido. ¡Oh exquisito alivio! No había conocido su verdadero +peso hasta que se sintió libre de él. Movida de otro impulso, se quitó +la gorra que aprisionaba sus cabellos, que cayeron sobre sus espaldas, +ricos, negros, con una mezcla de luz y sombra en su abundancia, +comunicándole al rostro todo el encanto<a name="page_255" id="page_255"></a> de una suave expresión. +Jugueteaba en los labios y brillaba en los ojos una tierna y radiante +sonrisa, que parecía tener su origen en su femenino corazón. Las +mejillas, tan pálidas hasta entonces, se veían animadas de rosado color. +Su sexo, su juventud, y toda la riqueza de su hermosura se diría que +habían surgido de nuevo de lo que se llama el pasado irrevocable, y se +agrupaban en torno de ella con su esperanza virginal y una felicidad +hasta entonces desconocida, y todo dentro del mágico círculo de esta +hora. Y como si la obscuridad y tristeza de la tierra y del firmamento +solo hubieran sido el reflejo de lo que pasaba en el corazón de estos +dos mortales, se desvanecieron también con su dolor. De pronto, como con +repentina sonrisa del cielo, el sol hizo una especie de irrupción en la +tenebrosa selva, derramando un torrente de esplendor, alegrando cada +hoja verde, convirtiendo las amarillentas en doradas, y brillando entre +los negruzcos troncos de los solemnes árboles. Los objetos, que hasta +entonces habían esparcido solamente sombras, eran ahora cuerpos +luminosos. El curso del arroyuelo podría trazarse, merced á su alegre +murmullo, hasta allá á lo lejos en el misterioso centro de aquella selva +que se había convertido en testigo de una alegría aún más misteriosa.</p> + +<p>Tal fué la simpatía de la Naturaleza con la felicidad de estos dos +espíritus. El amor, ya brote por vez primera, ó surja de cenizas casi +apagadas, siempre tiene que crear un rayo de sol que llena el corazón de +esplendores tales, que se esparcen en todo el mundo interior. Si la +selva hubiera conservado aun su triste obscuridad, habría parecido sin +embargo brillante á<a name="page_256" id="page_256"></a> los ojos de Ester, y brillante igualmente á los de +Arturo Dimmesdale.</p> + +<p>Ester le dirigió una mirada llena de la luz de una nueva alegría.</p> + +<p>—Tienes que conocer á Perla,—le dijo,—¡nuestra Perlita! Tú la has +visto,—sí, yo lo sé,—pero la verás ahora con otros ojos. Es una niña +singular. Apenas la comprendo. Pero tú la amarás tiernamente, como yo, y +me aconsejarás acerca del modo de manejarla.</p> + +<p>—¿Crees que la niña se alegrará de conocerme?—preguntó el ministro +visiblemente inquieto.—Siempre me he alejado de los niños, porque con +frecuencia demuestran cierta desconfianza, una especie de encogimiento +en entrar en relaciones familiares conmigo. ¡Yo he temido siempre á +Perla!</p> + +<p>—Eso era triste,—respondió la madre,—pero ella te amará tiernamente y +tú la amarás también. No se encuentra muy lejos. Voy á llamarla. ¡Perla! +¡Perla!</p> + +<p>—Desde aquí la veo,—observó el ministro.—Allí está, en medio de la +luz del sol, al otro lado del arroyuelo. ¿De modo que crees que la niña +me amará?</p> + +<p>Ester sonrió y llamó de nuevo á Perla que estaba visible á cierta +distancia, como el ministro había dicho, y semejaba una brillante visión +iluminada por un rayo de sol que caía sobre ella al través de las ramas +de los árboles. El rayo se agitaba de un lado á otro, haciendo que la +niña pareciera más ó menos confusa, ya como una criatura humana, ora +como una especie de espíritu, á medida que el esplendor desaparecía y +retornaba. Oyó la voz de su madre, y se dirigió á ella cruzando +lentamente la selva.<a name="page_257" id="page_257"></a></p> + +<p>Perla no había hallado largo ni fastidioso el tiempo, mientras su madre +y el ministro estuvieron hablando. La gran selva, que tan sombría y +severa se presentaba á los que allí traían la culpa y las angustias del +mundo, se convirtió en compañera de los juegos de esta solitaria niña. +Se diría que, para divertirla, había adoptado las maneras más +cautivadoras y halagüeñas: le ofreció bayas exquisitas de rojizo color, +que la niña recogió, deleitándose con su agreste sabor. Los pequeños +moradores de aquella soledad apenas se apartaban del camino de la niña. +Cierto es que una perdiz, seguida de diez perdigones, se adelantó hacia +ella con aire amenazador, pero pronto se arrepintió de su fiereza y se +volvió tranquila al lado de su tierna prole, como diciéndoles que no +tuvieran temor. Un pichón de paloma, que estaba solo en una rama baja, +permitió á Perla que se le acercase, y emitió un sonido que lo mismo +podía ser un saludo que un grito de alarma. Una ardilla, desde lo alto +del árbol en que tenía su morada, charlaba en són de cólera ó de +alegría, porque una ardilla es un animalito tan colérico y caprichoso +que es muy difícil saber si está iracundo ó de buen humor, y le arrojó +una nuez á la cabeza. Una zorra, á la que sobresaltó el ruido ligero de +los pasos de la niña sobre las hojas, miró con curiosidad á Perla como +dudando qué sería mejor, si alejarse de allí, ó continuar su siesta como +antes. Se dice que un lobo,—pero aquí ya la historia ha degenerado en +lo improbable,—se acercó á Perla, olfateó el vestido de la niña é +inclinó la feroz cabeza para que se la acariciara con su manecita. Sin +embargo, lo que parece ser la verdad es que la selva, y todas estas +silvestres criaturas á que<a name="page_258" id="page_258"></a> daba sustento, reconocieron en aquella niña +un sér humano de una naturaleza tan libre como la de ellas mismas.</p> + +<p>También la niña desplegaba aquí un carácter más suave y dulce que en las +calles herbosas de la población, ó en la morada de su madre. Las flores +parecían conocerla, y en un susurro le iban diciendo cuando cerca de +ellas pasaba: "Adórnate conmigo, linda niña, adórnate conmigo;"—y para +darles gusto, Perla cogió violetas, y anémonas, y columbinas, y algunos +ramos verdes, y se adornó los cabellos, y se rodeó la cintura, +convirtiéndose en una ninfa infantil, en una tierna dríada, ó en algo +que armonizaba con el antiguo bosque. De tal manera se había adornado +cuando oyó la voz de su madre y se dirigía á ella lentamente.</p> + +<p>Lentamente, sí, porque había visto al ministro.<a name="page_259" id="page_259"></a></p> + +<h3><a name="XIX" id="XIX"></a>XIX<br /><br /> +<small>LA NIÑA JUNTO AL ARROYUELO</small></h3> + +<p>—T<small>Ú</small> la amarás tiernamente,—repitió Ester mientras en unión de +Dimmesdale contemplaban á Perla.—¿No la encuentras bella? Y mira con +qué arte tan natural ha convertido en adorno esas flores tan sencillas. +Si hubiera recogido perlas, y diamantes, y rubíes en el bosque, no le +sentarían mejor. ¡Es una niña espléndida! Pero bien sé á qué frente se +parece la suya.</p> + +<p>—¿Sabes tú, Ester,—dijo Arturo Dimmesdale con inquieta sonrisa,—que +esta querida niña, que va siempre dando saltitos á tu lado, me ha +producido más de una alarma? Me parecía... ¡oh Ester!... ¡qué +pensamiento es ese, y qué terrible la idea!... Me parecía que los rasgos +de mis facciones se reproducían en parte en su rostro, y que todo el +mundo podría reconocerlas. ¡Tal es su semejanza! ¡Pero más que todo es +tu imagen.</p> + +<p>—No, no es así,—respondió la madre con una tierna sonrisa. Espera +algún tiempo, no mucho, y no necesitarás asustarte ante la idea de que +se vea de quién es hija. ¡Pero qué singularmente bella parece con esas +flores silvestres con que se ha adornado el cabello! Se diría que una de +las hadas que hemos<a name="page_260" id="page_260"></a> dejado en nuestra querida Inglaterra la ha ataviado +para que nos salga al encuentro.</p> + +<p>Con un sentimiento que jamás hasta entonces ninguno de los dos había +experimentado, contemplaban la lenta marcha de Perla. En ella era +visible el lazo que los unía. En estos siete años que habían +transcurrido, fué la niña para el mundo un jeroglífico viviente en que +se revelaba el secreto que ellos de tal modo trataron de ocultar: en +este símbolo estaba todo escrito, todo patente de un modo sencillo, á +haber existido un profeta ó un hábil mago capaces de interpretar sus +caracteres de fuego. Sea cual fuere el mal pasado, ¿cómo podrían dudar +que sus vidas terrenales y sus futuros destinos estaban entrelazados, +cuando veían ante sí tanto la unión material como la idea espiritual en +que ambos se confundían, y en que habían de morar juntos inmortalmente? +Pensamientos de esta naturaleza,—y quizás otros que no se confesaban ó +no describían,—revistieron á la niña de una especie de misteriosa +solemnidad á medida que se adelantaba.</p> + +<p>—Que no vea nada extraño, nada apasionado, ni ansiedad alguna en tu +manera de recibirla y dirigirte á ella,—le dijo Ester al ministro en +voz baja.—Nuestra Perla es á veces como un duende fantástico y +caprichoso. Especialmente no puede tolerar las fuertes emociones, cuando +no comprende plenamente la causa ni el objeto de las mismas. Pero la +niña es capaz de afectos intensos. Me ama y te amará.</p> + +<p>—Tú no tienes una idea,—dijo el ministro mirando de soslayo á +Ester,—de lo que temo esta entrevista, y al mismo tiempo cuánto la +anhelo. Pero la verdad<a name="page_261" id="page_261"></a> es, como ya te he dicho, que no me gano +fácilmente la voluntad de los niños. No se me suben á las rodillas, no +me charlan al oído, no responden á mi sonrisa; sino que permanecen +alejados de mí y me miran de una manera extraña. Aun los recién nacidos +lloran fuertemente cuando los tomo en brazos. Sin embargo, Perla ha sido +cariñosa para conmigo dos veces en su vida. La primera vez... ¡bien +sabes cuando fué! La última, cuando la llevaste contigo á la casa del +severo y anciano Gobernador.</p> + +<p>—Y cuando tú abogaste tan valerosamente en favor de ella y +mío,—respondió la madre.—Lo recuerdo perfectamente, y también deberá +recordarlo Perla. ¡No temas nada! Al principio podrá parecerte singular +y hasta huraña, pero pronto aprenderá á amarte.</p> + +<p>Ya Perla había llegado á la orilla del arroyuelo, y allí se quedó +contemplando silenciosamente á Ester y al ministro, que permanecían +sentados juntos en el tronco musgoso del viejo árbol, esperando que +viniese. Precisamente donde la niña se había detenido, el arroyuelo +formaba un charco tan liso y tranquilo que reflejaba una imagen perfecta +de su cuerpecito, con toda la pintoresca brillantez de su belleza, que +realzaba su adorno de flores y hojas, si bien más espiritualizada y +delicada que en la realidad. Esta imagen, casi tan idéntica á lo que era +Perla, parecía comunicar algo de su cualidad intangible y flotante á la +niña misma. La manera en que Perla permanecía allí, mirándoles fijamente +al través de la semi-obscuridad de la selva, era realmente extraña; +iluminada ella, sin embargo, por un rayo de sol atraído allí por cierta +oculta simpatía. Ester misma se sentía de un modo vago y misterioso<a name="page_262" id="page_262"></a> +como alejada de su hija; como si ésta, en su paseo solitario por la +selva, se hubiera apartado por completo de la esfera en que tanto ella +como su madre habitaban juntas, y estuviese ahora tratando de regresar, +aunque en vano, al perdido hogar.</p> + +<p>Y en esta sensación había á la vez verdad y error: hija y madre se +sentían ahora mutuamente extrañas, pero por culpa de Ester, no de Perla. +Mientras la niña se paseaba solitariamente, otro sér había sido admitido +en la esfera de los sentimientos de la madre, modificando de tal modo el +aspecto de las cosas, que Perla, al regresar de su paseo, no pudo hallar +su acostumbrado puesto y apenas reconoció á su madre.</p> + +<p>—Una singular idea se ha apoderado de mí,—dijo el enfermizo +ministro.—Se me figura que este arroyuelo forma el límite entre dos +mundos, y que nunca más has de encontrar á tu Perla. ¿Ó acaso es ella +una especie de duende ó espíritu encantado á los que, como nos decían en +los cuentos de nuestra infancia, les está prohibido cruzar una corriente +de agua? Te ruego que te apresures, porque esta demora ya me ha puesto +los nervios en conmoción.</p> + +<p>—Ven, querida niña,—dijo Ester animándola y extendiendo los brazos +hacia ella.—Ven: ¡qué lenta eres! ¿Cuándo, antes de ahora, te has +mostrado tan floja? Aquí está un amigo mío que también quiere ser tu +amigo. En adelante tendrás dos veces tanto amor como el que tu madre +sola puede darte. Salta sobre el arroyuelo y ven hacia nosotros. Tú +puedes saltar como un corzo.</p> + +<p>Perla, sin responder de ningún modo á estas melosas expresiones, +permaneció al otro lado del arroyuelo,<a name="page_263" id="page_263"></a> fijando los brillantes ojos ya +en su madre, ya en el ministro, ó incluyendo á veces á entrambos en la +misma mirada, como si quisiera descubrir y explicarse lo que había de +común entre los dos. Debido á inexplicable motivo, al sentir Arturo +Dimmesdale que las miradas de la niña se clavaban en él, se llevó la +mano al corazón con el gesto que le era tan habitual y que se había +convertido en acción involuntaria. Al fin, tomando cierto aspecto +singular de autoridad, Perla extendió la mano señalando con el dedo +índice evidentemente el pecho de su madre. Y debajo, en el cristal del +arroyuelo, se veía la imagen brillante y llena de flores de Perla, +señalando también con su dedito.</p> + +<p>—Niña singular, ¿por qué no vienes donde estoy?—exclamó Ester.</p> + +<p>Perla tenía extendido aun el dedo índice, y frunció el entrecejo, lo que +le comunicaba una significación más notable, atendidas las facciones +infantiles que tal aspecto tomaban. Como su madre continuaba llamándola, +lleno el rostro de inusitadas sonrisas, la niña golpeó la tierra con el +pie con gestos y miradas aun más imperiosos, que también reflejó el +arroyuelo, así como el dedo extendido y el gesto imperioso de la niña.</p> + +<p>—Apresúrate, Perla, ó me incomodaré,—gritó Ester, quien, acostumbrada +á semejante modo de proceder de parte de su hija en otras ocasiones, +deseaba, como era natural, un comportamiento algo mejor en las +circunstancias actuales.—Salta el arroyuelo, traviesa niña, y corre +hacia aquí: de lo contrario yo iré á donde tú estás.</p> + +<p>Pero Perla no hizo caso de las amenazas de su madre,<a name="page_264" id="page_264"></a> como no lo había +hecho de sus palabras afectuosas, sino que rompió en un arrebato de +cólera, gesticulando violentamente y agitando su cuerpecito con las más +extravagantes contorsiones, acompañando esta explosión de ira de agudos +gritos que repercutió la selva por todas partes; de modo que á pesar de +lo sola que estaba en su infantil é incomprensible furor, parecía que +una oculta multitud la acompañaba y hasta la alentaba en sus acciones. Y +en el agua del arroyuelo se reflejó una vez más la colérica imagen de +Perla, coronada de flores, golpeando el suelo con el pie, gesticulando +violentamente y apuntando con el dedo índice al seno de Ester.</p> + +<p>—Ya sé lo que quiere esta niña,—murmuró Ester al ministro, y +palideciendo, á pesar de un gran esfuerzo para ocultar su disgusto y su +mortificación, dijo:—los niños no permiten el más leve cambio en el +aspecto acostumbrado de las cosas que tienen diariamente á la vista. +Perla echa de menos algo que siempre me ha visto llevar.</p> + +<p>—Si tienes algún medio de apaciguar á la niña,—le dijo el +ministro,—te ruego que lo hagas inmediatamente. Excepto el furor de una +vieja hechicera, como la Sra. Hibbins,—agregó tratando de +sonreir,—nada hay que me asuste tanto como un arrebato de cólera cual +éste en un niño. En la tierna belleza de Perla, así como en las arrugas +de la vieja hechicera, tiene ese arrebato algo de sobrenatural. +Apacíguala, si me amas.</p> + +<p>Ester se dirigió de nuevo á Perla, con el rostro encendido, dando una +mirada de soslayo al ministro, y exhalando luego un hondo suspiro; y aun +antes de<a name="page_265" id="page_265"></a> haber tenido tiempo de hablar, el color de sus mejillas se +convirtió en mortal palidez.</p> + +<p>—Perla,—dijo con tristeza,—mira á tus pies.... Ahí... frente á tí... +al otro lado del arroyuelo.</p> + +<p>La niña dirigió las miradas al punto indicado, y allí vió la letra +escarlata, tan cerca de la orilla de la corriente, que el bordado de oro +se reflejaba en el agua.</p> + +<p>—Tráela aquí,—dijo Ester.</p> + +<p>—Ven tú á buscarla,—respondió Perla.</p> + +<p>—¡Habráse visto jamás niña igual!—observó Ester aparte al +ministro.—¡Oh! Te tengo que decir mucho acerca de ella. Pero á la +verdad, en el asunto de este odioso símbolo, tiene razón. Debo sufrir +este tormento todavía algún tiempo, unos cuantos días más, hasta que +hayamos dejado esta región y la miremos como un país con que hemos +soñado. La selva no puede ocultarla. El océano recibirá la letra de mis +manos, y la tragará para siempre!</p> + +<p>Diciendo esto se adelantó á la margen del arroyuelo, recogió la letra +escarlata y la fijó de nuevo en el pecho. Un momento antes, cuando Ester +habló de arrojarla al seno del océano, había en ella un sentimiento de +fundada esperanza; al recibir de nuevo este símbolo mortífero de la mano +del destino, experimentó la sensación de una sentencia irrevocable que +sobre ella pesaba. La había arrojado al espacio infinito,—había +respirado una hora el aire de la libertad,—y de nuevo estaba aquí la +letra escarlata con todo su suplicio, brillando en el lugar +acostumbrado. De la misma manera una mala acción se reviste siempre del +carácter de ineludible destino. Ester recogió inmediatamente las espesas +trenzas de sus cabellos y las ocultó bajo su<a name="page_266" id="page_266"></a> gorra. Y como si hubiera +un maleficio en la triste letra, desapareció su hermosura y todo lo que +en ella había de femenino, á manera de rayo de sol que se desvanece, y +como si una sombra se hubiera extendido sobre todo su sér.</p> + +<p>Efectuado el terrible cambio, extendió la mano á Perla.</p> + +<p>—¿Conoces ahora á tu madre, niña?—le preguntó con acento de reproche, +aunque en un tono moderado. ¿Quieres atravesar el arroyo, y venir á +donde está tu madre, ahora que se ha puesto de nuevo su +ignominia,—ahora que está triste?</p> + +<p>—Sí, ahora quiero,—respondió la niña atravesando el arroyuelo, y +estrechando á su madre contra su pecho. Ahora eres realmente mi madre, y +yo soy tu Perlita.</p> + +<p>Y con una ternura que no era común en ella, atrajo hacia sí la cabeza de +su madre y la besó en la frente y en las mejillas. Pero entonces,—por +una especie de necesidad que siempre la impulsaba á mezclar en el +contento que proporcionaba una parte de dolor,—Perla besó también la +letra escarlata.</p> + +<p>—Eso no es bueno,—dijo Ester,—cuando me has demostrado un poco de +amor, te mofas de mí.</p> + +<p>—¿Por qué está sentado el ministro allí?—preguntó Perla.</p> + +<p>—Te está esperando para saludarte,—replicó su madre.—Vé y pídele su +bendición. Él te ama, Perlita mía, y también ama á tu madre. ¿No lo +amarás tú igualmente? Vé: él desea acariciarte.</p> + +<p>—¿Nos ama realmente?—dijo Perla mirando á su madre con expresión de +viva inteligencia.—¿Irá con<a name="page_267" id="page_267"></a> nosotros, dándonos la mano, y entraremos +los tres juntos en la población?</p> + +<p>—Ahora no, mi querida hija,—respondió Ester.—Pero dentro de algunos +días iremos juntos de la mano, y tendremos un hogar y una casa nuestra, +y te sentarás sobre sus rodillas, y te enseñará muchas cosas y te amará +muy tiernamente. Tú también lo amarás, ¿no es verdad?</p> + +<p>—¿Y conservará siempre la mano sobre el corazón?</p> + +<p>—¿Qué pregunta es esa, locuela?—exclamó la madre: ven y pídele su +bendición.</p> + +<p>Pero sea que influyeran en ella los celos que parecen instintivos en +todos los niños mimados, en presencia de un rival peligroso, ó que fuese +un capricho de su naturaleza singular, Perla no quiso dar muestras de +afecto alguno á Arturo Dimmesdale. Solamente, y á la fuerza, la llevó su +madre hacia el ministro, y eso quedándose atrás y manifestando su mala +gana con raros visajes, de los cuales, desde su más tierna infancia, +poseía numerosa variedad, pudiendo transformar su móvil fisonomía de +diversas maneras, y siempre con una expresión más ó menos perversa. El +ministro,—penosamente desconcertado, pero con la esperanza de que un +beso podría ser una especie de talismán que le ganara la buena voluntad +de la niña,—se inclinó hacia ella y la besó en la frente. +Inmediatamente Perla logró desasirse de las manos de su madre, y +corriendo hacia el arroyuelo, se detuvo en la orilla y se lavó la frente +en sus aguas, hasta que creyó borrado completamente el beso recibido de +mala gana. Después permaneció á un lado contemplando en silencio á Ester +y al ministro, mientras éstos conversaban juntos y hacían<a name="page_268" id="page_268"></a> los arreglos +sugeridos por su nueva posición y por los propósitos que pronto habían +de realizar.</p> + +<p>Y ahora esta fatídica entrevista quedó terminada. Aquel lugar donde se +encontraban, permanecería abandonado en su soledad entre los sombríos y +antiguos árboles de la selva que, con sus numerosas lenguas, susurrarían +largamente lo que allí había pasado, sin que ningún mortal fuera por eso +más cuerdo. Y el melancólico arroyuelo agregaría esta nueva historia á +los misteriosos cuentos que ya conocía, y continuaría su antiguo +murmullo, no por cierto más alegre de lo que había sido durante siglos y +siglos.<a name="page_269" id="page_269"></a></p> + +<h3><a name="XX" id="XX"></a>XX<br /><br /> +<small>EL MINISTRO PERDIDO EN UN LABERINTO</small></h3> + +<p>A<small>RTURO</small> D<small>IMMESDALE</small> partió el primero, adelantándose á Ester y á Perla, y +ya á cierta distancia dirigió una mirada hacia atrás, como si esperara +descubrir tan sólo algunos rasgos débiles ó los contornos de la madre y +de la niña desvaneciéndose lentamente en la semiobscuridad de la selva. +Acontecimiento de tal importancia en su existencia, no podía concebir +que fuese real. Pero allí estaba Ester, vestida con su traje de pardo +color, de pie todavía junto al tronco del árbol que algún viento +tempestuoso derrumbó en tiempos inmemoriales, todo cubierto de musgo, +para que esos dos seres predestinados, con el alma abrumada de pesar, +pudieran sentarse allí juntos y encontrar una sola hora de descanso y +solaz. Y allí también estaba Perla, bailando alegremente á orillas del +arroyuelo, ahora que aquel extraño intruso se había ido, y la dejaba +ocupar su antiguo puesto al lado de su madre. No: el ministro no se +había quedado dormido, ni había soñado.</p> + +<p>Para conseguir que desaparecieran de su mente la vaguedad y confusión de +sus impresiones, que le hacían experimentar una extraña inquietud, se +puso á recordar de una manera precisa y definida los planes y<a name="page_270" id="page_270"></a> proyectos +que él y Ester habían bosquejado para su partida. Se había convenido +entre los dos que el Antiguo Mundo, con sus ciudades populosas, les +ofrecería mejor abrigo y mayor oportunidad, para pasar inadvertidos que +no las selvas mismas de la Nueva Inglaterra ó de toda la América, con +sus alternativas de una que otra choza de indios ó las pocas ciudades de +europeos, escasamente pobladas, esparcidas aquí y allí á lo largo de las +costas. Todo esto sin hablar de la mala salud del ministro, que no se +prestaba ciertamente á soportar los trabajos y privaciones de la vida de +los bosques, cuando sus dones naturales, su cultura y el +desenvolvimiento de todas sus facultades le adaptaban para vivir tan +sólo en medio de pueblos de adelantada civilización. Para que pudiesen +llevar á cabo lo que habían determinado, la casualidad les deparó que +hubiera en el puerto un buque, una de esas embarcaciones de dudoso +carácter, cosa muy común en aquellos tiempos, que sin ser realmente +piratas, recorrían sin embargo los mares con muy poco respeto á las +leyes de propiedad. Este buque había llegado recientemente del Mar de +las Antillas, y debía hacerse á la vela dentro de tres días con rumbo á +Brístol en Inglaterra. Ester, cuya vocación para hermana de la Caridad +la había puesto en contacto con el capitán y los tripulantes de la nave, +se ocuparía en conseguir el pasaje de dos individuos y una niña, con +todo el secreto que las circunstancias hacían más que necesario.</p> + +<p>El ministro había preguntado á Ester, con no poco interés, la fecha +precisa en que el buque había de partir. Probablemente sería dentro de +cuatro días á contar de aquel en que estaban. "¡Feliz casualidad!"—se +<a name="page_271" id="page_271"></a>dijo para sus adentros. Por qué razón el Reverendo Arturo Dimmesdale lo +consideró una feliz casualidad, vacilamos en revelarlo. Sin embargo, +para que el lector lo sepa todo, diremos que dentro de tres días tenía +que predicar el sermón de la elección; y como semejante acto formaba una +época honrosa en la vida de un eclesiástico de la Nueva Inglaterra, el +Sr. Dimmesdale no podía haber escogido una oportunidad más conveniente +para terminar su carrera profesional. "Á lo menos, dirán de mí,—pensó +este hombre ejemplar,—que no he dejado por desempeñar ningún deber +público, ni lo he desempeñado mal."—¡Triste es, indudablemente, ver que +una persona que podía hacer un examen tan profundo y minucioso de sí +mismo, se engañara á tal extremo! Ya hemos dicho, y aun nos quedan por +decir, cosas peores de él; pero ninguna tan lastimosamente débil; +ninguna que diera una prueba tan irrefragable de la sutil enfermedad que +había, desde tiempo atrás, minado la verdadera base de su carácter. +Ningún hombre puede llevar por mucho tiempo, por decirlo así, dos +rostros: uno en público y otro frente á frente de su conciencia, sin que +al fin llegue á no saber cuál es el verdadero.</p> + +<p>La agitación que experimentó el Sr. Dimmesdale al regresar de su +entrevista con Ester, le comunicó una energía física inusitada, y le +hizo caminar hacia la población con rápido paso. El sendero al través de +los bosques le pareció más bravío, más áspero con sus obstáculos +naturales, y menos hollado por pies humanos, que cuando lo recorrió en +sentido inverso. Pero saltaba sobre los lugares pantanosos, se +introducía por entre el frondoso ramaje, trepaba cuando encontraba<a name="page_272" id="page_272"></a> +cuestas que subir, ó descendía á las hondonadas; en una palabra, venció +todas las dificultades que se le presentaron en el camino, con una +actividad infatigable que á él mismo le sorprendía. No pudo menos de +recordar cuán fatigosamente, y con cuántas paradas para recobrar +aliento, había recorrido ese mismo camino tan solo dos días antes. Á +medida que se acercaba á la ciudad fué creyendo que notaba un cambio en +los objetos que le eran más familiares, como si desde que salió de la +población no hubieran transcurrido solamente dos ó tres días, sino +muchos años.</p> + +<p>Ciertamente que las calles presentaban el mismo aspecto que antes, según +las recordaba, y las casas tenían las mismas peculiaridades, con su +multitud de aleros y una veleta precisamente en el lugar en que su +memoria se lo indicaba. Sin embargo, la idea de cambio le acosaba á cada +instante, aconteciéndole igual fenómeno con las personas conocidas que +veía, y con todas las que le eran familiares en la pequeña población. No +las hallaba ahora ni más jóvenes ni más viejas; las barbas de los +ancianos no eran más blancas, ni el niño que andaba á gatas ayer podía +moverse hoy haciendo uso de sus pies: era imposible decir en qué +diferían de las personas á quienes había visto antes de partir; y sin +embargo, algo interno parecía sugerirle que se había efectuado un +cambio. Recibió una impresión de esta naturaleza, de la manera más +notable, al pasar junto á la iglesia que estaba á su cargo. El edificio +se le presentó con un aspecto á la vez tan extraño y tan familiar, que +el Sr. Dimmesdale estuvo vacilando entre estas dos ideas: ó que<a name="page_273" id="page_273"></a> hasta +entonces lo había visto solamente en un sueño, ó que ahora estaba +simplemente soñando.</p> + +<p>Este fenómeno, en las varias formas que iba tomando, no indicaba un +cambio externo, sino un cambio tan repentino é importante en el +espectador mismo, que el espacio de un solo día de intervalo había sido +para él equivalente al transcurso de varios años. La voluntad del +ministro y la de Ester, y el destino que sobre ellos pesaba, habían +operado esta transformación. Era la misma ciudad que antes; pero no era +el mismo ministro el que había regresado de la selva. Podría haber dicho +á los amigos que le saludaban: "No soy el hombre por quien me tomáis. Lo +he dejado allá en la selva, retirado en un oculto vallecillo, junto á un +tronco musgoso de árbol, no lejos de un melancólico arroyuelo. Id: +buscad á vuestro ministro, y ved si su cuerpo extenuado, sus mejillas +descarnadas, y su pálida frente surcada de arrugas por el dolor, no han +sido arrojados allí como vestido de que uno se deshace." Sin duda alguna +sus amigos habrían insistido, diciéndole: "Tú eres el mismo hombre"; +pero el error hubiera estado de parte de sus amigos y no del ministro.</p> + +<p>Antes de que el Sr. Dimmesdale llegara á su morada, su sér íntimo le dió +otras pruebas de que una revolución se había operado en su modo de +pensar y de sentir. Á la verdad, solo á una revolución de esa +naturaleza, completa y total, podían atribuirse los impulsos que +agitaban al infortunado ministro. Á cada paso se sentía movido del deseo +de hacer algo extraño, inusitado, violento ó perverso, con la convicción +de que sería á la vez involuntario é intencional y á despecho<a name="page_274" id="page_274"></a> de sí +mismo, pero emanando de un sentimiento más profundo que el que se oponía +al impulso. Por ejemplo, se encontró con uno de los diáconos de su +iglesia, buen anciano que le saludó con el afecto paternal y el aire +patriarcal á que tenía derecho por sus años, sus virtudes y su posición, +y al mismo tiempo con el profundo respeto, casi veneración, que el +carácter público y privado del ministro reclamaban. Nunca se vió un +ejemplo más hermoso de cómo la majestad y sabiduría de los años pueden +hermanarse á la obediencia y respeto que una categoría social é +inteligencia inferiores deben á una persona superior en esas cualidades. +Pues bien, durante una conversación de unos pocos momentos entre el +Reverendo Sr. Dimmesdale y este excelente y anciano diácono, solo merced +á la más cuidadosa circunspección y casi haciéndose violencia, evitó el +ministro proferir ciertas reflexiones heréticas que se le ocurrieron +sobre varios puntos religiosos. Temblaba y palidecía temiendo que sus +labios, á despecho de sí mismo, emitiesen algunos de los horribles +pensamientos que le cruzaban por la mente. Y sin embargo, aunque con el +corazón lleno de tal terror, no pudo menos de sonreirse al imaginar lo +estupefacto que se habría quedado el santo varón y patriarcal diácono +ante la impiedad de su ministro.</p> + +<p>Referiremos otro incidente de igual naturaleza. Yendo á toda prisa por +la calle, el Reverendo Sr. Dimmesdale tropezó de manos á boca con uno de +los más antiguos miembros de su iglesia, una anciana señora, la más +piadosa y ejemplar que pueda darse: pobre, viuda, sola, y con el corazón +todo lleno de<a name="page_275" id="page_275"></a> reminiscencias de su marido y de sus hijos, ya muertos, +así como de sus amigos fallecidos también hacía tiempo. Sin embargo, +todo esto, que de otro modo habría sido un dolor intenso, se había casi +convertido para esta alma piadosa en un goce solemne, gracias á los +consuelos religiosos y á las verdades de las Sagradas Escrituras, con +que puede decirse que se había nutrido continuamente por espacio de más +de treinta años. Desde que el Reverendo Sr. Dimmesdale la tomó á su +cargo, el principal consuelo terrenal de la buena señora consistía en +ver á su pastor espiritual, ya de propósito deliberado, ya por +casualidad, y sentir confortada el alma con una palabra que respirase +las verdades consoladoras del Evangelio, y que saliendo de aquellos +labios reverenciados, penetrase en su pobre pero atento oído. Mas en la +presente ocasión, al querer el Reverendo Sr. Dimmesdale abrir los +labios, no le fué posible recordar un solo texto de las Sagradas +Escrituras, y lo único que pudo decir fué algo breve, enérgico, que +según le pareció á él mismo entonces, venía á ser un argumento +irrefutable contra la inmortalidad del alma. La simple insinuación de +semejante idea habría hecho probablemente caer á tierra sin sentido á +esta anciana señora, como por efecto de una infusión de veneno +intensamente mortífero. Lo que el ministro dijo en realidad, no pudo +recordarlo nunca. Tal vez hubo en sus palabras una cierta obscuridad que +impidió á la buena viuda comprender exactamente la idea que Dimmesdale +quiso expresar, ó quizás ella las interpretó allá á su manera. Lo cierto +es, que cuando el ministro volvió la mirada hacia atrás, notó en el +rostro de la santa mujer una expresión de éxtasis<a name="page_276" id="page_276"></a> y divina gratitud, +como si estuviera iluminado por los resplandores de la ciudad divina.</p> + +<p>Aun referiremos un tercer ejemplo. Después de separarse de la anciana +viuda, encontró á la más joven de sus feligreses. Era una tierna +doncella á quien el sermón predicado por el Reverendo Sr. Dimmesdale, el +día después de la noche pasada en vela en el tablado, había hecho trocar +los goces transitorios del mundo por la esperanza celestial que iría +ganando brillantez á medida que las sombras de la existencia se fueran +aumentando, y que finalmente convertiría las tinieblas postreras en +oleadas de luz gloriosa. Era tan pura y tan bella como un lirio que +hubiese florecido en el Paraíso. El ministro sabía perfectamente que su +imagen se hallaba venerada en el santuario inmaculado del corazón de la +doncella, que mezclaba su entusiasmo religioso con el dulce fuego del +amor, y comunicaba al amor toda la pureza de la religión. De seguro que +el enemigo del género humano había apartado aquel día á la joven +doncella del lado de su madre, para ponerla al paso de este hombre que +podemos llamar perdido y desesperanzado. Á medida que la joven se iba +acercando al ministro, el maligno espíritu le murmuró á éste en el oído +que condensara en la forma más breve, y vertiera en el tierno corazón de +la virgen, un germen de maldad que pronto produciría negras flores y +frutos aún más negros. Era tal la convicción de su influencia sobre esta +alma virginal, que de este modo á él se confiaba, que el ministro sabía +muy bien que le era dado marchitar todo este jardín de inocencia con una +sola mirada perversa, ó hacerle florecer en virtudes con una sola buena +palabra. De consiguiente,<a name="page_277" id="page_277"></a> después de sostener consigo mismo una lucha +más fuerte que las que ya había sostenido, se cubrió el rostro con el +capote y apresuró el paso sin darse por entendido que la había visto, +dejando á la pobre muchacha que interpretase su rudeza como quisiera. +Ella escudriñó su conciencia, llena de pequeñas acciones inocentes, y la +infeliz se reprochó mil faltas imaginarias, y al día siguiente estuvo +desempeñando sus quehaceres domésticos toda cabizbaja y con ojos +llorosos.</p> + +<p>Antes de que el ministro hubiera tenido tiempo de celebrar su victoria +sobre esta última tentación, experimentó otro impulso no ya ridículo, +sino casi horrible. Era,—nos avergonzamos de decirlo,—nada menos que +detenerse en la calle y enseñar algunas palabrotas muy malsonantes á un +grupo de niños puritanos, que apenas empezaban á hablar. Habiendo +resistido este impulso como completamente indigno del traje que vestía, +encontró á un marinero borracho de la tripulación del buque del Mar de +las Antillas de que hemos hablado; y esta vez, después de haber +rechazado tan valerosamente todas las otras perversas tentaciones, el +pobre Sr. Dimmesdale deseó, al fin, dar un apretón de manos á este +tunante alquitranado, y recrearse con algunos de esos chistes de mala +ley de que tal acopio tienen los marineros, sazonado todo con una +andanada de ternos y juramentos capaces de estremecer el cielo. +Detuviéronle no tanto sus buenos principios, como su pudor innato y las +decorosas costumbres adquiridas bajo su traje de eclesiástico.</p> + +<p>—¿Qué es lo que me persigue y me tienta de esta manera?—se preguntó el +ministro á sí mismo, deteniéndose en la calle y golpeándose la +frente.—¿Estoy<a name="page_278" id="page_278"></a> loco por ventura, ó me hallo completamente en poder del +enemigo malo? ¿Hice un pacto con él en la selva y lo firmé con mi propia +sangre? ¿Y me pide ahora que lo cumpla, sugiriéndome que lleve á cabo +todas las iniquidades que pueda concebir su perversa imaginación?</p> + +<p>En los momentos en que el Reverendo Sr. Dimmesdale razonaba de este modo +consigo mismo, y se golpeaba la frente con la mano, se dice que la +anciana Sra. Hibbins, la dama reputada por hechicera, pasaba por allí, +vestida con rico traje de terciopelo, fantásticamente peinada, y con un +hermoso cuello de lechuguilla, todo lo cual le daba una apariencia de +persona de muchas campanillas. Como si la hechicera hubiese leído los +pensamientos del ministro, se detuvo ante él, fijó las miradas +astutamente en su rostro, sonrió con malicia, y,—aunque no muy dada á +hablar con gente de la iglesia,—tuvo con él el siguiente diálogo:</p> + +<p>—De modo, Reverendo Señor, que habéis hecho una visita á la +selva,—observó la hechicera inclinando su gran peinado hacia el +ministro.—La próxima vez que vayáis, os ruego me lo aviséis en tiempo, +y me consideraré muy honrada en acompañaros. Sin querer exagerar mi +importancia, creo que una palabra mía servirá para proporcionar á +cualquier caballero extraño una excelente recepción de parte de aquel +potentado que sabéis.</p> + +<p>—Os aseguro, señora,—respondió el ministro con respetuoso saludo, como +demandaba la alta jerarquía de la dama, y como su buena educación se lo +exigía,—os aseguro, bajo mi conciencia y honor, que estoy completamente +á obscuras acerca del sentido que entrañan<a name="page_279" id="page_279"></a> vuestras palabras. No he ido +á la selva á buscar á ningún potentado; ni intento hacer allí una futura +visita con el fin de ganarme la protección y favor de semejante +personaje. Mi único objeto fué saludar á mi piadoso amigo el apóstol +Eliot, y regocijarme con él por las muchas preciosas almas que ha +arrancado á la idolatría.</p> + +<p>—¡Ja! ¡ja! ¡ja!—exclamó la anciana bruja, inclinando siempre su alto +peinado hacia el ministro.—Bien, bien: no necesitamos hablar de esto +durante el día; pero á media noche, y en la selva, tendremos juntos otra +conversación.</p> + +<p>La vieja hechicera continuó su camino con su acostumbrada majestad, pero +de cuando en cuando volvía hacia atrás las miradas y se sonreía, +exactamente como quien quisiera dar á entender que existía entre ella y +el ministro una secreta y misteriosa intimidad.</p> + +<p>—¿Me habré vendido yo mismo,—se preguntó el ministro,—al maligno +espíritu á quien, si es verdad lo que se dice, esta vieja y amarillenta +bruja, vestida de terciopelo, ha escogido por su príncipe y señor?</p> + +<p>¡Infeliz ministro! Había hecho un pacto muy parecido á ese de que +hablaba. Alucinado por un sueño de felicidad, había cedido, +deliberadamente, como nunca lo hizo antes, á la tentación de lo que +sabía que era un pecado mortal; y el veneno inficionador de ese pecado +se había difundido rápidamente en todo su sér moral; adormeciendo todos +sus buenos impulsos, y despertando en él todos los malos á vida +animadísima. El odio, el desprecio, la malignidad sin provocación +alguna, el deseo gratuito de ser perverso, de ridiculizar todo lo bueno +y santo, se despertaron en<a name="page_280" id="page_280"></a> él para tentarle al mismo tiempo que le +llenaban de pavor. Y su encuentro con la vieja hechicera Hibbins, caso +de que hubiera acontecido realmente, sólo vino á mostrarle sus simpatías +y su compañerismo con mortales perversos y con el mundo de perversos +espíritus.</p> + +<p>Ya para este tiempo había llegado á su morada, cerca del cementerio, y +subiendo apresuradamente las escaleras se refugió en su estudio. Mucho +se alegró el ministro de verse al fin en este asilo, sin haberse vendido +él mismo cometiendo una de esas extrañas y malignas excentricidades, á +que había estado continuamente expuesto, mientras atravesaba las calles +de la población. Entró en su cuarto, y dió una mirada alrededor +examinando los libros, las ventanas, la chimenea para el fuego, y los +tapices, experimentando la misma sensación de extrañeza que le había +acosado durante el trayecto desde la selva á la ciudad. En esta +habitación había estudiado y escrito; aquí había ayunado y pasado las +noches en vela, hasta quedar casi medio muerto de fatiga y debilidad; +aquí se había esforzado en orar; aquí había padecido mil y mil tormentos +y agonías. Allí estaba su Biblia, en el antiguo y rico hebreo, con +Moisés y los Profetas que le hablaban constantemente, y resonando en +toda ella la voz de Dios. Allí, sobre la mesa, con la pluma al lado, +había un sermón por terminar, con una frase incompleta tal como la dejó +cuando salió á hacer su visita dos días antes. Sabía que él era el +mismo, el ministro delgado de pálidas mejillas que había hecho y sufrido +todas estas cosas, y tenía ya muy adelantado su sermón de la elección. +Pero parecía como si estuviera aparte contemplando<a name="page_281" id="page_281"></a> su antiguo sér con +cierta curiosidad desdeñosa, compasiva y semienvidiosa. Aquel antiguo +sér había desaparecido, y otro hombre había regresado de la selva: más +sabio, dotado de un conocimiento de ocultos misterios que la sencillez +del primero nunca pudo haber conseguido. ¡Amargo conocimiento por +cierto!</p> + +<p>Mientras se hallaba ocupado en estas reflexiones, resonó un golpecito en +la puerta del estudio, y el ministro dijo: "Entrad"—no sin cierto temor +de que pudiera ser un espíritu maligno. ¡Y así fué! Era el anciano +Rogerio Chillingworth. El ministro se puso en pie, pálido y mudo, con +una mano en las Sagradas Escrituras y la otra sobre el pecho.</p> + +<p>—¡Bienvenido, Reverendo Señor!—dijo el médico.—Y cómo habéis hallado +á ese santo varón, el apóstol Eliot? Pero me parece, mi querido señor, +que estáis pálido; como si el viaje al través de las selvas hubiera sido +muy penoso. ¿No necesitáis de mi auxilio para fortaleceros algo, cosa de +que podáis predicar el sermón de la elección?</p> + +<p>—No, creo que no,—replicó el Reverendo Sr. Dimmesdale.—Mi viaje, y la +vista del santo apóstol, y el aire libre y puro que allí he respirado, +después de tan largo encierro en mi estudio, me han hecho mucho bien. +Creo que no tendré más necesidad de vuestras drogas, mi benévolo médico, +á pesar de lo buenas que son y de estar administradas por una mano +amiga.</p> + +<p>Durante todo este tiempo el anciano Rogerio había estado contemplando al +ministro con la mirada grave y fija de un médico para con su paciente; +pero á pesar de estas apariencias, el ministro estaba casi convencido<a name="page_282" id="page_282"></a> +de que Chillingworth sabia, ó por lo menos sospechaba, su entrevista con +Ester. El médico conocía, pues, que para su enfermo él no era ya un +amigo íntimo y leal, sino su más encarnizado enemigo; de consiguiente, +era natural que una parte de esos sentimientos tomara forma visible. Es +sin embargo singular el hecho de que á veces transcurra tanto tiempo +antes de que ciertos pensamientos se expresen por medio de palabras, y +así vemos con cuanta seguridad dos personas, que no desean tratar el +asunto que más á pecho tienen, se acercan hasta sus mismos límites y se +retiran sin tocarlo. Por esta razón, el ministro no temía que el médico +tratara de un modo claro y distinto la posición verdadera en que +mutuamente se encontraban uno y otro. Sin embargo, el anciano Rogerio, +con su manera tenebrosa de costumbre, se acercó considerablemente al +particular del secreto.</p> + +<p>—¿No sería mejor, dijo, que os sirvierais esta noche de mi poca +habilidad? Realmente, mi querido señor, tenemos que esmerarnos y hacer +todo lo posible para que estéis fuerte y vigoroso el día del sermón de +la elección. El público espera grandes cosas de vos, temiendo que al +llegar otro año ya su pastor haya partido.</p> + +<p>—Sí, á otro mundo,—replicó el ministro con piadosa +resignación.—Concédame el cielo que sea á un mundo mejor, porque, en +verdad, apenas creo que podré permanecer entre mis feligreses las +rápidas estaciones de otro año. Y en cuanto á vuestras medicinas, buen +señor, en el estado actual de mi cuerpo, no las necesito.</p> + +<p>—Mucho me alegro de oírlo,—respondió el médico.<a name="page_283" id="page_283"></a>—Pudiera ser que mis +remedios, administrados tanto tiempo en vano, empezaran ahora á surtir +efecto. Por feliz me tendría si así fuere, pues merecería la gratitud de +la Nueva Inglaterra, si pudiese efectuar tal cura.</p> + +<p>—Os doy las gracias con todo mi corazón, vigilante amigo,—dijo el +Reverendo Sr. Dimmesdale con una solemne sonrisa.—Os doy las gracias, y +sólo podré pagar con mis oraciones vuestros buenos servicios.</p> + +<p>—Las preces de un hombre bueno son la más valiosa recompensa,—contestó +el anciano médico al despedirse.—Son las monedas de oro corriente en la +Nueva Jerusalén, con el busto del Rey grabado en ellas.</p> + +<p>Cuando estuvo solo, el ministro llamó á un sirviente de la casa y le +pidió algo de comer, lo que traído que fué, puede decirse que despachó +con voraz apetito; y arrojando á las llamas lo que ya tenía escrito de +su sermón, empezó acto continuo á escribir otro, con tal afluencia de +pensamientos y de emoción que se creyó verdaderamente inspirado, +admirándose sólo de que el cielo quisiera transmitir la grande y solemne +música de sus oráculos por un conducto tan indigno como él se +consideraba. Dejando, sin embargo, que ese misterio se resolviese por sí +mismo, ó permaneciera eternamente sin resolverse, continuó su labor con +empeño y entusiasmo. Y así se pasó la noche hasta que apareció la +mañana, arrojando un rayo dorado en el estudio, donde sorprendió al +ministro, pluma en mano, con innumerables páginas escritas y esparcidas +por donde quiera.<a name="page_284" id="page_284"></a></p> + +<h3><a name="XXI" id="XXI"></a>XXI<br /><br /> +<small>EL DÍA DE FIESTA EN LA NUEVA INGLATERRA</small></h3> + +<p>M<small>UY</small> temprano, en la mañana del día en que el nuevo Gobernador había de +ser elegido por el pueblo, fueron Ester y Perla á la plaza del mercado, +que ya estaba llena de artesanos y otros plebeyos habitantes de la +ciudad en número considerable. Entre estos había muchos individuos de +aspecto rudo, cuyos vestidos, hechos de piel de ciervo, daban á conocer +que pertenecían á algunos de los establecimientos situados en las selvas +que rodeaban la pequeña metrópoli de la colonia.</p> + +<p>En este día de fiesta, como en todas las demás ocasiones durante los +siete últimos años, llevaba Ester un traje de paño burdo de color gris, +que no tanto por su color como por cierta peculiaridad indescriptible de +su corte, daba por resultado relegar su persona á la obscuridad, como si +la hiciera desaparecer á las miradas de todos, mientras la letra +escarlata, por el contrario, la hacía surgir de esta especie de +crepúsculo ó penumbra, presentándola al mundo bajo el aspecto moral de +su propio brillo. Su rostro, por tanto tiempo familiar á las gentes de +la ciudad, dejaba ver la calma marmórea que estaban acostumbrados á +contemplar. Era una especie de máscara; ó mejor dicho, era la calma<a name="page_285" id="page_285"></a> +congelada de las facciones de una mujer ya muerta, y esta triste +semejanza se debía á la circunstancia de que Ester estaba en realidad +muerta, en lo concerniente á poder reclamar alguna simpatía ó afecto, y +á que ella se había segregado por completo del mundo con el cual parecía +que aún se mezclaba.</p> + +<p>Quizás en este día especial pudiera decirse que había en el rostro de +Ester una expresión no vista hasta entonces, aunque en realidad no tan +marcada que pudiese notarse fácilmente, á no ser por un observador +dotado de tales facultades de penetración que leyera, primero, lo que +pasaba en el corazón, y luego hubiese buscado un reflejo correspondiente +en el rostro y aspecto general de esa mujer. Semejante observador, ó más +bien adivino, podría haber pensado que, después de haber sostenido Ester +las miradas de la multitud durante siete largos y malhadados años +soportándolas como una necesidad, una penitencia, y una especie de +severa religión, ahora, por la última vez, las afrontaba libre y +voluntariamente para convertir también en una especie de triunfo lo que +había sido una prolongada agonía. "¡Mirad por última vez la letra +escarlata y á la que la lleva!"—parecía decirles la víctima del +pueblo.—"Esperad un poco y me veré libre de vosotros. Unas cuantas +horas, no más, y el misterioso y profundo océano recibirá en su seno, y +ocultará en él para siempre, el símbolo que habéis hecho brillar por +tanto tiempo en mi pecho!"</p> + +<p>Ni sería incurrir en una inconsistencia demasiado grande, si +supusiéramos que Ester experimentaba cierto sentimiento de pesar en +aquellos instantes mismos en que estaba á punto de verse libre del +dolor, que puede<a name="page_286" id="page_286"></a> decirse se había encarnado profundamente en su sér. +¿No habría quizás en ella un deseo irresistible de apurar por última +vez, y á grandes tragos, la copa del amargo absintio y acíbar que había +estado bebiendo durante casi todos los años de su juventud? El licor que +en lo sucesivo se llevaría á los labios, tendría que ser seguramente +rico, delicioso, vivificante y en pulido vaso de oro; ó de otro modo +produciría una languidez inevitable y tediosa, viniendo después de las +heces de amargura que hasta entonces había apurado á manera de cordial +de intensa potencia.</p> + +<p>Perla estaba ataviada alegremente. Habría sido imposible adivinar que +esta brillante y luminosa aparición debía su existencia á aquella mujer +de sombrío traje; ó que la fantasía tan espléndida, y á la vez tan +delicada, que ideó el vestido de la niña, era la misma que llevase á +cabo la tarea, quizá más difícil, de dar al sencillo traje de Ester el +aspecto peculiar tan notable que tenía. De tal modo se adaptaba á +Perlita su vestido, que éste parecía la emanación ó el desarrollo +inevitable y la manifestación externa de su carácter, tan imposible de +separarse de ella, como al ala de una mariposa desprenderse de su +brillantez abigarrada, ó á los pétalos de una espléndida flor despojarse +de su radiante colorido. En este día extraordinario, había sin embargo +una cierta inquietud y agitación singular en todo el sér de la niña, +parecidas al brillo de los diamantes que fulguran y centellean al compás +de los latidos del pecho en que se ostentan. Los niños participan +siempre de las agitaciones de aquellas personas con quienes están en +íntima relación; experimentan siempre el malestar debido á cualquier +disgusto ó trastorno<a name="page_287" id="page_287"></a> inminente, de cualquier clase que sea, en el hogar +doméstico; y por lo tanto Perla, que era entonces la joya del inquieto +corazón de la madre, revelaba en su misma vivacidad las emociones que +nadie podía descubrir en la impasibilidad marmórea de la frente de +Ester.</p> + +<p>Esta efervescencia la hizo moverse como un ave, más bien que andar al +lado de su madre, prorrumpiendo continuamente en exclamaciones +inarticuladas, agudas, penetrantes. Cuando llegaron á la plaza del +mercado, se volvió aún más inquieta y febril al notar el bullicio y +movimiento que allí reinaban, pues por lo común aquel lugar tenía en +realidad el aspecto de un solitario prado frente á la iglesia de una +aldea, y no el del centro de los negocios de una población.</p> + +<p>—¿Qué significa esto, madre?—gritó la niña.—¿Por qué han abandonado +todos hoy su trabajo? ¿Es un día de fiesta para todo el mundo? Mira, ahí +está el herrero. Se ha lavado su cara sucia y se ha puesto la ropa de +los domingos, y parece que quisiera estar contento y alegre, si hubiese +solamente quien le enseñase el modo de estarlo. Y aquí está el Sr. +Brackett, el viejo carcelero, que se sonríe conmigo y me saluda. ¿Por +qué lo hace, madre?</p> + +<p>—Se acuerda cuando tú eras muy chiquita,—hija mía,—respondió Ester.</p> + +<p>—Ese viejo horrible, negro y feo, no debe sonreirme ni saludarme,—dijo +Perla.—Que lo haga contigo, si quiere, porque estás vestida de color +obscuro y llevas la letra escarlata. Pero mira, madre, ¡cuántas gentes +extrañas, y entre ellos indios y también marineros!<a name="page_288" id="page_288"></a> ¿Para qué han +venido todos esos hombres á la plaza del mercado?</p> + +<p>—Están esperando que la procesión pase para verla,—dijo Ester,—porque +el Gobernador y los magistrados han de venir, y los ministros, y todas +las personas notables y buenas han de marchar con música y soldados á la +cabeza.</p> + +<p>—¿Y estará allí el ministro?—preguntó Perla,—¿y extenderá las dos +manos hacia mí, como hizo cuando tú me llevaste á su lado desde el +arroyuelo?</p> + +<p>—Sí estará,—respondió su madre,—pero no te saludará hoy, ni tampoco +debes tú saludarle.</p> + +<p>—¡Qué hombre tan triste y tan raro es el ministro!—dijo la niña como +si hablara en parte á solas y consigo misma.—En medio de la noche nos +llama y estrecha tus manos y las mías, como cuando estuvimos juntas con +él sobre el tablado. Y en el bosque, donde solo los antiguos árboles +pueden oir á uno, y donde sólo un pedacito de cielo puede vernos, se +pone á hablar contigo sentado en un tronco de árbol. Y me besa la frente +de modo que el arroyuelo apenas puede borrar su beso. Pero aquí, á la +luz del sol, y en medio de todas estas gentes, no nos conoce, ni +nosotros debemos conocerle. ¡Sí, un hombre raro y triste con la mano +siempre sobre el corazón!</p> + +<p>—No hables más, Perla,—le dijo su madre,—tú no entiendes de estas +cosas. No pienses ahora en el ministro, sino mira lo que pasa á tu +alrededor y verás cuán alegre parece hoy todo el mundo. Los niños han +venido de sus escuelas, y las personas crecidas han dejado sus tiendas, +sus talleres y los campos con el<a name="page_289" id="page_289"></a> objeto de divertirse; porque hoy +empieza á regirlos un nuevo Gobernador.</p> + +<p>Como Ester decía, era mucho el contento y alegría que brillaban en el +rostro de todos los presentes. En un día semejante, como sucedió después +durante la mayor parte de dos siglos, los puritanos se entregaban á todo +el regocijo y alborozo público que consideraban permisibles á la +fragilidad humana; disipando solo en el espacio de un día de fiesta, +aquella nube sombría en que siempre estaban envueltos, pero de manera +tal, que apenas si aparecían menos graves que otras comunidades en +tiempo de duelo general.</p> + +<p>Pero tal vez exageramos el aspecto sombrío que indudablemente +caracterizaba la manera de ser de aquel tiempo. Las personas que se +hallaban en la plaza del mercado de Boston no eran todas herederas del +adusto y triste carácter puritano. Había allí individuos naturales de +Inglaterra, cuyos padres habían vivido en la época de la Reina Isabel, +cuando la vida social inglesa, considerada en conjunto, parece haber +sido tan magnífica, fastuosa y alegre como el mundo pueda haber +presenciado jamás. Si hubieran seguido su gusto hereditario, los colonos +de la Nueva Inglaterra habrían celebrado todos los acontecimientos de +interés público con hogueras, banquetes, procesiones cívicas, todo con +gran pompa y esplendor. Ni habría sido difícil combinar, en la +observación de las majestuosas ceremonias, el recreo alegre con la +solemnidad, como si el gran traje de gala que en tales fiestas reviste +una nación, estuviese adornado de una manera brillante á la vez que +grotesca. Algo parecido á esto había en el modo de celebrar el día que +daba comienzo al año político de la colonia.<a name="page_290" id="page_290"></a> El vago reflejo de una +magnificencia que vivía en el recuerdo, una imitación pálida y débil de +lo que habían presenciado en el viejo Londres, no diremos de una +coronación real, sino de las fiestas con que se inaugura el Lord +Corregidor de aquella gran capital, podría trazarse en las costumbres +que observaban nuestros antepasados en la instalación anual de sus +magistrados. Los padres y fundadores de la República,—el hombre de +Estado, el sacerdote y el militar,—creían de su deber revestirse en +esta oportunidad de toda la pompa y aparato majestuoso que, de acuerdo +con las antiguas tradiciones, se consideraba el adminículo indispensable +de la eminencia pública ó social. Todos venían á formar parte de la +procesión que había de desfilar ante las miradas del pueblo, comunicando +de este modo cierta dignidad á la sencilla estructura de un gobierno tan +recientemente constituído.</p> + +<p>En ocasiones semejantes se le permitía al pueblo, y hasta se le animaba, +á que se solazara y dejase sus diversos trabajos é industrias, á que en +todo tiempo parecía se aplicaba con la misma rigidez y severidad que á +sus austeras prácticas religiosas. Por de contado que aquí no podía +esperarse nada parecido á lo que se hubiera visto en las fiestas +populares de Inglaterra en tiempos de la Reina Isabel; ni rudas +representaciones teatrales; ni ministriles con sus arpas y baladas +legendarias; ni músicos ambulantes con un mono bailando al son de la +música; ni jugadores de mano y titiriteros con sus suertes y artificios +de hechicería; ni payasos y saltimbanquis tratando de alegrar la +multitud con sus chistes, quizás de varios siglos de antigüedad, pero +surtiendo siempre buen efecto, porque se<a name="page_291" id="page_291"></a> dirigen á los sentimientos +universales dispuestos á la alegría y buen humor. Toda esta clase de +profesores de los diferentes ramos de diversión y entretenimiento habían +sido severamente suprimidos, no sólo por la rígida disciplina de la ley, +sino por la sanción general que es lo que constituye la vitalidad de las +leyes. Sin embargo, aún careciendo de todo esto, la honrada y buena cara +del pueblo sonreía, quizás con cierta dureza, pero también á quijada +batiente. Ni se diga por eso que faltaban juegos y recreos de la clase +que los colonos habían presenciado muchos años atrás, en las ferias +campestres de Inglaterra, en los que acaso tomaron parte, y consideraban +sería conveniente conservar en estas nuevas tierras; por ejemplo, se +veían luchas á brazo partido, de diferentes clases, aquí y allí en la +plaza del mercado; en una esquina había un combate amistoso al garrote; +y lo que más que todo llamaba la atención, en el tablado de la picota á +que ya se ha hecho referencia varias veces en estas páginas, dos +maestros de armas comenzaban á dar una muestra de sus habilidades con +broquel y espadón. Pero con gran chasco y disgusto de los espectadores, +este entretenimiento fué suspendido mediante la intervención del +alguacil de la ciudad, que no quería permitir que la majestad de la ley +se violase con semejante abuso de uno de sus lugares consagrados.</p> + +<p>Aunque los colores del cuadro de la vida humana que se desplegaba en la +plaza del mercado fueran en lo general sombríos, no por eso dejaban de +estar animados con diversidad de matices. Había una cuadrilla de indios +con trajes de piel de ciervo curiosamente bordados, cinturones rojos y +amarillos, plumas en la<a name="page_292" id="page_292"></a> cabeza, y armados con arco, flechas y lanzas de +punta de pedernal, que permanecían aparte, como separados de todo el +mundo, con rostros de inflexible gravedad, que ni aun la de los +puritanos podía superar. Pero á pesar de todo, no eran estos salvajes +pintados de colores, los que pudieran presentarse como tipo de lo más +violento ó licencioso de las gentes que allí estaban congregadas. +Semejante honor, si en ello le hay, podían reclamarlo con más fundamento +algunos de los marineros que formaban parte de la tripulación del buque +procedente del Mar Caribe, que también habían venido á tierra á +divertirse el día de la elección. Eran hombres que se habían echado el +alma á las espaldas, de rostros tostados por el sol y grandes y espesas +barbas; sus pantalones, cortos y anchos, estaban sostenidos por un +cinturón, que á veces cerraban placas ó hebillas de oro, y del cual +pendía siempre un gran cuchillo, y en algunos casos un sable. Por debajo +de las anchas alas de sus sombreros de paja, se veían brillar ojos que, +aun en momentos de alegría y buen humor, tenían una especie de ferocidad +instintiva. Sin temor ni escrúpulo de ninguna especie, violaban las +reglas de buen comportamiento á que se sometían todos los demás, fumando +á las mismas narices del alguacil de la población, aunque cada bocanada +de humo habría costado buena suma de reales, por vía de multa, á todo +otro vecino de la ciudad, y apurando sin ningún reparo tragos de vino ó +de aguardiente en frascos que sacaban de sus faltriqueras, y que +ofrecían liberalmente á la asombrada multitud que los rodeaba. Nada +caracteriza tanto la moralidad á medias de aquellos tiempos, que hoy +calificamos de<a name="page_293" id="page_293"></a> rígidos, como la licencia que se permitía á los +marineros, no hablamos sólo de sus calaveradas cuando estaban en tierra, +sino aún mucho más tratándose de sus actos de violencia y rapiña cuando +se hallaban en su propio elemento. El marinero de aquella época correría +hoy el peligro de que se le acusara de pirata ante un tribunal. Por +ejemplo, poca duda podría abrigarse que los tripulantes del buque de que +hemos hablado, aunque no de lo peor de su género, habían sido culpables +de depredaciones contra el comercio español, de tal naturaleza, que +pondrían en riesgo sus vidas en un moderno tribunal de justicia.</p> + +<p>Pero en aquellos antiguos tiempos el mar se alborotaba, se henchía y se +rizaba, según su capricho, ó estaba sujeto solamente á los vientos +tempestuosos, sin que apenas se hubiera intentado establecer código +alguno que regulase las acciones de los que lo surcaban. El bucanero +podía abandonar su profesión y convertirse, si así lo deseaba, en hombre +honrado y piadoso, dejando las olas y fijándose en tierra; y ni aun en +plena carrera de su existencia borrascosa se le consideraba como +individuo con quien no era decente tener tratos ni relación social, +aunque fuera casualmente. De consiguiente, los viejos puritanos con sus +capas negras y sombreros puntiagudos, no podían menos de sonreirse ante +la manera bulliciosa y ruda de comportarse de estos alegres marineros; +sin que excitara sorpresa, ni diese lugar á críticas, ver que una +persona tan respetable como el anciano Rogerio Chillingworth entrase en +la plaza del mercado en íntima y amistosa plática con el capitán del +buque de dudosa reputación.<a name="page_294" id="page_294"></a></p> + +<p>Puede afirmarse que entre toda aquella multitud allí congregada no había +figura de aspecto tan vistoso y bizarro, á lo menos en lo que hace al +traje, como la de aquel capitán. Llevaba el vestido profusamente +cubierto de cintas, galón de oro en el sombrero que rodeaba una +cadenilla, también de oro, y adornado además con una pluma. Tenía espada +al cinto, y ostentaba en la frente una cuchillada que, merced á cierto +arreglo especial del cabello, parecía más deseoso de mostrar que de +esconder. Un ciudadano que no hubiera sido marino, apenas se habría +atrevido á llevar ese traje y mostrar esa cara, con tal desenfado y +arrogancia, sabiendo que se exponía á sufrir un severo interrogatorio +ante un magistrado, incurriendo probablemente en una crecida multa ó en +algunos cuantos días de cárcel: pero tratándose de un capitán de buque, +todo se consideraba perteneciente al oficio, así como las escamas son +parte de un pez.</p> + +<p>Después de separarse del médico, el capitán del buque con destino á +Brístol empezó á pasearse lentamente por la plaza del mercado, hasta +que, acercándose por casualidad al sitio en que estaba Ester, pareció +reconocerla y no vaciló en dirigirle la palabra. Como acontecía por lo +común donde quiera que se hallaba Ester, en torno suyo se formaba un +corto espacio vacío, una especie de círculo mágico en el que, aunque el +pueblo se estuviera codeando y pisoteando á muy corta distancia, nadie +se aventuraba ni se sentía dispuesto á penetrar. Era un ejemplo vivo de +la soledad moral á que la letra escarlata condenaba á su portadora, +debido en parte á la reserva de Ester, y en parte al instintivo +alejamiento de sus conciudadanos,<a name="page_295" id="page_295"></a> á pesar de que hacía ya tiempo que +habían dejado de mostrarse poco caritativos para con ella. Ahora, más +que nunca, le sirvió admirablemente, pues le proporcionó el modo de +hablar con el marino sin peligro de que los circunstantes se enteraran +de su conversación; y tal cambio se había operado en la reputación de +que gozaba Ester á los ojos del público, que la matrona más eminente de +la colonia en punto á rígida moralidad, no podría haberse permitido +aquella entrevista, sin dar margen al escándalo.</p> + +<p>—De modo, señora,—dijo el capitán,—que debo ordenar á mi mayordomo +que prepare otro camarote, además de los que Vd. ha contratado. Lo que +es en este viaje no habrá temor de escorbuto ó tifus; porque con el +cirujano de abordo, y este otro médico, nuestro único peligro serán las +píldoras ó las drogas que nos administren, pues tengo en el buque una +buena provisión de medicinas que compré á un buque español.</p> + +<p>—¿Qué está Vd. diciendo?—preguntó Ester con mayor alarma de la que +quisiera haber mostrado.—¿Tiene Vd. otro pasajero?</p> + +<p>—¡Cómo! ¿No sabe Vd.,—exclamó el capitán del barco,—que el médico de +esta plaza,—Chillingworth como dice llamarse,—está dispuesto á +compartir mi cámara con Vd.? Sí, sí, Vd. debe saberlo, pues me ha dicho +que es uno de la compañía, y además íntimo amigo del caballero de quien +Vd. habló, de ese que corre peligro aquí en manos de estos viejos y +ásperos gobernantes puritanos.</p> + +<p>—Sí, se conocen íntimamente,—replicó Ester con semblante sereno, +aunque toda llena de la más profunda consternación,—han vivido juntos +mucho tiempo.<a name="page_296" id="page_296"></a></p> + +<p>Nada más pasó entre el marino y Ester. Pero en aquel mismo instante vió +ésta al viejo Rogerio de pie en el ángulo más remoto de la plaza del +mercado, sonriéndole; sonrisa que,—al través de aquel vasto espacio de +terreno, y en medio de tanta charla, alegría, bullicio y animación, y de +tanta diversidad de intereses y de sentimientos,—encerraba una +significación secreta y terrible.<a name="page_297" id="page_297"></a></p> + +<h3><a name="XXII" id="XXII"></a>XXII<br /><br /> +<small>LA PROCESIÓN</small></h3> + +<p>A<small>NTES</small> de que Ester hubiera podido darse cuenta de lo que pasaba, y +considerar lo que podía hacerse en vista de este nuevo é inesperado +aspecto del asunto, se oyeron los sones de una música militar que se +acercaba por una de las calles contiguas, indicando la marcha de la +procesión de los magistrados y ciudadanos en dirección de la iglesia, +donde, de acuerdo con una antigua costumbre adoptada en los primeros +tiempos de la colonia, el Reverendo Señor Dimmesdale debía predicar el +sermón de la elección.</p> + +<p>Pronto se dejó ver la cabeza de la procesión que, procediendo lenta y +majestuosamente, doblaba una esquina y se abría paso al través de la +muchedumbre que llenaba la plaza del mercado. Primeramente venía la +banda de música, compuesta de variedad de instrumentos, quizás +imperfectamente adaptados unos á otros, y tocados sin mucho arte; sin +embargo, se alcanzaba el gran objeto que la armonía de los tambores y +del clarín debe producir en la multitud; esto es, revestir de un aspecto +más heroico y elevado la escena que se desarrollaba ante la vista. +Perla, al principio, empezó á palmotear, pero luego, por un instante, +perdió la agitación febril que la había mantenido en un<a name="page_298" id="page_298"></a> estado de +continua efervescencia toda la mañana: contempló silenciosamente lo que +pasaba, y parecía como si los sonidos de la música, arrebatando su +espíritu, la hicieran, á manera de ave acuátil, cernerse sobre aquellas +oleadas de armonía. Pero volvió á su antigua agitación al ver fulgurar á +los rayos del sol las armas y brillantes arreos de los soldados que +venían inmediatamente después de la banda de música, y formaban la +escolta de honor de la procesión. Este cuerpo militar,—que aun subsiste +como institución, y continúa su vieja existencia con antigua y honrosa +fama,—no se componía de hombres asalariados, sino de caballeros que, +animados de ardor marcial, deseaban establecer una especie de Colegio de +Armas donde, como en una Asociación de Caballeros Templarios, pudieran +aprender la ciencia de la guerra y las prácticas de la misma, hasta +donde lo permitieran sus ocupaciones pacíficas habituales. La alta +estimación en que se tenía á los militares en aquella época, podía verse +en el porte majestuoso de cada uno de los individuos que formaban la +compañía. Algunos, en realidad de verdad, por sus servicios en los +Países Bajos y en otros campos de batalla, habían conquistado +perfectamente el derecho de usar el nombre de soldado con toda la pompa +y prosopopeya del oficio. Toda aquella columna vestida con petos de +luciente acero y brillantes morriones coronados de penachos de plumas, +presentaba un golpe de vista cuyo esplendor ningún despliegue de tropas +modernas puede igualar.</p> + +<p>Y sin embargo, los hombres de eminencia en lo civil, que marchaban +inmediatamente en seguida de la escolta militar, eran aun más dignos de +la observación<a name="page_299" id="page_299"></a> de una persona pensadora. Su aspecto exterior tenía +cierto sello de majestad que hacía parecer vulgar, y hasta absurdo á su +lado, el altivo continente del guerrero. Era aquel un siglo en que el +talento merecía menos estimación que ahora, reservándose ésta en mayor +grado para las cualidades sólidas que denotaban firmeza y dignidad de +carácter. El pueblo, por herencia, era respetuoso y deferente; y los +colonos ingleses que habían fijado sus moradas en estas ásperas costas, +dejando tras sí, rey, nobles, y toda la escala de la jerarquía social, +aunque con la idea de respeto y obediencia todavía muy arraigada en +ellos, la reservaban para las canas y las cabezas que los años hacían +venerables; para la integridad á toda prueba; para la sólida sabiduría y +amarga experiencia de la vida; en fin, para todas aquellas cualidades +que indican peso, madurez, y se comprenden bajo el calificativo general +de respetabilidad. Por lo tanto, aquellos primitivos hombres de Estado, +tales como Bradstreet, Endicott, Dudley, Bellingham y sus compañeros, +que fueron elevados al poder por la elección popular, no parece que +pertenecieron á esa clase de hombres que hoy se llaman brillantes, sino +que se distinguían como personas de madurez y de peso, más bien que de +inteligencias vivas y extraordinarias. Tenían fortaleza de ánimo y +confianza en sus propias fuerzas, y en tiempos difíciles ó peligrosos, +cuando se trataba del bienestar de la cosa pública, eran como muralla de +rocas contra los embates de las tempestuosas olas. Los rasgos de +carácter aquí indicados se manifestaban perfectamente en sus rostros +casi cuadrados y en el gran desarrollo físico de los nuevos magistrados +coloniales;<a name="page_300" id="page_300"></a> y en lo que concierne á porte y autoridad natural, la madre +patria no se habría avergonzado de admitir á estos hombres en la Cámara +de los Pares ó en el Consejo del Soberano.</p> + +<p>Después de los magistrados venía el joven y eminente eclesiástico cuyos +labios habían de pronunciar el discurso religioso en celebración del +acto solemne. En la época de que hablamos, la profesión que él ejercía +se prestaba mucho más que la política al despliegue de las facultades +intelectuales. Los que veían ahora al Sr. Dimmesdale, observaron que +jamás mostró tanta energía en su aspecto y hasta en su modo de andar, +como la que desplegaba en la procesión. Su pisada no era vacilante, como +en otras ocasiones, sino firme; no iba con el cuerpo casi doblado, ni se +llevaba como de costumbre la mano al corazón. Sin embargo, bien +considerado, su vigor no parecía corporal sino espiritual, como si se +debiera á favor especial de los ángeles; ó quizás era la animación +procedente de una inteligencia absorbida por serios y profundos +pensamientos; ó acaso su temperamento sensible se veía vigorizado por +los sonidos penetrantes de la música que, ascendiendo al cielo, le +arrastraban y hacían mover con inusitada vivacidad. Sin embargo, tal era +la abstracción de sus miradas, que podía pensarse que el Sr. Dimmesdale +ni aun siquiera oía la música. Allí estaba su cuerpo marchando adelante +con vigor no acostumbrado. ¿Pero dónde estaba su espíritu? Allá en las +profundidades de su sér, ocupado con actividad extraordinaria en +coordinar la legión de pensamientos majestuosos que pronto habían de +verter sus labios; y de consiguiente ni veía, ni oía, ni tenía idea de +nada<a name="page_301" id="page_301"></a> de lo que le rodeaba; pero la parte espiritual se apoderó de +aquella débil fábrica y la arrastró consigo adelante, inconscientemente, +y convertida también en espíritu. Los hombres de inteligencia poco +común, que han llegado á adquirir cierta condición mórbida, poseen á +veces esta facultad de hacer un esfuerzo poderoso en el cual invierten +la fuerza vital de muchos días, para permanecer después como agotados +durante mucho tiempo.</p> + +<p>Ester, con los ojos fijos en el ministro, se sentía dominada por tristes +ideas, sin saber por qué ni de qué provenían. Se había imaginado que una +mirada, siquiera rápida, tenía que cambiarse entre los dos. Recordaba la +obscura selva con su pradillo solitario, y el amor y la angustia de que +había sido testigo; y el tronco mohoso del árbol donde, sentados, asidos +de las manos, mezclaron sus tristes y apasionadas palabras al murmullo +melancólico del arroyuelo. ¡Cuán profundo conocimiento adquirieron +entonces de lo que eran en realidad uno y otro! ¿Y era éste el mismo +hombre? Apenas lo conocía ahora. ¿Era acaso él, ese hombre que pasaba +altivo al compás de la hermosa música, en compañía de los venerables y +majestuosos magistrados, él, tan inaccesible en su posición social, y +aún mucho más como ahora le veía allí, entregado á los poco simpáticos +pensamientos que le preocupaban? El corazón de Ester se entristeció á la +idea de que todo había sido una ilusión, y que por vívido que hubiera +sido su sueño, no podía existir un verdadero lazo de unión entre ella y +el ministro. Y había en Ester tal suma de sentimiento femenino, que +apenas podía perdonarle,—y menos que nunca ahora cuando<a name="page_302" id="page_302"></a> casi se oían, +cada vez más próximas, las pisadas del Destino que se acercaba á toda +prisa,—no, no podía perdonarle que de tal modo le fuera dado abstraerse +del mundo que á los dos les era común, mientras ella, perdida en las +tinieblas, extendía las manos congeladas buscándole, sin poder hallarle.</p> + +<p>Perla, ó vió y respondió á los pensamientos íntimos de su madre, ó +sintió por sí misma también el alejamiento del ministro y creyó notar la +especie de barrera inaccesible que los separaba. Mientras pasaba la +procesión, la niña estuvo inquieta, moviéndose y balanceándose como un +ave á punto de emprender el vuelo; pero cuando todo hubo terminado, miró +á Ester en el rostro, y le dijo:</p> + +<p>—Madre, ¿es ese el mismo ministro que me besó junto al arroyo?</p> + +<p>—Calla ahora, mi querida Perla,—le contestó su madre en voz baja,—no +debemos hablar siempre en la plaza del mercado de lo que nos acontece en +la selva.</p> + +<p>—No puedo estar segura de que sea él, ¡tan diferente me +parece!—continuó la niña;—de otro modo habría corrido hacia él y le +hubiera pedido que me besara ahora, delante de todo el mundo, como lo +hizo allá, bajo aquellos árboles sombríos. ¿Qué habría dicho el +ministro, madre? ¿Se habría llevado la mano al corazón, riñéndome y +ordenándome que me alejara?</p> + +<p>—¿Qué otra cosa podría haber dicho, Perla,—respondió su madre,—sino +que no era esta la ocasión de besar á nadie, y que los besos no deben +darse en la plaza del mercado? Perfectamente hiciste, locuela, en no +hablarle.</p> + +<p>Hubo otra persona que expresó igualmente sus<a name="page_303" id="page_303"></a> ideas acerca del Sr. +Dimmesdale. Esta persona era la Sra. Hibbins, cuyas excentricidades, ó +mejor dicho, locura, la llevaban á hacer lo que pocos de la población se +hubieran atrevido á realizar, esto es: sostener una conversación, +delante del público, con la portadora de la letra escarlata. Vestida con +gran magnificencia, con un triple cuello alechugado, talle bordado, bata +de rico terciopelo y apoyada en un bastón de puño de oro, había salido á +ver la procesión cívica. Como esta anciana señora tenía la fama (que +después le costó la vida) de ser parte principal en todos los trabajos +de nigromancia que continuamente se estaban ejecutando, la multitud le +abrió paso franco y se apartó de ella, pareciendo temer el contacto de +sus vestidos, como si llevaran la peste oculta entre sus primorosos +pliegues. Vista en unión de Ester Prynne,—á pesar del sentimiento de +benevolencia con que muchos miraban á esta última,—el terror que de +suyo inspiraba la Sra. Hibbins se aumentó y dió lugar á un alejamiento +general de aquel sitio en que se encontraban las dos mujeres.</p> + +<p>—¿Qué imaginación mortal podría concebirlo?—dijo la anciana en voz +baja, confidencialmente, á Ester.—¡Ese hombre religioso, ese santo en +la tierra como el pueblo lo creía, y como realmente lo parece! ¿Quién +que le vió ahora en la procesión podría pensar que no hace mucho que +salió de su estudio,—apostaría que murmurando algunas frases de la +Biblia en hebreo,—á dar una vuelta por la selva? ¡Ah! Nosotras, Ester +Prynne, sabemos lo que eso significa. Pero, en realidad de verdad, no +puedo resolverme á creer que ese sea el mismo hombre. He visto marchando +detrás de<a name="page_304" id="page_304"></a> la música á más de un eclesiástico que ha bailado conmigo +cuando Alguien, que no quiero nombrar aquí, tocaba el violín, y que tal +vez sea un hechicero indio ó un brujo laponés que nos saluda y estrecha +las manos en otras ocasiones. Pero eso es una bicoca, para quien sabe lo +que es el mundo, ¿Pero este ministro? ¿Podrás decirme con seguridad, +Ester, si es el mismo hombre á quien encontraste en el sendero de la +selva?</p> + +<p>—Señora, no sé de qué me estáis hablando,—respondió Ester, conociendo, +como conocía, que la dama Hibbins no tenía todos sus sentidos cabales, +pero sorprendida en extremo, y hasta amedrentada, al oir la seguridad +con que afirmaba las relaciones personales que existían entre tantos +individuos (entre ellos Ester misma) y el enemigo malo.—No me +corresponde á mí hablar con ligereza de un ministro tan piadoso y sabio +como el Reverendo Sr. Dimmesdale.</p> + +<p>—¡Ja! ¡ja! ¡mujer!—exclamó la anciana señora alzando el dedo y +moviéndolo de un modo significativo.—¿Crees tú que después de haber ido +yo á la selva tantas veces, no me sería dado conocer á los que han +estado también allí? Sí; aunque no hubiera quedado en sus cabellos +ninguna hojita de las guirnaldas silvestres con que se adornaron la +cabeza mientras bailaban. Yo te conozco, Ester; pues veo la señal que te +distingue entre todas las demás. Todos podemos verla á la luz del sol; +pero en las tinieblas brilla como una llama rojiza. Tú la llevas á la +faz del mundo; de modo que no hay necesidad de preguntarte nada acerca +de este asunto. ¡Pero este ministro!... ¡Déjame decírtelo al oído! +Cuando el Hombre Negro ve á alguno de sus propios sirvientes, que tiene +la marca y el sello suyo, y que se<a name="page_305" id="page_305"></a> muestra tan cauteloso en no querer +que se sepan los lazos que á él le ligan, como sucede con el Reverendo +Sr. Dimmesdale, entonces tiene un medio de arreglar las cosas de manera +que la marca se ostente á la luz del día y sea visible á los ojos de +todo el mundo. ¿Qué es lo que el ministro trata de ocultar con la mano +siempre sobre el corazón? ¡Ah! ¡Ester Prynne!</p> + +<p>—¿Qué es lo que oculta, buena Sra. Hibbins?—preguntó con vehemencia +Perla.—¿Lo has visto?</p> + +<p>—Nada, querida niña,—respondió la Sra. Hibbins haciendo una profunda +reverencia á Perla.—Tú misma lo verás algún día. Dicen, niña, que +desciendes del Príncipe del Aire. ¿Quieres venir conmigo una noche que +sea hermosa á visitar á tu padre? Entonces sabrás por qué el ministro se +lleva siempre la mano al corazón.</p> + +<p>Y riendo tan estrepitosamente, que todos los que estaban en la plaza del +mercado pudieron oirla, la anciana hechicera se separó de Ester.</p> + +<p>Mientras esto pasaba, se había hecho la plegaria preliminar en la +iglesia, y el Reverendo Sr. Dimmesdale había comenzado su discurso. Un +sentimiento irresistible mantenía á Ester cerca del templo. Como el +sagrado edificio estaba tan lleno que no podía dar cabida á ninguna +persona más, se situó junto al tablado de la picota, hallándose lo +bastante cerca de la iglesia para poder oir todo el sermón como si fuera +un murmullo vago, pero variado, lo mismo que el débil acento de la voz +peculiar del ministro.</p> + +<p>El órgano vocal del Sr. Dimmesdale era de suyo un rico tesoro, de modo +que el oyente, aunque no comprendiera nada del idioma en que el orador +hablaba,<a name="page_306" id="page_306"></a> podía sin embargo sentirse arrastrado por el simple sonido y +cadencia de las palabras. Como toda otra música respiraban pasión y +vehemencia, y despertaban emociones ya tiernas, ya elevadas, en una +lengua que todos podían entender. Á pesar de lo indistinto de los +sonidos, Ester escuchaba con atención tal y con tan profunda simpatía, +que el sermón tuvo para ella una significación propia, completamente +personal, y sin relacionarse en manera alguna con las palabras; las +cuales, si las hubiera podido oir más claramente, sólo habrían sido un +medio materializado que hubiera obscurecido su sentido espiritual. Ya +oía las notas bajas á semejanza del viento que se calma como para +reposarse; ya se elevaba con los sonidos, como si ascendiera por +gradaciones progresivas, ora suaves, ya fuertes, hasta que el volumen de +la voz parecía envolverla en una atmósfera de respetuoso temor y solemne +grandeza. Y sin embargo, á pesar de lo imponente que á veces se volvía +aquella voz, tenía siempre algo esencialmente quejumbroso. Había en ella +una expresión de angustia, ya leve, ya aguda, el murmullo ó el grito, +como quiera concebírsele, de la humanidad sufriente, que brotaba de un +corazón que padecía é iba á herir la sensibilidad de los demás +corazones. Á veces lo único que se percibía era esta expresión +inarticulada de profundo sentimiento, á manera de un sollozo que se +oyera en medio de hondo silencio. Pero aún en los momentos en que la voz +del ministro adquiría más fuerza y vigor, ascendiendo de una manera +irresistible, con mayor amplitud y volumen, llenando la iglesia de tal +modo que parecía querer abrirse paso al través de las paredes y +difundirse en los espacios,—<a name="page_307" id="page_307"></a>aún entonces, si el oyente prestaba +cuidadosa atención, con ese objeto determinado, podía descubrir también +el mismo grito de dolor. ¿Qué era eso? La queja de un corazón humano, +abrumado de penas, quizás culpable, que revelaba su secreto, cualquiera +que éste fuese, al gran corazón de la humanidad, pidiendo su simpatía ó +su perdón,—á cada momento—en cada acento—y nunca en vano. Esta nota +profunda y dominante, era lo que proporcionaba gran parte de su poder al +ministro.</p> + +<p>Durante todo este tiempo Ester permaneció, como una estatua, clavada al +pie del tablado fatídico. Si la voz del ministro no la hubiese mantenido +allí, habría de todos modos habido un inevitable magnetismo en aquel +lugar, en que comenzó la primera hora de su vida de ignominia. Reinaba +en Ester la idea vaga, confusa, aunque pesaba gravemente en su espíritu, +de que toda la órbita de su vida, tanto antes como después de aquella +fecha, estaba relacionada con aquel sitio, como si fuera el punto que le +diera unidad á su existencia.</p> + +<p>Perla, entretanto, se había apartado de su madre y estaba jugando como +mejor le parecía en la plaza del mercado, alegrando á aquella sombría +multitud con sus movimientos y vivacidad, á manera de un ave de +brillantes plumas que ilumina todo un árbol de follaje obscuro, saltando +de un lado á otro, medio visible y medio oculta entre la sombra de las +espesas hojas. Tenía movimientos ondulantes, á veces irregulares, que +indicaban la inquietud de su espíritu, mucho mayor en aquel día porque +reflejaba la de su madre. Donde quiera que Perla veía algo que excitara +su curiosidad, siempre alerta, allí se dirigía rápidamente,<a name="page_308" id="page_308"></a> pudiendo +decirse que la niña tomaba plena posesión de lo que fuere, como si lo +considerase su propiedad. Los puritanos la miraban y si se sonreían; mas +no por eso se sentían menos inclinados á creer que la niña era el +vástago de un espíritu malo, á juzgar por el encanto indescriptible de +belleza y excentricidad que brillaba en todo su cuerpecito y se +manifestaba en su actividad. Se dirigió hacia el indio salvaje y le miró +fijamente al rostro, hasta que el indio tuvo conciencia de que se las +había con un sér más selvático que él mismo. De allí, con innata +audacia, pero siempre con característica reserva, corrió al medio de un +grupo de marineros de tostadas mejillas, aquellos salvajes del océano, +como los indios lo eran de la tierra, los que con sorpresa y admiración +contemplaron á Perla como si una espuma del mar hubiese tomado la forma +de una niñita, y estuviera dotada de un alma con esa fosforescencia de +las olas que se vé brillar de noche bajo la proa del buque que va +cortando las aguas.</p> + +<p>Uno de estos marinos, el capitán seguramente, que había hablado con +Ester, se quedó tan prendado del aspecto de Perla, que intentó asirla +para besarla; pero viendo que eso era tan imposible como atrapar un +colibrí en el aire, tomó la cadena de oro que adornaba su sombrero, y se +la arrojó á la niñita. Perla inmediatamente se la puso al rededor del +cuello y de la cintura, con tal habilidad que, al verla, parecía que +formaba parte de ella y era difícil imaginarla sin ese adorno.</p> + +<p>—¿Es tu madre aquella mujer que está allí con la letra escarlata?—dijo +el capitán.—¿Quieres llevarle un recado mío?<a name="page_309" id="page_309"></a></p> + +<p>—Si el recado me agrada, lo haré,—dijo Perla.</p> + +<p>—Entonces dile,—replicó el capitán,—que he hablado otra vez con el +viejo médico de rostro moreno, y que él se compromete á traer á su +amigo, el caballero que ella sabe, á bordo de mi buque. De consiguiente, +tu madre sólo tiene que pensar en ella y en tí. ¿Quieres decirle esto, +niña brujita?</p> + +<p>—La Sra. Hibbins dice que mi padre es el Príncipe del Aire,—exclamó +Perla con una maligna sonrisa.—Si vuelves á llamarme bruja, se lo diré +á ella, y perseguirá tu buque con una tempestad.</p> + +<p>Atrevesando la plaza del mercado regresó la niña junto á su madre y le +comunicó lo que el marino le había dicho. Ester, á pesar de su ánimo +fuerte, tranquilo, resuelto, y constante en la adversidad, estuvo á +punto de desmayarse al oir esta noticia precursora de inevitable +desastre, precisamente en los momentos en que parecía haberse abierto un +camino para que ella y el ministro pudieran salir del laberinto de dolor +y de angustias en que estaban perdidos.</p> + +<p>Abrumado su espíritu y llena de terrible perplejidad con las noticias +que le comunicaba el capitán del buque, se vió además sujeta en aquellos +momentos á otra clase de prueba. Se hallaban allí presentes muchos +individuos de los lugares circunvecinos, que habían oído hablar con +frecuencia de la letra escarlata, y para quienes ésta se había +convertido en algo terrífico por los millares de historias falsas ó +exageradas que acerca de ella circulaban, pero que nunca la habían visto +con sus propios ojos; los cuales, después de haber agotado toda otra +clase de distracciones, se agolpaban en torno de Ester de una manera +rudamente<a name="page_310" id="page_310"></a> indiscreta. Pero á pesar de lo poco escrupulosos que eran, no +podían llegar sino á unas cuantas varas de distancia de ella. Allí se +detenían, merced á la especie de fuerza repulsiva de la repugnancia que +les inspiraba el místico símbolo. Los marineros, observando la +aglomeración de los espectadores, y enterados de lo que significaba la +letra escarlata, vinieron con sus rostros ennegrecidos por el sol, y de +hombres de alma atravesada, á formar también parte del círculo que +rodeaba á Ester; y hasta los indios se vieron contagiados con la +curiosidad de los blancos, y deslizándose al través de la multitud, +fijaron sus ojos negros, á manera de serpiente, en el seno de la pobre +mujer, creyendo acaso que el portador de este brillante emblema bordado +tenía que ser persona de alta categoría entre los suyos. Finalmente, los +vecinos de la población, á pesar de que no experimentaban ya interés +alguno en este asunto, se dirigieron también á aquel sitio y +atormentaron á Ester, tal vez mucho más que todo el resto de los +circunstantes, con la fría é indiferente mirada que fijaban en la +insignia de su vergüenza. Ester vió y reconoció los mismos rostros de +aquel grupo de matronas que habían estado esperando su salida en la +puerta de la cárcel siete años antes; todas estaban allí, excepto la más +joven y la única compasiva entre ellas, cuya veste funeraria hizo +después de aquel acontecimiento. En aquella hora final, cuando creía que +pronto iba á arrojar para siempre la letra candente, se había ésta +convertido singularmente en centro de la mayor atención y curiosidad, +abrasándole el seno más dolorosamente que en ningún tiempo desde el +primer día que la llevó.<a name="page_311" id="page_311"></a></p> + +<p>Mientras Ester permanecía dentro de aquel círculo mágico de ignominia +donde la crueldad de su sentencia parecía haberla fijado para siempre, +el admirable orador contemplaba desde su púlpito un auditorio subyugado +por el poder de su palabra hasta las fibras más íntimas de su múltiple +sér. ¡El santo ministro en la iglesia! ¡La mujer de la letra escarlata +en la plaza del mercado! ¿Qué imaginación podría hallarse tan falta de +reverencia que hubiera sospechado que ambos estaban marcados con el +mismo candente estigma?<a name="page_312" id="page_312"></a></p> + +<h3><a name="XXIII" id="XXIII"></a>XXIII<br /><br /> +<small>LA REVELACIÓN DE LA LETRA ESCARLATA</small></h3> + +<p>L<small>A</small> elocuente voz que había arrebatado el alma de los oyentes, +haciéndoles agitarse como si se hallaran mecidos por las olas de +turbulento océano, cesó al fin de resonar. Hubo un momento de silencio, +profundo como el que tendría que reinar después de las palabras de un +oráculo. Luego hubo un murmullo, seguido de una especie de ruido +tumultuoso: se diría que los circunstantes, viéndose ya libres de la +influencia del encanto mágico que los había transportado á las esferas +en que se cernía el espíritu del orador, estaban volviendo de nuevo en +sí mismos, aunque todavía llenos de la admiración y respeto que aquel +les infundiera. Un momento después, la multitud empezó á salir por las +puertas de la iglesia; y como ahora todo había concluído, necesitaban +respirar una atmósfera más propia para la vida terrestre á que habían +descendido, que aquella á que el predicador los elevó con sus palabras +de fuego.</p> + +<p>Una vez al aire libre, los oyentes expresaron su admiración de diversas +maneras: la calle y la plaza del mercado resonaron de extremo á extremo +con las alabanzas prodigadas al ministro, y los circunstantes no +hallaban reposo hasta haber referido cada cual á su<a name="page_313" id="page_313"></a> vecino lo que +pensaba recordar ó saber mejor que él. Según el testimonio universal, +jamás hombre alguno había hablado con espíritu tan sabio, tan elevado y +santo como el ministro aquel día; ni jamás hubo labios mortales tan +evidentemente inspirados como los suyos. Podría decirse que esa +inspiración descendió sobre él y se apoderó de su sér, elevándole +constantemente sobre el discurso escrito que yacía ante sus ojos, +llenándole con ideas que habían de parecerle á él mismo tan maravillosas +como á su auditorio.</p> + +<p>Según se colige de lo que hablaba la multitud, el asunto del sermón +había sido la relación entre la Divinidad y las sociedades humanas, con +referencia especial á la Nueva Inglaterra que ellos habían fundado en el +desierto; y á medida que se fué acercando al final de su discurso, +descendió sobre él un espíritu de profecía, que le obligaba á continuar +en su tema como acontecía con los antiguos profetas de Israel, con esta +diferencia, sin embargo, que mientras aquellos anunciaban la ruina y +desolación de su patria, Dimmesdale predecía un grande y glorioso +destino al pueblo allí congregado. Pero en todo su discurso había cierta +nota profunda, triste, dominante, que sólo podía interpretarse como el +sentimiento natural y melancólico de uno que pronto ha de abandonar este +mundo. Sí: su ministro, á quien tanto amaban, y que los amaba tanto á +todos ellos, que no podía partir hacia el cielo sin exhalar un suspiro +de dolor,—tenía el presentimiento de que una muerte prematura le +esperaba, y de que pronto los dejaría bañados en lágrimas. Esta idea de +su permanencia transitoria en la tierra, dió el último toque al efecto +que el predicador había producido;<a name="page_314" id="page_314"></a> diríase que un ángel, en su paso por +el firmamento, había sacudido un instante sus luminosas alas sobre el +pueblo, produciendo al mismo tiempo sombra y esplendor, y derramando una +lluvia de verdades sobre el auditorio.</p> + +<p>De este modo llegó para el Reverendo Sr. Dimmesdale,—como llega para la +mayoría de los hombres en sus varias esferas de acción, aunque con +frecuencia demasiado tarde,—una época de vida más brillante y llena de +triunfos que ninguna otra en el curso de su existencia, ó que jamás +pudiera esperar. En aquel momento se encontraba en la cúspide de la +altura á que los dones de la inteligencia, de la erudición, de la +oratoria, y de un nombre de intachable pureza, podían elevar á un +eclesiástico en los primeros tiempos de la Nueva Inglaterra, cuando ya +una carrera de esa clase era en sí misma un alto pedestal. Tal era la +posición que el ministro ocupaba, cuando inclinó la cabeza sobre el +borde del púlpito al terminar su discurso. Entre tanto, Ester Prynne +permanecía al pie del tablado de la picota con la letra escarlata +abrasando aún su corazón.</p> + +<p>Oyéronse de nuevo los sones de la música y el paso mesurado de la +escolta militar que salía por la puerta de la iglesia. La procesión +debía dirigirse á la casa consistorial, donde un solemne banquete iba á +completar las ceremonias del día.</p> + +<p>Por lo tanto, de nuevo la comitiva de venerables y majestuosos padres de +la ciudad empezó á moverse en el espacio libre que dejaba el pueblo, +haciéndose respetuosamente á uno y otro lado, cuando el Gobernador y los +magistrados, los hombres ancianos y cuerdos,<a name="page_315" id="page_315"></a> los santos ministros del +altar, y todo lo que era eminente y renombrado en la población, +avanzaban por en medio de los espectadores. Cuando llegaron á la plaza +del mercado, su presencia fué saludada con una aclamación general; que +si bien podía atribuirse al sentimiento de lealtad que en aquella época +experimentaba el pueblo hacia sus gobernantes, era también la explosión +irresistible del entusiasmo que en el alma de los oyentes había +despertado la elevada elocuencia que aun vibraba en sus oídos. Cada uno +sintió el impulso en sí mismo y casi instantáneamente este impulso se +hizo unánime. Dentro de la iglesia á duras penas pudo reprimirse; pero +debajo de la bóveda del cielo no fué posible contener su manifestación, +más grandiosa que los rugidos del huracán, del trueno ó del mar, en +aquella potente oleada de tantas voces reunidas en una gran voz por el +impulso universal que de muchos corazones forma uno solo. Jamás en el +suelo de la Nueva Inglaterra había resonado antes igual clamoreo. Jamás, +en el suelo de la Nueva Inglaterra, se había visto un hombre de tal modo +honrado por sus conciudadanos como lo era ahora el predicador.</p> + +<p>¿Y qué era de él? ¿No se veían por ventura en el aire las partículas +brillantes de una aureola al rededor de su cabeza? Habiéndose vuelto tan +etéreo, habiendo sus admiradores hecho su apoteosis, ¿pisaban sus pies +el polvo de la tierra cuando iba marchando en la procesión?</p> + +<p>Mientras las filas de los hombres de la milicia y de los magistrados +civiles avanzaban, todas las miradas se dirigían al lugar en que +marchaba el Sr. Dimmesdale. La aclamación se iba convirtiendo en +murmullo á medida<a name="page_316" id="page_316"></a> que una parte de los espectadores tras otra lograba +divisarle. ¡Cuán pálido y débil parecía en medio de todo este triunfo +suyo! La energía,—ó, mejor dicho, la inspiración que lo sostuvo +mientras pronunciaba el sagrado mensaje que le comunicó su propia +fuerza, como venida del cielo,—ya le había abandonado después de haber +cumplido tan fielmente su misión. El color que antes parecía abrasar sus +mejillas, se había extinguido como llama que se apaga irremediablemente +entre los últimos rescoldos. La mortal palidez de su rostro era tal, que +apenas semejaba éste el de un hombre vivo; ni el que marchaba con pasos +tan vacilantes como si fuera á desplomarse á cada momento, sin hacerlo +sin embargo, apenas podía tampoco tomarse por un ser viviente.</p> + +<p>Uno de sus hermanos eclesiásticos,—el venerable Juan +Wilson,—observando el estado en que se hallaba el Sr. Dimmesdale +después que pronunció su discurso, se adelantó apresuradamente para +ofrecerle su apoyo; pero el ministro, todo trémulo, aunque de una manera +decidida, alejó el brazo que le presentaba su anciano colega. Continuó +andando, si es que puede llamarse andar lo que más bien parecía el +esfuerzo vacilante de un niño á la vista de los brazos de su madre, +extendidos para animarle á que se adelante. Y ahora, casi +imperceptiblemente á pesar de la lentitud de sus últimos pasos, se +encontraba frente á frente de aquel tablado, cuyo recuerdo jamás se +borró de su memoria, de aquel tablado donde, muchos años antes, Ester +Prynne había tenido que soportar las miradas ignominiosas del mundo. +¡Allí estaba Ester teniendo de la mano á Perla! ¡Y allí estaba la letra +escarlata en su pecho!<a name="page_317" id="page_317"></a> El ministro hizo aquí alto, aunque la música +continuaba tocando la majestuosa y animada marcha al compás de la cual +la procesión iba desfilando. ¡Adelante!—le decía la música,—¡adelante, +al banquete! Pero el ministro se quedó allí como si estuviera clavado.</p> + +<p>El Gobernador Bellingham, que durante los últimos momentos había tenido +fijas en el ministro las ansiosas miradas, abandonando ahora su puesto +en la procesión, se adelantó para prestarle auxilio, creyendo, por el +aspecto del Sr. Dimmesdale, que de lo contrario caería al suelo. Pero en +la expresión de las miradas del ministro había algo que hizo retroceder +al magistrado, aunque no era hombre que fácilmente cediese á las vagas +intimaciones de otro. Entre tanto la multitud contemplaba todo aquello +con temor respetuoso y admiración. Este desmayo terrenal era, según +creían, sólo otra faz de la fuerza celestial del ministro; ni se hubiera +tenido por un milagro demasiado sorprendente contemplarle ascender en +los espacios, ante sus miradas, volviéndose cada vez más transparente y +más brillante, hasta verle por fin desvanecerse en la claridad de los +cielos.</p> + +<p>El ministro se acercó al tablado y extendió los brazos.</p> + +<p>—¡Ester!—dijo,—¡ven aquí! ¡Ven aquí también, Perlita!</p> + +<p>La mirada que les dirigió fué lúgubre, pero había en ella á la vez que +cierta ternura, una extraña expresión de triunfo. La niña, con sus +movimientos parecidos á los de un ave, que eran una de sus cualidades +características, corrió hacia él y estrechó las rodillas<a name="page_318" id="page_318"></a> del ministro +entre sus tiernos bracitos. Ester, como impelida por inevitable destino, +y contra toda su voluntad, se acercó también á Dimmesdale, pero se +detuvo antes de llegar. En este momento el viejo Rogerio Chillingworth +se abrió paso al través de la multitud, ó, tan sombría, maligna é +inquieta era su mirada, que acaso surgió de una región infernal para +impedir que su víctima realizara su propósito. Pero sea de ello lo que +se quiera, el anciano médico se adelantó rápidamente hacia el ministro y +le asió del brazo.</p> + +<p>—¡Insensato, detente! ¿qué intentas hacer?—le dijo en voz baja.—¡Haz +seña á esa mujer de que se aleje! ¡Haz que se retire también esta niña! +Todo irá bien. ¡No manches tu buen nombre, ni mueras deshonrado! +¡Todavía puedo salvarte! ¿Quieres cubrir de ignominia tu sagrada +profesión?</p> + +<p>—¡Ah! ¡tentador! Me parece que vienes demasiado tarde,—respondió el +ministro fijando las miradas en los ojos del médico, con temor, pero con +firmeza.—Tu poder no es el que antes era. Con la ayuda de Dios me +libraré ahora de tus garras.</p> + +<p>Y extendió de nuevo la mano á la mujer de la letra escarlata.</p> + +<p>—Ester Prynne,—gritó con penetrante vehemencia,—en el nombre de Aquel +tan terrible y tan misericordioso, que en este último momento me concede +la gracia de hacer lo que, con grave pecado y agonía infinita me he +abstenido de hacer hace siete años, ven aquí ahora y ayúdame con tus +fuerzas. Préstame tu auxilio, Ester, pero deja que lo guíe la voluntad +que Dios me ha concedido. Este perverso y agraviado anciano se opone á +ello con todo su poder, con todo<a name="page_319" id="page_319"></a> su propio poder y el del enemigo malo. +¡Ven, Ester, ven! Ayúdame á subir ese tablado.</p> + +<p>En la multitud reinaba la mayor confusión. Los hombres de categoría y +dignidad que se hallaban más inmediatos al ministro, se quedaron tan +sorprendidos y perplejos acerca de lo que significaba aquello que veían, +tan incapaces de comprender la explicación que más fácilmente se les +presentaba, ó imaginar alguna otra, que permanecieron mudos y tranquilos +espectadores del juicio que la Providencia parecía iba á pronunciar. +Veían al ministro, apoyado en el hombro de Ester y sostenido por el +brazo con que ésta le rodeaba, acercarse al tablado y subir sus gradas, +teniendo entre las manos las de aquella niñita nacida en el pecado. El +viejo Rogerio Chillingworth le seguía, como persona íntimamente +relacionada con el drama de culpa y de dolor en que todos ellos habían +sido actores, y por lo tanto con derecho bastante á hallarse presente en +la escena final.</p> + +<p>—Si hubieras escudriñado toda la tierra,—dijo mirando con sombríos +ojos al ministro,—no habrías hallado un lugar tan secreto, ni tan alto, +ni tan bajo, donde hubieras podido librarte de mí,—como este cadalso en +que ahora estás.</p> + +<p>—¡Gracias sean dadas á Aquel que me ha traído aquí!—contestó el +ministro.</p> + +<p>Temblaba sin embargo, y se volvió hacia Ester con una expresión de duda +y ansiedad en los ojos que fácilmente podía distinguirse, por estar +acompañada de una débil sonrisa en sus labios.</p> + +<p>—¿No es esto mejor,—murmuró,—que lo que imaginamos en la selva?<a name="page_320" id="page_320"></a></p> + +<p>—¡No sé! ¡No sé!—respondió ella rápidamente.—¿Mejor? Sí: ¡ojalá +pudiéramos morir aquí ambos, y Perlita con nosotros!</p> + +<p>—Respecto á tí y á Perla, ¡sea lo que Dios ordene!—dijo el +ministro,—y Dios es misericordioso. Déjame hacer ahora lo que Él ha +puesto claramente de manifiesto ante mis ojos, porque yo me estoy +muriendo, Ester. Deja, pues, que me apresure á tomar sobre mi alma la +parte de vergüenza que me corresponde.</p> + +<p>En parte sostenido por Ester, y teniendo de la mano á Perla, el +Reverendo Sr. Dimmesdale se volvió á los dignos y venerables +magistrados, á los sagrados ministros que eran sus hermanos en el Señor, +al pueblo cuya gran alma estaba completamente consternada, aunque llena +de simpatía dolorosa, como si supiera que un asunto vital y profundo, +que si repleto de culpa también lo estaba de angustia y de +arrepentimiento, se iba á poner ahora de manifiesto á la vista de todos. +El sol, que había pasado ya su meridiano, derramaba su luz sobre el +ministro y hacía destacar su figura perfectamente, como si se hubiera +desprendido de la tierra para confesar su delito ante el tribunal de la +Justicia Eterna.</p> + +<p>—¡Pueblo de la Nueva Inglaterra!—exclamó con una voz que se elevó por +encima de todos los circunstantes, alta, solemne y majestuosa,—pero que +con todo era siempre algo trémula, y á veces semejaba un grito que +surgía luchando desde un abismo insondable de remordimiento y de +dolor,—vosotros, continuó, que me habéis amado,—vosotros, que me +habéis creído santo,—miradme aquí, mirad al más grande pecador<a name="page_321" id="page_321"></a> del +mundo. ¡Al fin, al fin estoy de pie en el lugar en que debía haber +estado hace siete años: aquí, con esta mujer, cuyo brazo, más que la +poca fuerza con que me he arrastrado hasta aquí, me sostiene en este +terrible momento y me impide caer de bruces al suelo! ¡Ved ahí la letra +escarlata que Ester lleva! Todos os habéis estremecido á su vista. Donde +quiera que esta mujer ha ido, donde quiera que, bajo el peso de tanta +desgracia, hubiera podido tener la esperanza de hallar reposo,—esa +letra ha esparcido en torno suyo un triste fulgor que inspiraba espanto +y repugnancia. ¡Pero en medio de vosotros había un hombre, ante cuya +marca de infamia y de pecado jamás os habéis estremecido!</p> + +<p>Al llegar á este punto, pareció que el ministro tenía que dejar en +silencio el resto de su secreto; pero luchó contra su debilidad +corporal, y aun mucho más contra la flaqueza de ánimo que se esforzaba +en subyugarle. Se desembarazó entonces de todo sostén corporal, y dió un +paso hacia adelante resueltamente, dejando detrás de sí á la mujer y á +la niña.</p> + +<p>—¡Esa marca la tenía él!—continuó con una especie de fiero arrebato. +¡Tan determinado estaba á revelarlo todo!—¡El ojo de Dios la veía! ¡Los +ángeles estaban siempre señalándola! ¡El enemigo malo la conocía muy +bien y la estregaba constantemente con sus dedos candentes! Pero él la +ocultaba con astucia á la mirada de los hombres, y se movía entre +vosotros con rostro apesadumbrado, como el de un hombre muy puro en un +mundo tan pecador; y triste, porque echaba de menos sus compañeros +celestiales. Ahora, en los últimos momentos de su vida, se presenta ante +vosotros; os pide que contempléis de nuevo la letra escarlata<a name="page_322" id="page_322"></a> de Ester; +y os dice que, con todo su horror misterioso, no es sino la pálida +sombra de la que él lleva en su propio pecho; y que aun esta marca roja +que tengo aquí, esta marca roja mía, es solo el reflejo de la que está +abrasando lo más íntimo de su corazón. ¿Hay aquí quién pueda poner en +duda el juicio de Dios sobre un pecador? ¡Mirad! ¡Contemplad un +testimonio terrible de ese juicio!</p> + +<p>Con un movimiento convulsivo desgarró la banda eclesiástica que llevaba +en el pecho. ¡Todo quedó revelado! Pero sería irreverente describir +aquella revelación. Durante un momento las miradas de la multitud +horrorizada se concentraron en el lúgubre milagro, mientras el ministro +permanecía en pie con una expresión triunfante en el rostro, como la de +un hombre que en medio de una crisis del más agudo dolor ha conseguido +una victoria. Después cayó desplomado sobre el cadalso. Ester lo levantó +parcialmente y le hizo reclinar la cabeza sobre su seno. El viejo +Rogerio se arrodilló á su lado con aspecto sombrío, desconcertado, con +un rostro en el cual parecía haberse extinguido la vida.</p> + +<p>—¡Has logrado escaparte de mí!—repetía con frecuencia.—¡Has logrado +escaparte de mí!</p> + +<p>—¡Que Dios te perdone!—dijo el ministro.—¡Tú también has pecado +gravemente!</p> + +<p>Apartó sus miradas moribundas del anciano, y las fijó en la mujer y la +niña.</p> + +<p>—¡Mi pequeña Perla!—dijo débilmente, y una dulce y tierna sonrisa +iluminó su semblante, como el de un espíritu que va entrando en profundo +reposo; mejor dicho, ahora que el peso que abrumaba su alma<a name="page_323" id="page_323"></a> había +desaparecido, parecía que deseaba jugar con la niña,—mi querida +Perlita, ¿me besarás ahora? ¡No lo querías hacer en la selva! Pero ahora +sí lo harás.</p> + +<p>Perla le dió un beso en la boca. El encanto se deshizo. La gran escena +de dolor en que la errática niña tuvo su parte, había madurado de una +vez todos sus sentimientos y afectos; y las lágrimas que derramaba sobre +las mejillas de su padre, eran una prenda de que ella iría creciendo +entre la pena y la alegría, no para estar siempre en lucha contra el +mundo, sino para ser en él una verdadera mujer. También respecto de su +madre la misión de Perla, como mensajera de dolor, se había cumplido +plenamente.</p> + +<p>—Ester,—dijo el ministro,—¡adiós!</p> + +<p>—¿No nos volveremos á encontrar?—murmuró Ester inclinando la cabeza +junto á la del ministro.—¿No pasaremos juntos nuestra vida inmortal? +Sí, sí, con todo este dolor nos hemos rescatado mutuamente. Tú estás +mirando muy lejos, allá en la eternidad, con tus brillantes y moribundos +ojos. Díme, ¿qué es lo que ves?</p> + +<p>—¡Silencio, Ester, silencio!—dijo el ministro con trémula +solemnidad.—La ley que quebrantamos,—la culpa tan terriblemente +revelada,—sean tus solos pensamientos. ¡Yo temo!... ¡temo!... Quizás +desde que olvidamos á nuestro Dios, desde que violamos el mutuo respeto +que debíamos á nuestras almas,—fué ya vano esperar el poder asociarnos +después de esta vida en una unión pura y sempiterna. Dios sólo lo sabe y +Él es misericordioso. Ha mostrado su compasión, más que nunca, en medio +de mis aflicciones, con darme esta candente tortura que llevaba en el +pecho;<a name="page_324" id="page_324"></a> con enviarme á ese terrible y sombrío anciano, que mantenía +siempre esa tortura cada vez más viva; con traerme aquí, para acabar mi +vida con esta muerte de triunfante ignominia ante los ojos del pueblo. +Si alguno de estos tormentos me hubiera faltado, yo estaría perdido para +siempre! ¡Loado sea su nombre! ¡Hágase su voluntad! ¡Adiós!</p> + +<p>Con la última palabra, el ministro exhaló también su último aliento. La +multitud, silenciosa hasta entonces, prorrumpió en un murmullo extraño y +profundo de temor y de sorpresa que no pudieron hallar otra expresión, +sino en ese murmullo que resonó tan gravemente después que aquella alma +hubo partido.<a name="page_325" id="page_325"></a></p> + +<h3><a name="XXIV" id="XXIV"></a>XXIV<br /><br /> +<small>CONCLUSIÓN</small></h3> + +<p>A<small>L</small> cabo de muchos días, cuando el pueblo pudo coordinar sus ideas acerca +de la escena que acabamos de referir, hubo más de una versión de lo que +había ocurrido en el tablado de la picota.</p> + +<p>La mayor parte de los espectadores aseguró haber visto impresa en la +carne del pecho del infeliz ministro una <small>LETRA ESCARLATA</small>, que era la +exacta reproducción de la que tenía Ester en el vestido. Respecto á su +origen se dieron varias explicaciones, todas las cuales fueron +simplemente conjeturas. Algunos afirmaban que el Reverendo Sr. +Dimmesdale, el mismo día en que Ester Prynne llevó por vez primera su +divisa ignominiosa, había comenzado una serie de penitencias, que +después continuó de diversos modos, imponiéndose él mismo una horrible +tortura corporal. Otros aseguraban que el estigma no se había producido +sino mucho tiempo después, cuando el viejo Rogerio Chillingworth, que +era un poderoso nigromántico, la hizo aparecer con sus artes mágicas y +venenosas drogas. Otros había,—y estos eran los más á propósito para +apreciar la sensibilidad exquisita del ministro y la maravillosa +influencia que ejercía su espíritu sobre su cuerpo,—que pensaban que el +terrible símbolo<a name="page_326" id="page_326"></a> era el efecto del constante y roedor remordimiento que +se albergaba en lo más íntimo del corazón, manifestándose al fin el +inexorable juicio del Cielo por la presencia visible de la letra. El +lector puede escoger entre estas teorías la que más le agrade.</p> + +<p>Es singular, sin embargo, que varios individuos, que fueron espectadores +de toda la escena, y sostenían no haber apartado un instante las miradas +del Reverendo Sr. Dimmesdale, negaran absolutamente que se hubiese visto +señal alguna en su pecho. Y á juzgar por lo que estas mismas personas +decían, las últimas palabras del moribundo no admitieron, ni aun +siquiera remotamente, que hubiera habido, de su parte, la más leve +relación con la culpa que obligó á Ester á llevar por tanto tiempo la +letra escarlata. Según estos testigos, dignos del mayor respeto y +consideración, el ministro, que tenía conciencia de que estaba moribundo +y también de que la reverencia de la multitud le colocaba ya entre el +número de los santos y de los ángeles, había deseado, exhalando el +último aliento en los brazos de la mujer caída, expresar ante la faz del +mundo cuán completamente vano era lo que se llama virtud y perfección +del hombre. Después de haberse acabado la vida con sus esfuerzos en pró +del bien espiritual de la humanidad, había convertido su manera de morir +en una especie de parábola viviente, con objeto de imprimir en la mente +de sus admiradores la poderosa y triste enseñanza de que, comparados con +la Infinita Pureza, todos somos igualmente pecadores; para enseñarles +también que el más inmaculado entre nosotros, sólo ha podido elevarse +sobre sus semejantes lo necesario para discernir con<a name="page_327" id="page_327"></a> mayor claridad la +misericordia que nos contempla desde las alturas, y repudiar más +absolutamente el fantasma del mérito humano que dirige sus miradas hacia +arriba. Sin querer disputar la verdad de este aserto, se nos debe +permitir que consideremos esta versión de la historia del Sr. +Dimmesdale, tan sólo como un ejemplo de la tenaz fidelidad con que los +amigos de un hombre, y especialmente de un eclesiástico, defienden su +reputación, aun cuando pruebas tan claras como la luz del sol al +mediodía iluminando la letra escarlata, lo proclamen una criatura +terrenal, falsa y manchada con el pecado.</p> + +<p>La autoridad que hemos seguido principalmente,—esto es, un manuscrito +de fecha muy antigua, redactado en vista del testimonio verbal de varias +personas, algunas de las cuales habían conocido á Ester Prynne, mientras +otras habían oído su historia de los labios de testigos +presenciales,—confirma plenamente la opinión adoptada en las páginas +que preceden. Entre muchas conclusiones morales que se pueden deducir de +la experiencia dolorosa del pobre ministro, y que se agolpan á nuestra +mente, escogemos esta:—"¡Sé sincero! ¡Sé sincero! ¡Sé sincero! Muestra +al mundo, sin ambajes, si no lo peor de tu naturaleza, por lo menos +algún rasgo del que se pueda inferir lo peor."</p> + +<p>Nada hubo que llamara tanto la atención como el cambio que se operó casi +inmediatamente después de la muerte del Sr. Dimmesdale, en el aspecto y +modo de ser del anciano conocido bajo el nombre de Rogerio +Chillingworth. Todo su vigor y su energía, toda su fuerza vital é +intelectual, parecieron abandonarle de una vez, hasta el extremo de que +realmente se consumió,<a name="page_328" id="page_328"></a> se arrugó, y hasta desapareció de la vista de +los mortales, como una hierba arrancada de raíz que se seca á los rayos +ardientes del sol. Este hombre infeliz había hecho de la prosecución y +ejercicio sistemático de la venganza el objeto primordial de su +existencia; y una vez obtenido el triunfo más completo, el principio +maléfico que le animaba no tuvo ya en que emplearse, y no habiendo +tampoco en la tierra ninguna obra diabólica que realizar, no le quedaba +á aquel mortal inhumano otra cosa que hacer, sino ir á donde su Amo le +proporcionase tarea suficiente, y le recompensase con el salario debido. +Pero queremos ser clementes con todos esos seres impalpables que por +tanto tiempo han sido nuestros conocidos, lo mismo con Rogerio +Chillingworth que con sus compañeros. Es asunto digno de investigarse +saber hasta qué punto el odio y el amor vienen á ser en realidad la +misma cosa. Cada uno de estos sentimientos, en su más completo +desarrollo, presupone un profundo é íntimo conocimiento del corazón +humano; también cada uno de estos sentimientos presupone que un +individuo depende de otro para la satisfacción de sus afectos y de su +vida espiritual; cada una de esas sensaciones deja en el desamparo y la +desolación al amante apasionado ó al aborrecedor no menos apasionado, +desde el momento en que desaparece el objeto del odio ó del amor. Por lo +tanto, considerados filosóficamente los dos sentimientos de que +hablamos, vienen á ser en su esencia uno mismo, excepto que el amor se +contempla á la luz de un esplendor celestial, y el odio al reflejo de +sombría y lúgubre llamarada. En el mundo espiritual, el anciano médico y +el joven ministro,—habiendo sido ambos<a name="page_329" id="page_329"></a> víctimas mutuas,—quizás, hayan +encontrado toda la suma de su odio y antipatía terrenal transformada en +amor.</p> + +<p>Pero dejando á un lado esta discusión, comunicaremos al lector algunas +noticias de otra naturaleza. Al fallecimiento del anciano Rogerio +Chillingworth (que aconteció al cabo de un año), se vió por su +testamento y última voluntad, del cual fueron albaceas el Gobernador +Bellingham y el Reverendo Sr. Wilson, que había legado una considerable +fortuna, tanto en la Nueva Inglaterra como en la madre patria, á +Perlita, la hija de Ester Prynne.</p> + +<p>De consiguiente Perla, la niña duende, el vástago del demonio como +algunas personas aún persistían en considerarla, se convirtió en la +heredera más rica de su época en aquella parte del Nuevo Mundo; y +probablemente esta circunstancia produjo un cambio muy notable en la +estimación pública, y si la madre y la hija hubieran permanecido en la +población, la pequeña Perla, al llegar á la edad de poder casarse, +habría mezclado su sangre impetuosa con la del linaje de los más devotos +puritanos de la colonia. Pero no mucho tiempo después del fallecimiento +del médico, la portadora de la letra escarlata desapareció de la ciudad +y con ella Perla.</p> + +<p>Durante muchos años, aunque de tarde en tarde solían llegar algunos +vagos rumores al través de los mares, no se recibieron sin embargo +noticias auténticas de la madre y de la hija. La historia de la letra +escarlata se convirtió en leyenda; la fascinación que ejercía se mantuvo +poderosa por mucho tiempo, y tanto el tablado fatídico como la cabaña +junto á la<a name="page_330" id="page_330"></a> orilla del mar donde vivió Ester, continuaron siendo objeto +de cierto respetuoso temor. Varios niños que jugaban una tarde cerca de +la referida cabaña, vieron á una mujer alta, con traje de color obscuro, +acercarse á la puerta; ésta no se había abierto ni una sola vez en +muchos años; pero sea que la mujer la abriera, ó que la puerta cediese á +la presión de su mano, por hallarse la madera y el hierro en estado de +descomposición, ó sea que se deslizara como un fantasma al través de +cualquier obstáculo,—lo cierto es que aquella mujer entró en la +desierta y abandonada cabaña.</p> + +<p>Se detuvo en el umbral, y dirigió una mirada en torno suyo,—porque tal +vez la idea de entrar sola, y después de tantos cambios, en aquella +morada en que también había padecido tanto, fué algo más triste y +horrible de lo que ella podía soportar. Pero su vacilación, aunque no +duró sino un instante, fué lo suficiente para dejar ver una letra +escarlata en su pecho.</p> + +<p>Ester Prynne había, pues, regresado y tomado de nuevo la divisa de su +ignominia, ya largo tiempo dada al olvido. ¿Pero dónde estaba Perlita? +Si aún vivía, se hallaba indudablemente en todo el brillo y florescencia +de su primera juventud. Nadie sabía, ni se supo jamás á ciencia cierta, +si la niña duende había descendido á una tumba prematura, ó si su +naturaleza tumultuosa y exuberante se había calmado y suavizado, +haciéndola capaz de experimentar la apacible felicidad propia de una +mujer. Pero durante el resto de la vida de Ester, hubo indicios de que +la reclusa de la letra escarlata era objeto del amor é interés de algún +habitante de otras tierras. Se recibían cartas estampadas con un escudo +de armas desconocidas en la heráldica<a name="page_331" id="page_331"></a> inglesa. En la cabaña consabida +había objetos y artículos de diversa clase, hasta de lujo, que nunca se +ocurrió á Ester usar, pero que solamente una persona rica podría haber +comprado, ó en los que podría haber pensado sólo el afecto hacia ella. +Se veían allí bagatelas, adornos, dijes, bellos presentes que indicaban +un recuerdo constante y que debieron de ser hechos por delicados dedos, +á impulsos de un tierno corazón. Una vez se vió á Ester bordando un +trajecito de niño de tierna edad, con tal profusión de oro, que casi +habría dado origen á un motín, si en las calles de Boston se hubiera +presentado un tierno infante con un vestido de tal jaez.</p> + +<p>En fin, las comadres de aquel tiempo creían, y el administrador de +aduana Sr. Pue, que investigó el asunto un siglo más tarde, creía +igualmente,—y uno de sus recientes sucesores en el mismo empleo cree +también á puño cerrado, que Perla no solo vivía, sino que estaba casada, +era feliz, y se acordaba de su madre, y que con el mayor contento habría +tenido junto á sí y festejado en su hogar á aquella triste y solitaria +mujer.</p> + +<p>Pero había para Ester Prynne una vida más real en la Nueva Inglaterra, +que no en la región desconocida donde se había establecido Perla. Su +culpa la cometió en la Nueva Inglaterra: aquí fué donde padeció; y aquí +donde tenía aún que hacer penitencia. Por lo tanto había regresado, y +volvió á llevar en el pecho, por efecto de su propia voluntad, pues ni +el más severo magistrado de aquel rígido período se lo hubiera impuesto, +el símbolo cuya sombría historia hemos referido, sin que después dejara +jamás de lucir en su seno. Pero con el transcurso de los años de +trabajos, de meditación<a name="page_332" id="page_332"></a> y de obras de caridad que constituyeron la vida +de Ester, la letra escarlata cesó de ser un estigma que atraía la +malevolencia y el sarcasmo del mundo, y se convirtió en un emblema de +algo que producía tristeza, que se miraba con cierto asombro temeroso y +sin embargo con reverencia. Y como Ester Prynne no tenía sentimientos +egoístas, ni de ningún modo vivía pensando solo en su propio bienestar y +satisfacción personal, las gentes iban á confiarle todos sus dolores y +tribulaciones y le pedían consejo, como á persona que había pasado por +pruebas severísimas. Especialmente las mujeres, con la historia eterna +de almas heridas por afectos mal retribuidos, ó mal puestos, ó no bien +apreciados, ó en consecuencia de pasión errada ó culpable,—ó abrumadas +bajo el grave peso de un corazón inflexible, que de nadie fué solicitado +ni estimado,—estas mujeres eran las que especialmente iban á la cabaña +de Ester á consultarla, y preguntarle por qué se sentían tan +desgraciadas y cuál era el remedio para sus penas. Ester las consolaba y +aconsejaba lo mejor que podía, dándoles también la seguridad de su +creencia firmísima de que algún día, cuando el mundo se encuentre en +estado de recibirla, se revelará una nueva doctrina que establezca las +relaciones entre el hombre y la mujer sobre una base más sólida y más +segura de mutua felicidad. En la primera época de su vida Ester se había +imaginado, aunque en vano, que ella misma podría ser la profetisa +escogida por el destino para semejante obra; pero desde hace tiempo +había reconocido la imposibilidad de que la misión de dar á conocer una +verdad tan divina y misteriosa, se confiara á una mujer manchada con la +culpa, humillada con la<a name="page_333" id="page_333"></a> vergüenza de esa culpa, ó abrumada con un dolor +de toda la vida. El ángel, y al mismo tiempo el apóstol de la futura +revelación, tiene que ser indudablemente una mujer, pero excelsa, pura y +bella; y además sabia y cuerda, no como resultado del sombrío pesar, +sino del suave calor de la alegría, demostrando cuán felices nos puede +hacer el santo amor, mediante el ejemplo de una vida dedicada á ese fin +con éxito completo.</p> + +<p>Así decía Ester Prynne dirigiendo sus tristes miradas á la letra +escarlata. Y después de muchos, muchos años, se abrió una nueva tumba, +cerca de otra ya vieja y hundida, en el cementerio de la ciudad, +dejándose un espacio entre ellas, como si el polvo de los dos dormidos +no tuviera el derecho de mezclarse; pero una misma lápida sepulcral +servía para las dos tumbas. Al rededor se veían por todas partes +monumentos en que había esculpidos escudos de armas; y en esta sencilla +losa,—como el curioso investigador podrá aún discernirlo, aunque se +quede confuso acerca de su significado, se veía algo á semejanza de un +escudo de armas. Llevaba una divisa cuyos términos heráldicos podrían +servir de epígrafe y ser como el resumen de la leyenda á que damos fin: +sombría, y aclarada solo por un punto luminoso, á veces más tétrico que +la misma sombra:—</p> + +<p class="c">"E<small>N CAMPO, SABLE, LA LETRA</small> A, <small>GULES.</small>"<a name="FNanchor_18_18" id="FNanchor_18_18"></a><a href="#Footnote_18_18" class="fnanchor">[18]</a></p> + +<p class="c"><br /><br /> +FIN.</p> + +<hr /> + +<p><span class="lettree">“</span><b><span class="lettre">L</span>a Isla del Tesoro.</b>—Es una sabrosa narración con un niño por héroe, +con peripecias dramáticas y conmovedoras. Conserva en toda ella una +pureza y una sencillez muy dignas, que la darán franca entrada en el +hogar doméstico más severo.”—<i>La Ilustración Española y Americana</i>, +Madrid.</p> + +<p class="ast">*<br />* *</p> + +<p><span class="lettree">“</span><b><span class="lettre">P</span>an, Queso y Besos.</b>—Es un relato fiel de esas escenas tan +magistralmente descritas, que al contemplarlas experimenta el lector +grandísimas impresiones.”—<i>Boletín de la Sociedad Protectora de los +Niños</i>, Madrid.</p> + +<p class="ast">*<br />* *</p> + +<p><span class="lettree">“</span><b><span class="lettre">A</span>zabache.</b>—¡Qué alta enseñanza se desprende de la lectura de tan +precioso libro! ¡Cómo se pone de relieve en sus páginas el atraso de los +hombres y pueblos que maltratan, estropean, torturan y aniquilan á los +animales, esos buenos amigos y compañeros del hombre en su evolución +histórica y social á través de los tiempos! No es para sorprender, en +vista del mérito excepcional de esta obra, las numerosas ediciones que +de ella se han hecho y la circunstancia de haber sido declarada como +texto suplementario de lectura en las escuelas de Massachusetts. Desde +el punto de vista de la educación moral, <i>Azabache</i> es un valiosísimo +contingente, que no debía faltar en ninguna familia, si esta desea +fomentar en los jóvenes los sentimientos de la bondad, de la justicia y +aun de la filantropía.”—<i>La Escuela Primaria</i>, Mérida de Yucatán, +<i>Junio 15, 1893.</i></p> + +<p class="ast">*<br />* *</p> + +<p><span class="lettree">“</span><b><span class="lettre">L</span>a Casa del Pantano</b>, escrita por F<small>LORENCE</small> W<small>ARDEN</small>, pertenece al género +de literatura moderno. Allí, pues, nada hay que no sea verosímil y el +argumento está descrito con tanta habilidad, que nuestra imaginación no +tiene que divagar para encontrar los personajes que figuran en la obra, +aunque en distintos países y con diferentes nombres.”—<i>El Callao</i>, +Callao.</p> + +<p> +<br /> +<br /> +</p> + +<p class="cb">LAS AVENTURAS DEL + + </p> + +<p class="cb"><big><big>VICARIO DE<br /> +WAKEFIELD</big></big></p> + +<p class="cb">POR<br /> +OLIVERIO GOLDSMITH.</p> + +<p class="figcenter" style="width: 57px;"> +<img src="images/back_ill.png" width="29" height="17" alt="" title="" /> +</p> + +<p>V<small>ERSIÓN</small> castellana hecha con sumo esmero y la única completa en nuestra +lengua, de esta famosísima obra, considerada universalmente como +CLÁSICA.</p> + +<p>Un tomo de unas 300 páginas, bien impreso, con preciosos grabados y +encuadernado artísticamente.</p> + +<p>Edición económica 50 centavos. De medio lujo 75 centavos.</p> + +<p class="figcenter" style="width: 57px;"> +<img src="images/back_ill.png" width="29" height="17" alt="" title="" /> +</p> + +<p>E<small>L</small> V<small>ICARIO DE</small> W<small>AKEFIELD.</small>—"La novela más interesante en lengua +inglesa."—L<small>ORD BYRON.</small></p> + +<p>E<small>L</small> V<small>ICARIO DE</small> W<small>AKEFIELD.</small>—"Excelente, interesante, lo mejor de cuanto se +ha escrito como novela doméstica."—G<small>OETHE.</small></p> + +<p>E<small>L</small> V<small>ICARIO DE</small> W<small>AKEFIELD.</small>—"Lo más delicado de cuanto la inteligencia +humana ha producido en su género."—W<small>ALTER</small> S<small>COTT.</small></p> + +<p>E<small>L</small> V<small>ICARIO DE</small> W<small>AKEFIELD.</small>—"Ningún otro escritor ha logrado con tan buen +suceso llegar á los fines del moralista. Pensamientos, humoradas y +agudezas abundan en cada página."—W<small>ASHINGTON</small> I<small>RVING.</small></p> + +<p>La única versión española del V<small>ICARIO DE</small> W<small>AKEFIELD.</small>, completa y correcta +es la publicada por</p> + +<p class="cb">====</p> + +<p class="c">D. APPLETON Y COMPAÑÍA, E<small>DITORES</small>,<br /> +NUEVA YORK.</p> + +<div class="footnotes"><p class="cb">NOTAS:</p> + +<div class="footnote"><p><a name="Footnote_1_1" id="Footnote_1_1"></a><a href="#FNanchor_1_1"><span class="label">[1]</span></a> Boston es la capital del Estado de Massachusetts, y Salem, +donde se escribió el libro, es un puerto de mar en el mismo Estado, +distante unas 14 millas del primero. Á esa distancia hace referencia el +autor.—N. del T.</p></div> + +<div class="footnote"><p><a name="Footnote_2_2" id="Footnote_2_2"></a><a href="#FNanchor_2_2"><span class="label">[2]</span></a> El autor se refiere al bosquejo así titulado que sirve de +introducción á uno de sus primeros libros: <i>Musgos de una Antigua +Mansión</i>, donde entra en ciertos pormenores autobiográficos.—N. del T.</p></div> + +<div class="footnote"><p><a name="Footnote_3_3" id="Footnote_3_3"></a><a href="#FNanchor_3_3"><span class="label">[3]</span></a> De las letras U. S., iniciales y abreviación del nombre +inglés United States, ó sea los Estados Unidos, se ha formado <i>Uncle +Sam</i>, el Tío Samuel, apodo ó mote que se dá vulgarmente á dicha +nación.—N. del T.</p></div> + +<div class="footnote"><p><a name="Footnote_4_4" id="Footnote_4_4"></a><a href="#FNanchor_4_4"><span class="label">[4]</span></a> La última guerra entre Inglaterra y los Estados Unidos fué +en 1812-'14.</p></div> + +<div class="footnote"><p><a name="Footnote_5_5" id="Footnote_5_5"></a><a href="#FNanchor_5_5"><span class="label">[5]</span></a> Hawthorne se refiere á los <i>Musgos de una Antigua Mansión</i>, +que ya antes se ha mencionado.—N. del T.</p></div> + +<div class="footnote"><p><a name="Footnote_6_6" id="Footnote_6_6"></a><a href="#FNanchor_6_6"><span class="label">[6]</span></a> Hawthorne alude al famoso proceso, ó mejor dicho, +persecución de las brujas ó individuos acusados de sostener tratos con +el diablo, que costó la vida á unas veinte personas en el verano de +1692. Este acontecimiento es célebre en los anales de la Nueva +Inglaterra.—N. del T.</p></div> + +<div class="footnote"><p><a name="Footnote_7_7" id="Footnote_7_7"></a><a href="#FNanchor_7_7"><span class="label">[7]</span></a> Hawthorne alude á la famosa "Asociación literaria del +<i>Brook Farm</i> (Finca del Riachuelo) para la Educación y la Agricultura," +fundada por el crítico y literato americano Jorge Ripley y Sofía Ripley +en 1841, a unas diez millas de Boston. El objeto de esa asociación +unitaria, comunística y humanitaria era crear las condiciones necesarias +para producir el adelanto intelectual y una civilización ideal, +reduciendo á su mínimum el trabajo material, simplificando la maquinaria +social, y consiguiendo de este modo el máximum de tiempo para el +desenvolvimiento y educación moral y espiritual. Tomaron parte en el +proyecto muchas personas de ambos sexos que después brillaron en la +literatura, el periodismo, etc. Hawthorne permaneció en la asociación +muy poco tiempo. La empresa, como es de suponerse, fracasó al cabo de +cuatro ó cinco años.—N. del T.</p></div> + +<div class="footnote"><p><a name="Footnote_8_8" id="Footnote_8_8"></a><a href="#FNanchor_8_8"><span class="label">[8]</span></a> Los nombres que cita el autor son de los más distinguidos +de la literatura de los Estados Unidos. R. Waldo Emerson, poeta, +filósofo eminente y educacionista, talento original, autor de gran +valer, nacido en 1803, falleció en 1882. Guillermo Ellery Channing, +teólogo, filántropo, y autor de nota, nació en 1780 y murió en 1842. +Enrique D. Thoreau, filósofo, naturalista, y autor, también muy +original, nació en 1817 y murió en 1862. Jorge S. Hillard (1803-1879) +fué un abogado muy distinguido, un orador notable, y autor no común; por +último Enrique W. Longfellow es uno de los pocos poetas americanos que +goza de reputación universal y cuyas obras están traducidas á casi todos +los idiomas europeos. Nació en 1807 y murió en 1882.—N. del T.</p></div> + +<div class="footnote"><p><a name="Footnote_9_9" id="Footnote_9_9"></a><a href="#FNanchor_9_9"><span class="label">[9]</span></a> Amos Bronson Alcott (1799-1888) fué un filósofo +transcendentalista y neoplatónico, y un idealista consumado.—N. del T.</p></div> + +<div class="footnote"><p><a name="Footnote_10_10" id="Footnote_10_10"></a><a href="#FNanchor_10_10"><span class="label">[10]</span></a> Chaucer y Burns, dos célebres poetas ingleses que +florecieron, el primero en el siglo XIV, y el segundo á fines del siglo +pasado.—N. del T.</p></div> + +<div class="footnote"><p><a name="Footnote_11_11" id="Footnote_11_11"></a><a href="#FNanchor_11_11"><span class="label">[11]</span></a> Cuando se escribió <i>La Letra Escarlata</i>, hacía poco tiempo +que se habían descubierto las ricas minas de oro de California, que +atraían aventureros de todas partes del mundo halagados con la esperanza +de enriquecerse en poco tiempo.—N. del T.</p></div> + +<div class="footnote"><p><a name="Footnote_12_12" id="Footnote_12_12"></a><a href="#FNanchor_12_12"><span class="label">[12]</span></a> En la época en que se escribió <i>La Letra Escarlata</i> había +en los Estados Unidos dos grandes partidos políticos, los <i>whigs</i> (hoy +republicanos) y los demócratas, al que pertenecía Hawthorne. El período +presidencial dura cuatro años, al cabo de los cuales se celebran +elecciones para nombrar un sucesor á la Presidencia. Un nuevo Presidente +trae numerosos cambios en el personal de los empleados federales y +muchas cesantías, especialmente cuando uno de los dos partidos políticos +entra á tomar el puesto del otro. En este caso las decapitaciones, como +dice Hawthorne, no tienen fin.—N. del T.</p></div> + +<div class="footnote"><p><a name="Footnote_13_13" id="Footnote_13_13"></a><a href="#FNanchor_13_13"><span class="label">[13]</span></a> Ana Hutchinson fué una mujer notable por sus virtudes y +sus ideas en materia de religión. Nacida en Inglaterra hacia 1590, vino +á Boston con su familia en 1634, y comenzó á dar conferencias +religiosas. Por desgracia para ella, sus doctrinas no eran las que +profesaban los puritanos de la Nueva Inglaterra, quienes alarmados al +ver los prosélitos que hacía, la acusaron de hereje y sediciosa, y la +desterraron de la Provincia de Massachusetts, con muchos de sus +partidarios, después de haberla tenido en prisión algún tiempo. En 1643 +fué asesinada por los indios, juntamente con varios miembros de su +familia.—N. del T.</p></div> + +<div class="footnote"><p><a name="Footnote_14_14" id="Footnote_14_14"></a><a href="#FNanchor_14_14"><span class="label">[14]</span></a> Casi es inútil observar que en las sectas protestantes se +da el nombre de Ministros ó Pastores á los ministros del altar y que les +está permitido casarse.—N. del T.</p></div> + +<div class="footnote"><p><a name="Footnote_15_15" id="Footnote_15_15"></a><a href="#FNanchor_15_15"><span class="label">[15]</span></a> Filósofo inglés y hombre de ciencia que floreció en la +primera mitad del siglo 17.—N. del T.</p></div> + +<div class="footnote"><p><a name="Footnote_16_16" id="Footnote_16_16"></a><a href="#FNanchor_16_16"><span class="label">[16]</span></a> Sabido es que á los ministros ó pastores de las sectas +protestantes les está permitido casarse.—N. del T.</p></div> + +<div class="footnote"><p><a name="Footnote_17_17" id="Footnote_17_17"></a><a href="#FNanchor_17_17"><span class="label">[17]</span></a> Véase acerca de Ana Hutchinson <a href="#Footnote_13_13">la nota en la página 59. [nota 13]</a></p></div> + +<div class="footnote"><p><a name="Footnote_18_18" id="Footnote_18_18"></a><a href="#FNanchor_18_18"><span class="label">[18]</span></a> Esta frase heráldica, vertida en lenguaje común, quiere +decir que en un campo ó fondo obscuro, resalta la letra A de color +escarlata.—N. del T.</p></div> + +</div> +<hr class="full" /> + + + + + + + + +<pre> + + + + + +End of Project Gutenberg's La letra escarlata, by Nathaniel Hawthorne + +*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA LETRA ESCARLATA *** + +***** This file should be named 36990-h.htm or 36990-h.zip ***** +This and all associated files of various formats will be found in: + http://www.gutenberg.org/3/6/9/9/36990/ + +Produced by David Starner, Chuck Greif and the Online +Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This +book was produced from scanned images of public domain +material from the Google Print project.) + + +Updated editions will replace the previous one--the old editions +will be renamed. + +Creating the works from public domain print editions means that no +one owns a United States copyright in these works, so the Foundation +(and you!) can copy and distribute it in the United States without +permission and without paying copyright royalties. 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Thus, we do not necessarily +keep eBooks in compliance with any particular paper edition. + + +Most people start at our Web site which has the main PG search facility: + + http://www.gutenberg.org + +This Web site includes information about Project Gutenberg-tm, +including how to make donations to the Project Gutenberg Literary +Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to +subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks. + + +</pre> + +</body> +</html> diff --git a/36990-h/images/back_ill.png b/36990-h/images/back_ill.png Binary files differnew file mode 100644 index 0000000..cb6c3f5 --- /dev/null +++ b/36990-h/images/back_ill.png diff --git a/36990-h/images/colophon.png b/36990-h/images/colophon.png Binary files differnew file mode 100644 index 0000000..063933d --- /dev/null +++ b/36990-h/images/colophon.png diff --git a/36990-h/images/cover.jpg b/36990-h/images/cover.jpg Binary files differnew file mode 100644 index 0000000..28a9d26 --- /dev/null +++ b/36990-h/images/cover.jpg diff --git a/36990-h/images/front.jpg b/36990-h/images/front.jpg Binary files differnew file mode 100644 index 0000000..c9dd036 --- /dev/null +++ b/36990-h/images/front.jpg diff --git a/LICENSE.txt b/LICENSE.txt new file mode 100644 index 0000000..6312041 --- /dev/null +++ b/LICENSE.txt @@ -0,0 +1,11 @@ +This eBook, including all associated images, markup, improvements, +metadata, and any other content or labor, has been confirmed to be +in the PUBLIC DOMAIN IN THE UNITED STATES. + +Procedures for determining public domain status are described in +the "Copyright How-To" at https://www.gutenberg.org. + +No investigation has been made concerning possible copyrights in +jurisdictions other than the United States. 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